* •- ** . T V- t f $ ANALES DE LA c ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA COMISION REDAGTORA Presidente Ingeniero Garlos Bunge. Secretario ...... Señor Armando Romero. ( Ingeniero Manuel B. Bahía. Vocales < Atanasio Quiroga. f Señor Félix Lynch Arribálzaga. TOMO XXXVII Puimeic semestue de 1894 V % V f BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. CONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — GALLE PERU — 680 1894 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA COMISION REDAGTORA Presidente Ingeniero Carlos Bunge. Secretario Señor Armando Romero. i Ingeniero Manuel B. Bahía. Vocales j D" Atan asió Quiroga. ( Señor Félix Lynch Arribálzaga. ENERO, FEBRERO y MARZO, 1894. — ENTREGAS I y II TOMO XXXVII PUNTOS Y PRECIOS DE SUSCRICION LOCAL DE LA SOCIEDAD, ZEBALIOS W, Y PRINCIPALES LIBRERÍAS me», eici. la Capital, Inteirlor y Exterior, incltiso porte 8 la/a 1.50 I*or año, en la Capital, Interior y Exterior inclnso porte » IQ.OO ^ La, su.aci?icion se paga anticipada ^ ☆ 0CT5 '^Tío N BUENOS AIRES IMPRENTA DE PABLO E. GONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — CALLE PERÚ — 680 1894 JUNTA DIRECTIVA Presidente Ingeniero Garlos Bunge. Via: -Presidente 1° Ingeniero Domingo Nocetti. Id. 2° Ingeniero Demetrio Sagastume. SecT etario Señor Armando Romero. Tesorero Señor Miguel Olmos. [ Señor Pedro Aguirre. l Señor Ernesto Mauras. Vocales -'Señor Alberto Otamendi. / Capitán Arturo Lugones. \ Ingeniero Miguel Iturbe. INDICE DE LÁ PRESENTE ENTRERA I. — EMBROLLOS CIENTIFICOS, por §aaatáago MoíBi. II. — EXPERIMENTOS CON EL MA.TERIAL DRAGADO, en el canal de entrada para obtener el coeficiente de reducción de agua correspondiente á dicho material, por ISeacIoasf. III. — INCOHERENCIA DEL SISTEMA DE TOLERANCIAS RELATIVAS A MENSURAS, por Ealaaíiasulo Soiila^es. IV. — EL MUSEO DE LA PLATA, por I&icarcio fiyaleliUcr. V. — MEMORIA DESCRIPTIVA DEL ANTEPROYECTO DE HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS, por j:HaBt A. BBaseitiaxzo. VI. — CONCURSO NACIONAL DE MEDICINA PARA 1896. A LOS SOCIOS Se ruega ó los señores sócios comuniquen á la Secreta- ría de la Sociedad su ausencia, cambio de domicilio, etc., y cualquier irregularidad en el reparto de los Anales ó cobro de la cuota. Se ruega también á los que tengan en su poder obras prestadas pertenecientes á la Biblioteca de la Sociedad, se sirvan devolverlas á la brevedad posible, á fln de anotar- las en el catálogo. EMBROLLOS CIENTÍFICOS POR SANTIAGO ROTH Así como los hombres se equivocan en las cosas más triviales de la vida, así también suelen equivocarse los más grandes sabios en asuntos científicos. E. E. von Baer dice, que la tarea más grande de la ciencia está en destruir errores antiguos y la menor en descu- brir nuevas verdades. Dos son las causas principales de las equi- vocaciones cometidas por los hombres en sus investigaciones cientí- ficas, á saber: errando en sus observaciones ó deduciendo conclu- siones falsas de las observaciones ya hechas; Pero si bien es cierto, que estas dos clases de errores sean discul- pables, pues sólo el que jamás haya hecho trabajos científicos puede pretender, nunca haber cometido errores en ellos, no es menos cieno, que los errores afirmados á sabiendas no son perdo- nables. Si las observaciones ó los hechos en la naturaleza no con- cuerdan con teorías ya planteadas ó con deseos existentes, esas observaciones ó hechos no deben falsearse para acomodarlos á una teoría. Las falsificaciones introducidas en las ciencias pueden ser de- sastrosas por la facilidad con que se trasmiten de libro en libro, de disertación en disertación ; y cuando por el silencio de los peri- tos en la materia han adquirido la autoridad de verdades, es casi 6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA imposible desarraigarlas. Es, pues, deber de quien haya descu- bierto una de esas falsedades hacerlas conocer antes que produz- can sus consecuencias. Espero que se considere como un servicio hecho á la ciencia, el que yo en el presente trabajo descubra una de esas falsedades. Como se trata de un atentado contra la Paleontología, permítase- me desarrollar en pocas palabras sus obras y creaciones, para los poco peritos en el ramo. La Paleontología tiene por objeto la investigación y el estudio de los animales y plantas extinguidos, los cuales habitaron un día la tierra, encontrándose hoy petrificados, ó, mejor dicho, en estado fó- sil, en las capas terrestres. Estas petrificaciones, han llamado la atención de los hombres, desde los tiempos más remotos. Lo que prueban las ammonídeas, que pasaban por ruedas empleadas por los dioses, entre los In- dus, y eran adoradas por éstos, cuya creencia subsiste hasta el pre- sente. Estas y otras intuiciones incongruentes, que dominaron tantos si- glos la explicación de estos objetos de la naturaleza, tuvieron que ceder ante las compresiones naturales del siglo xix que los fósiles eran restos de animales y vegetales que poblaron un tiempo nuestro globo y que se extinguieron poco á poco durante los períodos geo- lógicos en que se ha desarrollado la tierra. ¡Qué grandes descubri- mientos se han hecho en este corto tiempo desde que se conoce la verdadera naturaleza de los fósiles y á qué diferentes intuiciones sobre el pasado del globo hemos llegado! Debido principalmente á Lamark y Cuvier, es que la Paleontolo- gía ha llegado á ser una rama de la ciencia ; son ellos los que la han dirigido por el verdadero camino que se debe seguir. Lamark se ocupaba esencialmente de los animales invertebrados y conside- raba las petrificaciones, únicamente bajo el punto de vista zoológi- co, buscando determinarlas con exactitud y colocarlas en su debido lugar según su analogía entre las especies vivientes, sin preocu- parse de qué capa terrestre provenían. Los discípulos de Lamark investigaron los fósiles de los depósitos terciarios deParis con sumo cuidado y estas investigaciones dieron por resultado las obras de Defrance y Deshayes sobre las conchas y caracoles de los sobredi- chos yacimientos. Otra obra de Deshayes, es la que se dió después á luz sobre las capas terciarias en general, en la cual las dividió en tres secciones con el gran geólogo inglés Lyell. De las observa- EMBROLLOS CIENTÍFICOS 7 ciones hechas principalmente en los yacimientos de París y de Londres resultó, que las capas terciarias más antiguas contenían el 3 % de conchas vivientes, las capas medias el 18 Voy las más modernas, hasta el 30 %• Por eso se dividió todo el depósito ter- ciario en tres períodos y se los designó con los nombres usados aún de Eoceno, Mioceno y Plioceno. Empero, observaciones más modernas demostraron, que esta afirmación no era sostenible, y por eso se propusieron otras divi- siones. Cuvier se ocupaba de la investigación de los huesos de mamíferos fósiles, y para ello comenzó con los encontrados en la cuenca de París. Por medio de la comparación exacta de los fósiles con hue- sos de animales análogos vivientes, se impuso de los caracteres de cada familia y especie, y según esto pudo juzgar si los fósiles pro- venían de animales cuya especie ó familia existe aún ó no. De es- tos exámenes resultó, que todos los huesos de mamíferos fósiles encontrados en la cuenca de París, pertenecen á especies ya extin- guidas, y que el número de familias extinguidas aumenta cuanto más antiguas sean las capas en que se las encuentre. Este princi- pio ha sido fijado para los depósitos sedimentarios en general y es tenido aún por una verdad indisputable por muchos geólogos y paleontólogos, á pesar de que se ha demostrado terminantemente, que este principio, que parece aplicable al continente europeo, no lo es en todo el sentido y extensión de la palabra, á todos los países de la tierra. Otro principio sentado por Cuvier, ha sido combatido mucho más, y con razón, pues se refiere á un círculo mucho más limitado. Según él, podía deducirse la organización de todo el animal por ciertas formas, características de los huesos. Por ejemplo, cierta forma de los dientes podría determinar la conformación de los miembros, tronco, cráneo, etc. Se puede deducir, digamos con seguridad, en presencia de un trozo de mandíbula con formas de dientes de animal carnicero, que las extremidades de ese animal no estaban provistas de cascos. Por ciertas formas de un fémur puede sacarse en consecuencia, que ha pertenecido á un roedor. Mas nunca debiera aplicarse este principio cuando se trata de la condición de formas del esqueleto de una especie. Por ejemplo, tratándose de un cráneo incompleto, no puede deducirse qué for- mas han tenido los trozos que faltan, por una especie análoga. Por eso, casi siempre, cuando se han restaurado pedazos que han falta- 8 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA do según las formas de otra especie de la misma familia, ha resul- tado que una vez encontrado el trozo, había sido restaurado erró- neamente. Por lo demás, Cuvier sabía esto muy bien y aplicaba su principio á un círculo limitado. No se puede hacer responsa- ble á él por el abuso que han cometido y siguen cometiendo sus sucesores, restaurando por este principio las partes que faltan en los esqueletos. El mérito de Cuvier no consiste sólo en haber en- sanchado el horizonte paleontológico, sino es el que nos ha ense- ñado el camino y el método de trabajo que se debe seguir. Por la comparación de los fósiles de las diversas capas terrestres, se ha llegado á saber, que los seres vivientes no han sido siempre los mismos durante el tiempo transcurrido en el desarrollo dé la tierra, sino que en los diversos períodos geológicos porque ha pasado nuestro globo hasta llegar al estado actual, se han desarrollado plantas y animales de muy distintas organizaciones, los cuales en parte han vuelto á extinguirse. La inteligencia de que todo el rei- no animal y vegetal ha cambiado en sus formas desde que existe, no es una hipótesis sino un hecho de que se puede convencer cualquiera que examine una colección paleontológica. Esta es una de las más grandes conquistas científicas de este siglo. Es debido á este conocimiento que la Paleontología es hoy la ciencia auxiliar principal de la Geología ; ella completa también á la Zoo- logía y Botánica y ha dado un giro muy distinto á la Antropología. Será siempre la piedra de toque absoluta de cada teoría que se pueda sentar sobre la creación y el desarrollo de los habitantes animales y vegetales de la tierra. La disputa sobre el origen del hombre como en general sobre los hechos de tiempos pasados, durará hasta el día en c¡ue la Paleontología traiga los testigos de (¡ue es justa, ya sea la una ó la otra opinión. Pero si esos testigos, que nos lega la naturaleza de los tiempos pasados, lleganá ser adulterados por naturalistas poco escrupulosos, ya sea por amor á sus teorías ó por otras razones, es claro que las conclusiones sacadas de ellos no podrán ser correctas. Cuando en los trabajos sobre ciencias exactas se adulteran los objetos de la naturaleza, por cualquier razón, las consecuencias que'pueden re- sultar son incalculables, y toda conclusión que no se apoye sobre hechos verdaderos, conduce á definiciones absolutamente erróneas. Lo que nosotros sabemos del desarrollo de los organismos de los períodos remotos de la tierra, lo debemos á los hallazgos paleon- tológicos; es tanto más recusable, cuando se describen y dibujan EMBROLLOS CIENTÍFICOS 9 erróneamente los fósiles encontrados y cuando se los restaura de- fectuosamente pues luego esto nos lleva á opiniones falsas sobre los acontecimientos del mundo orgánico y sus oscuros principios. En general, la Paleontología tiene muchas dificultades que vencer. No solamente nos ha dejado la naturaleza en muy pocos casos señas de las partes blandas de los animales, sino que hasta de los esqueletos se encuentran por lo general sólo partes sueltas. Ahora bien, á menudo se suelen conservar en algunos huesos las formas particulares á la especie á que pertenecen, mientras que en otras partes del esqueleto se desarrollan por una influencia for- tuita con el tiempo, caracteres que son ajenos á la especie. Por lo general, los nuevos caracteres son hereditarios en cuanto que los padres transmiten estas degeneraciones á sus descendientes, for- mando así nuevas especies y hasta familias con caracteres distin- tivos. De aquí resulta que en la clasificación de los restos fósiles subsistirá siempre la disputa . Si se encontrasen siempre esquele- tos enteros, ó por lo menos grandes partes de ellos, sería relativa- mente más fácil determinarlos. Sin embargo, estas disputas no tendrían mayores consecuencias para la ciencia mientras se guar- den, describan y dibujen las piezas tales cuales las ha conservado la tierra. Si resulta por hallazgos más recientes, que de una es- pecie se han hecho dos, se tacha una, y si por el contrario, de hue- sos de diversas especies se ha hecho una sola, es fácil dividirla. Pero cuando para completar un esqueleto se emplean huesos de diversos animales y luego se describen éstos como pertenecientes á un solo individuo, es fácil comprender que esto desordena y enre- da toda la cuestión. Peor todavía es, cuando para crear una nueva especie se describe y representa falsamente un ejemplar. Para trabajos que encierran semejantes imposturas, debería la ciencia fallar con severidad, condenándolos al desprecio. La tarea principal de la Paleontología no es formar el mayor número de especies po- sibles; nosotros, lo que exigimos es, que nos haga conocer los tipos de animales y plantas que han vivido un día en nuestro planeta. Para todo esto los nombres son enteramente secundarios. La agru- pación ó clasificación de los organismos en sistemas zoológicos y botánicos, es aun más ó menos arbitrario, sin verdadera uniformi- dad y considerado por los naturalistas bajo diversos puntos de vis- ta. La concepción teorética no tiene en la práctica ningún valor, la prueba es que dos naturalistas aun estando de acuerdo sobre la definición que conviene dar del término especie pueden diferir bas- 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tante^ cuando se trata de aplicar la teoría. El uno ve diez especies verdaderas donde el otro no ve más que diez variedades de una mis- ma especie. Con esto no quiero decir que la Paleontología sistemá- tica no tenga puntos importantes, sino que la enumeración siste- mática de restos fósiles sin describirlos debidamente no es de nin- gún valor para la ciencia. La clasificación de los fósiles no tiene por lo pronto otro objeto que el de hacer el estudio más fácil de abarcar. Cuando conocemos la estructura é historia de un grupo de animales, es que se puede plantear un sistema completo sobre él. Así como cada individuo pasa por una serie de alteraciones desde su primer desarrollo hasta su muerte, así sucede con el mun- do orgánico entero, y es tarea de la Paleontología el averiguar las diversas fases de su desarrollo. Por supuesto, el naturalista no de- be atenerse á suposiciones subjetivas; y trabajos que no contuvie- ren de la manera más exacta lo que nos légala naturaleza, no de- berían emplearse jamás en las investigaciones de la historia del origen y desarrollo del mundo orgánico. Como la naturaleza sólo nos ha legado documentos fragmenta- rios de ios tiempos pasados, es necesario el conocimiento más exac- to déla Organización de los seres vivientes, para poder deducir con- clusiones sobre la organización de los animales cuyos restos se encuentran en las capas terrestres. Pero no es posible que un sabio solo pueda asimilar el conocimiento exacto de la organi- zación de todos los organismos existentes, el investigador tiene que profundizar y dedicarse al cultivo de únasela especialidad para hacer algo servible. Por otra parte, no es de temer que se pierda por ello la continuidad ni la claridad del todo, pues siem- pre hay naturalistas que poseen el talento de presentarnos ordena- damente el resultado de los trabajos délos especialistas inteligen- tes, para demostrarnos lo que se ha logrado. La Paleontología ha alcanzado en este siglo una importancia sorprendente á fuerza del trabajo concienzudo y de observaciones é investigaciones exactas. Una ciencia de tanto alcance y que nos puede llevar al conocimien- to exacto del desarrollo de todo el mundo orgánico, merece el apo- yo y la protección de los gobiernos y de los pueblos en mayor es- cala que hasta hoy. Por su parte, el sabio que se propone presen- tarnos la historia del desarrollo de la tierra y sus habitantes, debe emplear para su obra sólo trabajos de investigadores especialistas concienzudos, si no quiere ser víctima del engaño y así engañar á los demás. EMBROLLOS CIENTÍFICOS 11 Espero que el lector habrá comprendido por lo expuesto á qué desconcierto lleva justamente en esta ciencia la adulteración de los hechos ; y paso ahora á tratar sobre la Paleontología de la Repú- blica Argentina. Mientras que en Europa se depositaban los sedimentos marinos al pie de las montañas primitivas y tenían lugar grandiosas revo- luciones terrestres, innumerables ríos grandes y pequeños, de los cuales sólo se reconoce uno que otro lecho, depositaban en los ba- jos y valles de la República Argentina, la disgregación de las mon- tañas. De esa manera se han creado grandes planicies y han desa- parecido cadenas de montañas enteras, de las cuales sólo han que- dado algunas aisladas que sobresalen délas vastas planicies, como las sierras del Tandil y de la Ventana. Por otra parte, mientras que el continente europeo, en los períodos geológicos modernos, al- canzaba su actual extensión, existía ya aquí un continente mucho más extenso y que quién sabe hasta dónde habrá quedado sumer- gido bajo el Océano. Aun cuando D. Florentino Ameghino trata de rebatir esta opinión, y la declara « por alucinación de cerebros en- fermos y calenturientos», por haberla emitido el Dr. D. Francisco P. Moreno, no por eso refuta el hecho. Conocemos muchos lugares en la costa del Atlántico, donde se pierden bajo la superficie del mar antiguos depósitos terrestres. Es natural que un continente tan antiguo, debía prestarse mu- cho al desarrollo de los mamíferos terrestres. Efectivamente, estos animales no solamente han adquirido un tamaño colosal, sino que sellan desarrollado en una variedad admirable. Con razón es re- putada la Pampa el terreno más rico en restos de mamíferos fósiles. Ante todo, se han hallado géneros lo más numerosos de los Desdentados, que aún hoy están casi limitados á la América del Sud. De este órden, con sus dientes primitivos, sin raíces y que crecen continuamente, han alcanzado algunos géneros, un tamaño verda- deramente fabuloso. El Megatherium, el que por la estructura de se esqueleto se parece al perezoso, es el mamífero terrestre más macizo y pesado que se conoce hasta ahora. Próximo á éste, y con poca diferencia de tamaño, está el Lestodoii. A la misma familia pertenecen las numerosas especies de los géneros Mylodon, Gripo- therium, Scelidotlierium, etc., todos ellos de estructura gigantesca. Una familia no menos interesante ó tal vez más, es la de los Bilorica- dos ó Gliptodontes, los cuales se acercan más á los actuales arma- dillos, pues estaban cubiertos como éstos con una coraza huesosa. 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Pero mientras que la coraza de los verdaderos armadillos está compuesta al medio por bandas ó cintos movibles, la de los Bilo- ricala se compone de escudos dispuestos uno al lado del otro y soldados, formando una pieza casi inflexible. En consecuencia, el esqueleto se ha desarrollado de otra manera. Las vértebras se han creado adheridas una á otra, de manera que la columna vertebral forma un tubo inflexible y muy extraño. El centro de las vértebras no es más grueso que una cartulina, las facetas articulares sólo se reconocen en los animales aun jóvenes. Como estos animales sólo, podían moverse en sus cuatro pies y hácia adelante, deben haber girado sobre las piernas posteriores y en consecuencia tienen la pelvis y las extremidades posteriores muy desarrolladas, las que tenían que llevar casi todoel pesodelacoraza. Lo quetienen también muy desarrollado es la cola, que indudablemente les servía de defensa. La extremidad de la cola del Doedícarus, está provista de un tubo huesoso muy grueso y de más de un metro de largo en forma de maza, con la cual este animal debe haber podido romper de un golpe la pierna de un elefante. Estos animales también son de talla muy pesada; algunos géneros de ellos han alcanzado el ta- maño de un buey. Los más conocidos son el Glyptodon, el Panoch- thus, Dcedicurus, Hoplophorus, etc. Pero también se han encontrado últimamente un gran número de géneros y especies de los Dasipoi- deos, cuyo cuerpo no es en general muy grande. Es digno de repa- ro, el que de esta familia, de la cual viven todavía algunas especies, se encuentren muchas más especies y géneros en las capas anti- guas que en los yacimientos más modernos; mientras que los Biloricata, los cuales se encuentran muy á menudo en las capas su- periores de la formación pampeana, ya no tienen representantes vivientes en la tierra. (Por lo tanto, el sub-orden de los Loricata es una excepción del principio de Cuvier, según el cual difieren las fa- milias y géneros tanto más de los vivientes, cuanto más antiguas sean las capas en que se las encuentra). Otroórden de mamíferos, que sólo existe en estado de fósiles y únicamente en Sud-América, es el de los Toxodontia. Los más co- nocidos son : Toxodon, Typotheriun y Nesodon; el primero de gran tamaño. Ultimamente se han descubierto, principalmente en Pa- tagonia, gran número de familias y especies que pertenecen á es- te órden. Son los tipos m.ás notables del grupo de los Ungulados ; algunas especies forman como un pase paulatino de los Ungulados á los Roedores. Principalmente el Typotherium y Pachy rucos re- EMBROLLOS CIENTÍFICOS 13 cuerdan los Roedores, tanto por la forma délos dientes como por la del cráneo. Todavía no se ha resuelto la polémica sobre la Macrauchenia, si pertenece al orden Perissodactyla, al cjue perte- nece el caballo, ó d^\ Toxodontia. Yo soy de la opinión de Doder- lein, el cual la pone bajo el último. Aquí se han encontrado repre- sentantes gigantescos de los Roedores; el Megamys tenía el tama- ño de un buey. Lo raro es que los Carniceros no se hayan de- sarrollado en la misma proporción ; el Machaerodus, el más gran- de, no supera mucho al tamaño del león. Es natural que estos restos animales tan extraños y en parte gigantescos, hayan sorprendido y asombrado á los sabios del an- tiguo y del nuevo mundo. Entre los indios y gente de campo, hace mucho tiempo que han sido conocidos los fósiles, pero siempre han sido tenidos por huesos de gigantes, y aún hoy existe aquí esa creencia. Para saber si se han visto fósiles en un paraje, bas- ta preguntar en el campo si no hay huesos de gigantes. Años atrás, hasta se hacían procesiones para exorcizar los huesos y para que no agraviasen á los cristianos. Todavía, á fines del año 1830 salió el cura de Arrecifes munido de cruz y agua bendita, para con- jurar unos huesos de gigantes que se habían descubierto. En el Río Tercero, en la provincia de Córdoba, hay un paso llamado del Gi- gante. Ya en el siglo pasado se habían mandado huesos fósiles á España, y como allí supusieron que existiesen aquí en ese tiempo similares vivos, ordenaron que se enviase un ejemplar con vida. En el año 1789 fué llevado á Madrid un esqueleto casi completo de Megatherium, el cual fué objeto por mucho tiempo de polémica entre los sabios españoles, hasta que Cuvier sin haberlo visto, lo clasificó bien. Una que otra vez los viajeros europeos llevaban fó- siles á Europa como curiosidades ; pero Darwin fué el primero que llevó una colección mayor de restos de mamíferos fósiles, los cuales fueron descritos por Owen. En Buenos Aires, estos restos de animales llamaron tanto la atención, que D. Francisco X. Muñiz los buscó é hizo buscar. Pero Bravard y Seguin se ocupa- ron mucho más á fondo de la busca de estos objetos; y cuando en- tró de Director del Museo Público de Buenos Aires el Dr G. Burmeister, se efectuó un cambio en la Paleontología Argentina. Él dió á conocer al mundo científico los tesoros paleontológicos contenidos en los depósitos sedimentarios de la República Argen- tina, describiendo científicamente los fósiles existentes en el Mu- seo. Sus trabajos aumentaron de año en año, haciendo llegar i í ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA al conocimiento de los hombres de ciencia, los nuevos objetos que se llevaban al Museo. Sus trabajos no consisten únicamente en una reseña sistemática con la aspiración de dar nombre á los más animales posibles sin describirlos debidamente como lo ha- cen muchos paleontólogos de Norte y Sud-América. Él descri- bía todo á fondo y hacía comparaciones con otros géneros y espe- cies, de manera que sus trabajos son al mismo tiempo una Osteo- logía comparada, y por esto tan apreciados por los científicos eu- ropeos, los cuales aprecian más la descripción que el nombre. Si sus trabajos contienen errores, no es por falta de conocimiento de la materia. El Dr. Burmeister tenía que luchar con muchas di- ficultades, pues como no coleccionaba él mismo, tenía que en- tenderse con los fragmentos que le trajeran al Museo. Por eso pasó por sus manos mucho material mezclado que había sido coleccionado, ya sea por ignorantes en la materia, ya.'por coleccio- nistas sin conciencia . Á más del Dr. G. Burmeister, se empeñaba D. Florentino Ameghino desde hace años en hacer publicaciones sobre los fósiles de estas comarcas. Pero lo que ha hecho el Dr. D. Francisco P. Moreno no se ha visto jamás. En el corto transcurso de '10 años, desde la fundación del Museo de La Plata, ha formado una co- lección de mamíferos fósiles.como tal vez no haya otra más rica en el mundo. Este Museo encierra tesoros paleontológicos de un va- lor incalculable para la ciencia, si como es de esperar, se les des- cribe y restaura con exactitud. Hace poco, don Alcides Merceral, ha llamado la atención de los hombres de ciencia por algunas publicaciones, pues solamente se guía por lo que nos lega la na- turaleza de los animales extinguidos, con la escrupulosidad de su maestro el profesor Stucler y por el ejemplo del gran osteólogo y paleontólogo, profesor Bütimeyer. En mi trabajo «Beobachtungen über Entstehung und Alter der Pampas Formation» (Zeitschriít der deutschen geologischen Ge- sellschaft, 1888), digo: «Ameghino se ha granjeado indisputa- « blemente el mayor mérito por lo que ha hecho en favor del exac- « to conocimiento de la fauna de la formación pampeana. Pues’ « no solamente hacoleccionado con método, sino que también ha « sido muy prudente en la combinación de las piezas ». En aquel tiempo sus obras paleontológicas se limitaban á « Los mamíferos fósiles de la América» y un número limitado de monografías. Mas cuán desengañado quedé, cuando llegó á mis manos su volu- EMBROLLOS CIENTÍFICOS 15 miñosa obra « Contribución al conocimiento de los mamíferos fó- siles, etc.», la cual había sido escrita para la Exposición de París. En ella vi con asombro que se ha vuelto infiel á sus propios prin- cipios. Por hacer una obra lo más voluminosa posible, ha reunido todos los dibujos que ha podido conseguir y los ha alterado á vo- luntad. No es mi intención escribir una crítica en general de este traba- jo, me limitaré sólo á unas piezas. que él ha adulterado según vis- tas fotográficas que recibió de mí. Cuando Ameghino tenía entre manos la descripción de los fósi- les de Scalabrini, de los yacimientos terciarios de la provincia de Entre Ríos, le permití hacer uso de los fósiles que yo poseía de esa comarca y lo mismo le entregué algunas partes de la coraza del Propraopus, pues decía tener también algunas placas, y que de- seaba describirlas. Al mismo tiempo le di cierto número de fo- tografías de cráneos de mi colección^ los cuales pertenecían en par- le á especies nuevas. De dos de ellas le permití hacer uso en su primer trabajo ; son los cráneos de Panochthus Vogtii y una es- pecie del Hoplophorus, que ha representado en la plancha LYII del atlas de la sobredicha obra. Según se acostumbra, añade que estas dos figuras son sacadas de fotografías dadas por mí. En las otras figuras, para las cuales ha usado mis fotografías sin mi ve- nia, no dice ni una palabra; de manera que cualquiera creerá que él posee dichos cráneos y que los ha tenido ante sí al descri- birlos y dibujarlos. Debiera saber Ameghino que no es permitido sin más ni más hacer pasar por suyos, trabajos que aún no han si- do publicados. Sin embargo, este abuso de confianza para con- migo, no tendría naturalmente mayores consecuencias para la ciencia si hubiese reproducido fielmente las fotografías; porque á ésta le es igual, si los objetos han sido dados á conocer por él ó por otro. Pero desgraciadamente, no ha hecho eso. £1 que ha- ya alterado las figuras por encubrir el delito ó por otra razón cualquiera, poco importa: suficiente es para la ciencia el hecho deque en sus dibujos ha adulterado las vistas fotográficas de esos objetos de la naturaleza. Para demostrar su manera de proceder, bastará que escoja de los cráneos que ha alterado por mis fotogra- fías, el del Typotherium, al cual le ha dado el nuevo nombre de Typotherium mcendrum. Desearía adelantar que Ameghino sabía que yo indicaba ya este ejemplar el año 1884, en mi catálogo nú- mero 3 con el nombre Typotherium Lauseniiy que debía ser des- 16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA crito más tarde detalladamente. No lo hago por hacer valer el derecho de prioridad, sino para demostrar de paso lo poco que Ameghino respeta los derechos de otros y que no tiene razón en calificar de no autorizada la especie Typotheriiim Bravardi plan- teada por el Dr. Burmeister, porque éste la haya dado á conocer en un trabajo que apareció en Octubre de 1888, mientras que él ha planteado su Typotheriiim mcendrum en Abril de 1887, aun cuando los dos animales pertenecen á la misma especie. En su obra grande «Contribución al conocimiento de los mamíferos fó- siles de la República Argentina », hace Ameghino, en la página 419, la siguiente descripción de la especie Typotherium mcendrum: « Esta especie es de un tercio más pequeña que Typotherium cristatum, pero de una conformación muy parecida. « El i í- es de cara anterior profundamente estriada. El i ^ pro- porcional mente más pequeño que en la otra especie, está muy apretado á i ^ y fuertemente encorvado hácia afuera. El p 4 es proporcionalmente de tamaño mayor y la sínfisis más baja y más corla. Todos los dientes de la mandíbula superior son de la mis- ma forma que los de T. cristatum, pero de tamaño un poco menor.» Esto es lodo lo que puede decir sobre ese punto. En su atlas, en la plancha 18, figuras 3 y 4, pone un cráneo y mandíbula inferior en- teros, vistos por la superficie palatina; en la plancha 19, figura 3, un cráneo con mandíbula inferior visto de lado, y figuras 4 y 5, y no como dice 3 y 4, un premolar y molar vistos de los dos lados y por '7 superficie masticatoria de la corona. Á cualquiera que no es- *' di cabo del asunto, le hade llamar la atención que no puedadar una fofiñicion mejor de una nueva especie de la cual á juzgar por los dibujos parece poseer dos cráneos completos. Del ejemplar del cual tratamos, encontré el año 1884 un cráneo extraordinariamente bien conservado, junto con un número de hue- sos de otras partes del esqueleto. De este cráneo, le di á Ameghi- no 3 vistas fotográficas distintas, una del cráneo con mandíbula inferior vista de lado, otra de las mismas partes vistas por la super- ficie palatina, y la tercera del cráneo visto de arriba. A este crá- neo lo ha sacado, plancha 19, figura 3, visto de lado, del tamaño exacto de la fotografía, con algunas alteraciones, y dice que la figura es 1/2 del tamaño natural. Como nunca tuvo una medida de este ejemplar, es natural que no concuerda exactamente con el origi- nal; pero, sin embargo, la diferencia no es tan considerable. No ha acertado con tanta felicidad en la figura 3 y 4, plancha 18, en las EMBROLLOS CIENTÍFICOS n cuales representa el cráneo con mandíbula según la fotografía to- mada de la superficie palatina. En la mandíbula inferior ha con- servado la proporción de la fotografía, sólo que es falsa la escala de 2/5 del tamaño natural que él indica. Mientras tanto, el cráneo, ha sido dibujado más estrecho y .más largo que la fotografía, y por esa razón éste cambia enteramente de aspecto. Mientras que él consevaba en esta figura, en el paladar, el ta- maño de la fotografía, ha liecho los arcos zigomáticos más estre- ciios y ha cambiado su verdadera forma. Sin embargo, lo que está más alterado, es la parte posterior del cráneo. El hueso occipital basilar, no sólo tiene una forma muy distinta, sinó que lo ha hecho más largo y más ancho. Su largo verdadero alcanza apenas á 35 mm. y por su escala resultaría de 50 mm. A los huesos del órgano auditivo, les ha dado Ameghino una for- ma que no posee ningún mamífero, y luego los ha dibujado distin- tos en los dos lados. Pero lo que le da á este cráneo un carácter completamente diferente del de los Tipoterios, es el hueso occipital superior, tal como él lo ha representado. En vez de dibujarlo cóncavo en el medio, lo ha dibujado convexo. Es preciso poseer un descaro inaudito, para catnbiar á discreción caracteres que perte- necen á todo un género. El que compare mi fotografía de la mandíbula inferior, con su figura 4, reconocerá á primera vista, que ésta es una imitacio’'’ ' de la primera. Examinándola con más detención, se verá, que todua los dientes, tanto los incisivos como los molares, han sido íñi*. Te- producidos, y no se crea que son únicamente errores de dibujo, sinó que los dientes han sido alterados en sus formas fundamenta- les. Las esquinas de los incisivos de la mandíbula inferior han sido muy redondeadas, mientras que en verdad tienen, principalmente adelante, un canto bastante afilado y forman ángulos agudos tanto en ambas caras exteriores como ahí donde se tocan los dos dientes. Éstos forman juntos una media luna y coinciden exactamente en su posición con los de la mandíbula superior. Ameghino ha colo- cado dos dientes alargados y redondeados en una línea, de manera que nunca llegarían á adaptarse á los de la mandíbula superior, figura 3; además los representa más anchos que lo que son en rea- lidad. Por su escala, el ancho sería de 0.025 m. según el texto 0.020 y en realidad es de 0.019. Con los dientes molares ha pro- AN. SOC. CIENT. ABG. — T. XXXVII 2 18 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA cedido justamente de un modo contrario que con los incisivos, di- bujando algunos con esquinas muy agudas, mientras que todos los molares están compuestos de dos lóbulos ovalados, de los cuales el posteriores más largo que el anterior. En esta figura, hasta los dientes que corresponden en los dos lados, han sido dibujados dis- tintos unos de otros, así es que á nadie se le ocurrirá querer deter- minar un ejemplar, por ésta. Ahora, los dientes molares de la mandíbula superior, están mucho peor que los de la inferior, aqué- llos no tienen ni el más remoto parecido natural; ni siquiera coin- ciden con el tamaño que él designa en el texto. Descripción de ellos no hace, sólo observa que los dientes molares de la mandí- bula superior, tienen la misma forma que los del Typotherium cris- tatum, con la diferencia que son más pequeños. Las medidas que da del Typotherium cristaturn y del Typotherium momdrwn, son las siguientes: Typotherium cristaturn Typotherium maendrum Diferencia p. m. - .. 0.013 m. 0.012 0.001 » í-.... .. 0.019 » 0.017 0.002 m - . . . . . . 0.024 » 0.0225 0.0015 » .. 0.025 » 0.024 0.001 » ^.... .. 0.0235» 0.0235 0.000 Como se ve, es la diferencia según su propias medidas muy in- significante y el último diente molar es en ambos hasta del mismo tamaño; y si la diferencia de las dos especies se hiciese por el ta- maño délos dientes, la separación de éstas sería enteramente in- fundada, pues en el mismo Typotherium cristatu7nes mucho mayor la diferencia de un individuo á otro. He medido los dientes mo- lares de la mandíbula superior de un Typotherium cristaturn y doy en seguida las medidas junto con los molares de la mandíbula superior, de la cual se sacó la fotografía, y á la que designo con el nombre de Typotheiüum Lausenii. Typotherium cristaturn Typotherium Lausenii Diferencia p. m. - ... 0.015 0.014 0.001 » i ... 0.022 0.016 0.005 m. i ... 0.026 0.0205 0.0055 » 1.... 0.026 0.021 0.005 » i 0.029 0.021 0.008 Aun cuando la diferencia es aquí mayor y los dientes del Typo- therium cristaturn son más gruesos, en mi opinión no sería necesa- EMBROLLOS CIENTÍFICOS 19 ria la separación de las especies por la diferencia de tamaños. Pero en realidad, son diferentes tanto en la forma como en la disposi- ción de los pliegues y surcos. El diente molar posterior del Typo- therium Lausenii, tiene un surco en el borde de atrás, el cual falta en el Typotherium cristatum. Mayor que en el cráneo y en los dien- tes, es la diferencia entre las dos especies en las formas y tamaño de otras partes del esqueleto. El largo del cubito, por ejemplo, es, según el Dr. Burmeister, de M |. pulgadas españolas en el Typo- therium cristatum, de 8 | pulgadas ó sean 20 cents, en el Typo- therium Lausenii, de manera que la diferencia es de 8 centíme- tros. Respecto á los dientes de la plancha 19, figuras 4 y o, son algo más parecidos á los dientes naturales de los Tipoterios. El tamaño del molar, figura 5, es casi el del segundo molar del Typotherium Lausenii, también corresponden los pliegues del lado interior en la vista de la corona, mientras que el contorno del lado exte- rior es distinto. En ambas figuras (4 y 5) no corresponden los contornos de la corona á las vistas de los lados, que él presenta de los mismos dientes; y como no se sabe qué vistas han sido mal dibujadas, tampoco no se puede hacer nada con estas figuras. Ahora me pregunto: ¿Habrá tenido Ameghino más material que los dos dientes y mis fotografías, sobre el cual haya podido plantear la especie Typothe- rium maendrum? Á juzgar por su descripción y sus dibujos, es difícil, pues si hubiese tenido, habría hecho uso de él con seguri- dad. No ha podido fundar una nueva especie por sólo los dos dien- tes, que según él mismo dice, son iguales en forma á los del Typo- therium cristatum, sólo que son 1 á 2 mm. más pequeños. No comprendo el motivo que tuvo para alterar tanto los dibujos del cráneo que ha sacado de mis fotografías y darles caracteres que no pertenecen al género de los Tipoterios. Pero no crea el lector que es esta la única de mis vistas fotográficas que Ameghino ha copiado alterándolas. Á otras las ha adulterado de tal manera, que casi no se puede conocer que ha hecho uso de mis fotografías, y hasta sería difícil el probárselo. Por ejemplo, ha empleado la vista superior del cráneo del Typotherium Lausenii, para representar la misma vista de su Typotherium pachygnatum (pl. 19, fig. 1). Esta figura está por de- bajo de toda crítica: ha dibujado las dos mitades distintas, un arco zigomático está un buen trecho más adelante que el otro ; después 20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de eso se juntan, el contorno superior de éste con la cresta de la parte posterior del cráneo, como sucede en el género Toxodon. En el género Typotherium el proceso zigomáticose aplana en el hueso temporal, y éste último se arquea mucho hácia afuera y no tiene cresta. Los huesos temporales cubren á los respectivos lados un gran hueco, el cual está separado del ventrículo del cerebro y de los órga- nos auditivos por un tabique huesoso delgado. Á Ameghino parece no importársele, el que por semejantes alteraciones, adquiera la or- ganización de un cráneo un carácter enteramente diferente; en general, no se le importa tanto poner en conocimiento de la Paleon- tología la organización de los animales extinguidos, como de enri- quecerla con nuevas especies; y el Dr. Moreno nofué descaminado cuando le llamó « Fabricante de nuevas especies ». Es muy sensible que Ameghino desacredite la Paleontología Ar- gentina con este trabajo que lleva el sello de ligereza y superficiali- dad en cada página, tanto más, que los sabios europeos están acos- tumbrados á mirar con desconfianza todos los trabajos científicos que van de América. Sólo por medio de trabajos exactos y serios se puede imponer la Paleontología Argentina en el mundo científico y granjearse una buena reputación. Otra falta, de la cual se hace responsable Ameghino, y que es tan perjudicial al estudio del desarrollo de los organismos como á la Geología y á la Paleontología, es la falsa designación de las locali- dades y capas, ú horizontes, como él acostumbra decir, en los cua- les se han encontrado los respectivos fósiles. Indica, por ejemplo, como sitio de hallazgo del Typotherium maendrum, las toscas del fondo del Río de la Plata, en el municipio de Buenos Aires, y Monte Hermoso en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, y como capa,, el piso hermósico de la formación araucana, y piso ensenadense de la formación pampeana! ¿Qué partes de su Typotherium maendrum ha encontrado allí ? No se sabe ; á juzgar por sus dibujos, habrá encontrado donde dice, los dos dientes, pl. 19, fig. 4y5. Sin em- bargo, él sabía que he encontrado en San Nicolás, en la formación pampeana intermediaria que corresponde á su piso belgranense, los restos de Typotherium, de los cuales le di las fotografías del cráneo que utilizó para sus figuras 3 y 4, pl. 18, y fig. 1 y 3, pl. 19. Antes afirmaba Ameghino, que sólo se encontraba el Typotherium en el pampeano inferior. Por eso tuve con él una explicación, y le dije que estaba equivocado, si creía que el Typotherium es el fósil EMBROLLOS CIENTÍFICOS 21 caracteríslico del pampeano inferior, pues que yo había hallado ya restos de él en el pampeano intermediario. Al mismo tiempo, le mostré los restos del Typotherium Lausenii. Los reconoció en el acto como pertenecientes á una especie nueva que pudiera encon- trarse en capas más nuevas, y no se quiso dar por convencido de que también se encuentra el Typotherium cristatmn en capas más modernas. Más tarde, cuando encontré otro cráneo en las cercanías de San Nicolás, en la formación pampeana intermediaria, traté de desen- gañarlo;}'^ parece que reconoció su antiguo error; por lo menos de- signa como localidad del Typ. crist.^ San Nicolás y como capa, el piso belgranense, el cual á su modo de ver, es más reciente que las toscas del fondo del Río de la Plata. Es incomprensible, qué puede haberlo inducido á ocultar el ver- dadero sitio donde se ha encontrado el otro Typotheriuin. Creerá, tal vez, que ocultando la realidad, podrá sostener su división absurda de las capas sedimentarias de la República Argentina ? No tengo la /? tención de analizar aquí sus contradictorias opiniones geológicas, es bastante ingénuo para refutárselas él mismo. El lector puede juzgar; en un trabajo « Excursiones geológicas y paleontológicas », Boletin de la Academia Nacional de Ciencias, en Córdoba, tomo VI, escribe en la página 187, palabra por palabra, lo que sigue : « Hasta ahora, en la Pampa no se habían encontrado trazas gla- ciales, y se discutía sobre si las que se encuentran en Patagonia y al pie de los Andes indican una época glacial anterior ó posterior al terreno pampeano. Los trabajos más modernos sobre la época glacial ponen fuera de duda que ésta fué general y única, aunque se manifestó con intervalos de frío de mayor ó menor intensidad. Si la época glacial resultara haber sido anterior al terreno pampea- no, éste, contra lo que demuestran infinidad de otros hechos, re- sultaría ser de época geológica relativamente moderna. Si, por el contrario, y como se deduce de observaciones del Dr. Doering, practicadas en las cercanías de la sierra de la Ventana, la época glacial resultara haber sido postpampeana, entóneos la formación pampeana, de acuerdo con lo que nos enseñan los demás datos geológicos, estratigráficos y paleontológicos, resultaría ser tercia- ria. Ahora, es este importantísimo problema geológico que vienen á resolver las capas en cuestión. « Como se puede ver por el corte geológico de la barranca, las dos capas superiores de la formación lacustre pampeana (números 22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 5 y 6) constan de una acumulación de estratos que en vez de pre- sentarse colocados horizontalmente ó inclinados, pero como de cos- tumbre más ó menos paralelos, muéstranse plegados y dados vuelta sobre sí mismos de mil distintas maneras. Este fenómeno es bien conocido en Europa y Norte-América, y es igualmente sabido que se produce por las capas de arena y arcilla que se depositan encima de grandes témpanos que al fundirse dejan caer al fondo esos materiales, en donde se acumulan afectando disposiciones es- tratigráficas las más caprichosas. Se trata, pues, de fenómenos gla- ciales que se observan por primera vez en el centro de la llanura argentina, lejos de las montañas, y ellos se muestran por primera vez cerrando justamente los tiempos pampeanos, en las últimas y más modernas capas de terreno depositados en esta época, en donde ya es raroencontrar fósilesde grandes mamíferos que fueron sin duda aniquilados por el frío. « Esta estratificación nos demuestra entonces de una manera evidente que el principio de la época glacial aceleró la extinción de los grandes edentados de otras épocas, y marcó el fin de la época pampeana. « Luego, el terreno pampeano, como lo demostraba la estrati- grafía y la paleontología, es realmente preglacial, es decir, tercia- rio superior ó plioceno. Sólo las capas superiores números 5 y 6 de la formación lacustre pampeana pertenecen ya á la época glacial de la que representan sus primeras fases, de modo que dichas ca- pas pueden considerarse como representando en la Pampa el piso lehuelche ó errático del Dr. Doering, que se extiende sobre casi toda la superficie de los territorios del Sud. » Aquí dice claramente, que las capas 5 y 6 de su corte de la ba- rranca del río Luján, es de origen glacial. Al mismo corte, lo presenta en su nuevo trabajo « Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argenti- na », en la página 35 y en la explicación de las capas 5 y 6, las cuales ha declarado ser de origen glacial, dice lo que sigue : «5. Capas amarillentas de arena y arcilla y plegadas con escasos restos de mamíferos extinguidos (piso lujanense).— 6. Capas roji- zas de arena y arcilla, plegadas y con escasas impresiones de Hy- drobia y otros moluscos y restos de mamíferos de géneros extingui- dos. » De manera que estas dos capas 5 y 6, forman parte de su piso lujanense. el cual pertenece al plioceno pampeano, según su EMBROLLOS CIENTÍFICOS 23 división (cuadro de las formaciones cenozoicas de la República Ar- gentina, pág. 14). Véase ahora lo que dice en la página 36 res- pecto á los depósitos glaciales en la formación pampeana y pata- gónica : « Lo que hay de positivo, es que la formación pampeana, como se ha demostrado de una manera evidente, no presenta vestigios de un clima glacial, y por los datos que me ha suministrado mi hermano Carlos Ameghino, parece -que tampoco los presenta la for- mación de los rodados patagónicos, pues no se trata de un depósito de piedras angulosasy estriadas como lasque resultan por el trans- porte y fricción de los glaciares, sinó de una vasta acumulación de guijarros redondeados poi’ el agua como todos los que se forman en los cauces de los ríos que corren por comarcas pedregosas. » Y más abajo, tratando en general del período glacial, añade: « No puedo así prescindir de dedicar algunas líneas á la preten- dida época glacial, para desarraigar, á lo menos en parte, esa creencia en una época de intenso frío que en cierto momento hu- biera hecho sentir sus efectos sobre la superficie de la tierra, sin duda el mayor de los contrasentidos á la cosmogonía terrestre que se haya podido inventar en este siglo. La pretendida época glacial ha dado origen para explicarla á las más raras teorías que se pue- dan imaginar, entre otras á aquella de la periodicidad de las épo- cas glaciales, á favor de la cual se pudieron encontrar vestigios de la acción de los hielos en los terrenos pérmicos y silúricos, y por poco que hubieran continuado, hubiéranlos encontrado desde la época en que nuestro globo estaba todavía en estado incandes- cente. « Concretándome exclusivamente á la América del Sur, puedo avanzar que las trazas glaciales descubiertas por Agassiz en las comarcas tropicales del Brasil, son un mito. El inmenso depósito de drifft glacial en la cuenca del Amazonas, es un depósito de loess como el de la Pampa ; y como afortunadamente todavía esta- mos en la época de los glaciares, se ha podido constatar de la manera más perentoria que en ninguna parte del mundo los ven- tisqueros dan origen á depósitos parecidos al loess. Éste, así en la India como en la China, tanto en las llanuras argentinas como en el valle del Rhin, en todas partes en donde han sido objeto de un estudio especial, ha sido reconocido como formado al aire libre por las aguas pluviales y los vientos, ó empleando la palabra adopta- da, ha sido reconocido como de origen subaéreo. 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA « El gran depósito de piedras erráticas de las cercanías del cerro de Montevideo, ha resultado ser una vasta acumulación de piedras procedentes de distintas regiones de la Banda Oriental, traídas allí por los charrúas, encima de algunos médanos que los convirtieron en un vasto taller de instrumentos de piedra y las famosas roches moutonnés de la playa son grandes bloques de granito desprendidos sobre estrechos senderos, en los que millares de cabezas de ganado vacuno que diariamente iban á apagar la sed en estanques vecinos, refregaban de paso sus lomos sobre esos trozos que tomaron con el tiempo un aspecto parecido al de las rocas pulidas por el hielo.» Como se ve, él refuta en el presente trabajo la existencia de trazas glaciales en la formación pampeana, como si otro y no él la hubie- ra constatado. Al que se interese más por este tema, lo remito á su obra; las conjeturas sobre el origen posible ó imposible del período glacial, no forman parte de la geología científica. Los geólogos saben per- fectamente, que las condiciones del período glacial, que nos está tan cercano, no son conocidas ni con mucho lo suficiente. Sólo es seguro, que en el período cuaternario, grandes ventisqueros se han extendido por vastas comarcas, las cuales se hallan ahora libres de hielo, y que los yacimientos de arcilla margosa en el valle del Rhin, se han formado en el período glacial. Yo mismo he estu- diado el loess del valle del Rhin en Alsacia, y he constatado, que se encuentran allí dos clases de depósitos de loess, de los cuales uno tiene el mismo origen que el de la formación pampeana, mien- tras que el material del otro puede ser que provenga de ventisque- ros, aun cuando estos yacimientos no sean depósitos directos de los ventisqueros. Pero no pertenece esto aquí. Sólo quería de- mostrar cómo Ameghino cambia sus opiniones en un tris, de manera que no se puede saber, si él mismo no echará .mañana por tierra el sistema de división de yacimientos sedimentarios déla Re- pública Argentina que hoy propone. En cada obra nueva lo ha cambiado; pero eso no tiene mayores consecuencias porque con algún trabajo se llega á comprender qué capa es la que designa á la vez con este nombre. No tiene tanta importancia para los trabajos que se hagan más adelante sobre fósi- les, el que la capa pertenezca á éste ó á aquel período, mientras se sepa con seguridad, de qué capase ha extraído el fósil. Pero no se me debe entender mal ; no quiero decir con eso que sea igual. EMBROLLOS CIENTIFICOS 25 si un fósil pertenece al mioceno ó plioceno; sino que es de poca importancia si Ameghino tiene por mioceno el piso belgranense y otro lo califica de plioceno. Todas las afirmaciones de si esta ó aquella capa corresponde á tal ó cual período de Europa, son pre- cipitadas mientras no se haya fijado con certeza los diversos pisos entre sí de las formaciones geológicas argentinas. Si se quiere hacer una división de una formación en pisos que sea natural, según los tiempos en que se depositaban sucesiva- mente las diversas capas, no se debe de ninguna manera hacer eso teniendo por base sólo los hallazgos paleontológicos. En pri- mera línea es la Geología, respectivamente la Estratigrafía la que debe fijar los pisos geológicos yentonces es cuando se puede cons- tatar qué fósiles pertenecen á los respectivos pisos y formaciones. Cuvier no ha dividido en pisos la cuenca de París por los fósiles contenidos en ella^ sino que los geólogos dividieron primero éstas según la construcción estraligráfica en pisos y después él demos- tró qué clase de animales habían vivido durante el tiempo en que se formaba una capa dada . De esta manera sacó en consecuencia que la fauna difiere tanto más de la de hoy cuanto más antiguas sean las capas en las cuales se encuentran los restos. Carece de todo fundamento natural la teoría de la división de los períodos y pisos según la fauna y flora que contienen tas diversas capas ; y eso es muy perjudicial, prin- cipalmente para la teoría de la evolución. Ameghino decía antes, por ejemplo, que el Typotherium cristatum es e! único fósil carac- terístico del pampeano inferior. De manera que por el hecho de haberlo yo encontrado en San Nicolás en el pampeano intermedia- rio, sólo le demostraría según esta teoría (déla cual no sólo hace uso Ameghino,, sino muchos paleontólogos) que la tal capa no es intermediaria sino inferior, pero no que el Typotherium cristatum haya vivido en tiempos más modernos, mientras que la Estratigra- fía nos enseña que la capa en cuestión en San Nicolás es más nue- va que la pampeana inferior, pues que se halla sobrepuesta á esta última, y que el órden de las capas no está allí alterado. Aun cuando Ameghino lo cita siempre como el fósil característico del pampeano inferior, parece que también él se ha convencido de que el Typotherium cristatum ha vivido todavía durante la formación de capas más nuevas que este último. Toda formación que representa una época en sí misma, en la cual se puede distinguir diversos períodos y pisos, contiene ade- 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mas déla fauna de carácter general que atraviesa toda ella, faunas locales, de manera que á menudo una capa terrestre contiene res- tos de animales que en otras capas, que se han formado al mismo tiempo en otros lugares, no se encuentran. La formación pampea- na forma sin duda alguna una época geológica en sí misma, la cual no se puede colocar entre uno délos períodos de la era cainozóica de Europa, como los depósitos deloessdel valle del Rhin. Mas bien forma un sistema propio de pisos, y abarca cierto nú- mero de períodos de las formaciones europeas. Cuándo habrá empezado esta grande formación terrestre (pues es de esta clase) aún no lo sabemos. Lo que casi se puede admitir con seguridad es, que también ella tiene su fauna local. Es claro, que si se quiere conocer ésta, no se deben falsear los nombres de las localidades y pisos, en que se han encontrado los fósiles. La indicación del sitio verdadero, donde se ha encontrado cada fósil, tiene otra y mayor importancia para la ciencia que la sola determinación de la fauna local de una forma- ción. Las observaciones hechas hasta ahora parecen dar lugar á la argumentación de que las clases de animales que abarcan la ma- yor extensión horizontal, también son las que llegan más lejos en dirección vertical, es decir, que han tenido la existencia más larga sobre la tierra. Se encuentran tipos de animales que se han soste- nido durante varios períodos sin cambiarse y pasan de una forma- ción á otra mientras que otros se han desarrollado durante un período geológico en el cual han vuelto á extinguirse. Ahora bien, no es sólo para la Paleontología y Geología de mucha importancia, sinó mayormente para la teoría de la evolución, el saber qué exten- sión horizontal ha tenido cada clase de animal y durante qué pe- ríodos de tiempo ha vivido. Empero, esto se puede únicamente averi- guar cuando la indicación del lugar del hallazgo es exacto. El Ty- potherium parece que sólo ha vivido como el /íí/drocAoerws (carpin- cho) actual en las inmediaciones de ríos, por eso es fácil comprender que no se encuentran restos de Typotherium en comarcas en las cuales no había ríos. En los depósitos del Paraná se encontrarán á menudo huesos de Hydrochoerus, mientras que en la provincia de Buenos Aires, pocas leguas tierra adentro en yacimientos, que se han formado al mis- mo tiempo que las islas del Paraná, no se descubrirá nada de este animal. De la misma manera se encontrará en capas terrestres que se EMBROLLOS CIENTÍFICOS 27 forman hoy en las inmediaciones de las cordilleras, una fauna de mamíferos enteramente distinta á la que encierran los depó- sitos sedimentarios en las islas del Paraná, aunque ambas ca- pas se forman á un mismo tiempo. Si bien los fósiles merecen cierta atención en la determinación de la edad de una formación, no deben ser mirados como datos positivos, cuando se trata de su división en pisos. Aquí sólo se pueden hacer deducciones de las disposiciones de una capa para con las otras y de los cambios físicos á que con el tiempo están sujetas las capas terrestres, una vez que estos cambios hayan sido bien conocidos. Á juzgar por Ameghino, pudiérase creer, que la determina- ción de los depósitos sedimentarios de la Argentina, es un pro- blema resuelto. Á cada uno de los pisos determinados por él, le asigna con tal seguridad un período geológico europeo, como si esto ya hubiese sido comprobado suficientemente y no requiriese de más funda- mento. Un trabajo recientemente publicado por el doctor Buschan demuestra, sin embargo, que no ha convencido en lo más mínimo á los científicos europeos, de sus opiniones en cues- tión. Sólo para hacer comprensible á los sabios europeos, que la for- mación pampeana no puede corresponder á la época cuaternaria de Europa, sinó que abarca varios períodos del tiempo cainozóico, necesitará muchas pruebas y luchas. El Dr. Jorge Buschan, en el número 1 de la Revista Semanal de Historia Nacional de 1893, dice en la página 3: « Pero aun en capas terrestres más antiguas dicen haberse com- « probado huellas humanas. Desgraciadamente, las opiniones de « los geológos sobre la edad de las mismas está muy dividida. « Pues mientras Doering y Ameghino las consideran como plio- « cenas y hasta miocenas, D’Orbigny y Steinmann las cuentan en « las pleistocenas ó cuaternarias. Los únicos restos de huesos hu- « manos de este período tan antiguo (del piso ensenadense ó « pampeano, que es, según Ameghino, correspondiente al plioceno « inferior ), son dientes aislados, que al principio se creía perte- « necían á algún individuo de los Cebios {Protopitliecus bonaeren- « sis). Algo más á menudo se encuentran restos de huesos de ani- « males, que parecen llevar huellas de la actividad humana (la- « bor, fuego), como también, pedazos de ollas y de carbón. En « Monte Hermoso, se halló un esqueleto fósil de Macraiichema 28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA « anticua, formación araucaniense, según Ameghino miocena, « el cual tenía en sus huesos una astilla de cuarzo, que puede pro- « venir de un tiro intencionado, mayormente, teniendo en cuenta « que en la misma capa se hallaron astillas parecidas. « Con estos hallazgos hubiera podido darse por comprobada la « presencia del hombre terciario en Sud América, si no se hubie- « se dudado seriamente hace poco, de la edad de estas pre- « tendidas capas terciarias. Según parece, ha demostrado « Steinmann, de Friburgo, que estas formaciones americanas « corresponden al loess europeo: de esta manera, pertenecería la « pretendida miocena ( araucaniense ) de la Argentina, al gran « período glacial, y la miocena superior ó subpampeana de « Ameghino (que llama también pelmelche) se ha formado úni- « camenle de material del úllimo período glacial. Como, además « de esto, se debe admitir que ios tiempos glaciales han tenido lu- « gar en ambas partes del mundo al mismo tiempo, los restos del « pretendido hombre terciario pudieran ser sincrónicos con el pe- « ríodo paleolítico de Europa. « También apoya la interpretación de Steinmann, una compa- « ración de la fauna mamalógica entre la formación patagoniense « ( oligocena ) y la formación araucaniense (miocena ). En ésta do- « minan los mastodontes, ciervos, llamas y marsupiales de un cli- « ma más septentrional, y que aparecen de repente aquí, estam- « pando á esta fauna un carácter muy moderno á pesar de los « 21 géneros que se han añadido de la primera. « Con esto, el hombre terciario no está probado tampoco para « América, como para Europa. » Yo no he visto ese trabajo del profesor Steinmann, de manera que no sé en qué se funda, para declarar equivalente el loess cuaternario de Europa á toda la formación pampearla, la de Monte Hermoso inclusive. He tenido ocasión de estimar las opiniones geológicas del profesor Steinmann en algunas excursiones de esta especie, de las cuales él formaba parte, y estoy convencido de que sólo puede haberlo inducido á esta declaración el conocimiento insuficiente de la formación pampeana. Él mismo me ha dicho que durante su permanencia aquí no ha hecho estudio á fondo de las Pampas. Sería muy sensible si el profesor Steinmann asignase ter- minantemente la formación pampeana entera en la época cuater- naria. Si bien los geólogos que se interesan por esta formación, y no la conocen por observaciones directas, se forman sobre su edad EMBROLLOS CIENTÍFICOS 29 opiniones propias por la literatura existente, y algunos han lle- gado á la convicción de que la formación de loess en la Argen- tina ha comenzado mucho antes del tiempo cuaternario ; muchos otros científicos, que no son geólogos, pero que se interesan por los restos orgánicos que encierra esta formación, se acogen á las opiniones de autoridades geológicas reconocidas, como lo es, por ejemplo, el profesor Steinmann. Por eso no nos debe tampoco sorprender, si en un trabajo apa- recido hace poco que trata de los hallazgos de restos del hom- bre fósil de la Argentina (Mittheilungen aus dem anatomischen Instituí im Vesalianum zu Basel) nos dice al final el Profesor Kollmann: «Con esto se vuelve á comenzar la discusión sobre « el cráneo de Fontizuelos. La sentencia está en manos de los geó- « logos. Ellos deben determinar claramente en cada caso aislado « en qué estrato geológico se han encontrado los restos humanos, « ó pedazos de vasijas, y enseres de silex, etc. Es de esperar, que « los geólogos de Sud América den su opinión sobre los datos que « ha dado aquí el Sr. Roth. Nosotros, aquí en Europa, no po- « demos hacer casi nada por la solución de los problemas en « cuestión, sólo se puede hacer lo que el Sr. Hansen, dar á cono- « cer sus dudas ó reflexiones al respecto. Felizmente, no es el crá- « neo de Fontizuelos la única prueba de esas comarcas, que « hace en extremo probable la existencia del hombre en el tiempo « de los grandes mamíferos en Sud América.» Es de imprescindible necesidad, que se dispongan aquí excur- siones geológicas en las que tomen parte varios peritos, como se hace en Europa y Norte-América, donde se investigan y discuten los cuestiones geológicas en el sitio mismo del hallazgo. Los resultados de esto, no dejarán de hacer sentir su eficacia so- bre todo en el mundo científico, mientras que las observaciones y conclusiones de uno solo, aun cuando las funde mejor que Arnegliino, encontrarán siempre sus dudas. Rosario, Agosto de 1893. DEPARTAMENTO DE OBRAS PÚBLICAS EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO EN EL CANAL SUD DE ENTRADA PARA OBTENER EL COEFICIENTE DE REDUCCION DE AGUA CORRESPONDIENTE A DICHO MATERIAL Los experimentos empezaron en el mes de Mayo próximo pasado. Primero se tomaron varios cajones de madera que se llenaron de arena mezclada con barro proveniente del material dragado, se ta- paron y sellaron dejándolos así doce días. El 30 de Mayo se desta- paron no dando resultado porque se encontraban coeficientes de disminución muy diversos y hasta aumento en algunos. Se convino entonces construir un gran cajón de hierro que se lle- naría con el material dragado hasta cierta altura y luego se acaba- ría de llenar con agua que ejerciera una presión de 0,5 kilógramos por centímetro cuadrado sobre aquel, mediante una columna de agua de una altura de 5 metros aproximadamente. El 1 2 de Julio de 1 892 estando presente el que firma y los señores Walker, Rrause, Mollet, Simpson y Butsa, se llenó el cajón de hie- rro con el material dragado en el Canal de Entrada tomado de la chata á vayor « María, número 6 » hasta la altura que indica el croquis de la figura 1 . Se tomaron seis medidas de alturas en los puntos que muestra la proyección horizontal del cajón figura 2. En seguida se cerró herméticamente, se selló y se dejó en reposo hasta el 27 del mismo mes en que se abrió á las 1 0 y 30 a. m . En este día se sacaron los sellos que se encontraron intactos y se sacó el agua con dos sifones. Se midió en seguida la altura del barro dando el siguiente resultado indicado en la figura 3. EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO El promedio general es, pues, de 145,06 milímetros. La altura primitiva del material era 701 milímetros — 117,25 = 583,75 milímetros la depresión obtenida 145,06 milímetros — 117,25 milímetros = 27,81 milímetros de donde resulta que la disminución producida ó el coeficiente de reducción correspondiente, ha sido de 4,76 por ciento. Cerrado el cajón se selló y se golpeó durante algún tiempo al ex- terior con un martillo con el objeto de que se asentara el barro. Al día siguiente se abrió y de las medidas hechas resultó un coe- ficiente de reducción de 7,37 por ciento. El 29 de Julio ó las 11 y 30 a. m. se abrió nuevamente el cajón, se hicieron las medidas como anteriormente, obteniendo un coefi- ciente de reducción de 8,26 por ciento. Al día siguiente 30 de Julio á las 11 y 15 a. m. se destapó el ca- jón, se volvió á medir la depresión del barro dando por resultado un coeficiente de reducción de 9,58 por ciento. Estos experimentos no pudieron continuarse, porque á causa de los repetidos golpes dados al cajón empezó á hacer agua por no ser bastante resistente. Para evitar estos accidentes convine con los Empresarios en que construirían cuatro cajones cilindricos de las dimensiones que más adelante se indican, los que se llenarían con el material escavado por sus dragas en el Canal de Entrada, tomadas de varias chatas cargadas bajo la vigilancia de esta Inspección General. Estos cajo- nes después de cerrados herméticamente se colocarían sobre un pe- queño wagón al que se daría un movimiento de vaivén por medio de un pequeño motor, debiendo tener los rieles sobre los que corre- ría el wagón tres escotaduras cada uno; de este modo se reemplaza- ba con ventaja los golpes dados con un martillo al cajón de los ex- perimentos anteriores, pues el sacudimiento sería mucho más re- gular y mayor, se produciría mejor el asentamiento del barro, y desaparecería el peligro de que los cajones hicieran agua. Estando listos los cajones el 29 de Setiembre del año próximo pa- sado se dió principio á los nuevos experimentos estando presentes el que suscribe y los señores Mollet, Darquier, Simpson, Butsa y Langen. 3^2 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Ss midieron los cajones de hierro preparados por la Empresa para los experimentos dando el resultado que se indica en los croquis de las figuras 4, o, 6 j 7. Los cajones números 1 y 2 se llenaron con barro de la chata nú- mero 1 3 que se cargó con el material escavado por la draga « Sars- field » que trabajaba entre los kilómetros 0.000 y 1.000 del Canal de Entrada. Los cajones números 3 y 4 se llenaron con arena, mezclada con poco barro, de la chata número 6 que se había cargado con el ma- terial extraido por la draga «Frías», que trabajaba en el Canal de Entrada, atrás de la anterior para repasar el Canal. En seguida de cerrados herméticamente con junta metálica y con un tornillo de presión se han llevado los cajones en ferrocarril hasta el taller de la Empresa y colocado en un pequeño wagón que se movía sobre rieles mediante un motor que le hacía ejecutar 18 viajes de ida y 18 de vuelta por minuto. El objeto de esta operación era de asentar el barro contenido en los cajones. El 27 del mismo mes á las 10 y 30 a. ra. estando presentes los mismos señores se abrieron los cajones dando el siguiente resul- tado : Cajón número 1 No dió resultado — 2. .... . Bajó 1 centímetro — 3 Bajó 1 centímetro — 4 Bajó 1 centímetro Estos cajones empezaron á andar el 23 de Setiembre próximo pa- sado á las 11 a. m. y han seguido en movimiento durante los días 24, 26 y 27 hasta las 6 y 30 a. m. en que quedaron parados hasta las 12 m. Como á los rieles sobre los que se movía el wagón se les practi- ron tres escotaduras (á cada uno) enfrente unas de otras, á la dis- tancia de las dimensiones que se indican en el croquis (figura 8), resulta que los cajones han sufrido en cada viaje de ida y vuelta 6 golpes en cada minuto, 6x18 = 108 golpes y en todo el tiempo que han estado en movimiento, es decir en 31 horas, 31X60X6X18 = 200,880 golpes. El 4 de Octubre á las 10 y 30 a. m. estando presentes los mismos señores se abrieron por segunda vez los cajones que se habían EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO 33 puesto en movimiento desde el 28 de Setiembre á las 12 m. y siguie- ron en ese ese estado hasta el 4 de Octubre á las 10 y 30 a. rn. ha- biendo sufrido en este tiempo ó sean 30 horas, 30 X 60 X 6 X 1 8 = 1 94,400 golpes que agregados á los del período anterior 200,880 golpes dan un re- sultado de 395,280 golpes. Los cajones dieron el resultado indicado en las figuras 9, 10, 11 y 12. Nota. — Del cajón número 4 había salido un poco de barro que se repuso antes de volver á taparlo. Después de cerrados los cajones se pusieron en movimiento des- de las 12 m. del mismo día 4, y han continuado en este estado, á razón como antes^ de 12 horas diarias, hasta el 7 de Octubre á las 1 0 a. m . Después estuvieron en reposo hasta el día siguiente en que es- tándolos mismos señores de las experiencias anteriores, con excep- ción del señor Mollet, se procedió á abrirlos por tercera vez. El número de golpes sufridos en este tercer período ha sido el siguiente : 34x60x18x6 = 220,320 golpes que con los anteriores ó sean 395,280 golpes hacen un total de 615,600 golpes. El resultado obtenido fué nulo, porque habían quedado en reposo muy poco tiempo después de los numerosos golpes que habían so- portado, por cuya razón el barro no tuvo tiempo de asentarse. Se resolvió entonces cerrar de nuevo los cajones, uniéndolos entre sí por medio de un hilo de cobre cuyas extremidades se han unido y sellado con plomo y con el sello usado por la oficina del Sanea- miento del Riachuelo, que tiene grabada la inscripción « S. del R. ». Luego de llenados los cajones se determinó dejarlos en reposo hasta el día 1 1 de Octubre como así se hizo. Á las 10 y 30 a. m. de este día, y estando presentes el que suscri- be y los señores Langen, Simpson y Butsa, se procedió á abrir por cuarta vez los cajones que estaban en reposo desde el 8 del mismo mes á las 10 y 30 a. m., dando el resultado que se indica en los croquis figuras 13, 14, 15 y 16. AN. SOC. CIEXT. ARG. — T. XXXVII 3 34 anales de la sociedad científica argentina En seguida se han vuelto á cerrar los cajones de la manera indi- cada anteriormente y han empezado á moverse desde las 12 m. del día 12 de Octubre hasta el 21 del mismo á las 12 m., en total 8 días ó sean 96 horas de movimiento, que da un número total de gol- pes de 96 X 60 X 1 8 X 6 — 622,080 golpes que agregados á los anteriores que eran 615,600 nos da un resulta- do de 1.237,680 golpes. Los cajones han quedado en reposo desde ese momento hasta el 27 de Octubre en que se abrieron por quinta vez estando presentes el que suscribe y los señores Langen, Darquier y Butsa, siendo las 3 p. m. El resultado obtenido es el que va en las figuras 17, 18, 19 y 20. Para darse cuenta del estado del material dragado contenido en los cajones, se hicieron en seguida los siguientes experimentos: Tomóse una regla de madera blanca ( figura 21), marcada con una A en el medio y con 1 y 2 en cada extremidad, siendo sus di- mensiones las indicadas en la figura 21 , y se la colocó vertical- mente arriba del barro entre dos reglas de fierro B que servían de guías á la regla A, para ver cómo y con qué peso se hundían en el barro de cada cajón y hasta qué profundidad (fig. 22). La regla A de madera y dos bandas de plomo, que también se usaron, para obtener mayores presiones, colocándolas en la extremidad superior de la regla A, fueron pesadas, después de los experimentos, en la Farmacia de Rolon y dieron el siguiente resultado: Peso déla regla A 115 gramos. — banda N'’ 1 75 — — — N*’ 2 85 — Los experimentos dieron el resultado que se indican en seguida. A. Sin peso (regla sola), después de cinco minutos Extremidad 1 Extremidad 2 Promedio milímetros milímetros milímetros Cajón N° 1 70 70 70 1 O 80 80 80 có o I 150 152 151 158 1 56 157 EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO 35 B. Con una banda de plomo 1 (75 gr.), después de cinco minutos Extremidad 1 Extremidad 2 Promedio milimetros milímetros milímetros Cajón N® 1 108 — 108 — 2 135 144 138 — 3 154 . 156 155 — N° 4 163 163 163 C. Con dos bandas de plomo, ^ y 2 (75 85 gr.) después de cinco minutos Extremidad 1 Extremidad 2 Promedio milimetros milimetros milimetros Cajón 1 160 — 160 — 2 148 190 Desechado — N° 3 156 — 156 — N° 4 170 172 171 Después se han vuelto á cerrar y sellar los cajones empezando el movimiento desde las 6 a. m. del 28 de Octubre próximo pasado. La sección de la regla A hemos visto que era figura 23 es decir, que su superficie es 68 milímetros X 7 milímetros = 4,76 centíme- tros cuadrados. Por consiguiente el material ha estado sometido en cada uno de los experimentos á las siguientes presiones específicas: 1 1 5®’’ «) , = 24,1 6®^" por centímetro cuadrado 4,76‘^™~ * 1 90®'^ 6) ^^--—3 = 39,92®'' por centímetro cuadrado 275gr 0 ^ = 57,77®'' por centímetro cuadrado Debemos advertir que del peso de la regla no se ha deducido el correspondiente al volúmen del líquido desalojado. Además, cada vez que se sacaba la regla, salía sucia con barro, de donde se deduce que al introducirla había frotamiento entre la madera de que está compuesta y el barro. Este frotamiento no se ha tomado en cuenta. 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA De aquí resulta que las presiones específicas á que ha estado so- metido el barro son menores que las admitidas para la confección de los diagramas (figuras 24, 25, 26 y 27). El 28 de Noviembre estando presente los señores Dobson, Alison, Walker, Darquier, Langen y Butsa se abrieron los cajones que se encontraban en reposo desde el 16 de Noviembre, después de haber sido movidos durante 17 días y haber sufrido por consiguiente, 1.664.400 golpes, que agregados á los anteriores hacen 2.404.080 golpes. En los cajones números 1 y 2 no pudo medirse la depresión obte- nida á causa de haberse salido y depositado el barro entre la tela metálica y la tapa de fierro del cajón, dejando la superficie del ba- rro muy desnivelada. En los cajones números 3 y 4 tampoco pudo medirse la depre- sión del material por la causa indicada y por encontrarse muy tur- bia el agua por el óxido de fierro desprendido por efecto de la oxi- dación, por el agua, déla tela metálica. Para evitar este inconveniente se sustituyó la tela metálica por junta de cauchouc volviéndose á cerrar herméticamente los cajones y luego sellados. Al siguiente día, 29 de Noviembre, volvieron á abrirse los cajo- nes á las 3 p. m. en presencia de los señores Duclout, Dobson, Lange, Darquier y Butza. Abiertos los cajones, números 3 y 4 se sacó el agua con un si- fón de goma para poder medir la depresión del material, siendo los resultados los que se indican en las figuras 28, 29, 30 y 31 . Para darse cuenta del estado del material dragado contenido en los cajones, se hicieron los siguientes experimentos. Tomóse una regla de madera blanca marcada con una C, de sec- ción cuadrada, siendo sus dimensiones las indicadas en la figura, 32; y se la introdujo en los cuatro cajones del modo que muestra la figura 22. Se usó también una regla rectangular marcada D, cuyas dimen- siones son las indicadas en la figura 33. Las bandas de plomo eon que se cargaron estas reglas fueron tres, numeradas 1, 2 y 3. Después de terminados los experimentos fueron pesadas en la. Droguería de Demarchi, Parodi y C''*, lo mismo que las reglas de madera. Los pesos obtenidos fueron los siguientes : EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO 37 Gramos Regla cuadrada (C) 167 — rectangular (D) 72 Banda de plomo N° 'I 85 — — N«2.... 80 — — N°3 95 El resultado de los experimentos fué el que se indica en seguida: Cajón N° 2 Con la regla cuadrada (C) : Gramos Penetración a) Sin peso 167 mm b) Con peso N° 1 252 84™™ b ') Con pesos N°M y 2 332 1 39™™ c) — 1 , 2 y 3 . . . 427 150™™ Con la regla rectangular (D) : Penetración a') Sin peso '^Qmm Cajón N° 3 Con la regla cuadrada (C) : Gramos Penetración a) Sin peso 167 1 67™™ b) Con peso N° 1 252 1 68™™ c) Con pesos 2y 3 427 1 69™™ Con la regla rectangular (D) : a') Sin peso 72 167™"’ Cajón N° 4 Con la regla cuadrada (C) : 38 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Gramos Penetración d) Sin peso 167 157““ b) Con peso N° i 252 163““ c) Con pesos 1 , 2 y 3 ... . 427 165““ Con la regla rectangular (D) : ft') Sin peso 72 i 42“”“ La sección de la regla cuadrada (C) es la de la figura 34. Luego su superficie es : 25 mm. x 25 mm. = 6,25 centímetros cuadrados. Por consiguiente, el material ha estado sometido en cada uno de los experimentos á las siguientes presiones específicas : a) b) b') c) 167® 6,25"“' 252^" 6,25"“^ 332®’ 2 = 26,70®" por centímetro cuadrado 6,25"“^ 427®’ 6,25"“^ 2 = 53®" = 68®" La sección de la regla rectangular (D) hemos visto que era la de la figura 35 es decir que su superficie es : 60 mm. X 4,7 mm. = 2,82 centímetros cuadrados. Luego la presión específica que sufre el barro en este caso es: 72®" a') = 26®" por centímetro cuadrado / 2,82"“^ ^ Casi igual al caso a), como debía suceder, no habiendo salido igual debido á que el frotamiento es mayor en esta regla que en la cuadrada C. Con estos elementos hemos pasado á confeccionar los diagramas, EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO 39 adoptando como presión límite la de 58 gramos por centímetro cuadrado (figuras 36, 37 y 38 ). Debemos advertir que en estos experimentos no se ha tomado en cuenta el frotamiento entre la madera y el barro, como tampoco se ha deducido el peso correspondiente al volúmen del líquido desalo- jado, de manera que las presiones específicas admitidas son algo menores que las efectivas. Estos diagramas y los anteriores se han construido tomando dos ejes de coordenadas rectangulares y llevando sobresellos como abs- cisas y ordenadas las presiones específicas y las penetraciones res- pectivas. En seguida se han calculado las superficies sombreadas, que son las comprendidas entre la curva que forma el diagrama y una para- lela al eje de las y (presiones específicas) trazada á una dis- tancia del origen igual ála penetración que corresponde á la pre- sión límite paralela y dividiendo estas superficies por la presión límite admitida, hemos obtenido los valores indicados con x en nuestros diagramas, los que restados de la penetración máxima nos han dado la altura reducida debida á la presión media que soporta, más ó menos, en el lecho del río ; sumada con la altura reducida, obtenida antes de someter el material á presión, nos ha dado la reducción probable y con esta el coeficiente de reducción correspondiente. La teoría en que se funda la construcción de nuestros diagramas es la siguiente : Sea A (fig. 39) un prisma de altura infinitamente pequeña da, aislado en la mezcla de agua y barro ( material dragado ). Designe- mos con p, la presión que puede soportar el material en las condi- ciones en que se encuentra y con pj presión límite á que se supone que debe resistir en su estado normal, es decir, más ó me- nos, la presión media á que resistía cuando se encontraba en el lecho del río. Supongamos este prisma aislado en un recipiente sólido, abierto en sus dos extremidades y cerrado arriba y abajo por dos émbolos completamente permeables al agua, que forman una especie de prensa-filtro teóricamente perfecto; el émbolo superior soporta la presión p, y el inferior la — p. La introducción en el barro de esta especie de mecanismo ideal no cambia, como se comprende, absolutamente nada el estado de equilibrio de nuestro prisma elemental. 40 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Aumentemos la presión p, hasta hacerle adquirir otro valor rela- tivamente poco diferente de p, p 4- dp, entonces el agua sale por los émbolos filtros y la altura da del prisma se reduce aumentando la resistencia del barro incluido en él ; ahora bien, la hipótesis que hacemos es la siguiente : La reducción de altura que sufre el prisma elemental da en vir- tud de un aumento muy pequeño dp, déla presión p es proporcio- nal : 1° á la altura da] 2° al aumento de presión dp] y 3° inversa- mente proporcional á la presión p dp k que resiste después de aumentada la presión ; las dos primeras hipótesis parecen eviden- tes a priori ; y la tercera también, si se observa que cuanto mayor es la presión á que resiste el barro tanto menor es la compresión que sufrirá debida á un pequeño aumento dp, de la presión espe- cífica ; estas hipótesis se escriben en lenguaje matemático así : o . da = K . da — T~r‘ p -[- dp El coeficiente K debe ser igual á 1 ; pues si la presión p, que so- porta al principio, fuera igual á cero, es decir si se tratara de un líquido perfecto debería obtenerse para el valor da = K . da dp o dp K . da el mismo valor da, el líquido perfecto pasaría todo entre nuestros dos émbolos permeables por pequeño que fuera el aumento de pre- sión dp ; luego se tiene : o da = da — ——r p dp de aquí se deduce la altura reducida : da ' =■ da — o da = da ( I r-r- I = da — • V P + dpj p + dp ahora bien entre límites estrechos como los de nuestros experi- mentos sustituimos á dp una variación finita Ap, y obtenemos : i\a' pda p + Ap ’ EXPERIMENTOS CON EL MATERIAL DRAGADO 41 y si integramos esta expresión desde la superficie del barro hasta la profundidad á que soporta la presión límite: = p + Ap de que se trató al principio, se obtiene la altura reducida de toda la capa, cuya altura primitiva era a. a' ■ \ pp = pi - I pda. [Jl = 0 En nuestros diagramos se da p en función de a y el integral : representa el área comprendida entre la curva que forma el diagrama y una paralela al eje de las y ( presiones específi- cas ) trazada á una distancia del origen igual á la penetración co- rrespondiente á la presión límite p¿. Es de notar que las dos séries de diagramas que se refieren á ex- perimentos hechos en épocas diferentes y con materiales desigual- mente densos, conducen todos al mismo resultado, lo que prueba que la teoría aceptada es perfectamente exacta. De las dos séries de diagramas se deduce : Para el barro : Cajón I (I® série) 13,05 % — N° 2(1® série) 16,09 — 2 (2® série) 17,17 Suma 46,31 Promedio 15,44 Para la arena : Cajón N° 3 (1® série) 23,34 % — N° 4 (1® série) 23,86 — N® 3 (2® série) 25,47 — N° 4 (2® série) 23,67 Suma 96,34 Promedio 24,09 42 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Tomando ahora 2 % como coeficiente de reducción por el mate- rial que queda depositado en el fondo de las chatas al vaciarlas, resultan los coeficientes de reducción definitivos : Para el barro 17,44 %. Para la arena 26,09 Vo- El cubo dragado ha sido 508, 149 metros cúbicos que se descom- ponen así : Arena 372,478“>3 Barro 135,671 “3 por consiguiente aplicando á la primera el coeficiente de reducción 26,09 Vo y al segundo el coeficiente 17,44 resulta : Cubo de arena á deducir — barro — De modo que el cubo real dragado ha sido : Arena : Cubo dragado 372,478“3 — á deducir. 97,1 79“3 Cubo real dragado 275,299^'^ Barro : Cubo dragado 135,671 “3 — á deducir 23,661™3 Cubo real dragado 112^010'^^ Es decir que el cubo total que se debe certificar definitivamente es Arena 275,299“3 Barro 112,010“3 Total 387.309^^^ Boca, Julio 27 de 1893. J. Duclout Inspector general de las Obras del Riachuelo. 97,1 79“3 23,661 "*3 INCOHERENCIA DEL ADOPTADO POR LOS DEPARTAMENTOS DE INGENIEROS DE LA NACION, DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Y LA OFICINA DE TIERRAS Y COLONIAS El objeto del siguiente artículo es poner á los ingenieros y agri- mensores en guardia contra la engañosa seguridad que ofrece el sistema actual de tolerancias, del todo arbitrario, que no se fun- da en consideración alguna teórica ó práctica, y demostrar su absoluta incompatibilidad con las conclusiones generales que su- ministra un detenido exámen de la cuestión. Adoptar las tolerancias : 0,01 en las longitudes, 30' en los ángu- los y 0,01 en la superficie quiere decir, interpretando lógicamente; 1° si se cometen en las longitudes de los lados de un polígono errores que no pasen del uno por ciento y en los ángulos errores que no pasen de 30', aceptamos como exacta la superficie del mismo ; 2° aceptamos como exacta la superficie si no pasa del uno por ciento el error en la misma; pero resulta que llenando los requisi- tos, respecto de los ángulos y longitudes, el error final en la super- ficie puede prácticamente, y no en casos excepcionales, pasar en va- rias veces la tolerancia. Admitamos como definición de un sistema racional : un sistema tal que si se cometen en los elementos de un polígono errores inferio- res á las tolerancias respectivas en las mismas, el error en la super- ficie es inferior á la tolerancia en la misma. u ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Adoptemos la tolerancia de 0,01 en la superficie y vamos á bus- car cuáles son los límites de los que no pueden pasar los errores en los ángulos y longitudes, es decir, las tolerancias en las mismas ^ para que quede el error de superficie inferior á 0,01 . En un folleto anterior (iñudes de la Sociedad Cientifica Argentina, tomo XXXVI, pág. 5 y siguientes) (1) al que para evitar repeticiones remitimos al lector, hemos demostrado que en un polígono rec- tilíneo cualquiera, el error de superficie es, por el método pres- crito por el Reglamento, que consiste en determinar directamente los ángulos y las longitudes de los lados, S err. de longitud X dist. del origen al lado -[- I S err. en el ángulo X dist. del origen al vértice^ Hemos obtenido como límite superior de este error la expresión en la que M es el coeficiente del mayor de los errores absolutos en una longitud, S la superficie del polígono, el límite superior del error en un ángulo, l la distancia del origen á un vértice ó longitud de una diagonal que parte del origen . Estaremos, seguros de que el error de superficie es inferior á 0,0 i si este límite es inferior á 0,01. S, ó si I. Los errores en las longitudes medidas con la cinta son siem- pre positivos y por tanto todos los términos de 1. Expresión analítica del problema (O 2. Observaciones S err. de longitud X dist. del origen al lado (1) Dicho artículo ha sido también publicado separadamente. SISTEMA DE TOLERANCIAS RELATIVAS Á MENSURAS 45 tendrán el mismo signo; esta suma podrá alcanzar con la mayor facilidad.'su límite]superior 2M S ; y podemos decir^ que si el terre- no no es muy desigual el error de superficie producido por los erro- res de longitud se diferencia poco de su limite 2MS. II. Los errores en los ángulos son indiferentemente positivos ó negativos, según todas las probabilidades, en 21 err. en el ángulo X dist. origen' todos los términos no tendrán el mismo signo, y podemos decir que en todos los casos, el error de superficie producido por los errores en 21' los ángulos es siempre muy inferior á su limite III. Para resolver la disigualdad (I), tenemos que descompo- nerla, llamando 0 un número comprendido entre 0 y 1, en las dos desigualdades 2>I< 0,01.0 (2) ■,^<0,01 (1-e). ‘ (3) 2/2 Como la única diferencia que hay entre los límites 2MS y es que el primero se puede alcanzar en cualquier caso y el segundo en ninguno, estaríarnos inclinados á admitir para el segundo un límite superior á 0,01 (I — 0), pero salimos, por lo mismo, del ter- reno seguro para entrar en el de las probabilidades. Para que resulte completa seguridad, hay que atenerse á llenar las desigualdades (2) y (3), es decir, dilatar un limite á expensas del otro si no se admiten valores iguales para arabos. 3. Resolución y consecuencias De (2) y (3) sacamos (4) M < 0,003.0 (o) ■0 < 0,01 (1 — 6). 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA es un número abslraclo que varía con la forma del polígono, es prácticamente siempre superior á 0, por ser S una cantidad posi- tiva ; vamos á demostrar que en todos los casos es inferior á 1 por el teorema que sigue. Teorema. — En un polígono cualquiera, la suma de los cuadrados de las diagonales y de los dos lados que parten de un mismo vértice es superior al doble de la superficie del mismo. Sean 1^ ka los dos lados y el ángulo comprendido de un trián- gulo, cuya superficie es s 1 2 ¿o li sen a* Tenemos las desigualdades evidentes : 1 1 ^ Iq /} sen cc - • pof M, obte- nemos el límite superior M(«// + bf,' + ...), según la propiedad fundamental de las funciones homogéneas, te- nemos que ••• =2/'(«¿...) ó 5S por tanto el límite superior del error de superficie es 2MS Q.E. D. o. Limite superior del error de superficie producido por errores en ¿os ángulos Teorema. — El limite superior del error de superficie debido á los errores en los ángulos depende del método de relevamiento y de la forma del poligono ; se puede representar por r, F, siendo el limite superior del error en un ángulo j E una función cuya forma depende del método de relevamiento . Los errores en los ángulos, cualesquiera que sean sus valores y sus signos deforman el polígono; el error de superficie es función de cada uno de los errores y como son por completo, independien- tes unos de otros, esa función será una suma de la íorma 3] A a; el valor de A depende de la posición del vértice correspondiente con respecto á los demás vértices y lados del polígono y del mé- todo de relevamiento. El límite superior obtenido suponiendo todos los errores iguales á será •/;:^A ó -^F La luncion F es en el método por rodeo. AN. SOC. C.1ENT. ARG. — T. XXXVII Q.E. l). 4 50 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 6. Sobre una cuarta tolerancia Leemos en el Reglamento general de mensuras en Territorios na- cionales que será tolerado un error de 30 ' en un ángulo tomado ais- ladamente, pero que la suma de los errores en los ángulos del polígono no podrá pasar de tantas veces 40 minutos cuantos ángu- los tenga el polígono. Esta restricción es arbitraria, absurda é incompatible con la pro- piedad característica de los errores en los ángulos de ser indiferen- temente de un signo ú otro, puesto que establece una relación entre el número de errores de un mismo signo j el número de errores de otro signo cuando pasa la suma del límite n.\^' . Nada impide que sean todos del mismo signo los errores en los diversos ángulos de un polígono; los errores no se compensan for- zosamente en parte y mucho menos en una proporción arbitraria como la que determina el Reglamento.'’ En el mismo Reglamento se habla de una tolerancia de un me- dio por ciento de las sumas de cada una de las cuatro columnas de la planilla que sirve para el cálculo de los residuos sobre OX y OY. Esta se refiere directamente al método de cierre del polígono cuya absurdidad quedn establecida en el folleto más arriba men- cionado. 7. Disconformidad entre las mensuras de un mismo campo por dos agrimensores Supongamos que la superficie exacta S y los límites determi- nados por la tolerancia 0,01 están respreseiitados por orden de magnitud por L S L ' 1° Si la superficie determinada por uno de los agrimensores se encuentra entre L y S, por ejemplo, y que la otra se diferencie de esta en más de 0,02, la segunda está fuera del intervalo L L ' , es de- SISTEMA DE TOLERANCIAS RELATIVAS Á MENSURAS 5i cir que, si dos mensuras se diferencian en más del doble de la tole- rancia, tenemos la certitud completa de que él error de una de las dos pasa de la tolerancia ; 2° Supongamos que una de las superficies S ' se encuentra entre L y S y que las dos se diferencian en más de 0,01 : sean S/ Sg' las dos superficies que se diferencian de S ' en 0,01 en más ó en menos, es obvio que S/ está á izquierda de L y So' entre S y L' ; colocando estas superficies por orden de magnitud tenemos S/ L S' S S'a L' la segunda superficie se puede encontrar : 1° a derecha de L' ; 2° entre S2' y L' ; 3“ á izquierda de Si ' vemos que de tres casos posibles é igualmente posibles, hay dos en que la segunda superficie está fuera de LL', y por tanto sidos mensuras se diferencian en más de la tolerancia es probable que el error en una de las dos pasa de la tolerancia, la probabilidad pai’a 2 que pase es Excusado es decir que cualquiera que sea la diferencia entre dos mensuras el error en ambas puede pasar de la tolerancia. Determinación de la mensjira cuyo error pasa de la tolerancia En caso de disconformidad entre dos mensuras, el criterio que permite decidir cuál de las dos pasa de la tolerancia es la 7nensura de un tercer agrimensor, mensura cuya aproximación es descono- cida (el mismo Reglamento nada dice al respecto), lo que hace que se puede declarar errónea la mensura que no pasa de la tolerancia y aceptar como exacta la mensura errónea en realidad. No se puede y no se debe decidir sino cuando se conoce el limite superior del error en la mensura que sirve de criterio, en cuyo caso no se puede declarar errónea con certidumbre completa una men- sura si no se diferencia de ésta en más de 0,0! . S -f limite superior 52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA como es fácil demostrarlo del mismo modo que los resultados del artículo que antecede. Puede suceder que aquella de las dos mensuras que pasa de la to- lerancia ó ambas, si están en el mismo caso, á escapen esta inves- tigación, es decir, se encuentren dentro de estos nuevos límites, pero no, que se declare errónea la que no lo es. Edmundo Soulages, Ex-Alumno de la Escuela Politécnica de París; Ingeniero. EL MUSEO DE LA PLATA Por RICARDO LYDEKKER (ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA «NATURAL SCIENCE», TRADUCIDO POR F. BURMEISTER) INTRODUCCION En vista de la curiosidad que ha despertado en Europa el pre- sente artículo del doctor Ricardo Lydekker, Director de la Sección paleontológica del Museo Británico, sobre el Museo de La Plata, no dudo que interesará también en nuestros círculos científicos, por las apreciaciones que hace al respecto. Por esta razón he traduci- do íntegro este trabajo, sintiendo sólo el no tener las láminas que acompañan la edición inglesa, para mejor comprensión del texto, aunque para la mayor parte de los lectores en la Argentina estarán de más por conocer personalmente el Museo de La Plata, parte de cuyos salones representan dichas ilustraciones. EL MUSEO DE LA PLATA Como nuestros lectores tendrán probablemente presente, cuando la ciudad de Buenos Aires fué constituida capital de la República Argentina, se consideró conveniente que la provincia de ese nombre tuviese una capital propia. En consecuencia, dos años después fué fundada la ciudad de La Plata en un sitio que queda unas treinta y cinco millas al sur de la metrópoli, é inaugurada como capital de la Provincia de Buenos Aires. Una de las razones que han influido en la elección de un 5i ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA sitio tan cercano á la metrópoli, parece haber sido la necesidad de poseer un puerto, donde los barcos de mayor tonelaje pudieran arrimarse á lo largo de las obras del puerto; por eso uno de los pri- meros pasos fué la construcción de un magnífico canal de navega- ción que tomando su principio en el río, termina en el sitio cono- cido con el nombre de La Ensenada, facilitando la distancia al cen- tro de la nueva ciudad y provisto de comodidades para transatlán- ticos de casi todas las dimensiones. Con la energía característica transatlántica se apresuró la confección de los planos y la cons- trucción de la futura capital; y donde hacía poco, sólo existía una sencilla estancia, se levantó luego una ciudad de altivos palacios y regulares manzanas, que ha sido llamada no sin propiedad la Ciudad Encantada. Mientras duró aquella época de pujante ade- lanto, en la Argentina hubo de temerse que La Plata llegaría á ser una rival de la metrópoli, pues el furor de poblar y de edificar competían, tratando de sobrepujarse. Desgraciadamente, esta ha- lagüeña perspectiva fué sólo de corta duración y actualmente los regios palacios y muchos boulevards de la encantada ciudad se hallan casi desiertos, excepto durante las sesiones del Parlamento Provincial; y en vez de resonar al rodar de los vehículos y á las pisadas de la muchedumbre, las calles adoquinadas permanecen silenciosas, abandonadas y salpicadas de naciente yerba. Si este estado de soledad y paralización será permanente, ó si no es sino el estadio preparatorio para llegará un período de pros- peridad y progreso, nonos incumbe indagarlo en estas páginas. Existe, sin embargo, en los límites de La Plata un noble edificio que debe hacer para siempre célebre el nombre de esa ciudad, á través de todo el mundo científico. Este edificio (debo acentuarlo) es el Museo, que debe su fundación y prosperidad presente sólo á la indomable energía y perseverancia de su hábil y cumplido di- rector, doctor F. P. Moreno. Reconociendo la importancia de un debido aprecio á la ciencia en un país dotado con tesoros paleontológicos tan ricos, el doctor More- no, no perdió un momento sin dejar de demostrar al Gobierno de la Provincia la necesidad de proveer fondos para la tundacion de un Museo, que fuese digno déla vecindad de los regios palacios de la encantada ciudad; afortunadamente para la ciencia, sus esfuerzos fueron coronados con el éxito que tan bien merecían. Sólo dos años después de la inauguración de La Plata como ciudad (en el año 188 i), fué obtenida la sanción del gobierno para la fundación EL MUSEO DE LA PLATA 55 del Museo; terminándose el imponente edificio en 1889. Estese halla situado en un parque, en medio de avenidas y calles de ele- vados eucaliptos y otros árboles, que en el transcurso de pocos años, formarán un verdadero bosque. Después de haber pa- sado el bien proporcionado pórtico griego, el visitante, al entrar en el edificio, se encuentra en una rotonda con una galería y techo soportados por dos hileras de columnas de hierro, é iluminada por una gran claraboya; sus paredes están adornadas con frescos que representan paisajes, motivos de costumbres del país y algunos de los maravillosos animales extinguidos de la Argentina. De esta rotonda, que ocupa el centro del frente del edificio, parten en el piso bajo, dos galerías en opuestas direcciones que después de recorrer en línea recta alguna distancia, doblan formando un par de semicírculos en ambos extremos, hallándose luego unidas por otra galería que corre paralela á la del frente; estas dos últimas se hallan en comunicación por medio de galerías y salones, de ma- nera que todo el edificio forma un solo cuerpo. El piso alto supe- rior que no se extiende sobre los dos semicírculos de los extremos, contiene los departamentos del director y secretaría, al mismo tiempo que la biblioteca, la galería de artes y parte de la sección etnológica. En el piso bajo los salones del centro están designa- dos, en su mayor parte, para la antropología y etnología; mientras que las galerías ála mano derecha de la entrada contienen las co- lecciones geológicas y paleontológicas y las del otro lado los ani- males déla época actual. El salón del centro del lado opuesto á la rotonda está consagrado á los mastodontes y cetáceos fó- siles. Indudablemente, pudiera extenderme en la descripción del Mu- seo, pero como ese es un tema de interés comparativamente pe- queño, paso en seguida á considerar su contenido. Aquí debo con- signar, ante todo, que lo más maravilloso que se relaciona con esta soberbia institución, es la circunstancia, que casi todos sus teso- ros sin rival han sido coleccionados en el transcurso de estos últimos pocos años por la incansable energía de su director. Probablemente, muchas personas en Inglaterra creerán que el Museo de La Plata y el Museode Buenos Aires(cuyas colecciones paleontológicas han sido descritas tan admirablemente por su director anterior el Dr. Germán Burmeister), son uno y el mismo establecimiento. Esto, sin embargo, dista mucho de ser así, pues el Museo de la Capital de Buenos Aires es una institución nacional ; mientras que el Museo de La Plata 56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA pertenece Únicamente á la Provincia de Buenos Aires. Sin entrar en el problema de si el establecimiento de dos instituciones semejantes separadas sólo 40 millas uno del otro es ó no estrictamente conve- niente para los intereses de la ciencia, haré constar que cuando tuvo lugar la fundación del Museo de L"* Plata, el Museo Nacional de Buenos Aires permaneció intacto, formándose las colecciones del primero en casi su totalidad de nuevo, y puedo añadir, sin re- putar esto menosprecio por la institución más antigua (que siem- pre hará valer el prestigio de contenerlos ejemplares típicos de Burmeister), que su hermana menor la ha sobrepujado en mucho en lo que concierne á tesoros paleontológicos. Según se puede inferir de una revista publicada por el director en 1890 parecería que el objeto principal del Museo es ilustrar toda la fauna, tanto actual como fósil, de la República Argentina. Se ha reconocido, sin embargo, que sería imposible estudiar las series sin rival de mamíferos fósiles sin la oportunidad de compa- rarlos con los esqueletos de los individuos vivientes déla misma clase, de todas las partes del mundo; por eso el director puso es- pecial empeño en la adquisición de una serie de ejemplares de es- queletos de mamíferos. Entre los que despiertan mayor interés está la hermosa serie de esqueletos de cetáceos sudamericanos, de los cuales la mayor parle han sido obtenidos del estuario del Río de la Plata y de la costa de Patagonia, donde muchos de ellos han sido hallados sobre la costa. La colección comprende esque- letos de Balaenoptera, Megaptera, liyperoodon y Orea, la mayor parte de estos son de especies distintas de las del hemisferio norte; entre estos últimos se ve el espléndido esqueleto de un miembro del primer género enumerado, el cual es digno de mención por su tamaño, pues mide de largo más de 22 V2 metros. Aun de mayor interés es el esqueleto de un individuo de ISeobalaena margínala, cetáceo que hasta ahora ha sido mencionado, según creo, úni- camente en los mares del sur. Con la mención de que un gran nú- mero de animales, tanto del país como del extranjero están repre- sentados por ejemplares embalsamados, debo concluir estos pocos datos, que se refieren á la reciente sección del Museo y seguir con el departamento paleontológico, que es uno por los cuales la institución alcanzará una celebridad universal. Antes de haber efectuado mi reciente visita á La Plata, me había preparadoya por medio de los apasionados escritos que me manda- ba el director, lo mismo que por los artículos publicados por otros EL MUSEO DE LA PLATA 57 paleontólogos, á hallar el Museo excesivamente rico en los verte- brados fósiles de la Argentina; pero á mi llegada, la realidad exce- dió por mucho mis mayores esperanzas y durante mi primer paseo por aquellas galerías del Museo, que parecían sin fin, mi sorpresa y admiración no tuvieron límites, á la vista del número y belleza de sus tesoros paleontológicos. Encontré, por ejemplo, en una de las galerías destinadas para extender los restos de mamíferos de las capas pampeanas y de las formaciones algo más antiguas de Monte Hermoso, cercado Bahía Blanca, dos esqueletos completos de Toxodon, mientras que á otro de Macrauchenia sólo le fallaban algunas vértebras anteriores. Este último género está también re- presentado por tres miembros completos, montados; y á lo largo de las paredes están alineados en número infinito, cráneos, man- díbulas, dientes y huesos áo,Toxodon, Typotherium y Macrauchenia, que pertenecen á individuos de todas edades y tamaños. Sin .em- bargo, el majmr tesoro do esta admirable galería, es tal vez, el cráneo de aquel Toxodon digno de mención, que fué descrito como Trigodon, pero que debiera ser conocido con más propiedad con el nombre de Toxodontotheriuni y el cráneo y mandíbulas de su aliado el Xotodon\ siendo aquél de los depósitos de Monte Hermoso y éste de la distante Catamarca. Debo agregar, que mientras uno de los esqueletos de Toxodon ha sido formado con los huesos de un solo individuo, el segundo fué completado con los restos de dos. Aquí intercalaré una palabra de elogio por la manera adrnirablecon que han sido armados los esqueletos y restaurados los ejemplares rotos, por el señor Giaccomo Pozzi, preparador del Museo. Actual- mente el conjunto de las colecciones de esqueletos fósiles de ines- timable valor, están arregladas á lo largo en el medio de las gale- rías sin ningún resguardo. Como la sección paleontológica del Museo aún no ha sido abierta para el público, este estado de las colecciones no puede ocasionar mucho daño, pero me atrevo á ex- presar mi esperanza, de que cuando todo el Museo esté abierto, el gobierno pondrá bastante atención en el valor incalculable é inte- rés universal de estos ejemplares únicos y que lomará las me- didas necesarias para proveer de vidrieras convenientes para su protección. Al abandonar la galería de Toxodonles, se pasa á un vasto co- rredor que contiene los restos de Megatherium. Aquí se encuentra un esqueleto entero de este gigantesco perezoso, mientras que en frente se halla el cuerpo y pelvis de otro, con la mayor parte de 58 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA los huesos de adelante. Muchos ejemplares de miembros armados y otras partes del esqueleto ocupan el centro de este salón; yen los armarios de las paredes se hallan ordenados numerosos huesos sueltos y algunos pedazos magníficos del cráneo, siendo uno de estos últimos digno de mención por su enorme tamaño. En lagale- ría siguiente se llega á una magnífica colección de esqueletos ar- mados de Mylodon y sus aliados, alcanzando á seis ejemplares más ó menos completos (inclusive uno de Scelidotherium), habiendo además la mayor parte del cuerpo del séptimo. Estos ejemplares armados, descienden en tamaño, desde el gigantesco Mylodon ar- matus que se aproxima al Megatheriuin en lo macizo, y es caracte- rístico por su muslo enormemente ancho y sus dientes anteriores en forma de colmillos, hasta el comparativamente pequeño Scelido- tlierium leptocephaliim, el cual no aventaja mucho en tamaño al tapir. En los armarios vidrieras, á lo largo délas paredes, están ex- puestos en una fila casi sin fin, cráneos, huesos y vértebras, mu- chas de las cuales están unidas. Aun cuando todos los ejempla- res armados son de la formación pampeana, algunos de los arma- rios de las paredes contienen ejemplares de cráneos y huesos de Scelidotherium, que provienen de los depósitos algo más antiguos de Monte Hermoso, cei'ca de Bahía Blanca. Estos restos indican especies de dimensiones mucho menores que las pampeanas, de manera que esto sirve para reconocer el decrecimiento general en el tamaño del cuerpo de los miembros de los diversos grupos de mamíferos, partiendo de las capas pampeanas y descendiendo á las de Santa Cruz de Patagonia, al través de los depósitos de Mon- te Hermoso. Este decrecimiento no sólo se muestra en los Milodon- les, sinó también en los Gliptodontes y Macrauquenias, lo mismo que en algunos otros Ungulados. Por ejemplo, mientras los Mi- lodontes pampeanos comprenden especies iguales en tamaño á los mayores Rinocerontes, el Scelidotherium de Monte Hermoso era más pequeño que un tapir y el Eucholácops de las capas de Santa- Cruz no tenían más de una yarda de largo, á pesar de ser íntimo aliado del Mylodon. Observamos, además, entre los Gliptodontes, que algunos, al menos de los representantes de los géneros Glyp- todon Doedicurus de Monte Hermoso, eran muy inferiores en tama- ño á sus sucesores pampeanos, mientras que llegando á las capas de Santa-Cruz, encontramos meros enanos, como lo demuestra el género Propalahoplophorus, del que se conserva un hermoso es- queleto y coraza en el Museo. EL MUSEO DE LA PLATA 59 Volviendo á los Milodontes pampeanos, haré presente que, aun cuando el tiempo deque disponía no me permitía acometer una re- visión detallada de los Edentados, casi no queda duda que si lo hubiera hecho el número de especies nominales en este grupo par- ticular, se hubiera reducido considerablemente. Mi opinión, ha sido ya expresada en otra parte, al respecto délo impropio de una subdivisión de los verdaderos Milodontes en géneros separados, como ser el Lestoclon, Pseudoleséodon y Grypotherium; mientras que la proposición de dividir el grupo de los perezosos en muchas familias, en vez de incluir todos en los Megalheriidae, tampoco es de recomendar á los Zoólogos ingleses. Tal vez, la caleccion más admirable de todoe! Museo, es lamag- níñca serie de restos de Gliptodontes, que se hallan en exhibición en una mitad de la galería que contiene los Milodontes. Aquí vemos no sólo una hermosa serie de ejemplares de la coraza y de las placas de la cola, con cráneos y miembros, ó sin ellos, sinó también un número de esqueletos enteros sin la fosiliñcacion der- mal. Estos ejemplares comprenden partes de los géneros Glyp- todon, Panochthus, Doediciirus y el generalmente denominado Hoplophorus, que sirve para demostrar de una manera concluyente, que la restauración original de Owen de\Glyptodo?i era incorrecta, pues ÍLié añadida, á la coraza de un Glyptodon el tubo terminal de la envoltura caudal de un Hoplophorus. Por esto me atrevo á insi- nuar á las autoridades del Royal Collegeof Surgeons, que pudieran desmontar con ventaja el ejemplar, puesto que en el estado actual, no hace más que perpetuar un error accidental. Maravillosos como son todos los Gliptodontes, pero indudablemente el esqueleto más sorprendente de toda la colección es el denominado Doedicorus. El largo total de este esqueleto monstruoso, como se halla armado actualmente, es de más de 11 pies y 8 pulgadas, medido en línea recta, teniendo la coraza 10 pies y 4 pulgadas al través de la parte más alta del dorso y el largo del tubo terminal de la envoltura cau- dal en forma de maza, es de tres piés y 11 pulgadas. Como según tengo entendido, no existe en ningún Museo europeo, nada que se aproxime á un esqueleto completo de este extraño ser, probable- mente mis lectores me perdonarán, el que entre en algunos deta- lles sobre su estructura. Debe observarse, en primer lugar, que la coraza es notable por su contorno abultado, en lo que difiere muy marcadamente de la cáscara ovalada del Glyptodon-, distin- guiéndose éste además por la ausencia de las prominencias en 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA forma cónica, con que está adornada la superficie de aquél. Lue- go, existe una marcada diferencia en cuanto á la estructura de las placas de que se liaila compuesta la coraza; pues mientras que en el Glyptodon son éstas poligonales, con un dibujo en forma de ro- seta, formado por las impresiones de las prominencias de los escu- dos córneos, en la forma presente, son placas oblongas óseas, de una superficie externa lisa, debida á las impresiones de los escudos córneos, pero perforadas á menudo, por uno á cinco agujeros cir- culares, en los que durante la vida, se insertaban indudablemente cerdas semejantes á tubos. La cola estaba protegida en el primer tercio de su largo, por once enormes fajas huesosas, formada cada una de las cuales por un solo anillo de placas semejantes á las de la coraza, mas no pocas veces dos se hallan pegadas, disminuyen- do rápidamente la circunferencia de estas fajas, desde la base de la cola hácia su extremo. Las dos terceras partes terminales de la cola están formadas por la bien conocida forma de maza, que se exhibe tan á menudo en los museos europeos. En su achatada y extendida extremidad, esta tremenda cola lleva un número de fa- cetas ásperas, deprimidas, semejantes á discos de un contorno oval, las cuales deben haber sostenido evidentemente, en vida del animal, enormes espinas de cuerno probablemente parecidas á los cuernos de un rinoceronte.- Todo el animal, estando erizado de cuernos y puntas, debe haber parecido algo como un gigantesco puerco-espin. En la especie algo más pequeña de Monte Hermoso, hay más facetas en forma de disco, en el tubo de la cola, la que también difiere de la especie pampeana, por ser menos ancha en la punta y por la presencia de un número de placas ovales en su superficie superior. Los dos imperfectos ejemplares de caparazón, de la especie de este género de Monte Hermoso, que existen en el Museo, son notables por tener una prominencia en forma de cráter, con una perforación situada inmediatamente sobre la juntura de la pelvis. El hecho de ocurrir esta peculiaridad en dos ejemplares, demuestra que esta forma no puede ser una anormalidad; sin em- bargo, á menos que fuese glandular (como piensa el doctor More- no) estoy completamente seguro de conjeturar su origen. El crá- neo de este género tiene un perfil recto desde el occipital al extre- mo délos huesos nasales, en cuya consecuencia la abertura oblon- ga de la nariz es de gran elevación vertical. Forman un marcado contraste con el Doedicunis las placas de la coraza del género Panoclithus, las cuales, aunque de forma oblon- EL MUSEO DE LA PLATA 61 ga, tienen una superficie externa particular y peculiar mente áspe- ra, sin agujeros para cerdas. Ocasionalmente, sin embargo, se em- cuentran ejemplares, que muestran la impresión de escudos cór- neos arreglados como un dibujo de roseta, parecido al que se no- ta en el 67ypíoí/o?i. La cola del Pawoc/i/áw.s difiere de la del Doedi- curus, en que el tubo terminal era menos chato y no ancho, mien- tras que estaba cubierto por gránulos alternados con placas en forma de discos, que eran prominentes en vez dedeprimidas, lo cual creaba, evidentemente, un tipo diferente de espina. Más sorpren- dente es la notable diferencia en la forma de cráneo, que tiene un perfil muy arqueado, corto, fosas nasales oblicuas, y un enorme proceso que desciende hácia el arco zigomático. Un ejemplar del cráneo conserva aún la cubierta dermal del hueso; consistiendo cada placa en un disco central liso, rodeado de hueso granular. De este ser gigante, que rivaliza en tamaño con el Doedicurus, aun cuando tiene una cola más pequeña, el Museo posee, además de muchos ejemplares sin armar, una coraza entera, tres esqueletos completos armados, sin coraza, pero con el tubo terminal de la cola, otro sin la cola y parte de un quinto. Además de las peculiaridades en la estructura de las placas hue- sosas que componen la coraza, á las que ya nos referimos, elGlyp- difiere de ios dos géneros arriba mencionados, por la forma del estuche de la cola, que está compuesta por un número de ani- llos, que decrecen en diámetro y se hallan adornados con una sé- rie de prominencias cónicas, consistiendo la extremidad en un co- no corto decorado de un modo parecido, no es poco notable la se- mejanza de este estuche de cola con la de la extinguida tortuga australiana Miolania. El cráneo de este género no tiene ni el perfil recto del Doedicurus, ni el convexo del Panochthus, pero los hue - sos frontal y parietal se encuentran, formando un ángulo obtuso, siendo esto causado, por ser la abertura nasal más ancha que lar- ga. Un cráneo de la Pampa y otro de Morte Hermoso tienen el escu- do huesoso dermal conservado y muestra que estaba compuesto de placas pequeñas justapuestas, que aumentan y adoptan cada vez más una forma convexa en el occipital. De las formas pampeanas, que aparentemente pertenecen á dos especies, la colección armada en el Museo comprende dos esqueletos y cerca de una veintena de corazas, más ó menos completas. También hay una buena colec- ción de restos de las especies más pequeñas de Monte Hermoso. En el género, del que provisoriamente hablaremos llamándolo 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Roplophorus, el cráneo, como se ve bien en un hermoso esqueleto completo, es muy diferente de los ele todos los aliados, siendo su principal peculiaridad, la forma curiosamente encorvada de los huesos nasales, y la consiguiente envoltura de las fosas nasales. El escudo de la cabeza era largo, encorvado y liso, y tenía las pla- cas más grandes posteriormente. Tres ejemplares de la coraza de este género, están armadas en la galería; estando uno de ellos acompañado del escudo de la cabeza, y el tubo de la cola. La espe- cie de este género, de las capas de Monte Hermoso, parece haber sido del mismo tamaño de su representante pampeano. A pesar deque aún no he tenido oportunidad de entrar en el pro- blema del número de especies de gliptodontes representadas en la formación pampeana, no vacilo en lo más mínimo, al decir, que una gran proporción de aquellas, bautizadas por medio de señas en ejemplares del tubo terminal de la cola, ó por fragmentos de la coraza, serán halladas sin valor. Lo mismo es, indiscutiblemente, cierto, respecto á muchos de los llamados géneros, basados en res- tos de las formaciones más antiguas del sud de la Argentina. Aun cuando mi intención no es entrar aquí en consideraciones respec- to á los gliptodontes de las capas de Santa Cruz de Patagonia, men- cionaré, que uno de los más valiosos tesoros del Museo, es el es- queleto completo, y la mayor parte de la coraza del enano Propa- laehoplophorus, al cual ya se hizo alusión ligeramente. Como lode- mueslran tanto la conformación del cráneo como el estuche de la cola, estos gliptodontes enanos, se acercaban mucho más al glip- todon, que á cualquiera de los otros géneros pampeanos, siendo por eso probablemente todos estos últimos tipos más especificados de origen posterior. Aun cuando en la formación pampeana, parecen haber sido los gliptodontes de hocico corto, los tipos predominantes de losEdenta- dos Loricados, no se debe inferir, que los armadillos de largo ho- cico faltasen. Pues algunos de éstos, hallados en los depósitos en cuestión, eran más ó menos semejantes, y hasta idénticos á sus pa- rientes vivos otros como Eutatus, eran de un tamaño mucho mayor y diferían por poseer toda la coraza formada por fajas movibles. Aun mayor era un armadillo recientemente descubierto, para el cual se ha propuesto el nombre Dasypotherium; mide el cráneo de este gigante más de 10 Va pulgadas de largo. No son poco comunes en la Pampa los restos del género existente Dasypus, y el Museo posee algunos hermosos ejemplares de Monte Hermoso, uno de los EL MUSEO DE LA PLATA 63 cuales tiene cráneo y coraza. Mencionaré aquí que una especie de Dnsypus aliado al viviente D. minimus (respecto al cual se propuso separarlo genéricamente como ZuediMS ), ocurre en las capas de Santa Cruz; hecho que tiene un papel importante en la edad geológica del último. Antes de abandonar los mamíferos de las capas pampeanas, no debo dejar de mencionar la buena colección de restos equinos con- tenida en el Museo, aunque en lo. que toca á una ó dos especies, la colección de La Plata es inferior á la del Museo de Buenos Aires. Entrelos ejemplares más notables, se cuenta un esqueleto de un Equus que ha sido designado por el señor Ameghino como perte- neciente á una pretendida especie, que él denomina E. rectidens. pero al cual, lo mismo queá los otros ejemplares así denominados, no veo razón de separar del E. curvidens de Owen. Aun cuando no posee cráneos completos, como los de la colección de Buenos Aires, el Museo de La Plata también contiene una hermosa colección de los restos de los caballos que han sido separados genéricamente con el nombre de Hippidium. Hasta aquí no he considerado justifi- cable esta separación, pero por el estudio de los ejemplares actuales, estoy ahora convencido de que sería conveniente considerar la prolongación del extremo anterior de las hendiduras nasales, ca- racterizando estos caballos extinguidos como una forma de valor genérico. Y aquí mencionaré un ejemplo de esa falta de aprecia- ción en las diferencias, debida solamente á peculiaridades indivi- duales y variación de edad, que desgraciadamente caracteriza tanto la obra paleontológica de Ameghino. Ála evidencia de una sola mue- la equina inferior del Paraná, ese señor propone establecer un gé- nero, enunciando que difiere de otros Equidae por la casi total au- sencia de envolturas de esmalte en los dientes molares, por lo cual fué sugerido el nombre de Hipphaplus. En realidad este diente no es nada más que un molar extremadamente gastado de Hippi- dium, como está concluyentemente probado, por una larga serie de ejemplares pampeanos del Museo, que exhiben una completa transición del tipo sin uso al muy gastado. Para mayor mal, cuan- do el error fué señalado por Burmeister, el fundador del pretendi- do género, deliberadamente se puso á justificar sus propias opinio- nes, en vez de reconocer francamente su error. La existencia de un género estrechamente emparentado al Equus de los depósitos del Paraná, que es designado como perteneciente á la edad del oligoce- no inferior, no hubiera, sin embargo, correspondido de ninguna (34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA manera con las opiniones del paleontólogo argentino, y de aquí que Hipphaplus debía ser mantenido á toda costa ! El tercer género de caballos sudamericanos, está representa- do por un cráneo muy notable, descubierto hace poco en los depó- sitos pampeanos de la costa de la provincia de Buenos Aires, y descrito primeramente por el Dr. Moreno con el nombre de Ono- híppídiiim. Aun cuando se parece al cráneo de Hippidium en la prolongación extrema de las hendiduras nasales, este espécimen se distingue por la presencia de una enorme fosa lacrimal, de for- ma oblonga y de gran profundidad. A pesar de ser indudable, qué esta fosa debió contener una gran glándula lacrimal, su tamaño es mucho mayor que en cualquier otro mamífero, tanto, vivo como extinguido, de que yo tenga noticia. Los dientes molares eran del tipo general de los de Hippidium. Los mencionados, pertenecen á los mamíferos fósiles más nota- bles en el Museo de La Plata, de las capas pampeanas y de los de- pósitos algo más antiguos del Paraná y de Monte Hermoso; y ahora pasaré á la consideración de algunos de los tipos más interesantes de las capas aun más antiguas de Patagonia. Dejando á un lado los Edentados, que no tuve tiempo de examinar detalladamente, mis observaciones se concretarán en el fondo á los Ungulados, de los cuales hice un estudio especial. El más abundante, y al mismo tiempo uno de los más interesantes de estos mamíferos provistos de cascos, es al que Owen aplicó el nombre de Nesodon, estando re- presentado este género en el Museo, por una gran colección de restos, incluyendo muchos cráneos perfectos, lo mismo que mandí- bulas, dientes y huesos de los miembros. Emparentados por varios conceptos con el Toxodon, estos Ungulados difieren de aquél por la mayor aproximación de sus dientes molares al tipo perisodáctilo de estructura; el nombre del género ha sido derivado de una bien marcada separación que se encuentra en el lado inferior de los mo- lares superiores. Existen igualmente importantes diferencias en la conformación de los dientes incisivos, y también en la estructura del esqueleto en general, el cual es por muchos conceptos, menos especificado que el del género pampeano. Además, lastres especies de Nesodon que puedo sólo reconocer, eran muy inferiores en ta- maño al gigantesco Toxodon, pues el más pequeño de los tres no era mucho más grande que un carnero. Hasta ahora, no se ha pres- tado mucha atención á los huesos délos miembros de este género; pero he sido bastante afortunado para identificar, no sólo los hue- EL MUSEO DE LA PLATA 65 SOS largos, sino igualmente el calcaneum y astragalus, y confirmar así la presunta estrecha relación entre el Nesodon y el Toxo- don (1). Como probablemente sabrán nuestros lectores paleontólogos, Owen describió dos especies del género Nesodon, al mismo tiempo que otra tercera^ la cual más adelante se confirmó, pertenecía á un tipo totalmente diferente de Ungulado. Una de estas dos especies (jS. imbricatus), era un animal que se aproximaba en dimensio- nes á un pequeño rinoceronte, mientras que la segunda {N. ovi- •nus), era, como ya se dijo, no mucho más grande que una oveja. Entre estos dos extremos encontré un intermedio, que debe ser evidentemente reconocido como una tercera especie. Teniendo dos, imperfectamente conocidas, denominadas especies de un género de una formación particular, cualquiera hubiera creido naturalmente, que el objeto del paleontólogo sería el tratar de completar nuestros conocimientos de estas dos especies, y ti- tubear en nombrar otras nuevas (no hablemos de géneros) por restos del mismo grupo de animales de las capas en cuestión, sin la prueba la más clara posible de su razón para la distinción. Se- mejante modo de proceder parece estar, sin embargo, completa- mente en pugna con las opiniones de ciertos pretendidos paleontó- logos sudamericanos, á quienes de tiempo en tiempo se ha confiado desafortunadamente el trabajo de la descripción de los mamíferos fósiles del Museo de La Plata. En lugar de tratar de descubrir si los especímenes que tenían delante pudieran pertenecer á una ó á la otra de las dos nombradas de Nesodon, parece que han llegado de repente á la suposición de que casi cada hueso suelto ó muela que cayese en sus manos debía pertenecer á un animal totalmente nuevo. En consecuencia, tenemos restos que pertenecen claramente ya sea á una ú otra de las dos especies de Owen, ó á la arriba mencionada forma intermedia, asignados como á una docena de géneros (como ser Acrotherium, Adinolherium, Atrypotherium, Colpodon, Nesotherium, Grojiotheriwn, Phobereotheriuín, Protoxodon y Scopotherium) •, mientras que el número de especies nominales debe ser, según creo, lo menos media centena. Gomo resultado de este extraordinario método de procedimiento, una enorme propor- (1) Algunos de estos huesos están descritos y dibujados en la continuación que saldrá próximamente délos Anales del Museo de La Plata, y que contienen un resumen de los resultados de mi trabajo. 5 AN. SOC, CIENT. ARG. — T. XXXVH 66 anales de la sociedad científica argentina cion de los ejemplares del Museo de La Plata son «tipos», por lo cual esa institución se halla imposibilitada de conseguir por vías de intercambio, lo que de otra manera pudiera practicar. Esta notable ignorancia de los principios fundamentales de anatomía odontológica, y de las diferentes formas que asumen los dientes en concordancia con la edad de sus propietarios, puesta en evidencia por los paleontólogos en cuestión, es increible, y hay en el Museo ciertos ejemplares que llevan nombres genéricos diferentes, de los cuales diría hasta un estudiante común que son idénticos. En efecto, con el principio (ó más bien, falta de principio) que parece haber guiado á los paleontólogos argentinos en torno de una doce- na de especies y como media docena de géneros pudiera probarse fácilmente de restos del caballo común. Es cierto que el Nesodon muestra un grado extraordinario de variación en las proporciones relativas de los grandes incisivos en ambas mandíbulas, pero la evolución gradual del adulto desde el estado juvenil está indicado repetidas veces en la colección del Museo ; y en lo que toca á las especies fundadas sobre la evidencia de los dientes molares, no existe ni la más mínima excusa. Esto, sin embargo, no es todo, pues algunos de los pretendidos géneros han sido asignados á fa- milias aparte del Nesodon ; pues aun este último está separado de los Toxodontes, como una familia, sin la más débil sombra de jus- tificación. Debo, sin embargo, hacer justicia á uno de los autores arriba mencionados, haciendo presente que, por último, él reconoció par- cialmente los errores de sus opiniones, y ha abolido poco á poco algunos de los géneros supérfluos creados por él y sus colegas. Su arrepentimiento, sin embargo, llegó demasiado tarde — después que había sido consumado todo el mal ; y aun así, sólo está corre- gido á la mitad. Él mantiene, por ejemplo, el genero Acrotherium, el cual ha sido fundado meramente en especímenes que pertenecen á alguna de las tres especies de Nesodon, con un diente premolar de más, causado probablemente por el primer premolar que ha na- cido en frente del correspondiente diente de leche en vez de reem- plazarlo ; mientras que la lista de especies nominales queda tan larga como siempre. Las obras paleontológicas sudamericanas han llegado á ser, en verdad, un proverbio en Inglaterra ; pero en realidad es mucho peor que la opinión que tenía antes de mi visita á La Plata; y sería de tener en cuenta la consideración del Consejo del «Zoological Record», según el cual convendría en lo futuro el EL MUSEO DE LA PLATA 67 omitir toda mención de la mayoría de los nombres propuestos por los paleontólogos argentinos á que me refiero, por ser simplemente dificultades inútiles, más bien que ayuda para la ciencia. Pasando de esta parte desagradable de mi tema, á materias más agradables, llamaré ahora la atención sobre dos miembros muy notables del suborden del Toxodon, los cuales son ambos no más grandes que un conejo y exhiben semejanzas las más notables con los roedores. El uno de estos es Hegetotherium de las capas de Santa Cruz de Patagonia, y el otro Fachyrucus , de los depósitos de Monte Hermoso. El último de los dos se distingue de sus aliados por el hueso áo[ tímpano (bulla ossea)que se halla situado en la cara superior del cráneo y es en general tan parecido en su forma y estructura á los roedores, que es sumamente difícil el creer que no es un aliado de las liebres. Es, sin embargo, como lo demues- tran sus dientes, claramente, un miembro de los Ungulados Toxo- dontes, y desde que es perfectamente evidente que un animal así no puede haber sido el antecesor de los roedores, se sigue, que las semejanzas presentadas con éstos por los más especificados Toxo- dontes debe ser debida á paralelismo. Los Toxodontes han sido colocados por muchos escritores con los Proboscideos y ciertos subórdenes extinguidos en los Subungula- dos; tienen, sin embargo, el carpo alternante de los Perisodáctilos y Arciodácti-los unidos con el tarso lineal de los Proboscideos, mientras que el estrágalo no es más que un poco acanalado ^ el calcaneum. lleva una gran faceta para la fíbula, como en el último subórden mencionado. Estos rasgos indican claramente que los Toxodontes (los cuales son además caracterizados por algunos ó todos sus dientes, que crecen durante una gran parte ó toda su vida), deben formar un grupo subordinado de igual rango que los Arciodáctilos, Perisodáctilos y Proboscideos. Otro grupo subordi- nado de Ungulados sudamericanos extinguidos, para el cual he propuesto el nombre Astrapotheria, es formado por los géneros Homalodontotherium y Asirapoiherium. Difiriendo de los Toxodontes por tener sus dientes arraigados á una temprana edad, estos Un- gulados se distinguen además por poseer un astrágalo perfecta- mente llano, con una cabeza en la extremidad inferior para el navicular, por lo que es probable que tanto el carpo como el tarso fuesen del tipo lineal. Los molares son, además, extremadamente parecidos á los de los Perisodáctilos y especialmente Rinocerónti- dos, á los cuales los miembros de este grupo se aproximan en lo 08 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que toca al tamaño. Aun cuando parece que sólo es una especie del primer mencionado género, y solamente dos ó tres del último, la lista de sinónimos en el caso de Astrapotherium es del usual largo pavoroso. Como lo implica su nombre, el género ñomalodontothe- rium se caracteriza por los dientes, que son cuarenta y cuatro, y forman una serie sin interrupción, siendo los caninos no más lar- gos que los incisivos. Hasta hace poco este género era conocido solamente por los dientes y mandíbulas, pero el Museo de La Plata contiene numerosos especímenes de las vértebras y huesos de los miembros. Entre éstos, el húmero es notable por el gran desarrollo de su cresta deltoide, que recuerda la de Pliascolomys ursinus. Un animal muy diferente es el gigante Astrapotherium, la espe- cie tipo del cual fué descrita originariamente por Owen como iVeso- don magnum. En este animal la dentición es reducida^ y cada man- díbula provista de un enorme par de colmillos, mientras que los molares superiores son extraordinariamente parecidos á los de los rinocerontes. No existen dientes entre los descomunales colmillos superiores, los cuales tengo razón de considerar como incisivos, pero en la mandíbula inferior hay tres pares de pequeños incisivos con coronas curiosas en forma de cuchara, situados entre los col- millos, parecidos á los del cerdo, que son aquí claramente ca- ninos. El Astrapotherium ha sido colocado entre los así llamados Dino- serata, pero es seguro que semejanzas como las que presenta con ese grupo deben ser atribuidas á paralelismo, pues su relación con Homalodontotherium (como está probado por los huesos de las ex- tremidades, en el Museo) es perfectamente clara . No puede tener, además, ninguna relación directa con los Rinoceróntidos, de ma- nera que la semejanza de sus dientes molares con los de ese grupo es, aparentemente también, debida al paralelismo. Un tercer grupo subordinado de Ungulados extinguidos, pecu- liar á Sud-América, está representado por Macrauchenia en los depósitos pampeanos, y por Proterotherium y ciertas formas aliadas en los terciarios de Patagonia. Estos animales han sido colocados por algunos autores con los Perisodáctilos, pero es cierto que el Profesor Cope tiene perfectamente razón al considerarlos como re- presentantes de un subórden distinto — e\ Litopterna. Coincidiendo con los Perisodáctilos y por tener un número impar de dedos del pié, con el del medio simétrico consigo mismo y también en la superficie superior del astrágalo en forma de rodillera, estos Ungu- EL MUSEO DE LA PLATA 69 lados difieren de ese grupo por tener tanto el carpo como el tarso del tipo lineal (1), y lo mismo articulando en la fíbula en una faceta pequeña en el calcanewm (como en los Arciodáctilos). Además, en aquellos casos en que son conocidas, las A'értebras del cuello son muy alargadas, y tienen los lados del arco neural perforado por el canal para la arteria vertebral de una. manera, aho- ra sólo característica á la familia de los Camellos. Como los otros subórdenes de Ungulados extinguidos peculiares á Sud-América, los Litopterna difieren además tanto de los Arciodáctilos como de los Perisodáctilos por tener los cuerpos de las vértebras cervicales articuladas al mismo tiempo por superficies terminales planas, en vez de por unajuntura esferoidal. Presentan de la manera parecida la misma bien marcada similitud con los l*erisodáctilos en la estructura de sus molares, un rasgo heredado indudablemente de un antecesor común, entre los Viugulñáo^ Condylarthra del eoceno, pero más ó menos especialmente desarrollados después por para- lelismo. Los Litopterna son divisibles en las dos familias de los Macrauchenidae y Proterotheridae, distinguiéndose aquél por la dentición entera y sin interrupción ; mientras en el último los dientes están reducidos en número é interrumpidos. Una forma antecesora de Macrauchenia está representada por la especie del Oxyodontotheriuin (Theosodon) del terciario dePatagonia, los cuales eran seres mucho más pequeños que los animales pampeanos, mien- tras que existía un tipo intermediario en las capas del Paraná (2). En esta familia, lo mismo que en la siguiente, debo deplorar de nuevo una superabundancia de[nombres tanto específicos como genéricos, como la he señalado en la memoria á que me he referido. Entre todos estos tipos curiosos de Ungulados, ninguno es más notable que los Proterotheridae, representados por los géneros Proterotherium y Diadiaphorus del terciario patagónico y de las capas del Paraná. Estos eran animales que variaban de tamaño desde el de un peccarí hasta el de un tapir, con dientes molares más ó menos estrechamente parecidos á aquellos del género euro- peo oligoceno Palaeotherium, pero que tenían solamente un par de (1) Será bien el mencionar que en el tipo lineal de carpo y tarso los hori- zontales están directamente uno sobre el otro (como en los huesos de los dos Proboscídeos), mientras que en el tipo alternante, los huesos del superior están colocados sobre las divisiones entre los del inferior. (2) Para esta forma, el señor Ameghino ha propuesto el nombre bárbaro de Scalabrinitherium, término que pudiera ser cambiado por el de Scalahrinia . 70 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA incisivos semejantes á colmillos en la mandíbula superior, y dos pares de incisivos inferiores, uno de los cuales era mucho más grande que el otro. Por las investigaciones del señor Ameghino, es ya conocido que un miembro de esta familia (Epitherium) , que se encuentra en capas sobre el horizonte de los depósitos pampeanos, los piés eran del tipo general de los Hipparmi, esto es, el dedo del medio del pie era muy desarrollado á expensas de los dos laterales, que eran pequeños y sin movimiento . Hallo, sin embargo, por la evidencia de los especímenes del Museo de La Plata, que alguno, al menos, de los representantes patagónicos de la familia estaban provistos igualmente de piés del mismo en extremo carac- terístico tipo, mientras que no me consta que ninguno de ellos tuviese dedos laterales movibles. Esta extrema especificación de los piés de éstos, por otra parte, generalizados Ungulados, es un rasgo bastante interesante por sí mismo, pero es de aun mayor importancia con respecto á la edad relativa de los estratos en los cuales son hallados los restos. Los terciarios patagónicos de Santa Cruz, de los que se han obtenido los restos de Proleroteridae, parecen ser aproximadamente, todos los más antiguos depósitos sudamericanos que presentan restos de mamíferos terrestres. Han sido equiparados por el señor Ame- ghino (el cual, dicho sea de paso, pretende que el Proterotherium y Diadiaphorm eran animales provistos de tres dedos movibles en cada pie), con el eoceno inferior de Europa, mientras que las capas del Paraná, Monte-Hermoso, y otros intermediarios están asigna- das al Oligoceno y Mioceno, y los depósitos pampeanos identificados con el Plioceno. Ahora, el hecho de que en las tituladas del eoceno inferior, encontramos animales que tienen el pié tan especificado como lo es el del Proterotherium, sirve, á mi modo de ver, al me- nos para demostrarlo completamente insostenible de la hipótesis en cuestión. Sabemos que en el eoceno inferior, tanto de Europa como de Norte-América, los Ungulados tenían todos, cinco dedos en el pié, con dientes braquidontes y generalmente trituberculares; y si los Ungulados sudamericanos, con piés del tipo del Protero- therium, molares hipsodontes como los del Nosodon, ó colmillos del largo de los del Astrapotherium, fuesen también de la edad del eoceno inferior, comprendería la existencia de una fauna de ma- míferos como la del eoceno de Puerco y London Clay en una parte del globo durante la época Cretácea, de la que fueron originados los Ungulados de Patagonia. Déla existencia de semejante fauna, EL MUSEO DE LA PLATA 71 apaaas necesito decirlo, no sólo falta del todo una prueba positiva, sino que haj notoria evidencia de lo contrario. Luego, además, la existencia de un miembro del género existente Dasypus ( Zaedius ) en las capas de Santa Cruz, hace imposible considerarlas como de edad eocena inferior. Fuera de esto, en mi memoria que próximamente aparecerá, so- bre los cetáceos fósiles del Museo de La Plata, llamo la atención so- bre la circunstancia deque en una parte de la Patagonia se encuen- tra una capa que contiene restos de cetáceos que parecen estar de- bajo de los depósitos de Santa Cruz. Ahora bien, esta capa de ce- táceos, lo más ciertamente, no es de edad eocena inferior, y es en efecto probablemente miocena, identificación que, establecida, des- truiría en el acto la hipótesis eocena ó más bien, oligocena de las capas patagónicas. Aparte de esta evidencia, estoy además comple- tamente convencido que los Ungulados de Patagonia, debido á la especificación de los piés en unos casos y de los dientesen otros, no son del eoceno inferior, ni tampoco del eoceno en general, sinó que son mucho más probablemente de la edad miocena. La equipa- ración, de algunas de las capas que quedan entre los depósitos de Santa Cruz y los pampeanos, con el oligoceno y mioceno europeos, déla misma manera no acarreará observación crítica, y en efecto, sólo puede ser mantenida por la creación de géneros que no exis- ten, salvo en las imaginaciones de sus fundadores. ^Porejemplo, ha- llo imposible el distinguir específicamente los restos de Typothe- ríum, hallados en los estratos reputados miocenos de Monte Her- moso, de los de la forma típica pampeana, pues como ya he de- mostrado, el así llamado Hipphaplus de los depósitos, supuestos oli- gocenos del Paraná, no es más que una especie del género pam- peano Hippidium; y si tenemos estratos oligocenos con un género tan cercano á Equus como para ser distinguido con duda de él, ¿qué razones posibles puede haber, para equipararlas con el horizonte llamado así en Europa? En efecto, puedo creer en una superviven- cia anterior de un género generalizado, pero rehusó absolutamente el creer en el encuentro de uno especificado en un horizonte mucho más abajo del suyo. La proposición de considerar las capas pam- peanas (que son de los depósitos que parecen más nuevos que he visto en la tierra y contienen la evidencia de la existencia humana contemporánea á los mamíferos extinguidos), como de edad plioce- na más bien que de pleistocena, está á la par de las extravagantes conjeturas arriba mencionadas, pues apenas puede llamarlas 72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA teorías. Efectivamente, en mi opinión, todas las series de estratos fosilíferos de las capas cretáceas y de los depósitos de Santa Cruz de Patagonia hasta los pampeanos más altos, pueden ser incluidos con toda probabilidad dentro del período ocupado por las capas mioce- nas(tal,vez el oligoceno superior inclusive), pliocenoy pleistoceno de Europa. Otro mamífero patagónico de gran interés es uno, para el cual el señor Ameghino ha propuesto el nombre de Pyrotherium, y que él coloca entre los Coryphodontes eocenos, aun cuando no veo la razón de la asociación. Los especímenes típicos comprenden un diente premolar y un molar, lo mismo que un colmillo, pero tengo razón en creer que el último pertenecía al Asímpoíúermm. Los mo- lares de este gigantesco animal se parecen á los del extinguido J)i- 'protodon australiano, y á los dos últimos molares del género prO' boscídeo Dinotherinm-, y de aquí parece que estos dientes son insu- ficientes para determinar las afinidades de este extraño ser. Los especímenes típicos fueron obtenidos del Neuquen, en Patagonia, pero otros existentes en el Museo vienen del Chubut, en la misma región. Los últimos fueron hallados con restos de Astrapotherium, Homalodontotherium y Nesodon, demostrando así que el horizonte de estas capas es idéntico ó muy cercano al de los depósitos de Santa Cruz. En un artículo publicado hace algún tiempo por el Dr. Trouessart en La Revue Scientifique, por notas suministradas por el señor Ameghino, está consignado que Pyrotherium ocurre en capas que contienen restos dinosaurianos; pero esto, me parece, debe ser considerado ahora como incorrecto. Es posible que un fragmento de un colmillo muy grande de tipo proboscídeo del Chu- but pertenezca á Pyrotherium, en cuyo caso el género tendría que ser probablemente considerado como aliado de Dinotherium. La sección de este colmillo es ovalada, con un diámetro máximo de cerca de cuatro pulgadas. Como en el Pinotherium, la dentina no presenta estrías coríarfas en ángulo. Omitiendo toda referencia á la gran colección de Edentados, Roedores y Marsupiales de las capas de Santa Cruz de Patagonia contenidos en el Museo, pasaremos á los restos de Cetáceos men- cionados más arriba, todos los cuales están contenidos en la mis- ma galería que los mamíferos terrestres de Patagonia. Muchos de estos Cetáceos son de interés especial, con relación á los rasgos ge- neralizados que exhiben, desconocidos en todos sus emparentados vivientes, presentando así una evidencia muy importante respec- EL MUSEO DE LA PLATA 73 to á la filogenia de los dos existentes grupos subordinados de este órden. Aun cuando de interés menor que la mayor parte de los otros, uno délos mejores especímenes de esta colección es el casi comple- to cráneo de una pequeña ballena, la cual por la evidencia del hueso del tímpano, he asignado al género terciario europeo Cetotherium. Como los otros restos, este cráneo fué extraído de un depósito are- noso á corta distancia de la costa en el Chubut. Los más de los otros restos, son de ballenas dentadas, entre las cuales un hermoso crá- neo, aunque algo imperfecto, de una forma pequeña aliada al ca- chalote, llama especialmente la atención. Como indudablemente sabrán nuestros lectores, todos los miembros existentes de la fami- lia de los cachalotes, están caracterizados por la ausencia de dien- tes funcionales en la mandíbula superior, variándolos de la infe- rior desde más de veinte hasta un solo par. Sin embargo, el cráneo de Patagonia presenta una serie completa de grandes dientes có- nicos tanto en la mandíbula superior como inferior, no dejando de ser parecidos estos dientes á los del cachalote, aunque están pro- vistos de capas finas de esmaltes en sus coronas. El cráneo tiene la misma forma general del del cachalote, mostrando una cavidad frontal grande y profunda para la cetina. Por la estructura de los dientes, he identificado este cráneo con el género terciario Europeo Physodon, que hasta ahora era muy imperfectamente conocido; y como su inclusión en los Physeteridae haría ese grupo muy dificil de definir, he propuesto que constituya sólo una familia. Otro miembro de la misma familia está representado en el Museo por un cráneo más pequeño, al cual he asignado el nombre de Hypo- cetus. Un tipo de Cetáceo totalmente diferente se presenta en un pe- queño cráneo con dientes del tipo de los del género terciario euro- peo Scualodon, pero que difieren del último en el número. No hu- biera considerado esta diferencia sola como de valor genérico, pero un exámen de la región nasal dió á conocer la presencia de huesos nasales prominentes proyectados sobre la cavidad nasal de una manera completamente desconocida en ningún miembro viviente delsubórden, y de acuerdo, considero esta forma como la represen- tativa de un género nuevo con el nombre de Proscualodon. Precisa- mente, el mismo carácter, aun cuando en un grado más exagerado, se muestra en la región nasal de un cráneo excesivamente prolon- gado y parecido al delfín, con dientes simples, al cual he descrito con el nombre de Argyrocetus. Por sus caracteres generales, remi- 74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA to este cráneo á los Platanistidae, pero difiere del de los tres gé- neros existentes de esa familia por la simetría de la región nasal, y los huesos nasales proyectados cuneiformes, y semejantes á te- chos. Aunque tarde ó temprano el descubrimiento de ballenas den- tadas con nasales proyectados y cráneos simétricos era de espe- rarse, todavía la falta de una evidencia de la existencia de seme- jantes formas ha sido considerada hasta aquí como una barrera para la derivación de las ballenas de las mismas dentadas. Este obstáculo ha sido ahora removido por el descubrimiento en los terciarios de Patagonia de estos dos géneros extinguidos y posible es, que futuras investigaciones den á conocer que otros ciertos ca- racteres, que han sido considerados como indicando un doble ori- gen para los dos grupos en cuestión, admitan otra explicación. La inclusión de estas dos formas en los Odontocetos (y ciertamente no pueden ser considerados como representantes de otro grupo), debe modificar hasta cierto punto, la definición ordinariamente aceptada de ese suborden. El último de los Cetáceos de Patagonia está representado por dos cráneos, que indican un miembro más bien grande de los Delfinidos, con un hocico algo más prolongado. Esta forma, que he propuesto designar con el nombre de Argyro- delphis, difiere, sin embargo, de todos los delfines existentes, en que los dientes posteriores están provistos de adelante atrás de di- minutas puntas, mostrando así otro carácter antecesor entre los Cetáceos patagónicos. En lo que concierne á la colección de restos de pájaros gigantes de los depósitos de Santa Cruz, en el Museo de La Plata, se ha es- crito tanto en los últimos años, y las ilustraciones que acompañan la memoria de los Sres. Moreno y Mercera! son tan excelentes, que sería innecesario decir mucho aquí. Sin embargo, es un hecho que el número de nombres genéricos que ha sido publicado es de- masiado grande, y que el nombre Phororhachus, propuesto origi- nariamente por el señor Ameghino, tiene el derecho de prioridad. Fuera de su tamaño gigantesco, estos pájaros llaman especialmen- te la atención por el tamaño extraordinario y solidez de sus cráneos, como lo atestigua la forma de la sínfisis de las mandíbulas, de lo cual existen muchos ejemplos en el Museo. Aun cuando en la me- moria arriba citada, estos pájaros han sido arreglados en muchas familias y títulos genéricos, estoy de acuerdo con el señor Ameghi- no, en considerarlos como pertenecientes todos á una sola fami- lia, de la cual los miembros de mayor talla pueden subdividirse EL MUSEO DE LA PLATA 75 en dos géneros Phororhacus y Brontornis. En aquel la sínfisis de la mandíbula inferior era larga y estrecha, siendo su largo, si es- tuviese entero, probablemente al rededor de 7 V2 pulgadas y su an- cho máximo de 2 Vg. Por otra parte, en el Brontornis de construc- ción más maciza, la sínfisis era muy ancha y corta, mientras que el borde de la mandíbula era notable por su extrema curvatura, inclinándose la punta marcadamente hácia arriba. El largo apro- ximado de la sínfisis completa es 5 7a pulgadas y el ancho al re- dedor de 4. Este tipo de mandíbula parece completamente distinto del de cualquier grupo viviente de pájaros. Del cráneo, el Museo posee dos fragmentos, ninguno délos cua- les figura en la memoria de los Sres. Moreno y Mercerat. Uno de éstos comprende las regiones parietal y occipital imperfectas del costado izquierdo, donde presenta un molde de una porción del ce- rebro, mientras que el otro es una parte del costado izquierdo de la caja del cráneo, con el hueso cuadrado en posición . Afortunada- mente no pude separar en este último la mayor parte del cuadra- do, y por eso pude observar, que este hueso estaba articulado con el cráneo por dos distintas cabezas y que aparentemente no estaba cubierto por un proceso descendente del temporal perteneciendo estos dos caracteres, esencialmente álos Carenados, parece eviden- te que los Estereornitos no se pueden incluir en los Rátidos; y que en consecuencia deben ser colocados ya sea entre los Carenados, ó sino formar un grupo aparte. Este grupo en el cual puede ser incluido Gastornis, tal vez resultará formando el lazo de conexión entre los Carenados y Rá- tidos. Sus vértebras eran en extremo pneumáticas; pero los huesos huecos de las piernas parecen haber estado libres deagujeros pneu- máticos, y estaban, mientras vivía, probablemente rellenos con mé- dula, como los de los Rátidos vivientes existentes. En Brontornis, la tibia tiene un largo de 30 pulgadas, mientras que el metalarse mide 15 74 pulgadas de largo, por un ancho de o y 72 pulgadas en la extremidad superior, y 3 pulgadas en la mitad del cuerpo. Aun- que muestra una depresión similar en la parte superior del cuerpo, el metala rso de Phororhacus es un hueso mucho más esbelto, te- niendo 15 74 pulgadas de largo con un ancho máximo de 3 y 74 pí^l- gadas en la extremidad superior, y de 1 y 7s pulgada en el medio del cuerpo. El metatarso, mucho más pequeño é imperfecto, reproducido con 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA el nombre de Palaeociconia, es considerado por el señor Ameghino como forma inseparable de Phororhacus ; pero por la circunstan- cia de que el hueco entre la tercera y cuarta troclear perfora el hue- so en ángulos rectos; en lugar de descender oblicuamente como para abrir inferiormente en el aspecto inferior del hueso entre las dos trocleares, me hallo inclinado á creer que tiene un derecho á distinción genérica. Todos los restos arriba indicados son de formaciones de edad terciaria^ pero la colección de vertebrados fósiles no acaba con este periodo. De ciertos depósitos en los distritos del Chubut y Neuquen en Patagonia, que son probablemente de edad cretácea, se ha obte- nido una gran colección de huesos de Dinosaurios pertenecientes á reptiles que rivalizan en tamaño con sus más gigantes aliados eu- ropeos y norteamericanos. Uno de estos animales, aunque de nin- gún modo el más grande, lo he referido, en una memoria que está por publicarse por el Museo, al género Titanosaums, fundado origina- riamente por sobre la evidencia de vértebras caudales de las rocas cretáceas de la India. Estas vértebras difieren de las de todos los demás Dinosaurios gigantes por teneruna taza en la punta anterior del centrum, y una bola en la extremidad opuesta, pareciéndose así á las de los cocodrilos existentes. La gran colección de especímenes en el Museo de La Plata, sirve para demostrar que Titanosaums, como se ha sospechado previa- mente, es realmente un miembro del grupo de los Dinosaurios, al que se ha aplicado el nombre de Sauropodos. Esto está claramente demostrado por una vértebra dorsal que exhíbela bien conocida fosa lateral que caracteriza ese subórden. Observaré que en estas vértebras la fosa está situada hácia la extremidad posterior del centrum y el cambio de tipo se efectúa por medio déla primera vértebra caudal, la cual es biconvexa, como en los cocodrilos. Los huesos de un miembro anterior enorme, al mismo tiempo que un fémur imperfecto y dos vértebras cauda- les, indican un miembro aun más sorprendente de la misma familia, para el cual he propuesto el nombre de Argyrosaurus. En el espéci- men tipo el largo del húmero es casi el mismo que en el húmero gi- gantesco del limo deRimmeridge conservado en el Museo Británico y mencionado en el Catálogo de Reptiles fósiles con el nombre de Pelorosaurus humerocristatus. Un Dinosaurio más pequeño, caracte- rístico por el poco desarrollo de las fosas laterales en las vértebras del tronco y llamado de ahí Microcoeliis, parece indicar ún tipo EL MUSEO DE LA PLATA 11 desconocido tanto en Europa como en Norte América, mientras que dos vértebras señalan la existencia en Patagonia de un Dinosaurio más ó menos estrechamente aliado di\ Mega losaurus europeo . Con el descubrimiento de estos interesantes Dinosaurios en Patagonia, tenemos ahora la evidencia que este extraordinario grupo de rep- tiles se hallaba representado durante la mitad superior de la épo- ca secundaria por formas aliadas al través de la mayor parte del rnundOj habiéndose obtenido hasta ahora sus restos en Europa, India^ Australia, Sud África, Norte y Sud América. La fauna de ver- tebrados terrestres del globo parece por eso haber sido, en esa época, comparativamente temprana, mucho máshemogénea que lo es aún ahora, pues no existe prueba ninguna de distinciones mar- cadas entre los tipos vivientes, habitantes de los hemisferios norte y sud. El hacer una reseña completa de todos los tesoros del Museo de La Plata exigiría un espacio muchísimo mayor, que el que puedo disponer aquí; sin embargo, espero que el presente corto croquis, dará á los paleontólogos de Europa alguna idea de la riqueza é in- terés de las colecciones que se hallan conservadas en el hermoso ' edificio de La Plata. El gobierno debe, en efecto, congratularse por haber fundado una institución tan noble como el Museo; y es de es- perar que, cuando el valor científico é importancia de su conte- nido se hallen más completados, no le rehusarán la ayuda pecu- niaria que le sea necesaria para asegurar su conservación y para hacerlo conocer del mundo por medio de publicaciones conve- nientes. Sin embargo, no es solamente como institución geológica que el Museo de La Plata merece admiración y ayuda. Al mismo tiempo es un establecimiento de imprenta y cartografía, en el que se pro- ducen documentos y mapas del gobierno, con una prontitud digna de toda recomendación. La idea del director es, efectivamente, que el Museo desenvuelva eventualmente la historia completa de la evolución y todos los productos naturales de la Argentina; pues al mismo tiempo será depositario de todos los datos referentes á la geografía y topografía del país y el sitio donde sean accesibles al público todas las informaciones sobre esos objetos. Para el éxito de este grande y noble tema reciba el director, como merece, nues- tros deseos más cordiales. En conclusión, tengo el placer de hacer presente mi agradeci- miento más efusivo al doctor y á la señora Moreno por la hospital!- 78 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dad é invariable bondad que he recibido de su parte durante mi corta pero agradable estadía en La Plata. Ricardo Lydekker. Las Bandurrias, La Colina, Buenos Aires, Noviembre 3 de 1893. Aun cuando en el artículo que antecede algunos paleontólogos argentinos no encuentren tal vez un eco del buen nombre al que han creido hacerse acreedores por sus trabajos entre los círculos científicos europeos, no es de atribuirlo, como se ve, en el artículo anterior, á la falta de materiales que presenten un vasto campo pa- rad descubrimiento de nuevas especies y géneros de los curiosos antecesores de nuestra fauna actual, con cuyas descripciones pue- dan hacerse conocer, en el mundo científico, sino á su falta de ver- dad en estas descripciones y á la tergiversación sea consciente ó inconsciente, de hechos que reconocidos una vez debidamente les han acarreado no sólo la desconfianza, sinó el descrédito. Tal vez llegue á manos de alguno de esos el presente artículo, al cual no deben considerar, á mi modo de ver, sinó como una leve indicación del camino que deben seguir en adelante para lle- gar al renombre que por sus trabajos científicos quieren con- seguir. MEMORIA DESCRIPTIVA DEL ANTEPROIECTO DE HOSPITAL 1 ASILO DE NIÍS EXPOSITOS I Forma y dimensiones del terreno El terreno destinado á la erección de estos edificios forma parte de los conocidos por de la Convalescencia, al Sud de laTapital, con frente á las calles Salta, Suarez y Brandzen, paraje alto^ bien ven- tilado, suficientemente alejado del centro de la población y fácil- nr.ente accesible por calles adoquinadas. Mide sobre la calle de Salta 391.30 metros, sobre la de Brandzen 186.80, sobre la de Suarez 131.20 y en la línea del fondo divisorio con el Manicomio de mujeres mide 377 metros. La superficie total es de 70.779 me- tros cuadrados. II ASILO Disposición de la planta. El edificio se compone de dos partes completamente separadas é independientes : el Asilo y el Hospital. El primero ocupará el extremo sobre las calles de Brandzen y 80 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Salta, lomando 179.40 metros sobre ésta, todo el frente á la pri- mera 1156 metros, sobre la línea del fondo desde el ángulo de la calle ó sea una superficie total de 31 .693 metros cuadrados. El frente principal del edificio se ha dispuesto sobre la calle de Salta, formando en el centro un cuerpo saliente que comprende la administración, y á los lados los pabellones que forman los dor- mitorios, clases y otros anexos que se indican en seguida. Otro cuerpo de edificio paralelo ai primero y distanciado de 28 metros comprende otros pabellones dormitorios, refectorios, capilla, etc., siendo este intervalo destinado á formar un gran jardin central que recibe toda la luz del Norte, imprimiendo al edificio un as- pecto risueño á la vez que grandioso por la combinación de las plantaciones con las líneas arquitectónicas de las ámplias galerías que rodean este espacio, que por sus dimensiones le corresponde más bien el nombre de plaza que el de patio. Al fondo del terreno se han dispuesto los servicios generales li- gados con el edificio principal por medio de corredores. El pabellón de la Administración comprende en el piso bajo las siguientes reparticiones: a) Entrada principal. Portería; b) Gran local de espera que lo forman las amplias galerías que se cruzan en ángulo recto, con grandes portadas para separación; c) Sala de recibo de las señoras Inspectoras y distribución de ropas; d) Sala de reunión de las señoras Inspectoras, con un guarda- ropa y loilet; e) Recepción de niños, cuartos de empleados, secretaría, ar- chivo; f) Entrada secreta, subterránea y cuarto de admisión reservado; g) Sala de reunión de nodrizas, gabinete de reconocimiento médico á las mismas, lavabos, water-closets.; h) Habitaciones del Capellán; i) Escaleras. Sobre este cuerpo de edificio se encuentran las reparticiones de las Hermanas de Caridad, un gran Oratorio, sala de trabajo, ba- ños, water-closets etc. y en el subsuelo se encuentran un depósito de ropas y habitaciones del personal de servicio. HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS 81 Dormitorios Los dormitorios forman un pabellón aislado por tres lados con ventanas en sus lados mayores y una veranda al extremo que da al jardin. Su capacidad es de 24 camas, disponiendo cada una de 30 metros cúbicos de aire. Interiormente sus paredes serán lisas, con cielo raso, sin cornisa y sus ángulos redondeados para facilitar su limpieza, tendrán piso de madera de pino de tea machimbrada y tomadas sus juntas con asfalto y un zócalo de madera alto de un metro. En invierno serán calentadas y ventiladas por caloríferos de aire caliente y la ventilación en verano se hará por medio de sus ventanas con piezas movibles en su parte superior, por ven- tiladores Sheringamy por la disposición délos mecheros de gas, los cuales tendrán sus dobles cañerías para llevar al exterior los productos déla combustión, sirviendo á la vez de enérgicos venti- ladores. Piezas accesorias Inmediatos á los dormitorios habrá un cuarto con tres bañade- ras, una pieza para depósito, lencería, cuarto para la persona en- cargada de la vigilancia y salas destinadas para diversas clases de enseñanza, labores, etc., y otras para alojar nodrizas con niños de pecho mientras se encuentran las amas á quienes confiar las cria- turas fuera del Establecimiento. En el subsuelo, debajo de estas piezas accesorias, se pueden utili- zar locales para varios depósitos. Letrinas y lavatorios Las letrinas se han dispuesto en forma de pequeño pabellón casi aislado en el intervalo entredós dormitorios con acceso por medio de un corredor cerrado por vidrieras en el cual se han dispuesto lavatorios. Se ha considerado conveniente separar por completo las letri- nas de las salas destinadas á dormitorios por ser muy difícil man- tenerlas en perfecto estado de aseo, tratándose de niños de corta edad. La supresión de ellas ha permitido formar al extremo del dormitorio la veranda, local muy conveniente por su exposición dominando el jardin, para colocar camas de niños convalescientes AN. SOC. CIENT. ARG. — T. XXXVII 6 82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Ó de salud delicada. Por esta veranda entra mayor luz al dormito- rio, le imprime un carácter más alegre y facilita su ventilación longitudinal. Gimnasios Los extremos Norte y Sud del gran patio central están cerrados por grandes pabellones cubiertos, destinados para salas de recreo y gimnasio en los días de lluvia ó de mal tiempo. El del Norte está cubierto á nivel del techo de las galerías formando terrado y el del Sud lleva encima un pabellón destinado á enfermería de las Hermanas de Caridad. Capilla y Bautisterio La Capilla queda situada en el centro de la segunda ala del edi- ficiOj frente á la entrada principal. Tiene á un costado de la entrada una pieza espaciosa para bau- tisterio, al fondo la secretaría y depósitosde objetos del culto. Ropería Poruña amplia escalera situada á la derecha de la Capilla, se baja al subsuelo donde se ha dispuesto debajo de esta la Ropería general con sus anexos de sala de costura, escritorio, cuartos de compostura, etc. Galerías principales La comunicación general es por medio de amplias galerías que circundan el pequeño patio de la entrada y el gran espacio que se- para ambas alas del Asilo. Estas galerías tienen cuatro metros de ancho; están formadas por columnatas que se repiten en el piso alto, de manera que forman largos y espaciosos corredores por donde pueden con seguridad correr las criaturas, pues están de- fendidas tanto en uno como en otro piso por balaustradas. Varias escalinatas dispuestas en el piso bajo permiten el acceso al jar- din . Refectorios En el piso bajo se ha dispuesto á uno y otro lado de la Capilla los refectorios, de capacidad suficiente para cien niños, cada uno HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS 83 con su ante- comedor, cuarto para guardar los objetos de servicio y lavabo. La situación de estos refectorios es inmediata á la cocina y co- municación con la misma por medio de corredores cubiertos. Piscina y baños ♦ En el espacio comprendido entre la Capilla y los servicios gene- rales, se han dispuesto los baños generales, formando un gran patio en cuyo centro se encuentra una piscina de natación que mi- de 20 metros de largo por 8 de ancho, en donde los niños podrán familiarizarse con ese ejercicio tan higiénico como útil. Cocina La cocina se ha dispuesto al final de la galería que comunica el edificio principal con la repartición de servicio, encontrándose á poca distancia de los refectorios y cerca de las reparticiones del lavadero y desinfección, á fin de utilizar en conjunto las calderas de vapor, realizando así una notable economía. El servicio de esta cocina, pues, será á vapor con todos sus aparates necesarios y el local se ha dispuesto con la suficiente amplitud, completado con las piezas accesorias para la distribución, fregadero, preparación y limpieza de legumbres. Despensa, bodega Se han dispuesto, inmediato á la cocina, dos cuartos grandes para despensa y en el subsuelo se dispondrán los locales para la bodega, depósito de cascos y botellas, depósito de carbón y cáma- ra frigorífica para la conservación de carnes, pescados, verduras, etcétera. Lavadero y desinfección Esta repartición se ha dispuesto de manera que las ropas sucias sean recibidas primeramente en el cuarto donde existe la estufa de desinfección, pasando en seguida á otroque no tiene ninguna comunicación con el primero de donde pasan al lavadero. En este se dispondrán las cubas para la legía, servidas á vapor, las piletas 84 AINALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA para enjuagarla ropa, las prensas j lavaderas movibles á vapor, y, en un local contiguo, el secadero de aire caliente. Otros cuartos para componer la ropa, para planchar y el tendedero al aire libre, completan esta repartición. Ecónomo y demás servicio Inmediato á la despensa se han dispuesto los cuartos para el ecónomo, inmediato á la entrada, y en el piso inferior se coloca- rán los demás cuartos para alojar el personal de servicio. Caballerizas, establos, cocheras En el ángulo S.O. se han colocado las caballerizas para los ani- males de servicio, para las yeguas y burras, y los establos para las vacas, con sus anexos de cuartos para peones, cocheras, depósi- to de forrajes, cuartos para arneses, etc. En el centro del patio de esta repartición se construirá un pozo semi-surgentecon un depósito bastante elevado, el cual se llenará por medio de una bomba aspi- rante é irapelente, movida á vapor. Entrada general de servicio Al fondo del Establecimiento se ha dejado una calle de diez me- tros de ancho para entrada general de servicio comunicando con la calle de Brandzen, quees la más accesible de todas las que limi- tan estos terrenos. Capacidad del edificio En los ocho dormitorios del piso bajo habrá capa- cidad para camas 192 En los dormitorios del piso alto, que son doce ca- brán 288 Suma 480 Pero, en caso necesario se podrán utilizar todavía diez y seis salas entre altas y bajas, inmediatas á los grandes dormitorios donde caben ocho camas en cada una 128 Total 608 HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS 85 Presupuesto El costo total de este Asilo, comprendidos los trabajos de movi- miento de tierras, albañilería, carpintería, techos, yesería, pintu- ra y vidrios, excluyendo las calderas y máquinas de vapor, los caloríferos, estufas de desinfección, lo calculo aproximadamente en un millón de pesos nacionales (S 'l .000.000 m/A). HOSPITAL El Hospital ocupa lo restante del terreno ó sean 39.074 metros cuadrados. Esta es la parte más accidentada, formando una ba- rranca de unos diez metros de elevación sobre la calle de Suarez. Sobre la cumbre de esta barranca se han dispuesto una doble fila paralela de pabellones, separados por una terraza de seis me- tros de ancho, descubierta en el centro, menos en los extremos, donde se encuentran las escaleras que bajan á la parte del sub- suelo, y un local destinado á refectorio y salas de reunión en los días de llúvia ó mal tiempo. Estos pabellones son once y su des- tino es el siguiente : 4 salas para enfermos de la primera infancia, divididas en dos, una para doce enfermo é igual número de amas, y otra para ocho enfermos y ocho amas, con capacidad cúbica de (30) treinta metros para cada niño y cincuenta metros para cada ama; 4 salas ó pabellones para enfermos de la segunda infancia con 20 camas y capacidad cúbica de 40 metros por cama, distribuidas en dos, como las anteriores; \ pabellón para enfermos de los ojos para niños de la primera infancia, con veinte (20) camas; 'I pabellón para niños enfermos de la segunda infancia, para (20) veinte camas; \ pabellón para sala de operaciones y sus anexos. Entre esta doble fila de pabellones y el edificio del Asilo se ha in- terpuesto la distancia de 60™, destinada á la formación de un par- que^ habiéndose dispuesto en la extremidad Oeste el pabellón de sifilíticos, compuesto de dos salas para diez camas y capacidad de cincuenta metros cúbicos por cama con sus anexos y comunica- 86 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ciori con los establos de vacas, y en el otro el pabellón para el mé- dico y practicante. En el ángulo S-0. se han colocado (4) cuatro pabellones de doce camas para los enfermos contagiosos, formando así la repartición de aislamento. Estos pabellones se encuentran al mismo nivel que los de la sé- rie principal, ácuyo efecto se terraplenará el suelo de manera que vendrán á quedar en una eminencia de diez metros sobre el terreno circundante. Inmediato á estos pabellones se ha dispuesto otro para enfermos en observación, el cual consta de piezas completa- mente incomunicadas entre sí. En el ángulo formado por las calles de Salta y Suarez se ha co- locado el pabellón necroscópico y en el centro de esta última, la re- partición del lavadero, desinfección, caballeriza y habitaciones del personal del servicio. Como la línea de la terraza central, que liga las dos séries de pabellones de enfermos, se encuentra próximamente en el vértice de la barranca, resulta que los que forman la fila Norte, se en- cuentran en la planicie, mientras que los otros ocupan la parteen que el terreno forma el descenso de aquella, resultando que unos tienen un solo piso y los otros dos. Se ha aprovechado esta cirscunstancia tan favorable de la topo- grafía del terreno para establecer en este piso bajo los servicios generales del hospital, reunidos por la galería central, cuyo techo forma la terraza superior. Al frente de la calle de Salta y al nivel de la vereda de la misma se encontrará, pues, la administración con todas sus reparticiones, el consultorio médico externo, portería, sala de espera, botica, bi- blioteca, etc. y en el interior la cocina, departamentos hidroterápi- cos, ropería, depósitos, habitaciones del servicio, etc. Varios ascen- sores colocados en la galería central servirán para subir los alimen- tos á los refectorios de arriba, como asimismo otros situados en los anexos de las salas de enfermos servirán para bajar las ropas sucias á los depósitos especiales dispuestos en la parte baja. Salas de enfermos Los pabellones para enfermerías se han distribuido como sigue : Á la entrada se ha formado un pequeño pórtico que comunica con la terraza; en seguida un pequeño zaguan con una pieza á un HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS 87 lado, destinada para los análisis químicos y microscópicos, y otra en otro para botiquiny gabinete del médico ó practicante yen se- guida una sala para ocho camas. Otro pequeño corredor da co- municación con otra sala de doce camas, teniendo á un lado el lo- cal para water-closet, el ascensor para bajar la ropa sucia, un lava- torio y depósito de un bañadero movible, y al otro el cuarto de la enfermera con dos ventanitas fijas, por donde se dominarán ambas salas, y una mesa con aparato á gas para calentar las tisanas, hacer té, cataplamas, etc. La primera sala tiene dos grandes ventanas de cada lado y la segunda tres en cada lado mayor y en su extre- midad una veranda que domina el jardin, separada de la sala por una portada y destinada para los niños convalescientes que no pue- dan salir al exterior. El fraccionamiento de estos pabellones en dos salas de dimensio- nes distintas, es una mejora en el sentido de aproximarse al ideal higiénico de los hospitales de niños, que es el de las pequeñas salas, facilitando la comodidad de colocar en las más chicas los enfermos más graves, á la vez que la colocación entre una y otra de las re- particiones del water-closet, baño y enfermera, facilita el servicio, pues una sola enfermera puede inspeccionar y servir á las dos salas. Todos estos pabellones serán de un solo piso, con un techo de forma ogival, sus paredes completamente lisas en el interior, con los ángulos redondeados y estucadas hasta la altura de dos metros sobre el nivel del piso, las ventanas llevarán celosías y tendrán en su parte superior banderolas movibles para facilitar la ventilación. Los pisos serán de mosaico calcáreo, colocado sobre bovedillas de material previamente cubierto de una capa de asfalto. Calefacción y ventilación Se ha dado la preferencia á la ventilación natural sobre la arti- ficial, tan dispendiosa como ineficaz. Gra ndes ventanas, colocadas unas en frente de otras, con sus banderolas movibles sobre un eje horizontal, ventiladores Sheri- gham en las paredes y la forma ogival de los cielos rasos facilita- rán la más completa renovación del aire, colocándose en la parte superior del techo los aparatos conocidos por Air pump ventilator de Boyle and Son. Todos los picos de gas se utilizarán también como ventiladores, colocándolos con sus tubos, para llevar al exterior los productos de la combustión. 88 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La caleíaccion se hará por chimeneas del sistema Doiiglas y Gal- lón, que toman el aire puro del exterior, calentándolo en una cá- mara especial por donde se distribuye á la sala, mientras la com- bustión del hogar consume el aire viciado de la misma. Este sistema es preferido en los hospitales modernos ingleses, por el atractivo que ofrece al enfermo la vista del fuego y por la facilidad del hogar abierto para consumir los papeles sucios, trapos y residuos de la limpieza de las salas. Pabellones de aislamiento Se componen estos pabellones de una sala para doce camas, te- niendo en un extremo un cuarto para el enfermero, con su cocinita á gas, cuarto para ropería, dos piezas para enfermos {desplazados) y en el otro la letrina, cuarto de baño, escalera para bajar al subsuelo y una pieza grande para refectorio y que puede utilizarse, á la vez, como sala de operaciones. Una galería reúne los cuatro pabellones de aislamiento, dando comunicación con una sala para niños convalescienles. Estas salas tienen la capacidad cúbica de cincuenta metros por cama y su forma, sistema de construcción, calefacción y ventila- ción será igual á las precedentes. Debajo de estos pabellones se han dispuesto los servicios necesa- rios á esta repartición, completamente separados é incomunicados con lo restante del hospital. Pabellones de enfermos no clasificados Se compone este departamento de ocho compartimentos inde- pendientes, con cuarto para la hermana, refectorio, cocina, water- closet, baño y demás servicios. Sala de operaciones El Pabellón que comprende la sala de operaciones se compone de dos cuartos para los enfermos operados, cuarto de depósito de ropa, de vendajes é instrumentos, cuarto para desinfección del médico con lavabo y water-closet y la gran sala de forma octagonal, iluminada al frente por tres grandes ventanas y por una claraboya HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS 89 en el techo. El piso de esta sala será de grandes chapas de mármol blanco y sus paredes serán revestidas hasta la al tura de dos meteos por láminas de cristal, con sus ménsolas de lo mismo para so- portar instrumentos. Una chimenea del mismo sistema de las colocadas en las salas de enfermos servirá para calentar este local. Pabellón necroscópico Comprende la sala de autopsia de forma octagonal algo alar- gada, iluminada por luz zenital, un depósito de cadáveres, museo y gabinete de anatomía patológica, lavabo, water-closet, etc. Lavadero, desinfección, etc. Este departamento comprende el lavadero á vapor con todos sus aparatos, secadero de aire caliente, tendedero al aire libre, cuarto para planchar y para componer !á ropa, estufa de desinfección con sus locales separados para la ropa á desinfectar y la desinfectada, habitaciones del personal de servicio, cocheras para las ambulan- cias, cuarto para los arneses, caballerizas, etc. Cocina, despensa, etc. La cocina será á vapor con sus anexos de cuarto de distribución, lavadero y fregadero. Un pequeño tramway á mano, tendido en toda la extensión de la galería servirá para distribuir en los dife- rentes ascensores que comunican con las salas situadas en el piso superior, la comida para los enfermos. La despensa constará de las reparticiones para depósito de co- mestibles, bodega, cuarto frigorífico para conservación de carnes, verdura, hielo, etc., etc. Roperia Constará de las reparticiones para depósito de ropas, compostu- ras, colchonería, depósito de colchones, sala de distribución, escri- torio, etc. Departamento liidroterápico Contendrá la sala hidroterápica con sus baños de ducha, de llu- 90 anales de la sociedad científica argentina via, circular, de asiento y reparticiones para baños medicinales, sulfurosos, de vapor, sala áe> sm\d,oÁon (frigidarum) . Pabellón de sifilíticos Constituye un pequeño edificio separado de la comunicación ge- neral compuesto de dos pequeñas salas de diez camas, con capaci- dad cúbica de cincuenta metros por cama, teniendo en un extremo el water-closet y cuarto de baño y ropas sucias y una veranda separada, para convalecientes^ situada en un punto que domina la vista de los jardines. Un cuerpo central que liga ambas salas contiene las re- particiones destinadas para la enfermera, cocinita para el té, cata- plasmas, etc., ropería, gabinete del médico ó practicante, refecto- rio, escalera para el subsuelo y el local donde pueden ordeñarse los animales que se conducen del establo inmediato. Habitación del médico y practicantes Frente á la calle de Salta, en el extremo del parque que separa el Hospital del Asilo, se ha situado el pabellón del médico y practi- cantes, que contiene las habitaciones del uno y délos otros, con las reparticiones de cocina y servicio situadas en el subsuelo que por el lado de la calle se encuentra al mismo nivel de la vereda. Capacidad del edificio La capacidad del hospital está distribuida como sigue: 4 salas para enfermos de la primera infancia, a 20 camas cada una 80 4 salas para enfermos de la segunda infancia, á 20 camas cada una : 80 2 salas para enfermos de ojos, á 20 camas cada una 40 2 salas enfermedades en que no es posible el contagio, á 20 camas cada una 40 2 salas sifilíticos, á 10 camas cada una 20 4 salas de aislamiento, á 14 camas cada una. . 56 1 pabellón de observación 8 Total 324 HOSPITAL Y ASILO NE NIÑOS EXPÓSITOS 91 Comunicación de servicio La comunicación del hospital para el servicio general se hace por la calle especial situada al fondo del Asilo. Por esta calle se llega hasta el extremo de la terraza que une la doble hilera de pabello- nes en donde existe una gran escalera que baja al subsuelo, donde se encuentran todas las reparticiones de servicio del hospital. Orientación y aspecto general Los pabellones que forman la série principal están orientados de Norte á Sud y su disposición por espacios alternados permite que el aire circule libremente y que todos sean bañados por la luz solar. La extensión del terreno, que corresponde á 120 metros superficia- les por cama, su ubicación alejada de toda población inmediata, su altura y los parques y jardines que embellecen é higienizan el establecimiento, son condiciones que harán de este Hospital un edificio modelo en su género. Su arquitectura sencilla, como debe ser la de este género de edificios, embellecido por las galas de la naturaleza de sus plantaciones, el magnífico panorama que se do- mina desde su amplia terraza y de las verandas de las salas, im- primirán al hospital la fisonomía de una casa de campo, con ese aspecto risueño, tranquilo, que obra tan favorablemente en el ánimo de las criaturas, siendo el más eficaz colaborador del médico. Presupuesto El costo de la edificación de este hospital, no incluyendo las ins- talaciones y maquinarias, asciende á la suma total aproxima- tiva que se indica al final de este párrafo, dividida en la forma si- guiente: 8 (ocho) pabellones pequeños $ 240.400 4 (cuatro) — grandes... » 158.550 1 (uno) — de sifilíticos y ope- raciones » 96.669 4 (cuatro) pabellones de aislamiento. . » 143.910 1 (uno) — de observación .. . » 32.886 92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Casa del médico y practican les » 67.392 I (uno) pabellón necroscópico » 16.432 Lavadero, desinfección, etc » 65.400 Pabellones cubiertos al extremo de la terraza » 18.960 Suma total $ 835.605 Esta cifra nos dará por resultado el valor de 2570 pesos nacio- nales por cama, que reducidos en francos al tipo de 325 por % nos daría 4000 francos por cada una. Si agregamos á estos 4000 francos un 25 % por el mueblaje y de- más instalaciones, tendríamos que el costo total por cama sería de 5000 francos. El costo de los principales edificios liospitalios modernos es el siguiente: Francia (1) Francos por cama Lariboisiere, en Paris 20.000 Tenon, en Paris 14.000 Hotel-Dieu, en Paris 40.000 Vichy 5.500 Montpellier 3.680 Saint-Denis 5.500 Bourges 3.800 Bicbat, en París 2.400 Le Havre 6.000 Suiza Berna (Jusel Hopital) 6.500 Zurich (Hospital de Niños ) . 4 . 500 Auvan 5.800 Inglaterra Herbert 8.250 Saint Thomas. 19.425 Glasgow 18.000 (1) L. Bone, Elude sur les hopitanx. La construction Moderne, año 1891, página 549. 93 HOSPITAL Y ASILO DE NIÑOS EXPÓSITOS Alemania Berlín ( Hospital civil) 9.000 Koenisberg 5.500 Bélgica Amberes (]Nuevo hospital ) 9.000 Italia Génova (Hospital San Andrea) 16.000 América Johns Hopkins, en Baltimore 20.000 Esta estadística demuestra que nuestro hospital es de ios más eco- nómicos comparado con los de Europa. Al dejar terminada la presente memoria, me es grato declarar que me ha servido de guía para proyectar estas obras, el programa bien detallado, confeccionado por los doctores Bosch y Davel, al cual he tratado de ajustarme en cuanto ha sido posible. Buenos Aires, Octubre 10 de 1892. Juan A. Buschiazzo. REGLAMENTO El Circulo Medico Argentino, resuelve : Artículo 1°. — Celebraren 1896, un Concurso Nacional de Medi- cina, de acuerdo con las siguientes bases : а) Los lemas del concurso serán libres y podrán presentarse trabajos de personas que residen en cualquier punto de la Argen- tina ; entendiéndose que son trabajos de concurso: memorias iné- ditas sobre medicina, piezas anaLímicas preparaciones histológicas, allá tomo-patológicas^ plásticas, instrumentos, aparatos, etc., que no hayan sido entregados al público antes de la fecha del con- curso ; б) Los trabajos serán dirigidos al Presidente del Círculo Médico Argentino; entregados en secretaría antes del 10 de Abril de 1896, sin que por ningún dato ni referencia pueda deducirse los nombres de sus autores ; c) Cada trabajo vendrá embalado y en su rótulo tendrá el nom- bre déla sección del concurso á que por su naturaleza corresponda. — En sobre cerrado y lacrado constará el nombre y domicilio del autor.— Este sobre tendrá la misma leyenda que el trabajo á que se refiere, y será conservado por la Comisión Directiva para ser abierto después de pronunciado el jury, siempre que corresponda á algún trabajo premiado; d) Cada aparato, pieza anatómica, preparación histológica, aná- tomo-patológica, plástica, instrumento, será acompañado de una memoria descriptiva; e) Todo trabajo premiado es propiedad de la Asociación (1). (1) Se refiere al original. CONCURSO NACIONAL DE MEDICINA PARA 1896 95 Queda establecido que el Circulo Medico Argentino no costea pu- blicación de memorias ni confección de instrumentos premia- dos; /) Los trabajos no premiados serán devueltos á sus autores. Art. 2°.— El jury se compondrá de nueve personas de reconocida competencia en las ciencias médicas, y será nombrado por la asamblea de entre una lista de veinticinco, propuestos por la Comi- sión Directiva, y en él actuarán como secretarios dos miembros de la Sociedad nombrados por la asamblea. Art. 3°. — De la misma lista de veinticinco personas, la asamblea nombrará seis sustitutos, los cuales podrán ser llamados por los titulares cuando éstos se crean insuficientes en número para resol- ver el mérito de los trabajos presentados. Art. 4°. — Para facilitar la distribución y estudio délos trabajos del concurso, se establecen las siguientes divisiones, á cada una de las cuales corresponden los premios que se expresan : Anatomía patológica, histología, piezas histológicas, sifilografía, dermatología. —Premio del señor Gobernador de la Provincia de Córdoba, acordado por decreto de Julio 6 de 1893 (consistente en una medalla de oro); medalla de plata; medalla de cobre; di- ploma. Patología interna, clínica médica, enfermedades de niños. — Premio Juan Etchepareborda (consistente en la colección de cien tomos del Diccionario de Dechambre); medalla de plata ; medalla de cobre ; diploma. Ginecología y Obstetricia., — Premios: medalla de oro; medalla de plata; medalla de cobre; diploma. Patalogía externa, clínica quirúrgica, medicina operatoria, ins- trumentos, aparatos, — Premios: medalla de oro; medalla de plata; medalla de cobre, diploma. Medicina legal, toxicología, terapéutica y química aplicada á la medicina. — Premios: medalla de oro; medalla de plata; medalla de cobre ; diploma. Higiene, demografía, epidemiología, geografía médica. — Pre- mios : medalla de oro; medalla de plata; medalla de"cobre; diploma. Enfermedades nerviosas y mentales, historia de la medicina. — Premios: medallado oro; medalla de plata; medalla de cobre; diploma. Anatomía, fisiología, preparaciones anatómicas. — Premios : me- dalla de oro; medalla de plata ; medalla de cobre; diploma. 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Oftalmología, laringología, rinología, otología, odontología. — Premios: medalla de oro; medalla de plata; medalla de cobre ; di- ploma. Ciencias auxiliares de la medicina. — Premios : medalla de oro ; medalla de plata ; medalla de cobre ; diploma. Art. 5°. — Si los trabajos de algunas secciones no merecieran los premios asignados, estos podrán ser adjudicados por el jury á tra- bajo de otras secciones ; y si en algunas de éstas no bastaran los premios que se establecen por ser muchos los trabajos que á ellas se hubieran presentado, el jury podrá aumentar su número y lo hará así constar en su veredicto. Art. 6°. — El premio acordado por el Gobierno de la República, por decreto de fecha Julio 12 de 1893, será adjudicado al trabajo que á juicio del jury sobresalga de una manera notable entre todos los presentados al concurso. Art. 7°. — El veredicto será presentado á la C. D. del Círculo Mé- dico Argentino el 1° de Junio de 1896, firmado p*or todos los miem- bros del jury, y especificando por cada sección del concurso cuáles son los trabajos premiados y la categoría de los premios acorda- dos. Art. 8°. — La C. D. en presencia de este veredicto procederá á abrir los sobres que correspondan á los trabajos premiados; comunicará su resultado á los gobiernos y demás personas que hubieran acor- dado premios y fijará día para su distribución en acto público. Art. 9°. —Todas las medallas irán acompañadas de diplomas con la firma de los miembros y secretarios del jury, presidente y secre- tario de la Sociedad. Estas medallas llevarán las siguientes inscripciones : En el an- verso : « Círculo Médico Argentino », y en el reverso : «Concurso Nacional de Medicina, 1896». Tendrán como peso efectivo media onza. Art. 10. — Solicítese de la prensa de la República la inserción de este reglamento; circúlese á todos los médicos, hombres de ciencia y estudiantes de medicina de Buenos Aires y provincias. Buenos Aires, Marzo 1.5 de 1894. Alejandro E. Amoretti Manuel Á. Zavaleta. — Domingo M. Cremona, Secretarios. LISTA DE LOS SOCIOS HONORARIOS Dr. Germán Barmeister -f. — Dr. Eenjamin A. Gould. — Dr. R. A. Philippi.— Dr. Guillermo Rawsoii Dr. Carlos Berg. CORRESPONSALES Arteaga Rodolfo de • Montevideo. Ave-Lallemant, Germán Mendoza. Brackebusch, Luis. Córdoba. Carvalho, José Carlos de. ... . Rio Janeiro. Denza, F Cordeiro, Luciano. . Netto, Ladislao Rio Janeiro. Paterno, Manuel... Palermo(It.). Reid, Walter F Londres. Strdbel, Pellegrino Parma (Ital.). . . Monealieri (Italia) . . Lisboa . CAPITAL Aberg, Enrique. Agote, Gárlos. Aguirre, Eduardo. Aguirre, Pedro. Albert, Francisco. ' Aldao, Cárlos A. Almada Luis E. Alrich, Francisco. Alsina, Augusto. Amespil, Lorenzo. Amoretti, E. (hijo). Anasagasti, Federico. Anasagasti, Ireneo. Araoz, Aurelio. Aranzadi, Gerardo. Arata, Pedro N. Araya, Agustin. Arigós, Máximo. Arnaldi, Juan B. Arteaga, Alberto de Aubone, Gárlos. Avenatti, Bruno. Avila, Delfín. Badell, Federico V. Bacciarini, Euranio. Babia, Manuel B. Baigorría, Raimundo. Bancalari, Enrique. Bancalari ¡Juan. Barabínn, "Santiago E. Barilari, Mariano S. Barra, Cárlos de la. Barzi, Federico Basarte, Rómulo E. Battilana Pedro. Baudrix, Manuel C. Bazan, Pedro. Becker, Eduardo. Belgrano, Joaquín M. Belsunce, Esteban Beltrami, Federico Benavidez, Roque F. Benoit, Pedro. Bernardo, Daniel R. Biraben, Federico. Blanco, Ramón C Brian, Santiago. Borgogno, Juan L. Bosque y Reyes, F. Booth, Luis A. Bugni Félix. Bunge, Cárlos. Buschiazzo, Gárlos. Buschiazzo, Francisco. Buschiazzo, Juan A. Bustamante, José L. Cagnoni, Alejandro N. Cagnoni, Juan M. Campo, Cristóbal del Campo, Leopoldo de Canale, Julio. Candiani, Emilio. Candioti, MarcialR.de Canovi, Arturo Cano, Roberto. Carbono, Auguslin P. Caride, Estéban S. Carmena, Enrique. Carreras José M. de las Garrique, Domingo Carvalho, Antonio J. Casal Carranza, Roque. Castellanos, Cárlos T. Castex, Eduardo. Castro, Vicente. Gastelhun, Ernesto. Cerri, César. Cilley, Luis P. Chanourdie, Enrique. Chapeaurouge, G. de. Chueca, Tomás A. Claypole, Alejandro G. Clérici, Eduardo E. Cobos, Francisco. Cominges, Juan de. Córdoba Félix. Cornejo, Nolasco L. Coronel!, J. M. Coronel, Manuel. Coronel, Policarpo. Corti, José S. Courtois, U. Cremona, Andrés V. Cremona, Victor. Grohare, Pablo J. Cuadros, Carlos S, Damianovich, E. Darquier, Juan A. Dasseii, Claro C. Dawney, Cárlos. Dellepiane, Juan. Dellepiane, Luis J. Diaz, Adolfo M. Dillon, Alejandro. Dillon Justo R. Dominguez, Enrique Doncel, Juan A. Dubourcq, Hermán. Duclout, Jorge. Durrieu, Mauricio Duhart, Martin. Duffy, Ricardo. Duncan, Cárlos D. Dufaur, Estevan F. Echagiie, Carlos. Elguera, Eduardo. Escobar, Justo V. Escudero, Petronilo. Espinosa, Adrián. Esquivel, José. Etcheverry, Angel. Ezcurra, Pedro Ezquer, Octavio A. Fernandez, Daniel. Fernandez, Honorato. Fernandez, Ladislao M. Fernandez, Pastor. Fernandez V., E'^". Ferrari Róuiulo. Ferrari, Santiago. Fierro, Eduardo. Figueroa, Julio B. Fleming, Santiago. Friedel Alfredo. Porgues, Eduardo. Fox, Eduardo Frogone, José I. Frugoue, José V. Fuente, Juan de la. Gainza, Alberto de. Gallero, Alfredo. Gallardo, Angel. Gallardo, JoséL. Garda, Aparicio B. Gaslaldi, Juan F. Gentiliui, Pascual. Ghigliazza, Sebastian. Giardelli, José. Gilardon, Luis. Giménez, Joaquin. Girado, José I. Girondo, Juan. Gómez, Fortunato. González, Arturo. González, Agustín. González del Solar, M. González Velez, Alej Gorbea, Julio Gramondo, Ernesto. Gradin, Carlos. Guerrico, José P . de Guevara, Roberto. Guido, Miguel. Guglielmi, Cayetano. Gutiérrez, José Maria. Hainard, Jorge. Hary, Pablo Herrera Vegas, Rafael. Hidalgo, Martin Huergo, Luis A, Huergo, Luis A. (hijo). Hughes, Miguel. Igoa, Juan M. Inurrigarro, José M. T. írigoyen, Guillermo. Isnardi, Vicente. Iturbe, Miguel. Iturbe, Atanasio. Jaeschke, Victor J. Jameson de la Precilla. LISTA DE SOCIOS (Continuación) Jauregu!, Nicolás. Juliauez, Héctor. Krause, Otlo. Kyle, Juan J. J. Labarlhe, Julio. LaíFerriere, Arturo. Lagos, Bismark. Lange, Enrique S. Langdon, Juan Á. Lanús, Juan. G. Lanús, Eduardo. Lara, Alfredo. Larguía, Carlos. Lavalle, Francisco. Lavalle, José F. Lavalle C., Cárlos. Lazo, Anselmo. Leconte, Piicardo. Lederer, Julio. Leonardis, Leonardo León, Rafael. Lehman, Guillermo. Limendoux, Emilio. Lizarralde, Ramón. López Saubidet, P. Llosa, Alejandro. Lucero, Apoinario. Lugones, Arturo. Lugones Velasco, Luro, Rufino. Ludwig, Cárlos. Lynch, Enrique. Machado, Angel. Madrid, Enrique de Madrid, Samuel de. Mallol, Benito J. Mamberto, Benito. Mandiuo, Oscar A. Marini, A. Martinez, Carlos. E. Mássini, Cárlos. Massini, Estevan. Maza, Fidel. Matienzo, Emilio. Mattos, Manuel E. de. Maupas, Ernesto. Mendez, Teófilo F. Mezquita, Salvador. Mohr, Alejandro. Molina Salas, Cárlos. Molina y Vedia Julio. Molinari, José. Molino Torres, A. Molteni, José F. Mon, Josué R. Montes, Juan A. Morales, Cárlos Maria. Morra, Cárlos. Moyano, Cárlos M. Murzi, Eduardo. Noceti, Domingo. Noceti, Gregorio. Nougues, Luis' F. Ocampo, Manuel S. Ochoa, Arturo. Ochoa, Juan M. O'Donell, Alberto C. Ornstein, Máximo. Olivera, Cárlos C. Olmos, Miguel. Orzabal, Arturo. Otamendi, Eduardo. Otamendi, Rómulo. Otamendi, Alberto. Otamendi, Juan B. Otamendi, Gustavo. ¿ Outes, Félix. Padilla, Isaias. Padilla, Emilio H. de Palacios, Alberto Palacio, Emilio. Páquet, Cárlos. Pasalacqua, Juan V. Pastor. Miguel. Pawlowsky, Aaron. Pellegrini, Enrique Pelizza, José. Peluffo, Domingo Peyrel, Alejo Pereyra, Horacio. Pereyra, Manuel. Perez, Adolfo. Philip, Adrián. Piaña, Juan. Piaggio, Antonio. Piaggio, Pedro. Pirovano, Ignacio. Puiggari, Pío. Puiggari, Miguel. M. Quadri, Juan B. Quijarro, José A. Quiroga, Atanasio. Quiroga, Ciro. Ratto, Leopoldo. Rebora, Juan. Recaído, Felipe. Real de Azúa, Cárlos Riglos, Martiniano. Rigoli, Leopoldo. Rocamora, Jaime. Rüux, Alejandro Rodríguez, Andrés E. Rodríguez, Luis C. Rodríguez, Miguel. Rodríguez de la Torre, C. Rojas, Estéban C. Rojas, Estanislao. Rojas, Félix. Romero, Armando. Romero, Julio del. Romero, Cárlos L. Romero, Luis. Roselti, Emilio. Rospide, Juan. Rostagno, Enrique. Ruiz, Hermógenes. Ruiz de los Llanos, C. Ruiz, Manuel. Rufraucos, Ceferino. Sagnsta, Eduardo. Sagastume, Demetrio . Sagastume, M. José . Saguier, Pedro. ,:fj Salas, Estanislao. Salas, Julio S. a Salvá, J. M. ^ Samper, Sebastian, 'H Sánchez, Emilio J. Sanglas, Rodolfo. ^ ;^San Román, Iberio. LSantillan, Santiago P. ^ Senillosa, Juae A. Señorans, Arturo 0. Saralegui, Luis. ^ Sarhy, José. V. , ') Sarhy, Juan F. Scarpa, José. 'i Schneidewind, Alberto V Schickeridantz, Emilio, j Schroder, Enrique. íf Schwartz, Felipe. 1 Scotti, Cárlos F. :i Segovia, Fernando. ’l Seguí, Francisco. - Selstrang, Arturo. -j Serna, Gerónimo de la j Serrato, Juan. I Schaw, Arturo E. | SchaW, Cárlos E. | Sugasti, Manuel. Silva, Angel. | Silveira, Luis. ^ Simonazzi, Guillermo. Siri, Juan M. 4 Sirven, Joaquin. i Solá, Ricardo. ' ^ Soldani, Juan A. ^ Sota, Alberto de la. S Spika, Augusto. ] Stavelius, Federico. ■ Stegman, Cárlos. 'i Taboada, Miguel A. j Taurel, Luis. j Tessi, Sebastian T. 1 Thedy, Héctor. Torino, Desiderio. Thompson, Valentín. ^ Travers, Cárlos. Treglia, Horacio. d Tressens, José A. Unanue, Ignacio. 1 Valerga, Oronte A. J Valle, Pastor del. Varela Rufino (hijo) | Vidart, E. (hijo) j Videla, Baldomero. ^ Viñas, Urquiza Justo. ^ Villanueva, Bernardo. < Villegas, Belisario. i Vinent, Pedro White, Guillermo. ) Williams, Orlando E. ’■ Zamudio, Eugenio. Zavalia, Salustiano. r. Zeballos, Estanislao S. Zimmermann, Juan C, ¿ Zunino, Enrique. Zeballos, Juan V. ANALES DE LA CIENUFICá ARGENTINA COMISION RED A G TORA Presidente Ingeniero Carlos Bunge. Secretario Señor Armando Romero. i Ingeniero Manuel B. Bahía. Vocales ? D'”' Atanasio Quiroga. f Señor Félix Lynch Arribálzaga. ABRIL, MAYO y JUNIO, 1894. — ENTREGAS III Á VI TOMO XXXVII PUNTOS Y PRECIOS DE SUSCRICION LOCAL BE LA SOCÍEMD, ZEBALLOS 269, Y PRÍNCÍPALES LIBRERIAS mes, en. la Capital, Intex-ior y Exterior, incluso porte $ m/n 1 . O r*or año, en la Capital, Interior y Exterior incluso porte,. » 13.00 IMPRENTA DE PABLO E. CONI É HIJOS, ESPECIAL PARA OBRAS 680 — CALLE PERÚ — 680 189 4 JUNTA DIRECTIVA Pre'éidente Ingeniero Carlos Bunge. Vict -Presidente 1° Ingeniero Domingo Nocetti. Id. 2° Ingeniero Demetrio Sagastume. Secretario Señor Armando Romero. Tesorero Señor Miguel Olmos. / Señor Pedro Aguirre. l Señor Ernesto Mauras. Vocales | Señor Alberto Otamendi. / Capitán Arturo Lugones. \ Ingeniero Miguel Iturbe. INDICE DE LA PRESENTE ENTREGA I. — LAS INSTALACIONES HIDRAULICAS y su aplicación á las operaciones raaritíoias en el puerto La Plata, por Julio H. IPi^uei'oa. II. — MEJORAMIENTO DE LOS VINOS por medio de las lavaduras puras activas del instituto La Claire. Resultados obtenidos en la vendimia de 1892, por Jorge JaesaueHiin. III. — NOMENCLATURA DE LAS POSICIONES y direcciones en los cuerpos animales, por Angel Oal Bardo. IV. — NOTA ACERCA DE LA DETERMINACION DE LOS MOMENTOS MAXI- MOS DE FLEXION en las secciones de una viga que dencansa libre- mente sobre dos apoyos. V. — APUNTES SOBRE LOS INDIOS CHUNUPIES (Chaco Austral) y pequeño Vocabulario, por J. B. Asnliro^etti. VI. — FÉLIX LYNCH ARRIBALZAGA. f 10 de Abril de 1894. VIL — EXPLOTACION DE FERROCARRILES. Memoria déla Dirección General de Ferrocarriles. AHII. — UTILIZACION DE LAS CAIDAS DEL NIAGARA, por II. J. Forlies. IX. — SADI-CARNOT. X. - BIBLIOGRAFIA. XI. - MISCELANEA. A LOS SÓCIOS Se ruega á.los señores socios comuniquen á la Secreta- ría de la Sociedad su ausencia, cambio de domicilio, etc., y cualquier irregularidad en el reparto de los Anales 6 cobro de la cuota. Se ruega también á los que tengan én su poder obras prestadas pertenecientes á la Biblioteca de la Sociedad, se sirvan devolverlas á la brevedad posible, á fln de anotar- las en el catálogo. LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS Y SU APLICACION Á LAS OPERACIONES MARÍTIMAS EN EL « PUERTO LA PLATA » CONFERENCIA LEIDA EN LOS SALONES DE LA SOCIEDAD, EN LA ASAMBLEA DEL 4 DE JULIO POR EL SOCIO INGENIERO JULIO B. FIGUEROA Señores : Dedico á la distinguida Sociedad Científica Argentina el presente trabajo, el que en este momento no tendrá más objeto que analizar el funcionamiento en conjunto de una instalación hidráulica, apli- cada á las operaciones de carga, descarga de mercaderías en el puerto de La Plata y su movilización en wagones. Después deduci- remos los factores de consumo — como son : agua, carbón y tiempo — que se precisan para producir efectos mecánicos relacionados con el movimiento marítimo máximo previsto. Deducidos estos factores, podremos en otra ocasión presentar el estudio mecánico de cada una de las partes déla instalación. La dotación completa de la instalación hidráulica proyectada, distribuida en una extensión de 8500 metros lineales de muelles, es la siguiente : 28 guinches, cada uno de una fuerza de \ 500 kilos, á la velocidad ascensional de 0'"80, desceosional de 1 metro y rotación \ '"25 por segundo; 14 puentes entre 2 hileras de galpones; 1 7 cabrestantes, cada uno de un poder de tracción de 1 000 kilos á la velocidad de 0”50 por segundo; 6020 metros lineales de cañería de presión con toda su dotación de hidrantes y demás accesorios; Una casa de máquinas; AN. SOC. CIENT. ARG. — T. XXXVII 7 98 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dos maquinarias completas, cada una de 250 caballos indicados, con su correspondiente acumulador y todos los accesorios. Este material, contratado con la importante casa constructora G. Luther-Maschin-Fabrik en Braunschweig, importa 1 .700.000 fran- cos, inclusive su colocación y garantía de buen funcionamiento du- rante un año. Pasaremos someramente en revista cada una de las divisiones que hemos establecido. Grúas. — El mecanismo se halla establecido sobre un puente rodante, de manera á permitir el tráfico de wagones sobre las 3 vías situadas entre el galpón y el Dock. El tipo primitivo¿de esta clase de guinches se halla funcionando con perfecto éxito en el importante puerto de Bromen (Alemania). Estos guinches están calculados para hacer 40 elevaciones por minuto, cada vez con el máximo de carga de 1500 kilos. Puentes hidráulicos. — Están destinados á unir en el sentido transversal las dos hileras de galpones proyectadas, á razón de 2 puentes por cada pareja, á fin de permitir el tránsito de mercade- rías de un galpón al otro. El intervalo que media entre la parte más saliente del piso de ambos es de 3“44, ocupado por una vía inter- media destinada á las operaciones de carga y descarga directa de los wagones al galpón ó vice-versa. Los puentes hidráulicos están calculados de manera á soportar el tránsito de wagones pesados por esa vía, siempre que no se hallen en servicio, para lo cual, por medio de la presión hidráulica, se le- vantan hasta el nivel del piso de los galpones, restableciendo la co- municación entre ambos. Cabrestantes. — Sirven para la tracción de wagones en las tres vías colocadas entre la primera fila de galpones y el Dock, y de ellas á la vía intermedia entre los galpones j auxiliares detrás de la se- gunda hilera de galpones. Los tambores son de 2 diámetros : el inferior de 0“64 con 500 kilos de tracción, y el superior de 0“32 con 1000 kilos de tracción, á velocidades respectivamente de 1 metro y O^'bO por segundo. Cañería de 'presión. — Tienen por lo general 3 metros de largo y 0“10 de diámetro interior. LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS 99 Los hidrantes^ ó tomas de agua de los guinches, se hallan colo- cados cada 10 metros. La cañería general se halla provista de todos los aparatos nece- sarios para facilitar la dilatación, válvulas de cierre para aislar espacios determinados y válvulas de seguridad que se abren auto- máticamente cuando la presión pasa cierto límite. Como la cañería de presión es doble, aislando una sección de 136 metros y produciendo un insignificante movimiento de traslación en parte de ella, facilitado por el aparato de dilatación, puede reti- rarse cualquier caño y reemplazarse, sin interrumpir el funciona- miento permanente de los guinches y cabrestantes en todas las de- más secciones. Casa de máquinas. — Se halla construida sobre una superficie de 30 metros por 15 metros, ó sean 450 metros cuadrados. Contiene 2 torres para igual número de acumuladores ; y los cimientos para 2 motores de 250 caballos indicados cada uno, dos calderas efectivas y una de repuesto. La chimenea tiene 36 metros de elevación sobre el plan del edi- ficio y una sección interior de 1“40 en la base, aumentándose hasta 2'"40 en la cúspide. Instalación de máquinas. — Esta instalación comprende : a) 2 máquinas-bombas, cada una de una capacidad de 1800 litros de agua á una presión de 50 atmósferas por minuto ; b) 2 calderas tubulares apropiadas ; c) 2 acumuladores, cada uno de un diámetro de émbolo de 600 milímetros, con un recorrido de 8000 milímetros. a) Las condiciones generales impuestas por el pliego de condi- ciones, son las siguientes: 1° Número de caáaZ/os efectivos {vc\q- didos en agua de presión) de cada máquina, con 12 atmósferas de presión en la caldera y 60 revolu- ciones del eje motor por minuto. 2° Número de caballos indicados de cada máquina en iguales condi- ciones 3° Cilindros de cada máquina : 200 caballos 250 — 100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Diámetro del cilindro de presión.. 450 milímetros — — media presión. 775 — — — baja presión. . 1000 — ■ Carrera del émbolo del cilindro de alta presión 700 — Carrera del émbolo del cilindro de media presión 700 — Carrera del émbolo del cilindro de baja presión 700 — Admisión del cilindro de alta presión (trabajo con el máximun de efecto). 0 . 3 Admisión del cilindro de media pre- sión (trabajo con el máximum de efecto) 0.4 Admisión del cilindro de baja pre- sión (trabajo con el máximum de efecto) 0.5 I^úmero de vueltas por minuto 60 4° Consumo de carbón : Por caballo, medido en agua ó efec- tivo 0.90 kilogramos Por caballo indicado 0.73 — 5° Condensador á superficie de cada máquina : Superficie de los tubos 71 metros cuadrados Diámetro interior de los tubos 17 milímetros 6“ Bomba de circulación de cada máquina : Diámetro del émbolo 360 — Carrera del émbolo 400 — Número de vueltas 60 Capacidad por minuto 2000 litros 7° Bomba de aire de cada máquina: Diámetro del émbolo 320 milímetros Carrera del émbolo 400 — Número de vueltas 60 8° Bomba de alimentación de cada máquina : Diámetro del émbolo 55 — Carrera del émbolo 400 — Número de vueltas 60 Capacidad por minuto 50 litros 9° Aparato de alimentación de cada máquina : LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS 101 Sistema Worthington. Capacidad: de 160 á 30 litros. 10° Bombas de alta presión de cada máquina: Diámetro del émbolo 142 milímetros Carrera del émbolo 700 — Número de vueltas 60 Capacidad por minuto i 800 litros h) Calderas. — Son dos calderas, cada una de 100 metros cua- drados de superficie de caldeo. Pertenecen al tipo llamado «tubulares», con dos calderas simé- tricas en la parte superior, construidas de manera que el agua pueda circular sin interrupción, para activar la producción del va- por y evitar en lo posible las incrustaciones. c) Acumulador. — El peso del acumulador — 141 toneladas dis- tribuidas en la sección transversal de su émbolo de 0“60 de diámetro — apoyado en un estado permanente de flotación sobre el líquido contenido dentro del cilindro colocado al pié déla torre sobre sólida cimentación, determina én el líquido una compresión constante de 50 atmósferas, cuya presión se hace extensiva en toda la cañería que corre á lo largo de los muelles. Uno de los acumuladores debe cargarse un poco más que el otro, de manera que sea el primero en bajar y el último en subir, siempre que las dos máquinas trabajen en combinación; y en tal caso am- bas máquinas deben tener la conexión que produce el movimiento automático con el acumulador de mayor peso. Sea B el peso del acumuladora^ A un peso suspendido en la parte alta de la torre, cuyo peso gravita sobre el mismo acumulador des- de el momento en que ha alcanzado su mayor grado de elevación. El otro acumulador b, tendrá una carga B-{-A', de manera que ese exceso de peso permanente A' sea menor que el peso suspen- dido A. Cuando el acumuladora llega á su línea más elevada XX', anti- cipándose al ascenso del acumulador b, recien empieza á levantarse este último, elevándose la presión del agua á la necesaria para levantar el peso B -f-A', habiendo principiado el levantamiento del acumulador a con la presión de 50 atmósferas correspondientes al peso B solamente. Entre tanto el acumuladora no puede elevarse más arriba de la línea XX, aunque se halle sometido á una presión superior á 50 402 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA atmósferas, por la resistencia mayor del peso suspendido A> A'. Elevándose el acumulador 6 á la altura maxima XX, será el primero en redescender á medida que funcionen los guinches y cabrestantes. En estas condiciones, el movimiento automático de las dos máqui- nas trabajando simultáneamente, deberá ser producido por el des- censo del acumulador h, esto es el de mayor peso permanente B-f- A'. La presión de 50 atmósferas se trasmite á los cilindros verticales y horizontales de los guinches para producir, mediante un aparato de distribución, ya sea el movimiento vertical, ya sea el de rota- ción ; y asimismo se trasmite á la máquina de tres cilindros que constituyen los cabrestantes, para producir en ellos el movimiento de rotación. Presupuesto de la instalaciou hidráulica proyectada DIVISION a. — MAQUINARIA Y APARATOS HIDRÁULICOS A. Estación Central I 2 máquinas á vapor, vertical, triple compound, á condensación superficial , bombas, cañerías y todos los otros accesorios, á entregary montar á. . . . II 2 calderas á vapor con todos sus acceso- rios, montadas, con las fundaciones, la albañilería, etc., enteramente lis- tas para funcionar ó o III 2 acumuladores con balasto y todos los accesorios entregados, montados com- pletamente á IV 2 depósitos de agua de 50 metros cúbi- cos de capacidad á entregar y mon- tar á V Una lista de piezas de reserva será en- tregada separadamente por el propo- Precio en francos 225 . 000 75.000 75.000 7.500 LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS 403 nenlecon los precios que pide por la entrega de estas piezas en el terreno del Puerto « La Plata». B, Cañería VI 6020 metros lineales de cañería á pre- sión de cien mm, de diámetro inte- rior, inclusive las piezas irregulares y especiales, á entregar y colocar por metro corrido 312.000 VII 220 hidrantes para establecer la comu- nicación entre la cañería á presión y las aguas rodantes, de 40 mm. de diámetro interior, inclusive las tapas de fierro fundido sobre los pozos en albañilería, á entregar, montar y co- locar á 27.750 VIII 31 hidrantes para establecer la comuni- cación entre la cañería á presión y los puentes móviles entre los galpones, inclusive las tapas de fierro fundido sobre los pozos en albañilería, á en- tregar, montar y colocar á 2.500 IX 36 llaves á válvula, para cerrar algu- nas partes de la cañería principal á presión de 100 mm. de diámetro, á entregar, montar y colocar á 16. 000 X 10 válvulas á choque, para la cañería ó , presión á entregar y colocar 3.750 C. Grúas hidráulicas XI 28 grúas hidráulicas móviles de 1500 kilos de fuerza, inclusive los tubos móviles para la comunicación entre los hidrantes en la cañería y la grúa, con todos los accesorios, montaje, etcétera á. 560.000 104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA D. Puentes móviles entre los andenes XII 14 puentes, ó plataformas móviles entre los andenes de los galpones funcio- nando por el agua de presión, con sus medios de cerrar, de comunica- ción con la cañería á presión y todos los demás accesorios, á entregar, montar y colocar completamente á. . . 70 . 000 E. Cabrestantes XIII 17 cabrestantes hidráulicos de 1000 kilos de fuerza de tracción, inclusive la comunicación con la cañería princi- pal á presión y todos los accesorios á entregar, montar é instalar completa- mente 100.000 Total Francos 1 .474.500 División b, — Construcciones XIV La construcción de los edificios para las máquinas á vapor, los acumula- dores, las calderas y los depósitos de agua, con las fundaciones completas para los edificios y máquinas, con todos los trabajos accesorios, y com- prendida la entrega de los materiales, todo bien concluido á. 225.500 Resúmen Total de la suodivisión a, I-XIII 1 . 474 . 500 Id. id 6, XIV 225.500 Francos 1 .700.000 LAS INSTALACIONES HIDRAULICAS 105 I. Cañería de presión, hidrantes, llaves de cierre, válvulas de aire. — Prévia su colocación, ha sido probado cada caño y grupo de caños adheridos uno al otro por el anillo de cauchouc, á 100 atmós- feras de presión. Algunos pocos caños han sido rechazados y los colocados han resistido satisfactoriamente la prueba durante 5 mi- nutos, tiempo suficiente. Después de colocadas, han sido probadas todas las cañerías y válvulas á una presión de 75 atmósferas durante 8 horas, y removi- dos los caños y juntas que fallaron, repitiéndose ulteriormente la prueba con resultado satisfactorio. Los anillos flexibles empleados son de la mejor clase, y después de usados algún tiempo, vuelven á tomar su redondez primitiva. Opino que son de mejor clase que los empleados en el Puerto Madero, que por ser de inferior elaboración carecen de esa flexibi- lidad y son quebradizos. II. Máquina á vapor de triple espansion. — Las piezas de la máqui- na y caldera, después de llegadas de Europa, fueron escrupulosa- mente limpiadas, habiendo puesto mi mayor empeño en que fueran revisadas todas las partes y especialmente las superficies de ajuste, válvulas, vástagos, émbolos, bielas, ejes, escéntricos y aparato de lubrificación. Después de cimentado el armazón, ú osatura general de la ma- quinaria, sobre una capa de monolito de hormigón, vigilé que se colocase el eje motor en una posición matemáticamente horizontal, como también las centraciones de los cilindros. Iguales precauciones he tomado con respecto al acumulador y sus guías verticales. Todo ese trabajo lo llevó á término la empresa G. Luther con el mayor éxito. La colocación de la caldera tipo « Wileox» se hizo con toda cor- rección, vigilando especialmente el malandrinaje de los caños de circulación con los dos cilindros que rematan superiormente la cal- dera. No se economizó el empleo de ladrillos refractarios ; en lo que la empresa me dió entera satisfacción, tanto en el cuerpo de la caldera como en el conducto de fuego y chimenea. La caldera fué probada 2 veces á 1 8 atmósferas de presión hidráu- lica, obteniendo un resultado muy satisfactorio . La parte superior de los cilindros de la caldera, caja del vapor. 106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA fué cubierta de un manto de tierra aislador de un espesor de 10 centímetros, pudiéndose aún aumentarlo si fuera necesario. Tal cual está, el calor perdido es de poca cuantía. Asimismo, los caños de vapor han sido envueltos con esa misma tierra aisladora, y cubiertos por encima con fuertes colchados de «Feutre» ó fieltro. Según el plano oficial, el caño de vapor hace un recorrido doble de lo necesario, no sé si por motivo estético, ó por otro que ignoro. He requerido de los representantes de la empresa que pidan á Europa la explicación. Si no es satisfactoria, durante el año de ga- rantía, podremos disponerlo en línea recta, desde la toma del vapor hasta la válvula de introducción á la distribución del cilindro de alta presión. El aparato de toma de vapor en la caldera, aparato que debe permitir la introducción del vapor seco, se halla dentro de los cilin- dros de la caldera. Este aparato por su proximidad á la superficie del agua en ebullición dentro de los cilindros, no me satisface ple- namente: hubiera preferido una cúpula encima de los cilindros, como generalmente se vé, especialmente en las máquinas locomo- toras. Atribuyo á esa circunstancia la demasía deí agua condensadaque se escapa por las guarniciones de los cilindros de alta, baja y media presión. Puede haber otras causas, una de ellas el enfriamiento délos mencionados cilindros, por efecto de la inacción de la máquina á intervalos más ó menos largos, debido al menor ó mayor consumo de agua en los guinches y cabrestantes; esto es el movimiento intermitente automático producido por el descenso del acumu- lador. En efecto, la maquinaria establecida de 250 caballos indicados debe alimentar el movimiento de 14 guinches y 7 cabrestantes. Actualmente no tenemos más que 6 guinches y 6 cabres- tantes. Según prueba experimental, cada guinchada consume 1 07.5 litros de agua, vólúmen á la presión ordinaria y obtenido por 1 litro = 1 kilo. 40 guinchadas por hora consumirán: 40 X 107.5 = 4300 litros LAS INSTALACIONES HIDRAULICAS 107 14 guinches consumirán por hora: 1 4 X 4300 = 60200 litros esto en el caso del máximum de trabajo de los 14 guinches simul- táneamente. Por otro lado, los 7 cabrestantes trabajando con la mayor activi- dad, no producen un movimiento incesante, porque la mitad del tiempo se perderá en enganchar y desenganchar los cables de trac- ción, para prolongar el movimiento de los wagones, ya sea en un sentido ya sea en otro. Advertiré que por activo que sea el movimiento de wagones, nun- ca se exigirá el movimiento permanente de los cabrestantes. La estivacion de los wagones se hace en dos ocasiones por día : en la mañana y á medio dia. En la mañana se coloca un corte de wagones necesario por cada buque para la carga ó descarga, y á medio dia, durante la hora de descanso, se sacan los cargados y se ponen los nuevos wagones va- cíos que se precisan. Al día siguiente se renueva la operación de medio dia. Admito que en máximo trabajará cada cabrestante, en esas dos ocasiones, 4 horas nominales, que equivalen á dos horas efec- tivas. Haciendo funcionar el tambor de menor diámetro, de u«n poder de tracción de 1000 kilos á la velocidad de 0“40 por segundo, en vez de 0“30, como término medio práctico entre el arranque, mar- cha y parada, tendremos que cada wagón hará un recorrido de 24 metros por minuto. Hacen en dos horas por cabrestante un recorrido de 24 me- tros X 120 ' = 2880 metros y una tracción de 1000 kilos, que arrastra en recta á razón de 4 V2 kilos por tonelada, y en curva de 1 30 metros de radio (curva de los cambios) á razón de 4.5 + =11.16 ki- los por tonelada que se transporta. El radio de la curva es 173 me- tros, pero como ella forma curva y contracurva, he calculado una resistencia mayor correspondiente á una curva de 130 metros de radio. Como frente ácada galpón la curva y contracurva mide un largo total de 36.31 metros, queda siempre una recta de 136 — 36.31 = 79“49. 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGExNTlNA Estos cálculos son considerados con resistencias máximas de vías y cruzamientos, suponiéndolos aun mal conservados. Para exagerar más aun, suponemos que el recorrido se haga por mitad en recta y curva, lo cual supone que los wagones pasen de la primera vía á la segunda y vice-versa, prescindiendo de los recor- ridos en recta sobre cada una de esas vías. 4 o Tomaremos entonces una tracción media de -4- 11.16 =7.83 2 kilos por tonelada removida. De manera que una tracción de 1 000 kilos puede arrastrar un peso de wagones de 1000 7.83^ 128 28 toneladas brutas igual á . O = 16 ejes de wagones. Como se vé, considero que cada eje cargado soporta entre tara y carga 8 toneladas, es decir^ 16 toneladas por wagón de 2 ejes. Considero para la tara 4 toneladas, cantidad que exagero á propó- sito, y para la carga 4 toneladas por eje. De manera, pues, que cada cabrestante arrastra en las dos horas efectivas de movimiento 4x 16 = 64 toneladas netas de carga, re- corriendo una distancia de 2880 metros. Cada galpón, de eje á eje de calle mide 136 metros, serían entón- (^880 ces^TTTTr = 21 veces recorrida esa distancia, y cada vez con 64 tone- 1 36 ladas de carga efectiva, loque hace un total de 64 X 'ál =1344 toneladas movilizadas por día; recorriendo cada tonelada una dis- tancia de 136 metros. Estopor cada cabrestante, trabajando durante 4 horas nominales, ó mejor dicho, trabajo hecho de una manera intermitente en un espacio de tiempo de 10 horas por día. Veamos ahora el trabajo de los guinches. Se ha proyectado dos guinches para cada galpón, son 14 en cada costado del Dock. Supongamos el caso más desfavorable: que estos guinches des- carguen directamente sobre wagones colocados en la primera y segunda vía, cuyos wagones deben ser movilizados por los cabres- tantes para ser conducidos por los carros transportadores á las vías auxiliares de formación de trenes, considerando toda la carga de tránsito, sm dejar ninguna en depósito. Cada guinche, trabajando con el máximo de fuerza útil, hace por día de 10 horas de trabajo incesante, 40 guinchadas con carga máxima de 1500 kilos. 40 guinchadas X 10 horas X 1500 kilos = 600 toneladas. Dos LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS 109 guinches harán un máximo de 1200 toneladas en cada frente de galpón, y un cabrestante en las condiciones antes apuntadas haría la conducción de 1344 toneladas. Queda, pues, demostrado que bastará que cada cabrestante tra- baje por dia 2 horas efectivas para movilizar los wagones en las dos vías útiles inmediatas al Dock. ¿Qué cantidad de agua gastan 7 cabrestantes trabajando de una manera permanente 2 horas por día cada uno ? Según dato experimental, cada cabrestante gasta por revolución 7 litros. Ahora bien, hemos admitido un recorrido, porcada ca- brestante, de 2880 metros. La circunferencia del tambor de menordiámetro es de 3.1 4x0.32 ^880 = ■7:0 = 1 metro. Son 7-^ = 2880 vueltas por dos horas efectivas de trabajo al día . El consumo de agua por cada cabrestante en ese tiempo es 2880 X 7 = 20160 litros, que el acumulador debe proveer en diez horas, trabajando el cabrestante de una manera intermitente. 20160 Son por hora nominal — — — 2016 litros. Siete cabrestantes gastarán 7 x 201 6 = 14.112 litros . De manera que la máquina debe proporcio- nar agua suficiente al acumulador para proveer en una hora para el funcionamiento de 14 guinches 60.200 litros Para el funcionamiento de 7 cabrestan- tes (en su máximum de trabajo sobre los wa- gones y vías situadas al costado del muro del Gran Dock) 14.112 » Total por hora 74.312 litros . Total por minuto '. 1 .239 litros Según ensayo experimental, la máquina por 38 revoluciones elevó el acumulador 6 m. 83. 0.62 El volumen entrado fué -D (6.83) = 3, 14139X --^X6.83 = 1 930 litros . De manera que porcada revolución entran al acumulador = 33,2 litros, que á razón de 40 vueltas por minuto hacen más que 1-10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lo necesario para alimentarlo de manera á permitir el permanente fancionamiento durante 10 horas de 14 guinches en su máximo de actividad (40 guinchadas de 1500 kilos cada una por hora) simul- táneo con el hmcionamiento incesante durante 2 horas en plena actividad de los 7 cabrestantes, bajo el entendimiento que en las dos horas, los 7 cabrestantes bastan para hacer frente al movi- miento máximo de los 14 guinches, para movilizar la carga y los wagones en las vías inmediatas al Dock. Estando únicamente los 14 guinches en pleno movimiento de ac- tividad, é inactivos los cabrestantes, la máquina debe trabajar á razón de 30 revoluciones por minuto. Dejando de trabajar uno ú otro guinche, según las variaciones de actividad, el acumulador bajará de una manera irregular, y de consiguiente el número de revoluciones de la máquina, llegando á pararse del todo si el consumo del agua es producido por el servi- cio activo simultáneo de uno ó dos guinches solamente, para vol- ver nuevamente á moverse automáticamente tan luego como el acu- mulador baje sensiblemente. Como decía, estas alternativas en el movimiento de la máquina, producen en este lapso de tiempo un enfriamiento de las paredes de los cilindros y distribución ; y al emprender la máquina su movi- miento se forma abundante condensación, perjudicial á su buen funcionamiento. INSTALACION DEFINITIVA Hemos estudiado el funcionamiento de los cabrestantes para mo- vilizar los wagones cargados ó vacíos en las dos vías inmediatas al Dock. Falta'ahora ampliar su aplicación al transporte de los mismos á las vías auxiliares deformación de trenes, como lo hemos ya ma- nifestado, por medio de los carros trasbordadores. Además del funcionamiento de 14 guinches y 7 cabrestantes (es- tos entre galpón y galpón) deben colocarse los carros trasbordado- res, á razón de uno por galpón, de capacidad para contener un wagón doble ó dos sencillos, colocados de manera á conducir los wagones de las vías del Dock á las vías de formación de trenes y vice-versa. Para imprimir este movimiento á los carros trasborda- dores de nivel, es necesario hacer funcionar los mismos cabrestan- tes y algunas poleas áQrappel. Este nuevo trabajo de los cabrestantes consumirá tiempo y agua LAS INSTALACIONES HIDRÁULICAS 111 de presión, porque se traía nada menos que de transportar, Avagon por wagón, Iransversalmente á las vías del Dock, desde la segunda vía del Dock, hasta las vías auxiliares de entre las 5, colocadas más adelante de la segunda íila délos galpones. Es decir una distancia de transporte de 60 metros y una carga útil de 4 toneladas por eje, ó sea un mínimo de 16 toneladas útiles por viaje de Avagon doble de 4 ejes; y como serían en máximo 1200 toneladas á transbordar, se precisarán 75 viajes de ida y vuelta. . El viaje de ida y vuelta del carro transbordador, se aprovechará siempre para movilizar los wagones cargados y vacíos, según como lo requiera el servicio. El peso bruto del trasbordador, incluso su carga máxima de Ava- gones, no pasa de 40 toneladas, desarrollando una resistencia á la tracción en vía recta de 200 kilos, á razón de o kilos por tonelada de peso bruto . Haciendo funcionar el tambor inferior del cabrestante (diámetro 0.64) (circunfencia= 2 metros) cuya velocidad es de 1 metro con una tracción de 500 kilos, desarrolla para vencer una resistencia de 200 kilos una velocidad máxima de 2*. 50 metros. Consideremos que esta velocidad sea de 1 .50 metros, como término medio entre el arranque, la marcha y parada, en una distancia de 60 metros. Ahora bien, la duración mayor del viaje de ida y vuelta en el pe- ríodo de actividad del cabrestante, á una velocidad de 1 .50 metros 60“ por segundo, será x 2 = 80 segundos de período efectivo de trabajo del cabrestante. Duración del trabajo incesante de cada cabrestante para movili- zar las 1200 toneladas de carga en 75 viajes: 75X80" =100' = 1‘*40“. Siendo en la ida y vuelta recorrida por el carro una distancia de 120 metros, y 2 metros la circunferencia del tambor de mayor diámetro, hace el cabrestante 60 revoluciones en 80 se- gundos, lo que da un total de 4.500 revoluciones en 75 viajes, con- sumiendo en el espacio de tiempo de 10 horas : 1 cabrestante 4500 X 7 = 31.500 litros 7 cabrestantes consumirán 220.500 litros Por hora 7 cabrestantes consumen 22.500 litros Resulta el siguiente consumo de agua por hora trabajando los 14 guinches y los 7 cabrestantes en la forma que hemos narrado : 112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 14 guinches consumen 60.200 litros 7 cabrestantes funcionando dentro de las vías del Dock 14.M2 » 7 cabrestantes íuncionando en el transbor- de de wagones á las vías auxiliares. . . 22.050 » Total de agua consumida por hora en el supuesto caso de un movimiento ex- traordinariamente activo, límite máxi- mo, y considerado un caso de descarga de los buques á bordo délos wagones, conducción de estos á las vías auxilia- res de formación de trenes, todo por la acción de los cabrestantes 96.362 litros La máquina en su máximo de movimiento produce durante ese mismo tiempo, á razón de 60 revoluciones por minuto 33.2X60X60= 119.520 litros. Quedan aún disponibles por hora 1108 litros para pérdidas por las guarniciones, etc., y 22.050 litros para el funcionamiento de 7 nuevos cabrestantes colocados en frente de los primeros, en las en- trevias auxiliares, cantidad suficiente para movilizarlas 1200 to- neladas en las 5 distintas vías que las forman, accionando cada ca- brestante en una distancia de 120 metros. De manera que cada maquinaria (son dos) trabajando en su má- ximo de poder da el agua de presión necesaria para descargar en wagones 8400 toneladas de carga por día de 10 horas, y formarla en trenes en las vías auxiliares. Son en total 16.800 toneladas en ambos costados del Dock, tra- bajando las 2 máquinarias simultáneamente. Movimiento automático. —Existe entre el acumulador y la vál- vula de admisión del vapor á la distribución del cilindro de alta presión una relación mecánica perfecta. He observado detenidamente producirse este movimiento en cualquier posición en que se hallan los codos de transiqision del movimiento á los 3 cilindros. Será necesario evitar en lo posible el movimiento discontinuo de LAS INSTALACIONES HIDRAULICAS H3 la máquina, porque á cada parada se siente en los diversos meca- nismos una resistencia, ó fuerza de retroceso, perjudicial para la conservación de toda la maquinaria y bolones de cimentación. Convendría siempre mantener un movimiento permanente, regi- do por un número mínimo de revoluciones por minuto, acelerable automáticamente cuando el consumo de agua sea mayor. Tratándose de la instalación actual, 6 guinches y 6 cabrestan- tes, y aplicando los cálculos anteriores, que se refieren á la insta- lación completa, se precisará un consumo de agua de : Litros por hora Por 6 guinches en trabajo mínimo y si- multaneo 4300 x6 = 25.800 Por 6 cabrestantes en trabajo mínimo y simultaneo 20i6x6= 12.096 Total 37.896 ó sean 632 litros por minuto, lo que implica que la máquina debe 632 hacer por minuto = 20 revoluciones, para satisfacer el trabajo máximo de la instalación actual. Creo, pues, conveniente que la máquina trabaje en el estado ac- tual de la instalación hidráulica con un movimiento mínimo uni- forme de 10 revoluciones, siquiera para producir el movimiento de cortes de ^vagones en las dos vías Oeste del Grao Dock mediante la acción de los cabrestantes en vez de la locomotora, la que servi- rá únicamente para retirar y poner en las vías los mismos cortes de wagones hasta tanto no se establezcan los carros transborda- dores. Aparatos de seguridad. — El acumulador limita su movimiento ascencional mediante la trasmisión que produce el movimiento automático. Tan luego el acumulador se eleva á cierta altura cal- culada se cierra automáticamente la entrada del vapor, se para la máquina y por el natural consumo de agua, el acumulador des- ciende, y entonces se pone en movimiento la máquina, y así cons- tantemente. Para el caso de que fallara el movimiento automático existe una palanca alta en la parte de la torre, contra la cual tro- pieza el acumulador en el límite de la altura máxima que autoriza el movimiento automático, y entonces se abre una válvula que da AN. SOC. CIENT. ARG. — T. XXXVII 114 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA escape al agua contenida dentro dei acumulador, produciendo un descenso inmediato. Finalmente, si algún caño de presión viene á romperse, dando motivo á una salida abundante de agua á una presión de 50 at- mósferas, existe un aparato ó freno hidráulico que gracias á una contra-presion automática, impide la continuación del escape de agua por la cañería de presión, evitando así el rápido descenso del acumulador, cuyo peso de 141 toneladas podría producir un cho- que de efectos desastrosos sobre la base en que descansa el cilindro de presión. Poder de la máquina. — Poder indicado en caballos-vapor, á razón de 60 vueltas del eje motor por minuto, máximo . señalado en el Pliego de Condiciones: 250 caballos de fuerza. He calculado el diagrama trazado por el indicador Watt simul- táneamente en los tres cilindros y resulta: 250 caballos-vapor. Poder efectivo Qo caballos-vapor, medido en agua de presión. Cadavuelta del motor da 33.2 litros por segundo, á razón de 60 vueltas por minuto. Lo que á la presión de 50 atmósferas hace un poder de : 33.20 kilos X 500 metros y, 1881 , la can- tidad que arrojaba el censo levantado en 1876, era de 252 indivi- duos, divididos como sigue : Hombres adultos 96 Mujeres adultas 72 Niños 84 Total 252 Según se puede ver en estas cifras y como también lo hace notar el señor Fontana, hay una gran desproporción entre el número de hombres que están en mayoría y el número de mujeres que son las menos, de modo que ya entonces había unos diez indios solte- ros por falta de mujeres. Esta es indudablemente una de las causas de la decadencia de esta tribu. En cuanto á los niños también se hallaban en una desproporción mayor aún, de modo que délos ochenta y cuatro, sesenta eran va- rones y sólo veinte y cuatro mujeres. Lo que sucede con los Chunupíes es un fenómeno digno de es- tudiarse y quizás esta misma causa, que pronto hará desaparecer esta tribu, que en la época de la conquista íué formidable por su número y espíritu guerrero, pues dominaba el río Paraná en la parte quejbaña el Chaco, sea en parte la misma que ha regido la de- saparición de muchas especies de animales, cuyos esqueletos hoy exhumamos con asombro. Uno de los Caciques que han tenido los Chunupíes, cuyo nombre ha llamado la atención, ha sido el famoso Leoncito, pero como tam- bién lo hace notar el señor Fontana, la fama de éste no ha sido sinó teatral; pues era un gran ignorante, sin conocimiento alguno y que ni hablar español sabía, á pesar del trato constante que man- tuvo con los cristianos desde sus primeros años y aún más, sin prestigio alguno entre sus súbditos, los que no le obedecían y só- lo acompañaban en excursiones de merodeo, hasta que habiéndose sublevado en 1876 acompañando á los Tobas, sublevación que dió por resultado una interesante batida por parte del Coronel Napoleón LOS INDIOS CHÜNUPIES 153 Uriburu, anduvo errante por les selvas un tiempo basta que deci- dió presentarse otra vez á los cristianos, pero no sin pasar por el toldo de un enemigo suyo, un cacique Toba, quien en una violenta discusión le rompió los huesos de la cara con la culata de una es- copeta, loque le ocasionó una muerte inmediata. Las costumbres de estos indios son las mismas, con corta diferen- cia, que las de las otras tribus que pueblan el Chaco. La mayor parte de ellos fabrican v.a pocos objetos de su indus- tria primitiva y sólo á fuerza de revolver dentro de sus toldos pude conseguir los siguientes que les compré y cuya factura es idéntica á los trabajos Tobas y Matacos : Dos pitos de fumar, de la forma común cilíndrico-cónica, uno de madera y otro de tierra cocida; en estos fuman ya sea tabaco ó ya raíz de Kóro, cuyo nombre técnico ignoro, pero muy empleada en- tre los indios chaqueños como suslitutivo del tabaco; algunos ase- guran que tiene propiedades narcotizantes. Los dos sexos fuman, principalmente las viejas, y paradlo colo- can en la boca no la punta del pito sinó una buena porción, de mo- do que fumando presentan un aspecto muy ridículo. Dos husos para hilar á mano, de madera dura, con sus correspon- dientes pesones, uno circularen formado disco, hecho de un peda- zo de loza pintada, probablemente un fragmento de palanganare- cogido en la calle, y otro formado con la cabeza del fémur de un buey. Las indias Chunupíes no sólo hilan la fibra de caraguatá ó cha- guar, como le llaman, sinó también hilan lana de oveja y también lana que aprovechan de restos de camisetas y otros géneros de lana que desflecan y vuelven á hilar para hacer fajas. Un poronguito que usan para acompañarse en el canto, sacudién- dolo acompasadamente. Este contiene en su interior un insecto coleóptero longicornio del género Mallodony unos granos de maíz, para que produzcan ruido. El agujero por donde se habían introducido estas cosas se halla tapado con cera virgen . . Este aparato me lo vendió una vieja, por lo que colijo, dado el ha- llazgo del insecto en su interior, que debe servir para fines médicos. Hallándome el año 1885 en la toldería de San Antonio de Obliga- do cerca del pueblo deLas Toscas frente á Bella-Vista, más ó menos, tuve ocasión de ver funcionar este instrumento en manos de un médico Toba . 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El canto empezaba por una escala baja que sostenía un rato pau- sadamente haciendo resaltar cada nota^ luego poco á poco iba su- biendo de tono hasta concluir por unos gritos desaforados y en un tiempo que se transformaba de andante en alegro hasta llegar al alegro furioso, luego bajaba en la misma forma que había subido y así sucesivamente continuaba por un gran rato con esta música ex- traña, siempre acompañándose con el poronguito que sacudía con más ó menos fuerza y velocidad según las exigencias del canto. Hay quien asegura y entre ellos el señor Toribio E. Ortiz, en su Diario de viaje como agregado á la Expedición del General Victori- ca al Chaco y enviado por el Gobierno de Entre-Ríos para coleccio- nar para el Museo del Paraná, que el médico llega hasta sentarse sobre el enfermo y así canta acompañado de su poronguito. El uso de ese instrumento tan salvaje como primitivo, ya sea lleno de granos de maíz, piedrecitas, etc., y que emplean en los bai- les, cantos y medicina, tiene una distribución geográfica muy vas- ta en casi todas las tribus indias de Sud -América y se explica no sólo por la facilidad de procurárselo y fabricarlo sino también y sobre todo por el mucho ruido que produce, muy agradable á los oidos salvajes, que tanto más lo aprecian cuanto mayor es. Aún más, es sabido que muchas tribus negras del Africa etc,, también lo usan, habiéndolo importado los negros que vinieron de esclavos, como lo comprueba el hecho de que aún en los candombes que hacen sus descendientes y en sus comparsas carnavalescas hoy día todavía se usa, habiéndose transformado en un aparato de lata con municiones en su interior que toma el nombre de masaca- ya, habiendo sido en su origen ni más ni menos que un poronguito ó mate con piedritas ó granos de maíz. Este hecho demuestra cómo hay ciertos objetos productos de la industria que son fatales en el órden evolutivo del progreso humano; como es éste, la flecha, etc. Un ovillo de lana hilada y una faja de lana. Estos indios se pro- curan la lana de pequeñas puntas de ovejas criollas que crían en el Chaco, restos de sus antiguas rapiñas. Las indias son sumamente diestras en el manejo del huso y se entretienen hilando cuando no tienen nada que hacer. La faja, de un tejido homogéneo, se halla teñida de color rojo vivo; este es el color que más agrada á los indios del Chaco y hasta ahora todos los tejidos de lana que de ellos conozco son de ese color. LOS INDIOS CHÜNUPIES 155 Esta faja se ¡lalla adornada con aplicaciones de lentejuelas de hueso, de la forma y tamaño de esos botones de hueso ordinario que llevan las camisas de algodón, formando dibujos de simples líneas rectas, con muy poca simetría. Estas lentejuelas son uno de los adornos más importantes y abun- dantes de los indios del Chaco. No sólo los Chunupíes sinó varias otras tribus las usan con profusión, y con ellas se hacen collares y se adornan fajas y cintas que hacen de lana roja para atarse en la extremidad de las trenzas las mujeres, etc. No conozco el procedimiento que emplean en su confección, pero no debe ser muy fácil dada la pequeñez de ellas, la dureza del hueso y los útiles rudimentarios que deben usar para fabricarlas. También compré una pequeña bolsita de cuero bordada en lana llena de estas lentejuelas sueltas, cuidadosamente guardadas entre un atado de ropas. Un mortero de madera pequeño, puede decirse portátil, de unos treinta centímetros de alto por unos veinte de diámetro de forma sencilla cónico; me llamó la atención su pequeñez, pero después he visto que el tamaño lo hace sumamente cómodo para transpor- tarlo en canoa, pudiendo servir muy bien para pizar maíz ó cual- quier otra cosa. Unas palas de tejer, de madera dura, en forma de machetes cortos de dos filos, que emplean para golpear el tejido; en los telares pri- mitivos que usan los indios del Chaco es muy común este aparato; los hay de varios tamaños y como son muy fuertes, en más de un en- trevero ó asalto dado en las tojderías, estas palas han funcionado como arma contundente y á fé que sus golpes, dado el peso y el filo que tienen, deben ser terribles, sobre todo manejadas por bra- zos vigorosos y desesperados. De una forma parecida pero más livianos y adornados en el mango con algunos simples dibujos de rectas grabadas, hacen unas palitas para revolverel contenido de las ollas. Una bolsita de fibra de chaguar y tres redes de pescar de la mis- ma fibra. El Chaguar es la fibra del Caraguatá', esta planta que pertenece á las Bromeliáceas, es muy abundante en el Chaco, siendo muchas veces la providencia del viajero por el agua que recoje y conserva entre sus gruesas hojas espinosas. El Caraguatá proporciona por si solo la fibra textil empleada por todas las tribus chaquenses, que sacan de ella un gran partido. 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Para extraerla, raspan las hojas sacándoles las espinas, ya sea con un cuchillo, ya con simples conclias de los géneros Unió, Ano- (lonta y otras que habitan abundantes en los arroyos y ríos de allí; luego las ponen á secar y una vez secas las golpean para desflo- car sus fibras. Las fibras son hiladas según el destino que se les quiera dar, ya con el huso, ó si el trabajo es grueso, con la mano sobre el muslo derecho, en el que colocan un poco de ceniza para que sea más lizo, haciendo girar rápidamente con la mano abierta las fibras, sobre el que van torciéndose hasta formar cuerdecitas del grueso que quieren, pero comunmente como el hilo de alcarreta ó piolín. Este hilo es el que les sirve para fabricar sus redes, que son en general de mallas anchas y que pueden servir algunas muy bien de hamacas para dormir, las bolsitas de tejido cerrado ó raleado para llevar sus avíos. Algunas tribus fabrican también una especie de camisetas sin mangas y varios otros objetos que no dudo ha- yan también fabricado en otra época los Chunupíes. Una ollita de tienda cocida. Este fué el único ejemplar que pude conseguir de estos indios. En todos los toldos los útiles que debían ser de alfarería, eran de fabricación europea, las ollas de fierro, los jarros de lata, etc., de modo que parece que van también aban- donando la alfarería. El ejemplar que me ocupa es pequeño, de factura simple, pare- cido á las de los matacos, bastante elegante, sin dibujos ni adornos, provista dedos pequeñas asas laterales que servían para pasar un alambre el que servía de manija y permitía colgarla. Según los da- tos que pude conseguir de la vieja que me la vendió, los Chunu- píes trabajan la alfarería de un modo primitivo, no sirviéndose de otra cosa que de las manos por todo útil para su confección. La cocción la hacen al aire libre. Estos fueron los únicos objetos de fabricación india que pude conseguir délos Chunupíes, como se ve bien pocos, pero suficientes para demostrar que la industria Chunupí es la misma que la de las demas tribus Chaquenses ó por lo menos tiene muchos puntos de contacto, así como también se sirve para la fabricación de objetos de los mismos elementos; de modo que habiéndose hallado esta tribu en contacto con las otras y aún aliada más de una vez para tomar parte en guerras y saqueos, nada más justo que se hubiesen copiado los útiles, tejidos, etc. Pero lo que tienen de más interesante los Cliulupi, Chinipi, LOS INDIOS CHUNUPIES 157 Ó Vilela, es el idioma, que no tiene vinculaciones con la mayor parle de los del Chaco. Según el señor Samuel A. Lafone Quevedo, maestreen estas cues- tiones filológicas Sud-Americanas y Director de la Sección de Fi- lología del Museo de La Plata, el Chunupí pertenece al grupo que él ha denominado (I) siendo un co-dialecto del lu/e de Machoni, con tal vez un elemento guaycurú algo más pronun- ciado. El adjunto vocabulario lo recogí en la ciudad de Corrientes va- liéndome de un lenguaraz que se prestó de muy buena voluntad. Desgraciadamente, dado el poco tiempo de que ambos disponíamos nos impidió el poder hacerlo más largo; pero felizmente hoy }a que se halla al frente del Museo de esa ciudad el inteligente pro- fesor Pedro Scalabrini, fundador del mismo, es de esperar que él sepa recoger uno completo, aprovechando su situación excepcional y única en este caso para con estos indios. En la obra del señor Fontana ya citada, y cuya edición creo ya agotada, da también algunas palabras Chinipíes qnelambien transcribo y adjunto al pequeño vocabulario. En algunas palabras de las que recogí discrepo de las publica- das por el señor Fontana; en otras no; pero creo que lo mejor es transcribir ambos vocabularios para que puedan compararse las palabras de uno y otro; más tarde y con mayores datos se hará la selección; por ahora este trabajo sin pretencion alguna debe sólo considerarse como una pequeña contribución al conocimiento de esa tribu tan interesante como poco estudiada. Jua?i B. AmbroseUi. (1) La Raza Americana de Brinton. Estadio crítico por Samuel A. Lafone Quevedo, publicado en el Boletín del Insiiiuto Geográfico Argentino, tomo XIV, página 521. 158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA VOCABULARIO DE LOS INDIOS (chaco austral) Hombre Mujer Muchacho . . . Muchacha . . . Criatura .... Padre xMadre Hijo. Hija Hermano . . . , Perro Caballo Anta ó Tapir , Tigre Gato Montés. . Nutria Carpincho . . . Agua Grande Chico Pájaro Lobo de agua Vívora Apereá Coatí Avestruz .... Gaviota Garza Yacaré Fuego Toldo Hathé Kislé Otís Bopé Yostichilein Taté Nané ína-key Yche-lnakeij Ynakuayá Lian acol Kiri Moó Yiken Misiton Maasci Maasa mop Ma Umbap yiscids A leí Maasapé Ackeé IJhijé Pochinigó Yokí Alaleí Cashi Mayen JSié Guampé CHUNUPIES Según Fontmia Nitepac Yole Hnpassac Tatequis Naneqiiis Hinaquís Hijelequis Uanocol Yquempé Mad A cciué U/lijé Yoiiquí Nié Huané LOS INDIOS CHUNUPIES 459 Segiin Fontana Olla . . . Yopé Collar . . Astraké Bolsa de chaguar. . . . . Okon Uno, 1 .. Yagüit Dos, 2 . . Uké Tres, 3 . . Nipeluei Cuatro^, 4 . . Puquévalé Mucho . . Owé Poco . . Solompé Gente . . Nichomoin Indio. . . ISitat Amigo. . . Oahasch Enemigo . . übebatitabit Casamiento . . Peyé melbá Pescar . . Paul becá Pescado . . Akep Aguep Tateto . . Yiin i Cazar . . Peyú guaicá Yo Vos . . . Na m Él Nosotros . . Nakis Vosotros Ellos Mío Tuvo . . Bit milaj De él . . Bilelaj Nuestro . . Ditquiselaj Vuestro . . Dilemilaj De ellos Robar Matar Dar Recibir Cabeza Niscan Cabello Nojovec Ojo Tacqui Nariz Nijiveppe Oreja Masleguep 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Según Fontana Boca Guevep Mano Ysivep Pié Huopep Flecha Huolop Arco Asqué Macana Hulú Lanza Iliquem Canoa Paroc Red de pescar Corecaqiiep Algarroba iWalumbé Miel Yané Aloja Luqué Sol ■ Oló Luna Cocpi Zorro Huabó Ciervo Solé Peludo Yucó Mono ISitemomoc Cerdo Apoc Dorado Suac Aparato para sacarfue- go Niyupec FÉLIX LYNCH ARRIBÁLZAGA t 10 DE ABRIL DE 1894 Publicamos á continuación las palabras dichas por nuestro con- socio, el Doctor Eduardo L. Holmberg, al depositarse en la última morada los restos de nuestro deplorado compañero de tareas, el señor Félix Lynch y Arribálzaga, quien en un momento de extravío que lamentamos, pero cuyas causas debemos respetar por lo mis- mo que las ignoramos, ha puesto fin á su existencia. Señores: No preguntemos al sepulcro que acaba de abrirse, el secreto que hade guardar. Él es mudo, y su mutismo, como un ángel tene- broso nacido de la luz y de la vida, tenderá blandamente las alas como un símbolo de paz y de misterio. Quien tuvo en las manos la llave de la vida y de la muerte, colocó sobre sus labios el dedo del silencio, y al reclinarse dormido en el seno de la tierra, cuyos engendros multiformes encantaron su inteligencia, fué quizá por- que se habían extinguido las antorchas que alumbraban su paso por el mundo. La sangre que alimentó su rico cerebro venía de un corazón sin esperanza, y como la esperanza es el fénix de la vida, nada puede retenerle en la hoguera regeneradora cuando vuela para siempre á la eterna mansión de lo impalpable. Noble cerebro, señores, entregamos en este momento al reposo sin fin de su armonía. En él brillaban las altas cualidades que AN. SOC. CIENT. ARG. — T. XXXVII 11 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA llevan á la gloria, enriquecidas por el privilegio del saber, del ta- lento y del estudio, y si es verdad que algo inexplicable despierta en el ánimo los gérmenes condenatarios de un acto que no se aplau- de, reconozcamos siquiera, para templar el luto, que en medio de un desastre de los sentimientos se salvaron la personalidad previ- sora y la voluntad enérgica y activa. No es este momento el más propicio para interrumpir la. solem- nidad del sepulcro, recordando qué títulos tenía para gozar de la vida quien hoy reposa en la mansión de la muerte; pero lo que no debe callarse, y lo que debe decirse como una consagración de su memoria y como un prólogo de su renombre, es que Félix Lynch Arribálzaga ha conquistado una página duradera en ia historia de la evolución del pensamiento argentino. Él pertenece á una ge- neración nacida entre himnos de alegría, después de un largo do- lor que carcomía los corazones paternos, generación de cenizas y de flores, de espinas y de nubes, resentida aún con el reciente duelo, y palpitante ya con un porvenir sin nombre. Él asistió de niño al regreso de proscriptos retardatarios, él oyó las narraciones del guerrero en la extinguida lucha y escuchó la descripción de maravillas contempladas en la cordillera y en la lla- nura, en el bosque y en el océano, en la choza dei salvaje y en el palacio del magnate. Y la rapsodia del proscripto inflamó su rico cerebro y despertó más tarde las aplicaciones y curiosidades de su delicada trama. La naturaleza le absorbió con sus inmensas ful- guraciones, la naturaleza soberana, rica de verdad y de poesía, espléndida con sus bosques y montañas, soberbia con sus auroras y con sus aves, sublime con su sol y sus relámpagos. Pero para traducir esa naturaleza, para vestir dignamente la exteriorizacion de las imágenes que con tanta finura se fijaban en su espíritu inquieto pero metódico, buscó en el estudio de las len- guas antiguas y modernas los instrumentos, las llaves que podrían abrir ante su curiosidad los tesoros exóticos: Horacio y Virgilio le prestaron galanura en el decir, Humboldt la melancólica majestad desús descripciones, Maquiavelo el corte prudente y persuasivo de la frase, Lessing y Wiedmann la precisión elevada del concepto, Erickson y Latreille la claridad de la irnágen, y en los autores de su propio idioma, Azara las formas correctas de la crítica y Larra el filo de la sátira. En las especialidades que le han dado un nombre ante las autoridades europeas y norte-americanas, entre los Sharpe, Kratz, Fauvel, Osten-Sacken, Van der Wulp, Williston, FÉLIX LYNCH ARRIBÁLZAGA 163 Giglio Tos, Lapouge y tantos otros, sus descripciones fueron siem- pre elogiadas, y alguna vez el barón de Kratz recomendó uno de sus libros como un modelo que debían imitar muchos naturalistas alemanes renombrados. Cuando haya, entre nosotros, jueces numerosos para apreciar debidamente sus obras; cuando haya desaparecido el duelo inme- diato y esfumado con el tiempo la causa que lo motiva y surjan á la vida intelectual del pueblo argentino los que tracen páginas his- tóricas consagradas á la evolución del pensamiento nacional, como existen hoy para referirnos la historia de sus pendencias, el nom- bre de Félix Lynch ocupará un sitio de honor al lado de los mejores. Sangre celta corría por las venas de este descendiente de los reyes de Irlanda, y fibras enérgicas había en el organismo de este vástago lejano del fundador de una terrible y justiciera ley que lle- va su nombre y jamás energía mayor que la suya caracterizó actos de hombre cuando del fondo de su alma surgía impetuosa é inflexible la voluntad. Entreguemos á la piadosa caricia de la conciencia el juicio si- lencioso déla vida y preparemos nuestros laureles para coronar su nombre en el presente y en el porvenir. De más peso que la espa- da de Breno, sus escritos inclinarán la balanza en el juicio de su personalidad no desmentida, en tanto que este accidente transito- rio é instantáneo que llamamos la muerte sirve de crisol á la amis- tad, y de puente á su victoria en la lucha sin esperanza. He dicho. EXPLOTACION DE FERROCARRILES Dirección general de Ferrocarriles. Buenos Aires, Junio de 1894. Al Exmo. señor Ministro del interior. Por resolución del directorio que presido, tengo el honor de pre- sentar á V. E. la memoria de la explotación de los ferrocarriles de la República, correspondiente al año próximo pasado. Con este motivo saludo á V. E. con mi mayor consideración. Miguel Tedin. EXPLOTACION, EXTENSION Y DISTRIBUCION DE LAS LINEAS La red de ferrocarriles en explotación durante el año 1893 ha al- canzado á 13.961 132 kilómetros de extensión, y representa un capital de 436.422.437 ^ oro. Según el ancho de vía, se distribuyen como sigue : De 1“676 De 1'"433 De 1 “ . . . De 0™75 , Kilómetros 8.258 792 1.115 400 4.560 400 26 500 EXPLOTACION DE FERROCARRILES 165 Y los capitales que ellas representan son : Pesos oro De propiedad de la Nación 44 . 424 . 304 Garantizados por la Nación 86.031 .080 De particulares, nacionales 240 . 785 . 1 83 — provinciales 65.181.870 El valor kilométrico de las vías es como sigue : Pesos oro Ferrocarriles de la Nación 43.297 27 — garantizados 22.460 — — particulares nacionales. 39.125 — — — provinciales 22.692 — ó sea un término medio de $ 31 .259 por kilómetro para todas las vías. Según el territorio que atraviesan las vías férreas, están distri- buidas así : Proporción Kilómetros por lOO kilóme- tros cuadrados Capital Federal 72 6 33 00 Buenos Aires 4 .220 7 1 33 Santa-Fé 3 .362 9 2 56 Entre-Ríos 718 2 0 95 Corrientes 397 2 0 37 Córdoba 1 .948 2 1 11 San Luis 327 1 0 43 Mendoza 372 •*1 i 0 43 San Juan 86 6 0 08 Catamarca 362 1 0 39 Santiago del Estero 1, .046 9 1 02 La Rioja 152 1 0 17 Tucumán 505 5 2 01 Salta 275 5 0 20 Jujuy 50 5 0 11 Pampa Central 68 1 0 04 Chubut 70 1 0 03 Con relación á la población están distribuidos como sigue : 166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Capital Federal . . . , Buenos Aires Santa-Fé Entre-Ríos Corrientes Córdoba San Luis Mendoza San Juan Catamarca Santiago del Estero La Rio ja Tucumán Salta Jujuy Pampa Central . . . Chubut Proporción por cada lOOO habitantes 0.13 3.99 11.23 2.39 1 .40 5.13 3.11 2.48 0.76 3.07 12.17 1 .77 2.15 1 .59 0.84 1 .13 2.33 PRODUCTOS Y GASTOS El producto bruto de la explotación de todas las vías férreas se elevó á $ 66.764.672 38 y los gastos á $ 39.420.110 50, dando por consiguiente un resultado líquido de $27.334.561 88 moneda nacional, el cual reducido á oro al tipo medio de 328 %, equivale á S 8.336.453 62, ó sea el 1,91 % de interés sobre el ca- pital invertido. Este resultado no es por cierto satisfactorio para la industria fe- rrocarrilera, tan digna como cualquiera otra de obtener beneficios mejores, desde que en ella se emplean valiosos capitales y se des- plegan fuerzas intelectuales de gran mérito, y aun sin tener en cuenta la influencia benéfica que ejercen en el desenvolvimiento político, económico y social de la Nación; pero ello debe atribuirse únicamente á la depreciación que ha sufrido la moneda en que se cobran las tarifas y no á la falta de tráfico, pues los resultados ge- nerales revelan que éste ha aumentado notablemente en la mayoría de las líneas. En efecto, se han transportado durante el año por todos los ferro- EXPLOTACION DE FERROCARRILES 167 carriles 12.969.14-0 pasajeros, 6.295.992 toneladas de carga y 64.094 toneladas de encomiendas y equipajes, lo que representa un aumento sobre el año anterior de 1 .381 .562 en los pasajeros, 892.632 toneladas en las cargas y 5870 toneladas en las enco- miendas y equipajes. Si las tarifas se hubieran cobrado á oro, es evidente que los re- sultados económicos déla explotación hubieran sido muy superio- res, dando también un producido medio de un 4 % sobre la totali- dad de los capitales invertidos, lo cual se habría podido considerar como un resultado satisfactorio, si se tiene en cuenta que existen varias líneas que atraviesan territorios despoblados con muy escasa producción y que tienen un valor kilométrico exagerado. Divididos los productos según los grupos en que se clasifican las líneas férreas en virtud del origen de sus capitales y de la juris- dicción á que pertenecen, corresponden: A las líneas de propiedad nacional $ 1.472.583 40 — garantizadas por la Nación 10.572.459 39 — depropriedad particular(nacionales) 47.658.821 67 — provinciales (con ó sin garantía) .. . 7.060.807 92 Los gastos según la misma agrupación han sido : En las líneas de la Nación $ 1 .373.020 07 — garantizadas 9.497.454 67 — particulares 23.056.308 27 — provinciales 5.493.327 55 Y los resultados líquidos con relación entre los productos y gas- os, han sido : En las líneas de la Nación $ 194.126 66 ó 90 % — garantizadas 2.199.453 01 89 — particulares 24. 602 .'51 3 40 48 — provinciales 1.567.480 37 77 Las pérdidas que han tenido varias líneas férreas han ascendido á $ 1 .219.011 62, que corresponden: A líneas de la Nación A líneas garantizadas por la Nación $ 94.563 33 1 .124.448 29 168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA De estas sumas corresponden : AI ferrocarril de Deán Funes á Chilecito $ 94.563 33 Al Noroeste Argentino 37.735 74 Al Nordeste Argentino 195.997 20 Al de San Cristóbal á Tucumán 621 .497 29 Al Trasandino 181.948 51 Al de Villa María á Rufino 87.249 55 Los productos líquidos por kilómetro de vía explotado, según las agrupaciones indicadas, han sido: Líneas de la Nación $ 97 04 — garantizadas 280 90 — particulares 3.997 64 - provinciales 531 26 Se observa que son las líneas de propiedad particular las que han dado mejores resultados ; pero hay que tener en cuenta que, en primer lugar, son mucho más antiguas y por consiguiente han tenido tiempo para desa^rollar la población y la producción de los territorios que atraviesan, que están en condiciones más favorables para una explotación económica á causa de su topografía, y que sus tarifas son, en general, mucho más elevadas que las de las lí- neas garantizadas y de propiedad de la Nación. GARAINTÍAS Como se ha dicho anteriormente, el capital garantizado á las di- versas líneas alcanza á $ 86.031.080 oro, y la garantía anual equivale á $ 4.807.258 57 oro, y deducida de ella la suma que las empresas deben devolver de su producto líquido con arreglo á su ley de concesión que representa $ 1 .05 i. 728 31 oro, resulta un desembolso efectivo de $ 3.752.530 26 oro. Si á esta suma se agrega el interés del capital que representan los ferrocarriles de la Nación, que sólo alcanzan á cubrir sus gas- tos de explotación, el cual al tipo del 5 % anual, equivale á pesos 2.221 .215, se tendrá que el monto del gasto anual que soporta la Nación para la viabilidad férrea asciende á la suma de5 . 973 . 745 26 pesos oro sellado. EXPLOTACION DE FERROCARRILES 169 No es posible entrar á investigar si los beneficios que la Nación deriva de este desembolso corresponden á los sacrificios que él re- presenta, pues muchos de ellos son de orden moral, que no pueden apreciarse en cifras ; pero desde luego puede juzgarse que repre- sentan una pesada carga para los contribuyentes en general, y que deben buscarse los medios para que principalmente recaiga sobre los que más directamente reciben los beneficios de las vías férreas. El importe de lo devengado por razón de garantía hasta el 31 do Diciembre de 1893 asciende á $ 27.250.891 21 oro y lo abonado á $ 18.088.153 33, quedando, por lo tanto, un saldo de pesos 9.152.738 86, del cual hay que deducir $ 16.667.620 67 moneda nacional que varias líneas están obligadas á devolver como importe de su producto líquido, según las cláusulas de la ley de con- cesión . Esta devolución se hará al practicar la liquidación definitiva de las cuentas de garantía, la que ha sido retardada hasta ahora á causa de cuestiones suscitadas entre el gobierno y las empresas respecto á la manera de aplicar el artículo de la ley relativo á los gastos de explotaeion, las cuales, según lo estipulado en la misma^ deben ser resueltas por un tribunal arbitral. El problema de la liquidación de las garantías de los ferrocarri- les es de lo más complicado. Desde luego y tomando como punto de partida las leyes y contratos de concesión, se encuentra que no han sido hechas con la debida previsión y conocimiento de las verdade- ras necesidades de la explotación . En unos casos se ha fijado un tipo para los gastos, que esiá muy lejos del verdadero y en otros se ha autorizado ó gastar todo lo que se considere necesario hasta la totalidad del producto bruto, sin establecer bases racionales para determinarlas y dejando librada únicamente al criterio del gobierno ó de las empresas su determinación, con lo cual se ha creado un conflicto permanente desde que se trata de intereses antagónicos. La fiscalización, por otra parte, dp los gastos reales se hace su- mamente difícil por lo complicada que es la contabilidad de los ferrocarriles, y requeriría un personal numeroso dentro de la ad- ministración. En cuanto á los productos, su fiscalización se hace por medio de los interventores nacionales que hay en cada una de las líneas garantizadas, á medida que se efectúan las operaciones en los libros de la empresa, la cual se controla más tarde en las oficinas de la Dirección de ferrocarriles nacionales, en vista de to- dos los documentos y comprobantes que para aquellas sirvieron. 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La concesión de vías férreas garantizadas se hizo sin tener un plan general de la red que debía formarse en vísta de las necesida- des é intereses económicos de la Nación. Así se autorizaron vías en competencia unas con otras, con garantía nacional y sin que las necesidades del •comercio pudieran justificar la existencia de am- bas, y en su construcción se invirtieron enormes capitales que ne- cesariamente tenían que gravar los transportes^ neutralizando así las ventajas de la más fácil y rápida comunicación. Se ha visto que el término medio del valor kilométrico de las lí- neas garantizadas es de $ 22.460 oro, y como el capital entra como factor en la formación de las tarifas en la proporción del 7o por ciento por término medio, se comprende que éstas no pueden reducirse más allá de un cierto límite, fuera del cual constituirían un error económico, pues se obligaría á que la comunidad contri- buyese á costear servicios que beneficiarían unos pocos. Para que los ferrocarriles garantizados pudieran prestar verda- deros servicios al comercio, habría sido necesario que su valor ki- lométrico no excediera de diez á doce mil pesos, con cuya base su capacidad de transporte habría sido muy suficiente para satisfa- cer, por un período tal vez de veinte años, las necesidades de los territorios á que sirven, despoblados aún en su mayor parte, y que se hubiera estudiado previamente una red, siguiendo las corrientes naturales del comercio. Por Q,tra parte, la colonización ha debido ser el complemento obligado de los ferrocarriles, y así como se han dado leyes para la expropiación de los terrenos necesarios para las vías y se han gastado fuertes sumas en su ejecución, así también han debido darse para construir centros de población y de producción que ali- menten á aquellos, evitando que sólo sean beneficiados los propie- tarios de las grandes zonas de territorio al costado de los caminos, cuando el sacrificio ha sido impuesto á toda la comunidad . LÍNEAS DE LA NACION Las líneas de propiedad nacional alcanzan á \ .016^^® kilómetros de extensión, y, como se ha dicho antes, representan un capital de $ 44.424.304 oro. Están distribuidas como sigue : EXPLOTACION DE FERROCARRILES 171 Extensión Trocha Ferrocarril Andino 1“’676 — Dean Funes á Chilecito 297'"640 1"’000 — Chumbicha á Cataraarca 6o'‘69o 1“000 Central Norte (Salta y Jujuy) 398‘'594 1"’000 El trabajo efectuado por estos ferrocarriles está representado por 149.440 pasajeros, 198 .'565 toneladas de carga y 2374 tone- ladas de encomiendas y exceso de equipajes, dando aumento res- pectivamente sobre el año anterior de 8892 en los pasajeros, 56.971 toneladas en las cargas y 81 1 toneladas en las encomiendas y equi- pajes. La explotación de las líneas de la Nación se ha hecho bajo la su- perintendencia inmediata déla Dirección de ferrocarriles naciona- les, y aunque se tropezó en un principio con bastantes dificultades á causa de no encontrarse un personal suficientemente idóneo para las diversas ramas de su servicio,, se ha conseguido regularizarlo últimamente, haciendo que entre á figurar en el presente año en el presupuesto general de la administración, tanto con sus produc- tos como con sus gastos, con lo cual ha sido posible establecer su contabilidad y control con arreglo á la ley. Los libros de contabilidad del año 1893 no se hicieron oportuna- mente por las causas arriba mencionadas ; pero en los primeros meses del presente se completaron en manera de establecer con exactitud el balance de entradas y salidas, quedando, de este modo, las administraciones en condiciones de tener su contabilidad al día en lo sucesivo. El servicio público, por lo demás, ha sido regular con relación al escaso tráfico de las líneas, pues en los primeros años de su ex- plotación no alcanzaron á cubrir ni aun los gastos de sus adminis- traciones, no obstante estar ellas reducidas á lo estrictamente ne- cesario y ser modestas las remuneraciones de los empleados. FERROCARRIL ANDINO El capital de esta línea es de $ 6.690.511 oro sellado, según las avaluaciones hechas por una comisión del Departamento de obras públicas de la Nación. Su producto bruto ascendió á $639.829 10 y sus gastos or- dinarios de explotación á $ 501 .826 53, dando un resultado líquido 172 ANA.LES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de $ 138.062 57, ó sea la relación de 78,40 % entre unos y otros V un interés de $ 0,612 sobre el capital invertido. El aumento so- bre el año anterior ha sido de $ 1 1 4 . 9 1 0 80 ó sea un 496 . 34 %. El producto por kilómetro explotado ha sido de $ 2518 33, los gastos de $ 1 975 70 y la ganancia de $ 543 53. Los pasajeros transportados han sido 38 . 387 y las cargas 1 08 . 655 toneladas, que representa un aumento de 1250 pasajeros y 62.830 toneladas de carga, respecto al año anterior. Estas cifras revelan que esta línea, que por algunos años se ha- bía mantenido con un tráfico estacionario, ha empezado á adquirir un aumento que augura mejores resultados en lo futuro. La causa de ello está en las colonias agrícolas que se están fundando en los costados de la vía, atraídas por las fáciles condiciones de adquisi- ción de los terrenos y las ventajas que ofrecen sus bajas tarifas. Puede observarse que el aumento de productos no está en la misma relación que el de la carga transportada; pero ello se explica te- niendo en cuenta que una gran parte de ella está constituida por pasto seco y cereales que tienen una tarifa en extremo reducida. El material rodante de esta línea se compone de 17 locomotoras, de las cuales sólo 12 son servibles, 21 coches con un total de 62 ejes y 266 vehículos de carga, con un total de 742 ejes, ó sea un término medio de 56 ejes por cada 1 0 kilómetros de vía. Si se tiene presente que la mitad por lo menos de ese material es muy antiguo y se halla muy deteriorado, por haber servido á la construcción del ferrocarril Gran Oeste Argentino, se comprenderá que es insuficiente para las necesidades del tráfico presente, y con más razón para lo futuro. En efecto, ha sido necesario alquilar á otras líneas cinco loco- motoras y un buen número de vehículos, cuyo costo ha disminuido en $81 .431 51, lo que se hubiera obtenido como producto líquido, si la línea hubiera poseído el material necesario. Será indispensable, por lo tanto, aumentar su tren rodante con 200 vehículos de carga, diez coches y otras tantas locomotoras, para ponerla en condiciones de atender á las exigencias del tráfico; de lo contrario, se harán oir en el año venidero con más vigor que ahora, las quejas délos productores de esa zona por faltado wago- nes para transportar sus productos, sin que le sea dable á la Direc- ción de ferrocarriles nacionales subsanar esta deficiencia; pues ni aun es posible obtenerlos en arrendamiento de otras empresas, porque todas ellas tienen su tráfico recargado y no pueden aumen- EXPLOTACION DE FERROCARRILES 173 tar su capital á causa de los malos resultados financieros que las líneas arrojan. La vía permanente de esta línea puede considerarse en regular estado, después de las renovaciones parciales que se han hecho en los rieles y durmientes, algunos muy desgastados por un uso de veinte años ; pero es de temer que, á medida que el tráfico aumente, el deterioro se manifieste en toda su extensión á la vez y sea necesaria una reparación general. Las obras de arte y esta- ciones se hallan, en general, en buen estado, con excepción de los puentes sobre los ríos Ají y Chaján, que siendo de madera, ame- nazan ruina. Está ya autorizada su reconstrucción con vigas y pilares de hierro y se ejecutará en todo el presente año. FERROCARRIL CENTRAL NORTE (Tucumán á Salta y Jujuy) El capital de esta línea está avaluado en $ 33 . 045 . 780 oro y como su extensión es de 398^^^ kilómetros, equivale á $ 37.903 por kilómetro. Sus productos han ascendido á $ 674.283 53 m/ñ, dando un aumento únicamente de $ 2642.68 sobre el año anterior y sus gastos de $ 619.276 66, ó sea una disminución de $ 55.293, res- pecto del mismo y el producto líquido ha sido de $ 55.006 89. La relación entre los productos y gastos ha sido de 91 ,84 7o J el inte- rés sobre el capital equivale á $ 0.072. El producto líquido por ki- lómetro explotado ha sido de $ 138 20 m/ñ. El tráfico está representado por 91 .087 pasajeros, 80.296 tonela- das de carga y 900 toneladas de encomiendas y equipajes, ó sea un aumento de 9046 toneladas en las cargas, habiéndose conservado próximamente el mismo número de pasajeros. Esta línea fué librada al servicio público en toda su extensión en el mes de febrero de 1891 y aunque en los primeros años su admi- nistración tropezó con muchas dificultades y sus productos no al- canzaron á cubrir los gastos de explotación hoy puede decirse que ha entrado en un período regular de explotación y su tráfico em- pieza á aumentar debido á las bajas tarifas que hacen posible la exportación de algunos productos de aquellos lejanos territorios. 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La deuda de esta línea correspondiente á ejercicios vencidos es de $ 367.319 09 y ella proviene en su mayor parte de que la ad- ministración dispuso para su propio servicio de las recaudaciones pertenecientes á otras líneas por servicios hechos en tráfico común y por sueldos del personal subalterno y artículos de consumo que no fueron abonados á su tiempo por falta de fondos. El tráfico á Solivia, que en años anteriores fué de mucha impor- tancia por esta vía, cuando el ferrocarril sólo llegaba hasta Tucu- mán, ha disminuido mucho debido á que las corrientes del comer- cio han buscado su salida hácia el Pacífico, merced á los ferroca- rriles que se han construido desde el centro del territorio de Solivia hácia la costa. Si el Central Norte se prolongara hasta los distritos mineros de aquella nación, es seguro que se volvería á atraer hacia el Atlántico los productos que hoy buscan su salida por el otro océano. La producción local está todavía embrionaria, de manera que el mayor tráfico está representado por leña, madera y azúcar, artícu- los todos de tarifas tan bajas que apenas alcanzan á cubrir los gas- tos de tracción y movimiento. Así se ha visto que el rendimiento de la línea no ha sido bastante para formar renta sobre el capital in- vertido, ni para atenderal desgaste de los materiales. La vía se halla, en general, en buen estado, así como las im- portantes obras del viaducto del Saladillo, túneles y puentes. No obstante estar construida la vía en la región montañosa, cortada por muchos cursos de agua, que en la época de las llu- vias se convierten en torrentes, ha sido posible mantenerla ex- pedita para el tráfico todo el año; pero la experiencia ha demos- trado que es necesario construir algunas alcantarillas y pequeños puentes á más de los existentes, y que es necesario defender las obras actuales con enfaginados y enrocamientos á fin de impe- dir la acción destructora de las corrientes sobre ella . El alambrado de la vía en toda su extensión también se hace ne- cesario para garantir la marcha de los trenes. La línea poseía 45 locomotoras, de las cuales sólo 20 están en condiciones de servicio y las restantes necesitan reparaciones de más ó menos importancia; 53 coches con un total de 212 ejes, y ca- pacidad de 1907 asientos, y 516 wagones con 2036 ejes y 6120 tone- ladas de capacidad. Aunque alguna parte de este material está ya muy destruídoy es antiguo, es, sin embargo, suíiciente para las necesidades del tráfico. EXPLOTACION DE FERROCARRILES 115 y su reparación se hará á medida que éste lo exija, para no gravar la explotación actual con los gastos que se originarían con trabajos que no son de urgente necesidad . FERROCARRIL DE DEAN FUNES Á CHILECITO Y DE CHUMBICHA Á CATAMARCA El capital déla primera de estas lípeas está avaluado en pesos 12.234.174 69 oro, y en $ 2.300.000 el de la segunda, siendo su extensión respectivamente de 297®^*^ y kilómetros, habiendo sido abiertas al servicio público en Junio de 1889 la vía á Cata- marca, y en Julio de 1891 la vía á Chilecito hasta la estación Pat- quia. El resultado déla explotación ha sido el siguiente: Productos Gastos Pérdidas Líquidos Línea de Deán Funes 81.496 23 176.059 59 23.382 93 — Catamarca. 51.775 71 50.874 12 901 60 Ambas líneas han tenido una disminución en sus productos con relación al año anterior, siendo de $ 23.382 93 en la primera y de $ 2.961 76 en la segunda, cuyo fenómeno no tiene otra explicación que la disminución del tráfico debido á la crisis que soportan las provincias de La Rioja y Catamarca á que dichas líneas sirven. La línea á Chilecito tiene su término actual en el desierto, puede decirse, y mientras no llegue á esta ciudad, donde puede desarro- llar la industria minera, y á la de la Rioja, donde existe un núcleo de población susceptible de aumentarse y de producir, no llenará su objeto y será una pesada carga para el erario público. La vía se conserva, en general, en buen estado ; pero puede de- cirse que se halla incompleta, porque existen varias alcantarillas provisorias y se han construido desvíos á un nivel inferior de la vía general en diversos puntos en que las aguas han cortado los terra- plenes, formando en todo una extensión de 5950 metros. El grave defecto de esta vía proviene de que las aguas de las sierras bajan abarcando una gran zona sin cauce regular, y según la pendiente natural, deben cruzar por ella. Como no sehan previsto las aberturas ni obras de defensa que el caso requería, han seguido en cierta extensión por los canales de prestamos al costado de ella, formando cauces profundos á causa de la naturaleza deleznable del 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA suelo, y finalmente han cortado la vía en diversos puntos donde han sido necesario construir desvíos. Esta Direcion ha hecho practicar un estudio general que servirá de base para un ante-proyecto destinado á asegurar la estabilidad de la vía en toda su extensión, el cual será oportunamente some- tido á la superioridad. Idénticas observaciopes pueden aplicarse á la línea de Chumbicha á Catamarca. Esta sección, que no es sino un complemento del ramal de Recreo á Chumbicha, perteneciente al Ferro-Carril Central Córdoba, está separado de la administración, que reside en Deán Funes, por una distancia de 321 kilómetros, y, como es consiguiente, su explota- ción se resiente de esta situación anormal. Tanto por esto como porque sería más cómodo para el público depender de una sola ad- ministración, sería conveniente llegar á un arreglo con la admi- nistración de la referida línea para que tome á su cargo la explota- ción de este pequeño ramal. El material rodante de ambas líneas se compone de 21 locomo- toras, muchas de las cuales necesitan sérias reparaciones, porque fueron usadas en la construcción de la vía ; 21 coches con capacidad de 596 asientos, 494 vehículos de carga con 1576 ejes, todo lo cual es muy superior á las necesidades actuales del tráfico ; pero tendrá su aplicación una vez que la vía esté construida en toda su exten- sión. Las tarifas que rigen en estas líneas son altas con relación á las otras de la Nación, porque mientras que en el Central Norte y An- dino, la base para pasajeros de 1® clase, por ejemplo, es de 2,5 centavos oro por kilómetro, en aquellas es de 4,7 y 5 centavos y así proporcionalmente en las de 2® clase y cargas; pero si se tiene en cuenta el reducido tráfico que tienen y que los productos no alcan- zan á cubrir los gastos de explotación, se llega á la conclusión de que es indispensable conservarlas, so pena de que el déficit que debe cubrirse con rentas generales sea mucho mayor de lo que es actualmente. TARIFAS El problema más complicado en la explotación de los ferrocarri- les es sin duda el de las tarifas que deben aplicarse para los trans- portes. De ellas dependen principalmente los resultados económi- cos de las empresas é influyen directamente en el desarrollo comer- cial y agrícola de las zonas á que sirven. EXPLOTACION DE FERROCARRILES 177 De ahí resultan dos tendencias ó corrientes de opinión, frecuen- temente en pugna. La una, fundada en el principio de que los fe- rrocarriles son empresas comerciales y que tienen derecho á obte- ner un cierto beneficio sobre los capitales en ellos invertidos, y la otra en que se les debe considerar principalmente como elementos auxiliares para el desenvolvimiento de la industria y de la riqueza nacional. Si se tratara de líneas de propiedad exclusiva de la Nación y ella tuviera los medios de satisfacer los compromisos que su construc- ción hubiera originado, es evidente que el problema quedaría redu- cido á fijar como costo del transporte únicamente las sumas nece- sarias para atender á los gastos directos de explotación y conserva- ción de la vía, quedando así los ferrocarriles equiparados á los caminos públicos ; pero si se les considera como empresas comer- ciales es indudable que tienen derecho á fijar tarifas que les per- mitan hacer frente á sus gasto] y á obtener además una cierta renta sobre los capitales invertidos, siempre que ésta no exceda de un cierto límite fijado en la ley de su concesión, porque de lo contrario quedaría el comercio á merced de las empresas por el monopolio que este sistema de transportes viene á poner en sus manos. Y este principio económico que es de estricta aplicación tratán- dose de vías pertenecientes á compañías privadas, lo es también en el caso de empresas basadas en una garantía de la Nación ; por- que si esta hubiera de desembolsar de rentas generales el todo ó la mayor parte de las sumas que representa el interés garantido, resultaría que se tendría que gravar á todos los habitantes del país para atender á servicios que solo benefician á una parte de ellos. De estos principios se deduce que deben entrar como factores en la formación de las tarifas, en primer término el capital de las lí- neas que es de un carácter permanente y los elementos variables qué se derivan de su condición topográfica, tráfico, etc. Para llegar á conocer el valor de estos factores se requiere una buena estadística en donde estén aglomerados en orden metódico todos los elementos que deben servir para deducir por el cálculo el coeficiente que en cada caso se debe aplicar á fin de obtener el precio unitario de los transportes ó sea la tarifa mínima que corres- ponde á cada línea. Sobre este tipo cada empresa agrega la canti- dad que juzga necesaria en cada clase de transporte, dado su costo de producción y precio en los mercados de consumo á fin de obte- Ai\. SOC. CIEiNT. ARG. — T. XXXVII 12 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ner de su tráfico el producto necesario para cubrir los gastos de explotación é intereses sobre el capital. La cantidad ó las masas á transportar así como la distancia que han de recorrer, son elementos que influyen para que las tarifas sean más ó menos elevadas, porque entrando los gastos variables en una proporción mínima con relación á los de carácter perma- nente, el producido será directamente proporcional al mayor tráfi- co, mientras que los gastos sólo crecerían en la proporción de un 10 á un 15 %• Pero es bien entendido que estos resultados se ob- tendrán únicamente cuando la tarifa sea superior al mínimum del gasto de explotación, pues si fuera inferior se originarían pérdidas y ellas serían mayores mientras mayores fueran las distancias á recorrer y las cantidades á transportar. De ahí resulta que los artículos de poco valor no pueden ser ob- jeto de comercio cuando su transporte debe hacerse á grandes dis- tancias, porque no es legítimo ni económico pretender que se re- duzcan las tarifas mas allá del límite que corresponde á cada ferro- carril. El principio que generalmente se ha adoptado en la tarificación de los ferrocarriles argentinos es el de la aplicación del precio unitario á la distancia á recorrer, lo cual no es equitativo en abso- luto ni es económico, porque coloca á los productos de los distritos lejanos de los mercados en condiciones muy desventajosas respecto á los más cercanos. En efecto, no es equitativo este principio, porque en la explotación de los ferrocarriles existen ciertos gastos que son constantes é iguales, cualquiera que sea la distancia á que se efectúen los transportes, los cuales entran en el tipo unitario y su aplicación á cada unidad de distancia vendría á pesar mayor- mente sobre aquellos en razón directa de la distancia recorrida. En algunos casos se ha tratado de corregir esta injusticia, esta- bleciendo una carga especial llamada terminal, independiente de la tarifa kilométrica, con la cual se ha pretendido compensar los gastos comunes á toda clase de carga, cualquiera que sea la dis- tancia á recorrer; pero el principio más equitativo y racional sería de establecer tarifas según zonas á las que se apliquen los valo- res que resulten de la distancia y de los que son independientes de ella. El estudio comparativo de los datos estadísticos que suministre la explotación de todas las vías férreas, por algunos años, permi- tirá fijar con precisión unos y otros valores, y la Dirección de ferro- EXPLOTACION UE FERROCARRILES 179 carriles se preocupa de estudiar este problema para presentar en oportunidad las bases á que debe someterse la tarificación délos ferrocarriles de la República. Entre tanto, lo que desde ya podría realizarse es la unificación del sistema de clasificación de cargas, reduciéndola al menor número posible á fin de evitar las compli- caciones que para el comercio y las empresas trae su aforo, cuando se han establecido numerosas categorías de cargas, diferentes en cada línea, sobre que tienen que pasar las mercancías y diferentes precios unitarios ó concesiones ó tarifas especiales. La Dirección de ferrocarriles nacionales iniciará en breve una conferencia con los administradores de todas las líneas nacionales y provinciales á fin de estudiar la manera de llegar á una clasifi- cación uniforme ó á lómenos á la simplificación de la que existe actualmente. Basada en ios principios generales que se acaban de exponer, la Dirección ha informado en algunos casos oponiéndose á las reduc- ciones de tarifas que algunos gremios industriales y comerciales han solicitado, desde que con la aplicación de las que actualmente rigen los resultados financieros de la explotr?cion habían sido poco satisfactorios, no alcanzando en algunas líneas los productos á cu- brir los gastos y en otras habiendo producido un interés insignifi- cante. Los estudios que han servido de base á estas opiniones fi- guran en los anexos de esta memoria y hacen conocer el prolijo y complicado procedimiento que ha sido necesario seguir á fin de llegar á los resultados'que se han expuesto, que son la expresión de la verdad, deducida de la estadística por el cálculo. TREN RODANTE El material de transportes en servicio de todos los ferrocarriles durante el año ha sido de 1065 locomotoras de diversos tipos ; 1522 coches, y 91 1 furgones con un total de 5364 ejes y una capacidad de 65.734 asientos y 29.920 wagones de carga representando 82.860 ejes y una capacidad de 314.306 toneladas. Este material está distribuido según lo demuestra el siguiente cuadro : 180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Locomotoras Coches Wagones Líneas de la Nación 65 97 1023 Líneas garantizadas 248 308 4571 Líneas particulares nacio- nales 591 822 20061 Líneas particulares provin- ciales 161 295 4284 Este material, distribuido según la extensión de las líneas cor- responde por cada diez kilómetros : Nacionales Garantizados Particulares Provinciales Locomotoras. . . 0 63 0 76 0 98 0 54 Coches 0 94 0 87 1 37 1 00 Wagones 9 97 12 23 33 46 14 52 Con relación al tráfico j la extensión de las líneas, la propor- ción del material rodante da un término medio de 4,39 vehículos por cada 100.000 toneladas kilómetro por kilómetro de vía. Comparada con la proporción de material que tienen los ferro- carriles de las principales naciones de Europa que dan un térmi- no medio de 1,74 vehículos por igual unidad de transporte se vé que las líneas argentinas están mejor dotadas que aquellas, aun- que sus servicios no sean tan regulares, lo que tiene su explicación en la mejor utilización que allí se hace del material por ser la pro- ducción más uniforme, mientras que en este país es intermitente como consecuencia de la época de las cosechas agrícolas que for- man la base de la producción y tráfico nacional. Sólo cinco líneas en este país tienen una dotación inferior al tér- mino medio de las europeas con relación á su tráfico y son el ferro- carril Andino, Buenos Aires al Pacífico, Oeste Santaíecino, Central Córdoba y San Cristóbal á Tucuman ; los demás, lo superan. Y no sería prudente en estas circunstancias en que tanto las em- presas ferroviarias como todo el comercio del país sufre las conse- cuencias de la crisis económica, pretender el aumento de mate- rial rodante para atender en un momento dado al transporte de toda la producción, porque una gran parte de él quedaría sin uti- lizarse durante una época del año y de consiguiente el interés del capital que representa debería cargarse sobre los transportes he- EXPLOTACION" DE FERROCARRILES 181 chos, los cuales, según lo manifiestan los productores, están ya gra- vados en exceso con los fletes. ESTADÍSTICA Por decreto de fecha 3 de diciembre del 891, fué creada en la Dirección de ferrocarriles nacionales una oficina destinada á reu- nir en una forma metódica, á la vez que científica, todos los datos y elementos necesarios para hacer conocer la marcha de todas las administraciones de las líneas férreas de la República, así como sus capitales y los resultados económicos de cada empresa, al mismo tiempo que permitiera fiscalizar de una manera eficaz las cuentas de gastos de explotación de las líneas garantidas. Aunque se trataba de una institución enteramente nueva en el servicio administrativo, y que por lo tanto debía tropezar con nu- merosos inconvenientes para obtener de las empresas todos los da- tos que fueran necesarios, ha logrado sin embargo completar el primer volúmen que corresponde á la explotación del año 1892, el cual ya ha sido publicado y espera poder presentar en el curso del presente la que corresponde al año pasado. Dicho volúmen contiene en primer término la nómina de las lí- neas en explotación, con determinación de la ley que autorizó la construcción, la época en que se iniciaron los trabajos y la de su apertura al servicio público ó sean los antecedentes legales que han dado origen á la formación de las empresas y construcción de la vía ; datos todos que, agrupados metódicamente, son de la ma- yor importancia para el estudio de las numerosas cuestiones que surgen entre las empresas entre sí ó entre ellas y el público ó en sus relaciones con el gobierno por los derechos y obligaciones que les ha creado la ley que les dió origen ; viene en seguida su com- paración según las provincias y territorios en que están ubicados con relación á la extensión territorial y población de ellas ; siguen las tablas de las condiciones de la vía permanente en cuanto á su extensión y estructura, así como á su topografía, obras de arte y edi- ficios, existencia de tren rodante, trabajo verificado por las loco- motoras ; número de trenes que han corrido con su velocidad má- xima y mínima ; recorrido de los vehículos ; tráfico efectuado en pasajeros, cargas y encomiendas ; productos y gastos según con- ceptos y según la extensión de la vía y el recorrido de los vehícu- m ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA los ; número del personal empleado en el servido de explotación y sueldos asignados; accidentes que han ocurrido; capitales que representan las empresas; servicios que importan las garantías ; bases délas tarifas que cobran las empresas y finalmente datos comparativos del costo del transporte de los productos del país. La sola enunciación de los capítulos, basta para dar una idea de la magnitud de la labor que ha originado la compilación de infor- mes tan múltiples y diversos y se comprenderá el esfuerzo que se ha hecho para llegar á formarlos cuadros que los contienen, si se tiene en cuenta que esa oficina dispone de un personal reducido que á la vez tiene que atender á los numerosos servicios que abraza la inspección de las vías férreas en explotación. Con los elementos ya organizados, ha sido posible informar sobre bases exactas en los numerosos asuntos que se han presentado sobre tarifas, pues la estadística ha permitido determinar con pre- cisión los coeficientes que entran en ia formación de aquellos ; lo mismo que ha podido formular los presupuestos de gastos de las líneas garantidas, controlando así los de las empresas para que se coloquen dentro de los límites establecidos por su ley y contrato. La dirección de ferrocarriles nacionales espera que el primer volúmen de la estadística habrá hecho conocer á las empresas la importancia que para ellas mismas tiene la compilación de los re- sultados y elementos de la explotación y que lejos de ser necesarias medidas compulsorias para que los remitan con regularidad y exactitud, ellas mismas se apresurarán á suministrarlos, movidas por su propio interés, á la vez que por el estímulo que necesaria- mente ha de despertar la comparación de las cifras que cada una pueda ofrecer en los diversos departamentos de su servicio. JURISDICCIÓN NACIONAL SOBRE LOS FERROCARRILES La ley general de ferrocarriles ha dividido las vías férreas en nacionales y provinciales, según la jurisdicción á que están sujetas por razón del territorio á que sirven ó por el origen de la forma- ción de las empresas que los explotan ; correspondiendo á la pri- mera categoría las líneas de propiedad de la Nación ; las que son subvencionadas ó autorizadas por ella; las que ligan la capital ó un territorio federal con una ó más provincias ó territorios ó las EXPLOTACION DE FERROCARRILES 183 que comuniquen una provincia con otra ó un punto cualquiera del territorio de la Nación con un estado extranjero. No obstante los términos explícitos de la ley y de la aplicación que de disposiciones idénticas se hace en los Estados Unidos, de cuya ley sobre comercio entre los estados parece haber sido tomada la disposición citada, se han suscitado algunas dificultades con las autoridades administrativas de la provincia de Buenos Aires, quie- nes han pretendido y ejercido la jurisdicción sobre las líneas que parten de la Capital y van hácia el territorio de ellas y sobre las cuales la ejerció antes de la ley de capitalización de la ciudad de Buenos Aires. La Dirección de ferrocarriles nacionales, á pesar de no abrigar ninguna duda respecto á su interpretación, pero no queriendo producir confiictos, que pudiesen revestir una forma violenta y sobre todo crear una situación difícil para las empresas, obligadas por una parte á cumplir las disposiciones de la ley nacional y por otra la ley y reglamentos provinciales, optó por el temperamento de limitar su acción á las vías dentro del territorio federal, hasta que una resolución superior viniera á establecer definitivamente una y otra jurisdicción. Fácilmente se comprende los inconvenientes que en la práctica de la explotación de las vías férreas pueden provenir de la doble jurisdicción, es decir, nacional y provincial, en un tráfico que se realiza en ambos territorios y dadas las atribuciones que la ley de ferrocarriles nacionales y de la provincia de Buenos Aires acuer- dan á sus autoridades ejecutivas. La formación y marcha de los trenes, las combinaciones de horarios para un tráfico general, los tipos de vehículos, elementos de seguridad, franquicia á los viaje- ros y obligaciones y gravámenes de las empresas, etc., son mate- rias que están sujetas á su reglamentación y pueden muy bien ocurrir, como ya ha sucedido en algunos casos, que lo que es obli- gatorio dentro del territorio federal, no lo fuera pocos momentos después de ponerse en marcha un tren y cuando ha salvado las líneas de aquel. Por otra parte, á las consideraciones de órden administrativo antes expuestas, se pueden agregar otras de carácter político y aun estratégicas que se derivan de las disposiciones mismas de la ley de ferrocarriles. Ellas son el derecho que tiene el Poder Ejecutivo ó las autoridades que él designe, para transportar con preferencia por los ferrocarriles tropas y materiales de guerra con sólo dar 184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA aviso al jefe de estación con dos horas de anticipación, el de exigir el despacho de trenes militares y aún el de tomar por sn cuenta el uso de los ferrocarriles, para lo cual es necesario tener prévia- mente conocimiento exacto de sus condiciones y elementos de trans- porte ; y este conocimiento sólo puede obtenerse cuando se hallan sujetos á su inspección y control. Estas consideraciones son suficientes para demostrar la necesidad que hay de que todos los ferrocarriles que la ley designa como na- cionales, queden sujetos á la jurisdicción de esta Dirección y por con- siguiente á las disposiciones reglamentarias que se dicten, con lo cual no solamente ganará la seguridad del tráfico, sino que se faci- litarán las relaciones entre el público y las empresas. TRABAJOS DE OFICINA El gran desarrollo que en los últimos años ha adquirido la red de ferrocarriles de la República, hace que su dirección y fiscali- zación constituya una rama muy importante de la administración pública. En efecto, bastará tener presente el monto de los capita- les que ellos representan y la magnitud de los intereses económi- cos y políticos que abrazan, para dar una idea de las múltiples cuestiones que necesariamente tienen que suscitarse en el roce de intereses contrarios, sea en las relaciones de las empresas entre sí ó con el público ó entre el gobierno y aquellas. La fiscalización directa y permanente de las líneas garantizadas, á la que las empresas tanto resistieron en un principio^ se efectúa actualmente por medio de interventores que desempeñan su misión dentro de las administraciones mismas en presencia de los docu- mentos originales ; de manera que se tiene la seguridad de los re- sultados que arrojan los libros en cuanto á los productos. Res- pecto de los gastos, la fiscalización es más difícil á causa de la deficiencia en las leyes de concesión, que han establecido restric- ciones que no son equitativas en unos casos ó de demasiada am- plitud en otros ; dando así lugar á diversos criterios de interpreta- ción, que traerán como consecuencia para solucionarlos, la nece- sidad de crear los tribunales arbitrales que aquellas establecen. Es, pues, muy conveniente, que al efectuar los arreglos de las garantías que se estudian por una comisión especial, se tengan en EXPLOTACION DE FERROCARRILES 185 cuenta estos inconvenientes y se busquen fórmulas que establezcan con exactitud los derechos y obligaciones de las compañías. La oficina de contabilidad y control tiene una importante misión que desempeñar. Además de dirigir la intervención en las líneas garantizadas y fiscalizar la percepción de los productos de las lí- neas de propiedad de la Nación y sus gastos con arreglo al presu- puesto, ha tenido que intervenir en todas las cuentas presentadas á las diversas reparticiones públicas por razón de servicios oficia- les. El número de esos expedientes ha ascendido á 880 en el año 1893, representando un valor de ^ 857.724 87, sobre cuya suma obtuvo una rebaja de ^ 14.933 98, por errores cometidos en la aplicación de las tarifas. El movimiento de la tesorería á su cargo ha estado representado por ,§1 192.923 58 recibidos para el pago del personal, y ^ 224.874 80 por cuenta de los ferrocarriles de la Na- ción, habiéndose rendido cuenta documentada de su inversión. Por repetidas veces se ha solicitado de la superioridad, que todo pago que se haga por razón de garantías, sea comunicado á esta repartición á fin de llevar una cuenta corriente de cada empresa, á los efectos de la devolución que deben hacer cuando sus produc- tos excedan del interés garantizado ; pero desgraciadamente á causa de la tramitación que sufren los expedientes, no ha sido po- sible conseguirlo hasta ahora. El movimiento de la secretaría está representado por 50 actas de sesiones que ha celebrado el directorio ; 2333 notas ; 222 circula- res; 971 informes ; 166 resoluciones generales ; 5.683 de trámite ; 5683 expedientes entrados ; 2959 salidos; 1953 archivados y 771 en tramitación. La inspección técnica y administrativa, á su vez ha tenido á su cargo la fiscalización de todas las líneas que al presente se hallan bajo su jurisdicción, tanto en lo que se refiere á la seguridad del tráfico, como en lo relativo á su regularidad y á la aplicación de la ley en las relaciones entre el público y las empresas. Estos servi- cios se hacen por el mismo personal, á fin de que su acción sea más uniforme ; evitando así conflictos de atribuciones, y realizando una importante economía. Dada la gran extensión de las vías y el in- cremento que el comercio adquiere, se hace necesaria la organiza- ción de un cuerpo de inspectores más numeroso que el actual, á fin de que pueda desempeñar debidamente sus importantes fun- ciones. Aparte de estos trabajos de carácter permanente, la oficina de 186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA inspección ha estudiado los presupuestos de explotación de las lí- neas de la Nación y garantizadas ; ha informado en numerosos ex- pedientes sobre tarifas, y ha preparado el reglamento general para la explotación de todas las líneas nacionales, cuyo trabajo, una vez aprobado por el gobierno, vendrá á unificar el sistema de explota- ción con gran beneficio para la mayor seguridad del tráfico y para facilitar las relaciones del público y de las empresas. Las memorias anexas dan una idea más completa de la labor de estas reparticiones, no teniendo la Dirección sino motivos para recomendar la contracción é inteligencia del personal que las for- man. Miguel Tedtn. Por M. J. FORBES DEL NIÁGARA El profesor inglés Jorge Forbesfué encargado, hace cerca dedos años, por unos financistas de Nueva York, de someter á la Cataract ConstrucUon Company, fundada por ellos, un proyecto para la uti- lización de una parte de la energía de las caldas del Niágara, ava- luada en 16 millones de caballos-vapor. Creemos interesante informar á nuestros lectores sobre los resul- tados del estudio que acaba de terminar este eminente profesor, así como las críticas que provocó entre los miembros de la Institution of Eléctrica l Engineers de Londres. El problema consiste en transportar y en distribuir en la región que se extiende hasta Buffalo 100.000 caballos-vapor. Es, como sevé una empresa colosal, que dejará atrás los tímidos ensayos efectuados en Europa durante estos últimos aüos. Evidentemente, M. Forbes empleó las corrientes alternativas; la idea de emplear corrientes continuas para los transportes de fuerza á largas distancias ha hecho su época. Numerosas experiencias lo indujeron á determinar las frecuen- cias de los períodos. Considera como más ventajoso el número de 16,66 alternancias (alternances) por segundo. Pero, como los alternadores capaces de llenar esta condición, eran demasiado macizos y además cada uno exigía el empleo de una turbina de 5000 caballos para actuar, Forbes elevó la frecuencia á 25 alternancias por segundo. Como se vé, se está lejos délas constancias admitidas en las má- ^^8 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA quinas modernas: 42 períodos para las máquinas Gaux y 76 para las máquinas Siemens j respectivamente 100 y 133 para las máqui- nas Bush y Westinghouse. Es esta baja frecuencia admitida por M. Forbes lo que caracteriza su proyecto, y que ha dado lugar á una discusión que relataremos aquí, y que está lejos determinar, pues no ha tenido aún éco en el continente. M. Forbes justifica su elección de la manera siguiente: Ante lodo, es necesario que todas las generadoras sean idénticas, de modo que puedan ser sustituidas las unas á las otras y que pue- dan marchar en paralelo cuando el máximum de la energía de que son capaces simultáneamente, sea pedido á la instalación. Es evidente, que no se trata de tener generadores especiales res- pectivamente para los motores, el alumbrado eléctrico, la galvano- plastia, lo que aumentaría considerablemente los gastos de instala- ción y de explotación de la usina central. Es un hecho ya demostrado que el mayor rendimiento en la mar- cha en paralelo; se obtiene con alternancias de baja frecuencia. Además, hay que tener en vista la utilización de la corriente di- recta para la alimentación de los dinamos de corriente continua con- venientemente apropiados para servir de motores á las pequeñas industrias esparcidas en la región atravesada por los conductores principales. Semejantes motores de pequeña dimensión dan excelentes resul- tados cuando la frecuencia de la corriente primaria no es superior á 25 períodos. Es cierto que para los grandes motores de este tipo la frecuencia de la corriente generadora no debe pasar de 8 períodos por se- gundo. Siendo importante la usina, exigirá el empleo de motores pode- rosos; se recomienda en este caso el empleo de motores Tesla. Precisamente en esta clase de motores, el rendimiento crece con la disminución de la frecuencia de la corriente generadora. Las ventajas de la baja frecuencia no consisten solamente en el rendimiento de los motores, sino también y sobre todo en el esta- blecimiento de los conductores. En efecto, las corrientes alternativas de gran frecuencia tienden á confinarse en el medio que rodea los conductores, lo que aumenta la resistencia de estos y la corriente tiende á esparcirse en el aire lo que hace difícil el aislamiento del conductor; mientras que con UTILIZACION DE LAS CAIDAS DEL NIÁGARA 189 las corrientes de baja frecuencia esos inconvenientes son mucho menores y el aislamiento de los conductores se realiza más fácil- mente. M. Forbes, después de haber invocado las ventajas del sistema que preconiza, contesta de antemano á las objeciones que parece deber provocar, á saber principalmente: que las corrientes de baja frecuencia no pueden ser utilizadas directamente para el alum- brado de las ciudades y usinas. En efecto, una lámpara de 16 bugías sólo da una débil claridad abajo de 25 períodos y sólo se puede obtener luz arriba de 25 pe- ríodos. Con una lámpara de arco del tipo Siemens, que consume 14 am- peres bajo una diferencia de potencial de 28 volts, sólo se puede obtener una luz eficaz, cuando la frecuencia es superior á 50 pe- ríodos. , En esas condiciones, el sistema en cuestión conduciría al empleo de transformadores tanto más grandes y por consiguiente más cos- tosos, cuanto que la frecuencia es menor. M. Forbes hace notar que a priori el objeto de la Cataract Cons- truction Company no era el de repartir la corriente á todos indis- tintamente y en particular para el alumbrado de las ciudades y locales que consumiesen la corriente sólo durante dos ó tres horas en 24 horas, sinó por el contrario el de elegir entre los consumi- dores aquellos que la utilizasen durante la mayor parte del dia y déla noche. Para estos el gasto délos transformadores para el alumbrado será una cuestión secundaria. Para los otros, que sólo la consumen para el alumbrado, el pre- cio de la corriente será más elevado que para los que la consumen para la fuerza motriz. Conviene hacer notar que si el costo del transformador aumenta con la disminución de la frecuencia, el aumento de gasto no es más que aparente. En efecto, el precio más bajo de un gran transformador ali- mentado por una corriente de 42 períodos es de 16 francos por caballo. Si admitimos, según las experiencias de Forbes, que una corrien- te de una frecuencia mitad de la anterior, es decir de 21 períodos cuesta 50 % más, el aumento de precio del transformador para esta disminución de la frecuencia es aproximadamente de 8 fran- cos, pero se deduce de esas mismas experiencias que el rendimiento 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA del transformador aumenta, en esas condiciones de 3%, y si admi- timos, pues, que el precio de costo de la corriente primaria es de 50 francos por año y por caballo, el beneficio debido al mejora- miento del rendimiento es de \ .50 franco por año y por caballo, muy superior al interés de 5% del aumento de gasto que resulta del aumento de las dimensiones del transformador, pues este inte- rés es sólo de 0 fr. 40 por año. M. Forbes agrega aún : que el principal cliente que se dirigiría á la Cataract Construction Company sería la ciudad de Buffalo, cuyo alumbrado se obtiene actualmente por medio de máquinas á vapor de 3000 caballos y se trataría simplemente de reemplazarlos por motores eléctricos : entonces la frecuencia de la corriente primaria no se toma en cuenta en este caso particular. Justificada así, la baja frecuencia, indicada por M. Forbes, pa- saremos á ocuparnos de su proyecto. Las turbinas generadoras, todas de igual dimensión, tendrán una potencia de 5000 caballos-vapor cada una y estarán situadas en el fondo de una fosa y sus árboles motores emergerán á la superficie de la usina en donde estarán en conexión directa con un alternador de igual potencia que la turbina. Los inducidos estarán fijados y colocados en el centro del gene- rador, mientras que por el contrario los inductores formados por una estrella con brazos de acero forjado, provistos de polos, radial- rnente girarán alrededor del inducido. La extremidad de los árboles de las turbinas está sólidamente fijada por dos soportes con cuatro brazos cada uno. M. Forbes propuso hacer circular en los conductores una cor- riente de 20.000 volts empleando un hilo de retorno; la experien- cia de Deptford, donde se transporta la energía por medio de una corriente de 10.000 volts, poniendo un polo en comunicación con la tierra, habiendo dado buenos resultados, esta tensión de 20.000 volts con un hilo de retorno no le pareció exagerada á M. Forbes. Pensó primeramente reducir la dimensión de los generadores pro- duciendo la corriente con la tensión de 2000 volts y elevarla en se- guida á 20.000 volts sirviéndose de un transformador, pero observó inmediatamente que doblaba el precio de instalación de la usina. Pensó entónces hacer producir inmediatamente á los generadores una corriente de 20.000 volts. Pero consideraciones de órden económico le hicieron desechar esta idea. UTILIZACION DE LAS CAIDAS DEL NIÁGARA 191 En efecto, si en Europa, se encuentran constructores de má- quinas que funcionan convenientemente á ese alto potencial, no sucede lo mismo en América, donde sólo se ha alcanzado un poten- cial de 2000 volts j donde es difícil encontrar constructores que garantan sus máquinas cuando el voltage pasa de oOOO volts. Se presentaban, pues, dos soluciones: ó bien construirlas dina- mos de 20.000 volts en el extranjero é importarlas á América, á con- dición de pagar derechos muy elevados; ó bien emplear dinamos de 2000 volts construidos en América, con tal de aumentar las dimensiones de ios conductores. Este último sistema prevaleció. La corriente será producida, pues, por las generadoras con la tensión de 2000 volts; se compondrá dedos corrientes elementales del mismo período y cuyas fases tienen un decalage de 90 grados; cada una deesas corrientes podrá ser utilizada, aisladamente, para los tranways eléctricos, la electro-metalurgia y para los motores ordinarios y las dos simultáneamente para alimentar los motores del género Tesla. La canalización será muy importante debida á su débil voltage y está ya en ejecución sobre una longitud de 1 kilómetro entre las CRidas y \a. Pittsbu7'g Reduction Co?npany''s Work, que llegará á ser uno de los principales clientes de la Cataract Construction Company y tres turbinas de 5000 caballos estudiadas por los señores Fausch y Picard, de Ginebra, y 3 alternadores de Jorge Forbes están actual- mente en construcción en América. {Electricien) . SADI-CARNOT Los documentos que publicamos á continuación, dan cuenta de la participación que tomó la Sociedad Científica Argentina en las ceremonias y homenajes rendidos á la memoria del ilustre Sadi- Carnoty en desagravio del ultraje inferido á la Francia republica- na y á la civilización por el aleve asesinato de aquel. Manifestó luego que la Sociedad Científica había creído de su de- ber tomar la iniciativa de esta reunión para asociarse al duelo uni- versal causado por el asesinato del digno Presidente de la Repú- blica Francesa, dado el título de ingeniero tan bien conquistado por Sadi-Carnot y la gloriosa tradición científica de su familia, que supo mantener bien alta. Habiendo señalado sucintamente el objeto de la reunión invitó á la asamblea á designar su mesa, pidiendo se le escusara de for- mar parte de ella, á fin de que las deliberaciones estuvieran rodea- ACTA Centro Jurídico. Unión Universitaria. Sociedad Rural Argentina. Club Oriental. Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Club de Gimnasia y Esgrima. Escuela Politécnica. Deutsche Turn Verein. Club Residentes Extranjeros. Club Español. Centre Catalá. Sociedad Cientifica Argentina. En Buenos Aires á veinte y seis de Junio de 1894, reunidos en el lo- cal de la Sociedad Científica Argen- tina los señores representantes de las Sociedades anotadas al margen, el señor Presidente de aquella, in- geniero Carlos Bunge, invitó á la concurrencia á ponerse de pié en ho- menaje á la memoria del Presiden- te Carnot. SADI-CARNOT 193 das de mayor garantía de independencia y sus resoluciones reyis- tieran toda la espontaneidad deseable. Pero á indicación del Sr. Ensebio E. Giménez, Presidente del Club Oriental, se resolvió por asentimiento general, que presidiera el señor Presidente de la So- ciedad Científica Argentina. Acto continuo se procedió á la elección de un Secretario ad lioc, recayendo ésta en el ingeniero Miguel Iturbe. Se dió lectura de una nota del Sr. Calixto Oyuela, Presidente del Ateneo, escusando su inasistencia y manifestando que se haría un deber en someter á la consideración de la Junta Directiva de ese cen- tro, toda resolución que se adoptara. Después de un detenido debate acerca déla mejor manera de adherirse á las manifestaciones de condolencia proyectadas en ho- nor de la Francia, en homenaje de Sadi-Carnoty como condenación del crimen, se resolvió: 1° Constituirse en Comité las corporaciones anotadas al márgen y las que hicieran presente su adhesión á estas resoluciones; 2° Que la mesa de este Comité fuera la que actuaba en la reu- nión; 3° Que las diversas asociaciones congregadas invitaran á sus so- cios á asistir en corporación á las ceremonias que organizará el Comité Carnot] 4° Dirigir una nota de pésame al Excmo. señor Ministro Plenipo- tenciario y Enviado Extraordinario de Francia, rogándole quiera transmitir á su Gobierno y á la fomilia del digno Presidente Carnet, los sentimientos de condolencia y de viva protesta que ha desper- tado en las sociedades mencionadas el horrendo crimen de que ha sido víctima el austero repúblico; 5° Invitar á otras asociaciones de la Capital á adherirse á las re- soluciones precedentes; 6° Finalmente, ponerlas en conocimiento del « Comité Carnet » . Acto continuo se levantó la sesión, siendo la 10 p. m. Carlos Bünge. Miguel Iturbe. Secretario. Hicieron conocer su adhesión á las resoluciones anteriores las siguientes corporaciones: El Ateneo, Centro del Comercio, Instituto Geográfico Argentino, A\. SOC. CIENT. ARG. — T. XXXVII 13 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Centro Paraguayo, Union Industrial Argentina, Asociación Católica, Círculo de Armas, Sociedad de Arquitectos, English Literary Socie- ty, Centro Naval, Sala de Comercio del 11 de Setiembre, Albion Club y Colegio Nacional de Escribanos, manitestando éste que no podía adherir á la cuarta resolución, por cuanto ya había dirigido comu- nicación tendente al mismo fin al Colegio de Notarios de Paris. Las dos notas siguientes, fueron cambiadas entre la congregación de las sociedades anotadas antes y el señor Representante de Francia. Buenos Aires, 20 de Junio de 1894. A S. E. el E . E.y ministro Plenipotenciario de la República Fran- cesa. Excmo. señor: Las corporaciones (1) congregadas el 26 del corriente á invita- ción de la Sociedad Científica Argentina para adherirse al homena- je que en estos momentos se rindeen todo el mundo civilizado en ho- nor del respetable Presidente Sadi-Carnot y como condenación del crimen que lo ha inmolado en aras de principios funestos, hanme conferido el honor de dirigirme á V. E. para pedirle se digne trans- mitir á su Gobierno, interpretando los sentimientos que animan á los asociados, el pesar que les causa la doble pérdida que ha sufri- do la Nación Francesa, y su más viva protesta por el asesinato del austero repúblico y del eminente hombre de ciencia que llevaba con altura el nombre del gran Carnet. Igualmente ruego á V. E. quiera ser el intérprete ante la familia del ilustre Ingeniero, del profundo dolor que motiva entre los miem- bros de las corporaciones mencionadas, la irreparable desgracia que la priva de su virtuoso Jefe. Dígnese V. E. aceptar las seguridades de mi mayor conside- ración. Carlos Bunge. Miguel Ilurbe. Secretario. (1) Se omite la lista de las sociedades porque ya han sido enumeradas. SADI-CARNOT 195 Légationde Fraüceá Euénos-Ayres. Al Señor Presidente de la Sociedad Científica Argentina. Zeballos 269. Buenos Aires, 4 de Julio de 1894. Señor Presidente: La carta que me habéis hecho el honor de dirigirme á nombre de la Sociedad Científica Argentina para condenar el odioso atenta- do de que ha sido víctima el sentido Presidente de la República y los sentimientos cuya expresión contiene, me han emocionado vi- vamente. Me apresuro á agradeceros ese precioso testimonio de simpatía dado á la Francia en esta dolorosa circunstancia y aseguraros que no dejaré de transmitir á mi Gobiernoy á la familia del Sr. Sadi-Car-- not las condolencias que las diferentes asociaciones reunidas por iniciativa vuestra el 26 de Junio último, os han rogado hacerles llegar. Aceptad, señor Presidente, las seguridades de mi consideración más distinguida. S. Marchand. BIBLIOGRAFÍA LIBRAIRIE POLYTECHNIQUE, BAUDRY ET C‘®, EDITEURS Traite des gítes mmeraux et métalliféres par Ed. Fuchs et L. De Launay, París, 1893. — Esta obra es el texto del curso de geología aplicada de la Escuela superior de minas de Francia, que el nota- ble profesor Fuchs ha dictado hasta su muerte, acaecida en 1889. Su sucesor desde entóneos, el ingeniero del cuerpo de minas Mr.de Launay, ha realizado la ímproba tarea de redactarla aprovechando las notas y conferencias de aquel y sus propias observaciones. Es un trabajo completo que comprende in extenso los detalles de los yacimientos existentes de lodos los metaloides y metales, para cada uno de los (males se ha adoptado el siguiente plan : 1° Naturaleza de la substancia estudiada; sus propiedades físi- cas y químicas ; sus usos prácticos ; principales centros de pro- ducción; valor aproximado de la substancia. 2“ Descripción de los yacimientos, que comprende : Histórico ; Geología general de la región ; Geología propia del yacimiento ; Métodos de explotación, elaboración y de transporte ; Datos estadísticos y comerciales. Contiene además una bibliografía de las obras generales sobre los yacimientos metalíferos y otra bibliografía que el autor deno- mina regional, porque contiene las diversas obras y publicaciones BIBLIOGRAFÍA 197 periódicas en las cuales se pueden encontrar datos referentes al yacimiento así como á la geología de cada región. Consta de dos tomos, el primero con 800 páginas y el segundo más de 1000 páginas y viene adornada por numerosas ilustracio- nes intercaladas en el texto y muchos mapas iluminados. UEclairage a París. Etude technique des dwers modes d'eclai- rage employés á París, par Henri Marechal, 1894. — Fué en París donde se hicieron los primeros ensayos de alumbrado público, y el famoso edicto de 1667 que organizó el alumbrado de sus calles, sirvió de punto de partida á las demás ciudades de Europa para el establecimiento de organizaciones análogas. En la misma capital se efectuaron un siglo más tarde los prime- ros experimentos de los reverberos de aceite; allí fué también donde Lebon hizo los primeros ensayos para la fabricación del « gas de alumbrado» y, finalmente, en un taller parisién fué donde Gramme realizó la primera máquina eléctrica realmente práctica. No debe, pues, llamar la atención que se recomiende á nuestros favorecedores una obra que, como la presente, ha sido consagrada por su autor al estudio técnico de los diversos procedimientos em- pleados en la gran capital para su iluminación, en las vías públi- cas, en los paseos y jardines, en los monumentos, las estaciones, los grandes almacenes y en las casas particulares; que detalla los procedimientos de producción ó elaboración y de distribución del gas, de la electricidad, el petróleo, el aceite, etc.; que describe las usinas y estaciones centrales, las cañerías y aparatos de ilumina- ción; que refiere la organización administrativa y comercial de las diversas empresas y sus relaciones con la Municipalidad, los con- tratos y convenios para la iluminación de las calles, estudiando el precio de costo y la manera de apreciarlo. Hemos enumerado rápidamente el contenido de esta obra, que además de referirse á una población inmensa donde prosperan si- multáneamente las compañías que explotan el método moderno de iluminación eléctrica á la par de los antiguos, como el gas y el pe- tróleo, se hace un estudio claro de los diversos sistemas de alum- brado, ilustrado con el auxilio de 211 figuras que contiene el texto y analizando además todas las cuestiones que se vinculan con esta importante rama de la edilidad de las grandes capitales. 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Traité de Cliimie avec la notation atomique par Louis Serres, 1894. — Tal es el título del tratado de química que Mr. Serres, cuya notoria competencia en la materia es indiscutible, dedica, como instructor del que no sabe y ayuda-memoria del que supo, á los estudiantes y estudiosos en particular, y en general á quienes como industriales, ingenieros, jefes de usinas, etc., tengan que re- currir alguna vez á esta rama del saber. En tal concepto, interesa particularmente á aquellos que, ha- biendo estudiado la química con la notación de los equivalentes, no están familiarizados con la notación atómica. La teoría de los equivalentes fué adoptada y generalizada pur Gay-Lussac, Thenard y sus discípulos, en Francia, en tanto que en otros paises Dalton, Davy, Liebig, Hoífman, etc., divulgaban la teoría atómica ; pero bien pronto los progresos de la química orgá- nica y las numerosas isomerías estudiadas, demostraron las ven- tajas de la notación atómica sobre la otra, y hoy aquella, notable- mente generalizada, ha hecho del lenguaje y escritura químicos, una lengua universal . No debe, pues, desconocerse los principios de esta teoría y Mr. Serres, comprendiéndolo así, la presenta de un modo elemen- tal y á todos accesible. Divide su texto en tres partes : metaloides, metales y orgánica. Inicia la primera parte por el estudio del aire y del agua. Esta le sirve luego de tipo para la explicación de las leyes generales de la química, y para la definición del peso molecular y peso atómico, que son las bases de la notación. Sigue en esta parte el estudio de los metaloides y sus compuestos, y termina por la definición de atomicidad ó valencia, de los elementos y radicales. La segunda parte trata sobre los metales y clasificaciones de és- tos, y en particular la clasificación periódica de Menáeleñ. Continúa luego en particular sobre los metales y sus compuestos. La tercera parte la constituye la química orgánica ó del carbono y sus compuestos, propiedades generales de los diversos grupos de compuestos y el estudio en particular de ios principales entre ellos. La clasificación adoptada para los cuerpos simples es aquella que tiene en cuenta la atomicidad ó valencia de los elementos; y para los compuestos orgánicos las séries homologas han satisfecho al autor, agrupando así los cuerpos que por su estructura y propie- dades químicas tienen más puntos de contacto. La nueva nomen- BIBLIOGRAFIA 199 cjatura de los compuestos orgánicos sancionada por el Congreso de Ginebra en 1892, ha sido indicada en sus grandes líneas. Ilustran también al estudiante 295 clichés prolijamente dise- ñados. Satisface las exigencias de los programas de nuestras Facul- tades y Colegios nacionales. Es un texto completo y compen- diado. Élude industrielle des gítes métalliféres par George Moreau. — Vale la pena de recomendar esta obra á los jóvenes ingenieros argentinos, porque encontrarán en ella todo lo necesario para el estudio de los yacimientos metalíferos, formando un cuerpo de doctrina especial, que tiende á separarse de la geología y de la mi- neralogía, donde aquellos se encontraban diseminados hasta hoy; tendencia moderna, que sólo ha tenido eco en publicaciones aisla- das que se encuentran en las revistas científicas, tocándole al autor la iniciativa de reunirlas en un texto, que contiene una exposición, clara, metódica y completa de la cuestión, puesta en forma que está al alcance de todos y que por consiguiente puede servir hasta para aquellas personas que sin poseer los conocimientos especiales del ingeniero de minas, quieren darse cuenta del valor de una ex- plotación. La obra contiene en primer término una breve exposición de los conocimientos geológicos necesarios para abordar de lleno la cues- tión, lo que hace el autor estableciendo la clasificación de los yaci- mientos, para emprender en seguida el exámen de la naturaleza de los filones, las causas que han dado origen á las fracturas, las mo- dificaciones á que ellas dan lugar y, en general, lo concerniente á su formación. Viene enseguida el estudio de los diversos caracteres del relleno de las fracturas y cavidades ó formación de los yacimientos, fijando las partes ricas de estos y las leyes de Henwood y de Moissenet para encontrarlas en presencia de la estratificación y de la dirección de los filones. En seguida se ocupa el autor de los yacimientos sedimentarlos, de su génesis y del metamorfismo. El capítulo V lo consagra al estudio de los minerales, desarro- llando sus caracteres generales mineralógicos, químicos y pirog- nósticos por separado y en extenso. 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El VI describe los yacimientos característicos del oro, la plata, cobre, plomo, zinc, hierro, estaño y metales diversos, cerrándolo con datos estadísticos. El Vil ha sido consagrado á los estudios mineros y comprende el cateo, el exámen siguiente al descubrimiento de una mina, la de- terminación sumaria de !as especies halladas, los ensayos y el estudio definitivo de una mina. Después se describe el tratamiento de los minerales, su prepara- ración mecánica al efecto y se dan datos para la elección del proce- dimiento. El capítulo IX corona la obra enseñando el estudio económico de un yacimiento. Constituye una verdadera novedad en esta clase de obras y para dar una idea de él, reproducimos el sumario que lo encabeza : Precio de costo. Exámen del yacimiento ; productividad; tone- laje disponible en un piso; método analítico; variaciones del pre- cio de costo; máximum de electo útil ; variaciones del precio cor- riente; coeficiente de prosperidad; carecterística industrial. — Usinas de tratamiento; enriquecimiento mecánico; tratamiento metalúrgico; posición de las usinas. — Valor de las minas ; pro- porción de las malas minas; influencia del precio corriente de los metales; desproporción del capital ; precio de compra de una mi- na; conclusión. Diccionario etnográfico -antropológico, por el padre Pío Galtes, escolapio. — Acaba de aparecer en Barcelona y se encuentra ya en venta en la librería de Jacobsen, este libro, que por su pequeño y cómodo formato está llamado á figurar en la biblioteca de todo via- ajero; á más, viene á llenar una necesidad sentida tanto entre las personas que se inician en el estudio de dicha ciencia, cuanto por aquellas que sin pretender especializarse en la materia, gustan de adquirir en amena lectura conocimientos generales sobre los di- versos representantes de la humanidad. Se encuentran descritas en esta obrita un considerable número de agrupaciones humanas con las múltiples divisiones y subdivi- siones que han experimentado con el correr de las edades ; á todaS y cada una de ellas las caracteriza el autor con aquellos caracteres generales que corresponden al promedio de los obtenidos por el estudio de distintos individuos ó familias de cada pueblo. BIBLIOGRAFÍA 2üí La talla, conformación de la cabeza, prognatismo de la raza, ca- rácter, origen, costumbres, grado de civilización, comercio, etc., se encuentran definidos á grandes rasgos, permitiendo formarse con rapidez una idea exacta de los distintos habitantes que existen en cada región del globo terrestre. MISCELÁNEA Medios naturales de destrucción délas lang;ostas. — El señor Decaux de la Sociedad entomológica de Francia, ha presentado al último Con- greso de las Sociedades Científicas reunido en !a Sorbona, una comunicación sobre los insectos de los huevos de langosta en Argelia y Túnez y sobre un me- dio fcácil de propagarlos. Hace notar ante todo que los gigantescos medios de destrucción empleados por el hombre en la lucha contra élAcridmm pelegrinum en Argelia, en la campaña de 1890-1891 (87.000 trabajadores que han suminis- trado 4.572.362 días de trabajo, el empleo de más de 20.000 aparatos cipriotas, la destrucción de un número incalculable de langostas, etc.), no han podido impe- dir nuevos destrozos en 1892 y en 1893, debiéndose continuar la lucha en 1894. El remedio contra esta plaga está claramente indicado: desarrollar los enemigos naturales délas langostas. Decaux se ha convencido prácticamente que es posible hacer nacer los dípte- ros (rnoscas parásitas) que viven á expensas de los huevos de acridios reco- gidos por midones en cada año. En un campo de experimentos, próximo al sitio en que ponen las langostas, basta abrir con el arado un surco de 12 á 13 centímetros de profundidad y esparcir en él los huevos á medida que se recogen, como se haría para sembrar una cosecha cualquiera, asegurándose que los hue- vos sean recubiertos por unos 6 ó 10 centímetros de tierra. Falta sólo rodear el campo sembrado con aparatos cipriotas para impedir qne salgan las pequeñas langostas á medida que van naciendo; privadas de alimento, morirán seguramente de hambre, antes de adquirir alas (55 á 60 días). Las moscas parásitas toman vuelo y su instinto las guía para encontrar á las langostas, á fin de asegurar la propagación considerable de una nueva generación que exige apenas 30 días. Todo esta operación necesita 3 personas y un caba^ lio, que pueden enterrar 4 á 5000 dobles decalitros de cápsulas ovígenas [lo que representa de 7 á 8 miles de millones de huevos, que contienen 20 por ciento de parásitos) por hectárea, en dos días, es decir un gasto suplementario de 12 á 15 francos (8 á 10 jornales á 1,50 francos). Decaux hace resaltar la importancia considerable de la alondra, la perdiz y el estornino como destructores de acridios; da detalles de los nidos artificiales que MISCELÁNEA 203 emplea en Francia para fijar los estorninos en ciertas localidades, facilitando su reproducción. Cita al profesor Anghey, que ha estudiado particularmente las aves acridófagas de los Estados Unidos, el cual estima que una familia de colius de Virginia (especie de Perdiz), compuesta de padre, madre y 12 pollitos, consume 1020 acri- dios por día y la considerable cifra de 372.000 por año. El cálculo de Anghey no es exagerado para nuestras perdices, alondras y estorninos. Bien protegidos, se multiplicarán rápidamente; bastarían con 50.000 parejas de cada especie, en ca- da una de las tres^provincias argelianas,..para impedir que las nuevas invasiones cometieran destrozos durante más de un año. Decaux insiste sobre la utilidad de importar 20.000 sapos adultos, sobre las montañas y altiplanicies argelianas, para detener la inmensa propagación del Stauronotus maroccanus é impedir sus inmigraciones para más adelante. El sapo es el único enemigo de los acridios que el hombre puede criar y pro- pagar á voluntad al infinito; puede vivir 30 já 40 años, en los terrenos más ári- dos; el rocío basta para apagar su sed. Naturalmente que, al concurso gratuito de estos auxiliares, debe añadir el hombre la destrucción de las langostas aladas, á medida que lleguen las mangas invasoras, y la recolección de las cápsulas ovígeras allí donde el terreno lo per- mita, completando la operación con la cría de los parásitos como se ha indi- cado. {La Nature]. ÍNDICE GENERAL DE LAS HATERIAS GONTiiBAS M EL TOMO TRlfilSllIO SÉTIllO Páginas Embrollos científicos, por Siantíago JSoth 5 Experimentos con el material dragado en el canal de entrada, para obtener el coeficiente de reducción de agua correspondiente á diclio material, por Duclout 30 Incoherencia del sistema de tolerancias relativas á mensuras, por Ediuurado Sonlages 43 El Museo de La Plata, por Ricardo liydekker 53 Memoria descriptiva del anteproyecto de hospital y asilo de niños expósitos, por Jnao A. Buschiazzo 79 Concurso nacional de medicina para 1896 94 Las instalaciones hidráulicas y su aplicación á las operaciones marítimas en el puerto La Plata, por jímIío b. Figueroa 97 Mejoramiento de los vinos por medio de las levaduras puras activas del instituto La Claire. Resultados obtenidos en la vendimia de 1892, por .forgc Jíacquc- mim 122 Nomenclatura de las posiciones y direcciones en los cuerpos animales, por «ngci 134 Nota acerca de la determinación de los momentos máximos de flexión en las sec- ciones de una viga que dencansa libremente sobre dos apoyos 142 Apuntes sobre los indios Chunupíes (Chaco Austral) y pequeño vocabulario, por Jí. iS. 1^0 Félix Lynch Arribálzaga. t 10 de Abril de 1894 161 Explotación de Ferrocarriles. Memoria de la Dirección General de Ferrocarriles.... 164 Utilización de las caldas del Niágara, por M. .B. Forhes 187 Sadi-Carnot ' Bibliografía Miscelánea LISTA DE LOS SOCIOS honorarios Dr. Germán Burmeister -í-. — Dr. Benjamín A. Gould. — Dr. R, A.Philippi. — Dr. Guillermo Rawson j Dr. Carlos Berg. CORRESPONSALES Arteaga Rodolfo de Montevideo. Ave-Lallemant, Germán Mendoza. Brackebusch, Luis. Córdoba. Carvalho, José Carlos de Rio Janeiro. Denza, F Cordeiro, Luciano Netto, Ladislao Paterno, Manuel Reid, Walter F Strobel, Pellegrino. . . . . Moncalieri (Italia) . . Lisboa . Rio Janeiro. Palermo(It.). Londres. Parma (Ital.). CAPITAL Aberg, Enrique. Aguirre, Eduardo. Aguirre, Pedro. Albert, Francisco. Aldao, Cárlos A. Almada, Luis E. Alrich, Francisco. Alsina, Augusto. Amespil, Lorenzo. Amoretti, E. (hijo). Anasagasti, Federico. Anasagasti, Ireneo. Ambrosetti, Juan B. Araoz, Aurelio. Aranzadi, Gerardo. Arata, Pedro N. Araya, Agustín. Arigós, Máximo. Arnaldi, Juan B. Arteaga, Alberto de Aubone, Cárlos. Avenatti, Bruno. Avila, Delfín. Badell, Federico V. Bacciarini, Euranio. Babia, Manuel B. Baigorría, Raimundo. Bancalari, Enrique. Bancalari Juan. Barabine, Santiago E, Barilari, Mariano S. Barra Cárlos, de la. Barzi, Federico. Basarte, Rómulo E. Battílana Pedro. Baudrix, Manuel C. Bazan, Pedro. Becker, Eduardo. Belgrano, Joaquín M. Belsunce, Esteban Beltrami, Federico Benavidez, Roque F. Benoit, Pedro. Bernardo, Daniel R. Biraben, Federico. Blanco, Ramón C Brian, Santiago. Borgügno, Juan L. Bosque y Reyes, F. Booth,"Luis A. Bugni Félix. Bunge, Cárlos. Buschiazzo, Cárlos. Buschiazzo, Francisco. Buschiazzo, Juan A. Bustamante, José L. Cagnoni, Alejandro N. Cagnoni, Juan M. Campo, Cristóbal del Campo, Leopoldo de Candiani, Emilio. Candioti, MarcialR.de Canovi, Arturo Cano, Roberto. Cantón, Lorenzo. Carbone, AugustinP. Caride, Estéban S. Carmona, Enrique. Carreras, José M. de las Carril, Luis M. del Garrique, Domingo Carvalho, Antonio J. Casafoust Carlos. Casal Carranza, Roque. Castellanos, Cárlos. T. Caslex, Eduardo, Castro, Vicente. Castelhun, Ernesto. Cerri, César. Cilley, Luis P. Chanourdie, Enrique. Chapeaurouge, G. de. Chiocci Icilio. Chueca, Tomás A. Claypole, Alejandro G. Clérici, Eduardo E. Cobos, Francisco. Cobos, Norberto. Cominges, Juan de. Córdoba Félix Cornejo, Nolasco F. Corvalan Manuel S. Coronel!, J. M. Coronel, Manuel. Coronel, Policarpo. Corti, José S. Courtois, U. Cremona, Andrés V. Cremona, Victor. Grohare, Pablo J. Cuadros, Carlos S. Damianovich. E. Darquier, Juan A. Dasseii, Claro C. Davel, Manuel. Dawney, Cárlos. Dellepiane, Juan. Delíepiane, Luis J. Diaz, Adolfo M. Dillon Justo R. Domínguez, Enrique Doncel, Juan A. Doy le, Juan. Dubourcq, Hermán. Duclout, Jorge. Durrieu, Mauricio. Duhart, Martin. Duffy, Ricardo. Duncan, Cárlos D. Dufaur, Estevan F Echagüe, Cárlos. Elguera, Eduardo. Escobar, Justo V. Escudero, Petronilo. Espinosa, Adrián. Esquivel, José. Etcheverry, Angel. Ezcurra, Pedro Ezquer, Octavio A. LISTA DE SOCIOS (Continuación) Fernandez, Daniel. Fernandez, Honorato. Fernandez, Ladislao M. Fernandez, Pastor. Fernandez V., £<1“. Ferrari Rónulo. Ferrari, Santiago. Fierro, Eduardo. Figueroa, Julio B. Fleming, Santiago. Friedel Alfredo. Forgues, Eduardo. Fox, Eduardo Frugoue, José V. Fuente, Juan de la. Gainza, Alberto de. Gaitero, Alfredo. Gallardo, Angel. Gallardo, JoséL. Garda, Aparicio B. Gastaldi, Juan F. Gentilini, Pascual. Ghigliazza, Sebastian. Giardelli, José. Gianone, Bartolomé. Gilardon, Luis. Giménez, Joaquin. Girado, José 1. Girondo, Juan. Gómez, Fortunato. Gómez Molina Federico González, Arturo. González, Agustín. González del Solar, M. González Velez, Alej. Gorbea, Julio Gramondo, Ernesto. Gradin, Carlos. Guerrico, José P . de Guevara, Roberto. Guido, Miguel. Guglielmi, Cayetano. Gutiérrez, José Maria. Hainard, Jorge. Hary, Pablo Herrera Vegas, Rafael. Hidalgo, Martin Holmberg, Eduardo L. Huergo, Luis A. Huergo, Luis A. (hijo). Hughes, Migue!. Igoa, Juan M. Inurrigarro, José M. T. Irigoyeu, Guillermo. Isnardí, Vicente. Iturbe, Miguel. Iturbe, Atanasio. Jaeschke, Victor J. Jameson de la Precilla. Jauregui, Nicolás. Juni, Antonio. Krause, Otto. Kyle, Juan J. J. Klein, Hermán. Labarthe, Julio. Lafferriere, Arturo. Lagos, Bismark. Lange, Enrique S. Langdon, Juan A. Lanús, Juan. C. Larguía, Carlos. Lavalle, Francisco. Lavalle C., Cáelos. Lazo^ Anselmo. Leconte, Ricardo. Lederer, Julio. Leiva, Saturnino, Leonardis, Leonardo León, Rafael, Lehman, Guillermo. Limendoux, Emilio. López Saubidet, P. Llosa. Alejandro. Lucero, Apoinario. Lugones, Arturo. Lugones Velasco, Luro, Rufino. Ludwig, Carlos. Lynch, Enrique. Machado, Angel. Madrid, Enrique de Madrid, Samuel de. Mallol, Benito J. Mamberto, Benito. Mandino, Oscar A. Martinez, Carlos. E. Massini, Cáelos. Massini, Estevan. Massini, Miguel. Maza, Fidel. Maschwitz, Carlos. Maza, Benedicto. Maza, Juan. Malienzo, Emilio. Mattos, Manuel E. de. Maupas, Ernesto. Mendez, Teófilo F. Mercan, Agustín. Mezquita, Salvador. Mignaqui, Luis P. Mohr, Alejandro. Molina y Vedia, Julio. Molino Torres, A. Mon, Josué R. Mentes, Juan A. Morales, Cáelos Blaria. Moreno, Manuel. Morra, Cáelos. Moyano, Cáelos M. Murzi, Eduardo. Noceti, Domingo. Noceli, Gregorio. Ñongues, Luis F. Ocampo, Manuel S. Ochoa, Arturo. Ochoa, Juan M. O'Donell, Alberto C. Ornstein, Máximo. Ornstein Bernardo, Olivera, Cáelos C. Olmos, Miguel. . Orzabal, Arturo. Otamendi, Eduardo. Otamendi, Rómulo. Otamendi, Alberto. Otamendi, Juan B. Otamendi, Gustavo. Outes, Félix. Padilla, ísaias. Padilla, Emilio H. de Palacios, Alberto Palacio, Emilio. Páquet, Cáelos. Pascalli, Justo. Pasalacqua, Juan Y. Pawlowsky, Aaron. Pellegrini, Enrique Pelizza, José. Peluffo, Domingo Pereyra, Horacio. Pereyra, Manuel. Perez, Adolfo, Perez, Federico C. Philip, Adrián. Piaña, Juan. Piaggio, Antonio. Piaggio, Pedro. Pirovano, Ignacio. Prins, Arturo. Puiggari, Pío. Puiggari, Miguel. M. Quadri, Juan B. Quijarro, José A, Quintana, Antonio. Quiroga, Atanasio. Quiroga, Ciro. Ralto, Leopoldo. Rebora, Juan. Recalde, Felipe. Real de Azúa, Cáelos Riglos, Martiniano. Rigoli, Leopoldo, Rocamora, Jaime. Roux, Alejandro Rodríguez, Andrés E. Rodríguez, Luis C. Rodríguez, Miguel. Rodríguez de laTorre,G. Rojas, Estéban C. Rojas, Estanislao. Rojas, Félix. ' Romero, Armando. Romero, Julio del. Romero, Cáelos L. Romero, Luis C. Romero Julián. Rosetti, Emilio. Rospide, Juan. Rostagno, Enrique. Ruiz, Hermógeues. Ruíz de los Llanos, C. Ruiz, Manuel. Rufraiicos, Ceferino. Sagasta, Eduardo. Sagastume, Demetrio . Sagastume, M. José. Saguier, Pedro. Salas, Estanislao. Salas, Julio S. Salva, J. M. Sánchez, Emilio J. Sanglas, Rodolfo. San Román, Iberio. Santillaii, Santiago P. Senilloae, Juae A. Señorans, Arturo 0. Saralegui, Luis. Sarhy, José. V. Sarhy, Juan F. Scarpa, José. Schneidcwind, Alberto Schickendaníz, Emilio. Schrdder, Enrique. Schwartz, Felipe'. Scotti, Carlos F, Segui, Francisco. Selstrang, Arturo. Selva, Domingo I. Serrato, Juan. Schaw, Arturo E,- SchaW, Cáelos E. Sugasti, Manuel. Silva, Angel. Silveira, Luis. Simonazzi, Guillermo. Simpson, Federico. Siri, Juan M. Sirven, Joaquin. Sola, Ricardo. Soldani, Juan A. Stavelias, Federico. Stegman, Cáelos. Taboada, Miguel A. ' Taurel, Luis. Tessi, Sebastian T. Thedy, Héctor. Torillo, Desiderio. Thompson, ^Valentín. Travers, Cáelos. Treglia, Horacio. Tre^'lia, Francisco M, Unanue, Ignacio, üzal, Américo. Valerga, Oronle A. Valle, Pastor del. Varela P.ufino (hijo) Vidart, E. '.hijo) Videla, Baldüinero, Viñas, Urquiza Justo. Villanueva, Bernardo. Villegas, Belisario. Vineut, Pedro While, Guillermo. Weeller, Guillermo. Williams, Orlando E. Zamudio, Eugenio. Zavalia, Salustiano. Zebailos, Estanislao S. Zimmermann, Juan C. Zunino, Enrique. Zebailos, Juan N. ■ vj’i' ■ík