Y a ACT ES => A Gibson: avia 143 a. e (Ab Ga PIURA Ad/ DA] E Ep! VA ANA Y YALE ENS / LE "4 Wie A A an ANCIANA DE LA HABANA. í A Re E pS — REVISTA. CIENTILCA. RO pS TRA y ; Y DIRECTORES. 107 DR. ds E -D. ANTONIO MESTRE y D. MARCOS DE J. MELERO. SAL IN ESE ENTREGA XLVL 4 Ñ X TOMO LV. - ABRIL AD e HABANA. Ñ ESTABLECIMIENTO TIPOGRAYICO DE SOLER, ALVAREZ Y COMPAÑIA 1090 Eo calle de Riela, número 40. 1889. ANALES NEAL ACADEMIA DE CENIAS MEDICAS, IAS Y NATURALES DE LA HABANA. _ REVISTA CIENTIFICA. > e r LIBRAry : BOTAN1::a¡ GARDD>s z DE LA HEAD ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATORALES DE LA HABANA. REVISTA CIENTIFICA. DIRECTORES, DR. D. ANTONIO MESTRE y D. MARCOS DE J. MELERO. TOMO IV. HABANA. IMPRENTA “LA ANTILLA,” CALLE DE CUBA NUMERO 01. . 1867. 6 en recompensa de los afanes y desvelos que siempre habia de- mostrado por perpetuar y engrandecer ála Academia, Terminado su discurso, leyó el Secretario la reseña de las tareas que ocuparon á aquella durante el pasado año de 1866 á 1867, analizando las diversas discusiones que se habian sus- - citado en el seno de la Corporacion, recorriendo los trabajos que se habian llevado por ella 4 efecto ó que habia recibido de otras personas, y dando á conocer sus ideas sobre la via que debe seguir la Academia para estudiar con esperanzas de un resultado cierto los asuntos que someta á su exámen. Concluida la lectura del Secretario, hizo el Dr. Mestre los Elogios de los tres miembros que habian fallecido: el Ldo. D. Jorge Ledo, miembro de número; D. Eusebio Jimenez y el Dr. D. Marco-Aurelio Rojas, ambos corresponsales, —conforme á lo dispuesto en los Estatutos de la Academia. Habiéndose acordado en una de las anteriores reuniones co- locar el retrato del Dr. Gutierrez en el salon de sesiones, tomó la palabra el Sr. Michelena para encomiar la fundacion, recor- dar cuanto debe el cuerpo á su infatigable promotor, y los de- rechos que indudablemente tiene adquiridos á la gratitud y al respeto de todos. Dispuesto tambien en los Estatutos, que se dé conocimien- to al público de las proposiciones elegida para los premios de. nuevo año académico, leyólas el Vice-Secretario, segun se in- sertan mas adelante. Y con esto quedó concluido el acto, habiendo asistido á él una numerosa concurrencia. Discurso DEL Dx. Don Nriconas José GUTIERREZ, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA. Excmo. Sr., queridos colegas, Sres.—Hace hoy seis años que - celebramos la inauguracion de esta Real Academia de Cien- cias médicas, fisicas y naturales creada por disposicion So- / berana, que alentó y aprobó así los esfuerzos de los que no so- lo esperaban de la institucion el adelantamiento de la ciencia médica en el pais, sino alcanzar tambien con ella la dignidad y merecimientos á que son acreedores los que se dedican al ejercicio de tan humanitaria profesion. En efecto, Sres., la Aca- demia debiera ser como el ara santa sobre la que viniera á ofrecerse en holocausto el fruto de nuestros estudios, de nues- tra experiencia, de nuestras lucubraciones: entónces ¡ah! testi- go el público de tanto afan, de tanta consagracion, no nos mi- raria en lo adelante como colegas de un gremio interesado, que como otros muchos trabajan solo para llenar las necesidades de la vida y acumular riquezas, sino como los mejores amigos de la humanidad, decididos por su salud y consuelo, y entregados con abnegacion, con amor, con entusiasmo, á mision tan noble y generosa como excitadora, en fin, de cordial estimacion y hon- ra perenne. Sin duda mucho ántes de erigirse esta Real Academia no faltaron profesores recomendables por su ilustracion, aprecia- bles por su talento y por sus tareas; pero apénas ó nada pudo aprovechar la ciencia de sus estudios, práctica y experiencia, porque poco ó nada comunicaron á sus compañeros: careciendo de medios y de oportunidad, ni trasmitieron á la posteridad en escritos sueltos ó en publicaciones especiales los resultados de sus investigaciones; y como el público por otra parte no po- dia estar al cabo de sus conocimientos por no haber institucio- nes donde se hicieran patentes, confundíalos el vulgo con los charlatanes y medía su opinion por el tamaño ó círculo de sus clientelas, 6 mas comunmente por el número mas ó ménos grande de las defunciones que en sus prácticas ocurrian, su- cediendo no pocas veces que la envidia y mal querer de algu- nos acrecentaban el cargo de las cifras mortuorias; gracias si alguna vez, y como queriendo embotar el dardo maligno de la injuria, ó hacer ménos profunda la herida, solian lanzar la fle- cha del descrédito acompañándola con esta aleve frase: “Tal Doctor es un sabio, pero sumamente desgraciado.” ¿Seguirán aquellos dias? ¡Oh nó! La Real Academia empie- za ya á obtener el feliz éxito que de su creacion se prometian sus fundadores: mediante la redaccion de sus Anales, el pú- 8 blico está al corriente de sus trabajos en pro de la ciencia, y los profesores adquieren noticias satisfactorias de los adelanta- mientos que diariamente se alcanzan, y que sin esta publica- cion quedarian ignorados en la mayor parte. Así, con la lec- tura de interesantes memorias que se oyen en las sesiones pú- blicas y por las discusiones que vienen en pos y las ilustran, se va despertando la emulacion honrosa y el amor al bien de la ciencia, que si existian ántes, eran estériles ó inútiles. No así ahora con el campo abierto á esos vivos estímulos, que, se- guifán proporcionando á no dudarlo en lo adelante el crédito de la institucion y la estabilidad de sus auspicios. | No empero se han pasado estos seis años sin alternativas de gozo y contento, de ansiedad y sinsabores, respecto del progre- so y consolidacion de la Real Academia: los que de entre sus miembros han permanecido fieles 4 sus compromisos y han ali- mentado con celo y fervor su fidelidad á la ciencia y á la huma- nidad, han sostenido enérgicamente su bandera, rechazando con vigor las acometidas inexplicables de propios y extraños, que casi desde la infancia de la Real Academia han intentado con tenaz ahinco el perturbarnos: las deserciones se reempla- zaron inmediatamente, y los nuevos campeones cerrando las brechas de unos cuantos dias, han hecho imposible la repeticion de los asaltos. El pabellon que se enarbolara el 19 de Mayo de 1861 ondea magestuoso aun, y los que militamos debajo de él no cedemos en valor, en fé y en entusiasmo á los que debajo del de la patria comun la sirven y la defienden. Complace el espectáculo, Sres., si recordais los trabajos que ocuparon á la Corporacion en el año anterior, expuestos por nuestro Secretario en la última sesion solemne. Si los comparais con los del que hoy termina y que oireis en la reseña de ellos, á que dará lectura inmediatamente, ya notareis como estos no han sido inferiores en número ni ménos interesantes que aqueilos, patentizándose así la verdad de lo que acabo de exponer, es decir, que en nada ha influido la lucha contra la marcha y vi: talidad de la institucion. Y aun hay mas para su porvenir: la reforma de sus Estabtu- tos, presentados al Gobierno hace algun tiempo, casi está en el último de los trámites que se creyeron necesarios para la 9 aprobacion que ha solicitado la Academia: lograda que sea se- gun es de esperarse, la Academia se encontrará con ámbito mas vasto donde extender sus estudios, sus investigaciones y tra- bajos, así como con mayor número de obreros que emplear en las tareas. Además, poseemos ya este local que nos ha cedido el Gobier- no conforme á lo dispuesto por nuestra augusta Soberana: ya hay lugar donde tener seguro el archivo y fijar la Secretaría, irformando un museo y una biblioteca, que pronto ha de pres- tar sus servicios, pues contamos con gran número de obras, de- bidas no solo á los Sres. académicos, sino á muchos profesores, y á otros tambien, que sin ser médicos, aman la ciencia y se interesan en su progreso. Mostrarémos sin embargo el sentimiento inexcusable de que el cuerpo de profesores de la Isla no haya correspondido al lla- mamiento de la Real Academia, que por medio de los progra- mas de proposiciones y premios no ha cesado de hacerle anual. mente en sus sesiones solemnes, para que con sus conocimien- tos y experiencia ilustren varios puntos de la ciencia en gene- ral y especialmente muchos oscuros todavía sobre nuestras en- fermedades endémicas, que nunca pierde de vista la institu- cion al redactar sus programas, persuadida como está de ser estos males los que en sus trabajos deben merecer la preferen- cia. —Lamenta el silencio, es verdad; pero así y todo, no se pet- mite la Academia atribuirlo á pereza de parte de los invitados, ni al olvido del deber que le impone al médico hacer cuanto en él esté por el progreso de la ciencia y para enriquecer sus conocimientos á tal grado que al perder el enfermo, puesto á su cuidado, pueda decir con tranquila conciencia, “no se murió por miignorancia:” inclínase mas bien la Academia á creer, que siendo árduas las cuestiones propuestas y necesitándose mucho estudio y larga experiencia para resolverlas, no era posible aco- meter la empresa con solo un año de plazo. En esta creencia se ha variado el programa de proposiciones formulando las que servirán para el año en que vamos á entrar, de tal modo que sin dejar de ser tan interesantes como las anteriores, sean sin embargo mas fáciles de resolver en corto tiempo. Sea tambien ocasion oportuna la presente para pagar un T, IV—2 10 justo tributo de obsequio y de pesar á la memoria de los miem bros que han dejado nuevos vacíos en la Academia en el dis- curso de este último año. Aun no consolados de las pérdidas que lamentamos en la postrera sesion solemne que tuvimos, nos ha arrebatado la muerte á nuestra estimacion y cariño en un tiempo demasiado corto á los académicos corresponsales D. Marco-Aurelio Rojas y D. Eusebio Jimenez, y al de número, nuestro amigo y discípulo, el Ldo. D. Jorge Ledo, que por sus conocimientos, por sus bellas cualidades de espíritu y de co- razon, por el afecto que profesaba á la Academia aun mucho ántes de pertenecer á ella, por los diferentes trabajos con copia de ciencia y de erudicion que presentó en varias sesiones, y por otros que habia emprendido aun entre los padecimientos del mal que le condujo al sepulcro, harán que se mantenga vi- vo en nuestra memoria y no cesemos de lamentar su pérdida para la ciencia, para sus amigos y para sus compañeros. Los dos estimados académicos corresponsales han poseido sin duda el secreto de perpetuar su recuerdo en alas de la opi- nion. Sí, debo decirlo—las virtudes, el saber, la filantropía, el amor á las ciencias y la perenne laboriosidad para propagar la ¡dustracion, harán vivir en el pueblo de Moron á D. Eusebio Jimenez, y la generacion presente agradecida le hará traspor- tar al porvenir, siempre respetado su nombre, siempre querida su fama:—el otro, D. Marco-Aurelio Rojas, génio emprende: dor, con grandes conocimientos y no comunes cualidades de es- píritu y de corazon, reveladas en sus obras y que realzan su memoria imperecedera, acompañada con el dolor de su muerte prematura, pues ha privado á la ciencia y á la humanidad de uno de sus mas escogidos servidores. ¡Ojalá que el elogio que va á hacerse de estos tres ilustres finados, no sirva solo para sabisfacer una deuda de honor á su sepulero, sino para alentar con tan bellos ejemplos el corazon y la virtud de los vivós! Mas ántes de concluir sean mis últimas palabras á vosotros queridos y estimados colegas, por tantas y tan marcadas de- mostraciones de benevolencia y amistad, no interrumpidas en los seis años que van corridos desde la creacion de este insti- tuto. En el puesto que me concedeis con tanto desprendimien- to, oidme:...... me lo concedeis tan solo, porque estais seguros 11 y penetrados de mis buenos deseos en pro de la ciencia que he ejercido por muchos años, siempre con amor, siempre con el mismo entusiasmo con que la abracé. Miro agradecido como un premio de vuestra mano el hallarme en la Presidencia, como una recompensa á los afanes y los desvelos que me costara la crea- cion de esta Real Academia y los que me cuesta aun hoy dia por perpetuarla y engrandecerla. No empero me ciega tanto el amor propio, que me juzgue acreedor á la singular distin- cion que acabais de dispensarme, pues debí creer quedaba su- ficientemente galardonado con la triple reeleccion con que me honrásteis en los bienios anteriores, sin necesidad de pasar á una cuarta, que ha venido á impedir, por otra parte, que turne entre vosotros todos honra tan señalada, Al hacer esta confesion con la ingenuidad propia de mi ca- rácter, os ruego que acepteis mi sincero y cordial reconocimien- to y que continueis dándole dias de brillo y esplendor con vuestra ciencia y laboriosidad á la Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales erigida el dia 19 de Mayo de 1861. RESEÑA DE LAS TAREAS QUE HAN OCUPADO A LA RkEaL ÁcADE- MIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE LA HABA- NA, DURANTE EL AÑO ACADÉMICO DE 1866 Á 1867; Por el Ldo. D. José Francisco Ruz. Excmo. Sr. y Sres.:—0Os felicito y me felicito de encontrar: nos todavía aquí reunidos el dia 19 de Mayo de 1867, que mar- ca el sexto aniversario de esta Academia. Hemos vivido y he- mos trabajado; hemos aspirado y hemos hecho cuanto ha sido posible para sostener este Cuerpo patriótico, que aunque mo- desto en sus formas, es un altar mas en donde se quema in- cienso en holocausto á la ciencia, No porque yo crea que nues- tra hora científica señala el mismo espacio de tiempo que indi- ca el cuadrante de la civilizacion; no porque yo crea que nues: tra pausada marcha pueda seguir el rápido movimiento con 12 que el progreso se adelanta en nuestros dias; sino porque he- mos aspirado y hemos trabajado, y aunque no actores de so- bresaliente mérito, no hemos sido espectadores indiferentes del incesante labor y el infatigable afan de marchar adelante, que es el mejor signo de la vida intelectual de los pueblos. Tambien os felicito de que asistamos al espectáculo que la medicina exhibe orgullosa en la época que atravesamos; por- que, como el eminente publicista "Phiers, amamos tanto nues: tro siglo como nuestra patria; pues sl la patria fué el lugar que Dios nos designó en el espacio, muestro siglo fué el lugar que nos designó en el tiempo. ' Los años que pasaron nos han dejado sus verdades en sus errores; pero nos pusieron sobre la obra; nos comunicaron el impulso, y con asombro hemos visto realizarse lenta, pero cons- tantemente, prodigios de adelanto. Examinad la órbita que hemos recorrido: fijad el punto de partida y el término que tocamos. Del feticismo y la alquimia, rodando los tiempos, na- cieron la física y la química. De las ideas vagas, esparcidas, sin forma ni cohesion de los tiempos primitivos; de los siste- mas especulativos; de las teorías arruinadas se elevan hoy fuer- tes y majestuosas la anatomía y la fisiología, que como tuve la honra de deciros en otra ocasion, avanzan á marchas forzadas, ganando triunfos dia por dia y hora por hora. Una nueva cien- cia se formula bajo el campo del microscopio, que nos enseña cuantas grandes verdades se escondian en lo-pequeño del áto- mo y de la célula. Y ahora, calculad los progresos de la pato- logía con los recursos que posee, con el espíritu de análisis y experimentación que la agita y que la impulsa. Es muy im- ponente y majestuoso el espectáculo de la ciencia-—el sob no se pone nunca en sus dominios: —por todas partes obreros y talle- res, productos y cambios. Marcha por un sendero mas recto; abandona las quimeras y los sueños; sacude el polvo de los sistemas caldos, y á todo el que se levanta le pide el fundamen- to 6 la prueba en la experimentación. En vez de agotar sus fuerzas tratando de vencer lo imposible, penetrando en lo in- finito de lo incógnito, estudia y analiza, compone y descompo- ne, interroga y escucha, generaliza con reserva, y concentran- do todas sus fuerzas, buscando mejores vias de investigacion 13 avanza mas, por lo mismo que avanzando ménos, el paso es mas seguro y el terreno mas firme. La medicina sigue el rumbo que le marca esta filosofía exac- ta y fecunda: rehace sus fundamentos, se levanta con mas or- denado sistema, y apoyándose en el armónico concurso de to- das las ciencias que le son feudatarias, asegura su imperio en el porvenir. No se lanza en el campo fácil de la especulacion, sino en el estudio árido y dificil de los hechos. Sí, señores, la fisiología y la anatomía, la química y la física, la lente y el reactivo, encierran la solucion, el complemento ó la prueba de todas las doctrinas. Porque si no se edifica con ellos, se edifica sobre arena y se construye en el aire. No es posible, se dirá, resolver toda incógnita con esta fórmula inflexible: es cierto, pero cuando estos recursos son impotentes 6 incompletos, no tenemos la misma fé científica en las demostraciones del racio- nalismo. Y entiéndase, que para nosotros está la razon ante todo, pero para que la razon busque y encuentre en esta via los elementos que sirvan para construir los cimientos de una cien- cia positiva y verdadera. ¿Qué es la medicina como ciencia na. tural, sino el estudio, la clasificacion y la descripcion de la en- fermedad? La enfermedad que no es mas que el trastorno físi- co, químico ó dinámico del organismo.—La materia y la fuer- za, el cuerpo y la propiedad; ahí es necesario trabajar, porque solo esta parte es accesible á nuestros medios de investigacion. S1 hay algo mas, no podemos saberlo; no podemos averiguar- lo, y caemos en el vampo de la hipótesis y de la abstraccion, de la duda y de la fantasía. Las academias que son centros de mútuo estímulo y trabajo deben seguir este derrotero. Y por eso la Academia de la Ha- bana, mas que ninguna otra, debe inspirarse en estos princi- pios, dando á sus debates y tareas el carácter positivo de la ciencia. Ocupémonos ahora de trazar la reseña del año que hoy ter- mina para nosotros. —Recojamos, para escribir su historia, las hojas sueltas que dejamos en cada sesion: recorramos y exami- nemos lo que hemos hecho, y al presentar los documentos pa- ra que nos juzguen, juzeuémonos á nosotros mismos y que nuestro ejemplo nos sirva de satisfaccion y estímulo, 4 fin de 14 que procuremos mejorarnos. La celebracion de un aniversario seria una fiesta mezquina, si no sirviese mas que para conmemo: rar una fecha. Hay algo mas importante y solemne en estas ceremonias científicas, y ya lo hemos dicho en idéntica ocasion. Hoy es el dia del exámen, el dia de la contricion, para arre- pentirnos ó alegrarnos con la satisfaccion de haber cumplido con nuestro deber. Al ver agrupadas, unidas y clasificadas nuestras obras, podemos comprenderlas en su conjunto, apre- ciarlas en sus detalles; deducir el aumento de vitalidad, la su- ma de progreso, el atraso Ó desfallecimiento de nuestras fuer- zas, para en todo caso, con sincera lealtad y profunda convic- cion, seguir nuestra marcha ó cambiar el rumbo. Se abrió el año académico que expira hoy con una de las cuestiones mas trascendentales é importantes; cuestion en que se mezclan los principios de la higiene pública con los intere- ses del comercio. Determinar si debian sustituirse las cuaren- tenas y cordones sanitarios por un sistema de ventilacion en los buques durante su travesía. El Sr. Fernandez de Castro trajo al seno de la Academia esta tésis, solicitando el celo y el inte- rés de sus compañeros, exponiendo sus opiniones con vasto acopio de erudicion y excelente criterio, procurando modesta: mente no penetrar en los dominios de la medicina. Todos los académicos contribuyeron al esclarecimiento de la verdad; unos en contra, y otros en favor de la tésis. Desde el momento se alistaron bajo la bandera del contagio los Sres. Michelena, Luz Hernandez y Galan, los cuales aceptaban las ideas del Sr. Fer- nandez, como preceptos útiles en todo tiempo, pero impoten- tes para oponerse 4 la propagacion de ciertas enfermedades epidémicas. El Sr. Galan, con una insistencia y una constan- cia digna de todo elogio, fué el esforzado defensor de los cor- dones y cuarentenas, llegando hasta sostener, que si habian si- do estos ineficaces, era porque no fuéron nunca bastante rígi- dos y severos. Habló de la historia de las epidemias, de la in- feccion y el contagio, del itinerario del cólera, relatando ejem- plos de su trasmision por el curso de los rios, la marcha de los ejércitos y las comunicaciones del comercio. Para defender las ideas del Sr Fernandez de Castro, pidieron la palabra los Sres. Zayas (D. Joaquin), Dumont, Havá y Secretario; combatieron 15 las teorías del contagio y por consiguiente los preceptos que de ellas derivan; sostuvieron que, era en otros recursos y en otras medidas donde debian buscarse los elementos necesarios para conjurar el peligro: que la experiencia habia demostrado la inutilidad de los cordones y cuarentenas, y la superioridad de la higiene en consonancia con los preciosos beneficios de la asistencia domiciliaria y la abnegacion de los médicos; que era indispensable no solo llevar consuelos y medicinas á los inva- didos, sino tambien derramar con mano pródiga socorros á las clases mas amenazadas.—El Sr. Havá manifestó que el cólera no habia seguido el curso de los rios, sino atacado á los hom- bres en los lugares en que vivian: que bajo la influencia epi- démica hacia mayores estragos allí donde se reunian peores condiciones higiénicas, y que por último, el terrible azote no habia sido detenido por las montañas mas altas, ni que era po- sible sujetar á ninguna regla su marcha irregular y devasta- dora.—El Sr. D. Ambrosio (+. del Valle disertó sobre.el mismo asunto, aconsejando quese tuviese mucha reserva para no aventurar opiniones demasiado decisivas acerca de problemas que no estén resueltos; agregando, que tal vez no estaba leja: no el dia en que los progresos de la química y del microscopio arrojasen suficiente claridad sobre estas oscuridades de la cien- cia, asegurando que el sistema propuesto por el Sr. Fernandez de Castro se habia ensayado sin éxito en la fragata Glotre. Esta discusion se promovió en el seno de la Corporacion. cuando preocupaba el ánimo de todos sus miembros el temor de una próxima invasion del cólera asiático, que habia asola- do la Europa, y que, salvando el Atlántico, visitaba la Amé:- rica.—Por este motivo despertó mayor interés y calor. Para darle todavía mas vida, el Gobierno previsor habia pedido una consulta, á fin de que este cuerpo formulase los consejos y pre- ceptos á que debia sujetarse la poblacion, dado el caso de que el funesto viajero tocase por tercera vez nuestras playas. Mu- chas sesiones empleó la Academia en discutir todos los puntos - que envuelve este complicado y nebuloso problema, en que se tocan la patología y la higiene, la administracion y el comer- cio. Nos complacemos en hacer constar, para honra de los tra- bajadores, que el litigio siguió una marcha metódica y severa, 16 en armonía con la gravedad del asunto que lo motivaba. To- das las cuestiones secundarias fuéron examinadas y juzgadas. El contagio y la infeccion, las cuarentenas y cordones sanita- rios, todo fué calurosamente defendido y enérgicamente com- batido. Tócale al Sr. Fernandez de Castro el lauro de haber inaugurado una discusion, cuyo mérito es inútil recomendar, y merece tantos mas elogios este académico, cuanto que sien- do ajeno á estos estudios especiales, demostró una vez mas su excelente buen sentido y la erudita moderacion con que siem- pre se ha distinguido en sus profundas disertaciones. La Aca- demia le es deudora de trabajos de reconocido mérito, y el Se- cretario experimenta suma complacencia al consignarlo. Llama dolorosamente la atencion que á pesar de la discor- dancia de las doctrinas y de las convicciones médicas todos es- tuvieron unánimes para condenar el punible abandono con que en nuestro pais se miran los preceptos de la ciencia en las apli- caciones 4 la Higiene, lamentando la importancia que suele darse á las exigencias del ornato, sacrificando rutinariamente lo útil á lo bello, lo indispensable 4 lo accesorio. La mas san- ta 6 imprescindible de las obligaciones del Estado, es la vigi- lancia, el cuidado, la prevision y el desinterés, con que deben dar la preferencia á todas las cuestiones que reclaman con el bienestar y la salud de las clases deseraciadas, que la desigual- dad ha colocado en el extremo de la escala social. El gobierno que cumple con esa mision, y logra disminuir la cifra de mor- talidad de una poblacion, ha hecho bastante para merecer el aplauso mas honroso que pueda tributarle un pueblo agrade- cido, Si la Academia no hubiese producido mas resultado que la redaccion de los consejos con que respondió al llamamiento de la Autoridad, ya habria dado lo bastante para poder decir hoy, que el año no se habia perdido. No porque querramos atrl- buirle una importancia científica que no tiene, sino por los be: neficios que pudo haber reportado á la comunidad. Tuvo el Secretario la honra de ejecutar la parte mas fácil de aquella obra, y los Sres. Mestre y Havá la de escribir lo mas difícil y lo mas necesario. El Sr. Mestre no necesita elogios, y en cuan- to al Sr. Havá hizo lo que todos esperaban de su talento. Pa- ra trazar los consejos que debian seguir nuestros campesinos, 17 era menester hacer algo nuevo; pues aunque los principios de la ciencia son universales, es indispensable estudiar las cosas de cerca para aplicarlos y modificarlos, segun las distintas con- diciones de clima y clases.--Si los Sres. Mestre y Havá espe- raban que sus nombres quedasen ocultos en la unidad colecti- va de la Academia, la justicia me impone el deber de decir que aquella obra les pertenece exclusivamente. Al cerrarse es- ta discusion, que marca un período del año, el Sr. Havá lanzó una proposicion nueva que espera su demostracion, tiene este compromiso pendiente, y al indicarlo de paso, se lo recorda- mos: —“Ll cólera a esla misma especie nosológica que el cólera esporádico.” Apénas concluyeron estos debates, y espe de algunos otros de carácter secundario sobre diversos puntos de Patolo- gía, Higiene y Medicina Legal, comenzó una nueva discusion no ménos trascendental y útil que la primera, pues giraba so- bre un tema lleno de interes, de actualidad y de enseñanzas prácticas, como es discutir y fijar el valor semiótico del micros: copio, comparándolo con los otros elementos generales de la clínica. Pero antes de empeñarnos en esta relacion, pensamos que seria oportuno recomendar con toda la eficacia de nuestra palabra, una idea emitida por el Sr. Censor acerca de la nece- sidad de establecer un Consejo Superior de Salubridad públi- ca, que no se limitase simplemente á redactar preceptos y es- cribir disertaciones, sino que tuviese á su cargo vigilar el exac- to cumplimiento de sus prescripciones, promoviendo, dirigien- do y distribuyendo los recursos que se pusiesen á su disposi- cion. Así se lograria la unidad, la armonía y el acuerdo de to- das las disposiciones, cuyo vigor 'se pierde con la separacion de sus elementos, y cuya fuerza se debilita á medida que se re- parte en los distintos resortes del mecanismo complicado que constituye la administracion. En una de las sesiones, nuestro colega el Sr. Galan hizo una curiosa comunicación acerca de un tumor juzgado canceroso, y que no era mas que un lipoma; asegurando que en todos estos casos debia recurrirse al microscopio, como el Juez mas abona: do de la exactitud del diagnóstico.—Los Sres. Valle, Michelena, Presidente y Secretario pidieron sucesivamente la palabra pa- T, Iy—8 18 ra combatir la doctrina del Sr. Galan y defender la superiori- dad de los caractóres clínicos sobre los signos microscópicos, esforzándose en demostrar que, á pesar de los indudables ade- lantos de la histología, todavía la lente no habia adquirido el grado de certeza que se proclamaba: que habia dado mucho, prometia mas, sin haber aun alcanzado semejante infalibilidad. ——El Sr. Galan, con gran acopio de datos y argumentos, y con el talento y la instruccion que hemos sido los primeros en re- conocerle, sostuvo en un luminoso trabajo los fueros del mi- eroscopio y el prestigio de la histología, recorrió la historia en sus adelantos y demostró los innumerables servicios que dia- riamente nos presta en sus infinitas aplicaciones. --Sus antago- nistas redoblaron la energía de sus ataques, y el Secretario con hechos y razonamientos trató de responder á la sólida argu- mentacion del Sr. Galan. El Sr. Havá terció en el debate para indicar, que tanto los antagonistas como los defensores del mi- croscoplo habian exagerado sus opiniones, y que tenia la satis- faccion de advertir que en el curso de la polémica todos ha- bian modificado sus creencias, dejando al microscopio en el al. to lugar que le corresponde, sin.pedirle lo que todavía no pue: de darnos, pero sin negarle ninguna de las hermosas conquis- tas que ha logrado.—En esta ocasion, el Sr. D. Vicente A. de Castro hizo uso de la palabra para emitir sus opiniones no so- lo relativas al punto que se ventilaba, sino tambien acerca de la naturaleza y curabilidad del cáncer; refiriendo numerosos casos en que con las preparaciones de hierro, arsénico y cicu- ta las hubiera obtenido. Como siempre la palabra de este an- tiguo maestro fué demasiado fácil, demostrando la variedad de sus conocimientos; sin embargo, los Sres. Havá y Mestre p1- dieron los datos en que descansaba tan aventurada afirmativa, pues la experiencia de los mas insignes observadores le era contraria.—Pensamos que cuando se anuncian hechos tan ex- traordinarios, no debe creerse á nadie bajo la sola garantía de su palabra; es fácil equivocarse de muy buena fé: por eso la ciencia que no se edifica con datos confiados á la memoria, y au- torizada con el prestigio de un nombre sea cual fuere, los re- chaza para buscar en la experimentacion la verdad que se es- conde, siendo mas lógico pensar, que es mas posible en materias 19 de observacion el error en uno que én todos; tanto mas, cuanto que las preparaciones recomendadas como eficaces, habian sido desde largo tiempo consideradas como impotentes despues de haberse ensayado infinitas ocasiones. La tercera discusion que se ha promovido, y que probable- mente ocupará muchas sesiones venideras, es debida á la ini- ciativa de nuestro ilustrado compañero el Dr. Michelena. Sos- tiene el Sr. Michelena que todas las fiebres esénciales son efec- tos de una alteración especial de la sangre, no definida ni de- mostrada por nuestros medios groseros de investigacion, pero lógicamente deducida del estudio severo de los hechos, El que tiene la honra de dirigiros la palabra se colocó frente á frente para combatir la doctrina proclamada. La lucha no está mas que comenzada—hay una multitud de cuestiones íntimamente. ligadas con este complicado tema, —pero sl es permitido aven- turar una profecía sobre sus resultados, no vacilaremos en ase gurar que no será fecunda en conclusiones prácticas y positi- vas. Esa nebulosa tiene muy remoto orígen, y las oleadas del tiempo nos la ha traido sin luz ni solucion. La idea del Sr. Mi- chelena estárcomprendida enteramente en el humorismo que formuló el vasto genio de Galeno; desde entónces tuvo sus campeones y sus antagonistas, sin que hasta hoy sea posible decir si la verdad exclusiva está en el humorismo 6 en el sol;- dismo; 6 lo que es mas probable, en ninguno de los dos. Esto pertenece á la parte especulativa y mas tenebrosa de la cien- cia, y en nuestro humilde concepto fuera de los límites positi- vos de nuestros actuales medios de exploracion. Siempre lo 'he mos dicho; estas discusiones agotan y postran las fuerzas, y no sirven mas que para lucir los vuelos de la fantasía, las galas de la palabra, la sagacidad y los recursos del talento; no porque creamos que sea inútil saberlo, sino porque no podemos averi- guarlo, y porque miéntras no tengamos nuevos datos con que resolverlas, se pierde lastimosamente el tiempo en discutirlas, Terminada la breve relacion de las principales discusiones que nos han ocupado, refiramos los trabajos de la seccion de Medicina legal, que como siempre ha estado casi en sesion per- manente, evacuando informes y consultas en causas de envene- namientos, heridas, muertes y atentados contra el pudor. Con 20 esos trabajos á la vista podemos decir que la Academia ha he- cho lo suficiente para merecer la estimacion general. En el se- no de la Comision han venido á fundirse, apreciarse y purificar- se los datos ciertos Ó equivocados, recogidos en apartados lu- gares, y en cuyo desórden é insuficiencia parecen confundirse testigos y defensores, acusados y jueces. Mas de una vez he- mos suministrado los datos para condenar ó absolver á los reos, y siempre la justicia ha sido cumplidamente servida. El primer informe fué redactado por el Dr. Havá, en el cual hizo una larga y minuciosa disertacion de todos los hechos médico- legales relativos al homicidio de la parda Celestina Echeverría, demostrando que con los datos suministrados á la Academia no se podia asegurar la existencia del crímen. En las numerosas ocupaciones de esta Comision se han distinguido los trabajos del ilustrado académico á que nos referimos, tanto por su nú- mero como por su importancia. Con él comienza y con su non:- bre termina el libro de las actas de la Seccion de medicina legal. Siguen en órden cronológico dos informes del Dr. Mestre, uno referente á una causa formada contra un médico del Cuer- po de Sanidad Militar, y otro acerca de la muerte de un aslá- tico. En ambos escritos reveló el Sr. Mestre su excelente crite- rio y sólidos conocimientos. El laborioso Secretario de la Comision trajo á la Academia dos luminosos trabajos médico-legales relativos á presunciones de envenenamientos, —El Dr. Galan redactó un informe acet- ca de una causa por heridas múltiples, en que probó que la muerte debia atribuirse á falta de socorros y no á la gravedad de las lesiones. —El Dr. Miranda, á quien le abrió las puertas de la Academia una excelente Memoria sobre la anestesia local, tuvo despues como miembro de la Comision de Medicina Le- gal, oportunidad para que la Academia se felicitase de contar- lo en su seno, redactando un informe sobre una causa de res: ponsabilidad en el ejercicio de la medicina.—Por último debe- mos mencionar dos informes del Dr. Havá, relativo el primero á la muerte de D. Francisco Presno, y el segundo á un proce: so por crimen de pederastia. y Triste es confesar, que á pesar de la incansable insisfencia 21 con que en cada año señalamos los defectos de los testimonios periciales, las causas que los explican y los medios de evitarlos, se reproduzcan constantemente, sin que se ponga en planta la indispensable reforma, que de acuerdo piden la ilustracion de los tribunales, los fueros de la justicia, la vida y el bienestar de los ciudadanos, que esperan proteccion, apoyo y garantías de las luces de la ciencia, y el respeto de sus inviolables de- rechos. Aparte de las discusiones é informes de que hemos hecho memoria, la Academia cuenta con diversas comunicaciones y memorias, que por su interes é importancia debian detener en su exámen, pero cuya extension no permite encerrarlas en los estrechos límites de esta reseña. El Sr. Dumont, ese infatigable soldado de la ciencia que vino desde Francia á Méjico para es- tudiar la fiebre amarilla; que llegó despues á nuestras playas impulsado por el mismo deseo; y que partió de nuestro seno para ir, con riesgo de su vida, á observar el cólera que habia estallado en S. Thomas, ha enriquecido nuestro repertorio con dos obras que revelan las dotes de instruccion y talento que colocan á nuestro colega á la altura de un eminente profesor. Titúlase la primera ee morbosas, epidémicas y endémicas de la Isla de Cuba,” y la segunda “Estudios sobre la gente de color Ó razas humanas que no padecen la fiebre amarilla,” ter- minando por algunos capítulos consagrados á la Antropología y Patología comparada. Este título bastaria por sí solo para recomendar el libro, si en su lectura y exámen no se hallasen datos suficientes para asignarle un distinguido lugar. Comien- za con una revista cronológica y geográfica de la colonizacion en Cuba y concluye por una curiosa estadística de las colonias que encierra datos interesantes sobre muchas materias diferen- tes:-—Poblacion colona, longevidad, relativa y comparada.— Nacimientos. —Proporcion de las enfermedades en las razas africana, blanca y asiática.—Mortalidad y criminalidad com- parada.—Para ilustrar el texto acompañan la obra 28 foto- erafías, que sirven al estudio de la Antropología comparada, y que demuestran las modificaciones de la raza bajo la influen- cia del clima, las costumbres y la civilizacion. La naturaleza de estas prolijas y difíciles investigaciones recomiendan digna- 29 mente al autor, que ha necesitado poner á prueba su infatiga- ble constancia para recoger observaciones, documentos y datos esparcidos por todas partes sin órden ni clasificacion. Así se comprende el amor al estudio, y así se sirve 4la ciencia.—El Sr. Havá presentó igualmente una memoria concienzudamente me- ditada y ejecutada acerca de la vacunacion, y de la cual dió cuenta en un elocuente informe nuestro ilustrado amigo el Dr. La Calle.—Una memoria sobre anestesia local del Dr. Miranda y un informe relativo á su mérito por el Sr. D. Luis Cowley. —Una interesante observacion de obstetricia por el Sr. Galan. —Dos memorias del Dr. Munoz, residente en Paris, acerca una de las reglas que deben seguirse en los asilos destinados á los locos; referente la otra á la frecuencia en Cuba de la demencia paralítica.—Una memoria del Dr. Echeverría (de New-York) sobre la Parálisis refleja. —Otra del Dr. Groesmann.—Una me- moria del Dr. Roldan, que le valió el título de corresponsal: — “Consideraciones acerca de las fiebres amarilla y biliosa.”—Una observacion del Secretario, de otranueva operacion de talla pre- rectal, con objeto de servir á la estadística de este nuevo mé:- todo quirúrgico.—El Sr. D. Ambrosio G. del Valle, su memo- ria acerca del nuevo Cementerio.—El Sr. Aguirre un notable trabajo para demostrar la dificultad en determinar química- mente los alcaloides despues de una putrefacción avanzada. El Vice-Secretario refirió sus variados experimentos, la sinto- matología de algunos envenenamientos, recomendó este estu- dio, deseraciadamente muy abandonado entre nosotros, y lo útil que seria no dejar todo el cuidado al perito químico para resolver las dudas que se presenten.—Hl Sr. D. Fernando G. del Valle presentó dos casos: uno de espina bífida y pié eguino que dió márgen á una ligera discusion entre los Sres. Valle, Galan, Havá y Secretario; y otro de una deformidad de los miembros superiores, cuya nota fué remitida á Paris por el Dr. Dumont, habiendo allí sucedido una instructiva discusion: —la deformidad fué clasificada entre los Ectromelios de M. Greoftroy St. Hilarre.—El Sr. D. Justino V. Castro, que es uno de los aca- démicos á quienes su modestia impide á veces lucir su instruc- cion y su amor al estudio, leyó en distintas sesiones dos exten- sos informes, escrito uno para juzgar la Memoria en que los 23 Sres. Elcid y Dumont describen la epidemia de fiebres amari- lla y biliosa que reinó el año de 65 en la jurisdiccion de Cáx- denas, partido del Recreo: —otro recaido sobre un opúsculo acerca del cólera, con el cual su autor aspiraba al título de supernumerario. Ambos trabajos fueron unánimemente apro- bados.—En nuestra última sesion tuvimos el placer de escuchar un razonado informe del Sr. Mestre, juzgando una memoria so- bre la fiebre y la metritis puerperales; y de acuerdo todos con sus conclusiones, al abrir el Secretario el pliego cerrado que guardaba el nombre del candidato, apareció el del Sr. Dr. D. Raimundo Castro, ventajosamente conocido y estimado, y cuya colaboracion será sin duda en extremo provechosa. —Tenemos que felicitarnos, Sres., de las adquisiciones que hemos hecho; pero tambien tenemos que lamentar las pérdidas que sufrimos. Cada año la muerte ha separado de nuestro lado algunos de nuestros compañeros. Ayer lloramos al eminente José de la Luz, conmovidos con la elocuencia de Ramon Zambrana; des- pues lloramos á Zambrana, oyendo su elogio en los labios de Joaquin Zayas, ausente hoy por enfermedad en las orillas del Sena. Dentro de breves instantes el Sr. Mestre pronunciará el elogio del laborioso y entusiasta Ledo, y el del malogrado Mar- co-Aurelio Rojas, que pasó como una sombra fugaz por este re- cinto, obtuvo la única distincion que hasta hoy ha discernido la Real Academia, para ir á expirar tristemente en la ciudad de New-York dejándonos un melancólico recuerdo de su exis: tencia. —Honremos la memoria de nuestros compañeros de trabajo en esta periódica fiesta, paguemos nuestro doloroso tributo á los que duermen tranquilos en el fondo del sepulcro. Habeis visto cuales han sido las tareas de la Academia en veinte y cuatro sesiones que ha celebrado.—Por sus discusio- nes y sus informes podeis juzgar la altura en que se ha coloca- do, deduciendo la necesidad de su existencia de la importan- cia de los servicios que ha ofrecido. Es indudable que la ciencia ha realizado notables adelantos relativos en nuestra patria. Hoy que la enseñanza universita- ria se ha reformado con innegable prestigio; que vemos mu- chos profesores llenos de santo fervor, de instruccion y talento, iniciar la juventud en el estudio y en los trabajos sólidos; que 24 sus clínicas están desempeñadas por maestros jóvenes y distin- guidos, y de que son público testimonio las Conferencias del Dr. Giralt, que recogen y da» á luz dos desus discípulos; que las clases de Anatomía, Histología, Patología interna, Tera- péutica y otras corresponden dignamente á las esperanzas de los amantes del progreso; hoy esta Academia es un comple- mento, otro centro de labor y estímulo, otro puerto abierto al comercio de la inteligencia.—Cada uno exhibe y cambia sus productos: unos el oro, las maravillas de la industria, del arte y del talento; otros los frutos naturales de la tierra; pero todos concurren al mismo fin, si dan y reciben, llevan y traen, acre- centando con su actividad y su constancia las riquezas que ela- boran. | El gobierno, por su parte, contribuye eficazmente al presti- gio de este Cuerpo, sometiendo á su juicio y á su ilustracion decisiones de interés general. La Academia se felicita de esta confianza, aplaude que se ocurra á la ciencia para pedirle san- cion, y se promete servirle siempre que inspirado en estos prin- cipios trate de realizar el bien de la comunidad. Junto con esta reseña terminan las funciones de Secretario con que me honró el sufragio de mis compañeros, para ser sus- tituido por quien siempre debió haberme precedido. Al entrar en el sétimo año de nuestra vida, tenemos las mismas esperan- zas, y hacemos los mismos votos para que este Instituto, en el curso de los tiempos, pueda reflejar sobre sus fundadores algun rayo de la gloria que esté destinada á conquistar en el porve- - nir.—He dicho. Eroeros DE Los Sres. D. JorcE Leno, D. Eusesro JIMENEZ Y D. Marco-Aurento Rosas; por el Dr. D. Antonio Mestre. Durante el año que para la Academia acaba de transcurrir, ha tenido esta la desgracia de perder á tres de sus miembros distinguidos, —LeDo, Jimenez y Rosas, — que en vida la hon- raron con sus trabajos y su buen afecto, y á quienes hoy que 25 la tierra guarda sus restos, es justiciarendirles un tributo de pe- sar por su eterna separacion y un homenage de gratitud por aquello que hicieron en beneficio del Instituto.—Para una voz mas autorizada y elocuente seria sin duda ocasion propicia á enaltecer cual corresponde el valor de esas existencias, que sl no han ofrecido grandes y extraordinarios sucesos, capaces de conmover el ánimo siempre ávido de emociones, no por eso han dejado de prestar bellos y saludables ejemplos de moralidad y de instruccion, de inalterable constancia, de amor á sus seme- jantes, y hasta de abnegacion y de sacrificios; pero al que es- tas líneas traza no le toca sino relatar sencillamente los hechos, ajeno de toda pretension, y conforme se los dicta el sagrado é imperioso sentimiento del deber. Acababa de fundarse la Academia en 1861, gracias al civis- mo y á los reiterados esfuerzos del que entónces fué nombrado y ahora continúa siendo nuestro digno Presidente. El número de los miembros electos, segun los Estatutos, por el sufragio general de los hombres que de ciencia se ocupaban y se ocu- pan entre nosotros, era á todas luces demasiado corto, si se atiende al de aquellos que, con iguales títulos por lo ménos, no habian obtenido los beneficios del sufragio; y aunque los mismos Estatutos creaban la clase de supernumerarios con to- da latitud y con ciertas notables prerogativas, el desengaño y la desanimacion de los unos y el retraimiento natural en los otros habian hecho surgir para la naciente Sociedad el mas gra- ve compromiso. Cúpole á JoraGE Lzno la gloria de salvarla de tan angustiosa situacion.—Animado por los consejos y las amistosas invitaciones de algunas personas que deseaban ver ingresar lo mas pronto posible en la Academia, no tanto á al- tas capacidades, las cuales siempre escasean por todas partes, cuanto á hombres de conocimientos y de buena voluntad, amantes verdaderos del país, se decidió al fin Ledo á. optar al puesto de miembro supernumerario, presentando á ese efecto una memoria dirigida á demostrar la naturaleza nerviosa del cólera-morbo asiático, y apoyándose por un lado en el estudio de los síntomas y por otro en el resultado del tratamiento. Pre- ciso es confesarlo. Ni el asunto escogido por el autor de la me- T, Iy—4 26 moria, ni los datos que le sirvieron de fundamento podian de- jar satisfecha á la Comision encargada de examinar el trabajo, por grandes que hubieran sido los deseos y la aplivacion de aquel en llenar de la manera mas completa su cometido. La cuestion relativa á la naturaleza de las enfermedades es, en efecto, uno de los problemas mas elevados y complexos de la ciencia médica: ella permanece todavía irresoluble para cierto número de afecciones, cuyos elementos no son sino imperfecta- mente conocidos; y respecto del temible viagero del Ganges, aun hoy, á pesar de habérsele estudiado mejor bajo el punto de vista histológico y de las condiciones de su desarrollo y pro- pagacion, no seria dable descifrar con acierto el enigma que se propuso Jorge Ledo. Esto no obstante, la elocuente é inespera- da defensa que se*dejó oir con semejante motivo en el seno de esta Corporacion, si nó de las ideas emitidas en la memoria, sí de la aptitud de su autorá dicho nombramiento, infundieron en aquella la mas racional decision; y la salva de aplausos que acogló el deseado inyreso de Ledo, probó oportunamente las simpatías de que venia precedido.—No llegaba por cierto en los albores de la juventud, sino blanca en canas la cabeza, y en una edad en que el hombre suele perder el entusiasmo por ciertas cosas; no venia tampoco en busca de una reputacion que ya se habia formado como práctico entendido, sino en busca de trabajo y por amor á la ciencia. Otros muchos hubieran re- trocedido ante la idea y el temor de exponer su buena fama á un juicio desfavorable: él arrostró con valor el peligro, y al mismo tiempo que despertó en los que le sucedieron el apaga: do celo, abrió al entrar en esta Academia las puertas de la to- lerancia: tuvo, es cierto, que pasar por la roca Tarpeya ántes de subir al Capitolio (si me es permitida esta comparacion ); pero una vez en él, demostró superabundantemente que no en vano le habia favorecido la Academia. Yo no he debido silen- ciar esa escena de los primeros dias de nuestro Instituto; ni he querido permitir que las sombras de la duda se esparcieran so- bre ese rasgo tan característico en la vida de Ledo; convencido como estoy de que, á favor de su disputada iniciacion, ocupa- mos aquí un lugar algunos de sus amigos. Licenciado en la facultad de Medicina y Cirugía por la Jun- 27 ta Superior Gubernativa de esta Isla, en el año de 1885, fué admitido Ledo por la escasez de facultativos que se experimen- taba en este Apostadero para desempeñar la plaza de segun- do Profesor provisional en aquel mismo año. Separóse de su familia, y despues de algunos años de viages llenos de vicisitu- des, en el discurso de los cuales fué nombrado en 1837 por S. M, Segundo Médico-Cirujano de la Armada, para ascender al pri- mer puesto en 1847, mejorando su fortuna volvió al lado de los suyos y al seno de su patria. Compartiendo las horas de su vida entre la práctica y el es- tudio de las ciencias médicas, ocupando otros puestos impor- tantes, —como facultativo de la Real Cárcel, como médico de la Diputacion de Sanidad del puerto, como vacunador, y en la Clínica del Hospital de S. Francisco de Paula como auxiliar del Dr. Gutierrez, —á fuerza de trabajo y de inteligente cons- tancia llegó 4 adquirir crédito entre sus comprofesores y la con- fianza de muchas personas distinguidas; hasta que en 1856 se presentó á sufrir el grado de Ldo. en Medicina y Cirugía por la Real Universidad, obteniendo la mas alta y honrosa de las cali. ficaciones. Para aquel establecimiento de instruccion no era un desconocido: por algunos años habia sido Catedrático suplen- te en las asignaturas de Terapéutica, Materia médica y Arte de recetar, y habia ejercido su mision con honor, captándose la amistad y los elogios del Dr. D. Angel J. Cowley, que fué se- guramente una de nuestras notabilidades médicas mejor repu- tadas por su sabiduría. Jorge Ledo se dió á conocer entre nosotros por la via legít1- ma del trabajo y de la inteligencia: no necesito buscar muchas pruebas: esta Academia fué mil veces testigo de ello: aquí se multiplicaron sus fuerzas de un modo sorprendente, y aquí pu- dimos verle, sesion tras sesion, siempre dispuesto á tomar una parte activa en las múltiples tareas académicas. En las discu- siones que 4 menudo se han suscitado á consecuencia de al. gun punto doctrinal de la ciencia; en las mas sérias, por decit- lo así, relativas á asuntos de aplicacion inmediata, rara fué la ocurrencia en que permaneció mudo é impasible. Su rostro, lleno de animacion, reflejaba con la mayor fidelidad lo que pen- saba y sentia; á menudo vehemente, pero flexible á la voz de 28 la verdad, la razon logró siempre calmar aquel carácter franco y con frecuencia exaltado por los mas generosos arranques. Su entusiasmo en favor de este Instituto, su gran laboriosidad, la prontitud y el acierto con que desempeñaba los trabajos que á su eficacia é inteligencia se confiaban, hicieron elegirle Pre- sidente de la Comision de Medicina legal é Higiene pública, cuyo puesto delicado le grangeó el aplauso de todos, sirvién- dolo hasta que sus dolencias se lo estorbaron completamente. Su muerte ocurrió el 8 de Junio del pasado año, despues de largos meses de enfermedad; no le faltaron entónces las lá- grimas de una desolada esposa y de entristecidos hijos; tam- poco le faltó la asistencia de sus amigos médicos, y sobre todo de aquel que, en medio á las mas graves atenciones, le demos- tró siempre el mas leal afecto (1).—¡Triste situacion la del mé- dico que se contempla morir á los rudos ataques de un mal de- sastroso! ¡Y triste situacion tambien la del que asiste á la pér- dida de un buen amigo que su arte no acierta á salvar! El Elogio de Ledo entre nosotrós puede resumirse en esta breve y expresiva frase: —“La Academia le echa de ménos en su ausencia.” La vida de D. Eusesro Jimenez, miembro corresponsal de esta Academia, seria la lucha del hombre con la naturaleza, sl fuera posible que esta procediera alguna vez en sus actos contra sí misma:—es la historia, en la apariencia vulgar, de un hom- bre sencillo y oscuro, pero que pasa siempre por encima de los obstáculos que en todas partes se amontonan contra él, Nació en la ciudad de Puerto-Principe el año de 1803, no- tándosele á poco de nacer la terrible enfermedad del raquitis- mo que le acompañó hasta sus últimos dias, invalidándole el uso de sus miembros. Apénas iniciado en las primeras letras, el fallecimiento de su padre le impidió durante algun tiempo continuar su aprendizage, viéndose huérfano y desvalido en la necesidad de entregarse al oficio de tabaquero; pero su gran interés por adquirir conocimientos le permitió aprender solo la gramática castellana y el latin; valióse para esto de los li- bros prestados por otros jóvenes que, mas afortunados, podian (1) El Dr. D. Nicolas J. Gutierrez . v 29 frecuentar el colegio. Sus progresos fueron rápidos, como lo son cas] siempre que la aplicacion es espontánea y nacida úni- camente del deseo de saber; y bien pronto este discípulo sin maestros fué maestro á su vez enseñando á tres ó cuatro niños desu familia, á la par que se ocupaba en el estudio de la música, A principios del año de 1823 se trasladó 4 Moron á casa de su hermano político D. Francisco Almanza, cirujano romancis- ta; y al hacerse cargo de la enseñanza de sus hijos, pudo seguir aprendiendo la cirugía, cuyos principios ya conocia por la obra de Martin Martinez. No tardó mucho en establecerse un cons- tante cambio de servicios entre ámbos, entre el práctico latino y el laborioso é incansable Jimenez, pues éste siguió los pasos de aquel con tanta eficacia y presteza, que al fin visitaba sus enfermos, les prescribia los remedios que juzeaba necesarios, practicaba las operaciones que el caso requeria, y, cosa todavía mas curiosa! él mismo preparaba los medicamentos recetados, porque Almanza le habia enseñado tambien algo de Farmacia, descifrándole juntamente los misterios de esasdos ciencias her- manas. Dábale Almanza la mitad de lo que él ganaba por los dos; y á fuerza de órden y de economía, de esas dos palancas que todo lo mueven, logró comprar una botica, colocándose así por uno y otro lado fuera de la ley. En un espíritu como el suyo lleno de actividad y de constancia, y en un corazon tan inclinado á la práctica del bien, encontraba sin duda le Medicina numerosas y arraigadas simpatías. Vióse entónces á Jimenez engolfarse con ahinco en los libros que pudo haber á las manos, relativos á la ciencia de Hipócrates, con el objeto de sacudir el ciego empirismo que le esclavizaba y alcanzar por distinta via nociones mucho mas exactas de la estructura del cuerpo humano, del modo como funcionan los organos, de los trastornos ó perturbaciones á que están expuestos, y de los medios de restituirlos al estado normal. Pero por grande que fuera su ciencia, —y no vacilamos en creer que sería mayor que la de algunos médicos con diploma, y en este concepto ni siquiera le hacemos un cargo par curar, sin tenerlo, álosqueen él querian depositar su confianza, —el resultado fué el que debió esperarse: la mala voluntad de los que perdian algo con su in- tervencion facultativa, y las disposiciones, casi siempre justas, en 30 esta materia formuladas y estatuidas, le forzaron á desprender- se de su botica y á separarse de sus queridos y atribulados en- fermos. La perdida fué en realidad para éstos, que eran la ma- yor parte del tiempo asistidos gratuitamente; porque en cuan- to á Jimenez, si abandonó el ejercicio de la medicina, no fué sino para dedicarse resueltamente al Comercio: y como se ha- llaba dotado de talento é imaginacion hubo de distinguirse muy luego como hombre versado en asuntos de contabilidad, segun el decir de algunas personas, si bien sus exiguos recur- sos le mantuvieron siempre opreso en un círculo de hierro, en el férreo círculo de la miseria; mas á influjos de la amistad y en virtud de su buen comportamiento se le nombró..... re- ceptor de Rentas Reales en aquel pequeño poblado. No le du- ró mucho su ventura: un pleito intempestivo acabó de arrui- nar al que ya lo estaba; y para atender á su subsistencia, tuvo en tan difícil situacion que volver de nuevo las ojos al Comer- cio, aunque esta vez al pormenor de algunos frutos del pais, — miéntras que por otro lado distraia sus penas y ampliaba sus conocimientos con la Astronomía y las Matemáticas, redon- deando asímismo los estudios literarios, filosóficos dsc. que ántes habia empezado en sus ratos de ocio; y á medida que lo verificaba, iba trasmitiendo las nociones adquiridas á cuan- tos querian recibirlas de sus labios. Escribió Jimenez siempre que pudo el resultado de sus vi- gilias y meditaciones, consignándolo bajo una forma didáctica en multitud de tratados que no han llegado á publicarse. La obra intitulada ”Del Hombre” está dividida en dos partes, destinada la primera al hombre físico y la otra al metafísico, y sentimos no poder presentar una idea de ella; pero en cuan- to á la memoria sobre un “Nuevo y lógico modo de ver, enten- der y colocar las ciencias”? que comunicó á esta Academia, de- bemos decir que no siempre la exactitud corresponde á la ori- ginalidad de las ideas: separando aquellas en naturales y ficti- clas Óó relativas á las obras del hombre, se comprende sin es- fuerzo que confunde el objeto de la ciencia con la ciencia mis- ma. Idéntica confusion parece existir en dicho trabajo entre la ciencia y el arte, mas no se la encuentra ciertamente en los pormenores, pues respecto de la Medicina, hay una parte que 31 con sumo acierto refiere á las Ciencias naturales, y otra como la Terapéutica y la Cirugía que se consideran en el grupo de las artísticas. A pesar de sus defectos el punto de vista objeti- vo predomina, y esto basta para decir que no fué perdido el tiempo que invirtió Jimenez en la Filosofía de las Ciencias. Murió necesariamente pobre, y aunque en sus últimos años fué solicitado para establecimientos de educacion en Cienfue- gos, Villaclara y Sancti-Spiritu, prefirió quedarse en su rincon, no legando mas que recuerdos imperecederos en el lugar de su residencia. Con la muerte de D. Eusebio Jimenez, acaecida en Moron á los 63 años de edad, perdió el pais un hombre honrado y verdaderamente útil á sus semejantes. En medio de la mayor escasez y falta de recursos, enfermo desde la cuna, supo sin embargo Jimenez reunir poco á poco y con mil contrariedades y trabajos un tesoro de instruccion que constantemente distri- buia entre los pobres de saber que se le acercaban. Los prime- ros rudimentos de la enseñanza, las bellas letras y las bellas artes, las lenguas modernas mas necesarias, las matemáticas puras y mixtas, la historia y la geografía, la filosofía, las cien- cias naturales _..- todo lo estudió, todo lo enseñó Jimenez con generosidad y eficacia.-—Este hombre singular, que tampoco se vIó libre de la calumnia ni de la persecucion, y que muchas ocasiones se privaba de lo mas indispensable para la vida por comprar los libros que necesitaba, este hombre sin maestros fué el maestro de muchos hombres: este médico sin título res- tableció la salud de muchos enfermos; este cuerpo inválido tu- vo fuerzas bastantes para contrarestar el mas cruel destino y para vencerlo.-—La Academia, que lo distinguió nombrándole socio corresponsal, conmemora hoy gustosa sus grandes méri- tos y sus numerosos sacrificios. Cual distinguido incógnito que de antemano se hiciera aguar- dar con la mayor ansiedad á causa de sus bellas prendas, des- pertando en todos el vivo deseo de conocerle, —tal apareció en- tre nosotros, en dia muy grato para la Academia, el inteli- gente, el instruido, el bueno de Marco-Aurento RóJAs. Miembro de una de las familias mas respetables de la ciu- 32 dad de Carácas, empezó y concluyó Rojas sus estudios médi- cos á muy temprana edad bajo los auspicios del sabio Dr. D. José María Vargas; y ya graduado en la facultad de Medici- na, á los 24 años, jóven y pobre partió para las ingratas llanuras del Apure á luchar con las fiebres que allí diezman las poblaciones. En S. Fernando ejerció su profesion con buen éxito durante dos ó mas años, pudiendo despues retornar á Ca- rácas y seguir á Europa, donde permaneció otros tres (1856, 57 y 58) estudiando en las Universidades de Paris, Lóndres, Edimburgo y Dublin; dando pábulo á la insaciable 28 de sa- ber que desde pequeño habia manifestado, y enriqueciendo con- tinuamente su brillante y preclara inteligencia. A los que co- mo nosotros pudieron contemplar de cerca en la primera de di- chas Escuelas su laboriosa existencia, la severidad de sus há- bitos y suteson en los mas laudables propósitos, no les cau- sará sorpresa que haya dejado de aquella época diez y ocho volúmenes manuscritos, que permanecen inéditos, compren- diendo “Estudios científicos,” “Recuerdos de viages” dsc.—— Terminada su instruccion en esos centros copiosos de ciencia, trató de establecerse en su patria; pero las dificultosas circuns- tancias en que esta se hallaba le decidieron á fijarse en los Estados-Unidos. El clima de Nueva Orleans no le fué propicio, y á esto debimos que viniera á la Habana, é incorporando su título residiese luego cinco años en Cienfuegos, donde alcanzó muy grande y merecida fama. Fué por entónces cuando principiaron sus relaciones con es- ta Academia, de una manera tan honrosa para él como de gra- tísima impresion para los que se encontraron de repente en tan buena compañía. El concurso para los premios de 1863 habia señalado como objeto de estudio un asunto del mas vital inte- res: “Ensayo crítico sobre las fístulas véxico-vaginales y los métodos y procedimientos empleados para cúrarlas.” Finaliza do el plazo, dos memorias se habian presentado tratando de la misma materia y optando por consiguicnte á la misma recom- pensa: una de ellas no carecia de mérito; pero la otra llamó desde luego la atencion del jurado á que fué encomendado su exámen, como atrajo y cautivó despues la de todos los que han tenido la oportunidad de leerla. La inteligencia y la instruc. 35 cion del autor se dejaban traslucir desde las primeras páginas del “Ensayo”: extension y profundidad de conocimientos, vas- tísima erudicion, exactitud y buen juicio en las apreciaciones, concision y claridad en el estilo; —un modelo, en una palabra, que ofrecer á la juventud estudiosa y á los prácticos cirujanos de la Isla; una memoria digna del premio anunciado. Recibió- lo de manos de la primera Autoridad y lleno de la mas dulce emocion en una solemnidad como la presente. El laureado autor, totalmente desconocido hasta la apertura del pliego que encerraba su nombre, era Marco-Aurelio Rojas: fué pro- clamado miembro corresponsal de esta Academia, y su intere- sante trabajo vió la luz pública en el primer volúmen de los Anales, acompañado de una bella lámina explicativa que aquel tuvo la generosidad de donar á la Direccion del periódico.— Hasamos aquí constar con doloroso sentimiento, que ni ántes ni despues procuraron otros concurrir en esos certámenes cien- tíficos, á pesar que la Academia dé la mayor amplitud á los temas que propone; y agreguemos tambien que difícilmen- te será superado el Ensayo de Rojas. No habian transcurrido dos años sin que éste, trasladado de nuevo á los Estados-Unidos por causa de su salud, significase á la Academia su reconocimiento, dedicándole una obra que con el título de “El Reino animal” hizo imprimir lujosamen- teen Nueva York, con la intencion de vulearizar entre los jóve- nes de ámbos sexos las nociones de la ciencia zoológica, á que siempre se mostró muy afecto. Sirviéndole de punto de par- tida la célebre clasificacion de Cuvier, no se limita el autor á la parte puramente científica, sino que con amenas descripcio- nes y con breves é instructivos relatos se mantiene siempre despierta y halagada la atencion, coronando el cuadro las re- flexiones morales que en seguida se hacen, y que, por tan risue- ño camino, no pueden ménos de impresionar provechosamente á sus tiernos lectores. Como libro de instruccion primaria na- da deja que desear la obra de Rojas, llena su objeto y merece ser recomendada para texto de lectura. A su laboriosidad debemos tambien dos memorias relativas á las aguas salutíferas de Ciego Montero, en el partido de San- ta Isabel de las Lajas, ilustradas con la análisis química de al. T, IV—5D 34 gunos manantiales; y las cuales contienen los únicos datos cien- tíficos que acerca de dichas aguas se poseen. En la “Revue et Magazin de Zoologie,” periódico de Paris, insertó una descrip- cion en latin y frances de dos nuevas especies de coleópteros procedentes de Venezuela, llevando una de ellas el nombre de uno de los amigos mas fieles de su padre (Zieniotes Pazit). (1) La casa de Appleton de Nueva-York acaba de publicar su ver- sion castellana de los “Elementos de química de Youmans”; y es de sentirse que no lo verifique asimismo con “El Reino Vege- tal”, trabajo que dejó á su muerte enteramente terminado. A principios del año de 1865 separóse Rojas de sus nume- rosos amigos de Cienfuegos, para quienes su partida fué un mo- tivo de verdadero pesar: en él, efectivamente, se hallaban reu- nidas todas las cualidades del verdadero médico: talento, asi- duidad, instruccion y una afabilidad exquisita. Su carácter ale- ere y su amable trato, su cristiana caridad para con los desva- lidos, le ganaban las voluntades como por ensalmo en donde quiera que detenia su paso; los enfermos iban en busca suya; y no es de extrañarse que al llegar á la opulenta ciudad de New-York, conquistara casi inmediatamente una brillante po- sicion y se viera rodeado de una distinguida clientela y de las mayores simpatías. —Pero ah! en medio de tanta y tan ¡justa satisfaccion, en la plenitud de sus fuerzas y en la mitad de su vida, un funesto desastre le arrebató á la amistad y á la cien- cia. Habíanse presentado en New-York casos muy graves de fiebre escarlatina. Rojas logró salvar algunos enfermos, entre ellos á un hijo del general Paez, y todos hablaban de sus triun- fos. Allado de esas víctimas, á la muerte arrancadas por su heróica destreza, contrajo el terrible mal que el 17 de Junio de 1866 le condujo á la tumba, á los treinta y cinco años de edad, acabando de una vez para siempre con las mas bellas y las mas fundadas esperanzas. La muerte de Marco-Aurelio Rojas es la mejor apoteosis del médico: dista mucho de igualarla, por sublime y ponderadaque sea, la del militar esforzado que en servicio y honor de la pa- tria cierra por última vez los ojos, herido en lo mas noble del (1) Fueron sus padres el Sr. D. José María de Rojas y la Sra. D. % María de los Do- lores de Espaillat, nativos de la Isla de Santo Domingo. 35 pecho: harto cara hace éste pagar su desgracia, pues su sangre no se vierte sino en lagos de otra sangre y su cadáver reposa sobre un suelo sembrado de yertos enemigos. —Bien has muerto ¡0h Marco-Aurelio! dando la salud y la vida, porque en la tier- ra de tu sepulcro ni se marchitan las flores de la amistad, ni se secan las lágrimas del dolor. Tambien esta Academia se compla- ce en conservar tu nombre al lado de los de sus mas dignos ser- vidores: que no es la muerte del individuo sino un eslabon roto en la inmensa cadena del género humano; cadena cuyos otros eslabones reproducen el que falta, estableciéndose de esta suer- te, por medio de la historia, un enlace perfecto y una solidari- dad inquebrantable. Así se prolonga la vida del átomo mas in- significante; y así, por pequeñas que parezcan las obras del hom- bre, su trabajo no será vano, durará acaso mas que el bronce— «re perenntus—inmortalizándose hasta cierto punto en la me- moria y en la consideracion de sus semej antes. —Realízense, en efecto, los inciertos deseos y las indefinidas esperanzas en algo útil y beneficioso, que s1 no se consigue legar al mundo aque- llas conquistas solo reservadas al genio, siempre habrá quienes recojan presurosos el recuerdo de las buenas acciones, hacién- dolas servir de ejemplo ensalzadas por el afecto y el agradeci- miento. Discurso PRONUNCIADO CON MOTIVO DE COLOCARSE EL RETRA- TO DEL Sr. Dr. D. NicoLas J. GUTIERREZ EN LA ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE QUE ES FUNDA- DOR Y DIGNO PrESIDENTE, por el Dr. D. Guillermo Michelena. No es esa falsa modestia, frecuente disfraz del orgullo, la que me hace anticipar á este elogio la confesion de mi insuficien- cia. Esta confesion tiene por objeto que me excusels al ver que el débil vuelo de mi espíritu no puede remontar lo bastante para presentar al Sr. Dr. D. Nicolas J. Gutierrez á la altura que él ha conquistado en las glorias científicas de esta tierra. Creí que esta fiesta Académica se haria como en familia y por eso pedí la palabra y he privado al Dr. Gutierrez de verse 36 tan honrado como merece, y he quitado á mis dignos compañe- ros una ocasion de probar sus elevados talentos. : Difícil es la empresa de elogiar, vivo aun y en su presencia, á un hombre en el cual se disputan á quien es mas grande, si el mérito ó la modestia; pero en la hora de la justicia no se mira si el culpable sufre porque lo acusan, ni tampoco si la modes- ta virtud sufre porque la ensalzan. Justicia se hace. La astuciosa envidia, bajo mil diferentes disfraces, se opone á que se honre en vida á los bienhechores de los hombres; pero los nobles corazones se gozan en ceñirles en la sien, palpitante aun, el laurel de los inmortales, diciéndoles: sacrificásteis por nosotros los años felices de la fuerza y del placer, y nosotros queremos aliviar las penas de vuestros últimosaños haciéndoos respirar los inciensos de nuestro reconocimiento. Que la sociedad no pague á sus bienhechores sino en la tum- ba el tanto de estimacion que les debe, es como el que los deu- dores de un hombre lo dejasen morir en la miseria y entrega- sen despues el dinero á su cadáver. Feliz aquel que en la noble carrera de la enseñanza alimen- ta y engrandece el espíritu y la ciencia de sus discípulos, y al cual éstos le dicen un dia con generoso orgullo: maestro, sabe- mos lo que os debemos, la gloria es vuestra, nosotros os ben- decimos. Esto pone el complemento á su vida: en posesion ya de esa única aspiracion de las grandes almas, pone un término al afan en que vivió, y espera en paz el momento de recibir tambien de Dios su premio por el modo con que llenó su mision sobre la tierra. No sé que me causa mas satisfaccion en este instante, si el ver á nuestro ilustre Presidente cogiendo el premio de sacrifi- cios, que tantos hemos hecho inútilmente, ó sl el generoso en- tusiasmo con que se lo acuerda esta ilustrada juventud médica, que siguiendo su ejemplo, trabaja en la misma senda y con el mismo fin. El Sr. Dr. D. Nicolás J. Gutierrez, primer Presidente de esta Academia, principia su discurso de instalacion con estas pala- bras: ideo por fin el momento que tanto ansiaba mi cora- ZONM, y por A que he anhelado tan largo tiempo.” —Y mas ade- 31 lante dice: —“Sí, señores, porque he temido morir ántes de ha- ber podido legar á mi patria una institucion útil, provechosa, necesaria, y ofrecer á la ciencia que abracé con fé y he ejerci- do con amor y entusiasmo, este homenaje de gratitud y de re- conocimiento.” | Esto quiere decir que no sentia morir, sino morirsin ser útil á la patria y á la ciencia; y esta idea, cuando sale del cora- zon, es sublime. Por fortuna no murió ántes de realizar su obra, y no morirá ántes de recibir, en frutos de estimacion, el pago de lo que sufrió por fundar este gimnasio de alta ciencia, en donde hombres instruidos, y ya con experiencia propia, vienen á pasar las teorías por el crisol de la razon, para fundar los jui- elos y conclusiones. | Aquí, la discusion y el franco comercio de las ideas produce la recíproca enseñanza. En las clases se forman los jóvenes ins- truidos y en las Academias los sabios; y es bien triste, sea di- cho de paso, que muchos jóvenes médicos, tan justamente or- gullosos de su saber, no vengan á esta Academia á 1ilustrarse y á ilustrarla con sa nombre y con sus luces. El templo de la gloria es muy grande y siempre caben en él todos los grandes méritos. Abrid hoy, de par en par, la puer- ta al querido compañero que se presenta con títulos tan le- gítimos; y mañana, los que sintais en el alma toda la luz y to- da la fuerza necesaria, emprended la senda de ese templo, sen- da de lucha sin tregua y sin piedad, en la cual, disputándose todos el mismo tesoro, son muchos los vencidos y pocos los ven- cedores,. Y no creais que en esas luchas solo encontrareis francos ada- lides y armas de buena ley: no, la emulacion, ensañando auda- ces medianías que tambien se lanzan tras la gloria, hará que os ataquen muchos, con insidia, en la oscuridad y con mil dis- fraces, hasta con el del afecto. Por eso causa admiracion el hombre que sobreponiéndose á todo, se hace un puesto en ese tan suspirado templo. Pero no os desaliente el terrible cuadro de esas luchas: sin luchas no hay victorias y sin victorias no hay glorias, y éstas están por fuerza en proporcion del obstáculo vencido. La glo- ria es la admiracion y ésta solo la infunde lo extraordinario. 38 ¡Cómo desgarran y envenenan la humillacion y el desprecio, y eso todo medio parecerá bueno al apasionado rival que crea ver su humillacion en vuestra gloria... La gloria es una falaz deidad que viste de arrebol y que ex- hala aromas que deleitan y enloquecen, y que una vez respira- dos la razon y las pasiones se le rinden á tal grado que todo otro bien les repugna, y hasta el alma se goza en lo que sufre por eila. Entrad con valiente corazon por esa senda de luz y de fue- go: aunque solo sentireis espinas, no vereis sino flores: la hechi- cera deidad os hablará siempre el lenguaje de la esperanza. Entrad, cueste lo que costare, y legad el fruto de vuestros sa- erificios al mundo, que os desdeñaria sl, por un cobarde egois- mo, pasasels la efímera existencia en esa estéril oscuridad en que yace el comun de los hombres. Entrad, luchad y sufrid, y tal vez un dia los que queden de nosotros Ó nuestros hijos os sentarán en esa silla, hoy tan gloriosa, y os dirigwán las honrosas palabras que hoy escu- cha el que la ocupa. ¡Cuántos sacrificios habrá hecho él para merecer, que ante él mismo y sin abochornarnos, le ofrezcamos hoy los inciensos de la pública estimacion. Juzgad algo por lo que dice en su discurso de inauguracion.” “Poner los cimientos de este monumento, de gloria para la ciencia y de utilidad pa- ra el pais, es el objeto de la presente solemnidad. Tócame la suerte de colocar la primera piedra: piedra que he venido la- brando por largos años á impulsos de mi amor por el bien de la ciencia y de mis semejantes. Pero nunca prendió en mí la idea de ocupar en ella lugar tan distinguido. No eran posibles estas aspiraciones el año de 1826......” Ese generoso amor por la ciencia y por el hombre revela uno de esos grandes corazones, que anteponen el bien comun al su- yo propio. Algunas inteligencias mas soberbias que virtuosas estremecen y hasta espantan la sociedad para escalar la gloria; y otras, mas virtuosas que soberbias, trabajan y sufren en si- lencio por la sociedad, que al fin las conoce y las honra. A esta última especie pertenece el hombre modesto y laborioso que desde 1826 hasta 1861, es decir durante 40 años, estuvo tra- bajando por fundar esta Academia, que hoy se enorgullece de 39 reelegirlo para su Presidencia, porque refleja sobre ella todo el lustre y el respeto que ha alcanzado su nombre. El creó esta Academia al través de mil obstáculos, que venció sin romper- los ni estrellarse contra ellos, porque el gran poder de la razon es la habilidad y no la fuerza, y la cuestion es el éxito... El Sr, Dr. Gutierrez termina su discurso inaugural con estas palabras: “Pero como me inspiran entusiasmo y amor á la pro- fesion y á mis semejantes, tengo en ellos bastante fé, esperan- za tambien bastante, para creer que auxiliado de vosotros lle- gue un dia en el que la Real Academia de Ciencias Médicas Físicas y Naturales de la Habana no sea la menor entre las que figuran con crédito y orgullo en ámbos mundos. Con tan lison- jera esperanza, os repetiré las mismas palabras con que el in- mortal Jovellanos apostrofaba á los príncipes en el elogio del piadoso y buen Rey D. Cárlos TIL: “La posteridad os mira des- de léjos, observa vuestra conducta, escribe en sus memorias vues- tras acciones, y reserva vuestros nombres para la alabanza, el olvido, ó la execracion de los siglos venideros.” Al aplicaros el Presidente las palabras de Jovellanos, os di- ce bien claro: tambien de vosotros espera ó teme la posteridad, y tambien lleva cuenta de vuestras acciones, para acordaros la alabanza, el olvido ó la execracion. Yo me esforzaré por desenvolver esa tan sublime y trascen- dental sentencia de Jovellanos.—Dios mandó que la perfeccion humana, es decir la verdad y la justicia, no se alcanzasen sino combatiendo y sufriendo, y para alentar á tanto sacrificio, hizo tan dulce á la gloria y dió á ésta el poder de fascinar y de pro- ducir á su antojo las delicias ó el delirio. No oigais, jóvenes, la voz corruptora del oro. que, en nom- bre de una falsa razon, os ofrece la paz y los placeres: no, oid la voz de la humanidad que os pide esa posible perfeccion que solo pueden alcanzar los soldados de la verdad batallando con- tra el error. Obreros del porvenir, entrad con el alma entera por esas sendas del bien; la Providencia que todo lo compensa hace que nunca muera en la memoria de los hombres el que á ellos se consagra. El tiempo hunde, unas tras otras, las vulgares generaciones y el olvido borra hasta sus nombres: pero el tiempo no hace 40 sino engrandecer de mas en mas la memoria de esas almas su- blimes que se sacrifican por el bien de la humanidad, como Sócrates, Rousseau, Colon, Guttemberg, dic., duc., dze.: esos no mueren jamas; la al los conserva vivos en el templo de la inmortalidad. Los grandes méritos y servicios de los hombres se aprecian mal miéntras viven, porque se ven envueltos en sus humanas pequeñeces; pero con la muerte desaparecen el cuerpo y sus mi- serias, y mueren tambien la envidia y la adulacion, y sólo que- da en el mundo la memoria delos bienes ó de los males que hicieron á sus semejantes; y entónces se cumple la sentencia de Jovellanos: alabanza, olvido Ú execracion. Sócrates en una época de tinieblas y paganismo, declara que no hay sino un Dios, practica y enseña la santidad de la virtud, y filosofando tranquilamente sobre la inmortalidad con aleu- nos sabios que lo admiran, traga en paz el veneno que le man- dan los bárbaros que lo envidian. —Rousseau arrastra gimien- do una vida de miserias, enseñando las grandezas de la razon y buscando la fórmula de los humanos derechos. Huye de la sociedad, porque lo aflige el espectáculo del error y sus mise- rias, y la sociedad paga tanto dolor y amor declarándolo indo- lente y misántropo. Colon, genio sublime y santo, sueña y ofrece un mundo nue- vo, y declarado loco ántes de descubrirlo y ambicioso despues, sufre, ántes y despues, todo género de amarguras; pero conten- to con el juicio de Dios, muere tranquilo, aunque solo y aban- donado, sin mas riqueza que unos grillos y sin mas gloria que la de sus generosos y grandes sacrificios. —Pero esta América hermosa, tendida de un polo al otro, será el digno panteon de sus eternas glorias. Guttemberg, conociendo que los males del hombre son efecto de que su pensamiento es esclavo de su lenorancia, y que el único remedio está en darle al pensamiento toda la luz posi- ble, buscó un medio para que las ideas de los grandes pensa- dores no se extinguiesen en un pequeño círculo, sino que se difundiesen por el mundo todo y empapasen la humanidad to- da entera. —Desvivíase buscando en las ciencias esa llave de luz universal, cuando se encontró con un mísero sacristan que gra- 41 baba las iniciales de la mujer que amaba en cortezas de árbo- les que escondia entre papeles. Como prueba de amistad con- fióle el sacristan aquel secreto de su infortunado amor, y al ver Gutenberg las letras estampadas en el papel, vió tambien el secreto de la imprenta que buscaba, y en religioso estre- mecimiento exclamó:—“Humanidad, te salvaste y lo debes al amor y á la amistad.” La imprenta es la fuente de todo lo que engrandece y per- fecciona al hombre: para su perfecta accion solo le falta un len- guaje universal. —¿Qué serian las minas de oro enriqueciendo salvages y dando pábulo al vicio, sin la imprenta, esa mina de ideas y descubrimientos que enriquecen el alma, multipli- can los goces y el comercio, y santifican las leyes morales del hombre para consigo mismo, para con la sociedad y paracon Dios? Solo los que explotan la ignorancia y los que sufren la fiebre del oro, niegan que la imprenta perfecciona las indus- trias, las ciencias y la moral. La incipiente civilizacion, no es- timando el saber sino por lo que produce, dice: —tanto vales cuanto tienes; pero una mas perfecta civilizacion dirá un dia: — tanto vales cuanto sabes. Para llegar á ese triunfo de la razon cada siglo debe empe- ñarse en legar al siglo porvenir un grado de civilizacion supe- rior al que recibió de los siglos que ya pasaron, y Dios no acuerda el precioso don de una inteligencia superior, sino con la condicion de que la consagren á ese triunfo de la razon. Si todos los padecimientos que la falta de razon causa á la humanidad se fuesen representando en un cuadro unos tras otros ante los ojos de cada hombre, de seguro que apénas calmado el primer asombro, el corazon humano, naturalmente sensible, ahogaria sus pasiones y su egoismo, y no gozaria de tranquilidad hasta ver en ese mismo cuadro á sus semejantes ya felices, La historia, aunque terrible, es apénas una pálida sombra de las miserias y de los padecimientos del hombre; y el alma noble y valiente que alcanza á ver esa sombra, no da por ofren- da una estéril lágrima, sino esfuerzos y aun sacrificios, para que á esas negras sombras de la ignorancia y del crímen, sucedan las luminosas y santas sombras de la razon y de la virtud. T. IV—6 42 La humanidad al principio estaba envuelta en la mas abso- luta ignorancia, y la maldad y la desgracia consecuentes esta- ban en proporcion: despues la imprenta, único campo que fe- cunda las semillas del genio, ha esparcido por el mundo algu- na sabiduría, y el hombre es mas racional y mas dichoso; pero para llegar á su mayor perfectibilidad posible, sobre todo en lo moral, le falta por hacer infinitamente mas de lo que hasta hoy ha hecho. La regeneracion humana no pudiendo ser la obra de un hombre, ni de un siglo ni aun de muchos, solo exige á cada uno un óbolo, aunque el fruto del comun Ma no lo gocen sino remotas generaciones, así como nosotros gozamos hoy el fruto de los trabajos de Colon y de Gutenberg y de todos los genios útiles de los siglos pasados. ' Los espíritus mezquinos limitan su familia á ellos mismos y á sus hijos; pero las almas grandes saben que su familia es la humanidad toda entera, de todos tiempos Y lugares, y saben que se deben á ella. Dos en quien todo princi pia y termina, es el verdadero padre, y es padre de todos, sin excepcion. Y Dios pone por precio á la inteligencia que da, el que ella haga algo por el bien de los que sufren, y el que nada hace y se goza en la indolencia es un mal hermano y no paga su deu- da á Dios. En cuanto á los que aumentan el mal general ahogando los esfuerzos de la razon, como los Aldea los Cósme es, dic. basta comparar su haa suprema con la de los grandes biene: chores, Gutenberg, Colon, due, Aquellos dijeron, sin duda: Dios mio, abusé de la inteligencia que me diste para sacrificar - á mis semejantes, amigos y enemigos; —y éstos, tambien sin du- da dijeron: me sacrifiqué con gusto por el bien de mis seme- jantes, aunque tanto me maltrataron. ¡Y tal vez exista aun, en pa de racional, atea diga que mas valieron an y Bajo la forma lbs nada ha existido tan sabio, tan subli- me, ni tan santo como el divino Jesus, que se gozaba en su martirio, porque con él alcanzaba la redencion de sus verdu- gos. ¿Y quiénes se aproximaron mas á este tipo de inimitable perfeccion, los grandes carniceros que asolaron la antiguedad, 43 ó los descubridores del Nuevo-Mundo y de la difusion de la luz del alma? | Los Césares y Alejandros en vez de ofrecer un pan ó una idea á la afligida humanidad, le dan la pólvora y el acero, y por todo consuelo de su alma le hacen derramar su sangre. Comparadlos con Colon que dió á la humanidad, no un pan, sino un mundo, un fecundo paraiso, capaz de alimentarla á ella toda entera; y comparadlos con Gutenberea que dió, no una idea, sino una fuente de ideas, que corre y empapa á toda la humanidad, y que hace que la actual civilizacion no pueda ya sucumbir, como la anterior, á la invasion de los bárbaros. ¡La imprenta va poco á poco triunfando de la barbarie, y pronto no habrá bárbaros en la tierra! Y sin embargo, el genio inven. tivo de hoy brinda como progreso el torpedo, los monitores, los fusiles de aguja, los cañones de mil libras y otras máquinas de matar. Y hay quien diga que la razon se encuentra ya en su apogeo!...... ] Los poderosos, los señores de la tierra, no son grandes ni queridos, sino cuando siguiendo la ley providencial del progre- so, favorecen la ilustracion de sus pueblos. Por eso, y con ra. zon, dice el Dr. Gutierrez en su discurso inaugural. “La Aca. demia que hoy inauguramos, Sres., es un monumento que le- vanta la mano benéfica de nuestra Soberana. Grande es, sin duda, la deuda que hoy contraemos por tan señalado servicio: ella despertará en nuestros corazones puros sentimientos de amor y gratitud á la buena madre que lo dispensa y redobla- rá nuestro celo para corresponder dignamente á la noble é im. portante mision que nos impone.” Estas palabras de franca gratitud del Sr. Dr. Gutierrez para con la Soberana protectora de esta Academia, pueden tambien dirigirse á las dignas Autoridades que la representan en esta Isla y que vienen tan gustosas á tomar parte en las fiestas de la Ciencia. Terminaré, Sres,, diciéndoos, que cuando nuestro ilustre Pre- sidente os dice: “La posteridad contempla vuestras obras para acordaros segun ellas la alabanza, el olvido, 6 la execracion” no os excita á igualaros 4 Gutenberg, á Colon, á esos genios tan gigantes: no, solo os pide una idea, un esfuerzo en obsequio 44 de la Ciencia, que será siempre útil á los que de alguna mane- ra sufren; os excita solo á imitar glorias muy útiles aunque mas modestas, como las de Jenner, Harvey, Bartholin, Velpeau, Ricord, Rostan, Bouillaud, Nelaton, dsc., dsc., y mil otros que han ilustrado la ciencia médica, que es de suyo tan sagrada y tan difícil. Y yo creo, que la juventud estudiosa de esta tier- ra, no tiene que ir tan léjos para encontrar grandes modelos de ciencia y de moralidad. In esta misma ciudad se encuen- tran algunos, de los cuales solo me atreveré á indicar al hon bre que hoy nos proponemos honrar. Echemos una mirada so- bre la vida médica del Sr. Dr. Gutierrez. Por la brillantez de su primer exámen de anatomía se le acordó en premio, el que la Sociedad Económica costease sus estudios médicos en Europa: lo que la dicha Sociedad compen- só con el regalo de aleunas obras médicas. En Junio de 1821 fué recibido cirujano latino, y en 1822 socio numerario de la Sociedad Económica, despues de una ex- celente memoria sobre la importancia de la química en la me- dicina. i En 1823 un brillante exámen le dió el título de Bachiller en Medicina, y en 1824 fué nombrado socio corresponsal de la Sociedad Médico-quirúrgica de Cádiz. En 1825 recibió el grado de Licenciado y Doctor en Medi- cina, y en 1827 fué nombrado Disector anatómico. En 1828 fué nombrado Cirujano del hospital de Caridad de mujeres, y Secretario de la seccion de educacion de la Real Sociedad Económica. En 1829, en union del Dr. Romay, impetró de S. M. la for- macion de esta Academia, lo que no se acordó sino mas tarde 4 sus súplicas que repitió en union del ilustre Zambrana. En ese año fué nombrado Vice-Contador de la Real Sociedad Eco- nómica. En 1830 fué nombrado, por oposicion, Catedrático de Ana- tomía general de la Real Universidad. En el mismo año fué nombrado Inspector de las Escuelas del barrio de Belen. En 1831 enseñó la Anatomía descriptiva en el Hospital mi- litar, como suplente del Cirujano mayor. En 1833, nombrado en union del Dr. Abreu para hacer las autopsias de los coléri- 45 cos y la historia de aquella epidemia, hizo una memoria que se imprimió despues. Tambien en 1833 fué nombrado para la Junta de Sanidad y para la Inspeccion de los hospitales, cuar- teles y fortificaciones. En 1834 regaló al Museo anatómico, fundado por el Sr. D Alejandro Ramirez, muchas bellas preparaciones anatómicas, hechas en cera por su propia mano. En el mismo año fué nom- brado Vocal suplente de la Real Junta Superior de Medicina. En 1835 fué nombrado, en oposicion, Catedrático de Pato- logía general de la Real Universidad. Yn 1837 fué nombrado Socio corresponsal de la Sociedad frenológica de Paris. En el mismo año fué á Francia en comi- sion dada por el Excmo, Sr. Conde de Villanueva, para com- prar instrumentos para el Hospital militar; y estando en Paris fué fundador y socio de la Sociedad de Cuvier. En 1838 fué nombrado Cirujano mayor del Real Hospital militar de esta plaza, y en el mismo año fundó la biblioteca que hoy existe en el hospital militar. En 1839 abrió en el hospital militar un curso de operacio- nes en el cadáver, y un curso de clínica quirúrgica: uno y otro fueron lo primero de esa especie que se hacia en la Habana. En ese mismo año daba dos veces por semana un curso de partos. En 1840 fundó el Repertorio médico de Ja Habana, que re- dactó en union de los Sres. D. Luis Costales y del inolvidable Zambrana. En el mismo año, nuevos grandes regalos al Museo de preparaciones de cera; y esto y el cúmulo de sus anteriores servicios le merecieron la cruz de Cárlos IL De 1841 á 1842 ligó las dos arterias femorales, hizo la teno- tomía en un pié deforme, la ligadura de la iliaca interna acom- pañado por el Dr. D. José A. Valdés, y la talla hipogástrica auxiliado por el ilustrado Dr. Jorrin. Estas operaciones se ha- cian aquí por la vez primera. En 1842 fué nombrado Catedrático de Anatomía deseripti- 1 general y patológica. En 1845 fué nombrado Médico-Cirujano honorario de Cá- mara.—En 1846 hizo la ligadura de la iliaca externa con éxito. 46 En 1850 fué nombrado para la formacion de hospitales pro- visionales para los soldados no atacados del cólera sino de otras enfermedades. En 1853 fué hecho socio corresponsal, y despues de mérito de la Academia quirúrgica Matritense. Y en 1954 fué nombra- do Gefe local del Cuerpo de Sanidad militar. En 1856 dió en el Liceo de esta ciudad un curso de Anato- mía al alcance de todos, que fué impreso y tomado por texto por algunos profesores. En el mismo año fué nombrado Vocal de la Inspeccion de Estudios. En 1860 fué declarado jubilado como Médico mayor del Cuerpo de Sanidad militar, y nombrado Regidor del Excmo. Ayuntamiento. En 1861 fué nombrado Vocal de la Junta de Gobierno de la Real Casa de Beneficencia, Vocal de la Junta de la Real Ca- sa, de dementes, Presidente de la Academia de Ciencias médi- cas y Vocal del Consejo de Administracion. En 1862 fué hecho Teniente de Alcalde 3."del Excmo. Ayun- tamiento; y en el mismo año fué nombrado Miembro de los Linneos de Roma. En 1865 fué nombrado socio de mérito de la Real Sociedad Económica y en 1866 socio de la Sociedad Económica de San- tiago de Cuba. Estamos en 1867. Se ve pues, que el Sr. Dr. Gutierrez ha pasado su vida ente- ra en un afan sin tregua de aprender y de enseñar, animado de la mas noble de las pasiones, que es la de perfeccionarse á sí mismo y la de ser útil á los demás. No se pasa un año, un mes, un dia, en que en la enseñanza ó en algo no sea útil ásu patria, y en que no esté pagando, con grandes servicios al Gobierno, los altos honores que él le acuerda. Yo se lo entrego, con su historia, al severo Jovellanos, y olgo su sentencia que dice: la posteridad no tiene para tí ni execracion ni olvido: tu vida entera, siempre útil, te ha al- canzado la alabanza. Nuestra ciencia médica, aunque tan oscura y tan confusa, ofrece ya sus albores matutinos; su sol saldrá y se levantará aunque lentamente, y un dia su luz será perfecta, porque la razon, conociendo mas profundamente sus propias leyes y las 47 de la naturaleza, resolverá sin duda los problemas fisiológicos y patológicos á favor de los grandes poderes analíticos de la química y de la razon, mal que pese á estrechos cráneos que miden por la suya la razon universal. Que ese retrato que hoy colocamos sirva de centro de union y de estímulo generoso, pues él representa dos cosas: primera, que la gloria científica es un hecho; y segunda, que puede lle- varse á ella por la hermosa senda del honor. El Sr. Dr. Gutierrez ha pospuesto siempre los medros y el orgullo personal al espíritu de confraternidad: todos lo quieren 6 lo respetan; y fuera ya, por su posicion, de la condicion de émulo de los otros, ante él callan pasiones á que es extraño, y esto y la fé que se tiene en su saber y sobre todo en la lealtad de su razon, lo hacen el mejor vínculo de union y el mejor centro de los trabajos académicos. Limitado ya en su práctica á consultas, en. que médicos y dolientes lo desean, y maduro ya de razon y de ciencia, vive entregado á meditados estudios en su gabinete formado por un pequeño y precioso museo y una magnífica biblioteca. | Mucho y muy honroso hay sobre el Dr. Gutierrez; pero hay cosas que no pueden decirse de los que viven, y ménos aun si ellos nos están oyendo. Otros lo dirán un dia, cuando ya él no pueda oirlo, y entónces la extension del vacío que deje nos ha- rá conocer su tamaño. | Y yo, en nombre de los que represento en este instante, pi- do á la Providencia, que así como le concedió á él el que no muriese antes de fundar esta Academia, conceda hoy á ésta el que él viva aun largos años, para que alcance la gloria mayor de engrandecerla y dejarla consolidada. 48 PROGRAMA DE LOS PREMIOS QUE LA REAL ACADEMIA DE CIEN- CIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE La HABANA HA ACOR- DADO PARA LOS AUTORES DE LAS MEJORES MEMORIAS QUE SE PRESENTEN EN EL CONCURSO DE 1867 Á 1868, SOBRE LAS PRO- POSICIONES SIGUIENTES: — SECCION DE MEDICINA Y CIRUGÍA. MEDICINA. 1.2% Memoria acerca de una de las enfermedades endémi- cas de la isla de Cuba, que «se distinga por su carácter práctico. CIRUGÍA. 2. Entre los métodos operatorios para curar la piedra en la vejiga urinaria, ¿debe la litotricia prevalecer sobre la lito- tomía? SECCIÓN DE FARMACIA. 3. Estudio botánico, químico y farmacológico del 4/a- crancillo, SECCION DE CIENCIAS. CIENCIAS FÍSICAS, 4, ¡Tienen algun valor científico las observaciones 0zo- nométricas hechas mediante el empleo del papel reactivo amido-iodurado de Schoenbein ó de James de Sedan y escalas cromáticas correspondientes? CIENCIAS NATURALES. 9, — Ensayo de una historia natural médica de las plantas venenosas de la isla de Cuba. Habrá un premio para cada proposicion, consistente en la cantidad de doscientos escudos. Los que aspiren á esos premios podrán dirigir sus trabajos, acompañados de un pliego cerrado que contenga el nombre del autor, á la morada del Secretario (Jesus María, 26) hasta el 1.2 de Marzo de 1868.-—Habana 19 de Mayo de 1867.-—El Secretario, Antonio MeEsTRE. ANALES DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES DE LA HABANA. o REVISTA CIENTIFICA. JULIO DE 1867. DeL LARINGOSCOPO CONSIDERADO PRACTICAMENTE; por el Ldo. D. Joaquin Zayas. (SESIONES DEL Y Y 23 DE Junto DE 1867.) Hace cerca de veinte años que el célebre cirujano inglés Lis- ton tuvo la idea de examinar las partes internas de la laringe. La idea nacida en Inglaterra fué acogida en Alemania. Túrck y Ozermak siguiendo las huellas de Liston y García hicieron co- nocer en Francia el resultado de sus trabajos; y en el dia la perseverancia de Moura-Bourouillou y de Faubel, la perfeccion de los instrumentos y la simplicidad de su manejo han venci- do las dificultades del laringoscopo y contribuido á su adop- cion como un instrumento indispensable y de uso diario. Este progreso realizado hace algunos años en el mundo cien- tífico, es apénas conocido en Cuba. Mi objeto es darlo á cono- cer á mis colegas de la Habana, y lo conseguiré si logro que alguno se decida á no rechazar este medio de investigacion án- tes de ensayarlo, porque me parece destinado á prestar servi- cios importantes á nuestros enfermos. P, 197 50 Al ocuparme del larin goscopo me propongo indicar solamen- te las reglas que deben seguirse para ver de la manera mas cla- ra las partes constituyentes del órgano de la voz y reconocer las enfermedades que pueden efectos No describiré todas las aplicaciones de este nuevo modo de exploracion, ni tampo- co los nuevos recursos terapéuticos realizados en el tratamien- to de las enfermedades de la laringe. Me bastará demostrar la posibilidad de dirigir directamente los remedios á una region inaccesible hasta hoy para nosotros, y de esta manera quedará demostrada la utilidad práctica del laringoscopo tan vivamen- te sentida por los Sres. Proussean y Belloc en su Tratado de tí- sis laríngea. Discípulo de una escuela en que la medicina está considera- da como una ciencia de observacion, y que debe á este princi- pio la mayor parte de su superioridad, he aprendido á conocer y á seguir la via que debe guiarnos en la investigacion de la ela y del progreso. La extremada benevolencia con que he sido tratado por mi distinguido maestro y amigo el Dr. Faubel; el desinteresado empeño que ha demostrado en mi aprendizaje, me han allana- do las dificultades inherentes á los primeros pasos. Gracias á su habilidad, á los conocimientos profundos que ha adquirido en los estudios laringoscópicos, gracias á su amable condescen- dencia, me he familiarizado con éste nuevo modo de diagnós- tico. Me es muy grato cumplir un gran deber, el de expresar aquí á mi amigo el Dr. Faubel mi gratitud, y cumplo este acto de justicia, declarando que debo á su bondad las observaciones que servirán para demostrar la utilidad del laringoscopo, y pa- ra inducir á los médicos Cubanos á que experimenten este me- dio de investigacion, cuyos resultados interesan á la ciencia y á la humanidad. 1.—El laringoscopo es un pequeño espejo plano fijado al ex- tremo de un tallo metálico en un ángulo determinado. Sus di- mensiones son variables: el eje longitudinal de los espejos ovol- des es de diez y ocho á treinta milímetros: su mayor anchu- ra de doce á veinte. El diámetro de los redondos de trece á veinte y dos milímetros. Czermak y Faubel los prefieren ma- : ol yores, de catorce á veinte milímetros. Todos los observadores consideran los espejos grandes como superiores á los pequeños; sin embargo, cuando las amígdalas están hipertrofiadas es pre- ciso servirse de un pequeño espejo á fin de poderlo colocar de- tras de ellas, y cuando la epiglotis está muy inclinada hácia atras Ó es mal conformada deberá servirse de un pequeño es- pejo elíptico, cuyo tallo debe soldarse á una de sus extremida- des, á fin de poderlo colocar profundamente en la faringe, y poder aclarar las ataduras anteriores de las cuerdas vocales. El tallo del laringoscopo es de metal rígido, bastante flexi- ble para poderle dar las corvaduras necesarias. En los espejos redondos, elípticos ú ovales el lugar en que el tallo está soldado importa poco; pero en el cuadrangular es preciso soldarlo en uno de los ángulos. Los laringoscopos fabricados en Alemania tienen un ángulo de abertura de 130 4135 grados. Mr. Faubel se sirve de los que tienen una inclinacion solo de 120 porque son mas fáciles de aplicar. El largo del tallo del laringoscopo es de doce á quince cen- tímetros; y se fija 4 un pequeño mango de madera de siete cen- tímetros, que permite acortarlo y agrandarlo, IL— Aparato de claridad artificial.—Solamente describire- mos el de Mr. Faubel, que es el que ha servido para nuestros estudios, porque á la ventaja de impedir toda pérdida de luz reune la de su fácil manejo. Este aparato que se monta en una lámpara se compone de una lente bi-convexa ajustada á un círculo metálico: inferior: mente está guarnecido de una rodillera de acero que permite inclinarlo mas Ó ménos, y superiormente de un espejo plano que lo convierte en auto-laringoscopo. cuando el médico ó el enfermo mismo se examina la laringe. La lente bi-convexa per- mite servirse de este aparato colocado entre la luz de la lám- para y la boca del enfermo. El médico mira directamente ála boca, colocado detras de la lámpara, 11.—Lmpleo metódico del laringoscopo.-—Despues de haber dirigido la luz de la lámpara al fondo de la boca con el apara- to que hemos descrito, el médico procede á la introduccion del espejo de la manera siguiente. Toma el laringoscopo en sus de- 32 dos como una pluma de escribir: tiene el cuidado de calentar en la lámpara el instrumento para darle la temperatura de la retroboca del enfermo, porque si nó el aire expirado empañaría muy pronto su superficie reflejante. Caliente el laringoscopo, limpia el espejo, y se lo aplica á la mejilla ó la mano para apre- ciar su temperatura, porque muy caliente quemaria la mucosa bucal, y frio se empañaría inmediatamente. Con un cierto há: bito se llega á conocer el grado de calor mas elevado que pue- de soportar el enfermo, y se puede entónces tener aplicado el instrumento dentro de la boca por largo tiempo sin que el es- pejo se empañe. En seguida se le recomienda al enfermo que abra bien la bo- ca, y que conserve la cabeza inmóvil. Otra condicion tan esen- cial como la inmovilidad de la cabeza es la direccion de ésta respecto al eje del tronco: es necesario que la cabeza se man- tenga en este eje, que quede bien recta, con lo que se consigue dar claridad al velo del paladar, sus pilares y la pared posterior de la faringe. | Entónces es cuando se introduce en la boca el espejo antes calentado, dirigiendo su superficie reflejante hácia abajo. En es- ta posicion el mango y el tallo del espejo quedan casi perpen- diculares á la lengua: se levanta lentamente el tallo, pero sin titubear, de modo que la superficie no reflejante se aproxime poco á poco al velo del paladar. Durante esta maniobra es ne- cesario tener el cuidado de no volver el espejo á la derecha ni á la izquierda; debe conservarse siempre en una posicion tal, que.el borde inferior quede paralelo á la lengua, y que por con- guiente los dos bordes laterales sean al contrario perpendicu- lares á este ó1gano. Entónces se rechaza el velo del paladar y la úvula con el dorso del instrumento inclinando el espejo há- cia la laringe. La colocacion del instrumento en el fondo de la boca debe hacerse en condiciones tales, que reciba los rayos incidentes y los refleje en la laringe, es decir, segun el eje vertical de este órgano; y como el objeto á que debemos dar luz por reflexion, la laringe, se encuentra situada entre la faringe y la base de la lengua, su eje vertical forma con la base de la lengua un ángu- lo recto, es decir, un ángulo casi de 90 grados. 53 Los rayos incidentes que parten de la lente penetran en el fondo de la boca paralelamente á la cara superior de la lengua. El espejo laríngeo que recibe estos rayos, debe para aclarar la laringe, reflejarlos siguiendo el eje vertical del órgano de la voz. Como los rayos incidentes y los rayos reflejos se encuen- tran en ángulo recto sobre la superficie del espejo, siendo igua- les los ángulos de reflexion y de incidencia, cada uno será de 45 grados, es decir, igual á la mitad de un ángulo recto: lo que quiere decir que la superficie reflejante del laringoscopo debe estar inclinada á la vez á 45 grados sobre la superficie horizon- tal de la lengua y sobre el eje vertical de la laringe. Así pues, como lo ha hecho Mr. Faubel, se puede establecer como regla la siguiente: —La inclinacion del laringoscopo en el fondo de la boca debe ser de 45 grados. Para dar claridad á la laringe bastará colocar el laringosco- po en el fondo de la boca en una inclinacion de 45 grados, y aparecerá inmediatamente la imáxen larineoscópica. IV.—Imágen laringoscópica.—Con este nombre se compren- de la imágen de todas las partes constituyentes del aparato de fonacion representada en el espejo laríngeo. Haremos notar antes de describirla que esta imágen no es- tá invertida sino en un sentido, no en dos como lo pretenden los alemanes. Un ejemplo bastará 4 demostrarlo. Supongamos una ulceracion situada en la parte posterior de la cuerda vo- cal-1zquierda. Esta ulceracion aparecerá siempre en el espejo del mismo lado respecto del enfermo, es decir, del lado iz- quierdo. La imágen aparecerá invertida en el sentido ántero-posterior: lo que en la laringe está delante aparecerá en el espejo de- tras, ó mejor dicho, lo que está delante aparecerá en alto en el espejo. La epiglótis, por ejemplo, que está situada adelante en la laringe, aparecerá detras ó mas bien en alto en el espejo, miéntras que los cartílagos aritenoides que se encuentran en la parte posterior de la laringe, se verán hácia adelante, ó me- jor dicho, hácia abajo en el espejo. Aclarado este importantísimo particular, describiremos la imágen laringoscópica de arriba á bajo, 6 de detras á delante. d4 Lo primero que se vé en la parte superior del espejo es la cara superior libre de la epiglótis, y de cada lado la foseta su- pra-epiglótica: despues, mas hácia abajo 6 adelante, el borde libre de la epiglótis diversamente conformado, mas Ó ménos levantado, dando nacimiento á derecha é izquierda 4 dos re- pliegues, el uno horizontal que se dirige hácia afuera llamado faringo-epiglótico; el otro dirigido hácia abajo y de detras ade- lante llamado aríteno-epiglótico. stos dos repliegues circuns- criben entre ellos y la faringe un espacio triangular profunda. mente excavado en forma de gotiera, dividido lateralmente por un repliegue transversal en dos fosetas, las fosetas naviculares del Dr. Petz. | Mas abajo, y en el centro entre los repliegues aríteno: epiglóticos aparece una abertura triangular, cuyo ápice divigi- do hácia arriba y adelante es formado por las cuerdas vocales inferiores ó verdaderas, Hácia afuera y por encima de las cuerdas vocales propia- mente dichas, se ven dos aberturas longitudinales, que son las entradas de los ventrículos de la laringe, y mas arriba las cuer- das vocales superiores ó falsas que se continúan hácia afuera con el repliegue aríteno-epiglótico. En la parte mas inferior y adelante se ven los cartílagos ari- tenoides coronados por los tubérculos de Santorini, y de cada lado y en el espesor mismo del repliegue aríteno-epiglótico los cartílagos de Wrisboure. Mas hácia abajo y detras se vé la parte mediana y posterior de los gotieras laterales de la fariuge que conduce al esófago. Tales son en el estado normal y abreviado las disposiciones de las diversas partes de la imágen laringoscópica. Agregare- mos que durante la inspiracion, en el momento en que las cuer- das vocales se separan, la imágen de la tráquea y de sus ani- llos aparece en el espejo á través de la abertura de la glótis. V.—Dificultades inherentes á los estudios laringoscópicos.— Hemos supuesto hasta el presente, que ninguna dificultad se ha opuesto á la aplicacion del laringoscopo: señalaremos ahora las principales que pueden encontrarse ordinariamente y el modo con que pueden evitarse. Las mas importantes son rela- tivas al enfermo. En el momento de introducir el laringosco- 53 po en la boca, el primer obstáculo con que se tropieza es la lengua. Pocos enfermos saben bajarla, y si se les exige depri- mirla haciendo una grande inspiracion, la elevan por el contra: rio contra la bóveda palatina. Muchos medios se han propuesto para obviar este inconve- niente, y construido una multitud de instrumentos; pero nin- euno llena el objeto. El mejor medio para conseguir la depre- sion de la lengua es hacer abrir la boca al enfermo delante de un espejo, á fin que él mismo vea como debe conducirse para ejecutar grandes inspiraciones descubriendo el fondo de la gar- ganta. | En lugar de servirnos de pinzas ó de depresores de la lengua conviene seguirel consejo de Mr. Semeleder. Se hace que el enfer- mo.saque fuertemente la lengua, se la tiene firme entre el ín- dice y el pulgar cubiertos con un lienzo fino, y de este modo se la mantiene fuera de la boca. El enfermo mismo puede tener” la entre sus dedos, y deberá hacerse así todo el tiempo que se invierta en las diversas operaciones que reclame su estado. Antes de introducir el espejo laríngeo conviene acostumbrar al enfermo á esta maniobra. Con la lengua sujeta y la boca bien abierta es necesario hacerle hacer grandes inspiraciones y expiraciones sin sacudidas, sin esfuerzos; en una palabra, ense- narlo á respirar amplia y naturalmente. En la generalidad de los enfermos el contacto del laringos- copo con el velo del paladar y la úvula se soporta generalmen- te bien desde el primer ensayo, siempre que el cirujano proce- da con destreza y sin titubear. Pero en algunos la sensibilidad exagerada de estos órganos determina náuseas y vómitos al mas simple contacto. Sin embargo, se logra combatir esta sus: ceptibilidad retirando ligeramente el espejo hácia adelante y haciendo respirar al enfermo. Se ha aconsejado para obtener la insensibilidad de la úvula y del velo del paladar las duchas simples ó medicamentosas en el fondo de la garganta; los gargarismos astringentes, los refrigerantes, en fin, el bromuro de potasio que tiene en estos Órganos la misma propiedad que en la uretra de hacerla insen- sible 4 la introduccion de la sonda. Como los efectos obteni- dos con estos diversos medios han sido insignificantes ó6 nulos, 56 se han abandonado en su mayor parte. Preciso es señalarlo: los esfuerzos de los vómitos provocados por la introduccion del la- ringoscopo, se deben las mas de las veces á la falta de destre- za del cirujano y á la pusilanimidad de los enfermos. El médico que quiera adquirir en poco tiempo la destreza y seguridad de mano que exige el manejo del laringoscopo, debe principiar por aplicárselo él mismo. Este es el modo mas segu- ro y rápido de vencer las dificultades en las primeras tentati- vas. Habituado á ver bien en sí mismo ayudado del auto-la- ringoscopo, y conociendo la posicion de la epiglótis, sus for- mas, sus movimientos; la disposicion de los cartílagos arite- noides y de las cuerdas vocales, así como las relaciones de es- tos Órganos entre sí, podrá distinguir fácilmente todas estas partes en los enfermos. Ademas de los obstáculos señalados hay otros que pueden oponerse á la introduccion del laringoscopo; tales son la hiper. trofia de las amígdalas y el volúmen de la 'úvula que viene á colocarse delante del espejo. Pueden remediarse con el espejo oval, con una nueva aplicacion, Ó por la excision de las partes hipertrofiadas. Pero no nos cansaremos de repetirlo: es casi siempre la falta de destreza del cirujano y la falta de calma del enfermo, lo que hace fracasar la aplicacion del laringoscopo. VL—OpseErvacioNEs.—1* Pólipo mucoso de la laringe des- conocido durante dos años. Histirpacion.—La jóven N. N. de 23 años de edad, soltera y de buena constitucion, principió á toser en Febrero del 65, Algunos meses mas tar de la tos se ha- ce mas fuerte y penosa, las quintas mas repetidas; la voz pier- de su timbre, se hace mas grave. Este estado persiste por al- gun tiempo sin cambio favorable á pesar de los remedios em- pleados; por el contrario empeora, pues que se acompaña de dolor en la laringe, y la respiracion por momentos difícil, obli- ga á la enferma 4 etepender sus tareas. La alarma que produce á la familia y 4 la enferma los repe: tidos accesos de sofocacion que sufre, así como la persistencia de la tos,la determinan á consultar una celebridad médica de Pa- ris, que no encontrándole nada de anormal en los pulmones, ni antecedentes hereditarios de tubérculos, diagnostica una laringl- tis y durante un año la somete á los tratamientos mas activos, 57 Léjos de mejorar la enferma, se agrava sti estado á pesar del tratamiento seguido con regularidad; en vista de lo cual, el mé- dico la remite á Mr. Faubel para examinarla al laringoscopo. El dia 14 de Abril se presenta la enferma en la clínica de Mr. Faubel, y ademas de los informes verbales que recojimos y quedan expuestos, la enferma entrega una consulta de su mé- dico así redactada: “Pulmones sanos. —Tísis laríngea.—Tratamien- to: aceite de bacalao, dos cucharadas ántes de cada comida; ve- jigatorios volantes al cuello; fricciones de tintura de iodo; in- suflaciones de polvos alterantes dos veces por semana; alimen- tacion reparadora, vino de quina; hablar lo ménos posible.” Por la relacion de la enferma sabemos ademas que se le han aplicado ya varios cáusticos sobre la laringe, que se le han pues- to sanguijuelas, sometido á las inhalaciones de diversos líqui- dos pulverizados, que se le han hecho algunas cauterizaciones locales, que por dos años consecutivos ha estado á tomar las aguas en la estacion de Aguas Buenas dc. due., y que léjos de sentir el menor alivio se encuentra cada dia peor. En la actualidad se queja de la'tos, que es continua; que son mas repetidos los accesos dle sufocacion y tan prolongados al. gunos que teme ahogarse; la voz es nula, y apénas puede ha- blar porque “se fatiga inmediatamente. Su aspecto general es bueno, conserva casi sus carnes á pesar de comer muy poco por- que le cuesta trabajo el tragar: las menstruaciones conservan su regularidad, ni aumentadas ni disminuidas y la sangre de buen color. Las disestiones completas, el pulso normal, no tiene su- dores nocturnos y los pulmones examinados escrupulosamen- te aparecen con su sonoridad y los ruidos respiratorios sin la mas ligera alteracion. El exámen laringoscópico, fácil en esta enferma acostumbra- da á sufrir curaciones en la retro-boca, permite reconocer inme- diatamente la existencia de un grueso pólipo papilar implanta- do entre las dos cuerdas vocales inferiores y en la parte ante- rior de la laringe; cuyo tumor explica satisfactoriamente los síntomas experimentados por la enferma, la marcha de la en- fermedad, el resultado infructuoso del tratamiento empleado, el error de diagnóstico cometido, El Dr. Faubel procede inmediatamente á su extirpacion em- T, 1y—8 58 pleando sus pinzas, con las que logra arrancar toda la porcion del tumor flotante que por momentos viene á colocarse entre las cuerdas vocales, impide la introduccion del aire en los pul. mones y produce los accesos de sofocacion que con tanta razon temia la enferma, como que sin el laringoscopo estaba conde- nada á morir asfixiada. La extirpacion de estos tumores en general no produce nin- gun dolor; provoca un poco de tos y la hemorragia es insigni- ficante; sin embargo, obliga á aplazar la completa extirpacion que se verifica en mas ó ménos sesiones. Pero si por la sangre que impide ver claramente, el cirujano está obligado á no con- tinuar la operacion, como ha sucedido en este caso, debemos hacer constar que la porcion del pólipo extirpado ha permitido inmediatamente á la enferma respirar con toda libertad: la voz la ha recuperado en los sonidos graves, y para los agudos se conserva alterada. Abril 18.—La enferma no ha vuelto á tener accesos de so- focacion, su voz ha mejorado, y se somete gustosa á continuar su curacion. Mr. Faubel procede nuevamente á la extirpacion en presencia de aleunas personas, entre ellas el Sr. Landeta, y logra arrancar algunas porciones. “La tolerancia de esta enferma para soportar largo tiempo el laringoscopo y la introduccion de los instrumentos en la larin- ge, hace que Mr. Faubel me confíe la conclusion de la cura, y en dos sesiones con un solo dia de intervalo he logrado extirpar completamente el pólipo y sus implantaciones, no consiguién- dose por el exámen mas prolijo descubrir el mas leve vestigio.” La enferma se encuentra completamente curada; la tos ha desaparecido, la voz ha recobrado su timbre normal en los so- nidos agudos, y las cuerdas vocales inferiores funcionan satis- factoriamente. 2% Os. —Afonía nerviosa demostrada por el exámen larin- goscópico.—Curacion instantánea por la electrizacion de las cuerdas vocales.—En la mañana del dia 10 de Febrero se pre- sentó en casa de Mr. Faubel una jóven de 15 años, cloro-ané- mica y bastante crecida para su edad, pero aun no menstruada. Su padre que la acompaña nos dice, que la niña ha perdido re- pentinamente la voz hace cuatro dias, despues de haber tenido 59 en la madrugada fria y húmeda del día seis un fuerte acceso de tos y sofocacion estando dormida, y despertándose azorada y clamando socorro. No puede hablar una sola palabra, la afo- nía es completa. El exámen laringoscópico demuestra que no existe inflama- cion, congestion ni deformacion de la laringe, y que las cuer- das vocales verdaderas están completamente paralizadas. Mr. Faubel le promete la curacion inmediata, instantánea, y para esto electriza directamente las cuerdas, lo que provoca un fuer- te acceso de tos. La enferma puede hablar en seguida. Algunos minutos despues de la primera electrizacion, la re- pibe, reproduciendo una quinta de tos violenta, y la curacion obtenida no se ha desmentido en dos meses. 3* Ozs.—Alteracion notable de la voz, producida por el engro- samiento y enrojecimiento de las cuerdas vocales.—El Sr. N. N., Profesor de la Escuela Central, se vé obligado á suspender sus lecciones porque no puede hacerse entender, tan alterada tiene la voz. La ha perdido de una manera progresiva y en el espacio de dos meses, sin que sepa á qué causa atribuirlo. No sufre ningun dolor, no tiene tos, y su mal está limitado á esa incomodidad que le obliga á suspender su enseñanza. El exámen laringoscópico demuestra que las cuerdas vocales inferiores están engrosadas y rojas, que no se reunen exacta- mente como sucede en el estado normal cuando se pronuncian las vocales, y que el resto de la laringe está completamente sano. Mr. Faubel considera este enrojecimiento de las cuerdas vo- cales como un accidente frecuente en el clima de Paxis, de di- fícil curacion, y para conseguirla emplea solo las cauterizacio- nes con una disolucion concentrada de nitrato de plata, pero dirigidas y aplicadas únicamente á los puntos rojos. Las cauterizaciones asi empleadas dos veces por semana y con constancia han procurado la curacion completa del Sr. N. al cabo de tres meses, y en el dia dicho Profesor desempeña su asignatura sin que su voz haya perdido nada de su timbre y sonoridad. 4* Ons.—Tisis laringea.— Ulceracion de la mucosa inter- aritenoidea, edema considerable de la glótis.— Accesos frecuen- tes de sofocacion.—Traqueotomia.—Mejoria*considerable.—La 60 Sra. N. N., natural y vecina de Nantes, de 50 años de edad, viene á Paris en el mes de Diciembre del 66 para hacerse tratar de su mal de garganta que hace cuatro años padece y que pro- gresa incesantemente. Consultado el Dr. Louis por indicacion de su médico, que reconoce la enfermedad principal limitada á la laringe y bastante avanzada, la remite al Dr. Faubel no so- lo para examinarla al laringoscopo sino para encargarlo de su asistencia. De la relacion de la enferma hemos sabido que siempre ha gozado de buena salud y que en su familia no ha habido tu- berculosos, pero que desde hace cuatro años en que tuvo una perfrigeracion principió á toser y á tomársele de vez en cuan- do la voz. Este mal al principio fué descuidado, pero desde hace dos años sigue y ha hecho con constancia y regularidad cuanto su médico le ha ordenado sin lograr otra cosa que ali- vios momentáneos, para en seguida aparecer una reagravacion sin causa conocida. El estado general de esta Sra. es grave. El enflaquecimiento, la palidez, la extenuacion de fuerzas, alteracion de la fisonomía tan notables en ella, parecen no dependen solo de la lesion lo- cal, sino mas bien de la insuficiencia de la alimentacion, pues segun dice hace cuatro meses que apénas puede comer, porque ademas del dolor agudo que le produce el paso del alimento por la faringe, se vé amenazada de asfixia. El dolor que es constante en la laringe se aumenta cuando habla; la voz está completamente perdida, la tos es continua y la expectoracion abundante es muco-purulenta. Ha tenido he- moptisis. La auscultación revela que en el ápice del pulmon derecho el aire penetra difícilmente, y en el izquierdo la exis- tencia de ligeros estertores secos. La sonoridad del pulmon de: recho está disminuida en un espacio muy limitado, miéntras que en el izquierdo solo aparece una falta de elasticidad. No tiene fiebre, ni sudores nocturnos. El exámen laringoscópico permite reconocer la ulceracion de toda la membrana inter-aritenoidea; la existencia de una mul. titud de tubérculos crudos en toda la mucosa que cubre las cuerdas vocales superiores, la inflamacion general de todas es- tas partes, y ademas el edema considerable de la glótis. 61 El Dr. Faubel, poco partidario de las cauterizaciones duran- te este período inflamatorio, prescribe á la enferma el aceite de bacalao, gárgaras con el clorato de potasa, emolientes, y aspi- raciones de vapores narcóticos. Una alimentacion suave, láctea, y el uso del vino de quina. Febrero 24 de 1867.—La enferma no mejora; su estado se agrava visiblemente y en los meses que la asiste el Dr. Faubel ha agotado todos los recursos, exasperándose el mal cada vez que emplea las cauterizaciones. La asfixia amenaza cada dia mas la vida de la enferma; la respiracion cada vez mas dificul- tosa está acompañada de un ruido especial (huélfago, cornage) y el exámen larineoscópico practicado en presencia del Profe- sor Nélaton demuestra la urgencia de la traqueotomía. “Mr. Nélaton, que aconseja no diferir esta operacion porque el edema cierra ya de un modo casi completo la entrada del atre en los pulmones, no puede admitirla en su servicio por carecer de cama. La enferma entra en el Hospital La Riboisiére el 25, y en la mañana del 27, por una condescendencia espe- cial de los Dres. Faubel y Gueniot encargado del servicio, le practiqué la operacion, que fué larga y difícil á causa de las nu- merosas venas que no pudiendo separarse fué necesario dividir y que necesitaron mas de treinta ligaduras.” Abril 15.—La traqueotomía ha producido en este caso el alivio mas considerable, la mejoría mas notable. Desde el mo- mento en que se colocó la cánula y que produjo al principio bastante tos, la enferma ha podido respirar bien y dormir mu- chas horas seguidas. La tos que es muy poca apénas molesta á la paciente; puede alimentarse y la nutricion ha ganado bas- tante. El exámen laringoscópico ha comprobado la mejoría que acusa la enferma. El edema de la glótis y la inflamacion de la mucosa han desaparecido: la ulceracion limitada se modifica favorablemente cof las cauterizaciones del nitrato de plata oportunamente indicadas ahora. Este hecho, reunido á los muchos que tiene consignados el Dr. Faubel en su Tratado de laringoscopia que pronto apare- cerá, pone de manifiesto dos particulares importantísimos: el primero, la necesidad absoluta del exámen laringoscópico para 62 establecer la oportunidad de la traqueotomía; y el segundo, lo irracional de las cauterizaciones en el período inflamatorio de las afecciones de la laringe, empíricamente empleadas por el Dr. Green de Nueva-York. 52 Ops. — Grueso pólipo fibroso de la laringe: accesos de so- focacion.— Tentativas infructuosas de extirpacion.— Operacion fácilmente practicada con el magullador laríngeo.—El Sr. N. N. impresor, de 40 años de edad, ha perdido progresivamente la voz y experimentado en estos últimos seis meses, al principio dificultad para respirar y últimamente verdaderos ataques de sofocacion, pero á largos intervalos. Inspirándole serios temo- res su estádo, se decide á consultar al Profesor Trousseau, el cual le aconseja ver al Dr. Faubel para que lo asista, y éste aplicando el laringoscopo descubre un grueso pólipo de ancha base implantado sobre la cuerda vocal superior derecha. La poca movilidad de este tumor fijado sólidamente por su ancha implantacion á un lado de la laringe, como no impide constantemente la entrada del aire no pudiendo dislocarse con facilidad sino raras veces, explica como con tamaño tumor la asfixia es intermitente, así como tambien que la voz se recupe-: re por momentos cuando las cuerdas vocales inferiores recobran la libertad de movimientos. El Dr. Faubel ensaya sin fruto extirparlo repetidas ocasiones con los diversos instrumentos que posee. El pólipo resiste á todas las tracciones hechas con las varias pinzas que emplea: tampoco consigue nada con su kistótomo laríngeo ni con las tijeras de Czermak. “ln este estado y en vista de las tentativas desgraciadas y desconsoladoras que principian á producir el desaliento del en- fermo, se me ocurrió hacer construir un magullador aplicable á este enfermo. Fabricado á nuestra satisfaccion por el Sr. Galan- te, ha quedado justificado por el éxito completo de su aplica- cion. A la siguiente tentativa que hizo el Dr. Fauvel consiguió aplicar la cadena del instrumento en la misma base del tumor y cortarlo con suma facilidad y rapidez, no quedando sobre el punto de su implantacion mas que una ligera elevacion que na- da perjudica y que mas tarde podrá destruirse con las caute- rizacionées. 63 “El enfermo, que hemos visto algunos dias despues de opera- do, se considera completamente curado, y con el laringoscopo nos hemos asegurado de la perfecta cicatrizacion de la herida.” CowonusioN.—En los meses que hemos seguido la clínica del Dr. Faubel, las observaciones multiplicadas de los enfermos que han reclamado su asistencia y que hemos podido recoger, nos han convencido de las infinitas é interesantes aplicaciones del laringoscopo, hasta el grado de considerarlo como un ele- mento precioso del diagnóstico, que seria injusto no aceptar. Las observaciones que acaban de leerse dan de ello una prueba sin réplica. Su lectura convencerá á los ménos crédulos, y na- die podrá negar la utilidad de un instrumento que permite des: cubrir y diagnosticar los pólipos, las ulceraciones, las falsas membranas dsc. dsc., en una region en que el ojo mas ejercita- do nada puede descubrir sin su auxilio, Agreguemos para terminar, que el médico esclarecido de la causa de una afonía que le habrá sido imposible suponer sin un exámen directo, no se dejará gular como ha sucedido con frecuencia á prescribir medicamentos específicos, que no tienen otros resultados que los de alterar profundamente la economía; no empleará mas como el Dr. Green una sola medicacion para combatir estados patológicos diversos, ni emprenderá operacio- nes contraindicadas. Paris, 23 de Abril de 1867. OBSERVACION DE UN CASO DE REGENERACIÓN DEL HÚMERO, por el Lido. D. Justino Valdes Castro. (SESION DEL 23 DE Junio DE 1867.) Sres.:—La cuestion de la regeneracion de los huesos es un hecho hoy que no admite duda: transportada del dominio de la fisiología experimental á las aplicaciones clínicas, reclama por parte de los cirujanos multiplicar su número y variedades ' 64 para extender los límites del arte y realizar la teoría del céle- bre Secretario perpetuo de la Academia de Ciencias de Paris, el Sr. Flourens, quien desde 1841 anunció que el hueso se for- ma por el periostio, que este forma á aquel, y que el hueso no es mas que el periostio osificado:--dea que la observacion viene confirmando, adquiriendo en la ciencia casi el derecho de do- micilio. Así es que cuando se trata de exponer hechos que la corroboren, importa mucho publicarlos para que no queden sombras de duda. Tengo el honor de presentar hoy á la Academia una obser- vacion que me parece curiosa bajo este aspecto. Se trata de la regeneración casi por completo del hueso húmero. No me de- tendré en molestar 4 V.85. con la exposicion detallada de la historia del caso que os he presentado y habeis visto, pudien- do apreciar el valor del hecho que he recogido en mi clínica, y que someto á la consideracion de la Academia, —porque sus pormenores no son indispensables al fin que me propongo. Os bastará saber que la observacion recae en lajóven D. % Flora Barrera, natural y vecina del pueblo de Regla, de edad de 20 años, de temperamento linfático, estado soltera é hija de padres sanos y robustos, sin antecedentes de enfermedades de ningu- na clase. Esta jóven, á consecuencia de una caida sobre el hom- bro izquierdo hallándose jugando con otros bermanos y tenien- do entónces la edad de 7 años, sufrió una luxacion hácia ade- lante de la cabeza del húmero; luxacion que no fué reducida á tiempo, y que dió motivo á la formacion de un absceso en la articulación escápulo-humeral, cuya abertura espontánea se ve- rificó por la parte anterior y punto correspondiente al lugar ocupado por la cabeza luxada del hueso. Por espacio de cerca de tres años no se pudo conseguir agotar la abundante supu- ración que manaba de dicha parte, no obstante las indicacio- nes de varios profesores que vieroná la paciente, entre los cua. les se citan á los Dres. D. Antonio Nicasio Valdes, D. Fer- nando (Gonzalez del Valle, D. Manuel S. Bustamante, D. Estéban Gonzalez del Valle y nuestro digno Presidente el Dr. D. Nicolas J. Gutierrez, que tambien tuvo ocasion de ver y examinar á la enferma en union y por indicacion mia. Cuan- do me hice cargo de la asistencia de la referida jóven, lle- 65 vaba cerca de tres años de padecimiento. Habia un ancho seno fistuloso correspondiente á la cabeza del húmero, y que dando paso al estilete explorador, se perdia en lo interior de la cápsu- la y daba á conocer una verdadera cáries de la cabeza articu- lar del hueso, que estaba al descubierto; pero al parecer no se extendia:mas abajo de su cuello quirúrgico. Una abundante cantidad de pus acre, sanioso y fétido salia por el orificio fis- tuloso cada vez qne se movia el brazo en sentido de rotacion; cuyo pus manaba de la parte interna de la cápsula en relacion con la abertura externa fistulosa. Tanto esta parte como el resto del brazo estaban tumefactos, y los movimientos determinaban dolor; advirtiéndose desde el tercio superior al inferior del hueso un engrosamiento muy marcado, hasta el extremo de aparecer duplo. Por lo demas, la constitucion de la paciente era buena, sin revelar vicio alguno escrofuloso ni humoral. Es- ta enferma, como he dicho, habia sido tratada alternativamen- te por varios profesores por espacio de tres años cuando se so- metió á mi cuidado, sin conseguirse resultado favorable no obs- tante haberse empleado los medios recomendados en tales casos, y que omito por no ser difuso, así como los usados por mí en el transcurso de mas de 7 años, que la asistí con una constancia . ejemplar, y con una fé ciega de los padres hácia mis consejos, hasta que logró la naturaleza triunfar mas que la ciencia en la curacion, salvando un miembro tan necesario y que para algu- nos estaba perdido, como puede testificar nuestro Presidente, quien recordará me propuso las inyecciones con el ácido fosfó- rico, pronosticando desfavorablemente. En vano todo:-—cada dia se presentaba mas descubierta la cabeza del hueso, y como si la naturaleza se quisiese encargar de la curacion, fué separándola espontáneamente y aislando los tejidos de tal modo, que con facilidad y acompañado del Dr. D. Joaquin Roldan practiqué su reseccion mas abajo del cuello quirúrgico, valiéndome de una sierra de cadena, y cuya porcion huesosa os presento, destituida de sus eminencias arti- culares por haber sido destruidas por la cáries. Esta operacion nos hizo concebir la esperanza de que con ella terminaria el padecimiento de la jóven, por aquello de Su- blata causa tollitur effectus; pero nos engañamos; la herida que T, IVv—9 66 quedó en el lugar ocupado por la cabeza del húmero, léjos de cicatrizarse cubriendo el extremo superior del hueso, se ensan- chó mas, continuando la supuracion é indicando que la lesion huesosa se extendia á su totalidad. En efecto, no existia la sus- tancia medular, lo que daba á entender que estaba desprovista de su membrana ó sea periostio interno. Y como notase al po- co tiempo, que una pequeña porcion de la extremidad huesosa sobresalia, pronunciándose hácia fuera de la herida, lo que im- pedia la cicatrizacion, separé dicha parte con la misma sierra como podeis ver en la que en forma de birola os manifiesto. Desde entónces pude convencerme, que el engrosamiento del brazo no dependia del aumento de nutricion del hueso, sino de las partes blandas que le rodeaban, las que cada dia se separa- ban mas de él, aislándolo hasta el extremo de advertirse un erado de movilidad tal, que parecia que ya no estaba en rela- ciones, digámoslo así, amistosas con los tejidos; por lo que re- ecomendé, que en las curaciones diarias que se hacian inyectan- do el aceite de bacalao, se hiciesen tentativas de movimientos en el expresado hueso como para acabar de separarlo, toda vez que obraba ya como cuerpo extraño. Efectivamente, grande fué mi sorpresa al presentarme la madre de la jóven enferma á los pocos dias el resto del hueso, 6 mas bien dicho los dos ter- cios superiores del húmero; el que, observando su completa se- paracion, extrajo con suma facilidad, como puede hacerse con el acero de su vaina; y cuyo hueso igualmente tengo el gusto de presentar á la Academia.—Desde ese diasse fué cicatrizan- do la herida, y al poco tiempo solo quedaron tres pequeños se- nos fistulosos en el tercio medio é inferior, sostenidos por va- rias esquirlas huesosas que extraje, y que sin duda se produ- jeron á consecuencia de los movimientos que se hacian para desprender el hueso de sus ataduras, y que pueden apreciarse examinando la parte inferior del húmero; —quedando entera- mente buena hace tres años, y al cabo de once de padecimien- to.—Medidos ambos brazos desde la apófisis acrómion hasta la del olécranon, resulta tener el derecho, ó sea el sano, 12 pulga- das 7 líneas, miéntras que el izquierdo mide 11 pulgadas 4 lí: neas. De modo que hay un acortamiento de una pulgada tres líneas en el brazo cuyo húmero se ha regenerado,—Hoy, como 67 habeis podido examinar, la paciente se sirve bien de su brazo; lleva perfectamente la mano á la cabeza; se viste sola; aparta el codo del pecho á bastante distancia; no carece de fuerzas el miembro; no se advierte, cuando está cubierto el hombro con los vestidos, defecto físico notable entre ambos hombros, pues aunque hay ese pequeño acortamiento, apénas se nota á la sim- ple vista; y la jóven por último conserva hoy un miembro que con justos motivos se consideró perdido. Refleciones.—El hevho que acabo de referir es otro ejem: plo mas que viene á confirmar las ideas del Sr. Flourens acerca de la regeneracion de los huesos, de que ya la ciencia regis- tra multitud de casos. Pero aparte de esta regeneracion, lo mas admirable á mi juicio es el papel activo que ha repre- sentado la naturaleza, y á cuyos esfuerzos se debe la cura- cion. Como habeis podido observar, en nada ha intervenido la cuchilla del cirujano para disponer las partes á la reproduc- cion del hueso. En todas las resecciones subperiósticas, co- mo sabemos, el instrumento cortante tiene que obrar para el desprendimiento del periostio; en el presente caso la natura- leza ha hecho las veces del cirujano, conservando y alslando la membrana. Pero se me preguntará ¿cómo ha tenido lugar en el caso que nos ocupa?-——Indudablemente el periostio ex- terno del resto del hueso tambien participaba del padecimien- to; y como su inflamacion determina no solo su espesor, sino que separa los vínculos de adherencia, hallándose asímismo, como ya tengo manifestado anteriormente, destruida la mem- brana interna, puesto que no existia la sustancia medular, he aquí que el estado patológico de ambos periostios coadyu- vó á las tendencias favorables de la naturaleza, produciendo una flegmasía eliminadora, que cual espina de Van—Helmont habia sostenido la enfermedad de la jóven por tanto tiempo. — Denudado el hueso de sus periostios, é interrumpidas las co- municaciones vasculares, no podia ya gozar de vida, y como parte muerta era necesaria su expulsion. Pero esta no se verl- ficó hasta que el hueso de nueva formacion adquirió la suficien- te solidez para desempeñar sus funciones; así fué que pocos dias despues de haberse cicatrizado la herida, la paciente hacia uso de su brazo con bastante libertad; todo debido como he dicho 68 á la próvida naturaleza, que en su constante lucha con los agen- tes exteriores, y las mas veces internos, que sin cesar tienden á destruirla, tiene recursos para poderse regenerar y salir vic- toriosa en el combate. Si todos los profesores tuvieran siem- pre presentes los prodigiosos recursos de la naturaleza, cuya verdad no se le escapó al anciano de Cos al dejarnos trasmiti- do en forma de principio, que si el acero quirúrgico prudente- mente manejado es mil veces benéfico, y otras tantas único medio de poder salvar la vida de los enfermos, desgraciada- mente no es dado el poder regenerar los miembros que con él hayamos cortado, ¡cuántos de estos inutilados, y acaso cuántas víctimas no se evitarian! —El célebre Lisfranc, que era siempre muy prudente cuando se trataba de cortar, aconsejaba á sus discípulos que fuesen muy sobrios en el uso del cuchillo.—He aquí una leccion para ciertos impacientes cirujanos que obede- ciendo á una ciega rutina, prefieren muchas ocasiones, con tal de operar, correr los riesgos á que su precipitacion puede dar lugar, que á mantenerse en una prudente espectativa, si es que ya por su experiencia no desconocen los casos en que deben desplegarse una actividad y energía especiales, APUNTES HISTÓRICOS ACERCA DE LA INTRODUCCION Y PROPAGA- CION DE LA VACUNA EN LA ÍsLa DE CuBa; por el Ldo. D. Do- mingo Rosaín. IV.—( V. Anales, t. IIF págs. 150, 185 y 352.) Que el vírus que los vacunadores «propagaban era legítimo y preservativo, así lo confirmaron los hechos ante los cuales callan las teorías. El Dr. Rosain, la mañana del 14 de Diciem- bre de 1852, en union de Carrillo, Hondares y Rios, del inspec- tor del ramo Dr. Cowley, de otros profesores y varias personas, pasó á la calle de la Reina n. 107, donde estaba con viruelas el negrito Luciano, esclavo de la Sra, D. % Carlota Armente- 69 ros de Font, y lleno de confianza y fé en la vacuna inoculó en presencia de los ya citados 4 la negrita Genoveva de la Sra, Armenteros y á Bonifacio de D. % Josefa Figueroa de Meire- les, Estos dos inoéulados, que habian sido vacunadós con la va- cuna de vaca venida de Maryland, no contrajeron la viruela; y tampoco ofrecieron el mas leve síntoma de contagio seis indi- viduos que recibieron el preservativo tomado del grano llama- do antiguo y fueron sujetos á la prueba. —Oigamos al Dr. Hon- dares, que fué testigo de la eonstancia y abnegacion del Dr, Rosain cuando nos vimos precisados en 1853 á acudir á las prue- bas de inoculacion y contagio, de las que tanto partido sacó el Dr. Harder, que no solo se contentó con observar á los reva- cunados durante las epidemias, sino que ademas les inoculó la varicela saliendo todos libres de ella. “Por acuerdo y en pre- sencia del Dr. Cowley, inspector entónces de vacuna, se prac- ticaron dichas pruebas en individuos vacunados recientemente, y otros que ya habian obtenido la vacuna fueron revacunados con ese objeto, para convencer á los que dudaban de la virtud preservadora de la vacuna. Las pruebas fueron concluyentes, pues ninguno de losinoculados experimentó el mas leve sínto- ma de contagio. Vencidas así la preocupacion y prevenciones, el pueblo acudió lleno de confianza á vacunarse. Familias en- teras se presentaron á preservarse, y la viruela detuvo su mor- tífera marcha ante la vacuna y revacuna, como es probable la detenga, ya que la indolencia la ha vuelto á proporcionar, si se acude en solicitud del preservativo. Rosain, hijo, hizo la esta- dística de esa epidemia, y con una ilimitada confianza en la ac- El preservadora de la vacuna, despues de revacunarse por el . Carrillo y por mí, —operacion que se hizo ejecutar en dis- Ps puntos de su cuerpo, la cual no produjo resultado, —se sometió en seguida á las pruebas de la inoculacion con el vírus varioloso, de las que salió sano y salvo, pues la vacuna que ad. quirió en su infancia por el sentido Dr. Sandoval, conserva- ba su eficacia preservadora.” Los siguientes datos no los creo desnudos de interes. Sels ve- ces me revacuné entónces; ya en años anteriores me habia su- jetado mi padre á la revacunacion, siendo el Dr. Romay uno de los que me revacunaron; continué despues revacunándome 70 todos los años y siempre sin resultado, haciendo presente que en los dedos de ambas manos me he revacunado; y un dia del mes de Agosto de 1857, en momentos de vacunar un niño, hubo de darme en la mano derecha penetrando la aguja, cargada del ví- rus que en aquel habia de emplear, en la yema del dedo pul- gar de mi mano izquierda, y desarrollándose un falso grano que, hasta el sétimo dia, tanto á Hondares y á Rios como á mí nos tuvo engañados, pues siguió la marcha de un grano legítimo: sobrevino á los tres dias calentura, se inflamaron las glándulas axilares, como se observa generalmente en los adultos cuando se vacunan, y el grano que ostentaba mi dedo no podia guar- dar mas conformidad con los legítimos; cuando Hondares se disponia al siguiente dia, octavo de mi incidencia, á vacunar de él, amaneció deprimido y enteramente seco. Mi padre con- servaba las cicatrices de las viruelas que sufrió en su infancia; y aunque Moreau dudaba que en esos casos se observase la ven- dadera vacuna, empero mi padre, vacunando una mañana á un hijo del Sr. Dr. D. Manuel G. del Valle, concluida la operacion y casi seca la aguja se hincó con ella en la yema del dedo pul- gar de su mano derecha, desarrollándose un grano legítimo que fué observado por el Dr. Romay. Este célebre facultativo re- conoció cinco señoras vacunadas por el Dr. Cózar, despues de haber tenido muchos años ántes el contagio varioloso, y sus granos vacunos fueron legítimos, lo que está conforme con lo que Jenner dijo: la viruela no preserva de la vacuna.—Romay cita tambien á un profesor de esta ciudad que habia tenido las viruelas: se vacunó en la mano siniestra, y le resultó un grano tan perfecto, que inoculó con su pus á varias personas; más en todas se presentó la falsa vacuna. Otro tanto sucedió con el virus tomado del grano que tuvo mi padre. Lo observado en estos casos es conforme con lo que Romay habia notado, que en los que ya han experimentado las viruelas, el grano vacuno que en estos se obtiene ¡inoculando su vírus á otros, produce la falsa. Tambien observó este ilustre sabio, que dicho vírus no solo puede producir un grano perfecto en algunos sugetos que han tenido anteriormente las viruelas, sino que causa una afeccion general. Ya el Dr, Odier refiere que habiendo pedido al Dr, Carró vírus vacuno, le remitió el que habia tomado del 71 grano de un hombre de 51 años, el cual aunque tuvo en su in- fancia las viruelas, quiso vacunarse y obtuvo todos los sínto- mas que anúncian la verdadera vacuna. Este vírus comunica- do por el profesor de Ginebra á 20 niños, á las siete horas se inflamaron las incisiones y todo el brazo, experimentaron fie- bre y algunos vómitos, pero todo calmó en 48 horas. Á mi pa- dre le molestó la fiebre algunos dias, y la inflamacion del dedo se extendió á la mano y al brazo, como á las axilas, no faltan- do los vómitos observados por el Dr. Odier. | Carrillo y Rosain solicitaron postillas de grano, en niños vacunados en años anteriores, y el Sr. D. Tomás de Juara acu- dió al llamamiento facilitando dos que conservaba de su hijo Ramon del año de 1837, y con la cual, preparada conveniente- mente, vacunó Hondares en la Sala Capitular; y no obstante los quince años que tenia de los cuatro vacunados, en dos se desarrolló el grano con caractéres de legítimo y el tercero obtu- vo falsa erupcion. Valencia hizo tambien su presente y fueron ensayadas por Rios sin éxito favorable. El Dr. Dupierris, se- cundando las miras de los vacunadores y en atencion ála pro- piedad que tienen las vacas de producir la vacuna, inoculó el pus varioloso en la ubre de una vaca, pero el resultado no cor- respondió á sus benéficas intenciones. Igual resultado consiguió Rios en las dos vacas en que hizo semejante ensayo.—Muchos profesores han creido que la viruela inoculada á la vaca modi- tica favorablemente el vírus y podia sustituir la vacuna cuan. do se careciera-de ella. En algunos pueblos de Inglaterra se conserva esa creencia; pero las recientes observaciones de los Sres. Chauveau, Viennois y Paul Meynet, presentadas ála Aca. demia de Ciencias Médicas de Lyon, han probado que querer producir la vacuna con la viruela sería seguir una quimera peligrosa. De Agosto del 52 á4 Julio de 53 que duró la epidemia, mu- rieron de viruelas no solo en la ciudad, sus hospitales y barrios extramuros, sí tambien en los pueblos de Jesus del Monte, Cer- ro y Casa Blanca, 1,770 individuos, suma insignificante ante la de 900 cadáyeres que se enterraron solamente en la iglesia de S. Felipe durante el año de 1804, Al mismo tiempo reinaba el cólera, del que mas se ocupaba la poblacion, y sin embargo 12 de la influencia que en los ánimos ejercia, del cólera solo mu- rieron 1,572 de Agosto de 1852 á Julio de 1853, miéntras la viruela se llevó 198 personas mas que aquella enfermedad. La misma epidemia quiso se preparasen á recibirla haciéndose, preceder de la varicela, que empezó á reinar en los meses de Abril al de Agosto del 52, cuyos casos se multiplicaban ata- cando de preferencia á los no vacunados, en quienes se desen- volvió la viruela bajo la influencia del miasma que lanzaban los africanos: estos trajeron consigo el gérmen de tan atroz y mortífera enfermedad y moraban en los Almacenes de Regla. El aire se encargó de esparcirlo en aquel pueblo, introducién- dolo en la ciudad, donde se sucedieron innumerables casos de viruela que sirvieron de castigo á los indolentes, y de gloria para los vacunados, quienes en lo general contrajeron la va- ricela y varioloides bajo la forma mas benigna, miéntras los que no habian recibido la benéfica influencia del vírus va- cuno soportaron la viruela con todas sus funestas consecuen- cias. El resultado victorioso de las pruebas y un simple aviso que los vacunadores de la Sala Capitular dieron al público llamándolos al banquete de vida con que lo invitaban, fueron bastante para que en tropel acudiesen á preservarse, quedando desde entónces en Cuba establecida la utilidad de las revacu- "naciones. Convencido el pueblo de su eficacia y de la no dege- neracion de la vacuna que se propagaba, familias enteras acu: dieron presurosas á recibir ese beneficio, siendo público y no: torio que en la Sala Capitular, donde esa operacion da princi pio á las once de la mañana, en aquellos dias comenzaba á las diez y se prolongaba hasta la una ó mas, sucediendo otro tanto en Guadalupe y Jesus María. Pasaron de 7,000 los vacunados en los lugares designados por el Gobierno, caleulándose en mil las vacunas practicadas en las casas particulares. ln cerca de 4,000 revacunados sobre 500 adquirieron falso grano y 228 la legítima vacuna, miéntras el resto no tuvo la mas leve señal de aquella segunda operacion. Entre las muchas personas que acudian á la Sala Capitular en solicitud del preservativo, no pocas hubo en quienes se no- taban síntomas de invasion variolosa, y así febricitantes se va- cunaban con anhelo y confianza por estar convencidas de que 13 « si llegaba á desarrollarse en ellos la legítima vacuna, esta sal- varia aquellas vidas expuestas á perecer; y citaremos entre los muchos casos una negrita de la hermana del Excmo. Sr. D. Ignacio Crespo, que fué vacunada bajo esas condiciones y al tercer dia se cubrió de viruelas, siguiendo á la par la vacuna su desarrollo y con cuyo vírus se vacunaron tres individuos sin que en estos se desarrollase sino solo legítima vacuna. Conser- vo una cicatriz en el dedo índice de la mano izquierda origina- da por el pus de una viruelienta: lo mismo observamos en D. Cárlos Valor y Coca que contrajo una viruela en la mano iz- quierda durante la asistencia de su esposa, que sucumbió á es- ta enfermedad; y otro tanto vimos en D. José Gomez, emplea- do en la Sala Capitular, advirtiendo que este individuo habia sufrido en su niñez las viruelas, cuyas indelebles cicatrices con- servaba. A no ser preservadora la vacuna que obtuvimos, Coca y yo hubiéramos contraido la viruela, pues nos encontramos en las condiciones mas favorables para ello. No dejaremos de anotar, que hubo individuos que por ocho y mas veces se so- metieron 4 la revacunacion, lo que presenció el Sr. Mayordo- mo de Propios, en aquel entónces D. R. P., que condujo á la Sala Capitular 4 señoritas de su familia y no pocas de su amistad con aquel objeto, las que fueron revacunadas por los cinco vacunadores dé aquel lugar y con vírus de distintos gra- nos sin que se hubiese. conseguido por segunda vez otra vacu- na; lo cual se observó en otros muchos. A estas citas agrega- riamos otras mag: pero basta con lo expuesto y con recordar lo que todos han visto, pues en rara casa dejó de haber un virue- liento y ya vimos residir con ellos en la misma pieza y en la propia cama á los vacunados sin que se les comunicara á estos las viruelas, no dejando duda que la vacuna que se tenia y pro- pagaba no habia perdido su legitimidad y eficacia. Llegóse hastapropalar la falsedad de que la vacuna en el negro pierde su virtud preservativa y que la inoculacion de grande á pequeño y de este á aquel modifica la vacuna. La mejor objecion que se les puede presentar á los que así se expresan, es conducirlos á los lugares donde este beneficio se propaga, y allí se verá que del grano vacuno que se desarrolla en los africanos, se vacuna con el vírus extraido de él á los blancos de todas edades, y á los T, 1y—10 74 ocho dias se vé reproducido en éstos otro grano tan legítimo y preservativo como el del negro donde se habia tomado. La censura se cebó hasta en las agujas que empleaban los vacuna- dores. En esos dias llegó de Inglaterra el Dr. D. José Villate, que habia desempeñado con entusiasmo una plaza de vacunador án- tes de su marcha á Europa, y quien regaló al Dr. Rosain una aguja de acero fabricada en Lóndres segun la forma de las que allí usan los vacunadores, que era exactamente la que emplea- ban los nuestros. Las de marfil, que junto con los cristales de Lóndres llevó el Dr. V. Castro al Sr. Alcalde primero, en nada mejoraban las que se usaban, y su misma pequeñez imposilita- ba su uso. El propio Dr. Villate aseguró que las llamadas agujas de marfil se empleaban en Lóndres para depósito de vírus. Antes de recibirse en esta ciudad la vacuna, y cuando diez: maban las poblaciones todas de la Isla aquellas epidemias de viruelas que con horror nos ban referido nuestros antepasados, la Sociedad Patriótica ofreció un premio de 400 pesos á quien encontrase en nuestras vacas la vacuna, y se pasó mas de un año sin' que el interés de esa suma, ni el bien de la humanidad hubieran conseguido se presentase uno solo de estos animales con los granos que tanto se anhelaban. La Junta de Sanidad de Cárdenas ofreció tres premios con iguales miras en 1852, y pos- teriormente el Excmo. Ayuntamiento propuso á la Junta Su- perior de Sanidad contribuyese con mil pesos para ese objeto; mas esta Corporacion, representante de la. salud pública y la primera siempre en cumplir esa suprema ley, desestimó por innecesario semejante desembolso, pues convencida se hallaba de no haber degenerado la vacuna que se probaba. Entónces y de por sí ofreció el Municipio 500 pesos al que presentase la vaca que en vano se solicitó en anterior época, y de las pre- sentadas ninguna llenó la condicion.—El Sr. D. Francisco Cal- deron y Kessel, regidor entónces, era quien aprontaba esa su ma con tan filantrópico fin. En Noviembre de 1854 se dió principio á la propagacion de la vacuna de Edimburgo que recibió en tubos el Sr. Mor- risson, del comercio de esta plaza, y los cuales puso á disposl- cion del Gobierno, quien los entregó á los Dres, Carrillo, Ro- 75 saln y Hondares, elegidos para su ensayo. El 29 del citado mes vacunaron en la Sala Capitular con dicha vacuna cuatro niños, adquiriendo tres de ellos un solo grano cada uno. y aunque po- co desarrollado, á causa sin duda de la estacion, presentaban todos los caractéres de la buena vacuna. Preparados estos gra- nos fluyó la linfa con abundancia y los diez que con ella se va: cunaron el 6 de Diciembre, octavo de la operacion, sirvieron para difundirla en los demas puntos de vacunación. La vacuna de Edimburgo que proporcionó aquel filantrópico vecino, conti- nuó propagándose basta quedar reemplazada en 1860 por ví: rus obtenido de una vaca del pais. Mas de 50 años 1ban transcurridos desde que en vano se so- licitó la vacuna en las vacas de la Isla. Penosísimos viajes hi- zo Romay á nuestras haciendas sin haberla conseguido, y no faltaban quienes asegurasen que era raro encontrarla en las va- cas del Nuevo Mundo, y que, en cuanto á las de Cuba, lo que solian ofrecer es lo que llaman gabarro. Está probado que las vacas de América suelen presentar en los pezones tubérculos que preservan á los ganaderos de la viruela, y el célebre naturalis- ta Humboldt dice, que en 1802 se inoculó la viruela á un ne- oro del marqués de Valle-Umbroso y no la contrajo; que al re- petirse la operacion aseguró el etiope, que no seria atacado de la viruela porque al ordeñar algunas vacas de la cordillera de los Andes habia tenido la erupcion que ellas padecian. Al Dr. Hondares le cupo en Cuba la gloria de ser el primero que to- mase la vacuna en su orígen. En la tarde del 17 de Marzo de 1860 pasó el citado vacunador á la estancia del Sr. Flores So- tillo, 4 3 leguas de la capital, donde se encontraba una vaca con el legítimo cowpox, acompañándolo los vacunadores D. G. Bucelo, D. M. Roy y D. J. M. Govantes. Del exámen resultó que al rededor del pezon tenia granos ya secos, de 14 416 dias, de los que se tomó una postilla para ensayarla y resolver entónces. El lúnes 19 del propio mes disolvió Hondares la pos- tilla, inoculando en Belen un párvulo de color, de seis meses de edad, nombrado Rafael y de la propiedad de D. A. Diaz. Al siguiente lúnes, 26, estaba en completo desarrollo el único grano que prendió en el mencionado párvulo, con todos los ca- ractóres de la verdadera vacuna. Con este se vacunaron una 76 niña hija del Sr. D. Juan A. Castro y la expósita Adela, obte- niendo cada una á los ocho dias cuatro granos, con cuyo virus se inocularon todos los que solicitaron ese dia el preservativo. De él se llenaron seis tubos, con los cuales se vacunó el dia 8 de Abril enla Sala Capitular, y sucesivamente se fué difundien- do en todos los lugares en que se administra la vacuna. Olvidada la viruela se notó la falta de concurrencia en los puntos de propagacion del preservativo; indiferencia y aban- dono de que ella se ha aprovechado para reaparecer en Regla, á cuyo desarrollo se prestaban las pésimas condiciones higiénicas en que se encuentra ese vecindario. Mucha parte de esa pobla: cion se manifiesta resuelta á no vacunarse, mira con horror el preservativo, y aun llevan su terquedad y sin razon á darse al. gunos por ofendidos, acompañando á un lenguage descompasa- do indignas amenazas que soportó resignado el Dr. Hondares, aconsejándole la prudencia auxiliarse de la policía para vacu nar con segura libertad. En Diciembre de 1865 se pronunció la viruela en Regla, cuyos casos se aumentaron de una manera notable y mortífera que sembró la consternación, ahuyentan- do á cuantos por aquel pueblo transitaban, que ocupó hasta la atencion de los periódicos y que felizmente terminó el mes de Marzo de dicho año. Si mucha parte de sus vecinos se negaban á recibir el preservativo, haciendo inútil la constancia de los va- cunadores destinados al epidemiado pueblo, pues dolor causaba ver desierto el lugar de las vacunaciones, la mayoría de la po- blación con la sensatez que inspira la ilustracion entregaron sus hijos y domésticos á la vacuna y revacunacion, contribu- yendo así á que la epidemia respetase sus moradas y tocase pronto á su término. Propagado el mal por toda la poblacion, el 9 de Febrero del presente año de 66 se trasladó Hondares á Regla, vacunando á domicilio mas de 300 personas. Este facul- tativo, que vela propagarse la epidemia á Guanabacoa y que alguno que otro caso se presentaba ya en la Habana, y no pu- diendo olvidar que fué de Regla de donde pasó á la capital la viruela que en 1852 hizo tantas víctimas, intentó cuanto al círculo de sus atribuciones correspondia para salvar las pobla- ciones vecinas de tan horroroso mal. Al efecto llamó la aten- cion del Gobierno sobre la revacunacion del ejército, 4 la que 17 se procedió de seguida; y como en tales circunstancias ingresa- ron en el Depósito Central de Emancipados 274 negros, raza desgraciadamente predispuesta á la viruela y la cual nos hizo el terrible presente que en 1852 nos arrebató seres queridos, fueron vacunados y ninguno contrajo la viruela, no obstante haber casos de ella en los alrededores del edificio donde se al- bergaban los africanos. “El Decano de vacuna Dr. Hondares y los vacunadores se consagraron á propagar el preservativo, habiendo conseguido vacunar en los cinco primeros meses del año de 1866 en el radio de la capital 4,415 personas. Herederos delas virtudes que enal- tecieron á su ilustre corifeo en Cuba, llevan presente los va- cunadores que á Romay le abrieron paso, alcanzando culmi- nantes puestos en corporaciones científicas, literarias y econó- micas, así nacionales como extrangeras, no el favor que usur- pa, no la lisonja que envilece, sino el talento que conquista, las virtudes que dignamente se recomiendan y dignamente se acogén. Dy La ovarIoToMÍA. (]) En una discusion de la Academia de Medicina de Paris que será largo tiempo célebre (1856-1857), hablando Mr. Velpeau de la ovariotomía, se expresaba así:—“Es una horrible opera: cion que debe ser proscrita aun cuando fuesen reales las cura: ciones anunciadas.”—De 1857 41864 la práctica quirúrgica francesa ha seguido deacuerdo con la opinion de Mr. Velpeau, considerándose la ovariotomía como una operacion que sin duda podia dar algunos buenos resultados, pero que era demasiado riesgosa para ser admitida y recomendada. Desde hace algunos años las opiniones han cambiado; y ahora, segun el modo de pensar de gran número de cirujanos, la operacion está plena- mente justificada en los quistes multiloculares, sin que por eso deje de haber muchos disidentes que creen, que aquellos bue- (1) Este trabajo, que es sin duda de interés y actualidad, ha sido escrito en Paris pa- ra los “Anales,” 4 invitacion del apreciable Dr. D. Joaquin Zayas, á quien damos las gracias. 78 nos efectos no justifican las empresas temerarias, y que, para rechazar la operacion, se fundan: 1. % en que los quistes mul- tiloculares y areolares son las mas de las veces adherentes y muy difíciles de separar; 2. ? en que los quistes uniloculares, para los cuales es fácil la ovariotomía, pueden curarse por la puncion. Resulta en efecto de las estadísticas, que cuando se escogen los casos de quistes del ovario y se someten á la ovario- tomía las enfermas atacadas solamente de quistes unilocula- res poco voluminosos, se obtiene una proporcion considerable de casos favorables, curándose de este modo la mitad de las operadas; pero esas son precisamente las cireunstancias en que se logra la curacion mediante la puncion y la inyeccion ioda: da. Agreguemos que cuando una operacion de ovariotomía no es seguida de buen éxito, las enfermas mueren con suma rapt- dez y casi todas dentro de las veinte y cuatro horas que siguen á la operacion, miéntras que si la inyeccion iodada no se acon- paña de un éxito completo, á lo ménos la enferma no ha sido expuesta ála muerte y siempre es posible volver 4 practl- carla. En los quistes multiloculares el líquido es por lo comun vis: coso, hebroso: estos quistes, que no pueden abrirse con una sola puncion, no reciben sino poca mejoría de la inyeccion ioda- da, que entónces no ejerce su accion sobre las paredes, y es pre- ciso repetir las punciones muy á menudo, con frecuencia cada ocho ó cada quince dias, —siendo semejantes casos malos para la puncion, é igualmente poco favorables para la ovariotomía: en efecto, esos quistes son casi siempre adherentes en una gran extension, y están unidos tan íntimamente á los diversos ór- sanos, que la ablacion completa es imposible; por lo cual las estadísticas son mucho ménos favorables cuando los cirujanos no practican la ovariotomía sino en estos casos; pero entónces, bueno es decirlo, la responsabilidad del profesor se halla mu- cho ménos comprometida, si se atiende á que la puncion no ali- via notablemente á la enferma, y á que ésta deberá sucumbir en un término generalmente muy próximo. Hay una cuestion que, á nuestro parecer, se opondrá siem- pre á que la ovariotomía llegue á ser una operacion bien regu- lar; y es la incertidumbre del diagnóstico. “Confieso, me decia 79 no ha mucho el Dr. Maisonneuve, cirujano del Hótel- Dieu, que no sé la primera palabra del diagnóstico de los quistes del ovario. El año pasado hice la abertura del vientre para sacar un tumor enorme y fluctuante que creia ser un quiste del ova- rio: era un gran tumor fibroso que nacia del ángulo sacro-ver- tebral; me fué imposible extirparlo, y la enferma murió.....” —El diagnóstico de los tumores del ovario, como decia Mr. Maisonneuve, no está hecho; se conocen poco mas 6 ménos los tumores de la region; pero se está léjos de saber diagnosticar sus adherencias y relaciones, nociones sin embargo indispensa- bles para la práctica de la ovariotomía.—Referiré aleunos otros casos que prueban claramente á lo que se expone un cirujano que intenta esa formidable operacion. En 1865 un cirujano co- nocido, de los hospitales de Paris, practicó la ovariotomía: no habia quiste del ovario; la enferma tenia una ascitis á conse- “uencia de una enfermedad del hígado. En 1864 se hizo una ovariotomía en el boulevart Beaumarchais (Paris): el tumor era fibroso, pero blando y fluctuante como un quiste; verifica da la extirpacion, tuvo lugar la muerte dos horas despues. En Diciembre de 1866 extirpó Maisonneuve en el Hótel-Dieu un enorme tumor quístico abdominal, creyendo que se trataba de un quiste del ovario; y era una serie de quistes implanta: dos en todos los puntos del peritoneo. A estos pueden reúnit- se dos hechos que he observado recientemente, y que demues. tran el peligro que se corre en la ablacion de los quistes ová- ricos. En el mes y año que acabo de indicar, disequé una mu- jer que ofrecia un quiste ovárico unilocular: dicho quiste tenia próximamente el volúmen de una cabeza de adulto, y habia contraido tales adherencias con los órganos de la pélvis, que en el cadáver me fué imposible hacer su extirpacion sin cortar la mayor parte de la vejiga y sin quitar la matriz! ¡Qué posi- cion para el cirujano que hubiese tentado la ablacion durante la vida de la enferma! —En Noviembre de 1866 hice dibujar en mi anfiteatro un tumor quístico de la pélvis que hubiera si- do imposible extirpar: era un quiste muy voluminoso, forman- do una gran eminencia en el hipogastrio y la fosa ilíaca dere- cha; se habia creido en la existencia de un quiste del ovario, y si la enferma no hubiera sido muy anciana, tal vez se hubie- 80 se propuesto la ovariotomía: la autopsia demostró que el quis- te no dependia del ovario; se habia desarrollado muy por de- bajo de él, en el espesor del ligamento ancho, á la derecha, y era de naturaleza hidática; adheria á toda la cara lateral y an- terior de la matriz de una manera tan íntima, que para sacar la pieza anatómica me ví obligado á quitar el útero y una par- te del recto. Bien sé que casos de esta especie son raros; pero ¿quién dirá al cirujano que no se le han de presentar? (1) Como quiera que sea, la cuestion de la ovariotomía aun no está resuelta, y es importante recoger con cuidado todos los hechos que se presenten. En Paris todavía no se cuenta con un solo buen resultado en los hospitales, donde se han practicado mas de treinta operaciones: en un caso cuya relacion daremos la enferma vivió seis semanas, sucumbiendo de peritonitis; prueba de que, para considerar á una enferma como curada, es necesario observarla despues bastante tiempo. Algunos ca- sos favorables han ocurrido en dicha ciudad en la práctica ci- vil, y referiremos uno que tenemos por cierto, habiendo visita- do expresamente á la operada (Me Ferrari). En Estrasbur- go, Mr. Koeberlé ha obtenido buen éxito cerca de diez veces en veinte operaciones; casi la mitad. ¿De qué dependen esas di- ferencias? Es probable que se trata de una cuestion de razas humanas, que todo lo domina; en Inglaterra la ovariotomía es favorable; tambien puede serlo en Alemania y Estrasburgo donde la raza es la misma; pero la raza resiste mas á los trau- matismos que la de los habitantes de Paris; y sin duda que la operacion, practicada en las negras, dará una gran proporcion de resultados prósperos. —Presentarómos ahora algunas obser- vaciones. (Continuará.) (1) El error de diagnóstico que consiste en tomar por un quiste del ovario un tumor implantado en el útero, ha permitido sin embargo salvar por la operacion á una enferma que de otro modo no hubiera sido sometida á ella. Una observacion de K«eberlé lo de- muestra perentoriamente.—LA REDACCION, $1 CORRESPONDENCIA:-— T'RATAMIENTO DE LA SÍFILIS SIN MERCURIO. — ACCION CURATIVA DEL AMONIACO EN EL TÉTANO.—LA ELEC- PRICIDAD APLICADA A LA ENFERMEDAD DE Br1GHT.—FÓRMO- LAS CONTRA LA COQUELUCHE Y LA BLENORRAGIA. Paris 15 de Junio de 186%. Desde el mes de Febrero en que dirigí 4 Vds. mi última car- ta (1) hasta la fecha presente, algunos hechos notables se han producido en el círculo científico de esta capital. Pero no to. dos han ofrecido el interes suficiente que les hiciera dignos de comunicarse á los lectores de esos “Anales”; por eso he aplaza- do mi correspondencia para el presente mes. I.—Entre los asuntos que mas han ocupado la atencion de una parte notable del cuerpo médico de esta ciudad, se señala la discusion entablada en la Sociedad imperial de Cirugía acer- ca del empleo del mercurio en el tratamiento de la sífilis. El Dr. Dolbeau fué quien promovió esta discusion por una me- moria que leyó en la Sociedad y cuyo objeto era demostrar que el mercurio léjos de ser un remedio contra la sífilis, debe considerarse como en extremo peligroso y nocivo en el trata- miento de esta enfermedad, la cual es con frecuencia curable por los medios simplemente higiénicos, y á veces por los tóni- cos y reconstituyentes. Segun el Dr. Dolbeau, la reputacion que ha gozado hasta aquí el mercurio como remedio específico dela sífilis, es inmerecida. Se comprende fácilmente la agita- cion que deb16 producir en los espíritus la nueva opinion sos- tenida por el Dr. Dolbeau, y así podrá explicarse el interes que debian despertar las sesiones de la Sociedad de cirugía du- rante algunos dias. En efecto, varios miembros de la docta compañía han tomado sucesivamente parte en la famosa dis- cusion, y aunque los Dres. Perrin y Després han sostenido con talento y un gran fervor la proposicion del Dr. Dolbeau, otros hombres muy competentes han defendido la antigua creencia de un modo satisfactorio, y á nuestro juicio concluyente. Los Sres.¿V erneuil, Depaul y Panas fueron los campeones de la doc- (1) Véanse Anales t, II pág, 403, T, 1y-—1]1 82 trina tradicional y á ellos se han agregado algunas autorida- des de aquellas que mas imponen, tales como Velpeau y otros. En los periódicos tambien han aparecido algunos artículos re- lativos á esta cuestion, y precisamente en la "Union Médica” de ayer se ha publicado una carta del Dr. Bonnafont (antiguo médico principal de los ejércitos), en la cual se sostiene la opi- nion contraria á la del Sr. Dolbeau. El Dr. Bonnafont, ha- ciendo un estudio retrospectivo de la cuestion, cita 4 Estanis- lao Mittié como siendo el primero queen 1782 se pronunciara abiertamente en contra del mercurio, que hacia ya mas de dos siglos se empleaba en el tratamiento de las enfermedades de la piel y en las sifilíticas; pero los esfuerzos de Mittié fueron in- fructuosos. Mas tarde, cuando la medicina fisiológica invadió todos los ramos de la patología, el inercurio volvió á encontrar otros adversarios mas temibles. El profesor Desruelles fué uno de los primeros que se levantaron contra el pretendido especí- fico, y durante largos años fueron tratados los individuos afec- tados de venéreo por los medios higiénicos y las sustancias ve- getales. El método del ilustre profesor de Val-de-Gráce fué adoptado por un gran número de médicos, particularmente en el extrangero; pero en Paris las convicciones no pudieron ser del todo destruidas. Entónces fué cuando el Dr. Bonnafont comen- z6 á emplear el método de Mr. Desruelles en el Hospital de Dey en Alger. La sala de venéreos de este hospital reunia unos 150 á 200 enfermos. Durante los primeros meses los resulta- dos obtenidos fueron en apariencia satisfactorios; pero despues se vieron las recidivas, que se hacian cada vez mas numerosas, y el entusiasmo del Dr. Bonnafont se trocó bien pronto en de- cepcion. Para fijar definitivamente su opinion acerca de a efi- cacia de ese método, el distinguido médico de Dey emprendió experimentos comparativos y sometió la mitad de sus enfer- mos al tratamiento antiflogístico y la otra mitad al uso del mercurio en píldoras, segun el método de Dupuytren, al cual asoció luego el ioduro de potasio. De este experimento resul. tó queen los enfermos de la segunda mitad la duracion del tratamiento y por lo tanto de la estancia del enfermo en el hos- pital, era de un cuarto ménos larga que en los primeros, y que las recidivas no alcanzaban la mitad de las que se producian 33 en los individuos sometidos á la medicacion antifiogística. El Dr. Bonnafont se convenció pues, de que el tratamiento espe- cífico tenia una accion realmente eficaz en las enfermedades si- filíticas, y que á él debia darse la preferencia. Excuso entrar en los detalles promovidos en el seno de la Sociedad imperial de Cirugía, por no dar demasiada exten- sion á esta carta; la importancia de la cuestion, que será sin du- da reconocida por los lectores de los “Anales”, despertará su- ficientemente el interes de estos para invitarles á tomar mas pormenores en los periódicos que han publicado las sesiones de esa Sociedad, y seguir atentamente la marcha de la expre- sada discusion. Nosotros procuraremos ponernos al corriente «dle los hechos que se produzcan respecto de ella, y comunica. remos oportunamente los resultados. I.—En uno de los periódicos científicos de esta capital se ha publicado recientemente una nota relativa á la accion cura- tiva del amoniaco en el tétano. Como esta afeccion es comun en la Isla de Cuba y ofrece tanta dificultad su curacion, no dejará de ser acogida con gran interes la presente noticia entre nuestros colegas de ese pais; y por tanto nos ha parecido con- veniente indicar algunos pormenores. El Dr. Mac-Auliff ha empleado en cuatro enfermos afecta- dos de esta temible néurosis el amoniaco al interior en dósis elevadas, y en los cuatro casos el éxito ha sido feliz. El Dr. Bertheau tambien ha obtenido un igual resultado en un tetá- nico tratado por el mismo método, Fundado en que los accidentes tetánicos se contienen á menu- do á beneficio de una abundante diaforesis espontánea, el céle- bre médico inglés pensó que auxiliando este esfuerzo de la na- turaleza por medio de un agente enérgico susceptible de pro- mover un fuerte sudor, se conseguiria el mismo resultado; y en este concepto prescribia una cucharada cada dos horas, (hasta cesacion de los accidentes), de la solucion siguiente: ¡NUM uvs tiara ld ta 500 gramos. Amoniaco líquido... ---- 15 gramos, AMIA 5 gramos, Meézclese. 84 En el caso de tétano espontáneo á que hace referencia el Dr. Bertheau, el amoniaco fué administrado á la dósis de ocho gra- mos en 400 gramos de vehículo en las veinte y cuatro horas y durante cinco dias consecutivos, y luego 5 gramos en las vein- te y cuatro horas durante otros ocho dias, es decir que el en- fermo tomó en el espacio de trece dias S0 gramos de amonia- co. Es de notarse que á partir del momento en que fué admi- nistrado este remedio, aparecieron abundantes sudores, y el estado tetánico, que permaneció estacionario durante cuatro dias, fué luego mejorándose progresivamente hasta la curacion completa. Es innegable que el resultado aquí se debió á la accion sudo- rífica del amoniaco, ¿pero quién puede asegurar que el opio, Ó la morfina, por ejemplo, usados en altas dósis no hubieran teni do el mismo éxito en este caso, puesto que ademas de favore- cer la diaforesis calman el espasmo y en este sentido son do- blemente eficaces? No es nuestra intencion poner en duda de un modo absoluto la acelon curativa del amoniaco en el tétano; pues creemos que cinco ejemplos de buen éxito en una enfer- medad que se considera generalmente como incurable, consti- tuye ya una proporcion digna de notarse; pero sí nos parece que conviene mostrarse muy reservado en el juicio definitivo que, respecto á la eficacia curativa de tal Ó cual sustancia, de- be pronunciarse. El autor de la nota á que hacemos referencia aquí, da una eran importancia á la eficacia de los sudoríficos en el trata- miento del tétano, y en apoyo de esta creencia cita la observa- cion de un niño de diez años, que hallándose en la convale- cencia de una fiebre tifoidea, fué atacado de tétano espontáneo, y que curó á beneficio del calor húmedo. El Dr. Brissy propu: so este medio que habia sido empleado con buen éxito por un médico de marina, el cual ponia sus enfermos en la sentina ó bodega del buque. El niño fué pues colocado en una habita- cion bien cerrada; una gran caldera y muchas otras vasijas ]le- nas de agua hirviendo se pusieron en diferentes ¡puntos del cuarto, y UN espeso vapor se esparcia en toda la habitacion. A las cinco Ó seis horas de hallarse el enfermo en esta atmósfera incómoda, todos los accidentes tetánicos se disiparon como por 85 encanto, y solo quedó un poco de dolor y de fatiga en los miem. bros. (Prensa méd. belga mo 51). El autor del artículo de que se trata aconseja, á fin de per- feccionar los medios capaces de asegurar esa derivacion saluda- ble, el uso de los baños de vapor, 6 del Vaporarivm experl- mentado ya en el Hótel-Dieu de Paris por el profesor Prous: Sean. HIL.—En la “Union médica” del 11 del actual se ha in- sertado tambien una nota tomada de la “Gaceta médica de Lisboa” referente á un caso de anasarca sintomática de una enfermedad de Bright, en el cual el Dr. Alvarenga obtuvo un éxito notable á beneficio de la electricidad. La enferma acusa- ba dolores en la region lumbar; las orinas eran raras y muy cargadas de albúmina. Entrada en el hospital del Vesterro el 25 de Abril de 1866, la enferma no fué tratada por la electri- cidad sino el 16 de Setiembre; hasta entónces los mil remedios usados habian sido infructuosos. Uno de los reóforos de la má- quina electro-magnética de Clark, cubierto de esponja, fué apli- cado en la region lumbar, miéntras que el otro recorria los di- versos puntos del abdómen.—Desde el 23 de Setiembre la enferma sintió algun alivio; la infiltracion se habia reabsorbi- do notablemente, las orinas se pusieron mas claras, ménos den- sas y ménos albuminosas, y cada dia mas abundantes- Así de 60 onzas el dia 23, se elevan á 85 el 24 y á 120 el 26. Pero, suspendida la aplicacion de la electricidad 'al día siguiente, las orinas vuelven á disminun; de 100 onzas, caen á 80 el dia 29,4 68 el 30 y 4 58 el 1.2 de Octubre, poniéndose cada vez mas densas, encendidas, alcalinas, dejando un gran depósito blancuzco y conteniendo mucha albúmina.—Aplicada de nue- vo la electricidad, la diuresis reaparece y con ella la mejoría que se presentó al principio. (El corazon habia vuelto á tomar su posicion normal, el vientre se hallaba bajo y blando, sin lí- quido, el hígado y él bazo voluminosos ) De suerte que, por tres veces, la agravacion y la mejoría coincidieron con la sus- pension y la aplicacion reiterada de la electricidad, demostrán- dose así de un modo perentorio la accion terapéutica y parti- cularmente diurética de este agente. No dudamos que seria samamente interesante el explicar el 86 modus operande de este medio, y que la resolucion de este pro- blema seria de gran importancia; pero á mas de creerla muy difícil, esa tarea nos llevaria demasiado léjos y nos obligaria á separarnos de nuestro objeto que es puramente el de indicar los hechos realizados. En el caso que nos ocupa, puede decirse que si difícil es 4 menudo determinar la causa de la infiltracion mas difícil es aun hacerla desaparecer. La electricidad ha po- dido destruiruna vez ese efecto; conviene saberlo para acudirá ella en los casos que nos parezcan prestarse á ese medio. Tal es la única reflexion que creemos deber hacer aquí. IV.—En calidad de postres, y para cerrar esta corresponden- cia puramente terapéutica, apuntaré aquí otros dos remedios —tambien empíricos— que recomiendan sus autores de un modo especial. El primero contra la coqueluche; el segundo contra la blenorragia. El Dr. Davreux dice haber curado, de 25 niños afectados de coqueluche, 14 en el espacio de pocos dias á beneficio de la pocion siguiente: Agua gomosan ito 2101200 gramos: Extracto de acónito napelo..-.-.-.- 5 centígrs. Mona: de laurel esreso iia 4 gramos. Jarabe de ipecacuaNa.--.----- «1. 30 gramos. Méxclese. Una cucharadita de hora en hora para los niños de la pri- mera edad; dos eucharaditas, en los que pasen de 3 años. El uso de este remedio deberá continuarse sin interrupcion ocho 6 diez dias. El Dr. Luc propone de preferencia á las inyecciones con el sub-nitrato de bismuto preconizadas por el Dr. Cossy, las in- yecciones amiláceas preparadas con el polvo impalpable de al. midon reducido á atol bastante claro para ser inyectado con agua 4 20” de calor. Empleadas en los casos de uretritis re- cientes y antiguas, estas inyecciones han dado excelentes resul- tados al Dr. Luc, y en tal proporcion que ya no usa otras. Hl profesor Michel de Estrasburgo, en su servicio especial de ve- néreos del hospital de esta ciudad, ha obtenido tambien los mejores efectos con las inyecciones amiláceas. La dósis es de cuatro por dia, despues que la irritacion local se ha calmado, 6 al principio en la uretritis indolente. 87 En una próxima ocasion nos proponemos dar á los lecto- res de los Anales de esa Academia un análisis sucinto de la interesante memoria que acaba de publicar el Dr. Pidoux con este título: “Fragmentos acerca de la neumonía, la hemoptisis y la fiebre de los tisicos, consideradas en sí mismas y en sus relaciones con las aguas minerales de Bownes. ”En este traba- jo se encuentran indicados particulares interesantes, de los cuales creo que tomarán gustosos conocimiento nuestros colegas paisanos.—Tambien les pondremos al corriente acerca de lo que se halle expuesto en el palacio del Campo de Marte refe- rente á la ciencia médica. Persuadidos de que nuestra comuni- cación merecerá algun aplauso de nuestros compañeros de la Habana, nos esforzaremos por hacernos acreedores á él. Sres. Directores de los Anales. J. Joaquin Muñoz. RzEaAL ACcADEMIA:--NOMBRAMIEN TOS.—-COMISIONES PERMANENTES. —En sesion celebrada por la Academia el dia 5 de Mayo del presente año, bajo la presidencia del Dr. D. Nicolas J. Gu- tierrez, se procedió al nombramiento de los Académicos que Aci desempeñar los cargos oficiales de la Corporacion du- rante el bienio de 1867 á 1869, quedando la mesa constituida del modo siguiente: Presidente.—Dr. D. Nicolas J. Gutierrez. Vice-Presidente.—Ldo. D. José Francisco Ruz. Secretario.—Dr. D. Antonio Mestre. Vice-Secretario.—Dr. D. Fernando Valdés y Aguirre. Censor—Dr. D. José de la Luz Hernandez. Tesorero.—Dr. D. Joaquin Fabian de Aenlle. Bibhiolecario.—D. Márcos de J. Melero. En consecuencia de lo cual se acordó que se participaran dichos nombramientos al Gobierno, segun lo previenen los Estatutos. —En la sesion pública ordinaria del 9 de Junio próximo pa- sado, quedaron constituidas las Comisiones permanentes de la Academia, por el tiempo arriba indicado, dela manera quesigue: Comision 1*—(Trabajos y estudios anatómicos y fisiológi- cos). —D. Fernando y D. Ambrosio Gonzalez del Valle, D, An- 88 tonio Diaz Albertini, D. Maximiliano Galan, D. Raimundo Castro, D. Joaquin Zayas, Comision 2*—( Patología y Anatomía patológica, Terapéu- tica y Farmacología).—D. Justino Valdés Castro, D. José Fran- cisco Ruz, D. Joaquin Lastres, D. Melchor Herman Aschen- brenner, D. Luis M* Cowley, D. Tomas Mateo Govantes, D. Juan Bruno Zayas Comision 3%—(Aguas minerales).—D. José Atanasio Val- dés, D. Juan Gualberto Havá, D. Joaquin Fabian de Aenlle, D. Fernando Valdés Aguirre, D. Manuel Fernandez de Castro, D. Antonio Mestre, D. Manuel de Várgas Machuca. Comision 4*—( Medicina legal 6 Higiene pública).—D. José de la Luz Hernandez, D. José Francisco Ruz, D. Antonio Cay- ro, D. Federico Galvez, D. Antonio Mestre, D. Gabriel María García, D. Luis de La-Calle, D. Juan B. Landeta, D. Fernando Valdés Aguirre, D. Guillermo Michelena, D. Ramon Luis Mi- randa, D. Flor M* de Hita, D. Maximiliano Galan, D. Juan G. los A po Comisión 5%—(Farmacia).—La Seccion correspondiente: D. Joaquin F. de Aenlle, D. Fernando Valdés y Aguirre, D. Joa- quin Lastres, D. Cayetano Aguilera, D. Ramon M* de Hita. Comision 6a—(Física y Química).—D. Cayetano Aguilera, D. Alvaro Reynoso (ausente), D. Márcos de J. Melero, D. An- drés Poey (ausente), D. José Francisco Ruz, D. Manuel de Várgas Machuca. Comision 1*—( Historia natural, Anatomía comparada, Greo- logía y Paleontología). —D. Manuei Fernandez de Castro, D. Federico Galvez, D. Márcos de J. Melero, D. Luis M* Cowley. —En la misma sesion se dió cuenta de que, verificadas las elecciones en el seno de la Comision de Medicina legal é Hi- giene pública, fué electo Presidente el Dr. D. Guillermo Mi- chelena, que desde la muerte del Sr. D. Jorge Ledo habia des: empeñado el cargo interinamente; y reelecto Secretario el Dr. D. Gabriel M* García. Segun publicamos en el tomo II de los Anales, pág. 59, por disposicion del Excmo. Sr. Gobernador Superior Civil se ha- llan exentos del servicio médico de semana los facultativos que forman parte de la Comision de Medicina legal, ANALES — RBD ACADEMIA DE CIBNCIAS MEDICAS, PISICAS Y NATURALES DE LA HABANA, REVISTA CIENTIFICA. AGOSTO DE 1867. ENFERMEDADES DE LOS CRIOLLOS. — EPIDEMIA DE 1865 DE FIEBRE AMARILLA Y REMITENTE BILIOSA EN EL PARTIDO DEL RECREO, JURISDICCIÓN DE CARDENAS;-—po” los Sres. D. Enrique Du- mont y D. Ramon Hlcid. (Datos del Dr. Elcid.) I—Miéntras que los trabajadores de los ingenios eran ata- cados de la Hinchazon, la poblacion del partido del Recreo se encontraba bajo una influencia epidémica de muy distinta na- turaleza, Veíase reinando: “1.9 la fiebre amarilla en los foras- teros no aclimatados; 2. la fiebre amarilla en los forasteros al parecer aclimatados por una dilatada permanencia; 3.9 la fiebre amarilla 4no dudarlo en los hijos del pais,en los criollos mismos; y 4.2 la fiebre remitente biliosa en los forasteros y los criollos al mismo tiempo,” á fines del estío, en el otoño y á seis leguas de Cárdenas, el puerto mas cercano, y víctimas tambien de una epidemia de fiebre amarilla mas violenta que de ordi- nario. FIEBRE AMARILLA EN LOs CrIoLLOS-—He aquí una asercion bastante nueva, que el presente trabajo tiene por objeto justi- T1y—12 90 ficar, y patentizar así que en el campo los mismos indígenas es- tán sometidos á las variaciones de su idiosincrasia como los forasteros en su aptitud para aprovecharse de la aclimatacion. Si alcanzamos nuestro objeto habremos de este modo subver. tido una conviccion tradicional: “que la aclimatacion es adqui- rida por los criollos tambien por trasmision hereditaria, que es invariablemente adquirida individualmente y en igual grado por todo criollo residente de fijo en los paises cálidos infecta- dos del vomito,” y que todos los criollos son iguales ya residan en el litoral ó bien permanezcan algunas leguas tierra adentro. Al mismo tiempo se encontrará confirmado este pensamiento verdadero y consolador de un “límite de la zona vomítica.” IL—Así se va pues á establecer una clasificacion justificada claramente esta vez y que hace mucho tiempo hemos ambicio- nado demostrar. “Hay criollos y criollos”; y este término gené- rico exige en su interpretacion epidemiológica una division: es- pecies y variedades. En Méjico ya hemos encontrado “criollos de la costa desa. fiando la fiebre amarilla, criollos de tierras frias” que al venir de los parages elevados sucumben de la fiebre amarilla con mas seguridad todavía que los forasteros que desembarcan; y por úl- timo, sobre todo, “criollos de tierras templadas” que pueden es- tar al abrigo de la fiebre, cuya aclimatacion parece asegurada, pero que no deben fiarse con abandono. De la misma manera, “en las Antillas mayores es necesario á lo ménos admitir la primera y última variedad de criollos:” á falta de ciudades importantes situadas en alturas como son Puebla, Méjico y tantas otras ciudades de América estableci- das en las Cordilleras, existen sin embargo en Santiago de Cu- ba alturas muy elevadas y cafetales bastante poblados para que los criollos que allí habitan reclamen en provecho suyo los beneficios de criollos de las alturas, si no fuesen demasiado fre- cuentes sus relaciones con la costa vecina. T!11.—Como en la historia de la epidemia de Colon, encon. tramos en el Recreo la eterna lucha entre las fiebres amarilla y remitente biliosa: “se esfuerzan por todas partes en restringir el dominio de la primera en provecho de la segunda.” El miedo y el interes encuentran su cálculo en estas restricciones; pero 91 la verdad sale al parecer perjudicada. La Junta Superior de Sanidad ha negado la posibilidad de la fiebre amarilla en la jurisdiccion de Colon; la historia de la epidemia del Recreo se propone combatir esta negacion, y he aquí los hechos obser- vados por nuestro compañero Elcid, del Recreo, cuya compe- tencia es incontestable, toda la vez que durante mucho tiempo asistió enfermos de fiebre amarilla en el Hospital militar de la Habana; y los individuos atacados de “fiebres de color ama: rillo” en el interior de las tierras de Cuba, vienen á apoyar las interpretaciones de la epidemia de Colon hechas por los médi- cos de esta jurisdiccion. “Hay epidemias de fiebre amarilla en el interior de la Isla y pueden invadir á individuos aclimatados.”— En el día la inter- pretacion es mas audaz todavía y agrega: “la fiebre amarilla del interior de Cuba y de las Antillas puede atacar á los criollos.” Todavía afirma mas al decir: —Será necesario en adelante cesar de hacer el diagnóstico diferencial de la fiebre amarilla y de la remitente biliosa diciendo; es un criollo, luego la fiebre amari- lla no hay que suponerla: al contrario, es necesario suponerla, admitirla. “Existe el vomito negro de los criollos.” IV.—Esta asercion está fundada en hechos que discutiremos; pero antes de probar que “la fiebre amarilla alcanza á los crio- llos, podemos asegurar que los criollos que van adonde hay fie- bre amarilla no se exponen impunemente.” Los criollos criados en los ingenios, al dejar el campo para visitar la Habana, Ma- tanzas, Cárdenas, pueden contraer la fiebre amarilla; luego mue: ren al instante Ó en su domicilio pocos dias despues de su re- greso. Pudiéramos citar ejemplos que se oyen contar en los campos, en gran número, á diferentes administradores: muchos habian perdido un pariente, un amigo, un operario que se habia aven- turado á pasar á las poblaciones de las costas de Cuba y sin embargo se trataba de criollos. Esta muerte inesperada venla de golpe á demostrar que la fiebre amarilla tiene límites mar- cados, si no establecidos por lo ménos apreciables para el estu- dio; y tambien “que los criollos” de la Habana, Matanzas y Cár- denas están mas aclimatados que los criollos de los campos con- tra la fiebre amarilla. 92 Si es necesario precisar los ejemplos, se pueden encontrar en el cementerio del Recreo, donde se verá que en el verano de 1862 murió una jóven de 15 años llamada Cármen Navarro, nacida en la jurisdiccion del Recreo, en el ingenio Concepcion, situado mas léjos de Cárdenas y de la costa que el mismo Re- creo, hácia la extremidad oriental de la jurisdicción y cerca del límite donde confina la jurisdiccion de Guamutas, segun se de- muestra por el exámen del plano anexo á este trabajo. Dicha jóven pasó á Cárdenas en lo mas fuerte del estío, es- tuvo algunos dias en fiestas y regresó al ingenio con todos los síntomas de la fiebre amarilla confirmada mas grave. Faltába- le al cuadro únicamente el vómito negro, pero fué reemplaza- do por una hemorragia uterina que la familia acogió como un augurio favorable y que vino á confirmar el diagnóstico y pre- saglar la muerte .. -- “El vómitonegro habia sido vaginal.” Es- ta eleccion de la hemorragia ofrece cierto valor para quitar al vómito su carácter y sus pretensiones respecto de la fiebre ama- rilla, y prueba que la hemorragia de esta enfermedad va dere- cho á lo mas fácil, á los tejidos cuya capa epitelial no opone una barrera, á los órganos cuyas tendencias fisiológicas son atraer las congestiones hemorrágicas. Si se dudara todavía de la similitud de esta hemorragia con el vómito estomacal, seria necesario decir que la fiebre fué per- fectamente continua, sin otra atenuación que la que condujo á la muerte al paciente; y la marcha rápida y todos los demas síntomas, lo mismo que la ineficacia de la quinina, han recha- zado el diagnóstico de fiebre remitente biliosa. La enfermedad de la jóven no fué trasmitida á ninguna otra persona, pero se podian citar todavía multitud de ejemplos análogos. El Sr. Elcid que debió asistir á la jóven criolla no vacila en declarar muy alto que se trataba de la fiebre amarilla cierta. V.—He aquí el órden de'hechos tales, como han sido obser- vados por nuestro distinguido compañero el Sr. Elcid. En una “primera serie” de hechos se colocan los “enfermos criollos” que han “muerto de la fiebre amarilla de los criollos.” Justifitare-- mos esta calificacion en el estudio diagnóstico delos síntomas. En una casa que hoy vemos todavía cerrada, abandonada por 8 93 los restos de la familia que la habitaba antes de la epidemia, y repudiada aun de todos los inquilinos que la creian infecta- da, el jefe de la familia y tres hijos suyos fueron atacados y murieron en el órden siguiente: dos sucumben inmediatamen- te; Ramon Medero, de 18 años de edad, el 26 de Setiembre al cabo de cinco dias de enfermedad; y Gavino Medero, de 22 años de edad, el mismo dia á los nueve. La tercera víctima fué el padre de dichos jóvenes D. Ramon Medero, de 52 años de edad, que murió el 28 de Setiembre al quinto dia de enferme- dad. La cuarta víctima fué eljóven Belen Medero, de 22 años, que murió el sétimo dia de su enfermedad, y el último de la familia el 1.2 de Octubre de 1865. La terminacion por la cu- racion no se observa jamas en estas clases de fiebre amarilla- Toda esta familia era enteramente criolla, jamas dejó el me- dio criollo y no buscó la enfermedad en ningun centro habita: do fuera del Recreo. Otros cuatro criollos vienen á colocarse aun en la misma se: rie: 1.2 Policarpo Rizo, muerto al cuarto dia, el S de Setiem- bre, y Francisco Rizo curado al sétimo dia; 2. 2 Gonzalez, dos hermanos, el primero cayó enfermo el 15 y murió á los cinco dias; el otro curó á los cinco dias solamente de enfermedad. En una “segunda serie de hechos” colocaremos los individuos que se asemejan mas á los criollos por su aclimatacion cierta, mas cierta que la de los criollos, pues que habian contraido la fiebre amarilla mucho despues de su llegada de Europa y an- tes de ser atacados de la epidemia del Récreo: queremos hablar de dos españoles. En estos dos europeos, Domingo Moriano, que moraba en el Recreo hacia cuatro años, y Juan Macías, de 35 años de edad, curados ambos, se observaron no los síntomas de la fie- bre amarilla, sino una serie de accesos muy marcados combati- dos con feliz resultado por la quinina y los polvos de Dower. El Sr. Elcid diagnostica dos casos de “fiebre remitente bi- liosa verdadera con íctero intenso.” Un punto de etiología interesante es que el español Domin- go Moriano habia asistido al joven Rizo que acabamos de co- locar en la primera serie de fiebres amarillas de los criollos- Los asistentes de dicho jóven habian sido numerosos y Moria- 94 no fué el único que cayó enfermo. De los dos hermanos Rizo, uno habia muerto, el otro curó; pero ambos habian presentado los mismos síntomas, la misma marcha continua, dc. “Es ne- cesario ver en el caso de Moriano un caso de fiebre amarilla de los criollos, que no puede ser fiebre amarilla en un español, porque él la habia contraido anteriormente.” ¿En vista de esto, un aclimatado expuesto á la fiebre amarilla modificaria sus ele- mentos en fiebre remitente biliosa? He aquí un parentesco en- tre la fiebre amarilla y la remitente biliosa que no sabríamos intentar sostener todavía. Pero si las premisas de nuestro silo- gismo son verdaderas, las consecuencias corren gran riesgo de adquirir algun fundamento, yla fiebre remitente vendrá una vez mas á acercarse á la fiebre amarilla, suministrando así un argu- mentonuevo á launidad en las enfermedades de amarillez. Hasta nueva ocasion dejaremos la separacion que hemos admitido, la distincion entre la fiebre amarilla y las fiebres remitentes b1- liosas, suponiendo que Domingo Moriano no contrajo su enfer- medad por trasmision emanada del jóven Rizo, sino por infec- cion adquirida en el manantial comun del mismo Recreo. Mo- riano cayó verdaderamente enfermo como los demas españo- les del Recreo que no han asistido enfermos. “En una tercera serie colocarémos los casos de fiebre amarilla legítima de los forasteros recien llegados” y que han sido ataca- dos en la misma epidemia del Recreo. Entre ellos es necesario citar un europeo llegado de España hacia poco tiempo, que vivia en el Hotel de Luis Prado donde estaba de sirviente. Fué el primer atacado de todos los enfer- mos del Recreo y al mismo tiempo que él el jóven criollo Poli- carpo Rizo, de 11 años de edad. No puede uno ménos que acercar las enfermedades de estos dos individuos pertenecientes ámbos á dos clases patológicas diferentes, el uno forastero y sin haber sufrido la influencia de la aclimatacion, y el otro criollo destinado al parecer á escapar á su misma influencia epidémica, y sin embargo ofreciendo los dos iguales síntomas, la misma fiebre continua, la misma de: presion del pulso, sin manifestarse mas que para anunciar en los dos casos el vómito negro acompañado solamente en el jo- ven forastero de placas petequiales en la piel. 95 Parece que el caso del criollo va á sostener una lucha mas larga contra esta fiebre amarilla: nada ofrece; ni la cualidad de presunto aclimatado, ni su mayor juventud, son bastantes á sal- varlo de una muerte mas rápida todavía que la del forastero: el criollo sucumbe á los cuatro dias y el español á los cinco. “La asimilacion de los criollos y de los forasteros no aclima- tados no puede ser mas evidente.” Otro europeo no aclimatado, vizcaino, que llevaba algunos meses en el pais, dependiente tambien de hotel en la morada de Mr. Juan Carole, y un tal Ignacio María Alduncin, de 18 á 20 años, cayeron enfermos y murieron á los cinco dias en la mis- ma época con todos los signos de la fiebre amarilla. Nadie en presencia de estos casos, declara nuestro compañero Elcid, ha- bria dudado de la existencia de la fiebre amarilla; nadie hubie- ra podido establecer una separacion entre los fenómenos pre- sentados por aquellos dos forasteros no aclimatados y los ca- ractéres de la enfermedad de los hermanos Rizo y de la familia Medero. | “Una cuarta serie de las enfermedades comprende á los crio- llos que ofrecen lossíntomas de una fiebre remitente biliosa” bien caracterizada y que viene á marchar paralelamente conlas espe- cies precedentes de fiebre amarilla como para confirmar mejor su existencia. Aquí se colocan las enfermedades de: D. Federico Lara, criollo, carpintero de 35 años, vecino an- tiguo del Recreo, en el cual se observaron vómitos biliosos pro- longados, un hígado voluminoso y doloroso, evacuaciones alvi- nas biliosas, pulso frecuente con remision cotidiana por la no- che sin apirexia completa, pero que coincidia con una mejoría de todos los síntomas generales. Ningun acceso franco, ninguna apirexia parecida á una cu- racion. Tratamiento eficaz por los evacuantes primeramente y en seguida por la quinina: curacion en 5 dias. La mujer de D. Federico Lara habia precedido á este en ca- ma con los mismos síntomas y fué curada en el mismo tiempo con el mismo tratamiento. En fin, para tener mejor el derecho de afirmar los diagnósti- cos precedentes, se presenta una “quinta serie” donde se encuen- ' 26 . tran reunidos todos los casos dudosos que ofrecieron síntomas mal acusados, pertenecientes á la vez á todas las enfermedades de color amarillo que atacan á los forasteros europeos: como un tal Vallejo atacado de íctero y de fiebre continua, pero curado en cuatro dias por un método puramente expectante; y atacan- do tambien á criollos, como un tal Roque Gargallo, que tuvo una fiebre bastante continua, que disminuyó progresivamente hasta la curacion en cuatro dias, igualmente con algunas ma- nifestaciones biliosas en la conjuntiva, si no sobre toda la piel, y una reaccion biliosa en las orinas: curacion obtenida por la expectacion. YVL—_La tradicion del Recreo señala en años anteriores, 1858 y 1862, dos epidemias semejantes á la de 1865 (1). “El Farma- céutico, los médicos de aquella época y la poblacion entera fué- ron unánimes en creer en el vómito negro” y en designarlo en voz alta con este nombre. Nosotros no invocarémos el apoyo de estas apreciaciones tan poco ciertas. Ya hemos hablado de una criolla, Navarro, muerta en esa época. En 1862, nuestro compañero Elcid fué testigo y actor de la epidemia, y ya la idea de fiebre amarilla de los criollos se habia como impuesto al diagnóstico y á las incertidumbres de nues- tro experimentado y concienzudo compañero. El debió asistir sucesivamente á criollos que presentaran todaslas señales de la fiebre amarilla desconocidas para un antiguo médico del Hos- pital militar de la Habana. Entre esos enfermos fué sobre todo sorprendido por la enfermedad de una hija de D, Juan Alfon- so, que tuvo íctero ligero con vómito negro, fiebre continua, y que se salvó sin la quinina, pero con el hierro. “Junto á estas fiebres amarillas de criollos vienen á colocarse casos incontestables é incontestados de fiebre amarilla” que ata- can “á los forasteros no aclimatados recien llegados.” Tal fué el caso deun enfermo llamado Faustino Alvarez, asturiano, sirvien- te de un almacen, de 15 años de edad, que vivió en Guanajayaba (Recreo). Nada faltaba en él para calificar el vómito negro es- ta vez mas verosímil é incontestablemente, pues que se trata- (1) Nuestro compañero no ha sido testigo de la primera que faé, dice el farmacénti- eo Medina, mucho mas grave que la de 1865. 97 ba de un forastero é inútilmente tratado por la quinina, aun- que se salvó. Por último, se han visto colocados entre estas especies fie- bres que atacan á los forasteros que llevan muchos años en la Isla, pero que ofrecen una enfermedad semejante en todo á las dos especies precedentes. Un tal Tortajada, policía, llegado habia seis años, curó á pe- sar del vómito borras de café y de antemano con todoslos signos de la fiebre amarilla. “Presentó sobre todo una hematuria in- teresante que vino á completar el vómito.” Ninguna remitencia en la fiebre. VIL—Hé aquí demasiadas epidemias, muchas víctimas, para una localidad despoblada ya y donde la poblacion está disemi- nada en una gran extension, donde difícilmente se encuentran “las causas.” Las comunicaciones con Cárdenas y con el Súcaro son fáciles y frecuentes; ellas “han permitido que mas de un ha- bitante del partido fuese á buscar la enfermedad en esas dos poblaciones, cuando no recibirla por el intermedio de los via- jeros.” Segun puede verse “en los mapas” una gran extension de la costa al Este de Cárdenas está cubierta de aguas que la tras- forman en vastos pantanos; y “como la brisa que sopla regular- mente del mar debe arrastrar consigo esos efluvios, se han in- clinado á considerar todas esas epidemias como de orígen pa-. lúdico,” pero la ineficacia de la quinina en mas de una serie justifica suficientemente una interpretacion etiológica diferen- te, á lo ménos en parte- Notemos con la mayor atencion que “esas epidemias del cam- po han coincidido con una energía mayor en las epidemias con- temporáneas de las fiebres de íctero de los centros populosos de las costas” y de allí la posibilidad de asimilarlas y considerar las epidemias del Recreo como propagaciones lejanas que se irradian de un foco mas intenso. “El período de la vida en que los pacientes han sido ataca- dos en mayor número no llega á la vejez, y este es uno de los caractéres distintivos de las epidemias de los paises cálidos, que siempre hemos visto respetar los ancianos mas todavía que á la tierna infancia,” como si para ser impresionado por un veneno T, 1y—18 98 aéreo una organizacion humana, tuviese necesidad bajo los tró- picos de la energía de reaccion y de la impresionabilidad que caracteriza la edad adulta; bajo los trópicos únicamente, pues que “vemos en Europa, en los asilos hospitalarios de los ancia- nos, al cólera diezmando esta poblacion pasajera.” El cementerio del Recreo ha sido acusado en 1865, pero no se hicieron las mismas acusaciones en 1858 ni en 1869; es ver- dad que las casas mas puestas á prueba fuéron las mas cerca: nas al cementerio, pero la marcha y el modo de propagacion de la epidemia son poco conciliables con esta interpretacion; porque las primeras casas atacadas estaban mas lejanas del ce- menterio que las que fuéron invadidas en último caso. Es mas probable que la epidemia se propagara del centro á la circun- ferencia y no de la circunferencia al centro si este hnbiese sido el cementerio. Es de notar muy particularmente que no tengamos una sola mujer que citar en la familia de Medero, en la familia Rizo, y que la única mujer de la epidemia de 1865 observada por el Sr. Elcid sea solamente atacada de una fiebre pi remiten- te biliosa bien caracterizada. Independientemente de las aguas estancadas que se notan en las costas, se puede y debe admitir que todas esas epidemias han coincidido con el depósito accidental de las aguas pluvia- les durante la estacion del estío. El terreno del partido del Recreo está compuesto de tierras coloradas muy porosas y bastante permeables. Es verdad que esta capa de tierra vegetal es por algunos puntos muy poco profunda y que prontoseencuentra una capa derocas calcáreas muy superficial para explicar como es que casi todos los pozos del Recreo no tienen mas de diez metros de hondo en su ma- yor profundidad. A las dos terceras partes de su extension el suelo está eleva- do con una ligera pendiente del $. al N. y sostenida por algu- nas puntas de rocas calcáreas que se reunen en dos puntos pa- ra formar colinas de poca extension con una tercera dirigida há- cia el N. donde se observa mas bien la tierra negra, mas imper- meabie que la colorada. Por último, en todo el litoral son tier- ras anegadas improductivas, 99 Los rios son numerosos, pero tan pequeños, tan pasajeros que solo merecen el nombre aquel en la estacion de las lluvias. Al. gunos nacen de los pantanos, otros los atraviesan para perder- se en el mar. El mas importante es el de San Anton que se distingue de los otros por el mayor número de pantanos que atraviesa. Los pantanos dignos de mencionarse son los de Guanajaya- bo que ocupan una extension de 625 metros y solo distan del Recreo una milla; los de Claudio Arce y de Miraflores al $, O., de 10 de 200 metros en largo y en aucho,.pero todos muy pro- fundos y bien sumergidos, de modo que forman verdaderamen- te otros tantos estanques. “Todas estas condiciones telúricas parecen acusar la natura- leza palúdea de las enfermedades epidémicas del partido;” pero sin negar que la fiebre amarilla puede desarrollarse donde ec- sistan pantanos y fiebres palúdeas, creemos tener el derecho de invocar nuestros anteriores estudios donde la presencia de los pantanos no ha excluido el desarrollo de la fiebre amarilla y la afirmacion de su naturaleza completamente distinta de las enfermedades palúdeas. La fiebre amarilla no necesita de in- fluencias cenagosas para desarrollarse, puede desarrollarse sin ellas. VIML.—Nos falta entre tanto sostener la interpretacion y el diagnóstico precedentes por el exámen crítico de los síntomas que han caracterizado la epidemia. “El pulso” merece el primer estudio, porque se atribuye con exageración una gran importancia á las oscilaciones del pulso, que puede presentar en la fiebre amarilla misma una verdade- ra serie de abatimientos y elevaciones, sin valor para afirmar la causa palúdea. Hay en el pulso de la fiebre amarilla mas le- gítima una regularidad que puede simular intermitencia de las enfermedades palúdeas remitentes; se puede notar en diversos momentos del dia en la fiebre amarilla mas legítima exagera- ciones en la frecuencia, seguidas repentinamente de una lenti- tud pasajera. Esta es una de esas manifestaciones atáxicas in- separables de las alteraciones profundas de la sangre, y como dicen los maestros en Semeiología circulatoria, se observa en- tónces una verdadera “locura del corazon,” no nacida nunca, 100 esta vez, de “alteracion de lossólidos, pero determinada poruna ataxia verdadera de los movimientos del corazon, ataxia inter- mitente como lo son todas.” Es pues el órden segun el cual se _encadenan esas ataxias del pulso el que es necesario observar, no siguiendo al enfermo mañana y noche, sino mediante exá- menes multiplicados en intervalos aproximados. A menudo las remisiones observadas por la mañana ó por la noche en la fie- bre amarilla examinadas en largos intervalos han sido inter- pretadas como remitencia. Se ha empleado desde entónces la quinina; y la curacion que ha podido hacerse por sí misma pa rece haber justificado la falsa interpretacion del pulso y de la naturaleza palúdea de la fiebre. El pulso de los enfermos clasificados en la primera serie, en la tercera fué examinado por nuestro celoso compañero con una abnegacion científica especial: á todas horas del dia y de la no- che el pulso de los criollos acusados de fiebre amarilla ha sido notado, reloj en mano. Con el fin de excluir la fiebre amarilla buscaba las variacio- nes del pulso, dejaba el lecho de un criollo para abordar el exá- men del pulso de un forastero no aclimatado acusado sin dis- puta, esta vez, de fiebre amarilla, y en los dos exámenes no se encontraba desde el principio hasta el fin de la enfermedad si- no irregularidades falsamente interpretadas algunas veces para constituir verdaderas remitencias. Despues de una medida de cien pulsaciones el pulso subia algunas veces, de repente, como pueden subir tanto de un golpe las palpitaciones de un cro- nómetro al cual se le hubiera roto la cuerda: así era, como aca- bamos de manifestarlo, el ejemplo de esa ataxia observada tan á menudo por nosotros y cuya interpretacion tan clara nos pa- rece. El verdadero abatimiento del pulso no se observaba sino al tercer dia. Si entónces viene una consulta, y el compañero que examina el pulso encontrara esta remision, juzga y concluye por la intermitencia quizá; pero que vuelva algunas horas despues y la materia negra vomitada le dará la verdadera significacion de esta pretendida remitencia. Despues de una serie de exámenes semejantes y de interpre- taciones tan concienzudas, es cuando nuestro compañero no ha temido aseverar que la epidemia de 1865 presentó verdaderos 101 casos de fiebre amarilla, clasificados segun el cuadro que nos: otros sostenemos aquí, y atacando seguramente á los mismos eriollos. “La coloracion amarilla de los enfermos” presentaba carac- téres distintivos importantes, y el Sr. Elcid ha señalado muy bien en sus registros “que el color de la piel de los criollos acu: sados de fiebre amarilla legítima era amarillo-pálido y no subido como en la fiebre llamada remitente-biliosa.” Este tinte aparecia muy tarde, del tercero al cuarto dia; es decir, que se distingui- rían difícilmente las dos enfermedades por la época del desar- rollo de los dos colores; pero en las deyecciones, su naturaleza venia á llenar este vacío. En efecto, las materias vomitadas por criollos acusados de fiebre amarilla eran al principio compues: tas de sustancias alimenticias y despues de bebidas. La apari- cion de los productos biliosos era tardía; del mismo modo el tubo digestivo presentaba caractéres especiales, la lengua no es- taba cubierta de costras amarillentas, sino que se conservaba blanca con los bordes de un rojo intenso. Las membranas cu- tánea y mucosas, en vez de cubrirse de depósitos de mucus y sudor, permanecian secas durante el primer período. El sabor que notaban los enfermos criollos no era amargo sino insípido y acompañado de sed ardiente. “Las evacuaciones no eran abundantes y de naturaleza biliosa, sino raras y mas bien reem- plazadas por la constipacion.” “Las hemorragias” aparecian al 3.9 Ó 4.9 dia, muy rara vez al 5.2, y siempre anunciadas por la depresion del pulso presa- giaban casi necesariamente la muerte. Las orinas han sido es- tudiadas atentamente en algunos casos mediante el fuego y el ácido nítrico, y en los criollos clasificados entre los individuos atacados de fiebre amarilla han presentado la reaccion album1- nosa. La marcha de la fiebre de los criollos fué bastante rápida, y hácia el 4. 2 dia, algunas veces el 5.9 y 6.% y mas á menudo el 8.2 á mas tardar, los enfermos calificados de fiebre amarilla de los criollos terminaban por la muerte. Esto no es decir que la terminacion favorable no se obtenia, pues el Sr. Elcid cuen- ta tres que habian tenido hemorragia por diferentes puntos y sobrevivieron. 102 En fin, “el tratamiento por la quinina, administrada á los crio- llos clasificados en la primera serie, no puede reclamar ninguna de esas curaciones y ha coincidido inútilmente con las termi- naciones mortales.” El hierro ha sido dichoso. ¿Es posible, en presencia de una exposicion tan formal de los hechos, comparar esas fiebres de los criollos de la epidemia de 1865 con las fiebres remitentes biliosas de los criollos ó de los aclimatados? ¿Hay una semejanza absoluta entre ese cuadro y el de la fiebre amarilla incontestable de los forasteros observa- dos en la misma epidemia y en el mismo lugar? Si se niega es- ta semejanza habria necesidad de resignarse á asimilar la fiebre amarilla mas pura á las fiebres remitentes biliosas, lo cual es imposible. | “Es preciso ya rebajar una parte de sus pretendidas víctimas criollas” á las fiebres biliosas; hay mucha distancia de esto á una asimilacion con la fiebre amarilla; al contrario “la separa- cion no está mejor establecida respecto de esta extension” mis- ma de la fiebre amarilla “á una clase de pretendidos aclimata- dos por derecho de nacimiento.” IX.—Veamos ahora como el estudio de estos hechos y sus conclusionescuadran con nuestros conocimientos y nuestras con- vicciones acerca de la existencia de un límite de la zona epidé- mica. Si los criollos pueden contraer la fiebre amarilla (y nues- tras convicciones están hoy ya robustecidas por las observacio- nes concienzudas de nuestro compañero) es prueba de que los habitantes del campo viven en un lugar mas puro que las cos- tas de los mares tropicales. “Los criollos de los campos no ten- drian la fiebre amarilla á algunas leguas del litoral si la zona que habitan tuviera el mismo grado de infeccion vomítica que la misma costa”. La diferencia está en proporcion de la vul. nerabilidad de los criollos. “Un forastero adquirirá con masse- guridad la fiebre amarilla que un criollo en el paraje en que los criollos la contraigan.” Fiebre amarilla contraida supone un envenenamiento agudo adquirido por el criollo en una locali- dad cuya atmósfera haya sido infectada de repente. El envenenamiento del criollo implica pues, por otra parte la idea de movilidad, de variacion anual de los límites de la zona epidéxnica, 103 Si la fiebre remitente biliosa naciese de la misma influencia miasmática ó de otra que la que da lo que queremos llamar “fiebre amarilla de los criollos,” esta encontraria sus razones de rareza, 6 mejor dicho de “exclusion, en la permanencia de la fie- bre remitente biliosa en el pais-” Pero la fiebre remitente bilio- sa es casi permanente en el Recreo, luego esta permanencia se- ria pues una razon mas para dudar que la epidemia de 1865 sea una misma cosa, tan rara respecto de la epidemia de fiebre remitente biliosa, tan constante y tan comun. He aquí pues la utilidad mas segura que se puede obtener, respecto de los europeos, del estudio que precede: “cada vez que el conjunto de síntomas que acabamos de trazar, se observe en los criollos separadamente ó reunidos en número suficiente pa- ra constituir una epidemia, se deberá decir: los europeos no en- contrarán en este punto de las tierras tropicales sino condicio- nes insuficientes, muy insuficientes” de seguridad de aclimata- cion. Deben pues ir mas léjos y “retirarse todo lo posible del litoral, por lo ménos en la estacion del estío.” “Los límites en efecto no varían solamente segun la intensi- dad variable de las influencias epidémicas, sino tambien con las condiciones estacionales.” Resulta sobre todo del estudio de las epidemias del Recreo “que los criollos de los campos pueden ser considerados como in- termediarios entre el forastero aclimatado y el criollo de las costas.” “Las enfermedades de los cubanos mas alejados de la costa serán pues útilmente consideradas como avisos indirec- tos al europeo,” y un tratado de patología de los criollos de Cuba y de los mares tropicales seria una recopilacion de los mejores preceptos que pudieran dedicarse á los europeos que quieren vivir bajo los trópicos fuera de los límites de la zona epidémica de la fiebre amarilla (1). Recreo y Mayo 4 de 1866. (1) Vénnse en las Sesiones de la Real Academia, año Vil, pág. 19 y 26, elextracto y las conclusiones de un informe redactado por el Sr. D. Justino Valdés Castro, que publica- rémos Íntegro en otro número de los Anales, 104 DiscursO ACERCA DE LA NATURALEZA DE LAS FIEBRES ESENCIA- LEs; por el Dr. D. Fuillermo Michelena. (SESION DEL 28 DE JuLio nr 1867.) Sr. Presidente, Sres.:—He dicho, y espero probarlo, que las fiebres no son sino los efectos de modificaciones ó cambios en la composicion de la sangre. El Sr. Dr. Ruz en su discurso de aniversario dice, declarándose en negacion absoluta de esa idea, que es una nebulosa de orígen remoto, comprendida en el humo. rismo de Galeno y que viene sin luz ni solucion traida por las oleadas del tiempo. No es extraño que los tiempos pasados hayan dejado á esta grande idea sin luz ni solucion. Esa idea en su orígen no fué ni pudo ser sino la simple induccion de espíritus pensadores la ciencia no tenia aun los medios para probarla; pero hoy ya no es una induccion, sino la deduccion de los hechos que ofrece la fisiología química y experimental. En lo de que esta idea esté comprendida en el humorismo de Galeno hay algunas inexactitudes: la primera es que el hu- morismo no es de (Galeno, pues existia desde Hipócrates; la se- gunda es que para Galeno la fiebre no era una enfermedad hu- moral ó de la sangre, sino el efecto de un calor contra-natural encendido en los espiritus, que él admitia en nuestra organiza: zacion. (De Savignac, pag. 69.) El Sr. Dr. Ruz, como muchos otros, cree que Galeno era hu- morista: pero como Galeno admitia enfermedades de los sólidos, de los líquidos y de los espíritus, lo mismo que Hipócrates, es evidente, en rigor lógico, que aunque ellos mismos se declara- sen humoristas no lo eran. En definitiva, ellos no tenian ni po- dian tener un sistema racional, sino un sistema de ideas incohe- rentes, sacadas de hechos sin conexion, pues la luz de la fisio- logía no existiendo aun, no podia aclarar las oscuridades de la patología. | El microscopio y la química, que no han formalizado la apli- cacion á la medicina sino despues de pocos años, y la fisiología ¿105 experimental, casi enteramente nueva y limitada á Bernard y algunos otros, principian apénas á descubrir los fundamentos de las leyes generales de la Fisiología y de la Patología. Cuando Galeno, que nació 128 años despues de Cristo, los sistemas médicos debian fundarse en puras congeturas: la quí- mica estuvo en su estado embrionario de alquimia hasta el si- glo VI (Nysten Dicc?) ocupada solo en formar oro y en bus- car un remedio universal; y la anatomía estaba tan atrasada, que no fué sino en 1619 que Guillermo Harvey descubrió la circulacion de la sangre, y en 1540 que la preocupacion consin- tió la diseccion de cadáveres humanos en los anfiteatros, en los cuales Andres Vesalio destruyó los errores de ese mismo (Ga- leno, venerados durante trece siglos. (De Savignac, pág. 73.) La ciencia médica no tenia entónces datos suficientes para fundar sus dogmas, sus principios y Sus leyes generales, y por eso Eno y Galeno que quisieron O sistemas, an- ticiparon las conclusiones á las premisas, “y aunque se llamaron humoristas unas veces y otras naturistas, duc. duc., no fuéron en realidad nada, pues nada de ¿so podian ser estableciendo, como lo hacian, enfermedades de los sólidos, de los líquidos y de los espíritus. Ellos representaron la infancia de la ciencia, en la cual por desgracia casi estamos todavía; pero solo por la terquedad de la preocupacion, pues sobran hechos y razones para fundar un dogma racional, una teoría patológica natural y fecunda en ex- plicaciones y en aplicaciones prácticas, Curar sin conocer la naturaleza de lo que se cura es eviden- temente irracional é imposible. Y buscar la naturaleza de las enfermedades en esa oscura quimera que llaman vitalidad es, ni mas ni ménos, como buscar en un cuarto oscuro una cosa que no existe en él. Condenar el estudio de la naturaleza de las enfermedades y sobre todo de las fiebres, tan destructoras é insidiosas, es negar el gran poder de la razon humana, es cerrar la puerta al pro- greso de nuestra ciencia, es apagar la luz creyendo guiarse me- jor á oscuras, es botar la brújula en mares desconocidos. Miéntras la ciencia médica no establezca como su axioma fun- damental, que todo síntoma de enfermedad no es sino la anor- T, 1y—14 106 malidad de una funcion, y que esa anormalidad funcional no es sino el efecto de una anormalidad orgánica; —miéntras tanto todo progreso es imposible, porque la causa y naturaleza de las enfermedades permanecerá desconocida, y por supuesto la terapóutica será mas ó ménos empírica y la medicina no ten- drá títulos legítimos para llamarse ciencia. El Sr. Dr. Ruz, despues de llamar nebulosa la cuestion de cuál es la naturaleza de las fiebres, dice que “eso pertenece á la parte especulativa y tenebrosa de la ciencia; que eso está fuera de los límites positivos de nuestros actuales medios de ex- ploracion; que esas discusiones agotan y postran las fuerzas, y que miéntras no tengamos nuevos datos con que resolverlas se pierde lastimosameute el tiempo.” (1) | Atendiendo solo al interés de la cuestion y ála especial de: ferencia que profeso al Sr. Dr. Ruz por sus distinguidos mérl- tos, excuso el hecho, no muy explicable, de que, al mismo tiem- po que dice que la cuestion principia ahora, anticipe en público esa sentencia deprimente contra la cuestion, diciendo que ella solo sirve para lucir los vuelos de la fantasía y los recur- sos del talento. Léjos ya, lo que siento, de la edad de la fantasía, y siendo desde mi juventud tan decidido enemigo de todo lo ficticio é incomprensible, como decidido amigo de la clara razon natural, no he empleado nunca los recursos de mi inteligencia, cuales- quiera que ellos sean, sino en descubrir la verdad positiva de las cosas, tanto en medicina como en todo aquello en que he tenidoque formarme una opinion propia, una creencia cualquiera. Deseaba vivamente desdejóven encontrarme en el seno de una Academia, compuesta de hombresilustres y laboriosos, don- de satisfacer mis deseos de aprender. En ésta nada me queda que desear: los pocos miembros que la frecuentan, compitiendo en modestia y en saber producen, con sus trabajos, toda la luz necesaria para ilustrar á un hombre y para que éste se enorgu- llezca del puesto que le dan en ella. Por eso mees tan sensible que el Sr. Dr. Ruz diga que en esa cuestion se pierde lastimosamente el tiempo, olvidando sin du- (1) Anales, tomo IV. pág. 19. 107 da que yo dije y repetí muchas veces, que no proponía esa cues- tion sino únicamente para reanimar el espíritu tal vez cansado de esos pocos trabajadores, y ver si algunos dignos miembros que han abandonado esta Academia, volvian, atraidos por esa cuestion, á ofrecernos los frutos de sus talentos. Allanzarme solo á sostener una opinion contra todos, aunque seguro de su verdad, hacia un sacrificio á la Academia, estéril por lo ménos para mí; pero si hubiera temido que se dijese que esa cuestion le quitaba lastimosamente el tiempo, la habria re- tirado, pues cabalmente mi único objeto era que la Academia llenase su tiempo enalgo tan esencialmente útil, que bien pue- de decirse que la indicacion médica que no se funda en el co- nocimiento de la naturaleza de la enfermedad, es en rigor pu- ramente empírica.—Yo apelo en mi justa queja, no al público, ni aun á la Academia, sino á la propia razon del ilustrado jó- ven Ruz. Entremos en materia. El Sr. Dr. Kuz dice: “sostiene el Dr. Michelena que todas las fiebres esenciales son efecto de una alteracion especial de la sangre, no definida ni demostrada por nuestros medios groseros de investigacion; pero sí lógicamente deducida del estudio severo de los hechos. El que tiene la honra de dirigiros la palabra se colocó frente á frente para combatir la doctrina proclamada.” Mi proposicion es esta: “Las fiebres no son sino los efectos de modificaciones 6 cambios en la composicion de la sangre.” Y co- mo de ella se deduce, yo niego en absoluto la existencia de las supuestas fiebres esenciales, y por supuesto no pude formu- lar mi idea como él dice; pero esto no pasa sin duda de un er- ror involuntario y sin importancia. ¿Pero no podria acaso deducirse de esa frase que el Sr. Dr. Ruz cree que hay enfermedades esenciales y que las fiebres son enfermedades de la vitalidad, y tanto mas cuanto que en el mismo parágrafo dice que no pueden explicarse ni por el so- lídismo ni por el humorismo? Al combatir el Sr- Dr. Ruz esta teoría de las fiebres, es, ú porque cree que otra es la teoría verdadera, en cuyo caso la discusion es necesaria; Ó porque cree que el conocimiento de la naturaleza de las fiebres es inútil en la ciencia y en la prác- 108 tica, lo que es imposible en un hombre de su capacidad; ó por- que cree que ese conocimiento está en absoluto fuera del al. cance humano, y eso seria matar las esperanzas de la ciencia y de la vida; ó es en fin porque cree, como lo dice, que el co- nocimiento de las fiebres pertenece á la parte tenebrosa de la ciencia y que está fuera del alcance de los actuales medios de exploracion. Sies esto último, solo diré que es sensible que su jóven y valiente inteligencia se acobarde ante la parte tene- brosa de la ciencia, que es la que esconde sus grandes leyes, y que ya hoy muchos han penetrado en esas oscuridades, por- que existen ya luces bastantes para distinguir una gran ley, sin la cual tanto la ciencia médica como la práctica carecen de fundamento. Esa gran ley es ésta. Todo síntoma de enfermedad no es si- no la anormalidad de una funcion; y esa anormalidad funcio- nal no es sino el efecto de una anormalidad orgánica que es preciso buscar. Jamas un cuerpo ni un átomo de la creacion toda, ni en su actividad ordinaria ni en sus mas espantosas convulsiones, han salido de las leyes de su organizacion; ni jamas tampoco un solo acto fisiológico Ó patológico ha salido de las leyes de nues- tra organizacion- Esa vitalidad y esas supuestas fuerzas sin materia, que dicen que se enferman, y que hacen buscar la en- fermedad fuera de la organizacion, esas quimeras son las que han ofuscado el espíritu y las que han sumido á la verdad médica en ese abismo tenebroso que creen algunos insondable. Dejaos de enfermedades vitales, de enfermedades dinámicas, no busqueis sino enfermedades orgánicas, y vereis como la ra- zon y la experimentacion pueden hoy ya fundar la teoría natu- ral de las fiebres y de las otras enfermedades. Sostendré mi tésis sin temor de que se postren mis fuerzas, haré ver que su verdad no está fuera de los límites de la ra- zon y de los datos que ya hoy ofrece la ciencia, y sobre todo haré ver que la práctica sin teorías y sin principios, fundada solo en el estudio empírico de los hechos, es dificil y peligro- sa, porque sin una clave o ley general cada caso es nuevo por sus variantes y no puede explicarse por los anteriores, y esté- ril para la enseñanza y para el progreso, porque las ciencias 109 no adelantan sino por el conocimiento de sus leyes gene- rales. Pues que se desconfía de is luz de la razon y que se cree que deben abandonarse las teorías y atenerse solo á los hechos, apelemos al juicio de grandes autoridades que, fundándose en * esos mismos hechos, establecen que la ciencia patológica solo sigue las leyes de nuestra organizacion, y que la enfermedad no es, como pretenden, una cosa que está fuera de las leyes de la naturaleza. Mr. de Savignac (Principios de Doctrina, págs. 65) dice así: “El queria, como Hipócrates, elevar la medicina á la dignidad de ciencia, porque toda ciencia tiene principios ó ella no existe, y estos principios se colocan á la cabeza de la ciencia, Ó al fin entre sus corolarios. Las nociones científicas han venido gradualmente traidas por sensaciones y por el aná- lisis; pero si por una generalización no puede sacarse un prin- cipio, la ciencia no tendrá razon de ser: suponerla seria un contrasentido. La simple lógica verbal prueba la necesidad de un principio. Vdes. ven todas las ciencias constituidas y reco- nocidas tales: todas ellas parten de principios. Remontando la corriente de las doctrinas, os encontrareis dos mil años atras, cara á cara con los frígidos sectarios de la escuela empírica: no hallareis en ella principios sino reglas, no hallareis una cien- cia sino un arte.” No cito aquí lo que el Dicc” de Nysten, de 1865, dice sobre la práctica médica sin doctrina alguna, porque emplea un len- guage demasiado fuerte que creo inoportuno. No hay para qué aglomerar citaciones: es de simple razon que sin doctrina y sin principios no hay ciencia posible, y hoy no hay un solo escritor médico que no establezca como una necesidad de nuestra cien- cia el que se fuerze la experimentacion, como dice Claudio Ber- nard, para reunir hechos ó fenómenos y formar por induccion leyes de las cuales se deduzca lógicamente el modo de hacer nuevos experimentos y obtener nuevos ROEbos. (Fisiología ex- perimental, 1855). Dos modos hay de avistar las ciencias: uno es contentándo- se con lo hecho, bueno ó malo, y gozando tranquilamente las conquistas del pasado; y otro es emprendiendo el llenar los vacíos de la ciencia y el corregir sus imperfecciones. Sé bien 110 que los hechos bien observados son lo único que hay de posi- tivo y fijo; pero tambien creo que esos hechos son inútiles, si de ellos no se deduce la ley de los dé su especie. Tambien sé que los principios y las teorías son abstracciones, cosas de pura ra- zon, y por supuesto controvertibles, oscuras á veces, y no siem- pre al alcance de todos. -Las leyes biológicas, tanto fisiológicas como patológicas son, por la gran complicidad de la organizacion, muy reacias á la experimentacion: pero tal es la necesidad que el espíritu sien- * te de ellas, que, buenas Ó malas las que existen, no hay un so- lo práctico que no se funde en una cualquiera para establecer sus indicaciones. ¿Y por qué pues, si esimposible practicar sin teorías y sin principios, se dice que se pierde lastimosamente el tiempo dilucidando la cuestion de saber cual es la verdadera teoría de las fiebres? Es extraño y sensible que un jóven tan inteligente y tan ávi- do de saber como el Dr. Ruz, condene la discusion sobre la na- turaleza de-las enfermedades, es decir. sobre qué es loque se cura, sin cuyo conocimiento es imposible que el práctico establezca una indicacion racional. El que no conoce el estado orgánico que causa una fiebre, por ejemplo, tiene por fuerza, digan lo que dije- ren, querecetar á ciegas. Cuando se conozva que los fenómenos ce- rebrales, nerviosos y otros, no son sino efectos de un cambio en la sangre, que es la verdadera y única causa de la fiebre, ¿qué se dirá de los remedios que se usan contra esos síntomas y que nada pueden hacer, porque no obran sobre la verdadera causa de ellos, que es el cambio de la sangre? Entónces no se tratará sino de eliminar el principio morbífico 6 de reconstituir la san- gre. La observacion clínica, sin brújula, sin ley general, suplirá sin duda y por fuerza, miéntras la ciencia de curar no resuelva la incógnita, el gran desideratum, que es saber qué es la en- fermedad, qué es lo quese cura. Los vitalistas, los que suponen una fuerza extraña á la organizacion, que la dirige, y que es esa fuerza la que se enferma, como esa fuerza está fuera de toda ob- servacion, ellos forjan la ciencia y sus teorías al libre capricho. Como su vitalidad no se puede disecar, ni someter al micros- copio ni á la química, ni á la experimentacion fisiológica, ellos, 111 fuera de la razon, fabrican su sistema con pura imaginacion, y no es sino para mas probar la falta de lógica que hacen autop- sias, y que hablan de microscopio y de química. Y es ese sue- no el que se ha sustituido, en la larga infancia de nuestra cien- cia, á la idea de que toda enfermedad, que no se expresa sino por la alteracion de una funcion, no es ni puede ser sino efecto de una alteracion en el órgano que produce esa funcion, que es lo que se deduce de la observacion de los hechos y de las leyes generales de la naturaleza. La idea del alma y de la in- mortalidad nada tienen que hacer con las enfermedades, pues que lo que se dice es que la organizacion es la que se enferma y no la vitalidad como pretenden los vitalistas. Veamos lo que sobre esto dice Cárlos Robin en la introduc- cion de su obra sobre los humores en 1867. “Las cuestiones que se refieren al estado en el cual se hallan, en el seno de los hu- mores, los principios que los componen, y las que se refieren á la correlacion de los líquidos con los sólidos, permanecen in- solubles, miéntras el espíritu no se ha fijado sobre la nocion de organizacion, sobre la naturaleza de la materia, fuera de la cual jamas se ha visto un solo acto de órden orgánico; porque segun la expresion de Cuvier, la vida supone el ser organizado, como el atributo supone el sujeto.—Pues que no existen, pues que no podrian existir fuerzas vitales, ó mas bien propiedades vita- les independientes de la materia organizada, por encima de ella 6 al lado de ella, nada es mas importante en fisiología y en patología, que saber lo que caracteriza esta materia, esté ella ó no dotada de formas elementales especiales. Las pro- piedades que le son inherentes son inconcebibles fuera de esa sustancia. Por consiguiente, estudiarlas sin conocer esa sus- tancia, no puede conducir, y no conduce en efecto, sino. á re- sultados ilusorios. Pues sin embargo, salvo raras excepciones, estas nociones fundamentales, sin las cuales no hay sino ilusion y confusion en la ciencia, son lo que ménos se ha estudiado.” Mas adelante Robin, despues de citar á Blainville y Chevreul que definen como él la organizacion, dice: “Hay mas de una la- guna que llenar en cuanto á las leyes segun las cuales se cum- ple esta asociacion de los principios inmediatos; pero estas la- gunas no dependen enteramente de los anatómicos; dependen 112 de que la química nos deja ignorar aun lo que son estas sus- tancias coagulables como compuestos químicos, su constitucion molecular y las funciones químicas que desempeñan.” Se refie- re á la sustancia coagulable de la sangre. En la pág. 29 de la introduccion dice: “La interpretacion de todos los fenómenos complexos normales y mórbidos que el ani- mal presenta á cada instante, reposa sobre el conocimiento de las leyes de la pesantez, de la luz, de la electricidad y de las afinidades químicas; todas propiedades elementales de la mate- ria bruta. Hay sin embargo investigadores que tratan de evitar el estudio de las propiedades elementales de la materia orga- nizada, para sustituirle por fáciles pero vanas hipótesis, porque creen imposible la determinacion precisa de las leyes de aque- llas propiedades;—y por una ilusion mas peligrosa aun, sl es posible, dicen que el conocimiento de esas propiedades es inú- til y de pura curiosidad, cuando ese conocimiento es para el na- turalista lo que los principios de física para el ingeniero, es decir, difíciles de adquirir, pero indispensables en la práctica del arte. La ignorancia de estas causas ha hecho que imaginen la fuerza vital, la fuerza medicatriz y una fuerza morbífica in- terior. Es un hecho capital: cada propiedad de órden vital tie- ne por condicion de existencia una Ó muchas propiedades de órden físico Ó químico, que si se modifican causan una modi- ficación proporcional de la propiedad de órden vital. (Pág. 30.) No es sino para suplir la ignorancia en este punto, que se ha imaginado esa fuerza vital independiente de la sustancia orga- nizada. Verémos pronto que esas quimeras no pueden resistir un solo instante al análisis fisiológico” Para todo esto el ilustre químico Robin entra en detalles analíticos, inoportunos aquí por ser muy extensos, y que V. $. $. podeis consultar. Solo he querido hacer ver que grandes maes- tros, autoridades que pesan mucho en la ciencia de hoy, pien- san como yo fundándose en hechos. Enlapág. 41 dice Robin en su introduccion: —“Es difícil com prender la razon que los fisiologistas han tenido para no con- siderar la clasificacion de los atributos dinámicos de la materia organizada, tal como la bosquejaron Bufton y Blainville y co- mo la ha formulado mas perfectamente A. Comte. Hemos di- 115 cho que esas propiedades son inmanentes á la sustancia orga- nizada, y quien dice inmanente, dice inseparable y por conse: cuencia del dominio de la observacion y de la experiencia. Esas propiedades están ahí, y no tienen nada de oculto ni de meta- físico.” No es pues que los problemas fisiológicos y patológicos es- tén fuera de los límites de nuestros medios de exploracion, es sí que para estudiar un problema y encontrar sus leyes se ne- cesita un gran trabajo de meditacion ó de experimentacion, y es mas cómodo explicarlo todo por una vitalidad, fuerza qui- mérica que estando fuera de la razon y de la naturaleza, deja á la imaginacion en plena libertad. En la pág. 44 dice Robin: —“El hombre, haciendo parte con los otros seres organizados de las capas superficiales del globo, las leyes que rigen los fenómenos del órden biológico, desde las de la nutricion hasta las de la inervacion y de la reunion de los hombres en grupos sociales, no tienen nada de contradictorio con los fenómenos generales del órden cosmológico.” Esto mismo lo he dicho yo en esta otra forma. El Creador, que todolo hahechocon un plan, ha dado á cada cuerpo una organi- zacion y una ley para que desempeñe la funcion á que está des- tinado, y el hombre tiene tambien y por fuerza su organizacion y la ley de esa organizacion, y existe tambien por necesidad una ley general para las relaciones de las propiedades y leyes or- gánicas de todos los cuerpos entre sí, que es la que sostiene la actividad del universo. Si lesgran ley que rige nuestra organi- zacion y nuestra vida no está formulada, al ménos es eviden- te que solo puede hallarse estudiando nuestra organizacion, y buscar fuera de ésta la explicacion de la salud y de las enfer- medades, es encadenar la ciencia y reducirla al estado de fábu- la. No se pierde pues el tiempo cuando se busca en la organi- zacion el cambio ó alteracion que causa las fiebres y las otras enfermedades. Se dice que la razon no alcanza: ¿cómo ha de al. canzar cuando se desconfía de ella y no se emplea ó se emplea en buscar una cosa queno existe? La lógica analítica, cuando se cultiva, es tan convincente como la lógica matemática, que no es poderosa sino porque ya posee la ley de la cantidad. Enla pág. 60 de la introduccion, Robin dice: —“Nada mas im- T, 1Iv—15 114 portante para el estudio de la patogenia que el conocimiento exacto del lazo que existe entre la sangre y los tejidos y en- tre la sangre y las influencias exteriores. De ahí la fácil trasmi- sion á la sangre de las alteraciones de los medios que nos ro- dean, y la trasmision de estas alteraciones de la sangre, á los tejidos y á los líquidos excretados. Los datos precedentes hoy fi- jados ya por la observacion y por la experiencia, nos prueban que las cuestiones de patogenia, que han tratado de resolver las hipótesis del humorismo, se ligan de hecho al conocimiento de la composicion de la sangre de una parte y al de la nutricion de otra. Las cuestiones que tocan al estado de las secreciones y exereciones no son sino consecuencias de las primeras. El conocimiento de la realidad reduce de mas en mas el campo de las hipótesis; porque el análisis de los hechos relati- vos á la constitucion y orígen delos líquidos de la economía, ha- ciéndonos conocer de mas en mas las causas de sus propiedades de órden físico, químico y orgánico, no deja asidero á la inter- vencion de entidades que se suponia venian á traerle tales ó cuales propiedades; y no lo deja tampoco á la idea de cualida- des ocultas que se les atribula.” | Dice en la pág. 62:—“En los análisis químicos de la primer mitad de este siglo no se ocupaban de las diferencias anatómi- cas y fisiológicas entre las secreciones y los humores constitu- yentes como la sangre y la linfa; —y ménos aun se trataba de las modificaciones isoméricas de los principios de tercer clase Ó coa- gulables, que tienen lugar en el seno mismo de esos líquidos. Y esta nocion nueva es la que ha dado las primeras indicacio- nes reales que ha poseido la ciencia sobre los modos de trasmi- sion de las alteraciones de los medios exteriores á la sangre y de esta á los sólidos (y ademas sobre la naturaleza de la viru- lencia de la sangre y de las secreciones, y sobre las causas de la ausencia de virulencia en las excreciones. )” ln la pág. 26 de su primer leccion sobre los humores dice: “Gracias á las relaciones moleculares incesantes y fáciles de los plasmas de la sangre con el exterior, gracias á los cambios enér- gicos que se operan entre el plasma y el exterior, las materias miasmáticas pueden ser introducidas en el plasma de la sangre, y como en este plasma las sustancias coagulables predominan, 115 y que estas sustancias coagulables son susceptibles de alterar- se con una gran facilidad, sin cambiar de composicion elemen- tal, es decir isoméricamente, ellas trasmiten el mismo órden de alteracion á los elementos anatómicos sólidos musculares, ner- viosos, glandulares, óseos, cartilaginosos, duc., elementos en re- lacion á los cuales los plasmas hacen el papel de medio, y con los cuales ellos hacen un cambio incesante de principios. De aquí resulta que desde queel plasma está así modificado, el con- junto de los tejidos puede ser alterado al cabo de algunas ho- ras. Esta alteracion puede ser tal que la muerte sinc dado: he aquí el mio, pues. Vengo al sagrado recinto de Ciencia, cargado con el fardo de mis propias experiencias, cual incansable viagero que en pe- nosas excursiones ya le asalta la duda, ya lo abruman los des- engaños. Las amarguras que he pasado en mi peregrinacion datan desde mi aprendizage médico. Antes de ahora, en vano me he afanado buscando el árbol que me diera sombra, á mí que venia rendido de cansancio y sediento de ciencia. Por fin lo encontré. Esta Real Academia simboliza el árbol de la cien- cia y de la fé, porque aquí hay creencias, y veo bajo su espeso follage otros peregrinos como yo. He llegado tarde, lo confie- so, y tal vez os canse el relato de mi historia; pero vuestra be- névola atencion me dirá lo contrario, si así no fuere. Los que T. 1V-—36 276 ' ántes han hablado, no dejaron nada que desear en sus precio- sos escritos. ll mio, por el contrario, es, pobre carece de un es- tilo sublime; pero si os remitis á su fondo encontrareis deduc- ciones sacadas de los hechos que he presenciado: es pues el eco de mi práctica. Debo manifestar tambien, que cuando me inscribí en el número de los que pidieron la palabra para im- pugnar la Memoria que sobre la fiebre amarilla leyó nuestro digno Presidente, no lo hice con el ánimo de hablar alto para hacerme oir, ni ménos dar pruebas de profundo saber. No. En ese momento sentí que se difundia en mis venas el fuego sagrado del entusiasmo y confieso que perdí la conciencia de mi debilidad intelectual; me incorporé tambien para estudiar tan importante cuestion, porque es de tal valor para esta Cor- poracion, cuanto que en ella se interesan la suerte y la exis- tencia de todo aquel que viene á residir entre nosotros. Y tan es así, que si evocais los recuerdos de otros tiempos, vereis á casi todas las instituciones científicas, á cual mas interesadas, expidiendo de su seno sabios, que diseminados por todos los puntos del orbe donde se presentara tan cruel azote, seguian paso á paso todas sus evoluciones sin temor á la muerte, 4 quien -tambien interrogaban, tornando despues á aquellos focos de ciencias cargados con los materiales de sus observaciones, pre- sentando el sacrificio á la faz del mundo en sus escritos 1n- mortales. Si tan ilustres varones interesados por la humanidad rindie- ron culto en el altar de la Ciencia ¿habríamos nosotros de mi * rar con culpable indiferencia tan importantísima cuestion? No; porque el ilustrado Presidente que rige los destinos de esta Academia, ha sido el primero que nos ha dado el ejemplo con- sienándonos un trabajo reconocido como don precioso, porque no es tan solamente una manifestacion de cariño, sí que tam- bien la ratificacion de la promesa que nos hizo al constituirse entre nosotros. Ese trabajo es el fruto de las observaciones recogidas en el transcurso desu vida médica, es un manantial fecundo de emu- lacion; y suficientes testigos de esta verdad son los señores, que ántes que yo, en la lid aparecieron. El llamamiento que ha dirigido al instituto es de un valor sin tasa: vale por su na- 277 turaleza, vale por su trascendencia, vale por ser la base del edificio en que intervienen muchos Sbrahos; y que á no dudar- lo, ni los rendirán las fatigas que en el Mole camino de lás probabilidades tienen que sufrir, ni tendrán otro orgullo, otra esperanza, otra gloria, que el haber sido útiles á la hu- manidad. Señores, cualquiera que sea la suerte que le quepa á la Me- moria presentada por nuestro Presidente, al terminar la dis- cusion babrá tenido el mérito indisputable de haber dado oca: sion al estudio, único camino que conduce al templo de la verdad. En ese trabajo, como habeis tenido ocasion de verlo, ha consignado nuestro Presidente que la fiebre amarilla es una variedad de la biliosa de los paises cálidos, y para vigori- zar su aserto, ha suministrado las pruebas que él ha creido mas concluyentes. Veamos si ha logrado su objeto. TI. No es solo el Sr. Gutierrez quien ha considerado á la fie- bre amarilla como de naturaleza biliosa: Pringle, Lind, Mose- ley, Pinel, Rubini, Pommasini, Towne, Hillary, Rush y Cher- vin; éste, reasumiendo á los anteriores, ha pretendido en once conclusiones presentar las pruebas de la identidad de ámbas afecciones; otros, como Deveze, la han creido de naturaleza inflamatoria; algunos, de naturaleza mista; otros, puramente nerviosa. Currie la presenta como variedad notable del sínoco; Macbride, de la pútrida; Waren, de la maligna; Chisholm, de la pestilencial; Sauvages, del tifus; el mayor número asignán- dole como causas el calor y los miasmas. Llama la atencion, dice Boisseau, que esta enfermedad haya sido sucesivamente identificada con todos los géneros conocidos de fiebres conti. nuas, exceptuando uno, la fiebre mucosa; lo que viene á probar que no ha habido sistema médico que no la haya prohijado desde su primera irrupcion, ni constitucion médica que no le haya impreso su elemento inicial. Esas constituciones han casi formado las doctrinas médicas; y las enfermedades, en la época de su dominacion, han toma do sus formas elementales. No es preciso ir á los tiempos de Galeno, en que las enfermedades que padecian los romanos eran de naturaleza inflamatoria, ni á los tiempos de Stoll que vió favorecida su doctrina por la constitucion biliosa que do: 278 minaba entónces. No hace mucho que poseidos de la doctrina de Broussais, y cuando se podia definir la Medicina diciendo que era el estudio de la irritacion, derramábamos la sangre á torrentes, no solo en las enfermedades esténicas, sino en las de naturaleza dudosa, sin exceptuar tampoco las asténicas, ni las de elementos nervioso, soportando mas ó ménos el grave peso de estas indicaciones, hijas de una doctrina favorecida por las condiciones de una constitucion médica que actuaba sobre la sangre, aumentando continuamente sus elementos reparadores. Atravesando, pues, la fiebre amarilla los campos de gloria de la escuela fisiológica, en cuyo tiempo el primer período, 6 sea el de reaccion, era la manifestacion de ura plétora, verda- dera plétora, por estar la sangre provista de mas glóbulos y fi- brina, y en el cual las crísis hemorrágicas eran el término favo - rable de esa fiebre, no era extraño que los partidarios acérrimos de aquella doctrina la considerasen como de naturaleza inflama- torla. Así debia suceder, hasta que cambiando el carácter de la constitucion por la intervencion de causas desconocidas, la aparicion de un nuevo azote habia de alterar la marcha gra- duada de la endémica, haciéndola retroceder á su primitivo origen, revistiéndola de su verdadero tipo, y obligándola á traspasar sus límites estacionales. Esta línea divisoria fué trazada el año de 1833 por el inol- vidable cólera epidémico: desde entónces de año en año, y de un modo desapercibido para algunos, desde su primera apari- cion hasta la segunda en el año de 1850, concluyó el formida- ble muro que nos separa de aquellos tiempos. Sí, señores; desde que tan terrible viajero abandonando á su patria, Tessora, se extendió por el mundo y llegó hasta nos- otros sembrando cadáveres á su paso, sin que se opusieran á su peregrinacion sangrienta, ni las temperaturas frias y secas, ni las cálidas y húmedas, ligero en su marcha como la luz, y certero en las tinieblas como la ciega fatalidad, cambiaron las condiciones favorables á nuestra existencia, y los que nacieron Jéjos de nosotros temen venir á las hospitalarias riberas que ese genio devorador ha convertido en insondable sepulero. ¿Quien ignora que ántes de la aparicion del cólera el tra- 279 tamiento de la fiebre amarilla era el mas sencillo en la genera- lidad de los casos? El plan antiflogístico, mas Ó ménos enér- gico, puesto en práctica por los partidarios de la escuela fisio- lógica, asociado con la medicacion evacuante, prefiriendo el aceite de almendras, solo 6 mezclado con el zumo de limon. A tanto llegó la benignidad del mal, que el mayor número de los atacados no llamaba al médico, porque les bastaba dirigir- se á las casas destinadas á recibir los individuos enfermos, don- de una mujer les administraba el aceite, consumiendo tres 6 cuatro libras. Y no se me arguya recordándome que en la épo- a á que aludo no existieran las causas que nos rodean, entre las cuales se presenta en primer término el aumento de pobla- cion, las cloacas sin desagúe al már, ni los basureros inmedia- tos á la poblacion, los extensos muelles, el sin número de al. macenes de comestibles; porque entónces habia tambien den- tro de los muros de la Ciudad cuarteles llenos de soldados, la Cárcel en los bajos de la casa de Gobierno, el Asilo de Reco- gidas, los hospitales Real y de Caridad sin la policía que hoy tienen; calles intransitables por los pantanos; el mismo barrio de Jesus María, cuyo piso en su mayor parte fué formado con fango sacado de la bahía y basuras llevadas allí por los carros de la Ciudad y sus suburbios; el arroyo que pasando por el ma- tadero viene tinto en sangre á desaguar en la bahía, forman- do ántes por ámbos lados del Puente de Chavez verdaderos estanques de materia putrefacta; la parte inferior del barrio de Carraguao que se encuentra en un terreno bajo y pantanoso: en una palabra, todo lo que pertenece á la naturaleza existia, como existe hoy, mas ó ménos desfigurado ó hermoseado por la mano del hombre; pero lo que faltaba era una constitucion médica desfavorable y la disposicion individual. se pesar de estar rodeados de agentes de destruccion vivía- mos sin temores; y cuando llegaba 4 nuestro oido la noticia de un individuo afectado de calentura maligna ó pútrida, mas que atribuirla á la accion de algun principio séptico despren- dido de tantos focos de infeccion, los médicos se remitian á las terminaciones de las inflamaciones del tubo digestivo, si eran Broussaistas; y los opuestos á esta doctrina se referian á los humores pecantes. El pueblo tambien tomaba parte, y atri- 280 buia aquellas enfermedades á desórdenes en el régimen, ya por haberse trasladado los enfermos de una habitacion á otra, ya porque éstos, esquivando la vigilancia de sus asistentes, toma- ban el agua á la temperatura ordinaria. Tal era la rareza de estas enfermedades, que, como acabo de exponer, cada cual te- nia el derecho de suponerle un orígen. Pero en medio de esta bienandanza se presenta el cólera, invade la Capital, de aquí se dirige á la parte del Sur, donde hace los mas horribles estragos, no solo en las poblaciones, sl- no en las fincas de campo, dejando reducidas á la nada dota- ciones de esclavos. Caprichoso en su marcha, perdonó su furia la costa del Norte, donde muy raro fué el parage que visitó, librándose tambien los lugares poco sanos y los que al parecer estaban llamados á servirle de pasto; siéndole, por último, tan indiferentes las localidades elevadas como los profundos valles. Cuando todos creian que habia desaparecido para siempre, se presentaba de nuevo con la misma saña; testigo la Habana, que despues del Te Deum, lo vió ejercer su influencia destruc- tora sobre cuanto á su paso se encontraba. Aparece nuevamente en el año de 1850, y recordalels, se- ñores, que venia revestido de otras formas. En el año de 1833, cuando al estado de algidez sucedia la reaccion, se podia espe- rar una terminacion favorable; en 1850 la reaccion era funesta y sucumbian los mas con síntomas tifoideos; lo que manifiesta claramente que dos epidemias estacionarias, sin cambiar la expresion sintomática que las caracteriza, pueden imprimirse recíprocamente sus respectivas fisonomías. Pero ¿esta nueva forma reconoceria por causa la misma des- conocida que ocasionaba el cólera? ¿Seria un nuevo principio que vino á residir entre nosotros? ¿O el resultado de una com- binacion efectuada por aquella causa desconocida con los prin- cipios ocultos que aquí existian? Los hechos que voy á presen- tar á la Academia y de los cuales fuí testigo ocular, creo serán suficientes para probar que eran de distinta naturaleza. Como he manifestado ya, la costa del Norte fué la que sufrió ménos, pues fué muy raro el parage invadido. Dejando el ca- rácter epidémico con que se nos dió á conocer, tomó el espo- rádico y quedó entre nosotros bajo esta forma, hasta tal pun- 281 to, que algunas enfermedades propias del pais se vieron re- vestidas de los mismos síntomas, es decir, en cuanto á aquellos mas principales, sin que el curso y duracion de ellas sufriera ningun cambio en sus caractéres particulares. Transcurridos seis años, y cuando apénas nos acordábamos del cólera, se presentó una invasion tifoidea en Sierra Morena, situada en la parte Norte de nuestra Isla; hacienda que, como todos saben, en el año de 1839 se efectuó en mayor escala su demolicion, que habia empezado el año anterior, y donde fue- ron á avecindarse multitud de propietarios procedentes de di- versos puntos céntricos de la Isla. Se practicaron desmontes considerables, porque el mayor número de inmigrantes destina- ban los terrenos al cultivo de la caña, ingresando tambien nu- merosas dotaciones de esclavos. Semejante época fué la mas calorosa y abundante en lluvias que los antiguos vecinos de aquellas cercanías recordaran. Esta hacienda, que tiene por límite una costa fangosa y ane- gadiza, se encuentra atravesada por el rio que lleva su nombre, y que se interrumpe por varios puntos en tiempo seco, forman- do receptáculos de un agua descompuesta. Estas condiciones perniciosas unidas al exuberante acopio de sustancias vegeta- les en descomposicion producido por el desmonte, dió lugar, á que apénas se inició la estacion eu que debieran cesar las 1lu- vias, semejante conjunto de agentes nocivos reaccionaron con tal intensidad que muy contado fué el individuo que escapó á la influencia del tifus que allí se presentó. Los atacados caian como heridos por el rayo, perdido el conocimiento; un estado delirante, manifestándose unas veces por la alegría y otras por la desesperacion y la rabia, los dominaba por espacio de dos 6 tres dias, á lo cual sucedia una postracion suma; casl todos vomitaban ya una sustancia amarillenta, ya los líquidos que les administraban, en especial el agua, porque lased era inex- tinguible en aquellos infelices. En unos habia cefalalgia vio- lenta, pulso desenvuelto y duro; en otros estupor, insensibili- dad general; en algunos, íctero, mejillas inyectadas, descompo- sicion de las facciones; en el mayor número, pulso pequeño y frecuente; la lengua, que al principio era blanquizca, en el cur- so de la enfermedad llegaba hasta ponerse negra, como igual- 282 mente los dientes; sucumbian en el primer septenario, y los que llegaban al segundo ó pasaban de éste, presentaban paró- tidas. La raza africana esclava que en aquel punto se encon- traba, fué la única que se libertó del azote de esta fiebre. Re- cuerdo que la disentería que dió principio entre los individuos de aqueila, desapareció por completo, y fué el año de mejores condiciones para ellos. Los Profesores de Medicina D. Pedro Gumeli, D. Ignacio Miranda, D. Manuel García, D. Tomás Valdes, fueron invadi- dos de la enfermedad, aaa á consecuencia de ella el úl. timo de dichos Sres. en el ingenio “Aténas” de los Sres. Moli- ner y Echarte. Entónces fué, cuando consultado el Sr. D. Fer- nando Gonzalez del Valle, envió á aquel punto para sustituir al desgraciado Valdes, al Ldo. D. Francisco Javier Pons, y á su llegada no habia un solo médico que no estuviese á los nea des del sepulcro 6 atravesando una convalecencia penosa. El Sr. Pons, que tantas víctimas arrancó á la muerte en aquella época y uno de los primeros que descubrió el mérito del sul- fato de quinina administrado en altas dósis, cuando todavía predominaba la doctrina del Val-de-Grace, falleció hace tres años, víctima de una disentería adquirida en el mismo lugar. Al siguiente año volvió á aparecer, aunque no con tanta in- tensidad, en el mismo punto y se dirigió por la costa hácia el Este al pueblo de Sagua la Grande, continuando por la misma hácia el Oeste por la via de Felipe, cuya hacienda habia algu- nos años que estaba demolida y poblada, lindando con Sierra Morena. Invadió tambien á los vecinos de la hacienda de San- ta Clara, Hato-Nuevo, Lagunillas, Cárdenas, y por último Ma- tanzas. Desde entónces se sabe que raro es el individuo que va á domiciliarse á tales puntos, que no sea invadido ó por esta misma fiebre ó por la intermitente, que quizas dejó para siem- pre el grado de simplicidad que presentaba ántes de la epidemia. En la Capital empezaron los médicos á resentirse de esa nueva constitucion médica, notando las complicaciones que pre- sentaban aun las enfermedades mas benignas del pais, Desde el año de 1842 hasta el de 1846 la fiebre amarilla se hacia refractaria á los tratamientos ya citados; el regimiento de Cantabria sufrió bajas de consideracion. Sucesivamente, 283 hasta el año 1850, fué haciéndose mas insidiosa la endémica y empezaron á dudar, unos de su naturaleza inflamatoria, otros de su naturaleza biliosa; porque el plan antiflogístico dejó de ser el absoluto tratamiento y el aceite de almendras dulces y de- mas evacuantes se hicieron inútiles, como remedios cuya efica- cia hasta entónces nadie tuvo motivo para poner en duda. Resumiendo lo que llevo expuesto, diré que la fiebre ama- villa, como las demas enfermedades de nuestro clima, miéntras duró una constitucion médica franca y de elemento conocido, habian de presentarse modificadas por su influencia, y entón- ces, á juzgar por el género de tratamiento, debia considerarse la fiebre amarilla de naturaleza biliosa é inflamatoria: el cólera epidémico fué quien primero vinoá desequilibrar la marcha uniforme de nuestra salubridad. En el mismo lugar donde no se presentó el año de 1833, apareció una invasion tifoidea, la cual formó definitivamente el foco de donde irradiaron esos principios morbígenos que han llegado hasta la Capital, pre- sentando esas complicaciones que hacen inseguros los trata- mientos, y que mas de una vez han puesto en conflicto á los Profesores de Medicina. Queda por lo tanto demostrado, que la causa desconocida que reside entre nosotros desde el año de 1839, ha fijado defi- nitivamente su estabilidad en toda la Isla. (Contínuard.) Notas SOBRE ALGUNAS PLANTAS VENENOSAS Ó MEDICINALES DE LA ISLA DE CUBA; por D. Francisco A. Sauvalle. (Continúa.—NV. Anales, t. 1 pag. 217.) Volviendo á las Eurorsráceas, cuyas propiedades son tan variadas como su aspecto, y de las que debemos siempre des- confiar, recordaré el Ricinus communis L. Higuereta, de cu- yas semillas se extrae el aceite de higuereta 6 Palmacristi, uno de los purgantes mas generalizados. Muchos autores pretenden T. 159 284 que su virtud cáustica yace tan solo en el embrion; pero cual. quiera puede convencerse que tan acre es el albúmen como el embrion. Este aceite acabado de exprimir tiene un gusto sua- ve y agradable; pero en contacto con el aire se enrancia muy pronto. Varias especies de la Phyllanthus, (Panetelas) pasan por ejercer una accion directa sobre los riñones. La Huphorbia Canariensis L. vulgo Cardon, exótica, pero muy propagada, es un purgante drástico muy violento. Su leche es cáustica y las hincaduras de sus púas son en extremo enconosas. He co- nocido un individuo á quien la leche del Cardon habia hecho una llaga viva, aunque el Manzanillo ni el Guao le producian ningun efecto. La Euphorbia antiquorum, L. Corona de la Rel- na, posee las mismas propiedades. La KLuphorbia Puúulifera L. y la Postrata. Ait: vulgo Golondrina, Yerba de la niña. Todas estas plantas hechas cataplasmas se aplican en el Brasil sobre las mordeduras de las serpientes; su jugo cáustico se en- plea para curar las aftas de la boca, y contener la sangre de las heridas. La Wuphorbia Hippericifolia L, Yerba de la ni- ña en la Vuelta de Arriba, con las hojas astringentes y algo narcóticas: se usan en el Brasil para combatir las diarreas, di- senterías y las úlceras sifilíticas. Repasaré ahora las. demas familias y entresacaré de ellas aquellos géneros ó especies indígenas, venenosos ó sospechosos. Las RANUNCULÁCEAs están representadas en nuestra Isla por el Ranunculus Cubensis, Gris., y tres especies de Clematis, Cabellos de ángel; contienen un principio acre y cáustico que no es ni ácido ni alcalino, tan vólatil que en muchos casos des- aparece con solo secarlos al aire Ó ponerlos en infusión en agua: los ácidos, el azúcar y los alcoholes aumentan su actividad, miéntras que el agua debilita su fuerza. En algunas especies tienen propiedades narcóticas. Á esta familia pertenecen el Helleborus niger L, y el Aconitum napellus que suministran el eléboro y el acónito, exóticos ámbos. El Anomospermum axliflorum. Gris. Chicharroncillo y las Pachy¿gone Cubensis. Gris: y Domingensis. Eichl. (Cocculus, DC.) son plantas sospechoss. PAPAVERÁCEAS. Tenemos en Cuba el Cardo Santo, Argemo- pa ne Mexicana L, y la Bocconia frutescens L. Palo amarillo; aun- 285 que las flores del primero sean pectorales y somniferas, sus se- millas son vomi-purgativas y el jugo de ámbas es cáustica. CAPPARIDACEAS.---Las U/eomes, vulgo Volatines y Volantines, son mas que sospechosas y las hojas de muchas aplicadas so- bre el cútis son vexicantes y cáusticas; sin embargo estas mis- mas hojas cocinadas se pueden comer sin-peligro, porque por la coccion se volatiliza el principio acre que contienen. La raiz del Capparis Cinophallophora L, Alcaparro— ---- de perro— es un emenagogo poderoso. El Guaguaci—Lotía ternsteemioides Gr: BIxryAcee, única Letia conocida hasta ahora en la Isla; pues las descritas bajo este nombre por Richard pertenecen mas bien á las Samidá- ceas, géneros T'hiodia y Zuelania. Hecha una incision en el tronco del Guaguací corre una resina muy aromática que se solidifica al aire. Es un purgante drástico muy fuerte y bas: tante usado en el campo; es superior para la cura de las bubas, gomas y lamparones. He conocido una persona ya anciana que con este purgante se curó de un asma crónico é inveterado. Tambien se recomienda en el tratamiento del pasmo (tétano.) VroLacras.—Las raices de Jonidium Strictum (Gris., y sin duda las de las otras tres especies de Jonidios de esta Antilla, así como las de la Violeta de nuestros jardines, son eméticas y tomadas á la dósis desde media onza hasta una produce los mis- mos efectos que la ipecacuana. Sus flores son pectorales. Nrcracíneas.—Mirabilis Jalapa L. Maravilla.—Esta boni- ta planta, llamada en algunas partes Jalapa falsa, tiene unas raices drásticas cuyas propiedades son análogas á las de la Jala- pa verdadera. GUTIFEREAS.—La resina del Calophyllum Calaba Jacq: Ocu- je, se conoce en Europa con el nombre de Bálsamo María, Bál. samo Calaba. La REheedía aristata, Gr: Manajú, cuya resina merece estudiarse así como la de la Leheedia Ruscifolia. Gris. Manajucillo. Un vecino mio en el campo suele administrar es- ta resina á sus esclavos atacados del pasmo y me asegura no haber jamas perdido ninguno. Es tan comun en los negros y aun en los blancos esta terrible enfermedad que no vacilo en transcribir la receta tal como me la dieron. Se administra al enfermo inmediatamente cinco granos de resina de Manajú des- 286 leida en dos cucharadas de aceite de comer caliente; cada ter- cer dia se repite la misma dósis hasta que haya tomado cuatro. Por agua comun cocimiento de tilo. Dos veces al dia unturas de aceite de comer y polvos de la píldora de Ugarte en todo el espinazo, debajo de los brazos y en la barriga. En el inter- medio de uno de los dias que no toma el Manajú, se le dará purgante de Le Roy, ó sinó despues del décimo dia. Por ali- mento caldo de gallina. MrLraceas.—úuarca trichiloides. L. Yamao, árbol cuyas propiedades tóxicas han sido muy exageradas por casi todos los autores. Es tan poco venenoso que las reses comen con gusto sus hojas y retoños. La gomo-resina que trasuda, se dice ser vomi-purgativa. La Portesía glabra Gris: (Trichilia Ha- vanensis Jacq.) Ciguaraya, es un árbol mediano que tambien merece la atencion de los facultativos. He sabido de algunos casos de reumatismo y uno de parálisis parcial curgdos con baños preparados con las hojas de este árbol y la corteza del Tengue, Peppigia Procera Prl. Se emplea tambien con buen éxito en las gonorreas un cocimiento de un pedazo de la raiz con unos gajos de la Yerbita lechosa rastrera; se toma una ta- za con una cucharada de ginebra tres veces al dia por nueve dias; al cuarto principia á purgar con abundancia; al décimo se toma un purgante. A las Ruraceas—pertenece la Picramnta pentandra. Sw. Aguedita, árbol de segunda magnitud, febrífugo por excelen- cia, cuyo uso se está generalizando. ero cad —Fihus Metopium L, y Ox: ymetopiwn, Gris: Guao de costa; fuye de su corteza una gomo-resina vomipurgan- te. Las Cs dentata, Jacq: Plat yphylla, R.é Ilicifolia, Sw. Guaos. Arboles y arbolitos, tan sumamente venenosos pa- ra algunos, que á veces pareceria confirmarse lo que se ha es- crito de ellos sobre el peligro de pasar debajo de su sombra. Despiden efectivamente un olor fétido y desagradable y no se- ria extraño que esas emanaciones fuesen deletéreas. Como mu: chas otras personas que conozco, he padecido gravemente y va- rias veces del Guao, y sin embargo tal era el miedo que le te- nia y tales las precauciones que tomaba cuando trepaba algu- na loma á donde abundaban, que casl aseguraria no haber to. cado las matas. El Guao en las lomas áridas es mucho mas violento que el de los llanos. Como lo he dicho ya, los efectos nocivos de este árbol no son constantes; dependen del tempe- ramento, de la idiosincracia de los individuos; hermanos é hi- jos mios tocan y hasta se frotan el cuerpo con las hojas y ga- jos sin inconveniente alouno. Los negros generalmente son in- sensibles al Gruao; se usa mucho su tronco incorruptible para cercas: los negros los cortan, rayan y cargan los estantes sobre sus hombros desnudos sin sufrir incomodidad. Mal viene lo que tantos escritores han propagado falsamente, que en las Co- lonias usaban del Guao para imprimir sobre la piel de cada esclavo los nombres de sus amos! La cáscara de la nuez ó pericarpio del Marañon, Anacardium occidentalis L, que pertenece á la misma familia, encierra un acelte sumamente cáustico. PorrgoNacrEas.—Son casi todas tónicas. El género Zi heum de esta familia produce el Ruibarbo, exótico. PrrerRAcEAS.—Plantas aromáticas, excitantes, antiespasmó- dicas, tónicas astringentes ó vulnerarias, algunas rubefacientes. Las dos especies de Caisimon, Potomorphe umbellata y Poto-. morphe peltata Miq: son excelentes en las hinchazones de los testículos; algunos alivian sus dolores de cabeza con parches en las sienes de las hojas untadas con sebo. El platanillo de Cuba, Artanthe, es una de las plantas que en esta Isla prestan mas utilidad á la humanidad; es un remedio eficaz para curar llagas inveteradas y úlceras de mala índole, de que tanto pa- decen los negros de nuestos campos; surte tambien buen efec- to en las hemorragias producidas por heridas, las de la nariz, las uterinas y las pulmonares. En el campo se emplea bastan- te en la cura de las gonorreas. No debe confundirse con otro platanillo de Cuba ó platanillo de monte, Canna indica L, de la familia de las Cannáceas y que algunos usan del mismo mo- do que las anteriores para la curacion de las llagas, sea que vayan errados porla semejanza del nombre, sea que efectiva- mente posee jguales virtudes. Grisebach describe como indíge- nas de Cuba el -4rtanthe adunca Miq: que es el mas comun, y ademas la Seabra Miq: la Verucosa Gris: la Swartzíana Mig: y la geniculata Mig: Tengo en mi herbario otras especies que 288 no corresponden á ninguna de las que ha clasificado. Las Lu- ckeas, Pimienta de la a son estimulantes, y aplicadas ex- teriormente, sus hojas son resolutivas. Ley al numerosísima familia presenta las ma- yores anomalías tanto en sus caractéres botánicos como en sus propiedades. Zephrosias: Conozco dos especies y una variedad. Ienoro su nombre vulgar; sus raices son purgativas. Algunas de las Orotalarias, vulgo Maromeras-Cascabelillos, tienen hojas eméticas y purgantes. Las semillas de las Clitorias en general son purgativas y las raices vomitivas. Mucuna urens D. O., bejuco Jairel.—Ojo de Buey; Mucuna pruriens D. O. Pica-pica; Mucuna altissíima D. C., Pica-pica. El bejuco Jairel es un pode- roso especifico contra la hidropesía. He visto curas asombrosas de personas ya adelantadas, casi desahuciadas, deshincharse en pocos dias y curarse radicalmente con solo tomar á pasto un cocl- miento ó una infusion de la corteza y del leño de este bejuco. Di- cen que las tres especies gozan de igual virtud; supongo que así debe ser, pero no me consta. lístos bejucos producen unas vainas cubiertas de una multitud de pelitos cerdosos, muy fi- nos, que en cuanto tocan al cútis producen un dolor vivísimo y un escozor intolerable; sin embargo, esos mismos pelos mez- clados con almibar ó manteca se administran interiormente has- ta á los niños sin inconveniente alguno y obran como vermífu- go muy poderoso. Los pelos contienen tanino; se supone que su accion sobre la piel es enteramente mecánica y que no ata- can las membranas de los intestinos por estar estas resguarda- das por la secrecion mucosa. Ecostaphyllum Brownei Pers: y Monetaria D. O. vulgo Pén- dola. Sus flores, retoños y semillas son eméticas. Andira ¿ner- mis Kth. Yaba: los efectos fisiológicos de este árbol son ca- tárticos, eméticos y narcóticos. Se cuentan varios casos de envenenamientos por haberse empleado durmientes ú horco- nes de Yaba en algibes; como tambien de individuos que per- dieron la vista á “consecuencia del humo de esta leña. Es un antielmíntico muy poderoso. Se da en decoccion, que se hace con una onza de la corteza hervida en dos botellas de agua hasta reducirlas á una, administrando una cucharada grande para los adultos y una de café álos niños; tambien se suele 289 tomar en polvo. El antídoto en caso de una dósis excesiva es el zamo de limon. Tenemos ademas de la Andira inermis, la microcarpa Gris, Yaya amarilla; la Cubensis de Benth: y la Re tusa de Kth. Las Guilandinas Bondus L, Guacalote amarillo, cuyas semillas son eméticas. Las Cassias—Entre ellas la Cañafistola, con propiedades mas ó ménos laxantes conocidas de todos. Las Acacias son casi todas astringentes; una de las que po- see esa virtud en mayor grado es el Pathecolobium filicifoldum Benth: Moruro prieto, habiles arborea de W.) CoNNARACEAS.—- Zéourea glabra Kth. No le conozco nombre vulgar; abunda en el partido de las Pozas, Vuelta Abajo; es un veneno cáustico, drástico, violento y sin duda tendrá la misma propiedad la Zvourea frutescens Aubl. CHRYSOBALANEAS.—Uhrysobalanus Icaco L.—Icaco.---Las ho- jas y las raices son sumamente astringentes. Algunas mujeres emplean éstas como tambien el Moruro prieto contra la relaja- cion de las partes sexuales, por cuyo motivo este último se co- noce en el ic el denominativo obsceno de aprie- Tuywmenzas.—Linodendron Lagetta Gris.—Guana. Daplmopsis Cuacacou Wr.:—Guacacoa.—Lagetta Valenzue- lana K, y Lintearia Lam: —Daguilla.—Dicen todos los au- tores que estas matas son venenosas y la corteza vexicante; sin embargo muchas veces me he entretenido en separar la Da- guilla de su parte leñosa; hasta he mascado el curioso y her- moso encaje que se saca del líber, sin haber experimentado in- comodidad alguna. CuUCURBITACEAS.-—Momórdica Balsámica L.—Cunde-amor.— Los frutos y casi toda la planta contienen segun los autores un veneno muy activo; muchas veces, sin embargo, he comido el fruto sin envenenarme. La Lujfa acutangula Roxb; Estropa- Jo; posee las mismas propiedades, pero con ménos violencia. Debe ser un veneno poco activo, pues muchos comen sus fru tos cuando verdes; y despues de secos los emplean en el campo para lavar los platos y demas usos de una esponja ó estro- pajo. Parayacras.—La Carica Papaya L, Papaya.—Su leche, su 290 raiz y semillas, son vermifugos muy poderosos y su uso muy comun. No hace mucho me aseguró un amigo haber conocido un individuo atacado de tísis pulmonar, que se habia aliviado y curado con solo comer varias veces al. dia durante algun tiem- po las Papayas salcochadas. PasirLORACEAas.-—La raiz de la Passiflora quadrangularis L, Granadilla, es un veneno narcótico violento. Turweracras.—Zurnera ulmifolia L.-—Mari-Lope.——Planta pectoral, tónica y estimulante. He empleado muchas veces y con el mejor resultado en las debilidades ó contracciones de los músculos una frotacion de la Mari-Lope, mezclando el zumo de sus hojas y tallos con sebo de carnero, ó fritos en el mismo sebo. Mentzelía aspera L, y Homalium racemosun Jacq: pur- gantes drásticos y depurativos, antisifilíticos. ARISTOLOQUIACEAS. Las raices de las numerosas -Aristolo- chias son casi todas emenagogas excitantes. Rusraceas.—Familia numerosísima en Cuba como en toda la superficie del globo. Se compone de árboles y de yerbas, de plantas apreciadas unas por la hermosura de sus flores, otras por sus virtudes medicinales. Citaró únicamente algunas de estas últimas. Aunque tengamos en la Isla muchas plantas de la tribu de las Cinchóneas, no tenemos ninguna verdadera Cinchona. El género que mas se asemeja á ésta es el Macror- nemáam, cuya única especie indígena es la Oubenseé de Gris: y el Ohimarrhis cymosa de Jacq: Las Huostemmnas que antes ha- cian parte de las Cinchonas, como por ejemplo la Lirostemma Joribundum Reem. vulgo Chinchona. Exostemma Cariboaum, Rom: (¿Cerillo segun La Yunta?) Quina. Macagua de costa, Se cuentan en la Isla mas de doce especies, asemejándose á es- tas las Portlandias, el Calycophyllum Candidissimum, D. O. Dagame; la Zerdinandea Stellata Gris.—Encospe—y algunas Rondeletias. La corteza de la raiz de la Manettia Coccinea. W: puede emplearse como emético. Las Oldenlandias, así como la Spigelia anthelmia L, son vermiífugas. La Morinda Royoc L Piña raton, (no la de cerca,) muchas de nuestras numerosas Psychotrias, (Taburetes, Tapa caminos, Lengua de vaca,) par- ticipan de esta virtud febrífuga, antielmíntica y á veces eméti. ca. Las raices delas Palicoureas, de la GFeophylla reniformis 291 Don, de las Borreras y Spermacoces se pueden usar como vo- mitivos. A esta familia de las Rubiáceas pertenece el café, Coffea Arabica L: el veneno lento de Voltaire. (Continuará.) A a DocuMENTOS RELATIVOS AL CÓLERA EN La HaABaANa. (1867.) N? 1.—Gobierno Político de la Habana.—Habiendo ocurrido en el inmediato pueblo de Casa-Blanca defunciones que han dado ocasion para que se sospeche y hasta se crean ocasiona- das por la influencia colérica que desgraciadamente reina en diferentes puntos de Europa, y siendo necesario aclarar esta cuestion en la que nadie es competente sino la ciencia, ruego á V. S.que inmediatamente nombre una Comision del seno de la Academia quetan dignamente preside, para que poniéndose de acuerdo con los Profesores de Sanidad local que hasta aho- ra han entendido en dicho asunto, procedan al estudio de la naturaleza de la enfermedad y me informen con la posible prontitud de la clasificacion que hagan de ella. Dios guarde 4 V.S.muchos años.—Habana 20 de Octubre de 1867.—Gutier - rez de la Vega.—Sr. Presidente de la Academia de Ciencias mé- dicas de la Habana. N*? 2,—Real Academia de Ciencias médicas, fisicas y natu- rales de la Habana.—De órden del Sr. Presidente y á indica cion del Excmo. Sr. Gobernador Político se ha nombrado una Comision académica, de que V.S. forma parte en union de los Dres. D. Joaquin Zayas y D. Ramon Luis Miranda, para que poniéndose de acuerdo con la Junta local de Sanidad, estu- dien los casos de defuncion que acaban de ocurrir en Ca- sa-Blanca, carenero de Samá, precedidos de vómitos y diarreas, trasladándose V. S. hoy á las ocho de la mañana al muelle de Caballería.—Lo que me apresuro á participar á V. $. con el ca- rácter de urgente y á fin de que próximamente pueda la Co- mision dar cuenta de su encargo en el seno de la Academia. Dios guarde á V. S. muchos años.—Habana, Octubre 20 T. IV—38 de 1567.—El Secretario, Antoni Mestre.—Sr. Dr. D. Luis Ma- ría Cowley. NOTA.—Una comunicacion semejante fué dirigida á los Dres. Zayas y Miranda. N? 3.—Primer informe de la Comiston.—(Sesion del 27 de Octubre.) —Con el objeto de dar cumplimiento á lo dispuesto por el Excmo. Sr. Gobernador Político en oficio dirigido por órden de V. $. el dia de la fecha, debo manifestarle que la Co- mision académica oyendo al Sr. Facultativo del carenero y á los Sres. profesores de la Junta local de Sanidad, quienes hi- cieron la relacion de lo observado en los siete individuos in- vadidos, habiendo fallecido cinco de elios y practicádose la autopsia en dos, acordó suscribir de acuerdo con los Sres. pro- fesores ya mencionados y con la Comision nombrada por la Real Universidad, el acta que á continuacion traslado: “Reunidos los Sres. Profesores que al Sr. Decano de la Facultad de | a sj? márgen se expresan, con objeto de emitir medicina, Dr. D. Fernan” do G. del Valle. su informe acerca de la enfermedad que ,; Dr. D. Félix Giralt. | 04 , A se ha presentado en el primer carenero » . ) Federico Horstmann he 5 , » +» » Joaquin Zayas. de los Sres. sobrinos de Samá, Carreras y » 9 Luis María Cowley. Compañía, expusieron estos de conformi- » 3 » Ramon L.Miranda,| "7 RafaelCowley. | dad, que no les es posible establecer el 31 1 + Rafael Cortés. | ad hasta tanto que no se exami- alo Zúnica: | a E -——! nen los alimentos que han usado los in- as atacados y que se supone tomaron del desecho de un buque; asímismo necesitan examinar las piezas anatómicas de los que fallecieron, y los vómitos y diarreas que han sido re- cogidos; sin olvidar como condicion indispensable el estudio del curso y terminacion de los que aun se encuentran invadidos.” Dios guarde á V. S. muchos años.—Habana y Octubre 20 de 1867.—Dr, R. L. Miranda.——Sr. Presidente de la Real Aca demia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana. N* 4,—Segundo informe de la Comision.—(Sesion del 27 de Octubre.) —Sres. Académicos: el 20 del presente mes tuveel ho- nor de dirigir un oficio al Sr. Presidente de nuestra Corporacion, acompañándole una copia del acta hecha en ese dia y autorizada 293 por los Sres. Profesores nombrados por la Facultad de medicina de nuestra Real Universidad, porlos dela Junta local de Sanidad y porlos Sres. D. Joaquin Zayas, D. Luis María Cowley y el que tiene el honor de dirigiros hoy la palabra, nombrados en comision por esta Real Academia con el objeto de determinar la enfermedad de que habian sido invadidos bruscamente varios negros del carenero de los Sres. Sobrinos de Samá, Carreras y Compañía en Casa Blanca; y cumpliendo con lo dispuesto la Comision académica tiene el honor de poner en conocimiento de V. V.S.$. lo que ha hecho y observado. Constituidas las diferentes Comisiones desde el 20 del pre- sente por la mañana hasta el 23 por la tarde, repetidas veces se dirigieron al lugar de la invasion, ansiosas de descubrir la verdad, teniendo en cuenta los antecedentes que les fueron suministrados por los Sres. Facultativos que observaron los primeros negros invadidos, de los cuales habian fallecido el 19 cinco; examinaron detenidamente á los nuevos atacados, discu- tieron largamente sobre los diversos fenómenos observados y las causas que podian determinarlos, formulando entónces el diagnóstico de la enfermedad aparecida en Casa Blanca. Los primeros negros invadidos estuvieron cargando carbon abordo del vapor francés Guyane procedente de Nueva-Orleans, donde se dijo habian comido carne salada, atribuyéndose á esta causa la enfermedad que repentinamente les atacó; así es que la Comision académica considera importante señalar los carac- téres físicos de dicha carne, que encontraron en una lata debajo del catre de uno de los negros que fallecieron, como tambien el resultado del exámen microscópico y del análisis químico. La carne se hallaba cubierta de una capa blanquecina pro. ducida probablemente por la humedad, desprendiéndose de ella cierto mal olor; parecia ser de vaca y estaba salada con cloruro de sodio; cortada por capas su color era semejante al del jamon, su consistencia normal, no desprendiéndose entónces ningun mal olor, lo que indica que la descomposicion solamente se verificó en la superficie. Nuestro ilustrado compañero Don Manuel de Várgas Machuca, comisionado para practicar los análisis de esta carne y de las vísceras extraidas de los negros que habian fallecido en Casa Blanca, en presencia del que tiene 294 el honor de ocupar la atencion de V. V. S. S. dió de comer á un perro de mediana talla, primero una onza de la carne y á la hora onza y media, sin que hubiésemos observado en el animal el menor fenómeno que fijase nuestra atencion; al dia siguiente continuó sin novedad y del mismo modo los sucesivos. El exámen microscópico destruyó por completo la idea emitida en la primera junta que tuvimos en la Capitanía del Puerto, de que podia ser la triquinosis lacausa determinante de la enfermedad, idea que fué rechazada por la mayoría de los Profesores que ú ella concurrieron; tampoco se encontraron parásitos vegetales y sí pequeñas cristalizaciones con los carac- téres que le son propios al cloruro de sodio. El Sr. de Várgas Machuca hace veinte y cuatro horas que está haciendo atravesar por los líquidos provenientes de la destruccion de la materia orgánica una corriente de hidrógeno sulfurado, sin que hasta la fecha ningun precipitado acuse la presencia de materias sospechosas. (1) Séanos permitido ántes de pasar mas allá, manifestar á V. V. S.5S., que ademas de los Sres. que fuéron comisionados para estudiar la enfermedad de Casa Blanca, concurrieron al lugar referido algunos profesores, entre los cuales se encontraban nuestro digno Presidente y los Sres. Presas, Catalá, Redondo etc., como tambien los jóvenes Agramonte, Schweyer y otros estudiantes de medicina, quienes recogieron varias observacio- nes que, por no tenerlas el que habla y hallarse los principales datos de la enfermedad consignados en el informe dirigido el 23 del corriente al Excmo. Sr. Gobernador político, la Comision académica ha ¡juzgado oportuno poner en conocimiento de V. V. $. $. la copia de dicho informe, que á continuacion y al pié de la letra dice así: Excmo. Sr. Gobernador Político.-—Los que suscriben, Profeso- res en medicina y cirugía nombrados en comision para determi- nar la enfermedad que ha invadido á varios negros del Carenero de los Sres. sobrinos de Samá, Carreras y Compañía, situado en (1) Despues de leido este informe en la Real Academia de ciencias médicas el 27 de Octubre, el resultado obtenido del análisis de la carne y de las vísceras, hecho por dicho Sr., corrobora la ausencia de toda sustancia tóxica mineral ú orgánica. 295 Casa Blanca, tienen el honor de participar á V. E. que despues «le un exámen concienzudo y de una larga discusion, han creido y creen segun su leal saber y entender que la enfermedad de que han sido atacados es el cólera morbo. En efecto, Excmo. Sr., los antecedentes que se nos han sumi- nistrado por el Dr. D. Rafael A. Cowley, médico del estableci- aniento, y los que nosotros hemos podido recoger, así como la invasion, el cuadro sintomático, la marcha, la duracion, la terminacion del mal, y por último, las lesiones necroscópicas, confirman la opinion que acabamos de emitir y que hemos formulado despues de las legítimas dudas que asaltaron al Dr. Cowley en vista de la anómala fisonomía de la enfermedad. Se trata de unos negros jóvenes casl todos, robustos, que go- zando de plena salud y usando de alimentos de buena calidad, «comieron segun se nos dice, abordo del vapor francés Guyane, algunos pedazos de carne salada y cocida con frijoles. Uno de ellos se siente invadido bruscamente del mal y muere á las po- «cas horas, sin habérsele hecho ningun tratamiento; caen en seguida otros cinco y sucumben cuatro de ellos con la misma rapidez. Al dia siguiente nuevas invasiones con síntomas aná- logos, las que se han repetido hasta esta fecha completando el número de quince, de los cuales han muerto siete, quedando los otros en el Hospital de Belot, donde han sido trasladados por órden de V. E., uno muy grave, dos en estado alarmante, y cinco en via de curacion. Los síntomas que han ofrecido los enfermos sometidos á nues- tro estudio son bien característicos, y forman un cuadro idén- tico al que exponen los autores clásicos de Patología interna, con variaciones, es cierto, porque en la práctica no encontra- mos jamas enfermedades que combatir, sino individuos enfer- mos, y cada cual ofrece un modo particular de ser, ya sele es- tudie fisiológica, ya patológicamente. Por otra parte, la histo- ria de todas las epidemias demuestra que una misma enfer- medad al invadir las poblaciones reviste formas caprichosas, que varían al infinito con las circunstancias individuales y de localidad, á tal punto que el cuerpo profesional de todos los paises ha vacilado ante el diagnóstico de las dichas epidemias. Los enfermos de Casa-Blanca han presentado unos mayor gra- 296 vedad que otros, sobre todo el nombrado Juan, invadido al avemaría de hoy, cuyos síntomas recogidos cinco ó seis horas despues de la invasion son característicos. Es un negro bien constituido, de unos 60 años de edad, habitualmente sano, y segun nos refiere, con voz apagada y algo ronca, fué atacado al avemaría de hoy de abundantes diarreas y aleunos vómi- tos, sin el menor dolor en ninguna parte del cuerpo. A las 10 de la mañana lo encontramos acostado y cambiando incesante- _mente de posicion, con los miembros abandonados y sacando á cada instante la cabeza fuera de la cama como si quisiera vo- mitar. La cara estaba contraida y de color ceniciento; los ojos ligeramente hundidos, con gran inyeccion de las conjuntivas. La lengua húmeda, rojiza por los bordes y cubierta de una capa blanquecina formada por el subnitrato de bismuto; sed intensa. La piel fria, madorosa, sin elasticidad, con arrugas en las manos y en los piés. El pulso no existia en la radial, ni en la humeral; los latidos del corazon muy lentos y lejanos al oi- do explorador. No existian calambres, pero sí se quejaba mu- cho de dolores en el vientre, sobre todo en la region epigástri- ca, los cuales aumentaban por la presion. No pudimos exami- nar-los vómitos, pero sí las diarreas que eran abundantes, líqui- das, serosas y casi sin color. Nada pudimos saber con respecto á las orinas. El cuadro general sintomático que resulta de los otros inva- didos es el siguiente: vómitos y deyecciones dolorosas y repe- tidas; los primeros formados por materias semi-digeridas y por un liquido acuoso, y las segundas por un líquido amarillento, seroso, con partículas excrementicias en algunos de ellos y su- mamente fétidas las mas de las veces. Estos fenómenos se re- petian á menudo y fatigaban grandemente á los enfermos. El vientre se encontraba casi normal, ni flácido, ni contraido, ni dilatado, ni retraido, excepto en uno de los que murieron án- tes de nuestra primera visita, que se verificó el veinte del cor- riente, y que segun nos informó el Ldo. Zúñiga presentó con- tracciones violentas de los músculos abdominales. En todos los enfermos esta region ha estado dolorosa 4 la presion por ligera que ésta haya sido. En los intermedios de los vómitos y diarreas los enfermos permanecen en decúbito dorsal con los 297 1niembros abandonados, ó se agitan incesantemente buscando una posicion que los alivie del gran malestar y de los violen- tos dolores que refieren al vientre, los cuales se fijan principal. mente en la region umbilical en los momentos de la diarrea. La piel conserva en unos su calorificacion y en otros está fres- ca ó helada, en unos madorosa y en otros bañada por un su- dor abundante y pegajoso; en algunos estaba coarrugada la de los dedos de las manos y de las piés. El pulso radial peque- ño, blando, filiforme, depresible, late de noventa á ciento diez veces por minuto, guardando ritmo y relacion con los latidos cardiacos. La respiracion es lenta ó suspirosa segun el estado del enfermo. La sed viva, la ansiedad extremada, la mirada vaga, torpe, y el oido embotado, así como lentas y lal oriosas las respuestas, y la voz mas ó ménos apagada. El globo ocu- lar ofrece un aspecto casi normal, está brillante. y la conjunti- va muy inyectada; hay ojeras en todos. La nariz algo afilada; la boca entreabierta: en una palabra, las facciones descompues- tas. La lengua mas ó ménos seca, cubierta de una capa amari- lla y negruzca que puede abribuirse á los vómitos biliosos y á la administracion del subnitrato de bismuto. La orina parece normal en su calidad, pero está disminuida. Jl color de la piel es algo terroso y la frialdad se nota principalmente en las ma: nos y los antebrazos, los piés y las piernas; hay calambres mas ó ménos intensos en los miembros y en el tronco, y algu- nos presentaron verdaderas convulsiones tetánicas. Todos pa- recen tener conciencia desu gravedad.—Casi todos estos indi- viduos han sido invadidos en la segunda mitad de la noche, circunstancia que señalan los autores como propia del cólera morbo. Respecto á la marcha continua y exacerbante, á la du- racion de cortas horas, ó de pocos dias, dos ó tres, pues Ro que invadido el primer dia murió el veinte y dos á la una de la tarde, á la terminacion anómala de la enfermedad, pues unas veces reviste la forma fulminante, otras la lenta, y á veces be- nigna á despecho del subnitrato de bismuto, del opio, del bi- sulfato de quinina, del alcohol, y de otros agentes medicamen.- tosos; respecto á estos puntos, repetimos, todos los autores que hemos consultado vienen acordes en asimilar la enfermedad «le Casa-Blanca con el cólera morbo. 298 Las lesiones anátomo-patológicas encontradas en las dos au- topsias practicadas por los Sres. Redondo, Catalá, Cowley y Zú- ñiga, y en la que verificaron en el negro Roque los profesores; que suscriben, suministrarian datos de gran valor si la ciencia hubiera dicho su última palabra acerca Me las alteraciones pro- pias de este mal- Los distinguidos profesores Gravier, Chau- ffard y Hoefter señalan como alteraciones de la mucosa gastro intestinal, la inyeccion, rubicundez, engrosamiento, reblande- cimiento y á veces ulceracion y gangrena. Tambien se señalan: en dichos autores y otros mas el enflaquecimiento del cadáver, la perdida de elasticidad cutánea, la vacuidad de los vasos ar- teriales y la replecion de los venosos, el infarto del hígado y del bazo, y otros fenómenos que seria prolijo enumerar, la ma- yor parte de los cuales constan en la relacion de estas autopsias. Estas consideraciones parecen suficientes para fundar de una manera sólida el diagnóstico de cólera morbo que hemos exmi- tido. Sin embargo, hay dos puntos que no debemos pasar en silencio: primero la gran dificultad que existe en el diagnósti- co entre un cólera asiático y un cólera esporádico, cuando es- te se atavia con los funestos caractéres de grave y epidémico. Tan es así que en los casos mortales del europeo no son bas- tantes el enfriamiento de la piel, la cianosis, el rápido enflaque- cimiento, la voz apagada, el pulso frecuente y despues imper- ceptible, los calambres, la anuria, la ansiedad y el sentimiento de opresion para distinguirlo del asiático: únicamente se dife- rencia en estos casos por el aspecto de los vómitos y las diar- reas; las del terrible viagero del Ganjes son grumosas, blanque- cinas, como cocimiento de arroz. El segundo punto se refiere á la influencia que se ha queri- do atribuir á las carnes saladas, que han comido algunos de es- tos individuos. El microscopio, manejado por los Dres. D. M. Várgas Machuca, D. Sebastian Alfredo de Morales y D. Joa- quin Barnet, ha dado el golpe de gracia á los diagnósticos de triquinosis y de intoxicaciones por parásitos vegetales. Quedaba aun la septicemia por descomposicion de las carnes; pero en estos casos solo debe considerarse la ingestion de d7- chas sustancias como el punto de partida probable de la afee- cion colérica, con tanta mas razon cuanto que de los invadidos 299 ayer y hoy consta que tres de ellos no han comido de la tal carne. Nada mas natural, Excmo. Sr., que lo que ha pasado entre nosotros. La primera aparicion de una epidemia en todos los paises y en todos los tiempos ha sido atribuida á envenena. mientos. ¿Que tiene pues de extraño que al averiguar que al- gunos negros comieron de la carne salada del vapor francés, se sospechase que era la causa determinante de todos los fenóme- nos observados? Como consecuencia de todo lo expuesto, diremos que la enfermedad que ha invadido á los negros del Carenero de Ca- sa-Blanca es el cólera morbo. Varios enfermos han ofrecido el cuadro del cólera esporádico; el último atacado en la madru- gada del veinte y dos, el del cólera asiático; y algunos una for- ma anómala de la misma enfermedad. Al comunicar á V. E. el resultado de este estudio, que deja en nosotros una triste impresion, nos cabe la esperanza de que merced á las acertadas medidas que se han tomado y sin duda continuarán adoptándose, la enfermedad de que se trata limi- te sus funestos estragos y su fuerza de accion á la localidad en que ha aparecido; esperanza tanto mas aceptable, si se tiene en cuenta lo acaecido en la última epidemia de Paris, en la cual las invasiones del cólera disminuian con el descenso de la temperatura. Es cuanto tenemos que exponer por ahora en cumplimiento de la comision conferida por órden de V. E. á la Facultad de medicina y cirugía de la Real Universidad, á la Real Acade- mia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales y á la Junta Lo- cal de Sanidad.-——Habana 23 de Octubre de 1867.—Dres. Ría- mon Luis Miranda.—Joaquin Zayas. —Luis Maria Cowley.— Dres. Félix Firalt.—Fernando E. Valle.— Federico Horstmann. —Dres. Hafael Cortés. —Julio Zúniga.—Rafael Cowley. Despues de lo expuesto agregaremos que el Sr. Redondo nos ha facilitado una copia de la certificacion que en union del Sr. Catalá dió como médico de semana ála Autoridad; y en- contrándose allí la descripcion de las dos autopsias que practicaron, creemos interesante hacer un extracto de ella fi- T. IV-—39 300 jándonos tan solo en las alteraciones principales que encontra- ron y son las siguientes: en el negro Pablo señalan en el hábi- to exterior edema en las partes posteriors del tronco y en las extremidades inferiores. Abierta la cavidad craneal encontra- ron la masa encefálica reblandecida, derrame sanguíneo en la cavidad de los ventrículos laterales, congestion en el plexus coroides y gran cantidad de líquido cefalo-raquídeo. En el tórax los pulmones congestionados, el pericardio contenia una eran cantidad de serosidad, las venas coronarias como varicosas, las cavidades derechas del corazon contenian sangre negra y coagulada. ln la cavidad abdominal los epiplones gastro-cóli- co y gastro-hepático como contraidos y apergaminados, el ex- terior de Jos intestinos de un color rosado subido, el estómago de color oscuro y en su superficie algunas venas varicosas. Abierto el estómago lo encontraron lleno de un líquido blan- quecino en medio del cual sobrenadaban algunos grumos blan- quecinos, la mucosa reblandecida en toda su extension y en el cárdias se hallaba una equímosis bastante extensa, y en algu- nos puntos como ulcerada; ei cólon estaba lleno de un líquido parecido al del estómago y la mucosa fogosada; el hígado au- mentado de volúmen, como tambien el bazo que se reducia con facilidad á papilla; la vejiga contenia como quince gramos de orina. | La autopsia del nesro Ciriaco practicada por los mismos Sres. da los siguientes resultados: edema en la parte posterior del tronco y extremidades. Abierto el cráneo encontraron las mismas alteraciones descritas en el anterior; lo mismo sucede con los órganos contenidos en la cavidad torácica y en la abdo- minal; los epiploones como en el anterior, y el estómago conte- niendo un líquido negruzco y sustancias alimenticias, particu- larmente pedazos de carne sin digerir; la mucosa reblandecida, inyectada, con equímosis del tamaño de la palma de la mano y en algunos puntos pequeñas ulceraciones; el cólon contenia en toda su extension un líquido negruzco; el hígado aumentado de volúmen, el bazo congestionado y reblandecido, la vejiga llena de orina, los riñones normales. En la autopsia que la Comision practicó el veinte y tres del presente en el negro Roque observó al exterior la gran con- 301 traccion en que se hallaban los músculos; las piernas estaban en flexion sobre los muslos y estos sobre el abdómen; del mismo modo se encontraban los dedos de las manos en una fuerte flexion, como tambien los antebrazos sobre el brazo, existiendo una gran rigidez cadavérica; dicho sea de paso que este negro durante la vida tuvo violentos y dolorosos valam- bres en el tronco y las extremidades; las uñas de las manos y de los piés se hallaban moradas, la piel que cubria los dedos de las manos estaba llena de pliegues; no existia edema en ninguna parte del cuerpo. Abiertas las tres cavidades encontramos con ligeras diferen- cias lo observado en las autopsias descritas anteriormente, fi- jando particularmente nuestra atencion la notable inyeccion que existia al exterior del paquete intestinal donde se veian dibujados hasta los capilares mas pequeños, principalmente los del sistema venoso; en la parte interna del estómago y de los intestinos existia un líquido espeso de color ceniciento, y en diferentes puntos del primero se hallaban algunas pequeñas equímosis; la mucosa en su estado normal, la vejiga de la ori- na contraida y con muy poco líquido, los ganglios mesentéri- cos infartados y el riñon presentaba confundidas las diferentes sustancias que lo componen.—Habana 27 de Octubre de 1867. —Dr. Ramon Luis Miranda. | N* 5.— (Gobierno Político de la Habana.—Agradecido este Gobierno de los trabajos verificados por esa Academia en la memoria redactada sobre los .casos del cólera morbus, ocurrl- dos en Casa-Blanca, Carenero de Samá, he acordado dar á V. $. para que lo haga así á Jos dignos miembros de ese Instituto las mas expresivas gracias, haciéndolo en particular á los tres individuos que contribuyeron á la mencionada me- morla, Al propio tiempo ruego á V.S. encarecidamente se digne remitirme á la mayor brevedad todos los datos que puedan ilustrar el asunto con el fin de evitar el desarrollo de tan ter- rible mal, y una copia de cuantos acuerdos científicos tenga respecto al mismo particular. Dios guarde á V. S. muchos años. —Habana 29 de Octubre de 1867.—Qutierrez de la Ve- 302 ga.—Sr. Presidente de la Academia de Ciencias médicas, físi- y naturales de la Habana. Teoría Y TRATAMIENTO DEL CÓLERa; por el Dr. D. Juan G. Havd. (SESION DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 1867.) Independientemente de toda consideracion genésica mas 6 ménos probable, el cólera esuna enfermedad violenta que consiste en pérdi- das continuas, abundantes, que pudiéramos llamar súbitas, de lí- quidos del organismo exhalados por la mucosa del estómago y de los intestinos. Las consecuencias que necesariamente trae esta deplecion brus- ca de los líquidos que fisiológicamente tienen en suspension los elementos orgánicos que han de servir á los fenómenos de nutri- cion, constituyen los síntomas obligados de la enfermedad. Los fenómenos de fisiología patológica por su órden de fatalidad orgánica, son los siguientes: Primero.—Abatimiento de fuerzas. . 2 —Decaimiento de la excitacion nerviosa. . 2 —Decaimiento de la circulacion arterial. 2 —Replecion del sistema venoso. 2 —Dificultad en la circulacion capilar. 2 —Dificultad en la exosmosis y endosmosis pulmonal. o —Dificultad creciente de la hematosis. o . 2 —Entfriamiento progresivo. . “ —Suspension de las secreciones. 10.—Asfixia lenta. 11.—Insensibilidad general. 12.—Muerte. Este órden de acontecimientos se sucede constantemente baju el imperio de la pérdida continua de líquidos abandonados por el or- ganismo, y de la imposibilidad creciente en reponerlos. De suerte que un colérico, en último andlisis, es un individuo que se seca, La pérdida de líquidos: hé aquí el fenómeno característico de la enfermedad. Cuando esta pérdida es paulatina y permite al orga- nismo reponerla de algun modo, la enfermedad es menos grave. o 0m-Sd OH 010nN 303 Cuando la pérdida es súbita y los fenómenosproducidos tienen lu- gar sin que sea posible reponerla, la gravedad es inminente. En el primer caso, los coléricos pueden resistir porque se hace todavía posible la circulacion capilar, y por consiguiente la he- matosis. En el segundo caso, la circulacion capilar se extingue y la hema- tosis no es posible para que pueda ser entretenida la vida, miéntras «desaparece la causa que gravita sobre el organismo, sea cual fuera. En el primer caso, la curacion empieza en el momento que la circulacion general da señales de restablecerse por la presencia de nuevos líquidos, porque entónces la calorificacion será una conse- «cuencia fisiológica, y no un resultado material. En el segundo caso, la vida se extingue en un estado completo de asfixia á consecuencia dela falta de circulacion, aunque la calorifi- cación materialse experimente. Muy pocas son las enfermedades que presentan estos caractéres sintomáticos importantes, y por consi- guiente la nosología es en extremo pobre. El cólera epidémico y el -cóleraendémico completan el cuadro. Lo único que separa dife- renciapdo estas dos enfermedades, es el mayor grado de intensidad de la primera comparado con el menor grado de intensidad de la segunda. En todas las enfermedades sucede lo mismo considera- «das bajo la forma endémica y la forma epidémica. Las observacio- nes de la primera forma serán siempre ménos graves. El catarro simple-es la misma especie nosológica que el catarro epidémico,: la fiebre biliosa la misma especie nosológica que el vómito negro, la disentería simple la misma especie nosológica que la disentería epidémica, cualquiera que sea su forma. En la disentería, por ejemplo, lo vemos 4 menudo en nuestro pais: considerada endémicamente, esta enfermedad hace muy po- -cas víctimas, de rareza se citará un caso de muerte ocurrido; la dieta, algunas bebidas mucilaginosas, algun purgante salino ú oleo-' so, dan cuenta de la enfermedad en pocos dias. Al contrario, la disentería grave epidémica es una de las enfermedades mas mortí- feras que se conocen, cualesquiera que sean las circunstancias bajo cuyas influencias desconocidas tome esta forma. Para ella se apu- ra la terapeútica casi sin resultado, y mata sin embargo de todo en el breve tiempo de tres á siete dias, Raro se salva sin atrave- sar por una convalecencia penosa y sujeta á recaidas frecuentes. De la misma manera el cólera: cuando viste el carácter epidémi- co, es una de las enfermedades mas mortíferas que existen; mién- tras que en su forma endémica es casi siempre curable. La natu- raleza misma de la enfermedad no cambia por esta razon. Ningun 304 sintoma patognomónico diferencia la una de la otra, á no ser el grado de intensidad, circunstancia que se observa, como hemos di- cho, en todas las afecciones, segun que se consideren epidémica ó endémicamente. | Los caractéres generales á estas dos enfermedades son idénticos y consecuentemente la especie nosológica no puede ser distinta. 1.2 —Se pueden manifestar en cualquiera estacion y en cual- quier clima. 2. 2 —Casi siempre empiezan por un trastorno en la digestion. 3. 2 --La mayor parte de las veces son precedidas de pródromos. 4, —Vómitos repetidos se presentan en ámbas. 5. 2—La diarrea es comun á las dos. 6. 2 —Los líquidos exhalados por el intestino son los mismos. 7.2 —La debilidad general las acompaña. 8. 2 —El enfriamiento general les pertenece. 9,“ —Las contracturas musculares dolorosas les son frecuentes. 10.—La decadencia de la circulacion les es comun. - 11.—La disminucion de secreciones les es proporcional á la vio- lencia. 12.—La sed les es compañera inseparable. Dos períodos bien marcados caracterizan las dos enfermedades: uno, período de pérdidas constantes; otro, período de reparacion de los elementos líquidos separados del organismo: es decir, perío- do de enfriamiento progresivo, que puede llegar hasta la destruc- cion del individuo; y período de calorificacion progresiva, que pue- de igualmente traer la salud ú ocasionar la muerte, por complica- ciones independientes de la enfermedad que ha pasado. Suceden fenómenos iguales en algunos estados producidos arti- ficialmente por la ingestion y absorcion de algunas sustancias co- nocidas; por ejemplo, por la presencia del tártaro emético en la economía; y una vez producida la emetizacion los síntomas que se presentan son los del cólera. Los emetizados pueden sucumbir á la violencia del envenenamiento por la pérdida considerable de lí- quidos y las consecuencias que necesariamente tiene que soportar el organismo; pero, en este caso, la causa conocida de la enferme- dad separará siempre la intoxicacion emética del cuadro nosoló- gico del cólera. Para los que creen que explican suficientemente la separacion del cólera epidémico y del cólera esporádico, asignándoles causas hipotéticas diferentes, es claro que aceptada la diversidad de cau- sas, la separacion es inevitable. ¿Pero sabe alguno cual sea la cau- sa del cólera, ya se considere epidémico, 6 esporádico, 6 endémico? 305 Husta hoy que sepamos no existen mas que congeturas, la verdad está oculta, y no son los datos imaginarios los que deben ser la base de una clasificacion racional, sino aquellos que se conocen y pue- den ser estudiados por todos. Es cierto que el cólera asiático epidémico presenta virtualmente síntomas que no se ven en nuestro cólera endémico; ¿pero, varía la naturaleza misma de la sintomatología? Volviendo al término de comparacion que hemos elegido, ¿podrá asegurarse que la disen- tería epidémica es especie nosológica distinta de la disentería sim- ple, porque en aquella el movimiento febril sea mucho mas inten- so que en ésta? En la misma proporcion de intensidad encontra- mos nosotros el enfriamiento relativamente inmenso, aunque ter- mométricamente muy pequeño, entre el cólera asiático epidémico y el cólera endémico. En la disentería simple se cuentan cuatro ó seis deposiciones acompañadas de cólicos y de tenesmo, durante las veinte y cuatro horas; en la disentería epidémica grave, el nú- mero de deposiciones mucoso-sanguinolentas es tres ó cuatro ve- ces mayor, el tenesmo y los cólicos adquieren un grado de violen- cia considerable. Lo mismo sucede en el cólera: en la forma espo- rádica simple el número de deyecciones es menor, los vómitos son ménos frecuentes; miéntras que, en la forma epidémica grave, es- tos dos fenómenos se multiplican de un momento á otro; pero en ámbos casos la naturaleza misma del síntoma no varía, la calidad de la pérdida es igual; en el epidémico grave, el agua y algunas sales constituyen toda la pérdida, salen en mayor cantidad y se re- paran con mas dificultad; en el otro el agua sale mas paulatinamen- te, da treguas á la reparacion, y las secreciones del intestino y sus anexos no pueden suprimirse, la bílis puede encontrarse y las mu- cosidades intestinales se pueden seguir elaborando en sus folículos; la sangre, en una palabra, puede todavía circular, y los fenómenos generales de la nutricion no se acaban por completo. El argumento que sirve á separar estas dos enfermedades basa- do en que el cólera epidémico grave es endémico en Asia, de don- de no salió hasta la epidemia de Jesora en 1817, y no se conoció en Europa y América sino de 1830 á 1833, es contradictorio é in- concluyente, porque-á nadie se le ha ocurrido suponer que el bocio de los Alpes, esporádico en muchos lugares de la tierra, no sea la misma enfermedad que el bocio nuestro, tan solo porque en los Alpes sea epidémico. Nadie ha supuesto que las terribles epide- mias de fiebre amarilla que han reinado en Barcelona y Filadelfia, dejaran de pertenecer á la misma enfermedad, nosológicamente ha- blando, que la que se conoce con el mismo nombre y que observa- 306 mos anualmente, de forma mas ó ménos grave; ni que la fiebre: amarilla de Enero y Febrero, deje de ser la misma especie que la que se observa en Julio y Agosto, porque esta sea mas grave ge- neralmente, y aquella ménos grave en la mayoría de los casos. Las fiebres perniciosas ú simples de las lagunas pontinas, no son espe- cies nosológicas distintas de las mismas fiebres consideradas en Cuba ó en la costa de Malabar ó en las riberas del Congo, aunque en unos lugares revistan una forma que no se observe en otros, 6 sean aquí mas graves y allá mas fáciles de curar. Cada una de es- tas enfermedades será siempre igual á sí misma en cualquiera pun- to del globo que se la considere; y si el cólera asiático es endémi- co en aquellas comarcas y á veces reina epidemicamente, recorde- mos que el cólera endémico de Europa reinó epidémicamente en Londres en 1669 y en 1676, á pesar de ser poco comun esa enfer- medad en los paises setentrionales, y muy comun en todo el me- diodía de Europa, segun el atestado de las obras mas antiguas. Del mismo modo, las epidemias de Asia nunca habian salido de allí ni revestido allí mismo la forma terrible con que apareció entre nos- otros. En fin, nadie podrá afirmar, sin engaño, que la sífilis de la horrorosa epidemia de 1794, no fuera la misma sífilis de hoy, y tal vez de la sífilis que pudo confundirse ántes con un número mas ó ménos crecido de otras enfermedades parecidas. Y si la ciencia no admite esas diferencias en la nosología, ¿como puede sostenerse que el cólera asiático no sea la misma enfermedad que el cólera de todos los paises, ó viceversa? Apoyado en sutilezas especiosas, co- mo las que sirven á sostener tal diferencia, pudo Mr. Dumont, nuestro laborioso colega, creer de la mejor buena fé que el beri-beri, descubierto por mí en los ingenios de Cuba, era una especie noso- lógica distinta, enteramente nueva en la ciencia. Se ha sostenido tambien que la cianosis es un distintivo carac- terístico del cólera epidémicc, y que no se encuentra en el cólera endémico; y si no en absoluto, la inmensa mayoría de las veces es- te fenómeno no se nota en el cólera de todos los paises y sí en el cólera asiático. Pero reflexionemos un poco en el valor de ese sín- toma, y veremos que la cianosis no es particular á ninguna enfer- medad, que es un resultado del estado patológico general que pue- de encontrarse en muchas terminaciones fatales de muchas ende- mias. La cianosis, pues, no puede ser un distintivo real del cólera, si bien positivo de una muerte por axfixia: no es como el íctero de la fiebre amarilla, ni como el color bronceado de la enfermedad de Adisson, ni como la presencia de la albúmina en la de Bright, ni co- mo el estertor crepitante y el esputo sanguinolento de la neumonía. 307 Aclarado este punto importante, entremos á explicar la verda- lera, única y posible teoría del cólera. Bajo una accion que llamarémos miasmática á falta de otro tér- mino, los elementos sólidos de la san gre que normalmente existen suspendidos en una gran cantidad de agua, pierden la propiedad fisiológica de hidratacion. Desde este momento el organismo en- fermo tiende á separar por exosmosis el agua que constituía el ve- hículo natural de esos elementos, y el fluido nutritivo aumenta de densidad haciéndose.mas difícil su circulacion. Las arterias con- servan sus movimientos, pero el líquido que las recorre pasa en mé- nos cantidad y llega á ellas superando obstáculos cada vez mas erandes. Los órganos centrales de la inervacion no pueden recibir su estimulante natural en la misma proporcion ni con las mismas condiciones plásticas, y de aquí las perturbaciones forzosas de la inervación. La circulacion venosa no puede seguir su Curso, y con- secuente con la pérdida de líquidos efectuadas por el intestino, la regurgitacion de elemenutos sólidos en estos vasos es necesaria. Por la misma razon la circulacion capilar se efectúa muy incom- pletar ente y con mucha dificultad, y por consiguiente, la sangre ya modificada recibe una nueva modificacion del ácido carbóni- co que se aglomera y queda en disolucion. La circulacion pulmo- nal que no recibe de sus afluyentes sangre bastante, da por re- sultado la exosmosis de una pequeña cantidad de ácido carbónico y la endosmosis de una cortísima porcion de oxígeno. Los coléri- cos devuelven el aire que aspiran casi en el mismo estado ó muy poco modificado. No es cierto como se ha dicho que el aire expi- rado por un colérico contenga mas oxigeno que el aire de la atmós- fera que ha respirado. Lo cierto es que habiendo funcion pulmo- nar en un grado muy inferior á la normal, la modificacion del aire debia ser muy poca. El corazon está en las mismas circunstancias que en la dilatacion de sus cavidades, relativamente á la cantidad de sangre que recibe, que es proporcionalmente muy poca, y de: aquí la flacidez de sus paredes, la debilidad de sus contraccio- nes, y la ausencia de impulsion de sus latidos que se sienten pro- fundamente sin modificacion alguna en sus ruidos naturales. La sangre, en fin, conservando la composicion normal de todos sus principios inmediatos no modificados, ni química, ni anatómica- mente considerados, está en un estado semi-sólido de consistencia gelatinosa; no le falta mas que elagua necesaria para volver á cir- calár y volver á ser el mismo finido nutritivo que era antes de la modificacion experimentada por su deshidratacion. En semejantes circunstancias seria imposible que el curso de las T. IV—40 308 secreciones y excreciones pudiera seguir su marcha, no recibiendo el sistema glandular correspondiente á cada una los líquidos nor- males de donde han de salir aquellas. En semejantes circunstan- cias, la calorificacion no es posible, sino en la pequeña escala que permite una endosmosis pulmonar muy pobre y una hematosis in- completa en todos sentidos. En semejantes circunstancias, el sis- tema muscular cae bajo la dependencia de su contractilidad pura- mente orgánica, y las contracturas dolorosas del colérico tienen el mismo motivo que la rigidez cadavérica comun. Este síntoma es constante cada vez que por un motivo ú otro se detiene ó amen- gua la circulacion capilar en estos órganos del movimiento; y no bajo la accion nerviosa particular del centro correspondiente, que por el contrario está deprimida, sino por la propiedad independien- te de este centro que tiene:en sí la fibra de que tratamos, como le sucecdleria si se separara momentáneamente del cuerpo de un ani- mal, solo que en este caso la musculina, la gelatina y otros elemen- tos semi-sólidos concretándose, hacen el papel de excitante mecá- nico. Por último, en semejantes circunstancias, la temperatura del cuerpo tiende á equilibrarse con la temperatura de la atmósfera, en la imposibilidad fisiológica de hacer calor, y la vida se extingue. El tubo intestinal se encuentra completamente vacio de materias fecales, de bílis, de gases, y solo está ocupado por los líquidos que ha abandonados la sangre exosmosados por la mucosa y por las villosidades de esta membrana. La maceracion de estos tejidos, que apéuas calienta la vida, hace que se desprenda por placas el epitelio. La observacion demuestra que los liquidos arrojados por la boca y por el ano, nada tieven de las producciones normales del intestino; el jugo gástrico, el jugo pancreático, la bilis, las muco- sidades elaboradas normalmente por lainmensa cantidad de folícu- los intestinales no existen. Toda secrecion, en efecto, está parali- zada. En cambio se ven algunas materias solubles normales en la sangre, como son los cloruros, los sulfatos, los fosfatos, los lactatos alcalinos, y una pequeña cantidad de una materia orgánica, la cual constituye los copos blancos que se observan en suspension, y dan al líquido su aspecto característico de agua de arroz. Contrariamente á lo que asegura Mr. Becquerel, y que el mundo médico repite en contra de la opinion tan acreditada y anterior de los sabios profesores Andral y Gavarret, los líquidos que compo- nen la diarrea y el vómito de los coléricos no contienen albúmina sensible á los ácidos concentrados, ó al bi-cloruro de mercurio, ó al calor, 6 á todos estos agentes reunidos. El líquido filtrado abandona los pocos materiales no solubles 309 compuestos de epitelio intestinal, y raras veces se encuentran al- gunos grumos mucosos suspendidos. El agua en último resultado constituye la pérdida del organismo. Los elementos sólidos de la sangre ó los normalmente líquidos no han recibido alteracion alguna en su composicion normal, que pueda ser demostrada por los reactivos químicos 6 por el micros- copio; pero la balanza, esa tercera potencia de investigacion ana- lítica, demuestra perfectamente bien que los elementos de la san- gre han perdido en peso la cantidad de agua necesaria para que puedan llenar la accion fisiológica importante á que está destinado el fluido nutritivo. Es que los principios de la tercera clase, que son la albúmina y la fibrina, como lo ha demostrado Mr. Charles Robin, no circulan en la sangre porque estén disueltos en ella, sino por la propiedad .que poseen de dilatarse hasta una extrema division apoderándose de la mayor cantidad de agua posible, único modo que tienen de penetrar en los tejidos. £n el cólera estos son los principios cons- titutivos que pierden momentáneamente la facultad de absorber agua, y entónces tienden cada vez mas á concentrarse, abandonan- do aquella en que estaban distendidos, sin que por esta razon cam- bien de composicion. Es este un fenómeno isomérico, segun Mr. Charles Robin, que se efectúa en el cólera por la presencia de un miasma que penetra en el torrente circulatorio. El mismo sabio habia dicho ántes que los elementos congéneres se comunicaban mutuamente las propie- dades que habian recibido, y que de esta manera obraban los vírus y los venenos. Recuerdo que en otra ocasion traje por priraera vez á la Academia la teoría de que el miasma no era una entidad ma- terial tangible, sino una propiedad que se desarrollaba en la mate- ria orgánica en ciertos estados particulares desconocidos. Mi teo- ría, pues, no es igual á la de M. Robin que admite las entidades materiales del miasma y del vírus. Siempre saltará á mi espíritu la consideracion de que estando todos los hombres sumergidos en la misma atmósfera que mantiene en suspension ó disolucion esos rmiasmas, solo cincuenta entre mil reciben esa modificacion isomé- rica de los elementos de la sangre, y novecientos cincuenta sopor- tan esta causa .de perturbacion profunda sin modificaciones apre- ciables Ó con algunas indiferentes ó poco sensibles, que pueden achacarse á otras mil causas. Por esta razon no puedo aceptar la en- tidad miasma, sino una propiedad que despierta en el organismo un estado de predisposion desconocido. Pero este mismo hecho lo encontramos reproducido en muchas 310 otras enfermedades cuya causa bipotética es todavía mas probable. El miasma palúdico no comunica á todos los organismos la propie- dad de vibrar, si nos es permitida la expresion, bajo la influencia de la fiebre intermitente simple; así como estas vibraciones pato- lógicas se presentan en otros súbitamente con todos los caractéres que determinan las fiebres perniciosas mas violentas. Hay pues un estado anterior del organismo que favorece esa ac- cion; pero este estado desconocido se modifica tan favorablemente, que podemos hacer de una de las enfermedades mas violentas y mortíferas que afligen la especie humana, una de las mas fáciles de alejar y hasta de combatir en su principio. De suerte que, si la te- rapéutica es incapaz de brindarnos un específico como es la quini- na de las fiebres palúdeas, nos brinda el medio casi seguro de ale- jar el mal en su principio, con medicaciones tan sencillas como inocentes; y la higiene, esa terapéutica adelantada, que es la mejor de todas, porque precaver es inmersamente mas satisfactorio que remediar, ha dado pruebas bien concluyentes para afianzar en la humanidad la conviecion profunda de su legítima presciencia. En efecto, supuesto el primer período de una fiebre simple in- termitente, no existe medio alguno, ni higiénico, ni terapéutico, capaz de evitar el acceso completo. Supuesta la primera fiebre de la viruela, del sarampion, de la escarlatina, la manifestacion de es- tas enfermedades es inevitable. El médico tiene que ser especta- dor de la enfermedad, si bien le es dado asistir al enfermo para modificar el organismo y conducirlo á la salud. La lucha es forzo- sa, la medicina no puede hacer mas que combatir síntomas, provo- car perturbaciones favorables que tiendan á sacar el organismo del conflicto obligado en que se encuentra, sosteniendo en cuanto es posible la fuerza de resistencia orgánica, interrumpiendo las ondas patológicas que amenazan por momentos la vida del enfermo. Tratando Mr. Graves sobre las apariciones del catarro epidémi- co conocido con el nombre de gripe, no duda en afirmar, «que los «desastres causados p or esta enfermedad son mayores que los cau- «sados por el cólera; y la razon es sencilla, agrega, la gripe ataca «sin distincion á todas las clases sociales, miéntras que los estragos «de la enfermedad asiática se limitan á ciertas clases.» (Pág. 550, Clínica med. tom. 1.) Nosotros nos atrevemos á dar otra explicacion, y es que la gripe es fatal despues de su aparicion, y el cólera casi siempre puede detenerse en su primer período. Esta afirmacion en que están de acuerdo tantos prácticos eminentes, es el consuelo mejor que puede acariciar la sociedad en presencia del azote destructor. ¿Y que viene á serunaenfermedad tan grave en sí, cuya marcha, 311 por excepcion, depende de nosotros sujetar? ¿Hay razon para con- siderar el cólera tan mortífero como aparece á primera vista? No lo creemos; partidarios ó no del contagio ó de la infeccion, afirman- tes ó no de la accion miasmática, el hecho positivo é innegable es «que cualquiera que sea en sí la naturaleza oculta del cólera epidé- -mico, nos produce los mismos síntomas del endémico, y es tan fá- cil evitar esta enfermedad como aquella. En presencia de esta verdad, el pánico no tiene motivos de exis- “tencia entre los hombres que saben dominar sus pasiones y sujetar- las hasta donde lo requiere una higiene demostrada útil, modifica- da solamente segun las circunstancias de localidad y de individua- lidad. Ni las orillas de los rios, ni los terrenos bajos, ni las cum- bres de los montes, ni las temperaturas mas ó ménos elevadas, ni la direccion de los vientos, ni las ciudades mas ó ménos pobladas, imprimen carácter especial á la marcha ó á la mortalidad del cóle- ra epidémico. Todas estas son circunstancias que el hombre puede cambiar ó evitar y que la higiene le previene. Triste es que no se escuche la ciencia, porque esas prescripciones generales no debie- ran dejar de existir en pueblos que se llaman civilizados, y que contribuyen con el producto de su trabajo á la mayor suma de fe- licidad posible; y el cólera, ni otra epidemia cualquiera, debiera encontrar una sociedad de hombres tan preparada á recibir un hués- ped que tan caro nos cuesta y tantas lágrimas nos hace derramar. Como quiera que sea, pasemos á considerar el cólera á la cabe- «cera del enfermo. Clínicamente hablando, el cólera tiene tres períodos bien carac- terizados. . Primer período: de invasion.—Seguudo período: de enfriamien - to progresivo, ó mejor: de deshidratacion continua.—Tercer período: de calorificacion, ó mejor: de hidratación continua ó de reparacion. Invasion. Sintomatologia: pesadez de cuerpo, sensacion de de- bilidad general, cefalalgia ligera, mareo, disgusto por los alimen- tos, ernctaciones que corresponden casi siempre á una perturbacion de la digestion próxima anterior, dolores de vientre, borborigmos, vómitos de las materias ingeridas, en diversos estados segun el pe- ríodo de la digestion en que se expelen, diarrea excrementicia bi- liosa. Desde el momento en que, durante una epidemia de cólera, estos sintomas se presentan, podemos asegurar que rara vez, sin un tratamiento formal, y la suma de precanciones de que vamos á ocu- parnos, dejará de pasar la enfermedad á su segundo período. 0 Harémos notar de paso que estos síntomas no son los de la diar- rea dicha premonitoria: esta última es la diarrea comun, durante la 312 cual está el individuo en la mejor aptitud para contraer los sínto- mas del cólera; pero como hemos dicho ya, toda la terapéutica de _la enfermedad epidémica pudiera limitarse á perseguir este primer período en cualquiera persona y en cualquier lugar que se presen- tara. La práctica ha demostrado su gran utilidad en todos los pai- ses; y teóricamente hablando, considerando por un lado que la in- mensa mayoría de los atacados no recibe tratamyento alguno en es- te primer período del cólera, y por otro, el número de individuos que se atiende y escapa ántes de entrar en el segundo período á consecuencia del tratamiento del primero, —pudiera asegurarse. que si la inmensa mayoría se encontrara en el segundo caso, la morta- lidad del cólera disminuiria de un número igual al de enfermos que empezaran el tratamiento en esas circunstancias favorables. Siempre que el vómito precede á la diarrea, hay todavía lugar de impedir esta última. Ese síntoma aparece regularmente des- pues de las comidas en el curso de la digestion estomacal. El es- tómago conserva en mas ó ménos cantidad restos de alimentos. Conviene, pues, no dejar esta causa mecánica, y el mejor medio de librarse de ella es provocar el vómito una 6 muchas veces con la ingestion de agua tibia á grandes dósis (1). A veces esta sim- ple práctica produce una perturbacion favorable que detieve la en- fermedad. Pero el remedio de este síntoma es el láudano á la dó- sis de cinco á quince gotas tomadas de una vez en una cucharada de agua fresca. El abrigo, el reposo y la dieta son indispensables. Si sobreviene sed, deberá hacerse uso del agua; pero en pequeñas dósis y fria, hasta que se apacigíie este sintoma. Si el agua se sigue vomitando, deberá repetirse la cantidad de láudano hasta cierto tiempo,—una, dos, ó tres horas, —segun lo3 casos, hasta que cese completamente este sintoma. Cuando los primeros fenómenos son precedidos por la diarrea, los dolores del vientre etc., el láudano á la misma dósis, mas ú mé- nos repetida, segun la intensidad del flujo y su frecuencia, tal vez: alguna lavativa laudanizada inmediatamente despues de haber evacuado, para que pueda ser retenida el mayor tiempo posible, y la dieta acuosa,——bastan la mayoría de las veces (2). —— -— (1) Cuando despues de haber ingerido algunos alimentos, de cualquier clase que sean y en cualquiera cantidad, se siente perturbada la digestion al extremo de que se excite epigastralgia, eructaciones, repugnancia, sentimiento de plenitud, no debe esperarse un momento, ni apelar á medios que hagan posible la digestion; lo mejor y mas expeditiyo es tomar algunos vasos de agua tibia para arrojar, porque si no llegan á producirse es- pontáneamente los vómitos, de seguro la mala digestion produce la diarrea, habiendo he- cho pasar al estómago por un trabajo penoso del cual será mas difícil triunfar. (2) Existen personas que padecen habitualmente diarrea al menor cambio de tem- 313 Cuando en estos casos de vómitos y diarrea producidos ó no por una indigestion simple anterior, el lándano no produce todo el efec- to que se desea, y la diarrea de excrementicia y biliosa, pasa á ser serosa ó tiende siquiera 4 tomar este carácter, no debe esperarse un momento, el láudano ya no hará efecto, aceptemos la práctica seguida por Mr. Monneret en la última epidemia de Paris (1866), y administremos dos ó tros gramos de subnitrato de bismuto (1) cada hora, hasta cesacion de los accidentes. En apoyo de nuestra teoría sobre la propiedad que recibe el or- ganismo de modificarse patológicamente, podemos decir qué el láudano, que no tendria accion contra la presencia del miasma co- lérico supuesto, pone al organismo en las circunstancias de no se- guir modificándose bajo la.influencia de la propiedad miasmática. De suerte que, en el primer período del cólera, siendo todavía po- sible la absorcion de un medicamento, y no estando perturbada de un todo la nutricion, puede modificarse el organismo favora- blemente á la salud con algunas gotas del líquido anodino (2). peratura, ó á consecuencia de una excitacion sentimental. Noto aquí, que en las mujeres la época menstrual influye mucho en la produccion de la hipersecrecion intestinal. Y es- tas personas están mas expuestas á contraer la colerina ó primer período del cólera, No dudo aconsejarles un régimen alimenticio muy suave, y les haria tomar diariamente, segun precepto de Valleix, de tresá cinco gotas de láudano al acostarse. (1) El subnitrato de bismuto tan útil, hecho sancionado, en todos los períodos del «cólera, lo es en efecto á consecuencia de su propia inutilidad como agente terapéutico. La accion de esta sustancia es absorber los gases intestinales en la diarrea comun ó en la timpanitis sin diarrea, y este objeto no podia buscarse en una enfermedad en la cual el intestino está materialmente vacío de gases pero el subnitrato de bismuto posee una virtud mecánica, que todos habrán observado en la lengua de los individuos sometidos á su uso. Este polvo inerte se adhiere á la mucosa intestinal formándole así una capa protectora, libra al epitelio de la maceracion, y tal vez opone alguna resistencia á la exosmosis intestinal. Bajo este punto de vista el subnitrato de bismuto es un medica- mento precioso que merece tomar un preferente lugar en el tratamiento del cólera. En efecto, las membranas mucosas desprovistas de epitelio absorben con mucha dificultad; provistas de este elemento anatómico absorben con una rapidez extraordinaria. He te- nido ocasion de dejar probada esta asercion, siguiendo la observacion de los enfermos á quienes he dado bismuto durante el primer período del cólera; y he visto constante- mente que despues de 24 á 36 horas de vómitos y diarreas acuosas, el subnitrato de bis- muto sale en forma de polvo negro de súlfuro de este metal, en las primeras evacuacio- nes excrementicias que siguen ála reaccion. (2) Ninguna infusion aromática ó astringente puede ser tan eficaz, en caso de con- cederles á estas medicaciones algun valor, y declaro no encontrarles ninguno, como en igualdad de circunstancias lo seria el láudano. Y encuentro altamente ridículo, en un * pais como el nuestro, en donde el opio anda en todas las manos y se pasea por todas partes sin disfraz de ninguna especie, que esta preciosa preparacion no pueda estar con mejores títulos en todos los domicilios, en todas las cantinas, en todos los lugares que son frecuentados por muchas personas. Esta práctica daria mejores resultados, que la facultad que se le acuerda al público de poder comprar en todas las farmacias esa cole- vina desatada de remedios secretos preventivos y curativos, que ya empieza á invadir 314 Segundo periodo, periodo de deshidratacion continua. La sin- tomatologia de este período es la mas importante y la que consti- tuye la mayor gravedad para el enfermo.—Vómitos acuosos, diar- reas albinas, sed, destilacion de agua por la piel en relacion con la absorcion natural de esta membrana, fenómeno exosmótico que: nada tiene de comun con la secrecion del sudor; ausencia de se- creciones, algidez, concentracion extrema del pulso, calambres en. las extremidades, la contractura orgánica no deja de existir por-- que el enfermo no la sienta, angustia indefinible, decadencia ex- trerna, expiracion del aire respirado casi en el mismo estado, cia- nosis, enflaquecimiento extraordinario. Ante este cuadro de síntomas extremos que se suceden con vio- lencia, era imposible que el hombre del arte no echara mano á cuantos cuerpostiene consignados la materia médica en su larguísi-- mo catálogo, para convertirlos, unotras otro, en recurso terapéutico- del cólera. Los experimentos mas atrevidos se han llevado 4cabo con la esperanza de lograr la cesacion de la diarrea y del vómito, y pa- ra volver el calor á los infelices coléricos. Pero todo ha sido in- fructuoso. La terapéutica nada ha alcanzado dirigiéndose sistemá- ticamente contra la enfermedad ó contra alguno de sus síntomas virtuales. Es preciso proceder de otra manera. El empirismo ra- zonado de nuestros dias será siempre el triunfo legítimo de la ciencia contra las pretensiones mas ó ménos atrevidas del dogma- tismo infuso. La observacion y la experiencia ayudadas del análi- sis físico y químico, del microscopio y de la balanza; hé aquí los. únicos elementos de salvacion, los únicos recursos científicos para establecer el analogismo y el epilogismo racionales, que han de po- nernos en el buen camino y basarnos en una creencia sólida para brindarnos despues un método posible, seguro y eficaz de comba- tir esos fenómenos diversos, que se encadenan y se enlazan mu- tuamente, y que están sometidos á la misma causa orgánica, fisio- lógicamente demostrable. En efecto, ¿para qué buscar por ahora las causas mas ó ménos posibles de la enfermedad? ¿Qué nos importa este conocimiento, cuando lo que nos proponemos combatir son los efectos de esa cau- sa, sea cual fuera? Busquemos en medio de esos síntomas el que puede ser considerado como causa de los que le suceden, y com- batamos de frente, si es posible, ese primer eslabon de la cadena.. las 32 y 42 páginas de los periódicos, y cuyos anuncios debieran hacer suprimir las au- toridades, siquiera por respeto á la humanidad en las presentes circunstancias, ya que tantas y tan señaladas pruebas se han dado siempre de no respetar las leyes vigentes so- bre un particular de tan incomparable importancia. %s 315 «Lo que distingue el cólera de cualquiera otra enfermedad,» di- ce equivocadamente Mr. Monneret, en un libro publicado el año pasado en Paris durante una epidemia de cólera, «es esa propen- sion constante del organismo á la algidez;» y de este hecho real y positivo, parece partir para explicarse los dernas fenómenos por este. Pero la algidez es una consecuencia forzosa del miserable es- tado de la circulacion; y el mismo estado de la circulacion, una consecuencia forzosa de la pérdida de líquidos; y esta pérdida, una consecuencia forzosa de la deshidratacion de algunos elementos de la sangre. De suerte que, partir del fenómeno algidez, es ir á parar por analogismo á la terapéutica de la medicacion excitante, idea que puede adelantarse desde el momento que le vemos apo- yar el valor de este sobre los demas síntomas, é idea que vemos confirmada en las páginas consugradas al tratamiento. En efecto: calentar al enfermo con botellas de agua hirviendo, con sacos de arena caliente y hacerle fricciones estimulantes, hé aquí la tera- péutica pobre y contradictoria ademas, á que podia llegarse con esa premisa: contradictoria, porque el calor léjos de ser provecho- so, es altamente nocivo; porque está perfectamente probado que la facultad de producir este agente vital en el organismo animal se aumenta, al contrario, por el frio y viceversa. El organismo de un colérico debilitado por la falta de circulacion capilar, no pue- de tener mas calor que el que haga producir el resto de hematosis que le queda. Si por otro lado esta última accion se debilita por la excitacion del agente poderoso, es evidente que todos los fenómenos asfíxicos del segundo período del cólera van á aumen- tar tambien, y que la muerte, léjos de alejarse, se aproxima mas y mas. La medicacion excitante general cualquiera que sea la forma en que se use dará el mismo resultado. Para abreviar en cuanto sea posible este trabajo, quemas tarde puede tomar otras proporciones con la crítica racional de todos los métodos empleados hasta el dia, diremog que todos son completamente inútiles, y que muchos de ellos son perjudiciales, por cuanto que á la entrada del tercer pe- ríodo, período de salvacion para el enfermo, muchos pudieran con- tribuir á precipitar un término fatal por estados que no produciria el cólera'abandonado á las fuerzas de la naturaleza. Todo el mundo sabe que la absorcion es muy difícil en el perío- do álgido del cólera; pero no igualmente difícil para todas las sus- tancias. Muchos aseguran que no existe absolutamente; pero esto es un error y bastarian las leyes físicas para probar que la absor- cion es todavía posible en el cadáver. Pero sin necesidad de tocar T, Iy—4] 316 extremos, aseguramos que el fenómeno exosmótico de la pérdida de li- quidos puede compensarse con otro endosmótico de ganancia de liquidos, y que esta compensacion es tanto mas posible y se efectúa en tanta mayor cantidad, cuanto mas adelantado está el periodo digido y la cianosis mas generalizada. Que en órden de sucesion del fenómeno, al principio de este período hay muy poca absorcion, á la mitad de él hay mas absorcion, y al fin hay mucha mas todavía. Y la cuestion de endosmosis en este caso como en cualquiera otro obedece á las leyes inmutables del fenómeno, que están subordinadas dá la densidad mayor 4 menor de los liquidos y dá la presion que estos liquidos soportan. Es imposible hacer penetrar, por el estómago de un colérico, en la circulacion general, una emulcion, un jarabe, una sustancia só- lida suspendida ó no en un líquido cualquiera que sea. Hs imposi- ble hacer penetrar una disolucion de sales, una agua cargada de sustancias extractivas, en suma yn producto cualquiera, mas den- so que el líquido filtrado que sale por exosmosis de las paredes del tubo intestinal; pero puede hacerse entrar en el organismo una can- tidad bastante de agua tan pura de sales como sea posible. «La absor- cion intestinal, dice Mr. Ch. Robin, (204, Humores normales y mór- bidos del cuerpo del hombre, 1867,) disminuye gradualmente, sin cesar por completo, para el agua y otros líquidos cargados de sus- tancias en disolucion; pero tiende á cesar por completo para los alimentos y para los medicamentos representados por líquidos de una densidad considerable, á consecuencia de la cantidad de ma- terias que tienen en disolucion.» Empfíricamente hablando, el fenómeno orgánico mas importan- te del cólera es la pérdida constante de agua, que no es otra cosa el líquido que sale por la piel y por la superficie intestinal. Analó- gicamente hablando, reponer este líquido en el organismo debiera ser toda la indicacion posible contra la enfermedad en el período de deshidratacion. Epilógicamente hablando, el resultado de esta práctica habia de ser proporcionar, por lo ménos, una reaccion suave, fácil y sin exposiciones que pudieran tener su punto de par- tida en otra medicacion, probado que es casi imposible, si no del todo, que pase al organismo hasta la entrada del tercer período, es decir, cuando ya no tiene objeto que la motive. Cualquiera que sea la causa del cólera, en la mayoría de las ve- ces llega un momento.en que esta causa se extingue. Mantener el organismo eu circunstancias de que sea posible la vida hasta es- te momento decisivo, debe de ser la aspiracion del hombre cientí- fico, y al médico, á la cabecera de su enfermo, no le es permitida otra conducta. Introducir agua por todos los medios que estén en 317 nuestro poder, es el medio único y racional que puede darnos el mayor número de éxitos. Cuando asistimos desde el principio un cólerico, la mayor parte de las ocasiones con dos ó tres cucharadas de agua destilada cada diez minutos es bastante. Cuando llega- mos muy tarde, que ya la absorcion, aunque en aumento, no debe considerarse bastante, porque la sangre se coagula ántes de reci- bir la necesaria, que la muerte está muy próxima, que la asfixia es inminente; en una palabra, que la cianosis es general, no que- da mas recurso que abrir las venas é inyectar agua á la tempera- tura interna del colérico; agua tan pura como se haga posible, para que sea mas pronta su eficacia y cumpla mejor con el objeto quenos proponemos. Ninguna sustancia sólida necesita el organismo, allí están todos los tejidos esperando el agua que les ba arrebatado la causa morbosa, para empezar de nuevo la sucesion de fenómenos normales. Nada sé ha perdido de mas: algunas sales que se repa- ran pronto y que no son momentáneamente indispensables á la vi- da; si se agregaran al agua, seria para dificultar la hidratacion y la accion se 'obtendria con ménos rapidez. Agua destilada pura á pequeñas dósis repetidas, 4 la temperatu- ra ordinaria, ó tal vez á una temperatura inferior, como ha demos- trado la práctica ser mejor. Agua fresca en la piel miéntras la reac- cion no se presente. Baño templado cuando la reaccion aparece. Jnyeccion de agua en las venas á la temperatura del colérico. He aquí el tratamiento que me parece estar llamado á formular para siempre:la terapéutica del cólera. Tercer período, de hidratacion continua ó de reparacion. Sin- tomatologia. He visto el calor aparecer por la cara 6 irse genera- lizando poco á poco conjuntamente con la aparicion de las secre- ciones y con la presencia del pulso. Los tejidos cianosados van to- mando poco á poco su coloración normal. Lo he observado prime- mero al rededor de los ojos, en la nariz, en los labios, despues en las uñas. Aparece la orina la mayor parte de las veces albumino- sa. Recordamos la doctrina de Grisolle sobre la albuminuria que se contirma aquí; es un hecho necesario á la congestion del riñon por una sangre muy rica en elementos sólidos y pobre en agua. Una alteracion pasajera de la funcion de nutricion. Las nuevas deyecciones vienen cargadas de bilis y de mucosidades intestinales. He observado un sudor ligero humedecer la piel á una temperatu- ra baja todavía, sin ser fria. La caloracion aumenta y el pulso se desarrolla. No he visto esas reacciones bruscas en los casos que he tratado, y al contrario, lentas, continuas y exentas de com- plicaciones. Siempre he notado el sueño y un ligero estado de con- 318 gestion cerebral. Algunos fenómenos nerviosos, como la exalta- cion al despertar, un Jigero subdelirio. Las indicaciones son: baño templado, agua á pequeñas dósis re- petidas, alimentos líquidos. Tratar las complicaciones por los mé- todos ordinarios. Es evidente, Señores, que no me he propuesto hacer uv trabajo completo sobre el cólera, sino defender, exponiendo superficial- mente, una teoría de la enfermedad y un tratamiento, que me parecen confirmarse con las últimas adquisiciones de la ciencia. De este trabajo surgirán cuestiones prácticas que me propongo seguir bajo el punto de vista del estudio de los hechos. No he pasado expresamente por alto las diversas formas del có- lera. Pudieran hacerse algunas objeciones á la teoría tomando por tipo la forma que dicen seca, para probar que en ella no habia pérdida de líquidos y que el individuo atacado sucumbia fulmi- nantemente. La objecion no es tan séria como parece, si se proba- ra que los elementos de la sangre podian perder su agua de hidra- tacion rápidamente, y ofrecer un obstáculo tan momentáneo á la circulacion, que la muerte fuera la consecuencia inmediata por as- fixia, sin dar lugar á la exosmosis de los líquidos. Esto está por demostrar para confirmacion de la teoría que sustentamos; aunque, en todos los cadáveres pertenecientes á coléricos que han sucum- bido violentamente sin vómitos ni diarrea, se han encontrado lí- quidos característicos, mas ó ménos abundantes, en el estómago y en los intestinos. : En resúmen: de lo expuesto en este trabajo se deduce: 1.2 —Que el cólera endémico y el cólera epidémico, esporádi- co ó asiático son de una misma especie nosológica. 2, 2 —Que los recursos que nos brinda la higiene pública y pri- vada, disminuyen considerablemente los estragos de las epidemias, haciendo esta enfermedad ménos frecuente y mas curable. 3, 9.—Que nosotros no admitimos la entidad miasma, sino una propiedad que adquieren las materias orgánica y organizada en ciertas circunstancias desconocidas, y por tanto, que no basta la presencia del cólera para determinar la epidemia, es preciso tam- bien que los organismos se hallen preparados para recibir esa in- fluencia. 4,2 —Que siendo posible la absorcion de sustancias medicinales en el primer período del cólera, podemos modificar favorablemen- te el organismo destruyendo la enfermedad en su principio. 5.2 -—Que no siendo posible la absorcion de sustancias medici- nales. en el segundo período del cólera, debemos poner el organis- 319 mo en circunstancias de que se extinga la causa de la enfermedad, sosteniendo constantemente la fluidez de la sangre. 6. —Que extinguida esta causa, es necesario reponer los líqui- dos perdidos, y combatir los accidentes que pueden haber resultado. Notas relativas á algunos puntos concernientes d la higiene privada en. tiempo de epidemia. 1. * —«El cólera lo padece quien quiere contraerlo,» decia cons- tantemente ásus discípulos el sabio Dr. D. Agustin E. de Abren, uno de los hombres excepcionales que en materia de cólera ha prece- dido á los descubrimientos posteriores de la ciencia; y me cabe la satisfaccion de consignarlo una vez mas, porque, por lo ménos conjuntamente con Jules Guérin y con los prácticos ingleses, en- señó en la Habana el método sancionado hoy, de perseguir la diar- rea premonitoria. El Dr. Abreu hacia de esta práctica el único y rigoroso medio de prevenir á ciencia cierta un número mayor de casos de cólera. El testimonio de sus discípulos afirmará siempre esta verdad; y el Dr. D. Joaquin Zayas que se encuentra entre nosotros puede darsobre este asunto, en prueba del profundo aprecio y distincion que todos protesamos al práctico habanero, el mas deci- dido apoyo, cuando haya conocer en esta Academia el tratamiento que el Dr. Abreu empleaba contra la enfermedad que nos ocupa. 2,5 —Como quiera que sea, y aun en las malas circunstancias de higiene pública en que solemos encontrarnos, todavía las medi- das preventivas contra el cólera suelen salir triunfantes sin el au- xilio de la terapéutica, que debe reservarse para combatir los sínto- mas precursores de la enfermedad. Si las primeras medidas nada tienen de particular contra el cólera y son las prácticas generales á que debe estar sujeta toda sociedad de hombres; las que se re- ficren al individuo son de una importancia real en presencia de la epidemia. En efecto, nadie ¡enora el papel importante que hace la alimentacion en estas cireunstancias excepcionales. Prohibirse cada uno aquellos alimentos á que no está acostumbrado, hacer uso con moderación de aquellos que puede digerir siempre con fa- cilidad: hé aquí, el punto capital de la cuestion. El que observa esta práctica, el que procura no perturbar la digestion, el que se abriga moderadamente para no exponerse á una de las causas mas comunes de perturbacion intestinal, cual es el enfriamiento pro- longado parcial ó general; el que no ingiere otros alimentos hasta que la digestion de los anteriores no esté hecha; el que hace uso de una buena agua potable, como son generalmente las nuestras; el que vive, en una palabra, con lo necesario para mantener las A s 320 fuerzas, miéntras pasa la influencia epidémica, debe estar seguro de que el cólera, esa enfermedad tan terrible, pasará desapercibida para él. La práctica de estos consejos y la conviccion de estas ver- dades, irá demostrando á todo el mundo que el cólera puede te- nerse siempre á distancia; y el mas pusilánime de los hombres per- derá por completo todo temor. Este último sentimiento no puede nacer mas que de la desconfianza reinante. Los hombres morige- rados en sus costumbres no pueden tener miedo. Quede el miedo para aquellos débiles é imprudentes que tienen la justificacion de sus temores en la falta de valor para someterse á lo que recomien- da y sostiene la ciencia, que es la suma de experiencia acumulada para servirnos de guia en el conflicto. 3. % —Toda causa de debilidad general debe evitarse. La suma de trabajo para cada uno debe ser proporcionada á su resistencia. El descanso debe estar en la misma relacion. Los actos fisiológicos normales tienen por objeto, unos: acumular materiales; y otros: gastar estos mismos materiales; de suerte que toda pérdida exce- siva Ó brusca debe cuidadosamente prevenirse. Los goces y satis- facciones naturales, léjos de amenguar la actividad orgánica, cuan- do se efectúan con órden, no pueden acarrear males de ninguna especie; y al contrario, el deseo de alcanzarlos y el temor de sa- tisfacerlos es una causa deprimente que todos estamos en la nece- sidad de alejar: unos llenando sus deseos; otros templándolos, se- gun las circunstancias de cada cual. 4. 2 —Es una creencia muy generalizada, que durante las epide- mias de cólera es útil acostumbrarse al uso de los alcohólicos. Ma- lísima práctica la de ir en pos de la excitación intestinal para ex- ponerse á conquistar trastornos qne puedan ser causas ocasionales de la enfermedad. Esta vena del gusto no debiera abrirse con tan- ta insistencia por los partidarios de estas bebidas. Por otro lado, las que se expenden en Cuba están mas ó ménos alteradas por la falsificación y el fraude, que en todos tiempos han explotado des- de otros climas los mercados de nuestra Isla. Las infusiones de café 6 de té que usamos en las comidas la generalidad de los cuba- nos, es bastante para prepararse una buena digestion. Nos atreve- mos á aconsejar á los que no estén acostumbrados ya al uso de los alcohólicos ó de los vinos malísimos que circulan, que se abstengan de esas bebidas con las “cuales, invariablemente, experimenta- rán desarreglos á que no estaban sujetos, y que achacan á la in- fluencia epidémica, cuando ésta, al contrario, les está respetando á pesar de esas perturbaciones adquiridas por la novísima costumbre. Tambien de paso, aconsejarémos á los que beben que moderen el 321 hábito adquirido, porque esa excitacion continua del estómago, y esa actividad renovada 4 que someten artificialmente el organis- mo, no pueden traer mas que la dispepsia en el órgano, y la deca- dencia en el estado fisiológico normal por un trabajo mayor que proporciona tantas mas pérdidas, cuanto que ménos principios nu- tritivos se pueden acumular, si el estómago rechaza otros alimen- tos de mas utilidad. Esta práctica puede ser útil en los rigorosos inviernos de otros paises, porque allí es necesario fabricar mucho calor y estas bebidas, fisiológicamente hablando, no están destina- das normalmente á ningun otro objeto. En nuestro clima, pues, no solo es innecesaria, sino que tambien perjudicial. El vino bue- no y la cerveza en las comidas, son bebidas sanas; pero el vino bueno no existe en nuestros mercados; y si existe, la inmensa ma- yoría no lo puede pagar; felizmente tampoco lo necesita. La cer- veza es la bebida mas comun y barata en todos los paises del Nor- te; no sabemos que anomalía inexplicable mantiene el alto precio que tiene en nuestro comercio. 5. —Conviene combatir una preocupacion bastante generaliza- da en el pais, y que lo ha estado ántes en todas partes. El uso del agua buena y potable en las comidas y fuera de ellas es de necesi- dad fisiológica imprescindible; y no, como suponen muchos mal informados, un medio del cual debemos abstenernos. Otros creen que este precioso líquido, inofensivo bajo todos conceptos, debe sometérsele á la ebullicion ántes de usarse, y es práctica que se si- gue en algunas familias, sin tener presente que una de las circuns- tancias mas recomendables, es que el agua ha de tener en disolu- cion una gran cantidad de aire mas oxigenado todavía que el aire atmosférico; y la ebullicion que la despoja de esta cualidad y de una cantidad notable de sales, desnaturaliza el líquido y lo hace entónces nocivo. Desaparecen así las virtudes que hacen potable el agua y no puede favorecerentóncesuna digestion rápida y buena, quees loque desea conseguir cada persona. Es pues absurda esta práctica. El agua perturba cuando se toma sin necesidad y á grandes dósis durante el período de la digestion; el agua es el mejor digestivo cuando se to- ma en las comidas en la cantidad necesaria, ó se usa fuera del pe- ríodo de la digestion en la cantidad que habitualmente consume cada individuo en épocas normales. Preciso es tener el cuidado de no beberla cuando está el cuerpo en sudor á consecuencia de agi- tacion anterior. En cuanto á la necesidad de filtrar las aguas, es un punto en que todo el mundo está de acuerdo. La mejor filtracion es hacer pasar el agua por una capa espesa de carbon bien pilado y bien lavado y otra capa de arena fina. El carbon queda lavado en 322 * dos ó tres dias de filtracion. Las aguas procedentes de este lavado no son buenas, porque tienen en disolucion las sales que contiene . el carbon vegetal que es el que debe usarse. Las aguas que consu- me la Habana procedentes del rio Almendares, sobre todo en la estacion presente, son inmejorables. Los aljibes que fueron cura- dos ántes de la estacion pluvial que hemos atravesado, no pueden estar en mal estado, y al contrario sus aguas deben ser superiores para las personas que habitualmente consumen esta especie. Las aguas de los pozos de la Habana son malas. Las de la Zanja es- tán envenenadas con la suma constante de inmundicias que va á parar á ellas: nadie debe beberlas ni siquiera filtradas. 6. % —En fin, por regla general, dos comidas al dia son útiles y necesarias. Los alimentos deben ser los mas sencillos. La carne, los huevos, las aves, y en general las sustancias animales, excepto la leche, deben ser poco cocidas, sazonadas con sal, manteca bue- na y alguna pequeña cantidad de pimienta. Las otras especies aro- máticas, como el comino, el clavo, el culantro «c., no convienen. Los alimentos vegetales deben estar muy bien cocidos; el pan y el arroz son los mejores. Seria muy conveniente que las harinas no fueran libradas al consumo público ántes de sufrir una inspeccion que pudiera garantizar su buena calidad, sobré todo, cuando des- de el año pasado está alarmado el público con las acusaciones que recaen sobre los depósitos existentes de este polvo alimenticio, y que, á pretexto de libertad comercial y de principios económicos mal aplicados á nuestra localidad, venimos perjudicándonos mu- cho en nuestros intereses higiénicos y económicos. Las exageracio- nes libre-cambistas debieran suprimirse en tiempo de epidemia como una consecuencia del principio general que relega las inno- vaciones para mejores oportunidades, pidiendo para todos la salud | que es la suprema ley, cualquiera que sea el medio de alcanzarla, porque no existen intereses por respetables que sean, superiores á log que tiene derecho á reclamar la comunidad para librarse de una epidemia. NOMBRAMIENTOS.—Han ingresado últimamente en la Academia: —en la Seccion de Medicina, Cirugía y Veterinaria, los Sres. Don Félix Giralt, D. Joaquin G. Lebredo y D. Federico Horstmann; Don Antonio Llorente, D. Joaquin Ramirez y D. Ramon Delrieu:—en la Seccion de Ciencias físicas y naturales, los Sres. D. Francisco de Albear, D. Manuel J. Presas, D. José Ruiz de Leon, D. Claudio André, D. Rafael A. Cowley, D. Francisco María Navarro y Don José Eduardo Ramos. —La Academia ha hecho sin duda una va- liosa adquisicion. ANALES - DE LA READ ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES DE LA HABANA, REVISTA CIENTIFICA. ENERO DE 1868. DiscustoN ACERCA DE LA FIEBRE AMARILLA.-— Discurso del Ldo. D. Antonio Cayro. (Continúa.—V. Anales, t. YV., pág. 275.) U.—Cuando guiados por los cuadros de síntomas pretende- mos Clasificar las enfermedades, generalmente nos exponemos á cometer errores de diasnóstico, porque no todos los acciden- tes que presentan tienen un valor estimativo; y mas que acer- carnos á su verdadera naturaleza, nos desviamos para incurrir en la desesperante duda á que conduce un método engañoso. Es- ta verdad incontestable la encontramos corroborada en el ter- reno de la etiología, en el que no podemos admitir que sin el conocimiento de las causas sea dado llegar á una perfecta cla- sificacion, ni á un tratamiento seguro. En el primer caso, si simplificáramos nuestros medios de in- vestigacion partiendo de' lo conocido á lo desconocido, obten- dríamos resultados mas satisfactorios, porque vendria en nues- tra ayuda la analogía, cuando ménos, y ésta nos relacionaria si no con la esencia, con la cosa misma. T. 1y—42 324 En el segundo caso, sl no creyéramos que siempre las causas de las enfermedades existen fuera de nosotros, sin concederle ninguna intervencion en la produccion de ellas al organismo, estamos seguros que no se hubiera multiplicado el número de aquellas hasta el infinito. Por olvidar el papel importante que desempeña nuestra or- ganizacion, á cada paso incurrimos en errores. ¿Pero qué con- secuencia podemos sacar cuando á un mismo foco de infeccion se le atribuyen diversos principios, y que cada uno determina * una accion diferente, como por ejemplo, que el agente que pro- duce la fiebre intermitente no sea el que dé lugar á la fiebre amarilla? Si por el método analógico hemos llegado en muchos casos al conocimiento de la verdad, principalmente en las ciencias de observacion ¿por qué abandonar aquella antorcha? Si en el presente caso, colocados entre las causas que producen la fiebre amarilla y el hombre, tenemos conocimiento de este que está vinculado en aquellas y las mismas lo están con otras que Co- nocemos y que impresionan visiblemente la organizacion de aquel ¿por qué prescindir del precepto que nos lleva á partir de lo conocido á lo desconocido, único medio de averiguar la verdad? El hombre, pues, ese conjunto de órganos y funciones que la anatomía analíticamente nos ha hecho conocer y que la s Es: sis nos pone de manifiesto por la fisiología, es el que, por uno ú otro método, debemos estudiar en todos los estados de la vi- da, porque es lo único que en la oscuridad de algunos puntos de la ciencia, puede prestarnos los auxilios para conseguir nuestro objeto. El conocimiento de la organizacion del hombre, como el de los modificadores de su existencia, son una fuente imago- table, si no de certidumbre, á lo ménos de probabilidades, de donde podemos deducir conclusiones, no tan solo de la natura- leza de las enfermedades, sino quizá alguna vez hasta de las causas oscuras que las producen. Hoy que la Fisiología, ese importante ramo de la Medicina, de la Historia general y de la Filosofía, ampliando y desenma- rañando el camino de la naturaleza, intenta descubrir todos sus misterios, valiéndose de los recursos de la Patología, de la 325 Física y de la Química, para darnos á conocer mejor los fenó- menos de la vida; hoy, pues, podemos con mas regularidad aco- meter la importante cuestion que nos ocupa, apoyándonos en los métodos analógico y experimental. Si comparamos los cuadros de síntomas de las primeras epi- demias, como la peste y el tífus, con los de la fiebre amarilla, nos convencerémos de que esta enfermedad es una variedad de aquellas; que no ha desmentido desdesu primera aparicion, pues solo algunas excepciones, como la mayor ó menor duracion, es lo que sin duda ha influido en las terminaciones críticas, El signo que distingue á la primera, como son bubones, ántrax, que rara vez vemos en la segunda, y mas rara aun en la última, solo nos explica una diferencia, y es la de género, especie y variedades. Pero, si como es de presumir, fijamos la atencion en las terminaciones de unas y otras, verémos la lucha que en semejantes circunstancias tiene que sostener el organismo afec- tado, ya presentando hemorragias críticas ó tumores formados á expensas de la misma sangre, que, no pudiendo verterse siem- pre y en tiempo oportuno para una terminacion favorable, tie- ne que infiltrarse en los tejidos, dando lugar á esas colecciones purulentas, que ya bajo la forma de abscesos glandulares ú otros tumores de naturaleza maligna, como el ántrax, Ó diversos exantemas, deciden de la suerte de los enfermos. Dejando aparte las minuciosas descripciones que de esas en- fermedades nos presentan los médicos de la antigiedad y des- nudos de todo género de prevenciones, penetremos en los cua- dros nosológicos, separando los obstáculos que nos impidan lle- gar á una perfecta clasificacion; analizemos los principales sín- tomas siempre consecuentes con los sistemas del organismo afectado, reconocidos por sa marcha invasora, que forman su verdadera fisonomía y á los cuales no ha bastado el transcurso de los siglos para alterarlos; y nos convencerémos plenamente que, uno ha sido el orígen, como uno el principio, que modifica- do mas ó ménos por las condiciones de localidad é individuali- dad, nos ha hecho apreciar como diferente lo que en el órden general de la naturaleza, y en el fondo, es el mismo objeto, prescindiendo de su mayor ó menor duracion, por la identidad de sus causas y por los resultados en la vida y en la muerte. 326 En prueba de esta verdad, consúltese la historia de las epi- demias desde el año 390 antes de la era cristiana hasta el na- cimiento de Jesucristo, descrita por Plutarco y Tito Livio, lle- guemos al siglo VI y veamos las primeras descripciones que * sobre la peste hicieron Procopio y Evagrio, y desde entónces siglo por siglo, hasta el XUL en que aparecieron escritos mas perfeccionados sobre la materia, estudiemos hasta llegar al pre- sente en que por los años de 1817 á 1819 se terminó la histo- ria de esta enfermedad; examinemos los cuadros de síntomas que presentó en Asia, Africa, Europa, y entónces todos con- vendrán en que sus caractéres principales fuéron solo imodifi- cados por la individualidad y las causas locales. La misma his- toria nos señala en la América parajes donde hubo epidemias que guardaron la mas estrecha analogía con la peste; lo que prueba que este terrible azote dominó en casi todo el orbe, y que en muchos puntos ha quedado, sin duda, bajo la forma en- démica, modificado por la localidad y las constituciones mé- dicas, ; Los síntomas genéricos con que se presentaba eran los si- guientes: algunas veces .la enfermedad abria la escena con la muerte, cuando no, con una calentura ardiente y continua, muy raras veces con remisiones y precedida de calofríos; pulso fuer- te ó débil; dolor de cabeza precedido de vértigos en la inayoría de los casos, fuerte, obtuso, general ó parcial; algunos experi- mentaban repentinamente una pérdida completa de las fuerzas, aunque no era un fenómeno constante; sensacion quemante en la region precordial y demas partes internas, sensacion que ex- perimentaban algunos en la parte externa del cuerpo, siendo mas frecuente ó una ligera frialdad, ó un calor suave; sudores en cierto número de casos; algunos presentaban la cara hin- chada y roja en sumo grado, en unos casos como barnizada con un cuerpo graso, en otros sin alteracion visible; ojos brillantes y salientes, enrogecidos, amarillos, lacrimosos, empañados ó pá- lidos, con abatimiento de los párpados superiores, epístaxis fre- cuentes; olor de la boca fétido; sed inextingible en unos casos, y nula en otros; apetito, los mismos fenómenos; lengua ya blan- ca, ya roja, en unos casos verdosa, en otros negra, seca ó res- quejebrada y algunas veces desviada; tialismo y aftas precedi- 327 «los de infartos de las encías, esputos de sangre, dolor en la re- gion de los riñones, en la espalda y en los miembros; vómitos biliosos ó sanguinolentos; estreñimiento de vientre unas veces y otras diarreas amarillas, negras, cenicientas, sanguinolentas y fétidas; tension del abdómen, hipo, cardialgia, cólico, orina ardiente y sanguinolenta; algunas veces contracción en las ex- tremidades, convulsiones y desfallecimiento. La enfermedad terminaba su marcha á las tres ó cuatro horas en algunos ca-. sos, en otros á las veinticuatro ó cuarenta y ocho horas; «lgu- nas veces, á los cinco, seis, ocho, ómas dias. En una época in- «leterminada se complicaba con bubones, ántraces, diferentes e£xantemas. Este cuadro de síntomas que he tomado de las descripciones hechas por los antiguos escritores, es tambien el retrato fiel del tifus, cuyas causas son igualmente tan antiguas como el géne- ro humano y al que muchos consideran como la misma peste «que en los primitivos tiempos de la Historia desolara gran parte del Asia, Africa y Europa. Es el mismo cuadro que en el siglo XVI, bajo el nombre de calenturas pestilenciales nos lo describieron en España, Italia, Alemania y Holanda; que en el siglo XVII fué fruto de la guerra de los tre2mta años, y que á fines del mismo reapareció en aquellos puntos con el nombre de epidemia regiomontana y cuyas descripciones pueden verse en las disertaciones académicas sobre la historia general del tífus por Hoffmann, Borsieri, Wedelius, Haller y otros escritores. Es la enfermedad que, descrita por Olivier, apareció en las islas de Nantucket y de Nueva Inglaterra; la que Bucchanan ha descri- to con el nombre de typhus fever y que se presentó en Baltimo- re en 1738; la aparecida en Boston por los años de 1817 á 1818 descrita por Gamages; y la que, sin duda, en el siglo XI obligó á los Tolztecas á emigrar hácia el Sur, segun nos lo re- fiere el Baron de Humboldt en su Ensayo Politico sobre Nueva España. Comparado este cuadro con el de las fiebres biliosas, cuyo primitivo orígen no he podido encontrar, y á las que las teo- rías médicas han hecho sufrir numerosas transformaciones, di- fiere, Como se vé, por su causa, por su marcha y por sus termi- naciones. Pero como donde debemos buscar la filiacion verda- 328 dera es en las grandes epidemias, dirémos que la de Lausana descrita por Tissot fué atribuida por este autor á un humor pú- trido-bilioso que irritaba el estómago, y que se asemeja tambien á la epidemia de fiebres biliosas anómalas de Tectlemburgo, lo mismo que á las que con leves alteraciones se experimentan en los paises cálidos. Como Tissot la dividió en tres clases, segun los grados de intensidad de la fiebre, se vé que siempre habia tres ó cuatro dias prodrómicos hasta que se presentaba un calofrío que du- raba una ó muchas horas, al cual seguia la reaccionque se pro- longaba hasta el siguiente dia; que cesaba algunas veces sin evacuacion sensible y otras con sudor, cubriéndose la lengua de una costra amarillenta, repitiendo este paroxismo todos los dias y á diferentes horas: ésta era sin duda una fiebre intermi- tente biliosa, lo mismo que las que en tiempo de la epidemia se presentaban en los niños, mujeres y ancianos. La segunda clase era ebodeaiad como la primera por cuatro ó mas dias de malestar, inapetencia, calofríos, como en el pri- mer caso, despues calor; pulsaciones, cien por minuto; dolor de cabeza mas intenso, náuseas, vómitos amarillentos: cuando és- te período terminaba por sudores se hacía mas grave el paroxis- mo. La apirexia nunca era completa, cuyo carácter servia para distinguir esta forma de la primera y que por lo regular, segun refiere Tissot, un tratamiento inoportuno la convertia en la tercera. ¿Esta presentaba un aspecto distinto de las anteriores. Al sé- timo ú octavo dia venian los síntomas agravantes y entónces aparecian los que los autores nos presentan en las fiebres de los paises cálidos cuando llegan á su mayor intensidad, ó como» dice Pinel, su terminacion en pútrida: boca seca, DUSTOdN y amarga, cefalalgia muy intensa; dolores contusivos en los bra- zos, en los riñones y en las extremidades abdominales; dolor en el epigastrio, sed inextinguible, náuseas y vómitos de mate- ria amarilla y abundante; diarrea amarilla y abundante; lengua cubierta de una capa amarilla muy gruesa; pulso acelerado; piel seca; transpiración nula; calor acre ó donticante: insomnio, ó: sueño perturbado por ensueños penosos; delirio intenso. Y sl agregamos á este cuadro de síntomas, los que segun Tinck se- 329 presentaban en la epidemia de Tectlemburgo al terminar la enfermedad, señalarémos las convulsiones tetánicas, el color negro de la lengua, aftas, sudores frios, cara Ínpocrática, Expuestos, como habeis visto, los cuadros de síntomas de es- tas enfermedades sin haberlos dividido en períodos y atendien- do solamente al objeto que me propongo, que es presentarlos reunidos para compararlos mas adelante con las fiebres biliosas de estos climas y la fiebre amarilla, no solo no habré molesta- do la atencion de la Academia, sino que es lo suficiente para probar la analogía que existe entre las fiebres de los tiempos rémotos y las de los actuales. Dijimos en otro lugar que semejantes enfermedades debian considerarse como individuos de la misma especie, porque las modificaciones que han sufrido por el transcurso de los siglos, no han traspasado los límites que les estaban señalados por la naturaleza; que á la manera de seres organizados distribuidos por la superficie del globo se han propagado como variedades emanadas de un solo tipo; que los caractéres que les dieron esa forma primitiva no se desmienten jamas; como variedades, sin duda pueden acomodarse á la influencias que ejercen tanto las causas internas como las externas; pero al cabo, cuando por la intervencion de causas que ignoramos, se encuentran en las con- diciones de su procedencia, vuelven á su orígen y se revisten con su verdadero tipo. Tomando en consideracion estos antecedentes, veamos sl la fiebre amarilla en su marcha, síntomas y terminacion puede ser considerada como émula de la peste y del tífus, y por lo tanto una variedad de estas afecciones, pues hay mayor cúmulo de ra- zones para identificarlas, que las que tener pueden los que con- sideran la fiebre amarilla como variedad de la biliosa de los paises cálidos, La fiebre amarilla, á juzgar por la historia, ha tenido su cu- na en las Américas; otros la creen importada á estas del Asia á la llegada de los primeros europeos. Como quiera que sea la raza bronceada de ámbas Américas estaba sujeta á una enfer- medad conocida con el nombre de malharahualt que obligó á los mejicanos en el siglo XVI á abandonar la antigua capital, en- fermedad que tambien atacaba á los europeos y la que sin du- 33U da contribuyó á que emigraran los tolztecas hácia el Sur; la que: desde 1545 hasta 1762 atacó casi exclusivamente á los indíge-- nas y que fué tal la infiuencia que ejerció, que alcanzó hasta la mesa ó llano central, que como todos saben, se eleva 1200,, ó 1300 metros sobre el nivel del mar. Los principales síntomas con que se daba á conocer, eran las hemorragias por la boca y la nariz, y el color amarillo antes ó* despues de la muerte. Este hecho nos autoriza para creer que si no era la verdadera fiebre amarilla, seria una especie de tf- fus del que aquélla pudiera ser una variedad; porque allí don+ de el termómetro se mantieneá 10 ó 12 grados del centígrado solo pueden desarrollarse los tífus y no la fiebre biliosa de los paises cálidos Y como esto es verdad, queda por tierra una de las conclusiones de Mr, Chervin donde dice: que el tífus icte- rodes no puede presentarse sino en las localidades donde sea capaz de desarrollarse la fiebre biliosa. No he encontrado un solo hecho que me pruebe que la fie- bre biliosa de los paises cálidos se presenta bajo la forma ept démica en los parajes en que la temperatura es de 13” y sí la fiebre amarilla. Dígalo Benjamin Rush, que describió la fiebre amarilla que reinó en Filadelfia en los meses de Noviembre y Diciembre y la de Gibraltar descrita por Aréjula, acaecida en 1813. Esta es una prueba que viene á poner en conflicto otra de las conclusiones de Mr. Chervin, donde asegura que la fie- bre amarilla no ha reinado fuera de los trópicos, sino en el es- _tío y el otoño. Para probar Moreau de Jonnés la naturalidad americana de- la fiebre amarilla, dice, que de 542 irrupciones que se han ve: rificado en 325 años se cuentan 92 en la América del Norte, 19 en la del Sur, 110 en las Antillas, 136 bajo la zona tórrida,, 138 en la templada, 43 en Europa y 4 en Africa. (Contiínuard. y 331 NotTAs SOBRE ALGUNAS PLANTAS VENENOSAS Ó MEDICINALES DE LA ISLA DE CUBA; por D. Francisco A. Saunalle. Pinaliza.-——V. Anales, t. YV., púg. 283. , pag SYNANTEREAS Ó CompuEsTas.—Hay entre ellas aleunas cu- yas virtudes son muy apreciables é importantes en la medicina. De este número son: la Vernonia Habanensis. D. C. Rompe- saragiey macho; Vernonia Cubensis Gris. Rompe saragiey morado. Los afamados alexitéricos, Hupatorium Ayapanoides Gris: —especie de Ayapana y las varias especies de Mikunmias.— Guacos.—El Seneccio plumbeus Gris: —Retama árbol; la Veu- roleena lobata. KR. B: Retama arbusto y las Plucheas.—Salvias del pais, son aromáticos, tónicos; se emplean en el campo co— mo digestivos y hasta en baños para fortalecer y estimular. Lorerraceas.—Las plantas de esta familia tienen casi todas un jugo lechoso sumamente cáustico y que corroe la piel. To- madas interiormente producen vómitos y la muerte. Entre ellas figura el Revienta-caballos, Zsotoma longiftora Prl: tan comun en nuestros prados y que mata á los carneros, á las va- cas y á los caballos que por descuido llegan á comerla. PLUMBAGINEAS.—Su único representante en la Isla es el Plumbago ¡Scandens L.—Mala cara, de la que ya he hablado como vexicante. SoLANAcEAs.—Toda planta de esta familia inspira descon- fianza y casi repuenancia á primera vista.—Esto se debe sin duda al olor nauseabundo que exhalan las hojas de la mayor parte de ellas; sin embargo, si bien es verdad que algunos de los géneros destilan un veneno activo, no lo es ménos que mu- chos otros nos suministran alimentos preciosos y asradables. Las propiedades narcóticas que poseen algunos de los miem- bros de esta familia se debe á la presencia de los álcalis ve- getales; pero el narcotismo que producen la Belladona y el Estramonio, es diferente del que cauga el opio. Entre los gé- neros toxíferos de las Solanáceas tenemos en la Isla la Solan T. Iv—43 392 dra longiflora Tuss:—Chamico, Datura ceratocaula. Ort.:— Chamico silvestre, y el Suaveolens H y B. Flor de campana. El Chamico se ha usado con buen éxito en las neuralgias, en los reumatismos y en la enterodinia, En el tratamiento del asma es- pasmódico se recomienda generalmente fumar cigarrillos de las * flores del Chamico y aspirar el humo; pero puedo asegurar que en mis largos padecimientos de esa cruel enfermedad, he ensa- yado este remedio varias veces sin haber jamas experimentado alivio. El Dr. Bree en el Diario médico-físico de Lóndres, tomo XXVI, asegura haber probado el uso de estos cigarros sobre 82 asmáticos, y que en 58 casos no habia producido ningun efecto permanente, y que en los otros 24 habia sido perjudicial al enfermo. A esta familia pertenece el Tabaco, Vicotiana Taba cum L; y no siendo indígena me abstengo de citarla entre las plantas venenosas. No me creerian muchos en el campo, si les dijera que tanto la hoja, como la raiz, las semillas y hasta el humo del tabaco encierran un veneno de los mas enérgicos, casi igual en violencia al ácido prúsico. El Solanum nigrum L: y Solanum nodiflorum Jacq.—Yerba Mora, son narcóticos; se emplean tambien como resolutivos, así como el Solunum Scabra V: vulgo agicon. El Verbascifolium L.—Tabaco cimar- ron; el Zorvum L.—Prendedera ó Pendejera- El Cestrum noc- turnum L.—Galan de noche, y el Cestrum diurnum L. Galan de dia son venenos narcótico-acres sumamente activos. Las BiexowyIaceEas.—Son notables principalmente por la hermosura de sus flores y la calidad de sus maderas; sin em- bargo el Pithecoctennum Aubletú, Splitg: Bejuco perdiz, es su- dorífico, vulnerario y alexitérico. La corteza del Zécoma pen- taphylla D. C. Roble yugo, Roble blanco, es febrífuga y algu- nos pretenden que es antídoto del Hippomane. En esta fami- lia colocan algunos las Crescentias, aunque segun otros deben pertenecer á las Solanáceas. Lo cierto es que no corresponden exactamente á ninguna de las dos. Las pulpas de las frutas de la Crescentía Oujete L, Gúira, y de la Acuminata H. B. y K. Gúira cimarrona, son vulnerarias, astringentes y del zumo de las mismas se hace el afamado lamedor de Gúira, tan preconiza- do en las Antillas francesas contra la tísis. En la Crescentia cucurbitina L. Magúira, la carne ó tripa del fruto, cuya cásca- 333 ra no tiene la fuerza ni la resistencia de las otras dos especies, es sumamente venenosa. Las Acawraceas.—Tienen propiedades eméticas casi al igual de la ipecacuana, y se usan á veces en lugar de ella, como por ejemplo las 4tuellias GFeminiflora Ktbh., con su variedad Ca- nescens Gris; la Pantculata, L., la Diffusa Gris, y la Tube rosa L, CowvoLvuLAcras.—Las ruices Ó tubérculos de una gran parte de las plantas que componen esta familia dan un jugo lechoso, acre y purgante, de poco ó ningun uso que yo sepa. Las VERBENACEAS no tienen propiedades conocidas. El Vi: tex 6 árbol casto, tenia, segun parece, en tiempo de Plinio y de Dioscórides, la virtud de preservar la castidad de las mujeres, y las sacerdotizas de Céres reposaban sobre lechos cubiertos de las hojas de estas matas; pero hoy, ó estos árboles han per- dido su virtud, Ó nuestras señoras no necesitan de tales pre- servatlvos. Aroideas.—Sus rizomas cuando frescos contienen un prin- cipio acre-estimulante, tan volátil que se evapora entera: mente por la coccion, volviéndose así algunas especies un ali- mento sano, como por ejemplo el Xanthosoma Sagittifolium Sch. Malanga. La .Arisaema atrorubens Bl., y la Andromycia Cubensis R., Malanguilla, Malanga cimarrona, Sahumalla, que hace mucho: daño en nuestros potreros. Los cerdos que han comido de estos rizomas cáusticos, se hinchan, se les ataca el cerebro y mueren echando espuma por la boca. El Anthurium venosum Gris, es el Bejuco lombriz, vermífugo. El Philoden- dron Ciementis Wr., Macusey.—En algunas especies de este gé- nero, como por ejemplo el Philodendron hederaceum, Schl., y Phalodendron Wrightis, Gris; son tan caústicas las raices Ó rizomas que aplicados á la piel forman un vejigatorio en pocos momentos. La Pistía Occidentalis, Bl. y la Commutata Schl.: Lechuguillas de Laguna, hacen tal vez excepcion. Lrrrackas.—Pertenece á esta familia (segun algunos á las Amarilídeas), el Pancratium Caribeum L.—Lirio San Jua- nero, con cuyos bulbos se prepara un vomitivo inocente y sua- ve. El Pancratium angustifolíum Roem: Lirio San Juanero del pinar, tendrá sin duda la misma propiedad. Los bulbos 334 del Crinum erubescens Ait., Lirio, pasan tambien por ser emé- ticos. Esmmaceas.—Son de esta familia las Smilas que suminis- tran la Zarzaparrilla; las 6 Ó 7 especies que crecen en la Ísla, podrian en gran parte substituir á esta. Smilaz Syphilitica R. Zarza del Brasil. Smilaz Oblongata Sw., Raiz de China; son indígenas. Brownniacras:—La Bromelia Pinguin L Piña-raton, cuy os frutos son vermífugos. No conozco las propiedades de Le Tol landsias; sin embargo, se cree generalmente que la Zollandsia polystachya L. Flor. del alre, es venenosa. EscrramivEas.—Zeencalmia occidentalis, Gris, Cojate, y la Amena R. Cojatillo, Costus ruber W. muela Santa, todos muy recomendables para el pecho y contra el asma. Canna indica L. Platanillo de Monte; mencionado anteriormente. Hoxecos.—Esta familia criptógama es muy abundante en la Isla. Aquí como en todas las partes del globo se complacen ios hongos en los lugares húmedos, en lo sombrío de los montes, sobre los troncos podridos, debajo de las piedras, en la oscurl- dad de los sótanos; se hallan á veces hasta debajo de la epi- dermis y del líber de los árboles; algunos se desenvuelven en la superficie de los líquidos ó vegetan flotando sobre las aguas; otros brotan del cuerpo de animales ó insectos muertos, dando lugar á que el vulgo crea que estos despues de la muerte se transforman en vegetales, como por ejemplo la araña peluda y la abispa que se convierten, segun muchos, en matas de gua- yaba y de Gía. Generalmente sobre los árboles mas viejos y mas gruesos es donde se crian los mayores hongos; sus fibras penetran á veces hasta dentro de la parte leñosa y aniquilan las matas cuando se acumulan en ellas. Los hay tan diminutos que solo se des- cubren con el auxilio de fuertes microscopios; sin embargo, estos átomos invisibles destruyen los árboles mas frondosos, asolan los campos, arruinan las cosechas de distritos enteros; sus innumerables é invisibles esporas transportadas por el aire influirán mas de una vez sobre nuestro sistema, y no seria ex- traño que de allí proviniesen muchas enfermedades y epide- mias cuyas causas escapan á la penetracion de los facultativos. 335 Algunos de nuestros hongos son de las mismas especies que se hallan en Europa y otros continentes; pero hasta ahora no se ha hecho, que yo sepa, análisis, descripcion ó estudio +algu- no de los que crecen en Cuba. Por este motivo no puedo se- nalar por sus nombres las especies venenosas, mucho ménos sabiendo que en Europa se comen en ciertos “puntos hongos, rechazados en otros como perniciosos. Como regla general es bueno desconfiar de todos; pues, aun aquellos que habitual. mente se comen, suelen causar graves accidentes cuando se marchitan ó principian á descomponerse, y la misma especie de que se alimenta impunemente un individuo, produce en otros efectos deletéreos. Contienen casi todos los hongos un principio acre y volátil, y á veces una sustancia oscura, vene- nosa, llamada amanitina.--No existen caractéres anatómicos absolutos que sirvan de guia para distinguir los buenos de los malos, ni se les conoce antídoto seguro. En casos de envene- namiento lo primero es tratar de extraer cuanto ántes el vene- no del estómago ó de los intestinos por medio del émetico y del agua caliente, administrando luego el aceite de palma cris- ti y los emolientes. El vinagre, el zamo de limon ú otros áci- dos, y sobre todo la ebullicion y coccion disminuyén y destru- yen á veces las cualidades perniciosas de los hongos. Sin embargo, á pesar de todo lo que acabo de manifestar, debo confesar que he comido en la Isla “Champignones” tan sabrosos como los mejores de Europa y que hay muchas clases de que podemos alimentarnos impunemente. En algunas fin- cas los negros son muy aficionados al Nonñon ó Llonllon, como llaman al hongo, y comen sin recelo todos los que cre- cen sobre las raices podridas de los naranjos. Estos tienen la hechura de un quitasol; la película blanca del sombrerillo se separa con facilidad; son rosados por debajo cuando fres- cos y luego pasan á carmelita oscuro. Asimismo comen in- distintamente todos los que salen sobre las raices del Gruaná- bano, del Mango, de las Casuarinas y de la Higuereta. Estos últimos son mucho mayores que los demas, y se comen en bo- ton. Son tambien comestibles los que se crian sobre los tron- cos podridos de! Aguacate, del Jobo, de la Ceiba, del Mango y “del Guanábano. En las Palmas podridas recogen otros exce- 356 lentes que se dan en racimos; son blancos y de hechura de- abanico; pero se han de usar cuando muy nuevos y frescos, : porque luego se ponen duros y apergaminados, : Temo ya haber abusado de la paciencia de V., SS; así conclui-- ré esta larga nomenclatura con algunas observaciones gene- rales. Antiguamente la Botánica consistia casi exclusivamente en el estudio de los vegetales y de sus aplicaciones. Estudiábanse las plantas para hallar en ellas nuevos remedios, nuevos vene- nos, nuevos antídotos. Apénas se ocupaban de la clasificacion metódica y se puede decir que la ignoraban hasta que apare- cieron los hermanos Bauhin, Tournefort y el inmortal Linneo. Hoy al contrario la Botánica generalmente se limita demasia- do á. definiciones y clasificaciones, á sobrecargar la memoria de nombres griegos y latinos, indispensables sin duda, pero que: no debieran excluir el estudio de la naturaleza de las plantas, . de su aplicacion á la ciencia, á las artes, á la industria, y so- bre todo de sus efectos sobre el sistema animal. La Botánica ha llegado á tomar tan vasta expansion, se ha engrandecido de tal modo, que no basta ya la vida entera de un solo individuo para abarcar todos los diferentes ramos que la constituyen. El Botánico no puede estar recorriendo el glo- bo para descubrir y coleccionar plantas y al mismo tiempo entregarse á los ensayos químicos y á los trabajos asiduos y minuciosos del laboratorio; puede difícilmente adquirir un co- nocimiento perfecto y práctico de la Fitología, de la Histolo- cía, de la Botánica comparada, de la ARE, de la indus- trial y médica, de la Patología y Fisiología vegetal, de la Glo- sología, de la Taxonomía, etc., etc; no debiera ignorar ni la química, ni aun la medicina. No es dable, pues, á una misma capacidad individual poseer tantos y tan variados corrocimien- tos; así es que vemos tantos distinguidos botánicos restringir- se á las monografías de determinadas familias. Esta ciencia, que muchos esa como árida y estéril, ha llegado á ser tan complicada, encierra tantas ea cata una de ellas una ciencia de por sí, que así como las grandes empresas. industriales requieren para llevarse á efecto la asociacion de capitales, del mismo modo para adelantar, perfeccionar y 337 sacar utilidad de la Botánica se hace indispensable una aso- ciacion intelectual de capacidades. Así, y solo así, se conse- guirán, sobre todo entre nosotros, grandes resultados é impor- tantes beneficios á la humanidad. ¿Y quién mejor pudiera cooperar á esa grande y benemérita obra que los químicos y los médicos que tantos auxilios sacarian de las plantas de es- ta Isla? Penetrado de lo que antecede, concluyo cono he prin- cipiado apelando de nuevo al amor de la ciencia, de la huma- nidad y de la gloria que anima sin duda á los señores de la Aca- demia. Si cada uno de los muchos profesores de reconocida capacidad que la componen se propusiese hacerse cargo del estudio de las virtudes y composicion química de una sola fa- milia, diré mas, de dos ó tres géneros cada año, muy pronto sus tareas llamarian la atencion del mundo científico, y sobre la Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales de la Ha. bana recaeria la honra de haber creado una Terapeútica vege- tal exclusivamente Cubana. DoouMENTOS RELATIVOS AL CÓLERA EN LA HABANA. (1567--68.) (Continria—V. Anales, t. IV. pag. 291.) N* 6%--—Comunicaciones hechas en la Academia por el Dr. D. R. L. Miranda. 1?—(Sesion del 10 de Noviembre de 1867.)-—Habiendo frecuentado el Dr. Miranda los hospitales de San Felipe y Santiago y el de San Juan de Dios, le ha sido facilitado por los señores facultativos encargados de las salas de coléricos el siguiente apunte estadístico que, á pesar de consi- derarlo incompleto, solo tiene por objeto indicar el movimien- to que ha existido en dichos hospitales de la enfermedad rei- nante. El Dr. Miranda hace observar que la mayor parte de los individuos atacados del cólera en San Felipe y Santiago se encontraban en ese hospital tratándose de otras enferme- dades, principalmente crónicas, y que habiendo en la sala de 338 coléricos un francés, llegado á la Habana el 18 de Octubre próximo pasado en el vapor Louisiane procedente de Vera- cruz y atracado al muelle de Casa Blanca, le refirió que fué: invadido de la enfermedad que en la actualidad padecia, po- cos dias despues de su llegada á esta ciudad; que abordo no hubo ninguna novedad durante el viaje á pesar de haber mas de cien individuos; que los alimentos eran sanos y bien condi- mentados; y que en la ciudad de donde habian salido no exis- tia otra enfermedad mas que la fiebre amarilla. | En San Felipe y Santiago entraron desde el 3 de No- viembre hasta el 9 del mismo mes 37 individuos, de los cuales. fallecieron 22, quedaban 13 y salieron curados 2 En San Juan de Dios han entrado desde el 30 de Octubre hasta el 10 de Noviembre á las 9 de la mañana 70 individuos de los cuales fallecieron 28 y quedaban 42, En Bélot entraron desde el 4 de Noviembre hasta el 9 del nismo mes 4, de los cuales falleció 1 y quedaban 3. El total de los individuos invadidos en estos tres hospita- les es de 111, de los cuales han fallecido de siendo la propor- cion en la mortandad de 45 y 945,000 p.S 2% Comunicacion. — Sesion del 24 de Nora )—La presente nota estadística tomada de los datos oficiales, y que mas tarde será presentada á esta Academia con todos los requisitos que exige esta clase de trabajos, solamente tiene por objeto: 12 poner al corriente á esta ilustrada Corporacion del alta y baja del cólera, desde el dia de su aparicion entre nos- otros, el 19 de Octubre, hasta el 23 del corriente mes inclusi- ve; 22 demostrar á los incrédulos que desgraciadamente la en- fermedad diagnosticada en Casa Blanca por los pretendidos alarmistas continúa haciendo sus estragos, confirmándose ca- da dia mas las deducciones hechas en el informe del 23 de Octubre próximo pasado. Durante los ocho primeros dias el cólera estuvo estaciona- do en Casa Blanca, haciendo su invasion en esta ciudad el 27, y desde ese dia 1 el 6 de Noviembre los atacados fueron en pequeña escala, subiendo el 7 á 21 y aumentando progresiva- mente hasta el 15 en que llegaron á 98; disminuyendo despues y siendo las invasiones diarias entre 50 y 70; desgraciadamen- 339 te el 22 han vuelto á subir á 81 y el 23 á 101, maximum de las invasiones que hemos tenido hasta el presente. Los invadidos en los diferentes barrios y hospitales de es- ta ciudad, desde el 19 de Octubre hasta el 23 del presente mes inclusive, ascienden á 1191, de los cuales han fallecido 585, siendo la proporcion en la mortandad de 49 y 118,000 p.2 32 Oomunicacion.—(Sesion del 8 de Diciembre de 1867.) — Desde el 24 de Noviembre hasta el 7 del presente mes inclu- sive fueron atacados del cólera en esta ciudad 827 personas, de las cuales fallecieron 482, habiendo llegado el maximum de las invasiones el 25 del pasado á 106 y manteniéndose despues por término medio entre 40 470 por dia. _Sumados los nuevos invadidos y los fallecidos con los de la anterior relacion hacen un total de 2018 atacados y 1247 fallecidos, siendo la proporcion en la mortandad de 52 y 8707000 p.S 4* Comunicacion.—(Sesion del 22 de Diciembre de 1867.) —Desde el 8 del presente mes hasta el 21 inclusive han sido atacados del cólera en esta ciudad 320 individuos, de los cua- les han fallecido 180, habiendo disminuido el número de in- vasiones diarias, manteniéndose por término medio entre 20 á 30, bajando el 18 á 19 y el 19 á 9; sin embargo, el número de fallecidos se encuentra en la misma proporcion poco mas 6 ménos que en nuestras anteriores relaciones. Sumados los nuevos invadidos y los fallecidos con los de nuestra última comunicacion á esta Academia, dan un total de 2338 atacados y 1247 fallecidos, siendo la proporcion ge- neral en la mortandad de 53 y 122000 p.S Ademas haremos notar que el cólera comenzó en Casa Blan- ca en la raza africana, que ha atacado despues á las otras ra- zas y que hasta el presente el mayor número de invadidos son de raza blanca, siguiendo despues la africana y en menor es- cala la asiática, y predominando las invasiones de todas las ra- zas en el sexo masculino. 57 Comunicacion.—(Sesion del 12 de Enero de 1868.) — En la última sesion tuve el honor de anunciar á V. V.S.$, el descenso tan notable que se observaba ya en el cólera; pero re- pentinamente el dia tres del presente mes, coincidiendo con T. Iy—44 340 una densa neblina, esta terrible enfermedad en su marcha des- tructora y caprichosa se presenta en todos los barrios de esta ciudad, burlándose hasta de aquellos donde las condiciones higiénicas eran ménos favorable para su desarrollo, y respetan- do solamente al de San Lázaro, donde no hubo un solo inva- dido y donde dias anteriores habia hecho grandes estragos. Durante ese dia fueron atacados 324 individuos, maximum de invasiones que hemos tenido hasta el presente; disminuyeron los casos los dias 4, 5 y 7, en que fueron atacados mas de 100. por dia, y el 10 bajaron á 50. | Desde el 22 de Diciembre próximo pasado hasta el 10 del presente mes inclusive, han sido atacados del cólera 1239 in- dividuos, habiendo fallecido 727, que sumados á los anterio- res de que dí cuenta á V. V.S. $. en la última sesion, dan un total de 3567 invadidos y 1968 fallecidos; siendo la propor- cion general en la mortandad desde el 19 de Octubre hasta el 10 del presente mes el 55 172000 p.S N* 7.—Comunicaciones, sobre el cólera, hechas en la Acade- mia por el Dr. D. Luis M? Cowley. 17—(Sesion del 24 de No- viembre de 1867.) —Sala de coléricos en el hospital de San Fe- lipe y Santiago.—(Datos suministrados por el Dr. D. Eduar- do F. Cottilla.) —/nvadidos desde el tres al 24 de No- vembrer ion A O AS, A SS Muertos en este período de dias.------.- mo 47 Caubados poa 0o. LED yla Ad e lO Refleciones.—Ausencia de calambres—reacciones tifoideas —predominio de los vómitos. En algunos de los curados—marcada intermitencia de los fenómenos mórbidos. Tratamiento: —En la forma álgida, exclusion de todos los agentes que vienen llamándose específicos; uso de los excitan- tes, En el 22 período, inutilidad del bismuto, triunfo del opio. Para combatir los vómitos rebeldes despues de establecida la reaccion: —eficacia del extracto de belladona. Como medicacion rubefaciente, buen resultado de la aplica- cion de ajos machacados. Proporcion 52000 p.2 2% Comuntcacion.—Hospital provisional de San Juan de 341 Dios.—(Observaciones de los Drs. García y Bab¿.)—(Sesion del 24 de Noviembre de 1867.) Invadidos desde el 31 de Octubre hasta hoy 24 de No- VIEIRA A A 259 Muertos en este período de dias. -_-- AOS ME e CANA 1 a A TUCU TENCID EONUAVEA ON A e RIO Proporción, el 31 p.S Refleviones.—Ansencia de calambres en general, pero cons- tantes en la raza negra y mucho mas frecuente é intensos en los chinos que en los blancos. Vómitos frecuentes, lo mismo que las diarreas. Hora de invasion, la segunda mitad de la noche. Diarreas prodrómicas cas1 constantes. Causas de la enfermedad, casi siempre un ingesta. En general la algidez no es completa. Vómitos abundantes y pocas diarreas, duracion larga del enfermo relativamente. ; Por el contrario, diarreas abundantes y vómitos poco fre- cuentes, duracion muy corta. Anuria en casi todos los casos. Presencia de la albúmina en el vómito y diarrea, muy vatla- ble; falta por lo general, presentándose y desapareciendo en el mismo enfermo. Sentimiento de opresion y calor debajo del apéndice xifoide, constante. Tratamiento en la forma álgida, excitante difusible. Tanato de quinina. o de Després.—Píldoras de Gra- ves.—Láudano de Sydenham. Para combatir los calambres, inyecciones subcutáneas de morfina seguidas de buen éxito. Para dombatis los vómitos, vejigatorios al epigastrio; po- cion de Riverio y opio. En el período algido se están empleando las sabanas empa- padas en agua fria al parecer con buen resultado, pues el nú. mero de casos no es suficiente para juzgar de esta medicacion. Proporcion 52000 p.S N? s.—Nota enviada á la Real Academia de Ciencias Médicas 342 de la Habana, sobre el movimiento del cólera en el hospital pro- visional de ¡San Fuan de Dios, por los facultativos del mismo. —Comprende desde su fundacion el 30 de ¡Setiembre hasta las 12 de la noche del día 7 de Diciembre de 1867.—(Sesion del 8 de Diciembre de 1867.—1* Comunicacion del Dr. García.) Entrados 341, á saber: 253 de cólera, 47 de colerina, 35 de enfermedades diversas, 5 cuyos antecedentes se han perdido y 1 sospechoso de envenenamiento. De los 253 coléricos 45 cu- raron, 183 murieron; hubo además 1 que se suicidó. Propor- cion entre curados y muertos: 1974 p.S De los 253 coléricos 217 eran varones y. 36 hembras, de modo que la relacion entre unos y otras escomo 162 es 4 1.— Los varones han sido todos adultos. —De las 36 hembras 33 eran adultas y 3 párvulas: estas últimas fallecieron todas. Hombres.—De los 217, 58 eran blancos, 85 asláticos, 65 ne- gros, 4 pardos y 5 de raza americana ó cobriza. De los 58 blancos 12 curaron, 41 murieron, 4 existen y 1 se suicidó:-—proporcion de curados, 2264 p.S De los 85 asiáticos, 13 curaron, 58 murieron y 14 existen: proporcion 18'31 p.S De los 65 negros, 13 curaron, 50 murieron y 2 existen: pro- porcion, 2063 p.S De los 4 pardos, 1 curó y 3 murieron: proporcion, 25 p.S Delos 5 de raza cobriza, 1 curó y 4 murieron: proporcion, 20 D= En resúmen: de los 217 varones atacados de cólera curaron 40, murieron 156, 1 se suicidó y existen 20: proporcion, 2041 p.S Mujeres.—De las 36 mujeres, 6 eran blancas, 26 negras y 4 pardas. De las 6 blancas, 1 curó y 5 murieron: proporcion: 164 p.S De las 26 negras 2 curaron, 21 murieron y 3 existen: pro- porcion, 870 p.S De las 4 pardas 1 curó, 2 murieron y 1 existe: proporcion, 3333 p.S En resúmen: de las 36 mujeres atacadas de cólera, 5 cura- ron, 27 murieron y 4 existen: proporcion, 1613 p.S Tenemos, pues, que la proporcion de curaciones ha sido de 345 2203 en la raza blanca, de 1831 en la asiática, el 17'44 p.S en la africana, el 2857 p.2 en la mixta y el 20 en la cobriza. De 213 casos de estado conocido, 204 eran solteros, 6 casa- dos y 3 viudos. y De 234 casos de origen conocido, 33 eran naturales del pais y 201 estraños á él. En 225 casos cuya procedencia es conocida, tenemos: 104 del barrio de la Punta. 3 de la Ceiba. 15 del de Paula. 3 de Guadalupe. 14 del de Tacon. 3 de San Leopoldo. 13 dei del Príncipe. 2 de San Lázaro. 11 del Angel. . 2 de Colon. 10 de San Francisco. 2 de San Juan de Dios. 7 de Santa Teresa. 2 de Villanueva. 5 fueron invadidos en este mismo hospital. 1 de Arroyo Naranjo. 5 de Pueblo Nuevo. 1 de Marte. 4 del Horcon. 1 de Monserrate. 4 de San Felipe. 1 de Chavez. 3 del Cristo. 1 del Vedado. 3 de Santa Clara. 1 de Jesus María. 3 de San Isidro. 1 de San Nicolas. Duracion de la enfermedad. Hombres. 4 entraron muertos. 25 vivieron ménos de 1 dia. 5 vivieron ménos de 2 horas. 76 mas de 1 dia. 46 vivieronménosde12 horas Mujeres. 2 entraron muertas. 6 ménos de 1 dia. 3 vivieron ménos de2 horas. 9 mas de 1 dia. 8 ménos de 12. De modo que la duracion ha sido en lo general mas corta en la mujer. Observaciones.—Entre los enfermos curados del cólera ha y 344 1 que llegó atacado á la vez de viruela confluente, la cual de-- tuvo su marcha miéntras existió el cólera, habiendo seguido su curso tan pronto como el enfermo entró en reaccion. El en- fermo murió. Cólera seco: ha habido 2 casos rápidamente mortales. Los vómitos y diarreas de color de vino se han presentado en 5 casos, 3 de los cuales terminaron por la muerte, y 2 por la curacion. | | Reaccion.—MHa sido tifoidea en 4 casos, 3 de los cuales ter- minaron por la curacion. Meníngea en 45, 17 curados. Neumónica en 5, tres curados. Por peritonitis en 2 casos, ámbos muertos. Por fiebres intermitentes, 9:-8 curados. Con amigdalitis en 2 casos, existentes. Franca en 9 casos, curados. Por donde se ve que la reaccion meníngea es la mas fre- cuente y al mismo tiempo la mas grave, si se exceptúa la pe- ritonítis, de la que solo han existido dos casos terminados por la muerte. : Tratamientos.—Por la hidroterapia han sido tratados 7 en- fermos en el período álgido: 3 han sido envueltos en sabanas de agua helada; en 2 de ellos hubo que suspender el trata- miento por los agudos dolores que determinaba en la parte anterior del pecho: el otro entró en reaccion; pero ésta fué 1n- completa: 2 fueron envueltos en sábanas empapadas en agua á la temparatura normal; ámbos murieron sin entrar en reac- cion, habiéndose precipitado en 1 de ellos la muerte; 1 fué sometido 4 los baños frios de inmersion, envolviéndolo, des- pues de bien seco, en sábanas calientes, y administrándole los excitantes al interior: murió sin entrar en reaccion.—En 1 en- ferma se emplearon los baños de agua á la temperatura nor- mal y las afusiones frias á la cabeza. Se presentó una reaccion muy fugaz é incompleta, y la enferma murió. 6 enfermos en el período álgido fueron sometidos á los vo- mitivos de ipecacuana, 5 de ellos murieron al poco tiempo (2 á las 6 horas,) habiéndose salvado el otro, en el cual se varió la medicacion. 345 91 enfermos fueron sometidos á las píldoras de Graves: 2 se salvaron. Por el tanato de quinina fueron tratados 17 enfermos: 1 curó. Por el subnitrato de bismuto han sido tratados 30 enfermos: en casi todos se ha disipado la diarrea, la cual ha sido reem- plazada por los vómitos cuando no existian éstos, y que han aumentado en frecuencia en el caso contrario. En todos se ha suspendido el tratamiento. En 1 enfermo se emplearon las sábanas empapadas en una fuerte decoccion de mostaza: murió sin entrar en reaccion. 2 enfermos fueron sometidos á una preparacion particular, cuya base parecia ser el aguardiente de guaco: ámbos murieron. 3 fueron sometidos á otra preparacion, cuya base parecia ser el bálsamo de Guatemala: en uno se suspendió el trata- miento, reemplazándolo por el opio y los excitantes difusivos: los tres murieron. Por el sulfato de cobre, segun la fórmula de Lisle, fué tra- tado un enfermo: esta medicacion determinó vómitos muy frecuentes, los fenómenos generales se hicieron mas graves, sin que podamos afirmar que fuese debido al tratamiento, y la enfermedad terminó por la muerte. Por las cucharadas de Desprez fueron tratados 5 enfermos: todos murleron. 2 enfermos fueron sometidos al elíxir anticolérico de Ballo- veras, y ámbos terminaron por la muerte. Al tanino y el láudano, á altas dósis, fueron sometidos 7 enfermos: 5 murieron y 2 curaron. Al vino de Málaga con canela fueron sometidos 5 enfermos: 3 murieron y 2 curaron. Por la trementina se han tratado 8 enfermos de los mas graves: Y Curaron. En los demas casos se emplearon los opiados y excitantes al interior, prefiriéndose entre los primeros el láudano y entre los segundos el acetato de amoniaco; y los excitantes y revul. sivos al exterior. j Para combatir el calambre se emplearon en 16 casos, en que no cedió á los medios comunes, las inyecciones subcutáneas de 316 morfina, (5 á 10 milígramos de sal:) en todos ha disminuido su intensidad rápidamente, desapareciendo por completo des- pues de un tiempo variable. Para combatir las diarreas, cuando son muy excesivas, se: emplearon en 2 casos las compresas heladas á las plantas de los piés: en 1 sin resultado, pues el enfermo murió rápidamen- te: en el otro desaparecieron al punto, siendo reemplazadas por fenómenos cerebrales. -Los vómitos y el hipo, cuando han sido pertinaces, han si- do combatidos con buen éxito por los vejigatorios en la re- gion epigástrica, curados con morfina, y las perlas de éter.— Habana, Diciembre 8 de 1867.—L£do. Juan M. Babé.—Dr. Gabriel, Maria García. 29% — Estado del movimiento de enfermos en el hospital provisio- nal de San Juan de Dios, en la quincena que empieza el dia 7 a las 12 de la noche del 21 de Diciembre; por los Drs. Ba: bé y Farcia.—(Sesion del 22 de Diciembre de 1867.) A las 12 de la noche del 7, existian 24 enfermos del cóle- ra, de los cuales 15 curaron, 3 murieron y 6 quedan aun. Pro- porcion de curados 83, 33 p.S De los 24 existentes, 4 eran blancos, 14 asláticos y 2 ne- gros; total 20 varones: 3 negras y una parda, total 4 mujeres. De los 4 blancos, 2 curaron, 1 murió y 1 existe. De los 14 chinos, 10 curaron, 1 murió y 3 existen. De los 2 negros, 1 curó y 1 existe. De modo que de los 20 varones, 13 curaron, 2 murieron y 5 existen. Proporcion de curados 76, 47 p.S De las 3 negras existentes, 2 curaron y una murió. La parda restante, existe aun. Proporcion de curadas 66, 66 p.S 0 De las 12 de la noche del dia 7 á las 12 de la noche del 21 de Diciembre han entrado 57 enfermos. COJERCOS 2 cnica Los dl 37 Alcoholismo........ Eon 73M: Coleninasas Eisnado Jn Disle ti ds a A Ae 1 Fiebres palúdeas....... ela 1; Disenterias. ibm, io Idem perniciosas.......... ... 2 Enterítis catarral.....oiemm.. 9 Meninas aan eds Miseria ceso IRA OSOS EO0O ll Idem tuberculosa ada) seno a —— PoOtaroa. qien fed a o 347 De los 'Í casos de colerina, en uno siguió su curso el cólera. Uno estaba complicado de una tísis en tercer período. El caso de fiebre palúdea estaba complicado de mielitis. Uno de los dos enfermos de fiebre perniciosa fué invadido del cólera en la convalecencia de la fiebre. De suerte que pueden contarse 39 entradas de cólera: 27 varones y 12 hembras. Relacion entre varones y hembras 9: 1. Varones—De los 27 varones, 19 salieron y 8 existen. De los 19 varones que saicron, 15 muertos y 4 curados. Proporcion de curados 20 p.2 De los 19 varones que salieron, 6 eran blancos, 3 asiáticos, 9 negros y uno de raza mixta. ue: los 6 blancos, 3 curaron y 3 murieron. Proporcion 50 p.3 De los 3 asiáticos todos murieron. Proporcion 3 p.= de muertos. De los ha negros, 8 murieron y 1 curó. Proporción de curados, 11, 11 p.2 Hembras —De las 9 que han salido, 7 muertas. Proporcion 22 p.3 De las 9 mujeres, 3 eran blancas, 5 negras, y 1 de raza mixta. De las 3 blar-as, 2 curaron y 1 muríó. Proporcion 66, 66 p.S De las 5 negras, todas murieron. Proporcion 100 p.3 de muertos. La de raza mixta niurió. Proporcion 100 p.S de muer- tos.—Proporcion general de curados: 91, 43 p.S | £dad.—Los 19 varones eran adultos. Las 9 hembras, 7 adultas y 2 párvulas: una murió y la otra curó. Pupúas.—De los 28 enfermos salidos, en 23 se observó el estado de las pupilas, estando en 17 casos dilatadas, en 3 con- traidas y 3 normales. Constitucion.—De los 15 varones muertos, en 8 era fuerte, en 5 débil y en 2 no se observó. | De los 4 varones cúirados, en 2 era fuerte y en 2 débil. De las 7 mujeres muertas, en 1 era fuerte, y en 6 débil En las dós curadas eta débil. T. IV-—45 a 348 Naturalidad.—De los 28 enfermos salidos, 11 eran natura les del país y 17 extraños á él. 0 Estado.—18 varones solteros y 1 casado. 9 mujeres todas solteras. Procedencia, Barrio de Paula. .....oóm... 7 Idem del Angel........ dd d Tdem de la Punta............. 4 Idem de la Ceiba... «ooo... 1 Idem del CristO.........oooo.o 4 Idem de San Francisco..... 1 Tdéña: de, VolOnepistaes: 1 ¿2 Idem del Corrolass feto ist + Muelle de caballería (mar).. 1 Idem de los Siti08............ 1 Barrio de San Felipe......... 1 Idem de Chavez isaoo jogonoo Ao Idem del Arsenal.......s..o.. 1 Idem de Pueblo Nuevo..... 1 Idem del Templete...... . 2. a IS ero ea 28 Profesion. MarinerdaEessartoa eaojess tds sen el e DADAQRETO. ec eprasaaanas e... 1 Sin profesion. ...cmomocosomo 4 JOPnaleros..s.ooocmmmoss+ssrcosscs 3 Dependiente.......... Aia ww ¿1 COGINerO8S,..:..poo.. e jo 2 Panadero. vescoaoces lease sdas > a idad ia Alo A pen 1 Lavanderas .......... eee 3 Caleser0S.....o ...-.. Also 08 2 Trabajadores ...cocomommoososm». 4 Labrador...» A SA SIVIentaS... conssecooomcar caceria, O DOMO A cdo de EOS 1 Dota dass. EC. 28 Pródromos. De los 19 hombres salidos, han podido averiguarse en 12 y de ellos; Fenómenos nerviosos é in- Ídem intestinales............. 4 testinales ..... (ii idos: 1 Sin pródroMO8..cormoomomcmm.*..o 2 Idem nerviogo8......... «pastel 3 e Coba cueElaa A 10 En uno sobrevino la enfermedad en el curso de una ente: rítis. | En uno fué precedida de fiebre efímera. De las 9 mujeres: 2 presentaron pródromos intestinales; 4 no tuvieron pródromos y 3 no dieron antecedentes. 349 Causas. Malas condiciones higiéni- Mamar de colérica.... ....... 1 Cas... 20 ds ri... e od ¿Dormir :comecolérico.so.os.s) A Ayitacionsrdives vob dedicar lo TOgesta s smibo rpmodinacóndcaco is y Y TOA toas e mai tio DN CAB coo rbria 0% Mojadura de agua salada.... 1 Sin antecedentes.....o.oomo.... 9 Mota A A. OS Hora de invasion. Madrugada y primeras ho- do 5 el der prat ES ras de la mañana............ 11 Sin antecedentes. ......lo.... A 8 TAE o co. .n.o 6 a Potts arto ny 28 Duracion. Mas de un dla. cala ed o MOPAS bas cacdays ¿ocaso L TAO PAD sc a0s ose os A OPA O ION E $ Ii A A So os Med PRE e O Fieaccion.—Meníngea en 4 casos; 1 curó, 3 murieron. Franca en 4 casos, curados. Tifoidea, 6 con fenómenos tifoideos en 2 casos: uno curó; uno murió. Neumónica en 1 caso, terminado por la muerte. 12 murieron sin entrar en reaccion. Incompleta en 2 casos, ámbos mortales. —2 murieron á su en: trada, por lo que se ignora si hubo reaccion; 1 presentó desde su invasion fenómenos cerebrales graves, se le aplicaron san- ouljuelas detrás de las orejas, fricciones mercuriales al mismo punto, vegijatorios á las extremidades inferiores, pero murió á las 8 horas. Tratamiento.—Hubo un caso del que puede decirse que solo la higiene bastó para triunfar de la enfermedad. . Un caso de curacion de una niña de 7 meses por: el bismuto asociado al calor exterior. Por el frio al interior y el calor al exterior exclusivamente, fueron tratados 3 enfermos: los tres murieron, 2 sin entrar en 350 reaccion, y uno con reaccion neumónica. Este plan parece ser eficaz como medio auxiliar, pero inútil como plan general. Por el guaco fueron tratados dos enfermos; ámbos murie- ron en la reaccion. En uno fué incompleta la reaccion y en el otro meníngea. Tres fueron tratados por el ajo al interior y exteriormente. Dos murieron sin entrar en reaccion—y uno curó; la reaccion fué franca. Por el opio, éter, y amoniaco, fueron tratados 14;—3 cura- ron y 11 murieron á saber: 7 en el período álgido y 4 en el de reaccion. En dos de los muertos en el período álgido, se empleó en los últimos momentos la trementina. A una enferma, en quien se sospechó en los primeros momen- tos una fiebre perniciosa, se le administró la quinina y murió á las dos horas y media. j Vómitos. —Diez ácidos —9 de los cuales contehian copos en suspension—y uno sin copos. - Tratados por el calor y ácido nítrico despues de filtrados, solo se manifiesta la albúmina en un caso, Siete eran neutros, todos con copos en suspension, á saber: 1 albuminoso, y 6 sin albúmina. Diarreas.—YTodas contenian copos en suspension, 7 eran ácidas, 6 de las cuales contenian albúmina y una nó. Sels eran neutras; 5 albuminosas y una nó. - Los copos tanto de los vómitos como, de las diarreas, han sido recogidos en el papel de filtro, introducidos en agua fuer- temente acidulada y caliente, observándose que unas veces se disolvian por completo,—otras en parte solamente y otras no se disolvian. Cuando se disolvian, saturada de amoniaco el agua en que habian sido disueltos hasta dejarla alcalina y calentada, volvian á presentarse los copos. Lo que prueba que estos unas veces son albuminosos, otras mucosos y otras mix- tos. | Orina.—Dos orinas examinadas, eran ácidas y sin albú- mina. En casi todos los enfermos ha habido anuria. Inyecciones subcutáneas.—Solo en dos casos se ha hecho uso de la inyeccion subcutánea de morfina cuando los calambres ha- 351 bian resistido 4 los demas tratamientos: en ámbos la disminu- cion del calambre ha sido rápida, desapareciendo despues por completo, para volverseá presentar mas tarde aunque con mé. nos intensidad.—Habana y Diciembre 22 de 1867.—Ldo, Juan M. Badé. DyrL cóLiomA Y SU TRATAMIENTO; por el Ldo. D. Joaquín Ziiyas. y E! : (SESION DEL 22 DE DICIEMBRE DE 1867.) - Cuando los miembros de esta Corporacion animados del noble deseo de disputar víctimas á la enfermedad que nos aflige, vienen á referirnos las luchas que han sostenido, los triunfos alcanzados, las derrotas sufridas, los tratamientos empleados, mi deber es ex- poner en este lugar las ideas de un ilustre maestro, el Dr. D. Agustin E. de Abreu, y sobre todo dar á conocer á mis colegas el tratamiento sencillo que empleaba contra el cólera aquel médico distinguido. DUO sagaz, observador concienzudo, el Dr. Abreu fué el pri- mero, algunos años ántes que Mr. Guérin yulgarizara la impor- tancia de la diarrea premonitoria, que enseñó en este pais verda- des relativas á la enfermedad que nos ocupa; verdades cuyo valor pude comprobar desde la epidemia de 1850, época en que como todos los médicos de la Habana, excepto el Dr. Abreu, me encon- traba ante la aparicion del cólera sin ideas fijas. Esta circunstan- cia porque hemos pasado todos, es la misma que coloca á los mé- dicos de hoy en ese estado de tentativa preliminar de que habla Sydenham, que los arrastra á practicar la medicina empírica á la aparicion de una nueva enfermedad, provocando en muchos una recrudecencia de la fiebre experimental. En la época á que me refiero todo lo ensayé. Con el Anuario de Bouchardat del año de 1849 4 la vista, empleé los diversos tratamientos que mas se ruco- mendaban para curar el cólera, y en un número considerable de enfermos pude apreciar el valor de cada medicacion. Los resul- tados fueron desastrosos, miéntras que en el servicio del Dr. Abreu el tratamiento que usaba le daba curaciones asombrosas. Cerca de seiscientos enfermos fueron asistidos en el hospital Militar du- rante la epidemia de 1850; todos en el período álgido, pues que nos los enviaban de los cuarteles cuando la enfermedad se habia 352 completamente desarrollado; muchos en tan mal estado que mo- rian en una ó dos horas; y sin embargo, el tratamiento del Dr. Abreu dió al fin de la epidemia las dos terceras partes de curados en la totalidad de los invadidos; incluyendo. en la mortalidad el número de enfermos que perdimos con los diversos medicamen- tos que ensayamos. Estas razones unidas á la confirmacion posterior que he adquiri- do en las dos últimas epidemias acerca del valor real del trata- miento del Dr. Abreu, y que los últimos adelantos de la ciencia justifican de la manera mas completa, me obligan á someterlo á la atencion de los ilustrados miembros de la Academia, reclamando el honor para mi querido maestro, y bastándome la satisfaccion de haber contribuido á consignar este acto de justicia: —justicia que será el primer homenaje que se rinda á la memoria de aquel elínico eminente y modesto que fué el maestro de todos, y que sirva para que la juventud de hoy pueda estimar las excelentes do- tes de aquel talento distinguido, oyendo por mi conducto las ideas de aquel que há muchos años descansa en el sepulcro. TI.—El cólera morbo, como todas las enfermedades epidémicas, está sometido en su desarrollo á leyes uniformes, que en todas partes han sido las mismas. En su marcha el espectáculo ofreci- do en el mas grande como en el mas pequeño teatro ha sido siem- pre el mismo. Como todas las enfermedades específicas, el cólera lo mismo que las viruelas, la peste, la fiebre amarilla, en la inmen- sa mayoría de casos no se desarrolla en los individuos sometidos á la influencia epidémica sino despues de un desarreglo del régi- men, siendo de observacion constante que en las enfermedades miasmáticas los excesos en los alimentos, en las bebidas, las emo- ciones morales vivas, las grandes fatigas, la humedad, etc., tienen una influencia muy marcada en sus manifestaciones. En todos los casos ha existido una causa general, una intoxicacion de toda la economía; pero esta intoxicación es insuficiente, su accion es latente, y probablemente los individuos habrian podido aniquilar- la por la fuerza de resistencia fisiológica, si no hubiera sobreveni- do una causa perturbadora, una causa cualquiera, que rompiendo el equilibrio ha destruido el conjunto de esfuerzos que la econo- mía oponia á la sustancia tóxica, y provocado la aparicion del estado patológico. De esta manera racional interpretaba el Dr. Abreu la influencia de las diversas causas ocasionales acerca de la aparicion del cólera. De aquí su primera proposicion:—“El cóle- ra puede casi siempre evitarse.” Como todas las enfermedades específicas el cólera morbo pre- 358 senta periodos determinados, y por poca que sea su intensidad y el grado de su desarrollo, esta enfermedad pasa por una serie de faces perfectamente caracterizadas ántes de llegar á su terminacion feliz 6 desgraciada. ! Un gran número de observadores entre los que podemos citar 4 Mr. Bouillaud y Dalmas han admitido solo dos períodos para la descripcion de los síntomas de la enfermedad: el primero, que com- prende el estado álgido, cianótico, asfíxico; el segundo, que corres- ponde á la reaccion: los otros con Mr. Gendrin han admitido cua- tro ó cinco períodos: el 1.2 de invasion; el 2.9 período de estado ó cianótico; el 83,2 período de extincion ó asfíxico; el 4. 2 período de coccion ó de reaccion; y por último el período de las crisis, de las metástasis de la enfermedad. Estos diversos métodos de expo- sicion tienen entre sí mucha analogía, y no podria ser de otro mo- do, porque están basados en la observacion rigurosa de los hechos. Sin embargo, pueden hacérseles algunos reproches: —los unos por ser muy limitados reunen en la misma descripcion una multitud de accidentes que no sobrevienen simultáneamente, sino que tie- nen lugar en tiempos mas ó ménos lejanos; los otros por compren- der en una descripcion general la historia de algunas variedades, y la mayor parte de ellos por no admitir en la historia del cólera los fenómenos prodrómicos que se observan en la generalidad de los casos. Para evitar estos inconvenientes hemos creido con el Dr. Abreu, que seria mejor dividir las perturbaciones funcionales que caracterizan la enfermedad en tres períodos principales, que son: 1.2 período de la diarrea, 2. período álgido y 3.9 período de curacion ó de reaccion. Evidentemente existen fenómenos prodrómicos que indican un cambio operado en la economía, y que importa mucho conocer, porque el médico puede entónces prestar grandes servicios, y nun- ca deberá descuidarlos en tiempo de epidemia si no quiere exponer á sus enfermos á contraer el cólera. Consisten en los vértigos, la cefalalgia, laxitudes, dolores vagos, sensibilidad en el vientre, es- calofríos, cuya duracion puede ser de uno á quince dias. El primer período, el de la diarrea, que es el mas importante de todos, ha dado lugar á controversias infinitas. Los unos lo han ne- gado, miéntras que los otros, sosteniendo que existia constante- mente, han llegado á hacer de ella una enfermedad diferente, la colerina ó diarrea premonitoria; y se concibe cuanta importancia damos á este período, pues que es durante su curso cuando se tiene la casi seguridad de detener los progresos de la enfermedad y de precaver sus graves efectos. Es evidente que en cierto número de 354 _ Casos, es muy difícil determinar con precision si existe ó nó tn. pe: ríodo de invasion; pero esto no hace que la dificultad sea insolu- ble. El trastorno principal que lo domina por completo y que lo constituye es casi solo la diarrea, que puede manifestarse en indi- viduos atacados de otros males de las vias digestivas, ó en los afec; tados de enfermedades de otros órganos, lo mismo que en las per: sonas en el mas perfecto estado de salud. En los individuos de la primera especie es muy difícil distinguir lo que pertenece á la en- fermedad primitiva, de lo que depende de la intoxicacion colérica; pero en los de la segunda la dificultad es menor, atendido á que los fenómenos no pasan en el mismo teatro y pueden distinguirse los unos de los otros; y en fin, la observacion atenta deloquese produce en los últimos, en los que los fenómenos aparecen eon «toda sú simplicidad, bastará en mi concepto para darnos las nociones mas precisas, permitiéndonos llegar á la determinacion exacta de este período. La diarrea colérica, segun el Dr. Abreu, se compone de evacua- ciones al principio biliosas, de color amarillento, algunas veces oscuras y otras negruzcas, y aunque por lo general no presentan su color característico sino despues de pasados uno ó muchos dias; sin embargo, no es posible confundirla con cualquiera otra diarrea. Antes de esta transformacion de la diarrea, tiene caractéres tan precisos, que á pesar del color bilioso que la asemeja á cualquiera otra diarrea, permiten reconocerla al médico experimentado. En prinrer lugar, son líquidas, como de agua coloreada y muy abundantes. En segundo lugar, son precedidas de una simple ne- cesidad no dolorosa de evacuar; su expulsion es brusca, sin es- fuerzos, casi como la orina: despues de su expulsion no queda dolor, cólicos ni tenesmo; el alivio es completo y no deja el menor mal estar en el vientre. En tercer lugar, el enfermo se ve fatigado por ruidos de tripas continuos, muy sonoros, que á veces se oyen á dis- tancia y que aumentan en el momento de evacuar. La mano apli- cada sobre el abdómen lo encuentra suave, las mas de las veces indolente, percibiendo en todas sus partes la sensacion de un grueso y abundante zurrido. En general tienen un olor particu- lar que Mr. Bonillaud compara al espermático. Tales son los ca- ractéres que distinguen la diarrea colérica cualquiera que séa el color de la evacuacion, que se encuentran reunidos las mas de las veces, y que conserva todo el tiempo que dura la diarrea colérica. Para completar el cuadro del primer período nos bastará decir, que á la diarrea descrita se unen las náuseas, los vómitos, unas veces incoloros y otras biliosos; que las diarreas se hacen mas y 305 mas frecuentes y copiosas; que las materias que las contituyen son cada vez mas blancas; que sobrevienen vértigos, ruidos de oidos, la titubeacion, la descomposicion de la fisonomía, y por último los calambres y el enfriamiento. del cuerpo. En una palabra, en el pri- mer período del cólera los fenómenos que lo constituyen tienen su asiento en el tubo digestivo. ; El segundo período, que principia con los calambres y el enfria- miento general, es seguido de la pérdida del pulso, de la cianosis, de la alteracion de la voz, de la fyudicion de la grasa, la inquietud, la sensacion de calor interno insoportable, la sed, la supresion de la orina, la asfixia, etc. Este período tan grave, cuya duracion me- dia es de veinte y cuatro horas, ofrece al médico probabilidades de curacion. De intento lo hemos limitado á sus caractéres princi- pales, para en su oportunidad demostrar que solo pertenecen al có- Jera, y que no es posible atribuirlos á otra enfermedad, á ménos de proceder con una imperdonable falta de atencion, ó por igno- rancia. Cuando por el abandono de los enfermos, ó cuando por un mal tratamiento empleado en el primer período la enfermedad se agrava y pasa al período álgido, si los enfermos no mueren, los sintomas disminuyen con igual rapidez de intensidad y de violencia. En este último caso, se observa la disminucion de la diarrea y la vuel- ta del calor del centro á la circunferencia, la disminucion de la cianosis, la turgencia de la cara, la aparicion del pulso. La boca se humedece, la sed disminuye, los calambres cesan, la piel recu- pera su elasticidad, y la curacion tiene lugar si la reaccion es fran- ca y continua. Todo entra en el órden, las secreciones se restable- cen, y la convalecencia principia, á ménos que un mal tratamiento, enfermedades anteriores óÓ sustancias tóxicas administradas en el período álgido provoquen congestiones, inflamaciones ó verdade- ros envenenamientos. l.—¿El cólera puede ser confurdido con otras afecciones? A la cabecera del enfermo nos parece que el error no es posible para un médico atento y de experiencia. Sin embargo, como el error lo consideran algunos posible, y miembros de esta Corporacion die- ron ejemplo de pensarlo así cuando se leyó el informe presentado por la Comision encargada de estudiar la evfermedad de Casa- Blanca, me ha parecido conveniente, vista la importancia de que el médico no equivoque el diagnóstico, y para justificar á la Comi- sion, que debo insistir en el diagnóstico diferencial del cólera y de las otras enfermedades que presentan fenómenos de semejanza. Así dejaré demostrado lo que enseñaba mi ilustre maestro el Dr. T. 1v—A46 356 Abreu, “Que el cólera se diagnostica con certeza en el primero y segun- do períodos”, y que si la Comision diagnosticó bien, no fué ligera, ni alarmó á la poblacion declaravdo que la enfermedad de Casa- Blanca era el cólera, fué porque al estudiar los eufermos sometidos á su observacion tuvo presentes los caractéres peculiares de las en- fermedades que tienen algunos puntos de semejanza con el cólera morbo, y por exclusion llegó al conocimiento de que de ninguna de ellas se trataba. Al describir los síntomas del primer a me he limitado 4 exponer los caractéres que presenta la diarrea colérica, considerán- dolos como suficientes para el diagnóstico, así como para demos- trar una de las proposiciones que tuve la honra de leer en esta Academia. Ocupándome ahora de presentar los caractéres diferen- ciales de las demas enfermedades que pudieran equivocarse con el cólera, quedará completo el cuadro de los fenómenos de l primer periodo. La piel en el primer periodo del cólera presenta siempre cierto grado de humedad que no se observa en las inflamaciones del tu- bo digestivo; la lengua se conserva limpia, húmeda y sin rubicun- dez, lo que segun los patólogos en general no sucede en la gas- tro-enteritis; las irritaciones gastro-intestinales no determinan en lo general el estado profundo de debilidad, los trastornos morales que se observan en el primer período del cólera. Ademas la diar- rea tiene caractéres bien diferentes. EN EL CÓLERA: EN LA ENTERITIS: : La diarrea es acuosa. .......o.. Diarreas fecales, biliosas y mé- nos frecuentes. á Indolente, sin teresmo. ....... Tenesmo, vientre sensible al tacto, sin gorgoteo. Se acompaña de zurrido....... Nada de pródromos. « El vientre suave y sin dolor á [APTOSIO MU satan coca No hay postracion de fuerzas ni cambios en la piel. Es precedida de pródromos y solo ocasiona la debilidad .. En general se acompañan de fiebre. Tiene un olor particular esper- mático. (Bouillaud.) ......... Fetidez. La peritonitis, los envenenamientos y la fiebre perniciosa son las enfermedades que presentan fenómenos parecidos á los del cólera y 397 con quienes pudiera confundírseles. La peritonítis da lugará un dolor agudo muy superficial y que ocupa casi todo el vientre, ocasiona las mas de las veces la constipacion y no da jamas lugar á los calam- bres horribles que se observan en el cólera morbo; su marcha es mas lenta. TT ¿ Los envenenamientos por sustancias irritantes se dice que pue- den ser confundidos con el cólera; pero á pesar de la autoridad de los hombres mas recomendables, no creemos que pueda admitirse semejante confusion, fundándonos en los caractéres siguientes, pa- ra distinguir el efecto producido por los venenos irritantes. En es- tos casos, los enfermos experimentan una sensacion deconstriccion, de ardor, de calor en la faringe y en el esófago que no se observa en el cólera; la diarrea falta muchas veces, y cuando existe, son espumosas-y sanguinolentas; los calambres son muy raros, el abdó- meestá tumefacto, yen general los caractéres de una violenta infla- macion del tubo digestivo suceden á la administracion de las sus- tancias tóxicas; de manera que si se quieren apreciar con rigorosa atencion estos diversos fenómenos, es imposible confundirlos con los que pertenecen al cólera, La fiebre perniciosa álgida no presenta el carácter distintivo del cólera morbo, que es la propension constante del organismo á la algidez. En la fiebre perniciosa existe un aumento real de la tem- peratura, aunque el enfermo diga experimentar en todo el cuer- po un frio intenso. En el cólera no existe esta sensacion; por el contrario, el calor que acusan los enfermos es penoso incómodo, abrasador, y sin embargo, la disminucion del calor hu- mano se demuestra con los instrumentos de precision. De este sig- no nos hemos valido el Dr. Giralt y el que tiene el honor de diri- giros la palabra para diagnosticar una fiebre de forma colérica gra- vísima en un enfermo, en quien el sulfato de quinina empleado nos dió la mejor demostracion. IN.—Tratamiento.—Antes de examinar este punto relativo á la historia del cólera, conviene repetir que, aunque la enfermedad sea específicase combate con medios comunes. Dejamos áun lado aque- llos casos que por su rapidez éivtensidad terminan casi súbitamente, no solo porque son superiores á todo recurso, sino porque se presen- tan en una proporcion inmensamente rara, —para ocuparnos en dis- cutir lo que sea verdaderamente práctico y ventajoso. Todos con- vienen en que el cólera es una enfermedad general, pero cuya ma- nifestacion se hace ante todo por el tubo intestinal. Las evacuacio- nes frecuentes y abundantes: este signotiene una gran importancia— 19. porque es inicial y fácil de combatir—2*9. porque de él de- 358 pende la mayor parte de los fenómenos que vienen mas tarde 4 constituir la triste y espantosa fisonomía del mal, sumándose con la afeccion general que domina todo el organismo. Es indudable que puede compararse el cólera con uba herida que produce una hemorragia: la pérdida del finido ocasiona la frialdad, el vértigo, el síncope y la muerte: cohibir la sangre no es curar la herida, pe- ro es remediar el accidente que urrebata al enfermo en pocos ins- tantes. Moderar la diarrea no es modificar el estado general que produce el cólera; pero si es remediar un accidente que en pocas horas arrebata á los enfermos, dando tiempo á que la causa se eli- mine 6 extinga su accion. Todas las causas morbosas, como las sus- tancias tóxicas, se eliminan ó se extinguen, sl las lesiones no ata- can funciones ú órganos indispensables á la vida. El médico en presencia de un colé rico está como delante de un envenenado que ha absorbido una sustancia funesta: pasó la hora del contra-veneno y no puede hacer mas que modificar los efectos producidos en el or- sanismo, tratando de moderar aquellos que son mas amenazadores. Por eso importa tanto suprimir la diarrea y por eso, como esto es asi siempre posible, decia el Dr. Abreu: “El cólera puede eusi siempre curarse.” Para esto es preciso ó encontrar un antídoto co- mo la quinina en las fiebres palúdeas, que aniquila la potencia del veneno introducido en la economía y en contacto con los órganos, ó bien encontrar un remedio que los haga insensibles á este con- tacto incapacitándolos para sentirsu influencia, ó expulsando el ve- neno, 0 bien como hemos dicho, sosteniendo el enfermo para que pueda llegar la hora de la eliminacion, ó la extincion de su influen- cia morbosa: —salvar el enfermo de un conflicto inmediato. Estos procederes nos darran.el mismo resultado; veamos pues, si entre los agentes de la materia médica encontramos algun medio para llenar la indicación. Hemos señalado los fenómenos característicos del primerperiodo, apreciando su valor, é insistido acerca de la mportancia que la diarrea adquiere por su frecuencia, y agregaremos la benignidad aparente que hace que la generalidad de los enfermos y muchos médicos no le presten la atencion debida. Llamaraos con instancia la atencion sobre estos primeros sínto- mas, porque señalando la inminencia de la gravedad permite evi- tarla. Debemos esta conviecion al resultado de nuestra experiencia pro- pia, adquirida en tres epidemias, á lade mi querido maestro el Dr. Abreu, y hoy puede decirse ála de todos los médicos; y tan pro- funda es que no creo exagerar diciendo, que en el período de invasion 359 «Tel cólera el médico puede las mas de las veces, si obra con rapi- dez y energía, destruir e! gérmen de la enfermedad haciéndola a- bortar. Las personas que en el curso de una epidemia experimentan algunos de los fenómenos que hemos señalado en el primer período deben inmediatamente reclamar los cuidados del médico, si quieren que llegue 4 tiempo, porque los momentos son preciosos; en algunas horas el mal recorre todas sus faces y es preciso contar los minutos. En 1850, como no estaba bien fijo sobre la verdadera significacion de la diarrea, tomándola por una enfermedad distinta, la colerina, le opusimos todos los tratamientos sin conseguir detener la mar- cha del mal; pero mejor instraidos sobre el valordel signo en cues- ticn, me determiné por consejos del Dr. Abreu á tratar la diarrea principalmente por el opio y sobre todo porel láudano, que en es- ta enfermedad merece bien el nombre de heróico que su ilustre in- ventorle habia dado. Sentimos no poder presentar la nota exacta de todos los casos de diarrea mas ó ménos revestidos de la forma especia! del cólera, y considerados con razon por las cireunstancias como la primera manifestacion de esta enfermedad que hemos detenido con dicho medicamento, impidiendo sus graves consecuencias. Pero acépte- se 6 no la medicación opiada, lo cierto es que con ella se puede detener el cólera como lo afirmaba el Dr. Abreu, y que en el dia es el solo medicamento que recomienda el mayor número de mé- dicos en el primer periodo ó sea la colerina.—La dieta y el abrigo completan la indicacion. Preciso es confesar que en algunos casos excepcionales no basta el opio para la curacion; entónces es conveniente, sobre todo en los individuos robustos aplicar, sanguijuelas al ano con el doble tin de combatir la piétora abdominal, que sostiene la diarrea, y la congestion cerebral producida por el opio. Esta emision sangní- nea la vimos producir los mejores resultados en la práctica del Dr. Abren, y desde entónces no hemos titubeado un solo momento en aplicarla todas las veces que,en veinte y cuatro ó cuarenta y ocho horas no hemos conseguido contener la diarrea con el lándano. Tambien usaba el Dr. Abren econ ¡enales resultados los alcohóricos unidos al opio en los invadidos del cólera dnrante el curso de oros padecimientos y siempre en los débiles de espíritu, llenos de miedo, en quienes no lograba reanimar el ánimo «on el razonamiento. Los alcohólicos, me decia, “son de grande utilidad en estos enfermos, porque excitan el cerebro ligeramente y contribuyen poderosa- mente á destruir los efectos deprimentes del miedo, que tanto In- Bujo tiene en el desarrollo de la enfermedad.” 360 Para completar el tratamiento de este período debemos añadir que los eufer_nos se someterán á la dieta mas rigorosa, que es pre- ciso que permanezcan en cama y se conserven abrigados. 2.2 periodo.—Durante el período álgido debe dirigirse el trata- miento 4 provocar una reaccion: esta es la indicación racional. El medio mas seguro de conseguirlo es empleando el hielo. En la Jucha en que el organismo oprimido por la violencia del mal pierde á cada instante sus medios de resistencia, el arte tiene mucho que hacer; es preciso que supla por decirlo así á la naturaleza, que pa- rece abandonarlo, proporcionando los recursos de que dispone á la intensidad del mal, que varía sobre todo en razon de la duracion de la algidez, y medir la dósis de la estimulacion al grado de la depresion del enfermo,—-El hielo aplicado constantemente al inte- terior segun lo recomendaba Abreu, es, no solo el medio mas po- deroso que conocemos para despertar la reaccion, sino el solo apli- cable en este período: pero deberá insistirse en el empleo de otros medios externos de calorificacion, que contribuyen poderosamen- te á reanimar el calor vital, punto muy importante en el trata- miento de este período. El hielo al interior, el calor exteriormente, están principalmente destinados á reanimar la energía de la circu- lacion y de la calorificacion, cuyas lesiones son las mas importantes. Pero á pesar del cuidado que debe emplearse en vigilar el estado de estas dos funciones, no deberá perderse de vista los otros tras- tornos, cuya persistencia contribuye á aniquilar las fuerzas del en- fermo. Así se moderará el vómito administrando el agua de Seltz en cantidad proporcionada á lased que experimente el enfermo. Los calambres necesitan las frotaciones, los sinapismos Q; y para combatir la constriccion precordial y la disnea se aplicarán con ventajas las cataplasmas muy calientes al pecho ó un grande sivapismo de mostaza. Cuando la reaccion principia, sí se presentan signos de conges- tion cerebral es conveniente aplicar sanguijuelas detrás de las ore- jas. Sila reaccion es incompleta y ofrece alternativas de aparecer y desaparecer, las perlas de éter son eficacisimas para regularizarla. Tales son lus medios que empleaba el Dr. Abreu para curar el « «ólera y que en nuestra humilde posicion aconsejamos como la me- jor. Pero téngase presente que cada minuto que se pierda quita una esperanza de curacion, que durante este corto período de- berá vigilarse con pasion al enfermo á fin de no perder ninguna de las ventajas quese hayan podido obtener. ¡Cuántas veces en efecto por un momento perdido en la administracion de los remedios he- mos visto el éxito desvanecido! De ello nos suministró una prueba 361 concluyente el Sr. García al hacernos conocer la estadística de los hospitales destinados á la asistencia de los coléricos. Los medicamentos mas enérgicos que se han empleado contra el cólera morbo en el período álgido han producido los resultados mas desastrosos; y así debió ser, porque en el período álgido la absorción como la circulacion están suspendidas hasta el grado que puede inpunemente inyectarse en los vasos las sustancias mas e- nórgicas y'solubles sin que pasen al torrente de la circulacion. Ásí se explica de una parte la inutilidad, la inocencia de estas sustan- cias, y por otra el peligro en el momento en que se establece la reac- cion. Todas las pretendidas curaciones que los médicos ignorantes de la fisiología patológica del cólera han atribuido á este tratamien- to se deben á la naturaleza. Antes de concluir las observaciones referentes al tratamiento creemos útil recomendar como un precepto invariable la perseve- rancia en el uso del opio y la dieta en el que hemos llamado pri- mer período del cólera. Tres casos pueden suceder—1*. que se suprima la diarrea—20. que se modifique—39 . que continúe en la misma forma ó aun mas abundante y frecuente. En los dos pri- meros casos no insistimos, porque el éxito por sí solo es bastante para inspirando confianza que el práctico persista: es solo en el ter- cer extremo en donde se necesita la conviccion para no desmayar ni desistir cambiando ta! vez la medicacion. Hemos visto que á pesar de la ineficacia aparente del remedio se evita la explosion del mal hasta que llega el momento de laeliminacion 6 extincion total y el enfermo se salva. Muchas veces en presencia de una fiebre perni- ciosa las sales de quinina no modifican a p arentemente la intensl- dad de los accesos, pero tienen el mal encudenado sin permitirle que desplegue todas sus fuerzas, hasta que llega el instante del triunfo. Lo mismo sucede con el opio: la diarrea subsiste, el me- dicamento parece ineficaz porque sus virtudes se limitan á detener su fuerza latente. Es como una fuerza opuesta á otra, cuyo resulta- do es igual á la diferencia de intensidad, y esto es bastante. Su- pongamos la causa colérica representada en sua maximum: por 100 y la eficacia del opio por 50: la enfermedad quedará reducida á la mitad: disminuid su accion, y vereis proporcionalmente aumen- tar la del remedio hasta igualarla ó sobrepasarla, y esa serie 08 explicará perfectamente los varios resultados que la práctica pre- senta, desde aquellos en que parezca inútil para conjurar la muer- te, hasta aquellos en donde sus efectos beneficiosos sean casi ins» tantáneos. Su infalibilidad no es posible y el progreso de la terapéu- tica consistirá siempre en encontrar la menor cifra de mortalidad, que ou IV.-—Tratamiento preservativo.—Ev presencia de un mal desco- nocido en su esencia, que parece en su marcha separarse de las enfermedades regulares para herirá sus víctimas cou la rapidez de un rayo, y matarlo á la manera de los venenos mas violentos, la medicina se ha encontrado desarmada. Sus procederes ordina- rios han sido débiles contra este envenenamiento de nuevo géne- ro, y ha buscado en vano medios específicos dotados de un poder eurativo igual: el espíritu ha realizado prodigios y hemos visto'sutr- gir una multitud de remedios lreróicos que no han sobrevivido á la prueba. Y así debió suceder, porque las tentativas hechas las mas de las veces al azar y sin indicacion racional alejaron las in- vestigaciones de la sola via que nos parece positiva, la profilaxis. La peste, el tifus, las viruelas, y todas las enfermedades epidé- micas y covtágiosas, cuya historia se encuentra en los anales de los siglos pasados, han ejercido largo tiempo desvastaciones mas ter- ribles que las del cólera morbo: las victimas han sido mas nume- rosas, y sin embargo, en el dia estos enfermos inspiran pocos te- mores. ¿Depende esto acaso de que se hayan encontrado especifi- cos contra esas enfermedades? ¿La ciencia cuenta para curarlas de otros medios mas seguros que delos que disponia Sydenham? No: este gran médico sabia combatirlas tan bien como nosotros. Pe- ro si el tratamiento curativo ha hecho pocos progresos, la profilaxis los ha hecho inmensos. Se han estudiado eon cuidado, con celo, con pasion, las cansas, las leyes de comunicacion y propagacion de estas enfermedades; las influencias que las favorecen y que les son contrarias, y gracias á estas investigaciones hechas á ve- ces con peligro de la vida, gracias al concurso de la ciencia, de la abnegacion y de la eivilizacion, se ha llegado no á conocer nuevos medios para combatirlas, pero sí á conocer los de evitar- las y precaverlas. Creemos que ha llegado la época de decir lo mismo respecto al cólera. El mal una vez declarado es terrible: empleemos los me- dios para no tenerlo. Para conseguirlo no titubeemos en colocar en primera línea el tratamiento profiláctico. Darlo 4 conocer para que se ponga en práctica es nuestra mision, nuestro primer deber. Desgraciadamente su aplicacion es muy difícil pura la genera- lidad de los pueblos: la ignorancia á que se les condena, la degra- dacion moral en que se les mantieue, los incapacita para compren- der la utilidad de los consejos sencillos, racionales y científicos; y ciegos creyentesen las virtudes de las drogas secretas, niéganse á hacer nada cuando es tiempo de evitar el peligro para aceptarlo todo cuando ya es tarde. 363 Para establecer la profilaxis del cólera de una manera comple- ta y conveniente seria preciso comprender no solo los medios que permiten sustraer la economía á lainfluencia del mal, sino los que una vez principiada la influencia deja sentir sus efectos, reve- lándose por trastornos preliminares, que son fáciles de detener autes de hacerse peligrosos, Fieles á nuestro plan de exponer las ideas del Dr. Abren, nos li- mitaremos en el tratamiento preservativo á deducir las conse- cuencias de los hechos bien observados, que indiquen de una mane- re precisa y cierta la via que deberá seguirse en la direccion de la proíilaxis del cólera, que es susceptible de aplicacion y ha sido planteado en todas sus partes en la finca de mi ilustrado y distin- guido amigo el Sr. Dr. Domingo G. de Arozarena con los resul- tados mas satisfactorios. En las circunstancias ordinarias, la sola predisposicion recono- cida son las enfermedades del tubo digestivo; así cuando reina el cólera las personas atacadas de estas afecciones, cualquiera que sea su naturaleza, deberán duplicar su atencion en el tratamiento de sus males y en la higiene que ellos exijan. Los individuos que sufran de dispepsia, de enfermedades orgánicas del estómago, de los intestinos, de tísis €. deberán seguir el tratamiento apropiado á sus males, evitando con el mayor cuidado el uso de purgantes y vomilivos, sometiéndose á un régimen muy severo, si no quieren ser de preferencia atacados del cólera. | La observacion ha demostrado que la administracion de los purgantes, de los vomitivos para combatir otros males ó la consti- pacion, el abuso de la copaiba y de la cubeba, ha sido seguido con frecuencia é inmediatamente de la aparicion de la diarrea espe- cial: será pues prudente renunciar á estos remedios en tiempo de cólera, reservándolos solo para los casos indispensables; pero con la precisa condicion de vigilar atentamente los accidentes que pue- dan determinar á fin de remediarlos al instante. La prudencia del médico será en estos casos el contrapeso obligado de las necesida- des que pueda encontrar en la práctica. Por la experiencia y por la práctica en grande escala seguida en las naciones que marchan á la cabeza de la civilizacion, la lngla- terra y los Estados Unidos de America, hemos aprendido á cono- cer toda la importancia que tienen en el desarrollo del cólera y otras enfermedades epidémicas las causas ocasionales. Las infhuen- cias de estas causas pueden comprenderse en cuatro órdenes; los ingestas, las emociones morales, el enfriamiento súbito y las fati- gas. Estas causas son mas poderosas en los individuos atacados Tr, 1Y—47 364 de la diarrea que en los demas; pero es de observacion constante que todo lo que dificulta la digestion, que todo lo que provoque las indigestiones ó las diarreas obra como causa del cólera. De donde concluimos, que durante la epidemia es preciso evitar to- dog los alimentos de difícil digestion, los que provoquen la diar- rea y sobre todo aquellos que por experiencia se sabe que hacen siempre mal. Los alimentos groseros que dejan muchos residuos, los de digestion lenta, los acuosos y ácidos que se prescriben en medicina para provocar la libertad del vientre, ó deberán evi- tarse ó se tomarán con la mayor reserva. En general se prescriben las carnes asadas, y se hace bien; por- que se sabe que estas sustancias se asimilan rápidamente y la ob- servacion ha demostrado, que las personas que hacen un uso con- veniente de ellas han sido excepcionalmente atacadas del cólera; miéntras que se ha reconocido que la ingestión de carnes duras como el jamon, el tasajo de que hacen uso las dotaciones de las fincas y una gran parte de la poblacion, ha sido seguida de ac- cidentes. Por consiguiente la eleccion de las carnes no es indife- rente, y las que sean de digestion difícil deben proscribirse. Igualmente se ha comprobado que el uso de los alimentos to- mados en gran cantidad y mal cocidos ha sido seguido de las manifestaciones coléricas, por lo que deberá aconsejarse que los alimentos sean tomados con moderacion y bien cocidos. La mayor parte de los médicos han señalado como una causa poderosísima en las manifestaciones del cólera el abuso de las be- bidas alcohólicas, y sobre todo en las clases desvalidas de la pobla- cion que hacen generalmente uso de vinos falsificados; hecho per- fectamente demostrado en los trabajos de la Comision del Sena, y en el siguiente curioso documento tomado de la Sociedad de Tem- planza de New-York. De 336 coléricos, habia 195 borrachos, 185 bebedores, 5 sobrios y 3 que se ignoraban sus costumbres. Las otras tres órdenes de influencias, las emociones morales bruscas, el enfriamiento súbito y las fatigas bastará indicarlos para deducir las disposiciones que reclaman. Sin embargo, como es re- conocida la tendencia del cólera á hacer explosion mas bien en la noche que durante el dia, y como la noche es para todos los mias- mas el momento en que el organismo está mas dispuesto á sentir su accion, creemos que debe evitarse con cuidado la exposicion al frio y á la humedad, sobre todo en las horas del sueño, y abstener- se de todo trabajo prolongado ó de asistir á espectáculos que excl- ten los órganos digestivos y el sistema nervioso, porque en tiemn- po de epidemia se despierta, como decia el Dr. Abreu, una nueva 365 susceptibilidad, y los excesos, los desórdenes del régimen que en tiempos ordinarios solo producen un ligero mal estar, son suficien- tes para atraer sobre los imprudentes el rayo colérico. ¿Habrá necesidad de hablar de las habitaciones húmedas, estre- chas y mal ventiladas donde se agrupa la poblacion miserable de las grandes ciudades, y muchas familias que sin carecer de me- dios viven en las condiciones mas perniciosas preocupándose poco de la salud? ¿Será necesario demostrar como las tristes condiciones en que viven sirven de pasto á Jas epidemias? Nadie las ignora, y el hacerlo nos haria traspasar los límites de este trabajo. Debemos solamente agregar que estas habitaciones mal distribuidas reunen muchas circunstancias que favorecen la explosion del cólera, y de aquí la razon y el por qué las invasiones y la mortalidad son ma- yores eu los barrios pobres é insalubres. Los medios profilácticos en semejantes circunstancias son evi- dentes, pero de difícil aplicacion. A los gobiernos, á las clases ri- cas corresponde hacer desaparecer estos tristes reductos donde la indigencia incuba la enfermedad. En Austria durante la epide- mia de 1832 el cólera se cebaba con furor en los suburbios de Vie- na, miéntras que respetaba los barrios aristocráticos; las personas ricas cedieron á los indigentes una parte de sus vastos y suntuo- sos palacios y el cólera fué vencido. Las visitas á domicilio se establecieron en Inglaterra con el fin de precaver las consecuencias de la apatía y del abandono de las poblaciones, donde se acordó adelantarse á la enfermedad, bus- cándola de casa en casa, espiando sus primeros síntomas para com- batirlos. Sus efectos se encuentran detallados en el informe sobre el cólera de 1848 á4 1849 y en las publicaciones ulteriores de la Junta General de Salubridad. “Hay, dice Mr. Tardien en el infor- me que hemos citado, una multitud de hechos en que el espíritu mas escéptico podrá con dificultad desconocer la influencia de es- tas medidas.” Y para no fatigar por largo tiempo la atencion de mis oyentes, limitaré mis citas al pequeño número de ejemplos que se encuentran en el Diccionario de Iligiene Pública, artícu- lo Cólera. En la cindad de Dumfries de 10.000 habitantes, 250 ha- bian fallecido antes que el sistema fuera establecido; tres dias se emplearon en organizarlo, y en estos tres dias el número de inva- didos fué sucesivamente de 37, de 30y de 23 y el de los muertos de 7, 6 y 5. En los tres dias siguientes el número de atacados des- cendió á 8, 4 y 2: el de muertos á 6, 5 y 4. Tres dias mas tarde la epidemia habia concluido. Observaciones análogas se han hecho en otros lugares. En Glas. 366 - cow se asistieron 13,139 casos de la diarrea prodrómica; de ellos 1,000 presentaron el carácter colérico y de este número considera- ble solo 27 terminaron por el período álgido. En Lóndres los visitadores socorrieron 43,737 casos de diarreas; 978 con las apariencias del agua de arroz, y de estos casos numero- sos solo 58 resistieron al tratamiento y pasaron al segundo período. En las quince ciudades de Iuglaterra en que el método preserva- tivo fué aplicado de una manera completa, de aaa 000 socorridos solo 250 tuvieron el segundo período. En los Estados-Unidos y en la Baviera, que adoptaron las medi- das preventivas de la Inglaterra, los resultados fueron análo- gos, y muy satisfactorios. Munich en 1847 gozó de la inmuni- dad mas completa desde el momento, dice Mr. Laségue, que se plantearon. Tales ejemplos tienen mas autoridad que los preceptos. Inútil nos parece entrar en mas largos detalles; nos basta haber indicado el fin; los medios de conseguirlo varian segun la diversi- dad de circunstancias; la dificultad consistirá en hacerlos ejecutar. Corresponde á los gobiernos plantearlos, á las clases ricas y per- sonas ilustradas secundarlos, á los médicos dictarlos. En presen- cia de las diticultades numerosas que deben encontrarse para lo- erar estos resultados, nadie debe retroceder: el deber de las auto- ridades es socorrer las necesidades de las clases desvalidas en todos tiempos, y particularmente en las épocas de calamidades públicas: los ricos tampoco deben rehusar los sacrificios de todos géneros que reclaman tales acontecimientos. “En la obligacion incesante, dice el Sr. Monlau, de vigilar la salud de los pueblos, deberán inquirir con predileccion las causas de insalubridad para destruirlas y con- jurar sus peruiciosos efectos; remediar las calamidades públicas, facilitando á las clases necesitadas los auxilios de que carecen; re- primiendo los abusos y mejorando las condiciones fisica y moral de las poblaciones. Ha llegado para los Gobernantes (dice Laurent) un tiempo en que la condicion sine qua non de su existencia como poder, debe ser la ejecucion de todo cuanto produce el bien estar, y lasalud fisica, moral é intelectual de las clases todas de la so- ciedad.” ¡Entre nosotros qué medidas se han tomado desde hace dos a- ños que nos amenazaba el cólera? ¿Qué se ha hecho despues que lotenemos para conjurarlo, precaverlo y extinguirlo? Nada. [1] Y [1] Aquí se hace sin duda referencia á la reunion de profesores que tuvo lugar en el aula magna de la Real Universidad, y que fué promovida por el Dr. D. Rafael A. Cowley para que en ella se tratara de las visitas á domicilio. 367 «Rigo nada, porque todo lo que se ha hecho ha sido incompleto, in- -eficaz, y por lo tanto inútil. En semejantes condiciones no debísmos mi podiamos aceptar las visitas 4 domicilio. Esta medida altamente humanitaria, que tantos beneficios ha procurado, entre nosotros habria servido solo para revelar al mundo nuestra impotencia hasta para hacer el bien, y léjos de acreditarla la hubiéramos ridiculizado. Si en lugar de los malos consejos impresos que con el título de pre- «servativos se han circulado en la poblacion, se hubieran tomado las medidas convenientes desde la época en que nos amenazó la epidemia, y con la debida anticipacion se hubieran ocupado del saneamiento de los barrios mas expuestos á sus estragos; si se hu- biera empleado el mayor esmero en la limpieza de la Ciudad, favo- reciendo por todos los medios la abundancia y buena calidad de las aguas, quitando el lodo y las inmundicias que aumentan la impu- reza del aire; y si 4 imitacion de las autoridades prusianas se hu- bieran mejorado las condiciones de las clases pobres por la distri- bucion de alimentos de buena calidad, etc., etc., evitando la aglo- meracion en ciertos lugares, diseminando la poblacion en edificios construidos con la capacidad necesaria y bien ventilados, como lo habia anunciado y pedido la Academia en el preámbulo de los Consejos que una Comision redactó para responder á la consulta pedida por el Gobierno, y en donde el Sr. Ruz dijo: “sin esperar que la inminencia del peligro nos haga pensar en los recursos de que debemos valernos,”--si en lugar de recomendar el uso del -agua hecha indigesta, de los alcohólicos y de los desinfectantes que son mas peligrosos que útiles, se hubieran adoptado medidas de reconocida utilidad, no nos hubiéramos presentado á rechazar las visitas á domicilio, ni aceptado con tanta resignacion las críticas que se nos prodigaron, las calificaciones con que nos honraron, las injurias con que nos regalaron, mil veces preferibles al ridículo, en que aceptándolas, hubiéramos colocado la Corporacion respetable á que tenemos la honra de pertenecer. Gracias á la Providencia, gracias á la benignidad con que se ha presentado el cólera entre nosotros, no tendrémos grandes pérdidas, que si nó, en las pésimas condiciones higiénicas del pais, unidas á la falta de medidas que hemos señalado, por mediana que hubiera sido la intensidad de la epidemia, el número de atacados habria sido inmenso yel de la mortalidad extraordinario. Hemos terminado el análisis de las influencias consideradas por el Dr. Abreu como causas favorecedoras del cólera, y si nos hemos extendido tanto acerca de este punto, es porque encontramos po- -cas enfermedades de cuya etiología se posea un número de docu- 368 mentos tan preciosos, y porque entre las enfermedades epidémicas: el cólera debe figurar como una de las mas graves. En efecto, no- se encuentra en la historia calamidad que le sea comparable mas- que la peste negra, que en el siglo XIV invadió la Europa y en diez y seis años hizo perecer las cuatro quintas partes de sus habi- tantes. Pero llegamos á una de las cuestiones mas difíciles y con- trovertidas. ¿El cólera debe ser considerado cemo una afeccion contagiosa? El Dr. Abreu se colocaba en las filas de los anticonta- gionistas. : Por mi parte confieso que sobre este particular no acepto la dis- cusion por considerarla inútil é interminable. Me bastará decir que las medidas de cuarentenas, lazaretos y cordones sanitarios, emanadas de las opiniones emitidas sobre la propiedad contagiosa del cólera, han sido en todas partes ineficaces para detener la mar- cha de la enfermedad: de ellas puede decirse lo que de los ejércitos permanentes—Nunca han salvado á ninguna nacion: solo han ser- vido para arruinarlas. Dos consecuencias importantes se deducen de lo que acabamos de exponer: la primera, que en las circunstancias ordinarias, la causa desconocida que produce el cólera y sobre la que no posee- mos aun ningun específico, no basta las mas de las veces para de- terminar el conjunto de fenómenos que constituyen un ataque co- lérico: la segunda es, que en la inmensa mayoría de casos se nece- sita ademas la adicion de un modificador al que damos el nom. bre de causa accidental, que está bajo el imperio de nuestra vo- luntad, bajo la influencia de nuestro poder. Así se encuentran jus- tificadas las reglas que la higiene indica como preservativas,—al mismo tiempo que el valor científico de las doctrinas del Dr. Abreu, que he tenido la honra de exponer y ahora resumo en las proposiciones siguientes: 1,8 El cólera puede casi siempre evitarse. 2.5. El cólera puede casi siempre curarse. 3. EnJa inmensa mayoría de casos la cansa específica del có- lera esimpotente para desarrollar la enfermedad; se necesita ade- mas una causa accidental, un desórden higiénico para provocarla. 4,8 La mala calidad, el abuso de los alimentos y de las bebi- das son las causas ocasionales mas frecuentes del cólera. 5. La aglomeracion de individuos, la falta de limpieza, la res- piracion de un aire viciado, el poco abrigo y la humedad deben co- locarse en el número de las causas ocasionales del cólera. 6. La enfermedad tiene tres períodos perícctamente determi- nados. El primero, de la diarrea, presenta caractéres peculiares que 369 permiten distinguirlo de todos los padecimientos del tubo digesti- “vo; y noes una enfermedad distinta como algunos lo, han creido, Jlamándolo colerina ó diarrea premonitoria.—Muchas veces está precedida de pródromos. 7.% El cólera en el periodo álgido no puede confundirse con «ninguna enfermedad. 8.53 El período de la reaccion es el de la curacion. 9,2 El cólera no tiene una marcha, un curso fatal; puede dete- nerse ó curarse en el primer período. 10. El opio, el abrigo, la dieta, y en algunos casos las sangui- _Juelas aplicadas al ano ó los alcohólicos, bastan en la inmensa ma- yoría de casos para detener la enfermedad é impedir que pase al segundo período. 11. El frio al interior y el calor al exterior es el tratamiento racional del segundo período, el que la ciencia justifica y la obser- vacion confirma. 12. Los vomitivos y purgantes son perjudiciales y peligrosos en el primer período; inútiles en el segundo. I3. Los excitantes y sustancias tóxicas administradas en el se- gundo período, ademas de ser inútiles son peligrosas; porque si el enfermo no tienela suerte de vomitarlas complican la reaccion y á veces producen verdaderos envenenamientos. 11. Excepcionalmente se presentan individuos en quienes la diarrea, aunque no muy frecuente, es excesivamente larga, y que se vacían rápidamente. Estos enfermos, cualquiera que sea el trata- miento que se emplee, mueren en el periodo álgido. 15. El cólera no es contagioso. 'CLIMATOLOGIA DE LA HABANA EN 1867.— Estudios recogidos .en el Ob- servatorio del Real Colegio de Belen. Sres. Directores de los Anales. * En mi propósito de recoger las pacientes observaciones meteo- rólogicas de esta ciudad, envío á Vdes. las del presente año. La grave autoridad de donde emanan, la precision de los instrumentos de la fisica moderna son bastantes para el crédito que busca la cien- cia en sus trascendentes aplicaciones. Cuando lo que se estudia en la atmósfera, en el suelo y en las aguas concuerda, -—como no puede ménos de ser,—con los fenómenos que á los médicos nos toca estu- diar, habrémos llenado nuestra alta mision higiénica de salvar ó ate- 370 nuar los funestos resultados de las endemias y epidemias que de vez. en cuando afligen á la humanidad. Bajo un cielo que ha generado tanta electricidad hemos vivido el presente año, y las abundantes: lluvias y agua evaporada que han sobrepujado á años anteriores nos dan razon bastante para creer el estado mal sano de la poblacion, en donde por otra parte, sea dicho de paso, se descuida tanto la sa- lubridad de las habitaciones, que es una de las causas de la insalu- bridad pública;—y nos explica la saña de la viruela y el cólera allí donde se han abandonado los consejos de la higiene. Testigos he- mos sido de la viruela y el cólera en los barrios de San Lázaro, Pueblo Nuevo y Cerro, donde se marcan con el dedo el Cemente- rio, la zanja real y terrenos completamente embasurados de no muy remotos tiein4pos terraplenados, que en fuerte actividad han remo- vido sus efluvios á causa de los fenómenos que en la atmósfera se han observado en el presente año.— Diciembre 31 de 1867. — Dr. Ambrosio Gonzalez del Valle. BAROMETRO EN MILIMETROS Y A 0 DE TEMPERATURA. InviErxN0. [PRIMAVERA.| VERANO, | OroÑo. |EN EL AÑO. Altura máxima observada en..| 76950 (a)| 764/27 (a)| 76465 (a)| 76589 (a)| 76950 (a) 1 O ON 75232 (b)| 75453 (b)| 75432 (b)| 755'51 (b)| 75232 (b) A 76281 760721 76028 76042 76093 Diferencias extremas......... 1718 974 1033 1038 1728 (a (a). k (a). (a) > Pd | , » £ A Fechas de las observaciones ) 11 febrero.| 7 ubril. | 28julio. ¡5 noviemb.¡11 febrero. (b) (b) (b) (b) (b) [| 20 enero. | 21 abril. _6 junio 9 octubre.| 20 enero. TERMOMETRO CENTIGRADO. INVIERNO. [PRIMAVERA.| VERANO. OrofÑo. ¡EN EL AÑO. — Temperatura máxima........| 297 (a)] 344 (a) 35% (a) 327 (a] 356 [a] To IAS E 123 (db) 187 (b) 236 (bj 196 [b]] 123 [b] a e AAA SS 233 269 28% 269 264 Diferencias extremas........ 17'4 167 120 131 2313 f (a) (a) [a]. [a] [a]. Pecho de las OBe oracion Os ¿| 2 enero. | 19 mayo. 17 julio. |5 octubre.| 17 julio. echas de 1as oOpservacio e : (b) (b) [b] [b] (b] ¡| 7 enero, | 10 mayo. | 3junio. [19 novbre.| 7 enero. ld ERCrO, ICAO MANO co Juo: MA DO OSLO __ TENSION DEL VAPOR EXPRESADO EN mm. LivrERNO. | Primavera) VERANO. | Oroño. ¡EN EL AÑO. _— A A Tension Máxima....... NA 2538 (a)] 24'12(a]| 2674 [a] 25'16 (a] 2674 [a] IB 7752 (b) 9'33[b]| 17'62[b]| 1108[b]| 7'52 [b] Td meda REO e De 1605 1812" 2176 1986 1895 (a) [a] [a]. [a] la]. 8 febrero. | 26 mayo. | 11 junio. (12 octubre.| 11 junio. - Ñ j echas de las obeervaciones. + si] (b) [(b] (b] [b] [b] 18 enero. | 13 abril. 15 agosto.113 novbre. 18 enero. 371 HUMEDAD RELATIVA. INVIERNO. [PRIMAVERA.| VERANO. OtroSÑo. |ENELAñÑo. Humedad máxima............ 95 96 WIOA 95 96 A O ae! 44 34 48 53 34 MI ISE US 698 76'1 TO?2 | 741 ” EVAPORACION. Evaporacion máxima..... ... 102 872 TO 78 1072 ld minima Mo e iS 15 05 02 072 EDUCA odo CAE | 359 50 40 42 43 Total de agua evaporada en el año 1561,3. CANTIDAD DE AGUA CAIDA EN mm. Número de dias de lInyia..... 16 20 51 36 VAS Total de agua caida.......... 1298 398*1 7199 AUS SADO Cantidad máxima en un dia... 213 [aJ] 69%8[aj| 842 [a]j 50% [a]J| 842 [a] ; PO a iaa a ¡Pa ¿ ' la] [a] La] E A AE 51 Dia de mas lluvia ............ 26 enero. | 25 mayo. | 17 julio. |7 setiemb.| 17 julio. VIENTOS REINANTES. | INVIERNO. PRIMAVERA. VERANO. | OroXo. N..902 5715658: 1. | ¡N::89957".43'” E. |N. 979 37" 8”” S, E. | N295 MUSEO: 2 E). NOTA.—Posicion geográfica del Observatorio: Latitud N. 2328" 14”*5.—Longitud 76? 9” 42'S al Oeste de San Fernando. —Áltura sobre el nivel del mar 19.” 297. SECCION OFICIAL, Real Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales.—De con- formidad con el art. 68 del vigente Reglamento interino, com- prendido en las “Disposiciones transitorias,” los Sres. 1D). Guillermo Michelena, D. Juan G. Havá, D. Ramoa L. Miranda y D. Rai- mundo Castro, —de académicos supernumerarios han pasado des- de ei 1.2 de Setiembre del presente año á lacategoría de numera- rios en la Seccion de Medicina y Cirugía. En sesion celebrada el dia 22 de Setiembre, fué nombrado miemn- bro corresponsal el Dr. D. Alfonso Amussat; (Paris) y en 13 de Oc- tubre socios de mérito el profesor A. Nélaton (Paris) y el Dr. D. Fernando Gonzalez del Valle, —prévios los requisitos señalados en el Reglamento. De acuerdo con el mismo art. 68, los Sres. D. Francisco A. Sau- valle y D. Felipe F. Rodriguez, que optaron á ser académicos ántes de la aprobacion concedida á los nuevos Estatutos,—oido el infor- me de la Comision respectiva, que los juzgaba idóneos para ocu- par dicho puesto en la clase entónces existente de supernumera- rios, determinó la Academia que fuesen desde luego considerados de número; el Sr. Sauvalle en la seccion de Ciencias físicas y natu- T. IV-—-48 372 rales y el Sr. Rodriguez en la de Medicina y Cirugía. (Sesiones del 13 y del 16 de Octubre de 1367.) Con arreglo álos artículos 82, 40 y 41, habiendo procedido la Academia á la eleccion de un Secretario de Correspondencia nacio- nal y extrangera, recayó dicho nombramiento, hecho el 13 de Oc- tubre, en el Dr. D. Juan G. Hava. En virtud de la ausencia prolongada del Sr. Vice-Secretario Dr. D. Fernando Valdés y Aguirre, fué elegido para desempeñar in- terinamente su empleo el Dr. D. Luis María Cowley, en sesion ce- lebrada el dia 24. de Noviembre. Por renuncia del Sr. Tesorero Dr. D. Joaquin F. Aenlle, funda- da en el mal estado de su salud y en sus multiplicadas ocupacio- nes, —fué electo Tesorero de la Corporacion el Dr. D. Ramon L. Miranda en 27 de Noviembre próximo pasado. A consecuencia de la convocatoria publicada eu 30 de Octu- bre para la provision de las vacantes de socios” de número, con arreglo al tenor del art. 9.2 del citado Reglamento, —fueron nom- brados en sesion de gobierno del 27 de Noviembre los señores que 4 continuacion se expresan: Seccion de Medicina, Cirugia y Veterinaria. Dr. D. Félix Giralt, catedrático de Clínica médica en la Real Universidad etc. Dr. D. Joaquin G. Lebredo, catedrático del Instituto de segun- da enseñanza, etc. Dr. D. Federico Horstmann, catedrático de Clínica quirúrgica en la Renl Universidad etc. D. Antonio Llorente, profesor Veterinario de 1.% clase, etc: D. Joaquin Ramirez, socio de número de la Academia Central de Veterinaria de Madrid, etc. D. Ramon Delrien, profesor Veterinario de la Escuela de To- losa (Francia) etc. - Seccion de Ciencias físicas y naturales. D. Francisco de Albear, Coronel del Real Cuerpo de Ingenieros, miembro corresponsal de la Academia de Ciencias de Madrid «., «. Ldo. D. Claudio Andre, catedrático de Física y Química de las Escuelas profesionales, ete. D. José Ruiz de Leon, Ingeniero de Minas de primera clase etc. Ldo. D. Manuel J. Presas, miembro de la Sociedad entomoló- gica, de Francia, socio fundador y numerario dela Seccion de Ciencias del Liceo de Matanzas, etc. Ldo. D. Francisco María Navarro, catedrático interino del Ins- tituto de segunda enseñanza (1866); etc. D. José E. Ramos, Dr. en Medicina y Cirugía, laureado por la Real Universidad. Dr. D. Rafael A. Cowley, catedrático auxiliar de Fisiología en la Real Universidad. Habana y Diciembre 1.2 de 1867.—El Secretario general, 4An- tonio Mestre. ANALES DE LA . READ ACADEMIA DE CIENCIAS MEDICAS, FISICAS Y NATURALES DE LA HABANA, REVISTA CIENTIFICA. FEBRERO DE 1868. Discurso DE INAUGURACION DE LA SECCION DE MÉDICINA VETERÍ: NARIA EN LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS, FÍSICAS Y NATURALES DE LA HABANA; LEIDO por Don Joaquin Ramirez y Huispe: (SestoN DEL 22 DE DICILMBRKE DE 1867.) Señores: —n este solemne dia, ante un coricurso respetable tiene el honor de inaugurar la apertura de la seccion de Medi- cina veterinaria en la Real Academia de ciencias médicas, físi- cas y naturales de esta capital el ménos digno de cuantos con sus elocuentes labios pudieran hacerlo; pero á este acto tan ho- norífico como grave para mi débil capacidad nunca me hubiera atrevido sino convencido que cumple á mi deber, tanto por ha- ber obtenido el honroso nombramiento de vocal en dicha sec- - cion, como tambien por el deseo de animar á otros profesores “cuyas plumas mejor cortadas darian rasgos mas perfectos; pero antes de continuar séame lícito congratularme y dar las gracias á los distinguidos señores que se han dignado aprobar mi nom- bramiento. Si admirable es á la verdad la distinguida proteccion que las T. 1V-—49 374 sábias autoridades han sabido dispensar en todo tiempo por el bien del pais, particularmente en lo concerniente al cultivo de - las artes y ciencias, no lo es ménos la noble emulacion que dis- tingue altamente á los Sres. vocales y Presidente de esta Real Academia, pues de nada servirian las sábias disposiciones de jos gobiernos si no hubiese hombres capaces de comprenderlas, y que á costa de grandes trabajos é intereses llevasen á cabo tan benéficos proyectos. Antes de entrar de lleno sobre los beneficios de utilidad pú- blica, que puede reportar la instalacion de la seccion de Vete- rinaria en esta Reul Academia, haré una ligera reseña de la marcha que ha seguido la ciencia de veterinaria desde la anti- gúedad hasta nuestra época. De cuantas ciencias se conocen, ninguna es á la verdad mas útil, necesaria y agradable al hombre, que aquella que en el último resultado tiene por objeto la conservacion de su existen- cia; pero como áaquel ser privilegiado de la naturaleza no le bas- ta vivir y conservarse á sí mismo, sino que le es absolutamen- te indispensable cuidar de todos cuantos medios necesita para llevar á cabo esta conservacion, y siendo el primero, el mas esen- cial, aquel sin el cual no puede subsistir de modo alguno, como sucedería si careciese y olvidase el cuidado de los animales do- mésticos, resulta por una consecuencia precisa que la ciencia mas interesante para él es la Medicina humana, ocupando un se- gundo lugar la Veterinaria, aun cuando ambas se dirijan á un mismo fin, pero que los objetos de sus estudios son diversos: sin embargo, los adelantos de la una han influido notablemente en la otra, y los retrasos y opiniones erróneas emitidas por los au- tores de la primera han ocasionado grandes conmociones en la segunda y viceversa. Estos dos ramos de una misma ciencia no marcharon con igual paso al grado de perfeccion en que ahora se encuentran. La medicina humana mas interesante para el hombre llamó la primera su atencion, miéntras que los mudos animales, incapaces de manifestar con palabras lo que interior- mente sentian, y de protestar contra la insuficiencia de los me- dicamentos, quedaron entregados al cuidado de los curanderos que se trasmitian el formulario de sus recetas y el secreto de sus misteriosos ensalmos. 375 Este fué el estado que tuvo por muchos siglos la ciencia de que tratamos en las naciones antiguas sin exceptuar á los Grie- gos ni los Romanos. Bastaría leer los escritos de Columela, Varron, Caton y demas agrónomos de la antigua Roma para convencerse de esta verdad; y aun cuando Vejecio fué digno de una honrosa excepcion, nunca mereció el título de Hipócra- tes de la medicina veterinaria, pues confesaba que ningun tra- bajo habia hecho por sí en cuanto á las observaciones, pues ha- bia escrito lo que otros habian ya dicho. Desde este escritor que vivió en el siglo IV de la era cristia- na hasta la resurreccion de las letras en el Occidente, ningun vestigio hay de que en aquellos tiempos se hubiese cultivado con fruto la medicina veterinaria, y para encontrarlo es preci- so venir á una época mas cercana á la nuestra. Si es glorioso para una nacion haber adelantado á las otras en el estudio de las ciencias útiles, con razon puede envanecer- se la España de haber sido la primera que conoció la utilidad de esta parte de la medicina y la necesidad de cultivarla y per- feccionarla. En efecto, cuando el Rey D. Alfonso V de Aragon se hallaba entendiendo sobre la conquista del reino de Nápoles en el siglo XV, mandaba ya á su mayordomo D. Manuel Diaz que juntase á los mas hábiles mariscales y que hiciesen un li- bro que contuviese el resultado de sus conferencias. Así se hi- zo y de órden del Rey se sacaron muchas copias del libro de Diaz, que estaba escrito en lemosino, y se distribuyeron entre los aficionados; cuyo escrito no trataba mas que de las enfer- medades de los mulos y los caballos. Con el auxilio de la imprenta, que en aquel siglo se introdujo en España; publicó en Toledo Martin Martinez Dampies en 1.107 una traduccion en castellano de aquella obra. Es pues indudable que esta es la obra mas antigua de veterinaria que posee la Europa moderna; y tal vez sino hubiese sido por el ilustrado celo del Rey D. Alfonso de Aragon, la Veterinaria permaneceria aun sin el carácter de ciencia, así como hoy es debido á la influencia de la ilustre y distinguida corporacion de esta Real Academia el que la medicina veterinaria en esta parte del nuevo mundo sea conocida, pues el rango con que se la distingue contribuirá á que esparza su luz y ud servirá 376 de estímulo para la aplicacion de los profesores, y á que los jóvenes que no puedan seguir otra carrera superior no se desdeñen en aceptar tan honrosa como útil profesion. Los reyes católicos D. Fernando y D* Isabel miraron tambien la Veterinaria con la atencion que se merecia, y . contribuyeron infinito á su progreso fundando un tribunal para examinar á todos los mariscales que aspirasen al título de profesores. Desde entónces empezaron los veterinarios españoles, y á su ejemplo algunos extranjeros, 4 publicar diferentes obras sobresu profesion, : El impulso dado á la Veterinaria en el siglo XVI no se amortiguó por las vicisitudes que experimentó el estudio de las ciencias útiles en algunos períodos de los dos siglos siguientes, pues del mismo modo continuaron los españoles escribiendo obras de veterinaria ya por albéitares Ó ya por profesores de medicina humana. Si nos proponemos examinar los escritos de aquella época con «toda la severidad de la crítica, sería fácil encontrar en todos ellos errores que en el dia se graduarian de absurdos; pero la justicia exige que nos hagamos cargo del tiempo en que se escribieron y de cuán poco adelantadas estaban entónces las ciencias auxiliares á toda buena medicina: sin embargo, se encuentran en las obras de los albeitares de aquellos tiempos excelentes descripciones de algunas enfermedades, métodos curativos muy racionales, y recetas de ciertos medicamentos que aun en el dia tienen el mérito de específicos. El descu- brimiento de la circulacion de la sangre bastó para inmorta- lizar el nombre de Francisco de la Reina. En la obra de Ramirez habia láminas en las cuales se explicaba con mucha claridad el modo de aplicar el cauterio actual en las diferentes regiones del cuerpo de los animales. Paracuellos hace una descripcion muy exacta de la hernia intestinal. Borges fué el inventor del ungiiento fuerte de cantáridas que en veterinaria se mira como un específico para curar muchas enfermedades- Conde describe con mucha exactitud las enfermedades epizo- óticas; y por último, Calvo, Arredondo, y casi todos los albéita- res antiguos españoles aventajahan á los demas de Europa en 317 la aplicacion de muchas plantas medicinales, cuyos conoci- mientos heredaron de-los árabes. En el siglo XVII continuó el mismo celo por hacer pro- gresar dicha ciencia, como lo prueban multitud de obras que en aquella época se escribieron. En el año 1762 se abrió en Francia en la villa de Leon la primera Escuela de medicina veterinaria, y tres años despues se fundó otra semejante en el pueblo de Alfort inmediato á Paris. Estas fuéron las primeras escuelas que se establecieron, que fué un paso decisivo para la ciencia y que le aseguraba los rápidos progresos que ha hecho y un nombre inmortal al veterinario Francisco Bourgelat fundador de ellas. En toda la Europa se conoció inmediatamente la utilidad de semejantes establecimientos, y al poco tiempo se vieron escuelas de medicina veterinaria en todas las naciones. El Rey nuestro señor D. Cárlos 1, animado por su ardiente celo y deseoso de fomentar en España el estudio de todas las ciencias, envió inmediatamente á Paris á los profesores vete- rinarios D. Bernardo Rodriguez y á D,. Segismundo Malat para que se enterasen del estado que tenia la ciencia veterina- ria en aquel pais. Entretanto continuaba en fomento la cien- cia, pues la Sociedad económica de Amigos del Pais proponia frecuentemente premios para el que presentase la mejor me- moria de veterinaria. De vuelta de Francia los indicados profesores presentaron al gobierno el plan de una Escuela de veterinaria y sin tardan- za se dieron las providencias necesarias para ponerla en ejecucion, En el año 1793, en medio de los horrores de la guerra que en aquella época teniamos con la Francia, se abrió la Escuela de veterinaria en Madrid, época en que empezó á prosperar mas y mas la medicina veterinaria de España: pero cuando se completó la obra recuperándose el tiempo perdido, fué por la distinguida proteccion que le dispensó nuestro augusto sobera- no D. Fernando VIT, á cuya real munificencia se debe que la escuela de veterinaria de Madrid y el plan de Estudios se modificasen, como fundasen de nuevo; por manera que si las fatales circunstancias en que se vió la nacion española en los 378 primeros años de este siglo, dieron lugar á que se detuviera en algun tanto el progreso que en España debió seguir dicha ciencia, pues miéntras los veterinarios extranjeros seguian pacíficamente fomentando los estudios y observando tranquila- mente las enfermedades de los animales domésticos, á la par que los españoles se hallaban distraidos de las tareas de su profesion por el sagrado deber de defender con las armas los derechos de su Rey y la independencia de su patria, siendo precisamente en aquel período de tiempo en que la medicina veterinaria llegó á ponerse en otras naciones de Europa al nivel de las ciencias mas adelantadas, —todo se remedió, porque llegó la época en que los asiduos trabajos de los catedráticos de la escuela de Madrid, Risueño, Santos, Casas, San Pedro, Estanona y algunos otros inmortalizaron sus nombres dando á luz las inmejorables obras de veterinaria y regularizaron su estudio. Hoy en la Península española hay cuatro Escuelas de veteri- naria: una de primera clase en Madrid y las tres restantes en Córdoba, Zaragoza y Leon. Ademas existen dos Academias, la una sucursal en Barcelona y la otra en Madrid. Constituida la seccion de Veterinaria en esta Real Academia, es una nueva era de progreso para la Medicina veterinaria, á la par que una medida de utilidad pública: así es que el Gobier- no Superior civil encontrará en esta Real Academia cuantas “noticias necesite para las medidas administrativas de policía sanitaria é higiene pública aun cuando se refieran á los animales domésticos; los datos para saber por qué medios y en qué cir- cunstancias se comunican las enfermedades de un animal á otro y aun al hombre; en qué casos, cuándo y cómo se puede hacer uso sin inconveniente delas carnes, leche ó desperdicios de los que se hallen acometidos de alguna enfermedad. El gobierno militar podrá adquirir los consejos que le ilumi- nen sobre las buenas circunstancias higiénicas que deben tener las localidades para apacentar el ganado de los institutos mon- tados del ejército: del mismo modo para la eleccion de caballos, ya sean para aplicar sus servicios á trasportar ginetes á cente- nares de leguas sin que el hambre ni la sed los haga detener en su infatigable carrera; ó bien caballos de alta talla, constitu- 319 cion fuerte, aunque con marcha mas lenta, pero que en un ata- que hábilmente calculado deshagan y pulverizen las murallas de apiñados batallones. Por último, el hacendado, el ganadero y el público en gene- ral tendrán quien los auxilie para cortar los progresos de una epizootia, como en la buena direccion de la cria de sus ganados defectos ó bellezas que pueden trasmitirse por la generacion y cruzamiento de las razas. Señores: termino mis reflexiones que en nada pueden haber aumentado las luces de los ilustrados señores que al constituir- se en esta Real Academia fueron guiados por los nobles senti- mientos de virtud. Solo me resta decir que los estudiosos pro- fesores veterinarios dirijan á esta Real Academia sus observa- ciones, consulten lo que juzguen conveniente y nos ayuden con sus luces á la dilucidacion de las diferentes cuestiones; pues si- guiendo exactamente la senda que nos han trazado los profe- fesores de medicina humana, como las demas eminentes capa- cidades que componen esta Real Academia, ellos irán delante guiando la antorcha de las ciencias, y nos ayudarán á gran- gearnos la estimacion y confianza pública; pero nunca perda- mos de vista que el antídoto de todos nuestros males ha de ser principalmente el estudio.—He dicho. DisCURSO DE CONTESTACION AL SR. Ramirez, lerdo én la misma sesion por el Edo. D. Antonio Cayro. Sres.—Las palabras que acaba de dirigirnos el Sr. Ramirez, hoy que queda inaugurada la Seccion de Veterinaria en esta Real Academia, no pueden ménos de producir y excitar en nosotros mas de una idea, ya que en ellas ha abrazado la par- te histórica de ese ramo de la Medicina, su conveniencia y necesidad universal, su'adopcion y reglamentacion en nuestro pais, los progresos que desde el siglo pasado ha hecho en España, y los muchos bienes que en esta Isla habia de arras- trar, puesto que se abren las puertas á una profesion, no ménos 380 digna que las demas que ennoblecen al hombre estudioso ei su vida pública y privada. No cabe agregar cosa alguna á esa científica reseña, ni esta seria oportunidad de discusiones que solo pudieran concretarse á la mayor ó menor exactitud de los datos recogidos por los autores consultados al elucúubrar ese apreciable trabajo. En las sesiones de esta Real Academia diariamente se presentan consultas judiciales y del Gobierno que pueden contraerse áesa materia, y entónces con los he- chos que se recomienden y hayan dado ocasion al exámen, con los principios de la ciencia, reguladores de toda aplicacion práctica y concluyente, será distinto el camino que se trace y se recorra, mayor la utilidad del resultado. Porque ¿qué im- porta para el doliente la época del descubrimiento del medio que haya de emplearse para su curacion? La historia de las ciencias solo sirve de iniciacion, de introduccion para compren= der sus sucesivos progresos y la adelantada inteligencia de los que contribuyeron á la propagacion de ellas; pero esto es se- cundario, si se vuelven los ojos 4 que ni con los nombres de los sabios, ni con la fijacion del dia en que se abrió una cáte- dra se obtiene éxito alguno á la cabecera del enfermo ó al combatir una epizootia. La historia es con frecuencia el manantial mas fecundo de las mas complicadas cuestiones. Las rivalidades de los hom- bres, sus errores, las intenciones que los dominen al escribirla, son otros tantos inconvenientes que salen al encuentro á todas las historias escritas y por escribir. Ademas de esto el discer- nimiento del escritor, la pureza de las fuentes en que haya bebido, y los estragos del tiempo impiden que se acepten to- dos los escritos, porque tambien, como decia el célebre Bacon, semejante el tiempo á un rio caudaloso, los objetos de mayor gravedad los esconde en su fondo, dejando sobrenadar los mas ligeros.—Un punto ha tocado el Sr. Ramirez en su apreciable trabajo que viene corroborando lo que acabamos de emitir: “El descubrimiento, dice, de la circulacion de la sangre bastó para inmortalizar el nombre de Francisco de la Reina.” Sin embargo, se atribuye el descubrimiento de la circulacion de la sangre á Harvey, médico inglés, y se coloca la invencion en 1.628: algunos autores se la disputan. Jansson de Almeloven 381 en un Tratado de las invenciones nuevas, impreso en 1684, refiere varios lugares de Hipócrates para justificar que la co- noció. Walleus, epist. ad Barth, pretende que no solo fué cono- cida por Hipócrates, sino por Platon y Aristóteles. Dícese tambien que los médicos chinos la enseñaban cuatrocientos años ántes que se hablase de ella en Europa.—Algunos hay que remontan hasta Salomon este particular, creyendo encontrar vestigios de él en el capítulo 12 del Eclesiástico. Bernardino Genga, en un tratado de Anatomía escrito en italiano, refiere pasages de Realdus Columbus y de Andrés Cesalpino, con los cuales pretende mostrar que admitian la circulacion largo tiem- po ántes que Harvey, añadiendo que Fra-Paolo Sarpi, famoso veneciano, habiendo considerado la estructura de las válvulas en las venas, su construccion y otras varias experiencias, infi- rió en aquellos tiempos la circulacion.-—Leoniceus añade que Fra-Paolo no se atrevió á publicar su descubrimiento por mie- do á la Inquisicion, y que solo comunicó su secreto á Aquapen- dente, quien despues de su muerte colocó el libro que habia compuesto en la biblioteca de San Márcos, donde estuvo mu- cho tiempo oculto; y que Aquapendente descubrió este secreto á Harvey, que estudiaba con él en Padua, publicándolo á su re- greso á Inglaterra y atribuyéndose su gloria; pero la mayor parte de estas pretensiones son fabulosas.-——Mr Jorge Ent ha hecho ver que Paolo recibió la primera nocion que tenia de la circulacion de la sangre, del libro que Harvey habia hecho so- bre ella, el cual llevó 4 Venecia el embajador de Inglaterra enseñándoselo; y que entónces, habiendo hecho algunos extrac- tos de él, que llegaron á manos de sus herederos, muchas per- sonas creyeron que el descubrimiento, cuya historia se encon- traba entre sus papeles, le pertenecia. Esta es la historia: la expresion de hechos mas Ó ménos ave- riguados. La historia es el punto de partida desde donde la : inteligencia toma vuelo para llegar á un punto llamado Ver- dad.—Pero ¿la mejor crítica, una imparcialidad de hielo, una constancia infatigable nos ponen por último en evidencia con la verdad?-—La verdad objetiva no es de la historia: la verdad subjetiva es del escritor, la verdad filosófica es la duda del que estudia, reflexiona y no le rinde homenage al nombre del his- T. IV-—50 382 toriador, niá los ciegos prosélitos que le sigan á ojos cer- rados. is Y no se crea que despreciamos los estudios históricos; los estimamos en lo que valen, los consultamos en su caso, sin ol- vidar que el conocimiento de la historia de una ciencia no es el conocimiento de la ciencia misma: esto es lo que al principio sostuvimos, esto lo que parece demostrado. La verdad objetiva es la circulacion misma: la verdad sub- jetiva, la convencional, allá se agita entre los escritores de mu- chas naciones. ¿Puede resolverse la cuestion?-—El albéitar de Búrgos y el médico de los Estuardos aguardan impasibles en sus silenciosos sepulcros una decision:cuyo término jamas lle- gará: la ciencia marcha sin embargo, la ciencia continuará sin que nadie se atreva á demarcar la meta que la detenga: el .pro- greso de la inteligencia humana es indefinido é indefinible.— De todo esto se delucen dos hechos de mucha importancia y son: que movimiento y circulacion no son cosas iguales: no hay circulacion sin movimiento; pero es comun el movimiento sin la circulacion. La antigúedad veia el movimiento; mas no habia sintetizado la circulacion, porque todavía la anatomía y la fisiología, que esla anatomía continuada, no habian hecho los progresos de que despues hizo caudal la Medicina para por último fijar muchos principios que solo habia entrevisto.-—En- tónces no se conocian los vasos capilares, que como sabemos, establecen una circulacion libre entre las arterias y las venas: no se sabia que las arterias contuvieran sangre: segun los cono- cimientos de aquella época la sangre no se movia sino en las venas, y las arterias no contenian mas que aire, lo cual les hi- zo dar su nombre: consecuente con estas ideas el movimiento de la sangre no debia consistir mas que en un cambio de lugar alternativo en dos sentidos, hácia adelante y hácia atras: mo- vimiento y no circulacion. De esta manera, sin duda, lo com- prendió Hipócrates, y los demas lo comprendieron tambien con él, Francisco de la Reina, muy posterior á esos médicos, pudo advertir el movimiento, porque si hubiera tenido la inspira- cion y demostrádola, por él se hubiera empezado la revolucion de la Medicina, y su nombre en lugar del de Harvey hubiera 383 resonado en el mundo, preconizándose en las Enciclopedias y en las obras desde entónces publicadas. Esto es todo lo que en mi concepto puede documentarse con relacion al punto históri- co invocado.—Dignos son de todo encomio los apuntes traidos por el Sr. Ramirez en el discurso inaugural que acabamos de oir y á que voy contrayéndome: un profesor que así conoce la historia. de su ciencia, necesariamente debe estar familiarizado con ella, caminar á la par de los adelantos modernos, y sentir- se animado de las competentes fuerzas para observar con mayor asiduidad, para proponer todo lo que sirva para enri- quecer los sistemas prohijados por la practica mas adelantada, consiguiendo los triunfos mas envidiables. La Veterinaria no es mas que la Medicina aplicada en to- das sus partes á los animales que el hombre tiene empleados en sus trabajos, en su alimentacion, y de que saca partido tam- bien para su auxilio en diversos actos de la vida.—El buey, el caballo, el perro, la oveja €c. han llegado 4 hacérsele indispen- sables: ellos representan cantidades que pueden formar una fortuna, y su conservacion es del resorte de la Economía, de los intereses materiales, que nadie desprecia en ninguna parte. Ellos, pues, corresponden al reino animal, que es uno de los tres que constituyen la naturaleza: ellos son materia organiza- da, y de este modo se comprende que incluyen órganos y fun- ciones, órganos y funciones sujetos á casi todas las alteracio- nes é irregularidades que se observan en el género humano.— De aquí la necesidad de conocer la estructura de ellos, las se- ñales de su estado de salud, los fenómenos de sus enfermeda- des, los medicamentos apropiados para combatirlas, los medios mejores para conservarlos sanos y las operaciones practicables en el caso de tener que operarlos.-—Hé aquí como la Veteri- naria se nos presenta como una ciencia dividida en varios ra- mos cada uno de los cuales demanda especiales estudios. -—Des- pues de esto no pueden omitirse otros muchos conocimientos como los que se refieren al clima, á las estaciones, y á otras muchísimas circunstancias que seria largo enumerar. Todo es- to llamó la atencion de los sabios; los Gobiernos los secunda- ron y de aquí el estudio reglamentado de los animales, la ins- titucion de Escuelas, y por último la ciencia. Las enfermeda- 384 des en el hombre y en los animales son tan antiguas como la existencia de aquel y de estos: el primer hombre que enfermó fué su propio médico; el primer pastor fué el primer veterina- rio. La Medicina y la Veterinaria empezaron por el empiris- mo para llegar al punto en que hoy se encuentran: esto excu- sa demostraciones, y si nos ocupáramos de ellas nos dilataría- mos mucho mas de lo que es nuestro propósito. Pues bien, ya que la Real Academia tiene la satisfaccion de contar hoy en su seno con los ilustrados profesores que com- ponen la nueva Seccion, á esta toca promoyer en el círculo de sus atribuciones todo lo que crea concurrente para la difu- sion de los conocimientos de su objeto en todas sus relaciones. Y no se crea que con esta indicacion intento señalarle con el dedo el camino que haya de seguir: amante como el que mas. de todo progreso científico, las ideas que he emitido me han conducido forzosamente á esta conclusion. La Seccion en par- ticular y la Real Academia tambien estimarán en lo que vale una recomendacion cuyo fundamento no es mas que la expre- sion de lo que todos sentimos y deseamos con ardor ver con- sumado. APUNTES PARA LA FLORA CuBANa; por D. Tomás Gonzalez y Delgado. (PRESENTADOS Á LA REAL ACADEMIA EN SESION DEL 22 DE DICIEMBRE DE 1867.) INTRODUCCION. Hace algun tiempo que se viene sintiendo la imperiosa ne- cesidad de adelantar el estudio de nuestra Flora. Casi hasta el presente siglo puede decirse que no bastó lo rico y variado de su vegetacion para que yaciera en el olvido, no sin grave per- juicio para la ciencia y aun para el pais mismo, que hoy la- menta la falta de una terapéutica especial, y quizas envidiable, suficiente á responder de una manera halagijeña á las exigen- cias del arte de curar; y esto que á primera vista parecerá ex- 385 traño, mo lo es, sobre todo entre nosotros donde el genio del mercantilismo todo lo atropella, y donde la ciencia, ocupando un puesto secundario, ha tenido que luchar mucho para lograr sacudir el yugo que la oprimia, gracias al decidido empeño de unos cuantos beneméritos patricios, que desviados del torrente general y consagrado al estudio los mejores dias de su vida, han llegado á forjarle un bello porvenir, mas bello aun desde que los hombres de ciencia nos lo han hecho concebir muy de cerca, al reunirse para formar una Corporacion que marcara en lo adelante la senda segura de elevarla á un alto puesto. No se diga por esto que toda la Flora tropical ha corrido la misma suerte: la mayor parte ha sido visitada por multitud de sabios extrangeros que bajo la apacible sombra de sus mages- tuosas selvas, han robado á sus profundidades sus mas valiosos tesoros y revelado á la ciencia sus mas recónditos misterios. — Jacquin, Poeppig, Linden, Kunth, el gran Humboldt, fuéron los únicos que no olvidaron nuestra Antilla: la Botánica cuba- na tiene para ellos un grato recuerdo que guard ar y multipli- cados beneficios que agradecer; pero, á pesar de esto, muchas plantas quedaron aun desconocidas, porque sus residencias en nuestro suelo fueron demasiado cortas, y sus estudios limita- dos al estrecho campo que pudo ofrecerle esta circunstancia. Botánicos hijos del mismo suelo hoy interrogan mas despacio á su elegante Flora: de ellos, pues, y de sus discípulos, junta- mente con los medios suministrados por el colector americano Mr. Wright á sabios como Grisebach, Eaton y Sullivan, la Flora de Cuba debe esperar muchísimo. Empero la tarea es grande, y necesario es que todos en co- mun cooperen al mejor fin: los hombres de saber por una par- te; los pobres de ciencia por la otra. Se nos preguntará acaso de qué manera podrán estos últimos verificarlo? En breve con- testarán nuestros trabajos.—Al publicarlos tan solo nos ha movido el deseo de rendir este pequeño tributo á la ciencia, destinado, si no á engrandecerla, por lo ménos á proporcionar alguna utilidad á los que en mejores condiciones de conoci- miento y material, se han lanzado á explorar la lozana y exu- berante vegetacion de nuestros campos. Dichos trabajos, que bajo el título de “Apuntes para la Flora 386 Cubana” hemos tenido el honor de presentar y la honra de que se aceptaran por la ilustre Academia que rige los destinos científicos de nuestro pais, se compondrán de una serie de ar- tículos que llevan por objeto enumerar y revisar todas las plantas dadas de una manera bien fija como de la Isla de Cu- ba en las obras descriptivas de botánica que se hallan á nues- tra disposicion, ya que no podamos hacerlo, como bien quisié- ramos, en todas las generales como Prodromus, Systemas, Spe- cies, etc. y en las particulares como Floras, Catálogos y publi- caciones diversas; porque para ello se necesitaria el recurso de una buena biblioteca, y entre nosotros, como nadie ignora, es ramo este bastante descuidado, escaseando sobremanera en las pocas que existen las obras científico-naturales. Esta revista, entre otras muchas ventajas, hará conocer algunas especies que efectivamente habiten nuestra Isla y que por su rareza ú otras circunstancias se hayan escapado al escrutinio de los herbo- rizadores. Al presente compilamos las citadas por Cavanilles, Sprengel y Augusto Píramo De-Candolle, para continuar mas tarde con las dadas por Alfonso''De-Candolle, Duby, Decaisne, Benth, Choisy, Nees de Esenberck, Schauer, Boissier, Augusto E. R. Grisebach, Dunal, Moquin-Tandon, Meisner y Miller. Aunque disponemos de las Floras de Descourtilz, Chaumeton, Poiret y Tussac, no hemos podido efectuar en ellas igual trabajo, por hallarse la patria de las plantas indicadas de una manera ge- neral y no con la precision que deseamos: las obras de Hum- boldt, Bonpland y Kunth han quedado en el mismo caso, por- que las especies de estos autores están todas reproducidas con el mismo habitat en el Prodromus de De-Candolle, sobre el cual recae una de nuestras revistas. Entre las obras que examinamos actualmente se encuentran algunas que nos han dado bien poco fruto; tal es, por ejemplo, la de Cavanilles titulada /cones et Descriptiones plantarum, la cual despues de revisada en sus seis tomos en folio, nos ha ve- nido á dar una sola especie: no así la “Descripcion de las plan- tas que D. Antonio Josef Cavanilles demostró en las lecciones públicas de 1801 y 1802,” que en su reducido volúmen nos ha mostrado quince. 387 C. Sprengel en su Systema vegetabiléum no ha estado parco en especies cubanas: encuéntranse con el dictado de Cuba, Ha- vana, etc. mas de ciento sesenta plantas. Aquí adver pet de paso, en lo que refiere á este autor, como nos hemos abste- nido, siguiendo el parecer de Poey, de incluir muchas, cubanas tal vez, pero citadas de una manera general como de las Anti- llas, de la América tropical, etc., y otras como parásitas de ve- getales que viven en la Isla; v. g.: Sphaeria palmicola Fries, in fructibus Cocdes nuciferae; Iirineum Calabae Kunze, in fol- is Calophyllii Calabac; etc. En lo primero nos hubiera resul- tado lo que 4 muchos naturalistas que han llenado de confusion nuestra Ictiologia y Entomologia, citando como de Cuba, por el solo hecho de habitar en las Antillas, peces ajenos ánues- bros mares é insectos extraños á nuestro suelo. Respecto de lo segundo, no estamos suficientemente ilustrados para decidir; y por otra parte son tan pocas las señaladas de ese modo, que quedan anotadas con añadir á las antedichas parásitas las si- guientes: Sphaeria Tunae Spreng., Sph. Cacti Schw., Uredo se- getum Pers. (Carbo et Maydis D. C.) El Prodromus Systematis naturalis Regni vegetabilis de De-Candolle es la obra que presenta mas abundancia de mate- rial. En la parte que corresponde á Mr. Augusto, las patrias de las especies que nos ocupan son, Ó copiadas de Humboldt, Bonpland, Kunth, Poeppig y Jacquin, ó comunicadas por el botánico D, Antonio de la Ossa y el Sr. D, Ramon de la Sa- gra: en ámbos casos así se expresa. En la que toca á su hijo Mr. Alfonso, hay que agregar ademas las de la coleccion de Linden, y en los tomos publicados últimamente las de la de Wright, con especificacion de los números de este colector botá- nico.—Aunque con rareza, se designan en esta obra algunos nombres vulgares, muchos de ellos mal ortografiados. Permítasenos de paso protestar contra una práctica antilógi- ca en su forma, censurable en su fondo, fatal en sus consecuencias; práctica desgraciadamente arraigada entre todos los botánicos y algunos otros naturalistas, desechada al presente por los en- tomólogos y malacozoólogos y que esperamos verla por comple- todesterrada en todos los ramos de Historia Natural; á saber: referir el nombre del autor al género, agrupamiento artificial, 388 variable, sujeto á la voracidad de esa legion de monografistas que lo despedazan hoy al infinito para dar el trabajo: de tener que reconstruirlo mañana; y no á la especie, entidad real, el ser en sí, invariable, que es y será tambien mañana. ¿Qué razon hay para escribir Tecoma stans Juss., Pharbitis Nil Chois., Poeppigia procera Presl: no seria mas razonable Tecoma stans E., Pharbitis Nal L., Poeppigia procera Poepp., por no haber si- do Jussieu el autor de la voz específica stans, Choisy el de la voz Nil, Presl el de la procera? Evidentemente que sí; pero un espíritu que nos abstenemos de ealificar no lo ha querido así. “Todo el que sabe,—dice Poey,--que la especie es la unidad zoológica (la unidad botánica en este caso), siempre invariable, no vacilará al resolver esta cuestion: mi opinion particular va- le poco, pero responderé con las palabras de un profundo natu- ralista, el Dr. D. Lud. Pfeiffer, que dice: Vomen auctoris adjeci absque ullo respectu generis. Genera enim sunt artificialia, ct sententiae auctorum de eorum entensione valde dhiscrepantes; species autem naturales, quare proprictas ¿llvus qui primus ín scientiam cas introduxit.”-—Sectarios nos declaramos por tan- to de la escuela que admite el conocido aforismo del natura- lista cubano: Vomen auctoris ad speciem perpeluam refertur, nec ad variabile genus; lo cual nos ha sido indispensable con- signar, para evitar la confusion que pudiera resultarle «ul que viese en nuestras Revistas el autor de una planta distinto al que lleva en la obra á que lo remitimos. Para mayor claridad, inmediatamente despues del autor de la especie, colocarémos el del género con que fué descrita por él. Terminamos: á continuacion aparecerán sucesivamente los artículos mencionados, atendiéndose para sus publicaciones al órden cronológico de autores. Las clasificaciones serán las mismas que las empleadas por cada uno, con lo cual creemos llenar un deber y ofrecer mayor comodidad álos que hayan de valerse ulteriormente de nues- tros apuntes. En cada especie, despues de la cita del autor, se hallarán otras que intercalamos de nuestra parte para confirmar de esa manera la legitimidad de la patria; quedando elegidos para el efecto, co- mo autoridades muy válidas por haber trabajado sobre la Flo- 389 ra cubana, A. Grisebach, Aq. Richard y C. Montagne, sin dejar por esto de servirnos de otros en determinadas ocasiones. Igual- mente damos en cada una el nombre con que se conoce entre el vulgo, é indicamos á la ligera algunas de sus propiedades, usos y particularidades mas importantes. REVISTA DE LAS PLANTAS CITADAS COMO DE LA ISLA DE CUBA POR CAVANILLES. III. TRIANDRIA. Genus Cenchrus, Lin. C. ECHINATUS L., Spec. plant., vol. TV, p. 314.—Habana: Cavan., Descrip. de las plant., p. 302, n. 733. Cuba: Grisebach, Catal. plant. cubens., p. 234. Crescit ubique in locis cultis et arenosis insulae Cubae: Ag. Rich.; in Hist. Sagrae, Flor. Cub., edit. hisp., UL, p. 310. Planta comun á las otras Antiilas, bastante vulgar y conocida por la particularidad de sus frutos erizados que se prenden al cal- zado, vestidos, etc. del que transita por los campos donde existe; sirve solo como yerba de pasto.—Vulgo cubano: Guisasillo. V. PENTANDRÍA. Genus Ípomoca, Lin, Í. HETEROPHYLLA ORTEG., Dec., 1, p. 9.—Cuba: Cavan., loco cita- lo, p. 99, núm. 246; Griseb., loco citato, p. 205. Orescit in insula Cu- ba (sec. clar. Chois.): Aq. Rich., loco citato (nomine Pharb. heterophyl- lae), U, p. 129. In Cuba: Chois. (nomine Pharb. heteroph.), in De- Cand., Prodrom., IX, p. 344, num. 19. Mantenida como /pomoea por Grisebach: colocada en el género Pharbitis, Choisy, por la generalidad de los autores. 1. sINuATA L., Convolvulus, Mantis. plant., 204 (in Cavan., sinuata Orteg., Dec., 7, p. 84).—Isla de Cuba: Cavan., loc. cit., p. 100, núm. 247; Griseb., loc. cit. (nomine Ipomoeae dissectae), p. 201. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich., loc. cit., UL, p. 131. Grisebach da la especie con el nombre de Zpomoea dissecta; mién- T. 1v—51 390 tras que Choisy la considera legítima y lleva la dissecta á su sinoni- mia. Crece igualmente en las demas Antillas y parte del Conti: nente. Colmeiro se inclina á creer que sea ésta una de las plantas, abundante en Cianido hídrico, con que se prepara el licor denomi- nado Noyó.—Vulgo cubano: Bejuco de indio. Genus Datura, Lin. D. CERATOCAULA ORTEG., Dec., 1,p. 11.—Isla de Cuba: Cavan., loc. cit., p. 103, núm. 258. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich., loc. cil., IL, p. 119. In insula Cuba: Dunal, in De-Cand., Prodrom., XUL, sec. tio prior, p. 544 num. 18. Especie no muy comun. Usanse el alcoholaturo, extracto y de- cocto de las hojas: los dos primeros en ciertas afecciones nerviosas, el último contra la ciática.—Vulgo cubano: Chamico silvestre. Genus Cerbera, Lin. C. Tueveria L., Spec. plant., vol. 1, p. 591.-——Isla de Cuba: Cavan, loc. c., p. 108, núm. 270; Griseb. (nomine Thevetiae nerúfoliae), loc. C., 170. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich. (nomine Thevet. nerúf.), loc. c., UL p. 88. | Es hoy Thevetia nerúfolia Juss; planta cuya corteza, hojas y semi- llas poseen un jugo latescente venenoso, reputado drástico y 'emé- tico en dósis convenientes. Las hojas y semillas machacadas se em- plean contra las mordeduras de Jos ofidios, para curar las úlceras malignas y moderar las inflamaciones hemorroidales: estas últi- mas son emulsivas. En algunos puntos del Continente se sirven de su leño, frutos y partes herbáceas para embriagar los peces de los rios, y los primitivos habitantes ahuecaban la testa de la semi- lla para formar collares, cuyo ruido parecia gustarles mucho, espe- cialmente en sus danzas.—Vulgo cubano: Cabalorga. Genus Solanum, Lin. S. FICIFOLIUM ORTEG., Dec., 9, p. 116.—Isla de Cuba: Cavan., l. c., p. 113, núm. 285; Griseb. (nomine Solani torvi), l. c. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich. (nomine Sol. torv.), l. c., UL, p. 124. Es el Solanum torvum Swartz; planta silvestre bastante comun. Empléase la raiz como diurética, lo mismo que las hojas, cuyo de- cocto se dice tener algun éxito en la anasarca.—Vulgo cubano: Pendejera. 391 Genus Heliotropium, Lin. H. CURASSAVICUM L., Spec. plant., vol. L, p. 381.—Habana: Cavan., l. c., p. 361, núm. 848. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 211. Crescit in diversis insulae Cubae regionibus, in locis cultis: Aq. Rich., 1. c., IL, p. 116. Especie extendida 4 las Antillas y gran parte del Continente. La planta toda se reputa emoliente, y no debe confundirse con el Heliophytum indicum L., de propiedades médicas diversas.-—Vulgo cubano: Alacrancillo de mar. : Genus Capsicum, Lin. C. MICROCARPUM DC. (non Cavan.), Cat. hort. bot. monsp., p. 86.— Habana: Cavan., l. c., p. 871, núm. 868. El autor da la especie como nueva, y dice que se conoce entre nosotros con el nombre de Agihuahuas. Buscándola en los autores posteriores, solo encontramos un €. microcarpum D. C., que á nues- tro modo de ver es la misma planta; en efecto, léese en la diagnó- sis y descripcion de Cavanilles: «caule frutic0sO ...oooocoommmmmon.. folíis ovato-acuminatis: baccis minimis, rubris.» «Hojas de dos pulgadas de largo, y sus peciolos cortos. Nacen las flores, ó solitarias, ó de dos en dos en las dicotomias, sostenidas por pedúnculos derechos y engrosados cerca del cáliz. Este tiene cinco dientes agudos y AMA PA :las bayas son rojas; tienen cuatro líneas de largo y línea y media de ancho.»-——Léese en la descripcion que da Dunal del C. microcarpum D C.: «frutescens, foliis ovatis acumina- Uria a a calyce 5-fido, laciniis teretiusculis subulatis pa- A O Folia 24-83 poll. longa........ Sp ds Petioli 8--10 lin. longa. Pedunculi solitarii gemini ternique, apice subincrassati. Bac- ca 4-5 lin. longa, 2% lin. lala,....oooommmmomos.»...o. . rubra.» (De-Cand., Prodrom., XIII, sectio prior, p. 420, num. 26.) Ahora bien: para decidir sobre cual de los dos debe ir á la sino- nimia, no hay mas que tener presente que De-Candolle nombró la especie por primera vez en su Catalogus plantarum horti botanic monspeliensis, 1813, y Cavanilles en la obra citada, 1827. Hay que tener en cuenta para vindicacion del segundo, que cuando él des- cribió la planta fué en su Curso de 1802, pero que el resultado - de ese curso no se dió á luz hasta el año de 1827, época en que el primero la habia ya dado á conocer. Respecto del nombre vulgar no hay mucha conformidad, Grise- 392 bach refiere la planta que nuestro vulgo llama A7-guaguao, al C, baccatum L., que para otros es el Aji-agujeta; Colmeiro aplica igual denominacion al C. conoides Mill, y los mas le hacen corresponder al Co microcarpum DC.: pudiera suceder que el tal nombre se aplica- se á dos ó tres especies. VI. HEXANDRIA. Genus Agave, Lin. A. sPICATA CAVAN., Descrip. de las p!l., p. 454, núm. 1009.—Ha- bana?: Cavan., loc. cit. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 250. Crescit cir- ca Havanam; Aq. Rich., l. c., IL, p. 261. El autor no asigna á la Habana como patria sino con duda; pe- ro la hemos visto confirmada en Grisebach y Richard. Es uno de nuestros Magueyes: ignoramos si recibe del vulgo algun dictado particular. 2 XI, POLYANDRIA. Genns Argemone, Lin. A. MEXICANA L., Spec. plant., vol. 11, p. 575.—Habana: Cavan., l. c., p. 482, núm. 1053. Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 5. Crescit fre- quentissime insulae [ Cubae] stationibus: Aq. Rich., l. c., 1, p. 28. Especie comunísima que presenta una variedad albiflora. Esta planta produce un jugo gomo-resinoso amarillento, cánstico, anti- herpético, que seco y pulverizado es un fuerte estornutatorio. Las semillas poseen propiedades eméticas, son muy útiles en ciertas afecciones del pecho y constituyen el alimento preferido de algu- nas palomas: las hojas, en el concepto de muchas personas, riva- lizan con la Quina en sus propiedades febrífugas, y seria de desear que nuestros médicos estudiaran este particular. —Vulgo cubano: Cardosanto. | XII. MONADELPHIA. Genus Malva, Lin. M. LEPROSA ORTEG., Dec., 8, p. 95.—Isla de Cuba; Cavan., l. c., p. 172, núm. 425; Griseb., l. c., p. 24, sp. +. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich., 2. c., £ p. 41. 393 Especie mal conocida, citada por Richard bajo la autoridad de Mr. Augusto De Candolle, y de la cual tenia tan poco conocimien- to, segun indica, que ignoraba hasta que perteneciese al género Malva. Grisebach veinte años despues, todavía le antepone el sig- no de oscuridad. XITT. DIADELPHIA. Genus Clitoria, Lin. C. sPEcIOSA CAVAN., Descrip. de las plant., p. 182, núm. 448.— Habana [J. Guio]: Cav., l. c. Bonita especie, no mencionada por Grisebach ni por Aq. Ri- chard, tal vez porque hayan resuelto esta pregunta que á cerca de ella hace Augusto De Candolle: An forte Clitoria Plumieri2; pero ello es que ninguno de los dos la hace aparecer en la sinonimia de la Centrosema Plumieri Turp. Nosotros la hemos visto en el Jardin Botánico de esta ciudad, con el nombre de «Clitoria speciosa Cavan. ——Vulgo: Frijol de olor», denominacion vulgar quetambien le asig- nan Cavanilles y Colmeiro. Algunos en dicho establecimiento no la conocian sino por el dictado general de Conchitas. Genus Psoralea, Lin. P. MUTABILIS CAVAN., [con. et Descript. plant., vol. IV, p. 65, n. 435, tab. 394.-——Habitat in insula Cuba: Cav., l. c. Véase Parosela mutabilis Cavan. Genus Parosela (*), Cavan. P. MUTABILIS CAVAN., Descrip. de las plant., «p. 186, núm. 457.— Habana: Cavan., !. c. Habitat in insula Cuba: Id., Icon. et Descrip. plant., vol. IV, p. 65, n. 435 [nomine Psoraleae mutab.], Insula Cuba: Griseb., l. c., p. 69 [nomiíne Daleae mutab.]. Crescit in insula Cuba: Aq. Rich., l. c., £, p. 178 [nomine Daleae mutab.]. Es la especie anterior, colocada por su mismo autor en este gé- nero, no aceptado por los botánicos 4 causa de estar basado en caractéres de poco valor. En el dia se incluye en el Dalea, Lin., nombrándose á la especie mutabilis Willdenow, lo cual parece ser (*) Casi todos los autores escriben Parosella: creemos mas conveniente conservar la ortografía de Cavanilles, porque, segun él mismo declara, este nombre es la anágra- ma de Psoralea. 394 inexacto en cuanto al nombre y en cuanto al autor: nos esplicare mos. La primera vez que se dió á conocer lo fué por Gomez Orte- ga [Dec., 8, p. 32.] que le impuso el de Dalea obovatifolia; mas tar- de Cavanilles la describió sucesivamente, primero como una Pso- ralea [ Icon., l. c.], luego como una Parosela [ Desc., l. c.], en ámbos casos llevando á su antecesor á la sinonimia y, sin una razon plau- sible, mudando en mutabilis el nombre que diera aquel á la espe- cie; Willdenow despues en su Linnaei Species plantarum, tom.3.9, pág. 1339, vuelve 4 considerarla como una Dalea, admitiendo el . cambio efectuado por aquel autor: todos los botánicos han estado- escribiendo desde entónces Dalea mutabilis Willd., que en todo ca- so, siguiendo el principio consignado en nuestra introduccion, de- beria ser D. mutabilis Cavan., pero que, á pesar de todo, desecha- mos tambien, respetando, como se debe, el derecho de prioridad que asiste 4 Gomez Ortega. XIV. SYNGENESIA. Genus Eupatorium, Lin. E. CANESCENS ORTG., Dec., 3, p. 34.—Isla de Cuba: Cavan,, l. C., pa 191, núm. 470; Griseb., l. c., p. 148 [nomine Khuniae rosmarinifoliae]. Crescit in insula Cuba: Aq, Rich., l.c., 11, p. 38 [nomine K. rosmari- nif]. Es la K. rosmarinifolia Vent.; especie de un color general blan- quecino, á la cual conviene por lo tanto la voz canescens, no Con» servada por ser mas antigua la de rosmarinifolia, que tambien ex- presa uno de sus caractéres; porque en efecto, sus hojas son linea- res, sentadas, algo parecidas á las del Rosmarinus officinalis L. XV. CRYPTOGAMIA. (enus Meniscium, Schreb. M. SERRATUM CAVAN., Descrip. de las plant., p. 548, núm. 1156. —Habana: Cavan., l. c., p. 549. El autor dice haber recibido la especie de la Habana por con» ducto de D. José Guio. Entre los helechos, solo menciona Grise- bach en su Catálogo, los M. reticulatum Sw. et angustifolium Willd. Forman un total de diez y seis especies, de las cuales solo una es probable que no sea de Cuba. 395 Obras de Cavanilles que se citan: /cones et Descriptiones planta- rum, -VL, in fol.,—Matriti, 1791-1800; Descripcion de las plantas que D. Antonio Josef Cavanilles demostró en las lecciones públi- cas de 1801-1802, L, en 8.“ ,-—Madrid,--1827. [ Cantinuarán]. DiscusioN ACERCA DEL COLERA.—DISCURSO DEL LbDo. D. J. Francié: co Ruz. (SEsION DEL 8 DE DICIEMBRE DE 1867.) Sres: —El dia que tuvimos la honra de oir la lectura de la me- moria del Sr. Havá acerca del cólera, experimentamos una viva satisfaccion, y aplaudimos á pesar de hacer muy radicales reser- vas sobre las doctrinas que se sustentaban. Aplaudimos el talen- to y sagacidad, la exposicion clara, el entusiasmo con que nuestro amigo contribuye al movimiento y la vida de la Academia. Pero junto con la voz del elogio espontáneo y sincero, se mezcló la de la murmuracion, que dentro y fuera de este recinto es hija de ri- validades mezquinas ó antipatías injustificables. Por fortuna no nos encontramos en ninguno de estos bandos, porque nos alegra, en vez de entristecernos, los lauros que el talento conquista en to- das partes. Unos dijeron, “eso es de Robin;” otros agregaron, “que no habian menester de lecciones.” Yo nunca diria que una me- moria que tiene sus fundamentos en las investigaciones de Robin, Bernard, Brown Séquard, c. deja de ser original. Las ciencias son solidarias; la division del trabajo es una consecuencia forzosa que impone la multiplicidad de los objetos que estudia, porquees pre- ciso que unos investiguen y otros apliquen. ¡Bienaventurados los que pueden sobre trabajos ajenos edificar trabajos propios, y Dios nos libre de aquellos que en todo son originales! La idea de la deshidratacion de los principios inmediatos en el cólera, la explicacion de sus principales síntomas, en una palabra la fisiología patológica pertenece al ilustre Mr. Robin (maestro de sabios). De su trabajo tomó Havá la idea primitiva que servia de comprobacion á una opinion que ya habia reflexionado, y escribió su memoria, en la cual ni está todo lo que ha escrito Robin, pues nuestro compañero se ha separado en muchos puntos culminantes. 306 En su excelente obra sobre los humores del organismo, consagra el histólogo de la Escuela de Paris siete páginas al estudio de las alteraciones de la sangre en el cólera y en las enfermedades por in- feccion miasmática. sas siete páginas no son, como hemos dicho, mas que de fisiología patológica; de modo que la patología, discu- sion de la naturaleza, clasificacion, comparacion, crítica, aplica- ciones terapéuticas y profilácticas, todo es de Havá.——A los que no necesitan lecciones los felicitamos, pero en cambio les suplica- mos que nos hagan oir las suyas, pues no nos avergonzamos de con- fesar que con ellos deseamos ilustrarnos.-—Esta es la oportunidad de señalar un vicio constitucional de la Academia. Fué un vírus que se le inoculó en el primer dia de su existencia, yo no diré por quien, y que constituye hoy una enfermedad diatésica. Si es nuevo un trabajo no puede ser bueno, porque no lo ha dicho nadie ántes; y si no es nuevo, no tiene mérito, porque es la repeticion de lo que todos han dicho. Absurdo ó plagió: ved aquí los dos térmi- nos de ese espantoso dilema con que nuestra injusticia apaga el entusiasmo y mata entre nosotros el amor á las discusiones acadé- micas. Los que han envejecido en la ciencia acusan de ligeros é imprudentes á los jóvenes que siguen ardorosos la marcha progre- siva de la ciencia; y estos, á su vez, reaccionan contra el espíritu in- diferente y estático de los viejos. Terminada esta digresion que Vds. me perdonarán por ser breve, voy á principiará examinar el trabajo del Sr. Havá; advirtiendo desde luego, que nuestro amigo ha sido decidido, que ha asentado categóricamente su doc- trina sin vacilacion ni reservas. Esta actitud franca y leal por su parte, hará mas desembarazada y precisa la impugnacion, y por consiguiente, la discucion mas metódica. La memoria puede dividirse de esta manera:—Definicion; suce- sion de los síntomas; naturaleza de la enfermedad; exposicion de la teoría; exámen de los síntomas. Idea sobre el miasma; conside- raciones pronósticas, terapéuticas y profilácticas. (1) Definicion.—“Independientemente de toda consideracion genésica “mas ó ménos probable, el cólera es una enfermedad violenta que “consiste en pérdidas continuas, abundantes, que pudiéramos lla- “mar súbitas, de líquidos del organismo exhalados por la mucosa “del estómago y de los intestinos.” De las dos condiciones lógicas que son la brevedad y exactitud, ha sacrificado el Sr. Havá la mas importante á la mas secundaria. Por ser breve no ha sido exacto. Definir es distinguir una cosa entre otras, y seguramente el cóle- (1) Véase Anales, t. IV, pág. 302. 397 ra no se distinguiria de un envenenamiento por el emético, de los efectos de un drástico violento, segun la definicion que objeta- mos. Y tan cierto es esto, que en la página 5 el mismo autor agre- ga, “que solo la idea de la causa sirve para hacer el diagnóstico diferencial de 4mbos estados.” Pero el Sr. Havá dirá, que no se co- noce la causa del cólera y poreso ha dicho independientemente de to- da consideracion genésica, y yo le responderia: 1.2 que la ignoran- cia de la causa es ya un signo distintivo; 2.2 quexzun con ausencia de este dato etiológico, todavía es posible la diferencia, teniendo en cuenta los caractéres clínicos de la diarrea en el cólera y los de los distintos envenenamientos; 38.2 que aun á falta de ellos, toda- vía hay profundas diferencias en la sintomatología general. Para que la definicion hubiera sido exacta se debió fijar todo lo que po- dia servir para distingnir. Ocupémonos de lo que el autor llama fenómenos de fisiología patológica por órden de su fatalidad orgánica, para demostrar que nies consecuente con su doctrina, ni con la clínica. Cuando im- pugnemos la teoría, nos esforzarémos en probar lo segundo para evitar enojosas repeticiones. Dice el Dr. Havá, “que bajo la accion de una causa desconocida “los elementos sólidos de la sangre pierden la propiedad fisiológica “de hidratacion. Que desde ese instante el organismo tiende á se- “parar el agua que constituye el vehículo natural de esos elemen- “tos. Que la sangre se hace mas densa y su circulacion mas difí- “cil.” Luego el decaimiento de la circulacion arterial debe ser ló- gicamente el primer fenómeno de fisiología patológica y no el ter- cero como está en el cuadro del Sr. Havá. “La Bra no estimula en proporcion nien calidad los centros nerviosos,” luego el de- caimiento de la excitacion nerviosa que está bien colocado en el segundo término, debe producir el abatimiento de las fuerzas como su consecuencia inmediata, siendo el tercer fenómeno que el Dr. Havá coloca el primero. Basta lo expuesto para evidenciar el desa- cuerdo de la teoría con la sucesion de Jos síntomas. El Sr. Havá diria que todo es simultáneo; y yo le responderia, primero: —que la simultaneidad debilitaria la teoría, puesto que es preciso que fal- ten los líquidos para que exista la causa generadora;—segundo, que no sou simultáneos; tercero, que analizando la fisiología pa- tológica debió principiar en lo primero en su órden de fatalidad. Sostiene el 'Sr. Havá que lo único que separa el cólera epidémi- co del esporádico es el mayor 6 menor grado de intensidad, y agrega que en todas las enfermedades sucede lo mismo: que el catarro simple es la misma especie nosológica que el catarro epi- T, I1y-—92 398 démico; la fiebre biliosa la misma que el vómito negro; la disen- tería simple la misma que la disentería epidémica. Me conviene an- te todo decir, que yo no vengo á sostener que sean distintas, sino que las razones que se dan para asegurar que son idénticas son insuficientes. No es la mayor % menor intensidad del mal lo que constituye las diferencias. Con ese criterio no habria clasificacion posible; volveriamos á la dicotomía de Brown y de Broussais, negando una de las grandes conquistas del inmortal Bretonneau. Distingue al catarro simple la sintomatología, la marcha, el pronóstico y el tra- tamiento. Producen el primero el enfriamiento súbito, la hu- medad y los cambios. atmosféricos. Tiene dos períodos, el de exci- tacion Ó febril y el de secrecion con que termina. Es siempre be- nigno, salvo complicaciones ajenas á la enfermedad, y se cura con el reposo, la dieta y los sudoríficos. El catarro epidémico, gripa ó influenza, constituye una de las epidemias que han sido mas desvastadoras; es contagioso; la lesion local no es mas que la ex- presion de un estado particular de todo el organismo: de aquí su tendencia á generalizarse;--se acompaña de fenómenos graves-- su marcha es incierta y el tratamiento varía segun sus manifesta- ciones. * No es la mayor intensidad lo que distingue la fiebre bilio- sa del vómito negro, porque á veces es mas funesta la biliosa que la amarilla y otras mas la amarilla que la biliosa, lo que depende de las constituciones médicas y epidémicas, ó en otros términos, de una modificacion en sus causas obrando sobre el organismo y no del organismo modificando las causas. Las diferencias que sepa- ran la disentería endémica de la epidémica, las circunstancias es- peciales en que nacen una y otra, la sintomatologia, y sobre todo el carácter contagioso indican que es una enfermedad que forma especie, y si es especial indica que la causa es específica. La di- sentería catarral no es la misma que la disentería que diezma los campamentos y las naves, que sigue al hombre y que el hombre lleva al seno de poblaciones que gozaban de un estado sanitario perfecto. La disentería endémica suele sin ser epidémica ser mortal; Inego no es la mayor 6 menor intensidad lo que constituye las di- ferencias, sino la especificidad de la causa. Sin salir del cólera, ¿la sola diferencia que separa el endémico del epidémico consiste en la intensidad? ¿Cuál es mas grave? El asiático, y sin embargo muchas veces sucede lo contrario. Siempre que una enfermedad endémica se hace epidémica es infinitamente mas funesta, se dirá, sin que por esto cambie de naturaleza. Examinemos primero: inva- de mayor número, respeta ménos las clases elevadas, su intensidad 399 es mayor y suele hacerse contagiosa, teniendo una duracion marca- da. Con un aumento en cantidad del principio mórbidose pretende” ráexplicar esta diferencia. Pero esa doctrina es inaceptable, porque sl la disentería endémica y el catarro simple dependen de cansas comunes, el carácter contagioso nos obliga lógicamente á suponer una causa especial á la epidemia. No hay contagio sin un elemen- to material transportado de un modo ú otro. Luego si esto es cier- to, no es un incremento de las causas generales, sino una modifi- cacion peculiar la que imprime su sello Si un ejército diezmado por la disentería la lleva á una ciudad, es evidente que no puede llevar un pedazo de atmósfera en ciertas condiciones de humedad, electricidad, calor, presion etc., esto es inadmisible, sino un gér- men, como una semilla del vegetal que guarda el embrion del ár- bol futuro. Ya tendremos oportunidad mas tarde de volver á to- car este punto de Patologia general cuando nos ocupemos de lo que el Sr. Havá llama propiedad miasmática. “Los caractéres generales son idénticos; la especie nosológica no puede “ser distinta.” No son los caractéres generales los que establecen la identidad nosológica, sino los caractéres particulares. Unos mismos caracté- res generales tienen todas las fiebres y no son idénticas. La Pato- logía general pugna contra esta doctrina. Siguiendo este falso cri- terio no hubiéramos nunca llegado á establecer las especies noso- lógicas. £n un capítulo general se tratan las pirexias bajo el título Generalidades de las fiebres; pero para circunscribir mejor nuestra impugnacion pongamos un ejemplo. Doce curactéres generales tienen segun el Sr. Havá el cólera esporádico y el asiático: 1.2 Se pueden manifestar en cualquiera estacion y en cualquie- ra clima. 2. Casi siempre empiezan por un trastorno de la digestion. 3.2 La mayor parte de las veces son precedidos de pródro- m108. 4,9 Los vómitos repetidos se presentan en ámbos. 5.2 La diarrea es comun á los dos. 6.2 Los líquidos exhalados son los mismos. 7.2 La debilidad general los acompaña. 8.2 El enfriamiento les pertenece. y. 2 Las contracturas dolorosas les son frecuentes. 10. La decadencia de la circulacion les es comun. 11. La disminucion de las secreciones es proporcional á la vio- lencia. 12. La sed les es compañera inseparable. 400 Veamos ahora si hay todavía mas semejanzas entre otras enfer- medades enteramente distintas. | Escarlatina—Sarampiou—Viruelas. ] 1.2 Se pueden manifestar en cualquiera estacion, clima, clase, sexo y edad. 2.2 Todas tienen un período de incubacion. 3.2 Tienen un período de invasion, erupcion y desecacion. 4. La fiebre se presenta en todas. 5.9 El contagio les es comun. 6.2 La sed y los vómitos les pertenecen. 7.2 La cefalalgia, el cansancio, la disminucion de las secreciones las acompañan. 8.2 Suelen tener las mismas complicaciones. 9.2 Tienen una duracion marcada y fatal. 10. Son discretas ó confluentes. 11. Son comunes ó epidémicas. 12. La forma epidémica es mas grave. 13. Se tratan de la misma manera, 6 mejor dicho, no se tratan de ninguna manera. 14. En su intervencion el médico no puede yugular la enfer- medad. 15. Una vez adquiridas se obtiene la inmunidad. 16. Son inoculables. | Si el Sr. Havá con doce caractéres generales, ehtre los cuales hay algunos discutibles, se apoya para sostener la identidad del cólera, con los diez y seis que acompañan las fiebres eruptivas de- be sostener la identidad de la escarlatina, del sarampion y de la viruela. ' No se dirá que la angina escarlatinosa, el catarro morbiloso, la erupcion pustulosa de la viruela, la pápula y la mancha, y la dese- cacion especial de la escarlatina son signos distintivos y que esta- blecen las diferencias de la especie nosológica. El carácter de la diarrea y la cianosis son dos signos, segun los autores clásicos, que establecen una radical diferencia entre los cóleras; y así como el Sr. Havá no ha querido tenerlos en consideracion, nos autoriza pa- ra pasar por encima de las diferencias de las fiebres eraptivas. To- davía mas; existen las mismas semejanzas en el cólera infantil y estoy seguro que no se le creerá de la misma especie nosolóyica. Respecto á. la cianosis, dice el Sr. Havá, que falta muchas veces en el cólera epidémico: que no es particular d ninguna enfermedad: que es un resultado del estado patológico general: que puede encontrarse en muchas terminaciones fatales de muchas endemias: que no puede ser un 401 distintivo real del cólera, si bien positivo de la asfixia: que no es como el. ¿etero en la fiebre amarilla, la albúmina en la enfermedad de Bright; ni como el estertor crepitante y el esputo sanguinolento en la neumonía - Aceptamos la comparacion establecida para probar que la ciano” sis tiene el mismo, ó mas valor diagnóstico que el que sistemática mente se pretende asignarle á la ictericia, la albúmina en la orina, etc.—El íctero ni es particular á la fiebre amarilla, ni se presenta siempre; la albúmina existe en la transformacion grasosa del ri- ñon; el estertor crepitante acompaña algunas enfermedades del pulmon, el edema por ejemplo, y el esputo ni es constante ni ex- elusivo. Si la cianosis indica solo asfixia, el íctero solo indica an- mento de la secrecion biliar ú obstáculo á su curso, la albúmina dificultad á la circulacion, ó hiperemia renal; el esiertor crepitante y esputo de sangre congestion, apoplegía pulmonar. De modo que por las mismas razones que se excluye la cianosis en el cólera de- ben exclnirse los signos con que se aspira á determinar otras en- fermedades. El Sr. Havá no puede negarlo: lo combatimos con sus propios argumentos. Pero reflexionemos un instante: —Desde largo tiempo se ha dicho que no hay signos patognómicos; yo me atreveria á agregar que no puede haberios. Los signos son como los detalles dela fisonomía, como las sílabas de las palabras (Trons- seau). Es necesario unir para constituir el individuo, ó formar la palabra, porque siendo comunes: á cosas distintas, solamente el conjunto puede designar el objeto: por eso si no hay signos, ni ras- gos, ni sílabas que sirvan para definir, hay cuadros, fisonomias y valabras, que distinguen las enfermedades, los individuos y las cosas. El organismo tiene un número limitado de órganos y fun- ciones que constituyen un conjunto armónico. Cada funcion, está enlazada íntimamente con las otras; se relacionan, se influyen, se modifican reciprocamente: por eso la alteracion de un órgano ó de uu fluido se traduce por trastornos mas Óó ménos gencrales, se- gun la importancia general del papel que desempeña; por eso los signos son comunes y vagos; por eso'se necesita tanta sagacidad, la experiencia y el estudio para ordenarlos, agruparlos y clasificar” los; por eso el diagnóstico es muchas veces difícil y algunas ve- ces imposible (judicium difficile); por eso la cianosis aislada indica asfixia; por eso el íctero indica aumento ú obstáculos al curso de la bilis, albúmina hiperemia renal, el esputo congestion pulmonal; por eso la cianosis acompaña enfermedades tan distin- tas como el cólera y la asfixia resultado comun á muchos estados patológicos diversos; por eso el íctero se observa desde la simple he- patalgia hasta el cáncer, desde aquellas enfermedades que tienen su 402 asiento en esa misma glándula ó á su alrededor, hastaaquellas en que no es mas que un resultado de una perturbacion mas general; por eso la albúmina y el esputoson tan frecuentes y significan esta- -dog patológicos, causas ó efectos tan opuestos. Así pues, la cianosis unida á otros caractéres es un signo positi- vo del cólera asiático; no porque falte muchas ocasiones deja de tener un inmenso valor su existencia, tanto mas cuanto que no se manifiesta nunca en el esporádico. La cara está pálida y terrosa y no azulosa. (Monneret, Fabre, Chomel £c.) Terminado este parti- cular podemos concluir diciendo: que las razones presentadas por el Sr. Havá para sostener la identidad del cólera endémico y el epidémico son insuficientes, y que hasta nueva órden quedará es- ta cuestion envuelta en la misma oscuridad, de que inútilmente ha pretendido sacarla el talento de nuestro colega. Conviene, advertir que es bastante secundaria bajo el punto de vista práctico.—Pase- mos á la teoría. Sres.: vosotros habeis oido con suma atencion la lectura del Sr. Havá y confío en vuestra memoria para no fati- garos con las repeticiones inútiles. Dije al comenzar, que esa teoría no estaba de acuerdo con la clínica, y antes de ensayar demostrarlo, cuento con vuestra indulgencia para tener otra di- gresion. H.—Casien nuestros dias hanacido una nueva Escuela que procu- rando inmortales conquistas remueve en sus fundamentos todas las viejas creencias; destruye y edifica, abre nuevas vias de investiga- cion, y promete legítimamente todavía mas de lo mucho que has- ta ahora nos ofrece. En sus progresos están vinculadas todas las esperanzas de crear una ciencia ordenada, segura, consistente, de donde nazca la verdadera experiencia, y 4 donde vengan á buscar sancion todas las doctrinas. Esta Escuela es la histológica: basta decir que ha creado la biología, el estudio de la vida desde la célu- la hasta los mas complicados organismos, para descubrir todo lo que pasa en la intimidad de loselementos y de sus propiedades; sin embargo, á pesar desus reservas y su parquedad por las teorías, sue- le crear las suyas con profusion, las cuales sontanto mas peligro- sas, cuanto que basadas en análisis mas precisos y directos se impo- nen ála inteligencia con mayor aparato de exactitud. En sus obras de on suelte echar abajo las enseñanzas tradicionales de la Clínica. No nos parece que esta via exclusiva esté exenta de graves inconvenientes. Es preciso no divorciar estos dos poderosos instrumentos de la razon científica, sino rectificar el uno por el otro; es decir, que se complementen. Es útil hacer que marchen paralelos en su evolucion, para constituir el sistema, que es el punto de vista | 403 general y la razon de una ciencia; hipotético y ficticio, en tanto que no es sino una mera concepcion del espiritu; positivo y real cuando representa la naturaleza misma de las cosas. La clínica suministra el hecho con toda su fuerza brutal, como dice el fisiólogo del Colegio de Francia, y no debemos torturarlo para hacerlo entrar en la teoría, sino buscar la teoría que mejor lo explique sin falsearlo ni excluir- lo. La teoría que no satisfaga esta condicion, no es buena, no es completa y está predestinada á degenerar en aquel absolutismo dogmático que vive poco tiempo. Veamos si la teoría del Sr. Ha- vá se acomoda á este criterio; veamos si la clínica del cólera en- cuentra fácilmente su explicacion; y al terminar este exámen, que- dará cumplido nuestro propósito, cuando dijimos que no estaba lógicamente deducida y confirmada en el terreno de los hechos. Hay casos de cólera, que se ha convenido en llamar seco, por no estar acompañados de esas pérdidas que constituyen para el Sr. Havá el primero y mas importante de los fenómenos orgánicos de la enfermedad. Los autores mas competentes así lo aseguran. Dal- mas dice, que en Rusia los soldados no tenian mas tiempo que de- positar el arma y acostarse para expirar. Si en las autopsias se han hallado líquidos (agua) en los. intestinos, siempre ha sido en una cantidad bastante limitada; de modo que siempre queda esta verdad clínica, brutal; que la intensidad del cólera no está en razon directo de la pérdida, y ya esta conclusion bastaria por sí sola para destruir una teoría que hace partir la enfermedad y los síntomas en la falta de agua. Si aquella teoría es evidente, la proporcionalidad debe ser su resultado, y los síntomas deben es- tar en razon directa de la falta de agua para tener en buen estado de circulacion los principios de la tercera clase (albúmina, fibri- na). En presencia de las grandes pérdidas y del estado de la san- gre, que es su consecuencia, Havá formuló su doctrina, y al es- tudiarla é ilustrarla, se encontró con la gran autoridad de Robin, que partiendo de la propiedad de dicas de los principios in- mediatos, hace derivar los trastornos todos de un cambio isoméri- co de las sustancias coagulables de la sangre, en virtud de una ac- cion miasmática, En este fundamento ámbos están conformes, aunque para explicar la sintomalogía se separen despues, como trataremos de demostrar mas adelante. Para el Sr. Havá, el abati- miento de las fuerzas y de la excitacion nerviosa, el enfriamiento progresivo, Ja asfixia, la cianosis, los calambres, etc., todo de- pende de la dificultad que la sangre mas densa encuentra para cir- cular, no pudiendo excitar los centros nerviosos, ni oxigenarse en el pulmon, ni descargar el ácido carbónico, ni suministrar á los ór- 404 ganos el liquido que sedientos le piden con apremiante urgencia. Dedúcese que miéntras mayor sea la pérdida, mas densa será la sangre, mas intensos y rápidos los fenómenos coléricos. Pues bien; si con escasa exosmosis intestinal la algidez y la cianosis llegan á su máximum, como acontece en los casos fulminantes, ¿cómo po- drán explicarse por aquella teoría?, y cuando por el contrario con muy grandes pérdidas aquellos dos signos faltan, ¿cómo puede ex- plicarse por aquella teoría?—Llega un período de reaccion: el ca- lor aumenta; el pulso se desarrolla, y sin embargo, el líquido no ae ha recuperado en el organismo, y la sangre con la misma den- sidad llega y pasa por los capilares; y hay oxigenacion en el pul- mon, y se levantan las fuerzas. Si la teoría es cierta, no solo la reaccion deberá ser proporcional á la pérdida, sino aun pudiera verificarse sin la introduccion del elemento que falta. Y ¿qué en- seña la clínica? Léjos de comprobarlo lo niega. ¿Qué significa pues este desacuerdo?-—que hay algo mas, porque ios hechos así lo in- dican; algo que ignoramos, y mas vale contentarse con la ignoran- cia que aceptar una teoría, que para explicar una enfermedad, ne- cesita acomodarla á sus exigencias (pour le besoin de la cause.) Para explicar la reaccion, dice Robin que las combinaciones, entre lo que queda de principios del plasma de la sangre y la sustancia de los elementos anatómicos, toman cada vez mayor incremento, una energía puramente química; sin embargo, esta cicunstancia no influye para romper la ley de proporcionalidad entre las causas y los efectos. Se arguye que los capilares, llenos de sangre, toman por reabsorcion de los tejidos mas de lo que ellos mismos pueden suministrar, en virtud de la necesidad de recuperar lo que han perdido, y que semejante conflicto es causa de algidez. Luego tanto la algidez como la reaccion, sean cuales fuesen sus explicaciones fisiológicas, debian ser proporcio- nales á esos cambios, que á su turno reconocen por única causa la falta de líquidos enel organismo; porque, como dice Havá, el colérico es un individuo que se seca: Siesto es verdad, la intensidad del cóle- ra depende de la meyor ó menor cantidad de líquidos perdidos. Vosotros los que me escuchais, sabeis como responde la Clínica 4 esta teoría. Habeis visto suma algidez y pocas pérdidas; y tambien habeis visto lo contrario. Habeis visto reacciones francas, soste- nidas despues de copiosas deyecciones y vómitos, y tambien habeis visto lo contrario. Por eso otros buscan la explicacion en otra par- te; por eso al lado de la teoría de Havá, está la de la influencia nerviosa vaso-motriz de Bernard. | Por eso ha sido preciso ir mas allá y suponer la modificacion primitiva del sistema ganglionar que tiene bajo su dominio los fe- 405 nómenos de la nutricion, absorcion, circulacion, calorificacion, etc. La teoría se acomodaria mejor, si la clínica reprodujera fotográfi- camente el cuadro que ha trazado el Sr. Havá; pero tal como la ha enunciado en su memoria es insuficiente, porque no explica las diferencias de forma y marcha. En la ciencia no pueden existir dos teorías diferentes para explicar fenómenos idénticos, sino bajo condicion; es decir, á reserva de que ulteriores trabajos dén la pre- ferencia á alguna de las dos, 6 á ninguna. Si como hemos dicho al lado de la que impugnamos puede vivir su rival, es evidente que ninguna, hoy por hoy, ha alcanzado el grado de certeza indis- pensable para admitirla como una verdad adquirida, porque la ver- dad es despótica, y excluye todo cuanto no sea ella misma. No queremos extendernos demasiado, seguros de que la réplica de nuestro ilustrado amigo nos obligará á volver sobre estos puntos de doctrina en el curso del debate. No nos parecerá inoportuno examinar la interpretacion que de algunos síntomas del cólera ha hecho el Dr. Havá, el calambre por ejemplo. Robin piensa que la disminucion de la cantidad del plasma sanguíneo, el estancamiento y aglutinacion de los glóbulos rojos en los capilares, los trastornos de la renovacion molecular son en los músculos, corazon, cerebro, pulmones, causas de pertur- baciones diversas, que en la fibra muscular se traducen por con- tracciones dolorosas, independientes de la accion del sistema ner- vioso regulador, y determinadas por un estado anormal de la fibra misma que se contrae, como acontece en el enfriamiento. Para el Dr. Havá tienen el mismo motivo que la rigidez cadavérica. No pode- mos aceptarlo. La rigidez cadavérica depende en verdad de la condensacion de la musculina y gelina; pero un músculo rígido por esta razon no puede contraerse; precisamente por eso la con- tractilidad dura en el cadáver hasta que llega la rigidez: es decir, que la una concluye cuando la otra termina, y no comprendemos como pueda ser causa de un efecto aquella que lo destruye. Si en el colérico se condensan aquellas dos sustancias, deben, debieran no presentarse los calambres. Ademas, la rigidez es progresiva, continua; la contraccion es intermitente. La contraccion se presen- ta en muchos estados, sin que pueda invocarse aquella explicacion. Yo acepto que en el cadáver del colérico la concretacion se haga mas pronto; por eso acepto con Robin, que la rigidez cadavérica se anticipe y sea mas pronunciada, perojamas que en el vivo determine el calambre. El Dr. Havá asegura, sin análisis, que la diarrea no contiene mas que agua, y algunos cloruros, sulfatos etc. Para Robin, el T, IV-—08 406 análisis ha encontrado ademas de algunos principios cristalizables en disolucion, cierta cantidad de sustancias orgánicas no coagula- bles del plasma, azoadas, análogas á la diastasa. (Ba udrimont). La exigencia de la teoría ha forzado el talento de nuestro; com- pañero á formular una idea que estamos seguros que un solo ins- tante de reflexion no le hubiera permitido, Tomar el fenómeno virtual para la teoría, y una analogía para la terapéutica, es hacer recular la ciencia á sus tiempos primitivos; ni ese es siquiera el empirismo aceptable y aceptado: partir de la analogía sin otros fundamentos, no debe consentirse sino como un recurso del racio- cinio en la experimentacion biológica y terapéutica; seguir otra senda es caer en un error lamentable de método. ¿Qué sistema médico filosófico puede levantarse sobre ese cimiento? Si en todas las enfermedades tomamos Jos fenómenos virtuales para fundar las teorías, y buscamos una analogía para instituir la terapéuti- ca, de seguro echamos abajo todo el edificio. Prescindir de los fe- nómenos virtuales en fisiología y en patología, para estudiar las propiedades de la materia orgánica y sus alteraciones, que son los reales, es el camino que sigue hoy la ciencia, y el que ha trazado al Sr. Havá la escuela que pretende seguir. El fenómeno visible de la muerte por el curare, es la dulce transicion de un sueño apa- cible á un sueño eterno. Claudio Bernard, uno de los gefes de la nueva Escuela, estudia, experimenta, investiga y llega á asentar por medio de una demostracion matemática, que la muerte por el cu- rare era el paso de un sueño lleno de torturas y sufrimientos al sueño eterno. El curare destruye la facultad motriz, obrando di- rectamente sobre las raices de los nervios motores; la sensibilidad se conserva y la muerte sobreviene por asfixia á consecuencia de la parálisis de los músculos inspiradores: este es el hecho real. Ved cuanta diferencia existe entre la ciencia y el hecho virtual. Pasemos á la terapéutica. ¿Cuáles hubieran sido aquí las inspi- raciones de la analogía? Impedir el sueño por los excitantes.—KRe- sultado: muerte infalible. ¿Qué aconseja la ciencia? Sostener la vida por la respiracion artificial hasta la eliminacion del veneno. Mas to- davía. Albuminuria y diabetes sacarina.—Fenómenos virtuales: pér- dida de azúcar y albúmina.—Teoría patológica: los síntomas y las le- siones orgánicas son resultado de la falta de dos elementos indispen- sables en el organismo.—Analogía terapéutica: prescribir albúmina y azúcar álos enfermos. La eficacia de estas indicaciones, vosotros la conoceis.—¿Qué ha hecho la ciencia? Estudiar la fisiologia; averi- guar donde se forman aquellos principios, las condiciones que con- gurren, las influencias que las aumentan ó disminuyen, las lesiones 407 orgánicas que las caracterizan, y todo para buscar una vía segura á la terapéutica, para que hoy Óó mañana los trabajos comenzados dén su fruto, Ó sirvan, para enseñán donos nuestra ignorancia, obligarnos á emprender análisis mas minuciosos y sagaces. Solo este conocimiento puede crear una terapéutica científica: —Estudio de las propiedades de los elementos orgánicos, y comparacion entre los principios inmediatos accidentales, ó medicamentos introducidos volun- tariamente en el organismo y los principios sobre los cuales van d obrar (Robin). Havá reduce el cólera á esta fórmula—Feuómeno virtual — pérdida de líquido—Analogía terapéutica—dar agua. ¡Qué dice la ciencia? 1.2 Cambio isomérico de los principios orgánicos de la tercera clase—alteracion consecutiva de la nutricion proporcio- nal á la intensidad de la modificacion: 2.2 Perturbacion de las funciones de nutricion y calorificacion: 3. 2 Exosmosis intestinal —densidad de la sangre, dificultad de la circulacion, calambres, cianosis, congestiones orgánicas etc., (Robin) —Terapéntica: 1.9 Modificacion si es posible del organismo para hacerlo insensible á las causas, 0 sostenerlo hasta que se elimine ó se extinga: 2.9 Sostener por medios artificiales la calorificacion, estimular la nutri- cion abatida: impedir si es posible la pérdida intestinal: combatir los fenómenos que la acompañen: 3.2 Vigilar la reaccion y diri- giria hasta donde alcancen vuestros recursos, —He aquí la diferen- cia que existe entre los fenómenos virtuales y los fenómenos reales: entre la analogía y la ciencia; entre Havá y Robin.—De paso recordaremos al Sr. Havá que en óptica foco virtual es lo mismo que foco imaginario. TIT.—Hemos dicho que las ideas de Havá y las de Robin son distintas y que las modificaciones del primero respecto á la obra del segundo, no siendo exactas, no pueden constituir la teoría del cólera ni la explicacion de sus fenómenos patológicos. La doc” trina de Robin es mas completa, mas profundamente científica" Havá ha dicho, que el colérico es un individuo que se seca; que la pérdida de agua es la causa que produce todos los trastornos con- secutivos—exosmosis intestinal, —algidez, cianosis, calambres, «ec. Para Robin la pérdida es secundaria, y ántes que ella, es efecto la enfermedad de un cambio isomérico en los principios de la tercer clase, y por consecuencia—perturbaciones correlativas en los fenómenos de cambios nutritivos entre los principios de la sangre y todos los tejidos; que esta perturbacion es d su turno causa de otros trastornos de las pro- piedades de los tejidos; necesariamente generales desde el instante en que provienen de una alteracion de la sangre que la trasmite á todos los puntos d donde se dirige. De modo, que para el ilustre fisiólogo, esas altera- 408 ciones moleculares constituyen la lesion primitiva, que no por ser invisibles son ménos demostrables. Havá ha partido del fenómeno secundario, grosero, visible para fundar su teoría; por eso ha dicho que el colérico es un individuo que se seca, y por eso es imposible que pueda nunca acomodar su hipótesis con la clínica. En la teoría de Robin la diversidad de forma y marcha del cólera encuentran su explicacion, porque basta el cambio isomérico para que la sangre produzca un trastorno radical en la nutricion íntima de los tejidos, que explique los fenómenos prodrómicos y diversas manifestaciones coléricas, entre las cuales la pérdida de líquidos, ni es la mas primitiva ui la mas importante, aunque á su vez disminuyendo el plasma sanguíneo, y produciendo el estancamiento de los glóbulos en los capilares ocasione en los músculos, encéfalo y pulmones otros trastornos que se traducen—por los calambres, las conges- tiones reaccionales é inflamaciones de aquellas vísceras. Téngase presente lo que dice el mismo Robin: que esas alteraciones no son espontáneas mi primitivas. Ahora que tratamos de las congestio- nes internas, rectificaremos una opinion del Dr. Havá, que nos parece en contradiccion con la física y la fisiología. Asegura nues- tro colega—**que procurar la reaccion por el calor externo es un medio contraproducente, porque el calor léjos de ser provechoso es altamente no- civo; porque está perfectamente probado que la facultad de producir este agente se aumenta por el frio y vice versa””—La física demuestra que los. cuerpos tienden á ponerse en equilibrio de temperatura, y un in- dividuo que está frio puede fisicamente calentarse, colocándolo en una atmóefera de temperatura mas elevada. La fisiología nos en- seña, que efectivamente el frio aumenta la facultad de producir calórico; pero el Dr. Havá ha olvidado la condicion del fenómeno. Para producir ese aumento de la facultad calorífera, es indispen- sable que se conserve la facultad de reaccionar, que es precisamen- te la que está abatida en el colérico. El Sr. Havá sabe, que el uso del frio está sujeto á una multitud de preceptos; preceptos que de- penden de la mayor ó menor facilidad para la reaccion.—En los individuos débiles la sustracción del calórico debe ser corta y fu- gaz para que la reaccion sea posible; porque el frio continuado les quita por completo la facultad de reaccionar, siendo en ese caso nocivo y contraproducente. Cuando la circulacion es lánguida, el Sr. Havá sabe que al uso del frio debe preceder en muchos casos la calorificacion, para despertar la reaccion;—que cuando los individuos no pueden reaccionar por el estado de debilidad general, es indispensable hacer seguir la calorificacion al uso del frio fugaz, para ayudar al organismo á desenvolver un calor, que 409 por sí solo no tiene energía para producir.—En un colérico álgi- do, en donde la hematosis y la nutricion son tan incompletas, la calorificacion tiene que ser artificial, puesto que las fuerzas na- turales de su produccion están tan gravemente comprometidas. Por eso opinamos con todos los prácticos, y con el Dr. Abreu, que los medios de calorificacion externos son los únicos recursos útiles y posibles en ese período de la enfermedad. Si nos faltase una autoridad irrecusable tendriamos la de Robin, que dice: “la reple- ' cion en los capilares pulmonales 6 encefálicos, indica ciertamente. la necesidad de atraer la sangre d otros puntos por medio de un agente fisico.”-——Podemos resumir nuestra opinion del modo siguiente:— El frio produce calor en virtud de la reaccion que provoca; y sien- do precisamente la reaccion lo que falta, no puede buscarse por un medio que presupone una circunstancia que no existe. Tiene el Sr. Havá una pretension que no estamos dispuestos á acordarle. “Dice que el miasma no es una entidad material tangible, sino una propiedad que se desarrolla en la matería orgánica; que su teo- ría noes igual á la de Robin que admite la entidad material del miasma y del virus.” No permita Dios que yo vaya á despertar del sueño en que felizmente duerme la discusion interminable que suscitó entre nosotros la palabra MIasma. No trato mas, que demostrar que el Dr. Havá sustituye un término á otro sin uba nueva idea. Para todo el mundo el miasma y el vírus no tienen otra signifi- :acion etiológica que la de las propiedades que se les asigna. La materia no es estudiada sino por sus propiedades; las propiedades son inherentes á ella, y solo por las propiedades podemos conocer- la. Para nosotros la propiedad no es tangible, y admitimos con Havá que vírus y miasmas representan dos propiedades que ad- quiere la materia en ciertos estados particulares desconocidos. Ro- bin, si admite la entidad material, es porque ella representa la propiedad miasmática Ó virulenta; de modo que la opinion de Havá no es distinta de la de todo el mundo. Le sorprende al Dr. Havá que solo 50 entre 1,000 sean susceptibles de impresionar- se bajo la influencia de aquellas causas, y deduce que no hay un vírus, sino una propiedad que despierta en el organismo un estado de predisposicion desconocida. Aute todo la sífilis, la rabia, Ja viruela, el muermo etc. no despiertan en el organismo un estado de predisposición, sino la sífilis, la rabia, el muermo, la viruela ete. Si 50 individuos entre 1,000 solo son impresionados por la causa, esto en nada destruye la idea de que el vírus ó el miasma sea una entidad material que tenga una propiedad conocida. El alcohol, que es una materia, tiene como tal sus propiedades. En unos, una 410 cantidad dada no produce efectos sensibles; en otros los produce pasajeros, y en otros produce la embriaguez completa. Y no por eso se negará que es materia;—que tiene propiedades, y que pro- duce la borrachera y no un estado de predisposicion desconocido en el organismo. Lo mismo acontece con todas las enfermedades, con los medicamentos y con los venenos. La palabra predisposicion desconocida, trae un elemento oscuro para complicar un estudio fácil. Entre la accion de. una causa y sus efectos hay una serie de condiciones desconocidas, que hacen que los hechos se contradigan aparentemente; pero los hechos no se contradicen jamas. Introducida una sustancia dotada de una propiedad cualquiera en el organismo, su efecto es siempre idénti- eó, aunque sus manifestaciones exteriores digan lo contrario; y no porque desconozcamos esas incógnitas de la experimentacion bio- lógica, estamos autorizados para negar las propiedades inherentes á la materia, queriendo dar al organismo una autocracia que no tiene. La enfermedad específica lleva siempre el sello de su facul- tad generadora á pesar de las diferencias orgánicas. En las enfer- medades comunes, le damos mas importancia al organismo que á las causas; y en las diátesis mas al organismo, porque en el mis- mo orgauismo están el gérmen latente ólas condiciones orgánicas de su evolucion. Pretender, sin embargo, en el estado actual de la ciencia, resolver estos oscuros problemas, es una tarea difícil y peligrosa. No podemos desposeer al organismo de toda autonomía, como dice Pidoux; pero se hace difícil comprender trastornos es- pontáneos fisiológicos, puesto que toda modificacion que se opera en él tiene su determinacion fuera de él. sa que llamamos pre- dispósicion, no es muchas veces mas que el efecto orgánico y des- conocido de causas externas. La reaccion patológica puede modi- ficarse segun otra multitud de circunstancias cuya naturaleza es mas ó ménos hipotética; pero de la aceptacion de estos principios no podemos deducir con nuestro excelente amigo, que las sustan- cejas miasmáticas, ó mejor, para hablar en su estilo, las propiedades miasmáticas solo despierten predisposiciones desconocidas. Clínicamente el Sr. Havá divide el cólera en tres periodos: 1.9 Invasion; 2.92 Enfriamiento progresivo, 6 mejor de deshidrata- cion continua; 35. 2 Hidratacion continua ó de reparacion. No va- mos á discutir la division; le acordamos el derecho de aceptar tres períodos, como Dalmas dos, como Gendrin seis. Pero sí que- remos discutir un punto muy esencial relativo al tercer período. ¿Por qué el Sr. Havállama á este período dé hidratacion continua y de reparacion? ¿De dónde obtiene el organismo el agua que ne- 411 cesita, cuando segun la doctrina que se proclama no solo el plas- ma casi se ha agotado, sino que por reabsorción todos los líquidos de-los tejidos han sido empleados para satisfacer la enorme pér- dida de la exsomosis intestinal? Para el sabio Robin las cosas pa- san de distinta manera; y en este caso, como en otros, se revela que el Sr. Havá no conocia el trabajo de aquel fisiológico, al con cebir su memoria. En efecto; lejos de anunciar la reparacion, el fenómeno puramente físico de la reaccion indica el fin de los cam- bios moleculares, regulares ó nutritivos entre la sangre y los tejidos, y pre- sagia el momento en que van á cesar los fenómenos orgánico-vilales; es decir, á la muerte. La hidratacion continua marca mejor el período álgido. Oigamos al mismo Robin. “Los capilares toman entónces por reabsorción dá los tejidos mas de lo que ellos mismos pueden suministrarles, d consecuencia de su tendencia d llenarse por donde quiera que encuentran condiciones convenientes, tendencia que aumenta la disminucion del plasma; disminu- cion debida tambien á la pérdida exosmótica que se verifica en la super- ficie intestinal, en vez de la absorcion que debia verificarse” y esta es causa del abatimiento de la temperatura. Luego, si cuando cesan los capilares de tomar líquido á los tejidos, las combinaciones quími- cas entre los principios del plasma y la sustancia de los elementos anatómicos toman mayorincremento, y esto es la causa de la reac- cion, claramente se infiere que léjos de ser efecto de una hidrata- cion, que va á principiar, marca el último acto de la deshidrata- cion que concluye. De lo expuesto se infiere, que Havá ha trocado la fisiología patológica de los períodos del cólera, Lo que él llama la reaccion Ó reparacion no es debida á una nueva hidratacion, si- no á combinaciones químicas entre los principios que quedan del plasma y los tejidos. Es un nuevo órden de fenómenos, y no una reparacion de la falta que ha sufrido el organismo. (Continuard.) TABLA MORTUORIA DEL 2? SEMESTRE DL 1867. Sres. Directores de los Anales. — Para completar el cuadro que se publicó en el núnes ro correspondiente al.mes de Agosto último, remito á Vdes. el del 22 semestre con el re- súmen general del año, y la diferencia adversa comparada con el de 1866, advirtiendo que los meses de Noviembre y Diciembre comprenden las inbumaciones de los que han falle 412 coo cólera, cuyo número aun no se ha fijado con exactitud.—Dr. Ambrosio Gonzalez el Valle. y RAZA BLANCA. RAZA DE COLOR. E al : ; di Y ; 4 e SE Z Z 2 —De los medios de evitar los accidentes que pueden col car las llagas, por el Dr. Labal..mocormacircconenencranianes eos Ovarioromía, De la—segun las observaciones de Maison- 'neuve, Keberlé, Nélaton, etc., por el Dr. Benjamin An- JO cales OS A a cdo e PremI0s.-—Programa para el concurso de 1867. á 1868...... QUISTE HIDATIDICO de la pélvis.—Clínica de Velpean......... REGENERACION DEL HUMERO.-—Caso observado por el Dr. D. Justino Valdés CastlO....o..oo.or.. A O OS sb REVISTA QUIRURGICA escrita para los Anales, por el Dr. Benjamin Ange. ..omomo..o Sn A Rosas, D. Marco Aurelio.—Su Elogio en la Academia......... SírILIs.—Su tratamiento sin necesidad de los preparados mercuniales; a... ive a E E E EE ON o td —Profilaxis de las enfermedades venéreas. ....ommmom... e —Discusion sobre el tratamiento de la sífilis............oooo.... SOMATOSCOPIA, por el Dr. Milli0t....oomooomomo.o Da ISA bo SULFITOS É HIPOSULFITOS alcalinos en el tratamiento de las enfermedades debidas á un fermento morboso, por el y VDE BO ds obio ira ; TÉTANO.—Accion curativa del amoniaco en esta enfermedad, porter MacA ITA > ofensa nel MOS TREPANACION del cráneo Meca con Celia éxito por el Dr. BFOCOMIS ala OCRE so 4 a ESrdos d0Sa 0 LP ee o doin sobre ha Lrepanacion. is qbls cen deb Els e 1 SURG TuBercuLo.—Anatomia y Fisiología.—Discusion en el Con- greso medico nternacional.....0o.. teves nas soeoicotte nono leete —Alteraciones de la retina y de la coroides en la diátesis tuberculosa, por el Dr. GalezowskKt.....oomosor»oo. oros» le UA pa 249 443 444 145 446 di 128, 197, 129 y 163 48 201 81 ddr. 175 y 210 442 249 531 Páginas. Tumor Hipaí1c0 extirpado por el Dr. D. J. Guillermo Diaz. —Observacion recogida por el Dr. D. Tomás A. Plasencia. TUMOR sIrILÍTICO simulando UN CÁNCET ....ococoncconnorenotarono. TUMOR SUPRA—PAROTIDEO de diagnóstico oscuro, operado DOF el Dr. D. José Guillermo Diaz.—Observacion recogida por el Ldo. D. Emiliano Nuñez.... VaAcuna.—Apuntes relativos á su introduccion y propaga- cion en la isla de Cuba; por el £do. D. Domingo Rosain... —Breves consideraciones sobre la vacuna en la isla de Cuba; por el Dr. D. Juan G. HaVd..oomcocccoononconnconnoncacnnncnnnc. o.» ...o...... ....... ........o. e. 68 y 515 149. % ERRATAS NOTABLES. Pág. 145 línea 4 dice: una coloracion iS 199 7 OT 218 ” 221 » 221 > 25 ara » 285 » 286 » 288 Ll 288 » 289 ” 290 5 378 Mb. 386 » 390 ”» 401 » 404 y 445 » 487 o 464 » 464 ” 30 33 18 ” ” la etimología de las fiebres, tenia la primera la segunda Sscandens Gragit radical Tessora ternstemoides Guarca Eulkeas Ecostaphyllum Yaya Terdinandea Estanona Benth estas -en la transformacion aun pudiera á el Dr. Gosselin Oboata Anonamuricata Donu FIN DEL TOMO CUARTO. léase. su coloracion. ,) la etiología $c. que tenia. ésta. aquella. Scandens. Gragyi. radial. Yessora. ternstremioides. Guarea. Enckeas. Ecastophyllum. Yaba. Ferdinandea. Estarrona. Bentham. las. sin la transformacion. aun no pudiera. el Dr. Gosselin. obovata, Anona muricata. Don. de AS Po a 3 . Y: EIN bp LN 4 1y Ne: ta e o AO A o de E Ntisi pu. pd AeEST A E EN Mi E EA Ed e y Jets E5 4 A A A mr PIPA A) ye RA A AO Li Mm. 1d 4 Ñ e EY É iv r Y SEESUAS a | : von E Es dobra ámiad 24 Mi E JAS ¿e 0 q qt % ' Ma 4 E A > E añ p 6 eo Po o pide, 3 : AL SA NAO ec TUN Me Mudo ! ds 4 EARL, PUN OS Ve ¿so ¡dial deN 1 Ñ O vias: ma A AY $ X) A ás sgh PR di Der a La US "a ds, E y K 0 2 ra hos x= 3 5185 00258 1807 ll | 0 | | | f Jl ; a E . > dede , ez Wo Ca de % Be de