Acid Pe Lu ed a y: o Ea se pi buy pd a : pal ar ) | 41d! a Ate SS o Melia al0 ANSIA % a Y % ll ES 4 PAZ E E A ES == a E e = e PIE 3 md VDD tl a A cn MARS Po tU y A DE pa ARANA dis " 2 vo y ha e ARE A 0 E ENE 'e mm 's ne E 0d pt cAD E y) o! ;% AAA gd me da Dir . EAS > PA El Mod ind 100) edit 1099 AnD Lal to j a Me q] SAO ey: de Mel q 5h 4 ÓN SA Pros di da a di Ha m0 do Aide init he ey E! mi y Medid sa 10 yea CHeóS 2d pp o100 A 190 pes PENA le AS Pr pa sol ENS: nea cn cd dE 104 Acid MIEDO 1%) hi ena AiO pda oa lp Mtcio (001 iGoj 20-08 verdade mb del inc d - ANALES DE LA EDAD CIENTI ARGENTINA DIRECTOR.: Doctor EDUARDO CARETTE SECRETARIO DE REDACCIÓN : INGENIERO CARLOS LIZER ENERO-JUNIO 1919. — ENTREGAS I-VI. TOMO LXXXVII ÍNDICE MicureL Cuomo, Contribución al estudio de la fabricación de materiales de cons- trucción en la República Argentina. Breve reseña de la Fábrica cerámica de AA AAA A Ingeniero Vicente Castro, ex presidente de la Sociedad.....oooomoooccorooooo. F, SANTSCHI, Nouveaux formicides de la République Argentine....ooooooooo... AriLIo A. BADO y ALBERTO J. ZANETTA, Algunas experiencias sobre la elimi- nación del arsénico y del vanadio de las aguas. ....0ooooococooccccccnnnos JUAN W. Grz, Las salinas de Bebedero (provincia de San Luis)......o.ooo..... ANA MANGANARO, Leguminosas bonaerenses... ....... oococococnenarorrr Memoria anual del presidente de la Sociedad Científica Argentina... ........... A A A A A A RA CE RIA Índice general de las materias contenidas en el tomo LXXXVIL .............. BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITQRA «CÓONI > 684, PERÚ, 681 1919 as di Y a h toa OS ED) pa o > e Vicepresidente 19. Vicepresidente 20 0... y“ Secretario de actas... .....-. Secretario de correspondencia. . A ETE GS A E AS Didliblecario.-- 5... ¿oe Porter Gerente... AA ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis que sus- tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo por escrito. Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con la Casa editora « CON] ». Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, etc., se * enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — La DIRECCIÓN. JUNTA DIRECTIVA ' y LE EM aso E: 1 : ¿ Ingeniero Santiago E. Barabino. General ingeniero Arturo M, Lugones. Doctor Juan B. González. Profesor José T. Ojeda. ' Ingeniero Anecto J. Bosisio. Doctor Eduardo Carette. Ingeniero H. M. Levylier. ; Ingeniero Miguel B. Lorenzetti Ingeniero Nicolás Besio Moreno. Ingeniero Ferruccio A. Soldano. Ingeniero Julián Romero. Doctor Jorge Magnin. Ingeniero Enrique Marcó del Pont. Ingeniero Arturo Hoyo. ¿3% Ingeniero Sebastián Ghigliazza. y Ingeniero Rómulo Bianchedi. - Señor Juan Botto + $ mín cil A 4 y IAS . 1.00 Número atrasado. ...co..ooome.o . 2.00 EH RS 12.00 Número atrasado para los socios... - ANALES LBRARY NEW YORK BOTANICAL ANALES o DE LA SOCIEDAD CIENTI ARGENTINA DirecTOR : Docror EDUARDO CARETTE YOMO LXXXVII Primer semestre de 1919 BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA «CONI > 684, PERÚ, 684 1919 CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LA FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN EN LA REPÚBLICA ARGENTINA BREVE RESEÑA DE LA FÁBRICA CERÁMICA DE ALBERDI (ROSARIO DE SANTA FE) Por MIGUEL CUOMO Ingeniero civil UBICACIÓN Al norte de la ciudad de Rosario de Santa Fe, de la que está sepa- ada por un límite natural — el arroyo Ludueña, más conocido en la localidad con el nombre de Arroyito, — existe la población de vera- neo que se llama Alberdi. En los límites de esta población, y desde el año 1593, empezó a fun- cionar la fábrica cuya descripción nos proponemos hacer (ver fig. 1). El sitio elegido para la misma concilia sabiamente la proximidad del lugar de extracción de la arcilla con la comodidad de expedir los productos fabricados, por medio de tres líneas ferroviarias importan- tes en el país. Puede decirse que está ubicada en el centro de grave- dad del triángulo formado por las estaciones Sarratea (TF. €. €. A.), trocha ancha; Alberdi (F. C. C. C.), trocha angosta; Sorrento (F. O. P. S. F.), trocha angosta. Esta acertada ubicación ha sido factor importante para la vida y prosperidad de la industria, y contrasta con el fracaso de una fábrica de ladrillos silico-calcáreos que, elaborando sus productos con la arena del lecho del río Paraná y la cal del mismo nombre, fué instalada, en una isla, frente a Alberdi. Esta industria tuvo que luchar, desde su 6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA iniciación, con los inconvenientes de tan inapropiada ubicación, prin- cipalmente para la expedición de los productos elaborados, y sin em- bargo, los ladrillos silico-calcáreos, obtenidos con arena finisima, que abunda prodigiosamente en este tramo del Paraná, y la cal precitada, han resultado, seguramente, superiores a los fabricados por la Socie- dad anónima La Platense, en Buenos Aires. A la bondad de la arena, por su pureza y finura, cualidades impor- tantísimas, debe atribuirse igualmente los excelentes resultados en la fabricación de piedras artificiales de Borghi, localidad próxima a San Lorenzo. Según un ensayo ejecutado con arena extraída del río Paraná des- tinada a las construcciones de Rosario, tenía esta arena la siguiente composición granulométrica : Tamaño de los granos Granos Menor de 0,5 milímetros..... S18 arena muy fina — 1,0 SA 116 arena fina = 1,5 O RA 13 arena mediana o normal =- 2,8 E 4 arena gruesa = 5,0 aa 14 arena muy gruesa Mayor de 5,0 = ie 15 granza Puede decirse, en verdad, que está compuesta de un 82 por ciento de arena muy fina y 12 por ciento de arena fina. MATERIA PRIMA De los estudios del suelo efectuados durante los preliminares de las obras del puerto del Rosario, tanto en la parte no afectada por la corriente, como en ésta, resultó : a) Piso del Rosario. — La existencia de una sucesión uniforme de capas concordantes y horizontales. La superior, de arcilla rojiza, es semejante al loess pampeano y muestra, en la barranca, las concre- ciones características de la marga o tosca (caleáreo fuertemente arei- lloso). La arena que le sigue, es a su vez, generalmente pura, cuarzosa, con poca magnetita y mica potásica, de grano fino redondeado, FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN -| Perfil geológico de la barranca del río Paraná + 22 Arcilla rojiza conerecionada, con nódulos calcáreos (loess) + 4 Arena terciaria fina = EY Arcilla rosada b) Lecho del río. — Salta a primera vista la acción de las aguas, cuya poderosa corriente ha arrastrado por completo la capa superior de arcilla rojiza, atacando luego la de la arena. +22 Loess Enclusiones de arcilla + Arcilla a/luvional Jlurional frena lerciaria fina Perfil geológico en el cauce del río Entre tanto, la capa superpuesta de arcilla y discordante con la arena, es evidentemente posterior y depositada por el rio. Esto comprueba que el lecho antiguo, o límite de erosión, está en el límite entre las arenas inferiores y la capa superpuesta de arcilla aluvional. Esta capa de arcilla, hállase formada por una serie de mantos al- ternados de arcilla y de arena, entre los que predomina fuertemente la primera. Las repetidas transiciones de sus materiales, tan frecuen- tes en esta clase de terrenos, obedecen, como es sabido, a las altera- ciones entre las épocas de mayores o menores avenidas, y a la varia- ción consecuente de la fuerza de transporte. Sobre la arcilla existe otra capa inferior en potencia, de arena, que por su completo parecido se confunde con la arena inferior, antes citada. Existen también, al pie de la barranca, lugares en que se observan inclusiones de arcilla de mayor grado de pureza, pero que no pueden ser explotadas, a causa del elevado costo de extracción. ta) ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fig. 1 Vista de la fábrica cerámica de Alberdi Fig Cantera de tosca ten la fábrica) FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 9 De todos modos, la arcilla explotada, hasta la actualidad, procede de la playa (fig. 2), aunque últimamente se ha extraído arcilla de las islas, frente a Alberdi, y su origen es igualmente aluvial. Los yacimientos de arcilla presentan diversas coloraciones, desde el sepia al azul. Esta arcilla es transportada en carros hasta la fábri- :2, depositándose luego en pilas para su pudrición, que se hace durar dos años, por lo menos. Además de la arcilla de la ribera, se utiliza también la tierra egreda que se extrae de los terrenos adyacentes a la fábrica y que se encuen- tra inmediatamente debajo de la capa superior de arcilla negra que a su vez se utiliza para la fabricación del ladrillo de mano. Fig. 2. — Playa del río Paraná de donde se extrae la arcilla La tierra greda se fracciona en terrones, bajo la acción del pico, y tiene un aspecto sui generis. También se emplea, en la fábrica cerámica Alberdi, la arcilla rojiza concrecionada (loess), para cuya extracción se explota una cantera en los terrenos pertenecientes a la fábrica (fig. 3). Este último material ofrece, para su empleo en cerámica, el incon- veniente de la presencia de nódulos durísimos, no practicándose la eliminación porque encarecería el costo de los productos elaborados. Proporción de arcillas y propiedades de las mezclas Llamemos : a, Arcilla obscura o azulada, de la playa. bh, Arcilla parda clara o sepia, de la playa. e, Arcilla rojiza con nódulos o loess. d, Tierra greda en terrones. e, Arcilla de inclusión al pie de la barranca. 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fig. 4 Vista de los tinglados FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 11 Se emplea : Para baldosas, baldosines, ladrillos huecos y dovelas de bovedillas................ 2deaóby ide d Para ladrillos prensados comunes, de chi- ] : meneas, especiales y pancitos de vereda (es decir piezas macizas y prensadas)..... Ideaódyidec La función de e y d es disminuir la contracción de a y b durante el secado y la cocción. DESCRIPCIÓN DE LA FABRICACIÓN En general, la marcha de la industria no presenta novedades sobre el proceso conocido con el nombre de « húmedo », porque la aglutina- ción de las arcillas se obtiene más por la agregación del agua que por influencia de la presión. Las diversas arcillas se disponen en una cancha, por capas super- puestas de un espesor de 20 centímetros y una altura total de un metro, practicándose simultáneamente el riego necesario para dar a la mezcla el grado conveniente de humedad (no ha de ser ésta ex- cesiva). La arcilla extraída mediante cortes verticales, de suerte de afectar a las diversas capas, es transportada por medio de vagonetas hasta un tablado (fig. 4) próximo al primer mezclador (malaxeur), y median- te una hélice de eje vertical, que gira dentro de un cilindro de palas- tro de hierro y se carga por su parte superior, es llevada de dicho tablado al mismo malaxeur (fig. 5). De allí pasa la arcilla amasada a dos sistemas sucesivos de cilin- dros laminadores, en el primero de los cuales son los cilindros de su- perficie lisa y de igual diámetro; y en el segundo, de distinto diáme- tro y rayados. En el primer laminador, o par de cilindros, se produce el desmenuzamiento de las partículas más blandas y en el segundo, por arrastre y desgarramiento, el de las más duras y granulosas. A la salida del último par de cilindros, la pasta tiene consistencia y compacidad muy grandes. La dimensión de la hilera que seguida- mente la moldea es de 20 centímetros de altura por 30 centímetros de ancho. Un operario se oeupa en fraccionar el prisma de barro que escurre de esa hilera, en panes de 25 centímetros de largo, que en seguida son apilados en el sótano, siendo transportados hasta él por una cadena de canjilones, y donde permanecen de 10 a 30 días. 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Fig. ( Hilera moldeando baldosas y estantes sobre los cuales se apilan FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 15 Debe llamarse la atención sobre la conveniencia de prolongar el esta- cionamiento de la arcilla, tanto en la pila a la intemperie, como en forma de panes en el sótano. Cuando ha llegado la oportunidad de utilizar los panes de arcilla, se les eleva nuevamente a la boca o tragante de los mismos cilindros, ya descritos, pero en lugar de pasar por la hilera de panes, se hila la masa en las hileras correspondientes al material o piezas que se desea fabricar. Para que la fabricación pueda ser continua, se dispone de un par de máquinas completas, amasadoras y trituradoras, de las cuales una puede preparar los panes y la otra las piezas. Una vez cortadas las piezas, a la salida de la hilera, mediante alambres fijados a los bastidores adaptados a la mesa de rodillos sobre la cual se desliza la vena de arcilla — cuya sección es la de la hilera empleada — aquéllas son bien apiladas definitivamente (ladri- llos huecos o dovelas para bovedillas), o bien estacionados diversa- mente en los galpones secaderos, hasta que se encuentren en condi- ciones de ser prensados (ladrillos macizos, comunes, de formas espe- ciales, de acera, etc.); o bien, si se trata de baldosas, baldosines o chapitas de revestimiento, batidas sobre mesas de mármol, aceitadas, cilindradas con máquinas a mano para asignarles un espesor cons- tante, y recortadas a la medida exacta, mediante pequeñas prensas de tornillo y volante, que tienen en sus cuatro bordes cuchillas sus- ceptibles de ser substituidas o desplazadas. Debe llamarse la atención sobre el hecho de que durante la coc- ción, la contracción de las baldos: s es distinta según se considere el sentido longitudinal de la hilera (contracción máxima) o el sentido transversal de la misma (contracción mínima), a cuyo efecto se recor- ta cada pieza unos 7 milímetros más larga en el sentido de la mayor contracción, con el propósito de neutralizar la diferencia; para este objeto, bastará que el operario reconozca el borde del corte afilado que difiere del borde ligeramente achatlanado por el costado de la hilera. Según que las baldosas sean sin baño o con baño, puédeselas api- lar en seguida, en número de 50, colocando en la parte superior un par de ladrillos macizos para dejarlas así unos 60 días; o bien, pre- viamente, se practicará el proceso del baño, que requiere la deseca- ción de las piezas en estanterías, antes de someterlas al mismo api- lado que las baldosas sin baño(fig. 6). El apilamiento tiene por objeto impedir el alabeo en la última faz del secamiento. 14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA == 2" SS A A A 7” de 0! AA Parte superior del horno Bock Fig. 9 Construcción del horno, conductos inferiores FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 15 Los galpones secaderos son de albanilería de ladrillos de mano sentados en barro, revocada groseramente con mezcla de cal y arena, con armaduras de madera y cubierta de tejas. Son algunos de un solo piso, para depositar las piezas durante las diferentes fases de la ela- boración y otros de dos pisos, uno bajo y otro alto. En el piso supe- rior de estos últimos, de preferencia, se estacionan los productos ter- minados que a su tiempo habrán de ser llevados al horno. Los galpo- nes tienen sus pisos de altura reducida y están provistos de muchas aberturas para graduar la marcha de la desecación. Especialmente el primer piso es de menor altura para facilitar el acceso al superior con carretillas por medio de planchadas. BAÑO La operación del baño tiene por objeto dar tersura y dureza, así como color uniforme, a la cara vista de la baldosa de piso. Para ésto, se sumerge, a mano, tanto la cara superior como algunos milímetros de los bordes laterales, en cubas que contienen una solución acuosa de arci- lla roja, finamente pulverizada e íntimamente incorporada al líquido. Por comodidad, la cuba es trasladada sucesivamente delante de los estantes de baldosas. Hasta el año 1914, el baño se preparaba con una arcilla extranjera, que llegaba lista para ser empleada, y cuya composición es la siguiente : Por ciento TS AA 82,26 INE o co PON 7,24 Do CA 2,32 Pérdidas por calcinación .............. 4,99 Agua, cal, magnesia y alcalis.......... 0,80 Posteriormente al año precitado, fué utilizada una arcilla prove- niente de la provincia de Córdoba, que se prepara sometiéndola a una grosera pulverización; luego se decanta el polvo de arcilla sepa- rándolo de los fragmentos mayores. El polvo remanente se termina de pulverizar en un cilindro rotatorio, con piedras muy duras. COCCIÓN DE LOS MATERIALES Antes de pasar más adelante, debo agradecer los datos reunidos, al señor ingeniero don Albino Sehneider, asesor técnico de la fábrica 16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fig. 10. — A la hr ae esquema del horno Hofímabn y Licht; a la derecha, esquema «del horno Sichman y Rots 4 y ——-> PLANTA GENERAL DEL HORNO CONTINUO SISTEMA DOC AAAAáÁk ener DE LA FABRICA _ CERAMICA ALBERDI] == KU— MODAIO DATA E AÁAÁKÁ cama o mm e A a A MS MS cm se IE 1-1. e mmm Fig. 11. — Planta del horno Bock FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 17 por largos años y vinculado desde el año 1856 a muchas obras de gran aliento desarrolladas en esta ciudad. Durante los quince primeros años de su funcionamiento, la fábrica utilizó tres hornos que poco se diferencian de los comunes empleados para quemar el ladrillo de mano, salvo una construcción más cuida- dosa y una marcha de la operación más uniforme. Posteriormente, se construyó un horno continuo sistema Bock, y su elección fué decidida después de haber mantenido el ingeniero Schneider una correspondencia interesante con los principales in- ventores de hornos, y entre ellos, con Federico Eduardo Hoffmann, creador del horno continuo. Por los esquemas acompañados, de los hornos de Hoffmann y Licht, patentado en 1858, y de Siehmon y Rost patentado en 1880 (fig. 10), se verá que en el primero, fué reconocido como un serio inconveniente, el excesivo enfriamiento de los gases, que arrastraban hacia la chime- nea el vapor de agua procedente de las últimas cámaras, suficiente- mente caldeadas, al pasar por las subsiguientes, cargadas con mate- rial más fresco. De allí proviene la ventajosa reforma de Siehmon y Rost, que tien- de a evitar este mal, produciendo dos corrientes de aire, convergen- tes hacia una cámara que está en comunicación por su parte supe- rior, mediante varios conductos amovibles, con la chimenea. Las leyendas explicativas de los esquemas, son suficientemente claras, para comprender la marcha de la cocción, en los dos casos. Es de notar que el horno continuo de Siehmon y Rost presenta ventajas tan apreciables sobre el que le precedió, que cuesta trabajo explicarse su escasa divulgación. El horno continuo Bock, cuyas sucesivas patentes complementa- rias obtuviéronse desde 1888 hasta 1900, realiza mayor perfección y uniformidad en la cocción, resolviendo la eliminación directa de la mayor parte de la humedad de que se hallan impregnadas las piezas o labores aún frescas, en una forma más racional, porque la dirección de los gases procedentes de la combustión y la del aire destinado al secamiento, siguen la misma dirección. El horno Bock está formado, en planta, por catorce cámaras coloca- das siete a cada lado de dos conductos situados uno encima del otro, S y W, sin comunicación entre ellos (fig. 11). El conducto inferior W termina por su extremo en la chimenea, y en él desembocan los conductos o canales transversales más inferio- res, T,, T,... T,,, correspondientes a cada cámara, pudiendo cada uno AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 2 Horno continuo sistema Bock de la fábrica cerámica de Alberdi Fig. 12. — Planta de la construcción a la altura del plano CC (nivel del piso de las cámaras) Fig 13. — Planta de la construcción a la altura del plano AA (nivel de los conductos de tiraje) [(=)] [=)] ; a. [=)) a a 29.9 $6 $66 TN IES Pla q a | a a a y mo Dl Fig. 14. — Planta de la construcción a la altura del plano NN (nivel del piso de maniobras) 717 ——+114- O ->17 OS Fig. 15. — Planta de la construcción a la altura del plano BB (nivel de los conductos de acceso de los gases a las cámaras) 20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de éstos comunicarse con el conducto central W, e independizarse de él por medio de sus respectivas válvulas de interceptación, V,-., V, - V,,, maniobradas desde la parte superior, por los vástagos V,-,,, Vi... V,,, que terminan en un ojo en el cual puede actuar un mecanis- mo de tornillos para levantar la válvula. La posición normal es la de incomunicación entre los conductos transversales T,_,., T,...T,.. y el longitudinal inferior de tiraje, W. En cuanto a las :ámaras, tienen una puerta o abertura al exterior que se cierra, cada vez, después de terminada la carga, con un muto, formado por dos tabiques de ladrillo separados, rellenándose el espa- cio vacío con arena. Se destruye este muro para efectuar la descarga. Sección transversal de la cámara: 1, Aberturas para introduch combustible; 2, Parrillas formadas con ladrillos; 3, Papel pa ra incomunicar las cámaras. Se ajusta con ladrillos y barro Por su parte interior y a los costados, sobre el piso, se encuentran cuatro quemadores (a), por donde llegan los gases de la cámara pre- cedente de abajo hacia arriba, reuniéndose las dos corrientes en la bóveda y descendiendo hasta introducirse por las aberturas bh, exis- tentes en el medio del piso de la cámara — para seguir — o bien al conducto T adyacente, en el caso de que la válvula Y correspondiente estuviera levantada — para permitir la acción del tiraje — o bien, si la válvula pertinente permaneciera cerrada — los gases, siguiendo la continuación del conducto longitudinal b, a través del transversal T interceptado, llegarían hasta los dos ramales de acceso a los quema: dores (a) de la cámara siguiente. "ara iniciar la marcha del hor no debe comenzarse haciendo fuego en el hogar auxiliar /, manteniendo abierta la válvula de tiraje más próxima, V, ,.. Una vez suficientemente caldeada esa parte del hor- FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 21 no, se procederá a bajar la válvula V,-,, y se levantará la válvula V, — pasando los gases desde h hasta W por: b,,4,,b, y T, — al mis- mo tiempo que desde los orificios q, se podrá, por la parte superior del horno, introducir combustible sobre los hogares o quemadores a. De un modo análogo será posible recorrer todas las cámaras hasta la última, 14, y de allí, interrumpiendo el tiraje directo a la chimenea, pasar a la cámara 1 mediante la apertura de la válvula V.. Para explicar la utilidad del conducto superior S, nos referiremos al plano general. La cámara 10 está cargeándose, la cámara 11 descar- gándose y la cámara 12 enfriándose. Las cámaras S y 9 han quedado recientemente cargadas, y los tabiques de papel, interceptores actua- les de las corrientes de «ire, están colocados sobre los quemadores «, y 4,, dle suerte que se hallan incomunicadas la cámara 7 de la $, la :ámara 9 de la 10, así como las S y 9 entre sí. Observando el plano general se verá que sobre el conducto supe- rior S existen siete aberturas: EXIV, ... VIEVIIL, mediante las cuales siempre será posible comunicar la parte superior de cualquier cámara: A,B, ... A,,B,,, con el conducto central superior S, colocando un tubo adicional que, partiendo de S, ligue una sola o las dos aber- turas practicadas en la parte superior de cada cámara. En el estado de la marcha del horno que se demuestra en el plano general, supongamos de comunicar, por medio de tubos amovibles, la abertura B,., de la cámara a enfriarse, con la IIE-XIL del conducto S, y las VIIX y VII-VIUL, de este último, con las A,, B, y A, y B,, de la parte superior de las cámaras respectivas S y 9. (Estos tubos se ven en la fotografía de la parte superior del horno.) En tal caso, si las válvulas V, y V, permanecen levantadas, la corriente principal de aire, que se introduce por las puertas de las 'ámaras 10 y 11, alimentará la combustión en las cámaras 2, 3, 4, 5 y 6, previo calentamiento al circular al través de las cámaras 12, 13, 14 y 1, pasando a la chimenea por las ya indicadas válvulas. A su vez, por la apertura de las válvulas V, y V, de las cámaras a se- car, se establecerá un tiraje adicional que hará derivar de la corriente principal de aire, una cierta parte que, introduciéndose por el orificio de la parte superior de la cámara a enfriarse B,,, pasará al conducto S, y habiendo estado en contacto de los materiales ya cocidos de la cámara 12, llegará en condiciones de evaporar y arrastrar parte de la humedad de que se hallan impregnados los materiales frescos de las cámaras 8 y 9. Como se comprenderá, la faz descrita se repite cíclicamente durante la marcha del horno. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Horno continuo sistema Bock de la fábrica cerámica de Alberdi FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 23 Horno continuo sistema Bock de la fábrica cerámica de Alberdi , ñ “+ 77 7 bid 2d baba] E ESA Ad ¡O AS: alo SAI CiA dE SS A: a Fig. 19. — Sección transversal Y K Fig. '20. — Sección transversal LM Fig. 21. — Sección transversal ON 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En los planos de detalles que demuestran las secciones longitudi- nal y transversal de una cámara (figs. 16, 17, 18, 19, 20 y 21), podrá observarse la disposición complementaria de los quemadores forma- dos con ladrillos refractarios. De este modo, las llamas deben ele- varse necesariamente hasta sobrepasar, por lo menos, la altura de las paredes laterales de los quemadores y recién entonces tenderán a acercarse, para finalmente replegarse hacia el centro del piso, don- de se encuentran las aberturas del tiraje. El horno Bock resultaría complicado y costoso en su construc- ción, nada económico en la explotación, si fuera empleado, para la fabricación de ladrillos macizos y huecos, exclusivamente. Para este caso, el horno Hoffmann y similares son de buen resultado en la cochura y más económicos por el combustible requerido. Mas, para la cocción de piezas de débil espesor, como ser tejas y baldosas, que deben colocarse verticalmente, de canto, con el objeto de evitar fisuras, alabeos y fracturas, es preciso que la llama pase verticalmente, como en los hornos comunes, con la diferencia que aquí el sentido es inverso. Además, como a los costados de las cámaras, al lado de los quema- dores, se apilan los ladrillos a cocer, reservándose la zona del centro para el material fino, existe un obstáculo, entre las Zonas de combus- tión y las piezas finas, que asegura la obtención de una coloración más pura, viva y uniforme, detalle de suma importancia en la fabri- cación de la baldosa de piso (con bano). Para terminar, debo agregar dos observaciones sobre el funciona- miento y una indicación referente a la construcción del horno. La primera observación se refiere a que el inventor preconizaba la construcción de diez y ocho cámaras, en lugar de las catorce que por economia fueron construidas. En la actualidad se está palpando el beneficio que habría traido, para la marcha más gradual del horno, la existencia de las cámaras suprimidas. La siguiente consiste en llamar la atención sobre el éxito obtenido con el empleo de la leña dura, en substitución del coke, que se usó desde su instalación hasta fines de 1914, y cuyo consumo puede cal- cularse en 3200 kilogramos por cámara, mientras el de leña varía de 1000 a 6000 kilogramos, según clase, debiéndosela preparar previa- mente en pequeños trozos. La cireunstaneia imprevista del alto pre- cio de la hulla, alentó un ensayo insospechado antes y que representa hoy economía en el costo de la cocción y mejor calidad del producto obtenido. FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 25 La capacidad de cada celda o cámara del horno es, aproximada- mente, de 25.000 piezas surtidas, de las cuales las mayores se colo- can cerca de los hogares y las finas en el centro, verticalmente. Teniendo presente que se puede calcular en un mes el intervalo desde la carga a la descarga de una cámara, se tendrá la producción de la fábrica, o sea 350.000 piezas mensuales. La chimenea está prevista para situar simétricamente otro horno y duplicar la producción. Respecto de la leña, la mejor proviene de Tobas y Garabatos (F. O. O. N.); la inferior de La Banda y Beltrán (F. €. C. A.). Puesta en la fábrica, cuesta pesos 32 los 1000 kilogramos, y la operación de frac- cionarla a mano representa un gasto de pesos 8 por 1000 kilogramos. La conducción de este horno hállase a cargo de un personal que adiestró el montador, hace diez años. Como se ha visto, en la marcha del horno Bock, la llama hace en él un recorrido más tortuoso que en otro, y en consecuencia se obtiene una cocción más uniforme; como también se notará que la diminución de altura de la pila de materiales primitivamente crudos, no afecta, como en el horno Hoffmann, la marcha de los gases, que buscan en este horno el recorrido más libre o sea la parte superior. El horno Bock se denomina «de doble llama replegada al centro ». En cuanto a la construeción del horno, en los planos generales, pre- parados para esta memoria, se puede observar que está formado por un revestimiento o estructura interior, separado de otro exterior por un relleno de arena, que obra como aislador del calor y permite las dilataciones y contracciones de los dos revestimientos, en particular del interior. La albañilería de las bóvedas, quemadores, paredes perimetrales delas cámaras y revestimientos de todos los conductos de circulación de los gases, está ejecutada con materiales refractarios. La cubierta exterior ha sido ejecutada con albañilería de ladrillos prensados y mezcla de cal y arena, convenientemente asegurada me- «liante llaves, pilares y otros refuerzos metálicos. Las armaduras y pilares del techo son independientes, por completo, del macizo del horno. RESUMEN Considerando el conjunto de la fabricación, veremos que el moldeo preliminar sólo exige las diferentes clases de hileras. Para el pren- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIl 3 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sado de las piezas macizas se utiliza la misma máquina de balancín, con diferentes moldes o matrices. A Sólo la baldosa exige una manipulación especial. En cuanto a la calidad del producto, la baldosa de Alberdi es de forma algo irregu- lar y de superficie no perfectamente plana. Respecto a la porosidad y permeabilidad de la misma baldosa, en el año 1913 se hicieron, en la Oficina química municipal, ensayos comparativos con las extranjeras Pierre Maurei y Mathieu Pichon, que demostraron la superioridad de la producida en la fábrica de Alberdi. Describiremos los ensayos de porosidad y permeabilidad sumaria- mente. Porosidad. — Sumergidas durante 24 horas en el agua (inmersión) se obtuvo el siguiente aumento porcentual del peso: Por ciento Baldosa Pierre Maurel......... 13,94 =— AJDORÍS. ate as 10,11 — Mathieu Pichon........ 14,54 Permeabilidad. — Se coloca sobre la cara superior (del lado del baño) un cilindro de vidrio de 3%%5 de diámetro interior y 11 centí- metros de altura, sellado con cemento Portland, lleno de agua hasta 10 centímetros de altura (método de Luwing). A las 24 horas A las 48 horas Gramos Gramos Baldosa Pierre Maurel ........ 4,35 4,59 =- ALbDErdlE >> mas cats 1,90 2,15 - Mathieu Pichon....... 4.52 5,08 (Siendo las cantidades indicadas el peso de agua recogida debajo de la baldosa en los plazos indicados.) Habiendo comenzado la experiencia el 30 de junio a las 2 p. m., la primera gota cayó: Baldosa Pierre Maurel......... 7,20 p.m. 30 de junio — Alberdi. .....oooom.o 8,00 a. m. 1% de julio — Mathieu Pichon ....... 8,30 p.m. 30 de junio En cuanto a la resistencia de los ladrillos macizos prensados, hemos ensayado un cubo formado con dos mitades de un ladrillo de 5%%5 de espesor, reunidos con una junta de cemento « Estrella » puro. Se dejó secar el cubo un día al aire, 7 días sumergido en el agua dulce y 20 días expuesto al aire. . I2=0wyN m0 FABRICACIÓN DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN Resistió a la rotura 21.500 kilogramos para una sección de 11%5 por 11%5, o sea 163 kilogramos por centímetro cuadrado. Los ensayos de composición granulométrica de la arena y de resis- tencia del ladrillo, se efectuaron en el laboratorio de ensayos de ma- teriales de construcción de la Escuela industrial de la Nación de Rosario. Se agrega una tabla de pesos y precios, así como datos de fletes actuales. Productos de la fábrica cerámica de Alberdi, pesos y precios por 1000 piezas puestas sobre vagón Designación y dimensiones en centímetros Mosaico de vereda (sin baño), cuatro pancitos : 15 < 15 Baldosa de patio (con baño): 20X 20 XL /Deocooro omo. . Baldosa de azotea (sin baño) : 2020 X Ll Dooooooo... . Baldosín de revestimiento (con baño): 15 X 15 < 1,5... . Chapitas decorativas (con baño): 15 X 7,5 X115....... Ladrillos huecos de tres agujeros : 20 X< 10 X D...o.... Ladrillos huecos de seis agujeros : 20 X 12 X 8....0.... . Arranque bovedilla plana, largo de las piezas : 20; es- pesor de las piezas: 12. .....ooooonmmocrrrrrmm..... . Dovela intermedia, bovedilla plana, altura mínima de la viguetas lanar 10. Clave bovedilla plana, distancia entre viguetas: 62... 11. Ladrillo prensado: 23 X11 XT .0ooooocmorrrrrrmoss 12. = IAS 13. = para chimenea : 25 14. =— para chimenea: 23 XX Toro... 8 15. = canto chantfleado, espesor T.......- = canto redondeado, espesor D......- 17. — punta a bisel, espesor T.....ooo...- Flete por los 1000 kilogramos F. C. C. A. De Sarratea a Colegiales o Retiro.... F. C. C. C. De Alberdi a Dique 4..............- Rosario de Santa Fe, septiembre de 1918, Kilogramos 2000 58 1000 70 1000 64 600 45 270 34 1000 44 2250 54 3000 64 3000 64 2700 64 3350 67 2500 58 3100 67 2900 65 » 67 » DS » 67 Pesos m/n 7,22 7 os 1,2 Pesos m/n INGENIERO VICENTE CASTRO EX PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD Con motivo de haber sido colocada una placa de bronce en una de las aulas de la Escuela superior de hidráulica de la Facultad de ingeniería de La Plata, en homenaje a la memoria del ilustrado profesor de la misma, inge- niero Vicente Castro, el director de aquella escuela, ingeniero F. A. Soldano, trazó los siguientes rasgos biográficos, publicados en los Anales de dicha Fa- cultad, los que creemos oportuno reproducir, rindiendo así un nuevo tributo en recuerdo del malogrado consocio, quien durante tres períodos desempeñó la presidencia de nuestra sociedad. Un cerebro vigoroso y disciplinado; un espiritu noble y despierto, siempre lógico consigo mismo en su progresión ascendente hacia lo bello y lo verdadero; un carácter probo y modesto, que no supo ja- más de fementidas dobleces ni de almibaradas hipocresias; un erite- rio tolerante, a pesar de cierto aparente escepticismo o de esa brusca sequedad con que, a veces, solía apartar de su lado lo necio y lo vul- gar; una honestidad profesional intachable, que brilló en todo mo- mento con vivos destellos: una comprensión cabal de la misión del profesor, a laque completaba una inequívoca aptitud para la ense- nanza: tales fueron las dotes básicas, las hermosas caracteristicas del malogrado ingeniero Vicente Castro, a cuyo amparo formáronse y ere- cieron los prestigios del maestro, del téenico, del hombre de ciencia, condensándose, a la par, la estimación y los afectos intimos que debían rodearlo a través de su existencia, noble y austeramente vivida. Maestro de descollante actuación en la enseñanza universitaria, deja en la Faeultad de ciencias físicas, matemáticas y astronómicas de La Plata un vacío dificil de Henar, un recuerdo avivado y agran- dado por el tiempo. INGENIERO VICENTE CASTRO 29 Su palabra era fácil, sobrio y eficaz el concepto, la expresión siem- pre clara, ordenada y metódica, el gesto oportuno y comunicativo; todo ello influía poderosamente para despertar el interés de sus oyen- tes y cautivar la recogida atención con que eran seguidas sus confe- rencias : el profundo dominio del tema, por otra parte, daba a su pala- bra, un inconfundible sello de autoridad. Esas dotes intelectuales y las especiales condiciones de su carác- ter Je conquistaron la simpatía y el respeto de todos sus alumnos y el afecto de cuantos pudieron tratarle de cerca. Los estudiantes en- contraban en él, más que un profesor, un amigo y, muchas veces, un protector que nunca midió el tiempo cuando pudo hacer el bien, ni volvió la cabeza para saber si se lo agradecían. Llegado a una posición destacada, debido a sus propios méritos, no abandonó sus costumbres apacibles ni su proverbial modestia; halló en su hogar, feliz y digno, afectuosos sentimientos noblemente correspondidos y en el núcleo de amigos fieles que agrupábanse a su derredor, muchos de ellos antiguos discípulos, las expresiones since- ras de un afectuoso acatamiento, de una amistad leal y sin límites. Desapareció muy pronto, en la plenitud de su labor, cuando la propia madurez de juicio, unida a una vasta y sólida enltura cienti- fica, lo hacían más necesario que nunca a la Universidad argentina, a la Ciencia y a la Técnica nacionales. Vicente Vastro había nacido en Buenos Aires, el 5 de abril de 1564. Estudiante distinguido en el antiguo Colegio, y luego de la Facul- tad de ciencias físico- matemáticas de la Capital, abandonaba a los 25 años los claustros de la vieja casa de la calle Perú, a la que bien pronto debía de volver, febrero de 1892, en calidad de director de aula. Durante dos años desempeñó ese cargo, siendo luego, en 1594, de- signado profesor interino de arquitectura y, finalmente, en reconoci- miento de sus aptitudes y nutrida preparación, llamado, en marzo de 1896, a dictar la importante cátedra de « Construeciones de mam- postería ». Bien puede decirse que en el desempeño de esa cátedra puso Cas- tro todo su entusiasmo, toda su dedicación, dictándola durante más de 20 años, hasta su muerte, con verdadero ¿ntelletto d'amore, con profunda erudición y sin igual eficacia; de manera que al crearse en 1912 una cátedra similar en la Facultad de La Plata, el nombre de Castro se impuso como el de su más digno y eficiente fundador; la enseñanza dada desde entonces en nuestra Escuela superior de hi- 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dránlica no desmereció, por cierto. de la que con tanto brillo dictara en la Facultad de la metrópoli. Técnico de reconocida reputación, el ingeniero Castro tenía la vi- sión clara de que su enseñanza estaba destinada de inmediato no a formar profesores sino profesionales, ingenieros en el cabal sentido del término y de acuerdo con esto dió a su curso una orientación tée- nico-práctica perfectamente definida. Estudioso infatigable, siempre pronto para enriquecer su mente con las altas especulaciones científicas que forman la base de las mo- dernas teorías del cálculo de las construcciones. supo Castro herma- nar admirablemente a una vasta y sólida cultura teórica, un claro criterio práctico, afinado y vigorizado por largos años de ejercicio profesional, en que pudo, diariamente, someter a la experimentación. a la sanción práctica de las obras que él proyectara y dirigiera, los postulados, a veces encontrados, de la teoría. Hermosa y feliz fusión que permitió al ingeniero Castro ser un maestro insuperable en esa catedra, cuyas sabias lecciones correspondieron en todo momento a la importancia suma que el eurso de Construcciones de mamposterta reviste dentro de los programas de la Facultad. Profundo observador de sus jóvenes alumnos, el ingeniero Castro trabajaba conjuntamente con ellos, guiándolos en forma tan eficaz como para provocar el máximo de esfuerzo original en el estudiante. estimulando en toda forma su iniciativa personal, como el factor más eficiente en la consideración de los casos concretos que entregaba a su estudio; es así cómo obtenía, a la par, el máximo de eficiencia en la enseñanza. Los varios centenares de alumnos que desfilaron por su clase, en La Plata y en Buenos Aires, hablan hoy con afectuoso reco. nocimiento de esas conferencias y de los trabajos prácticos que las completaban, en los que, a veces, cierta nota de fina causticidad en el profesor, precisa y aguda en su objetivo, constituía un estimulante de positiva eficacia para el alumno. La intensa labor docente de tantos años, le llevó por natural ineli- nación a la claridad y precisión de conceptos y por el deseo de facili- tar a sus alumnos el estudio de tan vasta materia, a condensar sus conferencias en el notable Curso de Construcciones de mampostería enya primer edición salió a laz en 1904, en dos tomos y un atlas, Al- guien ha tachado ese libro de ser una mera recopilación o traducción, tomando probablemente por fundamento de ese juicio despectivo la sencilla frase que la innata modestia y probidad de Castro le hizo estampar en el prefacio de la obra : « Estos apuntes no son sino tra: INGENIERO VICENTE CASTRO 31 ducción...» Convengamos, reconozcamos, desde luego, que esta fran- ca manifestación del autor, tan propia de su carácter, tolerante para con los demás pero en extremo severo y exigente para consigo mismo, hace resaltar aún más el mérito incuestionable del libro; porque es- tudiar a fondo, exponer, comentar y comparar las teorías de Planat, de Flamant, de Crugnola, de Guillemain y tantos otros; someter a agudo análisis las obras de Chaix, Morandiere, Gobin, Croizette-Des- noyers, Wanderley, Bellet, etc., dando en cada caso, en forma llana y metódica, con admirable claridad y con dicción propia, el juicio personal y fundado o el resumen comparativo que facilita el estudio y fija el concepto, es hacer realmente obra original, obra altamente meritoria y de gran relieve, útil no tan sólo para simples estudiantes, sino aun para experimentados profesionales. Trata el tomo I de ese libro de todo lo concerniente a «muros », en sus diversas categorías de muros de contención, de estanques, de atraque y de embalse. El capítulo relativo a estos últimos, uno de los más importantes de la obra y que abarca más de cien páginas, cons- tituye un eruditísimo análisis de todas las teorías y métodos de cáleu- lo para muros de embalse y fué, sin duda, en esas páginas, donde por primera vez y mucho antes de la aparición del Barrages de Bellet, vimos condensadas en un solo cuerpo de doctrina esas teorías, tan encontradas a veces, para cuyo estudio debíamos antes recurrir frag- mentariamente a los Annales des Ponts et Ohaussées. Castro pasa en revista desde las primitivas teorías de Sazilly hasta las más moder- nas, llevando al alumno, por grados, desde las sencillas reglas de la ley del trapecio hasta los rigurosos métodos de Levy y de Cadart, en un desarrollo gradual y armónico, por medio de una síntesis bri- llante, completando la exposición de ese vasto e interesante tema con ejemplos prácticos que dan al lector toda seguridad y precisión en la aplicación de aquellos métodos. El tomo II trata de «bóvedas» y en él se ocupa de todos los casos posibles para esas construcciones, desde el método de Mery para bóvedas simples hasta los cálculos de bóvedas disimétricas y articuladas, terminando ese tomo con un importante estudio sobre puentes de mampostería, ampliamente tratado con acopio de datos, especialmente en todo lo relacionado con la determinación de la des- embocadura. Entre los ejemplos prácticos que el ingeniero Castro ofrece al es- tudio, desfilan en el libro, y es éste uno de sus tantos méritos, la ma- yor parte de nuestras grandes obras públicas, cuyas disposiciones y 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dimensiones figuran en el atlas correspondiente. La sección y proyec- ciones de los muros de atraque del puerto de Buenos Aires, delos del Dock Sur, Puerto Militar, muros de contención, el de embalse de San Roque y muchos otros, están expuestos en el eurso de la obra con eficacia descriptiva, contribuyendo así a darle carácter propio y local. Rápidamente agotada la primera edición de ese libro, salió a luz. en 1910, una segunda, ampliada, entre otros puntos, con la exposi- ción de la teoría matemática del empuje de las tierras de que es autor Résal, en substitución de la anticuada hipótesis del prisma de máxi- mo empuje, de Coulomb. Completa esta segunda edición un impor- tante capitulo sobre « Fundaciones », en que el ingeniero Castro es- tudia con amplitud de datos prácticos, algunos de los cuales debido a la experiencia propia, todo lo relativo a esta parte del curso. La autoridad y prestigio que derivaban de su amplio dominio de la materia motivaron en 1906 la designación del ingeniero Castro en calidad de miembro de la comisión nombrada por el gobierno nacio- nal para realizar el estudio de las condiciones de estabilidad del di- que de San Roque y aconsejar las medidas necesarias para su mejor conservación. Tratábase de una cuestión a la cual está íntimamente vineulada la riqueza de la zona de los Altos de Córdoba y la seguri- dad misma de esa ciudad; vieja y debatida cuestión, iniciada, como es sabido, al día siguiente de inaugurada la magna obra y exacerbada en 1906 por la violencia de publicaciones y conferencias tendientes a demostrar las dos tesis opuestas formuladas respecto de la estabili- dad y resistencia de ese muro de embalse. Alto era el honor discer- nido a los tres miembros de la comisión, pero mayor aún la responsa- bilidad de los mismos al fallar en definitiva el proceso que, desde ha- cla 20 años, venta sosteniendo cierta masa de la opinión contra esta importante obra de la ingeniería nacional. Castro fué el alma de esa comisión; la activa labor que desplegó— y que en razón de nuestra residencia en Córdoba, en aquel entonces, pudimos seguir muy de cerca — fué de la mayor importancia y su opinión tuvo influencia decisiva para formar el concepto preciso e intergiversable en que se fundó el dictamen respectivo. Los que eo- nocen todos los alegatos, informes anteriores y demás incidencias de este prolongado e interesante debate científico, saben bien que aquel dictamen, con sus conclusiones fundadas en un sagaz y severo estu- dio de hechos perfectamente comprobados y analizados a favor de las modernas teorías de Lévy, representó el fallo definitivo e ¡ilevan- table que puso punto final a ese tan discutido asunto. Merece citarse INGENIERO VICENTE CASTRO 33 entre esas conclusiones la que aconsejó la adopción de un mamparo o muro de guardia adosado al paramento de aguas arriba del dique, con el objeto de evitar las subpresiones, idea auspiciada por nuestro malogrado colega, quien personalmente estudió los detalles de cons- trucción de ese dispositivo. Paralelamente con esta actuación cientifica y docente fué produ- ciendo el ingeniero Castro, desde muy joven, una activa labor técni- co-profesional, puesta de relieve en el desempeño de cargos de im- portancia y de responsabilidad. Secretario, en 1894, del extinguido Departamento de ingenieros ci- viles, aportó al puesto sus reconocidas dotes de laboriosidad, energía y escrupulosa honestidad. En 1896 se trasladó a la provincia de La Rioja, enviado allí para dirigir la construcción de la línea férrea de Patquia a La Rioja y Ohi- lecito. Suprimido en 1898 el Departamento de ingenieros y ereado el ministerio de Obras públicas, pasa el ingeniero Castro a desempeñar, al año siguiente, el cargo de ingeniero jefe de las obras del Puerto Militar, a la dependencia del ingeniero Luis Luiggi, autor del pro- yecto y director general de aquella importantísima obra. Castro tuvo a su cargo la inspección inmediata y directa de los trabajos del dique, teniendo a sus órdenes un núcleo de jóvenes téenicos nacionales, algu- nos de los cuales son hoy honra de nuestra ingeniería. Entregóse desde el primer momento por entero al desempeño del delicado cargo, con la asidua dedicación y laboriosidad de que siempre hizo gala en todos los trabajos que emprendió, dejando hasta en los últimos pot- menores de esa tarea la prueba cabal de su vasta preparación, erite- rio preciso y talento organizador; fué sensible que un desacuerdo con la dirección de la obra, durante el cual Castro debió adoptar actitu- dles conformes con su carácter íntegro, de una sola pieza, motivara su renuncia, alejándose de esos trabajos antes de verlos terminados. En agosto de 1901 vuelve a la administración, prestando eficientes servicios como ingeniero principal en la sección Ferrocarriles del mi- nisterio de Guerra. Eran los momentos graves de la cuestión de lími- tes con Chile, en que día a día iban agriándose nuestras relaciones con la vecina república; se quería, se necesitaba la prolongación del ferro- :arril que llegaba entonces hasta La Confluencia, estudiando y cons- truyendo rápidamente una línea estratégica hacia la Cordillera, desde Neuquén hasta el Paso de Pino Hachado. Fué una tarea meritoria la de efectuar los reconocimientos, relevamientos y estudios de gabinete respectivos en plazo muy breve, trabajos en que el ingeniero Castro AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 4 34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tuvo parte principalisima, desplegando la mayor actividad, de manera que a los pocos meses pudo ser presentado el proyecto completo al Ministerio. Felizmente, en 1902 el horizonte internacional se despejó, desaparecieron los objetivos de ese ferrocarril militar y la idea de su construcción fué abandonada. Pero el trazado de esa línea había sido estudiado tan cuidadosamente que cuando, mucho después, el Ferro- carril del Sur quizo prolongar su red hasta el corazón del territorio del Neuquen, siguió en un todo la traza del proyecto militar de 1901. Ingeniero jefe, en 1904, de la oficina de proyectos en la Dirección general de puentes y caminos, inspector general en 1909, vicedirec- tor y luego director general de puentes y caminos, durante el período 1910-1911, por ausencia del titular, llegó Castro a estos altos cargos con el mismo espíritu de labor, de sana energía y de caballerosidad que tan a menudo babía demostrado en su actuación anterior. Bajo su dirección inmediata y estimulando la cooperación de un personal que conocia y apreciaba sus altas dotes, se estudiaron y llevaron a la práce- tica tipos de obras nuevos e interesantes, como los puentes colgantes rígidos de Choya y Río Segundo, que representan estructuras nove- dosas y originales, muy económicas para luces parciales pequeñas. Las instituciones cientificas y profesionales, que lo contaron siem- pre entre sus miembros más entusiastas, pudieron a su vez apreciar sus aptitudes para las funciones directivas y su persistencia en el esfuerzo, desde los distintos cargos que se le confiaron. Presidente de la Sociedad Cientifica Argentina durante tres periodos, débense al ingeniero Castro muchas de las iniciativas que se tradujeron en pro- gresos de positiva importancia para esa institución. En especial debemos recordar su acertada actuación en el periodo 1910-1911, en que le cupo la meritoria y patriótica labor de la orga- nización del Congreso científico internacional americano, celebrado en conmemoración del primer centenario de nuestra Independencia, torneo científico que alcanzó extraordinario relieve, debido a la pre- sencia de técnicos y sabios de gran reputación, como Volterra, Luiggi, Torres Quevedo, ete. El considerable tacto, la labor incesante, el encomiable desprendimiento del ingeniero Castro durante el período de preparación del Congreso son bien conocidos por todos los que le vieron en la brecha en esos días dificiles, en que las impaciencias de unos y las desmesuradas ambiciones de otros amenazaban con hacer fracasar la iniciativa tomada por la Sociedad Científica. Castro triunfó de todo y de todos y es justiciero en esta ocasión reconocer cuánto se le debe por el éxito y la resonancia que alcanzó aquel certamen. INGENIERO VICENTE CASTRO 35 Débese también a esa última presidencia de Castro la organización, bajo el patrocinio de la Sociedad Científica, de una expedición explo- radora de la laguna Iberá, la que no dió, en realidad, todo el resultado que era de esperarse de la cuidadosa y previsora preparación aten- dida personalmente por el ingeniero Castro, debiéndose ello princi- palmente a algunas deficiencias del personal de la comisión, que, sin embargo, llegó a conclusiones interesantes, oportunamente publica- das en los Anales de la Sociedad. Durante ese mismo período prodújose el lamentado fallecimiento del insigne Ameghino, de quien era Castro ferviente admirador, e inmediatamente convocó, en la Sociedad Científica, a una solemne reunión de representantes de las universidades, instituciones téeni- cas y científicas, museos, bibliotecas, ete., con el fin de constituir una comisión nacional encargada de tributar honores a la memoria del eminente sabio. Se resolvió, entre otros homenajes. auspiciar la erec- ción de un monumento, y decidido Castro a no escatimar medios para asegurar el éxito de esa iniciativa, emprendió al año siguiente una gira de propaganda por Santa Fe, Córdoba y otras ciudades del inte- rior, acompañado por algunos miembros de la Sociedad Científica, dando conferencias, fundando subcomisiones y activando en todas partes los trabajos de organización. Y era tal su vehemente deseo por ver el resultado de esa labor absorbente a que se había entregado de lleno, era tan grande el anhelo por alcanzar a ver la realización material de esa estatua que debía perpetuar en el tiempo el nombre y el gesto meditativo del gran sabio, que parecíale siempre escaso el interés con que el público respondía a esa iniciativa y desproporcionado con los grandes méritos de Ame- ghino, confiándonos varias veces, en los últimos tiempos, su decepción ante la extrema lentitud con que marchaban los trabajos por la desi- dia de muchos y la indiferencia de los más. Desde 1914 pertenecía Castro al Consejo académico de nuestra Fa- cultad, como delegado de la Escuela superior de hidráulica, represen- tación que desempeñó asiduamente, escuchándose siempre con inte- rés su voz autorizada, conservando ese cargo hasta sus últimos días a pesar de sentirse ya atacado del mal que venía minando su orga- nismo. Su enfermedad fué un derrumbamiento rápido, incontenible; no lo abandonaban, sin embargo, esa bonhomía y ese fino aticismo que siempre lo habían caracterizado. Convencido de la gravedad de su mal, poseía, sin embargo, sobrada fuerza moral como para sobrepo- 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nerse a ella, y así le vimos hasta en sus últimos días ocuparse tran- quilamente en reunir material científico destinado a ampliar y comple- tar la parte referente a «Fundaciones » de su Curso de construcciones de mampostería. A mediados de julio de 1916 agravóse repentinamente, sobreviniendo su fallecimiento en la noche del 23 de ese mes. La dolorosa impresión provocada por tan inesperado deceso en nuestros círeulos universitarios y profesionales; el desconsuelo de sus alumnos, la consternación de sus amigos y colegas tuvieron elocuente desahogo en las sentidas frases vertidas durante la inhumación de sus restos, acto en el que representantes de nuestras facultades de inge- niería, sociedades científicas y técnicas, centros estudiantiles, ete., adhiriéronse al duelo en términos tales que importaban una verda- dera y plena consagración de los grandes méritos del ingeniero Cas- tro y correspondían dignamente a los sentimientos que supo desper- tar en su paso entre nosotros. Existencias noblemente vividas como la de Castro, como todas aquellas que, no esterilizadas por el egoísmo ni malogradas por indo- lencia mental o cobardías morales, fueron siempre activa bondad, al- tivez y probada abnegación, se prolongan más allá de la muerte por el reguero de las obras que dejan: non omnia moriar. Quede su recuerdo en nuestras aulas para estímulo, para ejemplo. Agosto 6 de 1918. NOUVEAUX FORMICIDES DE LA REPUBLIQUE ARGENTINE PAR LE DOCTEUR F. SANTSCHI Les formicides que je déeris ci-apres, sauf quelques exemplaires que j'ai recus directement, nYont été envoyés par M. O, Bruch qui les a recueillis lui-méme dans ses derniéres exeursions entomologiques. D'autres, qui me sont parvenus également par son intermédiaire, sont dus a Pobligeance de Mme. v. Steiger, Mlle. M. l. Scott et MM. Miguel Fernández, M. Biraben, Rev. Zurfliih, L. Witte, P. Joergen- sen, O. Lizer et L. Delétang, J. Debenedetti et A. Merkle. Holcoponera curtula Em. st. Vollenmwcideri For. Córdoba: Alta Gracia (Bruech; Fernández) $. Holcoponera striatula Mayr var. angustiloba For. Córdoba: Unquillo, Cabana (Biraben; Scott) Y. Ectatomma quadridens Y. Formosa : Laishi (Rev. Zurflih) $. Ectatomma opaciventre Rog. var. concolor 1. v. $. Différe du type par la couleur des pattes et du gastre, qui sont roussátres comme le reste (brun chez le type). Les dents de Pépinotum sont légerement plus saillantes, la seulpture du gastre est plus fran- chement réticulée (chez le type il y a des strioles surajoutées et plus ou moins abondantes, surtout a la base). ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Chaco Austral: Las Palmas (Joergensen) 2 $. Neoponera crenata Mayr. Formosa (Joergensen) S. Fig. ] Ectatomma opaciventre concolor nu. var Neoponera unidentata Mayr. st. sulcatula n. st. %. Long. S mm. Voisine de la var. rugatula Em. (lacvinodis André) mais la seulpture de la téte est réticulée-ponetuée et submate (longi tudinalement ridée-réticulée chez rugatula). Fig. 2 Neoponera unidentata Mayr Le dos du thorax plus superticiellement. réti culé-ponetué que la téte et presque aussi luisant que Pabdomen. Mandibule, — épisto- me, seape et pattes roussátres, funicule et tarses rembrunis. Téte aussi large que longue, le bord posté rieur droit, les cótés 1488€Z CONVexes, avee les yeux tres bombés un peu en avant du milieu. Les mandibules, faiblement réticulées-striolées et sabmates, ont 11-12 dents, L'épistome, un peu moins fortement denté, présente un sillon médian bien marqué. Le seape dépasse le bord postérienr de la tóte NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 39 de pres de deux fois son épaisseur. Les articles du funicule, sauf le dernier, sont un peu plus longs qwépais, les moyens aussi épais que longs. Pronotum bordé et a peine plus large devant que derriere; les deux faces de Pépinotum subégales, leur angle s'arrondit sur le profil, la déclive bordée. Écaille subeubique, le sommet forme une face un peu convexe, pas distinctement plus haute devant que derriére: elle passe á la face postérieure par une forte convexité. La face antérieure faiblement convexe de haut en bas, tres convexe de droite a gauche. La face postérieure plane tronquée et bordée latéralement, mais les bords s'effacent en passant á la face supérieure. Vue de dessus, Vé- 'aille parait transversale derriére, tres arrondie devant et presque aussi large que longue. Face antérieure du gastre tronquée, non con- cave. Striature médiocre. Córdoba: Cruz Grande (v. Steiger). Pachycondyla striata Em. Formosa : Laishi (Rey. Zurfliih) $. Eciton (Labidus) dulcis For. var. jujuyensis For. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) $. Eciton (Labidus) praedator Em. Chaco Austral: Las Palmas (Joergensen). Variété plus foncée et plus grande que le type. Eciton (Acamatus) Silvestrii Em. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) $. Eciton (Acamatus) sulcatum Mayr. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) df. Eciton (Acamatus) Spegazzinii Em. Pampa: Rio Colorado (Witte) $. Eciton (Acamatus) Bohlsi Em. Formosa (Joergensen) $. Pheidole favens Rog. st. rudigenis Em. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) % Y gd. Pheidole flavens Rog. st. breviseta n. st. %. Long. 46 mm. Jaune rougeátre, appendices et gastre plus clairs, massue antennaire un peu rembrunie. Pilosité dressée, assez courte 40 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA et tronquée comme chez Leptothorar et chez Ph. obtusopilosa Mayr. Seulpture un peu moins fortement ponctuée que chez flavens in sp. Épistome lisse. Téte un peu plus longue que large. Le scape ne dé- passe pas ou a peine Poeciput. Épines épinotales courtes et fines, plus courtes que chez flavens type. Le neud du pédicule est plus élancé et plus large que chez flavens, un peu moins que chez Phires For. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) 3 Q. Mélangé avec Solenopsis pata- gonica Em., avec lesquels ils ont été capturés. Par sa pilosité, cette nouvelle forme se rapproche de Ph. obtusopi- losa Mayr. Mais celle-ci est plus grande, bien plus fortement sculptée, sa pilosité plus irréguliére est généralement plus longue; la coulenr, bien plus sombre. Pheidole triconstricta For. var. nubila Em. Y (non déerite). Long. 5,6 mm. Occiput, dessus du mésonotum et du seutellum, mésopleure et gastre, lisses et luisants; le reste seulpté come chez le %. Pubescence adjacente espacée, pilosité rare. Téte plus large derriére que longue; le bord postérieur droit, les cótés pen convexes. Les yeux oceupent un bon tiers des cótés et sont situés an tiers antérieur. Le scape atteint le bord postérienr de la téte et est brusquement arqué vers sa base. Le mésonotum forme un dis- que aussi large que la téte. L'épinotum est armé d'épines ou de dents «aussi longues que larges á leur base, et aussi longues que le bord basal du segment. Post-pétiole le triple plus large que long. Le gastre de la Q vierge est long comme la téte et le thorax réunis. Les ailes sont un peu jaunátres avec les nervures jaune roussátre. Córdoba: Unquillo (Scott) $ Q x. Pheidole triconstricta For. var. ambulans Em. Y (non décrite). DifPere de la précédente par ses seapes plus courts, wWatteignant pas le bord postérieur. La téte plus, large, brunátre, Les pattes jaunes; mandibules et devant de la tóte, jaune fauve. Les antennes jaune brunátre, pour le reste comme chez nubila Em. Córdoba: Alta Gracia (Brueb) $ SA Pheidole cordiceps Mayr, variété intermédiaire á Lilianae For. La Plata, Bosque (Brueh) y $. NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 41 Pheidole Silvestri Em. var. pullula Sants. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) $ z S. Pheidole nitidula Em. Córdoba: Alta Gracia (Bruch) $ %. Crematogaster (Orthocrema) brevispinosa Mayr. st. Roenai For. Formosa (Joergensen) $. Crematogaster (Orthocrema) brevispinosa Mayr, st. malevolens 1. st. $. Long. 345 mm. Jaune roussátre, gastre et souvent Pocciput brun jaunátre, extrémité de Pabdomen brun foneé. Mandibules un brun rougeátre. Les individus de petite taille sont plus foncés, luisants et lisses. Les cótés de la téte, en avant des yeux, et les mandi- bules striées; quelques fines stries au devant de la téte. Les cótés du mésonotum et de Vé- pinotum et la face basale de ce dernier plus ou moins striés-réticulés, parfois seulement réticulés. Quelques fines rides transversales sur le pronotum. Pilosité dressée et pubes- cence jaune, un peu moindre que chez le type dle Pespece. Téte rectangulaire plus longue que large, les cótés paralleles, á peine arqués, le bord postérieur bien échaneré. Les yeux allongés et placés un peu en avant du milien des có- YE *= Cromatogasto (Orto: crema) brevispinosa Mayr. st tés. Le scape atteint á peine le quart posté- — malerolens 1. st. rieur. Massue distincte, de deux articles. Mandibules de 44 5 dents. Suture promésonotale distincte; face dé- clive du mésonotum, oblique et légerement convexe. Sillon épinotal peu profond, moins que chez le type, la face basale varie selon la taille, généralement peu ou pres que convexe, chez les petits elle Pest un peu plus que chez les grands individus, mais moins que chez le type. Les dents épinotales, plusl arges et plus courtes que chez le type, et relativement moins prononcées chez les grands individus. Le pétiole est légéerement plus long que large, les cótés distinctement arqués, avec les angles postérieurs dentés chez les “4 “7. Pétiole tres faiblement impressionné derriere. 42 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Voisin de la var. Phalia For. surtout parles petites ouvriéres; mais la téte allongée en distingue nettement la race malervolens. Chaco: Nueva Pompeya (Joergensen) $. Entre Rios: Estación Sosa (Mac Donagh). Ces derniers un peu plus petits. Solenopsis Joergenseni 1. sj». $. Long. 2-2,5 mm. Jaune concolor. Luisante et lisse, une fine pone- tuation sur la téte (bien plus fine que chez 5. Westiwoodí For.). Pilo- sité dressée tres fine, longue et abondante sur le corps et les appen- dices. Téte rectangulaire, de '/, a */, plus longue que large, les cótés paralleles, faiblement arqués, et le bord occipital droit. Les yeux, un peu ovales, ont S facettes, au quart antérieur des cótés. L'épistome a deux dents médianes écartées et sans angles saillants ou peu indi- qués en dehors. Le scape atteint le 6%" postérieur de la téte. Les arti- eles 3-5 du funicule sont d'environ un quart plas épais que longs, le dernier de la massue 2 *,, fois aussi long que le précédent. Le prome- sonotum est sur le méme plan que lPépinotum, assez rectiligne dans son milien, avec une incisore mesoépinotale aussi profonde que large á la base. La face basale de Vépinotum est un tiers environ plus longue que la déclive et elles forment ensemble un angle obtus plus ou moins arrondi. Le pétiole, faiblement denté dessous, a un pédieule antérieur long comme un peu moins que les */, de la base du neud. Celui-ci est bien plus haut que long á la base. La face antérieure, plus longue que la postérieure; le sommet le double plus large que long. Postpétiole aussi long que large et un quart plus long que le pétiole. Gastre allongé, tronqué a la base. Voisin de S. Olytemnestra Em., sourtout de la var. leda For., mais celle-cia Péchanerure épinotale plus profonde, le thorax plus sinuenx, la pilosité courte, et la téte moins longue. Formosa (Joergensen). Solenopsis basalis For. var. raptor n. var. %. Long. 1,5-1,9 mm. Jaune Pambre, bord denté des mandibules, et cótés et extrémité du gastre, un peu brunátres. Lisse et luisante, avec NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 43 une faible ponctuation tres clairsemée. Pilosité dressée, passablement abondante, méme sur les appendices. Téte rectangulaire, comme chez le type, les cótés a peine convexes, les angles postérieurs tres arrondis, bien plus larges que chez les var. vittata et Ulrichi For. Yeux ovales, de 647 facettes, entre le quart et le tiers antérieur des cótés. Épistome inerme, tout au plus anguleux, les carénes divergentes et le bord antérieur échancré au milieu. Man- diibules lisses, de 544 dents. Le scape atteint environ le quarú posté- rieur de la téte. Articles 247 du funicule un tiers plus épais que longs, le 8*"* distinetement plus long qwW'épais; le dernier de la mas- sue est aussi épais que la longueur du S*%"* et environ trois fois aussi lone. Pédicule aussi large que chez le type de Pespece. Mar del Plata (v. Steiger). Solenopsis saevissima Sm. var. Wagnerí Sants. Chaco, Formosa (Joergensen) $. Wasmannia Bruchi 1. s]. 5. Long. 1,9-2,2 mm. Roux ferrugineux, pédicule plus clair, téte plus foncée, gastre brunátre, appendices jaunátres. Des soies tronquées, de longueur moyenne, sont assez abondantes sur le corps, rares sur les appendices. Pubescence presque nulle. Mat. Densément réticulé-ponctué. Dessous du gastre tres luisant, le dessus un peu moins, faiblement réticulé, sauf la base quí Pest plus fortement, et submat. Des rides longitudinales assez grosses sur la téte et le dessus du promésonotum. Celles de la téte et de Pépistome convergent légéerement en avant et se soudent parfois entre elles; on peut en compter 12 a 14 entre les arétes frontales. Celles du thorax sont un peu plus ondulées et plus paralleles; elles manquent sur le cou et la face déclive de Pépinotum. Le serobe réticulé va qu'une ride médiane dans le milieu du quart antérieur. Téte plus longue que large, le bord postérieur transversal, les cótés convexes, surtout en arriére des yeux. Ceux-ci, tres Convexes, réni- formes, occupent le deuxiéme quart antérieur des cótés. Les arétes frontales, arquées au milieu, divergent faiblement au cinquieme pos- térieur (moins que chez VW. auropunctata). Aire frontale bien impri- mée. Épistome fortement convexe, son bord antérieur s'avanee au milieu en lobe triangulaire. Mandibules finement rugueuses, de 5 dents. Le scape Watteint pas tout a fait le bord postérieur. Articles 44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA $5 a 7 du funienle plus épais que longs. Thorax convexe. Promésono- tum bordé devant et de cóté avec les épaules en angle ajgu. Suture promésonotale a peine indiquée, la mésoépinotale plus distincte. La face basale de PVépinotum plus longue que large, bordée, concave, et fortement oblique entre les épines. Celles-ci sont aigués, aussi lon- gues que la face basale, avec une large base formant bordure a Vépi- notum. Pétiole antérieur du pédicule plus court que le naud, avec nne dent projetée en avant, en dessous. Le neud est aussi haut que long au niveau de la face supérieure du pétiole; sa face antérieure verticale, sa face supérieure convexe se confond avec la postérieure. Le pétiole vu de dessus est trapézoidal; la face antérieure plus large que la postérieure et que le premier neud. Gastre bien plus large que la téte, Distinet de VW. sulcaticeps Em. par son épistome et le thorax bordé. La Plata (C. Brueh): nid a Ventrée Cune fourmiliere de Solenopsis saerissima Sm. Pogonomyrmex rastratus Mayr. Territorio de los Andes: cerro Azufre, 4500 m. (Witte) $. Pogonomyrmex inermis Forel. Rio Colorado (Witte) %. Pogonomyrmex vermicularis Em. var. variabilis Sants. Rio Colorado (Witte) $. La téte de la variété cariabilis Sants. est bien plus large que celle du type de Pespece. Pogonomyrmez bispinosus Spin. Formosa (Joergensen) $. Cephalotes quadridens De Geer. Paraguay : Santa Trinidad (Ziircher). Argentine: Laishi Formosa (Zurfliih et Joergensen). Guyane francaise: Le Moult, Cette espece difPere de €. atrata L. par Vabsence d'épines média- nes sur Pépinotum, elle ressemble beaucoup á €. Alfaroi Em., mais est plus grande et a le gastre moins luisant, Elle a été souvent con- fondue avec atrata, Dans les Formicides Néotropiques (Mém, Soc. Ent. Belgique, t. XIX, p. 199, 1912), Forel rapporte qua Cariaco, Venezuela, le professeur Bugnion trouva une grande fourmiliere de Cryptocerus atrata Y, en Intte avee des Eeiton crassicorne Em. Ov il Sagit en réalité de Cepha- NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 45 lotes quadridens. J'accompagnais moi-méme le professeur Bugnion dans ce voyage et fus présent a ce combat. Je nen souviens encore parfaitement. Le nid des Oephalotes se trouvait dans le trone Pun arbre vivant Venviron 40 centimétres de diametre, et Porifice d'envi- ron un centimetre de tour s'ouvrait á peu pres a 20 centimetres du sol. Les Cephalotes en fermaient hermétiquement lPentrée par leurs tétes, placées cóte á cóte comme autant de boucliers, et que ne pou- vait franchir Parmée des assaillants. Seuls quelques Cephalotes qui erraient autour du nid étaient aux prises, corps a corps, avec les Eci- ton et "en possede encore dans ma collection un couple restant aux prises depuis lors (24 janvier 1596), et est le Cephalotes qui tient VEciton par la patte antérieure. Cryptocerus (Paracryptocerus) Bohlsi Em. var. medusa 1. var. 2%. Long. 7 mm. Couleur comme chez le type, mais en outre une tache ferrugineuse, de chaque cóté du bord postérieur du premier segment du gastre. Celui-ci est un peu strié a la base, pour le reste comme chez le type. Brésil: Matto Grosso (Le Moult) 1 z. Cryptocerus (Paracryptocerus) guttifer 1. sp. Voisin de €. quadratus Mayr et €. Targionii Em. %. Long. 4,5 mm. (téte fléchie 4,4 mm.). Noir; angles antérieurs de la téte, du thorax, Yun rouge ferrugineux avec le centre jaune. Deux taches de chaque cóté du premier segment du gastre, Pune a Panole antérieur et Pautre pres du bord postérieur; genoux, tibias et extré- mité des tarses (un rouge ferrugineux. Mat. Téte et thorax couverts de grosses fossettes profondes et con- tluentes, á bords lisses et luisants. Sur les bords du mésonotum et de Vépinotum, la confluence est pas partout complete et les intervalles sont alors densément ponetués. Pédicule plus ponctué, avec des fos- settes plus irréguliéres. Gastre (dessous compris) densément et fine- ment ponctué-réticulé, avec des points piligeres espacés et, vers la base, quelques rides irrégulieres. Des squames étroites, jaune clair; dans les fossettes, une pilosité assez courte, dressée et un peu claviforme est clairsemée sur la téte 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA et le thorax. Plus courte, plus fine et adjacente sur le gastre. Les pat- tes ont des poils courts assez nombreux. La téte est plus déprimée et un peu moins longue que chez Targio- nii Em. Les bords crénelés sont continus, convexes dans la moitié antérieure des cótés, et un peu concaves dans VPantre moitié. Le bord postérieur arrondi. La caréne transverse du pronotum est á peine in- terrompue au milien. Les angles antérieurs du pronotum dentés, mais non saillants. Mésonotum triangulaire avec les angles arrondis. Épi- notum anguleux avec une dent mousse, un peu plus longue que large, a Vangle postérieur. Les deux nauds du pédicule se terminent en pointe recourbée en arriére. Le gastre est environ la moitié plus long que large, non entierement recouvert par le premier segment, lequel est profondément échaneré devant avec deux lobes anguleux bordés, alors que le reste des cótés du gastre ne l'est pas. Q. Long. 7 mm. Couleur comme chez le 2%, mais les taches sont plus claires, surtout sur le gastre, oi elles sont d'un blane jaunátre, le double plus longues que larges; leur intervalle latéral bien plus court que leur longueur. La téte est plus étroite que celle du 2%. Les arétes latérales sont un peu moins concaves et moins distinctes dans le tiers postérieur. Les bords de Vépinotum bien moins anguleux. Les prolongements laté- raux des neuds pédiculaires sont plus courts. Le gastre, long de 3,5 mm., large de 1,6 mm., a les cótés paralleles et Péchanerure plus large que chez le %. Seulpture comme chez le x%. Córdoba: Alta Gracia (Bruch). Cryptocerus (Paracryptocerus) lanuginosus 1. sp. Pres voisin de liogaster Sants., mais plus petit (long. 3,7-4 mm.). Tete et thorax de méme seulpture, mais un peu plus luisants, tandis que le gastre est un peu plus fortement réticulé, surtout au milien, qui est moins luisant que le reste du segment, lequel est aussi luisant que liogaster. Tibias luisants, peu rugueux, Les fossettes ont des poils squamiformes. Partout, corps et appen- dices, une abondante pilosité blanchátre tres fine, tres longue et ondu- lee, Parmi cette fine pilosité, des poils courts, épais, blanchátres et elairsemés comme chez liogaster, La téte est plus rétrécie devant. La dent de Vépaule pronotale, un peu plús aigué, et suivie lun dentieule assez marqué. Pas V'angle NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 47 saillant sur les cótés du mésonotum, qui sont subrectilignes et lége- rement coudés a Pangle postérieur. La dent latérale de Pépinotum a pas de denticule devant. Le gastre est bien plus court que chez lio- gyaster et Véchancrure de sa base un peu plus large et moins profonde. Córdoba : Alta Gracia (Bruch). Bien que de la méme localité que le % de Pespece précédente (0. guttifer), je wose identifier ces deux formes, en raison surtout de la grande différence de sculpture et de pilosité. Cryptocerus (Paracryptocerus) lobigaster 1. s). $. Long. 4,6 mm. Voisin de pilosus Em. et de Piebrigi For. Noir; mandibules, scape, genoux et derniers tarses, roussátres. Arétes fron- tales jaunátres, ou jaune roussátre vers les bords. Submat. La base et Pextrémité du gastre, luisants. Les fossettes de la téte etdu thorax assez confluentes, avec leurs intervalles lui- sants et peu sculptés. Tibias rugueux sur la face externe. Gastre réticulé-ponctué, avec de nombreuses fossettes lisses et assez allongées, mais faiblement imprimées. Squames des fossettes de la téte et du thorax tres étroites, plutót sétiformes. Une fine pilosité blanche abonde partout. Téte comme chez pilosus Em. 11 Wy a pas trace de dent entre le cou et Pépine scapulai- re du pronotum. Promésonotum aussi large que chez pilosus. Les cótés du mésonotum lé- S . Fig. 4. — Cryptocerus (Para- gerementarrondis, pas du toutanguleux. Les eryptocerus) lobigaster m. ap. * deux neuds du pédicule plus étroits que chez pilosus, plutót comme chez Fiebrigi. Abdomen ovale comme chez pilo- sus, mais le devant est fortement échancré comme chez PFiebrigi, avec des lobes épais, sans bords translucides, aussi longs que larges a leur base, comme chez liogaster Sants. Pour le reste, comme chez pilosus Em. Voisin aussi de Pespece précédente et de liogaster. Ue dernier a le gastre plus allongé et moins sculpté, et la téte plus longue. Córdoba : Cabana (Scott) 1 $. Cryptocerus (Cytocephalus) grandinosus Sm. $. Formosa: Laishi (Rev. Zurfliih). 4s ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Strumigenys infidelis 1. sp. %. Long. 2-2,2 mm. Jaune roussátre; une tache brune tlave, plus ou moins nette, sur le gastre. Mat. Densément ponctué, abdomen plus finement ponctué avee, en outre, des stries sur la moitié basale du premier segment du gastre. Des poils cochléaires sur la téte, le tho- rax, le seape et les pattes:; des poils claviformes plus longs, non ré- Héchis et plas espacés, sur Vabdomen; des poils simples sur les man- dibules. Téte cordiforme, plus longue que large, un peu plus courte que chez NS. Lovisianae Rog. (= 5. unispinulosa Em. vide Bol. Soc. Ent. Ital., XII, t. VIL tig. 5), avec un épistome aussi large. Les mandibules ont la méme forme que chez Louisianae, légerement plus larges, et les dents identiques, mais Vinférienre est tantót bifide, tantót trifide, Cestá- dire qu'il peut y avoir deux petites dents distinctes entre la base des dents terminales (cas plus fréquent). Le scape atteint le milien entre Voxil et Vangle postérienr de la téte et se coude comme chez Louisia- nae. Articles 3 44 du funicule plus longs que larges. Dernier article aussi long que le reste du funienle. Promésonotum sans sutures, déprimé et bordé, surtout sur les cótés du mésonotuam. Sillon mésoépinotal assez profond, faiblement échan- eré surle profil. Face basale de Pépinotum presque un quart plus lon- gue que large, et un quart plus large derriére que devant. Épines un peu plus courtes que Vintervalle de leur base, avee un bord inférieur membraneux quí se continue le long des bords de la face déclive. Pé- tiole sans dents dessous, avee un neud arrondi, moins épais que son pédicule antérienr. Le sommet en ovale tranversal, le double plus large que long, finement bordé derriere d'un processus spongieux. Postpétiole presque le double plus large que le pétiole, légerement ¿chaneré au milieu du bord postérieur, quí a une plus large bande de tissu spongienx que le pétiole. Ce tissu forme des masses, sous le postpétiole, s*étendant jusque sous le devant du gastre. Proche parent de 5. Bruchi For., mais eelle-ci est inerme entre les deux dents apicales, n'a pas de processus spongieux sur Pépinotum, et le gastre est moins seulpté. Chez S. Louisianae Rog. il wWy a quun dentieule entre les dents apicales et Vépinotam va pas de bordure spongiense. La Plata (Brueh). NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 49 Une petite colonie dans un nid á demi abandonné de Solenopsis saerissima Sm. Apterostigma Bruchi n. sp. $. Long. 4,5-5,2 mm. Brun noirátre. Seape et abdomen Vun brun plus ou moins rougeátre. Appendices brun rougeátre ou brun jauná- tre. Mate, avec un fond uni sur lequel sont parsemés de nombreux petits tubercules piliferes plus allongés sur le gastre et parfois réunis par des faibles rides, mais généralement isolés et bien plus distincts que chez A. Wasmanni For. Pilosité dressée plus abondan- te, plus contournée et moins obli- que que chez Wasmanni. Cela est surtout tres appréciable sur les pattes. Pubescence rare, sauf sur le funicule. Téte (sans les mandibules) plus de la moitié plas longue que large, les cótés presque paralleles, á peine arqués, le bord postérienr plus arrondi VPun «il a Pautre que chez Wasmanni. Vu de derricre, les bords latéraux convergentpresque "iS 5 — Apterostigma Bruehi n. sp. */1 directement des yeux á Particula- tion cervicale et se prolongent un peu plus que chez Wasmanni. Col court, a peine plus long que chez Wasmanni, á bords non réfléchis. Yeux convexes en arriére du milieu des cótés de la téte. Lobes fron- taux larges, plus courts que les arétes frontales, qui divergent d'abord vers les yeux, puis convergent en s'effacant vers le vertex. Epistome convexe, á bord antérieur arqué, souvent deux rides dessinent une dou- ble caréne plus ou moins distincte. Mandibules tres finement striolées, armées de Sá 10 dents subégales. Le scape dépasse Venviron un quart de sa longueur le bord postérieur de la téte. Premier article du funicule moins long que les trois suivants réunis. Articles 2 4 9 plus larges que longs. Thorax moins fortement étranglé que chez Was- manni. Col du pronotuam plus étroit que celui de la téte et á bord AN. SOC, CIENT. ARG. — T. LXXXVIL 5 50 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA antérieur légerement relevé. Une double créte parallele, bien marquée suit le dos da mésonotum. Profil de Vépinotum régulierement arrondi WVavant en arriere. Stigmates proéminents. Pétiole 2 */, fois aussi long que large en arriére, bordé dessus. Vu de profil il est arrondi dessus et environ le double plus long que haut, relativement plus haut que chez Wasmanni. Postpétiole un peu plus large que long, piriforme, un tiers plus haut que le pétiole. Gastre bordé latéralement comme chez Wasmanni, mais parfois cette bordure s'émousse plus ou moins. Voisin du Wasmanni, mais bien plus robuste; chez pilosum Mayr le col est plus long, la seulpture plus faible. Argentine: La Plata (Bruch leg.), 20 $. Atta Vollenweideri For. var. piriventris n. var. 3. Long. 3,2-9 mm. Rouge sombre, gastre brunátre, chez les $ media et 5 major. Mat. Le gastre tantót luisant, surtout chez les $ minor, tantót mat, surtout á la base, chez les grandes $. Pilosité dressée, rouge, longue et abondante, méme plus que chez A. serdens var. ru- bropilosa For., variété avec laquelle elle a été confondue. Mais piriven- tris a la téte plus allongée chez Q media, les cótés moins convexes, et le gastre est nettement conique ou piriforme (gastre ovale, á cótés plus arqués, moins luisant chez rubropilosa). Le premier segment du sastre est bien plus long que sa plus grande largeur au quart posté- rieur. Du reste comme chez Vollenweideri For., dont elle n'est qu une simple variété tres pileuse (comparée avec un type Q de rubropilosa recu de M. Forel). Chaco austral: Las Palmas (Joergensen). Misiones: San Ignacio (C. Lizer). Atta Vollenweideri For. var. saltensis For. Chaco de Santa Fe: Bords du Rio Las Garzas, 1 $. Chaco de Santiago del Estero: Rio Dulce, 1% (E. Wagner). Atta Vollenweideri For. var. tristis n. var. 5. DifPere de la var. obscurata Gallardo, qui est luisante comme sal- tensis, par la matité complete de tout le corps, excepté le gastre, les mandibules, les épines et un peu Pangle antérienur des lobes occipi- NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 51 taux. Couleur foncée de la var. obscurata, le gastre noir. Plus petite et plus élancée que le type. Santa Fe (Mme. von Steiger). Chaco, Formosa (Joergensen). Acromyrmex Lundi Guer. 5. Dans ses notes critiques sur mes Formicides sudaméricains (Phy- sis, 1917), M. Ángel Gallardo soutient que la variété presque noire de la province de Buenos Aires est la forme type. Or, comme Lund wa déecrit que le g et la Q, dont les caracteres s'adaptent a plusieurs ariétés, je erois qwil faut s'en rapporter a la premiere description de VS donnée par Roger (Berlin. Ent. Zeitsch., y. 200, 1863) et qui dit: «dunkel braunroth, Hinterleib sehacarz». C'est ce que jlavais fait et je conserve le nom de var. bonariensis a la forme noire décrite par Emery. Si une variété peut étre fondue avec le type, est plutót la var. Risi For. Acromyrmex Lundi Guer. At. pubescens Em. var. parallela Sants. Córdoba : Alta Gracia (Bruch). Exactement comme le type. Unquillo (Biraben). Un peu plus sombre. Chaco: Nueva Pompeya (Joergensen). Acromyrmez Lundi Guer. st. pubescens var. chacoensis Sants. Tucumán (Carette). Variété un rouge sombre á gastre noir. Gallardo (loc. cit.) fait de chacoensis une variété de boliviensis Exm., Jaccepte cette facon de voir á condition de faire de cette derniere forme une race de Lundi, chacoensis étant un intermédiaire entre pu- bescens Em. et boliviensis Em. Acromyrmex Lundi Guer. st. decolor Em. var. corallina 1. var. Diftéere de decolor par sa couleur rouge vif, le gastre étant brun ferragineux. Un peu plus robuste; pour le reste, comme decolor. Salta: Quebrada del Toro, 2500 m. (Witte). Acromyrmex aspera Sm. $. Chaco : Nueva Pompeya. (Joergensen). Acromyrmezx subterranea For. $. Formosa : Laishi (Rev. Zurfliib). 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Acromyrmex (Moellerius) pulvereus 1. sp. $. Long. 3-6 mm. Voisin de A. Balzani Em., Yun rouge jaunaátre plus ou moins violacé et farineux, et mat. Les mandibules et le bord de Vépistome brun noirátre et luisants. Sculpture comme chez Bal- zani, mais le fond parait parsemé de tout petits tubercules blanchá- tres quí ne sont que des poils squameux tres courts et qui donnent a Pinsecte un aspect poudreux. La pilosité dressée, recourbée, brunátre, est plus abondante que chez Balzani. Téte un peu plus large, yeux un peu plus convexes que chez Bal- ani. Le seape est brisé vers sa base formant un angle dont Je sommet porte un petit lobe transversal plus ou moins développé. Les mandi- bules sont striées, a bord terminal concave et tranchant. Epistome lar- gement concave. Pédicule et tubercules du gastre disposés comme chez Balzani. Se rapproche de A. fracticornis For. par ses antennes et sa forme générale, mais bien distinet par sa couleur claire et surtout sa pubes- cence squameuse qui rappelle celle de Trachymyrmex farinosa Em. Argentine: Prov. de Córdoba; Unquillo, Cabana (Biraben). Iridomyrmex humilis Mayr st. Scotti n. st. %. Long. 2,2-2,4 mm. Noir; euisses et base du gastre un peu plus brunátres. Mandibules roussátres. Genonx, tibias et tarses dun brun assez clair. Une tres fine pubescence masque en partie Péclat de la seulpture quí parait peu luisante et est tres finement réticulée-pone- tuée. Seulement quelques poils fins vers la bouche et Pextrémité de Pabdomen. Téte un peu plus longue que large (plus courte que chez la race platensis For.); le bord postérienr transversal et plus large que Panté- rieur, ses cótés arqués. Les yeux peu convexes oceupent le denxieme quart antérienr. Le seape dépasse le bord occipital du double de son épaissenur, Le 10%" article de Pantenne est bien plus long que large (aussi court chez platensis). Profil du promésonotum plus convexe que chez humilis type, le sillon épinotal un peu plus enfoncé, Écaille tran- chante au sommet et assez haute. Córdoba: Cabana (Scott) Q. t Uv] NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE de Chez 1. humilis Mayr et la var. transiens la téte est plas longue. Forelius rufus Gall. var. pilipes in litt. Formosa: Laishi (Rev. Zurfliih). Cette forme, recue ésalement du Muséum de Paris, doit. paraitre y YE 2 Y 1 dans les Annales de la Soc. Ent. de France. Forelius chalybaeus lim. st. Debenedettii 1. st. $. Long. 2,8-3,3 mm. Entierement V'un beau bleu foncé métallique; le bord des mandibules brun roussátre, les funicules, les tibias et les tarses noirs. Pilosité dressée, presque nulle, sauf devant la téte. Pu- bescence fine, tres courte et espacée. Finement ponetué-chagriné. avec un reflet métallique submat. La téte est comme chez le type, un peu plus longue que large. moins longue que chez grandis For. Le scape dépasse Uun quart de sa longueur le bord occipital. Thorax plus svelte que chez grandis. Le thorax moins resserré, le promésotum peu convexe; Pécaille courte et épaisse. Jujuy : Alfarcito (Debenedetti). Dorymyrmex (Conomyrma) breviscapis For. var. elongatula n. var. Q. Long. 2,3-2,7 mm. Noir ou noir brunátre. Devant de la téte, extrémité du seape, funicule, milieu des cuisses, plus ou moins bruna- tres. Bord de lVépistome, base du seape et reste des pattes, jaunes ou jaune-roussátre. Luisant, mais moins luisant que le type. Tres fine- ment ponctué-réticulé, avec une pubescence assez dense sur la téte, quí lui donne un aspect submat. La téte est plus longue que large, plus longue que chez breviscapis type; le scape plus long, dépasse de deux fois son épaisseur le bord occipital. Promésonotum assez régulierement convexe, sans escalier. Cóne petit et aigu, comme chez le type. Du reste semblable. Buenos Aires: Sierra de la Ventana $ 9, La Plata $. (Bruch). Córdoba: Alta Gracia (Bruch). Ces derniers ont la téte et le thorax brun roussátre et le gastre noir, et ressemblent a de petits D. pyramicus Rog. var. platensis Ga- Mardo. 34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dorymyrmex (Conomyrma) exsanguis For. st. sordida 1. st. $. Long. 2.5-2,5 mm. Dessus de la téte, thorax et gastre Yun brun Jaunátre pále. Tout le reste, appendices compris, Yun blane jaunátre terne. La téte est un peu plus étroite que chez la var. carbonaria. Les yeux, encore plus grands, oceupent plas du tiers des cótés. La téte est plus Iuisante que chez carbonaria, pour le reste semblable, mais plus claire et plus petite. Catamarca: Andalgalá (Merkle): plusienrs $ $. Dorymyrmex (Conomyrma) exsanguis For. $. Chaco: Nueva Pompeya (Joergensen). Dorymyrmex (Conomyrma) bituber Sants v. laticeps n. v. %. Long. 3,5 mm. Pubescence du thorax bien moins apparente que chez le type. Téte plus large (aussi large que longue) et á cótés plus convexs. Le scape ne dépasse pas de plus de 1/54 1/6 le bord pos- térieur. Plus grand et plus robuste que le type. Le reste identique. Córdoba; Cabana (Scott). Dorymyrmex mucronatus Em. st ensifer For. var. laevigata Gallar- do. Comme le dit M. Gallardo, la var. taeniata est identique á laevi- gata. Le travail de Pauteur wm est parvenu trop tard pour éviter cette synonymie. Dorymyrmez (Conomyrma) Baeri André, $. Territorio de los Andes: Cerro Azufre. 4500 m. (Witte). (est une espece alpine. Le type est du Lara, 4000 m., dans la pro- vinee voisine de Pueumán. Je Vai recu directement de M. Er, André. Il correspond exactement aux exemplaires du cerro Azufre. Par con- tre, les exemplaires déerits et figurés par Gallardo (An. Mus. Nac. H. N. Buenos Aires, XVII, p. 2585, 1916) et qui proviennent de Santa Cruz, Patagonie, Wappartiennent pas a cette espece. Chez PD. Baeri, il existe un psammophore bien développé comme chez tener Mayr, les ammochetes postérieurs atteignant la base des mandibules. Tandis NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 55 que dans la forme de Gallardo, les ammochetes postérieurs sont aussi courts que les antérieurs. Le mésonotum ne forme pas une descente oblique devant Pépino- Fig. 6. — Dorymyrmex (Conomyrma) Baerí André * tum comme chez Baerí. Le cóne épinotal est un peu plus marqué. quoique faible, et Pécaille parait moins haute. Les exemplaires de Gallardo représentent une forme qui se tap- proche de D. Baeri et D. tener, mais distincte et que je nomme : Dorymyrmex (Conomyrma) Gallardoi 1. sp. Brachymyrmex oculatus 1. sj. $. Long. 1,5-2,2 mm. Brun, le gastre un peu plus clair. Bord de Vé- pistome et appendices jaunátres, sauf le funicule, le milieu des tibias et des cuisses, quí sont rembrunis. Luisant, lisse, avec une fine pone- tuation pilifere espacée. Pubescence espacée. Pilosité dressée, médio- cre, aussi longue sur le thorax que sur le gastre, absente sur les appendices. Téte aussi large ou un peu plus large que longue. Le bord posté- rieur, un peu convexe, avec les angles tres arrondis et les cótés arqués. Les yeux, assez convexes, un peu réniformes, occupent plus du tiers du milieu des cótés. La distance qui les sépare de la base des mandibules est bien plus courte que leur longueur (de la moitié aux deux tiers environ). Épistome trés convexe au milien. Mandibules lis- ses, de 5 dents. Le scape dépasse Poeciput Vun bon quart de leur longueur. Les articles du funicule, plus longs que larges; le 2%" dis- tinctement plus cowrt que le suivant. Le thorax est plus convexe en 56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA avant. L'épinotum, privé de face basale distincte, s'abaisse en for- mant une légere convexité. Le mésonotum est bien limité par ses sutures imprimées et légerement convexe; il est aussi long que le pro- notum sans le col. L*écaille inclinée, á bord supérieur transversal et tranchant, se loge sous le gastre. Celui-ci-est aussi long que le reste du corps. Distinet de patagonicus, par ses yeux, sa taille plus grande, les sca- pes un peu plus longs; de longiscapis For., par ses antennes un peu plus courtes, ses yeux, et Pabsence de métanotum. Chez B. Bruchi les yeux sont moins grands; du reste aussi robuste: je les «vais WPabord confondus. Buenos Aires: Sierra de la Ventana (Bruch.. Camponotus (Myrmoturba) Bruchi For. st. Lysistrata 1. st. $”. Cóotés et dessus de la téte lisses et luisants. Le bord occipital plus concave, le profil de Pépinotum beaucoup plus anguleux que chez Bruchi, la face basale plus longue et la déelive plus abrupte. Pour le reste, seulpture, pilosité, ete., comme chez Bruchi. La Q a les ailes légerement jaunátres, les nervures brunes. La face basale est beaucoup plus courte que la déclive, et forme un angle tres arrondi. Territorio de los Andes: Cerro Azufre, 4500 m. (Witte). Camponotus (Myrmoturba) maculatus E. st. substitutus Em. $, var. colorata For. Chaco: Nueva Pompeya (Joergensen). Camponotus (Myrmothrix) silvicola For. Salta: Tapiazuti (Lizer et Delétang). Camponotus (Myrmocamelus) blandus Sm. st. denudatus Em. Chaco: Nueva Pompeya (Joergensen). . E] Camponotus (Myrmobrachys) Cameranol Em. Formosa (Joergensen). Camponotus (Myrmobrachys) brasiliensis Mayr var. chacoensis 1. v. Plus grand que le type de Pespece, aussi grand que €, crassus; mais le gastre et les appendices luisants comme chez brasiliensis. 1%6- NOUVEAUX FORMICIDES DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE 57 pistome est en outre un peu caréné chez “%, etson bord antérieur non échancré, comme chez crassus. Mandibules, tiers antérieur de la téte, crétes frontales, antennes, rouge ferrugineux; tibias et tarses, brun rouge sombre. Pilosité blanc jaunátre abondante, de longueur tres irréguliere, nombreuse sur les joues et les cótés de la téte. Pubes- cence adjacente, rare, clairsemée sur les appendices, qui ont pas de poils dressés. Le scape dépasse le bord postérieur de la téte d'un bon quart de sa longueur. Écaille plus mince que chez erassus. "$. La téte large de 2,5, longue de 2,8 mm. Seape 2,3 mm. Tibias postérieurs 2,4 mm. $”. Téte a peine rougeátre devant. Les scapes ont une pilosité obli- que réguliere (irréguliere chez OC. Iheringi For.); pour le reste, seulp- ture, pilosité, couleur comme chez “$. Ressemble a €. Iheringí par sa seulpture, mais celui-ci est plus petit, le thorax relativement plus large et la pilosité moins abondante, Pécaille un peu plus mince. Chaco de Santa Fe: Las Garzas, bords du Rio Las Garzas, á 20 km. (Ocampo (E. Wagner, 1903) 1 $7, 1 9”. Chaco Formosa: Laishi, 2 "$ (Rev. Zurfliih). Voisin aussi de €. Cameranoi Em., mais la pilosité dressée est plus abondante, et le gastre plus luisant chez chacoensis. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 6 ALGUNAS EXPERIENCIAS LA ELIMINACIÓN DEL ARSÉNICO Y DEL VANADIO DELAS AGUAS Por EL Dr ATILIO A. BADO y ALBERTO J. ZANETTA En una comunicación sobre Presencia del arsénico y vanadio en las aguas de Bell Ville (provincia de Córdoba) (1) presentada por nosotros ala Sociedad Química argentina, en fecha 16 de octubre de 1917, manifestábamos nuestro propósito de ocuparnos en la busca de un procedimiento a la vez económico y sencillo para la eliminación del vanadio y arsénico, cuyos inconvenientes senalábamos en esa oportu- nidad. Nuestra intención era contribuir a la solución de un problema de importancia, dado que las aguas de muchas regiones de la provin- cia de Córdoba contienen dichos elementos y ocasionan una serie de disturbios en las poblaciones que se ven obligadas a consumirlas. Nuestras experiencias no se han limitado a la región cordobesa; en algunas aguas de pozos semisurgentes de la ciudad de Buenos Ai- res (zonas de Belgrano y Boca) se ha comprobado igualmente la pre- sencia de vanadio y arsénico, Esta cireunstancia vendría a aumentar la importancia del problema y apoyaría la hipótesis de que las aguas de la ciudad de Buenos Aires provendrian de infiltraciones de las y Junin, pues aguas de las dunas que forman el cordón entre Bragado de ser ella probable, las aguas subterráneas de la región compren- dida entre su origen y la captada en la ciudad de Buenos Aires acusarían análoga composición química. y siguientes. (13 Anales de la Sociedad Química argentina, tomo V, página 336 ELIMINACIÓN DEL ARSÉNICO Y DEL VANADIO DE LAS AGUAS 59 En otras regiones de la provincia de Córdoba se ha comprobado también la existencia de ambos elgmentos (Concepción del Tío, San Francisco, etc.). No es raro de que el vanadio se haya encontrado en las aguas de Buenos Aires y Córdoba, pues está difundido en el país a tal punto que se encuentra en abundancia en minerales de la provincia de Córdoba y hasta en el petróleo de Comodoro Rivadavia, según trabajos de Longobardi y Camus, ete. En agosto de 1918 iniciamos nuestras experiencias, las que por causas fortuitas debimos interrumpir hasta junio de 1919; en esa fe- cha recomenzamos las investigaciones, cuyos resultados exponemos en el presente trabajo. Después de haber ensayado, para la eliminación de los elementos de que nos ocupamos, el alúmino-férrico preparado en la fábrica de las Obras sanitarias de la Nación, el sulfato-férrico y el sulfato de alu- minio, pudimos comprobar que Gautier (1), ya en 1903, afirmaba que «se puede reconocer, por un nuevo método, millonésimos de miligra- mo de arsénico ». Este método está fundado (2), en principio, en la observacion muy conocida, de que cuando el arsénico en un agua po- table o mineral existe, aun en pequeña cantidad, conjuntamente con el hierro, este último, oxidándose y precipitándose lo arrastra siem- pre en todo o en parte. Según Gautier esta propiedad que presenta el hierro es absoluta y el arsénico es completamente arrastrado por las sales férricas en las condiciones de experiencia. En septiembre 13 de 1918 y en abril de 1919, los doctores F. Rei- chert y R. Wernicke (3) publicaron en los Anales de la Sociedad (Jui- mica argentina, dos trabajos al respecto, titulados : Eliminación del ar- sénico de las aguas de la región de Bell- Ville y Eliminación del vanadio de las aguas arsenicales de la región de Bell- Ville, en los que se men- ciona el hidrosol (Fe(OH),) y el sulfato ferroso (FeSO,H.O) como pu- rificadores de esas aguas. En cuanto al primero de estos cuerpos, los autores manifiestan que es más ventajoso porque no se introduce en el agua ningún elemento en solución, pero en cambio, es menos económico. En los ensayos practicados con sulfato ferroso se indica haber obtenido los mejores resultados prácticos, precipitándose 0,16 (1) Bull., 1903 [3], tomo XXIX, página 859-863, y en GUARESCHI, Enciclopedia de chimica sup., página 186, 1904-1905. (2) C. R., tomo LXXXI, página 239 en ibid. (3) Anales de la Sociedad Química argentina, año 1918, página 451 y año 1919, página 110. 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a 020 de Fe por litro de agua que contenía 0%001 As disuelto, y resultados muy aceptables con sólo 008 a 0%09 de Fe. Aconsejan el sulfato ferroso, empleando 500 gramos de esa sal por metro ceúbi- co de agua, para la eliminación del arsénico y el mismo producto o cloruro férrico para la del vanadio. Los resultados obtenidos por nosotros y que expondremos más ade- lante, nos permiten afirmar que las dosis de productos coagulantes usadas por los autores mencionados son exageradas, y queno es ne- cesario introducir en el agua aniones cloro, ni la proporción de anio- nes sulfúrico que se manifiesta, máxime si se tiene en cuenta que el hierro puede pasar al agua en pequeña proporción, lo que podría oca- sionar los inconvenientes conocidos, aparte de la desoxigenación del agua por el agregado de las sales ferrosas. En nuestros ensayos de eliminación del arsénico y vanadio en las aguas naturales, hemos tratado de resolver el problema, partiendo de soluciones valoradas que contenían dichos elementos en líquidos de alcalinidad conocida. Pensamos que el compuesto industrial que se conoce con el nom- bre de «alúmino-+férrico» podría resolver el problema que nos propone- mos solucionar. Al efecto, se ha efectuado experiencias partiendo de soluciones alcalinas de metavanadato de amonio y arseniato sódico en las que la proporción de esas sales, como la del carbonato sódico, permanecían constantes y se hacia variar la de alúmino-férrico (1), de acuerdo con lo que se expresa en los cuadros siguientes : CUADRO 1 Alcalinidad Alúmino- ly O, que perma-[| V,O, retenido Le en H,S0, | férrico [nece en solución| por el coágulo An ' Ióá—— ——————— 0,00429 | 0,2940 0.05 0.,00286 0.00143 Alcalina 0.00429 0.2940 0.10 0.002145 0,002145 — 0.00429 | 0.2940 0.15 | 0.00143 0.00286 = 0.00429 0.2940 0.20 0.000715 | 0.003575 = 0.00429 0.2940 0.25 |lig. vestigios | 0.00429 == (1) El alúmino-férrico usado contiene 11 por ciento de ALO, y 4 por ciento de Fe,O.. ELIMINACIÓN DEL ARSÉNICO Y DEL VANADIO DE LAS AGUAS CUADRO II 61 Alcalinidad | Alúmino- As retenido al en H,SO, férrico en el coágulo sena 0.0016 0.2940 0.05 0.0014 Alcalina 0.0016 0.2940 0.10 0.0014 — 0.0016 0.2940 0.15 0.0015 — La segunda experiencia se ha efectuado partiendo de líquidos que contenían cantidades constantes de metavanadato de amonio, hacien- do variar la alcalinidad y manteniendo constante la proporción de alú- mino-férrico. Los datos obtenidos son los siguientes : CUADRO II .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 .00429 oooO ooo ooocoso Para completar el estudio que Alcalinidad en H,SO, .470 1.1760 .8820 .5880 .2940 .1470 .0980 0653 .0327 .0245 Alúmino- férrico 0. 0. V,0. que perma- nece en solución .00286 .00286 .00286 .00286 .00286 .00286 001718 .001072 000858 vestigios nos habtamos V,O, retenido en el coágulo 00143 .00143 00143 00143 .001453 00143 .002572 .003218 .003432 .00429 Reacción Alcalina lis. alcalina señalado, efectuamos experiencias con líquidos de distinta concentración en metavanadato dle amonio, dejando constantes la alcalinidad y el alúmino-férrico. Los resultados los senalamos en el cuadro siguiente : Ct TADRO IV v,O, 0.00429 0.00858 0.01287 0.01716 0.02145 Alcalinidad en H,S0, .2940 .2940 .2940 .2940 .2940 oooso Alúmino- férrico 0.05 0.05 0.05 0.05 0.05 VO, que perma- [nece en solución 0.00286 0.00715 0.01144 0.01573 0.02002 V,O, retenido por el coígulo ¡¿q_Dp_ _ _ ————— .00143 00143 .00143 00143 00143 Reacción Alcalina 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Alominctérmo: Aluminoférrico e 25 20 15 15 10 10 5 5 As retenido Ya 05 relenido por el coágulo e > > ES = E por el coágulo 5 = a = = ES = z S 5 = = ccoo S S z e > — = 000 E o 3uU0e Cuadro 1 Cuadro UI O 130 renos por el cubgodo tan Va 05 retenido pe por el coágulo tano en 0.492 0,286 en 0.143 o Ya 05 en retos solución te la cds : z z 2 Ed co =- e 1 z - z " 5 "3 o —= 5 3 = - o 7 E ” Sl o A > Cuadro 11 Cuadro 1V mao ye aluminio 36 Sullato lerri;o 30 26 5 A 20 di 15 10 ”w 5 b Va 07 retenido Va Oy retenido for el cosgulo por el cobgulo e s $ 2 235 5 o e 2 - 328 3 $5 3 3 = 3 ES ó $ o A Cundro V Cuadro VI ELIMINACIÓN DEL ARSÉNICO Y DEL VANADIO DE LAS AGUAS 63 Con el objeto de estudiar la influencia individual del sulfato de aluminio por un lado, y del sulfato férrico por el otro, en la elimina- ción del vanadio y del arsénico, se realizaron experiencias empleando ambas sales por separado, obteniendo para el sulfato de aluminio los siguientes resultados : CUADRO Y o 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 5 v.O, Alcalinidad Sulfato de V,O, que perma-| VO, retenido Reacción Sa en H,SO, aluminio [nece en solución| porel coágulo 0.00429 0.2940 0.05 0.003861 0.000429 Alcalina 0.00429 0.2940 | 0.10 | 0.003432 0.000858 | — 0.00429 | 0.2940 | 0.15 | 0.003003 | 0.001287 = 0.00429 0.2940 0.20 0.002359 0.001931 = 0.00429 0.2940 0.25 0.001501 0.002789 == 0.00429 0.2940 0.30 0.000215 0.004075 = 0.00429 0.2940 0.35 vestigios 0.00429 lis. alcalina Para el caso de la eliminación del arsénico, se ha empleado una solución alcalina que contenía 0%0032 de arsénico metálico; se le trató con 0505 de sulfato de aluminio y se comprobó que el coágulo retuvo 0%0013 de arsénico. Las mismas experiencias se repitieron empleando sulfato férrico, obteniendo los resultados que consignamos : CUADRO VI e 5 5 ———— —— Alcalinidad Sulfato |V,O, que perma-| V,O, retenido | va0, en H,SO, férrico - [nece en solución| por el coágulo mención ===) 0.00429 0.2940 0.05 0.000429 0.003861 Alcalina 0.00429 0.2940 0.10 vestigios 0.00429 = 0.00429 0.2940 0.15 0 0.00429 = 0.00429 0.2940 0.20 0) 0.00429 — 0.00429 0.2940 0.25 0 0.00429 — El ensayo, en el caso del arsénico, se verificó con una solución alca lina que contenía 00032 de arsénico metálico, a la que se trató con 0%05 de sulfato férrico, comprobándose que el coágulo había retenido 0%0025. Nuestros resultados están en un todo de acuerdo con los obtenidos b4 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA por Gautier (1) para la precipitación del arsénico en las aguas. Dicho autor trata 2 litros de agua privada de arsénico; agrega 0%002 de As bajo forma de arsénico de sodio; después, con 5 centímetros cúbicos de liquido férrico, lleva a la ebullición, alcaliniza ligeramen- te y recoge el precipitado que disuelve en un ligero exceso de ácido sulfúrico; el sulfato formado, echado directamente en el aparato de Marsh, da exactamente la cantidad de As agregada al líquido. CONCLUSIONES De los datos obtenidos se deduce : 1” Que el alúmino-férrico, sulfato de aluminio y sulfato férrico eli- minan totalmente el arsénico y vanadio disueltos en las aguas pota- bles, empleados en pequeñas dosis que no modifican mayormente la composición del agua tratada; 2” La eliminacion del vanadio, permaneciendo constante la alcalini- dad, es proporcional a la cantidad de alúmino-férrico, sulfato de alu- minio y sulfato férrico añadido; 3% La eliminación del vanadio por medio del alúmino-férrico está en razón inversa de la alcalinidad del líquido, siempre que ésta no pase de un límite dado para cada liquido; 4% Para una cantidad constante de alúmino-+férrico se elimina una misma cantidad de anhídrido vanádico; 5” La capacidad de adsorción para el arsénico y vanadio de los coa- gulantes empleados, signe este orden : sulfato férrico, alúmino-férri- co y sulfato de aluminio: 6” En el easo de la eliminación del arsénico, es menester emplear menor cantidad de coagulante que para la del vanadio. Nuestras investigaciones se proseguirán en el sentido de hacer las experiencias directas, y en gran escala, en las mismas aguas que con- tienen los elementos en cuestión. Laboratorio de Obras sanitarias de la Nación, 30 de junio de 1919. (1) Trabajo citado, página 187. LA YU SALINAS DE BEBEDERO (PROVINCIA DE SAN LUIS) POR JUAN W. GEZ Acabamos de visitar la vasta región de las salinas puntanas. Las leyendas del lago se han disipado. Aquellos relatos de la fan- tasía primitiva pasaron con la rápida evaporación de las aguas. Ya nadie se acuerda de la sirena de rubia cabellera peinándose en el espejo de la onda salina y atrayendo al incauto transeunte con la mágica seducción de su voz; ya no se oyen las diabólicas carcajadas de las brujas, ni los mugidos de la monstruosa vaca blanca; no apa- recen las sombras fantásticas que se proyectaban en las playas de- siertas, ni se ven emerger, durante la noche, las «luces malas» y errabundas. Todo el misterio de lo sobrenatural y el encanto de la tradición legendaria son creencias que han desaparecido y se han esfumado en las brumas de remotas lejanías. La famosa laguna de aguas profundas y de oleaje braviío, ha sido absorbida por el sol, la tierra y el viento. Quedó aislada en su cuen- ca por la interposición de un gran médano que impide la entrada de su priucipal tributario, el río Bebedero, el cual desde épocas remotas le traía el caudal de los grandes desagiies de Guanacache y aun de los torrentes cordilleranos. El clima es seco, y las escasas lluvias loca- les o las crecientes que bajan de la sierra puntana, cuando alcanzan a su cuenca, llegan muy aminoradas por la absorción de los terrenos sedientos y arenosos: es así cómo ha ido consumiéndose en su fatal aislamiento. Hace más de 40 años conocí la laguna en todo su esplendor, con su magnífico y extenso «estuario », sus tempestades imponentes y su soberbio oleaje de mar. Ahora ya no produce esa sensación de las co- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 7 66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sas grandes ni por su aspecto general ni por la masa de sus aguas azuladas. La sirena mitológica se ha convertido en una estatua de sal; sus rubios cabellos yacen transformados en las algas de los charcos es- tancados y los girones de su alba vestidura los ha disperso el viento, formando las «canchas » dilatadas y blanquecinas. Donde antes forecía la verbena de variados y hermosos colores hoy sólo aparece la flor de sal con sus purísimas cristalizaciones. ¿Se ha ganado con tan extraordinario cambio ? La especulación unilateral de las cosas ha de celebrarlo, pero no así el espíritu de conjunto y refinado que sabe armonizar lo positivo con lo ideal. Y además falta- ría averiguar si la cristalización del lago no influye perjudicialmente en la regularidad o ausencia de las lluvias y en la riqueza o vigor de la flora regional. En este caso, el remedio estaría en restituir las co- sas a su estado primitivo y normal, abriendo el antiguo cauce del río 3ebedero en la parte que lo interrumpió el médano estéril, para que volviesen los desagiies de remotas regiones a reunirse en el espléndi- do depósito desaparecido. Siempre podría hacerse la explotación de la sal, pero por procedimientos más ingeniosos y científicos. Se gana- ría con ello porque así se podría conservar aquel hermoso lago que, como un espejo azulado, se veía desde la capital puntana, allá en el fondo grisáceo de la honda y árida cañada. La célebre laguna que el indigena Jlamó Lequé, en una exclama- ción de asombro, y cuyo nombre fué reemplazado por el de « Bebede- ro», de las bebidas o jagiieles que existían en su río tributario, ocu- pa una inmensa cuenca hondonada y sin desagiie. La limita por el norte el gran bordo que separa ambos barreales, por el oeste la pro- longación terminal del azulado cordón del Pencoso, por el sur el barraneo del rio Bebedero y una cadena baja de médanos movibles, y por el este la ceja del monte de la inclinada planicie que desciende del cireuito montañoso formado por las sierras de la Punta, Acasape y el Tala. Dentro de tan vasto marco la laguna ocupó una extensión de 200 kilómetros superficiales, Sobre ella se extienden ahora las dilatadas playas salitrosas, apenas cubiertas por las densas aguas saturadas que el viento empuja, ora sobre la costa sur o sobre la orilla del nor- deste, según que las enfile el tibio soplo del norte o el fresco y hura- canado pampero. Entre el suave oleaje y en toda la extensión de la laguna apare- cen. como sembrados, unos hoyos profundos, llamados vulgarmente LAS SALINAS DE BEBEDERO 67 65 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA «volcanes » (1), algo así como chimeneas por donde escapan los gases y quizá emanaciones radio-activas o bien vasos comunicantes con las vertientes del subsuelo, que parecen destinados a alimentar y a man- tener el bajo nivel de las aguas superficiales. Nótase a simple vista que el agua emergida de los hoyos es más clara y menos densa que la del resto de la laguna. Esta cireunstancia ha hecho saponer que se trata de manantiales de agua dulce, provenientes de las profundas napas de la gran caña- da. En las cercanías hay un pozo que a los 148 metros no ha dado agua potable, pero ella se ha encontrado en el Balde, aunque rara- mente, desde los 20 metros, y surgente a los 700. Falta el análisis del agua y una detenida investigación científica para determinar sus cualidades y el origen de los peligrosos hoyos submarinos. Como dato curioso, relacionado con el declive de la cuenca salina, se afirma que la parte central de la laguna es más alta que las ribe- ras, viéndosela algunas veces como una inmensa caparazón blanque- cina rodeada por el anillo azulado de las aguas. Y se explica el hecho por los estratos salinos que han ido acumulándose en la parte media, donde la honda es menos batida por el viento, lo cual ha permitido se formara un banco alargado y bastante extendido. De la quietud de los líquidos depende la formación de los cristales. Por mi parte, he podido observar una notoria depresión de la cuen- ca hacia el sudoeste, donde el agua se recuesta formando un brazo de mar. Sea ello debido al viento o al dragado natural del rio Bebe- dero, que siempre lleva los desagiies cercanos, lo cierto es que la laguna es en esa orilla más profunda. Salvo la parte fofa y pantanosa del limo acumulado, esa profundidad no pasa de metro y medio en su mayor hondura. Los caracteres generales no son ya los de las lagunas con su agi- tado oleaje, sino simplemente el de las salinas con sus blancas y ex- tensas playas. (1) El Menucó de los araucanos. Derivado de minu, adentro, bajo, y có, agua ; es agua en el bajo suelo. LAS SALINAS DE BEBEDERO 69 Fig, 3. — Parva de sal en el interior de la laguna Fig. 4. — Parva de sal y bolsas prontas para la expedición 10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA EL YACIMIENTO Y SU EXPLOTACIÓN La vasta cuenca salitrosa es de formación aluvial, constituída por los materiales que en rápido declive han descendido de la sierra pun- tana, de los grupos aislados del sudeste y aun del Pencoso. No hay perfiles naturales, fuera de las barrancas del río Bebedero. que tienen hasta cinco metros. Su corte longitudinal nos muestra una capa fina de arena, le sigue la arcilla y, en la base, aparece la tosca. Por lo demás, no hay afloraciones de rocas ni se ve cantos ro- dados. El terreno se muestra muy denudado, poniendo en descubierto la arcilla pardusea de los áridos barreales. La característica general del suelo es la llanura arenosa y polvorienta, sin más relieve que el mé- dano movible. Los depósitos salíferos se han acumulado con el yeso en esta cuen- ca sin desagiie y bajo la influencia del clima. Según autorizadas opi- niones, el clima de la región ha permanecido más o menos igual desde los tiempos terciarios. Las Huctuaciones climatéricas de la época cuaternaria han sido pasajeras y no lo han modificado mayormente. Esta cireunstancia ha favorecido la acumulación del rico yacimiento de eloruro de sodio. Las salinas se encuentran sometidas al régimen periódico de las estaciones. Durante el verano las lluvias disuelven la sal, pero en el tiempo seco el viento coopera a la rápida evaporación, cubriéndose el suelo de una eflorescencia blanea como una nevada. Esto es debido al sulfato de cal hidratado (yeso), al sulfato de magnesia y a otros pro- duetos de los minerales salinos. Al penetrar en la laguna nos hacemos la ilusión de tener a la vista el espectáculo de una lNanura polar: la inmensa cuenca blanca en cu- yas eristalizaciones se quiebran los rayos de sol, el horizonte con su tinte blanquecino y allá, en su límite sensible, sobre el lejano cordón del Peneoso, las nubes como montañas de nieves, contrastando con el puro azul del cielo. La vista se fatiga con los reflejos y obliga al uso de vidrios ahumados para atenuar sus efectos deslumbrantes. La explotación de las salinas la hace la Compañia Introductora de Buenos Aires. Ha construido un ferrocarril de trocha angosta desde la estación Balde a las salinas, en una extensión de 24 kilómetros ; ha introducido un excelente material rodante, establecido amplios LAS SALINAS DE BEBEDERO 70! Fig. 5. — Ferrocarril de trocha angosta, utilizado para la explotación Fig. 6. — Transporte de la sal en vagonetas me) 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA talleres, un molino y demás elementos para una vasta explotación industrial. La vía penetra unos 4000 metros en la laguna por un terraplén calzado con bolsas de arena. En la orilla norte se van haciendo grandes depósitos de sal y en las playas secas o cuya capa de agua no pasa de 10 centímetros, se levantan enormes parvas, una de las cuales tenía, cuando visitamos la laguna, 5000 toneladas, habiendo muchas distribuidas en la zona explotada, de 200, 100 y hasta de 10... Se recoge la sal con el procedimiento del « raspado », que ejecuta un rastrillo movido rápidamente por un pequeño motor a nafta. A medida que pasa el rastrillo y se van formando los « bordos » de sal, enadrillas de peones los recogen a pala, en carretillas, y los transpor- tan a las parvas. La capa de sal, como se ha dicho, varía con el estado atmosférico. Después de una lluvia hay que esperar ocho o diez días para que se formen las nuevas cristalizaciones salinas. Mucho contribuye a ello el viento seco del sur, siempre que la capa de agua no pase de 5 cen- tímetros de espesor y se extienda sobre las playas en ligeras pince- ladas. Cuando la sal está bastante seca en las parvas, comienza el envase en bolsas de 40 kilogramos, que se cargan en vagonetas para transpor- tarlas al depósito de la ribera. Cada tren lleva 200 a 300 toneladas, que es la cosecha del día. cuando el tiempo es favorable. Actualmente trabajan 150 peones en las salinas, pero suele aumen- tar el número según las necesidades de la explotación. Trabajan por día o por un tanto, oscilando sus jornales entre 3 y 5 pesos. La em- presa les provee de habitaciones, agua dulce y leña; los obreros pue- den adquirir las provisiones a precio de costo o recibir la comida al módico precio de un peso diario. En la administración hay un almacén bien surtido, carnicería y panadería. El personal de trabajadores en total pasa de 300 peones, sin contar maquinistas, mecánicos, capataces y empleados de la ad- ministración. Los talleres se bastan a si mismos, existiendo una fundición de bronee para el repuesto de piezas ; alli se construyen tambien chatas de transporte. Una labor inteligente y una gran actividad se nota en todo el trayecto de la linea; a ello contribuyen las cuadrillas recorre- doras, el trabajo de los talleres, el paso frecuente de los trenes carga- dos y la ruda tarea de los que extraen la sal. LAS SALINAS DE BEBEDERO 73 El «salinero » de profesión es un hombre de la comarca, endureci- do por todos los rigores del clima y del trabajo. Delgado, musculoso, con la piel curtida por el sol y la sal. Debe permanecer varias horas seguidas dentro del agua, protegerse de la enceguecedora refracción de la luz en la blanca llanura, y defender sus piés de las cortantes aristas de los cristales de sal. Al salir de la laguna debe tener tam- bien buen cuidado de lavarse los piés con agua dulce para evitar las escoriaciones y llagas que le produciría la saturación salada al eva- porarse. Su tarea es trabajo de condenado. Refiere lá tradición que los conquistadores incanos destinaban sus prisioneros a estas duras faenas. De esta práctica se derivaría entonces la palabra Huanacachi que en la lengua quichua quiere decir «el presidio de la sal», y se sabe a ciencia cierta que los Hijos del Sol explotaban las ricas sali- nas de esta región. La explotación actual es de unas 5000 toneladas por mes, pero puede llegar a mucho más con facilidad, si así lo exigiera la deman- da o lo permitiera el transporte del ferrocarril Buenos Aires al Pa- cífico, porque la empresa tiene los elementos necesarios para esa pro- ducción. La sal puesta en la estación del Balde vale 50 pesos la tonelada, y el flete hasta Buenos Aires es de 14 pesos. Fuera del consumo que se hace en el país, se exportan grandes cantidades a la República Oriental y al Brasil, que son mercados seguros y permanentes. CUALIDADES DE LA SAL U La sal del Bebedero tiene las mejores cualidades, porque su pureza alcanza a la tan apreciada de Cádiz, a la cual se le atribuye un 96,5 por ciento. Solamente la superarían, en este concepto, la sal de Wie- liezka, Austria, cuya pureza es de 100 por ciento y la de Baviera con un 99, 53 por ciento. La sal de cocina contiene de 2 a 5 por ciento de humedad ; a veces un 3 por ciento de cloruro y sulfato de magnesia, sulfato de calcio y algunas materias insolubles que en nada alteran la bondad de sus excelentes cualidades hi de su pureza. Hemos obtenido de la administración diez muestras de sal más o menos blanca y más o menos pura. Dos de ellas son algo grises por el polvo que arrastra el fuerte viento después de estar el agua embal- 74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sada. Se encuentra en una capa de un centímetro de espesor sobre las playas. Dos muestras representan la sal común o llamada de verano, «re- cogida y amontonada a rastros », que se extrae desde los meses de agosto. septiembre y octubre en adelante, siempre que no caigan fuertes lluvias en la estación. Es la que se despacha de ordinario. Hay la raspada después de los primeros vientos de la primavera, y la recogida a pala después de haberse enturbiado el agua por el polvo o el arrastre de las lluvias. Además tenemos muestras de la sal «de invierno»: de una sal fina especial y de la que queda en la parte interior de los envases. La sal extrafina se prepara en un molino y en envases de un kilo- gramo; tiene la hermosa blancura de la nieve: En cuanto a la producción universal de la sal, tomo de la Quémi- ca aplicada a la industria, del doctor Molinari, estos interesantes datos ; Inglaterra e Irlanda producen 2.145.000 toneladas, y el consumo para uso alimenticio es de kilos 12,5 por habitante. Estados Unidos produce 1.261.000 toneladas, con un consumo de 15 kilos por habitante. Francia 642.000 kilos, con un consumo de 7,2 kilos por habitante. Alemania 1.050.000 toneladas y un consumo de 7,7 kilos por habi- tante. Italia 450 toneladas y un consumo de 6,4 kilos por habitante. España 320.000 toneladas, pero no se da el consumo por habitante. Llama justamente la atención el consumo de la sal en Italia, que es insuficiente para las necesidades más premiosas de la vida, y a cu- ya deficiencia se atribuye en gran parte la miseria fisiológica que produce la enfermedad de la pelagra. Según lo afirman los higienistas y los médicos, el organismo huma- no, en condiciones normales, necesita un promedio de S kilogramos de sal, por año. En nuestro país, según el Boletín de la estadística minera de la KRe- pública correspondiente al año 1910, la explotación de sal. tomando como base los transportes ferroviarios, es como sigue: Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico...... 3.743.951 kg Contral Córdoba... 400000 oi 6.352.180 A AAA 6.668,550 > PR AA] 16.764,981 LAS SALINAS DE BEBEDERO e Pero el consumo en todo el país, según el Censo de las industrias argentinas, era en 1912 de 34.530.190 kilogramos, debiendo advertir que en muchas regiones de la República, no se llevan estadísticas de la explotación de las salinas ni del consumo. Además, la importación de sal representa un valor de 1.070.000 pesos, y sobre la exportación se tienen informes muy deficientes. Por estos breves datos se puede salcular la importancia que representan la producción y consumo de la sal, en la economía nacional. Las salinas de Bebedero podrían producir 100.000 toneladas por año. Esto demuestra la riqueza enorme que representa nuestro gran yacimiento salino, sin contar lo que podría significar una explotación científica que fuese más allá de lo que espontáneamente produce la naturaleza y nos brinda con tanta prodigalidad. Y la industria de la sal está llamada a tener cada día mayores aplicaciones, fuera del consumo en la alimentación del hombre y de los animales : en la fabricación de carbonato e hidrato sódico, del vidrio, en la jabonería, en la tintorería y en la agricultura. A todo esto hay que agregar todos los variados productos que pueden ex- traerse de los derivados y compuestos químicos que tienen por base los metales salinos, unidos al cloruro de sodio. La sal tiene, pues, un rol importantísimo, como ya lo he dicho, en las funciones vitales del hombre y de los animales ; favorece el traba- jo íntimo de la nutrición de los tejidos, la formación de la bilis y de los jugos gástrico y pancreático. Combinada con el carbonato de cal produce otras substancias qui- micas, elementos valiosos para la nitrificación del suelo, tan necesaria a sufecundidad. La típica vegetación que crece en las salinas, la forman plantas que requieren para su desarrollo los compuestos solubles de sosa y de potasa; incineradas estas plantas, devuelven en sus ceni- zas los preciosos elementos que tomaron al suelo, produciendo con abundancia sales de potasa, cloruro sódico, cierta proporción de car- bonato sódico y otros productos de aplicación industrial. Los yacimientos de sal son una fuente poderosa de electricidad te- rrestre. También ocasionan fenómenos de radioactividad. Se ha com- probado que la tierra, el aire y el mar son radioactivos y según el doctor Corti, esta propiedad aparece como manifestación de las trans- formaciones de los llamados elementos. Siendo la gran salina de Bebedero, un inmenso y activo laborato- rio de la naturaleza, es lógico suponer que tenga también sus ema- naciones radioactivas. Hay vestigios de radio, torio y actinio en to- 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA das las fuentes minerales y en los gases que se escapan del subsuelo, aunque sea muy difícil evidenciarlo y observarlo. Por último, el mencionado doctor Corti, en un reciente estudio sobre la radioactividad de las aguas llega a esta conclusión : « Dada la difusión de las substancias radioactivas en la corteza terrestre, todas las fuentes encontradas han sido más o menos radioactivas. Asi, en la práctica, sería necesario no considerar como tales sino las que lo son notablemente más que el aire y el agua corriente. » Tan autorizada opinión viene a robustecer nuestra creencia en la posibilidad de que existan las emanaciones radioactivas en las fuentes salinas de Bebedero. Constatar este hecho tendría una gran- disima trascendencia cientifica y práctica para las múltiples aplica- ciones a que darian lugar las propiedades maravillosas de la radio- actividad. Después de haber hecho recordar la utilidad de la sal en la econo- mía de la vida universal, su infhuencia en los fenómenos telúricos a causa de su solubilidad y las variadas reacciones químicas a que se presta en contacto con los elementos naturales, debo concluir mani- festando que los yacimientos salinos de Bebedero constituyen una gran fuente de riqueza, cuyo creciente rendimiento deberá influir favorablemente en el bienestar de este pueblo, ya por los capitales que atraiga, cuanto por las industrias derivadas a que puede dar vi- da y aplicación. Dentro de nuestros propios elementos y recursos, tendremos que resolver siquiera parte de los problemas que estimulen la actividad fecunda del trabajo, y funden, con nuestra independencia económica, la futura prosperidad de la Provincia. San Luis, diciembre de 1918, LEGUMINOSAS BONAERENSES Por ANA MANGANARO CAPÍTULO 1 Generalidades y afinidades Las Leguminosas (Leguminosae Ad. 1763) constituyen una de las familias más ricas del reino vegetal, contando casi 400 géneros y cerca de 7000 especies. Son árboles, arbustos, hierbas anuales o pe- rennes, enderezados o trepadores, a veces lianas de tallo largo y más o menos delgado. Sus hojas en la mayoría de los casos son compuestas, porlo general alternas, rara vez opuestas o verticiladas; las simples, normales o transformadas en filodios, las compuestas digitadas o pi- nadas y, en este último caso, pari o imparipinadas; automáticas (ade- más de los tropismos comunes a todas las demás plantas) y sensibles, provistas de estípulas y estipelas, las que pueden ser más o menos visibles y transformarse con frecuencia en órganos accesorios. Las inflorescencias axilares 6 terminales, casi siempre en racimo, espiga o capítulo y aun en umbela, pero rara vez cimosas (Warming lo nie- ga), de desarrollo centrípeto, a menudo con brácteas y bractéolas con frecuencia caducas. Las flores Zigomorfas, con plano de simetría per- pendicular, rara vez actinomorfas, son $, generalmente algo perigi- nas y con pocas excepciones pentámeras. La flor típica responde por lo general a la siguiente fórmula floral : F.¿=S5 + P5+7E5-+)5 +C1 El cáliz en general gamosépalo, con > sépalos, el impar anterior TS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA rara vez con 4 sépalos. La corola (rara vez no existe) irregular o no, con los cuatro pétalos anteriores más o menos concrescentes hacia arriba. Los estambres rara vez enteramente libres, con frecuencia sol- dados, por lo menos en la base, monadelfos o diadelfos. El ovario mo- nocarpelado (salvo pocas excepciones !) con sutura ventral dirigida hacia atrás, sésil o más o menos adelgazado hacia abajo en pedicelo y en general algo arqueado, con uno, dos o numerosos óvulos anátro- pos o campilótropos. 1 Diagramas forales esquemáticos de los princ ipales tipos de Leguminosas: 1-6, Mimosoideas Papilionoideas; 8, Cesalpinioideas El fruto es siempre una legumbre — de ahí el nombre de la fami- lia, — pero este órgano suele modificarse extraordinariamente, pudien- do serdehiscente o indehiscente, carnoso o seco, y a veces transformar- se en lomento (Mimosa), en sámara (Tipuana, Pterogyna) y hasta Me- gar a simular una drupa (Gourlica). Las semillas son ordinariamente reniformes, con una envoltura glabra, dura y lustrosa, con o sin albu- men, de embrión receto o encorvado. Todas las Papilionoideas poseen tubérculos en las raíces, produci dos por bacterios especificos que se hallan en el suelo. Las Leguminosas constituyen una familia de las más naturales y bien constituidas, entrevista por muchos botánicos del siglo xvi LEGUMINOSAS BONAERENSES 79 (Cesalpino, Linneo, Jussieu), pero que sólo llegó a limitar con cierta claridad Adanson, en 1763. Van Tieghem (1902) las clasifica entre sus Dicotileas ovuladas, en el orden de las Ranunculineas y alianza de las Geraniales. Engler y Prantl (1592) (Die natirliche Pflanzenfamilien) las consi- deran como Dicotiledoneas, Archiclamideas coripétalas, dela serie de las Rosales y subserie de las Rosineas. Tienen mucha afinidad con la familia de las Connaraceas, especial- mente sus géneros policarpelados (Hausmannia, Archidendron, A ffon- $04) ; sin embargo, se distinguen de aquella familia por la presencia de las estípulas ; anormalmente puede producirse igual cosa en algunas Leguminosas. Pero el parentesco mayor debemos encontrarlo en las Rosaceae y sobre todo en las tribus de Ohrysobalaneae y Amygdaleae unicarpeladas, las que se asemejan más a las Mimosoideae que son de flores regulares y con numerosos estambres. CAPÍTULO II Desarrollo y morfología de las Leguminosas 1. DESARROLLO. — Las semillas de las Leguminosas llegadas a su completa evolución y hallando condiciones hidrológicas, térmicas y edáficas oportunas, inician la germinación. El grado de desarrollo que permite el principio de esta función llámase madurez; se ha obser- rado que en las Leguminosas la germinación es más pronta cuando las semillas aparentemente son aún no del todo maduras y se mantie- nen aún tiernas; además se ha comprobado que las Leguminosas sue- len producir dos clases de semillas, las unas blandas, las otras duras ; estas últimas sólo inician la germinación después de un lapso de tiem- po más o menos largo, a veces recién después de un año. Como en todas las demás plantas, las Leguminosas también tienen un límite para la conservación de su poder germinativo, que parece ser bastante largo, por lo menos para las especies cuyas reservas ali- menticias son mayormente amiláceas. Para que se inicie la germinación se necesita que las condiciones hidrológicas, térmicas y edáficas en que se halla la semilla, sean favo- 'ables; para acelerar la germinación de las Leguminosas los agriculto- SU ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA res suelen ablandarlas, es decir, tenerlas en agua a una temperatura constante, tanto más elevada (249 a 5092 C.) cuanto más dura y vieja es la semilla, hasta que se hinchan, ablandan y desgarran el testa. Durante la germinación, las Leguminosas a veces ofrecen su mayor desarrollo en la parte hipocotilea del tallo (Acacia, Caesalpinia, Cer- cis, Medicago, Mimosa, Phaseolus, Prosopis, Parkinsonia, Trifolium), resultando los cotiledones epigeos ; a veces ofrecen mayor desarrollo en la parte epicotilea del tallo (Cicer, Lathyrus, Pisum, Vicia, ete.) y entonces los cotiledones resultan hipogeos. En la mayoria de los casos la gémula produce directamente el tallo apical (Caesalpinia, Erythri- na, Melilotus, Robinia, ete.), pero otras veces esta gémula apical muere en gran parte y el tallo principal se produce entonces de una yema axilar de la Lo IL hoja ínfima (Vicia); a veces todo el tallo epicotile- donal muere y sólo se desarrollan dos tallos secundarios, de dos yemas. que aparecen en la áxila de los cotiledones (Scorpiurus). Las plantas son a veces monantocárpicas anuales (Arachis, Ci- cer, Phaseolus, Pisum, Lens, ciertas Vicia, Medicago y Lathyrus) o bisanuales (Melilotus alba, M. officinalis); a veces poliantocárpicas vivaces (Lathyrus, Galega, Astragalus, Galactia, Adesmia, Poiretia, Hoffmanseggia. Trifolium, Vigna, Zornia, ete.) o perennes arbustivas (Desmantluus, Caesalpinia, Glyeyrhiza, Indigofera, Adesmia canescens, Ntylosanthes, Ulex) o arbóreas (Acacia lutea, Bauhinia, Cercidium, Erythrina, Gourliea, Poecilanthe, Prosopis, ete.). 2. RAÍZ. — Las Leguminosas ofrecen la mayor variedad de tipos, contándose entre ellas raices anuales, bisanuales, vivaces y perennes. Las raices, en general pivotantes (por lo menos las primitivas), pueden ser delgadas y filiformes, primarias o adventicias, como en la mayoria de las formas humildes, pero con el aumento dela masa epigea propor- cionalmente se acrecienta el tamaño y robustez del aparato radical para proporcionar la fuerza y resistencia necesarias a los troncos so- berbios que levantan al cielo sus copas más o menos colosales; no son raros los easos en que las raices se transformen en órganos accesorios, ya sea para acumular en ellos substancias nutritivas (como en los Pa- chyrhizus, eultivados por sus tubérculos comestibles en la América, desde el Paraguay hasta Méjico), ya sea para almacenar agua que las protege en los períodos de sequía (hidróforos o raíces napiformes hidróforas), como sucede especialmente en muchas especies de la Ar- gentina (Aeschynomene, Collaca, Desmanthus, Desmodion, Galactía, Hof'manseggia, Indigofera, Phaseolus, Tephrosia, Trifolivmn, ete.). LEGUMINOSAS BONAERENSES $1 Las raíces en las plantas anuales son filiformes y superficiales (La- thyrus stipularis, Vicia graminea, V. linearifolia, V. setifolia, V.monte- videensis); también en las bisanuales se mantiene este carácter (Meli- lotus alba y M. officinalis); en las perennes se nota bastante variabili- dad: así, mientras tenemos en la alfalfa (Medicago sativa) un admirable ejemplo de raíz penetrante, pues puede perforar directa y vertical- mente el suelo (si lo halla perforable) hasta la profundidad de 20 metros, en otras plantas ésta se mantiene superficial y apenas pene- tra unos pocos centímetros (Vigna, Rhynchosia). Como he indicado ya, esta raíz principal pivotante muchas veces se hincha por una hipertrofia del tejido medular, del pericielo y más especialmente dle los radios medulares, transformándose en óreano hidróforo. Las 'aíces son siempre más o menos ramificadas y sus elementos secun- darios, terciarios, ete. conservan los caracteres del eje principal; todas se hallan cubiertas por una corteza a veces carnosa (Aeschy- nomene, Sesbania, Erythrina), a veces coloreada por principios pecu- liares (Galactia), a veces revestidas en todas sus partes por un fleoma que se separa bajo forma de placas o escamas delgadas y casi papi- ráceas. Las raíces adventicias no son frecuentes; se observan cons- tantemente en varias Adesmias rastreras (Adesmia bicolor, A. gri- sea, A. incana, A. latifolia) y en Trifolium (Trifolium argentinense, T. polymorphum), donde suelen también transformar su eje principal en aparato hidróforo. Agregaré que todas las Papilionoideae desarro- llan en primavera tubérculos bacteríferos de tamaño y forma variable según el género y la especie, habiéndolos yo observado hasta ahora en Adesmia, Aeschynomene, Arachis, Astragalus, Desmodium, Erythrina, Galactia, Galega, Lathyrus, Lens, Lupinus, Medicago, Melilotus, Pha- seolus, Pisum, Poiretia, Psoralea, Rhynchosia, Robinia, Sesbania, Spar- tium, Tephrosia, Trifolium, Vicia y Vigna. 3. TALLO. — Los tallos son muy variados: mientras algunos son herbáceos enderezados o rastreros, otros son arbustivos, polsterifor- mes, erectos, trepadores o volubles y, por fin, otros representan los gigantes de las florestas, constituyendo, en parte, los erandiosos bos- ques vírgenes de las regiones tropicales. Los herbáceos son a menudo filiformes, rastreros, trepadores, volu- bles o enderezados, lampiños o más o menos vellosos, a veces con pelos, cerdas retrorsas o con aguijones corvos que les ayudan a encaramarse sobre los objetos cireundantes. Los tallos leñosos rara vez son rastreros, pero muchos de ellos, y a menudo de notable AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 8 82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA diámetro, se ramifican bajo tierra donde forman un sólido enrejado, mostrando sobre el suelo sólo la extremidad de las ramas, cubiertas de una copa arbustiforme; fácilmente tales troncos subterráneos, propios de regiones áridas y secas (Prosopis alpataco, P. campes- tris, ete.), deben considerarse también como órganos hidróforos; en ciertos tipos oreófilos y xerófilos (Adesmia subterranea, Á. aegice- ras, etc.), los troncos lenosos, a veces enormes, se ramifican entera- mente también debajo del suelo, del cual sobresale tan sólo la copa polsteriforme compacta, con frecuencia defendida por múltiples y poderosas ramitas espiniformes. Los tallos lenosos epigeos ofrecen formas múltiples; en algunos casos son arbustivos enderezados, en otros trepadores, de tronco cilíndrico (Wistaria, Camptosema, Canavalia), achatado o en forma de cinta (Bauhinia trepadora), en otros casos se lanzan imponentes al espacio para dominar con su copa las florestas circundantes, pudiendo ser más o menos cilíndricos (Tipuana, Pterogyna, Geoffroya), o estar reforzados por grandes costi- llas verticales (Holocalyx, Gleditschia, Apuleia, ete.) : los montaraces llaman a estos últimos tipos de tallos, troncos peneosos. La duración de los tallos perennes puede decirse que está en re- lación directa con la consistencia y dureza de sus partes, asi por ejemplo: en Aeschynomene y Sesbania no superan los diez años, alcan- zando como máximum un diámetro de 2 a 5 centímetros; en Erythrina su diámetro puede llegar hasta casi cerca de un metro, pero como posee un erecimiento rapidisimo y produce una madera muy espon- josa. no ereo que su longevidad sea muy grande; en la isla Santiago conté en un troneo derribado de 62 centímetros de diámetro, 212 capas leñosas concéntricas, pero dudo mucho que tuviese tal edad y supongo que la planta pueda producir varias capas leñosas en un mismo año; me inclino, por lo contrario, a considerar como verdade- ros longevos los Prosopis, las Gourlicea, los Cercidium, las Pipuana, aunque no tengo datos fehacientes al respecto. En la mayoría de las especies, el talloma en su juventud (ramas nuevas) es más o menos pubescente; absolutamente lampiño durante toda su vida, se observa sólo en la Acacia aphylla, en la Canarvalia bona- riensis, Enterolobium, Poiretia y en el Lathyrus nervosus ; con el tiempo en muchos casos pierde la pubescencia y se vuelve lampiño (Aeschy- nomene, Bauhinia, Camptosema, Pterogyna, Tipuana, etc.); en la pri- mera edad es siempre inerme y sólo con el tiempo desarrolla sus órganos defensivos bajo forma de aguijones (Mimosa, Erytlvina), de espinas pleurógenas (acacia, Gleditschia, Parkinsonia, Prosopis alpa- LEGUMINOSAS BONAERENSES 83 taco, P. campestris, P. strombulifera, Robinia), o acrógenas (Gourlica, Prosopis humilis, P. striata). Las ramas de los troncos enderezados en la mayoría de los casos son normalmente geotrópicas, más o menos negativas y sólo por excep- ción se observan especies más o menos geotrópicas positivas (Sophora Japonica, Prosopis sp.), que vulgarmente se indican con el nombre de lloronas. En todas .las especies bonaerenses las ramas son siempre geotrópicas negativas y por lo tanto no existen formas Horonas, ni herbáceas, ni arbóreas. Las ramas de las especies volubles son siem- pre deziodromas o dextrógiras. Las ramas epinásticas son comunes a muchos árboles (Bauhinia, Peltophorum, Bergeronia, ete.) ; la super- ficie de los troncos ofrece un revestimiento de poderosas espinas en las Gleditschia (6. amorphoides), es arrugada y enteramente agrietada en los algarrobos (Prosopis alba, P. nigra, etc.), es lisa y se separa en capas papiráceas en el roble (Torresea), en escamas coriáceas rígidas e irregulares en la brea y en el chañar (Cercidium praecox, Gourliea decorticans), es de un espesor notable y casi corchosa en el cascarón (Cascaronia astragalina); en el roble de Jujuy, separando las capas papiráceas de la corteza, cae un polvo amarillo abundante, formado por una enorme acumulación de células esclerosas poligonales de origen liberiano. Entre los órganos accesorios del tallo constituídos en defensa de las ramas, ya sea de origen epidérmico o de origen en- dógeno, son muy frecuentes los aguijones rectos (Mimosa) o encorva- dos (Acacia), las espinas rameales (Prosopis barba-tigridis, P. humi- lis), las espinas estipulares (Robinia, Parkinsonia), las espinas o aguijones infraestipulares (Prosopis striata) y las peciolares (Parkin- sonia), ete. 4. APARATO FOLIAR. — El filoma de las Leguminosas, como hemos dicho, empieza su desarrollo con los cotiledones; éstos por lo gene- ral son carnosos gruesos (Cicer, Phaseolus, Vicia, Lathyrus), raras veces delgados y casi membranosos (Parkinsonia, Sophora, Tipuana), dle forma más o menos discoidal, elíptica u ovalada, con base en la mayoría de los casos (menos en Medicago, Melilotus, Trifolium, etc.) profundamente escotada o casi acorazonada, con aurículas obtusas (Pisum) o agudas (Parkinsonia), y que en la germinación, como he- mos dicho, pueden permanecer enterrados o salir sobre la superfi- cie del suelo; desde el principio verdes, son totalmente lampiños. Las primeras hojuelas que se desarrollan de la plúmula embrional en todas las plantas, que yo he podido observar, son solitarias y s4 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA difieren muchisimo de las que tendrá la planta adulta; asi son sim- ples (1-folioladas) en Desmodium, Indigofera, Medicago, Melilotus, Trifolium; son bifolioladas en Cicer, Lathyrus, Lens y Vicia; son l-pinadas, con pocos pares de hojuelas, en Acacia, Caesalpinia, Desmanthus, ete.; en las Acacia filoidinas son compuestas y pinadas, ete., ete.; con el avance de la edad van aumentando paulatinamente las piezas filomáticas, hasta que más o menos, según la rapidez del crecimiento, al fin del primer año las hojas adquieren su forma defi- nitiva, y digo definitiva impropiamente, pues sabemos que existe un verdadero metabolismo foliar (bien aparente, sin embargo, casi tan solo en las especies anuales y bisanuales), correspondiendo a cada edad una forma foliar determinada, cuyas diferencias van disminuyendo cada vez más a medida que avanza la vida de la planta, y cuyos tér- minos extremos se pueden hallar en las hipsófilas, brácteas y bractéo- las florales; el cambio foliar no se observa tan sólo en cuanto a su forma sino que atañe también a la consistencia, al color, a la vellosi- dad, ete.; además en muchos casos aparecen dimorfismos foliares más o menos pronunciados entre el filoma de las ramas que permanecen estériles y el de las ramas fértiles. Las hojas pueden considerarse como los órganos que nos brindan el mayor número de formas; un polimorfismo marcado es su carac- terística y a veces pueden constatarse en ellas verdaderos casos de metabolismo sinerónico. La afilia absoluta se observa en muchas especies xerófilas (Prosopis barba-tigridis, P. sericantha) ; la afilia rela- tiva es también frecuente (Prosopis humilis, P. striata) ; pero casi en su totalidad las Leguminosas son filóforas, observándose que en la ma- yoría de las especies las hojas son alternas, menos raras excepciones (Tipuana tipu, hojas superiores de ciertos Trifolium); en muchisimos casos son distribuidas a lo largo del tallo en orden distico (Prifoliumn, Tipuana, Medicago), otras veces en orden tetrástico aparente (Acacia, Robinia, ete.) o no (Phaseolus, Galactia, donde aparecen disticas por torceduras del tallo). Las hojas en general son completas y compuestas, pero tenemos un notable número de excepciones, por ejemplo : se limitan a simples escamas en Cassia aplylla; se reducen a una nervadura espiniforme en Ulex:; se transforman en filodios muy variados en su forma en multi- tud de Acaciae australianas; se quedan al estado de hojas simples, angostas y caducas, sin estípulas, en Spartiwn; en hojas estipuladas, de lámina normal en Cercis y Poissonia. Las estípulas rara vez faltan totalmente (Spartiwm), en muchos LEGUMINOSAS BONAERENSES S53 casos son muy caducas y desaparecen tan temprano que podría dudarse de su existencia (Gourliea, Tipuana, Pterogyna); sin em- bargo, en la gran mayoría son normales y bastante desarrolladas (Trifolium, Medicago, Arachis): en ciertos géneros y especies pue- den adquirir un desarrollo descomunal, como ocurre en Pisum, en muchos Lathyrus y especialmente en Zor- nia; en otros casos las estípulas se trans- forman en espinas o aguijones (Mimosa, Acacia, Robinia, etc.). Las estípulas norma- les, angostas o anchas, membranosas o co- riáceas pueden ser enteramente libres (Pha- seolus, Vicia, ete.) o pueden ser más o menos entresoldadas en la base peciolar (Prifo- lium, Melilotus, Adesmia, Medicago); en As- tragalus con frecuencia los bordes externos de las estípulas se sueldan más o menos en oposición a las hojas, simulando una bráctea opositifolia entera o bifida, y a ve- ces, manteniendo cierta adherencia con el pecíolo, simulan casi una ócrea; el borde externo de las estípulas puede ser entero (Adesmia), dentado (Melilotus messanensis, Medicago minima) o partido en muchas la- cinias delgadas (Amicia, Medicago hirta), terminadas o no por eglandulillas (Chaeto- calyz). Los pecíolos más o menos desarrollados ostentan en su base un notable engrosa- miento que lleva el nombre de filopodio y que es el asiento de parte del mecanismo Fig. 2. — Estípulas espiniformes automático de las hojas; en las plantas de ede Parkinsonia '/, hojas simples se prolongan en el limbo foliar (Spartium) ; siendo las hojas compuestas. se observan diferentes dis- posiciones : si son unifolioladas, una articulación bien visible limita el ápice del pecíolo de la base de la hojuela apical (Galactia margina- lis); si las hojas son plurifolioladas podemos considerar los siguientes casos : 1% con foliolos digitados; 2% con foliolos pinados. En el primer caso las hojuelas son siempre simples, de bordes enteros o más rara- mente con algunos dientecillos, se insertan en el ápice mismo del pe- cíolo, y su número puede variar desde tres (Trifolium) hasta más de S6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 20 (Lupinus), sentadas o pecioluladas, laminares (Crotalaria), o alez- nadas (Anarthrophyllum). En el segundo caso las hojuelas se insertan en dos hileras a los costados del pecíolo, que entonces se indica con el nombre de pecíolo o raquis primario; su número puede ser de 2 a 100, sentadas o pecioluladas, alternas (Vicia setifolia) u opuestas y apareadas, indicándose entonces cada par con la palabra yugo; el pecíolo primario podrá en algunos tipos terminarse por una hojuela, y entonces la hoja se llamará imparipinada (Medicago, Wistaria, Ti- puana), en otros casos rematará en un par de hojuelas, llamándose entonces paripinada (Hymenea, Mimosa); en las hojas de hojuelas alternas las paripinadas pueden simular ser imparipinadas por ter- minar el raquis en una hojuela aislada (Astragalus Bergii); en este último caso la extremidad apical del raquis primario podrá quedar hinchado a la altura del último par de hojuelas (Sesbania), o prolon- garse en una cerdilla (Holocalyx Balansae), o evolucionar en zarcillos más o menos largos, simples (Lathyrus sericeus) o compuestos (Pisum). Con mucha frecuencia, sin embargo, las hojuelas se hallan substi- tuídas por un peciolillo o raquis secundario que sostiene un número más o menos grande de hojuelas secundarias y constituyen una pina, aplicándose entonces a esta clase de hojas el término general de bipi- nadas, pudiendo ser biparipinadas, si la pina termina por un par de hojuelas secundarias, y bi-imparipinadas si termina en una hojuela sola aislada; tanto las pinas como las hojuelas pueden ser opuestas o alternas, constituyendo yugos opuestos o alternos. Las hojuelas de las hojas pinadas son casi todas de bordes enteros con muy raras excepciones (Cicer arietimon, Adesmia muricata). Pasaremos a considerar los órganos accesorios de las hojas de las Leguminosas, los que a veces proporcionan datos importantes para su clasificación. El aparato tricomático a veces puede faltar en absoluto (Trifolium argentinense, Lathyrus nervosus, Caesalpinia melanocarpa) ; otras ve- ces puede ser más o menos abundante (Lathyrus pubescens, Vicia montevideensis) o muy abundante (Lupinus multiflorus, Bergeronia sericea), algodonoso o sedoso; los pelos en general son bicetlulares, con una célula basal corta y otra superior muy larga, rectos, flexuosos o encorvados en gancho (Phaseolus) lisos o ásperos, cilindricos o lami- nares, raras veces son multicelulares (Medicago maeulata) o unicelula- res (Cercidium praecoz); estos pelos pueden ser en algunos casos com- puestos y en forma de cerda (Mimosa asperata); en muchas especies "parecen aguijones rectos (Mimosa tandilensis) o ganehudos (Hrythri- LEGUMINOSAS BONAERENSES s7 ma crista-galli), regular o irregularmente distribuídos sobre el raquis primario de las hojas. Las estipulillas o estipelas son pequeñas estipulas que nacen sobre el filopodio de las hojuelas, en su parte superior ventral, teniendo por lo común forma de cerdillas (Wistaria, Phaseolus) o de pequeños aguijones (Mimosa asperata, M. cinerea). Los pecíolos de muchos géneros en su línea mediana ventral sue- len ofrecer nectarios extranupciales o glándulas, de forma variable, a veces sésiles y más o menos injertados en los tejidos del raquis (Piptadenia rigida), a veces en forma de disco saliente (Inga), otras veces en forma de corneta (Acacia bonariensis), y por fin a veces en forma de pequeño cuerno pedicelado (Cassia bicapsularis, C. corymbo- sa); su número varía también: se reducen a uno solo en la parte basal desnuda (Acacia praecox) o entre el primer yugo inferior de hojuelas, o dos, uno en la parte basal desnuda y otro en el ápice entre el último yugo de hojuelas (Acacia platensis) o bien entre cada yugo de hojas (Acacia albescens); un hecho notable es la transformación en gruesas glándulas de las estipelas foliolares que se observa en Erythrina. Hablando de glándulas, agregaremos que esos aparatos secretores son frecuentes en las Leguminosas, pudiendo ser las elándulas externas pediceladas (Aeschynomene, Caesalpinia (rilliesti) o sesiles (Rhynchosia) y las internas superficiales (Psoralea, Poí- retia) o profundas (Aeschynomene, Zornia), ete. 5. MULTIPLICACIÓN AGÁMICA. — Entre las Leguminosas esta forma de multiplicación parece muy escasa, pues no me consta que alguna de las especies que me son conocidas pueda originar nuevos individuos por estacas; las únicas que pueden multiplicarse de tal modo son las especies rastreras radicantes epigeas (Adesmia bicolor, A. punctata, A. incana) y los Trifolium argentinense y Tr. polymorplum, y ciertas especies estolonantes hipogeas (Lathyrus, HofFmanseggia, Glyeyrhiza, ete.); sin embargo, por vía radical puede suceder una multiplicación también hipogea notable como se observa en Acacia bonariensis, Aes- chynomene, Erythrina, Robinia, Prosopis, Ehynchosia y Stylosanthes. 6. APARATO FLORAL. — La reproducción se efectúa normalmente, como en las demás familias, por flores que aparecen hacia el fin del primer período vegetativo en las anuales (Arachis, Cicer, Lens, Lupi- nus, Medicago, Vicia, Phaseolus, ete.) y especies perennes herbáceas (Trifolium, Medicago, Vigna, Astragalus, Ehynchosia, Tephrosia) ; NS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hacia fines del segundo en las bisamuales (Melilotus alba, M. ofjicina- lis) yen las perennes arbustivas leñosas (Caesalpinia Gilliesii, Cam- ptosema, Canavalia, Cassia, Desmanthus, Galactia, Galega, Poiretia, Sesbania, Spartium, Stylosanthes, Mimosa). En las Leguminosas arbó- reas la oración se efectúa después del tercer período vegetativo sola- mente (Tipuana tipu, Erythrina, Robinia, Parkinsonia) y en muchas (según las condiciones edáficas y climatéricas) muchos años después (Caesalpinia melanocarpa, Enterolobium contortisiliquum, Bauhinia candicans, Gourliea, Gleditschia, Piptadenia, Sophora); en estas últi- mas, además, la floración no se efectúa cada año, sino de tiempo en tiempo, cuando las condiciones del ambiente se vuelven comple- tamente propicias; esta última es la causa por la cual las flores de muchas plantas de esta familia que adornan nuestros bosques o son aún mal conocidas o aún del todo ignotas. Las flores aparecen en una época definida para cada especie, pu- diéndose efectuar fácilmente lo que llamamos un Calendario de Flora. Florecen en: Julio: Acacia cavenia ; Agosto: Acacia dealbata ; Septiembre: Medicago, Lathyrus stipularis ; Octubre: Wistaria, Spartium, Ulezx, Trifolium repens, Prosopis, Vi- cia graminea, Robinia; Noviembre: Melilotus, Poiretia, Tipuana, Calliandra ; Diciembre: Psoralea glandulosa, Sesbunia punicea, Aeschynomene monter., Canavalía, Camptosema ; Enero: Erythrina, Enterolobium, Piptadenia, Mimosa, Parkinsonia; Febrero: Vigna, Cassia, Bauhinia ; Marzo: Phaseolus caracalla. En las que poseen diantomorfismo se observa que las Hores hipo- veas se desarrollan especialmente en la época de gran sequía que obs- taculiza el desarrollo de las epigeas; esta regla no es absoluta y se constata con frecuencia la coexistencia de ambas clases de flores. Las flores son bastante persistentes: así duran de 5 a 6 días en Acacia, Robinia, Erythrina, Canavalia, Spartiwm, Sesbania; de3 ad en Medicago, Trifolium, Mimosa, Caesalpinia, Phaseolus ; de 2a 3 en Aeschynomene, Camptosema, Adesmia, Vigna, y por finun día sólo en Galactia marginalis. Las inflorescencias en las Leguminosas son también muy variadas y ante todo recordaremos que en ciertas especies aparecen tipos hipo- geos eleistógamos (Trifolium argentinense, T. polymorplvum, Cracca LEGUMINOSAS BONAERENSES sy HKuntzei); entre las epígeas se observan tlores solitarias (Vieta mayel- lanica), espigas (Prosopis), capítulos (Trifolium), racimos (Robinia, Wistaria), panojas (Tipuana, Sophora); las flores pueden ser sésiles (Mimosa) o más o menos largamente pediceladas (Calliandra, Vicia, Caesalpinia), generalmente con brácteas grandes (Centrosema) o pe- queñas (Cologania), persistentes o caducas; las bractéolas a veces fal- tan (Erythrina), a veces son bastante visibles y persistentes (Phaseo- lus, Vigna). Las flores epígeas generalmente chasmógamas y hermafroditas, pero a veces polígamas ($ -- g) (Acacia, Mimosa, Prosopis, Gledits- chia), son entomófilas o anemófilas y su tamaño sumamente variable, desde 5 centímetros (Bauhinia, Erythrina, Camptosema, ete.) hasta pocos milímetros (Pterogyna, Gleditschia, Medicago, Melilotus). La mayoría de las flores son pentámeras, pero a veces pueden ser tetrá- meras (Mimosa), más raramente hexámeras o trímeras (Mimosa). El cáliz, siempre mediocre o pequeno, ofrece más a menudo el sé- palo impar o mediano inferior o dorsal (Trifolium, Tipuana, Vicia, Lathyrus, ete.), pero a veces está normalmente orientado, es decir, con el sépalo mediano o impar superior o ventral (Acacia, Inga, Mimosa). En las Mimosoideae y Papilionoideae es sinsépalo, en las Caesalpinioi- deae generalmente eleuterosépalo; a veces suele reducirse a tamaño tan pequeño que casi desaparece o puede ser substituido por una co- rona de cerdas o escamas que semejan el vilano de ciertas Sinanté- reas (Mimosa); su estivación puede ser abierta (Acacia), valvar (Cer- cidium) o empizarrada (Cassia). En muchas especies los sépalos son más o menos de igual tamaño, muy pequeños (Sesbania) o grandes (Astragalus), pero otras veces son muy desiguales : a menudo suéldan- se más o menos completamente los dos superiores o ventrales (Pha- seolus caracalla) para formar un cáliz tetrámero (Collaea) o un cáliz más o menos claramente bilabiado (Canavalia). El cáliz puede ser lampiño (Erythrina), velloso (Lupinus), con pelos malpighiáceos (As- tragalus), glanduloso (Hoffmanseggia), liso (Tipuana), o nervado (Tri- Folium), de color verde (Vicia), rosado (Wistaria), morado (RKobinia), o amarillento (Cassia). La corola de las Leguminosas, eleuteropétala o rara vez simpétala, típicamente es pentámera, pero a veces, por abortamiento, reduce sus partes por completo (Ceratonia, Copaifera) o aun número menor, siendo entonces monómera (Mimosa), pudiendo ser isómera o no con su cáliz;-en casos raros la corola es hexámera (Mimosa hexrandra). La forma de la corola es bastante variable: en el grupo de las Mi- 90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mosoideae es actinomorfa, más o menos tubulosa ; en el grupo de las Papilionoideae es claramente Zzigomorfa y del tipo especial llamado amariposado; por fin en el grupo de las Caesalpinioideae es moderada- mente zigomorfa, sin forma bien definida. La estivación de las corolas es importante, pues es el fundamento de los tres grupos que acabamos de mentar: en las Mimosoideae los pétalos libres o más o menos entre- soldados, iguales en tamaño y forma, son valvares; en las Papilionoi- deae son empizarrados con el pétalo superior o ventral (estandarte) del todo exterior que cubre los laterales (alas) medio cubiertos y me- dio eubrientes los dos pétalos inferiores o dorsales (quilla) totalmente internos y más o menos entresoldados por su margen dorsal ; en las Caesalpinioideae los pétalos no ofrecen formas distintas constantes aunque pueden variar en tamaño y forma, pero el superior o ventral es siempre interno y con ambos bordes reenbiertos por los de los veci- nos laterales. El tamaño de la corola está sujeto a las mayores variaciones, «a veces alcanza sólo pocos milimetros (Mimosa, Desmanthus, Melilotus), otras veces puede llegar a tamaños notables (Erythrina, Canarvalia, Phaseolus caracalla). El color es también muy diferente, según las especies: blanco (Robinia, Coursetia), amarillo (Vigna, Spartium, Acacia, Tipuana), rojo (Erythrina, Sesbania), morado (Camptosema), azul (Lathyrus) ete. El androceo está formado por estambres cuyo número varía según las secciones: típicamente es di-pentá-mero (Adesmia) pero puede reducirse a 2 (Dialium), a 3 (Tamarindus), a 4- 5- 6- S (Mimosa, Apu- leia) o puede también multiplicarse hasta 100 estambres (Acacia). Los filamentos de estos estambres pueden ser todos de la misma forma y tamaño, o bien 5 más cortos y 5 más largos; y pueden ser completamente libres desde su base (Caesalpinia), o más o menos en- tresoldados en tubo (Calliandra, Stylosanthes, Poiretia); pero algunas veces este tubo es incompleto, ya sea porque se halla hendido en su lado superior ventral (Amicia) o por su lado inferior dorsal (4es- chynomene), ya sea por ambos lados (Dalbergia); sin embargo, con más frecuencia esta interrupción de continuidad del tubo estami- nal se debe al décimo estambre ventral o vexilar que permanece li- bre e independiente de todos los demás (Astragalus, Glyeyrhiza, Gale- ga, ete.); los filamentos, cuando libres, pueden ofrecer en la base unas estipulillas (Physostigma) o vellosidad peculiar (Zuecagnia); en algu- nas Hores los filamentos, en el momento de la antesis, se hinchan en la parte superior terminando bruscamente en una corta y delgada pun- LEGUMINOSAS BONAERENSES 91 tita que sostiene la antera (Mimosa cinerea); los filamentos estamina- les pueden ser rectos siempre, aun en el botón (Zollernia), o ensorti- tijados en el botón (Acacia, Mimosa, Inga), o rectos en la parte infe- rior (entresoldados), doblándose bruscamente hacia la parte ventral o superior libre (Zornia, Pisum, Phaseolus, Wistaria, etc.); en algunas especies estos filamentos pueden alcanzar un tamaño notable y sobre- salir muchísimo de la corola (Acacia, Mimosa, Calliandra, Caesalpi- nia), ofreciendo entonces coloraciones muy intensas y vivaces; a veces los filamentos en su parte apical son achatados y dilatados (Lathyrus). Las anteras, en la mayoría de los casos, son uniformes, pero existen numerosos ejemplos de dimorfismo, siendo 5 basifijas, alter- nadas con las otras 5 versátiles, o bien 5 fértiles y 5 más o menos abortivas: en Tamarindus, Cassia y otros géneros ; el polimorfismo de las anteras es muy notable y sirve de base a sus secciones taxonómi- cas. Las anteras ofrecen siempre cuatro sacos polínicos colaterales longitudinales de dehiscencia en la mayoría de los casos rimosa (Bau- hinia, Sophora, GeofFroia, Arachis), pero no faltan ejemplos de dehis- cencia poricida apical o basilar (Cassia); los sacos polínicos se hallan trabados por un conectivo dorsal algo carnoso e hinchado, que a ve- ces puede ser bastante grande y tomar forma casi de herradura de caballo (Desmanthus, Enterolobium), pero sólo ofrece alto interés en Acacia, Indigofera, Piptadenia, Prosopis y Neptunia (entre los géneros argentinos), porque se prolonga superiormente en un pedicelo cilíndrico más o menos largo, rematado por una glandulita más o menos globo- sa, incolora o coloreada, granulosa, generalmente caduca poco des- E] pués de la antesis. El polen liso en la mayoría de las especies es pul- verulento (Caesalpinia, Tephrosia, Medicago), pero algunas veces es más o menos viscoso (Erythrina, Vigna) y en algunos casos permane- ce con todos sus granos trabados, pero no entresoldados, simulando una especie de polinodio (Wistaria); sin embargo, en algunos géneros, esta adherencia es total y completa, en grupos de 4a 12 (Mimosa) hasta 24 (Acacia) granos. El gineceo típicamente es 1-carpelado observándose por excepción 5 carpelos normales en 4 ffonsoa y Archidendron, 2 en Pulteneya obovata y Sicartzia dicarpa, y en casos teratológicos, a veces en Phaseolus; este gineceo es mediano y siempre anterior o inferior, sésil o pedicela- do, unilocular, 1—(Psoralea) >> — (Lupinus) ovulado y terminado por un estilo más o menos largo. El estilo, generalmente cilíndrico, puede ofrecer vellosidades distribuídas en maneras más 0 menos caracterls- ticas y rematar en un estigma pequeño, que sin embargo puede os- 92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tentar en algunos tipos caracteres bastante notables de valor taxo- nómico (Pisum). Los óvulos del carpelo del gineceo están dispuestos alternadamente en dos hileras : una para cada uno de los márgenes internos de la su- tura carpelar ventral, sostenidos por un funículo más (Piptadenia) o menos (Pisum) largo. 7. FRUTO. — El fruto, que sigue a la flor, se desarrolla con mayor o menor rapidez y llega a la madurez en lapsos de tiempo muy va- riables según las especies: así en Astragalus, Cicer, Desmodium, La- thyrus, Lupinus, Medicago, Trifolium, Ulex, Vicia, Vigna y Zornia un mes después de la antesis de la flor hallamos frutas maduras ; en Acacia cavenia, en Tipa, en Erythrina, en Parkinsonia, en Wistaria, en Robinia, en Piptadenia debemos esperar de 4 a 6 meses según los años. Generalmente la evolución del fruto se efectúa en el aire (epígeo):; sin embargo, en muchos casos, por lo contrario, su maduración se lleva a cabo bajo el suelo; no nos referimos a los frutos hipógeos de Hores cleistógamas que hemos ya indicado (Trifolium, Cracca), sino a frutos derivados de tores chasmógamas y epígeas (Voandzeja y Arachis), en las cuales el carpelo ovárico tiene un corto peduncu- lillo que después de la polinización sufre un engrosamiento y alar- gamiento notables, experimentando, además, la acción de un vio- lento geotropismo positivo, por lo cual el ovario que lleva se va ente- rrando en el suelo más o menos profundamente y allí cumple su transformación en fruto. El fruto es típicamente una cápsula más o menos recta, alargada, l-Jocular, dehiscente y bivalva que se suele indicar con el nombre de legumbre (Phaseolus, Robinia), pero sus características pueden variar al infinito y ofrecer, por lo tanto, variaciones notables: en ciertos Prosopis y Medicago es espiralado; es indehiscente y unilocular car- noso, drupiforme en Gourlica ; es indehiscente subleñoso en Acacia caventa, Caesalpinia melanocarpa ; esindehiscente samariforme en Ti- puana, Pterogyna, Nissolia; es indehiscente y se fragmenta en un gran número de trocitos monospermos en Mimosa, Prosopis, Aeschynomene, ete.); es dehiscente y toma forma de una vejiga membranosa en Co- hutea, Astragalus; es indehiscente y aqueniforme en Medicago lupuli- na, ete. Como hemos dicho, la legambre típicamente es 1-Jocular, pero hay múltiples excepciones, formándose en su interior tabiques más o menos completos y sólidos que la vuelven 2-pluricelular; en g: 4 Tipuana tipu * Fig. 5. — Gleditschia amorphoides */, Fijo. 6. — Mimosa asperata Diversos tipos de frutos de Leguminosas 94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTIN A Oxytropis está dividido longitedinalmente por un tabique producido por la hipertrofia de la sutura dorsal; en Cassia Jistula y otras los ta- »/Ques son numerosos y transversales; y en Prosopis y Muellera el endocarpo se fragmenta como en un lomento interno. cuyos articulos Corlaccos u 0seos más o menos cuadrados, son moOnospermos. 1 Y = — -—. e a mo Ad ra + e == y 1 yr y AA 7 Cassia bicapsularis *'), y Bauhinia candicans * Fig, 7 Y Pipos de frutos de Leguminosas 5. SEMILLA. — Las semillas conservan la misma disposición de los óvulos, aunque con frecuencia abortan reduciéndose a un número mucho menor; el funículo recto o a veces tortuoso (Acacia platensis) se desarrolla con frecuencia en un arilo que casi envuelve la semilla (Acacia dealbata), o sólo se dilata en un estrofiolo más o menos grande sobre el hilo (Phaseolus, Vicia faba, ete.); el testa varía muchisimo, a veces es delgado (Lens, Phaseolus), otras veces se vuelve coriáceo u oseo (Eeditschia, Canavalia); el albumen en la mayoría de las espe: LEGUMINOSAS BONAERENSES 95 cies falta o es reducido a una membrana, pero también para este caso se observan excepciones, existiendo especies de albumen desarrolla- do abundantemente (Ceratonia, Swartzia). El embrión tiene siempre dos cotiledones planos, encrespados sólo en ciertas Cassia y Seorpiu- rus, foliáceos en Acacia, Parkinsonia, ete. o gruesos y carnosos en Pha- seolus, Lens, Cicer, los cuales en algunos casos encierran completa- mente la raicilla y la plúmula ambas rectas, pero por lo general, sólo aprisionan la plúmula, pues la raicilla queda externa, a veces recta (Parkinsonia), otras doblada a un lado en la ranura que separa los dos cotiledones (raicilla accumbens). En el momento de la germinación los co- tiledones en ciertos casos quedan hipógeos (Vicia), en otros y es la mayoría, son epí- geos (Phaseolus, Cassia, Parkinsonia) como ya lo hemos dicho más arriba. 9. APARATOS SECRETORES. — Muchísi- mas Leguminosas tienen la propiedad de se- gregar substancias especiales de aspecto y función variada; los órganos encargados de estas secreciones llevan en general el nombre de glándulas y constituyen el apa- rato conocido con el nombre de adenoma. Fig. 9. — Fruto de Acacia Los órganos que constituyen este aparato cavenia */, pueden ser internos (endadenomas) o exter- nos sobre la superficie del vegetal (ectadenomas); los unos y los otros rarían muchísimo en tamaño y forma; en este capítulo iremos revi- sando ambas formas considerándolas según sus funciones : a) Nectarios nupciales, situados en las flores; suelen tener forma más o menos globosa y a veces separados unos de otros e isómeros con los demás verticilos florales, a veces refundidos en un anillo que circunda la base del ovario /Spartium, Tipuana, Ulex) o reviste las paredes inferiores internas del cáliz (Erythrina crista-galli, Caesal- pinia Gilliesti) y tienen por función la secreción de un líquido azuca- rado (néctar) que sirve para atraer los prónubos ; en muchos casos los nectarios nupciales tienen forma difusa y se extienden más o menos sobre la superficie de los demás órganos florales (filamentos estamina- les de Acacia, Mimosa, Piptadenia y uñas de los pétalos de Wistaria). b) Nectarios extranupeiales, situados en las estipulillas (Erythrina), 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA estipulas (Vicia faba) o peciolos de las hojas (Acacia, Cassia, Pip- tadenia, Prosopis) ; estos últimos adquieren tamaños a veces notables (Cassia), formas específicas constantes (Cassia, Acacia, Piptadenia) y se hallan en número determinado para cada especie (Acacia deal bata, A. bonariensis), proporcionando excelentes caracteres taxonómi- “os. El objeto de estos órganos es muy discutido, pues mientras algu- Y Fig. 10. — Glándula de) raquis Fig. 11 Glándulas del raquis de Acacia dealbata de Cassia bicapsularis nos autores los consideran como subsidiarios a los nectarios nupeia- les, otros ereen que sirvan de amansadores de los enemigos (hormigas corta-hojas), las cuales utilizarian las secreciones y respetarían en- tonces el vegetal; que su secreción sea dulce, lo he verificado varias veces en Acacia dealbata, Cassia bicapsularis y Erythrina, pero sos: si como los esto- pecho que más bien sean valvulas de seguridad ( mas acuferos) pues los vi recubiertos de gruesas gotas cristalinas en LEGUMINOSAS BONAERENSES Ll los días calurosos muy húmedos y en las mañanas serenas y frías, cuando la transpiración foliar no puede efectuarse con la amplitud total y la tensión hidrostática interna es muy grande; c) Glándulas defensivas, a veces tricoadenomas o pelos terminados por una cabezuela glandular (Oicer arietinum), a veces adenotricomas o glándulas terminadas en un tubo más o menos largo secretor y pili- forme, que segregan principios viscosos (Adesmia punctata, A. filipes, A. incana) o tóxicos (Aeschynomene), que tienen por objeto ahuyentar o destruir sus enemigos (hormigas, pulgones, ete.) ; d) Glándulas capturadora-digestoras, tricoadenomas que segregan antes principios azucarados viscosos para atraer y fijar las víctimas, dlespués venenos (saponinas) y jugos digestivos (pepsinas) para matar y digerir la presa (Caesalpinia Gilliesti); e) Glándulas lubrificantes, que son generalmente pequeños tricoade- nomas que revisten los órganos rudimentarios encerrados en las ye- mas y segregan cuerpos mucosos que tienen por objeto permitir el resbalamiento de las piezas tiernas y delicadas unas sobre otras : son multicelulares, casi sesiles y macizas, en las Mimoseae y Caesalpiniear son paucicelulares, más o menos pediceladas en las Trifolieae, Vicieae, Phaseoleae, etc. ; en la mayoría de los casos desaparecen al salir el órgano (zarcillo, hojas, pecíolos, estípulas) de las envolturas yemales, pero en algunos casos pueden persistir por corto (Phaseolus) o largo (Vicia faba) tiempo; se observa que su cantidad está en relación in- versa de la existencia de tricomas; así, en las plantas completamente lampiñas (Trifolium argentinense) son samamente abundantes y esca- sos en las plantas vellosas (Medicago minima, Medicago arborea ete.). Mc Kee Roland eree que la presencia de estas glándulas esté en relación con las condiciones higrométricas de la atmósfera ; F) Glándulas barnizantes, las cuales son cuerpos capsulares, peculia- res de los vegetales xerófilos, que contienen principios resinoideos, que con la muy alta temperatura o sequía prolongada se abren des- parramándose la substancia contenida en ellos sobre la superficie fo- liar para moderar la transpiración (Gleditschia, Rhynehosia, Psoralea, Poiretia) ; y) Endadenomas, que son cuerpos capsulares donde se acumulan principios de naturaleza variada y cuyas funciones aún son descono- cidas (Aeschynomene, Zornia). AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 9 Ys ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CAPÍTULO II Generalidades histologicas sobre las Leguminosas bonaerenses El desarrollo embrional de esta familia ha sido estudiado por Gui- enard, observándose la mayor variabilidad; en las Mimoseae y en va- rias Papilionoideae falta el suspensor propiamente dicho: sin embatr- so, en la mayoría de las demás existe, ofreciendo entonces muy dife- rentes formas y estructuras : a veces se halla constituido por una sola serie de células superpuestas como un rosario (Galega), otras veces consta de una masa multicelular corta y espesa (Medicago, Phaseolus) ; en todos los casos el suspensor contiene principios nutritivos que for- man una reserva para el ulterior desarrollo del embrión. La radícula toma origen del lado de la micrópila y en el interior de un tejido: su parte mediana es, por lo tanto, de origen profundo, en- dógeno y no aparece en la superficie sino después de haber exfoliado los elementos que la cubrian ; estos elementos exfoliados pertenecen principalmente a los originados por la célula suspensorial, aunque a veces lateralmente pueden también pertenecer en parte a la célula embrional propiamente dicha; la raíz terminal originada por la radi- cula es siempre más o menos de origen endógeno, como todas las de- más raíces en general. En la mayoría de los casos estudiados, al le- gar la semilla a la madurez, el embrión puede alcanzar un desarrollo completo, ofreciendo no tan sólo la raíz apical ya bien constituida, sino también la plúmula donde ya quedan diferenciadas varias ho- jas con sus nervaduras (Phaseolus). En cuanto al albumen, las Legu- minosas ofrecen todos los casos intermediarios entre la semilla rica en albumen y con embrión reducido (Ceratonia, Gleditschia, Nophora), hasta la semilla sin albumen y con embrión muy desarrollado (Cicer, Lens. Phaseolus, ete.). Elalbumen de las Leguminosas, cuando existe, está formado por celulosa gelificada; en las Leguminosas que carecen de albumen las substancias de reserva se acumulan en los cotiledo- nes que adquieren un tamaño enorme y euyas células se hallan reple- tas de aleurona y almidón. El talloma de las Leguminosas ofrece una estruetura primaria nor- mal, donde tienen representación las formaciones líbero-leñosas. 11 líber primario de la raiz está con «frecuencia acompañado por fibras LEGUMINOSAS BONAERENSES 99 (Phaseolus), lo que muy rara vez se observa en otras familias; el nú- mero de los haces líbero-lenosos primarios de las raíces de las Legu- minosas varía bastante : se observan 2 (Lupinus), 3 (Vicia, Lens, Pisum), + y a veces > (Phaseolus) y 5 (Vicia faba); la raíz con frecuen- cia está provista en su base de lenticelas. La tuberificación de la parte apical de la raíz principal para formar los hidróforos se debe a la hipertrofia del tejido pericíclico, del medu- lar, y ala multiplicación anormal de los radios medulares, pero histo- lógicamente no hay cambios fundamentales ni se nota la intervención de otros elementos. El pasaje de la estructura de la raíz a la estructura del tallo se efectúa por partición de los haces lenosos y haces liberianos, soldán- dose cada mitad de los primeros en la parte interna de cada mitad del haz liberiano, como lo demostraron sobre Lupinus Bonnier y Sablon. Recordaré, además, que en ciertas Leguminosas la transición entre el tallo y la raíz se efectúa en los internodios inferiores del tallo, arri- ba de los cotiledones (Latayrus, Lens, Medicago). El desarrollo histológico del tallo es igual al de la mayoria de las Dicotiledóneas y sus elementos no difieren de los que se hallan en teji- do similar de vegetales de otras familias; lo único que merece ser seña- lado, como característico, de un modo especial, son las perforaciones simples de los vasos leñosos, las puntuaciones de las fibras, las células productoras de tanino y el gran depósito de oxalato de cal que se observa en el pericielo, en las fibras liberianas, en las fibras leñosas y en el parénquima medular; en las Papilionoideae estos depósitos se efectúan bajo forma de cristales aislados y solitarios en cada célula, mientras que en Mimosa y Piptadenia se observan solamente cristales agrupados o maclas; las Caesalpimioideae forman transición entre las otras dos subfamilias y entonces hallamos al lado de cristales soli- tarios, también maclas. En cuanto a la estructura de dichos tallos podemos decir que la capa cortical engendradora del corcho ofrece una posición muy variable, desde inmediatamente debajo de la epi- dermis hasta la parte interna del periciclo en contacto con los haces líbero-leñosos externos; el tejido lenoso está siempre estratificado, ofreciendo albura y cerne, a veces poce diferentes (Gourliea, Tipua- na, Sophora y otras), a veces muy distintos (Caesalpinia melanocarpa, Prosopis juliflora, Baulinia, Acacia bonariensis); por fin, en ciertos tipos de plantas trepadoras (o lianas) se forman capas supernumera- rias de madera que pueden disponerse ya sea en una sola hilera, dando lugar a tallos laminares (Bauhinia Langsdorffiiana) o bien irregular- 100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mente radiales (Wistaria), aparentando entonces tallos compuestos, como si varios se entresoldaran en uno solo. Las células de tanino, solas o agrupadas en hileras, se observan en las hojas, raices y tallos; en estos dos últimos órganos pueden hallar- se ya sea en el parénquima medular como en el pericielo, tanto en el liber secundario como en la corteza ; su cantidad y distribución varían muchisimo según los géneros y las especies. Los elementos histológi- cos del tallo pueden, además, ya sea en el parénquima medular como en los tejidos corticales, ofrecer cavidades limitadas por células que eliminan ciertos principios y que llevan el nombre de canales secre- tores, pues con frecuencia se anastomosan formando una especie de vasta canalieulación de todo el vegetal (Toluifera balsamumn). Agrega- remos, por fin, que los tricomas que revisten a veces más o menos las Leguminosas, son unicelulares en las Mimosoideae y Caelsapinioidear (Bauhinia exceptuada!), siempre pluricelulares en las Papilionoideae. La estructura del filoma ha sido estudiada abundantemente, y L. Flot demostró su origen común econ el talloma. El estudio de estos órganos se hizo por lo general persiguiendo fines prácticos para per- mitir la determinación de ciertas partes utilizadas para diferentes ob- jetos (hojas de sen, harina de garbanzo, de porotos, ete.): su estrue- tura es común con la de la mayor parte de las demás plantas, y se ha- lan revestidos de una epidermis que envuelve el parénquima eloro- tiligero, en empalizada del lado ventral, esponjoso en el dorsal; a veces existe un hipoderma, pero formado de 1 (Canavalia, Camptosema) y rara vez de 2 capas de células; contienen numerosas ramificaciones ha- dromáticas, a veces más o menos adherentes (Erythrina, Rhanehosia, Phaseolus) a la epidermis, a veces completamente separadas e inde- pendientes, con frecuencia atestadas de cristales de oxalato de cal (Phaseolus multiflorus, Wistaria, Lathyrus). Mezeladas al parénquima clorofiligero se hallan las células taniferas, a veces glándulas, otras, bolsas secretoras de substancias variadas; llamaré principalmente la atención sobre los endoademonas de las hojas de Aeschynomene que según parece hasta ahora ningún autor había mencionado u obser- vado. La epidermis más o menos espesa, formada siempre de una sola capa de células incoloras (verdes en Prosopis strombulifera y P. humi- lis), de tamaño mediano (20-30 y de diámetro en las isodiamétricas), ofrece envoltura moderadamente espesa, con paredes laterales rec- tas, denticuladas, onduladas, sinuoso-lobuladas, según las especies; alguna presenta tubérculos externos (Desmodium); otras, arrugas LEGUMINOSAS BONAERENSES 101 superficiales más o menos extendidas (Trifolium, Adesmia), otras, “allosidades internas más o menos grandes (Acacia dealbata, Trifo- lium repens, Tephrosia, Prosopis), otras, por fin, puntuaciones finas y numerosas (Aeschynomene montevideensis, Vicia, Lathyrus); recordaré también que otras células, generalmente homogéneas en su interior (Stylosanthes), contienen cristales geminados o idioblastos, los que a veces ocurren también en el Lathyrus gladíatus. Los estomas son casi siempre superficiales, más o menos anchamente elípticos, a veces irregularmente esparcidos (Acacia, Cassia, Galega, Gourlicea, Lens, Adesmia, Zornia), a veces agrupados en colonias más o menos nume- rosas (Erythrina, Galactia Jussienana, Poecilanthe, Glyeyrhiza, Oamp- tosema) : nunca faltan en ambas caras a la vez, pero a veces no existen en la cara superior (Eleditschia, Bauhinia, Cercidium, Pterogyna y Cer- cis), a veces en la inferior (Tipuana); sus células constitutivas con fre- cuencia contienen gránulos de almidón (Elyeyrhiza, Tipuana, Vicia Faba). Las células anexas de los estomas son bien aparentes en las Mimosoideae, en Parkinsonia, en Acacia, en Prosopis, en Stylosanthes y en Zormia; por lo contrario no existen o son casi iguales a las de- más en Cercidium, Cercis, Enterolobium, Galega, Medicago, Melilotus, Sophora, etc.; en algunas especies las células que limitan con los es- tomas ofrecen numerosas puntuaciones o pequeñas arruguitas inter- nas que las hacen aparecer mucho menos transparentes (Glyeyrhiza, Mimosa Bonplandii, Hoff'manseggia, Adesmia latifolia, Zornia). La vellosidad foliar falta en absoluto en Acacia bonariensis, Cae- salpinia melanocarpa, Canavalia,: Cercis, Lathyrus nervosus, Pisumn, Poiretia, Robinia, Sesbania ; en las demás Leguminosas bonaerenses está más o menos desarrollada, siendo notable en Lupinus multiflorus y Trifolium polymorphum; laman la atención los pelos que se notan a veces sobre las ramas adultas de Cassia aphylla, planta totalmente áfila y lampiña, los cuales son ralos, erectos, bastante rigidos, casi cerdosos, unicelulares, lisos, con luz interna muy grande y pueden medir de 1a 3 milímetros de largo por 20 a 40 y, de diámetro. El aparato glandular o secretor es bastante frecuente en las Le- guminosas; interno lo observamos en Aeschynomene, Potretia, Pso- ralea y a veces en Zornia: son células aisladas (Aeschynomene) o agru- paciones de varias en forma capsular (GElyeyrhiza), bien descriptas por los autores ; el externo, y que puede ser visible a simple vista (macroa- denoma), es común sobre los pecíolos de Acacia, de Cassia, de Piptade- nia y muy bien estudiado, como también el de las estipulillas de LEry- thrina que ilustró Pirotta; los externos y pequenos, que no se ven o 102 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA son difíciles de ver a simple vista, son abundantes en casi todas las Pa- pilionoideae, especialmente en el período yemal, persistiendo escasas veces en la edad adulta (Cicer, Lathyrus y Vicia). Debiendo tratar en modo particular este tópico en otra parte no me detendré mayormen- te; aparte me limitaré a recordar las curiosas glándulas anterales de Indigofera, Piptadenia y Prosopis, cuyas funciones son aún del todo desconocidas; éstas son multicelulares, macizas, y sus células a ve- ces rellenas de un pigmento purpúreo (Indigofera). También recordaré las manchas negras de la cara externa de cier- tas Vicias (Vicia faba), que algunos consideran como nectarios ex- tranupciales; por mi parte, no puedo aceptar tal modo de ver: están formadas por un gran número de tricoadenomas trasovados o elípticos (60 y, de largo por 25 y de diámetro), divididos en tres células por un tabique transversal mediano y uno vertical superior, y sostenidos por una célula pedicelar bien visible aunque corta (no sesiles como los figura Solereder), rellenos de un pigmento líquido, morado, muy obs- euro ; son lisos y no ofrecen viscosidad, siendo por lo demás, muy pa- recidos a los demás tricoadenomas (pero incoloros), de la misma planta, que abundan en sus partes yemales y se hallan esparcidos en ambas caras de las hojuelas; estos tricoadenomas coloreados son muy tupi- dos, en contacto unos con otros, pero mezclados con pelos en mucho menor cantidad, incoloros, formados de una célula ajfical lanciforme aguda (60-75 y, de largo por 20 yde diámetro), sostenida por dos muy cortas y angostas que forman una especie de pedicelo. Y para terminar este pequeño capitulo de histología, diré algunas palabras sobre lo que he observado con respecto a los granos de po- len de las Leguminosas bonaerenses. Los gránulos de polen de las Leguminosas son generalmente elobo- sos, lisos y aislados unos de otros, bastante secos, formando un polvo blaneo, o blanco amarillento, o amarillo; sa tamaño varía dentro de estrechos límites según los diferentes géneros. En Acacia platensis estos gránulos, en vez de ser completamente globosos, son tetraédri- co-suabpiramidales y permanecen agrupados al salir de la antera, en un conjunto globoso de 12 a 24 células por medio de una viscosidad particular, separándose solamente cuando son sometidos a compre- sión fuerte o a la fricción. En Mimosa asperata y M. cinerea, que he podido estudiar frescas y vivas, he hallado siempre que los gránulos de polen son compuestos de 5 4 4 cólulas que se hallan imtimamente entresoldadas para formar un cuerpo único, LEGUMINOSAS BONAERENSES 103 CAPÍTULO IV . Fisiología y ecología l. MOVIMIENTO Y SENSIBILIDAD DE LOS ÓRGANOS ” DE LAS LEGUMINOSAS Las Leguminosas están sujetas, como las demás plantas, a la acción de las fuerzas físicas que actúan sobre ellas, y reaccionan con mayor o menor intensidad; las reacciones relativamente lentas dan lugar a ciertos desplazamientos parciales y totales de sus órganos que sole- mos indicar con el nombre de tropismos (ver el capítulo sobre Morfo- logía de plantas, 2” tomo, de Pfeiffer). El geotropismo es negativo en las partes aéreas y positivo en las subterráneas; como excepciones a esta regla general, mencionaré el geotropismo positivo de las ramas de la Sophora japonica, cultivada con frecuencia en el país como árbol ornamental, el de los frutos de la Indigofera anil y del Astragalus Bergit, como también el aparente (no real) de los pelos caulinos de muchas Galactia, Phaseolus, Vigna y Canavalia. El hidrotropismo también tiene un imperio poderoso, pero varía en los diferentes géneros y especies; es negativo en la mayoría de las especies xerófilas (Cassia aphylla, Prosopis humilis, P. striata, Medi cago minima, Gourliea), positivo en las higrófilas (Aeschynomene, Cal- liandra, Mimosa incana, M. Bonplandii, M. asperata, M. cinerea, Tri folium argentinense, T. repens, Adesmia latifolia, Medicayo maculata). El fototropismo es negativo absoluto en los órganos hipogeos, más o menos positivo en los órganos aéreos (Rhynchosia, Stylosanthes, Zor- nia, Desmanthus), algunas especies más o menos esciadófilas (Mimosa cinerea, Desmodium uncinatum, Adesmia latifolia, Phaseolus caracalla, Medicago hispida, Medicago lupulina); bajo la influencia de la luz intensa, los órganos vegetales efectúan movimientos y desplazamien- tos curiosos. El termotropismo actúa variadamente según los géneros y especies; así, por ejemplo, son intensamente termotrópicas positivas las espe- cies litófilas (Mimosa Rocae, M. tandilensis) y psamófilas (Adesmia canescens, A. incana, A. filipes, Glyeyrhiza). 104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Además de estos movimientos lentos y poco visibles (especialmente para las personas no dedicadas a estos estudios), muchísimas Legumi- nosas tienen la propiedad de reaccionar con cierta rapidez al contacto de los agentes externos, y cautivan especialmente los que responden a la acción de los mecánicos, pues siendo los más rápidos, son también los que atraen mayormente la atención, en particular de los profanos; esta segunda clase de movimientos se comprende con el nombre de sensibilidad, y parece que está especialmente localizada en los filopo- dios de las hojas y hojuelas, en la mayoría de los casos, blandos. hin- chados y carnosos. Los fenómenos vulgarmente llamados sueño de las plantas. están comprendidos en este grupo y son debidos a foto y termo-tactilidad sumadas: los tréboles, las Acacias, las Mimosae, al desaparecer el sol, mueven sus hojuelas y adoptan una posición que permite la menor irradiación calorifera y la protección mutua de los diversos órganos asociados; en algunas, esta disposición es menos aparente, pero no menos maravillosa, como se observa en la Tipuana tipu que de noche pone sus hojuelas en línea vertical. Esta sensibilidad foto y termo- táctica es a veces manifiesta también durante todo el día, y es sufi- ciente fijarse en el ceibo (Erythrina crista-galli) para ver como su follaje se halla en movimiento constante para aprovechar mejor la luz y el calor, como se puede comprobar emplazando debajo de una de sus ramas una máquina fotográfica fija y tomando fotografías cada 10 minutos. Por fin, muchisimas plantas del grupo de las Leguminosas (y algunas también de otras familias), al contacto de un cuerpo extraño, con una rapidez notable contraen el órgano afectado; este fenómeno entre las plantas bonaerenses, solo se observa en las especies del gé- nero Mimosa, siendo entre ellas la más sensible la Mimosa cinerea. Si las causas que producen los fenómenos de tropismos son más o menos conocidas o explicables para nosotros, las que se exteriorizan con los fenómenos de sensibilidad, son aún casi completamente desco- nocidas, pues las múltiples explicaciones y teorías emitidas referentes a ellos, a pesar de ser ingeniosas a veces, nada prueban hasta ahora; no cabe duda que ciertos órganos foliares (filopodios) deben poseer una especie de células nervioso-motoras rudimentarias, especie de elementos neuromusculares como los que se observan en ciertos ani- males inferiores (protozoarios, celenterados). LEGUMINOSAS BONAERENSES 105 2. SIMBIOSIS DE LAS LEGUMINOSAS Las Papilionoideae en general llevan sobre sus raíces pequeños tu- bérculos que se observan especialmente en primavera y verano; des- pués suelen desaparecer. En aleunas especies alcanzan tamaño muy grande (en Lupinus 1 centímetro, en Vigna y Erythrina de 4 a 7 milíme- tros de diámetro); generalmente irregulares, a veces globosos, en Tri- Ffolium, Melilotus y Medicago son por lo general comprimidos lateral- mente, lobulo-cristiformes. (Véase a este propósito los trabajos de los señores J. Burrill y R. Hansen, que resultan del más alto interés.) Son debidos a bacterios polimorfos, lenticulares, pequeños como los mierococcus, o alargados, bifidos en forma de Y, bacteridiiformes; sin embargo, algunos autores (entre ellos Buscalioni, quien se ocupó mu- cho de la histología de las Leguminosas) negaron terminantemente la intervención de tales bacterioides. El tubérculo a veces está formado por la hipertrofia de un lado de la raíz; en otros casos cada tubérculo está formado por un tejido pa- renquimático que simula una corteza en la periferia y que circunda un anillo de cordones líbero-lenosos (no existen en deschynomene), cada uno provisto de endoderma y con haces liberianos y leñosos dis- tribuidos como los del cilindro central de una raiz. En el centro del tubérculo hay un tejido parenquimático cuyo con- tenido albuminoideo es muy espeso. Por mucho tiempo no se supo a qué atribuir dichas formaciones ; hoy se sostiene que son debidas a bacterios del suelo (Pseudomonas radicicola o Rhizobium legumino- sarum Frnk) que se alojan en el parénquima central y tienen la pro- piedad de asimilar el ázoe atmosférico. La simbiosis de los bacterioides y de las Papilionoideae sería pro- vechosa para tales plantas y, según algunos autores, se podría más bien considerar como un parasitismo recíproco, según el cual los bae- terios extraen los hidrocarburos de las Papilionoideae y éstas a su vez sacan provecho de los compuestos nitrogenados de aquéllos, resul- tando así un parasitismo mutuo alternativo. 3. POLINIZACIÓN La polinización de las Leguminosas ha sido largamente ilustrada, especialmente en Europa, por infinidad de autores, entre los cuales 106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA me limitaré a citar como principales a Darwin. Delpino, Hildebrand. H. Linné, Mueller, Sprengel, ete. En Sud América estos estudios hasta ahora no han sido objeto de mayor atención y por lo tanto la literatura sobre este tópico es sumamente pobre; recordaré para el Ecuador a Lagerheim, para Chile a Johow, para el Brasil a Lindman y por fin, para la Argentina, al sueco doctor Roberto Fries, que en 1903 publicó un folleto, Beitrige ur Kenntnis der Ornithophilie in der sud amerikanischen Flora, con observaciones hechas en Jujuy y limi- tadas casi exclusivamente a casos de ornitofilía; las Leguminosas cita- das en ese trabajo son: Acacia cavenia Hk. y A., Cassia bicapsularis L., Caesalpinia coulterivides Grisb., Erythrina crista-galli L.. Gourliea decorticans Gill., Medicago sativa L., Crotalaría incana L., en total siete especies que indica como visitadas por los colibries; en 1904, además, publicó aleunas observaciones sobre la Cracca Kuntzei (Hrms.) OK. Por mi parte poco puedo agregar a este capítulo; mencionaré las Hores hipogeas cleistógamas del Trifolium argentinense y T. polymor- phum:; las flores cleistógamas epigeas que aparecen a veces en las inflorescencias de los Desmodium, Lathyrus y Vicia; las Hores unise- xuales masculinas que se observan en Gleditschia, en Pterogyna, en Piptadenia, en Prosopis, en Desmanthus y en Mimosa, resultando la mayoria de las veces que estas plantas sean poligamas. Todos estos vegetales, además, ofrecen constantemente una prote- roginia bien marcada; por lo tanto, a pesar de tener colores vivos, olores intensos y néctar abundante. y por consiguiente de ser con fre- cuencia visitados por colibries, por himenópteros, dipteros y lepidóp- teros, sin embargo, me he convencido que deben considerarse más bien como anemófilos. Las demás Leguminosas bonaerenses son cierta- mente todas entomófilas, y sólo por excepción ornitófilas (Erythrina, Caesalpinia Gilliesti); la ornitofilia observada en especies micrantas (Trifolium, Medicago, Melilotus, Parkinsonia) es indirecta, pues no hay duda que las avecillas, al visitar esas flores, lo hacen para captu- rar pequeños insectos (Thrips, ete.) que abundan dentro y sobre ellas. Llamaré por fin la atención sobre la euriosa polinización de Wistaria, cuyo polen al salir de las cámaras polínicas forma masas compactas casi cilindricas, que simulan polinodios y que se adhieren a la super- ficie estigmática donde permanecen integras; también la Acacia pla- tensis ofrece, no gránulos de polen pluricelular, sino masas globosas de 12 4 24 granos, casi entresoldados, y que así enteras se fijan y mantienen sobre las ramas estigmáticas. LEGUMINOSAS BONAERENSES 107 4. DISEMINACIÓN Sobre los medios naturales de que se valen las plantas para ampliar su área de dispersión y desparramar sus frutos y semillas a mayor o menor distancia, múltiples trabajos han sido hechos en Europa, en Norte América, en Australia y en Sud África por numerosos autores (Beccari, Sprengel, Haberlandt, Delpino, H. Mueller); en Sud Amé- rica no se tienen noticias al respecto, sino algunas pocas debidas al ilustre H. Mueller de Blumenau (Brasil). Los datos que poseo referen- tes a tal sujeto en la República Argentina son sumamente limitados, y más limitados aún al restringirlos a las Leguminosas bonaerenses; aquí presento lo poco que puedo decir al respecto. Medios antropófilos. — Las Leguminosas cuya diseminación se efec- túa por la voluntad del hombre, son todas las cultivadas y cuya área de dispersión se halla en relación directa con las condiciones agroló- gicas, hidrológicas y climatéricas de la región, con el estado de cul. tura de los habitantes de una comarca y con la importancia de los beneficios que proporcionan; pueden dividirse, según sus productos, en : a) Alimenticias: Lens, Cicer, Phaseolus, Vicia faba, Arachis, Pi- sum, Medicago sativa, Trifolium, Melilotus; hb) Terapéuticas : Psoralea glandulosa, Melilotus alba, M. officinalis; e) Industriales: Indigofera anál (tintórea), Kobinia, Sophora, Tipuana, Cercis, Enterolobium (car- pintería), ete.; d) Defensivas : Parkinsonia aculeata, Acacia bonarien- sis, Bauhinia candicons, Robinia pseudo-acacia, Ulex ; e) Ornamenta- les: Wistaria, Acacia dealbata, Cercis, Enterolobium, Inga, Sophora, Tipuana, Spartium, Pterogyna, ete. Medios zoófilos. — Muchas plantas son difundidas por los animales involuntaria y automáticamente, por diferentes medios y Causas : a) Por resistencia a la digestión : así debía suceder antiguamente con la Gowrliea decorticans y los varios Prosopis, siendo sus vehículos las diferentes especies de avestruces indígenas (Khea); hoy en muchas partes los vehículos de diseminación de los algarrobos son los cerdos, cabras, vacas y ganado caballar; estos animales ingieren las frutas maduras, digieren la parte externa pulposa y eliminan con sus deyec- ciones los carozos no digeridos sobre una área más o menos amplia. Está bien probado que las Leguminosas microcarpas (Trifolium, Medicago, Melilotus, ete.) producen en la misma planta dos clases de semillas, las unas llamadas tiernas, blandas, digestibles y de rápida 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA germinación: las otras llamadas duras, óseas, indigestibles, de germi- nación tardía; las aves frugivoras (patos, gallaretas, perdices, marti- netas, conirostros, etc.) ingieren grandes cantidades de dichas semi- llas; son digeridas las blandas y despedidas con los excrementos las duras que resultan beneficiadas, aumentándose su germinabilidad: 1) Por adherencia y transporte mecánico : los frutos pueden segregar substancias viscosas (Psoralea glandulosa, Poiretia psoraleoides, Ades- mia muricata, A. punctata, etc.), pueden poseer aparatos adhesivos (ganchos de las carretillas de Medicago, gancho estilar de Stylosan- thes, pelos ganehudos de PDesmodium uncinatum), o disposición espe- cial del fruto (frutos retrorsos de Astragalus Bergii y de Indigofera anil), que les permiten prenderse de la indumentaria o del cuerpo de animales y ser así transportados a distancias más o menos grandes. Medios hidrójilos. — Ciertas plantas, principalmente hidrófilas, pro- ducen a veces frutos livianos, gruesos, resistentes, que les permiten la Hotación, pudiendo ser transportados así a grandes distancias por las corrientes de los rios o la avenida de los torrentes (Acacia carenia, Enterolobium contortisiquum, Gleditschia amorphoides, Caesalpinia me- lanocarpa, Inga uruguensis); a veces son las semillas las que pueden Hotar largo tiempo sin echarse a perder (Erythrina crista-galli, Vigna luteola). Tales frutos y semillas, despues de viajes más o menos lar- gos, embarrancan en alguna playa o quedan aprisionados en algún estero y alli forman una nueva colonia especifica. Medios anemófilos. — Otras plantas, especialmente de los lugares dominados por el viento, llevan frutos o semillas con órganos y for- mas adaptadas a utilizar la fuerza propulsora de las corrientes aéreas; así tenemos frutos con villanos plumosos (Adesmia canescens, Zornia diphylla), con alas (Pterogyna nitens, Dipuana tipu, Cercidium praecoz), o con formas de ruedas (Poecilanthe parviflora, Medicago orbicularis). Pueden también aprovechar el viento, hasta cierto punto, las semillas vlobosas (Lathyrus, Vicia) y las muy menudas (Trifoliwm, Melilotus, Desmanthus, ete.). Métodos mecánicos. — En esta clase de vegetales, los frutos llegados a madurez ofrecen una dehiscencia explosiva y sus valvas elásticas, al apartarse con energía, sirven de impulso inicial a las semillas, como se observa en Vicia, Lathyrus, Vigna y especialmente en Cal- liandra bicolor, LEGUMINOSAS BONAERENSES 109 9. RELACIONES CON LAS CONDICIONES DEL SUELO Y EL CLIMA Sabemos que la flora de una localidad está determinada por múlti- ples factores, constituidos por las condiciones climatéricas y las me- 'ánicas, físicas y edáficas del suelo de la localidad. Así, si el suelo es salado, humíifero, arcilloso, arenoso o petroso, será esa naturaleza denunciada por la vegetación que lo recubre; si una localidad carece de agua, o la tiene en cantidad más o menos abundante, también quedará revelada por las plantas que crían en ella, y éstas hasta pueden denunciarnos si los períodos húmedos son alternados con largos períodos de sequía. Para ciertas localidades los vegetales demuestran las temperaturas extremas que pueden dominar en la región; pero para la provincia de Buenos Aires no existen tales extremos, porque se halla toda comprendida en una zona templada y y casi uniforme. Daremos entonces una rápida ojeada a la flora de Buenos Aires. considerándola bajo la influencia de cada uno de esos factores. Plantas halófilas. — El Melilotus messanensis es la Leguminosa que soporta más alta cantidad de sal, pues vive asociada al Statice brasi- liensis, al Distichlis thalassica, al Heliotropium curassacicum y a varias Salicornia. Plantas humácolas. — Delatan esta clase de terreno el Trifolium repens, la Adesmia bicolor, el Melilotus indica, la Medicago hispida, la M. maculata, la M. lupulina, la Galega officinalis, el Lathyrus epetiola- ris, el L. stipularis, el Desmanthus virgatus, la Vicia villosa y la V. sativa, que constituyen buena parte de la vegetación que nuestros es- tancieros indican con el nombre de campo flor. Plantas argilícolas. — Vicia montevideensis, V. setifolia, Lupinus Hilaireanus, Lathyrus magellanicus, Cassia corymbosa, denuncian tal 'alidad de suelo, porque lo prefieren y parecen hallarse bien en él. Plantas psamófilas. — Los arenales y médanos ostentan una rica flora, especialmente si ocultan debajo de ellos capas acuiferas cons- tantes; las Leguminosas más típicas de esta clase de suelo son: Cal- liandra bicolor, Adesmia incana, A. filipes, A. grisea, Astragalus Ber- gi, Lathyrus subulatus, L. tomentosus, L. sericeus, Medicago minima, Zornia diphylla. Plantas petrófilas. — Mimosa Rocae, M. tandilensis, Adesmia canes- cens, A. pampeana, Prosopis striata, Astragalus argentinus, Lupinus 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA multiflorus, Lathyrus nervosus, son las plantas que prefieren las rocas de nuestras sierras pampeanas (Olavarría, Tinta, Bonete, Azul, Tan- dil, Peregrina, Pillahuincó, Curamalal, Ventana) y las cuchillas pedre- gosas de los rios Colorado y Negro. Plantas xerófilas. — Es decir, que huyen de la humedad y crían en las regiones más secas y áridas, son: Cassiía aphylla, Cercidium praecox, varios Prosopis, Gourliea, Glyeyrhiza, Poiretia psoraleoides, Rhynchosia senna, Vicia graminea y V. magellanica, Caesalpinia Gil- liesii y Hoffmanseggia. Plantas higrófilas. — Que necesitan de la humedad moderada pero no excesiva, tales: Acacia lutea, Bauhinia candicans, Medicago macu- lata, Melilotus officinalis, Adesmia hedysaroides, Khynchosia texana y Vicia linearifolia. Plantas hidróforas. — Es decir, provistas de aparatos conservadores de agua para resistir a las alternativas de humedad y largas sequías, como: Prosopis alpataco, P. campestris, Galactia, Trifolium polymor- plvum, Phaseolus caracalla, Stylosanthes montevideensis y Tephrosia cinerca. Plantas hidrófilas. — Estas son las plantas que gustan de agua abundante o viven más o menos sumergidas en ella, y pueblan las orillas de las lagunas y delos ríos o viven en los bañados, como: Acacia cavenia, Aeschynomene, Camptosema, Canacalia, Erytlvrina, Lathyrus gladiatus, L. pubescens, Mimosa asperata, M. Bonplandii y M. cinerea, Adesmia latifolia, Poecilanthe parviflora, Sesbania punicea, Trifolium argentinense y Vigna luteola. Coneluiré recordando cuáles son los resultados de las condiciones edáficas, agrológicas, térmicas e hidrológicas sobre los mismos vege- tales : las especies halófilas ofrecen hojas gruesas, carnosas, comple- tamente lampiñas: las humicolas tienen órganos blandos, memb Pano- sos, tiernos, poco pubescentes, de color verde intenso; las argilícolas semejan las anteriores, pero son más lampiñas y sus órganos más rigl- dos y de color más pálido; las psamófilas son algo herbáceas, carno- sas, generalmente rastreras, cubiertas de vello tupido que les da color ceniciento, y provistas en la mayoría de los casos de glándulas defen- sivas; las petrófilas son subarbustivas o arbustivas, a veces casi sin hojas, otras veces con hojas, pero entonces son densamente velludas o enbiertas de un fuerte revestimiento ceroso; las xerófilas están prin- cipalmente caracterizadas por la reducción parcial o absoluta del aparato foliar y provistas en la mayoría de los casos de espinas defen- sivas: las higrófilas tienen aparato foliar lampiño., tierno, moderada- LEGUMINOSAS BONAERENSES 111 mente amplio; por fin las hidrófilas tienen aparatos foliares relativa- mente muy desarrollados, de modo que presentan la mayor superficie posible y permiten la más amplia evaporación. 6. DIFUSIÓN DE LAS ESPECIES Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Entre las ciento veinte especies de Leguminosas que cito de la pro- vincia de Buenos Aires, hallamos, se puede decir, los tipos extremos de la difusión, desde los que podemos considerar como cosmopolitas hasta los endémicos, en puntos de extensión muy reducida. Cosmopolitas. — Entre estas debemos distinguir las que llamaremos: 4) cosmopolitas artificiales, debido a los cultivos efectuados por el hombre en todas las regiones cálidas o templadas del globo, como: Arachis hypogea, Cicer arietinum, Lens esculenta, Phaseolus lunatus, P. multiflorus, P. nanus, P. vulgaris, Pisum sativum, Vicia Saba, Medicayo sativa, Trifolium pratense, Galega officinalis, Wistaria sinensis, Spartium junceum, Ulex europaeus, Gleditsehia triacanthos, Cercis siliquastrum, Acacia dealbata, Indigofera amil, ete.; b) cosmopolitas espontáneas, que se han aclimatado y difundido sin la intervención directa de la voluntad del hombre, como: Trifolium repens, Medicago hispida, Medicago maculata, M. lupulina, Melilotus indica, ete. Americanas. — Los tipos americanos propiamente dichos o comu- nes a ambas Américas, dentro de los límites de las zonas templadas y cálidas, se reducen a las siguientes : Prosopis juliflora, Sophora tomentosa, Rhynchosia terana, Robinia pseudo-acacia, Parkinsonia acu- leata, Cassia occidentalis, C. bicapsularis, Tephrosia cinerea y Zornia diphylla. Sudamericanas. — Se limitan a parte o a todo el continente sudame- ricano, las formas que voy a mencionar: la Acacia cavenia, A. lutea, la Mimosa asperata, la Vicia setifolia y la Vigna luteola, difundidas en toda la parte oriental del continente sudamericano, desde el paralelo 109 hasta el 359 S.; la Bauhinia, el Camptosema, el Cercidium, Des- modium, Enterolobíum, la Erythrina, Inga, los Lathyrus, los Lupinus, el Phaseolus caracalla, la Piptadenia rigida, el Poecilanthe, los Stylo- santhes, la Zornia, son comunes a la Argentina, a Bolivia, Brasil, Pa- raguay y Uruguay; con Chile tenemos la Psoralea glandulosa. Argentinas. — Consideremos por fin las plantas que pueden lla- marse argentinas propiamente dichas; entre éstas, las que pertene- 112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cen al tipo «xerófilo, son: Acacia bonariensis, Astragalus Bergii, Cae- salpinia Gilliesii, Cassia aphylla, Glyeyrhiza, Gourlica, Hoff'manseggia, Adesmia canescens, A. filipes, A. grisea, A. hedysaroides, A. incana y A. punetata, Poiretía psoraleoides, Prosopis alpataco, P. campestris, P. humilis, P. striata, P. strombulifera; al tipo hidrófilo pertenecen Aeschynomene, Caesalpinia melanocarpa, Calliandra bicolor, Canavalia bonariensis, Cassia corymbosa, Desmanthus, Enterolobium, Erythrina, Mimosa Bonplandii, M. cinerea, Pterogyna, Tipuana y por fin la Ses- bania punicea. Endémicas. — Resultan interesantes por su endemismo muy loca- lizado y limitado, las esencias oreo-pampeanas Mimosa Rocae, M. tan- dilensis, Adesmia pampeana, y la psamótila Astragalus argentinus de los arenales mediterráneos del sur de la provincia. Por fin recordaré la Acacia platensis, árbol seguramente argentino. pero hasta ahora sólo hallado como cultivado en los jardines y par- ques de Buenos Aires y La Plata, no habiendo podido, a pesar de mis múltiples investigaciones, aclarar cuál es su país de origen. La flora bonaerense, como en general toda la de la Argentina, va enriqueciéndose constantemente con nuevas especies, introducidas por el intenso comercio; los siempre nuevos ensayos de plantas cul- turales, que se traen del exterior, importan cada año, voluntaria o involuntariamente, un número considerable de vegetales, muchos de los cuales, hallando condiciones de vida favorables en nuestro medio, no tardan en aclimatarse y propagarse, notándose particularmente que las especies europeas no tan sólo disponen de una gran facilidad de aclimatación, sino que se imponen poco a poco, llegando a deste- rrar las especies indígenas (Galega officinalis en Chile, Trifolium repens, Medicago hispida en la Argentina). También se nota que los tipos indigenas tienden de por si a disminuir, arrinconarse y desapa- recer, ya sea por la roturación de los campos, por el aprovechamiento directo, o bien por la desaparición de sus diseminadores; no cabe duda que las barrancas de Buenos Aires, en los tiempos de Garay, debían hallarse revestidas de algarrobos, de chañares, y los campos eubiertos de tréboles criollos, de Poiretía, de Galactia, de Stylosan- thes, de Zornia, ete., todas plantas que, si hoy no han desaparecido del todo, se han vuelto muy escasas y raras en dicha localidad, reti- rándose a largas distancias. LEGUMINOSAS BONAERENSES 113 7. ORIGEN Y CONSTITUCIÓN DE LA FLORA LEGUMINÓSICA BONAERENSE Examinando el conjunto de las plantas que enumero en este traba- jo, considerando tan sólo las endémicas, con independencia absoluta de las cultivadas, el lector notará inmediatamente una heterogenei- dad manifiesta que responde precisamente a las condiciones físico- geográficas y climatéricas de la zona convergente que representa el territorio de la provincia de Buenos Aires. a) En efecto, una parte es exótica y aclimatada (Trifolium, Medi- cago, Melilotus). b) Otra parte es pampeana y debida a las acciones eólicas que han transportado sus semillas desde el interior de la llanura (Cercidium, Glyeyrhiza, Gourlica, Poiretia, Ehynchosia, Tephrosia, Zornia, Cassia aphylla, Hoff'manseggia, muchas Adesmia, Prosopis). c) Una cantidad notable es de origen subtropical y megapotámico, como Acacia cavenia, Aeschynomene hispida, Caesalpinia Gilliesii, Camptosema, Cassia, Desmodium, Mimosa asperata, M. cinerea, Ery- thrina, Poecilanthe, Vigna, Calliandra, Bauhinia. d) Por último, nos queda un pequeño grupo que representa la ver- dadera vegetación endémica bonaerense y que se reduce a Aeschy- nomene montevideensis, Astragalus argentinas, Canavalia bonariensis, Mimosa Bonplandii, M. incana, M. Rocae, M. tandilensis, Galactia marginalis, Lathyrus varias especies, Lupinus varias especies, Ades- mia latifolia, A. bicolor, A. hedysaroides, Stylosanthes, Sesbania, Tri- JFolium argentinense, T. polymorplum y la mayor parte de las Viciae. Es decir, unos 30 vegetales que vienen a constituir un 25 por ciento «le la totalidad. S. DATOS ESTADÍSTICOS DE LAS LEGUMINOSAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (No contando los géneros y especies exóticos a pesar de eonsiderarlos aclimatados) Géneros que se conocen : república Argentin: "rov. Buenos Aires todo el mándo República Argentina Prov. Buenos Aire (indígenas) (indigenas) Papilionoideae...... 308 50 20 Caesalpinioideae .... 91 13 5 Mimosoideae ....... 30 11 5 429 74 30 AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIL 10 114 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Es decir que en la República Argentina hay un sexto de los géne- ros de las Leguminosas totales y para la provincia de Buenos Aires hay tres séptimos de los de la República Argentina. CAPÍTULO V Datos paleontológicos En los terrenos eretáceos, terciarios y cuaternarios, se ha descu- bierto un gran número, más o menos 250 especies, de impresiones fósiles que se consideran como pertenecientes a las tres subfamilias de las Leguminosas y en su mayoría coincidiendo con los géneros actuales; en el cretáceo medio se encuentran: Mimosoideae (Inga), Caesalpinoideae (Cassia y Bauhinia) y Papilionoideae (Dalbergia) ; en el terciario entre los fósiles conocidos son más numerosas las Papilionoi- deae (Colutea, Robinia, Sophora, Gymnocladus, Acacia, ete.) y se en- cuentran también: Mimosoideae (Mimosa) y Caesalpinioideae (Cerato- nia, Cercis); Cercis ha sido hallado en los tufos cuaternarios de París, donde no crece ya más, lo que indica un gran cambio de clima para esa región. Entre las Caesalpinioideae (1) se cita el Podogonium Knorri (y otras especies), descripto por Heer del mioceno superior de Quin- gen, atribuido aun género desaparecido, del cual se conocen las hojas pinadas y las legumbres uniseminadas. La misma especie y otras se han encontrado en otras capas del terciario. Hasta ahora no se han hallado en ningún depósito fosilifero de la República Argentina impresiones o restos que puedan ser referidos a esta familia. CAPÍTULO VI Sistemática Las Leguminosas se subdividen en tres subfamilias con límites netos y estables, en parte reconocidas y constituidas al mismo tiempo que la familia, fundadas especialmente sobre los caracteres florales y que se denominan como sigue : (1) Su colocación entre las Caesalpinioideae ha sido puesta en duda por Schenk. LEGUMINOSAS BONAERENSES 115 Mimosoideae Engl. 1592 = (Mimoseae Flud. 1803; Mimusatae R. Br. 1814); Caesalpinioideae Engl. 1892 = (Caesalpinicae R. Br. 1814; Cassia- tae Ad. 1763); Papilionoideae Engl. 1592 = (Papilionaceae DC. 1825 ; Papiliona- tae Neck. 1770) (1). MIMOSOIDEAE Engler (1892) Flores actinomorfas, pentámeras, rara vez 3- 4- 6- meras. Sépalos entresoldados en un cáliz 5- dentado o 5- lobulado, rara vez libres, valvares (excepción hecha de las Parkieae). Pétalos en igual número de los sépalos, valvares, libres o en parte concrescentes, para formar una corola lobulada hipógina o inciertamente perígina. Estambres en número igual o doble del de los pétalos o >>, libres, o entresoldados, o concrescentes por la base, con el tubo de la corola. Anteras pequeñas, de dehiscencia longitudinal. Gránulos de polen a menudo reunidos en polinios. Ovario libre, en el fondo del cáliz. El fruto es una legumbre dehiscente o indehiscente, carnoso o seco. Semilla de albumen nulo o muy escaso, de cotiledones planos, cuyo funículo con frecuencia se en- sancha en un pequeño arilo carnoso; raicilla del embrión recta, lige- ramente saliente o inclusa. Plantas leñosas o herbáceas, con frecuencia espinosas. Hojas bipi- nadas, rara vez simplemente pinadas. Flores pequeñas, sésiles en cabezuelas o espigas cilíndricas, en racimos gráciles o umbelas com- pactas y raramente pediceladas. Las brácteas, pequeñas y angostas, empizarradas alrededor de las flores jóvenes, caen durante la antesis. CAESALPINIOIDEAE Engler (1892) Flores zigomorfas, rara vez regulares, pentámeras o más raramente tetrámeras. Sépalos 5, ó 4 por soldadura de los dos superiores, libres hasta el receptáculo, raras veces entresoldados, imbricados en el bo- tón, rara vez valvares. Pétalos 5 o menos por aborto, rara vez nulos, siendo el superior el más interno, los demás variando en el modo de (1) Algunos autores consideran estas tres subfamilias como familias distintas (Warming y Capitaine), mientras que Wettstein considera como familias las Mi- mosaceae y las Papilionaceae, subdividiendo esta última en las dos subfamilias : Caesalpinioideae y Papilionoideae. 116 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA empizarrarse. Estambres 10 o por aborto menos, muy rara vez oo, libres, o con menor frecuencia todos más o menos entresoldados. An- teras versátiles, Ovario libre, sésil o soldado mas o menos al recep- taculo. Legumbre dehiscente o indehiscente. Semillas de albumen abundante, poco o nulo, cuyo funiculo está transformado en arilo más o menos visible. Embrión con radícula recta, rara vez algo oblicua, escondida en la escotadura de los cotiledones. o levemente sobresa- liente. Arboles, arbustos, rara vez hierbas, con hojas pinadas o bipinadas, rara vez simples, provistas de estípulas, sin estipelas y cuando las hay, éstas son muy pequenas. Flores a veces grandes, de bellos colores, otras veces pequenas e invisibles, en racimos, rara vez en espigas, axilares o terminales: más raramente nacen sobre las ramas de los años anteriores o sobre el tronco. Brácteas invisibles y caducas, rara vez persistentes y coloreadas. Bractéolas pequeñas, a veces muy des- arrolladas. otras veces nulas. PAPILIONOIDEAE Engler (1592) Flores irregulares, rara vez casi regulares. Cáliz con sépalos entre- soldados, de prefloración coclear, 5- lobado o 5- dentado: los dos dientes. o lóbulos superiores, conerescentes, pasando lo mismo con los inferiores, a menudo más o menos reunidos entre sí simulando un cáliz bilabiado ; rara vez el cáliz está cerrado antes de la antesis o despuésde ella irregularmente hendido. Pétalos generalmente desiguales, de pre- tloración vexilar, en número de 5; el superior más grande y más ancho que los demás, llamado estandarte : éste es libre o ligeramente con- erescente por la base con el tubo estaminal; los dos laterales cons- tituyen las alas: estos son libres o soldados hacia su mitad con los pétalos anteriores, y a menudo largamente ungulados ; los dos an- teriores paralelos, adheridos entre sí por su borde externo, constitu- yen la quilla o carena, encorvada generalmente hacia arriba. Las alas y carena faltan en Atteleia y Amorpha y en pocas Hores de este grupo, se observan pétalos todos más o menos iguales (en Prifoliwmn son todos los pétalos entresoldados por su base y en Astragalus se adhieren to- dos al estandarte). Estambres generalmente 10, todos libres o más o menos unidos porlos filamentos en un tubo, o Y soldados y 1 libre; en Nicartzia son oo. Ovario libre, sesil o pedicelado, con frecuencia rodea- do en la base por un disco anular o en forma de copa. Fruto por lo veneral dehiseente en dos valvas o dividiéndose en artículos monos- LEGUMINOSAS BONAERENSES vt permos (lomento), algunas veces dehiscentes, otras veces indehiscen- tes. En algunas de las especies el fruto está dividido longitudinal- mente por un falso tabique (Astragaleae). Semillas variables, de albu- men muy escaso o nulo y de cotiledones muy ricos generalmente en almidón. La raicilla del embrión las más de las veces es acumbente y en pocos casos corta y recta. El funículo rara vez se transforma en arilo. Plantas leñosas o herbáceas; hojas simples, digitadas o pinadas, siempre con estípulas, a menudo con estipelas. Flores a veces de tamaño mediano y hermosas, otras pequeñas, aisladas, en espigas, 'acimos, capítulos, rara vez en cimas. Clave dilemática general de subfamilias y géneros de las Leguminosas bonaerenses 1. Flores actinomorfas, de pretloración valvar. Mimosoideae. 3. Flores zigomorfas, de prefloración imbricada. 27 2. Corolas muy zigomorfas, netamente amariposadas, con el pétalo superior (estandarte) exterior, los dos medios (alas) semi-internos y los dos inferiores -- adherentes (quilla), internos; cáliz -- gamosépalo. Papilionoideae. 18. Corolas + zigomorfas, pero no amariposadas con el pétalo superior interno, poco o nada diferenciado ; caliz por lo general totalmente dialisépalo. Caesalpinioideae. 10. MIMOSOIDEAE 3. Granos de polen, en la antesis, separados y todos monómeros ; estambres en número igual o doble al de los pétalos. 4. Granos de polen, en la antesis, reunidos en grupos de 2- 6; estambres oo, o en número mayor que el duplo de los pétalos. To 4. Conectivo de las anteras con glándula apical bien visible, pedicelada o sentada ; flores siempre pentámeras. 5. Conectivo de las anteras sin glándula apical ; flores 3- 4- 5- 6- meras. 6. 5. Legumbre normal o casi, plana en ambas caras, recta o casi recta, dehis- cente en dos valvas enteras planas. Piptadenia. Legumbre anormal, subeilíndrica, de lados -— achatados, + encorvada o espiralada, indehiscente, lomentácea o endolomentácea, contenien- do entonces en su interior, por lo general, artículos cuadrangulares, subleñosos, cada uno de los enales encierra una semilla. — Prosopis. [en Legumbre normal, linear, recta, lampiña, dehiscente en dos ventallas enteras, planas. Desmanthus. 118 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Legumbre lomentácea, que se fragmenta en 2- > artículos, cada uno con una semilla. Mimosa. 7. Filamentos de los estambres, totalmente o casi, libres. Acacia. Filamentos de los estambres soldados en la mitad de su longitud. for- mando un tubo estaminal —— largo. 8. 5. Hojas 1- paripinadas, grandes, con gruesa glándula patelarinteryugal. Inga. Hojas 2- pinadas ; flores pequeñas, menores de 5 mm de longitud. 9. 9. Legumbre arriñonada, gruesa, subleñosa, indehiscente:; árboles sin es- pinas ni aguijones. Enterolobium. Legumbre lineal, derecha o algo encorvada, delgada, dehiscente, cuyas ventallas al abrirse se arrollan desde el ápice hacia la base. Calliandra. CAESALPINIOIDEAE 10 (5). Hojas simples (enteras o bilobadas) o bifolioladas. 11 Hojas compuestas. 12 11. Hojas casi discoidales, enteras, simples ; corola falsamente amariposa- da, es decir, con estandarte interno ; flores de tamaño mediano, en los nudos de las ramas. Cercis. Hojas bilobadas, con seno interlobular profundo, a veces bifolioladas: corola estrellada, grande, con pétalos casi todos del mismo tamaño. Bauhinia. 12. Hojas compuestas de hojuelas 1- pinadas. 13. Hojas compuestas de hojuelas 2- pinadas. 14. 15. Legumbre samariforme, 1- seminífera, alada en la parte snperior, in- dehiscente; 10 estambres casi iguales, con anteras uniformes, de de- hiscencia longitudinal; flores pequeñas, verdosas. Pterogyna. Legumbre linear, >>- seminifera, + dehiscente ; estambres 10, a veces en parte estériles o reducidos a estaminodios, desiguales ; Mores grandes, amarillas o anaranjadas. Cassia. 14. Raquis primario de las hojas espiniforme, leñoso, acerado, con estípu- las aculeiformes, ganechudas; raquis secundarios, largos, chatos, anchos, con numerosas y pequeñas hojuelas marginales ; legambre normal, Parkinsonia. Raquis primario de las hojas normal, herbáceo, flexible, no punzante ni espiniforme. 15. 15. Flores polígamas, pequeñas, verdosas; legumbre indehiscente, grande, coriácea o pulposa; árboles con el tronco revestido de grandes espi- NAS FAMOSAS, Gleditschia. Flores $, medianas o grandes, coloreadas; estambres grandes, salien- tes ; legumbre dehiscente o indehiscente; plantas inermes o con pe- queñas espinas estipulares. 16. LEGUMINOSAS BONAERENSES 119 16. Plantas con espinas estipulares rectas ; legumbre 1- seminífera, mem- branosa, indehiscente. Cercidium. Plantas inermes ; legumbre pluriseminada, nunca membranosa. Ue 17. Plantas arbustivas o arbóreas; flores mediocres o grandes; estambres -- salientes. Caesalpima. Plantas herbáceas: flores menos que medianas; estambres poco sa- lientes. Ho(fmanseggia. PAPILIONOIDEAE 18 (*). Hojas nulas o muy pocas, y entonces simples, sin estípulas ; estam- bres monadelfos; legumbre con cavidad continua en su interior, bivalva, dehiscente. 19. Hojas digitadas, trifolioladas, pinadas. 20. 19. Ramas espiniformes, muy numerosas y enmarañadas ; pecíolos espini- formes ; hojas nulas o reducidas a simples escamas. Uler. Ramas mimbreadas, inermes, con pocas hojas simples, lanceolado-li- neares, pronto caducas. Spartimn. 20. Hojas digitadas, 5-15 folioladas, con estípulas soldadas lateralmente en los bordes de la parte inferior de los pecíolos ; flores en racimos terminales; estambres monadelfos; legumbre normal, bivalva, de- hiscente, vellosa, tabicada en su interior. Lupinus. Hojas pinadas, 3- oo -folioladas. 21. 21. Frutos subterráneos, casi cilíndricos, cortos, 2- 3- seminíferos ; hojas pa- ripinadas, con 2 6 3 pares de hojuelas ; cálices florales con tubo in- ferior, filiforme, muy largo ; estambres monadelfos. Arachis. Frutos epígeos; cálices florales sin tubo inferior. 29% 22. Frutos samariformes, indehiscentes, con base ovalada, leñosa, plurise- minífera; árboles inermes de hojas imparipinadas multifolioladas. Tipuana. Frutos nunca samariformes. 23. 23. Fruto muy anormal. 24. Fruto + normal y leguminiforme. E 26. 21, Fruto subleñoso, lenticular, de bordes dentellados. Poecilanthe. Fruto subcarnoso, -— drupiforme. 25. 25. Flores amarillas, con estambres libres ligeramente entresoldados en la base; fruto grande como una guinda o ciruela; arbolito de ramas espiniformes y hojas imparipinadas, con pocos pares de hojuelas. Gowrliea. Flores azules. con estambres monadelfos o con el estambre vexilar li- bre ; fruto pequeño menor que un guisante; arbolito sin espinas, de hojas trifolioladas, de foliolos grandes, glandulosos. Psoralea. 120 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 26 Fruto lomentáceo, es decir que, a la madurez, se rompe en varios ar- tículos conteniendo cada uno una semilla. 27. Fruto continuo, indehiscente o dehiscente, pero nunca artienlado. 32. nm -1 Vegetal con glándulas numerosas en todas sus partes, implantadas en el parénquima foliar o cortical, muy visibles al trasluz y sobresa- lientes como verraguitas amarillento-rojizas. Poiretia. Vegetal sin glándulas (o muy pocas y difícilmente visibles). 28. 28. Estípulas sumamente grandes, foliáceas, subeordiformes, mayores que las hojas, que son escasas, bifolioladas, de foliolos pequeños, casi li- neares. Zornia. Estípulas -— grandes, pero nunca mayores que las hojas, rara vez ma- yores que los foliolos. 29. Hojas 3- folioladas, claramente estipeladas ; los lomentos, y a veces todas las partes de la planta, revestidos de pequeños pelos con papi- las retrorsas que los vuelven pegajosos. Desmodium. Hojas pinadas, 3- oo -folioladas, no estipeladas, lampiñas o vellosas, pero nunca cubiertas de vello adhesivo. 30. 30. Estambres libres entre sí y uniformes : hojas pares o imparipinadas, hojuelas 5- >>; estípulas nunca espolonadas ; hierbas o arbustos inermes O espinosos. Adesmia. Estambres entresoldados, mono o diadelfos. 31. 31. Tubo estaminal totalmente cerrado; hierbas mimbreadas, duras, con hojas apartadas, trifolioladas, y estípulas soldadas a la base peciolar y casi ocreiformes; flores pequeñas en glomérulos compactos apicales. Stylosanthes. Tubo estaminal hendido en la línea dorsal y a veces también en la ven- tral; arbustos bastante poblados de hojas oe- folioladas ; estípulas - grandes, semi-aflechadas y + espolonadas: flores mediocres, racemo- sas o en panículas. Aeschynomene. 32 (%). Hojas 1- 3- folioladas, siempre sin zarcillos. 33. Hojas 2- <- folioladas. 42. 35. Plantas arbóreas, inermes o aculeíferas; hojas 3- folioladas, grandes : lores muy grandes, de cáliz tronchado, con 5 dientecillos apenas marcados. Erytlrina. Plantas herbáceas o arbustivas, enderezadas o trepadoras, nunca acu- leíferas ni espiníferas ; flores medianas o pequeñas. 34. 34, Fruto aberrante, del tipo de la legumbre, indehiscente o casi indehis- cente, por lo general pequeño; flores pequeñas. 35. Fruto típico de legumbre, bastante grande o grande, dehiscente, bi- valvo ; Mores medianas o casi grandes, 37. a . Fruto encerrado en el eáliz, acompañado por los restos secos de los de- LEGUMINOSAS BONAERENSES 121 más órganos tHorales, conteniendo de la 4 semillas, eloboso-cilíndri- co, indehiscente ; hojas digitado- 3- folioladas. Trifolium. Fruto saliente del cáliz, desnudo, libre; hojas pinato- 3- folioladas. 36. 36. Fruto indehiscente o subindehiscente, ovoide o globoso, de paredes gruesas, con nervaduras muy salientes, por lo general 1- seminífero, siempre inerme; plantas que por lo menos al secarse despiden fuerte olor a cumarina. Melilotus. Fruto indehiscente o subindehiscente, arrinonado, arqueado o espirala- do, -- chato, inerme o provisto de tubérculos, ganchos o espinitas ; plantas que nunca despiden olor a cumarina. Medicago. 37 (**). Quilla de la corola espiralada en su parte apical. Phaseolus. Quilla de la corola -- recta o arqueada, pero nunca espiralada. 38. 38. Sntura superior de la legumbre muy engrosada, con una nervadura a cada lado, paralela, -- saliente, a veces casi aliforme:; legumbre grande, Canavalia. Sutura superior de la legumbre simple, -— delgada y sin nervaduras laterales salientes ; legumbre pequeña o mediocre. 39. 39. Estambre vexilar en su cuarta parte inferior soldado en tubo con los demás, en los tres cuartos superiores libre; cáliz tubuloso: ovario claramente pedicelado. Camptosema. Estambre vexilar libre en toda su longitud ; ovario sesil o subsesil. 40. Estilo barbudo todo a lo largo y, en el ápice, por debajo del estigma, muy oblicuo; flores amarillas o purpúreas ; hojas trifolioladas, sin puntos glandulares en el hipótilo. Vigna. Estilo lampiño, filiforme, con estigma apical pequeño no oblicuo. 41. 41, Flores blanco-azaladas ; hojas 1- 3- (5-7-) folioladas, sin puntos glan- dulares en el hipótilo. Galactia. Flores amarillas ; hojas siempre 3- folioladas, con pequeños puntos glan- dulares pardos o amarillos en el hipófilo. Rhynehosia. 42 (*). Hojas impatipinadas, terminando el raquis peciolar primario en una hojuela. : 43. Hojas paripinadas, terminando el raquis primario peciolar en una púa, cerda o zarcillo. 50. 43. Conectivo de las anteras terminado por una glándula persistente, bien visible; plantitas cubiertas de pelos malpighiáceos ; legumbres linea- res, retrorsas, arqueadas. Indigofera. Conectivo de las anteras, sin apéndice glandular apical. 44. 44. Legumbre indehiscente, torulosa. 45. Legumbre dehiscente, no torulosa. 46. 45. Plantas arbóreas o arbustivas, totalmente desprovistas de glándulas ; ho- jas, flores y legumbres mayores que medianas. Sophora. 122 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Plantas arbustivas, herbáceas o todas cubiertas de pequeñísimas glán- dulas, subsuperficiales en todas sus partes; hojas, flores y legum- bres casi pequeñas. Glycyrhiza. 46. Legumbres provistas de estrías oblicuas: hierbas enderezadas ; estam- bres todos entresoldados en tubo. ; Galega. 47. 47. Hojuelas con nervaduras secundarias casi paralelas y muy oblicuas a la Legumbres lisas, sin estrías primaria, numerosas. Tephrosia. Hojuelas con nervaduras secundarias reticuladas. 48. 48. Plantas trepadoras y volubles, robustas, leñosas, con grandes racimos de flores azules; legumbre coriácea, bivalva, indehiscente. Wistaria. Plantas enderezadas o rastreras, pero nunca, en ninguna de sus partes, volubles. 49. 49. Plantas arbóreas, con flores blancas, en racimos grandes; estípulas es- piniformes, rectas; legumbres casi normales, achatadas, subcoriá- ceas, dehiscentes. Robinia. Plantas herbáceas o arbustivas; flores azuladas, en espigas o capítulos mediocres o pequeños; estípulas foliáceas; legumbres cilíndricas o globosas, coriáceas o membranosas, con sutura superior muy entrante. Astragalus. 50 (5). Plantas arbustivas, enderezadas, sin zarcillos; flores amarillas o rojas. Sesbania. Plantas herbáceas, endebles, rastreras o trepadoras, generalmente con el raquis primario de la mayoría de sus hojas terminado en cerda o zarcillo grande. 51. 51. Hojuelas con bordes dentados o lobulados; estípulas foliáceas, oblicuas, también dentadas o lobuladas; toda la planta cubierta de pelitos capitado-glandulosos. Cicer. Hojuelas con bordes muy enteros, como las estípulas también, vellosas o lampiñas, pero no glandulosas. 52. 52. Semilla siempre lenticular ; legumbre 1- 2- seminifera. Lens. Semilla siempre globosa, elíptica, o euboidea; legumbre 3- >=- semi- niferas. 53. 53. Apice del tubo estaminal cortado oblicuamente, en bisel. Vicia. Ápice del tubo estaminal cortado transversalmente recto, tronchado. 54. 54. Estigma con los bordes superiores provistos de una angosta alita dobla- da hacia arriba, que lo hace aparecer como lateralmente chato ; estí- pulas foliáceas, muy grandes, semiacorazonadas, Pisumn. Estigma sin bordes alados y por lo tanto cilíndrico; estípulas no muy grandes, semiaflechadas. Lathyrus. LEGUMINOSAS BONAERENSES 123 DESCRIPCIÓN DE LAS ESPECIES DE LEGUMINOSAS BONAERENSES ACACIA L. (1737) Cáliz campanulado, generalmente pentámero, con sépalos valvares, libres o más o menos entresoldados, a veces casi nulos; corola acti- nomorfa, isómera con el cáliz, de pétalos rara vez libres o muy breve- mente trabados en la base, con anteras uniformes, pequeñas, y grá- nulos polínicos polímeros, formando nódulos en número de 2 a 4 para cada celdilla de la antera; estilo filiforme, con estigma terminal pequeño; legumbre plana o subeilíndrica, ovalada o lineal, derecha, arqueada o espiralada, membranosa, coriácea o leñosa, indehiscente o dehiscente en dos valvas, rara vez lomentácea; semillas transver- sales o longitudinales, generalmente aovadas, más o menos comprimi- das, duras, lisas, lampinas. Arbustos o árboles inermes, con aguijones o espinas, enderezados o trepadores, con hojas bipinadas, con pecíolo estipulado y glanduli- fero, y hojuelas multiyugadas; algunos tipos xerófilos carecen de hojuelas, sustituyéndolas por filodios de tamaño y formas diversos. Flores pequeñas, $ o polígamas, en capítulos globosos, o espigas cilín- dricas, solitarios, arracimados o apanojados, de corolas y estambres blancos o amarillos. Género termófilo que comprende más o menos unas 450 especies, la mayor parte australianas, unas cuantas africanas y un número limitado de especies euroasiáticas y americanas; el nombre de Acacia era ya aplicado por los romanos a varias especies nilóticas y que los griegos llamaban 272725, aludiendo al carácter espinoso de estos ve- getales. 1. Anteras con glándula apical. A. platensis. Anteras sin glándula apical. 2. 2. Plantas absolutamente inermes ; una glándula sesil, con hoyuelo, entre cada pina de las hojas: hojas y ramitas jóvenes, densa y blandamente pubescentes, cenicientas. A. dealbata. Plantas con espinas infraestipulares o aguijones acerados. 2d 124 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 5. Plantas armadas de aguijones encorvados, infraestipulares o irregular- mente esparcidos sobre ramas y raquis; inflorescencias cilíndricas. cortas. A. bonariensis. Plantas armadas de espinas infraestipulares rectas, fuertes ; inflorescen- cias en cabezuelas globosas. 4. 4. Legumbre más bien corta, cilíndrica, aguda, negra, casi leñosa, sin es- trangulaciones. A. cavenia. Legumbres alargadas, comprimidas en los lados, con muchas estrangu- laciones marcadas. A. lutea. Acacia bonariensis (Gill. (1. v.: hapindá, ñapinday, uña de gato, garabato blanco) Arbusto a veces erecto, otras veces semitrepador, de l a 4 metros de altura, muy ramoso y enmarañado, con ramas cilíndricas, algo an- gulosas, sembradas de fuertes aguijones ganchosos; hojas alternas, con raquis primario provisto en la base de 2 aguijones infraestipu- lares encorvados hacia atrás, llevando en medio de la parte inferior libre, una pequeña glándula en forma de verruguita sentada, y, en la parte superior, de 6 a 12 pinas: las pinas están revestidas de 25 a 50 pares de hojuelas lineales, lampiñas, excéntricas, agudas, de color ver- de más o menos vivo; inflorescencia espiciforme, de 1 a 2 centímetros de largo, sostenida por pedicelos casi de igual largo, formando paní- culas amplias en el ápice de las ramas; las Horecitas son pequeñas, no muy apretadas, con eáliz corola y estambres de color amarillo páli- do, despidiendo un perfume suave parecido al de la mayor parte de las acacias. a base de eugenol y aldehido benzoico. Las legumbres, chatas, delgadas, de 4 a 5 centímetros de largo por 1,5 centímetros de ancho, membrano-subeoriáceas, de color amarillento-pardo, lampi- nas, dehiscentes en 2 valvas, contienen 5-10 semillas ovaladas, duras, lisas, pardo-verdes. Esta planta parece difundida en toda la República Argentina, des- de Bahía Blanca hasta la Quiaca ; en la provincia de Buenos Aires, y principalmente en los alrededores de La Plata, es bastante común (empleándose únicamente para cercos vivos), pero tiende a desapare- cer; muy invasora y rebelde, oeupa demasiado espacio y muy irre- gularmente, sirve además de segura guarida a infinidad de saban- dijas. LEGUMINOSAS BONAERENSES 125 Acacia cavenia Hk. y A. (1. y. : aromo eriollo, espinillo) Árbol de hasta 6 metros de altura, con copa semiesférica, ancha, chata, y generalmente con troneo y ramas tortuosos, lampiños y ei- líndricos, de color pardo o verde obscuro; las hojas a veces faseicula- das en los nudos, nacen de entre dos espinas estipulares, rectas, blan- quecinas con punta obscura y acerada, cuyo tamaño varía notable- mente hasta 5 centímetros de largo: llevan un poco arriba de su base una pequeña glándula sentada, deprimida, y soportan 2-8 (general- mente 3 6 4) pares de pinas; cada pina sostiene de 20 a 25 pares de hojuelas lineales o elíptico-lineales, pequeñas, de 1,5 a 2 milímetros de largo, lampiñas, de un verde bastante obscuro; inflorescencias en capítulos globosos anaranjados, sostenidas por pedúnculos axilares, solitarios, o agrupados de 2-4, a veces más cortos, otras veces más largos que ellos; flores pequeñas, apretadas, muy fragantes ; legumbre alargada, cilíndrica o ligeramente acachiporrada, recta o algo arquea- da, aguda en ambos extremos (fig. 9) de 4-5 centímetros de largo por 1,5 42 centímetros de diámetro, negra, lenosa, indehiscente, interna- mente rellena de tejido esponjoso, donde se anidan sin orden de 6-12 semillas ovaladas, algo achatadas lateralmente, de color verdoso, duras, lampinas, lisas. Árbol hidrófilo peculiar de Chile y de la República Argentina, an- tes bastante frecuente en todos los bañados del Delta del Paraná y de los estuarios del río de la Plata hasta el cabo San Antonio, aprovechado por los lenadores por sa madera, ha desaparecido casi completamente ; ahora sólo existe algún ejemplar en los pajonales de la isla Santiago o cultivado en los jardines. Planta proteranta, pro- porciona abundantes flores muy fragantes, cuyo perfume es a base de eugenol, aldehido benzoico y salicilato de metilo; su madera tiene un cerne relativamente muy grueso, de color rojo muy obseuro, duro, pesado y de larga duración, muy buscado para hacer postes de alam- brado, carbón de lena y enchapados para muebles; las ramas suelen dar goma muy parecida a la arábiga. Sus frutos contienen una gran cantidad de tanino. Según algunos autores no sería más que una variedad de la Acacia Farnesiana W., la cual se caracteriza por hojuelas de tamaño do- blemente mayor (4 mm) y frutos más largos y delgados (3-6 cm por 126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1 em); se conocen todos los tipos transitorios entre una y otra forma. La A. Farnesiana, que se puede considerar como cosmopolita de todas las regiones cálidas, se halla mezclada con la A. cavenia Hk. y A. en toda la República Argentina, pero a pesar de mis investi- gaciones no la pude hallar silvestre en la jurisdicción bonaerense; sólo la ví cultivada en algún jardín por sus flores más fragantes y más suaves. Acacia dealbata Link (n. v. : aromo, aromito, Silver Wattle) Árbol inerme, de hasta 15 metros de altura, con tronco liso cubier- to de gruesa corteza cenicienta, y ramas muy irregularmente cilíndri- cas, pubescentes y glaucas, muy poco Hexuoso-acodadas :; las hojas alternas, con raquis primario casi cilíndrico, pubérulo y glauco, aqui- llado en la parte superior, ofreciendo una glándula sesil, pálida, dis- coidal, profunda y claramente ahuecada, en la base de cada uno de los Ta 15 pares de pinas foliolíferas (fig. 10); las pinas algo comprimidas por los lados, todas glaucas, también pubescentes en la parte redon- deada inferior, llevan de 15 a.50 pares de foliolos lineares casi espatu- lados, más o menos obtusos, en el ápice cuneiformes y apenas inequi- laterales en la base, de 3-4 milímetros de largo por 1 de ancho, glaucas y salpicadas de unos pelillos blanquecinos más o menos abundantes : las inflorescencias son cabezuelas globosas sostenidas por cortos pe- ciolos y distribuidas alternadamente a lo largo de un largo raquis común, axilar o terminal, cuya longitud es más de la mitad superior al de sus hojas; estos racimos de cabezuelas están acumulados en el extremo de las ramas formando una amplia panoja; las flores peque- nas, amarillas, en número de 15 a 25, muy apretadas, con estambres que sobresalen, despiden un ligero y agradable perfume que recuerda al aldehido benzoico ; las legumbres son largas, delgadas, bastante chatas y muy torulosas, dehiscentes y de color rojizo-pardo, ponien- do en libertad 5-20 semillas, elípticas, chatas, castañas o casi ne- gras, lampiñas, lisas, lustrosas, acompañadas del fanículo blanqueci- no, con gran arilo más o menos colorado. Planta originaria de Tasmania y de la Australia oriental, eultiva- da como ornamental en todas las provincias argentinas al norte del río Negro, por la hermosura y abundancia de sus flores que se abren en los primeros días de agosto. Este vegetal y su variedad (Acacia mollissima W.)?, que se diferencia por forecer sólo en verano (enero) y LEGUMINOSAS BONAERENSES 127 es admirable por su rápido crecimiento, son no sólo apreciables por la ornamentación, sino también de una importancia indiscutible desde el punto de vista industrial, como se ha comprobado en África (en el Oa- bo y Natal), donde han servido para cubrir de bosques leguas y leguas de desiertos inservibles, que ahora se han convertido en fuente de ri- queza, proporcionando la corteza tanino abundante y lo demás, esen- cia combustible a los pobladores de esas regiones; en un porvenir no lejano tal vez puedan ser los redentores de ciertas provincias despro- vistas de agua como San Luis, Catamarca, La Rioja, etc.; el único inconveniente es que la planta sufre mucho el mal de la goma, se desgaja con facilidad y tiene una vida de duración relativamente limitada: más o menos 25 años. Acacia lutea (Miller 1768) N. L. Britton Acacia macracantha H. B. 1506; Acacia aroma Gill. Arbusto o arbolito de hasta 5 metros de altura, con ramas más o menos flexuosas, cubiertas de cáscara rojo-parda, lampiñas, nudoso- acodadas, con los nudos armados de espinas estipulares rectas, suama- mente variables en tamaño, a veces pequeñas (5 mm), delgadas, obseu- "as, Otras veces enormes, hasta de 10 centímetros de largo, cenicientas o blanquecinas, cilíndricas o achatadas por los lados; hojas alternas, con raquis primario casi cilíndrico, verde o rojo, a veces con glán- dula peciolar pequeña, otras veces sin ella, lampiño o pubescente;: llevando de 10 a 20 pinas, cada una de las cuales sustenta de 20 a 30 pares de hojuelas lineales, muy aproximadas, verdes, lampiñas o pubescentes ; inflorescencias en cabezuelas globosas, sostenidas por pedúnculos 3 a 6 veces más largos que ellas, solitarias o agrupadas de 2-5 en la axila de las hojas superiores; flores pequeñas, apretadas, de color anaranjado, bastante fragantes, pero mucho menos que las de la A. cavenia, aunque su aroma es muy parecido. Legumbre lineal, recta o arqueada, comprimida por los lados, al principio pulverulen- topubescente, más tarde lampiña, sin estrangulaciones o con estran- gulaciones apenas marcadas, indehiscente, coriácea, de color pardine- gro, de 3-10 centímetros de largo por más o menos 1 centímetro de ancho con 6-12 semillas, ovaladas, chatas, castañas. Planta difundida en toda la América Central y Meridional, que se halla en casi todas las provincias del norte de la República; en la de 128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Buenos Aires sólo se observa cultivada por la elegancia de su porte y la fragancia de sus flores en jardines públicos y privados. Las aplicaciones de este vegetal son limitadas a su madera que pro- porciona un excelente combustible y a sus vainas que contienen una notable cantidad de tanino. Acacia platensis mihi (nov. sp.) Arbre droit, de port élégant, a écorce lisse, grisátre, a branches étalces, vertes, presque eylindriques, striées, couvert d'une pubescence tres fine, presque poudreuse dans toutes ses parties jeunes, glabre sur le reste: feuil- les alternes bi-pari-pinnées ; stipules linéaires, coriacées, promptement caduques ; pétioles primaires fins, droits, nus dans leur cinquieme 04 si- cieme inféricur, terminés par unmucron large et robuste, avec deux glan- des sessiles, une plus grande tout pres de la base et Pautre intrajugale, en- tre les deux dernieres pinmules; pinmules 3- 20- juguées, avec pétiolules des pinmules terminés aussi paran petit mueron, mais sans glandes ; folio- les 30-650- juguées, dimidices-lanceolées, subsessiles, avec nercure presque marginale, «€ pointe brusquement acuminte, et base tronquée-arron- die du coté extéricur, tres entiéres au bord ; imflorescences deutéranthes, polygames, capituliformes, globuleuses, avec 30-60 fleurs, les pédon- eules dressés, droits, 2 4 3 fois plus longs, solitaires ou au nombre de 2 45h a VPaisselle des fenilles supéricures sur les ramearuze de Vannée ; fenrs protérandres, sessiles, bractéolées, avec calice obeonique vert, 5-denté, avec corolle de 5 pétales libres spathulés blanejaunátre, avec + 100 étaminos jaune orangé, E fois plus longues que les pétales ; anthéres uni- Sformes, toutes versatiles, couronnées par une glande globuleuse blancha- tre, pódicellée, de déhiscence antéricure, contenant dans chaque loge 2 ou Lamas globuleue de pollen ; les amas de pollen sont formés par 12 4 16 grains globuleuze pyramidauz lisses, jaumátres, faiblement soudés ; ovaire sessile, glabre, brusquement rétrécien un style filiforme de la lon- quenr des filaments des étamines et terminé par un stigmate vert légore- ment renflé obtus ; légume sessile, grand, tres aplati, presque membra- neux, linéaire, brusquement arrondi aux extrémités, prolongé « la poin- teen bee aigu et ala base en un court faue-pédicule cunéiforme, avec ner- rures marginales robustes mais non ailées, déhiscent, avec valves parche- minées, contenant + 12 graines elliptiques, transversales, largement fu- niculées, Ffortement aplaties, brunes, polies. Desde muchos años recuerdo haber visto cultivada esta planta en LEGUMINOSAS BONAERENSES 129 Buenos Aires y en La Plata, y antes mucho más que ahora, pues está atacada por una Uredinácea que forma gruesos nudos en sus ramas y la hace morir en un lapso de tiempo más o menos largo. A pesar de todas mis investigaciones no he podido saber de donde sea origi- naria, pero supongo que debe ser argentina y de las provincias del norte, de Salta o de Misiones. Cuando intenté su determinación me quedé muy perpleja pues me parecía imposible que fuese nueva una especie tan vulgar en nues- tros parques y jardines, máxime en este caso en que se trata de una Acacia cuyas especies indígenas me son todas bien conocidas. Sin embargo dudo aún, por la existencia de elándulas anterales, si pertenecerá realmente a tal género, a pesar de que por su aspecto, sus hojas, sus glándulas peciolares coincida con las Acacia. De todos modos, tengo la convicción que sea una forma vegetal no descripta aún e intermediaria entre las Adenantereas y las Acacieas, que casi podría constituir un nuevo género, si el carácter de los gránulos de polen, trabados, pudiera considerarse suficiente, como lo haré notar también en Wistaria. La nueva Acacia es un árbol de 5a 6 metros de altura, de tronco más o menos recto, cilíndrico, y de ramazón tendida horizontalmente. formando copa ancha, deprimido-semiesférica ; el tronco está cubierto por una corteza moderadamente gruesa, lisa, de color ceniciento obs- curo, y las ramas tiernas son más o menos verdosas, con rayas y es- trías longitudinales más o menos marcadas ; las hojas de 15 a 25 centí- metros de largo, con estípulas lineares, agudas, de 3 a 4 milímetros de largo enteras pronto coriáceas y caducas; pecíolo o raquis primario recto, de 5 a 20 centímetros de largo, estriado, floja y tenuemente pu- bescente, con pie bastante engrosado, subearnoso, de color verde obs- curo, obcónico estriado, desnudo en su quinta o sexta parte inferior, ter- minado en su ápice por un apéndice mucroniforme de2a 5 milímetros de largo, provisto de una gruesa glándula sentada, longitudinalmente, elíptica, cóncava, en la mitad o tercio inferior de la parte áfila y de otra más pequeña subdiscoidal entre las dos pinas supremas, llevan- do, las de las ramas estériles, de 10 a 20 pares de pinas, las florales, de 3 410 pares solamente; pinas foliolíferas, más cortas las inferiores. paulatinamente más largas las superiores, verdes, finamente pubes- centes, rectas, de 3 a 6 centímetros de largo, con raquis delgado, casi cilíndrico, canaliculado en su cara superior, con pie hinchado, cónico, bastante grande, provisto de dos estipulillas setáceas apicales, termi- nado por un apéndice setiforme de 1 a2 milímetros de largo: lleva AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 11 130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA de 30 a 60 pares de hojuelas; hojuelas no sensitivas, membranosas, firmes, pero no coriáceas, de color verde vivo, pero claro, lampiñas en el epifilo, finamente pubescentes en el hipófilo, en vivo planas, ex- tendidas casi en ángulo recto, en seco con tendencia a enroscarse hacia la cara inferior, linear-lanceoladas, enterísimas, dimidiadas, rec- tas o ligeramente falcadas hacia arriba, de 6 a 7 milímetros de largo por 1,25 a 1,50 milímetros de ancho, con nervadura muy próxima al margen superior, bruscamente adelgazada en la punta, que termina 1 a 12 Fig. 12. — Acacia platensis : 1, sección por una enbezuela de flores; 2, 3, botón visto desde arriba y lateralmente; 4, bractéola; 5, flor abierta; 6, pétalo aislado; 7, 8, 9, estambre visto desde adelante, de lado y de atrás, mostrando las pelotillas internas de polen; 10, grano de polen aislado; 11, 12, pelotillas de polen; 13, gineceo; 14, semilla; 15, semilla abierta, con el embrión. en un mueroneillo más pálido, tronchado-redondeada o redondeada en el lóbulo externo basal (el interior no existe) y fijada al raquis por un peciolillo rudimentario casi calloso. Inflorescencias que nacen mu- cho más tarde que las hojas, cuando éstas han alcanzado sua completo desarrollo, políigamas, bajo forma de capítulos globosos, de 5 a 7 mi- límetros de diámetro antes de abrirse, de 16 a 20 milímetros cuando abiertos (comprendiendo los estambres), formados por 30 a 60 flores muy apretadas, llevados por pedúneulos cilíndrico-subtetrágonos, li- geramente pubescentes, verdes, rectos de 10 a 15 milímetros de largo, a veces solitarios, otras veces en número de 2-5, en las axilas de las ho- jas superiores del año. Las flores, proterandras, son sesiles, conuna di- LEGUMINOSAS BONAERENSES 131 minuta bractéola lineal de más o menos 1 milímetro de largo, peque- has : cuando abiertas tienen un color amarillo ligeramente anaranjado, Fi g. 13. — Acacia platensis Mngr. algo pálido, despidiendo un olor moderado pero persistente de euge- nol, geraniol, aldehido benzoico y salicilato de metilo, y se abren en 132 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la primera semana de enero, durando cada una alrededor de tres días; el cáliz, sinsépalo obcónico, ligeramente pentágono, todo pubescente, es blanquecino en sus dos tercios inferiores, en el tercio superior ver- de amarillento. con 5 dientes valvares bien desarrollados, relativa- mente obtusos y separados por senos agudos; la corola de 5 pétalos totalmente libres, de márgenes enteros muy angostamente empizarra- dos, densamente pubescentes en su exterior, especialmente sobre la parte superior de los bordes, casi lampiños al interior, espatulados u obtusamente oblanceolados y blanco-amarillentos en su parte ante- rior, paulatinamente enangostados hacia atrás, de más o menos 4 mi- límetros de largo por 0,5 milímetros de ancho; estambres más o menos 100, todos hipóginos. de filamentos ensortijados en el botón, después abiertos, rectos y muy salientes, de más o menos 7 milimetros de largo por 60 micrómetros de diámetro, lampiños, en su mitad infe- rior blancos, en la superior amarillos, con anteras versátiles unifor- mes, anaranjadas, globoso-subeuboideas, cuyas bolsas polínicas, de dehiscencia introrsa, se hallan entresoldadas por un conectivo muy poeo aparente que nace de la punta acuminada del filamento y termi- na en una glándula globosa de más o menos 100 micrómetros de diá- metro, verrugosa, hialina, sostenida por un pedicelo la mitad más corto; cada bolsa polínica contiene por lo general de 2 a 4 pelotillas amarillentas. euboideo-subelobosas, de más o menos 75 mierómetros de largo por 60 micrómetros de diámetro, formadas por 12-16 gra- nos de polen subesféricos pero angulosos y asi piramidales en la parte inferior, lisos y poco menos que incoloros ; el ovario, bien cen- trado en cada flor, es cilíndrico-fusiforme, de más o menos 2 milíme- tros de largo, brevemente pedicelado, verde, lampiño y termina en un estilo mucho más angosto, filiforme, cilíndrico, lampiño, casi tan lar- eo como los filamentos estaminales y rematado por un estigma su- mamente pequeño, ligeramente engrosado, obtuso y lampiño. En la mayor parte de las flores el gineceo parece abortado, o el estilo per- manece ensortijado y corto, por Jo cual supongo que las inflorescen- cias resultan polígamas, con sólo 2 6 3 flores apicales perfectas, y esto me explicaría por qué cada cabezuela no produce más que una sola legumbre; la polinización es anemófila, pero las flores son muy visi- tadas por insectos dipteros o himenópteros. La legumbre es linear, larga, ancha, más o menos de 6 a 12 centi- metros de largo, por 15 a 25 centímetros de ancho, delgada, redon- deada en la extremidad anterior, donde se prolonga en un pico angos- to, agudo de 3 a 5 milímetros de largo; en la extremidad posterior es LEGUMINOSAS BONAERENSES 133 redondeado-cuneada, estirándose en una parte angosta, casi pediceli- forme; con las nervaduras marginales (sin replo !), moderadamente engrosadas, abriéndose netamente en dos valvas que permanecen más o menos planas, papiráceo-apergaminadas, de color ceniciento sucio, algo ásperas al exterior, blanquecinas y lisas en su interior, sin ras- tros de tabiques; las semillas, en número de 6 a 12 en cada legumbre, son transversales, bien alejadas de los bordes, eliptico-cuadrangula- res, ligeramente trasovadas, de cantos obtusos redondeados, muy comprimidas, de más o menos 12 milímetros de largo por 6 milímetros de ancho y 1,5 milímetros de espesor, de color avellana más o menos intenso, lampiñas, lisas, o casi lustrosas, conectadas con la placenta ventral por un funículo filiforme, en la juventud recto, extendido, de Sa 10 milímetros de largo, a la madurez doblado sobre sí mismo co- mo una S mayúscula, algo más engrosado, de color rojizo, sin rastro de estrofíolo. El testa es delgado, coriáceo, duro, de color pardo-olivá- ceo; los cotiledones chatos, enteros en todo su contorno, carnosos, amarillos, en su línea mediana, a un tercio de la longitud desde su ba- se llevan adherido el germen, formado de una radícula elíptico-subfu- siforme, de 3 milímetros de largo por más o menos 1 de ancho, algo más pálida, encajada en un alvéolo longitudinal, y de una plúmula de más o menos 2 milímetros que muestra 2 hojas rudimentarias. ADESMIA DC. (1825) (Patagonium Sehrank, 1568) Cáliz 5-fido, con lacinias subiguales; corola amariposada, con qui- lla obtusa, aguda o picuda, algo más corta que el estandarte ; estam- bres 10, con filamentos libres, de los cuales los dos superiores a veces son algo ensanchados en la base y se adhieren a la uña del estandar- te; anteras uniformes; estilo filiforme, lampiño, con pequeño estigma terminal; lomento sin replo, con la sutura superior recta y la inferior más o menos profundamente sinuosa, con artejos semidiscoidales o subcuadrados, convexos o chatos, dehiscentes o indehiscentes, lampi- nos, vellosos, plumoso-cerdosos o glandulosos. Hierbas, subarbustos o arbustos, inermes o espinosos, de aspecto y tamaño muy variados, con hojas imparipinadas, 3 -=o- folioladas, estipuladas, pero sin estipu- lillas ni glándulas peciolares. Flores más o menos amarillas, con es- 134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA trías rojas, axilares solitarias o acrógenas, racemosas:; brácteas pe- queñas ; bractéolas nulas. Género exclusivamente sudamericano que comprende más o menos 100 especies; el nombre Adesmia ha sido creado por De Candolle, re- firiéndose a los estambres totalmente libres. La determinación exacta de las numerosas especies de este género es bastante difícil y engorrosa, pues carecemos de una monografía del mismo, y las descripciones de los diferentes autores. esparcidas en infinidad de obras, no responden a un plan descriptivo común y muchas veces son tan imperfectas que imposibilitan el reconocimiento del vegetal a que se refieren. Las especies herbáceas de este género forman parte del césped de nuestras praderas y, por lo tanto, pueden considerarse como esencias forrajeras, pero es de creencia común en los ganaderos, que produz- can trastornos gástricos y cálculos a los animales que las consumen : sería oportuno estudiarlas desde el punto de vista bromatológico y verificar si se trata de una simple suposición o si hay en ello algún rastro de verdad. 1. Plantas arbustivas, enderezadas. 2d Plantas herbáceas, rastreras. 3: 2. Arbustos espinosos. Á. Canescens. Arbustos inermes. A. pampeana. 3. Hojuelas mayores, por lo menos de 15 mm de largo, verdes, lampiñas. A. latifolia. Hojuelas menores, siempre de 10 mm de largo. 4. 4. Lomentos todos salpicados de puntitos algo salientes, glandulosos, de color obscuro. A. punctata. Lomentos unicolores, sin rastro de glándulas, o muy pocas y poco aparentes. 5. >. Plantas de color verde vivo. 6. Plantas de color gris o ceniciento. e 6. Lomento con pubescencia recostada, blanda; plantas lampiñas o ligera- mente pubescentes, no glandulosas. A. bicolor. Lomento econ pubescencia endere; ada, cerdosa, que lo vuelve áspero ; planta glanduloso-pubescente ; hojuelas trasovadas, escotadas. A. hedysaroides. 7. Lomento con pelillos simples, esparcidos; hojuelas bastante separadas unas de otras, agudas en el ápice, Á. incana. Lomento con cerdas plumosas. 8. 5. Hojuelas muy aproximadas, generalmente empizarradas, o por lo menos LEGUMINOSAS BONAERENSES 135 tocándose por los bordes, que disminuyen de tamaño desde la base; todas las partes, especialmente los raquis de los racimos, muy glan- dulosas. A. filipes. Hojuelas bastante separadas unas de otras (nunca se tocan por los bordes) sin glándulas o con muy pocas y poco aparentes. A. grisea. Adesmia bicolor (Poir.) DC. Planta vivaz, de color verde vivo en todas sus partes, de tallos re- costados, rastreros, radicantes en los nudos, con ramas herbáceas, lampiñas o ligeramente pubescentes; hojas más o menos recostadas sobre el suelo, con pecíolo estipulado, de 5 a 10 centímetros de largo, que lleva en sus tres cuartos superiores unas 15 a 21 hojuelas en pa- res opuestos, aovado-oblongas, agudas, de menos de 10 milímetros de largo, lampiñas o casi, membranosas o ligeramente carnosas; racimos terminales, enderezados, de hasta 20 centímetros de largo, con pocas flores amarillas bastante separadas unas de otras, mediocres, sosteni- das por pedicelos más cortos que ellas ; lomento de 5 a 7 artículos se- midiscoidales, lenticulares, ligeramente pubescentes. Es común en todos los campos graminosos, especialmente altos y de terreno algo liviano. Con el tipo descrito de esta especie se halla a veces una variedad que se diferencia por sus hojas obtusas y a ve- ces algo más anchas, que fué descrita por los autores como especie autónoma con el nombre de A. pendula (Poir.) DOC. Adesmia canescens (A. Gray) B. y H. Streptodesma canescens A. Gray Arbusto punzante, muy ramoso y enmarañado, que forma matas de unos 50 centímetros de altura, terminando sus ramas en largas y agudas espinas, a veces simples, a veces algo ramosas, con aparato foliar muy poco abundante; tanto la parte superior y joven de las ramas, como las hojas, están todas cubiertas de un vello pequeño, muy tupido y adherente, no sedoso, que da a las distintas partes un color ceniza y a veces hasta blanco; las ramitas nuevas son angulosas y con líneas longitudinales salientes; las hojas alternas, con pecíolos algo achatados en la cara ventral, con pequeñísimas aurículas basales 136 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA llevan en su mitad superior de 2 a 3 pares de hojuelas ovaladas o lanceoladas de 3 a 5 milimetros de largo por 1 6 2 de ancho, general- mente obtusas y de borde enterísimo, relativamente gruesas y más o menos rigidas ; las flores, de corola amarilla, mediocres, aparecen en las ramas apicales espiniformes en muy corto número y bastante se- paradas unas de otras ; los lomentos, de 3 a 6 artículos subglobosos, generalmente distribuidos en forma espiralada, al exterior de color ceniciento casi blanco, sin cerdas, glándulas ni tubérculos, se des- prenden fácilmente por separado, uno a uno, abriéndose entonces a lo largo de la línea sutural, ventral. Arbusto xerófilo típico, endémico de las costas más áridas de la atagonia occidental, en Chubut y Río Negro; en la provincia de Buenos Aires ha sido señalado en la boca del rio Negro y bahía de San Blas. Adesmia filipes A. Gray Hierba (anual o vivaz?) inerme, de ramas a veces arqueado-ascen- dentes, a veces más o menos rastreras, cubierta en todas sus partes por un vello fino muy tupido y adherente, que le comunica un color ceniciento a veces casi blanquecino; además de este vello posee, principalmente en las partes más tiernas, un número mayor o menor de glandulitas pediceladas, de color casi negro, que la vuelven en par- te viscosa; las hojas tienen un pecíolo provisto en la base de estípu- las y en su mitad superior de 5 a S pares de hojuelas, cuyo tamaño aumenta gradualmente de abajo hacia arriba, muy aproximadas entre sí por los bordes, casi lateralmente empizarradas, alargado-ovaladas, elípticas o subespatuladas, obtusas, enteras, relativamente espesas, pero poco rígidas, ceniciento- blanquecinas en ambas caras; la inflo- resceneia es un racimo situado en la extremidad de las ramas, que se transforman en eje floral áfilo; las flores, menos que mediocres, las in- feriores bastante separadas, las superiores más y más acercadas, de corola amarilla, son llevadas por pedicelos filiformes, 2 y hasta 5 veces más largos que la propia for; los lomentos están formados por 5 a 6 artejos semidiscoidales, casi lentieulares, cenicientos, adornados con un gran número de cerdas largas, plumosas, rectas o encres- padas. Hierba xerófila, endémica de la región patagónico-boliviana, pues su área de dispersión se extiende desde el río Santa Cruz hacia el norte sobre el faldeo oriental andino y provincias oligombrias (Men- LEGUMINOSAS BONAERENSES 137 doza, San Luis, La Rioja, Oatamarca, San Juan, Salta, Jujuy); en la provincia de Buenos Aires fué hallada en los médanos cerca del Car- men de Patagones y Bahía Blanca. Adesmia grisea Hk. f. Planta inerme, vivaz, herbácea, de tallos rastreros a veces muy lar- gos, cubierta en todas sus partes de una pubescencia uniforme, adbe- rente, de pelillos blanquecinos, que comunican a todas sus partes, es- pecialmente alas nuevas, un color ceniciento a veces con matiz lige- 'amente azulado; no posee cerdas heterogéneas ni enderezadas, pero a veces unas pocas glandulitas obscuras cortamente pediceladas ; ho- jas bastante apartadas, generalmente recostadas, con pecíolo estipu- lado, de 3 a 5 centímetros de largo, provistas en sus dos terceras pat- tes superiores de 6 a 10 hojuelas por pares, opuestas o ligeramente alternas, lineal-espatuladas o trasovaladas, muy obtusas, con o sin apículo apical, muy enteras, a veces membranosas, otras casi carno- sas, poco rígidas, blanco-cenicientas en ambas caras; la inflorescen- cia es un racimo que termina las ramas, cuyo eje es inferiormente desnudo y en su parte superior lleva unas cuantas flores, casi gran- des, de corola amarilla cuyo estandarte tiene el dorso sedoso, sos- tenidas por pedicelos iguales o algo más cortos que dichas flores; lomento lineal, de 3 a 6 artejos semidiscoidales, sublenticulares, ceni- ciento-pubescentes, adornados de largas y encrespadas cerdas plumo- sas más 0 menos numerosas. Hierba xerótila y psamófila muy parecida al A. incana Vog. del cual se aparta por la carencia de pelos heterogéneos cerdosos paten- tes, por las hojas no agudas, y sobre todo por las cerdas plumosas de sus lomentos. Planta endémica de la región patagónica occidental; en la provincia de Buenos Aires sólo ha sido señalada en la des- embocadura del río Negro, cerca de Carmen de Patagones. Adesmia hedysaroides (Selrank) Hauman Adesmia muricata DC. Planta herbácea, vivaz, de ramas enderezadas o a veces más o me- nos recostadas, lampiñas, pubescentes o vellosas, de color verde en 138 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA todas sus partes; hojas más o menos numerosas, enderezadas, con pe- ciolo estipulado de 4 a 5 centímetros de largo, que lleva en sus dos tercios superiores de 5 a 15 hojuelas oblongas o trasovadas, escota- das en la punta, membranosas, más o menos blandas; racimos apica- les enderezados, de más o menos 10 a 15 centímetros de largo, con escasas flores bastante separadas, especialmente las inferiores, menos que mediocres, sostenidas por pedunculillos delgados más largos que ellas, con corola amarilla; lomento recto o encorvado, de 6 a 7 artejos semidiscoidales, sublenticulares, a veces con una protuberancia en su mitad, todo salpicado de pelitos rígidos, enderezados, bastante pe- quenos. Planta subxerófila que no es rara en los campos altos y de terreno liviano, de gran parte de las provincias cálidas secas de la Repúbli- ca: mis ejemplares fueron recolectados en 9 de Julio, acompañados por la variedad de hojuelas más anchas y de borde dentellado que algunos autores consideran como especie autónoma bajo el nombre de A. pimpinellifolia Poir. Adesmia incana Voz. Planta ¡nerme, herbácea, vivaz, de tallos enderezados o rastreros radicantes, a veces cubierta en todas sus partes de una pubescencia adherente de pelillos blanquecinos, sin glándulas de ninguna es- pecie, que dan a todo el vegetal un color ceniciento bien marcado, de donde viene su nombre especifico; además posee unas cerditas amarillentas, enderezadas, grandes, más o menos tuapidas y rigidas; hojas bastante separadas unas de otras, enderezadas o recostadas, con pecíolo estipulado de 5 a 6 centímetros, provisto en su mitad su- perior de 5 a 11 hojuelas elípticas, ovaladas o lanceoladas, agudas o ligeramente redondeadas, relativamente gruesas y algo carnosas, bien apartadas entre sí, y cuyo tamaño aumenta por lo general hacia el vértice; racimos terminales, enderezados, de 15 a 20 centimetros, con flores más o menos numerosas, por lo común algo apartadas, ama- rillas, mediocres; lomento lineal, de 3 a 7 artejos semidiscoidales, sublenticulares, densa y finamente pubescentes y cenicientos, con al- guna cerdilla recostada amarillenta. Planta eminentemente psamófñila; ería en abundancia en todos los médanos de la costa oceánica, desde Mar del Plata hasta la boca del río Negro; existe también en los médanos mediterráneos con o sin LEGUMINOSAS BONAERENSES 139 lagunas de la provincia de Buenos Aires, como en la sierra de la Ven- tana, en Puan, en Guaminí, ete. Adesmia latifolia (Spr.) Voz. Tallos del todo herbáceos, rastreros, con frecuencia radicantes en los nudos, lampiños o salpicados a veces de pequeñas y ralas granula- ciones; hojas pocas, enderezadas, de 10 a 20 centímetros, con pecíolo estipulado en la base, desnudo en su tercio o mitad inferior, y en la parte restante provisto de 11 a 25 hojuelas oblongas, anchas, lampi- ñas, enteras o con algún pequeño diente irregular, variando de ta- maño de 15 a 25 milímetros de largo por 5 a S de ancho, con ápice redondeado, y base más o menos cuneiforme; racimos terminales, en- derezados, de hasta 55 centímetros de largo, con flores amarillas bas- tante apartadas, grandes, sostenidas por pedunenulillos tan largos como ellas, bracteolados; lomento casi horizontal o péndulo, de 25 a 30 mi- límetros de largo, formado por 6 a 9 artejos suborbiculares, casi lam- piños o erizados de pocos pelillos ; semillas arrinonadas, lisas, pardas. Hierba hidrófila que ería en el césped estuárico de los grandes ríos, desde el Río Negro hasta el Paraguay; en la provincia de Buenos Ai- res ha sido señalada cerca de Carmen de Patagones, en La Plata y San Isidro. Adesmia pampeana Spez. Subarbusto inerme, perenne, enderezado, de hasta 50 centimetros de altura, con tronquito leñoso, corto, y muchas ramas verticales, Casi fasciculadas, poco divididas, semileñosas en la base, herbáceas arri- ba, de color ceniciento en todas las partes tiernas, por una pubescen- cia tupida y adherente que las recubre; hojas más o menos numero- sas, erecbas, casi paralelas a las ramas, pari-pinadas, formadas por un pecíolo provisto en la base de estípulas lanceolado-lineales, que en su mitad superior lleva generalmente de 5 a 10 hojuelas opuestas, oblanceoladas, algo rígidas y plegadas sobre la cara ventral termina- da en puntita provista como de un mechoncito de pelos; las inflores- cencias son racimos terminales formados por el prolongamiento de la rama recta sembrada de pelillos, de los cuales, a veces, algunos son elandulosos : llevan de 15 a 30 flores, las inferiores separadas, las superiores acercadas, amarillas, mediocres, sostenidas por pedicelos 140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ; de longitud igual al de ellas; el lomento está formado en la mayoría de los casos por 3 artejos solamente (cada uno varía entre semidis- coidal y cuadrangular), algo lenticulares, con una pequeña giba en cada cara, de color verde-rojizo, con algunos pocos pelillos y un cier- to número de puntos glandulosos obseuros:; semillas ovalado-discoi- dales, parduscas, lisas. Esencia xerófila y petrófila, localizada exclu- sivamente, por ahora, en las sierras pampeanas de la Ventana, Pilla- huincó y Curamalal. No creo que tenga aplicación ; sobre ella se ha señalado el parasitismo de una Citinácea (Pilostylis Berteroi Gard. Guill.) que sólo había sido indicada sobre otra Adesmía arbustiva de la cordillera de Mendoza. Adesmia punctata (Poir.) DC. Planta vivaz, con tallos largos, cilíndricos, rastreros y radicantes, salpicados en todas sus partes de puntitos glanduloso-resinosos más o menos abundantes; hojas alternas, enderezadas, con peciolo estipu- lado en la base y en su mitad superior provisto de 15 a 25 hojuelas oblongas, de 5 a 10 milímetros de largo, obtusas, lampiñas pero glan- duloso-puntuadas, en la cara superior algo híspidas, pubescentes a lo largo de las nervaduras en la cara inferior; racimos florales termina- les, de hasta 15 centímetros de largo, con flores bastante acercadas entre sí, mediocres, de color amarillo, sostenidas por peduneulillos de igual largo que ellas; lomento recto o ligeramente arqueado, de 4 a S artejos semidiscoidales, fácilmente reconocible por hallarse todo eu- bierto de puntitos salientes glandulosos de color obscuro. Ista especie xerófila y tal vez halófila, no es rara en los campos salitrosos de todas las provincias templadas, cálidas y secas del país: en la provincia de Buenos Aires ha sido hallada en los campos are- nosos del oeste, especialmente en los alrededores de Pehuajo. AESCHYNOMENE Ll. (1, 173%) Cáliz 5- fido, a veces bilabiado, con el labio superior 2- dentado y el inferior 3-fido; Hores amariposadas, de quilla variable, u veces aneha y obtusa, a veces angosta y encorvada o picuda; estambres 10, a veces soldados en dos grupos que forman un tubo hendido en la parte dorsal y ventral, o solamente en el lado inferior, por excep- LEGUMINOSAS BONAERENSES 141 ción con el estambre vexilar libre y los demás entresoldados ; anteras uniformes; estilo aleznado, corvo, lampiño, rematado por un pequeño estigma terminal; lomento sin-replo, con artículos a veces cuadran- gulares, otras veces elípticos o semiorbiculares, 1- semillados, inde- hiscentes. Hierbas o arbustos enderezados, nunca volubles, inermes; hojas imparipinadas, estipuladas, de hojuelas >o, pequeñas, enteras, sin es- tipulillas ; flores amarillas, a veces con venas rojas, en racimos axila- res o terminales, simples o racemosos; brácteas estipuliformes ; brae- téolas recostadas contra el cáliz. ] Género termófilo de todo el mundo, que comprende más o menos unas 50 especies. Su nombre deriva del latino Aeschynomene, con el cual Plinio indicaba cierta planta de Egipto. 1. Planta herbácea, anual, salpicada de cerdas bulbosas enderezadas ; lo- mentos con artículos cuadrados. A. hispida. Planta arbustiva, perenne, completamente lampiña; lomento con artí- enlos elípticos o casi discoidales. A. montevideensis. Aeschynomene hispida W. Planta inerme, anual, enderezada, de hasta 1 metro de alto, herbá- cea, de color verde pálido en todas sus partes, con tallos erectos fis- tulosos, poco ramificados, lisos o estriados longitudinalmente, y todos salpicados de cerdas de base bulbosa, ralas, grandes, erectas, a veces pardas; hojas alternas, con pecíolo de 5 a 10 centímetros de largo, provistas en la base de estípulas espolonadas, semiatlechadas, peque- nas y caducas, llevando en sus tres cuartas partes superiores de 3 a 20 pares de hojuelas oblongo-elípticas muy obtusas y cuyos márgenes ofrecen dientecillos apenas visibles y armados de una cerdita. Inflo- rescencias en racimos apicales flojos y con pocas flores de tamaño mediocre, con corola de color amarillo pálido, a veces con las nerva- duras del estandarte más obscuras, rojizas; lomentos lineales, muy chatos, de color pardo pálido, formados de 6 a 9 artejos cuadrangula- res, con nervadura marginal engrosada, y en su centro lisos o con frecuencia provistos de algunos pequeños tubérculos irregulares. Planta eminentemente hidrófila que se halla en los bañados y a lo largo de las zanjas en todas las provincias pleiombrías del norte (Cha- co, Corrientes, Misiones, Tucumán, Salta). Es frecuente en el Delta del Paraná y en los bañados estuáricos del río de la Plata, como en la 142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA isla Santiago, en Quilmes, en San Fernando, pero sospecho que con- curra sólo como esencia adventicia, porque las semillas que he colee- cionado varias veces, sembradas, nunca brotaron, lo que me hace suponer que en esta latitud no lleguen a madurar. No tiene propieda- des ni aplicaciones conocidas. Aeschynomene montevideensis Voz. Arbusto inerme, de 1 a 3 metros de altura, todo lampiño, endereza- do. variadamente ramoso, con ramas cilíndricas, a veces estriadas, ro- jizas y más o menos mimbreadas; hojas alternas, de 3 a 15 centímetros de largo, con pecíolo provisto en la base de estípulas más o menos erandes, a veces enormes. semiatlechadas, abroqueladas y de 10 a 24 pares de hojuelas linear-oblongas, muy variables en tamano, a veces de 5 milímetros de largo por 1-1,5 de ancho, otras veces de 15-20 milímetros de largo por 5-7 de ancho, generalmente de ápice obtuso y entero, mueronado o no, de base asimétrica, con peciolillos muy pequeños, todas lampiñas, de color verde intenso, algo más pálidas en la cara inferior; racimos apicales generalmente muy sueltos y flojos, con brácteas estipuliformes caducas antes de la antesis; flores medio- eres, casi grandes, de corola amarilla más o menos teñida de rojo al exterior, y con nervaduras de color carmín interiormente; lomentos lampiños, rojizos, de cerca de 5 centímetros de largo, con 515 ar- tículos elíptico-subeuadrangulares, muy comprimidos lateralmente, con una prominencia más o menos notable en el centro; semillas orbiculares, comprimidas, lisas, pardas. Planta eminentemente hidrófila, común en los bañados de todas las provincias cálidas de la República, desde el cabo San Antonio hasta el norte; es abundante en los bañados estuáricos alrededor de La Plata. Planta elegante y ornamental digna de cultivarse en los jar- dines; no tiene aplicación. En la Flórula de La Plata del profesor C. Spegazzini, se menciona una A. bonariensis, especie nueva del autor; después de varias inves- tigaciones pude comprobar que se trata de una sola forma transito- ria de esta planta; cuando las viejas matas se cortan o se queman en invierno producen en la primavera ramas mimbreadas, erectas, fistulosas, tiernas y easi carnosas, con enormes estípulas y hojas tam- bién de un tamaño anormal que rematan en racimos cortos e híspidos, de flores algo mayores de lo común, de vivo color anaranjado; esta LEGUMINOSAS BONAERENSES 145 forma, casi teratológica, es la que ha dado origen a la pretendida nueva especie que hay que invalidar o bien conservar como simple forma. El 4. montevideensis, a pesar de ser planta hidrófila y vivir casi constantemente en el agua, desarrolla órganos hidrófilos representa- dos por los ejes radicales muy aumentados de diámetro, casi napifor- mes, que le permiten resistir a la sequía de ciertos años. ARACHIS L. (I, 1737) Cáliz tubuloso, filiforme, terminado por 5 lóbulos membranosos, de los cuales el inferior es libre, y los 4 superiores entresoldados ; corola amariposada, con los pétalos insertos al ápice del tubo calici- no, con quilla poco encorvada ; estambres 10, todos entresoldados en tubo, con anteras dimorfas, alternas, las que están sobre los filamen- tos más largos basifijas, las otras versátiles; estilo filiforme, imber- be, con estigma terminal, subgloboso, pequeño; legumbre corta, gruesa, casi cilíndrica, obtusa, exteriormente nervoso-reticulada, indehiscente, de paredes coriáceas : contiene de 1 a 4 semillas sub- elobosas, amarillentas o rojizas. Plantas anuales o vivaces, rastreras, de tallos cilíndricos, con hojas alternas, pinadas, de grandes estípulas soldadas a la base de los pecíolos y 2 pares de hojuelas; flores mediocres, amarillas, sentadas, en cabezuela o espigas axilares; brácteas y bractéolas lineares. Des- pués de la antesis, los pedúnculos florales sufren un crecimiento anor- mal rápido, dirigiéndose hacia el suelo, donde sepultan el ovario, madurando así el fruto bajo tierra. Género sudamericano con 7 especies, de las cuales 1 cultivada en todas las regiones cálidas del globo; su nombre viene del griego y se refiere al aparente desorden de sus inflorescencias. Arachis hypogaea L. (n. v.: maní o cacahuete) Planta anual; tallos robustos de 30 a 50 centímetros, angulosos, vellosos al principio, erectos más tarde, más o menos recostados en el suelo; hojas con 4 hojuelas elípticas o aovadas de casi 15 milímetros de largo y ancho, obtusas, con mucrón apical, de un verde vivo, lampi- 144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ñas en el epifilo y vellosas en-el hipofilo. Flores irregularmente agru- padas en la axila de las hojas inferiores; tubo calicino filiforme, muy largo, velloso, coronado por un limbo de 6 a S milímetros de largo; co- rola de color amarillo oro, con estandarte de casil0 milímetros de lar- go y ancho. Legambre casi cilíndrica, algo enangostada en el medio y obtusa en los extremos, reticulada, con 1 a 4 semillas subglobosas lisas, de testa membranoso, amarillento o rosado. Planta cuya patria está aún en discusión, pero seguramente sud- americana como todas las otras especies de este género; muy culti- vada en toda la región cálida de la República Argentina, se halla a veces esporádicamente espontánea. La coleccioné hace algunos años en los médanos de la Isla Santiago. Es una de las plantas más útiles; sus semillas comestibles, crudas y tostadas, proporcionan un excelente aceite para toda clase de usos: sus tallos verdes ofrecen buen forraje para el ganado, y secos pue- den proporcionar pasta para papel y fibra textil de bastante buena calidad. ASTRAGALUS L. (1, 1737) Cáliz tubuloso, con 5 dientes casi iguales; corola amariposada, de pétalos por lo general largamente unguiculados; estambres 10, con fi- lamento vexilar libre, los otros 9 entresoldados en tubo, y anteras uni- formes ; estilo filiforme, reeto o corvo, lampiño, con pequeño estigma terminal: legumbre sesil o pedicelada, generalmente dehiscente, 2- valvar, coriácea o membranosa, chata o hinchada, linear o más o me- nos ancha, con frecuencia con la sutara dorsal o inferior doblada ha- cia adentro y a veces prolongada en una membrana que divide al fruto Jongitudinalmente en dos celdillas paralelas imperfectas, que contienen semillas por lo común arriñonadas, sin estrofiolo y en nú- mero variable. Hierbas, subarbustos o arbustillos más o menos ramosos, inermes o a veces espinosos, por los pecíolos que se endurecen y transforman en espinas ; hojas impar- o paripinadas (rarísima vez 1-3- folioladas), con hojuelas de borde muy entero y sin estipulillas; estipulas gran- des. a veces libres, otras soldadas a la base del pecíolo, y por fin a ve- ces trabadas entre sí formando una semivaina opositifolia. Flores mo- radas, azules, blaneas o amarillentas, generalmente racemosas, muy rara vez umbeladas o solitarias, sostenidas por pedúneulos axilares o LEGUMINOSAS BONAERENSES 145 que salen del cuello de la raíz; brácteas pequeñas, bractéolas peque- ñas o nulas. Género que cuenta con unas 1500 especies difundidas en todas las regiones frías y templadas del viejo y del nuevo mundo; su nombre viene del latino Astragalus (Plinio) aplicado a una planta hoy in- cierta. Los Astragalus son plantas xerófilas y oreófilas que contienen principios activos; algunas de la región mediterránea nos proporcio- nan la goma llamada «tragacanto»:; pero casi todas brindan raí- ces y hojas antiguamente utilizadas en terapéutica, de acción diuré- tica y drástica; las semillas son siempre tóxicas y producen serios trastornos en los animales que llegan a comerlas; en la República Argentina son abundantes en toda la región patagónico-boliviana, donde se les conoce con el nombre de garbancillos. 1. Fruto de 10-12 mm de largo por 3-5 de ancho, arqueado, por lo co- mún -+ chato arriba y abajo, con sutura superior delgada, no salien- te, y la inferior + hinchada. A. Bergii. Fruto de 18-22 mm de largo por 6-7 de ancho, aquillado arriba, con sutura superior muy saliente, redondeada o plana en la superficie inferior. A. argentinas. Astragalus argentinus mihi (nov. sp.) Plante inerme, herbacée, caulescente, rameuse, couchée, rampante ou dressée ; feuilles alternes presque sessiles, avec stipules libres, ovales ou triangulaires, membraneuses et avec 6 4 9 paires de folioles linéaires aigiies, tres séparées, plisses, glabres sur la face supérieure, argentées et soyeuses sur la face inférieure ; fleurs de grandeur moyenne, en grappes trés pauvres et láches, avec pédoncule dressé, deux ou trois fois plus long que la feuille ; corolle blanchátre, avec des taches bleues et dont Péten- dard est bien plus long que les ailes ; gousses glabres, coriacées, rigi- des, de section presque triangulaire, droites, tres fortement carénées au ventre, aplaties mais non rentrées au dos, faiblement pointues, unilocu- laires, contenant de 15 4 20 graines presque en fer ú cheval, notrátres, brillantes. Planta muy parecida al Astragalus Bergii Hieron., especialmente por las hojas que son casi iguales, pero que se diferencia por las es- típulas libres entre sí, por las flores mayores (más de] doble), por los frutos también casi doblemente más grandes, rectos y sin surco ven- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIL 12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA LEGUMINOSAS BONAERENSES 147 tral. ¿Sería tal vez la variedad B del Astragalus distans A. Gray? Hierba perenne o vivaz, de raíz robusta, que a nivel de la tierra produce varias ramas recostado-ascendentes de 15 a 25 centímetros de largo, cilíndricas (2-3 mm de diámetro), huecas, lisas o ligeramen- te nervado-estriadas en sentido longitudinal, de color ceniciento su- cio, en la juventud cubiertas de pelillos casi cerdosos recostados que la vuelven casi plateada, con ramificación escasa; las hojas impari- pinadas desaparecen pronto y sólo persisten a la altura de los nudos superiores: están en todas sus partes revestidas, como el tallo joven, de pelillos recostados bastante tupidos, casi cerdosos, que le dan un tinte ceniciento claro; las estípulas son ovaladas o triangulares, cor- tas, enteras, agudas, libres entre sí y sólo reunidas por un angosto reborde del lado opuesto a la inserción del pecíolo; pecíolos filiformes, enderezados, rectos, de 2 a 4 centímetros de largo, con 0,35 a 0,50 mi- límetros de diámetro, llevando 11 a 15 hojuelas muy angostamente lineales, de 10 a 15 milímetros de largo por 0,5 a 1 milímetro de an- cho, plegadas, con la cara superior casi lampiña y la inferior pubes- cente, sedosa, agudas en ambos extremos, rectas u onduladas como una S; pedúnculos robustos, cilíndricos, muy poco estriados, opositifo- lios. que nacen en las axilas superiores, arqueado-ascendentes, de 3 a 5 veces más largos que los pecíolos de su hoja: llevan en la tercera o quinta parte superior de 3 a 12 flores muy separadas unas de otras ; estas flores son péndulas, sostenidas por pedicelos encorvados hacia abajo y 5 Ó 6 veces más cortos que ellas, con cáliz de color verde ceniciento, a veces con un vago tinte morado, y corola de pétalos blancos, con grandes manchas azules o celestes; las legumbres lampi- has, coriáceas, mediocres, de 18 a 22 milímetros de largo por 6 a 7 de ancho, inclinadas hacia abajo pero no recostadas contra el pedúncu- lo, rectas, de sección triangular, con la nervadura superior o ventral muy saliente, formando quilla y la inferior plana, no entrada; la cavi- dad interna es única y despejada, con la nervadura dorsal casi nada saliente, colgando de la ventral de 15 a 20 semillas arriñonadas casi en herradura de caballo, lisas, negras, no lustrosas. Planta xerófila, litófila, endémica de las sierras pampeanas austra- les, habiéndosela hallado en el Tandil, en la sierra Peregrina y en la de Curamalal. Sus propiedades son idénticas a las del A. Bergii Hieron. = 10 ANALES DE LA S( JCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA LEGUMINOSAS BONAERENSES 149 Astragalus Bergii Hieron. A. distans A. Gray = A. distinens Makls. Hierba perenne, de raíz robusta y profunda, que forma al nivel del suelo ramilletes más o menos ricos de ramas enderezadas o recostado- ascendentes, de 10 hasta 40 centímetros de largo, cilíndricas (2a 4 mm de diámetro), huecas, recorridas por más o menos 16 nervaduras lon- gitudinales salientes, en la juventud revestidas de pelillos recostados, casi cerdosos, que le dan un color más o menos ceniciento, con la edad desnudas, lampiñas, de color amarillento-pálido sucio. bastante rec- tas y poco ramificadas; las hojas, imparipinadas, son más o menos distanciadas unas de otras, enderezadas, densamente revestidas de pelillos subcerdosos, tupidos y recostados, que le dan color ceniciento, con estípulas más o menos entresoldadas en la base, en oposición a la hoja, lanceolado-lineares, agudas, enteras, con pecíolo filiforme rec- to, de 4 a S centímetros de largo y 0,5 milímetros de ancho, con 15 a 21 hojuelas lineares o filiformes, arqueadas, de 10450 milímetros por 0,5 a 2 milímetros de tamaño, distribuídas en pares opuestos o alter- nos, adelgazadas hacia ambos extremos, de punta aguda u obtusa y de base pecioluliforme corta, pálida, sublampiña; pedúnculos robustos, cilíndricos, estriados, opositifolios, que salen de la axila externa de las estípulas de las hojas superiores, rígidos, enderezados, dos o tres veces más largos que su hoja; en la mitad o cuarta parte superior sos- tienen de 6 a 20 flores bastante separadas entre sí, especialmente las inferiores; estas flores, mediocres, son péndulas, llevadas por un pedunculillo encorvado hacia abajo y 3 Ó 4 veces más corto que las mismas, con cáliz verdoso ceniciento y corola de pétalos amari- llentos que llevan grandes manchas azules; legumbres lampiñas 0 ligeramente pubescentes, coriáceas, pequeñas, más o menos de 10 a 12 milímetros por 3, rara vez 5 milímetros, dobladas hacia abajo, re- costadas contra el pedúnenlo y arqueadas hacia afuera, terminadas en punta mucroniforme, aguda y corta, de sección ovalada, casi acora- zonada, con la nervadura ventral o superior plana, no saliente, y la in- ferior o dorsal entrada, formando sureo más o menos profundo ; la ca- vidad interna es despejada, con la nervadura dorsal algo saliente, colgando de la ventral, por medio de largos funículos, de 18 a 24 semillas arrinonadas, rojizas, lustrosas. 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Planta xerófila y psamófila, endémica de las regiones oligombrias de la Argentina central, es decir: Chubut, Río Negro, Neuquén, Pampa, Mendoza, San Juan, San Luis, Córdoba, sur y oeste de la provincia de Buenos Aires; he estudiado ejemplares de Río Negro, Bahía Blanca, sierra de la Ventana y Nueva Plata. Es planta poco aparente, por su aspecto humilde y su color apaga- do, tóxica para el ganado. BAUHINIA L. (1737) Cáliz inversamente conoide, más o menos alargado, con 5 dientes o lacinias empizarradas o valvadas en el botón, abriéndose a veces co- mo una espata por una sola hendidura lateral, otras veces partiéndo- se más o menos en 5 sépalos; pétalos 5, casi iguales, empizarrados, patentes, el superior interno; estambres 10, a veces todos fértiles, otras más o menos abortados en estaminodios ; filamentos libres o li- geramente entresoldados en la base; anteras oblongas o lineales, ver- sátiles, con dehiscencia longitudinal. Estilo muy corto o largo y fili- forme, siempre lampiño, terminado por un estigma variable en tama- no y forma; legumbre plano-comprimida (tig. S), coriácea, dehiscente en dos valvas (o rara vez indehiscente), dividida interiormente en varias cavidades por tabiques transversales, que contiene varias semi- llas anchas, chatas, subdiscoidales. Plantas arbóreas o arbustivas, u veces trepadoras, muy largas, de ramas cilíndricas o achatadas en forma de cinta, inermes o espinosas; hojas simples, enteras, bifidas o también bifolioladas, con estípulas variables. Flores más o menos grandes, blancas, rara vez rosadas o purpúreas, en racimos terminales o axilares. Género peculiar de las regiones cálidas y tropicales del nuevo y vie- jo mundo del cual se han descripto cerca de 150 especies, varias de las cuales viven en la Argentina. Ha sido dedicado a dos célebres botánicos suizos del siglo xv, Juan y Gaspar Baubin. Bauhinia candicans Bt!l. (n. v.: caoba) Árbol de 3 a S metros, bastante ramificado, con corteza pardo-ce- nicienta, lisa, albura muy desarrollada, blanca, y cerne muy tardío, LEGUMINOSAS BONAERENSES 151 de color castaño obseuro, muy duro y compacto; hojas bilobuladas, 9- nervadas, mediocres, de 22410 centímetros de largo y ancho, con la cara inferior densamente pubescente y la superior lampiña, sostenidas por un pecíolo mitad más corto que ellas, en cuya base existen dos fuertes espinas estipulares, rectas o algo encorvadas; flores grandes, inodoras, de 10 centímetros más o menos de diámetro, con pétalos re- lativamente angostos, cándidos; legumbre muy chata, de hasta 10 cen- tímetros de largo por 15 a 20 milímetros de ancho, lampiña; semillas de color pardo obscuro o casi negras,*'muy chatas, de casi 1 centíme tro de diámetro. Planta hidrófila, antiguamente muy común en toda la provincia de Buenos Aires, donde se le utilizaba como cerco; ahora es más escasa; se ve aún cerca de Pereira y de Quilmes y se cultiva en los jardines y parques de La Plata y Buenos Aires. Planta elegante y muy orna- mental, que proporciona una madera muy apreciada (caoba) de la cual los indios hacían flechas, arcos y lanzas. Cáliz 5- mero, con lacinias empizarradas, de las cuales la inferior es generalmente más grande, cóncava y externa; corola más o menos zigomorfa, con 5 pétalos claramente unguiculados, desiguales, siendo el superior interno y mayor; estambres 10, con filamentos libres, incli- nados, más o menos vellosos en la base y anteras uniformes; estilo fili- forme, con estigma terminal truncado, cóneavo; legumbre muy varia- ble, alargada, comprimida lateralmente, recta, falcada o sigmoidea, indehiscente y subleñosa o dehiscente y subcoriácea, pluriseminada ; semillas atravesadas, muy variables en forma y color, duras y lisas. Arbustos o árboles inermes o con aguijones variamente dispues- tos, enderezados o trepadores. Hojas bipinadas con peciolo variamen- te estipulado, sin glándulas y pinas pauci- o multifolioladas, pudiendo ser los folíolos grandes o pequeños; flores amarillas o rojas, general- mente grandes, dispuestas en racimos axilares o terminales ; brácteas variables; bractéolas nulas. Género termófilo que comprende más o menos unas 40 especies, esparcidas en las regiones cálidas tanto del viejo como del nuevo mundo; su nombre deriva del célebre botánico toscano Andrés Ce- salpino (1594-1665). 152 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1. Plantas arbustivas, —— glandulosas ; flores grandes, con largos estam- bres muy salientes; legumbre normal, apergaminada, dehiscente, bivalva. C. Gilliesii. Plantas arbóreas, nunca glandulosas ; flores mediocres ; legumbre anor- mal, subleñosa, corta, chata pero espesa, negra, indehiscente. C. melanocarpa. Caesalpinia Gilliesii Wall. Poinciana Gilliesii Hk. (n. v.: barba de chivo) Arbusto de 1 a 2 metros de altura, bastante ramoso, inerme y más o menos glanduloso ; hojas con pecíolo primario provisto en la base de dos estípulas lanceoladas, caducas y sin glándulas, que soporta de 16 a 24 pinas alternas u opuestas por pares, cada una de las cuales leva de S a 12 pares de hojuelas más bien pequeñas, oblongas, Jam- piñas, de un lindo color verde obscuro por arriba, pálidas por aba- jo: flores grandes, formando hermosos racimos corimbiformes api- cales, pedunculados, de cáliz rojo, petálos anaranjados y estambres que sobresalen mucho, arqueados, con filamento de color carmín ; el raquis de la inflorescencia. los pedicelos y los cálices se hallan total- mente cubiertos de glándulas pediceladas, rojo-negras, enderezadas. Legumbre grande, lineal, casi sigmoidea, de más o menos S centime- tros de largo por casi 2 centímetros de ancho, comprimida, dehiscen- te, con valvas apergaminadas, revestidas al exterior de glándulas pe- diceladas: contiene de 5 a 9 semillas aovadas, de color marrón, lisas, lustrosas. Planta xerótila, que desde las orillas del rio Negro, lega hasta la Quiaca, prosperando especialmente en todas los lugares secos como Río Negro, Pampa, San Luis, Córdoba, Mendoza, San Juan, Salta, Santiago, Tucumán y Jujuy; en la provincia de Buenos Aires no es tampoco rara y ha sido señalada de Zárate, La Plata, Tandil, Mar del Plata, Necochea, Bahía Blanca y Carmen de Patagones. Muy ele- gante, merece enltivarse como ornamental; parece que sea planta carnívora y que las glándulas del eje floral y pedicelos, capturen, ma- ten y digieran insectos; en todo caso es una planta tóxica como lo ha demostrado por el análisis el doctor A. Dóring, de Córdoba; se pre- coniza para ahuyentar y matar las moscas de las habitaciones, etc. LEGUMINOSAS BONAERENSES 153 Caesalpinia melanocarpa Gris. (n. v.: guayacán, o mejor guayacán negro) Árbol vigoroso, de hasta 20 metros de altura, de copa muy frondo- sa y ramas flexuosas, tortuosas y cilíndricas, inerme y lampiño en to- das sus partes; hojas alternas, bipinadas, con raquis primario del- gado, sin estípulas y con glándula basal pequeña, sesil, llevando en su mitad superior 5 a 9 pinas, delas cuales 2 a 4 pares yugadas y una apical; cada pina sostiene de 5 a 10 pares de hojuelas opuestas por pares, elípticas o trasovadas, de simetría bilateral casi completa, muy obtusas y a veces algo escotadas en el ápice, redondeadas en la base, membranosas, de color verde intenso con tendencia a glauces- cente más o menos marcado; inflorescencia racemosa, en la axila de las hojas superiores o en la extremidad de las ramas; flores me- dioeres, de color amarillo, con tintes rojos en la superficie externa, con estambres poco salientes, de filamentos de color carmín y anteras amarillas ; legumbre de forma muy variable, a veces casi discoidal, otras veces alargada, recta o ligeramente encorvada, espesa, de már- genes muy obtusos, muy redondeada en ambos extremos, indehiscen- te, leñosa, exteriormente negra, lisa, lustrosa, en su interior blanca, rellena; contiene de 3 a S semillas ovaladas, pardas, lisas, lampiñas, dispuestas sin orden. Esta planta crece en todos los bosques de las regiones cálidas de la República (San Luis, Córdoba, Santiago, Tucumán, Salta, Jujuy, Chaco, Corrientes, Misiones) y se cultiva en muchos jardines y par- ques de la provincia de Buenos Aires por la hermosura y color de su follaje fino, que se presta admirablemente para la ornamentación ; su tronco, de erecimiento lento, tiene una albura blanquísima, muy deiga- da, y un cerne muy grande de color pardo-negro, muy compacto, duro y pesado, algo quebradizo, de duración extrema, que no tan sólo se presta para substrueciones en el agua y tierra sino también para tra- bajos finos de enchapado. Creo que sería una de las esencias recomen- dables para la repoblación de nuestros montes. Los frutos contienen una enorme cantidad de ácido melanotánico que podría ser fuente de un comercio activo para cwrtidurías y extracción de tanino puro. 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CALLIANDRA Btl. (1540) (Annesleya Hk. et Sal., 1507) Cáliz campanulado, 5- dentado o (rara vez) 5-fido, valvar; corola campanulada o infundibuliforme, con pétalos entresoldados hasta la mitad, superiormente valvares; estambres >o, con filamentos soldados en tubo en la base por un trecho más o menos largo, muy sobresa- lientes durante la antesis; anteras uniformes, pequeñas; polen con gra- nos agrupados de 2 a 4; estilo filiforme, con estigma apical, obtuso; legumbre lineal, recta o faleada, comprimida a los lados, pluri-semi- nada, coriácea, con márgenes nervadas y engrosadas, dehiscente, bi- valva, con las valvas que se arquean o arrollan desde la punta hacia la base; semillas orbiculo- ovaladas, comprimidas, lisas. Arbustos o arbolitos inermes; hojas bipinadas; hojuelas membra- nosas, oo- yugadas, con estípulas bastante grandes, persistentes, sin estipulillas ni glándulas peciolares. Flores polígamas en cabezuelas esféricas o subumbeliformes, sentadas o cortamente pediceladas; las inflorescencias, más o menos pedunculadas, axilares o terminales ; brácteas pequeñas, caducas; bractéolas nulas. Género termófilo, tro- pical, que comprende unas SO especies, todas americanas con excep- ción de una de la India oriental. Su nombre deriva del griego, refi- riéndose «4 la hermosura de las inflorescencias, que es debida a la longitud y color vivo de los estambres. Calliandra bicolor Bth. (n. v.: plomerillos, borlas de obispo) Arbusto o arbolito de 1 a 3 metros de altura, muy ramificado y en- marañado, con ramas casi cilíndricas, lampiñas; hojas bastante nu- merosas y provistas de estípulas persistentes, con pecíolo común de 2 a 4 centímetros de largo, que sostiene por lo general de 3 a 5 pares de pinas opuestas, cada una de las cuales lleva de 20 a 30 pares de hojuelas pequeñas, empizarradas, algo vellosas en la juventud, lam- piñas cuando adultas; cabezuelas de flores hemisféricas, de 10 a 15 milímetros de diámetro, sostenidas por pedáneulos de 4 a 5 centíme- tros, solitarias o geminadas, axilares, lampiñas; las flores son sesiles LEGUMINOSAS BONAERENSES 155 o casi, midiendo su corola de 3 a 5 milímetros de largo, de la cual sa- len los estambres muy numerosos, cuyos filamentos largos, de 3 a 4 centímetros, tienen la mitad superior rosada y la inferior blanca; le- gumbre algo vellosa, con bordes bastante engrosados. Planta hidrófila y psamófila que se halla en gran parte de la Repú- «blica (Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Misiones); anti- guamente era común en los médanos estuáricos de Quilmes, Punta Lara, Isla Santiago, habiendo actualmente desaparecido casi por com- pleto. Es planta muy ornamental, digna de ser cultivada en los jardi- nes y parques. La €. Tweedii Bth. no se halla espontánea en la pro- vincia de Buenos Aires sino tan sólo al estado de cultivo y bastante escasa. CAMPTOSEMA Hk. et A. (1853) Cáliz tubuloso, 5- fido, los dos lóbulos superiores entresoldados for- mando uno solo, los dos laterales más cortos y el inferior más largo ; corola amariposada, estandarte con dos orejitas dobladas hacia aden- tro en la base, alas y carena rectas, normales; estambres 10; filamen- to vexilar libre en la base y en el ápice, pero en el medio entresolda- do en tubo con los demás; anteras uniformes ; estilo filiforme, lampiño, terminado por un pequeño estigma casi globoso; legumbre pedicela- da, comprimida lateralmente, plana, coriácea, dehiscente, bivalva, pluri-seminada, con la cavidad rellena de tejido esponjoso entre las semillas; semillas faseoliformes, lisas, de color café. Arbustos trepadores, generalmente volubles, de ramas cilíndricas leñosas ; hojas 3- folioladas (generalmente), con estípulas y estipelas ; flores mediocres o grandes, rojas, formando racimos axilares sosteni- dos por pedúnculos nudoso-cicatricosos; brácteas y bractéolas ca- ducas. Género austroamericano de las regiones cálidas, muy próximo a ciertas Collaea, de las cuales se reconoce por la legumbre pedicela- da. Su nombre deriva del griego: 22403, flexible y cu: señal. Camptosema rubicundum Hk. et A. (n. v.: picardía, picardía colorada) Enredadera de ramas perennes robustas que pueden alcanzar va- rios metros de largo, completamente lampiña; hojas con 3 hojuelas 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lanceoladas o elípticas, obtusas y a veces escotadas en la punta, co- riáceas, de nervaduras marcadas, de color verde obscuro y lustrosas en la cara superior, más pálidas y opacas en la inferior. Flores casi grandes, dispuestas en racimos irregulares y flojos, con cáliz agudo, de color aceitunado, y corolas rojas ; legumbres de 4 a 7 centímetros de largo por 7 a 9 oamilimetros de ancho, muy chatas, pubescentes, péndulas, con 6 a S semillas en forma de pequeños porotos chatos de color café, lisas, lampiñas, no lustrosas, con cicatriz blanquecina an- gosta y corta. Planta sin aplicación especial, pero que merecería cultivarse en los jardines por su elegante porte. Se halla en toda la región templada y eálida de la República (Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Misiones, Tucumán, Salta, Jujuy) y en Jos bosquecillos estuáricos de la isla Santiago. CANAVALIA Ad. (1763) Cáliz bilabiado : labio superior mayor, tronchado o bilobo, el infe- rior pequeño, entero o 3-fido; corola amariposada, de estandarte do- blado hacia atrás, alas angostas libres y quilla ancha, obtusa, o alar- gada en pico recto o espiralado; estambres 10, con filamento vexilar soldado en el medio con los otros 9 en tubo; anteras uniformes: estilo encorvado o espiralado, lampiño, terminado por un pequeño estigma: legumbre muy grande, comprimida por los lados, dehiscente, bivalva, provista a lo largo y a cada lado de la sutura ventral, de una expan- sión en forma de costilla o ala longitudinal, pluriseminifera, con la ca- vidad interna dividida en varias partes por delgados tabiques espon- josos ; semillas grandes, ovaladas o casi lenticulares, con borde muy obtuso casi tronchado, óseas, lisas. Hierbas trepadoras, lampiñas, de sarmientos cilíndricos ; hojas 3- folioladas, con estípulas y estipelas. Flores grandes, blanco-rosadas, purpúreas o violáceas, formando racimos axilares pendientes, con ta- quis largo y nudoso:; brácteas y bractéolas pequeñas y caducas, Género de regiones cálidas del antiguo y nuevo mundo, del cual se conocen unas 13 especies, algunas cultivadas. El nombre deriva del herborista italiano del siglo xvu Juan Canavali. LEGUMINOSAS BONAERENSES 157 Canavalia bonariensis Lal. (1. y. : cumandá-guazú, habas de las víboras) Enredadera robusta, hermosa, totalmente lampiña, perenne, de sar- mientos delgados, cilíndricos, que pueden alcanzar a muchos metros de longitud ; hojas trifolioladas, con hojuelas bastante rígidas y ner- vosas, ovaladas, de un verde vivo y lustrosas por arriba. más pálidas y opacas por debajo; flores azules, bastante grandes, en racimos her- mosos, colgantes; legumbre grande, de 10 a 15 centímetros de largo por 4 centímetros de ancho, con ala angosta a lo largo y a ambos lados de la sutura ventral; semillas, de 3 a 6 en cada legumbre, casi dis- coidales, algo chatas, de cerca de 2 centímetros de diámetro y 1 cen- tímetro de espesor, negras, lisas, casi sin lustre, con cicatriz hilar angosta y muy larga del mismo color. Espléndida enredadera hidrófila digna de ser cultivada en los jar- dines; las semillas, como las de sus congéneres, son drásticas y tal vez, en gran cantidad, tóxicas. CASSIA L. (1737) Cáliz corto, con 5 sépalos empizarrados ; corola de 5 pétalos empi- zarrados, libres, casi iguales o el inferior algo mayor; estambres ge- neralmente 10, a veces todos fértiles e isomorfos, a veces los supe- riores más cortos y a veces los 3 superiores mucho menores, abortados o nulos, con filamentos muy largos o muy cortos, algunas veces en- erosados y nudosos o ensanchados al medio; anteras isomorfas o las de los estambres inferiores más grandes, de dehiscencia apical o basal, poricida o longitudinal rimosa; estilo corto o largo, lampiño, rematado por un estigma bastante variable; legumbre cilíndrica, plano-comprimida, tetrágona o 4- alada, membranoso-coriácea o leño- sa, indehiscente o dehiscente y bivalva, con cavidad interna continua o separada en varias celdillas monospermas por tabiques transversa- les; semillas de posición, forma y tamaño variables, pero siempre du- ras, lisas, lampiñas. Hierbas, arbustos o árboles de hojas siempre paripinadas, rara vez áfilos o subáfilos, con estípulas variables y con pecíolos con fre- cuencia glandulíferos. Flores amarillas, rara vez blanquecinas o roji- 158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA zas. axilares o apicales, solitarias o racemosas. Brácteas y bractéolas variables. Género que posee más o menos unas 300 especies de todas las re- siones cálidas del mundo, principalmente de América, faltando total- mente en Europa, Tasmania y Nueva Zelandia; su nombre deriva del griego Káss:x con que se indicaban ciertos vegetales medicinales del oriente. 1. Plantas totalmente desprovistas de hojas, con ramas cilíndricas, largas, lampiñas, — mimbreadas. C. aphylla. Plantas provistas de hujas normales, pinatifolioladas. Ze 2. Plantas anuales o vivaces, herbáceas : hojuelas elípticas u ovaladas, lan- ceoladas. agudas, de $-12 en cada hoja; legambre linear, chata, de- hiscente. O. occidentalis. Plantas perennes, arbustivas o subarbustivas; hojuelas” de 4-6 para cada hoja ; legumbre cilíndrica, subindehiscente. Sh 3. Hojuelas trasovadas, obtusas, a veces algo escotadas ; plantas subherbá- ceas, de color verde amarillento. C. bicapsularis. Hojuelas ovaladas o lanceoladas, agudas; plantas leñosas, casi arboli- tos, de color verde obscuro. C. corymbosa. Cassia aphylla Cav. Arbusto perenne, leñoso, a veces achapar rado y extendido en tie- rra, otras veces más o menos enderezado, pudiendo entonces alcanzar hasta unos 80 centímetros de altura; ramas cilíndricas, lampinas, lisas pero no lustrosas, de color verde muy obscuro, a veces algo rí- gidas y acodado-ramulosas, otras, mimbreadas, delgadas, largas, ar- queadas, pero nunca espinosas ; hojas completamente ausentes ; flores de término medio, comprendido entre mediocres y grandes, en racimos apicales, a veces ralos, otras bastante numerosos y acercados, tanto que simulan una panoja; las corolas son de color amarillo intenso, pero con frecuencia los pétalos y a veces la parte dorsal de los mis- mos sépalos, son más o menos tenidos de rojo ; la legumbre, lampiña, es lineal, angosta, achatada, generalmente bastante arqueada, de 5a $ centímetros de largo por 3 a 4 milímetros de ancho, dehiscente, con valvas apergaminadas, de color castaño por fuera y blanquecinas por dentro: semillas oblicuas, ovaladas, achatadas, pardo-oliváceas, lisas, Iustrosas. Planta xerófila que se extiende desde las orillas septentrionales LEGUMINOSAS BONAERENSES 159 del río Negro hasta la Quiaca, en todas las provincias de clima seco (Río Negro, Neuquén, Pampa occidental, Mendoza, San Juan, Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago, San Luis, Córdoba, La Rioja, Catamarca); para la provincia de Buenos Aires sólo ha sido mencionada de los al- rededores de Carmen de Patagones y de un punto de la orilla sur del río Colorado. Esta plantita sólo se emplea para la fabricación de es- cobas groseras para barrer calles y patios. Cassia bicapsularis L. Arbusto enderezado, todo lampiño, de hasta 1,50 metros de altura, con ramas bastante rectas, cilíndricas ; hojas alternas, con pecíolo pro- visto en la base de estípulas muy caducas y de una glándula (fig. 11) bien visible, alojada entre el punto de inserción del primer par inferior de hojuelas ; hojuelas 3-5 yugadas, trasovadas, muy obtusas, bastante inequilaterales en la base, mediocremente rígidas, de color verde obs- curo en la cara superior, mucho más pálidas y casi amarillentas en la inferior; inflorescencias racemosas, solitarias en las axilas de las ho- jas superiores o agrupadas en el ápice de las ramas formando panojas ; flores grandes, de color amarillo pálido, con 10 estambres fértiles, de los cuales los dos inferiores con anteras y filamentos mucho mayores que los demás: legumbre casi cilíndrica (fig. 7) de 5a S centímetros de largo por 10a 12 milímetros de diámetro, algo carnosa, casi inde- hiscente, de color amarillo al principio, más tarde rojizo. Planta hidrófila, común en los lugares inundables del Chaco, Co- rrientes y Misiones; no la he hallado nunca espontánea en la provin- cia de Buenos Aires y la cito a fe del doctor Hicken (Chl. plat., n* 576), lo que no puede causar extrañeza pues sus vainas son muchísimas veces transportadas desde el norte por las corrientes del Paraná; la pude estudiar viva en los ejemplares cultivados en el Jardín botáni- co de la Facultad de agronomía y veterinaria de La Plata. No le conozco aplicación; me parece bastante elegante y quizá me- reciera ser considerada como esencia ornamental. Cassia corymbosa Lam. (n. v.: rama negra, o sen del campo) Arbusto de 1 a 3 metros de alto, lampiño, de ramas cilíndricas, rec- tas ; hojas con raquis primario de más omenos 4 centímetros, con es- 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tipulas basales lineales, caducas, y una glándula pequeña situada en la mitad más o menos de su parte basal desnuda, llevando general- mente 3 pares de hojuelas brevemente pecioladas, oblongas u oblon- golanceoladas, generalmente agudas, de color verde intenso en la cara superior y más pálido en la inferior; inflorescencias en racimos a veces axilares, pero más generalmente terminales, formando una pa- noja grande o casi un corimbo: flores medianas, de un lindo color amarillo muy vivo, que llevan 5 estambres inferiores con filamento muy largo, 4 con filamentos medianos y 3 superiores, reducidos a es- taminodios laminiformes, ovalados u oblanceolados; legumbre cilín- drica, de más o menos 10 centimetros de largo por 7 a S milímetros de diámetro, de color amarillo, con numerosas semillas. Planta más bien hidrófila, que se halla en todas las provincias tem- pladas y cálidas de la República, siempre en lugares donde abunda el agua a orillas de zanjas y arroyos: antes era muy común en los al- rededores de La Plata y de Buenos Aires en casi todos los cercos, pero hoy ha desaparecido puede decirse por completo, hallándose aún en la región estuárica del río de la Plata (Magdalena, Punta Lara, Quilmes, San Fernando) y en el Delta del Paraná. Parece que este arbolito contiene un principio drástico por lo cual sus hojas se utilizan en la terapéutica casera como un laxante a ve- ces bastante poderoso, cosa que explica su nombre vulgar de sen del campo ; por otra parte es una planta bastante elegante y se cubre a fines de verano de hermosas paniculas de flores doradas que la hacen digna de cultivarse como esencia decorativa. Cassia occidentalis L. (n. v.: café de Bonpland o Taperibá) Planta vivaz, de ramas herbáceas, algo leñosas en la base, de has- ta 1 metro de altura, toda lampiña, con ramas bastante rectas, casi cilíndricas o ligeramente angulosas, de color verde; hojas alternas, con largo raquis primario provisto de dos estipulas lanceoladas en la base, y algo por encima de ésta y en la cara ventral ofrece una glán- dula sentada en forma de verruaguita de color obscuro, mientras en sus dos tercios superiores lleva de 4 a 6 pares de hojas eliptico-ova- lado-lanceoladas agudas, de 2 a 4 centimetros de largo por 1,5 a 2,5 centímetros de aneho, de color verde obseuro en ambas caras, a ve- ces con ligera pubescencia marginal; inflorescencias racemosas, axi- LEGUMINOSAS BONAERENSES 161 lares en las hojas superiores, o apicales formando panícula; flores amarillas, grandes, sostenidas por pedicelos de un largo equivalente a la mitad del de las flores; legumbre lineal, recta o arqueada, de $ a 10 centímetros de largo por 7 a S milímetros de ancho, comprimida lateralmente, dehiscente en dos valvas, con 20 a 40 semillas trans- versales ovaladas, de color verde obscuro. Planta muy común en casi todas las provincias del norte de la Re- pública Argentina (Córdoba, Chaco, Corrientes, San Luis, Tucumán, Salta, Jujuy, Misiones); en la provincia de Buenos Aires sólo me” consta que ha sido coleccionada en las barrancas de San Nicolás. Sus semillas se utilizan en la campaña como substituto del café después de torrefactas, a pesar de no tener ningún alcaloide y sólo varias materias colorantes, entre las cuales una peculiar la «acrosi- na»; según algunos autores las semillas crudas gozarían de propieda- des febrífugas y hasta podrían reemplazar la quinina; la corteza de la raíz se emplea como tónico y como diurético, Por mi parte, además, agregaré, que los tallos y hojas de esta planta contienen leucoindigotina bastante abundante y creo que en otra época hubiera podido aconsejarse su enltivo en lugar del añil. CERCIS L. (L, 1737) (Siliquastrum Ludw., V, 1737) Cáliz inflado, con 5 dientes cortos y anchos; corola pseudo-papilio- nácea; estandarte interno más corto que las alas; estambres 10, casi uniformes, pero los 5 calicinos algo mayores, libres, inclinados ; esti- lo filiforme, relativamente grueso, lampiño, rematado por un estigma terminal obtuso; legumbre anchamente lineal, muy comprimida por los lados, con la sutura ventral ligeramente alada, de dehiscencia tardía, bivalva, pluriseminifera; semillas ovaladas, comprimidas, li- Sas, Negras. Planta arbórea, lampiña en todas sus partes, de ramas cilíndricas; hojas simples, alternas, casi discoidales, enteras, pecioladas, con estí- pulas membranoso-escamiformes, caducas. Flores mediocres, en ma- nojillos irregulares en los nudos de los años anteriores; brácteas im- bricadas, escamiformes ; bractéolas muy chicas o nulas. Género paleo-ártico que comprende 3 ó 4 especies espontáneas en las partes templadas del Asia, Europa y América del Norte. El nom- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 13 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA bre genérico deriva del griego legy:=, naviza de tejer, a que se pare- ce su legumbre. Cercis siliquastrum L. Árbol inerme, de las regiones templadas de Europa, que puede al- canzar una altura de hasta 8 metros, de tronco y ramas algo torcidos, con las partes tiernas todas lampiñas, sin olor especial; las hojas, ca- ducas, simples, tienen un pecíolo con estípulas escamiformes, cadu- cas en la base. y más corto que el limbo, el cual es acorazonado-discoi- dal, con seno muy abierto, de borde entero y ápice ligeramente esco- tado (causa por la cual algunos autores lo consideran formado por dos hojuelas entresoldadas), membranoso, firme y casi rígido ; las ho- jas aparecen después de las flores; las flores nacen en manojos irre- gulares en los nudos de los años anteriores, antes de las hojas, por lo cual la planta es precoz o proteranta; el cáliz es verde obscuro, y la corola de color rosado intenso, sin perfume; las legumbres pardas, lampiñas, planas, alargadas, se abren tardíamente en dos valvas membranosas y contienen S-14 semillas ovaladas, bastante comprimi- das, lisas y negras. El tronco está cubierto de corteza pardo-obscura, casi lisa; la madera dura, liviana (0,626-0,663), con cerne de color verde, vetas pardas y albura blanca, es apreciada en trabajos de carpintería fina. Los botones de las flores se usan como encurtidos en lugar de alca- parras y en algunos países se consumen los granos cocidos, ya sea en- teros o en forma de harina. En la República Argentina es muy co- múnmente cultivado con el nombre de cielamor o árbol de Judas por la belleza de su porte y de sus flores, hallándose en casi todos los parques y jardines. CERCIDIUM Tul. (1544) Cáliz con tubo discifero corto y campanulado, con 5 lacinias casi iguales, valvares ; corola falsamente amariposada, con pétalos empi- zarrados, casi orbiculares, largamente unguiculados; estambres 10, con filamentos todos libres, algo inclinados, vellosos en la base; ante- ras uniformes, versátiles; estilo aleznado, recto, o más o menos enroseado, lampiño, rematado por un estigma pequeño; legumbre li- neal, plano-comprimida, membranácea o subcoriácea, indehiscente o- LEGUMINOSAS BONAERENSES 163 tardíamente dehiscente en dos valvas oblicuamente nervadas. Ramas armadas en los nudos de espinas rectas, solitarias o geminadas ; hojas bipinadas; pinas 1- ó 2- yugadas; hojuelas pequeñas, pocas. Flores amarillas agrupadas en hacecillos sobre Jos nudos, llevadas por pedi- celos delgados. Brácteas mínimas; bractéolas muy pequeñas o au- sentes. Género americano y especialmente andino que comprende de4a 5 especies. Cercidium praecox (R. et P.) Caesalpinia praecox R. et P.= Cercidium andicola Gris. (n. v.: brea) Arbusto o árbol, que parece difundido a lo largo de la falda orien- tal de los Andes desde el Perú hasta el Río Negro y baja alas llanu- vas megapotámicas pampeanas y chaqueñas para alcanzar hasta el Paraguay, variando bastante en estatura, en porte y sobre todo en la pubescencia del aparato filomático, pues mientras en la región andi- na, donde puede alcanzar hasta más de 1500 metros de altura sobre el nivel del mar, es arbusto proterante y lampiño, con fruto corto y monospermo, en las llanuras va aumentando en tamaño para volverse árbol de hasta 6 metros de alto, mientras se hace sinantio y sus hojas se cubren de una pubescencia más o menos tupida y persisten- te, notándose además un sensible alargamiento de la legumbre que lleva entonces hasta 3 6 4 semillas, cada una. Los ejemplares bonae- renses recolectados en la orilla norte del río Negro pertenecen al tipo andino, siendo entonces un arbusto de 1 a 2 metros de alto, lampiño, y a veces ligeramente viscoso, de ramas cilíndricas muy verdes, casi acodadas y nudosas, con 1 ó 2 espinas fuertes en cada nudo, sobre los cuales aparecen las hojas, en hacecillos de pecíolo común corto (4 mm), con un solo par de pinas de 20 a 30 milímetros de largo, cada una de las cuales lleva desde 6 hasta 20 hojuelas trasovadas, elípti- cas u oblanceoladas, obtusas, de color verde vivo, en la juventud pu- bescentes, con la edad lampiñas. Las flores, con pétalos anaranjados y crespos en los bordes, de uña larga y blanquecina, aparecen en ra- milletes, en los nudos, junto con las hojas. La legumbre es una vaina muy chata, aguda en ambos extremos, apergaminada, con nervaduras oblicuas bien marcadas : contiene de 1 a 2 semillas. 164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Planta utilizada como combustible y cuyos troncos proporcionan en abundancia una goma, llamada vulgarmente brea, muy semejante a la arábiga y que parece ya empezó a tener aceptación en el mercado. CICER L. (1737) Cáliz 5- fido, con sépalos más o menos iguales y casi tan largos co- mo la corola; estambres 10, con filamentos superiormente ensancha- dos, el vexilar libre y los otros 9 entresoldados en tubo tronchado oblicuamente en el ápice; estilo doblado hacia arriba, cilíndrico, im- berbe, terminado por un estigma ligeramente hinchado sub-oblicuo ; legumbre elíptica, subglobosa, inflada, dehiscente, bivalva, 1 6 2 semi- nada. Semillas grandes, casi globosas, que recuerdan una cabeza de carnero, unicoloras. Flores más bien pequeñas, de corola blanca o ro- sada, sostenidas por pedicelos axilares geniculados, solitarias o en número no mayor que 3. Plantas herbáceas, anuales, endebles, semi- trepadoras, todas cubiertas de una pubescencia glandulosa, rala y erguida, con tallos redondeado-tetrágonos; hojas alternas, dísticas, con raquis provisto en la base de 2 estípulas dentadas, llevando 6 a 19 hojuelas alternas, aserradas, sin estipelas, terminando general- mente en una hojuela falsamente impar o por una cerda o un zarci- llo. Brácteas pequeñas, bractéolas ninguna. Género gerontogeo, con 7 especies todas de la región europea orien- tal y Asia occidental, de las cuales una 'se halla cultivada en todas partes del mundo, Cicer arietinum L. (n. v.: garbanzo) Hierba anual, de 20 a 40 centímetros de altura, cubierta en todas sus partes por pelos no muy tupidos, enderezados y “terminados por una glándula apical; los tallos, aunque bastante gruesos, son débiles, semitrepadores; las hojas tienen un raquis, cuyas estípulas basales se- miovaladas lHevan de 3 a 5 dientes cuspidados, con 12 a 19 hojuelas alternas, ovalado-elípticas, enteras en su tercio inferior, y en los dos tercios superiores aserradas, llevando a cada lado de 6 a 10 dientes agudos y terminando generalmente por una hojuela que simula un ele- mento impar por la atrofia total o parcial de la cerda o zarcillo, que sólo raras veces se desarrolla; los pedicelos florales son más cortos LEGUMINOSAS BONAERENSES 165 que los raquis, llevan por lo general una sola flor y ofrecen un brus- co acodamiento en su mitad donde existe la bráctea; los sépalos son lanceolados, largos, agudos y verdes; la corola lampiña o casi, blan- ca o rosada; la legumbre, elíptica, ovalada o casi esférica, inflada, eglanduloso-pubescente, contiene de 1 a 2 semillas grandes, lampiñas, de un solo color casi carnecino y ofrecen un curioso aspecto semejante a una cabeza de carnero, notándose muy visible la chalaza y el hilo. Planta calcífila y también psamófila, de climas templado-cálidos ; cultivada desde la más remota antiguedad, y hoy en todos los conti- nentes, porque sus semillas constituyen un alimento muy nutritivo, más que los guisantes a los que se acercan por su composición quí- mica; se consideran como diuréticos y la harina de ellos ha sido pre- conizada para las enfermedades de la piel y hasta para el cáncer. DESMANTHUS W. (18506) (Acuan Med., 1786) Cáliz campanulado, 5- dentado; corola pentámera, dialipétala, con pétalos de prefloración valvar ; estambres 56 10, de filamentos libres, más largos que los pétalos y anteras uniformes ; estilo filiforme, lam- piño, algo engrosado en su parte superior y terminado por un peque- no estigma cóncavo; legumbre sesil, lineal, recta o arqueada, plano- comprimida, de ápice agudo, membranoso-coriácea, dehiscente, 2- val- ya, con cavidad interna continua o tabicada, pluriseminífera ; semillas oblicuas, ovalado-romboidales, comprimidas, pardas, lisas. Plantas vivaces o perennes, de ramas herbáceas, angulosas ; hojas bipinadas, con hojuelas numerosas y pequeñas, con estípulas cerdo- sas, persistentes y generalmente con una glándula entre el primer par inferior de pinas. Inflorescencias en cabezuelas globosas u ova- ladas, llevadas por largos pedúnculos axilares, con flores pequeñas, a veces todas 3, otras con las inferiores Of. Plantas de tipo xerófilo y de climas cálidos, de las cuales se cono- cen unas S especies, siendo una esparcida en todos los continentes, las otras americanas solamente. 166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Desmanthus virgatus W. Plantita muy poco aparente, enderezada, de unos 20 a 40 centíme- tros de alto, verde, totalmente lampiña, sin olor y que está general- mente provista de un aparato hidróforo subterráneo representado por el eje radical más o menos hinchado como una zanahoria, simple o ramificado; hojas alternas, con peciolo más o menos largo y 304 pinas, llevando una gruesa glándula ovalada entre el primer par infe- rior; hojuelas elíptico-lineares, inequilaterales, pequeñas, 10 a 20- yu- gadas; cabezuelas solitarias, llevadas por pedúnculos del largo de los pecíolos o algo más largos ; flores en número de 5 a 12 por cabezuela, con corolas blanco-amarillentas ; legumbres en manojos, de 2 a 4 cen- tímetros de largo por 3 milimetros de ancho, lampiñas, negras y di- bujadas por lo saliente de las semillas, que contienen en número de 10 a 20; semillas pardo-negras, duras, lampinas. Se citan de la República Argentina dos especies: el D. virgatus W. y el D. depressus HBK. pero hasta ahora no me ha sido po- sible determinar dónde empieza una y termina la otra especie y dudo de que sólo se trate de variedades de una especie única bastante po- limorfa. Esta planta está difundida por toda la región cálida de la República ; la poseo proveniente de la provincia de Buenos Aires, de Ferrari, Chascomús y Rufino. Algunos bromatólogos consideran este vegetal como una forrajera mediocre; otros por lo contrario, sostienen que es peligrosa y que sus semillas son tóxicas. DESMODIUM Desv. (1513) (Meibomia L., 1737) Cáliz de tubo corto, desigualmente 5- dentado, con los 3 dientes inferiores largos, agudos, y los dos superiores cortos, entresoldados ; corola amariposada, con quilla recta o encorvada; estambre vexilar entresoldado con los demás o más o menos libre; anteras uniformes; estilo acodado, lampiño, terminado por un estigma subgloboso, pe- queño; lomento pluriartienlado, lampiño o velloso, con artículos in- dehiscentes y semillas pardas, lisas, orbiculararriñonadas. LEGUMINOSAS BONAERENSES 167 Plantas herbáceas o subarbustivas, vivaces o perennes, a veces provistas de aparatos hidróforos, eubiertas por lo general de una pu- bescencia ganchosa que las vuelve pegajosas, de tallos cilíndricos, con hojas alternas 3- folioladas (rara vez 1-foliolada), con estípulas y estipulillas ; flores pequeñas o mediocres, en racimos terminales o axi- lares, con corolas blancas, azules o purpurinas ; brácteas y bractéolas más o menos caducas o nulas. Género que comprende cerca de 150 especies esparcidas en las regiones tropicales y subtropicales de todo el orbe. Por su pubes- cencia tan adhesiva, las ramas y hojas, en esas plantas, se prenden unas a otras y se anudan; de allí sa nombre (2i010<, lazo). Desmodium uncinatum DC. Planta perenne, de base sublenosa, muy ramosa, con ramas Casi cilíndricas, enderezadas o rastreras, y entonces más o menos radican- tes, pudiendo alcanzar una altura de hasta 50 centímetros; hojas al- ternas, con 3 hojuelas acodadas o anchamente lanceoladas, obtusas, pubescentes y pegajosas en ambas caras, como las partes jóvenes de los tallos ; flores pequeñas, en largos racimos terminales, con corola de color azulado ; lomento horizontal o pendiente, recto o ligeramente encorvado, de 5 a 7 artejos semidiscoidales, pubescentes y gan- chos. Planta hidrófila difundida en todas las regiones cálidas de la Amé- rica meridional, en los lugares sombríos. De las muchas especies de este género que erían en la Argentina es la única hasta ahora halla- da en la provincia de Buenos Aires; sólo ha sido encontrada en Los Talas, cerca de La Plata, pero creo que haya sido un caso esporádi- co, como se observa en muchas otras plantas de la flora adventicia estuárica cuyas semillas, traídas del norte por el Río, brotan y se acli- matan a veces temporariamente. Muchos ganaderos han creído hallar en los Desmodium plantas fo- rrajeras, pero no me parecen aptas para tal función, ya sea por el po- co rendimiento de su aparato foliar, como por el indumento tupido y ganchoso de sus partes que deben irritar el tubo digestivo y además ser dañosas a los vellones del ganado ovino. 168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA ENTEROLOBIUM Mit. (1829) Cáliz campanulado, brevemente 5-dentado: corola actinomorfa. subinfandibuliforme, con los pétalos entresoldados hasta la mitad y valvares; estambres >o, con filamentos entresoldados en la base, lar- gamente salientes de Ja corola abierta, de anteras uniformes. peque- has, cuyo polen tiene los granos entresoldados en grupos de 2a 4; estilo filiforme, lampiño; estigma terminal globuloso ; legumbre an- cha, arrinonada o casi anular, comprimida, indehiscente. negra; se- millas aovadas, pardas, duras. Árboles inermes, de ramas cilíndricas, casi completamente lampi- ños en todas sus partes; hojas sin estípulas, bipinadas, con pinas y hojuelas pluriyugadas. Flores polígamas, menos que mediocres, sen- tadas, formando capítulos globosos, siendo los superiores $ y los in- feriores Q. Género exclusivo de las regiones tropicales de Sudamérica, rechaza- do por algunos autores (OK.) y reunido, junto con Calliandra, a Inga. Su nombre (tvzzp0z, intestino ; Ahugc7, legumbre) se explica por la conformación de su fruto arriñonado. Enterolobium contortisiliquum (Vell. (n. v.: timbó, oreja de negro) Árbol de gran estatura, hasta de 30 metros, muy corpulento y por lo general retorcido, con ramas cilíndricas, y lampiño en todas sus partes ; las hojas alternas son bipinadas, con pecíolo desprovisto de estípulas pero por lo común, en el medio de su parte libre inferior, provisto de una glándula escuteliforme; pinas 2 a 5- yugadas; hojue- las 10 a 20- yugadas, oblongas, falcadas, asimétricas, agudas, de color verde obscuro por arriba, muy pálidas y a veces glaucas por debajo; inflorescencias capituliformes, globosas, con 10 a 20 flores cada una, llevadas por un pedúnculo de 1 a 2 centímetros, a veces solitarias, a veces agrupadas de 2 a 3; corolas amarillentas; estambres blan- cos. Legumbre negra, coriáceo-subleñosa, lisa, arriñonado-espiralada (Gig. 3) chata; semillas ovaladas, pardas, lisas, duras. Planta muy ornamental, común en las provincias del norte (Chaco, Tucumán, Salta, Jujuy, Corrientes, Misiones), cultivada en todas las LEGUMINOSAS BONAERENSES 169 calles, jardines, parques de La Plata y Buenos Aires. Su gruesa cotr- teza y frutos, como lo indica sua nombre indígena timbó (veneno), son tó- xicos y se cree sea debido a una saponina abundante que contienen ; la madera es muy floja, liviana, blanca y de poquísima duración. La sinonimia de esta especie es algo complicada: Mimosa contortisiliqua Vell. ; Enterolobium timboua Mrt.; Inga contortisiliqua OK. ERYTHRINA L. (1-1737) (Corallodendron Burm. IL, 1737) Cáliz de boca oblicua, irregularmente denticulado; corola papilio- nácea, con estandarte sesil o pedicelado, amplio, mayor que las alas, las que a veces son escasas o casi abortadas ; quilla con pétalos libres o entresoldados ; estambres 10; filamento vexilar libre o brevemente soldado en la base, los otros Y entresoldados en tubo; anteras unifor- mes ; estilo encorvado, aleznado, lampiño, rematado por un estigma pequeño. Legumbre lineal, recta o falcada, aguda en ambos extremos, comprimida por los lados y más o menos estrangulada entre las semi- las, dehiscente por la sutura ventral, 2- valva ; semillas más o menos numerosas, faseoliformes, lisas. Plantas arbustivas o arbóreas, inermes o armadas de aguijones, con ramas cilíndricas; hojas con largo peciolo, 3- folioladas, con estí- pulas pequeñas, y estipelas grandes, glanduliformes. Flores grandes, en racimos axilares o terminales. Brácteas y bractéolas muy peque- has o nulas. Género representado por unas 25 especies diseminadas en todas las regiones cálidas del viejo y nuevo mundo. Su nombre deriva de 'Egudgéz, rojo, color predominante en las flores de la mayoría de Jas especies. Erythrina crista-galli L. (n. v. : ceibo) Árbol que alcanza a más de 15 metros de altura, de grueso tronco, con madera muy porosa, frágil y liviana; ramas cilíndricas, con frecuencia acodadas, lampiñas en todas sus partes ; pecíolos alternos, a veces inermes, otras veces con aguijones encorvados y sin orden; 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hojuelas membranoso-rigidas, casi apergaminadas, pecioladas, con gruesas glándulas estipelares, de color verde obscuro y lustrosas en la cara superior, más pálidas, opacas, y a veces glaucas en la inferior; pedúnculos torales solitarios o fasciculados, casi tan largos como las tlores, sin brácteas ni bractéolas ; flores de casi 40 milímetros de latr- go, con corola de color rojo púrpura intenso, sin olor; legumbre pedi- celada, de 10 a 15 centímetros de largo y 1 centímetro de ancho ; semi- llas faseoliformes en número de 6 a 12 de casi 1 centímetro de largo, de color café más o menos subido, e hilo lateral, lineal, pequeno, blanco. Planta hidrófila, característica de los terrenos inundados y espe- cialmente de los bañados del delta y de las orillas de los afluentes del río de la Plata; en las provincias del norte está acompañada de 356 4 otras especies, algunas de las cuales aún no descriptas. El ceibo se considera como una planta poco menos que inútil, pues no tiene aplicación; sólo se sabe que su corteza y sus semillas son tóxicas, pero hasta ahora no se ha hecho ningún estudio de ellas, ad- mitiéndose que tal propiedad sea debida a un alcaloide (eritrina o co- ralodendrina) tal vez igual al descubierto en la corteza de la Erythri- na Broteroi de Centro América; pero se trata sólo de suposiciones, pues también se conoce de la corteza de la E. Broteroi un glucósido activo (migarrina) y otro de las semillas. GALACTIA P. Br. (1756) Cáliz pentámero, con lacinias agudas, las dos superiores entresol- dadas en un solo lóbulo entero, las dos laterales menores, la inferior más larga que todas las demás; corola amariposada, con estandarte provisto en la base de dos pequeñas aurículas dobladas hacia aden- tro, econ una quilla sin pico, mayor o igual a las alas angostas a las cuales está adherida ; estambres 10; filamento vexilar libre; anteras uniformes ; estilo filiforme; lampiño, rematado por un pequeño estig- ma subgloboso ; legambre linear, recta o corva, comprimida, convexa y casi plana lateralmente, con varias semillas, dehiscente, con dos valvas apergaminadas que suelen ofrecer tabiques internos trans: versales, más o menos desarrollados, esponjosos; semillas faseolifor- mes, lisas, sin estrofiolo. Plantas herbáceas, en sa mayoría vivaces o perennes, a menudo con raíz pivotante napiforme (órgano hidróforo) y corteza que puede proporcionar substancias colorantes rojas o amarillas (Galactia Neesi LEGUMINOSAS BONAERENSES Al DO.), rastreras o volubles, a veces arbustivas enderezadas, con hojas provistas de estípulas pequeñas o caducas y generalmente de 3 ho- juelas, raras veces 1-7, estipeladas. Flores de botones ovalado-acu- minados, generalmente mediocres, azules, moradas, rojas o blancas, a veces solitarias en la axila de las hojas inferiores, otras en racimos cortos, capituliformes o alargados, casi espiciformes, en el ápice de un pedúnculo axilar nudoso en la parte florífera; brácteas y bractéo- las existentes. Género termófilo que comprende más o menos 50 especies, de to- das las regiones cálidas del mundo, exceptuando Europa, y en su mayoría americanas, siendo consideradas como buenas forrajeras y galactógenas ; de las varias especies que crían en la Argentina no se conocen más que dos espontáneas en la provincia de Buenos Aires. Las propiedades galactógenas que se atribuyen a varias especies ex- plican su nombre. Hojas con una sola hojuela apical rígida, entera, de nervadura marcada, con borde limitado por una nervadura marginal ; flores casi solita- rias, axilares, azules ; planta débil, lampiña. G. marginalis. Hojas con 3 hojuelas seríceo-tomentosas, obtusas, rígidas ; flores en racimos algo más largos que las hojas. G. Jussienana. Galactia marginalis Bth. (Cologania heterophylla GA.) Plantita totalmente lampiña, de raíz pivotante, napiforme. que pro- duce unos cuantos tallos delgados, endebles, de 10 a 25 centimetros de largo, enderezados al principio, después rastreros pero no radi- cantes, cilíndrico-angulosos, provistos de unas pocas hojas bastante distanciadas unas de otras; hojas unifolioladas, con pecíolo corto y estípulas pequeñas y caducas desde muy temprano, con lámina elíp- tica o lanceolado-alargada, de 2 a 5 centímetros de largo por 5 a 10 milímetros de ancho, adeleazadas hacia los dos extremos, relativa mente obtusas, rígidas, apergaminadas, de color verde pálido, a veces ligeramente elaucas, con nervaduras bien marcadas, especialmente una que costea todo el margen, limitándolo; flores mediocres, La 3, axilares, sostenidas por pedicelos cortos, con corola al principio azul y después morada; legumbre lineal, aguda en ambos extremos, de 2 a 3 centímetros de largo por 5 a 7 milímetros de ancho, muy achata- da a los lados, lampiña, de valvas apergaminadas, con 3 a 6 semi- 172 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA llas casi globosas, lampiñas, negruzcas, salpicadas de manchas más claras. Hierba xerófila típica, difundida en todas las provincias argentinas de clima seeo y pocas lluvias, pero no común; en la provincia de Buenos Aires ha sido señalada en la sierra de la Ventana y en los campos altos de los alrededores de La Plata, donde también yo he tenido el placer de coleccionarla. No tiene aplicación alguna, ni importancia. Galactia Jussieuana Ktl. Hierba perenne, cubierta en todas sus partes de un vello tupido, corto, enderezado, uniforme, que le comunica casi un aspecto atercio- pelado y un color más o menos ceniciento, de raíz pivotante, general- mente hinchada, fusiforme o napiforme, subleñosa, cubierta de cor- teza cenicienta agrietada longitudinalmente : ramas que nacen en manojos del cuello de la raíz, distribuidas radialmente, al principio enderezadas, después recostadas en el suelo y rastreras, pero no ra- dicantes, y hasta de 50 centímetros de largo; hojas alternas, con pe- ciolo relativamente corto, cuando joven acompañado en la base por un par de estípulas pequeñas y pronto caducas, llevando en el ápice 3 hojuelas casi de igual tamaño entre sí y todas pecioluladas, estipu- lilladas y de base simétrica ; estas hojuelas, en las hojas inferiores son casi orbienlares, en las superiores son anchamente elípticas, obtusas y redondeadas en ambos extremos, bastante rígidas (especialmente en seco), de color verdoso y menos aterciopeladas en la cara superior, cenicientas y a veces casi blanquecinas en la inferior, donde el vello es más largo, tupido y en parte recostado; las inflorescencias, axila- res, son racimos cortos y bastante tupidos de flores llevadas por pe- dúneculos más largos que su hoja correspondiente; las flores son me- dioeres, con cáliz muy velloso-aterciopelado, cuyas lacinias igualan a la corola de color blanco amarillento con manchas difusas débiles, moradas ; legumbres enderezadas, agudas, comprimidas por los lados, muy vellosas, con 2 a 4 semillas ; semillas cuboideo-globosas, de color castaño rojizo. Planta de tipo xerófilo, psamófila, difundida según parece en toda la América meridional; para la Argentina ha sido señalada en Cór- doba, Tucumán, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Misiones; en la pro- vincia de Buenos Ajres es rara y tal vez solamente adventicia; el LEGUMINOSAS BONAERENSES 173 doctor Hicken la coleccionó cerca de San Isidro y yo he tenido el gusto de hallarla una sola vez cerca de los malecones de entrada del puerto de La Plata, en la isla Santiago. GALEGA L. (1, 1737) Cáliz 5-fido, con dientes agudos, iguales entre sí y casi del largo del tubo calicino ; estambres 10, cuyos filamentos son monadelfos has- ta su mitad, formando tubo cerrado de ápice oblicuo, con anteras todas de igual tamaño o 5 alternadas algo menores ; estilo filiforme, encor- vado, lampiño, con pequeño estigma terminal; legumbre casi cilín- drica, ligeramente comprimida por los lados, dehiscente, bivalva, algo torulosa, con las valvas recorridas por estrías numerosas, oblicuas y muy marcadas, con numerosas semillas; semillas arriñonadas, más bien pequeñas, de color ocre, lisas. Plantas enderezadas, vivaces o perennes, lampiñas, de tallos casi cilíndricos; hojas alternas, imparipinadas, de nervadura bien marca- da; estípulas semiaflechadas; flores de tamaño mediano, blancas o celestes, dispuestas en racimos axilares; brácteas angostas, persis- tentes; bractéolas nulas. Género gerontogeo, mediterráneo, que contiene tres especies, de las cuales una cultivada como forrajera desde el tiempo de los romanos. Lo mismo que para el género anterior, se atribuye a las especies de éste propiedades galactógenas que explican su nombre (ya%z, leche). Galega officinalis L. Hierba perenne en las regiones cálidas, vivaz en las frías, herbá- cea, enderezada, de 50 centímetros a 1 metro de altura, verde, lampi- ña, sin olor, con tallos cilíndricos estriados, fistulosos ; las hojas son imparipinadas; las estípulas semiaflechadas; los raquis foliares lle- van de 13 a 19 hojuelas verdes, herbáceas, de nervadura bien mar- cada, ovaladas o lanceoladas, opuestas o ligeramente alternadas ; racimos de flores axilares, bastante grandes ; corolas blaneo-azuladas o celestes; legumbres lineales, casi cilíndricas, ligeramente compri- midas por los lados, con las valvas recorridas por una nervadura cen- tral, de la cual salen formando ángulo muy agudo un gran número de 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nervaduras secundarias oblicuas; semilla de forma de pequeño po- roto de color rojizo-pardo. Planta caleífila, cultivada en Europa como buena forrajera; impor- tada en Sud América, se aclimató y ya no es rara en muchas partes de la provincia de Buenos Aires (Tandil, Navarro, La Plata, Pereira ete.); en Chile se ha difundido de un modo asombroso, constituyendo allí una mala hierba invasora. Es de notar el hecho de que en Euro- pa, según los autores, los ganados de toda clase la consumen con fruición, ya sea verde o seca; aquí, por lo menos cuando verde, es completamente rechazada, cosa que explica su fácil aclimatación y su gran difusión. GLEDITSCHIA L. (1742) (Caesalpiniodes L., 1738) Cáliz de tubo obeonoide, con 5 lacinias empizarradas o de estrue- tura abierta; corola subactinomorfa, con 3 6 5 pétalos sesiles, casi uniformes, empizarrados, en el botón a veces desnudos; estambres 6 a 10, de filamentos libres y anteras uniformes ; estilo corto lampiño, rematado por un pequeño estigma sub-hemisférico ; legumbre alarga- da, euya longitud varía mucho, a veces gruesa, rígida, dura, coriácea, a veces más delgada, blanda, casi carnosa, negra, lustrosa, plurise- millada; semillas aovadas, comprimidas, pardas, lisas, lampiñas, du- ras. Flores pequeñas, verdosas o blanquecinas, generalmente políga- mas, en racimos axilares simples o reunidos en panojas. Árboles cuyos troneos y ramas se hallan defendidos por enormes espinas ramificadas, a veces fasciculadas; hojas generalmente bipi- nadas (a veces en el mismo individuo pinadas simplemente), con ho- juelas relativamente pequeñas, enteras o ligeramente almenadas, sin estípulas ni estipulillas ; brácteas minimas, escamiformes; bractéolas nulas. Género que comprende más o menos una decena de especies de las regiones templadas o subtropicales de América y Asia. Ha sido de- dicado a Gleditsche, botánico alemán del siglo XVII. Fruto grande, largo de 20-50 em por 3-5 em de ancho, delgado, blando, pulposo. (7. triacanthos. Fruto corto, de 5 4 10 em por 26 3 em de ancho, grueso, coriáceo, no pul- poso. G. amorphoides. LEGUMINOSAS BONAERENSES qu 45 Gleditschia amorphoides (Grisb.) Taubert (Garugandra amorphoides Grisb.) (n. y. : coronillo, espina Christi, espina de corona) Árbol de hasta 15 metros de altura, con tronco cilíndrico derecho, defendido, y a veces en gran parte revestido, por mechones de enor- mes espinas de 5 a 10 centímetros de largo, ramosas, de color negro- rojizo, lampiñas y lustrosas; ramas casi rectas y cilíndricas que lle- van por arriba de la hoja, en cada nudo, una espina simple o trífida, grande, dura y acerada; hojas de color verde-vivo, casi totalmente lampiñas, alternas, con raquis primario sin estípulas ni glándulas, que sostienen de 1 a 3 pares de pinas opuestas o alternas, cada una de las cuales sostiene de 5 a 8 pares de hojuelas membranosas, lige- ramente rígidas, aovadas o levemente romboidales, obtusas, a veces ligeramente festoneadas ; inflorescencia en racimos agrupados en ra- milletes en la axila de las hojas o sobre los nudos desnudos del año anterior, con flores polígamas, pequeñas, verde-blanquecinas, lampi- ñas ; legumbre (fig. 5) de 6 aS centímetros de largo por 2 a 3 de ancho, recta o encorvada, bastante gruesa, rígida, dura, rellena en su interior de pulpa seca, con pocas semillas oliváceas, ovaladas, duras, lisas. Esta planta es peculiar del territorio argentino y abunda en los bosques del Chaco, Salta, Jujuy y Misiones; no existe espontánea en la provincia de Buenos Aires, pero se cultiva para adorno en La Pla- ta. Es un vegetal de importancia forestal, pues crece con relativa ra- pidez y brinda una madera de albura amarillo-verdosa y cerne rosa- do, compacta, elástica y dura, de duración notable, apta para todo trabajo de carpintería; hoy se emplea mucho para la fabricación de barricas a seco para azúcar, yerba, etc. Gleditschia triacanthos L. Árbol vigoroso de hasta 50 metros de altura en su patria (aquí só- lo alcanza a 10 metros), con hermosa copa densamente ramificada y ramas algo acodadas y achatadas a la altura de los nudos; el tronco se halla defendido por manojos más o menos numerosos de enormes espinas ramificadas, casi negras, lampiñas, lustrosas ; las ramas tam- 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA bién están armadas de grandes espinas simples o trífidas, que nacen algo más arriba de la axila de las hojas ; hojas lampiñas o ligeramen- te pubescentes, por lo general bipinadas, con raquis primario despro- visto de estípulas y de glándulas; lleva de 4 a 7 pares de pinas; las pinas soportan a su vez de 9 a 14 pares de hojuelas elípticas, enteras o ligeramente almenadas, lampiñas, de color verde vivo; inflorescen- cias pequeñas, racemosas, casi proteranteas, axilares o apicales ; flores diminutas, verdosas, polígamas; legumbre grande, delgada, recta, ar- queada o espiralada, de 30 a 50 centímetros de largo por 3 a 5 de an- cho, blanda, exteriormente de color negro y lustrosa, con pulpa in- terna algo carnosa, de sabor azucarado sui generis, y muchas semillas ovaladas, chatas, pardas, lustrosas. Planta originaria de la América del Norte, actualmente cultivada en casi todo el mundo, siendo muy rústica y de fácil cultivo; en la provincia de Buenos Aires es muy difundida para la formación de bosques (S. Catalina) y para cercos excelentes (La Plata) y se ha aclimatado tanto que a veces suele encontrarse espontánea. Además de ser una esencia ornamental y defensiva insuperable, es de rápido erecimiento y proporciona una madera rosada, compacta, que tiene amplias aplicaciones en la carpintería. GLYCYRHIZA Ludw. (1737) Cáliz 5- fido sub-bilabiado, de lóbulos subiguales pero los dos supe- riores más cortos y ligeramente entresoldados; corola papilionácea, con quilla recta, obtusa; estambres 10, filamento vexilar libre o soldado con los otros pero en todos los casos el tubo estaminal está hendido a lo largo de la línea ventral; anteras algo desiguales, 5 algo meno- res, alternadas con las otras 5 algo mayores; estilo filiforme, ligera- mente encorvado, lampiño, que termina en un pequeño estigma he- misférico; legumbre lineal, indehiscente o tardíamente dehiscente, bivalva, al interior unilocular sin tabiques, pluriseminifera ; semillas faseoliformes, lisas, de color pardo amarillento. Plantas vivaces o perennes de rizomas cilíndricos profundos y muy ramificados, eon tallos aéreos enderezados o acostados, cilíndri- cos, en todas sus partes verdes y lampiños, más o menos viscosos, teniendo un gran número de glandulitas hipodérmicas; las hojas, pro- vistas de estíipulas lanceoladas, son imparipinadas, con hojuelas más o menos numerosas pecioluladas sin estipelas, reticulado pinati-nervo- LEGUMINOSAS BONAERENSES NT, s. Flores en racimos sesiles o pedunculados, axilares o apicales, me- diocres, blancas, rosadas o azules ; brácteas muy angostas y caducas; bractéolas nulas. Género cosmopolita del cual se conocen una docena de especies; su nombre viene de las palabras -2óz3<, dulce y 2%, raíz, propiedad común a muchas de las especies. Glycyrhiza astragalina Gill. (D. Y. : Orozú) Planta vivaz o perenne, subarbustiva, con rizomas muy profundos y ramificados, cuyas extremidades al llegar a la superficie del suelo levantan numerosas ramas más o menos enderezadas, de hasta 1 me- tro de altura; toda la planta es completamente lampiña, de color ver- de obscuro, y en toda su superficie punteada o casi finamente granu- losa, debido a una infinidad de pequeñas glándulas escondidas en su parénquima que segregan en mayor o menor abundancia una sustan- cia algo viscosa pero casi inodora; hojas alternas, con estípulas lan- ceoladas y raquis que lleva de 7 a 13 hojuelas angostamente elípti- cas, membranosas, a veces algo gruesas, más o menos agudas en ambos extremos u obtusas y hasta escotadas en el ápice, opuestas, ligeramente mucronadas; las flores, detamaño mediano, se hallan dis- puestas en racimos pedunculados axilares o terminales, más largos que las hojas, ostentando una corola mediocre, de color azul más o menos intenso; legumbres lineales, rojizas, achatadas en los lados y generalmente irregulares por abortamiento parcial de las semillas : semillas, de 2 a 5, en forma de pequeños porotos, amatillento-rojizas, lampiñas. Planta xerófila, que contrariamente a las demás de su género ofre- ce raíces acres, no conteniendo elicirizina pero sí un gran número de otras substancias. GOURLIEA Gill. (1833) Cáliz 5- dentado, con los 2 dientes superiores casi soldados y trun- :ados, los inferiores angostos ; corola amariposada, con pétalos ama- rillos largamente unguiculados y que durante la antesis se mantie- nen muy abiertos y patentes; estambres 10, filamentos todos libres, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 14 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a veces ligeramente entresoldados en la base, anteras uniformes ; es- tilo aleznado, terminado por un estigma muy pequeño apenas hincha- do; legambre ovalada o casi globosa, drupiforme, indehiscente, con epicarpio grueso, carnoso, comestible y endocarpo óseo; generalmente contiene una sola semilla. Plantas arbóreas, con tronco cubierto de corteza gris que se sepa- ra por placas delgadas más o menos anchas e irregulares, dejando la superficie de color verde; las ramas son muy enmarañadas y un eran número de ellas, cesando pronto su crecimiento acrógeno, se transforman en espinas aceradas; las hojas son relativamente ena- nas, agrupadas en ramilletes en los nudos de las ramitas, de color verde ceniciento, imparipinadas, con estípulas pequeñas y sin estipu- lillas. Flores en racimillos. sobre los nudos de las ramas nuevas: brácteas muy pequeñas; bractéolas mulas. Género monotípico, xerófilo, de la región central y norte de la Re- pública Argentina; fué dedicado por Gillies a Roberto Gourlie, co- leccionista que llegó a Mendoza a principios del siglo XIX. Gourliea decorticans Gill. (n. v.: chañar) Plantas a veces arbustivas, a veces arbóreas, pudiendo entonces alcanzar hasta más de 10 metros de altura; las partes viejas son todas lampiñas, las nuevas ligeramente pubescentes ; las hojas de los reto- ños radicales suelen ofrecer un mayor número de hojuelas (9 a 13) y la anomalía de estar salpicadas de glandulitas obscuras en su borde y algunas transparentes en medio del limbo; las hojuelas, en las ramas normales, están en número de 3 a 7, opuestas por pares o alternas, absolutamente sin glándulas, oblanceoladas o trasovadas, por lo ge- neral muy obtusas y de color verde ceniciento o glaucescentes; flores amarillas o anaranjadas, en número de 5 a 10 por racimo; fruto muy variable de tamaño, desde el de una aceituna hasta el de una ciruela, de color amarillo o más o menos morado, lampiño, de carne bastante sabrosa cuando maduro. Esencia típicamente xerófila, pero que se extiende también a re- siones relativamente bidrófilas ; actualmente ha desaparecido por completo de los alrededores de Buenos Aires y de la mayor parte de la provincia, pudiéndose sólo observar aún en la Sierra Peregrina, en Puan, en Bahía Blanca; abunda de un modo especial en el Río LEGUMINOSAS BONAERENSES 179 Negro, Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan y no es escasa en Tucumán, Salta, Jujuy y Chaco; proporciona una madera bastante buena para construcción y su corteza es empleada en la medicina casera contra las afecciones de las vías respiratorias. HOFFMANSEGGIA Cav. (1797) Cáliz 5- partido, persistente, con lacinias casi iguales, valvares o ligeramente empizarradas ; corola poco zigomorfa, con 5 pétalos em- pizarrados, siendo el superior interno generalmente algo mayor que los demás; estambres 10, con filamentos libres inclinados, a menudo eglandulosos en la base; anteras uniformes; estilo filiforme, corto o largo, algo engrosado y ligeramente encorvado hacia el ápice, y ter- minado por un pequeño estigma cóncavo; legumbre lineal, recta o encorvada, muy comprimida por los lados, plurisemillada, dehiscente, de valvas apergaminadas; semillas transversales, ovaladas, chatas, lisas, duras. Flores en racimos apicales, naranjadas denterantias. Hierbas humildes, inermes, perennes, a veces con ramas semileño- sas, con frecuencia salpicadas de glandulitas sentadas o pediceladas ; hojas estipuladas, bipinadas, con hojuelas pequeñas, provistas a veces de pequenísimas estipulillas ; brácteas caducas, bractéolas nulas. Género que comprende una docena y media de especies sudameri- canas, con excepción de 2 africanas, y que muchos autores se resis- ten en reconocer (Otto Kuntze) refundiéndolo econ Caesalpinia ; está dedicado al botánico alemán Hoftmansegg que vivió a fines del si- glo xvut. Hojas 1- yugadas, es decir con sólo 3 pinas, una apical y dos laterales. H. trifoliata. Hojas 2- yugadas por lo menos, es decir con 5a-7 pinas, 4 ó 6 laterales y l apical. H. falcaria. Hoffmanseggia falcaria Cav. Tallo subterráneo, rizomatoso, delgado, largo, ramificado, que pro- duce, de trecho en trecho, ramas aéreas más o menos en ramilletes, que pueden alcanzar ur largo de hasta 25 ó 30 centímetros, a veces ende- rezadas, otras Casi rastreras, cilíndricas, verdes; hojas acumuladas en la base de las ramas y pocas en las partes superiores, alternas, con pe- 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ciolo largo, delgado, provisto en la base de 2 estípulas pero sin glán- dulas, llevando en su mitad superior de 3 a 6 pares de pinas; cada pina sostiene de 12 424 hojuelas, generalmente opuestas por pares, lineal- elípticas, pequeñas, sub-inequilaterales, de color verde vivo; flores mediocres, de color anaranjado con tinte rojo por afuera, más 0 menos pediceladas, reunidas en racimos apicales, sin perfume; legumbre lampiña, lineal, angosta, de 3 a 5 centímetros de largo por 3 a 4 mili- metros de ancho, muy arqueada y a veces formando anillo, muy cha- ta lateralmente, con valvas delgadas, membranoso apergaminadas, con gran número de semillas de color aceitunado pardo, transversal- mente oblicuas. Planta xerófila tipica, difundida en toda la región patagóniceo-boli- viana : trepa a los Andes hasta notable altura, según la latitud ; en la provincia de Buenos Aires fué hallada en los alrededores de Bahia Blanca y cerca de Carmen de Patagones. Plantita elegante, cultivada a veces en los jardines por la belleza de sus flores; se cree tenga propiedades depurativas, por lo cual se emplea en la terapéutica casera. Hoffmanseggia trifoliata Cav. Hierba muy bumilde inerme, de rizomas subterráneos, profundos y muy ramificados, aunque muy delgados, que levantan a la superficie del suelo hacecillos de ramas aéreas, enderezadas o acostadas, de 15 a 30 centimetros de largo, los que generalmente tienen casi todas las hojas acumuladas en su base y tan sólo una y otra a lo largo de la ramita: tales hojas son siempre largamente pecioladas, con dos esti- pulas grandes, ovaladas, en la base y sin glándulas, llevando en su parte apical 3 (rara vez 5) pinas paripinadas, con 12 a 20 hojuelas an- gostas, alternas u opltestas por pares, de color verde más o menos elaucescente o ceniciento: las flores, mediocres, forman racimos pau- cifloros apicales, de color amarillo por dentro y más o menos rojas por fuera, por lo general cortamente pediceladas; las legumbres, casi rec- tas o algo falcadas, de 3 60 4 centimetros de largo por 3 milímetros de ancho, Hevan de S a 12 semillas, Vegetal xerófilo frecuente econ la especie anterior, en las mismas localidades ; varía mueho de aspecto, tanto por el mayor o menor nú- mero de glándulas negro-purpúreas pediceladas que salpican las ra- mitas y los cálices, como por el mayor o menor número de hojuelas y LEGUMINOSAS BONAERENSES 181 por el color verde o glauco de las mismas. No tiene importancia ni aplicación. INDIGOFERA L. (17538) (Alina Ludw., 1737) Cáliz pequeño, ancho, oblicuo, con dientes jeuales o los inferiores más largos ; corola papilionácea, con quilla obtusa o aguda, gibosa o espolonada en los lados y ligeramente adherente a las alas; estam- bres 10; filamento vexilar libre, los otros 9 soldados en tubo: anteras uniformes cuyo conectivo se prolonga en una glándula apical globosa, de color purpúreo oscuro ; estilo filiforme, lampiño, terminado por un pequeño estigma subgloboso o en forma de pincelito; legambre lineal, subtetrágona, recta o arqueada, generalmente retrorsa, dehiscente, 2- valva, con cavidad interna dividida por tantos tabiques como semi- llas ; semillas globosas, cilíndricas o romboideas, tronchadas, lampi- has, parduscas. Plantas herbáceas o «rbustivas, vivaces o perennes, de color ceni- ciento, por hallarse todas cubiertas de pelos malpighiáceos; hojas estipuladas, generalmente imparipinadas, plurifolioladas (raramente 1 a-3- folioladas) con hojuelas opuestas o alternas, con o sin estipelas ; flores pequeñas, de color rosado purpúreo o azul. en espigas o raci- mos axilares, bracteadas, pero siempre sin bractéolas. Género típicamente tropical cuyas nunerosas especies (más de 200) se hallan esparcidas por la zona ecuatorial de todo el mundo. Indigofera anil L. (nu. v. : indigófero, añil fino) Hierba subarbustiva perenne, vivaz en esta provincia, que puede levantarse a más de 1 metro de altura, con tallos cilíndricos y todas las partes del vegetal de color más o menos ceniciento, debido a nu- merosos pelos malpighiáceos que revisten las superficies; estípulas pequeñas, poco vistosas; hojas imparipinadas formadas por un raquis que lleva de 7 a 15 hojuelas, siempre opuestas por pares, elípticas o lineal-elípticas, enteras, membranosas, firmes; las flores, pequeñas, cortamente pediceladas, con corola purpúrea, forman racimos pedun- culados axilares más cortos que la hoja, tupidos; las legumbres, ob- 1582 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tusamente tetrágonas, lisas o a veces ligeramente torulosas, están pendientes y dobladas en arco, conteniendo de 6 a S semillas peque- nas, cilindricoromboideas, de color pardo, lisas y duras. Esta planta es originaria de Centro América, pero desde época le- jana fué cultivada en todas las regiones cálidas y tórridas para la extracción del indigo: en la provincia de Buenos Ajres es muy rara y esporádica, probablemente escapada de antiguos cultivos o de jar- dines ; existían hace unos años lindas matas de esta planta entre las piedras de los malecones de la entrada del puerto de Río Santiago. Todas las partes de esta planta contienen lencoindigotina que, por efecto de fermentaciones, de oxidantes o de áleali, precipita el indigo azul, por lo cual fué muy cultivada, perdiendo tan sólo ahora su im- portancia ante la invasión de los colores de anilina, que aunque me- nos firmes son mucho más baratos. INGA L. (1737) Cáliz tubuloso o campanulado, con 5 dientes cortos ; corola actino- morfa, tubulosa o infundibuliforme, con los pétalos entresoldados más o menos hasta la mitad, más arriba valvares ; estambres >o, muy salientes de la flor abierta, con filamentos entresoldados en tubo des- de su base hasta una altura más o menos grande: anteras uniformes, pequeñas, con polen cuyos granos están entresoldados de a dos; esti. lo aleznado, lampiño, terminado por un estigma pequeño, subgloboso. Legumbre lineal, recta o encorvada, achatada o sub-cilindrico-tetra- gona, con suturas muy engrosadas, indehiscente, coriácea O Carnosa ; semillas no numerosas, ovaladas, chatas, lampinas. Arbustos o árboles inermes, de hojas alternas imparipinadas, con peciolos más o menos alados, provistos de gruesas glándulas escute- liformes entre los yugos de hojuelas con estípulas caducas, fugaces; hojuelas sentadas, grandes, poco numerosas y sin estipulillas. Flores dispuestas en espigas o en cabezuelas sobre largos pedúneulos soli- tarios o fascienlares, axilares o terminales, sentadas o cortamente pediceladas, en parte % y en parte (las inferiores) df, mediocres. Bráe- teas y braetéolas caducas. Género exclusivamente americano y peculiar a las regiones tropi- cales, que enenta más o menos 150 especies ; el nombre deriya de ín- gá palabra que usan los indigenas del Brasil para designar tales arboles, LEGUMINOSAS BONAERENSES 183 Inga uruguensis Hk. et A. Arbusto o árbol de hasta S metros de altura, en todas sus partes especialmente cuando jóvenes, cubierto de una pelusa más o menos tupida, amarillento-ferrugínea; ramas cilíndricas, pardas, con lenti- celas blancas; hojas provistas de S a 9 hojuelas, con las secciones interyugales del pecíolo anchamente aladas y entre cada yugo de hojuelas hay una glándula en forma de plato, bastante variable de tamaño; hojuelas ovalado-alargadas, agudas, subcoriáceas, de color verde oscuro, superiormente lampiñas, lustrosas, en su cara inferior más pálidas y con las nervaduras revestidas de vello de color ferru- gíneo ; flores en cabezuelas umbeliformes, reunidas en panojas en el ápice de las ramas, teniendo pedúnculo, cálices y corolas densamen- te revestidos de vellosidad de color ferrugíneo dorado; legumbre to- da ferrugínea, vellosa, larga, casi recta, chata de los dos lados, con nervaduras marginales muy engrosadas; semillas ovoideas, pardas, lisas. Planta común en Entre Rios, Corrientes y Misiones, especialmen- te a lo largo del río Uruguay”; en la provincia de Buenos Aires sólo se halla espontánea en la isla de Martín García. Es un arbolito orna- mental, que puede proporcionar madera bastante buena; sus frutos, poco pulposos, casi secos, no son comestibles como los de otras espe- cies espontáneas y cultivadas en las provincias del norte. LATHYRUS L. (1737) Cáliz con 5 dientes, los 2 superiores generalmente más cortos; es- tambre vexilar libre o con los demás más o menos entresoldado, con tubo tronchado transversalmente en el ápice: la parte superior del estilo aplastada en su cara dorsal y ventral, a veces endurecido, con la superficie superior o sea ventral pubescente, con estigma terminal lampiño ; legumbre oblonga, con varios granos subglobosos o angulo- sos. Flores grandes o mediocres a veces hermosas más 0 menos alar- gadas, solitarias o racemosas ; brácteas pequeñas caducas, bractéolas nulas. Hierbas a veces enderezadas o rastreras, a veces trepadoras por medio de zarcillos. Hojas a veces reducidas a un filodio, más co- múnmente paripinadas, con el raquis terminado en cerda o zarcillo y 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA provisto en la base de estípulas foliáceas más o menos grandes, atle- chadas, semisagitadas o rara vez enteras. Género difundido por todos los continentes y del cual se conocen más de 100 especies, en general bastante mal descriptas y definidas, con muchos representantes en Sud América y especialmente en la Argentina. Algunas especies, cultivadas o espontáneas, se consideran como buenas forrajeras y mejorantes del suelo, otras ofrecen tubéreu- los o semillas (arvejas) comestibles, otras constituyen yerbas moles- tas para ciertos sembrados; sin embargo no hay que descuidarse con ellas pues las semillas de algunas especies (según algunos autores el testa de ellas) contienen principios tóxicos que producen fiebres, temblores y convulsiones, con o sin molestias y dolores del tubo di- gestivo. En la provincia de Buenos Aires son bastante frecuentes y se co- nocen de ella 7 especies caracteristicas y fáciles de distinguir. Su nombre viene del latin Lathyrus (Plinio), con que se designaba una legumbre. 1. Plantas total y absolutamente lampiñas en todas shs partes. za Plantas pubescentes, vellosas o tomentosas en su totalidad, o por lo menos en parte. 6. 2. Largo de las hojuelas por lo menos 6 veces, pudiendo llegar hasta 30 ve- ces su ancho. <) Largo de las hojuelas por lo menos siempre menor de 6 veces su an- cho. 4. 3. Pedúnculos forales 2- Horos, 4 veces 1- floros, notablemente engrosados hacia arriba, terminando en una articulación ; plantas endebles, de 10 a 25 em de altura. L. stipularis. Pedúneulos florales 3- 12 foros, más bien suavemente adelgazados ha- cia arriba, sin artiénlación apical : plantas robustas, de más de 40 em de altura. L. gladiatus, 4, Foliolos de las hojas absolutamente sesiles sobre el nudo del tallo, entre las bases de las estípulas, elíptico-lanceoladas, 4-60 5 veces más largas que anehas. L. epetiolaris. Foliolos de las hojas separados del nudo del tallo por una parte infra- foliolar del pecíolo común larga. 5. 5. Mojuelas de color verde pálido, generalmente glaucas, que no se enne- grecen por la desecación, generalmente apergaminadas, muy nerva- das, con largo una vez y media o dos mayor que el tamaño de su ancho; parte infrafoliolar del pecíolo de 3 4 5 mm. L. Nerrosus. LEGUMINOSAS BONAERENSES 185 Hojuelas de color verde muy oseuro, glaueo o no, que por la deseca- ción generalmente se ennegrecen, elíptico- alargadas, teniendo un lar- go de 3 4.5 veces su ancho y la parte infrafoliolar del pecíolo mayor de 6 mm. L. magellanicus. 6. Hojuelas muy angostas, de largo 15 a 30 veces mayor que su ancho, 6 8 g b l agudas, rígidas, salpicadas de pelos ralos, rojizos. L. subulatus. Hojuelas elípticas o lineales, de un largo que jamás pasa de 15 veces su ancho. Te 7. Plantas cubiertas de vello rojizo, —— recostado y con brillo sedoso ; zar- cillos simples, muy cortos y rígidos. L. sericenus. Plantas cubierta de vello blanquecino, no sedoso, enderezado o floja- mente recostado. 8. S. Hojuelas angostas, de largo S 6 10 veces mayor que el ancho; plantas recubiertas de vello Hojamente recostado, tupido, largo, que le da co- lor blanquecino ; zarcillos bastante largos pero generalmente simples. L. tomentosus. Hojuelas anchas o angostas pero cuyo largo es de 24 6 veces, a lo sumo, su ancho; vello corto, enderezado, que da a la planta un tinte ce- niciento ——- intenso. L. pubescens. Lathyrus epetiolaris Clos. L. sessilifolius Hk. et A. Hierba vivaz, toda lampiña, de color verde oscuro más o menos glaucescente, que al secarse toma un tinte muy intenso, casi pardo; tallos pocos ramificados, recostados o trepadores, de hasta 50 centi- metros de altura, cilíndrico-tetrágonos, a veces ligeramente alados, en su interior medulosos; estípulas ovalado-aflechadas, las inferiores más chicas, con lóbulos inferiores iguales o por lo general el exterior bien desarrollado y el interior pequeño y subabortivo ; parte infrafo- liolar de los pecíolos absolutamente nula, la parte superfoliolar prolon- gada en zareillo 3- 7- partido; hojuelas sentadas sobre el nudo del tallo entre las estípulas, lanceoladas, más o menos angostas y largas, 345 veces más largas que anchas, de punta poco aguda pero armada de un pequeño muerón o apículo casi espiniforme; tanto las estípulas (5 a 7 nervadas) como las hojuelas (5 a 7 nervadas) son todas bastante apergaminadas y rígidas; de las axilas de las hojas superiores salen unos pedúnculos solitarios, arqueado-ascendentes, bastante gruesos, casi cilíndricos, ligeramente adeleazados en la parte superior, 32.5 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA veces más largos que las hojuelas de cuya axila nacen, terminados por un racimo de 5 a 10 flores bastante aproximadas ; las flores, sos- tenidas por cortos pedicelos de 3 a 5 milímetros, son grandes, con cáliz verde algo morado y corola azul morada: las legumbres son en- derezadas, lineales, rectas, menos en la punta que es encorvada, casi cilíndricas, completamente lampiñas : no he visto de ella ni frutos ni semillas maduros. Planta hasta ahora conocida tan solo de Chile central, pero parece que su difusión debe ser mucho mayor; los ejemplares argentinos es- tudiados han sido coleccionados en un campo cerca de Lincoln. Lathyrus gladiatus 1h. Planta robusta, vivaz, que puede alcanzar una altura de más de un metro, toda lampiña, de color verde oscuro, rara vez ligeramente glaucescente, que al secarse toma un tinte mucho más sombrío; tallos huecos, tetrágonos, con dos aristas más o menos salientes a veces lige- ramente aladas, más o menos ramificados ; estipulas triangular-atle- chadas, agudas, las inferiores más angostas y con el lóbulo superior tan sólo desarrollado, las superiores más anchas con el lóbulo exter- no grande, bien desarrollado y el interior o posterior mucho más pequeño, casi abortado, siempre 2 a TO veces más largas que la parte infrafoliolar de su pectolo; peciolos con la parte infrafoliolar trigona corta o muy corta (de 3a 15 milímetros de largo). prolongados superior- mente en un zareillo 10 a 30 veces más largo, delgado, 3- 9- partido, lNevando en su ápice un par de hojuelas lineares muy largas y agudas ide 5 a 20 em de largo por 3 a 10 mm de ancho), de punta muy aguda, calloso mueronada ; tanto las estipulas (54 13 nervadas) como las hojuelas (3 4 7 nervadas), son todas más o menos apergaminadas y rígidas; de las axilas de las hojas superiores nacen unos pedúneu- los solitarios, muy largos, que a veces igualan y otras veces superan bastante el tamaño del pecíolo y sus correspondientes hojuelas, casi cilíndricos, sin aristas, en su parte inferior bastante gruesos, suave y paulatinamente adelgazados hacia arriba que terminan en una parte delgada, de 3 a 5 centimetros, que lleva de 6 a 12 flores, bastante se- paradas unas de otras: las flores son más que medianas, inclinadas, sostenidas por cortos y delgados pedicelos de 2 a 5 milímetros, con cáliz lampiño, verde obseuro, y corola de color azul más o menos inten- so: las legumbres bastante enderezadas son lineales, rectas, casi cilín- LEGUMINOSAS BONAERENSES 187 dricas, adelgazadas en ambos extremos, terminadas en punta aguda encorvada, negras en toda edad, completamente lampiñas; no he conseguido ver semillas maduras. Vegetal hidrófilo endémico de la región megapotámica de la Ar- gentina, Uruguay, Paraguay y Brasil; no es raro en los pajonales de la isla Santiago y del Delta del Paraná: creo que figura en « Ohloris platensis» del profesor Hicken y en la « Flora Uruguaya » de Are- chavaleta con el nombre de £. linearifolius Vog., especie que no co- nozco y que se diferenciaría de ésta por las legumbres pubescentes. Lathyrus magellanicus Lam. Hierba vivaz, cuya altura varía desde 25 hasta 75 centimetros, toda lampiña, de color verde oscuro que con frecuencia es más o me- nos glaucescente y que al secarse toma un color muy oscuro a veces casi negro; tallos huecos, enderezados los más cortos, los mayores rastreros o trepadores en las matas circundantes, tetrágonos, con las aristas del tallo todas igualmente nervadas salientes o sino con dos opuestas más desarrolladas casi aliformes, superiormente más o me- nos ramificados; estípulas anchamente aflechado-ovaladas, con el ló- bulo anterior agudo y bien desarrollado, el posterior pequeño y con frecuencia totalmente abortado; pecíolos con la parte infrafoliolar cor- ta (5 a 10 mm), siempre más corta que las estípulas y con la parte su- prafoliolar prolongada en zarcillo delgado, doble o triple más largo que las estípulas y las hojuelas, a veces simple otras 3- partido; hojuelas 1- yugadas, elípticas, más o menos anchas o angostas siendo su largo 2 a 4 yeces suancho, generalmente las inferiores más cortas y anchas y las superiores más largas y angostas, terminando en punta más.o menos obtusa pero siempre claramente mueronada ; tanto las estípulas (5- 5- nervadas) como las hojuelas (3 a 7 nervadas) son de textura firme y en seco casi apergaminadas; las axilas de las hojas superiores llevan unos pedúneulos solitarios, de 2 a 5 veces más largos que las hojue- las, casi cilíndricos, suave y moderadamente adelgazados hacia arri- ba que terminan en unos racimos, a veces casi capituliformes, densos de 3 a 7 flores; tlores grandes, horizontales, sostenidas por un pedice- lo tres veces más corto que ellas, con cáliz lampiño, verde o ligera- mente morado, y corola de tinte azul bastante intenso y uniforme; legumbres lineales, bastante comprimidas lateralmente, a la madurez 155 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ligeramente torulosas y negras, lampiñas, con 10 a 12 semillas. sub- globosas, lampiñas, negras, no lustrosas. Planta que desde el estrecho de Magallanes se extiende hasta el Brasil, hidrófila, que constituye un buen forraje, menos en el tiempo de su fruetiticación. Lathyrus nervosus Lam. Planta vivaz que alcanza hasta 50 centimetros de altura. toda lampiña, de color verde elaro y con frecuencia fuertemente glauces- cente, que al secarse no cambia de color; tallos rastreros o trepado- res, huecos, tetrágonos, con dos aristas más o menos salientes a veces ligeramente aladas, en general poco ramificados; estipulas ancha- mente «aflechado-ovaladas, grandes, las inferiores menores que las superiores, con el lóbulo externo inferior ancho y bien desarrollado y el interior más o menos atrofiado; pecíolos con la parte infrafoliolar muy corta (3 a 5, rara vez 10 mm) 5 o 10 veces más corta que las es- tipulas y con la parte saprafoliolar prolongada en zarcillo delgado, de largo doble que el de las estípulas y hojuelas, generalmente triparti- do: hojuelas 1- yugadas, anchamente elipticas, a veces casi subor- bienlares, euneado-redondeadas en ambos extremos, que terminan en punta relativamente roma armada de un muerón o pequeña espina bien visible, de borde entero pulverulento; tanto las estipulas (7 a 11 retienlado-nervadas) como las hojuelas (9 a 13 rveticulado-nervadas). son más o menos delgadas pero siempre algo rígidas y apergamina- das; de las axilas de las hojas superiores salen unos pedúneulos 24.5 veces más largos que las hojuelas, enderezados, subenadrangulares, estriados, que en su parte superior llevan de 3 a 6 flores algo separa- das unas de otras; flores grandes, sostenidas por un pedicelo corto, delgado, de más o menos 5 milímetros de largo, con cáliz lampiño, verde pálido, y una corola cuyos pétalos son azules en el medio y blancos o celestes en los bordes; legumbres enderezadas, lineales. angostas, amarillentas, lampiñas, de caras laterales bastante conve- Mas, poca torulosas pero bastante nervadas, rectas, con punta larga, aguda, ligeramente fexnosa; no he visto ni frutos ni semillas ma- duras. Vegetal xerótfilo y petricola, difundido por la América meridional desde Chile hasta el Brasil y desde el río Chubut al Ecuador; en la República Argentina ha sido señalado como del Chubut y de las sie- LEGUMINOSAS BONAERENSES 189 tras pampeanas australes ; he visto y he estudiado ejemplares colec- cionados en la sierra de la Ventana. Lathyrus pubescens Hk. y A. Planta vivaz, en todas sus partes de color verde ceniciento (que no se altera por la desecación) por una pubescencia más o menos rala o tupida, corta y uniforme, que reviste sus órganos, siendo más aparen- te en las partes jóvenes que, sin embargo, nunca ofrecen lustre sedo- so; tallos trepadores robustos que pueden alcanzar a más de metro y medio de altura, subleñosos, en las partes inferiores huecos, tetrá- gonos, con estrías longitudinales y abundantemente ramificados y enmarañados en las partes superiores; hojas bastante numerosas y relativamente aproximadas, con todas las estípulas más bien peque- nas, ovalado-semiaflechadas, cuyo lóbulo inferior anterior es bien des- arrollado, faltando totalmente el posterior, mientras que el lóbulo su- perior es siempre ancho y terminado en un largo y fino mucrón, con peciolo cuya parte infrafoliolar, semicilíndrica, es 2 a 3 veces más larga que sus estípulas y la parte suprafoliolar se prolonga en un largo zat- cillo pubescente, bastante delgado, simple o tripartido; las hojuelas, siempre 1- yugadas y más o menos alternas, varían bastante de for- ma y tamano; en algunos individuos son elíptico-ovaladas de 2 < 1 de tamaño (forma que considero como típica) y en otros lanceoladas, más o menos augostas, de tamaño 4-6 >< 1 (forma que creo represen- te al L. linearifolius Vog.), de largo más del doble que la parte infra- foliolar del pecíolo ; tanto las estípulas como las hojuelas están recorri- das por numerosas (7- 11) nervaduras longitudinales bastante finas, y tienen una textura y rigidez mediana; los pedúnculos nacen de las axilas superiores, siendo enderezados, cilíndricos o ligeramente sub- tetrágonos levemente adelgazados hacia arriba, 2 6 3 veces más lar- gos que sus hojas y terminan en un racimo bastante largo de 6 a 12 flores algo separadas unas de otras, especialmente las inferiores ; dichas flores son grandes, de color azul más o menos intenso; las le- gumbres son lineares, rectas hasta por debajo de la punta que es algo encorvada hacia arriba y aguda, de color rojizo pardo, bien pubescen- tes, bastante comprimidas y torulosas por los lados; contienen de S a 10 semillas sub-globoso-lenticulares, lampiñas, lisas, negras, sin lus- tre. Vegetal hidrófilo difundido en toda la América del Sur, desde la 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Patagonia hasta Colombia; es frecuente en los pajonales ribereños y estuáricos del Paraná y del río de la Plata, como en la isla Santia- go, en Punta Lara, en San Isidro y todas las islas del Delta. No tiene aplicación, gozando de las mismas propiedades buenas y malas de sus congéneres. Lathyrus sericeus Lin. Hierba perenne de color inalterable, toda cubierta de vello largo más o menos patente, tupido, sedoso. de color rubio, de tallos más o menos agrupados en ramillete, bastante robustos, enderezados o re- costado-ascendentes, de 25 a 50 centimetros de alto, netamente tetra- gonos, escasamente ramificados: hojas más o menos escasas, con todas las estípulas semiaflechadas, con el lóbulo inferior angosto bas- tante largo y dirigido hacia afuera y a menudo arqueado y el superior más ancho que los foliolos, lanceolado, agudo, calloso-mucronado, con peciolo enderezado cuya parte infrafoliolar, trigona, es más corta que la mitad de sus estípulas y la parte suprafoliolar termina en las hojas inferiores en un muerón que se transforma paulatinamente, en las hojas superiores, en un zarcillo simple rigido, más corto que las ho- juelas; hojuelas 1- yugadas, angostamente lanceolado-elípticas, cuyo largo varía de 5 a 10 veces con respecto a su ancho, planas, enangos- tadas suavemente hacia ambos extremos y terminadas por un mu- crón ealloso, pálido, fuerte y bien visible; tanto las estípulas como las hojuelas están recorridas por numerosas nervaduras longitudina- les finas y poco aparentes, y son de naturaleza muy firme, rígidas y casi coriáceas ; los pedúneculos nacen de la axila de las hojas superio- res, son tetrágonos, relativamente gruesos y rigidos, casi de igual diá- metro en toda su longitud, de largo a veces tan solo igual, otras do- ble o triple que el de sus hojuelas, terminando en 2.6 5 flores acumu- ladas en su ápice, a veces casi formando cabezuela ; flores mediocres o grandes. de cáliz rubio muy velloso y corola cuyo color varia de morado a azul obscuro; legumbre linear, recta, menos en la punta, aguda y ligeramente sigmoidea, eubierta de vello muy tupido, largo, más o menos patente, de color rubio intenso, moderadamente achata- da a los lados; contiene de 10 a 15 semillas cuboideo-subglobosas, lampiñas, negras, no lustrosas. Planta xerófila y psamófila difundida en todas las regiones oligom- brias de la América del Sur desde el Rio Negro hasta el Perú; es LEGUMINOSAS BONAERENSES 191 común en los prados arenosos de la Pampa y en el oeste de la pro- vincia de Buenos Aires, habiéndose coleccionado en Puan. en Pehua- jó y en Chacabuco. En la Flora brasiliensis se cita el L. nitens Vog. que me parece sea una mera forma de esta especie de la cual sólo se diferenciaría por la falta de lóbulo inferior de las estípulas que serían entonces semilan- ceoladas de base entera, redondeada; no me consta que tal forma ha- ya sido hallada en nuestro país. Lathyrus stipularis Prsil. L. crassipes Gill. Planta anual, de 15 a 30 centímetros de altura, toda lampiña, de color verde claro (que conserva con la desecación), a veces ligera- mente glaucescente; tallos acostados o enderezados, subtetrágonos, con dos aristas más o menos aladas, poco ramificados; estípulas ente- ras, aflechadas, las inferiores muy pequeñas y angostas como las ho- juelas, las superiores grandes, anchas, más que las hojuelas, con los dos lóbulos inferiores agudos, de los cuales el posterior por lo general más pequeño; pecíolos triangulares de largo más o menos igual al de sus estípulas (prolongados en un zarcillo 36 4 veces más largo, delga- do, generalmente 3- partido) que llevan en su ápice un par de ho- juelas lineares a veces muy angostas (30-50 mm 1-4 mm), otras veces algo más anchas (10-40 mm > 1,5-6 mm), agudas en am- bos extremos, de punta callosa y borde entero; tanto las estípulas (3 a 7- nervadas) como las hojuelas (generalmente 3- nervadas), son to- talmente herbáceas y delgadas ; de las axilas de las hojas superiores nacen unos pedúnculos enderezados, de largo igual o hasta cuádrua- ple que el de los peciolos, cilíndrico-subtetrágonos, huecos, que van paulatina y suavemente engrosando de abajo (1,5 mm de diámetro) hacia el ápice (2,5-3 mm de diámetro) terminando casi tronchados, y allí se injertan de 1 a 2 pedicelos florales relativamente cortos (2 a 3 mm de largo); los pedúnculos unifloros son siempre más delgados que los bifloros ; hay individuos que producen todos pedúnculos uni- floros, otros unifloros en la parte inferior y bifloros en la apical y por fin la mayoría ostentan dos flores apicales ; las flores, inclinadas, son mediocres, con cáliz verde, lampiño y corola con estandarte azul, con alas y quilla rosadas (al seca se la planta se vuelven amarillas); las 192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA legumbres lampiñas, solitarias o apareadas, son sesiles, más O menos enderezadas, lineales. angostas, casi rectas, sólo ligeramente flexuo- sas, en la punta largas y agudas, de color rojizo y lisas. de lados bastante convexos, nada o muy poco torulosas, conteniendo de 10 a 16 semillas globoso-cuboideas, lampiñas, no lustrosas, de color castaño rojizo con pintitas más obscuras más o menos aparentes. Planta difundida en toda la América del Sur, desde el Chubut hasta Venezuela, frecuente en los campos fértiles algo secos de toda la República Argentina; es frecuente en la primavera en los alrede- dores de La Plata. Las partes verdes constituyen un excelente forraje, pero la planta en la vejez se vuelve peligrosa pues sus semillas son tóxicas. Lathyrus subulatus Lam. Hierba perenne, toda de color verde pálido, con frecuencia amari- lento. inalterable, de tallos en ramilletes endebles, enderezados o re- costado-ascendentes, de 15 a 30 centimetros de altura, tetrágonos, nervado-estriados, ramificados en la base, en la parte superior casi simples. revestidos como todas las partes del vegetal de pelillos ru- bios. muy tenues, largos, más o menos recostados y no tupidos ; hojas bastante separadas unas de otras, en especial las superiores, con esti- pulas semiaflechadas, lineales, cuyo lóbulo inferior es angosto, agudo, y bastante largo, y el superior muy largo que termina en una puntita casi espiniforme, con pecíolo triangular, cuya parte infrafoliolar es re- lativamente corta, aleanzando más o menos a la mitad o tercera parte del largo de sus estípulas, mientras que la suprafoliolar se prolonga en un muerón breve o en un delgado zarcillo que casi nunca alcanza el largo de las hojuelas ; hojuelas 1- yugadas, angostamente lineales, 15 30 siendo la proporción del largo con respecto al ancho de qq a ve- ces planas, otras plegadas longitudinalmente y triangulares, paulati- namente adelgazadas en punta hacia los dos extremos y terminadas en muerón fuerte, calloso y pálido: tanto las estípulas como las ho- juelas, son relativamente espesas y bastante rigidas y duras, con numerosas nervaduras longitudinales bien marcadas pero finas; en la axila de las hojas superiores, y 36 4 veces más largos que ellas, na- cen pedúnculos enderezados, casi cilindricos, fuertemente estriados en dirección longitudinal, casi rectos que terminan generalmente en LEGUMINOSAS BONAERENSES 193 dos flores (rara vez 3, siendo la inferior algo alejada de las apicales); tores erectas, sostenidas por un pedicelo 4 veces más corto que ellas, bastante grandes, de cáliz de color verde claro y corola con pétalos azulado-pálidos hacia los bordes; legumbre rubia, linear, recta, aguda, corta y densamente pubescente, bastante chata a los lados, con lige- ro brillo sedoso, conteniendo de 10 a 15 semillas lenticulares, lisas, negruzcas, no lustrosas. Planta xerófila y litófila o psamófila, distribuida desde el norte del río Colorado hasta el Brasil meridional, hallándose en las sierras y en las lomadas secas y arenosas o pedregosas. Es sumamente común en el Cerro de Montevideo y abunda, en la provincia de Buenos Aires, en la sierra de la Ventana, en Curamalal, en Olavarría, en Tandil, en la sierra Peregrina, como también en Puan y Guaminí. Es forra- jera, pero de un rendimiento sumamente limitado y por lo tanto de escasa importancia bromatológica. Lathyrus tomentosus Lam. Hierba perenne, toda cubierta de vello blando, más o menos largo, tupido, que le da color ceniciento claro, no alterable por la deseca- ción, que se torna blanco en las partes jóvenes e inflorescencia, con muy poco brillo sedoso, con tallos recostado-ascendentes de 30 a 75 centímetros de largo, robustos, tetrágonos, con aristas obtusas, me- dulosas, escasamente ramificados; hojas bastante numerosas y apro- ximadas, especialmente en las partes inferiores, con todas las estípu- las semi-aflechadas, cuyo lóbulo inferior, dirigido oblicuamente, es bastante largo y agudo, mientras que el superior es semilanceolado, agudo, grande y bien formado, tan ancho o algo más que sus foliolos, con pecíolo enderezado cuya parte infrafoliolar trígona es más o me- nos del largo de la mitad de sus estípulas y la parte superfoliolar se prolonga en un zarcillo delgado, velloso, tan largo como las hojuelas, siempre simple; hojuelas 1- yugadas, angostamente-lanceolado-elípti- cas, cuyo largo varía de 8 a 10 veces su ancho, suavemente enangos- tadas hacia ambos extremos, de punta moderadamente aguda, rema- tada por un mucroncillo calloso, blanquecino, escondido por el vello; tanto las estípulas como, las hojuelas, están recorridas por numerosas nervaduras subparalelas muy finas, y son de naturaleza herbácea, blanda, que se conserva también en los ejemplares secos; los pedún- culos nacen de la axila de las hojas superiores, siendo enderezados, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 15 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA casi cilíndricos, paulatinamente adelgazados hacia arriba, de largo doble o triple que el de su hoja, y terminan en un capítulo de 3 a 5 Hores grandes, con cáliz muy velloso, blanco y corola de estandarte azul, y demás pétalos blancos o blanco-amarillentos; no conozco los [rutos, pero deben ser muy velludos y contener de S a 12 semillas, co- mo he constatado en los ovarios. Planta xerófila y psamótfila que es endémica de la región platense; los ejemplares examinados provienen del partido de Nueve de Julio. No estoy muy segura de la exacta determinación de esta especie ; los ejemplares estudiados concuerdan con la descripción de Martius (Flo- ra brasiliensis, XV, L, pág. 115) y de Arechavaleta (Flora uruguaya, M1, pág. 371), pero no con la de De Candolle (Prodr., IL, pág. 369) donde se dice que la planta es rufescenti-tomentosa ! Vegetal forrajero, peligroso como todas las especies de su género en el tiempo de la fructificación ; los estancieros lo acusan, así como al L. sericeus Lam., de ser un productor de egagrópilos en el ganado vacuno, por su abundante vello absolutamente indigerible. LENS Ludw. (1737) Cáliz 5- fido, con sépalos más o menos iguales y tan largos como la corola; estambres 10, filamento vexilar libre, los otros 9 soldados en tubo cuyo ápice está cortado oblicuamente a bisel; estilo doblado hacia arriba, achatado superiormente, con ligera pubescencia longi- tudinal ; legumbre elíptico-alargada, comprimida lateralmente, dehis- cente, bivalva, 1- 2- semillada. Semillas lenticulares, unicoloras o va- riegadas. Flores pequeñas, blancas o azules, axilares, pediceladas, so- litarias o pauciracemosas. Plantas herbáceas, anuales, endebles, semi- trepadoras, con tallo cilíndrico 4- angular y hojas alternas, dísticas ; 'aquis de las hojas con estípulas semiaflechadas, de tamaño mediano, que Jleya de 227 pares de foliolos opuestos o alternos, sin estipe- las. terminando en cerda o zarcillo; las brácteas y las bractéolas ge- neralmente faltan. Género gerontogeo con 26 3 (según algunos autores hasta S) es- pecies, de las cuales una cultivada en todas partes del mundo, y cuyas semillas designaban los romanos por Lens. LEGUMINOSAS BONAERENSES 195 Lens esculenta Moench (n. v.: lenteja) Hierba anual de 20 a 40 centímetros de altura, pubescente pero no glandulosa, semienderezada o que se sostiene por medio de sus zarci- llos a menudo trífidos; las hojuelas son en número de 10 a 14 para cada raquis foliar, más o menos opuestas por pares o alternas, alar- gado-trasovadas, más o menos redondeadas, tronchadas o escotadas en el ápice, con un pequeño mucrón; pedicelos florales del largo de las hojas, con 1 a 3 flores, de corolas blanco-azuladas, inodoras ; legum- bre lampiña ; semillas unicoloras, rubias. Esta planta calcífila, cultivada desde la más remota antigiiedad, también prospera admirablemente en la campiña argentina, brindan- do tallos forrajeros muy nutritivos y apetecidos por el ganado, y semillas de alto valor nutritivo para el hombre, que también tuvie- ron aplicación en terapéutica, cocidas contra la disentería y las fie- bres infecciosas y crudas, pulverizadas, contra la viruela y otras en- fermedades del cutis. LUPINUS L. (1737) Cáliz profunda y desigualmente 2- labiado, de labio superior 2- den- tado, e inferior 3- lobulado; corola amariposada, de estandarte ancho, alas falcadas, adherentes por el ápice, que cubren a la quilla de pico encorvado ; estambres 10, con filamentos entresoldados en tubo cerra- do, llevando 5 anteras muy largas, basifijas, alternas con otras 5 más cortas versátiles : estilo aleznado, encorvado, lampiño, rematado por un estigma terminal con frecuencia barbudo ; legumbre lineal, más o menos comprimida lateralmente, por lo común pubescente o vellosa, dehiscente, bivalva, con valvas membranoso-coriáceas y tabiques in- ternos transversales, que separan las semillas, variables en tamaño y forma, sin estrofíolo, pero eon hilo lineal. Hierbas anuales o perennes, inermes, con enormes tubérculos bac- térico-radicales, lampiñas o vellosas, a veces de hojas simples, pero generalmente con hojas digitado-peltadas, con estípulas bastante grandes soldadas a la base del pecíolo. Flores azules, blancas, rara vez rosadas o amarillas, dispuestas en racimos terminales; existen brácteas y bractéolas variables. 196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Género que cuenta con más o menos unas 75 especies, la mayoría de ellas americanas y sólo unas pocas mediterráneas; ciertas de sus especies eran cultivadas por los antiguos romanos con el nombre de Saba lupina o simplemente lupinus. 1. Planta anual de unos 25 em de altura, poco ramificada, con pelos ralos, enderezados, no sedosos. L. hirsutus. Planta perenne, con vello tupido recostado sedoso. Zi 2. Epifilo lampiño, verde; planta de 10-50 em de alto. L. Hilaireanus. Epifilo velludo, sedoso como todas las demás partes de la planta, ro- busta, de hasta 75 em de altura. L. multifloras. Lupinus Hilaireanus Bt. Planta de 10 a 30 centimetros de altura, vivaz, ramosa desde su base y toda cubierta de pelos más o menos abundantes: hojas alternas, con un pecíolo bastante largo rematado por una corona de 5 (rara vez 3-7) hojuelas oblanceoladas casi tan largas como él, más o menos agudas en ambos extremos, vellosas en su cara inferior, lampiñas en la superior: inflorescencias casi espiciformes, terminales, con flores casi sesiles y azulado-violáceas, mediocres, cuyo cáliz tiene el labio superior 3- dentado, doblemente más largo que el superior; legum- bres lineares. enderezadas, rígidas, duras, de más o menos 3 centíme- tros de largo, con 3 6 4 milímetros de ancho, puntiagudas, con nume- rosas depresiones transversales oblicuas, más o menos vellosas, con- teniendo cada una de 3 a 7 semillas arrinonadas, pardo-atigradas. Esta planta sudamericana, abundante en la República Oriental del Urugnay, no se habia mencionado aún como de la República Argentina; a fines del año 1917 he recibido varios ejemplares de ella recolectados en los alrededores de Nueve de Julio. Esta planta es poco recomendable desde todo punto de vista, pues a pesar de que sus hojas son forrajeras, sus frutos tóxicos producen mareos y tem- blores a los animales que los ingieren. Lupinus hirsutus L. Hierba anual. de 15 a 40 centímetros de altura, ramificada desde la base, toda revestida de pelos tiesos y ralos, con hojas alternas largamente pecioladas, que llevan una corona de 5 a 7 hojuelas oblan- LEGUMINOSAS BONAERENSES 197 ceoladas o espatuladas ; Hores mediocres, cortamente pediceladas, for- mando un racimo flojo en la extremidad de los tallos, con pétalos de color azulado pálido; legumbre de más o menos 2 centímetros de lar- go, enderezada, vellosa, con 2 6 3 semillas. Planta europea que ha sido introducida en el país con las semillas de los cereales y que cría con éstos en los trigales y cerca de los de- pósitos de cereales; no es rara a lo largo de la vía del ferrocarril en- tre la estación Gran Dock y la de Rio Santiago. Aquí hasta ahora no tiene aplicación directa, pero podría utilizar- se, como se hace en ciertos lugares de Europa, como abono verde para engordar los campos. Lupinus multiflorus Desv. Hierba vivaz, de hasta 75 centímetros de altura, revestida en to- das sus partes de un vello tupido largo, sedoso, en la planta viva de color plateado, que por la desecación se vuelve más o menos amari- llento, robusta, enderezada, simple o más o menos ramosa; hojas lar- gamente pecioladas que terminan en una corona de 7 a 9 hojuelas algo más cortas que el pecíolo, oblongo-lanceoladas, vellosas en am- bas caras; racimos simples, rara vez agrupados en panoja, con mu- chas flores solitarias o geminadas, las inferiores apartadas, las supe- riores contiguas ; flores grandes, eon corola lampiña, cuyo estandarte es de color azul más o menos intenso con una mancha amarilla en el medio, las alas de color azul pálido y la quilla casi blanquecina; le- egumbres enderezadas, de 3 a 5 centímetros de largo, duras, coriáceas, densamente vellosas, casi lanudas. Plantita xerófila y psamófila, indígena de la América del Sur y que en la República Argentina sólo se ha mencionado de la sierra de la Ventana; he recibido, hace poco tiempo, ejemplares de ella recogidos cerca de Nueve de Julio. Considerando su aspecto, creo que podría constituir una buena esencia ornamental para jardines; en el campo es más bien perjudi- cial, pues aunque el ganado coma sus hojas sin inconveniente algu- no, Sus frutos y semillas resultan peligrosos y tóxicos. 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA MEDICAGO L. (1. 1737) (Medica Ludw.. V, 1737) Cáliz 5- fido, con lóbulos subiguales o los dos superiores menores; co- rola amariposada ; estambres 10, con filamento vexilar libre y los otros trabados en tubo, todos sin dilatación superior; anteras uniformes ; estilo aleznado, lampiño, terminado por un estigma capitado oblicuo; legumbre muy variada, falcada, coclear, arqueada, espiralada, lisa. reticulada, inerme, generalmente indehiscente:; semillas sin estro- fiolo, arriñnonadas. Hierbas o arbustos de hojas con estipulas adheri- das al pecíolo, trifoliadas, con hojuelas euyas nervaduras secundarias mueren al borde y a menudo en dientecillos. Flores por lo común pe- queñas, azuladas o amarillas, en capítulos o en racimos axilares, rara vez sub-solitarias; brácteas pequeñas o nulas; bractéolas ausentes. Estas plantas no despiden nunca olor a cumarina y si lo hacen es mientras se secan y muy débil, apenas perceptible. Género gerontogeo que comprende unas 50 especies, muchas difun- didas por todo el globo: la de gran cultivo fué traída de Media por los romanos. 1. Flores azules o celestes, mediocres, en racimos poblados axilares o api- cales, más o menos grandes ; legumbre espiralada, chata, sin arrugas ni púas: planta enderezada, perenne. M. sativa. Flores amarillas, pequeñas. PJ 2. Legumbre arriñonada, casi semiglobosa, muy pequeña, negra y longi- tudinalmente nervada cuando madura, en racimillos pedunculados capituliformes, más o menos compactos ; planta perenne, rastrera, siempre más o menos pubescente o vellosa. M. lupulina. Legumbre espiralada, chata. 3. 3. Legumbre completamente inerme, discoidal, muy chata, casi membrano- sa, de 10 a 15 mm de diámetro, con 3 64 espiras, bordes agudos enteros sin púas ni dientes, superficie fina y escasamente radial- nervada. M. orbicularis. Legumbre armada en el borde de dientes o púas, siempre menor de 10 mm de diámetro, coriácea y no membranosa. 4. 4, Borde de la legumbre recorrido por un sureo que aparta las largas espi- nas ganchudas marginales en dos series, una superior y otra infe- rior; legumbre en conjunto subglobosa; planta anual, densa y apretadamente pubescente, de color ceniciento. M. minima. LEGUMINOSAS BONAERENSES 199 Borde de la legumbre agudo, sin surco, llevando una sola hilera de es- pinas que alternadamente se dirigen hacia arriba y hacia abajo. 5. Estípulas con pocos y gruesos dientes ; hojas siempre adornadas por una or gran mancha ferruginosa central; pelos largos, ralos, multicelulares. M. maculata. Estípulas con numerosas lacinias largas y delgadas; pelos pocos, cortos y 2- celulares. 6. 6. Margen de la legumbre de largas espinas ganchudas, alternas. M. hispida. var. denticulata. Margen de la legumbre de tubérculos cortos y obtusos. M. hispida. var. apiculata. Medicago hispida Gaertn. (n. v. : carretilla, carretilla mansa, carretilla blanca) Hierba anual que cría en rosetas, de ramas rastreras pero no radi- cantes de hasta 50 centímetros de largo, anguloso-cilíndricas, verdes o más o menos rojizas, lampiñas o con pocos pelillos simples esparcidos en las partes más tiernas y nuevas; las hojas alternas, y dísticas, enderezadas o recostadas, con peciolos bastante largos, adheridos en la base a dos grandes estípulas anchamente ovaladas recortadas en un gran número de delgadas y largas lacinias, llevando en el ápice tres hojuelas anchamente trasovadas o trascorazonadas, más o menos profundamente escotadas, con los lóbulos denticulados, casi lampiños, de color uniforme, verde vivo; inflorescencia constituida por la 5 flores pequeñas, de corola amarilla, levadas por pedúnculos más cortos quelos pecíolos de las hojas de cuya axila nacen ; legum- bre muy comprimida, espiralada, con 2 a 3 vueltas, lampiña, de borde agudo más o menos armado, con las caras nervoso-reticuladas, con- teniendo de 3 a 5 semillas faseoliformes, amarillo-rojizas. De esta especie existen dos variedades : a) denticulata (Willd.), con legumbres chatas, anchas, cuyos márge- nes están armados de una hilera de largas espinas ganchudas, alter- nadamente dirigidas hacia abajo y hacia arriba. b) apieulata (Willd.) con legumbres más chicas, más recogidas, a ve- ces casi globosas, con los márgenes sólo armados de pequeños tubércu- los obtusos. Opino que debe considerarse como sinónimo de esta 'ariedad la M. Berteroana Morris, deseripta como de Chile y citada por Fries como inquilina de la República Argentina. 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Planta de la Europa meridional, desde mucho tiempo introducida en el pais (Bunbury la observó en Buenos Aires en los años 1831-33) y hoy difundida en todas partes desde el Chubut hasta la Quiaca; sube también a gran altura en los Andes. La variedad primera es la más común y constituye un abundan- te forraje primaveral; tiene, sin embargo, el inconveniente de ser perjudicial a los vellones del ganado ovino. La variedad segunda es escasa y se halla en los alrededores de La Plata, mezclada con la primera, especialmente sobre tapiales y des- montes de tierra. Medicago lupulina L. (mm. v. : trebolillo o lupulina) Hierba bisanual, de raices fascieunladas poco desarrolladas, y ramas rastreras, no radicantes, de hasta 50 centimetros de largo, cilíndricas, pubescentes; pelos unicelulares, no flexuosos, enderezados ; hojas al- ternas, dísticas, provistas de un pecíolo muy corto, adherido en la base a las estipulas relativamente grandes, semiaflechadas, a veces denticuladas, inferiormente agudas, llevando 3 hojuelas cuneado-tras- ovadas o casi romboidales, en la mitad inferior enteras, en la supe- rior de borde denticulado, terminando redondeadas, más o menos obtusas y a menudo escotadas, con pequeño muerón mediano, de color verde apagado y más o menos pubescentes en ambas caras ; inflores- cencias axilares, en racimos capituliformes globosos, sostenidos por pedúneulos más largos que las hojas en cuya axila nacen, formadas por 10 a 25 tlores muy pequeñas, de corola de color amarillo claro ; legumbre arriñonada, de 2 a 3 milímetros de largo, recorrida por sut- cos o nervaduras oblicuas, bastante hinchada, indehiscente, casi se- miglobosa, al principio verde y pubescente, más tarde casi negra, lampiña, 1- semillada ; semilla elíptica u ovalado-semiglobosa, algo fa- seoliforme, lisa, de color amarillento rojizo. Planta originaria de Europa, hoy difundida en todo el mundo, co- mán también en la Argentina desde el Chubut hasta Jujuy ; abunda en los alrededores de La Plata y parece que prefiere los terrenos altos y fértiles; varia muebísimo en cuanto a su vellosidad : en los terrenos húmedos sale casi lampiña, en los secos totalmente cubierta de pelos tomando color ceniciento; forma parte del heno de nuestros campos pero no tiene mayor importancia. Es enrioso notar como esta planta no ha sido citada por el profesor LEGUMINOSAS BONAERENSES 201 Arechavaleta en su Flora Uruguaya, a pesar de haberla yo misma visto y coleccionado varias veces en el Buceo y en las praderas al pie del Cerro de Montevideo. Medicago maculata W. (n. v. : carretilla colorada) Hierba anual, que cría en rosetas de ramas rastreras, pero no radi- cantes, de 30 hasta 50 centímetros de largo, anguloso-cilíndricas, ver- des o más a menudo ferruginosas y salpicadas de pelos ralos ende- rezados, blandos, blanquecinos y multicelulares ; las hojas alternas y dísticas, enderezadas o recostadas, tienen un pecíolo más o menos largo acompañado en la base de dos grandes estípulas semiovaladas, agudas, con el borde inferior provisto de l a 5 gruesos dientes irregu- lares, y lleva 3 hojuelas apicales visiblemente pecioladas, anchamente trasovadas o trascorazonadas, con los lóbulos anteriores ligeramente denticulados, de color verde vivo con uno o dos grandes manchas in- tensamente rojo-ferruaginosas, variables de forma, en su parte mediana central inferior siendo casi lampiñas, pero en las estípulas, pecíolos y Cara inferior de las hojuelas se hallan (especialmente en la ju- ventud) pelos multicelulares iguales a los que mencioné para las ramas; las inflorescencias están constituidas por la 3 flores peque- nas, de corola naranjada, cortamente pediceladas, agrupadas en el ápice de un pedúnculo común siempre más corto que la hoja de cuya axila procede; legumbre muy comprimida, espiralada con 3 a 4 vueltas, lampiña, cuyo borde ofrece un surco mediano que separa dos nervaduras marginales (superior e inferior), las que dan nacimiento a unas largas espinas aleznadas con punta ganchiforme, canaliculadas : semillas de 4 a 6 en cada legumbre, faseoliformes, amarillas. Planta higrófila y casi psamófila, originaria de la Europa meridio- nal y hoy espontánea y difundida en toda la República Argentina, siendo común en los alrededores de La Plata y Buenos Aires; su aspecto varía mucho según que crie en Zanjas con agua o en terrenos secos y livianos (terraplenes del F. C.):; es un forraje bastante bueno y me consta que el ganado lo apetece. 202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Medicago minima Lan. (n. v.: carretilla negra) Hierba anual que cría en tupidas rosetas, con ramas rastreras pero no radicantes, de 20 a 30 centímetros de largo, casi cilíndricas, de color ceniza por un vello tupido, corto y adherente que las viste; pelos unicelulares, rígidos; hojas alternas, dísticas, recostadas, con pecíolo mediocre provisto inferiormente de estípulas más o menos adherentes, semilanceoladas, agudas. las inferiores enteras, las supe- riores denticuladas hacia su base y terminados por 3 hojuelas cu- neado-oblongas o euneado-trasovadas, escotadas en el ápice, mucro- nadas y denticuladas en la mitad superior, todas cubiertas de un vello tupido adherente, sedoso, que les comunica un color verde ce- niciento; a veces ofrecen 1 6 2 manchas pequeñas, ferruginosas en su medio; las inflorescencias están constituidas por 1 a 3 flores peque- nas, de corola amarilla, cortamente pediceladas, agrupadas en el ápice de un pedúnculo más corto que el pecíolo de la hoja de cuyo axila surgen ; las legumbres, lampiñas o ligeramente pubescentes, bastante espesas, enroscadas con 3 a 5 espiras, con el borde agudo armado de una hilera de espinas alternadamente dirigidas hacia abajo y hacia arriba, más o menos largas y con la punta encorvada: semillas fa- seoliformes, de color amarillo. De esta especie existen dos variedades: 4) canescens Ser., con legumbres casi globosas y espinas cortas, ganchudas, rígidas. b) mollissima (Roth) con legumbres más anchas y chatas, y espinas relativamente muy largas, no muy rígidas pero muy ganehudas. Plantas originarias del sur de Europa ; en los alrededores de La Pla- ta, especialmente sobre el terraplén, del E. €. con balasto de conchilla, entre La Plata y la Ensenada, es común la primera variedad ; la segun- da variedad es sumamente abundante en la meseta alrededor de Bahía Blanca, donde sus semillas se acamulan en Jos bajos formando casi colcha; son vegetales primaverales que producen un abundante y sa- broso forraje para todo ganado: pero los frutos son muy perjudiciales alos vellones de las ovejas que hacen desmerecer mucho y disminuyen probablemente su valor; los frutos secos, sin embargo, sirven de buen alimento al ganado en ciertos periodos, cuando la sequía destruye toda vegetación en las cuchillas desde Bahía Blanca hasta el Río Ne- gro. LEGUMINOSAS BONAERENSES 203 Medicago sativa L. (un. v. : alfalfa o mielza) Planta perenne, de raíces pivotantes poderosas sumamente des- arrolladas, verticales, y ramas arramilletadas, enderezadas, cilín- drico angulosas, verdes, lampiñas o ligeramente pubescentes, de 30 a 60 centímetros de altura ; hojas provistas de estípulas lanceo- ladas, agudas, enteras o ligeramente dentelladas, soldadas con la base del pecíolo, el cual, variable de largo, termina en 53 hojuelas oblongo-cuneiformes obtusas, a veces algo escotadas, con algunos dentículos a ambos lados, lampiñas o algo pubescentes, de color verde obscuro a veces más o menos glaucescente ; inflorescencias en forma de racimos ovalados o elípticos, pedunculados, axilares o apicales, con numerosas flores mediocres enderezadas, de corolas azules o celestes (a veces azulado-verdosas o más raramente blancas), con nervaduras más obscuras; legumbre arqueada, espiralada (hasta con 3 espiras) angosta, algo chata, lampiña, de color pardo, con 3-6 semillas faseo- liformes, amarillas o rojizas, lisas. Planta originaria del norte de Persia (Media), de donde los romanos la importaron a Roma llamándola por eso Herba medica (Columella); hoy en día se cultiva en todo el mundo considerándose como el forra- je típico por todas sus propiedades agronómicas y bromatológicas, siendo su único defecto mayor el producir en ciertas condiciones el meteorismo o empaste ; en la República Argentina se cultiva en todas partes constituyendo una de sus principales riquezas mejorando las tierras y dando rendimientos que ningún otro forraje proporciona. Sus raíces pueden ahondarse en la tierra a buscar humedad hasta los 20 metros si el terreno es permeable; se adapta a todos los climas de modo que tanto prospera en las quebradas del Chubut, en la cum- bre de los Andes (Puente del Inca), como en las llanuras de Buenos Aires y del Chaco. En muchas partes se halla ya al estado espontáneo. MELILOTUS L. (1737) Cáliz con 5 dientes subiguales ; corola amariposada ; estambres 10, filamento vexilar a veces libre, otras veces soldado al medio con los 204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA otros 9, que forman un tubo libre de los pétalos; anteras uniformes: estilo filiforme, lampiño, encorvado, terminado por estigma apical; legumbre subglobosa u ovoidea, más larga que el cáliz, recta, indehis- cente o muy tardiamente dehiscente, oligosperma:; semillas general- mente solitarias, rara vez de 2 a 3 en cada legumbre, sin estrofíolo. Hierbas anuales o bisanuales, subhidrófilas, calcífilas y halófilas, con hojas alternas, estipuladas, 3- folioladas, algo carnosas y rígidas. con las nervaduras secundarias de los foliolos que terminan en los dientecillos marginales de los mismos. Flores pequeñas, blancas o amarillas, en racimos axilares, a veces apanojados; brácteas peque- nas o nulas; bractéolas ausentes. Todas estas plantas, a veces cuan- do frescas, pero siempre cuando se marehitan, despiden un fuerte olor de cumarina que las hace fácilmente reconocibles ; frescas, son rehusadas por el ganado; por lo contrario, cuando secas son comidas con bastante fruición ; antiguamente eran empleadas en terapéutica, por la eamarina, el ácido melilótico y el melilotol que contienen, y se consideraban como calmantes y antineurálgicas. Género gerontogeo con 22 especies de las regiones templadas y cálidas, muchas de las cuales son actualmente difundidas por todo el mundo; y eran ya conocidas con este nombre genérico por griegos y romanos. 1. Flores de corola blanca, de 4 45 mm, en racimos más largos que las hojas. M. alba. Flores de corola amarilla. 2 Rm Flores y legumbres mínimas, menores de 3 mm de largo; estípulas to- das en la base 1-2 dentadas; racimos multifloros, más largos que su hoja. M. indica. Flores y legumbres mayores, de 4 nn por lo menos. 3) 3. Racimos florales más largos que la hoja de cuya axila nacen, 30-70 flo- ros ; estípulas en la base enteras todas. M. officinalis. Racimos Horales más cortos que la hoja de cuya axila nacen, 3-10 flo- ros ; estípulas inferiores 3-8 denticuladas en la base, las superiores enteras. M. messanensis. Melilotus alba Desv. (nm. v. : trébol de olor blanco) Hierba subleñosa, bisanual (¿ perenne ?), de 0,50 a 1,50 metros de altura, enderezada, de tallos eilindricos, lampiños, de color verde LEGUMINOSAS BONAERENSES 205 obscuro, a veces morados, ligeramente flexuosos o mimbreados ; hojas alternas, con las estípulas aleznadas, agudas, adheridas a la base del pecíolo, el cual varía bastante de longitud y lleva 3 hojuelas que en la parte inferior del tallo son romboidal-trasovadas o trasoval-cuneifor- mes, en la superior oblongo-lanceoladas, de punta obtusa o truncada a cada lado, casi hasta la base, irregularmente S- 12- denticulada, de color verde obseuro y siempre lampiñas en el epifilo, verde pálidas y a veces algo pubescentes en el hipofilo, a veces en ambas caras más o menos glaucescentes ; racimos florales axilares, enderezados, un poco abiertos, formando panojuela piramidal en el ápice del tallo, 3 a 10 veces más largos que la hoja de cuya axila proceden, con 50 a 100 flores péndulas : corolas blancas, de 4 a 5 milímetros de longitud; le- gumbre pequeña, de 3 a 3,5 milímetros de largo, oblicuamente ovala- da, obtusa, mucronada por la base del estilo, casi negra, irregular- mente reticulado-nervada, con 16 2 semillas; semillas ovaladas, amarillo-verdosas. Planta hoy difundida por la cultura en todo el mundo, por consi- derarse forrajera y bastante resistente a la sequía; en la República Argentina es también abundantemente espontánea en muchas provin- cias (Mendoza); en la provincia de Buenos Aires se ve con frecuencia cultivada en los jardines y se observa silvestre a veces en La Plata y alrededores de Buenos Aires; resiste bastante a la sequía, a pesar de que prospera mejor donde abunda el agua; el elemento calcáreo la favorece y soporta muy bien el salitre (nombre que se da vulgarmen- te a las eflorescencias de NaCl impuro). En el Sertum patagonicum y en Plantae diaphoricae del profesor Hieronymus se cita un Melilotus macrorhiza Pers. (figura también en Chloris platensis del profesor €. Hicken y en Etude phytogéogra- phique de la R. du Rio Negro inférieur del profesor L. Hauman) que no he podido identificar, porque no existe el ejemplar en el Her- bario del doctor €. Berg conservado en el Museo de La Plata, nitam- poco figura en la monografía del género Melilotus de O. E. Schulz, donde debería citarse por lo menos como sinónimo de M. altissimus Thuill. ; no me queda más recurso que suponer que dicha especie de- ba incluirse en la sinonimia del M. alba Dsv. 206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Melilotus indica (L.) Al). (mM. v. : trébol de olor) Hierba anual o bisanual, casi nunca leñosa, de 25 a 75 centímetros de altura, enderezada, de tallos cilíndricos, lampiños, de color verde elaro, a veces rojizos, mimbreados ; hojas alternas, con estipulas lan- ceoladas agudas, de base ancha redondeada, todas con 1 ó 2 dientes. adheridas a la base del peciolo de largo variable, rematado por 3 ho- Juelas pecioladas, en las hojas inferiores cuneado-trasovadas, en las superiores oblongas o linear-euneadas, de punta redondeada o trun- cada, a ambos lados en sus dos tercios superiores con 5 a 20 dientes obtusos, más o menos desarrollados, de color verde vivo en ambas ca- ras, rara vez con un ligero matiz azulado, totalmente y siempre lam- piñas; racimos florales axilares enderezados, más o menos abiertos, formando panojuela piramidal en el ápice del tallo, antes de la flora- ción tan largos como la hoja de cuya axila nacen, después 3 a 5 ve- ces más largos, con 25 a 50 flores péndulas, muy pequeñas, de corola amarilla de 1,5 a 2,50 milímetros de largo; legumbre casi globosa o trasovada, de ápice muy obtuso, con muerón estilar pequeñísimo, de color pardo-ceniciento más o menos intenso, con pocas nervaduras transversales casi nada anastomosado-reticuladas; semillas 1, rara vez 2, rojizas o rojizo-amarillentas. Planta europea, desde hace mucho aclimatada en nuestro país, pues Bunbury la cita como vista en abundancia por los años 1831 a 33 cerca de Buenos Aires; es difundida en todo el país desde el Chubut hasta la Quiaca, tanto en los Andes hasta arriba de 2500 metros, co- mo en las praderas pampeanas y chaqueñas; en los campos bajos de los alrededores de La Plata abunda de tal modo que, en algunos pun- Los (¿ manchas saladas ?) constituye la exclusiva vegetación que cu- bre el suelo; a pesar de que los ganaderos la aprecian, dudo de su ralor bromatológico en nuestro país, por lo menos al estado verde, pues he observado muchas veces que el ganado no la consume. Melilotus messanensis (L.) All. Hierba anual, berbácea, de 25 a 50 centímetros de altura, a veces enderezada, otras veces recostada en el suelo, con tallos cilíndricos, estriados, de color verde pálido, bastante flexuosos; hojas alternas, LEGUMINOSAS BONAERENSES 207 con estípulas anchamente triangular-lanceoladas, brevemente acumi- nadas, las inferiores 4- S- denticuladas, las superiores enteras, más o menos adheridas a la base del pecíolo, variable en longitud y remata- do por 3 hojuelas ; las hojuelas son siempre gruesas, casi carnosas, poco flexibles, las inferiores trasovadas o ecuneado-trasovadas, las su- periores cuneado-lanceoladas, de ápice truncado o escotado, con fre- cuencia ligeramente mucronado, por ambos lados en sus dos tercios superiores irregularmente 6- 10- dentadas, lampiñas en ambas caras, de color verde intenso y siempre con un tinte más o menos marcado azulado ; racimos florales axilares, cortos, siempre menores que el pe- cíolo de las hojas de cuya axila nacen, con 3 a 10 flores mediocres; corola anaranjada, de 4 a 5 milímetros de largo; legumbre relativa- mente grande, oblicuamente ovalada, aguda en ambos extremos, de 5 a 7 milímetros de largo, con numerosas nervaduras arqueadas, algo anastomosadas hacia el centro pero casi nada reticuladas ; semillas de l a 3, de color rojizo obscuro. Planta hidrófila y halófila europea, desde tiempo aclimatada en la República Argentina; es frecuente en los bañados entre La Plata y la Ensenada, en los lugares más salados, donde vegeta acompañada por Salicornia, Statice y Distichlis. No creo que tenga importancia ni aplicación. Melilotus officinalis (L.) Desr. Hierba anual o bisanual, de base semileñosa, de 0,40 hasta 1 me- tro de alto, enderezada, de tallos cilíndricos, lampiños o con algunos pelillos en las partes tiernas superiores, de color verde vivo, con es- trías rojizas longitudinales, bastante derechos, mimbreados; hojas alternas, con estipulas lanceolado-acuminadas, de base ancha, las su- periores enteras, las inferiores a veces con 2 ó 3 dientecillos, adheri- das hasta el medio a la base del pecíolo algo variable en longitud y terminado por 3 hojuelas; éstas son pecioladas, en las hojas infe- riores romboideo-trasovadas o cuneado-trasovadas, en las superiores alargado-oblanceoladas, con punta redondeada o truncada, a ambos lados casi hasta la base, con más o menos 13 dientecillos agudos u obtusos, de color verde vivo, siempre lampiñas en el epifilo, a veces ligeramente pubescentes en el hipofilo; racimos florales axilares, enderezados, más o menos abiertos, formando panojuela piramidal apical, antes de la floración un poco más largos que las hojas de cuya axila nacen, después 3 a 5 veces más largas, con 25 a 75 flores pén- 2085 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA dulas, medioeres ; corola de color amarillo pálido, de 5 a 6 milimetros de largo; legumbre pequeña, de 3 a 4 milímetros de largo, ovalada o trasovada. obtasa en la punta y ligeramente mucronada, de color par- do más o menos obseuro, con nervaduras transversales numerosas pero con pocas anastómosis verticales; semillas 1, rara vez 2, de co- lor amarillento más o menos intenso. Planta europea que, según me consta, debe ser rara aún en el pais, pués sólo una vez hallé un ejemplar en las vías del ferrocarril entre las estaciones Dock Central y rio Santiago. MIMOSA 1. (17:37) Cáliz generalmente pequeño, rara vez campanulado, isómero con la corola, 4 veces nulo o substituido por una corona de escamas o cerdas; corola actinomorfa 4- 5 (raramente 3- 6)-mera, con pétalos más o menos entresoldados, valvares: estambres en número igual o doble que el de los pétalos, filamentos libres salientes, anteras uni- formes, pequeñas. sin glándulas; estilo filiforme, estigma terminal diminuto; fruto típicamente lomentáceo, 2- >o articulado, rara vez li- neal. más o menos comprimido por los lados, indehiscente o sub- dehiscente; semillas trasovadas u orbiculares, chatas. Hierbas. arbustos o arbolitos inermes o espinosos, lampiños, vello- sos, cerdosos o eglandulosos ; hojas alternas, bipinadas, generalmente sensibles. econ o sin glándulas peciolares; inflorescencias axilares o terminales, solitarias, agrupadas en ramilletes o paniculas, general- mente en forma de cabezuelas elobosas, rara vez elípticas o alargado- espiciformes ; Mores pequeñas, sentadas; brácteas y bractéolas va- riables. Género termótilo, generalmente americano, con pocas especies asiá- ticas y africanas, que comprende más o menos unas 300 especies. La Argentina posee un buen número de especies y lama la atención la falta completa al oeste de los Andes, no conociéndose ninguna propia de Chile. El nombre genérico deriva del vulgar mejicano. 1. Hojas 1 (rara vez 2)- yugadas. "x Hojas 3- pluri-yugadas. 4. 2. Arbustos erguidos, casi arboriformes, sin espinas, cubiertos de pubes- cencia casi escamiforme; planta hidrófila, M. incana. Arbustos recostados en el suelo, achaparrados ; plantas xerófilas y litó- filas. 9; LEGUMINOSAS BONAERENSES 209 3. Tallos lampiños, sin cerdas ni aguijones ; partes jóvenes y hojas reves- tidas por pubescencia pulverulenta. M. Rocae. Tallos salpicados de cerdas muy adheridas y dirigidas hacia atrás ; ra- mas con escasos aguijones acerados, rectos, como las hojas lampi- has. M. tandilensis. +. Arbustos inermes del todo; hojas con 2 6 3 pares de pinas, fruto ador- nado de pelos estrellados. M. Bonplandi. Arbustos armados de espinas y aguijones, hojas con más de 5 pares de pinas; frutos con pelos o cerdas simples. 5. 5. Arbusto en todas sus partes cubierto de largo y denso vello rígido, en- derezado, rubio; espinas interyugales muy grandes, enderezadas, amarillentas ; frutos totalmente cubiertos de pelos enderezados, ru- bios. M. asperata. Arbusto en todas sus partes casi lampiño, con pocas cerditas apretadas en las partes jóvenes y algunos pelos esparcidos por las hojas ; fruto salpicado de cerditas pequeñas, ralas, muy apretadas contra la su- perficie y dirigidas hacia adelante. M. cinerea. Mimosa asperata L. (n. y. : mata de carpincho, carpinchera o carpincho) Arbusto con ramas casi mimbreadas, erectas o arqueadas, de hasta 3 metros y más de alto, cilíndrico-angulosas, cubiertas en todas sus partes de un vello enderezado, tupido, cerdoso, rígido, que da a todo el vegetal un tinte rubio o rojizo más o menos intenso ; están armadas de un número más o menos grande de aguijones encorvados y fuer- tes; hojas alternas con estípulas lanceoladas, debajo de las cuales se levantan dos poderosos aguijones corvos, eon pecíolo común de hasta 20 centímetros de largo, todo híspido, cerdoso, con aguijones rectos y enderezados muy grandes (hasta 2 em) situados entre las bases de ca- da pina, y un número mayor o menor de aguijones menores corvos en la superficie inferior, llevando de Sa 16 pares de pinas, de 5a 12 centímetros cada una; cada par de pinas lleva de 20 a 50 pares de hojuelas lineares de 7 a 10 milímetros de largo por 1,5 a 2 milíme- tros de ancho y por debajo, a veces, varios aguijones corvos ; las ho- Juelas membranoso-rígidas, verdes, lampiñas por arriba y por abajo, en el borde son más o menos cerdosas ; inflorescencias en forma de ca- pítulos globosos, de hasta 2 centímetros de diámetro, sostenidas por pedicelos 3 a 4 veces más largos, de l a 3 en la axila de las hojas su- periores y formando racimos y panojuelas en el ápice de las ramas; le- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 16 210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA eumbres (fig. 6) lineales, arqueadas, obtusas en los extremos, bastante chatas, de basta 10 centímetros de largo por 1 a 1,5 de ancho, que se fraccionan en 10 a 20 artejos cuadrangulares 1- semillados, y, así en los bordes como en las caras, totalmente cubiertas de un vello cerdoso, denso, enderezado, de color rubio. Planta eminentemente hidrófila que parece difundida en toda la América del Sur y hasta en Centro América; abunda en los pajona- les ribereños del Chaco austral y septentrional ; no es rara en los pa- jonales del Delta, habiéndose recolectado varias veces en las islas cerca de Zárate y de Campana. Planta que no tiene aplicación, pero de un porte tan hermoso y de una vegetación tan exuberante que bien merecería ser adoptada para adornar orillas de estanques y lagos. Mimosa Bonplandii Btl. Arbusto inerme, de 1 a 2 metros de altura, tan parecido a primera vista con la M. incana Bth., que sólo examinándolo de cerca se pue- de distinguir por sus hojas pluriyugadas y por sus frutos no lomen- táceos ; el troneo y las ramas cilíndricos y cubiertos de corteza par- da. son bastante delgados y endebles aunque enderezados; las hojas, poco sensibles, alternas, con pecíolo corto, de unos 2 centimetros, provisto en la base de unas estípulas cerdiformes, sin glándula, llevando de 2 a 4 pares de pinas opuestas, cada una de las cuales sostiene de 8 a 16 pares de hojuelas oblongas, pequeñas, de más o menos 4 milímetros de largo, muy acercadas y casi empizarradas, ob- tusas, relativamente gruesas y rígidas, de color verde apagado más o menos ceniciento o glauco, debido al revestimiento escamoso que las recubre en mayor o menor cantidad ; inflorescencias axilares, So- litarias o agrupadas de 2 a 3, formadas por capitulos globosos de 5 a 7 milímetros de diámetro, sostenidos por pedúnculos un poco más largos ; flores pequeñas, muy apretadas, con cáliz verde y corola ama- rillenta tomentosa ; legumbre no lomentácea, subdehiscente, de l a 2 centímetros de largo por 4 milímetros de ancho, con 2 a 5 semillas globosas, negras, lisas, algo adelgazada entre cada semilla y cubier- ta de un vello escamoso, estrellado, grosero, de color algo ferrugi- NOÑSO, El único lugar de la República Argentina en que se conoce esta planta es el bañado cerca de Punta Lara, donde tuve la suerte de en- LEGUMINOSAS BONAERENSES 211 contrarla en diciembre de 1916; probablemente debe ser más común, pero hasta ahora había sido siempre confundida con la M. incana Bth., con la cual, como dije, tiene tanta semejanza; como ella es eminentemente hidrófila; no tiene aplicaciones ni me parece pueda tenerlas. Mimosa cinerea Vell. Arbustito perenne, enderezado o semitrepador, de hasta 1 metro de alto, con ramas verde-rojizas, subcilíndricas, más o menos salpica- das de cerdillas aplicadas contra su superficie y divididas hacia arri- ba, a veces defendidas sin orden por algún aguijón encorvado; las hojas, bastante sensibles, ostentan un pecíolo común de 10 a 12 centímetros de largo, provisto en la base de dos estípulas lanceo- ladas y, debajo de ellas, de 2 aguijones infraestipulares encorvados, sin glándula, pero superiormente es armado, entre la base de cada par de pinas, de un aguijón enderezado y recto y en la parte inferior, en el espacio que media entre uno y otro yugo de pinas, lleva un par de aguijones encorvados; cada pina, de 2 a 10 centímetros de largo, leva de 10 a 30 pares de hojuelas lineares, asimétricas, más o menos obtusas, de 5 a 10 milímetros de largo por 1 a 2 milímetros de ancho, de color verde-obscuro pero apagado y casi ceniciento; la parte infe- rior del raquis de las pinas, como también la cara inferior y borde de las hojuelas, a veces están casi lampiñas, otras veces más 0 menos re- vestidas por cerdillas apretadas, más o menos abundantes ; las inflo- rescencias aparecen en la extremidad de las ramas, las inferiores axi- lares, generalmente solitarias, las superiores en racimos agrupados en panícula rala constituída por capítulos globosos, sostenidos por pe- dúnculos 3 Ó 4 veces más largos que los mismos, formados por flore- cillas rojo-verdosas, con largos estambres rosados que sobresalen ; el lomento, largo y muy comprimido, de 3 a 5 centímetros de longitud por Ta 8 centímetros de ancho, con 3 a 10 artejos subcuadrados, tiene el .replo más o menos cerdoso, pero las caras casi lampiñas. El único paraje de la provincia de Buenos Aires donde se conoce esta planta es el bosque del parque de Palermo, cerca del Tiro fede- ral y del arroyo Maldonado ; es sin embargo una especie bastante di- fundida en los pajonales ribereños del Chaco austral y boreal, pero he notado que los ejemplares chaqueños no tan sólo ofrecen un tama- no y robustez notables sino que aumentan muchísimo su revesti- miento de cerdas en todas sus partes y algunos se acercan a la M. 212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA asperata L. tanto, que hacen sospechar un estrecho parentesco con ella,o tal vez la existencia de hibridos intermedios. Es también planta eminentemente hidrófila. No tiene aplicación y su porte no permite considerarla como plan- ta ornamental. Mimosa incana Btl.. Arbusto de hasta 2 metros de altura, inerme, de ramas cilindricas: hojas muy poco sensibles, alternas, con pecíolo estipulado, corto, sin olándula, terminado por un par de pinas de 2 a 4 centímetros de lar- o, cada una de las cuales leva de 10 a 25 pares de foliolos muy acer- cados. de 4 a 5 milímetros de largo, oblongos. obtusos, de color verde apagado, « veces, especialmente cuando jóvenes, glauco-blanqueci- nos por un tomento escamoso más o menos abundante que los reviste: pedúneulos axilares solitarios, un poco más largos que los pecíolos, lNevando una cabezuela globosa de 4 a 6 milimetros de diámetro, de flores inodoras, muy apretadas, pequeñas, amarillento- verdosas; lomen- to 2-3 articulado, cubierto de escamillas en ambas caras, sin cerdas, Planta eminentemente hidrófila que no es rara en todos los pajo- nales de la isla Santiago, del delta del Paraná y de los estuarios del río de la Plata. No tiene aplicación y su porte muy modesto no le per- mite ser considerada como esencia ornamental para jardines. Mimosa Rocae Lor. y Niedrl, Arbustito inerme, perenne, muy enmarañado, achaparrado y gene- ralmente recostado contra el suelo, produciendo ramas cilíndricas de hasta 50 centímetros de largo, enbierto en todas sus partes verdes y jóvenes por una pubesceneia pulverulenta o casi granulosa que les da color ceniciento más o menos elaro, estando formada dicha pubes- cencia por pelos estrellados, mezclados a veces con alguno glandulo- so; hojas muy poco sensibles, alternas, pequeñas, con pedúnculo común, provisto de pequeñas estípulas setáceas, bastante corto, ter- minado por un muerón y llevando en el ápice un par de pinas; no hay glándulas peciolares; las pinas sustentan de 10 a 20 hojuelas, opuestas por pares, elípticas, más o menos anchas y relativamente ernesas, obtusas, de base inequilateral, densamente pulverulentoJe- pidota, de color ceniciento; inflorescencias en forma de capítulos LEGUMINOSAS BONAERENSES 213 eglobosos sostenidos por pedúnculos algo más largos que las mismas, formadas por 15 a 20 flores tetrámeras muy apretadas y pequeñas, en la antesis de color rosado-pálido por los estambres que sobresalen bastante ; lomento de 2 a 3 artículos bien definidos por ligeras es- trangulaciones, algo aplastado lateralmente, densamente revestido le pelos estrellados; semillas subglobosas, negras, lampiñas. Planta xerófila de las sierras pampeanas australes, habiéndola ha- llado en la sierra de la Ventana, Curamalal, Pillahuincó, Puan y Tan- dil; su estructura haría sospechar casi que se tratara de una simple variedad oreófila de la M. Bonplandii Bth., con la cual tiene muchos puntos de contacto. No tiene aplicación. Mimosa tandilensis Spez. Arbustito perenne, espinoso, muy enmaranñado, recostado más o menos contra el suelo, formando matas subdiscoidales de 25 a SO cen- tímetros de diámetro; las ramas del vegetal al principio tienden a ser derechas, pero después se encorvan en arco y más tarde quedan re- costadas y todas ellas están cubiertas de una corteza verde rojiza, la cual se halla toda salpicada de un gran número de cerditas blanque- cinas muy recostadas contra la superficie y dirigidas de adelante ha- cia atrás : las ramas además ostentan aquí y allá, sin orden, algunos aguijones rectos y agudos; las hojas son alternas, su pecíolo común es sumamente corto, de l a 1,5 milímetros, con estípulas setáceas poco aparentes y una que otra cerdilla blanquecina apretada y diri- gida hacia adelante, sin rastro de glándula, lleva en el ápice un par de pinas y remata entre ellas en un pequeño mucrón; las pinas pe- queñas, de 0,5 a 2 centímetros de largo, con la cara inferior cubierta de cerdillas dirigidas hacia adelante, llevan de 10 a 20 pares de ho- Juelas linear-elípticas, empizarradas, coriáceas, inequilaterales, con margen engrosado-nervado y cerdoso; las inflorescencias son globo- sas, sostenidas por pedúneulos algo más cortos que ellas y cubiertos de cerdas retrorsas, y formadas por 20 a 30 florecillas pequeñas, te- trámeras, lampiñas y pubescentes, de color verdoso-rojizo; en la ante- sis los largos estambres sobresalen, de color blaneo-rosados. El lo- mento pequeño, de 1 a 3 artículos, bastante aplastado lateralmente, de color rojizo, se halla revestido de cerdas blanquecinas dirigidas hacia adelante; las semillas, ovaladas, son castañas, lisas, pero no brillantes. Planta xerófila y oreófila antes localizada sólo en la sierra del Tan- 214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dil; ha sido hallada también en la sierra Curamalal. No tiene apli- cación. Cáliz corto, 3- partido, lacinias membranosas algo desiguales, val vares o ligeramente empizarradas ; pétalos 5, algo desiguales, el su- perior interno; estambres 10, filamentos libres, algo inclinados, vello- sos en la base, anteras uniformes versátiles ; estilo filiforme, replegado en el botón, lampiño, terminado por pequeño estigma; legumbre li- neal, dehiscente, bivalva, plurisemillada, valvas tenues, coriáceas; semillas faseoliformes, pardas, lisas, duras. Árboles espinosos; hojas bipinadas, con estípulas transformadas en espinas ganehudas y el raquis primario en una espina recta acerada, llevando dos pares de raquis secundarios que sostienen numerosas hojuelas. Flores amarillas, en racimos axilares; brácteas caducas; bractéolas nulas. Género termofilo de las regiones cálidas de todo el mundo, dedica- do al botánico inglés Parkinson (siglo xv); de él se conocen 4 espe- cies, una de las cuales enltivada en casi todos los países cálidos y tropicales. Parkinsonia aculeata L. (n. v.: cina-cina) Arbusto o arbolito de hasta 6 metros de altura, generalmente tor- cido e irregular, lampiño en todas sus partes, y de ramas más o menos acodadas en los nudos, cilindricas y cubiertas de corteza verde; las hojas, alternas, ofrecen estipulas leñosas, ganchudas, y raquis prima- rio espiniforme:; los raquis secundarios son muy largos, chatos y re- lativamente anebos, levando un número variable de hojuelas elípti- cas o trasovadas, obtusas, alternas, cuyo número, tamaño y forma va- rían según la mayor o menor luz que recibe la parte de la planta; por lo general, cuanto más anehos son los raquis foliares secundarios, tanto más pequeñas y distanciadas son las hojuelas; flores en racimos axila- res, sueltos, grandes; corolas anaranjadas, con pétalos largamente unguiculados; legumbres lineares, agudas, algo torulosas, que con- tienen de 2 a 8 semillas de color verdoso a veces, y otras pardo, y en forma de porotos, lisas lampiñas. Planta originaria de la América Central, hoy cultivada y con fre- LEGUMINOSAS BONAERENSES 215 cuencia espontánea en toda la República Argentina desde las orillas norte del río Negro hasta Jujuy. Se utiliza para cercos vivos y pro- porciona buena madera para carpintería y combustible. La corteza, las flores y semillas se utilizan en la medicina casera, cómo febrifugas. PHASEOLUS L. (1737) Cáliz 5- fido, con 2 lóbulos superiores entresoldados o libres; eoro- la amariposada, con estandarte recto o torcido, auriculado hacia aden- tro en la base, con alas trasovadas, iguales o mayores que el estan- darte, derechas o torcidas, por encima de la una más o menos adhe- rentes a la quilla, y con quilla trasovada o linear alargada, con un pico obtuso enroscado en espiral ; estambres 10. filamento vexilar libre, generalmente engrosado o espolonado en la base, los demás soldados en tubo; anteras uniformes ; estilo filiforme, encerrado en el pico de la quilla y como ella enroscado, superiormente engrosado, en la ma- yoría de los casos velloso longitudinalmente, terminado por un es- tigma oblicuo o doblado en los lados hacia adentro; legumbre lineal, recta o falcada, subcilíndrica o más o menos comprimida por los lados, dehiscente, 2- valva, de valvas apergaminadas, pluriseminífera, con tabiques internos transversales rudimentarios; semillas subceilindri- :as o chatas, más o menos naviculares, sin estrofíolo. Hierbas, rara vez vivaces y subleñosas en la base, rastreras, ende- rezadas o más a menudo volubles, con hojas alternas, pinado- 5- folio- ladas, estipuladas y con estipulillas. Flores de tamano muy variable. de todos los colores, formando racimos más o menos poblados en la punta de pedúnculos axilares nudosos en la parte florífera; brácteas y bractéolas existentes. Género que comprende más de 100 especies (se han deseripto más o menos 150), difundidas por todas las regiones cálidas del nuevo y viejo mundo, muchas de ellas cultivadas desde la más remota anti- giiedad; abundan también en la República Argentina, pero la pro- vincia de Buenos Aires carece casi en absoluto de ellas y sólo posee algunas especies cultivadas. Su nombre deriva de 0%:/0:, haba eo- mestible y barquichuelo. 1. Flores grandes o muy grandes, azules o blanco-rosadas con manchas y deformes, en grandes racimos col- amarillentas, muy espiraladas gantes : plantas trepadoras de gran desarrollo, vivaces. Ph. caracalla. 216 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Flores mediocres o pequeñas, apareadas, plantas anuales enderezadas, enanas o trepadoras de limitada altura. 2 1 Pedúneulos de los racimos florales más largos que los peciolos de las ho- jas, de quya axila nacen ; flores mediocres, rojas o blancas : legum- bres recetas o encorvadas, subcilíndricas, subtorulosas. Ph. multiflorus. Pedúneulos de los racimos Horales más cortos que los pecíolos de las hojas, de enya axila nacen ; flores pequeñas o menos que mediocres, blancas, azuladas o verdosas. de 3. Legumbre chata y ancha, -—- en forma de espada turca, con punta aguda pero relativamente corta ; semillas muy chatas, anchas; plantas ro- bustas erectas o trepadoras. Ph. lunatus. Legumbre subcilíndrica, —- torulosa, recta o ligeramente encorvada:; semillas también subcilíndricas más bien angostas. 4. 4, Plantas enderezadas, enanas, no mayores de 50 em ; legumbres derechas con punta aguda muy larga. Ph. nanus. Plantas enderezadas, de ramas largas, volubles, delgadas, de hasta 2 m de altura, legumbre —- encorvada, con punta aguda pero moderada- mente prolongada. Ph. vulgaris. Phaseolus caracalla L. (m. v.:; caracol, tripa de fraile) Planta perenne o vivaz, de raices fascienladas y en parte tuberifor- mes, con tallos robustos volubles que pueden alcanzar hasta 10 me- tros de altura, cilindricos, lampiños, de color verde obseuro o a veces morados; hojas eon estipulas lanceoladas, nunca espolonadas o apen- diculadas, enteras, eon peciolo más o menos largo y tres hojuelas acu- minadas, la central romboidal-ovalada, las dos laterales ovalado-sub- trapezoidales, las tres agudas de borde enterísimo, membranosas, lampiñas o ligeramente pubescentes, con grandes estipulillas; intlo- rescencia en forma de racimos colgantes, grandes y más o menos po- blados, econ pedúnculo común simple o cortamente ramificado, más largo que su hoja y bien nudoso-calloso en la parte Horifera; Hores algo perfumadas, de 2 a 4 centímetros, eon eáliz verde o morado cuyo lóbulo superior es muy ancho, corto y truncado, con corola amplia enya quilla amarillenta forma 2 ó 3 espiras largas en parte acompa- nadas por las alas celestes o rosadas, que son más largas que el es- tandarte de eolor azul o morado; legumbre péndula, recta o ligera: mente encorvada, de 10 a 20 centimetros de largo, lisa, casi cilín- LEGUMINOSAS BONAERENSES 217 drica, ligeramente comprimida y torulosa por los lados, bastante agu- da, que lleva de 6 a 12 semillas; semillas semicilíndricas, poco com- - primidas lateralmente y poco cóncavas en la región hilar, lisas y generalmente de color marrón-rojizo. Hierba hidrófila, originaria de toda la América cálida (según De Candolle es indígena también de la India oriental ?), que se cultiva en los jardines de todo el mundo por su elegancia y por la belleza de sus inflorescencias; es común espontánea en los bosques de los territorios y provincias más cálidos de la República Argentina, especialmente a lo largo de los grandes ríos (Jujuy, Formosa, Misiones, Salta, Tucu- mán, Santiago, Chaco, Corrientes, Entre Ríos) y creo que no debe faltar en las islas del Delta paranense. Como muchas otras especies de Phaseolus argentinos, esta especie tiene raíces más o menos napiformes que funcionan como órganos hi- dróforos, los que le permiten salvarse durante los períodos de sequía o de escasez de agua. Phaseolus lunatus L. (1. y. : poroto mantecoso o poroto de manteca) Hierba anual, de tallos lisos, de ramas cilíndricas ligeramente an- gulosas y acanaladas, a veces enderezadas, otras alargadas y bastan- te volubles, pero cuya estatura no supera nunca los 250 centímetros : hojas lisas, no ásperas, alternas, con estíipulas pequeñas, lanceoladas sin apéndice inferior, con pecíolo más o menos largo que sostiene 3 hojuelas pecioladas y estipeladas, la central elíptico-ovalada, equila- teral, las laterales muy asimétricas, las tres terminando en punta larga y aguda con el borde completamente entero, de color verde muy obs- curo, especialmente en el epifilo, y a veces algo glaucas; las inflores- cencias, axilares, son enderezadas y bastante pobres, de flores simpó- dicas o casi dicotómicas, siempre más cortas que el pecíolo de su hoja; las flores son apareadas, pequeñas, con corola blanco-verdosa, cuya quilla describe sólo una vuelta y media o dos: legumbre ende- rezada u horizontal, muy comprimida lateralmente, casi plana, relati- 'amente ancha, muy arqueada, en forma de sable turco o de media luna, de 7 a 9 centímetros de largo por 2 ó 2,5 centímetros de ancho, lisas, de color verde pálido o ligeramente glaucas, con 3 a 5 semillas; semilla muy chata, lisa, más o menos en forma de barquichuelo, blan- ca, rosada O negra. Planta originaria de América, habiéndosela encontrado en los tú- 218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mulos precolombianos del Perú, donde se cultivaba desde épocas muy lejanas; se cultiva también muchísimo en la República Argentina proporcionando alimento agradable y nutritivo; hay que recordar, sin embargo, que sus legumbres no maduras (chauchas) han produci- do a veces intoxicaciones por ácido cianhídrico, aunque no se sabe en qué condiciones resultan tales. Son plantas casi totalmente indem- nes de las varias enfermedades que afectan por lo general a las de- más especies de porotos cultivados (Oidium, Uromyces, ete.). Phaseolus multiflorus W. (n. v.: porotos de glorieta) Hierba anual, a veces bisanual, de tallos cilíndricos, lampiños, vo- lubles, que aunque delgados pueden alcanzar hasta 3 metros de lar- go; hojas alternas, con estípulas lanceoladas sin apéndice inferior, con pecíolo más o menos alargado que sostiene tres hojuelas pecioladas y estipeladas, la central anchamente ovalada y simétrica, las dos late- rales asimétricas, casi semióovaladas, las tres agudas, lampiñas o casi, de color verde vivo, de borde muy entero; las inflorescencias, en forma de racimos enderezados, bastante pobres y ralos, están sostenidas por pedúnculos dos o tres veces más largos que su hoja; las flores, agru- padas de a dos, mediocres o grandes, tienen una corola de color es- carlata (en la variedad coccinea) o blanca (en la variedad albiflora), con quilla de 2 6 3 espiras angostas y algo separadas ; la legumbre es péndula, de S a 12 centímetros de largo, generalmente bastante ar- queada y comprimida lateralmente, áspera, más o menos torulosa, con 5 a 10 semillas ; semillas más o menos grandes, poco comprimidas la- teralmente, lisas, de color blaneo o rojo, a veces manchadas, duras. Planta originaria de la América tropical, cultivada en todas las regiones cálidas y templadas del mundo como ornamental por la ra- pidez de su crecimiento y la belleza de sus flores. Hace algunos años su cultura era muy común entre nosotros, ahora es bastante escasa, utilizándose para cubrir glorietas y verjas; se cultivaba también por sus semillas comestibles que pueden ser utilizadas como las del Phaseolus vulgaris pero resultan algo duras y de testa muy grueso. LEGUMINOSAS BONAERENSES 219 Phaseolus nanus L. (n. y. : porotos enanos) Hierba anual de tallos algo ásperos, enderezados, con ramas poco numerosas y agrupadas en ramilletes, alcanzando de 30 a 50 centi- metros de altura ; hojas alternas, con estípulas lanceoladas sin apén- dice inferior, con pecíolo más o menos largo que sostiene tres hojue- las pecioluladas y estipeladas, la central ovalada o lanceolado-ovalada, simétrica, las dos laterales casi de igual forma, pero de base neta- mente asimétrica, las tres terminadas en punta larga y aguda, áspe- ras en ambas caras y de un color verde bastante apagado, a veces ligeramente ceniciento o glaucescente:; tanto las hojas jóvenes como las partes tiernas de las ramas son más o menos pegajosas ; las inflo- rescencias, axilares, enderezadas, en forma de paniculas o racimos pau- cifloros, son mucho más cortas que el pecíolo de su hoja; las flores, siempre apareadas, son mediocres o pequeñas, con corola blanca azu- lada o amarillenta, con quilla angosta de 2 a 3 espiras; la legumbre, péndula, varía mucho de tamaño y largo, a veces notablemente aplas- tada, otras, casi cilíndrica y muy torulosa, recta, de 10 a 15 centíme- tros de largo, terminada en una punta muy larga y acuminada, con- teniendo de 6 a 15 semillas ; semillas poco comprimidas por los lados, sumamente variables de forma, tamaño y color. Según aleunos autores esta especie no es más que una simple va- riedad del Ph. vulgaris L.; según otros, por lo contrario, se debe con- siderar como una especie muy distinta. Es también originaria de las Indias orientales y cultivada desde época inmemorial por casi todos los pueblos; común en la República Argentina, aparece en las mesas bajo las mismas formas y nombre que las legumbres y semillas del Ph. vulgaris L. Phaseolus vulgaris L. (1. y.: porotos de rama o porotos trepadores) Hierba anual, de tallos lampiños o pubescentes, largos, delgados y volubles, hasta de 2 metros de altura; hojas alternas, con estípulas lanceoladas, sin apéndice inferior, con pecíolo más o menos largo que sostiene 5 hojuelas pecioladas y estipeladas, la central ancha- 220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA mente ovalada y equilateral, las dos laterales trapezoideo-semiovala- das, inequilaterales, las tres agudas, de borde enterísimo, de color ver- de más o menos vivo, siempre bastante ásperas y algo pegajosas en las partes tiernas ; las inflorescencias, axilares, son racimos endereza- dos, por lo común paucifloros y siempre más cortos que los peciolos de su hoja; las flores apareadas, son mediocres o casi pequenas, de co- lor variable, azulado, blaneo o amarillo, con quilla angosta que ofrece de 24.3 espiras; la legumbre pedunculada, de $ a 12 centímetros de largo, más o menos comprimida por los lados y a veces torulosa, lisa o algo áspera, lleva de 4 a 9 semillas casi subeilíndricas. lisas y de color sumamente variable, Legumbre originaria de las Indias orientales y enltivada desde épocas muy remotas, formando la base de la alimentación de muchas naciones ; es muy difundida tambien en las huertas de la República Argentina ofreciendo un sinnúmero de variedades, que se distinguen no tan sólo por el tamaño, color y forma de las semillas sino también por su porte general. Se consumen verdes y secos, con la vaina no madura o sólo las se- millas, con los nombres de chauchas, habichuelas, porotos, judias, alubias, ete. Las puntas de las ramas y hojas jóvenes se utilizan en el campo para exterminar las pulgas que quedan adheridas a dichas partes de la planta a causa de los pelos ganchosos que las recubren ; quizá sir- vieran para el mismo objeto, y mejor, las de los Desmodium y las inflo- rescencias de los Cenchrus. PIPTADENIA Bth. (1842 (Stachychrysum Boj.. 1837) Cáliz campanulado, con 5 dientes diminutos; eorola actinomorfa. tubulosa, con 4 pétalos valvares más o menos soldados hasta la mi- tad ; estambres 10, con filamentos libres más largos que la corola du- rante la antesis, con anteras uniformes versátiles, cuyo conectivo se prolonga superiormente en un pedicelo terminado por una gruesa glándula globosa, conteniendo polen pulverulento, de granos monóme- ros ; estilo aleznado, lampiño, terminado por un estigma semigloboso, pequeño ; legumbre pedicelada o sesil, anchamente lineal, dehiscente. LEGUMINOSAS BONAERENSES 221 bivalva, de valvas apergaminadas o coriáceas, plurisemillada ; semi- llas comprimidas, anchamente ovaladas, lisas. Árboles enderezados, inermes o arbustos subtrepadores, aculeife- ros; hojas bipinadas, con pecíolo provisto de glándulas y sostenien- do varios yugos de pinas, cada una de las cuales lleva numerosos pa- res de hojuelas; flores sesiles, pequeñas, amarillentas, hermafroditas o polígamas, en espigas cilíndricas o en capítulos globosos asentados sobre pedúneulos axilares más o menos largos; brácteas y bractéolas pequenas. Género termófilo, casi exclusivamente sudamericano (se pretende existan dos especies del África tropical), que cuenta más o menos 40 especies; su nombre viene de z:270w, aplastarse y 2 =1ó2, glándula y se refiere a la forma de las glándulas peciolares. Piptadenia rigida Bth. (n. y. : angico, angico colorado, kurupay-rá) Árbol de hasta 12 metros de altura, con tronco cuya corteza se desprende en escamas, de hermosa copa, lampiño y completamente inerme, con ramas cilíndrico-angulosas, salpicadas de lentejuelas blan- cas. Pecíolos provistos en su tercio inferior de una gruesa elándula sentada, elíptico-lineal, de color obscuro, llevando de 3 a 6 pares de pinas, cada una de las cuales posee de 10 a 20 pares de hojuelas li- near-falcadas asimétricas, bastante agudas, de color verde vivo, en el epifilo más intenso y lustroso; inflorescencias axilares, solitarias o de 1.26 3, sostenidas por un corto pedúnculo y en forma de espiga tu- pida de 3 a 5 centímetros de largo; flores pequeñas, sentadas, ama- rillento-verdosas ; legumbre de unos 10 centímetros de largo por 15 milímetros de ancho, muy plana, con ventallas apergaminadas de márgenes muy poco salientes ; semillas de 3 a 8, plano-comprimidas. circundadas por una alita angosta, membranosa. Planta originaria de Misiones que florece y fruetifica muy bien en La Plata, donde se utiliza para adorno de calles y jardines. En su país proporciona una madera de color rojizo uniforme, compacta, pe- sada, bastante dura y de buena duración, apta para todo trabajo de carpintería. 222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PISUM L. (1737) Cáliz con 5 dientes ovalados, agudos ; estambres diadelfos, con tubo tronchado transversalmente en el ápice; estilo comprimido lateral- mente con canalículo en la superficie inferior; estigma velloso; le- gumbre oblonga, con varios granos globulosos o más o menos defor- mados. Flores grandes, hermosas, purpúreas, rosadas o blancas, axilares, pedunculadas, solitarias o en racimos paucifloros; brácteas pequeñas, muy caducas, bractéolas ausentes. Hierbas lampiñas, ras- treras o trepadoras por medio de zarcillos. Hojas paripinadas, 1-3- yvugadas, con el pecíolo común terminado en una cerda o un zarcillo; estípulas grandes, foliáceas, semiacorazonadas o semiaflechadas. Género gerontogeo que comprende sólo dos especies: una origina- ria de la Región mediterránea y del Asia occidental; la otra peculiar de las montañas del Tauro. Pisum sativum L. (n. v.: guisante) Planta anual, de 25 centimetros hasta 2 metros de altura, en todas sus partes herbácea y de color verde glauco; tallos cilíndrico-tetrá- is, alternas, raquis foliar terminado en gonos, fistulosos ; hojas distic: zarcillo a menudo trifido, provisto en la base de dos estípulas muy grandes semiacorazonadas, enteras, llevando en su mitad superior 2 (rara vez 163) pares de hojuelas por lo común opuestas, anchamente ovaladas, de bordes enteros ligeramente ondulados, de ápice mucro- nado; flores axilares, generalmente solitarias, rara vez de 2 a 3, sos- tenidas por un pedúnculo bracteolado en sua mitad, más corto que los raquis foliares; cáliz más o menos giboso en la base dorsal, 5- fido, con los lóbulos dorsales mayores que los demás y de color verde; corola blanca o rosada, pero con los pétalos carenales generalmente tenidos o manchados de púrpura muy obseuro; legumbre membrano- sa, carnosa cuando verde, apergaminada una vez seca, con sutura ventral ancha, 3- nervada, conteniendo normalmente de 4 a 12 semi- llas globosas o globoso-euboideas, lisas o arrugadas. Esta planta constituye una de Jas legumbres más antiguamente conocidas y se halla cultivada en toda la República donde sus vainas LEGUMINOSAS BONAERENSES 223 y semillas se expenden con los nombres impropios de arvejas y al- berjas. Es un vegetal calcífilo, rústico, de gran rendimiento, conociéndose más de 10 variedades que se dividen por su tamaño en : enanas, eree- tas y trepadoras; por su sabor: en guisantes dulces y no azucarados:; por su forma: en arrugados y lisos y estos últimos: en globosos y cu- boides. De algunas variedades se consumen las vainas aún no maduras; de las demás, las semillas que constituyen un alimento muy apreciado y poderoso aunque a veces algo indigesto, especialmente por el testa; contienen de 33 a 66 por ciento de almidón, además de colesterina, inosita, etc. POECILANTHE Bth. (1860) Cáliz obconoide, 5 dentado, con los dos dientes superiores entre- soldados en uno solo entero o bidenticulado; corola amariposada, con quilla bastante picuda, encorvada; estambres 10, filamentos to- dos entresoldados, formando un tubo hendido del lado superior; ante- 'as dimorfas, 5 largas basífijas, alternadas con 5 cortas versátiles ; estilo filiforme, encorvado, lampiño, con estigma terminal pequeño, subgloboso; legumbre subdiscoidal comprimida lateralmente, con dientecillo apical, conteniendo una sola semilla orbicular. Árboles lampiños en todas sus partes, de ramas cilíndricas, hojas alternas imparipinadas, con hojuelas alternas, estípulas poco visibles, estipulillas ninguna. Flores de color variable, en racimos axilares. Brácteas y bractéolas muy pequeñas. Género sudamericano que sólo comprende 3 especies; su nom- bre deriva de zomxíhoz, variable y %v00<, flor. Poecilanthe parviflora Bth. (n. v. : lapachillo morado) Árbol de hasta 15 metros de altura, muy ramoso, lampiño en todas sus partes menos en los brotes que son algo pubescentes ; corteza de color pardo obscuro, con grietas longitudinales, las de las ramitas con numerosas lenticelas blanquecinas; hojas de 5 a 7 (rara vez 3) ho- Juelas elípticas u ovalado-oblongas, puntiagudas, de 3 a 5 centíme- tros de largo por 1,5a.3 de ancho, casi apergaminadas, verdes en 224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ambas caras. más oseuras y brillantes en la superior: racimillos axi- lares; flores mediocres con corola de estandarte y alas amarillentas y quilla rojiza; legumbre cortamente pedunculada, coriácea, lampiña, de color pardo, lenticular, biconvexa, con diente apical torcido. En la República Argentina, hasta el presente, esta planta ha sido recogida solamente en la isla de Martin García, donde existen unos pocos ejemplares espontáneos bastante raquíticos. La madera es de color pardo-rojizo, pesada y dura. POIRETIA Vent. (15033) Cáliz casi campanulado, con 5 dientes pequeños y desiguales; coro- la amariposada, con quilla alargada por lo general aguda; estam- bres 10. filamentos todos entresoldados en tubo cerrado, anteras uni- formes ; estilo aleznado, encorvado, con pequeño estigma capitado:; lomento linear, con pocos artejos planos, casi membranáceos, reticu- lados y adornados por glándulas verrucosas ; semillas ovaladas, cha- tas. delgadas, pardas. Sub-arbustos perennes, con la base lenosa y las ramas cilindri- cas. herbáceas. enderezadas, salpicadas de puntos glandulosos ; hojas alternas. con dos “pares de hojuelas membranosas casi orbiculares, obtusas, lampiñas, pero econ numerosas glándulas internas semitrans- parentes ; flores de corolas amarillas, en racimos terminales o axila- res: brácteas aleznadas : bractéolas pequeñas, sobre los pedicelos forales. Género americano. especialmente de la América del Sur, dedicado al botánico francés Juan Poiret (1755-1834). Comprende este género 5 especies. Poiretia psoraleoides DC. Planta herbácea, de unos 35 6 40 centimetros de altura, endereza- da, lampiña en todas sus partes; hojuelas casi discoidales, de más o menos 1 centímetro de diámetro: racimos de flores numerosas for- mando panienla apical del tallo, eon eorolas mediocres, de color ama- rillo más o menos intenso, que después de la antesis se vuelven blan- cas o blaneuzeas ; Tegumbre elíptica, de casi 2 centímetros de largo, pendiente, blanquecina, generalmente formada de sólo dos artejos. LEGUMINOSAS BONAERENSES 225 Planta de toda la América del Sur, abundante en las provincias válidas de la República; en la provincia de Buenos Aires es escasa, y sólo vegeta en parajes altos y secos como en Abasto, en Arditi, en Berazategui, etc. Los animales rehusan comer esta planta, la cual no hay duda que es balsamífera, despidiendo un perfume peculiar que semeja al de la menta; creo que merecería ser estudiada desde el punto de vista químico y tal vez terapeútico, pues la he visto emplear muchas veces en la medicina casera como estomáquica y sudorífica, en forma de ti- sanas e infusiones. PROSOPIS L. (1737) Jáliz campanulado, con 5 dientes cortos, valvares; corola actino- morfa, casi tubulosa, con 5 pétalos entresoldados casi hasta la mitad, ralvares ; estambres 10, con filamentos libres, más o menos salientes de la corola durante la antésis, con anteras uniformes, cuyo conecti- vo se prolonga en pedicelo, terminando en una gruesa glándula glo- bosa; estilo aleznado, rematado por un estigma apical pequeño; le- eumbre linear, subcilíndrica o más o menos comprimida a los lados. indehiscente, a veces lomentácea, seca, a veces con pericarpio sub- :arnoso y artículos lomentoides internos, otras veces sin rastros de artículos, recta, encorvada o espiralada en tirabuzón, multisemi- llada; semillas generalmente ovaladas, más o menos comprimidas, lisas. Plantas arbustivas o arbóreas, las más de las veces espinosas, ya sea por espinas rameales, ya sea por estipulares, con hojas más o me- nos abundantes, bipinadas y pinas 1-2- yugadas, las cuales pueden llevar 1- >> yugos de hojas, a menudo pequeñas, más o menos rígidas; los pecíolos primarios suelen llevar glándulas sentadas en forma de verruguitas; flores pequeñas, sentadas, polígamas, en cabezuelas glo- bosas o espigas cilíndricas, sobre pedúnculos axilares más o menos desarrollados. Brácteas y bractéolas muy pequeñas, caducas. Género xerófilo que cuenta más o menos con unas 30 especies to- das difíciles de delimitar y hasta ahora muy mal descriptas, lo que aumenta las dificultades de la clasificación. Plantas de climas cálidos pero no siempre; su nombre deriva de zgozobtoz : objeto que se ve desde lejos, aludiendo a su vida aislada en regiones desérticas y dlesprovistas de otros árboles. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 17 226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1. Plantas totalmente sin hojas ; arbustito achaparrado sobre el suelo, con ramas tetrágonas, terminadas en forma de espinas, sin espinas ganchudas ni rectas infraestipulares ; flores en espigas cilíndricas. P. humilis. Plantas -- provistas de hojas. 0% 2. Ramas estriado-angulosas, terminadas en puntas rígidas, aceradas ; espi- nas infraestipulares ganchudas ; hojas muy escasas y caducas ; flores en cabezuelas globosas ; fruto lomentáceo. P. striata. Ramas lisas, sin nervaduras ni cantos longitudinales salientes ; espinas infraestipulares rectas; ramas no terminadas en espinas ; hojas -+- numerosas y persistentes. 3. 3. Inflorescencias capituliformes globosas ; hojas 1- yugadas, con 3 109 pa- res de hojuelas; legumbre enroscada en espiral cerrada, cilindrica. P. strombulifera. Inflorescencia cilíndrica, alargada, espiciforme ; hojuelas 1-3 yugadas, con más de 10 pares de hojuelas ; fruto no enroscado en espiral. 4, 4. Base de las hojuelas cuneiforme, sin aurículas ; espacios interfoliares ma- yores que la mitad del largo de las hojuelas; hojuelas lampiñas, obtusas. P. juliflora. Base de las hojuelas -- redondeada o hasta acorazonada; espacios interfoliares siempre menores que la mitad de las hojuelas. 5. Base de las hojuelas simétrica, redondeada ; hojuelas pubescentes ; fruto seco, amargo, con estrías longitudinales. P. alpataco. Base de las hojuelas asimétrica, cuneiforme del lado interior, redon- deada del lado exterior; hojuelas lampiñas; fruto dulce acídulo, liso. P. campestris. Prosopis alpataco Pl. (n. v.: algarrobo amargo o alpataco) Arbusto de troneo (¿rizoma?) robusto, leñoso, subterráneo, que produce en la superficie del suelo matas de ramas que se elevan de 1 a 2 metros, armadas de poderosas espinas estipulares rectas y pro- vistas de un aparato filomático bastante escaso; las hojas, alternas, tienen un peciolo común de cerca de 3 centímetros de largo sin glán- dula, lNevando en la punta un par de pinas, de S a 10 centímetros de largo, cada una de las cuales lleva de 10 a 20 pares de folíolos linea- res, más o menos redondeados en la punta, y de base simétrica, re- dondeado-subauriculada, de 10 a 12 milímetros de largo por 1,5 a 2 mi- límetros de ancho, algo coriáceas, estando muy separado un par del otro, y de color verde algo apagado, casi glauco, todas más o menos LEGUMINOSAS BONAERENSES 227 pulverulento-pubescentes ; inflorescencias pubescentes ; legumbre rec- ta o algo falcada, subcilíndrica o algo achatada en los lados, con frecuencia casi torulosa, sin pulpa, amarga, antes de la madurez com- pleta amarillenta con manchas irregulares violáceas, después de la madurez y seca, de color uniforme amarillento sucio con numerosas arruguitas oblicuas. Se halla mezclada con otras especies en las mesetas que bordean el río Negro y Colorado; sus vainas por el sabor amargo no sirven ni para alimento del ganado; la única parte utilizable es el enorme rizoma que proporciona combustible muy apreciable a los moradores de esas localidades. Prosopis campestris Grisb. Arbusto de tronco subterráneo que, a ras del suelo, produce gran- des grupos de ramas enderezadas, enmarañadas, flexuoso-acodadas en los nudos generalmente armados de dos grandes espinas hori- zontales de color pálido ; hojas de pecíolo relativamente corto, termi- nado en un par de pinas 3 Óó 4 veces más largas que él y con una elandulita estipitada interyugal ; las pinas llevan de 5 a 15 pares de hojuelas, siendo los pares bastante acercados para tocarse casi los bordes de dichas hojuelas, las cuales son lineales, bastante obtusas, ligeramente enangostadas en la base donde su margen termina asi- métricamente en un lóbulo redondeado al exterior, y cuneiformes en la parte interna o superior; estas hojuelas son de color verde bastan- te intenso y en la juventud ligeramente pubescentes en el hipofilo ; espigas de flores verdosas, pequeñas, tupidas, llevadas por pedúneu- los axilares tan largos como ellas; legumbre recta o más o menos falcada, casi cilíndrica, bastante larga y relativamente delgada, de color uniforme amarillento, lisas, lampiñas, ligeramente torulosas, poco carnosas y de sabor acidulo-dulce. Planta difundida por casi toda la región patagónico-boliviana, desde Santa Cruz de Patagonia hasta la Quiaca; abunda en la parte del territorio bonaerense al sur de Bahía Blanca, especialmente en las mesetas entre el río Colorado y el río Negro. Vegetal útil, pues proporciona abundante leña a los moradores de esos lugares y vainas que son comidas por el ganado, 228 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Prosopis humilis Gill. Arbusto rastrero muy ramificado, achaparrado, que a veces forma casi almohadones semiesféricos de más de 1 metro de diámetro; ra- mas angulosas estriadas, lampiñas, muchas de las cuales, arqueadas hacia afuera, se transforman en espinas; hojas sólo visibles durante el primer período primaveral, después inmediatamente caducas, al- ternas, formadas por un peciolillo provisto en la base de 2 pequeñas estípulas cerdiformes, terminado en cerda apical y que lleva un par de pinas, con una pequeña glándula interyugal; cada pina lleva uno o dos pares de hojuelas muy pequeñas, ovalado-lanceoladas, agu- das : las inflorescencias son espigas axilares sostenidas por pedúncu- los tan largos como ellas: las flores son pequeñas, sentadas, apreta- das, al exterior lampiñas, violáceas, con pétalos en su interior vellosos, blanquecinos ; no he podido ver glándulas en sus anteras; la legum- bre, recta o faleada, muy chata lateralmente, coriáceo-subearnosa, de 106 50 milímetros de largo por 6 a 7 de ancho, lampiña, purpútea, interiormente lomentácea, lleva de 3 a 6 semillas. Planta xerófila por excelencia y de limitada difusión geográfica, pues sólo se conocía de Mendoza y del Río Negro; es sin embargo frecuente en las lomas alrededor de Bahía Blanca y en la orilla norte del río Colorado. No tiene aplicación. Prosopis juliflora DC. (n. v. : algarrobo) Árbol de 3 a 6 metros de altura, de tronco bastante retorcido co- mo sus ramas que forman una copa chata, ancha y muy irregular; ramas de color rojizo, lisas, lampiñas, acodado-nudosas, con los nudos a veces casi inermes, otras armados de l a 2 espinas cenicientas o amarillentas. de hasta 3 centímetros de largo; hojas con pecíolo más o menos largo, cono sin glándula interyugal, que leva a menudo un solo par de pinas, el doble más largas que el peciolo común y :ada una de ellas con 12 a 15 pares de hojuelas cuneiformes-oblanceo- ladas, de punta aguda u obtusa, de base simétrica, cuneiforme y bas: tante separado un par de otro, coriáceas, absolutamente lampiñas, de color verde intenso, especialmente por arriba; espigas mas 0 menos LEGUMINOSAS BONAERENSES 229 cortamente pedunculadas, cilíndricas, lampinas, de flores rojizo-ama- rillentas; vainas rectas o ligeramente falcadas, bastante gruesas. poco deprimidas por los lados, no torulosas, amarillas, bastante car- nosas, de sabor agradable ni dulce ni amargo. Parece que esta especie debía ser antiguamente más difundida en el territorio del Río Negro y Pampa pero perseguida por los morado- res que necesitaban postes, ha desaparecido casi totalmente; yo no sé más que de una rama estéril coleccionada a lo largo del camino entre río Colorado y Carmen de Patagones en el lugar llamado Baja- da del Peligro, donde el poblador de ese lugar lo conserva como una reliquia, indicándolo con el nombre de algarrobo-eualichu. Las frutas son comestibles para el ganado, y su madera, roja, dura y resistente, es excelente para postes y carrocería. Prosopis striata Btl. (n. y. : manca caballos) Arbusto de 1 a 2 metros de altura, muy ramificado y enmarañado, de ramas casi cilíndricas, fuertemente estriadas y terminadas en puntas espiniformes aceradas, con sólo pocas hojas en la primavera, más tarde volviéndose todo átilo ; las hojas son alternas, bipinadas, con pecíolo primario muy corto (1-5 mm de largo), armado en la base de dos fuertes estípulas aculeiformes ganebudas, soportando un par de pinas pequeñas (5-15 mm de largo), cada una de las cuales lleva 3 pares de hojuelas pequeñas, lineales, obtusas, casi coriáceas, muy caducas ; las flores forman cabezuelas globosas, de casi 1 centímetro de diámetro, llevadas por pedúneulos doblemente más largos que ellas, siendo las flores casi sentadas, pentámeras, y durante la ante- sis blanquecinas, con filamentos estaminales salientes, blancos ; la legumbre es un lomento lineal, angosto, de 40 a 50 milímetros de largo por 4 de ancho, 3-6 articulado, siendo los artejos casi cuadra- dos, de ángulos agudos y unisemillados. Planta que se aparta del género Prosopis por su fruto netamente lomentáceo, frecuente en todas las provincias y territorios más secos de la República (Chubut, Río Negro, Neuquén, Pampa, San Luis, Córdoba, Rioja, Mendoza, San Juan y Salta) y que se halla también en la provincia de Buenos Aires cerca de la sierra de la Ventana en Carhué, en Bahía Blanca y orilla norte del río Negro. Sospecho que debe tener por sinónimo a la Mimosa Gilliesii Bth. El profesor 230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Spegazzini describió un individuo de esta especie con frutos terato- lógicos con el nombre de Verocladia pampeana. Prosopis strombulifera Bth. (n. y. : retortaño o mastuerzo) Arbustillo de 30 a 50 centímetros de altura, enderezado, todo lam- piño, con ramas casi cilíndricas, rectas o más o menos flexuosas, a veces casi i¡nermes, otras veces armadas de largas y delgadas espinas blanquecinas, aceradas y casi horizontales; las hojas, alternas, tienen el raquis primario bastante corto, sin glándula aparente, con un par de pinas apicales; cada pina lleva de 2 a 5 pares de hojuelas tras- ovadas, obtusas, pequeñas, cuyo color varía, a veces verde, otras ceniciento-elauco: las inflorescencias son globosas, de casi 15 milí- metros de diámetro, sostenidas por pedúnculos axilares doblemente más largos que ellas, con flores pequeñas, sesiles, muy apretadas, lam- piñas, de ealiz purpúreo y corola amarillenta; legumbres casi cilín- dricas, enroscadas fuertemente en espiral como tirabuzón, de color amarillo, lustrosas, de pericarpio coriáceo-fibroso, con semillas de co- lor pardo-oliváceo, ovaladas, algo chatas, lisas, y lustrosas. Planta xerófila y halófila frecuente en todas las provincias de clima seco de la República desde la orilla norte del río Negro hasta la Quiaca; en la provincia de Buenos Aires ha sido coleccionada en Puan, en Bahía Blanca, en las lomas del rio Colorado y cerca de Carmen de Patagones. Es una de las plantas de mayor aceptación en la terapéutica casera por la gran cantidad de tanino que tienen sus frutos; por la misma causa sus rizomas, ramas y los mismos frutos eran utilizados por los indigenas para tenir tejidos. PSORALEA 1. (1742) (Asphaltium Ludw.. 1737) Cáliz 5- fido, con lacinias casi iguales o la inferior, mayor, y las dos superiores más o menos entresoldadas. Corola amariposada ; estam- bres 10; filamento vexilar libre o más o menos entresoldado con los demás: anteras uniformes ; estilo aleznado, lampiño, terminado por un pequeño estigma subhemisférico : legumbre ovalada, indehiscente, LEGUMINOSAS BONAERENSES 231 drupiforme, con el pericarpio subcarnoso adherido a la única semilla contenida en él. Plantas herbáceas o arbustivas, adornadas de un gran número de glandulitas puntiformes, negras, opacas o pálidas y semitransparen- tes, de hojas estipuladas, 3- pluri-folioladas, con folíolos enteros o denticulados; flores mediocres o pequeñas, blancas o azuladas, en espigas, racimos o hacecillos axilares o terminales; brácteas membra- nosas ; bractéolas nulas. Género que comprende más o menos un centenar de especies es- parcidas en las regiones templadas y cálidas de todo el globo; en la República Argentina se conocen 2 especies. El nombre deriva del griego: Pogós, sarna, que explica el aspecto peculiar de la superficie eglandulosa de esas plantas. Psoralea glandulosa L. (n. v. : culé o culén) Arbusto de 1 hasta 4 metros de altura, lampiño en las partes vie- jas, pubescente y casi viscoso en las nuevas, teniendo ramitas y hojas todas salpicadas de puntitos glandulosos negros, visibles a simple vista; hojas pecioladas, con estípulas pequeñas aleznadas y pecíolo común de 2 a 4 centímetros de largo, llevando en la punta 3 hojas pecioladas, aovado-lanceoladas, enteras, membranosas, de color verde vivo en ambas caras. Inflorescencias de racimos reunidos en panícula en el ápice de las ramas, con corolas menos que mediocres, de color azul apagado; legumbre ovalada, ligeramente comprimida, pubescente, a veces viscosa, puntiaguda, algo más larga que el cáliz. Planta de olor peculiar, originaria de Chile, que se cultiva en toda la parte templada y cálida de la República Argentina por sus aplicaciones en la medicina casera (contra la diabetis y el asma): de ellas hay en Villa Devoto, cerca de Buenos Aires, hasta cercos enteros. Según los autores contiene un aceite esencial al cual se deben sus propiedades terapeúticas. En las provincias de Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan existe otra especie de este género, indígena y peculiar de esta República, la P. higuerilla Gill., de aspecto y propie- dades bastante concordantes con esta especie. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA PTEROGYNA (n. em.) Tul. (1843) (Pterogyne Tul.) Cáliz de tubo cortísimo, 5- partido, con lóbulos subpetaloides casi iguales, empizarrados; corola casi actinomorfa, con 5 pétalos sub- iguales, empizarrados ; estambres 10; filamentos libres con anteras uniformes ; estilo corto, conoide, rematado por un estigma truncado; legumbre samariforme, indehiscente, con base engrosada, casi leñosa. 1- locular y 1- seminifera, prolongada anteriormente en una ancha ala vertical, membranosa; semillas ovaladas, lisas, pardas. Árbol inerme, de hojas imparipinadas, con hojuelas alternas, casi sin estipulas, y sin estipulillas; flores pequeñas, verdoso-amarillentas, en pequeños racimos axilares; brácteas pequeñas, escamiformes, en el botón empizarradas, simulando un amento, caducas en el momento de la antesis; bractéolas nulas. Género sudamericano de las regiones subtropicales de la Argenti- na, Paraguay y Brasil, que ha recibido ese nombre por la forma del ovario y del fruto. Pterogyna nitens Tul. Pipuana pseudotipa Grisb. (1. y. : tipa colorada, Tucumán ; palo mortero, Salta, Jujuy y Chaco; iviraró, Misiones) Árbol hermoso, que puede alcanzar hasta más de 15 metros, con copa tupida y muy regular, lampiño en todas sus partes ; hojas impa- ripinadas, con 9 a 17 hojuelas alternas, coriáceas, obtusas, de ápice con frecuencia escotado, de color verde subido, muy lustrosas en el epifilo; fores pequeñas, en racimillos reunidos en ramilletes en la axila de las hojas superiores, sin perfume y de color verde amarillen- to; sámara grande con el borde superior engrosado, casi recto, y el inferior agudo, conteniendo en la cavidad del engrosamiento basal una sola semilla. Planta indígena cultivada con frecuencia en los jardines y parques de La Plata y de Buenos Aires. En La Plata florece todos los años, pero sus flores generalmente caen y raras veces he visto producir fru- LEGUMINOSAS BONAERENSES 2353 tos que no maduran; en su país de origen brinda una excelente ma- dera de eolor encarnado, fina, escasamente porosa, bastante dura aunque liviana, y de mucha duración, empleada generalmente en la fabricación de morteros para moler maíz. RHYNCHOSIA Lour. (1790) (Dolicholus Med., 1757) Cáliz persistente, 5- dentado ó 5- fido, con los dos lóbulos superio- res más o menos entresoldados ; corola amariposada, cuyo estandarte ofrece en su base dos pequeñas auriculas dobladas hacia adentro; es- tambres 10, filamento vexilar libre, los otros entresoldados en tubo; estilo corvo, lampiño, con estigma terminal pequeño; legumbre más o menos alargada, comprimida por los lados, recta o encorvada, terminada en punta aguda, con 1 a 2 semillas, dehiscente, bivalva, con valvas apergaminadas, rara vez con tabiques rudimentarios in- ternos ; semillas arrinonadas o subgloboso-comprimidas, con hilo lateral más o menos largo, funiculo central, y por lo común con grue- so estrofíolo. Hierbas o subarbustos rastreros, enderezados, trepadores o volu- bles; hojas con pecíolo más o menos largo, provisto en la base de es- típulas ovaladas o lanceoladas, enteras y rematadas por tres hojuelas pecioluladas pero rara vez estipulilladas, salpicadas en la cara infe- rior de puntitos resinosos de color obscuro o Negruzcos, a veces tan poco teñidos y pequeños que sólo con el lente resultan visibles: flores amarillas o rojizas, a veces axilares, solitarias o casi, a veces reunidas en racimos axilares más o menos pedicelados:; brácteas caducas, bractéolas nulas. Género termófilo que contiene unas 150 especies dispersas por las regiones cálidas del viejo y nuevo mundo ; sa nombre deriva del grie- go euyyoz: pico de ave de rapiña, aludiendo a la punta encorvada de sus legumbres. Muchas especies de nuestro país tienen raiz napi- forme hidrófora y la corteza de este órgano en la KR. corylifolia (Co- rrientes y Chaco) contiene un principio colorante naranjado (compues- to de dos, uno amarillo y otro rojo) soluble en alcohol y que quizá pudiera tener aplicación en tintorería. Hojuelas anchamente ovaladas, de base redondeada o acorazonada, de ápice muy obtuso ; racimos axilares, paucifloros. Rh. senna. 234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Hojuelas alargadas, lanceoladas, de base obtusa, de punta más vu me- nos aguda ; flores solitarias o geminadas. Rh. terana. Rhynchosia senna Gill. (n. v. : sen del zorro) Hierba toda de color verde obseuro apagado, a veces algo pubescen- te, perenne, de rizoma robusto, leñoso, de cuyo ápicesalen ramas cilín- dricas, al principio enderezadas. después recostadas y rastreras pero nunca radicantes, arqueadas y ascendentes en las puntas, de hasta 40 centímetros de largo; hojas alternas. con estipulas ovaladas, agu- das, pequeñas, caducas, con pecíolo relativamente corto y con hojue- las de 15 a 30 milímetros de largo por 15 a 20 de ancho, en las infe- feriores casi orbiculares, en las superiores anchamente ovaladas. siempre muy obtusas en la punta y en la base redondeadas o a veces ligeramente acorazonadas, membranosas. pero algo rígidas y fuerte- mente nervadas, lampiñas en la cara superior y algo pubescentes en la inferior, donde se notan muchos puntitos impresos y un número más o menos grande de perlitas resinosas brillantes pequenisimas, en la juventud amarillentas, en la vejez parduzcas, visibles casi tan sólo con el lente; inflorescencias en racimos axilares, de pedúnculo generalmente más corto que el peciolo de su hoja, 2- 5- floro ; flores sostenidas por pedunenulillos más cortos que ellas, pequeñas, de co- rola anaranjada, enderezadas ; legumbre casi lanceolada, algo encor- vada, lampiña o en la juventud salpicada de pelillos ralos, parda, con 2 semillas casi arrinonado-lenticulares, de color castaño. Planta difundida en todas las provincias argentinas desde la orilla norte del río Colorado, pero no muy abundante, que prefiere las lomas altas y secas y las praderas despejadas; en la provincia de Buenos Aires no es rara y se ve a menudo en los campos alrededor de La Plata, Es planta forrajera pero de escasa importancia, dado el carác- ter esporádico de sus individuos y lo reducido del conjunto foliar. Los paisanos la consideran como medicinal y creen que tenga acción favorable sobre el tubo digestivo y el hígado, tomándola en infusión y sobre todo en el mate, LEGUMINOSAS BONAERENSES 235 Rhynchosia texana A. Gr. Rhynchosia angustifolia Engelm. Hierba toda de color verde apagado, más o menos ceniciento, por una pubescencia corta más o menos tupida que la viste y que sólo desaparece en las partes ya viejas, perenne, de rizoma delgado, largo y ramificado; del ápice de tales ramas, a nivel del suelo, nacen haces de ramas casi rígidas, al principio enderezadas, después, si no hallan apoyo, recostadas y rastreras, pero nunca radicantes y si encuentran apoyo se vuelven trepadoras y volubles en la punta, alcanzando has- ta 40 centímetros de altura; hojas alternas, con estípulas triangulares, agudas, pequeñas y pronto caducas, con pecíolo moderadamente largo y con 3 hojuelas de 5 a 25 milímetros de largo por 3 a 7 milímetros de ancho, pecioluladas y estipulilladas, las inferiores orbiculares ovaladas, las superiores lanceoladas o lineales, de punta roma y de base ligeramente cuneiforme o redondeada, pero nunca acorazonada, pubescentes en ambas caras, pero más especialmente en la inferior, donde se hallan salpicadas de puntitos resinosos brillantes, en la ju- ventud casi incoloros, con la edad amarillentos, muy pequeños y más o menos visibles con la ayuda de un lente; flores solitarias, rara vez de 2 a 3, en la axila de las hojas, llevadas por peduncalillos más lar- gos que ellas, pequeñas, de corola amarillo-pálida; legumbre angosta. casi recta, bastante comprimida a los lados, 1- 2- semillada, enangosta- da entre las semillas casi globosas, las que son de color marrón rojizo. Planta xerófila, difundida en toda la región patagónico-boliviana desde la margen norte del río Colorado hasta Tejas; en la República Argentina cría mezclada con la especie anterior, con la cual muchos la reunen como simple variedad; en la provincia de Buenos Aires y especialmente en La Plata es frecuente en las barrancas de los arro- yos y en el talud de ciertos ferrocarriles. No tiene aplicación. ROBINIA L. (1, 1737) o- (Pseudacacia Ludw., V-1737) Cáliz casi bilabiado, con 5 dientes muy cortos, de los cuales los 2 dorsales son casi refundidos en uno solo; corola papilionácea ; estan- darte grande, reflejo, interiormente desnudo, alas libres que igualan 236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA ala quilla encorvada, obtusa ; estambres 10. filamento vexilar libre en la base, en su mitad superior soldado en tubo cerrado con los otros Y, anteras uniformes o a veces 5 alternadamente algo menores; estilo fili- forme, encorvado, híspido en el ápice, terminado por un estigma pe- queño, obtuso ; legumbre lineal, plano-comprimida, de sutura ventral ligeramente alada, dehiscente, bivalva:; valvas apergaminadas ; semi- llas pocas, faseoliformes, pardo amarillentas o pardas. Plantas arbóreas, lampiñas, viscosas o cerdosas ; hojas imparipina- das, con hojuelas a veces provistas de estipelas, de nervadura reti- culado-pinada ; estípulas cerdiformes o espiniformes ; Hores en raci- mos axilares, blancos, rosados o purpurinos ; brácteas membranosas, muy caducas ; bractéolas ninguna. Género neogeo, que comprende de 54 6 especies, oriundas de Nor- te América de donde la trajo a Europa Juan Robin, herborizador francés, en 1601. Robinia pseudo-acacia 1. (nm. v.: robinia, acacia blanca, acacia falsa) Árbol originario de los Estados Unidos de Norte América donde aleanza hasta 25 metros de altura, actualmente cultivado en las re- giones templadas de todo el mundo, enderezado, de copa amplia, con tronco y ramas cubiertas de corteza parda bastante agrietada, lampi- ño en todas sus partes, menos en los órganos muy jóvenes y tiernos: sus hojas, alternas, imparipinadas, tienen un raquis primario cilindri- co, hinehado en la base y allí defendido por dos estipulas espinifor- mes aceradas y grandes, llevando de 15 a 25 hojuelas opuestas, cor- tamente pecioladas y estipeladas, elipticas u ovaladas, grandes, de color verde obseuro en el epifilo; las Hores pediceladas, muy nectari- feras y fragantes, que aparecen al mismo tiempo que las hojas, forman grandes racimos pendientes ; sus eálices son lampiños y de color ver- de obseuro, a veces rojizo; la corola grande, de color blanco de nieve, lampiña:; las legumbres, lineales, muy chatas, lampiñas, pediceladas, seabren tardíamente en dos valvas rigido-apergaminadas, pardas al exterior, blancas en su interior, poniendo en libertad de 4 a S semi- Mas de color pardo-rojizo, lampinas. Esta planta actualmente está bastante cultivada en la República Argentina y erece subespontánea en La Plata; es un árbol muy útil que proporciona cercos infranqueables, sombra agradable, Hores muy LEGUMINOSAS BONAERENSES 23 perfumadas y vistosas, y una madera medianamente pesada. bastante dura, de grano tupido y resistente a la humedad. Tiene el inconve- niente de ser muy perseguido por los bichos de cesto, transformán- dose en verdaderos focos de dichos lepidópteros dañinos; además, por medio de sus raíces, se vuelve incómoda, siendo muy invasora. Su madera fresca despide un olor desagradable casi almizclado y contiene un glucósido llamado robinina que tratado por un ácido da cuercitina y azúcar; se intentó utilizar sus raíces en lugar de las de oruzú. Sus semillas contienen inosita. SESBANIA (n. em.) Ad. (1763) - (Emerus Burm., 1737. = Agati Ad., 1763) Cáliz ancho, casi tronehado, con 5 dientes muy cortos y anchos: pétalos con uñas largas; estandarte reflejo, alas alargadas, quilla en- corvada, obtusa o aguda; estambres 10; filamento vexilar libre, aco- dado en la base; anteras uniformes o las epicalicinas un poco más largas; estilo filiforme, encorvado, lampiño, con estigma terminal globoso; legumbre lineal, subcilíndrica, cuadrangular, en el subgé- nero Daubentonia 4- alada, por el gran desarrollo de las aristas. co- riácea, dehiscente, pluriseminífera; semillas arriñonadas o sub-cua- dradas, lisas, pardas. Plantas arbustivas, rara vez hierbas, lampiñas o pubescentes, hi- drófilas, inermes, de hojas paripinadas, multiyugadas, muy enteras, con estípulas pronto caducas y a veces con estipelas; flores medio- eres o casi grandes, blancas, amarillas o rojas, pediceladas; brácteas y bractéolas que muy pronto desaparecen. Género de muy embrollada y no aún despejada sinonimia, geronto y neogeo, de las regiones cálidas, cuya especie típica vive en Egipto, designada allí con el nombre vulgar de sesban. Sesbania punicea (Cav.) Bth. Arbusto inerme, enderezado, elegante, de hasta 2 metros y medio dle altura, todo lampiño, menos en sus partes más tiernas que son en- tonces pubescentes, no viscoso y sin olor, de ramas lisas, verdes ro- Jizas, frágiles; hojas alternas, con 15 a 21 hojuelas membranosas, grue- 238 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sas, elípticas o elíptico-trasovadas, de ápice obtuso, a veces escotado, de color verde muy obscuro en el epifilo, pálidas y a veces ligera- mente glaucas en el hipofilo; las flores, inodoras, en racimos axilares pendientes, más cortos que las hojas, están sostenidas por delgados pedicelos más cortos que ellas, teniendo un cáliz lampiño de un ver- de obseuro más o menos teñido de púrpura y una hermosa corola de color minio, a veces algo más obscura ; la legumbre, pendiente, aguda en la punta, posee 4 alas tan anchas como ella, siendo su color pardo al exterior y blanquecino al interior; las semillas en número de 4 a S. ovaladas o casi cuadradas, son lisas y de color marrón. Esta planta es esencialmente hidrófila, ería sólo en los pajonales y a orillas de ríos y arroyos; es común en toda la República (Buenos Aires. Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Misiones, San Luis) y abunda en el estuario del río de la Plata, en la Magdalena, Santiago, Quil- mes, Luján e islas del Delta; es de cultura fácil y constituye un hermoso adorno de los jardines; es especialmente perseguida por un y amarillo, que da a sus hojas muy grueso gorgojo de color negro mal aspecto. No tiene otras aplicaciones. SOPHORA L. (1737) Cáliz constantemente 5- dentado; corola amariposada; estambres 10: filamentos todos libres o ligeramente entresoldados en la base; anteras uniformes, todas versátiles ; estilo corvo, rematado por un es- tigma muy pequeño, obtuso; legumbre plurisemillada, indehiscente o tardíamente sub-dehiscente, cilíndrica, moniliforme, de paredes car- nosas, coriáceas o sub-leñosas; semillas trasovadas o sub-globosas, lisas, pardas. Arbustos o árboles de ramas cilíndricas, con hojas imparipinadas, sin estípulas y generalmente sin estipelas; flores blancas o amarillas, rara vez azulado-violáceas, en racimos simples, apicales o dispuestos en panienlas amplias en el extremo de las ramas; brácteas pequeñas o no existen; bractéolas nulas. Género termófilo, que cuenta con unas 25 especies esparcidas por las regiones cálidas y tropicales del viejo y nuevo mundo; su nombre deriva de Sofár que es el vulgar de una de sus especies del Asia oriental. LEGUMINOSAS BONAERENSES 239 Sophora tomentosa L. Árbol elegante que puede alcanzar a más de 10 metros de altura, de ramas cilíndricas bastante rectas; hojas alternas, imparipinadas, con 11 a 13 hojuelas opuestas o en parte alternas, elíptico- ovaladas, obtusas, superiormente de color verde y casi lampiñas, debajo blan- quecinas y cubiertas de un vello tupido y casi aterciopelado; flores en grandes panículas terminales, con corolas blanco-amarillentas ; legumbres indehiscentes péndulas, largas, delgadas, torulosas, casi en forma de rosario, con 5 a 10 artículos o semillas, al principio pubes- centes, más tarde lampiñas. Árbol originario de la América Central, elegante muy eultivado en La Plata y Buenos Aires y otras ciudades de la República para em- plearlo en el adorno de parques y avenidas. En los jardines con fre- cuencia se cultiva otra especie elegante y muy característica por sus ramas péndulas como las de los sauces llorones; es la Sophora japo- nica L. originaria del Japón. En las provincias del norte de la República Argentina crían dos especies indígenas de este género (5. linearifolíia Grisb. y S. rhyncho- carpa Grisb.) y dos en la región central de Chile (S. macrocarpa Sm. y 5. tetraptera Ait.). SPARTIUM L. (1737) Cáliz espatiforme posteriormente hendido, 1- labiado, con 5 dien- tecillos en el ápice; corola con quilla encorvada, más larga que las alas, y adherida con sus uñas al tubo estaminal; estambres 10, cu- yos filamentos hasta su mitad están entresoldados en tubo cerrado y la parte libre de ellos lleva alternadamente 5 anteras más largas basifijas y 5 más cortas versátiles; estilo filiforme, encorvado, lam- piño, terminado por un estigma obtuso que se escurre a lo largo de la parte posterior; legumbre lineal, plana, lampiña, pluriseminife- ra, dehiscente, bivalva ; semillas estrofioladas, faseoliformes, pardas. Flores amarillas, grandes, en racimos terminales ralos. Planta arbus- tiva casi áfila, con ramas mimbreadas; las pocas hojas son simples, esparcidas, sin estípulas; brácteas y bractéolas muy pequeñas y muy caducas. Género mediterráneo monotípico, ya espontáneo en Canarias y 240 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA América austral, cuyo nombre deriva de sz.gc, atar, pues sus ramas han sido siempre empleadas con ese objeto. Spartium junceum L. (n. v. : retamo de España, retama de olor, retama para escobas) Arbusto xerófilo, de hasta 4 metros de alto, casi lampino, de ramas largas y delgadas, verdes, provistas en la juventud de algunas hojas simples lineares o lanceoladas, que produce en la primavera abun- dantes racimos de flores de perfume intenso y agradable, casi sesiles; el eáliz es verde amarillento, hendido en su parte dorsal y por lo tan- to unilabiado, con el ápice 5- dentado, siendo los dos dientes laterales mayores ; la corola lampiña, de color amarillo vivo, ofrece un estan- darte grande ; legumbres enderezadas, agudas, de más o menos 7 cen- timetros de largo por 6 milímetros de ancho, comprimidas por los lados, lampiñas, 15-20- seminíferas, de color castaño; semillas atravesadas oblicuamente, romboideo-ovaladas, chatas, de 4 milimetros de largo por 3 de ancho, lustrosas, castañio-rojizas. Esta planta es enltivada en toda la región templada y cálida de la República Argentina (Bahía Blanca, Tandil, La Plata, Buenos Aires, Rosario. Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, Entre Rios, Tucu- mán, Corrientes, ete.) por su aspecto ornamental y por la fragancia de sus flores. Se cultiva también en ciertos vinedos de la provincia de Buenos Aires para utilizar sus ramas a guisa de mimbres para atar las vides; siendo muy nectariferas y abundantes sus flores, se enltiva también por los apicultores. Sus ramas, utilizadas en algunos países (Canarias) para fabricar escobas, son tenaces y proporcionan fibras textiles. Sus semillas son drásticas e irritantes. STYLOSANTHES sw. (1755) Cáliz tubuloso, angosto, con 5 dientes, de los cuales el inferior es libre y los otros 4 superiores entresoldados; corola amariposada, in- serta en el ápice del tubo calieino, con quilla en forma de pico encor- vado: estambres 10, todos entresoldados en tubo; anteras dimorfas, alternas, 5 más largas basifijas y 5anás cortas versátiles ; estilo filifor- me, lampiño, terminado por un pequeño estigma sub-globoso; lomento muy comprimido lateralmente, de nervaduras reticuladas, lampiño o LEGUMINOSAS BONAERENSES 241 cerdoso, 2- articulado, con el artículo inferior a menudo estéril o abortado y el superior terminado en un estigma persistente, encorva- do en gancho o casi espiralado; semillas 1 ó 2, ovalado-lenticulares. Hierbas perennes, enderezadas, mimbreadas, duras, con hojas al- ternas escasas, provistas de grandes estípulas casi ocreiformes y con 3 hojuelas sin estipelas; flores pequeñas, en cabezuelas globosas y ova: ladas, casi sesiles en la axila de grandes brácteas. con corola amarilla. Género termófilo que contiene alrededor de 22 especies en su ma- yoría sudamericanas ; su nombre se refiere a la presencia de una cer- dla simple o plumosa que se halla al lado de cada flor (s=%xc<, estileto y abo<, tor). Stylosanthes montevideensis Vos. Raíz perenne, con frecuencia hinchada en forma de zanahoria y transformada así en órgano hidróforo, más o menos ramificada, que en el cuello lleva un ramillete de ramas aéreas, cilíndricas, endereza- das, de 25 a 50 centímetros de altura, simples, rígidas, a veces lampi- Nas, otras más o menos cerdosas; hojas alternas, pocas, muy aparta- das, provistas de grandes estípulas envainantes casi como óereas. con pecíolo corto terminado por 3 hojuelas lineares o lanceoladas. agudas, de 1 a 2 centímetros de largo por 2 a 4 milímetros de ancho: flores en pequeñas cabezuelas apicales, poco aparentes y más o me- nos ocultas por grandes brácteas vellosas, con corolas pequeñas, ama- rillas; legumbre generalmente con el solo artículo apical fértil (el inferior reducido casi a simple pedicelo), con costillas nervosas longi- tudinales y nervaduras transversales, lampiña o pubescente, termi- nada por un pico ganchudo más corto que el mismo artículo del lomento ; semilla ovalada, amarillento-rojiza, lisa. Planta xerófila y tal vez psamófila, difundida en todas las provin- cias templadas y cálidas de la República; en la provincia de Buenos Aires, alcanza hasta la sierra del Tandil pero es escasa, abundando por lo contrario en la parte norte desde Campana. Es un pasto duro que el ganado sólo come por falta de otro mejor. TEPHROSIA Prs. (1507) Cáliz más o menos 5- fido, con dientes a veces subiguales, otras, con dos superiores casi entresoldados o el inferior mayor que los AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 18 242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA demás; corola papilionácea, con pétalos claramente unguieulados ; estambres 10, filamento vexilar al principio soldado en su mitad su- perior con los otros 9, más tarde libre; anteras uniformes; estilo filiforme encorvado hacia arriba, lampiño o barbudo, rematado en un pequeño estigma desnudo o con pelos como un pincelito; legumbre lineal, algo comprimida por los lados, dehiscente, bivalva, con cavi- dad interna continua, pluriseminitfera. Plantas herbáceas o arbustivas, con frecuencia provistas de raices napiformes subleñosas, generalmente recostadas contra el suelo; hojas imparipinadas, con hojuelas variables en número según las es- pecies, sin estipelas, opuestas o alternas, generalmente más o menos pubescentes, con nervaduras pinadas, siendo las secundarias muy numerosas, paralelas y formando ángulo agudo con la primaria; esti- pulas lineales o angostamente lanceoladas, estriadas. Flores blancas, azules o rojas, en racimos acrógenos o axilares u opositifolios, distri- buídas a lo largo del raquis en pequeños fascienlos; brácteas más o menos caducas: bractéolas nulas. Género esparcido en todas las regiones cálidas y tropicales del viejo y del nuevo mundo, que según los autores comprende más o menos 90 especies. Con este nombre, que según Otto Kuntze deberia ser sustituido por el de Cracca L. (1747) por razones de prioridad, se ha querido recordar el color que ostentan la mayoría de las especies (rzopiz, ceniciento). Tephrosia cinerea Prs. Hierba subleñosa, vivaz, provista de un eje radical fusiforme o na- piforme que al nivel del suelo produce un número más O menos gran- de de ramas de 25 hasta 75 centímetros de largo, herbáceo-subleño- sas, que se extienden radialmente sobre el suelo; las ramas, lisas, son generalmente rosadas o rojizas, pero este color está velado por una pelusa muy adherente que da a toda la planta un tinte ceniciento; las hojas Mevan de 7 a 13 hojuelas lineales u oblanceoladas obtusas, mucronadas, verdes, lisas, casi lampiñas en el epitilo y cenicientas en el hipofilo, y densamente nervoso-pinadas; flores en racimos opo- sitifolios, pedunculados, medioeres, con cáliz verde ceniciento y co- rola de un azul más o menos intenso ; legumbres lineales, algo toru- losas, de color verde ceniciento ; semillas pardas, casi faseoliformes. Esta planta es xerófila y casi psamófila, pues abunda en los terre- nos secos y arenosos de toda la región cálida de la República, espe- LEGUMINOSAS BONAERENSES 243 cialmente en Entre Ríos y Corrientes;en la provincia de Buenos Aires parece rara, más bien adventicia y esporádica, habiéndola ha- llado en los antiguos médanos (destruídos hoy) de la isla Santiago, encontrándose también en Pehuajó. Es planta tóxica y cuyas propiedades desde época inmemorial eran conocidas por los indígenas, los que la utilizaban para pescar enve- nenando con ella (machacada) los charcos que contenían peces. No me consta, sin embargo, que se hayan hecho estudios químicos de ella, que bien valdría la pena. TIPUANA Bth. (1560) Cáliz obconoide, 5- dentado, dientes cortos, anchos, los dos supe- riores casi del todo entresoldados; flores amariposadas, amarillas ; estambres 10, con “filamentos todos entresoldados en tubo hendido longitudinalmente en el dorso o con el vexilar libre; anteras unifor- mes, todas versátiles; estilo alargado, inferiormente ensanchado, aplastado lateralmente, lampiño, terminado por un pequeño estigma subgloboso; legumbre pedicelada, samariforme, indehiscente, infe- riormente engrosada, leñosa, con 1 a 3 semillas, lo demás se ensancha en ala sub-membranosa, vertical. Árboles inermes de hojas por lo general opuestas, imparipinadas, con estípulas muy pequeñas, caducas y sin estipulillas; flores más que mediocres o grandes, dispuestas en panículas terminales; bráce- teas pequeñas, fugaces; bractéolas nulas. Género sudamericano que comprende 5 especies propias de las re- giones cálidas ; una sola es indígena de la República Argentina y recibe en guaraní el nombre de Tipa o Tipú que se ha latinizado. Tipuana tipu (Bth.) OK. (n. v. : tipa o tipa blanca) Árbol majestuoso, que puede superar los 20 metros de altura, con hermosa copa amplia y bastante regular; hojas opuestas, imparipi- nadas, con 11 a 21 hojuelas elíptico-alareadas, obtusas, al principio pubescentes, después lampiñas, de color verde vivo, más obscuras en el epifilo pero no lustrosas ; flores casi grandes, de color anaranjado ; 244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA fruto samaroideo (fig. 4), generalmente con 3 semillas algo oblicuas separadas por 1 6 2 tabiques. Esta planta originaria de las provincias del norte (Tucumán, Sal- ta, Jujuy, Chaco) es utilizada en La Plata y Buenos Aires como ár- bol para paseos y parques por su hermoso aspecto ornamental ; en su lagar de origen brinda una madera dura y fuerte apta para toda cla- se de trabajos; suele dar, además, abundante goma de color rojo más o menos intenso. La sinonimia de esta planta es bastante compleja: Otto Kuntze en el Rervisio generum plantarum, UL, página 72 indica: Machacrium tipu Bth. (1553) = Tipuana speciosa Bth. (1862) = Machaerium fertile Grisb. (1874) = Machaerium pseudotipa Gribs. (1879). En esta sinonimia hay un error: es el de atribuir a esta especie el nombre de Machaerium pseudotipa Grisb., el cual no es sinónimo de Tipuana tipu (Bth.) OK., sino de Pterogyna nitens Tul. TRIFOLIUM L. (1-1737) Cáliz pentámero, con dientes o lóbulos iguales o desiguales, a ve- ces los dos superiores más o menos entresoldados ;: corola amariposa- da, persistente, marcescente, con pétalos unguiculados ; estambres 10, filamento vexilar libre o a veces trabado con los otros hacia su mi- tad, los otros Y soldados en tubo y adherentes a las unguiculas de las alas y de la quilla; la parte superior de los filamentos en todos o en 5 alternados, a veces es más o menos dilatada; anteras uniformes: estilo filiforme, lampiño, encorvado euyo estigma capituliforme o un- ciniforme se asienta dorsal u oblicuamente:; legumbre ovalada o casi cilindrica, encerrada por el cáliz y los pétalos secos, generalmente membranosa, indehiscente, 1-2, rara vez 3- 4- seminifera; semillas más o menos arrinonadas, sin estrofiolo. Hierbas anuales o vivaces, con hojas estipuladas, normalmente 3- rarisimamente 3- 7- folioladas, con foliolos dentieulados, en euyos denticulos terminan las nervadu- ras secundarias; fores blancas, azules, rojas o amarillas, por lo co- mún en capitulos, espigas o umbelas, rara vez solitarias, pudiendo ser las inflorescencias apicales, pseudo-terminales o axilares; brác- teas muy variables, hasta nulas ; bractéolas ausentes. Género conocido desde la antigiiedad (Plinio) y difundido en todo el mundo; comprende 150 a 300 especies, muehas aún mal descriptas. LEGUMINOSAS BONAERENSES 245 1. Plantas enderezadas, con cabezuelas grandes, sentadas en la extremidad de las ramas ; flores menos que mediocres, moradas. T. pratense. Plantas rastreras y radicantes ; cabezuelas mediocres, sostenidas por largos pedúnculos desnudos. 2 2. Corolas blancas: flores todas chasmógamas epigeas, uniformes, con raíz filiforme nunca engrosada, carnosa. T. repens. Corolas rojas, “amarillentas, amarillento-rosadas ; flores dimorfas, las unas epigeas chasmógamas, otras hipogeas cleistógamas; raíz palar- napiforme. 3: 3. Plantas enteramente y siempre lampiñas: cabezuela de flores escasas, rosadas o amarillentas. T. argentinense. Plantas + en parte o todas cubiertas de largo vello blando, a veces ru- bio; cabezuelas de flores numerosas, rojas o rosado-obsenras. TP. polymorphum. Trifolium argentinense Spez. Hierba perenne, absolutamente lampiña en toda edad, de raíz en- grosada, a veces casi napiforme, sub-simple ; tallos cilíndricos, rastre- ros o flotantes, a veces radicantes en sus nudos; hojas enderezadas cuyo pecíolo es muy variable en longitud, provisto y soldado en la base con dos estípulas a veces bastante grandes, otras veces muy pe- queñas, algo envainantes, y terminado por 3 hojuelas trasacorazonado- triangulares, de lóbulos más o menos redondeados, verdes, blandas o rígidas, con borde superior dentellado y con el inferior densamente pinato- nervado ; especie que posee dos clases de flores, las unas sub- terráneas, cleistógamas, y otras aéreas, chasmógamas. Las flores eleis- tógamas aparecen bajo forma de un hacecillo de filamentos blanqueci- nos en la axila de las hojas más viejas y estos filamentos no tardan en ofrecer un botoncito apical que entierran al llamado de un fuerte geotropismo positivo; una vez que el botón se halla enterrado, au- menta de volumen con relativa rapidez tomando el aspecto de un cuerpo trasovado o elíptico, liso, blanquecino, del tamaño de medio grano de trigo; no tiene corola y está todo revestido por la membra- na calicina sin solución de continuidad, y en el interior ofrece un ovario ovalado terminado por un ancho estigma discoidal, sesil, so- bre el cual se hallan recostadas 2 6-3 anteras blanquecinas con unos pocos granos de polen ; éstos, por reabsorción de la membrana anteral, se ponen en contacto con el estigma y germinan, sin modificaciones ex- ternas aparentes, si se exceptúa un pequeño aumento de tamaño y la 246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA coloración algo obscura que toma la flor para constituirse en fruto, el enal está formado por un cuerpo aún envuelto en la membrana floral. casi globoso, y contiene una gruesa semilla lampiña de color verde- amarillo. Las inflorescencias chasmógamas se desarrollan en forma de capítulo o umbela en la punta de delgados pedúnculos endereza- dos, lampiños, mucho más largos que los pecíolos y se hallan forma- das por 5 a 15 flores pediceladas. antes de la antesis erectas, después cabizbajas, pequeñas, con corola de color variable. a veces amarillen- tas, a veces rosadas, otras, por fin, blancas, con perfume agradable pero poco pronunciado; la legumbre permanece envuelta por el cáliz y la eorola secos, y es trasovada. conteniendo tan sólo de 1 a 2 semi- llas bastante gruesas, arriñonadas, irregulares, pardo-amarillentas. lisas. Vegetal exclusivamente hidrófilo, a pesar de su raíz napiforme que tal vez le permitirá mantenerse viva durante los periodos de grandes sequías: es común en los pantanos de toda la región megapotámica de la República, desde la Magdalena hasta el Paraguay (Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Misiones): abunda en todas las zanjas de los alrededores de La Plata y varía muchísimo en tamaño, forma de hojas y color de las flores. No me consta que tenga o sea susceptible de aleuna aplicación. Trifolium polymorphum Poir. (n. v.: trébol eriollo) Hierba perenne, eon vello más o menos abundante, enderezado, largo y algo rojizo, de raices napiformes casi simples, y tallos cilíndri- “08, rastreros y radicantes en sus nudos; hojas enderezadas cuyo pecio- lo está en la parte basal adherido a dos grandes estípulas falcadas, membranosas, y lleva en el ápice tres hojuelas, brevemente peciola- das, anchamente trasacorazonadas, con o sin mancha central obscura, denticuladas en los bordes, membranosas, blandas y como los pecío- los más o menos densamente vellosas: esta planta ofrece dos clases de flores, unas eleistógamas hipogeas y otras chasmógamas aéreas. Las cleistógamas nacen en hacecillos en la axila de las hojas, sobre pedicelos delgados que no tardan en alargarse y enterrar su extremi- dad algo hinchada que es el botón foral; una vez enterrados crecen rapidamente llegando a aleanzar casi el tamaño de un grano de arroz, globosos o trasovados, lampiños, blanco-amarillentos, indehiscentes, LEGUMINOSAS BONAERENSES EY conteniendo dos estambres y un ovario con estigma grande, sentado y sesil, cuyas anteras al reabsorber parcialmente sus paredes ponen en contacto los granos de polen con el estigma inmediato y así se efec- túa la fecundación ; el fruto no difiere de la flor más que por su tama- no un poco mayor y su color pardo-rojizo, estando formado por una legumbre con 1 ó 2 semillas arriñonadas, grandes, amarillentas. Las chasmógamas se desarrollan en cabezuela globosa con 30 a 50 flores, en el ápice de un delgado pedicelo generalmente muy velloso ; son de tamaño pequeño, con corola roja o rosado-morada, de perfume bastan- te fuerte y muy agradable, antes de la antesis enderezadas, después péndulas, y entonces encierran una legumbre incluída en el cáliz con 26 4 grandes semillas amarillento-pardas. Esta planta, que ofrece híbridos con la anterior, es eminentemente xerófila como ya lo indica su raíz hidrófora y parece común en las sierras pampeanas de la Ventana, Curamalal, Olavarría, Tandil y Peregrina; se encuentra también en las sierras de Córdoba, San Luis y La Rioja. No es rara en La Plata; hace algunos años era muy co- mún en la plaza Moreno. No sé si es forrajera o si le cabe la misma suerte que a los tréboles europeos de ser rehusada por el ganado. Trifolium pratense L. (un. v. : trébol de Castilla o trébol rojo) Hierba vivaz o perenne, de tallos enderezados, hasta de 30 centi- metros de alto, poco ramosos, cilíndricos, lampiños, con hojas alter- nas las inferiores, opuestas las superiores; los pecíolos llevan en la base a cada lado, y soldada por un buen trecho, una estípula ancha, nervada, de punta larga, aguda y doblada, sosteniendo en el ápice tres hojuelas membranosas, blandas, ovaladas o elípticas, obtusas, de un color verde subido, marcadas en su centro por una mancha blan- quecina más o menos grande, aflechada; inflorescencias bastante grandes, todas terminales, en forma de capítulos globosos u ovalados, casi sésiles, sin involuero, formadas de flores siempre erectas, corta- mente pediceladas, tupidas y apretadas, con cáliz de 10 nervaduras longitudinales y sépalos largos, agudos, iguales, algo vellosos y co- rolas pequeñas, moradas ; legumbre pequeña, encerrada en el cáliz, monosperma ; semilla arriñonada, amarillo-verdosa, lisa. Planta originaria de Europa, allí espontánea o cultivada ya sea 24 3 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA para forraje o para abono verde de los campos. Desde largo tiempo se ha introducido en la República Argentina como esencia forrajera y ahora se halla a veces silvestre en los campos altos y pastosos; no es rara en los alrededores de La Plata; lo curioso del caso es que mientras parece que el ganado la come con gusto y avidez en Euro- pa. aquí la rechaza por completo como se ha podido verificar en la cabaña de Pereira. Trifolium repens L. (ím. v. : trébol blanco) Hierba perenne, de tallo cilíndrico, alargado, rastrero y por lo ge- neral radicante, lampiña en todas sus partes, con hojas alternas en- derezadas, cuyo peciolo en la base está acompañado y en gran parte soldado con las dos estípulas pálidas, a veces blanquecinas, casi en- vainantes, y termina en 3 hojuelas elípticas, ovaladas o casi redondas, fuertemente nervadas y visiblemente denticuladas en el margen, de apice muy redondeado y a veces más o menos escotado, de color ver- de más o menos apagado y hasta algo glaucescente, llevando a menu- do en el medio de cada una de ellas una mancha blanquecina, aflecha- da o arqueado-triangular, más o menos aparente ; las inflorescencias, llevadas por pedúnculos solitarios, axilares, delgados, estirados, en- derezados, que en la mayoría de los casos sobresalen, y a veces mu- cho, de entre las hojas. son globosas, formadas por tores más bien pequeñas, pediceladas, antes de la antesis erectas, después dobladas hacia abajo, con corola blanca o rosada, despidiendo un leve pero agradable perfume, especialmente de noche; legumbre que sobresale del cáliz, pero envuelta en los pétalos desecados, casi cilíndrica, con 36 4 semillas arrinñonadas, amarillento-rojizas. Planta forrajera originaria de Europa, allí difundida, constitu- yendo una de las buenas esencias forrajeras de los prados de ese con- tinente, causa por la cual en muchas partes se cultiva. En este país desde el Chubut hasta la Quiaca, tanto en las sierras como en el llano y en los lugares frios como en los cálidos se ha aclimatado comple- tamente y con toda seguridad desde una época remota, pues la vemos mencionada como planta común por €. J. Fox Bunbury en Jos años 1831-33. Las personas de campo consideran esta planta como indicio de fertilidad del suelo y la creen buena forrajera: según mi propia experiencia no hay tal cosa, pues me he convencido que el ganado no la come, por lo menos cuando verde, y si lo hace es LEGUMINOSAS BONAERENSES 249 en muy poca cantidad y con visible repugnancia. También esto resul- ta, pues, una anomalía curiosa y constituye un interesante problema el saber por qué en Europa parece apetecido mientras aquí es rehu- sado. Recordaré también que en la Argentina ofrece un poliformismo notable según las condiciones hidrológicas y la condición del suelo, como lo hizo ya notar el profesor Lucien Hauman. ULEXM LE. (L 1737) (Genistospartium Ludw., Y, 1 Cáliz coloreado, persistente, bipartido, cuyo segmento superior es bidentado y el inferior 3- dentado; corola apenas más larga que el cáliz; estambres 10, con filamentos entresoldados hasta la mitad en tubo cerrado, de los cuales 5 alternos más largos llevan anteras basi- fijas y 5 más cortos anteras versátiles ; estilo filiforme. algo encorva- do, lampiño, terminado por un estigma en cabezuela:; legumbre alar- gada, más o menos inflada, sin tabiques internos. pluriseminifera, dehiscente, bivalva; semillas faseoliformes, estrofioladas, lampiñas, pardo-amarillentas. Flores más que medianas, solitarias o en pe- queños racimos, erguidas, de corola amarilla, sentadas o cortamente pedunculadas. Plantas arbustivas, enderezadas, muy ramificadas, con 'amitas terminadas en espinas agudas, sin hojas las que se reducen a simples escamas o a pecíolos espiniformes ; estípulas ninguna; bráe- teas muy pequeñas; bractéolas debajo del cáliz a veces nulas, a veces anchas pero cortas. Género euro-occidental, del cual se conocen unas 10 ó 12 especies: el nombre genérico deriva del latín uligo, ciénaga, ya que algunas especies de las más comunes muestran cierta preferencia para tal habitat. Ulex europaeus L. (nombre vulgar : tojo) Arbusto de 50 a 200 centímetros de altura, achaparrado, muy punzante, de color verde obscuro y más o menos pubescente; hojas reducidas a pecíolos lineares triangulares espiniformes; flores gran- des cortamemte pediceladas, con brácteas más largas que los pedice- los: segmentos calicinos muy vellosos, amarillentos ; corola lampiña, 250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA amarilla, con quilla recta; legumbre poco más larga que el cáliz, bastante comprimida lateralmente, aterciopelado-vellosa, que contie- ne de 1 a 3 semillas, en forma de pequeños porotos, arriñonadas, lam- piñas, de color pardo-rojizo. Planta muy rústica, hidrófila, ealcífila, pero erece, aunque con me- nor lozanía, en los terrenos secos, soporta bien el cloruro de sodio aunque no en exceso y constituye un forraje excelente, previa pre- paración machacándolo o triturándolo, para que el ganado no se hiera con sus espinas al consumirlo ; siendo una planta que da gran cantidad de flores, bastante nectaríferas y durante casi todo el año, se recomienda también a los apicultores. En la República Argentina se la evltiva para cercos vivos en Bue- nos Aires, La Plata, Mercedes, Tandil, Dolores y Bahía Blanca; yen- do en ferrocarril desde Las Flores al Azul se observan, en muchos campos, numerosas matas de esta planta que tienen todo el aspecto de ser ya espontáneas. VICIA L. (1, 1737) (Cracca Ludw., V, 1737) Cáliz con 5- lóbulos iguales o con los dos superiores más cortos y el inferior más largo que todos los demás; corola amariposada, con estandarte anchamente unguiculado, alas oblicuas alargadas algo adherentes hacia su mitad con la quilla; estambres 10, filamento vexilar libre o más o menos trabado con los otros en tubo que con- cluye oblicuamente en su parte superior; anteras uniformes ; estilo filiforme encorvado bruscamente hacia arriba, en su parte superior ligeramente comprimido, ya sea por sus superficies laterales, ya sea por la superior y la inferior, con el ápice, a veces adornado en el dor- so por un mechoncito de pelos, a veces todo alrededor pubescente, rarisimas veces lampiño, terminado por un estigma apical; legumbre alargada, comprimida, dehiscente, bivalva, plurisemillada : semillas comprimidas o subglobosas, con hilo más o menos largo, lineal, cubier- to por un arilo formado por la dilatación del funieculo. Hierbas enderezadas o trepadoras, provistas en la mayoría de los casos de zarcillos; hojas con estípulas semi-aflechadas, paripinadas, con raquis terminado por una cerda o zareillo, llevando 1 óÓ varios pares de hojuelas enteras o denticuladas, sin estipulillas, Flores LEGUMINOSAS BONAERENSES 251 generalmente azules o amarillentas, axilares, ya sean solitarias o en racimos pedunculados. Brácteas pequeñas, caducas; bractéolas nulas. Género que comprende más o menos unas 100 especies difundidas por todo el viejo y nuevo mundo, en su mayoría polimorfas, mal descriptas y limitadas, faltando una monografía moderna; por esta razón la determinación segura de cualquier especie se vuelve no sólo dificultosa sino poco menos que imposible, especialmente en lo que se refiere al grupo endémico sudamericano. 1. Tallos robustos, carnosos, enderezados ; flores apareadas, grandes, blan- cas, con mancha negra; zarcillos nulos. V. faba. Tallos débiles, no carnosos, rastreros o trepadores ; pecíolos con zarci- llos largos, bien desarrollados. De 2. Flores solitarias o apareadas, sentadas o pediceladas. 3) Flores racemosas ; racimos -- largamente pedunculados. 5. 5. Hojuelas 1-2- yugadas, lineares, agudas. V. magellanica. Hojuelas 4-7- yugadas. 4. 4. Hojuelas trasacorazonadas, trasovadas y oblongas, escotadas en la punta, 4-5- yugadas ; flores casi grandes. V. sativa. Hojuelas lineares, redondeadas o escotadas en la punta; flores pequeñas. V. linearifolia. 5. Racimos de flores multifloros; flores muy aproximadas, todas péndulas de un solo lado hacia abajo. 6. Racimos de flores 2- paucitloros, flores ralas enderezadas o inelina- das. ZE 6. Flores grandes, de color violáceo intenso ; semillas pulverulento, ater- ciopeladas, no lustrosas. V. villosa. Flores pequeñas, blanco-celestes (amarillentas cuando secas) ; semillas lampiñas, muy lustrosas. V. montevideensis. Hojuelas angostas lineales, de punta obtusa o escotada. V. graminea. Hojuelas filiformes, de punta aguda. J. setifolia. Vicia faba L. Planta anual, subcarnoso-herbácea, toda lampiña, de color verde vivo, a veces algo ceniciento, enderezada, de hasta 75 centíme- tros de altura, con tallos huecos, poco o nada ramificados, cilíndrico- angulosos; hojas con estípulas semi-sagitadas, agudas, provistas 252 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA en el hipotilo de una mancha más o menos grande, purpúrea, que es nn neetario extratloral atrofiado, con peciolo enderezado, terminado en cerda más o menos larga (rara vez en zareillo rudimentario), que sostiene de 2 a 6, generalmente 4, hojuelas apareadas, grandes, que aumentan de tamaño basifugamente, elípticas, ovaladas o trasovadas, obtusas, membranosas, de bordes muy enteros; fores grandes, axi- lares, de 2 a 6, cortamente pediceladas, con cáliz verde y corola ro- sada o blanca cuyas alas ostentan una mancha de forma y tamaño variable de color negro (color rarisimo en los vegetales !) ; legumbres enderezadas, grandes, largas, de 10 a 15 centimetros, que llevan de 347 grandes semillas achatadas lateralmente, muy obtusas en los extremos, con hilo apical muy largo y ancho, lampiñas y de color a Veces verde, otras veces negro. Planta originaria de las orillas del Mar Caspio, cultivada desde la más remota antigiiedad y hoy difundida por todo el mundo; se culti- va también mucho en toda la República Argentina, tanto como forra- jera por sus tallos, como por sus semillas que constituyen un alimen- to sano y muy nutritivo. Vicia graminea Sm. (V. stenophylla Vog. Hierba primaveral, anual, al principio enderezada y después ras- trera, si no halla algún objeto adonde prenderse y treparse, que puede entonces alcanzar hasta unos 50 centimetros de altura, a veces com- pletamente lampiña y de color verde glauco, otras veces salpicada de pelos ralos y de color verde bastante vivo; tallos 4- angulares, con cantos casi alados, endebles, escasamente ramificados; hojas alternas, bastante escasas y separadas unas de otras, con estipulas semiafle- chadas muy angostas y agudas, enteras con peciolo bastante patente, y por lo general terminado en un zareillo terfido muy largo que soporta de 2 45 pares de hojuelas opuestas o alternas, lineares, de punta agu- da u obtusa, de base cuneiforme, enteras ; flores mediocres, en racimo paucifloro (2 a 7- foros) axilar, más largo que las hojas de cuya axila nace, provistas de pedicelos algo o más cortos que ellas, ende- rezados o inclinados, de eáliz pubescente y corola de color celeste más o menos intenso; legumbre linear, algo achatada lateralmente, recta, pubeseente o lampiña, que contiene de 5 a 10 semillas LEGUMINOSAS BONAERENSES 2533 subelobosas, pulverulento-aterciopeladas, de color marrón rojizo muy intenso, nunca lustrosas. Planta polimorfa (probablemente sea una simple forma de la Y. andicola HBK.) difundida en toda la América del Sur y especial- mente común en toda la Argentina, desde el Chubut hasta el Norte, constituyendo una forrajera efímera de nuestros campos en la pri- mavera; típicamente es hidrófila, pero en terrenos livianos se adapta también a sitios escasos de agua, disminuyendo entonces su estatura y reduciendo proporcionalmente el tamaño de sus partes. Es común en todos los alrededores de La Plata especialmente en las praderas estuáricas de la isla Santiago y Punta Lara. Vicia linearifolia Hk. y A. Hierba primaveral, anual, débil, generalmente rastrera, cuya esta- tura rara vez supera los 20 6 30 centímetros, de color verde pálido, en todas sus partes cubierta de un vello recostado más o menos abundante que a veces le comunica un tinte algo ceniciento; tallos tetrágonos, ramificados en la base, en su parte superior simples, muy enredados; hojas alternas, más o menos apartadas unas de otras, con estípulas semisagitadas, denticuladas, sin mancha nectariana, con pecíolo delgado patente, terminado por 1a 263 zarcillos largos y delgados, que sostiene de 4 a 5 pares de hojuelas casi nunca opuestas las de cada par, lineales, de ápice obtuso generalmente escotado y mucronado, brevemente cuneiformes en la base, de borde entero ; flo- res axilares, sub-sesiles, solitarias, pequeñas, con pétalos de color azu- lado-morado más o menos intenso; legumbre linear, recta, aguda en ambos extremos, más o menos velluda, conteniendo de 3 a 6 semillas casi globosas, lampiñas, pero no lustrosas, de color marrón rojizo. a veces ligeramente atigradas por manchas más claras. Especie muy próxima a alguna de las variedades de la Y. Selloí L., «le las cuales sólo se aparta por los tallos cuadrangulares casi alados, por la falta de mancha en las estípulas y por la legumbre vellosa ; es propia de Sud América, sub-xerófila y psamófila, especial de las re- giones oligombrias como el norte de Patagonia, la parte austral de la provincia de Buenos Aires y la mayoría de la Pampa, del Neuquén y Mendoza; ha sido coleccionada en Bahía Blanca y en la sierra de Curamalal. Arechavaleta la cita como de Montevideo, pero creo que su clasificación sea errónea pués la describe con legumbre lampiña. 254 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Es una esencia forrajera no despreciable pero de duración efímera y de escaso rendimiento. Vicia montevideensis Voz. (Vicia platensis Speg.) Hierba anual, primaveral, débil, rastrera o trepadora, de estatura muy limitada comprendida entre 10 y 20 centímetros, de color verde ceniciento y más o menos cubierta de vello que le hace variar algo el tinte según su mayor o menor abundancia; hojas alternas, más o me- nos apartadas entre sí, con estipulas semi-sagitadas, enteras, agudas pero con lóbulo inferior muy largo y angosto, con peciolo, terminado por un zarcillo a menudo corto y sencillo, llevando de 4 a 6 pares de hojuelas alternas, más o menos anchamente lineares, a veces casi elip- tico-oblongas, cuneiformes en ambos extremos, de punta aguda arma- da de un pequeño mucrón de borde entero, más o menos salpicado de pelos en ambas caras ; flores pequeñas, en racimos del mismo largo que la hoja, de cuya axila salen, llevados por un pedúnculo tan largo como la parte florifera, de 6 a 12 muy aproximadas, todas unilaterales y colgantes del lado inferior, con cáliz velloso y corola de color azul pálido salpicado de blaneo que por la desecación se po- ne amarillenta; legumbre pequeña lineal, muy achatada por los cos- tados, cuneiforme y casi simétrica en la base, en el ápice bruscamen- te sub-tronchado-redondeada prolongada en pico en la linea ventral, de valvas apergaminadas pubescentes, que contienen de 2 a 4 semi- llas casi globosas lampiñas negras y muy lustrosas. Plantita efimera, hidrófila, que aparece en octubre y desaparece en noviembre y que varía bastante de aspecto, según las condiciones metereológicas del año; en las primaveras muy húmedas sale relati- vamente grande, bastante lampiña, con hojas lineales angostas y flores de estandarte azul y quilla blanquecina; en los años secos los individuos resultan enanos, las hojas salen más cortas, anchas, a veces hasta denticuladas, muy vellosas y fores pálidas con tinte ama- rillento (Vicia nana Vog. !), pero que se reconocen como forma de la misma especie por la unidad de substrato y sobre todo por sus semi- las tan caracteristicas. Es una forrajera pero de limitada importancia por su corta dura- ción y el poco tamaño de sus matas. Ls común en los pajonales entre La Plata y la Ensenada. LEGUMINOSAS BONAERENSES 255 Vicia magellanica Hk. f. Hierba anual, débil, rastrera o a veces por medio de sus zarcillos se vuelve trepadora, pudiendo alcanzar hasta 50 centimetros de altu- ra, de color verde bastante vivo, a veces lampiña, otras veces más o menos pubescente o vellosa; tallos agudamente tetrágonos, más o me- nos ramificados ; hojas alternas, bastante separadas unas de otras, con estípulas semi-sagitadas, agudas en ambos extremos, con pecíolo ter- minado en zarcillo simple o trífido que sostiene 2 pares (rara vez uno solo) de hojuelas generalmente no del todo opuestas, las cuales son lineares, de punta entera, aguda y en la base sub-cuneiformes, enteras ; flores pequeñas, con pétalos de color azulado más o menos intenso ; legumbre linear, recta, acuminada, que contiene de 3 a 5 semillas casi globosas, de color marrón obscuro, lampiñas pero no lustrosas. Plantita forrajera peculiar de la Patagonia, especialmente de sus partes australes, y de la Tierra del Fuego; ha sido hallada varias ve- ces en los terrenos a los lados de los diques del Puerto de La Plata, quizá importada por los buques del sur con el lastre o con algún producto de los puertos australes. Vicia sativa L. Hierba polimorfa, anual, más o menos robusta, rastrera o trepado- ta por medio de sus zarcillos a los objetos circundantes, de ramas casi todas radicales, abundantes, de 25 hasta 100 centímetros de altura, de color verde obscuro, lampiña, o con pubescencia corta y rala poco aparente; tallos delgados, agudamente tetrágonos; hojas alternas, más o menos numerosas, con estípulas semi-aflechadas, inci- so-dentadas, con frecuencia adornadas en el hipofilo con una peque- ña mancha (unectario!) de color morado, más o menos aparente: pecíolo prolongado en zarcillo largo delgado por lo común trifido, lle- vando de 4 a 8 pares de hojuelas generalmente anchas, relativamente cortas, escotadas, pero tan variables en forma, no tan sólo entre la de uno y otro individuo, sino en el mismo individuo, según la edad y la situación de la hoja; flores axilares, mediocres, de color morado o purpúreo, sesiles o muy cortamente pediceladas, solitarias o aparea- das; legumbre lineal, sesil, recta, aguda, en la madurez ligeramente torulosa, lampiña, conteniendo de 5 a 10 semillas casi globosas, pul- 256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA verulento-aterciopeladas, no lustrosas y de color variable, desde ama- rillentas hasta castano-obscuras Planta primaveral, originaria de la Europa, donde se halla espon- tanea en los trigales, pero que se cultiva a veces como forrajera y mejorante de los suelos; parece que desde largo tiempo ha sido in- troducida en la América del Sur; no es rara en los alrededores de La Plata, en los campos de cebada, trigo y lino; me consta que también aquí se intentó su cultura (Pereira, Lezama, ete.) y sus semillas cons- tituyen un excelente alimento para las palomas y gallinas. Vicia setifolia MBK. Hierba anual, primaveral, enderezada, trepadora o rastrera pero no radicante, que puede llegar hasta 35 centímetros de altura, siem- pre completamente lampiña y de un color verde ceniciento, muchas veces glauco ; tallos endebles, tetráagonos, con aristas agudas a veces ligeramente aladas, escasamente ramificadas : hojas alternas, poco numerosas y muy apartadas unas de otras, con estipulas semiaflecha- das enteras, muy angostas y agudas, con peciolo prolongado en un zarcillo a veces bastante corto y simple, otras veces largo y trifido, ostentando en la mayoría de los casos dos pares de hojuelas alter- nas u opuestas linear-filiformes, a menudo muy largas y algo flexuosas, muy angostamente canalienladas en la cara superior, muy enteras y agudas en ambas extremidades ; flores mediocres, en racimos pauciflo- ros (1-5- floros) axilares, más largos que las hojas de cuya axila sur- gen, enderezados o patentes, en el caso de ser 1- floros con dos brác- leas muy angostas y largas en el ápice; las Mores están sostenidas por pedicelos de tamaño equivalente a la mitad del de ellas, endere- zadas o inclinadas, tienen ealiz lampiño y corola, cuyo estandarte es blanquecino, y las alas y quilla celestes; legumbre lineal, angosta, bastante chata, casi recta, econ S a 12 semillas pequeñas, subglobosas, pulverulento-aterciopeladas, de color rojo-castaño más o menos in- tenso, no brillante. Planta que tal vez no sea más que una de las tantas formas (así como muchas otras especies americanas deseriptas de este género) de la Vicia andicola HH BK., representando quizá la forma xerófila; está difandida en toda la América del Sur y en la República Argentina desde el norte del rio Santa Oruz. Es común en todos los campos altos de los alrededores de La Pla- LEGUMINOSAS BONAERENSES 257 ta y es considerada como buena forrajera a pesar de ser también muy efímera y de muy escaso rendimiento. Vicia villosa Roth Hierba anual, robusta, rastrera o trepadora a los cuerpos vecinos por medio de sus zarcillos, pudiendo alcanzar hasta más de 1 metro de altura, de color verde intenso, en las partes viejas casi lampiña, en las nuevas más o menos vellosa ; tallos tetrágonos, abundantemen- te ramificados y enmarañados; hojas alternas más o menos numero- sas, con estípulas semi-aflechadas, enteras, agudas, sin mancha nec- tarial, con pecíolo prolongado en un largo zarcillo, lo más a menudo sencillo, llevando de 5 a 7 pares de hojuelas, generalmente alternas entre sí, elíptico-alargadas, brevemente adelgazadas en ambos extre- mos, de punta redondeada, de base cuneada, pubescentes en el epifi- lo, peludas en el hipotfilo, de bordes enteros; flores grandes en raci- mos tupidos unilaterales, todos pendientes del lado inferior, llevados por un pedúnculo de doble largo que la parte florífera y tan largo como la hoja de cuya axila nacen; el cáliz es sumamente velloso, con los pelos recostados; la corola lampiña es de color morado más o me- nos intenso ; la legumbre péndula, linear, recta o ligeramente arquea- da, lampiña, aguda en ambos extremos, con 6 a 12 semillas globosas, pardas, salpicadas de manchas más obscuras, lampiñas, no lustrosas. Planta originaria de la Europa central, cultivada con frecuencia como forrajera y mejoradora del suelo; desde hace varios años ha si- do introducida en el país y ahora no es difícil hallarla, en la primave- ta, espontánea en Pereira y en Santa Catalina, cerca de Buenos Aires. VIGNA Savi (1824) Cáliz 5-fido, con los dos dientes superiores entresoldados o sepa- ados; corola amariposada, estandarte provisto en la base de dos aurículas dobladas hacia adentro, más largo que las alas, quilla en- corvada formando un pico algo enderezado, recto o arqueado ; estam- bres 10, filamento vexilar libre, los demás entresoldados; anteras uniformes; estilo filiforme, superiormente engrosado o ensanchado y barbudo en la línea ventral, terminado en un estigma muy oblicuo; legumbre lineal, easi cilíndrica, dehiscente, bivalva, plurisemillada, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 19 258 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA provista de tabiques esponjosos entre las semillas; semillas faseoli- formes, de color pardo-obseuro, con hilo blanquecino. Plantas herbáceas, volubles, de ramas cilíndricas ; hojas alternas, 3-folioladas, con estipulas y estipelas. Flores mediocres, amarillas, agrupadas en el ápice de largos pedúnewos axilares, sobre nudosida- des salientes ; brácteas y bractéolas pequeñas, caducas. Género cosmopolita, especialmente de las regiones cálidas, del cual se conocen más de 30 especies, 2 de las cuales son indígenas de la República Argentina. Fué dedicado al botánico italiano Domingo della Vigna. comentador de Teofrasto. Vigna luteola Btl. (n. v. : porotillos) Enredadera vivaz que puede alcanzar más de 2 metros de altura, con tallos cilíndricos volubles, a veces lampiña, pero más a menudo revestida de pelos enderezados, más o menos tupidos; hojas alternas, estipuladas, con largo pecíolo común, 3- folioladas, con hojuela cen- tral romboédrico-ovalada y las dos laterales subtrapezoidales algo menores, pecioladas, estipeladas; de la axila de las hojas nacen pe- dáneulos siempre rectos, más largos que ellas, cerca del ápice nudo- sos y cicatricosos ; estos nuditos llevan de 3 a 5 flores casi forman- do cabezuela ; dichas flores son más que mediocres, lampiñas, de color amarillo pálido; las legumbres casi cilíndricas, al principio muy ve- losas, más tarde más o menos lampiñas, se abren en dos ventallas y dejan escapar de 4 a S semillas en forma de pequeños porotos, al principio pardo-rojizas y más tarde casi negras, lisas y lampiñas. Es la única de las dos especies argentinas (la otra es la Vigna pa- raguariensis Bth. de Corrientes y Chaco) que se halla en la provin- cia de Buenos Aires, aleanzando hasta los bañados de Jonte y de Dolores por el sur, mientras que al norte se halla en todas las pro- vincias (Tueumán, Salta, Jujuy, Córdoba, Santiago, etc.). Según Otto Kuntze debería llamarse Vigna repens (L.) OK., pues no sería más que una simple variedad de tal especie deseripta como originaria de Colombia. LEGUMINOSAS BONAERENSES 259 WISTARIA Nutt. (1818) (Phaseolodes MiM., 1737 = Kraunhia Raf., 1509) Cáliz oblicuo, 5- dentado, con dientes cortos, los posteriores bas- tante entresoldados, siendo los inferiores más largos; estandarte erande, con dos pequeños apéndices en el interior sobre la uña, alas sub-falciformes, quilla encorvada, obtusa ; estambres 10, filamento vexilar libre o en parte adherente con los otros 9 entresoldados en tubo; anteras uniformes ; estilo filiforme, encorvado, rematado por un estigma sub-globoso, pequeño; leguambre alargada, nudosa, dehiscen- te, bivalva; valvas subleñosas ; semillas pocas, faseoliformes, pardas. Flores proterantas grandes, dispuestes en grandes racimos colgantes. Planta trepadora, voluble, perenne, lenñosa, en las partes jóvenes toda cubierta de una pelusa apretada, casi plateada, en las partes adultas, lampiña; hojas imparipinadas, hojuelas membranosas, sin puntos glandulares, de nervadura reticulado-pinada, con estípulas ; estipelas pequeñas ; racimos acrógenos ; brácteas muy caducas ; brae- téolas ninguna. Género paleoártico, representado por dos especies, una norteame- ricana y otra (tal vez dos) de la China y Japón. Ha sido muy discu- tido el nombre genérico (derivado de H. Wistar, botánico del siglo xXVI1), pues Otto Kuntze sostiene que, por derecho de prioridad, de- bería llamarse Phaseolodes. Los pelos, epidermis, hipo y epifilo, glándulas bracteales han sido estudiadas y figuradas por J. Moeller en sua Mikroskopie der Nahrungs- und Genussmittel, páginas 62 y 63, figuras 57, 58, 59 y 60. Wistaria floribunda (W.) DO. (n. v. : glicine o glicina) Planta de nomenclatura confusa : Glycine floribunda Willd., 18053. Glycine sinensis Sweet, 1519. Wistaria chinensis DO., 1825. Phaseolodes floribundus (Willd.) OK., 1591. Es una de las enredaderas ornamentales más cultivada en toda la región templada de la República (Tandil, Dolores, Azul, La Plata, 260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, San Juan, Tucumán, En- tre Rios, Corrientes, ete.) por sus hermosas flores primaverales gene- ralmente azules, rara vez blancas; el tallo puede alcanzar gran tama- no, hasta más de 20 metros de largo y 20 centímetros de diámetro ; sus ramas lampiñas tienen numerosas lenticelas, en la juventud ama- rillentas, con la edad blanquecinas. Sus hojas de orden filotáxico '/,. ofrecen estípulas en forma de tu- béreulos cónicos dirigidos hacia atrás, sirviendo, seguramente, de organos de sostén de las ramas; sus raquis muy engrosados en la base, pubescentes, llevan de 7 a 15 hojuelas, cuyo tamaño disminuye de arriba hacia abajo, elípticas o ligeramente trasovadas, con ápice angosto y alargado, sostenidas por cortos peciolillos provistos de es- tipelas caducas; las flores forman grandes racimos colgantes en el ápice de las ramas, con cálices verdes pubescentes y corolas que des- piden un perfume intenso y agradable. Aunque visitadas en abun- daneia por las abejas, estas flores rara vez cuajan:; las legumbres son lineal lanceoladas, bastante irregulares, porque una parte de las se- millas contenidas en ellas no alcanzan a desarrollarse, agudas, que se abren en dos valvas semileñosas ; las semillas, de 1 a 5, medianas, en forma de porotos, pardas, lisas. Es una de las plantas bastante rústicas, recomendables a los aqpi- cultores y muy a propósito para fabricar glorietas, revestir troncos de árboles y paredes rústicas. El polen de esta planta no es pulverulento sino viscoso y al salir de las anteras se acumula en una masa cilíndrica que simula un po- linodio que se adhiere al estigma, el cual se halla cireundado por una coronita de pelos en la base, de modo que suele aparecer como apendiculado, Tengo, además, que llamar la atención sobre las estíipulas de Wistaria, las que resultan samamente curiosas e intere- santes : al principio son semiaflechadas, con el disco de adhesión carnoso y los segmentos del limbo membranosos, con la edad el seg- mento superior permanece membranoso y aplicado contra la yema axilar, cayéndose después de un tiempo más o menos largo; el seg- mento inferior por lo contrario es persistente, se vuelve grueso, co- riáceo, toma forma cónica y se transforma en un aguijón a cada lado recto, retrorso, más o menos obtuso, cayo función debe ser la de ayu- dar los gajos volubles a trepar afirmándose en los objetos vecinos. LEGUMINOSAS BONAERENSES 261 ZORNIA Gml. (1791) Cáliz 5- lobulado, con el lóbulo inferior mucho mayor que los de- más y los dos laterales menores; corola amariposada con quilla en- corvada; estambres 10, de filamentos todos entresoldados en tubo y anteras dimorfas, 5 mayores basifijas y 5 menores versátiles; estilo filiforme, imberbe, estigma terminal subgloboso, pequeño; lomento de pocos artejos, a veces lampiños, otras, cerdosos; semillitas casi dis- coidales, arrinñonadas. Plantas herbáceas, vivaces, generalmente enderezadas, de tallos cilíndricos, revestidos de grandes estípulas foliáceas, atlechadas ; ho- Jas sesiles o pecioladas, generalmente con sólo 2 hojuelas; tanto las estípulas como las hojuelas, a veces ofrecen algunos puntos eglandula- res transparentes, otras veces carecen de tales glándulas; flores ama- rillas, pequeñas, en espigas terminales, escondidas por 2 grandes bráe- teas laterales estipuliformes ; bractéolas nulas. Género que posee una docena de especies, diez de las cuales sud- americanas, que ha sido dedicado a F. Zorn, simplista alemán del siglo XVII. Zornia diphylla Prs. Planta herbácea, perenne, a veces enderezada, otras, recostada en el suelo, lampviña o más o menos pubescente, de 10 a 35 centímetros de alto, poco ramificada; estípulas ovalado-aflechadas, anchas, de pronunciada nervadura, grandes y auriculadas, especialmente en la parte superior del tallo; hojuelas 2, linear-lanceoladas ; espigas termi- nales angostas, formadas por brácteas estipuliformes, casi empizarra- das, que esconden las florecitas, de corola pequeña amarilla, y de entre las cuales más tarde sobresale el lomento de 3 a 5 artículos chatos reticulados, a veces lampiños, otras, adornados de cerdas plumosas. Hierba xerófila y psamófila, que se halla esparcida en todas las partes cálidas de la República; en la provincia de Buenos Aires pa- rece más bien escasa, habiéndola hallado algunas veces cerca de la estación Ferrari y la he recibido también de los alrededores de Chas- comús. Esta planta ofrece una variabilidad extrema, de modo casi que se podría considerar como un tipo polimorfo, pues cada ejemplar tiene un aspecto diferente. 262 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Se ve que forma parte de la esencia herbácea de nuestros campos como alimento del ganado, pero de escasa importancia por lo mezqui- no de su vegetación. BIBLIOGRAFÍA ALBOFE, N., Contribution a la Flore de la Terre de Feu, 1896. ARECHAVALETA, J., Flora uruguaya, 1898 y siguientes. BALL, J., Contributions to the Flora of North Patagonia, 1891. BENTHAM, G. et HOOKER, J. D., Genera Plantarum, vol. 1 (pt. 1D, página 434, etc., 1865. BENTHAM, G., Revisio of « Mimoseae », 1874. — Revisio of « Papilionatae », 1870. 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Ello no obstante, la Sociedad Científica Argentina ha continuado en su labor silenciosa preparando el terreno para las jornadas del porvenir. Voy, pues, a daros cuenta del movimiento social durante el año que acaba de terminar. JUNTA DIRECTIVA De conformidad con lo establecido por el artículo 13 y disposicio- nes transitorias del reglamento, en la asamblea ordinaria celebrada el 12 de abril de 1918 quedó constituída la Junta directiva en la for- ma siguiente : 266 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Presidente : Doctor Carlos M. Morales, para completar el periodo de dos años. Vicepresidente 1%: General ingeniero Arturo M. Lugones, elegido por dos años. Vicepresidente 2": Ingeniero Alberto D. Otamendi, para comple- tar el período de dos años. Secretario de actas : Profesor José T. Ojeda, elegido por dos años. Secretario de correspondencia : Ingeniero Pedro A. Rossell Soler, para completar el período de dos años. Tesorero : Doctor Eduardo Carette, elegido por dos años. Protesorero : Doctor Juan B. Demichelis, para completar el perio- do de dos años. X Bibliotecario: Ingeniero Miguel V. Lorenzetti, elegido por dos años. Vocales : Ingeniero Enrique Marcó del Pont, ingeniero Arturo Hoyo, ingeniero Sebastián Ghigliazza, doctor Juan B. González (por dos años) ; doctor Luciano P. J. Palet, ingeniero H. M. Levyliér, pro- fesor Martín Doello Jurado, agrimensor Antonio Orús (por un año). Así constituida ha funcionado hasta la fecha, habiendo celebrado 26 sesiones, en las que, entre otras, fueron tomadas las resoluciones siguientes : Adherirse como miembro protector al primer Congreso nacional de Quí- mica a celebrarse en esta Capital. La Junta directiva ha estudiado y propuesto levar a la práctica el pro- yecto que se transeribe a continuación, presentado por el ingeniero Arturo Hoyo, para que la Sociedad festeje todos los años el « Día de la ciencia» y tramita la obtención de fondos que permita construir un gran edificio des- tinado a las instituciones científicas de la Capital. He aquí el proyecto : PROYECTO DE ESTABLECER EL «DÍA DE LA CIENCIA » Y FUNDACIÓN DE LA «CASA DE LA CIENCIA » La Sociedad Científica Argentina se encargará de hacer festejar cada año, en la República, el « Día de la ciencia ». Objeto El objeto de festejar ese día es dar carácter popular y grandioso al culto de la ciencia y propiciar sa mayor adelanto, sacándola del estrecho marco de las instituciones profesionales de la aetualidad. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 267 Fecha El « Día de la ciencia » será festejado cada año el 25 de julio, aniversario de la fundación de la Sociedad Científica Argentina. Festejos 1” Ese día se hará destinar especialmente, en los institutos de enseñanza pública al recuerdo de los hombres de ciencia más eminentes y particular- mente argentinos, por medio de conferencias alusivas ; 2% La Sociedad Científica Argentina, alma mater, y las demás institu- ciones científicas adheridas a ella en la « Casa de la ciencia » (de que se hablará más adelante), efectuarán una gran velada pública conmemorativa cada año en el día señalado : 3" Se establecerán concursos para ese día sobre temás científicos de inte- rés público ; 40 Se leerán los trabajos presentados en las distintas instituciones que concurran a la formación de la « casa de la ciencia ». Bases financieras La Sociedad Científica Argentina tramitará ante el Congreso nacional la promulgación de una ley por la cual el último sorteo de la Lotería Nacio- nal anterior al 28 de julio, sea aumentado sobre el sorteo normal hasta pe- sos 150.000 en el premio mayor, destinándose la comisión del 30 por ciento sobre el aumento a la Sociedad Científica Argentina para la construcción de un gran edificio denominado «Casa de la ciencia», en un punto cén- trico de Buenos Aires. Como el beneficio anual de dicho sorteo sería de unos pesos 100.000, podría regir dicha ley durante 10 años, con cuyos fon- dos podría contratarse la construeción de dicho edificio. «Casa de la ciencia » En este gran edificio se instalaría la Sociedad Científica Argentina como regente y depositaria, y las demás instituciones científicas de la Capital, teniendo cada una, y según sus especialidades, locales independientes en el mismo. Biblioteca Con el aporte de los elementos de que disponen cada una de dichas so- ciedades, se formaría y fomentaría la formación de una gran Biblioteca ar- gentina científica. 265 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Rol social La conjunción cientifica en la «Casa de la ciencia» traería la vineula- ción social de los distintos gremios y la colaboración mutua. Intervención del Estado A los fines de vinenlar al Estado y sentir su patrimonio, éste establecería algunos temas que serían obligatorios y de preferencia para los concursos a efectuarse anualmente. En el easo de desaparecer la Sociedad Científica Argentina, la « Casa de la ciencia » pasaría a poder del Estado. Disposición transitoria Durante el período de construcción de la « Casa de la ciencia » los feste- jos se efectuarían en un local apropiado. Creo inoficioso hacer resaltar los grandes beneficios que para la ciencia y sus instituciones ofrecería la realización del proyecto que a grandes rasgos acabo de formular y que someto a la consideración de los distinguidos miembros de la Junta directiva. La Sociedad Científica Argentina ha pasado y pasa lo mismo que los de- más centros científicos y profesionales, una vida precaria y con un auspicio limitado tanto de parte del Estado como del público. Ha sido siempre un anhelo disponer de un edificio común adecuado y propio. Creo que la solución de este asunto debe encararse en la forma que he indicado, tratando de llevarlo al alma misma del pueblo, vinculándolo de manera que el « Día de la ciencia» sea una verdadera fiesta pública. La parte financiera elaborada sobre la misma base la considero sencilla y de fácil realización. Xo escaparán tampoco los beneficios que para las instituciones profesio- nales representará la «Casa de la ciencia », que ahorrarán las crecidas ero- unejones actuales, por locales en general poco adecuados e insuficientes. Las cuotas de sus asociados sólo se destinarán a la conservación y adminis- tración del edificio, aumento de biblioteca, ete. Con la ayuda de mis distinguidos colegas de comisión, en quienes espe- ro encontrar igual optimismo al que me acompaña, esta idea podrá ser de pronta realización y lNevaremos eon ello la satisfacción de haber dado un impnlso eficaz hacia los altos ideales de los fundadores de nuestra Sociedad. Arturo Hoyo. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 269 Aceptar los siguientes canjes de publicaciones propuestos : Anales del Instituto modelo de clínica médica de Buenos Aires ; Arquitectura, de Montevideo ; Biblioteca América, Buenos Aires ; y Centro nacional politéenico, Buenos Aires, como donación. Habiendo renunciado el doctor Horacio Damianovich del cargo de diree- tor delos Anales, la Junta directiva, en vista de las razones expuestas pol el dimitente, resolvió aceptarla y designar por unanimidad al doctor Eduar- do Carette para reemplazarlo. Siguiendo la costumbre establecida, la Junta directiva ha cedido el salón de conferencias a los siguientes señores e instituciones, para celebrar con- ferencias y asambleas : Doctor R. López Lomba, profesor J. J. Berrutti, señor A. Zambonini Leguizamón, Ateneo Popular, Universidad Libre, Universidad Libre «Is- rael », Unión Feminista nacional, Asociación de empleados municipales ju- bilados. A pedido de la Sociedad Química Argentina, se designó al doctor Lucia- no P. J. Palet para formar parte del jurado que ha de otorgar el premio a la mejor tesis presentada en el corriente año en las Escuelas de química de las Universidades nacionales. ASAMBLEAS Sólo se ha celebrado la asamblea ordinaria anual del 12 de abril de 1915, en la que fué leída y aprobada la memoria anual correspon- diente al XLV” período administrativo y renovada la Junta directiva de acuerdo con el reglamento. ANALES Habiendo renunciado el doctor Horacio Damianovich el cargo de director de los Anales, la Junta directiva en sesión del 10 de julio del año próximo pasado, designó para reemplazarlo al doctor Eduar- do Carette, quien había estado desempeñando con toda competencia dicho cargo, interinamente, durante la ausencia del doctor Damiano vich, con motivo de su viaje a Europa. Igualmente, la Junta directiva en sesión del 16 de diciembre del año próximo pasado, a propuesta del doctor Carette, ha desienado al ingeniero agrónomo Carlos Lizer para desempeñar el cargo de secre- tario de redacción de los mismos. Los Anales han aparecido hasta la entrega de julio y agosto del 270 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA año próximo pasado, no habiendo podido aparecer las subsiguientes entregas, aun cuando ya están completas y listas para imprimirse, a causa de la carencia de papel por parte de la casa Coni. Han colaborado en los Anales enviando importantes trabajos los siguientes señores: profesor A. Pérez, sobre química matemática; doctor €. Spegazzini, sobre botánica; doctor R. Lehmann-Nitsche, sobre antropología y lingiiística; teniente coronel A, Romero, sobre geo-antropología; ingeniero C. Lizer, sobre entomología; ingeniero H. M. Levylier y doctor H. Damianovich, sobre física; ingeniero L. Hauman, sobre botánica: ingeniero M. Kantor, sobre oceanografía ; ingeniero S. E. Barabino, sobre bibliogratía. BIBLIOTECA El cargo de bibliotecario lo ha desempeñado el ingeniero Miguel V. Lorenzetti, quien ha continuado la catalogación e inventario de la Biblioteca. Actualmente está preparado el catálogo de las obras por autores, para ser impreso, estando en preparación el catálogo por materias. Las obras han sido inventariadas casi en su totalidad, fal- tando por inventariar y catalogar las revistas. Durante el período se han recibido en calidad de donación 385 vo- limenes y 95 folletos, euaya nómina se publica en los Anales. Contribuyen también a engrosar nuestra biblioteca las 235 revis- tas que se reciben en canje de los Anales, además de las 9 publica- ciones que se reciben por subseripción, lo que representa un aumento anual de más de 450 volúmenes, a los que hay que agregar los reci- bidos durante el periodo en calidad de donación. El número de volúmenes encuadernados ha sido de 132, Con objeto de facilitar a Jos señores socios la tarea de investiga- ción, se ha seguido permitiendo sacar del local para ser llevados a domicilio temporariamente, de acuerdo con el reglamento interno, los libros y revistas, habiéndose prestado en tal forma 181 volúme- nes y 188 números de revistas, Además, la biblioteca es constante- mente consultada por los señores socios en el local social. Respecto al archivo, no tengo más que repetir lo dicho en la me- moria anterior, esto es, que los documentos se encuentran encuader- nados hasta el año 1590 y ordenados para su encuadernación hasta el año 1902, habiéndose agregado al mismo todos los documentos re- lativos al período XLVI", MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 271 CONFERENCIAS Las conferencias dadas en el local de la Sociedad son las siguien- tes: Mayo 18. Doctora Paulina Luisi, patrocinada por el Ateneo Popular, La influencia del sufragio femenino en la lucha contra el alcoholismo. Agosto 2. Doctor Horacio Damianovich, Enseñanza e investigación cien- tífica en las Facultades de ciencias de España y en otras instituciones cul- turales. Agosto 9. Doctor Horacio Damianovich, La enseñanza técnico-industrial en España. Agosto 14. Ingeniero H. M. Levylier, La electricidad atmosférica y los alambres de púa. Septiembre 10. Profesor José J. Berrutti, La defensa del normalismo. Septiembre 30. Señor Alberto Zambonini Leguizamón, La mujer en la arquitectura social. Noviembre 18. Ingeniero H. M. Levylier, patrocinada por el Ateneo Po- pular, La educación vocacional en Estados Unidos ¿ Puede desarrollarse en- tre nosotros ? Noviembre 22. Doctora Alicia Moreau, patrocinada por la Unión Femi- nista Nacional, Emancipación civil de la mujer. MOVIMIENTO DE SECRETARÍA Los señores secretarios han despachado todos los asuntos entrados y resueltos por la Junta directiva y Asamblea, redactado las actas y toda la correspondencia social y atendido las relaciones de la Socie- dad con las del país y extranjeras, habiéndose dirigido 250 notas y 46 comunicaciones varias, cuyas copias se encuentran en los libros respectivos. SOCIOS ACTIVOS Y ADHERENTES El movimiento de socios ha sido el siguiente : Activos Adherentes En 31 de marzo de 1918, los socios eran...... 269 33 Han ingresado durante el período............ 4 1 SOMA remncor pora lla tetas she cos 2 » Dora e 275 34 El CO Ma so nodc bol dudo ooo OOOO 12 4 Quedando en 31 de marzo de 1919........... 263 30 272 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La Sociedad ha tenido que lamentar el fallecimiento de cuatro so- cios activos, doctor Camilo Meyer, profesores Eleodoro Suárez, Del- fin Jijena e ingeniero Carlos Olivera. A todos ellos la Junta directiva tributo oportunamente el debido homenaje. Los socios ingresados durante el periodo terminado son: Activos. — Arquitecto Carlos A. Courtaux Pellegrini, ingeniero JJ. A. Jorge Mayol, ingeniero Adhemar Ducluzaud, licenciado en cien- cias Abelardo Gallo. Reincorporados. — Doctores Salvador Mazza y Raimundo Wilmart. Adherentes. — Señor Arturo Germán PFrers. Socios honorarios y correspondientes. — El número de socios hono- rarios es de 21, habiendo de ellos fallecido 13. Su nómina total es la siguiente: Doctores Pedro Visca +, Germán Burmeister +, Mario Iso- la +, Benjamin A. Gould +, R. A. Philippi +, Guillermo Rawson 4, Car- los Berg +, Valentín Balbín +, Florentino Ameghino 4, Carlos Dar- win +, César Lombroso +, ingeniero Luis A. Huergo4, Vicente Cas- tro $, doctores Juan J. J. Kyle, Estanislao S. Zeballos, Walter Nernst. Eduardo L. Holmberg, Enrique Ferri, Carlos Spegazzini e ingenie- ros J. Mendizábal Tamborrell y Guillermo Marconi. Los socios correspondientes son 55. En resumen. los socios son actualmente : HONOFADIÓS +. > 35 5200 009 00000 asia de e eN Ss Correspondientes... 0... mo. +... + os qa o ae EN 23 ACÚTOS. ¿os A elo a A SN 2653 Adhorente. conoce as ae ae o A AN 30 Protectores de la Organización didáctica de Buenos Aires, 3 dE 359 MOVIMIENTO DE TESORERÍA Del ejercicio anterior se recibió como existencia en caja la canti dad de pesos 57,59 moneda nacional y un depósito en cuentas co- rrientes en el Baneo de la Nación Argentina de pesos 1520,08 mone- 75 da nacional, habiendo además por cobrar pesos 3675 por concepto del subsidio del Gobierno de la Nación, por el año 1918 y primer tri- mestre del corriente año; pesos 4442, por concepto de cuotas men- suales atrasadas de socios activos y adherentes; pesos 186,23, de la Junta nacional para las aplicaciones científicas, y pesos 83,50 por intereses del primer trimestre de 1919 de las obligaciones municipa- les que posee la Sociedad. MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 273 Al empezar el actual período había las siguientes cuentas por pa- gar: pesos 595,96 moneda nacional por afirmado y pesos 6209,24 a la casa editora Coni Hermanos por impresiones. Continúan en custodia en el Banco de la Nación Argentina los ti- tulos y comprobantes siguientes : 1” El título de propiedad del edificio social, Cevallos 269 ; 2% Dos comprobantes de pago de paredes medianeras ; 3 Dos comprobantes de aprobación de cuentas rendidas a la Con- taduría general de la nación por pesos trece mil ochocientos ochenta y tres con tres centavos moneda nacional (5 13.553,03 m/n) y pesos seis mil ciento diez y seis con noventa y siete centavos moneda na- cional ($ 6116,97 m/n) correspondientes a los fondos recibidos del gobierno de la Nación para gastos de representación y publicación de los trabajos presentados al 1V” Congreso científico (primero pan- americano) de Chile; Dos comprobantes de cuentas presentadas a examen de la Conta- duría general de la nación, por pesos cuarenta y un mil novecientos sesenta y dos con veinte y tres centavos moneda nacional ($ 41,962,23 m/n) y pesos ocho mil treinta y siete con setenta y siete centavos mo- neda nacional ($ 5037,77 m/n) correspondientes a los fondos recibi- dos del Gobierno de la Nación para exploración y estudio de la lagu- na Iberá; 5 Un título de la deuda pública externa de la provincia de Bue- nos Aires número 163.527, por valor de cien pesos oro sellado nomi- nales; 6% 4500 pesos nominales de obligaciones municipales (certificados al portador) y 5000 pesos nominales de cédulas hipotecarias argenti- nas, segunda serie (ley n” 9155). En la sesión del 29 de abril del año próximo pasado fué sancionado por la Junta directiva el presupuesto de gastos y recursos que se transcribe a continuación : Presupuesto para el XLVI" período (abril 1918-marzo 1919) INGRESOS 1. Cuotas de socios : Al mes Al año Socios activos y adherentes ................ 1040 >» 12.480 » 2. Subsidios : WDENG ODIO macional io iaa 245 » 2.940 » AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIL 20 274 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA A! mes Al año 3. Anales : Subscripciones y números sueltos... ........ 20 » 240 » 4. Renta de bienes : 5000 en Cédulas argentinas (al 6 %/,). 25 Í 2800 en Certific. municip. (al 7 %/,)... 16 33 41 33 495 96 1346 33 16.155 96 Organización didáctica 1. Cuotas de socios : Miembros protectores.......oooooonoomoo... 30 » 360 » . Renta de bienes : Capital de la Organización. Certificados mu- nicipales (2000 al 7 O/0)....- «donostia... 11 70 140 40 , EGRESOS 1. Anales : IMPYOBIOn y ATADO ia 500 » 6.000 » 2. Bivlioteca : Subscripciones, adquisiciones y encuaderna- A IS SS OS 100 » 1.200 » 3. Edificio social : Impuestos municipales. ..........., 5 » CDras ¡ganitaTiAS +2 bo 0.0 2 02 deals 18 » Contribución territorial........... DOS OONIErVACIÓN. > ame e ao de al ojo pea 10 » 40 » 40 » 480 » 4. Sueldos y comisiones : A AA 250 » SCD aloja ra de e 100 » Auxiliar de biblioteca ............ 40 » OFrdONDADER ¿sono babe pesconono so» Ss0 » Cobrador (10 %/, de cuotas)........ 104 » Comisiones y OtTAB...... ........ 2 » 576 » 576 » 6.912 » 5. Gastos generales : AI MR ROTO 12 50 Cuotas a sociedades.............. 5» Luz el6otri0R soperas 09. 5.. 20 » Muebles y útiles .........0........ 5 » Impresiones, franqueo, ettc........ 50 » 92 50 92 50 1,100 » 6. Eventuales : Para reforzar otras partidas... ......o....o.. 6 37 83 453 96 1346 33 16.155 96 MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 275 Organización didáctica 1. Comisiones : Al mes Al año Al cobrador (10 %/, sobre cuotas)... ........-. 3 » 36 » 2. Gastos generales : Impresiones, franqueo, etl.......oo.oooooo... 38 70 464 40 41 70 500 40 Nota. — a) Los sobrantes que hubiera por razón de Cuotas de socios se apli- carán al Fondo de reserva ; los que resultaren por avisos en los Anales serán des- tinados al mejoramiento de los mismos. hb) El excedente que se cobrase por Subsidio sobre lo caleulado (subsidios atra- sados) se empleará para la cancelación de la deuda al señor Coni. : Las cifras globales del XLVI" período que se extraen de los libros respectivos, llevados con la prolijidad debida por nuestro gerente señor Botto, son las siguientes : Por razón de cuotas mensuales de socios se ha cobrado pesos 11.470, habiendo por lo tanto una diferencia en contra de pesos 1010 moneda nacional con lo calculado en el presupuesto y existiendo un saldo de recibos atrasados de socios por cobrar de pesos 4442 mone- da nacional. Del subsidio se alcanzó a cobrar pesos 2940 o sea el total de lo presupuestado. Actualmente la Sociedad es acreedora por tal concepto por pesos 3675 correspondientes a los cuatro trimestres del año 1918 y primer trimestre del corriente año. Las subscripciones a los Anales y venta de números sueltos han producido pesos 460 moneda nacional en lugar de pesos 240 que era lo calculado. Por intereses de títulos se alcanzó a cobrar la suma de pesos 499,46 moneda nacional, en lugar de pesos 520,50 moneda nacional. Referente a la Organización didáctica de Buenos Aires que tiene su cuenta especial en el presupuesto, la cobranza ha sido de pesos 120 moneda nacional por cuotas de socios protectores y pesos 140 moneda nacional por renta de bienes. Los egresos se distribuyen del modo siguiente : 1% Anales: Se ha pagado por impresiones a la casa Coni y por gastos de franqueo e impresión de láminas y grabados de clisés la suma de pesos 6067,50 moneda nacional, debiéndose actualmente pesos 4820,45 moneda nacional a la casa Coni, deuda que es debida a la falta de pago del subsidio de que ya se ha hecho mención. 276 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2" Biblioteca: Lo gastado en este concepto alcanza a pesos 528,76 moneda nacional por subscripción de revistas y encuadernación, o sea aproximadamente la mitad de lo presupuestado. 3 Edificio social : Por impuestos varios y reparaciones se ha pagado pesos 354,75 moneda nacional, debiéndose todavía integra- mente la construcción del pavimento al frente del local que es de pe- sos 595,96 moneda nacional, cuya exoneración de pago ha de trami- tarse ante el Concejo deliberante. 4% Sueldos y comisiones: Alcanza a un total de pesos 7042,70 mo- neda nacional lo pagado por este concepto, estando incluido en este total el importe de la mitad del sueldo con que se gratificó a los em- pleados con motivo del año nueyo. 5” Gastos generales y eventuales: El monto de lo invertido en esta partida es de pesos 2437,71 moneda nacional, estando comprendida en dicha partida la suma de pesos 950 moneda nacional importe de una placa de bronce, dedicada al doctor Florentino Ameghino que el Comité ejecutivo del Congreso científico internacional americano ha: bía resuelto mandar hacer oportunamente. 6 Fondo de reserva: Ninguna suma se ha podido asignar a este renglón, en virtud de que las entradas no lo han permitido. Los gastos de la Organización didáctica de Buenos Aires han sido de pesos 12 moneda nacional por concepto de comisión al cobrador. El total de las entradas durante el período terminado ha sido de pesos 16.627,46 moneda nacional y el de las salidas de pesos 16.702,27 moneda nacional, ambas cifras mayores que las presupuestadas, de- bido a lo ingresado por venta de 1000 pesos nominales de cédulas argentinas, para pago de pesos 950 moneda nacional importe de la cuenta por una placa de bronce dedicada al doctor Florentino Ame- ghino y de la que antes he hecho mención. En cuenta corriente en el Banco de la Nación Argentina y en caja existen actualmente pesos 1661,45 moneda nacional y pesos 171,71 moneda nacional respectivamente, o sea un total de pesos 1833,16 moneda nacional. Los señores socios que deseen más detalles los encontrarán en los enadros demostrativos y balance general que van adjuntos. -] MEMORIA ANUAL DEL PRESIDENTE 27 GERENCIA El señor Juan Botto ha prestado, como en otros años, su eolabo- ración a la Junta directiva para la buena marcha de la Sociedad y especialmente en lo que se refiere a la secretaría y tesorería. Por el celo con que ha desempeñado el cargo de gerente merece nuestro beneplácito, el que extendemos a los empleados Adolfo E. Porral, Benito López y Claudio López. BIBLIOTECA DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA PUBLICACIONES RECIBIDAS NACIONALES Florentino Ameghino, Obras completas y correspondencia científica. Edi- ción oficial ordenada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, diri gida por Alfredo J. Torcelli. Vol. 1: Vida y obras del sabio. Vol. 1 : Pri- meros trabajos científicos, La Plata, 1913-1914. Juan W. Gez, Historia de la provincia de San Luis, 2 tomos, Buenos Ai- res, 1916. A. Kólliker, Fr. Kiihn, Fr. Reichert, A. Tomsen y L. Witte, Patagonia. Resultados de las expediciones realizadas en 1910 a 1916. Editada por la So- ciedad Científica Alemana, 2 tomos, Buenos Aires, 1917. Confederación argentina del comercio, de la industria y de la produe- ción, Memoria del Consejo directivo, Buenos Aires, 1917. Confederación argentina del comercio, industria y producción, [Impuesto a la renta. Su inoportunidad y peligros. Encuesta preliminar, Buenos Aires, 1918. Alberto Sehneidewind, Teoría de las tarifas, Buenos Aires, 1918. Junta de historia y numismática americana, Discursos pronunciados en el acto de la recepción del doctor Salvador Debenedetti, Buenos Aires, 1918. F. Zelada, Estudio del « Tagetes anisata ». (Informes del Departamento de investigaciones industriales de la Universidad de Tucumán), Buenos Aires, 1918. Anselmo Windhausen, Rasgos de la historia geológica de la planicie cos- tera en la Patagonia septentrional, Buenos Aires, 1918. Alfredo L Palacios, El ideal hebreo, Buenos Aires, 1918. Carlos A. Gran, Elogio del profesor doctor Federico Landolph, La Plata, 1918. Jorge Reibel, Edad de los bovinos Shorthorn argentinos de 12 a 44 meses, Buenos Aires, 1918. PUBLICACIONES RECIBIDAS 279 Salvador Debenedetti, Facimientos arqueológicos occidentales del valle de Famatina, provincia de La Rioja, Buenos Aires, 1918. Asociación patriótica española, Ejercicio vigésimo segundo 1917-1918. Sociedad protectora de niños, pájaros y plantas, Escuela y recreo en la isla Sarmiento en el Delta del Paraná, folletos número 1 y 2, Buenos Ai- res, 1918. Carlos A. Marelli, Observaciones críticas acerca de los nombres dados a los mamiferos y a las aves del Jardín zoológico de La Plata, Buenos Aires, 1918. Ingeniero Julio R. Castineiras, Cálculo de estructuras de hormigón arma- do, sometidas a la flexión simple, segunda parte, Buenos Aires, 1918. Ministerio de Relaciones exteriores y culto, Anexo de la Memoria de Re- laciones exteriores y culto, presentada al honorable Congreso nacional, corres- pondiente a los años 1914-1916, Buenos Aires, 1918. Consejo nacional de educación, La educación común en la República Ar- gentina, en la Capital, provincias y territorios nacionales. Informe presenta- do al ministerio de Instrucción pública por el doctor Ángel Gallardo, Bue- nos Aires, 1918. Marcial R. Candioti, Obras sanitarias de la Nación. Cincuentenario de las obras de la Capital federal. Exposición sobre su desarrollo económico y finan- ciero 1868-1918, Buenos Aires, 1918. Carlos A. Grau, Contribución al estudio del orto-guayacolsulfonato de po- tasio, La Plata, 1918. Renato Sanzin, Parásitos vegetales de las plantas cultivadas en Mendoza, Mendoza, 1918. Ángel Gallardo, Las hormigas en la República Argentina, subfamilia Po- nerinae, Buenos Aires, 1918. Atilio A. Bado y Mario L. 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Association frangaise pour le développement des travaux publics, Les grandes travauz publics et notre outillage national, pendant el apres la guerre, 2 tomos, París, 1917 y 1918. A. Oppermann, Note sur le quadrilatére complet, París, 1918. Cámara de comercio argentina en España, Estatutos, Madrid, 1918. PUBLICACIONES RECIBIDAS José Rodríguez Sáenz, (Gfrupos de substituciones que dejan invariable un recinto plano circular multiplicante conero, Madrid, 1918. Jean Mascart, Observation d'un mouvement eyelonique dans les hautes vé- gions de "atmosphere, Lyon. Jean Mascart, Deux grands hivers consécutifs. Paris. Instituto católico de artes e industrias, Anuario 1917-1918, Madrid, 1918. Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas, Memoria correspondiente a los años 1916 y 1917, Madrid, 1918. Diputació de Barcelona, Guía de les institucions cientifiques i Vense- nyanga, Barcelona, 1916. Carl von Limné, Bref och Shkrifvelser af och till, Berlín, 1917. Georges Lecomte, Ulemenceau, Paris, 1919. Olegario Fernández Baños, Contribución al estudio de las redes de homo- grafía que contienen la identidad en En generación de un teorema de Weiers- trass, Madrid, 1918. Olegario Fernández Baños, Contribución al estudio de los sistemas linea- les de homografías en En.. Madrid, 1918. Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas, Trabajos de investigación y ampliación de estudios organizados para el curso de 1918- 1919, Madrid, 1918. BIBLIOGRAFÍA Note préliminaire sur les Hordeum spontanes de la flore argentine, por Lucien HAUuMAN, Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVII, páginas 263-316, láminas X-XIII, 1 figura, 1917. Bien conocido es el cosmopolitismo del género Hordeum: por esa causa y por la falta de buenas descripciones de sus especies, ha resultado muy complicada la sinonimia de esas gramíneas, por otra parte, extraordinariamente variables. En la República Argentina, los diversos Hordeuwm, elementos de las praderas o de la flora alpina, habitantes de terrenos secos y arenosos o de lngares húmedos, provienen todos de regiones templadas, y tienen una gran importancia fitogeográfica. El trabajo cuyo epígrafe encabeza estas líneas, es un ensayo de revisión de nuestras especies, que el autor mismo no considera como definitiva, pues cree que sólo los experimentos culturales pueden desentrañar la sistemática de los Hordeum de este país, dada la gran abundancia de las formas intermediarias que unen sus dife- rentes variedades, Desechando ciertos caracteres que los autores han considerado como de la ma- yor importancia para la taxonomía de este género, como ser el color de las espi- gas, la presencia o ausencia de una arista en las fMores laterales, ete., el señor Hauman agrupa los Hordeuwm de esta república en el siguiente modo : 1. Hordeum chilense Brongn. (1829), es una especie polimorfa, que, no obstante las formas intermediarias, se puede repartir en tres variedades : a) var. pseudosecalinum Haum. (= H. secalinum Sehreb. var. chilense Desv.), de Chile, no representada en nuestro país; bh) var. compressum (Gris.) (= H. stenostachys Godr.), limitada al sur y centro de Córdoba, con una forma elongatum Haum., de San Luis y Mendoza; e) var. muticum (Presl.), la más común en la Argentina, se extiende por las pro- vincias y territorios centrales y occidentales; una forma longearistatum Haum, se halla en Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y la Pampa. 2. H. comosum Presl., bastante variable y muy a menudo confundida con otras especies (H. jubatim, chilense, secalinum var. pubiflorum), comprende dos varie- dades ; a) typicum, característica para la Cordillera, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego; y b) la var. humilis Desv., que se extiende desde Mendoza hasta Santa Cruz. BIBLIOGRAFÍA 285 3. H. jubatum L., especie introducida, no es abundante como se ha creído hasta ahora; radicada en terrenos arenosos, admite dos variedades: typicum y pampea- num Haum., de las que la primera no parece existir en la Argentina y la segunda sólo es conocida de la provincia de Buenos Aires y del territorio de Río Negro. 4. HA. maritimum With. typicum, no obstante haber sido citado para este país, no parece existir tampoco; pero la subespecie gussoneanum (Parlat.) que comprende una var. patagonicum Haum. ha sido hallada en Puerto Deseado. 5. H. mwrinum L. está representado exclusivamente en los territorios del sur y en las provincias centrales y occidentales por la subsp. leporinum (Link.) (= H. ambiguum Doell), originaria de Europa meridional; la forma typica falta. 6. H. pusillum Nutt., especie adventicia de las provincias centrales, comprende dos formas, la typicum, cuya distribución no es bien conocida (Buenos Aires, Pam- pa), confundida que ha sido hasta ahora con la var. euclaston Steud. (= H. sub- fastigiatum Doell, y H. fleruosum Nees), la cual se distribuye por el litoral patagó- nico, Buenos Aires, Río Negro, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Tucumán. 7. H. secalinum Schreb. (= H. pratense Hudson) comprende tres formas : a) typicum, de las provincias centrales y Patagonia; b) andicola (Gris.) que, con una forma pusillum Hackel, se extiende de la Tie- rra del Fuego, por la Patagonia y la Cordillera, hasta la frontera boliviana. e) pubiflorum (Hook.) (= H. haloplhilum Gris.) que presenta más o menos la mis- ma distribución que la anterior, con una forma intermedia Haum. Además de un cuadro que señala las posibles relaciones de H. secalinum con las otras especies, el autor presenta una clave de determinación para esas mis- mas especies y variedades. El trabajo termina con una copiosa lista bibliográfica. E. C. "Traité de mécanique rationnelle, por P. APPELL. Gauthier-Villars, editores, 4% edición, 1909. Todos los que por sus estudios necesitan el conocimiento de la mecánica racio- nal, conocen y aprecian a su justo valor el monumento científico que es el curso profesado en la Facultad de ciencias de París por su ilustre decano. Hoy, apenas concluída la guerra, aparece una nueva edición del primer tomo dle la obra, que constará, como las anteriores, de tres volúmenes, y en la cual se nota el constante anhelo a una mayor precisión y a una más clara expresión de los complicados problemas de la mecánica moderna. No cabría en esta corta noticia la discusión ni aún la descripción de las me- joras introducidas en varios capítulos. Las partes principales estudiadas en este tomo son : 1% parte: Teoría de los vectores. Cinemática. Principios de la mecánica fuerzas. Trabajo, función de las fuerzas. 22 parte: Estática. Equilibrio de un punto; de un sistema; de un sólido. Sis- temas deformables, principio de las velocidades virtuales. Frotamiento. más, 3% parte: Dinámica del punto. Movimiento rectilíneo. Movimiento de los pro- yectiles. Fuerzas centrales. Movimiento elíptico de los planetas. Movimiento de 286 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA un punto sobre una curva fija o móvil. Movimiento de un punto sobre una super- ficie fija o móvil. Ecuaciones de Lagrange. Principio de d*Alembert. Ecuaciones canónicas. Teorema de Jacobi. H. M. L. Quelques Orchidées de 1' Argentine, por L. HaumMan, 4nales del Musco nacio- nal de historia natural de Buenos Aires, tomo XXIX, páginas 353-389, 8 figuras, 1917; Las contribuciones de Grisebach, Kriinzlin, Spegazzini, Hicken, Stuckert, ete., habían hecho conocer unas 50 especies argentinas de Orquídeas distribuídas en 27 géneros ; revisando el material de que ha podido disponer, el señor Hauman, en el trabajo que nos ocupa, anuncia que esas cifras han sufrido un notable au- mento, pues son ya 36 géneros y 110 especies las que ha llegado a catalogar para la tora argentina. Sin embargo de las novedades que ha encontrado entre las Orquídeas argenti- nas, novedades que comprenden especies enteramente nuevas y otras que todavía no habían sido citadas para este país, el autor cree que queda un material des- conocido bastaute importante; tiene en cuenta al hacer esta afirmación, la can- tidad de especímenes incompletos que han pasado por sus manos y lo poco explo- radas que son ciertas comarcas de la región subtropical, que es la que más ha contribuido al reciente enriquecimiento de la tlora en Orquídeas. Nuevas especies son : Habenaria angustiloba Lillo et Haum., planta de la provincia de Tucumán (cerro del Duraznillo), que por sus caracteres se aproxima a H. Hiedeli Cogn., pero es de dimensiones más exiguas y tiene los sépalos trinervados. Asarca Ventanai Haum., originaria del cerro de la Ventana, muy vecina de la especie chilena 4. platyantha, pero de ella diversa sobre todo por la falta de pa- pilas en sus pétalos. Vanilla verrucosa Haum., caracterizada por la reducción de sus flores y por lle- var una línea verrugosa en el labelo; especies próximas a ella loson Y. parvifolia Barb. Rodr. y F. organensis Rolfe, del Paraguay y Brasil. Procede de San Pedro (Misiones). Stenorrhynchus densus Haum., igualmente de Misiones (Bonpland), es parecida a St. rupestris (Lindl.) y St. pachystachyus y lateritius (Kriimzl.), pero sus menores dimensiones, su porte, el color de sus flores, las particularidades de sus sépalos y la forma de su labelo, la hacen una especie bien distinta. Physurus platensis Haum., conocida de los alrededores de esta Capital como Habenaria monteridensis, es la primera especie argentina citada para ese género, vecina de Ph. debilis Lindl. del Brasil, y como ella difiere de todas las otras del grupo por sus sépalos laterales de doble tamaño del dorsal; pero, por su porte, es enteramente diferente. Nuevas variedades, además, son citadas para : Habenaría Hieronymi Kriinzl. : var. saltensis Haum., de Orán. Pleurothallus hygrophila Barb. Rodr. : var. elongata Haum., de Misiones. Brassavola Perriniá Lindl, : var. pluriflora Haum., de Misiones. Catasetum fimbriatum Lindl. : var. subtropicale, de Formosa y Chaco. Eulophidium maculatum (Lindl.): var. pterocarpum (sp. nov. 1), de Formosa. BIBLIOGRAFÍA 287 Otras especies son objeto de interesantes observaciones de parte del autor, quien cita para ellas nuevas localidades; gran parte son nuevas para nuestra flora, a la que ingresan diez géneros (Physurus, Prescottia, Galeandra, Microstylis, Govenia, Zygopetalum, Zygostates, Gomeza, etc). Un capítulo es dedicado a la distribución geográfica de la familia en nuestro territorio; el autor admite, en este concepto, dos grupos, subantártico y subtropi- cal, reunidos por algunos tipos intermediarios. Al primero (región patagónico- andina, desde el Neuquén a la Tierra del Fuego) pertenecen 4 géneros con 29 especies (Chloraea, Asarca, Codonorchis y Habenaria). La región subtropical se subdivide en tres subregiones : 1? Oriental (Misiones y Corrientes), con 19 géneros y 37 especies represen- tados ; 22 Occidental (Jujuy, Salta, Catamarca y Santiago del Estero), con 19 géneros y 33 especies ; 34 Central (Chaco y Formosa), con 8 géneros y 9 especies. Las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Mendoza forman una región intermediaria, cuyos límites no se pueden determinar con exactitud, y posee 20 especies y 9 géneros, en su mayoría subtropicales. E. C. ADVERTENCIA Como lo indicamos en otro lugar, la' aparición del tomo LXXXVI de estos Anales, ha tenido un atraso de seis meses (salió a luz en junio del corriente año en vez de diciembre de 1918); hacemos cons- tar aquí esta circunstancia, en razón de los derechos de prioridad que pudiesen corresponder a nuestros colaboradores. Desgraciadamente, el hecho se repite actualmente con el presente tomo, que corresponde al primer semestre del año en curso, y que ha tenido que sufrir las peripecias del movimiento gremial de todos co- nocido. Pedimos disculpas a nuestros lectores y econsocios, esperando regularizar con el próximo tomo la aparición de nuestra Revista. E. CARETTE. Diciembre de 1919. ÍNDICE GENERAL DE Las MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO OCTOGÉSIMO SÉPTIMO MicukL Cuomo, Contribución al estudio de la fabricación de materiales de cons- trucción en la República Argentina. Breve reseña de la Fábrica cerámica de Alberdi (Rosario de. Santa Fe).:...a4roosmvosro rs aa Ingeniero Vicente Castro, ex presidente de la Sociedad.....o.oo.o.o.o.o.oooo.. O F. Saytscmt, Nouveaux formicides de la République Argentine. .....oooooomo.. ArtiLto A. Babo y ALBERTO J. ZANETTA, Algunas experiencias sobre la elimi- nación del arsénico y del vanadio de las Aguas........oooooomoncorccrro.. Juan W. Grez, Las salinas de Bebedero (provincia de San Luis)...ooooomooo.. ANA MANGANARO, Leguminosas DOnACren8es......... comrooosorocoarnsocoaos Memoria anual del presidente de la Sociedad Científica Argentina... .....o.o.. Pablicaciones TocibidAs 12 0oparco os sao coa Ja opio hada alaa SN ee» BIBLIOGRAFÍA Note préliminaire sur les Hordeum spontanés de la flore argentine, por Lucien Hoauman. ......o...... Pra Ra e sa e A OA Traité de mécanique rationnelle, por P. pal sas DAA MIO TO Quelques Orchidées de l' Argentine, por L. Hana... rocosocorccrooo. ON -SOCIBDAD OIENTÍRICA ARGENTINA SOCIOS HONORARIOS . Valentín Balbín +. . Florentino Ameghino +; . Carlos Darwin p. Dr. Eduardo L. Holmberg. . César Lombroso +. Ing. J. Mendizábal Tamborel. Ing. Luis A. Huergo -. Ing. Guillermo Marconi. Ing. Vicente Castro +. Dr. Enrique Ferri. Dr. Juan J. J. Kyle. Dr. Carlos Spegazzini. Dr. Estanislao S. Zeballos. > % Dr. Walther Nernst. r. Germán Burmeister r. Benjamín A. Gould +. Dr. R. A. Philippi +. Dr. Guillermo Rawson +. Dr. Carlos Berg $. > x SOCIOS CORRESPONDIENTES guilar, Rafael "teaga, Rodolfo de..... onso, Paulino do. MOL loe ey, Willis........ ae E Delage, Yves. E ontana; Luis Jorge Guignard, 15 OS q imaraes, Rodolfo E DAA Hjalmar, Fredik. -Ferhando , -Lorin, Henri A A Ñ arrabure: y Unánue E.. orandi, Luis Méjico. Montevideo. Sgo. de Chile. I. de Año N. Córdoba. Madrid. P. Bertoni (P.). Washington. Edimburgo. Río Janeiro. Mendoza. Petrogrado. París. San Juan, París. Amadora (P.). Corrientes. Noruega. Amberes. La Plata. . Tucumán.- Roma. Sto. Domingo. Burdeos. Lima. Villa Colón (U).. Filadelfia. Moretti, Cayetano Martinenche, Ernesto Moore, John B........... Montané, Luis Medina, José Toribio .... Montessus de Ballore Nordenskjiold, Otto Nilsen Fhowal Paterno, Manuel Patrón, Pablo Porter, Carlos E Pena, Carlos M. de Poirier, Eduardo Pérez Verdia, Luis Pi y Suñer, Augusto Prestrud, Christian. ! Reid, Walter F Risso Patrón, Luis...... Reiche, Carlos Sklodonska, Curie Shepherd, Williams R. ... Tobar, Carlos R Torres Quevedo, Leonardo. Uhle, Max Villareal, Federico Von Ihering, Herman... Volterra, Vito Milán. París. Nueva York. Habana. Sgo. de Chile. Sgo. de Chile. Gothemburgo. Noruega. a Palermo (Tt.). Lima. Sgo. de Chile. Montevideo. Sgo. de Chile. Méjico. . Barcelona. Noruega. - Londres. Sgo. de Chile. Méjico. París. _Col.Un.N. York Quito. Madrid. Lima. Lima. Florianóp. (B.). Adamoli, Pedro A. € Adamoli, Santos $. ¿0% Aguilar, Félix. . Aguirre, Pedro. Aldunate, Julio C. s + Almanza, Felipe G. A Álvarez, Raúl. Álvarez, Agustín J. Amadeo, Tomás. Ameghino, Carlos. Anchorena, Juan E. Anuastasi, Camilo. Añón Suárez, Vicente. Arrillaga, Francisco C. Arata, Pedro N. Arce, Manuel J. Aubone, Guillermo. Ayerza, Rómulo. Aztiria, Ignacio. Babini, José. Babuglia, Antonio. Bado, Atilio A. Baldassarre, Juan F. Barabino, Santiago E. Bazterrica, Enrique. Benítez, Norberto. Besio Moreno, Nicolás. Bianchedi, Rómulo. Bolognini, Héctor. Bonino, Alfredo (h.). Bosch, Eliseo P. Bosisio, Anececto. Bonanni, Cuyetano. Bonarelli, Guido. Botto, Alejandro. Botto, Armando P Brian, Santiago. Briano, Jusn A. Bruch, Carlos. Buadá y Bunge, Carlos. Bnutty, Enrique, Camus, Nicolás, Candioti, Murcial KR. Cononica, Mauricio. Carabelli, Juan José. Carbonell, José. Caride Mussini, Pedro. Aráoz Alfaro, Gregorio. Bonnou Íbero, León M. Morant, Antonio. SOCIOS ACTIVOS Carniglia, José. Carette, Eduardo. Castiñeiras, Julio R. Castro Zinny, Horacio. + Chanourdie, Enrique. Clérice, Eduardo E. Cock, Guillermo. Collo, José. Contin, Diego T. R. Courtaux, Pellegrini Carlos. Cremona, Andrés, Curutchet, Luis, Damianovich, Horacio. Darquier, Juan A. Dassen, Claro C. Debenedetti, José. Delétang, Luis. Delfino, Juan Carlos. Dellepiane, Luis J. Demarchi, Marco. Demarchi, Alfredo (hijo). Demichelis, Juan B. Delgado, Agustín. Doello Jurado, Martín. Dobranich, Jorge W. Domínguez, Juan A. Dubecq, Raúl E. Ducluzand, Adhemar. Duban, Luis. Duncan, Carlos D, Dupont, Enrique. Durrien, Mauricio. Esteves, Luis P. Fernández, Alberto y. Fernández Díaz, A Fernández, Francisco y. Flores, Emilio M. Font, Jaime. Frenguelli, Jonquín. Galtero, Alfredo, Gallardo, Ángel Gallo, Abelardo. Gándara, Federico W. Garbet, Adolfo. Garay Ponce, Filemón. García, Daniel A. Gatti, Julio y. Guzzarri, Julio. Gerardi, Donato. » Ghigliazza, Sebastián. "| Gradin, Carlos. Gili, José. 4 Girado, Francisco Y. Girado, Alejandro. Godoy, Sebastián. González, Arturo. González, Juan B. Grieben, Arturo. Groeber, Pablo. Guitarte, Manuel. Gurewitsch, Marco. Gutiérrez, Ricardo y. Gutiérrez, Carlos, S Guerrero, Mariano A. Hauman, Lucien. Hermitte, Enrique. 0 Herrera Vegas, Marcelino. Hicken, Cristóbal M. Hosseus, Carlos Curt. Ss Hoyo, Arturo. ' ; Huergo, Eduardo. me. ¿ Huergo, José M. 4h, Ingenieros, José. Isnardi, Héctor. Isnardi, Teófilo, Iturbe, Miguel. Jacobacci, Guido. Kock, Víctor. Kenny, E. G. y Laclau, Narciso C. EA Lafone Quevedo, Samuel Labarthe, Julio, Pe Lanfranco, Silvio, y Landeira, Pedro Y. Larreguy, José. ed Latzina, Eduardo, Laub, Jacobo y. Lavalle, Francisco P.. Lea, Allan B. Ne Leguizamón Pondal, Mar Lelli, Arduino. og hh Levylier, H. M.+ 7, Loyarte, Ramón. Lizer, Carlos. all Lorenzetti, Miguel vo AUS Lozano, Nicolás, E Lugones, Arturo M. Luro, Rufino. | Madrid, Enrique de. ds E Muinini, Carlos, ; £ ARGENTINA Ri Dirxcror : Dócror EDUARDO CARETTE SECRETARIO DE REDACCIÓN : INGeNIERO CARLOS LIZER - ” A E -JULIO-DICIEMBRE 1919. — ENTREGAS LVL. TOMO LXXXVIIM ye > argontina.. p LIX F. Outes, Regesta cartográfica de la República Argentina. Plan de agrn- ación sistemática............. , JRLOS E. Herebra.- Memoria sobre na curva de diagramas atómicos rd EN . RLOS E. Hurkbra, Diferencia entre las tempe ción del agua : E LVITo aniversario de la fundación de la Sociedad Científica Argentina Recepción del doctor Augusto Pi Suñer DIOGRAPÍA ... raturas de fusión y solidifica- 5 BUENOS AIRES K IMPRENTA Y CASA EDITORA « CONIL» 684, PERÚ, 6851 1919 Pa JUNTA DIRECTIVA (1919-1920) / - Presidente is Ingeniero Santiago E. Barabino. Vicepresidente 19 .............. General ingeniero Arturo M. Lugones. Vicepresidente Lo Doctor Juan B. González. Secretario de actas... Profesor José T. Ojeda. Secretario de correspondencia. . Ingeniero Anecto J. Bosisio. : . TEBA A A da Doctor Eduardo Carette, É 3% AS ANA Ingeniero H. M. Levylier. Bibliotecario... ooo... Mo Ingeniero Miguel B. Lorenzetti Ingeniero Nicolás Besio Moreno. ES Ingeniero Ferruccio A. Soldano. eS | Ingeniero Julián Romero. y Doctor Jorge Magnin. Vobhler: s.m... Ingeniero Enrique Marcó del Pont. Ingeniero Arturo Hoyo. “Ingeniero Sebastián Ghigliazza. Ingeniero Rómulo Bianchedi. Lu A A E Señor Juan Botto. . y ed ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales (personalmente responsables de la tesis po . tentan en sus escritos) que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos deben solicitarlo A por escrito, Por mayor número de ejemplares deberán entenderse con la Casa editora « COM ». y Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, correspondencia, ete, y pe enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — La DCI: * PUNTOS Y PRECIOS DE LA SUBSCRIPCIÓN ADELANTADA . % y ” 1 dy $ mn Por Mes. cooconononorrrrr OO Número atrasado rr 2 A ESA 2... 12.00 Número atrasado para los socios... ' ANALES SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA ANALES DE LA EDAD CIENTIE ARGENTINA DIRECTOR : Docror EDUARDO CARETTE SECRETARIO DE REDACCIÓN : INGENIERO CARLOS LIZER TOMO LXXX VII Segundo semestre de 1919 BUENOS AIRES IMPRENTA Y CASA EDITORA «CONI > 684, PERÚ, 684 1919 JUL 13 1920 UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO Por JOSÉ BABINI Ñ CIR A 9 EW yor UTANICA1( JAKUEN IL. Para el estudio de la representación que vamos a tratar, adopta- remos, sobre la esfera de radio 1, una terna de ejes ortogonales, cuyo origen coincida con el centro O de la misma (fig. 1). El plano xy será el ecuador de la esfera, el ez el meridiano principal y los puntos donde el eje 2 corta a la esfera, los polos. El polo P situado en el semiespacio 2 < 0 es el polo principal. Efectuaremos la representación de la esfera en el plano tangente a ella en P, adoptando en este plano un sistema de coordenadas pola- res gw, de polo P y de eje polar la semitraza positiva del meridiano principal. En esta representación un punto A (eyz) de la esfera tiene como imagen en el plano un punto A/ (gw), situado sobre la traza del semi- meridiano que pasa por el punto y a una distancia del polo P igual al arco PA medido sobre ese mismo semimeridiano. Las fórmulas que ligan las coordenadas de un punto y su imagen plana son : ¿=arcPA =arcPB —- are BA 7 are sen z y (MM = are QB =P to Ls e Obtenemos entonces los dos grupos de fórmulas que deben satisfa- cer para las coordenadas de un par de puntos correspondientes : C= sen ? COS w Y = Sen q sen w (15 2 =— 00589 b ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA p=5 +arcsen 2 - el) y w=arctg= E Las fórmulas (1/) nos dicen que a cada punto del plano corresponde uno y uno solo de la esfera, mientras que las (1) nos indican que a ca- da punto de la esfera corresponde en el plano infinitos puntos del mis. mo argumento y cuyos radios vectores se diferencian uno de otro de 25. Esto es debido a que las fórmulas (10) y (17) se mantienen si se subs- tituye ¿ por ¿ 4- 2kz. Además. a los polos de la esfera les corresponde, en el plano, cireun- ferencias de centro P y radio 2kz para el polo principal y Qk4-1)7 para el secundario, No tenemos en cuenta la infinidad de puntos del plano superpuestos del mismo radio vector y argumentos diferenciándose de 27, puesto que a esos puntos corresponde en la esfera un mismo número infinito de puntos superpuestos. Por lo tanto, obtendremos en el plano una serie 0, 1, 2, 3,... (fig. 2) UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO 7 de anillos circulares de ancho z, y los puntos de cada anillo, excepto los del contorno, se corresponden biunirocamente con los de la esfera, excepto los polos. Para averiguar si esta representación es conforme, transformemos biunivocamente la esfera en un plano, proyectándola estereográfica- mente desde P sobre el plano ecuador. Adoptando en este plano un sistema de ejes ortogonales X, Y ,, coin- cidentes en origen, dirección y sentido con los « y, las fórmulas que ligan los puntos de la esfera con los del plano son : O l—2 Ss +ai de 1 NT) TA 1 | en = sen - COS NA == (=1) sen > nr n= (6) OS Sn e == (0 A Las correspondencias establecidas por las fórmulas 4, 5 y 6 son biu- návocas, excepto para el polo P, que se transforma en una circunfe- rencia de radio kz. Cuando la transformación de los anillos se hace tomando dos con- secutivos, por medio de las fórmulas 5 y 6, la circunferencia que se- para los dos anillos es unida. IV. Utilizando la representación que tratamos, podemos obtener nuevas transformaciones. Así, podemos transformar la esfera en un 14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA recinto cualquiera € siempre que conozcamos la correspondencia entre (C y el círeulo; lo mismo toda correspondencia entre una superficie S y el plano nos proporcionará una transformación de S en el círculo. Utilicemos, como ejemplo, la correspondencia entre los puntos de un plano (o de la esfera) y los de otro plano, que constituye la pro- yeeción de Mercator. Ésta transforma los puntos de un plano X,Y, en puntos de una faja infinita de ancho 27 de otro plano X'Y”. La fórmula que establece esta correspondencia, tomando variables complejas, 4=X +iY' Z,=X, + UY, eN Z,=e*. Si el plano X,Y, es el ecuador y XY el plano tangente en P a la esfera, utilizando la expresión 3/, obtenemos como correspondencia entre los planos XN'Y' y XY la siguiente : 1 Zz WT 7 Z'=L-7, tg ¿1/22 (0) Deducimos ] Z >= VANE = L . tg? > | ZA, Z Y — Zo =L. Z, Z Z. donde la primera de estas expresiones nos da la relación entre las par- tes reales de las dos variables, y la segunda la de las partes imagina- rias. (7) Y: = arc tg > Las inversas de estas fórmulas son 2 cos Y are tg e” Y. '" (1”) 2 sen Y arc tg e” - 'l Las fórmulas (77) nos dicen que a cada punto del plano XY corres- ponden infinitos puntos del plano X'Y”, situados sobre una recta pa- y equidistantes entre sí. ralela al eje imaginario, UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO 15 Las (7”) nos dicen que a cada punto del plano X"Y” corresponde en el XY infinitos puntos situados sobre el mismo radio vector y equi- distantes también entre sí. Las circunferencias del plano XY y de centro P se transforman en rectas paralelas al eje de las X”, exceptuado aquellas de radio kz, que se transforman en el punto en el infinito del plano X'Y”. Las rectas del plano XY que pasan por P se transforman en rectas paralelas al eje de las Y”. La correspondencia 7 no es biunivoca ni con- Forme. Para conseguir la biunivocidad debemos substituir cada plano por superficies de Riemann constituidas por infinitas hojas planas super- puestas. La superficie XY (fig. 5) estará constituída por las hojas — III, — II, — IL, E), E UH, HUT, etc., como lo indica la figura 5 que es un corte de la superficie con una recta paralela al eje imaginario y situada en el semiplano X >0. El plano | jes el XY primitivo. En cada uno de esos planos tenemos los anillos circulares 0, 1, 2 y => 5, etc., de los que ya hemos hablado. Cada anillo se conecta con el que está en el plano superior o infe- rior por el semieje real. Con esta doble numeración tenemos dividida la superficie en >o*? anillos circulares C,,,, cada uno afectado de dos índices, un número y una letra romana, según su orden y la hoja en que está. El plano X'Y” lo substituiremos por una superficie de Riemann, de infinitas hojas superpuestas al primitivo plano, como indica la figura 6. que es un corte de la superficie según cualquiera recta del plano, y en la cual los corchetes indican cómo se efectúa la conexión por el punto en el infinito de los planos. 16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Numeramos esos planos con los números 0, 1, 2, 3, ete., siendo 0 el primitivo X'Y”, En cada uno de esos planos tendremos infinitas fajas de ancho 27 y paralelas al eje real que numeraremos con — 1, — UH, —1,[),1, HL, TIL, .... siendo 7 la comprendida entre 0 y 22, positivas las si- tuadas en el semiplano Y'>>0, negativas en el semiplano Y” < 0. En esta forma, la superficie X'Y' se ha dividido en >>? fajas planas E, afectadas de dos índices, una letra romana y un número, según el orden y la hoja en que están situadas. Por medio de estas dos superficies la correspondencia establecida por la fórmula (7) es biunívoca, con excepción del punto en el infinito de cada una de las hojas de NY”, al cual corresponde en XY circun- ferencias de radio kz. Además. cada recinto C,, se transforma en el F,,. a cada hoja de XY corresponden en X'Y” infinitas fajas superpuestas, a cada hoja de NY” corresponde en XY infinitos anillos cireulares superpues- tos, etc. V. Utilicemos ahora la representación que estamos tratando para la confección de un planisferio celeste. Generalmente, para la construeción de cartas geográficas o planis- ferios, se hace uso de representaciones conformes, puesto que la conser- vación de los ángulos implica el mayor parecido entre las lineas es- féricas y sus imágenes planas; no obstante, la transformación que estamos estudiando es quizá la más utilizada en la representación de la esfera celeste. Es debido, principalmente, a que transforma la esfera de una ex- tensión 47. en un área finita y simétrica algo mayor que el doble (77). Además. la deformación es máxima en las regiones cercanas al polo secundario, regiones que sólo se utilizarian en el caso de considerar lugares terrestres de latitud muy próxima a la de los polos, y, por lo tanto, despoblados. ara la construeción del planisferio, consideraremos el instante en que el punto vernal pasa por el meridiano principal superior del Ingar. »ara las líneas móviles tomaremos un lugar de latitud <= 3595, aproximadamente la de la ciudad de Buenos Aires, Como queremos representar únicamente las líneas esféricas, ten- dremos en cuenta para la transformación, las fórmulas (14 con la res- tricción 0<¿ (11) Sen ¿COS 9 El horizonte, indicado en la figura 1 por la línea SONES, tendrá por imagen una línea cuya ecuación se obtendrá de la anterior ha- ciendo h=0 tg p cos w + tg 9=0. (12) Si en la fórmula (11) hacemos h == 90? obtendremos dos expre- siones 1 — cos p sen ? e cl tt. COS m = 11 sen p C0s 7 (ULA — 1 — (0s ¿sen y COS y = pa al nd (UM sen ¿ C0s 9 que es fácil ver que representan, cada una de ellas, un punto. La diferencia en valor absoluto entre el numerador y denominador en cada caso nos da 1 — cos ¿sen ¿ — sen ¿cos = 1 — sen (¿+ 3)>0 .*. , 1—.C0S ¿Sen “Sengcoso 1 + cos ¿ sen q + sen ¿ cos 7 = 1 -/- sen (p 4-7) >0 —1—COBpBmEPL- y sen gc0osg UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO 19 Luego, para la (117, el único par de valores que la satisface €s : 60) == 0 - Z' (imagen del Cenit) y para la (117) 0 = 7 z ¿ A/ (imagen del Nadir). p= 9 + | / Finalmente los círculos verticales tendrán por ecuación sen y — y Ctg Á +2 cos = 0, siendo A el azimut contado desde el punto sur positivamente en el sentido SENOS. Las imágenes planas de los círculos verticales tendrán por ecuación : COS (1 Sen q — sen wm ctg A we ctg == 2 ( 1:35) COS y El primer círculo vertical se obtiene haciendo A = > luego 12 9.008 w — Ctg 9 =Ú (14) E] 7 es la ecuación de su imagen. VI. En la figura 7 hemos dibujado las líneas, cuyas ecuaciones hemos deducido, haciendo variar el parámetro de 309 en 302, Las cireunferencias representan los paralelos y las rectas los meri- dianos. ara representar la eclíptica, estudiemos someramente, a efectos de su construcción, la linea que la representa tg e sen w +] ctg : 0. Esta curva, simétrica respecto al eje de las Y, goza de la siguiente propiedad. Si se tiene : tg 5, Sen wm, + eta <= 0 tg £. Sen (w, == 7) 46 ctg< =0, resulta o lo que es lo mismo UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO 21 Los demás valores de ¿ los podemos obtener por medio del siguiente cálculo gráfico, indicado en la figura 8. El cuadrante AOB tiene como radio cte =, luegotomando AOM —0 se tiene cbg = OC = cosec wm cta . = =—=—. sel La semicireunferencia OPQ es de radio 1, luego e tg tg Q0'0=—tg00'07=-—00=-— YE? — tg “o sen 6) _ Por lo tanto, a cada valor de AOM= 06 corresponde un valor de e = QUO! y recíprocamente. Este cáleulo gráfico nos facilita la construcción de la eclíptica, re- presentada en la figura 7 por la línea Q HQ H/Q/ Observemos que las ecuaciones (10), (12) y (14) son semejantes, de ahí que la construcción de las líneas que representan sea parecida. La única diferencia estriba que las curvas 12 y 14 son simétricas respecto al eje de las X. Estas curvas representan respectivamente el horizonte y el primer vertical. La construcción se facilita por la simetría y por la misma propie- 22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA dad de que goza la eclíptica, de mantener constante la longitud de las cuerdas que pasan por el origen e igual a z. El horizonte y el primer vertical cortan al eje de las Y sobre el ecua- dor y cortan al eje de las X : el horizonte en los puntos ¿, ==" — 9, 2. =2 y el primer vertical en el Z/ y Z/. Para la construcción del horizonte se aplica el mismo cálculo gráfico de la figura 6, tomando como radio del cuadrante AOB el valor tg y contando los argumentos desde OB. El horizonte está representado en la figura 5 porla línea SON TS”, Para la construeción del primer vertical, se aplica también el mis- mo eáleulo gráfico de la figura 6, tomando como radio del cuadrante AOB el valor etg o y contando los argumentos desde BO y los radios vectores desde O'0, El primer vertical está representado en la figura 7 por la línea ZEZ/OZ. La propiedad de mantener iguales todas las cuerdas que pasan por el origen es fácil de ver, por la figura 1 y por la forma de la representa: ción, que es extensiva a todos los eirenlos máximos de la esfera. Para representar los almicantáradas observemos que las lineas que las re- presentan son simétricas respecto al eje de las X y conocemos además fácilmente los puntos donde cortan a los ejes. Para los demás puntos UNA REPRESENTACIÓN DE LA ESFERA SOBRE EL CÍRCULO 923 Y haremos uso del siguiente cálculo gráfico, indicado en la figura 9. Las semicircunferencias de centro O y O” tienen como radio sen o, siendo OO = sen h. Tomando €, tal que OC = 1, como centro de una semicireunferencia de radio cte 2, se tiene que a un valor de corresponde ¿=AOM MP. =C08 p Seno. Además NP == NM + MP = — sen h - COS £ Sen y OP = sen y sen y pr — “08 p Sen y — sen h sen p sen y Midiendo los argumentos desde A”, en la semicireunterencia de cen- tro O, tenemos ctg o cos ACM! = — cos w Ctg y = P'C de donde sen h-- cos p sen y COS w = sen 2 COS 7 ecuación de las almicantáradas. Luego a cada valor de (y = A'CM/ corresponde un valor de e y recíprocamente. ¿=AOM Fig. 10 Para construir los cérculos verticales, recordemos que por ser círeu- los máximos de la esfera, sus imágenes tendrán la propiedad de man- 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tener constantemente igual a =, las cuerdas que pasan por el origen. Bastará, pues, construir la mitad de la lmea. Además sabemos que pasan por los puntos Z y Z/. Para hallar los demás puntos de las curvas haremos uso del cálculo gráfico indicado en la figura 10. Consideremos la semicireunferencia OA de radio cos < y tomando como vértice a A construyamos un triángulo ABC, rectángulo en B, enyos catetos sean AB=ctg 4; BC =sen <. En la semicireunferencia de radio AD = AC, contando los argumentos a partir de AD hacia arriba, se tiene que a un valor 4 = DAM corresponde MN = AC sen (0 — 2) = AC sen wm eos ¿— AC cos 6 sen a MN = sen w ctg Á — C0s 6 Sen q. Tomando AP = MX y uniendo P con O se tendrá cta A'OM' cos 9 = — ctg A"OM' cos e = MN — ctg AYOM' cos 9 = sen w ctg A — COS w Sen 2 COS 6) Sen 2 — sen wm) ctg A ctg 70M = AAA COS y Luego a cada valor de = DAM corresponde uno de ¿ = A“OM”, y reciprocamente. Basta construir los eórculos verticales para A < E puesto que los demás son simétricos de los anteriores respecto del eje de las X. Esta figura, asi completada, nos ofrece ahora un esbozo de un pla- nisferio celeste que nos permitiría resolver todos los problemas más comunes y generales que se estudian en cosmografía sin necesidad de recurrir a tablas o a formulas. Ubicando las estrellas en el planisferio tendríamos en la parte in- terior a la lmea SONES la porción visible del cielo en cada instan- te, y en la exterior la invisible. La red de líneas móviles (almicantádaras y círculos verticales) debe estar rigidamente ligada al horizonte durante el movimiento, y así podriamos resolver los problemas de transformación de coordenadas horizontales en ceuatoriales y viceversa, cáleulos de instantes de mayor elongación, ete., problemas que con los actuales planisferios construil- dos mediante la representación que hemos estudiado, no pueden re- so verse, Septiembre de 1910, CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS (HEMIPTERA-HOMOPTERA) ENSAYO FILOGENETICO Por LUIS F. DELÉTANG A Carlos Lizer, afectuosamente. INTRODUCCIÓN Los entomólogos, ocupados exclusivamente en resolver cuestiones de sistemática, dejan, puede decirse, en completo abandono las in- vestigaciones filogenéticas de los grupos que estudian. La filogenia de los hexápodos forma, sin embargo, un maravilloso campo de obser- vación en el cual se plantean problemas cuyas soluciones interesan la biología general. Desde el principio de mis estudios sobre las cigarras (Cicadidae) mi atención ha sido atraída por el érgano musical, cuya presencia aisla estos insectos, no sólo dentro del orden de los hemipteros, sino dentro de la gran clase de los hexápodos. Una serie de observaciones me ha mostrado que este órgano es, como era de prever, el resultado de la evolución de un carácter existente, bajo forma rudimentaria, en otros grupos de insectos. Este hecho, apoyado en deducciones basadas so- bre fenómenos teratológicos, me ha conducido a la conclusión de que los cicádidos (Cicadidae) son originarios del Viejo Mundo y los ful- góridos (Pulgoridae), cuyo desarrollo actual hace aparecer como ame- ricanos, pueden considerarse como los antecesores de aquéllos. El presente trabajo se halla basado en las observaciones y dedue- ciones anteriormente citadas, a las cuales he agregado algunas notas AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIM 3 26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sistemáticas para permitir al estudioso darse cuenta del rango ocupa- do, en la clasificación, por las especies nombradas en el curso de mi exposición (1). Pocas son las obras entomológicas a las cuales se puede recurrir para hallar bases que permitan deseribir, con toda amplitud. los diver- sos factores biológicos, geológicos, meteorológicos, ete., que intervi- nieron e intervienen todavía en la propagación de estas especies de insectos. Esta pobreza en material de consulta me ha impedido ocu- parme, en este trabajo, de diversos acontecimientos de la propagación de los cicádidos (Cicadidae), los cuales pueden explicarse, según erco, estudiando las consecuencias biológicas de diversos fenómenos que todavía actúan en nuestros días. No ignoro que la intervención dada por mí a estos fenómenos, llamados « fenómenos actuales », levante, en ciertos espíritus, alguna resistencia. En prueba de ello voy a citar el juicio oído de una persona versada en ciencias naturales, al decirque De Vries con sus mutaciones y Blaringhem con sus trans- formaciones bruscas le aparecian como los decadentes de la ciencia. Este juicio que me llamó la atención, admirador como soy de los estu- dios de estos sabios, euyos resultados hacen un todo completo con los principios de Lamarek y de Darwin, puede explicarse por el predomi- nio de principios morfológicos basados en la preeminencia de las for- mas sin cuidar de los fenómenos que dieron nacimiento a éstas. No quiero predicar con esto el abandono de la sistemática, pues ella es necesaria para entenderse sobre el rango a atribuir a las especies ob- servadas, pero sí no darle la supremacía en detrimento de otros estu- dios tan importantes como ella. Ruego al lector juzgue con benevolencia este trabajo, pues será su- ficiente recompensa para mí, si habré podido demostrar que la ento- mología no se reduce a las áridas descripciones de la sistemática y que, acerca de esta última, existe un sinnúmero de problemas no me- nos grandiosos que las soluciones a las cuales permiten llegar. (1) Una parte de las observaciones relatadas en este trabajo fué presentada, bajo el mismo título, a la Primera reunión de ciencias naturales celebrada en Tu- año 1916. Las cigarras argentinas se hallan estudiadas, econ todo detalle, en una mono- grafía (Luis E, DELÉTANG, Ensayo de una monografía de los cicádidos (Cicadidar) argentinos) próxima a aparecer y a la enal me remito para la clasificación de las especies citadas en este trabajo. LOS CICÁDIDOS (CICADIDA E) ARGENTINOS La estruetura del órgano bucal y la composición de las alas en los hemípteros permiten subdividir a éstos en dos subórdenes, heteróp- teros y homópteros, considerados con razón por al- gunos autores como órdenes distintos. En los heterópteros el primer par de alas o alas superiores se compone generalmente de dos partes distintas : una basilar, de consistencia coriácea com- parable a los élitros de los coleópteros, y otra apical membranosa, más o menos transparente, estrue- tura que les valió el nombre de hemiélitros (fig. 1). En los homópteros, al contrario, los dos pares de alas son membranosos en totalidad, teniendo el par su- perior una textura algo más espesa que el inferior. Estas alas superiores son comparables a las tegmi- nas de los ortópteros y esa denominación puede apli- cárseles reservándose el nombre de alas a los miem- bros del segundo par o inferiores. Las tegminas y alas de los homópteros, de compo- sición similar en todo el suborden, se diferencian entre sí por los diversos aspectos bajo los cuales se presentan las nervaduras: veces hay en las cuales éstas se unen para formar celdillas más o menos completas, otras veces, al contrario, las nervaduras quedan independientes entre sí (fig. 2). Las tegminas y alas de los cicádidos (Cicadidac), primera familia de homópteros (1) y euyo carácter esencial es la presencia de un órgano musical, poseen nervaduras las cuales, por ramificaciones y uniones, forman generalmente celdillas, que han recibido, lo mismo que las primeras, según la posición ocupada, nombres distintos. Aunque estas nervaduras y cel- Fig. 1.— Hemiélitros dillas den a la clasificación caracteres de importancia, pocos autores describen detalladamente el plan de la construcción alar en este grupo (1) Ver en la segunda parte el cuadro dicotómico de las principales familias de homópteros. 28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA de insectos. Aparte de Stal y Walker, cuyos esquemas resumen las terminologías adoptadas por ellos, los otros autores dejan al estudioso el cuidado de resolver por sí mismo la acepción de cada término. Doy aquí algunos dibujos (fig. 3 y 4) que resumen la terminología por Fig. 2 Pegmina de un homóptero de la familia dé los Flattidae mí empleada, así como un cuadro de concordancia entre los terminos de Stal, Walker y los mios, describiendo, detalladamente, en nota a parte, tegminas y alas (1 1) Las formas generales de las tegminas y alas se hallan determinadas por las sigmientes partes ; La base (13), con la cual se articula al cuerpo, constituye siempre la parte más angosta, Opnuesto a la base se halla el vértica V) y, bajo de este último, existe un ángulo llamado, en las tegminas, ángulo interno (Al) y en las alas imgulo anal (AA). La línea que une la base eon el vértice constituye el borde ex- erno (BE); la línea opuesta a este borde y que reune la base al ángulo interno forma el borde posterior (54P). La extensión eireunserita por estas diversas purtes constituye la superficie, recibiendo la parte central de esta última el nombre de ' Las nervaduras son de dos clases: longitudinales y transversales: En la base de las tegminas existe una parte quitinosa, troneo (1), de donde e despreuden las principales nervaduras longitudinales. Siguiendo al tronco se halla la celdilla basilar (1) de la enal salen dos nervaduras llamadas cubitales (1), Partiendo de la base misma y confundiéndose, en cierta longitud, con el borde externo se halla la nervadoura costal (0). Casi paralela a esta nervadura, nacien- también de la base, existe otra denominada posteostal (PC) la cual, hacia el értice, forma econ la costal una eeldilla alargada, celdilla costal (1D). Entre la nervadura costal y la enbital superior se halla la celdilla radial (UI). De las ner- vaduras enbitales y de la posteostal nacen cineo nervaduras, nervaduras longitu- LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 29 A AA PARTES QUE DETERMINAN LA FORMA DE LAS TEGMINAS Y ALAS Tegminmas (1) Alas (11) ose (B), Vertice (V). base (B), Veré/ce (V) Ángulo interno LAI). Ángulo anal (AA) Borde externo (BE), /nterno(Bl). Borde Interno (BI) 10 poster/or (BP). ¿ol posterior (BP) 30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA N NERVADURAS Y CELDILLAS DE LAS TEGMINAS Y ALAS Tegminas (1) TroncoN TV), Celoilla basilar (1). Werv. Costa! (C) y posteosta! (PC). NWervadures cubriales (0). 1d longitudinales (NL). 10 trensversales (0). 10 apreales (A). 10 11mbales (NL). Celta costal (2). 10 rada! (3). Celdi/las cubitales (4-8). 1d ápicales (9-16). Limbo (L), Clavo (C). Fig. 4 Alas (11) E Nervaduras bósoles (B). 10 3p/co- basales (AB) 10 transversales (0). 10 aprcales (AD. 10 /imbales (L). Celo//8s boso/les (1-3). vo 39/p/c0-b989/eS (10-12 10 3o/coles (4-9). tiímbo (L). Clavo (C). LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 31 Stal Truneus ulnaris, venas ul- nares et radialem emit- tens. Venae ulnares. — post-costal. — radliadis. » Venace transversa. » Limbus enervi. (Ver ete.) Areae costalis. «truncus ulnaris » ulnares, — radialis. — apicales, Membranae costae. No tiene en cuenta los ca- racteres de las alas. Walker Tegminas » Transverse vein. » » Primitive aerolet. Discoidal aerolet. Front aerolet. Marseinal serolet, Alus No tiene en cuenta los ca- racteres de las alas. Mihi Tronco. Nervaduras cubitales. = costal. = post-costal. — longitudinales transversales apicales. limbales. Celd. basilar — costal. — cubitales. — radial. apicales. Limbo. | Clavus (clavo o clava Nervaduras busales. = apico-basales = transversales. =- apicales. = limbales. basales. Celd. apico-basales. apicales. | Limbo. dinales (LN) : dos de la nervadura posteostal, dos de la enbital superior y una de la inferior; estas nervaduras, sin nombres especiales, forman, con la ayuda de nervaduras transversales y de anastomosis, cinco celdillas enbitales (IV. V. VI VII y VIII) que pueden distinguirse, entre sí, por la posición que ocupan. De estas celdillas cubitales nacen siete nervaduras apicales (NA) las cnales, con la ayuda de nervaduras limbales (NL), limitan ocho celdillas apicales (IX, X, XL XII, XIII, XIV, XV y XVI) que pueden designarse por la posición ocupada. Las tegminas se hallan bordeadas, desde la extremidad de la nervadura costal hasta la celdilla cubital inferior, por una membrana que ha recibido el nombre de limbo (E). Debajo de la celdilla cubital inferior, y artieulándose con la base. existe un espacio membranoso comparable a la clava (elavus) de otros grupos de hemípteros. Las alas poseen un sistema de nervaduras y celdillas mucho más sencillo. Es- te sistema se compone de tres celdillas alargadas las cuales. naciendo de la base. se detienen antes de llegar al borde posterior, celdillas basales (Y 1 y 1D); 32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Los caractereres morfológicos de las tegminas y alas de los cicádidos (Cicadidae) que se desprenden de los esquemas adjuntos, pueden resn- mirse del siguiente modo: tegminas con diez y seis celdillas, de las cuales ocho apicales ; y alas con doce celdillas, de las cuales seis apicales. La mayor parte de los cicádidos tienen tegminas y alas que res- ponden a los caracteres citados, pero existen especies cuyas nervadu- ras se subdividen hasta hacer aparecer, en ciertos casos, los órga- nos alares como reticulados mientras que en otros las nervaduras dis- minuyen en número. Amyot y Serville (1), al describir las especies de cicádidos, toman como criterio, para condensar la morfología de los órganos alares, la parte apical de las tegminas y denominan: Octicelos las especies cuyas tegminas presentan ocho celdillas api- cales y Reticelos las de más de ocho celdillas apicales. Estos autores no conocieron las formas en las cuales las nervaduras se reducen en número y que denominaré Parocelos. Los octicelos, por el número de especies y por otros caracteres más evolucionados en ellos que en los otros grupos (2), pueden conside- rarse actualmente como la forma típica de la familia de los cicádidos (Cicadidae), lo cual permite compararles con las otras formas cuyas celdillas aumentan en número (Reticelos) y en las cuales éstas mis- partiendo de estas celdillas y alcanzando dicho borde, se encuentran seis celdillas apicales (1V%, V?, VI”, VIP, VII, IX). A más de estas celdillas existen otras tres, las enales, bajo la denominación de sáípico-basales (X”, XV” y XII), se ex- tienden desde la base hasta el borde posterior, Como las tegminas, las alas poseen un limbo (L') y un apéndice membranoso. Las nervaduras que limitan las celdillas enumeradas pueden distinguirse con las mismas denominaciones que estas últimas; basales (B') las nervaduras que van desde la base hasta las celdillas apicales; apicales (A%) las extendidas desde las basales hasta el limbo; ápico-basales (A'B') las que eruzan el ala en todo su largo; las nervaduras limbales y transversales oeupan las mismas posiciones que en las tegminas. La terminología usada en la deseripeión que antecede es, en parte, una adap- tación de la que Stal resume en algunos de sus esquemas. Los autores no se han preoenpado en establecer una terminología para deseribir las alas, pero he hecho la deseripeión de estas últimas dado el interés que revisten, algunas veces, los caracteres anormales que presentan estos Órganos. (1) Histoire naturelle des hémipteres, Paris, 1843. (2) Entre los carneteres que los octicelos presentan más evolucionados que los otros grupos, figura el órgano musical, que se encuentra en varias especies de reticelos casi con el mismo desarrollo en el macho y en la hembra, hecho que puede interpretarse como la persistencia de caracteres ancestrales, LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 33 mas disminuyen (Parocelos). Ampliando esta comparación se puede establecer tres series definidas del siguiente modo: I. Las tegminas presentan menor número de nervaduras que la for- ma considerada como típica (Octicelos) y, consecuencia de esta di- minución, existe menor número de celdillas. El plan específico (1) re- sultante se traduce por: Tegminas con menos de ocho celdillas apicales (Parocelos) (2). Esta serie se halla representada, en la Argentina, por dos especies del género Derotettiz Berg (D. mendosensis Berg y D. Wagneri Dist.) (3) cuyo carácter esencial es tener tegminas con seis celdillas apicales. Pero esta diminución, debida a la supresión de dos nervaduras, es más ficticia que real. En efecto, las tegminas del DP. mendosensis (fig. 5 y 6) único parocelo que he estudiado, presentan dos celdillas accesorias. Estas celdillas colocadas una, llamada subapical, en el borde externo y la otra cerca del ángulo interno, me aparecen respectivamente como representando Ja primera celdilla apical normal y la octava transfor- mada, Este restablecimiento del número de celdillas observado en los octicelos, considerados como tipo de los cicádidos, permite pen- sar que los parocelos son sólo una rama aberrante de ellos. II. Las tegminas y alas responden, en general, a los caracteres morfológicos citados anteriormente. Repitiendo lo ya dicho, este plan específico se traduce por: Tegminas con ocho celdillas apicales (octicelos). Las especies de esta serie, numerosísima en América del Sur, presentan, en los planos específicos de las tegminas, variaciones de (1) Llamaré « plan específico » de las tegminas el dibujo formado, normalmente, en una especie dada, por las nervaduras unidas entre sí y enyo resultado es la existencia de un mayor o menor número de celdillas. (2) Imitando a Amyot y Serville me basaré, en este trabajo, para establecer cierta clasificación, desde el punto de vista alar, entre los cicádidos (Cicadidae) en las partes apicales de las tegminas y alas. En general me refiero sólo a las tegminas por ser éstas más accesibles a la observación directa y por el hecho de que las conclusiones no varían al observar únicamente las tegminas o al estudiar tegminas y alas. (3) La bibliografía de este género y de su Derotettix Bery, Contr. Cic. Arg., pá I, página 147 (1906). D. mendosensis Berg, loc. cit., página 12, y Dist., loc. cit., página 147 (1906). D. Wagneri Dist., Ann. Mag. Nat. Hist. (7), XVI, página 209 (1905) y loc. cit., página 147. species es la siguiente : gina 11 (1882), y Dist., Cat. Hom., t. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIT 4 24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA detalles distintas, puede decirse, de género a género y de especie a especie (1), resultando imposible enumerarlas en su totalidad. Siendo de observar el hecho de que todas las especies argentinas, menos los parocelos ya nombrados, se hallan incluídas en esta serie. 111. Las tegminas presentan mayor número de nervaduras que en la torma considerada como típica (octicelos) y, consecuencia de este an- mento, el número de celdillas es, a veces, también mayor (2) o, en otras palabras, el plan específico de las tegminas se orienta hacia una H Pegmina de Derotettizx mendosensis Berg (Parocelo) * retienlación mayor. Esta reticulación puede condensarse morfológi- camente como sigue: Tegminas con más de ocho celdillas apicales (reticelos). Los reticelos, existentes en la América del Sur sólo en las regiones tropicales y ecuatoriales, presentan una escala de transición que va desde una forma de nueve celdillas apicales hasta una tal subdivi- sión en las nervaduras que todo el sistema alar aparece completa- mente retienlado. 1) Las nervaduras ceubitales, por ejemplo, distantes en algunas formas, pre- entan transiciones en Jas enales se acercan más y más hasta llegar a unirse en VATIAS € “per lOs La nervadura transversal de la base de la segunda celdilla apical, más o menos nacen diversos géneros, se endereza hasta presentarse en posición vertical D otros Las alas de los veticelos presentan en sus planos específicos las mismas varia- ones que Jas descritas en las tegminas. Las nervaduras apicales de las tegminas de los reticelos no forman siempre eldillas completas, es decir que a veces quedan independientes unas de otras. ! ) ] LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 35 Desde el punto de vista sistemático o, mejor dicho, para el ento- mólogo cuya atención se dirige únicamente hacia la morfología de las especies estudiadas, estas series (1), establecidas en la parte apical de las tegminas, no tienen entre sí relación aparente. Pero si al es- tudio de los individuos normales, o sea los que responden en un todo al plan de la especie a la cual pertenecen, se agrega el de los individuos anormales, es decir aquellos cuyas tegminas o alas no están de acuerdo con el plan específico que normalmente les correspondería en el con- junto, se desprenden conclusiones que esclarecen la evolución del grapo que me ocupa. Estos individuos anormales, considerados aisladamente, no pasan Fig. 6. — Ala de Derotettiz mendosensis Berg (Parocelo) de ser una mera curiosidad, forman por la diversidad presentada en los planos específicos de las tegminas y alas, un grupo heterogéneo que puede denominarse «heterocelos », opuesto a los «homocelos » ya descritos o sea los que presentan homogeneidad en los planos es- pecíticos, es decir, los individuos normales (2). Estudiando las anomalías alares con el mismo eriterio que el se- guido en el estudio de las formas normales, se puede establecer, com- parando las primeras con las últimas, la clasificación siguiente : (1) Estas series, importantes desde el punto de vista filogenético, no han sido tomadas en cuenta, salvo por algunos autores (Amyot y Serville), en la clasifica- ción, encontrándose mezcladas, en el orden sistemático, formas octicelas, retice- las y parocelas. (2) De acuerdo con esta clasificación habría que llamar « homoparocelos » los parocelos descritos, « homocticelos » a los octicelos y « homoreticelos » a los re- ticelos. 36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1* Los individuos anormales presentan, en las tegminas, en dife- rencia con el plan específico que normalmente les corresponde, una diminución de nervaduras y, consecuencia de esta diminución, este organo presenta menos celdillas que en su forma normal. Este grupo o serie de anomalías puede caracterizarse, brevemente, por: Tegminas con un menor número de nervaduras y celdillas que en el plan especifico (1). Un Y de Ohonosia cinnabarina Berg (2), procedente de la provincia de Mendoza, tiene tegmi- nas en que las nervaduras transversales de las sép- timas celdillas apicales han desaparecido, lo que dió lugar a la formación de celdillas anormales comparables a las ápico- basales de las alas. Un macho de Edholmbergia Lebruni (Dist.) (3), proce- dente de la provincia de Fig. 7 Edholmbergia Lebruni (Dist) Dele Catamarca, posee la teg- mina izquierda de acuerdo, en cuanto al número de celdillas, con el plan especifico de la especie, mientras que en la derecha, completa- mente normal en apariencia, la primera celdilla apical ha desapare- cido (fig. 7). 2* Los individuos anormales poseen, en las tegminas, el mismo número de nervaduras y eeldillas que el plan específico, pero con un ordenamiento distinto. Esta serie de anomalías puede definirse por: Tegminas con los mismos eJementos que en el plan específico, pero ordenados diferentemente. Estas anomaltas pueden observarse en varios géneros (4). 1) Al adoptar la clasificación en « homocelos » y « heterocelos », los individuos de este grapo de anomalías deberían denominarse « heteroparocelos > 2) La sinonimia de esta especie es la siguiente : Í Peltigades cinnabarina, Berg, Hem, Arg. página 205 y 249 (1879). Chonorsia cinnabarina Dist,, Cat, Hom., Y, página 111 (1906). Patria: América meridional (República Argentina). (3) Ver más adelante la sinonimia de esta especie, (4) Según la terminología que se desprendería de la clasificación en « Homocelos» y «Heterocelos», estas anomalías formarían el gropo de los « Heterocelos» típicos. LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 37 Varios ejemplares de Edholmbergia Lebruni (Dist.) (Tettigades Le- bruni Dist.) (1), procedentes de la provincia de Catamarca, tienen tegminas cuyas nervaduras cambian de posición y, por consiguiente, de ordenamiento de individuo a individuo. El género Proarna Stal (2), cuyo carácter esencial es tener la ner- vadura transversal de la base de la segunda celdilla apical en posi- ción más o menos vertical, me ha permitido estudiar en una de sus especies, Proarna bufo Dist. (3), un ordenamiento distinto al plan es- pecífico, el cual muestra la poca solidez de los géneros establecidos teniendo únicamente por base caracteres alares. El ejemplar aludi- do posee la tegmina derecha con todos los caracteres del género Proarna, mientras la izquierda tiene la nervadura transversal de la segunda celdilla apical en posición oblicua. Esta oblicuidad es el principal carácter que separa el género Tympanoterpes Stal (4) del ya nombrado Proarna. Estos distintos caracteres genéricos reunidos en un mismo individuo pueden originar, al no compararlo con ejem- plares normales, dudas que impedirían su clasificación exacta. (1) El género Tettigades creado por Amyot y Serville en 1843 se ha subdividi- do en varias partes, las que luego formaron géneros distintos incluídos en la di- visión Tettigadesaria Dist. (sub-fam. Tibicinos). En la monografía de los cicá- didos (Cicadidae) argentinos que tengo en preparación, establezeo, en detrimento del género Tettigades, tal como fué delineado por Distant, y basándome para ello en la especie Tettigades Lebruni Dist., un nuevo género que denomino /d- holmbergia en honor del doctor Eduardo L. Holmberg. La sinonimia de £dholmbergia Lebruni es la siguiente : Tettigades Lebruni Dist., Ann. Mag. Nat. Hist. (7), XAVIL, pág. 385 (1906); Cat. Hom., 1, página 111 (1906). Edholmbergia Lebruni Delg. g., Mon. Cicad. Arg. (a publicarse). Patria: América meridional (República Argentina). (2) Para los caracteres del género Proarna consultar : Stal, Stett. Ent. Zeit., XXV, página 61 (1864), y Hem. Afr., 1V, página 7 (1866); Dist., Biol. Centr. Amer. Hom., 1, página 11 (1881); 4nnu. Mag. Nat. Hist. (71), XV, páginas 310 y 311 (1905), y Cat. Hom., 1, página $5 (1906). (3) Esta especie ha sido deserita por Distant en: Inn. Mag. Nat. Hist., (7), XV, página 312 (1905), y Cat. Hom., 1, página 87 (1906). Patria: América Meridional (República Argentina). (4) Para los caracteres de este género consultar: Stal (part.), 4nn. Soc. Ent. Fr. (4), 1, página 614 (1861), y Hem. Afr., IV, página 7 (1866); Dist., Biol. Cent. Amer. Hom., 1, página 14 (1881); Ann. Mag. Nat. Hist. (1), XV, páginas 310 y 312 (1905), y Cat. Hom., I, página 89 (1906). ÓN ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Un macho de Dorisia bonaerensis (Fidicina bonaerensis Berg) (1). procedente de la provincia de Santiago del Estero, posee una de las celdillas apicales tan estrecha que este individuo parece te ner una celdilla costal, adi- cional (fig. 5). 3 Los individuos anormales presentan, en diferencia con el plan específico que normal- mente les corresponde, un ma- yor número de nervaduras las cuales. casi siempre, limitan celdillas adicionales. Esta se- rie de anomalías puede definir- se por . Tegminas con mayor núme- ro de nervaduras que en el plan especifico. Las anomalías de esta se- rie (2) son sumamente comu- nes y sólo mencionaré algunas. Berg, en su deseripeión de Chonosia cinnabarina (Tettigades cinnaba- rina Berg). al ocuparse de la hembra dice, textualmente (3) : 1) Amyot y Serville al establecer el género Fidicina le atribuyen dos artejos en los tarsos. Los deseriptores que siguieron a estos autores, gniundose solo por la forma del esendete, incluyeron en este género especies con dos y tres artejos en los Tarsos Si bien no es de desear que el método tarsal impere para la definición de grandes grupos ereo, sin embargo, que como carácter genérico no es despreciable, Basándome en lo expuesto restablezeo, en mi monografía de los cicádidos (Cica didae) argentinos, el género Fidicina tal enal ha sido planeado por sus creadores, es decir, que en él sólo ineluyo las especies de dos aurtejos en los tarsos, estable ciendo pura las formas brimeras un nuevo corte genérico que denomino Dorisia. La sinonimia de la especie nombrada es la siguiente : Fidicina bonacrensis Berg, An. Soc, Cient, Arg., VI, paginas 140 (1879, Hem trg.. páginas 208, 250 (1879); Dist., Caf. Hom., 1, página 94 (1906 Dorisia bonacrensis Delg., Mon. Cicad. Arg. (a publicarse Patria: América Meridional (Argentina, Brasil, Bolivia 2) Esta serie de anomalías, según la terminología anterior, debería llamarse Heteroreticelos Bieno, Hemiptera argentina, página 206 1570 LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS y Tegminibus areis apicalibus novem areaque ulnari media cellula acce- soria instructis (an anomalía ?). Habiendo tenido oportunidad, gracias a la amabilidad del doctor don Carlos Bruch, de estudiar los ejempla- res típicos de esta especie, he podido observar, como lo menciona Berg. que las dos tegminas del individuo de referencia presentan, cada una, Fig. 9. — Quesada gigas (Ol) Dist una celdilla adicional tan igualmente desarrollada en los dos costa dos que sólo la comparación con formas normales puede hacer vel que dichas celdillas constituyen anomalías. Un macho de Quesada gigas (Ol.) Dist. (Tympanoterpes sibilatriz 3erg) (1), procedente de la provincia de Catamarca, posee anomalías (1) Esta especie ha dado lugar a la formación de un sinnúmero de sinonimias cuyas principales son : Cicada gigas Ol., Meth. V, página 750 (1790). Cicada triupsilon Walk., List. Hom., 1, página 103, 12 (1850). Cicada sonans Walk., loc. cit., página 104, 4. Cicada consonans Walk., loc. cit., página 106-7. Cicada grossa (nec. 1.) Stal, Rio Jan. Hem., 1, página 19 (1858 Tympanoterpes sibilatrir Berg 8» Hem. Arg., páginas 210 (1879). Tympanoterpes gigas Dist., Biol. Centr. Amer. Hom., 1, página 14 (1581 Berg, Contr. Cic. Arg., página 43 (1882). Quesada gigas Dist., Ann. Mag. Nat. Hist. (7), XV, página 479 (1905), y Cat. Hom., 1, página 108 (1906). Patria : América Meridional (Zonas ecuatorial, tropical y subtropical). Esta especie, llamada vulgarmente «Coyuyo», constituye uno de los rasgos 40 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que, como en el caso anterior, se repiten en ambos costados del individuo (fig. 9). La tegmina derecha posee, en la parte superior de la primera celdilla cubital, una nervadura transversal anormal, la eval, con la ayuda de las nervaduras transversales de la primera y segunda celdillas apicales, limita una celdilla adicional. La ner- vadura transversal de la primera celdilla apical del ala izquierda, en vez de ser recta, se bifurca hacia el medio y de esa bifurcación nace una nervadura anormal, la cual encorvándose hacia arriba forma más característicos de la fauna entomológica del norte argentino; por lo tanto no ereo del todo inútil dar aquí algunos detalles sobre esta cigarra: «He llamado a mi especie, dice Berg, Tympanoterpes sibilatrir (sinonimia de Q. gigas), la ehicharra silbadora, en vista del sonido agudo y recio que produce, y que de lejos se distingne apenas del silbido de una locomotora o de un vapor. En las provincias del norte recibe el nombre quiehua de «Coyuyo». Los indios chiriguanos llaman esta ehicharra «ñaquiva guasu». En lo que se refiere a las costambres y canto del Coyuyo, el doctor Miguel Li- lo ha tenido la gentileza de comunicarme sus observaciones personales: « El Coyuyo aparece, dice el doctor Lillo (in litt.), en los años normales, a mediados de noviembre para desaparecer en la primera quincena de enero; en el actual verano (1916-1917) ambas fechas se han retrasado unas dos semanas, debido a la sequía. Sólo un año (1913) he oído, aunque raramente, el canto del coyuyo en abril. «El canto se oye invariablemente en las horas de la salida y puesta del sol, 5 a.m. y 7 pom. (diciembre); es también frecuente oír el coyuyo en otras horas, l0 a.m. y 2 p. m.; en las épocas calurosas, hasta en las noches de luna resuena el sonido inconfundible de esta especie de cigarra. » El canto del eoyuyo que se oye a horas determinadas es muy eurioso por la fijeza con la enal se prodnee. La primera vez que oí su silbido fué durante una exenrsión en la provincia de Toeumán y cada vez era una sorpresa mía el ruído producido. Enlas regiones tropicales que he visitado (Acre, Chaco boliviano. ete.) donde esta especie se enenentra en enormes cantidades, el ruído que produce, en ciertas horas, es formidable. Una noche de Inna (mes de noviembre de 1917) a orillas del río Guapay, cerca de Abapo (Chaco boliviano), donde tuve que acampar, los árboles se hallaban eubiertos por cigarras de dos especios (Quesada gigas y Fidicina opalina) que cantaban. Del ruído discordante producido por este canto se elevaba, a intervalos nniformes, un silbido portentoso producido por centenares de machos de Coyuyos, hasta que, desaparecida la luna, todo en- tró en silencio. Aunque ciertos actos fisiológicos puedan explicar esta periodici- dad del canto, desconocida en las otras especies, interesante sería seguir en todo «n proceso el mecanismo que impulsa alos coyuyos a esta uniformidad. Cuentan varios autores, Nino y Thonuars, que los indios chiriguanos se alimen- tan, a veces, de cigarras, No he observado esta costumbre, pero voy a relatar un hecho que, según ereo, sólo puede explicarse por ella : Un día de noviembre de 1917, en las lomerías de Camiri (camino que va desde > LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 41 una celdillita adicional. El ala derecha no presenta esa nervadura tan acentuadamente bifurcada: del medio de esa nervadura nace otra pequena, la cual, sin encorvarse como en el ala izquierda, termina bruscamente no llegando a formar una celdillita completa. Estas ner- vaduras transversales presentan, sin ninguna duda, en las dos alas, la misma orientación de variabilidad. Al lado de estas anomalías simétricamente desarrolladas, existe un sinnúmero de individuos que presentan anomalías de un solo costado o, a veces, éstas son diferentes en ambos costados. Una hembra de Dorisia bonaerensis (Berg) (Fidicina bonaerensis (Berg), procedente de la provincia de Tucumán, posee las dos tegmi- nas con caracteres anormales: lategmina derecha posee en la base de Santa Cruz de la Sierra a Lagunillas Bolivia), cerca del río de Parapeti, en cuyos alrededores existen numerosas tolderías de chiriguanos, donde me había detenido para hacer algunas observaciones, eruzó por el camino una recua de asnos conducida por ehiriguanos. Cuando emprendí de nuevo la marcha recogí en el suelo varias cigarras (Quesada gigas y Fidicina opalina), algunas vivas y otras recién muertas, que sólo tenían el antecuerpo, faltándoles el abdomen. No me pude explicar, por algún tiempo, este hecho, pero al leer los relatos citados comprendí que los indios que me precedían habían cazado los ejemplares de ci- garras que observaba y habiéndoles arrancado la parte comestible arrojaron los restos que para ellos no tenían uso. Esta costumbre de alimentarse de ciertas especies de hexápodos, que para nosotros los blaneos parece repugnante, es comparable a la práctica de ciertas tribus árabes (Túnez, Argelia, ete.), cuando las invasiones de langosta son numerosas, de arrancar el abdomen de estas últi- mas y chupar las vísce Cerca de Villamontes, a orillas del rio Pilcomayo, donde existen tolderías de Matacos, Tobas y Chiriguanos, he oído numerosos re- latos sobre la costumbre que tienen estos indios de hacer provisiones de langos- tas y cigarras para, después de secas, desmenuzarlas y alimentarse con ellas. El misionero de Nino relata que cuando, en tiempo de carestía, los indios usan estos comestibles en abundancia, la disentería se declara entre ellos haciendo numerosas víctimas. S La hembra de esta especie se distingue del otro sexo, a más de los caracteres sexuales comunes a todas las formas, por la cara ventral del abdomen, la cual con profundos surcos laterales formados, en los machos, por los segmentos dor- sales que se prolongan, en los costados, hacia abajo, no presenta, en las hembras estos caracteres tan profundamente. marcados. El gran desarrollo de los opérenlos, en las hembras, euyo órgano musical no se halla en condiciones de producir sonidos, me parece ser la persistencia de un antigno estado de cosas que existía en cierta época en la cual los dos sexos ean- taban. La repartición geográfica de Q. gigas, en la Argentina, afecta la forma de una cuña que, viniendo de las regiones tropicales americanas, se extiende sobre las regiones del norte. 42 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la cuarta celdilla apical, una celdillita adicional y la izquierda pre- senta, en la base de la tercera apical, otra celdillita accesoria. Estas dos celdillitas adicionales se hallan limitadas por nervaduras anor- males que eruzan las celdillas apicales nombradas. Un macho de Fidicina opalina Germ. (1), procedente de la provin- cia de Córdoba, posee la sexta nervadura apical desdoblada y ese desdoblamiento limita una celdillita adicional (fig. 10). De la base de la sexta celdilla apical de la misma ala se desprende una nervadura anormal que limita otra celdilla apical adicional. Fig. 10, — Fidicina opalina Germ. * Las anomalías más importantes y más interesantes son. sin duda, aquellas observadas sobre individuos que las presentan simétrica- mente desarrolladas, es decir, enyas dos tegminas o alas presentan los mismos elementos. Estos individuos muestran la orientación del esfuerzo de caracte- res especificos, todavia no fijados, hacia una estabilización distinta de la que actualmente domina o que, al contrario, son el residuo de un equilibrio anterior no vencido del todo, ly) La sinonimia de esta especie es la siguiente: Cicada opalina Germ.,, Thon., Ent. Arch., 11 (2), página 5 (15350), y Silb., Ker. Ent., página 57 (3) (1834); Burm., /Handb., 1 (1), página 183 (1835). Fidicina opalina Am. et Serv,, Hem., página 472, 2 (1843); Walk, List, Hom., 1, págiva $9 (1850); Berg, Hem. Arg., pagina 248 (1879) ; Dist,, Cat. Hom., Y, página 94 (1906). Fidicina pocochlora WaWk., Inx. Saund. Hom., página S (1858). Patria: América Meridional (Argentina, Brasil, Bolivia). LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 43 Al final del párrafo anterior dejo entrever que las anomalías alares delos cicádidos pueden considerarse como una reversión o atavismo. En efecto, al querer explicar éstas, no veo otro camino que compa- rarlas a los fenómenos teratológicos observados en otros grupos Zo0- lógicos e interpretados como reversiones hacia un tipo ancestral (ata- vismo teratológico) (1). En el grupo que me ocupa estas reversiones, o atavismo alar, me aparecen como estableciendo transiciones entre las diversas series normales que he establecido. Los individuos cuyas tegminas presentan en sus nervaduras un ordenamiento distinto, sin aumento o supresión, al plan específico (segunda serie de anomalías) dan argumentos para creer que este plan no es estable y hacen ver, como ya he dicho, la importancia muy relativa de las divisiones genéricas y específicas basadas sólo en ca- racteres alares. Los casos de supresión de nervaduras en el plan específico (prime- ra serie de anomalías) pueden interpretarse como un lazo de unión entre los octicelos y los parocelos (2). El aumento de nervaduras (tercer grupo de anomalías), cono sin formación de celdillas adicionales, demuestra una tendencia hacia una reticulación mayor que la presentada por el plan especifico y esa ten- dencia puede considerarse como transición entre los octicelos y los reticelos. Al considerar las anomalías alares como puntos de transición entre las series normales, tengo que aceptar como consecuencia de este en 'adenamiento la suposición de un tipo primitivo que. por evoluciones distintas, dió nacimiento a estas series. Consideraciones paleontológicas pueden dar, a condición de fijar también la atención sobre el hecho de que la mayoría de las anoma- lías tienden a modificar el plan específico hacia un aumento de ner- raduras o, en otras palabras, hacia una reticulación mayor, bases para hallar o, a lo menos, para suponer enál era esa forma o tipo pri- mitivo. El más antiguo resto fósil de hexápodo, conocido actualmente, es (1) Sobre el rol biológico de estas reversiones ancestrales, llamadas también atavismo teratológico, se puede consultar, para mayores detalles : DrLaGE, Yvrs, L*hérédité et les grands problemes de la biologie générale (2% édi- tion), page 262, Paris, 1903. (2) Para estas conclusiones es necesario tener presente que todos los casos de anomalías descritos anteriormente fueron observados sobre especies del grupo de los octicelos (homocticelos). 44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA una ala hallada en el Silúvico y descrita, por Brongniart, bajo el nombre de Palacoblattina Dourillei (1). Este fósil, de dudosa posición sistemática, colocado por su antigiiedad al pie del árbol filogenético de los insectos, constituye el punto de partida para buscar las afini- dades de los diferentes órdenes de hexápodos. Desde la Palacoblattina Pourillei, de estructura reticulada (fig. 11) sin uniones o anñastomo- sis formando celdillas, se puede trazar dos direc- ciones divergentes yendo una hacia el orden de in- sectos fósiles Orthopte- roidea y la otra hacia el grupo extinguido de los Neuropteroidea. Los Orthopteroideaapa- recen durante la époc: paleozoica, en el devóni- co, presentando su mayor Fig. 11. Palacoblattina Douvillei Brongt. * (Silúrico medio) desarrollo en el carboni- fero, para desaparecer en los primeros tiempos del mesozoico (triásico). Este orden, en el cual puede verse el principio de la división que actualmente se observa en- tre los ortópteros o sea ortópteros saltadores (Naltatoria) y ortópteros corredores (Cursoria), se halla representado en los estratos geoló- gieos por restos consistentes, en su mayoría, en alas más 0 menos re- tienladas, entre las cuales algunas poseen nervaduras con rudimentos de uniones por anastomosis que forman celdillas rudimentarias. Al desaparecer, los Orthopteroidea evolucionaron hacia los órdenes actuales de insectos masticadores : Orthoptera y Coleoptera. Los restos de ortópteros se encuentran, en gran cantidad, dentro (y Varios paleontólogos, al estudiar los restos fósiles de hexápodos, no admiten los Orthopteroidea, Neuropteroidea, Hemipteroidea, Coleopteroidea y los Palacoblatti- na, sobre los enales me baso en estas consideraciones paleontológicas, sino que los incluyen en los órdenes actuales de insectos o les dan un valor distinto del que Sendder los atribuye, sirviéndome este último autor de guía en mi exposi- ción. Pero al estudiar, con sano eriterio evolutivo, la filogenia de Jos articulados, la existencia de estos órdenes fósiles aparece como necesaria para explicar las afinidades de los diversos grupos. Goldenberg reune estos órdenes en ano solo que denomina Palacodictyoptera. LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 45 de casi todos los pisos del mesozoico. En aquellos tiempos geológicos este orden tenía un gran desarrollo mientras, actualmente, aparece como encaminado hacia una desaparición. Casi todas, para no deeh todas, las familias de ortópteros poseen representantes fósiles y en el liásico se encuentran restos de forfículas consideradas, por algunos autores modernos, como un orden distinto: Permaptera (1). En los ortópteros se ve la persistencia de las alas membranosas de los Orthopteroidea, pero en los coleópteros se observa una diferen- ciación alar sumamente pronunciada: las alas membranosas del pri mer par ceden su lugar a órganos de gran consistencia (élitros). Este :ambio de composición o mejor dicho de textura aparece de repente en la escala evolutiva, pero, sin embargo, debió hacerse paulatina- mente pasando por toda una serie de estados intermedios de los cua- les quizá se encuentren, alguna vez, restos fósiles y cuya persisten cia quiero ver en los caracteres alares de los Dermaptera. Los coleópteros (2) cuyas principales familias se encuentran re- presentadas al estado fósil, aparecen en los primeros tiempos de la era mesozoica (triásico) adquiriendo, poco a poco, mayor desarrollo para alcanzar, en el terciario, una gran distribución, que culmina en el cuaternario. Los coleópteros dieron nacimiento, por regresión pa- rasitaria, a los estrepsipteros. Siguiendo al Palaeoblattina y contraponiéndose a los Orthopteroidea, se encuentran los ya nombrados Neuropteroidea. Este orden, lo mis- mo que los Orthopteroidea, se conoce por una serie de alas de estrue- tura reticulada, entre las cuales se encuentran aleunas con nervadu- ás bifurcadas, cuyas uniones forman celdillas rudimentarias. Los Neuropteroidea aparecen en el devónico para desaparecer al fin del paleozoico. En la época de su mayor desarrollo (carbonifero dieron nacimiento a una rama divergente cuyo fin fueron los Hemipte- roidea y, en el momento de su desaparición, evolucionaron hacia los Neuroptera. Al evolucionar morfológicamente hacia los neurópteros. los New- ropteroidea debieron, lo mismo que los Orthopteroidea al encaminarse (1) En este resumen paleontológico, al hablar de los órdenes actuales de he- xápodos, considero la composición de aquellos en el sentido más amplio, es de- cir, no tomo en cuenta el sinnúmero de subdivisiones hechas por algunos autores modernos en ellos. (2) La mayor parte de los restos fósiles clasificados, por algunos autores, como formando el orden de los Coleopteroidea. son samamente dudosos, tanto en su com- posición como en su elasificación. 46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA hacia los coleópteros, adquirir metamorfosis holometabólicas (1). Pero la evolución no fué uniforme: mientras una parte del orden se orien- taba hacia la formación de los insectos holometabólicos actuales con alas membranosas, otra parte evolucionaba, sin perder la paurome- tabolia (2) ancestral, pero con la misma orientación morfológica, ha- cia los pseudo-neurópteros actuales. El principio de la edad mesozoica vió la aparición de los neuróp- teros verdaderos (holometabólicos) y de los pseudo-neurópteros (pau- rometabólicos). Estos órdenes, considerados actualmente como sub- órdenes, adquirieron casi en seguida de su aparición, un gran des- arrollo para conservarlo hasta la era terciaria, en la cual se nota 12 Futgorina Ebersi Dohwn */, (Proto Homoptera), Pérmico de la cuenca del Sarre cierta decadencia proseguida en el cuaternario. Los neurópteros ver- daderos dieron nacimiento, como ya he dicho, durante las edades liásica y jurásica, a Jos órdenes de insectos holometaboólicos con alas membranosas : Diptera, Lepidoptera e Hymenoptera. Mientras que los dipteros e himenópteros aparecen en el liásico, sólo desde el jurásico se encuentran restos de lepidópteros. Deseribiré ahora el orden de insectos fósiles, Hemipteroidea, más interesante para la biología general de los homópteros. Los Hemipte- roídea derivan de los Neuropteroidea. Las pocas especies de este orden presentan la misma división que la observada actualmente en los hemipteros : unas poseen alas anteriores completamente membrano- 1) Llámase metamorfosis holometabólicas a las denominadas comúnmente me- tamorfosis completas. 2) Llámase metamorfosis paurometabólicas a las denominadas comúnmente metamorfosis incompletas, LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 47 sas (tegminas) y otras tienen estos mismos órganos compuestos de partes diferentes (hemiélitros). Estas formas que pueden llamarse Proto-Homoptera y Proto-Heteroptera aparecen respectivamente como los tipos ancestrales de los Homoptera y Heteroptera actuales (fig. 12 y Fig. 13.— Phtanocoris occidentalis Seudd. (Proto-Heteróptero) */,. Carbonifero del Missouri 15). Puede ser, y lo ereo, que su aparición fué independiente una de otra, debiéndose, por lo tanto, considerarlos homópteros y heterópteros como órdenes distintos y no como subdivisiones de un mismo orden. Pero lo más interesante aquí es la composición alar de los Hemip- teroidea considerados como los antecesores de los homópteros o sea los Proto-Homoptera. Estos hexápodos poseen un sistema alar corres- pondiente a la descripción, dada anteriormente, de las tegminas y alas : tienen una estruc- tura- reticulada parecida ===> a la observada en varios E grupos actuales de homóp- 7 teros (fig. 12 y 14). Sólo en los últimos tien:- pos de la era paleozoica se encuentran restos de Fig . 14. — Palaeontina oolitica Butl. (Cicadidae Hemipteroidea cuyas es- volítico inf. Oxfordshive pecies nunca alcanzaron gran desarrollo. Desde el principio del mesozoico se encuentran repre- sentantes de casi todas las familias actuales de homópteros y hete- rópteros, pero, mientras que en esta era, estos grupos aparecen con un gran desarrollo, en el terciario sufren un retroceso que va en aumento en el cuaternario. Los heterópteros actuales son paurometabólicos y dieron, por re- gresión parasitaria, nacimiento a los Anoplura. Los homópteros nos hacen observar toda una escala de transición, la cual va desde la pau- Is ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA rometabolia tipica hasta una holometabolía perfecta. No me detendré, por el momento, en estos hechos, de los cuales me ocupo en otra parte, basándome sobre ellos para hallar algunos argumentos biológi- cos sobre la filogenia del grupo. Las consideraciones paleontológicas anteriores revelan que los ór- denes de hexápodos paurometabólicos presentan sa mayor desarrollo en la época mesozoica mientras, desde la terciaria, marcan cierto em- pobrecimiento que se acentúa en la contemporánea; los holometabó- licos, escasos en el mesozoico, adquieren en el terciario mayor des- arrollo, el cual va magnificándose en el cuaternario. Estos hechos permiten inferir que la holometabolia presenta un grado superior de evolución que la paurometabolía y, sin embargo, como se ve al estudiar la biología de los homópteros, existen al- enmmas especies que poseen una holometabohia adquirida por degra- daciones parasitarias. El resumen de las consideraciones anteriores y las afinidades de los hexápodos que se desprenden de los hechos paleontológicos ex- puestos anteriormente, pueden representarse con los diagramas si- enientes: Paleozoico Mesozoico — => | A PA E Ó extinguidos y actuales slglelel.lalg ls dB IN O II IC 1 E 1 O [E A E E E le ll li Ordenes extinguidos Palacoblattina - | cu Orthopteroidea o — aa —— — Neuropteroidea a — nn — y Proto-Homoptera os pas, Hemipteroidea / Proto-Heteroptera ; _— Ordenes actuales Orthoptera , ne... O e A A rs. ceo y Psendo-Nenroptera,...... A Nenropera / Nenroptera vera. .... 2 es DA A o. y Homoptera . ; CO | ce | E | cs | cra. ara ic / Heteroptera, ........om a e — — Coleoptera .. AAA ns sw 0 Diptera ; al e O E E pz Lepidoptera . . ; 2 O A Hwymenoptera , AO o -—— KK o ORDENES EXTINGUIDOS (FOSILES) ORDENES ACTUALES SOJMOBVLINOT1OH SOOUODAVX3IH E 0 (BI3ARI91d01MIN 75 SOJTOBYIINOBNVA SODOAVXJH esJnubSAy; 3Ppriunmio P3DIOJ31d MIN AN "eL To TRANS IILOPLIN/I Ñ 3910DPI7 L DPEIOVELJUIAL 50/8% ejardoJnan OpNas4 ensesed Pra10006 PJa1d0WO0H pj3100J1313H SOJNOBVYLIWOT0H SODOAVX3IH ps Ppode JÁ (52. eJardewJao pya100uawAH esardopiaa7 SOINOBVLINOTIOH SONOOAVX3H (2308219774194), SO79INOB8VLIINOYNVA SOUOAVXIH eJa100y1JO eJa/003/0) [=] D o m z m n m x a] ES La) l= [=) o n 5 o 14) r m [2,) o D E) m z m n » (5) - c > F m Mm SOJINOBWLIWOT1OH SO0Q0AVX3H 1001 T, LXXXV ARG. SOC. CIENT AN. 50 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Resumiendo y ampliando lo dicho: la base del árbol filogenético de los hexápodos se halla ocupada por los tisanuros (1); siguiendo esta base, se encuentra la Palacoblattina, que dió nacimiento a los Or- thoptervidea y Neuropteroidea; los primeros evolucionaron hacia los or- tópteros y coleópteros, pero, mientras estos órdenes aparecen como sufriendo una pausa en su evolución, los Neuropteroidea daban naci- miento a los Hemipteroidea y se orientaban hacia los otros órdenes de insectos con alas membranosas. Los hemípteros son, pues, descen- dientes, en forma más o menos directa, de los neurópteros cuyas alas son netamente reticuladas. Si, apoyándome en estas consideraciones paleontológicas, admito, como ya lo he hecho, que las anomalías alares (cuya mayoría se orien- ta hacia una reticulación mayor que la presentada por los planos especificos) son reversiones hacia un tipo ancestral, me veo inducido a considerar la forma primitiva de los cicádidos (Cicadidae) como re- tieulada y a colocar, por consiguiente, los reticelos al pie del árbol filogenético de la familia. Entonces puedo, clasificando los parocelos, (1) Zittel en su Tratado de Paleontología (Traité de paléontologie, t. 11, 1887), al tratar de la filogenia de los insectos, dice : «La historia del desarrollo de los insectos, tal como se desprende de los estadios paleontológicos, no remonta hasta los hexápodos ápodos como lo admite la mayor parte de los biólogos que se han venpado de esta cuestión desde el punto de vista especulativo, apoyándose exclu- sivamente en observaciones hechas sobre insectos vivos. Los insectos más anti- guos, Palacodictyoptera, constituían más bien tipos sintéticos con euatro alas ignales entre sí, membranosas, de nervaduras sencillas. Las metamorfosis eran incompletas; los jóvenes se despojaban de la membrana del huevo en el estado áptero, es cierto, pero poseían ya la forma de sus antecesores y no necesitaban un largo período de reposo para adquirir los órganos de vuelo». No me detendré a analizar este juicio, basado únicamente en especies fósiles y desechando todo lo que pueda deducirse de los estudios anatómicos, embriológi- eos, ete., y sin evidar que algunos eslabones de transición pueden haber y han probablemente desaparecido por completo o no se han encontrado todavía. Me li- mitaré sólo a hacer resaltar su desacuerdo con las leyes fundamentales de la on- togenia, Jas enales consideran el tipo primitivo de los artrópodos (podozoon) como: representado actualmente por embriones en vías de formar sus primeros apéndices, Los miembros de este tipo no se diferencian entre sí y dan por transformaciones las tres series observables en el grupo de los artrópodos o sea: los áceros, por el cambio de los miembros anteriores en piezas masticadoras ; los díceros por la conversión en antenas del par anterior; y los crustáceos, por la transformación en antenas de los miembros de los dos primeros pares. Roule ha basado sobre estos hechos un enadro de afinidades de los artrópodos enyo primer eslabón, para los hexápodos, se halla formado, como en el anterior, por los tisanuros, insectos áp- teros y ametabólicos. : LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 31 no como una forma más evolucionada que los octicelos, sino, como se desprende del plan,específico de las tegminas de los primeros (1), co- mo una forma aberrante de éstos, trazar el diagrama filogenético si- guiente: OCTICELOS PAROCELOS RETICELOS Comstock (2), al estudiar las transformaciones de las alas en las ninfas y en los adultos, representa el tipo primitivo de éstas como un órgano de estructura reticulada en el cual las principales nervadu- (1) Ver la descripción, ya dada, de las tegminas de Derotettiz mendosensis Berg. (2) Comstock, Jony HENRY, The wings of insects (Ithaca, New York, 1918). 52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA » ras se subdividen hacia la parte apical, sin llegar a formar celdillas. Interesante es hacer resaltar la similitud de los rgsultados ovtenidos por Comstock, observando las transformaciones sufridas por los órga- nos alares en ninfas y adultos. y los deducidos por mi basándome, para ello, en caracteres anormales y en hechos paleontológicos. Los catálogos de homópteros demuestran que las especies de reti- celos existentes fuera del Viejo Mundo son sumamente escasas. Esta observación, de carácter geográfico, es interesante, pues, al admitir la forma primitiva (tipo ancestral) de la familia de los cicádidos (Ci cadidae) como retienlada, se puede considerar, con alguna probabili- dad, el Viejo Mundo como cuna de aquélla, La parte oriental del Viejo Mundo, en particular Malasia y Aus- tralia, posee mayor número de formas (1) que las otras regiones del lobo, abundando entre ésas los reticelos y las especies cuyas hem- bras presentan parte del órgano musical casi con el mismo desarrollo que en los machos. La distribución geográfica de esas formas reticu- ladas y poco evolucionadas permite limitar, en el Viejo Mundo, una región más o menos extensa, que, en cierta época, constituyó el centro de propagación o de irradiación de los cicádidos (Cicadidae). La América Septentrional, el norte y oeste de la Meridional, asi como la América Central, poseen representantes de grupos de cicádi- dos euya distribución geográfica abarca también algunas partes del Viejo Mundo mientras la parte sudeste de la Meridional, especial- mente la Argentina, posee géneros, en su mayor parte, genuinamente americanos (2). Estos grupos se pueden considerar como jalones que indican el camino por donde los eicádidos (Cicadidae) debieron Negar ala América Meridional. Para trazar hipotéticamente las orientaciones de este camino es necesario hacer intervenir factores geológicos, paleontológicos, bio- lógicos, ete. Desgraciadamente la mayor parte de éstos no han sido todavía estudiados desde el punto de vista entomológico, lo que im- pide ocuparse de ellos con detención. (1) Esto no quiere decir que sea la parte del mundo donde existe mayor nú- mero de especies. Pero sí es la región en la cual, a diferencia de otras que con abundantes especies poseen pocos tipos distintos, presenta una gran variedad de estos últimos, desconocidos en otras partes, (2) Esta misma distribución geográfica de ciertos «tipos» puede observarse en varios otros grupos, botánicos y zoológicos, Tal similitud en la repartición geo- gráfica de familias distintas hace ver que aquel hecho obedece a fenómenos ge- nerales que interesaron la propagación de todos los seres organizados. LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 33 Quizá bajo la influencia de factores no conocidos, pero comparables a los que actualmente impulsan a la devastadora langosta a recorrer grandes distancias, ciertas especies «australianas» o «malásicas» de cicádidos hayan emprendido migraciones hacia la América del Nor- te (1). Estas migraciones en aquel eran recorrido, permitido por el po- tente vuelo de las cigarras, poblaron a su paso las Islas del Pacífico, que se transformaron a su vez en centros de propagación, los cuales, bajo condiciones propias, encaminaron la evolución de cada uno hacia una orientación diferente. Así puede explicarse el hecho de que gé- neros con caracteres aberrantes tengan, en las islas oceánicas, una distribución muy limitada (2). Las especies migratorias, atravesa- do el Pacífico, llegaron a la América Septentrional y escurriéndose poco a poco, ya en evolución, formaron a su paso focos regionales de propagación a través de la América Central llegando a la Meri- dional. Esta explicación, basada en la intervención de fenómenos contem- poráneos que obraron en época más o menos lejana de nosotros, me parece demasiado sencilla, pues deja en olvido toda una serie de he- chos cuya acción interesa la distribución actual de los seres organi- zados. Sin embargo, como se verá más adelante, ciertos fenómenos actuales permiten estudiar objetivamente las condiciones biológicas que debieron imperar en varias épocas geológicas. Puede ser que estas supuestas migraciones de cicádidos se hayan hecho paulatinamente a través del continente que alguna vez exis- tiera entre las Américas y el Asia (3). En este caso se puede explicar el hecho de que algunas islas del Pacífico tengan géneros de distribu- (1) Ver más adelante lo referente a la distribución geográfica de la división Tettigadesaria Dist., de la subfamilia de los Tibicinos (Tibicinae Dist.). (2) Es necesario recordar aquí que el carácter de las faunas insulares no permite, actualmente, asegurar que las islas constituyeron alguna vez centros activos de propagación cuyo modo de acción fuera el vuelo. En efecto, si se es- tudia las faunas de estas regiones se nota, como regla común, que los seres ala- dos tienen los órganos alares menos desarrollados que sus congéneres de los con- tinentes. Este hecho puede explicarse por las condiciones de vida existentes en la mayor parte de las islas, las cuales, restringiendo el empleo del vuelo a gran distancia, adaptan los citados órganos a estas condiciones. (3) Al considerar que los mismos fenómenos intervinieron en la propagación de animales y plantas, se puede creer que esta última suposición de migracio- nes a través de un continente geológico tiene más bases de apoyo que la ex- puesta anteriormente. 54 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ción limitada por haberse guarecido ciertas especies, en la época del hundimiento de dicho continente, en los elevados puntos que luego formaron las islas actuales. Desde el punto de vista en que me coloco en este trabajo, no se puede trazar limites precisos entre los fenómenos que intervinie- ron en la propagación de los cicádidos todavía existentes y estos mismos que han desaparecido. Como ya he dicho, creo, con varios autores (1), que el estudio de los fenómenos meteorológicos actuales y de sus consecuencias pueden ayudar a reconstituir, a lo menos en parte, las condiciones biológicas resultantes de los climas que rigie- ron grandes comarcas en distintas épocas geológicas. Oustalet, ocupándose de las cuencas del Loire y del Allier duran- te la época aquitaniana, las describe más o menos del siguiente modo : Estas cuencas se hallaban ocupadas, en su casi totalidad, por dos ríos cuyas direcciones eran aproximadamente las mismas que las del Loire y del Allier actuales, Pero el régimen de estos cursos de agua era distinto al que se observa hoy día en los ríos citados. La pequeña pen- diente del lecho y el gran caudal de agua arrastrado los hacía apare- cer como verdaderos lagos. En la estación de las lluvias estos ríos des- bordaban, lo que formaba, en los bajos niveles y otras depresiones, lagunas y pantanos que desaparecían en la estación seca. Este aporte de agua y su evaporación establecían, en algunos lugares, cierto ritmo en la sucesión de humedad y sequía. La alternancia de hu- medad y sequía, unida a la temperatura reinante, tenía por conse- enencia una gran exuberancia de la vegetación y siguiendo ésta se podía observar un desarrollo portentoso de los seres que viven a fa- vor de ella, destacándose entre ellos los coleópteros fitófagos y los tipularios Horícolas. Después de haber descrito este clima del principio del mioceno, Oustalet lo compara con el existente en nuestros días en la cuenca amazónica, Habiendo estudiado parte de esta última cuenca voy deseribir detalladamente a continuación, ayudándome para ello de un trabajo que tengo en preparación (2), las condiciones biológicas (1) Ver OUSTALEE, Rechercher sur les insectos Fossiles des terrains tertiaires de la France, Paris, 1874. (2) Luts E, Denéraso, Contribución al estudio de la zoogeografía argentina (Ba- ses para el establecimiento de las provincias entomológicas argentinas). (En pre- pauracion,) Li deseripeión de los Campos de Mojos que va a continnación ha sido ya pu- LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 535 reinantes en los lugares que he visitado y que son la consecuencia del modo de obrar de los mismos factores meteorológicos cuya inter- vención, en el clima miocénico descrito, tuvo por resultado la exis- tencia de abundantes hexápodos. El oriente de Bolivia, es decir el Chaco boliviano y el Acre, se halla regido por dos climas distintos: uno reinante al sur de Santa Oruz de la Sierra y el otro al norte de esta ciudad. El primero de esos climas o «clima chaqueño» se extiende sobre territorios formando parte de la gran región que, bajo diversos nom- bres, comprende la extremidad norte de la Argentina, el oeste del Paraguay, el sur del Brasil y de Bolivia. Este clima se caracteriza por una sequedad relativa, explicable por la pobreza del sistema lhi- drográfico; esa sequedad se traduce por el aspecto de la vegetación que, si bien presenta una gran variedad de especies, posee sólo plan- tas de porte mediano. El clima chaqueño reina sobre una parte del Norte argentino y ob- servaciones continuas, efectuadas durante varios años seguidos en estas regiones, han establecido, con toda elaridad, el régimen de éste. No es del todo inútil resumir las observaciones hechas en lm- barcación (1), punto situado en las proximidades del rio Bermejo, las que muestran los principales caracteres del clima que me ocupa. Las curvas calculadas para el clima chaqueño sobre las observacio- nes antedichas, permiten comparar directamente la cantidad y fre- cuencia de las lluvias en los dos climas existentes en el Oriente boli- viano. blicada en el informe sobre las invasiones «trinitarias» de langosta presentado al Ministerio de Agricultura de la Nación en el año 1918. (Ver C. Lizek y L. DELÉTANG, Expedición al Chaco boliviano, ete., Buenos Aires, 1919.) (1) Para mayores detalles consultar las publicaciones del Servicio meteoroló= gico argentino del Ministerio de Agrienltura. 56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Resumen de las observaciones pluriométricas hechas en Embarcación (Salta) durante cinco años (1908-1912) por la Oficina meteoro- lógica argentina del Ministerio de Agricultura. A AS Du 1 1 Febrero ..:..... 6 | 155 [| AEOSMO 0 |] Ú MARZO 20 elo 18 151 Septiembre .... 1 5 Al 1452 31 || Octubre....... 3 20 MAYO 200 1 3 || Noviembre... 5 59 Tai Se o | 0llDiciembre..... e 05 Promedio aa aaa | 39 653 Al norte de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, coincidiendo con el cambio de vegetación, el elima se transforma y su régimen es completamente distinto al chaqueño. Este clima, que llamaré « clima mojeño», puede considerarse como el límite meridional del clima ama- zónico, del cual es parte integrante, y se define por una sucesión de periodos de humedad y de sequedad cuya descripción daré después de haber resamido brevemente la topografía de estos lugares. Bajo este elima ciertos fenómenos meteorológicos actúan en una escala desconocida en otras partes y sus consecuencias biológicas pueden observarse bajo un aspecto sumamente característico. Al norte de Santa Cruz de la Sierra, es decir separando los dos elimas citados, extiéndese, formando el límite entre la región cha- queña y la cuenca amazónica, una ancha faja de selva tropical (Mon- te Grande). Atravesando esta selva, denominada Monte Grande, por el camino de Quebrada Blanca, se desemboca frente al macizo de Guarayos; alos horizontes limitados del bosque sucede un paisaje montañoso enteramente eubierto de palmeras, entre las cuales se divisan algunos «potreros naturales» formados por una sábana de hierbas más o menos altas. Este macizo, compuesto de una serie de sierras parale- las entre las cuales existen numerosas quebradas, leva una diree- ción general este-noroeste. Estas alturas nacen a orillas del río Pa- raguay, en las cercanias de la ciudad de Corumbá. La primera parte, lNamada macizo Chignitano, arranea de este último punto y se compo- LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS a =] CLIMA CHAQUEÑO (EMBARCACION: PROV: DE SALTA) PROMEDIO MENSUAL DE LOS DIAS DE LLUVIA MEDIO DE DIAS FEBRERO SETIEMBRE o-v.u+ua y 0 JN*meoio De Dias. O -Nn040A40 o Jm PROMEDIO MENSUAL DE LLUVIAS EDIA Ena! CANTIDAD CANTIDAD NOTA: La escala ene 07 y 57 es exagerada (3/1) Gráfico I DNS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ne de pequeñas colinas entre las cuales corre el camino que va desde Puerto Suárez hasta San José de Chiquitos. Siguiendo el macizo Chiquitano que aumenta paulatinamente de altitud hasta alcanzar como máximo 1200 metros, encuéntrase el ya nombrado macizo de Guarayos que va a perderse en los «Campos de Mojos». Estos campos se extienden por el oeste hasta el macizo andino; por el este, después del macizo de Guarayos, limitan con los contrafuertes del sistema orográfico brasileño propiamente dicho, representado en estos lugares por la sierra Dos Parecis; por el norte su límite se halla for- mado por el río Madeira, en cuyas cercanías principia la región de la la goma. Numerosos ríos caudalosos, todos amazónicos, cruzan, for- mando una caprichosa red hidrográfica, estos campos : entre ellos merecen citarse el Mamoré, el Ttonamas, el Baures, el Paranagua, ete. . Pero lo más interesante de estos campos no es su topografía, sino las condiciones biológicas imperantes. El paisaje se resuelv e en una inmensa lHanura entrecortada por manchas de monte, «e "wriches» o lagunas. Estas manchas de monte, más o menos extensas, se hallan formadas por los mismos vegetales existentes en el macizo de Gua- rayos, es decir que su componente principal se halla constituido por palmeras de diversas especies. La llanura ocupada por estos campos, euya parte sur se halla enbierta por el Monte Grande, va bajando, poco a poco, desde los alrededores de la ciudad de Santa Cruz hasta los alrededores del río Ivari para, después, volverse a alzar y cobrar sa máximo de altitud en las inmediaciones del rio Madeira. Estas diferencias de niveles, repetidas de este a oeste, forman una especie de hoya en euyo fondo existen inmensos euriches muy raras veces secos del todo y de los enales nacen algunos arroyos, siendo el princi- pal de ellos el rio Ivari. Como ya se ha podido entrever cuando cité los dos climas reinan- tes en el oriente boliviano, las estaciones, en esta parte de la América del Sur, se combinan en dos períodos, casi iguales en duración: el de las lMuvias y el de la seca. El primero abarca desde el mes de noviem- bre hasta el mes de abril y el de la seca los meses restantes. Pero lo que más lama la atención en esos períodos es la exageración con la cual se manifiestan. En el período de las lluvias el agua caída llega a tener tal caudal que, en ciertos parajes, el campo se halla enbiert opor una capa líquida que, a veces, alcanza cincuenta centímetros y más de espesor, Estas inundaciones impiden el tránsito normal y se aumentan todavía de toda el agua que las «cachuelas » de 108 di- .”. LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 39 versos ríos no dejan pasar. A la llegada de la época seca, el agua se evapora paulatinamente dejando, en ciertos lugares, rastros de su paso, cuyas manifestaciones se resuelven en la formación de «curi- ches» y lagunas que también se evaporan cuando el período de seca se halla bien establecido; entonces, donde había exceso de agua el viajero y el morador de aquellos parajes deben, a veces, recorrer grandes distancias para encontrar el elemento indispensable. Tan grande contraste entre la humedad y la sequía se halla bien definido cuando se condensan eráficamente las observaciones meteo- rológicas efectuadas de un modo continuo en un lapso de tiempo más o menos largo. Pocas son las observaciones hechas en las partes centrales de la América Meridional, con suficiente eriterio cientifico que permita usarlas sin ningún temor. El doctor Luis Pesce ha podido realizar en la Quebrada del Carmen (La Merced, Chanchamayo, Perú), situada en el oriente de la hoya amazónica, una serie de observaciones que se extendieron por unos tres años (1896-1898). El clima amazónico, cuyo límite meridional puede observarse, como he dicho, en los campos de Mojos (clima mo- jeño) obra, en la región estudiada por Pesce, del mismo modo que el descrito anteriormente. Esa similitud entre las dos regiones citadas, Quebrada del Carmen (oriente amazónico) y Campos de Mojos (sur amazónico), me permiten transcribir aquí las observaciones hechas por Pesce (1) y los gráficos que he calculado sobre estas últimas. No creo necesario comentar las curvas obtenidas, pues ellas se ex- plican por sí solas y las observaciones resumidas no son suficiente- mente abundantes como para entresacar aleuna ley general. Pero sí. haré resaltar el hecho de que, al comparar el elima amazónico con el clima chaqueño, se observa que estos dos climas, diferentes en sus consecuencias biológicas, parecen obedecer a leyes idénticas que actúan con mayor o menor fuerza. (1) Luis Presce, Observaciones pluviométricas hechas en la Quebrada del Carmen (La Merced, Chanchamayo), en Boletín de la sociedad geográfica de Lima, años VII, páginas 120 y 478, y VII, página 478. 60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA CLIMA AMAZÓNICO (CANTIDAD DE LLUVIA) z : ? > 5 > 3 o S 7 o) | e de LA 450 Se a ARANA Er Pe Y Ja MES rá RRE LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 61 Resumen de las observaciones efectuadas por el doctor Luis Pesce en la (Juebrada del Carmen (Chanchamayo), Perú, y que sirvieron de base para calcular los cuadros titu- lados « Clima Amazónico ». Año 1896 E Meses 3 E E SE 22 ]|2 =D 5 a pS, | mio mn! mm ' mm nro Aa de 365 | 26 | 14,04 || 457 | 19 | 24,05|| 408 | 15,11 Febrero....... 152 | 21 |2247 || 399 | 20 | 19,95|| 547 | 24,86 MAZO et adan e 321 | 21 115,28 || 450 | 16 | 28,12 || 297 | 12,91 AAN s19 | 26 | 16,111] 412 | 19 | 21,68 || 417 18,95 MI dla 354 | 20 | 17,70 || 307 | 17 | 18,05|| 151 | 13,72 iO a > 57| 4 [14,251 225 | 13 |17,30|| 147 | 9 | 16,33 AAN 187 | 13 |14,/88| 150 | 83 |18,75|[ 98 | 11 | 8,90 AgOsÑtO ........ 195 | 12|16,15| 135 | 14 | 9,64|| 236 | 14 | 16,85 Septiembre ....| 243 17 | 14,29 | 350 16 21,87 || 106 12 8,83 Octubre....... 248 | 15 | 16,53 || 288 17 | 16,94 || 147 | 13 | 11,30 Noviembre.....| 401 | 20|20,05|| 234 | 11 | 21,27[| 279 | 16 | 17,43 Diciembre ..... 348 | 22 | 15.81 667 28 | 23,82 291 16 | 18,18 | 3610 | 217 [| «oa | 198 | 3124 | 196 Esa alternancia de excesiva humedad y de excesiva sequedad ha creado, en estas regiones, un ambiente especial cuyo ritmo se halla perturbado por los incendios provocados por los pobladores. En la época lluviosa o sea de mayor humedad correspondiente a los meses cálidos, la flora adquiere en los descampados, bajo la acción de estos factores, un desarrollo portentoso que caracteriza un tipo palu- dloso sumamente pronunciado y, siguiendo ésta, la fauna se halla tam- bién en plena vida viéndose por todas partes «enjambres» de coleóp- teros fitófagos, homópteros, dípteros, ete. En la época de seca las plantas de ambiente húmedo ceden su pues- to a otros vegetales adaptados a las nuevas condiciones. Los seres cuyo desarrollo se había efectuado bajo la protección de las primeras desaparecen o van a refugiarse en los montes vecinos o en las orillas de los víos y arroyos, los que siempre presentan, por la acción pro- tectora de los grandes vegetales o por el aporte continuo de hume- 62 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA CLIMA AMAZÓNICO (DIAS DE LLUVIA) > | < 2155 | | o (5-12). EME w Ñ 3 Z z o 5 = o E al a x x | poz 3 A] > [va z pa = | E pe > > Fr > uy o w < 5 = | 2 > (7) F o 2 0 E : = [A 7 S 2 a lí a 26 | ES | 2 ES a a E A E 2s| ] | | | | y | - 24| 4 J |- ANO 1896-| E E 24 23 LEA | ] | | pd —_423 221 j 1 j Ñ —- 217 DIAS DE lLLuvia=_ | | pa] 22 21 + ' AAA AAXAÁÉ KÁ 2 21 e —— O O A A 19 | + + 4 + + —-+ ' AN ES A A 18| 4 , 1 4 J de £ | 18 | O A! ) ] ) ] O 16 | | IOMA [207745 PER E E | | SES | ] ] FAA 15 14| | j 14 | — + 13 | | A 13 12 |] | ASES 1] | 4 J 4 j j >: iD E 11 10| ] | ==! E 1 AP E O E APN | | | 9 4 —_——- - . aa] 9 T — 1 = 8| ] 4 , Lo a 7| | | | z | | 4 | | | |- AÑO 4 - 198 DIAS OE [LLUVIA — | | | | | 2 [A AO 20 - ANO 1898 -| 19 | 4 4 4 j 4 / 18 - _1p6 DIAS DE[LLUVIA — 17 | | 16 / 4 | 15 1 4 / / | 14 4 | 13 | | | 12 / ! mM | ETS 10 | | | ] 19 | 55 RRE | Gráfico 111 LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 63 dad, una vegetación lujuriante que permite la vida a los imnigrantes. Pero esta Hora de seca es también motivo para el desarrollo de una fauna especial caracterizada por la falta casi absoluta de los seres «on período larval relativamente largo. El desarrollo de esta fauna se halla de repente modificado por los incendios de campos, provocados por los moradores para librarse de los pastos secos. Después que uno de estos incendios ha pasado por un lugar, arrasando todo, tlora y fauna desaparecen por completo. En las primeras lluvias el pasto vuelve a retoñar, pero entonces la fauna es pobrísima y sólo des pués de algún tiempo se observa un resurgimiento de vida cuyos pri- meros aportes vinieron de los montes vecinos o de las orillas de los rÍOS Y AYTOYOS. Como se ve al comparar las dos descripciones, los mismos fenó- menos meteorológicos tuvieron, en las regiones descritas y en dife rentes épocas, las mismas consecuencias biológicas. Lejos de mi el suponer que esta comparación entre dos regiones tan distantes una de otra en el tiempo y en el espacio, como lo son una parte occidental de la Europa miocénica y el centro de la América Meridional actual, signifique alguna similitud entre los conjuntos específicos de las fan- nas y tloras de cada una de ellas. Pero no es arriesgarse mucho creer que fenómenos, meteorológicos y otros, euyas consecuencias bioló- gicas pueden describirse con las mismas palabras, orientaron y orien- ten todavía la evolución de los seres a ellos sometidos en la misma dirección. Esta comparación, que muestra cierta concordancia entre una época alejada de nosotros y la actual, abre ancho campo a los estudios cuyo fin es indagar la biología general de los hexápodos y hace ver que la hipotética intervención, en las migraciones, de fenó- menos actuales, no está desprovista de toda base. Como ya lo he dicho, no me detendré mayormente, por falta de base para ello, en estas suposiciones y en varias otras que pueden hacerse, pues cualquiera sea el camino seguido por las migraciones, las conclusiones referentes a la América del Sur que se desprenden del estudio de la distribución geográfica de las especies, no se al- teran. Interesante sería seguir, a través de las Américas, el camino por el cual supongo llegaron estas migraciones. Se podría, tal vez, ubi- :ar algunos focos o centros de propagación, lo cual permitiría estu- diar objetivamente y no ya por deducciones el o los mecanismos que rigieron evoluciones y migraciones. Al estudiar sistemáticamente los cicádidos (Cicadidae) argenti- ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA 64 CLIMA AMAZONICO [PROMEDIOS MENSUALES) ¿3/0 30 0103wW ¿AT 34BNLIO 348WN31135 b1 DIAS OLSoO9w omnnec oINnF a YAL?2 Ñ DIO A < > >) J pS | uy a YN < o 2) o) JJ w [a] a] < > 1) 2 uy 3 a [a] uy E o [04 a 5vw!0 30 0103 LLUVIA CAIDA ¿ PROMEDIO MENSUAL DE PROMEDIO ANUAL: 3599 wianai1 30 vo3m ororinwo | 7 Gráfico IV LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 65 nos (1) y al condensar gráficamente los resultados de este estudio he ubicado algunos centros de propagación. Aunque no ignore que estos centros, producto de un trabajo de gabinete (2) sin revisión experi- mental, estén sujetos a cambios fundamentales o a ser anulados del todo, no me parece imútil describirlos brevemente, lo que me permiti- rá hacer ver algunos de los problemas entomológicos cuyas solucio- nes abrirían nuevos horizontes a los estudios zoobiológicos argen- binos. El género Derotettix Berg se compone, como ya hemos visto, de dos especies, D. mendosensis Berg y D. Wagneri Dist. La última de ellas ha sido encontrada en el Chaco santiagueño y D. mendosensis en las provincias de Cuyo. Uniendo estas regiones se delimita, en la región semiárida existente entre las sierras de Córdoba y los prime- ros contrafuertes andinos, una pequeña comarca que parece consti- tuir el centro de propagación de las formas nombradas (mapa 1). Este centro de propagación o de irradiación, lo mismo que los descritos a continuación, podrán sólo aceptarse definitivamente cuando investi- gaciones entomológicas hayan comprobado la existencia de las espe- cies senaladas en los diversos centros descritos. Las especies argentinas del género Tympanoterpes Stal permiten delimitar, casi en la misma región que las especies de Derotettiz, otro centro de propagación (mapa Dl). Estos dos centros de propagación o focos de irradiación se basan, únicamente, en la distribución geográfica de algunas especies per- tenecientes a los mismos géneros. Ahora voy a ocuparme de un cen- tro de propagación en el cual, en vez de especies, actúan géneros y esta descripción me dará argumentos en favor de las migraciones de cicádidos de las cuales me ocupé anteriormente. (1) Ver Luis F. DELÉTANG, Ensayo de una monografía de los cicádidos (Cicadi- dae) argentinos (a publicarse). (2) El método gráfico seguido para resumir ciertos hechos de la distribución geográfica, en la Argentina, de los cicádidos (Cicadidae) y cuyo resultado ha sido la obtención de los centros de propagación descritos, es el siguiente : La distribución geográfica, en la Argentina, correspondiente a cada especie estudiada, ha sido delimitada teniendo como base los diferentes autores que se ocuparon de este grupo, las observaciones propias y, en fin, las consecuencias que se desprenden de estas fuentes de información, siendo lógico creer que una especie existente en una región dada, se extienda sobre toda la comarca que la cireunscribe y cuyas condiciones de vida son iguales. Una vez obtenidas estas distribuciones, las he ordenado por géneros, constituyendo las superposiciones resultantes de algunos de estos conjuntos los centros descritos, AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVII 6 66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La división Tettigadesaria (subfam. Tibicinae Dist.) se halla cons- tituida por géneros derivados todos del antiguo género Tettigades (1) Am. et Serv., que pueden repartirse en dos grupos distintos caracte- rizados como sigue : d UN Y e Y 17) Mapa 1 Centro de propagación de las especies del género Derotettiz Perg Trazado vertical Derotettizx mendosensis Berg; trazado obli cuo : Derotettizx Wagneri Dist. 1” Dilatación pronotal angulosa; 2% Dilatación pronotal, no o muy poco angulosa. Los géneros que poseen la dilatación pronotal angulosa son origi- narios de la costa oriental africana (Orapia Dist.), de la isla de Ma- (1) Dada la importancia que atribuyo a esta división examinaré, en la segun- da parte, la sistemática y la bibliografía que a ella se refieren. ) ARGENTINOS AE osta occidental de la América del Norte (Collina Dist. y Daza Dist..) y de la América Central (Collina y Daza). da (CICADID LOS CICÁDIDOS Dist.), de ] rapia dagascar (0 E ¡NN INN] O 0 l ylia géneros: género Tympanoterpes Stal. lel Chonosia Dist., y Fad a, forman los siguientes Mapa II. — Centro de propagación de las especies « Las especies incluídas en el grupo caracterizado por la dilatación pronotal no o muy poco angulos Tettigades Am. et Serv., Edholmbergia Delg., bs ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Delg.. todos originarios de las partes andinas del Nuevo Mun- do (1). El género Tettigades Am. et Serv., se halla representado en la Amé- rica del Norte por una especie, 7. mexicana Dist., que se encuentra mezclada con especies de los géneros Collina y Daza, caracterizados por la dilatación pronotal angulosa. Más al sur, es decir, ocupando el norte de la costa occidental de la América Meridional, ese mismo género presenta una especie, 7. compacta Walk., que aparece como formando la unión entre las regiones ocupadas por la 7. mexicana y las otras especies de Tettigades todas originarias de las partes andi- nas argentinas. En la Argentina este género se halla representado por varias espe- cies (2) enyas distribuciones geográficas cubren una región en forma de ancha faja, la cual, extendida también sobre regiones chilenas, costea con sus limites la cordillera de Los Andes cubriendo todos los ramales de aquélla, desde las regiones del norte (Salta) hasta más al sur del lago Nahuel Huapi (3). Examinando con más detención los pocos datos geográficos que se poseen sobre las especies de Tettigades argentinas, se ve que la espe- cie T. chilensis Am. et Serv. ocupa toda el área atribuida al género al eual pertenece, mientras que las otras, 7. ulnaría Dist., 7. parra Dist. y T. Lizeriana Delg., ocupan regiones mucho más restringidas, de las cuales, 7. ulnaria y T. Lizeriana, son exclusivamente argenti- nas, mientras que 7. parra se propaga también en regiones chilenas. El género Edholmbergia confundido, hasta ahora, con el Zettigades se extiende sobre una pequeña región que ocupa parte de las provin- cias de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y San Juan. El género Chonosia Dist, es también originario de los contrafuertes andinos que se extienden sobre las provincias de Pucumán, Catamar- ca. La Rioja, San Juan y Mendoza, siendo necesario agregar a esta (1) Un hecho poco conocido de la biología de las cigarras es la distribución de las especies según las alturas. Al viajar en las regiones andinas se observa, fenó- meno bien conocido de los Ingareños, que varias especies se propagan en las lla- varas y quebradas mientras que otras viven de preferencia en alturas relati- vamente muy grandes. No he podido todavía clasificar con toda precisión las especies de cigarras argentinas de acuerdo con el hábitat de cada una. (2) Ver la segunda parte. (3) En el mapa representando el centro de propagación de los Teftigadesaria el área atribuido al género Tetligades se halla cortado más al norte de su verda- dero límite meridional, 69 ESTERO Estero | % Dd IVGI: 14 s eb género Cho- 1 i Trazado ver- mbergia Dely.; trazado horizontal : vénero Edhol UE DIS : género Fadylia Delz. ATINA 0 ADOS LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS ación de los Tettigadesaria. a oeste) ; trazado oblicuo (oeste a este) : : género Tettigades Am. et Serv.; trazado oblicuo (este nosia Dist. tical Mapa II. — Centro de propag: 70 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA distribución geográfica una pequeña parte de las provincias de San Luis, Córdoba y Santiago del Estero, El género Fadylía Delg., último de los Tettigadesaria, ha sido en- contrado en las mismas regiones que Edholmbergia, pero mientras este último parece extenderse hacia el este, aquél se propaga hacia el oeste. Al superponer las distribuciones geográficas descritas se obtiene el gráfico representado en uno de los mapas adjuntos, que muestra que el género Tettigades rodea, puede decirse, al Chonosía el que a su vez encierra el Fadylia y el Edholmbergia y todos ellos permiten delimitar una pequeña región que aparece como el centro de propaga- ción, en la Argentina, de la división Tettigadesaria (mapa ID. Resumiendo: se ve que la distribución general de los Tettigadesaria ocupa, con especies afines, la costa oriental de Africa y la occidental mejicana, mientras que la América Central y una parte occidental de la Meridional poseen formas incluídas en una subdivisión contra- puesta al grupo formado por las especies africanas y mejicanas. Es- tas formas culminan en la Argentina, donde permiten delimitar un centro de propagación o foco de irradiación. Al querer explicar esta distribución geográfica, el único recurso que tengo es el de apoyarme en las supuestas migraciones descritas anteriormente. Una forma «australiana» o «malásica» de Tettigade- saría se vió, por una causa u otra, obligada a abandonar su región originaria dirigiéndose hacia la costa oriental africana (Madagas- car) (1) y hacia la costa occidental mejicana. Esta forma primitiva, que puede ereerse como asemejándose a los Tettigadesaria del primer grupo (dilatación pronotal angulosa), mientras evolucionaba, en la región africana, samamente poco, daba nacimiento, en la americana, por evoluciones sucesivas, al género Tettigades (dilatación pronotal no angulosa). Este último se propagó, poco a poco, en el occidente ame- ricano (2) y al llegar a la pequeña región extendida de N.E. a 5.0. sobre las provincias de Catamarca y La Rioja, que actualmente apa- rece como centro de propagación de los Tettigadesaria argentinos, (1) Esta suposición encuentra apoyo en el hecho de que la fauna de la isla de Madagascar presenta, en algunos de sus componentes, una facies malásica pro- nunciada que la aleja de la africana propiamente dicha. (2) Las especies Tettigades compacta y Tettigades mexicana, encontradas en estas regiones, pueden considerarse como representando los jalones del camino seguido por las formas de Tettigadesaria americanas en sus migraciones hacia el sur, LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 71 evolucionó hacia los otros géneros que, junto con él, forman el se- segundo grupo (dilatación pronotal no o muy poco angulosa) de esta división. Un hecho curioso que, por más que se anulen los centros de pro- pagación o de irradiación que he establecido, subsistirá siempre : es que estos últimos se delimitan, todos, en la misma región, es decir, en los lugares, en parte semiáridos, extendidos entre las Sierras de Córdoba y el macizo andino. Interesante sería estudiar sobre el te- rreno los factores biológicos y otros que imperan en esta región. Quizá se obtendrían resultados de importancia, los cuales permiti- rían solucionar algunos problemas referentes a la propagación de las especies. Al llegar las migraciones a las regiones americanas, donde impe- 'aban factores distintos a los de su país de origen, las especies mi- eratorias se adaptaron a este nuevo ambiente o desaparecieron. Esta adaptación se hizo evolucionando las formas primitivas hacia las es- pecies actuales o hacia las que, por evoluciones sucesivas, les dieron nacimiento. Algunos, a lo menos, de los factores que intervinieron en la evo- lución de las especies migratorias existen todavía y varias especies permiten observar variedades que se pueden considerar como locales o geográficas. Estas variedades, nacidas bajo la influencia del ambien- te propio a cada región, son, a veces, tan diferentes entre sí que, a no ser por las transiciones observadas, se creería en la existencia de arias especies. Algunas variedades locales o geográficas se orientan, poco a poco, hacia una evolución que las aleja paulatinamente de las demás y llegan al extremo de que ningún cruzamiento sea posible entre ellas. Si, en ese grado de evolución, desaparece, por una causa u otra, uno o varios eslabones de transición, se tendrá varias especies donde primitivamente había una sola. Uno de los hechos que más llama la atención del entomólogo no confinado exclusivamente en cuestiones sistemáticas, es la existen- cia, dentro de la familia de los cicádidos (Cicadidae), de un órgano musical que no tiene su parecido en ningún otro grupo de insectos. Este órgano, el más complicado y perfecto de los aparatos que ciertas familias de hexápodos poseen para emitir sonidos, ha hecho de los cicádidos, vulgarmente llamados chicharras o cigarras, un grupo que comúnmente se caracteriza perfectamente y las clasificaciones Z00- lógicas, de acuerdo con las ideas populares, les dieron la preferencia para definirlo. 72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El aparato musical, situado en la base del abdomen, puede compa- rarse a un tambor euyos pergaminos se hallan reemplazados por membranas o tímpanos y la caja por una enorme cavidad tóraco-ab- dominal. Para cantar o, mejor dicho, para producir ruído, el insecto contrae simultáneamente dos músculos insertados en la faz interna de los timpanos por medio de fuertes tendones que van desde el centro del aparato hasta las membranas. Estas últimas, atraídas por la acción de los músculos, vuelven, por elasticidad, a su posición primitiva cuan- do cesa la acción de aquéllos. Dos pares de órganos protectores, los opéreulos y las cavernas, rodean al aparato musical. Los primeros, llamados también postigos, se presentan bajo la forma de dos esca- mas semicirenlares situadas exteriormente en la parte ventral del abdomen mientras que los orificios de las cavernas, situados en la base del abdomen, sólo pueden verse levantando opéreulos y alas. El tímpano, parte productora del sonido, se halla sobre la pared interna de la caverna que comunica con el exterior por gruesos estig- mas situados delante de los timpanos. La parte ventral de las caver- mas se halla formada por el prolongamiento de los epímeros; las otras paredes se hallan constituídas por el esqueleto tegumentario propiamente dicho, Los ruídos emitidos por los tímpanos se hallan reforzados por membranas accesorias : una delgada, Mamada espejo, situada en la parte inferior; la otra, en forma de escama colocada en la parte su- perior y que se denomina membrana plegada. Los opérenlos, situados en la parte ventral del abdomen. afectan numerosas formas : semieirenlares en algunas especies, se alargan en otras; veces hay que se sobreponen y a veces, al contrario, que- dan distantes uno de otro- Ninguna diagnosis de los géneros y especies de fulgóridos (Pulgo- ridae) menciona un rasgo morfológico observable en las especies de Laternaria: en la base del abdomen, cerca del metanoto, cubierta en el reposo por las alas, es decir en el mismo sitio donde los cicádidos (Cicadidae) presentan los orificios del órgano musical (cavernas). existe una hendidura afectando la misma forma general que éstos. Desde mi primera observación aquel hecho me Hamó la atención y, al quererme explicar la procedencia del órgano musical en las cigarras, lo comparé con este carácter rudimentario de los fulgóridos y Negué a la conclusión de que estos últimos son los antecesores de los cicádi- dos (Cicadidae). Esta suposición de la relación existente entre los dos LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 13 grupos hecha, primeramente, teniendo como base los caracteres nom- brados, se halla fortificada cuando se estudia la biología de las espe- ejes que los componen. Los Homópteros presentan transiciones biológicas que van desde la ametabolía hasta la holometabolía y toda una escala de reprodue- ción comprendida entre la dioica y la partenogénesis. Varias de estas diferencias en el modo de reproducción y en la evolución lar- val pueden considerarse como el resultado de degradaciones más o menos profundas que, a su vez, son consecuencias de la vida parasi- taria llevada por varias de sus especies. De lo dicho puede inferirse que los Homópteros se dividen en Homópteros libres y en Homópteros parásitos. Los Homópteros parásitos, que componen algunas familias, están sujetos a fenómenos partenogenéticos que actúan en mayor o menor actividad y entre ellos se ve a algunas formas adquirir, por degradaciones parasitarias, metamorfosis holometabólicas, que en otros grupos de hexápodos, son el resultado de una evolución ascen- dente. Esta convergencia entre los resultados de la acción de factores tan distintos como lo son las degradaciones parasitarias y una evolución que puede considerarse como normal, constituye uno de los hechos más notables de la biología entomológica. Lizer (1), en un estudio sobre los Cóceidos, establece para las di- versas familias de Homópteros parásitos el árbol filogenético siguien- te, basado sobre las degradaciones parasitarias, más 0 menos profun- das, que han sufrido las especies de dichas familias. (1) CARLOS LiZERr, Principales Cóccidos que atacan a las plantas cultivadas en la República Argentina, in Rev. Cent. Est. Agr. de la Universidad de Buenos Aires, año XI, número 95, páginas 201-223; año XII, número 96, páginas 356-374 ; número 97, páginas 15-52, 1919 (con dib. y fotograf.). 74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA HETEROPTERA HOMOPTERA Psyllidae Aphididae Aleyrodidae HEMIPTERA Para explicar este cuadro filogenético Lizer agrega: « Interpretando el antecedente cuadro filogenético, vemos que son dos las principales ramas originadas de un tronco común. Una de ellas — la correspondiente a los Heterópteros — se aparta de la otra, adquiriendo sus representantes, un mayor grado evolutivo y de alu su situación superior en relación al plano básico de origen. «La rama de los Homópteros ha evolucionado en grado menor y al mismo tiempo más uniformemente, De ella divergen las cuatro fami- lias en regresión, Por la extensión e inclinación de sus respectivas ramas, en concernencia con aquella de donde deriva, he ereido poder LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 15 representar el mayor o menor grado de parasitismo adquirido por cada una de esas familias. «Los Psilidos Afididos ocupan un nivel muy poco inferior al de los Homópteros no degradados. No puede decirse lo propio de los Aley- ródidos y Cóccidos, cuyas respectivas ramas adquieren una inclina- ción y un largo diferentes entre sí, lo mismo en el nivel que ocupan que es muy inferior en concernencia con los Pséílidos y Afididos. «Todo lo antecedente bastará para juzgar del rango insignificante que entre los Hemipteros ocupan los Cóccidos : el último en la escala senealógica, pero quizá el primero, considerado desde el punto de vista parasitario. » Este resumen de las afinidades de las familias de Homópteros para- sitos entre sí me evita el tener que ocuparme de ellas, quedándome sólo por examinar los lazos que unen este grupo a los Homópteros libres, lo que haré después de haber dicho algunas breves palabras sobre las asociaciones biológicas que se pueden formar con las fami- lias que componen estos últimos. Los Homópteros libres comprenden la mayor parte de las familias del suborden (considerado por algunos autores como orden) y las especies en ellas incluídas pueden dividirse en dos grupos caracte- rizados por la vida larval que en uno se efectúa bajo tierra (subterrá- nea) y en el otro, al aire libre (aérea), Las larvas de estos grupos se diferencian también por las metamorfosis sufridas : en algunas espe- cies (vida larval subterránea), el paso al estado adulto se efectúa por medio de una pseudo ninfa inmóvil, mientras que en las otras especies (vida larval aérea) el paso del estado larval al adulto se efectúa por medio de una ninfa que no deja de moverse y alimen- tarse. É Al buscar las afinidades existentes entre los diversos grupos biolo- gicos de homópteros (Homópteros parásitos, Homópteros libres con vida larval subterránea y Homópteros libres con vida larval aérea) éstas me aparecen como siendo representadas actualmente por los Pulgóridos (Fulgoridae), Dictiofóridos (Dictyophoridae), y Membráci- dos (Membracidae). Los cicádidos (Cicadidae) cuyo aparato musical no tiene, a prime- ra vista, punto de comparación en las otras especies de Homópteros se hallan, sin embargo, ligados con los fulgóridos por varios caracte- res morfológicos y algunos rasgos biológicos. Varias especies de ful- góridos tienen, como he dicho, rudimentos de un órgano musical que se traducen en caracteres morfológicos poco visibles y la vida subte- 76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA rránea de las larvas de varias especies de este último grupo (1) cons- tituyen afinidades morfológicas y biológicas entre cicádidos (Cicadi- dae), y fulgóridos (Pulgoridae). Los homópteros libres de vida larval subterránea no parecen tener, a primera vista, afinidades con los de vida larval aérea, pero ereo que pueden encontrarse éstas en un carácter anatómico exis- tente en algunas especies de fulgóridos (PFulgoridae) y dictiofóridos (Dietyophoridae) (vida larval aérea) (2). Este carácter anatómico se halla constituido por la presencia de glándulas especiales secretoras, de una substancia cerosa que, a veces, es tan abundante, que envuel- ve todo el individuo (3). Es también un carácter anatómico el lazo que une los homopteros libres con los homópteros parásitos. Como se sabe, varias especies de pulgones de las plantas (Psyllidae, Aphididae) poseen, en la par- te posterior del cuerpo, glándulas secretoras de una substancia azu- carada tan rebuscada por las hormigas, que estas últimas. a veces, hacen todo lo posible para que aquellos no tengan que sufrir por las inclemencias del tiempo, estableciéndose de este modo un comensa- lismo sumamente interesante. Ahora bien, ciertas larvas de membrá- cidos (Membracidae) tienen, en la parte dorsal, tubos exeretores de aleunas glándulas cuya secreción es igual a la de los pulgones. La homología entre los tubos exeretores dorsales de los membrá- cidos (Homópteros libres) y los tubos exeretores posteriores de los pulgones (Homópteros parásitos) se halla bien establecida, a más de caracteres anatómicos, por el comensalismo que se establece, tam- bién, entre hormigas y larvas de membrácidos (4). El ordenamiento de las principales familias de homópteros, según los hechos biológicos relatados, puede resumirse en el siguiente dia- grama: (1) Muy poeo se ha observado sobre el estado larval de los fulgóridos (Pulgo- ridae) pero ciertos hechos permiten inferir que a lo menos varias especies de esta familia tienen una vida larval subterránea y, como consecuencia de ello, el paso al estado adulto se hace mediante una pseudo ninfa inmóvil, (2) Ciertos autores incluyen la familia de los dictiofóridos (Dictyophoridae) en la de los fulgóridos (Fulgoridae). (2) Esta secreción cerosa, producida por glándulas especiales repartidas sobre los segmentos abdominales, se observa en todas las familias de Homópteros en mayor o menor abundancia, pero en ninguua otra se presenta bajo el aspecto ex- traordinario que reviste en ciertas especies de fulgóridos (Fulgoridae) y dietio- fóridos (Dictyophoridac). (4) Durante mucho tiempo no pude observar, yo mismo, el comensalismo que (CICADIDA E) ARGENTINOS LOS CICÁDIDOS 3VW0AIDIO9 IVOIJOYATITV IVOIQIHIV IVOTIASA IVOIDVYINIMN JVOISSVÍ Sen, Puja 067 , Sp Ñ JVOINODLLLAL y Alp $ Ple EZ po 03 Y ES SA RA E Lao, Y, ul 3IVQIJODYIO E su A cad o OI 9S q Es0l9 IVAIOHIO LN AS Ss a 3IVUNYVOD INS a an : Ty ] ES Us y yo? ww e d SS ENUUOp) e SOYILAONOH TS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Pero este estudio, basado en observaciones biológicas y anatómi- cas, brevemente resumidas aquí, abarca todas las familias de homóp- teros y formará un trabajo distinto en el cual ensayaré de definir de- talladamente las afinidades que estas últimas tienen entre sí (1). En esta segunda parte figuran sólo los caracteres morfológicos y sistemáticos necesarios al lector para darse cuenta del lugar ocupado, en la clasificación, por las principales especies citadas en el curso de mi exposición anterior. Después de haber examinado brevemente la posición de los cicá- didos (Cicadidae) entre los homópteros, doy un cuadro dicotómico de los géneros argentinos basado sobre caracteres observados en los dos sexos, siendo completado éste por una enumeración de las espe- cies de cigarras encontradas hasta hoy día en la Argentina. He creido oportuno ocuparme un poco más detalladamente de la división de los Tettigadesaria, a causa de los argumentos que las especies de este grupo me han dado en favor de las supuestas migraciones citadas en la primera parte. Dentro de poco publicaré una monografía sobre los cicádidos (04. cadidae) argentinos, trabajo al cual me remito para todo lo que omito delos caracteres de los diversos géneros y especies de cigarras argen- tinas. Como ya he dicho, los homópteros se distinguen esencialmente de los heterópteros por el rostro, naciendo aparentemente de la parte inferior de la cabeza o del esternón, y por las alas superiores (tegmi- nas) que tienen una textura membranosa en toda su extensión. Algunos autores modernos clasifican los homópteros fundándose en el número de artejos de los tarsos, lo que subdivide este suborden en tres grupos : se establece entre las hormigas y las larvas de membrácidos (Membracidae) hasta que me fué dado presenciarlo en las islas del Delta del Paraná. En el mes de febrero del año 1918, en una isla del Paraná-Guazú, casi todas las plantas de una especie de Solanum (Solanum sp.) tenían las hojas cubiertas de larvas y adultos de Entylia gemmata y cerca de las primeras se observaba la hormiga Phei- dole Bergi (Brueh det.) provocando la excreción del líquido por ellas buscado. (1) Lvis E. DeLÉTANG, Contribución al estudio de la filogenia de los Homópteros a publicarse). LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 19) Tarsos uniarticulados. Monómeros. Tarsos biarticulados. Diímeros. 'Tarsos triarticulados. Trímeros. Esta división tarsal tropieza con los mismos inconvenientes que su adopción, para establecer grandes divisiones sistemáticas entre los coleópteros, ha puesto en evidencia, es decir, este método no respeta grupos que, basándose en caracteres morfológicos distintos de los tarsos, son perfectamente delimitados. Amyot y Serville (1) se basan para subdividir este suborden en los siguientes caracteres : Rostro naciendo, en apariencia, de la parte inferior de la cabeza. (Auchenorhynchos.) C' Con un órgano musical. Cantores. O Sin un órgano musical. Mudos. Rostro naciendo, en apariencia, del esternón. Sternorhynchos. La primera subdivisión (Auchenorhynchos) caracterizada por el ros- tro naciendo, en apariencia, de la parte inferior de la cabeza, se halla formada por las especies que pueden llamarse homópteros superio- res, es decir, por formas no parásitas. La segunda subdivisión (Ster- norhynchos) definida por el rostro que nace, aparentemente, del es- ternón, encierra formas parásitas y ese estado se traduce por degra- daciones más o menos profundas del organismo. Estas divisiones en homópteros superiores y degradados, importantísima del punto de vista biológico, es, sistemáticamente, muy relativa, pues estos dos estados se hallan unidos por transiciones insensibles, y es muy difí- cil, sino imposible, saber a ciencia cierta dónde principia el parasi- tismo y qué límites hay que fijar a las degradaciones parasitarias. Pero, fijándose sólo en los caracteres morfológicos, esa clasificación de Amyot y Serville da bases suficientemente sólidas para edificar sobre ellas la subdivisión del suborden. Los Auchenorhynchos y Sternorhynchos se subdividen a su vez en familias, tribus, ete., que Amyot y Serville denominaron con nombres derivados del carácter predominante en cada grupo. Aunque la mayo- ría de las designaciones de estos autores no han prevalecido, los grandes cortes establecidos por ellos han subsistido. Los Auchenorhynchos de Amyot y Serville, presentan, para su cla- (1) Loc. cit. SOU ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sificación, un carácter de sama importancia : la presencia o la ausen- cia de un aparato musical en los machos. Los cantores, que forman actualmente la familia de los cicádidos (Cicadidae), poseen, ellos solos, un aparato musical, Contraponiéndose a esta familia, se hallan Jos mudos, de Amyot y Serville, caracterizados por la ausencia de aquel aparato y que para estos autores pueden subdividirse en Subtericor- nios y Antericornios. Estos últimos grupos, caracterizados por el modo de inserción de las antenas, se han disgregado, actualmente, en varias familias que están ya indicadas bajo nombres distintos en la clasifi- cación de Amyot y Serville, Basándome en los caracteres señalados anteriormente, formaré, con las familias de homópteros, varias series que definiré del modo siguiente: Rostro insertado en la parte inferior de la cabeza, O Con aparato musical Serie de las Cicadininae. S' Sin aparato musical, antenas insertadas : Bajo los ojos Serie de las Pulgorininae. Entre los ojos Serie de las Jassininae. Rostro insertado en el esternón Serie de las Sternorhynchininae. La primera serie se caracteriza por el rostro insertado en la parte inferior de la cabeza y Ja presencia de un aparato musical en los ma- chos y comprende únicamente la familia de los cicádidos (Cicadidae) (Cantores de Amyot y Serville, Stridulantes de Latreille, Stridulantia de Burmeister). La serie de las Fulgorininae forma la primera subdivisión de los Mudos de Amyot y Serville, y se caracteriza por: dG y Y: Rostro insertado en la parte inferior de la cabeza. Antenas insertadas bajo los ojos (Subtericornios). TÁ : sin aparato musical. Las principales familias de esta serie son las siguientes : l. Sistema alar no decumbente, (2) Sistema alar decumbente. VI. Familia Plattidac. 2. Tegminas con la parte apical reticulada. Il, Familia Fulgoridae. Tegminas con la parte apical no reticulada. (3) 3. Tibias posteriores sin espina móvil (calcar). (4) Tibias posteriores con ana espina móvil (calear). V. Familia Pelphacidac. 4. Pronoto y mesonoto formando an romboide tan ancho como largo. (5) LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS $1 Pronoto y mesonoto formando un romboide más ancho que largo. Pro- noto con los ángulos humerales sobresalientes. IV. Familia /ssidae. 5. Tegminas transparentes, con las nervaduras no punteadas. Cabeza pro- longada más allá de los ojos. II. Familia Dictyophoridae. Tegminas con las nervaduras punteadas. Cabeza no prolongada más allá de los ojos. MI. Familia Ciriidae. TA Fig. 16. — Tímpanos de los Tibicinae : E. escudete; M, mesonoto T, A, tegminas y alas; s. b. seg. basal; €, cavernas ; 0p. opérculos La serie de las Jassininae, cuyos caracteres generales son : gd y Y: Rostro insertado en la parte inferior de la cabeza. Antenas insertadas entre los ojos (Antericornios de la clasificación de Amyot y Serville). S' sin aparato musical, comprende las familias siguientes : AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXX XVII 7 82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 1. Pronoto prolongándose por encima del abdomen. I. Familia Membracidae. Pronoto no prolongado por encima del abdomen. (2) 2. Patas posteriores con una, dos o tres espinas, a lo más, colocadas en fila. Il. Familia Cercopidae. Patas posteriores con una doble fila de espinitas. (5) F t / / sb. Ñ => sx N sx N x Ñ TA op. Fig. 17 Cimpanos de las Geaninad E, escudete; M, mesonoto; T, A, tegmínas y alas seg, basal; O, cavernas: op. opérculos 3. Ocelos colocados sobre el vértex. IM. Familia Tettigonidae. Ocelos colocados en una foseta en el borde anterior de la cabeza. IV. Familia Jassidae. Las clasificaciones de los cieadidos (Cicadidae) adoptadas por los antiguos autores se basaban en los caracteres que comunican su aspecto general al insecto. Distant, en sas numerosos trabajos sobre LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS s3 los hemípteros, no conservó estas clasificaciones y formuló otra, esta- blecida sobre caracteres (tímpanos más o menos descubiertos) de difí- cil apreciación, si se estudia este grupo sólo superficialmente. Las subfamilias, delimitadas por Distant entre los cicádidos, se caracte- rizan como sigue : 1. Tímpanos completamente descubiertos. Subfamilia Tibicinae. Tímpanos más o menos recubiertos. (2) 2. Tímpanos descubiertos en parte. Subfamilia GFeaninae. Tímpanos completamente descubiertos. Subfamilia Ciícadinae. Intención mía es volver a las clasificaciones anteriores a la de Distant, ampliándolas y modificándolas para incluir, dentro de ellas. las formas descritas recientemente. Pero la falta de material me ha impedido hasta ahora hacerlo y me ha inducido a aceptar momentá- neamente la clasificación de este autor, en la cual he introducido al gunos cambios que dan una extensión más amplia o más reducida a algunas divisiones y géneros. La clasificación que he adoptado en este estudio sobre las cigarras, derivada, como ya he dicho, de la de Distant, se basa, como esta últi- ma, sobre caracteres que sólo los machos presentan bien desarrolla- dos. Doy a continuación una clave dicotómica que permite determinar. cualquiera sea el sexo del ejemplar estudiado, los géneros argentinos sin necesidad de recurrir a los caracteres antedichos, pero haciendo :aso omiso de la división de los cicádidos en subfamilias : 1. Pronoto no dilatado (sin expansiones laterales). (2) Pronoto dilatado (con expansiones laterales). (10) 2. Tegminas con ocho celdillas apicales. (3) Tegminas con seis celdillas apicales. Derotettir Berg 3. Cabeza grande, transversal o triangular. Pronoto no atenuado hacia adelante. (4) Cabeza pequeña. Pronoto atenuado hacia adelante. (S) 4. Cabeza con la frente poc» proeminente, generalmente transversal. (5) Cabeza con la frente muy proeminente, más o menos triangular. Quesada Dist. 5. Escudete escotado en forma de semicírculo más o menos abierto. (6) Escudete no escotado en forma de semicírculo. (7) 6. Tarsos biarticulados. Fidicina Am. et Serv. Taxrsos triarticulados. Dorisia n. gen. 7. Tegminas con la nervadura transversal de la base de la segunda celdi- Ma apical en posición oblicua. Tympanoterpes Stal s4 D. 10. 1d 12. 14. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Tegminas con la nervadura transversal de la base de la segunda celdi- lla apical en posición más o menos vertical, Proarna Stal Abdomen de forma normal. (9) Abdomen de forma más o menos cilíndrica. Ahomana Dist. Tegminas del mismo largo que el cuerpo. Carineta Am, et Serv. Tegminas tan largas, a lo sumo, como el cuerpo. Guaranisaria Dist. Dilatación del pronoto (expansiones laterales) ancha, angulosa. (11) Dilatación del pronoto (expansiones laterales) redondeada en los ángu- los salientes. (12) Tegminas con las nervaduras eubitales no adheridas una a otra. Odopoca Stal Tegminas con las nervaduras eubitales adheridas una a otra. Zammara Am. et Serv. Cabeza (incluyendo los ojos) no más ancha o un poco más aneha que la base del mesonoto. (13) Cabeza (incluyendo los ojos) más ancha que la base del mesonoto. (14) Vértex no muy inclinado. Frente formando la continuación, más o me- nos uniforme, del vértex. Dilatación pronotal (expansiones laterales) angosta. Tettigades Am. et Serv. Vértex muy inclinado, formando, con la frente, un ángulo recto. Edholmbergia n. gen. Antenas filiformes. Chonosia Dist. Antenas con algunos artejos cordiformes (foliáceos). Fadylia n. gen. Especies de cicádidos (« Cicadidae ») argentinos Subfamilia de los TIBICINOS (1) (Tibicinae Dist.) CARINETARIA (Dist.). Carineta Am. Serv. Formosa Germ. Fascienlata Germ. platensis Berg * Guaranisaria Dist. dissimilis Dist. * (1) Las especies señaladas con un asterisco son las que me son desconocidas, LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS Ahomana Dist. neotropicalis Dist. HYANTIARIA Dist. Quesada Dist. gigas (O1.) Dist. PARNISARIA Dist. Derotettir Berg mendosensis Berg Wagneri Dist. * TETTIGADESARIA Dist. Tettigades Am. Serv. ulnaria Dist. parra Dist. Lizeriana n. sp. chilensis Am. et Serv. Edholmbergia n. y. Lebruni (Dist.) Chonosia Dist. erassipenmis Walk. metequei n. var. cinmabarina Berg Fadylia n. 2. Bruchi n. sp. . Subfamilia de los GEANINOS (Geaninae Dist.) FIDICINARIA Dist. Fidicina Am. Serv. opalina Germ. mannifera E. pullata Berg Dorisia n. Y. Drewseni (Stal) bonaerensis (Berg) Bergin. var. Dominiquei n. var. viridis (01.) Stal Pympanoterpes Stal elegans Berg Arechavaletae Berg alboapicata Dist. S6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA serricosta (G.) Stal cordubensis Berg Proarna Stal capistrata Dist. * grisea Y. * uruguayensis Berg bufo Berg dactyliophora Berg pulverea (0.) Stal * Bergi Dist. * Heidemanni Dist. * ZAMMARARIA Dist. Odopoea Stal insiqgnifera Berg Zammara Am. et Serv. tiimpanum Y. Subfamilia TIBICINAE Dist. Ann. May. Nat. Hist. (7), XV, pág. 304 y 478, 1905. De las divisiones admitidas por Distant en esta subfamilia, sólo las de los Hyantiaria, Carinetaria, Tibicinaria, Parnisaria y Tettigadesa- ría tienen especies argentinas. Estas divisiones se caracterizan del modo siguiente : 1. Pronoto no dilatado (sin expansiones laterales). (2) Pronoto dilatado (con expansiones laterales). V. Tettigadesaria. 2. Cabeza pequeña. Pronoto atenuado hacia adelante. (3) Cabeza más o menos grande, Pronoto no atenuado hacia adelante. — (4) 3. Abdomen de forma normal. Il. Carinetaria. Abdomen de forma más o menos cilíndrica. IL. Tibicinaria, 4. Tegminas con ocho celdillas apicales. UL. Hyantiaria. Tegminas con seis celdillas apicales. IV, Parnisaria. Las especies de Carinetaria y Parnisaria tienen entre sí una sem- blanza sumamente pronunciada, y el carácter (forma del abdomen) empleado por Distant para separarlas en divisiones distintas, tiene, según mi opinión, sólo un valor genérico. Esta consideración me im- pulsa a reunir estas divisiones en una sola o sea la de los Carinetaria (Dist.). . LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS $7 De estas divisiones, pertenecientes a la subfamilia de los Tibici- nae, me ocuparé sólo de la de los Tettigadesaria, a causa de la impor- tancia revestida por éstos en las supuestas migraciones relatadas en la primera parte. División TETTIGADESARIA Dist. Ann. May. Nat. Hist. (1), XV, pág. 479, 1905. Los caracteres de esta división pueden resumirse del siguiente modo : d y 9: Cabeza variable. Pronoto dilatado. Ancho de la dilatación pronotal variable. Tegminas hialinas, a veces semiopacas. Casi todas las especies sudamericanas de esta división de Distant, compuesta por el antiguo género Tettigades Am. et Serv., han sido ha- lladas en la República Argentina. A los géneros Tettigades y Chonosia, ya conocidos, es necesario agregar otros dos: uno basado en una espe- cie (Tettigades Lebruni Dist.) que es necesario separar de Tettigades, y otro formado por una especie nueva. Denomino estos géneros, res- pectivamente, Edholmbergia y Fadylia. El cuadro dicotómico siguiente da los principales caracteres de los géneros de Tettigadesaria argentinos : 1. Antenas filiformes. (2) Antenas con algunos artejos foliáceos (cordiformes). Fadylia n. gen. 2. Cabeza (incluyendo los ojos) del mismo ancho o un poco más ancha que la base del mesonoto. (3) Cabeza (incluyendo los ojos) mucho más ancha que la base del mesonoto. Chonosia Dist. 3. Vértex no muy inclinado. Frente poco prolongada, formando la prolon- gación del vértex. Tettigades Am. et Serv. Vértex muy inclinado, formando con la frente un ángulo casi recto. Edholmbergia n. gen. Tettigades Am. Serv. Am. Serv., Hem., pág. 469, 1843; Stal, Hem. Afr., IV, pág. 2, 1866; Dist. (part.) 4nn. Mag. Nat. Hist. (7), XV, pág. 480 y 481, 1905, y Cat. Hom., I, pág. 110, 1906; Delg., Mon. Cic. Ary. (a publicarse). SS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 3 y Y: Cuerpo velloso. Cabeza (ineluyendo los ojos) del mismo ancho o un poco más ancho que la base del mesonoto. Vértex no muy inclinado; frente poco pro- longada, sus bordes convexos formando la prolongación, más o menos continua del vértex. Pronoto transversal débilmente dilatado; dilatación redondeada. Tegminas transparentes, no manchadas. El género Tettigades, creado por Amyot y Serville con la sola especie T. chilensis, se halla bien definido por los caracteres ante- riormente citados : la anchura de la cabeza, igual o casi igual a la base del mesonoto, lo distingue bien de Chonosia, mientras que la pequeña dilatación del pronoto lo aleja del nuevo género Edholm- bergía. Este género, tal cual está actualmente delimitado, tiene una distri- bución geográfica limitada a la parte occidental de la América meri- dional, pues, salvo la especie Tettigades mexicana Walk., todas sus especies son originarias de estas regiones. La República Argentina posee, menos una (Tettigades compacta Walk.) de dudosa existencia, todas las formas sudamericanas de este género. Estas especies se caracterizan como sigue: 1. Séptima celdilla apical de las tegminas sin nervadura transversal en la base, formada por la séptima nervadura apical que empalma con la enarta longitadinal. T. ulnaria Dist. Séptima celdilla apical con una nervadura transversal en la base. (2) 2. Primera celdilla apical más larga que la segunda. T. parva Dist. Primera celdilla apical no más larga que la segunda. (3) 3. Séptima celdilla apical Megando, por la base, más allá del medio de la vctava. T. Lizeriana dm. sp. Séptima celdilla apical no Hegando, por la base, más allá del medio de la octava. T. chilensis Am. et Serv. Los caracteres citados en el cuadro dicotómico anterior, caracteri- zan suficientemente las especies argentinas de Tettigades, descritas, con todo detalle, en otro trabajo próximo a ser publicado : Luis PF. Delétang, Monografía de los Cicádidos argentinos. La bibliografía de estas especies es la siguiente : LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS sy T. ulnaria Dist. Dist., The Entomologist, XXXIX, pág. 64, 1906; Delg., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Esta especie es originaria de las regiones andinas chilena y argen- tina, habiendo sido encontrada en la provincia de Mendoza y en el territorio del Río Negro. T. parva Dist. Dist., 4nn. Mag. Nat. Hist. (6), X, pág. 65, 1892; Dely., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Esta especie, descrita por Distant sin mencionar el lugar exacto de captura, es originaria de la provincia de San Juan. T. Lizeriana ». sp. Delg., Mon. Cie. Arg. (a publicarse). Esta especie, dedicada al ingeniero Carlos Lizer, en homenaje a la amistad que nos une, es originaria de la provincia de Mendoza. Quizá se podría confundir esta especie con alguna otra de Tettiga- des, pero el carácter de las tegminas, expuesto en el cuadro dicotó- mico anterior, la caracteriza suficientemente. T. chilensis Am. et Serv. Tettigades chilensis Am. et Serv., Hem., pág. 470, 1843; Sign., 4nn. Soc. Ent. Fr. (4), II, pág. 582, 1863; Berg, 4n. Soc. Cient. Avg., VUI, pág. 136, 1879, y XIV, pág. 39, 1882; Dist., Cat. Hom., I, pág. 110, 1906; Delg., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Cicada rubrolineata Spin., in Gay, Hist. Chile, Zool., VML, pág. 239, 1852. Esta especie encontrada en la Argentina, en las regiones montaño- sas de las provincias de Cuyo, Rioja, Catamarca y Tucumán, parece ocultar, bajo una supuesta gran variación, formas distintas, que si bien presentan libreas parecidas, se apartan unas de otras por. varios caracteres morfológicos que pueden considerarse como especi- ficos. No hay duda que en las colecciones debe existir ejemplares de 90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cigarras elasificados como 7. chilensis y que son ajenos a esta espe- cie, cuyas descripciones son, en su mayor parte, algo defectuosas y hacen caso omiso de los caracteres de las tegminas. sobre los cuales he basado el cuadro dicotómico que antecede. Según Signoret, autor que dió la mejor descripción de esta especie, la 7. chilensis es negra, recubierta por una pubescencia larga y tupi- da, de un blaneo sedoso; tegminas con las nervaduras, en parte, rojo sangumeo. El mismo autor describe, como variación extrema de esta especie, una forma negra con los bordes del pronoto, la extremidad del escudete, la parte ventral del abdomen, así como los costados del mesosternón, los fémures (menos unas fajas externas e internas negras) y las cuatro tibias posteriores amarillos. Sobre el disco del pronoto, del vértex y de los bordes frontales de la cabeza existen manchas, de mayor o menor extensión, de un rojo amarillento. Entre la forma ti- pica y esta variación existen todas las transiciones posibles. El doctor Carlos Bruch me ha facilitado, para su estudio, una pe- queña colección de cigarras argentinas, en la cual todas las especies de Tettigades argentinas se hallan representadas. A más de estas últi- mas existen algunos ejemplares que, como ya he dicho, tienen la mis- ma librea y el mismo porte que la 7. chilensis, pero que se alejan de esta última por diversos caracteres morfológicos. haciendo de cada forma una entidad completa. La procedencia desconocida y la mala conservación de la mayor parte de esos ejemplares me impiden, por el momento, oeuparme con mayor detención de ellos. Edholmbergia 1. xen. Tettigades auct. (part.) Edholmbergia Delg., Mon. Cie. Arg. (a publicarse). dy 9: Cabeza (ineluyendo los ojos) tan ancha como la base del mesonoto. Vértex muy inelinado, formando con la frente un ángulo casi recto, Pronoto transversal, con la dilatación (expansiones laterales) exten- dida mueho más afuera de los ojos. dG : Opérenlos grandes, semieirenlares, Distant, al establecer el género Chonosia, apartó de los Tettigades las especies que tienen la cabeza mucho más aneha que la base del mesonoto, pero dejo el Zettigade constituido por formas que presen- tan dos facies distintas, caracterizados del siguiente modo : LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 91 I II TS y Q : Cabeza con el vértex no Y y Q : Cabeza con el vértex muy muy inclinado. inclinado. Frente formando la prolongación Frente formando, con el vértex, un más o menos continua del vértex. ángulo casi recto. Dilatación pronotal (expansiones Dilatación pronotal (expansiones laterales) no muy ancha. laterales) muy ancha. CO": Opérculos pequenos. S': Opérculos grandes. La primera facies constituye el género Tettigades tal cual lo he deli- mitado anteriormente. Los caracteres con los cuales defino la segunda facie tienen, para mí, bastante valor para establecer un nuevo géne- ro que denominaré Edholmbergia, en homenaje al doctor Eduardo L. Holmberg. El cuadro anterior hace ver, con bastante claridad, los caracteres distintivos de este nuevo género, actualmente compuesto por una sola especie originaria de la República Argentina. E. Lebruni (Dist.) Tettigades Lebruni Dist., Ann. Mag. Nat. Hist. (7), XVIL, pág. 385, 1906. Edholmbergia Lebruni Delg., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Esta especie, deserita por Distant sobre ejemplares procedentes de Santa Cruz (La Rioja), ha sido también hallada en la provincia de Ca- tamarca. Chonosia Dist. Ann. Mag. Nat. Hist. (1), XV, pág. 481, 1905. Sy 9: Cabeza (incluyendo los ojos) más ancha que la base del mesonoto, sus márgenes laterales sinuadas. Frente proeminente, más larga que el ancho del vértex (al nivel del área ocelar). Antenas filiformes. Pronoto tan ancho o un poco más ancho que la cabeza, dilatado, pero la dilatación redondeada, bordes laterales posteriores oblicuos. Tegminas y alas semihialinas, las primeras tan largas como dos veces y medio su anchura. Abdomen más corto que el antecuerpo. S': Opérculos desarrollados, pero no sobrepasando, o muy poco, la base del abdomen. 92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Distant, basándose en la anchura de la cabeza relacionada con la base del mesonoto, subdividió el género Tettigades Am. et Serv. en dos : Tettigades y Chonosia. El último de estos se halla compuesto de dos especies: Ch. erassipennis Walk. (Tettigades crassipennis) y Ch. cinnabarina Berg (Tettigades cinnabarina), originarias de la Repú- blica Argentina, pero salvo los caracteres genéricos enunciados, estas dos formas son muy diferentes entre si. El gran desarrollo de los opéreulos, la forma redondeada del seg- mento preanal (9) de la primera especie, contrastan con la pequeñez de los opéreulos y con la escotadura del segmento preanal (9%) de la segunda. Estos caracteres permiten formular, en lo que se refiere a los ma- chos, el cuadro siguiente: Opéreulos grandes. Ch. erassipennis Walk. Opéreulos pequeños. Oh. cinnabarina Berg y basándose en caracteres comunes a Jos dos sexos, se puede estable- cer la siguiente división : Temignas con la segunda, tercera y cuarta celdillas apicales de igual largo entre sí. Oh. erassipennis Walk. Tegminas con la euwta celdilla apical más larga que la segunda y tercera. Ch. cinnabarina Berg. Ch. crassipennis Walk. Fidicina erassipennis Walk., Ins. Saund. Hom., pág. Y, 1858. Tettigades papa Berg, An. Soc. Cien. Arg., XIV, pág. 38, 1882. Chonosia erassipennis Dist., Cat. Hom., Y, pág. 111, 1906; Delg., Mon. Cic. rg. (a publicarse). Berg deseribió esta especie bajo el nombre de Tettigades papa, ba- sandose para ello sobre dos ejemplares procedentes de la provincia de Mendoza y recientemente la he recibido de las provincias de Cata- marca y Dueumán. Ch. cinnabarina (Berg) Fettigades cinnabarina Berg, An. Soc. Cient. Arg., VU, pág. 157, 1879. = Chonosia cinnabarina Dist., Cat. Hom., 1, pág. 111, 1906; Delg., Mon. Cioc. rg. (a publicarse). Esta especie, común en las provincias de Cuyo, ha sido descrita por Berg sobre ejemplares procedentes de la provincia de Mendoza, y re- cientemente la he recibido de la provineia de Puenmán. LOS CICÁDIDOS (CICADIDAE) ARGENTINOS 93 La coloración roja del cuerpo, el segmento preanal, las celdillas api- cales de las tegminas, etc., distineuen bien la cómabarina de su con- génere argentino, Fadylia n. gen. Delg., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Sd y 9 : Cabeza (incluyendo los ojos) más ancha que la base del me- sonoto. Frente no muy proeminente. Antenas con los dos antepenúltimos artejos foliáceos (cordiformes). Pronoto un poco más ancho que la cabeza, dilatado, pero no angu- loso. Tegminas y alas semibialinas, las primeras tan largas como tres veces su ancho. Abdomen un poco más corto que el antecuerpo. S': Opérculos bien desarrollados, sobrepasando la base del abdo- men. Este nuevo género, que llamo Fadylía (1), es muy afín por, varios :aracteres (anchura de la cabeza) de las especies de Chonosia, pero se distingue de todas las otras especies de cigarras argentinas por sus antenas con algunos artejos foliáceos. Una sola especie, originaria de la República Argentina, compone hasta ahora este nuevo corte genérico. F. Bruchi n. sp. Delg., Mon. Cic. Arg. (a publicarse). Esta especie, dedicada al doctor Carlos Bruch, es originaria de los mismos lugares que Edholmbergia Lebruni. Subfamilia GEANINAE Dist. Ann. Mag. Nat. Hist. (7), XV, pág. 304, 1905. Entre las divisiones delimitadas por Distant en esta subfamilia, sólo las de los Moganmiaria, Fidicinaria y Zammararia se hallan re- (1) De Fadyl, palabra sin ninguna etimología, pero que para mí encierra nu- merosos recuerdos de infancia. 94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA presentadas en la América Meridional, y de éstas únicamente las dos últimas tienen especies argentinas. Estas divisiones se distin- guen por : Pronoto no dilatado (sin expansiones laterales). Fidicinaria, Pronoto dilatado (con expansiones laterales). Zammararia. No me ocuparé mayormente, por ahora, de las especies de esta sub- familia descritas en la monografía ya citada, pues éstas se hallan y: señaladas en el cuadro de las especies argentinas, y los géneros se hallan caracterizados en el cuadro dicotómico correspondiente. LAS VERBENACEAS CONTRIBUCIÓN A LA FLORA DE MENDOZA Por RENATO SANZIN Este trabajo no tiene más pretensiones que las de una modesta obra de vulgarización científica. En efecto, las claves analíticas y las ilustraciones que lo acompañan permitirán, a toda persona que tenga algunos conocimientos elementales de botánica, la rápida determina- ción de cualquiera de las especies catalogadas. Además de mis propias colecciones, he consultado, para la realiza- ción del presente trabajo, el material en verbenáceas de los siguien- tes herbarios oficiales y particulares, puestos gentilmente a mi dispo- sición por sus respectivos dueños o directores : Herbario del Museo nacional (Buenos Aires). = del Museo nacional (Santiago de Chile). = de la Facultad de medicina (Buenos Aires). — del ministerio de Agricultura (Buenos Aires). = Hicken (Buenos Aires). = Osten (Montevideo). He luchado con grandes dificultades para compilarlo; dificultades en parte debidas a la increible variabilidad de ciertas especies, que hacía muy difícil su identificación y, en parte, a no tener a mialcance ciertas publicaciones muy caras o agotadas que no pueden hallarse en una modesta biblioteca particular. Debo agradecer especialmente a los señores C. Osten (de Montevi- deo), doctor €. Hicken y profesor L. Hauman (de Buenos Aires), y doctor F. Fuentes (de Santiago de Chile), su valioso concurso. 96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA He tenido muy en cuenta, al ejecutar las ilustraciones de las espe- cies. las caracteristicas de los tubos corolinos analizados en su inte- rior, pues tienen importancia sistemática la longitud e inserción rela- tiva de los estambres, como también la ausencia o presencia de pelos que ora forman un anillo, ora una zona más o menos extensa. ABREVIACIONES USADAS Herb. Mus. Nac. Herbario Museo | Pat. = Patagonia en general. Nacional. | Chb. Chubut. Herb. Fac. Med. — Herbario de la Fa- | RN. = Río Negro. enltad de medicina de B. Aires. E; Formosa. Herb. Min. Agr. = Herbario del minis- | SJ. = San Juan. terio de Agricultura de Buenos Aires. - SL. San Luis. Urug. Uruguay. | Ct. = Catamarca. Bras. Brasil. | BA. = Buenos Aires. Bol. = Bolivia. | LR. = La Rioja. Par. Paraguay. | C. Córdoba. Ven. Venezuela. T. = Tucumán. GENERALIDADES Las verbenáceas mendocinas están representadas por los cinco gé- neros siguientes: Priva, Lippia, Neosparton, Dipyrena y Verbena. El género más rico en especies es el género Verbena con 34 espe- cies: le sigue el género Lippia con S especies; Neosparton con 2 y los géneros Priva y Dipyrena con una especie cada uno, Total: 46 espe- cies de verbenáceas. La gran mayoría de las especies mendocinas es xerófila, pues muy pocas son aquellas especies que necesitan de terrenos húmedos para su desarrollo, como Verbena officinalis, V. littoralis, V. bonariensis y Priva laeris. Ciertas especies se hallan exclusivamente en los terrenos secos, como el Neosparton ephedroides y N. aphyllum; otras son muy poco exigentes con respecto al terreno y se hallan hasta en las tierras sali- trosas que, como se sabe, dan sustento a una vegetación particulari- sima. Entre estas últimas, la Lippia trifida y la Verbena seriphioides, Sin embargo, la distribución geográfica de las distintas especies en la provincia depende más que todo de la altitud. La mayor parte per- LAS VERBENÁCEAS 97 tenece a las regiones andinas, pocas especies son de la lanura, según "se desprende del siguiente cuadro aproximado de la distribución hip- sométrica : Llanura Región subandina Región andina media Región andina superior hasta 900 metros | 900-1500 metros 1500-2500 metros más de 2500 metros ___ O A AAA Lippia | Lippia Lippia Lippia noditlora trifida juncea seirpea . turbinata A , Priva | Ferbena Verbena > canescens . . d Í laevis | inconcinna intricata Me eE : y | Neosparton teuerioides caespitosa Verbena EN E aphyllum (ribifolia) officinalis | ; : ' ephedroides origenes | Ferbena Verbena seriplúivides spathulata erithmifolia uniflora | connatibracteata asparagoides | bonariensis mierophylla erinacea Lippia Dipyrena q : es qe vy ] Wilezekii yeioides elaberrima : a a lava lantanifolía : Verbena radicans Verbena Echegaray i sulphurea erinoides seoparia glauca aspera diversifolia littoralis hispida | elutinosa | | Ferbena juniperina Tampoco todas las especies de la provincia son endémicas, pues una gran mayoria pertenecen también a otras floras. Se podría hacer al respecto la siguiente clasificación : 1* Especies endémicas o que por lo menos hasta ahora sólo se cono- cen de Mendoza : Neosparton aphyllum (Gill. et Hook.). LDippia seirpea Ph. Verbena Wilezekii Briq. — intricata Briq. — glauca Gill. et Hook. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI!I ys ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Verbena inconcinna Briq. — diversifolia O, K. — — gylutinosa O. K. — radicans GM. et Hook. 2* Especies argentinas (especialmente de la formación Patagónico- jujeña : Neosparton ephedroides Grisb. Lippia lantanifolia Grisb. — turbinata Grisb. Dipyrena glaberrima GáM. et Hook. Verbena juniperina Lag. = Echegaray i Mier. — connatibracteata O. K. — ara Gill. et Hook. — — crithmifolia Gill. et Hook. 3* Especies sudamericanas (especialmente de Chile) : Lippia trifida Remy. — lycioides Stend. — juncea Schauer. — canescens Kth. Priva laeris Juss. Verbena caespitosa Gill. et Hook. - erinacea Gill. et Hook. — seriphioides Gill. et Hook. — asparagoides Gill. et Hook. - uniflora Ph. — mierophylla Kth. — teucrioides Gill. et Hook. — ribifolia Walp. = littoralis Kth. — cuneifolia K. et Pav. — intermedia Gill. et Hook. — bonariensis Lin. — — hispida R. et Pav. — — spatlulata Gill. et Hook. — — aspera Gill. et Hook. — scoparia Gill. et Hook. — — sulphurca Sweet. LAS VERBENÁCEAS Verbena origenes Ph. — erimoides Lam. 4* Especies cosmopolitas : Lippia nodiflora Champ. Verbena officinalis Lin. CLAVE DE LOS GÉNEROS (1) 1. El fruto es drupáceo, monospermo. 2. El fruto es una cápsula de dos nuececitas. A. Nuececitas monospermas. B. Nuececitas dispermas. I. Arbusto. II. Planta herbácea. 3. El fruto es una cápsula de cuatro nuececitas. CLAVE DE LAS ESPECIES 1. Neosparton Grisb. 1. Espigas terminales alargadas. 2. Espigas laterales, cortas. 1. N. aphyllum (Gál. et Hook.) O. K. (fig. 1). O. Kuntze, Rev. Gen. Plant., UL, pág. 254. D. C., Prod., XI, 545; Gay, V, 20. Sym. : Verbena aphylla Gill. et Hook. 99 1. Neosparton. 2. Lippia. 3. Dipyrena. 4. Priva. 5. Verbena. 1. aphyllum. 2. ephedroides. Se encuentra en los cerros áridos y calcáreos de los alrededores de Mendoza a unos 1500 metros de altitud (leg. Sanzin, n* 994). Fué citada de Mendoza por O. Kuntze (Paso Cruz, n? 1700), por Kurtz y por Gillies. Florece: XI-L. (1) En la compilación de las claves analíticas de los géneros y especies de ver- benáceas, he tomado como base las claves de Reiche en Estudios críticos sobre fora chilena. 100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2. N. ephedroides Grisb. Grisebach, Plantae Lorentzianae, pág. 197. Crece en los médanos de San Rafael, entre Sierra Pintada y la Cor- dillera a unos 1200 metros (Chodat et Wilezel). Florece: 1-1. Distribución geográfica : Ct. Fig. 1 Veosparton aphylluim (GM. et Hook.) : 1, Hor; 2, sección de la misma; 3, fruto 2. Lippia Lin. l. Anteras de los estambres posteriores apendienlados, 3 trifida (seriphioides). 2, Anteras sin apéndices, A. Arbustos olorosos. a. Flores en espigas alargadas. 1. lycioides. lb. Flores en cabezuelas axilares. +, Pedúnculos más cortos que las hojas. 5. turbinata. H. Pedúneculos más largos. 5. lantanifolia. B. Arbustos o hierbas no olorosas. a. Arbustos altos, levantados y econ ramas poco hojosas. + Hojas normalmente desarrolladas. Longitud de la corola el doble mayor que la del cáliz. 7. juncea. 4, Hojas pequeñas y en parte reducidas a escamas. Longitud de la corola doble de la del cáliz. 5. seirpea. hb. Arbustos o hierbas tendidas; ramas normalmente hojosas. + Herbacea;z cáliz profandamente bipartido. Hojas gla- bras, 9. nodiflora. LAS VERBENÁCEAS 101 tt. Subleñosa; cáliz bidentado. Hojas peludas. 1), CANESCONS. 3. L. trifida Remy (fig. 2). Gay, V, 29: Syn. : £. foliolosa Ph. EL. foribunda Ph. Nombre vulgar : Tomillo. Fig. 2. Lippia triida Remy : 1, for: 2, sección de la misma 3, antera con su apéndice glanduloso Pequeño arbusto, muy común en la Precordillera a una altura de 1000 a 1500 metros. Numerosos ejemplares de varias procedencias (leg. Sanzin). La L. seriphioides A. Gray, parece ser la misma cosa que la an- terior. Florece: XEIII. Distribución geográfica : Chile, SJ., RN., SL., Chb. 4. L. lycioides Stend. (fig. 3). ig. 3. — Lippia lycioides Stend. : 1, flor; 2. sección de la misma 102 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA D. C., Prod., XI_ 574; Gay, V, 29. Syn. : £. ligustrina (Lag.) O. K. Ferbena ligustrina Lag. F. gratissima Hook. et Arn. Especie de la Hanura y de la región subandina. Muy común. Flo- . El * rece: XIII. Distribución geográfica : Bras., Bol., Par., BA., T., ER., Pat., Ct. (leg. Jórgensen, n* 1020), EF. (leg. Jórgensen, n* 2473). >. L. turbinata Grisb. (Gig. 4). Grisebach : Plantae Lorentzianae, n* 139, L. asperifolia (Philippi non Rich., Sertum Mendocinún, ex Hiero- nymus, Plantae diaphoricac). Fig. 4 Lippia turbinata Grisb l, hoja: 2. Hor; 3, sección de la misma 4, bruecten Encontré esta especie una sola vez, entre San Carlos y la Cordille- ra, enel paraje denominado El Cepillo; muy abundante a unos 1500 metros (herb, Sanzin, 1% 1832). Nombre vulgar Poleo, Florece: LLL, Distribución geográfica : SL. SJ. C,, LR., Ot., T., S. Estero. 6. L. lantanifolia Grrisb. (fig. 5). Grisebach, /, e. En la pampa de San Rafael, cerca del rio Diamante (Chod. et Wile.). LAS VERBENACEAS 103 Abundante en la sierra de la Guardia, cerca de San Rafael (leg. San- zin, n* 3107). Florece: XP-L. Fig. 5. — Lippia lantanifolia Grisb. : 1, rama Horífera; 2, loz 3, sección de la misma; 4, bráctea Distribución geográfica : Ct., T., O. (leg. Dominguez, 1 126, in Herb. Fac. Med., sub £. asperifolia). T. L. juncea (Gill. et Hook.) Schauer (fig. 6). 104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA D. C., Prod., XL, 573 * Gay, V, 30. Syn.: Ferbena juncea Gill. et Hook. Diostea juncea Miers ? Dipyrena valdiviana Miers. Dipyrena dentata Ph. Especie de las alturas : 1500-2500 metros. Citada de Mendoza por Chodat y Wilezek, y por Philippi. Distribución geográfica : Chile, RN., Chb., Nahuel Huapí (leg. Buch- tien, n” 1346, in Herb. Fac. Med.). 5 Lippia juncea (Gill. et Hook.) : 1, fragmento de rama Horífera; 2. Hor; 3, sección de la misma S. L. seirpea Ph. Philippi, 4rales Univ. Chile, XXI. Syn. : Diostea scirpea Miers. Se halla en el Portezuelo del Portillo (Philippi). No la encontré. 9. L. nodiflora Mich. (fig. 7). D. C., Prod., XI, 585; Gay, V, 31. Syn.: Ferbena nodiflora L. Zapania nodiflora Lam. Especie cosmopolita, muy común en la llanura mendocina y en la misma ciudad, donde erece al borde de las acequias y a lo largo de los caminos. El nombre vulgar es: Yerba de Santa María. Florece : XII Distribución geográfica : Cosmopolita, 10. L. canescens Kth. (fig. 8). LAS VERBENÁCEAS 105 DICE BErod:, XI, 389; Gay, V, 32 Syn. : L. nodiflora Cham. L. filiformis Sehrad. L. uncinuligera Nees. L. sarmentosa Spr. Forma césped tupido en el suelo; es leñosa y tiene hojas pubescen- tes más pequeñas que la especie anterior. Se encuentra con frecuen- Fig. 7. — Lippia nodifora Mieh. : 1. tor Fig. 8. — Dippia canescens Kth. : 1, flor 2. sección de la misma 2, sección de la misma cia en la Precordillera a unos 1000-1500 metros de altitud (leg. San- Zi, Do 1322). Pué citada de Mendoza por Philippi. Distribución geográfica : Chile, Par., Bras., Urug. (leg. Lorentz, n” 936, in Herb. Fac. Med.). 3. Dipyrena Hook. Una sola especie. 11. Dipyrena glaberrima Gill. et Hook. (fig. 9). Fig. 9. — Dipyrena glaberríma Gál. et Hook. : 1. Hor; 2, sección de la misma 106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA D. C., Prod., XI, 535; Gay, V, 25. Syn.: Fileonia glaberrima Gill. et Hook. Común en la Precordillera, entre 1000 y 2500 metros, y conocida comúnmente con el nombre de Cola de zorra. Numerosos ejemplares de Cachenta, Potrerillos, Paramillo de Uspa- lata, Villavicencio y Precordillera de San Carlos (leg. Sanzin). Citada por Kurtz, Gillies y Philippi. Florece: XETIL. Distribución geográfica : 53. 4. Priva Adans. De las siete especies conocidas, una sola es de Mendoza. 12. Priva laevis Juss. (fig. 10). D. C., Prod., X1, 533; Gay, V, 7. Syn.: Bouchea copiapensis Gay. Ferbena tuberosa Grah. Fig. 10 Priva laecris Juss Il, Hor; 2, sección de la misma Es la verbenacea más común en la HNanura y se encuentra en abun- daneia a lo largo de los caminos, en los jardines y bordes de las ace- quias. Lleva tuberculitos en las raices. Florece: XI, Distribución geográfica : Chile, €. SJ. SL., LR., Ot. 5. Verbena Lin. Las numerosas especies de este género están comprendidas en las siguientes secciones : 1. Anteras de los estambres superiores sin apéndices, A. Flores 1-2 en las áxilas de las hojas o en las extremidades de las ramitas axilares; hojas generalmente espinudas. á 1. Pungentes. LAS VERBENÁCEAS 107 B. Flores grandes en espigas densas globosas, cuyos ejes se alar- gan después de la floración. 2. Nobiles. (. Flores en cabezuelas o por lo menos en espigas cortas com- pactas que no se alargan después de la floración. 3. Pachystachyae. D. Flores en espigas subverticiladas. Corolas con el tubo largo y encorvado hacia abajo. 4. Verticilliflorae. E. Flores en espigas largas y filiformes. Flores pequenas. 5. Leptostachya. 2. Anteras de los estambres superiores con apéndices glandulosos. 6. Glandularia. 1. PUNGENTES 1. Arbustito trepador con hojas tripartidas. 13. Wilezekit. 2. Arbustitos levantados o en forma de césped, pero no trepadores. A. Hojas enteras, a veces con un pequeño diente a cada lado. a. Arbustos pequeños, en forma de césped bajo. ¡. Ápices de las hojas agudos punzantes. o. Las hojas: unas cortas, otras en forma de espl- nas largas. 14. caespitost. vo. Todas las hojas alesnado-espinudas. 15. erinacea. ii. Ápices de las hojas obtusos. 16. uniflora. b. Arbustos levantados, no en forma de césped bajo. 17. seriphioides (hystrix Briq.. B. Hojas profundamente tripartidas con pequeños grupos de ho- jitas axilares. a. Las hojitas axilares enteras. 18. asparagoides. b. Las hojitas axilares tripartidas. 19. intricata. 13. Y. Wilezekti Briq. Briquet, 4n. du Cons. de Genéve, 1V (1900). En el valle del río Atuel (San Rafael), 2200-2700 metros (Chod. et Wilc.). No la conozco. Parece ser muy vecina de la Y. Morenonis O. Ko, y quizá la misma (Osten, in litt.). 14, Y. caespitosa Grill. et Hook. (fig. 11). D: €, Prod., XI, 536; Gay, Y, 15. 108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Citada por Philippi y por Hooker; se encuentra en la cordillera de Fig. 11 Verbena caespitosa Gill. et Hook. : 1, ramita Horifera 2, Hor abierta; 3, bráctea Tupungato a unos 3300 metros y en el Paramillo de Uspallata a unos 2600 metros (leg. Sanzin, n* 661). Florece: XIETL, Distribución geográfica: Chile, Sy. 15. V. eríinacea Gill. et Hook. (fig. 12). D. C., Prod., XI, 536; Gay, V, 13. 12 Verbena erinacea Gi. et Hook 1, Hor 2, sección de la misma; 3, bráctea Citada por Kurtz (An. Un, Córdoba) y Gillies (Uspallata). Se en- LAS VERBENÁCEAS 109 cuentra también en la Precordillera del departamento de Las Heras a unos 25800 metros (leg. Sanzin, n* 59). Florece: XI. Distribución geográfica : Chile, SJ., Pat. (leg. Dusen, 15272, in Herb. Fac. Med... 16. Y. uniflora Phil. (fig. 13). Philippi, Linnaca, XXIX, 20. Syn.: Eyctum nanum Ph. La Crucecita, 1500 metros (leg. Carette, in Herb. Mus. B. A.). Cum- bre de la cordillera de Tupungato, 3300 metros (leg. Hauman, in Herb. Fig. 13, — Verbena unifora : 1, extremidad de una rama: 2, Hor abierta 3, limbo de la corola; 4, bráctea Mus. B. A.). Cajón del Burro, en San Rafael. 3200 metros (Chod. et Wilez., An. Cons. de Grenéve). Paso Cruz (O. Kuntze). Distribución geográfica : Chile, Chb. (leg. lin, n* 29. Hojas muy erandes, de unos 12 milímetros de largo: in Herb. Fac. Med.). 17. V. seriphioides Gill. et Hook. (fig. 14). D. C., Prod., XI, 536; Reiche, £st. Crit. Flora de Chile. Syn.: F. echinata Ph. Se encuentra en la La Orucecita, cerca de Mendoza y desde Yau- cha al sur (Kurtz). Además en Chacras de Coria, 1000 metros, Tupun- 110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA gato y en la Pampa de San Rafael, donde es extremadamente abun- dante (leg. Sanzin). Su nombre vulgar es Tomillo macho. Florece: XLEI. Distribución geográfica : Chile, SJ.. J., Ct. (leg. Jórgensen, 1n* 1732). RN., Pat. La V. hystric Brig. parece ser muy próxima a la seriphioides y qui- Za, teniéndose en cuenta la gran variabilidad de las verbenas, una simple forma o variedad. Doy a continuación la descripción de la V. hystrix de Briquet, por considerarla útil, vista Ja difienltad que hay de conseguir la obra en la cual se encuentra la diagnosis: V. hystrix Briq. (ex Ann. du Cons. de Genéve, 1V, 1900). A SET ió Fig. 14 Verbena seriphioides GíM. et Hook, : 1, Hor; 2, sección de la misma PFruticulus parcus, dumosus, ramis densis, sunmis adpresse pubescen- tibus, trunco primario crasso ad 1 em. lato et ultra. Folia dimorpha. Adulta valde pungentia, primum viridia rigida, mox luteo-albescentia rigidissima, demum caduca, patentia, supremis integris vel subintegris ceceptis, trifida, segmento medio quem lateralia multo longiori, opposi- ta, basi connata, glabra vel vix parce ciliato-hirtella. Axillaria minuta, rel minutissima, crassa, viridia, lucida, supra carinata, apice obtusa, intruncis senilibus casis foliis acerosis pulvillos densos constituentia. Plores 2-5, in gregibus parvis axillaribus inflorescentiam folioso-acero- sam valde elongatem anthesi acropetali dispositi, bracteis a foliis acero- xis omnino diversis et in corundem axillis sitis ovatis, extus adpresse puberulus, tubo demum glabrescente anguloso, dentibus brevibus 5 alig. inaequalibus acutis vel brevissime acuminatis. Corolla cxtus parce pube- rula vel subglabra, tubo basi eylindrico, superne aliq. ampliato exserto, limbo 5 lobo distinte subbilabiato, lobis rotundatis, infimo emargi- LAS VERBENÁCEAS 111 nato. Genitalia os corollae haud superantia. Fructus laevis imelusus. Pruticulus (ex el. Wilezek) 30 cm. altus. Foliorum adultorum pun- gentium ad $ mm. longorum segmentum medium 4 mm. altum, lateralia 1-2,5 mm. longa. Pars forifera ramorum ad 10 em. longa. Bracteae 2 mm. longae. Calicis tubus 4 mm. altus, dentes infra 1 mm. longi. Corolla calicis os 4-5 mm. excedens. 18. V. asparagoides Gill. et Hook. (fig. 15). DC, Prod., XT, 936; Gay, V, 14. En Uspallata, cerro del Portezuelo (Gillies), arroyo Manga, a la Fig. 15. — Verbena asparagoides Gill. et Hook : 1, lor; 2, sección de la misma 3, grupo de pelos glandulosos del interior de la corola entrada del valle del río Atuel, 1500-2200 metros (Chod. et Wilez.), Paramillo de Uspallata, 2700 metros, y Cerro Pelado (falda), a unos 3000 metros. También en la precordillera de San Carlos (leg. Sanzin, n* 733, 3114, 3121). Florece: XIL-1. Distribución geográfica : Chile, SJ. 19. V. intricata Briq. Briquet, l. e. Río Tordillo, en la cordillera de San Rafael, 3200 metros (Chod. et Wilez.). No la conozco. Florece: EII 112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2. NOBILES l. Espigas terminales, solitarias. 2. Espigas terminales, arramilletadas. 20. V. teucrioides Gill. et Hook. (fig. 16). D, C., Prod., XI, 538; Gay, V, 138. 20. teucrioides. 21. ribifolia. Uspallata, Cerro del Portezuelo (Gi1l.;. Parece distinta de la Y. pla- tensis y no sinónima. Fig. 1 Verbena tenerioides (51, et Hook l, Mor; 2, secc Distribución geográfica : Bras., Urng., BA., 1297). 21. V. ribifolia Walp. D. C., Prod., XI, 539; Goy, Y, 18 Syn.: F, foctida Vh F. longavina Ph En el camino a Las Cuevas, a una altura de 3200 metros (Chod. Wilez.). Distribución geográfica : Chile. ión de la misma: 3, hoja Ut. (leg, Jorgensen, LAS VERBENÁCEAS . 113 3. PACHYSTACHYAE 1. Hojas en forma de espinas rígidas. 22, Juniperina. 2. Hojas no en forma de espinas. A. Tallo tetrágono; flores en espigas densas. a. Hojas anchas, ovaladas, profundamente trífidas con los lóbulos pinatifidos. 23. cuneifolia. 1, Hojas angostas, lanceoladas u oblongo-lanceoladas, ase- rradas o inciso-aserradas. +. Plantas ásperas; base de las hojas no auriculada. o. Corola con el limbo pequeño y con el tubo poco más grande que el cáliz. zx. Las anteras se insertan en la mitad supe- rior del tubo corolar. 24, littoralis. w» 31. Y. Echegaray Mier. (tig. 24). Hieronymus, Sertum Sanjuaninum. Común en Puesto Lima y Los Papagayos (Kurtz, An. Univ. Cór- doba), Punta de Vacas (leg. Hauman, Herb. Mus. B. A.). Numerosos ejemplares de los Papagayos (leg. Sanzin, n* 3100). Se reconoce esta especie, a primera vista, por la forma e inclinación de las hojas de las ramitas tloríferas. Son lanceoladas, con la base aco- razonada, casi sesiles y todas inclinadas hacia abajo. Este carácter, sin embargo, no es constante, pues en la misma planta que lleva ramas con hojas lanceolado-acorazonadas, hay «ua veces otras ramas de la misma categoria que tienen hojas fascienlado-espatuladas como la Y. aspera. Se diferencia también de la Y. aspera por el tubo de la corola, que es enteramente glabro en su interior. Distribución geográfica : 53. Ra par . inconciama Briq. (fig. 25). Briquet TOS Arroyo Manga, a la entrada del valle del rio Atuel en San Rafael, entre 1500 y 2000 metros (leg. Chodat et Wilezek). Se encuentra tam- bién en el cerro llamado Loma del Medio, en la precordilleraf del departamento de Tupungato, a unos 2500 metros (leg. Sanzin, n* 642). Es un pequeño arbusto muy ramoso, que se distingue a primera vista de las especies afines por la forma e inserción de las hojas, por las flores e inflorescencias, Florece : 1. 33. Y, diversifolia O. K. O. Kuntze, Hee, Gen. Plantarmm, 111. Citada como viviente en Paso Cruz, aunos 2000 metros (O. Kuntze,. Xa la conozco. 34, Y. seoparia Gill, et Hook, (fig. 26). D. C., Prod., XI, 544; Gay, V, 20 Syn.: Diostea seoparia Miers. Lippia aphylla Phil. LAS VERBENÁCEAS 123 La Crucecita, cerca de Mendoza, 1500 metros (Kurtz). Citada tam- bién por Philippi. Abundantes ejemplares de Villavicencio, Precor- Fig. 26. — Y. seoparía Gill. et Hook : 1, Hor; 2, sección de la misma dillera de Tupungato (2000 m.), La Chilea (precord. dep. Las Heras), Cacheuta, La Crucecita y sierra de la Guardia en San Rafael (Herb. Sanzin). Fig. 27. — Y. connatibracteata O. K.: 1, ramita Horifera 2, flor; 3. sección de la misma 124 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Es una especie muy común en toda la precordillera y tiene flores blancas o azules, de olor desagradable. Florece: X-I. Distribución geográfica : Chile, Ct. (leg. Jórgensen, n? 14053). 35. V. connatibracteata O. K. (fig. 27). O. Kuntze, 1. c., 11, 255. Arroyo de los Papagayos, 1650 metros (O. Ktze) y Las Aucas, en la costa del río Diamante (Herb. €. Hicken, n” 60). En la sierra de la Guardia (S. Rafael) cubre grandes extensiones (leg. Sanzin, n? 5106). Tiene flores blancas y azules. Florece : XI-XIT. Distribución geográfica : RN., Chb. 5. LEPTOSTACHYAE Una sola especie. 36. Vo officinalis Lin. DAG., Prol 3: Sa. Syn. : F, spuria Lin. F. setosa Martens. Citada por Hicken (Chloris platensis). La encontré varias veces en los alrededores de Mendoza, al borde de los canales de riego (Herb. Sanzin, n” 792, 3120). Florece : IX-IT. Distribución geográfica : Casi cosmopolita. 6. GLANDULARIA 1. Hojas enteramente glabras. A. Flores en espigas muy largas y Hojas. Cáliz enatro veces ma- yor que las brácteas. 37. glutinosa. B. Flores en espigas, generalmente cortas y densas. Cáliz tres veces mayor que las brácteas. a. Cáliz glabro; flores amarillas, 38. Nava, hb. Cáliz hispido; Hores blancas y tallo radicante. 39. radicans. 2, Hojas más o menos peludas. A. Flores amarillas; espigas simples. 10. sulphurea. LAS VERBENÁCEAS 125 B. Flores blancas o azules o de color crema y en este caso las espigas son arramilletadas. a. Espigas arramilletadas, tallo derecho. 4l. Origenes. b. Flores en espigas o cabezuelas terminales sencillas. +. Espigas o cabezuelas subsesiles. 42. microphylla. tt. Espigas largamente pedunculadas. o. Apéndices de las anteras salientes o apenas sa- lientes de la garganta del tubo corolar. 13. erinoides. oo. Apéndices gruesos, pedicelados y completa- mente salientes. 44. crithmifolia. . V. glutinosa O. K. (fig. 28). O, Kuntze, 1. c., MI, 256. Muy abundante en la Pampa de San Rafael y en la sierra de la Guardia (leg. Sanzin, n* 3104). También se halla en el cerro de Lu- Fig. 28. — Verbena glutinosa O. K. : 1, Hor; 2. antera con apéndice glanduloso 3, sección de la Hor; 4, 5, hojas lunta, margen izquierda del río Mendoza (leg. A. Ruiz, in Herb. San- zin, 0 3135). Esta especie se parecea la V, fava por la forma de sus hojas, pero se distingue fácilmente por la ramificación tricotómica, por las inflo- rescencias en forma de espigas largas y flojas, y por las brácteas muy pequeñas. Además el cáliz de la Y. glutinosa es, por lo general, peludo y elan- 126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA duloso, las Hores más pequeñas, amarillas, con unas estrías purpuri- nas en el limbo; las hojas son glaucas y no de un color verde intenso como en la V. flara. Florece : XI. Distribución geográfica : Pampa central (leg. Girola, H. Min. Agr., n* 11777, sub Y. fava). 358. V, fñara Gill. et Hook. (fig. 29). D. C. Prod., XI, 555. Sym. : F. glabrata Ph. Paso del Portillo (Philippi), San Ratael (Gillies), arroyo de los Papa- vayos (Kurtz) y en la Precordillera de Las Heras, Tupungato y San zm Verbena faca Gil. et Hook l, Hor; 2, sección de la misma l, antera con glándula; 4, 5, 6, hojas Carlos, entre 2000 y 2500 metros de altura (Herb, Sanzin, n” 582, 555, 1818). Bastante común en las hendiduras de las rocas, especial- mente esquistosas. Florece : XE-T11, Existen dos variedades : a) latiloba Speg. La más común, con todas las hojas trifidas o tri- partidas. LAS VERBENÁCEAS 127 b) angustiloba Speg. Menos frecuente, con hojas inferiores trífidas y las superiores enteras. Distribución geográfica : RN., Neuquén. 39. V. radicans Gill. et Hook. (fig. 30). DAGA Prod., XI, 5523 Gay, V, 12: Citada por Philippi y Gillies. Común en los valles húmedos de la Fis. 30. — Verbena radicans Gill. et Hook. : 1, Hor; 2, sección de la misma 3, hoja; 4, antera Precordillera de Tupungato y Tunuyán, entre 2000 y 2700 metros (Herb. Sanzin, n” 666 y 1355). Flores blancas, fragantes. Florece : 1. 40. V. sulphurea Sweet (fig. 51). DACSHBNO dl) Dal Gay, Vi 8: Sym. : Shuttlewortia sulphurea Meisn. Citada por Philippi (cfr. Hieronymus, Sertum Sanjuaninum), por Kurtz (Valle de los Patos) y por O. Kuntze (Paso Cruz). Distribución geográfica : Chile, RN., Perú. 41. V. origenes Phil. (fig. 32). Philippi, Linnaea, XXIX, 30; Reiche, Est. crit. Flora Chile. Syn. : Y. deserticola Ph. Esta especie, nueva para Mendoza, fué hallada por el profesor L. Hauman eu el valle del río Tupungato a unos 2400 y 2700 metros en enero de 1908 (Herb. Mus. B. A.). Flores de color crema. Las glán- ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA L Verbena sulphurea Sweet l, or; 2, sección de la misma; 3. hoja >, pelo del interior de la corola vcción de la misma 4 LAS VERBENÁCEAS 129 dulas estaminales de esta especie son muy grandes, pediceladas y completamente salientes de la garganta del tubo corolar. Distribución geográfica : Chile. 42. V. microphylla Kth. (fig. 33)... D. C. Prod., XI, 551. . Sym. : F. erinoides var. andina Ph. Fig. 33. — Verbena mierophyla Kth.: 1, Hor; 2. sección de la misma; 3. hoja Citada por Kurtz, se encuentra en Casa de Piedra, en la precordi- llera del departamento de Las Heras a unos 2500 metros (leg. Sanzin, n” 132). Distribución geográfica : Ecuador, Bol., SJ., Ot., T., S. Jujuy (leg. Medinacelis, n” 3, Herb. Fac. Med.). 435. V. erinoides Lam. (fig. 34). DC. Prod., XI, 552; Gay, V, 10. Syn. : F. multifida R. et Pav. F. odorata Meyen F. mendocina Phil. Erinus laciniatus Lin. Se encuentra en todas partes de la República y es una de las espe- cies más variables. Cerca de la ciudad de Mendoza, y precisamente del lado de la Cor- dillera a una altura de 1000 y 1200 metros, abunda una variedad (Herb. Sanzin, 1” 139, 1700, 3099, 3129, 3130), que lleva glándulas en el cáliz y que tiene las hojas anchas, triangulares, de base cunea- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVI. 10 130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Fiz, 34 A Verbena erinoides Lam l, Hor; 2, antera; 3, 4, hojas >, sección de la for; 6, bráctea Fig. 344 1 Verbena erimoides var. glandulifera : 1, Mor; 2, antera ; 5, hoja LAS VERBENÁCEAS 131 da y trífidas o tripartidas con los segmentos casi enteros o con unos lobulitos laterales : V. erinoides Lam. var. glandulifera n. var. A typo differt caule, foliis, calicibusque hirsutis, pilis glanduliferis mixtis. Pubo calice subduplo longiore, appendicibus antherarum subex- sertis clavatis violaceis. Laciniis foliarum lanceolatis. (Osten, in lítt.) Más al sur y a las mismas alturas indicadas existe otra variedad que se acerca más al tipo por sus hojas tripartido-pinatífidas con seg- mentos angostos, pero que se diferencia esencialmente por sus glán- dulas estaminales apenas salientes de la garganta del tubo corolar en vez de ser inclusas. La V. mendocina Phil. es intermediaria entre estas dos variedades, pues el examen de ejemplares auténticos de Philippi, del museo de Santiago, me permitió constatar que tiene hojas de dos clases, idén- ticas en la forma a las hojas de las dos variedades citadas. El carácter de los tallos erguidos de la V. mendocina, no es costan- te, pues en la variedad glandulifera hay individuos erguidos y otros semirastreros. Por todo esto me parece conveniente unir en una sola las dos es- pecies V. erinoides y V. mendocina. Distribución geográfica : Chile, Bras., Urug., Perú. Casi toda la Re- pública. 44. V. crithmifolia Gill. et Hook. (fig. 35). D. C. Prod., XI, 556. Citada de Mendoza por Philippi, Kwrtz y Gillies. Es una especie muy común en Mendoza y crece en los pedregales de los ríos secos. Numerosos ejemplares de los alrededores de Mendoza, Potrerillos, Pupungato, San Rafael (Herb. Sanzin, varios núm.). Todos los ejemplares recogidos por mí en Mendoza tienen elándu- las estaminales muy grandes y pediceladas, completamente salientes de la garganta del tubo corolar. Esta particularidad es muy impor- tante si se tiene en cuenta que en la diagnosis de Gill. et Hook. no se mencionan las glándulas estaminales, y sin embargo los tipos que sirvieron a Gillies y a Hooker para la deseripeión provenían de Men- doza. Aquí merece recordarse que existe en Andalgalá (Catamarca) una verbena idéntica a la V. crithmifolia, enteramente desprovista de glándulas estaminales (leg. Jórgensen, n? 444). Además la forma mi- 132 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA nor de la misma Y. erithmifolia, descrita por Gill. et Hook., tampoco tiene glándulas estaminales. Esta especie, por la forma de sus glándulas estaminales es muy ve- cina de la Y, origenes Ph.. pero ésta tiene las hojas menos recortadas y las espigas arramilletadas. Vig, 35 Verbena crithmifolia Gil. et Hook 1, Hor; 2, sección de la misma antera:; 4, bráctea; 5, hoja Encontré en 25 de Mayo, cerca de San Rafael, unos ejemplares de V. erithmifolia con inflorescencias arramilletadas y hojas con seg- mentos anchos, ejemplares que recuerdan por su aspecto a la Y. ori genes. Distribución geográfica : 58... RN,, Pat. BIBLIOGRAFÍA Doy a continuación la lista de las publicaciones en las que se des- eriben o citan especies de verbenáceas mendocinas : Briquer, J., Ann. du Cons. de Genere, IV, 1900, Cuovar er Winezek, Contributions ú la fore de la Rép. Argentine, in Bull. de V Herbier Boissier, 11, numéro 3, 1902 LAS VERBENÁCEAS 135 Dre CANDOLLE, Prod. Syst. Nat., XI. Gay, C., Historia física y política de Chile, Botánica, Y. GRISEBACH, Plantae Lorentzianae. GRISEBACH, Symbolae ad floram argentinam. HAuman, L., La régétation des Hautes Cordilléres de Mendoza, in 4n. Soc. Cient. Argent., LXXXVI, 1918. HickexN, C., Chloris platensis argentina. HickeN, C., Plantae Fischerianae, en Physis, 1, 1916. HIERONYMUS, J., Plantae diaphoricac, etc., en Bol. Ac. Nac. Ciencias, Córdoba, IV, 1882. HIERONYMUS, J., Sertum Sanjuaninam, en Bol. Univ. Córdoba, IV, 1881-82. Hookkr, W. J., On the species of the Genus Verbena and some nearly allied gene- ra, found by Dr. Gillics in the extratropical parts of South America. Bot. Miscel., I, 1830. KUNTZE, O., Rev. Gen. Plantarum, Leipzig, 1898. Kurtz, F., Dos viajes botánicos al río Salado Superior, ete., en Bol. Ae. Nac. Ciencias Córdoba, XII. 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Diostea filifolia Miers ? 117. 13. — camescens Kth., 104. 3. — ¡¿uncea Miers? 104. 14. — filiformis Schrad., 105. 4. — scoparia Miers, 122. 15. — tloribunda Phil., 101. 5 — stenophylla Miers ? 117. 16. — foliolosa Phil., 101. 6. — scirpea Miers, 104. 17. — ¡juncea Schauer, 103. 7. Dipyrena dentata Ph., 104. 18. — lantanifolia Grisb., 102. $. —= glaberrima Gill. et Hook., 19. — ligustrina(Lag.) O. K., 102. 105. 20. — lycioides Stend., 101. 9. = valdiviana Miers, 104. 21. — nodiflora Cham., 104. 10. Erinus laciniatus Lin., 129. 22. — nodiflora Mich., 105. 11. Lippia aphylla Phil., 122. 23. — sarmentosa Spr., 105. 134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA 24. Lippia scirpea Phil., 104. O. . Sehuttlewortia seriphioides A. Gray, 101. trifida Remy, 101. turbinata Gris., 102. uncinuligera Nees, 105. - (Lyeium nanum Ph.), 109. . Neospaston aphayllinm (Gi, et Hook.) CELE . Neospaston ephedroides Grisb., 100. - Priva lacris Juss., 106. sulphurea Meisn., 127. - Verbena aphylla Gill. et Hook., 99. asparagoides Gill, et Hook., 11. aspera Gill. et Hook., 113. bonariensis Lin., 115. bonariensis var. littoralis Hook., 114. caexpitosa Gill, et 107. Chamissonis Walp., 115. Hook., connatibracteata O, K., 124, erithmifolia Gill. et Hook,, 131. cuneifolia R. et Pav., 113, cuneifolia Host., 115. deserticola Phil., 127. diversifolia O. K., 122, Echegarayi Mier., 122. echinata Phil,, 109, erinacea Gill, et Hook., 109, erinoides Lam., 129. erinoides var. andina Phil. 129. erinoides var. 131. Maca Gill, et Hook., 126. Naravar.angustiloba Speg., 127, Nara 126. foetida Phil., 112, glabrata Phil., 126. ylandulifera Mm. Var., var, datiloba Speg., glandulosa Moris, 115, glauca Gill, et Hook,, 116. alutinosa O, K., 125. 61. Ferbena gracilis Cham., 115. 62. 63. 54. 65. 66. gratissima Hook, et Arn.. 102. hispida R. et Pav., 115. hystrir Briq., 110. inconcinna Briq., 122. intermedia Gill, et Hook., 115 intricata Briq., 111. juncea Gill, et Hook., 104. Juniperina Lag., 113, ligustrina Lag., 102, littoralis Kth., 114. littoralis var. leptostachya DOG: VI. littoralis var. D. C., 114. longavina Phil., 112. mendocina Phil., 129. Pyenostachoya mierophylla Kth., 129. multifida R, et Pav., 129. nodiflora Lin., 104. odorata Meyen, 129, officinalis Lin., 124. origenes Phil., 127. vurostachya Briq.. 118. quadrangularis Vellozo, 115, radicans Gill, et Hook., 127. ribifolia Walp., 112. scoparia Gill, et Hook., 122. seriphioides Gill. et Hook., 109. setosa Martens, 124, spalhulata Gill. et Hook., LUZ spuria Lin,, 124, sulpivrea Sweet,, 127, tennis Stend.,, 115, tenerioides Gil, et Hook., 112. tuberosa Grah., 106. uniflora Phil., 109, Wilezekii Briq., 107. Zapania nodiflora Lam., 104, . Wilsonia glaberrima Gill, et Hook., 106. 'ONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS Por ÁNGEL PÉREZ INTRODUCCIÓN Los tratados de aritmética, al ocuparse de los quebrados decimales periódicos, nos dan a conocer su generación, su conversión en que- brados ordinarios y algunas propiedades, por cuyo medio puede lo- grarse la transformación de esta última forma en la correspondiente decimal. Si se añade a ésto el enunciado de algunas cuestiones sueltas. bien acerca del número de cifras periódicas o no periódicas que un que- brado ordinario pueda producir, bien, de propiedades curiosas, se tendrá todo lo que suele enseñarse en los textos corrientes. Quizá uo hubiera pensado en contribuir al relleno de las lagunas que ofrece la teoría enunciada, a no haber mediado la circunstancia de estar en correspondencia cientifica con un docto profesor de la Escuela naval de Chile, el ingeniero señor €. Wareny, bien conocido por trabajos matemáticos de alto vuelo que han visto la luz en la Re- vista de la Universidad de Santiago y en publicaciones de ¡eual índole de las universidades españolas. Me enunciaba dicho señor algunos teoremas sobre fracciones pe- riódicas para cuya demostración me parecía insuficiente la doctrina que contiene la mayoría de los libros; y como deseaba aportar alguna luz a la resolución de los problemas que sin duda ocupaban la aten- 136 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ción del estudioso profesor, me dediqué a investigar, habiendo logrado, si no resolver por completo todas las cuestiones referentes a las frac- ciones periódicas, por lo menos clavar jalones que sirvan de dirección a investigadores mejor dotados que yo, para dar cima a la obra de completar la insuficiente teoría actual de las fracciones decimales pe- riódicas. Principios en que se basa esta contribución al mejor conocimiento de las fracciones decimales periódicas 1. Todo número primo con 10 (p.tj.. 7, 11,13, .... 91, ...) es divisor de cualquier entero cuyas cifras sean todas iguales, con tal que el número de éstas sea suficientemente grande. Para demostrar esta proposición recordaremos que el período de una decimal periódica pura comienza inmediatamente después de la coma, o sea en la cifra de las décimas. a.10" 3) 10" neratriz de términos primos relativos, bh sólo contiene factores primos S a a s e En efecto, en la igualdad o + en que 5 es la fracción ge- ) ) con 2 y 5, de modo que no puede dividir a a. 10%, mas si prolongamos suficientemente la división, debemos llegar a dos restos iguales, puesto que el número de restas diferentes es a lo más bh — 1. Sean, en una división a. 10%: b, cel cociente entero y r el resto; en la división m ésima después de aquella, sean e” el cociente entero y » el resto, se tendrá a.10" bc 5r ¿a.10"+"”—a.10=)b(c' —c) a.10"+"=bc4rWN a,10"|10” — 1| =0b (c' — c) o bien a, 10” [10 —1] d—:0z O b Como el primer miembro es entero, el segundo tendrá que serlo también, pero hb no puede dividir a a. 10%, por ser primo con a, y ade- más primo con 2 y 5, luego hb será divisor de 10% — 1, número exclu- sivamente formado por nueves (m nueves). Por otra parte, escribiendo la igualdad de este otro modo 10" [a . 10" —aj h y O —(= LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 137 observaremos queno siendo 4.10% ni « divisibles por b, y teniendo E E X ME dí ! que serlo su diferencia, es necesario a y den el mismo ) ) resto; luego el primer residuo que se repite es el de 47 b, es decir, el inicial; el período, pues, comienza en las décimas. 2. La expresión a.10* [107 — 1] (== : b : > aa AA - + - implica la condición pa (a) (e, entero), es decir, que : Un mú- mero formado exclusivamente de nueves es múltiplo de cualquier nú- mero primo con 10, siempre que el número de nueves sea suficientemente yrande. Este enunciado corresponde a un caso particular, pero muy impor- tante, del teorema de (1) al que la condición (2) sirve de fundamento. La expresión (a) en que m es un número indeterminado y del que debemos disponer, podemos escribirla de estos modos : monueves Manos IO 090 IS A b h b es : Como b es primo con 2 y 5, si b no es igual a 3 nia 9, será necesa- Mm unos rio que 111 .... 1 sea múltiplo de b; mas como la igualdad se verifi- sa, según prueba el miembro precedente, debemos concluir que el teorema es cierto cuando el número múltiplo de hb está formado de unos. La restricción de que b no sea 3 ni 9 no es ya necesaria, porque evidentemente un número formado por tres unos o nueve unos sería divisible por b=3 0 b=09, independiente del 9, coeficiente de la se- rie de unos dentro del paréntesis. 10" —1 Por tanto, la relación a podemos substituirla por ) MW UDOS MPAA b = SN en que el número m de unos es una variable de que dispondremos para que verifique la igualdad (2). Es claro que de la (2) puede deducirse esta otra igualdad AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXX XVIII 11 mounos 2) EE OR b ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA maádoses 9009 0) pa pp h UE (5) número entero, evidentemente, ya que lo es 2e,. Con el mismo razonamiento, podríamos probar la exactitud de las siguientes relaciones : mowunos m TTeses S11+... 1308 ; bh 5 e (4) m unos m enatros PAE OMR e A y Y PA 14 a 7 D A (5) TONTOS m ochos Spas q SOS Ss = - IS (6) b bh luego el teorema de (1) es cierto. 3. Se sabe, por la teoría de las fracciones periódicas puras, que la tracción ordinaria que equivale a una de aquéllas es la que resulta de simplificar la fracción o quebrado, cuyo numerador es el periodo y el denominador un número compuesto de tantos nueves como cifras tenga el período. Es decir, que si p' es el periodo y 999 ... 9 el número . : . S a Eo de cifras del denominador, la irreducible equivalente ; está ligada ) con la periódica pura por la relación 0 P ho 099.99 (a) De esta igualdad se infiere que p” es múltiplo de a y 999... 99 lo es de hb, Aplicando este prineipio a la irreducible z en que d es primo con 10, ella será la generatriz de una periódica pura que, convertida en quebrado, dará la igualdad A, do 999.9 > (1) resultando así que 999 ... 9 es múltiplo de d. De la (1) se deduce LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 139 lo que nos dice que : 1” El cociente de dividir por un número d primo con 10, el expresado por los nueves necesarios y suficientes es el período . 1 e > de la decimal que engendra el quebrado 7 Esta relación nos permite , E , z 1 determinar a priori el período de la decimal engendrada por q Siem- pre que conozcamos a d. Así: , 1 e - LA Las generatrices originan los períodos >= 0) 127 1 999999 E4 abi > PS » 2 142857, Ú ( 1 99 » == » — = 09. 1101 JAN 2" El período de la decimal que engendra el quebrado propio irreduci- mM Or p , ble Fi manteniéndose d primo con 10, es el producto por n del período da JA : n 1 que engendra =- Pues se tiene ==mM ++ d d d Así: A 2 Se - Las generatrices 5 originan los períodos o 105 157 4 DR » = » 4 .142857 = 571498, Ú P 6.09 54 » — » . = yt. 11 3" Stel quebrado irreducible fuera impropio y el numerador excediera : M . a a al en mucho al denominador q Por analogía tendríamos A N; mas no siempre se obtendrá así el período con suficiente exactitud, siendo ne- cesario para lograrlo considerar dos o más períodos, según los casos, como veremos más adelante. 4. La igualdad (1) podríamos escribirla 1 P > d 10*—1 5%, 140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA considerando el número indeterminado de nueves de la (1) como una incógnita, siendo p otra incógnita que depende de «e y de d. Si por otra parte d es un número general, sujeto únicamente a la condición de ser primo con 2 y 5, entonces entre d, p y « no existe más relación que la (10) y la inecuación + < d, ya que el cociente exacto 107 — 1 a AN (2) debemos obtenerlo al cabo de (d — 1) divisiones a lo más. La (2) podemos escribirla 107 — 1 = pd. (3) El sistema 107 — 1 = pd / eZ d a causa de entrar + como exponente no se presta a una fácil resolu- ción. No parece que haya otra marcha más que la de atribuir a e va- lores tales como O e JR LAA e ir determinando valores de d y p que la satisfagan con la condicion de que el producto dp dé números formados por auetes. 5. Prácticamente, procederiamos de este modo, Para + =1, 10— 1=9 =pd; debiendo ser d primo con 10, pode- mos asignar aquí a d únicamente el valor 3, loque da p =53:; conclui- ríamos que para r =1,esd=3,p=3. ara += 2, sale 99 = pd y podríamos asignar a d el valor 3, el 11 o el 33, resultando respectivamente para p. 33, 9,3 “ 2=2, da d=3,p=33;d=9,p=11;d=53) pp: Pero este procedimiento no es ya tan expedito cuando e asume va- lores más grandes, por ejemplo S, pues se tiene 10* — 1 =dp, 0,99999999 = dp, 9/11111111] = dp, porque la determinación de los factores primos o compuestos de 11111111 se vuelve muy penosa. 6. En tales casos se facilitan algo las operaciones con el siguiente método, Partamos de la ecuación 107 — 1 = dp. LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 141 Bara 1:10 —=1=9= dp, d ==: 3) p =3: Parar = 2; es 10: 1 =(10371)(10 —1) =11 .9; d4=11, p=9; 18) 10= o Para r=3; es (10 —1)=(10 — 1)(10*? + 10 +71] =9.111 = = Du ame a=2 60 == BL ae EU E Para 4 10 =1= (107 2) (102= 1) = 101.99 =9/. 11.101; d=101; p =0099. Para == 5; (10* — Y = (10 — 1) (10* — 10* + 10* — 10 + 1) = = Y) o MMUIL=00 ee d= 11, p= 02439. Para 1=6; (101 —= 1 =(10* L 1) (10: — 1) = 1001 . 999 = == Bo MITA MiS SEN a UE 157 ISI AS == IO 100006993 Continuando de la misma manera, se observa que la determinación de los factores del producto pd queda facilitada en el caso de ser el primer miembro de la forma 10% — 1, pero no ocurre lo mismo cuando es del tipo 10 +!— 1. Nótese bién, que el período debe tener tantas cifras como indique el número de nueves necesarios para contener el valor que atribuya- mos a d, Por tanto, debe entenderse que, por ejemplo, para =5 a d=271 corresponde el período p =00369 a d 41, p 024539 a d=369, p =00271. S. Queda con esto probada la posibilidad de calcular el periodo co- rrespondiente a valores primos de d, a los compuestos, que produzca la serie de primos que contenga el múltiplo de d formado por nueves, y fácilmente inferiremos que también puede hallarse para cualquiera combinación arbitraria de factores primos que asignemos a d. Supongamos, por ejemplo, que sea d =11.7.13; el período co- rrespondiente se calculará razonando de este modo : Para 11, el menor múltiplo formado de nueves es 99. Para 7, el menor múltiplo formado de nueres es 999999. Para 13, el menor múltiplo formado de nueves es 999999. Luego, para que un número formado por nueres contenga a 11, 7 y 13, bastará que sea el mM.m.c de dos (nueves), de seís (nueves) y de seis, es decir, que el número constará de seís nueves, o será 999999. 142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dividiendo ahora este múltiplo por 11.7.13, tendremos como co- ciente 999; el periodo será p = 000999. Si aquellos resultados se tabularan así como los que fueran obte- niéndose, prosiguiendo la investigación, se facilitarían con ello las aplicaciones y habría mucho trabajo adelantado para lo que nos resta exponer. Operaciones de cálculo con las fracciones decimales periódicas ADICIÓN DE LAS FRACCIONES DECIMALES A. Numa de dos o más periódicas puras 7. Sean primero dos periódicas puras que supondremos igualadas a sus generatrices. Prescindiremos de la parte entera para considerarla después en el resultado final. Sea abe P, =0, abe (abe) = 590 y E E Pp. =0, Fglii (Fghi) = 0999 abe fghi abe Fahi a a , 999 0099 pl OS 9.116.401 Elm.m.ede los denominadores es 9.3.11.37. 101 _ abc. 11.101 q LES EST NS 90.3. 10372101 El período debe tener a lo más 3.4 =12 cifras, m.m.c del nú- mero de nueves que contienen los denominadores de las fracciones sumandas. a) Por ejemplo : PS II Pp= 0,34 7(347) = 099 P,= 9999 = 0,4532(4532) 347.11.1014-4532.3.37 335517 +- 523052 Pre 0.3.11.37.101 1109889 =0,S0059267 1570500 ... 579). , LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 145 b) Si sumamos directamente las fracciones decimales dadas se obtiene : Pr = 0,34 134 13471347 3413413415347... Pp. =0.453245324532 453245324452... Py p. =8,800592671879(500592671879). c) Se obtiene por ambos procedimientos igual resultado; pero el primero es demostrativo, el segundo es meramente comprobatorio; mas, después de haberse probado la legitimidad de éste, es el que debe emplearse en la práctica. d) Si hubiere tres o más periódicas puras, se procedería según la ley asociativa, o directamente Dr 7 PD: Ps = (Dr + P=) + Ps = (02 + P3) Ps B. Suma de dos o más periódicas mixtas 4) Sean Pp .M=0,635(42) p.m = 0,34(588). Serán 63542 — 635 34578 — 34 A ————— AM KÑÁ ————————————— Pi 99000 P 99900 62907 34544 AO KW === AU == === DTO? PL —= 37.37.10 El m.m.e de los denominadores es 27.11.37. 10% Inferimos que el número de cifras anteperiódicas deben ser tres y el de las periódicas >.2= 6. 62907 .3.371 + 34544.11.10 pm — p.m = ¿2 === = O O? 6952677 |- 31998540 10752517 10989000 1098900 Hecho el cálculo resulta Pp. =0,951210025(210025) b) Y si se verifica sobre las decimales, tomando un número sufi- ciente de períodos viene también Pp. M= 0,655424 24242 424242 Pp. .M=0,325185 185185 18 P,.MH|Pp..mM=0,* 181210028|210028 20. Luego podemos operar directamente con la precaución indicada. 144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA O. Numa de una periódica pura con otra mixta c) Sean = 5,21(37). py. m=1,47235(35) y P. Dejando aparte los enteros, las fracciones equivalen a ] 46763 es 3 R PM" 59900 Lp 46765 E) 467653 39,10% Pp MAY = + == Add, ERA E 11.107 En este ejemplo la fracción suma tendrá tres cifras anteperiódicas y dos periódicas. TUDO 2 TA50S0S(08) ),M » = ——— = 0,7450808(08 Pp 1 99000 x y en fin 12,745085(08). SUBSTRACCIÓN DE LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS A. Caso de dos periódicas puras 9. a) Sean DP. =5,347(347) P= 71,4532(4532) y debe tenerse, considerando sólo la parte decimal por ahora 4532 412 112 347 0,4532 = == = —; 0,347(347) = (e 9999 909 9.101 it m.cded, y d,=27.37.101 d,=9.101,d,=9.111=271.31.M. 412 347 412 347 112.3.37 —347.101 909 999 9.101. 27.37 27.37.101 57392 — 35047 100899 Practicado el cálculo, viene 0,105897977185/1055979771855 2 enteros LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 145 con 12 cifras en el período, como se deduce de la composición de los denominadores. El cálculo decimal con suficientes cifras da : 7,453245324532 153245324532 4532... 5,341347347347 347341347347 347.. 2,1058971 977185(10: 5897977 185)106.. Cerciorados ya de que no hay inconveniente en operar sobre los que- brados decimales periódicos directamente, presentaremos así los res- tantes casos de la resta. B. Caso de dos periódicas mixtas P,=0,635 424242 42424242... Po. =0,345 TSIT85 7: , Di =p. =0, 239638450] 63545664. Debe tener el período 2.3=6 cifras, y la parte anteperiódica 3. 1 l 1 O. Caso de una periódica mixta y otra pura a) Sean Pp, =12,74508(05) y Pa = 9,221). Restando viene : P A Pi —DP» Como ambas periódicas ofrecen el mismo número de cifras, en el período, éste tendrá el número común; y la parte anteperiódica, el nú- mero de tales cifras en la periódica mixta. Ese resultado está de acuerdo con el ejemplo e) de la suma del que viene a ser una verificación. hb) Si el minuendo hubiera sido la periódica pura, e lo cual moditi- caremos su parte entera, poniendo por ejemplo, 15,2727..., tendríamos Pi = 15,27279 12 1272127 P,= 12,14508 US 0S0S0SU ¡—Pp.= 2,52764(64)6464647 obteniéndose dos cifras en el período y tres en la parte anteperiódica. 146 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA MULTIPLICACIÓN DE LAS FRACCIONES PERIÓDICAS 10. Comporta los mismos casos que las operaciones anteriores. A. Producto de dos periódicas puras a) Sean Pp, =0,571428(57 1428) y p. =0,27(27) o reduciéndolas a sus generatrices 5714285 39114285 142857 .4 999999. 27.37.11.7.13 27.37.11.13X1 El producto de los cuatro primeros factores del denominador es . pe 7 a 4 ¡igual a 142557, luego la generatriz simplificada es -; la =1 El producto : DAS OS iO E A Para que un número formado por nueves sea divisible por 11, se necesitan dos nueves y para que lo sea por 7 se precisan seís nueves, luego para que lo sea simultáneamente por 11 y por 7 serán necesa- rios el número de nueves que marque el m.m.e de 2 y 6, es decir 6 nueves ; luego el periodo de la fracción decimal tendrá seís cifras: = 0,155844(155844). b) ¿Qué hubiera resultado multiplicando 0,571425(57 1425) por 0,27(27)? Lo mismo, si operamos de modo que aseguremos la exactitud de seís cifras decimales en el producto. Emplearemos para ello la multiplica. ción abreviada, Aunque en estos casos los factores son números apro- ximados, podemos aplicar la regla; siempre que salvaguardemos un par de órdenes decimales excedentes al grado de aproximación que se pide; es decir, debemos ealenlar eon 4 decimales más. LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 147 B. Producto de dos periódicas mixtas Sean ellas PE 0,01356(1556) y Pp. =0,05769230(1692530) 1356 — 0 05769230 — 05 == == ¡Da = . 0990 99999900 Simplificando convenientemente esos quebrados se llega a las ge- 5 3 = E: A 4 . . neratrices Y =——» cuyo producto es ————— Que conver- WI: (OI od: tido en decimal da 0,00079969535415[079969535415 | 7 _—— =0,01356(1386) y == 0,05769230(769230). O. Producto de una periódica pura por otra mixta u) Sean p,=1,18(90) y Pp. .m= 2,5S461553(5461553) cuyas generatrices simplificadas son 321 1) E y Ta 219 20 ls) su producto es 921. 10 327.3 909 219.2.19 o 11.2.15 que debe dar una periódica mixta con (m.m.c. 6,2) =6 cifras de pe- ríodo y una cifra anteperiódica, es 5,4(300699). o P , e q : : 4 b) Sea la periódica pura mí y la mixta 5 el producto seria E a) El factor 11 exige dos nueves, el 13 seis, el periodo tendrá seis ci- fras, y la parte no periódica constará de tres 148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 3.47 141] AA 141 IAS. 8 11,18 887438 7 MAL = 0,123(251745). e) El eálenlo separado de las decimales periódicas da 2. =0),27(27) E Y A = 0,45 9230761. 11 2,13 104 al de Podemos obtener el producto por multiplicación de estos decima- les, con tal que lo calenlemos con una aproximación de 12 cifras, y aun menos (10), si se fuerza la unidad sobre la novena decimal del re- sultado. DIVISIÓN DE DOS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS A. Caso de dos periódicas puras 11. Sean : 1% dos periódicas puras a,sbedíbed) y limnma). Sus equi- valentes ordinarias serán abed — a imn— 1 Po 999 109 y el cuociente (abed — a) 99 — (abed — a) 11 (abed -— a) 11 pe De =-— A (Umn — 1) 999 (mn — 1111 (mn— 1).3.37 y será, en general, una periódica pura con un periodo cuya determi- nación no es fácil a priori. a) En este caso, lo más expedito es calcular el cociente por medio de los quebrados comunes, y si se quiere, reducirlo a decimal con las cifras que se necesiten. Por ejemplo : 0,2727) 0,375(378) reduciendo a sus generatrices 3 14 , O 1 > ci y p.= 25 el cociente será — y aquí es fácil ver 11 31 11.14 que el período tiene seís cifras y que el resultado es una periódica son: p, mixta con una cifra anteperiódica. h) Parece, pues, tener aquí lugar una anomalía respecto a lo que vewrre en la multiplicación. E : ; 14 7 Pronto veremos otras. Si la p, hubiera sido en vez de 37 37 el re- dá di sultado sería una periódica pura con seis cifras de período, y si el di LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 149 | videndo hubiera sido p, =- también se habría obtenido un cociente 1 periódico puro pero con tres cifras periódicas. B. Caso de dos periódicas mixtas Sean P =0,abemn Pp. =0,fg(Mjk) abema — abe Foljk —fy DM = —Gh A N—Á p. == 99000 90900 3 (abemn — abe) 99900 (abemn — abe) 111 == == == === > Pi. Po 99000 (Fghjk — f9) (Fghjk — fg) 11.10 y no podemos afirmar la naturaleza del cociente, mientras no sepa- mos qué valores particulares asumen los paréntesis. O. Caso de una periódica pura y otra mixta Sean Pp. =0,abed(abed) y P. =0,mngrs(grs) A abed. mngrs — mn abed . 99900 P Ds == == == A ER Pi Ps 9999 ”* 99900 (mnagrs — mn) 9999 abed.27.31.100 abed.3.37.100 (magrs — mn) 9 .11.101 (mngrs — mn) 11.101 y como en el easo anterior, nada puede afirmarse acerca de la especie de periodicidad del cociente. D. El caso de ser dividendo p, nos llevaria a la expresión (magrs — mn) 11.101 abed.3.37.100 en que el cociente parece ser periódico mixto, mas sin poder asegu- rarlo. : e) Por otra parte, al calcular en decimales las fracciones periódicas dadas como tales decimales, la dificultad para predecir el número de cifras periódicas del cociente, vuelve el cáleulo incierto; por lo cual, es lo más expedito operar sobre las generatrices ordinarias y, si con- viniera, transformar en fracción decimal el resultado. Estas resultancias no esperadas, que acabamos de obtener, nos in- ducen a investigar si en las operaciones precedentes serán posibles soluciones de la misma especie. 150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA SUMA A. Caso de dos periódicas puras 12, Como es dificil hallar fracciones decimales periódicas que llenen las condiciones que originan esa especie de anomalías, nos valdremos más bien de sus generatrices. 1” Resultará, en general, una periódica pura, bien con el número de cifras periódicas de los datos, bien con menos. (1) = KÁ->———__——_— == 3 con el mismo número de cifras periódicas que el primer sumando ; w') 0(4258571) -- 0,36 = 0(7192207); 7 4 11 1 h) E - = = 103 AEB da una cifra periódica, mientras los datos dan dos; v) 0,21(21) 0,12(12) = 0,3(3). 2 Puede originarse un entero : 153 29 15 29 42 . a) : = — = = 2, número entero; ALZA 2] 2d a) 0.(619047)6 1,(380952) = 1,99(9) = 2. B. Caso de dos periódicas mixtas Puede resultar : a) Una fracción decimal exacta; b) Un número en- tero; e) Una periódica pura; d) y, por supuesto, una periódica mixta : 29 e 29 + 7 36 La Fo R a) == —_—— A == 3 tracción decimal exacta; 9.5 9.5 9.5 9.5 D a!) 0.6414) 0,15(5) = 0,799 ... =0:95 29 55 + b) = == — == 5, número entero; A 4. 7 " W 1,03[571428] -)- 1,96(428571) = 2,999 ... =3; LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 151 33 27 33 +21 z0 yeriód. pura con seis cifras periód.; 2) ——> == KK = eriód, pura con seis e Ss peri aia 7.1 A l 1 c”) 1,17(857142) + 0,96(428571) = 2,(142857); 3 1 E A eN 529 VE 1). A E = ==> periódica mixta; 4.7 Dl AA Tel Al d') 0,10(714285)(7 ... 5) - 0,2(36) =0,34(350649), periódica mixta. O. Caso de dos periódicas, una pura y otramixta Puede originarse : a) Una periódica mixta ; ob) Una decimal exacta : E) ed AS tado Le a) + 5 === =5>> periódicamixta; D.1 1 5.1 30 4) 0,08(571428) + 0,(571428) = 0,6(571428), periódica mixta; ; Pa O O A ) =P? => = — = - 2. P xo ds ) 3 | 13 4.3 ma q? decimalexacta 109) 2,3(3) + 0,416(7) = 2,7499... 2,75, decimal exacta. RESTA A. Caso de periódicas puras 15. 1” Resultará, en general, otra periódica pura con igual número de cifras periódicas que los datos, o Menor : ) LA A (0 == = == on menor; 717 7.11 AA “) 0,(792207) — 0,(428571) = 0,36(36), periódica de dos cifras; 4 61—4.7 61 3 7 o NN E = 5» con igual número; ll D) = — == — a == ES 0 dal (fo 30 A O! d') 0,792207) — 0,36(36) = 0,(428571), con seis cifras periódicas. 2% Puede originarse un entero : 50 S 42 a =D) MÚMEero entero. ) NR ; w) 2,(350952) — 0,(380952) = 2, número entero. 152 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA B. Caso de dos periódicas mixtas Puede resultar : A) Otra periódica mixta con igual o distinto número de cifras periódicas que las que haya en uno de los datos : 26 4 AA - - A a) 2 == y igual número de cifras periódicas; O. sd Do.l a') 0,1(714285) — 0,1(142556] = 0,0571429; 2%) 1 3.11—1.5 4.1 4 b) a A - - € — e | 5.1 7 oir DL 5.11 periódica mixta con menor número de cifras periódicas; V) 0,0(S57142) — 0,0(129870) = 0,072(12). B) Una periódica pura : 29 4 29 —4 > a) == TEA AR E ).d d.d J.l 4 periódica pura de seís cifras periódicas : a!) 0,S(255714) — 0,1(142857) = 0,7(142557), periódica pura de seis cifras periódicas. cy Una decimal exacta : 413 1 E A ; 1 — —= —_—— = —= —y "aecion decima exacta: A E E MN AO SE a!) 1.53(571428) — 0,03(5711428) = 1,5, fracción decimal exacta. pb) Un número entero: IS S TU AO xi a) — — == 5 = 2, número entero; ).s Do. / O. / FA |] a) 2,22(557142) — 0,22(857142) 2. número entero. C. Caso de una periódica pura y otra mixta A) El minuendo es la periódica pura. Puede originarse ; a) Una periódica mixta : 14 > 14.2=5 23 -) .. y. . A + periódica mixta: 4 MT 2.11 gen LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 155 9) 1,27(27) —0,227(27) = 1,045(45), periódica mixta. b) Una decimal exacta : 5 3 AD 20 Ala 2 o) MA Ti bl generatriz de decimal exacta; a!) 0,45(45) — 0,054(54) = 0,4 fracción decimal exacta. B) El minuendo es la periódica mixta. Puede resultar : 1 Una decimal periódica mixta : 17 5 113.5 2 FAN AY a) generatriz de decimal periódica mixta; a) 0,509(09) — 0,2721) =0,036(36), periódica mixta. 2 Una decimal exacta : 1) 19 2 19—2.4 11 1 d — — — == — —»- 4.11 11 4.11 4.11 4 generafriz de decimal exacta; a) 0,4515(15) — 0,15(15) = 0.25, decimal exacta. MULTIPLICACIÓN A. Caso de dos periódicas puras 14, Pueden originarse : A) Otra periódica pura : a) lo | MS ue O generatriz de periódica pura con igual número de cifras periódicas: a”) 0,6(6) < 0,571428 =0,(350952), generatriz de periódicas puras con igual número de cifras periódicas; E O O 0) IIA Di 5) generatriz de periódica pura con menos cifras periódicas; D) 4,6(6) . 0,(714285) = 3,3(3) AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIII 12 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA seneratriz de periódica pura con menos cifras periódicas. B) La unidad o un número entero : 0 ln A 11 1 ( 3 ==—=1: ) E le 9 1 e) 3,6(6) .0,27(27) =0,999 ...=1; 44 3. £11.3 d d) —« — = ———— =4, número entero; 3 ML ¿le ES d) 14. 66(6).0,27(27) =3.99... =4, número entero. B. Caso de dos periódicas mixtas El producto puede ser : A) Otra periódica mixta con igual o distinto número de cifras anteperiódicas que en algún factor : a) ISR ARA seneratriz con dos cifras anteperiódicas y seís periódicas; a!) 0,1(142857).0,13(3) = 0,01(5238509), generatriz con dos cifras anteperiódicas y seis periódicas. B) Una periódica pura : ds SB 11.2 72D a seneratriz de decimal periódica pura; a!) 0.2666) .0,227) =0.06(06), periódica pura. c) Una decimal exacta : 64s 21 90.7129.3.4 9.3 27 a) = _. — —_——___— = — —= —) 1,20 9.9 9,58.29.1 25 25 generatriz de decimal exacta; a!) 3,70(285714).0,2916(6) = 1,08, generatriz de decimal exacta. LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 155 D) Un número entero : == 32 = 9, número entero; TAO NS) 1.25:.9.8 y Y) 3.T10(285714).2.4530(50) =5.999 ... = 9, número entero. O. Caso de dos periódicas, una pura y otra mixta Puede resultar : A) Una periódica mixta : o "o pa Ed a) A = AE += 20 ISO ol generatriz de periódica mixta con dos cifras periódicas; a) 0,127(27) . 0,6(6) = 0,084(84), generatriz de periódica mixta con dos cifras periódicas. B) Una periódica pura : ) + 3 4.5 4 nd iódi Y —=—"5= = , generatriz de periódica pura; AS DES se l LE W) 0,072(72). 1,6(6) = 0,12(12), periódica pura. Cc) Una decimal exacta : AS 1120 493 4 «u) a Ho gZg 2 => 2? dd.) 0) de.) dd.) dd.) 1) generatriz de decimal exacta; 7) 0,46(6) - 0,3(3) =0,7999 ...=0 generatriz de decimal exacta. DIVISIÓN A. Caso de dos periódicas puras 15. Puede resultar : A) Otra periódica pura : DA Do a) == = 3 = _ ») UL 3.1 24 | generatriz de periódica pura con más cifras periódicas que en los datos; a) 1,6(6) : 0,63(63) = 2,(619047). 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA B) Una periódica mixta : ME 1.3 S z pez, a) > n= —= generatriz de decimal periódica mixta; ) d. a) 0.63(63) * 1,6(6) =0,381(8S1). c) Una decimal exacta : ADE a . . a) 1 ==> generatriz de decimal exacta; 3) 9 10.53 2 a!) 1,6(6) 7 3.3(3) = 0.5, decimal exacta. D) Un número entero : 10D 1.0 LA a) 7:23 =>+=?2, húmero entero; 7) 0) y a!) 3,.3(3) 7 1.6(6) = 2, número entero. B. Caso de dos periódicas mixtas Puede originarse : A) Otra periódica mixta : 5 4 3.3.10 y a) —aí 5.7 30 LON generatriz de decimal periódica pura; a!) 0,0(857142) * 0,13(3) = 0,6(428571). B) Una periódica pura : 4... 3 8.7 28 14) A =; — DDD. dad MN] veneratriz de decimal periódica pura; a”) 0,26(6) * 0,0(857142) =3,11(1), veneratriz de decimal periódica pura, cy Una fracción decimal limitada : A DITA 3 5 4) o e == — 0.3, 1.20. 14D. 2 al 2.5 10 fracción decimal exacta; LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 157 W) —0,01(714285) 1 0,00571428)= 0,3, fracción decimal exacta. D) Un número entero : 2 1 IILO a) o _=— =2.5=10, número entero; VET MOE a!) 0,0571428 / 0,00(571425) = 10, número entero. O. Caso de dos periódicas una pura y otra mixta Si la pura es el dividendo puede originarse : A) Una periódica mixta : 3 2 Ol y E Az - a) >- = —— generatriz de decimal periódica mixta; ¡O del 2.1 7) 0,(428571) : 0,036(36) =11,7(857142). B) Una periódica pura : a) E) 3 O 5 generatriz de fracción decimal periódica pura; a!) 0.(425571) 2 0,054(54) =0,(114285), periódica pura. 0) Una fracción decimal exacta : SS 3.5 DO ID a) = e EA +8 == = ==; DOS (O Po) 5 generatriz de decimal exacta; a!) 0,(428571) 7 0,2(285714) = 1,875, generatriz de decimal exacta. -D) Un número entero : a) = 5, húmero entero; a!) 0,(571428) * 0,1(142857) = 5, numero entero. E) Si la pura es el divisor, pueden originarse : a) Una periódica mixta: a) 51 mn 7 = —+G. > generatriz de periódica mixta. -1 > - 158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA b) Una decimal exacta : 24 6 6.7 4 ' > - = + generatriz de decimal exacta. Y 1 UR La obtención del cociente de dos fracciones decimales periódicas exige una gran atención para libertarse de errores. Por ello, nos pa- rece más práctico operar sobre las fracciones ordinarias equivalentes, y al fin convertir el resultado en decimal, si se desea así. Por ejemplo : Si deseáramos calcular el cociente de 0,(428571) por 0,036(56) de modo que aseguráramos la exactitud del resultado 11,7(557142) obtenido en a) de E caso hb) de periódica pura, debería- mos tomar dos periodos y medio de 0,428571428571, considerar el número como entero y dividirlo por 363636364 (también entero), lo que da el cociente 11,7557142857... y que nos ofrece exactamente el resultado hasta la décima decimal; las dos cifras últimas 57 aseguran la exactitud del primer período. Pero está a la vista que el cáleulo es laborioso. Demás, está advertir que a la derecha de cada dividendo parcial a contar desde la décima tercera cifra del dividendo debe agre- garse a éste la cifra correspondiente del periodo. POTENCIACIÓN DE LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 16. Distinguiremos dos casos : 1" Que la decimal sea periódica pura; 2” Que sea periódica mixta. Consideraremos sucesivamente la potencia cuadrada y la cúbica, pasando después a las potencias de mayor grado, En esta operación nos limitaremos a considerar las generatrices bajo la fi - le dond al ti E ¡0 t ajo la forma 7: de , ==; 38 S 1: = >) Se ten- rajo la forma 7; de donde [, qui Pues si fuera (5 qu: Se ten ay” 1 , dria == qn Y Como a es entero, bastaría potenciarlo como tal, ( ar y multiplicar por la calculada TN q El objeto de esa marcha es el de investigar más cómoda y segura: mente la ley de los periodos, 17. Cuadrado. — a) Sea 0.515); LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 159 1 considerando la generatriz será 07 vc OA! (3) =>".=:=0,1(1). Por consiguiente : bastará obtener este producto de modo que se consiga una cifra pe- riódica, para lo cual es suficiente considerar dos periodos y conservar sólo la primera decimal del producto; así se obtiene A (:) — 0.3) X.0,(3)=.0,1(1). 1 Si la fracción fuera —> se tendría Ú 00 (=== Desarrollando la periódica pura que origina esta última fracción, hallamos | —- L , TE AO = 0,[0204051632 65306122448979584836734693511551| es decir, un período de 42 cifras. Luego si deseamos obtener el cua- : , 1 drado por medio del valor decimal de 7 debemos buscar el producto Ú de 0,(142857) < 0,(142857) de modo que aseguremos la exactitud de 42 cifras decimales: lo que exige, procediendo por la multiplicación abreviada, la consideración de cerca de 50 cifras en cada factor. ec) Supongamos, como tercer ejemplo, buscar el cuadrado de z E OL (3 ERE da directamente = 0,012345679(01.. es decir un periodo de nueve cifr : así que si procedemos por la multiplicación de 0,1(1) por 0,1(1) debemos asegurarnos de la exacti- tud de las nueve primeras decimales. 160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA e A 7. : 15. Cubo. — a) Se vió que (5) = y) exigió para obtener el período, 0) . la consideración de un solo Y; Para (3) .. El : (3) Ta E l la determinación directa pide tres nueves, puesto que 999 27.37, y el periodo es 0,037(037), de modo que = 0,037(037), 2 resultado que está de acuerdo con el que origina la división de 1 por 27. 1) Para (;) 5 (;) : =5 =38 el número de nueves necesarios para calentar el periodo podremos de- ducirlo de la consideración de que para el cuadrado se precisaron 6.7=42 mueves: parece, pues, que el cubo necesitará considerar 12.7 =294 nueves; luego si partimos del período 142857 y deseamos formar el eubo por multiplicación, tendremos que obtener el producto 0,(142857) por 0,(142857), por 0,(142557), de modo que nos aseguremos de la exactitud de 294 cifras. 19. Potencias superiores. — Veamos las potencias 4%, 9%, ..., de las mismas generatrices anteriores. a 1 l l 1 1 a) = . == e 3 3). 3 797, 35081 El período exige 35.3 = 9 nueves u otras tantas divisiones =0,.012345679(01 ...79), y 7 ; ES 1 como vimos econ motivo de la formación del cuadrado de 5" hb) Para LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 161 precisaríamos operar sobre 9.3 =27 nueves, o bien practicar 27 di- visiones sobre 1: 243, y el período y la potencia serían 1 1 : == = (),0041152263374458559670751593/[004 ... 593 DIS Lo más breve, entendemos que debe consistir en calcular logarit- micamente los resultados; pero no debemos echar en olvido que siendo los logaritmos números inconmensurables generalmente, el resultado será sólo aproximado, aunque dispusiéramos de tablas que dieran aquéllos con más de siete cifras de mantisa. Mas como los números que intervienen en las aplicaciones más A usuales de las matemáticas a las ciencias experimentales tienen po- + Cas cifras, el procedimiento logarítmico será casi siempre suficiente. Eso nos evitaría el trabajo larguísimo de determinar numéricamente el período de la potencia, que según los casos, puede llegar a tener centenares de cifras. 20. Vengamos ahora a la potenciación de las fracciones periódicas mixtas. a) Sea, por ejemplo, la generatriz de la periódica mixta; esta misma sería Da, como se ve, una parte anteperiódica de dos cifras y un período de seis. y TN 1 : La potencia segunda ES :) ==, desarrollada en decimales a.) Es US debe dar cuatro cifras anteperiódicas y 6.7 =42 periódicas. Así se tiene : 1 1 pap ARIAS Sn =+5 =0,0012/755102004081632653012244 lo iS 8S97959183673469387][755...387]... ; (AT ¿ b) La potencia 3* de la es decir, le ad Ú :) debe dar seis cifras 192 . mt. anteperiódicas y 6.7.7 = 294 cifras periódicas. e S AIN 21. Dijimos que bastaba considerar la potencia (5) , pues la rela- ( tiva a 162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 'a n ñ 11” /1 n 1 -1 =la- —= es al —= 00 (a) a) d dr Ñ » 11 "mn se deduce fácilmente de a + puesto que no habría más que multipli- Y car ésta por a”. Pero esta operación, al parecer tan sencilla, implica ciertas precau- É , : 1 ciones para que no venga falseado el periodo de la potencia a” - AE Sean por ejemplo : a) - = 0,3(3), 2.0.3(3) 0.66). 3 3 b) - Da: “ —2.0,11)=0,22), z = 3 .0,1(1) =0,3(3), y 9 y E 0,4(4). pal 0.(5), o 0,(6). E 07). e = 0,(8). y 7 y y y c) - = 0.09(09). z = 0,18(18). de = 0,27(27), E = 0,(36), 11 ER 11 11 Ed —0:124D): 2 = (),(54), T = 0.63), 3 = 0,(72), EN — UNS 11 11 11 11 11 0.00 TAS ) Resulta el producto del numerador por el periodo, y nada, hasta ahora, de anómalo. d) Tomemos ahora > 3 - =0,(142857), - =2.(0,142857) = 0,285714, - = (),428571, 4 4 4 5 6 ” 7 =0,571428, =0,(714285) ==0,8571142, ===,0999999, 4 4 4 4 da los seís nueves que requiere el cáleulo del periodo. Notamos aquí que los productos del periodo por 2 hasta 6, no pro- AP 7 » SA ducen cifras distintas de las 1,4, 2, 5, 5, 7, que produjo => sino estas É mismas en otro orden de sucesión que sigue la ley de la permutación el- elica; pero con movimiento alternativo de avance y retroceso, Asi, pura =0,285714, la permutación empieza en la tercera decimal (2 4-1) LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 163. de 142857, para — =0,420571 en la cifra anterior 4 del período 4 (32 — 1) =2 cifra, para > =0,571428 salta a la 5* cifra (4 -— 1) del pe- 4 , .) mr SS ., . . .p - ríodo, para 7 =0,714285 la permutación empieza en la 6* cifra (5 1) 4 z 6 A del período y para - =0,857142 retrocede dos lugares empezando Ú en la 4* cifra (6 — 2) del período. e) En el periodo de > 0,(076923) originado también por seís nue- 07 ves, no ocurre esto, sino para algunos múltiplos. o 3 === 0,076925, =- —0,153846, == 0,229769, = 0,301692, 18 15 15 15 5 6 13 = 0,554615), >= 0.(461535). 1 S SADO SAA — == (.(612584), 13 15 9 10 A OOOO OA — =0,(169230), 15 103 11 a 12 E — =0,(S46153). A SOS 15 15 En el múltiplo 4, en el 10 y en el 12 vienen las cifras del periodo en otro orden; pero en los 2, 3,5, 6,7, 5,9 y 11, entran cifras nuevas o repetidas. 22. Hemos dicho que procediendo por multiplicación de la decimal periódica para hallar el período correspondiente en una potencia de , l : ; la forma « 207 viene a veces falseado este período. En efecto, cuando a" es grande, el producto de los períodos que siguen al primero pue- de producir valores que afecten a la última y aún más cifras deci- males del primer período, y si aquéllos no se han tenido en cuenta, el así calculado será erróneo. Por tal razón, no debemos limitarnos a un solo período, sino que habrá que considerar dos o más, según el caso en que nos encontremos. z : a ee 1 Se Por ejemplo : si tuviéramos que multiplicar > =0.(142557) por 16 Ú y consideráramos solo un periodo se obtendría 164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 0 (142557). 16 =2,285712, mientras que si llevamos en cuenta dos, se obtiene, reduciendo a seis decimales, 2,28574, donde vemos que la sexta cifra debe ser 4, y no 2. Claro está que si el multiplicador fuere mayor que 16, por ejemplo, 129, el error afectaría hasta a la antepenúltima cifra decimal, y para evitarlo convendría emplear dos y medio períodos. 25. Hemos visto cuán largo y laborioso resulta el eálenlo de los pe- riodos en la potenciación, aún para números pequeños; y meditando sobre si no habría medio de evitar, o al menos, atenuar el trabajo, hemos podido llegar a un procedimiento algo más cómodo. Véamos un ejemplo. o 0) 0 ANA . a) Al calcular la potencia (5) = «se obtiene 0) > / E Í — E ' ; - = 0,012345679(012 ... 679). 27 z AT INS Si de aquí, queremos deducir () — (3) + €s claro que la obten- .» * .) dremos dividiendo la expresión decimal de (3) por 3; procediendo >» así necesitamos considerar tres periodos completos y obtenemos (3) = (3) 00041 1522633744S5596707S1893(00 ... 93). : 1 8 E b) Análogamente, vimos que 13 0.076923(076923) Para deducir de aqui : ] =>: : bastará dividir por 13 el nú- 18) 13 13 mero de períodos necesarios para obtener cociente exacto al conside- rar la última cifra del último periodo que deba intervenir en el cálculo, Empleando 13 períodos se halla el cociente exacto de 13,6 =718 ci- fras, que son : (1) 5 -= —0,00591715976331360946745562130 LTTD IA TO28094082840236686390 532544378698224852071. Creemos preferible este procedimiento, LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 165 RADICACIÓN DE LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 24, a) Periódicas puras. — Si se trata de la raíz cuadrada de una pe- riódica pura de la que se sepa que es cuadrado perfecto, puede ope- rarse según la regla conocida de los quebrados decimales. Si no se tuviese tal seguridad, podria convertirse la periódica en fracción ordinaria, mas esto sólo conviene cuando el radicando dado tiene pocas cifras; si tiene muchas, el cálculo se vuelve muy laborioso. Puédese entonces operar decimalmente, considerando bien la mitad más cuatro cifras de las que tuviera el período, bien menos, según los 'aSOS, que a veces son difíciles de discernir. b) Consideraciones análogas son aplicables al cálculo de la raíz cú- bica de las periódicas puras. En el caso de no conocer la procedencia del radicando, tómese la tercera parte más seis cifras de las que tu- viese la potencia, y procédase decimalmente. Así, y a veces con menos cifras, logramos conocer el período de la raiz. Ejemplos : 1” Extraer la raíz cuadrada de 0,012345679(012345679). Sabemos que esta periódica pura es cuadrado perfecto; bastará considerar un periodo y agregar a su derecha un cero, primera deci- mal del período siguiente. 2” Hallar la raíz cúbica de 0,(00582644628099173553719].[0,09(09)]. Podrá ocurrir que ninguno tenga raiz cúbica exacta. En ese supuesto, se extraen las raíces cúbicas aproximadas de cada período, una por exceso y otra por defecto, para compensar errores. Del primer factor, añadidos dos ceros a su derecha, se buscan las cinco primeras cifras de la raíz cúbica por el método ordinario y las tres restantes por el abreviado. Del segundo debemos considerar al menos seis períodos que darán dos cifras de la raíz, y mejor nueve períodos, para confirmar el período buscado de esa raiz. Aun con esas precau- ciones puede no hallarse período, si es irracional alguno o ambos fac- tores, lo que es muy probable. 25. a) Periódicas mixtas. — Puede operarse según la teoría decimal: no procede recomendar el cáleulo por quebrados ordinarios, a menos 166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA que el periodo y parte no periódica tengan pocas cifras. Cuando hay muchas, viene a ser muy laboriosa la simplificación, si ella es posible; y si no lo es, el ecáleulo resulta duplicado a causa de tener que operar sobre los dos términos del quebrado. Sólo puede operarse con la seguridad de encontrar período cuando se sepa que el radicando es potencia exacta del grado del índice, pero esto ocurrirá excepcionalmente, como en los ejemplos que siguen : 1” Hallar la raiz cuadrada de 0.0012/75510200405163265301224450795915367 34693857] [755 ...587|. véase número 35 a). En este caso debe haber para la raiz dos cifras anteperiódicas y seís periódicas, de modo que bastará considerar veinte cifras del radicando, y acaso menos. Vengamos a la generatriz : 0357140s5 — 03 3971425 99999900 — JII99900 Suprimiendo el máximo común divisor 3571425 de sus términos se obtiene 2 Extraer la raiz cúbica de 0.000171467 764060505... con un período de S1 cifras y una parte anteperiódica de tres cifras. En este caso ni aun precisamos conocer todo el período; basta con menos de las cifras transeriptas. > /0,000171467764060 05579. Despreciando las cifras restantes y forzando la unidad sobre la últi ma, la raiz debe ser 0,0558 y considerando como período 558 y con- DOS —U A e ] z virtiendo en fracción ordinaria es —— == — sensiblemente, 0 sea 9090 15 1 A ts : yy: Esta expresión elevada al cubo da efectivamente el radicando. 2.9 a -] LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 1 TU Problemas curiosos de fracciones periódicas 26. Los textos suelen pedir como ejercicio a los lectores la resolu- ción de algunos problemas, que trataremos para terminar nuestra in- vestigación. 1* Que la suma y diferencia de dos periódicas puras es otra periódica pura. (En varios autores.) Se ha demostrado en el número 12 A y 13 A. 2” Que el producto de dos (o más) periódicas puras es otra periódica pura (Ing” E. Cancino, Texto de aritmética de la Escuela Naval, pág. 217-S, 1909). Se ha demostrado en el número 10 A. 361. 561561 999 — 999999 a) Si estos quebrados, genéradores de fracciones periódicas puras, 3 Probar «a priori que son realmente iguales, los términos del segundo deben ser equimúlti- plos de los del primero. Escribamos : 561 561.10: 2561 — 561(10:-+ 1) 999 — 999.10 999 999(10* 1-1) Suprimiendo el factor común 10* + 1, resulta una identidad. b) Generalicemos esta proposición. Sea la fracción periódica pura 0, abedef (abedef), su generatriz será o que debe ser igual, por ejemplo, a abcdef abedef abedef abedef 999999 999999 999999 ñ 999999 — _ abedef.10' | abedef . 10" $ abedef 999999. 10% 999999. 10" 999999 — _ abedef|10'* 3-10" 7-1] abedef — O9999Y|LO* 2-10" 1] 999999 que es una identidad (Pérez). 165 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ' 1% Encontrar todos los denominadores de las fracciones irreducibles que dan origen a fracciones periódicas puras de cuatro cifras (propuesto por E. Cancino, pág. 217, 12, T. E. N). Sea la irreducible D la que ha de originar periódicas puras de la forma «a, abedíabed). Debe tenerse 1 abed Do 9999 luego 9999 = múltiplo de D. Bastará hallar los divisores de 9999 y combinarlos 9999 =9.1111=9.11.101=3*.11.101; 3,3% y 11 dan respectivamente periódicas de una, una y dos cifras, pero en virtud del 3% equivalen a estas otras: 1 3 33 333 3333 30 99 999 9999 O sed 1 ' - —0,(3)=0, (33) =0, (333) =0, (3333) 1 ¿=0,()=0,(11) =0, (111) =0, (1111) 7 = (),(09) = 0,(0909) 1 = 0,0099. Los divisores compuestos de 3, 5%, 11 y 101 son: 9. 33.- 99, 1013, 101,9, 101.117 101.33, 101.99: y los períodos que estos generan 0, mejor, las fracciones son : 0.0303, 0,0101, 0,0035, 0,0011, 0,0009, 0,0005, 0,0001, 1) puede ser cualquiera de los divisores simples o compuestos que acabamos de hallar. El numerador de D puede ser, en vez de 1, cual- quier entero primo con D; solamente que cambiaria el periodo, mas no el número de sus cifras; así si el numerador fuera 7 y el denomi- LAS FRACCIOEES DECIMALES PERIÓDICAS 169 rr 7 1 n nador 101, sería ==" .0,(0099) o — =0.(0693) con cuatro cifras 7 101 n ( 19301 (0693) con cuatro cifras periódicas (Pérez). 5” Reconocer «a priori a qué clase de fracciones decimales corres- ponden los siguientes quebrados : a) Eos b) ZA, A Sd e 9 EN 10%, 6 ZA9ITO 16 140 350 1) Mi 2 fracción decimal periódica pura de una cifra periódica. D) pa = 5 sn 35 ld 735 = 37 periódica mixta con dos cifras anteperiódicas y tres periódicas. 3015 15 : ] MA decimal exacta con tres decimales. 9 9 9.5 PASA pe d) 00 A A 0,06(425571): dos cifras antepe- riódicas y seis periódicas. OTE 107 . 07 ! e E) am = 0,3(24), periódica mixta con una cifra ante- OA periódica y A periódicas " Demostrar que la fracción periódica mixta mnpqabe...labe...labe...l origina la igualdad mnpqabe ... U— mnpg mnpgabe ... lab — m npgab 999 ... 90000 A 9999 ... 9000000 propuesto por Moya. Basta observar que el numerador del segundo miembro termina en dos ceros y que las cifras que los preceden son idénticas a las del nu- merador del primer miembro. El denominador del segundo tiene dos ceros más que el del primero y el número de nueves es el mismo. Su- primiendo los dos ceros comunes a ambos términos de la segunda fracción queda idéntica a la primera. Es fácil generalizar esta propo- sición. o H Ea 1 : í allar el valor mínimo de d que hace al quebrado d la generatriz de decimales periódicas mixtas cuya parte anteperiódica y cuyo período tengan determinados números de cifras (propuesta de Moya). Supongamos que se pida la composición de d para fracciones ES riódicas mixtas que tengan tres cifras anteperiódicas y tres periódicas AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIL 13 170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Para tres cifras anteperiódicas, d debe contener los factores 2 6 5 6, ambos, a potencias que no sobrepasan a la tercera, por ejemplo, *)3 5 22 53 , 53 3 5 E => 05% ADS AO da ple y además los factores primos con 2 y 5 que sean divisores de 999 = 9.111 =9.3.371 =27.37 combinados de las maneras posibles. Así, puede asumir d las formas : d — 9 o7 57 o” di 903 33 97 DEDOS ADE LS A DO A mas como se pide el valor mínimo de d, éste debe ser 2*.27 y asi A A TO RA MS io d 2.27 20.53 277 93753 DILO ON 1 = -— -4.629(629) = 0.004(629). 0 1,629(629) 4629) 5” Probar que el múimero de cifras periódicas del producto de dos pe- riódicas puras es el m. m. e. del número de cifras periódicas que separa- damente contengan los factores. a) De las periódicas dadas podemos deducir sus generatrices; su- p 1 A A 3 pongamos que éstas sean ny El menor número formado de nue- res que sea múltiplo de 11 es 99; el menor número formado de la mis- ma manera que sea múltiplo de 7 consta de seís nueves; luego el me- nor número de nueves capaz de contener a 7 y 11 juntamente, no podrá formarse con menos de seís nueves, y así resulta ser el m.mn. e. de dos nueves y seis nueyes. Ahora el número de nueves que contiene a cada factor marea el número de cifras del respectivo periodo, luego el del producto tiene tantas cifras como el m.m. e. del número de nueves hallado. b) Esta proposición vale igualmente para el producto de dos pe- riódicas mixtas y se prueba con idéntico razonamiento. Lo único que hay que hacer constar es que la parte anteperiódica tiene tantas cifras como exprese el producto de los factores 2 6 5 con el mayor expo- nente que se origine. Por ejemplo, 13 17 13.17 2.02. 5.7 ABI tendrá cuatro cifras anteperiódicas y no tres como la primera, ni dos como la segunda, ni cónco que seria la suma de las anteperiódicas de ambas fracciones, - LAS FRACCIONES DECIMALES PERIÓDICAS 171 e) Si de las periódicas dadas en fracción decimal quisiéramos dedu- cir el producto, podríamos hallarlo por la multiplicación abreviada, calculando con un número de decimales que asegure la exactitud de la parte anteperiódica seguida del primer período. Así, en el caso de esas dos últimas periódicas dadas, hay que asegurarse de la exactitud de las diez primeras cifras de la periódica producto, empleando 14 decimales. 9” Debe tenerse presente en lo relativo al producto, suma, etc., de dos periódicas puras, o mixtas, o puras y mixtas, los casos especiales que pueden ocurrir y que hemos estudiado con prolijos detalles en páginas anteriores. Así el teorema : La suma de dos periódicas puras es otra periódica pura, cuyo período es el m. m. e. del número de cifras periódicas de los sumandos, cierto en general, puede caer en defecto en algunos casos o formas de las periódicas dadas. Casos en que es cierto. — Sean las periódicas dadas, reducidas a sus tri a b oceneratrices — y E 11 7 y en que ád y 11 son primos relativos, así como b Dis Sl 31a 110 37 y 37; la suma es tal, que su numerador no tiene factor al- guno común con su denominador, pues a es primo con 11 y, por tanto, 3Ta no puede ser múltiplo de 11.537, y del mismo modo, por ser b pri- mo con 37, 110 no puede ser múltiplo de 11.37; luego 374-- 11) es primo con el producto 11.37. Como 11 y 37 son primos absolutos, la fracción suma no puede simplificarse y en tal virtud se conservan in- tegros los factores del denominador. La primera fracción pide para contener a 11 dos nueves, la segunda para contener a 37 tres nueves, luego para contener a 11.57 se necesitarán 3.2 nueves, m. m. e. de tres y dos, que son a la vez los números de cifras de los periodos, y así la fracción producto tendrá seis cifras periódicas. El teorema dejará de verificarse en el caso, por ejemplo, de a 1 0 18,29 42. ——— -— == o de — —+— — == — — lo EIA s 91 2121 Casos semejantes tienen lugar en la multiplicación (véase núme- ros 10 y 14). 10% Una fracción periódica pura dividida por 2 ó por 5 ¿cuándo pro- duce una periódica pura o mixta? Sea la periódica pura ab 99 0,ab(ab) = 172 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Dividiendo por 5, será ab ab 99.5 99 | e) Se reconoce así que para que la periódica primitiva dividida por 5 dé otra periódica pura, el período debe ser múltiplo de 5. En caso contrario, dará evidentemente una periódica mixta. La misma demos- tración para — 2. Luego, para que una periódica pura dividida por 2 o por 5 dé otra periódica pura, el período debe ser divisible por 26 por 5, y será periódica mixta en caso contrario. (Propuesta de Lafte- rrere y Méndez.) ÁNGEL PÉREZ. Buenos Aires, Mayo de 1919, PLAN DE AGRUPACION SISTEMATICA DE LA BIBLIOGRAFÍA GEOGRÁFICA ARGENTINA Por FÉLIX F. OUTES La Sección de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad nacional de Buenos Aires, que dirijo, ha emprendido la compilación metódica de la bibliografía geográfica argentina; y ha iniciado, al propio tiempo, los trabajos necesarios para formar una Regesta cartográfica de la República. Ambas investigaciones, que vie- nen realizándose con carácter permanente desde el momento en que se aseguró a la Sección su regular funcionamiento, importan el comienzo de ejecución de un plan rigurosamente concebido, que implica — obvia decirlo — el conocimiento previo de la totalidad de las fuentes de información utilizables. La presente publicación tiene por objeto dar a conocer el plan de agrupación sistemática de los instrumentos bibliográficos, y, su breve introducción, fijar el criterio que me ha guiado al elaborarlo, y expli- car, asimismo, la razón de ser de algunas de sus divisiones. La metódica geográfica, en los últimos decenios, se ha aplicado de preferencia a desentrañar el concepto que diera unidad a la inmen- sa suma objetiva de la Geografía actual; tanto más difícil de lograr, cuanto que, la labor de los geógrafos, desde comienzos del siglo XIX, aparece profundamente influenciada por la tendencia cosmológica de Humboldt o la histórica de Carlos Ritter, que, para mayores males, habrían de determinar la concepción dualista de Peschel y la exclu- sión del elemento humano de la Geografía hecha por Gerland. 174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Esa aspiración a la unidad permitió, sin embargo, aislar en la labor aludida — y a pesar de su heterogeneidad, por veces desconcertante — conceptos directivos que se repiten, con rara persistencia, en las obras de los diferentes autores. Estos conceptos, que informan las investigaciones de los más eximios precursores, y que aparecen mejor diferenciados en los estudios publicados en los últimos veinte años, de Hettner (1595) hasta Banse (1912) y Halm (1914), son tres: el de conexión, el de diferenciación y, por último, el de localización. Mas, si estos tres conceptos demuestran que en la obra de los geó- grafos existen elementos comunes que dominan por sobre los diversos matices que le transmiten sus respectivas tendencias, quedaba aún por obtener, para la Geografía, la pura unidad en el concepto que la informara, base indispensable de su personalidad como ciencia. Este debatido problema ha sido solucionado, a comienzos de 1915, por Emilio H. del Villar, en quien, la brillante mentalidad nativa — como sucede con Ortega y Gasset, Rey y Pastor, Pi y Suñer, y otros talentosos jóvenes escritores españoles — ha experimentado la pro- vechosa disciplina de los profundos métodos germánicos de investi- vación. «Las diferencias de los complejos resultantes — dice del Villar — son resultados de la localización, y las correlaciones o conexiones causa.» «El problema está en dilucidar cuál de estos fenómenos nos interesa por sí y cuáles por el otro.» «La solución es fácil si, como cuadra a la pesquisición de una Geografía pura excluimos lo que es ya objeto de ciencias diferentes. » « El investigar las diferencias obje- tivas entre la caliza y el granito — añade — corresponde a la Litolo- gta; entre una planta erasa de los desiertos y un árbol planifolio de los bosques boreales, a la Fisiología botánica; entre la raza dolicocé- fala negra y la alpina, a la Antropología; entre las aplicaciones de la energia hidráulica y la calorífica de la hulla, a la Ingeniería indus- trial.» «Asi, pues, en Geografía, las diferencias no nos interesan por si, objetivamente, sino por la localización de que resultan. » « La Geo- grafía — continúa — no se ocupa en estudiar el efecto de la humedad o de la sequía en las plantas, sino que, conociendo ya por la Botánica estos efectos, explica por ellos que en tal comarca se localice tal clase de vegetación, o que tales enltivos den allí o no den resultados.» « La Geografía no investiga cómo la fuerza hidráulica puede convertirse en trabajo industrial, sino que, por saber esto de antemano, explic: que la industria Horezca en determinadas regiones cuya hidrografía está caracterizada por abundantes caudales y notables desniveles o PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 175 velocidades. » « Así, el aspecto objetivo de la conexión entre los fae- tores geográficos corresponde a ciencias muy diversas, el propio y exclusivo de la Geografía es el aspecto local. » «Nos interesa la cone- xión para explicar la localización. » « La conexión, desde el punto de vista puramente geográfico, se convierte en lococonexión. » « De los tres conceptos, diferencia, correlación, localización, resulta, pues, — termina diciendo del Villar — que sólo queda uno, el de localización, como propio, exclusivo y directivo de la Geografía » (1); entendién- dose por tal, en el sentido geográfico, a la situación en conexión, desde que no basta que un objeto se halle situado en la superficie terrestre, sino es menester, también, que si llega a coincidir en el lugar con otros objetos, sea por la relación objetiva que tiene con ellos, relación que, como ya se ha expresado, otras ciencias se encargan de estudiar. Inspirado en esta concepción rigurosamente monística de la Geo- erafía actual y sin extralimitar el campo que le es propio, he formu- lado el plan que ocupa las páginas que siguen, incluyendo en sus dis- tintas divisiones, todos aquellos hechos, que, por producirse en la superficie de la Tierra (Erdhille), vale decir, en la zona de contacto entre la litobidrósfera y la atmósfera, son accesibles, sin excepción alguna — como lo dice Banse — a la consideración geográfica en cuanto forman parte orgánicamente de su contenido (2). La Bibliografía comprenderá, pues, y ante todo, trabajos exclusiva- mente geográficos. Pero, registrará, asimismo, todos aquellos que, sin serlo, contienen los materiales indispensables para conocer a fondo la razón de ser de las lococonexiones; o elementos que contribuyan al mejor conocimiento de las nexosituaciones, pues el estudio de la loca- lización nos exige apreciar, no sólo la situación del fenómeno, O sea su relación matemática con la superficie terrestre, sino también cono- cer el nexo que la determina, que puede facilitar, en muchos casos, la mejor comprensión del hecho lococonexionado que se examine. Si no mediara la cireunstancia de que la Bibliografía deberá cons- tituir una fuente de información, no sólo para los especialistas, sino también para quienquiera se interese en el conocimiento de la Repú- blica, habría formulado las grandes divisiones correspondientes a las diversas modalidades de la ciencia geográfica, de acuerdo con su con- (1) Emuio H. beL ViLLar, La definición y divisiones de la Geografía dentro de su concepto unitario actual, en Estedio, XI, 31 y siguiente, [Barcelona], 1905. (2) Ewarb Banse, Geographie, en Dr. A. Petermanns Mitteilungen qus Justus Perthes? Geographischer Anstalt, LVIL, 1912, L, 73, Gotha, [1912]. 176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA cepción unitaria. Mas, de haberlo hecho así, aquélla perdería por com- pleto su interés práctico, desde que hubiere sido menester substituir a las veces la nomenclatura existente, desdoblarla, o darle, otras, un valor mucho más restringido del que generalmente se le asigna. He debido aplicar, pues, muy a pesar mío, un procedimiento intermedio, mediante el cual, sin incurrir en los graves dislates implícitamente contenidos en la división, aún tan en boga, de Geografía astronómica. fisica, politica y descriptiva, respetara los valores históricos y com- prendiera sólo aquellas modificaciones que era inevitable introducir. De acuerdo con este criterio, he incluido en el plan diez modalida- des de la Geografía — matemática, fisica, humana, económica, social, general y corográfica, náutica, militar, médica e histórica — que toman sus nombres, ya del procedimiento de estudio o ya de su objeto o punto de vista; y que he tratado de hacer aparecer despojadas del bagaje propio de sus ciencias instrumentales, aunque sin excluir en absoluto la indispensable suma de propedéutica que exige siempre el conocimiento geográfico de un complejo, que, por componerse de ele- mentos fisico-naturales y humanos, sin cierto conocimiento objetivo del contenido, mal podrian apreciarse sus conexiones, ni, por lo tanto, determinarse con precisión sus lococonexiones. De las modalidades mencionadas, sólo una — la Geografía general y corográfica — requiere una breve explicación, pues empleo ambos términos concediéndoles un valor que no es, por cierto, el que gene- ralmente se les atribuye. En efecto, las dos designaciones que utilizo, cuya oposición, en su significado, es evidente, adquieren su justo valor si con ellas se expresa, simplemente, el estudio, más o menos amplio, de la extensión o espacio en que se efectúa la localización. Entiendo, pues, por Geografía general — como lo sugiere del Villar —a la que «estudia el área a que se extiende como conjunto, como unidad » (1); y por Geografía corográfica a «la que hace el estudio de su área por partes, es decir, estudiando aisladamente cada fracción de ella» (2). Las diez modalidades aludidas ocupan en el Plan una posición je- rárquiea tan definida, que, virtualmente, forman cuatro grupos: las que constituyen el primero — Geografía matemática, física, humana, económica y social — intimamente vinculadas y con áreas, algunas de ellas, de mutua compenetración:; luego la Geografía general y coro- gráfica, la eual, al estudiar simultánea o parcialmente el área a que (1) pbreL ViLLaRr, íbid., 370, (2) ver ViLLan, ibid., 370. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA Vd se extiende, examina la totalidad de los factores geográficos que inte- gran el complejo objeto de su análisis; en tercer término la Geografía náutica, la militar y la médica, modalidades más bien de aplicación y cuyos conocimientos los reciben de las otras en gran parte ya elabo- rados; y, por último, la Geografía histórica, que se diferencia de las demás por realizar el estudio de los fenómenos, no por observación directa, sino aplicando, en mucha parte, los procedimientos de inves- tigación de la Historia. En cuanto al plan en sí mismo, comprende once secciones; la pri- mera exclusivamente de generalidades, y correspondientes, las res- tantes, a cada una de las modalidades, ya mencionadas, de la ciencia geográfica. Juzgo innecesario, por el momento, dar explicaciones deta- lNadas a propósito de su agrupación sistemática: me reduciré, por ello, a puntualizar el criterio que me ha guiado al formular determinadas divisiones, y fijar el valor y extensión que a otras he atribuido. Así, la primera Sección comprenderá los trabajos de nomenclatura que se refieran sólo a la formación, ortografía, transcripción y onoma- tología de los nombres geográficos, pues los de toponimia y topono- mástica los he incluído en la de Geografía histórica. Los relatos de viajes, exploraciones y excursiones que figuran también en la sección dle Generalidades, serán únicamente los correspondientes al siglo XIX, pues, la verdad es que los redactados o publicados con anterioridad, resumen, la inmensa mayoría de las veces, los vagos resultados de empresas realizadas sin plan alguno y sin objetivos científicos; razón por la cual los he considerado como simples antecedentes de Geogra- fía histórica. Por otra parte, no debe considerarse como definitiva a la agrupación de los relatos aludidos: sólo cuando tenga reunida la mayor parte de ese material bibliográfico, podré formularla con entera conciencia, ya sea de acuerdo con un criterio puramente geográfico, ya adoptando una ordenación cronológica, o ya combinando ambos procedimientos. Por último, he desglosado de la Geografía física todas aquellas publicaciones referentes a excursiones de montaña realiza- das con propósitos, más o menos encubiertos, de deporte, y las he agrupado bajo la designación genérica de Andinismo. La literatura de esta clase es ya bastante numerosa y posiblemente aumentará, pues, día por día, cobra mayor desarrollo el interés por tales excursiones, como lo evidencia la organización, con amplias bases, de un centro destinado a propagarlas y dirigirlas (1). (1) Clud alpino [sic !] argentino. Su constitución definitiva, en La Nación, número 178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La agrupación sistemática de las Secciones segunda y tercera (Geo- grafía matemática y fisica), la he formulado con las restricciones que impone el carácter puramente argentino de la Bibliografía. Ambas modalidades aparecen, pues, — especialmente la primera — despro- vistas de toda su propedéutica, comprendiendo sólo los asuntos que han sido o pueden ser objeto de observación en el país. De acuerdo con este último criterio, amplio sin duda y que contribuye a mante- ner la vinculación de los diferentes elementos que integran el con- junto, se menciona en el acervo de la primera modalidad a la poligo- nización, las mediciones de arcos o la superficie de compensación; y, en la segunda, la constitución de la atmósfera, la composición, color y temperatura del agua del mar, el hielo continental (isefjeld, inland- sis), o la acción de las aguas subterráneas, etc. He incluido también en la Geografía física a la Paleogeografía, que algunos autores consi- deran dentro del campo de la Geografía histórica; y, al hacerlo, le he dado una posición jerárquica de primer orden. Las razones son obvias : en primer término, su inclusión se justifica con sólo recordar los pro- cedimientos que es menester aplicar para reconstruir los rasgos geo- eráficos generales, en los tiempos pasados, de la repartición de las tie- rras, de los mares y aun de la vida, tan diferentes de los que emple: la Geografía histórica; y. en cuanto a la posición que le he asignado, haré notar que la paleogeografía representa una síntesis de conoci- mientos semejantes a los que comprende el estudio actual de la hidrós- fera, de la litósfera y de la biósfera. En sus lineamientos generales, los múltiples hechos de superficie objeto del estudio de la Geografía humana (Sección cuarta), aparecen agrupados de acuerdo con las divisiones y subdivisiones de primer orden sugeridas por Brunhes (1): ocupación improductiva del suelo (habitación y vía de circulación); conquista vegetal y animal (cultivos y erianza de animales); y economía destructiva (devastaciones mine- rales, vegetales y animales). Dentro de esta pauta, que considero exce- lente, he realizado la agrupación sistemática; tarea harto difícil, sin duda, dadas las difienltades opuestas por la amplitud del campo de dieba modalidad de la ciencia geografica, y la falta de unidad y hasta el carácter fragmentario que singulariza a las obras clásicas que se 17122, Buenos Aires, 22 de mayo de 1919, Los excelentes propósitos que abrigan, al parecer, los iniciadores del amante centro, acaso disimulen, ya que no discul- pan, el dislate inicial en que se ha incurrido. (1) JEAN BRUNUES, La Geographic humaine, 59 y siguientes, Paris, 1912. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 179 ocupan de ella. Conviene hacer notar que los cultivos aparecen agru- pados en orden de importancia superficial; y que las explotaciones minerales, lo han sido de acuerdo con la clasificación, indudablemente práctica, adoptada por el señor director de Minas, geología e hidrolo- oía en uno de sus estudios (1). La Geografía económica (Sección quinta), tal cual la he agrupado, aparece en gran parte como un desdoblamiento de la humana: la ver- dad es que, ocupándose esta última de las manifestaciones de activi- dad del hombre en sus relaciones con los fenómenos de Geografía física, la económica debe analizar, en primer término, los resultados determinados por la referida actividad, es decir, la produeción. cuyos tipos se hallan agrupados de acuerdo con su importancia económica. Respecto a la clasificación de las industrias, debo manifestar que sólo es provisoria, pues no me satisface la corriente, ni tampoco la formulada en el Censo de 1914 (2). Las razones que he tenido para incluir en la Sección séptima (Geo- erafía general y corográfica) a las islas Malvinas y Orcadas, son bien simples. En efecto, si respecto a las primeras la República Argentina no ha reconocido en momento alguno el despojo de que fué objeto, nada más lógico que la corografía de esas islas que, geográfica e his- tóricamente le pertenecen, se comprenda en las publicaciones espe- ciales editadas en nuestro país. Y en cuanto a las Orcadas, si bien es cierto que Inglaterra exige un impuesto a los balleneros que allí se dirigen o realizan sus faenas, y que deben abonar en Puerto Stanley, la República, en cambio, retiene desde hace ya varios años la posesión de dichas islas, donde sostiene, como es sabido, una costosa estación meteorológica. La Sección octava contendrá sólo publicaciones de Geografía náu- tica pura, con exclusión de todas aquellas investigaciones realizadas en nuestro litoral por miembros de la marina naciónal y de las extran- Jeras, y que versen sobre orientación, topografía, meteorología, ocea- nografía, costas y magnetismo, que se incluirán, en cada caso, ya sea en Geografía matemática o ya en la física. Los antecedentes que tiene reunidos la Sección sobre Geografía mi- (1) Esrique [M.] Hermtrrk, La geología y minería argentinas en 1914, en Tercer censo nacional levantado el 1% de junio de 1914, VIL, 407 y sisniente, Buenos Aires, 1917. (2) EusenrO E. García, Consideraciones sobre el censo de las industrias, en Tercer censo, ete., VII, 4 y signientes, Buenos Aires, 1917. 180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA litar pura son muy escasos, y me inducen a sospechar que la biblio- grafía de esa modalidad es reducida. Por ello, no me he atrevido a realizar su agrupación sistemática detallada. Temo, por otra parte, que la pobreza aludida no llegue jamás a subsanarse : recordaré, tan solo, el carácter reservado que generalmente se atribuye — con razón o sin ella — a esa clase de investigaciones. Difícil será, pues, que nues- tro Gran Estado Mayor se decida a publicar o autorice la divulgación de aquellas investigaciones de importancia que versen sobre altime- tria, vias de cireulación, pasos y caminos especiales, pastajes, fuen- tes, ete,, utilizables del punto de vista militar. Respecto a la Geografía médica (Sección décima), conviene se sepa que he adoptado la clasificación de las aguas minerales propuesta por el doctor Mauricio de Thierry (1). Por último, se halla comprendida en Geografía histórica (Sección undécima), la documentación referente a fundaciones de ciudades y centros urbanos de diversa categoría, realizadas hasta el año 1580; momento histórico que permite establecer una separación bien defi- nida. Pocos, muy pocos, son los países que han logrado reunir su biblio- grafía geográfica. : En Alemania, a pesar de contarse con un cuerpo de antecedentes apreciables — las meritorias compilaciones de Biisching (1773-1788) y Enslin (15825), el Repertorium de Koner (1854), la Bibliotheca geogra- pluica de Engelmann (1558), les veintidós volúmenes de la Bibliotheca historico-geographica publicada en Góttingen de 15863 a 1884, y las Registrande de la Sección geográfico-estadistica del Gran Estado Ma- yor — no se han obtenido, hasta ahora, resultados positivos. En efec- to, por 1552, en ocasión del Segundo congreso de geógrafos reunido en Halle, se sugirió la idea de emprender la compilación sistemática e integral de la bibliografía geográfica alemana, como trabajo previo al de la gran obra colectiva que, Ricardo Lehmann, proponía se com- pusiera sobre la geografía regional del Imperio. Esta iniciativa, como es sabido, determino la organización de la « Zentralkommission fiir wissensehaftliche Landeskunde von Deutschland », que habría de di- rigor dos trabajos y organizar la publicación de una Bibliotheca geogra- (1) Matnicio be Tuierny, Ensayo de clarificación de las aguas minerales de la República Argentina, precedido de un estudio de conjunto sobre las aguas minerales y la crenoterapia, en Anales del ministerio de Agricultura, Sección Geología, mineralo- gía y minería, X, número 3, 39 y siguientes, 132 y siguientes, Buenos Aires, 1915. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 181 phica Germamiae. Sin embargo, a pesar de la empeñosa labor realizada por aquella comisión (1), de haberse encargado a Paul Richter los tra- bajos de preparación de la Bibliotheca, y de haber publicado este geó- grafo, para facilitar la tarea, sus conocidas Verzeichnis von Forschern in acissenschaftlicher Landeskunde Mittel-Buropa?s, no se ha logrado llevar a buen término la obra aludida, pues, hasta ahora, sólo se ha publicado, casi independientemente, reducidas bibliografías regio- nales (2). Otro tanto ha pasado en Austria, donde los trabajos realizados sólo representan contribuciones fragmentarias para el conocimiento de la bibliografía geográfica regional (3). La iniciativa de Halle alcanzó en Holanda, en cambio, un éxito completo: la Algemeene Aardrijkskundige Bibliographie van Nederland, cuya publicación, bajo los auspicios de la sección « Nederland » de la Sociedad holandesa de Geografía, se inició en 18857, quedó terminada por completo dos años después (4). Posteriormente, en 1589, Briiekner llamó la atención en el seno de la Sociedad geográfica de Berna sobre la imprescindible necesidad de que Suiza emprendiera la compilación sistemática de su bibliografía geográfica. Esa sugestión tuvo acogida favorable y dió motivo a un amplio movimiento nacional que facilitó grandemente la tarea (5). El primer fascículo de la Bibliographie nationale suisse apareció en 1590, hallándose aún la obra en curso de publicación. Entiendo que en Bélgica — me ha sido imposible obtener informes precisos al respecto — algo se ha hecho en el mismo sentido; pero, (1) ALBRECHT PENCK, Die Tátigkeit der Zentralkommission fir wissenschaftliche Landeskunde von Deutschland, en Verhandlungen des finften internationalen Kongres- ses der geographischen Wissenschaften zu Bern 10 bis 14 August 1891, 570 y siguien- tes, Bern, 1892. (2) La naturaleza y amplitud de esas bibliografías pueden apreciarse revisando la nómina de las publicadas hasta 1890, que acompaña la memoria de Penck (Die Tiútigkeit, ete., 5TS-53T7). (3) PENCK, ibid., 577 y siguiente. (4) Véase a este respecto: C. M. Kan, L' histoire, la disposition et le contenu de la Bibliographie géographique générale des Pays-Bas, en Ferhandlungen des fiinften internationalen Kongresses der geographischen Wissenschaften zu Bern 10 bis 14 Au- gust 1891, 579 y siguientes, Bern, 1892. (5) GUILLAUME, La bibliographie nationale suisse, son organisation et état actuel des travauz, en Ferhandlungen des fiinften internationalen Kongresses der geographischen Wissenschaften zu Bern 10 bis 14 August 1891, 587 y siguientes, 'Bern, 1892. 182 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA en los otros paises de Europa y aun en Estados Unidos se carece de repertorios bibliográficos de la Geografía nacional. Por otra parte, una de las resoluciones tomadas por el Quinto con- ¿reso geográfico internacional reunido en Berna en 1891, a raíz de enterarse de la aparición de las publicaciones a que me he referido, fué la de llamar la atención sobre la necesidad urgente «d'élaborer et de, publier des bibliographies des sciences géographiques en suivant, autant que possible, un plan d'ensemble », tratando, para ello, « d'imsti- tuer dans chaque pays une commission centrale chargée de cette táche» (1). Esta resolución, que importaba una invitación a los diferentes gobiernos, fué comunicada oficialmente al argentino el 19 de octubre de 1592. El ministerio de Justicia, Culto e Instrucción pública recabó la opinión del Instituto geográfico argentino sobre el particular (2); y esta corporación, previo informe del ingeniero don Francisco Seguí, resolvió ofrecer su « cooperación decidida y firme », y sugirió la idea, al propio tiempo, de que su mesa directiva constituyera la «Comisión central de Bibliografía geográfica argentina » (3). De acuerdo con estos antecedentes, y por decreto de 7 de enero de 1893, la República aceptó la invitación del gobierno suizo y el amplio concurso ofrecido por el Instituto, a quien se solicitó indicara «la forma y condiciones en que, a su juicio, podría llevarse a cabo la obra » (4). Mas, como los años transeurrieran sin que se iniciaran los trabajos. el viajero y geógrafo austriaco doctor don José Chavanne, colabora- dor, junto con Karpf y Le Monnier, de la bibliografía polar aparecida en Viena en 1575, y residente, por aquel entonces, en Buenos Aires, volvió a insistir sobre la necesidad de levar a la práctica, cuanto antes, las resoluciones adoptadas, dando, para ello, excelentes conse- jos e indicando procedimientos adecuados (5). Huelga añadir que la adhesión argentina cayó en el olvido pasado el momento de exterio- rización ruidosa; mientras los esfuerzos para llevarla a la práctica apenas resonaron en la vacuidad del ambiente. En fin, recientemente, el capitán don Gaspar Soria, inició en el Anuario del Instituto geográ- 1) Ferhandlungen, ete., YO y siguientes, 133, 2) Bibliografía geográfica universal, en Boletín del Instituto geográfico argentino, XII, 454 y siguiente, (Buenos Aires], 1892, 3) Bibliografía, ete., 451 y siguientes, 456 y siguientes, (4) Bibliografía, ete., 458 y siguiente. 9) José CHAVANNSE, Sobre la bibliografía geográfica argentina, en Boletín del Ins- tituto geográfico argentino, XVI, 293 y siguientes, Buenos Aires, 1895, PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 183 Jfico militar la publicación de una nómina de obras y cartas geográfi- cas referentes a la Argentina; mas, debió interrumpirla por causas ajenas a su voluntad (1). Los planes de acuerdo con los cuales se han realizado los trabajos de compilación a que he aludido, distan mucho de ser sistemáticos. Así, en la bibliografía holandesa se ha aplicado, indistintamente, en los tres volúmenes que la integran, la ordenación sistemática, la topo- gráfica o la alfabética (2). El plan suizo de agrupación adolece de defectos fundamentales; el concepto que lo informa es anticuado, carece de unidad de criterio, y es, asimismo, barto restringido (3). Y fué justamente esta pauta, la que, con ligeras variantes, aconsejaba el doctor Chavanne se aplicara en la Argentina (4). En cuanto a la compilación del capitán Soria, su autor la ha ordenado cronológica- mente (5). Esta falta de rigurosa sistematización, como la ausencia de toda consideración integral de las diversas modalidades de la ciencia geo- gráfica que se observa en las bibliografías, fallas de las cuales no escapan los repertorios más apreciados — la Bibliotheca geographica editada bajo los auspicios de la Sociedad geográfica de Berlín (6), las clasificaciones del Instituto internacional de bibliografía (7), el Inter- national catalogue of scientific literatura (S), y hasta la fracasada ten- (1) Gaspar Sorta, Biblioteca y mapoteca histórico-geográfica de la República Av- gentina, en Anuario del Instituto geográfico militar de la República Argentina, 11 [segunda parte], 85 y siguientes; II [segunda parte], 113 y siguientes, Buenos Aires, 1913-1914. (2) Kan, ibid., 582 y siguientes. (3) GUILLAUME, ibid., 600 y siguientes. (4) CHAVANNE, ibid., 295 y siguiente. (5) Sorta, ibid., II, 87. (6) El plan de agrupación de los materiales que comprende la Bibliotheca se ha mantenido, con ligeras variantes, en los once tomos publicados. Obvia decir que sólo por su carácter internacional menciono este repertorio, editado bajo los aus- picios de una corporación privada (cfr. Verhandlungen, ete., 132 y siguiente, 256; Report of the cighth international Congress held in the United States 1904, 60, 62, 83, Washington, 1905). (7) Manuel du Répertoire bibliographique universel. Organisation. État des travauz. Regles. Classifications, en Institut international de bibliographie, publicación número 63, 551.4; véanse, asimismo : 372: 91, 3.08 (.), 35.547. [Bruxelles], 1907. (8) International catalogue of scientific literature. Schedule of classification (J). Geo- graphy, [London], sin fecha. - A 154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA tativa de Bibliografia geografica della regione italiana (1) — me han inducido a dar a conocer el plan que he compuesto. Lo entrego, pues, a los especialistas para que formulen sus reparos, desde que sobra tiempo para subsanar errores, suplir omisiones, y bonificar esta pri- mera tentativa en cualquier detalle de su estructura. Buenos Aires, ¡unio de 1919, SECCIÓN 1 Generalidades I. NOMENCLATURA. IL. BIBLIOGRAFÍAS. TIT. Diccionarios, IV. PUBLICACIONES PERIÓDICAS. V, CENSOS. A. Generales. B. Especiales. VI. SOCIEDADES E INSTITUCIONES. A. Docnnrentos orgánicos. 1. Reglamentos. 2. Actas. 3. Memorias. - B. Coneurrencia a congresos, C. Iniciativas. D. Conferencias. E. Homenajes. VIT. Briocrarías. VII. ExseSAnza. A. Metodología. HB. Textos. C, Material. IX, VIAJES, EXPLOKACIONES Y EXCURSIONES (desde el siglo X1x). A. Viajes. MB. Exploraciones. C, Excursiones. X. ANDINISMO. XI. Guías. (1) L. EF. ve Macistuas, Bibliografia geografica della regione italiana, en Bol tino della Societá geografica italiana, suplemento al tomo XXXVI [serie aÑÁ 31 y siguientes, Roma, 1901, PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA SECCIÓN II Geografía matemática I. ORIENTACIÓN. A, Latitud. B. Longitud. C. Azimut. D. Tiempo. E. Bases. IP, Triangulación y poligonización. G. Nivelación. H. Cálculos geodésicos. 1. Coordenadas geográficas. 2. Coordenadas lineales. 5. Compensación. II. ForMA DE LA TIERRA. A. Elipsoide. 1. Medición de arcos. 2. Gravedad. Bb. Geoide. 1. Desviaciones de la plomada. 2. Gravedad. C. Distribución de masas. D. Superficie de compensación. TIT. ToPOGRAFÍA. A. Planimetría y representación del terreno. 1. Antecedentes. 2. Procedimientos. B. Áreas. SECCIÓN III Geografía fisica I. ATMÓSEERA. A. Constitución. B. Resplandor solar. C. Temperatura. 1. Radiación. 2. Observación. 3. Variaciones periódicas. D. Humedad. 1. Rocío, helada, niebla. 2. Nebulosidad. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIL 14 185 — 156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 5. Granizo. . Variaciones periódicas. E. Presión. 1. Observación. 2. Variaciones periódicas. TF. Circulación. 1. Dirección y velocidad. 2. Tormentas, ete. 3. Trombas. 4. Vientos en general. G. Electricidad y radioactividad. H. Climas. I, Procedimientos de observación y estaciones meteorológicas. 11. HibrósFERA. A. Océano. 1. Nivel. . Batimetría. . Topografía y naturaleza del fondo. . Composición, calor y temperatura del agua. . Movimientos. a. Olaje. hh, Corrientes. c. Mareas. 5 4. Nieve. 5 6 9 += uy B. Lagos. 1. Lagos y lagunas. 2. Lagos y lagunas saladas. C, Cursos de agua. 1. Orígen y evolución, 2, Regímenes y aforos. 3. Descripción de formas particulares. 4. Descripción de sistemas fluviales. 5. Descripciones hidrográficas generales, D. Aguas subterráneas. 1, Capas acuíferas. 2, Puentes. E, Hielo continental. F, Glaciares. HI. LrrósreRA. A. Aspectos del relieve. 1. Límites. 2. Llanos. 3, Mesetas, 4, Montañas. 4. Descripción de formas particulares. Ñ bh. Descripción de sistemas orográficos, ; % e, Deseripciones orográficas generales. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA dl. Hipsometría. 5. Regiones físicas. B. Factores del modelado. 1. Acción del aire. a. Erosión y transporte. hb. Médanos. ce. Desiertos. d. Loess. 15] Acción del océano. a. Erosión. bh. Playas. c. Cordones litorales. 3. Acción de los cursos de agua. a. Erosión. hb. Transporte. e. Deposición. d. Deltas. e. Mmundaciones. 4, Acción de las aguas subterráneas. 5. Acción del hielo. «a. Erosión. hb. Deposición. C. Tectónica. D. Volcanismo. E. Sismos. “F. Magnetismo. IV. BIósrERA. A. Fitogeografía. B. Zoogeogralfía. 1. Faunas acuáticas. 2. Faunas terrestres. V. PALEOGEOGRAFÍA. SECCIÓN IV Geografía humana I. OCUPACIÓN IMPRODUCTIVA DEL SUELO. A. Habitación. 1, Habitación aborigen. «. La habitación. hb. Construcciones accesorias. 2. Habitación rural. ad. La habitación. hb. Construcciones accesorias. 3. Habitación urbana. 187 188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA a. La habitación. h. Detalles particulares, ete. B. Circulación. . Circulación elemental (senderos, caminos vecinales, etc.). 2. Caminos nacionales y provinciales. 3. Caminos especiales. 4. Ferrocarriles, a. Ordinarios. 2. Vrocha normal, £. Trocha angosta. y. Cremallera. hb. Excepcionales, %. Aéreos. . £. Subterráneos. +. Económicos. e. Estudios generales sobre ferrocarriles. 5. Tranvías, a. Tracción a sangre. h. Tracción a vapor. c. Tracción eléctrica. z. Superficiales. £. Subterráneos. 6. Canales navegables y ríos canalizados. 7. Complementos de la vía de circulación. a. Tuneles. : hb. Puentes. ec. Ferryboats. d. Puertos. 4. Wluviales. £. De estuario. /. Marítimos e. Telégrafos y teléfonos. 8. Obstáculos a la cirenlación, €. Localización geográfica de la instalación humana. 1. Ubicación. 2, Diseminación y concentración. 3, Límites, D. Fisonomía de la instalación humana. E. Centros urbanos. ] 1. Posición general (geográfica). 2, Posición local (topográfica). 3. Geografía urbana. a. Planta en general. b. Vías de cirenlación en general. o. Plazas, paseos y jardines, d. Estadios generales sobre geografía urbana. 4. Fisonomía, 5, Cirenlación. O . PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA TT. CONQUISTA VEGETAL Y ANIMAL. A. Conquista vegetal. 1. Condiciones geográficas de los cultivos en general. a. Temperatura. hb. Humedad. c. Naturaleza del suelo. d. Mano de obra. 2. Sistemas de cultivo. a. Extensivos. hb. Intensivos. c. En sécano. 3. Irrigación. . Abonos. 5. Distribución geográfica de los cultivos. 6. Cultivos especiales. a. Cereales. 2. Trigo. £. Cebada. /. Avena. 2. Centeno. z. Maíz. £. ÁYroZz. 7. Alpiste. //. Sorgo. . Otros cereales, z. Ensayos de aclimatación y experiencia b. Lesumináceas alimenticias. 4. Porotos. £. Arvejas. /- Habas. 2. Otras legumináceas. =. Ensayos de aclimatación. Porrajeras. 2. Gramináceas. . Legumináceas. /. Otras forrajeras. 7. Ensayos de aclimatación y experiencias. =. Estudios generales sobre forrajeras. d. Raíces y tubérculos. 2%. Papas. ¿. Remolacha. /. Tupinambour. 7. Otras raices y tubérculos. =. Ensayos de aclimatación y experiencias. 7. Plantas industriales. a. Textiles. %. Algodón. ¿. Cáñamo. 159 190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA AR . - Lino. . Yute. Ramio. . Lino de Nueva Zelandia. Pita. . Caranday. . Caraguatá. + Chaguar. . Yatay. . Palo borracho. +. Mimbre. ¿+ Otros textiles, o. Ensayos de aclimatación y experiencias. z. Estudios generales sobre textiles. . hb. Oleaginosas. %. Lino. ¿Maní. /. Tártago. 2. Colza. 2. Nabo. z. Ricino. %. Girasol. %. Sésamo. t. Olivo. /. Otras oleaginosas. /. Ensayos de aclimatación y experiencias. 2. Estudios generales sobre oleaginosas. . Saponíferas, d. Tintóreas. e. Taníferas, 2. Quebracho colorado. F. Salíiferas. Y. Sacaríferas, z%. Caña de azúcar. ñ. Remolacha azucaréra. h. Feculentas y amilácens, 2. Mundioca, : e 4 í, Aromiticas, odoriferas, ete, 2. Lipulo. £. Anís. j. Narcóticas. 2. Valeo. ¿. Adormidera. k. Estimulantes, 2. Yerba mate. fi. Café, 1. Gomeras y resinosas, m. Medicinales, A EN ES A .. MN po e e PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA n. Estudios generales sobre plantas industriales. 8. Arboricultura. a. Viña. b. Frutal. e. Forestal. d. Ensayos de aclimatación y experiencias. e. Estudios generales sobre arboricultura. 9. Horticultura. 10. Estudios generales sobre los hechos de conquista vegetal. B. Conquista animal. 1. Crianza de bovinos. 2. Crianza de ovinos. 3. Crianza de caprinos. 4, Crianza de porcinos. 5. Crianza de equinos. 6. Crianza de mulas y asnos. 7. Crianza de camélidos. a. Llamas. hb. Guanacos. c. Vicuñas d. Alpacas S. Crianza de avestruces. a. Americanos. D. Africanos. 9. Crianza de aves de corral. 10. Otras erianzas de animales. 11. Aclimatación de especies exóticas. 12. Ostricultura. 13. Sericultura. 14. Apicultura. 15. Piscicultura. 16. Estudios generales sobre los hechos de conquista animal. III. ECONOMÍA DESTRUCTIVA. A. Devastaciones minerales. 1. Yacimientos no metalíferos. a. Antracita. d. Hullas. c. Lignitos. d. Turbas. e. Petróleos. f. Asfaltos. y. Albertita (Rafaelita, Salacita, Asfalto carbonizado). h. Esquistos bituminosos. í. Otros yacimientos no metalíferos. j. Estudios generales sobre yacimientos no metalíferos. 2. Yacimientos de sales. 3. Yacimientos de rocas de aplicación. 4. Yacimientos metalíferos. 19 ro 192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA A a. Oro. ». Plata. e. Cobre. al. Plomo. e. Cine. JS. Estaño. gy. Wolfram (Tungsteno) h. Vanadio. i. Hierro. j- Otros yacimientos metalíferos. lk. Estudios generales sobre yacimientos metalíferos. 5. Estudios generales sobre las devastaciones minerales. Bb. Devastaciones vegetales. 1. Destrucción de bosques. C. Devastaciones animales. 1. Pesca. a. Fluvial. bh. Lacustre. c. Marítima. 2. Caza. 3. Otras formas de devastaciones animales. D. Reacciones contra la economía destructiva. 1. Parques y reservas nacionales. 2. Reglamentación de la explotación de bosques. 3. Reglamentación de la pesca y de la caza. 4. Criaderos de animales indígenas. 5. Protección de aves útiles. SECCIÓN V Geografía económica Il. Probucción. A. Productos vegetales, 1. Cereales, a. Trigo. hb. Maíz. €. Avena, ¿d. Cebada, e. Centeno, SJ. Arroz. 9. Alpiste. h. Sorgo. ¡, Otros cereales. J. Estudios generales sobre la producción de cer 2. Legumináceas alimenticias. y PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 193 3. Forrajeras. 4, Raíces y tubérculos. 5. Plantas industriales. a. Textiles. %. Algodón. . Lino. /. Cáñamo. 7. Yute. =. Ramio. ¿. Otros textiles. 7. Estudios generales sobre la producción de textiles. hb. Oleaginosa > 2%. Lino. 2. Maní. . Tártago. 0. Colza. =. Nabo. z. Olivo. 7. Otras oleaginosas. /. Estudios generales sobre la producción de oleagi- nOsas. c. Saponiferas. (l. Tintórcas. e. Taníferas. 2. Quebracho colorado. Salíferas. =S y. Sacaríferas. %. Caña de azúcar. PF. Remolacha azucarera h. Feculentas y amiláceas. %. Mandioca. ¡. Aromáticas, odoríferas, ete. 2. Lúpulo. £. Otras. Jj. Narcóticas. “. Tabaco. £. Otras. le. Estimulantes. Z. Yerba mate. A. Café. l. Gomeras y resinosas. m. Medicinales. 2». Otras plantas industriales. o. Estudios generales sobre la producción de plantas indus- triales. 5. Producción vitícola. 7. Producción frutícola. 5. Producción hortícola. 194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGE 9. Producción forestal. Ñ 10. Estudios generales sobre los productos vegetales, B. Productos animales. 1. Carne y grasa. . Lana. . Pieles. Cueros. Cerda. Plumas. . Leche. . Miel. Cera. . 10. Otros productos animales. 11. Estudios generales sobre los productos animales. C. Prodnetos minerales. 1. Producción no metalífera. a. Antracita. h. Hallas. c. Lignitos. d. Turbas. e. Petróleos. F. Asfaltos. y h 1 proa . Albertita (Rafaelita, Salacita, Asfalto carbonizado). . Esquistos bituminosos. i. Estudios generales sobre la producción no metalífera. 2. Producción de sales. . 3. Producción de rocas de aplicación. 4. Producción metalífera. . Oro. - Plata. . Cobre. . Plomo. . Cine. . Estaño. . Wolfram (Tongsteno). . Vanadio. . Hierro. « Estudios generales sobre la producción metalífera, >» =303<0a25 os IM, INDUSTRIAS. A, Extractoras, 1, Derivadas de productos vegetales. 2, Derivadas de productos animales, DT 3. Derivadas de productos minerales. . B. Manufactureras, , 1, Alimentación. , 2, Vestido. p 3, Mabitación, sus anexos y complementos. 4, Metalúrgicas. . PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 5. Productos químicos. 6. Arte y ornato. 7. Gráficas. C. Estudios generales sobre las industrias. TIL. COMERCIO. A. Comercio interior. 1. Mercados. 2. Ferias. 3. Exposiciones. B. Comercio exterior. 1. Importación. 2. Exportación. C. Tránsito. D. Estudios generales sobre el comercio. IV. TRANSPORTES. A. Por tierra. 1. Formas elementales. 2. Mensajerías. 3. Tráfico. B. Por ferrocarril. 1. Tráfico. C. Por agua. 1. Navegación interior y tuvial. a. Formas elementales. hb. Flota. e. Tráfico. 2. Navegación marítima. a. Flota. b. Tráfico. 3. Estudios generales sobre la navegación. D. Estudios generales sobre los transportes. SECCIÓN VI Geografía social I. POBLACIÓN. A. Censos. B. Movimiento. 1. Natalidad. 2. Mortalidad. C. Repartición. D. Composición. E. Población urbana. F. Población rural. G. Migraciones internas. 19 196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA A! H. Emigración. 1. Inmigración. J. Despoblación. 11. COLONIZACIÓN. A. Indígena. B. Extraamericana. 111. ExcomMIeNDAS Y ESCLAVATURA. IV. ProrrIebaD. A. Origen. B. Formas. C. División. SECCIÓN VII Geografía general y corográfica J]. REPÚBLICA ARGENTINA EN GENERAL. 1. CAPITAL FEDERAL. JIL. Provixcias. A. Buenos Aires. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. . Catamarca. 1. En general. 2. Capital, 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. C, Córdoba. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. D, Corrientes, 1. En general. 2, Capital. 3. Departamentos, 4. Centros urbanos. E, Entre Ríos. 1. En general, 2. Capital. 3, Departamentos. 4, Centros urbanos, F, Jujuy. 1, En general. - = M. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. . Mendoza. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. . Rioja (La). 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. . Salta. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 1. Centros urbanos. . San Juan. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. . San Luis. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. . Santa Fe. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. Santiago del Estero. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. . Tucumán. 1. En veneral, 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. IV. GOBERNACIONES. A. Andes. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 197 198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA 4. Centros urbanos. Bb. Chaco. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. C. Chubut. 1. En general. 2. Capital. j 3. Departamentos. 4. Centros urbanos. D. Formosa. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. E. Misiones. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4. Centros urbanos, F. Neuquén. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. G. Pampa. 1. En general. 2. Capital, 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. MH. Río Negro. 1. En general. 2. Capital. Ñ 3. Departamentos. 4, Centros urbanos, 1, Santa Cruz. 1. En general. 2. Capital. 3. Departamentos, 4. Centros urbanos. J, Tierra del Fuego. 1, En general. 2, Capital, 3. Departamentos. 4, Centros urbanos. V, MALVINAS. VI. ONCADAS. PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA 199 SECCIÓN VIH Geografía náutica IT. ESTUDIOS GENERALES. IT. Esrubios ESPECIALES. TIT. DerrorERos. IV. BALIZAMIENTOS. V. FAROS. SECCIÓN IX Geografía militar JT. ESTUDIOS GENERALES. TT. EstTUDIOS ESPECIALES. SECCIÓN X Geografía médica TI. CLIMATOLOGÍA. Jl. AGUAS MINERALES. A. Cloruradas. B. Sulfurosas. C. Alcalinas. D. Sulfatadas. E. Ferruginosas. F, Arsenicales. G. Bromo-ioduradas. H. Litinadas. I. Silicatadas. J. Radioactivas y con gases raros. K. Con elementos raros. L. Óligo-metálicas. III. PArAsITOLOGÍA. IV, HIGIENE. A. Provisión de agua potable. B. Saneamiento. V. NosoLoGÍA. > PS 200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFI SECCIÓN XI Geografía histórica 1. DesCUBRIMIENTO Y CONOCIMIENTO DEL TERRITORIO (siglos XVI, xv y A A. Cuenca del Plata. -B. Patagonia y Tierra del Fuego. C. Región del antiguo Tucumán. Á D. Región del antiguo Cuyo. s E. Estudios generales sobre el descubrimiento y conocimiento del terri torio. 1. ToroximMta Y TOPONOMÁSTICA. TI. Fuenpaciones (hasta 1880). IV. LímiTES INTERNACIONALES. A. Bolivia. B. Brasil. C. Chile. D. Paraguay. E. Uruguay. V. LÍMITES INTERPROVINCIALES. VI. FRONTERA CON LOS INDÍGENAS. VIT. MALVINAS. REGESTA CARTOGRÁFICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA PLAN DE AGRUPACIÓN SISTEMÁTICA Por FÉLIX F. OUTES En una publicación reciente manifestaba que la Sección de Geogra- fía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad nacional de 3uenos Aires, al propio tiempo que había emprendido la compilación de la bibliografía geográfica argentina, realizaba los trabajos necesa- rios para formar una Regesta cartográfica de la República. Los materiales de esta nómina descriptiva, que comprenderá todos los instrumentos de aquella especie editados por separado o los que se encuentren incluídos en publicaciones periódicas, obras o folletos, se van agrupando de acuerdo con una ordenación sistemática que doy a conocer en las páginas siguientes. El plan formulado para ello no requiere explicación alguna, pues, constituyendo la Regesta el necesario complemento de la Biblio- grafía, la verdad es que, aquél, resulta un desdoblamiento, simplifi- cado, del compuesto para esta última. Sólo diré, que, no debe causar extrañeza el hecho de que no haya reservado, en la Sección destinada a la Geografía humana, un lugar para la expresión cartográfica de la habitación. La razón es obvia: consecuente con el criterio que me he impuesto al elaborar el plan de agrupación, y, para no alterar su estructura, he colocado en Geografía matemática a las cartas topográ- ficas que, sin duda alguna, ofrecen la mayor suma de detalles sobre los hechos de ocupación improductiva del suelo. Antes de ahora — conviene puntualizarlo — no se había intentado agrupar, de acuerdo con un plan sistemático, el acervo cartográfico de una región determinada. Uricoechea ordenó cronológicamente el ma- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIL 15 202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA terial comprendido en su valiosa Mapoteca (1). Otro tanto han hecho Lee Phillips y Lowery, respectivamente, con las cartas de las islas Filipinas y conlas de las posesiones españolas que existieron dentro de los actuales limites de los Estados Unidos (2). La copiosa nómina de cartas americanas y atlas conservados en la biblioteca del Congreso, en Washington, ha sido ordenada alfabéticamente por nombres de localidad (3): y Justin Winsor ha dado a conocer la hermosa colección cartográfica que perteneció a Kohl, de acuerdo con una clasificación geográfico-regional y cronológica (4). Buenos Aires, junio de 1919, PRIMERA PARTE ATLAS Y GENERALIDADES SECCIÓN 1 Atlas l. GENERALES. IM. EsPeECcIALEs. SECCIÓN 11 Cartografía de la cartografía (1) E. Unicorcura, Mapoteca colombiana. Colección de los títulos de todos los mapas, planos, vistas ete., relativos a la América española, Brasil e islas adyacentes, Londres, 1560. ) (2) P. Lex Pusnttes, A list of maps, charts and views of the Philippine islands in the Library of Congress, en A. Y, €, GRIEFIN, A list of books (with references to periodicals) on the Philippine islands in the Library of Congress, 267 y siguientes. Washington, 1903; Woobnery Lowrery, The Lowery collection, A description list of maps of the spanish possessions within the present limits of the United States. Was- hington, 1912. (3) Y. Luxe Pruuntivs, A list of maps of America in the Library of Congress prece- ded by a list of works relating to cartography. Washington, 1901; P. Lee Pan.LIPs, l list of geographical atlasez in the Library of Congress with bibliographical notes. Washington, 1909, (dy Justis Wixsor, The Kohl collection (now in the Library of Congress) of maps relating to America. Washington, 1904. REGESTA CARTOGRÁFICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA SECCIÓN 1H Enseñanza T. ATLAS. IT. CARTAS. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. SECCIÓN IV Itinerarios SECCIÓN V Andinismo SECCIÓN VI Guías SEGUNDA PARTE CARTAS Y PLANOS ESPECIALES SECCIÓN 1 Geografía matemática Il. OPERACIONES GEODÉSICAS. II. NIVELACIÓN. IM. GRAVEDAD. 1V. FORMA DE LA TIERRA. V. TOPOGRAFÍA. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. 203 204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA SECCIÓN II Geografía fisica 1. METEOROLOGÍA. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones, 11. OCEANOGRAFÍA. TIT. Laos. 1V. HIDROGRAFÍA. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. V. AGUAS SUBTERRÁNEAS. VI. FUENTES. i VII. HreLO CONTINENTAL Y GLACIARES. VII. Costas. > IX. IsLas. X. OROGRAFÍA. A. República Argentina en general. Bb. Provincias. C. Gobernaciones. XI. HirsomeErtríÍa. XII. REGIONES FÍSICAS. XIIT, Desiertos. XIV. DELTAS. XV. INUNDACIONES, XVI. ErECcTOS DEL GLACIARISMO. XVII. Tecrónica. XVI. VoLcANIismo. XIX. Sismos. XX. MAGNETISMO. XXI. FrroGroGraArÍa. XXIL. ZooGroGraría, XXI. PALgEOGEOGRAFÍA. SECCIÓN UI ] Geografía humana 1, CAMINOS, IL. FERROCARRILES, 11. Tranvías, IV, CANALES. REGESTA CARTOGRÁFICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA V. Purkrrtos. VI. TELÉGRAFOS Y TELÉFONOS. VII. CIUDADES Y PUEBLOS. VII. AGRICULTURA. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. IX. TRRIGACIÓN. X. SELVAS Y ARBORICULTURA. XI. GANADERÍA. A. República Argentina en general, 32 B. Provincias. C. Gobernaciones. XII. GEOLOGÍA APLICADA. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. XIII. YACIMIENTOS ESPECIALES, A. No metalíferos. 3. Sales. C. Rocas de aplicación. D. Metalíferos. XIV. DestTRUCCIÓN DE BOSQUES, XV. PARQUES NACIONALES. SECCIÓN IV Geografía económica Il. PRODUCCIÓN VEGETAL. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. TI. PRODUCCIÓN ANIMAL. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. 111. PRODUCCIÓN MINERAL. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. IV. INDUSTRIAS. V. COMERCIO. VI. TRANSPORTES TERRESTRES. VIT. NAVEGACIÓN PLUVIAL Y MARÍTIMA. 205 SN 206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGE SECCIÓN V q Geografía social I. ETNOGRAFÍA. A. República Argentina en general. bb. Provincias. C. Gobernaciones. 11. PoBLaAción. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. 11. EMIGRACIÓN E INMIGRACIÓN. IV. COLONIZACIÓN. A. República Argentina en general. Bb. Provincias. C. Gobernaciones. V. ENCOMIENDAS Y ESCLAVATURA. VI. PROPIEDAD. A. República Argentina en general. B. Provincias. C. Gobernaciones. SECCIÓN VI Geografía general y corográfica IT. REPÚBLICA ARGENTINA EN GENERAL, 1. ProviNcias. A. Buenos Aires. 1. En general. 2, Departamentos. DB, Catamarca. 1, En general, 2. Departamentos. C. Córdoba, 1. En general. . 2, Departamentos. 1D. Corrientes. 1, En general. 2, Departamentos, E. Entre Ríos. 5 . 1, En general, 2. Departamentos, ni. REGESTA CARTOGRÁFICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA TP. Jujuy. 1. En general. 2. Departamentos. G. Mendoza. 1. En general. 2, Departamentos. H. Rioja (La). 1. En general. 2. Departamentos. pa] . Salta. 1. En general. 2. Departamentos. J. San Juan. 1. En general. 2. Departamentos. K. San Luis. 1. En general. 2. Departamentos. L. Santa Fe. 1. En general. 2. Departamentos. M. Santiago del Estero. 1. En general. 2. Departamentos. N. Tucumán. 1. En general. 2. Departamentos. GOBERNACIONES. A. Andes. 1. En general. 2. Departamentos. B. Chaco. 1. En general. 2. Departamentos. C. Chubut. 1. En general. 2. Departamentos. D. Formosa. 1. En general. 2. Departamentos. E. Misiones. 1. En general. 2. Departamentos. TF. Neuquén. 1. En general. 2. Departamentos. G. Pampa. 1. En general. « 207 208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA A 2, Departamentos. H. Río Negro. 1. En general. 2. Departamentos. IT. Santa Cruz. 1. En general. 2. Departamentos. J. Tierra del Fuego. 1. En general. 2. Departamentos. IV. MALVINAS. V. ORCADAS. SECCIÓN VIH Geografía náutica l. DerkoTEROS. IL. BALIZAMIENTOS. . 11. Faros. > - SECCIÓN VIH Geografía militar Comprenderá esta sección la planimetría y altimetría de carácter exclusiva- mente militar. SECCIÓN IX Geografía médica 1. CLIMATOLOGÍA. TÍ. AGUAS MINERALES. TI. ZooGkoGRArÍA. IV, Provisión DE AGUA POTABLE, V, SANEAMIENTO. VI, DistrIBUCIÓN DE ENFERMEDADES. SECCIÓN MX Geografía histórica Il, ARQUEOLOGÍA. 1, Históricos. A. Generales, B. Siglo xvi. REGESTA CARTOGRÁFICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA C. Siglo xvir. D. Siglo xvi. E. Siglo xrx. TIT. FunbacioNEs (hasta 1880). IV. LÍMITES INTERNACIONALES. A. Bolivia. B. Brasil. C. Chile. D. Paraguay. E. Uruguay. V. LÍMITES INTERPROVINCIALES VI. PRONTERA CON LOS INDÍGENAS. VII. MILITARES. A. Época colonial. 1. Reproducciones. 2. Reconstrucciones. Bb. Guerra de la Independencia. 1. Reproducciones. 2, Reconstrueciones, C. Guerras civiles. 1. Reproducciones. 2. Reconstrucciones. D. Guerras internacionales. 1, Reproducciones. 2, Reconstrucciones. SECCIÓN XI Varia Il. GEOLOGÍA PURA. Il. ENFERMEDADES Y PLAGAS DE LAS PLANTAS. TIT. EPIzoortras. “AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIIL 16 209 MEMORIA SOBRE UNA CURVA DE DIAGRAMAS ATÓMICOS TRABAJO PRESENTADO AL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE QUÍMICA BUENOS AIRES, JULIO 1919 Pork EL DOCTOR CARLOS E. HEREDIA Estos diagramas, que presento a la consideración del congreso, están fundados en los mismos principios que los que figuraron en un trabajo anterior (tesis presentada a la Facultad de ciencias naturales de la Universidad nacional de La Plata). Se trataba de evidenciar, por medio de curvas, las relaciones de las constantes atómicas que más pudieran ser función de un estado patr- ticular de condensación. Partiendo de la hipótesis de la unidad de la materia, no dejarían de producirse agrupaciones características si efectivamente Jos elementos utilizados expresaban, siquiera parcial- mente, este estado. Los valores empleados fueron: peso atómico, densidad, volumen atómico, un nuevo valor que llamaremos coeficiente de condensación, y que designaremos con la letra O. Si consideramos estos cuatro valores como función del estado de condensación del átomo y lo relacionamos con la materia en general, los dos primeros son variables independientes, y de ellos se derivan los otros dos. Para representar en el plano y mediante dos dimensiones las varia- (11) El siguiente trabajo, euya presentación al Primer congreso nacional de quí- mica ya había sido comunicada en el año 1918 y reiterada en 1919, como consta por los boletines que se publicaron oportunamente, debió ser leído en las sesiones del mismo realizadas en julio del corriente año, pero ni fué incluído en ninguna de las órdenes del día, ni a pesar de haber acudido a las sesiones correspondien- tes para hacerlo, pude lograrlo. MEMORIA SOBRE UNA CURVA DE DIAGRAMAS ATÓMICOS 211 ciones que sufren en el sistema atómico estos valores, empleamos el procedimiento ya explicado en nuestro trabajo anterior. , O ere D) 7 El valor de € está constituído por la relación y Y €s variable con cualquier modificación que puedan sufrir los valores de P, D y V, es decir que, en el caso en que cualquiera de éstos sea constante, € varía siempre, indicando las transformaciones que va experimentando la masa atómica. Sobre cuatro ejes de longitud igual, de ordenadas, trazamos las escalas de 1 hasta el mayor de los valores conocidos, y fijamos con puntos los correspondientes a cada átomo en cada eje, siguiendo el orden O, P, D, V. Unidos estos cuatro puntos, dan la curva particu- lar para cada átomo, que se ve en el cuadro. La unión de estas curvas parciales constituye la curva general, que expresaría los distintos estados de condensación de la materia por intermedio de cada átomo. Para relacionar el valor de D y PA que están calculados para la molécula y el átomo respectivamente, tuvimos que partir de la hipó- tesis de que la ley de Avogadro y Ampere se cumplía para el estado sólido. Entonces, todas las densidades de los elementos halladas res- pecto al agua, fueron relacionadas al hidrógeno. Pero como las densi- dades al H=* son los pesos moleculares (al estado gaseoso), hallamos la relación que había entre este peso molecular y el atómico, relación que tiene que indicar el número de átomos contenidos en la molécula. Tomando entonces la unidad de volumen =1 y relacionando con el número de átomos, el cuociente entre el volumen = 1 y el número de átomos tiene que ser el volumen de cada átomo. Naturalmente, los valores obtenidos por este procedimiento son iguales a los que se , obtienen si hacemos volumen atómico = D' Habría que descontar los espacios interatómicos, suponiendo la materia discontinua, pero como este error, si existiera, afectaría a todo el sistema, se puede aceptar que sean comparables los datos, como son, y que las relaciones entre ellos guarden el mismo valor. Hay que tener en cuenta que se trata de relaciones de valores que, en realidad, serán variables dentro de lo absoluto. Aun suponiendo que el volumen real del átomo sea menor que el calculado, es indudable que entonces serán mayores las distancias que los separan dentro de un volumen que sería común para todas las especies (peso molecular). Si las distancias interatómicas son ma- yores, prueba que el estado de actividad de esos átomos será mayor 212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA (fuerza de repulsión). Luego, ya sea debida su energía a una mayor actividad (gran espacio interatómico). ya a un mayor volumen, que indicaría un estado poco condensado y activo, por lo tanto, el dato del volumen atómico puede aceptarse como capaz de dar valores que en realidad. comparados entre sí, e integrados por los de las otras variables, puedan indicar las relaciones que guardan entre sí todos los estados de condensación atómicos. Ya se trate de volumen real, ya de radio de acción de la actividad atómica, el hecho es que, efectivamente, los átomos de poco volumen se agrupan entre los de menor capacidad de reacción y menos activos, en general, si se observa la curva. Estos diagramas se agrupan, siguiendo el incremento de sus esta- dos de condensación, en tres series que se corresponden, constitu- yendo una curva de tres ramas, la primera de las cuales es ciclica, y va desde el Al hasta el Gl, que sería su vecino (por lo menos entre los elementos desenbiertos hasta ahora). Las otras dos ramas que corres- ponderían a ésta, terminan en el Ru y Os, respectivamente. Acaso aparezcan elementos que permitan cerrarlos, como su homóloga, o bien deban terminar sus condensaciones en esos estados. Los huecos o claros, llenados con signos de interrogación, indican los elementos de cada serje que deben encontrarse para completar esta serie, ya existan o no en las otras correspondientes. El núcleo de donde se generan las series está constituído por el Al y Si, elementos cuya afinidad es bien conocida, y de los que el Si parece ocupar por sí solo el 50 por ciento del material de la corteza terrestre. No debo insistir, dirigiéndome a un auditorio de químicos, sobre las semejanzas entre las propiedades químicas y fisicas que guardan Jos elementos y su orden de colocación sucesivo o correspon- diente en la curva. En general, se observa que a medida que aumentan los estados de condensación hacia los últimos términos de las series, disminuyen las actividades quimicas y capacidades de reacción. Si dentro de pare- cido Y aumenta P y D, disminuye la actividad : Nb, Sn, Pb; Ga, Mo, Tau; YI o E y ete. en los que el grado de condensación varía dentro de parecido Y, au- mentando con la mayor cantidad de materia. Si en cambio tienen análogo P, varía la condensación y varian sus propiedades como Zr y Co, por ejemplo, en que los valores de V han sufrido alteración, ete., etc. MEMORIA SOBRE UNA CURVA DE DIAGRAMAS ATÓMICOS DS. mo o HA ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 214 2604" e BOP *9LT POE "EY OIL P8E 60€" 0r VLE"89Z "096 PE 702 "969 "799 €£ 098886" €9P"££ S0G7 ENE" TIPO "ZE 038 *93P"6L0"0€ 28T'20S'30L* LG PS0"PLO"CLE' Ez 0L8£ *6£V*092* 33 0SpP"$LT'"£98* 13 931 "732€" 991 13 508082 *SI9'8I OPO* 3790" LOP sI 008 "921 "910" EL 00P*396 "EL "Z1 A MI SITO" 169 "61€" 01 00L* 718 "623 '8 CLr"6L8*tHz3"L 000 "889" CN '9 £30"79F"<96*S< SLL OTC "erre 966620" L1S6"1 186"68S"269'€ £P6 "197 "EP6'Z 0900667 139 "688 "€ L3v"TLO" SLE"i G Pr3 SITIO ZrO0rz 0££* 096999 PPE*T9G"L? £T2:£08' 23 Gro 08€ $869"06€ ga ¡€__m—_ —_ $910]VA 9P VIQUI TA uE) IN “«1S (10)8 y LL 95) 20 oy wI (u)Jus (10)98 (u)sy (u)oy OI (15)0 Y7, Iv (10)18 19) 15 vue (Da (1)8 (1)8 IN (DA US 170) $0 q 069" TN e8z 113) TST"991 823 LL 628 £96 "69% ul TIT 688 09% a 876'"9€2" 12% us IST" ZTG 9p3 (10)s y £P2*106"Lgz (15)0 1P9"LEL": 6121*000'0 ot PEC au 8S£PI "0000 (19)) | T'L88 $0 (H ( 9p Soput ) ÓN eN vd Ya Ha BPTNESN TOOL LG *9Y6"8EL €£* LT8*9ST Ec" 708 *8p 1 ££ OLP"9PL 13 "026" 04+1L TOO, 212"<8T'"2€l $0" 08€" $ 927 Ha 220 LY 48 TT Po €9'9 9) |TI'LOL 4y 239 AN [02*<0T Pd 659 "TI (07"z01 YM 96"£ UD ¡06001 UM 06*< (v)JaL (086 ON (0018) 08€ (u)ug log" £6 UN €L* (10)sy |06'68 1Z 009 VA [F6'98 18 lyiS 9D ]|06'p cbr OI ¡|0€£*62 SN IL |09*82 08 1 (10)os (Op TL 0L*v (u)sy [0032 93 p (u)os [oc 69 cry “/ 10619 :L*6 “EI ¡0T"€9 0crg (10)) | ecrge Sig Ag [O0g'8e $97 (10)og ¡0er ee 9ez 09 pe OS” 01 IS 61 080€ “63 0L*Lp 6U 102*6£ 903 C8'8£ 76"1 781€ EN | 22*08 £8*1 0387 €£8*I 0697 YA *T 81'1 y9"I NN 7e*I 16" 160 0601 “4H 9870 006 15 620 s6 9 "I 215 DIAGRAMAS ATOMICOS có "313 06 0rp dee” S€69*12T" IS L66'LT19'c69' “3 £PS'L98'*9P9'8 0875 'G1E "333 '8 €56"988"680'862 SPP "STE" G9L"8LL 696"0FL" 398 "089 VOP "PRO" L6E* LOS LL6'T1GL*960*987p 036'TES* L00*<98 SSP" PE8 "POS" 9ES v09"928"90L' TP 059"<8S "318" 65% G8€£ 981 "30 "661 PSL LOP"F6E 0O6L £S0"0LP'LGL'* PST 89P"6€2*1S€'* GPI 08SL*0LS*9PF "EFI 911" TS6'"<08*8€T PES" SOS $90" PGT S8P" 282" PET SIT 26P "69€" 196" SOL PLG 650896" TP6 OP£*9€8*LTE "SS OPE *09T SSP OS OPE GSE "GOP SL OSP"LG60*0€L*9L SFE" PSECSES" PL CURVA DE UNA MEMORIA SOBRE == 1N NA S9'686' GL*GTP "TS S0*0P6 TL 00" 01L 6€ 0%7* op” 96" 7 pp" GL'766' 1 27 XX AM 18 Y HI a TIP"? 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Confusiones que podian establecerse tomando uno o dos de estos valores (curva Lothar Meyer, sistema Mendeleeff), aquí no son posi- bles, quedando perfectamente definido y colocado cada átomo. Un átomo nuevo, así clasificado, permitiría adelantar, aun antes de haberlo estudiado químicamente, sus principales propiedades y com- portamiento en las reacciones. Es indudable que aunque los diagramas no digan nada acerca de la estructura interna del átomo, han de guardar con ella relaciones naturales, ya que la estruetura interna será función del estado de condensación, Siendo este estado de condensación variable, no puede depender naturalmente de un solo factor que aparezca como constan- te; así, toda clasificación basada sobre un solo dato no ha de resultar cierta, si son varias las variables que constituyen la función. El estado de condensación, repetimos, en este caso estaría repre- sentado por el gráfico que expresa el valor de las variables P, D, V, C, en el momento evolutivo considerado (átomo). Las objeciones más serias formuladas a este sistema de diagramas, me fueron hechas durante largos y laboriosos comentarios con el doe- tor K. Gans, director del Instituto de física de la Universidad nacio- nal de La Plata. Ellas pueden reducirse a dos, fundamentales, las que pasamos a considerar : 1* La adopción de nuevas unidades, a las que se referirían los valo- res actuales de P, D, V o C, al provocar un cambio en las escalas, transformaria toda la forma de la curva de diagramas; 2% La curva de Lothar Meyer, en la que figuran los PA en función de las D, expresa todo lo que los diagramas. A esto contestamos : 1% ln el caso que se adopten nuevas unida- des de referencia y tenga que cambiar por esto la forma de los dia- ¿ramas, no se alterará por esto las relaciones que guardan entre sí, y como todas sufrirán transformaciones equivalentes, resultará que ven- dran otra vez a quedar colocadas en el mismo orden, pero agrandados odisminuidos, en una cantidad igual para todos, el valor de los ejes que se hayan modificado. Siendo cada diagrama la resultante que expresa el estado de las variables de la función, sabemos que no se altera la naturaleza de un MEMORIA SOBRE UNA CURVA DA DIAGRAMAS ATÓMICOS 217 valor final aumentando o disminuyendo de la misma cantidad a todos los factores que lo constituyen. En cuanto a la segunda objeción, es obvio que, hecha según la sucesión de los PA (un solo valor) no podrá coincidir jamás con estos diagramas, que están formados, según el orden de sucesión de la resultante de los cuatro valores P, D, Y y €. La curva de Lothar Meyer es una sucesión de puntos; lo que pre- sentamos es una sucesión de diagramas, agrupados en muy distinto orden, y en forma que la curva de Lothar Meyer nunca lo hubiera permitido. No necesitamos insistir sobre este orden de ideas, en que se ve cla- 'amente la poca fuerza de las objeciones apuntadas. Sin embargo, no dejamos de agradecer muy sinceramente al doctor Gans el interés y el trabajo que se tomó al estudiar el punto. Vemos, pues, observando los diagramas, que éstos se agrupan en órdenes parecidos y sucesivos, que están de acuerdo con las propie- dades físicas y químicas de los átomos que representan; que se for- man series de diagramas equivalentes y que coinciden unos en otros, y en los que también se presenta la analogía de parentesco, aunque en otros órdenes. Es natural que estas ramas de la curva general no sean completas, sino en lo que respecta a los elementos de que pudimos disponer, los 'alores que las constituyen. La interpolación de nuevos elementos al prolongar las formas, no por eso hará variar ni desarticulará las agrupaciones de familias ca- racterísticas, sino que, por el contrario, las definirá más aún. Vemos que hay una relación simple entre los valores crecientes que caracterizan estos estados de condensación (si convenimos en definirlos por P, D, V y €). Estando fundados en la hipótesis de la unidad de la materia, repug- na que, siendo la materia múltiple, se hubieran podido formar estas agrupaciones tomando como origen los valores que expresan precisa- mente la función del estado de condensación de una sola materia. Admitiendo entonces que un estado de condensación atómico esté representado (aunque en parte) por los valores dichos (diagramas), es indudable que: las propiedades de un átomo son función de su estado de condensación. Este estado podrá alcanzar un grado más o menos variable. Esto explicaría por qué una elevación de temperatura cualquiera, al modificar el valor de V, D y C, disminuyendo el grado de condensa- 218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ción. aumenta en general la actividad atómica, facilitando las reac- ciones de los átomos entre sí, sus solubilidades, conductibilidades, ete. De aquí que, consultando los diagramas, veamos que : la sucesión de grados de condensación comporta la sucesión de propiedades, ya sea en orden creciente si disminuye la condensación, aumentando la actividad y viceversa. Naturalmente que la actividad química está en razón inversa del estado de condensación. A un grado de condensación mayor corres- ponderá una actividad menor. Y para una serie dada de diagramas se deduciría: que la actividad química de los elementos que la constituyen está sensiblemente en razón inversa del valor de C (o sea del peso dividido por el cuadrado del volumen). Los razonamientos anteriores son conclusiones que resultan del examen de la curva que presentamos. E En la tabla que acompaña a los diagramas, se hallan los valores que sirvieron para determinarlos. DIFERENCIA LAS TEMPERATURAS DE FUSIÓN Y SOLIDIFICACIÓN DEL AGUA TRABAJO PRESENTADO AL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE QUÍMICA BUENOS AIRES, JULIO 1919 Pok EL DOCTOR CARLOS E. HEREDIA A raíz de aleunas objeciones presentadas a un trabajo anterior, en el que concluíamos que existía una diferencia entre las temperaturas de fusión y solidificación del agua, decidimos ampliar las experien- cias que habíamos llevado a cabo, aumentando la precisión de las observaciones mediante la aplicación de métodos e instrumentos más perfectos. E En efecto, y por indicación del doctor Nernst, de la Universidad de Berlín, el que, en el curso de varias entrevistas que sostuvimos, ya en el Instituto de fisica, ya en el Museo de la Universidad de La Plata, había concluido por aceptar la posibilidad de esta diferencia, aunque en grado muy pequeño, solicitamos del doctor Ricardo Gans, director del Instituto mencionado, su valiosísima cooperación, con objeto de poder realizar la instalación necesaria. Una serie de determinaciones hechas en el Museo, empleando como instrumento de medida un termómetro Beckmann, controlado en la oficina de Charlottemburg, dividido en centésimos de grado, y en el (1) El siguiente trabajo, cuya presentación al Primer congreso nacional de quí- mica ya había sido comunicada en el año 1918 y reiterada en 1919, como consta por los boletines que se publicaron oportunamente, debió ser leído en las sesiones del mismo realizadas en julio del corriente año, pero ni fué incluído en ninguna de las órdenes del día, ni a pesar de haber acudido a las sesiones correspondien- tes para hacerlo, pude lograrlo. 220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA que se podían apreciar con facilidad, mediante una lente, hasta dos milésimos de grado, nos habian Nevado a comprobar : 1% La infhuencia de la masa de substancia sobre las temperaturas en cuestión, así como las variaciones producidas en las mismas por los agentes ya señalados en nuestro trabajo primitivo: 22 La existencia de una diferencia entre ambas temperaturas, que y que llegaba a variaba en función de las modificaciones apuntadas un minimum, operando en igualdad de condiciones. Esta diferencia era sensiblemente igual a 0,01 de grado. Ya fuera que operáramos en tubo cerrado, ya en tubo abierto con el hielo fundente, para permitir el escurrimiento del agua de fusión, la diferencia se producía. Las temperaturas externas de los recipientes que contentan el agua en eristalización o el hielo en fusión, las hicimos variar en las nume- rosas experiencias realizadas dentro de los siguientes límites : Solidificación : temperatura externa de —15% a —19; Fusión : temperatura externa de 4209 a 22, Las temperaturas de solidificación las determinábamos en un erios- copo común de Beekmann, y las de presión unas veces transportando el mismo tubo a un recipiente adecuado, conteniendo baños con tem- peraturas que oscilaban, como dijimos, de --2% a 20%, Si se trataba de eliminar el agua de fusión, se introducía el termó- metro directamente en la masa en fusión obtenida previamente. Tanto en uno como en otro caso, operábamos con masas equivalen- tes de hielo fundente o de agua en solidificación, teniendo cuidado de sumergir el termómetro a la misma altura en todos los casos, y regu- lando la agitación igualmente. El dispositivo de la instalación efectuada en el Instituto de fisica, bajo la dirección del doctor Gans, era el siguiente, en su forma más simple: dos cuplas hierro-constantan soldadas a conductores de cobre unidos por intermedio de un conmutador a un galvanómetro. Las dificultades del trabajo a realizar en este caso eran grandes, debido a que, por la extrema sensibilidad del aparato y su poder de registrar easi instantáneamente la menor variación de temperatura producida en una de las pilas, las oscilaciones de la aguja del galvano- metro, ininterrampidas casi, no permitían obtener datos constantes. Determinamos con un primer galvanómetro su sensibilidad en fun- ción de la temperatura, lo que nos permitió, una vez conocida, regis- trar diferencias de temperaturas entre las dos pilas de 0,0005 de grado, LAS TEMPERATURAS DE FUSIÓN Y SOLIDIFICACIÓN DEL AGUA 221 Si se tiene en cuenta que las extremidades de las pilas-tendrían un diámetro de 1 milímetro aproximadamente y que el aparato acusa en el acto la temperatura a que está sometida esta extremidad que está en contacto con la masa de hielo y agua, a su vez influenciada por tantos agentes externos, se comprenderá el extremo cuidado con que había que operar para obtener datos y resultados comparables. El poder obtener tan sólo que, estando sumergidas ambas pilas en la misma mezcla fundente y casi en contacto, el galvanómetro mar- :'ara 02 sin oscilar, fué obra de mucho tiempo. En estas condiciones, y dada la gran sensibilidad del aparato, muy superior al límite de la diferencia buscada por nosotros, en ningún caso, y haciendo variar las temperaturas externas entre 02 y 156 — 209, pudimos obtener que el galvanómetro señalara una diferencia menor de 0,01 a 0,02 de grado, como minimum. Reanudadas las experiencias con un galvanómetro balístico, cuya sensibilidad en función de la temperatura determinada resultó ser igual a 0,005 por cada división de 1 milímetro de la escala de obser- ación, obtuvimos parecido resultado. Es de notar que en ningún caso, operando ya con termómetro, ya con pila termo-eléctrica y variando la experiencia de todas las mane- ras posibles, hemos podido hacer coincindir las dos temperaturas. Ni aun por error del aparato, como alguno aseguró que por esto se pro- ducta la diferencia. Curioso error entonces que siempre se produce, y extraña exacti- tud y coincidencia que no se puede comprobar. Aun la misma constancia de cada una de estas temperaturas aisla- das, ya de fusión, ya de solidificación, hemos visto cuán fácilmente varía en función de los agentes externos dichos. Las experiencias se realizaban en dos dispositivos análogos al apa- rato erioscópico de Beckmann. Conseguido el cero constante del gal- ranómetro, estando las dos pilas sumergidas en hielo en fusión, se producía el fenómeno inverso en una de ellas, anotándose la desvia- ción producida por la aguja, al cambio de temperatura producido por la inversión del fenómeno. También se hacía directamente la solidificación en un tubo, man- teniendo en otro la fusión, anotándose la diferencia producida entre ambos fenómenos y señalada por la aguja del galvanómetro. Se experimentó haciendo variar en lo posible todas las acciones que pudieran perturbar la constancia del fenómeno. Las temperaturas externas oscilaron entre 02 y más o menos 157. 222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA La mayoria de las observaciones fueron hechas tomando como tempe- ratura externa para el agua en solidificación —1? a —2* y para el hielo en fasión --1% a --29, para anular en lo posible su influencia. La diferencia entre las dos temperaturas, siendo las externas de 1* y —17 respectivamente, fué de 0,01 centésimo de grado apro- ximadamente, como en las determinaciones anteriores. Aunque, aprovechando este dispositivo, no logramos extender los ensayos al caso en que se elimina el agua de fusión, como lo hicimos para el termómetro de mercurio, la concordancia de resultados en ambos casos permite concluir que la cantidad de diferencia será aproximadamente la misma en esas condiciones. Un accidente ocurrido a la instalación, que encontramos deshecha un día, nos obligó a suspender, a esta altura del trabajo, los ensayos que pensábamos prosegwr con otros disolventes y soluciones. Reparado el galvanómetro, había perdido ya su sensibilidad ante- rior, al punto de no registrar diferencias de temperatura menores de 0.02 centésimos de grado. Los resultados de estos ensayos nos permiten concluir hasta ahora en la existencia de una diferencia entre las temperaturas de fusión y solidificación del agua destilada; diferencia que oscila alrededor de 0,01 centésimo de grado. i De esto se deduce que, en mayor o menor grado, ha de existir Ja misma diferencia entre estos dos procesos, ya se trate de disolventes, ya, con mayor razón, de soluciones. XLVII* ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Tuvo lugar en el Salón de actos de nuestra institución, el 22 de septiem- bre próximo pasado, la celebración del cuadragésimo aniversario de su fun- dación y la rememoración del doctor Florentino Ameghino en el $% aniver- sario de su fallecimiento. . Pequeño fué el local para el concurso de damas y caballeros que bicieron acto de presencia en la simpática fiesta, cuyo programa lo constituían los siguientes números : 1” Himno nacional por la orquesta, que fué escuchado de pie por la con- currencia y calurosamente aplaudido ; 2% Diseurso de apertura por el presidente de la institución, ingeniero Santiago E. Barabino; 3 Disertación del profesor Augusto C. Scala, poniendo de manifiesto la labor científica del doctor profesor Carlos Spegazzini ; 40 Entrega al doctor Spegazzini del diploma de socio honorario de la So- ciedad científica argentina, con que ésta le honrara por su sabia labor cien- tífica ; 5 Disertación del profesor Carlos Spegazzini sobre la vida íntima del ma- logrado Florentino Ameghino, interesantísima bajo todo concepto. La ceremonia fué amenizada por la orquesta, que ejecutó números escogi- dos de música. Hizo acto de presencia, en representación del Presidente de la República, el señor coronel Salvador Martínez Urquiza. Damos a continuación el 224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD INGENIERO SANTIAGO E. BARABINO Señor representante de 5. E. el presidente de la República, Senoras, Senores: La benevolencia de mis consocios me depara por segunda vez el honor de dirijiros la palabra en representación de la Sociedad Cienti- fica Arjentina, institución que, sin falsa modestia, ha sabido conquis- tar para sus asociados la estimación de los intelectuales, dentro i fuera del país, constituyendo un centro de alta cultura que se desta- ca mul favorablemente ante el mundo civilizado. En ella actúa con plausible dedicación gran parte de la mentalidad nacional, animada por la patriótica aspiración de que la Nación Ar- jentina, mediante las especulaciones científicas de sus hombres de estudio — nacionales i estranjeros — alcance por su propio esfuerzo la cultura necesaria para que pueda figurar justificadamente entre los pueblos más adelantados de la tierra, por su producción cientifi- ca, artística e industrial. Vano fuera pretender que, apenas traspuesto el limite de nuestra adolescencia intelectual 1 a pesar de la perseverante consagración que nuestros estudiosos le dedicaran i dedican, pudiéramos ya colo- carnos en primera fila; pero la labor realizada durante el apreciable lapso de tiempo transeurrido desde la fundación de nuestra Sociedad, ¡el entusiasmo de las jóvenes nuevas jeneraciones por entrar en la ilimitada arena de la lucha contra lo ignoto, para tomar parte en jus- tas honrosas en las que, a pesar de sus detractores, triunfa al tin la Ciencia; en las que caen necesariamente vencidas las inevitables ré- moras — tan sempiternas como ¡ineficaces — de los prejuicios, de la ienorancia i de la rutina; el entusiasmo, decía, de nuestra juventud estudiosa que avanza resuelta en la ruta que le señalaran sus viejos maestros. nos permite prever i predecir que no está lejano el día en que la ejencia arjentina pueda realizar su noble aspiración. Pero, en esta mareha eficiente i progresiva, ¿nuestra asociación cumplió econ eficacia sa misión cultural? Antes de responder, recordemos cuales eran, cuales son sus fines. Nuestros estatutos lo determinan: XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 225 «Fomentar el estudio de las ciencias en jeneral i sus aplicaciones a las artes, a las industrias, a las necesidades de la vida, estudiando i difundiendo el conocimiento de las novedades científicas, invencio- nes i descubrimientos, en pro del hombre como unidad i, consecuen- temente, como colectividad nacional ». En los primeros tiempos de su actuación no faltaron sapientes in- jenios que pusieron su intelijencia i buena voluntad al servicio de tan digna misión; pero los pocos precursores de la ciencia en la Ar- jentina tuvieron que luchar con la falta de ambiente i de elementos, morales i materiales, 1 su actuación tuvo que ser necesariamente len- ta. Esos primeros i meritorios cultores de la ciencia en el país tuvie- ron que roturar el campo virjen de nuestra mentalidad nacional i abrir penosamente surcos para arrojar en ellos la simiente que debía jerminar i producir luego apreciables frutos, muchos de los cuales ya recojemos. En realidad de verdad, la ciencia arjentina, en 1572, no existía; los hombres de saber podían contarse con los dijitos. Me refiero a las ciencias exactas, físicas 1 naturales. Los elementos científicos que figuraban entonces estaban represen- tados por los profesores de nuestra incipiente Facultad de ciencias exactas i por los primeros egresados de la misma. Los estudiantes de esta, naturalmente, éramos simples novicios, iniciados en las dis- ciplinas indicadas, 1, por otra parte, mui pocos. Así nuestro Curso (1572), lo constituíamos apenas una docena de estudiantes: Rómulo Ayerza, Luis Valiente Noailles, Eduardo Clérici, Estanislao S. Zeba- Mos, Francisco Seguí, Antonio Zunino, José M. Coronel, Edgardo Moreno, J. M. López, Victorino Perez i yo. He nombrado este grupo porque de él partió la idea que, magnifi- cada, debía enjendrar la asociación científica, cuyo cuadrajésimosép- timo aniversario celebramos hoi. En efecto, en aquellos pretéritos tiempos, como dije ya, no sólo es- caseaban los hombres de ciencia, sino que era asaz incompleta la co- rrespondiente literatura, siendo casi nula la existencia de libros téc- nicos españoles i poco abundantes los franceses, italianos, ete.; los primeros por su escasa producción en los países de habla castellana; los demás por la reducida demanda en aquella época de iniciación científica entre nosotros. Agravábase el hecho por el costo relativamente escesivo de las pu- blicaciones pertinentes, las cuales requerían grandes atlas con mu- “has láminas o numerosas figuras intercaladas. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXX XVIII 17 226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Agréguese que algunos maestros no designaban testos, i sus lec- ciones orales — especialmente las del Dr. Speluzzi, de cálculo infini- tesimal, mecánica racional, jeodesia, ete. —se fundamentaban en obras alemanas casi desconocidas entre nosotros, 1 se deducirá cómo los estudiantes de la Facultad de ciencias exactas, en aquellos tiem- pos, marchábamos, si no desorientados, con dificultades en la adqui- sición de los conocimientos profesionales. Fué entonces, cuando con Valiente Noailles nos propusimos echar las bases de una asociación que con el título de «Sociedad científi- ca» reuniera a profesores i estudiantes, con los siguientes objetivos inmediatos i prácticos: « Formar una biblioteca de obras cientificas, teóricas i aplicadas a la construcción en jeneral, para uso de los estudiantes de nuestra Fa- eultad; «Dar eursos de repetición de las materias en estudio, como com- plemento de las lecciones de clase ; «Compilar los apuntes de las lecciones impartidas en las aulas por los profesores ». Nuestros compañeros de curso aceptaron complacidos la idea i re- sueltos a ponerla en práctica, entre ellos Zeballos. Este ha sido siempre lo que es aún hoi: una inteligencia privilejiada, favorecida por una actividad i tenacidad estraordinarias. Acojió la idea con entusiasmo j asumió la dirección, pero, impulsado por su espíritu am- plificador se propuso trasformar la proyectada Sociedad en una Aca- demia científica, cosa que no aceptamos, no sólo porque desvirtuaba nuestro objetivo práctico inmediato, sino también porque una aso- ciación de «científicos» donde estos no existían — salvo mui pocos — era obra prematura, condenada a vejetar por algún tiempo, como venrrió en realidad. Los que se afiliaron al programa de Zeballos fueron los profesores, los primeros egresados, varios alumnos de los cursos superiores de la Facultad de ciencias exactas, i sólo tres condiscipulos de nuestro curso, La nueva institución, como era lójico, por insuficiencia de savia nutriente, tuvo que esperar algún tiempo antes que su débil tallo se trasformara en robusto troneo ramificado i fructífero. Hoi, el elemento científico nacional constituye un vigoroso núcleo: del que irradian diversas asociaciones eulturales que van paulatina- mente cimentando el renombre intelectual de la Arjentina en los pases más adelantados, gracias al más amplio i exacto conocimiento XLVII? ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 227 del nuestro, que con tanto éxito difunden los estudiosos en sus me- ritísimos trabajos especulativos, de observación i esperimentales. Entre el elemento reacio a los progresos científicos no faltaron vo- ces despectivas que sujirieran la inanidad de la ciencia, su inefica- cia en un país como el nuestro, esencialmente comercial i pastoril en aquel entonces, pues la agricultura i la industria no habían aún echa- do hondas raíces en él. Estas romas mentalidades eran inconscientes precursoras de seudo “sabios que algunos años después debían escandalizar al mundo inte- lectual proclamando rotundamente un apotegma anticientífico. más que paradojal, monstruoso: «el fracaso de la ciencia». ¿Puede la cien- cia fracasar? La que falla no pocas veces es la cireunserita cerebra- ción del hombre, que le lleva a observar los fenómenos naturales. in- ducir, formular hipótesis, establecer premisas i deducir consecuen- cias, inexactas cuando aquellas son erradas. Pero sus especulaciones. sus estudios esperimentales no constituyen la ciencia. Son modalida- des de su penosa marcha a través de lo desconocido, impulsado por su natural deseo de saber. Si yerra, si pierde la recta senda, no debe atribuirse a la ciencia, pues ésta, sustancialmente verdadera, real. es necesariamente perfecta. Tan es así que el hombre reacciona, vuelve sobre sus pasos i reco- mienza su labor científica cuando sus apogtemas no concuerdan con la realidad. Tes así, errando, dando traspiés, como avanza i llega al fin, por etapas sucesivas, a disipar parte de las tinieblas que le rodean i descubrir nuevas verdades inconeusas, ratificadas esperi- mentalmente. Tal ha ocurrido siempre, desde la infancia de la ciencia. La famo- sa escuela de Alejandría con su arte sagrado, los alquimistas medioe- vales persiguiendo el descubrimiento de la piedra filosofal, del elixir de larga vida, de la trasmutación de los metales; los astrólogos de antaño estudiando pacientemente el brillante cosmorama estelar. bus- cando, supersticiosos, en los astros el destino de los seres humanos. fueron, a pesar de todo, los verdaderos precursores de las grandes ciencias esperimentales, sistematizadas especialmente en el luminoso siglo XIX. Pero, mientras los estudiosos de aquellos herméticos tiempos her- manaron inconscientemente las especulaciones de la filosofía natural con los preceptos relijiosos i se empeñaban en hacer ciencia con la imaginación, apelando a la majia, a la cábala, al simbolismo, fracasaron fatalmente. Sólo cuando combinaron los métodos esperimental lespe- y. 28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA enlativo dieron un gran impulso a las nuevas disciplinas en jestación, ia pesar de sus no pocos errores, acumularon paulatinamente los ma- teriales con que los sabios modernos fundamentaron las trascenden- tales ciencias físico-naturales. Era la ciencia en marcha. 1 si esta no fué más vigorosa, especialmente en la era medioeval, no fué porque hubiera fracasado, sino porque ciertas verdades que renían con los pre- juicios de la época, esponían a los descubridores a perder su libertad, a ser torturados en lóbregas mazmorras i, peor aún, a pasar de estas al cadalso o a la hoguera. Ino todos tenían la entereza de Jordán' Bruno, como lo demostrara su contemporáneo Galileo. Pero vuelvo a mi tema. A pesar de los retrógrados vaticinios de aquellas aves de mal agiiero, la Sociedad Científica no sólo ha ad- quirido peso propio por la ponderable labor de sus hombres de cien- cia, entre los que culminara el malogrado doctor Ameghino, sino que ha sido i seguirá siendo el fecundo jermen jenerador de nuevas flora- ciones científicas; i si en sus comienzos tuvo que pagar el lógico tri- buto al desfavorable ambiente de anacronismo intelectual, hoi, dado el rápido crecimiento de las falanjes científicas, gracias a las universida- des nacionales. al coneurso de profesores i universitarios estranjeros, radicados en nuestro país, ia institutos pedagójicos de indiscutible capacidad, que han contribuido a integrar e intensificar el programa enltural. hoi, nuestra Sociedad puede deponer ante el país la parte de laureles conquistados honrosamente por sus hombres de ciencia, en su marcha constante, progresiva, sin desmayos, por la vía sin tér- mino de los conocimientos humanos, guiados por la inestinguible luz del estudio, cuyos destellos iluminan intensamente el presente 1 se proyectan en amplio haz hacia el porvenir intelectual de la Nación. Como corroboración de lo manifestado, voi a recordar lo más sinté- ticamente posible, cual ha sido la labor de la Sociedad Cientifica: En su salón social i bajo su auspicio se ha celebrado, unas 650 con- lerencias de carácter cientifico, artístico, industrial i social, dadas por distinguidas mentalidades arjentinas i estranjeras, socios de la mis- mao pertenecientes a otras instituciones, a las que siempre ha cedi- do graciosamente su local, o por otros hombres de ciencia de paso en nuestro pals. La Sociedad ha realizado 140 visitas colectivas a establecimientos industriales, obras públicas o privadas, con el objeto de estudiar las aplicaciones de la ciencia que ellos ofrecian. Ha iniciado i realizado, a su costo, las primeras esposiciones in- dustriales en 18751 15876. Creó los congresos científicos internacio- XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 229 nales, con el Primer Congreso científico latino americano, en 1598, cuyos trabajos fueron publicados en 5 volúmenes, que suman unas 2000 páginas de labor científica. Organizó i celebró, en 1910, el no- table Congreso científico internacional americano, del Centenario, del que por falta de fondos sólo pudo publicarse los dos primeros vo- lámenes, que abarean un total de 1356 pájinas, ¡un notable trabajo, del doctor Chr. Jacob i profesor Clemente Onelli, sobre El cerebro de los mamiferos en la República Arjentina. Esta suspensión de las pu- blicaciones importa una sensible dispersión i pérdida de un capital científico que llenaría unos 20 volúmenes i que mereció de parte de la Cuarta conferencia internacional americana, celebrada en la mis- ma fecha en esta capital, un voto de felicitación al Congreso cienti- fico i la aprobación de varios de los sancionados por el mismo, Nuestra asociación se ha adherido i hecho representar en todos los congresos celebrados en el país i en los verificados en el esterior, a los que fuera invitada. Ha realizado entre otras una escursión a la cantera de granito i de al en Sierra Baya en el cerro, antes denominado Largo, hoi Sociedad Científica Arjentina. Bajo su auspicio se realizó una esploración a los esteros de la laguna Iberá, que servirá de guía, ciertamente, a los nuevos estudios que se están proyectando. Ha asesorado al Gobierno de la Nación, informándole sobre nu- merosas consultas que le sometiera a su estudio. Ha realizado más de 20 concursos sobre temas de su incumbencia, adjudicando premios a los mejores trabajos. En su local se dictaron clases gratuitas de idiomas, taquigrafía, ete. La labor iutelectual de nuestra asociación se ha condensado esen- cialmente en los numerosos trabajos publicados en sus Anales, que constituyen ya una valiosa enciclopedia de 86 volúmenes, con un to- tal de 51,944 pájinas de nutrida contribución de los hombres de ciencia del país i de los colaboradores del esterior. Nuestra revista se canjea con 235 publicaciones de igual carácter; ise envía gratul- tamente a las bibliotecas públicas arjentinas i sudamericanas. Su actuación cultural le ha valido hasta hoi las siguientes recom- pensas: Diploma de honor i medalla de plata en el Congreso internacional de Jeografía, efectuado en Roma en 1551. Medalla de plata en la Esposición internacional] de París en 1589. Mención honorífica en la Esposición nacional, preliminar de la de Chicago, en 1898; i medalla de plata en ésta. 230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Medalla de oro en la Esposición de Saint Louis (E. E. U. U.) en 1904. Diploma de honor en la Esposición internacional del norte de Francia, Roubaix, en 1911. Medalla de oro en la Esposición universal de Gante, en 1913. Diploma i medalla de honor en la Esposición internacional Pana- má-Pacífico, en San Francisco, en 1915. Para proseguir su honrosa tarea, la Sociedad Científica Arjentina. cenenta hoi con 360 socios entre activos, honorarios i correspondien- tes; posee una biblioteca que contiene más de 15,000 volúmenes, casi todos de carácter científico; i su sala de lectura ofrece además las nu- merosas revistas que indiqué, las más reputadas i modernas de am- bos mundos. Pero, no quiero seguir abusando de vuestra amable atención. Al terminar ereo dejar constatado que la Sociedad Científica Arjentina, a pesar de las dificultades que le han hecho más áspero el camino, ha seguido con fé inquebrantable su marcha progresiva en el concierto mundial de los cultores de la ciencia, que van penetrando cada vez más en los misterios de la madre naturaleza; i que, dentro de su mo- desta actuación, ha realizado una obra de cultura cientifica digna de encomio, que demuestra palmariamente como — a pesar de todo — tampoco ella ha «fracasado» en el cumplimiento del programa que se impusiera. Señores: la fiesta que celebramos en este momento, no tiene por único objeto solemnizar el aniversario social, sino que también reme- morar a nuestro ilustre consocio, el doctor Florentino Ameghino, en el de su fallecimiento, eampliendo el honroso mandato dado a nues- tra Sociedad por la intelectualidad nacional en una memorable asam- blea. También nos aduna otra simpática ceremonia: la entrega oficial del diploma de «Socio honorario» que la Junta directiva ha otorga- do al señor profesor, doctor Carlos Spegazzini, uno de nuestros más ilustrados 1 laboriosos consocios, en premio de su meritoria contribu- cion en pro de la Sociedad Científica Arjentina en particular i del país en jeneral, Ll señor profesor Augusto €, Scala lNenará la grata misión de re- cordaros los méritos de nuestro sabio consocio, que justifican la reso- Ineión de la Junta directiva, Luego el propio señor Spegazzini, que tanto intimó con el malo- grado doctor Ameghino, os lo presentará bajo fases diversas de las jeneralmente conocidas, podríamos decir, más intimas. XLVII? ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 2531 Señores, al agradeceros vuestra jentil presencia alentadora, hago votos por el progreso de la cultura científica en nuestro país i por vuestra felicidad personal. El discurso del ingeniero Barabino impresionó gratamente, causando en el auditorio una justificada sorpresa por las informaciones relativas a la impor- tantísima y proficua labor científica de nuestra institución en sus 47 años de existencia. Excusado creemos decir que fué calurosamente aplaudido. En seguida hizo uso de la palabra el profesor Seala, en los siguientes términos : DISCURSO DEL PROFESOR AUGUSTO €, SCALA Señor presidente, Señoras, Señores : En el año 1880, en el tomo LX, páginas 158 a 192, de los Anales de esta tradicional Sociedad cientifica, publicaba el doctor Spegazzini su primer trabajo, con el nombre de Pungi Argentini (Pugillus primus). Hace, por tanto, cuarenta años. que iniciaba su labor en el suelo argentino, labor que ha seguido constantemente, sin interrupciones desde entonces, revelando las múltiples riquezas de la flora argentina, tanto eriptogámica como fanerogámica. Transcurrido apenas un mes de su llegada, daba comienzo brillan- temente a su obra científica. No era un principiante ni un simple afi- cionado el nuevo huésped. Destinado por sus padres, desde muy joven, a la carrera militar, dió sin embargo repetidas pruebas de su verda- dera vocación: el estudio de la naturaleza, especialmente de la botá- nica. Sus voluntarias herborizaciones en el bello suelo nativo fueron sorprendidas por el ilustre Saceardo, quien le estimuló en todo senti- do, poniendo a su disposición no solamente sus hermosas colecciones, sino también realizando fruetuosas excursiones por todos los lugares del Norte de Italia y entre otros al Montello, en los mismos sitios donde se libró la cruenta batalla que impuso el deber de conservar integro el sacrosanto suelo de la itálica raza. Estimulado por el ejemplo del sabio preceptor, llegó a ser luego preparador de otro luminar de la ciencia; era éste el célebre Beccari, aquel noble príncipe que poseyendo regias comodidades en Florencia, 232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA las abandona gustoso para armar su yate de cuatro mil toneladas e ir con todos sus ayudantes a excursionar por mares y tierras extrañas, hasta el punto de agotar por dos veces, integramente, su cuantiosa fortuna, puesta al servicio de la ciencia. Asi conoció Spegazzini la India, Borneo, Célebes, Nueva Guinea, y pudo contribuir a tantas páginas de Malesia (Raccolta di osservaz. bot. intorno alle piante dell Arcipelago Indo-Malese e Papuano), publicada en Génova de 1877 al 1856. Beeccari sabía estimular con el ejemplo alos que poseían verdadera vocación ; insigne botánico él mismo, no retrocedía ante las dificulta- des materiales ni ante los peligros ; especialista en palmeras, las reco- gía integras por enormes que fueran y las llevaba a los grandes labo- ratorios de su yate, y, si era necesario, volvía repetidamente hasta conseguir los ejemplares Horecidos y fruetificados. Dije que no retro- cedía ante los peligros ; en efecto, oponiendo en cierta ocasión, serias dificultades uno de los Rajah de Borneo para el desembarco de los expedicionarios, y siendo imútiles los ofrecimientos de dinero y pre- sentes, ante la amenaza por otra parte, de recibirlos a cañonazos si se atrevían a desembarcar, armó un regimiento de más de mil hombres. le presentó batalla, derrotó al prepotente, le hizo prisionero y le obligó a firmar la paz, poniendo como única condición que se le dejara via libre en aquel territorio para realizar su obra científica. Era, pues, Spegazzini, al llegar a estas playas, maestro consumado en la ciencia fitológica, y aunque joven, hecho ya a todas sus disci- plinas. Vuelvo asi a aquel su primer trabajo donde dice: «que en el suelo nativo, la luminosa Italia, buscó inútilmente algo nuevo que agregar a los inventarios de su flora ». Los maestros de la fitología itálica habían agotado o poco menos el amplio tema, y su tarea se habría visto redu- cida a una mera revisión de lo ya conocido y catalogado por sus ilus- tres predecesores. En efecto, esta constatación, poca alentadora para nn espirita investigador como el suyo, debía moverle a buscar en otros laigares aquello que le arrebataran otros italianos ilustres, como los Lucas Ghini, los Aldovrando, los Cesalpino, los Pontedera, los Allio- ne, los Malpighi, los Parlatore, los Saceardo, por no citar sino algunos de los más conocidos, glorias itálicas y astros de primera magnitud en la brillante constelación de la ciencia botánica universal. Y fué asi cómo escogió a la Argentina campo de sus actividades e investigaciones. Flora le brindó generosamente, desde entonces, sus ICOS Y Virgenes Lesoros, XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 233 Suspenso el ánimo ante tanta riqueza, llegó a dudar de sus fuerzas para emprender semejante obra, pero no desmayó y así lo dice en otro párrafo de su primera publicación : «Llegado apenas, comprendí lo ardua que era la tarea que me había impuesto, mucho mayor de lo que me había figurado; no he titubeado un momento por eso, me animé más por las dificultades y empezé a estudiar con paciencia todas las plantas conocidas, para poder más tarde determinar las especies aún no conocidas. » En su primera contribución al estudio de los hongos argentinos, he- cha en los dos primeros meses de su estada en la República, da a co- nocer 140 especies y dice modestamente : « Aunque de poco valor, tengo la esperanza de que sea acogida con benevolencia », y nos promete «trabajos más extensos sobre la vegetación de esta rica y bella región del globo ». De cómo supo cumplir sa promesa, habla su labor inmensa de 40 años. Al leer los nombres de las localidades en las que hizo sus primeras cosechas, nos encontramos con nombres como Barracas al Sur, Boca del Riachuelo, Recoleta, Ferrocarril del Norte, San José de Flores, cuyo recorrido no era fácil en aquella época, y mucho menos sus pos- teriores viajes a las provincias, a la Puna, a la Patagonia, alos cana- les fueguinos; viajes incómodos, erizados de dificultades, aún hoy día para muchas regiones del país, pero que, en general, los actuales fitólogos pueden recorrer cómodamente a pie, a caballo, en coche, en automóvil, en ferrocarril, no teniendo sino que apearse o esperar una parada de tren para recoger, sin premuras y con sólo alargar las ma- nos, aquello que otrora implicaba un verdadero sacrificio, atenuado tan sólo por un constante y cálido entusiasmo. Ambulando, peregrinando, solo, y a veces hasta mal alimentado, por altas cumbres, profundos valles, eriales inmensos, áridas tundras, lóbregos bosques, duros pedregales, húmedos esteros y calcinadas sa- banas, escudriñando el obscuro rincón, el recóndito sendero, el escon- dido vericueto, el reverso de la piedra, frías las manos o sudoroso el rostro, pero siempre cálida la mente, alto el entusiasmo, arrancando uno a uno los múltiples secretos que guarda a menudo celoso, el fecun- do suelo argentino. Gratísimos han de ser, sin embargo, a su espíritu estos recuerdos de otrora, casi reminiscencias, que así me complazco en reavivar; para él deben haberse sublimado en un puro sentimiento de afecto a este país, que tan bien conoce, y en nosotros ha de despertar aquel purí- simo que obliga nuestra gratitud. 234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA En los Anales de la Sociedad Científica Argentina, en los del Museo de historia natural de Buenos Aires, en la Revista del Museo de La Plata, en el Boletín de la Academia de ciencias de Córdoba, en el del Ministerio de agricultura de la Nación, en la Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria de La Plata, por no citar sino los más cono- cidos difusores de la ciencia argentina, se halla la expresión cabal de su actividad, cuyos resultados han sobrepasado en mucho aquella lejana promesa que hiciera en los comienzos de su fecunda actuación. Para comprender exactamente el inmenso valor de su obra botáni- ca. básteme decir que, actualmente, no es posible emprender trabajo botánico sobre la Argentina sin poseer la bibliografía del ilustre fitó- logo, y ésta no consta de diez o veinte títulos. En efecto, el doctor don Federico Kurtz, autor de la obra Essai d'une bibliographie botani- que de P Argentine, en su primera edición de 1900 cataloga veinte y nueve trabajos, en la segunda de 1913 -1915 llega a catalogar sesenta, pero en realidad pasan ya de cien (como podrá verse en la lista que se publicará en nuestros Anales) que no son simples folletos, sino importantes contribuciones al estudio y conocimiento de nuestra Hora. Y no ha terminado aún. Posteriormente continuó el estudio detallado de la interesante familia de hongos llamada Laboulbeniá- ceas, que parasitan a los insectos, publicando el año antepasado su obra Revisión de las Laboulbenias Argentinas, Megando a catalogar, determinándolas y dibujándolas, 213 especies. Hecho curioso de ano- tar es la eireunstanecia de haber hallado, en sus repetidos viajes a Ita- lia, numerosas especies de esta misma familia, allí donde parecía no quedaba nada nuevo para descubrir; y es que los métodos más moder- nos de observación y su jamás desmayado entusiasmo permitieron al doctor Spegazzini hallar todo aquello que sus ilustrados predecesores no aleanzaron siquiera a sospechar. Sus estudios sobre la flora fanerogámica argentina son numerosisi- mos: no hay planta que no haya pasado por sus hábiles manos y sido sometida al control de sus eruditos conocimientos ; es, por tanto, el botánico que ha dado a conocer el mayor número de especies tanto eripto- como fanerogámicas. Lis floras de Buenos Aires, de La Plata, del Tandil, de la Sierra de la Ventana, del Chaco, de Misiones, del Chubut, de la Patagonia toda, de Tierra del Fuego, y sas numerosos estudios sobre los hongos de todo el pais y de los limitrofes, nos dicen cuán grande y fecunda fué su obra y euán bien conoce todo el territorio argentino, que desde Formosa y Chaco hasta Tierra del Fuego, desde Misiones a la Puna XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 235 de Jujuy y desde Buenos Aires a las altas cordilleras andinas, vieron al incansable obrero de la botánica al servico de un ideal realizado con amor y pericia sin igual. Ha visto Spegazzini el soberbio espectáculo de los altos bosques subantárticos, allá en los lejanos Andes patagónicos, los magnificos bosques de araucarias de Misiones, los inmensos quebrachales de las provincias centrales y de los territorios del Norte; ha hablado de la inmensa riqueza que atesoran y representan desde el punto de vista industrial y antropogeográfico. Por estas razones debe reflexionar hoy con disgusto sobre la fiera saña con que se ha dado en abatirlos, sin método, sin control, sin medida, librados a la fiebre malsana de espe- culadores ignorantes y egoistas que no calculan sino las efímeras ventajas de su misérrimo interés. ¡ Cuán lejos estamos de las regla- mentaciones efectivas europeas y japonesas que obligan a plantar dos y tres nuevos árboles en reemplazo futuro de los caídos! Se me dirá que hay muchos árboles aquí, que en el solo territorio de la Pam- pa existen 700 millones de caldenes explotables, pero a esto contes- taré que también en el Japón, toda la isla de Formosa está poblada de alcanforeros, pero a pesar de ello no se corta uno solo sin repo- ner tres nuevos. ¡Cómo se ignora aquí el alfabeto de lo que representa el vegetal en la evolución de los pueblos! cuando en sus más elementales axiomas dice el catecismo de la ciencia fitogeográfica: La vegetación es función del clima y del suelo, es la expresión más amplia y más exacta del clima. Es la condición primordial, esencial, del desarrollo, de la existencia misma del hombre sobre la superficie de la tierra. Que la vegetación es la expresión más perfecta del con- ¿junto de condiciones que hacen el clima, más que el suelo y su relieve, más aún que el mismo clima, pues facilita y traba la expansión de las sociedades humanas. La vegetación ha determinado el cuadro en que se desarrollaron los primitivos pueblos donde debían necesariamente desarrollarse, ha trazado las rutas que han seguido en sus migracio- nes y les ha señalado los lugares en que debían dejar sus enjambres. La vegetación impone a las sociedades su modo de vida, da a unas la riqueza y la abundancia y condena las otras a la vida nómada! Dice Flahault: « Es imposible comprender al hombre como elemento geográfico si antes no se ha hecho lugar a la vegetación ». Spegazzini habló de todas estas cosas, que vió, señaló sus ventajas, indicó sus inconvenientes y trató siempre. desde la época de Avella- neda, que las autoridades y los centros de estudios se interesaran por 236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA la fora, aunque por fenómeno curioso e inexplicable, se dió mayor preferencia a los estudios zoológicos! Es así cómo notables fitólogos, tales como Lorentz, Hieronymus, Niederlein, Sehnyder y otros no pu- dieron dar de sí lo que habrían dado con una ayuda moral y material más eficaz. Spegazzini fué primeramente ayudante y después catedrático en la Universidad de Buenos Aires, pasando más tarde a La Plata, donde tijó su residencia, en cuyos colegios y facultades actuó; y por su en- tusiasmo en la cátedra así como en los cargos oficiales a que sus pro- fundos conocimientos le llevaron, dejó sentada fama de erudito e incansable trabajador. Y aún más. acogido en 1912 a los beneficios de la jubilación, dedi- caba su tiempo al estudio, ya que, como repetía el guerrero insigne : Mis arreos son las armas Mi descanso es el pelear... Spegazzini descansa estudiando : la Universidad de La Plata le vuelve a llamar para que imparta a los alumnos de la Facultad de Agronomía sus enseñanzas, y hoy le tenemos de nuevo al frente de una cátedra de patología vegetal, de la que siempre fué el ilustrado e insustituible maestro ! Diré, para terminar, que el doctor Spegazzini es el trabajador más fecundo en este orden de estudios, y su mayor elogio puedo hacerlo fácilmente afirmando, sin temor a ser desmentido, que, hoy por hoy, es el único botánico que puede atreverse por sí solo y por sus propios conocimientos téenicos, a emprender la magna obra del catálogo com- pleto, razonado y metódico de la flora argentina, tanto eriptogámie: como fanerogámica. Y nosotros, eternos egoístas por lo que es bueno, por lo que es útil y por lo que es bello, le invitamos a realizarla: que la entrevemos an- plia, exacta, huminosa, como no puede ser de otra manera y cual nadie como él puede hacerla. Doctor Carlos Spegazzini, eximio maestro : Xo a mí, a otros hombres de mayor prosapia cientifica hubiera co- rrespondido el alto honor de anunciaros la buena nueva y decir de vuestra obra a esta docta asamblea. Mi presencia en este lugar la jus- tifica por una parte, el honroso pedido de nuestra Sociedad por el he- cho puramente mecánico de haberos sucedido en la cátedra de botáni- XLVII” ANIVERSARIO DE La SOCIEDAD CIENTÍFICA ARCENTINA 237 ca de la Facultad de ciencias naturales de La Plata, donde perdura el eco de vuestras enseñanzas, y que se adhiere hoy a este merecido ho- menaje, y por otra, la de mi simpatía y profundo respeto por vuestra personalidad. La Sociedad Científica Argentina, honrando vuestros incontestables merecimientos, os designa su socio honorario entre la selecta falange de hombres ilustres : los Sarmiento, los Darwin, los Ferro, los Marconi. El solo hecho de ser esta asociación la más legendaria, la más alta y legítima expresión de la ciencia argentina en sus múltiples activi- dades, ha de constituir para vos timbre de gloria inmarcesible. Vuestro nombre queda consagrado desde hoy oficialmente, Ni in- confesables intereses, ni solapadas aspiraciones informan esta pública sanción, ya que quienes la han querido, amigos vuestros y admiradores conocidos o desconocidos, han puesto al servicio de la causa el impar- cial y justo criterio ecléctico que es norma de todos los actos de esta ilustre sociedad. He dicho. Al terminar, tanto el profesor Seala como el profesor Spegazzini, fueron honrados con prolongados aplausos. Acto continuo, el señor ingeniero Barabino entregó al doctor Spegazzini, en nombre de la Junta directiva de la Sociedad y en términos muy honrosos para el agraciado, el diploma de Socio honorario de nuestra institución. El profesor Spegazzini, visiblemente conmovido, agradeció con una since- ridad emocionante el homenaje de la Sociedad Científica Argentina, mani- festando que, aunque poco afecto a tales ceremonias, lo había aceptado por ser nuestra Sociedad la que generosamente le alentara desde los comienzos de su obra de estudioso e investigador científico en el país. Luego pasó a ocuparse del doctor F. Ameghino, improvisando, en un es- tilo familiar, muy ocurrente y ameno, una interesantísima disertación sobre la vida íntima del malogrado sabio. DISCURSO DEL PROFESOR DOCTOR CARLOS SPEGAZZINI Generalmente se abusa del nombre de los grandes hombres. En no pocos casos, al honrar la memoria de un personaje, en realidad sólo se tiene en mira la exhibición personal del festejante ; el prócer sirve tan sólo como estrado para hacer conocer a esa persona, más o menos apreciable. 235 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Fundado en este prejuicio, he aceptado con verdadera contrariedad la tarea de recordar al grande cuanto modesto hombre de ciencia que el ciego destino arrebató a la sociedad y a la ciencia. Me parece casi un sacrilegio invocar como un mérito la suerte que me vinculó e hizo vivir al lado de Florentino Ameghino; mas ante la insistencia de la comisión directiva de esta Sociedad Científica, me hago valor y me presento ante ustedes para hablarles de aquel que ha emprendido pre- maturamente el gran viaje sin retorno, pero cuya memoria sigue com- partiendo con nosotros las horas del día y nos lena el corazón con el dulce recuerdo de su bondad. Habiendo tenido la dicha de ser considerado como amigo por el gran desaparecido, no les niego, que, a pesar de todo, me es placen- tero venir a entretenerles, no con su celebridad y su grandeza, sino describiendo, tal cual era, el hombre con quien he intimado por lar- Zos años, sin que jamás una nube enturbiara nuestra amistad. Todos conocen al sabio, al genio; pero no muchos han conocido al hombre que era don Florentino Ameghino. Yo me permitiré bajarle del altar y presentarlo ante ustedes cual simple mortal, cual sencillo ciudadano. Alguien dijo qu'il y a pas de grand homme pour son valet de cham- bre; pero en lo referente a Ameghino este refrán falla en absoluto; cuanto más intimamente se le conocía, tanto mayor resaltaba su fign- ra imperecedera al cariño y al respeto de sus relaciones. Lo que voy a relatar a ustedes, tal vez sea una vulgaridad, pero nada habrá en ello de torpe ni de ridículo: les diré simplemente la verdad, y espero que les hará apreciar más al hombre que constituye uno de los rayos más fúlgidos del sol argentino. Después de este eorto preámbulo, entraré en materia recordándo- les, sin embargo, que Ameghino no fué un Dios, sino un modesto, pulero y laborioso ciudadano, con todas las modalidades peculiares a los hombres, pero que, en lugar de empequeñecerlo, lo enaltecían ma- yormente haciéndolo merecedor de la admiración y del respeto, no solo de los argentinos, sino del mundo entero. Hlorentino era un hombre de estatura menor de la mediana, de- recho y bien proporcionado, en su juventud más bien delgado; en los últimos tiempos, algo más grueso, pero no pesado, Su tez era blanca y fina; su cabello primitivamente castaño, era en sus últimos años bas- tante canoso; eon calvicie pronunciada, llevaba siempre el pelo corto y la barba entera, también corta. Se ensañaba principalmente con sus bigotes, que tildaba de insolentes porque querían saborear antes que XLVII? ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 239 su paladar las bebidas y alimentos que tomara. Sus extremidades eran delgadas, finas y bien cuidadas ; su voluminosa cabeza, con frente muy amplia y abovedada, ofrecía una cara ovalada muy regular. Lo que más cautivaba en Ameghino era su mirada. Sus ojos, de color gris verdoso, eran dulces y enérgicos a la vez, y como cristales transparentes dejaban entrever toda entera su alma inteligente y generosa. Caminaba siempre muy derecho, con la cabeza erguida, con paso ligero, demasiado largo en relación con su estatura; acompa- naba su andar oscilando, tal vez excesivamente, los brazos. Sufría de ligeras manifestaciones coréicas que le hacían levantar con frecuen- cia el hombro derecho, estirar el brazo izquierdo y frotarse la es- palda del mismo lado. Estos movimientos eran aún más intensos y marcados cuando se hallaba algo excitado, tanto por razones científi- “as como sociales. Ameghino vestía muy modestamente, siempre del mismo modo, con cuidado y limpio; prefería un color uniforme. en su juventud el gris, y últimamente el negro. Sus trajes usuales eran de lustrina, constantemente de jaquet de faldas redondeadas. Usaba ga- lerita de copa dura, pero sólo se cubría con el sombrero en raras oca- siones : prefería llevarlo en la mano desafiando al sol y a la intemperie. El traje de sociedad lo usaba sólo en ocasiones obligatorias y odiaba en particular el sombrero de copa alta, que rechazó constantemente. Vivía bastante retirado. Sólo visitaba a los amigos y conocidos cuando una necesidad imperiosa le impulsaba; había en él algo más que misantropía, timidez; le molestaban las visitas importunas, pero gozaba placenteramente de la compañía de los amigos, que trataba con familiar bondad, sin excederse nunca de ciertos límites. Sufría bastante por el calor, especialmente por su transpiración abundante. En cambio mostraba una resistencia extraordinaria para el frío, durmiendo y trabajando en pleno invierno con puertas y ven- tanas abiertas, muchas veces en mangas de camisa, entre corrientes de aire, que constituían el terror de los importunos que le hacían per- der tiempo. Rarísimas veces lo he visto con sobretodo. Se levantaba siempre muy temprano, con el sol, y se acostaba entre las 10 y las 11 p. m., salvo que tuviera algún trabajo que le obligara a prolongar la vigilia. Dormía de un solo tirón, pero su cerebro trabajaba aun durmiendo y, con frecuencia, estando preocupado por algún tema, se despertaba de sobresalto para poner en el papel opiniones o problemas resueltos durante el sueño. Por eso, sobre la mesita de luz, nunca le faltaban vela y fósforos, y menos aún papel y lápiz; nunca dormía la siesta. 240 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Era muy amante del agua y gustaba de abluciones reite tadas y pro- longadas; demostraba una cierta coquetería en el uso de sus ropas in- teriores. las que no siempre respondían ni a la moda nia la mayor comodidad. Ameghino era un gran caminador, sólo empleaba la loco- moción artificial cuando no podía hacer menos de ella. Esta pasión por el movimiento le servía de compensación a las largas estadas de asiento. durante las cuales parecía haber perdido toda noción del tiempo. Cuando sus ocupaciones se lo permitían, emprendia, solo o acompañado, largas excursiones campestres, que sin inconvenientes ni aparente fatiga alcanzaban a 30 y aun hasta 50 kilómetros. Demos- traba. sin embargo, cierta inseguridad nerviosa en los pasos dificiles, y no puedo olvidar que en una excursión que hicimos en Chile, acom- pañados por el geólogo doctor Honorato, Ameghino prefirió rehacer 10 kilómetros de camino, a pesar de ser ya de noche, más bien que pasar sobre un puente algo movedizo, constituido por un solo tronco de árbol. b En sus excursiones, como he dicho, no llevaba sombrero, cualquiera y enando el suelo no le proporcionaba aleán material predilecto, se entretenía mentalmente en rumiar uno que fuera el tiempo reinante; de los tantos temas que ocupaban su cerebro. Ameghino no tenía vicios; no fumaba, y sólo en esto se mostraba intolerante con todos; no jugaba, no bebía, pero lo toleraba en los demás. Aleuna vez, por compañerismo, bizo el sacrificio de beber al- eunos sorbos de vino en la mesa. Su único vicio, si es que así puede llamársele, era el de comer, disfrutando hasta en los últimos años de y de un estómago envi- una dentadura admirable, completa y sana, diable. Después de haber almorzado en su casa no desdeñaba repetir el almuerzo para acompañar a algún amigo. No gastaba comidas finas : omnivoro, prefería a todas las otras, la cocina italiana; masticaba los alimentos de un modo especial y prolongado, sosteniendo que las bue- nas cualidades de su estómago dependían de esa costumbre; tenía aversión por la sal y las cosas saladas; era poco afecto a los dulces, pero verdaderamente goloso por la fruta, sobre todo por las manzanas. Gustaba de la Jectura, siempre que fuera de carácter científico ; repasaba los prineipales diarios del país con una rapidez fulmínea, tanto que el examen de los mayores rara vez llegaba a oeuparle más de un enarto de hora; odiaba cordialmente las novelas; gustaba de la música, y en los primeros años que lo he conocido, le vi dedicar alennos ratitos a un violín, que desapareció muy pronto, sin em- bargo, enando sus problemas científicos llegaron a absorberle todo XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 241 el tiempo disponible. A pesar de esta tendencia, nunca lo he visto concurrir a un teatro o una sala de diversiones, de cualquier natura- leza que fuera. Su carácter era llano, liso y bondadoso, rehuyendo con horror todo lo que oliera a violencia; muy cariñoso con todos, lo era intensamente con las personas de su relación y de su familia, demostrando una ver- dadera veneración por su madre, que murió pocos años antes que él. Como amigo era constante y fiel; y si al principio resultaba algo cir- cunspecto y desconfiado, más tarde, impulsado por sus tendencias afectivas, se volyía plenamente contiado y abierto; rara vez se enfa- daba, y las pocas veces que le noté algo alterado fué siempre por una causa justa, especialmente la de defender al débil del fuerte o para protestar contra lo que reputaba ilegal e injusto; los compañeros y amigos que por más de doce años le acompañaron en sus viajes diarios de Buenos Aires a La Plata, no pueden haber olvidado las acaloradas discusiones que surgían durante la guerra ruso-nipona ; cuando alguno de nosotros, intencionalmente, se declaraba rusófilo. se animaba e indignaba contra la barbarie del absolutismo y las cruel- dades cometidas por los beligerantes. Gustaba mucho de los animales, los que eriaba y cuidaba con soli- citud, y nunca he visto faltar en su casa, gatos, cotorritas ni canarios; en los patios andaban gallaretas y gaviotas. A pesar de esto, profe- saba una repugnancia especial a los perros, debido a que en su niñez había sido mordido por uno de estos animales. Amaba también las plantas. Los patios de su casa estaban trans- formados en jardincitos, donde prosperaban algunos vegetales de su predilección, especialmente plantas de cedrón y de yerba buena. Florentino Ameghino era moderado conversador; con los extraños, algo seco y reservado, al principio; con los amigos, por el contrario, muy dado, alegre y hasta chacotón, pero siempre de un modo sobrio y eulto. Puedo declarar que durante los años que lo he tratado, nunca he oído de sus labios una sola de esas palabras groseras tan comunes desgraciadamente en muchos. Cuando estaba alegre y con perso- nas de confianza, solía usar el dialecto genovés, aprendido de sus pa- «dlres, dialecto que conocía muy bien y hablaba con corrección. Po- seía también el francés y el italiano. Cuando, en el acaloramiento de las discusiones, amenazaba pasar los límites prudenciales, callaba de improviso, calmábase y cambiaba de tema. Su alma generosa no guardaba rencor. Evitaba en lo posible el mentar las personas de las cuales se hallaba distanciado o que le ha- AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIII 18 242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA bían hecho aleún desaire, pronto siempre a perdonar y olvidar hasta a sus enemigos más encarnizados; que los tuvo, aunque parezca para- dojal. Guardaba por el contrario cariño y gratitud a los que debia al- eún servicio o favor, sin que esto le impidiera, dado el caso, ser justo e inflexible con los que abandonaban el camino de la rectitud y de la honestidad. En su juventud, aunque tímido, no desdeñaba el bello sexo; hasta podría decir que se mostraba algo coqueto, no despreciando las ala- banzas y las distinciones que le dispensaban algunas niñas y señoras. Lo que más admiraba en Ameghino, era su incansable laboriosidad. Puedo asegurar que por varios años seguidos, especialmente en la época de su mayor actividad y en los últimos años de su vida, llegaba a trabajar diariamente, sin interrupción, de 14 a 185 horas, descan- sando solamente, y no siempre, durante el sueño. Mientras comía, sl no estaba acompañado por algún amigo que lo distrajera, leia. En los viajes en tren, ocupaba la mayor parte del tiempo corrigiendo prue- bas de imprenta. En los paseos o momentos de interrupción meditaba, como he dicho. sobre sus temas, acompañando al trabajo cerebral con una agitación nerviosa de los dedos de las manos. Otra particulari dad euriosa del carácter de Ameghino era su desprecio por la medi- cina, la que consideraba como una ciencia aún embrionaria y en la enal no tenía confianza alguna, haciendo además juegos de palabras dialectales genovesas para indicar que atávicamente los Ameghino rehuían de los hipócrates. Tal vez a este prejuicio se debe en gran parte su muerte prematura, no habiendo querido consultar en tiempo oportuno algún facultativo que, sino curado, por lo menos le habria prolongado la vida. Otra anomalía del carácter de este gran hombre era la repugnancia manifiesta por todo recuerdo macabro y una especie de temor a la muerte, de la enal no quería oír hablar, diciendo que estaba de acuer- do en aceptar este hecho imprescindible, pero ni agradable, ni justo antes del tiempo oportuno. Ameghino no era derrochador. Sostenia que la fortuna no era sino energía condensada y que, por lo tanto, debía ser empleada con opor- tunidad, sin por eso volverse esclavo de ella. Y lo demostró práctica- mente porque supo, con medios relativamente limitados, vivir inde- pendiente y obtener provechosas aplicaciones del dinero en beneficio de la ciencia que tanto amaba. Señores, con lo dicho doy por terminado el incompleto bosquejo que les he prometido, Lamento que la brevedad del tiempo no me ha- XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 243 ya permitido entrar en mayores detalles, que seguramente habrían aumentado el brillo de las virtudes del inolvidable amigo y del incan- sable obrero de la ciencia que fué don Florentino Ameghino. El profesor Spegazzini supo mantener viva la atención del auditorio que le escuchaba con verdadera curiosidad, y con una inefable hilaridad en diversos puntos de su amena plática; de manera que al terminar, no sólo mereció las felicitaciones de la concurrencia por su honroso nombramiento de «socio honorario », sí que también por el fondo y forma de su discurso. En fin, fué una fiesta realmente simpática, que dejará hondo recuerdo en el numeroso grupo de señoras y caballeros que nos honraron con su presencia. Como un merecido homenaje a su actuación científica, publicamos el catá- logo completo de los trabajos del doctor Spegazzini, eompilado por el pro- fesor Augusto C. Seala. Sabemos que ha de prestar grandes servicios a los especialistas, al mismo tiempo que dará una norma justa de la obra realizada por el ilustre fitólogo, que honró nuestra Sociedad con el título de socio honorario. LISTA COMPLETA DE LAS PUBLICACIONES DEL DOCTOR CARLOS SPEGAZZINI 1. Fungi coprophili veneti, in Michelia, volumen I. Padova, enero de 1878. 2. Ampelomyeeti italici, con 12 láminas, in Rivista di viticultura ed enologia, Conegliano, V, 1878; IL, 1879. 3. Nova addenda ad mycologiam venetam, in Michelia, volumen L. Pa- dova, septiembre 1579. 4. Le «Rupinia pyrenaica» Speg., 1 lámina, in Revue mycologique, vo- lumen 1, Toulouse, octubre 1879. >. Une nouvelle Sporidesmiacée, in Revue myeologique, volumen 1, Tou- -—louse, octubre 1579. 6. Reliquiae Libertianae, in Revue mycologique, volumen II, entrega 1. 'Poulouse, enero 1850. 7. Nova addenda ad mycologiam venetam, in Atti della Soc. Crittogam. ital., Milano, 1880. S. Fungi nonmulli ex Insula Seti. Vincenti, in Revue myeologique, volu- men II, Toulouse, julio 1880. 9. Plantae argentinae novae +. eriticae, en Anales de la Sociedad Cien- tífica Argentina, Buenos Aires, diciembre 1880. 244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Sobre la « Oudemansia platensis » Npeg., nuevo género y especie de hongos agaricineos, en Anales de la Sociedad Científica Argen- tina, tomo X, Buenos Aires, diciembre 1580. Fungi argentini, Pug. L, abril 1550; Pug. H, junio 1550; Pug. UL, septiembre 1850; Pug. IV, septiembre 1551-1882, con una lámina. en Anales de la Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires. 1550-51-52, Votas y apuntes sobre los Elafomicetas, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires, noviembre 1881. Fungi nonnulli gallici ex Herb. Univ. Bonaer., in Revue mycologi- que, volumen 1V, Toulouse, abril 1882. Costumbres de los indios de la Tierra del Fuego, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires, octubre 1882. Relazione preliminare sulle collezioni botaniche fatte in Patagonia e nella Terra del Fuoco, Génova, marzo 18583. Characeas platenses, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo XV, entrega 5”, Buenos Aires, mayo 1883. Plantae novae nonnullae Am. Austr., Decas 1, marzo 1883; Decas H. agosto-septiembre 1883, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomos XV y XVI, Buenos Aires, 1885. Fungi guaranitici, Pug. 1, en A nales de la Sociedad Científica Ar- gentina, tomos XVI al XIX, XXIL y XXIV, Buenos Aires, 15883-54-55-56-55. , Costumbres de los Patagones, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires, 2 mayo 1584. Apuntes filológicos sobre las lenguas de la Tierra del Fuego, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo XVII, Bue- nos Aires, septiembre 1554, Fungi Japonici nonmudli, in Revue myeologique, volumen VAS número 32, Toulouse, octubre 1556; Linnean Society's Journal Bot., volumen XEV, London, noviembre 1887. Las Faloideas argentinas, en Anales de la Sociedad Científica Ar- gentina, tomo XXIV, Buenos Aires, 1887. Fungi patagoniei, en Boletín de la Academia nacional de Córdoba, tomo XI, Buenos Aires, enero 1587. Fungi fuegiani, en Boletín de la Academia nacional de Córdoba, tomo XI, Buenos Aires, febrero 18857. Las trufas argentinas, en Anales de la Sociedad Científica Argen- tina, tomo XXIV, Buenos Aires, 1887. Fungi guaranitici, Pug. MH, en Anales de la Nociedad Cientí- 39. 40. 41. XLVII? ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 245 fica Argentina, tomo XXVI, Buenos Aires, febrero 18585. Fungi nonmulli Paraguariae et Fuegiae, in Revue mycologique, vo- lumen XI, 42, Toulouse, abril 1889. Fungi Puiggariani, Pug. L,en Boletín de la Academia nacional de Córdoba, tomo XI, Buenos Aires, 18859. Una nueva enfermedad de las peras, en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, 1, La Plata, abril 30 de 1595. Phycomycetae argentinae, en Revista argentina de historia natural, volumen I, La Plata, 1591. Pungi guaramitici nonn. nv. +. erit., en Revista argentina de histo- ría natural, tomo LI, La Plata, 1591. Una planta nueva de la Flora argentina (« Euphorbia pampeana » Speg.), en Revista del Jardín zoológico de Buenos Aires, Buenos Alres, enero 1893. El «polvillo » de la caña de azúcar en Tucumán, suplemento a la Revista azucarera, Buenos Aires, julio 1895. Contribución al estudio de la Flora de la sierra Ventana, La Plata, abril 1896. Hongos de la caña de azúcar, en Revista de la Facultad de agrono- máa y veterinaria, XVII, La Plata, junio 1896. Plantae per Fuegiam anno 1882 collectae (con 2 lám.), en Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, volumen V, Buenos Aires, julio-agosto 1896. Las enfermedades del Cafeto en Costa Rica, en Revista de la Facul- tad de agronomía y veterinaria, 11, 22, La Plata, octubre 1896. Plantae novae v. crit. Reipub. Argent. (Decas 11D), en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, tomo II, La Plata, diciem- bre 1596. Algunas observaciones sobre la Flora de la Ventana, en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, tomo TI, 23, La Plata, 31 diciembre 1896. Plantae Patagoniae Australis, en Revista de la Facultad de agrono- mía y veterinaria, tomo TIL, 30-31, La Plata, julio 1597. Primitiae Florae Chubutensis, en Revista de la Facultad de agrono- mía y veterinaria, tomo UI, 32-353, La Plata, septiembre 1597. La micología argentina (trabajo presentado a la 2* sección de la 1* reunión del Congreso latino-americano), Buenos Ajres, abril 18598. El « Bicho de canasto », en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, tomo TIT, número 36. La Plata, junio 1598. 246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA 14. Une nouvelle espece de Prosopanche, en Comunicaciones del Museo nacional de historia natural, volumen IT, Buenos Aires, agosto 1598. 15. Plantas más perjudiciales a los sembrados y campos de pastoreo de la provincia, en Revista de la Pacultad de agronomía y veteri- naria, tomo IV, número 1, La Plata, noviembre 18595. 16. Apuntes fito-agrológicos sobre el partido del Carmen de Patagones, en Boletín de la Oficina química-agrícola de la provincia, núme- ro 11, La Plata, marzo 1899. 47. Instrucciones para la recolección y preparación de los vegetales des- tinados a estudio, publicación del Ministerio de Agricultura, Buenos Aires, 1899. 4s. Fungi argentini novi e. critici (con 2 lám.), en Anales del Museo nacional de historia natural, tomo IV, Buenos Aires, 30 enero 1599. 19. Apuntes sobre los Cachiyuyos o Chaparros, publicación del Minis- terio de Agricultura, Buenos Ajres, 1899. 50. Una planta nueva de la Flora uruguaya (< Arechavaletaia urugua- yensis » Speg.), en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo XLVIIL, Buenos Aires, enero 1900. 51. Apuntes fito-agrológicos sobre el partido de La Plata, en Boletín de la Oficina química-agricola de la provincia, número 12, La Pla- ta, julio 1599. 52. Nobre una nueva enfermedad del tabaco y el polvillo de la alfalfa, en Boletín de la Oficina química-agricola de la provincia, núme- ro 4, La Plata, mayo 1898. 395. Instrucciones para los agricultores sobre las enfermedades más fre- cuentes y dañinas de los duraznos, membrillos, manzanos, perales y parras, en Boletín de la Oficina química-agricola de la provin- cia, número S, La Plata, enero 1599. 54. Notas botánicas, em Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo XLIX, páginas 122-25, Buenos Aires, 1900. 05. Plantae novae nonnullae Americace Australis : Decas 1-17, XII, 1598; Decas 11-24, V, 1899; Decas 1111-29, IX, 1899; Decas I1V-6, VILLE, 1901; Decas V-6, XIL, 1901; en Comunicaciones del Museo nacional de historia natural, Buenos Aires. 06. SNtipeae platenses, en Anales del Museo nacional de Montevideo, abril 1901, 5%. Contribución al estudio de la Mora del Tandil, La Plata, mayo 1901. 60. XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 247 Nova addenda ad Floram Patagonicam, ps. 1, en Anales de la No- ciedad Científica Argentina, Buenos Aires, 1901. Plórula de la ciudad de La Plata y su partido, en Boletín de la Ofi- cina química-agrícola, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre 1901, y enero, abril de 1902, La Plata. Nova addenda ad Floram Patagonicam, ps. M, en Anales de la So- ciedad Científica Argentina, Buenos Aires, 1902. Nova addenda ad Floram Patagonicam, ps. 1, en Anales del Mu- seo nacional de historia natural, volumen VIT, Buenos Aires. febrero-abril 1902. Notes synonymiques, en Anales del Museo nacional de historia natu- ral, serie 3%, tomo II, Buenos Aires, 21 febrero 19053. Cactacearum platensium tentamen, en Anales del Museo nacional de historia natural, tomo IL, Buenos Aires, 19 enero 1905. Relación del primer viaje a los gomales del Orán, en Memoria del Ministerio de Agricultura, Buenos Aires, mayo 1905. Plora de la provincia de Buenos Aires, en Anales del Ministerio nacional de Agricultura, tomo I, Buenos Aires, agosto 1905. Instrucciones para la recolección, preparación y conservación de los hongos, en Revista chilena de historia natural, año IX, número , Valparaíso, 21 diciembre 1905. Informe sobre el segundo viaje a los gomales de Orán, en Boletín del Ministerio nacional de Agricultura, tomo V, número 1, Buenos Aires, mayo 1906. Algunos micromicetas de los Cacaoyeros (con 2 lám.), en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, época 2%, tomo 1I, La Plata, diciembre 1906. « Accidium patagonii» Speg. (1. sp.), con 1 figura, en Revista chi- lena de historia natural, año XII, número 1, Santiago de Chile, enero 1908. Una nueva amenaza para los durazneros, en Crónica agrícola, año IL, número 2, econ dos láminas originales, Buenos Aires, mayo 1908. Hongos de la Yerba-mate, en Anales del Museo nacional de historia natural, serie 3%, tomo X, con ocho láminas originales, Buenos Aires, 15 junio 1905. Al través de Misiones, en Revista de la Facultad de agronomía y veterinaria, época 2*, tomo Y (con un mapa original y muchas fot.), La Plata, enero 1909. A sU. S1. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Sobre una planta venenosa para el ganado, en Revista de zootecnia y Boletín de agricultura y ganadería, año 1, número 4, Buenos Aires, septiembre 19009. Fungi Chilenses (con 130 dibujos originales), en Revista de la Fa- cultad de agronomía y veterinaria de La Plata, tomo VI, época 2*, Buenos Aires, enero 1910. La viruela holandesa (Coryneum Bejerincki), en Revista de zootec- nia y Boletín de agricultura y ganadería, año T, número 9 (con 2 lám.). Buenos Aires, febrero 1910. Catálogo descriptivo de las maderas que se exhibieron en la Exposición internacional de agricultura, Buenos Aires, noviembre 1910. Una nueva plaga (« Peronospora Sehleideni »), en Revista de z00- tenia y Boletín de agricultura y ganadería, año 1, número 7. Buenos Aires, diciembre 1910. Apuntes para un corto resumen de la flora agropecuaria de la Ke pública Argentina, Buenos Aires, 1911. Mycetes argentinenses : sevie 1, en Anales de la Sociedad Científica Irgentina, tomos XLVIL y L, diciembre 1899 (con 4 dibujos originales); id., reimpreso en Anales del Museo nacional de his- toria natural, 11 julio 1913. — Íd., íd. (con apéndice de correc- ciones): serie 11, en ibid., ibid., tomo VIII, julio 1902. — Íad.. id. (con 4 dibujos originales): serie TI, en ibid.. ibid., tomo XVI, diciembre 1906. — Íd., íd. (con 40 dibujos originales): serie 1V, en ibid., ibid, tomo XIX, diciembre 1909. — Íd.. id. (con 35 dibujos originales): serie V, en ibid.. ibid.. tomo XX. diciembre 1910. — Íd.. íd. (con 24 dibujos originales): serie VI, en ibid., ibid., tomo XXI, abril 1912. — Buenos Aires, 1902-1912. Contribución al estudio de las Laboulbeniomicetas argentinas (con 11 dibujos originales), en Anales del Museo nacional de historia natural, Buenos Aires, junio 1912. Sobre algunas parásitas fanerogámicas de la República Argentina, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXXVIL Buenos Aires, abril 1914. Substancias segregadas por las plantas de las regiones áridas de la Kepública Argentina, en Anales de la Sociedad Científica Argen- tina, tomo LXXVIL, Buenos Aires, 1914, Notas y apuntes sobre plantas venenosas para los ganados, en Ana- les de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXX VI, Buenos Aires, 1914, st. Ss. s9. 90. 95. XLVII” ANIVERSARIO DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 249 Fungi nonnulli Senegalenses et Canarienses (con 6 dibujos origina- les), en Anales del Museo nacional de historia natural, tomo XXIV, Buenos Aires, 30 mayo 1914. La Verdenasquina, nueva variedad de caucho, en Anales de la Socie- dad Científica Argentina, tomo LXXVIII, entregas 1-2, Bue- nos Aires, agosto 1914. Primo contributo alla conoscenza delle Laboulbeniali italiane (con Y lám.), in Redía, volumen X, fase. 1, Firenze, 18 diciembre 1914. Laboulbeniali ritrovate nelle collezioni de aleuni musei italiani (con 48 dibujos), en Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVI, Buenos Aires, 29 mayo 1915. Segunda contribución al conocimiento de las Laboulbeniales italianas (con 3s dibujos). en Anales del Museo nacional de historia natu ral de Buenos Aires, tomo XXVII, Buenos Aires, 3 junio 1915. Nota sinonímica (« Holmbergia Twuecedii»), en Physis, comunicacio- nes, número 10, páginas 177-S, Buenos Aires, febrero 1916. Una nueva especie de Cachiyuyo del Perú (« Atripleex Espostoi » Speg.) (con 1 lám.), en Physis, tomo TL, páginas 241-4, Buenos Aires, agosto 1916. Espigando en el herbario (con 6 figuras originales), en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXXXII, Buenos Ai- res, abril 1917. Revisión de las Laboulbeniales argentinas (con 223 dibujos origi- nales), en Anales del Museo nacional de historia natural, tomo XXIX, Buenos Aires, 17 septiembre 1917. Ramillete de plantas argentinas, en Physis, tomo 11, Buenos Aj- res, marzo-diciembre 31917. Contribución a la Micología chilena : 1. Sobre algunos hongos chile- nos col. por el profesor Campo, junio 1917; 11. Algunos hongos chilenos, octubre 1917; UL. Tercera contribución a la Micología chilena (con 1 lám.), febrero 1918, en Revista chilena de historia natural, Santiago de Chile, 1917-S. Sobre un hongo uruguayo nuevo (« Boletus (Bresadoliopsis) monte- vidensis » Speg.), en Physis, tomo 1V, número 16, página 107, Buenos Aires, 19 enero 1915. Notas micológicas, en Physis, tomo IV, número 17, páginas 251 a 295, Buenos Aires, 15 junio 1915. Las Anforomorfideas argentinas (con 1 lám. dibujo orig.), en Ana- les de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXXXV, página 311, Buenos Aires, V-VI-1918. 250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA 9s. Las Chantrantiopsideas argentinas (con 2 dibujos orig.), en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXXXV, página 317, Buenos Ajres, V-VI-1915. 99. Algunas obserraciones y correcciones al opúsculo « Segunda contri- bución al conocimiento de las Laboulbeniales italianas » (con 5 dibujos orig.), en Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo LXAXXV, página 320, Buenos Aires, V-VI-1915. 100. Las praderas naturales, en Boletín mensual de la Oficina agrícola ganadera, tomo IL, número 1, La Plata, octubre 1900, 101. Algunas Orquidáceas argentinas, en Anales del Museo nacional de historia natural, tomo XXVIII, páginas 131-40, Buenos Aires. 1” junio 1916. 102, Aceitunas de manantial («Nostoc pruniforme»), en Physis, comu- nicaciones, número 2, tomo II, páginas 252-3, Buenos Aires, 14 agosto 1916. 103. Reliquiae mycologicae tropicae, en Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, tomo XXILL, páginas 365 a 541, 1919. 104. Fungi costarricenses nonnulli, en Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, tomo XXILL, páginas 541 a 609, 1919. 105. Melanismo temporario de la palomita « Columbina pieui », en El Hornero, volumen Í, número 3, página 182, Buenos Aires, XII- 1918. EXSICCATA 1. Decades myeologicae Ftalicae : 1- VI, abril 1579; VIEXIL noviem- bre 1579, Conegliano, Italia. 2. Decades myeologicae Argentinae : I-VI, Buenos Aires, julio 1880. TRADUCCIONES L. Instrucciones sobre el empleo de la dinamita en las minas militares y el encendimiento eléctrico de las mismas, por un capitán de ingenie- ros militares del Ejército italiano, Buenos Aires, octubre 1885. 2, El gas de agua bajo el punto de vista del combustible, de la fuerza motriz y de la higiene, por el doctor M. Laffont (versión del francés), Buenos Aires, diciembre 1559. RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PL SUNER La Sociedad Científica Argentina, que tiene la grata y honrosa misión de contribuir al progreso de la alta cultura nacional, tuvo ya ocasión de vinealar a su patriótico programa al eminente matemático español, doctor Rey Pastor, a quien, como ¡justo homenaje « las sabias conferencias que dieva en nuestra Facultad de ciencias exactas y otras instituciones cientí- ficas del país, honrara con el diploma de socio correspondiente de nuestra institución. Una ocasión análoga, igual podríamos decir, se produjo recientemente con la presencia, en nuestro país, del doctor Augusto Pi Suner, profesor de fisiología en la Universidad de Barcelona, quien, invitado por la « Asociación eultural Española », vino a la Argentina a dar una serie de conferencias en nuestra Facultad de ciencias médicas. El profesor Pi Suñer demostró ser un distinguido maestro en la rama de la ciencia que enltiva y un elevado exponente de la cultura científica de la moderna España, como antes demostraron serlo el mencionado doctor Rey Pastor, los doctores Posadas, Altamira, etc. » Era lógico, pues, que la Junta directiva de la Sociedad Científica Argen- tina le contara entre sus miembros correspondientes en la península. Por esto, con voto unánime, le vinculó a su vez reconociéndole como tal, con eu- yo motivo tuvo lugar en el salón de actos de nuestra asociación, la recepción del doctor A. Pi Suner, para hacerle entrega del diploma respectivo. El acto tuvo lugar el día 25 de septiembre próximo pasado, en presencia de una selecta y numerosa concurrencia de damas y caballeros, entre los que figuraban distinguidas intelectualidades de nuestro mundo universita- vio. Nos place hacer constar que hacía acto de presencia el reputado ciru- jano español, profesor en nuestra Facultad de medicina, doctor Avelino Gutiérrez, presidente de la asociación cultural mencionada. La simpática y sugerente ceremonia se desarrolló con el siguiente pro- eran: 252 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD INGENIERO SANTIAGO E. BARABINO Senoras, Senores : Con profunda satisfacción i prosiguiendo su honroso programa de alta cultura, la Sociedad Cientifica Arjentina cobija hoi en su mo- desto hogar a una personalidad cientifica de primer orden, fruto de la fecunda tierra ibérica, la madre de veinte naciones americanas que de ella heredaron la hermosa lengua que las vincula con lazo in- disoluble, constituyendo una de las agrupaciones étnicas llamada a figurar entre las más importantes del orbe por sus grandes destinos. Nuestro sabio huésped, el doctor Augusto Pi Suner, llamado por una asociación de compatriotas suyos, noblemente empeñada en fo- mentar la intensificación del intercambio intelectual i social entre la madre patria i su hija predilecta, la Arjentina, vino a nuestro pais a ofrecernos los frutos de su eultivada mentalidad en el amplio campo de las disciplinas fisiolójicas. Las sapientes conferencias que acaba de dar en el anfiteatro de nuestra escuela de medicina, confirman en el doctor Pi Suñer, ilus- trado catedrático de la Universidad de Barcelona, una cerebración poderosa, bien cultivada, un intelectual eximio, digno de figurar al lado de aquellos sus compatriotas que le precedieron entre nosotros en la misión de eultura i confraternidad hispanoarjentina, los docto- res Posadas, Altamira, Rey Pastor i otros, que han dejado brillan- temente sentado el poderoso resurjimiento de la ciencia en España. Era hora, señores. España dormitaba, Las naciones de ella deri- vadas echábamos de menos el conenrso científico de la histórica na- ción donde otrora brillara, no sólo el Sol fisicamente vital, que nunca para ella se ponta, sino también el de la Ciencia que vivifica la inteli- jencia, Nos dolía verla sujestionada por sus pasadas glorias, yacente sobre sus lanreles, trasformados en gajos del lejendario manzanillo que laaletargaban, sin que bastaran las pocas exhalaciones que surcaban =1 oseurecido cielo cientifico para revelar la cultura latente en la hermosa tierra de Santiago Ramón y Cajal, Menéndez y Pelayo, Pi Margall. Salmerón, Echegaray, Turró, Torres Quevedo i tantos otros. RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUNÑER 253 Nos dolía ver que España, a pesar de sus hombres de ciencia, no reaccionaba con la celeridad que — más que desear — necesitamos. los que en fuente castellana debemos beber la savia intelectual, sin depender de naciones de estraño idioma, lo que no sólo hiere nuestro amor propio de castellanos, sino que también nos dificulta el estudio i contribuye a corromper nuestro lenguaje científico con barbaris- mos tan incongruentes como groteseos dentro de la indole de nuestra hermosa habla. El error en que cayeron Carlos 1 i su hijo Felipe 1H, creyendo ani- quilar las libres creencias políticorrelijiosas, poniendo en su camino los pedrejones del militarismo imperialista i de la intransijencia sectaria, prepotentes o rutinarios, constituyó una poderosa rémora de acción realmente perniciosa para la cultura hispánica. ¿ Frutos de la época? Mui cierto. Frutos de una época enfermiza. en la que el pasado luchaba encarnizadamente contra el avance del futuro, momento crepuscular que se desvanecía en las tinieblas del ocaso, mientras la nueva aurora presajiaba el próximo orto de una civilización más avanzada. Afortunadamente para nosotros, en el eterno rodar de las naciones, los tiempos han legado en que los ejércitos, salvo lamentables es- cepciones, son los abnegados defensores de la tierra i del honor pro- pios de cada nación; i en que las iglesias tienden «a abandonar el espúreo connubio con la política para dedicarse a su grande misión en la tierra: proporcionar al hombre el bálsamo de la esperanza. Co- mo consecuencia, el pensamiento humano se liberta i se espande; la razón desvanece los prejuicios ; el hombre intelectual escruta, inves- tiga entre las ruínas del pasado, trata de despejar las incógnitas del presente i del porvenir; la ciencia resurje. la moral se purifica, se humaniza; i el mundo avanza entre la maleza, entre los escollos de la vida, tratando de enseñar al que no sabe, protejer al desvalido, auxiliar al necesitado, en busca, en fin, de la felicidad humana, meta fatalmente inasequible, porque para ser alcanzada se requiriría la perfección física i, como consecuencia necesaria, la perfección moral dlel hombre, fenómeno fisiolójico irrealizable, pues habrá siempre fuertes i débiles, intelijentes i obtusos, activos i neglijentes, i, lo que es aún peor, jenerosos i egoístas, vale decir, justos i pecadores. Pero me desvío. Lamentábamos, decía, la inacción científica espa- ñola. En efecto, i concretándome a las ciencias de mi especialidad, recordaré que en 1872 los estudiantes de la Facultad de ciencias exactas contábamos con poquísimos tratados orijinariamente espa- 2531 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ñoles que facilitaran nuestra tarea estudiantil. Teníamos que apelar a testos estranjeros. Eran los tiempos en que el injeniero Nicolás Valdéz. al publicar su escelente Manual del Injeniero i arquitecto, aconsejaba a sus hijos de que no cayeran en el error por él cometido de publicar obras científicas útiles a su país, porque serían víctimas, como él, de la indiferencia pública, cuando no de una crítica mordaz. Eran los tiempos en que el ilustrado profesor de la escuela de inje- nieros de Madrid. don Pedro Pérez de la Sala, publicaba el primer tomo de sú notable obra Construcciones en el mar, prometiendo con- tinuarla i completarla si obtenía de parte de los interesados el apoyo necesario, i que no la continuó por falta de protección moral i ma- terial. Hoi las cosas han cambiado. Hoi, para honra i bien de España 1 demás naciones de habla castellana, ellas producen i ofrecen publi- caciones científicas de positiva importancia, tanto en su esencia doc- trinaria como en su confección artistica, Leste fenómeno es concomitante con el acrecentamiento de los in- telectuales hispanos i americanos que vierten en sus publicaciones u oralmente en las aulas, el caudal de su elevada cultura. l España, hoi, lo decimos mui complacidos, posee una numerosa falanje de altas mentalidades cientificas que no sólo estudian i asi- milan, sino que erean i enseñan, demostrando que la Madre Patria, a sus grandes artistas que, con sus hábiles paletas i cinceles, tanta honra acumularon dentro i fuera de España; a sus grandes escrito- res que han mantenido el prestijio de la lengua castellana con sus elevadas producciones literarias, ha agregado lo más difícil, sus sa- bios cultores de las ciencias especulativas i aplicadas, que la colocan entre las naciones más adelantadas, i que dan a nuestra Jengua la base i el brillo científico que completan su belleza morfolójica. Pero a esto falta algo, doctor Pi Suñer, para que podamos darnos por satisfechos. Es menester que el cuerpo dirijente, la Academia española, se preocupe con más fervor de crear nuestro vo 'abulario encielopédico para evitarnos el empleo de voces bárbaras, no sólo porque nos vienen de fuera, sino que también por su ortografia exo- tica que nos resulta grotesca; 1 sois vosotros, los intelectuales de primera fila, en España, los que debeis impulsar a aquel docto areo- pago, enando, por eseeso de prudencia, no marche en concomitancia con el progreso de los pueblos, para que sea una verdad, lo que pro: clama, de que «limpia, fija i da esplendor» a nuestro hermosisimo pero incompleto idioma, RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUÑER 295 Señor doctor Pi Sunñer: Tengo el honor de poner en vuestras ma- nos el diploma que os acredita «socio correspondiente» de la Socie- dad Científica Arjentina. Las razones que a ésta indujeron a acorda- ros esta distinción, las pondrá de manifiestro el señor vicepresidente de nuestra institución, doctor Juan B. González, ilustrado coleg: vuestro i miembro distinguido de nuestra Facultad de ciencias mé- dicas. Distinguido consocio: Estáis en vuestra casa. No la olvidéis cuan- do os halléis de retorno en vuestro noble país. Al terminar el señor ingeniero E. Barabino, entregó al doctor Augusto Pi Suner el diploma de socio correspondiente. La concurrencia aclamó al profesor agraciado ; así como aplaudió la conceptuosa peroración del señor Barabino. Acto continuo el doctor Juan B. Gonzalez, profesor suplente en nuestra Facultad de medicina, se ocupó de la alta personalidad científica del doctor Pi Suner en los siguientes términos: DISCURSO DEL SENOR VICEPRESIDENTE SEGUNDO DE LA SOCIEDAD DOCTOR JUAN B. GONZÁLEZ Señoras, Señores : La Sociedad Científica Argentina abre hoy sus puertas para reci- bir en su seno al joven sabio doctor A. Pi Suñer, profesor de fisiolo- gía de Barcelona. La Sociedad Científica, al agregar esta nueva personalidad a la ex- tensa galería de hombres ilustres que figuran en sus anales, entiende cumplir un sagrado deber de fraternidad intelectual, que en este ca- so resulta agregado a un fuerte sentimiento de simpatía, cuyo origen debe buscarse en la historia de ambos pueblos, en la comunidad de raza y en los estrechos vínculos de intercambio de toda clase que, en este momento, realizan españoles y argentinos. En efecto, los méritos de este profesor ofrecen para la Sociedad Científica Argentina, tres aspectos de tanto relieve y tan fuertemen- te definidos, que cada uno resultaría, por sí solo, suficiente para im- ponerse a los sentimientos de admiración y auspicio de cualquier centro de cultura del país. 256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Estos aspectos dependen: en primer lugar, de su obra científica objetiva, es decir, de aquella que se desarrolla en el laboratorio; en segundo lugar, de los méritos de su propia personalidad espiritual, y en tercer lugar, de la avasalladora simpatía que en todos los instantes tiende a confundir el destino de su pueblo con el del nuestro en un solo destino superior: el engrandecimiento y la gloria de la raza. La obra cientifica objetiva de este joven maestro, aquella obra que nace en la comprobación particular de los fenómenos, primero, para elevarse después al rango de generalización y traducirse, por último, en artienlos y en libros que difunden su obra y desafían la critica, es actualmente notable. Empero, para comprender los méritos de esta obra, es indispensa- ble conocer la trascendencia del problema que se ha planteado y las dificultades del terreno en el cual ha debido desenvolver su acción. Permitaseme, entonces, que recuerde con la historia, pero a grandes rasgos solamente, como me lo impone esta obligada improvisación de la vispera, las etapas principales que en su evolución ascendente ha realizado la medicina hasta el momento presente, en que vemos a este investigador agregar el vigor de su talento y la eficacia de sus demostraciones. En efecto, la simple reflexión lo impone y la historia lo confirma, que la evolución y el progreso de la medicina de todos los tiempos han dependido, siempre, de la evolución y el progreso de la anatomía y la fisiología. Asi se ve, en la época que empieza con Hipócrates y termina con el Renacimiento, que sin duda corresponde a la primera etapa histórica de esta evolución y durante la cual los conocimientos de anatomia y fisiologia eran rudimentarios, a la medicina caracteri- Zarse porn conjunto de conocimientos empíricos y preceptos dog- máticos que pretendían explicar las eofermedades por desequilibrio de los humores del organismo y por otras concepciones teóricas exen- tas de todo valor cientifico, Es cierto que el concepto del desequilibrio de los humores de Hi- poerates, dejaba entrever la moderna doctrina de la unidad funcional del organismo, pero, más como consecuencia de la poderosa intuición de este genio de la medicina que como resultado de comprobaciones cientificas: pues, obsérvase que muchas de sus interpretaciones se andaban en suposiciones tan erróneas como la de creer que el híga- do era el origen de las venas y el corazón el de las arterias; y así, muebas de sus explicaciones resultaban tan caprichosas y tan en oposición econ nuestros conocimientos actuales, que más que preten- RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUÑER 297 der explicar honradamente los fenómenos, nos parecen ahora destina- «das a salvar la situación comprometida de un dogma. Así transcurre, a través de la edad media, esta larga época de dudas y dle resignación, que alcanza a dos mil años, para terminar en el siglo de oro con los notables progresos que realiza la anatomía en manos dle los Vesalio, los Morgagni, los Falopio, los Malpighi, etc. La obra de los fisiológos no se desarrolló paralelamente a la de los anatomistas, sino que le siguió, como era lógico; en efecto, la fisiología continuó por algún tiempo más, especulando con los prejuicios de la antigiiedad y de la edad media, que suponían a la vida como el re- sultado del concurso de tres espíritus: el natural, que residía en el hígado, el vital, que residía en el corazón, y el animal, que residía en el cerebro. Los primeros pasos de sus progresos se inician recién con Realdo Colombo, con Servet, con Cesalpino, con Acquapendente, ete., para adquirir su verdadero florecimiento con el descubrimiento de Harvey y la obra de los que siguieron sus huellas como Saneto- rus, Borelli, Bellini, ete., que fundaron una fisiología mecanista, que, a su vez, sirvió de base para fundar una patología del mismo carác- ter. Asi nació la escuela ¡atro-mecanista, que mató en sus comienzos la escuela iatro-química, que fundara al mismo tiempo Paracelso y que tantos frutos hubiera dado, como lo deja suponer la actual orien- tación de la medicina. N Los anatomistas descubren y estudian la morfología visceral, y los fisiólogos muchas de sus funciones, y creen con razón haber dado un gran paso en el conocimiento de los fenómenos vitales, que origi- nan las enfermedades; pero, si bien es cierto que se consigue locali- zar el substratum anatómico de muchas enfermedades, no es menos cierto que se está muy distante de explicarlas a todas y, sobre todo, de explicar muchos fenómenos biológicos, como la inmunidad, la cau sa de muchas enfermedades nerviosas, ete. Así, se cae bien pronto en la cuenta de que, lejos de haber resuelto el problema, no se ha hecho en realidad, más que multiplicar las incógnitas y dificultar su solución. La tercera etapa la realiza el mieroscopio, que permite descubrir y admirar, con asombro, un mundo nuevo y maravilloso, el mundo de lo pequeño. Así se descubre la estructura íntima de los órganos, que antes se creía macizos e indivisibles, combinados como las piezas de una máquina. Así se descubre que dichos órganos hállanse formados por unos pequeños corpúsculos de constitución característica para cada órgano y dotados de vida propia : así se descubre la célula. . AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXX XVIII 19 258 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA Gracias al maravilloso descubrimiento de Hans y de Zacharias Jansen, súpose entonces que cada órgano resultaba para nuestro campo lo que las constelaciones de estrellas de pequeña magnitud para el firmamento, que, miradas a simple vista, parecen nubéculas informes. pero que, haciéndolo a través del telescopio, aparecen como un semillero de estrellas con brillo y titilación propios. De la misma manera, los órganos que a simple vista parecen piezas macizas e in- divisibles aparecen, a través del microscopio, como un semillero de corpúsenlos con forma y vida propias, características para cada órga- no. Los sabios, creyendo haber descubierto en este nuevo cosmos el origen de la vida y el secreto de la muerte, gritaron ¡triunfo! con el mismo alborozo quizás que el atrevido navegante de la Pinta, anun- ciara a sus compañeros la vista de la ansiada meta. No hay duda, se dijeron, que la vida de los seres depende de la vida de estas células, que se asocian en colonias diferenciadas para constituir los órganos, que a su vez se reunirán como los estados de una república para cons- tituir la unidad fisiológica que llamamos individuo y cuya salud de- penderá del regular y proporcionado funcionamiento de cada uno. Los embriólogos, por su parte, demuestran que las diferentes espe- cies de células que forman nuestros tejidos proceden de una sola es- pecie primitiva, la eual, por diferenciación y adaptaciones ulteriores, va a constituir los varios tejidos que forman nuestros órganos; lue- zo, el origen de las enfermedades debía vincularse al desarrollo y al funcionamiento de estas células: los trastornos de desarrollo o la al- teración de las funciones de cualquiera de los grupos que forman, causarán la enfermedad del órgano correspondiente. Asi nació el concepto localista de las funciones orgánicas y de sus alteraciones, sin advertir que los trastornos de un estado de la repúbli- ca debían repercutir y repercuten siempre sobre toda la confedera- ción. es decir, sobre la unidad fisiológica que representa el individuo. En vano había dicho Cuvier, desde el principio del siglo pasado, que los órganos de un animal forman un conjunto armónico..., etc, En vano Claudio Bernard habia repetido «que el sér vivo forma un organismo y una individualidad », y en vano escribió Letamendi, español como el profesor Pi Suñer, que «el cuerpo.es un solo ór- gano y la vida una sola función ». Metehnikoft, por su parte, aportó un coneepto nuevo en favor de la solidaridad de los órganos con su senial doctrina diapedésica, y aclaró muchas dudas al demostrar que, evando un órgano es invadido por agentes nocivos, como una infec- ción, por ejemplo, ese órgano era puesto inmediatamente en situación RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUÑER 259 de defensa por la concurrencia de numerosos contingentes de glóbu- los blancos, que, procedentes de otras partes del cuerpo, llegan en oleadas sucesivas a formar, al rededor del punto invadido, una barre- ra defensiva, dando origen a lo que para el vulgo sería la enferme- dad, pero que, en realidad, traduce el proceso de defensa del orga- nismo y el principio de su curación. Pronto se advirtió, sin embargo y a pesar de todo, que el concepto celular y solidista no aclaraba tampoco todo el problema, porque to- dos los fenómenos fisiológicos de carácter general, que sin duda tra- ducen una evidente correlación funcional de los órganos y que lo mismo se observan en el estado de salud que en el de enfermedad. quedaban sin explicación. Así resultó que, a pesar del entusiasmo con qué fué recibida dicha doctrina, hubo que desecharla para orien- tar las investigaciones en otro sentido. En efecto, ¿cómo explicar el hambre y la sed? ¿Cómo, la curación de las enfermedades? ¿Cómo, la acción de ciertos venenos y los fenómenos de inmunidad? ¿ Cómo, los fenómenos de anafilaxis? En la enumeración de estos hechos no he de omitir una observación personal, que me sugirieron los prime- ros casos de clínica médica que me fué dado observar al iniciar mi carrera. ¿Por qué, me preguntaba, un organismo robusto y sano, cuando se expone a un contagio (de una tifóidea, por ejemplo), resul- ta a veces incapaz de librarse de dicha enfermedad, a pesar de ser escasa relativamente la cantidad de microbios que penetra en él y resulta, en cambio, después de varias semanas de enfermedad, cuan- do el cuerpo y las fuerzas se hallan consumidos y cuando la cantidad de microbios ha aumentado prodigiosamente, capaz de librarse de su mal, causando la muerte y desaparición de todos los microbios ? Pues lo lógico sería lo contrario; es decir, que si el organismo sano y robusto resultó incapaz para librarse de un contagio, con mayor 'azón resultará cuando se halla enfermo, extenuado y presa de una cantidad inmensa de dichos microbios. El fenómeno resultábame inexplicable en aquel tiempo. Es natural que el descubrimiento del fenómeno de Pfeifíer y, por consiguiente, de los anticuerpos en la sangre de tales enfermos infec- tados, desarrollados por acción de los mismos microbios y capaces de destruir a éstos, vino a darme la explicación del fenómeno. Las dudas que acabo de exponer dieron origen a la cuarta etapa de esta evolución eterna de los fenómenos vitales, que empieza en los modestos intercambios de las protitas y termina, por ahora, en los complejos mecanismos de los centros de asociaciones ideológicas. Es- 260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ta cuarta etapa se caracteriza por el alto valor que se le reconoce, no vaca la célula como organismo en función solidista o mecánica, sino a sus secreciones, es decir. a su función bioquímica, y así se descubre por último, que las células, cuando son atacadas por un agente físico, quimico o bioquímico, segregan substancias defensivas que se distri- huyen por todo el cuerpo haciendo participar de sus beneficios a toda la confederación orgánica. Era necesario aislar esos cuerpos entonces, o por lo menos, de- mostrar su presencia por fenómenos bien definidos para afianzar el progreso que estas comprobaciones significaban. En esta tarea se empeñaron, como se sabe, Pfeiffer, Widal, Chan- temesse, Bordet y Gengoun, Metelhmikoff, Gruber, Durham, ete. El pri- mero. lo demostró con el fenómeno que lleva su nombre, que le per- mitió descubrir el agente (anticuerpo) capaz de destruir los microbios del cólera y lo llamó precipitina. El segundo, descubrió el de la tifói- dea en la sangre de los sujetos que habían sufrido la acción de esta enfermedad y lo llamó aglutinina, con lo que quedaba demostrado que la sangre de los individuos que habían sufrido tal o cual enfer- medad infecciosa contenía una substancia especial, mortífera para la especie mierobiana que la había engendrado. Esta substancia, que fué demostrada también respecto de otras enfermedades, recibió el nombre genérico de anticuerpo. Bordet y Gengou descubrieron, por su parte, que no solamente los microbios eran capaces de ocasionar anticuerpos específicos, en la sangre, sino también los glóbulos de la sangre de cualquier animal, inoculados en la sangre de otro de especie diferente, ete. Los hechos que acabamos de exponer permitieron explicar muchos de los fenómenos biológicos hasta entonces insolubles, como la cura- ción de las enfermedades, los fenómenos de inmunidad, los efectos de las vacunas, la anafilaxis, la acción de los venenos, la asimilación de los alimentos, etc. Pero, si se sabía cuál era la causa de estos fenómenos, no se cono- cia el mecanismo íntimo de los mismos, y, como dice bien Nietsche y lo repite el profesor Pi Suñer, «siempre se ha querido saber qué es ana causas», ho es extraño entonces, que se quisiera saber el meca- nismo intimo de estos fenómenos, y es una ciencia nueva la que se encarga de explicarlo: la físico-química, que atribuye a cada especie celular una constitución atómica caracteristica como la que ofrece la molécula de cada cuerpo compuesto de la química, pero inmensa- mente más complicada, De esta manera se procura explicar, por pro- RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUÑER 261 cedimientos químicos, como quería Paracelso, un proceso biológico ; pues la biología, que solamente se manifiesta por efectos, es incapaz de explicar por sí misma estos procesos. Permitidme, pues, recordar brevemente el mecanismo de este proceso, siquiera sea para mostrar su complejidad y poner en evidencia las dificultades que ofrecen las investigaciones de esta clase. Cada célula, según Ehrlich, estaría formada por un núcleo central de átomos, agrupados de modo característico para cada especie celu- lar. De este grupo se desprenderían cadenas laterales de átomos, con sus extremos libres, llamados receptores, que son los únicos que inter- vienen en el mecanismo de los fenómenos mencionados ; estos recep- tores son los que fijan por afinidad las substancias nutrivas y nocivas, según los casos, del medio en el cual se encuentran dichas células. La combinación que resulta es muy inestable, pues tan pronto como dichas substancias han sido transformadas por la acción de otras, del oxígeno por ejemplo, la combinación se rompe y la célula queda como antes del fenómeno. Cuando, en lugar de substancias nutritivas, se trata de venenos, el fenómeno es semejante, pero la fijación no es inestable ahora, sino muy estable y difícil de disociar, debido a que los venenos ofrecen dos grupos de átomos de función diferente: uno, no característico, porque es común a todos, y otro, caracteristico, porque es peculiar a cada veneno. El primero, llamado haptóforo, le sirve para fijarse a las cadenas laterales de la célula, y el segundo, Mamado toxóforo, que actúa después del primero, lo fija en la parte específica de la célula, es decir, en el erupo atómico central. Ahora bien, si la célula llega a saturarse de estos grupos toxóforos, la célula muere y si las células saturadas son muchas, también muere el orga- nismo del cual forman parte. Si, por lo contrario, la saturación no es completa, la célula rege- nera sus receptores y se restablece, pero el número de receptores regenerados es siempre superior al número de los que tenta antes de sufrir la acción del veneno, según lo ha demostrado Weigert, que ha formulado el hecho en una ley que llamó de la hiperregeneración, la cual se observa en algunos animales inferiores, y que se caracteri- Za siempre, por regenerar con exceso el órgano destruido. De esta manera quedan en la sangre receptores libres, que toman entonces el nombre de antitoxinas, porque son capaces de defender las células normales, contra el propio veneno que engendró dichas antitoxinas. . En efecto, supongamos que el mismo veneno pudiera introducirse de nuevo en la sangre del mismo animal que sufrió sus efectos una 262 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA vez; en tal cireunstancia, el veneno introducido nuevamente, sería fi- jado por la antitoxina, antes que aquél alcanzara la célula viva. Estos sujetos que han sufrido la acción de determinado veneno pueden soportar y soportan generalmente, sin inconveniente, dosis del mismo tóxico que para otro animal resultarían mortales. Agregad todavía, a este complicado proceso que apenas dejo en- trever, la influencia de otras secreciones internas suministradas por determinadas glándulas de nuestro cuerpo, que desempeñan en la defensa y conservación del organismo un papel de primer orden y tendréis una idea aproximada de las dificultades que ofrece la inter- pretación de los procesos bioquímicos, y habremos apreciado, por úl- timo, el largo camino que hemos debido recorrer para llegar al fondo de la mina donde trabaja el profesor Pi Suñer y conocer uno de sus aspectos. El otro aspecto hallaríase representado por el empeño en poner de manifiesto la influencia del sistema nervioso con sus finas termina- ciones subepiteliales y sas numerosas anastómosis simpático-raqui- deas, en la asociación de todos los órganos del cuerpo con motivo de cada fenómeno vital, por localizado que éste parezca. Esta influencia, que fué observada y puesta de manifiesto por autores ingleses, había sido entrevista por el profesor Pi Suñer y por los experimentadores españoles, siendo afirmada poco después, de manera categórica, por aquél, en su interesanse libro titulado Unidad funcional. Este mismo profesor es, además, autor de un tratado de fisiología general; es autor de sesenta trabajos, la mayor parte de ellos origina- les; es también autor de otras obras escritas en colaboración, y por último, es director de Traballs de la societat de biologia (Institut d'estu- dis catalans), importante publicación cientifica que aparece en Barce- lona, en idioma catalán. Convenecido de haber sido incompleto en la enumeración que prece- de y de haber suprimido ex profeso, el análisis de la obra de este maes- tro, doy por terminada esta exposición para no abusar de vuestra bene- voleneia y poder ocuparme de la personalidad del profesor Pi Sunñer. La personalidad moral de este joven sabio es amplia y poderosa, su30vigor intelectual es sólido y pujante, su razonamiento es elevado y universal, siendo al mismo tiempo penetrante y estricto; su imagi- nación es fecunda y rápida, pero se la ve siempre al servicio de cues- tiones precisas y útiles y sometida invariablemente a la ley de las posibilidades, para formular en términos precisos los problemas que ha de resolver su laboratorio y su poder razonador. RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUÑER 2653 Su dedicación sostenida a la tarea, como asimismo el método y la disciplina técnica en el procedimiento, han dado a su obra una gran eficacia y la alta consideración que merece actualmente. Su erudición científica, sa cultura filosófica y su versación en idio- mas, ponen bajo su control y su dominio un amplio sector de fenó- menos y de consecuencias que le permiten una generalización fácil, pero sobria y reservada, y siempre eficaz. Su dialéctica es clara, persuasiva y siempre selecta y original. Estas son las impresiones que ha dejado en mi ánimo este espíritu elegido, expresión de nuestra raza, que hoy incorpora la Sociedad Científica Argentina a su seno, creyéndolo, con fundamento, que per- tenece al grupo de los uncomun men de la especie, al grupo de los di- rectores morales que en cada pueblo o en cada raza florecen, como tflo- recen en cada especie de la escala zoológica los ejemplares extraordi- narios que, gracias al concurso de todos los factores biológicos que trabajan y modelan esas especies, engendrarán otras nuevas, que surgirán en cadena ascendente e interminable hacia el perfecciona- miento infinito. El tercer motivo que esta asociación invoca para ofrecer al profe- sor Pi Suner el vínculo de sus tradiciones, el calor de su hogar y el abrazo fraternal de sus afiliados, apenas necesitamos recordarlo con palabras, cuando lo proclaman con elocuencia nuestra historia, los gustos de nuestro pueblo, muchos de nuestros ideales, nuestro idioma, nuestras relaciones de intercambio comercial y no pocos de nuestros males. Y bien, profesor, aunque con un poco de desorden, que sin duda no cuadrará a vuestro espiritu metodizado, ya os he presentado ante la Sociedad Científica Argentina. Ahora deseo deciros, en dos pala- bras, la historia de esta institución. Fué fundada en 15872 con el ob- jeto de «fomentar el estudio de las ciencias en general y sus aplica- ciones a las artes, a las industrias, a las necesidades de la vida, estu- diando y difundiendo el conocimiento de las novedades científicas, invenciones y descubrimientos » etc. En ella se afilió lo más selecto de los hombres que se dedicaban entonces al estudio de las matemáticas y de las ciencias fisico-natu- rales, que eran sin duda muy escasos, debido a la escasez de medios y a la falta de ambiente. La evolución de esta institución ha sido rá- pida, sin embargo; en poco tiempo engrosó sus filas y congregó a lo más selecto de nuestro país: Burmeister, Gutiérrez, Muñoz, Berg, Ameghino, Huergo, Alvarez, ete., para no citar más que aleunos de 264 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA sus muertos ilustres. Esta institución, inspirada por el más puro idealismo cientifico, ha desechado invariablemente la unilateralidad y hasta cierto punto el utilitarismo de la especialización, para atraer preferentemente a los hombres que se dediquen al enltivo de la cien- cia pura o aplicada, pero siempre con espíritu desinteresado, y así en- contraréis en vuestra compañía, matemáticos, naturalistas, explora- dores, fisicos, médicos, químicos, abogados, literatos, ete.; en cuanto a nacionalidades, los encontraréis también de todos los puntos de la tierra: Darwin, Lombroso, Nordenskjold, Nernst, Skleodonska, Curie, Torres Quevedo, Marconi, Williams Shepherd. La institución posee, aparte de local propio, una biblioteca con más de quince mil volúmenes y publica unos Anales que en la actua- lidad forman S6 tomos y contienen la colección más interesante de los trabajos publicados en el pais, en todas las ramas del saber huma- no, desde su fundación hasta la fecha, y representa por la misma ra- z¿0n, el documento más valioso de la historia de la evolución cienti- fica de la Nación. Ha realizado las primeras exposiciones industriales del pais, en 1575 y 1876. Inició los congresos científicos internacio- nales con el primer Latino-americano de 1898. En 1910 celebró, con motivo de nuestro centenario, el Internacional americano, que resnul- to notable por todos conceptos, ete. En su seno se han dado más de setecientas conferencias cientifi- cas. En este momento la sociedad pasa por una especie de erisis del utilitarismo, que esperamos será breve. En efecto, después de haber congregado esta Asociación a los hombres de todas las especialida- des, éstos, a medida que su número y las circunstancias resultaban favorables, se han ido separando en otras tantas asociaciones filiales y desgajando, diremos así, el árbol primitivo, que conserva sin embar- go, en su viejo tronco, savia suficiente para seguir atrayendo a los hombres que orienten sus actividades intelectuales, no hacia el es- trecho cireulo de un especialismo cerrado y egoista, sino hacia un eireulo superior y más amplio, pensando en que la investigación de la verdad no debe tener otro objeto que encontrarla. Asi, esta asociación sigue pensando en el bien de la humanidad y en la gloria de la patria, convencida de que ambos bienes se han de encontrar, no en la acción aislada de cada especialidad, sino en la coneurrencia armónica de todas, como la salud del individuo, no se ha de encontrar en el funcionamiento independiente de cada órgano, sino en la energía combinada de todos, para realizar el principio de la unidad funcional que en vuestras brillantes conferencias, profe- RECEPCIÓN DEL DOCTOR AUGUSTO PI SUNÑER 265 sor Pi Suñer, y en vuestros escritos, habéis puesto bien de relieve. Como véis, profesor, la asociación que hoy se honra recibiros, es joven por su edad, acaba de cumplir 47 años apenas, pero es vieja por su evolución y por su experiencia y, más todavía, por sus tendencias y el firme propósito de mantenerse dentro de su programa. Señores: Cuando se lleva, como el profesor Pi Suner, una armadura densa de substancia gris; cuando se siente en el corazón un gran amor por el bien común, es decir por la humanidad, el hombre ha adquirido, sin pedirlo ni comprarlo, el derecho de cruzar el mar y recorrer la tierra para ir a golpear el aldabón de todas las Rábidas del mundo y hacer oír su verbo, que es claro y amable para los iniciados, como la brisa vespertina después de un cálido día de verano. La casa que os recibe esta noche, señor profesor, es una Rábida moderna, pero auspiciosa como la vieja de vuestra España. Llevad a vuestra nación, ilustre profesor, en cambio de nuestro afecto, el mensaje fraternal de esta institución y la nueva de que los españoles ilustres encontrarán siempre en nuestro país, «del lado de venir puesta la llave », como dice Leopoldo Lugones. Muy aplaudidos fueron el disertante y el doctor Pi Suner, quien, con ma- nifiesta emoción, agradeció la alta distinción que nuestro centro de cultura le otorgaba; hizo resaltar la igualdad de propósitos de nuestra asociación con el Institut d* estudis catalans de Barcelona y terminó poniendo de ma- nifiesto la sabia personalidad de su maestro el doctor Turró, una de las emi- nencias que más se destaca entre los modernos ingenios de la madre patria. La ceremonia terminó en una franca tertulia en la que se manifestaron opiniones sobre el progreso de la ciencia en las naciones «civilizadas, entre las que figuraban con honor, no sólo España, sino también la Argentina, y se hicieron votos por una más estrecha vinenlación entre ambas naciones. BIBLIOGRAFÍA PUBLICACIONES ARJENTINAS : Fisica farmacéutica, por Tomás J. Rumi y Víctor J. BERNAOLA, doctores en sidad de Buenos Ai- química, farmacéuticos, profesores suplentes en la Unive res, etc., tomo 1, fascículos 1 1 11. k En realidad habría convenido dar cuenta de esta obra interesante bajo dos as- pectos, el científico i el eronolójico, cuando su impresión estuviera terminada, para poder abarcar el conjunto; pero nos ha parecido que para muestra bastaban estos dos fascículos que permiten prever el mérito de los siguientes i, por ende, del todo. Hemos hablado de eronolojía, porque tenemos entendido que, en su jénero, es la primera obra orijinal arjentina que se publica, llenando una sentida necesi- dad para los estudiantes de farmacia, pues responde en un todo al programa oficial de física farmacéutica de nuestra Universidad. Esta prioridad, no sólo importa un mérito para sus autores, sino que justifica- ría las lagunas o errores que pudieran existir, en esta primera edición de la obra. En enanto a la faz científica de la misma, basta dar una rápida lectura al con- tenido de estos dos primeros fascículos para notar, ante todo, el estilo verdadera- mente didáctico, llano, conciso, sin esponjamientos retóricos, ordenado i pro- gresivo, como para conducir al alumno en el siempre escabroso sendero del estu- dio, con fe i perseverancia, alentados por la consciente seguridad del resultado. La física farmacéutica, como su nombre lo indica, tiene por objeto aplicar las leyes fisicas, químicas i matemáticas al conjunto de fenómenos que deforman o transforman la materia, especialmente en su faz farmacolójica, para que el pro- fesjonal conozca más fundamentalmente los elementos que debe manejar en el ejercicio de su profesión. Para Henar un programa como este se requiere un vasto conjunto de conoci- mientos, puesto que abarca el estudio i aplicación de las enerjías físico-químicas que gobiernan a los cuerpos. Los doctores Rumi i Bernaola responden por completo al programa oficial, BIBLIOGRAFÍA 267 pero por razones obvias, la ecuación personal, diríamos, no han seguido el or- den del mismo, lo que en sustancia no importa modificarlo. Para tener una idea cabal de la obra de los autores mencionados vamos a dar una rápida ojeada sobre los temas que, con singular competencia, han desarro- llado : Materia i enerjía (conservación, transformación, degradación. Físico-quími- ete.) Teoría atómica (molécula, átomos, leyes de Lavoisier, Proust, Dalton, Richter. Gay Lussac, unidad de la materia). Estructura molecular (isomerías de posición i compensación, estereoquímica. polimería, tautomería, labilidad;. Teoría electrónica (iones, conductibilidad e ionización de gases 1 vapores, rayos catódicos, electrones, constitución del átomo, fenómenos termoeléctricos, rayos Roentgen, etc.). Reacciones químicas (equilibio químico, reacciones reversibles, disociación, sis- Tel 1s químicos). Lei de las masas (historia, hipótesis, ecuaciones fundamentales de la dinámica i equilibrio químico, coeficiente de atinidad, ete.) El principio de las masas en los equilibrios químicos (jeneralidades, sistemas homo- jéneos, disolución de electrólitos en solución acuosa, sistemas heterojéneos). Reglas de las fases (jeneralidades, fase, equilibrio, componentes, variancia. id. negativa, sistemas invariantes, monovariantes, bivariantes, plurivariantes, ete.). Felocidad de reacción (postulados, reacciones simultáneas, laterales. opuestas 1 consecutivas, sistemas homojéneos i heterojéneos, catálisis, reacciones induci- das, fermentos). Sistemas de unidades de medidas (jeneralidades, unidades fundamentales i deri- vadas, sistema C. G. S., ecuaciones de dimensión, unidades prácticas o secun- darias, masa o gramo-masa, sistema óptico, etc.). Método gráfico (notación, gráficos, notación por columnas, sectores i curvas, aparatos inseritores). Estequeometría de los gases (estados de la materia, compresibilidad i dilatación de los gases, ecuaciones, teoría cinética de los gases). Relaciones entre gases + líquidos (licuación de gases, constantes criticas, isoterma critica, id. reducida, leyes correspondientes, teoría mecánica del calor, enerjía de un gas, roce interno). Estequeometría de los líquidos (cinética de los liquidos, calor, hidrostática, vis- cosidad, rozamiento molecular, divisibilidad. hidrodinámica, ariete, tubos, ten- sión superficial, tensión i calor de vaporización, superposición de líquidos no miscibles). = Aplicaciones de las propiedades de los gases i de los líquidos (presión atmosférica, unidad i medida, barómetros, manómetros, gasómetros, maquinas neumáticas. bombas, higrometría, etc.). Estequeometría de los sólidos (compresibilidad, elasticidad, solidez, dureza, dilata- ción, plasticidad, divisibilidad, eristalografía, rotación, zonas, simetría, sistemas existalinos, cristalización, ete., polimorfismo, isomorfismo, eristales. líquidos). Medición de magnitudes (lonjitades, espesores, superficies : volúmenes de gases. líquidos i sólidos; volúmetros, goniómetros, cronómetros). 268 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Como se ve, esta nuev a disciplina de nuestra escuela de farmacia requiere el auxilio de la físico-química 1 del cálculo. Las numerosas esperiencias de laboratorio que tantos nuevos descubrimientos produjeron ; las nuevas teorías en ellos fundadas, muchas de las cuales defini- tiva o condicionalmente aceptadas, requieren tal cúmulo de conocimientos, un número tal de observaciones esperimentales, que han trasformado al rutinario boticario de otrora en el moderno farmacéutico operador e investigador cons- ciente i docto. Nos reservamos el volver sobre el argumento cuando los doctores Kumi i Bernaola publiquen el resto de su trabajo. Mientras tanto, como debe aplaudirse todo esfuerzo, especialmente intelectual, enyo móvil sea llenar una necesidad de los estudiosos, contribuyendo así al pro- greso enultural i material del país, vayan a ambos autores nuestras sinceras feli- citaciones. Pero antes de terminar deseo hacerles una aparentemente simple insinuación, pero que reputamos de importancia. Jl desarrollo de las ciencias, sus nuevas ramificacones han introducido en el lenguaje técnico un sinnúmero de voces que no se hallan ciertamente en el diccionario de la Academia, ni aun en los mejores que corren impresos; por esto sería conveniente que al final de la obra se agre- zara un pequeño vocabulario de dichas voces, exóticas o ya castellanizadas, en beneficio de los estudiosos, agregando, si posible fuera, las voces correspondien- tes alemanas, inglesas, italianas i francesas. S. E. BARABINO. Memoria de la Dirección general de minas, jeolojia e hidrolojia, co- rrespondiente al año 1916. Buenos Aires, 1919. En un volumen de 130 pájinas, econ 30 láminas de perforaciones efectuadas en diversos puntos de la República, da cuenta la Dirección de la labor efectuada en 1916. Hace constar que se halló a 690 metros de profundidad una poderosa capa acuífera en Bahía Blanca que da agua surjente, alimentada por la sierra de la Ventana, pero que, dada su fuerte presión, la captación de la misma obligará a trabajos especiales para poderla aprovechar. Se han continuado las investigaciones relativas a yacimientos petrolíferos en la provincia de Salta ¡en el territorio del Neuquen. La primera tuvo que sus- penderse por falta de fondos. La segunda alcanzó a 300 metros de profundidad, aunque lentamente por falta también de reenrsos. A los 185 metros se presen- taron manifestaciones petrolíferas, Una empresa partienlar, en cambio, con mayores elementos, ha llegado a 490 metros de profundidad. p En el distrito de Comodoro Rivadavia han obtenido resultados halagiieños las compañías arjentinas de « Perforaciones» i «Comodoro Rivadavia». Esta última, especialmente, ha hallado a 504 metros uba capa de petróleo aprovechable, Lo exigno de los recursos votados para los trabajos de esta sección ha intluído también en las esploraciones jeolójicas, lo que es mui lamentable, dada la im- portanela económica que tales estadios importan para la Nación, . Mallamos mui oportunas i sensatas las consideraciones que la Dirección hace al Ministerio, relativas a este importantísimo capítulo de la economía nacional, BIBLIOGRAFÍA 269 estableciendo las ventajas de la unidad de concepto i ejecución, con elementos suficientes i bajo una dirección única, que uniformando i concentrando el tra- bajo dé mayor ¡mejor resultado, con costo mínimo. La Dirección jeneral hace resaltar, además, la intervención eficiente de la re- partición en el Congreso americano de ciencias sociales ; en el Primer congreso nacional de injeniería, celebrado en esta capital; en la Primera reunión de la So- ciedad arjentina de ciencias naturales, realizada en Tucumán, etc., en las que di- versos miembros de la sección presentaron trabajos verdaderamente interesantes. Damos algunas cifras del movimiento de la sección : 2.782 hec- tireas. Se presentaron 27 solicitudes de minas; se verificaron mensuras en una En 1916 se concedieron 29 permisos de cateo en un superficie de estensión de 8999 hectáreas; se rejistraron 27 actas de inspección; se realizaron NUMmerosas inspecciones mineras. En lo que a química i aguas minerales atañe se ha producido un trabajo de laboratorio de importancia, cuya síntesis figura en los cuadros que obran en la memoria i que abarcan toda la República. Por falta de recursos, los trabajos jeolójicos de campo tuvieron que suspen- derse. Con todo, se terminó el levantamiento rejional en la precordillera riojana: i se realizaron investigaciones en Jujui, Río Negro, Mendoza (yacimientos de carbón), Misiones, PTueumán, Pampa Central, Miramar, ete. La sección hidrolójica hizo observaciones en los ríos Atuel i Salado. También se realizaron trabajos topográficos de alguna importancia en Comodoro Rivada- via, San Juan, Neuquen, Jujui, Salta, ete. En cuanto a las perforaciones (sondeos) son realmente numerosas e importan- tes las realizadas por la repartición, como puede verse en los 30 planos agrega- dos a la memoria. Las perforaciones importan 3130 metros de estensión. Las capas acuíferas encontradas alcanzan a 49. Nos coneretaremos a mentar la más importante. Como dijimos, en Bahía Blanca, a los 65490 de profundidad, se halló una capa surjente, animada por una presión estraordinaria (más de 20 atmósferas) 1 con un caudal de 265.000 litros por hora. Este hallazgo es de vital importancia para la rejión seca de Babía Blanca. La temperatura de esta capa es de 5809, Como se ve, la sección Minas hace lo humanamente posible, dentro de la falta de recursos, inconveniente que debe subsanar el eobierno. El dinero invertido en análisis químicos de aguas i minerales, en investigacio- nes jeolójicas e hidrolójicas, es un capital impuesto a un ilimitado interés. Estas investigaciones constituyen uno de los componentes más trascendentales en la economía del país, i, por ende, los poderes públicos — lejislativo i ejecutivo — «ue contribuyan a fortalecerle, harán obra de buena política, patriótica. Estudios jeológicos e hidrolóojicos en la rejión comprendida entre Boca del rio Negro, San Antonio ¡ Choele-Choel, por el doctor RICARDO WICHMANN. Un folleto de 44 pájinas, con 5 láminas que contienen 11 figuras. Constituye una nueva contribución al conocimiento ¡jeolójico del país i ha sido publicado en el tomo XIII, número 3, de los Anales del ministerio de Agricultura, sección jeolojía, ete. 270 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA El antor complementa el estudio, que ya iniciara, de la rejión comprendida en- tre el río Negro i Valeheta, i abarca el elima, la flora, la topografía i morfolojía, la jeolojía 1 la hidrolojía subterránea : en la baja planicie del río Negro, en los médanos en la meseta. Se han realizado importantes perforaciones i análisis de las que da cuenta el doctor Wichmann. Una interesante bibliografía completa este trabajo. Los yacimientos de minerales y rocas de aplicación en la República Ar- gentina, por el doctor RICARDO STAPPENBECK. Un folleto de 120 pájinas, al que acompañan dos hermosos mapas de la República, uno relativo a los mine- rales ¡el otro a las rocas de aplicación. Esta memoria constituye el boletín número 19, serie B (jeolojía) de la Diree- ción jeneral de minas, ete. El autor observa que en la Arjentina no son yacimientos de minerales utiliza- bles lo que falta, sino elementos organizados que permitan su estudio i esplota- ción. Así poseemos yacimientos auríferos en la Puna, en la sierra de Córdoba, en la Cortadera de Mendoza, en el Neuquen, ete. ; de plomo, plata, zine, ete.; en el Paramillo de Uspallata, sierra de Tontal, en Jujui, en el Neuquen, sierras de Cordoba, ete.; de cobre en Famatina; de estaño, wolfram, en diversos puntos. En fin, dice el doctor Stappenbeek, «una investigación exacta i sistemática de los yacimientos de minerales arjentinos, tiene no sólo valor científico sino práctico también », eosa que hasta hoi se ha desenidado. El autor estudia los siguentes tópicos : a) Minerales metaliferos (oro, plata, plomo, zine, cobre, hierro, estaño, wolfram,* vanadio, manganeso, antimonio, selenio, cobalto, niquel, arsénico, bismuto); hb) Combustibles (carbón, petróleo, asfalto, ozoquerita); e) Otros minerales de aplicación (piedras preciosas, fluorita, mica, azufre, gra- fito, apatita, piedra de sapo, amianto, boronatrocalcita, alambre, sal de piedra común); d) Kocas de aplicación (materiales de construcción ; caliza, travertina, cal hi- dráulica, yeso, pizarra, piedras de construeción, material para ladrillo, arena i ripio). Piedras de ornamentación ; ónix, mármol, serpentina, Piedras de pavi- mentación, Tierras esplotables ;: de batán, de infusorios, de pintura, caolín, guano). Basta dar una lectura a esta lista de elementos minerales para convencerse que su hallazgo en la República, su estudio i su esplotación, constituirán una de las fuentes más copiosas del porvenir económico del país i, por ende, la obliga- ción moral que tienen los poderes públicos para fomentar su conocimiento i apli- CACIoOnos, Contribución al estudio de la petrografia del territorio de Misiones, por el doctor Juan HAuses. Un folleto de 39 pájinas 1 6 líminas, 1919, Como lo dice el título, es un estudio petrográfico de Misiones i constituye el boletín número 21, serie B (jeolojía) del Ministerio de agricultura. BIBLIOGRAFÍA 271 El autor recorrió dicho territorio i presenta el resultado de sus investigacio- nes en los siguientes capítulos : Reseña topográfica. Jeolojía del territorio. Rocas volcánicas de Serra Geral. Descrición de los meláfiros i espíletas. Minerales secundarios. Productos de des- composición. Perforaciones. Agrega una importante bibliografía. Método de valuación del anhídrido túngstico, en los minerales concen- trados de tungsteno, por el doctor HÉércuLeEs CortTr. Un folleto de 16 páji- nas, 1919. Constituye el boletín número 11, serie D (química i aguas minerales). Como consecuencia de la reciente guerra se intensificaron ciertas industrias. como la del tungsteno, tan descuidada en nuestro país. Hoi se esplotan en San Luis, Córdoba, La Rioja i San Juan, importantes yacimientos de este mineral. Sabido es que el hierro túngstico constituye un acero superior al común, lo que por sí sólo deja ver la importancia de su esplotación; pero es que tiene otras aplicaciones interesantes, como la del filamento para lamparillas eléctricas. Damos algunas cifras sobre su esportación : 1914, 409.080 kilogramos; 1915, 180.649; 1916, 798.694; 1917, 1.000.080, calculado, pues hasta octubre aleanzaba a 863,223 kilogramos. El precio, que al comenzar la guerra era de 6 a 8 pesos oro sellado, llexó u valer 40 pesos oro sellado. Como dice el injeniero E. Hermitte, al elevar el trabajo al ministerio, «se trata de un estudio interesante tanto por la importancia de la esplotación de los minerales de wolfram, cuanto porque al mismo tiempo refiere algunos hechos observados en la práctica de los métodos habitualmente utilizados ». Investigaciones hidrolójicas en Puerto Deseado i sus alrededores (terri- torio de Santa Cruz), con motivo de la provisión de agua al citado pueblo, por el doctor RicakDO WICHMANN. Un folleto de 13 pájinas, exornado con 3 láminas que contienen 6 figuras, i un croquis jeolójico de la rejión entre Ca- leta del río Deseado i Cabo Blanco, 1919. Este trabajo fué publicado en el boletín número 20, serie B (jeolojía) del mi- nisterio de Agricultura, sección minas, etc. De los estudios del doctor Wichmann resulta la posibilidad de abastecer de agua potable a la población de Puerto Deseado, donde la falta de la misma se hace sentir con efectos perniciosos. Para ello se aprovecharía el agua freática de una capa acuífera existente en el subsuelo de las planicies N. i W. de la rejión. A la par que en Comodoro Rivadavia, que presentaba análogas condiciones, parece posible conseguir, no sólo agua para la alimentación, sino que también para la agricultura, siempre que se proceda con cuidado a captarla debidamente. Hoi se provee de agua a la población estrayéndola de pozos situados en los kilómetros 20 i 40 del ferrocarril, llevada en estanques i distribuída por agua- dores, con peligro para la hijiene pública i privada. El autor después de dar la topografía del lugar, entra en el estudio jeohidro- 2712 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA lójico del mismo i presenta numerosos análisis de las aguas de diversos manan tiales, las que, en jeneral, si son aptas para alimentar calderas i para el riego no son tales para el hombre por la presencia de SH,, si es que éste proviene de la fuente i no del envase. Como se ve, un problema interesantísimo para aquellas rejiones áridas por falta de agua. : S. E. BARABINO. Primer ensayo bibliografico de entomolojía arjentina, por CARLOS LIZER. Un folleto de 30 pájinas, 1919. Trabajo presentado por el antor en la Primera reunión nacional de la Sociedad arjentina de ciencias naturales. Ñ Es una paciente recopilación, por orden alfabético de autores, de todos los tra- bajos sobre entomolojía arjentina publicados dentro i fuera del país. Primer ensayo, dice el autor, lo que importa decir que es su intención corre- jirlo i ampliarlo para que los entomólogos nacionales i estranjeros, especialmente estos últimos, que ciertamente se preocuparán con mayor interés, por lo menos por ahora, conozcan nuestros insectos. Las publicaciones anotadas son las aparecidas hasta el 31 de diciembre de 1916, salvo las presentadas en la mencionada Primera reunión. La fecha de las mismas es la de su primera aparición. El antor sólo ha incluído las de entomolo- jía pura. PS Agrega en un apéndice los trabajos sobre insectos realizados en los países li- mitrofes del nuestro. Observa el autor que los naturalistas estranjeros, en jene- ral, no conocen las obras publicadas en el país por los nuestros, Este fenómeno cultural — más propio sería decir «anticultural » — no se es- ] pecializa con las ciencias naturales; se produce en todas las ramas de la ciencia; i, hasta cierto punto, la eulpa es nuestra porque no ponemos empeño en que se 105 CONOZCA. Debemos confesar, siú embargo, que una de las causas mayores estriba en nuestra lengua, mui rica, mui hermosa, pero sia difusión en las naciones más ci- vilizadas, que por ahora lo son Alemania, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Italia, ete. Bien lo sabía nuestro malogrado amigo el sabio F, Ameghino, cuando escribía en francés sus memorias... Agréguese que aún hoi, todo lo que sale de Sonth-America para ciertos espí- ritus despectivos, « necesariamente » debe valer poco... Testo es lo que debemos combatir nosotros; i uno de los medios es el empleado por el injeniero Lizer. A fuerza de ponerles constantemente bajo los ojos nuestra producción, consegui- remos que al fin la « vean», la estudien 1... nOs CONOZCAN. El autor hace notar otro de los males que orijina el desconocimiento de nues- tros trabajos científicos ; la confusión que introduce en la nomenclatura técnica. He aquí, en orden alfabético, la lista de autores que da el injeniero Lizer : André E., Autran E., Barbará B,, Barber T. C., Berg C. (el que mayor núme ro de trabajos sobre nuestros insectos tiene hasta hoi en su haber) (65), Bertoni A., Bolivar L, Brethes J, (uno de los que más se ocupó de los dípteros) (66), BIBLIOGRAFÍA 273 Breyer Trant, Ad. i Alb., Bruch C. (que presenta el mayor número de estudios sobre coleópteros i formicidos nacionales) (35), Bruner L., Brunner y. Wattenwyl C., Burmeister H., Calvert Ph. P., Cockerell T. D. A., Conil P. A., Cousandier P. D., Delétang L., Doello-Jurado M., Doering A., Domínguez J. A., Fauvel A. Frers A., Gallardo A., Giacomelli E., Grouvelle A., Holmberg E. L., Horn W., Iches L., Joan T., Jórgensen P., Konow F. W., Kiinckel d'Herenlais J., La- hille, F. Lesbini C., Lizer C., Lynch Arribálzaga E. (clásico dipterólogo arreba- tado prematura a la ciencia arjentina), Marelli C., Mayet Valery, Neiva A., Oli- vier E., Paterson G. C., Pic M., Raftray A., Rosenfeld A. H., Rust E. W., Santschi l., Schrottky C., Silvestri F,, Snellen P. C. T., Stuart Pennington A., Thibon F., Torre-Bueno i Thorne J. R. de la, Valette L. H., Weisse J., Weyen- bergh H. : Naturalistas todos de reputación, algunos jeniales; puede aseverarse que la labor entomolójica de los mismos tendrán que ponderarla los naturalistas de los «dlemás países para poder atesorar tanto caudal científico. S. E. BARABINO. Proyecto de leyenda uniforme para mapas arqueológicos en la Arjentina en América del Sud en jeneral, por Ertc BoMAN i Luis María Torres. Un folleto de 10 pájinas, con ilustraciones intercaladas, 1919. Este trabajo fué presentado por sus autores en la Primera reunión nacional de la Socielad arjentina de ciencias naturales, para tratar de subsanar los inconve- nientes de la falta de uniformidad en los signos arqueolójicos por emplear en las publicaciones pertinentes. Recuerdan que desde 1874, el congreso de arqueolojía, verificado en Estocol- mo, previa consulta de distinguidos sabios de las naciones concurrentes, sancionó un cuadro de signos para que sirvieran de leyenda simbólica internacional en los mapas de arqueolojía prehistórica. Los señores Torres i Boman la aplicaron aquí en sus trabajos; pero como se presentaran vestigios arqueolójicos diversos de los europeos, procedieron inme- 4liatamente a crear nuevos símbolos que no resultaron uniformes. Apelaron entouces al concurso de los colegas arjentinos; pero como no resul- tase nada práctico de la reunión celebrada por los mismos, en 1913, puesto que los arqueólogos arjentinos no seguían siquiera fuera el simbolismo aprobado por el congreso de Estocolmo, formularon un proyecto, lo más concorde posible, con el europeo i lo presentaron a la indicada Primera reunión, ete., en Tucomán. Han dividido los signos en tres categorías : radicales, derivados i complemen- tarios. Los primeros caracterizan las principales categorías de vestijios de la arqueo- lojía prehistórica. Han suprimido el dolmen por no existir en la Arjentina; sus- tituyeron el signo de campo atrincherado por otro ¡jeneral de habitación, pue- blo, etc.; i han agregado tres radicales que simbolizan respectivamente alinea- ciones de piedras, construcciones hidránlicas i caminos prehispánicos. Los signos derivados son una combinación de los radicales i en algunos casos modificación de los mismos. AN. SOC. CIENT. ARG. — T. LXXXVIII 20 274 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Los signos complementarios se agregan a los anteriores para indicar ciertos ca- racteres secundarios de los yacimientos arqueolójicos. No tenemos conocimiento de lo que han resuelto al respecto los naturalistas de la Primera reunión ; pero es un hecho positivo que debe uniformarse un simbo- lismo que facilite la tarea de los señores arqueólogos, aceptando el propuesto por los señores Boman i Torres, o formulando otro nuevo, fruto de una conven- ción que sea el resultado del estudio de nuestros hombres de ciencia, modifican- do o agregando otros radicales. Por otra parte, opinamos que la leyenda uniforme que se apruebe no debe li- mitarse a la América del Sud, sino abarcar también la Central, México, Cuba, ete., vale decir, todas las naciones americanas de origen latino. S. E. BARABINO. PUBLICACIONES AMERICANAS. Estudio sobre la evaporación en Chile, por WALTER KxNOCHE, en Revista chi- a : A, lena de historia y geografía, número 32, Santiago de Chile, 1919. Ya en un trabajo anterior (Breve información sobre la ley de evaporación y su signi- ficado para la irrigación, Santiago de Chile, 1916) el autor, antiguo director del Ser- vicio meteorológico nacional chileno, ha estudiado el problema de la evaporación. En su nuevo trabajo se propone como objeto determinar la altura de exvapora- ción para toda la extensión de Chile. El camino natural sería recurrir a los resul- tados de observaciones directas, practicadas con fuentes de agua en las diferentes regiones del país, Sin embargo, tales mediciones existen tan sólo para unos cuan- tos lugares, y, lo que es más grave, estas mediciones apenas se pueden comparar entre sí, como están expuestas a muchas causas de errores (influencias locales, resguardo contra el viento, etc.) que son muy difíciles de contralorear. El autor funda, por lo tanto, su estudio en la fórmula de evaporación de Bigelow, la cual se halla publicada en el Boletín número 2 de la Oficina meteorológica argentina, Buenos Aires, 1912. Debemos considerar esta fórmula, que el ilustre meteorólo- zo norteamericano ha deducido de razones termodinámicas y de numerosísimas. mediciones, como una solución concluyente del complicado y tan discutido pro- blema de la evaporación. Para una superficie acuosa libre de mayor extensión, la fórmula es : 19 0,093 e pe (1 + 0,084 6), H, dr donde significa : E, la altura de la evaporación en centímetros (em.) en 4 horas; TD (* centigrados), la temperatura de la superficie del agua; Hi, la tensión de vapor de agua saturado, medida en milímetros de mercurio,. correspondiente a la temperatura T; M,, la humedad absoluta del aire; dM y dY, las diferenciales de Hi y T; e, la velocidad del viento en kilómetros por hora. BIBLIOGRAFÍA 275 Los valores de las magnitudes contenidas en la fórmula se registran en las estaciones meteorológicas, con excepción de la temperatura T que, por lo general, no se mide. El autor tuvo, pues, que determinar el valor de T por un método indirecto, sirviéndose de observaciones efectuadas en Europa (lago de Ginebra, Fiume), que dan a conocer la diferencia de la temperatura del agua que se eva- pora, T, y de la temperatura, £, del aire. Ajustando los resultados de estas obser- vaciones a las condiciones de Chile, pudo calenlar los valores medios mensuales de T-t para todo Chile en conjunto (máx., 4%0 en julio; mín., 0%0 en enero; tér- mino medio anual, 197). Para discutir los valores calculados de la evaporación E, los reune primero para las diferentes regiones y después para las dos fajas, costa e interior, dedu- ciendo un resultado digno de nota en la agricultura de Chile. Encuentra que los extremos de la evaporación se retardan con respecto a los de la temperatura. Por consiguiente, los extremos de la evaporación ocurren más tarde en la costa (máx. en marzo, E = 12 em. [valor medio mensual]; mín. en octubre, E =7 cm.) que en el interior (máx. en febrero, E =13 cm.; mín. en agosto, E = 6 cm.). Por lo tanto, en la costa el máximo de la evaporación precede a la estación de las llu- vias, mientras en el interior coincide con la estación del mínimo en las precipi- taciones acuosas o con la sequía. « En sentido climatológico son, pues, con refe- rencia a la evaporación, mucho más valiosos los fundos situados en la costa — en una región de pocas aguas caídas — que aquellos tierra adentro. » Para el valor medio mensual de la evaporación se encuentra como máxima 477 en el mes de mayo, en la Pampa del norte ; como mínimo 53%3 en agosto, en las cordilleras pa- tagónicas. Como nuevo e interesante concepto, el autor introduce la evaporación antropo- climatológica, e. d. la evaporación de la piel de nuestro cuerpo. Supone la tempe- ratura del cutis igual a 342 y calcula con la fórmula de Bigelow la evaporación de una superficie acuosa libre de dicha temperatura. Además, determina la dife- rencia de la precipitación mensual (respectivamente anual) y de la evaporación correspondiente. Si no existieran las pérdidas de agua caída por infiltración o escurrimiento en la superficie del suelo, tal diferencia sería decisiva para la eco- nomía del agua que está a la disposición del agricultor, puesto que esta diferen- cia, según sea negativa o positiva, indica si hay falta o exceso de agua en cierto lugar. Encuentra el autor que en todo Chile, al norte de la línea Valparaíso-San- tiago, la precipitación es insuficiente en todos los meses para cubrir las pérdidas de agua, ocasionadas por la evaporación. Notemos que esta línea designa a la vez el límite norte de la agricultura regular que es independiente del regadío. Resumiendo nuestro juicio sobre el trabajo que acabamos de analizar, recono- ceremos que tiene mucho valor propio para la climatología, abriendo nueyos pun- tos de vista, tanto al meteorólogo como al geógrafo. A. JATHO. Elementos étnicos que han intervenido en la población de Chile, por Luis TnaYer OJEDA. Un volumen de 240 pájinas, Santiago de Chile, 1919. En Chile, como en los demás naciones latinas de América, el problema del ori- gen étnico de sus poblaciones actuales sería relativamente de fácil solución, 276 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA puesto que reciente es la intervención que los diversos pueblos emigrados a ellas han tenido en la croza de indíjenas con europeos, dando lugar a la vigorosa familia enropeo-americana, con caracteres físicos i sicolójicos propios, que va poblando 1 eivilizando tan vastas rejiones del nuevo continente. Pero surje, como es natural, una verdadera dificultad cuando debe analizarse vl orijen de los que emigraron a nuestros países, complicado problema etno- grático en el que no están de acuerdo los cultores de esta rama de la antro- polojía. En Chile, donde la contribución europea, fuera de la española, es aún de es- casa importancia en la formación de la «familia» chilena (o raza como se ha dado en llamarla), el problema presenta una sola incógnita aunque complicada, el es- tudio de las poblaciones españolas. Por esto, lójicamente, el señor Thayer Ojeda comienza su interesante trabajo por el estudio de las razas ibera, celta-galo i celtíbera, producto de las otras dos i de la que dice que «debió ser la única de España a no mediar las invasiones i la influencia de los pueblos costaneros me- diterráneos », que llama razas mediterráneas, i que la constituyeron los fenicios, los griegos i los cartajineses. Analiza luego la acción de la raza latina debido a la dominación romana, de la que admite su influencia étnica sobre la aborijen, pero no hasta el punto de constitair una familia nueva, pues a su juicio la raza hebrea tuvo mayor acción en este sentido, es decir, en la formación de la nacionalidad española. Refiriéndose a la invasión de los bárbaros en España, examina la influencia de los suevos, alanos i vándalos; de los godos dominantes en el siglo xv; de los árabes (moriscos, ejipcios, sirios, ete.). Oenpáudose de otras razas que tuvieron poca influencia, menciona a los grie- zos bizantinos, los francos, los italianos i jitanos. Entra, en seguida, a estudiar las rejiones étnicas de España i su proporciona- lidad relativa. Con estos elementos pasa a analizar la fusión de las razas indíge- na i española. La primera en la época de la conquista era, más o menos, de 500.000 habitantes. Investiga luego el autor la procedencia de los conquistadores i pobladores de Chile; la evolución de los elementos étnicos, que han intervenido en la pobla- ción de Chile basta la época de la independencia, ique han dado la composi- ción étnica del país, para establecer cómo se formó la raza chilena con sus ver- daderas características, Pasa a estudiar los apellidos i la emigración española en Chile. . Termina con un apéndice en el que analiza las razas primitivas de la penín- érica i de su población i de una nómina de conquistadoras de Chile, con sula el lugar de su nacimiento, Representa la obra del señor Thayer Ojeda una labor mui interesante no sólo para Chile sino que también para todos los que profesionalmente o por afición se venpan de problemas etnolójicos, pues hai muchísimas cuestiones que son aplicables a todos los pueblos, i el autor trata de aplicarlas con sana filosofía, analizándolas mui ponderadamente. S, E. Baranino. 15) -1 -] BIBLIOGRAFÍA Origen de los apellidos en Chile, por Luis THAYER OJEDA. Un folleto de 51 pájinas. Interentantísimo el estudio que presentara el autor al Congreso científico ame- ricano realizado en Wáshington. La evolución del nombre a medida que las poblaciones se unían en tribus nómadas, se fijaban en determinados puntos i se confederaban para formar las primeras nacionalidades, constituye un curioso problema social que el autor estudia con paciencia i buen eriterio. Después de indicar el paso de los nombres únicos a los complementados con sobrenombres, con apodo, que luego fueron apellidos, i que permitieron crear los rejistros oficiales, relijiosos o civiles, que facilitaron la reglamentación legal de la familia como entidad social, el señor Thayer Ojeda entra a clasificar los que a Chile corresponden, dividiéndolos en siete grupos de apellidos: individuales, ¡jeo- gráficos, históricos, abstractos, combinados, ambiguos i estraños. Divide el primer grupo en diez subgrupos : de pila, de estado, profesionales, icos, ídem morales, patronímicos, de ape- de apodo, objetivados, cualitativos fí llidos i jentilicios. Los jeográficos, los subdivide en nacionales, lugareños, locales, rejionales, co- munes (continentes, combinados, de plantaciones i de accidentes). IT así los demás. El autor entra en consideraciones étnicas i manifiesta que el estudio de los nombres i de su respectivo desarrollo en un país puede servir de índice para de- terminar la parte proporcional con que los pueblos que contribuyen a erear una nacionalidad, entran en la masa de su población. Así por ejemplo, dice el autor, los apellidos españoles en Chile importan un 95 por ciento de la población; pero como, a su vez, en España los castellanos entran por un 69.545 por ciento; los vasecongados en un 13,848; los catalanes en un 2,867 por ciento; i varios en 8,924 por ciento, resulta que, calenlando en 3.500.000 habitantes la población chilena, de estos 2.427.027 son de origen cas- tellano; 484.690 vascongados ; 103.345 descendientes de catalanes, ete. I con igual criterio deduce la proporcionalidad de los demás habitantes des- cendientes de otras nacionalidades. , Se nos ocurre entre otras objeciones, las siguientes: No es aceptable que los castellanos por ser más en España entren por más en la población chilena, pues la mayoría de los inmigrantes, la constituyen siempre las poblaciones ma- ritimas (andaluzas, valencianas, catalanas, gallegas y vascongadas). Por otra parte, puesto que el nombre lo impone el hombre : 100 araucanos, indíjenas, ca- sados con otras tantas españolas, constituirían una agrupación de origen aran- cano, según el autor, mientras en realidad sería araucohispana. Pero no podes mos entrar en detalles en una simple bibliografía. S. E. BARABINO. Resena sumaria del estado actual de la agricultura en Chile. Un folleto de 48 pájinas, una lámina con la fachada del futuro Instituto agronómico i otra con el plano de la Quinta normal de agricultura, en Santiago, 1919. 278 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA La redacción de esta publicación del Ministerio de industria i obras públicas de Chile, fué confiada al director jeneral de los servicios agrícolas, don Fran- cisco Rojas Huneens, ida una idea clara, aunque concisa, del estado actual de la agricultura en Chile i de su porvenir. El autor divide el territorio chileno en tres rejiones agrícolas : norte, central ¡ del sur, con una subrejión, más al sur aún. En la primera sólo se cultiva algu- mos valles trasversales por la escasez de agua, pero en éstos la vejetación es exu- berante, i produce trigo, alfalfa, cebada, frutales, productos de chacra, vinos escelentes, pasas, higos i un poco de algodón. En la central, que subdivide en tres zonas : costanera, valle central i andina, se producen frejoles, cereales, pa- pas, maíz, arvejas, alfalfa, trébol, frutales, viñedos, cultivos industriales, cáña- mo, tabaco, ete. Es la zona más rica en productos agrícolas. En la del sur, más quebrada, se hallan cereales de secano, pastos naturales i productos de chacra, predominando las papas. Limitada por bosques naturales, alimenta grandes ase- rraderos de madera de construeción i ebanistería. Sus productos salen por los puertos de Talealmano, Corral, Puerto Montt, ete. En la subrejión del sur, dada su escabrosidad, los fríos, las tempestades, etc., la agricultura es escasa; made- ras de inferior calidad, pocos cereales i papas: florece, sin embargo, la ganade- ría i existen frigoríficos para esportar las carnes. La eaza i la pesca producen pie- les finas, aceites, ete. Analizando los métodos de eultivo, de bondad de los productos i los medios empleados para obtenerlos, el autor da mui interesantes noticias a su respecto, en enyo detalle no podemos entrar en una simple noticia bibliográfica; pero que demuestran el empeño con que el pueblo i el gobierno chilenos fomentan el pro- greso de la agrienltura nacional. S. E. BARABINO. Esplotación del cerdo. Boletín número 40, publicado por la Dirección jeneral de los servicios agrícolas. Un folleto de 55 pájinas i 25 figuras intercaladas en el testo. Santiago de Chile, 1919. Publicación gratuita de propaganda para el fomento dela esplotación porcina. Su redactor, el señor Erwin Ballas, hace notar la importancia económica de la ería del cerdo, i da instrucciones mui atinadas para que sirvan de guía en los enidados que aquella demanda, pues muchas de las enfermedades que persiguen a este animal, como la tenía i la triquina, que trasmite al hombre, la segunda casi siempre con resultados fatales, son debidas al poco cuidado hijiénico que se le tiene. En Chile, hasta hoi, el número de cerdos es relativamente escaso (en 1917, 300.000 cabezas). En cambio, Estados Unidos en 1912, tenía 65.410.000; Alema- nía, 22,147.000; Austria-Hungría, 14.000.000; Rusia, 12.434.000; Francia, 6.900.000; Inglaterra, 4.237.000; Canadá, 2.792.000; Italia, 2.508.000; España, 2.472.000, ete. Agregaremos, por nuestra cuenta, que según el censo de 1914, en la Arjentina el ganado porcino estaba representado por unas 3.000.000 de cabezas, así distri- bmídas: BIBLIOGRAFÍA 279 Calidad Enteros Castrados Cerdos Lechones Totales Ob bnnanocrngnos 25.661 26.614 64.892 MOSUZO ara ataleta mala , 430.376 565.618 .559,420 Criollos - 354. 333.766 462.876 | 1.276.273 Sumas..... a 789.803 1.055.138 900.585 Ahora bien, la conveniencia de la «cerdicultura» es un hecho comprobado, i lo demuestran una vez más estos datos relativos 4 Chile: los vacunos se venden a 0,75 el kilogramo; las ovejas a 0,30 pesos i el cerdo a 0,80 pesos; pero de carne, enel vacuno, sólo se aprovecha de 50 a 57 por ciento de su peso; en el ovino, de 15 a 61 por ciento; mientras en el cerdo el aprovechamiento carnal es de 80 a 88 por ciento; de modo que, comparándole con aquellos, daría, en término medio, un valor de 1,20 pesos i 3,60 pesos respectivamente. Es una gran verdad la de que «el cerdo no tiene desperdicio ». Ll autor pasa a estudiar las razas porcinas, asiática, céltica e ibérica, i las variedades norteamericanas, inglesas, ete. Luego considera al cerdo desde los puntos de vista fisiolójico e hijiénico ; de su crianza i engorde en porquerizas (da de éstos algunos planos); de la alimen- tación más conveniente; de sus enfermedades, infecciosas o no, como la sarna, roseola, neumonia, tuberculosis, earbunclo, triquinosis, cisticercosis, ide los medios de combatirlas. Hace un cálculo económico de la esplotación del cerdo en Chile; i termina analizando la industria porcina (matanza, despresadura, jamonificación, ete.). Ahora bien, las consideraciones de carácter téenico-económico que hace el se- ñor Erwin Ballas, son aplicables en cualquier punto, teniendo en cuenta, como se comprende, las condiciones naturales de cada país. S. E. BARABINO. PUBLICACIONES EUROPEAS. La pratica del forno elettrico dell'ingegnere ALrkReDO TiburzI. Un volume dí pagine x11-260, con 60 incisioni e 10 tavole, legato, U. Hoepli, editore, Mi- lano 1919; prezzo, lire 6,50. El señor comendador U. Hoepli, creador de la incomparable colección de ma- nuales que llevan su nombre, con el tino que siempre ha demostrado en la elec- ción de los temas por tratar i de los especialistas que deben desarrollarlos, en vista de la carencia de una obra que tratara especialmente sobre el empleo del horno eléctrico en la electrosiderurjia, encomendó al injeniero Tiburzi, vicedi- rector de la Sociedad Electrosiderúrjica de Lodi i director de la Sociedad italiana Ferro Leghe, la preparación de este manual destinado a servir de guía realmente práctica al obrero en el manejo de dicho horno. 250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Las condiciones técnicas del autor, uno de los directores del establecimiento si- derúrjico más moderno e importante de Italia, son una garantía de acierto i, por ende, de la utilidad práctica de su trabajo para el personal que debe atender al funcionamiento de los hornos eléctricos. 1 así lo establece el reputado electro- metalúrjico, doctor Virjinio Angelini, en la introducción ala obra del injeniero Tiburzi. Nos coneretaremos, pues, a indicar los títulos de los capítulos de la obra : J. Tipos de hornos eléctricos (de arco, resistencia i mistos); 11, Horno eléctrico de arco, deserición i funcionamiento ; TI, Hornos eléctricos de resistencia (de Girod, Gin i Kjellin, de inducción); 1VY, Hornos eléctricos mistos de Héronlt, Girod, Keyer i Angelini; V, Normas para el planteo i funcionamiento de los hornos eléctricos (siderurjía, disposición de una fundición eléctrica, material electrico refractario, eléctrodos); VI, Funcionamiento del horno eléctrico (pro- ceso de fusión i afinación, operaciones previas a la fusión, durante la fusión idu- rante el vaciado o colado; VII, Contralores rápidos de fundición (contralor químico, íd. mecánico). El autor agrega una bibliografía i un apéndice sobre casas proveedoras de los materiales necesarios. Manuale pratico per l'impiego del cemento armato, dell'ingegnere ÁTTILIO ArcaxGrLI. Un volume di pagine Xx11-213, con 83 incisioni nel testo e 2 tavole legato. U. Hoepli, editori, Milano, 1419. Prezzo, lire 6,50. Otro manual de la colección Hoepli. la que comprende ya 1800 volúmenes, i que obedece a las condiciones técnicas i artísticas de la misma. Hoi, hasta los profanos conocen iponderan los méritos del moderno sistema de construcción mediante la mampostería reforzada con nervaduras de acero. Su difusión, sus ventajas, constituyen hechos notorios i públicos. Por esto, toda obra que contribuya a su realización, ya sea mejorando los medios, ya populari- zando i facilitando su efectuación, será siempre de eficaz utilidad para los pro- fesionales de la construcción, desde el injeniero hasta el modesto obrero. El antor de esta obra ha entendido evitar a los profesionales las pérdidas de tiempo que ocasiona la busca de los elementos de cáleulo necesarios en cada caso conereto, i, con tal objeto, ha reunido en este manual, en forma concisa i senci- lla, las fórmulas i datos técnicos más comunes en la práctica, acompañándolos con tablas que respondan a los mismos, de lo que da una idea el siguiente índice : Primera sección. Datos prácticos sobre los materiales de construcción necesarios : a) Hormigones de cemento (cementos, arena, guijos, pedrisco, agua). Composi- ción i rendimiento. Influencia de la temperatura; b) Armazón metálica (calidad i requisitos de los hierros. Orín í modo de evitarlo. Uniones, plegados i anclaje de los hierros. Hierros especiales). Segunda sección. Fórmulas i tablas para el cálculo de las vigas de cemento arma- do : Jeneralidades, sólidos cortos sujetos a presión, pilares sunchados. Tracción simple. Escorrimiento. Flexión por fuerzas normales al eje (línea de las tensio- nes, sección rectangular con una sola fila de hierros; íd. con dos filas). Vigas de chapa con sólo una fila de hierros. Eje neutro. Idem con dos filas. Eje neutro «que corta la nervadura. Sección cualquiera simétrica respecto del eje de solici- BIBLIOGRAFÍA 281 tación. Tensión tanjencial en la flexión de las vigas por acción normal al eje. Estribos. Deslizamiento de los hierros. Presión escéntrica (núcleo central, ten- siones, centro de presión fuera i dentro del núcleo. Esfuerzos de « presoflexión ». Fuerzas esternas. Deformaciones. Tercera sección. Algunos datos sobre las principales aplicaciones del cemento ar- mado i cálculos relativos : (Soleras de fundación, pilotes, silos, reservatorios, con- ducciones). Apéndice. Ejemplos numéricos : Presericiones normales para la ejecución de las obras de cemento armado. Telemetrica per pratica e per studio, dell! ingegnere GIUSEPPE DEL FaBbro, dottore in fisica, professore nel R. Istituto Teenico di Tesi. Un volume de xv- 400 pagine, con 179 incisioni nel testo e un diagramma telemetrico. U. Hoe- pli, editore, Milano, 1919. Prezzo legato : lire 13,50. También esta obra forma parte de la colección enciclopédica de manuales Hoe- pli i posee todas sus características. El autor, injeniero del Fabro, se propone con este manual difundir el conoci- miento de la telemetría i el manejo de sus instrumentos. No creo necesario en- trar a demostrar la ventaja de este método de determinar la distancia entre dos puntos sin medición directa, valiéndose de verdaderos goniómetros, especial- mente en lo que atañe a las operaciones de guerra, a la fijación de puntos costa- neros desde las naves, etc. Me coneretaré, pues, a indicar el plan de la obra : I, Nociones de dióptrica (visión, luz, retlexión i refracción, espejos fijos i jira- torios, planos, ángulos, prismas, mierómetros, acromatismo, anteojos, oculares, objetivos, mierómetros, eje óptico, ampliación, anteojos de prismas, panorámico estereoscópico). 11, El problema telemétrico (mediante el triángulo homónimo). TI, £l mismo problema por vía indirecta (goniómetros, sestantes, círculos Bonda ¡ Amici, telémetros, telegoniómetro, prismas telemétricos, ete.). IV, Resolución del mismo problema por vía directa (estimación de la distancia a ojo, anteojo distanciómetro, telémetro Porro, telémetros, varios tipos). V, Telémetros monoestáticos (varios tipos). VI, Telémetros especiales (tipo Rochon, Plebani, Walkin, Paravicino, Falta, De- benedictis, Le Cyre, cinco tipos; Salmoiraghi, etc. Estereotelémetro, etc.). VII, Telémetros de costa (de base vertical, triángulo telemétrico Amici, telego- nómetro de base vertical. Gonoestadiómetro Baccialini. Errores). Motori Diesel, dell'ingegnere G. SuPINO. Seconda edizione, curata da l'inge- gnere RE. Barberi. Un volume, in-16%, di pagine xv1-387, con 325 figure e 19 grandi tavole di disegno fuori testo (in busta). Legato elegantemente. U. Hoe- pli, editore. Milano, 1919. Prezzo : lire 12,50. Segunda edición de este manual Hoepli publicado en 1912, ha sido confiado en su reedición, por fallecimiento del autor, injeniero Supino, al injeniero Barberi, 282 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA * quien se ba ajustado al testo orijinal, sin perjuicio de introducir aquellas mejo- ras que fueran lójicas, La bondad del trabajo del malogrado injeniero Supino queda comprobada no solo por la rapidez con que se agotó la primera edición italiana, sino que tam- bién por haber sido traducido al francés i al inglés (2 ediciones). Esta segunda edición italiana comprende otro interesantísimo trabajo posterior del mismo autor, relativo a los motores Diesel marinos. Establecida así la utilidad de esta obra para las personas que deben intervenir en el estudio, en la construcción i.en el manejo de tan admirable motor, sólo agregaremos que se recomienda, a la vez, por la claridad de la esposición i por la nitidez verdaderamente admirable de las 325 figuras intercaladas i 19 plan- ebas sueltas, que le exornan. S, E. BARABINO. L'aéronautique. Revue mensnelle des études, expériences, inventions et réali- sations concernant la navigation et la locomotion aériennes. Premitre année, numéro L. Gauthier-Villars et compagnie, éditenrs. Abbonements, en France, 10 franes; Union postale, 50 franes. Le numéro 3,50 franes. Esta nueva revista aeronáutica se presenta en momento oportuno i en condi- ciones de seriedad insuperables. Lo primero es consecuentia de la cesación de la colosal conflagración que deshonró a la humanidad durante cinco años, pues toda la acumulación de enerjías intelectuales i materiales aplicadas a este nuevo medio de locomoción, que a tan alto grado de progreso la habían conducido, sim apli- cación ya a las luchas fratricidas aéreas, ha creado un potencial mecánico i cien- tífico que requiere ser aplicado, aprovechando de los beneficios de la paz, al pro- greso de las comunicaciones idel comercio, nacionales e internacionales, al bien- estar de la sociedad, tan dolorosamente zarandeada. La segunda se deduce de los colaboradores de la revista, señores Appel, del- Instituto i decano de la Facultad de ciencias de París; Lecorna, del Instituto, inspector jeneral de minas, profesor en la Esenela politécnica; Marchis, profesor de aerodinámica en la Fuenltad de ciencias de París; Painlevé, del Instituto, profesor de la Escuela politéenica ; Sorean, injeniero vicepresidente del Aéroclub. Il, además, la Sección técnica de la aeronántica. Completaremos esta somera noticia dando el sumario. Estudios jenerales : TRANSICIÓN DE LA AVIACIÓN BÉLICA EN PACÍFICA K. Sorean, Coordinemos i disciplinemos los esfuerzos. D"Aubigny, Acronántica del porvenir. P, E, Flandin, Portenir de la ariación. D'Estournelles de Coustant, Transición de la aviación militar a la civil. Comandante Orthlieb, Historia sumaria de la aviación militar hasta Verdún (continúa). Injeniero J. Sabutier, La cuestión del más liviano que el aire i su porvenir. Enrique Roget, Lo que debe ser un raid. Cómo debe efectuarse. Y BIBLIOGRAFÍA 283 Capitán de Laferriere, Esfuerzos realizados por el imperio británico para desarro- lar su aviación. Técnica : Capitán Maurer, ¡A trabajar ! P. Appel i Ch. Maurain, £l Instituto aerotéenico de la Facultad de ciencias de Parts. . Teniente coronel Doraud, Distancia máxima del vuelo de un avión. Su determina- ción como resultado de los ensayos de vuelo. Método de conducción más conveniente. Capitán Thebault, Dos estudios al marjen de los raids aéreos. Amans, Sobre las ecuaciones de similitud en las hélices propulsivas. Crónicas e informaciones jenerales. Como se ve, el primer número es de verdadero interés. Debemos suponer que así serán los siguientes. Premiers éléments d'une théorie du quadrilatere complet, por A. OPPER- MANN, ingénieur en chef des mines, en retraite. In-8% (25 X 16) de 76 pages, avec 26 figures, et une planche hors texte. Gauthier-Villars et compagnie, éditeurs, Paris, 1919. Prix broché, 4 franes. El injeniero Oppermann, considerando que las propiedades de esta figura jeo- métrica, ni han sido tratadas con la estensión que se merecen, ni mucho menos popularizadas, i teniendo en cuenta que existen numerosos teoremas de verdadero interés que conviene conocer, sin entender por ello presentar una teoría sobre el cuadrilátero en cuestión, ha creído oportuno preparar este trabajo inicial para que otros se interesen i lo completen. Dice el autor : «Se puede formar con los lados de un cuadrilátero completo enatro triángulos en una relación especial entre sí. Pueden juntarse dos a dos en seis pares diferentes, pero sólo en tres disposiciones de un triángulo con rela- ción al otro, que sean realmente distintas entre sí. «Algunas proposiciones relativas a uno de estos pares de triángulos, aplicán- «lose a los demás pueden estenderse al mismo cuadrilátero, i este método de in- vestigación podrá, por la simplificación que representa, ser utilizado con ventaja. «Un conjunto de círculos relacionados con el cuadrilátero completo puede ser presentado como un ejemplo interesante de la teoría de los haces conjugados. «Llamamos la atención sobre las mui notables relaciones que existen entre un enadrilátero completo i la parábola en él inscrita. «En fin, la aplicación de los teoremas ¡jenerales a alguuos casos particulares del euadrilátero completo, da inmediatamente la solución de muchos problemas interesantes. » Para aclarar su monografía el autor empieza con verdadero sentido lójico, a establecer el lenguaje técnigo ocurrente, así : designa con los cuatro triángulos a los que pueden formarse con los cuatro lados del cuadrilátero completo. Eje del cuadrilátero, a la recta que pasa por los puntos medios de los diagona- les que algunos denominan recta de Newton. Punto cuádruple, a la intersección de los círeulos eireunseritos a los cuatro triángulos, o sea al punto de Miquel. 284 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Recta ortocéntrica, a la que pasa por los ortocentros, o sean los puntos de converjencia de las respectivas alturas de los cuatro triángulos. El autor agrega una interesante bibliografía sobre el mismo argumento. S. E. BARABINO. Materia y luz (ensayo de síntesis de la mecánica química), por J. PERRIN. 4n- nales de physique, enero-febrero de 1919. El ensayo de síntesis que constitnye toda una entrega de los Anales de física, por el célebre profesor J. Perrin, se presta difícilmente a un sucinto análisis, por ser tan importante y extenso el tema abarcado. No puede, sin embargo, dejar de ser señalado a la atención de los que se inte- resan por los conceptos modernos sobre la mecánica química, ciencia que ya debe tanto al eminente profesor de la Sorbona. El rol preponderante y casi exclusivo de la luz en las reacciones químicas y especialmente en la disociación de una molécula, es hoy día asunto probado. Complétanse así las teorías de S. Arrhenins sobre la aceleración térmica de las reacciones, así como el entorpecimiento de la actividad química por el frío, que reciben confirmaciones, tanto a base de la teoría estadística, cuanto de las ave- riguaciones experimentales. Establece luego una importante ley, llamada de las temperaturas correspon- dientes, según la cual «dos reacciones químicas, comparadas a temperaturas correspondientes, sufren el mismo aumento relativo de velocidad para el mismo anmento relativo de temperatura ». Tal vez uno de los puntos más importantes del estudio de J. Perrin reside en sus ideas sobre la teoría de los « Quanta» y la hipótesis de Planek referente al valor de la pérdida de energía hs, en la enal, sin poder explicarlo, h sería una constante universal, Según el notable fisico francés, la transformación entre dos estados estables, que se hace en un espacio de tiempo sumamente corto, haría intervenir dos frecuencias + y Y, y la variación finita de energía sería : h(—%), siendo + y Y las frecuencias que corresponden respectivamente a cada uno de dichos estados, A base de esta idea fundamental y de algunas modificaciones de las ideas an- teriores sobre la aceleración térmica, estudia luego la fosforescencia y la termo- luminescencia, que analiza y define magistralmente. Después de un examen de las nociones de compuesto químico y de reacción química, Mega a las transformaciones radioactivas, tratando de hacer ver que las leyes generales que acaba de sugerir se extienden igualmente a los fenómenos tan raros de la radioactividad, que señalan «en la realización accidental de con- diciones interiores del núeleo positivo del átomo, la causa profunda capaz de producir bruscamente (déclancher) la explosión de aquel átomo ». Lis transformaciones radioactivas son, según Perrin, fuertemente endotérmi- cas; y la absorción de energía necesaria para que se produzcan, se hace a expen- sas de una irradiación que escapa a nuestra percepción directa. Los mismos fenómenos nos dan de ereer que ciertos átomos, por lo menos, son complejos y difieren solamente de las moléculas ordinarias porsu energía de for- Ss) BIBLIOGRAFÍA mación. Los verdaderos átomos, o proto-átomos, elementos de la materia que nos parecen últimos, forman quizá un número reducido de especies : el corpúsenlo negativo, los núcleos positivos del hidrógeno, del helio, serían proto-átomos, mientras la mayoría de los átomos más conocidos serían complejos. Nótese que, de acuerdo con las ideas de Soddy, todo átomo complejo que pier- de un núcleo de helio, retrocede de dos puestos en la tabla de Mendeleieft; así el carbono, colocado dos puestos antes del oxígeno, difiere de él por el peso de un átomo de helio; igualmente : Si — 4= Mg, y Mg —4=Ni. La misma hipótesis de que cualquier reacción química, partiendo de un estado estable para llegar a otro igualmente estable, se produce entre dos frecuencias 2 y 7, parece, según Perrin, también capaz de explicar varios fenómenos físicos, cambios de estado, presión, cristalización, sublimación y vaporización, llegando a la ecuación siguiente para la curva de las presiones de vapor de un cristal o de un líquido, mientras están todavía algo alejados del punto erítico : Pas, RETA en la cual U, y es la energía de pasaje, que tiene que ser siempre igual a h (+ — Y). A título de ejemplo, la radiación que vaporiza el hidrógeno líquido tiene por longitud de onda 70», la que vaporiza el helio aproximadamente 023; para la nieve carbónica sería 5 y, y 2,4 p la radiación que corresponde al alcanfor. Concluye observando la importancia que reviste la luz en las reacciones quí- micas, lo que permite elucidar y relacionar una con otra, clases extensas de fe- nómenos a primera vista muy diferentes. H. M. L. Production économique de l'électricité dans les régions industrielles, por F, CourtoY. — Ch. Béranger, editor, París, 1919. Aquí tenemos un libro interesantísimo, y cuya lectura debe de recomendarse u todos los ingenieros de nuestro país. No cabe duda, en efecto, que el alza del precio de los combustibles, las condiciones nuevas del trabajo, no permitirán ya, dentro de breve plazo, los métodos rutinarios de producción y venta de la ener- gwía eléctrica. Reducir el costo de la energía eléctrica, utilizar con el rendimiento más ele- vado posible, la hulla «blanca» o «negra», ha de ser para el gobierno y para los industriales un problema de vital importancia. En tales condiciones tienen que desaparecer paulatinamente las pequeñas cen- trales eléctricas, las cuales viven hoy día a raíz de los precios exorbitantes que hacen pagar a sus abonados, dándoles a la yez un servicio generalmente mediocre. La lucha de nuestra industria frente a la competencia mundial, nos incitará pronto a seguir la tendencia universal que consiste en aunar los esfuerzos y obte- ica e interesante ner en tal sentido, de la cooperación de producción, una 1 utilización del trabajo. 286 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA Hoy por hoy, la organización más racional consiste en: 1% La iustalación, « los sitios mejor colocados al punto de vista de las fuentes de energía, de cen les nnidos en paralelo sobre una misma red, y constituidos por unidades impor tantes que caminen tanto como sea posible a plena carga; 2% En la ercación de centrales de regulación y de reserva, que exijan pocos gastos de instalación, ali- mentadas por fuentes de energía que pueden acumularse cómodamente 0 encon-- trar en tiempo normal otras aplicaciones. Para llegar a tales resultados, asegurar la seguridad y la economía de la pro- ducción de la energía, el único sistema consiste en la reunión de centrales, así como en la organización completa racional de las agrupaciones. Estudia luego F. Courtoy la demanda de energía y las condiciones de funcio- namiento de las centrales pequeñas y medianas. A base de una minuciosa inves- tigación lena de datos estadísticos de alto valor, es dable prever para el presente, y aún para el porvenir, las necesidades a que debe responder cada centro de dis- tribución. Bajo el título de « La oferta de la energía », examina cómo se realiza la agru- pación de sociedades locales existentes, dejando a cada una su autonomía, e inte- resándolas todas en la prosperidad del conjunto. Cada central está interesada, en efecto, en las ganancias del grupo al prorra- teo : 1% De las compras de energía que hace, aprovechando la energía de la red común, sea cuando ella no funciona, sea cuando sus generadores están sobrecar- gados; 2% De las ventas de energía que hace a la misma entidad, cuando así los consocios lo desean. Para explicar más claramente el aleance de sus ideas, el autor describe la agru- pación de la cuenca de Lieja, que ha de representar un importante factor de pro- greso para aquella región minera. Es cierto que no estamos aún nosotros en condiciones análogas, pero la falta actual de carbón explotable en la República, nos pone en la dependencia de las otras naciones. Debemos, pues, estudiar a fondo la posibilidad de realizar pro- . blemas análogos, y para eso el libro de Y. Courtoy será de notable ayuda. H. M. L. ÍNDICE GENERAL DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO OCTOGÉSIMO OCTAVO José Babrsr, Una representación de la esfera sobre el círeulo Luis F. DeLÉTAnG, Contribución al estudio de los Cicádidos (Cicadidae) argen- tinos (hemíptera-homóptera). Ensayo filogenético RENATO SANZzIN, Las Verbenáceas. Contribución a la flora de Mendoza ANGEL PÉrrz, Contribución al estudio de las fracciones decimales periódicas... Férix F. Outes, Plan de agrupación sistemática de la bibliografía geográfica argentina Férix F. Outes, Regesta cart aráfica de la Repúblic pia AAA e po UI OS OO MOS AAA Carros E. HereDIa, Memoria sobre una curva de diagramas atómicos... ..... Cartos E. HereDra, Diferencia entre las temperaturas de fusión y solidifica- Bco A AAA Oo ADA ASA A e XLVITO aniversario de la fundación de la Sociedad Científica Argentina Recepción del doctor Augusto Pi Suñer BIBLIOGRAFÍA Fisica farmacéutica, por Tomás J. Rumi y Víctor J. Bernaola.....o.oo.oomm.o.o.o.. Memoria de la Dirección general de minas, geología e hidrología, correspondien- io ALE E A aso ARO Estudios geológicos e hidrológicos en la región comprendida entre Boca del río Negro, San Antonio y Choele-Choel, por el doctor Ricardo Wiehmann Los yacimientos de minerales y rocas de aplicación en la República Argentina, Dor El ARO INCA ROA OS AAA ANOS Contribución «l estudio de la petrografía del territorio de Misiones, por el doctor Juan Hausen.... Método de valuación del anhídrido túngstico, en los minerales concentrados de tungsteno, por el doctor Hércules Corti Investigaciones hidrológicas en Puerto Deseado y sus alrededores (territorio de 201 210 219 223 251 266 265 269 2885 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA Santa Ornz). con motivo de la provisión de agua al citado p Ricardo Wichmann.....oooooooooooo.o.. o Primer ensayo bibliográfico de entomología argentina, por Carlos Proyecto de leyenda uniforme para mapas «arqueológicos en la A , América del Sud en general, por Erie Boman y Luis María Torres..... Estudio sobre la evaporación en Chile, por Walter Knoche.... ...oooooo.. Elementos étnicos que han intereenido en la población de Chile, por Luis Th ye Ojoda .. >... «20.502. 0nrr ON Origen de los apellidos en Chile, por Luis Thayer Ojeda..... Soo Reseña sumaria del estado actual de la agricultura en Ohile..ooooooooo.. Explotación del cerdo......ooooooooooormmom.o....s Po...» AN Lu pratica del forno elettrico, delVingegnere Alfredo Tiburzi...ooooooomooo... Mannuale protico per Vimpiego del cemento armato, dell ingeguere Atilio Ar . DOESE A EEN ASE AA A E Telemetrica per pratica e per studio, del ingegnere Giuseppe del Fabro... 5 S a i Diesel, deWingegnere G. Supino........ a a E ena D'aéronaulique.....ooooooovvoroonm.m..rraons Pomooo....». Po ....... OSO Premiers ¿léments Cune théorie du quadrilatere Po por A. Oppermann.... Materia y luz fensayo de síntesis de la mecánica química), por J. PerriM......o.o Production é¿conomique de Uélectricité dans les régions industrielles, por F. A Parr ur on 31 TE > da WE pala A -« ES EM assini, Carlos. M aupas, | Ernesto. ayol, J. A. Jorge. Mazza Salvador. edina,- José A. a , Carlos F. Meoli, Gabriel. Mercante, Víctor, rcan, Agustín. rmoz, Feo. Alberto. ligenaqui, Luis P. Molina Civit, Juan. Morales, Carlos María. Loreno, Evaristo V. —Móbring, Walther. Mugica, Adolfo. ———Naxrbond . Juan L. —Nágera, Juan José. o Alfredo. A occtÉ birds. ovillo, Andrés B. da, José T. os, Miguel. jeri, iS ñ a arez, Jerónimo. ende Lezama, Luciano, | Otamendi, Alberto. “Otamendi, Gustavo. | Otamendi, Belisario. Outes, Félix F. Paitoví Oliveras, Antonio D. Paoli, Humberto. Paolera, Carlos M. Parodi, Edmundo. Pasman, Raúl G. Paquet, Carlos. Paz Anchorena, José M. Pellesehi, Juan. Peralta Ramos, Enrique. della. Pérez Hernández, Angel. Pértile, José C. Piana, Juan $. Quiroga, Modesto. (uartino, José N. Quiroga, Alejandro. Rebuelto, Emilio. Rebuelto, Antonio. Renaeco, Ricardo. + Rivarola, Rodolfo. Rodríguez Aravena, Santos. Rofto, Juan. Komero, Julián. Romero, Antonio. Rossell Soler, Pedro A. Rospide, Juan. Rumi, Tomás J. Sabaría, Enrique. Sabatini, Ángel. Sáenz Valiente, Eduardo, Sáenz Valiente, Anselmo. Sánchez Díaz, Abel. A Sánchez Gregorio E. Sanromán, Iberio. Santángelo.- Rodolfo. Sarhy, José $. Sarhy, Juan F. Sarmiento, Nicanor. SOCIOS ADHERENTES Clariá, César. Colombo, Carlos A. 'Champalanne, Federico M. Domínguez Abal, Ramón. Dorado, Luis. Frers, Arturo German. Goni, José. | Schnack Benno JJ. k , 5 Scala, Augusto. + Schaefer, Guillermo F. > Segovia, Vicente. ad Y Ñ Seguí, Francisco. E Schmiedel, Ottomar. Sehneidewind, Alberto. da Selva, Domingo. ' Senet, Rodolfo. Po. Serodino, Eduardo C. Silva, Ángel. Soldano, Ferruecio A. Sorondo, Alejandro. 5 Sordelli, Alfredo. A Storni, Segundo. Vr Tarelli, Carlos A, Tello, Eugenio. Torre Bertucci, Pedro. Urquiza, Carlos de. Vallebella, Colón B. E Valentini, Argentino. Valerga, Oronte A. Valiente Noailles, Luis. Valle Iberlucea, Enrique del, Vallejo, Carlos. Varela, Rufino (hijo). Vignau, Pedro T. Vidal, Antonio. y Volpatti, Eduardo. Wanters, Carlos. Widakowich, Víctor. > Wilmart, Raimundo. GER. Weinstock, Zelman. * LS ¿ Wernicke, Roberto. PE Wernicke, Raúl. ADA Williams, Adolfo T. 3 dy White, Guillermo. 3 % White, Guillermo J. + E" Zakrzewski, Bernardo. NS. Zamboni, Agustín. $ Y] + Cs 0 SN E z dra Gotuzzo, Francisco G. Grau, Carlos A. Lambertini, Miguel. Niño, Bernardo J. Peirano, Santiago F. Pelosi, Elías. Pini, Aldo $. Rojo. Jorge T. » : Real, Enrique B. ' Repetto, Cayetano. . Sobral, Arturo. Saforcada, Anfbml. í MIEMBROS PROTECTORES DE La aten oáore 9 DÉ BUENOS AIRES, (7 ON 07 a, O , nn Aguirre, Rafael M. : po Bosio Moreno, Nicolás. A > Anchorena, Juan E. ds 0 Ernesto y Comp. ¡Lim. y? —— Besio Moreno. Pedro: | . TA > a a 4 ea ¿Ana E RA: 5: 7] A AR a A > PAR ss + Ue 7 _ =— 747 : - 7 28 ¿PGASITE ke e y _ o : :