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Sol , yA <= "ES a BAR _ e AS (e a, a a AM A 29 A E al ARA A AA Pp AMARA 5 ALCLAÑA y AN ÉS A ¿A 292 E A [E » 3 > > 7 E A ETA Ara Ia 2 Dd DAM AA A do E O aj Aa a > TA AS - Dña A YI AT ; Porra Ar “SN Z S QUAD e tapas RAI CA dada Man A PAIN e Aria | naaa O a HUA raarna A AR AAA | ma Za»? NN > ¿4 ANA y vue 4 E A ESTA hi PS E a Dia Mar a qa la Ara an? = YM Aa Ur? lo Maya EAÑD np idd 50 N EC ay An da? AN e mM Ñ COST ES ve pd” qe ana Ma : A A NS PA ¿ 9 : á y MT DA IATA DERON A 1 PA A La ¡ SS 7 2% ¡an ) rra E a q 2 991 AR rr A par E A AUT AA AE o, TER a AAN: TS bn des O e NIT PTI, q E DAL > FAN. AO A, A h- MAN se Luba PTAS EP ES PEPE PP AAA HELL: dl -L TW nde Pee AS Ie l A Aldo A YES E met Mud 0 Les A: el ANALES SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ——— AAOSU Riad 1; SM de ly, AS e CN Ñ 0CT5 1927 Ñ] Y qn ah o Toman muse d> o hos ANALES DE LA y SUCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA DIRECTOR: Docror HORACIO DAMIANOVICH ad ca ETT TOMO LXXXVI NL Segundo semestre de 1918 BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA «CONI » 684, PERÚ, 684 1918 : A ANALES SOCIEDAD CIENTÍ DIrRECTOR : Docror EDUARDO CARETTE JULIO-AGOSTO 1918. — ENTREGAS I-11. TOMO LXXXVI ; ND DG E ANTONIO A. ROMERO, El Homo pampaews. Contribución al estudio del origen y y antigúedad de la raza humana en Sud América, según recientes descubrimien- LOS e at, 3d ld CUR AS e BS SUE Ad e 00 H. DAMIANOVICH Y H. M. LevYLIER, Camilo Meyer, socio activo de la Socie- dad Científica Argentina, 3: 9/de mayo de 1918 0d 49 - M. Kantor, Recherches océanographiques sur le littoral maritime de la province a OA SE NA E 85 MOVIMIENTOS E LENTO edo dd O RA OOO ed laa o LoS Nacio ira Oo 115 METAS EG X e 1927 * BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA «CONI3 684, PERÚ, 684 1918 JUNTA DIRECTIVA (1917-1918) £ ROSE nte Modo NoE. EEN: Doctor Carlos María Morales Vicepresidente 1 General ingeniero Arturo M. Lugones Vicepresidente 20.0 ...0... js Ingeniero Alberto D. Otamendi Secretario de aCtas..... io... Profesor José T. Ojeda. Secretario de correspondencia... Ingeniero Pedro A. Rossell Soler. Mesonero e ea OS No AR Doctor Eduardo Carette PROtesonenon a e UA Doctor Juan B. Demichelis Bibliotecarios a Ingeniero Miguel B. Lorenzetti / Ingeniero Enrique Marcó del Pont. | Ingeniero Arturo Hoyo. | Ingeniero Sebastián Ghigliazza. MOCO Les Re AC ale ao 0D E co. ¡ Doctor Luciano P. J. Palet. Ingeniero H.'M. Levylier. Profesor Martín Doello-Jurado. ' Agrimensor Antonio Orús. RI AN SOLA ea Señor Juan Botto ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentam en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejenmplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con la Casa editora « CONI ». Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — La DIRECCIÓN. -* í ( PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías $ mín ' $ m/n IN Ed NS + 1.00 Número atrasado....20........ 2.00. BOLADO NA ne A aria +. 12.00 Número atrasado para los socios.. . 1.00 EL HOMO PAMPAEUS CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL ORIGEN Y ANTIGUEDAD DE LA RAZA HUMANA EN SUD AMÉRICA SEGÚN RECIENTES DESCUBRIMIENTOS Al excelentisimo señor don José R. Carracido Rector de la Universidad Central de Madrid. PRIMERA PARTE La supuesta existencia del hombre en el terciario. Los hallazgos paleolíticos del arroyo «Las Brusquitas >» (Miramar) BREVES CONSIDERACIONES Los que hemos conocido en la intimidad al ilustre creador del Homo pampaeus, siguiéndolo en su obra de investigación, no hemos puesto en duda su elevado dominio ni su sinceridad ; lo prueba, de nuestra parte, el desinteresado concurso que hemos aportado a ella durante su vida, y lo prueba nuestra actitud después de su muerte, que hemos de continuar, con toda la fe y el entusiamo de convencidos de que ella . alcanzó un límite tan preeminente en el dominio de la paleontología y paleoantropología que no han podido controvertir fundamentalmente personalidades científicas que han actuado o que han tenido oportuni- dad de actuar en su propio escenario, en forma ocasional o perma- nente, como : Burmeister, Moreno, Lydekker, Smith Woodward, Ihe- ring, Doering A., Bodenbender, Burckhardt, Steinmann, Hatcher, Wilckens, Stolyhwo, Hrdlicka, Mochi, Lehmann-Nitsche, Outes, etc. etc. No podríamos señalar aquí los que en el extranjero se han ocupado - de obra tan fecunda y provechosa, porque fueron y son numerosos, ni 6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA citar las obras didácticas que se ocupan con elogio de sus trabajos en los institutos de enseñanza del mundo intelectual, sin incurrir en lamentables olvidos. Esta obra tan grande y de tantos prestigios lo- grados en el extranjero, no alcanzó sin embargo, entre nosotros, un interés más remarcable que el prestado por la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, fundada por Sarmiento a propuesta de Bur- meister, que acogió sus trabajos y le prestó toda la influencia de su prestigio, y la Sociedad Científica Argentina, que cooperó en divul- garlos. Ameghino llegó a la dirección del Museo nacional de historia natu- ral de Buenos Aires, por el impulso de su propia obra, lo que no escapó a la observación de un espíritu culto de elevada capacidad científica que, con toda espontaneidad conceptuó un deber interesar la atención de los poderes públicos en su elección. Desde entonces, Ameghino des- arrolló una energía de labor extraordinaria, como lo demuestra el co- pioso material con que ha llenado, él solo, casi la mayoría de todos los volúmenes publicados durante su dirección, dejando otro tanto inédito, que va apareciendo poco a poco. Pero esta obra tan grande por sí sola no ha consistido en llenar cuartillas sobre vulgaridades o temas ni- mios; no, su obra precisamente encaró el problema más fundamental de sus largas meditaciones, que tanto le preocupó desde sus primeros años de estudiante: « El origen del hombre en América », problema que estaría ya solucionado definitivamente si su vida se hubiese pro- longado algunos años más. Su pérdida, en el primer momento, pocos la han lamentado y com- prendido; sin embargo a los dos años apenas de haber ocurrido, apa- reció un número considerable de entusiastas propagandistas de las ciencias naturales que en la cátedra, en los Anales del Museo, de que fué eximio director, en discursos, conferencias y aun en la escena, enaltecieron o deprimieron en forma indocta y hasta hiriente sus tra- bajos y descubrimientos sin mayores respetos por la ciencia, ni por ellos mismos. Debemos sin embargo felicitarnos de que la obra de Ameghino haya logrado despertar tantos entusiasmos desconocidos durante su vida, creando esta nueva falange de apasionados por el estudio de la natu- 'aleza que han brotado como un fenómeno de biogénesis, que pudiéra- mos considerar un caso original de generación espontánea. Ayer, ajenos al dominio de las ciencias naturales en su alcance fundamental y filo- sófico, y hoy, con sorpresa agradable, lanzados a la palestra de la erí- tica sosteniendo y discutiendo temas que aun cuando resulten muchas EL HOMO PAMPAREUS 1 veces tendenciosos y absurdos, no dejan por ello de ser agradables por el aporte de su entusiasmo. Hemos tenido el honor de ser los primeros en estimular esta co- rriente de interés, desgarrando la venda que ocultaba a la juventud estudiosa el enigma del ambiente de indiferencia que formaba el vacío alrededor de la personalidad de Ameghino y de su obra, demostrán- dloles que los sabios de privilegio oficial no valían más que ellos y de cuya obra debían precaverse. Convencidos de nuestras afirmaciones, estudiantes y estudiosos se lanzaron al campo de las especulaciones científicas, discurriendo cada uno a su modo y hoy, grato es decirlo, la obra de Ameghino preocupa la atención de nuestros intelectuales. Sin embargo, no es posible aceptar una anarquía que la deforma y perjudica : creemos que mucho podría ganarse si esta colaboración li- gera y ruidosa fuera substituída por otra más docta y seria, limitada al estudio de los fundamentos esenciales de su doctrina en forma me- tódica en su exposición y orientada y definida en su verdadero alcance, propendiendo a divulgarla y a estimular los trabajos de investigación en el propio terreno en que el sabio realizó sus más grandes y sorpren- dentes descubrimientos que, como es notorio, han llegado a ocupar la atención de los sabios especialistas de todo el mundo. Esta obra de positivo progreso para el adelanto de la ciencia, cree- mos que, dadas las preocupaciones de nuestro ambiente, no es posi- ble orientarla sin el concurso eficaz de la Sociedad Científica Argen- tina, que para ella es hasta un deber, puesto que Ameghino ha recu- rrido al prestigio de su corporación y de su nombre en demanda de lo mismo que proponemos en la época de sus primeras y más controver- tidas investigaciones. Considerar la obra de Ameghino perfecta, sería una pretensión re- nida con el concepto de sa misma importancia. El sabio.no tenía pre- tensión semejante, pensaba que debía ser discutida para depurarla de los errores en que hubiera incurrido, discusión y crítica tanto más ne- cesarias cuanto que ella planteaba numerosos problemas en abierta contradicción con las teorías corrientes y las aceptadas como axiomá- ticas por las más ilustres autoridades en el dominio de las ciencias naturales. Sería un agravio a su sinceridad creer que pudiera pensar de otra manera el que puenaba contra las teorías monogenistas del origen humano, consagradas como verdades indiscutibles sin que ellas se cimentaran en hechos de positivo e incontrovertible valor científico. 8 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El colosal monumento elevado a la ciencia por el genio del hombre no constituye una obra perdurable, intangible, como no lo ha consti- tuído en la antigiiedad; cada día vemos que su grandiosa estructura adolece de numerosos defectos... ¡no alcanzará jamás la perfección! Es que en el universo no existe nada estable más que la materia en su esencia; la ley misma de la evolución, aparte de ser humana, nos lo dice: todo está sujeto a constantes mutaciones, pero muchas de éstas pueden requerir un lapso de tiempo tan largo, tan inmenso para que pueda demostrarse un simple cambio, que la vida de muchísimas gene- raciones no es suficiente para alcanzarlo y percibirlo. Debemos, pues, considerar que la obra humana no es ni puede ser jamás perfecta, pero ello no obsta para apreciarla en su valor y en lo que interesa en su finalidad. De este punto de vista, todo esfuerzo, por insignificante que sea, con- sagrado a disipar las tinieblas del obscuro abismo que los siglos han labrado para ocultar los misterios de la vida, merece bien de la cien- cia y bien de la humanidad, pero todo esfuerzo que tienda a volver más impenetrable ese abismo merece la condenación de todos los es- tudiosos que piensan en su propia dignificación. No estamos preocupados por intereses personales, dogmáticos ni de secta, que repugnamos por anticientíficos : obramos y hemos obrado siempre sin preocupaciones ; somos defensores de la obra de Ameghi- no: primero, porque hemos encontrado en él durante el trato de mu- chos lustros y de una amistad sincera y sin dobleces, el desinterés y el amor a la verdad que tanto nos ha subyugado; y segundo, porque ha consagrado su vida a la solución del ideal grandioso de saber quiénes somos y de dónde venimos, ideal que sólo alcanzan a com- prender los pensadores dotados de grandes cualidades y de grandes energías. E Los que piensan que nuestra actitud no es benévola con la obra de tantos glosadores y espíritus vanidosos y superficiales, creen con ello inferirnos una ofensa colocándonos en el ¿index de los réprobos a quie- nes se les forma el vacío si no ocupan altos puestos o carecen de pri- vanza; nos conceptuamos muy honrados en que se considere que sólo apreciamos el mérito y el ejemplo del que se eleva sobre los peldaños de su propia obra, condenando el elogio cuando es injusto y extravía la opinión formando un falso concepto de las cosas y del mérito. La senda de la verdad, es la norma que demuestra el justo equili- brio del que la sigue y es la que orienta la ruta de nuestra vida ; nada nos ha de desviar de su camino, de modo que nuestra manera de pensar EL HOMO PAMPAEUS 9 no ha de amoldarse a las conveniencias que puedan resultar de otra situación ; la libertad del espíritu es la conquista más grande a que puede aspirar el hombre. El carácter es una cualidad natural del su- jeto de orden moral, que no se adquiere, que revela en los individuos condiciones específicas de selección, como en el orden físico los re- vela el irreducible campeón y el temerario que nada le impone ni teme, y en el artístico los que culminan en su arte. Por eso, en todas las es- peculaciones de la vida el ser o no ser, es el dilema que caracteriza a los espíritus fuertes. Terminamos aquí estas breves consideraciones con que hemos dis- traído la atención de nuestros lectores, para ocuparnos de lo que in- teresa a nuestro programa en defensa de la obra de Ameghino, el que hemos creído conveniente dividir en dos partes : La primera, dedicada a probar la falta de fundamento científico con que se pretende demostrar la existencia del hombre con pleno dominio intelectual enla remotisima edad del mioceno (hallazgos de Miramar) ; la segunda, en presentar una síntesis abreviada de los trabajos de Ameghino y otros sabios relativa « la génesis del sér humano complementada con nuevas investigaciones, que firmemente creemos han de contribuir en forma eficaz a consoli- dar aún más la doctrina del que inició su vida intelectual como maestro de escuela elemental y la culminó como sabio de reputación universal. CAPÍTULO I UNA EXCURSIÓN PRELIMINAR POR LA COSTA ATLÁNTICA Hemos discutido ya en 1915 (1) la importancia de estos hallazgos y a partir de esa fecha hasta el presente, no se ha producido prueba algu- na que demuestre la inexactitud de nuestra tesis con hechos bien o mal establecidos, a pesar de que ella sólo presentaba como argumento fundamental los descubrimientos de Florentino Ameghino y sus de- terminaciones geológicas, únicos elementos de que entonces nos he- mos podido valer para formular de inmediato nuestra protesta, puesto (1) ANTONIO A. ROMERO, La obra de Florentino Ameghino. La importancia de los hallazgos paleolíticos de Chapalmalan (Miramar). El origen del caballo en Amé- rica, Buenos Aires, 1915. Existe en este trabajo un lapsus calami entre Chapal- malan y chapalmalense, pero que no afecta a nuestra crítica. 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que, como ya lo hemos manifestado en nuestra crítica, se procuró impedir que pudiéramos apreciar directamente el lugar de los sor- prendentes descubrimientos. Si entonces se malogró, contra nuestra voluntad, aquel propósito, hoy lo hemos realizado aprovechando una breve excursión por la costa atlántica acompañando, en gira de estu- dio, a nuestra hija la señorita Josefina Isabel. El primer punto de etapa de nuestro itinerario lo habíamos fijado en el famoso balneario de Mar del Plata, que deseábamos conocer, sin pensar que el villorrio de hace apenas treinta años, Casi descono- cido, se hubiera convertido en la ciudad más hermosa y atrayente que existe en la costa sud del Atlántico. En largas excursiones a pie, recorrimos algunas leguas de su cos- ta, informándonos de la importancia de su riqueza marina, que bien sabíamos no era la de Corinto, pero que apreciamos en lo que valía, coleccionando todos los ejemplares que nuestros recursos nos permi- tían adquirir de su fauna y flora, especialmente de los grupos de celen- terados, gusanos, vermideos, gastrópodos, artrópodos, lamelibranquios y algunas especies de algas que las lanchas, que emplean redes de arrastre para la pesca de mejillones, nos proporcionaban (1). Este concurso ocasional que tanto contribuyó a aumentar nuestras colecciones, fué aún completado con los ejemplares que viven en los acantilados de la costa, limitados desgraciadamente a muy pocas es- pecies y de escaso desarrollo, sin dejar de recoger los que arroja la marea a la playa, tanto de especies existentes como de otras desapa- recidas, cuyas conchas proceden sin duda alguna de los bancos sub- marinos, formados en épocas remotas, que hoy se encuentran situados a poca profundidad y que las aguas del flujo y reflujo baten y denu- dan arrastrando sus elementos a la costa. Como más adelante vamos a ocuparnos de este tema, tendremos entonces oportunidad de hacer una breve relación del resultado obte- nido en esta gira volante y de dar un detalle nominal como comple- mento de la segunda parte de este estudio, que comprenderá el núme- ro de especies vivientes que hemos recogido y de los fósiles que tienen importancia directa con la prueba de la existencia del hombre en esas costas en épocas lejanas. Aparte del interés que hemos dedicado a esta clase de investiga- ciones, a la que damos gran importancia como concurso a la solución (1) Estas lanchas se alejan de la costa varias leguas en busca de aguas hondas que exceden de 50 metros. EL HOMO PAMPAEUS 11 de tantos problemas que, desde los viajes de Darwin y D'Orbieny, se vienen planteando respecto a la edad de algunas formaciones de nues- tro litoral costanero, no abandonamos lo que era para nosotros objeto primordial de nuestro viaje: el estudio, aunque somero, de la estrati- erafía de esta región; a este propósito consagramos también una parte limitada del tiempo que permanecimos en Mar del Plata y en su bahía, deteniéndonos principalmente en algunos de los parajes en que nuestro lamentado sabio Ameghino arrancó a la naturaleza el misterio de su formación. De. Mar del Plata nos trasladamos a Miramar, pequeña población en la costa del Atlántico, situada en la margen derecha de la emboca- dura del arroyo Durazno, lugar que a los tres años después de la muerte de Ameghino, resultó ser la Meca hasta entonces ignorada a donde concurren tantos fervientes devotos de la obra del maestro, que, estimulados por un falso educador de habilísimas disposiciones y favo- recidos por las larguezas del tesoro que él procura, lo mismo de tirios que de troyanos, se dirigen a ella en constante peregrinación. Al segundo día de nuestra llegada, fuimos informados de que en toda esa región los vecinos y excursionistas habían encontrado nu- merosos objetos de piedra, madera y hueso silicificado de la industria indígena, procedentes de paraderos de tribus sedentarias estableci- das a lo largo de esa costa. Esta información movió nuestro interés por examinar algunos de esos objetos y nuestro buen hotelero, señor Juan Pecastaing, tuvo la amabilidad de satisfacer nuestros deseos presentándonos al señor José María Dupuy, antiguo poblador y fun- dador del pueblo y excelente balneario de Miramar. Este caballero, laborioso pionner y entusiasta aficionado a las cosas raras, nos mostró lo que él llama su museo, constituído por varios objetos recogidos en el perímetro del pueblo y sus alrededores, todos interesantes, entre ellos una colección de las piezas que más deseábamos ver : bolas esfé- ricas y oblongas trabajadas y pulidas en forma irreprochable, algunas con un surco o canal circular, morteros, yunques, pulidores, percuto- res, puntas de lanza y flecha, raspadores, cuchillos, concoides, ete., construídos con materiales varios, predominando el granito, gneis, cuarzo, cuarcita, pórtido, jaspe, ete., todos o en gran parte caracteri- zados por una pátina que confirma la antigiiedad de la factura. Algu- nas puntas de flecha y lanza, bolas, un yunque y otras piezas nos pa- recieron iguales a las que llegaron al Museo nacional de Historia na- tural de Buenos Aires, procedentes de los hallazgos de Las Brusqui- tas. Un hijo del señor Dupuy, que desempeña con todo elogio la sub- 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA prefectura de ese puerto, posee también algunas piezas análogas, reco- gidas en la costa, cuyos paraderos aún no han sido agotados y prome- ten muchas sorpresas para el incauto. Satisfecha nuestra curiosidad y convencidos de que muchas de las piezas que hemos examinado procedían de los mismos artífices que fabricaron las que se consideran de edad fantástica, vamos a con- tinuar relacionando nuestras exploraciones con el método y orden en que fueron iniciadas. La fauna marina ocupó por el momento nuestro tiempo, conti- nuando la formación de nuestras colecciones con nuevos ejemplares recogidos en la parte rocosa de la playa, al sud de Miramar, mucho más propicia por sus condiciones que la de Mar del Plata para satis- facer los anhelos del coleccionista. Si pensamos que los primeros gérmenes de la vida orgánica del Universo han tenido su origen en las olas amargas de los primitivos mares del globo, no es de admirar de que en el seno de madre tan pro- fícua se encuentren en nuestros días una inmensa y variada riqueza faunística más bella y numerosa y más interesante para el zóologo que la existente en la parte continental de la Tierra. Sobre las rocas del desplayado de Miramar no se contemplan, es cierto, los encantos que atesoran otras costas y otros fondos marinos, ni se puede pretender, con lo conocido, que alcanzamos al límite de sus sorprendentes y estupendas creaciones, que nuestra pluma es in- capaz de bosquejar, aún tratándose de este pobrísimo escenario, por- que carecemos de la competencia y el entusiasmo poético de un Mau- ry y la forma admirable por su galanura de las descripciones de un Schleider, que con gusto nos veríamos tentados a reproducir aquí, porque ellas obran con más fuerza de espíritu y se hacen sentir con más vigor en el cerebro de las jóvenes inteligencias, encaminándolas con entusiasmo a la contemplación y estudio de la naturaleza; pero contra este propósito, se estrella la índole de este estudio, que hemos desviado ya en demasía de su principal objetivo, arrastrados tam- bién por el encanto fascinador de tantas maravillas. La parte rocosa de la playa miramarense, al quedar en seco por el reflujo de la marea, es pródiga en hermosos zoófitos, los bancos pe- dregosos se encuentran cubiertos de musgos, almejas y lapas y festo- neados por algas variadísimas de follaje lujuriante, de matices bri- llantes y formas caprichosas que alternan con grupos de actinias y anémonas de mar que, a pesar de la pobreza de colores que aquí ostentan, formando un contraste con los tonos variadísimos y vivos EL HOMO PAMPAEUS 13 de las que pueblan otros mares, no dejan por eso de ser hermosas. Entre la vegetación de este pequeño jardín neptúneo circulan nu- merosos crustáceos armados de temibles tenazas, que manejan con increíble destreza, en constante actitud batalladora con sus con- gSéneres y para el que pretenda darles caza; trepan por las ro- cas, corren o se esconden entre las grietas y el follaje, sin que, al parecer, les interese el contacto con las actinias, tan fatal para ellos en otros mares. Un ejército de innumerables insectos pululan en las charcas y corren por el fondo de las grietas, que cuartean los arreci- fes descubiertos, en un ir y venir de hacendosa actividad ; la terebela conchífera y otros anélidos, se mueven arrastrando con pereza una masa informe de fragmentos de conchas adheridos al tubo flexible o rígido de su guarida, otros asoman su cabeza coronada de tentáculos filiformes, escondiendo su cuerpo en antros microscópicos. ¡Cuánta labor para un biólogo inteligente y activo! Nuestro zoológico de Palermo alcanza ya una reputación bien me- recida como lugar de enseñanza y recreo, y aún podría alcanzarla ma- yor, como estación de aclimatación, con anexos suficientes a tal fin para llenar las mismas necesidades que, con aplauso general del país, llena el Jardín Botánico. Una estación de biología marina y fluvial y un gran aquarium, sería el complemento y la solución a la ignorancia en que hoy vivimos del conocimiento de la fauna y flora que puebla nuestros ríos, lagos y lagunas y, sobre todo, la de nuestro mar, cuya Importancia como recurso económico es para nosotros más descono- cida que lo fué en la época de la conquista. Por otra parte, debemos considerar que una institución de esa naturaleza, es un elemento in- dispensable para el estudio de nuestra geología y, por consiguiente, para la paleontología, que carecen del material comparativo necesa- rio para una investigación seria y fundada, y hasta de una bibliogra- fía que pueda prestarles un concurso medianamente eficaz, como lo prueba el hecho de tener que recurrir constantemente a especialistas extranjeros para solicitar de ellos determinaciones, aun de ejempla- res Conocidos y, por lo tanto, determinados. No se juzgue por esto de que ignoramos la obra meritoria del eminente D'Orbigny, de Bur- meister, Berg, Ihering, Doering, Lahille, etc., pero ella no significa más que la iniciación de una labor de investigación secundaria y no fundamental y sistemática como se necesita ; además es indispensable formar un corpus bien depurado de todo lo conocido y descrito como muchas veces le insinué a F. Ameghino, que, a no haber muerto, ya se hubiera realizado con grata satisfacción para todos los que se de- 14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dican a estos estudios. Es así cómo, por falta del conocimiento de nuestra fauna malacológica y de las alternativas que ha sufrido nues- tro mar en distintas épocas y períodos, ha pasado desapercibido para los que estudiaron los artefactos en discusión, la importancia de va- rios depósitos de moluscos fósiles, marinos y de agua dulce, situados en distintos lugares de la costa, entre Miramar y Las Brusquitas, co- mo han pasado desapercibidos los hechos geológicos que han inter- venido en la formación y en los cambios que han originado el estado actual de esa barranca, de que hemos de ocuparnos, como una de las demostraciones evidentes de nuestra prueba, al tratar de la antigiie- dad del hombre en el concepto de F. Ameghino, subordinado al crite- rio de hechos positivos que se sobreponen a toda duda y controversia. Nuestras colecciones, como es de suponer, dados los medios y el tiempo que a ellas hemos dedicado, no son numerosas en relación a lo mucho desconocido que oculta aún nuestro mar, pero creemos que constituyen quizá, en su conjunto, el aporte más interesante de nuestra fauna malacológica viviente hasta hoy conocida. En la se- gunda parte de este estudio, publicaremos como ya hemos dicho, una nómina de todos los ejemplares que hemos alcanzado a determinar. CAPÍTULO II LOS DEPÓSITOS PALEOLÍTICOS DE MIRAMAR « Cuando se hace historia y sobre todo historia de los acontecimientos científicos, debe prescindir- se de toda simpatía, de toda tendencia que no sea un culto severo de la verdad, para dar a cada uno su mérito. Cuando se carece del dominio y de una voluntad fuerte para poder elevarse sobre el medio en que se encuentra para dar a cada uno lo que en justicia le corresponde, se debe romper la pluma y renunciar a escribir historia antes que dar ejemplos de ignorancia y parcialidad. » (FLORENTINO AMEGHINO, Revista del Jar- dín zoológico de Buenos Aúres, t. II, julio de 1894.) Hemos llegado al fin de nuestras excursiones naturalistas, para ocu- parnos del tema de este capítulo pensando como Ameghino que es preferible romper la pluma antes que mentir sabiendo, y si no se sabe, no sólo la pluma, sino el tintero! EL HOMO PAMPAEUS 15 No obstante los antecedentes expuestos de que nos hemos ocupado en el capítulo anterior, relativos a las colecciones del señor Dupuy, debemos declarar que vamos a prescindir de la importancia coinci- dente que puedan ofrecer todos los objetos recogidos en el trazado de Miramar, coleccionados y conocidos por numerosas personas, para dis- cutir la antigúiedad de los hallazgos de Las Brusquitas ; son argumen- tos de un orden más fundamental los que vamos a plantear en apoyo de nuestra tesis, para demostrar con hechos incombatibles ante la luz plena de la verdad, que los artefactos, semejantes a los tipos clásicos de la edad neolítica, hallados en las Brusquitas y atribuídos a un sér hu- mano ya existente en el período miocénico, es una falaz suposición, cuya audacia supera aún al encuentro famoso del cráneo de Califor- nia, de Blake y Widney. El sér que prendía fuego y partía los guijarros en forma grosera y rudimentaria a fines del mioceno más superior (Puelchense y Chapal- malense), según F. Ameghino, no era un sér humano sino un precur- sor remotamente lejano del sér humano, cuya existencia estamos en el deber de poner tan en claro como la luz del día, aportando a la obra de aquel genial investigador la mayor suma de elementos de prueba, que la confirmen. Es así como habremos de consolidar el monumento grandioso de su obra, desechando a la vez los fantásticos descubrimientos que tanto preocupan hoy a los espíritus cándidos y tanto cuestan al país, en per- juicio de la seriedad de los trabajos del sabio y en daño de nuestra cultura. Para formular la argumentación debida que facilite el cotejo de la prueba que vamos a presentar, fundada en los hechos a que nos hemos referido, vamos a exponer éstos en forma tan clara que no habrá na- turalista, geólogo o arqueólogo de alguna importancia que no alcance a comprenderlos; para ello, es indispensable que hagamos aquí la transcripción íntegra del acta expedida por los peritos y publicada en el tomo XXVI de los Anales del Museo de historia natural de Buenos nos Atres, años 1914 y 1915, página 417 y siguientes, cuyo tenor es como sigue : NUEVAS INVESTIGACIONES GEOLÓGICAS Y ANTROPOLÓGIGAS (?) EN BL LITORAL MARÍTIMO SUR DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Los museos nacionales de La Plata y de Buenos Aires han iniciado en 1912 nuevas investigaciones paleoantropológicas (?), confiadas, respectivamente, al 16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA doctor Luis María Torres y al señor Carlos Ameghino, quienes trabajan con- juntamente, sujetándose á un plan metódico y con recursos pecuniarios su- ministrados por ambos establecimientos ; de manera que los estudios pueden prolongarse hasta que la abundancia é importancia de las series de objetos coleccionados y las observaciones en el terreno satisfagan plenamente. Sobre los antecedentes y primeros resultados de esta misión científica han publi- cado en 1913 los señores Torres y Ameghino un informe preliminar. Dichos estudios se han cireunscripto, por ahora, a las inmediaciones del pueblo de Miramar, que dista 51 kilómetros, hacia el sur, de la ciudad de Mar del Plata, habiéndose logrado en los dos años detrabajos (?), materiales antro- pológicos, arqueológicos y paleontológicos que vienen á renovar en absolu- to nuestros conocimientos sobre la antigúedad del hombre en las pampas bonaerenses (7). Algunas diferencias importantes comprobadas en los caracteres estratigrá- ficos de varios yacimientos arqueológicos hicieron pensar á la dirección de los estudios, que convenía pedir, para ciertos casos, el concurso de especia- listas geólogos, pues era necesario documentar debidamente todos esos ha- llazgos excepcionales, con la mayor amplitud y escrupulosidad. Á este respecto, se ha tratado de satisfacer todas las exigencias de una arqueología sistemática, con el concurso, en varias oportunidades, de perso- nas ajenas á la misión, especialmente invitadas a presenciar las condiciones en que se presentaban los hallazgos, lo que han de ver complacidos PaciOs aquellos investigadores que se ocupan de estos mismos problemas. El documento que se agrega 4 continuación, en forma que suele no ser co- mún en publicaciones científicas, certifica sobre la verdad de una serie de hechos generales que todos los subseriptos han presenciado y dilucidado y que el doctor Santiago Roth, á pedido de los firmantes, ha descripto con toda fidelidad, no queriendo significar otra cosa que la exactitud del docu- mento de procedencia que, como es de rigor en estos hallazgos, debe acom- pañar a las piezas de referencia. Los señores que firman el acta mantienen, pues, toda su independencia para interpretar y correlacionar unos hechos con otros y, particularmente, en todo lo referente á nomenclaturas, orígenes, su- cesiones y antigiiedad. Se acompaña, para su mayor difusión en el extranjero, una traducción del acta al francés, lo más fiel posible, que no ha sido revisada por los firman- tes, quienes sólo conocen el original en castellano. (La Dirección.) Hemos hecho la transcripción sin suprimirle ni un solo acento; sólo hemos agregado algunos interrogantes para señalar hechos que no son exactos. En cuanto al acta la transcribimos también íntegra- mente puesto que a ella hemos de relacionar nuestro trabajo. EL HOMO PAMPAEUS 17 Acta de los hechos más importantes del descubrimiento de objetos, instrumen- tos y armas de piedra, realizado en las barrancas de la costa de Miramar, partido de General Alvarado, provincia de Buenos Aires. Los subseriptos, doctores Santiago Roth, profesor y jefe de la sección de paleontología del Museo de La Plata y director de geología y minas de la pro- vincia de Buenos Aires ; doctor Lutz Witte, geólogo de la dirección de geología y minas de la provincia de Buenos Aires ; doctor Walther Schiller, profesor y jefe de la sección de mineralogía del Museo de La Plata y colaborador de la Dirección de minas y geología de la Nación; é ingeniero Moisés Kantor, pro- fesor y jefe de la sección de geología del Museo de La Plata, declaran : que, invitados por los señores doctor Luis M. Torres y Carlos Ameghino, que, en representación de los museos nacionales de La Plata y Buenos Aires, reali- zan (?) desde el año 1912 (?) investigaciones antropológicas y geológicas en dicho litoral marítimo, se trasladaron á Miramar con el objeto de practicar una inspeceión ocular en los sitios donde el señor Lorenzo Parodi, encargado por ambos museos de las exploraciones superficiales en dicha zona, había descubierto algunos objetos que parecían ser fabricados por el hombre ; en euyo supuesto había que evidenciar dos cuestiones capitales, que, para más amplia y segura información, querían los señores Torres y Ameghino que se establecieran con el concurso de geólogos. Esas dos cuestiones eran : 1? si los objetos en cuestión se encontraban en posición de yacimiento primario, es decir, si habían sido cubiertos en el tiempo en que se depositaron las respectivas capas, ó si existía algún motivo que pudiera dar lugar á duda, ó que ellos hayan sido enterrados por distin- tas causas en el sitio, en tiempo posterior á la formación de los respectivos depósitos ; 2? establecer la posición estratigráfica de las capas en las que se hallan los objetos ; si corresponde á alguno de los pisos del horizonte eo- pampeano (hermosense de F. Ameghino), ó si los respectivos sedimentos han sido depositados contra una antigua barranca de un valle de erosión ó de cualquiera otra depresión del terreno que corresponda á algún piso de los horizontes más superiores de la serie pampeana. El primer sitio que se inspeccionó, donde con anterioridad se habían rea- lizado varios descubrimientos de objetos que en persona fueron retirados por los señores Torres.y Ameghino, se encuentra á una distancia de unos cinco kilómetros del pueblo de Miramar, en dirección á Mar de Plata, en la ba- rranca de la costa del mar. En dicho lugar están representados, según nuestras determinaciones, los cuatro horizontes de la formación pampeana: eopampeano (hermosense y chapalmalense, Ameghino), mesopampeano (ensenadense), neopampeano (bonaerense y lujanense) y postpampeano (platense). La barranca de la costa está interrumpida en ese paraje por un pequeño AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 2 18 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA valle transversal, rellenado en parte de sedimentos neopampeanos y post- pampeanos, así como de arena movediza. En la pendiente noroeste, hay en la parte superior de la barranca un depósito de loess freático con pequeños rodados de tosca y arena que corresponde probablemente al piso lujanense. Esta capa está separada de la barranca principal por un zanjón, pero se puede ver que descansa sobre nn banco de loess muy consistente del horizonte me- sopampeano y que forma la parte superior de la costa, y que en los puntos más altos no pasa de diez metros de altura. El banco de loess consistente sigue sin interrupción hasta la pendiente del otro valle lateral, que se halla á unos quinientos metros al nordeste del primero. El espesor de este banco varía de tres á cuatro metros y está formado de loess pampeano de aspecto fluvial; en algunas partes se anotan estratificaciones y capas de rodados, compuestas en su gran parte de tosquilla. El aspecto litológico de este depó- sito es el de las calizas de agua dulce, muy común en el horizonte mesopam- peano. El loess está atravesado en todas direcciones por vetas de tobas calcáreas que frecuentemente forman delgadas capas. Estas condiciones es- tratigráficas y litológicas hacen imposible un rellenamiento posterior de cualquier cavidad sin que se notare (véase lám. XX, fig. 3). Carlos Ameghi- no, Schiller y Roth están de acuerdo en que el banco de que se trata corres- ponde al piso ensenadense de la subdivisión de la formación pampeana hecha por Florentino Ameghino. El horizonte mesopampeano en la provin- cia de Buenos Aires tiene, término medio, de 20 a 30 metros de espesor, pero hay regiones en donde es de mucha mayor potencia ; según manifiesta Roth, en los alrededores de Córdoba hay capas de este horizonte que alcan- zan á cien metros, y en las provincias de Salta y Tucumán se hallan parajes en donde pasa de doscientos. El hecho de que en la barranca del punto que nos ocupa, no pasa en ninguna parte de cuatro metros de espesor, así como la falta completa de loess del horizonte neopampeano en la cumbre, demues- tra que el paraje formaba una loma, que estaba expuesta á la erosión du- rante largo tiempo. La base de la barranca está formada por depósitos de loess del horizonte eopampeano. Carlos Ameghino, Schiller y Roth declaran que este depósito presenta en todo su carácter las mismas condiciones geo- lógicas que las capas de loess que se encuentran en la base de la barranca de Lobería, al sur de Mar del Plata, y sobre las cuales Florentino Ameghino ha establecido el piso «chapalmalense». En las dos localidades se encuen- tran, según afirman Carlos Ameghino y Roth, restos de mamíferos típicos de este piso, entre los cuales abunda el género Pachyrucos. Los bancos de toba calcárea faltan casi por completo y, en general, las tos- cas son mucho más escasas que en la parte superior; no obstante esto, el loess forma una masa muy consistente y para cavar hay que hacer uso del pico y de la barreta. El aspecto. general es el del loess de origen eólico, que está formado por minerales pulverizados muy homogéneos y en el que no se distinguen granos de arena a simple vista. EL HOMO PAMPAEUS 19 Exceptuando los fósiles, los únicos materiales ajenos de los sedimentos de loess son trozos más ó menos grandes de tierra cocida y escorias, que están diseminados en la masa ó acumulados en ciertos sitios. Además se han en- contrado, en distintos lugares de esta barranca, objetos, instrumentos y armas de piedra, fabricados por medio de técnicas diferentes, según Torres, y que ofrecen algunos caracteres especiales. El primer depósito de loess que conserva estos artefactos y que fué examinado, se halla aproximadamente á unos cincuenta metros de la pequeña zanja que existe en la pendiente sur de esta barranca y más ó menos a un metro debajo del límite de los horizontes mesopampeano y eopampeano (véase lám. XVIII y XIX, fig. 1 y 2). Los primeros objetos fueron descubiertos, según manifiestan Torres y Ameghino, en ocasión de que Parodi pretendió sacar un pedazo de escoria. El pico chocó contra una piedra dura, la que, una vez destapada, resultó ser una boleadora. Ésta fué extraída con el trozo de loess, y se la conserva en las mismas condiciones en el Museo de historia natural de Buenos Aires. Más tarde, cavando los señores Torres, Ameghino y Doello-Jurado en el mismo sitio, descubrieron otros objetos é instrumentos de piedra, y última- mente Parodi determinó la presencia de una piedra redonda y un cuchillo de silex, que dejó enterrados, según las instrucciones que se le dieran, para ser extraídos en presencia de geológos. Esta comisión, formada por los señores arriba mencionados, después de examinar el sitio en que se hallaban los artefactos en cuestión, opinaron unánimamente que, si los sedimentos hu- bieran sido removidos en tiempo posterior á haberse depositado, se habrían encontrado algunas alteraciones en la textura de la capa, pero nada de esto se pudo constatar. La composición litológica de los sedimentos y de la tex- tura de los depósitos al rededor de los artefactos no demuestran diferencia al- guna del carácter propio del loess de este horizonte. Todos los presentes de- clararon que la piedra que está representada en las láminas XIX, XX y XXI, figuras 2, 3 y 4, se halló en terreno intacto, en posición primaria. Basados en este hecho, el primer punto de la cuestión del peritaje quedó establecido en el siguiente tenor : que la inspección ocular del sitio donde se encontraron los artefactos referidos, no ha dado motivo para suponer que éstos hayan sido enterrados por una ú otra circunstancia en tiempo posterior á la formación de la capa ; que se encontraban en posición primaria y que, por lo tanto, deben con- siderarse como objetos de industria humana, contemporáneos al piso geológico en que se hallaron depositados. Respecto al segundo punto de la cuestión del peritaje, es decir, si había la posibilidad que existiera en dicho lugar una yuxtaposición, es decir, si la capa que contiene los artefactos ha sido depositada contra una antigua ba- rranca y corresponde á un piso superior de la formación pampeana, los fir- mantes declaran: que las condiciones estratigráficas son en este lugar tan claras que no presentan ninguna dificultad para resolver el problema. En pri- mer lugar, el mencionado banco de caliza de agua dulce, que corresponde al 20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA horizonte mesopampeano y que se halla encima de los depósitos eopampea- nos, no ha sufrido alteración ninguna ; no se ha podido descubrir en ninguna parte un rellenamiento de zanja ó caverna posterior á su formación. Por otra parte, la barranca está muy á pico y se ha podido constatar con toda eviden- cia : que los sedimentos que se hallan en la parte inferior no han sido de- positados contra una antigua barranca del horizonte mesopampeano, sino que la capa de este horizonte pasa en todas partes por encima de los depó- sitos en cuestión. Las ondulaciones é irregularidades que presenta el hori- zonte eopampeano han sido rellenadas por el banco calcáreo mencionado y se puede distinguir una discordancia entre los dos horizontes. La comisión de geólogos está de acuerdo en que el segundo punto de la cuestión del peritaje puede definirse en la siguiente forma : que los objetos de industria himana se encuentran en este lugar en depósitos de loess caracte- ristico del horizonte eopampeano, que constituye la base de la barranca ; que la relación estratigráfica se presenta en condición tal, que se puede establecer á ciencia cierta que aquí no existe una yuxtaposición. En cuanto á los objetos mismos, la comisión juzga que la piedra redonda en forma de boleadora, que se hallaba enterrada en el loess y que fué sacada en su presencia, no presenta ninguna señal de haber sido trabajada por el hombre, pero que por su forma y tamaño puede haber servido de arma, como la otra boleadora encontrada anteriormente en la misma capa. El cuchillo de silex estaba desprendido de la tierra, pero se conocía -el si- tio en donde ha estado colocado ; éste presenta todos los indicios de haber sido fabricado por percusión y presión. Cavando con el pico en el mismo sitio, se encontró en presencia de la co- misión otra piedra plana, que los indios usan para hacer fuego. El señor Carlos Ameghino, que continuó con la excavación, encontró otra piedra de tamaño pequeño que, por su forma completamente redonda y lisa, presenta los caracteres de una piedra trabajada intencionalmente. Á unos cincuenta metros de este sitio y en una capa más inferior que la anterior, se encontraron restos fósiles de un género del suborden Gravigrada. Cavando para destapar los huesos. se descubrió también en este lugar, en presencia de la comisión, otra piedra redonda, asociada á restos fósiles. Se ha hecho una fotografía de esta excavación, representada por la lámina XXI, figura 4. Teniendo en cuenta todas las circunstancias que rodean á estos descubri- mientos, así como las condiciones que presentan los objetos y las relaciones estratigráficas de las capas, la comisión opina que se trata de artefactos fa- bricados por el hombre, que ha vivido en la época geológica á que corres- ponde el piso chapalmalense. El segundo lugar, donde se descubrieron objetos de industria humana y que inspeccionó la comisión, está más ó menos á un kilómetro al sur de Mi- ramar, también en la barranca de la costa del mar. EL HOMO PAMPAEUS 21 En este lado faltan los depósitos del horizonte eopampeano ; la barranca principal se compone de loess eólico, fluvial y lacustre del horizonte meso- pampeano, que se pierde bajo el nivel del mar. Los restos de mamíferos fó- siles coleccionados por Carlos Amegbino en esta barranca, indican que se trata del piso ensenadense, que forma la parte basal del horizonte meso- pampeano. La barranca que cae casi perpendicularmente á la mar, como se puede ver en la lámina XXIV, figura 7, está interrumpida, como en el lado norte, por valles transversales, que generalmente están llenos de depósitos de los horizontes neopampeano y postpampeano. En las partes más altas fal- tan generalmente estos depósitos ; la barranca principal está construída desde la base hasta la cumbre de sedimentos del horizonte mesopampeano. En muy pocas partes se encuentra delgadas capas postpampeanas ó arena movediza. Depósitos de loess eólico típico del horizonte neopampeano son muy es- casos en esta región ; este horizonte está representado por sedimentos fluvia- les en los que abundan rodados de tosca y arena de grano grueso, así como capas lacustres de color gris verde, que se encuentran en los valles late- rales. El objeto de industria humana es una boleadora, provista de un surco me- diano, como se puede ver en la lámina XXIII, figura 6, y se ha encontrado en el primer valle lateral rellenado por depósitos neopampeanos y postpam- peanos, y que está situado á trescientos metros más ó menos de la punta de la barranca sur. La base de la barranca está formada por depósitos de loess del horizonte mesopampeano ; encima se hallan capas lacustres de color gris claro verdoso con rodados y tobas calcáreas del horizonte neopampeano. Entre los dos ho- rizontes se nota una discordancia bien definida, como se puede ver en la lá- mina XXII, página 5. Encima de todo, existe una capa de sedimentos lacus- tres postpampeanos de poco espesor. Entre estos dos horizontes no se observa ninguna discordancia, pero se puede distinguir un depósito del otro por va- rias circunstancias, v. gr. : que los últimos están mezclados con tierra vege- tal, mientras que en el otro falta toda materia orgánica. No hay duda que la boleadora se encontró en posición primaria y en una capa lacustre muy pura que correspondería al piso lujanense según la de- claración de Carlos Ameghino y Roth. La existencia del hombre en este período geológico está bien comprobada por muchos hallazgos de restos humanos y artefactos, de manera que la comisión opina que, ya por eso, la boleadora de que se trata debe considerarse correspondiente al horizonte neopampeano. La comisión aprovechó la oportunidad para visitar un paraje que se halla á unas dos leguas de Miramar, en dirección á Mar del Plata. La barranca principal del mar, en este lugar, está muy destruída por denudación y los de- pósitos del horizonte eopampeano ocupan gran parte de ella. En esta capa 22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA se encuentran en varios sitios acumulaciones de escorias y tierras cocidas. Finalmente, declaran que de este documento se han subseripto dos ejem- plares del mismo tenor, que deberán conservarse en los archivos de ambos Museos de La Plata y Buenos Aires, por haberlo así manifestado los señores doctor Luis María Torres y Carlos Ameghino, que también subscriben este documento. En la ciudad de La Plata, á 18 de noviembre de 1914. Doctor Santiago Roth. — Doctor Walther Schiller. — Doctor Lutz Wiítte. — M. Kantor. — Luis María Torres. — Carlos Ameghino. Como ya dejamos expuesto, hemos transeripto integramente la de- claración de La Dirección y hemos hecho lo propio, con el acta de la comisión de geólogos, a fin de que el lector pueda apreciar en el eurso de nuestra crítica, tanto la importancia de las declaraciones de La Dirección que trata, dice, de satisfacer todas las exigencias de una ar- queología sistemática, como la declaración de los geólogos firmantes, de haber llenado a ciencia y conciencia tal propósito. Sería digno de todo elogio que tanto la Universidad de La Plata, como el Museo nacional de Historia natural de Buenos Aires, hubieran logrado alcanzar el propósito que les ha guiado al solicitar el concurso de sus profesores de geología, paleontología y arqueología, para di- lucidar todo lo relativo a la edad de los artefactos, cuyo hallazgo tanto interés ha despertado en nuestros estudiosos con motivo de una di- vulgación periodística entusiasta y persistente; y tanto más satisfac- torio para nosotros, celebrar el resultado favorable de esa investiga- ción del origen del hombre en América. De lamentar es, sin embargo, de que tal resolución no hubiera sido más meditada ante el fracaso de su resultado, que deploramos, porque viene a agregar un motivo más de duda en el momento preciso en que se entregaba a la publici- dad en Europa un texto didáctico en el que se niega toda importancia a los descubrimientos de F. Ameghino a ese respecto y hasta se con- sidera su obra paleontológica de valor secundario atribuyéndole a otros en este sentido una investigación y estudio a que son completamente ajenos. La obra a que nos referimos pertenece al profesor doctor Hugo Obermaier, y su título : El hombre fósil, que publicó la Comisión de investigaciones paleontológicas y prehistóricas de Madrid. Se ve, pues, EL HOMO PAMPAEUS 23 que es necesario estar prevenidos contra tantas ligerezas que, por otra parte, pueden también responder a otro propósito. Disculpamos al autor, que posiblemente no está al tanto de la im- portancia de la obra paleontológica de nuestro genial investigador, obra tan grande que no ha sido superada, como no está al corriente de la constitución geológica de la Argentina, como hemos oportunamente de demostrarlo. Es por esto de desear que los jóvenes alumnos del distinguido profesor reserven sus juicios y opiniones respecto a la | Argentina hasta que tengan la oportunidad de comprobarlos debida- mente. ; CAPÍTULO III LOS ARTEFACTOS ARQUEOLÍTICOS DE MIRAMAR NO SE HALLARON EN POSICIÓN PRIMARIA COMO AFIRMA EL ACTA, SINO SECUNDARIA, PRUEBAS QUE LO CONFIRMAN. A los tres días de nuestra llegada a Miramar, recibimos la visita del señor Lorenzo Parodi, ofreciéndonos sus servicios, como guía y práctico de la región, para conducirnos al lugar en que había hecho el descubrimiento de los artefactos de la industria del hombre en el te»- ciario mioceno, si nuestro interés estaba en estudiar la localidad. Rehusamos desde luego su ofrecimiento, lamentando no poder ocu- parlo, dada su condición de empleado del museo, pero insistió, dicién- donos que no le era prohibido trabajar, y además el señor Carlos Ame- eghino le había autorizado para que acompañara a los que desearan conocer el lugar de aquellos depósitos. No hemos tenido entonces nin- gún inconveniente en aceptar sus servicios que, por otra parte, nos han sido útiles, para localizar los hallazgos famosos en una barranca de tres kilómetros y medio de extensión, dislocada a trechos, y que corre paralela a la angosta playa marítima que cubren las olas de la marea en su flujo periódico. Al día siguiente, partimos con nuestro guía recorriendo a pie los 3500 metros que median entre los arroyos Durazno y Las Brusquitas, procedimiento que permitió examinar con alguna atención la formación de la barranca, la que, a partir del arroyo Durazno al norte, se pre- senta a trechos, como cortada a pique, demostrando algunos trozos una disposición estratigráfica ordenada, pero marcadamente ondulada en toda su extensión; sus elementos constitutivos han de ser materia 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dé un estudio detenido tan pronto se termine de analizar las numero- sas muestras que hemos recogido de las distintas capas que la forman, cuyo resultado ha de aparecer en la segunda parte de este trabajo. En las barrancas de Mar del Plata encontramos algunos huesos fósiles y pequeños fragmentos de escoria incrustados en su masa, pero aquí superan en mucho estos restos a lo que en aquéllas hemos visto; su posición comprende a los distintos estratos que la forman, de modo que desde el nivel de la playa hasta la cúspide, la barranca nos pre- senta siempre dispersos, a mayor o menor distancia, restos fósiles fragmentados y piezas enteras y aún articuladas (como opina el señor Carlos Ameghino). Las escorias se presentan también sueltas en pe- queños y medianos trozos mayores de un puño, embutidas en bloques de tierra cocida, dispersas indistintamente como los restos de huesos fósiles. Todos los elementos señalados, tan interesantes a la investigación, demuestran, así dispuestos, que los huesos no proceden de animales que han estado ¿n situ en el momento de su muerte, sino de animales o de sus esqueletos, transportados de grandes distancias, fracturados y dispersos por las aguas; el hallazgo de piezas más o menos comple- tas, y aun parte de un esqueleto, no significa otra cosa más, de que ese fué el término final de su arrastre en ese estado, y no el lugar en que él animal había perecido. El que se encuentre en la barranca restos de animales de distintas épocas, tampoco significa para el geólogo una sucesión de tiempo en su formación, caracterizada por dichos restos, puesto que las aguas podían haber denudado depósitos fosilíferos más antiguos, es decir, de épocas anteriores, sedimentando sus restos sobre esos estratos. Ya mencionamos un caso demostrativo de este hecho, al referir los aportes del mar a la playa de numerosos moluscos fósiles y, el que ha presenciado Parodi, al recoger nuestra hija una falange ungueal de un gran edentado, arrojada a la playa por las olas en ese momento y en el punto en que se le ve en la lámina I. Estos casos los relacionamos únicamente de acuerdo con lo que de- muestran, hasta el presente, los hechos más generales de la barranca en cuestión. Z Como se ve, no está al alcance de todos valorar los factores que concurren a la solución de los problemas que estos hechos presentan al paleontólogo, problemas que requieren un gran dominio de induec- ción, para ser bien solucionados. En cuanto a las escorias y trozos dispersos de tierra cocida, tienen EL HOMO PAMPAEUS 25 igual origen que los huesos, pero debemos señalar, aparte de otros he- chos, uno de más positiva importancia. Estudiando en nuestra marcha pedestre la barranca, tropezamos de golpe con un estrato de tierra co- cida y escorias situado al nivel de la playa, de 15 centímetros más 0 -menos de espesor; su largo, quizá alcanza más de 30 metros, puesto de que su extremo sur aparecía al descubierto en una extensión de 3,50 a 4 metros y cubierto por la arena en más de 10 a 12 metros, volviendo nuevamente a aparecer sin su cubierta en un pequeño tre- cho, para hundirse finalmente debajo de ella. Este estrato presentaba un ángulo de buzamiento al norte, quizá de 6 a 8 grados, con la hori. zontal de la playa; Parodi no lo había visto antes, pero nos dijo: de que en baja marea, encontró en algunos lugares de la playa descubierta por el mar, muchos fogones, posiblemente correspondientes al mismo piso, es decir, formados en el mismo terreno y nivel de aquél y moti- vados por la misma causa. En el estudio titulado : Las escorias y tierras cocidas de las forma- ciones sedimentarias neogenas, ete., presentado al Congreso Científico internacional americano, sección Ciencias antropológicas, en nuestro carácter de relator oficial del tema, y publicado en los Anales del Mu: seo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXII, de 1912, hemos demostrado, contra la opinión de todos los profesores que entre nosotros y el extranjero las habían estudiado, que estas escorias no eran de origen volcánico ; hoy podemos con más razón afirmar nuestra opinión y asegurar, como ya lo hemos dicho y probado, de que ellas son en gran parte el producto de numerosas quemazones de grandes maciegas, pajonales y embalsados, lujuriosamente desarrollados en aquellas remotas épocas en que la temperatura y las condiciones at- mosféricas eran muy distintas de las actuales (1). El fuego de esas inmensas fogatas, cuya intensidad alcanzó a cocer las tierras arcillosas y a vitrificar algunas substancias de sus compo- nentes, ha hecho perecer un número inmenso de animales de todos los órdenes, cuyos restos han quedado más o menos quemados o carboni- (1) Las praderas que en los distintos períodos de las épocas terciaria y cuater- naria y aun a principios de la actual, se formaron en las tierras que el mar de- jaba al descubierto, en sus alternantes invasiones continentales, que alcanzaron, en uno de sus avances, hasta más allá de la Asunción del Paraguay, debían pre- sentar una vegetación de extraordinaria exuberancia, lo que en parte explica la variada y riquísima fauna a que daba alimento y guarida, cuyos restos se encuen- tran sembrados como en vasto cementerio, en las capas que forman los terrenos de las inmensas planicies de nuestro territorio. 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA zados entre Jas cenizas o en las cuevas en que muchos tenían sus gua- ridas. Los efectos de esas grandes combustiones se han extendido en tal forma, que no es posible aún determinar, pero que se observan a través de innumerables siglos, desde los depósitos del hermosense, hasta los del bonaerense superior. Esta categoría de tierras cocidas y escorias, no deben confundirse con las tierras cocidas que se encuen- tran limitadas a pequeños circuitos, que conocemos por los estudios de Ameghino, como fogones, procedentes unos de un sér anterior al hombre, y otros, de su misma infancia y evolución, hasta nuestros días. Los firmantes del acta incurren por lo tanto en un lamentable error, confundiendo los huesos de animales que se encuentran en esos pe- queños fogones y que, por sus caracteres de alteración, consideramos como despojos del hombre primitivo, con los huesos de los animales que han sido muertos por asfixia o carbonizados por el fuego de las grandes quemazones, que debieron incendiar todo lo que no era de- fendido por las aguas. Volviendo nuevamente al estudio de la barranca, llamó también nuestra atención que las numerosas cuevas que en ella existen, las que se encuentran a una altura de 2,50 hasta 4 metros, estuvieran rellenadas totalmente por sedimentos que difieren por su color del que tiene el loes del estrato en que han sido abiertas, en tal forma, que parecen o se asemejan a verdaderos remiendos, con la particula- ridad de que los sedimentos del relleno presentan una estratificación en capas delgadas de un espesor uniforme. Este hecho lo señalamos, porque vamos a ocuparnos más adelante de sus causas, que como tantas han pasado inadvertidas a los peritos, a pesar de la grandísima importancia que tiene para el estudio del lugar en donde se encontra- ron los artefactos. La barranca no presenta, como ya lo hemos dicho, una solución de continuidad, ni en todas partes se encuentra deslindada en su base por una línea horizontal con la playa; en muchos puntos, las olas han amontonado contra ella gran cantidad de arena que, en algunos, al- canza una altura que la iguala; Parodi me dice que estos depósitos de arena desaparecen en ciertas épocas del año, quedando entonces despejada esa parte de la barranca; es este un caso conocido para que lo pongamos en duda, pero que señalamos, para prevenir de estas particularidades a los que deseen estudiarla. Llegamos por fin al vallecito transversal de la barranquita que lo separa del valle y arroyo de Las Brusquitas, motivo de tantas exage- raciones forjadas sin fundamento; en este punto, nuestras investiga- EL HOMO PAMPAEUS 2 ciones tienen que ceñirse más estrictamente a las declaraciones del Acta, cuyas soluciones ni resuelve ni aclara; para ello vamos a ocu- parnos de algunos de sus párrafos más sintéticos evitando incurrir en las repeticiones que la hacen tan difusa. Vamos, pues, a limitarnos a considerar los principales párrafos de ella, que estudiaremos por su orden, transcribiéndolos para comodi- dad del lector, pero prescindiendo de la nomenclatura estratigráfica peculiar del doctor Roth, de modo que no haremos mérito aquí de su cronología por innecesaria, pues no deseamos discutir el valor de las series y sus fósiles, ni la importancia del color de los estratos, sino el de los hallazgos, que nada tienen que ver en lo relativo a la edad de la formación a que se les quiere hacer concurrir, ya que sus artífices, sólo ocuparon la parte superior de la barranca y las cuevas socavadas en ella por el oleaje del mar. Se dice en el acta (ver pág. 19) que: «Basados en este hecho, el primer punto de la cuestión del peritaje quedó establecido en el si- guiente tenor : que la inspección ocular del sitio donde se encontraron los artefactos referidos, no ha dado motivo para suponer que estos ha- yan sido enterrados por una u otra circunstancia en tiempo posterior a la formación de la capa; que se encontraban en posición primaria y que por lo tanto deben considerarse como objetos de industria humana con- temporáneos al piso geológico en que se hallaron contra la barranca Y corresponde a un piso superior de la formación pampeana, los Ffirman- tes declaran : que las condiciones estratigráficas son en este lugar tan claras que no presentan ninguna dificultad. para resolver el problema ». Las dos declaraciones transeritas son una redundancia de afirma- ciones. Contestando a la primera, o mejor dicho a ambas, sostenemos y vamos a probarlo que en todo lo que en ellas se afirma no hay un solo hecho real, excepto lo relativo al encuentro de las piedras labradas o sin labrar, y, si bien es cierto de que las condiciones estratigráficas no presentan ninguna dificultad para resolver el problema, no resultó así para la comisión de peritos, pues en vez de resolverlo, no lo ha hecho. La verdad es que en contra de sus opiniones están los hechos, que se presentan intergiversables y comprueban que: La inspección OCU- lar demuestra que los artefactos encontrados, han sido enterrados en tiempo posterior a la formación del piso, se encuentran en posición se- cundaria con relación a su formación, por tratarse de una intrusión producida entre los elementos desmoronados de dicho piso. Aclaradas las cosas como deben ser en honor de la verdad y pro- greso de la ciencia, sin hacer de ellas un galimatías, como decía F. 28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Ameghino, vamos a proceder al análisis de los hechos que las confir- man. La barranca, en su máxima altura, no alcanza una elevación su- perior a cinco metros y en el punto de los hallazgos está cortada por un pequeño valle transversal (véase lám. IM), lugar en donde se cons- truyeron los artefactos; en el punto en que se ve a mi entusiasta compa- fiera y al señor Parodi, el doctor Roth hizo practicar una perforación cuyos materiales de extracción se pueden observar amontonados a ambos lados de ella, y con más detalles en la lámina TI, que reprodu- cimos, del acta de los peritos, y en el punto que señalamos con una e, se encuentra un estrato aislado de poca potencia (quizá 12 a 15 cm.), en posición muy inclinada, constituído por rodados de pequeño tamaño, que llamó nuestra atención con la sorpresa consiguiente: haciéndole notar a Parodi esta circunstancia e instruyéndole respec- to a lo que ese hecho significa como antecedente confirmativo de los errores del acta, y a fin de que no fuera extraído, con el pretexto de levantar fogones. Ameghino (1) dice que: «La base del ensenadense presenta a menudo capas de tosquilla y arcilla endurecida, reducida a fragmen- tos rodados por las aguas que los han depositado en el fondo de las depresiones de erosión de la superficie del Chapalmalense. » Este hecho no repugna a ninguna lógica ni criterio en cuanto se relaciona al fondo de las depresiones de erosión, que por su natura- leza son muy limitadas, pero no resulta así cuando un esurato ocupa una vasta extensión que comprende varias o muchas leguas sin cam- bio alguno o muy pequeño en su potencia, aun cuando varíen en su proporción, tamaño y naturaleza los rodados que lo forman; en este caso, estos estratos demuestran un origen marino, si en rigor no se llega a investigar otro. Tal ocurre con las capas de rodados de tos- quilla y otros materiales procedentes de rocas cristalinas, que hemos observado en las barrancas de Mar del Plata y en Miramar, al norte y sur de los arroyos Durazno y Las Brusquitas. Estos estratos se han formado en el lecho del mar, puesto que se presentan superpuestos a los estratos inferiores y en perfecto orden a los superiores, con un paralelismo que no modifica su potencia en toda la extensión que nos fué dado observarlos ; disposición y paralelismo que se subordina a los plegamientos u ondulaciones orogénicas de la región. (1) F. AMEGUINO, Las formaciones sedimentarias de la región del litoral de Mar del Plata y Chapalmalan, en Anales del Museo nacional de historia natural de Bue- nos Aires, tomo XVII, página 374. seyinbsn1g se'] OÁO011Y ]9 Á JB] 91309 POUBJIIeg > o So AS 2 a a A A NY IAXXXI LL —'DYUV LNHIO “DOS "NV UA li AMAIA NOAA e. UOLIDADIZA JOSLIASUDAS ONDA MOE 28 SOPDPO4 9P 004IS5T ee E. us : E IAXXEXT "UL —"*DMV “LNHID "DOS "MV > E 0? "0 Ned Mio a. oo ed ] ESSOLAGIOn qs TORN [OR qUESERID.Oz '"sO9IO03][ed SOSZB][8Y SO] 9P 183N] 'LOMPIIEG Á [PA [9p [PI9UIS PISIA OCIO IAXXXI UL —'DYUV “LNHAIO 'DOS "NV Bi 0 ps iF cd ed EL HOMO PAMPAEUS 29 El estrato situado en e, de las láminas II y IL, de que nos ocu- pamos, está aislado en ese punto, es decir, es un trozo que se presenta sin solución de continuidad, una verdadera intrusión. En la lámina LV, que reproducimos (publicada por los peritos con el número 2), se ve otro estrato de rodados cuya posición con la horizontal acusa un án. gulo de 16245”, buzando al norte como el primero, lo que es facil com- probar en la misma lámina en que dicho estrato se distingue con bastante nitidez; sin embargo, en el croquis de cubierta, hemos se-. ñalado para mayor claridad su posición y extensión con dos líneas punteadas paralelas que representan el ancho y largo del estrato. La posición de las capas de rodados que acabamos de señalar, la primera casi vertical y situada al lado de la excavación de Roth hun- diendo su parte inferior más abajo de ella, y, la segunda, también in- clinada a pocos metros de distancia y mayor altura, demuestran que no se necesita mucha penetración ni dominio geológico, para consi- derar este hecho no como una discordancia (que ni de eso se ha hecho mención), sino como un derrumbe de ese extremo de la barranca que afectó también a las capas superiores, cambiándolas de posición y dándoles inclinaciones diversas. Los firmantes del acta contrariamente a su exposición, confirman este hecho, al trazar en tinta roja el cro- quis perfil de la barranca que reproduce la lámina MI; en este croquis, aparece el chapalmalense hundiéndose debajo de la playa en el extre- mo sur de la barranca, o sea al norte del zanjón del vallecito trans- versal. Efectivamente, la lámina claramente lo demuestra, observan- do la posición oblicua al plano horizontal de la capa de tosca calcárea que cubre el estrato del llamado chapalmalense. Tenenos ampliamente probado, con estos dos hechos, de que los elementos de la barranca en el vallecito han sido movidos por un derrumbe; este derrumbe enterró las piedras trabajadas y sin trabajar entre sus escombros. Este hecho es completamente indestructible, porque las pruebas son clarísimas y están a la vista hasta en las mismas fotografías que reproducen las láminas números 1 y 2 del acta. Queda por lo tanto demostrado, que los artefactos recogidos al pie de la barranca y puntos inmediatos, no estaban en posición primaria como erróneamente afirma el acta, sino en posición secundaria, o mejor dicho, ¿ntrusiva. 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CAPÍTULO IV EL LLAMADO CHAPALMALENSE DEL ACTA FUÉ FORMADO EN EL FON- DO DEL MAR. SOBRE LA BARRANCA HA EXISTIDO UN PARADERO DE ABORÍGENES. LOS HALLAZGOS ARQUEOLÍTICOS SON LA OBRA DE SU INDUSTRIA. « Teniendo en cuenta todas las circunstancias que rodean a estos descubrimientos, así como las condiciones que presentan los objetos y las relaciones estratigráficas de las capas, la comisión opina que se trata de artefactos fabricados por el hombre, que ha vivido en la época geológica a que corresponde el piso chapalmalense.» Este pá- rrafo del acta (pág. 20), afirma: «que los artefactos han sido fabri- cados por el hombre que ha vivido en el piso chapalmalense». Ya hemos demostrado en el capítulo anterior que los artefactos habían sido enterrados en el piso llamado chapalmalense y con esa demos- tración, que es irrefutable, dejamos enterrada también a la vez, la opinión de los peritos; sin embargo, creemos necesario aun tratar el tema bajo otro vunto de vista, porque hemos de ocuparnos de él en la segunda parte, dado el interés que presenta para la solución de ciertos problemas de estratigrafía. Hemos dicho que el doctor Roth había mandado practicar una perforación de la que mi guía, Parodi, vió extraer una bola y una pie- dra que servía para que sobre ella se rompieran otras (un yunque), y su hallazgo fué hecho al nivel de la playa y en pleno chapalmalense, pero no debe ser así, por más que los diarios han publicado este acon- tecimiento, cuando no se hace mención de él en el acta ; de los mate- riales removidos, al practicar la excavación, recogimos un grueso pe- dazo de loes que entregamos a Parodi para colocarlo en su birloche junto con las demás colecciones. Es. de este pedazo de loes de que vamos a OCUparnos. Lo que F. Ameghino llama «limo chapalmalense» en la página 369 de Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapalmalan, difiere del que vamos a ocuparnos, y aun cuando no fuera así (no conocemos el loes típico de Ameghino), nada vendría a perjudicar la prueba concurrente a la demostración de nuestras investigaciones. EL HOMO PAMPAEUS 31 El loess de la perforación hecha practicar por Roth, tiene el color un poco claro de un castaño amarillento cuando está saturado por el agua de mar, y es de un rojo débil amarillo pálido, después de su completa desecación ; está constituído principalmente por una mezcla de elementos arcillosos y de arena muy fina, depositados en capas estratificadas de un espesor casi uniforme de un milímetro, lo que demuestra la acción alternada, lenta y tranquila de su deposición en el seno de las aguas. En todo el bloque se ven innumerables agujeros de diámetro variable entre */, y 1 milímetro, que penetran la masa en todos sentidos, formando en su interior una serie de galerías general- mente desarrolladas en dirección de los planos de estratificación, en los que se observan, mirados con el lente, elementos residuales de or- ganismos que, sin duda alguna, constituyen deyecciones de anélidos. Para un biólogo, este hecho es suficientemente concluyente para determinar el origen de la formación de tal sedimento, pero no ocurre así para el que no lo es, que piensa que la ciencia, lo mismo que la historia, es un conjunto de teorías, de relaciones y de cosas, al alcance del más osado. Debemos, pues, señalar que la naturaleza del loes cha- palmalense de Miramar, demuestra en forma concluyente de que fué depositado en el fondo del mar durante el transcurso de muchos si- elos, substraído por lo tanto a la acción directa de la vida continen- tal; de modo que todo lo que no proceda de este origen, restos de animales, objetos labrados por el sér humano, etc., que se encuentren intercalados en su masa, son elementos introducidos por la acción de las aguas en un caso y por los materiales desmoronados de la ba- rranca que los arrastraron y cubrieron, en el otro; no hay forma de destruir estos hechos (1). Pero si aún se quiera discutir la evidencia de las pruebas presen- tadas, vamos a plantear esta cuestión : ¿ Los artefactos del acta fueron encontrados todos en un mismo estrato y en posición concordante a un plano horizontal ? Las prue- (1) El resultado de nuestra breve investigación en el terreno se conforma, por otra parte, con los estudios de F. Ameghino a este respecto. Lo impropio de estas contradicciones es que existe la pretensión de continuar la obra del sabio y hasta de corregirla a título de que él no había podido informarse de tales o cuales hechos posteriores, lo que deja suponer que no han leído con la debida pondera- ción la obra del sabio. Véase cómo Ameghino clasifica los depósitos del Chapal- malense y como considera la edad de los vestigios de la industria del homo pam- paeus : «Pendant les trois voyages d'étude á Mar del Plata que je fis dans le courant de l'année 1908, parmi une foule d'objets et découvertes intéressantes, 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA bas presentadas por los peritos demuestran de que fueron hallados a distintos niveles, variables en más de dos metros de altura y, según Carlos Ameghino, el fémur del Toxodonte con una punta de un con- coide de cuarcita clavada en la parte interna del trocanter, y otros artefactos de piedra, fueron extraídos de la formación cuspidal cha- palmalense, a cinco metros de altura de la playa del mar. Como el señor O. Ameghino, para afirmar sus teorías, hace una larga exposi- ción estratigráfica en completa discordancia con el acta, pudiera sos- pecharse por los que no la conocen, que nosotros la inventamos si nos referimos únicamente a ella; vamos por tanto a transcribir un breve párrafo, por cierto muy sugestivo, que tomamos del mismo tomo de los Anales del Museo, en que apareció el acta (pág. 438) : «En este lugar (se refiere a la parte culminante de la barranca) fué donde encontramos la pieza reveladora de que nos ocupamos (el fémur de un toxodonte). Se hallaba aproximadamente a unos cinco metros sobre el nivel de la playa del mar y cerca del límite o discordancia con el piso chapalmalense. Las condiciones del yacimiento se presentan, pues, per- fectamente claras, sin que pueda haber al respecto la menor duda.» Las afirmaciones de los peritos, complementada con la afirmación en disidencia de Carlos Ameghino, señalan para los artífices de los hallazgos arqueolíticos, una existencia permanente en el lugar, o mejor dicho en ese punto, equivalente al transcurso de tiempo exigido para alcanzar la sedimentación de cinco metros, con la lentitud que demuestran las deposiciones del considerado chapalmalense de esa j'eus la bonne fortune de trouver une ancienne industrie de la pierre, diftérente de toutes celles connues jusqu'aujourd'hui. « Cette industrie vient du pampéen infériewr et de la partie moyenne de l'ensénadéen, des couches éolo-marines correspondant á la transgression marine interensénadéenne. « Á Mar del Plata, Vinterensénadéen est plaqué contre lancienne falaise cons- tituée par le limon rouge, et souvent tres durci, de l'étage chapalmaléen et de lensénadéen basal; il présente deux facies distincts : Vinférieur, exclusivement marin, qui correspond au plus haut niveau de 1 Océan d'alors, — et le supérieur, constitué par un sable trés fin, presque pulvérulent, mélé a de largile et á de petits fragments de coquilles triturées. Le matériel de ces couches supérieures est constitué par le sable trés fin, la boue et les coquilles triturées que les va- gues de la mer jetaient sur la plage et que les vents éparpillaient sur l'ancienne falaise et vers l'intérieur. Ce sont ces dépóts, de double origine, marine, marine el éolienne, que j'ai désignés avec le nom d'éolo-marins. » FLORENTINO ÁMEGHINO, Une nouvelle industrie lithique, ete., en Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, serie 32, tomo XIII, año 1911. Hemos subrayado algunos renglones para llamar la atención sobre su impor- tancia y acuerdo con nuestra tesis. . UQISIIIO) e] 10d eperoy “SOBZP]|87 SO] 3p 1830] [9P PISTA 400% 2H e se. 10190 png" 0YaJ] SOPDPO4 3p OPUMSET — ¡OSLIRSUDA] 217DA 19p YY 2p IAXXXT- L—"DYV “LNHIO "DOS 'NV TO Ry 32 "ANÁLES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA. bas presentadas por los peritos demuestran de que fueron hallados a distintos niveles, variables en más de dos metros de altura y, según Carlos Amegbins, el fómu: de Toxbdoxte con una punta de un con coide de cuarcita clavada en Ioterna del trocaíter, y Otros artefactos de piedra, fueron e lero e la formación cuspidal cha palmalense, a ciieo metros de o le de do del mar. Como el biie U. Ameghi nO, paca afriba nOS > refund s time a ellas va breve párrafo, por cie "bo auy st SeSHIVP de los Anales del Muse, en que k Apáre 1ó el acta (pág. 438): « En este lugar: (se réñere a la | phate culminante de la barranca) fue donde encontramos la Peza revqrú un toxodonte). Se hallgha apr E el nivel de la playa del ¿nar y ce il Imalense, Las. mo en disider acia de Chrlos' Edo eñalan para los artífices de los hallazgos arqueolíticos, vá, EN la Ao en n él qna mejor dicho en ese punjo, ediya para alcanzar la ps sia el dos Aliada chap: o de esá 2 j'ens la bonne fortune de Eo Éacidm une industrie de la pierre, e de toutes celles connues jusqu'aujt Cette industrie vient du pampéen: y Co solo-marihes corresponde dela partic moyennede 1? Exaémadic. dep . gpossioa ción ip jalon sénadésne «Ad Mar del Plata, l'interensénpkiéen esf plaqué contre Vancienne falaise con: tituée par le limon rouge, et souypbnt treg durvi, de létage chapalmaléen et d Vensénadéen basal; il Pd eux fadies distincts : 1 inféricur, exclusivement marin, quí correspond, au La t nivegiu de 1 Océan d'alors, — et le supérien o constitué par un sable tiÉs a esque pulvértien E ore tdo Vargile et A de petits frasments de coquflles Er turéeg. Le matériel de ces couches supéricurer est constifué par le sabld tros tim, Ta poe et les coquilles triturées que les va- gues de la mer jetaient gur la plage 96 que les vents éparpillaient sur l'anciennp falaise et vers Vintérieux. Cefont els pote ge ee pee mes marine, marino dl Saga ORE EN A NO ÁMEGHINOL el Museo Nacional de Buenos Atresl, ¿oliemne, que j'ai désignés avec le ñek Dne nowvele industrie lithlaque, ete ex Á nBes Ú serie 32, tomo HL ñe ES Hemos subrayado algunos renglones pará llamar la atención sobre su APO tancia y acuerdo con nuestra tesis. UQISIMIO) e] 10d Ppemoz 'so.3ze][en so] 9p 183n] ]9p e3stA "Ss 11 HyT IAXXXTI Ll —'9Y4V (LNHIO “DOS “NV E a eS IES Y E AN IA A NOA pa AE E OMA AN. SOC. CIENT. ARG.— T, LXXXVI to : LAÁm. IV. Ayo gases hna id AT CánosA sesolosulnqaéo 0 ' A . » A e » + ' É > , w $ k y ñ 3 . y y y ñ e a 4 ' AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI : IL JOA Lugar del hallazgo de una bola y estrato fragmentado de rodados (dan! Mido A AAN) e O 'R Y AiO de 0 1 UE ms E le 590 PP Me A ANA A De UNS , S [ inferior........... Y Borombón, Baradero, Chocorí. [a TELS TERRA EN NO E Belgranense (transgresión) ...... Vestigios industriales solamente. [7 a ; S 2 Hiatus postensenadense. o La] ; 2 E 1 ¡dal | Homo pampaeus. _= nsenadense cuspidal...........3,.. : 0 E P / Miramar (La Tigra), Necochea. S C SN ERC . 5 | Interensenadense (transgresión). | Ensenadense basal.............. Vestigios industriales solamente. | ¡q oo —————— Q _ _—— e ee FF | Í Diprothomo platensis. | ¡"Ereensenadense ii aaa o Pol / Calota craneana. | / Hiatus postpuelchense. A ¡ES nelchense y transgresión corres- a ; sis ES E el Sa ( Vestigios industriales solamente. ES pondiente ...... INE 0d] AS e o 3) E ) Hiatus chapalmalense. 2 pS Chapalmalense................. Vestigios industr. solamente (1). ES 2 | < |' Hiatus posthermosense. D. 3. | ZA ( Tetraprothomo argentinas. ECT OS "**** | Atlas, fémur. (1) Los peritos consagran la existencia del Homo sapiens y la industria de la piedra pulida en el Chapalmalense !! EL HOMO PAMPAEUS ' 45 CAPÍTULO VI LOS OBJETOS DE LA INDUSTRIA HUMANA DESCUBIERTOS AL SUR DE MIRAMAR, SEGUNDO LUGAR QUE INSPECCIONÓ LA COMISIÓN DE PE- RITOS, SON CONTEMPORÁNEOS CON LOS QUE SE ENCONTRARON AL SUR DEL ARROYO DE LAS BRUSQUITAS. En la página 20, dicen los peritos: «El segundo lugar, donde se descubrieron objetos de industria humana y que inspeccionó la comi- sión, está más o menos a un kilómetro al sur de Miramar, también en la barranca de la costa del mar. » , Analizar las disquisiciones estratigráficasquehacenlos peritos delos elementos que forman la barranca en ese lugar, no tendría importancia alguna, puesto que ellos no han hecho más que glosar erróneamente el estudio de F. Ameghino (1), empleando para el caso, en vez dela no- menclatura del sabio, la del señor Santiago Roth, como un medio de ha- cer más confuso lo que debía aparecer bien claro con sólo haber rela- cionado el lugar de esos hallazgos con la disposición estratigráfica determinada por Ameghino en los términos que vamos a transcribir : «Las barrancas de 10 a 15 metros de alto que se encuentran en el mismo pueblo de Miramar y se extienden hasta Punta Hermengo, se parecen a las barrancas del norte de Mar del Plata, estando consti- tuídas, como estas últimas, por el ensenadense que comprende más o menos los dos tercios inferiores, y el bonaerense el tercio superior. Sin embargo, en el punto más próximo a Miramar, la barranca deja ver en su parte superior un gran depósito lacustre de color verdoso con muchos fósiles en la parte inferior que corresponde al fondo de la anti- gua laguna. Este depósito es probable corresponda al horizonte luja- nense. Sobre este depósito lacustre se extiende una serie de capas marinas, muy delgadas, de color obscuro, perfectamente horizontales y de una gran regularidad ; corresponden a la transgresión marina más reciente designada con el nombre de querandinense (2). » Subrayamos algunas frases de las transcriptas porque señalan hechos que están en abierta contradicción con las afirmaciones de los (1) Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapal- malán, etc., etc. (2) F. AMEGHINO, Las formaciones sedimentarias, etc., páginas 380 y 381. 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA peritos, como vamos a demostrar haciendo un breve análisis compa- rativo. Afirman los peritos que: «Los restos de mamíferos fósiles coleccionados por Carlos Ameghino en esa barranca indican que se trata del piso ensenadense ». F. Ameghino, dice (subrayado) : «la ba- rranca deja ver en su parte superior un gran depósito lacustre de color verdoso con muchos fósiles en la parte inferior que corresponde al fondo de la antigua laguna. Este depósito es probable. corresponda al horizonte lujanense » (1). La contradicción, como es dado observar, es bien grande; considera F. Ameghino que la laguna existió en el cuaternario medio o inferior (lujanense) y los peritos la sitúan en el plioceno inferior (ensenadense basal). Ante esta disparidad de crite- rios geológicos, ¿a quiénes habrá que dar crédito ? Durante nuestras excursiones por la costa, hemos practicado un estudio estratigráfico de la barranca en una extensión de 500 metros, y en el punto donde Parodi recogió los restos dehuesos fósiles de mamítfe- ros y los objetos de piedra, hueso, etc., de la industria humana, tam- bién coleccionamos nosotros pedazos de huesos fósiles como aquéllos, que tienen el color verdeazulado del estrato en que yacían, y en la ori- lla del mar recogimos bolas de basalto y de hueso fosilizado del tamaño de nueces, que por su estado suponemos arrojadas a la costa por el mar, y en la misma barranca formamos una numerosa colección de mo- luscos de agua dulce que extraímos de una capa lacustre de color gris plomizo que forma un inmenso conglomerado de estos moluscos con una potencia de un metro, en partes, y que ocupa una superficie de 200 metros cuadrados, situada en la parte superior de la barranca. Además hicimos una colección de 13 muestras de rocas diferentes, sien- do 7 de ellas formadas por un fango duro azul, rojo, verde, verdeamari- llo, castaño obscuro, negro y gris plomizo (2). Sabemos que los fangos se colorean por la oxidación del hierro de los silicatos y su proceso con- tinuo se manifiesta por el aspecto de coloración que presenta, corres- pondiendo al rojo el máximo de estabilidad, en el estado de peróxido. No es, pues, tan difícil apreciar la antigiiedad relativa de ciertos de- (1) Ameghino conoció los fósiles y, sin embargo, habla de probabilidades, lo que confirma lo que ya hemos dicho respecto a la importancia que puedan tener restos dispersos como documento cronológico. Los depósitos de la laguna son de distinta naturaleza, unos de origen marino y otros, lacustre de agua dulce, presentando además alternancias entre unos y otros. (2) El estudio de estos materiales lo reservamos para la segunda parte, es allí en donde deseamos fijar la edad de la laguna y la época en que el hombre habitó su ribera. EL HOMO PAMPAEUS 47 pósitos, lo mismo que la naturaleza de sus constituyentes, de modo que el geólogo no marcha a ciegas, tanteando y dando traspies. Los objetos arqueológicos encontrados en esa parte de la barranca, son Numerosos; ya nos hemos ocupado de ellos en otros capítulos, pero los que encontró Parodi en estos últimos tiempos, de que tanto habló el diario La Nación, proceden del mismo paradero o paraderos contemporáneos existentes todos al borde de la gran laguna a que se refiere el sabio Ameghino, cuya existencia dependía (sin duda algu- na) en sus últimos tiempos de los aportes del arroyo del Durazno, y sujeta al mismo proceso de desecación que ocasionó el agotamiento de la otra laguna existente al sur de Las Brusquitas, motivado por el cambio de lecho de ambos arroyos que abrieron su curso más al norte, a la inversa del movimiento que hoy se acentúa en esa costa que se hunde al sur, lo que demuestra que estas alternativas tectó- nicas del suelo están sujetas también a movimientos de báscula, puesto que tan pronto se inclinan a un lado como a otro, obedecien- do a leyes de que no es posible ocuparse en esta crítica pero que no ignora ningún geólogo. - Ameghino señala que sobre el depósito lacustre se han depositado una serie de capas marinas muy delgadas de color obscuro perfecta- mente horizontales, que considera formadas por la transgresión marina más reciente, designada con el nombre de querandinense, pero Ameghi- no nos dice también que tiene pruebas que confirman la posibilidad de una sexta transgresión del mar desde el chapalmalense, acaecida en tiempos muy recientes, opinión que compartimos sin ninguna duda, porque hemos encontrado, en la ribera del Plata, los elementos de jui- cio confirmativos de ese hecho. De modo, pues, que bien pudieran co- rresponder esos estratos que Ameghino atribuye a la transgresión querandinense a esta última invasión del mar sobre nuestro litoral. Los peritos acompañan al acta la lámina número 7 (que hemos re- producido, véase lám. V), para demostrar que la barranca de los ha- llazgos de restos fósiles y artefactos de la industria humana cae per- pendicularmente al mar. Esta afirmación, tampoco es exacta; ha sido un punto elegido ex profeso a los fines de su exhibición, y en ella no se ha encontrado ninguno de los objetos que se hace mención. El punto verdadero donde fueron descubiertos no está a pique, al con- trario, la barranca ofrece allí una serie de degradaciones de denuda- ción, como lo demuestra la lámina VI, en la que hemos señalado el lugar de los hallazgos tanto de los restos fósiles como de los artefactos. En geología no basta un fósil típico de un horizonte paleontológico 48 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA pasa admitir a priori o sostener que un estrato corresponde a tal o cual período geológico. Vamos a señalar a este respecto uno de los argumentos de los peri- tos y en particular el que cita Carlos Ameghino ; es el relativo al mate- rial que ha utilizado el aborigen como materia prima para la fabrica- ción de artefactos. Esta materia prima es el hueso en estado fósil, semi- fósil o reciente. Resulta, según ellos, que un útil cualquiera, fabricado de un hueso que ha pertenecido al animal a o b, que ha existido en un período geológico anterior o remotísimo basta para atribuirle al abo- rigen artista una edad contemporánea, y considerar a los fragmentos y astillas, restos de las comidas de los animales a que ha dado caza. Con este criterio podríamos también admitir que las puntas de lan- za, le flecha, arpones, etc., trabajados en madera silicificada, lo habían sido antes de que la madera alcanzara ese estado (1), y en este camino de presunciones, llegaríamos a anular la obra paciente que la ciencia elabora para descorrer el velo que oculta los orígenes de la humanidad. La importancia positiva de los hallazgos al sur de Miramar se funda en que los indígenas que los fabricaron habían fijado su paradero en la orilla de una antiquísima y profunda laguna cuya extensión es di- fícil determinar por encontrarse los depósitos de su lecho denudados en gran parte por el mar y los que aún quedan están cubiertos por es- tratos de formación más reciente, gravitando sobre ellos una enorme duna que aparece al sudoeste de la barranca destacándose en la línea del horizonte con la apariencia de un cordón montañoso. ¿ A qué edad geológica corresponden en consecuencia los remotos habitantes de la laguna, que fabricaron esos artefactos ? La compro- bación de este hecho no ofrece grandes dificultades, pero no vamos a ocuparnos aquí de su aclaración, queda para la segunda parte. Es allí donde vamos a demostrar, con pruebas fundadas, la edad exacta dle la existencia de ese remoto artífice. Buenos Aires, abril 15 de 1918. ANTONIO A. ROMERO. (1) En Challacó (gobernación del Neuquén) encontramos los restos de un gran taller de la industria lítica aborigen instalado sobre los troncos silicificados de un bosque del secundario superior (daniano), cuya edad confirman los restos de las especies allí existentes. Este hecho podía llevarnos a admitir, siguiendo la lógica de los peritos, de que tales artistas eran contemporáneos con la vida de esos ve- getales, que, para asombro, ya lo hemos oído afirmar ! CAMILO MEYER SOCIO ACTIVO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Y 9 DE MAYO DE 1918 Con profundo pesar hemos visto, con la muerte del profesor Camilo Meyer, desaparecer a uno de nuestros más meritorios consocios. Después de una laboriosa vida, enteramente consagrada al culto de la ciencia, falleció Camilo Meyer, el 9 de mayo último, a los 64 años de edad. Infatigable colaborador en nuestra obra, difundió el saber con generoso desinterés por todos nuestros centros de estudio. La Sociedad Científica Argentina no podrá olvidar, ni olvidará, tan noble concurso : el doctor Horacio Damianovich, cuyo discurso reproducimos, fué su sincero intérprete en el acto del sepelio. A él nos asociamos para presentar nuestro homenaje a la familia del ex- tinto y, gustosos, prestamos nuestras páginas al señor H. M. Levylier, quien se ha encargado, en recuerdo de la amistad que io unía a Ca- milo Meyer, de ofrecer a nuestros lectores una sucinta reseña de la obra del insigne maestro. Discurso pronunciado por el doctor Damianovich en el acto del sepelio Señores : Al hacer uso de la palabra en nombre de la Sociedad Científica Argentina, en cuyo seno el Profesor Camilo Meyer ha actuado con verdadera eficacia, no puedo substraerme a la profunda emoción que AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 4 Camilo Meyer . CAMILO MEYER EL este acto provoca en el ánimo de los amigos, profesores y alumnos, que trataron de cerca al maestro abnegado y batallador, al hombre recto, enérgico y a la vez bondadoso. La ciencia y las instituciones docentes de nuestro país sufren un rudo golpe con la rápida desaparición de este esclarecido maestro, sobre todo en los momentos actuales, en que son contadas las perso- nas que, a una sólida y amplia preparación, asocian un carácter y en- tusiasmo verdaderamente ideales. Desde que llegó de la noble Francia, hace más de veinte años, hasta el presente, no ha cesado un solo instante de bregar por la difusión de la cultura superior en las ciencias físico-matemáticas a que él se de- dicaba con un ardor y una vehemencia de joven optimista y con el feliz resultado que era de esperar de un cerebro robusto como el suyo. En la primera etapa de su vida científica, ofrece el raro consorcio de su carrera de abogado con los primeros estudios matemáticos rea- lizados en la Facultad de ciencias de Nancy, donde tuvo el honor de conocer al genial Poincaré, con quien él mantuvo siempre una valiosa correspondencia. Después, por razones de salud, se vió obligado a de- Jar trunca su carrera oficial, pero con el elevado propósito de culti- varla con empeño y provecho, por verdadera vocación, en nuestro medio, en el cual ha desarrollado una obra silenciosa pero eficaz y digna del mayor encomio. Una vez radicado en la Argentina, comenzó por proporcionar a su noble familia los medios de sustento, dedicándose a dar lecciones particulares a los alumnos que buscaban un complemento en su pre- paración matemática. Y esta tarea la realizaba con gran provecho para los alumnos, porque a la vasta cultura y profunda preparación técnica en las diferentes ramas de las matemáticas, unía la rara cua- lidad de exponer sus lecciones con una extraordinaria facilidad y un cariño y dedicación que le dieron una justa fama desde los primeros ensayos. Por esta razón él tenía gran ascendiente entre los estudian- tes de nuestra Facultad de ciencias exactas y de la Escuela normal de profesores, que acudían a él como a una fuente inagotable de saber y como a su amigo y consejero. Así realizó la noble aspiración de conciliar sus medios de vida con sus ansias de una acción más inten- siva y original en el difícil y atrayente campo de la física matemá- tica. En el año 1909 comenzó la ardua tarea de dictar en la Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales, un curso libre de física mate- mática, que desarrolló con una constancia y dedicación excepciona- 52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA les, a razón de tres clases por semana y durante el espacio de cinco años, concretándose, con la intensidad de que era capaz, a exponer y comentar las doctrinas más difíciles de la electricidad, de la mecánica moderna y de la energética. Me consta, pues tuve el honor de ser su discípulo, que él ha recopilado cuidadosamente sus cursos en cinco to- mos, que nuestra Facultad podría adquirir para su biblioteca, como un justo homenaje a su meritoria labor. Como un complemento, dió en la Sociedad Científica Argentina una serie de conferencias entre las cuales figuran en primera línea las relativas a la historia de las matemáticas y filosofía de la física, a la vida y obra de Poincaré, homenaje realizado con anterioridad al que en la misma Francia se hiciera para honrar la memoria del ilustre sabio; y a la moderna teoría de los Quanta, que dicha asociación hizo imprimir en libro aparte, en vista de su gran mérito. El profesor Meyer se consagró con empeñó también a la cultura popular y, en la sociedad Luz, desarrolló en dos años un atrayente curso de astronomía, cediendo generosamente los originales para su publicación. Contribuyó además a difundir las ciencias físico-matemáticas en numerosos artículos publicados bajo los auspicios de los principales centros científicos y revistas del país. En estos últimos años fué profesor de varios cursos del mismo ra- mo en la Escuela normal número 2, donde hizo provechoso uso de sus excelentes métodos de enseñanza. Y cuando ya había conseguido un relativo bienestar, a fuerza de una constancia a toda prueba y venciendo toda clase de obstáculos, le sorprende la muerte en la plenitud de sus facultades, es decir, en momentos en que nuestra ciencia, que aún cuenta con escasos culto- res, cifraba las más grandes esperanzas en su acción futura. Camilo Meyer ha sido algo más valioso aún : ha sido un hombre de carácter, un luchador infatigable, un espíritu optimista, a pesar de que la larga experiencia le había proporcionado más de una amargura; era un verdadero joven de alma ingenua, que no abandonaba el gabi- nete de estudio ni aun en los días de vacaciones que, con más derecho que nadie, podía haber aprovechado para restablecer su salud que- brantada por tanto desgaste. Y a esta austeridad de sus costumbres, a esta voluntad férrea y amor desinteresado por el estudio, se unía la exquisita bondad de su corazón, dispuesto a los actos más abnegados y generosos. Señores : Un hombre como éste nunca muere, un hombre de tales CAMILO MEYER 53 virtudes es un símbolo de idealismo y de nobleza, en pos del cual de- ben marchar, seguros y decididos, aquellos espíritus fuertes que, no conformándose con los halagos materiales, desean una vida más am- plia y profunda, más llena de encantos, más digna de ser vivida. Como un merecido homenaje, la Sociedad Científica Argentina vie- ne a traer a esta triste morada, la palabra de condolencia para acom- pañar espiritualmente, por vez última, al digno sabio y maestro. HORACIO DAMIANOVICH. La obra del profesor Camilo Meyer (1) El sábado 4 de mayo de 1918 a las 7.30 a. m., siguiendo su vieja costumbre de exactitud, llegaba Camilo Meyer a la Escuela normal de profesores. Todo el andar del maestro, su rostro sonriente, sus ojos. brillantes detrás de los lentes, su paso sereno y tranquilo por los a1m- plios y fríos corredores, hasta los corteses saludos cambiados con el personal, todo indicaba en él el legítimo placer, cada día renovado y fortificado, por la tarea docente. Faltaba todavía un cuarto de hora antes de principiar la clase; pe- ro ya en los pasillos le aguardaban varios de sus alumnos a la espe: ra de alguna contestación o una pregunta. Al firmar en el registro de profesores, demoró un momento en charla amena con el vicedirec- tor, colocó el cigarrillo en la boquilla de ámbar y, fumando, prosiguió su marcha hacia el gabinete de física. Al sonar la campana, listos ya sus muchachos para el estudio, que con él se ha vuelto un placer, Ca- milo Meyer, sujetándose los lentes, se pone de pie y empieza su pri- mera clase del día. Nada de formulismos pedantescos, nada de ostentaciones por lucir- se delante de sus oyentes, nada de discursos brillantes ni de oratoria ampulosa. Más bien parece una sencilla conversación entre el viejito canoso y cada uno de sus jóvenes amigos; al abrigo de esa intima confianza brotan, vivas y chispeantes, las interrogaciones y respuestas, quedando una elara y nitida comprensión del largo, pero interesante CULSO. (1) Conferencia dada en homenaje al extinto por el señor H. M. Levylier en la Escuela Normal de Profesores, el 15 de junio de 1918. 54 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ¡Qué pronto ha transcurrido la hora! Cinco minutos de descanso, bien cortos para beber una tacita de café y fumar otro cigarrillo, pero no por eso se pierde el contacto con los buenos amiguitos, que siguen rodeando a su maestro en el aula o en el gabinete de física. Otra vez toca la campana y con el profesor pasamos de integrales a termodinámica: su memoria, certera y siempre lista, casi sin esfuerzo, se abre en una dirección distinta. Nadie necesita recordarle siquiera en qué punto se ha detenido dos días antes. Dos horas más, y después de la mecánica racional, concluimos por fin con el álgebra. Así huyeron como un relámpago cuatro horas de clases, tarea casi abrumadora para cualquier profesor más jóven y robusto; y sin embargo, la sonrisa espiritual y bondadosa no ha abandonado los la- bios de Camilo Meyer. Sigue dispuesto para la réplica con sus colegas que se preparan a salir, discutiendo temas de educación o de guerra. Porque, fuera del aula, esta cuestión ocupa sus pensamientos ; sobre ella no admite discusión, y esa es la única materia que sería capaz de hacerle perder su magnífica serenidad. Con verle salir, parece que la querida atmósfera de la Escuela nor- mal hubiera despertado su vigor, pues aunque cansado, satisfecho como el muchacho que acaba de jugar con éxito una partida de foot- ball, toma el camino hacia su casa, donde aguardan su regreso con la acostumbrada devoción los seres queridos que viven por él y para él : su señora, su hijo. Sin embargo, no se ha concluído todavia el trabajo; sobre el es- critorio le esperan los libros recién comprados, latesis de un ex-alum- no, los periódicos científicos, los panfletos sobre la guerra, y hasta alguna novela histórica con que este infatigable hombre de ciencia suele, en medio de la ficción, amenizar sus graves pensamientos y des- cansar a ratos, dejando los elevados y profundos problemas que lo apasionan. Un paseo por el Jardín zoológico acorta la tarde; admirador y amante de las flores, goza de verlas resplandecer en el hermoso mat- co de Palermo; y es la estación del crisantemo, su flor predilecta. Habiendo cenado como de costumbre, algo cansado, se acostó tem- prano ese dia. Fué el último en que pudo Camilo Meyer seguir con su monástica vida de labor. No olvidarán aquel sábado los privilegiados que oyeron así sus últimos consejos. El jueves siguiente, 9 de mayo, Camilo Meyer había dejado de sufrir. ; Apenas si se ha amortiguado entre sus amigos y alumnos la pri- mera sensación de estupor que todos probaron al conocer la infausta CAMILO MEYER o) y tan inesperada nueva, y que se tradujo en el acto de los funerales por una elocuente y espontánea «lemostración de respeto y de cari- ño, cuyos sugerentes pormenores no necesito rememorar ahora. En aquel solemne momento, donde todos nuestros pensamientos se diri- gían hacia el sér querido que íbamos a acompañar hasta la última mo- rada, se me pidió que viniera aquí, en esta Escuela, llena todavía de su palabra, a hacer una síntesis de su obra. ¿Cómo hubiera podido rehusar el honor que tan espontánea y gentilmente se me hiciera? No reflexioné en el momento en lo arduo de aquella lisonjera misión, ni en mi exigua preparación para desarrollar ante los que recibían hasta hace poco sus más profundas enseñanzas, la obra única a la vez que dispersa, armónica a la par que complicada, que sólo un sér de potente y asidua voluntad, de tan admirables dotes mentales como Meyer, podía llevar a cabo. Me valdrá tal vez de disculpa el profundo afecto que nos unía y la reconocida dificultad del tema. Para estudiar la obra de este sabio modesto y relacionar una con otra sus variadas producciones, fruto de una larga y concentrada vida de labor, y que salieron a luz en un corto período de nueve años, conviene antes reseñar brevemente su vida. Camilo Meyer nació en la heróica ciudad de Verdún el 27 de mayo de 1854, de una familia de magistrados y literatos. Hizo sus estudios en el liceo de Nancy al lado del genial Henri Poincaré. Y si bien, no obstante sus brillantes cualidades y su laboriosidad, no llegaba ja- más a sobrepasar a su ilustre condiscípulo, le seguía de cerca: cada vez que Poincaré obtenía el primer puesto, nadie se atrevía a disputar a Meyer el segundo. Por lo demás, quedaron siempre muy amigos a despecho de la distancia. | Su íntimo deseo. hubiera sido ingresar en la Escuela politécnica; pe- ro fueron obstáculo su miopia y los anhelos de su familia, que quería verle magistrado o al menos abogado. Prosiguió, pues, sus estudios de derecho en la Facultad de Nancy, recibiéndose de doctor en leyes con clasificaciónes sobresalientes, a la vez que completaba su edu- cación matemática en la Facultad de ciencias, donde alcanzó los dos títulos de licenciado en ciencias matemáticas y físicas. La carrera de abogado, que había adoptado a pesar suyo, no le dió las satisfacciones esperadas, y un buen día del año 1895 se decidió a buscar en esta República, que suponía ser tierra prometida, la rea- lización de sus ensueños. -Imútil de insistir en los disgustos que pueden ofrecerse aquí a un profesor libre y extranjero, por grandes que sean sus méritos. Meyer 56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tuvo que pasar por todas las etapas penosas del principiante sin apo- yo, pero a fuerza de labor y de perseverancia, y a pesar del egoísmo de unos y de los celos de los demás, logró imponerse a la atención de la juventud estudiosa. Por fin, en 1909, la Facultad de ciencias exactas, físicas y natura- les entreabrióle las puertas y le concedió el permiso de dictar un curso libre de físico-matemática, que desarrollara en forma maravillosa du- rante cinco años, y que ha de quedar como un monumento de sólida investigación, de armónico diseño, de notable síntesis. Los que tuvieron el placer de oir al maestro dictando estos cursos tan complicados, pero preparados con clásica prolijidad, solamente por el camino recorrido podían sospechar sus dificultades; y sin embargo, estas conferencias Meyer las dictaba sin un solo apunte, valiéndose de una memoria maravillosa, adiestrada desde temprana edad a prestarle sin desfallecimiento su valioso concurso. Su breve actuación como profesor de matemáticas en la Escuela in- dustrial de la Nación, en 1910, fué interrumpida por una penosa neu- monia, y recién en 1914 se le dió una, luego varias cátedras, en esta casa, a la cual desde aquel entonces dedicó lo mejor, lo más noble, de su mente y de su corazón. La ciencia no bastaba a Meyer para llenar su modesta vida: natu- raleza esencialmente altruista, para él el amor a los suyos era una verdadera religión. Todos sus momentos de ocio los daba a la familia, de tal modo que se puede citar su hogar como modelo de vida sana y patriarcal. El cuidado de sus plantas y de sus flores era uno de sus pasatiempos predilectos y tocaba el violoncelo con sentimiento y gusto : si bien jamás se había dedicado a las virtuosidades, la música clásica no tenía más fiel amante. : CÓMO TRABAJABA MEYER Al estudiar la psicología de Henri Poincaré (1), a quien él cono- cía a fondo desde joven y para lo cual pudo valerse del notable estu- dio hecho por el doctor Toulouse, Meyer señala en forma muy suge- rente las características de aquel cerebro potente y excepcional. Pe- ro a mi modesto juicio, los rasgos de ambos condiscípulos son muy (1) Henri Poincaré, Conferencia dada en la Sociedad Científica Argentina el 1% de agosto de 1912. CAMILO MEYER 57 distintos. Mientras que Poincaré trabajaba paseándose, distraído en apariencia, sin tomar jamás apuntes, librándose en el momento de es- cribir a los impulsos de la folle du logis, vemos a Meyer siempre sen- tado en su sillón, frente a la mesa de trabajo, donde piensa largos ratos: cualquier ruido le molesta, necesita para la maduración de su pensamiento el silencio y la tranquilidad. Allí mismo preparaba a fondo y con extremo cuidado sus conferen- cias, detallando la exposición y desarrollando las fórmulas, como si fuera a dictarlas a sus alumnos. Al lado suyo, metódicamente colocadas, se hallaban las hojas de papel, siempre el mismo, en donde, con su letra clara, uniforme desde la primera página hasta la postrera, escribía con una velocidad asom- brosa y en francés, el texto definitivo: aseguraba que nuestro idioma materno, por su claridad, es el ideal para las deducciones matemáticas y filosóficas. Casi no hay correcciones en esos manuscritos; sin esfuerzo visible salía la frase correcta, clara y armoniosa. Las divisiones y subdivisio- nes : libros, capítulos, párrafos, forman cada uno un conjunto com- pleto en su esfera, y se siguen lógicamente. Para él parece haber es- crito Boileau los famosos versos : Oe que l'on concoit bien s'énonce clairement Et les mots pour le dire arrivent aisément. Aquel texto original era, para Meyer, la verdadera obra. Después la vertía libremente al castellano: no obstante, la perfecta corrección del estilo, lo castizo de la forma, en momento alguno dejan la impre- sión de que no brotara bajo este aspecto del cerebro de un argentino de alta cultura literaria. Meyer era metódico también para las horas de trabajo personal, que nunca pasaban de cuatro, pero eran cuatro horas que él sabía emplear entera y útilmente. Sin embargo, a la par de eso, los inevitables debe- res de su laboriosa profesión le robaban lo más precioso de su tiempo. Nunca hablaba ni escribía de cosas que no dominaba a fondo, detes- taba la charla inútil y siempre su dócil y fértil memoria evocaba en el instante lo necesario para la tarea. Así es que tenía el don de la réplica justa y oportuna. Sabía manejar también, pero con el tacto más perfecto, la ironía: arma temible en ciertas manos, en las suyas era sencillamente risueña y bondadosa. Poincaré, al hablar con el doctor Toulouse de su genio inventivo, 58 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA pretendía hallar en el automatismo o sea en la acción del yo subconscien- te el mérito de la solución de todos los problemas que se le presenta- ran. Demasiado modesto para hablar de sí mismo, aun en la mayor intimidad, Meyer no dejó entrever con claridad el método lógico que empleaba. No obstante, al estudiar la obra escrita por nuestro querido profe- sor encontramos un encadenamiento tan lógico, un desarrollo tan magistral de las ideas que expresaba en sus clases O Con sus pocos amigos privados, que no podemos en este caso creer en el automatis- mo de la facultad creadora. Él solía decir que, una vez poseído de la mentalidad matemática, fortificada por el continuo ejercicio, en su cerebro nacía forzosamente la visión clara de los problemas planteados en el curso de sus investi- gaciones personales, o sugeridos a su curiosidad por unos u otros; y que la solución requería solamente método, cuidado y paciencia. Hasta en los detalles más insignificantes de la vida de Meyer se no- ta el método; no era distraído como muchos sabios y su proverbial puntualidad de todos los momentos demostraba el perfecto dominio de sí mismo; virtud, por otra parte, que consideraba indispensable para el educador. | | La clasificación de su notable biblioteca, coleccionada a duras pe- nas y libro a libro, como todos sus trabajos, comprueban el papel im- portante que en su vida casi claustral desempeñaban dichos ele- mentos de estudio. LAS IDEAS FRANCESAS DE MEYER No solamente era Meyer francés de todo corazón, sino que mani- festaba con vigor su odio hacia los vencedores del 70. Esa guerra des- -preciable, sin embargo, si se comparan sus horrores con los de la conflagración actual, había dejado una herida nunca cicatrizada en su corazón de lorenés ; le encontró demasiado joven para que participa- ra en la lucha, pero bastante formado para templar en él un alma va- ronil y robustecer su mentalidad bien francesa. No obstante, su bi- blioteca, como sus conversaciones, demostraban claramente que sabía reconocer el genio doquiera hubiera nacido y dos de sus más notables memorias han sido dedicadas a D. Hilbert y a E. Mach. Una de estas memorias, la primera, la publicó precisamente para desvanecer críticas que se le habían hecho, de que desconociera el CAMILO MEYER 59 valor de los sabios alemanes y hasta de haberse burlado de uno de los más afamados de entre ellos. Al presentar la síntesis magistral de la obra del gran matemático David Hilbert (1), Meyer explica el alcance de sus trabajos geomébtri- cos y analíticos en forma tan interesante y tan clara que vuelve cu- riosas y atractivas, indagaciones de por sí tan profundas y arduas, que solamente entienden a fondo un número reducido de estudiosos. Y concluye su notable artículo acerca del sabio, quien por lo demás merece sus elogios por no haber firmado el famoso y humillante mani- fiesto de los 93, agradeciendo las dudas que se le expresara, puesto que «me proporcionaron, dice, la oportunidad de contribuir, dentro de mi pequeña esfera de acción, a la divulgación de la gloria cientí- fica, que, cual una aureola, rodea a uno de los sabios más prestigiosos de nuestra época ». La segunda memoria era destinada a hacer conocer entre nosotros la vida y obra de un notable filósofo y matemático austriaco, de ten- dencias pragmatistas, Ernesto Mach (2), recientemente fallecido en Viena, hombre modesto y perseverante «cuya vida entera, dice nuestro amigo, fué dedicada a la investigación y a la conquista de la verdad ». Empero, cuando se le brindaba la oportunidad, aun antes de la con- flagración actual, de demostrar la mala fe científica de uno de los ído- los de ultra Rin, el pobrecito no escapaba a la justa pena de verse confundido por la pluma irónica y cortante del literato francés. Alu- do al caso del ilustre profesor Wilhelm Ostwald (3), sabio cuyos libros La energía y La evolución de una ciencia, entre otros, monumentos universalmente admirados, fueron apreciados especialmente del punto de vista filosófico por Meyer. Sucedió que en 1912, Ostwald publicara un libro titulado Los grandes hombres, destinado sin duda a transformarle en auténtico prusiano, ya que, nacido en Riga, había estudiado y principiado su ca- rrera de profesor en Dorpat (Rusia). Como si se tratara de una demos- tración matemática, Ostwald clasificaba los países según el número de sabios pertenecientes a cuatro academias extranjeras; eran así, si se me permite la comparación, los «ases de la ciencia». Meyer hizo ver la falsedad del químico germano, quien, para la comodidad (1) La vida de David Hilbert, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, 1915. (2) Ernst Mach, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1916. (3) A propósito de un libro de Wilhelm Ostwald, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, enero de 1913. 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA del caso, miraba el imperio alemán como una reunión de pueblos diversos, reinos, ducados, ete., de modo que un sabio prusiano, miem- bro de la academia de Munich (Baviera) pudiera ser considerado como miembro extranjero de tal academia. Con ese sistema Ostwald, que creía haber demostrado lo colosal de la actividad científica alemana y la anulación de la supremacía intelectual francesa, comprobó sola- mente, como lo dijo Meyer, lo ingrato de «la desaparición en un sa- bio de la honestidad y buena fe científica ». Séame permitido agregar que el mismo Ostwald ya había perdido esa buena fe científica, al olvidar deliberadamente que Lavoisier era el verdadero padre de la química moderna. Meyer, pues, a pesar de su odio contra el militarismo teutón, no era exclusivista, ni se persuadió de la ausencia de sabios fuera de su pro- pia patria. Basta conocer el magnífico monumento que ha elevado a la gloria de Clerk Maxwell, de Hertz, de Hendrich Lorentz, de lord Rayleigh, de Planek y de Einstein : quiero decir su grandioso curso de fisico- matemática. Igual admiración tuvo por la nueva escuela italiana de Vito Volterra y Federico Enriques, y consideraba como un genial inventor al norteamericano William Gibbs. Podríamos resumir sus ideas diciendo: la ciencia no tiene patria; pero ciertos sabios, al rebajarse al parcialismo patriotero, desmerecen del alto puesto de honor que puedan haber conquistado por su profi- cua labor científica. EL PENSADOR Los que han conocido bien al maestro saben lo poco que era adicto a hablar de religión o de mera filosofía sentimental. Sin embargo, de sus conversaciones como de sus escritos podemos deducir que, aparta- do de los ritos de la religión, ante todo era libre pensador en la más amplia extensión de la palabra. Poco se preocupaba de los eternos problemas de la creación y de la finalidad de nuestra ínfima humani- dad, misterios que nuestra mente, en su opinión, es incapaz de com- prender. «No podemos entender, decía (1), sino lo finito, y no pode- mos contemplar sino la extensión que es infinita. » Por otra parte su escrupulosidad científica no le permitía creer en (1) Las teorías físicas y los límites del conocimiento, en Anales de la Sociedad Cien- tífica Argentina, 1915. CAMILO MEYER 61 algún dogma revelado. Su religión íntima era la bondad; su aspira- ción, la busca de la verdad. ¿ Cuántas veces no hemos admirado jun- tos los elevados pensamientos del gran psicólogo Maeterlink, y no nos hemos maravillado ante los nobles capítulos de La Muerte? Y con todo, Meyer deja una obra filosófica importantísima, que for- ma uno de los aspectos más sobresalientes de su mente enciclopédi- ca; él solía decir que la filosofía es la finalidad de todos nuestros cono- cimientos, y que después de haber estudiado una rama de la ciencia, el sabio debía, necesariamente, llegar a proseguir con la filosofía. Por lo que constituye toda la anticuada y retórica filosofía, imagi- nativa e intuitiva, sin base real, llena de prejuicios y de formulismo hueco, no podía convenir a su cerebro templado en la sana y rígida disciplina matemática, y que no podía aceptar un postulado sin ase- gurarse de su necesidad y de la imposibilidad de su demostración. Señalaba, por lo demás, que tal clase de filosofía escolástica iba des- apareciendo, mientras los más conspicuos filósofos modernos habían sentido la necesidad, graduándose en ciencias exactas, de penetrar a fondo en los arcanos de las matemáticas puras, sin cuyo conocimiento perfecto no es permitido abordar Jos arduos y rigurosos problemas planteados hoy día. En los siglos XVII y XVI los más grandes filósofos, Descartes, Leibniz, Kant, fueron a la vez prestigiosos genios científicos ; parece algo como una marcha regresiva, el afectado desdén con que muchos pensadores de la primera parte del siglo XIX, sabios unicelulares, sal- vo algunas notables excepciones, como Augusto Comte, se aparta- ron del dominio matemático, llegando hasta anunciar la supuesta bancarrota de la ciencia. LA OBRA ENCICLOPÉDICA «SI un día, dijo Meyer, se pudiese llegar a dividir a los intelectuales en dos legiones, la una formada con literatos, y la otra con sabios, aparecerían dos castas selectas de semihombres que no podrían enten- derse ni comprender al mundo en que vivirían ». Siempre «debe el profesor saber mucho más de lo que tiene que enseñar» (1). Los hechos demuestran la profunda verdad que encierra la opinión (1) Las matemáticas en la enseñanza, en Revista del Centro estudiantes de ingenie- ría, agosto, 1913. 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de Meyer : excepcionalmente dotado, él pudo desempeñar el profe- sorado, sacerdocio tan mal retribuído, en la forma brillante que hemos todos admirado; pero fué merced a la universalidad de sus conoci- mientos, cuanto que al cariño que le dedicaba. Siempre lo anima el vehemente anhelo de difundir el culto del sa- ber; pero enciclopedista ante todo, su mentalidad abarca” las distin- tas ramas de la ciencia, quedando no obstante, una e indivisible como ella : en efecto, es considerando a Meyer en su carácter de profesor que se revela la unidad de pensamiento que encubre la eran variedad de su compleja obra. Múltiples fueron las formas de su actividad mental: en cursos, en conferencias, en libros y en revistas, la desparramó, pero siempre como distintas manifestaciones de una sola realidad (1). Meyer reconocía sin embargo que uno solo ya no puede abarcar todo: «la especialización perfeccionada hasta la exageración resulta ley inexorable del progreso»; pero su poderosa facilidad de asimi- lación, modestamente ocultada, hacía de él una notable excepción. Aconsejaba, para remediar aquella deficiencia, la organización de la colaboración científica, y no faltaron ocasiones en que, agregan- do la acción proficua a la lección no siempre bien recogida, demos- tró el poder alcanzado por la desinteresada unión de ideas entre los sabios. Uno y multiforme su genio, una y multiforme fué desde luego su obra, y esto es lo que hace sumamente difícil llegar a una clasificación racional de la misma. Por ejemplo, debemos notar que Meyer casi nunca ha tratado un punto de matemáticas con este solo fin. Ni aun los graves problemas de la filosofía, tan magistralmente desarrollados, pueden desprenderse de los demás. Todo en su obra se encadena lógicamente, a base de la unidad de mira de la enseñanza. Cada memoria, como cada curso, explica los anteriores y prepara los que siguen. ¿ Oómo dividir lo que de por sí es indivisible, crear fronteras don- de nunca las hubo, descomponer artificialmente lo que debe gran par- te dle su mérito a la unidad ? Sin embargo, y como no hay otro remedio, emplearemos una ima- gen familiar que nuestro gran amigo había sacado del ilustre Maxwell: dispondremos del famoso demonio de sentidos sútiles, capaz de di- (1) La ciencia y las ciencias, en Renovación, mayo, 1916. CAMILO MEYER 63 sociar la obra y trataremos de presentar sucesivamente las facetas siempre brillantes de aquel diamante desvanecido demasiado pronto. Dividiremos, pues, arbitrariamente su obra, por la mayor afinidad, en trabajos matemáticos, matemático-físicos, físico-químicos, astronó- micos, históricos, filosóficos y de educación. OBRAS MATEMÁTICAS No debemos olvidar que si Meyer ha sido un gran matemático, su concepto fundamental y constante fué de ligar las ciencias una con otra. Hacer cálculos por mero gusto, lo consideraba como prueba de pedantería, y juzgaba de los méritos de los matemáticos por los ade- lantos que habían ocasionado en las otras ramas de la filosofía natu- ral. Física, química, mecánica, astronomía no se pudieron desarrollar sin la poderosa ayuda del análisis. Por esta razón se encuentra su obra matemática tan dividida, y el sello particular de toda su carrera científica proviene de la perfecta e íntima adaptación de todo cuanto su vigoroso cerebro había retenido de la ciencia antigua y moderna. Las pocas memorias exclusivamente matemáticas de Meyer son las que brevemente voy a reseñar. En un artículo titulado Contribución al estudio de los invariantes de las funciones enteras (1), examina una aplicación de la teoría de las determinantes para la integración de una ecuación diferencial puesta bajo forma de determinante. Tiene los rasgos de elaridad y sencillez más característicos en un tema tan arduo, cuya solución es atrayen- te y elegante. Sin embargo, de muchísima mayor importancia resultan sus dos me- morias sobre la función potencial en el hiperespacio (2). El valor de la noción del potencial newtoniano había sido objeto por parte de Meyer de un estudio brillante en el curso de físico- matemática; allí agregó a los conceptos de Poincaré y con su matiz particular, vistazos muy ori- ginales. Por otro lado, el empleo de las ecuaciones de Lagrange, hoy día muy difundido en todas las ramas de la mecánica y de la física molecular, con la notación de numerosos parámetros que desempeñan (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 123, septiembre, 1912. (2) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 141, mayo de 1914; Re- vista de matemáticas, 1916. 64 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA el papel de verdaderas coordenadas, transforman nuestro espacio co- mún en hiperespacio. Ahí se encuentran también campos de fuerza, y admitiendo el principio de conservación de la energía, una función potencial. ¿ Gozará este potencial de propiedades análogas a las que reconocemos en el potencial newtoniano? Creo, como dice Meyer en su introducción, que dichas memorias re- sultarán de real interés para nuestros jóvenes diplomados que no se resolvieran a cerrar los libros el día que señaló para ellos el fin de los estudios. No solamente para ellos debió de ser útil el magnífico trabajo del eran profesor, pero es de lamentar que bien pocos hayan podido apreciar los méritos de sus trabajos y se hallen en condiciones de aprovecharlos y recoger de esos tesoros científicos las consecuencias que su autor tenía el derecho de vislumbrar. En verdad, faltó a Meyer un ambiente científico europeo. El común desconocimiento del castellano fuera de España, sin duda por la es casez de obras originales en ese idioma, ha, desgraciadamente, dismi- nuído las probabilidades de que esa sabia obra, en el caso que alcan- zara manos interesadas, fuese leída con la facilidad necesaria en cues- tiones tan elevadas. Con un estudio sobre trigonometría racional (1) nos salimos un poco, a pesar del título, de las obras verdaderamente matemáticas. Casi se debiera de colocar esta memoria entre las filosóficas : veamos por qué. No cabe duda de que la trigonometría, como la geometría, es ciencia inductiva y experimental, y que carece del carácter deductivo del álgebra y del análisis. Considerarla, pues, con absoluta independencia de su significado real físico, de los conceptos de recta, ángulo y arco, y atribuir a las funciones trigonométricas definiciones analíticas sin relación alguna con la geometría, es hacer un estudio matemá- tico tan interesante como cualquier otro desarrollo de fórmulas, pero sin ningún fin práctico; es sólo una virtuosidad que demuestra la claridad del pensamiento de su autor, un simple ejercicio para probar el dominio del tema. Con reducir a un formulismo de esta naturaleza la obra magistral de Hilbert, considerando de capital importancia el papel que en el desarrollo de la geometría atribuye este sabio a su forma exclusiva- mente racional, han mostrado ciertos apasionados admiradores de la ciencia teutona «en block» su falta de criterio, y es lo que, con su (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 156, 1915. CAMILO MEYER 65 fina ironía, dejó sentado nuestro querido profesor; haciendo, desde luego, más bien obra filosófica que algebraica. FÍSICO-MATEMÁTICA Abarca en esta rama el sabio profesor Meyer todas las teorías que relacionan la física experimental con las ciencias exactas, y no es solamente por el conjunto voluminoso de sus memorias sino tambien por sus Cursos, que queda atestiguada su prodigiosa actividad. ¿ Qué valor tienen hoy día para sus ex alumnos los apuntes que han sacado de los cursos de física, y que puestos en orden merecerían ser publicados ? Estudiar parte por parte lo que escribió sobre temas tan fértiles y tan novedosos para la mayoría de nosotros sería largo e ingrato; qui- zá encontremos la síntesis más profunda de su pensamiento en un articulito de apenas ocho páginas, de apariencia muy modesta, publi- cado en 1910 en la Revista del Centro estudiantes de ingeniería, y titulado Las analogías en física (1). Allí Meyer trata de hacer resaltar la importancia de las analogías, pero no de aquellas analogías groseras que provienen de nuestras sensaciones, sino de las que, provocadas por la intuición, llegan hasta la generalización, representando un sistema de raciocinio de por sí «lifícil y, si no tiene base sólida, a menudo peligroso. A título de ejemplo, muestra qué fecundo alcance tiene el análisis matemático y especialmente la ecuación de Laplace, para relacionar entre sí fenó- menos físicos, como ser : problemas del calor, de la electrostática, de la óptica física, de la viscosidad, elasticidad, hidrodinámica y astrono- mía, que, disfrutando de muchas propiedades comunes, cuya principal consiste, sin embargo, en su difícil resolución, son a primera vista tan distintos. Explica así cómo hay que mirar las matemáticas : son un precioso instrumento de trabajo, un magnífico procedimiento logístico que fa- cilitando los estudios de las demás ciencias experimentales por su esencia, alcanza a sujetar las leyes empíricas en el severo marco de la (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 95, página 57 y siguien- tes. Los directores de esta revista supieron, desde su primera colaboración, re- conocer el genio de su gran colaborador, quien siempre encontró allí la justa «consideración y el más sincero cariño. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 5 66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA intuición. < El sabio, pues, concluye, no debe despreciar ni el análisis ni la experiencia. » Me contentaré con señalar los puntos de mayor resonancia, y que el profesor consideraba sin duda como la clave de los conocimientos que tan pacientemente y con tanta abnegación divulgaba. Entre ellos debemos citar, ante todo, dos grupos muy fecundos pero asaz distintos y hasta reñidos a veces uno con otro; el primero, derivado de los conceptos mecánicos, es la teoría del potencial; el otro, basado en las leyes estadísticas, es la teoría cinética de los gases. No olvidemos que nuestro sabio nunca ha descuidado la parte di- dáctica y siempre ha querido poner a sus lectores en condiciones de comprender claramente el desarrollo de sus variados estudios. A ese fin responde la publicación de un artículo sobre Las ecuacio- nes de Lagrange y las de Hamilton (1), que son fundamento necesario para todo lo sucesivo. Entre los temas relacionados con el primer grupo, a más de los numerosos estudios ya señalados, y de que nos ocuparemos a propó- sito del curso libre de la Facultad, debemos dar preferente atención a dos notables memorias. La importancia del trabajo titulado El equilibrio eléctrico sobre un conductor y el principio de Dirichlet (2) no debe considerarse desde el punto de vista utilitario, sino por los principios, por la verdad cien- tífica. Se sabe que el principio de Dirichlet debe su nombre al sabio francés que lo enunció, sin llegar, no obstante sus esfuerzos, a demos- trarlo. Riemann y luego Neumann lograron hallar una explicación ; pero faltábale el rigor que hoy día se exige en mecánica y en electri- cidad, para conceptos tan generales y fundamentales. El problema, que consiste en comprobar que el equilibrio eléctrico en la superficie de un conductor aislado es siempre posible, quedó. resuelto por Meyer, quien con su acostumbrada maestría, utilizó al efecto el método elegante y original que Poincaré ideó y llamó de barrida. Bastará decir que el método es a todas luces absolutamente riguroso y claro. El estudio teórico del frotamiento (3), es aún más digno de nuestra admiración, porque representa una teoría completamente novedosa, del mayor interés, y que por sí sola hace a nuestro excelente profesor (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 136, septiembre, 1913. (2) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 158, 1915. (3) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, números 162, 163 y 164, 1916. CAMILO MEYER 67 acreedor a un puesto brillante en la falange de los grandes sabios que hacen honor a su patria y al país donde han vivido. En general, el frotamiento, salvo las pocas páginas casi elementales que todos los autores le dedican, no ha sido estudiado detenidamente, y es tanto más extraño cuanto que la mecánica racional se dedica exclusivamente a los sistemas materiales supuestos privados de fro- tamiento. Empero, ¿es lógico condenar al ingeniero a valerse solamente de fórmulas empíricas y de tablas de coeficientes numéricos, ya que se le hace estudiar con tanta dedicación la mecánica racional y la elasti- cidad, para las cuales existen excelentes formularios ? La introducción del frotamiento en las ecuaciones de la mecánica se puede realizar, sino sencillamente, como lo asegura Meyer, por lo menos, con bastante acierto para que resulte provechoso y valioso a. ciertas clases de cuerpos : hilos y membranas inextensibles y fluídos incomprensibles. Para los demás, reconoce el autor la dificultad de la tarea. Aun reducido a estas proposiciones, el frotamiento, todavía igno- rado fuera del empirismo, tiene pues su teoría al lado de la elastici- dad y de la viscosidad. En toda la obra de Meyer vemos la profunda impresión que dejaron en su cerebro las hipótesis de la estadística, sobre cuyo valor cientí- fico y filosófico quiso sin embargo llamar especialmente la atención de los estudiosos para señalarles sus ventajas y sus peligros: ese es el objeto de la memoria La estadística y la termodinámica. ¿Son apli- cables las ecuaciones diferenciales, ya que los fenómenos no son con- tinuos, ya que los saltus naturae, han sido plenamente comprobados ? Para Meyer, ni siquiera conviene plantear el problema en la ense- ñanza secundaria, quizás tampoco en la superior, puesto que así se infundiría en la mente de jóvenes mal preparados, matemática y filo- : sóficamente, dudas sobre lo riguroso de las demostraciones clásicas, máxime que hoy día las diferencias perceptibles llegan solamente a serlo cuando las velocidades se aproximan a la de la luz. No obstante, reconoce que para el estudioso, y más todavía para el futuro profesor, es indispensable que nada ignore de los conceptos más modernos y que sepa mucho más que el más adelantado de sus alumnos. Me permitirán mis oyentes una muy temible pregunta. ¿Es siem- pre así, en esta república, en donde no hay todavía profesorado consti tuído, en donde casi todos tenemos, para vivir, que valernos de recur- 68 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sos fuera de la misma enseñanza, y en donde la mayoría son tan ata- reados que no les queda tiempo para sus trabajos personales? Una anécdota algo risueña demostrará que, si Meyer era por natu- raleza pacífico, no permitía sin embargo que. se burlaran de su saber. Por un estudio titulado Las leyes de la caída de los cuerpos y la gravi- tación universal (1) respondió en la Revista del Centro estudiantes de ingeniería a una pregunta que se le había hecho con respecto a la ley que en todos los libros elementales de física enuncia que en la superficie de la tierra y en el vacío todos los cuerpos caen con la mis- ma velocidad. Es cosa sabida desde tiempo inmemorial que esta ley es puramente aproximada, pero con un error tan pequeño que, en la práctica, se puede despreciarlo. Un ingeniero había pretendido resolver el problema por tanteos arit- méticos; Meyer le demostró por la elegante solución de una ecuación diferencial, que se había equivocado, pero en lugar de dejar al asun- to su faz científica, aquél promovió una polémica, injuriando al pro- fesor, poco acostumbrado a peleas de tal índole. Felizmente los hechos hablaban y Meyer pudo despreciar al pretensioso que no había sabi- do respetar ni al sabio ni al anciano. CURSO LIBRE DE FÍSICO-MATEMÁTICA Seis gruesos volúmenes manuscritos en francés representan el úni- co vestigio del maravilloso esfuerzo desarrollado por Meyer, prinei- palmente en la Facultad de ciencias exactas, físicas y naturales de Buenos Aires de 1909 a 1914. De esa obra sólo la última parte fué publicada por la Sociedad Científica Argentina, cuando el maestro, algo cansado, resolvió suspender su curso en la Facultad; reservaré para ella un capítulo aparte, puesto que constituye en sí un cielo algo independiente. - El examen detallado de este curso magistral, conocido tan sólo por los pocos que han tenido la suerte de escucharlo, se confundiría más o menos con el programa que anualmente publicaba el sabio para permitir asus oyentes de seguir con más facilidad el desenvolvimiento de la materia y el proceso lógico de que desde el principio nunca se apartaba. La Introducción al primer curso forma un conjunto de alto inte- rés didáctico y filosófico, a la vez que literario. « Las ciencias físicas, - (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 189. CAMILO MEYER 69 principia diciendo Meyer, son y deben ser fundadas exclusivamente sobre la experiencia; ella sola puede enseñarnos algo de nuevo y proveernos de una certidumbre. » ¿Cuál puede ser entonces el objeto de la físico-matemática ? El fenómeno experimental, siempre complejo, está constituído por un gran número de fenómenos elementales que varían en el tiem- po y en el espacio. La imperfección de nuestros métodos de observa- ción, la superposición en el tiempo y en el espacio de una multitud de cireunstancias ajenas al propósito del experimentador, hacen que casi siempre el hecho experimental escape a la observación directa. Pero el fenómeno observable es muy a menudo el resultado de la combinación, no de hechos elementales arbitrarios, sino de un sin- número de hechos todos semejantes entre sí, y que obedecen a una misma ley. - Deahí que sea lógico y necesario tratar la física por medio de ecuaciones diferenciales, cuya integración debe darnos una idea más o menos aproximada de los fenómenos directamente observables. Repetidas verificaciones de un mismo resultado permiten enunciar la ley, merced al principio de generalización. «Mas dichas leyes son siempre sujetasta revisión, y nadie puede asegurar que algún día otras experiencias más perfectas no vengan a contradecirlas. » La idea a priori innata, de la sencillez de las leyes físicas, conside- rada antaño como dogma científico fundamental, y gracias a la cual se establecieron las primeras grandes leyes físicas, a pesar de lo im- perfecto de la experimentación en aquel entonces, ha dejado desde mucho de tener la misma importancia. En efecto, si en cada fenómeno hay que contar con todas las acciones del universo, ¿cómo podría suceder que relaciones en las cuales intervienen tantos factores di- versos puedan quedar simples ? Meyer insiste luego sobre la utilidad y el peligro de las hipótesis en físico matemática. Hay hipótesis que tiene por necesarias, y otras que llama indiferentes. Para todos los estudios desarrollados, mani- fiesta, por ejemplo, que la continuidad o la discontinuidad de los efectos llegan a resultados análogos; la única diferencia reside en la menor o mayor complicación en las operaciones analíticas. La hi- pótesis de continuidad, que permite aplicar de inmediato las ecuacio- nes diferenciales, aunque indiferente del punto de vista de la verdad objetiva, facilita mucho, sin embargo, la tarea de la exposición. ¿Hay o no interés en tomar cartas en la controversia sobre los 70 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA conceptos en lo que atañe a la constitución de la materia? Parece que no. En efecto, las verdaderas relaciones que existen entre objetos rea- les son y quedarán siendo la única realidad que podamos alcanzar. Basta que existan las mismas relaciones entre dichos objetos reales como entre las imágenes con que nuestra imperfección nos obliga a substituitrlos. Pues si la tendencia moderna se aleja de la teoría de las fuerzas centrales, es porque el sabio ha llegado a ser más prudente, más cir- cunspecto y se mantiene más cerca de la observación. La mentalidad científica nos ha enseñado a reconocer las analogías verdaderas; una palabra mal elegida, como calor, ha podido durante un siglo retardar los progresos de la ciencia; mientras tanto, un con- cepto feliz como flujo de fuerza, derivado de la ecuación de Laplace y generalizado hoy en todas las ramas de la física, permite señalar ana- logías valiosísimas entre fenómenos que físicamente no parecían tener relaciones mutuas. Después de dejar explicada así la finalidad de la físico-matemática, nota Meyer que con la palabra «física» se comprende en los textos de enseñanza secundaría a numerosas materias, en gran parte desglo- sadas ya en la enseñanza superior, y que son allí el objeto de cursos separados tales como: termodinámica, hidráulica e hidrodinámica, elasticidad, teoría cinética de los gases. Así reducida la física, resalta de inmediato el papel de primer Or- den que desempeñan en ella la electricidad y el magnetismo. Son jus- tamente estas partes que Meyer se propone estudiar. Al examinar un fenómeno natural, la imperfección de nuestros sen- tidos para el mundo exterior nos explica cómo no podamos crear imágenes en perfecta conformidad con la realidad. Tratándose de la electricidad o del magnetismo, este defecto humano es aún más ma- nifiesto, puesto que nuestros sentidos son allí casi completamente in- sensibles o nulos. La rigurosa y poderosa lógica del análisis matemático ha permitido sacar de algunas experiencias bien utilizadas, de ciertas mediciones tomadas con acierto, un notable conjunto de inesperadas deducciones. Poincaré solía decir, en contra de la idea corriente, que mejor cono- cemos la electricidad que el agua. Antes de entrar de veras en el estudio histórico de la electricidad, Meyer comprendió la conveniencia de colocar a su público en las con- diciones requeridas para entender las teorías que iba a desarrollar CAMILO MEYER 71 con tanta maestría; en vista de la complicación de los conceptos ma- temáticos, eligió un tema fácil de tratar con detención y susceptible de preparar las mentes para otros más complicados, cual es el estu- dio de la cuerda vibrante, que se resuelve por la integración de una ecuación diferencial de segundo orden : Por los varios métodos que utiliza y que luego encontrarán su apli- cación, familiariza al oyente con los sistemas de integración; a la vez que por las condiciones del problema puede pasar de la solución ge- neral teórica a casos físicos coneretos, introduciendo ciertas condi- ciones para las constantes de integración. El equilibrio de temperatura en los cuerpos sólidos, las superficies isotermas, el aforo de los líquidos por tubos capilares y el movimien- to vibratorio de las membranas, le dan margen para ensanchar estas primeras nociones y mostrar la flexibilidad del método analítico, a la vez que la exactitud de sus resultados. Y puede decirse que con el examen de los pequeños movimientos en un medio eléctrico que, por lo demás, admite varias demostraciones propias de nuestro matemático, entramos en el verdadero preámbulo de la electricidad. Aquí, por vez primera, nos hallamos con la hipóte- sis newtoniana de las fuerzas centrales, y la noción ¡de la función de fuerzas, cuyo papel es decisivo en el estudio de las teorías llamadas clásicas. El segundo semestre del primer año fué dedicado por Meyer a la teo- ría del potencial newtoniano. Examina sucesivamente el potencial en un punto exterior y luego en un punto interior a las masas activas, pasando después al potencial de una superficie o línea atractiva en un punto situado a una distancia muy pequeña de las mismas. De por sí, dichas teorías no son nuevas y han sido objeto de un sinnúmero de indagaciones; pero lo que aquí atrae es la claridad de la exposición, la interesante hilación entre los temas, la elección de las soluciones más elegantes. Un punto de capital importancia en físico- matemática es la fun- ción de Green; nos lleva al estudio de las capas dobles y capas sim- ples, las que a su vez nos conducen al principio de Dirichlet demos- trado por el famoso procedimiento de la barrida inventado por Henri Poincaré. Este tema era, por otra parte, uno de los predilectos de Meyer, 72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA quién lo consideraba tan importante que le había dedicado en 1910 un artículo en la Revista del Oentro estudiantes de ingeniería (1) y ampliándolo en forma personal muy notable, volvió sobre el mismo en otra obra que analizaremos más adelante (2). Así llegamos al segundo año del curso con la teoría de la Electri- cidad en la hipótesis clásica de los dos flúidos de Coulomb y las corrien- tes abiertas de Ampere. Según el constante método de Meyer, el curso va nuevamente pre- cedido de una valiosa introducción con que demuestra el método ló- gico seguido y adelanta los grandes lineamientos de la tarea a em- prender; en el curso de 1910, el conferenciante con aquel preámbulo descorre el velo que ocultara la unidad de miras de Coulomb y Ampere, de Maxwell, Hertz y H. Lorentz. En la base del estudio de la teoría clásica encontramos forzosamente las aplicaciones de la ecuación de Laplace, las del principio de Diri- chlet y las de la función de Green, a la electrostática y al magnetismo. Entramos luego de lleno en el estudio de la electrostática, lel mag- netismo y de la electrodinámica clásicos. Señalemos ante todo el muy atrayente capítulo reservado a las coordenadas curvilíneas y sus aplicaciones a la resolución de ciertos problemas de electrostática. Aun cuando sobre los varios puntos de esta teoría se haya escrito numerosas obras, dudamos que ellas presenten un carácter sintético tan acabado, y sean una adaptación tan clara de los conceptos modernos, a principios que generalmente aparecen sin coordinación verdadera. En 1911 concluye Meyer con una parte de la electrodinámica que no cabía en el curso anterior. Notaremos especialmente la manera muy personal, curiosa, como estudia las corrientes permanentes en los conductores de forma cualquiera, aplicándola luego a placas pla- nas y a placas curvas. La segunda parte del año 1911 la dedica a la teoría de la capilari- dad, que encuentra aquí, aunque no lo parezca a primera vista, su ubicación lógica como aplicación del potencial newtoniano. Con el año 1912 entramos en el examen de los conceptos de Clerk Maxwell, y quien ha leído la obra genial de este pensador tantas ve- ces inconsecuente consigo mismo, puede adivinar la tarea gigantesca (1) Las analogías en física, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, pági- na 57, 1917. (2) Equilibrio eléctrico sobre un conductor y el principio de Dirichlet, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, página 158, 1915. CAMILO MEYER 713 que significa el ordenar dichos conceptos y presentarlos en una forma lógica y comprensible. Meyer prineipia, pues, con la idea fundamental de Maxwell : la teo- ría del fúido único; insistiendo sobre el valor indiferente de aquella hipótesis, tan cómoda para el estudio matemático de los fenómenos. Él fué quién imaginó las dos clases de corrientes de conducción y de desplazamiento, que tanto aclaran las acciones electrodinámicas. La teoría electromagnética de la luz hace el objeto de la segunda parte del curso, pero previamente Meyer enseña la teoría óptica de Fresnel, la propagación de las ondas planas, la polarización rotativa, la dispersión y la doble refracción. Después sigue con el estudio de la propagación de una perturbación magnética en un dieléctrico, cuyas ecuaciones nos darán la clave de los fenómenos explicados antes por Fresnel, introduciendo el concep- to nuevo de presión de la radiación ; y concluye señalando las fallas de la teoría de Maxwell en los fenómenos de polarización rotativa magnética. El año 1913 es dedicado al maravilloso sabio Hertz, muerto des- eraciadamente demasiado joven, pero cuya obra casi revolucionaria ha llevado a resultados tan desconcertantes. Después de haber anali- zado esta teoría, Meyer examina la de lord Kelvin y luego la de Hen- ri Poincaré, analizando especialmente la que se refiere al resonador. Con el curso del año 1914, el único al cual me cupo el honor de poder asistir, termina el cielo eléctrico dictado en la Facultad. Una breve reseña sobre los corpúsculos eléctricos y la teoría de Hendrich A. Lorentz sería sin interés, pues es imposible presentar esta teoría en una forma accesible a la inteligencia, sin recurrir a las más compli- cadas fórmulas que sirven de desarrollo a las hipótesis. En aquellas conferencias, siempre dispuesto a facilitar a sus oyen- tes aclaraciones sobre el objeto del curso, el maestro demostró en ca- da momento su amplio dominio de la materia, hasta en los mínimos detalles, y pudimos los pocos fieles que seguíamos con todo empeño el desenvolvimiento de las teorías de Lorentz, darnos cuenta cabal del valor didáctico y científico de su método. LA RADIACIÓN Y LA TEORÍA DE LOS QUANTA Meyer pensaba concluir su curso de 1916 con la teoría de los (Quanta, pero su salud algo quebrantada le impidió satisfacer nues- 74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tros deseos. Es así que, solicitado por la Sociedad Científica Argen- tina, se decidió a publicar sus trabajos en los Anales, modificando, o mejor dicho, ampliando lo que habría sido su curso para formar un conjunto completo y examinar la teoría desde sus orígenes. Prescindiendo de un análisis completo de esta obra de larga sínte- sis, podemos preguntarnos cuál es la finalidad de estas nuevas teorias, tan complicadas y tan en contradicción con nuestras ideas más arrai- gadas — natura non fecit saltus — y qué interés hay en trastornar nuestros conocimientos de mecánica. Para llegar a conocer la constitución de la materia, los sabios han utilizado a los gases que, en cuanto a constitución molecular, son más sencillos y uniformes que los sólidos. El estudio de las condicio- nes dle emisión y de absorción por los cuerpos gaseosos podría quizás illustrarnos sobre el mecanismo mediante el cual se verifican las re- laciones entre la molécula del éter y el átomo material. Dichos tra- bajos tienen como base las leyes de la probabilidad y la estadística. Después de haber examinado la teoría de Planck, pareciera que no existe ya materia ni masa; apenas se sabe si hay éter, si él se mueve o si está en reposo. Los trabajos de Lindemann, de Nernst y en fin, de P. Debye, si bien llegan a despejar algunos problemas no resuel- tos antes, tornan la obra todavía más complicada. En cambio la obra de Meyer es para los estudiosos que no vacilan en abordar temas al- go arduos, un libro valiosísimo y para aquellos que no quieren seguirle hasta las cimas, repetiremos con el maestro la frase espiritual de Poin- caré : «mientras los automóviles no caminen a velocidades muy veci- nas de la luz, no hay peligro que las leyes clásicas de la mecánica dejen de tener valor en la vida práctica ». Nos quedará, a nosotros profesores, por mucho tiempo todavía, el deber de enseñar las viejas teorías sin incurrir en errores, y no será bueno suscitar dudas sobre la solidez de nuestros raciocinios, desprestigiando tal vez la fe que nuestros alumnos tienen todavía en la ciencia que, tras tan largos esfuerzos, constituyeron nuestros an- tepasados. Concluída su obra magna, todavía preocupaban al gran matemá- tico todas las consecuencias posibles de los geniales trabajos de H. Lorentz. Así fué que uno de sus postreros trabajos de físico-matemá- tico lo haya dedicado a la conductibilidad eléctrica y la conductibilidad térmica de los metales (1) de acuerdo con las teorías electrónicas de (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 181, 1917. U CAMILO MEYER ve xa la materia: fué un complemento a su curso, establecido, como siem- pre, en forma de síntesis histórica ; allí Meyer examina sucesivamen- te las ideas emitidas por la escuela inglesa (J. J. Thomson), luego por la escuela alemana (Drude), para llegar a resumir al respecto los fundamentos de la teoría de los corpúsculos y su aplicación a la so- lución del problema objeto de esa memoria; con notable claridad explica las ventajas de las primeras hipótesis del gran sabio holan- dés, y concluye por aclarar las modificaciones que tuvo necesidad de introducir en ella, para explicar ciertos hechos experimentales en «liscordancia con la teoría primitiva, especialmente el fenómeno de EM FÍSICO-QUÍMICA En esta rama científica ha sido inmensa, y tan eficaz, la obra de Meyer que el joven y malogrado profesor de la Sorbona, Marcelin, la calificaba con justicia de notables estudios (travaux remarqua- bles). Varias memorias igualmente importantes revelan la amplitud de las dotes creadoras del sabio casi ignorado por la ciencia oficial o que así se califica. En efecto, para que en una sola y memorable oca- sión saliera a luz su modesta personalidad, se necesitó que el más brillante de sus discípulos, el doctor Horacio Damianovich (1), en un trabajo que presentó a la Academia de ciencias exactas, físicas y naturales, con la notoria espontaneidad de sus justificados sentimien- tos de admiración hacia el querido profesor y colaborador, hiciera ver la importancia de su memoria sobre las derivadas segundas con respecto al tiempo en la cinética química y los falsos equilibrios (2). En dicha memoria, saliendo del concepto cinético de Bolzmann, Meyer introduce la idea de un dominio sensible uniformemente dis- tribuído alrededor del átomo, a partir del cual la repulsión entre los átomos a cierta distancia se convierte bruscamente en una atracción; por el cálculo de las probabilidades llega a una expresión exponencial análoga a la de Marcelin, e independientemente de éste. Las mismas ideas sobre la estadística, derivadas del cálculo de . (1) Horacio DAMIANOVICH, La termodinámica clásica y los nuevos problemas de la dinámica química, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1917. (2) Anales de la Sociedad Científica Argentina, marzo y abril de 1914. 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA las probabilidades lo llevaron también a estudiar los Calores ató- miCOS. Una de las aplicaciones más interesantes dela teoría de los quanta ha sido la de su generalización a los calores específicos, ideada por Einstein y perfeccionada por Nernst y Lindemann. Me referí en otra oportunidad a la fórmula empírica hallada por Nernst para ob- tener la energía de un cuerpo a muy baja temperatura, fórmula que si bien parecía satisfacer todas las exigencias de los experimentos, era sin embargo muy criticable, por carecer de fundamento teórico sólido. Para este notable problema, no resuelto a pesar de que numerosos sabios se hubieran ocupado de solventarlo, cupo el honor a Meyer de encontrar una hermosa solución, basada directamente sobre las nocio- nes estadísticas, en la cual, por una modificación eliminatoria, evitaba la variable independiente en forma exponencial, y llegaba a una fór- mula de carácter mucho más sencillo. La serie de sus memorias sobre calores atómicos y energía de los cuerpos constituye, pues, no solamente un desarrollo descollante de dichos temas tan novedosos, sino también una contribución de gran valor para la físico-química. Merece iguales aplausos la larga y magnífica serie de trabajos sobre la Teoría cinética de los gases, aplicada sucesivamente a la unión de dos átomos idénticos y a la combinación de dos átomos monovalentes distintos, a la viscosidad, a la ley de acción química mutua entre dos moléculas, a los equilibrios químicos y a la influencia de la presión y de la temperatura sobre los fenómenos de disociación. Meyer abarcaba así la mayoría de los aspectos de aquella joven ciencia, dominando algunas de sus más profundas incógnitas. Sólo el doctor Damianovich tendría aquí la competencia necesaria para exponer debidamente tan arduos conceptos y prefiero reconocer ante vosotros mi inhabilidad para tamaña tarea. ASTRONOMÍA La larga exposición de los trabajos de Meyer no quedaría comple- ta s1 no le viéramos en una faz muy diversa del desenvolvimiento de sus grandes facultades y si no lo consideráramos en su calidad de di- vulgador de la ciencia. ¿ Desde la improvisada cátedra de la Sociedad Luz, dió en 1912 y CAMILO MEYER “7 1913 conferencias de astronomía popular (1), con el éxito que era de esperar. Esas conferencias fueron reunidas en un libro de muy mo- desta apariencia, tan modesta como el mismo autor. No sabemos qué admirar más en él, si el implacable método con que, paso a paso, desde lo más sencillo nos eleva hasta las revelaciones más asombro- sas de la química estelar y la gravitación universal, o la sencillez del estilo y la maravillosa forma con que pone al alcance de los que no se han dedicado a las ciencias los majestuosos misterios del mundo. : Nosotros que tuvimos la suerte de adelantar algunos pasos hacia las revelaciones de la mecánica celeste, encontramos en este libro en- cantador algo más. Un día que ingenuamente le expresara mi asombro sobre este punto, me contestó Meyer con irónica sonrisa : «Cierto es que escribí una astronomía popular; sin embargo, es lícito que haya al- eunos que vean algo más entre las líneas; y, si es así, no voy a negar que si lo hice para que muchos puedan entender algo, no me des- agrada que algunos entiendan más. » Por cierto, no pretendió Meyer hacer obra popular, cuando dictó en el año 1914 dos conferencias tituladas Una ampolla de Crookes : la vía láctea, que son, a mi parecer, de las más preciosas joyas entre tantas salidas de su fecundo cerebro. Cómo llegó en dos horas escasas, transformándose en majestuo- so e inspirado poeta del universo, a hacernos entender lo infinito de las distancias estelares, y la regularidad de los innumerables mundos del cosmos, regidos todos por la ley de los grandes números, a calcu- lar con nosotros la densidad de las estrellas que forman como los gi- gantescos átomos de la vía láctea, y luego, empleando las inspiradas analogías poincareanas, a revelarnos en este conjunto una imagen ampliada de los fenómenos de la ampolla de Crookes, este es el mis- terio que sólo la lectura de estas páginas deslumbrantes puede des- vanecer en nuestra mente. HISTORIA Los capítulos anteriores dejan prever la importancia de los estu- dios históricos de Meyer. Puede decirse que no ha tratado casi un solo punto científico o filosófico, sin reseñar con toda la amplitud de- (1) Cursos populares de la Sociedad Luz. Buenos Aires, 1916. 8 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA seable el paulatino desenvolvimiento que, desde la nada, ha condu- cido la intuición humana a apoderarse de tantos misterios, mirados todavía por el hombre primitivo como inexplicables voluntades de seres sobrenaturales. Cada una de sus memorias debería, pues, ser considerada como un capítulo en la historia de la ciencia. Nos contentaremos aquí con exa- minar una de sus últimas publicaciones: Los progresos del álgebra desde el siglo X VII (1). Claro es que el tema es a la vez histórico y matemático, como que tiende a hacernos conocer la evolución del álgebra durante los dos últimos siglos, y especialmente la resolución de las ecuaciones, que es problema fundamental en aquella ciencia logística, desde Tschirn- haus y Lagrange hasta nuestros días. ¿Ouál fué el papel de los grandes innovadores Galois, Abel, Her- mite, Jordán, hasta que por último, Klein diera al problema funda- mental su forma más general ? Tal es la síntesis admirable que nos somete Meyer, con la probidad científica a que siempre se ha hecho acreedor a despecho de las críticas de algunos envidiosos y de otros pocos imperialistas germanófilos. Debe ser incluída también en este capítulo la famosa conferencia que en honor del ilustre y genial Henri Poincaré dió en la Sociedad * Científica Argentina, el 1? de agosto de 1912, quince días apenas des- pués de la sensible desaparición de su amigo de infancia y de siem- pre; ella reveló a Meyer fuera del tan reducido círculo, donde hasta entonces había actuado, apareciendo como uno de los más valiosos pensadores, como uno de los escritores más notables, como el cerebro potente que con tantas deficiencias he tratado de pintar aquí. Los que asistieron a este memorable acto, los que después leyeron el artículo en los Anales quedaron asombrados. ¿Quién era ese des- conocido, de apellido extranjero, pero de lengua tan castiza, que, ma- nejando las altas matemáticas y la filosofía con tamaño poderío, hacía vivir delante de nuestros ojos el inolvidable genio recientemente fa- llecido ? El mejor elogio, el más preciado por nuestro amigo, lo recibió poco después bajo la forma de la carta de agradecimiento que en tal ocu- rrencia le mandara la viuda de Poincaré. Nadie mejor que ella podía juzgar los méritos de la obra. Le dejo pues la palabra : (1) Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 182, 1917. CAMILO MEYER SS] co Monsieur : Une bien vive émotion s'est emparée de moi en recevant votre envol. La pensée de cette amitié restée si présente malgré le temps et la distance, le témoignage public que vous avez rendu á la chére mémoire de mon mari nous ont trés sincerement touchés, mes enfants et moi. Nous vous envoyons en imprimés recommandés les trois derniers mé- moires parus presque au moment de notre malheur. J”y joins les brochures qui donnent avec un portrait les discours prononcés le jour douloureux des funérailles, et méme un billet de faire-part, tout cela constituant a des ti- tres divers quelques souvenirs de votre ancien camarade. Ma fille aínée rédige une traduction de votre conférence qui nous permet- tra de la préter autour de nous a tant de parents et amis dont il était si aimé et qui seront, comme nous, touchés de penser que des le 1% aoút une telle cé- rémonie ait pu réunir tant desympathies lointaines. Jai, depuis votre envoi, recu un journal de México rendant compte d'une réunion ayant quelque ana- logie, qui a été célébréee le 27 septembre; mais l”orateur n'avait pas comme vous ces souvenirs personnels qui donnent a votre éloge une note si vibrante. Venuillez, Monsieur, agréer lexpression de mes remerciements et de mes sentiments distingués. L. Henri Poincaré. Ha sido sin duda, la única obra de nuestro querido profesor tra- ducida al francés, y que en esta nueva forma haya alcanzado a ser entendida por sus compatriotas : valioso estímulo para este modesto y constante trabajador. CIENCIA DE LA EDUCACIÓN Conociendo el profundo cariño de nuestro maestro para la educa- ción, no extrañará que haya expresado su pensamiento sobre la en- señanza de las ciencias exactas, tanto en sus conversaciones como en publicaciones. Dos de estas deben particularmente atraer la atención de los que se dedican o esperan dedicarse al profesorado; quiero hablar de dos memorias sobre las matemáticas en la enseñanza secundaria (1) y la superior (2). ¿Cuál es verdaderamente el papel de las matemáticas en la ense- (1) Las matemáticas en la enseñanza secundaria, en Revista del Centro Estudian- tes de ingeniería, números 129 y 150, 1913. (2) Las matemáticas en la enseñanza superior, en Revista del Centro de Estudiantes de ingeniería, número 134, 1913. 80 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ñanza secundaria, supuesto que los conocimientos adquiridos en el colegio nunca pasan de muy elementales ? No cabe duda que, ante todo, su finalidad es desarrollar diversas facultades del espíritu y entre ellas las del razonamiento riguroso y de la intuición, por cayo medio el mundo matemático permanece en contacto íntimo con el mundo real. Meyer critica violentamente a los educadores que se figuran ser cerebros incapaces de comprender los conceptos elementales enseñados en los colegios. A su juicio, esto no es exacto : la mala voluntad de los muchachos y la indolencia a ese respecto de muchos padres se debe a un cierto «snobismo» que les hace vanagloriarse de su nulidad científica. En cuanto a resultados, todo depende del profesor, y Meyer acon- sejaba al respecto el método eurístico, que da al alumno la ilusión de que descubre él mismo lo que se le enseña. Meyer atribuía un serio mérito a las lecciones de introducción y de revisión. Para él, éstas, después de cada capítulo concluído, ponen en relieve el camino recorrido, señalando las aplicaciones y el interés dle las proposiciones principales y ligando también entre sí las varias partes del eurso. Las de introducción, casi desconocidas entre noso- tros, las consideraba también de gran valor. Es de opinión que debe excluirse todo dogmatismo, sin dejar de ser filosófico, y añade: «de esta conciliación de la sencillez de la forma con la profundidad en las ideas generales resulta la calidad funda- mental en el arte tan dificultoso de enseñar ». Desaprueba enteramente el dictado de apuntes palabra por pala- bra, utilizado especialmente en los cursos inferiores. Tratándose de enseñanza superior, el juicio de Meyer sobre el es- tudio de las ciencias exactas reviste excepcional valor. Desgraciada- mente, es poco probable que sus consejos sean aprovechados para ob- tener un cambio en el estado de eristalización en que se encuentra postrado el cuerpo docente. Me contentaré en reproducir por su cla- ridad y concisión algunas líneas de las conclusiones. Meyer dice que «es retroceder poco a poco, el mantener a la juventud sistemáticamen- te fuera de la marcha del espíritu humano y de los progresos de la ciencia, con el pretexto, del todo erróneo, de que se da en compensa- ción a los jóvenes una enseñanza práctica suficiente ». En otra memoria, Meyer examina la importancia de los estudios matemáticos para los químicos y se queja acerbamente de que los es- tudiantes del doctorado no presten mayor dedicación a las ciencias exactas; en su opinión el estudio de las matemáticas y de la mecáni- CAMILO MEYER 81 ca racional representa para ellos una gimnástica intelectual casi in- dlispensable; por otra parte, la nueva ciencia llamada físico-química no puede ser entendida verdaderamente si, por un conocimiento bas- tante profundo de esas ciencias, no se ha llegado a dominar la estadís- tica. No se puede admitir, a juicio de Meyer, que obras como las de Van T'"Hoff y de Jean Perrin, por cierto de gran interés, pero más bien sintéticas, sean suficientes para un desarrollo útil de la ciencia físico- química, joven aún, pero ya tan fecunda en curiosos descubrimientos. En otra forma cupo también a Meyer el honor de demostrar su método pedagógico: es en la confección de programas. No creo que sea necesario insistir aquí sobre el valor del programa de física para las escuelas normales (1), que el inspector general señor J. J. Millán, titulara oficialmente de programa modelo. Considerarlo tan sólo como un programa, sería reducir singular- mente su carácter de obra didáctica, pues en él los profesores pueden encontrar, a la vez que una guía clara y luminosa, los consejos dictados por el profesor, por el sabio y por el filósofo, dando así a la enseñan- za de la física el triple mérito de : 1” Amoldar el espíritu de los jóvenes para el estudio más profun- do que de la física harán más adelante; 2? Conservar a este estudio su carácter experimental y desarrollar en los alumnos la asimilación de los métodos y la práctica de las ob- servaciones personales ; 3 Utilizar en la parte teórica los conocimientos de matemáticas enseñados paralelamente. Pocas semanas ha, nuestro amigo había entregado al ministerio de Instrucción pública un proyecto de programa de física para los colegios nacionales, elaborado de acuerdo con los planes de estudio vigentes. Pero más que sus memorias, más que sus programas han hecho para la enseñanza en la República Argentina, su acción continua, el contagio de sus hermosas cualidades, el recuerdo de su palabra ex- presiva y convincente, que estimulaban a proseguir sus estudios a quienes le rodeaban y a mantener el culto por los altos ideales de la ciencia. FILOSOFÍA Podemos ahora observar el camino recorrido por el profesor Meyer mientras, a la par desus múltiples tareas docentes, echaba sin contar (1) Publicado por el Consejo nacional de educación en noviembre de 1915. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 6 82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA los frutos de su larga experiencia y de sus profundos conocimientos hasta lo que él consideraba la última etapa científica, es decir, la filo- sofía. En cualquiera de los muchos temas que abordó siempre con igual éxito, por multiforme que fuera su actividad, descubrimos la finalidad única de sus esfuerzos : lograr la verdad. Todos los caminos, desde las matemáticas puras hasta sus aplicaciones y su enseñanza, le condu- cen a ideas que hubiera expuesto, posiblemente con más brillo todavía, si el implacable destino no hubiera tronchado ese potente cerebro cuando rebosaba, en la plenitud de sus dotes más elevados, fortificado por el constante estudio y la confianza que le inspiraba su pasado. No trataremos de analizar sus notables trabajos sobre la evolución de las matemáticas (1) desde Descartes hasta nuestra época, obra que merecería ser reunida en un volumen, por cierto de gran utilidad para los estudiosos, y sobre todo para los jóvenes profesores de ciencias. Si queremos encontrar más concentradas las directivas filosóficas de Meyer, sin duda será en la preciosa conferencia sobre las teorías físicas y los límites del conocimiento. ¿(Qué son el mecanismo, la ener- sética y el nominalismo, las tres teorías que se han disputado el pri- vilegio de explicar la fecundidad y la previsión característica de toda. teoría física? En forma absoluta, cada uno de estos sistemas ha dejado de tener el valor definitivo que esperaban sus autores. Para Meyer, en la intwición es donde se ve la solución actual de la larga controversia. La previsión, según él, es el objeto supremo de toda teoría y la única señal de su fecundidad. « Los sistemas ocultos son variables auxiliares que más adelante se tratará de eliminar, quedando sólo las relaciones verdaderas, si la experiencia las confir- ma, mientras que ésta, sin el auxilio de la explicación mecánica, no podía ponerlas en evidencia. « Pero la realidad nunca la veremos, nunca la alcanzaremos. Las representaciones elegidas (que podrían ser numerosas) han de ser simples y en número reducido... El objeto de la ciencia está en el aná- lisis de la experiencia inmediata para conseguir la experiencia que prepara a aquélla, o la que la prolongará. » (1) La filosofía de las matemáticas y su evolución desde la doctrina cartesiana hasta el positivismo de Augusto Comte, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, agosto de 1913; La filosofía de las matemáticas y su evolución en el siglo XIX, sep- tiembre de 1913; Las tendencias nominalistas, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 169, 1916. CAMILO MEYER 83 Esperamos que estas pocas palabras incitarán a al gunos intelectua- les a profundizar sus conocimientos científicos para poder disfrutar debidamente de la lectura de los trabajos de Meyer, sin atemorizarse de sus títulos algo misteriosos; se convencerán del valor eminente de la obra de este sabio modesto, demasiado poco conocido fuera de un ambiente estrecho y cuyas bellas cualidades, a la par de respeto, infundían amor a todos cuantos le rodeaban. Su pérdida para no- sotros quedará como pena incurable. H. M. LEVYLIER. BIBLIOGRAFÍA DE LAS OBRAS DE CAMILO MEYER Las analogías en física, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 95, 1910. Contribución al estudio de los invariantes de las funciones enteras, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 123, 1912. Henri Poincaré, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, agosto de 1912, Expansión de una masa gaseosa en el vacío, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 126, 1912. Á propósito de un libro de W. Ostwald, en Revista del Orio estudiantes de inge- niería, número 127, 1913. Las matemáticas en la enseñanza secundaria, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 129, 1913. Las matemáticas en la enseñanza superior, en Revista del Centro estudiantes de in- geniería, número 130, 1913. La filosofía de las matemáticas y su evolución, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, agosto 1913. Las teorías físicas y los límites del conocimiento, en Anales de la Sociedad Cientí- fica Argentina, septiembre de 1913. Las matemáticas y los químicos, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 135, 1913. Las ecuaciones de Lagrange y las de Hamilton, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 136, 1913. El ultravioleta y la lámpara de mercurio, en Revista del Centro estudiantes de in- geniería, números 138 y 139, 1913-1914. La teoría cinética de los gases aplicada a la unión de dos átomos, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1914. La estadística y la termodinámica, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 140, 1914. Generalización al espacio de N dimensiones de algunas propiedades de la Función potencial, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 141, 1914. Las derivadas segundas en la cinética química y los falsos equilibrios, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1914. Los calores atómicos en los cuerpos sólidos y la teoría de los « Quanta », en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, números 142 y 143, 1914. 84 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Aplicaciones de la teoría cinética : viscosidad, ley de acción química, equilibrios, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1914. Una ampolla de Crookes : la vía láctea, en Revista del Centro estudiantes de inge- niería, número 147, 1914. Influencia de la presión y de la temperatura sobre los fenómenos de disociación, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1914. Los rayos X forman parte de las radiaciones luminosas, en Revista del Centro estu- diantes de ingeniería, número 148, 1914. Electron, en Electron (revista), número 3, marzo 1915 y Revista del Centro estu- diantes de ingeniería, número 157, 1915. : Equilibro eléctrico sobre un conductor y el principio de Dirichlet, en Revista del centro estudiantes de ingeniería, número 158, 1915. Trigonometría racional, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 156, 1915. La obra de David Hilbert, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 160, 1915. Desarrollo de una función arbitraria en serie trigonométrica, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 165, 1916. Estudio teórico del frotamiento en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, nú- meros 162, 163 y 164, 1916. Las leyes de la caída de los cuerpos, en Revista del Centro estudiantes de ingenie- ría, número 166, 1916. La ciencia y las ciencias, en Renovación, marzo de 1916 y Revista del Centro estu- diantes de ingeniería, número 167, 1916. La transmutación y los químicos modernos, en Renovación, abril de 1916. Ernst Mach, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, 1916. La función potencial en el hiperespacio, en Revista de Matemáticas, 1916. La inducción y el cálculo de las probabilidades, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 170, 1916. Las tendencias nominalistas, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, nú- mero 169, 1916. La filosofía de las matemáticas y su evolución en el siglo XIX, en Revista del Cen- tro estudiantes de ingeniería, números 175 y 176, 1917. Cristales y rayos X, en Anales de la Sociedad Científica Argentina. El razonamiento inductivo y las leyes físicas cualitativas y cuantitativas, en Revista del Centro estudiantes de ingienería, número 178, 1917. La conductibilidad eléctrica y la conductibilidad térmica de los metales, en Revista del Centro estudiantes de ingenierta, número 181, 1917. Los progresos del Álgebra desde el siglo XVII, en Revista del Centro estudiantes de ingeniería, número 182, 1917. Filosofía logística de las matemáticas, en Revista de filosofía, enero 1918. LIBROS La teoría de los « (Quanta », Sociedad Científica Argentina. Astronomía popular, Sociedad Luz. Programas de física de las escuelas normales, Ministerio de Instrucción pública. RECHERCHES OCÉEANOGRAPHIOUES SUR LE LITTORAL MARITIME DE LA PROVINCE DE BUENOS AIRES (COMMUNICATION PRÉLIMINAIRE) PAR M. KANTOR 1]. INTRODUCTION En février 1915, je fus invité par monsieur le capitaine Storni, alors chef de la « Comisión hidrográfica», a prendre part, á bord du croiseur Patria, 4 une expédition vers Mar del Sud. Je publie ici, non seulement les résultats de notre voyage, mais aussi ceux obtenus auparavant par les officiers du Patria et du Gaviota, avec les échantillons du fond re- cueillis alors et quí furent mis a ma disposition. Avant d'entrer en matiere, je désire exprimer mes remerciments aux personnes qui ont facilité mon travail: en premier lieu, á mon- ¡eur le docteur Enrique Herrero-Ducloux, qui a bien voulu se charger Vétudier chimiquement les sédiments sous-marins; ensuite á monsieur le professeur M. Doello-Jurado, qui a déterminé les especes des mol- lusques faisant partie intégrante du fond sous-marin, et enfin á mes- sieurs les capitaines S. Storni et Abel Renard, qui mont constamment prété leur aide bienveillante pour la réalisation de mon travail, de méme qu'au personnel du Patria. Comme matériel d'étude, j'ai utilisé les échantillons de fond déja mentionnés, ainsi que la carte bathymétrique de Mar Chiquita á Mar del Plata publiée par le ministere de la Marine en 1915. (1) Travail lu et approuvé á la premiere Réunion des Sciences Naturelles (Tucumán, novembre 1916). 86 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2. LE PLATEAU CONTINENTAL. CONSIDÉRATIONS GÉNÉRALES Le plateau ou seuil continental est la portion du fond sous-marin proche de la cóte et s'étendant jusqu'á une distance variable, oú la profondeur atteint environ 200 metres. A cet endroíit, la pente du plateau, jusqu'alors tres faible, augmente brusquement, et le niveau descend a plusieurs milliers de metres. Sur les cartes bathymétriques on peut apercevoir que, tandis que la ligne isobathe de 200 metres est tracée parfois a quelques centaines de kilometres de la cóte, celles de 1000 et 2000 metres lui font suite immédiatement. Par sa nature, le plateau continental doit étre considéré comme une prolongation du continent : il représente en réalité la partie du continent occupée par une transgression marine d'áge probablement récent, ou postpliocene. | : T'étendue du plateau continental est tres considérable : Vapres Penck, Murray et Lapparent, les sept-centiemes de la surface de océan appartiennent á la zone comprise entre 6 et 200 metres de profondeur : ce Chiffre augmente encore pour l'Océan Atlantique, car le plateau con- tinental représente en ce cas les 11,5 pour cent de la surface totale, eráce á la grande étendue du plateau sur la cóte du canal de Bristol et en face de Terre Neuve et New York, dans 1Atlantique du Nord, en- tre Pembouchure du Rio de la Plata et la Terre de Feu, pour 1Atlan- tique Sud. Pour le Pacifique, l'isobathe de 1000 metres est toute proche de la cóte, tandis que pour 1'Atlantique la méme isobathe n'apparait qua de grandes distances du rivage. Le plateau continental est également tres développé dans POcéan Arctique, ou il fut Pobjet des études de Nansen. Au nord de la Sibé- rie, le plateau continental a une largeur de 300 a 600 kilometres : les iles Spitzberg, Francois-Joseph, Novaia Zemlia sont situées sur cette immense plateforme, qui représente la prolongation sous eau des cótes de la Sibérie. Ce plateau se continue sur les cótes européennes et de 1” Amérique du Nord. Par sa formation, on considere le plateau continental comme un ancien plan d'abrasion marine, envahi peu á peu par les eaux et, com- RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 87 me vraie limite entre les océans et les continents on peut prendre la ligne isobathe de 200 metres qui sépare brusquement les grands fonds océaniques du plateau continental (Haug). 9. LE PLATEAU CONTINENTAL ARGENTIN Le Boletin del Centro naval, qui depuis de longues années a entre- pris une propagande active en faveur des études océanographiques, EE re 5 y , mM Foss£ D£ a o” o, í 2 Fig. 1. — Carte bathymétrique de 1'Amérique australe (d'apres la Carte générale dathymétrique des Océams, de M. Thoulet, celle de John Murray (J. Richard, L'Océanographie, 1907). fait voir Vétat peu satisfaisant de ces recherches au moment actuel : « Les cartes générales de toute la cóte maritime argentine, et les cartes spéciales des nombreux ports ou fondeaderos en rada abierta, ne sont encore que les anciennes cartes de lamirauté anglaise relevées 88 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA en leur plus grande partie par le célebre capitaine Robert Fitz Roy et les officiers du Beagle, de 1828 a 1834. <«Quelques cartes particulieres furent corrigées longtemps apres, vers 1873, 1876 et 1883. «La majorité de ces cartes sont défectueuses et n'ont pas été com- plétées jusqu'a ce jour, quoiqw'il y ait sur la cóte des parages trés dangereux. «De longs parcours des cótes sont entierement ignorés, et leur configuration ainsi que leur profil en général ont pas été bien relevés. « Les courants et les vents sont peu connus: les canaux changent de place á cause des puissantes courants; dans les ports, des grandes ma- rées, comme celles du sud, remuent presque continuellement les boues des entrées, les unes disparaissant ainsi, d'autres se formant. « Tout au long de la cóte, il y a de dangereux écueils dont la position n est pas signalée avec exactitude: leur existence est méme quelque- fois douteuse. «A part deux études, celle de 1? Uruguay, qui en 1895 fit un voyage de 40 jours au Golfe Nuevo, et celle de 1?4zopardo, qui en entreprit un autre en 1899 au Golfe San Matias (lequel dura 78 jours), et a part quelques reconnaissances élémentaires, on na rien fait encore dans le sens d'étudier méthodiquement et rationnellement le plateau continental (1). »> Depuis lors (1903) le Boletín del Centro naval continue sa propa- gande en vue des études océanographiques, repétant sans reláche que la marine en temps de paix a pour mission d'explorer la mer, et cest peut-étre gráce á cette insistance que le ministre de la marine a orga- nisé a Buenos Aires, en 1914, une Commission hydrographique, ayant pour but Vétude océanographique de la vaste cóte maritime argentine. En 1914-1915 on a exploré la portion limitrophe entre Mar Chiqui- ta et Mar del Sud et c'est de ces recherches que nous allons nous occuper ici. ) En sa totalité, le plateau continental a été reproduit dans 1 Atlas de Berghaus (2) et plus tard sur la carte bathymétrique de PP Atlanti- que dressée par sir John Murray (3). (1) Boletín del Centro naval, tome XXI, numéros 235, 236, juin et juillet, 1903 (anonyme). (2) Physikal. Atlas, Abteilung Hydrographie, Gotha, 1892. (3) Voir J. RICHARD, LOcéanographie, 1907. RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 89 4. LE PLATEAU CONTINENTAL DEPUIS MAR CHIQUITA JUSQU'A MAR DEL SUD a) Topographie Pour les sondages, la Commission hydrographique a adopté un sys- teme se composant d'un moteur pour recueillir le sondeur, d'un fil de sonde portant a son extrémité ce sondeur, (une perche de 630 de Fig. 2. — L'appareil de sondage á bord du Patria long pour empécher que le fil ne s'enroule pas a Phélice, et d'une pla- teforme de 1%50 X 125 : la photographie ci-jointe prise au cours du voyage, nons dispensera d('entrer dans de plus grands détails. Avec ce systeme on a pu faire des sondages toutes les 6 minutes, sans difficulté et sans embarras d'aucune sorte. Quant au genre de sondeur adopté, apres beaucoup d'essais, on a choisi le type Léger qui, sans doute, est le meilleur pour les profon- deurs a explorer et pour la qualité du fond qu'on rencontre dans ces 90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA endroits. Par ce moyen on a pu recuelllir des échantillons de sable, de gréve, de tosca, et des cailloux en quantité suffisante : de plus ces échantillons r'étaient pas lavés, ce qu'on peut difficilement obtenir avec les autres types de sondeurs. La carte bathymétrique publiée par le ministere de la Marine nous fournit dans la région qui a trait a notre étude, des renseignements bien plus abondants que les cartes anglaises, et c'est la premiere fois qu'on peut tracer les lignes isobathes a peu de distance de la cóte et Vune de Pautre. Aux isobathes de 5, 10 et 20 brasses quí figurent sur la carte, j'al ajouté celles de 8, 12, 14 et 17 brasses, pour mettre plus en vue le relief du fond (voir la carte lithologique). De Vétude des lignes isobathes, il résulte : 1* Qwelles sont plus ondulées que la ligne de la cóte; 2* Que la différence indiquée est plus forte dans la direction nord- est que dans la direction sud-ouest; 3 Que ces isobathes sont plus ou moins paralleles entre elles depuis Mar del Sud jusqu'a Punta Mogotes, et vont en divergeant de Punta Mogotes á4 Mar Chiquita; 4* (Que les seules irrégularités du fond sont des banes et des sil- lons, ceux-lá plus étendus que ceux-ci, et ne s'élevant pas, au-des- sus du fond marin, au-dela de 4 brasses: les sillons sont peu pro- —fonds. Des trois profils tracés sur les paralleles 389, 3898, 389177, il s'en- suit que Vinclinaison du fond est dans chaque cas de 1:1325,1:1020, 1:1220 (dans ces profils léchelle de profondeur est plus grande que celle de la longueuz). : On peut remarquer aussi la forme légerement ondulée des lignes de profil. En résumé, le fond marin dans la région sus-dite est représenté par une plateforme ou plateau tres régulier qui a une inclinaison moyenne de 1 métre tous les 1200 metres, interrompue dans certains endroits par des petits banes et des sillons. b) Lithologie Sur les cartes anciennes il y a pour notre région peu de renseigne- ments quant á la nature du fond. On y figure seulement du sable, des coquilles, de la tosca, des roches. Le loess ny est pas mentionné. Le RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 91 nombre d'échantillons dont nous disposons (une centaine) nous per- met de faire un catalogue plus complet (1). Nous distinguions : du loess, du sable vaseux, de la vase sableuse, du gros sable, du sable moyen, du sable fin, du sable tres fin, des pierres, de la tosca, de la gréve, des coquilles entieres, des coquilles entiéeres et triturées, des coquilles triturées (2). Loess. — Comme le démontre la carte géologique ci-jointe, le loess représente une partie tres minime des sédiments sous-marins : il D'arri- ve pas au-dela de Visobathe de 14 brasses et ne forme pas de zones im- portantes. Quoique les falaises de la cóte soient formées par du loess et que lérosion marine en certains endroits soit considérable, il y atrés peu de loess dans les sédiments sous-marins, ce qui nous oblige á admettre une transformation de cet élément par Veau de mer. Ce changement west pas une dissolution, car eau de la mer a une réaction alcaline (voir Vanalyse du docteur E. Herrero-Ducloux, 2* partie) et comme la démontré P. Wherling, le loess se dissout beau- coup moins dans les eaux alcalines que dans les eaux acides. Nous devons par conséquent eroire á une décomposition mécanique du loess. Comme premiére condition pour la séparation mécanique, il faut admettre une trituration assez fine, et c'est la loeuvre des vagues contre la cóte. Le matériel subit une trituration, d'apres la grosseur et la densité des grains des différents minéraux composant le loess, par les courants marins (courants de marée). (1) J'ai préféré indiquer toutes les provenances au moyen des degrés de longitude et de latitude ; auparavant elles étaient déterminées par la direction et la distance aux diftérents points (Mar del Plata, Miramar, etc.). De telle sorte qu'actuellement les échantillons extraits du fond sont désignés par leur situation séographique, d'accord avec les dispositions de Monsieur le Capitaine A. Renard. La provenance du numéro VII est incertaine. Quant au numéro X il faut, sur la carte, lire « sable moyen » au lieu du «sable vaseux » qui y est signalé. (2) Nous considérons, avec Thoulet, les sables comme “gros, moyens fins, et tres fins, s'ils sont respectivement arrétés par les tamis 30, 60, 100 et 200. Tout ce qui traverse le tamis 200 porte le nom de vase. Nous appelons sable tout échantillon qui ne contient pas plus de 5 9/, de vase ; sable vaseux celui qui contient de 5 a 25 9/, de vase; la vase sableuse, contient de 25 a 90 %/, ; et la vase proprement dite plus de 90 %/, de vase. Le docteur E. Herrero-Ducloux ayant suivi une autre méthode pour l'analyse mécanique des sables, dont la division en sable gros, moyen, ete. est convention- nelle, tout sable gros, sur ses tableaux, correspond au sable moyen de la classifi- cation de Thoulet. Le méme auteur nous a servi de guide pour la classification des coquilles. 92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Les échantillons de loess que nous avons obtenu avec Vanere nous semblent de grande importance. 1ls proviennent d'une plus grande profondeur (1 a 1”50 au-dessous de la couche sableuse) et ¡ls indi- quent clairement que le sous-sol de la plateforme est entierement constitué par du loess. Les analyses du loess sous-marin different peu de celles du loess continental. Tosca (1). — Si la décomposition mécanique du loess masque en quelque sorte la parenté entre les sédiments sous-marins et la forma- Fig. 3. — Tosca perforée par le Lithodomus patagonicus tion pampéenne, la distribution plus générale de la tosca montre évi- demment la relation intime qu'il y a entre eux. La tosca se présente sous forme de cailloux roulés ou anguleux de la grosseur (une greve fine jusqwá celle de cailloux d'un kilogram- me et plus; elle est beaucoup plus répandue que le loess et on la trouve aussi á de plus grandes distances (voir la carte). T est tres probable que les divers banes qui figurent sur la carte sont des banes calcaires : quelques fragments de tosca qu'on a pu extraire de certains endroits tout proches de ces banes sont perforés par des mollusques (Lithodomus patagonicus) (Fig. 3). (1) On appelle tosca les concrétions calcaires isolées et les banes calcaires dissé- minés dans le loess. Voir les analyses. RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 93 Sables. — Les sables couvrent la presque totalité de la plateforme continentale sous-marine á Pendroit qui nous occupe. Ces sables sont toujours accompagnés de coquilles de mollusques dont la quantité peut augmenter á tel point qu'elles forment par elles seules le sol sous-marin (voir la carte). Nous avons pris Thoulet comme guide pour la division deces coqui- lles en entiéres et triturées. On les classe aussi en grosses, moyennes, fines, et tres fines. - Les sables sont de couleur jaune, marron, gris, gris-marron ; leur densité, d'apres le docteur E. Herrero-Ducloux, varie de 2,5 a 2,65. "analyse chimique de Péchantillon 4 (provenanee 10 milles au $. 50 E. de Miramar) lui a donné au docteur E. Herrero-Ducloux les résultats sulvants : Couleur........ gris foncé MO: o 09.00 000.00 1.2309, Réaction....... alcaline MO 0.700 IDEN o0coooos 2.625 CAOS 11.452 LO = 1009 seso DIAS Y, MO: 0.120 ELO LIDO. 3.530 O E 1.350 O O 60.380 CORA dos 3.130 ¿LO 0000000000 7.100 Sels solubles ... 0.720 O 0.515 K,O + Na,O... 3.92 0 Da0o0anooooso 4.950 Considérant le contenu de CaO comme carbonate et phosphate on obtient : CO e a 2.88 CA O 8.26 (9) Dos O al (do) Ea) Tous les sables contiennent de la magnétite et des quantités consi- dérables de MnoO et de TiO,. D'apres le docteur Schaeffer (communi- cation verbale) 100 parties de magnétite procédant de Necochea con- tiennent de 7 a 17 pour cent de TiO.. J?ai choisi différents grains de sable, lesquels, examinés á la loupe, montraient aspect d'un porphyre quartzifere. Les mémes grains fu- rent essayés par le docteur Enrique Herrero-Ducloux, et le résultat dle soñ étude est le suivant: O 052078 MOD Sas ob 0.429, O 77.10 MA esa 0.17 O to 10.12 O 3.83 CO 004 0000.00 2.27 NO Es 3.95 94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA A part la magnétite et le quartz, nous avons constaté dans le sable la présence de chalcédoine, de grenat, d'hornblende, de feldspath et le fragments de roches de couleur jaune, grise et gris foncé, qui nous appelerent particulierement Pattention parce qw'elles se présentent en grains plus arrondis que le quartz: sous le microscope, des lames minees préparées avec ces grains, indiquent des porphyres de quartz de structure microgranitique, granophyre et felsophyre. Les sables sont par conséquent tres hétérogenes quant á leur com- position et comme nous le verrons par létude géologique, leurs diffé- rents éléments ont une origine tres diverse. Gréves, carlloux et pierres. — Leur couleur est la méme que celle des grains de porphyres de quartz. C'est seulement dans quelques exemplaires qu'on peut distinguer macroscopiquement des cristaux idiomorphes de feldspath et de quartz. Trois préparations microscopi- ques (Patria 20, Patria S, Gaviota 139) indiquent clairement qu'il s'agit de porpliyres de quartz, avec une structure prédominante gra- nophyre. Les feldspaths (orthoclase et albite) sont tres altérés. Les produits d'altération sont représentés parla muscovite, le kaolin et Voxyde de fer. Le quartz est tres corrodé, en partie rempli par la páte. La biotite est presque entierement transformée en chlorite. On trouve de la magnétite en abondance dans toutes les préparations. La structure est granophyre et felsophyre. Le sable contenait des fragments fins de coquilles. c) Géologie P”une maniére générale, la grosseur du grain des roches qui re- couvrent le plateau continental, est d'autant plus petite que leur dis- tance a la cóte est plus grande. Cependant, dans notre cas, nous obser- vons dans certains endroits une relation completement différente : a une distance de 20 kilometres et plus, nous trouvons un matériel plus eros qua proximité de la cóte. Pour expliquer ce phénomene d'une maniére satisfaisante, nous devons rechercher non seulement quel- le est la constitution minéralogique, biologique et chimique du sol sous-marin, mais aussi quelle est Porigine des éléments qui le consti- tuent et quels sont les agents divers qui interviennent dans sa for- mation. Ces recherches sont étroitement liées avec Pétude géologique de la cóte: la plateforme continentale sous-marine et le continent limitrophe RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 95 de la cóte sont en relation mutuelle si intime, qu'on ne peut les étu- dier séparément. Ce fait a été généralement reconnu par les océanographes, et, dans 1”Amérique du Nord, de. méme qw'en Europe, oú on préte aux recher- ches océanographiques la plus grande attention, on a relevé sur les Fig. 4. — Barranca entre La Perla et la plage du Bristol. Quarzite et pampéen supérieur cartes la composition pétrographique de la cóte et de la région litto- rale. Dans notre pays, ce travail est encore a faire. Cependant, la province de Buenos Aires a été si bien étudiée par les meilleurs géologues de Pétranger et du pays que nous pouvons esquisser un tableau de la géologie de la région qui nous occupe en ce moment. 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Mes propres observations se rapportent uniquement aux alentours de Mar del Plata et de Miramar. Les roches qw'on trouve a Mar del Plata sont la quartzite, le loess de diverses teintes, la tosca et le sable. Les quartzites sont parfois recouvertes par de la tosca avec des formations dendritiques. Ordinairement, la quarzite est recouverte par du loess marron: on trouve fréquemment dans celui-ci des gros cailloux de quartzite. Sur le loess marron repose un loess clair tres calcaire, avec beaucoup de tosca (fig. 4). Au nord de <« La Perla », on rencontre aussi des eou- ches marneuses d'épaisseur variable, intercalées dans le loess. Dans les carrieres de Punta Porvenir, on a trouvé des restes d'une transgres- sion marine; actuellement, la mer parait étre, pour toute la région, dans une période de régression. Au sud de la rambla, a environ 400 metres, en face de la place <« or: Nac | | | | REFERENCIAS —=.=— BANCOS LA PIEDRASY GUIJARROS SURCOS ¿-L_.TOSCA LOESS La-GRAVA LIMO ARENOSO, CONCHILLA FINA Lee CONCHILLAS ENTERAS ARENA LIMOSA, CONCHILLA FINA — ¡ce.CONCHILLAS TRITURADAS ARENA GRUESA Le CONCHILLAS ENTERAS Y TRITURADAS ARENA MEDIANA a ARENA FINA, CONCHILLA FINA | ES arena muy FINA CONCHILLA FINA | “ CARTA LITOLOGICA DEL LITORAL MARITIMO - MAR.CHIQUITA AMAR DEL SUD PROVINCIA DE BUENOS AIRES AA —ÁASASS => ESCALA RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 107 Thoulet, Véminent océanographe, dit á ce sujet: «Au point ou la science en est arrivé, il y aurait avantage a étudier d'une maniére complete un coin de mer si petit qwil soit, car en agissant autrement on risque d'éparpiller ses efforts: les explorations futures ne devraient désormais s'attaquer quía des localités circonscrites » (page 186). Mais de bons résultats dans les explorations locales ne peuvent étre obtenus que par Pétude systématique et par lemploi de tous les moyens que met á notre disposition Pocéanographie moderne. 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PROVENANCE DES ÉCHANTILLONS DE SONDAGE INDIQUÉS SUR LA CARTE Mars-juin 1914 ce. ...... Lat. Sud 3820730" 38 14 25 38 04 40 e... 23 45 38 22 PE Ouest Gr. |2 97028'40" [12 57 36 00 |14 97 16 30 [14 57 40 40 [24 917 26 20 |22 57 14 00 [17 A deux milles au nord, 35 ouest de la Pirá- mide de Pueyrredon. 38018'40" 38 00 00 38 16 50 97026'20" brases Sable moyen: Mactra patagonica, Pitar rostratum, Plicatula gibbosa, Mytilus edulis, Crepidula aculeata, Halistylus columna. Tosca perforée par Lithodomus patago- nicus et annélides. Sable moyen : Tosca perforée par Li- thodomus pat., Balanus, Bryozoatres, Plicatula gibb., Mactra pat., Glycime- ris longior, Pitar rostratum, Nucula puelcha, Diplodonta villardeboana, Muytilus Rodr., Tellina Iheringi, Li- thodomus patag., Crepidula aculeata, Halistylus columna. Sable vaseux : Mactra pat., Corbula pat., Diplodonta villardeboana, My- tilus edulis, Leda patagonica. Sable vaseux : Corbula pat., Pecten tehuelchus, Diplodonta villardeboana, Leda pat., Crepidula aculeata. Sable moyen : Mactra pat., Glycimeris long., Pitar rostratum, Corbula pat., Semele sp., Pecten tehuelchus, Nucu- la puelchana, Diplodonta villardeboa- na, Plicatula gibbosa, Mytilus edulis, Tellina Iheringi, Crepidula aculeata, | Halistylus columna. Sable fin: Mactra pat., Glycimeris long... | Corbula pat., Amiantis purpurata, Crepidula aculeata. | Sable vaseux : Mactra pat., Glycimeris|| long., Pitar rostratum, Corbula pat., Pecten tehuelchus, Nucula puelcha, Muytilus edulis, Ostrea sp. Tosca perforée par Lithodomus pat.. Glycimeris long., Corbula pat., Pecten tehuelchus, Plicatula gibbosa. Sable moyen : Mactra pat., Glycimeris long., Pitar rostratum, Corbula pat., Semele sp. Nucula puelcha, Mytilus edulis, Leda pat., Crepidula. RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES 109 Mars-juin 1914| Lat. Sud Ouest Gr. 3 z ño doo 00000 3795500" | 57920'00" [12 [Sable fin : coquilles fines. DU ona A2300 metres ausud 159] 7 |Loess. est de 1"Arroyo Seco. IL. 0.000 3705200" | 57029/30" | 5.5 ¡Sable vaseux : Mactra pat., Glycime- ris long., Pitar rostratum, Tellina Theringi. Février 1915 AV oo oa 38 01 50 |57 30 25 | 7.5|Sable vaseux : coquilles fines. AN O 38 18 20 |57 48 10 [14 [Sable vaseux : Mactra pat., Glycime- vis long., Pitar rostratum, Corbula pat., Semele sp. Pecten tehuelchus, Nucula puelcha, Diplodonta villar- deboana, Crepidula aculeata, Halis- tylus columna. Ao oleo 38 17 40 ¡57 48 50 [13 |Loess. XVIHT..... 38 17 20 |57 47 00 [13 [Sable moyen : coquilles fines. XVII ....138 27 15 |57 55 40 [22 [Sable moyen : coquilles fines. AID o 0100/80 A 500 métres en face du| 4.5 Loess. móle de Mar del Plata; extralt au moyen de Vancre. . DS 3801320" | 57916'10"|27 [Sable moyen : Mactra pat., Glycime- vis long., Pitar rostratum, Corbula pat., Mytilus edulis, Crepidula acu- leata. OSI 38 09 30 |57 20 30 [22 [Sable moyen : coquilles fines. AG o pao A 2 */, milles a 1'est de Sable moyen : Mactra pat., Glyci- Miramar. meris long., Pitar rostratum, Cor- bula pat., Semele sp., Pecten tehuel- chus, Nucula puelcha, Diplodon- ta villardeboana, Plicatula gibbosa, Mutilus edulis, Tellina Iheringi, Fissurella pat., Halistylus colum- na. XXI ....¡A 500 metres en face du| 4.5|Tosca perforée par Lithodomus. móle de Mar del Plata. XXIV.....| 389221'10" | 5795340" [12.5|Loess. 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA BIBLIOGRAPHIE CARTES South America-east coast. Sheet IV. Rio de la Plata to Cape dos Bahias. Com- piled principally from Surveys by Captain Robert Fitz Roy, H. M. Surveying Ship Beagle, 1833. London. Published in the Admiralty, 31 Jan. 1902. Mar Chiquita a Mar del Sud. Ministere de la Marine, 1915. Buenos Aires. OUVRAGES M. I. ThouLkr, Océanographie (Statique). Paris, 1890; Océanograplie (Dynami- que), premiere anto: Paris, 1896. J. RICHARD, L*Océanographie. Paris, 1907. Orro KrRUMMEL, Handbuch der Ozeanographie, 2 vol. 1907-1911. E. DE MARTONNE, Traité de Géographie physique. Paris, 1909. S. GUNTER, Handbuch der Geophysik, 2 vol. 1897-1899. EmILkE HAuG, Traité de Géologie, 1. Paris, 1907. A. DE LAPPARENT, Lecons de Géographie physique. Paris, 1907. Narrative of the Surveing voyages of his Majesty?s Ships Adventure and Beagle, 1826 and 1836, 3 volumes, London 1859 ; and Appendix to vol. IT. CH. DARWIN, Geological Observations, 2% edition, 1876. Boletín del Centro Naval, 1903-1917. 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El cero está reducido al mwe/ae bojamares de S/c/g/as medias, — NI == ” 1 AN Perfil en el Paralelo 38? 08" E Perfil en el Paralelo 38* 27” ===> 0 METROS 1.000 20 KILOMETROS I7IR DEL ÍLATA | j Ñ Faro NIP Médtano ¡Mar Lheguita ph , Y Corrientes S Al CORRECCION DE LA LINEA COSTANERA ENTRE LOS PARALELOS 57*15 Y 38280" EGUN LOS DATOS NUEVOS DE LA COMISION DROGRAFICA DEL LITORAL MARITIMO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES REFERENCIAS dos trabajos qt e/ecucón - la carteimglhro de AE RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES Ale Résultats des analyses des Sables, Toscas, Loess et Eau de mer Par le docteur E. Herrero-Ducloux Pour les analyses des sables, on a suivi les procédés usuels, sauf pour les résultats correspondant au fractionnement, dont les chiffres ont été obtenus d'accord avec le procédé des bureaux nord-améri- cains, basé sur les travaux de Seloesing et Hall. Je crois nécessaire de les expliquer sommairement, pour qu'on puisse interpréter les ré- sultats. ANALYSE MÉCANIQUE 4) Dix grammes du matériel séché a Pair et passé au tamis (mailles de 3 mm.) sont soumis a action de 100 centimetres cubes de HCI pendant une heure: on filtre, on seche et on pese. La différence en moins donne la quantité d'eau et de matiéres solubles ; b) Le résidu additionné de NH* dilué, passé au tamis de 100 mailles par pouce anglais, est lavé dans un vase, gradué a 10, 8,5 et 7,5 em. de hauteur. Le résidu sec est passé ensuite a travers un tamis dont les orifices ont 1 millimetre de diametre. On considere alors comme gréve fine tout ce qui reste sur le tamis et comme sable gros ce qui passe á travers ; c) La portion qui a traversé le tamis est agitée avec un báton de verre; on porte ensuite la quantité du liquide, au moyen d'eau distillée, jusquw'au trait 8,5 cm. On ly laisse 24 heures: la partie liquide con- tient Pargile. On répete lopération jusqu'a obtenir un liquide parfai- tement clair; la portion sédimentaire est séchée et pesée: apres calei- nation et nouveau pesage, on obtient Vargile et "humus soluble; d) Le résidu de Vargile est mis en suspension dans Peau (jusqu'au trait 10) et apres 100 secondes, on décante jusqu'a obtention un li- quide clair, en répétant lopération s'il y a lieu: le résidu est du sable fin ; e) La portion contenue dans Veau, qu'on porte au trait 7,5, est dé- cantée apres 12,30 heures : on répete encore Popération jusqu'á avoir un liquide bien clair. Le résidu est représenté par le limon : et il reste encore en suspension le limon fin. 112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dans les analyses du loess et de la tosca, j'ai pris comme guide le travail aujourd'hui classique de W. H. Hillebrand, tout en adoptant. pour les tableaux une disposition analogue á celle de mon étude, pu- bliée en 1908, sur les supposées scories et terres cuites de la formation pampéenne, oú j'étudiais les matériaux de comparaison. Je dois faire connaitre ici Pintérét quont pris á ce travail mesde- moiselles Léonore Pelanda Ponce et Inés Pierotti, mes assistantes et -collaboratrices. ÉCHANTILLONS DU « PATRIA » Sable Provenance A - _———— Lat. sud Long. ouest A A 38207130" 57028140" DoS 38 04 40 57 16 30 ad 38 23 45 57 40 40 Ads o dodo ao o. 38 22 20 57 26 20 01 Dada nooo do 38 07 00 57 14 00 AN aaa: A deux milles au N 352 O de la Pirámide de Pueyrredon IO a era 380918'40" 57926'20" O Sí 38 16 50 57 24 30 ooo boo 37 55 00 57 20 00 Ho tidoscovocopa 37 52 00 57 29 30 A 38 01 50 57 30 25 le odo palo 38 18 20 57 48 10 du vilo os ob oo done 38 17 20 57 47 00 Pa ea doo oo ooo 38 27 15 57 55 40 0101200000000 000s 38 13 20 57 16 10 Dl 0 0 d/ab0 o e 38 09 30 57 20 30 AN ett ooo Oo A 2?*/, milles a 1"est de Miramar Loess CA O Odio nó A 500 metres en face du móle de Mar del Plata, extrait par 1%ancre 8, MMdooosnsoooos A 25300 metres au sud 159 est de 1'Arroyo Seco PRO ooo coa 38221'10" 57953'40" OCIO o 38 17 40 57 48 50 RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES Tosca Provenance O A Lat. sud Long. ouest 1 A O IA A 500 metres en face du móle de Mar del Plata, extrait par 1'ancre NS EE 3820000" 971015'10" DO AS rbd 38 14 25 97 36 00 AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 115 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA 114 A —_ > __ >>» ---_-»_»_—oeoQzqeqmQz_ _»aEeezp-p> oQpproRr yyvy ¡QQ rr 00P"0 |624p"I 0 OSIISOA (0661 [|393'18 |€3P"0 |GGP"0T |OLL'G 0630 (3113 |93rysoa [0LT'0 E 09838 |060"0 |266*0T [OST*G 0980 [0608 |[o3rsoA (2810 |9IT'G (926'242 [9310 |90T*TT ¡OTT'P 0180 |00P"3 0 931IS9A (0260 |STL'62 (9010 |6££"ET |OTG'G 0830 [28T"0 [o3rsoA (0600 [|038'P [8P0'PL |Pg0 0 |90P"ST (088"£ 0880 (9888 |oS13s0A | o31]s0A [089*8 [|TOO"P9 [OTO"O |280*9T |OP9'T 0970 |856'S 0 OBIIS9A |[139*S [9TE'89 [ETT "T |£0€*ST |08L'T 0830 |T6TI'8 |931IS0A | 031IS9A [998*9 [SI9"E9 [Z99"T |08E'"ST |06P"G OIS'0 [3 vr'0 0 0 8€T "0 [56806 0 L96"v ¡09186 0830 |Sr2'0 0 OSISoA (6800 |236"08 0 $68 "PT |0S8'G 02120 |6569"L 0 OSIISOA [Ppp*L |23£'99 |P9T'0 |zIv"vT (066'1 0680 ¡OSL'0 0 G6T'G |LT9" PT [00002 0 vES'L |0GL"V E Lve*0 0 G8T"0 |T9P'0 |PI8S"E8 |LPS"0 |8€L* TT ¡0€8'*T OP "0 [0061 [o3tsoA [TpI*O0 |S0L'6 (30P"S9 [6880 |S36'TT [0€L"G 0320 10999 0 SOTO [TEL "TT |ves 99 [8800 |3ST "OT |0SS.€ 0L6"0 |6LT'0 0 LTT"O0 ¡p9T"O [6S6"S8 [TéG3"0 |0€88*0T |00S*T 0990 |Spr:0 [| 931soA 0 'TOO"0 |S6T"38 |TITG'3G |363G TT ¡0386 E Ss Z ES a 2 09 E E o o os Q = > 5 8 = E E > 5 > = E 5 o é a STTa vs O) 6980 Tov*0 S68*0 90r*0 0v8*0 133 '0 068*0 053" 0 S6T"0 008" 0600 5660 £67*0 8sT"0 608*0 D/ 9205 OH 9NSUIT 9UI[ROTE *"[eo]e :So] QUI[TOTE *“1eo]e So] QUI[LoTe UO1J0B9 HT una 9une (-unaq UNICA UNIq SIS JILB[9 UNICO ILB]9 UNICA SIIS IIB][9 UNI ILB[o UNAIQ UNI 9une (-st1io UNICA SLIS SIIS UNIQ 9QUOJ SIIS 9YUOJ SIIS ILB]o UNIA IP]o UNIA, mano) SUOTIBULWLI999 (Y RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES Déterminations Como LO = 10 Veoo ELO O. Oe! do e... ...... 0... o... +... ... Alcalis et pertes.. Détermina tions Couleur...... ELO 103900 00 H,O + 10506... e... .. . +. +... o... +... .... .... e... Alcalis et pertes. . LOESS gris j rougeátre 16.165 2 Se:co (y 2 f es S (Yo) =] 0.307 vestiges vestiges 1.002 P aune j 6.621 5.650 0 - 56.660 So 0.489 18. 3.731 4.340 0.946 » 0.0195 0.251 0.024 0.188 1.081 TOSCAS brun grisátre 1.006 0.979 35.108 vestiges 19.466 0.120 13.100 0.980 vestiges vestiges 26.916 1.014 vestiges vestiges 21.918 1.314 <0.020 1.744 rougeátre vestiges y 3 aune jaune brun 3.456 3.590 6.505 5.186 770 57.530 684 17.748 5.366 4.054 0.676 0.005 0.293 0.019 0.495 0. .014 392 0.677 1891 v eris foncé 0.660 0.944 34.485 vestiges 20.356 Do 12.090 1.140 27.344 1.817 vestiges 0.987 vestiges 115 116 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EAU DE MER EN FACE DE NECOCHEA (1) (4 septembre 1905) Résultats généraux COM oral os incolore APO ED aaa ES limpide REACTOR alcaline Durete totales oO CO 9200 AP ELIANE O 8509 Matiéres minérales en suspension (sable) . 2.1272 Résidu a 100 —_ TOSCA 37.062 — A ad ed 34.295 OU 32.754 ACA ESO 0.1274 Matiére organique en O (sol. alcaline).... . 0.0016 = (sol. acide)...... 0.0262 ÁAcides et bases ACI MC USO A 0.0160 + ECO (0) co dooobboossoo one 2.2178 = doom (dos. tocosuocaooa. 18.7275 A UNO IN 0.0006 AL UA NO 0 > FU cea (ls) cos youe ooo oo 0 CALAMA CON 0.0572 Oxyde terri qu EOI < 0.0002 alan AO aia 0.0660 CALCULA Ol 0.5040 MANS que (MO 1.3399 LN (aos aoesasao ooo eS 0 Combinaisons hypothétiques SIMCO O e tales Ali 0.0160 AU AO INS 0.0660 Oxy do Meriqu BO < 0.0002 (1) Cette eau provient d'une localité située un peu plus au sud de la région objet de cette étude. RECHERCHES OCÉANOGRAPHIQUES Carbonate calcique(CaCO,)..oooommm..». 0.1258 — socliamo (Ma. 00.)a abre o ou ooo e vestige Sulfate calcique (CaSQO,)..0oooooommo o... 1.0449 . — magnésique (MgS0,)...........-.. 2.4124 — sodique (Na¿SO,) ... o. ...ooo mm... vestige Chlorure magnésique (MgCl,)............ 1.2752 = sodique (NaCl)... ed... 29.2491 Nitrate potassique (KO,) ............... 0.0010 Les résultats ont été calculés pour 1000 centimétres cubes d'eau. a MOVIMIENTO CIENTÍFICO SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES SESIÓN DEL 23 DE MARZO Guipo BONARELLI, Pseudo-eolitos de Patagonia. Un ejemplar de Neoinoceramus de Santa Cruz. El doctor Bonarelli presenta una colección de piedras silíceas reco- vidas en el desembarcadero de Puerto Deseado, que por varias de sus formas presentan analogías con los llamados « eolitos » de Europa, atribuídos a una in- dustria humana sumamente primitiva; y fundándose principalmente en las con- diciones especiales del yacimiento expresó las razones que hacen creer se tra- ta de pseude-eolitos originados por la fractura ocasional que el tráfico ha produ- cido en los guijarros silíceos tan abundantes en aquella playa. Presentó, además, un ejemplar de Neoinoceramus procedente de las capas más altas de la Formación Patagónica de Santa Cruz, fósil que hasta la fecha sólo se había hallado en las capas basales de dichos estratos. ; PEDRO SERIÉ, Un lagarto común en la Sierra de Córdoba. El autor muestra un ejemplar vivo del lagarto conocido en Córdoba con el nombre vulgar de « chelco clinudo », y que según la creencia popular, pasa por ser muy venenoso, lo que se dice también del « matuasto » en las provincias andinas. Se trata de un iguánido (Tropidurus spinulosus) completamente inofensivo, que se alimenta sólo de insec- tos. El ejemplar presentado fué enviado de Capilla del Monte al profesor H. Arditi. AUGUSTO C. SCALA, Sobre un tratamiento empírico en un caso de mordedura de serpiente. El profesor Scala relata sus observaciones sobre un curioso tratamiento de las mordeduras de serpientes, mediante el empleo, muy difundido en el sur dle Buenos Aires, de trenzas formadas con las largas hojas de la « paja vizcachera » (Stipa ichú, var. gynerioides) atadas simplemente por encima de las heridas. JUAN BRETHES, Descripción de la agalla de Aecschynomene montevidensis. El autor da a conocer una agalla que se encuentra con bastante frecuencia en el citado arbusto ribereño, y presenta el díptero que la produce. Tanto la agalla como el insecto eran aún desconocidos, y el señor Brethes ha denominado a este último Lasioptera aeschynoments. MOVIMIENTO CIENTÍFICO LS) CARLOS S. REED, Observaciones sobre la biología de la Phulia nymphula. El señor Reed comunicó desde Mendoza interesantes observaciones biológicas sobre este pequeño lepidóptero común en la Cordillera de los Andes, entre tres y cuatro mil metros de altura. En sus breves notas llama especialmenta la atención sobre su notable polimorfismo y señala que hay indicios de que las laryas de esta mariposa se desarrollen sobre el Tropaeolum polyphyllum (« Espuela de galán »). Envió ade- más una serie de ejemplares de la especie, que obsequió a esta sociedad. Al terminar la sesión se dió cuenta de un artículo recibido del doctor Ángel Gallardo y titulado Hormigas dolicoderinas de los Andes de Mendoza. El grupo de hormigas estudiado forma parte de una colección que el autor hizo en marzo de 1917 en los alrededores de Cacheuta, y en algunas excursiones a San Ignacio y Uspallata. SESIÓN DEL 20 DE ABRIL SALVADOR DEBENEDETTI, Décimacuarta expedición arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras. El director del Museo etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras, doctor Debenedetti, expuso sucintamente los resultados de una expedición a la Quebrada de Humahuaca, que llevó a cabo en los meses de enero y febrero del corriente año. Trazó el itinerario recorrido, explicando la técnica usada en las excavaciones, y enumeró los hallazgos hechos en las 130 viviendas exploradas. Solamente de la fortaleza o «Pucará» de Campo Morado, se extrajeron 88 es- queletos humanos y 190 piezas, correspondientes a diversas industrias, cerámica, madera, hierro y metal. La segunda ruina explorada, se halla en la Quebrada de la Huerta, en una población prehispánica, que, por los descubrimientos efectua- dos, se infiere que llegó hasta los primeros días de la conquista. El material ar- queológico exhumado, tan abundante como variado, lleva a la conclusión de que en la Quebrada de Humahuaca existieron dos culturas independientes. La ex- pedición arqueológica efectuada por el doctor Debenedetti es la continuación de la serie de estudios sistemáticos que viene realizando la Facultad de Filosofía y Letras desde 1904. EDUARDO CARETTE, Sobre la ortografía del género Nothofagus. El doctor Carette hace una detenida exposición para establecer que, de acuerdo con las reglas de la nomenclatura botánica, debe respetarse la ortografía original del género Nothofagus Blume, 1850, corregida por Grisebach en 1851, y por el doctor Seckt recientemente ; pues el primero de estos autores fundó su género en considera- ciones morfológicas y no geográficas, comprendiendo en él sólo algunas especies australes del género Fagus. FRANCO PASTORE, Una ceniza volcánica sanidínica. El autor presenta una mues- tra de una curiosa ceniza recogida en Rawson (Chubut), y que fué rémitida a la Dirección general de Minas para su determinación. Se trata de una finísima toba de cristales, cuyos individuos presentan secciones cuadradas o raramente algo rectangulares con unos 0,004 de lado. Las propiedades ópticas y químicas demues-. tran que dichas secciones. naturales son fragmentos separados por fracturación transversal, poco oblicua, de diminutos cristales de sanidina, variedad volcánica del feldespato potásico monoclínico, ortosa, caracterizada comunmente por sus cristales de hábito prismático cuadrangular y por la fracturación arriba men- cionada. 120 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Parece que el origen de esta ceniza debe atribuirse a fenómenos explosivos de algún aparato volcánico de la Cordillera, productor de lavas ácidas. ENRIQUE PALAVECINO, Algunas particularidades morfológicas de la base del cráneo y el desarrollo del cerebro. El señor Palavecino presentó un breve estudio sobre la relación de ciertas cualidades morfológicas del enducráneo con el desarrollo del cerebro, expresando la conclusión de que las asimetrías de la tabla interna de los huesos del cráneo cerebral se deben al mayor desarrollo del hemisferio izquierdo; lo que tiende a comprobar el principio de Rabaud, de que «el sistema nervioso domina la adquisición de formas ». NS ed Arti degli Agiati, Rovereto. — Atti della A EXTRANJERAS (Conclusión) Italia Atti' della 1. R. Accad. di Scienze Lettere R. Accad. dei Fisiocritici, Siena. — Riv. Li- eure, Genova. — Riv. di Artiglieria e Genio, Roma, — Boll. della Soc. Geografica Italiana, Roma. — Ann. della Soc. degli Ing. e degli Architetti, Roma. — Boll. della Soc. Zoolo- gica Italiana, Roma.—Gazz. Chimica Italia- na, Roma. — Atti della Soc. dei Naturalisti, Modena. — Boll. della Soc. Médico Chirur- gica, Pavia. — Atti della Soc. Ligustica, Ge- nova. — Boll. del R. Comtato Geologico d” -—Ttalia, Roma. — Boll. della R. Scuola Super. d "Agricultura, Portici. — Atti della Assoc. - Elettrotecnica Italiana, Roma.—1l monitore Tecnico, Milano. — Boll. del R. Orto Bota- nico, Palermo. — Boll. Mensuale dell'Osser- vatorio Centrale del R. Colegio Alberto in Moncalieri, Torino. — Atti del R. Instituto dIncorageiamento, Napoli. — Atti della Soc. Toscana di Seience Naturali, Pisa. — Osser- _vatorio Vaticano, Roma. — Atti della R. Accad. di Scienze, Lettere ed Arti, Modena. — Atti del Collegio degli Ingegneri e Archi- tetti, Palermo. — La Navigazione Aerea, Ro- ma. — Giornale del Genio Civile, Roma. — Rendiconte degli Studi ed Esperienze ese- guite del Laboratorio de Costruzione'auro- nautiche del Battaglione Specialiste, Roma. — Bolletino' bimensuale della Societá Meteo- rologica Italiana, Torino. — Atti della Reale Accademia de Lincei, Roma. — Societá Ita- liana peril progreso delle Scienze, Roma. — Rendiconte del Circolo Matematico di Pa- lermo. — 11 Pitagora, Palermo. Japón The Botanical Magazine, Tokyo. — The Journal, of Geography, Tokyo. — Annota- .tions Zoological Japaness, Tokyo. — The Zoological Sociéty, Tokyo. Méjico Bol. del Observ. Astronómico Magnético Metereológico Central, Méjico. — Bol. del Observ. Nacional, Tacubaya.—An. del Mu- seo Nacional, Méjico. — Memoria y Rev. de la Soc. cientificas Antonia Alzota iz 2 Inst. Geológico, Méjico. — Anales del Mu- seo. de Arqueología, Historia y Etnología, Méjico. — Informes y memorias del Instituto Mexicano de Minas y Metalurgía, México. Natal Geological Survey of the Colony, of Na- tal, Pietermaritzburg. Nueva Gales del Sur Record of the Geological Survey (Depart- ment of Mines), Sydney. Nueva Zelandia Transaction an proceeding of the New Zealandz Institute, Wellingston. Paraguay An. de la Universidad, Asunción. Perú (Lima) An. de minas. — Bol. de la Soc. Geográ- fica. — Informaciones y Memorias de la Soc. de Ingenieros del Perú. — Rev. de Ciencias. — Boletín del Ministerio de Fomento. Portugal Bol. da Soc. Broteriana, Coimbra. — Jor- nal da Soc. das Seiencias Médica, Lisboa. — Acad. R. das Sciencias, Lisboa. — Bol. da Soc. de Geographia, Lisboa. — 0 Instituto Rev. Scient. é Litteraria, Coimbra. — Bol. do Observ. Metereológico é Magnético, Coim- . bra. — Bol. do Observ. da Universidade, Coimbra. — Bol. do Observ. Meterológico-do Infante Dom Louis, Lisboa. — Annaes Scien- tificos da Academia Polytecnica do Porto, - Coimbra. Rumania Bol. de la Soc. Geográfica, Bucuresci. — Buletinul Societatti Recio Romane de Geo- grafey Bucuresti. ; : Rusia Bul. de la Soc. de Geographie, Helsino- fors. — Memoires de la Acad. Imperdes Sciences, Petrogrado. — Buli. de la Soc E 1 teca Politecnica, Petrogrado. —Soc. pro Fan- na et Flora, Fennica, Helsingfors.— Bull. de la Soc. Imper. des Naturalistes, Moscow. — An. de la Soc. Phisico Chimique, Petrogra- do. — Bull. de la Soc. Imper de Geograpbhie, Petrogrado. — Phisicalische Central Obser- vatorium, Petrogrado. — Bull. du Jardin Im- per. de Botanique, Petrogrado. — Korres- pondensblat de Natufors Vereins, Riga. — Bull. du Comité Géologiqle, Petrogrado. — Polytechnischen Vereins, Petrogrado. San Salvador Observ. Meteor. y -Astron. El Salvador. Suecia y Noruega Sveriges geologisca Underskning, Stoc- kolm. — Kongl Vetenskaps. Akademiens. Stockolm. — Forhandl et Vidensk Selska- bet, Cristiania. a Cocer pnien Ethnographiche gesellsoheft- Zurich. — Soc. Hevéltique des Sejontes Na- turelles, Berna — Bull. de la Soc. Neufcha- teloise de Geographie, Neuchatel. — Obser- vatoire Meteorologique, Neuchatel. — Biblio- thek des eidgenossischen polytechnikims, Zurich. — Archives Suisse d'anthropologie générale, Genevé. Uruguay (Montevideo) Rev. de la Asociación Rural. — Bol. dela Enseñanza Primaria. — An. de la Universi- dad. — Bol. del Observ. Metereorológico Municipal. — Revista de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos del Uruguay. — Revista del Centro Farmacéutico Uruguay. a Revista del Ministerio de Industrias. NACIONALES Buenos Aires Rev. de la Fac. de Agronomía y Veterina- ria, La Plata. — An. del Museo, La Plata. Rev. Mensual de la Cámara Mencantil, Ba- rracas al Sud. — Revista del Centro de In- geniería, La Plata. — Revista del Centro Estudiantes de Química y Farmacia, La Pla- ta. — Archivos de Pedagogía y Ciencias Afines, La Plata. Capital An. del Círculo Médico Argentino. — An. “de la Universidad de Buenos Aires. — Ar- chivos de Criminalogía, Medicina legal y Psiquiatria. —Bol. de Estadística Municipal. — Rev. Farmacéutica. — La Ingeniería. — An. del Depart. Nacional de Higiene. —Rev. Técnica.—An. de la Soc. Rural Argentina. — An. del Museo Nacional de Buenos Aires. — Rev. de la Soc. Médica Argentina.—Rev. de la Asociación Estudiantes de Ingeniería. — Rev. de la Liga Agraria. — Bol. de la Unión Industrial, Argentina.—Bol. del Cen- tro Naval. — El Monitor de La Educación + Común. — La Semana Médica. — Anuario de a Dirección de Estadística. — Boletin del - Museo Social Argentino. — Boletín de la So- ciedad Physis. —Germinal.—Anales de Psi- cología. — Anales de la Sociedad Química Argentina. — Boletín y Anales de la Direc- ción de Minas, Geología e Hidrología. — Re- vue de la clinique Obstétricales et Gynéco- logique. — Boletín de la Sociedad de Oftal- - mología de Buenos Aires.-—Revista de Cien- cias Económicas. —Boletín del Departamento Nacional del Trabajo. —Revista de la Sanidad Militar. — Revista del Jardín Zoológico. — La Universidad Popular. — Boletín y Memo- rias del Ministerio de Agricultura. — Revista Zootécnica. — Revista de Agronomía. Córdoba Bol. y Actas de la Academia Nacional. — Revista de la Universidad Nacional. Entre Ríos Am. de la Soc. Rural. Tucumán - Anuario Estadístico. SUBSCRIPCIONES Francia Annales des Ponts et Chaussées. — « Re- vue ». — Contes Rendus de 1'Académie des Sciences. —Annales de Chimie et de Physi- que. —Nouvelles Annales de Matbématiques. — « La Nature ». — Nouvelles Annales de la Construction (Oppermann). — Revue Scien- tifique. — Revue de Deux-Mondes. — Revue générale des sciencies, (Paris). Italia Trattato Generale dell'Arte dell'Ingegne- re, (Roma). —Memorie de Archittetura prac- tica, (Torino). — L*Industria Chimica, (To- > trino). — Scientia (Rivista di Sciencia), (Mi-- lano). — Nuova Enciclopedia de Chimica, (Roma). — ll Costruttore (Milano). Inglaterra The Builder, (Londres). , España - Enciclopedia Universal ilustrada, (Barce- lona). E A y E. A 2 Direcror : Docror EDUARDO CARETTE ki ( SEPTIEMBRE- OCTUBRE 1918. — ENTREGAS IH-IV. TOMO LXXXVI | ¡al NDICE d A Y cd : ; : 3 y E végétation” dos Hautes Cordilléres de Mendoza (République a SS A OS DEDO M LEVYLIER, Electricidad atmosférica y alambres de púa. ....oooomooooooo. 189 o Udo El grupo o Alakaluf de los canales magallímicos. IMPRENTA. Y CASA. o Ingeniero H. M. Levylier. Profesor Martín Doello-Jurado. | Agrimensor Antonio Orús. Conente a A Señor Juan Botto 1 , ADVERTENCIA. — Los colaborad ores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares (deberán entenderse con la Casa editora « CONI ». Tienen, además, derecho a la corrección de dos, pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se: enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN, PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías DORA eS. eos auge a Ml 1.00 . Número atrasado............ $ 2.00 Porra o A o . 12.00, Número atrasado para los socios.. 1.00 LA VERETATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA (RÉPUBLIQUE ARGENTINE) PAR LUCIEN HAUMAN Professeur á 1'Université; conservateur au Musée d'Histoire naturelle de Buenos Aires INTRODUCTION Les Hautes Cordilleres de Mendoza qui s'étendent sur un peu plus de trois degrés de latitude, comprennent le versant oriental du massif le plus élevé de toute la chaine andine, massif qui ne le cede en alti- tude qu'au seul Himalaya et ou Pon trouve, échelonnés sur quelque soixante-dix kilometres, les monts Aconcagua, Tupungato, Juncal, Navarro, Polleras, dont la hauteur est comprise entre six et sept mil- le metres, plus une dizaine d'autres, au moins, plus hauts que le mont Blanc. Quoique tres imparfaitement connues, méme au point de vue topo- graphique, ces montagnes ont été visitées par de nombreux natura- listes, Darwin, par exemple; elles sont, en effet, accessibles depuis longtemps avec une relative facilité: plusieurs routes les traversent, dont Pune historique que suit aujourd'hui la voie ferrée, réunissant les grandes villes du Chili central a la riche province argentine de Mendoza, routes dont Pimportance était plus grande, peut-étre, quand aucun chemin de fer ne traversait les mille kilometres de plaine qui s'étendent des pieds de la Cordilléere aux rives du Río de la Plata. Aussi des observations de tout genre y ont été faites au cours du dernier siecle, et d'importantes collections en furent rapportées. Pour ce qui est de la botanique, il faut citer Miers et le médecin an- glais Gillies, qui, vers 1820, résidait á Mendoza d'ou il fit de vraies AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 9 122 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA explorations dans la montagne et dont les collections furent étudiées, comme celles, aussi, de Camming et de Cruckshanks, par Hooker et Arnott, et par Don; R. A. Philippi, plas tard, s*occupa de celles réu- nies par les naturalistes Reed et Leybold et plusieurs autres voya- geurs; puis F. Kurtz donna de breves relations de ses voyages au col de la Oumbre et au Río Salado supérieur, travaux dont quelques pages sont consacrées á la Haute Cordillere; Otto Kuntze traversa les Andes par le col de la Cruz de Piedra (Paso Cruz), un peu au sud de la région que j'ai visitée, et publia une cinquantaine de noms dans le troisieme volume de sa Revisio. Enfin, Ohodat et Wilezek commen- cerent, sans Pavoir malheureusement achevée, la publication des plantes recueillies par Pun deux, dans la région du Río Diamante, non loin de celle qu'avait visitée Kurtz, et Pexpédition Fitz-Gerald. rapporta du pied de 1”Aconcagua un petit herbier quí fut étudié par R. Burkill. Mais la plupart de ces travaux sont purement systématiques, tous sont partiels et aucun ne donne de lPétage alpin proprement dit, insuffisamment séparé le plus souvent de la Précordillere, une étude phytogéographique quelque peu détaillée. Le versant occidental de méme, est sous cette latitude, incompletement connu et Reiche, dans son grand ouvrage sur la géographie botanique du Chili, ne donne sur cette région que fort peu de renseignements. Il serait done fort intéressant d'étudier dans son ensemble la végé- tation de ces montagnes, mais, laissant pour un travail ultérieur la flore de la Précordillere qui west qw une section subandine du Monte argentin, je nYoceuperai spécialement dans celui-ci de Pétage alpin, C'est-á-dire de lPétroite bande centrale du massif ou Watteignent pas les éléments caractéristiques de la plaine: j'analyserai plus loin les. raisons botaniques de cette séparation. J'ai divisé cette étude de la facon suivante : * A AE ( Le milieu; Partie descriptive..... < AECE a / Les principales associations. ( Analyse systématique; Partie analytique...... — éthologique; ] — phytogéographique. : , ; ( Catalogue des plantes vasculaires; Partie systématique... Ea E $ / Bibliograpbie. Pour ce qui est de la description et des remarques éthologiques, je en suis strictement tenu á mes propres observations : je m'empresse LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 123 done de faire remarquer que la région que ji visitée, de Aconcagua au Tupungato, région qui est précisément la plus élevée, ne repré- sente á peu de chose pres, que le cinquieme le plus septentrional des Andes mendocines; cependant, comme je Pexpliquerai par la suite, les résultats acquis par Pautres auteurs et lVétude de collections pro- venant de quelques vallées plus méridionales, m'ont permis d'étendre mes conclusions á une région beaucoup plus vaste : d'ou le titre de ce mémoire (1). Avant d'entrer en matiere, il me faut signaler encore Vinsécurité de nos connaissances systématiques sur la flore de la région, insécu- rité qui m'obligea, en raison des notes multiples dont il me fallut Pa- lourdir, de donner au catalogue qui termine ce travail un développe- ment sans doute exagéré. Cela est dú, en partie peut-étre, ála grande variabilité de la flore de ces montagnes, flore relativement moderne et soumise a des conditions, tres variables aussi, de terrain et de eli- mat, mais bien plus encore assurément, a Pinsuffisance des deserip- tions, non seulement dans les anciens ouvrages, mais trop souvent encore dans les plus récents. C'est ainsi que les especes des vieux auteurs anglais cités plus haut, espéces qui souvent n'ont plus été décrites ni méme mentionnées depuis plus de quatre-vingts ans, sont le plus souvent impossibles á reconnaitre avec certitude, au point que la redescription, sur les types, des collections de Gillies, s"impose :omme une nécessité pour la botanique argentine. 11 en est trop sou- vent de méme pour les innombrables especes de Philippi, méme lors- qwelles ont été reprises par Reiche dans sa moderne Flora de Chile. "existence dans la nature d'un nombre bien plus considérable de types qu'on ne le supposait jadis, rend absolument indispensable non seulement des descriptions minutieuses (2), puisqu'il n'est pas tou- jours possible de donner des dessins, mais surtout Pindication par les (1) La région visitée s'étend depuis le chemin de fer transandin jusqu'á une soixantaine de kilometres vers le sud. Cinq vallées (vallées du Río Mendoza, de Las Cuevas, Río Tupungato, Río Blanco, Río Plomo et Río Tosca) ont été remontées Jjusqu'a leur origine; la limite des neiges a été atteinte et dépassée en de nom- breux points et l'ensemble des excursions représente un parcours de pres de 500 kilometres (voir la carte p. 125). J”y ai passé environ 60 jours, en janvier-février 1908, janvier 1910, novembre 1913 et mars 1918, ayant séjourné ou campé en une dizaine d'endroits, outre Puente del Inca, point de départ obligé des excursions a chacun des voyages; voir en outre le tableau qui précede le catalogue. (2) Sans que jamais, surtout, on puisse multiplier á l'excés les renseignements sur les dimensions des organes. ars a QA INS Dt Y 124 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA auteurs des différences de leurs especes avec les plus voisines, et ce serait une banalité que de le dire, si, trop souvent, on r'avait á cons- tater dans les travaux modernes Pabsence de ce genre d'indications, seule excuse admissible aujourd”hui, si j'ose ainsi wexprimer, a la création d('especes nouvelles! 11 semble pourtant que cette partie de la systématique quí est qu'un inventaire, devrait étre la plus exacte des sciences biologiques, — puisque, approximative, elle est plus nui- sible qwutile — et devant Pincertitude partout rencontrée, on ne comprend que trop le peu de prestige qw elle conserve de nos jours! J”aurais dá compléter ce travail par une étude comparée plus ap- profondie que je Wai pu le faire, de la flore andine et de la flore pata- gonique, flores dont nous verrons plus loin les étroites relations, et c'était un de mes objectifs en acceptant sans aucune sorte d'engage- ment, de faire partie, en janvier 1914, d'une expédition botanique au Lago Argentino, sous la direction de monsieur €. M. Hicken, expé- dition généreusement subsidiée par le Ministere d'Agriculture de la Nation. Malheureusement pour moi, les riches collections que j'avais réunies au cours d'herborisations souvent pénibles et méme dange- reuses, m'ont été entierement enlevées; sans que j'en aie été préve- nu, elles ont été dans la suite mélées a d'autre matériel, et leur étude confiée á un autre naturaliste. S'l a falla me résigner a perdre de la sorte les fruits de trois mois d'un dur labeur, il m'est par contre im- possible de continuer a paraitre coupable de r'avoir rapporté aucune observation scientifique de cette expédition officielle, la seule á laquel- le 'aie eu Phonneur d'appartenir, et de partager plus longtemps la responsabilité du silence qui plane, «lepuis quatre ans bientót, sur ses résultats. D'ouú cette simple déclaration. Les beaux dessins quí ornent ce travail sont dus a monsieur €. Vi- llalobos, dessinateur du Musée national d'Histoire naturelle de Bue- nos Alres. PARTIE DESCRIPTIVE l. ÉTUDE DU MILIEU Apercu géographique Les Cordilleres de Mendoza sont donc constituées par le versant occidental de la chaine andine, entre le 52240 et le 369 de latitude LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 125 . E _A4firo Penitentes f: Twinsh€ Cno : : SO Ax z Sn ANO o 5300 A Pt3-Rio bJánto, a PrChorillos Rio Chorillos Abra Pircas o 4800 LN ¿Cerro Chimbote ana És; 5000 Port*del Morado 9, ES ¡10 Km. Tupungato Y, 5800 zz, b004008 Itinéraires. 1, 2,34 22, Glaciers. Fig. 1. — Hautes Cordilléeres de Mendoza entre 1' Aconcagua et le Tupungato (lat. S. 31940/ a 320207), d'apres Reichert (XLVI, p. 195) 126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sud, et cesta la partie la plus septentrionale de ce secteur que se rappotrte plus particulierement ce travail. Pour des raisons botaniques sur lesquelles je reviendrai plus loin, la zone que j'étudierai commence lá oú Valtitude du fond des vallées dépasse 2300 metres (c'est-a-dire, dans celles du Río Mendoza a Punta de Vacas), altitude que ne franchissent point les éléments caractéris- tiques de la Précordillere. Cet étage alpin s'étend, en Argentine, sur une bande large de 25 a 30 kilometres á peine et constitue done la zone médiane, la plus élevée, de Pénorme massif montagneux dont la largeur totale est ici d'environ 170 kilometres, dont 120 entre la ligne du divortium aquarum quí constitue la frontiére politique avec le Chili, et la plaine de Mendoza. Les vallées y sont étroites, resser- rées entre des montagnes aux pentes toujours abruptes et dominées par des sommets dont plusieurs, comme nous lVavons vu, ont plus de 6000 metres de haut. En dehors de ces pies dominant de beaucoup lVensemble de la chaine, nombreuses sont les cimes qui dépassent la limite des neiges éternelles, laquelle oscille ici entre 4200 et 4500 metres, mais (autres plus nombreuses encore se dégagent, pendant plus ou moins longtemps, suivant leur altitude et suivant les années, de Pépaisse couche de neige qui les couvre pendant au moins six mois (pl. Vila X). En plein été du reste (janv.-févr.), il est fréquent que des sommets ne dépassant pas 3500 m., bien au-dessous par conséquent de la limite de la végétation, restent pendant quelques heures ou méme quelques jours couverts d'un mince manteau blanc (pl. LX, fig. 2). Il faut signaler, d'autre part, immense développement qw'ont pris les glaciers de cette partie de la Cordillere (voir Reichert, XLVI) (1): toute la chaine frontiere, un peu au sud de 1”Aconcagua jusqu'au Juncal, sur une longueur de pres de 30 kilometres, est occupée par une immense mer de glace, d'or descendent, parfois jusqu'au-dessous de 3500 metres, les nombreux glaciers, sources des riviéeres et des torrents, qu'on trouve á origine de la plupart des vallées (n* 1 a 22, fig. 1); autres ont disparu ou ont changé de place, laissant derriére eux des moraines souvent tres étendues (pl. X, fig. 1, et pl. XD. Une autre caractéristique importante de ces montagnes, gue signa- lait déja Darwin, est Vactivité considérable des phénomenes d'éro- sion; tout au long des vallées, aussi bien qu'au flanc des massifs les (1) Les chiffres romains entre parentheses renvoient a la liste bibliographique qu'on trouvera á la fin de ce travail. A LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 127 plus élevés, oil rencontre partout les lignes et plans obliques des pierriers qui descendent souvent jusqu'au bord méme des rivieres, et c'est dans ces éboulis, ainsi que dans les anciennes moraines, quw'on trouve vers 4200 metres, les derniers vestiges de la végétation pha- nérogamique. Glaciers et neiges éternelles déterminent naturellement la forma- tion d'un grand nombre de cours d'eau ; et de tout cóté, aux niveaux les plus divers, sur les pentes, surgissent des sources produisant sou- vent un petit marécage ou donnant naissance á un ruisseau tres vite transformé en un torrent, creusant profondément le flanc de la mon- tagne, et s'épanouissant en éventail avant de rejoindre la riviere cou- lant au fond de la vallée : ces taches marécageuses, ces ravinements abrités du vent, et les alluvions des cónes de déjection sont natu- rellement des stations caractérisées par des associations végétales de types assez différents. Le cours des rivieres est en général torrentueux et tres variable, non seulement suivant la saison, mais aussi selon Vheure du jour, la fonte de la glace et de la neige s'nterrompant completement sur les hauteurs des que le soleil s'est couché; elles coulent tantót dans un lit étroitaux rives en surplomb (pl. VII, fig. 1), et tantót, se divisant comme au hasard en bras multiples, elles occu- pent tout le fond de la vallée, dans ce cas large, horizontal et couvert de galets (pl. VII, fig. 2). Les lacs manquent totalement dans cette partie de la Cordilléere : on y peut signaler que quelques étangs ou mares de fort peu d'importance. Le manteau végétal étant fort pauvre, aspect du paysage avec ses vallées étroites, ses roches nues aux couleurs sombres, souvent rouge ou brun, barré de tout cóté par les lignes obliques de ses pier- riers, est toujours austere, triste méme, et ne devient grandiose que vu de tres haut, ou lorsque un ou autre des grands sommets nel- geux le domine. Le sol Il ne peut entrer dans le cadre de cette étude de donner méme un bref apercu de la géologie compliquée, tres incomplétement connue du reste, et tres discutée, de ces montagnes. Je rappellerai seule- ment que les géologues admettent en général que la chaine des An- des est de formation relativement récente, produite par le souleve- “ment a lépoque tertiaire, des terrains anciens constituant toute la Précordillere et méme une partie de la région centrale étudiée ici (des fossiles ont été trouvés au sommet du mont Polleras, a 6200 m. 128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA WValtitude). Seul le cordon central des plus hautes cimes serait formé de roches éruptives contemporaines du soulevement. Voici VPapres un travail récent de W. Schiller (XLVIÍT) quelques renseignements sur l'áge et la nature pétrographique des terrains : comme nous venons de le voir, Vépine dorsale du systeme est compo- sée de roches éruptives datant du Crétacé supérieur ou méme du Ter- tiaire inférieur: ce sont par exemple des banes parfois extrémement puissants de porphyrite-andésite, coupés souvent par des couches de trachyte (Tertiaire supérieur), comme ceux qui constituent les monts Aconcagua, Tolosa et Río Blanco, roches dont on retrouve en abon- dance des fragments dans les pierriers et les lits des riviéres. Vien- nent ensuite, de Pouest a Pest, des terrains toujours plus anciens, ayant subi de violents bouleversements, et dans lesquels on a reconnu des gres, des ardoises, des conglomérats crétacés, des banes épais de calcalre néocomien fossilifere, du gypse oxfordien en abondance, enfin vers la limite inférieure de la zone qui nous oceupe, des porphyres quartziferes, des roches granitiques (laccolithes) mésozoiques et des roches cornées dévoniennes. Il faut mentionner encore les terrains de formation récente qui sont justement ceux quí supportent la végétation la plus abondante, les dépóts fluviaux quaternaires (ordinairement sablo-argileux, parfois nettement sablonneux) du fond des vallées, les cónes de déjection formés par chaque torrent latéral (pl. VII, fig. 1), les éboulis et les pierriers, et enfin les moraines. Ces terrains, ef bien d'autres que j'ai passés sous silence, affleurent fréquemment en grand nombre (les horizons se répetent souvent plu- sieurs fois), les uns au-dessus des autres, sur les pentes limitant les vallées : c/est ainsi que Schiller (loc. cit., pl. 15 et 16) a pu reconnai- tre plus de quinze couches superposées au flane des montagnes qui do- minent d'un millier de metres la station balnéaire de Puente del Inca. Cette diversité dans la composition du sol a-t-elle une influence directe sur la végétation? On voserait le nier absolument, mais le phé- nomeéne est en tout cas des moins apparents: peut-étre cette di- versité est-elle une des causes de ces curieuses localisations des «plantes rares » qu'on trouve parfois en abondance dans une vallée ou sur un sommet, et nulle part dans les environs; mais la compio- sition des associations écologiques que je distinguerai plus loin est _extrémement constante, et je vai pas vu que des différences dans la nature des roches, en des points voisins des pentes d'une méme vallée, entrainassent des modifications sensibles de la végsétation. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 129 On peut remarquer du reste, qwen présence des facteurs WVélimi- nation que constituent, Vune part, des gonditions climatériques aussi extrémes que celles qwW'on rencontre á ces altitudes, et Vautre part, de Vimportance des conditions physiques et mécaniques du terrain (terre, roche, éboulis plus ou moins exposés au soleil ou au vent), 11 est naturel que de légéres différences dans la composition du sol res- tent sans influence. En dehors des affleurements de gypse, aucune particularité miné- rale West á signaler. Je rappellerai seulement la présence de sources thermales bicarbonatées et ferrugineuses, parmi lesquelles celles de Puente del Inca, célebres, assure-t-on, des avant la conquéte espa: enole, par leurs propriétés thérapeutiques. Voici enfin Vanalyse, que je dois á M. F. Bade, (une terre recueil- lie par moi au fond de la vallée du Río Tupungato, par 2400 metres Valtitude, 4un endroit ou la végétation offrait Vaspect le plus normal. Analyse physique de la terre fine Partienles de moins de 0,004 millimetres de diametre.. 1 le Particules de diametre variant de 0,004 a 0,05........ 5,8 = 005 20/20 oo poco a 19,3 =— SONS O ORO Rétention de H,O par 100 cc. 34,8 Analyse chimique Pour 1000 de terre fine ¡EUMIIMIS . 00 00000000 0000004000005 7,120 AO VOI. > 0.000 000000000 aoo as 0,360 12,0), WOW 0 1000000000020 00R9 9000 0,94 P,O, par extraction citrique...... 0,23 Extraction chlorhydrique : Sites (O) e oe9e ooo poor o oo bao 0,45 Oxyile de mee (118,0) 0006000000090 31,2 Mia (UML) oo alo nabo oe oooO soe 19,6 Oia (1E0)soo oo leia oo olaa oo eo o la.O E 4,0 Magnésie (Mg0)........ do da eS 6,2 Pots (M¿O)osooosoosovopesbood 0,28 soudo (Ma O)esooo.snocce sesos. 0,49 Il ne Yagit évidemment pas, comme on voit, Vun sol fertile, mais non pas davantage, me semble-t-il, d'une terre a la stérilité de laquelle puisse s'attribuer la pauvreté de la végétation. 130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Le climat On ne peut guere s'attendre á ce qw'il existe des observations com- pletes, exactes et nombreuses sur le climat d'une région déserte, dWimportance économique actuellement quasi nulle et aussi éloignée des centres de production agricole et industriel, que la zone la plus centrale du massif des Andes. Pourtant, depuis une douzaine d'an- nées, le Bureau météorologique argentin a installé á Puente del Inca (a 2700 m. Paltitude), une station (importance secondaire, il est vrai, dont le fonctionnement a souffert quelques interruptions, mais dont les observations dans leur ensemble, si méme elles v'étaient pas tou- jours de la plus rigoureuse exactitude, donnent une idée tres comple- te du régime des pluies et de la température dans ces montagnes. Sur ma demande Mr. Wiggins, que je remercie vivement, m'a fait remettre les tableaux complets des observations ettectuées : on retrou- vera ci-dessous un résumé, d'autant plus intéressant que c'est, á ma connaissance, la premiere fois qu'on publie des renseignements aussi satisfaisants sur le climat des Hautes Andes australes (1). Température. — Parmi les moyennes mensuelles des années 1905 a 1914, dont j'ai les chiffres sous les yeux, j'en ai choisi trois qui donnent une idée tres complete des oscillations du climat. J?y ai joint les chiffres mensuels moyens en indiquant en derniere ligne, comme je le ferai pour tous les tableaux qui suivront, les nombres d'obser- vations sur lesquelles ils ont été calculés. Il. TEMPÉRATURES MOYENNES 2 ES mn = 5 'S 5 + 2 a 2 2 S 0 E UE EA ES E a Se a USA e SS Ea ES E a E Sa. PONT: 14,1|12,9 12,0/6,9/1,7| —31,0| —4,6| —0,3/1,5/6,8| 8,1 11,5/5,6 A na 14,2 13,9 11,115,8/4,5/ —1,9 0,6| 0,9/2,55,5| 8,4/10,7|6,2 MO 13,0/13,9/10,319,0 4,3 2 AS SUSO ES HAL O eN Moyennes....|13,8|13,2/11,4 7,0 3,6| —0,38|—1,0| 0,5/2,9/6,8| 8,6 11,3| 6,5 Années d'ob- servation ..| 9 TON ALOA LOA SLO 8 9 9 QUITO SO ALOJA 6ES (1) La publication de ce travail a été retardée de plusieurs années : c est ain- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA Ley Pour plus de clarté je ne publieral pas les maxima et minima de tous les mois des | ae dix années observations dont je dispose, dE j mais, afin de donner pourtant une idée plas |: exacte que celle qui résulterait des maxima | il - ARO 07 al, MH 1 z et minima absolus, publiés seuls en général, [iiteaeerette ir Dr ANO NN AND DDN Ti ll J'y joindrai le maximum inférieur et le mi- rra 38 0 nimum supérieur observé pour chaque mois. 1 MEA ñ ml la Ainsi, dans le tableau suivant, les chiffres [E lA e maxima de janvier, par exemple, signifient 1 . E a 1 que la température la plus considérable ob- [i-: sa e servée pendant ce mois dans Vespace de 9 [h peta Aa Ad ans, fut de 28%, mais que, dans la moins ff ni ah yl mb chaude de ces années, le thermomeétre y est | Ml monté pourtant a 232. EL mean Un autre élément important dans un eli- [l. a mat aussi extréme est Poscillation diurne ' . aan A dl nn de la température, mais je Vai a ce sujet que NEO retina Pa Alar quelques renseignements relevés au cours AN de nos expéditions. Méme a 2500 metres les gelées nocturnes ne sont pas rares au caur de Vété (janvier-février), mais elles ñ sont presque journalieres et assez fortes [ , (jusque —4) vers 3500 metres, comme le [i: DIGO AI d1d BUORIOL montre le thermogramme ci-contre, pris au 1 pied du glacier du Juncal par 3400 metres Valtitude, a un endroit plutót abrité, puis- qwil avait été choisi pour le campement, et oú la végétation était celle que normalement on observe a ces altitudes. La température au soleil est par contre assez élevée au mi- lieu du jour, et j'al observé au méme en- droit des maxima de 32 et 34% a la fin de x si que ces statistiques sont arrétées a 1914. Les chiffres que je donne ont été copiés des tableaux manuscrits qui m'ont été communiqués par la Ofi- — Thermogramme pris par M. F. Bade a 3400 metres d'altitude (vallée du Río Plomo), du 16-1-1910, á midi, au 24-1-1910, á midi e] cina Meteorológica argentina, ou calculés d'apres ALEA And 7 : S mE NON EN IG UD DONA: es eux, et different légerement de ceux, beaucoup ' ORD AROARDE LO ml : : . 07 1 J000N! , moins détaillés du reste, que celle-ci a publié par [ita e FEriTO NAAA 100l la suite (XLIX, p. 275). unn Dad | DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Q D ANALE 132 6 10 as OL v0 SiS 6 PS | OT 07% 2guu 91 MIDI IIQUIAAON 3100990 dos | 9quIay 10 qoy Jar 8 L da = 180 = 6 8 A St ¡ee DUIMAJT L G pS añ 8 L 28 691 e“9T 361 DUNLD IL = S E E [Hay IOLIAD H IITAUB P * SUOIYBALOS(O,P SOQUUY “+ SUSÁQUL BUIN " SUOIJBALOS(O,¿P SOQUUY “++ SMSLIOAOS BULULA 9 SOJOS(E BULULJAL ** SUOIBALOS(O¿P SOQUUY “+++ *su9 ou BUNIXPN * SUOMBAJOS(O,P SOQUUY "++? *SIMOLISJUT BUIN *SO]JOS(B BUIXPIN (PIGT-COGT GOTH A) VINIXVIN LH VICININ SAYHOLVIAHANAL *II LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 133 janvier 1910 (thermometre sur planchette de bois). J”ajouterai que les sautes de température sont extrémement brusques des que le so- leil apparait ou disparait á un endroit déterminé. On voit done, comme il est naturel a cette altitude, qwil s'agit d'un climat tempéré froid, avec des étés a peine tiedes et des hivers tres rigoureux : Visotherme annuelle est de 695, isotherme qui est celle de la partie orientale du détroit de Magellan et du nord de la Terre de Feu (XLLX, pl. X). Le climat de Puente del Inca correspond du reste avec une exactitude remarquable, sauf un léger retard du printemps, a celui de Puerto Gallegos,.sur la cóte de 1'Atlantique, a 199 de latitude plus au sud, et ne differe que par ses hivers sérieusement plus froids de celui de La Quiaca, a 10? plus au nord (frontiere bolivienne), dans la résion andine septentrionale du pays; c'est ce que montre le tableau suivant, auquel j'ajouterai les caractéristiques thermiques des villes de Mendoza et de Santiago (Chili), situées une et autre au pied de la Cordillere, tres sensiblement á la méme latitude que Puente del Inca. III. TEMPÉRATURES EN DEGRÉS CENTIGRADES s o E EA E E og E o a O = = “A [ Moyennes pour janvier ...... 13,8 15,7 13,1 23,4 19,8 — LOVE ie 13,2 12,2 Ss 22,6 19,3 — NAS a o edo pod 11,4 9,7 12,6 20,3 eS =— AN: 7,0 7,0 10,2 15,6 187 — Mora ace 3,6 3 7,8 ML 7 10,9 — ¡oa ro —0,3 —0,2 4,8 7,8 9,1 e ¡ale ccons AO REZO SS 5,1 8,5 8,3 — aot > 0,5 2,0 6,5 9,8 1 = septembre.... 2,9 4,4 9,8 13,9 12,5 — octobre... 6,8 7,1 1175 16,6 13,5 — novembre.... 8,6 10,2 13,8 10 16,3 — décembre .... ies 10,8 150 22,6 18,4 Moyennes annuelles ......... 6,5 6,6 10,4 All 14,0 Maxima absolus............. 28,0 31,2 30,5 43,0 39,6 Mi a —18,7 —19,0 —16,1 —9,2 —4,0 Maxima MoyenNS............. 13,4 11,9 20,4 23,89 Minima Moyens.... lo... ... OSUNA 0,6 | — 1,4 8,5 134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Par ses isothermes de janvier et de juillet, correspondant inverse- ment a celles de juillet et de janvier de l'hémisphere nord, le climat thermique de Puente del Inca est, ('autre part, comparable á celui de la Norvege moyenne, par 659 de latitude nord. Humidité atmosphérique: — J'ai réuni dans le tableau suivant les chiffres moyens pour la période 1905-1914, ainsi que les extrémes observés pour chaque mois de Pannée. IV. HUMIDITÉ RELATIVE, POUR CENT (PÉRIODE 1905-1914 , ca Es D z 2 (5) 3 2 = E + 2 E 2 2 S le la Bla ala le Els 8 (Ela A TENES ADS E E do A Moe 401, 48| 47| 471 51| 61| 68| 71| 59| 48| 49| 46| 53 Chiftres maxima... ...... 56| 61| 61| 61. 64| 79| 86| 93| 86| 65| 64 | 67 Chiffres MiNiIMa......... 221 201 36| 38| 36| 38| 40] 37] 36| 38| 32| 30 Années d*observations ... SILO (LOS 6 A ES 9 LO LO, La sécheresse de Pair est donc tres accentuée dans la Haute Cor- dillere de Mendoza, surtout pendant les mois d'été, et c'est lá certaine- ment un des facteurs qui contribuent le plus puissamment a réduire les formes végétales. Une pareille sécheresse de Pair ne se retrouve en Argentine que dans la région désertique de l'extréme nord, a La (Quiaca, ou la moyenne de Pannée est aussi de 53 pour cent, mais avec une courbe annuelle inverse, les mois d'été étant les plus humi- des; il en est de méme, quoique d'une facon moins marquée, a Andal- galá (province de Catamarca, lat. S. 27910", altitude 1118 m); elle est parfaitement comparable a celle des déserts authentiques, et K. Wolft- huegel (LIV, p. 366) a constaté l'absence absolue de la puce de Phom- me a Puente del Inca, absence due (apres lui a la sécheresse de Pair, comme c'est le cas dans le Sahara (1). Plwie et neige. — En raison de la tres grande importance du fac- (1) Voici en outre quelques faits qui donneront une idée de cette sécheresse : pour dessécher la viande que 1%on veut conserver, il suftit de 1”étaler a l”air, pen- dant quelques jours, sur des pierres; dans quelques essais de microbiologie que j'ai faits au campement, la dessiccation des milieux nutritifs dans les boítes de Pétri était une des principales difficultés ; la préparation des herbiers est natu- rellement facilitée, mais il arrive que le desséchement soit excessif et que des échantilions insuffisamment enveloppés tombent en poussiere. “LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 135 teur pluie, je transeris intégralement les résultats fort curieux des observations réalisées de 1905 á 1914, a Puente del Inca (tableaux V et VI). Dans le tableau V, un astérisque signifie neige; jusquw'en 1911, celle-ci n'a pas été mesurée; dans les derniéres années, lors qw'un astérisque concorde pourtant avec un zéro, c/est, je suppose, que la quantité de neige tombée a été si faible qu'on nen a pu mesurer Peau de fusion au pluviometre. Ces tableaux, méme s'ils ne sont pas une exactitude idéale, mon- trent éloquemment combien la pluie est un phénoméne exceptionnel dans ces montagnes : ainsi, de 1907 a 1910, il semble qu'il y ait pas plu une seule fois, les précipitations s/étant toutes produites sous forme de neige (1); de 1906 a 1914, pas une seule fois il n'a plu en janvier, et, pendant les cinq années completes — mars 1905 a février 1910 — pendant lesquelles eau de fusion de la neige na pas été recueillie, le pluviometre ne recoit que cinq fois des quantités mesu- rables. Le nombre des précipitations est, 1l est vrai, assez considéra- ble (33 en moyemne) de mai á novembre, mais il s'agit, dans les neuf dixiemes des cas au moins, de neige et non de pluie. J'ajouterai que le climat de la plaine argentine, a Vest, est extréme- ment sec, et que ce West qua 200 kilometres du pied des Andes que la moyenne pluviométrique dépasse 400 millimetres. Au Chili, de méme, nous avons 543”"6, á la cóte du Pacifique, pres de Valparaíso, et 374%*S á Santiago, a 75 kilometres environ du divortium aquarum. Nos connaissances sur le régime de la neige sont malheureusement tres limitées, cependant son importance biologique est extréme dans les hautes montagnes. En effet, d'une part, comme il est général en climat alpin, la fonte de la neige au printemps et son apparition en automne déterminent normalement le réveil et lensevelissement hivernal de la végétation, ensevelissement qui est une protection contre le froid; d'autre part, elle agit encore pendant été comme réserve d'eau, dont dépendent exclusivement les innombrables sout- ces et ruisseaux qui jouent ici un róle considérable, car c'est aux eaux souterraines, en raison de Vabsence presque totale des pluies estivales, qw'on doit attribuer l'abondance relative de la végétation. (1) Cela concorde du reste avec mes observations : pendant tout 1'été, on peut camper dans les vallées désertes de la Cordillere sans devoir craindre plus de quelques rares journées de pluie, en général sans force ni durée, eb méme sans en voir tomber une seule goutte. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA 136 T€ 0 G 3 0 0 GI 6 EN T 0 0 0 22 AT Dé 0 T v € v 9 € a 0 T T 0 STO £€ 0 G 3 0 9 ES 6 6 € 0 0 0 TG 83 S G G v € G G 0 € 0 T 0 SIE « I T € G « « 9 G 3 0 1 0 O TEN « T y 9 9 € € L < T 0 T 0 “> 6061 sz 0 0 € E T 3 9 € v 0 0 0 ESO Gp 9€ 0 € 0 S Z L 8 9 0 0 3 0 LOG] 07 I 3 € € 9 y 6 CS G T v 0 *** 9061 « G 9 L 6 € 81 TI GI T € « « *** C061 p SS ES (3) Es y H = E S E S el z E: El 5 el 5 g E soguuy o 7 7 E z Ss 5 Ñ S ES E a] TOTAENE TASHTA TA SNOILVLIdIOHUd Hd HATNON “TA 20100: 0092 10% 0%0 + 0%0 OSEA OP O O SS 0%0 + 0%0 + 0%0 ***pI6T SL3 10% 051% OE: 1008 076. 1000. (Ot 106% 100: 0%. 09 , 0%0 O gs | 00 0%0 + 0%0 + NO: Mi Os: 1 O Os | OL 10 (00 0%0 0%0 GT OO EH ORO 0%0 , ORO 07, DS 00 0%0 + 0%0 + 0%0 0%0 + 0%0 202 1 « 0%0 s < 0%0 . « S 0% + 0%0 ; 0%0 + 0%0 , 0%0 + 0%0 EROGE 0%0 O 0%0 + 0%. 00; 0%0 , 0%0 + 0%0 s 0%0 % 0%0 + 0%0 + 0%0 “6061 0%0 0%0 00%: 0%0 + 00 + 0%0 y 00 + 0%0 s 00 + 0%0., 0%0 0%0 8 06r 0%0 + 0%0 + 0%0 + 0%0 + 0%0 + 0%0 x OROÍ 0%0 + 060% 00% 0%0 x 0%0 SEDO GE 0%0 0%0 +, O%0% 00% 00 +, 040% 0%0 + 0%0 ». 0%0 0*T T0€ 0%0 OO or Ses 0%0 00, 00, 0%0 + OROj 00 + DCI OO VE» S « CO 6 > 5 ¿ o) E y ; 2 S E S E > E E Es E) 3 a 3 S E soyuuy E E = 3 => > e] = mo = E a > ES E o E y Ll VONI THU HINHOd Y SHA ULSNTTTTIN Nd HOTEN JH UTA TA “A LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 137 Or, il est bien certain, quoique les données exactes fassent défaut, que les variations les plus considérables existent non seulement dans les quantités tombant pendant l'hiver, mais aussi dans la répartition des précipitations en automne et au printemps, tantót tres précoces et tantót tres tardives. Éclairement et vent. — Avec des pluies aussi rares, un air aussi sec et, par surcroit, a des altitudes variant entre 2300 et 4000 metres au- dessus du niveau de la mer, on concoit quen été surtout, Véclaire- ment doive étre extrémement intense. Les vents enfin sont presque constants et des plus violents sur les crétes et les sommets, ou ils interviennent puissamment pour réduire les formes végétales : au contraire, dans les vallées que j'ai visitées, quoique parfois tres réguliers pour ce quí est de leur direction et de Pheure a laquelle ¡ls soufflent, leur intensité n/a rien d'extraordinaire pendant les mois d'été, et il ne faut leur y attribuer qw'un róle se- condaire au point de vue biologique. Conséquences sur la vie des plantes. — 11 résulte de tout ce que nous venons de voir, que le climat des Hautes Cordilleres de Mendoza est extrémement défavorable a la végétation par la grande sécheresse de Vair, Vextraordinaire rareté des pluies, les gelées nocturnes fréquen- tes pendant tout Pété, gelées légéeres mais plus importantes que les froids extrémes de lPhiver, et par les vents constants et violents des qwon quitte le fond des vallées. La sécheresse étant en partie corri- gée, comme nous lavons vu, par Pabondance des eaux souterraines, le caractere xérophile ne sera pas, de loin, aussi marqué que dans la Précordillere, et c'est la résistance au froid et la nécessité de la «dléfense contre le vent qui agiront le plus intensément, soit par éli- mination, soit par transformation des types, sur la composition et Vaspeet de la flore. Mais une conséquence plus directe des diverses données climatéri- ques est la durée annuelle de la végétation. Ne m'étant trouvé qwune fois au printemps (nov. 1913) et une fois en automne (fin mars 1918) «lans les Hautes Cordilleres, je ne dispose pas (observations directes me permettant de fixer la durée moyenne de Vactivité végétative, durée extraordinairement variable comme on le sait, en pays de mon- tagnes, non seulement suivant les années, mais encore suivant Pexpo- sition au vent ou au soleil des endroits considérés. D'analyse des tableaux précédents nous donne pourtant des renseignements pré- cieux pour Puente del Inca, situé au fond une vallée étroite, a 2700 metres: on y voit, par exemple (tableau ID) que les minima AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 10 138 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA moyens de septembre et octobre son respectivement de — 2,59 et de 09, et la température moyenne (tableau 1) qui varie de 1%5 a 39 en septembre, s'éleve a 628 en octobre, avec des oscillations de 5%5 a 778. C'est, d'autre part, vers la fin septembre que se pro- duit en général la fonte des neiges, (apres des renseignements recueillis sur place. Nous voyons de méme que des avril les froids va- rient entre — 3 et — 139 (tableau 11) et que la température moyenne de 7, tombe en mai (tableau HI) a 32, en méme temps que laugmen- tation subite des quantités recueillies au pluviometre (eau de fusion), nous indique que l'hiver a brusquement commencé. Vers le 20 novem- bre 1913 — année pourtant plutót chaude (tableau I) — J'ai trouvé a Puente del Inca la végétation tres peu avancée (rosettes foliaires á peine développées, floraison á peine commencée) et montrant un retard considérable sur le printemps qu'on trouvait en plein épa- nouissement á 25 kilometres en aval dans la vallée du Río M endoza, vers 2000 metres (altitude, mais M. Miles Stuart Pennington mas- sure avoir observé a Las Cuevas (3100 m.), des le mois de septembre, en une année tres pauvre en neige, la floraison de plusieurs especes vivant autour des sources. Au 20 mars 1918, impression que ma donné la végétation était tout a fait automnale : la plupart des espe- ces completement défleuries et fructifiées et beaucoup completement desséchées; il est vrai que la plupart des sources et des ruisseaux étaient taris au long des pentes, la neige étant tombée en quantité assez faible au cours de lhiver précédent. Nous pouvons done admettre que dans les vallées et vers 2700 me- tres, Pépoque Vactivité végétative s'étend en moyenne de la mi-octo- bre á la mi-avril, soit au maximum un peu plus de six mois. S La faune Les grands Mammiféeres sont représentés par le Guanaco (Lama huanacus) encore abondant, semble-t-i1, dans les Hautes Cordilleres, a. certains endroits et a certaines saisons, et par les Renards, — et Pon trouve des traces de petits Rongeurs autour des sources, dans ce que appellerai les oasis, jusqwWau dela de 3500 metres. Outre de nom- breux petits Oiseaux, et en dehors des Condors classiques, rares du reste, les Oiseaux aquatiques (Canards divers: Anas cristata Gam., entre autres, et surtout une sorte d'Outarde, le « piuquen », Chloe- phaga melanoptera Eyton) sont assez communs aux parties maréca- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 139 geuses du bord des riviéres (1), et il arrive méme que des Échassiers s'aventurent jusqu'a ces altitudes. Quant aux Insectes, des trois ordres particulierement intéressants comme agents de la fécondation, les Lépidopteres sont tres rares, sur- tout les diurnes, en especes et en individus (je n'ai observé qw'une seule espece); les Dipteres, particulierement les Mouches, et les Hy- ménopteres, sont au contraire abondants et atteignent sans doute la limite supérieure de la végétation : cest ainsi que jusque 3700 me- tres au moins, on peut observer des Hyménopteres butinant les cous- sins fleuris des Adesmía. Quelques exemplaires que j/avais rapportés ont été perdus, mais on trouvera dans un travail de M. J. Brethes (LI) une liste de 26 Dipteres (dont 9 Muscidae et 3 Syrphidae) et de 14 Hyménopteres recueillis précisément dans les vallées dont je décris la végétation : en tout 40 especes dont les deux cinquiemes provien- nent (altitudes supérieures a 3000 metres. Modifications du milieu dues á la civilisation En 1908, lors de mon premier et plus long séjour, il ny avait encore que quelques années que le chemin de fer transandin dépassait Punta de Vacas (2300 m.). La station balnéaire de Puente del Inca (2700 m.), tres modeste encore, n'était guere fréquentée; on ne rencontrait ni chemins, ni sentiers, ni troupeaux, aucun signe enfin de vie civilisée des qu'on sortait de la vallée du Río Mendoza, oú passe la route du Chili et le chemin de fer transandin. Aussi, est-ce á proximité des stations de celui-ci que j'ai récolté les quelques especes introduites, évidemment étrangeres a la région. Une seule, du reste, Convolvulus arvensis, s'était propagée, alors déja, au point de modifier Paspect du paysage. Depuis, le tunnel transandin a été inauguré (mai 1910), et bien que la station thermale de Puente del Inca se soit beaucoup développée, qwon ait mis quelques troupeaux dans les vallées voisines, étendu jusqu'a Puente del Inca les anciennes luzerniéres de Punta de Vacas, je Wai pourtant pas trouvé, dix ans plus tard, de modifications sensi- bles de la végétation. Je reviendrai plus loin, du reste, sur cette question des « mauvaises herbes ». : (1) Les canards (patos en espagnol) etles «piuquenes » interviennent fréquem- ment dans la nomenclature géographique de la région : Cordillera de los Patos, Cordillera de los Piuquenes, etc. 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Il. LES DIVERSES ASSOCIATIONS Il suffit d'avoir remonté jusqu'á son origine une des innombrables vallées de la Haute Cordillere et d'avoir escaladé en quelques points les pentes qui les limitent, pour y avoir reconnu les associations végé- tales dont la distinction s'impose. En effet, on se sera tres vite rendu compte des faits sulvants: au bord du cours d'eau quí coule au fond de la vallée, au moins par place, existe un mince ruban de végétation hydrophile, de méme qu'autour des sources, fréquentes sur les pen- tes, etau long des ruisseaux qui en descendent, ruisseaux qui for- ment parfois avant d'arriver á la riviere, un petit marécage ou un étang; le fond de la vallée, lorsqu'il n'est pas occupé tout entier par le lit caillouteux du torrent, est caractérisé par la présence ('arbustes ne dépassant pas deux metres, forme de végétation qui s'étend au pied des pentes limitant la vallée; celles-ci sont a leur tour occupées par une végétation herbacée et sous-arbustive qui, á une certaine hauteur se raréfie, puis disparait, car dans la région avoisinant les sommets, on ne trouve plus, isolées parmi les pierres, que les toutes petites plantes des hautes altitudes. Or, comme sous la latitude qui nous occupe, il ny a dans la Cordil- lére ni plaine ni plateau, et que dans chaque vallée se répete la méme distribution des végétaux, il convient évidemment de distinguer les quatre associations suivantes : Végétation hydrophile ; > o E) /Esétation du fond des vallées et du pied des pentes ; Végétation des pentes; Végétation des sommets. Le schéma de la page 141 donnera du reste une idée exacte des terrains que respectivement elles occupent. Végétation hydrophile Bien que leur composition soit loin d'étre entierement différente, je distinguerai, pour plus de clarté, les quatre groupements sulvants : la flore du bord des rivieres; celle des terrains marécageux; la végé- tation aquatique proprement dite; celle, enfin, de ce que j'appellerai les Oasis des Hautes Andes. DTO[[PIO/) IANBH P[ 9P 99[[LA SUN SULP SOALBIJITHA SUOLBIDOSSY: SOSIDATP S9P UOLINQEIASTP B| Op TUU — *£ :919 “saSsno]x 'sinese sndig “sn3e1omo¡33t sidoog 'snzejndes snounf 'erioua Mn : “epasdX y (X918) 'SIBUos1SH "939 'D0I50N 'SISSNOJA “BLIP|O9I]PI “LUNIPXBAr y SIISOIBBIUB[E) SUBIDOS H “eramio y esozidsoeo “Ita e3equeq oSeJue[g $ S “eypoeduo) Buseoy “DO DÁxXO 'eisapuy “ur 00PG > 35n93 eo91e tu 2349 L 1 0066 saigrp sap p10q np uo e1939A a ASS ¡A 939 'RUenuar)' Sy's Seure¡e : 39 1 U9£) 'SSO1S y 'SHSOJSBUIP|L) sn9un f Sn nur] ouruepaeo 99 “on ID3UIG - ace o UB) y tuntosedoy y, Ud er y lOJrurd e s39II8A sa MOJtuId erusopy 211 p puoj np uo r39394 “91IBID) sajuad sop u01je3939A SJOUITIOS sap 01 e1939A 142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1. Bords des riviéres. — Les cours (eau, avons-nous vu, ont ici des allures de torrents au débit tres variable, dont certains se divisent en bras plus ou moins nombreux se déplacant dans un lit fort large et entierement pierreux; dans ces conditions, une bordure de plantes hydrophiles, bordure tres étroite en général, ne peut apparaítre que lá oú le courant est ralenti, dans les courbes, aux endroits oú la riviére s'est beaucoup élargie, ou le long des bras les moins profonds. Les especes les plus caractéristiques et constantes sont d'abord des Graminées qui atteignent 50 centimeétres de hauteur (1): Hordeum secalinum var. pubiflorum, aux épis violets, Agrostis glabra aux lon- gues panicules rouges, Polypogon interruptus var. crinitus ; puis Car- damine nivalis et deux autres espéces tres voisines qui toutes trois, par Vaspect et le goút, rappellent le cresson (Nasturtium officinale), Mimalus luteus, divers Gentiana tres voisins, á fleurs médiocres et Vun bleu tres pále (G. Gilliesi, G. Pearcei, GF. Ottonis), Erigeron Gayanus, de larges touftes d' Epilobium á petites fleurs roses (E. valdiviense, E. glaucum). Plus rares, Phleum alpinum, Triglochin maritima, et au flane des talus, le beau Senecio chamaecephalus, á gros capitules pres- que acaules (pl. XIX, fig. 1), ou les touffes puissantes du superbe Ra- nunculus peduncularis var. erodirfolia. De la plaine remontent, jusque vers 2500 metres, Baccharis juncea et Baccharis sagittalis. Aux en- droits sablonneux abonde Juncus Lesueuri aux feuilles rigides et pi- quantes, associé parfois a Hypochaeris glauca var. viridis, tandis que sur la rive, croissant entre les pierres, s'élevent les hautes tiges fleu- ries un Oenothera (O. odorata var. brachycarpa) et les chaumes gré- les d”"Elymus agropyroides var. brevimucronatus, assez semblable a un froment sans barbe, Acaena laevigata aux innombrables capitules sphériques, et, ne descendant pas au delá de 25800 metres, le curieux Rumex crispissimus var. unigibbus, a tiges décombantes et a feuilles étrangement sinueuses. Aux endroits ou la riviére est divisée ou trés ralentie, et forme par- fois de petits marécages, outre les especes citées ci-dessus on trouve en abondance trois superbes Graminées : Calamagrostis eminens, Poa acutifolia et Deschampsia cordillerarum croissant en touffes rondes de 2 0u 3 pieds de haut, touffes composées (une infinité de tiges diri- gées comme les rayons de la sphere (fig. 4; pl. XVIIL, fig. 2). (1) Pour faciliter la lecture, je n'accompagnerai pas, dans le texte, les noms latins des especes citées du nom de leurs auteurs : on les trouvera facilement dans le catalogue systématique qui termine ce travail. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 143 Au long des ruisseaux descendant des sommets et creusant, le plus souvent, de profondes ravines au flane des pentes, on retrouve la plu- part de ces especes, Hordeum, Agrostis, Phleum, Mimulus, Cardamine, Gentiana, Calceolaria biflora que nous retrouverons plus loin, puis Juncus scheuchzerioides, nettement aquatique, le superbe Erigeron pul- cher á grandes fleurs violettes, et enfin, spéciales aux ravinements les plus abrités des vents par de hautes parois rocheuses, des especes herbacées á hautes tiges trés ramifiées (1 m. et plus) et feuillage abon- dant*: Sisymbrium leptocarpum, $. andinum forma dolichocarpa, Vale- riana glauca á fleurs jaunes et Leuceria sonchifolia a capitules bleutés OU TOS€es. 2. Lieux humides et marécageux. — Au flanc des pentes, á tous les niveaux, tantót pres des sommets, tantót sur la rive méme du torrent qui coule au fond de la vallée, sourdent des sources extrémement nom- breuses ou parfois nait un ruisseau, mais dont plus souvent encore, les eaux peu abondantes se perdent aprés avoir formé une tache maré- cageuse, envahie comme de juste, par toute une série d'especes avides Veau (pl. EX, fig. 1). De méme, avant de se joindre a la riviére, le ruis- seau qui descend des sommets voisins s'épanouit souvent en un minus- cule delta á la surface du cóne de déjection qwil a formé, et ce sont WVautres stations favorables aux associations hygrophiles. Il s”y forme des taches vertes, de peu d'étendue en général, couvertes un gazon- nement court mais extrémement dense, oú dominent les especes suivan- tes, intimement enchevétrées et toutes de tres petite taille (moins de 5 em.): Hypsela oligophylla (Lobelioid.), Werneria pygmaea (Composit.), Colobanthus quitensis (Caryoph.), Juncus stipulatus, Ranunculus cym- balaria, Crantzia lineata, puis beaucoup plus rares, Gentiana prostrata (á toutes petites fleurs), Gnaphalium perpusillum ; enfin plusieurs Oypé- racées : Scirpus acaulis, Se. macrolepis, Carex incurva, Carex atropicta forma monodynama (au printemps), Heleocharis albibracteata ; mélées a tout cela, des Mousses parmi lesquelles, aux endroits les plas humi- des, les innombrables petites colonies sphériques d'un Nostoc de la section Pruniformia. Un peu plus élevées sont les especes suivantes : Plantago barbata var. elongata, a inflorescences pauciflores, le tres joli Oalceolaria biflora dont les rosettes foliaires forment parfois des tapis denses, les Gentiana, Cardamine, Acaena et Mimulus déja cités, quelques Graminées : Calamagrostis velutina (ig. 5), C. eminens (en forme plus petite que précédemment), deux Koeleria (rares), enfin, une des especes les plus étranges de cette région et que Pon ne commen- ce á trouver que vers 2500 métres, la Calycéracée Boopis (Nastanthus) 144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA agglomerata, dont les capitules, agglomérés et plus ou moins coneres- cents, forment de grands disques blanes de 5á 20 centimetres de dia- metre, entourés Pune couronne de feuilles, et quí font penser á une sorte de chou-fleur aplati (pl. XIV, fig. 1, et pl. XX, fig. 1). 3. Flore aquatique. — La flore aquatique est tres pauvre en Phané- rogames, assez riche au contraire en Algues et surtout en Oyano- phycées. Il existe point de lac dans cette partie de la Cordillere, les mares mémes 0u les étangs sont rares. Dans celui d'Horcones (2900 m.); dont les eaux d'une transparence parfaite, mais tres froides (1), descendent des glaciers voisins, je Wai trouvé que Potamogeton pectinatus et My- riophyllum elatinoides en petite quantité et stérile, alors que le fond disparaissait sous d'énormes masses de Chara (Ch. contraria, d'apres Burkill) et d'Algues filamenteuses (Spirogyra, Zygnema, Mougeottia, Cladophora, Oedogonium, Vaucheria) parmi lesquelles de nombreuses Diatomées et Desmidiacées (Closterium, Cosmarium); M. Spegazzini y a trouvé Zannichellia palustris que je Wai observé, mais en énorme abondance, que dans les réservoirs eau du Transandin, entre Puen- te del Inca et Punta de Vacas; dans une autre mare, beaucoup plus chaude (dans la vallée du Río Tupungato, a 2400 m.), Myriophyllum elatinoides, en fieur, couvrait la surface de Vean (pl. XV, fig. 2). Dans les ruisseaux par ou s'écoulent les eaux d'une des sources thermales de Puente del Inca, un Oscillatoria formait dénormes masses, et autour Vune source, chaude aussi, dans la vallée du Río Plomo, source dont les eaux étaient de méme couvertes d'Oscillatoria, le sol était revétu sur une grande extension d'une épaisse croúte formée par les squelettes 'alcaires de Chara sp. Des Conjugacées et Chlorophycées des genres cités plus haut se retrouvent naturellement, et parfois en grande abondance, dans les ruisseaux et parmi les plantes du bord des eaux, de méme que de nombreuses Cyanophycées (Nostoc des sections Ver- rucosa et Paludosa, Lingbya, Nodularia, Tolypothrix, ete.). 4. Les Oasis des Hautes Andes. — J'étudierai ici la végétation hy- drophile des hautes altitudes, de 3200 a 3600 metres. 11 arrive souvent qua la base d'un éboulis ou au milieu (une im- mense moraine, désert de pierres ou l'on ne trouve, isolées, éloignées les unes des autres, que les petites plantes qui constituent la végéta- tion des sommets, on rencontre dans un pli de terrain, oú des sources Jaillissent d'entre les pierres et ou, gráce á une inclinaison favorable (1) 99 en été : 19 janvier. 1908. AN. SOC. CIENT, ARG. — T, LXXXVI PL. VII Fig. 1.— Vallée du Rio Tupungato, a sa confluence avec le Rio Mendoza (alt. 2.300, m.). Fig. 2.— Vallée du Rio Tupungato, á sa confluence avec le Rio Plomo (alt. 2.500 m.). AN. SOC. CIENT, ARG. — T. LXXXVI PL. VIIL '¿Fig.1.— Vallée du Rio Tupungato, végétation ponctuée des pentes; en noir, 4Adespeza pinifolia; en gris, Adesmia trijuga (alt. 2.500 m.). Fig. 2.— Vallée du Rio Las Cuevas (alt. 3.200 m.), avec coussins de Plantago barbata var. caespifosa. AN. SOC. CIENT. ARG — T. LXXXVI PL. IX Fig. 1.— Source au pied d'un pierrier, á 2.700 m. d'altitude; Calamagrostis velutina, Plantago monanthos, Mimulus, etc. Fig. 2.— Vallée du Rio Las Cuevas: au fond, la Cordillére frontiéresous laquelle passe le tunnel (la ligne blanche en zig-zag est le chemin de la Cumbre); au premier plan Adesmia horrida. Neige sur les sommets; IIJ, 1918. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL. X Fig. 2. La méme «oasis». 2 ZAR AS 3% 27 GÍA ASAS Ss = HS Y / Ys nO Ñ LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 147 un peu de sédimentation a pu se produire, de petits ¡lots d'une végé- tation dense et variée, faisant un tel contraste avec 1absolue stérilité des alentours, que le nom d'oasis s'impose réellement. Leur forme et leurs dimensions sont naturellement tres variables et leur plus grand diamétre atteint rarement 100 metres (pl. X, fig. 1 et 2). T'élément le plus important, une des plantes caractéristiques, du reste, de cette région de la Cordillere, est la curieuse Joncacée Ande- sia bisexualis dont j'ai discuté autre part la place systématique (V, p. 290) : son feuillage rigide et piquant constitue d'épais tapis ou des coussins hémisphériques de 15 á 30 centimetres de haut, á peine dominés par les fleurs solitaires terminales, brunes et relativement grandes (pl. XX, fig. 1); Oxychloe clandestina, que je Wai rencontré quune seule fois, forme des coussins plus denses et plus vastes encore (pl. XVII, fig. 1); á coté d'Andesia deux autres especes, anémophiles aussi, et qui de méme forment des coussins denses plus ou moins éten- dus, Acaena compacta et Plantago barbata var. caespitosa, assez difté- rente de la variété que nous en avons vue autour des sources a des al- titudes moins élevées (pl. VIII, fig. 2, et pl. XXII, 2). Comme Phané- rogame je citerai encore, plus ou moins développés et fleurissant avec plus ou moins d'abondance suivant lexposition, les Calamagrostis, Heleocharis, Calceolaria, Cardamine et Werneria cités plus haut, et une forme naine de Taraxacum laevigatum (3600 m.), qui ne manque pour ainsi dire jamais; aux altitudes les moins élevées (3200 m.) on trouve encore Boopis et méme Hypsela; lá oú le terrain est plus sec, sur les bords de lPoasis, Calamagrostis velutina var. breviculmis, et quelques especes des pentes (Jaborosa, Perezia) qui, a ces hantes alti- tudes, ne se rencontrent plus que lá, de méme que Parbuste nain Discaria prostrata que nous retrouverons plus loin. La flore cryptogamique est aussi tres intéressante : sur le sol s/é- tendent de grands tapis Yun Funaría (auquel se méle souvent Juncus stipulatus a peine plus haut que lui), tandis que des Mousses aquati- ques s'accumulent en grandes quantités aux parties les plus maréca- geuses, Mousses sur lesquelles on peut trouver parfois les fructifica- tions rouges de la Pezizacée Sphaerospora patagonica. Dans Veau végéetent en grande abondance quelques Algues du genre Vaucheria (V. sessilis vel aff.), Eriastrum, un superbe Pediastrum rougissant par endroits les herbes submergées (3400 m.), une Diatomée du genre Pragillaria formant de longs filaments, et surtout des Cyanophycées parmi lesquelles j?ai pu reconnaítre dans deux Oasis, a 3400 et 3600 metres, (les especes des genres suivants: Aphanocapsa, Aphanotheca, 148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Chroococcus, Nostoc div. sp., Anabaena, Hypheothriz et Nodularia. 11 faut enfin citer a part, un Nostoc (section Communia) couvrant le sol sur plusieurs metres carrés parfois, d'une épaisse couche de ses colo- nies et, dans les ruisselets, d'énormes masses gélatineuses d'un rose brunátre qw'on s'étonne de reconnaítre, au microscope, comme étant formées exclusivement de Diatomées. Le fond des vallées et le pied des pentes Cette association est caractérisée par la présence Varbustes, dont les plus hauts exemplaires n'atteignent presque jamais deux metres, et parmi lesquels Pélément principal est Adesmia pinifolia. Cette Pa- pilionoidée qui croit par individus isolés, est divisée des la base en branches nombreuses, dressées, tortueuses, peu ramifiées et entiere- ment couvertes de feuilles filiformes (pl. XXIII, 5); étroitement limi- tée au fond des vallées, elle ne s'éleve un peu sur les pentes que dans les cónes de déjection et sur les bords des torrents, et comme son feuillage est d'un vert beaucoup plus intense que celui des autres especes couvrant le sol, elle dessine souvent, de la sorte, au pied des montagnes de grands triangles sombres, tres caractéristiques de cette région des Andes (pl. VIT, fig. 2; pl. VIII, fig. 1, et pl. XITI, fig. 1). Au long du Río Mendoza et de ses affluents on ne la trouve qw'en- tre 2200 et 2900, rarement 3000 m., mais 1l semble qwelle descen- de un peu plus au long des rivieres du sud de la province (Río Sa- lado supérieur, Vapres Kurtz, XIV). J”ajouterai qu'elle porte fré- quemment sur ses branches la petite Raftlésiacée Pilostyles Berteroi, quí attaque aussi A. trijuga, et que j'al observée sur ce méme hóte dans les environs de Santa Cruz, en Patagonie, par 519 de latitude sud. A. pinifolia joue un róle phytogéographique tout a fait prépon- dérant et peut servir a caractériser cette section de la tlore andine. Quelques autres arbustes, dont la plupart pourtant ne dépassent pas 2600 metres, accompagnent A. pinifolia dans le fond des vallées: Ephedra americana var. andina, dont une des formes atteint parfois deux metres, Tetraglochin alata (Rosacée anémophile), Berberis empe- trifolía (1), le plus commun, Chuqguiragua oppositifolia et Senecio uspal- (1) J'enai trouvé une seule fois, que je erois exceptionnelle (dissémination par les oiseaux), un exemplaire rabougri, mais en fleur, dans 1”oasis du Río Blanco a 3500 metres. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 149 latensis qui forme des touffes denses «dVP'environ 50 centimetres de haut (pl. XILL, fig. 1 et 2). Quoique rares, je signalerai encore en raison de l'étrangeté de leur port, trois plantes en coussins que je ai jamais vu s'élever sur les pentes : ce sont Opuntia andicola, Vunique Cactée de la région, qui for- me de grandes touffes denses hemisphériques, d'un métre parfois de diametre (pl. XVI, fig. 1), puis, d'un type bien différent, Azorella Gilliesió, représentant des classiques Polsterpflanzen de la Cordillere, formant des coussins denses et durs, plus ou moins convexes mais non lignifiés, et entourant parfois des taches humides; enfin Laretia acaulis (Ombellifere), plus rare encore. Comme plante herbacée, il faut citer tout d'abord le superbe Tro- paeolum polyphyllum quí couche sur le sol ses tiges courtes et épaisses, aux feuilles dressées et tres rapprochées (les entre-neuds ne s'allon- gent pas) et se terminant par un bouquet de corolles orange au calice jaune pále (pl. XIT, fig. 1), Bromus macranthus extrémement abondant (6g. 5), alnsi que divers Acaena (Rosacées anémophiles): A. laevigata (pl. XV, fig. 1), 4. splendens (pl. XXI, 4), A. pinnatifida; puis Astra- galus Cruckshanksti a fleurs bleutées assez grandes (pl. XXI, 5), Pha- celia magellanica (Hydrophyllacée a fleurs bleu pále), Descurainea ca- nescens var. andina, par endroits Mutisia taraxacifolia á grands capi- tules roses, une des plus belles especes de cette région (pl. XXI, 1), divers Senecio: 8S. rutaceus var. brachycephalus avec ses beaux co- rymbes de grandes fleurs ligulées, S. linearifolius ete., celui-ci sous- arbustif et discoide, Doniophyton andicolum (Mutisiée), Pozoa coriacea, petite Ombellifére a fevilles entiéres et capitules denses, fréquente entre les pierres, la curieuse petite Polygonacée Oxytheca dendroidea si abondante par place que ses fines tiges dichotomiques et presque aphylles donnent impression d'un tulle transparent étendu sur le sol, Gayophytum hamile, Oenothéracée assez semblable á Vespéce précé- dente, Elymus erianthus, Calycera sinuata (pl. XIV, fig. 2), aux capitu- les hérissés de pointes comme une masse d'armes; enfin, si abondant parfois que la vallée en est toute blanche, Convolvulus arvensis auquel se méle, plus rare, €. demissus (vallée du Río Mendoza, de 2400 a 25800 m.). C'est aussi dans le fond des vallées, sur les blocs de rochers, que J'ai observé, en tres petite quantité, le seul Lichen foliacé que j'aie rencontré, associé a deux especes crustacées beaucoup plus abondan- tes, Pune verte, autre orange. Si les éléments caractéristiques de ce groupement ne s'élevent que 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tres peu sur les pentes, les especes quí couvrent celles-ci descendent au contraire presque toutes jusque dans la vallée: ainsi Adesmia tri- juga est constamment associé a 4. pinifolia, de méme que Poa chilen- sis, Hordeum comosum, Stipa speciosa, Jaborosa caulescens, etc. 11 en résulte, comme on devait s'y attendre du reste, que cette association est de loin la plus riche en especes. La végétation des pentes Trois éléments sont ici tout a fait dominants: Adesmia trijuga, sous-arbuste au feuillage blanchátre et qui forme des touffes basses de 20 a 30 centimetres de hauteur (1) de plus en plus denses et parfaite- ment rondes á mesure que lPaltitude augmente (pl. XXUII, 5), Poa chi- lensis atteignant 50 centimetres, á feuillage piquant mais de type plu- tót mésophyte, et Stipa speciosa, nettement xérophile, en plusieurs formes ou variétés (fig. 5). Abondant aussi Hordeum comosum, aux épis tantót verts, tantót violets et dont les formes basses (var. humi- lis), sont les plus abondantes (fig. 5), Perezia carthamoides var. crispa (pl. XXT, 2), Mutisiée aux capitules couleur créeme et fleurant la va- nille, Jaborosa caulescens qui cache ses petites fleurs blanches sous ses touffes de feuilles un vert intense, Calandrinia sericea, petite Portu- lacacée á fleurs blanches, puis roses, Phacelia magellanica, les Acaena déjáa nommés:; et enfin admirable mais féroce Cajophora coronata (pl. XII, fig. 2), dont les touffes sombres et denses de feuilles fine- ment découpées, se hérissent de poils rigides et acérés, et s'entou- rent á ras du sol, (une couronne de grandes fleurs blanches. Aucune de ces especes n'est exclusive de la végétation des pentes; beaucoup comme je Pai déjá dit, descendent souvent dans la vallée, Pautres s'élevent jusqwá la zone supérieure, mais cette association quoique présentant fort peu d'éléments propres, wen est pas moins tout a fait différente de celle des vallées et des sommets. Quelques espéces pourtant leur sont particuliéres, ainsi Senecio Poeppigii, S. depressus (pl. XXI, 3), tous deux ligneux, collés contre le sol et couverts de poils blancs; d'autres ne se rencontrent, me semble-t-i1, que dans les fentes des rochers verticaux ; je citerai Cal- ceolaria pinifolia, Haplopappus densifolia, Melica andina, Ealium erio- carpum, Eritrichium capituliflorum. C'est aussi, abrité dans une fente (1) En Patagonie australe á une tres faible altitude, mais par 50% de latitude sud, il peut atteindre des dimensions doubles. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA : 151 de rochers, que Jai trouvé a 3600 metres un unique exemplaire, de quelques centimétres de haut, de la seule Fougere rencontrée dans la région, Cystopteris fragilis. Beaucoup de ces plantes et surtout Jes plus communes formant des touffes rondes, basses, assez denses et régulierement éloignées les unes des autres, le sol en apparait comme ponctué de taches sombres, et cette « végétation ponctuée » qu'on observe non seu- lement sur les pentes mais aussi dans le fond des vallées, est au point de vue botanique la caractéristique dominante du paysage (pi. VITD. Les sommets Il ne s'agit pas ici, naturellement, des hauts sommets qui dépas- sent de beaucoup la limite de la végétation, mais des innombrables sommets secondaires compris entre 3000 et 4200 metres, ainsi que lPétage immédiatement inférieur a la limite des neiges éternelles sur les massifs les plus élevés, étage et sommets auxquels on arrive en escaladant n'importe oú les pentes limitant les vallées ou en remon- tant celles-ci jusqu” a leur origine (pl. VII, fig. 1; pl. IX, fig. 2, et pl. XI). Láa-haut, les sols normaux constitués de Leo plus ou moins fine sont naturellement mes rares et r'occupent jamais que de tres petites étendues, et ce sont, á cóté des roches nues, les pierriers et les morai- nes quí couvrent les plus grandes extensions. Cesta cette végétation des sommets qw'appartiennent aussi les petites oasis des endroits humides étudiées plus haut. Je rappellerai brievement les conditions essentiellement défavora- bles qu auront a supporter les plantes: époques de végétation tres courtes, — au 15 novembre la neige n'est pas encore tout a fait fon- due a 3000 metres, et des avril elle recommence souvent a tomber en abondance —, température nocturne de plusieurs degrés sous Zzéro, avec ou sans neiges plus ou moins fugaces, pendant tout l'été, tem- pérature diurne au contraire relativement élevée, vents violents, lumiére extrémement intense, sans compter les effets directs de l'al- titude trop mal connus encore pour en faire état. Aussi, non seule- ment ne pourront végéter ici que des formes profondément modifiées, mais encore »y rencontrerons-nous qu'une végétation, non pas spé- cialement pauvre en especes, mais, sauf en des coins privilégiés, extrémement pauvre en individus, la végétation la plus ouverte, la moins continue qu'on puisse imaginer. 152 : ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA J'étudierai séparément la végétation des pierriers et éboulis, et celle que, par opposition, on pourrait appeler la végétation de la terre ferme. Lá done ou un peu de sol normal s/est constitué, au sommet d'une créte, sur un pallier ou au fond d'un vallonnement, on rencontre une association caractérisée par la présence ('arbustes nains a tiges sou- terraines. Ces curieux arbustes se composent ordinairement d'une racine unique tres profonde, s'épanouissant en un abondant systeme A B Fig. 6. — Pied d'Adesmia subterranea d'environ cinq ans. A, face supérieure; B, face inférieure 1 . ("/, gr. nat.) de rameaux ligneux, gros et parfois tres durs, dont les derniéeres rami- fications viennent former le plus souvent au ras du sol, un tapis de toutes petites feuilles serrées les unes contre les autres et que, dans certains cas, dépassent a peine des épines, tapis plane ou convexe, lisse, dense et dur dont émergent les fleurs presque sessiles. Le plus constant dans cette partie des Andes est Adesmia subterranea, dont les disques vert pále, couverts en été d'assez grandes corolles d'un Jjaune vif, atteignent souvent un metre de diametre et dont le vieux bois tres dur, constitue un excellent combustible (fig. 6 et 7, pl. XVII, tig. 2). J'ai trouvé aussi du méme type, Verbena uniflora á toutes peti- tes feuilles squamiformes et Oxalis bryoides (pl. XXI, 1, 6). D'autres "nr 000'9 3u3u31933e xna3i9u sjammos sa] “11 008" Y uoITaua 7359 (89soT OTA) IPI]LA BP] IP PUOJ 9] “ur OOS*S e “sera[pog quo np astid 912130013 9IQ[[|NPI1O0)D :SIPUY SIJMBJ SIP J13S9P 91 1X “Id JAXXXT "UL —“DUV (LNITIO "DOS "NV 7 AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI BL AXIE | Fig. 2.— Cajophora coronata (1/5 gr. nat.; Las Cuevas, III, 1918). XIII PL. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI y dl A AR 1 E ya a a pungato, io Tu to uspallatensís (R t Senec 1908) 10sa e Stipa spec 1% avec — Adesmia pintfol Fig. 1. do) 1, 2.500 m ). olía (a gauche, Adesmía pin: tna Fig. 2.— Efphedra americana var. and AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL XIV Fig. 1.— Boopis agglomerata var. pinnatifida (1/2 gr nat.; Puente del Inca, III, 1918). Fig. 2.— Calycera sinuata (1/14 gr. nat.; Puente del Inca, III, 1918). LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 153 arbustes moins réduits forment des coussins plus ou moins aplatis ou sphériques : Discaria prostrata, almant les lieux humides et tout cou- vert en janvier de petites fleurs blanches á odeur suave, Adesmia horrida (pl. IX, fig. 2; pl. XVIIL, fig. 1) et Adesmia hemisphaerica, cette derniére á tiges épaisses couvertes de cire, et dont les touffes hé- misphériques d'un metre parfois de diametre, bien rondes, toutes cou- vertes d'épines, semblent posées sur le sol (pl. XIX, fig. 2; pl. XX, fig. 1). Ces derniéres formes constituent évidemment une transition vers celles pluss pécialisées encore que J'ai mentionnées les premieres. A cóté des arbustes cités plus haut, eroissent toute une série de petites plantes dont les plus gran- des ne dépassent pas 10 a 15 centimetres, ce sont (pl. XXIIT a XXV): Hexaptera cuneata (Oru- cif.) quí est la Phanérogame at- teignant ici les altitudes les plus considérables (4200 m.) mais qwon trouve déja dans les vallées a 2500 metres, Astragulus oreo- philus et A. Landbeckú, a fleurs bleues et dont les gousses gon- flées d'air sont jaspées de rouge; des Calandrinia a feuilles ordinai- rement charnues (0. picta, C. Ga- yana, C. sericea div. var., C. ru- Fig. 7. — Squelette lignenx d'un pied d' Adesmia Pess icetvendermere plus rare) suórentanea ide 60 contimetres" de diametre mais remarquable par ses corolles du rouge et du jaune le plus vif, signalées déja par Reiche' comme les fleurs les plus brillantes de la région), Aster andicola á petits ca- pitules violet pále, Adesmía subsericea ; puis des plantes en rosettes, Leuceria serobiculata var. glabra á fleurs blanches, Draba pusilla, Dr. Gilliestt, tres semblables aux especes des Alpes, Chaetanthera (Car- melita) spathulata, Mutisiée a grands capitules sessiles, enfin les deux especes du genre Barneoudia, B. chilensis et B. major : ces Renonecu- lacées remarquables dont le port rappelle assez exactement Erianthus hiemalis, sont tres abondantes par places, et on trouve parfois au printemps (15 novembre 1913, á 5000 m.) leurs pédoneules percant les bords des tas de neige attardés aux endroits abrités du soleil; AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 11 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA les feuilles rares, un peu charnues, »Papparaissent qu'apres la florai- son, les fleurs, quí dépassent á peine le sol, entourées d'un involucre dont la chlorophylle est cachée sous un pigment brun, font penser, avant et apres lanthese, aux fructifications Yun Geaster. Enfin quel- ques éléments caractéristiques des pentes, surtout Adesmia trijuga, Stipa speciosa f. andina et Hordeum comosum var. humilis, en tres petits exemplaires, accompagnent jusque tres haut (3800 m.) les es- peces citées ci-dessus. Si les conditions sont favorables, on peut y trouver aussi Perezia carthamoides, Jaborosa caulescens, Phacelia cir- cinata et méme des Acaena (3400 m.). De rares Lichens erustacés se rencontrent sur les pierres jusque vers 3500 metres. La flore des pierriers, des éboulis proprement dits, est beaucoup plus pauvre. Ce sont ici aussi, en général, des plantes a rosettes, mais non pas des plantes acaules. Les rosettes sont terminales a Pex- trémité des tiges souterraines plus ou moins allongées. Les éléments dominants sont Hexaptera cuneata, Nassauvia Lagascae, Calandrinia picta et C. macrocalyx, puis quelques curieuses violettes de la section Rosulatae (Viola Montagnei, V. Philippii, V. canobarbata); Adesmia debilis, et de tres petites Mutisiées : Chaetanthera acerosa, Ch. pentacae- noides; plus rare, Nassauvia oligocephala, Nassauvia macrantha et parfois aussi les Barneoudia déja cités; Senecio Hickeni, á tiges mul- tiples formant des touffes basses et oú on note la tendance a la for- mation de rosettes terminales, est aussi tres abondant dans la plu- part des pierriers (pl. XXIV et XX V). DEUXIEME PARTIE ANALYSE BOTANIQUE Je m'occuperai successivement dans cette seconde partie de Pana- lyse systématique, éthologique et géographique de la flore décrite ci-dessus dans ses lignes générales. Mais il convient de rappeler tout Vabord que les Cordilleres de la province de Mendoza s'étendent sur environ 370 kilometres et que la partie que j'en ai visitée, et á laquelle se rapporte exclusivement ma description, ne représente que le cin- quieme le plus septentrional de cette vaste région. Pour les quatre autres cinquiemes, j'ai dú me limiter a létude des travaux (autres LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 155 botanistes ou (herbiers réunis par d'autres voyageurs : nous avons, comme je Pai déja dit, les mémoires de F. Kurtz sur le Río Salado supérieur (359 lat. sud), de Chodat et Wilezek sur le bassin du Río Atuel (34240”), les résultats des nombreuses herborisations, entre le 340 et le 359, de Gillies, de O. Kuntze et de divers collectionneurs dont Philippi étudia les récoltes; (autre part, J'ai eu a ma disposi- tion des collections réunies par M. Gerling, vers le 35230" (vallée del Yeso), par M. Sanzin dans les Hautes Cordilleres de Tunuyán (339307) et par M. Bodenbender dans celle de Espinacito (32220”. Les nombreux renseignements que j/ai réunis de la sorte sont en si parfaite concordance avec ce que j'ai vu de mes yeux, qu/¡ils permet- tent, me semble-t-11, jugeant du tout par la partie, d'étendre á un troncon considérable des Andes (j'en étudierai plus loin les limites), les conclusions auxquelles m'a conduit lPobservation directe un district beaucoup plus réduit. J”ai done acquis la certitude que de nouvelles recherches ne modifieront pas Vidée Vensemble que nous pouvons nous faire actuellement de la flore de cette région, d'apres la description qu'on vient de lire, mais il est non moins certain quwel- les augmenteront dans une proportion sans doute assez considérable le catalogue des especes qui 1habitent, surtout en ce qui concerne les grands genres qui y paraissent en pleine évolution et qui y jouent, comme nous le verrons, un róle floristique important. J'ai signalé des le début de ce travail les dificultés que présente VPétude systématique de la flore de cette région: plus on Vétudie, plus on se convainc de Pincertitude du terrain ou 1on se meut et du nom- bre forcément considérable d'erreurs que doit contenir tout catalogue dont Pauteur raurait pas eu á sa disposition, chose presque impossi- ble, non seulement les exemplaires originaux mais encore tout le ma- tériel étudié par ses prédécesseurs. Encore subsisterait-il des doutes sur origine exacte insuffisamment précisée de plus d'un échantillon! Ces restrictions étaient indispensables pour qu'on puisse donner aux considérations systématiques et géographiques qui vont suivre, leur exacte valeur, valeur assurément relative. A. ANALYSE SYSTÉMATIQUE Plantes vasculaires Nous en comnaissons actuellement 417 se répartissant comme suit : 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Familles Genres Especes PréndopO yes ida 1 1 1 GyIMnNospermes............ 1 il 1 Monocotylédones.......... S 32 68 Dicobyle dones 40 124 347 LDotaur as 50 158 417 Les Ptéridophytes, représentées par le cosmopolite Cystopteris fragi- lis dont je Wai rencontré qw'un seul individu nain a Vabri d'une pro- fonde excavation rocheuse, a 3600 metres daltitude, peuvent étre con- sidérées comme pratiquement absentes de la Haute Cordillere, dont les Gymnospermes, Pautre part, n'atteignent que l'étage inférieur avec Ephedra americana var. andina (en forme naine jusque 2500 m.). Les Monocotylédones vy comptent que trois ordres: les Fluvia- Tes (2 fam., 4 especes), les Liliiflorales (3 fam., 15 especes dont 9 Jon- cacées) et les Glumiflorales avec 34 Graminées et 12 Cypéracées. Les Dicotylédones, par contre, comptent 26 familles dialypétales et 16 gamopétales. On y remarque lPabsence absolue des 12 ordres inférieurs (du Systeme de Engler); les premiers ordres représentés, avec chacun une espece, sont les Santalales et les Aristolochiales a partir desquels nous les trouverons tous, sauf 4: Sarracéniales, Sapin- dales, Ebénales et Ericales. Les familles les plus riches sont les suivantes : Especes Especes COMpostes 85 RoOsaceesi tl 12 Légumineuses......oo....... 36 CAPELACEE A NN 12 Cain. cabo ooonado nao. 34 Calycóracios 10 Cruceros 28 Serophulariacées........... 10 Portulacactesi 15 Oxalidaceo 10 Ombellitere tte 15 Viola Ae dad: 9 Verbénacées......oooooo.os. 15 () Caryophyllacées.......i.... 9 Les Cactées, si abondantes dans la Précordillere, ne comptent plus que deux représentants; les Gentianacées sont peu nombreuses (3-5?) et mal définies; je mentionnerai la présence de deux familles géogra- phiquement aberrantes: Rafflésiacées (Pilostyles) et Bignoniacées (Ar- yyria), et ferai observer la rareté des Saxifragacées (2 especes dou- teuses ou rares), ainsi que l'absence complete des Primulacées et des Ericacées qui jouent un róle important dans les flores alpines d'autres continents. On remarquera enfin que les Monocotylédones (les Gra- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA E minées en particulier) occupent une place numériquement tres infé- rieure a ce que Pon observe en général (14 %/, au lieu de 19 %,). Les Composées, qui représentent a elles seules le cinquieme de la tflore phanérogamique, comptent 25 genres dont les especes se répar- tissent comme suit: Especes Espéces SECA 30 alias. .ovon eos oo.ooo 3 IMIMIASICADIAO oa TAO llo 26 amule cen tests coioile eaaiodo aloe 3 STORE VO lalala laa 19 Helena aras 1 Eupatorieae, 1 espece (douteuse) Les Légumineuses avec 9 genres sont toutes Papilionoidées, sauf une Césalpinioidée qui ne fait qweffleurer la Haute Cordillére, et les Graminées, réparties en 18 genres, »appartiennent qwaá 4 tribus: Agrostideae (12 especes), Aveneae (5), Festuceae (15) et Hordeae (4). Les grands genres sont : Espéeces Espéeces VAMO e dea ol aio 26 OLA oa aa cad 10 od 16 ACA 10 Callamalalma oo os oso oopeoae a 15 MI la aia aaa cc 9 AUEAIDS 000 000 ooa oboe 12 Verbena (dela Précordillere?). 15 Sans insister pour le moment sur ce que tous ces chiffres peuvent avoir de relativement modeste, je rappellerai pour fixer les idées que la flore alpine de la Suisse compte, d'apres P. Vogler, 697 especes. Cryptogames (Ptéridophytes exclues) Leur étude, naturellement, reste a faire presque completement. Burkill donna quelques noms d'Algues vertes et de Diatomées, Spe- gazzini cita quelques Champignons et j'ai moi-méme étudié sur place la microflore aquatique au cours de mon premier voyage sans avoir pu, depuis lors, pousser ces recherches au delá de la détermination générique. Oyanophycées. — Ue groupe est extrémement bien représenté : j'ai rencontré des représentants (une douzaine de genres avec pres de 20 especes parmi lesquels 4 Nostoc, dont deux aquatiques et deux, infiniment plus communs, un sur le sol humide pres des sources (sec- tion Communia), Vautre parmi les mousses des endroits marécageux 158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA (section Pruniformia) (1); mélées aux Algues filamenteuses ou fixées aux pierres submergées, j'ai rencontré, entre autres, des especes des genres Aphanocapsa, Ohroococcus, Lingbya, Tolypothrix, ete. Oscillato- ría est surtout fréquent dans les eaux des sources thermales. Diatomées. — Elles sont tres abondantes surtout dans les eaux des sources, au-dessus de 3000 metres, ainsi que je Pai dit plus haut. Comme forme remarquable je citerai un Fragillaria formant de longs filaments. Algues vertes. — J'ai observé des Desmidiacées (Closterium, Cosma- rium), mais surtout des Zygnémacées, Spirogyra, Zygnema et Mou- geottia, représentés par plusieurs especes dans tous les ruisseaux et mares jusque vers 3700 metres, de méme un Vaucheria voisin de V. sessilis. Deux Characées enfin, une dans les eaux froides de létang . d('Horcones, Pautre au contraire autour d'une source thermale. (Quant aux neiges colorées, elles ont été signalées par Darwin un peu au sud de la région visitée par moi, mais elles doivent étre tres rares, et, pas plus que moi, les alpinistes ayant fait de tres nombreu- ses ascensions dans la région, ne les ont, que je sache, jamais obser- vées. J'ai eu, au contraire, loccasion d'en voir, sans avoir pu les étu- dier, sur le mont Tronador, par 412 de latitude sud. Champignons. — Les grands Basidiomycétes sont rarissimes; Spe- gazzini ne cite que le Gastromycete Secotium andinum Speg. et je ai rencontré qw'une seule Agaricacée, malheureusement perdue, autour Vune source a 3600 metres Valtitude; deux assez grandes Pezizacées du genre Sphaerospora aux belles apothécies rouge-orange sont assez communes aux endroits marécageux ou sur les mousses submergées jusque 3600 metres (Sph. patagonica Rhm. et Pespece européenne Sph. trechispora (Berk. et Br.) Sacc., Vapres Spegazzini), puis un Ascobo- lus et un Sporomía sur excréments d'animaux : ce sont lá tous les champignons indépendants connus pour la région. Les especes épiphytes, soit saprophytes, soit parasites, sont évidem- ment beaucoup plus nombreuses : M. Spegazzini (Mycetes argentinen- ses, passim) en a publié 23, récoltées entre Punta de Vacas et Las Cuevas, et j'en ai, moi, récolté 24, dont 10 signalées par Spegazzini. Sur le seul Adesmía pinifolia ont été recueillis les saprophytes sui- vants: Lophiostoma andicola Speg., Teichospora adesmicola Speg., Cu- curbitaria adesmicola Speg. (extrémement abondant sur lécorce des (1) U s'agirait d'apres Spegazzini (XXITII) de Nostoc pruniforme Agard. var. andicola Speg. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 159 branches encore vivantes), Camarosporium andinum Speg., Rosellimia andina Speg., Hypoderma andinum, Lachnelia andina Speg., Gibberi- día adesmicola Speg. (sur Adesmía sp.) auquel on peut ajouter "Oídium Phyllactinia corylea (Pers.) Kunth, extrémement commun, et dont en automne les innombrables péritheces couvrent de gros points oranges WVabord, noirs ensuite, les feuilles de leur hóte,ttoutes grises de mycé- lium. D'abondantes récoltes de Champignons sont done encore a faire sur les diverses Phanérogames de la région. Lichens. — Les Lichens crustacés, tres abondants sur les pierres dans la Précordillére, deviennent tres rares des quw'on dépasse 2500 métres et extrémement peu variés (je Wen ai vu que deux especes): contrairement á ce que on observe d'habitude dans les montagnes, ces organismes disparaissent avant les Phanérogames et ne jouent ici qwun róle tout a fait effacé. Je 1'ai récolté qu'un seul Lichen foliacé saxicole et aucune espece épiphyte. Bryophytes. — Les Mousses abondent autour des sources jusque vers 3600 metres, mais elles m'ont paru tres peu variées; quelques especes submergées sont tres communes dans les ruisseaux. (Quant aux Hépatiques, fréquentes dans la Précordillere, elles manquent totalement. On ne possede, que je sache, aucun renseignement systé- matique sur les Mousses de cette partie des Andes. B. ANALYSE ÉTHOLOGIQUE Les adaptations des végétaux aux hautes altitudes sont aujourd'hui fort bien décrites et soigneusement cataloguées : chacun sait qu'on y observe en général le raccourcissement des axes (arbustes rabougris, plantes en rosettes et en coussins) et que d'autre part, la flore de cer- taines montagnes au moins, se caractérise par la beauté de ses fleurs tres développées et teintes des plus vives couleurs, mais la question de savoir si ce sont des facteurs inhérents a Paltitude (raréfaction de Pair, lumiere intense) ou des facteurs accessoires (vents, froids noc- turnes) qui déterminent ces caracteres spéciaux, parait loin d'étre résolue. Pour ce qui est des Hautes Andes de Mendoza ou:la sécheresse se joint aux caractéristiques habituelles des climats de montagne, on peut dire que si les végétaux nains y sont tres abondants, les fleurs particulierement voyantes — de méme que dans les Andes péruvien- nes (Weberbauer) — y font pour ainsi dire completement défaut. 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Je mentionnerai ci-dessous, les groupant suivant les fonctions qwelles aident a accomplir, les adaptations les plus intéressantes, ne tenant compte ici que des especes par moi-méme observées. Éthologie de la station (Écologie) Bien que Pétude des associations nous ait fait rencontrer déjá les principaux faits écologiques, il convient de considérer á ce point de vue, chacune des stations que nous avons étudiées. Lieux humides. — Le seul fait a signaler, bien qu'il ne soit pas spé- cial aux montagnes, est le nanisme des especes constituant le tapis végétal, dense et continu, des places marécageuses, spécialement autour des sources : especes des genres Hypsela, Crantzia, Ranuncu- lus, Juncus, Heleocharis, Scirpus et qui ne dépassent guere 3 centime- tres de haut. D'altitude ni la température de leau ne peuvent étre invoquées ici, puisquion trouve des associations comparables au bord du Río de la Plata, par exemple, dans la partie de la rive soumise au va et vient de la marée: Trifolium repens f. riparia, Crassula, Li- mosella, Pratia, Centunculus, etc. | Fond des vallées et pied des pentes. — La présence ici d'arbustes pouvant atteindre la taille de "homme donne lieu á une double obser- vation: une part, Pabsence absolue d'épiphytes, méme parmi les Lichens (les Tillandsia abondants en individus tout au moins, jusque vers 15800 metres Valtitude dans la Précordillere, ratteignent pas lPétage andin) et VPautre part, le manque complet de plantes grim- pantes. Il est méme curieux d'observer que les genres Tropaeolum et Mutisia sont représentés chacun par une espece rampante. Tropaeo- lum polyphyllum présente une tige unique, couchée sur le sol, parce que mince et débile a la base, quoique épaissie, presque charnue plus haut, tige extrémement feuillue et florifere, mais ne dépassant pas 50 centimetres de long : les entrenceuds nombreux ne s'allongent jamais et les pétioles semblent bien avoir perdu toute sensibilité au contact. Il serait fort intéressant de cultiver cette espece dans la plaine; peut- étre y obtiendrait-on un allongement de Vaxe et un rappel de Vaspect habituel des especes du genre. Mutisia taraxacifolia, atiges plus cour- tes, peu gréles, plutót ascendantes que réellement couchées, est typi- quement dépourvue des vrilles foliaires presque générales dans le genre, mais il se produit parfois des formes intermédiaires (f. cirrhi- fera) rappelant Vaspect primitif (pl. XII, fig. 1, et pl. XXD. AN. SOC. CIENT. ARG. -- T. LXXXVI PL. XV Fig. 1 — Acaena laevigata (Las Cuevas, III, 1918). Fig. 2.— Mare avec lM£yri0phyllum elatinoides (2.300 m.; II, 1908). AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI o AS Fig. 1.— Obuntía andicola (1/7 gr. nat.; á 2.300 m., II, 1908). Fig. 2.— Fabiana denudata (Punta de Vacas, 2.200 m.; III, 1918). AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL. XVII > re Fig. 1.— Coussins de Oxyc/loe clandestina; devant, dans le gazon, Werneria pygmoea, (1/10 gr. nat.; Las Cuevas, 3 209 m ; III, 1918). Fig. 2.— Adesmía subterranea; devant, rosettes foliaires de Boopis agglomerata et ¿Vassauvia macrantha (1/10 gr. nat ; Las Cuevas, 3.3c0 m.; III, 1918). AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI Fig. 2 — Calamagrostis eminens, au bord du PL. XVIII Rio Las Cuevas, 3.200 m.; III, 1918). LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 161 Les pentes. — Je rappellerai la rareté des plantes saxicoles y com- pris les Lichens, rareté due sans doute a lextréme sécheresse de Pair. Pour ce qui est des pierriers, dont la végétation a fait 1objet de lon- gues monographies (1), je me bornerai a signaler allongement carac- téristique de la partie souterraine des axes — tiges, pétioles ou méme pédoncules — accentué souvent par les dimensions considérables des racines, alors que la partie aérienne de la plante est le plus souvent fort courte ou réduite á une rosette. Il est en effet nécessaire pour le végétal, non seulement d'atteindre des couches assez profondes pour qu'un peu de terre (réserve d'eau et d'aliment) s”y soit accumulée entre les galets, mais encore de rémédier a Pensevelissement sous les pierres mobiles á la surface du terrain, ou que peut provoquer aussi le glissement de la couche superticielle de celui-ci. Dans les especes vivaces de Viola en rosettes, primitivement acau- les, on voit la tige s'allonger d'année en année pour maintenir la rosette foliaire a la superficie et constituer une sorte de rhizome, de 5, 10 et méme 15 centimetres, qu'on confondrait avec la partie supé- rieure de la racine s'il ne montrait plus ou moins clairement suivant les especes, les cicatrices des feuilles qw'il a portées. Il en est de méme de certains Oxalis et de beaucoup de Composées (Leucería serobicu- lata, Chaetanthera acerosa), mais si, comme il arrive souvent, au long de cet axe souterrain se développent des bourgeons, les rameaux qui en résulteront, s'allongeront forcément tres vite pour atteindre la sur- face du pierrier oú s'épanouiront ainsi d'autres rosettes, et la plante acaule et a rosette unique se transformera en une touffe ronde plus ou moins dense et convexe, dont les parties aériennes robustes et a entreneuds quasi nuls contrastent, lorsqu'on déterre Pindividu, avec les tiges gréles et nues quí les ont produites (pl. XXIT, XXIV et XXV). Si dans une telle plante les feuilles viennent a se réduire et les tiges á se lignifier, nous aurons les classiques coussins denses et durs, parfois énormes (Adesmia subterranea), quoique nés d'une ra- cine pivotante unique, si fréquents dans les régions alpines. Je citerai encore le cas (un exemplaire WA rjona andina dont la partie aérienne formée de cinq courts rameaux vYavait que 9 centime- tres de haut, et dont la partie souterraine (tige et racine uniques) dépassait 50 centimetres. De méme le rhizome de Barneoudia, enfoncé parfois tres profondé- ment, oblige les pétioles et les pédoncules a s'allonger considérable- (1) Hess, in Beibl. botan. Centralblatt, t. 27 (1910). 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ment alors que limbes et fleurs s'ouvrent au ras du sol. D'autre part, certaines especes remarquables ne paraissent étre pourvues que de racines tres peu nombreuses, uniques peut-étre, longues sans doute' mais extrémement gréles et peu ramifiées : Chaetanthera acerosa, Ch. pusilla, par exemple. Éthologie de la nutrition D'irrigation permettant de transformer en luzerniéres le fond des vallées et le pied des pentes, oú ne se développait avant cela que la végétation la plus discontinue qu'on puisse imaginer, montre á Vévi- dence que ce West pas dans le manque d'éléments nutritifs (autres que lPazote) qu'il faut chercher la cause de la pauvreté du manteau végétal, mais il faut, autre part, remarquer importance considéra- ble, pour ce qui est du nombre des individus, qu'ont pris les Légumi- neuses dans trois des associations étudiées ci-dessus (elles manquent totalement aux endroits humides), Légumineuses dont les plus com- munes sont arbustives, et que j'ai constaté pourvues de nodosités Jusquwa la limite de la végétation (Adesmia trijuga, a 3700 m., A. he- misphaerica, 3500 m.). Les phénomenes de parasitisme sont loin d'étre rares comme nous Vavons vu déja en nous occupant des Champignons. On les observe Jjusqu'au contact des neiges éternelles, puisque les Barneoudia portent les pustules du charbon des Anémones. Les Urédinées Pemportent par le nombre sur tous les autres groupes, suivies immédiatement par les Ustilaginées, et j'ai signalé déjáa la présence sur Convolvulus arven- sis de Tecaphora violacea, le charbon des Convolvulacées, connu sen- lement pour cette région en Argentine. Il est en outre intéressant de signaler Pabondance des péritheces des deux Erysiphacées, Phyllacti- nia corylea et Erysiphe graminis, alors que dans les environs de Buenos Aires, ou cette derniere espece est commune en hiver etau printemps, je Wai jamais observé que la forme conidienne (1). Nous n'avons par contre qu'une seule Phanérogame parasite appartenant, chose curieuse, á une famille presque exclusivement tropicale, la Rafflésia- cée Pilostyles Berteroi sur les Adesmiía arbustifs : elle ne dépasse pas 2800 metres. L'hémiparasitisme est représenté par Arjona andina, (1) En ce mois d'octobre 1918 pourtant, apres un hiver exceptionnellement ri- goureux pour Buenos Aires, l'avoine et le froment porterent en abondance les péritheces de leur Oidium. — LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 163 Santalacée dont j'ai pu voir les sucoirs radicaux et qui, comme sa proche parente A. tuberosa, attaque sans doute les Graminées. Les galles, tres nombreuses et souvent remarquables dans la Pré- cordillere, sont ici tres peu variées et de tres petites dimensions: j'en al observé plusieurs sur Adesmia pinifolia et 4. trijuga (tiges et fenil- les) mais leur évude reste a faire. Ñ Quant au saprophytisme, il parait fort peu actif: les gaines des feuilles flétries s"accumulent fréquemment pendant plusieurs années a la base des tiges, dans les Graminées, les plantes en coussins et en rosettes; de méme les branches mortes jonchent le sol en extraordi- naire abondance autour des arbustes, fournissant aux voyageurs une inépuisable réserve de bois tout préparé pour les feux du bivouac, et cela bien que les champignons épiphytes soient assez abondants. Les longs hivers, la sécheresse de Pair, les nuits tres froides toute année, sont évidemment des conditions défavorables a Pactivité des microor- 'ganismes. Je signalerai enfin, sans pouvoir affirmer que le phénomene reléeve de la nutrition, la fréquence avec laquelle certaines especes, surtout des Graminées, croissent en formant sur le sol des anneaux ou des demi-cercles, ceux-ci en terrain incliné. Je les ai observés sur Poa chi- lensis, Stipa speciosa, Bromus macrantha, Calamagrostis velutina, Ades- mia trijuga, Acaena laevigata, Opuntia andicola. Je m'étais demandé si le phénoméne était dá — comme on le suppose pour «les ronds de sorciéres » formés par des champignons — á un épuisement du sol: Vanalyse minutieuse, y compris le dosage des éléments solubles dans Veau, de la terre recueillie á Pintérieur et a lVextérieur d'une de ces couronnes, a pas permis, bien au contraire, de conclure dans ce sens. S'il ne s'agit pas tout simplement d'un mode de croissance, com- me le croit Weberbauer qui a observé le méme phénomeéne au Pérou, on pourrait encore se demander s'il n'est pas dú aux résidus de la vie du végétal ayant constitué la touffe primitive, résidus auxquels les actions microbiemnes peu actives et les pluies presque nulles permet- traient de subsister longtemps et d'empécher ainsi la croissance sur le bord interne de la couronne (pl. XX, fig. 2). Éthologie de la transpiration Le caractere xérophile de la végétation est évidemment bien mat- qué dans la région qui nous occupe, mais d'une facon infiniment moins 164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA violente, exacerbée, si 1'on peut dire, que dans la Précordilléere. Nous »Wavons plus ici que deux Cactées, rares toutes deux, et trois especes aphylles Asteriscium Dipterygia, Fabiana denudata (pl. XVI, fig. 2), Ephedra americana, caractéristiques toutes trois de Vétage supérieur de la Précordillere et dont la derniére seule dépasse 2400 metres. Les feuilles sont assurément souvent assez réduites (Adesmia pinifolia, mais par contre ici tres abondantes, Adesmia subterranea, Stipa specio- sa, Arjona, Oxalis divers, Nassauvia oligocephala et toutes les plantes en coussins denses), ou plas ou moins couvertes de poils (Adesmia trijuga, A. debilis, Calandrinia sericea, divers Acaena, Chaetanthera acerosa, spathulata, pusilla, Hexaptera, Phacelia, divers Senecio, etc.), ou plus ou moins coriaces (Perezia carthamoides, Mutisia taraxacifolia, Senecio uspallatensis), ou plus ou moins charnues (Calandrinia div. sp., Tro- paeolum polyphyllum, Jaborosa caulescens, Senecio Hickeni, Boopis ag- ylomerata), mais en restant ordinairement plus voisines du type nor- mal mésophbyte que des véritables xérophytes; aussi voyons-nous Convolvulus arvensis devenir dans certaines vallées Pélément domi- nant. Comme je Pai dit plus haut, il faut sans doute attribuer ce fait a Vabondance relative des eaux souterraines, les pluies étant plutót plus rares et Pair plus sec encore dans les Hautes Andes, á cette lati- tude, qu'aux étages inférieurs, lesquels ne disposant pas de la réserve que constituent les neiges éternelles toutes proches et les glaciers voi- sins, sont couvertes d'une végétation infiniment mieux adaptée a la sécheresse. Aussi les années ou il a peu neigé et ou, par conséquent, beaucoup de sommets secondaires sont dégarnis plus tót que de cou- tume, voit-on des le mois de février ou de mars les plantes les moins résistantes se sécher brusquement, mourir sur pied, peut-on dire, et se conserver longtemps ainsi en raison de l'extréme sécheresse de Pair, non seulement autour des sources taries (spécialement les Gen- tianes) mais encore au flane des pentes et dans le fond des vallées, que jaunissent alors les innombrables cadavres des Tropaeolum, Jabo- rosa, Trechonaetes, etc. J'”ajouterai au surplus que, sur 214 Phanéro- games récoltées par moi, 88 (y compris les especes aquatiques) re- cherchent les lieux humides (bords des rivieres, des torrents ou des sOurces). C'est ici sans doute qu'il faut mentionner le fait général dans la Haute Cordillere, mais fréquent presque partout en Argentine, du tres grand développement des racines, profondes et lignifiées, dans des plantes de modeste apparence et souvent entierement herbacées : je citerai Astragalus Cruckshanksii, Melosperma andicola, divers Acaena, LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 165 herbes de 20 a 50 centimetres de hauteur, qui ont des racines lignifiées dignes de véritables arbustes. Ceux-ci, comme on peut Vobserver par- fois au long des rives éboulées des riviéres, font pénétrer les leurs, minces et droites comme des cordes, á de tres grandes profondeurs. Les organes souterrains charnus sont tres rares au contraire : je ai observé quw'une plante bulbeuse (Nothoscordum, Liliacée); les deux Barneoudia ont de courts tubercules et Boopis agylomerata, bisan- nuelle, présente a la fin de la premitre année une racine pivotante charnue quí dans les grands exemplaires (celui de la planche XVII, fig. 2, par exemple) peut atteindre 12 centimetres de diamétre. T'histologie des feuilles d'un certain nombre d'espéces ne ma rien montré de tres particulier, contrairement á ce que on observe dans les especes les plus remarquables de la Précordillere qui présentent, pour ce quí est de la protection des stomates, les dispositifs les plus extraordinaires (Monttea aphylla, Bredemeyera, Fabiana denudata, etc... Éthologie de la protection Les grands ennemis des plantes dans la région qui nous occupe sont essentiellement le froid et le vent, les herbivores restant tout a fait au second plan. Le froid. — Comme nous Pavons vu, son action se fait sentir toute Pannée, mais il semble qwil faille considérer séparément les froids de Vhiver et ceux qui interviennent au cours de la période végétative. Les froids hivernaux, ou plutót ceux qui se produisent pendant le repos de la végétation, sont extrémement violents et peuvent commen- cer des le mois avril pour durer jusqu'en septembre, produisant done tres tót la suspension complete des activités végétales. Par contre, surtout aux grandes altitudes, oú leur intensité atteint sans doute des minima extravagants (—18 est le minimum observé á Puente del Inca, a 2700 m.), leur action est évidemment mitigée par Vépaisse couche de neige qui recouvre les plantes. En effet, méme dans les vallées, Adesmia pinifolia seul atteint des dimensions (150, rarement plus) qui peuvent en partie, et certaines amées tout au moins, le pri- ver de cette protection. L'écorce de ses rameaux ne présente pourtant rien de particulier, mais je "ai pas eu occasion d'étudier ses bour- geons hivernants. Parmi les autres plantes, seules dépassent nette- ment 50 centimétres quelques especes herbacées (Valeriana, Leuceria sonchifolia, Sisymbrium) quí se flétrissent des les premiers grands 166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA froids et nous avons vu que, des qu'on s'approche des sommets (au delá de 3000 m.), la dimension des plantes au-dessus du sol se réduit de facon extraordinaire, rendant ainsi d'autant plus efficace Paction du manteau protecteur, lequel, dans certains cas, intervient peut-étre mécaniquement dans cette réduction. C'est á la protection sans doute efficace de la neige qwest due la prédominance écrasante des especes vivaces sur les annuelles, qui sont la tres rare exception. Je nen compte qu'une dizaine dans le domaine que j'ai visité, dont une seule, Tropaeolum polyphyllum joue un róle important dans la composition du manteau végétal. C'est comme protection contre ces froids extrémes, que remplissent sans doute une fonction utile les restes des feuilles ou de gaines foliai- res qui subsistent autour des tiges et des points végétatifs de beau- coup Vespeces croissant en touffes: Joncacées (Andesia, Oxychloe), Composées (Perezia, Leuceria), Plantago et surtout Graminées, chez qui le fait est général. Les formes en coussins denses (Azorella, Oxa- lis, etc.) présentent le méme avantage, surtout pour les bourgeons dormants de la base des tiges qui ne se développeront que dans le cas oú les bourgeons supérieurs auraient souffert. C'est sans doute aussi une fonction protectrice du meristeme cambial, qu'on peut voir dans lPénorme développement du parenchyme cortical, disposé en lames radiaires, qu'on trouve dans les tiges des Adesmía ligneux des erandes altitudes (A. hemisphaerica, A. subterranea, A. horrida), et de plusieurs autres plantes en coussins, tissu cortical protégé souvent par une épaisse cuticule persistante, avec parfois, absence de tissus subéreux, dans des rameaux d'au moins trois ou quatre ans. Les froids intervenant au cours de la végétation sont sans doute infiniment plus importants comme facteur éliminateur, spécialement pour les especes plus septentrionales ou provenant de la Précordil- lere; malheureusement les adaptations quí permettent de les suppor- ter ne semblent pas se manifester bien visiblement dans la morpholo- gie, eb il y aurait ici ce qu'on pourrait appeler des adaptations humo- rales, oú la composition et la tension osmotique du suc cellulaire jouent sans doute un róle important. En effet, si certaines especes sont cou- vertes de poils ou (une cuticule épaisse pouvant jusqu'a un certain point peut-étre jouer un róle protecteur contre le froid, ou présentent des feuilles recroquevillées ou tassées les unes contre les autres, d'au- tres au contraire, et non des plus rares, ne paraissent pourvues d'au- cune protection : ainsi le Tropaeolum déja cité, comparable en cela a T. majus si sensible pourtant a la gelée, Jaborosa, Trechonaetes, Boo- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 167 pis, Nicotiana monticola (couvert de poils glanduleux), divers Calan- drinia, Senecio, ete., qui tous cependant présentent des organes aé- riens (tiges et feuilles) légerement charnus et dont les parties in- férieures, dépourvues de chlorophylle, sont souvent teintes Vantho- cyanine. D'étude eryoseopique des sues végétaux, en comparaison avec la résistance au froid des organes herbacés des especes dontils provien- nent, parait devoir donner des résultats intéressants. Un organe dont la protection contre la gelée nocturne parait une importance capitale est évidemment le fruit, depuis le moment de la fécondation jusqu'a ce que les graines aient atteint un degré suffi- sant de déshydratation : cette protection peut étre réalisée par des matiéres isolantes, air ou poils, et cest ce que Ion observe dans les Astragalus des hautes altitudes, á gousses vésiculeuses, ou dans les achaines des Barneoudia entourés de soles et enclos dans le périanthe quí se referme apres Vanthéese; de méme dans plusieurs Graminées aux glumelles ou callus velus, et c'est Putilité qu'on pourrait attri- buer au pinceau de longs poils cotonneux repliés plusieurs fois sur eux-mémes qu'on trouve autour des fleurs de certains Poa dioiques, comme P. chilensis, poils qui manquent souvent ou sont moins abon- dants dans les fleurs máles. Dans d'autres genres, Calamagrostis, Des- champsia, Danthonia, Trisetum, des poils plus ou moins abondants remplissent l'intervalle séparant les glumes des glumelles. Certains dispositifs aidant a la dissémination ou considérés comme tels peuvent sans doute intervenir dans un sens protecteur, ainsi le pappus des Composées bouchant louverture de Pinvolucre refermé sur les achaines jusqu'au moment de la dissémination, ou les long poils enchevétrés et ramifiés des gousses d'4Adesmia? De méme le péricarpe épais, de consistance subéreuse, des achaines de Boopis? Mais un autre - procédé, physiologique celui-ci, mais au moins aussi efficace, est la maturité tres rapide du fruit que j'ai observée chez plusieurs especes : c'est ainsi que dans les Adesmia, on trouve en général les piéces de la corolle encore presque fraiches a la base des gousses entierement développées qui ont dú déchirer la carene, celle-ci d'ayant pas eu le temps de se flétrir et de tomber. Il est de méme difficile de recueillir des graines de beaucoup d'especes sur les exemplaires desquels on ne trouve, á cóté des fleurs épanouies, que des capsules, des calices ou des bractées déja vides de leurs graines ou de leurs fruits (Colo- banthus, Calceolaria, Cardamine, Verbena, nombreuses Composées), et sur des exemplaires de Barneoudia recueillis á la mi-novembre, a 168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 3000 metres Valtitude, au bord méme de la neige, j'ai constaté la - présence ('achaines déja tres développés. Il est évident qu'une maturation rapide de la graine réduit au mi- nimum les chances de sa destruction par les gelées nocturnes des mois (Vété, fréquentes certes, mais non pas journaliéres, au-dessous de 3000 metres. Protection contre le vent. — Le vent me parait le facteur qui donne a la flore des Hautes Andes ainsi qu'a celle de la steppe patagonique son aspect particulier — et nous verrons plus loin combien étroites et nombreuses, sont les relations entre la flore des deux résions. Taction desséchante des vents est toujours importante mais, quand leur intensité est considérable et suffisamment constante, leur action principale sera plutót mécanique, action déformatrice et destructrice, encore exagérée par les particules minérales parfois tres grosses qwils charrient. La réduction des feuilles, souvent recouvertes au surplus Vune épaisse cuticule, la réduction des axes, la protection des orga- nes les uns par les autres et emprisonnement entre eux d'une atmos- phere tranquille, la formation d'une masse compacte plus ou moins spongieuse propre á emmagasiner humidité et la diminution enfin, dans la mesure du possible, du relief formé par la plante a la surface du sol, sont évidemment les conditions qui paraissent les plus pro- pres a résister a cette double influence. Il en est résulté divers types que j'ai groupé en quatre catégories dont les dernieres sont les plus transformées, celles qui réunissent, en plus grand nombre, les carac- teres énumérés ci-dessus. 1” Plantes á tiges plus ou moins allongées mais rampantes ou décombantes : Chenopodium hypsophilum, Calandrinia picta, Astragalus oreophi- lus, Adesmia debilis, Tropaeolum polyphyllum, Cajophora coronata, Coldenia decumbens, Jaborosa caulescens, Senecio Poeppigii, etc. (pl. XIT, XXIV et XX V); en tout 30 especes, sur les 214 récoltées par mo!l; 2 Plantes en rosettes solitaires ou peu nombreuses : Scirpus acaulis, Draba, Barneoudia, divers Oxalis et Viola, Gen- tiana, Trechonaetes, Calceolaria biflora, Senecio chamaecephalus, Tara- xacum, Werneria, ete. (pl. XIX, fig. 1; XX, fig. 1; XXIV et XXV); en tout 20 especes; 3 Plantes formant des touffes formées le plus souvent de rosettes multiples : Graminées du type Calamagrostis eminens, Calandrinta rupestris, O. sericea, Colobanthus crassifolius, Oxalis rosulata, Viola Philippii, Plan- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL. XIX Fig. 1.— Senecio chamaecephalus (1/2 gr. nat.; Puente del Inca, III, 1918). TETTIA Fig. 2.— Adesmia hemisphaerica; devant, Oxalis bryoídes (au pied du Rio Tupungato á 3.500 m.; II, 1908). AN. SOC. CIENT. ARG. — T, LXXXVI PL. XX Fig. 1.— Plantes andines (au pied du mont Tupungato, á 3 500 m.; II, 1908). Adesmia hemisphaerica, Boopiís agglomerata, Oxalis bryoides, Andesta bisexualis, Wernería bygmaea, Verbena uniflora. Fig. => Anneaux de Poa chtlensis (Vallée du Rio Tupungato, á 2.500 m.; JT, 1928). AN. SOC, CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL. XXI Végétation du pied des pentes: 1 l/utisia taraxacifolta, 2 Perezia car!hamoides, 3 Senecio depressus, 4 Acaena splendens, 5 Astragalus Cruckshanksit. — 1/3 gr. nat. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI PL. XXI Plantes en coussins: 1 Verbena uniflora, 2 Plantago barbata var. caespitosa. 3 Discaria prostrata; 4 Xerodraba mendocinensís, 5 Azorella monantha, 6 Oxalis bryotdes, 7 Adesmia subterranea.—-1/2 gr. nat. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 169 tago barbata var. elongata, Boopis aygglomerata, Senecio Hickeni, Chae- tanthera div. sp., Leuceria serobiculata, Nassauvia Lagascae, Perezia carthamotdes, etc. (pl. XVIII, fig. 23 XX, fig. 1; XXI, XXIV et XXV). En tout 27 especes; 4” Plantes en coussins : a) Coussins convexes formés par ('innombrables rosettes : Andesia, Oxychloe, Acaena compacta, Azorella Gilliesti, A. monan- tha, Plantago barbata var. caespitosa (pl. VII, fig. 2; XVII, fig. 1; XX, fig. 1, et XXI). En tout 6 especes, auxquelles il faut ajouter Xerodraba mendocinensis da Tunuyán; b) Coussins convexes formés par des tiges aériennes courtes, mais extrémement ramifiées : Adesmia hemisphaerica, A. horrida, A. trijuga (au-dessus de 3000 m.), Discaria prostrata, Opuntia andicola, Mulinum spinosum (pl. IX, fig. 2; XVI fig. 1; XVIII, fig. 1; XIX, fig. 2; XX, fig. 1 et XXID. En tout 6 especes; c) Arbustes souterrains formant des tapis au niveau du sol: Adesmia subterranea, Oxalis bryoides, Laretia acaulis, Verbena uni- Jiora (pl. XVIL fig. 2; XIX, fig. 2; XX, fig. 1 et XXID, soit 4 es- peces. Cela nous donne un total de 92 especes sur 212, plus ou moins net- tement adaptées a supporter les vents, ou transformées par lui. On remarquera que les vraies plantes en coussins sont plutót rares. Dans la partie que J'ai visitée les «Llareta» (Azorella et Laretia) sont tout a fait exceptionnelles, et la seule plante typique de cette catégo- rie qui joue un róle important par son abondance et sa généralité est Adesmia subterranea. Cette forme de végétation est incomparablement plus commune et représentée par un nombre d'espéeces et de genres infiniment plus grand dans la plaine patagonique (dont Valtitude estinfime), au point qwelle en constitue pour moi le caractére phytogéographique le plus important; elle manque au contraire pour ainsi dire completement dans la brousse intensément xérophile — le Monte — qui couvre PAr- gentine du sud-est au nord-ouest á partir du 430 de latitude. D'autre part, comme le fait remarquer Skottsberg qui a fait (XXX *, p. 125- 140) une longue analyse des «Polsterpflanzen» du sud de Pl Amérique australe, des plantes affectant ces formes sont les unes caractéristi- ques des lieux humides (Andesia, Oxychloe, Acaena compacta, Azorella divers, Plantago), les autres des endroits les plus désertiques (Ades- mia, Verbena, Oxalis). Ce West done ni la sécheresse, ni Valtitude, ni AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 12 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA méme une certaine forme d'humidité — terrains acides — que l'on peut invoquer comme cause de cette curieuse réduction; par contre, comme la caractéristique du climat de la plaine patagonique me parait résider précisément dans les vents violents qui la ravagent toute lP'an- née, vents quí soulevent les cailloux roulés, font s'arréter net les che- vaux dont méme ils désarconnent parfois le cavalier, et rendent toute culture impossible, sauf a la faveur dun abri naturel ou artificiel, ravine ou haie de branchage, il me semble évident que c/est en eux qu'il faut voir le facteur déterminant du type éthologique dont nous nOus OCCUpons icl. J'ajouterai quelques mots au sujet des especes les plus remar- quables : Adesmia subterranea, tres voisine d'especes similaires du méme genre, est un petit arbre presque entierement souterrain : sa racine pivotante se prolonge en un tronc tres court que j'ai vu dans des spé- cimens moyens atteindre une grosseur de 10 centimetres, et qui s'épa- pouit ensuite en de nombreuses branches horizontales dirigées en tout sens, et se ramifient a leur tour; branches et rameaux restent collés au sol et ne portent qua leur extrémité, sur la pousse de Pannée ne dépassant guere 2 centimetres et se terminant en une épine simple ou ramifiée, de nombreuses petites feuilles á limbe extrémement réduit, a pétioles longuement engalnants. La croissance de ces végé- taux est extrémement lente: Pexemplaire représenté dans la figure 6 et dont le diametre est de 20 centimetres n'a certes pas moins de cinq ans, ce quí peut nous donner une idée de Páge de Pindividu de 150 de diametre représenté planche XVII, figure 2, et qui cependant ne faisait sur le sol quw'une saillie en verre de montre, á peine con- vexe; enfin la figure Y montre le squelette ligneux (un autre indivi- du de dimensions deux fois moindres. En dehors de sa forme extérieure, la particularité la plus remat- quable de cette espece, particularité qu'on retrouve du reste dans 4. hemisphaerica et A. horrida, est Panatomie de ses rameaux, spécia- lement de leur écorce: autour d'un cylindre central mince mais tres dur (2 mm. dans un rameau de 3 ans), subsiste un parenchyme cor- tical charnu de 2 millimetres d'épaisseur, formé par un grand nom- bre de lames radiales et recouvert extérieurement par un tissu subé- reux de pres (un millimetre d'épaisseur. Peut-étre, comme je Pai dit plus haut, s'agit-il d'une protection contre le froid? Oxalis bryoides et les especes voisines (voir plus loin la partie sys- tématique) est aussi un sous-arbuste á ramification souterraine abon- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 171 dante, dont les rameaux épais eb courts se terminent en une rosette de feuilles minuscules tres nombreuses, comprimées les unes contre les autres comme les brins de laine un tapis et d'ouú sortent les déli- cates corolles jaunes. Verbena uniflora plus lignifié, et á feuilles rédui- tes a de courtes écailles, présente un dispositif exactement semblable. (DIA A6): Protection contre les herbivores. — La protection contre les herbivo- res est particulierement évidente dans les arbustes, appartenant tous du reste a des genres ou des sections de genres oú la présence Vépines est générale: Berberis, Adesmia, Discaria, Chuqguiragua (pl. XXI). 11 faut signaler la disposition assurément tres efficace des épines dans les Adesmia hemisphériques : ces épines souvent ramifiées occupent une position terminale sur les rameaux et dominent, quoique parfois de quelques millimetres seulement, les feuilles et les fleurs, leur cons- tituant une défense infranchissable: c'est le cas de Adesmia horrida et A. hemisphaerica (pl. XVIII, fig. 1, et XIX, fig. 2). Ces épines, quoique robustes et lignifiées des la premiére année ne persistent pas au long des tiges ou elles deviendraient du reste inutiles: dans le cours de la deuxiéme année, reléguées déjáa au second plan par Vaec- eroissement périphérique du coussin, elles meurent et tombent, ne laissant sur les parties plus vieilles des rameaux que de rares vesti- ges. Il est 4 remarquer quedans 4.trijuga (Pl. XXITI, 3) ce sont les rameaux spinescents eux-mémes qui sont floriferes, disposition dont il résulte, sans préjudice (une protection efficace, une meilleure ex- position des fleurs aux visites des insectes. Dans Adesmia subterranea (pl. XVIL fig. 2) les épines sont a peine visibles, an point que le voyageur inaverti peut croire les tapis d'un vert argenté, formés par Parbuste au miliewdes champs de pierres les moins hospitaliers, aussi favorables au repos qw'un tapis de mousse: cependant les épimes, re- lativement peu nombreuses cachées parmi les feuilles minuscules, rendent leur approche tout a fait impossible ; il en est de méme dans Discaria prostrata dont on connaít pourtant une f. ¿nermis. Il faut signaler aussi, absolument inattaquable par les mules —-je Pai observé á maintes reprises — la belle Loasacée Cajophora coro- nata (pl. XIL, fig. 2), protégée par ses longs poils sclérifiés, plus acé- rés que des aiguilles. Les Graminées a feuilles coriaces et piquantes a leur extrémité, ne sont réellement protégées par la pointe de leurs limbes, que si leur touffes sont hémisphériques (Poa acutifolia, Cala- magrostis velutina Calamagrostis eminens, (pl. XVIIL, fig. 2), Des- champsia cordillerarum, ces deux derniéres especes avec des feuilles 172 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA moins rigides), sans quoi les herbivores saisissent régulierement par le milieu les touffes de tiges verticales formant pinceau, les arrachent avec ou sans leurs racines et les pliant en deux, déglutissent, sans aucune difficulté, semble-t-11, les piquants retournés de la sorte vers Vextérieur, les feuilles, cruelles cependant, de Poa chilensis et de Stipa speciosa (pl. XIII, fig. 1), par exemple. On objectera facile- ment que ces deux especes, avant méme les deux Hordeuwm et Bro- mus macranthus, completement inermes ceux-ci, sont précisément les Graminées de loin les plus abondantes, objection a laquelle il est non moins facile de répondre que des eraines plus nombreuses ou douées VPun meilleur pouvoir germinatif ou plus résistantes a Paction des sucs dligestifs, compenseraient sans doute largement Vinfluence des herbivores, rares dans la région et que Pon doit du reste considérer comme un facteur de dissémination. Les coussins d'Andesia (pl. XX, fig. 1), se trouvent admirablement défendus par leurs feuilles rigides et acérées et il faut citer, enfin, les capitules fructifiés de Calycera (pl. XIV, fig. 2) protégés par les énormes épines qui se développent, pendant la maturation, sur un certain nombre d'achaines de chaque inflorescence. J'ai peu de renseignements sur la protection chimique: certaines especes charnues, Calandrinia et Pachylaena atriplicifolia surtout, sont réputées par les muletiers extraordinairement améres. Éthologie de la fécondation Les familles les mieux représentées — et de fort loin — en especes et en individus, sont comme nous Pavons vu, les Graminées, Légumi- neuses et Composées, a fleurs anémophiles dans la premiére, entomo- philes dans les deux autres, mais ou Pautofécondation est presque toujours possible. Les Cypéracées, les Joncacées, Polygonacées, Ché- nopodiacées, Plantaginacées et méme les Rosacées ¡ici présentes (les genres Acaena et Tetraglochin), sont de méme anémophiles, et dans presque tous les groupes bien représentés, Portulacacées (Calandri- nia), Oruciferes, Caryophyllacées, Ombelliferes, Solanacées, voire méme Violacées et Loasacées, lautofécondation, quand elle n'est pas la regle, trouve sa place a cóté de la fécondation croisée. Anémophilie et autofécondation me paraissent donc de beaucoup les procédés les plus généraux dans la flore de la Haute Cordillere et c'est, du reste, ce que laisse supposer la rareté des insectes pollinisa- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 178 teurs. Ceux-ci pourtant ne font pas défaut, méme aux altitudes les plus élevées: par les belles journées d'été, des Hyménopteres butinent en relative abondance les coussins fleuris d'Adesmia jusqu'a 3700 me- bres, et j'ai vu au printemps les fleurs de Berberis fréquemment visi- tées par des Dipteres. Comme strictement entomophile il faut mentionner la Raftlésia- cée Pilostyles Berteroi, dioique eb abondamment butinée par les hymé- nopteres, et peut-étre aussi Tropaeolum, Mimulus et Calceolaria, quoi- que Pautofécondation ne paraisse impossible dans aucun de ces derniers genres. Je rappellerai qwon a signalé dans Gentiana pros- trata une sensibilité au contact de la corolle, qui se refermerait sur les petits insectes qui la visitent (Seeger, Vapres un résumé in Bot. Jahrb., t. 49, p. 57 des Literaturbericht). La cléistogamie dont on pourrait comprendre Putilité dans des con- ditions aussi défavorables, existe peut-étre dans quelques Graminées (Bromus, Stipa) ou dans les Viola (je ne sais pas qwelle ait été signa- lée dans les espéeces de la section Rosulatae), mais je Wen connais qwun seul cas certain, la Borraginacée Cryptanthe dimorpha. Éthologie de la dissémination Dans les hautes montagnes le vent apparaít, a priori, comme le fac- teur disséminant par excellence : ainsi á 5000 metres Valtitude, en plein glacier, ai-je vu passer au-dessus de ma téte et s'élevant vers la créte de la mentagne qwelles ont súrement franchie, les aigrettes Vune Composée qui, par leurs dimensions, pourraient appartenir a Taraxacum laevigatum, commun aux endroits humides jusque vers 3500 métres. Les Composées, du reste, dont une seule (Schkuhria) est dépourvue de pappus, forment, nous le savons, les quatre cinquiemes de la flore vasculaire de la région. En dehors de cette famille, les adaptations marquées á Vanémophilie des graines ou des fruits sont, cependant, plutót rares: nous trouvons de longs poils sur les fruits ou les graines des Stipa, des Barneoudia, des Adesmia, des Epilobium, de Galium eriocarpum et de Valeriana, des ailes chez Hexaptera, Tetraglochin et les Ombelliferes Laretia, Asteriscium, Mulinum et méme Pozoa. 11 faut mentionner encore quelques Graminées, et spé- cialement Bromus macranthus, dont les glumelles adhérentes au caryopse constituent une aile assurément utile. En tout moins de 25 especes. Les fruits á dissémination zoopbile sont plus rares encore; 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a cóté des arilles charnus d'Ephedra et d' Opuntia nous ne rencontrons guere de baies que chez Berberis et les Solanacées (Trechonaetes et Jaborosa, abondants, Lycium et Solanum, sans importance), mais les Graminées, dont les inflorescences sont rarement protégées, méme quand leurs feuilles sont piquantes, sont certainement disséminées par les herbivores. Les plantes aquatiques enfin, Potamogeton, Zannichellia, Myrio- phyllum et méme celles des lieux humides, dont plusieurs cenendant, apparaissent fort mal dotées sous ce rapport, sont disséminées par les oiseaux, Palmipedes surtout, assez communs dans la région. Le type adhésif est admirablement représenté par le grand genre Acaena : les mules ont constamment le bas des membres entierement recouverts par leurs faux-fruits glochidés ou piquants, qui consti- tuent de méme, pour le voyageur, une géne constante et toujours re- nouvelée (pl. XX], 4). C'est ici qwil faut ranger aussi Sanicula gra- veolens aux achaines hérissés, et deux especes d'"Hordeum aux épis tres fragiles. Je ne rappellerai que pour mémoire la dissémination hydrophile (en méme temps que zoophile sans doute : voir ci-dessus) des quelques plantes aquatiques et des Rumex á périanthe pourvu de callosités (1). En tout moins de 25 especes. Si donc on ajoute aux Composées les especes mentionnées ci-dessus, on verra que, ne »moccupant ici que «des faits observés par moi, la moitié tout au plus des especes présentent un dispositif différencié de dissémination. Dans autre moitié (Graminées, Cypéracées, Jonca- cées, Liliacées, Iridacées, Portulacacées, Caryophyllacées, Renoncu- lacées, Oruciferes, Oxalidacées, Violacées, Loasacées, Oenothéracées, Ombelliferes, Gentianacées, Borraginacées, Polémoniacées, Hydro- phyllacées, Verbénacées, Solanacées, Scrophulariacées, Plantagina- cées), la petitesse du fruit ou de la graine est la seule circonstance favorisant la dissémination. Il faut signaler pourtant Vallongement considérable du gynéco- phore dans Gentiana prostrata, allongement gráce auquel la capsule a déhiscence terminale est soulevée, non seulement en dehors des enveloppes florales, souvent encore intactes á la maturité du fruit, (1) A propos des callosités des Rumex, classiquement interprétées comme flot- teurs, je ferai remarquer que, dans le cas qui nous occupe, elles ne peuvent naturellement pas expliquer que des especes de la plaine remontent progressive- ment les vallées. Ici aussi, sans doute, interviennent les oiseaux et le vent. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 175 mais aussi au-dessus du niveau général des gazonnements ou croit cette espece. Un résultat analogue est obtenu par Pallongement du pédoncule dans Colobanthus crassifolius : les toutes petites fleurs de cette espece sont presque sessiles á Paisselle des feuilles pendant LPanthese, mais le pédoncule s'allonge ensuite de 10 a 20 mm. de maniére á ce que les petites capsules ouvertes comme des coupes a la maturité, dominent la touffe, ce qui permettra naturellement une action plus efficace du vent sur les tres petites graines dont elles sont remplies (1). : Je mentionnerai encore quelques cas ou la dissémination reste un peu mystérieuse. Oxychloe clandestina (pl. XVII, fig. 1), qui forme des coussins denses, a des fruits sessiles et cachés dans la gaine foliaire Voú seuls, pendant Panthese, émergent les stigmates: les graines doivent donc y rester prisonniéres et, semble-t-i1, ne pourront en sor- tir que lorsque la touffe compacte se désagrégera? Je n'al malbeureu- sement rencontré que des individus masculins. Le méme probleme se pose pour Oxychloe andina et les especes du genre voisin, Distichia. Deau de la fonte des neiges intervient peut-étre pour emporter les graines, mais comme ces espéeces sont strictement localisées aux hautes altitudes, aux sommets froids, proches des glaciers ou des né- vés, cette voie sera tres vite plus nuisible qwutile, et on ne voit que les oiseaux ou les petits rongeurs qui hantent ces parages, qui puis- sent aider ces especes á traverser parfois l('immenses étendues dé- sertes, pour arriver á coloniser les bords d'une source nouvelle se produisant au pied d'une moraine. La Lobéliacée, Hypsela oligophylla, dont les fruits indébiscents et relativement gros, restent cachés parmi les herbes et les mousses au ras du sol, parait se trouver dans des conditions analogues. Quant aux Calycéracées (genre Boopis), il me parait certain que leur péricarpe spongieux, extraordinairement léger, renfermant une graine minuscule, constitue un excellent facteur de dissémination, car le moindre souffle peut faire rouler le fruit a des distances considérables; dans le genre Calycera, les longues épines (1) Cet allongement du pédoncule apres la fécondation, comme adjuvant de la dissémination anémophile, ne me parait pas tres fréquent. Je 1ai observé pour la premiere fois dans Chevreulia stolonifera Cass., toute petite Composée extréme- ment fréquente autour de Buenos Aires; ses capitules sessiles sont collés au sol pendant l'anthese, puis, avec une extréme rapidité. le pédoncule s'allonge de 2-3 centimetres, l'involucre s'ouvre et réfléchit ses bractées, le pappus des achaines s'épanouit et la plante, dont la floraison avait passé inappercue, apparait fructi- fiée et préte á disséminer ses fruits. 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA formées par ce méme péricarpe, dont la consistance á la maturité est celle de la moelle de sureau, ne fait qu'augmenter la disproportion entre le volume et le poid du fruit. Je crois aussi, et cette fois encore nous verrions le dispositif protecteur servir á deux usages, que les grosses vésicules creuses, légeres et indéhiscentes, en quoi se sont transformées les gousses de beaucoup d'Astragalus (pl. XXIV, 5), se prétent admirablement, une fois détachées de la plante, á étre rou- lées au loin par le vent. Zropacolum polyphyllum enfin, si abondant et dont VPaire géographique est immense, parait au contraire tres mal pourvu gu point de vue qui nous oecupe: les achaines gros, ronds et lisses comme des pois, ne présentent aucune particularité a si- enaler ici. C. ANALYSE PHYTOGÉ£OGRAPHIQUE Nos connaissances actuelles ne nous permettent évidemment d'en- treprendre cette étude, et encore tres imparfaitement, que pour les Phanérogames, que nous pouvons au point de vue géographique répartir comme suit: ¿speces autochtones : Éléments andins tropicaux et subtropicaux. — patagoniques el austro-andins; — de la Précordillere et de la plaine; — cosmopolites; — propres (andins moyens). Especes introduites par 1'homme. Dans cette classification je ne préjuge d'aucune facon de l origine des especes, du centre de formation des groupes, ni du sens des mi- erations, questions, a mon avis, trop obscures dans la plupart des cas. Jai simplement en vue leur aire géographique actuellement connue, et je rangerai, par exemple, parmi les éléments andins tropicaux et subtropicaux, tous ceux que j'ai vus signalés pour les Andes tropica- les ou subtropicales. Especes introduites par "homme Je crois utile d'éliminer d'abord ce groupe, peu important du reste. Je crois, en effet, qu'on ne peut considérer que comme adventices et AN. SOC. CIENT. ARG. —- T. LXXXVI PL, XXIII AO yy Ap NU a Arbustes et sous-arbustes: 1 Ch4uguiragua oppositifolia, 2 Berberis empetrifolia, 3 Adesmia trijuga, 4 Senecto uspallatensis, 5 Adesmia pinifolia.— Gr. nat. C. Villalobos ad nat. del. AIXX “Td JAXXXT 'L "DUV "LNHIO "DOS "NV 1 Barnevudia major, 2 Senecto Hickent, 3 Draba Gtilliest, 4-5 Astragalus oreophilus, 6 Leucería scrobículata Végétation des sommets: C. Villalobos ad af. del, var. glabra .— 1,2,3,5€t 6, gr. nat.; 4, 1/4 gr. nat. 0 EN SO > Si E O To NN Ec PL. XXIV AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIÍ Végétation des sommets: 1 Barneoudía major, 2 Senecto Hickení, 3 Draba Gilliesi, 4-5 Astragalus orcophilus, 6 Leucería scrobículata del, €. Villalobos ad nal. 4 gr. nat. 5€et 6, gr. nat.; 4, 1 ar. glabra —1,2,3, PL, XXV AN. SOC. CIENT. ARG, — T. LXXXVI 2 Chaetanthera pentacaenordes, 3 Viola Montagnet, 1 Vassauvía Lagascae, tation des sommets: 4 Calandrintapicta, s et 6 Chaetanthera acerosa: exemplaire A tiges allongées etá tiges courtes. — Gr. nat. 2 ze vé C. Villalobos ad nat. del. LA VEGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 177 artificiellement introduites les 17 especes suivantes. Toutes ont été recueillies par moi et ont été trouvées que dans le fond de la vallée suvie par le chemin de fer ou dans celle du Río Tupungato, non loin de Punta de Vacas : Bromus unioloides. Lepidium sp. (L. calycinum?) a P. Poa annua. de Vacas. Polypogon aviculare (1918). Medicago lupulina (rare, 1908). Rumex crispus. Medicago sativa. Chenopodium album (1918). Trifolium repens (rare, 1908). Chenopodium hircinum. Erodium cicutarium. Chenopodium ambrosioides (a P. Convolvulus arvensis. de Vacas). Veronica arvensis. Capsella bursa-pastoris (1918). Plantago major. Sonchus asper. Peut-étre faut-il ajouter Lepidium spicatum recueilli par Giússfeldt au pied de Aconcagua. Les especes dont les noms ne sont suivis VPaucune indication ont été trouvées a plusieurs reprises et en plu- sieurs endroits : elles peuvent donc étre considérées comme commu- nes et plus ou moins constantes. Si maintenant Pon se souvient que la vallée du Río Mendoza et du Río Cuevas, suivies aujourd*hui par le Transandin était une route tres fréquentée déja au temps de la domination espagnole, que longtemps avant la construction «du chemin de fer on cultivait, sans irrigation, la luzerne á Punta de Vacas, culture qui s'est étendue aujourd'hui jusqu'a Puente del Inca, ancienne station thermale qui a acquis depuis dix ans une importance considérable, et si, d'autre part, on considere Vénorme développement qu'a pris depuis au moins un demi-siécle, la végétation adventice dans toute la plaine argentine partout oú a pénétré la civilisation (1), on reconnaitra que le nombre des especes introduites est tres petit, en raison, sans aucun doute, de Vextréme énergie des facteurs d”élimination. J”ajouterai que j/avais trouvé presque toutes ces especes des 1908, que je "en ai observé que trois nouvelles en 1918 et que, autre part, á Las Cuevas (3200 m. alf.), a Ventrée du grand tunnel ou s'était formé il y a quelques années tout (1) Récemment, M. R. Sanzin (XXVITPiS) publia une liste de 146 especes enva- hissantes des cultures, chemins, etc., des environs de Mendoza, dont une soixan- taine étrangeres a la région et presque toutes européennes. 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA un village d'ouvriers et (ingénieurs, je nai rencontré que le seul Chenopodium album attribuable au passage de "homme. Une espece doit étre signalée par son extraordinaire abondance: c'est Convolvulus arvensis quí existe partout en Argentine, mais que je Dai vu nulle part aussi abondant qw entre Puente del Inca et Punta de Vacas. La luzerne enfin, réputée exigeante en humidité, chaleur et fer- tilité, s*échappe fréquemment des cultures irriguées od elle prend un développement superbe, et réapparait parfois assez loin sur les pentes. Dans les vallées adjacentes je v'ai observé que Rumex crispus, Tri- Folium repens et Poa anmua, dans le cours inférieur du Río Tupungato. Cette derniére espece avait été signalée par Kurtz (XIV, p. 196) com- me apparemment spontanée dans une partie beaucoup moins fréquen- tée de la Cordillere (Atuel supérieur), et le méme auteur (XXVII, p. 521) donne Vespece comme certe spontanea pour les Hautes Andes de Mendoza, San Juan, etc.; il ne faut pas oublier pourtant qwil suffit du passage (un mulet ou d'un guanaco pour propager cette petite Gra- minée, répandue partout dans la plaine, ou elle est hivernale ou prin- taniere, et qui, en été, doit se trouver le mieux du monde aux endroits humides de ces hautes montagnes. Taraxacum laevigatum, que Von trouve autour des sources dans les endroits les plus reculés, a Pori- gine de toutes les vallées, me paraít au contraire devoir étre considé- rée comme autochtone. On remarquera enfin, que parmi ces «mauvaises herbes », quatre seulement sont américaines (Bromus, Lepidium et deux Ohenopodium); les autres sont originaires de Pancien monde. Éléments cosmopolites J'ai rangé ici 28 especes dont aire de dispersion dépasse largement celle des trois catégories suivantes, dans chacune desquelles, du reste, la plupart devraient figurer. Nous rencontrons d'abord presque toutes les plantes aquatiques et plusieurs de celles habitant les lieux humi- des (Potamogeton, Zannichellia, deux Triglochin, trois Carex, un Heleo- charis, Myriophyllum, Orantzia, Veronica Anagallis), et Pon pourra sans doute y ajouter la plupart des Algues et Oyanophycées, quand elles auront été spécifiquement étudiées. Méritent aussi d'étre signa- lés Phleum alpinum, Gentiana prostrata, Cerastium arvense (en plu- sieurs variétés), Taraxacum laevigatum, ainsi que les especes commu- nes aux deux Amériques : Juncus Lesueuri, Nothoscordum bivalve, Ranunculus Oymbalaria, Gilia gracilis. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 179 Éléments andins tropicaux et subtropicaux L'apport des éléments septentrionaux est tres faible : je ne compte ici que 37 especes dont la plupart ne sont que subtropicales. a) Especes tropicales. — Le nombre en est tres petit (16); je citerai parmi lés plus importantes : Werneria pygmaea signalée depuis le Vé- nézuela mais qui semble atteindre ici sa limite australe, Juncus stipu- latus et Colobanthus crassifolis qui s'étendent respectivement de 1 É- quateur et du Pérou jusqu'a la Terre de Feu, Cajophora coronata, Hypsela oligophylla et Calamagrostis eminens, du Pérou, Chuquiragua oppositifolia et Epilobium nivale quí s'étendent jusqw'en Bolivie, plus quelques especes fort douteuses pour les Andes de Mendoza (Calan- drinia acaulis, par exemple, synonyme Vapres Reiche, de €. affinis) ; b) Especes subtropicales. — Le contingent des especes atteignant -les Cordilleres de Atacama ou du nord-ouest de 1” Argentine est un peu plus élevé (21): Atropis tenwifolia, Scirpus acaulis, Scirpus macro- lepis, Oxychloe clandestina, Barneoudia chilensis, Hexaptera cuneata, Pachylaena atriplicifolia existent dans les montagnes de Tucuman, divers Calandrinia et Acaena, Azorella trifoliolata, Phacelia Cummin- gi, ete., sont connues du nord du Chili. Quant aux montagnes de La Rioja (Sierra Famatina), elles sont encore trop peu explorées pour que Von puisse juger de leurs relations floristiques, importantes sans doute, avec la Cordillere centrale; je signalerai seulement deux Hoe- leria de la Haute Cordillere, tres voisines des especes de la Famatina (alors que le genre, á ma connaissance, n/a pas été signalé pour le Child, Senecio eriophyton, et deux Chaetanthera. Éléments patagoniques et austro-andins Les relations des Cordilleres de Mendoza avec le sud du continent sont beaucoup plus marquées et nous apparaitront plus intimes, sans doute, á mesure que nous connaitrons plus parfaitement les deux domaines: c'est ainsi que le dernier travail de Skottsberg (XXX *) sur la flore patagonique a augmenté assez considérablement le nom- bre des especes quí leur sont communes. Je compte ici quelque 83 espéces dont plusieurs tres impor- tantes. Parmi les éléments magellaniques je citerai Poa scaberula repré- 180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA senté par une vartiété nouvelle (une autre existe, il est vrai, dans les montagnes de Córdoba), Hordeum secalinum var. pubiflorum (aussi patagonique), plusieurs Carex, Heleocharis albibracteata, deux Juncus, dont J. stipulatus déja cité avec Oolobanthus crassifolius, Ranunculus peduncularis, Phacelia magellanica, Plantago barbata. Les especes val- diviennes sont beaucoup moins nombreuses et peu répandues : Agros- tis araucana, Epilobium valdiviense, par exemple. Quant aux éléments patagoniques, en raison des climats tres sem- blables et de Pabsence de barriére, on ne peut que s'étonner de ne pas les trouver plus nombreux encore, étant donné surtout la ressem- blance gé nérale des formes, ressemblance déja signalée par Darwin. Quelques-uns jouent un róle fondamental dans la composition du manteau végétal : Bromus macranthus, Hordeum comosum, Stipa speciosa, Scirpus acaulis, Calandrinia rupestris, Barneoudia chilensis, Berberis empetrifolta, Hexaptera cuneata, Draba Gilliesti, Adesmia pinnatifida, Tropaeolum polyphyllum, Calceolaria biflora, Nassauvia Lagascae, et surtout Adesmia trijuga qu'on retrouve au niveau de la mer, par 51%, en Patagonie australe. Bien qwil s'agisse parfois d'especes propres a la région, il faut encore signaler la présence de quelques genres subantarctiques, spé- cialement dans le secteur méridional des Cordilleres, de Mendoza : Elymus, Deschampsia, Caltha, (Iuinchamalium, Escallonia, Xerodraba, Oruckshanksia; les Ericacées par contre ne dépassent pas, vers le nord, les Andes du Neuquen. Éléments de la Précordillére et de la pJaine Je ne compte ici que 56 especes dont un tiers au moins est douteux, de par Pinsécurité quí subsiste sur origine exacte des échantillons étudiés et mentionnés par les auteurs (ceux de Gillies, de Philippi, de Kurtz et de O. Kuntze); c'est pourquoi je w"occupera: dabord de ce que j'ai observé moi-méme. Bien que la différence soit plus marquée qu'on ne pourrait le croire, un certain nombre d'especes de la plaine et de la Précordillere se mé- lent aux premiers éléments de la zone alpine et forment un étage de transition bien net, quoique fort étroit. C'est alnsi que jusque vers 2400 metres dans la vallée du Río Mendoza et du Río Tupungato, en amont de Punta de Vacas on trouve, mélées a Adesmia pinifolia dans le fond de la vallée et au pied des pentes, Stipa Neaei, Sporobolus LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 181 asperifolius, Tetraglochin stricta, Mulinum spinosum, Baccharis jun- cea, B. sagittalis, Senecio albicaulis et Solidago microglossa, qui sont des especes de la plaine qw'on retrouve toutes, a la méme latitude, ou quelques degrés plus au sud, jusque bien pres de 1'Atlantique. D'au- tres, au contraire, sont plus ou moins caractéristiques de létage supé- rieur de la Précordillere: Ephedra americana var. andina (ici abondant et tres développé, beaucoup plus rare et presque nain entre 2500 et 2700 m.), Stipa chrysophylla, Hoff'mannseggia, Asteriscium Dipterygia, Lycium chilense, Fabiana denudata, Baccharis rosmarimifolius. Quelques especes enfin, dépassent notablement 2500 metres tout en descendant fort en dessous de la limite inférieure de l'étage alpin : Epilobium glau- cum, Mimulus luteus, Calceolaria pimfolia, Domophyton anomalum. Comme je Pai dit, la bibliographie woblige a tenir compte ici dun bon nombre d'especes, six ou huit Verbena, par exemple, dont je doute fort qwWelles dépassent jamais 2000 ou 2200 metres, mais, pour ce qui est de la région que j'ai visitée, sur ses 240 especes actuellement con- nues, 27 seules, en dehors des « mauvaises herbes », appartiennent a la flore des étages inférieurs ou de la plaine, a la méme latitude, bien entendu. Il faut signaler aussi quelques especes de la Précordillere chilienne qu'on ne connait encore en Argentine que pour les Hautes Andes: Valeriana glauca, Cryptanthe floribunda et surtout Sanicula graveolens quí s'étendrait du littoral chilien au sommet de la Cordillere qw elle dépasserait a peine, pour réapparaitre il est vrai en Patagonie, 10 ou 122 plus au sud. Il est, d('autre part, du plus haut intérét que les espe- ces les plus importantes de la Précordillere s'arrétent par contre, dans les vallées précisément au niveau inférieur de ce que j'appelle Vétage alpin; c'est ainsi qu'au long du Río Mendoza, le dernier Larrea nitida, une des Zygophyllacées caractéristiques du Monte, se trouve á quel- ques centaines de métres en aval de la station Punta de Vacas, accom- pagné des derniers Verbena et Baccharis arbustifs, que Schinus depen- dens (avec un Phrygilanthus parasite) et Cortaderia dioica s'arrétent quelques kilometres plus bas, vers 2000 metres Valtitude, niveau ou on ne trouve plus une seule espece typique de létage supérieur. Éléments propres aux Andes moyennes J'appelle Andes moyennes la partie intermédiaire entre les Andes subantarctiques, humides et boisées, et les Andes tropicales et sub- 182 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tropicales. Je reviendrai plus loin sur les limites géographiques qu'on -pourrait leur assigner. J'ajouterai qw'il faut naturellement annexer au massif central, constituant l'étage andin, quelques crétes et som- mets de la Précordillere dépassant 2000 metres, endroits ou Pon a trouvé, comme il fallait s?y attendre, les mémes types de végétation, et, sauf quelques exceptions, les mémes especes. Comme especes propres a la région, je compte 210 Phanérogames, soit un peu plus de la moitié du chiffre total. Nous pouvons les divi- ser en deux groupes: les especes connues pour les deux versants, eb celles, autant que nous le sachions, spéciales au versant argentin. Especes argentino-chiliennes. — Ce sont naturellement les plus nom- breuses, et si des circonstances matérielles ne venaient pas trop sou- vent dévier nos activités et limiter nos efforts, il n”y aurait aucune raison de décrire un des versants des Hautes Andes sans s'occuper de Pautre, car, sans étre identiques comme nous le verrons, ils ne for- ment assurément qu'un seul et méme district phytogéographique. Nous Jimitant aux especes particulieres á ce secteur des Andes, je citerai: Poa chilensis (sensu stricto) (1), Agrostis glabra, Arjona andina, Oxytheca dendroidea, 8 Calandrinia, 3 Cardamine, 5 Hexaptera, 4 Acae- na, Adesmia subterranea et 7 autres especes du méme genre, Astra- galus oreophilus et 7 autres especes, 5 Oxalis dont Oxalis bryoides, S Viola, Azorella Gilliesti, Laretiía acaulis, Gayophytum humile, Ver- bena uniflora, Jaborosa caulescens, Trechonaetes laciniata, Boopis agglomerata, 6 Chaetanthera, Leuceria serobiculata, 6 Nassauvia, Pe- rezia carthamoides, 10 Senecio, c'est-a-dire, en dehors des éléments patagoniques dont importance a été signalée plus haut et quí pour la plupart passent aussi sur le cóté chilien, presque toutes les especes les plus communes ou les plus caractéristiques. | Especes endémiques. — J'en trouve 60 en tenant compte de quel- ques variétés bien caractérisées : il s'agit des sp. nov. décrites par Hooker et Arnott, Philippi, O. Kuntze, Chodat et Wilezek, moi- méme et quelques autres. Ce chiffre considérable est triplement pro- visoire: d'une part, plus (une découverte floristique reste á faire dans ce vaste domaine; Vautre part, a de rares exceptions pres, ces especes nouvelles ne nous sont connues que par leurs descriptions originales et plus d'une certainement est destinée á4 tomber dans la synonymie; enfin, nos connaissances des régions limitrophes sont beaucoup trop incompletes pour que Pignorance ou nous som- (1) Voir la discussion au sujet de cette espéce dans la partie systématique. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 183 mes d'autres habitats soit méme une présomption d'endémisme réel! Il faut citer ici tout d'abord Adesmia pinifolia. Bien que nous ne connaissions pas les limites exactes de son aire de dispersion, je crois cette espece spéciale a la région qui nous occupe, région qwelle peut servir, mieux que toute autre, a caractériser (pl. XII). En effet, dans les Cordilleres de Mendoza, á la méme latitude, on ne la trouve pas á une altitude inférieure a 2000 metres, méme dans le sud de la provin- ce, eb quand Chodat et Wilezek ne la mentionnent que pour la plaine de P Atuel entre 1900 et 2100 metres, je ne suis pas certain (voir la note au n” 167 du catalogue qui suit) qu'il s'agisse de la méme plante. Plus au sud elle existe pas dans la plaine patagonique, seule région de P Argentine dont la flore sojt relativement bien connue, et person- ne ne la signale pour les Andes du Neuquen, il est vrai beaucoup moins bien explorées. Nos connaissances sont malheureusement plus incom- pletes encore pour les Andes de San Juan et de La Rioja, mais divers indices font eroire que lespece ny existe pas : elle ne figure pas dans les collections assez importantes réunies dans ces régions par M. Bo- denbender, et ni Echegaray, ni Hieronymus ne la mentionnent dans leurs catalogues. Au delá, dans les Andes d'Atacama, bien étudiées au contraire, elle ne réapparait pas. Existe-t-elle par contre au Chili? Il me semble que non : Gillies Pavait récoltée en territoire argentin, eb Hooker et Arnott quí la publierent indiquent comme lieu Vorigine «valle de las Leñas amarillas, Andes de Mendoza»; Gay ne la cite que Vapres ces derniers auteurs, mais remplace Andes de Mendoza par «en las cordilleras entre Santiago y Mendoza », que Reiche reproduit tex- tuellement, et Pexemplaire dont celui-ci parle dans sa description (Plo- rade Chile, Il) est sans doute celui mentionné par Philippi, au numé- ro 30 de son Sertum Mendocinum alterum, pouwr le versant oriental de la Cordillere; reste une seule indication de Chodat et Wilezek qui ra- ménentá A. pinifolia var. dentata, une Adesmia pauciflora Vog. (1) de Pherbier de De Candolle, provenant des Cordilleres de Santiago. 11 y a sans doute confusion, car il parait bien difficile que cet arbuste, le plus grand, un des plus communs, spécial au fond des vallées et four- nissant le bois indispensable aux caravanes, Wait pas été signalé sur le versant chilien s'il y existe, quand tous les auteurs Pont cité pour le versant opposé. J”ajouterai que de l'autre cóté du Paso de la (1) Elle ne figure cependant pas dans la liste publiée par Burkill, mais on y trouve (p. 372), une 4desmia sp. near 4. pauciflora Vog., pour Puente del Inca. Y aurait-il réellement possibilité de confusion entre ces deux espéces ? 184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Cumbre, je ne Pai pas vu au Chili, dans la vallée du Río Juncal. Je citerai, encore, parmi les especes les plus intéressantes : Deschampsia cordillerarum. - Elatine mvalis. Koelería, 2 var. nov. Mahuenia brachydelphis. Plippsia Wilezeki. Coldenia decumbens. Xerodraba? mendocinensis. Boopis, 2 especes. Adesmia hemisphaerica. Ohiliophyllum densifolium. Adesmia, 6 especes. Senecio, 12 especes. Lathyrus cryophilus. Aucun genre West spécial a la région. CONCLUSIONS Personne, mieux que moj, ne se rend compte de combien les grou- pements que je viens d'étudier sont, dans les détails, sujets á correc- tion ou a discussion, et les raisons que je viens de donner pour ne considérer que comme provisoires les chiffres concernant les especes endémiques, raisons auxquelles il faudrait ajouter les erreurs de déter- mination, s'appliquent a ensemble de cette classification. Cependant, dans ses lignes générales, cette analyse me parait tres intéressante et fertile en conséquences qwelle seule pouvait mettre en lumiére. Nous avons done approximativement : Éléments propres : argentino-chiliens............. 150 =— ENCSTMUCUOS do. nsocoooonoo ones 60 Moa E 210 Éléments septentrionaux : tropicauXx..........o.... 16 =— SUDLLOPICAUA 21 A A ea 37 Éléments des étages inférieurs : Précordillere..... 41 — Plane as 15 Loa 56 Éléments méridionaux : austro-andins............ 10 (5) = patagoniques ............ 13 Moca ta 83 ZA AAA LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 185 UNESCO E 28 = Add rad Eo: 17 De ces chiffres il résulte a Pévidence que la région étudiée dans ce travail, bien que d'un caractere patagonique assez accusé, a ('affi- nités floristiques directes qu'avec les Hautes Cordilleres du versant chilien contigu et qw elle doit étre séparée, au point de vue phytogéo- eraphique, tant de la Précordillere orientale, que des secteurs conti- eus de la zone andine proprement dite. Limite septentrionale. — Les Andes du Pérou, de la Bolivie, de 1”Atacama chilien et du nord de 1” Argentine sont assez bien connues, notamment par les travaux de Weddell, Weberbauer, Philippi, Rei- che, Fries, et j'ai pu me faire une idée de la végétation des montagnes de Tucuman par les collections de MM. Castillon, Lillo et Jórgensen : ces flores ont que peu de rapports avec celles des Andes mendoci- nes. Par contre, les renseignements fournis par la bibliographie ou que j'ai pu trouver dans les herbiers sur la Cordillere centrale de San Juan et de Catamarca, sont absolument insuffisants et il est, je erois, actuellement impossible de fixer une limite septentrionale au district étudié dans ce travail: nous ignorons par exemple jusqu'ou s'éten- dent vers le nord Adesmia pimifolia et A. trijuga (1) et méme si elles existent dans les Cordilleres de San Juan. J?ai impression cepen- dant, par ce que l'on sait des cordilleres chiliennes et par les rares collections que j/al vues, que le caractere de la flore change tres rapi- dement au dela du 329 de latitude et que cette région est, en Argen- tine. la seule assez peu connue pour pouvoir fournir, aujourd”hui encore, Vamples récoltes de nouveautés aux botanistes qui en feront Vexploration. Limite méridionale. — Vers le sud, la limite est des plus tranchée : la forét valdivienne sur le versant argentin commence des le 372 de latitude. Il convient de remarquer que les éléments valdiviens, nombreux déja au Chili, des le 349, apparaissent que plus au sud de ce cóté des Andes, continuant a travers les Cordilleres la ligne oblique, nord- ouest sud-est, générale pour la dissémination des especes dans PAr- sentine australe et moyenne: c'est ainsi que Libocedrus chilensis se rencontre au Chili dans la Précordillere de Santiago (349), alors qu'il (1) Je nai pas trouvé ces especes dans l'herbier recueilli dans les Cordilleres dle 1"Espinacito (sud de S. Juan) par M. G. Bodenbender. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 13 186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 08 wapparait en Argentine quw'au Neuquen, 3 ou 4 degrés plus au sud. 11 en est de méme des Myrtacées, des Ericacées, des Ribes et VPautres vgenres ou especes subantarctiques comme Quinchamalium, Caltha, Escallonia, Oruckshanksta glacialis quí eux, apparaissent déja vers le sud de la province de Mendoza. Comme, d'autre part, un certain nombre d'éléments andins moyens s'étendent assez loin vers le sud, sans parler de ceux quí envahissent les plaines patagoniques, il existe certainement a partir probable- ment du 36” parallele, une zone de transition, fort intéressante sans doute mais dont Vétude reste a faire. Nous pouvons nous en faire une idée pourtant, par les plantes récoltées par M. F. Pastore dans la Cordillere del Viento, chaine latérale des Andes du Neuquen (XXLEX). Limite orientale (ou inférieure). — Sous les climats humides, dans les Alpes par exemple, ou dans d'autres secteurs des Andes, l'étage alpin se caractérise nettement par la disparition de la végétation arborescente. Ue caractere nous manque ici totalement, puisque, depuis bien loin dans la plaine, tout le pays est couvert d'une brousse uniforme, le Monte argentin dans sa forme arbustive, et c'est a peine si Pon note, en remontant les vallées, qua partir "une certaine alti- tude, le caractere xérophile de la végétation s'atténue légerement; le paysage en devient un peu moins désolé, un peu plus verdoyant : c'est que Pon se trouve a proximité des grandes réserves d'eau constituées par les glaciers et les neiges éternelles, et que des sources nombreuses surgissent, de toutes parts, a la base ou au flane des montagnes: aug- mentation de Phumidité qu'accompagne naturellement, et quaccen- tue, une diminution considérable de la température. Cette modifica- tion du paysage est due á un changement profond, bientót complet de la végétation. Ainsi, nous PVavons vu déja, á une altitude d'environ 2300 metres par 339 de latitude, et sans doute un peu plus bas vers le 35 0u 369, disparaissent dans la vallée les derniers éléments carac- téristiques de la végétation du Monte (Larrea, Schinus), que Vautres, moins importants, dépassent á peine cette limite, et qu/ils sont rem- placés les uns et les autres, par une flore entierement différente ou dominent soit des éléments propres, soit des especes australes, absen- tes á cette latitude dans Vétage inférieur. Sur les sommets de la Précordillere, encore fort mal connus, méme au point de vue topographique, se retrouvent un grand nombre des especes caractéristiques des stations analogues de la zone médiane, mais ils semblent présenter quelques éléments particuliers: Valeriana Gilliesti, par exemple et plusieurs especes des grands genres, Acaena, LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 187 Adesmia, Oxalis, Viola, etc. Je ne possede malheureusement aucun renseignement sur les transitions qui peuvent exister entre ces ilots al- pins et la flore subandine qui les entoure, mais il faut évidemment, au point de vue phytogéographique, les rattacher a la Haute Cordillere. Versant argentin et versant chilien. — Je ne discuterai pas ici la limite de Pétage andin et subandin au Chili, ou elle est infiniment plus accusée qu'en Argentine, en raison sans doute du climat moins sec de la Précordillere occidentale, mais il convient de comparer Vé- tage supérieur des deux versants : la ressemblance est évidemment fort grande comme les listes floristiques données plus haut nous le démontrent, mais outre la différence des latitudes atteintes, des deux cótés des Andes, par beaucoup d'especes plus septentrionales au Chili qwen Argentine, il faut rappeler ici VPabsence sur le versant occiden- tal Y Adesmia pinifolia. Par contre, des éléments qui atteignent au Chili le pied méme de la créte séparant les deux pays, ne la franchis- sent pas: c/est le cas des Alstroemería et des Schizanthus (1) qu'on trouve en abondance autour de la station Caracoles, dont elles ornent les alentours de leurs grandes fleurs aux couleurs claires, et qui font totalement défaut á Las Cuevas; d'autres especes, Laretia acaulis, par exemple, tres communes a l'ouest, paraissent fort rares a Vest du divortium aquarum. Pour ce quí est de la pauvreté de la flore du versant oriental rela- tivement a celle du versant occidental, pauvreté proclamée naguére par F. Kurtz (XIV, p. 205), je crois qwelle est plus apparente que réelle, eb due surtout au fait que la Cordillere chilienne, facilement accessible á toute latitude, est beaucoup plus connue que la Cordil- lere argentine. Les grands genres comme Oalandrinia, Adesmia, Oxa- lis, Viola, Aster, Senecio, Chaetanthera, Nassauvia, etc., comptent en effet, dans ce secteur, un nombre plus grand d'espéces chiliennes, mais je feral observer que seul un nombre infime de vallées ont été explorées de ce cóté des Andes, et que j'ai remarqué dans mes voya- ges que, si bien la flore en géneral est extrémement constante, je vai Jamais fait une ascension ou visité une vallée oú je 1avais pas péné- bré encore, sans y trouver au moins une espece que je nai pas rencon- trée ailleurs. Comme je Pai déja dit, il est pour moi absolument cer- tain que toute nouvelle exploration enrichira sans doute, pendant longtemps encore, nos catalogues de la flore andine. (1) Philippi, de méme, cite 4lstroemeria magnifica Herb. pour le cóté chilien du col «Portezuelo del Portillo» (XV, n? 104). a) 188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 11 résulte done de cette longue analyse qwau point de vue phyto- eéographique, la Haute Cordillere de Mendoza, étage alpin de cette partie des Andes, est caractérisée par une flore presque entiérement différente de celle de la plaine et de la Précordillere sous la méme latitude, et qui, bien que marquée d'un fort cachet patagonique, appa- rait tres différente aussi des flores andines subantarctique ou tropi-. cale. Elle est réduite á une bande étroite dont Paltitude inférieure, dans les vallées, varie suivant la latitude entre 2300 et 2000 metres; bande á laquelle il faut ajouter les crétes et sommets des chaines latérales dépassant au moins 2000 metres. Elle semble constituer la presque totalité Vun secteur des Andes qu'on pourrait, au moins pour ce qui est de la géobotanique argentine, nommer le secteur andin moyen, secteur limité au sud, vers le 379, par Vétage andin de la forét valdivienne, et vers le nord, par le secteur subtropical, á une latitude (30-319?) qwon ne peut préciser encore, les cordilleres cen- trales tres difficilement accessibles de San Juan, de La Rioja et de Catamarca étant á peu de chose pres, pour ce qui concerne leur végé- tation, des terres inconnues. (A suivre.) ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA Por H. M. LEVYLIER PREÁMBULO En anteriores ocasiones (1) tuve el honor de hablar, aquí mismo, sobre algunos modos de precaverse del rayo y del granizo, conside- rando a ambos fenómenos meteorológicos como derivados de pertur- baciones en la repartición de la electricidad atmosférica. Entonces había tratado de demostrar los defectos de varios tipos de pararrayos y de paragranizos, y explicado los motivos de los per- feccionamientos sugeridos por mis lecturas y estudios personales. Desde el año 1913 se han multiplicado, para mí, pruebas a favor de ideas que fueron quizá, en un principio, demasiado intuitivas. Feliz- mente encontré en varias memorias de físicos y de astrónomos un notable acopio de hechos valiosos que han venido a confirmar mi primera convicción. Enterado en aquella época por los doctores Horacio Damianovich y Federico W. Gándara de los felices resultados obtenidos por ellos en ensayos de eleetrocultura hechos de acuerdo con el método del te- niente francés Basty (hoy comandante), estudié, durante un viaje a Francia, los antecedentes de este atrayente problema. Convencido ca- da vez más del punto débil de las tentativas anteriores, pensé llegar a resultados halagadores mediante un principio que tanta eficacia (1) Protección de los edificios modernos por medio de los pararrayos, en Anales, tomo LXXVI, pávina 244 y siguientes ; Los paragranizos eléctricos ; su aplicación en la ) S y 515 > Y : p República Argentina, en Anales, tomo LXXVI, página 337 y siguientes. 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA había demostrado en otras aplicaciones, es decir, la difusión de pun- tas en la tierra. Quizá no haya en este país material más común, más empleado para cercar campos, que el alambre de púa galvanizado. No lo hay tampoco más dañino para quitar valor al cuero de los animales, pero su robustez es tradicional, y su empleo casi inevitable. ¿ Tendrá ahora una aplicación más, y esta vez benéfica sin incon- veniente prohibitivo? Sólo una larga práctica podrá ofrecernos al respecto enseñanzas seguras. En todo caso, los primeros ensayos, de por sí algo sugerentes, me autorizan a augurar para el futuro resul- tados aún mejores. | He creído, pues, que este momento, en que el mundo entero tiene los ojos fijos en las producciones naturales del suelo, era propicio para llamar la atención sobre la electricidad atmosférica, que, cual la famosa lengua de Esopo, podía ser a la vez tan dañina, cuando nos trae el rayo o la piedra, cuanto saludable, si nos permite aumentar la fertilidad de la tierra. Y mientras el mismo conjunto de fenómenos atmosféricos es el creador de efectos tan opuestos, por otra parte tendríamos a un pro- ducto de la industria humana capaz de encauzar el torrente temible, aquí para reducir sus desmanes, allá para desarrollar nuestras rique- zas naturales. Trataré, pues, de reseñar brevemente cuáles son las teorías más modernas sobre la electricidad atmosférica, la forma más antigua y todavía la menos conocida en esta rama de la física, examinando su origen, sus variaciones periódicas, sus modificaciones excepcionales, para llegar a demostrar cómo puede aminorarse sus peligros y utili- Zar tamañas fuerzas, actualmente perdidas para nosotros. EL ORIGEN DE LA ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Ya en el año 1749 el célebre académico abate Nollet había com- probado las enormes diferencias de potencial originadas, durante las tormentas, entre dos puntos de la atmósfera, o entre ellos y la tierra, y cuyo resultado más visible es el rayo; fué ésta la señal de nume- rosísimas y hasta atrevidas experiencias hechas tanto para estudiar estos fenómenos tan curiosos, como para apoderarse, cual nuevo Prometeo, de aquel fuego celeste. No insistamos sobre las experiencias de Jacques de Romas (mayo ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 191 de 1753) quien alcanzó, veinte años antes del genial americano Fran- klin, a captar el rayo y demostrar que este espantoso flagelo es de la misma naturaleza que el flujo eléctrico. Debemos solamente hacer no- tar que, a la par de los más renombrados descubrimientos de Fran- klin, el mismo abate Nollet había iniciado ensayos, con éxito, some- tiendo vegetales a la influencia de la electricidad estática, afirmando su mayor crecimiento. Así, pues, los sabios del siglo XVIII habían vislumbrado los remedios contra los estragos y la utilización de los mismos fenómenos a beneficio del cultivo. Desde aquella remota época prosiguiéronse estudios sobre la elec- tricidad estática, voltaica, dinámica, pero, durante más de un siglo, muy poco se adelantó sobre lo que la maravillosa intuición de Fran- klin había logrado divulgar a través del mundo. Debemos reconocer que los estudios de electricidad atmosférica son experimentalmente muy complicados, que nuestros órganos e ins- trumentos se prestaban muy mal al análisis cualitativo, y menos to- davía al cuantitativo de estos fenómenos, originados generalmente en sitios fuera de nuestro alcance, necesitándose aparatos ingenio- sos y de extrema precisión a la vez que fecundas teorías ideadas para otros fines, para desvorrer el misterioso velo que encubría las per- turbaciones eléctricas de la atmósfera. Desgraciadamente muy poco conocidos han sido los estudios de Luigi Palmieri (1), director del observatorio del Vesuvio, los cuales fueron proseguidos con infatigable encomio durante 34 años de in- vestigaciones continuas con instrumentos y métodos propios, ambos adecuados a su fin. Ya encontramos en esta obra, muy valiosa, un abundante acopio de datos, que, a la luz de las modernas teorías, toman un relieve singu- lar, y de los cuales nos valdremos más de una vez. Otro de los más felices precursores ha sido el físico belga Melsens, euyos pararrayos, establecidos en forma tan novedosa sobre el « Hotel de Ville» de Bruselas, habían atraído el interés del mundo sabio, sin que, no obstante, se hayan tenido en cuenta los importantes es- tudios de aquel modesto inventor, el cual, no contento con haber ce dido gratuitamente al observatorio del monte Ventoux la utilización de su modelo de paragranizo, donó varios miles de francos para per- mitir la conclusión de su obra. El entonces director del Observatorio (1) LurcGr PALMIERI, Lois el origines de Uélectricitó atmosphérique, traducción francesa de P. Marcillac y A. Brunet, París, 1885. 192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de París, E. Mascart, al cual se había entregado el dinero, ligado por el secreto pedido, recién pudo hacer conocer este rasgo altruista des- pués de la muerte de su autor. A fines del siglo XIX, dos grandes descubrimientos aportaron indi- rectamente nuevos medios para ampliar o corregir los resultados an- teriores ; nos referimos a los métodos de investigación para descubrir los cuerpos radioactivos, y a los que fueron consecuencia de la radio- telegrafía. Los primeros han sido especialmente fecundos; y uno de los factores de mayor eficacia, para señalar las diferencias de poten- cial atmosféricas y sus variaciones, son los electrómetros basados so- bre el principio de P. Curie (especialmente los de Exner, E. Mascart, Elster y Geitel, Szilard). Entre los resultados indirectos deducidos de las teorías de Hertz y Sus aplicaciones a la radiotelegrafía, citaremos las profundas inves- tigaciones de K. Birkeland (1) sobre la formación eléctrica de las nu- bes y de las auroras boreales. No puedo prescindir de citar aquí a sir Oliver Lodge, físico inglés de fama mundial, cuyas teorías, consideradas por algunos como utó- picas, llevan a conclusiones idénticas al objeto de esta conferencia. Muchos otros sabios dedicaron años de ferviente labor a recoger y coleccionar datos sobre las variaciones de las cargas atmosféricas y otros fenómenos meteorológicos ; entre otros debemos señalar, por su alto valor científico, los trabajos de A. Baldit en el observatorio de Le Puy-en-Velay, las observaciones de P. Marcillac en varios sitios del mediodía de Francia, y de A. Nodon en Burdeos. Aquí mismo, el doctor G. Berndt (2) expuso en el año 1912 los re- sultados de sus investigaciones sobre la ionización del aire en el océa- no Atlántico y en la atmósfera de Buenos Aires y de la campaña. Todo este cúmulo de trabajos debería, normalmente, haber llegado a conclusiones bastante certeras, y permitir a las altas autoridades científicas establecer, sobre bases indiscutibles, el origen de la elec- tricidad atmosférica y su papel en las perturbaciones antes aludidas. Sin embargo, no ha sucedido así, y siguen considerándose como revo- lucionarias las ideas de sir Oliver Lodge y Birkeland, para no citar sino los más ilustres, dándose poco crédito a los numerosos trabajos hechos por modestos hombres de ciencia pero enemigos de la rutina. (1) La formación de las nubes en el nivel superior, en Revue générale des sciences, año 24, número 15, extracto en los 4nales, volumen LXXVI, página 235. (2) Anales, tomo LXXIIT, página 177, y tomo LXXIV, páginas 161 y 2653. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA LS A causa de estas mismas resistencias, he creído necesario llamar una vez más la atención no sobre ideas vagas, sino sobre hechos com- probados y teorías que tienen el mérito de encuadrarse en el marco de las experiencias. No será necesario examinar aquí el origen de la electricidad solar, la importancia de su carga positiva tan variable, ni el altísimo po- tencial que ella alcanza en la superficie de ese astro. Pero ¿es del Sol que proviene la ionización del aire como lo cree Birkeland, o bien de la emanación del radio contenido en la Tierra, de acuerdo con las ideas de H. Ebert (1)? Tal vez la ionización del aire proviene de ambas fuentes, solar una y terrestre otra. Algunos resultados de las investigaciones del doctor Berndt a bordo del vapor Gotha, y más recientemente las de una co- misión del Bureau of Standards de Washington (2) a bordo del cru- cero anti-magnético Galilee, demuestran, en efecto, que la ionización del aire decrece en condiciones análogas, esto es, cuanto más se apar- ta de la tierra, lo que se explicaría fácilmente con la hipótesis de Ebert. Por otra parte Birkeland, a base de experiencias proseguidas en las regiones polares durante el invierno 1899-1900, admite que exis- te una relación íntima entre los rayos catódicos originados en la par- te menos densa de la atmósfera por la acción solar, y la formación de núcleos para la condensación de los vapores acuosos contenidos en el aire, y luego transformados en cirros. Coincide con A. Nodon y Bouty en admitir que la atmósfera se halla constituída por zonas superpuestas, alternativamente conducto- ras y aislantes. La primera capa más vecina del suelo forma un die- léctrico gaseoso, cuyo poder inductor específico varía según la pre- sión, la temperatura, el estado higrométrico y la cantidad de iones libres que contiene. | La altura de esta zona no pasaría de 50 a 60 kilómetros. La rare- facción de los gases en una segunda zona llegaría hasta 10 ? milíme- tros de mercurio, y a unos 400 kilómetros del suelo. Sus propiedades físicas serían análogas a las que se notan en un tubo de Geissler. Una tercera zona se extendería hasta los límites superiores de la atmósfe- ra, con presiones reducidas hasta 10=" milímetros de mercurio; sus (1) Phys. Zs., 1904 y 1905. (2) Ocean magnetic observations, 1905-1916. Carnegie Institution of Washington» ¡7 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA constituyentes principales han de ser el hidrógeno, el helio y otros gases raros, con una conductibilidad molecular muy superior a la de la capa intermedia. Habría, pues, refracción de ciertas ondas electro- luminosas entre la segunda y la tercera zona, en las mismas condicio- nes que, entre las dos primeras, se manifestaría la refracción de las ondas hertzianas demostradas en radiotelegrafía por fenómenos muy nítidos de resonancia (Heaviside). Las radiaciones helio catódicas dirigidas hacia la tierra crean, pues, en su superficie, corrientes de inducción, debidas: 1% a la pulsación en el sistema primario, y 2% a la rotación relativa de la tierra en el sistema planetario. La segunda causa se relaciona con fenómenos de período diurno; en cambio, la primera reviste mayor importancia para las tormentas magnéticas. Pero, no pudiendo insistir sobre estas interesantes teorías, pasaré ' a una rápida reseña de la distribución de la electricidad en la atmós- fera. DISTRIBUCIÓN DE LA ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA En el estado actual de la ciencia, el factor más importante es el potencial. Queda demostrado por un sinnúmero de averiguaciones que: a) El potencial de la atmósfera, salvo casos excepcionales, es elec- tro-positivo y aumenta con la altura. Designase como gradiente el aumento, en volt, por metro; b) En sitios abiertos, es decir, donde no hay construcciones ni ár- boles, ni tampoco inducción producida por redes eléctricas, y fuera de los momentos tormentosos, las superficies de nivel son paralelas entre sí y paralelas a la superficie general de la tierra. El campo se- ría más o menos uniforme y las superficies equipotenciales serían, pues, equidistantes hasta unos 4000 metros de altura ; c) El gradiente mediano, bastante diferente de un punto a otro, y generalmente variable entre 150 y 300 volts ('/, a 1 U. E.S.) sería una constante para un sitio determinado; d) El gradiente admite tres clases de variaciones: unas diurnas, otras anuales, y las terceras dependientes de fenómenos atmosféricos variables. Variaciones en el estado del campo eléctrico se manifiestan, ante todo, al aproximarse ciertos cambios en el estado de la atmósfera, y la ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 195 brusquedad e intensidad de las perturbaciones eléctricas, solamente notables en tales casos, parecen concordar con dichos cambios. Así, según Nodon, las oscilaciones del electrómetro correspondien- tes a 25 ó6 50 volts por minuto son precursoras de simples cambios de tiempo; pero oscilaciones de mayor elongación denotan la proximi- dad de tormentas, huracanes o ciclones. Tales oscilaciones llegan hasta 150 y 200 volts por minuto. Palmieri y muchos otros pacientes observadores han comprobado dos máximos diurnos, de poca importancia. Por lo que se refiere a las variaciones anuales, en general, la tensión es más baja durante los fuertes calores del verano; e) Un fenómeno muy importante relacionado con nuestro tema es la acción de la lluvia. Cuando cae agua, ya sea en el sitio de obser- vación, ya sea a cierta distancia, el potencial aumenta de una manera extraordinaria, aun cuando no haya relámpagos; y dicho aumento principia y concluye con la lluvia. A veces se nota en estos casos cambio de sentido en la electricidad atmosférica. Examinemos ahora, brevemente, lo que se sabe sobre la conductibi- lidad eléctrica de la atmósfera. El estado de un dieléctrico es el resul- tado de dos factores : a) Su poder inductor específico, que para el aire debe considerarse como constante e igual más o menos a la unidad. En efecto, ninguna variación de la presión barométrica, de la temperatura, ni del grado higrométrico es capaz de producir diferencias apreciables en dicho poder; b) Su conductibilidad eléctrica. No es aquí el lugar de exponer la teoría de los iones ni los métodos, hoy día clásicos, para el estudio de la dispersión, o pérdida de carga de un conductor en un ambiente dieléctrico que contiene ¡ones libres. En lugar de medir la conductibilidad misma, basta conocer el coefi- ciente medio de dispersión (media entre los valores obtenidos con catr- gas positivas y negativas con la corriente de saturación), el cual es, como se sabe, el coeficiente a de la expresión : Q 7 Qe Eb siendo Q, la carga inicial, y Q la carga al cabo del tiempo t. Los estudios sobre el coeficiente de dispersión se han proseguido especialmente en el último decenio, sin que de ellos hayan derivado leyes cuantitativas probadas. Existen variaciones anuales en forma 196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA general de sentido contrario a las del potencial; pero las irregulari- dades debidas a las demás causas son tales, que la influencia directa del sol desaparece ante los otros factores. Al efecto, presentamos el cuadro sinóptico siguiente, sacado de la erudita obra de Mache y Schweidler (1): VALORES DEL COEFICIENTE DE DISPERSIÓN MEDIO Perturbación == A = E 52 8 E 2-3 Velocidad 38 23 3 22 Ss E SE del aire is ES) = 2 D S == EE 5 sr ¡E 1,65 0,63 30 %/,: 0,57 (a 1,54 aa AO MORAS Importancia relativa | lE ie 4 o PEO de la perturbación 0007 e a ad a ¡ a 1,33 1,41 80 %/,: 0,31 Der 0,64 1,49 LOOEAOFZ6 LOL 1 a ela lo de V. Conrad|Elster y Geitel| Varios | Mazelle Sin preocuparnos de los valores absolutos de a, que dependen en alto grado de los aparatos y de los operadores, se desprenden de aquel cuadro algunos datos importantes, siendo visible que cada uno de los factores interviene para modificar esencialmente el coeficiente de dispersión. Es evidente que la influencia de la velocidad del aire es indirecta en el sentido de que con ella aumenta a la vez el número de iones que inciden sobre el conductor. El aumento con la temperatura es un he- cho general, pero sin ninguna regularidad. Nótese que el efecto del grado higrométrico es inverso del que se podía esperar de los prejuicios de la ley de Coulomb, por los cuales se suponía que el aire húmedo era mejor conductor de la electrici- dad; mientras tanto los hechos demuestran una apreciable diminu- ción de la dispersión, cuando aumenta el grado de saturación. No hemos referido los valores que corresponden a la presión de va- (1) H. Mach y E. v. SCHWEIDLER, Die atmosphirische Elektrizitát, Brunsvi- ga, 1909. (2) Aumenta en general con este factor. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 197 por, porque el aumento irregular con este factor parece más bien li- gado con el alza de la temperatura. Si, en fin, comparamos la dispersión con el gradiente, notamos que, en tesis general, los dos factores varían más o menos en forma opuesta. No parece, por otra parte, necesario entrar en mayores detalles so- bre las investigaciones cuyo objeto son los demás factores de la elec- tricidad atmosférica, a saber : el número de iones por unidad de volu- men y la movilidad de los mismos. Los resultados no tienen, todavía, un grado de certeza suficiente para deducir de ellos leyes intere- santes. Influencia de las lluvias. — Para concluir esta breve síntesis sobre las variaciones de las condiciones eléctricas de la atmósfera, debe- mos examinar aparte la influencia de las lluvias, cuya importancia, reconocida por todos los experimentadores desde hace mucho tiempo, tiene características muy curiosas. El proceso de la condensación del vapor de agua se atribuye, gene- ralmente, a la presencia, en el aire, de partículas de polvo, las cuales servirían de núcleos para la formación de las gotas de agua, cuando la sobresaturación llega a un grado suficiente. Pero en las regiones bastante altas de la atmósfera es probable que dichas partículas sean escasas, y que lo sean también en regio- nes montañosas desprovistas de tierra vegetal susceptible de ser arras- trada por los vientos en el aire. Dicha escasez puede presentarse ¡igualmente en las capas atmosféricas donde se forman una parte de las lluvias. Notemos, además, que durante la caída misma del agua, las partículas de polvo, si hubieran existido al principio, en breve tiem- po desaparecerían cayendo al suelo, y con ellas el sostén necesario para la formación de nuevas gotas. C. T. R. Wilson (1) demostró, por varias experiencias de laborato- rio, que el papel importante en la constitución de las gotas lo desem- peñan los iones libres; comprobó que, en un cilindro de vidrio, con aire sobresaturado, exento de cualquier polvo, bastaba ionizar los va- pores mediante rayos f£ o X para percibir dentro del cilindro una nube densa. Si ahora consideramos las varias formas de lluvias, podemos divi- dirlas en tres clases: lluvias no tormentosas, lluvias tormentosas y chubascos. Es cierto que tal división es algo artificial, y que no po- (1) Philosophical Transactions, 1897. 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA demos siempre reconocer a qué clase pertenece una lluvia determina- da. Salvo en ciertas regiones montañosas, la primera clase es la más frecuente. En estas últimas condiciones, donde por lo demás las llu- vias ordinarias son relativamente raras, la velocidad de las corrientes de aire ascendientes facilitan un notable aumento de la sobresatu- ración. A. Baldit (1) pudo averiguar que las cargas atmosféricas crecen mucho más durante las lluvias tormentosas, y que dichas cargas va- rían muy a menudo de sentido, teniendo preponderancia, sin embar- v0, las negativas en las montañas donde él trabaja. Notó también que las descargas eléctricas (relámpagos) se acompañan a menudo de una diminución momentánea de la carga y hasta de un cambio de signo pasajero, muy explicable si se tiene en cuenta los fenómenos de in- ducción, debiendo existir a cierta distancia de nubes cargadas positi- vamente otros grupos cargados negativamente por influencia. Producción de las tormentas. — No cabe duda que el vapor de agua y las nubes desempeñan un papel sobresaliente en la distribución de la electricidad atmosférica. Las tempestades y borrascas son provo- cadas por la presencia de masas de nubes cargadas a alto potencial y bastante vecinas del suelo. Sohnke, Brillouin, Birkeland, atribuyen a los cirros la producción de la electricidad atmosférica. Por el proceso señalado antes, las nu- bes tormentosas transforman gotitas de agua en gotas gordas, lo que hace del cirro un nimbo, el cual, finalmente, se resuelve en lluvia cuando el peso de las mismas gotas llega a ser demasiado conside- rable. Según lord Kelvin, las variaciones en la superficie de una gota de agua producen en el aire una carga eléctrica ; al formarse de varias gotitas otra mayor, disminuye su superficie, por lo que se despren- de electricidad en la masa de las nubes: la carga positiva la lle- varía la nube, mientras el aire que la rodea adquiere una carga ne- gativa. Las ideas anteriormente expuestas hacen ver por qué las tormen- tas eléctricas se manifiestan más violentas y más frecuentemente en las regiones montañosas bastante húmedas, especialmente cerca de la cordillera de los Andes, en el famoso «triángulo de Córdoba », en el territorio de Misiones y en varias regiones del Paraguay. (1) Nouvelles observations sur les charges électriques de la pluie en 1911 au Puy, en Le Radiwm, marzo 1912. y ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 199 ¿Cómo se descargan las nubes electrizadas ? Por ionización del dieléctrico entre dos nubes cargadas de electricidades contrarias, o entre una nube y la tierra, produciéndose luego el rayo, si se ha lle- vado a la distancia explosiva para la correspondiente diferencia de potencial entre dichos cuerpos. La forma de estas explosiones es oscilatoria con un período y una amortiguación que dependen de las condiciones del circuito eléctrico. Pueden, tales descargas, ser parciales y seguirse casi sin intervalo, o presentar un aspecto discontinuo. El rayo ha sido fotografiado, y en contra de la opinión corriente, aun cuando casi nunca sigue un camino recto, tampoco se nota án- gulos agudos; se subdivide casi siempre en una cantidad de ramas como desprendidas del tronco principal. Que el fenómeno oscilatorio sea producido por cambios bruscos en la polaridad de las cargas, o solamente por autoinducción en civeni- tos donde la intensidad y la diferencia de potencial deben variar tan poderosamente, siempre su naturaleza es la de los fenómenos transi- torios tan magistralmente estudiados por C. P. Steinmetz. El perío- do fundamental, el decrecimiento logarítmico y la importancia de las armónicas dependen a la vez de las oscilaciones propias de la descar- va y de las condiciones eléctricas del circuito. La complicación del fenómeno en sí, la casi imposibilidad de cono- cer sus características, impiden, por ahora, un estudio matemático. Sin embargo, no cabe duda que, si la impedencia del circuito aumen- ta, el período crecerá a la vez que el decrecimiento logarítmico. La perturbación será, pues, más corta y menos violenta. Por otra parte, aun cuando no sabemos con exactitud cuál es el período propio de dichas oscilaciones, es muy probable que sean del orden de 10” a 10* por segundo. Con tales frecuencias, la resistencia óhmica de un conductor no desempeña ya papel alguno; hay prepon- derancia considerable del factor « efecto de piel > (skin effect) que de- pende solamente de la superficie del conductor, cualquiera sea su na- turaleza, y no de su sección ni de su conductibilidad. Pero hay, con toda seguridad, una energía inmensa acumulada en- tre dos nubes; el peligro de la disipación instantánea de energía es siempre grave. Sería una locura el pretender detener de golpe un tren cuando ca- mina a toda velocidad; lo mismo sucede con el almacenaje de ener- gía eléctrica entre nubes electrizadas, o entre una nube y la tierra. Un conductor de pararrayos muy corto y derecho, de una conductibi- 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lidad perfecta (1), al recibir el rayo trasmitiría la energía eléctrica con demasiada velocidad, y el resultado sería equivalente a una ex- plosión. Aun en las condiciones ordinarias y con conductores de hierro, la avalancha no deja de ser violenta. Ni en aquel caso toma el rayo el camino más fácil que se le habrá preparado, sino que escapa a través de lo que consideramos comúnmente obstáculos, eligiendo ciertas ve- ces caminos muy extraños. Producción del granizo. — Para concluir con los fenómenos eléctri- cos de la atmósfera, nos queda por reseñar las ideas actuales sobre la formación del granizo; pero aquí nos encontramos frente a dos tendencias netamente opuestas. La mayoría de los meteorologistas, y entre ellos citaré especialmente. al profesor Angot del Observa- torio de París, aseguran que en el granizo, como en las tormentas, la electricidad no es más que un fenómeno accesorio. Otro acé- rrimo contradictor de la teoría eléctrica es el abate Moreux, de Bourges. En sentido contrario tenemos al físico L. Dufour, de Ginebra. Este afamado experimentador comprobó, en 1861, que el pasaje de la des- carga eléctrica en un medio que contiene en suspensión gotas de agua en sobrefusión provoca su congelación inmediata. ¿ixaminando la sección diametral de un granizo, se percibe gene- ralmente un núcleo central de forma cristalina envuelto en capas muy irregulares y disimétricas (2). Desde la cumbre de las montañas, los cirros cuyo vuelo rapidísimo no les permite calentarse mucho al atravesar capas atmosféricas de temperatura más elevada, han arrastrado consigo, o bien agua en so- brefusión, o bien cristales reducidos, y a veces en diversas partes de la misma nube, uno y otro elemento. Para que se produzca piedra, se requiere un enfriamiento brusco, provocado en manera análoga a las experiencias de Dufour, por las descargas oscilatorias a que ya se ha aludido. El granizo debe, en tales condiciones, sufrir movimientos violentísi- mos, durante los cuales atraviesa sucesivamente Zonas más secas y más húmedas, más calientes y más frías, girando sobre sí mismo «a causa de los cambios de sitio de su centro de gravedad. (1) Véase al respecto el informe de sir Joseph Larmor a la British Associa- tion for the Advt. of Science, analizado en el Electrical World (sept. 27, 1913). (2) J. LorsgL, Les orages, París, 1912. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 201 Eso parece explicar, en forma bastante sugerente, la constitución tan variable y las formas curiosas de las piedras. Según las regiones, el granizo apareee en épocas distintas, siendo, naturalmente, mucho más peligroso en el verano, pues entonces pro- duce tales estragos, tan repetidos en ciertos sitios, que los colonos han tenido que transformar sus cultivos en alfalfares. La localización del granizo es un hecho absolutamente demostra- do, y los mismos terrenos son año tras año azotados por el flagelo, mientras que lugares poco distantes están casi indemnes. Si tenemos en cuenta especialmente la región de San Rafael, en la provincia de Mendoza, vemos que allí el granizo se produce casi ex- clusivamente a poca distancia de los ríos y en verano. En aquella es- tación, la evaporación diurna de las aguas de los ríos forma nubes poco densas, apenas visibles, casi estacionarias, que vuelan a poca altura, tal vez a unos 40 a 50 metros, término medio. Por otra parte, llegan de la cordillera de los Andes, es decir, de va- rios miles de metros de altura, cámulo-nimbos helados cargados con el altísimo potencial eléctrico de las regiones superiores de la atmós- fera. Si a dichos cúmulo-nimbos siguen estratos atmosféricos, más o me- nos concéntricos a la capa terrestre, es probable que las nubes se ca- lientan paulatinamente y se descargan. Pero si, al contrario, nubes interpuestas o torbellinos empujan los cirros hacia la tierra, éstos, en un momento dado, se acercan bastante a las nubes estacionarias : la forma de las nubes cambia, su color se vuelve oscuro; todos los viña- teros reconocen la próxima venida de la piedra. Al aproximarse el cirro-nimbo a las nubes estacionarias con sus cristalitos cargados con alto potencial, la distancia acaba por ser bas- tante corta para perforar el dieléctrico y formar chispas seguidas. Tales descargas representan un trabajo mecánico, el cual puede sola- mente efectuarse a expensas del calor latente de los vapores acuosos. Dichos vapores se congelan, aumentando el volumen de los pequeños cristales. Formada la piedra, está sometida a varias fuerzas : 1* El empuje de las nubes de que hace parte todavía; 2* La gravedad terrestre ; 3* La atracción eléctrica hacia la tierra. La tercera de estas fuerzas es sin duda la más importante, y tanto más cuanto mayor su potencial eléctrico; lo que explica la violencia con que cae el granizo, destrozando todo lo que se opone a su paso. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 14 202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Estudios meteorológicos hechos en la República Oriental del Uru- guay (1) demuestran que en aquella región las granizadas tienen lu- gar casi siempre de noviembre a marzo, son poco frecuentes y las piedras alcanzan raras veces el tamaño de una avellana grande. La constitución de los cúmulo-nimbos debe, pues, originarse por corrientes que empujen hacia la parte superior de la atmósfera a nu- bes bastante cargadas de humedad. Después de enfriadas a unos 2000 metros de altura, vuelven las nubes hacia la tierra, ya electrizadas y listas para transformarse en granizo si pasan por encima de otras nu- bes estacionarias. La ligera reseña que acabamos de presentar sobre la electricidad atmosférica y sus resultados, va a permitirnos, ahora, examinar las tentativas hechas para aminorar los peligros del rayo y del granizo, y también para utilizar esta fuente inagotable de energía para el au- mento de producción de los cultivos. PARARRAYOS, PARAGRANIZOS Y ELECTROCULTURA Pararrayos. — Desde Franklin el pararrayo tiene un efecto pre- ventivo, o sea neutralizar lentamente las nubes que se acercan a un edificio. En caso de que la venida de la tormenta eléctrica sea dema- siado rápida para dar al pararrayo el tiempo de producir su efecto, la chispa estallará a pesar de todo, pero la descarga se producirá pre- ferentemente sobre el pararrayo, por ser la parte más expuesta de la construcción, y la electricidad se perderá en el suelo sin mayores peligros. No es preciso insistir sobre el principio del pararrayo de Franklin, que se utilizó por vez primera en 1772 para la protección de polvori- nes. Sus tres partes principales no han variado: cabeza con puntas inoxidables, conductor preferentemente de cobre, y plancha de tierra. Los primeros pararrayos colocados en Europa lo fueron en un faro cerca de Plymouth por un médico, el doctor Watson. Otro médico, Reimann, los introdujo en Alemania, y sus ideas, res- pecto a la protección de los edificios mediante sencillos conductores de hierro y aun de zinc, hacen ver que la ciencia, en este ramo, no sola- mente ha quedado estacionaria durante todo el siglo XIX, sino que hasta sufrió un verdadero retroceso. (1) L. MoraNDI; Normales para el clima de Montevideo, 1900. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 203 Entre las aseveraciones emitidas muy a menudo en todas partes, y hasta en libros aparentemente serios, se podrá encontrar la indica- ción de que un pararrayo mal colocado o mal mantenido, sea más pe- ligroso que la falta de protección. Es hoy día un prejuicio que no se discute más. Notemos por otra parte que, de las estadísticas muy prolijas obte- nidas por las compañías de seguros prusianas en los últimos años an- tes de la guerra, se deduce que el 95 por ciento de las pérdidas por el rayo tienen lugar en pequeñas aldeas y en el campo, mientras las ciudades importantes se demuestran casi indemnes. Sin embargo, la tendencia moderna hacia los enormes edificios, y «rasca-cielos », construídos a base de cemento y de hierro, origina un problema de protección. El uso, en la industria, de materias esen- cialmente explosivas no permite tampoco que se descuide el pararra- yos, si se tiene en cuenta, en un caso como en otro, el valor de la pro- piedad y el número de víctimas que significa un desastre en tales condiciones. ¿Cómo será, pues, que la idea fértil de Melsens, que consiste en su esencia en aplicar a los edificios el principio de la jaula de Fara- day, casi no se ha diseminado y a veces en condiciones equivocadas ? Todos los manuales de física elemental describen el pararrayo de Melsens, que rodea la construcción con un tejido metálico provisto de puntas. El conjunto sigue hasta la tierra por el mayor número de bajadas, y allí se pierde el flúido por otras tantas planchas de tierra. Ofrece seguramente, sobre el aparato de asta elevada de Franklin, ventajas numerosas, pero, ¿cómo puede probarse la eficacia de un pararrayos ? Cae el rayo dónde y cuando lo quiere la fatalidad ; a cor- tos intervalos aquí, casi nunca al lado mismo. Si pues el Hotel de Ville dle Bruselas, y otros monumentos europeos provistos de las puntas de Melsens no han sido víctimas del rayo ¿quién le atribuye mérito ex- cepcional? Al contrario, una sola instalación defectuosa, donde la chispa celeste haya producido un accidente local ínfimo, sería para el procedimiento una grave causa de prejuicio. Ahora, para darnos cuenta cabal de la revolución que representa el sistema Melsens, leamos algunas sentencias sacadas de la obra de sir Oliver Lodge (1): < Una reja de hilos que cubre toda la casa, una buena conexión con tierra en varios puntos, y sobre todo en el techo una abundancia de (1) Lightning Conductors and lightning Guards, London, 1900. 204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA alambres de púa, tales como los que sirven de un modo tan abomina- ble como defensa en los campos : aquí tenemos el más admirable sis- tema de defensa contra el rayo. » «Puntas dirigidas hacia el cielo, agrega en otra parte, se recono- cen como la defensa más valiosa contra el rayo; solamente parece mejor que haya varias puntas, líneas de puntas, como ser de alam- bres de púa... No se precisa que sean muy prominentes; en fin, con- viene que sigan los contornos salientes. » No cabe duda que la potencia de descarga de la mejor punta de platino es muy limitada. Lo será más, todavía, cualquier púa indivi- dualmente. Pero ;¿ si en lugar de tres puntas de platino, hay tres mil púas ? : Se requieren varias puntas para descargar verdaderamente toda la electricidad puesta en movimiento por una máquina de Voss o de Wimshurst de tamaño ordinario, aun en condiciones favorables. Y ni el potencial alcanzado, ni la importancia de la carga por unidad de superficie se aproximan a las condiciones realizadas en la mayoría de las tormentas eléctricas. «De nada, pues, concluye sir Oliver Lodge, sirven las grandes astas y los tridentes horripilantes que afean tanto el conjunto estéti- co dle una obra arquitectónica. Dejemos que venga el rayo, no vaya- mos en busca de él. » Sin embargo, muchas veces se oye la observación siguiente: un pararrayos extiende su zona de influencia en un cono cuyo radio de base es igual a su altura: pues, cuanto más alta es el asta, tanto más seguro será el pararrayos. No existe tal zona de protección definida; lo único que sabemos, por muchísimas experiencias, es la protección casi absoluta ofrecida por la jaula, con tal que sea conectada segura y permanentemente con el manantial terrestre, punto éste sobre el cual volveremos luego. Alrededor de la jaula no existe, verdaderamente, zona protegida, y si ella existe, depende con seguridad no de la altura, sino de la absor- ción potente de la sima eléctrica. ¿ Hasta dónde se extiende esta zona, es probable que sea difícil averiguarlo ? Un niágara eléctrico, del conde de Beauchamp, de más de 50 me- tros de altura, colocado a 90 metros de la oficina telegráfica de Poi- tiers, no ha podido proteger aquel edificio contra el rayo que lo in- cendió (febrero de 19153). Trataremos de explicar luego el motivo de ese lamentable suceso y de algunos más, que causaron el descrédito de los paragranizos. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 205 Puesto que se elimina a la altura como factor capital, debemos re- conocer ala cuestión superficie la importancia que reviste, admitien- do el carácter eminentemente oscilatorio de las descargas. Franklin no daba preferencia al cobre para la construcción de sus pararrayos; sus sucesores son los que pensaron, merced a su conduc- tibilidad mayor, en tal uso del cobre, y aun del cobre electrolítico. Más todavía : el conde de Beauchamp patentó el empleo de tiras de cobre doradas, para evitar la oxidación. No obstante, el hierro, y aún más el alambre de púa, es eminente- mente favorable en tales aplicaciones : 1% Porque cuesta mucho menos que el cobre; 92 Porque no es tan tentador, para el ladrón, como el cobre; 3 Porque conduce las corrientes ondulatorias tan perfectamente, sino mejor que el cobre; 4% Porque su punto de fusión es mucho más elevado. Por otra parte se encuentran en muchos libros y aun en reglamen- tos oficiales de ciertos países, consejos verdaderamente asombrosos sobre la colocación de los conductores. Mientras poco o nada se dice del peligro de codos agudos, se recomienda aislar los conductores del edificio, y hasta se prohibe unirlos con las cloacas, los caños de aguas corrientes, etc. Dependen, sin duda, todos aquellos prejuicios del desconocimiento de las corrientes oscilatorias y de la inducción en tales circuns- tancias. Sean unidos o no eléctricamente los metales que entran en la composición del edificio y los conductores de los pararrayos, se- rán unos y otros sede de corrientes oscilatorias cuyas modificacio- nes no pueden preverse. Queda, pues, un único recurso: unir lo más íntimamente posible la mayor parte de las masas metálicas entre sí y con el aparato de protección, aumentando así en forma considerable la superficie de di- sipación del flujo. Por otra parte, unir íntimamente masas metálicas no quiere de- cir soldarlas, siendo estas soldaduras fusibles a temperatura re- lativamente baja, sino, más bien, ligar en forma sólida, sobre super- ficies extensas y diseminadas, los conductores, más especialmente, al techo sin olvidar las partes más importantes del esqueleto metá- lico. En las grandes ciudades no faltan contactos permanentes y exce- lentes con el manantial de electricidad terrestre : cloacas y aguas co- rrientes ante todo. Conectar varios de los conductores con puntos 206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA diferentes de dichos caños, se debe considerar mucho más seguro que cualquier plancha de tierra de cobre oxidable colocada en un sitio inaccesible. En donde no hay agua permanente en condiciones prácticas, reco- mendaremos el uso del alambre de púa en la forma que veremos luego. Pero, en este caso, como en todos los demás, el punto que más debe solicitar la atención de la persona que coloca pararrayos, es la exten- sión de la superficie de contacto con tierra franca. A este respecto, séame permitido de admirarme por la categoría de obreros a quienes se encarga normalmente este trabajo de colocación: no cabe duda que los electricistas sean generalmente poco versados sobre el tema a que aludimos ; tienen, sin embargo, un cierto concep- to de lo que son uniones y nudos. Empero, ¿qué cuidados podemos esperar de zingueros o de albañiles ? ; En el campo, la instalación de un pararrayos con puntas de platino, conductor y plancha de tierra es un gasto impeditivo. Creemos que, en tiempos normales, muchas personas utilizarían gustosamente un medio rollo de alambres de púa y algunos clavos en forma de horqui- lla para proteger su casa. Hasta se podría sin mayores gastos defen- der en igual forma galpones provisorios y aun parvas, pudiendo el mismo alambre servir para muchas cosechas. Paragranizos. — Desde que, en 1824, el ingeniero Astolfi hizo sus primeras tentativas en Italia para luchar contra la piedra, mediante hileras de pararrayos de unos diez metros de altura, sería larga la enumeración de los ensayos hechos en todas partes para paralizar sus estragos. La única tentativa que llamó verdaderamente la atención del mun- do sabio fué la erección de los famosos niágaras del conde de Beau- champ y del general de Négrier (1899-1911) poderosamente elogiados por unos, luego violentamente criticados, hasta por muchos de sus admiradores del principio, como ser el gran físico Violle, de la Aca- demia de ciencias de Francia. El conde de Beauchamp esperaba con su sistema, que nada tenía de novedoso, elevar barreras que pudieran disolver o más bien neutra- lizar la electricidad de los cúmulo-nimbos y evitar así la formación de las piedras. El principio, anteriormente realizado con pleno éxito por varios experimentadores y entre otros Melsens, tiene una base sólida y de valor cierto. Su aplicación, al contrario, no podía tener la eficacia que de él esperaban sus autores, porque no habían contado con las enot- ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 207 mes cargas oscilatorias que debía soportar cada miágara, y para las cuales sus planchas de tierra no bastaban. Y, a pesar de todo, las experiencias han demostrado que las nubes peligrosas vienen casi siempre desde una sola dirección ; justamente es en el sitio donde se forma la piedra que debe instalarse la de- fensa. Esa es la razón que hace obligatoria la creación de barreras, O me- jor dicho de diques poligonales, que no dejen pasar la tormenta, por doquiera que se presente. Nosotros mismos habíamos estudiado el asunto e instalado, cerca de Mendoza y en el departamento de San Rafael, un cierto número de paragranizos. Falta de experiencia en el régimen de los vientos bo- rrascosos de aquella región, y por consecuencia, falta de estabilidad suficiente en torres de 40 metros de alto ; imposibilidad, por otras obli- gaciones, de ir a defender nuestra obra, por la cual sus propietarios no querían preocuparse, tales fueron los resultados de una campaña en que nuestros esfuerzos se estrellaron ante la indiferencia, y más que todo, ante la erítica situación financiera de la región mendocina desde el año 1913. Sin embargo, no había dejado de ser proficuo el experimento ; y los hechos demostraron más de una vez el poder de una torre para prote- ger una cierta extensión de terreno. He asistido personalmente con un amigo, viñatero y buen conocedor de los fenómenos climatéricos del país, a un hecho significativo: eran las 5 p. m. un día del mes de febrero de 1913; estábamos paseando ambos cerca de un paragrani- zo, cuando de repente mi amigo me llamó la atención sobre una nube de color obscuro, singular, que ensanchándose se aproximaba hacia nosotros. « Dentro de media hora, me dijo, no faltará la piedra aquí o muy cerca. » Miramos unos minutos más y vimos la nube que pare- cía haberse detenido de golpe como a media legua de la torre. Luego fué como si se hubiera entreabierto por el medio, disminuyendo poco a poco el color característico, hasta desaparecer al cabo de pocos mi- nutos. Fenómenos absolutamente parecidos nos fueron enseñados por va- rios otros colonos de la vecindad ; de modo que si es sumamente difí- cil darse exacta cuenta del valor de los pararrayos a causa de la ra- reza de la acción nociva de la tormenta sobre edificios determinados, en los sitios azotados por el granizo, al contrario, el mérito de las defensas bien instaladas no tarda en demostrarse. La potencia de las torres elevadas provenía, aquí, con seguridad de 208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la constitución del circuito eléctrico: cabeza con muchas puntas, conductores formados por la misma torre, exclusivamente de hierro, y pierde-flúidos amplios de alambre de púa. Los méritos de dichos dis- positivos se deducen por sí solos de las explicaciones dadas anterior- mente. En este caso particular, el sistema de irrigación, extensamente em- pleado en todá la zona vitícola, ofrecía un derrame seguro y perma- nente hacia el manantial terrestre. Ignorábamos en aquel entonces los resultados, modestamente ocul- tados, de los aparatos de Melsens y de P. Marcillac (1), estos últimos más modernos y que ofrecen desde su colocación una protección com- pleta a las comarcas antes devastadas frecuentemente por el temible flagelo. P. Marcillac insiste en que el aparato protector debe ponerse en medio de los vapores electrizados, «donde el rayo se encuentra en un estado latente», y conducir así a tierra la mayor parte, sino la totalidad del flúido. Para llegar a este fin construyó un dispositivo llamado gavilán eléctrico (épervier électrique), compuesto, en su princi- pio, por unos nueve postes colocados a 20 metros de distancia uno de otro, en forma de cruz. Cada palo tiene una cabeza en forma de pena- cho, un conductor de fierro y un pierde-flúidos del mismo metal. En- cima de los palos corren dos alambres de púa que se cruzan, a ángulo recto, sobre el palo central, algo más elevado. Instalados sobre el monte Ventoux, y sobre el Pic du Midi, funcio- nan dispositivos Melsens desde el año 1886. P. Marcillac instaló los suyos en varias montañas del mediodía de Francia, especialmente en el monte Chenavari, con igual éxito. « Los observadores, dice, notan que los aparatos sacan cantidades de electricidad tan considerables al aproximarse tormentas y durante la rastra de las nubes sobre los penachos, que comparan el flujo del flúido a una potente corriente de aire que les caería sobre la cabeza, oprimiéndoles el sombrero. En aquellos momentos, crestas de fuego ondean sobre los penachos de hierro, resplandores azules corren sobre los cables de tierra de los aparatos telegráficos de la estación, iluminando todos los alrededo- res. » De todo esto resulta que se pueden crear barreras protectoras del granizo en regiones expuestas frecuentemente a tan grave peligro, y (1) P. MarciLLac, La lutte contre la foudre et la gréle, en La conquéte de Vair, Bruxelles, 1913. , ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 209 que dichos paragranizos pueden construirse a precios relativamente modestos. ELEOTROCULTURA Aun reduciendo el estudio histórico de la electrocultura a las apli- caciones de ese fin de la electricidad atmosférica, sería larguísima la lista de los investigadores que siguieron a Bertholon de Saint Laza- re (1783), imitando el aparato que había llamado « electro-vegetóme- tro ». Nos contentaremos, pues, de citar los perfeccionamientos de Bec- kensteiner (1848), y más recientemente de Sprechnew (Rusia), Pau- lin (Francia), Lagrange (Bruselas), Lemstróim (Finlandia) y Psildous- ky (Rusia) para llegar al feliz propagandista de la idea en Francia, el teniente Fernand Basty. Más o menos, la idea de todos ha sido la de captar la electricidad atmosférica y de ayudar al desarrollo de los cultivos por la nitrifica- ción de la tierra vegetal. S Por ejemplo, el géomagnétifere de fray Paulin se compone de un palo de madera provisto de un caño metálico terminado por un pena- * cho de cobre. Alambres de hierro parten luego del caño y se ramifi- can en el suelo. Emplea cuatro de estos aparatos por hectárea. Se dice que los resultados han sido bastante satisfactorios y que, por ejemplo, en la aldea de Merlieu, un terreno de 32 metros cuadrados provisto de un géomagnétifere produjo 90 kilogramos de patatas contra 61 en el terreno testigo (1). En 1891, ensayos sobre la vid dieron uva muy rica en azúcar; otra experiencia, sobre 5,40 metros cuadrados de espi- nacas, dió una sobreproducción de 9 por ciento. De todo eso se deduce que las investigaciones se han proseguido siempre en muy pequeña escala, de tal modo que los resultados no salían de lo que podríamos llamar de laboratorio. Así fueron, igual- mente, los que inició F. Basty en Angers, en un jardín al lado del cuar- tel, donde en cierto día tuvo la curiosa idea de plantar (1898) en me- dio de un macizo de espinacas y de patatas, viejos floretes termina- dos en punta. Los resultados, dice el autor, fueron sorprendentes : 30 por ciento para las patatas ; mientras las espinacas dieron tres cosechas, la pri- (1) M. E. GUARINI, L*état actuel de l"électroculture, en La Revue Scientifique, 22 de agosto de 1913. 210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mera con sobreproducción de 144 por ciento, la segunda con SO por ciento y una tercera con 34 por ciento. Paulatinamente, Basty ensanchaba su campo de acción, cambiando la forma de su primitivo dispositivo, aumentando su altura, agregán- dole placas de zine y de cobre hundidas en el suelo. A partir de 1908, dirigió preferentemente su actividad sobre la aplicación de la elec- tricidad voltaica, y más todavía sobre la industrial. Estando estas últimas fuera del tema de esta conferencia, porque en la República Argentina parece que tales ensayos serían demasiado costosos en vista del precio elevado del kilowatt-hora fuera de la capital federal, no insistiremos sobre los resultados halagiieños obtenidos por él, y recientemente, bajo los auspicios de sir Oliver Lodge, por miss E. C. Drudgeon (1), los que se prosiguen ahora en mayor escala. En la misma época (1913) los doctores Horacio Damianovich y Fe- derico W. Gándara, conocedores de los estudios de Basty, hicieron ensayos sobre las mismas bases y obtuvieron resultados extraordina- rios sobre chauchas que fueron más precoces que las demás y, tuvie- ron un desarrollo y un peso descomunal. Pero se mostraron conven- cidos que placas de cobre y de zinc no podían dar resultados satis- factorios, a causa de los nitratos dañinos para el crecimiento de las plantas. Es de sentir que otros trabajos de mayor importancia hayan desviado el interés de estos notables investigadores, tan preparados para desenvolver fructuosamente el tema. Si ahora queremos comprender la verdadera razón de los éxitos obtenidos, desde el principio, con el sencillo florete, examinemos el _ papel del nitrógeno en el crecimiento de las plantas. Sabemos que este gas constituye las cuatro quintas partes del aire, pero no en for- ma asimilable para la mayoría de las plantas (excluyendo las nudosi- dades de las leguminosas). La importancia de la electricidad en la nitrificación del suelo es bien conocida, y se sabe que son las lluvias y más especialmente las tormentosas — las más electrizadas por tanto — que producen mayor nitrificación. Por otra parte, se ha demostrado también que la corriente eléctri- ca sirve para hacer más solubles y, desde luego, más asimilables cier- tas sales del suelo. Debe también intervenir otro fenómeno más, brillantemente de- mostrado por el profesor Lippmann de la Sorbona: nos referimos a (1) Growing Crops and Plants by Electricity, London, 1913. ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA 211 la acción de una diferencia de potencial entre los extremos de un tu- bo capilar, cuando sube el líquido hacia el polo negativo. Es, pues, muy probable que una corriente negativa que pasa a través de la tie- rra vegetal puede ayudar a quitar la humedad del nivel inferior. Empero, se nota en todos los actos psicológicos una ley general, o sea la preponderancia para las funciones vitales de las acciones muy débiles, pero extensas en el espacio y en el tiempo. Disolución, capi- laridad, difusión, son en efecto acciones que requieren espacio y tiempo. Partiendo de estas bases, se deduce que, cuanto mayor sea la su- perficie de descarga, o sea de puntos de contacto entre el circuito eléctrico y la tierra, mayor será también la nitrificación total, aun cuando fuese menos intensa en algunos puntos. Por otra parte, cuanto mayor es la diseminación de los nitratos formados y de las otras sales vueltas asimilables, tanto mayor ha de ser su difusión y más activos los fenómenos de capilaridad y de ab- sorción por las plantas. De ahí el hecho de que un contacto a tierra, ya sea plancha, ya sea punta, pueda difícilmente alcanzar acciones a grande distancia, y que se precise, pues, la diseminación en el suelo de muchos puntos de contacto. Sir Oliver Lodge y P. Marcillac habían reconocido el valor del alambre de púa para neutralizar las descargas de las nubes. ¿ Por qué motivo, no hubiera de prestar el mismo material, los mismos servicios para repartir la carga eléctrica en el suelo ? Se trata, como lo hemos visto, de corrientes oscilatorias en que la resistencia óhmica no tiene valor; deseamos descargas muy lentas, capaces de ejercer su acción casi constantemente sobre la mayor can- tidad posible de raíces, descargas que no sean tan fuertes como para destrozar, en un momento de tormenta, los resultados benéficos que pueda tener un mes de variaciones normales del potencial. Ensayos hechos para proporcionar contactos de tierra en pararra- yos y paragranizos me llevaron a emplear el mismo material para la electrocultura, y traté de llevar a cabo algunas experiencias previas. Fué en todas partes una confirmación absoluta de mi creencia : te- níamos a mano el material — normalmente — barato, de uso sencillo, y mucho más duradero en la tierra que lo que se podía suponer. Entre otras tentativas, en escala reducida, hice una en una horta- liza del profesor Alberto Blanchard sobre el río Chaná: « Hemos vi- gilado el crecimiento de las plantas, me escribió el 21 de enero de 212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1916, dentro y fuera del radio de acción del alambre de púa, y ac- tualmente hay una importante diferencia en los crecimientos, tanto de chauchas como de porotos, ambos a favor de los alambres. No su- pongo que el suelo era más rico; aparentemente era el mismo. Así es que la conclusión es la siguiente: usted me ha demostrado cómo hay que captar el flúido eléctrico del aire y trasportarlo para la vida de las plantas, agregándoles vigor, tamaño y lustre. » Con esta experiencia y algunas otras análogas, seguíamos en igua- les condiciones, y no se podía demostrar en forma matemática el va- lor del nuevo procedimiento, hasta encontrar un campo descubierto, bastante amplio y uniforme para que haya no solamente una prueba cualitativa sino también cuantitativa. En fin se pudo conseguir del doctor Celedonio Pereda, a quien me sea permitido expresar públicamente mi agradecimiento, un terreno en las condiciones deseadas de 100 80 metros cuadrados, en el cual se iba, en noviembre de 1917, a sembrar maíz. De acuerdo con el ingeniero Eduardo Pereda, convinimos en dividir el terreno en dos partes, una de 60 metros para los ensayos de electrocultura, y otra de 40 metros que debía servir de testigo. Todo el campo recibía en igual forma luz y aire; las pequeñas desi- gualdades del terreno se repartían en condiciones uniformes sobre toda la extensión. Con el deseo de comprobar si la acción de las descargas eléctricas era más favorable en la parte superior de las plantas que en sus taí- ces, se subdividió el terreno de experimentación en tres lotes. En el número 1, como los demás de 80 X 20 metros cuadrados, se colocó en una zanja de más o menos 10 centímetros de profundidad, un alam- bre de púa extendido de punta a punta del terreno; de esta red se sacaron derivaciones cuidadosamente unidas, apoyadas a cuatro palos de madera de unos 250 de altura, y terminados en la parte superior con un penacho de cordón flexible de cobre, cuyos alambrecitos ha- bían sido separados sobre una extensión de 10 centímetros. Los pa- los estaban a 20 metros de distancia entre sí, y los extremos a 10 metros del borde del terreno. En los lotes 2 y 3, de igual superficie, el alambre de púa fué exten- dido encima de los cuatro postes, y de él se sacaron otras tantas deri- vaciones que se colocaron hasta 2 metros de ambos lados del pie del palo. Los resultados fueron los siguientes : ELECTRICIDAD ATMOSFÉRICA Y ALAMBRES DE PÚA DS Kilogramos de maíz en grano En el lote número 1 se cosechó........ 420 = 2 EN SITO 352 — 3 A 330 mientras que en cada mitad del testigo, es decir sobre igual superfi- cie el producto fué solamente de 225 kilogramos de maíz en grano. Por ciento Eso representa para el lote número 1 un aumento de producción de... 87 — 2 — A O.O — 3 — E dl Y, si comparamos la producción total de los tres lotes con igual su- perficie del testigo, el término medio del aumento es de 63,4 por ciento. Se puede explicar fácilmente la diferencia entre los tres resulta- dos. En efecto, en el lote número 1 el alambre de púa se extendía ba- jo tierra sobre los 80 metros; el lote número 2 era todavía influencia- do por la difusión de la eficaz nitrificación del primero, mientras que el lote número 3 era contiguo al terreno testigo. Un aumento seguro de 63,4 por ciento es ya halagiieño; acepte- mos, pues, esta cifra como punto de partida para el cultivo del maíz en aquella región. A la vez se notó que los tallos eran mucho más robustos y las es- pigas mayores. Desgraciadamente, en este sentido, no se ha podido hacer una avaluación numérica del provecho. ¿ Cuáles son, pues, las ventajas del nuevo sistema de fertilización con alambres de púa ? 1? Diminución importante en el peligro de descargas bruscas y demasiado fuertes, localizadas sobre una plancha de tierra, es decir, en un sitio bastante reducido, de donde la difusión se hace irregular y difícilmente ; 2% Aumento considerable en el número de puntos de descarga, y desde luego de nitrificación directa, facilitando la rápida difusión de las varias sales en la tierra vegetal húmeda contigua, y de allí, por capilaridad a través de la masa del suelo, a las raíces ; 3 Aumento de la impedencia del circuito, tanto por la mayor re- sistencia óhmica del conductor, de las resistencias de contacto entre 214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA las puntas y el suelo, como por la reactancia debida a la forma itre- gular del circuito. Todos estos factores se combinan para aumentar el período de las oscilaciones en aquel circuito secundario; 4 Diminución en la velocidad de la descarga que, atenuando tam- bién en alto grado los peligros de tempestades eléctricas, a la vez aumenta la duración de las chispas productoras de nitratos, y trans- formadores de sales inertes en otras solubles, de donde mayor efica- cia de acción en el suelo; 5” Facilísima colocación de todo el sistema descargador en el es- pesor reducido de tierra vegetal, donde solamente debe tener lugar la nitrificación y desparramarse desde esta red en todos sentidos; 6 Unidad del material (hierro) empleado como conductores y red subterránea, con la consiguiente supresión de soldaduras y de pilas locales originadas por contacto de dos metales diferentes en sitios húmedos. CONCLUSIÓN Por el desarrollo del tema se habrá podido vislumbrar la idea de conjunto : por una parte, la importancia primordial de la electricidad atmosférica en la producción del rayo y de la piedra, y en la fertili- zación del suelo; por otra, la generalización del empleo de un mate- rial barato, tanto para contrarrestar los peligros de las tormentas, como para activar la nitrificación del suelo. : Sería de desear que se encuentren, en esta república, hombres dota- dos de los conocimientos y de la fe suficientes para proseguir los es- tudios de las variaciones de las constantes atmosféricas. No hay, tal vez, país que se preste mejor que éste a experiencias de esa naturale- za: extensiones enormes en estado casi virgen, pampas donde domi- nan solamente el sol y el viento, altas montañas con su nieve pe- renne. Tales clases de investigaciones, como las de Palmieri en el Vesu- vio, de Baldit en Le Puy-en-Velay, suministran a la meteorología la base experimental, sin la cual no puede adelantar. No basta la in- tuición, sino para tratar de aclarar los hechos comprobados, y de sa- car de ellos nuevos temas de experimentación. EL GRUPO LINGUÍSTICO ALAKALUF DE LOS CANALES MAGALLÁNICOS SINOPSIS PRELIMINAR Por R. LEHMANN-NITSCHE (1) Al señor don José Toribio Medina. Un vocabulario apuntado en 1698 por un aventurero francés, Jean de la Guilbaudieére, y publicado en 1890 (1892) por Gabriel Marcel, es el más antiguo documento lingiiístico de los canales magallánicos; procede, a todo. parecer, de la región comprendida entre el golfo de las Penas y el archipiélago de la Reina ¡Adelaida. Transcrito por nosotros en fonética moderna y arreglado por materias, ha revelado una importancia singular: sus palabras reaparecen, ya en uno, ya en otro, de los vocabularios recolectados posteriormente en las regiones que se extienden desde el archipiélago de los Chonos, inclusive, has- ta el cabo Alakaluf o Alikhoolip, y que abarcan también el estrecho de Magallanes. Arreglado aquel vocabulario de 1698 en una columna vertical, las columnas siguientes, en orden cronológico, fueron destinadas para aquellas palabras de los vocabularios posteriores que correspondían a las voces de la columna primera, suprimiéndose las palabras dis- tintas. De tal manera que, por un solo golpe de vista, se destaca el erado de afinidad entre un vocabulario cualquiera y aquél de 1698. Ese antiguo documento contiene pues, en parte, el origen de to- dos los demás vocabularios de las regiones indicadas, y sin él, nos (1) El trabajo completo se publicará más tarde. 216 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hubiera sido imposible comprobar las diversas relaciones entre los tantos dialectos que corresponden casi a cada uno de los vocabula- rios posteriores. Estos últimos se deben a los siguientes autores : Fitz-Roy (1830-32), Latorre (1879), Coppinger (1880), Lucy-Fossarieu (1981), Seitz (15982), Spegazzini (1882), Fenton (1876, 1883), Hyades (1883), Lista (1895), Beauvoir (1901, 1915), Whiteside (1904), Cañas Pinochet (1908), Skottsberg (1908), Borgatello (1911). Las diferentes tribus que, como pudo comprobarse, componen un so- lo grupo lingiiístico, son las siguientes, enumeradas del norte al sur: Los Chonos, aunque faltan comprobantes directos ; el nombre Cho- nos, hispanizado, deriva a todo parecer, del idioma quichua; por lo menos en el dialecto de esta lengua hablado en Cuzco, chhokñt dice «legaña >», y los Chonos del Ecuador, diz que traen su nombre de esta palabra. Parece, pues, que Chonos es un apodo dado por los in- dios quichuas del norte, a sus vecinos isleños ; que este término, más tarde, fué hispanizado y aplicado por los mismos españoles también a otra población, indígena e isleña, que vivía muy al sur de la costa del Pacífico, y nada tiene que ver con sus tocayos de] Ecuador. Del idioma « Chono chileno », no se conoce ningún documento lin- gitístico, pues nada se sabe respecto a la traducción de la doctrina cristiana y del arte, vocabulario y pláticas que compuso el padre Ma- teo Estevan, en el año 1612. Pero las indicaciones indirectas sobre esta lengua, y los datos sobre las costumbres y el grado de cultura de los indígenas respectivos, no admiten otra conclusión que la siguien- te: los indios del archipiélago chileno llamados Chonos, pertenecen bajo todo punto de vista a sus vecinos australes, del grupo Alakaluf. Los Caucahue, al sur de los Chonos recién tratados, fueron así lla- mados según las islas de este nombre donde moraban y que son idén- ticas, probablemente, con las islas Wellington de la nomenclatura moderna. La voz es araucana, compuesta de caucau, «gaviota», y hue, «sitio, lugar », y se traduce con «sitio donde abundan las ga- viotas ». Al sur de ellos hallamos, mencionados también en el siglo XVII, los indígenas Taijataf y Calen; el habitat de los primeros, y ellos mismos, son tal vez idénticos con los Caucahue recién tratados; la palabra Taijataf, ha de ser del propio idioma de ellos. El nombre Ca len, por el contrario, más bien parece araucano, relacionado con cu- len, albaquilla, o con c*len, cola, palabra que entra a formar apellidos araucanos. EL GRUPO LINGUISTICO ALAKALUF 217 Al norte del estrecho de Magallanes, están mencionados, en los documentos del siglo xvut, los Lecheyel y Yekinahues o Yekinahueres. El primer nombre, por el momento, no puede ser interpretado ; el se gundo parece ser araucano y se halla en una variante, hoy en día, como nombre de un riachuelo, del sur de Chile; tal vez deriva dol araucano yekiú, cuervo y nahuel, tigre. (Los términos gentilicios Poy-yus y Key-yus, bien conocidos por la obra de Falkner, también derivan, parece, de la lengua araucana; el primero, quizá, significa « paraje de las bromelias », pues esta plan- ta (hoy llamada poe, poi), abunda en Chiloé ; hue, significa « sitio»; el segundo término podría ser corruptela de koihue, el arbol tan común en el sur de Chile, o de kell-hue = paraje de papas (kell, kelle, kelli, es nombre de una de las tantas variedades de papas cultivadas en Chiloé). Ambas tribus, llevarían, pues, un apelativo araucano, pero pertenecen probablemente a las tribus canoeras del mismo grupo lin- gtiístico como las recién tratadas.) A los Alakaluf pertenecen los Enoo de Olivero van Noort (1 599), que moraban en las islas del estrecho de Magallanes, como puede com- probarse por la semejanza de una de las palabras registradas con vo- ces modernas. Ellos son idénticos con los Pesheriá, así llamados en 1766 por Bougainville, por repetir continuamente esta palabra que pa- rece contener la voz arri o yerri que significa «hermano»; para otros autores, pallieri (Spegazzini), pellieri (Lista) o pelierí, pallieri (Borgatello), es equivalente de « hombre ». Según los compañeros del capitán Cook, los indígenas de la bahía Cook, al sudoeste del estre- cho de Magallanes, también pronunciaron esa palabra que adquirió tanta popularidad en la literatura etnológica. Los indios de la isla Londonderry que, según Spegazzini, en 1882 se conocían bajo el nombre de Adwipliin, han de pertenecer, por su ubicación, al mismo grupo. Los «Chonos » y «Pesherá » del capitán Fitz-Roy, fueron así lla- mados según nombres ya existentes, y los « Huemul» que moraban cerca de Otway y Skyring Water, fueron así designados por él, a cau- sa de la gran cantidad de cueros de una especie de ciervo, conocida entre los viajeros por su nombre araucano : huemaul. Los Alikulip, al fin, vivían al oeste, entre la parte occidental del canal Beagle y el estrecho de Magallanes. Este nombre se debe a Fitz-Roy, quien llamó así, originariamente, un cabo y después a los indígenas de sus alrededores; no se sabe cómo llegó a adoptar este término; tal vez, al preguntar a los canoeros por el nombre del cabo, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 15 218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ellos no lo entendieron y refiriéndose a la hora que era, contestaron «mañana >» (alikolif, als-kualuf). Según una comunicación personal del doctor C. Spegazzini, Alakaluf o mejor pronunciado : Olakaluf, deriva del idioma Yahgan y significa: «traga-mejillones», apodo con que estos indios apostrofaron a sus vecinos; en la obra de la Misión Científica Francesa, los componentes de esta palabra yahgan se escri- ben, en ortografía francesa, oualo (manger des oursins, des ceufs ou autre chose qu'il faut casser) y arhouf (espece de moule, la plus commu- ne sur les plages). Desde la expedición francesa al cabo de Hornos, se emplea en la literatura la ortografía Alacaluf, siguiendo el uso de los misioneros ingleses; actualmente, los chilenos conocen más bien la forma: Alukulup (Skottsberg). Como Alakaluf es nombre tan conocido en la literatura científica, conviene generalizarlo y extenderlo a todas las tribus cuyos idiomas tienen relación con él de los Alikhoolip de Fitz Roy; proponemos, pues, para ellos la designación de « grupo lingiiístico Alakaluf ». La comparación del antiguo vocabulario de 1698 con los posterio- res y con los modernos, ha hecho resaltar un fenómeno bastante cu- rioso; salvo pocas excepciones (p. ej. la voz para decir «ojo »), las palabras antiguas no se han transformado en mayor escala; parece que se hayan extinguido, repentinamente, para ser reemplazadas por creaciones nuevas. A este fenómeno debe atribuirse, parece, la enorme variedad de los dialectos del grupo lingiiístico Alakaluf que es tan grande que quedaron veladas, hasta la fecha, las relaciones interdia- lectales. Aunque nuestra tarea se ha limitado a una simple compara- ción lexicológica, los materiales, debidos principalmente a Borgatello, tal vez son suficientes para un breve esbozo gramatical de uno de los dialectos del grupo Alakaluf. Reunidos los dialectos que se hablan en los canales magallánicos y circunvecinos, en un solo grupo lingilístico, el Alakaluf, cabe pre- euntar si hay o no relación entre éste y el Yahgan, de las islas del Ca- bo de Hornos. El nombre de « Yahgan » de estos indígenas, es una idea del misionero anglicano F. Bridges, y se debe a los detalles si- guientes : Yahga-shaga (que supongo debe traducirse con « canal chi- co»; yaka, chico; shaga, canal) es el nombre indígena para la Angos- tura Murray ; Yahga, para una playa de ella, en otra época punto de reunión de familias fueguinas. Esta voz Yahga, ampliada con una », fué aplicada por T. Bridges a esos indígenas, en vez de Yámana como ellos mismos se llaman. En la idea que Tekeenica era la designación indígena de una gran bahía de la isla Hoste (lo que es error según la EL GRUPO LINGUISTICO ALAKALUF 219 Misión científica francesa), Fitz-Roy, anteriormente, había llamado Tekeenica a esos mismos indios Yahgan; según T. Bridges, la pala- bra que nos ocupa, debe analizarse como teki = ver, y anaca = extra- ño, no visto antes. Fitz-Roy mismo distingue entre sus « Tekeenica » (aunque no lo dice expresamente) tres subtribus, a saber: una del paraje donde la Angostura Murray se reune Con el Ponsonby Sound; otra del brazo occidental del canal Beagle, y la tercera del brazo Este del mismo canal, separada de la primera por aguas neutrales y llamada por sus vecinos, Yapu (voz que dice lutra en ambas lenguas, vahgan y alakaluf, y que es apodo empleado en varias oportunidades). Spegazzini, al fin, en 1882, llegó a saber que los autóctonos de la isla Eremita, se llaman Párri. Esta diversidad de tribus parece explicar las diferencias lexicológicas entre los vocabularios que poseemos del idioma Yahgan. Teniendo en consideración que entre los Alakaluf ve- cinos, existen enormes diferencias dialectales, resulta probable que también entre los Yahgan haya existido varios dialectos, de los cua- les uno solo fué estudiado detenidamente por el misionero anglicano Tomás Bridges. Hasta que estos estudios sean publicados definitiva- mente, no sabemos si se trata de un idioma o de un grupo lingiiís- tico Yahgan. Tampoco puede decirse, por el momento, algo preciso sobre las relaciones lingiísticas entre el grupo Alakaluf y el Yahgan, ya sea éste idioma aislado, ya grupo lingúístico; varias palabras (nue- ve más o menos) del vocabulario alakaluf de 1698 y del diccionario yahgan de la Misión francesa, son bastante parecidas, es cierto; pero de la última lengua, desgraciadamente, faltan documentos tan anti- guos como los que hay de la primera; en caso afirmativo, las se- mejanzas entre ambas, me parece, serían más numerosas y mejor marcadas. De todos modos, es de esperar que la publicación de los ma: nuseritos del Reverendo T. Bridges y un estudio gramatical del ala- kaluf, aclaren también este punto interesante. Por el momento, deben separarse los canoeros fueguinos y magallánicos, lingiísticamente, en dos grupos, el Yahgan y el Alakaluf. MOVIMIENTO CIENTÍFICO SOCIEDAD ARGENTINA DE CIENCIAS NATURALES SESIÓN DEL 18 DE MAYO DE 1918 CARLOS LIZER, lcerya brasiliensis, nueva para la fauna argentina. El señor Lizer inició su disertación manifestando que, desde hace algún tiempo se viene ocupando «lel estudio de la fauna entomológica del nordeste argentino, comparada con la «lel Brasil meridional; señaló la similitud de ambas y dijo que muchas especies «dle aquel país penetran hasta muy adentro de nuestro territorio. Se particularizó con algunas formas de Cóccidos que hasta ahora se creía que fuesen exclusivas de la fauna brasileña, pero que se han hallado también en la Argentina. Citó las especies ya dadas a conocer en Physis, a las cuales hay que agregar otra encontrada a principios de mayo de este año, en Misiones, sobre el Jacarandá, y que es la fcerya brasiliensis. CARLOS BRUCH, Nuevos huéspedes de hormigas de Córdoba. Observaciones biológi- cas sobre una mosca de la familia Syrphidae. El autor dió cuenta de los hallazgos entomológicos que hizo últimamente en las sierras de Córdoba, donde se ocupó especialmente del estudio de las hormigas, siendo la más característica en esta región, una variedad de Camponotus rufipes, llamada por Forel magnifica. Construye sus nidos con fragmentos vegetales triturados y aglutinados, formando cúpulas sobre el suelo, en cuyo interior se ven las galerías laberínticas. En estos nidos encontró interesantes huéspedes, coleópteros de las familias de los Pseláfidos y Sílfidos. También descubrió otros huéspedes en nidos de Solenopsis y de Pheidole. Hasta ahora ha estudiado tres especies nuevas, de las cuales dió las correspondientes diagnosis : Myrmecosaurus vagans, Arhytodes myrmecophilus y Acanthocatops formi- cetorum. Se ocupó, después, del desarrollo de una mosca, Temnocera spinigera ; hasta ahora se creía que las larvas de ésta fueran parásitos de mangangáes, en cambio ellas se alimentan exclusivamente de substancias vegetales en descompo- sición. El doctor Bruch las pudo criar repetidas veces hasta obtener las imáge- MOVIMIENTO CIENTÍFICO 221 nes. Las larvas las ha hallado en cactáceas putrefactas ; cuando llegan a su com- pleto desarrollo, dejan la planta y se ocultan entre polvo y tierra suelta, que adhiriéndose a su tegumento les da la forma de una pupa, con dos tubitos aerí- feros sobre el dorso, y conservando en el ápice los primitivos de la larva. CARLOS A. MARELLI, Un bdallenato hallado en la costa del Río de la Plata. El doctor Marelli leyó una comunicación sobre un nuevo ejemplar de Balaenoptera acutorostrata, hallado en mayo del año pasado en la orilla del Río de la Plata, frente a la estación Rivadavia. Esta pequeña ballena fué descrita por Burmeis- ter, Gray, Lahille y Scammon, basándose cada uno en particularidades específicas que han perdido su valor por sus notables variaciones individuales. Señaló la importancia qne tiene, para la cetología, la comprobación de datos métricos y bio- lógicos, para conocer las variaciones que sufren, con el desarrollo, las diferentes regiones del voluminoso organismo de estos seres. ARTURO G. FkrEkrs, Nidificación y metamorfosis del Pachodynerus argentinas. El autor dió a conocer algunos datos sobre la biología de este himenóptero, común en la provincia de Buenos Aires; se ocupó de su nidificación y metamorfosis, y dejó confirmada la sospecha que había manifestado en otra oportunidad, que era este Euménido el dueño de los nidos de que se había ocupado antes, y no el Trypoxilon platense, al cual había encontrado dentro de nidos semejantes, en compañía de otros cuatro himenópteros parásitos. Describió después algunas variaciones que presenta en la coloración aquella especie, y dijo que de los seis ejemplares salidos del mismo nido, ninguno era igual a la madre, y apenas dos lo eran entre sí. FERNANDO LAHILLE, Un trematode parásito, nuevo en la Argentina. El doctor Lahille remitió un trabajo en el que señala, por primera vez, la existencia en el país del Monostoma mutabile. El ejemplar fué encontrado en las bolsas aéreas de una gallareta, siendo su tamaño natural de 5,6 milímetros. Envió también un dibujo del animal con su huevo embrionado y una clave para la clasificación de los 'Trematodes, en la que se enumeran las siete especies conocidas hasta ahora en el país, cinco parásitas de mamíferos y dos de aves. SESIÓN DEL 15 DE JUNIO DE 1918 GuriDo BONARELLI, Fósiles de la formación petrolífera del Norte. Sobre los hallaz- gos paleoetnológicos de Miramar. El doctor Bonarelli comunicó los resultados más importantes a que ha llegado con el estudio de numerosos fósiles recogidos por él y por otros en diferentes puntos y niveles de la llamada « formación petrolí- fera del norte ». Dichos resultados comprueban : 1% La edad devónica de los esquistos y are- niscas micáceas que en varios puntos de la provincia de Jujuy (sierras de Zapla, Santa Bárbara, Centinela, ete.) constituyen la base de la citada formación, y que Brackebusch consideró como cretáceos en unión con los demás sedimentos de la formación petrolífera; 22 La edad supratriásica de unas capas basales del « horizonte calcáreo dolomítico » que forman afloramientos muy fosilíferos (Zygo- pleura, Katosira, Stephanocosmia, Helygmostylus etc., en los departamentos de Chi- coana y Guachipas, al sud de Salta; 3% La edad liásica inferior del verdadero «calcáreo dolomítico » (con Zygopleuwra, Brachycerithium, etc.) en sus afloramien- tos a lo largo de la quebrada de Humahuaca, al norte de Jujuy; 4% La edad 222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Jurásica inferior (Dogger) de las capas calcáreo-tufáceas (con Xystrella, Proceri- thium, etc.) que afloran al sud de Salta, intercalándose en la parte más alta del horizonte margoso inmediato superior del calcáreo dolomítico. Después de esta comunicación, el doctor Bonarelli hizo referencias a las últi- mas publicaciones sobre los hallazgos paleontológicos de Miramar, y manifestó que se considera en el deber de declarar que sus opiniones al respecto son muy diferentes de las allí emitidas. Una breve visita a la región, el examen de los objetos que se han descrito como de esa procedencia, las observaciones perso- nales y las informaciones obtenidas sobre la forma en que se realizaron tales hallazgos, confirman su sospecha de que dichos objetos, por lo menos los que estaban a la vista en ocasión de su visita al yacimiento, no se hallaban in situ. En cuanto a la edad de los terrenos (Chapalmalense y Ensenadense, Ameghino) en que se han hallado los objetos, dijo que no le cabe duda de que son terciarios. CARLOS A. MARELLI, Presencia de un nuevo género de cetáceos en los mares argen- tinos. El autor anunció el hallazgo de un ejemplar perteneciente al género Be- rardius (familia Physeteridae) que se encontró varado cerca del arroyo del Pesea- do, a unas cinco leguas de La Plata, y cuya longitud alcanzaba a 8 metros. Des- cribió los caracteres anatómicos que lo distinguen netamente de los géneros Ziphius e Hyperoodon, mientras que tiene alguna afinidad con el género Mesoplo- do, por presentar, como éste, tres vértebras cervicales soldadas. MILES STUART PENNINGTON, Los estados de larvas y subimagen de la Nezara ab- normis. Un hemíptero nuevo para la Argentina. Una chicharra de La Rioja. El doe- tor Pennington describió los estados de larva y subimagen de la chinche común Nezara abnormis, hallados cerca de Quilmes. Presentó además de otro hemíptero, que hasta la fecha no se había señalado en la Argentina, conociéndose sólo de la Puna de Guayaquil, diversos ejemplares de Bolivia, La Rioja y Tucumán : es la especie Jalysus sobrinus, de forma parecida a la de un mosquito. A continua- ción dió a conocer una interesante forma de chicharra de la provincia de La Rioja. CARLOS SPEGAZZINI, Notas micológicas. El autor envió este trabajo, en el cual trata de una nueva clasificación de los micrófitos. Indica la necesidad de separar los Teleomicetes de los Deuteromicetes, los biófilos de los saprófilos, etc., presen- tando claves de subclases, géneros y especies. ARTURO G. FRERS, Metamorfosis de la Lema bilineata. El señor Frers describió los distintos estados de ese Crisomélido común en la provincia de Buenos Aires, y dió a conocer algunos datos sobre su biología. Agregó que ha observado tal diversidad en la coloración de los adultos de este insecto, aun en ejemplares hi- jos de una misma hembra, que le permite deducir que las variedades fundadas por Lacordaire no pueden considerarse como tales, sino como variaciones indi- viduales. SESIÓN DEL 20 DE JULIO DE 1918 EUGENIO GIACOMELLI, Apuntes sobre algunas formas argentinas de mariposas del género Phulia H. Schaetff. Habiendo recibido del profesor C. Reed, de Mendoza, una colección de mariposas de ese género, procedentes de Las Cuevas y Potreri- llos, el autor discute su determinación específica, llegando a la conclusión de que no corresponde a Ph. nymphula, sino a nueva especie para la que propone, MOVIMIENTO CIENTÍFICO 223 desde luego, el nombre de Ph. Reedi, y cuya descripción completa dará más ade- lante. ROBERTO WICHMANN, Las rocas de la isla (Quintana en el golfo San Jorge. Sobre la edad de las capas petrolíferas de Comodoro Rivadavia. El autor ha compro- bado que en la isla Quintana y otros islotes adyacentes, lo mismo que en la cos- ta próxima, no se hallan los sedimentos marinos que parecía indicar el doctor Ameghino, sino un pórfido cuarcífero de color rojo violáceo. Estudiando el material de perforaciones, con fósiles de un horizonte a 320-575 metros bajo el nivel del mar, el mismo geólogo ha podido reconocer en las capas petrolíferas de Comodoro Rivadavia la fauna senoniana (cretáceo superior) que Wilcens describió para la Patagonia como «capas de Lahillia Luisa ». F. LAHILLE, Sobre chitones de la Patagonia. El autor presentó una serie de An- fineuras de los géneros Chaetopleura, Plaxipohora y Tonicia, colececionados en Puerto Santa Elena (Chubut), en donde serían ellos muy abundantes y variables, principalmente en cuanto a la coloración. M. DokLLo-JURADO, Una colección de invertebrados marinos de las Orcadas del Sur. El autor presenta una serie de formas curiosas de Equinodermos, Gefíreos, Crustáceos, Pantópodos, Tunicados y Moluscos recogidos por el personal de la Estación meteorológica en aquellas islas. Entre ellos, un interesante Tectibrau- quio resulta pertenecer a una nueva especie, la Philine Gouldi. R. LEHMANN-NITSCHE, Objetos arqueológicos del extremo sur de la provincia de Buenos Aires. El autor euseña una serie de piezas arqueológicas compuestas principalmente por botones labiales y auriculares de tipo exótico, tropical, pro- cedentes de la región del golfo de San Blas. SOCIEDAD QUÍMICA ARGENTINA En su última sesión de julio de 1918 la Comisión directiva de este centro de estudios, ha instituído un premio anual a la mejor tesis presentada para optar el doctorado en química. Damos a continuacion la reglamentación del mismo : «PREMIO SOCIEDAD QUÍMICA ARGENTINA » Art. 1%. — De conformidad con el inciso 2% del artículo 1% de los estatutos so- ciales, con el objeto de estimular la producción científica y como aliciente de su perfeccionamiento, créase un premio anual denominado « Premio Sociedad Quí- mica Argentina ». Art. 2%. — Constituye el premio una medalla de oro de 45 gramos de peso con la siguiente inscripción : anverso : « Sociedad Química Argentina. Buenos Aires » ; reverso : « Premio a la mejor tesis del doctorado en química ». El nombre del agraciado y el año. Acompañará al premio un diploma. Art. 3%. — Para tal fin, los candidatos en condiciones de optar el premio, debe- rán presentar sus trabajos por triplicado, escrito a máquina o impreso, a la se- cretaría de la Sociedad, antes del 31 de diciembre de cada año. ; Art. 4%. — Dichos trabajos serán sometidos a estudio de un jurado constituído 224. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA por cinco miembros, nombrados en la forma siguiente : presidente, el de la So- ciedad Química Argentina; dos profesores universitarios elegidos por la C. D. de la Sociedad Química Argentina; un profesor universitario, nombrado por la Sociedad Científica Argentina, y un profesor universitario nombrado por la Fa- cultad de ciencias naturales de la Universidad de La Plata. Art. 5%. — Este jurado deberá expedirse en la primera quincena del mes de abril del año siguiente. En caso de que así lo estimase, puede declarar desierto el premio por falta de méritos. Su fallo es inapelable. Art. 6%. — El premio se entregará al agraciado en la primera reunión que la Sociedad (Química Argentina efectúe en el año, inaugurando las sesiones de comunicaciones y conferencias científicas. Art. 7%. — En cada ocasión, la C. D. dará publicidad a ese reglamento en los Anales, diarios de la capital y en la Facultad correspondiente, a los efectos de la concurrencia al mismo. SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA . Pedro Visca 7. . Mario Isola |. r. Germán Burmeister -|. . Benjamín A. Gould y. . R. A. Philippi +. . Guillermo Rawson +. . Carlos Berg . Aguilar, Rafael .......... Arteaga, Rodolfo de..... Alfonso, Paulino ......... -_Ballvé, Horacio.......... Bodenbender, Guillermo. . Bolívar, Ignacio ......... Bertoni, Moisés.......... Bale MS Bruce, William .......... Carvalho, José Carlos.... A E : Crinin, Demetrio......... Dela VOS Fuenzalida, José del €... Fontana, Luis Jorge ..... Guignard, León.......... Guimaraes, Rodolfo ...... Gjertsen Hjalmar, Fredik. Kinart, Fernando /....... Lafone Quevedo, Samuel A. Lo Mis Al. E MS ia Lugo, AméricO........... JiGnta, dal. ooo oboe Larrábure y Unánue E... Morandi, Luis........... SOCIOS HONORARIOS Dr. Valentín Balbín +. Dr. Florentino Ameghino ;. Dr. Carlos Darwin +. Dr. César Lombroso +.- Ing. Luis A. Huergo +. Ing. Vicente Castro +. Dr. Juan J. J. Kyle. Dr. Estanislao S. Zeballos. Dr. Walther Nernst. Dr. Eduardo L. Holmberg. Ing. J. Mendizábal Tamborel. Ing. Guillermo Marconi. Dr. Enrique Ferri. Dr. Carlos Spegazzini. SOCIOS CORRESPONDIENTES - ¡ Filadelfia. Méjico. Moore, Clarence.......... Montevideo. Moretti, Cayetano........ Milán. Sgo. de Chile. Martinenche, Ernesto..... París. TI. de Año N. Moore, Tobi Bios Nueva York. Córdoba. Montané, Luis....... Ln... Habana. Madrid. Medina, José Toribio .... —Sgo. de Chile. P. Bertoni (P.). Montessus de Ballore..... Washington. VNordenskjiold, Otto...... Edimburgo. Nilsen Fhowal......:.... Río Janeiro. Paterno, Manuel ......... Mendoza. Batroón Bablo Petrogrado. Porter, Carlos E.......... París. Pena, Carlos M. de....... Sgo. de Chile. Poirier, Eduardo........ E San Juan. Pérez Verdia, Luis....... París. Prestrud, Christian....... Amadora (P.). Reid, Walter F........... Corrientes. Risso Patrón, Luis....... Noruega. Reiche, Carlos........... Amberes. Sklodonska, Curle........ La Plata. Shepherd, Williams R.... Tucumán. Tobar, Carlos R.......0.. Roma. Torres Quevedo, Leonardo. Sto. Domingo. UnlS Mar Ea Burdeos. Villareal, Federico ....... Lima. Von Ihering, Herman.... Villa Colón (U). Volterra, Vit0......0...... Sgo. de Chile. Gothemburgo. Noruega. Palermo (1%.). Lima. Valparaíso. ' Montevideo. Sgo. de Chile. Méjico. Noruega. Londres. -Sgo. de Chile. Sgo. de Chile. París. Col. Un.N. York Quito. Madrid. Lima. Lima. San Paulo (B). Roma. Adamoli, Pedro A. Adamoli, Santos $. Aguilar, Félix. Aguirre, Pedro. Aldunate, Julio C. Almanza, Felipe G. Álvarez, Raúl. Álvarez, Agustín J. Amadeo, Tomás. Anchorena, Juan E. Anastasi, Camilo. Añón Suárez, Vicente. Arrillaga, Francisco C. Aráoz Alfaro, Gregorio. Arata, Pedro N. Arce, Manuel J. Aubone, Guillermo. Ayerza, Rómulo. Aztiria, Ignacio. Babuglia, Antonio. Bado, Atilio A. Baldassarre, Juan F. Barabino, Santiago. E. Barzi, Federico P. Bazterrica, Enrique. Benítez, Norberto. Besio Moreno, Nicolás. Bianchedi, Rómulo. Bolognini, Héctor. Bonino, Alfredo (h.). Bordenave, Pablo E. Bosch, Eliseo P. Bosisio, Anecto. Bonanni, Cayetano. Bonneu Íbero, León M. Bonarelli, Guido. . Botto, Alejandro. Botto, Armando P. Brian, Santiago. Briano, Juan A. Bruch, Carlos. Buadá y Morant, Antonio. Bunge, Carlos. Butty, Enrique, Calandrelli, Matías. Camus, Nicolás. Candioti, Marcial R. Canónica, Mauricio. Carabelli, Juan José. Carbonell, José. Y Caride Massini, Pedro. Carniglia, José. Carette. Eduardo. / Castro Zinny, Horacio. Chanourdie, Enrique. Clérice, Eduardo E. Cock, Guillermo. Collo, José. Contin, Diego T. R. Cremona, Andrés. Damianovich, Horacio. Darquier, Juan A. Dassen, Claro €. Delfino, Juan Carlos. : Dellepiane, Luis J. _Demarchi, Marco. Demarchi, Alfredo (hijo). Demichelis, Juan B. Delgado, Agustín. Doello Jurado, Martín. Dobranich, Jorge W. Domínguez, Juan A. Dubecg, Raúl E. Duhau, Luis. Duncan, Carlos D. Dupont, Enrique. Durrieu, Mauricio. Eguía, Máximo. Esteves, Luis P. Fablet, Luis E. Fernández, Alberto J. Fernández Díaz, A. Fernández, Francisco J. Flores, Emilio M. Font, Jaime. * Galtero, Alfredo. Gallardo, Ángel. Gándara, Federico W. Garbet, Adolfo. Garay Ponce, Filemón. García, ' Daniel A. Gatti, Julio J. Gerardi, Donato. Ghigliazza, Sebastián. Girado, Francisco J Girado, Alejandro. Godoy, Sebastián. González, Arturo. González, Juan B. Gradin, Carlos. SOCIOS ACTIVOS. e Grieben, Arturo. : Groeber, Pablo. Guitarte, Manuel. Guglialmelli, Luis C. CA ze Gurewitsch, Marco. Gutiérrez, Ricardo J. Gutiérrez, Carlos. Guesalaga, Alejandro. e . x + Guerrero, Mariano A. | Hauman, Lucien. Ll Hermitte, Enrique. y Herrera Vegas, Marcelino. Hicken, Cristóbal M. Hosseus, Carlos Curt. Holmberg, Eduardo A. Hoyo, Arturo. Huergo, Eduardo. Huergo, José M. Ingenieros, José. Isnardi, Héctor. Isnardi, Teófilo. Iturbe, Miguel. Jijena, Delfin. Kock, Víctor. Kenny, E. G. Laclau, Narciso C.. Lafone Quevedo, Samuel A. Labarthe, Julio, Lanfranco, Silvio. - Landeira, Pedro V. Larreguy, José. Latzina, Eduardo. Laub, Jacobo J. Lavalle, Francisco P. Lea, Allan B. y Leguizamón Pondal, Martno, Leli,' Arduino. Levylier, H. M. Loyarte, Ramón. Lizer, Carlos. Lorenzetti, Miguel V. Lozano, Nicolás. Lugones, Arturo M. Luro, Rufino. Madrid, Enrique de. Mainini, Carlos. Magnin, Jorge. Magnin, Félix J. Mallol, Emilio. Mamberto, Benito. Direcror : Docror EDUARDO CARBTTE Bo AS an OS Lo AE (suite A dl BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA , y Agrimensor Antonio Orús. 3 Conentel SSI Señor! Juan Botto a ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que Sus- Al tentam en sus escritos), que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo 5 por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con la Casa editora « CONI ». +4 Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, A etC., se po el enviarán a la da Cevallos, 269. — La Dirección. S! _ PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA Local de la Sociedad, Cevallos 269 (abierto de 3 a 7 yde 8 a 11 p. m.), y principales librerías $ m/n : $ m/n S ¡A SA A . SS 00.. ¡Námero atrasado tae 2.00 ñ LE O 12.00. Número atrasado para los socios 1.00 . LA VÍGÉTATION DES MAUTES CORDILLERES DE MENDOZA (RÉPUBLIQUE ARGENTINE) PAR LUCIEN HAUMAN Professeur á Université, conservateur au Musée d'Histoire naturelle de Buenos Aires (Suite et fin) PARTIE SYSTÉMATIQUE CATALOGUE DES PLANTES VASCULAIRES INTRODUCTION J'ai réuni dans le catalogue qui constitue la troisieme partie de ce travail les noms de toutes les plantes á moi connues des Hautes Cor- dilleres de Mendoza, soit (apres le matériel déterminé par moi, soit «Papres les écrits (autres auteurs. Dans la premiére catégorie (262 sur 417), a cóté de celles que j'ai personnellement récoltées entre Aconcagua et le Tupungato (212 especes), figurent des plantes rapportées par d'autres collectionneurs: je citerai spécialement MM. R. Sanzin, de Mendoza (Puente del Inca, Cordillere de Tunuyan et divers sommets de la Précordillere), €. Reed, directeur du Musée de Mendoza (Las Cuevas), Miles Stuart Penning- ton (Las Cuevas), Henri Joffrin (Puente del Inca) et Ed. Carette (som- mets de la Précordillere). J”ai étudié en outre, une petite collection du Valle del Yeso, dans le sud de la province (leg. Gerling, Herb. Mus. Hist. Nat. de Bs. Aires) et une partie des collections rapportées par (G. Bodenbender de la Cordillere de PEspinacito (sud de la province «le San Juan). Je remercie vivement: MM. Carette, Joffrin, Reed et Sanzin, ainsi que M. Domínguez, directeur du laboratoire de botani- que de la Faculté de médecine de Buenos Aires, auquel appartien- nent les plantes de Bodenbender et de M. S. Pennington. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 16 226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Quant aux especes citées par d'autres auteurs, j'al cru nécessaire de les adjoindre a ce catalogue, tant pour faciliter les recherches ulté- rieures que pour pouvoir embrasser plus facilement toutes nos con- naissances sur la flore de la région. Ce procédé a, je le sais, Pincon- vénient d'ajouter les anciennes erreurs aux nouvelles: erreurs de détermination, surtout fréquentes dans les grands genres ou les mé- mes plantes figurent en plus d'un cas sous des noms différents, erreurs sur Porigine des échantillons, origine indiquée d'une facon inexacte, trop générale ou trop spéciale, et qw'il n'est pas possible de retrouver sur les cartes. Je crois cependant avoir pu déméler, dans la plupart des cas douteux, les plantes des montagnes centrales de celles de la Précordillere, et avoir pu éliminer ou signaler comme probables un certain nómbre d'erreurs. Jai déja fait observer ailleurs (1) les gran- des difficultés que présentent de nombreuses déterminations, difficul- tés qui nYont obligé a multiplier les notes de caractere systématique. La plupart des especes mentionnées se trouvant décrites dans les ouvrages d'ensemble sur la flore du Chili (Gay et Reiche), je nai rap- pelé les descriptions dont je me suis servi pour la détermination que dans des cas particuliers. On trouvera, par contre, les indications. bibliographiques des citations se rapportant a la région. Jai méme employé pour les ouvrages le plus souvent cités, des abbréviations. dont on trouvera facilement la signification dans la liste bibliographi- que quí termine ce mémoire. Enfin, j'ai réuni dans le tableau suivant, des renseignements géo- eraphiques sur les endroits mentionnés : latitude, longitude, altitude: et distance au point le plus voisin du divortium aquarum. (1) Premiere partie, pages 123 et 155. LA VÉÚGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 227 RENSEIGNEMENTS GÉOGRAPHIQUES SUR LES ENDROITS CITÉS E Endroits Latitudes El E Altitudes Voyageurs 3.3 É= E ARA Km. Métres Cordillere de 1Espinacito.......... 32010 432020| 25 [4600 a 4900 G. Bodenbender Frontiére San Juan-Mendoza....... 32030 == = == Paso de la Cumbre................ 32 50 0 3842 nombreux voyag., L. H. Station Las Cuevas................ 32 50 3 3100 » vanolde Horcomest 32 50 12 3000 » Puente dal Incas ooo ea 32 50 18 2700 » Euntade Macas at de 32 52 32 2350 » Campement Rio Blanco supérieur... 32 59 324 3600 L. H. y » inférieur... 32 55 30 2400 » Campement Rio Tupungato moyen. .. 33 7 30 2600 » » supérieur. 33 20 5 3500 » Campement Rio Plomo supérieur... 33 8 3a4 3600 » Portillo de las Pircas.............. 33 15 0 4837 » Vallecito (Cordillera de la Llareta) 33 35 25 2600 R. Sanzin Portillo de los Piuquenes........... 33 58 0 4054 Darwin, Gillies, Leybold El Portillo (Portillo mendocino) .... 33 57 25 4373 » Pai ad ao eo 34 5 6 3830 Gillies Laguna del Diamante. ............. 34 10 8 3227 » Paso de la Cruz de Piedra......... 34 17 = 4030 Leybold, O. Kuntze » Si aseo La 34 28 — 3978 Gillies Cerro La Polcura (1) .........0..... 34 30 0 2 » po poo Ena 34 35 0 ? » Confluence du Rio Lágrimas et du OA oia 34 43 20 2200 Wilezek DEGAS ooo OaS E 34 46 5 3193 » » de la Casa de Piedra...... 34 50 15 3450 » » AMABA 34 51 5 3200 » Ricdr ade 34 56 7 2490 » Paso de las Damas............0... 34 54 = 2900 » Bortezuelo AMLO 35 8 18 2620 F. Kurtz Rio Tordillo superior............... 35 0 13 [2100 a 2500 » Valle de las Leñas amarillas ....... 35 8 22 |2000 a 2300 Gillies, F. Vialle Hermoso....ooooomn 35 8 15 2100 F. Kur Paso del Planchón................. 35 12 — 2860 Gillies, Ces Valle del ESO. coooo00oorooaadoo ds 35 33 0417/2000 a 3000 Gerling Male deslos tÁmgcles. la ao. 35 42 0417/2000 43000 > Frontiére entre Mendoza et Neuquen. 36 0 — + = Cordillera del Viento .............. 3650 43710| 50 | max. 2900 F. Pastore (1) Je ne suis pas arrivé á une absolue certitude sur la situation exacte de cette montagne. 228 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PTÉRIDOPHYTES POLYPODIACEAE 1. Cystopteris fragilis L. (det. Dr. C. M. Hicken). Un seul exemplaire rachitique développé tout entier dans une fente de rochers, par 3500 m .'altitude, á quelques centaines de metres du elacier Juncal. — Cité par Philippi I, page 407 : Portezuelo del Por- tillo. PHANÉROGAMES GNETACEAE 2. Ephedra americana H. B. K., var. andina (Poepp.) Stapf. — Pl. XITI, fig. 2. Un des éléments caractéristiques du fond des vallées et de la base des pentes entre 2000 et 2500 metres. — Cité par Burkill, page 375. Obs. L'espece existe en forme élevée atteignant 150, et en forme naine presque rampante, de 020, extrémes entre lesquels existent de nombreuses transitions. Les arilles ordinairement rouges sont parfois blancs. POTAMOGETONACEAE 3. Potamogeton pectinatus L. Abondant dans l'étang de Horcones (2800 m.) et dans quelques OF ruisseaux de la vallée du Rio Plomo. — Cité par Burkill, page 375. 4. Zannichellia palustris L., proles genuina Aschers. Mares et réservoirs d'eau du chemin de fer, entre Puente del Inca et Punta de Vacas; Vapres Spegazzini, dans lVétang de Horcones (Physis, UL, p. 38). Obs. Tiges tres longues, flottantes : il semble qwil s'agisse de la var. major (Boemn.) Koch. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 229 SCHEUCHZERIACEAE 5. Triglochin palustris L. Assez abondant autour des sources et, par endroits, aux parties marécageuses du bord des riviéeres jusque vers 3000 metres. 6. Triglochin striata R. et P., var. montevidensis (Spreng.) Buch. Las Cuevas, sur le mont Tolosa, vers 3500 metres, leg. €. Reed, février 1918. Obs. Exemplaire robuste, de 30 centimetres de haut, feuilles planes de 12 centimetres sur 3 millimetres. GRAMINEAE 7. Agrostis araucana Phil. Rives du Rio Mendoza pres de Puente del Inca. — Cité par Burkill, page 375, pour le méme endroit. Obs. Differe de Pespece suivante par sa glumelle aristée. S. Agrostis glabra (Pres!) Kunth. Belle espece a panicules rouges, commune au long des riviéres et des ruisseaux entre 2500 et 3000 metres (Rio Tupungato, Rio Men- doza). 9. Atropis tenuifolia (Presl) Hauman : (Desvaux, in Gay, VI, p. 392, tab. 81, fig. 2, sub Catabrosa). Rare pres de Puente del Inca, janvier 1910, et de Las Cuevas (mars 1918); Uspallata (1700 m.), janvier 1908. L'espece nr était connue que pour la « Alta Cordillera de los Patos », au Chili, un peu au nord de la région qui nous intéresse. Obs. Je exois pouvoir ranger parmi les synonymes de cette espece Atropis argentinensis Hackel (in 4Arkiw f. Bot., VIIL, S, p. 45) des hauts plateaux andins de Jujuy, mais dont il a été décrit une forme mendocina Hackel (loc. cit.). Les descriptions coincident jusque dans leurs moindres détails, eb des exemplaires recueillis par moi a La Quiaca correspondent moins exactement avec la description de Hac- kel que ces échantillons de Puente del Inca, lesquels appartiennent au type et non a la forme mendocina. La seule différence a noter avec les deux descriptions est que les épillets de la plante de Puente del 230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Inca sont ordinairement 1-flores, plus rarement 2-flores et jamais 3- flores. La plante de La Quiaca présente des glumes un peu moins obtuses. 10. Bromus macranthus Mey. — Fig. 5. Tres commun dans le fond des vallées et au pied des pentes jusque vers 3200 metres. Fréquemment attaqué par Ustilago bromivora. — Cité par Spegazzini, Mycetes, V, n* 475. Obs. 11 Yagit ici de ce qu'on peut considérer, me semble-t-i1l, comme la forme typique (B. macranthus Mey., var. macrantha Desv., in Gay, VI, p. 443), formant des touffes de 30 4 50 centimétres de haut, a panicules de plus ou moins 10 épillets. Il existe des formes se rap- prochant de la var. minor, mais á feuilles planes et épillets plus ou moins réduits (Pennington, n* 41, Las Cuevas). Bromus macranthus Mey., var. minor Desv. Las Cuevas (3100 m.), leg. Pennington, n* 2 et 34. Obs. 1l ne semble pas qwil y ait lieu de constituer ici une sous- espece comme le fait Hackel (cf. Skottsberg, Zur Flora des Feuerlan- des, p. S, Vastérisque employé par cet auteur indique la sous-especes, comme le démontre le contexte). Ues exemplaires ont de 7 411 centi- metres de haut, des feuilles convolutées et des panicules 1-3 flores. 11. Bromus unioloides (Willd.) H. B. K. Quelques plantes isolées, en 1908, pres de Puente del Inca; tres abondant au méme endroit et jusqu'a Las Cuevas, en mars 1918. Obs. Les épillets, en 1918, étaient fréquemment viridifiés et atteig- naient 45 millimetres de long sur 12 de large. Les fleurs alors sont stériles, les glumelles des fleurs inférieures qui atteignent 30 millime- tres sont de consistance normale, celles des fleurs terminales, rédui- tes et completement enveloppées par les glumelles précédentes, sont légerement charnues. 12. Calamagrostis eminens (Presl) Steud. — Relig. Haenkeanae, 1, p. 250. — Fig. 4 et pl. XVIII, fig. 2. Abondant aux parties marécageuses du cours des riviéres, autour des sources, sur les pentes, et jusqu'aux oasis des sommets, de 2700 a 3900 metres. — Cité par Burkill, page 375. 13. Calamagrostis erythrostachya (Desv.) Hackel. Cesati, page 19: Plan del Arenal, á la base du Cono del Planchon (sub De- yenxia). LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 231 14. Calamagrostis velutina (Nees et Mey.) Hauman. — Fig. 5 et pl. IC, Me Autour des sources, dans la vallée, pres de Puente del Inca, mars 98: Obs. Exemplaires ne s'écartant de la description de Desvaux (Gay, VI, p. 321) que par leurs feuilles plus courtes, les limbes les plus longs ne dépassant pas 5 centimetres. La plante forme des coussins denses, piquants, dominés par les tiges florales longues (20 cm.), min- ces et nues dans toute la partie dépassant les feuilles. Calamagrostis velutina (Nees et Mey.) Hauman, var. breviculmis Hauman. — Fig. 5. A typo differt culmis folúa non superantibus. Exemplaires á feuilles trés longues (15-22 cm. de longueur totale) á tiges florales dépassant á peine la gaine élargie de la feuille supé- rieure; inflorescence presque toujours dominée par la pointe des feuil- les, á peine plus longues, moins denses et plus étroites que dans le type. Par pieds isolés, entre les pierres, au bord des oasis et dans les anciennes moraines de la région supérieure, entre 3500 et 3700 me- tres, janvier 1908. — Cité par Hauman, Notes Floristiques, page 402, sans spécifier la variété. 15. Danthonia picta Nees et Mey. Las Cuevas, Pennington, n” 11. Obs. Exemplaires á épillets biflores et dans lesquels les poils supé- rieurs des glumelles atteignent pas Pextrémité des lobes de celles-ci. 16. Deschampsia andina Phil. Cité par Stuckert, Gram. Argent., 11, n* 202, Valle Hermoso, a 2000 metres WValtitude, sans doute aussi par Kurtz, Rio Salado, p. 203, sub Deyeuxia andina Phil. (qui n'existe pas) forma humilis Kurtz : Portezuelo Ancho. 17. Deschampsia antarctica (Hook.) Desv. Kurtz, Collect. ad Fl. argent., p. 39, Paso del Portillo, La Llareta, a 3300 me- tres d'altitude, février 1900. Ne s'agirait-il pas de l'espece précédente, dont des exemplaires tres réduits pourraient étre confondus avec l'espece magellanique ? 18. Deschampsia cordillerarum Hauman. — Fig. 4. Robusta, dense caespitosa, glaberrima, foliis rigidis, vagina strami- nea, laevi, amplissima, ligula membranacea longissima, profunde bifida, laciniis acutis, lamina scabriuscula, acuta, saepius horizontaliter diva- ricata; culmis floriferis 1-2 pedalibus, 2-foliatis, usque ad medium vagi- 232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA natis, panicula brevi, laxa, sat pauciflora, ramis capillaribus in nodis inferioribus binis, superioribus solitariis, infra nudis, supra atris, fo- riferis; spiculis fusco-aureis, nitentibus, mediocribus, breviter pedicella- tis, bifloris ; glumis subaequilongis, flores subaequantibus, ovato-attenua- tis, apice denticulatis; flosculis basi pilosis, yglumella infera apice obtusa denticulata, arista supra basim orta vix geniculata, flosculo fere duplo longiore, glumas longe superante. Plante entierement glabre, formant des touffes denses de 50 centi- métres de diametre et plus, constituées (un tres grand nombre de pousses stériles (5-8 pour chaque tige florifere), présentant de 2a 6 feuilles enveloppées a la base dans la gaine de la feuille inférieure; gaine jaune clair, brillante, de 2%5 a 3%%5 de long sur 8 millimetres de large (ouverte); ligule membraneuse, atténuée en pointe, profon- dément bifide, de 12416 millimetres de long; limbe plié longitudina- lement, rigide, un peu piquant, légerement scabre, fort étroit (195 de large, ouvert) et de 4 a 8 centimetres de long. Tige florale atteignant 50 centimetres, portant 2-3 feuilles, la supé- rieure engainante sur une longueur de 12 415 centimetres et a limbe court (2-3 cm.), caduque; inflorescence courte (10 em.), assez ouverte (3-5 cm. de large), plutót pauciflore; rameaux inférieurs géminés, les supérieurs solitaires, les plus longs ne dépassant pas 5 centimetres, deux ou trois fois bi-ou trichotomiques, floriferes a leurs extrémités; pédicelles courts (1-3 mm.). Épillets brillants, bruns á la base et dorés au sommet des glumes et glumelles, de 4 millimetres de long (sans l'aréte), biflores, avec un prolongement stérile de axe; glumes sub-égales, ovales-lancéolées, dentelées au sommet, de 4 millimetres de long; fleurons 2, poilus a la base, fusiformes mais obtus au sommet, l'inférieur de 3 millimetres de long sur 1 millimetre de large, le supérieur un peu plus court; entreneud de Vaxe et prolongement stérile d'environ 1**5 de long et couverts de lones poils blanes; glumelle extérieure dentelée au som- met. portant tout pres de la base une aréte un peu tordue et peu ge- nouillée, de 5 a 6 millimetres de long; glumelle externe sensiblement plus courte; étamines 3, anthere de 2%*5; caryopse... En mars 1918, au bord de la riviére, a Las Cuevas, od l'avait aussi récolté M. M. S. Pennington (n” 22, exemplaire sans feuilles). Obs. I. On vavait cité de cette partie de la Cordillere que Des- champsia antarctica (Hook.) Desv., tres douteuse a cette latitude, et D. andina Phil. D. cordillerarum ne peut étre confondue avec la pre- miére de ces especes et elle differe de la seconde par Paspect et les LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 233 dimensions de ses feuilles (spécialement des ligules), sa panicule beau- coup plus modeste, ses fleurs plus petites et Paréte bien plus longue. Elle est beaucoup plus voisine de D. flexuosa (L.) Trin., dont on pour- rait peut-étre la considérer comme une variété, mais ces exemplaires s'écartent beaucoup plus des types européens (Exsiccata de Kneuc- ker, n% 104 et 271) que les spécimens originaires des terres magella- niques rapportés á cette espece (entre autres le n* 124 de Skottsberg, des ¡les Malouines), spécimens déjáa assez différents, me semble-t-il, de la plante boréale pour laisser planer le doute sur leur identité. L'espece de la Cordillere de Mendoza s'écarte nettement de DP. Jle- xuosa par son mode de végétation et son caractere alpin assez nette- ment xérophile (touffes denses dues á la multiplicité des pousses sté- riles, gaines longues, larges et brillantes, limbes courts, rigides et piquants), par ses ligules trois ou quatre fois plus longues, eb ses fleurs plus petites dans toutes leurs parties. Peut-étre s'agit-1l de la plante des Cordilleres de Coquimbo dont Desvaux (in Gay, VI, p. 337) avait ramené a D. discolor (Thuil.) Roem et Schult. (synonyme de D. flexuosa?) des exemplaires incomplets dont précisément il Wa- vait pas vu les parties végétatives, quí fournissent en ce cas les meil- leurs caracteres différentiels. Obs. 1. 11 me parait intéressant de faire remarquer Pextraordinaire ressemblance des fleurs de Deschampsia avec celles de certains Cala- magrostis. Ainsi, les épillets de ces exemplaires, sauf qw'ils sont biflo- res, sont, peut-on dire, identiques á4 ceux de Deyeuxia erythrostachya Desv., dans les dessins de Desvaux (Atlas de Gay, tab. 78, fig. 1), et ces dessins ne présentent que de minimes différences avec ceux repré- sentant Deschampsia (Aira) antaretica, dans Hooker, Flora Antarctica, II, planche 133, planche dont la figure 4 représente un épillet uni- flore! Les Calamagrostis á arétes dorsales tordues et plus ou moins genouillées, ev pourvus d'un prolongement du rachis, ne s'éloignent des Aveneae que par leurs épillets uniflores, et on pourrait se deman- der si Pancien genre Deyeuxia vaurait pas plutót sa place comme section uniflore de Deschampsia que parmi les Calamagrostis. 19. Elymus agropyroides Presl, var. brevimucronatus Hauman. A typo differt glumella inferiori sub-mutica, in mucrone via 005 producta, et subenervia. Alors que dans le type la glumelle extérieure est fortement 5-ner- vée et aristée, Varéte atteignant et dépassant le tiers de la longueur de la glumelle (ef. Desvaux, in Gay, VI, p. 566), dans cette variété, 234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que J'aurais décrite comme espece si la systématique du genre n'était pas si douteuse et les especes si variables, cette méme glumelle est presque tout a fait lisse, ne laissant que deviner une ou trois nervu- res, et ne présentant qu'un mucron ne dépassant pas les lobes termi- naux, entre lesquels il est inséré. Comme dans beaucoup Pautres Elymus, les épillets sont souvent réunis par trois sur les dents du rachis. — Quelques épis présentaient des épillets viridifiés comme ceux de Bromus umioloides (voir plus haut). En amont et en aval de Puente del Inca (au bord de la riviere, rare en 1908, tres abondant en 1918); pres de Punta de Vacas (Herb. Fac. Agron. de B. A., n* 133). J'ai vu des exemplaires du versant chilien de la Cordillere, á la méme latitude (leg. Buchtien, février 1903, bords du Rio Juncal, 2200 m., herbier Baenitz, n*1161, sub £. agropyroides Presl) et de la Patagonie australe, lac San Martín, Hogberg, n* 60, février 1903 (Herb. Fac. Med. de B. A.). 20. Elymus erianthus Phil., in 4. Mus. Nac. Chile (1892, p. 13). Assez abondant en janvier-février 1908 dans la vallée du Rio Tu- pungato vers 2400 metres et n'était pas rare dans la vallée du Rio Mendoza depuis Potrerillos (1350 m.) en novembre 1913, jusqwá Puente del Inca (2700 m.), d'on provenaient les exemplaires décrits par Philippi (loc. cit.). A été trouvé en outre au Cerro de los Cordo- beses (3000 m.), dans la Précordilléere: Spegazzini, n* 98.741, ex Herb. F. Kurtz. — Cité par L. Hauman, Notes Floristiques, n* 23. Festuca Eliottii Hackel : voir Poa chilensis. 21. Festuca ovina L., var. magellanica (Lam.) Hackel. Syn. F. magellanica Lam. Kuntze, Revisio, p. 354 : Paso Cruz, 2600 metres. 22. Festuca subandina Phil. Kuntze, Revisio, p. 354: Paso Cruz, 2600 metres. Festuca sp. Chodat et Wilezek, p. 284, Rio Atuel, 2800 metres, « fétuque piquante ». Festuca sp. Burkill, p. 375, Vallée du Rio Horcones á 12.000 pieds, «near Festuca sca- briuscula ». 253. Hordeum comosum Presl, typicum (Hauman, Hordeum sponta- nés, p. 279). Syn. H. jubatum L., var. comosum (Presl) OK. Peu abondant dans les vallées et au pied des pentes. »% LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 235 Hordeum comosum Presl, var. humilis Desv. (Hauman, /bid., p. 281). — Fig. 5. Tres commun partout: vallées, pentes et sommets jusque vers 3700 metres; est un des éléments caractéristiques de la flore des hautes régions. Épis tantót violacés, tantót verts. 24. Hordeum secalinum Schreb., var. pubiflorum (Hook. f.) Hauman, Ibid., p. 306. Commun au bord des riviéres et autour des sources, jusque vers 3200 metres. 25. Koeleria Grisebachii Domin., var. mendocinensis Hauman. Differt a typo varietatibusque Riojensi et Catamarcensi, culmis gla- berrimis, glumis glumellisque in carena brevissime ciliolatis, arista 2 mm. longa, 1 mm. sub apice glumelli orta, articulo sterili rhachidis quam anteriore longiore. Tiges extrémement glabres, de 15 a 20 centimeétres de haut, feuil- les et gaines tres légerement pubescentes, panicule brillante, verte, violette et argentée, se décolorant á la maturité; caréene des glumes et surtout des deux glumelles tres brievement mais tres nettement ciliée, aréte de 2 millimetres naissant 1 mm. en dessous du sommet de la glumelle extérieure bifide, prolongement de Vaxe plus long que Particle interfloral, article et prolongement couverts de longs poils blanes. Dans le gazon, au bord de Vétang de Horcones, mars 1918. 26. Koeleria sp. Au bord de la riviere, a Las Cuevas, en mars 1918. Obs. Je publierai ultérieurement une étude de cette espece. 27. Melica andina Hauman, in Votes Florist., p. 403. Peu commun dans les fentes de rochers, sur les pentes (vallée du Tupungato, 2500 m.). 28. Phippsia Wilezekii Hackel, in Fedde, Repert., VIL, p. 322. Hackel (loc. cit.) : vallée de 1”Atuel (Cajón del Burro) a 3200 métres, abondant. Obs. Genre dont on ne connaissait avant celle-ci quéune seule espéece arctique et circumpolaire. 29. Phleum alpinum L. Peu abondant au bord des Rios Mendoza et Tupungato ou autour des sources, jusque vers 2700 metres, rare plus haut: Las Cuevas, leg. Reed. — Cité par Kurtz, Rio Salado, p. 203. 236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 30. Poa acutifolia Hauman, in Votes Florist., p. 405, tab. 4.— Fig.4. Avec Calamagrostis eminens (Presl) Steud. aux endroits marécageux des vallées entre 2000 et 3400 metres; dans la Précordillere, leg. San- zin, n* 1294. 31. Poa annua L. Puente del Inca (mars 1918) en un seul endroit, et en 1908, pres de la station Punta de Vacas, autour (une source évidemment visi- tée par le bétail (2350 m.). — Cité par Kurtz, Rio Salado, p. 196, comme abondant autour des sources dans le cours supérieur du Rio Atuel et pour les sommets de la Précordillere (Plantas recogidas por Bodenbender, p. 521). 32. Poa chilensis. Trin. emend. Desv. in Gay, Flora de Ohile, VI, p. 415. — Fig. 5 et pl. XX, fig. 2. Syn. Festuca Eliottiíi Hackel? Poa plamifolia O. Kuntze? Poa chi- lensis Trin., var. robustior Phil. et var. oligoclada Phil., in An. Univ. Chile, t. 94, p. 172 et 178. Tespece peut-étre la plus commune de toute la région explorée, depuis le fond des vallées, a partir de 2300 metres, jusqu'a la ré- gion des sommets. Obs. La détermination de cette espece, sl importante en raison de son abondance, reste cependant pour moi des plus douteuses; la des- cription originale ou du moins la transeription dans Steudel, Synop- sis, L, p. 258, est absolument sans valeur : elle ne mentionne méme pas s'1l s'agit (une espece dioique ou hermaphrodite, et lui attribue en outre des feuilles filiformes et des racines souvent stoloniferes. Aussi, comme le faisait déja remarquer O. Kuntze (Rev. III, 2, p. 366), les auteurs ont-ils dénommé Poa chilensis des choses tres difté- rentes : j'ai sous les yeux des exemplaires ainsi déterminés par Gri- sebach (Lorentz et Hieronymus, n” 76, Nevado del Castillo. Salta), par Hieronymus et par Philippi, tres différents 'un de Pautre et, quoique du méme groupe, différents aussi de Poa chilensis décrit tres minutieusement par Desvaux et dont j'ai pu étudier un tres probable duplicata (Gay, n* 206, Cordillere de los Patos, janvier 1887). Dans la suite Vespece a été citée pour la Patagonie, voire méme pour la cóte de PAtlantique (Dusen, Puerto Madryn, det. Hackel!) et pour la Puna de Atacama (Fries), sans que les auteurs aient paru se ren- dre compte de Pinsécurité qui regne á son sujet. Personne au con- traire, ne la cite. pour la Cordillere de Mendoza ou elle abonde. Je pense par contre que la méme plante a été décrite sous (autre noms: LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 237 Poa planifolia Kuntze (exemplaires rachitiques) et Festuca Eliottii Hackel (exemplaire incomplet) me paraissent identiques au Poa chi- lensis de Desvaux et la premiere serait tout au plus un exemplaire nain de la var. f£ du méme auteur. Deux questions se posent done: P. chi- lensis de Desvaux est-il réellement P. chilensis Trin.?, question que seule létude du type permettra de résoudre, et Vautre part : P. chi- lensis Trin. emend. Desvaux est1l un Poa ou un Festuca? On sait com- bien les limites des deux genres sont confuses : l'espece quí nous occupe tient a Festuca par les nervures de ses glumelles, incompletes et non convergentes, mais s'en éloigne par ses glumelles aussi caré- nées que dans les vrais Poa, et par ses caryopses entierement libres. D'incertitude au surplus est ancienne : F. Eliottii Hackel (de Las Cuevas) dont la deseription coincide parfaitement avec celle de Des- vaux, appartient, d'apres son auteur, á la section Leucopoa (Gris.) Hackel, mais le genre Leucopoa Gris. était ramené a Poa par Ben- tham et Hooker, qui le considéraient précisément voisin des Dioico- poa et spécialement de Poa chilensis (Gen. plant., TIL, p. 1196), coin- cidence qui vient renforcer mon opinion sur 'Videntité des plantes de Hackel et de Desvaux. Pour ce qui est des caracteres de Pespece, les fleurs ont été par- faitement décrites par ces deux derniers auteurs, mais les dimensions de toutes les parties sont infiniment plus variables qwils ne Pont soupconné : tiges de 12 4 50 centimetres; gaines des feuilles basales de 2 4 10 centimetres de long sur 6 a 15 millimétres de large; limbe vert pur, parfois glauque, plane, plié ou légerement enroulé, de 2,5 a 3,9 Mmillimetres de large; la ligule est toujours tres développée (44 Ss mm.) et la pointe du limbe jaune clair, sclérifiée, piquante; tige tlorale engainée tantót jusqu'a la base de Pinflorescence, tantót jus- que environ la moitié de sa hauteur; inflorescence épaisse, présen- tant un brillant métallique, plus ou moins dense et plus ou moins lobée, de 2413 centimetres de long sur 6 418 millimetres de large, le nceud inférieur émettant de 1 á 6 rameaux dont les plus longs atteignent 5 centimetres; épillets de consistance papyracée, de 3a 6 fleurs, de 4aá S millimetres de long, tantót fusiformes lancéolés (3 fois plus longs que larges), á fleurs étroitement imbriquées, tantót presque aussi larges que longs, a fleurs écartées du rachis et se recou- vrant á peine. Rachis, glumes et glumelles parfaitement glabres (dans le type), elumes subégales, aussi longues que les fleurs inférieures quí ont 4 a 5 millimetres. Outre le type a callus et glumelles parfaitement glabres dans le- 238 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA quel rentre la var. robustior Phil. et oligoclada Phil. (loc. cit.), il me parait convenable de distinguer les variétés suivantes (1): Poa chilensis Trin. emend. Desv., var. Desvauxii Hauman. Syn. var. £, in Desvaux, loc. cit. Plante identique au type et sans doute aussi variable dans les di- mensions de toutes ses parties, mais á callus laineux et á glumelles ciliées sur la carene et sur les bords. On pourrait la considérer peut- étre comme une espece distincte s'l n'existait des formes intermé- diaires (var. planifolia, ci-dessous). Cordilleres de Tunuyán, Vallecito, a 2700 metres, leg. Sanzin, nu- méros 1330 et 1332. Poa chilensis Trin. emend. Desv., var. planifolia (OK.) Hauman. Plante de petites dimensions, d'apres la description originale, dans toutes ses parties, mais sans doute aussi variable que le type dont elle differe surtout par le callus poilu; les glumelles sont elabres. Cité par Kuntze, kRev., IL, 2, p. 366, Paso Cruz a 2500 métres. Obs. Ici se rangerait fort bien un exemplaire du Musée de Santia- go quí m'a été remis par M. Fuentes comme Poa chilensis Trin. var. oligoclada Phil. (avec étiquette originale de Philippi), mais qui par ses épillets tres petits et 3-flores s'écarte totalement de la deserip- tion originale (Am. Univ. Chile, t. 94, p. 173), et qui présente quel- ques longs poils sur le callus. 33. Poa holciformis Presl. Kuntze, Revisio, p. 360, Paso Cruz, 3000 metres. Poa planifolia O. Kuntze; voir Poa chilensis var. planifolia. 34. Poa scaberula Hook. f., var. nudiflora Hauman. A typo differt habitu robustior (ad 50 cm..alt.), vaginis foliorum fere toto laevibus, panicula longiori, et praecipue floribus fere elanatis. Plante robuste émettant 5 ou 6 tiges florales et'atteignant 50 cen- timetres de haut; gaines foliaires brillantes et á peine légerement sca- bres au contact; limbe foliaire dépassant parfois 12 centimeétres (feuille brisée) sur 4 de large; ligule assez grande (2-4 mm.) de forme (1) La plante du Nevado del Castillo déterminée comme Poa chilensis Trin. par Grisebach, in Symbolae, n* 1849, n*appartient certainement pas a cette es- pece, en raison de sa panicule beaucoup moins dense, la consistance herbacée de ses épillets, ses ligules tres courtes, etc. Elle se rattacherait en tous cas á la, var. Desvauxt en raison des callus laineux. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 239 tres variable, tantót aigué, tantót obtuse. Panicule tres dense, sub- spiciforme, tres allongée, parfois interrompue a la base, de 6-14 cen- timétres de long sur 7 415 millimetres de large; épillets 3-4 flores, exactement semblables á ceux du type (Hooker, Flora Antarct. y. 318; Desvaux in Gay, VI, p. 404; exemplaires du détroit de Magel- lan, det. Philippi ex Herb. Kurtz, et du Chubut, forma carenleofuen- sis Speg., leg. lin, n* 42, déterminé par Hackel comme P. scaberula in Stuckert, Tercera Contr. al Conoc. de las Gram. argent., p. 158-159; Wildeman, Phanér. des Terres Magell., tab. 14, fig. 10-17), sauf que les glumelles sont absolument glabres et que les articles du rachis ne portent a la base des fleurs que de rarissimes (2-4) poils laineux qui passent au premier abord completement inapercus. Vallée du Rio Mendoza, pres de Puente del Inca (2700 m.), rare en janvier 1908. Obs. Peut-étre faudra+t-1l considérer cette variété comme une es- pece distincte? Je ne Pai pas fait eu égard a la tres grande variabi- lité de P. scaberula Hook., aussi bien dans les dimensions de Vépi, de 2 millimetres de large (var. gracillima Speg., exemplaire de la Sierra de Achala) á 20 millimetres (*/, de pouce d'apres Hooker), que dans Vabondance des poils sur les glumelles et le rachis de VPépillet. La ressemblance avec les figures citées de Wildeman est absolue, sauf pour ee qui est de l'absence des poils laineux. 35. Polypogon interruptus H. B. K., var. crinitus (Trin.) Hackel. Abondant au bord des rivieres et des sources, jusque vers 2700 metres. 36. Sporobolus asperifolius Nees et Mey. Aux parties sablonneuses des vallées jusque 2400 metres. or” 37. Stipa chrysophylla Desv., var. major Desv. (Spey. Stip. Plat., p. 49). Pres de la station de Punta de Vacas, mars 1918. — Cité par Spe- eazzini (loc. cit.): Punta de Vacas, Puente del Inca; Burkill., p. 375: vallée de Horcones, vers 3600 metres (sans mentionner la var.). 38. Stipa Neael Nees. Peu abondant dans les vallées jusque 2500 metres. 39. Stipa speciosa Trin. et Rupr. — Pl. XII, fig. 1. Un des éléments caractéristiques de la végétation des pentes qw'on trouve aussi dans le fond des vallées et dans la région des somumets, 240 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA jusque vers 3700 metres. L'espece est extrémement variable; j'ai observé dans la Haute Cordillere les formes et variétés suivantes : Stipa speciosa Trin. et Rupr., forma minor Speg. (loc. cit., p. 58). Tiges florales atteignant 40 centimetres et dépassant nettement les feuilles. Peu abondant dans les vallées. Signalé par Spegazzini (loc. cit.) pour Puente del Inca et par O. Kuntze, Revisio, p. 3711 (sub St. hu- milis Cav. var. speciosa) sans spécification de forme, pour le Paso Cruz entre 1700 et 2700 metres. Stipa speciosa Trin. et Rupr., forma andina Hauman. — Fig. 5. Foliis rigidis, densissime congestis, 10-20 cm. longis, inflorescentias contractas superantibus. C'est la forme la plus commune, caractéristique des pentes et des sommets od elle atteint 3800 metres. Stipa speciosa Trin. et Rupr., var. gymnostachya Hauman. Foliis radicalibus usque 10 cm. longis, fere capillaribus, culmis quam in typo magis tenuibus, non rigidis, folúis 5-plo longioribus et ultra, 2-3 foliatis, vagina folii suprema non spathaceonflata. Plante Yun aspect si différent avec ses feuilles courtes, ses tiges tres longues et absence de spathe á la base de Pinflorescence qu'on la prend au premier abord pour une espece différente, mais les épil- lets sont absolument identiques á ceux de type. Assez rare dans les vallées, janvier 1910. 40. Trisetum Preslii (Kunth) Desv. Assez abondant dans les anciennes moraines, et dans les pierriers, pres de Las Cuevas (mars 1918), á 3500 metres, ainsi qwá VPorigine du Rio Tupungato et de ses affluents (janvier 1908 et février 1910). CYPERACEAE 41. Carex atropicta Steud. Cordilleres de Tunuyán, Vallecito, 2700 metres. Sanzin, n* 1 20 391, janvier 1917. Pflanzenreich, p. 389: Paso del Planchón, Aconcagua. Carex atropicta Steud., forma monodynama Gris. Assez abondant autour des sources sur le flane de la vallée, a Puen- LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 241 te del Inca, en novembre 1913. Cité dans Pflanzenreich, p. 389, pour VA concagua. Obs. Exemplaires de 5 centimetres de haut. 42. Carex Banksii Boot. Cordilléeres du Tupungato, 2200 metres, leg. Sanzin, numéro 655, janvier 1916. Pflanzenreich, p. 555: Cordilleres de Malal-hué. Obs. L'exemplaire que j/ai sous les yeux dépasse á peine 20 centi- metres de haut et ses utricules sont environ deux fois plus petits que dans le type, caractere que Kurtz, in Rev. Mus. La Plata, VII, nu- méro 192, attribuait a son Carex trifida var. Franchetii Kurtz, syno- nyme de O. Banksit, pour Kiikenthal. 43. Carex capitata L. Pflanzenreich, p. 10 : «Prov. de Mendoza, in der Cordillera del Rio Barran- cos superior, bei Portezuelo del Rá-hui ». Obs. Ce col de Ra-hué est sans doute déjáa dans le Territoire du Neuquén, le Río Barranca (ou Barrancoso?) supérieur coulant environ au 36220" lat. $. 44. Carex Gayana Desv. Pflanzenreich, p. 122: Aconcagua, a 3000 metres. Carex Gayana Desv., var. schedonautos (Steud.) Kiikenthal. Pflanzenreich, p. 123 : Cordillera del Portillo de la Llareta. Carex Gayana Desv. var. taurina (Phil.) Kiikenthal. Pflanzenreich (loc. cit.): Cordillera del Espinacito (San Juan), a 2770 metres. 45. Carex incurva Lightf. Dans une oasis, a Porigine du Rio Tupungato, a 3400 metres. Cité dans Pflanzenreich, p. 113, pour le Portillo de la Llareta (Kurtz n' 10.989), 3300 metres, le pied de Aconcagua (3000 m.), et la Cordil- lere del Espinacito (3000 m.). Carex incurva Lightf., var. melanocystis (Desv.) Kiikenthal. Mélangé avec le type, en février 1910. Cité dans Pflanzenreich, page 114 : Las Cuevas, a 3000 metres Valtitude. 46. Carex macloviana d'Urv., var. thermarum (Phil.) Kiikenthal. — Pflanzenreich, y. 196. Commun dans les oasis, au pied des moraines (origine du Rio Blanco, janvier 1908). 47. Carex macrorrhiza Boeck., var. simplex Kiikenthal. Pflanzenreich, p. 127, au col du Planchón, valle Hermoso. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 17 249 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 48. Carex vallis-pulchrae Phil. Pflanzenreich, p. 100: Portezuelo de Ra-hué (Territoire du Neuquén? cf. n* 44). 49. Heleocharis albibracteata Nees. Commun autour de toutes les sources, au pied des pentes et au flane des vallées jusque vers 3000 metres; Las Cuevas, Pennington, numéro 17. — Cité par Burkill, p. 375: x< 12.000 feet ». 50. Heleocharis melanomphala C. B. Clarke. Dans les vallées et autour des sources, jusque vers 3000 me- tres. Clarke (Bot. Jahrb., t. 30, Beibl. 66, p. 24) mentionne Ves- pece pour le versant chilien du Paso Cruz, a 2100 metres, leg. O. Kuntze. Obs. Certains de ces exemplaires atteignent 17 centimetres de haut, mais Pépi peut Wavoir que 3 millimetres de long. L'ovaire est rou- geátre lorsqu'il n'est pas múr, puis Pachaine est jaune pále; je ne Vai pas vu tout á fait blane comme Vindique Clarke. Les glumes ont 4,54 5 millimetres de long, le pistil (stigmate compris) 6-7 millime- tres, Pachaine, 2,5 a 3 millimetres, les setae 1,5 a 2 millimetres. 51. Heleocharis montana (H. B. K.) Roem. et Schult. Cordilléres de Tunuyán, Vallecito, leg. Sanzin, naméro 1328, jan- vier 1917. Obs. Le caractere différentiel entre cette espece, nouvelle je crois. pour le pays, et la précédente, indiqué par Clarke, loc. cit., p. 18 (cou- leur des achaines) me parait peu súr et secondaire: les dimensions. des organes floraux me paraissent en fournir de beaucoup plus sta- bles; nous avons dans H. montana : bractées 2,5-3. millimetres, pistil (ovaire et stigmate) 3-4 millimetres, achaine 1,5 millimetres, setae 1,5 4 2 millimetres. ll en résulte naturellement que les épis, a peine plus lones que ceux de H. melanomphala, contiennent de 5 a 10 fois. plus de fleurs. 52. Scirpus acaulis Phil. Tres commun autour des sources avec les Mousses, les Heleocharts,, Hypsela, ete., jusque vers 3200 metres. 53. Scirpus Hieronymi Boeck.? Dans une toufte d' Andesia bisezualis, oasis du Rio Blanco, á 3500: metres. Obs. Je vai vu qu'un exemplaire mal développé, la détermination est un peu douteuse. LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 243 54. Scirpus macrolepis Phil. Bord de Pétang de Horcones, en mars 1918. Un exemplaire mélé ¿ Se. acaulis Phil., Puente del Inca, janvier 1908. Obs. Outre les caracteres différentiels entre cette espece et Se. acaulis donnés par Clarke (loc. cit., p. 26), il faut signaler, me sem- ble-t-11, Paspect de Pextrémité de la glume fertile, enroulée en une sorte de bec filiforme de 2 millimetres de long dans Se. acaulis, alors qwelle rest qwa peine épaissie vers le sommet dans Se. macrolepis, caracteres qui donnent aux capitules des deux espéces un aspect tres différent. Seirpus macrolepis, quí w était connua que des Hautes Cordilleres de Coquimbo (monte Doña Ana, Vega del Toro), au Chili, par environ 312 lat. 5S., a été récemment cité pour les montagnes de Tucumán (Léon Castillon, in Revista de Tucumán, t. L, n* 5, p. 5). JUNCACEAE 55. Andesía bisexualis (OK.) Hauman, Joncacées des petits genres andins, p. 290, pl. VI.—Pl. XX, fig. 1. Syn. Oxychloe bisexualis OK.; O. andina Kurtz non Phil. En grande quantité autour des sources dans la région des sommets (3500 m.). Elément caractéristique des oasis des Hautes Andes. — Cité par Kuntze, Revisio, p. 321: Paso Cruz 2800 métres, et Kurtz, Rio Salado, p. 202. 56. Juncus andicola Hook. Burkill, p. 375, Puente del Inca, Horcones, au long des riviéres. Obs. Cette espece que Buchenau ne mentionne que pour les Cordilléeres s'éten- dant entre la Colombie et le nord du Chili, n'est citée pour 1"Argentine que par Burkill (loc. cit.); il s'agit plus que probablement de J. Lesueuwrii Bol., espéece du reste extrémement voisine. 57. Juncus chilensis Gay. Je détermine sous ce nom une plante récoltée seulement en 1910 et qui differe a premiere vue de Y. stipulatus Nees, dont elle partage Phabitat, par ses tiges plus hautes (15 em.), plus fines, réel- lement capillaires, et ses inflorescences formées de deux capitules, dont le second longuement pédicellé. 58. Juncus depauperatus Phil. Sym. Y. Mandoni Buch. Kurtz, Rio Salado, p. 202. Voir l'observation á propos de J. stipulatus. 944 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 59. Juncus Lesueurii Bol., var. typicus Buchenan. Tres commun, surtout aux parties sablonneuses, au long des ri- viéeres, jusque 2800 metres. 60. Juncus Scheuchzerioides Gaud. Tres abondant, mais rarement fleuri autour des sources au pied des pentes, et au long des torrents, pres de Puente del Inca, mars OS; 61. Juncus stipulatus Nees et Mey. Autour des sources et dans les oasis jusque vers 3500 metres. Exis- te aussi dans la Précordillere. Obs. Certaines formes appauvries (inflorescences 1-2 fleurs) sont extrémement voisines de Y. depauperatus Phil. dont il est difficile WVapres les descriptions de les distinguer. S'agit-il réellement d'une autre espece? Les différences entre J. depauperatus, J. chilensis et J. stipulatus me paraissent bien insufisamment établies dans la mo- nographie du Pflanzenreich. 62. Luzula campestris (L.) DC. Kuntze, Revisio, p. 320, sub Juncodes : Paso Cruz, 3000 métres. 63. Oxychloe clandestina (Phil.) Hauman. — Pl. XVII, fi Syn. Patosia clandestina (Phil.) Buchenau. Las Cuevas, au pied de la chaine frontiere, mars 1918 : quelques Ya . “exemplaires máles énormes (coussins de plus (un métre de diam.); Bains du Planchon (ex Herb. Fuentes); Rio Salado superior : Portezue- lo Ancho, au niveau des neiges éternelles, leg. F. Kurtz, numéro 5838; Cordillere de Espinacito, F. Kurtz, numéro 9751. O. Kuntze (Revisio, MI, p. 321), Vavait trouvée au Paso Cruz, a 3000 métres Valtitude. Obs. Une erreur s'est glissée au sujet de cette espece dans mon tra- vail sur les Joncacées des petits genres andins (n* 3, p. 291): je la recti- fierai prochainement. LILIACEAE 64. Brodiaea Poeppigiana (Gay) F. Kurtz. Kurtz, Rio Salado, p. 202 : Portezuelo Ancho, avec les éléments de la végéta- tion des sommets. 65. Nothoscordum bivalve (L.) Britt. Extrémement abondant sur les pentes autour de Puente del Inca LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA 245 (2700 m.) ou il fleurissait en novembre 1913; en fleur encore en jan- vier, a 3500 metres. Obs. Ces échantillons, sauf en ce qwils sont beaucoup plus robustes (hampe florale de 30 a 40 cm.), correspondent parfaitement a la des- cription assez détaillée de N. strictum Gay (Flora de Chile, VI, p. 114), originaire des Hautes Cordilleres chiliennes, un peu au nord de la région de Mendoza, espece considérée par les auteurs comme synonyme de N. striatum (Jacq.) Kunth, qui Pest á son tour de N. bivalve (cf. Beauverd, Bull. Herb. Boissier, t. VII, p. 994 et 995). IRIDACEAE 66. Chamelum Bodenbenderi F. Kurtz. Kurtz, Rio Salado, p. 202 : Portezuelo Ancho. 67 Sisyrinchium argentinense Hauman, in Notes Florist., p. 437. Assez rare dans les moraines du Rio Blanco, a 3600 metres. En fleur en janvier 1908. 68. Sisyrinchium flexuosum Phil. Kurtz, Rio Salado, p. 202: «Vayas Altas, Cerro de los Molles, Portezuelo An- cho. » 69. Sisyrinchium macranthum Gris.? Exemplaires isolés autour de quelques sources, jusque vers 2400 metres. Obs. Ces échantillons, dont une fleur soigneusement comprimée, a des pétales de 15 millimetres de long, correspondent tres bien a ceux de l'herbier de Córdoba; 'un des miens surtout, de 5 centime- tres de haut, est parfaitement semblable au numéro 322, provenant de la Cumbre del Cerro de las Capillitas, San Juan, leg. Schicken- dantz, janvier 1894. La corolle et les ovaires sont glabres, ainsi que la colonne stamina- le; celle-ci est cylindrique, mince, de 6-7 millimétres de long; la cap- sule ovoide, glabre également et un peu verraqueuse; les fruits atteig- nent 6 millimetres de long; les graines sont piriformes et atteignent un millimétre. Grisebach, Symbolae, numéro 2124 dit: «périanthe de un pouce de long» mais les fleurs bien conservées de Córdoba n'ont que 18 millimétres. | ll pourrait pourtant ne s'agir que de £. chilense Hooker, dans le sens de la Flora Chilensis (VI, p. 23), mais non pas dans le sens qu'on 246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lui donne a Buenos Aires: sil est vrai, comme dit Gay, que 5. chilen- se est abondant dans les montagnes des provinces centrales de San- tiago, Talca, Concepción, cette plante ne peut certes pas étre la méme que celle qui est caractéristique des rives marécageuses du Rio de la Plata et qu'on a déterminée jusqu'ici sous ce nom. La plante de la Cordillére se rapporte plutót a l'espece des prairies séches des envi- rons de Buenos Aires qu'on a déterminée comme Sisyrinchium ¿ridi- folium Kunth, mais en differe par la forme de la colonne staminale. L'insuffisance des descriptions originales qui ne mentionnent presque jamais les caracteres de l'androcée, la mauvaise conservation des tleurs dans les herbiers et la grande ressemblance des organes végéta- tifs, font de la systématique de ce grand genre un problemea peu pres insoluble! (1). SANTALACEAE 70. Arjona andina Phil. Syn. A. patagonica Burkill non Hombr. Jacq. Commune dans les vallées et sur les pentes, de 2500 a 3500 me- tres. En fleur des novembre, a Puente del Inca; Valle del Yeso, entre 2000 et 2500 métres, leg. Gerling, février 1900. — Cité par Burkill, page 375, Vallée de Horcones, á 3500 metres; Philippi 1, numéro 223, et Spegazzini, (XX) numéro 364. Obs. Je n'ai pas vu la plante déterminée par Burkill, mais il est évident quiil s'agit de A. andina, D. nana (Clos) Weber.......... Dolichogyne Candollei Remy..... 260 260 260 240 256 318 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA DON) oo obosoooos daba Dei andicola Wedd.. 0... DA E ROS os ELATENACEA E ae 1 a o EPA OA EPA E. alpinum Hook. et Arn. non L. IN SO Soba ao ENLACE E. uspallatense Phil............ LONE AN EPYSIMUM tota ace ESC reciadaca Butoca (= Phacelia)............ Pablana ls cad Fagelia (= Calceolaria)......... Festuca Eliottii Hackel ..... 234, Festuca magellanica LaMm........ CA ao Gamocarpha (= Boopis)-........ Canon osos esoo o oobosas G. micranthum (Presl) Hook. et GENTTANACEA E Rae Genta rs ia EAMmMUACA LS MA CERANITA CAE GELAMUM A Se Gerbera Cinerama OK e Cp NETA CHA CRAMINAE GUETTA la Gymnophytum robustum Clos..... HALORRHAGIDACEAE ........... HaplopappuUI Hele och ars SGL). sopocossaoV osa os EXA PLA dio IES ICUD A H. Nordenskjóldii Dus.......... PASA e LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA Hotffmanseggla ....oooooooo mo.» Homoianthus pectinatus Phil..... IS ORCUN soso no decodon ob aent Hordeum jubatum L., VAT ....... HYDROPHYLLACEAE. ........... pocho ento Eypsela ia late lio IDA CAE ADOOS A Uso tai UNCA CA Rd JWIEUS s 9 00 0000000 aa ono oca Lasiorhiza (= Leuceria)........ Aaa e io OOO aa IDEGUMINOSAE...o.o.o.oooo.o.oooo.o LEN oa oros NIE le rs Mes qUEcl lc ILemeatia ooo a:oe oo Doa o/o O brarao:a alo L. Contrayerba KurtZz........... IDMIACIAIDo 9060000000 00000Dbao CORONA ACM e ta Tiparoriona PL Lotus capitellatus Clos .......... LUIS o els oO ata ode ale AS Eo o oa O ende alioli MAMI edad teva talado ANA CEA a at oo MAA dit a Medico e anal da toba MEN ola ola ME PE o Mentzelia sas aos alabó Mela dae dao de CU PREU CI MOS COOP A ES E RANES odo MIDIpteygia DE M. proliferum (Cav.) Pers....... M. ulicinum Gill. et Hook....... MT MyriophylluM ................. NardophylluM.......o..o..oo... NETA ooo bo sor oooO oe 272 328 234 234 No lanata Rele. N. oligocephala (DC.) Wedd..... Nastanthus (= Boop1S).......... NCAA iS e INN BA N. lychnoides Remy ............ Noi Nothoscordun ia OENOTHERACEAE ..........o.... OENOUACIO 00010 00 000 d lO O ldiO:o0'a bie COM: eco oo aaa pa OOO o Oriastrum chilense (Remy) Weddell O. pentacaenoides Phil.......... O. pusillum Poepp. et Endl..... OXATIDA CA A Os Adal O. hypsophila Haumad.......... Oyola tea ode ele Oxychloe bisexualis OK.......... Oxythecarn tao arden: Bachylacn a on ot da IRAN de oooO EARLY CIA Pxrardina llo do: Patagonium (= Adesmia) ....... AOS al aaa od als o crea a cad da elias P. diversifolia Mey............. Phaca (= Astragalus) .......... Ehaceha atado labo el ayala Ph. circinata JacQ......ooooooo.. ¡DIN 00000000 V a eeo a ooo AN o o ODO Oo o OSI. o30000 0006000500000 PLANTAGINACEAE.....o.oo.oo.o... MEMO: cos bo ooo poco ooVVO ooo Pl. pauciflora LaM............. PLUMBAGINACEAE .....o.oooo.oo.. P. planifolia OK........... 236, POLEMONIACEAE. .....o.o.o ooo... BOBLAGONACH Aa ¡FORO 60000000000 0000d0o POLYPODIACEAE........ TOCAN IPQINIOZON.. 000060000 000noD00Do PORTULACACEAE. ......o.ooocoo.oo. POTAMOGETONACEAE ........... Potamogetod...o.ooomoommom.m... 346 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA OZ Dore coda dano DIS A A 307 do es o die aa bos cia ARO a pa 336 QuinchamalluM.. ooo... AM ASE WE y doo do dales o NS 336 IVAR ELE STACEA aio 247 Sphaerccephalus Lagascae Don.... 326 INANUNCULA CEA ts a ZII ESPALDA AO 239 INENUACUIVO 000 0100.09 0000 Poo oe Sean e RÓS 257 TEMAS Sad A 299 S. chubutensis SPeB.o...o.oo.oos 257 TS OVAS Lale 10 ooo boro DIR SENA ora UN SEO 336 ROSACEA al Ja A ESO pudo oc 239 UBA CA A a 310 Strongyloma (= Nassanvia)...... 325 RS e tao sosa ZA Ara ra Cc UM a 337 Salceda 251 — T. tarazacum (L.) Hart. var..... 337 Sama aa ZINC TARO e 271 S. macrorriiza Bert... ml. DIAS PI Io a 266 SAMA 246 Tragacantha (= Astragalus)..... 279 SAXIE RAGACE AE 2011 rechonaetesa a 307 SAI at lod EOL AD Oscos dono bo aa ado a 229 SA CNUS IN 20 SO ci 240 A ONE DEA BROBA RODA CEA 285 SCHEUCHZERIACEAE............ DILO AC 285 SC SOU MBLLLIE DRAE 294 SCLIZPA 260 IVA TE RTANA CRA E 311 Sc aa IIS ACA O 311 SCROPHU LA RIACLA SON ERBENA CEA 303 ACID ataca 330: Verbena. o 303 S. albolanatus Phil............. ISA EOI od Le Ade 309 Siclavatus Hauman 262 WI oapodooecooos ooo oooO oo 282 INPUT A SSL LOTA CLA NS 288 ISS ENTCCUS O A A NI ooo an poo ono ao asadas 288 ENTORNO o ooooso yoo ob ano aa AA ee o ooo pIBlS y alo Eso Ola O 338 A O A 245 Xerodraba.............. TEE 266 SOBANA CHAR atado 3065 EL anmicclMa 228 TABLE DES MATIERES TATRODU CTO 121 PARTIE DESCRIPTIVE 1. Etudesdú milan. rie ee 124 APer cu gc O IA PUC RR ARANA 124 ACDSee caro o dee dio a doo ooo aa Ooooo oooO oo roo 127 LcliMa e e A e ass re OCIO 130 LA VÉGÉTATION DES HAUTES CORDILLERES DE MENDOZA JAME EUDCIES dos mooopcopoooo..000000 000 ooo doo oooO o carnet sd Ste ae Conséquences sur la vie des plantes. .....o..oooooomomoo.oo.. Td JaUIOs: 0600090000 dodao oa ooo oooO OOOO eee Modifications du milieu dues a la civilisati0M ......ooooooo.o.o.oo... Les diversessassociati0ns. na ao ea HEJELANOANYARO NUI E NR BOE Sis iS 2. Lieux humides et MarécageUX.....oooooocooommomo omo... do MOR ACUEMCNO: os 00000000 coo oooO. o oooO ooo: Mes O asistdestibaute stand tata leo Le fond des vallées et le pied des pentes.....ooooomoommmm.*<.onr.... TA DEJELA ONCE PENES a lolita o DESES ONMEDA No aaa area eo ds all Opa O ro DEUXIEME PARTIE AENA IAS EBOLANIQUE A ES vaa ca ol oda iS AY ANA LYS e Ss yStemati QUe có o ata lod ada de E 'BLAMIESEVASCULA MES an adora Ea Velada hehe ato Sas ele Cryptogames (Ptéridophlytes exclues) ......oooooooooomoomo.m.o.ooo.. Cyanoplycles ta rollos le ice dato ato iaa tar eds DIET so aio pio ioa aa ob mola olosoinO Seo oa Oo e BANESCO TN CIEN. cobosedVVcoooorodd0 roo oooO oooO IMAN os oo bno odos. do aa coo ondaa Doo o ona ona NAO DNS aso ooo daa o oda ao oO Sos EAnalysevtinologique: coo oie la adela a alada labo e toto gierde Wa rsta lion Pcolo gi A e ¡nes Oo oo qa pde lodo ola da ooo ooo o ocio Fond des vallées et pied des pentes.......ooooomcommo o...» JUE DEMUCESS A oe o aa alo o RADO dara Bea OSI lo O ae TE E VAIS o ba alos Se ao obio aldea lalBlo TIVOS VO OCIO soe coo ces too nec ablooo o roce do DOS OLOCAU PA RS E o a tao LM VOS O% Protection contre les herbivores .......o.oo.ooooooomm.m...... ROTO ree ae coN AAN US EROLO GEARS NAS A C. Analyse phytogéographique...........ooooooocconoocccnococc.. Espéeces introduites par lho0MMe.....o.oooooncocnrooo TE MEnEsa COS MONOS ARNO 'Hlémente tropicawa el subiropiCaUL o Eléments patagoniques et austro-aNdiNS.......oooomcocorno mmm... 347 130 134 134 137 137 138 139 140 140 142 143 144 144 148 150 151 348 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Eléments de la Précordillere et de la plaime ......o.ooooommommm.o..o.. 180 Eléments propres aux Andes MOYEnNES. ooo 181 ¡ESpecEspar ento cn 182 ESPECESMEN AU A 182 Conclusions ns do 184 Tte Sept ON 185 Limite merida ooo 185 Bimite orientale (ou Mir o 186 WMersantliargentinebmersant ca 187 PARTIE SYSTÉMATIQUE Cataloguerdes plantes tuascula mes iS E 225 -BIOUIOJRA PMC ES aro aa add AA 339 ITMmdex alphabétique du catalogue (familles, bons genres et synony MI TIEN A 343 ERRATA Dans la légende de la planche XXV, le numéro 2 correspond au numéro 4, et réciproquement. Dans celle de la planche XVII, figure 2, ainsi que page 154, ligne 20, lire ma- cracantha au lieu de macrantha. SOBRE EL DESARROLLO INTRAOVARIAL DE » 351 quiera de ella, el huevo abandona el folículo y por tanto el estroma ovarial, y, envuelto en su cápsula, cae en la cavidad ovárica. No siendo mi propósito seguir la evolución del joven embrión, me limitaré a la consideración de las relaciones progresivas entre él y el material nutritivo, siguiendo la reducción gradual del vitelo y los cambios ulteriores que sufre el saco vitelino. La primera evolución del embrión no ofrece ninguna particulari- dad digna de mención ; crece a expensas del material nutritivo alma- cenado en el saco vitelino, de la misma manera que ocurre en los Teleosteos ovíparos, pero, haciendo curiosa excepción a la regla, la pared del dicho saco se dilata gradualmente a medida que la reserva de vitelo es consumida. La expansión o dilatación del saco vitelino llega a un máximum en embriones de 4,5 a 5 milímetros de largo, donde el globo vitelino al- canza hasta un diámetro de 2700 y. En este detalle, Jenynsia se aproxima de una manera curiosa a Oy- matogaster (Embiotocidae), forma con la cual tiene más de un punto de contacto. Parece que también en Anableps el saco vitelino crece aún mucho tiempo después de haber desaparecido el vitelo, según Wymann (cit. por Ryder, 1885, pág. 133 y 134). En Jenynsia, lo que queda de vitelo cuando el saco vitelino alcan- za el volumen máximum, se encuentra hacia atrás, aglutinado, ocu- pando un segmento inmediatamente debajo del ano y que, en la esfera transparente aparece como un escudo opaco. Todo el resto del saco vitelino es ocupado por el pericardio, de manera parecida a lo que ocurre en Oymatogaster, según Eigenman. La cámara pericardial llena la porción anterior del saco como una ampolla, mientras su pared empuja y desaloja hacia atrás el último resto de vitelo y el corazón puede verse a trasluz, abriéndose hacia el polo distal del saco. Cuando el embrión llega a un largo aproximado de 4 a 5 milíme- tros, hace eclosión rompiendo la cáscara, y, desnudo, nada en el líquido ovárico. Hasta ese momento todo el material nutritivo le ha sido pro- curado por el vitelo almacenado en el huevo. La regresión del saco vitelino se produce rápidamente, rebajando la curva ventral del joven animal que termina en una ligera convexidad, con lo que adquiere el individuo su aspecto definitivo. En ese momento el embrión mide aproximadamente 6 milímetros de longitud. Su posterior crecimiento se realiza sin la intervención del vitelo. 352 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ES == pz 25 sez S A, TT ERER la JA Fig. 2. — Corte longitudinal horizontal por un embrión de Jenynsia lineata. ar. L, 11, TIL, IV, V, arcos branquiales; 4. br, apertura branquial; c. br, cavidad branquial; c. y, cavidad general; d. far, dientes faringeos; h, hígado; 1, intestino; L, lente; n. op, nervio óptico; 0p, opérculo; pa, pared del cuerpo; rm, repliegue ovarial materno (Xx 20) DESARROLLO INTRAOVARIAL DE « JENYNSIA LINEATA » 353 Cuando el embrión alcanza un largo regular de 7 a 8 milímetros, época en que toda su reserva en vitelo ha sido consumida, tiene lugar el fenómeno curioso, aún desconocido, de la penetración de los replie- gues de la mucosa uterina en las cavidades branquiales. Es llamar la atención sobre el significado y utilidad de ese proceso lo que me propongo sobre todo en esta comunicación, aunque, en la necesidad de abreviar, he de concretarme a dar a conocer de una ma- nera somera el resultado de mi encuesta. La discusión del asunto se encontrará en el trabajo definitivo. Para la mayor comprensión del hecho, creo útil anticipar algunos datos sobre la morfología del saco ovarial de Jenynsia. Éste es úni- co, impar, mediano. Componen su pared una cubierta peritoneal, una capa muscular, una conjuntiva y el epitelio de revestimiento interno. Las dos últimas se pliegan a lo largo y a cada lado de la línea media- na dorsal y sobre la línea mediana ventral, y se extienden en la cavidad ovárica en forma de abanicos recortados, según muestra la figura 1. Entre las mallas de tejido conjuntivo que forman las vellosidades, se encuentran coágulos más o menos densos y abundantes. Corren por el eje de esos repliegues, gruesos vasos sanguíneos, destacados en la figura, los cuales se disuelven en una red capilar periférica. Los embriones se encajan entre esos repliegues membranosos que se aplastan para amoldarse a su superficie. Es claro que, al crecer, se ajusten más a ellos los repliegues ováricos, que se adelgazan a la vez que se aplican más intimamente a los embriones; acaban por envol- verlos, aislándolos en especies de cámaras abiertas. Finalmente, los repliegues se insinúan debajo de los opérculos de los fetos y penetran profundamente en las cavidades branquiales (a veces también por la boca), fijando así los embriones a la madre, lo que persiste hasta el momento del nacimiento. La figura 2, que representa una sección horizontal por un embrión de 8 milímetros, muestra los repliegues ovariales ocupando toda la ca- vidad branquial izquierda y llegando hasta la región faringea. ¿ A qué necesidad fisiológica responde esa medida ? Yo la creo una disposición especial para evitar la asfixia de los fetos, que sin ella re- cibirían insuficiente cantidad de oxígeno. En efecto, concedo que el líquido ovárico en que están sumergidos los embriones pueda realizar su oxigenación durante los primeros estadios de la gestación. Pero los embriones de Jenynsia son regular- mente numerosos, tanto que hacia el fin de su desarrollo suelen pre- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 94 394 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sentarse agrupados y juntos, formando como un paquete. Siendo inca- paces de cambiar de posición en forma apreciable, pues están fijos a las membranas maternas, sin contar con que la estrechez en que se encuentran los condena a una inmovilidad casi completa, la renova- ción del líquido que los baña debe ser insignificante. Ya la exigua can- tidad del mismo suero hace del todo imposible admitir que él pueda realizar la necesaria oxigenación del embrión, no siendo en los jóve- nes estadios, en que es relativamente abundante, y cuando el desgas- te, por parte del embrión, es menor. Yo no dudo en afirmar que son las estructuras maternas, con que el embrión está en íntimo contacto, las que proveen el oxígeno indispen- sable a la respiración de la masa fetal. Sólo así puede producirse la oxidación de la sangre del embrión, directamente aplicado contra los repliegues ovariales maternos ricamente vascularizados por acción osmótica, a través de las superficies en contacto íntimo. Pero más tarde, formándose las escamas, debe quedar entorpecida grandemente la respiración por la epidermis, muy tenue al principio. Es entonces que tiene lugar la penetración de las membranas mater- nas en las cavidades branquiales de los fetos, revestidas de una piel fina y desprovista de formaciones tegumentarias.. La hematosis se realiza pues, ya, fundamentalmente en las bran- quias, puesta la sangre, que a ellas afluye, en contacto con los plie- gues uterinos vascularizados : éstos ceden el oxígeno que más tarde procurará el agua ambiente. DISTANCIAS CENITALES SU MEDICIÓN POR MEDIO DEL TEODOLITO Por JOSÉ S. CORTI Ingeniero civil En los Anales de 1903, tomo LV, páginas 10 a 18, apareció, bajo mi firma, un artículo en el cual he demostrado que, contrariamente a lo aseverado en una obra muy conocida entre nosotros, el teodolito per- mite determinar fácilmente una distancia cenital, siempre que él esté provisto de un nivel solidario de los nonius del círculo cenital. Mi experiencia ulterior me ha conducido a considerar el mismo pro- blema en una forma más sencilla, la que a continuación expongo. He dicho, más arriba, que el teodolito debe estar provisto de un nivel solidario de los nonius del círculo cenital, nivel que será, o de cero en un extremo, o de tero en el centro. Las combinaciones que en la práctica puede hallarse son cuatro: a) Nivel con cero en un extremo, y círculo para distancias cenita- les. En este caso el cero del nivel está por construcción del lado que ocupa el objetivo, cuando círculo y anteojo se hallan en posición di- recta; ” h) Nivel con cero en un extremo, y círeulo para alturas. En este caso, poco común, el cero del nivel debe hallarse del lado que ocupa el ocular en posición directa; ; c) Nivel con cero en el centro, y círculo para distancias cenitales. En este caso se considera positiva toda lectura de nivel hecha en el extremo de la burbuja que se halla del lado ocular en posición directa, y negativa, la hecha en el ctro extremo; 356 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA d) Nivel con cero en el centro. y círculo para altura. En este caso son positivas las lecturas hechas, en posición directa, del lado objeti- vo, y negativas las hechas del lado ocular. En los casos €) y d), que son los más frecuentes en un teodolito de nonius, mi costumbre ha sido de marcar sobre el tubo metálico del nivel, y por medio de una punta acerada, un signo —|- y un signo — en los extremos correspondientes; y al hacer las lecturas, hago inva- riablemente primero la positiva y después la negativa, separándolas, al anotarlas, con el signo —. Supóngase, ahora, que se va a medir una distancia cenital por me- dio de un teodolito que tiene su círculo graduado con ese objeto. Hecha la puntería con el anteojo en posición directa, de modo que la imagen del punto visado se halle exactamente en el centro del retícu- lo, y centrada la burbuja del nivel (es decir, en forma que sus extre- mos den la misma lectura si es de cero central, o den, en caso de cero extremo, dos lecturas cuya suma sea igual al duplo de la indicación que da la división colocada en el punto medio de la escala), la lectura l, que en esa posición den los nonius del círeulo cenital, no represen- tará el valor de la distancia cenital observada, sino cuando la correc- ción de índice e del círculo sea nula; en todo otro caso, la lectura 1, deberá ser corregida de c, de modo que la distancia cenital será 2 = lo. +0. Si la puntería ha sido hecha con el anteojo en posición inversa, la lectura 1”, deberá ser corregida en la misma forma; y una vez corre- gida, l, | e representará el explemento de 2, de modo que 2= 360% — (l, +0), Pero, si al hacer la lectura de los nonius la burbuja del nivel no está centrada, las lecturas 1, y /, deberán ser corregidas por nivel, lo que se hace siempre en la misma forma, tanto pa l, como para l,, y de este modo: Si el nivel es de cero extremo; m, indica el duplo de la división cen- tral de su escala; ob, la lectura hecha en el extremo objetivo de la burbuja; oc, la lectura hecha en el extremo ocular; y d, el valor an- gular de una división del nivel : la corrección, siempre algebráicamente aditiva, será DISTANCIAS CENITALES DO (ob |- oc — M) Ed n 2 y la lectura corregida, l= l, +»; con lo que se tendrá : en posición directa 2=l +0 en posición inversa 2=(3602 — l) —C. Si el nivel es de cero central, la corrección, siempre algebráicamente aditiva, será (oc — oye = ===> Y) 2 (ES = M1 A í , lo que hace ver que ¿ puede determinarse sin el previo conocimiento de e, y que el valor de e puede ser deducido de la observación misma. Ejemplo 1. — Con un teodolito cuyo círculo cenital tiene nonius graduados a 20”, y su nivel tiene la constante d = 15", o sea 7 = 15 ed se ha hecho dos series de punterías sobre el mismo punto fijo, com- prendiendo cada serie una puntería en posición directa y otra en po- sición inversa del anteojo, obteniéndose estos datos : ) ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 358 Serie I II Posición directa : nivel..... 2,5 — 3,9 3,9 — 2,1 — nonius.... 87034100"! 87053'40" Posición inversa : nivel..... 3,0 — 3,0 3,3 — 2,6 — nonius.... 272225'00" 2720245511 La reducción de la serie I se hace así : Posición directa : d Cd ye y como 7 =“1"5, será 2 n= — 0,8 X 7,5=— 60, de donde, por ser, además, l, = 8723400", l= 8723400" — 60 =87933/54" 2=871233'54" ++3371. Ejemplo 2. — Con un teodolito cuyo círculo cenital tiene micros- copios que dan directamente 5”, y el nivel es de constantes m= 30, d : -d=06", o sea 7 =53", se ha obtenido estos resultados : pal Serie I 101 Posición directa : nivel........ 9,1 + 26,2 10,0 + 26,5 — microscopios. . 87935' 29" 87035'28' Posición inversa : nivel........ 9,1 + 25,6 8,9 + 25,4 — microscopios . 272025'14" 2729025'11" La reducción de la serie Í da : Posición directa : oc - ob — m= 9,7 — 26,2 — 30,0 = + 5,9, d y por ser > == 00 ly == 01 DD Y n==>+ 5,9 X 3,0 =+1%7,7 1=87*3529" +11"7 =871935'46"7 2=81235'46"1 + Posición inversa : oc + ob — m= 9,1 — 25,6 — 30,0 = — 4,7, y por ser l', =272225'14", n=->+4,1X3,0=->+14"1 1! =212295'14"+-14"1=27225'28"1 2=819%34'31"9 — c. Por fin : 1 2 = (87 871935'46"7 +- 8734/3179) =87935'0913 il m , rá l7] => USED —= S1235/46"1) =— 314, La serie II da, a su vez: Posición Doa de Inversa Microscopios 8723528" 21222511” Nivel +65X3,0 +: 19,5 +43X30 + 12,9 [=81935'41"5 U= 2122202309 3602 — (== 8734'36"1 360 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2=87235/41"5 —C, a — 3134 36 =— 08 de donde, MO SA c=— 357. Si el círculo estuviera graduado para medir alturas, se procedería en forma análoga. BIBLIOGRAFÍA PUBLICACIONES ARJENTINAS : Obras oompletas i correspondencia científica de Florentino Ameghino, volumen 1: Vida i obras del sabio; volumen II: Primeros trabajos científicos. Edi- ción oficial ordenada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, dirijida por Alfredo J. Torcelli. El primer volumen de unas 400 pájinas, formato mayor, consta del siguiente material : Decreto del superior gobierno de la provincia, por el cual se ordena la publi- cación de las obras completas i de la correspondencia científica del doctor Flo- rentino Ameghino. Prólogo. Títulos que tuvo i cargos que desempeñó el doctor Florentino Ame- ghino. Biografías. El duelo público. Artículos i sueltos publicados por la prensa de Buenos Airos i La Plata. Sepelio de los despojos mortales del sabio. Honores póstumos. Actos de pésame de instituciones universitarias i científicas. El fune- ral civil en La Plata. Otros actos conmemorativos. Bibliografía completa por or- den cronolójico. El segundo volumen, que ocupa con un nutrido material de 970 pájinas de com- posición, comprende los siguientes capítulos : 1. Nouwveaux débris de l"homme et de son industrie mélés a des ossements d'animaux quaternaires recueillis aupres de Mercedes (Rép. Argentine) [con el correspondiente tes- to castellano al frente]. TI. Ensayos para servir de base a un estudio de la formación pampeana. TH. Notas sobre algunos fósiles nuevos de la formación pampeana. IV. El hombre cuaternario en la Pampa. V. Diario de un naturalista. VI. Ensayos de un estudio de los terrenos de transporte cuaternarios de la provincia de Buenos AÁtres. VII. El hombre fósil arjentino. VIII. Voticias sobre antigiiedades indias dela Banda Oriental. IX. L'homme préhistorique dans le bassin de La Plata (con testo castellano al frente). X. The man of the pampeam formation (con testo castellano al frente). AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 2 Q 362 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA XI. Catalogue spécial de la section Anthropologigue et Paleontologique de la Répu- blique Argentine a 1 Exposition de Paris (1878) (con testo castellano al frente). XII. homme préhistorique dans La Plata (con testo castellano al frente). XITI. Inscripciones antecolombianas en la República Arjentina. XIV. La plus haute antiqueté de l' homme en Amérique (con testo castellano en- frente). XV. 4Armes et instruments-de "homme préhistorique des Pampas (con testo castella- no enfrente). XVI. Les mammiferes fossiles de l? Amérique du Sud (con testo castellano al frente). XVII. La formación pampeana. Dedicatoria a la Sociedad Científica Arjentina (no se publica el trabajo por figurar en otro sobre La antigiiedad del hombre en el Pla- ta, que será objeto del volumen III, lo que importaría una repetición inútil. XVIIM. Sur quelques excursions aux carriéres de Chelles. Superposition du Moustérien au Chélleen et du Robenhausien au Moustérien (con testo castellano enfrente). XIX. Nouvelles recherches sur le gisement de Chelles (con testo castellano al frente). XX. Recherches sur le gisement de Chelles (con testo castellano enfrente). XXI. Études sur le gisement de Chelles (con testo castellano enfrente). XXII. Le quaternaire de Chelles (con testo castellano enfrente). XXIIMS. Taquigrafía Ameghino, nuevo sistema de escritura, único que permite seguir la palabra del orador más rápido. No es el caso de entrar en el detalle de los capítulos que forman estos dos pri- meros volúmenes de los trabajos de Florentino Ameghino. Ante todo, porque este jenial naturalista no necesita que se le dediquen elojios a su obra sinceramente sabia, reconocida por todos los intelectuales honestos del país i del esterior, que no militan en las filas sectarias que posponen el libro de la Naturaleza al del dog- ma, como si la ciencia hubiera de ser hija del sentimiento i no de la razón, el mayor don que la Naturaleza pudo conceder al hombre; i, en segundo lugar, por- que se trata de los primeros pasos que diera en la senda que debía conducirle a la inmortalidad. Mui interesante la vida anecdótica que el señor TorceJli nos presenta en el pri- mer volumen ; pues al través de ella se descubre el carácter del futuro sabio. Resuelto, indómito, laborioso i estudioso en grado superlativo, no podía tolerar injusticias, las que le ponían violento. Así le conocimos en la Escuela normal (hoi José Manuel Estrada) en 1868. Al- guien pretendió (cosa de chicuelo sin juicio) burlarse del paisanito que nos había caído de Luján. Ameghino esperó la hora de salida para interpelar al gracioso; pero éste, que debía conocer la calle... tomó la de Villadiego, perseguido por Ameghino, hasta su propia casa, donde el hermano mayor del gracioso escuchó la queja mui formal del ofendido i le prometió amonestar al inconsulto condiscípulo. Ameghino tenía 14 años entonces; i fué lo suficientemente jeneroso para dar la mano de amigo a su ofensor, al volver a encontrarse con éste en la clase. En cuanto a las biografías i bibliografías que los naturalistas del país prepa- raron a raíz del fallecimiento del jenial arjentino, sólo deben considerarse como ensayos, que se esplican fácilmente por la precipitación con que tuvieron que ser hechos. El primer volumen constituye una corona fúnebre del malogrado naturalista. BIBLIOGRAFÍA ' 363 En ella, a grandes rasgos, aparece la personalidad de Ameghino dentro de un es- plenderoso nimbo de juicios honrosos, pronunciados por distinguidos i selectos intelectuales arjentinos. El segundo volumen presenta al hombre de ciencia en el orto de su acción ascendente. En los subsiguientes le veremos elevarse hasta su radiosa culminación. Por otra parte, la tarea que se ha impuesto el señor Alfredo J. Torcelli, ha- ciéndose cargo de la dirección de esta enorme recopilación de la inmensa labor del doctor Ameghino, es mui delicada i, por ende, penosa ; pero no exenta de sa- btisfacciones, para quien como el señor Torcelli fué amigo i admirador del grande hombre de ciencia, del eximio naturalista filósofo ; i el comienzo de su cometido, que llena con verdadero amore, es prenda de garantía de que los futuros volúme- nes reflejarán en toda su integridad e intensidad la sabia labor que dejara el mo- desto ciudadano, que por su solo esfuerzo, favorecido por un poderoso cerebro, supo «remontarse, como dijimos en otra ocasión, del llano a la cumbre, en gran- des, sorprendentes vuelos, como águila del saber ». S. E. BARABINO. Dirección jeneral de minas, jeolojía e hidrolojía. Numerosas son las publicaciones que hemos recibido de esta repartición técni- ca nacional, que dirije el injeniero de minas don Enrique Hermitte, — secunda- do dignamente por un núcleo de profesionales de reconocida eompetencia i dedi- cación. Lamentamos no haber dispuesto oportunamente del tiempo necesario para po- der analizar, siquiera fuera someramente, las memorias publicadas por esta sec- ción del ministerio de Agricultura de la nación ; i, por aquello de que «más vale tarde que nunca», vamos a mencionar por lo menos algunas de las aparecidas en el corriente año. | Tierra del Fuego i sus turberas, por el doctor GuIDpO BONARELLI. Un folle- to de 120 pájinas i 3 láminas jeolójicas. Es un estudio realizado por el doctor Bonarelli en Tierra del Fuego, a partir de Punta Arenas, eon el objeto de «delimitar las zonas de turba que allí existen 1 fijar los puntos en que el Poder ejecutivo podrá acordar la esplotación de las turberas a las empresas que las han solicitado i que ofrecen trabajarlas inmedia- tamente ». No vamos a entrar en el detalle del estudio realizado por el autor, sólo indica- remos el plan de este trabajo. Está dividida en dos secciones, una de interés ¡jeneral, pues estudia las turbe- ras en jeneral, las plantas capaces de jenerar la turba, el proceso de la turbojé- nesis i las condiciones que la favorecen. Analiza los diversos tipos de turberas, los caracteres principales de la turba, sus diversos tipos i los usos de la misma. En la segunda sección, el doctor Bonarelli estudia especialmente las turberas fueguinas, investigando la estructura jeolójica, el clima i la flora de la isla. El autor arriba a esta conclusión : «que existen en Tierra del Fuego vastos yacimientos de turba, de tipos diferentes, algunos susceptibles ya de ser esplota- 364 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dos; pero que la prudencia manda, antes de entrar a beneficiarlas, realizar estu- dios de detalle, tanto científicos como técnicos ; especialmente por lo que respecta a la potencia, estructura, porcentaje de impurezas, poder calorífico i condiciones de esplotabilidad de los yacimientos existentes, i preferentemente a lo largo del río de la Turba i en las adyacencias de la bahía Policarpio, donde los yacimien- tos de turba, de tipos diferentes, son enormes. » No creemos necesario gastar palabras para establecer la grande importancia económica de las turberas, especialmente hoi que la mundial conflagración que cambiará la .faz política, industrial i comercial de Europa i América, lo ha de- mostrado palmariamente, especialmente a los países que no la poseen o que no la esplotan aún. El ministerio de Agricultura tiene en este problema, estudiado por el doctor Bonarelli con su reconocida competencia, una « verdadera mina» que esplotar, de resultados económicos inapreciables. Jeneralidades i datos sobre métodos para la esplotación de turberas i aprovechamiento de la turba, por el injeniero FERNANDO DE PEDROSO, inspector nacional de minas. Boletín número 9 de la serie A (minas), publicado por la Dirección jeneral de minas, jeolojía e hidrolojía, dependiente del mi- nisterio de Agricultura. Un folleto de 58 pájinas, con 26 láminas, que contie- nen 56 figuras, cuadros, etc. Este trabajo del inspector, injeniero Pedroso, se ocupa, como el anterior, del doctor Bonarelli, pero con mayor amplitud, de lo que podríamos llamar la teoría de las turberas en jeneral; esploraciones, su esplotación por los métodos del cor- te a mano i a máquina, éste, con o sin agua; de la desecación de la turba cuan- do se satura de agua meteórica, etc. Describe varios planteles de esplotación, con agua, como el de Okaer (Spar- kaen. Dinamarca); el de West Tomp en Suecia; el de Ilpendara en Holanda. Lue- go se ocupa del tratamiento mecánico sin agua; analiza los principales tipos de máquinas trituradoras : Schlickeysen. Dolberg, Heinen, Anrep, números I. Bi II. B. En seguida estudia las disposiciones más adoptadas en la esplotación de las tur- beras, respecto de los motores, del trasporte de la turba para su desecación, de la organización de los trabajos, etc. Como en el caso anterior, describe algunas de las esplotaciones mecánicas sin aditamento de agua, como los de Stafsjo, Koskwara i Saint Olof, en Suecia; Beuerberg, en Baviera; Triángel i Elsabethfehra, en Alemania. Pasa a tratar de la fabricación de los ladrillos de turba : a) previa desecación por el aire, aparatos (prensas); cualidad que debe tener la turba (su naturaleza i pre- cio); vapor necesario para su desecación ; costos del plantel i de la mano de obra i, por ende, del de fabricación, que debe compararse al de los otros combustibles de la rejión) ; b) sin desecación previa por el aire (por presión, por el calor artifi- cial, por la electricidad, por el método Laval, etc.). Se ocupa a continuación de la fabricación del coque de turba, mediante los hor- nos de Wagenmann i Lottmann ; con el procedimiento Ziegler, mencionando los establecimientos de Oldenburgo, el de Redkino, en Rusia, ¡el de Benerberg;i te- BIBLIOGRAFÍA 365 niendo en cuenta los subproductos : alquitrán, ácido acético, sulfato de amonio, aceites, parafina i coque mui puro, empleado para electrodos. También considera el empleo de la turba como combustible; en los usos do- mésticos ; en los hogares de las calderas ; en forma de gas, para la industria del hierro (hornos de recalentamiento); en los hornos ladrilleros de Hoffmann, en los motores a gas, en los gasójenos Kórting i Ziegler, etc. Termina ocupándose de la pulverización de la turba, combustible que presenta las ventajas de su fácil ignición sin el peligro de autoignición, del reglaje per- fecto, de su mayor temperatura, así como de la fabricación de otros productos de turbas, como el musgo, para cama de animales, el alcohol, el polvo como des- infectante, papel, madera de turba, etc.. / El injeniero Pedroso, basado en la serie de datos teóricos 1 prácticos que aca- bamos de esbozar, ha querido aplicarlos de una manera jeneral a las turberas de Tierra del Fuego, aun desconocidas, como también indica en su estudio el doctor Bonarelli, i establece estos datos probables : 19 El flete de Tierra del Fuego a Buenos Aires puede estimarse en 3 pesos oro por tonelada; 20 Teniendo en vista el gasto de un establecimiento, los fletes, la mano de obra cara i sin ocupación durante el invierno, las dificultades de carga i descarga, ete., etc., debe duplicarse, cuando menos, los costes de los productos turbosos que rei- nan en los establecimientos similares de Suecia, Rusia, Alemania, etc. ; 3 El precio normal del carbón lo fija en 8 pesos oro; 40 Debe estimarse la relación que exista entre los valores, como combustibles, de la turba desecada, ladrillos coque, polvo i el carbón. Fundado en ello, estima los precios de costo de cada uno de los productos de- rivados de la turba bruta, por tonelada puesta en Buenos Aires, llegando en resu- men a esto : «que solo el ladrillo fabricado según el método Ekenberg, el coque de los hornos Ziegler i el polvo de turba de Ekelund parecen ser productos que podrán competir con el carbón estranjero, con esta otra ventaja, que los tres produc- tos permitirán el trabajo en las turberas durante gran parte del año. Como se ve, los estudios del injeniero Pedroso i del doctor Bonarelli se com- plementan, por decir así, i ambos concuerdan en la necesidad de realizar estu- dios más detallados de las turberas fueguinas, para proceder con prudente se- guridad a la esplotación de esa riqueza tan vital para la industria de nuestro país. Boletines números 6, 7, 8, 9 i 10, serie D (Química mineral 1 aguas minerales) (Ministerio de Agricultura. Dirección general de minas, etc.), 1918. Daremos una somera noticia de los mismos por orden númérico : Contribución al estudio del agua del río Mina Clavero (Córdoba), por el doctor HÉRCULES CORTI, con un informe preliminar del injeniero Gregorio Pri- lutzky, Folleto de 37 pájinas, con 4 láminas intercaladas. No queremos caer en una redundancia innecesaria sobre la conveniencia que para el país representa el estudio racional de sus fuentes de agua, minerales o 366 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA no, ante todo, por lo obvio,:i luego porque lo hemos repetido en todos los tonos en estas mismas columnas. Nuestro país es tan opulento en aguas minerales que compite con ventaja con toda otra rejión del mundo, i el estudio integral de las mismas lo confirmará cada vez más. El doctor Corti i el injeniero Prilutzky se refieren en este su estudio hidrolójico, a las aguas minerales de Mina Clavero, que habían sido poco analizadas, a pe- sar de ser conocidas ya, por su acción terapéutica, desde los tiempos del virrei Sobremonte. El injeniero Prilutzky, después de describir la rejión del río Mina Clavero, en cuya confluencia con el Panaolma, existe el pueblo homónimo, a unos 900 metros de elevación, i analizar su producción i su industria, observa la existencia de ma- deras (bosques de quebracho, algarrobo, etc.) i de muchas plantas medicinales que constituirían una fuente de riqueza, si las vías de comunicación permitieran su esplotación económica. Procede a describir someramente estos ríos, así como la topografía, la jeolojía 1 la hidrolojía de la localidad. Estudia los ríos, de los Sauces, Panaolma i Mina Clavero i una serie de arroyos tributarios. El riego en esta rejión está en sus comienzos, pero una serie de concesiones i los proyectos de embalses en la Viña i en la Rabona, aseguran un incremento bien ponderable, capaz de regar muchos miles de hectáreas. La carretera que conduce de Córdoba a Mina Clavero, facilitará i, por consi- guiente, aumentará el concurso de enfermos al balneario, es decir, hoi por hoi seu- dobalneario, pues los bañantes tienen que desvestirse i vestirse... a la intemperie... En cuanto a las láminas que exornan este informe, la primera contiene las vis- tas de la cascada i del paso del río Mina Clavero; la segunda, otras dos vistas del mismo. En la segunda parte de esta memoria, el doctor Corti analiza el agua del Mina Clavero i deduce que no es radioactiva (su radioactividad es inferior a 0.0019 miligramos por minuto); que no tiene coloides, ni poder catalítico, lo que no qui- ta que tenga alguna acción terapéutica Entra el distinguido químico en estudios fundamentales sobre dichas propieda- des, los que justifican sus conclusiones de que el poder catalítico es nulo i los co- loides pocos i animados, como todos, de movimiento browniano, con un diámetro de un micromilímetro, i que no polarizan la luz. En cuanto a las materias colorantes, dice el doctor Corti que el agua de a Clavero es de color amarillo dorado, debido a materias orgánicas adquiridas en su roce con la zarzaparrilla de las sierras. También ha tratado de determinar la materia orgánica disuelta, así como el carbono de compuestos orgánicos i la exis- tencia de productos animales de descomposición. El resultado de su análisis lo da en esta forma : Datos generales, datos físicoquímicos, datos químicos, ácidos i bases, gases, combinaciones hipotéticas, bicarbonatos, cálculos de iones, relaciones numéricas. También ha examinado el doctor Corti estas aguas miserocópica 1 bacteriolóji- camente, resultando la innocuidad de los jérmenes en ella existentes. Pero opina, de acuerdo con el doctor Herrero Ducloux, que deben beberse in situ, siendo mui racional creer en su descomposición por el trasporte a la distancia. Admite que es potable, si recojida cuando está bien límpida en el río. BIBLIOGRA FÍA 367 En cuanto a la acción fisiolójicoterapéutica, se atribuye empíricamente a estas aguas una acción eficaz en las enfermedades del tubo dijestivo, de los riñones, del hígado 1 en la neurastenia. También se le concede propiedades depurativas. El doctor Corti constata que esta agua es por lo menos diurética, lo que atribu- ye a su contacto con ciertos vejetales, como la «cola de caballo », la «doradilla», la Zarzamora, la zarzaparrilla, etc. Es un agua hipomineral i, por ende, sencillamente diurética, por defecto de subs- tancias minerales, que el autor compara a las de Evion, estudiadas por Chiñis, las que también son hipominerales i poseen una accion notablemente poderosa. En apoyo de esta opinión trascribe algunos párrafos de una carta del doctor Mea- na, quien hace un elojio superlativo de las aguas de Mina Clavero, como pota- bles, dijeribles i útiles en la dispepsia, colitis, constipación, neurastenia, disturbios hepáticos, estomacales, artríticos, etc., ete. Completan el trabajo del doctor Corti, los cuadros que resumen su labor i dos croquis (lám. 31 4), uno de Mina Clavero, en escala de 1: 20.000, i otro de la cuenca del río de los Sauces, en escala de 1: 250.000. Evaluación del anhídrido carbónico en las aguas, por el doctor MIGUEL H. CATALANO. Folleto de 33 pájinas, exornado con 8 láminas. El autor ha tratado de hallar un método práctico para valuar el anhídrido car- bónico en el agua, teniendo en cuenta que los sistemas precedentes habían en- vejecido o eran de complicada aplicación por los aparatos que requieren, i consi- derando a la vez la alta importancia que la determinación del CO, de las aguas tiene en los estudios hidrojeolójicos, una de las misiones más importantes de la Dirección de minas, jeolojía e hidrolojía. En el método que propone el doctor Catelano, ha tenido en cuenta la aproxi- mación esperimental, la naturaleza de los errores i si éstos son constantes i com- parables ; así como las condiciones en que se debe operar. Después de establecer los métodos en jeneral, gasométricos, volumétricos i gra- vimétricos, para determinar el CO, total, directamente en el agua o sobre el des- tilado de CO,, i los particulares, de Winkler, Malméjaci A. Dejeonne, espone el autor el suyo propio, describiendo la disposición de los aparatos que ha ideado para destilar i fijar el CO,, i lavar el precipitado de CO,Ba i su aplicación ; com- para luego su método con el de Winkler; i llega a la conclusión de que su méto- do se adapta completamente al caso de tener que determinar el CO, en las aguas, permitiendo efectuarlo con un error medio de 8,8 por ciento, especialmente cuan- do contiene pequeñas cantidades de anhídrido ; que corrijiendo las cifras obteni- das con el promedio anterior, los errores, positivos o negativos, no alcanzan:al 2 por ciento en valor absoluto ; i que los resultados que se obtienen son compara- bles, 1, por ende, el nuevo método permite el empleo de fracciones pequeñas cuan- do el agua es mui concentrada en CO,. El doctor Hércules Corti, elevando la memoria del doctor Catelano al director jeneral, injeniero Hermitte, dice que ha tenido oportunidad de comprobar per- sonalmente el nuevo método «constatando sus ventajas inapreciables» i «que se trata de un procedimiento aconsejable cuando se quiere conocer con exactitud la cantidad de anhídrido carbónico contenido en solución ». 368 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Como se ve, los químicos arjentinos no se concretan a aplicar métodos ajenos, sino que los crean nuevos i realmente ventajosos. La potabilidad de las aguas arjentinas en sus relaciones con la salini- dad. Contribución a su estudio, por los doctores HÉRCULES CORTI, CARLOS A. SAGASTUME i MANUEL GIOVANETITI. Un folleto de 26 pájinas. En este trabajo se deslindan las contribuciones en esta forma : la parte quími- ca ha sido tratada por el doctor Corti; la fisiolójica, hijiénica i terapéutica por el doctor en medicina, señor Giovanetti, i la bioquímica por el especialista doctor Sagastume. El problema de la potabilidad de las aguas es de capital importancia para la vida fisiolójica del hombre, así como del mayor interés en lo que respecta a su aplicación industrial, por manera que esta nueva contribución de los menciona- dos profesionales debe ser recibida con sincero aplauso. Hai disparidad de opiniones, dicen entre los hidrólogos, químicos e hijienistas sobre el grado de nocividad o de beneficiación que las aguas, según sea su compo- sición, ofrecen fisiolójicamente en la vida animal o vejetal, i ello es debido a que los esperimentadores han olvidado las leyes de la quimica biolójica. ¿Cómo se es- plica que aguas reputadas insalubres por unos, son declaradas potables por otros? Los autores no pretenden haber resuelto las diverjencias, pero entienden ha- ber planteado el problema sobre «bases racionales que permitan llegar a su so- lución definitiva ». Entre nosotros, dicen, los hidrólogos arjentinos sólo han rozado el problema de la salinidad de las aguas ; por eso presentan esta su contribución al estudio del mismo, siquiera sea para conseguir que se inicie la discusión de tan interesante tema. respecto a la potabilidad de las aguas, según sea su riqueza en sales, hacen notar la poca concordancia existente entre las opiniones de los químicos, tanto estranjeros como nacionales. Entre éstos citan a los doctores Herrero Ducloux, Bado, Dankert, Lavalle, Raffo, etc. Así, por ejemplo, el doctor Herrero Ducloux, asigna la cifra de 0,500 por mil para el residuo salino de un agua «potable»; pero agrega que no deben estable- cerse normas absolutas ; el doctor Bado, dice que, a 105%, el residuo salino osci- la entre 0,45 1 0,65 gramos por mili aun alcanza a 0,85 por mil, más allá de cuyo límite el agua no es potable. El doctor Raffo, a su vez cita aguas de Bahía Blanca, que dan un residuo de 2845 por mil i son puras e innocivas. Otros químicos aceptan como potable un agua que contiene hasta 198 por mil de residuos. Dankert, establece que para la potabilidad de las aguas pampeanas, el residuo no debe pasar de 2 gramos por mil. El doctor Lavalle, a su vez, fija como límite máximo 185 de residuo. ¿Pueden unificarse estos criterios individuales? Es lo que se proponen los au- tores de la monografía que glosamos. El proceso racional en este interesante estudio, seguido por los doctores Cor- ti, Sagastume i Giovanetti, es el de partir del análisis de las aguas meteóricas que las lluvias precipitan a la superficie terrestre; siguiéndolas en su curso su- perficia] que, denudando i arrastrando las materias que constituyen la primera BIBLIOGRAFÍA 369 capa del terreno, van a estancarse en los lagos, corren en los ríos o se infiltran en el subsuelo. Todas ellas disuelven las diversas substancias en cuyo contacto se ponen: las superficiales, especialmente las orgánicas (humus); las infiltradas, según sea la naturaleza de los estratos que disgregan o disuelven, mecánica 1 químicamente. A su estudio cualicuantitativo, que determina sus propiedades, debe seguir el de la acción que puede ejercer sobre los organismos, en su aplicación a las in- dustrias, a la ganadería, a la agricultura. Por esto, en el estudio de las aguas debe darse intervención a los factores bio- químicos, fisiolójicos e hijiénicos. Es lo que con sano criterio han hecho los autores. Las aguas de las termas de río Hondo (provincia de Santiago del Estero), por el doctor HércuLes Cortr. Un folleto de 34 pájinas, exornado con 5 fo- totipías relativas a la población i arroyo Toro Yacu, rancherías, hotel i baños ; un plano de la rejión de las aguas surjentes i semisurjentes ; otro de las aguas termales de río Hondo; otro del departamento de Río Hondo; otro con un cro- quis de los desagiies efectuados en las termas; dos láminas con gráficos quími- cos 1 numerosos cuadros de análisis de agua, 1918. Para darse rápida cuenta del interés que ofrece la tratación de temas del jéne- ro que, a pedido del gobierno de la provincia de Santiago del Estero, ha aborda- do el docter Corti, bastaría referirse a las innumeras personas que tienen que abandonar el país para ir en busca de salud o de alivio a sus males físicos en es- tablecimientos termales europeos, con la enorme molestia de la travesía del océa- no, de la residencia a una distancia inmensa de sus domicilios habituales 1 con el gasto injente que la traslación i la estada les demanda, o, la mayoría de los enfermos, privarse de ellos por no disponer de los medios pecuniarios requeridos. El problema, pues, presenta dos faces, la teórica i la económica, ambas de real importancia. Después de hacerlo resaltar, el doctor Corti, manifiesta que las termas de río Hondo, llegarán a competir con las actuales del Rosario de la Frontera i aun con las del Paraguai, cuando el sistema primitivo, «prehistórico», con que se aprovecha actualmente aquellas aguas, se sustituya por otro moderno, racional, i cuando buenas vías de comunicación las liguen con el resto de la República. Como todo el mundo «hondeño» se adjudica la propiedad de aquellas termas, debe intervenir la acción oficial, provincial, para que ellas rindan los servicios que realmente pueden prestar, cosa que ya tentó el gobierno santiagueño i que obtendrá seguramente más o menos pronto. El doctor Corti inicia su trabajo con el estudio de la rejión de las termas, ha- ciendo resaltar la dificultad del acceso a las mismas, por falta de vías de comu-. nicación, especialmente para viajeros enfermos. Opina que la solución más rápida de esta dificultad sería el establecimiento de automóviles desde Santiago a las termas. Las termas están a 265 metros sobre el nivel del mar. El clima — durante la temporada balnearia (abril a setiembre) es templado, seco i constante. En ve- rano es desagradable : caluroso, ventoso i lluvioso, i reina el chucho, que fuéim- 370 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA portado por los primeros enfermos que acudieron a las termas. Se ha procedido al saneamiento mediante el avenamiento. La vejetación es la propia de la rejión : quebrachos, algarrobos, talas, guaya- cán,'Zarzas, etc., etc. Hai minerales de cobre i manganeso, que contienen respee- tivamente, un 6 i un 3 por ciento. En la misma rejión, surjen numerosos manan- tiales en una estensión estimada de 30 kilómetros cuadrados. Después de glosar algunos datos jeolójicos, debidos al doctor Stappenbeck, el doctor Corti procede al estudio físicoquímico de los mencignados manantiales, estableciendo que son algo radioactivos; así el agua del pozo Azufre da 07302 por minuto ; el pozo Fierro 0.008; el del Hotel Unión, 0.06; la vertiente del Chañar 0.03, etc. Captadas convenientemente, todas estas aguas ofrecieron mayor radioacti- vidad. La densidad máxima hallada en estas aguas, que corresponde a las de Uturun- gu-Huasi, es de 0.00056 a 15; la mínima (del río Dulce) de 0.00020. El punto crioscópico para el grupo de agua estudiado oscila entre 0205 i 0203. Las aguas de las termas de río Hondo pueden clasificarse, según el doctor He- rrero Dueloux i el doctor Corti, como termales, débilmente mineralizadas i ferru- jinosas. Lo mismo puede decirse de las del Rosario de la Frontera. El autor agrega mui atinadas observaciones relativas a las causas de los efec- tos terapéuticos de estas aguas, desechando toda suposición empírica, toda es- pansión científica jeneralizadora, sin fundamento esperimental. Admite que la radioactividad es el ajente físicoquímico más apreciado; i que el factor terapéu- tico más importante es la termalidad. Diserta, en seguida, sobre la captación de las aguas de las termas, hoi hechas irracionalmente, i concluye, después de algunas consideraciones, en que esa capta- ción debe ser artesiana. Las perforaciones contribuirían no sólo a sanear las tie- rras, sino que constituirían otras tantas calicatas que darían a conocer la cons- titución jeolójica de la zona aquella. | Entrando en la parte de la utilidad, vale decir, de las aplicaciones de estas aguas, establece el doctor Corti : 1% Son escelentes aguas de mesa por su débil mineralización i pureza ; 2% Son útiles para baños medicinales, poseyendo todas las condiciones terapéu- ticas que ofrecen las del jénero en todo el mundo. Así serán útiles a los gotosos, reumáticos, hepáticos, jenitales femeninos, dermatosos, neurasténicos, histéricos 1 asmáticos. A este respecto agrega las opiniones de los doctores Álvarez i Alcorta, mui in- teresantes por cierto, fundadas en la propia esperiencia profesional, i aconseja la intervención médica oficial para que, previo examen facultativo, indique a cada enfermo en qué forma debe tomar los baños. Concluye la memoria del doctor Corti con los análisis de las aguas de río Hon- do practicadas por el doctor Adolfo Doering en 1890; por el señor Tagliabue en 1908; en 1900 por el doctor E. Herrero Ducloux i los del propio autor. Hemos leído con interés esta memoria, no sólo por los atrayente del tema, sino también por el sano criterio que la informa, fundado en hechos, no en palabras. En cuestiones de este jénero, que afectan a la salud pública, no deben estable- cerse reglas empíricas, ni menos esponjar las cualidades terapéuticas de las ter- mas : sólo el análisis físicoquímico i la observación médica, pueden fijar las vir- BIBLIOGRAFÍA Sal tudes de las aguas medicinales, i consecuentemente reglamentar sus aplica- ciones. Aguas termominerales de Villavicencio (Mendoza), por el doctor HÉcror H. ÁLvaARrEz. Un folleto de 30 pájinas, exornado con 5 láminas conteniendo 9 vistas fototipiadas; un perfil lonjitudinal del terreno entre Villavicencio i la oficina de Panquena, y 2 croquis planimétricos, uno de Villavicencio a la rejión de las fuentes i otro entre la misma villa i la oficina. A los anteriores estudios de las aguas minerales arjentinas, hai que agregar el de éstas, ya difundidas en el país como buenas aguas de mesa. Citadas por Dar- win, hoi pertenecen a una sociedad, que las esplota. Las termas están situadas en el departamento Las Heras (32931 lat. S. 1494 lonj. O. del mer. de Córdoba). Existen algunas habitaciones i dos baños. El cli- ma es seco, lo que hace agradable la estada. Su elevación es de 1820 metros. La vejetación es la de la zona subandina i andina media. El viaje a las termas se hace mediante automóviles. El camino es bueno, salvo un pequeño trecho. La distancia es de 50 kilómetros. Tiene teléfono, mediante el cual, con aparatos portátiles, que llevan los conductores de las mensajerías, pue- den comunicarse desde cualquier punto. Las fuentes que hoi se esplotan son 8, formando dos grupos: en el primero las > de Villavicencio alto; en el segundo las 3 de Villavicencio bajo. La captación de las aguas es buena. Mediante cañerías son conducidas a un depósito colector, donde se filtran al través de una capa de arena. Su temperatura en el colector es de 34095 C. De éste pasan a los baños. Antes se llevaba el agua de esta terma a Mendoza, en damajuanas, mediante ca- rros; luego se procedió a embotellarla ¿n situ. La empresa ahora posee una ca- tería de acero de 4', que la conduce a Mendoza. Los 38 kilómetros de cañería costaron, colocados, más de 500.000 pesos. La caída pasa de 1000 metros. En la oficina de Panquena, donde termina, se ha construído un taller para el embotellado del agua, que se hace mecánicamente por razón de hijiene. Un depósito cubierto, de cemento, de 300.000 litros de capacidad, asegura nn abastecimiento constante, aun en caso de desperfectos en las cañerías. La capaci- dad industrial de esta oficina es de 1500 a 1800 botellas por hora, vale decir, 15.000 por día. Ahora bien, estudiando la radioactividad de estas aguas, el doctor Álvarez ha- lló en media, en miligramo-minuto por 10 litros, unidad que corresponde a la emanación producida por un miligramo de bromuro de sodio puro en un minuto, 0.0740 mg/m para 10 litros de agua. En cuanto a la resistencia eléctrica específica, determinada por el método de Kohlrausch, le dió, a18% C., resultados variables entre 665,07, en ohmio-em. (fuente n* 1) 1 694,52 en la muestra tomada en la oficina de Panquena. El examen de los coloides, dotados de movimientos brownianos de un diáme- tro aparente de un micrón, dió 2000 coloides por milímetro cúbico. Con el crióscopo de Beekman se obtuvo como punto erioscópico — 02070. La presión osmótica calculada fué de 0.842 atmósferas. . 312 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El índice de refracción fué igual a 1,333295. El poder catalítico resultó de 93185 H,O, por mil. El análisis bacteriolójico ha demostrado la pureza absoluta de estas aguas. El doctor Alvarez da un cuadro mui interesante de los resultados de los análi- sis del agua en Panquena en el orden siguiente : Datos generales, datos físicoquímicos, químicos, bacteriolójicos, iones, combi- naciones hipotéticas, bicarbonatos, gases disueltos. Agrega otros cuadros debidos a estudios de los doctores Siewer, Isola, Ville- ta, Chauvean; así como las clasificaciones de los doctores Rapp, Díaz, Coni, Gó- mez, Barabino Amadeo, Isola, Chauveau i Thierry. ; En cuanto a sus aplicaciones, el doctor Álvarez dice que el agua de Villavi- cencio «puede considerarse como escelente agua de mesa i medicinal». Es diuré- tica, antidispéptica; es útil en las nefritis, cálculos, arenillas, ete. ; lo mismo en las afecciones jénitourinarias, hepáticas, etc. En forma de baño están indicadas para los neuroartríticos, reumáticos; 1, como sedantes, en las afecciones nerviosas. Jeolojía e hidrolojía de Bahía Blanca isus alrededores. Mapa jeolójico económico de la República Arjentina, por el doctor RICARDO WICHMANN. Opús- culo de 67 pájinas 1 5 láminas. En esta investigación rejional hidrojeolójica de Bahía Blanca, como contribución al conocimiento jeolójico de la República, el autor ha confeccionado un mapa «jeoagronómico », guiándose en las indicaciones hechas por el señor Boden- bender, en la escala de 1:200.000, lo que no le ha permitido inscribir en él todas las anotaciones pertinentes, para lo cual hubiera sido necesaria otro de 1:25000. 0, mejor aún, 1:10000. En este caso, dada la uniformidad jeneral del terreno, pudo, a pesar de la es- cala, dar una vista superficial utilizable, pero no anotar el área cultivada, ni la especificación de los cultivos. Como tengo un concepto formado sobre la importancia que para el progreso del país tiene el conocimiento de la naturaleza de las tierras que lo constituyen, de las diversas Zonas de cultivo que le dividen, de sus recursos hidrolójicos, de los diversos climas locales que en ellas imperan, opino que este jénero de inves- tigaciones son de capital importancia. Ellas se ligan con el problema dela inmigración, según mis vistas al respecto, vale decir, que ese movimiento étnico debe ser dirijido por el gobierno, prepa- rando previamente un mapa climatolójico i agrícola del país, con indicación de los productos que se obtienen o pueden obtenerse en ellas para poblar esas re- giones con inmigrantes de climas i cultivos iguales. La Dirección de minas, jeolojía e hidrolojía, pues, hace obra buena al ocuparse de estudios de este jénero, de real importancia para el país, por sus proyecciones en el porvenir económico del mismo. Acompañamos al injeniero director señor Hermitte en su lamentación de que tal mapa no haya sido topográficamente levantado por la Dirección de minas, sino compilado con datos aislados preexistentes. En esta labor debe procederse directamente, para que los encargados de la preparación del mapa, tengan com- pleta conciencia de toda su actuación. co ES] (30 BIBLIOGRAFÍA He aquí el índice : I, Jeolojía e hidrolojía : a) jeneralidades. 1. clima. 2. flora. 3. topografía ; b) jeolojía ; c) hidrolojía. TI, Composición de las capas superiores i análisis químicos i mecánicos del suelo. TIT, Análisis de las aguas. IV, Perforaciones. Estudio petrografico de algunas rocas arjentinas, por el doctor JosÉ M. SoBRAL. Un folleto de 54 pájinas, exornado con 5 láminas que contienen 26 figuras petrográficas. Otra monografía destinada a contribuir el conocimiento jeolójico de la Nación, siendo el primer trabajo de este jénero realizado por un jeólogo arjentino, a pe- dido de la Escuela industrial, sobre rocas, de orijen inseguro algunas. El estudio abarca rocas volcánicas (dacita del Cerro Blanco de San Juan); ro- cas graníticas (granito sodipotásico de la Crucecita, Mendoza; ídem de Chaján, Córdoba; adamellita de « El volcán », San Luis; otra ídem ; granodiorita de Alta Gracia, Córdoba; ídem de la cantera del Ferrocarril central arjentino en Alta Gracia, Córdoba); esquistos cristalinos (gneis muscovítico ; piedra laja de la Es- trechura, San Luis); rocas sedimentarias (arenisca del Mojotoro, Salta; ídem rosado de Sampacho, Córdoba; ídem de Gualeguaichú; calcáreo, piedra laja del Portezuelo, San Luis. El autor ha aplicado en el estudio de los minerales los métodos modernos de Fedorow; pero para la clasitlcación de los fedelspatos ha hecho uso de los datos de Fouqué, des Cloizeaux, Levy i Lacroix, no teniendo las de aquél. Este análisis petrográfico ha revelado al doctor Sobral interesantes propieda- des de los mismos; especialmente las plajioclasas de la dacita de Cerro Blanco de Sau Jnan, por el carácter anómalo de una de sus constantes ópticas. Es un trabajo serio que satisface cumplidamente al fin práctico que se propuso la Escuela industrial de la Nación, al someter esos fragmentos dé rocas al estu- dio del intelijente jeólogo arjentino. Investigación de la estructura tectónica de la cuenca hidrográfica del río de La Rioja, por el doctor Juan RassMuUss. Folleto de 20 pájinas i 2 láminas, una con el perfil jeolójico en Nacimientos i el transversal esquemático de la sierra de Velazco; la otra, con dos vistas, una del portezuelo de San Lorenzo (3050 m.); otra de la Ciénaga, en la cañada de San Lorenzo. Estudio realizado a pedido del gobierno de La Rioja, alarmado por el agota- miento paulatino del caudal del río homónimo, reducido ya al tercio de su pri- mitivo volumen. El doctor Rassmuss, como era lójico, se propuso estudiar la estructura tectó- nica de la cuenca hidrográfica del río de La Rioja, para deducir el réjimen de las aguas freáticas en la misma rejión. Esto le impuso el estudio orográfico de la zona, que completó con el meteoro- lójico, el jeolójico en su base cristalina, en sus estratos sedimentarios i en su es-' tructura tectónica. 374 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El río de La Rioja tiene una cuenca estimada en 1100 kitómetros cuadrados i el volumen anual de las aguas meteóricas alcanza a 300.000.000 metros cúbicos, la mayor parte provistos por la cuenca de Huaco (230.000.000 1”). La investigación, hecha por el autor, le permite afirmar que la diminución del caudal de agua obedece a causas jenerales (jeolójicas, orográficas i meteorolóji- cas), pero también a una especial, producida por una obra artificial. Ante todo, la poca pendiente de la rejión i sus estensas ciénagas almacenan i conservan en el subsuelo de los llanos las aguas pluviales. La falta de nieve permanente en la sierra de Velasco, es otra causa de que en las sequías se agote el agua de re- serva. El autor opina que sólo construyendo embalses para las aguas de crecida se podrá disponer de la reserva necesaria. La obra artificial a que se refiere el autor como una de las causales del ago- tamiento, es el embalse construído en Sanagasta. El río Huaco es el mayor tributario del de La Rioja i el embalse indicado le sustrae gran parte de las aguas. El hecho está comprobado : en La Rioja el agua disminuye; en Sanagasta ha aumentado, Efectivamente, en ésta, el caudal del agua era antes de 225 l/s; hoi es de 378 1/s. Concluye el autor diciendo : «no hai duda que el mejor aprovechamiento del agua en Sanagasta debe producir una diminución de las vertientes en Los Sauces i por ello el del caudal del río de La Rioja. S. E. BARABINO. Revista del Jardín zoolójico de Buenos Aires, dirijida por Clemente Onelli, números 53, 54 1 55. Esta publicación trimestral, tan orijinal por su forma como por su fondo, con- serva siempre el atrayente cachet, el sello, que supo imprimirle su fundador, director i redactor jefe, el ilnstrado profesor Onelli, uno de los elementos más útiles entre los mejores con que Europa obsequió a la Arjentina. Sus variados conocimientos, frutos de serios estudios, le permiten derramar en las pájinas de la revista del Zoológico el caudal de sus observaciones científicas, en numerosas memorias monográficas i en bellas conferencias, insuperables por su forma intencionada i graciosa, fundamentalmente sanas, altruistas, llenas de enseñanzas, en las que enaltece los actos virtuosos, satiriza o critica las ma- las mañas sociales, analizando la vida en sus fases científica, social i educa- tiva. I todo ello en ese estilo suyo propio, sui generis, idiosincrásico, que puede en algunos momentos rozar con el arcaísmo académico (no olvidar su orijen itálico), pero que se hace leer con gusto, i que instruye deleitando: ¡ Utile dulci! Las conferencias de Onelli no tienen rivales entre nosotros. Podrán ser más li- terarias, sobre todo, más castizas; pero no más apropiadas para hacerse escu- char con fruición por sus oyentes. Pero tiene algo más la revista de Onelli. I es la colaboración. Dijimos, en otra ocasión, que bastaría la colaboración del doctor Chr. Jakob para dar a esta publicación una importancia especial. El doctor H. G. Piñero, le calificó de «lumbrera científica» al proponer al Congreso científico internacional americano de 1910, la publicación del 4tlas relativo al cerebro de los mamíferos, prepa- BIBLIOGRAFÍA 375 rado por el doctor Jakob, en colaboración con el profesor Onelli (que es a su vez un distinguido naturalista, como todos sabemos), voto que fué aprobado por «aclamación ». Colaboran también distingaidos profesionales i naturalistas nacionales i es- tranjeros, que hacen de esta revista una publicación sumamente interesante. Hecha la justicia debida a su director i asus redactores me concretaré a dar el índice de estos tres números de la Revista : Número 53. Idiosincrasias de los pensionistas del Jardín zoolójico, por el director. Acción traumática de Strongylus equinus, por S. E. Parodi i V. Widacovich. Par- ques nacionales de reserva, por C. Onelli. Preparaciones anatómicas trasparentes, por M. Sires. Aclimatación de pájaros útiles, por M. Foulon. Rapsodias chivilcoyanas, conferencia por C. Onelli. El jardín zoolójico en 1917, por C. Onelli. Tratado de biolojía, por Chr. Jacob. Notas administrativas. Números 54 1 55. Idiosincrasias, etc., etc., por el director. — Un pescadito contra el paludismo, por C. Onelli. — El señor don Juan de Robres, conferencia por C. Onelli. — La catálisis del normalismo, conferencia por C. Onelli. — Las industrias argentinas del día, conferencia por C. Onelli. — Soplando en la llama sagrada de «Ideas », conferencia de C. Onelli. — Material de teratolojía, por V. Widacovich 1 S. Saporiti. — Tratado de biolojía animal comparada, por Chr. Jacob. Es de lamentar que el estado de salud del señor Onelli, convaleciente, le obligue a moderar su labor intelectual. El ilustrado director del Zoolójico, debe tomarse unos meses de descanso para recuperar las multiformes enerjías que le han granjeado el jeneral aprecio de las autoridades i del pueblo ilustrado de la República. S. E. BARABINO. Fábrica de alúmino férrico de las Obras sanitarias de la Nación. Memo- ria del doctor Atilio A. Bado, jefe del laboratorio, i del injeniero Mario L. Ne- gri, jefe del establecimiento « Recoleta ». Un folleto de 15 pájinas, exornado con 4 planos fuera del testo i 3 fototipías intercaladas, 1918. Es indudable que la guerra recientemente terminada, dejando triunfante la buena cansa, ha obligado a aguzar el injenio i despertar enerjías en el elemento ilustrado del país, para suplir las materias que Europa no podía ya darnos, ocu- pada como estaba en intensificar la industria mortífera. En las Obras sanitarias de la Nación, por ejemplo, para asegurarse la provi- sión del alúmino férrico, destinado a la clarificación del agua que abastece a la población, se pensó en elaborarlo en el país, mediante las instalaciones necesa- rias, con lo que se obtendría, además, una fuerte economía en el coste, el cual de 66 pesos la tonelada había alcanzado bruscamente, en 1916, a 281,82, 294,32 ¡ 437,50 pesos la tonelada ! El caso era de importancia, pues, aun con el preeio más bajo, la provisión habría costado 2.254.560 pesos. Esto condujo a la dirección téccnica a solicitar la construcción de una fábrica, que el directorio apoyó, elevando el pedido al Poder Ejecutivo, quien lo con- cedió. La monografía que estamos glosando tiene por objeto describir la fábrica en cuestión, bajo sus dos faces, la constructiva 1 la industrial. 376 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Empieza describiendo el proceso químico de la fabricación del alúmino férrico que estraen del loes pampeano (de S. Isidro). Da luego la disposición jeneral de la fábrica, situada en Recoleta, en un terreno de 2100 metros cuadrados, i constituída por cinco galpones de 45 metros de largo, de anchuras variables ; el primero destinado a depósito del mineral; el segundo al molino desintegrador; el tercero a las cubas de ataque i piletas de lavaje, por cuya razón es de dos pisos, bajo i alto; el cuarto contiene otros seis depósitos decantadores de coagulante, i sirve también para la concentración i cristaliza- ción; el quinto contiene dos grandes depósitos subterráneos de ácido sulfúrico, los elevadores de éste, los compresores de aire i la caldera de vapor. Pasan los autores a describir detalladamente las instalaciones, esto es, el mo- lino pulverizador i el elevador de canjilones, los tanques de ácido sulfúrico, los elevadores del mismo, los compresores de aire, las cubas de ataques, los decan- tadores i canaletas de desagiie, piletas de lavaje, los concentradores i cristaliza- dores i la caldera. De todas ellas esplican claramente su funcionamiento. Ahora bien, ¿qué resultado se obtiene de esta nueva industria en el país? Desde el 23 de abril de 1917 hasta el 31 de diciembre, con un mes de inte- rrupción, vale decir, en siete meses, produjo 3.274,120 kilogramos de coagulante, al costo de 72,14 la tonelada, o sean 236.195,02 pesos. Aplicando a la produc- ción el costo mínimo de 1916 ($ 281,82), la Nación habría tenido que pagar 922.712,50 pesos; es decir, que en sólo ese corto lapso de tiempo, el país ha economizado 686.517,48 pesos! I como la instalación importó 433.850 pesos, resulta que no sólo se ha amor- tizado el coste de la fábrica, sino que se ha obtenido un beneficio de un par de cientos de miles de pesos, aún descontando los sueldos i jornales del personal técnico i manobrero. TI aunque haya descendido el precio del sulfato de aluminio natural (a $ 110), aun así la fábrica hace economizar un 50 por ciento con su propio producto; con esta otra ventaja, de que el capital invertido en la materia prima i en su elabo- ración queda «en casa ». ¿No es lójico, pues, felicitar calurosamente a todos los que han intervenido en este asunto, a sus iniciadores de la sección técnica, al directorio patrocinante i al gobierno que la realizó? ¡ Cuántas otras industrias esperan su benéfica iniciación en la Arjentina ! S. E. BARABINO. Métodos de analisis de agua, adoptados en el laboratorio de las Obras sani- tarias de la Nación, por los doctores ATILIO A. BaADo, jefe del laboratorio; Víc- TOR J. PERNAOLA, segundo jefe; i AURELIO F. MAZZA, químico de primera; i el señor LeoPOLDO Dasso, bacteriólogo preparador. Un folleto de 98 pájinas i 8 figuras en el testo. Objeto de esta publicación es describir los métodos i procedimientos analíticos empleados en el laboratorio de las Obras sanitarias de la Nación para el análisis de las aguas potables, seleccionados después de aplicar i comparar durante más de seis años los más conocidos, teniendo en cuenta la exactitud, la sencillez, la BIBLIOGRAFÍA 3877 rapidez i la constancia de los resultados; ejemplo que debiera ser imitado por los demás laboratorios que aun no lo hagan. Previas unas consideraciones jenerales, que los autores indican como necesa- rias para un buen análisis de agua, establecen que éste debe abarcar : 19 Toma de las muestras para su análisis químico, microbiolójico i micro- gráfico ; 20 Datos jeolójicos, meteorolójicos, hijiénicos, etc. ; 3 Análisis : a) Químico. « Ensayos preliminares » (caracteres físicos i organolépticos, cuali- dad). « Análisis cuantitativo » (hidrotimetría,, mineralojía, jeometría, materias orgánicas i productos de su trasformación); b) Microbiolójico. « Cuantitativo » (numeración de jérmenes, ídem de varieda- des licuantes, cromójenas i hongos, colitítulo). « Cualitativo » (jJérmenes patóje- nos, especificación, esperimentación fisiolójica); c) Micrográfico. Materias minerales, vejetales i animales. Indican, en seguida, como dcbe recojerse las aguas por analizar según la fuente de que proceden, subterráneas (freáticas, pozos, etc.); superficiales (lagos, ríos, ete.), i según se trate del análisis microbiolójico o químico, indicando los aparatos destinados a tomar las muestras i el volumen de agua necesario para su estudio. También tratan de la manera de conservar i trasportar las muestras, i de los «dlatos complementarios que deben acompañarlas, como la naturaleza del terreno, el réjimen de las aguas, la topografía del lugar, etc. Estudian los caracteres físicos (color, turbidez); el análisis cualitativo (clorn- ros, sulfatos, nitratos, nitritos i amoníaco); el cuantitativo (materias en suspen- sión, residuos a 100-1059 C, ídem, a 1809 C, ídem al rojo débil, anhidrido silí- cico, óxidos de hierro, de aluminio, de calcio, de magnesio, desodio i de potasio, anhidrido sulfúrico, cloruros, nitratos, nitritos, amoníaco libre 1 salino, nitrójeno albuminoide, anhidrido fosfórico, alcalinidad total, dureza, ídem total, ídem permanente, temporaria, materia orgánica, solución ácida, ídem alcalina, anhi- drido carbónico, ídem ídem total, ídem libre i semicombinado, ídem combinado, ídem libre, gases disueltos, oxíjeno disuelto). En las determinaciones especiales tratan del cuantitativo de los residuos de plomo, cobre, Zinc i arsénico, que'son los más comunes. En el estudio de los reactivos se ocupan del sulfo fénico, de la solución tipo «le picrato de amonio, del de Trommsdorf, del Ilosvay von Ilosva, de la solución valorada de nitrito de sodio, de Nessler, de la solución tipo de cloruro de amo- nio, de la solución alcalina de permanganato de potasio, de la solución hidroti- mérica, titulada de cloruro de bario, de ácido oxálico N/80, de permanganato de potasio N/80. En el análisis micrográfico, estudian la toma de muestras, la separación de los cuerpos en suspensión, la microscopía i la clasificación. Para el análisis microbiolójico toman en cuenta las «siembras ¡jenerales » (en placas de jelatina, en caldo peptonado i en caldo fenicado), «el análisis cuanti- tivo » (número de jérmenes, aerobios, colonias licuantes, no licuantes, cromóje- nas, hongos i colitítulo); el cualitativo (bacilo Coli, de Eberth, piociánico i bac- terias pútridas fecaloides). Agregan las fórmulas i preparación de los medios de cultivo que usan en el AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI 26 378 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA laboratorio (jelatina, caldo peptonado, fenicado, números 1 i 2, jelosa, medios de Endo i de Drigalski Conradi; rojo neutro Eijkmann (medio de Lacomme, modifi- cado de acuerdo con la técnica de los autores), leche, solución de peptona, patatas, reacción de Ehrlich a la dimetilanidobenzaldeida, números 1 i 2, solu- ción de peptona de Martín, caldo peptonado Martín. E Se trata, como se ve, de estudios conscientes 1 serios que abonan en favor de los funcionarios del laboratorio de las Obras sanitarias de la Nación. S. E. BARABINO. Sobre las constantes de Dutton i de Oldham, por GALDINO NEGRI, jefe de la Sección sismográfica del Observatorio asuronómico de La Plata. Un folleto de 21 pájinas, 1918. Este trabajo del reputado sismólogo doctor Negri, fué traducido del italiano por don A. Cecchini i publicado en la Revista del Centro de estudiantes de injenie- ría; su objeto es estudiar las constantes de Dutton i Oldham, empleadas por el Observatorio sismográfico de Lima para el cálculo de la distancia epicentral de los fenómenos sísmicos. Como es obvio, de la observación personal no puede pretenderse que los sismo- egramas, especialmente en lo que se refiere a la determinación del epicentro, pre- senten una exactitud matemática, pues entran como causa de error en ellas, no sólo la ecuación personal de los observadores, sino que también muchas causas. accidentales, entre otras la mayor o menor sensibilidad de los aparatos rejistra- dores. Así la duración de los primeros tremores iniciales i la iniciación de los. segundos temblores, no siempre son fáciles de fijar. Para determinar la distancia epicentral el Observatorio de Lima se basa en el intervalo acusado por el sismograma entre la iniciación de los tremores prelimi- nares i la onda máxima. En un informe a la Sociedad jeográfica de Lima, refi- riéndose a la línea seguida por los temblores, dice que los «preliminares » siguen la cuerda de la circunferencia máxima que pasa por el lugar de la observación, esto es, el camino más corto; mientras en las más amplias, en sus fases « lenta » i «rápida », recorren la circunferencia máxima, con movimiento uniforme, según el doctor Oldham, i con velocidad de unos 2,95 kilómetros por segundo; mien- tras las trepidaciones preliminares, según Dutton i Milne, recorren 9,25 kilóme- tros por segundo; vale decir que el observatorio limeño adopta la fórmula Di vV 7 NES El doctor Negri hace observar, con razón, que es igual a la deducida por él,. salvo la diferencia de las letras simbólicas v,V, O z Y bro: Se comprende que en ambas : D =8, distancia del Observatorio al epicentro. v= V,, velocidad de la onda lenta. BIBLIOGRAFÍA 379 V= V,, velocidad de los primeros temblores iniciales. T= Y mn, intervalo de tiempo entre la iniciación de los temblores i el máximo dle la onda lenta. El doctor Negri admite que con dicha fórmula se puede determinar S con sufi- ciente aproximación, para cualquier distancia epicentral, siempre que se tenga en cuenta que V,, para distancias de más de 1000 kilómetros, aumenta rápida- mente primero, luego lentamente i por fin asintóticamente, como lo ha demos- trado en otro trabajo publicado en los 4nales de la Academia de ciencias exactas, físicas ¿1 naturales (1). Respecto al empleo de las constantes de Dutton i Oldham, somete a la consi- deración de la Comisión sismográfica limeña algunas observaciones. La velocidad V,, dice, aumenta mui poco, es casi constante, mientras la V, varía muchísimo, por cuya razón, si se considera a V, también como constante (constante de Dutton), el valor de S no será el real, sino mayor o menor, según los casos. Respecto de la constante de Oldham V, == 2,95 kilómetros por segundo, en- cuentra el doctor Negri que puede considerarse mui próxima de la verdad, pues habiendo determinado dos valores estremos de V, para pequeñas i grandes dis- tancias, obtuvo 0,185 1 0,2, de manera que su media V = 0,195 en megámetros (millares de kilómetros) por minuto, o sea V, = 3,25 kilómetros por segundo. Tomando, en cambio, la media de los valores de V,, como hizo Dutton, entre las distancias 2000 < S < 20.000 kilómetros, cuyo valor único es V, = 9,25 kiló- metros por segundo, se introducen errores mui sensibles en el valor de $. El doctor Negri concluye que puede adoptarse, en sustitución de la constante de Oldham (ondas lentas), el valor V, =2,93 por segundo, con mui poco de- fecto. En cuanto a la de Dutton i Milne (V, = 9,25) cree más racional aplicar estos tres valores : == ODIN S = 0,195 Y — 0,065 +//0,195 ... Y — 0,3155 S = 0,233 Ym + 1,185 que permiten en cada caso determinar, con suficiente aproximación, la distancia epicentral, cuando el sismograma representa, con suficiente exactitud, la realidad del fenómeno sísmico. Con todo, cree que el valor más exacto de S se obtiene empleando sus fórmu- las, fundándose sólo en los primeros temblores preliminares, siempre que su valor Y, no se halle afectado de grande error. Sostiene también el doctor Negri que estos primeros temblores, en su trayee- toria, siguen la recta que es cuerda, i no el arco del círculo máximo que une el punto de observación con el epicentro, siendo su movimiento acelerado hasta el punto medio de la cuerda i retardado en la otra mitad, que trasforma en su equi- valente, un movimiento medio acelerado uniformemente desde el epicentro al observatorio. Escuso decir, que el doctor Negri estudió analíticamente estas cuestiones, que esbozamos nosotros como simple información, llegando a la conclusión de que (1) G. NEGRI, Vueva contribución a la determinación de algunas funciones sísmicas, 1917. 380 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA «lo dicho para los primeros tremores preliminares vale también para los segun- dos preliminares », con pequeñas diferencias. En cuanto a las velocidades medias de propagación de las ondas en las diver- sas fases siguientes, la observación demuestra que aumentan con la distancia epicentral, en grado diverso, como es obvio, i que en su fase principal el movi- miento de las ondas se desarrolla en la corteza telúrica, uniformemente a lo largo de la superficie terrestre... Es de desear que el Observatorio sismográfico de Lima tome en cuenta las indi- caciones del distinguido sismólogo del Observatorio de La Plata, cuya competen- cia en esta materia es reconocida por los especialistas que se dedican al estudio «dle estos terribles fenómenos jeolójicos. Tiempos i velocidades en los cálculos sismolójicos, por GALDINO NEGRI. Un folleto de 21 pájinas, con cinco tablas intercaladas en el testo. Esta nueva memoria del estudioso i docto sismólogo del Observatorio de La Plata, traducida del italiano por el señor Alfredo J. Torcelli, fué también publi- cada en la interesante Revista del Centro estudiantes de injenierta. En ella el doctor Negri hace algunas observaciones al doctor Klotz, director del Observatorio astronómico de Ottawa, sobre varias de las tablas que publicó en su Seismological Tables, recopilación de los trabajos de diversos autores; obra a la que ensalza el doctor Negri, calificándola de óptima, pues facilita la lectura á primera vista del valor de los elementos sísmicos correspondientes a distancias epicentrales que no superen los 13.000 kilómetros. Recuerda que Wertheim demostró que el choque de un cuerpo sólido elástico orijina ondas lonjitudinales i trasversales que se propagan con diferentes veloci- dades con la diversa densidad de los cuerpos, sin que pudiera, sin embargo, jus- tificar que las dos velocidades están en la relación 1: 2, por la pequeñez de los cuerpos en que se esperimentaba; pero que tuvo la intuición de observarlo en las sacudidas sísmicas, echando así la base de la sismolojía esperimental, pues mediante los sismogramas, se obtiene, en todas las fases del fenómeno, la sepa- ración de las diversas ondas correspondientes a las diferentes velocidades. Analíticamente, Cauchy estableció entre las velocidades de ambas especies de ondas, la relación /3: 1, que más tarde Mallet comprobó esperimentalmente que era mui aproximada. Otros físicos, teniendo en cuenta la anisotropía (heterojeneidad) de la masa telú- rica, llegaron a conclusiones diversas; pero hoi una larga observación establece que las dos velocidades, lonjitudinal 1 trasversal, guardan la relación 1,8, que representa, mui aproximadamente, la media de los valores dados por Wertheim a NV i Cauchy, esto es, */, (2 + /3) = 1,866, vale decir que dl = 1,8 es un valor acep- table, lo que da la relación t, =1,25 Y, es decir, que el tiempo, (t,), empleado por los primeros tremores preliminares para llegar del epicentro al punto de observación es igual a 1,25 del que duran dichos temblores (Y,), medidos en el sismograma, lo que, por otra parte, ha comprobado el doctor Negri. No pudiendo, por la naturaleza de esta memoria, entrar en detalles analíticos, daré sencillamente la conclusión del autor : eree el doctor Negri que si los sismó- BIBLIOGRAFÍA 381 logos esperimentadores aplican, a los datos que posean, las fórmulas por él obte- nidas, hallarán valores mui próximos de la realidad, i que, por consiguiente, se podrá construir tablas de 10 en 10 kilómetros para uso de las estaciones sismos- cópicas; i más aun, si se aceptan sus conclusiones, sustituyéndolas por las rela- ciones mismas, las que proporcionarían el valor del elemento sísmico buscado para cualquier distancia epicentral, desde el epicentro al antípoda, mientras las tablas no van más allá de 13.000 kilómetros, aproximadamente. Para terminar con estas bibliografías sobre las dos memorias sismolójicas del laborioso doctor Negri, voi a hacer una pregunta que surje espontánea : ¿Cuándo se crearán varios observatorios sismográficos en la Arjentina, país con rejiones clásicamente sísmicas, dotándolos de todo el instrumental especial que requieren ? No hablaré de Italia, del Japón, sujetos a frecuentes temblores, donde aumen- tan cada día los observatorios sismográficos; pero en la misma Francia, que no puede decirse una rejión verdaderamente sísmica, se ha establecido observatorios en el Parque de San Mauro, cerca de París, en Besancou, en Marsella, en Bagne- res-de-Bigorre i varios más; además de haberse creado la Asociación sismográfica internacional, cuya finalidad es centralizar los trabajos. ¿Qué tengamos que ir siempre, fatalmente, a la zaga de todo el mundo ? S. E. BARABINO. Nuevo jalón setentrional en la dispersión:de representaciones plasticas de la cuenca paranaense i su valor indicador. por FÉLix F. Oures. Un folleto de 15 pájinas, con 11 figuras intercaladas en el testo. Comunicación leída en la Sociedad Arjentina de ciencias naturales i dedicada por el autor al profesor Juan W. Gez; tiene por objeto dar a conocer un nuevo hallazgo de restos arqueolójicos, descubrimiento que amplía los conocimientos de etnojeografía primitiva i que ha permitido al doctor Outes dilucidar hasta cierto punto la procedencia étnica de tales restos de cerámica antropozoomórfica halla- dos a lo largo del Paraná (Goya-Delta bonaerense), es decir, entre las latitudes 29*10' 1 34%15' australes. El yacimiento a que alude el doctor Outes se halla a orillas de la laguna Brava (Chaco), a unos 25 kilómetros de Resistencia, i desplaza el límite setentrional de los 29910" a 27925! de latitud. Los objetos estudiados por el autor son cinco : tres zoomórficos, representando cabezas de aves; la de un estríjido, la de un psitácido i la de un quiróptero; un fragmento de borde, con parte de un asa do- ble; 1 otro fragmento suelto. Creemos innecesario seguir al doctor Outes en los detalles de su bella monografía interesante como todas las suyas, no sólo por el fondo sino también por la forma, puesto que ella ha sido publicada en estos mismos Anales (t. LXXV, pág. 52). Nuevos rastros de la cultura Guaraní, en la cuenca del Paraná inferior, por FéLIx F. Outes. Un opúsculo de 30 pájinas, exornado con 30 figuras en el testo. Estracto de los 4nales de la Sociedad Científica Arjentina (t. LXXXV). El autor trata en esta monografía de un hallazgo de objetos arqueolójicos ha- llados por don Nemecio Sierra en la isla fiscal que bañan el canal Gobernador 382 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Arana i el arroyo Largo, tributario del Paraná Miní, i constituye una comunica- ción hecha a la Sociedad arjentina de ciencias naturales. Los dibujos fueron preparados por el profesor Villalobos i por el señor Pozzi. El profesor R. J. Arrieta, a quien el señor Sierra donara el hallazgo, comu- nicó el descubrimiento al Museo nacional de historia natural, i éste encomendó al naturalista viajero señor de Carles, el examen del yacimiento i la recolección de las piezas. Este señor después de caracterizar el yacimiento recojió un impor- tante material arqueolójico compuesto de 325 fragmentos de alfarería, 18 objetos o fragmentos pétreos i residuos de comida, que es el material estudiado por el profesor Outes. Por la razón aducida en la bibliografía precedente, no entramos a elosar esta monografía del señor Outes; sólo diremos terminalmente que llega a esta con- conclusión : que el hallazgo hecho en Arroyo Largo colma las lagunas de otros estudios hechos con anterioridad en el litoral santafesino, en varios puntos del complejo insular del Delta, en el Uruguai inferior, en algunas islas del estuario del Plata. etc., permitiendo fijar definitivamente la vinculación existente entre los rastros meridionales indicados i los vestijios culturales proporcionados por los yacimientos tipos situados sobre las márjenes del Paraná medio, siendo igua- les la preparación i modelado de las alfarerías, semejantes a la forma de los va- sos; ornamentación de técnica, estilo i semejanza tipolójica igual. S. E. BARABINO. ¿Hai estaciones termales i aguas minerales en la provincia de Buenos Aires?, por los doctores PEDRO BELOU, profesor titular de la Facultad de me- dicina de Buenos Aires, y E. HERRERO DUCLOUX, director de la Escuela de química i farmacia de La Plata. Un folleto de 83 pájinas, exornado con 10 fo- tograbados, 12 cuadros de análisis de aguas i plano jeognóstico de la primera perforación hecha en Argerich; una carta jeográfica i dos mapas oceanográfi- cos, 1918. Los autores inician su trabajo tratando de definir que debe entenderse por agua mineral i agua potable, puesto que los escritores profesionales no concuer- dan en ello, i después de indicar diversas opiniones autorizadas, recuerdan que fué adoptada por los congresales de París en 1909 la establecida por el congreso de Ginebra (1908); ia su vez manifiestan que puede definirse el agua mineral en estos términos : «es el agua natural, superficial o profunda, en el momento de su captación, que por su composición salina, sus gases disueltos, su termali- dad o sus propiedades especiales, es susceptible de aplicaciones en higiene o en terapéutica ». E Refiriéndose a las hasta hoi conocidas de la provincia de Buenos Aires, dicen que pertenecen « las clorosufaltadas alcalinas i de débil mineralización frías. Entre las primeras colocan los litorales del Río de la Plata, entre Punta del In- dio icabo San Antonio, i las mismas del océano desde este punto al río Ne- ero, etc.; entre las segundas, las aguas del manantial de las sierras de la Ven- tana i dei Tandil. Como sería incongruente detallar el estudio en una simple bibliografía, dire- BIBLIOGRAFÍA 383 mos que, después de clasificarlas, tratan de las aguas del mar, mui especialmente de nuestros balnearios, teniendo en cuenta su acción hijiénica, terapéutica i cli- matolójica, por lo que, resumiendo lo que puede esperarse en la telasoterapia, anotan algunas consideraciones sobre el clima de la zona del litoral que pueda ser utilizada con aquel fin, esto es, del litoral Mar Chiquita-Bahía Blanca. Es un estudio serio, de una positiva trascendencia humanitaria, por los bene- ficios que a tantos enfermos reportará el mayor conocimiento de la acción profi- láctica de las aguas de nuestros mares. Los autores estudian desde los puntos de vista indicados, los balnearios de Mar del Plata, Miramar, Necochea; la laguna de Epecuen i las aguas de los po- zos semisurjentes de la misma rejión : las lagunas del Gualicho (partido de Las Flores), cuyas aguas son mucho menos mineralizadas; la del Monte, de Mar Chiquita, 9 de Julio, etc. En todas ellas, previos minuciosos análisis químicos, observaciones elímato- lójicas, ete., los doctores Belou i Herrero Ducloux establecen su posible utiliza- ción como bebida, o como medicinales, índicando, sin embargo, la necesidad de nuevos 1 más amplios estudios para corroborar o rectificar sus conclusiones. Dicen los autores que las lagunas de Epecuen, Guaminí i Mar Chiquita, por sus condiciones jeopaleolójicas pueden utilizarse como balnearios de aguas con virtudes terapéuticas. A las demás no las consideran aptas. Las de Epecuen, Mar Chiquita, 9 de Julio i Gualicho, pueden aprovecharse para uso interno como medicinales ; pero observan que están espuestas a ser contaminadas por las aguas freáticas de la primera capa o estrato acuífero. Pasan a estudiar los manantiales existentes en las sierras del sur de la pro- vincia, analizando diversas aguas de la sierra de la Ventana, cuya radioactivi- dad constatan. También consideran las aguas surjentes, ricas en sales, radioactivas i con una termalidad como las de Argerich i Bahía Blanca, que las hace aplicables como terapéuticas. Figuran las aguas surjentes del Salto (arjentino); de villa Albertina; el pozo surjente número 1 de Bahía Blanca: el de la estación Vitícola; el de Puerto Mi- litar; el de Ombueta; los sujerentes números 1 i 2 de Argerich, etc. Terminan su útil trabajo, los doctores Belou i Herrero Ducloux, con las si- guientes conclusiones : a) Aceptando en toda su amplitud los términos del tema, puede asegurarse que la provincia de Buenos Aires posee estaciones termales de futuro aprovecha- miento; : b) Las aguas minerales de la provincia, propiamente dichas, corresponden a los tipos de cloruradas i clorosulfatadas alcalinas de notable mineralización ; c) La radioactividad determinada hasta hoi en las aguas minerales de la pro- vincia, no permite señalarse como una notable propiedad de las mismas. Disertaciones químicas, por ENRIQUE HERRERO DUCLOUX. Un volumen de 140 pájinas, con 52 figuras en el testo i 2 planchas con 4 figuras. Las disertaciones del doctor Herrero Ducloux constituyen la primera parte del tomo IV de la Biblioteca de difusión científica que. viene publicando el Museo de La Plata, bajo el auspicio de la Universidad nacional de la misma ciudad. 384 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Son cinco conferencias del laborioso e intelfjente director de la Escuela de ciencias químicas i profesor de la analítiva, a la vez que vicedirector del museo mencionado. Los temas de sus conferencias son las siguientes : El ázoe enla naturaleza i en la industria; interpretación química de la fun- ción clorofílica ; el aire i la planta; catálisis; Otto von Sehrón i la vida de los cristales. Todas ellas tienen, aparte de su fondo científico, muy ponderable, el atractivo de la forma que hace del doctor Herrero Dueloux uno de nuestros primeros con- ferencistas. No entendemos entrar en el detalle de sus conferencias inos coneretamos a transcribir lo que respecto de ellas dice el doctor Lafone Qnevedo, director del Museo : « Todas ellos han nacido en la cátedra universitaria; pero no en el aula ce- rrada, esclusiva i reservada para alumnos orientados hacia una determinada ca- rrera profesional, sino en la clase abierta, amplia, libre, donde se habían reunido estudiantes i estudiosos, espíritus ávidos de saber, aun fuera de las disciplinas de su especialidad i de su preferencia, buscando en la palabra entusiasta i cálida de un profesor consagrado a la vida del laboratorio ide la cátedra nociones pre- cisas sobre problemas que deben preocupar por igual a todo los hombres de me- diana cultura en nuestra época 1 en nuestro medio. « Al reunirlas en un volumen, la dirección del Museo ha querido divulgarlas para mayor provecho de la juventud estudiosa... » Nosotros, sólo agregaremos, que no sólo para «la juventud estudiosa » sino para todos los estudiosos en jeneral. S. E. BARABINO. PUBLICACIONES AMERICANAS : CHILE. Breves instrucciones para la recolección, conservación i envio de ejem- plares de historia natural para los museos, por el profesor doctor Cak- LOs E. PokTER, director del Museo i laboratorio de zoolojía aplicada, catedrá- tico de zoolojía jeneral, etc., etc., 32 edición aumentada, con un prólogo dei profesor Jorge Renaudet, director de la estación biolójica de Vibraye (Francia). Un volumen de 100 pájinas con 61 figuras i 10 láminas intercaladas en el tes- to. Santiago de Chile, 1918. Precio 3 pesos chilenos (2 $ m/n). El reputado naturalista chileno, profesor Porter, tan laborioso como infatiga- ble, acaba de dar a luz esta tercera edición de sus instrucciones prácticas para todo incipiente naturalista o aficionado serio, i aun para los mismos profesiona- les, sobre el mejor modo, vale decir la forma más racional de recolectar ejem- plares de animales, vejetales i minerales que pueden ofrecer al estudio de los cul- tores de la naturaleza. La importancia que para el naturalista que ha de examinar, estudiar i descri- bir las innumerables piezas que los viajeros le provean, tiene la forma de reco- jerlas, guardarlas i trasportarlas, es tan obvia, que no entiendo entrar a demos- trarla. Todo lo que se haga por conservar en lo posible invariables la forma i la BIBLIOGRAFÍA 395 estructura de las mismas, hasta que se halle en el gabinete de estudio del natu- ralista, es un deber de los recolectores, o, lo que le equivale, el intelectual que se apasiona por el estudio de la naturaleza i con este objeto se dedica a buscar, recojer i trasportar piezas de estudio — debe ante todo formar su programa bien definido 1 consciente, para proceder con seguridad a realizar su misión. Por esto debe consultar, estudiar lo que los maestros, hombres de ciencia teó- ricos i prácticos a la vez, aconsejan al respecto. Ahora bien, entre estas obras — i no lo digo yo, ajeno a la partida, sino quelo dice el profesor Renaudet en el prólogo de esta edición — «ninguna hai que co- rresponda al objeto práctico ia la facilidad de uso», como la del profesor Porter. En esta tercera edición, el profesor Porter se ha esmerado en lo tocante a la recolección i preparación de los mamíferos, aprovechando de un artículo debido al distinguido mamólogo americano, señor Juan 4. Wolffeohn: ha cambiado e in- troducido figuras más pertinentes; ha dado mayor desarrollo a la recolección de ciertos invertebrados, así como de criptógamas. También ha agregado fórmulas de líquidos conservadores dadas por Lo Bianco 1 otros autores. Por último, agre- ga una interesante bibliografía, indicando las obras que pueden consultarse con provecho. Todo esto, sin perjuicio como es obvio, de poner el profesor Porter el fruto de su propia esperiencia, que no es poca. He aquí el sumario del Índice : I. Reino animal. — Clasificación de éste. Recolección de protozoos, celentéreos, equinodermos, vermes, artrópodos [(a) principales órdenes de insectos; b) mirió- “podos; c) arácnidos; d) crustáceos]; moluscos, tunicados, vertebrados [a) peces; b) batracios; c) reptiles; d) aves; e) mamíferos). TI. Reino vejetal. — Cuadro (original) de clasificación. Resolución de las fane- rógamas (formación del herbario), i de las criptógamas. TIT. Reino mineral. — Recolección i estudio de los minerales i rocas. colección 1 estudio de los fósiles. IV. Bibliografía. — Obras i revistas consultadas. Escusamos decir que la obra está escrita en ese estilo llano i claro, quees una de las características del doctor Porter, i, por consiguiente, que está al alcance aun de los que se inician en este jénero de estudios, tan necesarios en países como los sudamericanos, en los cuales, a pesar de que todavía está casi todo por ha- cer, se cuentan pocos naturalistas i colaboradores, aunque afortunadamente ilus- trados 1 bien dispuestos. Entre éstos tiene ganado un puesto de primera fila el autor de esta obra, fru- to no sólo de sus estudios i de su labor personal, sino que también sufragada por su propio bolsillo. I conste que el profesor Porter, vive de sus sueldos de maestro ! Se trata, pues, de un intelectual doblemente meritorio. Anales de zoolojíia aplicada (agrícola médica i veterinaria), dirijida por el profesor doctor CARLOS E. PORTER, director del Museo i laboratorio de zoolo- jía aplicada, etc., etc. Año V, número 1. Santiago de Chile. Esta publicación que entró con paso firme en su quinto año de vida, gracias a la eficaz dirección del profesor Porter, está, como es sabido, dedicada principal- mente al estudio biolójico i sistemático de los zooparásitos de la rejión neotropical. 386 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Este número trae los siguientes trabajos : Un caso de leishmaniosis no ulcerada, por el doctor R. González Rincones, dis- tinguido parasitólogo venezolano, catedrático en la Facultad de medicina de Ca- racas 1, actualmente, ministro de Instrucción pública de aquella república her- mana. Chondrachanthus chilensis (new species of parasitic Copepod), por Ch. Branch Wil- son. Psilido exótico (trioza alaeris), su presencia en la Arjentina por Carlos Lizer. Materiales para la entomolojía económica de Chile : IX i X, por el profesor doec- tor C. E. Porter. Novedades científicas, por el doctor C. E. Porter. Bibliografía. Revista chilena de historia natural, publicación bimestral ilustrada, diriji- da por su fundador el profesor CARLOS E. PoOrTER. Año XXII, números 2 i 3. Santiago, 1918. El valor científico de esta publicación se sostiene sin decaer, gracias al propio director, i al concurso jeneroso de los naturalistas de las repúblicas americanas iaun de las europeas. En esta entrega figuran: un trabajo del laborioso e intelijente profesor Juan Brethes, de nuestro museo nacional de historia natural, sobre algunos dipteros de Chile, 1 otro del reputado micólogo doctor Carlos Spegazzini, como cuarta contri- bución a la Micolojía chilena; una memoria de Mer. H. Leveillé, sobre las fuchsias de Chile; otra de Álvaro Rivera M., sobre la fora de los alrededores de Ovalle; una contribución al estudio del tamarugo, por Ernesto Maldonado; unas notas sobre el sapito vaquero, por Rafael Barros ; otra del reverendo padre Félix Yaffuel, sobre la zenaida maculata; una tercera contribución a la flora bicolójica de Chile, por J. Theriot, etc. Por su parte, el profesor Porter ha contribuído con su 15% contribución de materiales para la fauna carcenolójica de Chile, tratando de la familia Coris- tido. Morfolojía i fisiolojia del hombre. Lecciones elementales por el doctor CAR- LOS E. PortER, 2* edición, 1 tomo en 8% grande, de más de 250 pájinas, 100 = figuras 1 15 láminas, algunas en colores. Precio 7 pesos chilenos. Anunciamos con gusto que esta obra del laborioso profesor Porter, mui intere- sante por cierto, está próxima a aparecer. Hemos descrito 1 juzgado justicieramente en estas mismas columnas la prime- ra edición de este trabajo ; nos reservamos hacerlo nuevamente cuando salga a luz la segunda. S. E. BARABINO. Bibliografía dental chilena, por don ROBERTO SUNDT dentista. Un opúsculo de 66 pájinas en 8% menor. Edición de solo 50 ejemplares. Santiago de.Chile, 1918. BIBLIOGRAFÍA 387 Interesante librito, que en su pequeñez resulta de positiva utilidad para cuan- tos cultivan la ciencia i el arte de la odontolojía. Escusamos decir con cuánto placer vemos esta. florescencia bibliográfica, que se estiende a todas las ramas del saber humano; nosotros que desde tantos años venimos dedicándole buena parte de nuestra labor intelectual, dentro de nuestra modesta potencialidad mental, como lo prueban las innúmeras bibliografías apa- recidas en estos Anales, en Revista Técnica, La Injemierta, ete. Es con verdadera satisfacción que felicitamos al señor Sundt por su utilísimo trabajo, que ha realizado por deber de patriotismo i satisfacción científica. En efecto; el señor Weber, de la Habana, presentó al Congreso odontolójico celebrado en la capital cubana una memoria, en la cual, sobre más de 10.000 apuntes bibliográficos, solo figuraban 6 correspondientes a Chile. Este descono- cimiento de la literatura dental chilena decidió al señor Sundt a hacerla co- nocer. El trabajo está dividido en tres partes siguiendo un orden eronolójico, lo que deja ver la progresión de los estudios odontolójicos en nuestra hermana trasan- dina : consigna primero las «publicaciones científicas» aparecidas desde 1855 a 1918; luego las «publicaciones generales», que abarcan el período 1897-1918; so por fin, las tesis presentadas a la Universidad de Chile para optar al título de dentista, sumando cerca de 200 publicaciones, entre ellas las revistas del jénero, las memorias presentadas a los congresos realizados, etc. La diferencia entre este número i las 6 publicaciones mencionadas por el señor Weber, no tiene otra cau- sa sino la falta de publicaciones bibliográficas que las hicieran conocer. Es lo que hasubsanado el señor Sundt. S. E. BARABINO. PUBLICACIONES EUROPEAS: CASA EDITORIAL DE GAUTHIER-VILLARS ET CIE. Tables numériques usuelles,.a l'usage des ingénieurs, des étudiants des fa- cultés, des éleves des lycées et des écoles primaires superieures, etc., por Jl, ZORETTI, professeur á la Faculté des Sciences de Caen. Volume in 89 (22X13), de 52 pages, cartonné. Prix, 3 frances. Todo lo que tienda a economizar tiempo en las actividades del hombre, es de práctica utilidad i, por ende, recomendable i plausible; pero lo es aún más cuan- do la economía del tiempo se asocia a la de la labor mental como en este caso, en que se trata de tablas numéricas, que garantizando la exactitud de los resul- tados, evita una serie de cálenlos más o menos fáciles, pero siempre fastidiosos i sujetos frecuentemente a errores materiales. Desde la elemental tabla pitagórica hasta las trascendentales logarítmicas, tri- gonométricas, etc., todos sabemos cuán útiles son estas recopilaciones de cálculos hechos, que tanto facilitan los por hacer. Las dos tablas numéricas del profesor Zoretti, de proporciones modestas, ma- nuables, permiten las siguientes operaciones : multiplicación, división, elevación a potencias i estracción de raíces, directamente la segunda potencia i la raíz 388 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cuadrada, i mediante los logaritmos las potencias i raíces superiores i los espo- nenciales; interpolación, cálculo de funciones trigonométricas, etc. No siendo posible dar aquí un especimen de estas tablas, nos concretaremos a manifestar que el autor hace preceder a las mismas su esplicación, con ejemplos numéricos que determinan claramente su aplicación. Es un libro útil que tendrá jeneral aceptación entre los que deben realizar ope- raciones numéricas. S. E. BARABINO. L'origine des formes de la terre et des planetes, par EmMILE BELOr, ancien éleve de 1”École Polytechnique, directeur des Manufactures de 1'État. Un vo- lume in-8% (25-16), de x11-208 pages, avee 44 figures et 3 planches. Gauthier. Villars et compagnie, éditeurs, Paris, 1918, prix broché, 12 franes, plus une augmentation provisionnelle du 20 9/.. Cuando las trasformaciones de la masa encefálica, en el indefinido trascurso del tiempo, permitió al hombre razonar, vale decir, observar, comparar, esperi- mentar, i luego, inducir i deducir, uno de los problemas “naturales que se pre- sentó a su mente, ávida de saber, alentada. por ese eterno acicate de lo ignoto, fué ciertamente el conocimiento del origen, esencia i distribución de la materia cósmica, es decir, de la jénesis i morfolojía del universo. Ante la pregunta, que surje espontánea en todo ser pensante, ¿de dónde veni- mos ?, quedó planteado para la humanidad el misterioso problema de la existen- cia de los mundos, i mui especialmente por lo que personalmente atañe al hom- bre, de la tierra que le sustenta i del cielo que le cubre. En éste, desde la astro- lojía hipotética a la astronomía matemática; en aquella, desde la jeografía superficial, a la jeognosia i jeodesia sistemáticas. La arquitectura jeolójica, es decir, la tectónica o disposición de la estructura telúrica, su naturaleza física, los fenómenos físico-químicos que la produjeron, que la dislocaron ¡aun siguen modificándola, es decir, la jeognosia terrestre, 1, por analojía, los iguales o análogos fenómenos que dieron por resultado, no sólo nuestro sistema solar, sino que también todos los innúmeros sistemas astrales que constituyen la gran síntesis de materia, fuerza i equilibrio, el kosmos. I así, desde las más descabelladas teorías arcaicas, fruto de las apariencias, hasta las grandes concepciones de Kant, Buffon, Laplace, etc., productos de una filosofía científica más racional, los naturalistas más descollantes de las naciones civilizadas, han rendido pleito homenaje a la eterna esfinje cósmica, tratando de descifrar el grande enigma de la naturaleza. ¿Lo han conseguido? Aun no. ¿Lo conseguirán? No lo creemos. Pero, por lo menos acrecentaron i acrecentarán el acervo científico mundial. El señor Belot, es uno de estos abnegados cultores de la ciencia; infatigable investigador con rumbos propios, que antes nos diera su conocida obra L'origine dualiste des mondes. Essais de cosmogonie touwrbillonante, 1 ahora nos presenta ésta sobre el origen de las formas de la Tierra i de los planetas, fundado en las nuevas leyes físicas que, según el estado actual de la ciencia, rijen a la materia, de las que ha tratado, precisamente, en la primera. He aquí el plan de la obra : BIBLIOGRAFÍA 389 I, Consideraciones sobre la era primitiva o paleotérmica; II, Nivel básico fun- damental de la arquitectura terrestre; III, Período ígneo, IV, Período diluviano; V, Leyes de la arquitectura terrestre; VI, Problemas orojénicos 1 apirojénicos ; VIT, Vulcanismo natural i esperimental; VII; El magnetismo terrestre ; IX, Ori- jen cósmico de los formas planetarias, -—Escusamos entrar a analizar las nuevas teorías jeolójicas del señor Belot, por cuanto ellos requieren un estudio detenido, meditado, i aun así difícil sería abrir juicio al respecto; pero merece ser leída por las enseñanzas que ofrece. ' S. E. BARABINO. Giuvres de G. H. Helphen, públiées par les soins de C. Jordan, H. Poincaré et E. Picard, avec la collaboration de E. Vessiot, Tome IL, un volume de vi, 560 pages, avec un portrait. Gauthier-Villars et compagnie, éditeurs; París, 1918, prix broché, 40 franes En estas mismas columnas nos ocupamos oportunamente del tomo I, de las obras del malogrado matemático, señor Helphen (4n. Soc. Cient. Arg., tomo EXXXII, páj. 95). Entonces traseribimos el juicio favorahle de! sabio secretario perpetuo de la Academia de ciencias de París respecto de dicho profesor. Creemos escusado, pues, hacer resaltar aquí los méritos del autor de las me- morias que constituyen este segundo tomo de esas obras. Sólo diremos lo que, como introducción manifiestan los profesores Jordán i Piccard : « Voici vingteing ans que Helphen a été enlevé a la science francaise dans tout l"éclet de son talent. Rien n'a vieilli daus ses écrits, d'une admirable per- fection, et dont toutes les parties sont des «euvres d'art dignes d'étre proposées comme modeles á tous ces qui cultivent les sciences mathématiques. » El índice marca más de cuarenta trabajos sobre temas de alta matemática, cuya enunciación sería demasiado estensa aquí. Para terminar, diremos que los trabajos del señor Helphen, formarán cuatro tomos, de los cuales ya está en prensa el tercero i en preparación el cuarto. Creemos que la señora viuda del profesor Helphen merece un sincero aplauso de parte de los cultores de las disciplinas matemáticas, pues por su iniciativa se hace esta importante publicación; aplauso que deben compartir, como es ob- vio, los insignes matemáticos H. Poincaré (hoi finado), C. Jordan 1 E. Picard, que la dirijen i patrocinan. Escusado creemos fuera agregar que la impresión de la obra está, como toda la obra tipográfica de la casa Gauthier-Villars et compagnie, hecha en escelente papel, con tipos claros i cuidada composición. Annuaire pour l'an 1919, publié par le Bureau des longitudes avec des noti- ces scientifiques. Un volume in 16%, de pres de 700 pages, avec 14 figures, 5 cartes célestes en couleurs et 3 cartes magnetiques. Gauthier-Villars et compa- enie, éditeurs. Paris, prix broché, 3 frances. Como siempre, esta ultrasecular publicación científica del Bureau des longitudes 390 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA (hace con la actual su 114% aparición) presenta, puestos al día, gran número de datos numéricos e informacionet científicas. Véase el índice : 1, Calendarios diversos : su estudio, predicciones; 11, La tierra : forma, dimen- siones, etc., coordenadas, conversiones de grados, tiempos, etc. Meteorolojía, re- fracción, magnetismo; III, Astronomía : coordenadas, hora, sol, luna, planetas ma- yores, cometas, estrellas, etc.; IV, Pesas i medidas; V, Estadísticas jeográficas i demográficas, altitudes, hipsometría, mares, ríos, lagos, poblaciones. Numerosas tablas. Suplemento para 1920. Entre las memorias anotamos : Figuras de equili- brio relativo de un líquido homojéneo en rotación, cuyos elementos se atraen según la lei de Newton, por M. P. Apell; i Determinación interferencial de los diámetros de los astros, por M. M. Hamy. S. E. BARABINO. ÍNDICE GENERAL DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO OCTOGÉSIMO SEXTO ANTONIO A. ROMERO, El Homo pampaeus. Contribución al estudio del origen y antigiedad de la raza humana en Sud América, según recientes descubrimien- H. Damianovicn Y H. M. LevyLIrR, Camilo Meyer, socio activo de la Sociedad Cientifica lA renta de YO OO M. ILaNTorR, Recherches océanographiques sur le littoral maritime de la province ERBUENOS AMES il a olaaa a. Lucien HaumMan, La végétation des Hautes Cordilleres de Mendoza (République ARSS) aoonocoopoosoooepoo oooO por op reo coo reco oa oooO ona 121 y H. M. Levyrier, Electricidad atmosférica y alambres de púa. ....oo....o.o.o... R. LEHMANN-NITSCHE, El grupo lingúístico Alakaluf de los canales magallánicos. María IsaBeL HYLTON ScoTT, Sobre el desarrollo intraovarial de Jenynsia li- PAM 0:00 b 0000900000 000.00 000 Ono O do oooO ooo aaa ooo OO obio 0/0 Aaa alo BIBLIOGRAFÍA Obras completas i correspondencia científica de Florentino Ameghino, por Alfre- do EOI AO oa poa dara Dirección general de minas, jeolojía e hidrolojíl...ooooommmrmcrrrnrccccca Tierra del Fuego ¡sus turberas, por el doctor Guido Bonarelll................. Jeneralidades i datos sobre métodos para la explotación de turberas i aprovecha- miento de la turba, por el ingeniero Fernando de Pedros0......... Nas o oo Boletines números 6, 7,8, 9 i 10, serie D (Química mineral i aguas minerales). Contribución al estudio del agua del río Mina Clavero (Córdoba), por el doctor a o E ao oo ojo E ao on O Ne NOTA Evaluación del anhídrido carbónico en las aguas, por el doctor Miguel H. Cata- La potabilidad de las aguas arjentinas en sus relaciones con la salinidad, por los doctores Hércules Corti, Carlos A. Sagastume y Manuel Giovanetti.......... 361 363 363 364 365 367 368 392 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Las aguas de las termas de río Hondo (provincia de Santiago del Estero), por el Investigación de la estructura tectónica de la cuenca hidrográfica del río de La LONCO POL eldoctor uan Ras MU IAS NS iO Revista del Jardín zoolójico de Buenos Aires, por Clemente Onelll.............. Fábrica de alúmino férrico de las Obras sanitarias de la Nación, por el doctor Atilio A. Bado e ingeniero Mario L. Negri.........:..... AOS A MELO LON CIA AS USA CRA QUAN a dao iBlad Sobre las constantes de Dultton 1 de Oldham, por Galdino Negli....ooooo..ooo... Tiempos i velocidades en los cálculos sismolójicos. por Galdino Negtl........... Nuevo jalón setentrional en la dispersión de representaciones plásticas de la cuen- ca paranaense i su valor indicador, por Félix F. OutesS....ooooocccoooccoooo... Nuevos rastros de la cultura guarani, por Félix F. Outes................ A ¿Hai estaciones termales y aguas minerales en la provincia de Buenos Aires? por los doctores Pedro Belou y E. Herrero Ducloux............. A OSOS E Disertaciones químicas, por Enrique Herrero DuclouX........o.ooooooomomomo.m..-. Breves instrucciones para la recolección, conservación i envío de ejemplares de historia natural para los museos, por el doctor Carlos E. Porter............. Anales de Zoolojía aplicada, por el doctor Carlos E. Porter............. EOS Revista AULenaNdenos ton CNI A e UR AA EN Morfolojía i fisislojiía del hombre. por el doctor Carlos E. Porter.......oo..o.... Bibliografía dental chilena, por Roberto Sundt.......o..o.... ias dla Mablestivumentquestustelles por MIL ii L'origine des formes de la terre et des planetes, par Emile Belot....... E o CEVORESs ACC PE HC RCN ANS AS: Rd aS An duOo io SRA IDO? ao AD les oa ooo oo doo seo oros O soboo ora ooo EAS 369 388 389 389 Marín, Plácido. Marcó del Pont, Enrique. . Marotta, Pedro. —Massini, Carlos. Maupas, Ernesto. Medina, José A. Melo, Carlos EF. Meoli, Gabriel. Mercante, Víctor, * Mercanu, Agustín. Mermos, Alberto. Meyer, Camilo. Mignaqui, Luis P. Molina Civit, Juan. Molinelli, Ernesto A. Morales, Carlos María. Moreno, Evaristo V. Moóbring, Walther. Moyano, Osman. Mugica, Adolfo. Narbondo, Juan L.. Nágera, Juan José. Natale, Alfredo. Negri, Mario L. Nielsen, Juan. - Noceti, Domingo. Novillo, Andrés B. O'Connor, Eduardo. Ojeda, José T. Olmos, Miguel. - Olivera, Carlos E. Olivieri, Alfredo. “ Omelli, Clemente. - Ortiz de Rosas, Jorge. -Orús, José M. Orús, Antonio (hijo). -Ortwed, Villielm. . - Otamendi, Eduardo. Otamendi, Rómulo. Otamendi, Alberto. , Allende Lezama, Luciano. Arias, Víctor J. Baidaft, Bernardo Ig. - Bazterreix, Francisco. Bes, Raúl. Cásadeval, Domingo. Cozzi, Honorio. Z - SOCIOS ACTIVOS (Conclusión) Otamendi, Gustavo. Otamendi, Belisario. Outes, Félix PF. Paitoví Oliveras, Antonio D. Palet, Luciano P. y. | Paoli, Elumberto. Paolera, Carlos M. della. Parodi, Edmundo. Pasman, Raúl G. Pastore, Franco. Paquet, Carlos. - Paz, José M. : Pelleschi, Juan. Peralta Ramos, Enrique. Pértile, José C. Petersen, Teodoro H. Piana, Juan $. Quiroga, Modesto. Quiroga, Alejandro. Raña, Eduardo $. Rebuelto, Emilio. Rebuelto, Antonio. - Renacceo, Ricardo. Rivarola, Rodolfo. Rodríguez Aravena, Santos. Roffo, Juan. Romero, Julián. Romero, Antonio. Rossell Soler, Pedro A. Rospide, Juan. Rumi, Tomás J. Sabaría, Enrique. Sabatini, Ángel. Sáenz Valiente, Eduardo. Sáenz Valiente, Anselmo. Sánchez Díaz, Abel. Sánchez Gregorio L. Sanromán, Iberio. Santángelo, Rodolfo. Sarhy, José. $. SOCIOS ADHERENTES Clariá, César. Colombo, Carlos A. - Colombo, Carlos N. Dolhagaray, Leopoldo. Domínguez Abal, Ramiro. Dorado, Luis. | Doradau, Ovidio. Sarhy, Juan FE. Scala, Augusto. Schaefer, Guillermo FE. Schnack Benno J. Segovia, Vicente. Seguí, Francisco. Sehmiedel, Ottomar. 'Sehneidewind, Alberto. Selya, Domingo. Senet, Rodolfo. Serodino, Eduardo C. r Silva, Angel. | Soldano, Ferrueccio A. Sorondo, Alejandio. Sordelli, Alfredo. Suárez, Eleodoro. Storni, Segundo. Tarelli, Carlos A. Tello, Eugenio. Torre Bertueci, Pedro. Urquiza, Carlos de. Vallebella, Colón B. Valentini, Argentino. Valerga, Oronte A. Valiente Noailles, Luis. Valle Tberlucea, Enrique del. Vallejo, Carlos. , Varela, Rufino (hijo). Vignau, Pedro T. Vidal, Antonio. Volpatti, Eduardo. W:auters, Carlos. Widakowich, Víctor. Wernicke, Roberto. | Wernicke, Raúl. : Williams, Adolfo T. White, Guillermo.: White, Guillermo J. Zakrzewslá, Bernardo. Zamboni, Agustín. Goñi, José. Gotuzzo, Francisco G. Grau, Carlos A. Niño, Bernardo J. Peirano, Santiago F. Pelosi, Elías. -Pini, Aldo $. Anchor obral yo ÓN DIDÁ 1 RGANIZACI “Besio Moreno, Nicolás, Tornquist, Ernesto y Com] A - y 1 ONE An 0 AS E A E Y m0 70 MAS end ze AAA DA DADAAHAA2 LRD DITA a it ERRATA A HR EH / el IA A is o a ga O EN * CUAN y 4 ¡»3 SN Ss Al 4] AS P Ends mu .v> o had An nl de 2 OS SE US y End ¿q 7 ES UN. ; 4 Ps w Y y y ES z a E] j Vea e E E 4 a PR A Y O A ONE Jade ua DN y! E bs ES * nba aer ar US” vn E 2. DO ma A O A ISE E 00) A sn 'WINIAA AAA] lali AA Min AN y day JId y y de pin IDA opa ass SIÑNADA Eds CATA ¿A Ñ iS sy Hd SL A ae! el dé Y OL V nte , : AAA Y ee RA z y CA AO IA] ¡ per 3 a NA abr AN 7 A Bu , y “> e de y - . d EJ AAA, a A ARA UY PINS PANAS s E AL bis a a PRE Ad A AS Agro 0 A IGN ADE E j = 1 ES A MA y A El y . AE e PR Ud A AA AI My! A Se E ELE i y> A >. ey MISS H po dy eN E O ; DAS . Ey Pes AS o Ya e 98d ES mM ALTA LO RA "y ALO y A NN ' hu y Ino um: Wr rr rro <= 0d a a! Z / y) A LP 3 AT e al REE A x O ó Si mr o A Ll = Ml AS P et y na Na fl % Mm ve 6 SÓN A EN ¡AN Je Y A , Purrrrrmo Mio Mi Mar mc rt nh ná yo! Uy : y y ener L e » ¿A pS ys E try A vuv, E A | ML A. A o | Jo Pd, 4 44 y ad i SS ey EL ¡MÁ E > al La po y y Er PRA a ¡e AA Ed A Ca A, E NT Hi ol mt MO Lt A er AS A! Al , na ' PRAA AL] NA GA E tr SS es el SS o e 0 4 a EN s A ld AD AFM “y ES : DA EN Ade "¿Try rra Y y A AL a PR O Qo-- " MÁ Ml TO I aia, arlrzrrs von llllor se dE + | AA á rr Vtyr- rd E E E Y 190 Ns eS > ey os » cae ama a ma PEL rr Din, Ilya e EN dep MG AD o ME LN. E] , a, | l bh ate a Da 1 ds ES o A A 1308 ELIO S O. ATA ba WEONES! bol y SR NS Dn E art: ] bs “9 EJ ho SÍ E dE F ps Yo. Ue v 2% AA DS Mrimw DI ASC COAANRA A | v YUU WI a EN dl AAA AS A bol ; 1 E a! p E NINA ol A Me A a Y UE Y May I9 04" Mp A pr ns NW 0 HA Aro e | Men y O Ir cada br ti ¿e AZ AAN E q40 1040 Wa : USA IAN Anda he” Darren? PANA s pS, A A v 5 4 s ar. ; Vs des UN na ds. m7 33 ee SJ LX 0, P , lu 2e tr. Je. d 8 ás E AY El Í A 4d? IA HL ¿3 10 Ad ad 4 qI0ON PALIO e B> A An 404" di ; pa ' EN “A MAA A We yy pora, os e » *Í AN %- ty ¿AY Ú E » PA LP pS y. ES 5 e | ] SS Eds 6. US A asa AL. DADA ] y. , Pu LA] pe. «Jeaqmí ar nl A IN O AS E AS rd A 4111 e. CE Prol a se. % 4 11,958 TA A AMIA EE Fa de EA Ni A CA o avia | . HE) a MÁ ES ad a add Y a > An Brin 80 _- q b as A E - Pa 4 AN e, aro qe. A A AAA SN > AT ET Hi LMTdr AA FI Í NT hi ' 2.0, Hr caro, ALE in ld Es ñ p le Es e TS Br Adp> AS BA A RRA, 1 + 341304). O US Y dr e A AN SS ST A ON ARIADNA a] AA , Y A S 4 dd: » a! > ea. Md del | y, EA / 4 . ADN ot ve O Pe : | TA IN | PA A A AM A LA Pb ES A | ra ES 9 J1d4994 "Y, Sa UI II lr cana A po a ; des 4 A Ads SR dd LA Mo YE qui. A s » ¿did se, 04 Y er att >"... = Tie de He. y Ya AR Al e de a yd eN y 3 k y o. e Py, r dh» A asi q ga LLL $ p ayathtvv MA AA NS IS! y 9091419 j 6 EN E ¡193pd y] Ma e ee E UA “1 E pro yA Miu. 1d 8 nl y) yO , VARO, h 7 1aedrd. qe UN £ Ll HI EA E PEPE DA db ba 3 9088 01357 2888 SMITHSONIAN INSTITUTION LIBRARIES