1 141 q MN ' FU H ( 021) ml y o) YE E Ñ e-s LIBRA ¡A cd A O Y CARAC A PEGA ” ». val de kh a h ah e 1d yá pe Ex PEE . eye + EA y TA OS l y pe IIA ERAN AE a ¡We MANU Ph DE HISTORIA NATURAL DE 1 PUNDADOS POR EL DOCTOR GERMÁN BURMEISTER EL AÑO 1864 do LAA e PAN Ne 50, > : md / Ñ . D Si e» : A TOMOS NV TL — (CON 15 LÁMINAS Y 147 FIGURAS EN EL TEXTO) e eN : . : vd - BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 3 e -684, PERÚ, 684. Mee 1915 nd CIONAL ANALES MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL DE BUENOS AIRES ANALES DEL MUSEO NACIONAL HE HISTORIA NATURAL DE BUENOS AIRES FUNDADOS POR EL DOCTOR GERMÁN BURMEISTER EL AÑO 1864 TOMOS YD (CON 15 LÁMINAS Y 147 FIGURAS EN EL TEXTO) BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684. PERÚ. 684 1915 MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Director Dr. D. ÁNGEL GALLARDO. Secretario y Bibliotecario D. AGUSTÍN J. PENDOLA. Prosecretario D. AGUSTÍN PENDOLA. Jefe de la Sección de Zoología Dr. D. ROBERTO DABBENE. Jefe de la Sección de Paleontología D. CARLOS AMEGHINO. Conservador de las colecciones entomológicas D. JUAN BRETHES. Conservador de las colecciones botánicas Inc. AGR. D. LUCIANO HAUMAN. Naturalista viajero D. ENRIQUE DE CARLES. Naturalista viajero D. MARTÍN DOELLO-JURADO. Encargado de la Sección de Numismática D. ANÍBAL CARDOSO. Primer Preparador y Jefe de Talleres D. SANTIAGO POZZI. A "2N . A A O E a UN 5 ar 1 * 8 Ú Mo A | il A 4 e » , . pus dl 2 o ' eN ara : IAS 0 | va . N 5] ' EN n= É ¡PRA 1 ) VESES, $ ” INDICE Gallardo, Angel, Observaciones sobre algunas hormigas de la República 'Argentina. Con 6 figuras (3 de junio de 1915). ..0oo.o..o.ooom.m...oocc.. Spegazzini, Carlos, Segunda contribución al conocimiento de las Laboul- beniales italianas. Con 38 figuras (3 de junio de 1915) ................ Dabbene, Roberto. Description d'un nouveau genre et d'une nouvelle espece de Pic provenant du nord-ouest de la République Argentine. Con 1 figura y 1 lámina en color. (8 de julio de 1915) Thibon, Fernando, Algunos datos sobre el desarrollo postembrionario de un CGrisomélido Chelimorpha variabilis Boh. Con 8 figuras. (8 de julio a aia O la POE Brethes, Juan, Descripción de un género nuevo y una nueva especie de Tisanóptero de la República Argentina. Con 5 figuras. (8 de julio de Serié, Pedro, Suplemento á la fauna erpetológica argentina. (8 de julio a OA O as E O aa Cal MA Lahille, F., Nota sobre Prospaltella Berlesei How. Con 7 figuras. (17 de Ud O isc loa ; Bonarelli, Guido, y Franco Pastore, Una cantera de granito cerca de la estación López Lecube (F. C. P.) en el partido de Villarino (prov. de Buenos Aires). Estudio geológico petrográfico. Con 3 figuras. (9 de septiembre de 1915)....... : Rovereto, Cayetano, Nuevas investigaciones sobre los delfines longirros- tros del mioceno del Paraná (República Argentina). Con 3 láminas. (Side Septiembre de 10) : Cardoso, Anibal, El Río de la Plata desde su génesis hasta la conquista. Con 11 figuras y 1 plano (30 de septiembre de 1915)... .c...o....o.o- Hauman, Lucien, Note sur les Joncacées des petits genres andins. Con 4 figuras y 2 láminas. (28 septiembre de 1915).........o.............-. Hauman, Lucien, Les Alismatacées argentines. Con 1 lámina. (30 de caos a o Sado A Hauman, Lucien, Note sur Hydromystria stolonifera Mey. (28 de sep- tiembre de 1915) -—] Qu 83 sg 93 111 VII MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Bréthes, Juan, Un nouvel orthoptere de la République Argentine. (30 de septiembre de TULA e 335 Gancedo (hijo), Alejandro, Organización política de los diaguitas. Con bt curas (UNI c moy temnbre ideo) A 335 Bréthes, Juan, A propósito de la nota del doctor F. Lahille sobre Pros- paltella Berlesei How. (15 de noviembre de 1915)......0. o... ....... 335 Giacomelli, E, Algunas novedades de Lepidopterología argentina. (15 de.noyviembre de di) a Ae iS e neo Re O A, Outes, Félix F., La gruta sepulcral del Cerrito de las Calaveras. Con un examen anátomo-patológico, por Ángel H. Rotto. Con 7 láminas. (15 de dicrembre de TIMO) Acc a e a ei Teto a 365 Bréthes, Jean, Hyménopteres parasites de 1'Amérique Méridionale. Con ¡Oi suras (do detener de 401 Cardoso, Aníbal, El fabuloso «Su» o «Succarath » y los primitivos re- tratos de los didelfideos. Con 6 figuras. (18 de enero de 1916)......... 431 Hauman. Lucien, Les dioscoréacées de 1"Argentine. Con 33 figuras. (18 derevero de IO a e ae ea la cria 441 Nota. — Las fechas indican el día en que fueron puestas en circulación las publi- caciones correspondientes, impresas aparte. OBSERVACIONES SOBRE ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA POR ÁNGEL GALLARDO El estudio de las hormigas ha ofrecido siempre para mí el mayor interés; desde niño observaba sus costumbres, aun cuando ignoraba los primeros elementos de su clasificación sistemática. Al ocupar la dirección del Museo nacional de historia natural me preocupé de enriquecer la colección de hormigas, que es ahora bas- tante completa. Al mismo tiempo que procuraba determinarlas sistematicamente en los pocos momentos que me dejan libres otras ocupaciones, he ido observando las costumbres de algunas especies comunes. Aun cuan- do estas observaciones poco adelantan a lo que se ha publicado por diversos autores respecto de esta interesante familia de himenópte- ros, he resuelto darlas a la publicidad, sin aguardar la clasificación sistemática de toda la colección, que probablemente demorará algún tiempo por las dificultades sistemáticas, lo esparcido y políglota de la bibliografía y la inseguridad ocasionada por la guerra europea para adquirir obras o enviar ejemplares en consulta a los especialistas. Vamos a pasar pues en revista, siguiendo un orden sistemático las observaciones que he tenido oportunidad de hacer en estos dos años, esperando que ofrezcan para algún lector una parte siquiera del in- terés y del placer con que las he realizado. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (MAYO 27, 1915). 1 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES bo Subfamilia DORYLINAE Tribu ECITONIL Eciton Latreille (1802) Esta es la subfamilia de hormigas cuyas costumbres son peor co- nocidas por ser generalmente lucífugas y no estar representadas en Europa, de manera que la mayor parte de los mirmecólogos no las han observado vivas y conocen sólo los ejemplares de colección, cuya clasificación ha ofrecido y ofrece también grandes dificultades por su extraordinario polimorfismo. A esta subfamilia pertenecen las famosas hormigas legionarias o de visita de la América tropical, cuyas invasiones voraces han sido descriptas por tantos viajeros. ECITON (ACAMATUS) SPEGAZZINI Emery Esta especie que habitalos alrededores de Buenos Aires, hasta el Tan- dil, se clasifica en el subgénero Acamatus por tener las uñas simples y no dentadas como en las grandes especies del subgénero Eciton s. str. En el mes de septiembre de 1912 recibí algunas obreras de esta especie que habían sido encontradas por el profesor Luciano Hau- man-Merck en Belgrano, mientras atacaban un Júlido. A fines de noviembre de ese mismo año el señor Ángel Zotta, pre- parador de entomología del museo, halló en Palermo algunas obreras que trajo vivas al museo. Con bastante dificultad conseguí hacerlas pasar a un nido artifi- cial de yeso del tipo Janet-Fielde, usado por Wheeler (fig. 1). Una de las obreras transportaba una larva llevándola entre las pa- tas; como es sabido acostumbran hacer las Dorilinas. Una vez en el nido se pusieron a girar, siguiéndose una a otra, guiadas por lo que ha sido llamado sentido de olor-contacto, tan des- arrollado en estas hormigas ciegas. Así giraron desde el 28 de no- viembre hasta el 4 de diciembre sin conseguir que comieran nada, a pesar de haberles ofrecido azúcar, miel, coleópteros vivos, lombrices terrestres, etc. Varias obreras murieron, así como la larva, cuyo ca- dáver negruzco continuaban transportando. Les ofrecí larvas y nin- fas de Solenopsis geminata (F.); pero aunque se amontonaban alrede- dor de ellas, no las comieron. El 5 de diciembre habían muerto las GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 3 dos terceras partes de las obreras y el resto seguía girando. Maté las restantes en alcohol y las incorporé a la colección. Esta observación concuerda con la de Wheeler quien ha visto una colonia de Eciton (Acamatus) Sehmitti Emery girar durante cuarenta y seis horas alre- dedor de la base circular de una vasija de vidrio ?, El 12 de abril de 1914 aparecieron en un orificio excavado entre dos baldosas en la galería de mi casa de campo en Bella Vista, algu- Fig. 1. — Nido artificial de yeso tipo Janet-Fielde. 25 centíme- tros de largo por 20 de ancho, 4 centímetros de alto total y 1 centímetro de profundidad interior. A la derecha, abajo, orifi- cio de entrada, arriba vidrio de reloj para colocar los alimen- tos. A la izquierda cámara obscura que se cubre con un vidrio antiactínico, comunica con la otra vor medio de un orificio per- forado en el tabique, que no se ve bien en la figura. nas obreras de E. Spegazzini, especie que nunca había visto en esa casa donde paso el verano desde hace más de 30 anos. Levantadas las baldosas, encontré un nido de amplias galerías y con grandes cámaras, excavado entre los escombros del contrapiso. La vida de esta colonia había sido estrictamente subterránea, pues hasta la tierra procedente de la excavación del nido la habían depo- sitado en una antigua canaleta de desagiie de la azotea, ahora fuera de uso, pues el agua corre por caños metálicos que han reemplazado las canaletas de mampostería. Había varios miles de obreras y unos cincuenta machos que for- maban un grupo compacto cerca del borde de la galería. Aun cuando se continuó la excavación del nido hasta un metro de profundidad no encontré la cría ni la hembra que no pude conocer. Al hacer la excavación se notaba intensamente el olor fecaloide de estas hormigas. ! WHEELER, Ánts., página 265. 4 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La casa está infestada por la hormiga invasora Iridomyrmex humi- lis Mayr, según he dicho en otra oportunidad *. Estas hormigas ata- caron á E. Spegazzinúi arrestándole por las patas y antenas. Coloqué gran número de obreras y algunos machos de E. Spegaz- zinti en un nido artificial, ofreciéndoles abundante cría de Iridomyr- mex para ver si se alimentan de ella como ha observado Newell para E. Sehmitti *, pero los Eciton parecían más bien adoptar y cuidar la cría de Iridomyrmezx. Una observación de este año parece confirmar lo indicado por Newell respecto a la hostilidad de los Eciton hacia Iridomyrmez. La noche del 20 al 21 de marzo de 1915 había sido tormentosa y numerosos Iridomyrmex del jardín de mi casa de campo se habían trasladado con sus hembras y su cría al zócalo del corredor, huyendo de la húmedad de la tierra. A la una de la tarde del 21 empiezan á salir agitadamente los lri- domyrmex con su cría y sus reinas. Me apercibo que huyen de algunas obreras de Eciton Spegazzinti que empiezan a salir peleando con los Iridomyrmex por las rendijas de las baldosas en el mismo sitio del corredor en que aparecían el año pasado. El 20 de abril de 1914 E. Spegazzinii abrió una nueva boca en la galería, que había sido compuesta en el intervalo, y otra boca mayor bajo un rosal a unos cinco metros de distancia, y de ambas salieron más de 50 machos que volaron hacia el este. Iridomyrmex humilis atacó a las obreras de Eciton que acompaña- ban a los machos e intentó atacar a éstos que se defendían de ellas y volaban. Es un curioso espectáculo este vuelo de machos que no pue- de llamarse nupcial, desde que las hembras son ápteras y que apa- rece así como una persistencia sin objeto del instinto general de las hormigas de realizar un vuelo nupcial, a menos que vayan a fecundar una hembra en un hormiguero lejano, lo que parece poco probable. He incorporado numerosos de estos machos a la colección del Museo, donde ya figuraban otros ejemplares sin clasificación recogidos por el señor Agustín Péndola. No me ha sido posible encontrar en la bibliografía que tengo a mi disposición, si estos machos han sido descriptos anteriormente como Labidus Spinolae Westw. o bajo otro nombre. Doy, pues, de ellos una ' GALLARDO, Observaciones sobre la hormiga invasora. Boletín de la Sociedad Phy- 137 sis, número 3. Diciembre 1912. * NEWELL, Journal of Economie Entomology. 1914. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 5 descripción en la que ha colaborado el señor Juan Brethes, conser- 'ador de las colecciones entomológicas del Museo, a quien debo tam- bién el dibujo del aparato copulador masculino (fig. 2), que acompaña la descripción. ECITON (ACAMATUS) SPEGAZZINII Emery L. 11,5 mm.-12 mm. Largo del ala anterior 10-11. mm. Negro, ex- tremidad distal de las mandíbulas, de los fémures y de las tibias cas- tañio rojizo; funículo de las antenas castaño ferrugíneo; placa subge- nital castaño rojizo. Todo el cuerpo más o menos cubierto de pilosidad amarilla leonada. Cabeza muy parecida a la de Eciton latiscapum Emery, con la cara occipital fuertemente excavada detrás de los ocelos para adaptarse a la convexidad del pronoto. Los ocelos, bastante pequeños, se en- cuentran colocados sobre un saliente transversal de la cabeza. Lámi- nas frontales prominentes, arqueadas al nivel anterior del ocelo me- dio, del cual divergen hacia los ocelos laterales. Brillante, con pocos pelos amarillos. Mandíbulas tan largas como el margen del clípeo, adelgazadas hacia la extremidad que es aguda, fuertemente encot- adas en la base y en el ápice. Escapo de las antenas brillante, con puntos pilígeros que llevan pechos largos. Funículo mate, finamente punteado, con una pubes- cencia que disminuye distalmente. Tórax semimate, con puntuación tan fina que atenúa el brillo del tegumento más o menos abundante según los ejemplares. Las líneas parapsidales son rectas, sin alcanzar a los bordes ante- rior ni posterior del pronoto. El escudete aparece en su región media superior como una faja muy angosta, que se ensancha bastante en los costados. Postescudete semicircular. Patas más bien cortas, con pilosidad oblicua amarilla, mezclada de pelos más largos. El primer artículo del tarso medio algo más largo que la mitad de la tibia correspondiente. El primero del tarso poste- rior más largo que la mitad de su respectiva tibia. Alas ligeramente ahumadas, irisadas, con nervaduras obscuras y pelos cortos del mismo color. Pterostigma castaño obscuro, casi ne- gro. La nervadura cubital no se engruesa (como en E. latiscapum) después de la inserción de la recurrente que la encuentra casi a la mitad de la segunda celda cubital. El pecíolo, visto de arriba, muestra los ángulos anteriores redon- 6 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES deados y los posteriores angulosos, borde posterior casi recto. Aris- tas superolaterales bien marcadas y algo levantadas. El pecíolo, visto de costado, tiene su perfil anterosuperior en cuarto de círculo y el posterior casi recto; la parte inferior del pecíolo con pilosidad más larga que la superior. Gáster lustroso, en conjunto. Las partes siempre descubiertas de cada segmento con puntos pi- lígeros acusados con pilosidad Fig. 2. — Aparato copulador Eciton Spegazzinúi amarilla acostada, mas larga en la a" A la izquierda, vista lateral. A la dere- parte ventral, donde forma flecos cha, vista ventral; obsérvense las sagitas agu- das en el eje, las volselas á los costados y las AOIAAOS. Margen posterior de ca- estipas vellosas. Aumento 10 diámetros. da segmento, más o menos cubier- to por el siguiente, según la dis- tención del gáster, elabra y muy Iustrosa. Lámina subgenital con dos fuertes puntas rojizas. Aparato copula- dor representado en la figura 2. ECITON (LABIDUS) STROBELI Mayr Es bien sabido que estos machos de Eciton acuden en abundancia a la luz artificial en las noches de verano. Han sido señalados en Buenos Aires, Mendoza y Catamarca, según Brueh *, y en la colección del museo figuran ejemplares procedentes de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Tucumán y Mendoza. No se han podido encontrar hasta ahora los nidos de esta especie ni saber qué obreras les corresponden. Por mi parte, me inclino a creer que sus obreras son los LEciton (Acamatus) nitens Mayr que tienen análoga distribución geográfica, fueron descriptos al mismo tiempo y en el mismo trabajo de Mayr ?, según las colecciones hechas por Strobel, quien fué el primero que se ocupó de recoger hormigas en la República Argentina. La coloración de E. nitens es análoga a lade E. Strobeli y tanto ella * C. Brucn, Catálogo sistemático de los Formácidos argentinos, en Revista del Mu- seo de La Plata, tomo XIX, página 215. 1914. 2 G. MaYr, Formicidae novae americanae collectae a profesore P. Strobel. Annua- rio della Societa dei naturalisti, tomo III. Modena, 1868. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 7 como la talla están en las mismas relaciones que se observan entre la coloración y la talla de las obreras y machos de Eciton Spegazzinit. El doctor Berg ya suponía en 1890 que LEciton Strobeli fuese el macho de Eciton nitens ?. He observado en mi casa de campo una diminución notable de E. Strobeli desde que fué invadida por fridomyrmex humilis. Antes concurrían por centenares todas las noches a las luces arti- ficiales y ahora hay años que no se ve ninguno o sólo dos o tres ejem- plares. No podría afirmar que los Iridomyrmex los han desalojado y me limito a anotar la coincidencia entre su diminución y el aumento de Iridomyrmez. Subfamilia MYRMICINAE Tribu PSEUDOMYRMII Pseudomyrma Lund (1851) PSEUDOMYRMA MUTICA Mayr Esta bonita especie fué descripta en 1887 por Mayr, según ejem- plares de Santa Catalina (Brasil) *. El doctor Berg la encontró en pocos individuos solitarios en Co- rrientes y Buenos Aires. Bruch en su catálogo la señala de Buenos Aires, Misiones y Rosario de Santa Fe, según Hubrich. Silvestri la recogió en río Santiago, cerca de La Plata. En septiembre de 1912 el señor Martín Doello-Jurado, actualmente naturalista viajero del Museo, recogió un ejemplar en Punta Lara y el 14 de octubre encontró numerosos nidos de esta hormiga en tallos se- cos de ceibo (Erithrina christa-galli), en cuyos canales medulares habi- tan. Todos los representantes de este género tienen costumbres arbo- rícolas, salvo Pseudomyrma elegans F. Smith * que anida en el suelo. 1C. BERG, Enumeración sistemática y sinonímica de los Formácidos argentinos, chilenos y uruguayos, en Anales de la Sociedad científica argentina, tomo XXIX, pá- gina 18. 1890. 2 G. MAYR, Súdamericanische Formiciden, en Verhandlungen der k. k. zoologisch- botamischen Gesellschaft in Wien, tomo XXXVII, página 627. 1887. 2 A, FOREL, In und mit Pflanzen lebende Ameisen aus dem Amazonas (rebiet und aus Peru, gesammelt von Herrn E. Ule, en Zool. Jahrb. Abt. Syst., tomo XX, pá- ginas 677-707. 1905, citado por WHEELER, Ants., página 303. 1910. (0) MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La distribución geográfica de esta especie demuestra que ella es sub- tropical y probablemente ha sido transportada a Punta Lara y a otros puntos de la ribera del Plata, donde también se ha encontrado, por medio de árboles y ramas flotantes, en cuyo interior habían anidado. Para observar mejor las costumbres de esta hormiga, intenté esta- blecerlas en un nido artificial de yeso del tipo Janet-Fielde, pero no conseguí aclimatarlas. Entonces hice construir un nido especial encastrando un trozo de madera de ceibo en un paralelepípedo de yeso, de manera que que- dase la superficie superior perfectamente plana (fig. 3). Excavé en la madera dos canaletas superficiales del diámetro de dos a tres milíme- Fig. 3. — Nido artificial para hormigas dendrícolas. A la izquierda tro- zo de madera encastrado en el yeso, con dos canaletas donde habi- tan las hormigas. A la derecha, cámara de alimentación con vidrio de reloj. Hacia el borde inferior derecho, orificio de comunicación al exterior que puede cerrarse con algodón. 30 centímetros de largo por 10 de ancho. tros que terminaban en una pequeña cámara excavada en el yeso, donde podían colocarse alimentos. Cubriendo todo con un vidrio anaranjado antiactínico, podían observarse cómodamente las hormigas en las canaletas con fondo y paredes de madera y el techo formado por la lámina de vidrio. La cámara de yeso comunica con el exterior por un orificio lateral, como en los nidos de Janet-Fielde, que puede cerrarse con algodón, después que han penetrado las hormigas. Para trasladarlas al nido artificial he empleado la arena de yeso en polvo de Forel. Las obreras que conocían ya el nido transportaban a él a las otras, para lo cual la transportada se acuesta de lado y la transportadora la toma de las mandíbulas, izándola sobre su cuerpo. La transportada se enrolla algo quedando con la parte dorsal hacia arriba y sobre el tórax de la transportadora. En este nido artificial las he conservado desde el 25 de noviembre de 1912 hasta julio de 1914, es decir, durante 20 meses, alimentán- dolas principalmente con azúcar. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 9 Voy a dar un extracto de mis apuntes de observaciones durante este largo período. Las hormigas avanzan y retroceden con facilidad y casi con la misma velocidad en ambas direcciones en la canaleta, de poco mayor diámetro que un cuerpo alargado, de manera que les resulta más cómodo retroceder que dar vuelta en ese espacio reducido. Una obrera de Pseudomyrma introducida en un nido ajeno de la misma especie es ferozmente atacada, mordiéndola en el cuello y en el pecíolo, mientras ella intentaba defenderse con el aguijón. Comen azúcar húmeda con gran avidez, haciendo unos movimien- tos como de bombeo con el gáster:. Cuando se alarman dan golpes rápidos con el gáster, como si fuese una señal para sus compañeras, que empiezan también a dar mues- tras de agitación. Noviembre 26 de 1912. Atacan una mosca que he introducido en la cámara alimenticia, matándola con las mandíbulas y el aguijón. Chupan luego algo de sus jugos. Diciembre 4. Atacan y comen una mosca y un coleóptero. Dos de las larvas se han transformado en ninfas. Marzo de 1913. La colonia se encuentra en perfectas condiciones. Hay abundantes huevos, de forma muy alargada, larvas y ninfas, una de ellas a término. Han excavado la madera, poniendo en comunica- ción las dos canaletas. Comen muy poca azúcar y desprecian los insectos. Abril 5. Poniendo agua en un vidrio de reloj en la cámara alimen- ticia, beben ávidamente y en seguida comen azúcar hasta distender el gáster. Regurgitan luego este alimento á sus compañeras y a las larvas. Noviembre 26. Después de haber pasado el invierno casi adorme- cidas y comiendo muy poco, atacan y comen un coleóptero que intro- duje vivo en la cámara. Febrero 20 de 1914. Introduzco en el nido de Pseudomyrma un trozo de cáscara de naranja que ha estado en un nido artificial donde habita una colonia de Acromyrmex Lundi, nuestra hormiga negra dañina. Dos Pseudomyrma, con muestras de gran agitación, buscan alrede- dor de la cáscara que debe estar impregnada del olor a Acromyrmezx. Colocando en la cámara una obrera de Acromyrmex Lundi es atacada por una Pseudomyrma, pero la Acromyrmex consigue morderle el tarso de la segunda pata derecha, lo que desconcierta á la Pseudo- myrma. Mato entonces a la hormiga negra, la que permanece colgada de la pata sin desprenderse en varios días. 10 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Durante el invierno de 1914, que es el segundo que pasan en cau- tividad, la colonia se va debilitando progresivamente. Casi todos los días encuentro obreras muertas. Por fin mueren las dos hembras fecundas y la colonia se extingue en el mes de julio. Las últimas lar- vas no crecían casi nada y murieron sin sufrir la ninfosis. Tribu MYRMICIL Pheidole Westwood (1841) He conservado en nidos artificiales varias colonias de Pheidole sin observar nada notable. Se alimentan bien con insectos vivos que atacan ferozmente, siendo cortados en pedazos por las mandíbulas de los fuertes soldados de gran cabeza. He obtenido en estos nidos numerosas eclosiones de obreras, solda- dos y formas sexuales. En una colonia de Pheidole Bergi Mayr, que conservé en un nido artificial de Janet durante los meses de noviembre y diciembre de 1912, pude observar varias veces la ferocidad con que eran atacadas otras hormigas (Solenopsis Pylades Forel) que introducía al nido. Los Pheidole introducidos en el nido de Solenopsis eran también atacados pero más débilmente, a pesar de lo dolorosas que son para el hombre las mordeduras de Solenopsis Pylades Forel. En diciembre 12 de 1912 el preparador Ángel Zotta colocó en un nido de Janet dos hembras aladas de Pheidole, de una especie que aún no he conseguido determinar. Una de las hembras perdió las alas y puso en el mes de febrero un paquete de huevos que cuidaba, con- juntamente con su compañera, la cual sólo había perdido las alas de la izquierda. El 31 de marzo el paquete de huevos era más voluminoso y ambas hembras seguían cuidándolos. Pocos días después se escapó la hembra desalada, y la otra, que era probablemente virgen, se comió los huevos, muriendo más tarde. PHEIDOLE CAVIFRONS Emery Esta especie fué descripta por Emery en 1905 * habiendo sido ca- zada por Silvestri en la Sierra (República Oriental del Uruguay) con ' EMERY, C., Studi nelle Formiche della fauna neotropica, XXVI. Formiche rac- GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 11 obreras y soldados. Bruch en su catálogo la señala de Buenos Aires. La he encontrado el 9 de diciembre de 1912 en el Cerro del Ma- nantial de los Amores en el Tandil, bajo una piedra y muy próxima a una colonia de Camponotus punctulatus que se abrigaba bajo la mis- ma piedra. Además de numerosas larvas de obreras y soldados, encontré tres enormes larvas que deben ser de formas sexuales. Coloqué la colonia en un nido artificial con la esperanza de obtener los adultos sexuales, pero me fué imposible alimentarlas, pues recha- zaban todos los alimentos que les ofrecí. Inmediatamente que encontraban un poco de azúcar o un insecto, trataban de cubrirlo con pequeños terrones de tierra, costumbre ge- neral en las hormigas, pero particularmente desarrollada en esta es- pecie. Como los soldados tienen un aspecto parecido á los de Pheidole lamia Wheeler con la cabeza alargada y profundas fosetas antenales en las que pueden ocultar las antenas, pensé que Ph. cavifrons sa- queara también nidos de otras hormigas, a la manera que indica Wheeler para Ph. lamia ' en Texas. Les ofrecí, pues, larvas de Camponotus y de otras hormigas. sin conseguir que comieran. Las recubrían también activamente de tie- rra. Pronto comenzó una gran mortalidad de obreras adultas y lar- vas. Los soldados y las tres grandes larvas resistieron algunas sema- nas, pero finalmente se extinguió toda la colonia. En el mes de enero encontré otra colonia de Ph. cavifrons bajo una piedra en el Cerrillo del Golf cerca del Club Hotel en Sierra de la Ventana. Junto con ellas se encontraban dos enormes hembras aladas de color obscuro que se me han extraviado antes de poderlas estudiar. Las dimensiones de estas formas sexuales, cuatro o cinco veces más largas que los soldados, guardaban relación con las larvas que encon- tré en el Tandil. La distribución geográfica de esta curiosa especie, fuertemente po- limorfa, muestra que habita las sierras uruguayas y las sierras pam- peanas bonaerenses, sin que me conste haber sido hallada en los 500 kilómetros de llanura que las separan. colte dal profesore F. Silvestri nell Argentina e nelle regioni limitrofe dell Uruguay, del Brasile, del Paraguay e del Chile, en Bol. Soc. Ent. Italiana, tomo XXXVII, páginas 107-194, 1905, páginas 144-5. 1 WHEELER, Ánts., página 428. 1910. 12 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Pogonomyrmex Mayr (1868) El nombre de este género, fundado por Mayr sobre algunas hormi- gas recogidas en la República Argentina por Strobel, recuerda la barba de largas ammoquetas que llevan muchas de sus especies, apéndices habituales en las hormigas deserticolas y de sitios areno- SOS Secos. Wheeler ha estudiado muy atentamente las costumbres de las es- pecies norteamericanas, pero hace notar que muy poco se sabe acerca de las sudamericanas. El doctor Berg * dice que Pogonomyrmex coarctatus Mayr es de vasta distribución geográfica, encontrándose frecuentemente solita- ria en el campo, en parajes elevados. Los orificios de entrada en el suelo son pequeños, y rara vez rodeados de granos de arena. Por mi parte la he encontrado en Bahía Blanca y con cierta fre- cuencia en la Sierra de la Ventana, donde anida en los albardones de los arroyos. Las cuevas de entrada son apenas del diámetro suficiente para dar paso á los soldados. He excavado algunos nidos con bastante dificultad por la dureza de los terrenos en que anidan, sin encontrar las cámaras de cría ni las formas sexuales. Las obreras transportan granos vegetales, lo que muestra que el régimen alimenticio es granívoro como en las espe- cies estudiadas por Wheeler en los Estados Unidos. Respecto de Pogonomyrmezx cunicularius Mayr dice el doctor Berg : «Es muy común en los departamentos de Mercedes y de Soriano de la República Oriental, encontrándose en los parajes elevados del campo. Hace grandes nidos en forma de caracol en suelo arenisco, del cual extrae tierra y granos gruesos de arena, para obtener la forma característica. En otros casos el nido está construído por gra- nos de arena aglomerados, ofreciendo siempre la forma de caracol. «A veces mide 50 centímetros de diámetro y puede sacarse entero, siendo el suelo compacto. Se halla a una profundidad de 70 a 90 cen- tímetros, y su entrada está guarnecida de muchos y gruesos granos de arena o feldespato. «En la República Argentina he observado esta especie sólo en el Cerro de las Ánimas del Tandil, debajo de una piedra. Allí encontré también por primera vez los machos que sirvieron al doctor Mayr para la descripción. No se conoce la hembra. 1 Loc. cit., páginas 10-12. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 13 «El Pogonomyrmex cunicularius lleva a su nido otras hormigas mutiladas o muertas, rechazando siempre sus congéneres ofrecidos en las mismas condiciones. » He hecho esta transcripción textual, pues las indicaciones de Berg parecen haber sido mal interpretadas por Wheeler, quien dice ' : Their nest seems to be insignificant, with the exception of those of cuni- cularius which are described as surmounted by craters 50 cm. in diame- ter erected in sandy soil. Por la descripción de Berg se comprende claramente que no se trata de cráteres de 50 centímetros de diámetro que coronen el nido, erigidos en suelo arenoso, sino de un nido subterráneo en forma de caracol que se halla a una profundidad de cerca de un metro. La en- trada parece tener un pequeño cráter de gruesos granos de arena. No me ha sido posible encontrar a P. cunicularius en el Tandil. He encontrado sí numerosas obreras en Alta Gracia (provincia de Cór- doba); pero no he tenido oportunidad de excavar los nidos que esta- ban en sitios de terreno pedregoso muy duro y asoleado. He visto obreras transportando al nido granos vegetales. POGONOMYRMEX (EPHEBOMYRMEX) NAEGELI! Forel Esta hormiga fué descripta por Forel en 1886 según algunas obre- ras recibidas de Río de Janeiro ?. El año siguiente describió Mayr las formas sexuales, procedentes de Santa Catalina (Brasil) ?. En el catálogo de Bruch es mencionada como procedente de Salta. Por mi parte la he encontrado en Alta Gracia (provincia de Cór- doba) y en mi quinta en Bella Vista (B. A. P.) en los alrededores de Buenos Aires. Esta última localidad es la más austral en que ha sido señalada. Anida en la ladera SW. de una colina, en sitios denudados de ve- getación y fuertemente asoleados, en tierra muy dura y compacta, como es general en este grupo Los orificios de entrada son pequeños, dando paso a una sola hor- miga y no están rodeados de cráter. A unos 20 centímetros de pro- " WHEELER, 4nts., página 283. ? ForEL, A., Espéces nouvelles de Fourmis américaines, en Comptes rendus des séances de la Société entomologique de Belgique, serie 32, número 69, páginas XLF-1H. Ann. Soc. Ent. Belgique, tomo XXX. 1886. % MAYR, G., Súidamericanische Formiciden, página 612. , ? ») o 14 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES fundidad se encuentra una cámara en que almacenan los granos ve- getales que recogen activamente las obreras a las horas de sol fuerte. A los 40 centímetros se hallan las cámaras de cría, de forma redon- deada y con las paredes muy lisas. He instalado una colonia en un nido artificial, tipo Janet-Fielde donde las he alimentado con azúcar húmedo que aceptan gustosas. Tienen poca mortalidad y se han producido numerosas eclosiones hasta que puse la colonia en libertad. Al trasladarse al nido artificial las obreras transportaban a sus compañeras, tomándolas por las mandíbulas y colocándose la trans- portada arrollada sobre la cabeza de la transportadora con su super- ficie dorsal dirigida hacia adelante, a la manera que indica Wheeler ' para Leptothora.x. P. Naegeli se clasifica en el subgénero Ephebomyrmex de Wheeler que comprende las pequeñas especies sin barba o con ammoquetas muy cortas y con cuatro espinas o dientes más o menos marcados en el epinoto, mientras que Pogonomyrmex s. str. está caracterizado por las largas ammoquetas que le han valido su nombre de hormigas con barba y el epinoto generalmente con sólo dos espinas o inerme. El profesor Wheeler prepara actualmente una monografía de este género, para la cual le he enviado todo el material del museo. Tribu CREMASTOGASTRII Cremastogaster Lund (1831) CREMASTOGASTER QUADRIFORMIS Rog. En marzo de 1913 encontró Doello-Jurado una numerosa colonia de esta especie en antodios secos de cardos en Punta de Lara. Las conservé en cautividad hasta el invierno, época en que todas murie- ron. El doctor Berg ya había indicado que esta especie se encuentra principalmente en flores, frutos secos o agujereados u otros órganos vegetales así silvestres como cenltivados. Tribu sOLENOPSIDII Solenopsis Westwood (1841) Muy poco puedo agregar a lo que se sabe respecto de las costum- 1 WHEELER, Ánts., página 179. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 15 bres de Solenopsis geminata (F.), especie de vasta distribución geo gráfica, y por consiguiente bastante conocida. En los alrededores de Buenos Aires abunda una forma muy aná- loga Solenopsis Pylades Forel que tiene aproximadamente las mismas costumbres. nidifica con cúpulas, tiene una picadura irritante como una quemadura, etc. La he tenido varias veces en nido artificial, alimentándola con in- sectos y substancias dulces. La eclosión de las formas sexuales en los nidos artificiales tiene lugar en el mes de noviembre. En el mes de agosto de 1913 mi antiguo alumno el doctor Nájera me trajo de Luján una colonia de Solenopsis Pylades con numerosos Hemípteros mirmecófilos de color rojizo. Al trasladar la colonia a un nido artificial los hemípteros acompañan a las hormigas que no pare- cen preocuparse mayormente de ellas. En cambio las hormigas trans- portaron cuidadosamente al nido artificial un Pseláfido mirmecófilo que me parece pertenecer al género Adranes. Este Pseláfido vivía en el grupo mismo que formaban las hormigas y cuando éstas se alar- maban por cualquier motivo, inmediatamente tomaban entre sus mandíbulas al Pseláfido y lo transportaban a lugar seguro. Este es, pues, un verdadero sintilo. En cuanto al hemíptero lo considero como un sinequeto o huésped tolerado. Recuerdo haber observado ese mismo hemíptero en gran número en la cúpula de un hormiguero de Solenopsis geminata o Pylades hace unos diez años en Mar del Plata. Muchas especies pequeñas de Solenopsis, de vida hipogea, son pro- bablemente parásitas en los nidos de otras hormigas en cuya vecin- dad se encuentran, pero me faltan observaciones directas para afir- marlo y tengo también dudas sobre la determinación específica de esas formas pálidas y casi ciegas que requieren un estudio especial. Tribu ATTIL Pocas observaciones puedo agregar a este interesantísimo grupo de hormigas cultivadoras de hongos, que ha sido objeto de un dete- nido estudio del profesor Wheeler para las formas de la América del norte *?. 1C. M. WHEELER, The Fungus-growing ants of North America, en Bulletin of the American Museum of Natural History, tomo XXIII, páginas 669-807, 5 lámi- nas, 31 figuras. 1907. 16 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Las especies cuyas costumbres he tenido oportunidad de observar se clasifican hoy día en el género Acromyrmex Mayr (1565), que par: algunos sistemáticos es sólo un subgénero del género Atta de Fabri- cio (1504). ACROMYRMEX LUNDI (Guér.) Esta es la dañina hormiga negra de los alrededores de Buenos Alres. He conservado una colonia de estas hormigas durante 24 meses en un eran nido artifi- cial de yeso del tipo vertical de Janet (fig. 4). El 25 de noviembre de 1912 trajo esta colonia de Co- legiales el preparador del mu- seo don Emilio Gemigniani. Para establecerla en el hor- miguero artificial coloqué en su abertura superior un gran embudo de hojalata, donde puse los escombros del nido, mezclados con las hormigas. Pronto iniciaron éstas el transporte al hormiguero at- tificial que mantenía húmedo y obscuro. El 5 de diciembre estaban instaladas con su honguera y abundante cría, pero sin for- mas sexuales que habrían quedado en el nido natural. Durante todo el tiempo de cautividad fué alimentada la Fig. 4. — Nido vertical de yeso, tipo Janet. El em- honguera econ cáscaras de na- budo sirvió para la entrada de las hormigas. 40 cen- A ] ] 1 > 6 Se e ah: z : tímetros de alto por 40 de ancho. 2 centímetros de ranja que se colocaban en la profundidad de las cámaras. partesuperior del hormiguero artificial y donde acudían a aprovisionarse no sólo las grandes obreras, sino también las peque- nas que no abandonan generalmente los nidos naturales. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 1 Así pasaron todo el invierno, produciéndose numerosas eclosiones de las ninfas y larvas introducidas en el nido artificial. El invierno lo pasaron casi inmóviles y comiendo muy poco de la honguera. La cría había alcanzado toda el estado adulto. En agosto de 1913 empiezan a trabajar muy activamente en la cás- cara de naranja para agrandar la honguera, que había disminuido durante el invierno y presentaba un aspecto marchito. El 28 de octubre introduje un macho y cuatro hembras aladas, que son atacadas por las obreras que les arrancan las alas y acabaron por matarlas, salvo una hembra que parecía haber sido adoptada, pues habitaba las proximidades de la honguera sin ser molestada por las obreras. El 17 de noviembre introduje una hembra desalada de la misma especie que encontré en la plazoleta frente al museo. Lejos de adoptar esta hembra, que esperaba sería fecunda, fué inmediatamente arrestada por las obreras. Salió entonces del nido la hembra adoptada y emprende la lucha con la intrusa, ayudada por las obreras, varias de las cuales son muertas en la lucha. Por fin la hembra adoptada consiguió cortar el pedúnculo abdominal de la recién llegada y se paseó largo rato triunfante con el gáster de su rival entre las mandíbulas. En la lucha había perdido el funículo de una antena y piezas del tarso de los miembros anteriores. Después de esta lucha mostró un carácter agresivo, atacando frecuentemente a las obreras y resistiéndose a penetrar al interior del nido. Una semana después la encontré muerta, sin poder asegurar que la causa de su muerte fuesen las heridas de la lucha con la hembra desalada o si fué muerta por las obreras en alguna de las riñas que tenía con ellas. No pudiendo llenar los claros que producía la mortalidad creciente de la colonia por falta de hembra fecunda, la colonia fué mermando rápidamente. Así sobrevino el invierno siguiente, durante el cual dejaron perder la honguera que estaba ya muy pequeña. En octubre de 1914 dieron muestras de actividad, acudiendo a la cáscara de naranja la única obrera grande sobreviviente y algunas obreras pequeñas, pero no pudieron reconstituir la honguera, for- mando sólo un pequeño montón de cáscara masticada que tomó un color castaño rojizo, muy diferente del gris blanquizco de la hongue- ra normal. El 23 de noviembre de 1914 habían muerto las dos docenas de obreras sobrevivientes, extinguiéndose la colonia a los dos años de cautividad. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (MAYO 28, 1915). 2 18 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES He observado en mi quinta en Bella Vista una forma de nidifica- ción poco común de Acromyrmex Lundi. Ordinariamente estas hor- migas minan nidos considerables en el suelo, que llegan a uno o dos metros de profundidad. En este caso aprovecharon el hueco del tronco de un viejo sauce, plantado en un terreno bajo inundable, para establecer su nido en esta cavidad, situada a más de dos metros de altura y al abrigo de las aguas. Tienen una gran honguera muy bien desarrollada en el interior del tronco del sauce, que alimentan con trozos vegetales que recogen en los alrededores y que conducen por un grueso camino que corre a lo largo del tronco. Los residuos de la honguera los arrojan al exterior del nido, asomándose a la abertura inferior y dejándolos caer de allí hasta el suelo. En octubre de 1913 he visto numerosos machos de A. Lundi que transportaban el ortóptero mirmecófilo Attaphila Bergi Bolívar, en la forma ya indicada por el doctor Berg ?. Mantuve durante aleún tiempo estas hormigas con el mirmecófilo en el nido artificial sin observar nada digno de mención. ACROMYRMEX LOBICORNIS Emery Esta hormiga, que se distingue fácilmente por el marcado lóbulo que posee en la base del escapo de la antenas, tiene una distribución geográfica muy extensa dentro de la república. Bruch la menciona en su catálogo como procedente de Córdoba, San Luis, Catamarca, Misiones y Chubut. Los ejemplares de la colección del Museo nacional provienen de la Pampa central, Santa Cruz, Choele-Choel (Río Negro), Resistencia (Chaco), San Luis y Tandil (provincia de Buenos Aires). En esta últi- ma localidad la he observado personalmente el 5 de diciembre de 1912 en un gran nido con vasta cúpula de metro y medio de diámetro y cerca de un metro de altura, situado en los primeros contrafuertes del Cerro del Manantial de los Amores. La colonia parecía muy nume- rosa y próspera, observándose en los alrededores del nido numerosas obreras y formas sexuales aladas. El señor Doello-Jurado ha observado numerosos nidos de esta ! IGNACIO BOLÍVAR, Un nuevo ortóptero mirmecófilo Attaphila Bergi, en Comuni- caciones del Museo nacional de Buenos Aires, tomo I, páginas 331-336. 1901. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 19 especie durante los meses de febrero y marzo en Puerto Madryn. A cierta distancia de la gran cúpula, todos los nidos poseen una salida especial para sacar los residuos de la honguera que van acumulando en sus alrededores. La variedad ferruginea Emery, fundada sobre ejemplares proce- dentes de Santa Ana (Misiones), es mencionada para Mendoza en el catálogo de Bruch. En la colección del Museo nacional la tenemos también de Misio- nes y además de Córdoba y La Rioja. Tribu CRYPTOCERIL Cryptocerus Latreille (1804) CRYPTOCERUS IHERINGI Emery A principios de octubre de 1914 el señor Doello- Jurado trajo de Gualeguaychú unos tallos secos de ceibo con estas hormigas en su “anal medular. Nunca había tenido ocasión de ver vivos representan- tes de este curioso género. Las observé durante dos meses en el mismo nido artificial con ma- dera de ceibo que había utilizado antes para Pseudomyrma mutica, al que se adaptaron rápidamente (fig. 3). Las alimenté con azúcar que chupaban en pequeña cantidad. Rehusaron constantemente los insec- tos como alimento. Había numerosos huevos alargados y larvas, algu- nas de las cuales sufrieron la ninfosis en cautividad. Sus movimien- tos son lentos y pasan largo tiempo en la más absoluta inmovilidad. Esta especie no había sido señalada para la República Argentina, pero ha sido mencionada para las regiones limítrofes del Brasil y del Paraguay. Subfamilia DOLICHODERINAE Azteca Forel (1878) Este curioso género de hormigas arborícolas no había sido seña- lado como procedente de la República Argentina hasta que Bruch en su catálogo indica en nota que posee algunas especies de Misiones y Jujuy aun indeterminadas. En el mes de junio de 1913 el conservador de las colecciones botá- nicas del Museo nacional, ingeniero agrónomo Luciano Hauman- Merk, trajo de San Ignacio (Misiones) una numerosa colonia de A2- 20 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES teca Alfaro que habitaba los entrenudos huecos de una Cecropia, como ha sido descripto detalladamente para varias especies dlel género por diversos autores, especialmente por Fritz Miller, Schim- per y von Ihering ?. Debo la determinación específica de esta Azteca al senor Juan Bre- thes, conservador de las colecciones entomológicas del Museo nacio- nal, quien ha descripto una nueva especie del género procedente del Chaco boliviano ”. Fiebrig * ha observado que Azteca Alfaroí Forel ocupa constante- mente las cavidades de Ceeropia peltata en el Paraguay, sin prote- gerla contra sus enemigos, como se admitía, según la teoría de las plantas mirmecófilas, que ha tenido tanta boga durante algún tiempo. En el trabajo que acaba de publicar Forel sobre Formícidos de África y de América *, funda una nueva variedad argentina de Azteca Alfaroi, procedente de Santa Ana (Misiones), cuyos caracteres coin- ciden con los ejemplares de nuestra colección. Dorymyrmex Mayr Este género de Dolicoderinas está muy bien representado en la República Argentina por numerosas especies cuya enumeración pue- de verse en el catálogo de Bruch, la mayor parte de las cuales figuran también en la colección del Museo nacional. 2 F, MULLER, Ueber die Haarkissen der Imbauba, en Jenaische Zeitschrift Nat., tomo 10. 1876. Die Imbauba und ihre Beschiitzer, en Kosmos, tomo VIII, páginas 109-116. 1880-81. A. F. W. ScHIMPER, Die Wechselbeziehungen zwischen Pflanzen und Ameisen in tropischen Amerika. Jena 1888. H. VON IHERING, Die Wechselbeziehungen zwischen Pflanzen und Ameisen in den Tropen, en Das Ausland, tomo XIV, páginas 474-477. 1891. Die Cecropien und ihre Sehutzameisen, en Englers botanische Jahrbuch, tomo XXX, páginas 666-714. 1907. * Azteca Lynchi Brethes, en Jean BrETHnES, Notes sur quelques Dolichodérines argentines, en Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVI, páginas 93 á 96. Mayo de 1914. * FIEBRIG, Cecropia peltata und ihre Verhiltniss zu Azteca Alfari, zu Atta sex- dens und anderen Insekten, en Biologische Centralblatt, tomo XXIX, páginas 1-16, 33-55, 65-17. 1909. * A. FOREL, Formicides d* Afrique et d' Amérique nouveaux ou peu conmus, en Bulle- tin de la Société vaudoise de sciences naturelles, tomo L, páginas 264-288 (las ame- ricanas). 1915. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 21 Pocas son sin embargo las observaciones biológicas que tengo ano- tadas sobre este género. He visto muchas obreras y aleunos machos de Dorymyrmex exan- guis Forel en Alta Gracia (provincia de Córdoba). En vida las obre- ras son aún más transparentes que en las colecciones y apenas se distinguen sobre el suelo asoleado cuando se quedan inmóviles. A la puesta del sol se ven mejor, pues los rayos oblicuos las destacan algo del color del piso. Los machos recogidos en Alta Gracia son de color obscuro y co- rresponden a la variedad carbonaria fundadada por Forel en 1915 sobre ejemplares procedentes de Mendoza ?. El señor Bréethes ha descripto en estos Anales las formas sexuales de Dorymyrmex planidens Mayr * cuyas obreras son conocidas desde 1868 habiendo sido coleccionadas por Strobel en Mendoza. Bruch las indica de Catamarca y en el museo tenemos ejemplares de La Rioja. La especie más antiguamente conocida del género Dorymyrmex pyramicus (Roger) descripta por Roger en 1863 como Prenolepis, tiene una distribución geográfica vastísima en toda la América, desde el Mlinois, en los Estados Unidos, hasta la República Argentina. Abunda en los alrededores de Buenos Aires y la he observado en Tandil y Sierra de la Ventana. Poco puedo agregar a sus costumbres bien ob- servadas por Wheeler y otros autores. En Sierra de la Ventana recogí una colonia completa de Dorymyr- mex pyramicus que mantuve con azúcar durante más de un mes en un nido artificial, que se rompió por accidente, escapando todas las hormigas. La hembra atendía la ería a la par de las obreras y tenía gran li- bertad de movimientos. Puso numerosos huevos en cautividad y la colonia estaba muy próspera cuando se rompió el nido. En mi quinta de Bella Vista anidan cerca de Pogonomyrmex Naegelit y en otros sitios asoleados, aun en las zonas infestadas por Lridomyr- mex humilis Mayr, donde éstas han expulsado la mayor parte de las otras hormigas. En Alta Gracia y Río Segundo he encontrado en abundancia Do- 1 FOREL, A., Fourmis de l' Argentine, Brésil et Cuba, en Bulletin de la Société Vaudoise de sciences naturelles, tomo XLIX, número 181. Diciembre de 1915. ? BRETHES, JEAN, Sur les formes sexuelles de deux Dolichodérines, en Anales del Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVI, páginas 231-4. Noviembre de 1914. 22 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES rymyrmezx pyramicus subsp. brunnea Forel var. thoracica Santschi la cual me había llamado la atención por la coloración clara del tórax, que resalta sobre el color obscuro del gáster y de la cabeza, casi negra. Se la ve en sitios asoleados con una marcha menos agitada que pyramicus típico. Forelius Emery (1888) FORELIUS NIGRIVENTRIS Forel En mayo de 1913 encontré en las calles de Alta Gracia (provincia de Córdoba) algunos nidos de esta bonita hormiga, con cabeza y tórax amarillos y gáster negro brillante con reflejos verdes metálicos. Los nidos estaban excavados en terreno duro, desnudo de vegetación y bien asoleado. El orificio exterior del nido es pequeño, rodeado de un cráter irre- gular con gruesos granos de cuarzo. Excavé uno de los nidos, encon- trando las cámaras con cría a una profundidad de 20 a 30 centíme- tros. Transporté la colonia a Buenos Aires en un frasco de boca an- cha, con los escombros del nido y lo instalé el 30 de mayo en un nido artificial. La colonia se componía de dos hembras desaladas, numerosas obre- ras y algunas larvas. Les ofrecí azúcar húmeda que aceptaron con avidez, distendiendo el gáster hasta quedar transparente. La colonia sufrió mucho durante el invierno, a pesar de elevar la temperatura bajo la mesa donde estaba colocado el nido por medio de una estufa eléctrica, que funcionaba varias horas al día. A fines de agosto la mortalidad había sido tan fuerte que la colo- nia había perdido más de la mitad de las obreras y de las larvas. A pesar de templarse el tiempo la colonia no reaccionó y siguieron muriendo las larvas y las obreras. En noviembre quedaba sólo una hembra con pocas obreras y a fin de año la colonia se extinguió con la muerte de los pocos sobrevivientes. La conducta de estas hormigas en el nido artificial es análoga a la de Dorymyrmex pyramicus. El señor Brethes ha descripto en estos mismos Anales la hembra desalada que no era conocida ?, ' BRETHEs, JUAN, Sur les formes sexuelles de deux Dolichodérines, en Anales del GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA Ko No encontré machos en el nido natural ni pude obtenerlos en el hormiguero artificial. En el catálogo de Bruch esta especie está indicada para Catamar- a, Mendoza y Córdoba. Iridomyrmex Mayr (1862) IRIDOMYRMEX HUMILIS Mayr Me he ocupado ya anteriormente de esta hormiga que suele invadir las habitaciones en número inmenso *. Esto ha sucedido desde el ve- rano de 1904 a 1905 en mi casa de campo en Bella Vista (B. A. P.) donde he tenido constantemente oportunidad de observar sus cos- tumbres. Estas hormigas invadieron primero la casa y sus alrededores inme- diatos, formando gruesos caminos, aun dentro de las habitaciones y pronto se hicieron insoportables por su voracidad que les hace ata- car toda clase de substancias dulces y azoadas. Han destruído gran número de especies de hormigas que habita ban antes la región por ellas infestada, quedando sólo algunos nidos de Solenopsis muy pequeñas, de Dorymyrmex pyramicus (Rog.) y de la Ponerina Ectatomma triangulare (May?rt). Fué muy interesante la lucha contra la hormiga negra Acromyrmez Lundi (Guér.). Las invasoras ponían sitio al hormiguero de hormiga negra y va- rias obreras de Iridomyrmex atacaban a una obrera de A. Lundi mor- diendo fuertemente sus patas y antenas hasta cortarles estos miem- bros, en la forma que Forel llama exécution « froid. El sitio del hormiguero dura varios días, al cabo de los cuales las hormigas negras no se animan a salir y entonces las invasoras pene- tran en columna al hormiguero y prosiguen la lucha subterránea hasta destruir la colonia. En el límite de la zona de invasión que está ahora a unos 400 me- Museo nacional de historia natural de Buenos Aires, tomo XXVI, páginas 231-234. Noviembre de 1914. ' GALLARDO, ÁNGEL, Observaciones sobre una hormiga invasora Iridomyrmex hu- milis Mayr, en Boletín de la Sociedad Physis, tomo 1, número 3, páginas 133-138. Diciembre de 1912. Dos palabras más acerca de la hormiga invasora Iridomyrmezx humilis Mayr, en Ibidem, tomo I, número 5, páginas 264-265. Septiembre de 1915. 24 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tros de mi casa, he observado en estos días el sitio de un nido de Cre- mastogaster que pronto serán vencidas por Iridomyrmex. Más ade- lante se encuentra la fauna mirmecológica normal con numerosos nidos de Pheidole Berai Mayr, ete. Estoy ensayando con buen éxito el procedimiento de destrucción indicado por Newell * que consiste en colocar trampas formadas por cajones llenos de paja u otro material vegetal poroso. Después de las lluvias estos cajones se llenan de hormigas con sus reinas y su cría. Newell supone que las hormigas son atraídas por el aumento de tem- peratura debido a la descomposición de las materias vegetales bajo la acción de las lluvias. Sin negar la importancia que puede tener el factor térmico, sobre todo en otoño y en invierno, puedo afirmar que la causa principal de la emigración de las hormigas hacia el cajón es sencillamente la inundación de sus cuevas por el agua, que las obliga a sacar su ería y buscar refugio en sitios más elevados y de una hu- medad moderada. Así en pleno verano se puede observar el trans- porte de la cría después de las lluvias, no sólo a las trampas, sino también trepando los troncos de los árboles, bajo cuyas cortezas se refugian provisoriamente. Las he visto refugiarse bajo las corte. zas de los eucaliptus y de muchos otros árboles, en la base de las ho- jas de las palmeras y Brethes las ha visto en Villa Urquiza adoptar las espatas que rodean los espádices de maíz ?. Dos o tres días después de una fuerte lluvia las trampas se encuen- tran llenas de ería en cualquier estación y así he destruído cantida- des enormes por medio del fuego, quemando simplemente en una fo- gata la paja que llena los cajones, lo que es mucho más cómodo, ex- peditivo y barato que el procedimiento del sulfuro de carbono que indica Newell. Aplicando con constancia este sistema de las trampas se obtiene una diminución sensible en el número de hormigas. La época más favorable es la de las lluvias de otoño, pues se agrega la acción de la temperatura más elevada de los cajones, sobre todo si se tiene la precaución de colocarlos en sitios asoleados. En el Tandil he tenido ocasión de observar la subespecie platensis Forel de fridomyrmex humilis, mucho más pequeña que ésta s. str., 1 NEWELL, W., Notes on the habits of the Argentine or New Orleans Ant. Irido- myrmex humilis Mayr, en Journal of Economic Entomology, tomo 1, página 21-34, 1908; Ibidem, tomo 1I, páginas 324-332. 1909. NeEweLL, W., et Barber, F. C., The argentine ant. Boletin, número 122. Bu- rean of Entomology, U. S. Department of Agriculture. Washington, junio de 1913, 2 Boletín de la Sociedad Physis, número 8. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA [Es SÍ sobre todo sus formas sexuales. Encontré el nido bajo unas piedras en un sitio muy húmedo, cerca del Manantial de los Amores. Había numerosa cría y muchas imágenes recién transformadas de color elaro, casi blancas. Subfamilia CAMPONOTINAE Tribu PLAGIOLEPIDIL Myrmelachista Roger (1863) MYRMELACHISTA (DECAMERA) GALLICOLA Mayr Esta pequeña hormiga fué encontrada por el doctor Berg en las agallas del cinípido Eschatocerus Acaciae Mayr en algunos espinillos (Acacia Cavenia Hook. et Arn., Acacia Aroma Gill. y en el ñandubay Prosopis algarrobillo Griseb.) que erecían en los departamentos de Soriano y de Mercedes de la República Oriental del Uruguay !. Esto explica el nombre específico gallicola dado por Mayr ?. En mayo de 1913 el señor Ángel Zotta trajo al Museo una colonia de estas hormigas que habitaba en tallos huecos de ceibo. Las instalé en un nido de yeso de donde se escaparon por haber quedado mal cerrado uno de los vidrios de cubierta y se instalaron en una pipeta graduada de vidrio, donde vivieron seis meses con abundante cría y varias hembras fecundas, sin que la luz pareciera molestarlas mayormente. Es digno de notar que las ninfas son todas desnudas sin haber observado los capullos que son tan frecuentes en las ninfas de Camponotinas. Las obreras salían libremente del tubo de la pipeta, que se encon- traba sobre un estante colocado cerca de una ventana, y volvían al nido después de haber hecho sus provisiones. En el mes de agosto parte de la colonia se trasladó a un tubo cuentagotas. La inmovili- dad invernal había determinado una fuerte mortalidad, pues la tem- peratura debe haber sido excepcionalmente baja dentro de estos tu- bos de vidrio, y en la primavera las colonias estaban muy mermadas. El interior de los tubos me pareció muy seco e introduje en ellos un poco de agua, sin otro resultado que ahogar varias hormigas y de- 1 BERG, CARLOS, loc. cit., página 23. 2 Mark, G., Sudamericanische Formiciden, en Verhandlungen der 4. K. zoologisch- botanischen Gesellschaft in Wien, tomo XXXVII. 1887. 26 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES bilitar aún más las colonias, que en el mes de noviembre se habían extinguido por completo. / Fig. 5. — Siluetas de Myrmelachista gallicola Mayr. Arriba, silueta del macho de perfil. Al medio, silueta de la hembra de perfil. Aba- jo. silueta dorsal de la hembra. Aumento: + 20 diámetros. En octubre de 1914 el señor Doello-Jurado ha encontrado también Myrmelachista gallicola en tallos huecos de ceibo en Gualeguaychú (Entre Ríos). Se ve, pues, que estas hormigas no sólo habitan en las GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA o a] agallas sino en cualquier cavidad, hasta la que les ofrece un tubo de vidrio. Los machos de dos milímetros de largo y 2,25 mm. el ala an- " terior coinciden bastante bien con la descripción de Forel ?. Como ereo que la hembra no era conocida, doy su descripción, com- pletada con datos y dibujos de las antenas de la hembra, macho y obre- “a y siluetas del macho y hembra que debo al señor Juan Brethes, conservador de las colecciones entomológicas del museo (fig. 5 y 6). MYRMELACHISTA GALLICOLA Mayr Q L. 3,5-4 mm., castaño obscuro, casi negra, lustrosa, antenas y patas castañas, trocánteres y tarsos más claros. Cabeza rectangular, largo cuatro tercios del ancho, costados casi paralelos, borde posterior recto, con los ángulos pos- teriores redondeados. Mandíbulas espesas, con un fuerte diente en la ex- tremidad. Ojos elípticos, su largo es un cuarto del costado de la cabeza, su borde anterior comienza algo después del tercio an- terior de la cabeza. Frente casi lisa, con es- trías longitudinales finas y cortas, en toda su super- ficie. Los escapos no alcanzan el borde posterior de la cabeza, pero sobrepasan el borde posterior del ojo, li- geramente encorvados y engrosados hacia:su extre- om Mayr hembra, macho y obrera. Aumento : + 110 midad distal. El primer diámetros. artículo del funículo do- ble largo que ancho. Segundo a sexto mucho más cortos que an- Fig. 6. — Siluetas de las antenas de Myrmelachista galli- 1 FOREL, A., Fourmis de U Argentina, Brésil et Cuba, en Bulletin dn la Société Vaudoise de sciences naturelles, tomo XLIX, número 181, página 245. Diciembre de 19153. 28 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES chos. Séptimo algo más largo que ancho, octavo de igual largo que ancho, noveno piriforme, dos veces más largo que ancho. Los últi- mos tres segmentos forman maza (fig. 6 Q). Tórax del ancho de la cabeza, moderamente bombeado en su per- fil (fig. 5). Patas cortas. Escama del pecíolo baja, espesa y con el vértice redondeado convexo. Gáster elíptico alargado. Lisa brillante, muy débilmente reticulada, puntos pilígeros, bien marcados, pelos cortos. Brachymyrmex Mayr (1868) BRACHYMYRMEX PATAGONICUS Mayr El 25 de noviembre de 1912 el señor Doello-Jurado me trajo una colonia de estas pequeñas hormigas encontrada en Punta Lara. Las conservé durante tres meses en un nido artificial, donde se alimen- taban con azúcar, distendiendo mucho el gáster. Aunque no he distinguido ninguna hembra en el nido, pocos días después de instalarlas encontré muchos huevos que dieron larvas pero no terminaron su evolución por haberse extinguido antes la co- lonia a causa de una fuerte mortalidad. Puede ser un caso de obreras fecundas como se han observado mu- chas veces. Tribu FORMICIL Prenolepis Mayr (1861) PRENOLEPIS (NYLANDERIA) SILVESTRII Emery var. KUNZLERI Forel He conservado tres meses en un nido artificial una colonia de estas hormigas encontradas por Zotta el 15 de octubre de 1912 en un sauce con el tronco podrido, en Palermo. Se encontraban las tres formas que han sido todas descriptas. Las obreras dilatan mucho el gáster, cuando se alimentan de miel o de azúcar húmedo. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 29 Tribu CAMPONOT!II Camponotus Mayr (1861) Pocas observaciones puedo comunicar acerca de este vastísimo género. El Camponotus mus Roger tiene una amplia distribución geográfica en toda la República Argentina. Bruch en su catálogo lo señala de Buenos Aires, Mendoza, Catamarca, Jujuy, Misiones, etc. En nuestra colección del museo figura como procedente de los alre- dedores de Buenos Aires, Tandil, Sierra de la Ventana, Córdoba, La Rioja y Catamarca. Generalmente anida en los troncos de los árboles. Abunda en los valles de la Sierra de la Ventana, donde anida entre las lajas del esquisto pizarreño. La seda de sus capullos es de color amarillo claro. El 25 de diciembre de 1912 tuve ocasión de observar en San lsi- dro el vuelo nupcial de Camponotus mus. Anidaban en una glorieta sobre la barranca, al borde del río. Desde las dos de la tarde, en un día sereno y caluroso, empezaron a salir numerosas obreras y pronto se mostraron las formas sexuales con sus alas ahumadas. Trepaban por los pilares de la glorieta y luego se acumularon en inmenso número en la parte inferior del techo de la glorieta, acompa- nadas por numerosas obreras que mostraban la agitación habitual en estos casos. A las cuatro de la tarde, como obedeciendo a una voz de mando, empezaron a volar en dirección al río, es decir, hacia el este. Acudieron numerosas golondrinas y otros pájaros insectívoros que hicieron numerosas víctimas, además de dos o tres sapos que se apo- deraban de las parejas que caían al suelo. Algunos minutos después sólo quedaban unas pocas formas sexua- les que eran reconducidas al nido por las obreras. Las demás se ha- bían perdido de vista o habían sido devoradas por los abundantes insectívoros que acudieron a este banquete. El Camponotus punctulatus Mayr es sumamente fresuente en el Tandil y en la Sierra de la Ventana. Casi no hay piedra de ciertas dimensiones que no cubra un nido de esta especie, principalmente en el Tandil. He conservado varias colonias de este Camponotus y de otras espe- cies del género en nido artificial sin observar nada digno de mención, pero pudiendo comprobar la mayor parte de las observaciones de 30 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Forel y de otros autores sobre las costumbres de las hormigas de este género. Mi hijo Guillermo, de 11 años de edad, ha conseguido seguir en un nido artificial la fundación de una nueva colonia de Camponotus ma- culatus, var. bonariensis Mayr a partir de dos hembras que recogió los primeros días de enero de 1915. Una sola de las hembras se arrancó las alas, pero la virgen la acompañaba y ayudaba más tarde en el cuidado de la ería hasta que murió en el mes de febrero. A principios de marzo una de las larvas, cuidada por la hembr: fecunda, hiló su capullo y pocos días después una segunda. A fines del mismo mes hizo eclosión la primera obrera, habiendo muerto la otra ninfa. Sobre las Ponerinas no he hecho ninguna observación digna de mencionarse, habiéndolas encontrado ordinariamente en ejemplares aislados. Para facilitar las observaciones biológicas que pudieran hacer algu- nos aficionados, me ha parecido conveniente dar como apéndice una clave dicotómica para la determinación genérica de las obreras de hormigas de la República Argentina. Esta clave ha sido extractada de las de Emery, cuyo manejo es más difícil por abarcar los géneros de todo el mundo ?. CLAVE DE LAS SUBFAMILIAS (OBRERAS O SOLDADOS) 1. Orificio cloacal terminal, circular, rodeado de una franja de pelos, pecíolo de un solo segmento; sin constricción entre el primero y el segundo segmento del gáster, ninfas usualmente encerra- das en capullo. CAMPONOTINAE. — Orificio cloacal ventral, en forma de hendidura; aguijón bien des- arrollado o rudimentario; pecíolo de uno o dos segmentos. 2. 2. Aguijón rudimentario; pecíolo de un segmento, sin constricción entre el primero y segundo segmento del gáster; a menudo elándulas anales que producen olor a manteca rancia; ninfas desnudas. DOLICHODERINAE. — Aguijón desarrollado; a veces muy pequeño, pero sin embargo 1 Emery, Clef analytique des genres de la famille des Formicides pour la determi- nation des neutres. Ann. Soc. Ent. Belg., tomo XL, páginas 172-189. 1896. Tradu- cida al inglés por WHEELER, en American Naturalist, tomo XXXVI, páginas 707-725. 1902; — Ponerinae, en Genera Insectorum. 1911. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 31 exsertil; pecíolo de 2 o 1 segmentos; cuando sólo 1 hay una constricción entre el primer y el segundo segmento del gás- ter. d. 3. Ninfas siempre encerradas en capullo; pecíolo de un solo seg- mento; gáster con una constricción entre el primer y segundo segmento; carenas frontales separadas o juntas; en este últi- mo caso se dilatan para formar láminas oblicuas u horizonta- les que cubren en parte la inserción de las antenas. PONERINAE. — Ninfas desnudas; pecíolo de dos segmentos en las especies ameri- canas. 4. 4, Carenas frontales muy próximas, casi verticales que no cubren las inserciones antenales muy próximas a las mandíbulas; ojos muy pequeños o ausentes. DORYLINAE. — Carenas frontales de diferente conformación que cubren las inser- ciones antenales; ojos rara vez rudimentarios o ausentes. MYRMICINAE. CLAVE DE LOS GÉNEROS DE PONERINAS 1. Uñas pectinadas. LEPTOGENYS Roger. — Uñas simples o dentadas. 2. 2. Mandíbulas articuladas en el medio del borde anterior de la cabeza. e — Mandíbulas articuladas en los ángulos anteriores de la cabeza. 4. 3. Un reborde oblicuo parte del ojo y limita las fosas antenales que se reunen sobre la frente. ODONTOMACHUS Latreille. — Sin reborde. ANOCHETUS Mayr. 4, Pecíolo articulado con el postpecíolo en todo su ancho; pigidio con un rango de púas en cada lado. ACANTHOSTICHUS Mayr. — Pecíolo articulado con el postpecíolo por una superficie más o menos estrecha. 5. 5. Aristas frontales separadas, más o menos paralelas o débilmente divergentes hacia atrás. 6. — Aristas frontales provistas de un lóbulo en su borde lateral y ordinariamente convergentes detrás del lóbulo. Articulacio- nes de las antenas próximas entre sí. 9. 6. Antenas terminadas en maza; uñas simples, pecíolo distintamente pedunculado. TYPHLOMYRMEX Mayr. ” bl. — Antenas sin maza; uñas en general dentadas o hendidas. 32 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 7. Fosa antenal prolongada hacia atrás; epinoto provisto de dientes o espinas; sutura promesonotal muy distinta; coxas posterio- res inermes. ACANTHOPONERA Mayr. — Fosa antenal simple. S. S. Sutura promesonotal muy distinta, por lo menos interrumpe las estrías, coxa posterior con una espina. HOLCOPONERA Mayr. — Sutura promesonotal borrada o impresionada sin interrumpir la escultura, mandíbulas triangulares o lineares. ECTATOMMA Fred. Smith. 9. Patas de los dos pares posteriores con dos espolones bien desarro- llados, el medial grande y pectinado. 10. — Patas de los dos pares posteriores con un solo espolón bien des- arrollado, es decir, el medial que es siempre pectinado; el espolón lateral rudimentario o nulo; antenas sin maza o con maza de 5 artículos. PONERA Latreille. 10. Clípeo armado de dos dientes en su borde anterior, talla muy erande. DINOPONERA Roger. — Clípeo no bidentado. 11 11. Mejillas carenadas:; ojos colocados más o menos a la mitad de los costados de la cabeza. NEOPONERA Emery. — Mejillas sin carena; ojos colocados adelante de la mitad de los costados de la cabeza. 12: 2. Sutura mesoepinotal borrada; tamaño grande. PACHYCONDYLA Fred. Smith. — Sutura mesoepinotal más o menos distinta; mandíbulas subtrigo- nas: ángulo marcado entre el borde masticador y el borde basal. EUPONERA Forel. CLAVE DE LOS GÉNEROS DE MIRMICINAS 1. Clípeo no prolongado hacia atrás entre las carenas frontales, que están muy próximas una a otra; antenas de 12 artículos. PSEUDOMYRMA Guérin. — Clípeo casi siempre prolongado entre las carenas frontales, que son más o menos separadas; en el caso contrario, las antenas de 11 artículos. 2. 2. Las fosas antenales terminan detrás en los costados de la cabeza, pasan sobre los ojos y son suficientemente profundas par: contener todo el escapo; antenas de 11 artículos, sin maza; buche fungiforme. 3. GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 33 — Fosas antenales o antenas de otra conformación; buche de la for- ma habitual. 4, 3. Fosas antenales aproximadas adelante, divergiendo fuertemente hacia atrás, no llegan a los lados de la cabeza, excepto en sus extremidades. PROCRYPTOCERUS Emery. — Fosas antenales cubiertas en todo su largo por el borde lateral de la cabeza. CRYPTOCERUS Fabricio. 4. Postpeciolo articulado en la cara dorsal del segmento siguiente. CREMASTOGASTER Lund. — Postpecíolo insertado en el extremo anterior del segmento si- guiente. 5% 5. Cabeza cordiforme, emarginada detrás, con los ángulos posterio- res fuertemente redondeados y desprovistos de espinas; el último articulo mucho más pequeño que el precedente; fose- tas antenales tan largas como el escapo y colocadas dorsal- mente con respecto a los ojos; antenas de 6 artículos. STRUMIGENYS Fred. Smith. — Cabeza de diferente conformación. 6. 6. Antenas de 11 artículos, sin maza o con maza de un sólo artí- culo. E — Maza de varios artículos o bien antenas con más de 11 artícu- los. a: 7. Carenas frontales muy próximas y dilatadas en su extremidad anterior; clípeo no distintamente prolongado entre ellas. 8. — Carenas frontales separadas que abrazan la extremidad poste- rior del clípeo. 9. S. Integumento opaco y unido con pelos largos y finos. APTEROSTIGMA Mayr. — Integumento erizado con tubérculos y espinas, con pelos ganchu- dos y escamosos. MYRMICOCRYPTA Fred. Smith. 9. Sin pelos erectos en el cuerpo; fosetas antenales generalmente prolongadas hasta los ángulos posteriores de la cabeza; pelos escamosos, asentados. OYPHOMYRMEX Mayr. — Cuerpo con pelos erectos, tegumento áspero. 10. 10. Grandes especies; obreras muy polimorfas, cabeza con sólo un par de espinas occipitales; tórax con tres pares de espinas dorsales o tubérculos. ATTA Fabricio. — Especies más pequeñas y menos polimórficas; tórax con cuatro pares de espinas o tubérculos. Jeks 11. Cabeza ancha, obreras polimorfas. ACROMYRMEX Mayr. — Cabeza angosta, obreras monomórficas. TRACHYMYRMEX Forel. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (MAYO 28, 1915). a 34 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 12. Fosetas antenales poco profundas, bordeadas lateralmente de una arista viva; antenas de 11 artículos con maza de tres, cuyo último artículo es fuertemente predominante. WASMANNIA Forel. — Otra conformación. 13% 15. Maza de 2 artículos, el último más largo; antenas de 10 artículos (11 en Q). SOLENOPSIS Westwood. — Maza de otra conformación o indistinta. 14. 14. Antenas de 11 artículos; tórax y pecíolo sin vestigios de dientes ni espinas; pronoto nunca angular, pecíolo distintamente pedunculado. MONOMORIUM Mayr. — Antenas de 12 artículos. 15. 15. Obreros fuertemente dimórficos, generalmente sin intermediarios que liguen las formas extremas; maza antenal de 3 artículos, más larga que el resto del funículo. PHEIDOLE Westwood. — Obreros monomórficos o polimórficos; maza antenal indistinta o más corta que el resto del funículo. 16 16. Los tres últimos artículos más cortos que el resto del fúniculo no forman maza distinta. POGONOMYRMEX Mayr. — Los tres últimos artículos forman una maza casi tan larga como el resto del funículo. MONOMORIUM Mayr. CLAVE DE LOS GÉNEROS DE DOLICODERINAS 1. Escama del pecíolo muy pequeña y fuertemente inclinada en la obrera (bien desarrollada en $); en el ala anterior la nerva- dura transversa une la rama externa de la nervadura cubital; no hay celda cubital cerrada en el macho, sólo una en la hem- bra; sin celda discoidal; buche con cáliz convexo 4-lobado; el gáster de la obrera recubre el pecíolo. FORELIUS Emery. — Escama más o menos inclinada, pero bien desarrollada. 2. 2. Metanoto con una protuberancia cónica más o menos distinta- mente desarrollada; alas como en Forelius. DORYMYRMEX Mayr. — Metanoto de diferente conformación ; alas con celda discoidal. 3. 3. Tamaño poco variable; buche muy corto, con gran cáliz reflejo; sin ocelos en la hembra. IRIDOMYRMEX Mayr. — Tamaño muy variable; ocelos generalmente en las obreras gran des; buche por lo menos tan largo como ancho; tórax con la GALLARDO : ALGUNAS HORMIGAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 35 sutura mesoepinotal marcada; con una sola celda cubital cerrada; nervadura transversa que encuentra la bifurcación de la cubital. AZTECA Forel. CLAVE DE LOS GÉNEROS DE CAMPONOTINAS 1. Antenas con 11 artículos o menos. 04 — Antenas con 12 artículos. 38 2. Los últimos artículos de las antenas forman una maza; antenas de 9-10 artículos. MYRMELACHISTA Roger. — Antenas sin maza, de 9 artículos, excepcionalmente de 11; tórax corto y macizo. BRACHYMYRMEX Mayr. 3. Antenas insertas a alguna distancia detrás del clípeo; buche con largos sépalos derechos; dimorfismo claramente marcado en tamaño, forma y aun en la escultura de la cabeza; estatura generalmente muy variable. CAMPONOTUS Mayr. — Antenas insertas muy cerca del borde posterior del clípeo; sépa- los del cáliz distintos y pequeños y no reflejos; foseta clipeal distintamente separada de las antenales; sin polimorfismo. PRENOLEPIS Mayr. NN Y € EA t ¡e Yi db ' ñ IIA ¿de Lie ¡eo Q li ] kl A O ES plo Lar nda Vs»? y ¡de y ho d y mx de 5 e A e Y SEGUNDA CONTRIBUCIÓN AL CONOCIMIENTO DE LAS LABOULBEMALES ITALIANAS POR EL PROFESOR CARLOS SPEGAZZINI En el folleto anterior titulado Primo contributo alla conoscenza delle Laboulbeniali italiane tuve el gusto de publicar 63 especies o formas que había recolectado en el año 1912 durante mi estadía en Italia; la mayor parte de los ejemplares los había encontrado sobre insectos secos y a veces muy viejos, conservados en los museos ita- lianos ; sólo una pequeña cantidad la había hallado sobre material fresco juntado por mí mismo. En los veranos de 1913 y 1914, vuelto a la Patria, me ocupé de reunir el mayor número de insectos que me fué posible, los que, cui- dadosamente conservados en alcohol, a mi regreso a la Argentina fueron sometidos al estudio, quedándome muy satisfecho por haber encontrado en ese material un buen número de micrófitos interesan- tes, en parte conocidos y en parte nuevos, los que me sirvieron para la confección de este nuevo opúsculo. Una parte de este pequeño trabajo estaba ya listo en junio de 1914 y tenía la intención de publicarlo entonces, con la ilustración por láminas fototípicas de todas las especies, como lo hice en la primera contribución ; pero los extraordinarios acontecimientos europeos me han vedado llevar a cabo este deseo mío, y por lo tanto he resuelto publicar estas Laboulbeniales ahora, limitando la iconografía a dibu- jos a pluma al aumento constante de 200 veces y a las especies que considero como nuevas o de importancia crítica. 38 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 1. Amorphomyces italicus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 1. Diag. Foemina adhuc tantum nota, parvula hyalina, primo erecta dein arcuato-incurvata, cellula basali superne a cellulis peri- theciigeris constrictione et septo nigro valido obli- quo separata, perithecio subclavulato, obtuse um- bonato-ostiolato, umbone leniter fusco-flavescente. Hab. Entre los pelos dorsales del abdomen de una especie de Atheta, cazada en el cauce del torrente Crevada, cerca de Conegliano, Ag. 1914. Obs. Esta especie no me ha brindado más que indivi- duos femeninos, es pequeña y se diferencia de las demás espe- cies de este género por la estrangulación y el tabique negro y oblicuo que separa la célula basal de las dos que soportan al peritecio; en la juventud losindividuos son derechos y total- mente hialinos, con la edad toman una fuerte encorvación casi en forma de € y el umbón ostiolar adquiere el tinte de la miel. ALO DO Lal an E RE e 100 » Ancho mayor del peritecio... 24-26 y 2. Autoicomyces anaceros Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 2. Diag. Parvus, primo totus hyalinus, dein leniter fumosus gemi- natus, alter filiformis abortivus v. masculus ?, alter evolutus normalis; receptaculum 3-cellulare, androsticho 2-cellulari in appendice erassa obtusa S-10-mera, , cellulis 2 supremis breviter parcissi- meque antheridiifero-ramulosis, pro- AN dueto, eynosticho 1-cellulari; peri- AA thecium conoideo-subeylindraceum 4 rectum sursum attenuatam muticam RS EA O : . : 11%, EX AY) apice rotundatum labiis aequicrassis 1 5% NA) z Y! ¡ as obtusis ornatum sustinente. AY “e ENS y Hab. Entre las uñas de las patas de a Laccobíus sinuatus, pescado en una $ 7 zanja fuera de Porta San Paolo, Ro- Y ma, Aug. 1913, y en el Lago de Tar- Fig. 2 zO, Veneto, Ag. 1914. Obs. Especie muy interesante, especialmente por la particulari- dad de ir los individuos siempre de a dos y mientras el uno queda abortado reducido a una simple ramita de 7 a 10 artí- culos, el basal más grueso, los demás paulatina y ligeramente adelgazados, el otro se desarrolla normalmente. Estos indivi- SPEGAZZINI: LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 39 duos normales ofrecen un pedúnculo o receptáculo casi cilín- drico de 3 células sobrepuestas, de las cuales la basal en su extremo inferior es negra y forma la uña; el andróstico consta de dos células sobrepuestas que se prolongan en un apéndice grueso y relativamente corto, formado por una hilera de 8 o 10 células, de las cuales las dos últimas soportan unas pocas y cortas ramitas anteridíferas; el ginóstico totalmente adhe- rido al andróstico está formado por una sola célula que, junto con la pared interna de la célula suprema del andróstico, cons- tituye la base del peritecio; éste consta de tres hileras de célu- las, la dorsal octómera, las otras dos pentámeras; en la juven- tud es incoloro y con la edad se vuelve más o menos ahumado; el ostiolo es obtuso o ligeramente escotado, con labios paralelos, de igual grueso y re- dondeados enla punta. Individuos abortivos : Altura..... 100 - Diámetro .. 51 Individuos normales : Altura total 200-250 y. Peritecio... 120-1454 =35-50 y Apéndice .. 120-125 1—20-25 u 3. Autoicomyces crassus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 3. Diag. Majusculus mel- leus, longiuscule ap- pendiculatus, perithe- cio percrasso infusca- to sursum obtusissl- mo, labio ventrali in Sha cornu crasso modice SN elongato divaricato- dl que producto. | Hab. Sobre el borde in- Fig. 3 ferior de los élitros de Laccobius nigriceps cazados en el torrente Monticano, cerca de Conegliano, Oct. 1913-1914. Obs. Especie no muy escasa, pero por su ubicación, tamaño y 40 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES color mucho más fácil de ser descubierta que las anteriores. El receptáculo casi hialino cilíndrico está ligeramente engro- sado en su parte superior y constituido por tres células sobre- puestas, de las cuales la ínfima, aguda y ennegrecida en la punta, constituye la uña; el andróstico consta de dos células superpuestas y algo ahumadas, que se prolonga en un apén- dice, de una hilera de 14 a 15 células, casi incoloro, bastante grueso y ligeramente adelgazado hacia la extremidad supe- rior; el ginóstico, adherido totalmente al andróstico, es igual- mente algo ahumado, constando también de dos células super- puestas que, junto con la pared interna de la célula suprema del andróstico, sirven de base al peritecio. El peritecio, bas- tante coloreado, a lo menos en sus dos tercios inferiores, es más o menos elíptico, muy convexo al dorso, formado por tres hileras penta-o exa-meras, ostentando un ostiolo muy poco aparente y obtuso, cuyo labio ventral se prolonga en una pro- bóscide octómera incolora gruesa, no muy larga. Altura total....+.... 250-500 y RBOriteciO Nr. cas 100-125 p = 50-75 p. IA oO 75-250 y = 20-35 y BEOPDOSCIA O. atras 150-200 y = 30-35 z 4 Autoicomyces fragilis Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 4. Diagy. Parvus, totus hyalinus, receptaculo subeylindraceo tricel- «3 lulari, androsticho bicellulari in appendice crassiuscula sen- sim leniterque attenuata 15-16-mera, cellulis duobus supremis SPEGAZZINI: LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 41 vix antheridiiferis, nuda fragillima producto, gynosticho con- nato 1-cellulari, peritheciom muticum vix infuscatum subey- lindraceum subsygmoideum, superne obtusum, ostiolo obtuso donatum fulcente, labio ventrali saepe breviter producto. Hab. Sobre el pecho entre las patas anteriores del Laccobíus scu- tellaris, pescado en las zanjas de los alrededores de Coneglia- no, Jul. 1913-1914. Obs. Especie próxima a la primera, de la cual se diferencia por el apéndice del andróstico siempre mucho más largo y además por el ostiolo del peritecio encorvado en S, menos obtuso, y cuyo labio anterior o ventral es mayor que el dorsal y a veces prolongado en un corto apéndice. Es siempre casi todo inco- loro y sólo ofrece un ligero ahumamiento en la base del apén- dice y en el borde dorsal posterior del peritecio. Por su posi- ción en el huésped, es bastante difícil de ser descubierto. IA O oo oyo oo ooo 200-250 y. Bere co (=D 2 APEC 150 y = 15-20 y 5. Autoicomyces melanocerus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 5. Diag. Parvus, perithecio ejusdemque cornu nigris opacis, recep- taculo 3-mero, gynosticho 3-cellulari, androstico 2-cellulari nec non ejusdem appendice 5-6-mera hyalinis. Hab. Sobre los últimos anillos ventrales y sobre el margen pos- Obs. Tipo bien característico y muy distinto de terior de los élitros de Hydroporus palustris, recolectados en los zanjones de los alrede- dores de Conegliano, Jul. 1913, y en el lago de Tarzo, Ag. 1914. todos los demás conocidos hasta ahora. El receptáculo es conoideo, formado por tres cé- p 23 Ñ ) al lulas sobrepuestas casi hialinas, que aumen- Sl ce EA 20 S tan de abajo hacia arriba paulatinamente de "Wi ancho; el andróstico está formado de dos Fis. 5 células segmentiformes sobrepuestas, inco- loras o apenas ligeramente ahumadas, que se prolongan en un apéndice del mismo color casi cilíndrico, más bien delgado y corto, con cinco o seis artículos; el ginóstico, soldado del todo al andróstico, resulta formado de tres grandes células, a ve- ces acompañadas superiormente de una o dos pequeñas, todas incoloras, sobre las cuales asienta el peritecio. El peritecio es 42 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES negro y opaco, casi conoideo, terminado por un ostiolo, cuyo labio dorsal pálido es corto y cónico y el ventral se prolonga en un cuerno más o menos encorvado como una S, rígido y negro. AMUO EN 200 y Apéndice andróstico..... 35-40 p. = 10 y RERIeCiO tetas ee Sta de MOMIA Cuerno ostiolar......... 60-65 y. == 5-6 y 6. Cantharomyces italicus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 6. Diag. Parvulus, totus pallide melleus; receptaculo bicellulari, cellula praebasali sat turgida e latere gynostichum fulcente, superne androsticho 1-mero, cellula antheridiifera in flagello 3-4-articulato producta coronato donato; stipite peritheciali saepius monomero omnino libero; perithecio subellipsoideo breviter erasse obtuseque attenuato-ostiolato. Hab. Sobre el margen superior posterior del abdomen de Dryops (Parnus) algiricus, cazados en el torren- te Monticano, Conegliano, Oct. 1913. Obs. Este micrófito parece bastante raro, porque so- bre varios centenares de huéspedes recolectados y revisados, llegué a encontrar sólo dos individuos, pero en pleno estado de desarrollo. Por su forma, se acerca muchísimo al O. Bruchii Speg. y tal vez al O. Bordei Pic., de los cuales se diferencia tan sólo por pequeños pero constantes detalles. Su color es siem- pre el de la miel de abeja. El receptáculo está formado por dos células; la inferior más pequeña, casi elíptica, la superior más grande e hinchada, la cual lateralmente soporta el ginóstico y superiormente el andróstico; éste está formado por una sola célula cuboidea estéril, sobre la cual se asienta la célula anteridífera más erande cilíndrico-cónica, cuyo ápice se prolonga en un apén- dice delgado casi filiforme, de tres o cuatro, células cilíndricas, que no llegan a sobrepasar el ostiolo del peritecio; el ginóstico es generalmente monómero, pero su célula, que por medio de un tabique en su tercio inferior tiende a dividirse en dos, es to- talmente libre de la del andróstico, aparentando la forma de un pedículo ligeramente obceónico, sobre el cual se sienta el peri- - tecio más o menos elipsoidal, truncado en la base, en la parte superior suavemente adelgazado, para terminar en un ostiolo redondeado obtuso de labios incoloros. SPEGAZZINI: LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 13 MO MOS oa e 125 y. ROTECIO e necio a (DA = ISO y Célula anteridial........ 25 1 = 19 y 7. Cantharomyces orientalis Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 7. Diag. Submediocris, pallide melleus; receptaculum dimerum, cellulis parvis; androstichum 4-merum in cauda subhyalina simplici inferne papillulosa productum, cellula secunda ceteris majore; perithe- cium elliptico-ovatum sursum sensim attenuatum grosse umbonato-ostiola- tum, pedicello unicellulari subhyalino longiore suffultum. Hab. Sobre el dorso y el abdomen de un pequeño estafilino micófilo ((Quaedius ?), en el bosquecillo Giustinian, cerca de Conegliano, Nov. 1914. Obs. Especie más bien grácil pero elegan- te, cuya característica parece ser la longitud del pedicelo pe- ritecial y más especialmente el apéndice que corona el andrós- tico, que tiene la forma de una cola incolora casi cilíndrica, suavemente adelgazada superiormente, áspera en la base sim- ple; la célula segunda del andróstico es la única fértil y es siempre notablemente más larga de las demás. Altura total..... 180-200 A RErtecio 15-80 y = 25-80 y 1 A. Apéndice ....... 80-100 y = 10-12 » al ÓN a Sa IA / y o (0/9) . Cantharomyces venetus Spegz. (n. sp.) = Fig. nsb. 8. Diag. Mediocris, melleus; recepta- LS y da ae De Ey) culum dimerum, cellulis parvis: . androstichum 5-6-cellulare, cellu- s / la infima sessili inermi, secunda fertili saepe inermi quoque, cete- ris sensim decrescentibus ciliis Fig. 8 rigidis erectis simplicibus arma- tis; perithecium elliptico-ovatum erosse longiusculeque umbonato-ostiolatum, pedicello unicel- lulari pallidiore subaequilongo fultum. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de un estafilino pequeño 44 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES negro cerdoso, en los cantos del torrente Crevada, cerca de Conegliano, Sept. 1914. Obs. Especie robusta y elegante, que en la juventud se reconoce fácilmente por las cerdas enderezadas que adornan la apén- dice del andróstico; es muy transparente y color miel, siendo más claro cn la célula pedicelar del peritecio y en la célula basal; por la edad, el andróstico cae fácilmente y entonces sólo podría distinguirse de los congéneres por el tamaño. Altura total........ 200-250 y. SITO po lso ble ale y 140-150 y = 50-55 p 9. Chitonomyces aculeiferus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 9. Diag. Parvus, totus pallidissime melleus, cellula basali turbi- nata, secunda subsegmentoidea, androsticho recto abbreviato exappendiculato, perithecio ventre valide convexo dorso sub- recto, ostiolo retuso labio antico acuto brevi, pos- Y) tico in aculeo gracili subrecto longiusculo pro- IR? ducto. CAS Hab. Sobre las patas del Laccophilus virescens, pesca- Ll 7 do en el lago de Tarzo, Veneto, Ag. 1914. J Obs. Esta especie tiene bastante afinidad con el Ch. italicus Speg., del cual sin embargo se diferencia y bastante y es fácilmente reconoscible. Su color es Fig. 9 siempre y en todas sus partes, el de la miel diluí- da; el receptáculo está formado por dos células bastante grandes que aumentan de ancho desde la base, la primera obcónica, la segunda segmentiforme: el andróstico derecho es siempre más corto que el peritecio y carece de toda cresta o apéndice; el peritecio, muy convexo del lado ventral y recto del dorsal, termina en un ostiolo escotado, cuyo labio externo es muy corto y agudo y el interno prolongado en un aguijón casi recto, delgado, del mismo color. E A o el 140-160 POTILECIO Ar tn rr don IOMA 39 pe APEC lc JO == ES e 10. Chitonomyces elongatus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 10. Diag. Elongatus gracilis, totus pallidissime melleus, cellula basali cylindrica pedicelliformi saepins spiraliter torta, secunda bre- vi subcuboidea, androsticho recto in appendice eylindracea recta perithecium duplo superante producta; perithecium sub- SPEGAZZINI: LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 45 ellipsoideum androsticho fere toto adnatum umbone subconoi- deo ostiolo minuto, labio supero subeylindraceo breviter elon- gato donato, coronatum. Hab. Sobre el pecho entre las patas anteriores de A un Laccophilus sp. indeterminado, pescado en el | | lago de Tarzo, Veneto, Ag. 1914. | | Obs. Esta curiosa especie prefiere el esternón del | huésped entre las patas anteriores y forma me- eN / choncitos muy enredados por hallarse los indi- 1) viduos enrulados. Su color es muy pálido, lige- ramente amarillento-rojizo y su transparencia completa. La célula basal es muy larga, delgada y entulada; el andróstico está soldado al dorso del peritecio, hallándose las líneas de sutura de las paredes marcadas por dos series de puntitos impresos, y superiormente se prolonga en un Fig. 10 largo brazo cilíndrico, cuya célula inferior es doble más larga que el peritecio y la superior muy corta y có- nica. El peritecio más o menos elipsoideo, encorvado del lado ventral y recto del dorsal, termina en una extremidad libre conoidea, cuyo ápice lleva el ostiolo provisto de un labio ven- tral cilíndrico que sobresale un poco. Altura total (extendido). 600-650 y. Célula pedicelar........ 200 y. = 18-20 y Apéndice androstical.... 200 y = 18-20 y. DerÍMecioO honra dea 102 = 90 11. Chitonomyces ensiferus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 11. Diag. Pallide rufescens, cellulis basali praebasalique pallidiori- bus, androstichi cellula secunda triangulari, perithecio subey- lindraceo ventre ad medium appendice cultriformi armato ostioloque antrorsum curvulo. Hab. Sobre el abdomen y el margen de los élitros de Laccophilus virescens, pescado en los charcos cerca de Conegliano, Jul. y Nov. 1913. Obs. Especie que tiene algunos puntos de afinidad, sea con el Oh. appendiculatus Thxt., sea con el Ch. borealis Thxt., pero siempre bien distinto de am- bos. Las células receptaculares no ofrecen caracteres especíti- cos, siendo siempre relativamente cortas; el andróstico ofrece la célula central triangular o cuneiforme con la punta vuelta 46 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES hacia el dorso; el peritecio casi cilíndrico, algo hinchado en el medio, adelgazado y casi cónico en su mitad superior, ter- mina en una protuberancia ostiolar encorvada en ángulo casi recto hacia la parte ventral o externa; de este mismo lado, más o menos por el medio, se observa un apéndice en forma de hoja de cuchillo algo más corta que el peritecio y dirigida hacia arriba. MA daa doo o Yao. 110-115 y ETICO mato teta ro a ON A = 302 INN a ao O Rae 20/41 = 02 12. Chitonomyces italicus Speg. (n. sp.) == Fig. nst. 12. Diag. Parvus, cellula basali hyalina, praebasali gynosticho atque androsticho nee non cornu dorsali incurvulo furcatoque primo obscure melleis serius saepe nigris opacis, caetero piceo sub- pellucido; perithecio ventre valide convexo dorso subrecto, ostiolo retuso labio postico elongatulo obtuso donato. Hab. Sobre el margen posterior de los élitros del Laccophilus obscurus ?, pescado en los zanjones de los alrededores de Conegliano, Nov. 1913. Obs. Especie que parece tener alguna afinidad con el Ch. melanurus Peyr., pero es muy distinto del mismo y recuerda por algunos caracteres el gé- nero Autoicomyces Thxt. La única célula incolo- ra es la basal. más o menos cilíndrica; lo demás del cuerpo del micrófito en la mitad inferior es negro y opaco, en la mitad superior pardo obscuro pero translú- cido. El peritecio es hinchado y muy arqueado al vientre, casi receto y plano al dorso, donde está armado de un cuerno negro opaco algo flexuoso y furcado hacia la punta; el ostiolo es re- dondeado y obtuso, con el labio dorsal muy saliente como apéndice corto y obtuso. AUTO DOLL ae 125-150 y PeOLntecio. ds e 75-80 y. = 30-40 APOCO e at 35-40 p = 6-8 y 13. Chitonomyces melanurus Peyr. = Peyritsch, Sitzb. d. Mat. Nat. el. d. k. Alcad. d. Wiss., Wien, Bnd. LXVII (1873), pg. 251, tb. 111, fo. 30-34 = R. Thaxter, Mon. Laboulb., vl. I, pg. 289, tb. XXVI, íg. 19 = Fig. nst. 15. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 47 Hab. Sobre los élitros de los Laccophilus virescens ?, pescados en los zanjones cerca de Conegliano, Oct. y Nov. 1913. Obs. Especie que no parece muy común y que sólo he hallado en la Italia septentrional; como he notado diferencias entre mis ejemplares y las figuras de los autores mencionados arriba, he creído justo figu- rarla, aunque conocida; el color general es bastan- te subido y recuerda el del café tostado. INE MO) ooo ooo ooo 150 y AMC AO a 30 y. CUErnmto ita aa e 30 = SaL0 ya 14. Chitonomyces paradoxus (Peyr.) Thxt. = Peyritsch, 1. e., pg. 251, bb. WE: fo. .35-39 == R. Thaxter, 1. e., vl. L pg. 287.- tb. VILUL, fe. 17-21. Hab. Bastante frecuente sobre el borde de los élitros de Lacco- philus sp. indet., pescado en las zanjas de los alrededores de Conegliano, en los veranos de 1913 y 1914. Obs. Los ejemplares italianos en lo esencial no difieren de las deseripciones y figuras arriba mencionadas, pero son menos delegados y más anchos; su color es siempre el del ámbar, bas- tante claro y transparente. Altura total ota e 200-225 y. ADCOUT Vea aaa ll aaa 85-100 y 15. Chitonomyces truncatus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 14. Diag. Parvus, totus obscure melleus, cellula basali pallidiore, androsticho recto obtuso abbreviato, corniculo axillari per aetatem saepe nigrescente, perithe- cio late ovato, superne oblique truncato, minute trilobulato. Hab. Sobre los élitros de Laccophilus spec. inde- term. cazados en una zanja de Prata lata, Roma, Sept. 1915, y en los alrededores de Conegliano, Veneto, veran. 1914. Obs. Especie muy cercana al 0h. paradoxus (Peyr.) Thxt. del cual tiene toda la estructura, pero di- ferenciándose del mismo por la falta del cuerno ostiolar y por menor estatura. El color general es en juventud el del ámbar, más tarde toma un tinte más obscuro y en la vejez ofrece a menudo el cuernito axilar casi totalmente ne- 48 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES gro. La parte característica de esta especie es el ostiolo del pe- ritecio tronchado oblicuamente con tres lóbulos: el dorsal mayor chato, el central mediano redondeado y por fin el ven- tral más chico y casi globoso. Altura total........ 175-185 p ACUDA ete atole aloe 75-80 y BEOTIDECiO ateo MOS 07 16. Coreomyces corisae Thxt. — Thaxter R., 1. e., vl. 11, tab. LXXI, fig. 16-18. Hab. Sobre la cara inferior del abdomen de Corisa Sahlbergi pes- 'ada en los alrededores de Arezzo, Jul. 19153. Obs. Los ejemplares italianos corresponden bastante a las figuras del Thaxter, pero en ninguno de los numerosos ejemplares en- contrados he podido ver las ramitas anteridíferas; en la ju- ventud son siempre del todo hialinos y sólo a la madurez el peritecio toma un tinte ahumado bastante intenso, permane- ciendo sin embargo del todo transparente. ATNTUTA ODA 2. 175-200 y. POritecio torta. led et 150/14 SUE 2 17. Coreomyces curvatus Thxt. = Thaxter R., l. c., vl. Il, tb. XT to. 17 Lo: Hab. Sobre la cara inferior del élitro izquierdo de Corisa striata pescada en las piletas del Jardín Botánico de Nápoles, Nov. 1914. Obs. Esta especie se reconoce fácilmente por su estatura mucho mayor y una delgadez relativa también mayor; los ejemplares, ademas, desde la primera juventud, ofrecen un color aceitu- nado bastante subido, menos en la célula basal y parte infe- rior de la prebasal. Tampoco en esta especie tuve la fortuna de observar las ramas apendiculares. Altura botal......... 300-400 y BeTIeCIO nera o 75-100 y =: 25-30 18. Dichomyces anisopleurus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 15. Diag, Parvulum, receptacualum pallidum elongatum, angustun, cellula basali simplice eylindracea, subbasalibus binis altera subeylindrica altera breviore obconica, praesubbasalibus qui- nis, tribus longioribus duobus latero-ventralibus valde mino- ribus cornu infuscatulum sustinentibus, serie autem suprema SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 49 latere cornuto abortiva brevissima, latere altero longe producta sursum arcuata S-9 cellulari, cellulis tribus centralibus, altera transversa interposita, perithecium ful- centibus, ceteris lateralibus paraphysibus filiformibus erectis basi psallio nigro or- natis armatis; perithecium atrum subo- pacum subeylindricum, superne subconoi- deum modice attenuatum, ostiolo brevi obtuso laevi coronatum. Hab. Frecuente sobre los tarsos y las uñas de una especie pequeña de Philonthus, cazada en Conegliano, en Bologna y en Roma, Jul.-Oct. 19153. Obs. Especie muy característica e inconfundible con ninguna otra, que parece cosmopolita, pues la poseo de la Abisinia y de la Argentina. Forma mechones de muchos individuos so- bre los pelos y las uñas de los tarsos. El receptáculo es hia- lino o de color miel muy pálida, constituído de cuatro hileras sobrepuestas de células; la primera hilera consta de una sola célula bastante larga y casi cilíndrica; la segunda de dos cé- lulas, una más larga cilindrácea y otra más corta ventral trian- gular con el vértice hacia abajo; la tercer hilera la componen» cinco células, tres centrales más o menos cilindráceas y de igual largo y otras dos ventrales triangulares más pequeñas, especialmente la más externa, que sostienen un cuernito ne- gruzco agudo algo flexuoso y dirigido hacia arriba; por fin la cuarta hilera suprema formada de 8 a 9 células, de las cuales 3 centrales y 5 marginales, que forman por el lado dorsal una prolongación aguda y arqueada hacia arriba; las tres centra- les por medio de otra (a veces dos) célula transversal sostie- nen el peritecio, mientras las demás cada una lleva un largo paráfise incoloro filiforme adornado en la base con un anillito negro. El peritecio casi cilíndrico, de color castaño obscuro y casi opaco, inferiormente por lo general recto, superiormente conoideo, termina en un corto y obtuso ostiolo desprovisto de toda protuberancia o apéndiee y de color mucho más pálido. AMIGO CO so ero o ol6 oo Odo O aaa a 125-150 y Altura del receptáculo........... 90-100 y Ancho máximo del receptáculo... 25-35 p. EAU OA O LI SIala o 65-19 1 = 22-25 u BAT MASOS tiaaaiao nono 50 VA = 4-5 p. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (JUNIO 1, 1915). 4 50 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 19. Dichomyces homalotae Thxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. IL, pg. 259, tb. XXXI, fg. 13-14. A Hab. Sobre los cepillos tarsianos de un pequeño estafilino inde- terminado, cazado en el Bosco di 3 Fontane, Roma, Ag. 1913. Obs. Los ejemplares italianos corresponden tan bien a las figuras y descripciones del Thaxter, que creo inútil dar aquí un dibujo de ellos. Esta especie, como la anterior, se localiza con prefe- rencia sobre los mechones de pelos de las patas anteriores. El receptáculo es siempre anchamente obcónico triangular, en la mitad inferior negro y casi opaco, en la superior pálido o incoloro y transparente, portando siempre en el centro de la hilera suprema de células un sólo peritecio cilíndrico ovalado, bastante obtuso, liso y de color obscuro. O obs acudo ooo: 125-150 Altura del receptáculo............. 70-75 p. Ancho máximo del receptáculo..... 50-70 y So O OO A == Sr 20. Dichomyces inaequalis Thxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. L, pg. 283, tb. VI, fa. 30-34. Hab. No es raro sobre los pelos abdominales de pequeños Phi- lonthus indeterminados cazados en Conegliano, Julio 1913. Obs. Esta especie es muy próxima al D. furcifer Thxt., del cual tal yez no es más qne una variedad monocárpica; prefiero con- servar, sin embargo, la especie, por haberla hallado siempre sola y no mezclada con otras formas. El receptáculo negro y opaco en su mitad inferior ofrece dos largos cuernos laterales de igual color, algo encorvados hacia adentro, con puntas bas- tante obtusas, y por lo general menos coloreadas; la mitad superior del receptáculo es simplemente ahumada y se con- serva transparente. El peritecio es siempre central cilíndrico, ligeramente ahumado, translúcido, poco o nada adelgazado ha- cia la base, toma superiormente forma conoidea, terminando en un ostiolo poco marcado y desprovisto de todo apéndice. Los paráfisis lineares o apenas fusiformes, mucho más cortos que el peritecio, carecen de tabiques y se fijan al receptáculo por un psallio o anillo muy angosto negro. Altura total...... 200 y ¡POrIieciO e 10050 ="25 21. Dichomyces princeps Thxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. L, pg. 284, SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 51 tb. VIII, fg. 11-14 = Speg., Prim. cont. alla con. d. Lab. ital., n. 3, tb. L, fg. 3 a,b. Hab. Bastante frecuente sobre la superficie del abdomen de una especie de Philonthus indeterminada común y cazada en los alrededores de Roma, Sept. 1913. Obs. Los ejemplares romanos coinciden plenamente en el tipo. Abu dota o errada e la eo 200-400 y Ancho máximo del receptáculo.... 715-120 y IMSS TO oonoocorodecVoVobonaa. 80-150 y = 25-40 p. 22. Dichomyces vulgatus Thaxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. Il, pg. 25, tb. XXXI, fg. 5-6-7-8 = Speg., Prim. contr. alla con. d. Lab. ital., n. 4, tb. L, fg. 4. Hab. Común y abundante sobre varias especies de Philonthus cazados en los alrededores de Conegliano, Bologna, Firenze, Arezzo y Roma, Jul.-Nov. 1913. Obs. Como de costumbre, los ejemplares italianos ofrecen una in- finidad de formas, sea por tamaño, por coloración, por número de peritecios, como por la forma de los ostiolos, pero que to- das encuadran bien dentro de los límites fijados por los tipos. MULA OL Ar e ios 150-300 y Ancho máximo del receptáculo..... 50-100 y ILCFONCOUO don dono clon cia o aictaato DO. 100 y = 40-50 y. 23. Dioicomyces italicus Speg. (n.sp.) = Fig. nst. 16. Diag. Masculi lineares pusilli omnino hyalini medio 1-septati, foeminei mellei submajus- culi eximie ubique pellucidi, receptaculo cla- vulato-obovato bicellulari, cellulis subaequi- longis, muecrone conico recto brevi obtuso coronato, pedicello obconoideo obbreviato pallido perithecio majusculo leniter arcuato cingulis prominulis tribus subobsoletis or- nato. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de An- thicus (hispidus ?) cazados en las huertas de Conegliano, Ag. 1914. Obs. Especie bastante semejante al D. anthici Thxt., del cual, sin embargo, se diferencia por Fig. 16 sus individuos masculinos más pequeños uni- tabicados, siempre del todo incoloros, y por lo tanto difíciles MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de ver, además por los individuos femeninos de mayor tama- ño, cuyo receptáculo color de miel más o menos obscura, pero perfectamente y siempre transparente, tienen una forma de pera arrevesada dividida al medio por un tabique en dos cé- lulas de casi igual longitud ; el peritecio bastante grande y en- corvado casi navicular ofrece tres engrosamientos equidistan- tes transversales más o menos visibles. Altura total....... 300-325 y Receptáculo....... (SI 20 Redcoon 65-15 p. = 25, p Berniteciosiss. dió. 200 pm = 50 po 24. Ecteinomyces trichopteridophilus Thxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. II, pg. 429, tb. LI, fg. 15-18. Hab. Sobre toda la cara superior del cuerpo de Trichopteryx fimi- colas en los alrededores de Conegliano, Ag. 1914. Obs. Especie que parece bastante común. Los ejemplares europeos afectan por lo general la forma de la fg. 17, 1. e., con receptá- culo trimero, con un solo peritecio y apéndice andróstico más corto del peritecio con poquísimos filamentos. Sin embargo, en un individuo he observado ejemplares más robustos de re- ceptáculo 1-3 mero, con varios peritecios (2 ó 3) dísticos alter- nos y apéndice andróstico más largo del peritecio superior y desnudo. Todos los ejemplares son siempre absolutamente hia- linos y el ostiolo es más alargado y agudo que los de las figu- ras thaxterianas. Altura total...... 75- 125 p POritecios mole 40-60 y = 20-25 y. 25. Hydraeomyces venetus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 17. Diag. Pallide melleus, cellulis II y HI receptaculi nec non parte infera androstichi vix obscurioribus, perithecio cylindraceo-subellipsoideo, ostiolo exi- mie prominulo brevi vix subbilabiato coronato. Hab. Sobre el borde de los élitros y a veces sobre los anillos del abdomen, rara vez sobre las patas de- Haliplus, especie indeterminada, pescados en Co- negliano, Veneto y en un zanjón fuera de la Porta San Paolo, Roma, Sept. 1913. Obs. Especie muy próxima al Hyd. halipli Thxt., de la cual, sin embargo, se aparta bastante. La coloración general es de un SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 53 amarillento pálido con las células segunda y tercera del re- ceptáculo y la parte inferior del andróstico por lo general de un tinte más subido; la célula basal es muy grande y obcó- nica y las dos prebasales muy anchas, pero mucho más cortas ; el peritecio en su mitad inferior es casi cilíndrico, y en la su- perior es cónico redondeado, terminando en la protuberancia ostiolar bien definida, bastante saliente, con dos labios redon- dos y obtusos. Altura total......... 125 y BeBIecIO. +0 10 = 39 pu 26. Hydrophilomyces coneglianensis Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 18. Diay. Receptaculum, seu stipes, S-merum, cellula basali subhe- misphaerica, secunda, tertia et quarta alterne hypertrophicis, ceteris normalibus cylindraceis omnibus achrois; perithecium in gynosticho monomero sessile late ellipticum superne longe recte attenuato-ostiolatum, per aetatem melleum; androsti- chum etiam monomerum gynosticho ad- natum in appendice adpressa 15-16-cellu- lari hyalina productum, latere ventrali ramulis paucis' simplicibus rectis setuli- formibus ornatum. Hab. Sobre el pecho entre las patas de los Laccobius sinuatus pescados en los alrede- dores de Conegliano, Veneto, en los vera- nos 1913 y 1914. Obs. Actualmente el prof. Thaxter (New or crit. Laboulb. fr. th. Argentine, pg. 212) piensa reunir el género Ecteimomyces Thxt. al Hydrophilomyces Thxt. y creo que ten- dría razón; sin embargo, me parecería oportuno conservar este segundo género, modificando un poco sus caracteres, para todas aquellas especies que ofrecen las células prebasales del receptáculo hipertrofiadas formando dedos, causa por la cual las dos especies (hallé por lo menos otras tres especies que re- servo porque todas muy juveniles) que voy a describir siguen bajo el nombre genérico de Hydrophilomyces. Esta especie es muy afín al H. digitatus Pic., del cual difiere por un receptáculo más largo y más articulado, porel apéndice más corto y especialmente por los anteridios simples y no dicótomos. 54 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Altura total... Peritecio. Apéndice Dedos basales...... 250 150 p = 50 y 150 4 = 18-19 u 75-100 y = 20 y 27. Hydrophilomyces elegans Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 19. Diag. Receptaculum, seu stipes, 9-merum, cellula basali subhe- misphaerica, secunda, tertia et quarta alterne hypertrophicis, Fig. 19 ceteris normalibus subeylindra- ceis, omnibus achrois; perithe- cium in gynosticho monomero ses- sile elliptico-elongatum sursum attenuatum atque sub apice vix incerassatulo abrupte incurvatum, per aetatem vix melleum; andros- tichum etiam monomerum gynos- ticho adnatum in appendice diva- ricatissima subrecta 20-22-mera nuda hyalina productum, anthe- ridiis non visis. Hab. Sobre el pecho entre las patas de los Laccobius scutellaris pes- cados en el Lago de Tarzo, Ag. 1914. Obs. Especie muy elegante, también provista al pie de tres células hi- pertróficas acachiporradas muy grandes, que parecen tengan la misión de mantener el micrófito derecho, pues son encorvadas ha- cia abajo buscando un punto de apoyo. El peritecio recto y ende- rezado se adelgaza superiormente en un cuello cuya punta se dobla hacia abajo como cuello de cisne, engrosándose ligera- mente cerca de la extremidad debajo del ostiolo. El apéndice del andróstico en mis ejemplares és siempre desnudo y no he conseguido ver hilos anteridíferos. Apéndice Dedos basales...... ATtura total........ Peritecio 300 y. = 20-25 p. 75-100 = 30 p. 450 200 p = 60 y. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 55 28. Laboulbenia (Zygolaboulbenia) gibbulosa Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 20. Diag. Magnitudine sat ludens, saepius valde infuscata, stipite elongato fusoideo ad septum primum incrassato fumoso, an- drosticho gynostichoque adnatis atris opacis, psallio nigro parum perspicuo, paraphysopodio ac antheridopodio pallidis crassis subglobosis, paraphysibus numerosis brevibus peni- cillatim congestis; perithecia conoideo-ellipsoidea atra sub- opaca ad medium marginis ventralis valide gibbosa, ostiolo rotundato, labiis parum inae- qualibus subhyalinis. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de Ago- num (ruficorne?) cazados cerca de Coneglia- no, Julio-Nov. 1913. Obs. Especie cosmopolita, pues creo haberla hallado también en la Argentina, muy varia- ble en su estatura en relación con las partes del huésped sobre que cría; las pedícolas son las más enanas, las del corsalete las mayores. Sus caracteres más salientes son el pedúncu- lo alargado formado por la célula basal y la prebasal más o menos del mismo largo, que en su punto de unión se hinchan tomando color obscuro y dando forma fusoidea al órgano; el andróstico y el ginóstico comple- tamente adheridos son más bien cortos, siempre negros y opa- cos; el psallio existe, pero es sólo visible en la juventud; el parafisopodio y el anteridopodio apenas ahumados son bas- tante grandes y casi globosos, sosteniendo una especie de pin- cel de paráfisis cortos y ligeramente teñidos. El peritecio libre en sus tres cuartos superiores es negro y opaco y más o me- nos hacia la mitad del lado ventral ostenta una joroba más o menos levantada, característica y constante; el ostiolo es bas- tante regular, oblicuo, obtuso y de labios poquísimo salientes casi incoloros. Altura total. ..... 200-400 y. Eclicalo q 100-300 y = 20-25 y ESTI 80-90 q = 30-40 » 29. Laboulbenia (Eulaboulbenia) gracilis Speg. (n. sp). = Fig. nst. 21. Diag. Haplocytia, melanopsallia, apodotheca, malacochaeta, mo- nomastiga, mediocris, gracilis, elongata, fuscula; cellula ba- MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sali abbreviata obconico-ecylindracea, praebasali longissima plus minusve infra medium angustata sed utrimque leniter tumidula, androsticho normali superne infuscato, psallio par- Fig. 21 vo nigro, paraphysopodio nec non antheridopo- dio pro ratione parvis, in paraphyse brevi sim- plici produetis; gynosticho normali, perithecio atro subopaco elongatulo gracili rectiusculo, a quarto infero libero, sursum modice attenuato, ostiolo crasso obtuso oblique subtruncato coro- nato. Hab. Sobre los élitros y el abdomen de un pequeño Sunius indeterminado, cazado en Conegliano, Jul. 1913. Obs. Especie que recuerda bastante la L. philonthi Thx., de la cual, sin embargo, se diferencia siem- pre por la enorme y constante longitud de la cé- lula prebasal y por la falta de hernia sobre la uña. La coloración general es la de la miel algo obscura que vuelve al castaño en el andróstico y ginóstico, para hacerse negra en el peritecio, conservando, sin embargo, siempre buena trans- parencia. La célula basal es relativamente pe- queña y el tabique primero ligeramente estran- egulado; el andróstico es bastante pequeño y regular, superiormente redondeado; el psallio pequeño negro y bien determinado; el parafiso- podio es cilíndrico y de doble tamaño del ante- ridopodio; de cada una de estas células se le- vanta un solo paráfise simple recto grueso, que a lo más alcanza la longitud del peritecio; el ginóstico no ofrece anor- malidades; el peritecio alargado libre en sus tres cuartos supe- riores, desde su mitad hacia arriba se va adelgazando, para terminar en un grueso ostiolo casi tronchado y algo oblicuo. Altura total......... 250-500 y Célula basal........ 30-60 y = 15 y Célula prebasal..... 150-300 y = 20 y POniacIO elo 380-100 p = 20-25 y. 30. Laboulbenia (Laboulbeniopsis) mirabilis Speg. (n. sp.) == Fig. nost. 22. Diag. Species typum novi subgeneris Laboulbeniopsis, cellulis SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 57 gynosticht sexta y septima plus minusve abortivis v. deficien- tibus notati sistens. Mediocris plus minusve infuscata, cellulis prima et secunda pallidis, genu septi primarii saepius tumidulo, cellula septima lineari aegerrime perspicua, sexta minuta trigona, perithecio androsticho normali ultra medium adnato apice bilabiato, la- bio ventrali concavo, dorsali capitato ostiolifero, paraphyso- podio, psallio majusculo insidente, eylindraceo cellulis binis superpositis fuscis co- ronato, antheridiopo- y dio hyalino majusculo paraphbysibus geminis achrois subhorizonta- liter evolutis crassis multiarticulatis orna- to. Hab. Sobre el esternón del Bembidium niti- dulum cazados en el cauce del torrente Monticano, Coneglia- no, Ag. 1914. Obs. Creo oportuno pro- poner la creación del nuevo subgénero La- boulbeniopsis que com- prendería todas aque- llas especies de peritecio casi sesil sobre la célula segunda pedicelar por abortamiento más o menos completo de las cé- lulas sexta y séptima del ginóstico. Sospecho que esta especie sea una forma anómala de la L. para- doxa Speg., las que son muy próximas y paralelas a las L. truncata Thxt. y a la L. perpendicularis Thxt., que también deben pertenecer a este subgénero. La nota más característica de esta especie es el ápice del perite- cio bilabiado, con labio ventral cóneavo y el dorsal provisto de una cabezuela con ostiolo. ¿ME UU se oo bae 400 y. ESTIIACIO oia 125 p = 35-40 yn Apéndices anteridiales.. 200 y =10 y 58 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 31. Laboulbenia (Laboulbeniopsis) paradoxa Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 23. Diag. Laboulbeniopsis, haplocytia, melanopsallia, apodotheca, malacochaeta, monomastiga, parvula, tota fusca; receptaculo conoideo, androsticho majusculo regularibus, psallio nigro la- tissimo, gynosticho valde abbreviato perithecioque ultra me- dium androsticho adnatis; cellulis 11, HI, IV et VI saepius longitrorsum rugulosis; umbone perithecii subceapitato, ostiolo subdorsali crasseque bilabiato; paraphysopodio maximo co- nico, in flagello 2-y. 3-articulato gra- cili producto; antheridopodio sub- hyalino, paraphyse maxima percras- sa clavata 5-mera coneolore coronato. Hab. Sobre las uñas y los tarsos del Bembidium nitidulum, cazados en el cauce del torrente Monticano en Conegliano, Jul.-Nov. 1913 y 1914. Obs. Especie muy singular que lejana- mente recuerda la £. truncata Thxt. La célula basal es cónica y bastante grande, pálida en su mitad inferior, obscura y lisa en la superior; la pre- basales trapezoidal bastante obscura y con varias arrugas longitudinales; la tercera, cuarta y quinta que constituyen el andróstico y son relativamente muy grandes ligeramente arrugadas también; la sexta (la séptima falta) es muy pequeña, poco visible sos- tiene el peritecio, el cual adhiere al andróstico por sus dos tercios inferiores; la parte superior de dicho peritecio termina en una protuberancia más o menos en forma de cabeza, en cuyo margen dorsal se abre un ostiolo que recuerda el pico de un flamenco; el psallio es bien marcado, muy ancho aunque relativamente delgado, negro y opaco y sostiene un enorme parafisopodio, a veces algo arqueado, casi conoideo simple, que termina en un apéndice también conoideo ligeramente ahumado, relativamente corto y formado de 2 ó 3 artículos so- lamente; el anteridopodio es más chico y se prolonga en un apéndice acachiporrado muy abierto y a veces casi horizontal poco menos que incoloro con 5 ó 6 artículos. No he podido ver anteridios a pesar del abundante material inspeccionado. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 59 IA o o 175 p AO o o Oe JOAO EArRAASO POMO Ata lato oo rs 75-90 y Apéndice del anteridopodio.... 110-125 p = 15-20 y. 32. Laboulbenia (Labowlbeniopsis) patrata Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 24. Diag. Laboulbeniopsis, haplocytia, melanopsallia, apodotheca, malacochaeta, oligomastiga, parva, receptaculo pallido obco- nico-elongato, androsticho normali, septo tertio et quarto in- tus conniventibus, gynosticho cellula septima deficiente, pa- raphysopodio maximo hemispherico, axi pa- raphysario primario 2-3-cellulari, septis nigris opacis, cellula suprema maxima clavata intus E (RÁ incurva, antheridiopodio cuneiformi parvo, vz antheridio solitario sessili donato, perithecio y vay normali. y Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de Ela- teridos pequeños cazados en las orillas del torrente Monticano cerca de Conegliano, Ag. 1914. Obs. Especie relativamente pequeña, en la ma- durez toda de color castaño bastante obscu- ro, pero transparente, menos en las células basal y prebasal casi incoloras; sus notas ca- racterísticas son la altura anormal del naci- miento del tabique tercero del andróstico, el enorme parafisopodio semiesférico sentado sobre el psallio y separado por otro psallio del eje parafisario 2-3-celular, cuya célula superior mayor de todas acachiporrada es encorvada hacia la parte ventral. Sobre las antenas de un pequeño elaterido que tuve la suerte de cazar en Santos (Brasil) observé una especie muy semejante, pero con la célula superior del eje parafisario adelgazada y recta en su parte superior. Altura total....... 175-200 y BerILeCiO uote: 85 p = 35-48 p. 33. Laboulbenia (Hulaboulbenia) paupercula Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 25. Diag. Haplocytia, melanopsallia, apodotheca, malacochaeta, oli- 60 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES gomastiga, parva, pallida, cellulis basali praebasalique elon- gatis subeylindraceis, androstico brevi crassoque cellula tertia maxima, quarta minima, psallio angusto atro parum distincto coronato, gynosticho normali, cellula decima turgida et valde prominula, perithecio ad quartum inferum tantum androsticho adnato subfusoideo, ventre inflatulo, superne elon- gatulo in ostiolo param obliquo subhyalino produc- to; paraphysopodio gibboso noduloso atro opaco, antheridopodio majusculo atro parum distincto, paraphysibus paucis brevibns penicilliformibus. Hab. Sobre las patas de pequeños Tachys ? indeter- minados cazados debajos de macetas de flores en mi casa, Roma, Sept. 1913. Obs. Especie muy vecina a la £. tachyis Thxt. y que también se acerca a la 1. blechri Speg. pero bas- tante diferente de ambas. Las características prin- cipales son el tamaño anormal de la célula tercera y la pequeñez consiguiente de la célula cuarta; también llama la atención el desarrollo constante y muy nota- ble de la célula décima que sobresale como una protuberancia sobre el perfil ventral. La coloración general es de miel más o menos pálida. El parafisopodio negro ofrece un notable des- arrollo y los paráfises son pequeños y cortos formando una es- pecie de pincel. Altura total........- 220 po Pedieelo se. e. 100 u = 15-20 y PeriecIO. 0. 804 =325 py 34. Laboulbenia (Pulaboulbenia) polyphaga Thxt. = R. Thaxter, 1. e., vl. L, pg. 315, tb. XV, fg. 18-21 — ibid., vl. IL, pg. 342. Hab. Sobre los élitros de un pequeño carabido Argutor sp., re- colectado cerca de Conegliano, Sept. 1913. Obs. Los ejemplares italianos coinciden exactamente con la des- eripción y figuras del Thaxter, diferenciándose tan sólo por ser del todo incoloros y carecer de la ligera coloración del peritecio. Altura total ..... 160-170 y. POniWvecio. 0. 00 504 =25 y E e 3530 y = 10-12 y 35. Laboulbenia (Eulaboulbenia) Rougeti Rob. = Speg., Prim. cont. alla conos. delle Laboulb. ital., n. 59. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 61 Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de los Brachynus crepi- tans recolectados cerca de Grosseto, de Génova, de Legnano, de Conegliano y de Belluno, como también de los Brachynus bombarda encontrados cerca de Legnano en el verano y otoño de 1914. Obs. Esta especie típica y muy característica es tan común, que es difícil de hallar un Brachynus que no sea más o menos atacado por ella, prefiriendo el borde de los élitros y el dorso del tórax. 36. Laboulbenia (Hulaboulbenia) Rougeti Rob. * Laboulbenia sicula Speg. (n. f.) = Fig. nst. 26. Diag. Erecta, receptaculo pallido pellucido conoideo, androsticho. atque gynosticho normalibus connatis inferne subpurpu- reofuscis superne atris opacis, perithecio eylindraceo-conoideo grosse umbonato oblique truncato-ostiolato nigro, paraphy- sopodio et axi paraphysario primario in- fuscato, antheridiopodio ac ejusdem para- physibus subhyalinis. Hab. Sobre los élitros de los Brachynus belli- cosus cazados en Trapani (Coll. Mus. Zool. eE Firenze, n. 118) y en los alrededores de Tú- QS pl Li) q nez (Coll. Mus. Civ. Genova, n. 169.) Es IA Obs. Esta forma, aunque muy cercana al tipo, | 0 merece separarse no tan sólo por su silue- y ta más derecha y elegante, sino también Fig. 26 por tener la célula basal hyalina, la preba- sal rojiza, como cáscara de cebolla, las inferiores del andrós- tico y ginóstico pardo purpúreas y las demás y el peritecio ne- eras opacas. El psallio es bien marcado; el parafisopodio bas- tante grande casi totalmente negro como la célula basal del eje parafisario. Altura total....... 350-400 p. Beriecion o. 150-175 p = 65-70 y. 37. Laboulbenia (Eulaboulbenia) stenolophi Speg. = Speg., Prim. cont. alla con. d. Lab. ital. n. 63,tb. IX, n. 64 a, b, c. Hab. Bastante común sobre los élitros del Stenolophus teutonus 62 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES en los alrededores de Conegliano y de Bologna, Jul.-Nov. 1913. Obs. El nuevo y abundante material recolectado me convence más de tratarse de una especie autónoma; las células cuarta y décima del receptáculo son siempre hinchadas y bastante pro- tuberantes; el parafisopodio no produce más de tres o cuatro paráfises rígidos simples bastante gruesos y el anteridopodio da tres o cuatro manojos cortos y tupidísimos de anteridios. Altura total...... 250-300 y BErbLecio a 110-120 y = 50-60 z Pardfises.. eos 125-175 p = 5-10 y 38: Laboulbenia (Zulaboulbenia) subterranea Thxt. = R. Thaxter, 1:,c2, vL. L, pg. 320, tb. XIUI, fg. 9-11. =1bid., IL, pg. 334. =$Speg., Prim. contr. alla con. dell. Lab. ital., n. 24, tb. IIL n. 24 a,b, c. Hab. Sobre los élitros del Anophthalmus Pieciolii de la gruta Tana Termini del Apenino de Lucca, en 1900 (Mus. Civ. Ge- nova, n. 13). Obs. Forma muy alargada y delgada, pero cuyo paráfise único corto y grueso con pocas ramificaciones mono-o di-meras al cuarto y al quinto artículo supremo recuerdan mucho el tipo de la L. vulgaris Peyr. Altura total...... 250-400 EOrmMecio os 100-110 == 35 p. PAarise:. 3. «e 100-150 y = 10 39. Laboulbenia (Eulaboulbenia) vulgaris Peyr. SP de Labouwlbenia typica Speg. = Peyritsch, LES tb. IL, fy. 19-22. = Fig. nst. 27. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de Bembidiuwm indeterminados recolectados en los cauces de los torrentes cerca de Co- negliano, Jul.-Nov. 1913. Obs. A pesar de tratarse de la especie más común, pero que presenta un gran número de formas, he creído oportuno separar co- mo variedad este tipo que considero co- rresponder casi del todo a lo figurado pri- mero por Peyritsch. La coloración es uni- forme y más o menos obscura y carece en Fig. 27 toda su superficie de arrugas y manchas y el parafisopodio es largo y cilíndrico. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 63 Altura total........ 250 y. ESTE CO 80-90 y = 30-35 y Paráfise único...... 100 y =15 y 40. Laboulbenia (Eulaboulbenia) vulgaris Peyr. * Laboulbenia communis Speg. = Fig. nst. 28. Diag. A typo recedit stipite cylindraceo ad septum primum vix constricto non infuscato, cellulis ceteris receptaculi leniter obso- leteque transverse rugulosis et praecipue paraphyse percrasso vix apice breviter parceque ap- pendiculato. Hab. Sobre los élitros y corsalete de Bembidium indeterminados ca- zados en el cauce del Bisagno en Génova, Jul. 1915. Obs. Forma caracterizada por una silueta macisa, por el pedicelo más corto y grueso casi sin estran- gulación a la altura del primer tabique, por pequeñas y muy poco Fig. *8 marcadas manchitas o arrugas transversales y más especial- mente por el enorme parafisopodio que sustenta sólo dos enor- mes artículos, de los cuales el apical está adornado de dos ra- mitas pequeñas. 41. Laboulbenia (Eulaboulbenia) vulgaris Peyr. * Laboulbenia subcommunis Speg. Diag. A L. commun recedit cellula basali parva hyalina, prae- basali majuscula turbinata, ramisque apicalibus paraphyseos monomeris percrassis. Hab. Sobre los élitros de Bembidium indeterminados hallados en el Lagaccio, Génova, Julio 1913. Obs. Forma muy parecida a la anterior, de la cual se diferencia bien por el color general mucho más intenso casi negro y opa- co, menos la célula basal pequeña e hialina; la prebasal obs- cura es obcónica y con manchas muy poco visibles ; además el último artículo del paráfise es muy grande y soporta sólo dos gruesas Células laterales opuestas. 64 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Altura total...... 200 y Periteció 2... 100 . = 50 y Pardo ea 11572 2070 42. Laboulbenia (Eulaboulbenia) vulgaris Peyr. * Laboulbenia subvulgaris Speg. = Fig. nst. 29. Diag. A L. vulgari Peyr. recedit praecipue paraphy- sopodio maximo elliptico-subgloboso medio saepius leniter coarctatulo, paraphysoque fere nullo ad cel- lulam tantum reducto. Hab. Sobre los élitros de Bembidium cazados en los alrededores de Conegliano, Nov. 1913. Obs. Sospecho que esta sea, más que una variedad, una verdadera especie distinta, aunque sin duda no muy lejana del tipo: esta creencia se funda en ha- ber estudiado un material fresco bien preparado y abundante y en haber hallado siempre constantes los caracteres del parafisopodio, relativamente enorme y de forma bien determinada, el cual sólo lleva una célula solitaria en la juventud incolora y coronada por dos otras células y algunos cortos apéndices, muy pronto desnuda y negruzca. La coloración general es castaña más o menos subida con las células del andróstico provistas de lige- rísimas rayas longitudinales y las II y VI con al- gunas manchitas transversa- les; la célula basal es muy pálida y apenas obconoidea; el tabique primero ofrece una estrangulación muy débil. Altura total.... 200-250 y Parafisopodio.. 30 y = 20-25 ». Peritecio...... 10052= 302 43. Laboulbenia (Eulaboulbenia) vulgaris Peyr. * L. trivialis Speg. = Fig. nst. 30. Diag. A typo recedit pedicello medio valide tumefacto, cellulis praebasali nec non illis androstichi et gynostichi eximie transver- se nigro-maculatis, paraphysopodio me- diocri subgloboso in paraphyse brevissimo parce crasseque ra- moso producto. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 65 Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de Bembidium recolecta- dos en el cauce del Serio a Imola, Nov. 1913. Obs. Forma o especie fácilmente reconoscible por su célula basal bastante pálida, por la prebasal enangostada en su medio (dando forma hinchada al pedicelo a la altura del primer tabi- que) y especialmente por el gran número de manchitas más obscuras de que están salpicadas dichas células prebasal y las del andróstico y del ginóstico, lo que recuerda la L. chilensis Speg. El parafisopodio es más chico que en las formas anterio- res, casi globoso y sostiene un corto y grueso paráfise de 20 4 artículos que llevan también unas ramitas muy cortas y Sruesas. Altura total...... 225-250 y ESTE CON 100) /2 = 90 2 44. Monoicomyces affinis Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 31. Diag. Parvulus totus subhyalinus, receptaculo 5-mero, cellula basali obconica parvula ceteris superpositis majoribus oblique connatis, tribus inferis sterilibus et parapbysiferis, suprema e latere externo peritheciigera apiceque antheridiifera; anthe- ridium panduriforme sessile apice longe inaequaliterque bifla- gellato; perithecium pedicello unicellulari plus minusve elongato fultum elliptico-el- ongatum, modice crasse obtuseque ostio- latum. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de un pequeño estafilino indeterminado, cazado en Conegliano, Jul. 1913. Obs. Especie común y hasta abundante, que tiene mucha semejanza con el M. argenti- nensis Speg. y con sus afines M. papuanus Thxt., M. californi- cus Thxt. et M. invisibilis Thxt., que tal vez todos deberán considerarse como formas de una especie única polimot- fa; a pesar de todo creo que deben por el momento mante- nerse separadas y considerarse como autónomas. Es muy pe- queño e incoloro; el receptáculo está formado de cuatro célu- las; la basal obcónica erecta, las otras tres acachiporradas oblicuamente transversales; la prebasal estéril y sin apén- dice; las dos medianas sosteniendo por el lado ventral un paráfise simple o furcado, la superior, en su parte dorsal, sus- tenta el peritecio y por el ápice se prolonga en el anteridio. El anteridio tiene casi forma de bizcocho o de guitarra, hallán- ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (MAYO 28, 1915). 5 66 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dose provisto de un pico apical formado de dos tiras, la una más larga y gruesa que la otra. El peritecio está sostenido por una sola célula casi cilíndrica y más o menos larga, a la cual se fija por una célula propia basal transversa, acompañada por otra dorsal triangular; es pequeño, liso, elipsoideo y se pro- longa superiormente en un ostiolo no muy largo, bastante grueso y obtuso. Altura total.......... 125-150 as soba os talo u9 a = 1% 2 Renibecio opinar 50-75 y = 22-25 p. 45. Monoicomyces britannicus Thxt. = R. Thaxter, 1. c., vl. IL, pg. 2609. tb. XOEXV, fe. 3-4. Hab. A la extremidad inferior del abdomen de un pequeño esta- filino indeterminado (Homalota ? sp.), coleccionado en Cone- gliano, Jul. 1913. Obs. Los ejemplares obtenidos fueron muy pocos, pero en su con- junto coinciden bastante bien con la descripción y figuras del Thaxter y ofrecen siempre la característica de las dos células apicales del receptáculo tenidas en negro. Los anteridios son múticos y los peritecios ovalado-lanceolados son rectos y lle- vados por un pedicelo casi hialino bastante corto y grueso, ligeramente conoideo. ANAARO TAL aaa oie ia 125 y Altura del receptáculo...... 35 y ¡VOTOS terre lo da love tods q A = 107 Pedicelo peritecial......... 4 == UD EOI eta ode lo tata ono TONES 46. Monoicomyces homalotae Thxt. = R. Thaxter, 1. e., vl. IL, pg. 268, tb. XXXV, fg. 8. Hab. Sobre los élitros de un pequeño estafilino muy velludo cazado en el Ponte Nomentano, Roma, Ag. 1913. Obs. De esta especie he hallado un solo ejemplar, bastante anot- mal por crecimiento unilateral; por el tamaño, forma y estruc- tura tanto del anteridio como del peritecio responde bastante bien al tipo y sólo difiere por falta del anillo negro en el cue- llo del pedicelo peritecial. ATTALa DOLL 200 - Receptáculo primario...... 50 y DETILOCIO a Ne e 100 y =40 y Anteridio con apéndices... 75-90 y = 20-25 p SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 67 47. Monoicomyces Sanctae Helenae Thxt. — R. Thaxter, 1. e., vl. II, pg. 272, tb. XXXVI, fg. 8-9. Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de una especie indeter- minada de Oxytelus, común y abundante en las praderas del Ponte Nomentano y Monte Sacro, Roma, Ag. 1913. Obs. Los ejemplares italianos concuerdan admirablemente con la descripción y figuras del Thaxter; la coloración general es muy pálida, casi hialina; el receptáculo, constituído por dos células, termina en otras dos superiores rectas y libres, casi en forma de calabazas; las ramas fértiles que nacen de la célula prebasal del receptáculo son verticiladas y típicamente en número de cuatro, raras veces se reducen a 2 0 3 y sólo por excepción a una sola; estas ramas son casi siempre formadas por una hilera de 4 o 5 células cilíndricas o ligeramente obcó- nicas que llevan en el diente superior ventral un pseudanteri- dio pequeño y en la mayoría de los casos coronado por apén- dices negros; la célula apical de cada rama termina por el lado ventral en un grueso anteridio derecho y por el lado dorsal o externo en el pedicelo peritecial. Los peritecios son elípticos, adelgazados hacia ambos extremos y se alargan superiormente en un ostiolo angosto obtuso regular, mientras la base es cuneiforme, formada por tres células, de las cuales la inferior constituye el pedicelo bastante largo y más o menos obcónico. Altura total........ 500-1000 y. Receptacilo 75-100 y Bere 120-125 y = 45-55 y. AMO 50 ¡2 = 20) po 48. Monoicomyces ternatus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 32. Diag. Receptaculum parvum 1- cellulare, axi trimero, cellulis inferis nigris suprema subhya- lina, aparaphysato coronatunm, verticillatim ad collum geni- talia terna proferens; genita- lia cellulae communis apice insidentia, antheridia infera subhorizontalia clavulata lon- ge 2-4-appendiculata sessilia, perithecia supera pedicellata la- te ovato-ellipsoidea. 68 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Hab. Sobre el tórax y las patas de un pequeño estafilino micófilo recolectado en el bosquecillo Giustinian, cerca de Conegliano, Nov. 1914. Obs. Esta especie se acerca mucho al M. britanmicus Thxt., pero es fácilmente reconoscible por los largos apéndices de los anteridios (4 en la juventud, 2 solos a la madurez) que termi- nan en gruesas células acachiporradas. El tinte de la uña y de las dos células inferiores del eje son negras, todas las demás partes son de color ámbar obscuro, menos los pedicelos peri- teciales completamente incoloros. Parece que los individuos son proterandros y los peritecios maduran sucesivamente. AGUDA DOLL rare 200 y. Peritecios sin pedículo.. 100. = 50 £ AnOridios ein aio al 601. =25 £ Paráfises anteridiales... 120 p = 10-12 y 49. Monoicomyces unilateralis Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 33. Diagy. Receptaculum minutum 1-cellulare cellulis, 2 v. 3 nigris opacis, histmis hyalinis separatis, coronatum, utrimque super unguem antheridium clavatum exappendiculatum sessile suc- cubum et peritheciaom incubum modice pedicellatum proferens; paraphyses pauce e latere A Ñ interno cellulae secundae | appendicularis exsurgen- ) | tes, monostiche, hyaline parum elongat:e. Ea PA | HUA Hab. Sobre la parte dorsal de Ll ea Y o. todo el cuerpo de un estafi- AOS Y a Y LETS lino pequeño, cerdoso, ne- lo cb h-= egruzco, micófilo, cazado en y v el bosquecillo Giustinian, cerca de Conegliano, Nov. 1914. Obs. Especie que también recuerda el M. britannicus Thxt., del cual se diferencia por la forma del apéndice receptacular pro- visto de paráfisis unilaterales y por los anteridios sin apéndi- ces apicales; además los dos pares de órganos reproductores aparecen de un solo lado y generalmente un par madura antes que el otro y con frecuencia un peritecio queda muy atrasado en su evolución. El color es negro opaco en la uña y en los dos o tres artículos del eje apendicular, los que se hallan unidos por SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 69 zonas incoloras; los paráfises y el pedicelo peritecial son hia- linos; los anteridios y los peritecios adultos son amarillentos como la miel. Up 150 y PEerntecio solo adi 50-60 y = 20 y Peritecio con pedicelo.... 75-100 po AO ios 45-50 p. = 18 y VA alo O ao OO 100 z 50. Monoicomyces venetus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 34. Diag. Parvulus fusco-melleus, receptaculo minuto unicellulari, cellulis 2 subeonoideis non nigrefactis coronato, ramis fertili- bus 2 oppositis brevissimis antheridium clavatum subsessile exapendiculatum atque peritecium pedicello gracili hyalino suffultum conoideo-lanceolatum lineis obscurioribus 4 spirali- ter notatum sustinentibus. Hab. Sobre la cabeza y los élitros de un pequeño estafilino inde- terminado (Atheta sp. ?), coleccionado en Conegliano, Jul. 1913. Obs. Especie muy linda y elegante aunque próxima a varias, al parecer bastante dis- tinta de todas; constituye mechoncitos de 4 u S individuos sobre el occipital y el án- gulo superior de los élitros, ofreciendo una coloración general bastante obscura, con excepción de los pedicelos periteciales del todo incoloros. El receptáculo está forma- Fig. 34 do por una sola célula más o menos cilín- drica, que se prolonga en un apéndice de dos células más o menos conoideas y sin psallios; de los lados superiores de la célula basal nacen dos ramitas fértiles en ángulo muy abierto, constituídos de una sola célula obcónica, que en su margen superior interna soporta un anteridio y en la inferior un perite- cio; los puntos de adhesión suelen ofrecer un delgado disquito negro; los anteridios son acachiporrados, formados de 10 célu- las sobrepuestas en dos hileras, degradando paulatinamente de tamaño de abajo hacia arriba, sin apéndice y con 4 celdi- llas superiores internas anteridíferas; los peritecios ovalados, sostenidos por un pedicelo incoloro casi cilíndrico, tienen color castaño obscuro, menos en la base que es negra y en el ápice que es hialino, inferiormente redondeados, superiormente ter- minados por un ostiolo regular liso, redondeado y obtuso; e 0) MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ofrecen siempre 4 líneas longitudinales más subidas de tinte, ligeramente espirales. Altura ALA od lo 175-200 y Receptacolo a te 50 y Pedicelo peritecial......... 25 O o. OrIieCiO oo aterra eta 152 =D A ON 40 y = 20 y Parahydraeomyces Speg. (n. gen.) Char. Habitu et fabrica generis Hydraeomyces Thxt. sed recep- taculo quadri-cellulari. Obs. Este género difiere del Hydraeomyces Thxt., como este último del género Ohitonomyces Peyr., por poseer una celula de más en el receptáculo. 51. Parahydraeomyces italicus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 35. Diag. Totus fusco-melleus, receptaculo vix turbinato, cellulis receptaculi tribus superis nec non androstichi $ parte dimidia infera obscurioribus, perithecio A Y late elliptico subaequilaterali, ostiolo vix pro- = minulo. NL Hab. Sobre los élitros de Haliplus striaticollis, pes- cados en los zanjones entre Prata lata y el Pon- te Nomentano, Roma, Ag. 1915. Obs. Especie muy linda, muy transparente, de mo- do que se pueden ver con suma facilidad todos sus detalles internos. La célula basal es casi ci- líndrica y muy pálida; las tres siguientes, como también las dos inferiores del andróstico, ofre- cen un color bastante subido; el peritecio es derecho, inferiormente casi cilíndrico, superior- mente redondeado y obtuso, con ostiolo nítida- mente protuberante aunque relativamente chico. Ls e as aaa e 125-180 y Id ao ya a oido dd 80 y = 40 p. 52. Parahydraeomyces italicus Speg. * Parahydraeomyces neapolitanus Speg. = Fig. nst. 36. Diag. A typo recedit statura paulo minore, receptaculo eximie obconoideo, cellula basali omnino hyalina, perithecio minus regulari. SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 71 Hab. Sobre todas las partes del cuerpo de una especie indeter- minada de Haliplus, pescada en los zanjones cerca de Roma, Oct-Nov. 1913, y en el Jardín botánico de Nápoles, Oct. 1914. Obs. Forma o tal vez especie fácilmente reconosci- ble por su silueta más esbelta y elegante y ade- más por su célula basal claramente obcónica y totalmente incolora. Altura total...... 125-15 PETICCIO 60-65 y = 53. Stigmatomyces italicus Speg. (n. sp.) = Fig. nst. 37. Diay. Pallidissime melleus, parvus, cellulis subperi- thecialibus majusculis, perithecio late ovato in col- lo praelongo apice oblique apiculato producto, synantheridio sessili basin perithecialem vix attin- gente fusculo S-mero. Hab. Sobre el dorso del tórax de la mosca Borborus (fimetarius?), coleccionada en el cauce del torrente Crevada, cerca de Conegliano, Nov. 1914. Obs. Esta especie es tan parecida al St. papuanus Thxt. que he titubeado mucho tiempo antes de considerarla como especie diferente. La única di- ferencia real que encuentro es el sinanteridio más corto, por menor número de artículos y por los picos de los anteridios muy breves. El color de to- do el micrófito es el de la miel diluída, que toma el de la pez en el órgano masculino. ANULADO 300 y Beritecio entero. 200 1 = 550 2 Cuello/delperitecio.......- 1 1 = 12 ye SIAM is 40 p =12 y Thripomyces Speg. (nov. gen.) Char. Receptaculum hyalinum Jineare, primo abbreviatum hip- pocrepicum serius elongatum suberectum, cellulis pluribus monostichis constitutum, 3 infimis crassioribus sterilibus, cum quarta vix angustiore e latere antheridiifera, et quinta magis angusta etiam sterili, fere bulbum constituentibus, ceteris 7-9 subcilindraceis nudis, maturando elongatis, apice abrupte 72 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES perithecio solitario ovato, saepius curvulo, chlorino coronatis. Antheridia pauca filiformia simplicia. 54. Thripomyces italicus Spez. (n. sp.) = Fig. nst. 38. Diag. Caespitosus, tenerrimus, hyalinus primo saepius hippo- crepicus subtorulosus, serias elongatus divaricatus sursum arcuatus, stipitibus 11-15-meris, achrois, cellulis 4 basilaribus semper valde abbreviatis, crassioribus basin bulbosam simu- lantibus, ceteris gracilioribus cylindraceis initio brevibus serius conspicue elongatis ad septa non v. vix constrictis ; ramuli antheridiiferi tenues elongati vix furcati e cellula quarta basali pleurogene fas- ciculatim exsurgentes; perl- thecia acrogena solitaria cono- idea saepius leniter inaequila- teralia et curvula basi truncata apice acuta, primo hyalina dein chlorina. Hab. Frecuente sobre el pecho, entre las bases de las patas de una especie indeterminada de Hydraena, común en las Zanjas cerca de Conegliano, Julio y Nov. 1913. Obs. Especie delicadísima que me ha dado mucho trabajo para poder preparar bien, a pesar de disponer de material muy abundante, y se halla formando manojitos sobre el pecho del pequeño insecto entre las bases de las patas. Al principio este parásito es poco visible, pues los individuos cortos son dobla- dos sobre sí mismos, asemejándose entonces a diminutas lar- vas de lamelicornios hipogeos, siendo del todo incoloros, me- nos la uñita negra y opaca; más tarde las células medianas de los estiípites se alargan, los individuos se hacen más visibles porque enderezándose pasan por entre las piernas, doblán- dose en seguida hacia la parte dorsal del huésped y entonces el peritecio toma un color aceitunado pálido, debido a las SPEGAZZINI : LAS LABOULBENIALES ITALIANAS 13 esporas encerradas en él, que a la madurez se vuelven clori- nas. Las cuatro células basales de los estípites quedan siem- pre muy anchas y cortas, formando una especie de bulbillo; al borde de la cuarta célula basal superior se halla un manojito de ramitas filiformes incoloras que son los anteridios. Los peritecios, en su parte basal por el lado externo, ofrecen en la juventud un mechoncito de ramitas delgadas y cortas del tri- cogino, con la edad toman una forma cilíndrico-cónica, encor- ados por un lado, asemejando entonces a garras de fieras. ACUC A 350-1000 Bulbo pedicelar ......... 50-125 y = 25-40 p. Filamentos anteridíferos. 715-250 p. = 2-5 po RELIDECIO as e 65-150 y = 20-50 55. Trenomyces histophtorus Chatt. € Pic. = Sacc., Syll. fung., vl. MONT. pe. 17. Hab. Sobre el abdomen de los piojos de gallinas, Menopon palli- dum, recolectados en Conegliano, vez. 1914. Obs. No es ni común ni abundante; el año pasado en Conegliano y en Roma había reunido una buena cantidad de piojos de eallinas, pero no hallé el parásito; este año tuve más suerte y sobre aleunos millares de Menopon encontré varias decenas infectadas, resultando así que existe el Trenomyces en toda Italia, pues ya en 1910 el Trinchieri lo había señalado en Ná- poles; fácilmente la infección no aparece más que en otoño, pues los mallófagos juntados en este año (como los del año an- terior) en julio, agosto y septiembre estaban todos indemnes; los de octubre y noviembre, por el contrario, están en bastante 'antidad atacados. Número OT PAOMy ces talca AS peas taa y eo a a ele ¡alairal 1 ADC OMC ADAC E ii 2 - CAS Ai 3 = E SL ts AR ISES a llelcr a ae 4 = melanocerus pe ll la letal Plslet lelaja 5 CAMA Oy ceda Ca Ao 6 = CACTUS OÍ ella odos hada oo a oo ooo PAS 7 — VEMEINS- SED 00 ano oooO abla load ooo do 8 Chitionomycestaculenterus pe lala slelo sua silo elo 9 = AS Os o. e ooo Bop avalos ooo poo os OOO O 10 — Stan DER dato o ao oda sao pes ae ooo oa a O SO OO 11 ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII. (JUNIO 30, 1915) 6 El MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Clhutonymyees HialcusiSpers aro taa ito lato — Melanuras E aj cortada lalo lalala Ste looi — paradoxus yr) A ti Ni iia — LEEDCALUS PO e a a a eS aaa ios Corcomytes COn tr da O IE Se = curvatus. Di. ts O OO OE Sia e Dichomycestamisople nro perla: riot ale ellos lat Se : —- AA A NS O DARDO ano - MO Ii o e NS o a aa — PAC SS RN — a Mao ooo a dado Dada anna a a daa Es DIOICOMYCOS baca ted eiii Eeteimomyces imreaopteroptlas That. aia iaa la le lola Ely dr ac0 My Ces Aycnebas pet ate dote arre ales ls load she radas Sao Ely drophilomyees coneglilanensis peri aan o eee ae o ale salia ele alot a — ERAS O PASO aaa Ona ao ialaaaidio Sid lS Babonlbenia *communas Pee... coco A IIA Se - Era DO oa be NS O SS AS OO Oo ORO a Beda =- lA A LO OS OA SO o aia -- PAUrAdOX APO re a da oa lado Ea tele ler a lo REIS — PATA Pe taa et ooo a atajo real el NS — Panpercula por. ata a edad el altas aio aaa a o AN = popa TAR ia es a Volodia lao — EOUPPUIRO Dd ss bis la cdi de e isa IST — FELINO AD ARO TARA EOS — EN IIS o OOO OS St =- * ¡SUDCONVIZUAMS ISDOD elo io e Relato leia ero tea - A o A E O O = * SUDVULJAMISPOE ... +. 5 titi idol: MU dl ee deL = INVIAS ISPOE > aja aja ata lo Y A A ia alo e ET = NA A A A RAN TO ODIA SINO PO Ro — A A A NOSE, 39, 40, 41, 42, MORO EDREAMS PO errata teta a as alo nee a ola t RETA .- pritanaicus ThOxXb... ens ana d A = bomalotas 'Thxb cs lar caota dt a o ei =- Sancias Helenae Thxb.. 2.2 1 peolone ala look do ee rice SN = LOTIALUS POL atea aio a lo Sala = aalateralis pen e. io ae e av laa e ta USAS AREA — MODUS Peg e e eres lato a AU Ile ME Barahydraconyces balicus POL price nel OS ea lei — PMEGPOANVUE e a AS A Stigmatomyces italicus Speg..........<«.oooooovesrnss. O TOriponyeós IvalicuS Pel. io mis 2 eo tie A td - Trehomyeosmstophtorus Chatt. dE Piti. dea da e o la alada alero iia La Plata, 15 de marzo de 1915. [a] NNNaN y N [du] 45 49 Qt Ot Ut Ot gl 2 noO Qt DESCRIPTION D'UN NOUVEAU GENRE ET D'UNE NOUVELLE ESPECE DE PIC PROVENANT DU NORD-OUEST DE LA RÉPUBLIQUE ARGENTINE PAR ROBERTO DABBENE M. Cabanis * a déerit en 1883 sous le nom de Phloeotomus Sehaulzi, une nouvelle espece de Pic découverte par M. F. Schulz dans la pro- vince de Córdoba. C'est un oiseau assez rare dans les collections et qui présente une erande similitude de coloration avec le Phloeotomus pileatus (Linn.) de l Amérique du Nord. Probablement a cause de cette ressemblance M. Cabanis Pa placé dans ce genre et dans sa description il dit que la nouvelle espece est qu'une forme diminutive de celle de lAmérique septentrionale et différant seulement par le noir plus foncé de la colo- ration générale et par la surface inférieure des ailes moins largement blanche. ll ne donne Vailleurs aucune mesure, ni la description de la femelle. MM. Sclater et Hudson dans Argentine Ornithology * et M. Hargitt dans le Catalogue of the Birds in the British Museum*, de leur cóté se bornent a traduire la description originale de Cabanis sans rien y ajouter, mais les premiers ont introduit Pespece dans le genre Cam- pephilus Gray, tandis que M. Hargitt la place en Dryotomus * qwil 2 Jouwrn. fúr Ornithologie, vol. XXXI, n” 161, Jan., 1883, p. 102. - Volume II, page 18. * Volume XVIII, page 517. * Dryotomus Swainson (Fauna Bor.-Amer., 1, pp. 301, 304. 1831; type pour original désignation, Pieus martius Linn.) est un synonyme de Picus Linn. Cf. STONE, Auk, volume XXIV, page 197. 1907 et RibGwaY, Birds of North and Middie Amer., pt. VI, page 9. 1914 (note a). 76 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES considere a tort comme synonyme de Phloeotomus Cab. et Heine. Un des principaux caracteres qui distinguent le genre Oampephilus Gray (doigt postérieur externe plus long que Vantérieur externe) ne permettant pas Vy rapporter Pespece de Cabanis; les auteurs ont encore opté pour Phloeotomus qui semblait le genre plus acceptable pour y placer la dite espece. Cependant les caracteres de ce genre tels qw'ils ont été établis tout récemment par M. Rideway ' ne permettent pas non plus dy inclure cette espece ”. Selon Ridgway, le genre Phloeotomus est voisin de Ceophloeus Caba- nis, dont il differe surtout par le bec beaucoup plus aplati (sa largeur au niveau du milieu des ouvertures nasales beaucoup plus grande que sa hauteur a la base de la partie exposée du culmen), par le plus erand développement des plumes ou poils de la région préfrontale quí cachent completement les ouvertures nasales et enfin par la plus erande longueur relative du gonys. D'apres Vexamen de plusieurs exemplaires appartenant a Vespece décrite par Cabanis, elle doit, a mon avis, étre placée dans un nou- veau genre quí serait intermédiaire entre Ceophloeus et Phloeotomus et auquel je donne le nom de Neophloecotomus. NEOPHLOEOTOMUS gen. nov. (fig. 1) Diflere principalement de Phloeotomus Cab. et Heine par le bee peu aplati (sa hauteur a la base de la partie exposée du culmen pres- que égale a sa largeur au niveau du milieu des ouvertures nasales), par les tarses qui ne sont pas emplumés beaucoup au dela de Parti- culation tibio-tarsale ? et enfin par sa taille beaucoup plus reduite. Differe du genre Ceophloeus Cabanis par le plus grand développe- ment des plumes de la région préfrontale, dirigées en avant et qui couvrent completement les ouvertures nasales et par la plus grande * Birds of North and Middle Amer., pt. VI, pages 8, 153. 1914. * Dans une note á la page 155 de louvrage cité, M. Rideway dit que sans avoir vu aucun spécimen de Phloeotomus Schulzi Cab. et s'appuyant seulement sur le point de la distribution géographique, il doute que cette espece soit con- génere de Phloeotomus pileatus (Linn.) de 1"Amérique du nord. * Ce dernier caractere est indiqué par Hargitt (Cat. Birds British Mus.. XVII. pag. 8) parmi ceux qui servent a séparer Ceophloeus de Phloeotomus. Je l'ai aussi constaté d'apres des exemplaires de Phloeotomus pileatus Linn., mais Rideway nen fait pas mention. DABBENE : NOUVEAU GENRE ET NOUVELLE ESPECE DE PIC -] a] longueur relative du gonys (plus d'une fois et demie la longueur de la partie exposée des branches mandibulaires). Description. — Bec en général un peu plus court que la téte; pres- que aussi haut que large a la base (largeur moyenne au niveau du milien des narines: 107411 mm.; hauteur a la base de la partie exposée du culmen : 10 a 10 ¿ mm., sur 13 spécimens observés), coupé en forme de ciseau a son extrémité et avec le culmen presque droit ou présentant seulement une legere courbe convexe. Trois arétes sur Fig. 1. — Veophloeotomus Shiptoni la maxilla, une au milieu, fortement prononcée et quí occupe toute la longueur du bee et deux latérales et paralleles qui commencent au-dessus des narines et arrivent jusquw'á une distance de Pex- trémité du bec, qui égale presque un quart de la longueur totale de la tomia maxillaire. Gonys un peu ascendant a Pextrémité et relativement long (plus d'une fois et demie la longueur de la par- tie exposée des branches mandibulaires). Les ouvertures nasales sont longitudinalement elliptiques et completement cachées par des plumes en forme de poils rigides qui sont dirigés en avant. Le cercle ophthalmique est nu. Ailes longues, la 4%”, 5% et 6”” rémiges primaires (en comptant de dehors en dedans) sont les plus longues et 18 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dépassent les plus longues secondaires Vune longueur qui est envi- rons le cinquieme de la longueur de Paile. Queue a peu pres égale aux deux tiers la longueur des ailes. Tarses plus courts que le doigt anté- rieur externe avec longle, peu emplumés dans le front supérieur. Doigt antérieur externe sans Pongle un peu plus longue que le pos- térieur externe sans Ponele. Coloration générale du corps depuis le cou jusqu'á la queue un noir uniforme * tres foncé dans les exemplaires frais. Parfois les cótés de la poitrine et les flanes sont marqués des petites rales trans- versales blanches et les barbes externes des plumes scapulaires qui sont aussi blanches forment une large bande au long de chaque épaule. Le front (chez le mále), le sommet de la téte, la huppe poin- tue, dirigée en arriere et la nuque sont un rouge intense et brillant. Il part des narines une étroite raie jaune citron orangé qui se pro- longe un peu en arriere de Pangle des mandibules ou elle devient blanche, continue sur les joues et s'élargissant en forme de bande sur les cótés du cou, termine au-dessus des épaules. Parfois on observe aussi une étroite et courte raie blanche post oculaire. Les haut des joues entre le rouge de la téte et la bande blanche est plombé, tandis que la partie inférieur des jones est entierement noirátre chez la femelle et avec une moustache rouge carmin chez le mále. Le menton et la gorge sont quelquefois presque entie- rement blane uniforme, mais souvent on observe des petites stries longitudinales noires qui donnent a Vensemble une coloration grisá- tre. Axillaires, bord de Paile et la région proximal de la barbe interne des rémiges blanche, legerement lavé de jaune de soufre sur les lon- gues plumes de Paisselle. Les couvertures sous alaires pres du bord de Paile sont noires et forment une tache qui tranche nettement sur la couleur blanche de la partie supérieur de la surface inférieure de Paile. Chez certains exemplaires cette táche est tres reduite mais 'arement elle manque completement. Mále adulte avec le front de la méme couleur de la huppe et région malaire pourvue Vune tache rouge carmin. La femelle adulte ne dif- fere du mále que par la.couleur noire du front et le manque de la moustache rouge. Type du genre: Phloeotomus Sehulzi Cabanis. Deux especes: Neophloecotomus Sehulzi (Cab.) et Neophlocotomus Shiptoni, sp. n. ' La couleur brun rougátre quí apparait sur les flanes des oiseaux de la plan- che, nexiste pas dans les exemplaires. DABBENE : NOUVEAU GENRE ET NOUVELLE ESPECE DE PIC 719 Distribution. — Région occidentale de la République Argentine depuis Córdoba jusqwa Tucumán. Neophloeotomus Shiptoni ' sp. nov. (Planche 1) Semblable a Neophloeotomus Schulzi (Cab.) dont elle differe seule- ment par la présence d'une bande blanche au long des épaules et tres souvent par quelques petites raies transversales blanchátres sur les cotés de la poitrine et des flanes. Description. — S' ad. Front, sommet de la téte, huppe et nuque WVun beau rouge ? brillant. Les longues plumes en formes de poils quí couvrent les ouvertures nasales sont jaunátres. Des narines part une raie étroite jaune orange qui, arrivée un peu en arriere de Pangle de la mandibule devient jaune de soufre claire et apres blanche sur les joues supérieures d'oú elle continue de la méme couleur mais en s'élargissant en forme de bande sur les cótés de la téte et du cou jus- qu'a sa base. Lores noirátres; la partie des joues et des cótés de la téte comprise entre la dite raie blanche et le rouge du front, du vertex et de la nuque est d'un gris d'ardoise foncé avec certains réflets VPargent au milieu et presque noirátre pres de lanuque. Région malaire rouge- carmin suivie d'une bande noire qui continue a cóté de la blanche jus- qwá s'unir au noir du cou. Menton et gorge blanc grisátre, devenant eraduellement plus obscurjusqwaá se fondre avec le noir de la partie an- térieur du cou. Région postérieur du cou, dos, suscaudales et rectri- ces noires. Ailes noires avec le bord blanc, parsemé de quelques points noirs. D'entiere barbe externe des plumes scapulaires blanche formant une large bande sur les épaules. Partie basale de la barbe interne et souvent aussi lexterne des rémiges blane pur, couleur quí ocupe un peu plas du quart de Pentiére surface inférieur de lPaile étendue. Plumes de Vaisselle blanches lavées de jaune soufre; couvertures sous-alaires blanches sur le bras; celles qui couvrent les pennes de la main noires, formant une tache plus au moins grande sur le fond blane de cette partie de la surface inférieure de Vaile. Reste de la page inférieure des rémiges et celles des rectrices noirátre luisant. Les autres parties inférieures du corps jusqwau bas de la gorge sont (un noir aussi foncé que le dos avec quelques petites rales 1 Je dédie cette espece á M. Stewart Shipton, distingué collectionneur de La Concepción (Tucumán), qui le premier 1a découverte. * «Spectrum red » RIDbGwaY, Color standards and color Nomenclature, plate 1. , Washington, 1912. s0 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES blanchátres sur les cótés de la poitrine et sur les flanes. Chez cer- tains exemplaires ces raies sont á peine indiquées, tandis que chez Vautres elles se trouvent aussi sur le milieu de Pabdomen. Tarses et doigts avec les scutelles bleu ardoise ou noirátres et les interespaces eris ou blanchátres. La peau nue autour des yeux est brunátre chez les exemplaires conservés. Iris chátain orange. Maxilla gris clair blanchátre sur les deux tiers des cótées, cornée a Pextrémité et sur le culmen. Mandibule gris blanchátre au milieu, cornée a la base et a la pointe. Longueur totale (peau) : 320 mm. Ailes: 175 mm.; queue: 127 mm.; culmen: 32 mm.; tarses: 30 mm.; doigt externe antérieur avec Pongle: 33 mm. Q ad. Se distingue du mále par Vabsence de la moustache malaire rouge qui est remplacée par le noir et par le front de cette méme cou- leur jusqw'en arriéere du niveau de la ligne de Pangle antérieur des yeux. Longueur totale : 300-310 mm. Ailes: 163-168 mm.; queue: 115-119 mm.; culmen: 31-33 mm.; O” tarses : 27-28 mm.; doigt externe antérieur avec Pongle: 32 mm. (Sur trois spécimens observés.) Type de Pespece: dad. Vipos, province de Tucumán (500 m. alt.), avril 3, 1913. Collectionneur. M. Paul Girard; exemplaire numéro 8428 de la collection du Muséum national VPhistoire naturelle de Buenos Aires. Spécimens examinés : 4, un mále (col. du Muséum) et trois femel- les (col. Dr. M. Lillo, Tucumán). Cette espece habite par couples dans les mémes régions de la pro- vince de Tucumán ou se trouve le Neophloeotomus Sehulzi et elle a les mémes habitudes que celle-ci. La femelle de Neophloeotomus Sehulzi (Cab.) qui va pas été décrite, ressemble á celle du Neophloeotomus Shiptoni sauf qw elle est dépour- vue ainsi que le mále de la bande blanche sur les épaules et presque toujours des raies blanches sur les cótés de la poitrine et sur les flanes. Ce dernier caractere n'est probablement quw'un reste du plu- mage de transition entre le jeune et Padulte et parait qwil doit dis- paraítre avec l'áge. La petite raie blanche postoculaire manque parfois chez certains spécimens appartenant a Pune ou a Pautre espece. L'étendue de la couleur blanche sur le bord de VPaile semble étre aussi variable chez Neophloeotomus Sehulzi; elle manque quelquefois presque completement, étant remplacée par le noir du dessus de Paile ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVII, LÁm. 1 Neophloeotomus Shiptoni, 5, O (M2 Er mu) ph DABBENE : NOUVEAU GENRE ET NOUVELLE ESPECE DE PIC sl quí vient s'unir a la táche de la méme couleur sur la page inférieure de Vaile. Enfin, cette táche noire est aussi variable en étendue chez les deux especes. Les dimensions de Pespece décrite par Cabanis sont a peu pres égales á celles de Neophloeotomus Shiptoni et la moyenne sur huit exemplaires observés (4 máles et 4 femelles) est la suivante : Longueur totale : 309 mm.; ailes: 173 mm.; queue: 120 mm.; cul- men: 31 mm.; tarses: 28 mm.; doigt externe antérieur avec Pongle : 322 mm. Le type de Neoplloeotomus Sehulzi provient de la province de Córdoba d'oú j'ai aussi rapporté un exemplaire qui se trouve dans les collections du Muséum. ES Xx ATA MA , NAS 0? e h £ le + e nn ( de E A A PA pci (pit ma 14? jes pr qe INN AA ' cap Y cd y h j NA J , a E A dd EOS NN 7 PAM, Ed ñ EA o MA iy % pe bl ee ' A L E AR, De “Y - ; VA Ys E, % ” rá > Pal pu" e E ñ 6 1] 5 P "A Po» Ú v IA 4 / SS e a á E A ru » 4 8 ñ 7 an kl 4 h a e 1 mn Se IA y ¿10 y AN NI 24 y e Ca 7 pl as Era , % 6 ES , 4 f pa 3 , . , Ñ b y A a XK ye e e 0 p ALGUNOS DATOS SOBRE EL DESARROLLO POSTEMBRIONARIO DE UN CRISOMÉLIDO CHELIMORPHA VARIABILIS Bon. POR FERNANDO THIBON El desove del ejemplar de Chelimorpha variabilis Boh * que estaba en mi poder se efectuó de la manera siguiente: los huevos salen en posición horizontal siendo fijados por una substancia pegajosa por su extremidad posterior o sea la última en salir, luego la hembra al ade- lantarse lo endereza, quedando entonces en posición vertical; son puestos juntos formando un montón. Los huevos son de forma elíptica y de un amarillo clarísimo en el momento de la postura, van obscureciéndose hasta llegar al color amarillo paja a los dos minutos, a los pocos días aparece en la extremidad libre, una mancha negra que será más tarde la cabeza de la larva y por donde se abrirá el huevo en for- Fig. 1 ma circular (fig. 1). El desove se efectuó en tres períodos; el primero se produjo el 4 de febrero de 1915 a las 5,50 p. m.; del segundo no pude tomar ano- tación, y el tercero se efectuó el día 6 a las 2,20 p. m.; la eclosión del primer lote se produjo el día 14 del mismo mes a las 12,5 p. m., * Entregué el insecto para su determinación al señor J. Brethes, conservador de las colecciones entomológicas del Museo nacional. Agradezco su amabilidad al darme el nombre científico de este crisomélido. si MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES del segundo el día 15, no pude anotar lo hora, y el tercero el día 16 a las 10 a. m. Por esos datos se ve que el tiempo transcurrido del primer desove a la primera eclosión fué de 9 días, 18 horas, 15 minutos, y del ter- cer desove a la tercera eclosión de 9 días, 21 horas, 40 minutos, por lo tanto se puede decir que las larvas salen al cabo de 10 días de efectuado el desove en las condiciones climatéricas reinantes duran- E ME >> = ] 1 NM e EA E E: CA In — só y BS a de Sl Ma HN is JN 23 HAS 0 ; ¡Mé F id Fig. 3 te el mes de febrero último. En cada postura el número varía de 20 a 40 huevos, cuando se produce el desove todos los huevos no están desarrollados, por eso es que se produce por períodos, debido a que se desarrollan por grupos, además algunos abortan, es decir, no se produce la eclosión. Las larvas al salir son de color amarillo claro, a las 24 horas se ponen amarillo obscuro con la cabeza negra, están formadas por doce segmentos, los cuales tienen en ambos lados un pelo largo, y en su extremidad posterior tienen dos filamentos bastante largos que pue- den levantarlos y doblarlos encima de su cuerpo, los cuales sirven para retener las substancias excrementicias con que se forma una ca- pa protectora encima del cuerpo de la larva. En la figura 2 pueden THIBON : DESARROLLO DE UN CRISOMÉLIDO 85 verse los dos filamentos «aa con un poco de excremento adherido B que empieza a acumularse en una larva de 48 horas. Los pelos que tienen en ambos lados del cuerpo (fig. 3 B) son doce, en dirección más o menos horizontal y uno en la extremidad anterior en la parte superior en dirección más o menos vertical. Esos pelos tienen a su rededor en toda su extensión unas ramifica- ciones, figura 3 E, que en el dibujo sólo se ven los que están en un Fig. 5 AN ce 1 | | > dl N IN IN | IN É R Fijo. 4 Fis. 6 solo plano. Mirando uno de los pelos con un aumento mayor (fig. 4) se ve que las ramificaciones son cortas, y terminadas por un filamen- to incoloro y transparente (A), así como también la extremidad del pelo. cuyas puntas se ensanchan pareciendo unas vejiguitas de forma elíptica cuyos focos están muy cerca uno del otro, con excepción del filamento de la punta del pelo que termina en elipse alargada. Las larvas se colocan en grupos bajo las hojas estrechamente uni- das la una al lado de la otra, presentando en el conjunto una masa negra húmeda granulosa, aspecto que es debido a las substancias ex- crementicias acumuladas y sostenidas por los dos filamentos que co- 86 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES locan encima de su dorso, no viéndose por lo tanto a las larvas pro- piamente dichas. Están dotadas de poco movimiento, el único que he visto fué un movimiento rápido de oscilación de derecha a izquierda y viceversa de la parte terminal posterior que contiene las substan- cias exerementicias, con intermitencias más o menos largas. La par- ticularidad era que ese movimiento se hacía simultáneamente en to- das las larvas cual si fuese producido a una voz de mando. Estos movimientos los atribuyo a la necesidad de tener que hacer correr los excrementos más afuera por AB CD E F ( H losfilamentos para dar cabida a los que llegan. En cuanto a mo- vimientos de traslación Jos ha- cen paulatinamente en conjunto a medida que van consumiendo la hoja. A las 48 horas empieza a des- tacarse la formación de los éli- tros que van tomando cada vez un color más obscuro (fig. 3 A). La primera muda empezó a efectuarse el 20 de febrero, es decir, seis días después de la eclosión; los restos de la muda no caen, quedan adheridos jun- to con los excrementos. La larva inmediatamente des- pués de la muda es de un color amarillo limón, incluso la cabe- za, las patas y élitros, pero con el tiempo va obscureciéndose hasta llegar al color pardo, quedando únicamente en la parte ventral y dorsal una faja longitudinal amari- llo obscuro (fis. 3 FE). En el dorso tiene una infinidad de protuberancias que son muy se- mejantes a las espinas del rosal, terminadas por un filamento igual al de los pelos (tig. 5). Su ubicación guarda cierta relación geométri- ca, como puede verse en la figura 6 en que las cinco primeras filas son compactas y en las demás las espinas son más distanciadas guar- dando en sus filas, así como en sus columnas, un orden alternante. Puede verse mejor la ubicación haciendo un dibujo esquemático del siguiente modo : se traza un cuadrilongo con varias líneas horizonta- les y verticales cuyas intersecciones serán los puntos donde irán las THIBON: DESARROLLO DE UN CRISOMÉLIDO $7 espinas (fig. 7). En las cinco primeras filas todos los puntos de inter- sección están ocupados por las espinas y a partir de la sexta fila van en orden alternado longitudinal y transversalmente con las siguien- tes modificaciones : las espinas que están en la región media dorsal representadas en el cuadro esquemático por los puntos de las colum- nas DE en sentido transversal no son alternadas entre sí, ocupando dos inter- secciones consecutivas 4 y 5 y las de las columnas inmediatas a las medias dorsa- les, es decir, C y F tienen transversal- mente dos intersecciones de espacio en- tre sí, por lo tanto ocupan las intersec- ciones 3 y 6. En cuanto a las espinas van dirigidas tanto hacia la parte anterior como hacia la posterior. Las patas están terminadas por una uña y un gran número de filamentos terminados por una pequeña es- fera (fig. 5) cuyo conjunto da a la extremidad de la pata el aspecto de un andróceo dialistémono. En la cabeza hay también varios filamentos de los cuales dos son más largos que los otros (fig. 3 G). No pude seguir más adelante el estudio del desarrollo por haberse muerto los ejemplares que tenía. La figura 3 da el aspecto de la larva del Crisomélido a los doce días de su eclosión. TEA GS k Y hs! me DESCRIPCIÓN DE UN GÉNERO NUEVO UNA NUEVA ESPROIE DE DE LA REPÚBLICA. ARGENTINA JEAN BRETHES La distinguida señorita Rosario Vera Peñalosa, directora de la Es- cuela normal de señoritas « Presidente Roque Sáenz Peña», habiendo traído de Córdoba una Basidiomiceta * para aumentar las colecciones de la escuela a su cargo, he tenido la sorpresa de ver esa planta ata- cada por una colonia de Tisanópteros, cuyo estudio será materia de la presente nota. AUSTROTHRIPS Brethes, n. gen. Capite paulum latiore quam longum, genis sine pilas capitatis. Ocellis in Q adsunt, in Y desunt. Antennae capite plus duplo longiores. Protho- race triplo latiore longiore, quam capitem breviore, margine lateral e pilis capitatis 5 ornato, tarsis anticis inermibus in Q et dente valido ar- matis in Y, alis in O desunt, im Q elongatis, angustis, haud venosis, alis 4 antice posticeque sat aequeciliatis. La cabeza es un poco más ancha que larga, las mejillas sin cerda con maza, las ocelas ausentes en el macho, y en la hembra las poste- riores aproximadas a los ojos de una distancia menor que su propio diámetro. Las antenas son un poco más del doble más largas que la * El doctor Spegazzini, a quien agradezco, me informa que la describió con el nombre de Trametes pulchra Speg. -=| ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII. (JULIO 1%, 1915) 90 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES cabeza. El protórax es tres veces más ancho que largo, más corto que la cabeza, su borde lateral adornado con cinco cerdas de maza, los tarsos anteriores inermes en la hembra y armados de un espolón en el macho; las alas faltan en el macho; en la hembra son largas, subiguales, angostas, sin venas, las cilias más o menos iguales en sus lados anterior y posterior. Este género tiene alguna semejanza con Anthothrips y Trichothrips, pero varios caracteres esenciales lo distinguen bien, por ejemplo, el dimorfismo sexual, el macho sin ocelas ni alas y con espolón en los tarsos anteriores, etc., la hembra teniendo ocelas y alas y faltándole el espolón en los tarsos. Austrothrips Verae Brethes, u. sp. Largo total : 1,30 mm.; largo de la cabeza : 0,12 mm.; ancho: 0,18. Protórax, largo: 0,09; ancho: 0,26; ancho del mesotórax : 0,30 mm. Fig. 1. — Cabeza, protórax y pata anterior de Austrothrips Verae aumentados + 200 diámetros ; Ancho del segundo segmento del abdomen : 0,30 mm. Largo del tubo : 0,095; su ancho en la base: 0,057: su ancho en la extremidad : la mi- tad del de la base. BRETHES : NUEVA ESPECIE DE « TISANÓPTERO » Sil Color general : pardinegro, el tubo testáceo, rojizo, las patas ante- riores, todos los tarsos y los tres primeros artículos de las antenas de un pardo más claro que el resto del cuerpo. Largo relativo de los artículos de las antenas : 1,2, 3,1, 21:13 La cabeza en forma de cuadrilátero con sus ángulos anteriores ocupa- dos por los ojos que son redondeados, los lados laterales paralelos, la frente un tanto adelantada entre la base de las antenas. Ocelas: la an- terior en la extremidad anterior de la frente, las posteriores situadas cerca de los ojos, de los cuales están separadas por una distancia me- nor que su propio diámetro. Una cerda postocu- lar en maza. Antenas aproximadas en su base, algo más de dos veces más largas que la ca- beza: el primer segmento en cono truncado, el segundo cilíndrico atenuado en su mital ba- sal, los 3-5 piriformes, los 6 y 7 en forma de N Fig. 2. — Antena de 4. Fig. 3. — Ala anterior derecha de A. Verae Verae, aumentada + aumentada + 66 diámetros 200 diámetros. aceituna y el último cónico, atenuado en la base. Los artículos 3 a 5 tienen un cono sensitivo de cada lado cerca de su extremidad y el 6 tiene un cono más largo y más angosto en su lado interno. Pro- tórax de un largo igual a los tres cuartos del de la cabeza, trapezoidal, sus lados anterior y posterior arqueados y más o menos paralelos : una cerda en maza en cada ángulo anterior, una en cada ángulo pos- terior, una en el medio de los bordes laterales y dos en el borde pos- terior cerca de cada ángulo posterior; dos cerdas simples en el borde anterior. Las alas tienen en su base dos cerdas en maza; las demás cerdas son sencillas y más o menos igualmente desarrolladas en sus lados anterior y posterior. Las cuatro tibias posteriores tienen una cerda preapical externa. Abdomen sesil, gradualmente más angosto hacia la extremidad; en el dorso el primer segmento ofrece tres cer- das preapicales de cada lado posteriormente: la mediana es larga y 92 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES en maza; los segmentos 2 a 6 ofrecen cinco cerdas en la misma posi- ción, las segunda y cuarta largas y en maza, la quinta sinuosa hacia adentro; el segmento 7 tiene la segunda cerda sencilla, la cuarta cerda en maza y falta la sinuosa, el segmento $ tiene las cerdas prea- picales sencillas y alternativamente cortas y largas. El tubo es có- nico, largo como los dos tercios de la cabeza, con un anillo de cerdas apicales alternativamente cortas y largas, pero siempre más cortas Y | , e A (00 y * Ñ 8 | ay A / / / Fig. 5. — Tibia y tarso Fig. 4. — Extremidad del abdomen de A. Verae anteriores del dde E aumentada + 200 diámetros Verae, aumentados + 200 diámetros. que el mismo tubo; en su borde inferior hay cuatro cerdas fusiformes cortas. El macho difiere de la hembra por la falta de ocelas y de alas y por un espolón situado perpendicularmente en el lado interno del tarso anterior. Además la cabeza, las patas anteriores y los dos últi- mos segmentos abdominales son netamente rojizos, así como los dos primeros artículos de las antenas. Hágome un placer en dedicar este nuevo Tisanóptero a la distin- euida señorita Rosario Vera Peñalosa quien pone todo su empeño en dar realce a la Escuela normal a su cargo. SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA Pork PEDRO SERIÉ Después de la publicación del Catálogo del British Museum y de los trabajos de erpetología argentina del doctor Carlos Berg y de don Julio Koslowsky, se dieron a conocer en publicaciones europeas un regular número de nuevas especies de ofidios halladas en el territorio argentino, encontrándose también en el mismo otras conocidas pero no señaladas aquí. Por otra parte, la revisión que acabo de efectuar en el abundante material existente en los museos nacionales de esta capital y de La Plata, en el gabinete de historia natural de la Uni- versidad de Buenos Aires y en varias colecciones particulares, me ha permitido identificar un número aún mayor de especies que hasta ahora sólo figuraban en la fauna ae los países limítrofes, las que por consiguiente deben agregarse a las especies argentinas. Me propongo, en esta breve noticia, enumerar e incluir unas y otras en la erpetología argentina — aun tan imperfectamente cono- cida — contribuyendo así al aporte de algún material útil para un futuro catálogo o un estudio general más importante y completo. Este trabajo me ha sido singularmente facilitado por el amable concurso del distinguido erpetólogo del Instituto seroterápico de Butantan y del Museo de San Pablo (Brasil) doctor J. Florencio Go- mes, quien ha tenido oportunidad, durante su última estadía en ésta, de examinar nuestras colecciones y de identificar varias especies dudosas. Las especies nuevas y una variedad halladas en la Argentina son las siguientes : * Glauconia inguirostris Bler. ?. * Las especies señaladas con un asterisco son las que no he tenido ocasión de observar. 94 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES * Leptophis argentinus Werner. * Rhadinaea dichroa Werner. * Philodryas subcarinatus Blgr. * Philodryas lineatus Werner. Philodryas Baroni var. fusco-flavescens Serié, Elapomorphus Spegazzinii Bler. * Elaps Simonsi Blgr. Las nuevas para la fauna argentina, incluídas por diversos autores : Liophis Guentheri Peracca. * Leptodira albofusca (Lacép.) Bl Philodryas bolivianus Bler. gr. Las incluídas por mí en el presente trabajo: Eunectes notaeus Cope. Atractus badius (Boie) Bler. Himantodes cenchoa (L.) D. B. Leptodira anmulata (L.) Bler. Khachidelus brazili Blgr. Rhinostoma guianense Trosch. Tomodon dorsatus D. B. Apostolepis assimilis (Reinh.) Bler. Elaps lemniscatus (L.) Schneid. Dipsas indica Laur. Lachesis atrox (L.) Bler. Lachesis jararacussu Lacerda. Lachesis cotiara Gomes. Fam. GLAUCONIIDAE Gen. GLAUCONIA Gray (1845) 1. *Glauconia inguirostris Blgr. Glauconia inguirostris Boulenger, Ann. Mag. Nat. Hist. (7) YX, p. 338 (1902), Cruz del Eje (Córdoba). Hocico saliente, en forma de gancho, con el margen horizontal cor- tante. Tiene sobreocular. Rostral ancha, truncada posteriormente, llega hasta el borde inferior de los ojos. los cuales son bien visibles. Nasal completamente dividida en dos. Ocular bordea el labio, entre dos labiales. Catorce series de escamas alrededor del cuerpo. El diá- metro del cuerpo es cerca de 50 veces su longitud total y 26 veces la longitud caudal. Pardo claro por encima. Vientre blanco. Longitud total : 150 mm. SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 9% Fam. BOIDAE Subfam. BOINAE Gen. EUNECTES Wagl. (1830) 2. Eunectes notaeus Cope (Lampalagua-Boa-Curuyú) Eunectes notaeus Cope, Proc. Ae. Philad., p. 70 (1862), río Paraguay. Serié, Physis, t. 1, pp. 442-444 (dic. 31, 1914), Paraguay; Bolivia; Argentina (Chaco austral, Corrientes). Eunectes murinus (nec Linné) Peracca, Boll. Mus. Zool. Anat. Torino, X, y. 13, N* 195, n. 2 (1895), Paraguay; Argentina (Chaco). Berg, 4n. Mus. Nac. B. A., VI, p. 10, n. 4 (1898), Guayanas; Perú; Brasil; Paraguay ; Argentina. Koslowsky, Rev. Mus. La Plata, VU, p. 189, n. 64 (1898), Argentina (Corrientes, E. Ríos, S. Fe, Chaco, Misiones). Esta especie debe substituir a E. murínus (L.), incluída errónea- mente en la fauna argentina, y que hasta ahora sólo fué encontrada en el Perú y en el Brasil, mientras que E. notaeus tiene su distribu- ción en el Paraguay, Bolivia y Argentina. El Museo nacional ha recibido varios ejemplares, de los cuales tres provienen del Chaco y uno de Corrientes. Difiere de E. murinus especialmente por el menor tamaño, el me- nor número de escamas, de placas ventrales, subcaudales y labiales. Sq. 45-49; V. 221-231; Sc. 46-58. Fam. COLUBRIDAE Serie A. AGLYPHAE Subfam. COLUBRINAE Gen. LEPTOPHIS Bell; Wagl. (1825-1830) 3. *Leptophis argentinus Werner Leptophis argentinus Werner, Abh. d. Math. Phys. Kl. d. Kónigl. Bayer. Akad. d. Wissens., XXIL, II Abt., p. 384 (1904), Argentina (Rosario). Especie fundada sobre un solo ejemplar recogido en Rosario (pro- bablemente de la Frontera = Salta), muy próxima de L. marginatus Gthr., cuya coloración es idéntica. Se distingue de ésta por tener dos preoculares, las escamas de la hilera dorsal algo más carenadas que 96 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES las de los flancos y el número de temporales, que es de 1 + 1. El ejemplar mide un metro de largo total, correspondiendo 35 centíme- tros a la cola. Tiene $ sobrelabiales, cuyas dos últimas de cada lado unidas, y 5 pares de labiales inferiores en contacto con el primer par de mentonianas. V. 156; Sc. 108. Gen. LIOPHIS Wagl.; Blgr. (1830-1894) 4. Liophis Guentheri Peracca Liophis viridis part., Gunther. Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., 1, pp. 127, 128 y 135, n. 10, ej. a, e (1894), Sudamérica; Argentina (Salta). Liophis Guentheri Peracca, Boll. Mus. Zool. Anat. Torino, XII, N* 274, p. 11, n. 30 (1897), Chaco boliviano. Especie muy próxima de £. viridis Gthr., pero de la que se distin- gue a simple vista por la cola muy obtusa, la cabeza gruesa, piriforme, el hocico subagudo y el aspecto general macizo; siendo su distribu- ción geográfica también diferente: Sud América tropical occidental (Bolivia hasta la Argentina = Salta), mientras que L. viridis sólo se hallaría en la zona tropical oriental ?. Peracca ha observado seis ejemplares de Caiza (Chaco boliviano) y da los siguientes datos : una placa preocular apenas separada de la frontal; 2 postoculares; temporales 1 + 2; 8 sobrelabiales, de las cuales las 4-5 forman la órbita; 5 labiales inferiores en contacto con el primer par de mentonianas; 19 series de escamas con una fosa apl- cal; V. 193-199; Se. 54-58. Cola terminada en punta obtusa, con una verdadera calota córnea en el extremo, y contenida cerca de seis veces en la longitud total. Coloración : verde uniforme superiormente (azu- lado en el líquido); sobrelabiales y partes inferiores de un blanco amarillento. El Museo nacional posee un ejemplar de la Argentina (sin localidad precisa). Corresponde en general a la descripción de Peracca, salvo en que la placa preocular está bien separada de la frontal y la cola está contenida seis veces y media en su longitud total. Tiene 193 ventrales y 50 subcaudales. ' Resultaría así algo dudosa la existencia de £. viridis en la Argentina, incluída en la enumeración de Koslowsky. SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 97 Gen. RHADINAEA Cope (1863-1868) 5. *Rhadinaea dichroa Werner Rhadinaea dichroa Werner, Zoolog. Anzeiger, XX1ILl, N* 581, p. 115 (1899), Argentina. Especie afin a Eh. anomala Gthr., según el autor, pero que, por los caracteres y coloración, se asemejaría más a kh. modesta Kos- lowsky. Tiene una pre y dos postoculares; temporales 1 + 2; 8 sobre- labiales, de las que 4-5 tocan el ojo; 5 labiales inferiores en contacto con el primer par de mentonianas; 19 series de escamas. V. 159; A. ;; Se. 50.. Long. total : 460 mm.; long. caudal: S5 mm. Coloración : pardo uni- forme por encima, con las escamas punteadas de negro; sobrelabiales y partes inferiores blanquizco amarillento. Gen. ATRACTUS Wagl. (1828) 6. Atractus badius (Boie) Blgr. [Brachyorrhos] badius Boie, Isis, p. 540 (1827). Atractus badius Boulenger, Cat. Snal. Brit. Mus., 1, p. 308, n. 13 (1894), Guayanas; norte del Brasil; Perú; Ecuador. £ El ejemplar observado pertenece a la colección del señor J. J. Ná- gera, quien lo recibió de Las Palmas (Chaco austral). Corresponde a la descripción del Catálogo de Boulenger (Var. E) y al A. multicinctum de Jan. Fondo pardo obscuro con estrechas fajas transversales amarillentas orladas de negro, que no se unen sobre el dorso. Collar amarillento. Este mismo tinte se extiende sobre las ven- trales, que están salpicadas de manchitas pardas, más finas y nume- rosas encima de las subcaudales. Sas, 160 Ad Se. 24L: Long. total: 320 mm.; long. caud. : 25 mm. 98 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fam. COLUBRIDAE Serie B. OPISTOGLYPHAE Subfam. DIPSADOMORPHINAE Gen. HIMANTODES D. B.; Cope (1853-1863) 7. Himantodes cenchoa (L.) D. B. [Coluber] Cenchoa Linn. S. N. I., p. 226 (1758), « América ». Imantodes cenchoa Dum. et Bib., VII, p. 1065 (1854), Brasil; Guayanas; provincia de Buenos Aires (?); Méjico. Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., III, pp. 83, 84, n. 1 (1896), Méjico; América central; Sudamérica tro- pical. No obstante la indicación de Duméril et Bibron (bastante dudosa por tratarse sobre todo de la provincia de Buenos Aires), esta especie y ninguna del género ha sido incluída hasta ahora en la fauna argen- tina; pero el hecho de haberse hallado recientemente un ejemplar en el Chaco explicaría la aparición en las orillas del río de la Plata de los citados por Duméril, mediante los « camalotes » que las aguas arrastran del norte, como ocurre con otras especies de esas regiones. El Museo nacional ha recibido, por primera vez, un ejemplar en- viado al señor Nágera de Las Palmas (Chaco). Corresponde a la des- eripción. Tiene 43 manchas negras sobre el dorso y 34 sobre la cola. Sar 11172095 4.33 DO. 106: Long. total: 690 mm.; long. caudal : 210 mm. Gen. LEPTODIRA Gthr. (1858) 8. *Leptodira albofusca (Lacép.) Blgr. Coluber albofuscus Lacép., Serp., 11 (4), p. 255 (1832). Hab. América. Leptodira albofusca Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., UI, pp. 89, 95, n. 8 (1896), Méjico; Ecuador; Venezuela; Brasil; Paraguay. Werner, Jahrb. d. Hamb. Wiss. Anst. 2 Beih., XXVI, p. 246 (1909), Argentina. Werner cita esta especie de la Argentina (sin localidad precisa) por un ejemplar que se halla en el Museo de Hamburgo, el cual tiene 19 series de escamas. SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 99 9. Leptodira annulata (L.) Blgr. Coluber] annulatus Linn. S. N. L., p. 224 (1758). « Hab. América ». Leptodira annulata Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., IL, pp. 89, 97, n. 9 (1896), Sudamérica tropical. El Museo nacional ha recibido un ejemplar del Chaco, enviado por la División de ganadería. Tiene 8 sobrelabiales; las 4-5 tocan el ojo; una subocular. La placa preocular toca la frontal. Las manchas pardas del dorso unidas en varias partes, formando como trozos de una línea ondulada hasta encima de la cola. Los flancos llevan manchas negras. Vientre blan- QqUIZzZCO. Sq. 19; V. 188; A. +; Sc. (mutiladas) SO. Long. total: 700 mm.; long. caudal : 170 mm. Gen. RHACHIDELUS Blgr. (1908) 10. Rhachidelus brazili Blar. Rhachidelus brazilíi Boulenger, 4nm. Mag. Nat. Hist. (VID), 2, p. 31 (1908), Brasil (San Pablo). Este género, fundado por Boulenger sobre un ejemplar recogido en San Pablo, existe también en la Argentina. É En el Museo nacional figura un espécimen de Santa Ana (Misio- nes), colección Quiroga. Difiere de la descripción sólo por tener la placa superciliar soldada con la preocular y las parietales unidas con la temporal anterosupe- rior. Dentadura y placas cefálicas como Oxyrhopus. Pupila vertical. Escamas en 25 series con dobles impresiones apicales; las de la serie dorsal algo ensanchadas. Coloración en alcohol, castaño obscuro uni- forme; parte ventral más clara adelante. Nuestro ejemplar (Q) tiene 153 placas ventrales, anal entera, 66 subcaudales, de las cuales 21 enteras. Long. total : 1270 mm., y caudal : 230 mm. 100 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Gen. RHINOSTOMA Fitz. (1826) 11. Rhinostoma guianense (Trosch) Blgr. Heterodon guianensis Trosch, in Schomb. Reise Brit. Guian., UI, p. 653 (1848), Guayana inglesa (Pirara). Rhinostoma guianense Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., UI, p. 114, n. 1 (1896), Colombia; Venezuela; Guayanas ; Brasil; Paraguay. Existe un ejemplar en el gabinete de historia natural de la Uni- versidad, con procedencia de Corrientes y otro en el Museo nacional recogido en Alta Gracia (Córdoba) por don Guillermo Gallardo. Esta especie se distingue fácilmente de K. vittatum Blgr. por la forma de la rostral muy encorvada hacia arriba y aplanada superior- mente con los bordes afilados, el color uniforme (pardo claro u obscu- ro), además de un mayor número de subcaudales. El espécimen hallado en Corrientes tiene la placa preocular entera y 2 postoculares. De las labiales inferiores del lado izquierdo, 5 tocan la primera mentoniana y del lado derecho sólo 4, por el redu- cido tamano de la tercera de este lado que no llega a la mentoniana. Escamas de la nuca muy pequeñas. Cola obtusa, con la placa termi- nal inferior que abraza la superior. Pardo claro por encima y blan- quizeo inferiormente hasta dos series de escamas de los flancos. Sq. 19; V. 201; A. 1; Sc. 7 enteras y 52 divididas. Long. total: 750 mm.; long. caudal : 130 mm. El ejemplar de Córdoba, no adulto, es pardo claro sobre el dorso y amarillento en los flancos. Cabeza pardo obscuro con un collar amari- lento que cubre de 3-5 escamas detrás de las parietales. Sq. 19; V. 189; A. 1; Se. 68 (3 enteras, 12 div., 4 ent., 49 div.). Long. total : 2958 mm.; long. caudal: 57 nm. Gen. TOMODON D. B. (1853) 12. Tomodon dorsatus (D. B.) Blgr. Tomodon dorsatum Duméril et Bibron, Lrp. Gén., VIL, p. 934 (1854), Brasil. Tomodon dorsatus Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., UI, p. 121, n. 1 (1896), Brasil. El Museo de La Plata posee un ejemplar de esta especie, enviado de Misiones porel señor L. Álvarez. Corresponde a la descripción y da las siguientes cifras : SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 101 Sq. 17; V. 139; A. 1; Sc. 60. Long. total : 525 mm.; long. caudal : 120 mm. Gen. PHILODRYAS Wagl. (1830) *Philodryas subcarinatus Blar. Philodryas subcarinatus Boulenger, 4nn. Mag. Nat. Hist. (1), IX, p. 287 (1902), Colonia Benítez (Chaco). Muy parecida a Ph. aestivus Schleg., de la que se distingue por el hocico corto y obtuso y las escamas levemente carenadas. Coloración verde uniforme por encima. Sobrelabiales y partes inferiores blan- quizcas. Un solo ejemplar joven. Sq. 21; V. 213; A. 1; Se. 114. Long. total : 255 mm.; long. caudal : 70 mm. *Philodryas lineatus Werner Philodryas lineatus Werner, Mitt. Naturhist. Mus. Hamb. Wiss. Anst., XXVI p. 233, fig. S (1909), Argentina. Un solo ejemplar en el Museo de Hamburgo con la única indica- ción de « Argentina ». Se distingue de Ph. psammophideus Gthr. por tener tres sobrelabiales en contacto con el ojo y mayor número de subcaudales. Fondo pardo amarillento, con dos líneas obscuras desde el hocico hasta la cola. Cabeza de un pardo más claro. Dos líneas amarillas salen de la nuca hacia atrás, y sobre el dorso otra parda, más ancha, llega hasta la cola. Garganta amarillenta con puntos negros. Vientre verdoso. Sas 19: Vo 162: A. 7: SC. 122. Philodryas bolivianus Bler. Philodryas bolivianus Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., MI, pp. 127, 132, 3, pl. IX, fig. 1 (1896), Cochabamba (Bolivia). Philodryas Borellii Peracca, Boll. Mus. Zool. Anat. Torino, XII, N% 274 p. 14, n. 38 (1897), Argentina (Salta, Tucumán). El Museo nacional posee un ejemplar joven de la provincia de Corrientes. Es de coloración verdosa con tres series de puntos negros 102 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sobre el dorso, formando rayas hasta encima de la cola. Parte infe- rior del cuerpo verdosa. Placas cefálicas orladas de negro y manchas de este color en la región occipital y sobre las últimas labiales. Pla- :as gulares y mentonianas blancas. Sq. 17; V. 194; A. -; Sc. 104. Long. total: 456 mm.; long. caudal : 129 mm. Los dos ejemplares sobre los que fundó Peracca la especie Ph. Bo- rellii (que no puede ser separada de Ph. bolivianus, según Werner) provienen de Las Concas (Salta) y San Pablo (Tucumán). Según el autor, se asemejarían más a Ph. Schotti (Sehleg.) que a Ph. bolivianus. La coloración general es de un gris ceniciento lavado de pardo. Sobre el dorso y flancos cuatro series paralelas de grandes manchas pardas, irregulares, orladas de negro y más o menos confluentes entre sí; en la parte anterior del cuerpo, las manchas medianas, unidas, se extienden hasta las laterales, formando como fajas transversales. Cabeza pardo claro sin manchas; sobrelabiales pardo amarillento. Cuerpo inferiormente ceniciento claro. Ventrales y subcaudales orla- das de negro grisáceo. Sq. 17; V. 198-202; A. -; Se. 108-109. 16. Philodryas Baroni var. fusco-flavescens Serié [Philodryas Baroni Berg, An. Mus. Nac. Buenos Aires, 1V, pp. 189-194 (1895), Tucumán, Chaco austral.] Philodryas Baroni var. fusco-flavescens Serié, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. A., XXVI, pp. 227-230, pl. ... (1914), Argentina (Tucumán, Salta). Dos ejemplares observados de esta variedad — uno en la colección del Museo nacional con procedencia de Salta y otro de Tucumán, colección del doctor Lillo — ofrecen diferencias importantes en la coloración. En lugar del verde, amarillento o azulado, general y cons- tante en Ph. Baroni Berg, presentan éstos un fondo moreno con va- rias series de escamas blanquizcas o amarillentas, que forman sobre el dorso o flancos varias líneas claras, más pronunciadas en la parte anterior. El espécimen del Museo presenta dos líneas dorsales y dos laterales que parten del hocico, mientras que el de Tucumán, de fondo pardo más claro, tiene rastros de las líneas blanquizcas sólo en los flancos: y sobre la nuca y parte del dorso vestigios de la línea negra angosta, en forma de cadena, cortada por escamas pardas. Esta misma coloración ha sido observada por el doctor Lillo en varios SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 103 ejemplares vivos, de Tucumán y Santiago del Estero, invariable y sin transiciones con el color típico de Ph. Baroni Berg. Sq. 23; V. 224-237; A. 1; Sc. 103 (mutiladas)-138. Gen. APOSTOLEPIS Cope (1861) 17. Apostolepis assimilis (Reinh.) Blgr. Elapomorphus assimilis Reinhardt, VFidensk. Meddel., p. 235, pl. IV (1860), fig. 1-5 (1861). Apostolepis assimilis Boulenger, Cat. Snak. Brist. Mus., MI, pp. 233, 234, n. 2 (1896), Brasil (Minas Geraes). Dos ejemplares en el Museo nacional con procedencia del Chaco. Corresponden a la descripción salvo en el número de las placas post- oculares, que es de dos en lugar de uno; pero es éste un carácter variable según me comunica el doctor Gomes, quien ha observado 16 ejemplares de esta especie, de San Pablo y Minas Geraes, de los cua- les 9 tenían dos postoculares. Color general rojizo con las extremidades negras. Hocico amarillo hasta la base de las placas frontal y sobreoculares. Faja transversal negra que abraza los ojos, parte de las 2-3 labiales (las demás amari- Mas) y se extiende hasta detrás de las parietales y costados de la gar- ganta. Sigue un collar amarillo de 2-3 escamas sobre la nuca y otro negro del mismo ancho. Cola negra en su tercio final, con la parte inferior algo más clara. Sq. 15; V. 253; A. 7; Sc. 27-32. Long. total : 227-230 mm.; long. caudal : 16-20 mn». Gen. ELAPOMORPHUS D. B. (1853) 18. Elapomorphus Spegazzinii Blgr. Elapomorphus Spegazzinii Boulenger, 4nn. Mus. Civ. St. Nat. Genova, ser. 32, vol. VI (XLVI), oct. 20 (1913), Argentina (La Plata). Especie fundada sobre un solo ejemplar (Q) hallado cerca de La Plata por el doctor Spegazzini en 15891. Bastante próxima de £. lem- niscatus D. B., con la que hasta ahora ha sido confundida, no obs- tante su coloración visiblemente diferente. El dorso es pardo claro con una línea mediana negra muy angosta; en los flancos una faja 104 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES negra ancha, y las dos hileras de escamas próximas a las ventrales blancas, manchadas de negro. Cabeza, región gular y parte del dorso encima de la cloaca enteramente negras. Ventrales negras con el borde inferior blanco. Sq- 10 Wi 2BIASA Se 2). Long. total: 470 mm.; long. caudal: 32 mm. He observado varios ejemplares de esta especie en la colección del Museo nacional y en las particulares de los señores J. J. Nágera y A. Marrero de distintas procedencias : Buenos Aires (Flores, Palermo, Tigre), Misiones y Salta, los que coinciden con la descripción del autor, especialmente los de Buenos Aires. La folidosis poco variable, pues dan como número de ventrales : 211-214 y de subcaudales : 21-22. En algu- nos individuos adultos la línea dorsal negra está esfumada y sólo hay vestigios de ella sobre el cuello y cerca de la cola; en otros se observa como un collar blanco amarillento, o dos manchas claras apenas acen- tuadas en la nuca; la zona blanquizca de los flancos sin manchas y las placas anales amarillas. Fam. COLUBRIDAE Serie (. PROTEROGLYPHAE Subfam. ELAPINAE Gen. ELAPS Sebneid.; Gthr. (1801-1859) 19. Elaps lemniscatus (L.) Schneid. (Víbora de coral) [Coluber] lemniscatus Linn. S. N. L., p. 224 (1758). Elaps lemniscatus part., Sehneid, Hist. Amph., 11, p. 291 (1801). Boulen- ger, Cat. Snak. Brit. Mus., YI, pp. 414, 430, n. 22 (1896), Guayanas; Brasil. Un ejemplar en el gabinete de historia natural de la Universidad, con procedencia dudosa (« Rep. Argentina-Paraguay »), por lo que debe incluirse sólo provisoriamente en la fauna argentina. Igual a E. Maregraví Wied, salvo en el número de placas ventra- les que es mayor. Se cuentan 13 y media series triples de anillos negros sobre el cuerpo y cola. Los anillos, del mismo ancho, están separados por una angosta faja amarilla de una escama, mientras que el espacio rojo entre cada serie es mayor que el ancho de un ani- llo. Hocico negro y una faja transversal de este color cubre la placa SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 105 frontal, ojos y sobrelabiales. Las escamas de los espacios rojos ribe- teadas de negro. V. 261; A. 1; Sc. 35. Long. total: 557 mm.; long. caudal : 45 mm. 20. *Elaps Simonsi Blgr. (Víbora de coral) Elaps simonsíí Boulenger, Anm. Mag. Nat. Hist., 1X (7), pp. 336, 339 (1902), Argentina (Córdoba). Esta especie ha sido fundada sobre un solo ejemplar (P) hallado en Oruz del Eje (Córdoba) por M. P. O. Simons. Muy parecida a E. frontalis D. B., de la que difiere por tener el primer par de labiales inferiores separado por la sínfisis. Cabeza negra con ribetes amarillos en las suturas anteriores de los escudos. Cuerpo con ocho series de tres anillos negros, de los cuales el central es dos veces más ancho que los laterales. NO ANS Long. total: 685 mm.; long. caudal : 45 mm. Fam. AMBLYCEPHALIDAE Gen. DIPSAS Laur. (1768) 21. Dipsas indica Laur. Dipsas indica Laurenti, Syn. Rept., p. 90 (1768). Dipsas bucephala Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., UI, p. 461, fia. 32 (1896), Sud América tropical. Un ejemplar de San Ignacio (Misiones) fué enviado al Museo por el señor H. Quiroga. Corresponde a la descripción de Boulenger. Color general pardo amarillento, con grandes manchas negruzcas orladas de blanco. Las de los flancos no se tocan sobre el dorso. Las 3-4 primeras de la serie están unidas lateralmente, formando como una sola mancha alargada. rl Va LS0 A. E: Se. SO. Long. total: 570 mm.; long. caudal: 140 mm. ANAL. MUS. NAC. — 'P. XXVII (AGOSTO 16, 1915) 106 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fam. VIPERIDAE Serie D. SOLENOGLYPHAE Subfam. CROTALINAE Gen. LACHESIS Daud. (1803) 22. Lachesis atrox (L.) Blgr. (Jararaca) [Coluber] atrox Linné, S. N. I., p. 222 (1758). Lachesis atroz Boulenger, Cat. Snak. Brit. Mus., UL, pp. 530, 537, n. 3 (1896), América central hasta el Perú y norte del Brasil. Un ejemplar muy joven existe en el gabinete de la Universidad, con la sula indicación de «Rep. Argentina», por lo que incluyo también provisionalmente esta especie en la fauna argentina. Se distingue difícilmente de la «Jararaca» común del Brasil L£. lanceolatus (Lacép.), no señalada aún en la Argentina, siendo así que Ihering considera las dos formas como subespecies muy próximas. El espécimen del gabinete de Historia natural tiene 7 sobrelabia- les, de las que la segunda forma el borde de la fosa loreal; una sola hilera de placas entre las suboculares y las labiales. La carena de las escamas no llega hasta el borde inferior. Fondo pardo con manchas triangulares negras, orladas de pardo amarillento, las que a veces se unen sobre el dorso. En los flancos dos series de manchitas negras que coinciden con la mayor triangular del lomo. Cabeza sin dibujo visible. Extremidad caudal pardo claro. Vientre blanquizco salpicado de negro. Sq. 25; V. 184; A. 1; Sc. 4 enteras + 60 divididas. Long. total: 307 mm.; long. caudal : 50 mm. 23. Lachesis jararacussu Lacerda (Jararacussú) Bothrops jararacussu Lacerda, Lecons sur le venin des serpents du Brésil, R. de Jan., MI, p. 8 (1884). Lachesis atrox jararacussu lhering, Rev. Mus. Paulista, VU, p. 356 (1910), Brasil. Esta especie — considerada por Ihering como subespecie de L£. atrox (L.) — parece ser común en Misiones, de donde el Museo nacio- SERIÉ : SUPLEMENTO A LA FAUNA ERPETOLÓGICA ARGENTINA 107 nal ha recibido S ejemplares : 5 de Santa Ana (D. H. Quiroga), 1 del Iguazú (Dr. J. B. Ambrosetti), y 2 loc. ? (Dr. C. Spegazzini). Tiene las escamas fuertemente carenadas en general, con una pe- queña protuberancia mediana, casi como en £L. mutus (L). Las de los lados de la cabeza sin cresta, especialmente las que tocan a las 3-4 sobrelabiales. Coloración mucho más obscura que en las demás espe- cies, siendo el dibujo casi igual. Cabeza de un pardo obscuro o entera- mente negra, con los costados amarillentos. Detrás de los ojos hacia el cuello se extiende una ancha línea negra oblicua, separada del negro de la cabeza por una faja amarillenta. El número de ventrales es menor que en las demás especies; y en cuanto al largo total puede llegar hasta 220 metros. Sq. 23; V. 173-181; Se. 50-58. Largo total: 357-1120 mm. ; long. caudal : 50-152 mm. (Además de los caracteres morfológicos indicados, el doctor V. Bra- zil, director del Instituto seroterápico de Butantan, ha descubierto en el veneno de esta especie diferencias notables, siendo mucho más activo y abundante que en las demás especies afines.) 24. Lachesis cotiara Gomes (Ootiara) 37 a Lachesis cotiara Gomes, Ann. Paulistas de Medic. e Cirurg., 1, n* 3, pp. 65- 66, pl. 8 (1913), Sáo Paulo (Brasil). Especie fundada sobre tres ejemplares hallados en el estado de Paraná (Brasil). Muy parecida a £. alternatus (D. B.), de la que se dis- tingue por la coloración del vientre — casi enteramente negro — el dibujo de la cabeza, la forma de las placas cefálicas y el menor nú- mero de ventrales. El autor da las siguientes cifras para los tres ejemplares : Sq. 27; V. 155-161; A. 1; Se. 47-52 (divididas). El gabinete de la Universidad posee un ejemplar incompleto pro- cedente de Misiones (Exc. Niederlein), reducido a los dos segmentos anterior y posterior: cabeza y cuello (10 centímetros) y cola entera. Corresponde a la descripción del autor, salvo en el número de las subcaudales que es bastante menor. Coloración verde oliváceo con manchas negras triangulares alternadas. Una faja parda, orlada de negro sigue por encima el contorno de la cabeza, limitando en el cen- tro un dibujo más claro parecido a una cruz de dos brazos más o me- 108 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nos regular. Labiales, garganta y cuello amarillento salpicado de negro. Subcaudales enteramente negras. Sq. 27; V. ?; Sc. 36 divididas. Long. caudal : 90 mm. BIBLIOGRAFÍA (1894-1913) 1. BERG, CARLOS, Dos reptiles nuevos. Anales del Museo nacional de Buenos AÁi- res, páginas 189-194. 1895. 2. BERG, CARLOS, Contribuciones al conocimiento de la Fauna erpetológica argen- tina y de los países limítrofes. Anales del Museo nacional de Buenos Aires, tomo VI, páginas 1-35. 1898. 3. BOULENGER, G. 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Según tengo entendido, se compraron en Italia numerosas estacas prospaltelizadas y son éstas las que se distribuyen actualmente en- tre los propietarios que las solicitan para preservar sus árboles fru- tales. Últimamente corrió el rumor de que el parásito distribuído por la comisión bien pudiera ser una pequeña avispa parecida a la Prospal- tella Berlesei, pero distinta, sin embargo, de esta especie. La cuestión no tiene en realidad mayor importancia, pues basta que el parásito ataque realmente y destruya al diaspis para que llene el principal objeto que el ministerio se propuso al difundirlo; y poco importa, para los fines prácticos, que el insecto tenga una pata más larga que la de la Prospaltella Berlesei típica o un espolón más des- arrollado. No obstante, varias personas se interesaron por este problema y recibí por distintos conductos ramas prospaltelizadas acompañadas de pedidos de determinación del insecto parasitario del Diaspis. En noviembre de 1908 introduje en el país y crié en el laboratorio de la sección de zoología aplicada, situado entonces en la calle Via- monte, unas remesas de Prospaltella Berleser; y un empleado de la 112 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sección, don Abel Gautier, repartió estos pequeños parásitos, en par- te en los alrededores de La Plata y en parte en e* delta del Paraná, cerca del punto denominado «Los Tres Brazos ». Entregué también unos ejemplares a mi distinguido amigo el doc- tor €. Spegazzini. Hice en esta época unas preparaciones microscópicas de estos in- sectos, y desde luego puede asegurarse, que su examen demuestra que los parásitos repartidos actualmente por la comisión de propaga- ción son idénticos a los ejemplares típicos de Prospaltella que recibí a fines de 1908 del mismo profesor A. Berlese. Agrego a la presente nota la reproducción de una fotografía (fig. 6) que obtuve en el patio del laboratorio y que representa la caja destina- da a recoger los parásitos, cuando éstos, dirigiéndose hacia la luz, pa- san dentro de los tubos de ensayo utilizados para su transporte, por lo menos cuando uno desea cerciorarse del número exacto de los Afe- linos que van a servir para infectar una colonia determinada de Diaspis pentagona. El hecho de que haya sido posible dudar de la identidad de la Pros- paltella Berlesei, tratándose de los parásitos que provienen de las úl- timas remesas de estacas, de- muestra que no es inútil dar a conocer y representar en gran escala los caracteres que sirven para determinar a esta avispa. Haré ante todo una doble ad- vertencia: 1* Es muy probable que cuan- Fig. 1. — Prospalta maculata How. según Ho- do se vayan estudiando los Afe- ward. New genera and species of Aphelinae, . B . 0 A ER linos que parasitan en el país al Diaspis pentagona, se encuentre una serie de especies distintas de estos himenópteros útiles. Una cochinilla del naranjo (Lecanium hesperidum) se ve atacada por tres especies de Coccophagus y por una especie de Perissopterus. Se conocen ya siete avispitas cuyas larvas pueden vivir a expen- sas del Diaspis pentagona. Son las siguientes: Aphelinus fuscipennis How. Archenomus bicolor How. Aspidiotiphagus citrinus Craw. Tetrasticus canadensis Asun. Prospaltella Murtfeldti How. Signiphora aspidioti Ashm. LAHILLE: NOTA SOBRE «PROSPALTELLA BERLESEI» How. 113 Aphelinus diaspidis How. Estas especies son polifagas, y Berlese se ha entusiasmado tanto con la Prospaltella que lleva su nombre, que en vez de felicitarse de la presencia de tantos enemigos del Diaspis, no está lejos de quejar- se de ellos. « Questa non e una collaborazione, di cui la Prospaltella non ha bi- sogno, ma una vera concurrenza, come di chi collaborasse con un uomo di buon appetito a finirgli la colazione. No he atribuído nunca una eficacia tan grande a la Prospaltella Ber- 2, P. Berleseí How., según Berlese. — 3, P. diaspidicola Silv., según Silvestri. L. C., página 437, figura 402. — 4, P. aurantii. How., según Howard. Rev. of the Aphelinae of North America, página 41, figura 1-3, 1895. Fig. 2. —1, P. Berlesei How., según Howard. Redia, volumen II, página 391. — , lesei como para ver en este parásito el salvador radical de los árboles atacados por el diaspis y tuve la satisfacción — aunque el hecho en sí sea de sentir — de leer en una de las últimas obras (Dispensa de En- tomología Agraria. Portici, 1911) de Silvestri, las palabras siguientes : Dice cosa non vera chi afferma che in due anni delle distribuzione in una localitá, una di esse e capace di distruggere la Diaspis pentagona. L. C., pág. 438. 2* Por otra parte, no sería un inconveniente y no habría nada de extraordinario en que la Prospaltella Berlesei atacase también a otras cochinillas distintas del Diaspis pentagona. Muchos afelinos no están tan adaptados a un huésped determina- do que les resulte imposible atacar a otras especies o géneros. Según ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIJ (AGOSTO 16, 1915) 8 114 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Howard, la Prospaltella aurantii, especie muy parecida a la de Ber- lese. parasita a cuatro especies de Aspidiotus, a tres especies de My- tilaspis, a un Lecanium y a un Ohionaspis. Berlese opina, sin embar- go, que la P. Berlesei es un endófago específico del diaspis. Sería fácil averiguar experimentalmente lo fundado de esta opi- nión colocando a la P. Berlesei en presencia de otras cochinillas, a las que quizás atacaría también. La Prospaltella Berlesei fué encontrada por primera vez por el emi- nente profesor A. Berlese, quien la descubrió en 21 de mayo de 1906, en ejemplares de diaspis procedentes de Washington (Estados Uni- dos) y fué estudiada por Howard (Ent. Nerws., oct. 1906, pág. 291-953), quien la dió el nombre de Prospaltella Berlesei. El autor de la especie la describe en la forma siguiente, dando en Redía (Vol. TIT, fase. 2, pág. 391) un dibujo del parásito : Female. Length, 0.73 mm. : expanse, 1.47 mm.: greatest width of forearcing, 0.19 mm. Comes close to P. aurantii. «Joint 1 0f funicle about as long as pedicel, but slightly narrower ; joint 2 rather shorter than joint 1; joint 3 longer than joint 1, and a little broader : club joints subequal in length, and each about as long as joint 3 of funicle ; the ba- sal joint very slightly wider than joint 3 of funicle, and the terminal joint tapering from near base to ist pointed tip. In general effect the fa- gellum is longer and more filiform than in P. aurantii. Surface of thorax smooth. General color, a bright straw yellow : ocella coral red, eyes black ; meso-seutellar parapsides black ; abdomen fuscous, withnarrow light ye- llow bands between the seygments ; metanotum fuscous ; antennae light ye- llow brown ; legs yellowosh ; rings hyaline, with a very slight dusky shade on disc ; veins yellowish ; for- ewings as acith P. auranti, but proportionately slightly longer and broader; disc den- sely, uniformly covered aith very short cilia ; marginal ci- lia of booth icings as with. P. aurantii. Male. Unkown. Fig. 3. — Prospaltella Berlesci How. Antena izquier- Según Howard. la P. Berle- da. El tercer segmento está representado con un Aumento mayor para mostrar como se artictla con. 9888 BY parecida los dos adjuntos. rantii; y para facilitar la com- paración de estas dos especies doy (fig. 1 y 1-4) una reproducción de los dibujos originales de Howard. La P. Berleseí tiene una enorme área de distribución geográfica. Ixistía en Estados Unidos, de donde fué transportada a Italia, pero LAHILLE: NOTA SOBRE « PROSPALTELLA BERLESEI» How. 115 Berlese la recibió en 1908 del Japón, y al año siguiente el profesor F. Silvestri hizo conocer (Reale Acc. Lincei., 5 de junio de 1909) con el nombre de Prospaltella diaspidicola una forma que había recibido de Sud África (Wellington, Capetown), forma que Howard identifica con toda razón con la P. Berleset. Silvestri la había descripto del modo siguiente : Capo, antenne, torace e zampe de color fulvoferrugineo piú o meno pallido ; oechi nerastri; addome castagno, colla parte posteriore dei sey- Fig. 4. — Prospaltella Berlesei How. Ala anterior izquierda. Notar la zona ahumada Aumentada 166 veces menti ferruginea o fulvo-ferruginea ; ali ialine, le anteriori sono prov- viste di una fascia larga quanto il nervo marginale, leggerissimamente affumicata. Il pedicello delle antenne é un pó piú lungo del 1” articolo del funicolo, che é piú sottile e piú corto del 2" articolo; ¡11.3% ¿in lun- guezza subeguale al 2 e di esso é un pó piú grosso. Mesoscuto e seutello con 4 setole. Frangia delle ali anteriori colle setole maggiori meno di 1 /3 piú corte della larghezza dell ala. Lung. mm. 0,70. Muy numerosas son las Prospaltellas que examiné y sin embargo hasta la fecha no he podido encontrar un solo macho. Algunos autores suponen, y participo de su opinión, que esta es- pecie se reproduce partenogenéticamente. Pero eso no quiere decir que no posee además un modo de reproducción sexual; sólo que los machos resultan sin duda muy escasos. 116 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La Prospaltella Berlesei (hembra) tiene un tamaño bastante varia- ble, de 0,70 mm. de largo hasta 1 mm. y esta variación proviene so- bre todo de la distensión más o menos grande, de los somitos abdo- minales (0,40 mm. a 0,52 mm.), así como de la posición que toma la cabeza con relación al cuello. El largo del tórax es más constante : 0,24 mm. a 0,25 mm. El largo máximo de las alas anteriores, largo contado desde la verdadera base del ala, pero sin tener en cuenta el flejo, es de 737 a 748 y y el ancho máximo de 264 a 268 y. Las pestañas situa- das en la prolongación del eje miden 55 y. de largo, y las más largas 88 y. Naturalmente hay que tomar todas estas medidas sobre las alas en posición enteramente horizontal. Como el ancho del tórax, entre las alas anteriores, es de 0,25 mm., la gran envergadura máxima, contando el flejo, es de 1,556 mm. Sin el flejo y tratándose de individuos de menor tamaño, la envergadura es de 1,45 mm. Los dos dibujos adjuntos (fig. 4 y 5) representan los detalles de las alas de Prospal- —Ú———— = - Py 1 E 1] Y $ y IQ 29 Y O . a j tella Berlesei. Oreo, pot e =zB=>= lo tanto, inútil insistir 1 >>> NR, al SN A ÓN Ll 17” en su descripción. Las GTI alas son hialinas, iri- Cala PY sadas según los efectos Fig. 5. — Prospaltella Berlesei How. Ala posterior izquierda de la luz. Las anterio- res son muy brevemen- te ahumadas, en la zona comprendida entre la gran nervadura mar- ginal y la parte del borde posterior del ala, parte endurecida y sin flejo. Los ojos presentan unos pelitos muy finos. Parecen negros, pero aplastándolos, el pigmento resulta en realidad rojo coral, como el co- lor mismo de los tres ommatos. El color general del parásito es ama- rillo ferruginoso. En los Aphelinos, los caracteres basados sobre las partieularida- des de las antenas se consideran como siendo de los más importantes para los especiógrafos. Para estudiarlas conviene hacer preparaciones microscópicas, después de fijar los parásitos con un buen reactivo, el de Bouin, por ejemplo. Además, en vez de decir que un artejo o antenito es un poco más largo o más grueso que otro, es necesario precisar estos valores por números. Los autores que han deseripto el género Prospaltella le asignan LAHILLE: NOTA SOBRE «PROSPALTELLA BERLESEI» How. 117 antenas de 3 segmentos, quizás por no haberse fijado que el largo at- tejo basilar que se articula con la cabeza se compone en realidad dle dos segmentos. El cuadro y el dibujo adjunto (fig. 3) dan a conocer las dimen- siones y el aspecto de la antena. Haré notar que los valores numéri- cos que indico para cada segmento son los que encontré, tanto en parásitos procedentes de Estados Unidos, como en otros remitidos últimamente a la sección por los señores ingenieros Carlos Girola y (. Lizer, así como por el señor inspector general de la defensa agrí- cola. Largo Segmentos NT Ancho Absoluto Por ciento cae 60 » 9.0 2072 IN REAL 140 » 21.5 36 y Aa ies 60 » 00 40 AA A 52 y 8.0 941 A a 48 » USD 28 1 A AS El 10.0 36 A ES 64 y. 10.0 40» IS REIR ce 10.0 401 Asa 100 y 150) 28 y. Mouule 652 y. 100.0 — Al examinar las antenas de la P. Berlesei con un aumento suficien- te, se notan, como en las de la mayoría de los Aphelinos, crestas lon- gitudinales que se extienden sobre casi todo lo largo de los últimos artejos y se prolongan a veces en una pequeña punta aguda. El artejo último o 9% puede presentar también algunas de estas crestas, pero en este caso no ocupan todo el largo del antenito. Son constantes en los antenitos 6, 7 y S, principalmente sobre la parte distal de los segmentos. En los antenitos 4 y 5, cerca de su extremidad distal, se nota a veces la presencia de un pelo fino y corto terminado por un pequeño botón. Alguna vez, y sobre todo si se trata la preparación por una solu- ción débil de potása cáustica, se ve de qué modo el antenito 3 se une con el 4. Hay un pedículo angosto y delgado, presentando en su ex- tremidad distal un disco quitinoso sobre el cual el segmento siguiente viene a descansar y unirse. Representa sin duda el elemento de un antenito y elevaría asi hasta diez el número verdadero de artejos de la antena de la P. Ber- lesci, 118 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La subfamilia de los Aphelinos se suele subdividir en dos tribus : Aphelinini y Pteroptricini, según que los tarsos tengan 5 0 4 artejos. La Prospaltella pertenece naturalmente a la primera tribu. El primer segmento del tarso de las patas anteriores de la P. Ber- leseí presenta una serie de pelos sensibles dispuestos en una serie oblicua, y sus bases de implantación se encuentran todas en contacto. El cuadro siguiente indica, en un parásito de un largo de S74 mi- crones, los largos de las patas anteriores y posteriores, así como el largo de cada uno de sus segmentos o poditos. Patas LEA Ey BOdIO LE ONDA 106.50 60.35 - TRAD CAONLOO 42.60 56.80 — ANA 159.75 213.00 — VERO Oe e A 142.00 248.50 A o a 63.90 56.80 — NA A 28.40 28.40 — A A E 28.40 28.40 EE A E AO 24.85 — RA A RO ES 24.00 24.85 MOLA 2517.10 141.95 Total en 2, de L. 29.05 34.09 No insistiré mayormente sobre los demás caracteres del parásito. Con los detalles que acabo de dar, será siempre fácil identificar con la P. Berlesei los Aphelinos que se encuentren sobre las ramas dias- pizadas, quedando al mismo tiempo satisfecho mi propósito, que con- sistía en aclarar si era en realidad la P. Berlesei, o bien otra especie parecida, la que reparte la comisión nacional de propagación. Todos los parásitos que me fueron remitidos pertenecen con seguridad a la especie que Howard hizo conocer con el nombre de Prospaltella Ber- leset. La nota que antecede había sido ya elevada a la superioridad cuan- do tuve conocimiento de una publicación del señor Juan Brethes, en- cargado de la sección de entomología del Museo nacional, quien por no haber encontrado Prospaltellas que le parecieran pertenecer a la espe- cie P. Berlesei, legó a negar la existencia de esta especie en el país. La sección de zoología aplicada a mi cargo recibió, sin embargo, años pasados (1908) varias ramas prospaltelizadas enviadas gentil- mente por el profesor A. Berlese misimo, y a pesar de la duración del LAHILLE: NOTA SOBRE «PROSPALTELLA BERLESEI>» How. 119 viaje y del pasaje del ecuador, obtuve en el laboratorio eclosiones del parásito, y los dibujos que hice entonces con cámara clara, los tengo a la disposición del señor Brethes. No se puede dudar, que la verdadera P. Berleseí haya sido intro- ducida en el país. En cuanto a los ejemplares que me fueron remitidos últimamente desde los alrededores de La Plata, se refieren sin discusión posible a la misma especie. Que además tengamos en el país Prospaltella aurantii, y que esta especie sea aún abundante, es muy posible. Su distribución geográfi- ca es, pues, muy vasta (Europa, Australia, América del Norte) y vi- ve a expensas de numerosos géneros de cochinillas (Mytilaspis, Aspi- diotus, Leucanium...) comunes en la Argentina. De todos modos desde el punto de vista práctico, cualquiera que sea la especie de Prospaltella que se difunda en el país, la comisión honoraria de propagación habrá hecho obra meritoria. Aunque distribuyera P. aurantit : Il nous arrivera peut-étre, como lo dice el mismo señor J. Brethes, que la P. Berlesei sera moins bien- Ffaisante que la P. aurantil. » Pero séame permitido declarar que no he sido el consejero técnico de la comisión y que no he sido tampoco quien ha mostrado al señor 3rethes una larva de Thrips como si fuese una Prospaltella ! Ante la propagación del diaspis, nunca invitaré a nadie a cru- zarse de brazos, dejando a los parásitos y enemigos naturales de esta cochinilla el encargo de destruírla. Además participo enteramente de la opinión de mi amigo el profesor F. Silvestri y creo que en la práe- tica las Prospaltellas no son capaces de aniquilar a la Diaspis ; si bien no hay duda que pueden naturalmente limitar en proporciones más o menos grandes sus estragos, según las condiciones locales y el grado de abundancia con que se las haya distribuído en los mo- mentos oportunos. Teóricamente nada hay más hermoso que luchar contra un ene- mige soltando contra él numerosos parásitos que vayan multiplicán- dose a sus expensas. Es, en definiva, lo que se quiso hacer con el cocobacilo contra las langostas y sabemos perfectamente que el aná- lisis riguroso de los hechos vino a demostrar que algunos resultados en apariencia favorables provenían de la reunión fortuita de muchas causas, entre las cuales el parásito había desempeñado un papel sin duda secundario. Es extraño, por lo demás, la facilidad con la cual la mayoría de las personas olvida el principio filosófico: una causa úni- “a no puede producir efectos. 120 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Contra las plagas no hay que desdeñar ningún elemento de com- bate. Conviene usarlos todos cuando no pueden ocasionar, por otro lado, daños de una importancia mayor que los que se pretende evi- tar. Pero siempre hay que recordar que la introducción dentro de una Fig. 6. — Estudios biológicos de. P. Berlesei realizados en diciembre de 1908 en el laboratorio de la sección de zoología aplicada, calle Viamonte 666, Buenos Aires. fauna en equilibrio de un factor nuevo, puede producir consecuencias desastrosas y enteramente imprevistas. Usemos, pues, las Prospal- tellas si no podemos o si no nos conviene perseguir a la Diaspis de otro modo, pero no nos hagamos ilusiones considerando a estas abe- jitas como aliados absolutamente eficaces. Algunas personas atribuyen una gran importancia al nombre de LAHILLE: NOTA SOBRE « PROSPALTELLA BERLESEI » How. 121 Prospaltella que se va multiplicando en el país; y al tener esta pre- ocupación demuestran que no se dan cuenta de lo que se llama espe- cie en historia natural y, sobre todo, en entomología. Hace años que Lamarek lo hizo notar: en la naturaleza no hay ni géneros, ni especies; existen solamente individuos. Todos los animales o plantas que se asemejan en algunos caracte- res transmisibles por generación se designan con un mismo nombre. Así se dice: álamo, encina, rana, golondrina, caballo, perro. Estos nombres son en realidad puras abstracciones. Cuando, por ejemplo, pronuncio la palabra burro, no designo, pues, así a un burro determinado, sino al burro en general, es decir, lo que hay de común a todos los burros. Estos caracteres comunes se encuen- tran siempre mezclados con caracteres especiales a tal o cual burro y han sido aislados sólo por abstracción de entre estos caracteres indi- viduales. Cuando describo un tipo o una especie, dejo así arbitrariamente y voluntariamente de lado una infinidad de caracteres; y por consi- guiente un segundo naturalista podrá sacar después de este montón de rasgos particulares que quedaron provisoriamente sin utilizar uno, dos o más distintivos que le permitirán constituir una nueva abs- tracción y por consiguiente una nueva especie. Por este motivo la clasificación o taxología queda por el momento una ciencia natural y no puede aún aspirar al título de ciencia exacta. «La abstracción, dice Max Nordau, constituye la operación más delicada y la menos segura del cerebro. Nuestra atención se acostum- bra a despreciar las diferencias menos sensibles y a no detenerse sino en las semejanzas salientes, que no son siempre los caracteres más importantes. La abstracción resulta así de una selección que se opera entre diversos elementos; es una interpretación y supone por lo tanto un juicio del valor de lo que es importante y de lo que no lo es. Arregla de este modo la percepción según impresiones subjetivas que la des- naturalizan y la desfiguran, constituyendo una fuente de error. La abstracción se aparta demasiado fácilmente del hecho conereto, el único que sea objetivamente verdadero y crea en el espíritu una ¿lu- sión subjetiva en vez de un conocimiento. » El especiógrafo, en presencia de varias formas, examina las seme- janzas y diferencias y las aprecia a su modo, según la tendencia de su espíritu y según también el conocimiento superficial, regular o profundo que tenga de las leyes de la biología general. Las formas quedan así repartidas en grupos artificiales basados sobre el grado de parecido. Ahora bien: si el número de semejanzas ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (AGOSTO 17, 1915) lo) 122 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES entre los varios individuos examinados es muy elevado y sobre todo si estas semejanzas son la expresión directa de funciones fisiológicas importantes, los grupos tendrán un verdadero valor. Por ejemplo, el pasaje de la estación cuadrúpeda u oblicua a la estación vertical re- presenta un gran progreso y por consiguiente las consecuencias mor- fológicas de esta adaptación tendrán gran importancia y permitirán, dentro del orden de los Primatos, reunir a todos los hombres en un mismo grupo y este grupo taxonómico será bueno. Pero si uno quisie- 'a establecer agrupaciones, basadas sobre el ancho de la boca, por ejemplo, o sobre cualquier carácter insignificante, no llegaría sino a constituir grupos de un valor también insignificante, cuando no abso- lutamente nulo y ridículo. Pues bien; como en un sér viviente cualquiera, el número de carac- teres es casi indefinido y que, por bien que haya sido estudiado, siem- pre queda en él algo por observar: como, por otra parte, las diferencias individuales son también en número indefinido y que las variaciones de forma, variaciones de una observación más o menos fácil, nunca faltan, las descripciones de una misma especie podrán revestir aspec- to tan variado como el de los mismos individuos observados. Se com- prende, por consiguiente, que para un especiógrafo entrenado y es- pecializado, podrán formarse tantas especies cuantos nombres se podrán inventar ! Un malacólogo bien conocido se había acostumbrado a descubrir diferencias tan sutiles entre los moluscos terrestres que examinaba, que le bastaba la indicación de una procedencia distinta de los ejem- plares para observar en ellos rasgos especiales, designándolos con un nombre específico distinto. Me han referido que un burlón envió una vez a este virtuoso de la sistemática, con etiquetas de localidades alejadas, ejemplares de Olausilias recogidas en un mismo lugar, soli- citando su determinación. Después de cierto tiempo, el especialista devolvió estos gasterópodos a su remitente con una enumeración de varias especies nuevas ! Además, ¿ quién no recuerda que dentro del género Unio, Locard inventó hasta 226 especies, únicamente para las formas que viven en las aguas dulces de Francia ? Felizmente para nosotros, podemos invocar el principio de lógica : quod gratis asserítur, gratis negatur; quedándonos así el derecho de rechazar de plano cualquier agrupación o división que no nos parezca fundada. Cuando los animales que se consideran como nuevas especies son pocos — y alguna vez los ejemplares estudiados no pasan de la uni- LAHILLE: NOTA SOBRE « PROSPALTELLA BERLESEI» How. 123 dad — conviene atribuír a estas especies, hasta una confirmación ulterior, sólo un valor provisorio. Por ser completo el estudio de una especie, en un momento dado del tiempo, tendría que definir las variedades generales (variaciones) que acompañan al tipo específico en todas las localidades en que este se encuentra. Además, sería necesario precisar las variedades simple- mente regionales (razas) que es dable observar. Sólo así, pues, se llega- ría a definir lo que podríamos llamar los contornos biológicos de la especie; contornos que se complementarían por el estudio de las mu- taciones progresivas y regresivas y de las alteraciones causadas por hibridación, siendo estas últimas las únicas que puedan actualmente ligar los grandes tipos específicos uno con otro. La ciencia, por ser esencialmente impersonal, no reconoce el prin- cipio de autoridad y todo lo que no es susceptible de definición exacta y de demostración rigurosa, representa simplemente opiniones más o menos dignas de ser tenidas en cuenta y de motivar a veces nuevas investigaciones. Prospaltella Berlesei es el nombre que dió Howard a una forma de Prospaltella de los Estados Unidos, descubierta en Flo- rencia por Berlese, quien la remitió a Howard para el examen corres- pondiente. Ahora bien; como los especiógrafos y coleccionistas pres- tan naturalmente a las muestras una atención tanto mayor, cuanto más lejanas son las regiones de donde proceden, llegan a observar casi siempre en estos ejemplares ciertas particularidades. Como, por otro lado quieren expresar su agradecimiento al remitente, quien es, en general, otro naturalista, describen como especie nueva la forma reci- bida y le dan, según una costubmre establecida, el nombre de la per- sona que la recogió y envió. ¡Cuántas especies no tienen otro ori- gen! Por lo tanto, un espíritu crítico se permitirá, en principio, des- confiar siempre un poquito de las especies designadas por nombres de remitentes; sobre todo cuando en vez de una definición real de la espe- cie nueva, definición expresando de un modo claro y conciso caracteres absolutamente propios y exclusivos, se encontrará en presencia de una descripción. Estas descripciones no son casi nunca comparables entre sí y por consiguiente nos encontramos casi siempre en la situación de un alumno que tiene que comparar entre sí varios quebrados y que no sabe cómo reducirlos previamente a un mismo denominador! Leamos otra vez la descripción de Prospaltella Berlesei dada por Howard mismo y fijémonos en las diferencias que este autor señala entre ella y Prospaltella aurantii. Empieza por una advertencia muy sugerente. P. Berlesei es una especie muy parecida a P. aurantit : « Comes close to P. aurantil ». 124 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES «In general effect the flagellum is longer and more filiform than in P. aurantii. » Notaré que para introducir un poco de precisión y com- parar con exactitud en las dos especies el largo del flagelo (o conjunto de los segmentos de la antena que siguen a los dos segmentos basila- res que constituyen el escapo) habría que expresar este largo por cifras, calculándolo en centésimos del largo total. Efectuaré estas comparaciones sobre los dibujos de P. Berlesei y de P. aurantíi dados por Howard y sobre el ejemplar remitido por la Comisión nacional de propagación de la Prospaltella, ejemplar dibu- jado con toda precisión en la sección. El cuadro siguiente, en el cual he introducido también las me- didas de las alas, consigna los resultados de esta triple comparación : P. Berlesei P. de la comisión P. aurantii Medidas —= — e MAA Absoluto | Por ciento|| Absoluto | Por ciento|| Absoluto | Por ciento Largo total 100. ; 30. 100. Largo ala . OC 95. ; 3l. ARCO ; 30.1 ¿ 14. 46. Largo flagelo z 40. z , 18. Ancho funículo ... . 2. E . Mn En cuanto a las alas del parásito, Howard nos dice: « Marginal cilia of both wings as with P. aurantii.» Por consiguiente, las cilias marginales no ofrecen, según el autor de la especie, ninguna diferen- cia. Pero en P. Berlesei las alas anteriores son, en proporción, ligera- mente un poco más largas y un poco más anchas. « Forewings as with P. aurantii, but proportionatly slightly longer and broader. » En el cuadro anterior figura el valor centesimal preciso de esta diferencia; y se ve que si se tomara una P. Berlesei y una P. aurantit, ambas de un largo de 100, el largo del ala de P. Berlesei resultaría, al contrario delo que dice Howard, más corta y menos ancha que el ala de P. aurantis. La inspección de los dos dibujos dados por Howard y que he repro- ducido en la página 113, permite constatar que este resultado, en apariencia paradojal, proviene sin duda de una ilusión de óptica, que se hubiera evitado calculando los valores numéricos de las proporcio- nes observadas. LAHILLE: NOTA SOBRE «PROSPALTELLA BERLESEI>» How. 125 J.OTALLENG delineavit * 2d nst: Ss po x v > DIF.LAHMIULE rospaltella Berlesei How. Aumentada 79 veces 126 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Pero el cuadro anterior demuestra algo más importante aún: es que el ejemplar que estudié recién corresponde, tanto por el largo relativo de las antenas como por el de las alas, a la forma llamada P. Berlesei mucho más que a la forma P. aurantil. En su trabajo de 1595 Howard dice, en la página 4, que las alas anteriores de P. aurantii son perfectamente hialinas, pues en los ejemplares que la comisión me hizo remitir siempre he constatado la mancha esfumada, muy leve a veces. «A very slight, dusky shade on disc, señalada en las alas de P. Berlesei. » De todo esto se desprende que si bien se puede con Howard y Ber- lese distinguir dos formas de Propaltellas, éstas difieren únicamente por simples y pequeñas diferencias en el grado de esbeltez de las antenas y de las alas y por un tinte ahumado apenas perceptible de una pequeña región del ala anterior. Verdaderamente, y salvo quizás la opinión contraria de algunos especiógrafos, creo que nadie atribuirá importancia a tales caracte- res. Multiplicando las observaciones y medidas de prospaltelas de varias procedencias o de varios establecimientos del país, obtendría- mos sin duda para estos caracteres cuadros de variación continua. Pero si por gran casualidad las diferencias notadas resultasen cons- tantes y sin valores intermedios, ellas no podrían autorizarnos sino a reconocer una variedad : «Comes close to P. aurantit. >» De todos modos y para concluir, podemos afirmar que los parásitos distribuidos en el país por la Comisión honoraria de propagación pre- sentan los pequeños caracteres asignados a la forma: P. Berleseí, por el autor de la diagnosis de esta especie y por su propagandista. Estos parásitos corresponden bien a la prospaltela de Berlese. UNA CANTERA DE GRANITO CERCA DE LA ESTACIÓN LOPEZ LECUBE (F.C. Po EN EL PARTIDO DE VILLARINO (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) ESTUDIO GEOLÓGICO PETROGRÁFICO POR GUIDO BONARELLI Y FRANCO PASTORE Geólogos de la Dirección General de Minas EL YACIMIENTO ? Hace algunos meses, volviendo de Villa Iris (EF. GC, P.) donde había tenido que ir para un estudio geológico sumario de los alrededores, seguí la línea férrea que une esa localidad con la estación López Le- cube. Allí tuve que bajar para tomar el tren de Catriló que debía Jle- varme a Bahía Blanca; pero como éste venía at “asado, hube de que- darme esperando algunas horas. Pronto me llamó la atención el hecho de que la estación misma y sus dependencias están construídas con granito. Al otro lado de la vía, no muy lejos del andén, estaban amontonados unos cuantos mi- llares de adoquines hechos de la misma roca. Me dirigí entonces al jefe de la estación, para informarme sobre su procedencia, y grande fué mi sorpresa al contestarme dicho señor que ese material lo traían de una cantera situada apenas a unos 1500 metros de allí. Mi estupor se debe principalmente al hecho de que ya conocía casi toda la literatura geológica de la Sierra de la Ventana y sus alrede- dores, y en ninguno de los trabajos consultados se hace mención de rocas graníticas en las cercanías de López Lecube. 1 Por el doctor G. Bonarelli. 128 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Se conocen en el sistema de la Ventana rocas graníticas de los diferentes puntos que se mencionan a continuación : Sierra de Pillahuincó. — En el año 1851 Darwin indicó * la pre- sencia de un gneis de grano fino muy feldespático, con poca mica, formando «bancos perpendiculares» * en la extremidad sudeste de la Sierra de Guetru-gueyu. No se trata entonces de un verdadero gra- nito, ni tampoco hay que pensar que dicho gneis sea la misma cosa que el gneis tandileño. Al contrario, Doering insiste * en que haya diferencia entre el gneis de Guetru-gueyu y el del Tandil, «en el cual, según Heusser y Claraz, la cantidad de feldespato es sumamente re- ducida ». La identificación de la Sierra de Guetru-gueyu (Darwin) con la Sie- rra de Pillahuincó se debe primeramente al ingeniero Eduardo A gui- rre *, Este autor no tuvo ocasión de visitar dicha sierra, pero pudo examinar una muestra de roca procedente de ella y que «en nada coincide con la descripción de Darwin, que dice ser muy feldes- pática y con poca mica». Además parece que esta última muestra pertenezca más bien a un verdadero granito. Efectivamente, en los Apuntes de mineralogía y geología, recopilados por Alb. Peyloubet * se lee textualmente: «En la cadena de la Sierra de la Ventana el granito fué señalado por Darwin. » Aceptando la identificación de Guetru-gueyu con Pillahuincó *, de lo expuesto resulta claro que este sistema orográfico presenta una composición geológica bastante compleja, y que además del « gneis de grano fino» señalado por Darwin, deben existir allí otras rocas muy diferentes. El mismo Darwin tuvo ocasión de observar que en dicha sierra, arriba del gneis, descansa un esquisto arcilloso compac- to de color vino. Pendientes occidentales de la Ventana. — Antiguamente el lugar 1 (zeol. observ., página 434, 1851 (p. 220 de la 22 edic. alemana, 1899). * Usando la expresión de Doering. 2 Informe, página 348, 1879. * Anales Sociedad Científica Argentina, XXXII, páginas 23 y 27, 1891. ” Buenos Aires, 1905, página 179. (Se trata de anotaciones defectuosas hechas por un alumno de las clases del señor Agnirre; sólo se toman en consideración aleunos datos en vista de su interés. * También sobre este punto Hauthal no está de acuerdo con los demás (Peterm. Mitth. Heft 4, 1904, pág. 10). No sabemos por qué (él tampoco lo dice) dicho autor supone que con el nombre de Guetru-gueyu, Darwin haya indicado lo que actualmente se llama Sierra de las Tunas. No me parece que sea así. BONARELLI y PASTORE : UNA CANTERA DE GRANITO 129 donde ahora se ha formado el pueblo de Saavedra, se llamaba Alfalfa. Entre el pueblo de Saavedra y la estación Dufaur, se desprende de la pendiente sudoeste de la Sierra de Curamalal un contrafuerte muy bajo que constituye la región de Aguas Blancas. En 1891 por primera vez, Aguirre indicó la presencia de un «gneis eranito» en esta localidad, diciendo *: « Es de color blanco, con mic: potásica y feldespato, con poco hierro, de modo que adquiere a la in- temperie un color muy poco rojizo. « El granito de Alfalfa es apropiado para cualquier uso en afirma- dos... ». Más tarde, en 1905, en los apuntes del señor Peyloubet, ya citados, se menciona (pág. 185) que «en Aguas Blancas, cerca de Pigiié (1!) y en aleunos otros puntos... hay unos reventones de granito en capas verticales »... y página 186, que «en la estación Alfalfa, cerca de Saavedra, próxima a la Ventana, hay un granito bastante raro, por- que hay partes que son de verdadero granito, otras que tienen el fel- despato muy atacado (en vía de alteración) y con poca mica... *». Se trata indudablemente del mismo granito de Aguas Blancas descu- bierto por Aguirre. En 1906 S. Roth señaló la presencia de rocas graníticas «al norte de la estación de Tornquist » ; pero el que primero publicó la noticia de tal hallazgo, ha sido el doctor Keidel * por informaciones recibidas del doctor Schiller. Puede ser que se trate del mismo punto señalado por Aguirre con el nombre de Aguas Blancas, pues Aguas Blancas está al norte de Tornquist y al sudeste de Saavedra. Además, en 1906, no estaba to- davía abierta la estación Dufaur sobre la línea del ferrocarril Sur en- tre Saavedra y Tornquist. La estación Dufaur es la más cercana a la cantera granítica de Aguas Blancas (el ramal de la línea férrea que va a la cantera, empalma en la estación Dufaur). Recientemente el doctor Schiller tuvo la amabilidad, que agradezco, de proporcionarme dos pequeñas muestras de rocas graníticas, cuya etiqueta dice: « Granito (; Paleozoico?) — Estación Dufaur — Oeste de la Sierra de la Ventana. Doctor S. Roth, 1906. » 1 Obra citada, página 27, 1891. 2 En la página 179 de estos mismos apuntes leemos: «Se encuentra en Al- falfa un granito debajo de la arenisca en el que aparecen feldespato, cuarzo blanco y cristales de biotita o mica magnesiaca ». 2 Deb. d. Bau d. argent. Cordill., Sitz. Akad. Wien; Bd. CLVI, 1907, página 651 (con perfil del doctor Schiller). ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (AGOSTO 17, 1915) 9 150 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Se trata entonces de material recogido por Roth en 1906, en las canteras (de aguas Blancas) cerca de Dufaur. Los caracteres de di- chas muestritas concuerdan hastante bien con las descripciones de Aguirre. Decimos todo esto para hacer notar que las diferentes indicaciones de Aguirre y las de Roth, Schiller y Keidel se refieren a la misma localidad. Puede ser que en otros puntos de la región (en las pendientes oc- cidentales de la Ventana) existan rocas graníticas, pero todavía no se tienen datos seguros al respecto *. También al este de Tornquist existen lomadas formando un con- trafuerte secundario de dicho sistema orográfico y sería precisamente en estas lomadas en que, según el perfil de Schiller, publicado por Kei- del, debería encontrarse granito. Pero Hauthal, quien tuvo ocasión de visitar repetidas veces aquellas lomadas, dice * que están forma- das solamente de cuarcitas, y menciona en su trabajo una cantera de cuarcita «recién abierta en el pueblo de Tornquist mismo ». (Es un error; la cantera está a unos tres kilómetros al este de dicho pueblo). Durante sus viajes a la región, Hauthal nunca ha visto granito * Keidel * considera los granitos de Aguas Blancas y Tornsquist co- mo partes de la base precámbrica y admite la opinión de Schiller, de que dicho granito haya sido en parte movido por sobreescurrimiento sobre las cuarcitas de la Ventana *. Pero de todo esto y de otras ob- servaciones importantes sobre la geología de ese sistema orográfico, no es este el momento de ocuparnos, siendo otro el objeto de las pre- sentes líneas. El planito adjunto sirve para dar una idea de la ubicación respec- tiva de los diferentes puntos del sistema de la Ventana, en que ya se ' Se me ha dicho, por ejemplo, que una nueva cantera de granito está en vís- peras de ser abierta en la Estación Chica (propiedad del señor M. Donadille) en- tre Tornquist y Dufaur. 2 Excursión a la Sierra de la Ventana, página 9. La Plata, 1901. No solamente ésto, sino que en su trabajo de 1904 (Beitr. z. Geol. d. arg. prov. Buenos Aires, Peterm. Mitth. Heft, 4, pág. 11, 1904), al hablar del granito des- eubierto por Aguirre en Alfalfa, este autor expresa la duda de que se trate de una confusión (Verwechslung) (1!) * La geología de las sierras de la Provincia de Buenos Aires y sus relaciones con las montañas de Sud África y los Andes, página 73 del manuscrito. 1 KEIDEL, Ueb. d. Bau., etc., página 652, 1907. " El trabajo del doctor Keidel todavía no está impreso, y es oportuno esperar su publicación dejando al autor todo el mérito de sus observaciones personales. BONARELLI y PASTORE : UNA CANTERA DE GRANITO 131 conoce la presencia de rocas graníticas; en él se omiten detalles por- que sólo se ha trazado con el propósito de aclarar las relaciones entre las diferentes rocas graníticas del sistema ?!. Le 03195 6C” Pringles 38* ¡E TF (0.4B.A.) Según lo que sabemos por la bibliografía (Darwin, Doering, Agui- rre, Hauthal, Keidel) la serie sedimentaria que constituye dicho sis- tema, se interpone (con el rumbo predominante de sus pliegues de NO. a SE.) entre el afloramiento de Pillahuincó y los granitos de Aguas Blancas. * Compárese, sin embargo, nuestra figura con el esquema orográfico que da Hauthal (beitr., etc., pág. 2, con fig., 1904) para el mismo sistema. Una primera diferencia se observa en la extremidad meridional de la sierra principal (o de la Ventana propiamente dicha) en que nuestro esquema indica la presencia de un cordón de lomadas, probablemente cuarcíticas, entre la orilla izquierda del río Sauce Grande y la derecha del río Cortaderas. Otra diferencia notable se observa entre la sierra de Bravard y la de Las Tunas. Hauthal pensó que dichas sierras fuesen continuación una de otra, pero según nuestro planito hay perfecta auto- nomía entre las dos. 132 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Al oeste de la línea férrea (F. C. S.) entre Tornquist y Saavedra, se levantan otros cerros o lomadas aisladas sobre el paisaje pam- peano. Ya en el mapa geológico de Hauthal * estaba indicada la presencia de un vasto atloramiento «cuarcítico» al oeste de Tornquist. Pero ¿se trata en realidad y solamente de cuarcita? No lo sabemos toda- vía, porque nadie hasta la fecha ha tenido ocasión de explorar geoló- gicamente aquellos relieves. El mismo Hauthal sólo tuvo ocasión de mirarlos desde muy lejos. Además, el afloramiento de rocas antiguas no constituye allí un único relieve orográfico, sino dos diferentes gru- pos uno de los cuales (el más occidental) más bien se conoce con el nombre de Sierra de Cortapié. (Véase nuestro planito.) Hasta la fecha, la estación López Lecube es el punto más occiden- tal (y más alejado del contiguo sistema de la Ventana) en que se hayan encontrado rocas graníticas. Desde 1906 se explota allí una vasta cantera de granito. Se inició la explotación por la empresa del ferrocarril Pacífico para la cons- trucción de Puerto Galván. En el punto en que actualmente se abre dicha cantera, existía antes un pequeño relieve o montículo irregu- lar. La superficie externa originaria de la roca presentaba numerosas fracturas, cavidades y trozos aislados que le daban un aspecto de castillo en ruinas. Se la conocía bajo el nombre de « La piedra echa- da», y dice la leyenda que los indios solían esconderse en las an- fractuosidades de la roca, para huir de las persecuciones de los blan- “os, o preparándose para algún asalto. El afloramiento era circular y medía unos 150 metros de diámetro. Ya se ha sacado la piedra en casi toda esa superficie hasta la profundidad de unos cuatro metros, término medio. Al presente un ramal férreo desde la próxima estación une la can- tera a la civilización. Un servicio interno de rieles, bien organizado, permite el éxito rápido del material extraído. Los millares de ado- quines empleados en la pavimentación de los calles de Bahía Blanca, Punta Alta, ete., proceden en gran parte de esa cantera; además una poderosa instalación de trituradoras ha permitido utilizar los des- perdicios, preparando balasto o pedregullo. Durante los trabajos, el agua de las lluvias y de las infiltraciones se extraía con una bomba. Pero ahora como ya hace unos ocho me- ses que la empresa ha suspendido la explotación, se ha formado un 1 Bettr., ete. Taf. 6, 1904. BONARELLI Y PASTORE : UNA CANTERA DE GRANITO 133 amplio lago que tiene más de tres metros de hondura en ciertos puntos. La roca es algo más blanda y fácil de trabajar que el granito del Tandil, debido a su menor contenido de cuarzo. Donde está más fres- ca permite sacar buenos bloques y cordones para aceras; en las par- tes más alteradas tiene muchas grietas, de modo que sólo puede ser- vir para hacer adoquines, dando abundantes residuos que se aprove- chan como se ha dicho. El carácter fanerómero de la masa normal es una estructura gra- nítica de grano mediano. Pero presenta muy a menudo venas aplíticas de pocos centímetros de espesor. Hacia la parte sur de la cantera que ha quedado libre de agua, algunas de estas venas aplíticas que corren por el fondo, se ensan- chan en masas pegmatíticas. También se observan con frecuencia diferenciaciones melanocráticas de la roca en forma de nódulos. Pero un carácter de mayor importancia es la presencia de inclu- siones bastante numerosas de esquistos finos cuarzoso-biotíticos. El tamaño de las inclusiones es relativamente variable. Como productos secundarios de la masa granítica, se encuentran en algunos puntos minerales de cobre verdes y azules en pequeñas cantidades, formando manchas y algunas vetas delgadas de cuarzo cavernoso. LA ROCA *! I. — £l magma granítico La piedra de la cantera de López Lecube, muestra 1, es una roca granítica de grano mediano, bastante fresca, y compuesta a simple vista de feldespato rosado y pequeñas masas fibrosas de color negro verdoso, abundante y regularmente distribuídas; casi no se nota la existencia de cuarzo. Al microscopio se reconocen en ella los elementos siguientes : fel- «lespatos potásicos pertíticos, plagioclasa, hornblenda, biotita, mag- netita, apatita, zircón y calcita. La mayor parte del feldespato potásico tiene aspecto de ortosa, sus secciones son frescas, irregulares, de tamaño variable, a veces muy grandes, y está siempre asociado con albita, formando una microper- i Por el doctor F. Pastore. 134 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tita, en la que la penetración por venas paralelas de la plagioclasa aparece más o menos fina o entrecortada, según las direcciones eris- talográficas visibles en la preparación. Este feldespato llena los espa- cios entre los demás componentes, y apenas presenta idiomorfismo respecto del cuarzo. Hay algunas secciones de microclino, también micropertítico, que constituyen igualmente rellenamientos irregulares. Los cristales de plagioclasa son más pequeños, pero muy numero- sos, marcadamente idiomorfos, con finas maclas de la albita, y gene- Granitita hornblendifera ; cantera de López Lecube (dibujo a cámara cla- ra; nicoles eruzados). Toda la parte superior del campo está ocupada por ortosa mieropertítica (a la izquierda hay una sección en posición de extinción, y a la derecha una que incluye un cristal maclado de oligoclasa); en la parte inferior y derecha se ve un microclino mi- eropertítico; más adentro, una sección transversal de hornblenda; los granos blancos son de cuarzo. ralmente bastante alterados. En secciones perpendiculares a a, tie- nen, con dirección de vibración de la luz paralela a 4”, un ángulo de extinción de + 10” a contar desde la traza de M, por lo que se trata de una oligoclasa básica, que contiene un 27 por ciento de anor- tita. El cuarzo es escaso; llena espacios irregulares, pero donde limita con el feldespato, respecto del cual es alotriomorfo, tiene líneas rec- tas. En aleunos lugares ha formado masas mirmequíticas con el fel- despato potásico y aun, más raramente, con la plagioclasa. BONARELLI y PASTORE : UNA CANTERA DE GRANITO 135 Entre los componentes esenciales, puede decirse que el único ele- mento melanocrático es la hornblenda; tiene el color verde del tipo común, el ángulo y: e grande, y su pleocroísmo y absorción son: a, verde amarillento muy pálido < f, verde aceituna claro < y, verde azulado. Es muy abundante en la pasta normal de la roca; sus sec- ciones bastante frescas, pero rotas e incompletas, están comúnmente asociadas con magnetita, y contienen, además de los granos de este mineral, frecuentes hojuelas de biotita (de pequeño ángulo de los ejes) colocadas en posiciones variables. Éstas deben considerarse como inclusiones, pues la biotita precede a la hornblenda en el orden de consolidación. Algunos granos pequeños de hornblenda constituyen también inclusiones en los feldespatos. En la misma forma aparecen la magnetita, en granos a menudo idiomorfos, la apatita, con algunas pequeñas secciones exagonales, y de cuando en cuando, los granos redondeados del zircón. Por último, se observan también algunos trozos irregulares de calcita, los cuales, más bien que como productos de alteración, aparecen como indivi- duos independientes. La estructura de la roca es hipidiomorfa granosa. La proporción relativa de sus elementos mineralógicos se acerca mucho a la de una sienita, pero me parece que en este caso le corresponde mejor el non:- bre de granitita hornblendifera. TI. — Las variaciones aplítica y pegmatítica La muestra 2, de una de las numerosas venas aplíticas que atravie- san la roca de la cantera, es de grano más menudo, rica de cuarzo pe- queño y muy transparente, y apenas contiene escasas partículas de minerales obscuros, de modo que presenta un color rosa sin manchas. Al microscopio se hallan en ella los mismos componentes que en la granitita, si bien que en proporción distinta; los feldespatos son los mismos, algo más alterados, especialmente la plagioclasa, cuyas secciones son con frecuencia zonales; el cuarzo es muy abundante, en granos de tamaño medio hasta bien pequeño; la muy escasa horn- blenda contiene también algunas inclusiones de biotita; y los mine- rales accesorios son en esta roca igualmente, magnetita, apatita, zircón y calcita. Pero la estructura es acá bien diferente. Alrededor de grupos de los grandes feldespatos potásicos y de los individuos algo menores 136 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de plagioclasa (materiales que parecen restos de la pasta granítica) se ha formado una masa fina que presenta en la preparación aspecto de pavimento. Entre los pequeños granos de cuarzo que constituyen estas partes envolventes de pasta netamente aplítica, se ven sólo algunos granos de plagioclasa chicos y redondeados, cuyo ángulo de extinción en secciones perpendiculares a z, con dirección de vibra- ción de la luz paralela a 4', mide próximamente + 14”, a contar desde la traza de M, lo cual indica que son de una oligoclasa algo más básica aun que la de la pasta granítica. Un trozo grande de piedra, que el doctor Bonarelli ha donado al Museo de la dirección general de minas, muestra en un conjunto hermoso e interesante la pasta granítica normal, rica de hornblenda, como la hemos descripto, atravesada por una faja aplítica con mucha magnetita en masas notables a simple vista y que producen manchas de oxidación. El límite de distribución del anfibol hace resaltar la línea divisoria entre la granitita hornblendífera y la aplita leucocrática, y en esta región se ven con preferencia gran número de pequeños agujeros correspondientes a cavidades irregulares, producidas muy probable- mente por la acción de las aguas o vapores que debieron tener parte en el proceso intrusivo ?, En el centro de la muestra, ocupando una expansión de la aplita, se ha formado una masa de pegmatita con lindos cristales rosados de feldespato potásico, de aleunos centímetros de sección, casi comple- tamente idiomorfos, pudiéndose ver en ellos a veces claramente la macla de Carlsbad. Un cuarzo de apariencia obscura, debido a su transparencia, moldea los feldespatos, y forma dentro de ellos las características interpenetraciones orientadas de la pegmatita gráfica. Están, pues, representados en un solo fragmento de roca el magma eranítico y sus variaciones aplítica y pegmatítica. IT. — Las inclusiones La muestra 3, perteneciente a las inclusiones del granito de López Lecube, es una roca cuarzosa, gris, de grano muy fino, compácta y homogénea, pero algo esquistosa y de fractura áspera sacaroide. En uno de sus bordes está unida a una aplita. ! Además, en ésta, pero mucho mejor en otras muestras, se ve que los bordes de las vetas tienen feldespatos mayores y dispuestos transversalmente a la línea del margen, como en empalizada. BONARELLI Y PASTORE : UNA CANTERA DE GRANITO 137 La preparación microscópica se ha hecho perpendicularmente a la estratificación y contiene también una parte de aplita. La roca de la inclusión se compone casi exclusivamente de cuarzo y mica obscura; los demás minerales, todos muy escasos, son feldes- pato potásico (microclino) plagioclasa y muscovita. El cuarzo con su enorme cantidad forma una masa de granos redon- dos o ligeramente poliédricos, cuyas secciones, de tamaño muy uni- forme, son limpias y no tienen extinción ondulada. La biotita, sumamente abundante y distribuida con notable regu- Cuarcita catagnéisica biotítica; inclusiones en la granitita (dibujo a cámara clara; sin analizador; condensador bajo) laridad, tiene en súu mayor parte, en este corte transversal, secciones largas y estrechas, y a su uniformidad de orientación se debe princi- palmente la estratificación que muestra la roca. Su pleocroísmo y absorción son: a, amarillo grisáceo claro < f = y, pardo; y el ángulo de los ejes es de pocos grados. Las hojas de mica que tienen una orien- tación diferente se ven más anchas y sus bordes forman senos ocupa- dos por los contornos de los cuarzos. Además dentro de los granos de cuarzo se ven con notable frecuencia inclusiones de biotita, redondas como gotas de aceite. A esta mica se asocia también una que otra hojita de muscovita. Sólo se hallan algunas secciones de feldespato potásico, con estruc- ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIJ (SEPTIEMBRE 7, 1915) 10 138 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tura de microclino. La plagioclasa, también muy escasa, como se ha dicho, tiene, en secciones perpendiculares a z, con dirección de vibra- ción de la luz paralela a 2”, un ángulo de extinción de + 57, a contar desde la traza de M:; de modo que es una oligoclasa media. La textura de esta inclusión es, por lo que se ha expresado, masiva, algo esquistosa, y su estructura granoblástica tiene los caracteres de la llamada Hornfelsstruktur. Se trata de una roca netamente metamórfica. La biotita bien for- mada, fresca y constituyendo tan frecuentes inclusiones redondas dentro de los granos de cuarzo, revela su nueva formación por fusión y recristalización, procesos que sólo son posibles en la zona profunda del metamorfismo. A estas mismas condiciones de formación condu- cen con bastante claridad los detalles apuntados sobre la forma y estado del cuarzo, y la estructura de la roca, y me parece muy proba- ble que ella se haya originado por metamorfismo completo de una arenisca ligeramente arcósica que tenía biotita o quizás hornblenda. Denotando su composición y cualidades, puede decirse que se trata de una cuarcita catagnéisica biotítica, más vieja que la granitita, puesto que se encuentra aprisionada en ella. La parte de aplita que tiene esta preparación microscópica es idén- tica a la de la muestra 2, pero carece del todo de elementos melano- eráticos. En su contacto, la biotita de la inclusión se ha desordenado y ha sufrido una resorción parcial, tomando colores verdes pálidos y produciendo manchas de oxidación. NUEVAS INVESTIGACIONES SOBRE LOS DELFINES LOMUIRROSTROS DEL MIOCENO POR CAYETANO ROVERETO En el extenso mar interior que durante el mioceno ocupó gran parte de la cuenca del río de la Plata vivieron numerosos cetáceos, y entre ellos algunos delfines, interesantes por sus peculiaridades, de rostro largo y agudo, y a los cuales no corresponde directamente nin- gún tipo viviente, ofreciendo tan sólo alguna relación con el Inia del gran río brasileño o con el Stenodelphis, que tanto vive en la costa atlántica como en el estuario del Plata *. Entre los cetáceos fósiles del mioceno de Europa guarda alguna relación con los argentinos, el género Oyrtodelphis, tan bien descripto por mi colega G. Dal Piaz. El primer delfín de rostro largo de las capas del Paraná fué des- cripto y reproducido gráficamente por Burmeister en 1871, quien le consideró como un zeuglodonte, denominándolo Saurocetes argentinus. Pero la denominación Saurocetes había sido ya usada por Agassiz * El Stenodelphis se encuentra a empezar de la península Valdez hasta las ori- llas de Río Grande del Sur en el Brasil y a veces en el río de la Plata. No creo acertado, al contrario de cuanto piensa Abel, que el largo rostro del Stenodelphis sirva para remover el barro del fondo de los ríos y del mar, porque Lahille no ha encontrado en el estómago del animal restos de peces de fondo, más bien de Micropogon y de Mugil. Cfr. LamIiLLE, en Revista del Museo de La Plata, vol. IX, pág. 392. 1899; ABEL, Grundzúige der Palaeobiologie der Wirbeltiere. Stuttgart, 1912.) 110 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES desde 1848, refiriéndose a otro cetáceo, probablemente un verdadero zeuglodonte de la América del Norte. De este doble uso apercibié- ronse simultáneamente en 1591 el mismo Burmeister y Ameghino. El primero propuso el nombre Saurodelphis y el segundo estableció la denominación Pontoplanodes. Según mis investigaciones, el nuevo nombre Saurodelphis apareció por primera vez el 26 de junio de 1591 en el diario político de Bue- nos Aires La Prensa y en la sección mensual en que Burmeister, director del Museo nacional, presentaba sus relaciones a los diarios, y tuvo su bautismo científico en los Anales de la Sociedad científica argentina, volumen XXXII, aparecido en octubre de 1591. Ameghino publicó Pontoplanodes en su Revista argentina de historia natural en el número de agosto de 1591, que precisamente salió en la primer: semana de ese mes. pues La Prensa publicó una nota bibliográfica de este número el día 12 de agosto. A mi juicio, la cuestión puede resolverse en sentido favorable para el nombre de Burmeister, no solamente por su indiscutible prioridad, si bien no corresponde en un todo a las reglas de la nomenclatura, sino también como deferencia hacia quien fué el primero en darnos a conocer tan interesante género. Además, en el número de junio de 15891 de la citada Revista de his- toria natural, Ameghino había descrito ya, bajo la denominación de Saurocetes, otra especie, el S. obliquus, también muy interesante, pero de la que no me ha sido posible dar con el ejemplar típico. Tam- bién había establecido Ameghino un nuevo género Ischyrorhynchus con la especie £[. Van Benedeni, cuyas verdaderas diferencias con el Saurodelphis hasta ahora no han sido suficientemente estudiadas. Siguióle una publicación de Burmeister en los Anales del Museo nacional de Buenos Aires, tomo 1, 15891, pero que vió la luz en los primeros meses de 1592. En ella se reproduce nuevamente el tipo del género, un cráneo y la parte anterior de un rostro, que se creyeron pertenecientes a la misma especie. No faltaban en la publicación algu- nos flechazos críticos para Ameghino, quien contestó poco tiempo después en el Boletín de la Academia de Córdoba. Prescindiendo de aleunas citas en trabajos de índole general, nadie más se ocupó de los delfines de los estratos de Paraná, hasta el año 1901 en que Abel hizo resaltar los caracteres peculiares del Sauro- delphis, que, a su juicio, llenaba el claro existente entre los escualo- dontes heterodontes poliodontes típicos y los odontocetes homodon- tes poliodontes. También Abel, volviendo en 1905 sobre el mismo argumento, estableció la familia de los Saurodelphidae con el género ROVERETO : LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 141 Saurodelphis, y afirmó que el $. argentinus es un tipo netamente espe- cial de odontocete, que procede: con toda evidencia de antepasados heterodontes con dientes plurirradiculados y en vías de división. Ello probaría que la poliodontía de los odontocetes no se ha producido siempre sobre el esquema de los escualodontes-physitérides. Reunió, además, los géneros Inia y Stenodelphis (Pontoporia), con el ya recor- dado Cyrtodelphis y otros en la nueva familia de los Acrodelphidae. En resumidas cuentas, el ordenamiento ideado por Abel en 1905 sería el siguiente : Areyrocetus. Cyrtodelphis. Pontivaga. Ischyrorhynchus. Campsodelphis. RR "Un Acrodelpbhis. Acrodelpbinae....... E Familia Acrodelphidae ... / Heterodelphis. ( Inia. Io RCA E Pontistes. oa (Stenodelphis). . Beluga. Beluginae-. 2.2... j P / Monodon. Manila Saurodelphidac ii o ri Saurodelphis. Poco tiempo después, Eastman reconoció (Bull. Mus. Comp. Zool., vol. LL, pág. 586, 1907) que Acrodelphidae, que comprende Inia, es sinónimo de /niíúídae Gill 1873 (Amer. Natur., vol. VIL, pág. 26-27; véase también Iniadae Gray 1863), pero en conjunto aceptaba la cla- sificación del insigne paleontólogo austriaco. Apartóse, en cambio, de ella otro zoólogo norteamericano, True !, quien, discutiendo tanto las conclusiones de Abel como las de East- man, llegó, en lo tocante a los fósiles de Sudamérica, a los siguientes resultados : Iniinae. da Argyrocetinae. ( Acrodelphinae. ' Stenodelphinae. Delphinidae .... / Delphinapterinae. ( Delphininae. El año después, el mismo True deseribió restos de cetáceos proce- dentes del santacruzeño de Patagonia, y entre ellos restos de cráneos * Proc. Amer. Phil. Society Philadelphia, vol. XLVIL, pág. 385. 1908. 142 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES y vértebras de un nuevo género, también cercano de Inia, que nom- bró Proinia (Smithson. Miscell. Coll., t. 52, pág. TV, p. 441. 1909.) Más recientemente, Abel, sobre fotografías que le comunicara Ame- ohino, describió nuevamente los tipos de Burmeister, llegando a con- clusiones, que discutiremos más adelante, en lo que respecta a los 'alores de géneros y especies. Con referencia al ordenamiento, diré aquí que reconoció las afinidades estrechas existentes entre Sauro- delphis e Inia. Mi conclusión es que, para clasificar este grupo de cetáceos, y siem- pre que sea posible, es necesario basarse más en los caracteres del cráneo que en los de los dientes, pues éstos, debido a su desconcer- tante y rápida transformación evolutiva, más tienden a representar ramas muertas y aisladas que no un tronco viviente y completo, por lo cual, si resultan muy útiles para las distinciones genéricas y tam- bién para las específicas, no sirven para agrupar las familias. Ahora bien : limitándome a discutir los géneros sudamericanos, he de decir que no comprendo cómo el Argyrocetus, con sus tan curiosas particularidades craneanas (que, si buscamos entre los tipos vivien- tes. pueden sólo y remotamente recordar algunas de Platanista), pueda ser considerado como el tipo de una subfamilia que abarca Pontivaga e Isehyrorhynchus, el primero de los cuales tiene afinidades con Pontistes y por lo tanto con Stenodelphis; y el segundo es muy afín, si no igual, al Saurodelphis. Luego la subfamilia de las Argyro- cetinae quedaría reducida a un solo género y probablemente colocada en la familia de las Platanistidae. En cuanto al hecho de agrupar Inia y Stenodelphis, la única razón para ello consistiría en que ambos viven en América. Sus cráneos son diferentes y sus dientes también. Por eso tuvo razón True al colocarlos en dos familias distintas. Sin embargo, no veo el motivo de acercar, como él hace, los Stenodelphis a las Delphinidae, pues el cráneo de los primeros difiere del de las Delphinidae tanto o más que el de las Inia, si bien en este caso existe una falaz semejanza denta- ria. En cambio, es perfectamente lógico y correcto, con referencia « pañal su árbol genealógico, colocar Inia y Stenodelphis respectivamente « = la cabeza de dos subfamilias, agrupadas en la familia de las /nidae. Las Iniidae comprenderán Proinia y Saurodelphis, con sus afines contemporáneos Ischyrorhynchus y el nuevo género Anisodelphis, pues Saurodelphis tiene, en efecto, estrecha semejanza craneana con Inia y no con Stenodelphis, como creyó Burmeister. Las Stenodelphinae comprenderán Pontistes, Pontivaga y, como representante más antiguo, Diochotichus (Argyrodelphis), pues Pon- ROVERETO': LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 143 tistes es realmente una forma afín a Saurodelphis por sus caracteres dentarios y Pontivaga se le acerca por su cráneo. El cuadro siguiente es el resultado de lo expuesto : Fam. ININDAE Subfamilia Iniinae Subfamilia Stenodelphinae Viviente Inia Stenodelphis Cuaternario — Stenodelphis Plioceno — — Saurodelphis. Pontivaga Mioceno y Ischyrorhynchus ( Anisodelphis Pontistes Oligoceno Proinia Diochotichus (Areyrodelphis) Eoceno = — Fam. PLATANISTIDAE Subfamilia Argyrocetinae Viviente — Cuaternario = Plioceno = Mioceno E Oligoceno = Eoceno Argyrocetus Fam. INIDAE Subfamilia INIINAE Gen. SAURODELPHIS Burm. 1871. Saurocetes Burmeister (non Agassiz 1848), en 4nn. and Magaz. of Natur. Hist., serie.42, vol. VII, pág. 51. 1891. Sauwrodelphis Burmeister, en el diario La Prensa. Buenos Aires, ju- nio 26. 1891. ? Ischyrorhynchus Ameghino, Rev. Arg. de Hist. Natur., vol. I, n? 2, pág. 163-165. 1891. Pontoplanodes Ameghino, Rev. Arg. de Hist. Nat., vol. I, n* 4, pág. 255. Agosto. 1414 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 1591. Saurodelphis Burmeister, Anales de la Sociedad Científica Argent., vol. XXXII, pág. 113. 1892. Saurodelphis Burmeister, Anales del Museo nacional, vol. UM, pág. 451. 1891. 1892. Pontoplanodes Ameghino, Boletín de la Acad. de Cienc. en Córd., vol. XII (1890), pág. 453. 1909. Saurodelphis Abel, Sitzungsber. Akad. Wien, vol. 118, parte I, pág. 258. 1909. Pontoplanodes Abel, Sitzungsber. Akad. Wien, vol. 118, parte I, pág. 259. Tipo : Saurodelphis argentinus Burmeister 1871 (mandíbula). [Lám. II, fig. 1-2] Tipos complementarios : $. argentinus Burmeister 1892 (cráneo y parte an- terior del rostro). Los caracteres del género, según la mandíbula, serían los siguien- tes : dentadura poliodontea pseudoheterodontea; dientes con corona cónica y sección basal más o menos elíptica, terminando en punta ligeramente doblada. Están revestidos por esmalte rugoso y con faja basal de cemento muy amplia, también rugosa. Tienen raíz achatada y provista de pequeñas protuberancias que parecen ramificaciones radiculares. Están distribuídos a distancias desiguales y parcialmente alternados con sus opuestos. El cráneo y el rostro dan estos otros caracteres: la caja craneana presenta, como fria, un fuerte realce del frontal; los submaxilares forman un hondo surco a los dos lados del frontal y se levantan en forma laminar junto a los parietales, los que, empero, constituyen entera y exclusivamente la cresta de tal realce. El suboccipital se presenta muy angosto entre las alas del parietal y ocupa sólo la cara posterior del cráneo. Escamosas situadas muy hacia atrás y hacia fuera. El alisfenoides, bien extendido, se remonta bastante a las caras laterales. La reconstrucción de Burmeister es de todo punto errónea, siendo mejor la de Abel, si bien no hay seguridad de que el nasal y meseth- moideum tengan las medidas y relaciones que éste les atribuye, como tampoco resulta de la figura la extensión de los parietales respecto a los supramaxilares y del alisfenoides. Cree Abel, además, que sólo el fragmento de la parte anterior del rostro, descripto en 15892 por Burmeister, puede corresponder al género Saurodelphis, según el tipo de 1871, y que el cráneo repre- senta, en cambio, un género distinto. Debido a ello, emplea para el rostro la denominación Pontoplanodes argentinus Burmeister 1871, y para el eráneo Saurodelphis argentinus Burmeister 1591, porque la denominación Pontoplanodes fué propuesta justamente para el tipo penaea ou] 5/, *OPe[ 9p vasta 3 *3y ¿equile op esta 1 St coo aepdwuofo op *poqrpuey “19ISI9ULINE SIVUIUIDAD SUYA IPOMDS 11 'HYI TIAXX OWOL SHAYIY SONAAJ HA TVNOIO YN OHASAIN “HA SWIVN y ROVERETO : LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 145 de 1871 y porque el cráneo fué descripto posteriormente. Pero creo que tal teoría no es aceptable, tanto porque contraría las reglas de la nomenclatura, como porque es lo más probable que la unión estable- cida por Burmeister sea exacta. Se ha dicho que Pontoplanodes es anterior a Saurodelphis, pero esta afirmación carece de exactitud. Luego el Saurodelphis argentinus es el tipo de 1571. Pero, aun pres- cindiendo de esta cuestión, si el Saurodelphis argentinus de 1892 comprende dos géneros, comprenderá también dos especies, y por lo tanto a la que se separe de él, esto es, a la que está representada por el cráneo (como quiere Abel), tendrá que dársele forzosamente una nueva denominación específica. Es posible que no esté demostrado que los tres trozos reunidos por 3urmeister formen una sola especie, y que por lo tanto sea preferible conservarlos separados; pero no conceptúo lógico separar sólo el crá- neo y mantener reunidos la mandíbula y el rostro, puesto que si hay diferencias entre los dientes de la mandíbula y los que van unidos al cráneo, también las hay entre los de la mandíbula y los del fragmento anterior del rostro. En cuanto a las dimensiones, la mandíbula corres- ponde exactamente al cráneo, pero el fragmento del rostro es, en cam- bio, levemente más grande que los dos primeros. Pero ello puede ser debido a la edad del animal. Saurodelphis argentinus Burm. (Lám. II, fig. 1-2) 1871. Saurocetes argentinus Burmeister, Annal. and Magaz. of Natur. Hist., 44 serie, vol. VII, pág. 51, lám. 1. 1891. Pontoplanodes argentinus Burm. sp., Ameghino, Rev. Arg. de Hist. Nat., vol. I, n2 4, pág. 255. 1892. Saurodelphis argentinus Burmeister, Anales del Museo nacional, vol. TIL, pág. 451, lám. VII. 1898. Pontoplanodes argentinus Burm. sp., Ameghino, Segundo censo nacio- nal, pág. 221, fig. 86 a, b, e. 1901. Saurodelphis argentinus Burm. Abel, Mém. Musée d' Hist. Natur. de Belgique, vol. I, pág. 10, fig. 1-3, lám. 1, fig. 1; lám. II, fig. 1. 1909. Pontoplanodes argentinus Burm. sp., Abel, Sitzungsberich. Akad. Wien, vol. 118, parte I, pág. 5, lám. 1, fig. 3-4. 1909. Saurodelphis argentinus Burm. sp., Abel, Sitzungsberich. Akad. Wien, vol. 118, parte I, pág. 5, lám. 1, fig. 1-2. Vuelvo a describir la mandíbula sobre la que Burmeister estable- ció su especie, con el objeto de hacer resaltar las diferencias que ella 146 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ofrece con las nuevas formas que a continuación he de presentar. Constitúyenla, parte de la región sinfisaria y parte de la rama iz- quierda, que en el sentido vertical es algo menos alta que el resto, porque se redondea y desvía hacia arriba. El alvéolo del último diente está precisamente situado sobre el trozo donde comienza la ramifica- ción y es casi del todo redondo. Lo mismo puede decirse del penúl- timo, pero, a comenzar por el que le sigue, el alvéolo tiende a asumir forma elíptica, la que se acentúa a medida que nos vamos acercando a la extremidad anterior de la mandíbula. Los cinco últimos dientes, o sus alvéolos, están muy aproximados y la distancia entre ellos aumenta paulatinamente procediendo desde atrás hacia adelante. El primer diente conservado es el sexto, a contar por el último, y tiene cuello o base elíptica, de la que se aparta una corona de forma cónica, revestida por el esmalte finamente rugoso y rematada en punta aguda, algo torcida hacia el lado interior. Todo el diente tiene inclinación hacia fuera, la que se acentúa en los dientes anteriores, que están colocados alternativamente respecto a sus opuestos, tienen cuello más alto y presentan todavía una inclinación hacia la parte posterior. Por lo tanto, se trata, en conjunto, de una heterodontia muy acen- tuada. El espacio que media entre las dos series dentarias opuestas es bastante amplio y regularmente convexo, con la línea de sinfisis mar- 'ada por un ligero surco, cuyas dimensiones van mermando paulati- namente hacia adelante. A lo largo de la sínfisis y exteriormente, hay un cordón de relieve acompañado a ambos lados por un profundo surco continuado, pero no exactamente paralelo al margen sinfisario, pues posteriormente se aleja algo de éste. Ejemplar no bien adulto Milímetros ¡NULA Deplarcoron a do lianas co 15 Diámetro ánteroposterior de su Dase..........oooooocims.. 19-22 Espacio ocupado por los 5 últimos alvéolos contiguos....... 94 Espacio ocupado por los otros 7 anterlores................ 188 Distanciamediaentresestos es va oia chia 9-12 Distancia entre las dos series dentarias opuestas........... 15-16 $ alos 8 centímetros del término pos- Alturaperpendicular del Ú : q terior de. la! SINS: e ei et Wi rostro mandibular... ( E E . É a los 23 centímetros del mismo... 47 He a los 8 centímetros del término posterior Máximo espesor y id cs lo plo oda OA aos 52 transversal... / sa : a a los 23 centímetros del mismo......... 40 [eme ouewey /, *Ope] 9p 3sta “q “Sy ¿equiaie op esta *T SJ epoqrpueyr cds su $n7D.980.03NIW SY AJIPOIMDS a) “TA V £ Ir > TI “NVI TIAXX OWOJL SHAYMIY SONHAG “HA TVNOIOVN OMSAJN THA SHATVNY EA AS ROVERETO : LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 147 En el Museo nacional consérvase otro fragmento de Sawrodelphis argentinus no descripto aún. Consiste en una gran parte de los maxi- lares. Éstos presentan en su conjunto forma lanceolada, casi plana en su cara inferior, carenada superiormente y mostrando en su parte posterior restos de la sutura con los huesos del paladar, producida por una línea accidentada, en general de bastante desarrollo, si bien transversalmente. Allí empieza inferiormente un relieve bastante marcado, con un pequeño surco mediano según la sutura, que se pro- longa hacia adelante, disminuyendo rápidamente la intensidad del relieve. No hay restos de vómer. Poco después empiezan a ambos lados los alvéolos de los dientes, que por rotura carecen del margen exterior, con excepción de breve trecho, que nos permite comprobar que dicho margen era bastante delgado. Sobre un espacio de 130 mi- límetros cuéntanse 10 alvéolos redondeados, pequeños y continuos. El espacio entre las dos series opuestas de dientes es levemente con- vexo. El fragmento termina antes de llegar a la sutura con los pre- maxilares. Saurode!lphis acutirostratus n. sp. (Lám. II, fig. 1-2) Un fragmento casi entero de la sínfisis mandibular, la que presenta los mismos caracteres genéricos que la típica de S. argentinus, pero de dimensiones menores, si bien el irdividuo ha alcanzado su com- pleto desarrollo, lo cual permite distinguirla netamente. Trátase, por lo tanto y sin duda alguna, de una nueva especie, que representa el más pequeño de los Saurodelphis hasta ahora conocidos. En breve trecho consérvase la rama izquierda, igual en su forma a la del $. argentinus. AMí donde termina la sínfisis, elévase también el alvéolo del último diente, por lo cual. como en todos los demás Sau- rodelphis, las ramas de la mandíbula carecen de dientes. Los otros alvéolos se suceden, primeramente contiguos, luego más distancia- dos; primeramente redondos y luego poco a poco elípticos, de manera que el de forma elíptica y más angosto es también el más cercano a la extremidad anterior; puede decirse que son redondos hasta el sép- timo (empezando la numeración por el último posterior) y elípticos hasta el décimo cuarto, que probablemente debió ser el primero de la serie. Hasta el séptimo es también perfectamente llana la cara supe- rior de la región sinfisaria, de una amplitud que ha ido disminuyendo eradualmente hasta asumir dimensiones reducidas y formar un cor- dón de relieve y convexo, situado entre las dos series opuestas de 148 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dientes. Los dientes conservados pertenecen a la parte mediana y anterior; tienen alto cuello de cemento que reviste la base elíptica, sobre la que se alza la corona revestida de esmalte finamente granu- loso, de forma cilindroide y rematando en punta aguda replegada hacia el interior. Están insertos con inclinación hacia fuera y difieren de los del $. argentinus, pues crecen en altura de un modo más uni- forme, es decir, más cónico. La forma de los anteriores no cambia, si bien la raíz se alarga y se achata en sentido longitudinal y de un modo extraordinario, como bien puede verse en la última, que carece de parte del hueso en que está fijada. Con referencia a su distribu- ción, puede decirse que hasta el noveno constituyen una fila muy cerrada; entre el noveno, décimo y undécimo hay mayor distancia, y mayor aún la hay entre el duodécimo, el décimo tercero y el décimo cuarto. También se hallan en oposición casi perfecta hasta el duodé- cimo e irregularmente alternados hasta el décimocuarto. A la derecha hay un diente más, frente a la mitad del espacio que media entre el duodécimo y décimotercero de la izquierda. Muy bien conservado se halla el canal mentoneano de los dos flan- cos de la región sinfisaria, que debió contener la arteria mentoneana y que tiene orificios, por los que debían entrar las ramificaciones de ésta junto con los nervios. Estos orificios son cuatro, situados respec- tivamente debajo del quinto, séptimo y décimo diente y entre el duo- décimo y décimotercero. El primero de aquéllos, posterior, está abierto hacia la barte posterior y los demás hacia la anterior. Todo un siste- ma de surcos ramificase desde el canal principal, recorriendo los flan- cos del hueso mandibular en dirección diagonal. Debió recibir los vasos y la musculatura de la epidermis que revestía el hueso, el que, por este hecho, nos demuestra que debió estar bien protegido, más que su similar de [nía y Saurodelphis. Milímetros Altura total ide:la COTO es o iia vale eno adas de 15-17 Diámetro ánteroposterior de su Dase ..........o.o...oo.... 12-14 Espacio ocupado por los 5 últimos alvéolos contiguos..... 67 Espacio ocupado por los 7 subsiguientes.........oo.o.o.o... 144 CS ANA A AI e 8 Distancia, a con= el TOP E oa 12 var dende: el úl 2 eb LU IDU O sá da a 20 timo, entre... / el 1205 ainia ao 29 el 131 CIAO lo a 18 y '" del 4% diente (a contar desde los Distancia entre las dos se- ' Page 4 j - bt RR A 12 ries eras opuestas IM ES NAAA - E E AE IR TS 5 ¡vangea oueuey E/, *Opre] op v3sta “q 05y ¿equiar op e3sta “1 51 cepaqipueja cds su +uos «u SNIDAJSOMADAQ SNA) IPOSIU Y AI “KyT TIAXX OWO], SUuTy SONAAE YA TVNOIOVN OHNSALN THA SICIVNY ROVERETO : LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 149 Milímetros Alt licul ( a los 8 centímetros del término pos- ura perpendicular z TENOR 36 de la mandíbula. . ( E E A ER a los 23 centímetros del mismo ... 28 PA “a los 8 centímetros del término posterior Máximo espesor ¿ 1 COMAS oa 33 ransversal.. S ' , $ a los 23 centímetros del mismo........ 23 Larso total de la sínfisis (cast completa)................ 330 (>! Nov. gen. ANISODELPHIS mibhi. Anisodelphis brevirostratus 1. sp. (Lám. IV, fig. 1-2) Trátase de una mandíbula en buen estado de conservación, casi entera, la que presenta varios caracteres peculiares que la distinguen de las de Saurodelphis, si bien es seguro que pertenece al grupo de éstos. Presenta la larga sínfisis de las ramas mandibulares, pero es relativamente algo más breve que la de Saurodelphis. Por lo demás, es en parte igual y en parte semejante a las ya descriptas. Por el lado interior hay un cordón de relieve, convexo en toda la longitud de la sínfisis, excepto la rama mandibular al nivel del décimocuarto diente, donde se achata, produciéndose un pequeño surco frente á la sutura mediana. A los lados de este cordón mediano y casi apoyados en él, están los dientes pequeños, cónicos, ni ganchudos ni arqueados, casi cilíndricos o ligeramente elípticos, no muy altos, y fijados con leve inclinación hacia el exterior. Los anteriores están muy desgastados por el uso, se hallan muy distanciados y perfectamente alternados con los del frente. Tienen corona de sección levemente elíptica, supe- riormente, y totalmente elíptica, como asimismo achatada, en su ba- se. La distancia entre ellos disminuye rápidamente hacia la parte posterior, como también disminuye la distancia de su alternación, de manera que puede decirse que el quinto de los dientes conserva- dos se halla perfectamente opuesto al que le corresponde en la serie de enfrente. Son también perfectamente opuestos los restantes, que además se hallan muy aproximados y son más cilíndricos, y cuyo cue- llo tiene base entrante también casi cilíndrica, finamente eranulosos allí donde el uso no los ha consumido. Hay un leve desgaste debido a los dientes superiores en su flanco anterior, empezando por el quinto de los últimos. Rama mandibular derecha con un alvéolo situado más allá del final de la sínfisis, y rama izquierda con dos dientes en las mismas condiciones. 150 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La cara inferior de la región sinfisaria está provista de un cordón mediano longitudinal, que va adelgazándose de atrás para adelante, ampliamente convexo, limitado por surcos longitudinales mentonea- nos bastante pronunciados como en todas las Saurodelphidae. La sín- fisis se abre muy estrechamente en breve trecho, quizás para estable- cer la comunicación con el canal dentario, y luego vuelve a soldarse un poco antes de la ramificación. Hay orificios mentoneanos en los surcos homónimos, presentándose los posteriores abiertos hacia el lado posterior, mientras los anteriores no son muy visibles. Milímetros el 12907 eL 130 dientes aio 24 AO 21 y a LLO AI a A AS 18 Distancia, a contar desde | ; E AIN Oe 12 el último, entre...... y / PA es AU 11 IS IS A de AS S los 7 últimos (término medio).... 5 de ta;coronmade LOS tantenloro a e 6 Altura » de LOS AMLO tae 7 » de LoS POSUOLIOLTES +0 eat tal le ao ala S (6% de los últimos dientes... 41 Altura de la sínfisis al nivel del ¿ 4% de los últimos dientes... 40 penúltimo diente.......... 34 Altura de las ramas mandibulares al nivel del último diente. 30 Máximo espesor transversal de la q 6% de los últimos dientes. . 33 región sinfisaria al nivel del / penúltimo diente ........ 45 Máximo espesor transversal de las ramas mandibulares al nivel dello diente. a e iso oleo la RE 21 Largo total del fragmento casi completo en su parte anterior. 340 No es posible hallar relaciones con este fósil fuera del área del Plata. Evidentemente está muy cerca de los Saurodelphis, de los que se distingue por los caracteres siguientes, que deben ser considera- dos genéricos : dientes pequenos, cónicos, casi cilíndricos, levemente elípticos en la base de la corona, con pocas diferencias entre ellos, casi todos unirradiculados probablemente; algunos se hallan en las ramas mandibulares. Durante algún tiempo tuve la duda de si podía corresponder al Ischyrorynchus (Ameghino, 1891). Este género, que no ha vuelto a ser descripto, está basado en un fragmento del rostro, cuyos dientes recuerdan a primera vista los del rostro del $. argentinus; pero, con- frontando las dimensiones, es fácil reconocer que los dientes de £schy- rorynehus son casi cilíndricos y mucho más altos, mientras que los ROVERETO : LOS DELFINES LONGIRROSTROS DEL MIOCENO 151 superiores conocidos del 5. argentinus son bajos y de sección basal decididamente elíptica. Si los de Ischyrorynchus son los superiores de Anisodelphis, nadie puede decirlo por ahora. Ischyrorynehus y ; > > : S. argentinus Van Benedeni Dientes superio- res de la parte : A Dientes super- mediana del z j posteriores rostro (según Es Pb en milímetros Ameghino) en milímetros Diámetro ánteroposterior de la corona e 13 az Diámetro transversal de la corona ...... 0... 9 10 Mie do le Corona cotos dodne 11 :) ma o ql "e P ar A 3 Ñ EEE E Ñ % ' EA DY ed Ed e ' E, 1 ) ' AN bs AR Se iS y e A OR AI A y 3 ' Sid " 1 E 144 5 SD ies 4 h e JAS e » ] A á A A ; e A SAN he e AD pe JS eN ba y Nara MP e Ú 2 J GM PA O de gi IA: e > M3 a j vÚ E r y n* ) Wie A, Y US y cl mM $ ! EW A EN " c A ; ; y ¿ h Th v y y e NA AN 77 ) Ñ h qe Y ' 9 " Y Ae y M] y , Pda MA dl 0 o 40! ' » A aña LS h y ] TN NN e LAT pe 4 E Ni KARA AACIAA EL RÍO DE LA PLATA DESDE SU GENESIS HASTA LA. CONQUISTA ANÍBAL CARDOSO CAPÍTULO I SÍNTESIS GEOLÓGICA ? Las montañas de la América del Sur, se agrupan en tres sistemas independientes o masas principales. El primero, al norte del Ecuador, compuesto por el macizo que se extiende desde el valle del Orinoco al del Amazonas ocupando la mitad de Venezuela, las Guayanas y parte del noroeste del Brasil; el segundo, al sur de la línea y en la región oriental del continente, formado por las sierras meridionales del Bra- sil y continuado hasta el río de la Plata por las serranías de la República del Uruguay, cuyas últimas estribaciones visibles terminan allí con las islas de Martín García, San Gabriel, Farallón, etc., para resurgir, al parecer, más al sur en el Cabo Corrientes y los macizos de Tandil y Curramalán en plena pampa argentina ; el tercero y último, que es el más importante, corre por la región occidental limitado por el Pacífico y lo forma la cadena de los Andes con todos sus contra- fuertes y estribaciones del costado oriental. Dos grandes planicies separan estos tres grupos o sistemas. La pri- mera es la cuenca vastísima del Amazonas y sus afluentes ; la segun- da, la no menos dilatada de los ríos Paraguay, Paraná y del Plata. ' Según las últimas observaciones del doctor Florentino Ameghino. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (SEPTIEMBRE 8, 1915) 11 » 154 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Este aspecto físico continental que puede observarse en cualquier mapa moderno, nos hace presentir lo que era la América del Sur en la edad primitiva; el estudio geológico del terreno nos da su compro- bación, permitiéndonos establecer con precisión la edad y límites de las formaciones y las oscilaciones del continente en sus múltiples cambiantes. En la era arcaica estos tres macizos principales compuestos de rocas plutónicas, eran menos extensos; en cambio, los espacios que los separaban eran mucho más dilatados y estaban cubiertos por las aguas del océano, formando dos grandes mares; uno que corría de este a oeste al norte del Ecuador y ponía en comunicación el Atlántico con el Pacífico; el otro de norte a sur que nacía del anterior y terminaba en el Atlántico, separando en dos largas islas los macizos meridiona- les, cuyos últimos eslabones finalizaban dislocados y en islas rocosas, el de oriente en el Cabo de Santa María y el de occidente en el archi- piélago de Chiloé *. La Patagonia no existía aun, y tanto ella como las pampas argentinas y bolivianas y la región que sigue al norte hasta la cuenca del Amazonas, se hallaban bajo las aguas del antiguo mar de la era arcaica. El levantamiento continental desecó más tarde esos mares arrojando las aguas al océano, surcadas posteriormente por los ríos actuales. Es este levantamiento, en su parte meridional, ocupada hoy por la cuenca del Plata y Bajo Paraná, la que nos interesa especialnfente y seguiremos al correr de la pluma trazando un ligero bosquejo geoló- gico, necesario al objeto de este rápido estudio. Durante la era primitiva el espacio ocupado actualmente por el río de la Plata, se hallaba debajo de las aguas marinas que formaba mares poco profundos, muy uniformes, del que apenas sobresalían islas acnatadas y áridas, bajo una temperatura tórrida. El levanta- miento continental aun no se había iniciado, ni se habían acumulado sobre el arcaico todos los pisos que lo han cubierto más tarde y se hallan hoy debajo del estuario. En cuanto al espacio que actualmente ocupa la llanura pampeana este desaparecía también debajo del mar, exceptuando los macizos de Tandil y Currumalán que se hallaban rodeados por las aguas del océano que cubría toda la región austral 1 Designaré con el nombre de «Amazónico», al mar que ocupaba los valles de esa región; y «Pampeano», al que cubria las Pampas y valles de los ríos Paraná y de la Plata. Esta designación es al solo objeto de facilitar el estudio de esta síntesis y carece de toda pretensión porsonal. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 155 hasta la costa del Pacífico, donde la última estribación en islotes y cadenas bajas de la cordillera terminaba a la altura del grado 45 de latitud. Más tarde las capas de areniscas, esquistos y cuarcitas del período Cambriano y las calcáreas y arcillosas del Silúrico, se exten- dieron sobre las rocas del Arcaico ensanchando la superficie de aque- llas islas, mientras se producían erupciones submarinas de rocas porfí- dicas que, continuadas en los períodos subsiguientes con más intensi- dad, hicieron surgir nuevas tierras. Como fácilmente se comprenderá, estas agrupaciones de rocas sedimentarias o neptúnicas, acompañadas o no de erupciones de pórfidos, traquitas y basaltos que se amontona- ban o intercalaban sobre las rocas graníticas y cristalinas del plutó- nico arcaico, han sido sólo parciales en determinados lugares, quedan- do la inmensa mayoría de la parte sumergida sin estas acumulaciones. Ya la vida se extendía sobre aquellas islas rocosas y bajo un clima tórrido, de temperatura igual en todo el globo terrestre que producía una atmósfera húmeda de vapores calientes, se desarrollaban los pri- MEéTOS Seres Orgánicos. Durante el período Devónico continúa el movimiento ascencional del fondo marino, iniciado en el Silúrico de Famatina por las erup- ciones submarinas. En el período siguiente, Carbonífero, se forman las capas estratificadas de areniscas, arcillas pizarrosas, bancos de pudingas y calizas, exquistos bituminosos, mezclados a delgadas capas de carbón de piedra, formados por la lujuriante flora criptogámica desarrollada en aquella época, bajo un clima ardiente y húmedo de lluvias continuas que hacian de la tierra un invernadero colosal, cu- bierto de espesas nieblas y alumbrado por el incesante fulgor de. los relámpagos. Con el período Pérmico, último de esta era, queda terminado el levantamiento parcial de la región meridional de América. El vasti- simo continente austral, designado con el nombre de Gondwana, se extendía desde el trópico hacia el sur, ocupando la mitad meridional de América y de Africa, y se uniaa través del casquete polar al con- tinente Australiano *. La mayor parte de la Argentina había emer- gido de las aguas, formando tierras bajas y mares poco profundos. Sobre la desecada cuenca del extinguido «mar pampeano » se dilata- * La flora del Glossopteris y otras plantas de los períodos Carbonífero y Pér- mico halladas en la parte austral de Sud América y de África, en Australia, Tas- mania y parte de la región de Gondwana en el Indostan (Asia), ha permitido reconstruír la unidad de ese gran continente meridional desaparecido, que cubría casi por completo el casquete austral. 156 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ban en un plan monótono e interminable, inundadas llanuras, limita- das al este por las serranías orientales y al oeste por el esbozado maciso occidental, todavía bajo y en parte sumergido. Más tarde, después de nuevos cataclismos, se extenderán sobre esas llanuras inundadas las pampas argentinas. Queda con esto terminada la época primitiva o paleozoica, apare- ciendo en ella los primeros seres orgánicos. Este gran período terres- tre es de mucha importancia en la historia geológica de la tierra, por pertenecer a él la primera sedimentación, formada a expensas de las rocas plutónicas del pristino enfriamiento, cuyas dislocaciones y des- composición dieron lugar a la formación de las primeras capas estra- tigráficas. Con la era secundaria comienza la diferencia de los climas y, por consecuencia de ello, la formación de nuevos organismos y nuevas especies así animales como vegetales, destinados a poblar las distin- tas zonas de la Tierra, diferenciándose unas de otras según el clima en que actuaban : circunstancia que debemos tener muy en cuenta, ya que la llanura pampeana y la cuenca de sus ríos principales cruza desde el Ecuador y la altiplanicie boliviana hasta el río Negro. La tierra en esa época se extiende y levanta, mientras los mares, por con- traposición, se reducen y profundizan, concentrando su caudal antes disperso en sábanas extensas de aguas bajas. En el período Triásico empieza la ascensión de la región andina, levantamiento que, continuado en el Jurásico, produce en la vertiente oriental un gran valle longitudinal que corre desde Salta hasta el Sur del continente, entre el ahora macizo de los Andes y los cordones de la precordillera; valle que llenaron las aguas del Pacífico, formando un interno mar jurásico, angosto y largo, llamado «mar Andino» ! y en el cual desaguaban todos los ríos patagónicos que en aquel período corrían de un modo inverso al de hoy. Los restos marinos de la época jurásica y cretácea, depositados en el fondo de este mar, hoy seco, prueban claramente la invasión de las aguas del océano en esos períodos. En el Jurásico avanza el océano y empieza a despedazarse el Gon- dwana. En el Jurásico medio, Australia y Nueva Zelandia quedan separadas. Sigue a esto la separación de Asia y por último, en la terminación del período, sólo restan unidas las regiones templadas de África y Sud América, limitadas al norte por un gran océano y ! Por Ameghino. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 157 al sur por un mar interno casi encerrado entre aquellos continentes. Durante el período Cretáceo, época de grandes erosiones y estra- tificaciones, se forma buena parte de los pisos que componen la Amé- rica Austral y echa la base de las formaciones sedimentarias sobre la tierra Argentina, apareciendo hoy al descubierto al sur del río Negro y orillas del Atlántico (cretáceo inferior o formación « chubu- tense »), y pasando extendido a grandes profundidades bajo la llanu- ra pampeana, surge a la vista en Corrientes y Misiones. (Uretáceo superior o formación «guaranítica») ?. Cubiertas por las arcillas y areniscas rojas del piso «guaranítico », las llanuras que fueron cuenca del extinguido « mar pampeano », bajo un clima húmedo y cálido, se desarrollaba una flora exhuberante y tropical que ha dejado sus muestras en gruesos troncos silicificados que aparecen hoy a la vista en los terrenos del cretáceo. Palmeras, helechos y coníferas ; grandes árboles y altos arbustos de variadas frutas ; espesos matorrales y túápidas gramíneas, cubrían el terreno de esas pampas en formación, permitiendo desarrollarse una fauna abun- dante y variadísima, en la que ya figuran en buen número los mamife- ros y algunas aves, adelantándose así al hemisferio norte que, en la misma época, sólo presentaba algunas muestras insignificantes de los primeros. Carniceros, roedores y edentados, pululaban en aquellas tierras, mientras los antecesores de lo proboscideos. los ungulados y los cuadrumanos, inician la base que de metamórfosis en metamórfo- sis, conducirá a los actuales elefantes, caballos y monos, y estos a su vez, por una evolución especial, desde los homunculídeos al hombre americano. Esta gran fauna cretácica, distribuyó la mayor parte de sus especies hacia el África por el camino del este y hacia Australia por el camino del sur, como lo demuestra la semejanza que existe entre la extinguida fauna sudamericana con la de aquellos continentes, semejanza que no hay entre los de África y Australia que no tuvieron comunicación directa entre si. Termina con el cretáceo la era secundaria, y con el comienzo ter- ciario se inicia el dislocamiento y hundimiento de una buena parte de este gran continente austral, al mismo tiempo que en el hemisferio norte, por contraposición, surgían nuevas tierras. Australia queda separada de la América del Sur; África pierde parte de su conexión con la costa oriental sudamericana y sólo queda unida por el Arque- Y Se distingue, especialmente, la de esta última región, por la ausencia de fósiles. 158 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES lenis al Brasil, mientras en la costa Argentina a causa del levanta- miento que se produce en los Andes, el terreno desciende y es cubierto por el mar. Este levantamiento occidental produce una inclinación hacia el oriente y los ríos patagónicos, así como las aguas de la pam- pa meridional que antes corrían de este a oeste y desaguaban en el «mar Andino», invierten su curso y conducen las aguas andinas al Atlántico. La primera capa de estratificación que se deposita a principios del terciario sobre la llanura argentina, son los sedimentos de la «forma- ción patagónica» que ocupan el eoceno inferior y medio. Esta potente capa es de origen marino y producida por aquel gran descenso de la región oriental; descenso que alcanzó alrededor de mil metros en la costa del Atlántico actual, haciendo penetrar el mar hasta la región andina en la parte austral y cubrió de sur a norte gran parte de la antigua cuenca pampeana hasta su primitiva conexión con la que ocupaba la cuenca amazónica, volviendo así a restaurarse en par- te, el aspecto físico insular y peninsular de la época primitiva. En el fondo de esta nueva invasión marina fué que se decantaron y depositaron las arenas de la formación «patagónica», unidas en muchos parajes a las erosiones rocosas producidas por los agentes químicos naturales y los aluviones de las tierras próximas, arrastradas por el viento, las aguas pluviales y las corrientes marinas. A estos depósitos de arenas y rocas descompuestas, se agregaron bancos de grandes mo- luscos, restos orgánicos vegetales y los despojos de los seres animados de aquella época, que han quedado allí como jalones invariables para demarcar el gigantesco perímetro que ocupó el océano y como prueba indestructible para fijar la edad de aquellas transgresiones *. Más tarde los volcanes andinos, de intensa actividad al fin del eoceno, cubrieron el espacio de cenizas púmicas que empujadas por los vien- tos y absorbidas por las aguas formaron grandes bancos, espesas 'apas de estratificación, asentando potentes pisos no sólo al pie de las cordilleras, sino tambien en la Patagonía, la Pampa Central y en otros puntos, aunque en capas más delgadas. Al final del período eoceno se inicia un nuevo cambio que si no modificó de un modo sensible la orografía de la costa meridional sud- americana de aquella época, en cambio alteró profundamente el nivel superficial de las tierras sumergidas en detrimento de las aguas ma- 1 Me refiero especialmente a las formaciones «guaranítica y patagónica » del sur de la república donde son abundantísimos los fósiles de esos períodos. En el noroeste por el contrario, parece no existieran en el «guaranítico ». CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 159 rinas, especialmente en lo que al «mar pampeano» se refiere. Un nuevo levantamiento de la llanura inundada hace surgir otra vez las pampas argentinas y el mar se retira hasta ocupar su sitio actual; el continente es ya más elevado y más seco y la futura Argentina em- pieza a tomar un aspecto muy semejante a su configuración de hoy, dejando ya trazada una vasta depresión angosta y larga que aprove- charan las conmociones posteriores para dislocar allí el terreno en que se formaran más tarde los cauces de los ríos Paraná y del Plata. Fué por esta depresión que en el período siguiente (Oligoceno), pene- traron las aguas del océano hasta la confluencia del río Paraguay, rellenando esa depresión mucho más amplia que la actual, aunque de menos fondo, con un grueso manto de arcillas, areniscas y calizas, en que se depositaron grandes bancos de moluscos. Es la conocida « for- mación entrerriana », que surge a la vista en las barrancas de la mar- gen izquierda del río Paraná. Es indudable que al final del período oligoceno, un nuevo levanta- miento obliga al océano a retirarse de aquella cuenca hasta ocupar su sitio actual. Esta convulsión del suelo eleva en algunos metros la región occidental de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, in- elinando esas tierras hacia el oriente y haciendo más alta esa costa que la santafecina, donde la «formación entrerriana » se encuentra a muchos metros debajo de las aguas del río Paraná ?. Esta dislocación efectuada en lo más profundo de la cuenca del «entrerriano », inició los cauces o desagiies temporarios por don- de se precipitaron las aguas dulces de los afluentes del norte que cu- brieron con grandes depósitos de arenas aquella inmensa hendedura, sin conseguir nivelar ni cimentar de un modo estable el fondo move- dizo del cauce, cuya profundidad irregular y discontinua, trabajada de tiempo en tiempo por una corriente poderosa fué trazando lenta- mente a través de las edades una vasta depresión, seca y aprove- 1 « Hacia el fin del eoceno — dice Ameghino — desaparece la conexión desig- nada con el nombre de Arquelenis, que es reemplazada en el último tercio del oligoceno por otra más al norte llamada « guayanosenegalense » que une la Amé- rica meridional con África por esos puntos y la cual persiste hasta el fin del mioceno en que desaparece bajo el mar, dejando como únicos vestigios los gru- pos aislados de las Azores, Maderas y Canarias. » En el eoceno aparecen las antecesores de los verdaderos monos, precursores del hombre. Al fin del eoceno desaparece el Arquelenis, pero ya habían pasado al África aquellos cuadrumanos, los que tomaron el camino de la bestialización. Los otros primates que dieron origen al hombre, pasaron de aquí a Norte Amé- rica en el plioceno y de allí al viejo mundo. 160 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES chada por la sedimentación en las épocas de calma, sumergida y cau- dalosa, cuando los descensos del terreno daban lugar a las invasiones del océano. El período mioceno se caracteriza por dos grandes formaciones producidas simultáneamente de distinto modo y distintas también por su aspecto geológico: la «formación tehuelche » o de los cantos rodados que cubre toda la Patagonia desde el río Negro hasta el Es- trecho de Magallanes, y la «formación araucana », compuesta de arenas más o menos finas y arcillas, que ocupa buena parte de las tierras al norte del río Negro. La primera de estas formaciones es producto del arrastre de las rocas, por los deshielos torrentosos de la cordillera andina; la segunda, por las tierras y arenas arrebatadas por los vientos o las aguas dulces. Esta última formación que surge a la vista en algunas limitadas regiones y cuyo último piso superior (Puelchense) se extiende a unos cincuenta metros debajo de Buenos Aires, cubre indudablemente la mayor parte de la llanura argentina y boliviana ocupando la antigua cuenca del «mar pampeano », sien- do vastísimo osario de especies extinguidas entre las que aparece un primitivo precursor de la especie humana: el Tetraprothomo (cuarto antecesor del hombre). Mientras sobre la pampa argentina se extiende esta potente forma- ción sedimentaria — la más vasta en espesor y superficie en nues- tro país — sobre la levantada meseta de Corrientes y Entre Ríos, se inicia un nuevo piso designado con el nombre de « mesopotámico » que cubrirá en discordancia el « guaranítico » y «entrerriano »?. Es al final de esta época miocena que se unen ambas Américas y empiezan a cruzarse las faunas del sur al norte y viceversa durante toda la época pliocena. La sedimentación de este último período está constituido por la «formación pampeana », de arcillas amarillentas y rojizas, origen subaéreo y con un espesor de diez a cien metros, según la región que ocupe, la cual se extiende sobre las pampas debajo del piso postpam- peano cuaternario. Esta potente formación se divide en tres pisos, llamados : «pampeano inferior, medio y superior»;son las tierras rojas, amarillas y pardas, conocidas con el nombre de « greda », loes, y de «tosca» cuando las infiltraciones calcáreas han formado nódu- los en su masa. Carece de rocas, rodados o guijarros, pero, en cambio, ' La falla de 5% 6 125 leguas de la Mesopotamia, es anterior al pampeano, pues éste se apoya en la falla sin ocupar la parte alta. (D'ORBIGNY, Voyage dans l''Amérique méridionale, tomo V, pág. 80.) CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 161 es un verdadero osario de fósiles y contiene extensos depósitos la- custres de agua dulce o salada, formados por antiguos lagos y trans- eresiones marinas. El «pampeano inferior o ensenadense », compuesto de un limo de arcillas amarillentas algo gruesas y con un espesor de doce a veinte metros, ocupa el fondo del río de la Plata hasta sobresalir del nivel de ellas unos cinco metros; las arcillas de este horizonte se hallan a la vista al pie de las barrancas del río Paraná y siguiendo la costa (ribera derecha) hasta Bahía Blanca. Este piso contiene intercalada una capa marina de poca potencia que el doctor Ameghino ha llama- do «interensenadense », la que no llega a surgir del nivel de las aguas en el Plata, aunque aflora más al sur a orillas del Atlántico y sobresalga varios metros a la altura de Mar del Plata. Esta transgresión marina no penetra muy al norte en el río de la Plata, donde permanece bajo las aguas y sólo al sur se levanta hasta veinte metros sobre el nivel del mar, levantando al mismo tiempo los estratos del «pampeano inferior o ensenadense » que forman buena parte de la llanura entre las tierras del Tandil y sur de Bahía Blanca. La invasión «interensenadense» fué de brevísima duración en el Plata y su inclusión en el pampeano inferior permite separar a éste en dos pisos : «el pampeano inferior basal » y el «pampeano medio o infe- rior cuspidal », que descansa sobre la mencionada inclusión «inter- ensenadense ». Después de formado el « pampeano medio », un nuevo descenso de la cuenca del futuro Plata da lugar a otra invasión marina que avanza hasta el límite norte de la provincia de Buenos Aires, depositando sobre el limo amarillo de ese piso, capas estratificadas de arenas finas con bancos de moluscos marinos, de tres a cuatro metros de espesor. Este piso llamado « Belgranense » — a causa del principal punto en que ha sido estudiado — ocupa las barrancas del río a unos seis u ocho metros sobre el nivel de las aguas. Sobre este piso y una vez retirado el mar que lo cubría, se desli- Zaron invadiendo la llanura pampeana las aguas dulces de las cordi- lleras y las que bajaban del norte, contenidas hasta entonces en la cuenca paranense por los estratos marinos de la transgresión « Bel- granense » y las arenas fluviales a que antes me he referido. La lla- nura quedó sumergida bajo una delgada capa de agua dulce, movible, aunque de escasa corriente, pero con fuerza suficiente para rellenar las depresiones del terreno y levantar en otras partes por la desvia- ción de sa marcha, grandes lomadas y extensas mesetas, cubriendo ralles y alturas con un espeso manto de arcillas blandas, limo finísi- 162 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES mo de color rojizo que constituye el «pampeano superior» o piso «bonaerense », inmensa capa de arcillas que cubre la pampa con un espesor de quince metros o más desde las serranías del Tandil hasta el noroeste de la república. El largo período que produjo semejante capa de estratificación, fué interrumpido por un gran sacudimiento del continente que corrió de sur a norte convulsionando el territorio ocupado por la extensa cuen- “a paranáplatense, y las tierras de la Mesopotamia ya resentidas con el dislocamiento anterior, se levantan fuertemente en su parte oeci- dental formando un suave declive hacia el oriente donde están rete- nidas por la firmeza del arcaico uruguayo, mientras en su contorno y aprovechando las fallas producidas por la convulsión sísmica, se des- lizan las aguas dulces de los terrenos inclinados hacia ellas y más tarde, corriendo impetuosas en busca del océano, labran los cauces de los río Paraná, Uruguay y del Plata. Bosquejado así, dentro de la hipótesis más razonable el génesis de nuestros grandes rios, éste sería el momento de ocuparme únicamente del Plata, ya que su cauce está labrado sobre los pisos pampeanos y libre de las aguas marinas, pero, como durante el período cuaternario se han producido algunos cambios de importancia que han modifi- cado el aspecto de las tierras y formado nuevos pisos, ereo prudente esbozar rápidamente estas últimas modificaciones de la tierra, tra- zando al mismo tiempo los cambios que se produjeron en la formación del Plata. CAPÍTULO 1 EL PERÍODO CUATERNARIO Y LA FORMACIÓN DEL RÍO DE LA PLATA Al iniciarse el período cuaternario, una nueva convulsión produjo un descenso de la región del Plata. Los ríos y arroyos que desagota- ban la llanura se detienen y estancan inundando los valles inmedia- tos, mientras por sus cauces penetran las aguas marinas que se estancan a su vez, formándose así al mismo tiempo y en distintos parajes de la provincia de Buenos Aires dos clases de terrenos lacustres : el lacustre de agua dulce y el lacustre marino; designán- dose ambos con el nombre de «piso Lujanense», por ser en los valles de este río donde fué estudiado por los hermanos Ameghino. Dos nuevas convulsiones dieron fin a ese período : una de ascenso, CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 163 en que las aguas marinas y luego las dulces estancadas corren impe- tuosamente hacia el mar, arrancando y arrastrando a su paso los sedimentos lacustres pampeanos y los bancos de moluscos marinos depositados en sus cauces por ellas mismas; otra de descenso paula- tino, largo y considerable, que hace penetrar de nuevo el mar a gran distancia hacia el interior de los terrenos bajos del litoral, desde el norte de la provincia de Buenos Aires hasta Mar Chiquita por el sur, cubriendo las llanuras con extensos mantos de moluscos, conocidos con el nombre de « conchillas ». Los depósitos de esta transgresión marina se designan con el nombre de «piso querandino » y los lacus- tres de agua dulce que en ese tiempo se formaron, con el de «piso platense ». La «transgresión querandina» fué poderosamente invasora y sus restos denotan que las aguas del mar penetraron por el Plata y se internaron profundamente en el territorio pampeano por los cauces de los ríos : por el Luján hasta cerca de Mercedes y por el Riachuelo y río de las Conchas hasta las proximidades de Matanzas y Morón. Esta transgresión marina terminó por un lento levantamiento del terreno, y las aguas dulces que invadían estos ríos se deslizan sua- vemente por sobre las arenas del «piso querandino », trazando un nuevo cauce de curvas caprichosas hasta buscar salida al estuario del Plata, mientras las denudaciones del terreno llenan de barro y arenas los valles y bajos. Las aguas marinas que invadían el estuario hasta el límite norte de la provincia de Buenos Aires, desalojan el cauce del Plata que es nuevamente cavado por la poderosa corriente que baja del norte y al cruzar los depósitos de arenas de la invasión «querandina » trazan sobre ellas amplios canales mientras depositan a uno y otro lado grandes bancos de arcillas y arenas que serán más tarde la base en que se asentarán las innumerables islas del Delta, mientras las más flúidas y livianas, arrastradas más lejos, llegan hasta la mitad del estuario, se decantan y depositan en finísimo limo que forma bancos inmensos, quitando profundidad al río y dificultan- do la navegación. La época moderna o período actual se inicia con el relleno de los valles pampeanos por los aluviones, y la formación del Delta para- nense por las arenas, arcillas y restos vegetales arrastrados por las corrientes y depositados en los bancos. Más tarde, un postrer des- censo del terreno hizo ocupar la cuenca del estuario por la última transgresión marina de brevísima duración, que, remontando los cau- ces de los ríos pampeanos, depositó en sus lechos delgadas capas de 164 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES barro y arenas abundantes en conchilla: es el « piso almarense », el más moderno de nuestro suelo, si se exceptúa el mantillo vegetal cuya formación continúa siempre. En resumen, los pisos que atraviesa el río de la Plata al labrar su lecho a través del pampeano son los siguientes ? : . - Pisos subaéreos Pisos marinos a AE Formaciones , Edad geológica y de agua dulce correspondientes , Aimarense Aimarense Reciente Postpampeana ..., ; á Platense (Querandina ( , E ( , Cuaternario Lujanense Lujanense ) Pampeana...... Bonaerense Belgranense , : , : Plioceno Ensenadense Ensenadense En la rápida síntesis que precede, hemos revisado en conjunto las formaciones sedimentarias de las pampas argentinas en la región del Plata; réstanos ahora coneretarnos a estudiar las fases de su desen- volvimiento y las modificaciones que ha sufrido. Según hemos visto, son cuatro las formaciones principales que se asientan sobre las rocas primitivas en la región ocupada por el Plata. Su distribución es la siguiente a partir del arcaico : 1* Las formaciones secundarias, cuyo último piso (cretáceo supe- rior) está constituído por la «formación guaranítica» *, compuesta de arenas y arcillas rojas con un espesor de 200 metros; 2* La formación «entrerriana », de origen marino (eoceno superior y oligoceno), compuesta de arenas, arcillas, bancos calizos y capas de moluscos, con un espesor de 40 metros más o menos; 3% La formación «araucana » (mioceno), formada por capas de are- nas de origen de agua dulce, con un espesor de 20 metros o más, y cuyo piso superior («puelchense ») constituye la primer napa de agua semisurgente de Buenos Aires; 4% La formación « pampeana» (plioceno), de origen subaéreo y de agua dulce, compuesta de arcillas rojas, pardas o amarillas, con nódu- los calcáreos, infiltraciones ferrosas (vivianita) y abundante en fósi- les, alcanzando un espesor de 40 a 50 metros ?. 1 Según el doctor F. AMEGHINO, Les formations sédimentaires, etc., en Anales del Museo nacional de Buenos Aires, tomo VIII, página 498. * Doering y Ameghino. ? Estas medidas corresponden al piso de la ciudad de Buenos Aires y han sido calculadas en la perforación efectuada en la iglesia de la Piedad, dando un total Nivean de la mer ejerg e1 (| j MINS 11 + y s9uty Souang : “c+ SIP3JLIN el | El ==) ELCANO mn. PI a > QUEST 0 EST mer Lo Formation marine Formations Llerrestres 50us -atriennes pu Roches archaiques enlrerrienne —= e Balde hast paa] = yA E, = D y Buenos Aires y La Plata. Le diprothomo platensis.) (AMEGHINO, Plat el río de la ar y wcaicas; 4, el m A as Proc entrerriana ; marina ación reas ; 2, form L - 3 s terrestres de 166 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Es en esta última formación que el río de la Plata ha cavado su cauce, y esto demuestra el origen relativamente moderno de nuestro eran estuario. Examinando en corte transversal las cuatro formaciones, encontra- mos que éstas comienzan al pie de las cordilleras andinas con unos 500 metros de altura y descienden rápidamente hacia el este 200 kilómetros, para de allí continuar en suave declive más de s00, hasta terminar en el arcaico uruguayo o debajo del océano '. En cuanto a la formación pampeana superior y media, ésta termina en las barran- cas del Atlántico y ríos del Plata y Paraná, dominando sus aguas con una altura de 10 a 30 metros, según los sitios, sin tomar en cuenta una segunda o tercer barranca, que en ciertos puntos se escalona bien lejos de la primera. Debemos tener presente que existe el pampeano en la costa uru- guaya de las riberas del Plata, adonde alcanzó en los períodos de calma entre una y otra transgresión marina, formando una tierra unida entre Buenos Aires y la Colonia ?. En la costa entrerriana (exceptuando la región austral más baja) no existe el pampeano más allá de la ribera oriental del Paraná, pues el levantamiento de la mesopotamia fué una barrera a su paso. D”Orbigny (ob. cit., pág. S0) dice que la falla de cinco grados o 125 leguas de la mesopotamia es anterior al pampeano, pues éste se apoya en la falla sin ocupar la parte alta. En cuanto a las antiguas barrancas que han sido ribera derecha, éstas se escalonan a algunos centenares de metros del agua, como se ve en los altos acantilados de Campana; mientras que las de su pri- mitivo valle o cuenca, cuando aun no se habían encausado las aguas dulces, llegaban a muchos kilómetros del lecho actual. En el Salto (prov. de Buenos Aires) existe una serie de barrancas, pequenas e inclinadas, que se suceden en el espacio de dos leguas, alcanzando en su total una altura de 30 metros, al pie de las cuales se han halla- do depósitos de moluscos (Littorinida). Deben ser probablemente de la época en que las aguas dulces del norte estaban contenidas « más alto nivel por las saladas de la invasión marina, subiendo a gran de 303 metros hasta el arcaico. Más al oeste y al norte las capas aumentan en espesor, y en San Cristóbal (prov. de Santa Fe) la perforadora no toca el arcaico en 1300 metros. ' Según Ameghino, veáse figura 1. * En Montevideo el « pampeano » descansa sobre las rocas metamórficas. (Ame- vhino.) CEounuobay DN QUA 1) 9p 08UI) 02 “DIB07 001) ¿NITNWIVA NVAOf) “[B1po9e) Y 9p 0919d [9p B[[9.9S9 Y Op O[eq9P GLFu8E Y BPLIO[O) “PYPLIQO]TES op $UIQ6O SU] OP (0100 [8) JOALU [9 $9 *)-0 BOUIL[ Y] “COYUEIBND UOLOBULIO, *p ¿RUBLLIOAJUO UOLOBULIOS € + eUron ee oro BuLos z ¿vurodured uoroRutoj “1 UUO[LA UNIDOS SOL Y SOMONE 9P PYPUE *[ op oyied eun op soara] e 0DISQ[003 DIO) — “2 :9 3 ON RA [ojo] - == te AZ - =- ==. -—_—=-— ol f > 0 4 =D SER == ESTÉS ARAS oa A EN S3BÓS 0, SISSI IAS o O == => 01 Sy el AN | 1 sy Ls S = IO PE_AA A A A A A A A o ES ==> o A 5% OF ri 168 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES altura e invadiendo las llanuras pampeanas, hasta formar un extenso lago que seguía la falla paranáplatense ?. Anteriormente he citado la opinión de D"Orbigny a este respecto, cuando menciona grandes depósitos de arenas y valvas de moluscos que habitan hoy aguas salobres, hallados en las barrancas de San Pedro (prov. de Buenos Aires) a 30 metros de elevación, que indican que el Paraná llegaba entonces a esa altura. Los bancos a que D'Or- bigny se refiere tienen dos y tres metros de espesor y varios centena- res de longitud, se hallan lejos de la barranca y se acordonan en sen- tido de la corriente del río, lo que hace inaceptable la idea de que puedan esos moluscos haber sido depositados por los primitivos abo- rígenes que se alimentaban con ellos. En los últimos tiempos del período plioceno, los innumerables bañados y lagunas -pampeanas, desbordados, cubrían la llanura con millones de hilos de agua que corrían lentamente depositan- do las arcillas del piso «bonaerense »; más tarde, el levantamiento de la llanura hizo desalojar las aguas con mayor rapidez, forman- do miles de zanjones y cañadas que desaguaban en la depresión paranáplatense; y más tarde aun, al finalizar la época, las cañadas se convirtieron en arroyos, los zanjones en ríos, y las aguas aumenta- das en caudales prodigiosos por la elevación de las tierras y las aveni- das del norte, cavaron el cauce del Plata sobre los pisos del pampea- no; primero muy ancho, formando un extenso lago poco profundo, se- nalado por los desniveles que existen lejos de su cauce actual; luego más angosto, con franca salida al mar, indicado por las altas barran- cas costeras, y por último, algo más estrecho y profundo en su álveo definitivo que ha conservado hasta hoy, aunque con pérdida de profun- didad y grandes modificaciones en sus cursos de salida al mar, produ- » cidas por la formación de islas en su Delta y bancos en su estuario *. 1 El Plata y el Paraná, en su época primitiva al excavar su cauce, tenían sus aguas a gran altura, sobrepasando el borde superior de sus actuales barrancas. El hallazgo de capas lacustres en las costas del Plata, así como el de bancos ma- rinos a eran altura, indica que «el fondo primitivo del estuario en Buenos Aires se elevaba varios metros sobre el fondo actual del mismo río ». (Amegl.) ? Las islas del Delta se han formado de arcillas, arena finísima y detritus vegetales que el arrastre de las aguas depositó en sitios especiales formando bancos, achatados en un principio y que se levantaban más tarde con la ayuda de la vegetación o por causas extrañas : raigones, buques a pique, restos de viviendas arrastrados por las inundaciones y hasta por esqueletos de ballenas que vararon en los bancos. (OUN[S9ULY “4 10390p [9p ue[d 79 undos) vo[[ipao) B[ 9P SOPUY SO[ 9p UBLLOS 15) UB n: UBUO[[91 9Mb SAULOLOBIY S9J 190 JBIJUO) SOLOULIA SO[ VISBL SOTYJUOLIO SUL 98 SB] 9PSOp *«vBuvodurd » vouono e] 170 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La meseta de Buenos Aires, último punto alto de la orilla derecha al terminar la parte angosta del Plata, avanzaba en los primeros tiempos sobre el río donde penetraba con sus altas barrancas simu- lando una península. Las erosiones e invasiones marinas ya habían arrebatado buena parte de sus tierras por el lado sur y luego la corriente impetuosa del río desgastó su extremo saliente del este y nordeste, arrastrando al mismo tiempo los depósitos marinos del piso «belegranense » que ocupaban la barranca !. «Durante la transgresión océanica querandina — dice Ameghino — el estuario del Plata era más ancho y estaba completamente ocupado por las aguas marinas que formando una profunda bahía, penetraban en el ancho valle del Riachuelo 20 kilómetros tierra adentro, aislando por el sur la meseta en que más tarde se levantaría la ciudad de Bue- nos Aires. » La inmensa masa de aguas dulces retenidas en el norte y algunos metros más altas que las del río actual, llenaban el cauce del río de las Conchas y los extensos bajos y bañados adyacentes a su Curso, bajando a reunirse con las del río de Matanzas (valle del Riachuelo), convirtiendo toda la región encerrada entre ellas en una isla o amplia península triangular unida a tierra por un itsmo bajo, semiinundado y de poca anchura ?. * La supremacía en altura de la meseta de Buenos Aires sobre sus alrededores parece que data de época muy lejana, pues no alcanzó a cubrirla la invasión marina « belgranense » que ocupó únicamente sus riberas. ln pozos excavados en distintos lugares de Belgrano, se hallan bancos de moluscos de aquella trans- gresión a ocho y diez metros de profundidad, mientras que en Buenos Aires no han sido hallados en las excavaciones y sólo han existido en las barrancas de la ribera al norte de la ciudad o al sur del Riachuelo. En los demás puntos ha sido denudada. * Estudios topográficos de la meseta de Buenos Aires demuestran por curvas de nivel que entre Flores y Vélez Sarsfield ha existido un itsmo muy angosto que hace pensar en algún borrado desagiie que hoy no conocemos, pero que indudablemente ha puesto en comunicación la cuenca del Maldonado con el valle del Riachuelo, antes de que el estuario del Plata se encauzara y diera salida a todo aquel mar interno. En el Mapa General de la ciudad de Buenos Aires, por Armand de Saint-lves, 1887, encontramos una demostración muy evidente de una antigua comunicación del Maldonado con el Riachuelo, la cual aun puede comprobarse con el examen del terreno, a pesar de los años transcurridos y los rellenos de tierra que se han hecho para construir los pavimentos. A siete cuadras al oeste de la plaza de Flores, en el paso de las calles Cuenca y Portela por Rivadavia, se halla una depresión del terreno que lleva las aguas hacia el sur; es una extensa entrada del valle del Riachuelo que viene de sudeste CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 171 Más tarde encausadas las aguas y en plena labor el río, las corrien- tes que bajaban del Paraná y Uruguay las empujaron hacia el oeste enfilándolas por el canal del Barca Grande que cortaba diagonal- mente el Plata entre Martín García y Buenos Aires; las hacía pasar delante de la meseta y los bajos de Quilmes y la Ensenada, yendo a perderse más allá de Punta Piedras. Todavía existen en el fondo del río las depresiones que dejó esta eran corriente, marcando el camino que siguieron sus aguas. La acción de aquella poderosa corriente unida al empuje de las aguas que bajaban directamente desde el norte, batiendo contra la orilla derecha, desgastaron y arrebataron poco a poco las barrancas más salientes de la meseta peninsular a pesar de los mantos de tosca durísima que existe en ellas. Este trabajo del río se ha continuado hasta hace poco tiempo, pues existe constancia histórica de que la playa baja de Buenos Aires penetraba antiguamente algunas dece- a noroeste pasando detrás del Cementerio y llega hasta ese punto. Enfrente, hacia el norte las curvas de nivel del valle del Maldonado llegan por ese rumbo a muy poca distancia de los anteriores. El terraplén del Ferrocarril del Oeste, divide las aguas, unas hacia el valle del Riachuelo y Otras hacia el de Maldonado, cuyo cauce dista de ese punto un kilómetro aproximadamente. El terraplén mencionado tiene allí una amplia alcantarilla por donde pasan las aguas pluviales al Maldonado, y aun cuando su altura sea hoy de dos metros aproximadamente y las calles que lo cruzan pasan a nivel de las vías merced a los rellenos que han sufrido, fácilmente se nota que el terreno ha sido muy bajo y, si el ingeniero Saint-lves pudo en 1887 encontrar, a pesar de esos rellenos, los. bajos que acusan las curvas de nivel de su mapa, puede suponerse lo que habrá sido ese paraje en 1857 cuando el Ferrocarril del oeste inauguró su vía. La calle Rivadavia ha sido el camino más anvíguo de la ciudad y la puerta de comunicación con el exterior. Los cauces y bañados del Riachuelo y Maldonado cerraban las salidas por el norte, el sur y el oeste ; el único paso entre ambos va- lles era el que he indicado y por él iban en la época colonial las tropas de carre- tas y la posta que comunicaban con las provincias por el camino de Córdoba. Por ese punto, también, tendió sus líneas nuestro primer ferrocarril en 1857, pero tanto él como la calle Rivadavia tuvieron que torcer hacia el sur la línea recta, buscando la loma mencionada. Lo más curioso del caso es que, sin tener que remontarnos a épocas muy leja- nas, la tradición y los documentos históricos nos dan noticias de esta ínsula. El mapa de la edición del libro de Schmidel por Levino Hulsium (Nuremberg, 1599) nos presenta a Buenos Aires al sur de un inmenso lago y 17 años antes don Juan de Garay, en carta al rey de fecha 20 de abril de 1582, le decía : « por hacer tan gran punta la tierra, los indios llaman ysla la tierra de Buenos Ayres ». Más tarde aun, «el gobierno español en una cédula de 12 de diciembre de 1701, cali- fica de isla a la ciudad de Buenos Aires ». (Angelis, tomo I, página X del índice geográfico e histórico.) 172 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nas de metros en el río con terreno inundable en las grandes mareas, pero con suficiente altura para que acamparan en ella, por breve tiempo, los conquistadores de la expedición de Mendoza en 1536, y cultivaran huertas y quintas en 1550 durante el gobierno de Garay. El continuo trabajo de las aguas que antes derrumbó las barrancas y arrebató las tierras y depósitos marinos de la meseta, hizo más tarde desaparecer esa playa baja, especialmente en su extremo nordeste que era el más amenazado, hasta que en las últimas épocas el creci- miento del Delta y levantamiento del río en su orilla derecha desvió las corrientes sobre el cauce oriental que es ahora el más importante !. Aunque parezca extraña la teoría de que los principales canales del Plata han existido antignamente sobre la ribera argentina, ella reposa en muchos indicios geológicos y comprobantes históricos que demuestran que antes y después de la conquista, las aguas profundas de un canal caudaloso pasaban por delante de Buenos Aires, desde el Paraná hasta Punta Piedras. D"Orbigny hace mención de un banco de moluscos fósiles encon- trado en una excavación efectuada dentro de la ciudad de Montevi- deo a cinco metros de altura sobre el nivel del mar. Esos moluscos descansaban ¿n situ sobre las rocas metamórficas del arcaico mon- tevidense y pertenecían a géneros esencialmente marinos. Del otro lado de la bahía, al pie del cerro y más o menos a la misma altura se hallaron también bancos de moluscos de agua salada: Buccina- nops giobulosus (D*Orb.), Ostrea puelehana (D'Orb.), Mytilus edulis (Linn.), etc. Florentino Ameghino, que estudió este último yacimiento, dice que encontró en el cerro y parte de esa costa hacia el norte, una se- rie de bancos aislados y a niveles diferentes hasta cerca de cinco me- tros sobre el nivel del río, y agrega: « En los bancos que se hallan a un nivel inferior he visto muchos ejemplares de la Azara labiata, es- pecie que no cita D'Orbigny. >» Estos bancos, según opinión de Ame- ehino, son posteriores a la formación pampeana, pues descansan so- bre ella y muchísimo más modernos que los que se hallan a más alto nivel, pero unos y otros «remontan a una gran antigiiedad, pues esas conchillas no pueden haber sido depositadas en esos puntos sino en una época en que el nivel del terreno en que se encuentran, era más bajo y estaba sumergido debajo del nivel inferior de las aguas. t« La barra de la boca del río Luján ha retrogradado en cincuenta años 500 ó 600 metros, lo que prueba que las tierras que forman la embocadura del río avanzan de unos diez metros por año sobre el estuario del Plata. » (Ameghino.) CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 173 Además, las diferencias no son tan sólo de nivel, sino también de condiciones físicas. «En efecto, ninguna de las conchillas que se encuentran en esos bancos vive actualmente en la embocadura del Plata, en frente de Montevideo. Es cierto que hay una excepción, puesto que la Azara labiata vive actualmente en el río desde Buenos Aires hasta Monte- video, pero este molusco, además de encontrarse en escaso número en comparación de las demás conchillas, sólo se presenta en los bancos que se hallan a un nivel más inferior. «Las condiciones de existencia no dejan por ésto de haber cam- biado notablemente. Actualmente el punto en donde más abunda la Azara labiata es en las cercanías de Montevideo, mientras que en la época en que se depositaban los bancos marinos de la bahía, ese era el punto en que justamente era menos abundante. « Ahí no se halla representada más que por ejemplares aislados, mientras que en los bancos marinos de las cercanías de Buenos Aires, forma ella más de la mitad de las conchas, y que en los depósitos que se hallan aún más arriba en San Pedro, forma la totalidad de las con- chillas que contienen. Para encontrar las mismas especies que con- tienen los bancos marinos de Montevideo, es preciso salir más afuer: de la embocadura del Plata, en donde las aguas dulces no ejercen in- fluencia alguna » ?. La presencia de esos bancos marinos antiguos sin Azara labiata (que sólo se halló en pisos más modernos y a nivel más bajo) mien- tras que en la misma época existía abundantemente en la costa de Buenos Aires y mucho más arriba hasta San Pedro, donde los bancos que se hallan a treinta metros sobre la barranca pertenecen pura- mente a este molusco, indica claramente que una gran corriente del Plata pasaba antiguamente por un cauce costero a Buenos Aires, pues la Azara labiata prefiere las aguas salobres a las puramente sa- ladas que había entonces frente a Montevideo, habitadas por otras especies esencialmente marinas. En la costa oriental puede haber existido en esa época otro canal o ensenada marina sin comunicación inmediata con la gran corriente dulce y sus aguas saladas no eran buscadas por la Azara labiata y sí por las otras especies citadas. Más tarde, cuando las aguas del Plata, demasiado caudalosas, arrebataron parte de la meseta occidental (Buenos Ajres) y de las transgresiones marinas de esa orilla, se pro- * AMEGHINO, Antigiiedad del hombre en el Plata, tomo TL, páginas 107 y si- guientes. 174 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dujo un fenómeno igual en la costa uruguaya, donde las aguas dulces arrebatando tierras, separaron las islas de Hornos, López y San Ga- briel de la tierra firme, cavaron un cauce profundo hacia ese lado y las aguas saladas del seno marino que suponemos se transformaron en salobres, habitándolas recién la Azara labiata, pero a un nivel más bajo que las otras especies, pues había bajado también el fondo del río. A esta prueba tan remota, pero evidente, siguen otras más mo- dernas arrojadas por los sondajes que nos revelan que el fondo del río ha sido más profundo en la costa argentina, profundidad que ha perdido a causa de los bancos en él depositados y la apertura de nue- vas salidas en la costa oriental. Anteriormente he manifestado que hay constancia histórica de la existencia de ese gran canal durante la época de la conquista y debo agregar que esa gran arteria de nuestro estuario permitió en esta costa, la exploración efectuada por los buques de Magallanes, el paso de Caboto y los múltiples viajes de Mendoza. Al final de este trabajo encontrará el lector los sondajes verifica- dos en 1599, porun buque holandés de gran calado y tonelaje que prueban lo expuesto. Sin entrar en discusión sobre la exactitud de la «ley de Baer », me- rece tenerse en cuenta el hecho positivo de que los canales de la ribera derecha del Paraná, han ido poco a poco cediendo el primer puesto en caudal y profundidad en su boca de salida a los de la orilla oriental, aun cuando éstos torcían violentamente su curso hacia la izquierda para ir a desaguar frente a la costa uruguaya en un río más estrecho que el estuario del Plata. Este es el hecho aparente y actual, pero la historia nos dice que durante la évnoca colonial, el canal de las Pal- mas era el principal y los sondajes efectuados en él nos demuestran su gran profundidad y el pujante caudal de sus aguas que en el con- tinuo arrastre de arenas y detritus, ha formado el enorme banco que lleva su nombre, haciendo imposible la navegación para buques de :alado mayor de cuatro pies. Si se canalizara el estrecho banco que al noroeste de Martín Gar- cía cierra el paso entre las aguas del río Uruguay y los « Pozos del Barca Grande », se restablecería en poco tiempo la gran corriente del antiguo canal a que me he referido y disminviría la importancia del actual sobre la costa uruguaya, que debe su profundidad al hecho de ser la salida principal de sus aguas propias (Uruguay) y las del Pa- raná que después de construir con los barros y arenas arrastrados por sus corrientes el enorme « Banco de las Palmas », cegó con ellos CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 175 su canal de salida directa y elevando sus aguas buscó en los más orientales un camino hacia el mar. La realización del « Canal Mitre », o por lo menos el dragado en la boya del kilómetro 24, cooperaría al restablecimiento de aquella anti- gua arteria que traería las aguas profundas delante de Buenos Aires, como existían en los tiempos de Caboto y de Mendoza. A pesar de todos estos impedimentos, el canal de las Palmas goza aun, para los entendidos, su antigua fama de río caudaloso y ha me- recido menciones altísimas dignas de su tradición secular. El ministro de Obras públicas, ingeniero Miguel Tedín, refirién- dose al Paraná de las Palmas, decía en su Memoria de 1907 : «Es uno de los más regulares entre los existentes en la república para la navegación de buques de gran calado, tanto por la configuración ge- neral del río como por la estabilidad y profundidad constante de sus fondos, teniendo en sus costas, puertos de considerable movi- miento, como los de Campana y Zárate y en breve el de Baradero, punto terminal del canal navegable en construcción en el norte de la provincia de Buenos Aires. » Un año después, el ingeniero Emilio Mitre, defendiendo el proyec- tado « Canal de las Palmas », dijo en la Cámara de diputados lo si- guiente : «Se trata, en primer término, de realizar una obra nacional de la mayor importancia, como es el canal del Paraná de las Palmas, recla- mado de tiempo atrás y sostenido por autoridades de primer orden en materia de ingeniería hidráulica. «Como vía comercial, basta decir que el Paraná de las Palmas es uno de los cursos de agua más magníficos que existen en el planeta, con profundidas que llegan en aleunos puntos, como en la Vuelta de Obligado, a 150 pies y que en toda su extension presenta sondajes muy superiores al calado máximo de las grandes unidades navales. «El río de la Plata, por su parte, tiene, viniendo del océano, hasta pasada la barra de Punta del Indio, accesos navegables para buques hasta de 26 pies de calado, que con poca marea pueden entrar por el canal del norte al puerto de la Capital; pero entre el puerto de la Ca- pital y el Paraná de las Palmas, o mejor dicho la boca del Guazú, existe una solución de continuidad en la vía de agua profunda por los bajíos de esta parte del estuario. Se ha tratado en todo tiempo de resolver el problema de la navegación a los ríos superiores, dra- gando en el estuario canales artificiales. «Se ha ido a buscar esta solución, precisamente, en la depresión natural que existe a lo largo de la costa uruguaya. Es sabido que el 176 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES gobierno de la Nación mantiene allí un tren de dragado importante y un servicio de boyas luminosas, gracias al cual la navegación se efectúa en condiciones muy superiores a las en que se efectuaba años atrás, pero en condiciones todavía precarias porque está sujeta a las bajantes del río que obligan a los buques, con los perjuicios con- siguientes, a detenerse dos o tres días en el paso de Martín García, en la barra del Globo y de San Pedro. » Estas breves líneas indican claramente el estado actual de los ca- nales del Plata superior y las dificultades para la navegación, produ- cidas por la invasión de las arenas en el fondo del río y el avance siempre constante del banco de las Palmas y Playa Honda. El crecimiento del fondo del río, no es nuevo; pero es indudable que él aumenta de un modo progresivo amenazando cubrir todo el estuario. Las poderosas corrientes de sus aguas caudalosas son las que abren caminos a la navegación, trazando surcos jigantescos en las arenas y cuando éstas logran cegar en alguna parte esos canales, uno nuevo se labra allí cerca o en otro punto del estuario. Es indudable, dada la naturaleza de nuestro río *, que han existido ya en época remota algunos de los bancos que contiene; pero mucho menos extensos y, sobre todo, más bajos, dejando amplios espacios de gran profundidad y por doquiera a causa de su escaso relieve, paso suficiente a las de los descubridores y conquistadores ?. Hace algunos siglos, cuando fué descubierto el Plata, el banco de las Palmas y su continuación de Playa Honda, no penetraba tanto en el río y se hallaba cortado y detenido en su avance por los canales del Barca Grande. Los buques de los primeros descubridores cruza- ron el Plata con relativa facilidad por lugares que hoy no pasan otros de menor calado. Según Oviedo, enfrente a San Gabriel, «empezaban los bajos de este río »; los barcos de Magallanes eruzaron por varios puntos y en tan breve tiempo, que demuestra no tuvieron que buscar su camino sonda en mano; Caboto, pasó de la costa uruguaya al río 1" «El Plata es demasiado ancho para tener mucha profundidad; por eso está lleno de bancos de arena más o menos grandes, entre los cuales el de Ortiz que tiene más de veinte leguas de largo y el Baneo Chico. » (D"Orbigny, tomo I, pá- gina 10). 2 El menor relieve de los bancos dió mayor fuerza e importancia a las corrien- tes del río que internaron mar adentro sus aguas dulces. Oviedo, dice, por de- cloración del piloto Alonso de Santa Cruz: «del cabo Santa María al oeste, diecisiete o diez y ocho leguas, comienza a ser el agua dulce y potable ». Esto demuestra la gran potencia de las antiguas corrientes, pues hoy no llegan las aguas dulces a Montevideo. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 177 de las Palmas, sin mayor dificultad y, por último, don Pedro de Men- doza, cruzó desde la Colonia a Buenos Aires con su expedición, sin señalar estorbos sino en la proximidad de nuestra costa donde los buques mayores anclaron a media legua de ella, en los Pozos del ca- nal costanero que daba salida a las aguas de las Palmas y Barca Grande. Posteriormente, las naves que vinieron de España, lo hicie- ron siempre cruzando de San Gabriel a Buenos Aires y las que de aquí salían río arriba, lo hacían por el canal que he mencionado, sin que la profundidad de este camino dejara nada que desear, ni se re- eistrara caso de encalladura o naufragio al eruzar puntos que hoy son difíciles de navegar. Restablecer el antiguo canal que daba salida a aquella gran arte- ria sería una obra de grandísima importancia. Ella podría iniciarse con una profundización de los pasos hoy semicegados por el banco, uniendo los pozos existentes y cerrar por la parte superior la innu- merable red de pequeños canales que atraviesan el Delta y restan aguas al río de las Palmas. No hay mejor draga para el Plata que una corriente poderosa y las de las Palmas, Miní y Barca Grande, hábilmente dirigidas, harían en pocos años un trabajo mayor del que en igual tiempo realizarían obras muy costosas. Según el ingenieron Barzi (del ministerio de Obras públicas), el banco de Playa Honda avanza sobre el canal navegable de la costa uruguaya y estrecha poco a poco el paso del Farallón. Esta invasión de las arenas se opera no sólo allí, sino sobre todo el veril occidental de los canales de la costa uruguaya y sólo la gran pujanza de las aguas impide se cierren esos pasos, pero el día en que ellas encuen- tren mayor salida que la actual en la costa argentina, trabajarán pro- egresivamente hasta recuperar su antiguo cauce, igualando la impor- tancia de los canales y dando mayor facilidad a la navegación en nuestra costa, restableciéndose así las corrientes del estuario a su estado del siglo XVI. CAPÍTULO II FAUNA Y FLORA El doctor Ameghino, en su trabajo sobre Las formaciones sedi- mentarias del cretáceo superior y del terciario de la Patagonia, al rablar del origen de las faunas, dice: «Yo creo que las faunas ma- 178 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES malógicas más antiguas de la Patagonia, han dado origen a los mamí- feros que han habitado y que habitan toda la superficie de la tierra, a partir del cretáceo superior ». Esta sola enunciación que demuestra la genial valentía en la per- cepción de aquel sabio investigador y la que «obliga a estudiar las semejanzas y diferencias que presentan los mamiferos de la Patago- nia con aquellos de los otros continentes. para trazar su filogenia », basta para llamar fuertemente la atención sobre la fauna de aquellas épocas, antecesora y abuela generadora de la que se ha ido sucedien- do en otras posteriores, sufriendo a través del tiempo las metamórfo- sis que el clima y medio ambiente le imprimían. No es este sencillo trabajo el destinado seguramente a estudiar ni aun con mediana detención tan enorme conjunto, ni es tampoco a mi pluma que esté reservado tan vasto campo de estudio en que t1fo me atrevo a esgrimir débiles armas. Pero si cedo el pues- to a los más capaces en la envidiable descripción de un conjunto de la época cretácica y terciaria, séame permitido esbozar aun- que con pálido reflejo lo que se refiere ala cuaternaria y moderna, desde que se terminó la formación del río de la Plata, hasta la llega- da de los conquistadores. Es conveniente para el estudio comparativo que me propongo hacer. La fauna y flora hallada en esta parte del continente por los prime- ros europeos que a él llegaron, no ha sido casi mencionada por ellos, poco y mal deseripta por los primeros historiadores y nada estudiada en conjunto por los modernos. Me refiero, como lo tengo dicho, a las es- pecies que hallaron los descubridores en aquella época, aleunas de las cuales se han extinguido o tienden a desaparecer, otras se han hecho extremadamente raras y muchas se han alejado para siempre de los parajes en que fueron vistas por primera vez. Los estudios modernos de flora y fauna argentina son notabilísi- mos, pero, la distribución geográfica de las especies no es la misma de aquellos tiempos; no se ha tomado nota de los parajes en que an- tes se diseminaban; no se ha establecido su identidad con las que ci- tan Caboto, Oviedo, Sechmidel o Ruy Díaz de Guzmán, ni se las ha separado con una anotación cuando se trata de especies importadas muy posteriormente de otros países. Establecer las especies verdaderamente americanas identificándo- las con aquellas que con nombres más o menos extravagantes fue- ron señaladas por los descubridores por inspiración propia o mala traducción del nombre indígena, es otra razón importante que mue- ve a la investigación en este caso, si se quiere conocer la verdadera CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 179 fauna y flora del río de la Plata en la primera mitad del siglo xvI ?. El doctor Lafone Quevedo, en la traducción de Sehmidel, editada por la Junta de historia y numismática americana (1905), ha tenido la prolijidad de anotar la mayor parte de las especies citadas por aquel historiador alemán, siguiendo en esto el ejemplo de M. A. Pelliza, en la traducción del mismo libro, publicada en 1881. Pero ambos se han atenido sólo a las citas de Sehmidel, luchando con la dificultad del modo con que éste escribía los nombres indígenas que resultan para nosotros más ininteligibles aún, dejando como es lógico, sin mencio- nar las especies que en ese libro no figuraban, pero que han sido ci- tadas por otros viajeros descubridores o historiadores de la época. También son datos interesantes los que se refieren a la distribu- ción de la flora en aquel tiempo, y no deja de ser útil al historiador y al naturalista saber que Caboto encontró las islas del Paraná cubier- tas de palmeras; los compañeros de Mendoza, la costa y meseta de Buenos Aires sembrada de frondoso bosque, y Ruy Díaz de Guzmán, señala más al sur, desde el Riachuelo a la Ensenada, la costa baja inundada y sin árboles de ninguna especie, aunque no en el litoral ribereño y albardones, donde hay constancia histórica de la existen- cia de bosques aislados, pero espesos y de mediana altura. Son estas lagunas en los preciosos datos que poseemos del pasado de nuestro estuario los que deseo llenar en su parte más importante, 1 Es bien original la forma en que los primeros historiadores de la conquista describen la fauna americana; y en lo que se refiere a las especies de nuestro país, lo hacen de un modo tan extravagante que es necesario adivinar el pensamiento del escritor para identificar la especie descrita. Así, por ejemplo, Oviedo, al deseri- bir la fauna hallada por la expedición de Caboto, dice: « Hay osos hormigueros, y llamanlos así porque se alimentan de comer hormigas; hay muchos ciervos y ovejas de las que hay en el Peru. Hay tigres pintados; hay muchos encubertados ; hay zorras, como las de España, y liebres; hay unos animales de agua muy ex- tremados de todos los que se saben en el mundo ; y estos son puercos que se toman en los ríos con redes, y son como puercos naturales o muy semejantes a los de tierra, salvo que no tienen cerdas ni pelos, y su color es que son pardos o ru- bios: y en todo lo demas son como puercos, excepto que las manos e los pies tienen anchos y como de lobos marinos, y en la carne son diferentes, porque todo es gordo y sabe como pescado y no de buen sabor; pero comianlo los indios y los españoles por necesidad. Hay hutias, beoris o dantas ; hay muchas aves de rapiña e halcones de muchas raleas; gavilanes, esmerejones, vencejos, papaga- yos de los muy chiquitos y de otras muchas suertes y raleas, y de los grandes. Hay faisanes naturales y pintados, y perdices pequeñas, como las estarnas de Italia, codornices, patos de agua negros, de tamaño o algo menos que los de Es- paña, y son buenos de comer, y no los hay en todo tiempo, porque son de paso ; hay muchos cuervos marinos. » (T. IL, libro XXIIIL, cap. Y, pág. 178.) 180 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES pues las breves líneas que le dedico no permiten hacer un estudio detenido ni científico que ocuparían varios volúmenes de buen ta- mano. (Quiera el lector ser benévolo con la forma en que aprecio los he- chos y aceptar sin desconfianza las citas, que son de rigurosa verdad histórica. En los tiempos del período cuaternario y al finalizar el «lujanen- se», cuando las aguas del Atlántico, penetrando por la depresión que antes ocuparan las otras transgresiones marinas llenaban el futuro estuario del Plata y los cauces de los ríos que en él desaguaban, las aguas de éste presentaban el aspecto de una profunda bahía de ondas amargas y salobres que las mareas diarias renovaban, sin que las co- rrientes dulces del norte, todavía débiles, pudieran desalojar ni en- dulzar. Aunque el levantamiento del terreno continental era ya muy nota- ble, la pampa aun no bien desecada conservaba mucho del aspecto de la época terciaria. Vastas llanuras bajas, alternadas con fuertes lomadas; grandes lagunas y cañadas de fondo cenagoso y riberas movedizas; pantanos y ciénagas de arcilla pegajoza; y sobre ese te- rreno húmedo, tibio y blando, una espesa vegetación de gramíneas y plantas acuáticas que se extendía verde y monótona hasta más allá del horizonte. Aleunas lomadas se intercalaban de cuando en cuando para servir de asilo á los jigantescos mamíferos de la época, que al descender al valle en busca de alimento encontraban amplia tumba en aquellas vastas tramperas de tierras movedizas y traidoras. Hacia la costa del mar y de los ríos pampeanos se destacaban al- gunas mesetas y barrancas algo más altas, cubiertas de árboles bajos y tupidos arbustos que asilaban una fauna menor de carniceros y roe- dores. Es muy posible que hayan existido algunos cuadrumanos, aun que no se conozcan sus restos fósiles en este piso, pero, si han existi- do durante el cuaternario en el Plata superior, lógico es admitirlos en el período que describimos, ya que el clima y la región litoral les era favorable *. El hombre pampeano también habitaba esos parajes elegidos, y mucho más abajo de ese piso, en el preensenadense, se ha- llan los restos de uno de sus precursores. (Diprothomo platensis Amegh.). ' El doctor Ameghino señala como originarios del «lujanense» los Cebidos y Pitecidos. En cuanto a los Hominidos, los hace figurar desde e) piso «araucano ». (V. Les formations sédimentaires du crétacé, ete., etc., pág. 493.) CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 181 Los últimos representantes de los Toxodontes aparecen en este piso para extinguirse en la formación siguiente (piso platense), siendo de notar esta desaparición que causa extrañeza, por lo abundantes que han sido los animales de esta familia en todos los pisos del «pampea- no» y hasta del «araucano» (Paleotoxodon). No pasa así con los Equi- dos, que también muy abundantes, han presentado, sucediéndose unos a otros desde la base del pampeano (« ensenadense »), los géne- ros Paralipparion, Onohippidion, Nesohippidion, Hippidion y Equus, continuándose este último en el «platense» para servir de base a los caballos del cuaternario que se han perpetuado hasta nuestros días ?. Los Perisodáctilos de la familia de los Macrauquénidos, desaparecen con su género tipo: la Macrauchenia, para resurgir más tarde en forma de Tapiridos, representados hoy por el tapir en los bosques chaque- ños. Los Artiodáctilos, presentan un género de cerdos que se conserva hasta hoy, también en el Chaco (Tajassus) ; dos Camélidos: Paleolama (extinguido) y Lama (nuestra llama actual) y tres Cervidos que se han perpetuado hasta hoy : Odocoileus, Hippocamelus y Mazama. De los Proboscídeos quedaron dos magníficas especies: Mastodon Humboldti y M. superbus: dignos descendientes de aquella fuerte raza de los Piroterios, que saliendo del cretáceo de la Patagonia, emigró al África, pasó por Asia, Europa y Norte América y, después de evolucionar y transformarse en Dinoterio, Elefante y Mastodonte, volvió bajo este último tipo a su punto de partida algunos miles de años más tarde, para extinguirse en los pantanos del piso «lujanen- se» y «platense». El orden de los Roedores ha tenido en el «lujanense » abundante representación en buena parte de sus familias y un abolengo no me- nos noble que el de los Piroterios, pues su antigiiedad se remonta a los Diprotodontes del cretáceo de la Patagonia, para conservarse hasta hoy con abundantes especies. En el «lujanense» estaban repre- sentados por varias especies de la familia de los Oricetídeos (Holo- chilus, Oxymicterus, Ptyssophorus, etc.); el género tipo de los Miocas- tóridos (Myocastor) ?; el de los Octodontídeos (Ctenomys) ; el de los Viscacídeos (Viscacia) y varios Cavidos (Cerodon, Orthomyctera, Do- lichotis e Hydrochoerus), todos ellos existentes hoy ?. ! Ameghino establece para los Hipoídeos (Notohipídeos), la base en el «Notos- tilopense» (Cretáceo) y para los Equidos propiamente dichos, a partir del « entre- rriano ». * Es nuestra «Nutria» vulgar. (antes: Miopotamus coypus). ? El género Mierocavia, parece extinguirse en este piso. 182 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Los Pedimana ' están representados por el género Didelphys, mar- supial que tiene sus antepasados en la parte superior del cretáceo inferior, bajo la forma primitiva de Proteodidelphys, para tomar en el oligoceno la de Didelphys, con que llega hasta nuestros días ?. Los Carnívoros tenían en el «lujanense» un representante de la familia de los Ursídeos (Pararctotherium), que parece extinguirse en este piso. En la de los Canidos, varias especies del género Canis * que aparecen desde el pampeano inferior, y los géneros Dinocynops y Macrocyon que se extinguen en el «lujanense». La familia de los Mustélidos está representada por los géneros Conepatus * y Lyncodon que ya aparecen en el piso anterior («bonaerense»). En cuanto a los Felidos están representados por el extinguido Smilodon, tigre de ceo- losales colmillos, y varios gatos y leopardos (Pelis). El orden de los Gravigrados presentaba los gigantescos hervíbo- ros de la época. La familia de los Megaterios, con el coloso que le da nombre, y la de los Milodontidos con los géneros Scelidotherium, Grlossotherium, Eumylodon, Pseudolestodon y Lestodon, todos extin- euidos. Del orden de los Gliptodontidos existían los enormes armadillos que sirven de tipo a las familias de Elypotodon, Selerocalyptus y Doe- dicurus, que se extinguieron en pleno piso cuaternario, dejando en- terradas en las ciénagas del «lujanense» sus colosales corazas, como restos de titanes legendarios. Si la época moderna no fué propicia para la vida de aquellos gi- gantes, lo fué en cambio para los otros acorazados más modestos y diminutos. El orden de los Dasypoda nos presenta los géneros Tatu- sia, Dasypus, Tolypeutes y Eutatus que habitaban el piso « lujanense » y — con excepción del último — viven hoy día. Estos tímidos y débi- les animalitos, nos reservan una sorpresa ; su abolengo,que se pierde allá por el cretáceo, acompañando alos Proteodidelphys ! Hasta aquí me he cenido a los géneros señalados por el doctor Ameghino, de acuerdo con los restos fósiles por él clasificados en este 1 Ameghino dió el nombre de Sarcobora a un gran grupo de animales del que descienden los Carniceros actuales, ya sean monodelfos o marsupiales. Este gran grupo comprende los siguientes órdenes: Pedimana, Dasyura, Insee- tivora, Sparassodonta, Creodonta, Carnivora y Pinnipedia, siendo marsupiales los más primitivos. Los Pedimana son los más antiguos carniceros, y no hay otra especie de mamíferos que pueda competir con ellos en largo abolengo. * Vulgarmente se le llama, « Comadreja ». * Perros y Zorros. ' Zorrinos o Mofetas. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 183 piso y época, pero teniendo en cuenta que algunas especies se extin- guieron en el «lujanense » debido a modificaciones del terreno y, tal vez, del clima, que cambiaron las condiciones necesarias a la vida de aquellos animales en su mayoría gigantes, cambio y condiciones cu- ya alteración no pudo causar igual perjuicio a las aves, peces y mo- luscos, que poblaban la tierra y aguas pampeanas, me atrevo a afir- mar que éstas no sufrieron mucho y, salvo excepciones que no es po- sible señalar, se conservaron hasta hoy, siendo las mismas especies existentes, aunque muchas emigraron hacia el norte buscando eli- ma más cálido y otros hacia él sur en procura de aguas más saladas y costas más solitarias, cuando la población indígena fué más numero- sa. En cuanto a las modificaciones del terreno a que acabo de referir- me — las que concluyeron con varios géneros de animales, especial- mente los más gigantescos — debemos buscar sus causas en algunos 'ataclismos parciales que agitaron el suelo sobre la costa Atlántica y muy principalmente en la región del Plata en formación; sacudimien- tos de escasa duración, pero que fueron suficientes para echar dos nuevos pisos sobre el «Lujanense »: el «Querandino », por la inva- sión marina de este nombre, y el «Platense», su contemporáneo la- custre de agua dulce. Al final de la época lujanense se inició un brusco movimiento ascencional del Plata y costa del Atlántico; las aguas marinas corrie- ron hacia el océano por los cauces que ocupaban, arrastrando a su paso los depósitos de arenas y moluscos por ellas depositadas; las aguas dulces siguieron en pos de ellas por los abandonados lechos, concluyendo de arrebatar los restos que quedaban y ahondando los cauces de futuros ríos y arroyos, siendo tal vez en esta época cuando se terminó la depresión de los bañados del Riachuelo, Flores y Ma- tanzas, destacándose la meseta de Buenos Aires. A este movimiento ascencional siguió otro inverso de abajamiento y el mar penetró nuevamente en los cauces de los ríos ya formados. cubriendo en buena parte la costa atlántica. La invasión de las aguas fué tan intensa que el mar cubrió la costa desde el Paraná inferior hasta la Patagonia y subió por los cauces de los ríos: por el Luján hasta la ciudad de este nombre y por el Matanzas y las Conchas hasta la altura de Morón. Ei depósito de arenas dejado por las aguas saladas formo el piso «querandino », conocido por los bancos de mo- luscos que se designan vulgarmente con el nombre de «conchilla ». Mientras el mar realizaba esta labor lenta y continua, sobre la pampa se efectuaba otra metamórfosis no menos acentuada. La lla- nura, más desecada que en el « lujanense », concentraba las aguas 184 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dulces en grandes lagos o lagunas, depositándose en ambas un nuevo piso lacustre: «el Platense ». La vegetación boscosa de esta época aumenta en las mesetas y barrancas. Las poderosas corrientes dulces que bajan del norte tra- zan surcos profundos en el lecho bajo y blando del estuario, ocupado por la invasión « querandina », formando desniveles que, en su parte más alta, servirán de asiento a los futuros bancos o islas vecinas al Delta, mientras arrastran en sa marcha plantas acuáticas, semillas y frutos que, depositadas en la costa, serán la base de una nueva flora que aumente la existente !. Los árboles son más abundantes y de mayor tamaño, mientras, en :ambio, las yerbas de la llanura disminuyen su altura, lozanía y apre- tada tupidez. En resumen: los bosques de las mesetas, matorrales ribereños y vegetación de la llanura, toman un aspecto muy aproxi- mado al que se observa hoy en los lugares apartados que han esca- pado a la labor humana. El hombre en esta época forma grandes agrupaciones, verdaderos pueblos de aborígenes, cuyos restos de chozas, fogones e industria cubren buena parte de las riberas de ríos y lagos sobre el litoral o hacia la pampa. La fauna ha disminuido sus especies gigantescas, aumentando en otros géneros y especies nuevas con abundantísimos ejemplares. Los últimos Toxodontes del piso «lujanense» ya han desapare- cido. Los Hipoideos, con la extinción del género Hippidion, quedan reducidos a varias especies del género Equus, antecesores de nuestro caballo criollo. Los Perisodáctilos se han extinguido en el piso ante- rior con la Macrauchenia y Diastomicodon. En los Arctiodáctilos, des- aparecen del Plata el Paleolama que se extingue en este piso; pero, en cambio, los Cervidos, Odocoileus y Mazama, se conservan aun y permanecieron en él hasta la llegada de los conquistadores. Los Proboscídeos desaparecen asimismo con su último género (Mas- todon); en cambio, los roedores se mantienen, con excepción de dos géneros que se extinguen: Ptyssophorus y Microcavia, siendo reem- plazados por Phyllotis, Acodon, Eligmodontia y Cavia. En los Pedimana se conserva el carnicero marsupial Didelphys. En el orden de los Carnivora, los Canidos quedan reducidos al género l La variedad de plantas de las islas y costas del Plata, obedece a esta causa por demás conocida, siendo de notar que ella misma alcanzaba a la fauna de esta región que suele aun presentar especies de los países cálidos traídos por los «camalotes » en las grandes crecientes. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 18: Ol Canis; los Mustélidos al Conepatus, y los Felidos al género Felis. Los Gravigrados acaban de extinguirse en este piso con sus últi- mos géneros, Essonodontherium, Glossotherium y EHumylodon; salvo Neomylodon, cuyos restos se han hallado en piso más reciente, pero en climas de muy baja temperatura (Patagonia austral). Los Gliptodontes, Panochtus, Doedicurus, etc., han desaparecido totalmente, pero se conservan los Dasipodos en los géneros Tatusia, Dasypus, Zaédius y Tolipeutes, extinguiéndose el género Hutatus ; como si fuera una ley de aquellas épocas que desaparecieran los gigantes para que vivieran los pigmeos. En cuanto a los Pinípedos, debemos pensar que las especies actua- les habitaron durante la invasión <« querandina », no sólo el estuario hasta muy arriba, sino también los ríos en su parte más ancha y cau- dalosa. Respecto de las aves y peces, creo con mucha mayor razón lo que tengo dicho a propósito del piso anterior, y pienso que sus especies no difieren mucho de las de hoy, salvo la emigración en busca de eli- ma o lugares solitarios. Hemos llegado a la época moderna o actual y, aun cuando su período es relativamente corto en comparación a los anteriores que representan miles de años, durante los cuales, así las épocas de la Tierra como las especies, pudieron evolucionar y extinguirse en sus múltiples cambiantes, debemos separar el momento presente del pa- sado y con él, las modificaciones que se han operado en la región que estudiamos. Si fijamos este pasado histórico en cuatro siglos, desde la llegada de Solis, Magallanes y Caboto a las aguas del Plata, encontramos como bien notables el cambio que se ha operado en el estuario, ya que el último de aquellos navegantes eligió para subir al norte, el brazo o canal de las Palmas, como el más caudaloso en aquella época entre los distintos canales del Paraná. Años después la potencia de esa corrientes languideció, y fué el Miní y luego el Barca Grande, sus vecinos del este, quienes se hicieron caudalosos; siguió a éstos el Guazú, conocido por todos los que en nuestra actual generación han subido el Paraná y por fin llegamos al Bravo, que amenaza heredar la masa principal de las aguas despojando de su grandeza a los ante- riores. Cambios éstos, efectuados a través de 400 años, que demues- tran el levantamiento progresivo del fondo del estuario en la región occidental que lleva las aguas a formar cauce caudaloso en la costa uruguaya; como si continuara siempre, aunque muy lentamente y de ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (SEPTIEMBRE 9, 1915) 13 186 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES un modo insensible, el levantamiento de la llanura pampeana por los aluviones, hasta su punto de contacto con el arcaico oriental. La modificación en la fauna y en la flora es asimismo bien notable. La costa del Plata presentaba en aquella época sus mesetas y barran- cas cubiertas de bosques, donde, según los eseritos de los conquistado- res, abundaban los tigres y pumas, mientras en la llanura el indio con la honda y la « bola », perseguía al ciervo, al guanaco y al caballo salvaje, y allá arriba, en las islas del Delta — limítrofes entonces con el estuario y mucho más antiguas que las últimas que se han formado a continuación dentro del mismo — el guaraní cazaba a flechazos desde su canoa, los monos y «lobos de agua» (Lutra), que debían proporcionarle buena carne y excelentes pieles para su indumen- taria. Hoy la modificación es notable; todas esas especies existen, pero han abandonado la región, remontándose los unos hacia el norte, buscando refugio en las selvas que aquí ya no existen, y los otros al sur, en procura de la llanura solitaria y sin peligro. Pero si nos damos cuenta fácilmente de estos cambios en la fauna, producidos por las causas apuntadas, por el clima y por el aumento de la población, no pasa lo mismo con la flora y es para muchos noticia asombrosa que el puerto de Maldonado tuviera en la ísla Gorriti un erupo de palmeras en la época de la conquista ; que los primeros nave- vantes hallaran la costa uruguaya pobre de bosques, pero las islas de Martín García y San Gabriel con «árboles grandes con que poder hacer tablasón para bateles y barcos » *; que la selva de Montiel, lle- gara hasta el Ibicuy; que el río de las Palmas, tomara este nombre por la abundancia de palmeras en sus riberas y en las islas; que la costa del Plata, desde el Tigre a Buenos Aires, estuviera cubierta de crecidos y añosos árboles, y que la ribera que seguía al sur, desarbo- lada y monótona, como ya la pintó Ruy Díaz en los albores del siglo xvn, estuviera, durante la formación pampeana, cubierta de árboles de mangle y en los troncos de estos paletuvios se anidara la Ostra arbórea (Ostrea parasitica Gm.), árboles y arbustos que hoy sólo se hallan en la costa del Brasil, de Santa Catalina al norte *. Noticias son éstas que, si sueltas revisten interés, reunidas en conjunto tienen importancia científica, especialmente en lo que se relaciona a la his- toria natural de una comarca, y es por esto que trataré de hacer una ' Ruy DÍAz DE GUZMÁN, capítulo XI. * IHERING, Anales del Museo nacional de Buenos Aires, tomo XIV, página 426. 1907. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 187 recopilación de ellas, relativas siempre a la época del descubrimiento y conquista de la región del Plata. Señalaré con indicaciones precisas las especies mencionadas por los distintos historiadores y viajeros; con una sencilla explicación, las que creo lógico figuren por la analogía que existe entre el medio ambiente que hoy habitan y el que les ofrecía el Plata en aquella época; y con una simple mención las que pertenecen hoy a la región del mismo, refiriéndome como es lógico, a las especies más intere- santes. e Estre los distintos libros y documentos que tengo revisados, no he encontrado una cita concreta que se refiera a la existencia de cuadru- manos a orillas del Plata en la época en que llegaron los conquista- dores. Sin embargo, noticias posteriores y de fecha que se aproxima a aquélla, nos da indicios de que existían a orillas del río Palmas (en aquel tiempo, brazo principal del Paraná) y de ahí no es muy difícil presumir que se corrieran durante el verano hasta la región norte del Plata siguiendo el monte ribereño que bajaba espeso y salvaje hasta San Isidro. Podría pensarse que el clima no les era favorable, pero la emigración de otras especies que en aquellos tiempos habitaban estos parajes, también se le asemeja. Es que en la floresta virgen hay abri- gos insospechables y hoy mismo la vegetación exhuberante del Delta nos da pruebas de que allí existen parajes en que los rigores del in- vierno se atenúan y dulcifican ?. Las carniceros, en cambio, se hallaban representados por los más poderosos felinos y canidos del Nuevo Mundo”. El Tigre o Jaguareté (Felis (Leopardus) onca L.) abundaba, acompañado del Puma o León (Felis (Uncia) concolor L.), habitando selvas y llanuras, desde el Ecua- dor hasta el sur de Patagonia, habiéndose limitado más tarde su dis- 1 La fauna señalada por Oviedo (según Caboto y Santa Cruz), aunque se refiere a Sancti Spiritus, ha tenido fuera de duda una diseminación mucho mayor, espe- cialmente en aquellas épocas. Las especies que cita son : « venados, lobos, rapo- zas, avestruces, tigres, guanacos, leones, serpientes, lagartos, cocodrilos, ape- reas, monos y orangutanes ». (V. Madero, pág. 55.) Azara encontró monos capuchinos o Cay (Cebus) a fines del siglo XvIut a los 33% de latitud sur, y D*Orbieny, en su viaje por el Paraná en 1827, dice haber hallado el Carayá (Stentor) hacia esa altura. Debemos tener presente que los Cebus tienen mayor distribución geográfica hacia las regiones australes que los Stentores. ? Los Felinos han sido especialmente indicados por casi todos los que han escrito en la época de la conquista. Véanse las cartas de Luis Ramírez (1528), Irala (1541), Bartolomé García (1556), ete. 188 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tribución geográfica, el primero hacia los bosques del norte y el segundo hacia los matorrales y serranías del sur. Dos «Gatos del monte» (Felis (oncoides) Geoffroyi Orb.) y (Pelis (zibethailurus) chibi- gouazou Graftfith), que habitaban en las selvas y matorrales, y el « Gato de los pajonales ». (Felis (Felis) pajeros Azara), que vivían en los pajonales del Delta y de la Pampa, acompañaban aquellos pode- rosos felinos, poblando no sólo la costa, sino también las islas del Plata y Paraná. Entre los Canidos figuraba el Aguará-guazú (Canis (Chrysociyon) jubatus Desm.), poderoso animal, aunque tímido en presencia del hombre *: una o dos especies de zorros (Canis (Thos) azarae Wied.), la Mao pelada (Procyon canerivorus G. Cuv.), la Hedionda, Mofeta o zorrino (Oonepatus suffocans Azara), dos Hurón (Gulo Vittatus Schw. y Galera barbara L.), el «Lobo de agua» o Nutria (Lutra paranensis Rengg.) que abundaba en el Plata? y el Coatí (Nasua rufa Desm.). La presencia de Pinípedos o « Lobos marinos » en el Plata, se halla señalada desde la venida de los primeros navegantes, en las aguas de la costa oriental. Eran probablemente representantes de los géneros Otaria, Arctocephalus y Lobodon ?. Los roedores estaban representados por numerosos géneros y espe- cies, entre ellos los de mayor tamaño conocidos. La Vizcacha (Visca- cia Viscacia Mol.), abundantísima en las lomas y barrancas secas; el Tuco-tuco (Otenomys brasiliensis Blainv. y Ctenomys talarum Tho- mas), de vida oculta en cuevas misteriosas, que se ha retirado a tie- rras lejanas más tranquilas; la Nutria (Myocastor coypus Mol.), abun- dante en nuestros ríos y arroyos; el Cuis o Aperea (Cavia rufescens pamparum Thomas), que salvó del hambre a los hombres de Caboto 1 A estos animales se refiere Luis Ramírez cuando habla de « Lobos y rapozas » en Sancti Spiritus. 2 Sehmidel, en su capítulo VIT, menciona pieles de nutria, que ha sido abun- dantísima en las orillas del Riachuelo. 2 Los hombres de Solis cazaron 66 Lobos marinos en las islas del Plata antes de regresar a España. Caboto, hallándose en San Salvador (el 6 de octubre de 1528), envió a las islas de la costa en busca de lobos marinos, para « hacer carne para la gente y aceite para la pez », pues el hambre de los sitiados era tanta que «llegaron a comer cueros de venados ». (Medina, t. I, pág. 210.) Diego García cita estos animales en la isla de Flores, y dice en su Memoria : «en ella hay muchos lobos marinos en que a la salida que salimos nos dieron la vida, que con ellos fuimos a buscar de comer hasta el río “29 Patos ». Juan de Junco (5 ., en Expedición de Caboto) cita lobos marinos con mucho pelo largo, / 1es. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 189 en San Salvador, pero que no bastó para hacer otro tanto cuando los soldados de Mendoza, sitiados en Buenos Aires, se comían unos « otros *; la Liebre (Dolichotis patagonica Schaw.), que abundaba en nuestros campos hasta la época de Azara (siglo XVII), pero que hoy ; el Aguti (Dasiprocta aguti), 2 se ha retirado al sur del río Negro cuya presencia considero dudosa *; varias especies de ratones y el robusto Carpincho (Hydrochoerus capybara Lin.), que ha resistido a todas las codicias y persecuciones que su valioso cuero despierta, sin que por eso abandone los ríos y arroyos del Delta. Los Edentados, cuya presencia abundante y variada es innegable, pues está señalada por su existencia actual en ambas márgenes del Plata, han tenido la rara virtud de no ser mencionados por los con- quistadores y pésimamente descritos por los primeros navegantes. Oviedo, historiando la expedición de fray García de Loayza, dice : « Alli truxo un compañero de los del armada un animal que tomo en el campo, del tamaño de un lechon, con el hocico como puerco y los pies hendidos en dos partes, y sus uñas como caballo, y encima del cuerpo cubierto de una concha como caballo encubertado; e cuando queria se cubria todo debaxo de aquella concha, y gruñia como puer- co, e pussieronle nombre « caballo encubertado ». (Pomo HH, lib. XX, cap. IX, pág. 46.) Los géneros más frecuentes de esta familia tan netamente platense y que subsisten aún, son: el Peludo (Dasypus (Chaetophractus) villo- sus Fischer); la Mulita (Zatusia (Muletia) hybrida Desm.); el Piche (Zaédius ciliatus Fischer) y el Mataco (Tolypeutes conurus F. Geottr.), animales que, por ser un bocado muy apetecible, son ya muy escasos en estas regiones, especialmente los dos últimos. La América del Sur, cuna de los Ungulados, que tan abundantes 1 Bajo el nombre de Rutones, Ramírez, Sehmidel y otros, citan varias especies de roedores pequeños que salvaron del hambre a los soldados españoles. Como no dan detalles que sirvan para distinguirlos, debemos englobar bajo este nom- bre todos los animales de este orden que se asemejan a los citados : Ctenomys, Cavia, ete. ? Garay, en su carta del 20 de abril de 1582, las señala en el Cabo Corrientes, pero Azara dice : «he cogido muchas entre los grados 35 y 36 de latitud sur »; y esto ha ocurrido 200 años más tarde. * Oviedo, en su Historia de Indias, dice que había « hutias » en el Río de la Plata. Según Vilanova y Piera, en Cuba llaman así al Capromys fournieri, pero el Diccionario de la Academia española, edición de 1822, designa con ese nom- bre al Mus aguti (Dasiprocta). Si esta especie ha existido en el Plata superior, aplico a ella la cita de Oviedo. 190 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES fueron hasta el comienzo de la época terciaria, presentaba pocos géneros existentes al efectuarse la conquista. En el Plata estaban representados por el Guanaco (Lama huanachus Mol.) *; dos o tres Gamas y Venados (Odocoileus (Blastocerus) paludosus Desm.), (Odo- coileus (Blastocerus) campestris J. Cuv.) y (Mazama rufus Mlig.) *; el Pécari o Jabalí grande (Tajassus (Olidosus) albirostris Mlig.) *; el Ta- piro Anta (Tapirus americanus Briss.) * y, por último, el Bagual o Caballo salvaje del Plata, representado oficialmente por Caboto en su mapa de 1533 y cuya existencia ha sido tan discutida posterior- mente. Los Marsupiales o Didelfídeos estaban representados por dos espe- cies de Sarigas, que se designan vulgarmente con el nombre de Coma- drejas, siendo overa la mayor (Didelphis paraguayensis Oken), y colo- rada la más pequeña (Didelphis (Metachirus) erassicaudata Desm.). Los Cetáceos eran más abundantes que lo que puede imaginarse, y hay documentos que señalan la presencia de Cachalotes, Ballenas y Balaenópteras en el Río de la Plata, y hasta se hicieron reglamentos para la pesca en el banco Inglés *. Además de estos gigantescos ani- * Luis Ramírez dice que se envió muestra de estos Camélidos al rey de España. ? «Ciervos y venados ». Los menciona Ramírez en su carta de 1528; B. Gar- cía en 1556; Juan de Garay en 1582; Schmidel, ete. * D'Orbieny, al describir la bahía San Blas, dice que la « península de los Jaba- líes » debe su nombre a la gran cantidad de « pécaris » que allí había. * Oviedo (lib. XXIII, cap. V) menciona al Tapir con los nombres de <«beoris o dantas » al referirse a la fauna del Plata: «hay dantas de cada cinco uñas, y son como las que en Tierra Firme llaman beoris » (pág. 193). También lo men- ciona como existente en el estrecho de Magallanes, cuando dice que el clérigo Areizaga, de la expedición de Loayza, «vió en tierra muchas dantas bravas, grandes y a manadas, y huían de los cristianos relinchando como potros, e iban a saltos como lo suelen hacer los venados ». Por esta descripción se comprende que se trata de Guanacos (Lama), y me temo que las dantas de que habla Sarmiento de Gamboa en su viaje al estrecho de Ma- gallanes, no sean otra cosa que dichos Camélidos, confundidos lamentablemente por los descubridores y conquistadores con los tapires. Por lo demás, es prueba concluyente el hecho de que hoy no existan estos animales en Patagonia, ni se han hallado restos fósiles de su antecesor en los pisos modernos de esa región. ? En un «expediente formado el 17 de marzo de 1786, proyectando la repobla- ción de la costa sur con establecimientos para la pesca del cachalote y la ballena, ete.» (V. Documentos para la historia del virreinato del Rúo de la Plata, tomo III, n% 32), dice: que se habían encontrado cachalotes «tam próximos a nuestro puerto, como que los habían visto sobre el mismo banco Inglés » y «desde la ensenada de Castillos, a poco más de treinta leguas de Montevideo, hasta el estrecho de Magallanes, no se halla otra cosa que ballenas»; y los dos estable- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 191 males, existían numerosos ejemplares de los géneros Delphinus, Tur- siops, Phocaena, Orcinus, ete., que, dueños de un mar abundantísimo en pescado y libre de enemigos con harpón y anzuelo, vivían sin temo- res y penetraban al anchuroso estuario buscando aguas más cálidas y tranquilas ' Con esto terminamos el examen de los principales mamíferos que habitaban las aguas y costas del Plata en la época de la conquista; no sólo aquellos mencionados por los hombres de la época, sino tam- bién, otros muchos que no lo han sido, pues deseo dejar constancia de todos los grandes elementos de vida que hallaron los conquistadores en estos parajes, elementos que sobraban para hartar a millares de indígenas y que no supieron utilizar hombres civilizados que «morían de hambre » en San Salvador, y «se comían unos a otros » en Buenos Aires, teniendo a su frente las riberas del Plata donde había peces para mantener un ejército. También es cierto que venían a colonizar con cañones y arcabuces y no traían redes ni anzuelos! Si parcos fueron aquellos escritores en mencionar los mamíferos, mucho más lo fueron en cuanto a las aves se refiere. La carta de Luis Ramírez menciona avestruces (Fhea) en Sancti Spiritus y garzas (Herodias?) en la costa entrerriana, «tan abundantes que con ellas se pueden henchir dos o tres navios ». Caboto, por su parte, se contenta con dibujar en su mapa de 1533 un gran loro, de los muchos miles que vió en esa extensa región. Schmidel menciona los avestruces en el capítulo XVI de su libro y después se concreta a los « patos, gan- sos y gallinas » que criaban los indios. Hernández, en su Memoria, párrafo 6, también los cita, sin mayores detalles que nos permitan establecer la especie de los primeros entre las muchas indígenas de nuestro territorio, ni atinar qué aves pueden ser las últimas, pues según los españoles, no había aquí verdaderas gallinas y sólo se daba cimientos portugueses de la isla de Santa Catalina pescaban anualmente, en los tres meses de junio, julio y agosto, más de 600 ballenas y en ningún año menos de 400 cada uno. ' Oviedo, al relatar las expediciones de Caboto y Mendoza, describe malamente un animal que llama Puerco, el cual era pescado con redes en las islas del Delta. La descripción que hace es bastante ambigua y nos deja en la incertidumbre, si se trata de un Manatí (Manatus australis), ya que se le encontraba en aguas dul- ces, o de un Delfinido (Toninas, Marsopas, etc.), puesto que carecía completa- mente de pelo. De todos modos, uno y otro han sido huéspedes de nuestro estua- rio. El primero, en carácter de habitante del Plata superior; el segundo, como transeunte temporario del Plata inferior, donde aun suele caer en las redes de los pescadores. 192 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES este nombre a una gran gallinácea del Chaco y Paraguay. Tal vez suceda con este asunto lo que con los caballos americanos que fueron atribuidos a descendencia de los que trajo Mendoza, aunque está pro- bado que «éste y sus capitanes que nunca carecían de nada ni sufrían privaciones », se los comieron durante el sitio, mientras que sus sol- dados se alimentaban de «sabandijas >» y carne humana, de los com- pañeros muertos de hambre y hasta de sus hermanos. Entre las cosas muy curiosas que se han escrito sobre este asunto, debo mencionar algo muy importante que dice Azara, historiador que por sus conocimientos en zoología y la prolijidad de algunos de- talles se adelantaba a la época y ha sido el primero que hizo conocer la fauna del Plata y Paraguay, teniendo su obra el solo defecto de cenirse a la tradición y después de refutar con ventaja la opinión de 3uffon, colocando entre los mamíferos los murciélagos, cometió la falta de admitir como importadas de España las especies nuevas que la tradición de los conquistadores rechazaba como indígenas. El siguiente caso es una muestra : Dice Azara en sus Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata, tomo II, página 231 : «En todos estos países, principalmente en el Paraguay, hay galli- nas de todas las razas comunes y de otras que, sin diferir en nada, tiene las patas, cresta, barbas y piel casi tan negros somo los negros de África, y cocidas conservan el cuero negro y la carne más obscura que en las comunes, con los huesos notablemente más opacos. Se per- petúan y mezcladas con las razas comunes resultan mestizos. Sus huevos son blancos y los reputan más fecundos y frescos y preferi- bles para los enfermos. Es de creer descienden de las que trajeron las conquistadores, pues ningún naturalista hace mención de haber- las en otra parte. » Este párrafo final demuestra que se trataba de un ave indígena de estos países, pues si no las había en otra parte, mal podían « haberla traído los conquistadores ». El ballestero Bartolomé Garcia, encargado con Baitos y otros com- pañeros de proveer de caza la mesa de « Mendoza y los que él más quería » durante el sitio de Buenos Aires, dice en su carta al Consejo de Eudias que diariamente cazaba « docena e media de perdizes y co- dornices » y el día que Mendoza se embarcó «metió en la nao siento sinquenta perdizes y codornices ». Esta declaración nos deja en una incertidumbre, pues no sabemos si se refiere a la perdiz grande o martineta (Rynchotus rufescens Temm.) y a la Perdiz chica (Vothura maculosa Salvad.) o a esta última y el Chorlo agachón (Tinochorus CARDOSO ::EL RÍO DE LA PLATA 193 rumicivorus Eschsch) que se asemeja por su tamaño y modo de vivir a la Vodorniz europea ?. En el diario de navegación del capitán Pedro López de Souza, de la expedición portuguesa a las órdenes de Martín Alfonso de Souza, se habla de «muitas perdizes é codornices» halladas en la costa oriental. Como en ninguna de ambas orillas se encuentra aquí la per- diz y codorniz europea, se vuelve a repetir la duda, aumentada aún con una nueva especie americana que existe en la costa oriental y no se encuentra en Buenos Aires, como más adelante se verá. A estas pocas aves se refieren las citas de los primeros conquista- dores. Felizmente la abundancia de las especies, la inmensa exten- sión del Plata y la naturaleza del terreno que lo rodea, compuesto de serranías, islas boscosas y pampas dilatadas con abundantes refu- gios y poca población, hace que se conserven hoy ejemplares de todas ellas en número más que suficiente para orientarnos. Las serranías, colinas y médanos de la región oriental, desde el Cabo de Santa María hasta la boca del Uruguay, nos presentan una fauna ornitológica distinta en algunos géneros de la occidental, en que predomina la llanura más o menos elevada, de escasa barranca y amplio bañado por el litoral. En cuanto a la desaparición de los bos- ques y matorrales salvajes de ambas costas, poco alteran nuestro pro- pósito, pues las aves que allí falten las encontraremos en las florestas del Delta, con excepción de algunas pocas que han emigrado huyendo de la persecución del hombre. En la costa oriental hallamos el Buitre real (Gypagus papa (L.) Vieill.), hoy emigrado más al norte; el Loro barranquero (Cyanolyseus patagonus Vieill.), y la Perdiz serrana o Martineta copetona (Calope- ¿us elegans D”Orb. y Geoff.), que ya no se encuentra en la costa ar- gentina sino al sur de los 37? de latitud. En cambio abunda en ésta la Martineta colorada (Rhynchotus rufescens Temm.), varias especies de Perdiz chica (Nothura) y, aunque dentro de propiedad privada pero en plena libertad, el Avestruz o Nandú (Rhea Rothschildi Brab. y Chubb.), citado por Ramírez y Sehmidel. Además de estas aves que caracterizan la diferencia de fauna en- tre la accidentada costa oriental y la pampa llana y baja de la costa occidental, citaremos algunas de las más importantes que hoy se en- cuentran en el río de la Plata y que, seguramente, han sido abundantí- simas en la época de la conquista, sirviendo de alimentos a los indíge- ' Azara, dice (1802) que llamaban perdiz a la grande o martineta y codorniz a la especie pequeña. 194 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nas y más tarde, a los conquistadores. Prescindiré para ello de las especies pequeñas, y por consiguiente, de la infinita variedad de pá- jaros de todos los órdenes que pueblan estas regiones. El ave más notable que encontró Caboto para que figurara en su primer mapa del Plata, fué un gran loro, cuyo porte se identifica bien con el Loro hablador (Amazona aestiva xanthopteriz Berl.) tan abundante en las islas del Paraná, en compañía de dos especies me- nores (Cotorras) del género Myiopsitta y el Barranquero Cyanolyseus) ya mencionado al hablar de los sitios accidentados (barrancas de Campana, costa oriental, etc.). Las Rapaces diurnas y nocturnas abundan en ambas costas y en el Delta. Los primeros (Acipitridos) están bien representados por el Águila blanca (Geranoetus melanoleucus Vieill.); el Águila coronada (Harpyhaliaetus coronatus Vieill.), el Águila de cola blanca (Tachy- triorchis albicaudatus Vieill.) y el Águila colorada (Heterospizias me- ridionalis Lath.); seguían en tamaños, el Buitre de cabeza colorada (Cathartes aura L.),, el Urubú, Buitre negro o Cuervo (Catharista atrata Bp.), el Carancho (Polyborus tharus Mol.), el Chimango (Mil- vago chimango Vieill.), el Halcón ceniciento (Circus cinereus Vieill.), el Gavilán o Alilargo (Circus maculosus Vieill.) y el Halcón blanco (Elanus leucurus Vieill.). Entre las nocturnas (Striges), figuran en primera línea dos grandes Lechuzones: el Buho (Asio accipitrinus Pall.) y el Nacurutá (Bubo magellanicus Gm.); la Zumaya (Strix per- lata Lieht) y la abundantisima Lechuza de las vizcacheras (Speotyto eunnicularia M.) que, como lo indica su nombre, habita las cuevas de vizcacha u otros animales. Completa este interesante grupo el enig- mático Caburé o rey de los pajaritos (Glaucidium nanum King), pe- queño de cuerpo, pero grande por sus sangrientas hazañas que han forjado más de una leyenda. Entre las Columbidas son las más importantes la Paloma del Mon- te (Columba maculosa Temm.), la Turca (€. picazuro Gay) y la Tor- :az (Zeñaida auriculata Des Murs.). Los Cracidos tienen sus representantes en la Pava del monte (Pe- nelope obseura Temm.) y la Charata (Ortalis canicollis Wag)l.). Los Tinamidos principales ya fueron mencionados al referirme a las « perdizes é codornices » de García y López de Souza, pero entre las especies pequeñas hay aun otras muy importantes por la finura de su carne y la facilidad con que pueden cazarse mediante una caña o látigo largo; cireunstancia que parece no supieron aprovechar los españoles del siglo XxvyI que « morían de hambre » en parajes en que pululaban estos animales durante el día, y de noche los Armadillos CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 195 que se cazan con la mano. Otro tanto no puedo decir del Avestruz o Nandú (Rhea Rothschildi Brab. y Chubb.) que si ha sido corredor in- fatigable de las riberas del Plata en tropillas numerosísimas, ha sido también perseguido por los indios y es, por consiguiente, arisco y desconfiado. Entre las aves que habitaban los bañados y lagunas tenemos dos Falacrocorácidos : el Bigua (Phalacrocorax vigua V.) y el Anhinga (Plothus anhinga L.); un Fenicoptérido, el Flameneo (Phoenicopterus chilensis Mol.) y un Palamedeido : el Chajá (Chauna cristata Swains). Las Nadadoras del grupo de los Anátidos, tienen numerosos repre- sentantes, siendo los principales el Cisne (Cygnus melanocoripha Mol.), el Ganzo (Ooscoroba coscoroba Mol.), el gran Pato real Cairina mos- chata L.) y los patos Abutardas (Ohloéphaga magellanica Gm.) (Chloé- phaga poliocephala) y (Thachyeres cinereus Om.). Gran variedad de patos, entre los cuales descuellan por su tamaño el Pato picaso (Me- topiana peposaca Vieill.), el Pato rojo (Dendrocygna viduata L.), el Pato silbón (Dendrocygna fulva Gm.), el Pato gris (Spatula platalea Vieill.) y otros varios como Querquedula brasiliensis Gm., Querque- dula eyanoptera Vieill., Querquedula versicolor Vieill., Querquedula Jfavirostris Vieill., Querquedula torquata Vieill., Dajfila spinicauda Vieill. Dafila bahamensis L., etc. Entre los Ardeídos sedestacan la Garza blanca (Herodias egretta Wilson), de la que dice Ramírez «se podía henchir tres navíos » : la Garza mora (Ardea cocoi L.), la garza Mirasol (Leucophoyx candissima Gm.) y la Bruja o Pájaro chancho (Nyeticorax tayazú-guira Vieill.). Tres grandes Cicónidos: la Cigiiena grande (Tantalus (mycteria) americana L.) y (Ciconia euxenura maguari Gm.) y (Mycteria mycteria Licht.); un Plataleidido: la Espátula rosa (Ajaja ajaja L.); dos Ibi- dos: la Bandurria Mora (Theristicus caudatus Bodd.) y el Cuervo (Ple- gadis falcinellus guarauna L.) y un notable Aramido: el Carau (Ara- mis scolopaceus Vieill.). Gran número de Caradridos o Chorlos de los géneros : Oreophilus, Zomibyx, Aegialitis, Charadrius, Tringa, Heteropygia, Helodroma, To- tanus, ete., y entre ellos el Tero (Belonopterus cayennensis Gm.), la Becacina (Gallinago paraguaiae Vieill.) y la Agachona (Rostratula semicollaris Vieill.), que no debe confundirse por su nombre vulgar con el Tinocórido o Chorlo agachón (Thinocorus rumicivrorus Eschseh.). Los principales Láridos, designados todos con el nombre de Gavio- tas, son: Larus cirrhocephalus Vieill., Larus maculipennis Licht. y Larus dominicanus Licht. Entre los Rálidos se destacan principalmente la Gallineta (Rallus 196 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES antarcticum Ring.), la Gallineta overa (Limnopardalis maculatus Bodd.), el Ipacahá (Aramis ipacaha Vieill.), la Gallareta grande (PFu- lica armillata Vieill.) y las menores (Fulica rufifrons Phil. y Landb.) y (Pulica leucoptera Vieill.). El resto de la fauna ornitológica es el mismo de hoy en sus innu- merables especies. Los reptiles y peces han sido menos mencionados por los descubri- dores. De los primeros sólo se citan « lagartos grandes (yacarés), ser- pientes, víboras y sapos », sin que sea posible identificar las especies *, Sehmidel, que habla de todas ellas, hace en el capítulo XXX V de su libro una descripción muy humo- salvo la del primero por ser única rística del Yacaré (Oaimán selerops Sneid. Bler.); cuenta sus cacerías de boas enormes y no olvida de citar las víboras y sapos que les sir- vieron de alimento durante el sitio de Buenos Aires. Los peces han sido citados en conjunto por los conquistadores, con excepción de Alonso de Santa Cruz que es quien más se extiende en este asunto. En su /slario, dice refiriéndose a las especies de agua dulce que más llamaron su atención : «El más común que se pesca en él, de que hay más cantidad, es de uno que llaman (Quirimbatas, que son como sábalos en España y más sanos y de mejor sabor. (Pro- chilodus platensis Holm.) Hay otros Piraibes (la Palometa Pygoncen- trus piraya Sceh.) que son mucho más grandes, y bogas (Anostomus Platai Garm.) y rayas (Raja platana Berg.) y otros a manera de sal- mones (el Dorado Salminus brevidens COuv.) y otros pequeños de ex- tremado sabor, los cuales guardan los indios para el invierno sin salarlos porque no alcanzan sal, sino con abrirlos por medio a la larga y poniéndolos al sol hasta que estén muy secos, y cuélganlos en sus casas después al humo, donde se tornan a curtir más y de esta ma- nera los tienen de un año para otro y lo mismo hacen de la carne » ”. De los peces de mar sólo se mencionan las Corvinas o Pargos (Mi- eropogon undulatus (L.) €. V.), al citar la isla de ese nombre. Las aguas del Plata son sin embargo tan visitadas por innumerables especies marinas, desde los grandes tiburones hasta los peces más pequenos, que es frecuente y hasta cotidiana la pesca de muchas de las que mencionaré a continuación ?. ' Hay una segunda especie, de cabeza más corta, pero además de ser muy escasa no baja tan al sur. * El «pequeño tamaño y extremado sabor» de estos peces, me hace suponer se trata de Sardinas o Mojarritas (Curimatus, Tetragonopterus?) 2 Los nombres vulgares designan a veces especies y hasta géneros distintos. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 197 Tiburones (Squalus, Galeus, Galeorhinus, Sphyrna, Carcharius); Rayas (Raja, Sympterygia); Lacha o Arenque (Olupea); Sardina (Sto- lephorus, Lycengraulis); Pejerrey (Atherinichtys vs. esp.): Lisa (Mu- ji); Anchoa (Pomatomus); Palometa de mar (Parona); Bonito (Sar- da); Mero (Acanthistius); Pargo o Besugo (Sparus); Pescadilla (Oynoscion, Sagenichthys) ; Curvina negra (Pogonias); Congrio (Per- cophis): Brótola (Phycis); Merluza (Merluccius); Lenguado (Hippo- glossina, Paralichthys). Las aguas dulces del Plata superior nos ofrecen innumerables rariedades de peces, «abundantísimos y los mejores que hay en el mundo », según declaran Caboto y Santa Cruz. Me concretaré a seña- lar entre los más grandes y apreciados: el Pacú (Myletes edulis Cast.) ?; el Dorado, ya mencionado; el Pejerrey (especie grande y de agua dulce : Atherinichtys bonariensis (C. V.) Gthr.); el Armado (Dorus maculatus Val.); el Surubí (Pseudoplatystoma tigrina Val.); el Mangu- ruyú (Pseudopimelodus zungaro Humboldt); el Patí (Luciopimelodus pati Val.); el Manduví (Ageneiosus valenciennensis Gthr.). Los insectos que citan los documentos de los conquistadores son muy pocos y se reducen a las Avispas, de que obtenían miel los indios de las islas, siendo las especies más características el Camuatí (Polybia scutellaris Whte Sauss. y Polystes canalieulata Sauss.) y la Lechiguana (Nectarina lechiguana (Latr.) Sauss.): los Mosquitos, men- cionados por Sehmidel y Villalta (párr. 19) en la población de Corpus Christi, y Langostas que destruían los campos de maíz, citados por el primero en el capítulo XXXVIL y por el gobernador Ruíz Galán en su información de 3 de julio de 1538. Por último, los Moluscos (rara vez mencionados), de que se alimen- taban los indígenas del Plata, no pueden ser otros que los Unio, Ano- donta y Ampullaria, que actualmente viven en las aguas dulces del estuario y sus afluentes. Tal es, en resumen, la escasa fauna mencionada por los documen- tos de la conquista en el Río de la Plata durante el siglo xvI. Más pobre es aun lo que a la flora se refiere. Los libros de Schmidel y Ruy Díaz de Guzmán, y muchos docu- mentos importantes de aquella época, hacen mención de erandes bos- ques y arboledas que poblaban las costas del estuario, desde Monte- ' Los indios para establecer una diferencia de caracteres de raza y linaje entre ellos y los conquistadores, decían : « Los españoles descienden de los dorados y nosotros de los pacus! » 198 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES video a Punta Gorda y desde el Delta hasta el sur de la meseta en que se halla Buenos Aires. Allí termina la región de tierras altas y empieza la costa baja y sin barrancas; terminaba allí, por consi- guiente, la región del monte y empezaba la vegetación del bañado con sus árboles y arbustos ribereños al borde de los arroyos e islas, y los grupos dispersos de otros géneros sobre las lomadas y tierras secas de la llanura. Esta vegetación tan pobre en especies merece tenerse en cuenta, pues se halla compensada por la riqueza forestal de la meseta alta y la exhuberancia de la vegetación de las islas que limitan con el río. Sobre los bordes del Riachuelo y más allá aun, siguiendo la orilla del Plata hasta la Magdalena, crecían los Sauces colorado y chileno (Salix Humboldtiana y Salix chilensis Mol.), el Ceibo (Erytrina crista- galli L.), el Sarandí negro (Phyllanthus sellovianus Muell.), el Sarandí blanco (Cephalanthus glabratus (Spreng) Sehm.), el Blanquillo (Sapium marginatum Muell.), y otra gran variedad de árboles de vegetación riberena. En las lomas y «albardones » de esta región baja y desabri- vada, se destacaban grupos a veces isletas de monte poblados del infaltable Tala (Celtis tala G11.), el Espinillo (Acacia cavenia H. y Arn.), la frondosa Sombra del toro (Jodina rhombifolia H. y A.), que alcanza todavía hasta el río Negro; la Barba del tigre (Colletia spi- nosa Lam.) y la Espina de cruz (Colletia cruciata Gill. y Hook.). Esta es la región más pobre en grandes árboles a causa de la naturaleza del terreno; es la tierra « llana, rasa, desabrigada y falta de leña», que señala Ruy Díaz entre Buenos Aires y cabo Blanco (San Antonio); formación que continúa hacia el sur en llanura monótona y triste, salpicada de cuando en cuando por restos de montes que antaño fue- ron selva espesa. Hacia el norte del Riachuelo, donde hoy apenas se encuentran vestigios de la vegetación de aquella época, el terreno se hallaba cubierto de bosques, al principio ralo y desparramado sobre la me- seta de Buenos Aires, alto y espeso en el Monte Grande (San Isidro) y más boscoso aun después del valle de Santiago (Las Conchas), donde tomaba el aspecto de selva virgen, que hoy apenas conservan sus próximos vecinos del norte de Santa Fe y Entre Ríos. Sobre esa alta costa del Plata, el bosque, espeso y frondoso, agre- vaba a los árboles antes mencionados, especies de mayor importan- cia: el Chañar (Gourliea decorticans Gill.); el Piquillín (Condalia lineata A. Gray); el Molle (Duvaua (Schinus) dependens Ort.); el Al- varrobo (Prosopis alba Gris.); el Nandubay (Prosopis ñandubay Lr. y Gr.); el Laurel (Nectandra angustifolia Nees.); el Ingá (Inga uruguen- CARDOSO : EL RIO DE LA PLATA 199 sis Hook y Arn.); algunos pocos Quebracho (Aspidosperma quebracho blanco Sehld.) y muchos otros árboles y arbustos de que todavía se conservan vestigios en la dicha región. Las proximidades de la ribera en estos lugares, era asiento de otras especies amigas de las arenas y barrancas o de las tierras húmedas y gordas. Allí crecían el Canelón (Rapanea lactevirens Mez.); el Curupí (Sapium biglandulosum Muell.); el Lecherón o Palo de leche (Colli- guaja brasiliensis Muell.); el Higuerón (Ficus ibapohy Orb.); el Mata- ojos (Lucuma neriifolia H. A.); el Ivirá (Dapinopsis racemosa Grisb.); la Flor de seda (Oalliandra bicolor Benth.): el Ubajai (Hugenia edulis H. A.); el Calafate (Berberis ruscifolia Lam.); el Napindá (Acacia bonariensis Gill.) y varias especies de palmeras muy abundantes en las islas y de las cuales aun se conservan el Yatay (Cocos yatay Mart.) y el Cocos (Cocos australis Mart.). En las islas crecían éstas y otras muchísimas especies, en intrin- cada espesura y lujuriante desarrollo. La costa oriental presentaba igual vegetación a la ribera derecha, especialmente en las orillas de los ríos y arroyos que salían al Plata y en los lugares libres de pie- dras y arenas que impidieran su desarrollo. A pesar de que las especies aquí nombradas sólo representan una décima parte de los árboles más imporcantes de la flora platense, los primeros conquistadores no ¡mencionan (ni aun con nombres indíge- nas) más que cuatro: las Palmas, mencionadas en la expedición de Caboto y con cuyo nombre éste bautizó el más importante brazo del Paraná en aquella época; el Cedro (Cedrela fissilis Vell.?), del que los conquistadores construían pequeños bergantines para navegar por los riachos de poco fondo; el Sauce, recomendado por Irala en su 'arta de 1541 para construír buques pequeños con igual destino; y el Algarrobo (Prosopis alba Gris.), u otra especie del género, del que, según Sehmidel, hacían vino los indios. Las otras citas de este histo- riador y de los demás navegantes, se refieren a plantas, cultivadas o no, de que los indígenas obtenían fruto para su alimentación y que mencionaremos tratando de identificarlas. Luis Ramírez, cita en su carta de 1528, «abatí, calabazas y habas »> sembrados por los Caracaras y Timbús. Con el nombre de abatí, desig- naban los Guaraníes al maíz, indígena en esta tierra y cultivado por ellos. Francisco Villalta, en el párrafo 6 de su carta, dice, que cuando subió con la expedición de Luján a la islas del Delta en el otoño de 1536, los indios levantaron la cosecha de sus maizales para privarles de alimentos. Schmidel también iba en esa expedición, pero no lo 200 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nombra hasta que llega a los indios Carios, designándole con el nom- bre de «trigo turco» que, según De Candolle, le aplicó (en Europa) el botánico Ruellius, en 1536. Tanto Ramírez, como Villalta y Schmidel, han tenido razón en los nombres que dan a este cereal: el primero con el indígena de abatí, porque aun no era conocido por los españoles con nombre alguno en aquella época; Villalta, con el de «maíz» porque en 1556 ya se le llamaba así; y Schmidel con el de «trigo turco », dado por Rue- llius en 1536 y con el cual se le designaba en Alemania, donde aquel historiador escribió su Viaje en 1567. Las «calabazas » a que se refiere Ramírez, nos recuerdan las que menciona Oviedo, cuando dice que los indios cultivaban una especie semejante a las de España que empleaban para llevar agua en sus correrías (Lagenaria vulgaris L.). Tengo, sin embargo, motivos para creer que se trata de un zapallo comestible. Oviedo cita al mismo tiempo una pequeña cucurbitácea, de color amarillo y negro, muy olorosa « que los indios llamaban Arinas ». Es la Sicana odorifera Naud., especie análoga a los «meloncillos de olor » (Oucumis dudaim Lin.) a que eran tan amantes las damas en la época colonial; planta, esta última, que se tiene por originaria de Persia. En cuanto a las «habas », no atino a la planta de que se trata y sólo nos resta creer sean los frutos del Algarrobo de que los indios hacían harina y un vino (chicha), según Schmidel. En España designaban antiguamente con el nombre de « habas» a toda vaina o legumbre ya fuese arbórea o herbácea; siendo lo más original que llamaban «algarroba » a varias Leguminosas herbáceas, ordinarias, destinadas a forraje de los animales de pesebre. En el Dic- cionario de la Academia española, segunda edición de 15822, se llama Algarroba al fruto de la Vicia sativa Lin., que Vilanova y Piera en su obra de botánica (edición de 1876) designa con el nombre de Alberja, y en esta última obra llama « Algarroba de Castilla» a una especie de Lenteja (Preum monanthos Lin). Este modo de nombrar las cosas, tan opuesto a nuestro lenguaje, es el que produce mayor confusión en estos casos y hace de una cuestión sencilla una ímproba labor de investigación y comprobación para llegar a la verdad o pro- ducir mayor duda y desconcierto. Algo semejante nos pasa con los «Guisantes y Frejoles» cultivados por los Guaranies de las islas y tierra firme, citados por el historiador Oviedo y varios conquistadores. Más adelante nos ocuparemos de este asunto. Villalta, en el párrafo 32 de su carta, menciona «maíz, batatas y CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 201 habas », sin entrar en mayores detalles ni dar alguna luz en lo que se refiere a estas últimas, ni tampoco en cuanto a las segundas, que así pueden ser los tubérculos o raíces de una Convolvulácea, como los de una Euforbiácea. Schmidel es, en esta parte, más explícito y señala varias especies de Mandioca (Manihot), cultivadas por los indígenas con el mismo amor y utilidad con que hoy lo hacen los habitantes de Corrientes y norte de Entre Ríos. En un « Testimonio de nuevos indios de la provincia del Uruguay » que habitaban sobre el río de este nombre, levantado por el escribano Muñárriz en agosto de 1619, se cita « maiz, frisoles y capallos y mani y yucos, de que hacen harina de cacabe ». Estos « yucos » no son otra cosa que la Mandioca tantas veces mencionada por Sehmidel, de la cual los indios sacaban gran partido. En ese documento vuelve a citarse los « frisoles y zapallos » men- cionados por Ramírez y Oviedo, y como es indudable que ya en 1619 se habían puesto de acuerdo indígenas y conquistadores sobre el nombre e identidad de esas plantas, fuerza nos es reconocer que aquí existían cultivos de ellas, hechos por los indios en la época de la con- quista, como lo indican los documentos que antes he citado. Además de esos comprobantes, debo mencionar un interesante párrafo de la carta de Irala de 1541, que dice: <« En las yslas de sant gabriel en una de ellas fallaran una casa de tabla donde quedan quy- nientas fanegas de maiz e frijoles. » Estos últimos eran, probable- mente, productos de las semillas halladas en los pueblos guaraníes o traídas por Gonzalo de Mendoza de la isla de Santa Catalina, en su expedición en busca de víveres el año 1536. ¿Serían esos Frijoles los Porotos tupís, cultivados por los indios del sur del Brasil, o los Pallares que sembraban los indígenas de Chile ? No me es posible identificar la especie de que se alimentaban los indios del Plata superior, pero parece que el cultivo de esta legumi- nosa data de tiempos muy antiguos en América, pues se ha encontra- do vainas y granos de Porotos (Phaseolus) de clase enana y sin ramas trepadoras, en tumbas peruanas muy antiguas del puerto de Ancón. El Maní o Manduví que a veces se menciona, es el Arachis hypo- gaea Lin., planta cultivada por los indígenas desde el Delta hasta el norte, y la cual, a pesar de ser citada en muchos documentos, ha sufrido descripciones tan extravagantes como las otras, llegándose hasta comparar sus frutos con garbanzos y avellanas ' * Oviedo dice de ella : «se siembra y nace debajo de tierra, y tirándose la rama ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIJ (SEPTIEMBRE 10, 1915) 14 202 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Otra planta de fruto comestible que llamó la atención de Sehmidel, quien la denomina en su media lengua Bachakhue o Vachgekhue, sin que los esfuerzos del doctor Lafone Quevedo, al traducir ese libro, pudieran descifrar nombre tan revesado, es probablemente la Baca- chia de los Guaranís o Abacaxi de los brasileños, conocido por nos- otros con el nombre de Ananás (Ananassa sativa Lind.); planta que se menciona siempre entre los indígenas del norte y que no creo se haya cultivado en el Delta y menos en el Plata. Sin embargo, debe- mos tener en cuenta la observación de D”Orbieny: el Ananás culti- vado no fructifica en Corrientes, mientras que la variedad salvaje da muy buenos frutos. Sehmidel no ha podido referirse a los pequeños frutos de palma llamados Mbocayá por los Guaraníes. pues dicho historiador había recorrido las islas del Paraná y habitado largo tiempo en los Tim- búes de Corpus Christi, donde eran muy abundantes las palmas de esa especie, para que recién le llamaran la atención y las mencionara entre Jos Carios del Paraguay !. No pasa lo mismo con el fruto de la Algarroba (Prosopis) ?, a que ”, y que mencionado desde un principio por éste y otros conquistadores, figura Schmidel llama «cuerno de cabra» y «pan de San Juan » como elemento preciso, no sólo en el alimento de los indígenas, sino también en la preparación de una bebida fermentada a que eran muy aficionados. La presencia de abundantes árboles de esta clase en el Del ta y costas cercanas, nos permite senalar al Algarrobo como uno de los se saca o arranca y en la raíz está aquel fruto, metido en capullos como los gar- banzos y tamaño como avellanas » (lib. XXIIIL, cap. XII, ob. cit.). Vilanova y Piera (ob. cit.) los llama : « Avellanas de América ». ' «El fruto de la Mbocayá tiene una pulpa suculenta como la del Algarrobo y muy buscada; la Pindó produce un fruto rojo anaranjado, del tamaño de una aceituna, con pulpa algo gomosa : estos dos frutos contienen cocos llenos de una almendra dulce y oleaginosa, muy agradable al gusto. » (D'ORBIGNY, Voyage dans P-Amérique méridionale, €. 1, pág. 342.) 2 Los algarrobos son plantas muy vigorosas y rústicas que han formado mon- tes en las riberas del Plata y grupos más o menos importantes a lo largo de la costa Atlántica hasta la Patagonia, aun cuando las especies que allí se hallan no produzcan frutos tan buenos como los del norte. Entre los ríos Negro y Colorado existió un ejemplar famoso de treinta pies de alto, llamado por los indios « Árbol de Gualichu », Diablo o Dios del mal, planta a la cual hacían ofrendas y a cuyo pie el naturalista D"Orbiegny durmió tranquilamente. * Era tradición de los cristianos de Oriente que San Juan se había mantenido de Algarrobas en el desierto, y es de ahí que en la edad media empezó a llamarse «Pan de San Juan » al fruto de esta planta. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 203 principales elementos de la flora platense en la época de la conquista. Otra planta que ha sido citada desde los primeros tiempos por Sehmidel (cap. VID, Villalta (párr. 5), Martín González (párr. S) y aun mucho antes por Ramírez en 1528, son los Cardos (o HKardes, de Sehmidel), que sirvieron de alimento a los españoles en sus grandes hambrunas. Ya anteriormente * he querido descifrar el enigma que encerraba este nombre europeo, aplicado a una planta americana tan sólo por su aspecto agreste y espinoso, pues aquí no había verdade- ros cardos, los que fueron importados, como la gran mayoría de las malezas y yuyos dañinos que crecen actualmente en nuestros campos. Mientras las citas de referencia mencionaban esta planta como « de los campos », he ereído se trataba de lugares secos y, consultando la opinión de mi sabio amigo el doctor Spegazzini, señalaba los Eryn- gúuwm nudicanle y elegans, llamados vulgarmente « zanahorias del cam- po», como posible especie americana de raíz gruesa y blanda, que pudo considerarse análoga a la raíz de cardo por los conquistadores; pero la mención que hace de esta planta Luis Ramírez, cuando dice que en San Lázaro el hambre los obligaba a ir a «cortarlos hasta dentro del agua», me inelina a suponer que los tales «cardos» eran el Eryngium paniculatum Lam., planta de largas hojas espinosas que cre- ce en los bañados y sitios húmedos delas islas y riberas del Plata, si- tios que eran los más visitados por los descubridores y conquistadores. Hay una opinión, también muy respetable, que merece tenerse en cuenta. D'Orbieny, en su viaje a Corrientes (1827), dice: que hallán- dose un día muy caluroso en el Rincón de Valingo, se lamentaba de la falta de agua y un indio de su escolta «le enseñó una planta espi- nosa de largas hojas, cuyo conjunto semeja un cáliz alargado donde el agua de las lluvias se conserva en todo tiempo. Esta planta, que los españoles llaman Cardo y los guaranís Caraguatá, es una especie del género Tillandsia de los botánicos » ?. El Cardo se considera hasta hoy como planta importada y no indí- gena de nuestro país, siendo en cambio conocido desde hace siglos en Europa. Targioni, en Cenni storici, dice que la especie cultivada (que salvaje es el mismo Cynara cardunculus, según De Candolle) ?, 1 Buenos Aires en 1536, en Anales del Museo nacional de Buenos Aires, tomo XXI, página 345. 2 D'ORBIGNY, Voyage dans l' Amérique méridionale, tomo I, páginas 169 y 337. En las clasificaciones modernas, la planta mencionada se coloca en el género Aechmea, de la familia de las Bromeliáceas. 2? De CANDOLLE, 1origine des plantes cultivés. 204 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES fué llevada de Nápoles a Florencia en 1466; pero bueno es tener pre- sente que a De Candolle, lo mismo que a D'Orbieny y a Darwin, les llamó vivamente la atención la rapidez de naturalización y la disemi- nación asombrosa del cardo en el Plata en tan pocos años de la con- quista. En cuanto al Caraguatá era planta conocida, utilizada y mencio- nada por los conquistadores pocos años después de su arribo a estas tierras, pues en una carta dirigida al rey en 1573 se encuentra el siguiente párrafo: «seys leguas en derredor deste pueblo sin me alar- gar a mas, ay ligazon para navios, de laurel, de yedro, mastiles ente- nas y Remos, garabata que es como eañamo y tambien a los que dizen para hazer jarcia, cables y estopa para las calafatear, sera para las breas y lienzos que se hazen de algodon para las belas, y para se bes- tir y hazer las demas cosas que se hazen de lo semejante » ?. En este documento se menciona una nueva planta, cuyo cultivo no creo se ha extendido hasta el Plata. Me refiero al algodón, con cuyas fibras hiladas por las mujeres guaranís, se hacían «taparrabos par: tapar sus vergiienzas », según refiere Schmidel. Tales son, en su totalidad, las plantas cultivadas por los indios de la parte superior del Plata e islas fronterizas en el Delta inferior, mencionadas por los primeros navegantes y conquistadores. Muchas de esas especies continúan cultivándose allí mismo y han bajado hasta más al sur, pero otras a causa del clima y más que todo por l: ausencia de elemento nativo acostumbrado a esa alimentación, subs- tituído por la inmigración europea que prefiere los vegetales alimen- ticios del viejo mundo a que se halla habituado, han emigrado al norte, donde son cultivadas con el mismo esmero de los antiguos tiempos. Jitaremos, para terminar este capítulo, las especies que halló D"Or- bieny en 15827 : «Las plantas cultivadas en Corrientes son : el maíz; las batatas o yeté; los porotos o cumandá, varias especies; el maní; la mandioca, tres especies; el mandiotí, con cierto gusto a castañas; el mandió-bacharé o gran especie, de cuya raíz sacan la harina y es venenosa y, en fin, la mandió-poropí o raíz roja, muy buena de todos modos. Hay una raíz vecina en la:forma: el pio, de los guaranís; zapallos voluminosos, llamados curapipi o mandaca, y cihi o pimiento rojo. » (Ob. cit., pág. 347.) ' M. M. CERVERA, Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, tomo I, apén- dice VI, página 7. La carta del capitán Martín de Orué, a que esta cita se refie- re, fué publicada en 1907 por el doctor Cervera; sin embargo de eso, acaba de aparecer en un panfleto como inédita. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 205 CAPÍTULO TV LOS ABORÍGENES En la época del descubrimiento del Río de la Plata, tres eran las 'azas O grupos principales fronterizas al estuario. En la costa orien- tal, los Charrúas; en la occidental o argentina, los Querandíes; y al norte, poblando las islas que componen el delta, los Guaraníes. A es- tos grupos se agregaban otras tribus fronterizas o de la misma fami- lia; a los Charrúas, los Minuanes; a los Guaraníes, los OChaná-Timbú y Beguá; y a los Querandíes, los grupos del oeste y sur de la Pampa. Me refiero en ésto a las citas de los hombres de Solis y Magallanes, y a las cartas y crónicas de Caboto, Ramírez, Diego García, Sehmi- del, Villalta, Irala y otros que nos han dejado algunos breves datos con que poder hilvanar un conjunto bastante apreciable de aquellos pueblos en dicha época. La densidad de población no era mucha debido a la inmensa exten- sión del territorio y a la costumbre de vivir en pueblos o grandes grupos, especialmente las tribus del norte compuestas de agriculto- res y pescadores. Los de tierra firme, Charrúas y Querandíes, pueblos 'azadores y de vida nómada, efectuaban largas correrías hacia el in- terior en busca de avestruces, guanacos, ciervos y caballos salvajes de que se alimentaban, obligándolos la instintiva astucia de estos animales acobardados por la «bola » del indio, a hacer largas mar- chas a través de los pajonales para poder sorprender su presa al al- cance de esta arma arrojadiza. En cuanto al número de la población indígena que rodeaba el es- tuario, es difícil citar algo concreto. Sin embargo, tomando como base lo que nos dice el historiador Sehmidel, primero y único que nos da cifras sin ser desmentido por los demás documentos de aquella época que más bien lo confirman, podemos calcular en 12.000 los habitantes de las tribus Querandíes, otro tanto el de las Charrúas y en 40.000 el de las Guaraníes de las islas, incluyendo en ellas, si se quiere, los Chanás, Beguás, etc. Para este cálculo me atengo a lo que dice Schmi- del, quien señala 2000 habitantes a los Oharrúas y otro tanto al pue- blo Querandí *, pero afirma que en el combate de Matanzas los Que- * «Dos mil hombres con las mujeres e hijos», capítulo VII. 206 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES randíes eran 4000 combatientes, « pues habían reunido a sus amigos » los grupos dispersos en el interior y en la costa ocupados en la caza y la pesca; y suponiendo a cada combatiente una familia de dos per- sonas más, fácilmente llegamos al cálculo aproximado que señalo. Más adelante, agrega Schmidel, que sitiaron a Buenos Aires 23.000 indios de pelea: Querandíes. Guaranís, Charrúas y Chaná- Timbús, y como ya señaló para los Charrúas una población igual en número a la de los Querandíes (cap. VI, VII y XI), tendríamos que ese número de combatientes, agregando el de sus mujeres e hijos, puede distribuirse en esta forma : Guerreros Mujeres y niños Total limitado Querandies 0. oo 4.000 3.000 12.000 A 4.000 8.000 12.000 ELA ae 10.000 20.000 30.000 Ganas Obeso e 5.000? 10.000 15.000 Totales ..... 23.000 46.000 69.000 Esto daría un total aproximado de 70.000 indígenas distribuido entre las distintas tribus que habitaban las orillas e islas limítrofes con el Plata; lo que no es exagerado si se tiene en cuenta la enorme distancia que abarca su perímetro, medido desde el cabo de Santa María hasta la costa entreriana y continuado por las islas del delta y costa argentina hasta terminar en el cabo de San Antonio; parajes ocupados por tribus o grupos indígenas, pues doquiera que desem- barcaron los conquistadores, encontraron a aquéllos en grupos nu- merosos. 1. Los Querandíies Cuando llegó la expedición de Mendoza en 1536, estos indios ha- bitaban la orilla derecha del Plata, ocupando la región boscosa del valle de Santiago (Las Conchas). Monte Grande (San Isidro) y la me- seta de Buenos Aires hasta el Riachuelo +. De allí, siguiendo la costa hacia el sur, el terreno bajo, llano y sin abrigos, cambiaba notable- 2 «15.000 o más hombres », dice Sehmidel, capítulo XIII. ? Como este trabajo comprende especialmente lo que al Río de la Plata se re- fiere, es sobre este punto adonde dedico mayor atención, pero a fin de no limi- tar y fragmentar asuntos de relativa importancia como es la distribución geo- gráfica de estos indios, debo decir que ellos se extendían mucho más al norte signiendo la costa de los ríos Baradero y Arrecifes (río de los Querandíes) y lle- gaban grupos de esta familia hasta la provincia de Santa Fe. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 207 mente, ofreciendo el aspecto típico de la Pampa : llanura extensa en la que sobresalían de cuando en cuando pequeñas colinas pobladas de bosquecillos de talas, inciensos y algarrobillos y surcada de arro- yos sombreados por el sauce colorado y algunas plantas acuáticas. La costa del Plata ofrecía abrigo y mayores ventajas que la llanura interior, por la espesura de sus montes ribereños y la abundancia de riquísimo pescado que poblaba el río y quedaba detenido en los ba- nados y lagunas inmediatas, cuando eran invadidas por las crecien- tes del estuario y sus afluentes '. Era allí el sitio predilecto de los Querandíes, donde establecían sus campamentos o tolderías ambu- lantes compuestas de abrigos formados con ramas y paja o toldos ar- mados con palos cruzados sobre horquetas y cubiertos con pieles de animales salvajes; viviendas a propósito para gentes de vida nómade que se alimentaban de caza y pesca y debían estar siempre prontos a cambiar de domicilio, ya fuera buscando una región más abundante en recursos o huyendo de los desbordes de una inundación producida por las crecientes o las lluvias. Los Querandíes eran altos, robustos, ágiles, diestros en las armas. infatigables en la marcha y tan ligeros en la carrera que los historia- dores han dicho que «alcanzaban a los venados por los pies » ?. Hay quien ha creído que estos indios eran una rama de la raza Guaraní, pero no sólo se diferenciaban de ellos en su mayor estatura y belleza física, sino también en su lenguaje, costumbres y género de vida. Los Querandíes no usaban el tembetá, no eran agricultores ni canoeros, ni se dejaron dominar por los conquistadores; rasgos que más los asemejan a los Oharrúas que a los Guaranís ?. 1 La modificación que se ha producido es tanta, que apenas se encuentran ves- tigios de los bosquecillos de entonces ni de las extensas lagunas llenas de abun- dante pesca que acompañaban los grandes arroyos desde el Riachuelo hasta el Sam- borombón. Los primeros han desaparecido bajo el hacha de los conquistadores y las segundas cegadas por los aluviones y las tierras removidas por el arado del colono. * Carta de Luis Ramírez. Probablemente los vió desde lejos correr para lanzar la « boleadora » y tomar al ciervo ya enredado por ella; pareciendo este acto rá- pido como si hubiera alcanzado el animal a la carrera. El gobernador Valdez y de la Vanda (1599) presenció una cacería de venados hecha a pie por doce indios y vió que «en espacio de dos horas enredaron con las « bolas » once venados y se les fueron otros tantos casi de las manos. » Luis de la Cruz (1804) refiere que los Patagones rodeaban a la carrera los guanacos y avestruces con tanta rapidez y seguridad como si fueran a caballo. * El señor F. F. Outes, cree hallar cierta semejanza entre los Querandíes y Charrúas con los Guaycurúes. 208 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Las armas eran flechas y dardos o lanzas cortas con punta de silex; hondas, « bolas perdidas » y boleadoras de dos y tres piedras, siendo diestrísimos en su manejo. « Estos Querandies — dice Ramírez en su carta de 1525 — son tan ligeros que alcanzan un venado por pies, pelean con arcos y flechas y con unas pelotas de piedra redondas como una pelota y tan grande como el puño, con una cuerda atada que la guia, las quales tiran tan certero que no hierran a cosa que tiran. » Esta descripción se refiere a la «bola perdida »; la «bolea- dora » de caza, de dos y tres piedras es la que menciona Schmidel y Villalta, empleada por los Querandíes en la batalla del Riachuelo de Matanzas para detener e inutilizar los caballos de don Diego de Men- doza y demás caballeros a quienes mataron, derrotando a los conquis- tadores. Eran guerreros resueltos, fuertes, astutos y valientes. Obedecían a jefes elegidos por su experiencia y valor. En el combate buscaban la lucha singular y el entrevero, inutilizando así la artillería española y obligando a combatir a] arma blanca: sabia y astuta maniobra con la que evitaban el riesgo de los cañones, arcabuces y mosquetes, obligando al enemigo a trabar conocimiento con la « bola », arma cuyo poder y cualidades ignoraban los otros. Eran hospitalarios e hicieron buen recibimiento a Caboto y Men- doza, demostrando buena y leal amistad, sin que su indomable alti- vez aguantara una humillación, maltrato o traición. Una vez rotas sus buenas relaciones hacían cruda guerra sin dar ni pedir cuartel, como lo hacían los Charrúas; diferenciándose en esto de los Guara- nís y razas del norte que después de rudos combates en que les eran arrebatados sus hijos y mujeres hacían la paz con gran facilidad *. Eran medianos alfareros, fabricando ollas de barro, cántaros y va- sijas para cocer sus alimentos y guardar sus provisiones. Comían mucho pescado y carne asada, partiendo los huesos para extraer la medula. Eran también hábiles trabajadores en piedra, tallando y fabricando puntas de flecha y de lanza, cuchillos, morteros, « bolas » de una es- fericidad perfecta y piedras lenticulares para honda, también de no- table perfección. Para estos trabajos traían de muy lejos grandes fragmentos de silex, diorita, granito y cuarcita, o los adquirían por * La debilidad de carácter, inferioridad de armas y mala táctica de los indí- sgenas del norte, facilitó la conquista de esa parte del continente, mientras que la entereza y astucia guerrera de los Querandíes, Charrúas y Araucanos, retardó el dominio español en el sur. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 209 'anje de los Guaranís, los que a su vez los obtenían de la costa orien- tal o los extraían de la isla de Martín García. Vestían los hombres un taparrabo de cuero y las mujeres la misma pieza, algo más amplia, de un tejido hecho con fibras vegetales, de algodón o caraguatá. En el invierno se cubrían con grandes mantas de piel de nutria. No se conocen túmulos o cementerios de los Querandíes y es un misterio saber dónde y cómo enterraban sus muertos. Esta valiente raza jamás fué completamente dominada. Lucharon, sucumbieron y desaparecieron después de larga y sangrienta lucha, dejando amargo recuerdo al vencedor a quien más de una vez causó admiración. Oviedo, Ramírez, García y Lozano llaman « gran nación » a los Querandíes. 2. Los Guaranies Los indios de esta gran familia, linderos con el Plata, habitaban las costas del Bajo Paraná y las islas más altas y fructíferas de la vasta región del delta, sobre los brazos caudalosos de los ríos Palmas, Mini, Guazú y costa entrerriana, hasta los márgenes del Uruguay. Era allí donde labraban las fértiles tierras para sus cultivos y obte- nían abundante cosecha de frutos de palmera, explotando al mismo tiempo otras plantas silvestres de que hacían uso. Además de esta instalación principal tenían otras secundarias en lugares apartados de la región isleña, adonde se trasladaban en sus canoas por la in- mensa e inextricable red fluvial que riega el delta, en donde tenían sus «paraderos » predilectos para la caza y la pesca a que se dedi- caban. Estos lugares apartados, descubiertos y casi inaccesibles, fue- ron más tarde, cuando la conquista los desalojó de tierra firme, su refugio, su pueblo y hasta el cementerio de sus muertos. La distribución de la gran familia Guaranítica es muy extensa y el número de su población incalculable. Los grupos que habitaban las islas vecinas al Plata, que son lo que nos interesa, han tenido una población no inferior a 40.000 habitantes. Puede parecer esto exage- “ado, dado el escaso número de esqueletos encontrados en los túmu- los o cementerios de los parajes a que me refiero, pero ya he dicho que esos túmulos no representan sus más antiguos cementerios, sino sus últimos refugios o paraderos cuando huían de los conquistadores y en los cuales enterraron sus muertos al lado de los fogones y vi- viendas, ya que no podían ir a tierra firme a realizar sus fúnebres ce- remonias. En la costa tampoco existen esos grandes cementerios y 210 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES por eso creo que el sistema de inhumar en los túmulos es moderno, mientras que la primitiva ceremonia fúnebre ha consistido en la ere- mación u otro medio que hacía desaparecer los cadáveres, pues el hallazgo de esqueletos de los antiguos Guaraníes es rarísimo, como el de los Querandíes una incógnita. Ni Caboto, Ramírez y García, primeros navegantes que cruzaron el delta varias veces tratando amistosamente o cambatiendo con los indios de esas regiones; ni Schmidel que escribió la primer historia de la conquista; ni Irala que gobernó veinte años en ella, ni los dis- tintos autores de cartas y documentos relativos a esa época, nos dan una exacta distribución de los pueblos indígenas del bajo delta y costa entrerriana que designan con los nombres de Guaranís, Cha- nás, Timbús, Begiiás, etc.: tan sólo dicen, como Irala, que es necesa- rio guardarse de ellos por ser valientes y hábiles flecheros *. De toda esa documentación lo que puede sacarse en limpio es que casi todas las islas y costas fronterizas al Plata superior, estaban ocupadas de un modo fijo o temporario por grupos de indígenas dedicados a la caza y pesca y los parajes más altos, por pequeños pueblos entrega- dos a las faenas de la agricultura. La distribución de razas entremez- cladas y ocupando a veces los mismos puntos, obedece a que los con- quistadores confundieron unos por otros, o lo más probable, a que las distintas tribus vivían en estrecha amistad como lo demostraron en el sitio de Buenos Aires (1536) y otros combates con los españo- les, siendo en este caso inexacto que los Guaranís (del Plata supe- rior) vivieran en guerra con los indios de las otras razas comarcanas del estuario. Estos indios eran de mediana estatura, bien proporcionados, ro- bustos y musculosos, como conviene a razas que viven al aire libre en pleno ejercicio físico, tan pronto subiendo a las altas palmeras en busca de frutos, como corriendo por los albardones tras de los vena- dos, o remando largas horas sus pesadas canoas de veinte remos y doce brazas de largo con las que llegaron varias veces hasta Buenos Aires a causar sobresalto a los conquistadores *. * Cartas de Irala, B. García, etc. Según Ramírez «los Guaranís son gente muy traidora ». 2 En 1536 bajaron desde el delta y costa oriental algunos miles de Guaranís y Charrúas a sitiar a Buenos Aires, incendiando cuatro buques de la armada de Mendoza. En 1580 vinieron los primeros en 600 canoas hasta el mismo punto, y en distintas épocas asaltaron a los españoles, produciendo bajas en las tripula- ciones o concluyendo con ellas como lo hicieron en 1537 con el bergatín que mandaba Diego Padilla. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 211 Eran de tez morena y cobriza, cara ancha, redondeada, cabellos negros o castaños, lacios y fuertes, dentadura blanca, completa y mi- rada astuta y descontiada. Vestían taparrabos de piel de nutria o te- jidos vegetales y en ciertas épocas mantos de cueros de carpincho o venado, pacientemente preparados, pero en épocas de mucho calor, los hombres trabajaban desnudos. El distintivo más típico de estos indií- genas, era el uso del tembetá o barbote de madera, hueso, piedra o cristales de resina, que les atravesaban el labio inferior o los tabiques nasales. Sus armas principales eran arcos y flechas en cuyo manejo eran maestros, y medias lanzas o chuzas de madera endurecida. No em- pleaban la « bola », pues la naturaleza del terreno inundado y lleno de vegetación, no admitía su uso permitiendo en cambio flechar con éxito los ciervos que a esos parajes concurrían. Tenían hachas de piedra con las que derribaban los árboles y labraban la madera. Se alimentaban de sus productos agrícolas, principalmente maíz. mandioca y maní, y de los frutos silvestres, especialmente los cocos de palmera mbocayá y pindó, que explotaban en vasta escala en los extensos palmares que entonces crecían allí y que tal vez fomentaban ellos mismos. La pesca, abundantísima y fácil durante las bajantes, la caza de carpinchos, nutrias, venados y aves de todas clases; los abundantes caracoles del género Ampullaria y la deliciosa miel de las Lechiguanas y Camuatís, completaban su alimentación. Eran medianos alfareros y fabricaban cántaros y ollas de barro en que guardaban sus productos de pesca y agricultura. Comían los ali- mentos cocidos y sazonados con plantas por ellos conocidas, ricas en sales nutritivas. No eran antropófagos ni practicaban esta bárbara costumbre por gusto ni por hábito *. Dormían en hamacas y construían chozas y ranehos de ramas, barro y paja. Estos indígenas habitaban primitivamente las costas y lugares altos y selectos de los riachos, donde crecían las palmeras y cultiva- ban sus frutas y legumbres. La persecución tenaz de los conquistado- res y, más que ella, los pedreros y arcabuces con que los saludaban con toda impunidad al pasar, hicieron que los indios buscaran refu- * Ninguna de las tribus que rodeaban el estuario era antropófaga; así lo es- tablecen Ramírez y Schmidel y lo declara Oviedo, cuando dice que Caboto encon- tró en Sancti Spiritus los cadáveres de sus soldados cortados en pedazos, pero que los indios no los habían comido. Las tribus de más al norte, tanto del Paraguay como del Brasil, practicaban por rito la antropofagía y a veces hasta por hambre, pero se ha calumniado in- justamente a los del Bajo Paraná a los que no faltaba abundante comida. 212 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES gio entre los bañados, ocupando de preferencia sus antiguos «para- deros » de pesca situados en el centro de los esteros cenagosos y pro- fundos, ocultos a la vista de los conquistadores por la enmarañada vegetación palustre, e inaccesibles por la naturaleza del terreno. Allí instalaron sus pequeños pueblos, resistiendo la miseria con la caza y pesca, y las inundaciones con trabajos de levantamiento de los albar- dones que ocupaban ?. Ya he dicho anteriormente que no hay datos históricos que nos permitan fijar con exactitud la distribución geográfica de todos estos eruapos indígenas que se han designado con el nombre de Timbús, Caracaras, Chanás, Beguás, Chandules o simplemente Guaranís. Sin embargo, es un hecho confirmado que los primeros eran más laborio- sos y pacíficos, recibiendo amistosamente a los conquistadores a quie- nes auxiliaron tanto, que sin ellos la expedición de Mendoza habría sucumbido por el hambre en Corpus Christi. Los Guaraníes, por el contrario, siempre belicosos, nómades, huraños y «traidores », como les llama Ramírez, vivían de sus continuas raterías y fueron eterna pesadilla de los españoles a quienes asechaban al paso de sus buques por entre la espesura del litoral isleño o desde la barranca de los ria- chos para flecharlos a mansalva *, llegando su astucia hasta el punto de levantar y destruir sus cosechas para evitar que los conquistado- res tuvieran alimentos ”. A pesar del uso común del tembetá, adorno usado por todos esos indios, podemos establecer una diferencia entre ellos. El lenguaje de los Chanás y Beguás era semejante, lo que hace decir al doctor Lafone (Quevedo, que «eran de una misma estirpe », mientras que el de los Guaranies era distinto. Los primeros eran pueblos esencialmente agricultores que vivían cerca de la ribera principal de los ríos, mien- tras los segundos, pueblos nómadas, cazadores y merodeadores, no tenían asiento fijo y vivían ocultos en las islas, donde hacían sus pequeños cultivos en los parajes más elevados y secos. Tal vez por * Luis M. TorkEs, Los primitivos habitantes del Delta del Paraná. Según opi- nión de este autor, los indígenas aprovecharon los médanos del Delta superior y partes altas, ocultas, de las islas del Delta medio e inferior, para levantar sobre ellos grandes túmulos y «paraderos» en que instalar sus tribus. Aunque este trabajo, por su magnitud, represente un gran esfuerzo para gentes que carecían de elementos con qué transportar tan importante masa de barro y arena, la posi- ción transversal de aquellos « paraderos » así parece indicarlo. Las construecio- nes en alto son una necesidad para la vida en toda aquella comarca. * Carta de Irala (1541). " Sehmidel, capítulo X ; Villalta, párrafo 6. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 21: esa razón no los halló Caboto a su paso por el Delta inferior y no se les menciona con la frecuencia que era de esperar; Alonso de Santa Oruz afirma, por su parte, que habitaban y sembraban esas islas en el verano. Luis Ramírez, que iba en esa expedición, dice: «los Guaraníes andaban derramados por esta tierra y por otras muchas, como corsa- rios a causa de ser enemigos de estas otras naciones (Carcarias y Chanaes, y Beguás y Chanaes-Timbús y Timbús con diferentes len- guajes) y de otras muchas ». Como puede observarse, Ramírez parece hiciera una distinción entre Chanaes, Chanaes-Timbús y Timbús; pero todo esto no es más que falta de conocimiento de aquellas tri- bus, pues la designación de Timbú corresponde a los indios de tem- betá y todos ellos lo eran, pero como los Querandíes no lo usaban y liegaban a los pueblos de los primeros de quienes «eran amigos» y con los que se confundían, Ramírez creyó probablemente encontrar un motive para distinguirlos. En cuanto al lenguaje, ya hemos dicho que Ohanás y Beguás se entendían con un solo idioma, de modo que los « Timbús con diferentes lenguajes » han sido algunas tribus Gua- 'aníes o de otra raza, con tembetá. 3. Los Charrúas La costa oriental del Plata, muy distinta de la occidental o argen- tina, presenta un terreno accidentado compuesto de colinas bajas, alternadas por valles de poca extensión. En las primeras suele aflorar la piedra granítica del piso arcaico y, con mayor razón, en el fondo de los arroyos que riegan los valles, único sitio en que se desarrolla- ban con todo su vigor los bosquecillos de antaño, hoy desaparecidos, que ostentaban una flora análoga a la argentina. Hacia el interior del país las serranías adquieren un aspecto más abrupto y severo, presentando auebradas más profundas y barrancos más empinados y pedregosos, hasta llegar a las elevadas sierras del interior. Los ríos y arroyos son abundantes, pero, a causa de la natu- raleza del terreno, de escasa extensión y poco navegables. En este suelo agreste y accidentado, propio para el acecho y la sorpresa, vagaba errante la raza indómita de los Charrúas, tribu que, aunque poco numerosa, poblaba en grupos sueltos la costa del estua- rio, desde Maldonado hasta el río San Salvador, en cuya frontera lin- daba con los indios Yaros; teniendo enfrente y poblando las islas del 214 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Uruguay, los Chanás, y sobre el territorio que hoy ocupa el extremo sur de Entre Ríos, sus amigos y aliados, los Minuanes. La raza Charrúa, muy semejante a la Querandí, era como aquélla, alta, robusta, fuerte y ágil; de fisonomía abierta, altanera, con ojos negros y sagaces que brillaban en su rostro bronceado y curtido, bajo una frente estrecha cubierta de cabellos negros, gruesos y flotantes. Las mujeres se tatuaban o pintaban con rayas azules verticales que bajaban de la frente hasta la base de la nariz. Los hombres usaban el tembetá, como los indios del norte. De carácter silencioso hasta parecer tristes, eran fuertes, resueltos y valientes. Usaban por armas, para la caza y la guerra, lanzas cor- tas, flechas y «bolas », en las que eran tan diestros como sus amigos del otro lado del Plata, los Querandíes. Estas dos razas fueron, por su valentía y conocimiento del caballo que cazaban con destreza, las que más retardaron la conquista, derro- tando muchas veces las mejores tropas españolas, y fué menester el concurso de los mestizos, nativos de esta tierra, para dominarlos, em- pleando su misma táctica y hasta sus mismas armas (lanza y «bolea- dora »). Azara. que llegó a conocer casi los últimos representantes de estas dos belicosas razas indígenas, dice: «Cuando se piensa que los Cha- rrúas han dado más trabajo a los españoles y les han hecho derramar más sangre que los ejércitos de los Incas y de Montezuma, se creería sin duda que estos salvajes formarían una nación muy numerosa; y bien, que se sepa que los que existen hoy y que nos hacen tan cruel guerra, no forman a golpe seguro un cuerpo de cuatrocientos gue- rreros » !, Tomo del 1Islario general de Alonso de Santa Cruz, el siguiente pá- rrafo en que hace referencia al río de la Plata y las islas de su Delta, lugares que tuvo oportunidad de conocer recorriendo durante tres años estos ríos en los buques de Caboto : «Junto al Cabo de Sancta Maria que es a la entrada del rio, esta una isla dicha de los Lobos por haber en ella muchos lobos marinos; es isla desierta y sin agua. Dentro del rio de la Plata hay gran nú- mero de islas grandes y pequeñas, todas las mas despobladas, por ser bajas y cada año cubrelas el rio de las avenidas que trae *, aunque 1 AZARA, Voyages dans l' Amérique méridionale, tomo II, capítulo X, página 20. ? Esta inundación periódica demuestra que esas islas eran más bajas en aquella época. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 215 los veranos algunas destas islas se habitan por causa de las semente- ras que en ellas tienen los indios y muchas pesquerias de muy gran- des y buenas (sie); son todas de mucha arboleda, aunque los árboles de poco provecho, por que si no son para el fuego y para chozas que los indios hacen, para otra cosa no son; hay muchas palmas grandes y pequeñas; en algunas destas islas hay onzas y tigres que pasan del continente a ellas, y muchos venados y puercos de agua *, aunque no de tan buen sabor como los de España. Hay muchas ánades, muchas garzas, que hay islas de tres y cuatro leguas de largo y mas de una de ancho que los árboles estan llenos de ellas; muchos papagallos que van de pasada; pescanse alrededor de ellas muchos y diversos pesca- dos y los mejores que hay en el mundo, que creo yo por venir de la bondad del agua, que es aventajada a todas las que yo he visto. El mas comun que se pesca en él de que hay mas cantidad, es uno que llaman Quirimbatas, que son como sábalos en España y mas sanos y de mejor sabor. Hay otros Piraibes, que son mucho mas grandes, y bogas y rayas y otros a manera de salmones y otros pequeños de extremado sabor los cuales guardan los indios para el invierno sin los salar por que no alcanzan sal, sino con abrirlos por medio a la larga y poniendolos al sol hasta que esten muy secos, y cuelganlos en sus casas despues al humo, donde se tornan a curtir mas, y desta manera los tienen de un año para otro, y lo mismo hacen de la carne. Tienen mucho maiz; no se dán en las islas ni continente Yucas, ni Ajos (Ajes?”), ni Batatas, por ser la tierra fria, si no es de mas de dos- cientas leguas de la boca del rio que torna a volver en el altura de la provincia de los Patos, donde se crian bien todo lo sobredicho. » CAPÍTULO V EL DESCUBRIMIENTO ¿En qué fecha y a qué bandera pertenecían las primeras naves que surcaron las aguas del Plata? Punto es este que ha sido ardorosa- mente discutido sin arribar a nada preciso. Se ha llegado, en cam- bio, a evidenciar que antes de la venida de Solis, era conocida la existencia de nuestro estuario y hasta se pretende que la anteriori- 1 Ya hemos visto en el capítulo anterior que con este nombre designaban los españoles a los carpinchos y delfines. 216 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dad de esos conocimientos remontan a los albores del siglo XVI, apo- yándose tal afirmación en viejos mapas de la época, en los que aparece ds y z Abe eS Fá . Fragmento del planisferio anónimo de Weimar, atribuído a Alonso de Chaves (1527) más o menos a la altura del Plata una visible escotadura que se ha tomado como la boca de un río. ¿Es esto una prueba terminante? Evidentemente, no; pues no exis- tiendo una mención expresa de que allí hubiera agua dulce, lo mis- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 217 mo pudo ser un imaginado estrecho que un canal o una ensenada. Queda, sin embargo, comprobado el hecho de que hubo naves y navegantes que cruzaron estos parajes sin penetrar en ellos y toma- ron nota del hallazgo sin darle mayor importancia, como si sólo se tratara de un recorte de la costa. Carece, pues, este suceso del valor de un descubrimiento, porque ni tiene importancia geográfica por la falta de mayores detalles que precisaran su ubicación en el mapa, ni la tiene histórica, pues no hay noticia de tal navegación, de su fecha, ni de quién la hizo, faltando asimismo la toma de posesión de rigor en este caso. Esto último me inclina a creer que fueron españoles los primeros que cruzaron la boca del Plata, pues llama la atención la desidia con que procedían al efectuar sus descubrimientos enfrente a la actividad demasiado previsora de sus adversarios de Portugal, pues mientras éstos iban señalando sus descubrimientos en África, Indias Orienta- les y costa del Brasil con grandes postes o hitos marcados con el escudo de las cinco quinas, los primeros españoles que vinieron al Plata no dejaron constancia de su presencia ni documentos de toma de posesión. Y tal fué el descuido de los descubridores espanoles, que cuando el gobierno de Portugal envió en 1531 una armada a las órdenes del capitán Martín Alfonso de Sousa a que tomara posesión del Plata, se recurrió para defender los derechos de España, más que a la empresa de Solis en 1516, a los actos de dominio, ejercidos por Caboto en 1527, fundando Sancti Spiritus y ahorcando en el mismo día a uno de sus soldados delante de las líneas de su esbozada fortaleza *. La rivalidad entre los gobiernos de España y Portugal por los des- cubrimientos en América y la cuestión de límites entre ellos pen- diente; el empeño del último en impedir la venida de una expedición española a esta parte de América, y la orden de efectuarla con todo sigilo y reserva, por parte del rey de España, hacen pensar que dicha expedición se efectuó, aunque no tan amplia para que su resultado fuera provechosa. 1 En 1580 el embajador Lope Hurtado de Mendoza, en nombre del emperador, hizo presente al rey de Portugal : «que bien sabe su Alteza y es cosa manifiesta en este su reino de Portugal, especialmente entre las personas que han tenido y tienen noticia de la navegacion del mar Oceano, como en vida de los Reyes Cató- licos el Rio de Solis que asi bien se llama el Rio de la Plata, fué descubierto por Juan de Solis, Capitan del Rey Católico, Padre y Abuelo de sus Magestades ». Si esta manifestación fuera exacta, el viaje de Solis o el descubrimiento del Plata se habría efectuado antes del 26 de noviembre de 1504, en que falleció la reina Isabel. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (SEPTIEMBRE 11, 1915) 15 218 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ¿ Cuándo se efectuó esa expedición y quién la hizo ? Los historiadores y cronistas de aquellos tiempos mencionan sin vacilación dos viajes de Solis al río de la Plata. Oviedo y López Gomara afirman que el primer viaje fué en 1512; 4 5 e], = ha t a pllaubrro at relolus Ag o a 1 S > VAS . “BR acza tlls Fragmento del planisferio de Diego Ribero (1529) Herrera y Pedro Martír, lo señalan en 1508-9. Como se ve, existe entre ellos disidencia en cuanto a la fecha, pero están de acuerdo en la realidad de ese primer viaje. Según parece, Solis estaba preso a principios de 1516, lo que no impidió que el 25 de marzo de ese año le nombrara el rey piloto ma- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 219 yor en lugar de Américo Vespucio que había fallecido. Quizo luego enviarlo a la demarcación de límites con Portugal, pero a causa de las desinteligencias con el embajador Vasconcellos, el rey separó a Solis de esa misión. Era a mediados de septiembre: justamente la época propicia para venir a esta parte de América, como lo demues- tra la capitulación que se hizo tres años después con Solis, en que el rey dice: «debiendo salir en septiembre de 1515, hacen el viaje en secreto, como que no es de mandato real y al llegar a espaldas de Castilla del Oro, enviar un mensajero con carta para hacer saber al rey lo que descubriese y carta de la costa », etc. Esto demuestra que el rey tenía conocimiento antes de 1515, de un paso por el que se podía «llegar a espaldas de Castilla del Oro» y señalaba el mes de septiembre como el más propicio para dicha expedición. Suponer que la prisión de Solis fué fingida y se premió su viaje incógnito al Plata, o se le envió en septiembre de 1512 mientras se entretenía con engaños al embajador lusitano, parece aventurado, pero es preciso recordar la astucia y falsedad del rey Fernando, de- mostrada en más de una negociación diplomática. Debemos creer que sien 1515 se encargaba a Solis «hiciera el viaje en secreto, como si no fuera mandato real » por temor al espio- naje e intrigas de la corte de Portugal, mayor sigilo se emplearía antes en un viaje preparatorio y de tanteo, cuando sólo se trataba de saber si la tierra continuaba muy al sur del cabo San Agustín o había entrada para poder pasar a espaldas de Castilla del Oro, te- niéndose ya indicios de ambas cosas; indicios que robustecidos por los nuevos datos obtenidos en esa oculta exploración y por el descubrimiento del mar Pacífico por Balboa, prepararon la expedi- ción de 1515 *. Difícil nos sería establecer la fecha exacta en que se hizo la primera entrada al río de la Plata. Muy interesante resultaría, indudablemente, conocer los resultados de aquella primer exploración, pero cuando ella se ignora y se carece de datos referentes a la configuración hidro- eráfica del punto recorrido, la importancia desaparece para nosotros, pues el objeto de este libro es historiar el río de la Plata en sus dis- tintos cambios y hacer conocer las variantes sufridas en su Delta, ' La relación existente entre marinos españoles y portugueses, a pesar de la rivalidad de sus reyes, ha servido indudablemente para que se conociera en Es- paña los viajes de los lusitanos hacia el Plata, así como las noticias que de esta tierra les daban los indios del sur. 220 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES canales, bancos y corrientes, comprobando esas modificaciones con el auxilio de los pocos documentos que poseemos. La expedición de Solis en 1516, como la de Magallanes en 1520, son muy parcas a ese respecto; la de Loaysa, en 1525-26, también difiere en algo y todas están en desacuerdo en los grados geográficos. La de Caboto (1527-29) nos da mejores datos; no porque éste se tomara el trabajo de anotarlos, sino porque uno de sus soldados, Luis Ramírez, escribió una carta con noticias del viaje, que es un verda- dero tesoro para nosotros. Esta carta se complementa con la concisa Memoria de García, con la decumentación producida por los pleitos que se hicieron a Caboto a propósito de la expedición, y por un mapa que hizo este último y envió al rey en 1533, en el cual dibujó más o menos bien los puntos recorridos, los aborígenes encontrados, la fauna más notable del país y el punto en que fundó a Saneti Spiritus, pri- mera y única población en el Plata antes de 1536 ?, Siguió a Caboto, la expedición de Martín Alfonso de Sousa, tan pobre en datos como las primeras y tras ella la gran expedición de Mendoza, que, por su importancia, ramificaciones y fundaciones. debió dejarnos una documentación de grandísimo valor para la histo- ria y geografía física de nuestro país. No fué así desgraciadamente, pues exceptuando los obseuros datos que da Schmidel sobre los pun- tos ocupados por los españoles y pueblos de los indios, el resto de la documentación no aclara mayormente el asunto. Nuestros conocimientos histórico-geográficos son pobres en deta- lles precisos. Basta recordar a este respecto que ignoramos en qué punto fué muerto Solis; dónde se halla el puerto que Caboto llamó San Lázaro y si el río en que dejó sus buques es San Salvador o, como ereen otros con mucha razón, el río San Juan. Y si sabemos dónde se hallan las ruínas de Sancti Spiritus, no sabemos en cambio, dónde se levantó Corpus CObristi o Buena Esperanza, que, si en opinión de al- guno se encuentra próximo a la fortaleza de Caboto, está en contra- dicción con lo que señala el plano de Levino Hulsio, de 1599, en el libro de Sehmidel, y con lo que escribe éste e indican los distintos do- cumentos históricos cuando dicen que los Timbúes de Corpus Christi l Caboto recibió de Carlos Y el encargo de trabajar un mapa, cuya remisión anunciaba al secretario don Juan de Samano en carta datada en Sevilla a 24 de junio de 1533. Más importante es aún el mapa de Alonso de Santa Cruz, por con- tener mayores detalles del río de la Plata y señalar los puntos en que fondeó di- cha expedición al llegar al estuario. Entre ambos mapas hay disidencias graves que trataré de aclarar en capítulo aparte. CARDOSO : EL RIO DE LA PLATA 221 se alimentaban «sólo de carne y pescado » *, mientras los próximos a Sancti Spiritus eran agricultores ya en la época de Caboto, según lo declaran Ramírez, Diego García y otros. En presencia de datos tan opuestos, sólo nos queda el estudiar com- parativamente los documentos que poseemos y cotejar las distintas citas geográficas con los puntos señalados del estuario, aceptándolas si coinciden, y en caso contrario fijarlos de acuerdo con lo que más se aproxime a la realidad. Esto puede dar lugar a errores, pero encuen- tro tan grandes algunos que en este asunto se han cometido, que los míos espero serán disculpados, pues sirven para aclarar y disminuir la gravedad de los otros. Viaje de Solis (1516) Herrera, uno de los mejores cronistas de Indias, dice en su década II, libro I, capítulo VII, hablando de la marcha de la expedición de Solis: « Pasaron el Cabo de las Corrientes y fueron a surgir en una tierra en 29* y corrieron dando vista a la isla de San Sebastian de Cadiz *, adonde estan otras tres islas que dijeron de los Lobos y den- tro, el puerto de Nuestra Señora de la Candelaria, que hallaron en 357 *; y aquí tomaron posesión por la corona de Castilla *. Fueron a surgir al rio de los Patos en 34 */, grados ?, entraron luego en una * «Esta nación no come otra cosa, ni en su vida ha tenido otra comida ni otro alimento que carne y pescado ». (SCHMIDEL, capítulo XIII.) * Esta isla es la de Santa Catalina que tiene al norte un puerto que Caboto lla- mó de San Sebastián, porque fondeó en él la víspera del día de ese santo que era también el de su nombre. * Hoy puerto de Maldonado. Es el punto de la costa uruguaya que se halla más al sud y próximo a los 35”. Tiene dos islas : la de Gorriti, que cierra el puerto y un poco más afuera los islotes de Lobos, bajos, achatados y sin abrigo. * MADERO, Historia del puerto de Buenos Aires, supone que Solís tomó posesión en la bahía de Montevideo, sin duda por la importancia de ella y por su cerro, ya que el rey de España recomendó hacerlo donde hubiera «montaña ó cerro señalado », pero Solís, que había pasado largamente la línea de demarcación con Portugal, encontró excelente aquel primer puerto (Maldonado) desde el cual se ve el Cerro de la Ballena, muy superior al de Montevideo (cerca de 200 metros de altura). ? Ningún punto de la costa sur del Uruguay se halla en 3471/3, pero, la boca 2 del río Solis Chico se encuentra a los 34? */, aproximadamente, y este pudo muy bien haber sido el que Herrera llama « rio de los Patos ». 222 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES agua que por ser tan espaciosa y no salada llamaron Mar dulce, que pareció ser después el río que hoy llaman de la Plata y entonces di- jeron de Solis; de aquí fué el capitán con un navío que era una cara- bela latina reconociendo la entrada por la una costa del rio: surgió en la fuerza de él, cabe una isla mediana en 34” 7/,.» Varios puntos de esta cita se discuten. El que resulta un error pal- mario es indudablemente el del río de los Patos, por colocársele en 34? */,, lo que no puede ser, y porque más adelante cita una isla en 34” */,, lo que también resulta inaceptable, pues navegando hacia el noroeste, la latitud al sur del Ecuador es siempre menor. Esto hace suponer a algunos que Herrera se equivocó en los grados geográficos, y otros (Madero, ob. cit.) que el río de los Patos es el de Santa Lucía. A mi modo de ver el error en la cita de Herrera, consiste en decir 34” */, donde debió decir 34” ?/,, y viceversa. Esto colocaría el río de los Patos en el actual Solis chico, en 34? */,, más o menos, y la isla, que sería Martín García (según Caboto), en 34” */, aproximadamente. Nunca se ha conocido río de los Patos al norte de Montevideo. En el diario de Francisco Albo (Viaje de Magallanes, 1520) dice: «hay una montaña hecha como un sombrero al cual le pusimos nombre Monte Vidi, y en medio dél y del Cabo Santa Maria hay un rio que se llama rio de los Patos ». Diego García, al regresar en 1529, cazó algunas focas para su ham- brienta tripulación en una isla de la costa (en la de Flores, según Ma- dero) y dice: «en ella hay muchos lobos marinos en que á la salida que salimos, nos dieron la vida, que con ellos fuimos á buscar de co- mer hasta el rio de los Patos». Es muy probable que García se ha referido al Puerto de los Patos o Laguna de los Patos, en la costa del Brasil ; pero, es indudable que estas dos citas establecen terminante- mente que el río de los Patos estaba más afuera de Montevideo o entre este punto y el Cabo de Santa María, como dice Francisco Albo. En cuanto a la isla en 34? ?/, otra sino la que se halla en la boca del río Santa Lucía, lo que no que menciona Herrera, no tenemos puede aceptarse, pues esa isla, hoy muy baja, en tiempo de Solis no habrá sido más que un banco en formación, y porque la referencia a Martín García es terminante, como lo confirma Caboto, hallándose en 347 */, más o menos; de donde resulta un nuevo comprobante de que los grados geográficos citados por Herrera, han sufrido un traspiés diciendo 34” */, donde era 34” */, y viceversa, pues no era posible que Solis fondeara en 347 */, y navegando hacia el Ecuador encon- trara una isla en 34? */,. ¿n cuanto al puerto de Nuestra Señora de la Candelaria, que según CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 225 Madero era Montevideo, no es otro que Maldonado, situado en 35” aproximadamente y cuya autenticidad queda demostrada pot hallarse al sur o más afuera del río de los Patos y por tener «tres islas que dijeron de los Lobos y dentro el puerto de Nuestra Senora de la Can- delaria » ?. « Al costear la tierra — sigue diciendo el cronista Herrera — en- contraban siempre gente en las riberas, descubriendo muchas veces montañas y grandes riscos ; y en esta del rio de la Plata, descubrian muchas casas de indios y gente que con mucha atencion, miraban pasar el navio, y con señas ofrecian lo que tenian, colocandolo en el suelo. Solis quiso en todo caso ver que gente era y tomar algun hom- bre para tornar a Castilla. Salto a tierra con los que podian caber en la barca », ete., ete. En esta parte de su crónica, Herrera hace un retroceso y cuando dice «encontraban siempre gente en las riberas descubriendo muchas veces montañas y grandes riscos », se refiere al trayecto que recorrió la armada entre el puerto de la Candelaria y el punto en que fon- deó en aguas dulces (Santa Lucía o la Colonia). De allí Solís, después de anclar sus buques en lugar seguro, se destaca en una carabela livia- nA, propia para navegar en poco fondo y evitar los escollos, y enton- ces dice el cronista « y en esta (costa) del río de la Plata, descubrían muchas casas de indios y gente que con mucha atención miraban pa- sar el navío ». La gente que encontraban en las riberas, y montañas y riscos que descubrían al costear la tierra, según Herrera, eran sin duda los indios que recorrían la costa desde el cabo de Santa María hasta Montevi- deo, sitios en que se descubren a la distancia altos cerros, algunos de 1600 pies de elevación, y serranías bajas que mueren en la ribera en amontonamiento de enormes peñascos. Más adelante, «en esta costa del rio de la Plata », comprendida entre Montevideo y la boca del río Uruguay, sitios también de serranías bajas y riberas erizadas de es- collos, fué donde vieron desde el navío «las casas » o pueblos de los Charrúas, uno de los cuales con 2000 indígenas menciona Sehmidel, próximo al puerto de San Gabriel (la Colonia); aclarando esta cita histórica el laconicismo de Herrera que significa, al mencionar las «muchas casas de los indios », que en esta parte del río era donde existía el mayor núcleo de población, lo que está de acuerdo con los * Este nombre indica que Solis llegó allí el 2 de febrero de 1516 y, siguiendo la costumbre de aquella época, bautizó ese paraje con el nombre del santo del día. 224 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES datos de los historiadores y con la naturaleza del terreno, preferido siempre por el salvaje a las costas del mar. Herrera no nos dice en qué punto de la costa del Plata dejó Solis sus buques mayores, pero es de creer fué en el puerto de la Colonia, temiendo que los ocultos escollos y rocas apenas visibles que existen desde la isla de San Gabriel hacia el norte fueran causa de la pérdida de sus navíos *. Siguió, pues, su camino en la carabela hasta llegar a la altura de la isla de Martín García, donde enterró al despensero de a bordo que había muerto (así lo afirma Caboto), recibiendo la isla el nombre del marino fallecido. «Solis quiso en todo caso ver que gente era, y tomar algun hombre para tornar á Castilla — prosigue Herrera. Saltó á tierra con los que podian caber en la barca ; los indios que tenian emboscados mu- chos flecheros, cuando vieron á los castellanos algo desviados de la mar, dieron en ellos, los rodearon y los mataron. sin que aprovechase el socorro de la artilleria de la carabela, y tomando á cuestas los muer- tos; y apartándolos de la ribera, hasta donde los del navio pudieron ver, les cortaron cabezas, brazos y pies, asaban los cuerpos enteros y se los comian : con esta vista la carabela fué á buscar el otro navio, y se volvieron al Cabo de San Agustin, donde recojido brasil tornaron á Castilla, dejando en su camino algunos rezagados ». Como lo dice el cronista, Solis quiso ver qué indios eran aquellos que le brindaban a desembarcar para, siguiendo el uso de la época, llevar uno y presentarlo al rey de España. Saltó en un bote con el factor Marquina, el contador Álvarez, el grunete Francisco del Puer- to, cuatro marineros y un timonel ?, dirigiéndose a tierra donde desem- barcó internándose un poco, siendo entonces atacado y muerto por * Todos los primeros navegantes que llegaron al río de la Plata, fondearon en el puerto de la Colonia por algunos días y lo tomaron como base de operaciones hasta reconocer el río y buscar sus canales que los condujeran hacia el norte. * Como se ve, era reducido el número de los acompañantes de Solis; y no podía ser de otro modo, pues los botes de las pequeñas carabelas de esa época estaban en relación con la nave y cargaban poca gente. Oviedo y algunos otros pretenden que Solis desembarcó con 50 o 60 hombres, pero eso también está en contradición con los datos que se tiene del número de hombres que componía el total de la armada, y si éste era de unos sesenta hombres, mal podía la carabela llevar la cantidad que señala Oviedo. ¿En qué punto de la costa fué muerto Solis ? Herrera dice que Solis y sus acompañantes fueron asesinados por « muchos flecheros ». Oviedo escribe por su parte, que « salieron de una celada gran mul- titud de indios e mataron a Solis », agregando más adelante que los tripulantes Lo 185% Qt CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA los indios junto con los demás que lo acompañaban, exceptuado el erumete que salvó la vida y quedó prisionero de los indígenas. Herrera dice que Solis y sus compañeros fueron atacados « cuando se hallaban algo desviados de la mar », pero más adelante agrega que después de muertos fueron «apartados de la ribera » y esto hace su- poner que el ataque se efectuó algo lejos del agua desde donde los cristianos trataron de' batirse en retirada apoyados por la artillería de la carabela, siendo rodeados al llegar a la orilla y muertos uno tras otro. En cuanto a que fueron « descuartizados, asados y comidos » es un asunto muy dudoso, pues los Charrúas no eran antropófagos. He- rrera mismo hace cierta confusión que enturbia su relato, pues dice : «les cortaron cabezas, brazos y pies, asaban los cuerpos enteros y se los comían ». ¿ Quiso decir con esto que sólo aprovecharon el tronco, desechando las extremidades? Raro caso de canibalismo sería este. Lo más probable es que no pudiendo despojar los muertos, por la di- ficultad de una vestimenta que no conocían y bajo el fuego de la artillería, los llevaron lejos de la ribera y allí les arrancaron a tirones las armaduras *, ropas y calzado. Estos movimientos vistos a lo lejos parecieron un descuartizamiento y un buen fuego hecho por los indios en el que tal vez echaron algún despojo por curiosidad o venganza, completó el cuadro. Caboto habla de este suceso y parece confirmarlo, pero ¿por qué no comieron los indios al grumete? Y si éste se salvó por su poca de la carabela no vengaron dicho asesinato porque «eran mucha multitud de indios ». ¿ De dónde salió esta « multitud de indios» que se impusieron a hombres bien armados que poseían un buque artillado y poderoso por ellos nunca visto ? Los indígenas que recorrían la costa, pescando o cazando, lo hacían en grupos poco numerosos, como convenía al objeto de sus excursiones. No hay noticias de que hubiera pueblo de indios en frente a Martín García, ni era ese un paraje que reuniera cualidades especiales para ello. No lo mencionan tampoco los com- pañeros de Magallanes, Caboto, López de Suyuza ni Mendoza. En cambio Sehmi- del, historiador de esta última expedición, señala una población Charrúa de 2000 habitantes frente a San Gabriel ; sitio favorable, donde se estrecha el río, con punta saliente que forma un puerto abrigado de los vientos, con un archi- piélago próximo a la costa y entre ambos «los bajos de este río», con aguas , mansas a propósito para la pesca, circunstancia que no ofrecen las de Martín García y cercanías que por ser la salida del Uruguay y del Guazú presentan canales profundos de aguas impetuosas. La isla en que, según Caboto, Solis enterró su despensero Martín García, es la que conocemos hoy con ese nombre ? * El rey mandó entregar a los sesenta hombres que componían la armada de 226 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES edad, como suponen ¿por qué no comieron los indígenas de estas regiones a los once hombres de Solis que naufragaron y quedaron en la costa del Brasil; a César y sus compañeros, a los tres soldados que mataron cerca de Sancti Spiritus y a los defensores de esta fortaleza, soldados todos del mismo Caboto, que por haber hecho matanzas de indígenas, debían esperar un fin más cruel ? Si éstos no fueron «asa- dos y comidos» en tierras de los Guaraníes que parece tenían ese rito funerario para sus enemigos, menos debemos creerlo de los Cha- rrúas que, según todos los autores, no lo hacían ni por rito ni por sis- tema de alimentación. Muerto Solis, los hombres de la carabela retrocedieron rápidamen- te, yendo a reunirse al resto de la armada y una vez juntas las tres naves levaron anclas y a las órdenes de Francisco de Torres, cuñado de Solis, y de Diego García, salieron del estuario yendo a fondear en la Candelaria (Maldonado) a fin de hacer provisiones y preparar el regreso a España. Al efecto, cazaron sesenta y seis lobos marinos en las islas de este nombre *, cuyas pieles prepararon, así como la carne para el viaje y terminados estos preparativos, salieron definitiva- mente del Plata rumbo a las costas del Brasil, donde naufragó una carabela quedando allí once tripulantes, algunos de los cuales fueron hallados diez años más tarde por la tripulación del buque San Gabriel, a las órdenes de Rodrigo Acuña, de la expedición de Loayza, y algu- nos meses después por la expedición de Caboto. Según Medina, la carabela se perdió en el puerto de los Patos (frente a la isla de Santa Catalina). Rodrigo de Acuña señala ese paraje en 27730" y dice encontró allí a fines de abril de 1526 « cua- tro cristianos de diez que se perdieron de un galeón ». pero en el mes de julio encuentra en la boca de la bahía de Todos los Santos (137) un cristiano que dijo «hacia 15 años que se habia perdido alli con Solís, «sesenta coseletes con sus armaduras de cabeza». Debemos creer que el piloto mayor y los que lo acompañaron en el desembarco llevaban estas armas defensivas, las cuales para ser desprendidas dieron algún trabajo a los indígenas que ni en sueños imaginaron tan rara clase de vestido. Tal vez cortaron algunas cabezas y brazos que arrojaron al fuego para separar por este medio las celadas y brazales de los miembros humanos que encerraban. Los soldados de Caboto en Sancti Spiritus, también fueron descuartizados once años más tarde, tal vez con un fin idéntico. * Las islas de Lobos fueron llamadas «de las Palmas» por Diego García y Chaves (según Medina). Oviedo dice: « La isla que Alonso de Santa Cruz llama de las Palmas, la llama Chaves isla de Lobos » (t. IM, pág. 120). La isla de Pal- mas es la Maldonado, hoy Gorriti. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA [No] 8) a] una nao ». Por último, el gobierno de Portugal reclamó del de España en 15:27 por haber hallado siete españoles en la bahía de los Inocen- 090 1 tes, punto que Herrera sitúa en 237 */,, a la altura de la isla Grande en la bahía de Anera dos Reis, extremo sur del estado de Río Janeiro. Considero que la distancia entre los 23*15“ de la bahía de los Ino- centes y los 27*30' de la bahía o puerto de los Patos, no es muy exa- gerada para que fuera recorrida por los siete hombres tomados por los portugueses, coincidiendo además su número total con los once náufragos de la carabela de Solis; pero no pasa otro tanto con el «cristiano encontrado en la bahía de Todos los Santos », a los 137, es decir, a la distancia de catorce grados y medio del puerto de los Patos. Este cristiano resultaría un duodécimo naufragado en esas cos- tas en fecha muy anterior (1511) y no es posible admitirlo entre los náufragos de la carabela de 1516. Francisco Dávila, de la misma nao San Gabriel que mandaba Rodrigo de Acuña, declara en su Relación que halló en la boca de la bahía (de Todos los Santos) un cristiano que decía « hacia quince años que se habia perdido alli con una nao », confirmando lo dicho por Acuña. Creo que este náufrago de 1511-12 nada tiene que hacer con los once náufragos de 1516, pero pudo muy bien haber pertenecido a un viaje anterior de Solis. Hay muchos indicios que robustecen esta creencia. Esta importante cita y algunos otros detalles ya mencionados, me inclinan a creer que Solis efectuó un viaje secreto al Río de la Plata entre los años 1511 á 1513. Robustece esta sospecha la consecuencia del rey de España que conservó el nombre de «río de Solis » al estua- rio descubierto por este navegante en aquel viaje misterioso y donde perdió la vida en 1516. Entre los distintos historiadores que se han ocupado del primer viaje de Solis al río de la Plata, la opinión se divide, optando unos por 1508 y otros por 1512. Por mi parte me declaro por la última fecha, pues no creo que si Solis hubiera llevado a España en 1508 noticia de un descubrimiento tan importante, el gobierno de aquel país hubiera tardado siete años en tomar posesión de tan hermosas tierras y de un camino que le permitía pasar a espaldas de las tierras de Portugal y llegar tal vez a Castilla del Oro. 18] WN 99) MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES CAPÍTULO VI LOS EXPLORADORES Viaje de Magallanes Si pobres son nuestros conocimientos en lo que se refiere al viaje de Solis, igual pobreza ofrecen asimismo los que poseemos de los navegantes que siguieron a aquél en su visita al Plata. Y si debemos contentarnos con las pocas líneas del cronista Herrera (confirmadas, en parte, por algunos pocos documentos), ya que se trata de un viaje secreto del que se quería guardar reserva, con mayor razón debemos conformarnos con lo que sabemos de la visita de Magallanes a nues- tro estuario y del paso de la expedición de Jofré de Loayza por la boca del Plata, puesto que ambos iban en viaje a las Molucas y toca- ron incidentalmente en esta parte de la costa; el primero en busc: del estrecho que presentía para poder pasar al Pacífico y el sezundo 1 3 en viaje directo por ese mismo paso hacia el País de las Especies. En cuanto al viaje efectuado por el Paraná arriba, por la armada portugueza de Cristóbal Jaques, en la que parece sirvió de intér- prete Melchor Ramírez, nada sabemos de ella, como nada sabemos de otras expediciones o tanteos efectuados por los portugueses en nues- tras costas, que les permitieron tener datos importantes de nuestro estuario al que desienaban con el nombre de «río de la Plata» y cuya documentación posiblemente se encuentre en los archivos de Portugal. La expedición de Magallanes se componía de los buques siguientes : Toneles Toneladas Tripulantes TAMAAdR. 110 osea 182 62 San AÁAntoni0...... 120 — 144 Sy CONCEPCIÓN To lar 900 — 108 44 PRCLOTUA Ts or 85 — 102 45 SANMAJOS Si 1 — 90 31 Este total de 239 tripulantes fué aumentado a 265, según datos tomados por Navarrete (t. IV, pág. 26). Entre los marinos de la nao Trinidad venía León Pancaldo, natural de Savona, quien intentara pasar el estrecho de Magallanes en 1538 con un buque cargado de CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 229 mercaderías y no pudiendo efectuarlo, vino a Buenos Aires donde se hallaban los restos de la expedición de Mendoza, al mando de Ruíz Galán. También vinieron con Magallanes, otros marinos que volvie- ron más tarde con Caboto en 1526. Entre los documentos relativos a esa expedición, el que conceptúo de mayor importancia para el objeto de este libro, es el Diario de Francisco Albo, que además de la similitud que ofrece con la breve reseña del cronista Herrera, que hemos examinado en el viaje de Solis, tiene datos importantes que aclaran muchos puntos que petr- manecían obscuros y dudosos en dicho relato. Ya anteriormente nos sirvió el Diario de Albo para establecer que el entonces llamado « río de los Patos » se hallaba entre Montevideo y Maldonado; ahora nos servirá para confirmar que el punto elegido por aquellos navegantes para fondear con seguridad sus naves mayores fué siempre la rada de la Colonia o «puerto de San Gabriel », punto especialísimo de la costa oriental del Plata que ofrecía un puerto pequeño, pero seguro y suficiente para la corta estadía de unos cuantos buques de poco calado y tonelaje, colocado providencialmente a la entrada de los canales más bajos y estrechos de esa parte del río y donde aparecen, aflo- rando apenas de las aguas, entre islas pequeñas y bancos de arenas, escollos temibles que, si hoy no son totalmente conocidos, fácil es suponer el terror que causarían a los que en dicha época navegaban por esos parajes, cuando esa región peligrosísima era para ellos una incógnita ?. Para completar el relato de Francisco Albo, agregaré algunos deta- lles interesantes tomados del cronista Herrera. La expedición de Magallanes llegó al Plata a principios de enero de 1520 ?, hallándose el día 10 a la vista del cabo Santa María. El cronista Herrera, al llegar a esta parte de su libro, dice: «Cuando * Caboto perdió en ellos, cerca de San Gabriel, una de sus naves al regresar a España. Otras se perdieron allí posteriormente, y en época más moderna han nau- fragado muchas en los escollos de esa costa (Farallón, roca Beaumanoir, los Mu- leques, etc., etc.). Véase lámina I. * Por una rara coincidencia, todas las expediciones llegaron al Plata a princi- pios de año. Solis, a fines de enero de 1516, fondeó el 2 de febrero en Maldo- nado. Magallanes el 10 de enero en cabo Santa María *. Loayza, fines de diciem- bre y principios de enero, cruza la boca del Plata. Caboto el 21 de febrero llega a la entrada del estuario. Mendoza llega a fines de diciembre y fondeó en San Gabriel en los albores de 1536. * Téngase presente que el cabo de Santa María de aquellos navegantes, era la Punta del Este (Maldonado). 230 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES estuvo sobre el cabo de Santa Maria, experimento un fuerte tempo- ral y varios aguaceros, y en el dia renovo la aguada y se hizo mucha pesca. Se acercaron muchos naturales del pais en canoas pero sin atreverse a llegar a bordo hasta una noche en que un indio solo, fue en una canoa, y entro en la capitana sin temor. Iba vestido de una pelleja de cabra, y Magallanes le mando dar una camisa de lienso y otra camiseta de paño encarnado; le enseñaron una taza de plata, y se la puso en los pechos diciendo que de aquello habia mucho entre ellos, y el dia siguiente se fue a tierra sin volver a parecer » ?. Aunque Herrera no dice claramente que la armada de Magallanes fondeó allí y algunos de sus hombres bajaron a tierra, el hecho de pes- car y renovar la aguada así lo demuestra, pues en aquella época no se pesecaba con temporal en aguas profundas ni las del cabo de Santa María son a propósito para hacer provisión de ellas. El resto del relato confirma que las naves estaban fondeadas cerca de la costa, puesto que «una noche » fué un indio a bordo de la nave de Magallanes. La importantísima cita del Diario de Francisco Albo dice así : « Martes 10, del dicho (enero de 1520) tomé el sol en 757, tenia de declinación 20 grados, vino a ser nuestra altura 35 grados, y estaba- mos en derecho del Cabo Santa Maria; de alli adelante corre la costa leste oeste y la tierra es arenosa, y en derecho del Cabo hay una montaña hecha como un sombrero al cual le pusimos nombre Monte Vidi, corrutamente llaman ahora Santo Vidio y en medio del y del Cabo Santa Maria hay un rio que se llama rio de los Patos, y por alli adelante fuimos todavia por agua dulce, y la costa corre lessueste vesnoroeste diez leguas de camino, despues corre nordeste sudueste hasta 34 grados y un tercio, en fondo de 5,4 y 3 brazas, y alli surgi- mos, y enviamos al navio Santiago de longo de costa por ver si habia pasaje y el rio está 33 grados y medio al nordeste; y alli hallaron unas isletas, y la boca de un rio muy grande, era el rio de Solis é iba al norte y asi tomaron la vuelta de las naos... » La primera parte de la cita de Albo, determina claramente la costa uruguaya, señalando con precisión que corre de este a oeste desde el cabo de Santa María hasta Montevideo, punto perfectamente bien determinado por el cerro de 140 metros de altura que domina la bahía; la segunda parte indica que salieron de Montevideo y « desde alli adelante fuimos todavía por agua dulce» * y la costa corre este- 1 HERRERA, década II, libro IX, capítulo X, página 230. ? Parece que los rudos marinos de aquel tiempo eran poco delicados en lo refe- rente al agua potable. Oviedo señala el agua dulce en el río de la Plata muy Oy pue CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 2: sudeste a oeste-noroeste diez leguas de camino, es decir, hasta el río y Rincón de Cufré; «despues corre NE. a SO. hasta 3420” en fondo de 5,4 y 3 brazas y alli surgimos ». Y, aunque la distancia no sea rigurosamente exacta y los minutos de latitud del mencionado surgi- dero sean algo cortos, la descripción es suficientemente clara para señalar aquel punto, que es donde actualmente se halla la Colonia; lugar especialísimo por su pequeño puerto abrigado de los vientos y donde empieza la parte más peligrosa de esa costa para subir el Plata. Así debió entenderlo Magallanes, cuando «envió al navio San- tiago (el más pequeno, 90 toneladas) á lo largo de la costa » y halló en 3330” al nordeste unas isletas y la boca de un río muy grande, «era el rio Solis é iba al norte » ?. Continuando su Diario, agrega F. Albo: «y el dicho navio estuvo lejos de nosotros obra de 25 leguas y estuvieron en venir quince dias, y en ese tiempo ibamos otras dos naos a la parte del Sur á ver si habia pasaje para pasar y ellos fueron en espacio de dos dias, y alli fue el capitan general y hallaron tierra al susudoeste, lejos de nosotros veinte leguas y estuvieron en venir cuatro dias, y en viniendo toma- mos agua y leña y fuimonos alli volteando de un bordo y otro con vientos contrarios hasta que venimos en vista de Monte vidi y esto fue a dos dias de Febrero dia de nuestra Señora de la Candelaria y a la noche surgimos a 5 leguas del monte, y nos quedaba al sueste cuarta del leste... > Según F. Albo, el navío Santiago exploró el río veinticinco leguas arriba sin que sepamos qué puntos tocó en su recorrido, creyendo por mi parte y dado el tiempo invertido que después de llegar a la altura de Fray Bentos, bajó y se concretó al objeto de la exploración que se le encomendaba : buscar a través de aquel laberinto de islas y cana- les, un paso a través del continente. Magallanes, por su parte, hizo otro tanto en cumplimiento del objeto de su viaje y con dos naves marchó al sur « veinte leguas », hallando tierra al sursuroeste. (¿ La Ensenada?) y reconoció la costa hacia uno y otro lado, regresando a los cuatro días. Es muy probable que la nao que fué hacia el norte desde la Ense- nada, llegara en su reconocimiento hasta encontrarse con la Santiago, que después de recorrer el norte del estuario fronterizo al delta ba- afuera, cuando dice por boca de Alonso de Santa Cruz: «del Cabo Santa Maria al oeste 17 Ó 18 leguas, comienza á ser el agua dulce é potable ». l Es el río Uruguay que sube en esa dirección y tiene próximo a la emboca- dura varias isletas : Dos Hermanas, isla de Solis, ete. 232 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES jaba hacia el sur a completar su exploración y una vez juntas regre- saron luego al fondeadero de la Colonia a reunirse con los demás; y resultando de aquellos reconocimientos que no había el estrecho o paso buscado hacia el Pacífico, pues siempre fueron por aguas dulces, resolvió Magallanes salir del Plata, como lo hizo, yendo a fondear frente al cerro de Montevideo para seguir su camino al sur de lo ya explorado hacia el cabo Blanco (San Antonio). Antes de proseguir, debemos observar que Albo comienza la cita de su Diario el 10 de enero y sin interrupción ni señalar otras fechas a los diversos incidentes del viaje llega al 2 de febrero después de terminada la exploración del estuario. Veamos ahora de aclarar algo de ese tiempo y, si es posible, fijar las fechas de las distintas etapas. Según Albo, desde el punto en que surgieron (La Colonia), envia- ron al navío Santiago que tardó quince días en regresar y luego reu- nido a las demás naves. Zarparon hacia el sur con viento contrario que les obligó a ir dando bordadas hasta llegar frente a Montevideo el 2 de febrero. Y si suponemos que de la Colonia al punto mencio- nado echaron dos días y quince estuvieron fondeados en aquella rada a la espera del Santiago, tendremos por resultados que saliendo del 'abo de Santa María el 11 de enero (pues el 10 sólo se « hallaban a la vista »), llegaron a la Colonia el 16, donde estuvieron fondeados quince días, partiendo el 31 para llegar el 2 de febrero frente a Mon- tevideo. Esta distribución del tiempo nos obliga a fijar en cinco días (seis a más tardar), la duración del viaje del cabo Santa María a la Colonia: lo que constituye un record notable que debemos tener en cuenta para cuando lleguemos al viaje de Caboto ?. Continuando su Diario, dice Albo: «a la mañana del 3 de dicho fe- brero nos hicimos a la vela la vuelta del sur, sondeamos y hallamos cuatro brazas, y cinco y seis y siete, creciendo todavía, y este dia to- mamos el sol en 6530” y tenia de declinacion 13%35' y vino a ser nuestra altura 35 » “. El sábado 4 prosiguió la armada de Magallanes su salida del Plata hacia el cabo San Antonio; marcharon al suroeste y surgieron en siete brazas. El 6 continuaron al sur y a la noche fondearon en ocho ' Caboto llezó al cabo Santa María el 21 de febrero de 1527 y se supone arribó a la Colonia el 18 de marzo, bautizando ese puerto y la isla que está enfrente con el nombre del santo del día : San Gabriel. Si esto fuera exacto, resultaría que empleó veinticinco días en recorrer el camino que Magallanes hizo en cinco. * Estos sondajes demuestran que en aquella época era más profundo el río de la Plata hacia los 35? entre Montevideo y Punta Piedras. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 233 brazas. El 7 marcharon hacia el sur, cuarta del sueste y surgieron en ocho brazas a los 6630” con declinación de 12*15*; «con lo cual vino a sur nuestro apartamiento de la línea equinocial para la banda 3/,; despues hicimonos a la vela el dicho dia y a la noche del sur 35 surgimos en fondo de nueve brazas y levamos la punta de Santantón, estaba al sur en 36” ». El 8 zarparon del cabo San Antonio que «está al sur de Montevj- deo veintisiete leguas y por allí adelante fuimos por la costa la vuelta del Cabo Santa Polonia; despues tira la costa nordeste sudueste y esta el dicho cabo en 37? y la tierra es arenosa y muy baja ». La exploración del Plata efectuada por Magallanes, al pasar en viaje a las Molucas, tiene el alto mérito de ser una improvisación sa- bia, llevada á cabo con rapidez y maestría, sin pérdida de vidas ni navíos y con gran provecho para los conocimientos geográficos de la marina española. Como hecho histórico es importantísimo, pues se trata de la explo- ración de todo el estuario del Plata y reconocimiento de buen trecho del río Uruguay, siendo la primera de que tengamos conocimiento que cruzó la costa argentina pasando por delante de Buenos Aires, efectuando muy probablemente este último recorrido la famosa nave Victoria, que dió la vuelta al mundo con Magallanes y del Cano. El reducido calado de este buque (100 toneladas), debió ser aprovechado por Magallanes para el reconocimiento de la costa bonaerense y Plata superior, cuyos fondos eran aún desconocidos. La muerte de aquel intrépido marino y la destrucción de la mayor parte de su flota, hizo que se malograran muchos de sus descubri- mientos, pero los pozos sobrevivientes de la armada pudieron llevar a España noticias importantes de esta parte del continente; noticias que aprovecharon más tarde los navegantes que vinieron al Plata, especialmente Caboto, en cuya armada venían varios de los compañe- ros de Magallanes y otros de Juan Díaz de Solis. Posteriormente al viaje de Magallanes, cruzó la boca del río de la Plata la armada de fray García Jofré de Loayza, comendador de la orden de San Juan, en viaje de la Coruña a las Molucas con una es- cuadrilla de siete naves una de las cuales la San Gabriel, estaba al mando del ya mencionado capitán Rodrigo de Acuña, quien dice que «ocho días antes del año nuevo » (de 1526) les tomó al cruzar la boca del Plata una gran tormenta, pero el « Diario de a bordo » indica que lo recio del temporal fueron los días 28 y 29 de diciembre de 1525. En la Relación de Francisco Dávila de la misma nao, dice : « En el paraje del rio Solis, que dicen de la Plata, dia de los Inocentes, ANAL. MUS. NAC. — T. XXVI (SEPTIEMBRE 13, 1915) 16 234 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES vino a la dicha armada una muy gran tormenta en que repartio en tres partes la dicha armada, en que la nao capitana fue sola y San Gabriel sola por otro cabo: todas las otras naos juntas » (sólo volvió a reunirse la armada en el río Santa Cruz). La Relación de Juan de Areizaga, contirma ésto cuando dice: «Jue- ves, dia de los Inocentes de dicho año de 525, en anocheciendo se les entro una tormenta e tiempo de mucho viento y agua, e se les desde- rrotó la nao capitana sobre el rio de Solis. » Además de estas expediciones ha habido otras efectuadas en se- ereto por orden del gobierno de Portugal, siendo una de ellas la que refiere Melchor Ramírez (de la armada de Solis) en que dice fué como «lengua » hasta el río Paraguay a las órdenes del capitán Cristóbal Jacques; expediciones que permitieron a los portugueses conocer la importancia de nuestro río como camino a las riquezas del norte y bautizarlo con el nombre de «rio de la Plata», con que siempre lo designaron. Viaje de Caboto El 3 de abril de 1526, partía de Sanlúcar de Barrameda la ex- pedición de Sebastián Caboto, con la misión de dirigirse a las Mo- lucas pasando por el estrecho de Magallanes. En las costas del Bra- sil tuvo noticias aquel navegante de la existencia de riquísimas minas de oro, plata y piedras finas, a las que podia llegar por el río de Solis. Despertada la codicia de aquel hombre ambicioso, sólo faltaba ase- sorarse mejor y decidir a los demás capitanes a emprender la aven- tura, abandonando la misión a las Molucas que el rey le había con- fiado. Al llegar a la isla de Santa Catalina (Brasil), Caboto estrelló la nave capitana en un escollo y tuvo que trasladarse a La Trinidad. En aquel puerto empezó sus preparativos para penetrar al Plata a pesar de la oposición de algunos capitanes que deseaban cumplir el mandato que de Espana traían. Caboto, que era hombre sin escrúpulos, continuó sus preparativos y cuando estuvo listo, zarpó de Santa Catslina dejando allí abando- nados sin recurso alguno a los que podrían contrariar sus propósitos ; estos eran : Méndez, segundo de Caboto y teniente general de la ex- pedición; Rodas, piloto mayor, y Rojas capitán de la nao Trinidad. El 21 de febrero de 1527, llegaron al cabo de Santa María los bu- ques de Caboto : La Trinidad, nueva capitana; la Santa María del Espinar ; la carabela San Gabriel y una galeota de poco calado con CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 2359 veinte bancos para remo, construída en Santa Catalina y que por esto llevaba ese nombre. Como no conocían el estuario ni sus canales y hallaban grandes 300 poi z SN Ny pe TRA AE PE YY) "DPUDUDI DS “UL UU AO 7VE/ Ye a , Yidef: maria candel” cdefimara 35 Fragmento del mapa que Caboto remitió al emperador en junio de 1533 bancos de arena en su centro y escollos aproximándose a la costa, tuvieron que valerse de la sonda y «fué con grandes peligros y mu- cho trabajo» que llegaron a San Gabriel el 189 de marzo, y algu- 236 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nos días después a una punta de tierra que llamaron San Lázaro. Allí permanecieron un mes, informándose de los indios por medio de los intérpretes que traían de Santa Catalina que no muy lejos de ese paraje vivía un cristiano llamado Francisco del Puerto, erumete de la armada de Solis y único sobreviviente de la catástrofe en que pereció su jefe. Del Puerto, supo también la llegada de cristianos y se presentó a Caboto, quien se apresuró a informarse de la existencia de las minas de oro, confirmando del Puerto lo cierto de aquellas noticias y seña- lando el camino por seguir. Incorporó Caboto tan precioso auxiliar ¿ su armada y dejando las dos naves mayores a cargo de Antón pl - jeda con treinta hombres y encargo de buscar para ellas mejor fon- deadero * y otros doce para que permanecieran en San Lázaro cuil- dando de los pertrechos y materiel desembarcado, partió el S de mayo con la carabela San Gabriel y la galeota Santa Catalina. Entre los hombres que quedaron en San Lázaro se hallaba va Ramírez, quien refiere en su preciosa carta que fueron tan escasos los víveres dejados por Caboto, que pocos días después la gente se ali- mentaba con «yerba del campo» y «acontecia ir dos y tres leguas a buscar los cardos del campo y no los hallar sino en agua a donde no los podiamos sacar ». Comieron un perro y «ratones los que podia- mos haber, que pensabamos cuando los alcanzabamos que eran ca- pones ». Entonces, Ramírez « para no morir de hambre », fué en una 'anoa con varios indios a buscar víveres a un caserío de indios que se hallaba a doce leguas de allí, tomándoles una espantosa tormenta que los arrojó a una isla en medio del río y casi acaba con todos. A su regreso a San Lázaro murieron dos hombres «no se si de hambre o de que » dice Ramirez. Mientras tanto Caboto guiado por Francisco del Puerto, conocedor de los canales del Plata, cruzaba el estuario al sur de San Gabriel rodeando el banco de Playa Honda hasta encontrar el canal de las »almas y subía por este río : el brazo más caudaloso y profundo del araná en aquella époc: Unas cincuenta leguas río arriba salió al paso de Caboto un caci- que de los indios Chandules y en señal de paz le ofreció una especie de «cofia enchapada de oro e cobre e cierta Plata baja» que Ca- boto no aceptó, pues deseaba ignoraran los indígenas el objeto de su viaje, y devolvió a su dueño pidiéndole la conservara en su nombre. 1 En el capítulo referente a San Lázaro y San Salvador, explicaré lo que pien- so sobre estos puntos. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 237 Algunas leguas más arriba llegó a la confluencia del Paraná con el Carcarañá, río que se le había indicado bajaba de las sierras que con- tenían las minas que buscaba y encontrando bueno el lugar para esta- blecer una base de operaciones, fundó un pequeño fuerte con foso y dos torreones para su defensa y en su interior una casa de tapias, maderas y paja, donde instaló su cuartel general. Esta «fortaleza harto fuerte para en la tierra », según escribe Ramírez, fué bautizada por Gaboto con el nombre de Sancti Spiritus. A ella vinieron, según dice Ramírez, «todos los indios de la comar- ca que son de diversas naciones y lenguas » y entre ellos los Queran- díes, quienes hablaron a Caboto de un rey blanco y hombres con pies de avestruz, etc. *. También vinieron «las otras naciones, Carcaraes y Chanes y Beguas y Chana-Timbus y Timbus de diferentes lengua- jes. Todos vinieron de paz; tienen horadadas las narices y los hom- bres el labio inferior. Los Carcarais y Timbus siembran abati, cala- bazas y habas los otros no siembran, y su mantenimiento es carne y pescado» *. «Con nosotros esta otra generacion que son nuestros amigos y los cuales se llaman Guarenis y por otro nombre Ohandris ?. Estos traen mucho metal de oro y plata en muchas planchas y oreje- ras y en hachas, con que cortan la montaña * para sembrar. » Caboto fué informado por los indios que debía subir con sus bu- ques río arriba buscando el camino de las «sierras de la plata », pues, por tierra era muy difícil hacerlo por entre bosques donde fal- taba el agua; pero Caboto, siempre desconfiado, envió gente a ex- plorar, confirmándose lo dicho por los indios. Mientras se realizaban esas exploraciones y se construía un ber- vantín de poco calado, envió la galeota a San Lázaro en busca de los doce hombres que allí dejó. El resultado fué la salvación de aquellos que restaban con vida, pues ya dos habían muerto de miseria. * No es extraño que Ramírez diga estas tonterías en 1528, si el P. Guevara refie- re peores en 1579. Los indios eran maestros en mentir y las admirables traga- deras de los españoles, nos traen a la memoria la farsa que hicieron ante Cabeza de Vaca, cuando ofrecían miel y gallinas a los caballos de los conquistadores ! * Esta división característica entre indios agricultores y cazadores-pescadores, debe tenerse en cuenta para la ubicación de Corpus Christi, ya que fué entre es- tos últimos donde Ayolas fundó ese fuerte. * ¿Son estos últimos los Chandules de Caboto ? £ Ruy Díaz llama también así al bosque o monte espeso, cuando dice que las tro- pillas de caballos salvajes contempladas a lo lejos « parecen grandes montañas ». Las hachas empleadas por los indios eran de piedra y estarían adorradas con anillos de metal. 238 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES El 23 de diciembre de 1527, Caboto, con sus buques listos y bien pertrechados partió de Saneti Spiritus con ciento treinta hombres, dejando el fuerte a cargo de Gregorio Caro con otros treinta y ayu- dado por los indios amigos que le proporcionaban carne, pescado, le- gumbres, etc. La galeota, que iba de vanguardia, arrivó el día de «año nuevo » de 1528 a una isla que recibió este nombre, donde fueron recibidos de paz por indios Timbúes a los que parece no recompensó Caboto sus servicios como ellos deseaban, pues si codiciosos eran los indios que nada poseían, mas lo era Caboto con las cuentas de vidrio y otros abalorios que traía. No supo contentar ni atraerse aquellas gentes que le eran necesarias para obtener víveres, cosa de mucho más va- lor en aquella situación, y como los indígenas se retiraran manifes- tando abiertamente su descontento, envió un bergantín con hombres armados a destruír el pueblo y matar sus habitantes. Ramirez, que iba en ese buque, dice: « El bergantin ido amanecio sobre sus casas e luego saltamos en tierra y los cercamos dentro en las casas y les entramos dentro y sin ningun resistion que ellos hiciesen, que como vieron que eramos cristianos, no tuvieron animo para levantarse ni para tomar arco ni frecha ». A esta inicua matanza de hombres indefensos, siguió la toma de muchos prisioneros, especialmente mujeres y niños, el robo de todo el maíz y víveres que tenían y la quema de sus casas. Caboto escri- bió a su teniente Grajeda esta noticia, caleulando en cuatrocientos los indios muertos y llamando « gran victoria» a este hecho. Después de este triunfo, envió a Saneti Spiritus los prisioneros bajo la custodia de los indios timbúes que lo acompañaban, cometien- do la doble torpeza de quedar sin hombres que le proveyeran de caza y pesca y haciendo llegar noticicias de sus crueldades a los demás indígenas que dejaba a su espalda, en su misma base de operaciones. El primer resultado fué que al cabo de algunos días de marcha era necesario atracar a tierra para que los hombres hambrientos y desesperados buscaran alimañas, raíces, hierbas y hasta aserrín de palmera para mitigar el hambre. En esta situación algunos quisieron desertar, pero descubiertos, Caboto hizo ahorcar a uno y poner gri- llos a los otros. Al llegar a la boca del Paraguay subió por el alto Paraná un ber- gantín en busca de víveres y antes de llegar a un pueblo que Caboto llamó Santa Ana, le salieron al encuentro veinte canoas que enviaba el cacique Yaguarón, «cargadas de abati (maíz), calabazas, mandio- cas, e patatas y panes de mandioca.» Allí permanecieron un mes y CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 239 vieron que los indios tenían muchos adornos de oro y plata, averi- guando Francisco del Puerto que esos metales los obtenían de indios Ohandules que estaban sesenta leguas río Paraguay arriba. Con estas noticias y sin más espera, el 258 de marzo partió Caboto de Santa Ana, retrocedió hasta tomar el río Paraguay y de allí envió adelante un bergantín con treinta hombres al mando de Miguel de Rifos con la misión de llegar al río Ipetín y tratar con los indios Aga- ces y atraerlos para obtener víveres, hasta que él llegara con la ga- leota y demás gente. Los indios Agaces y Chandules recibieron pacíficamente a los ex- pedicionarios; pero sea que temieron ser tratados como los Timbúes o por traición de Francisco del Puerto que había tenido un incidente con uno de los jefes españoles y tal vez deseaba volver a su vida libre huyendo de los rigores de Caboto, el hecho es que un día invitaron a Rifos y a sus hombres a ir a sus casas en busca de muchos víveres. Aceptó éste, y acompañado de la mitad de su gente, entre ellos del Puerto, fué asaltado por los indios a una milla del bergantín, mien- tras éste era atacado por otro grupo obligando a los asustados tripu- lantes a levar anclas entre una lluvia de flechas y partir río abajo con pérdida de diez y ocho hombres. Caboto que se hallaba a mitad de camino fué sorprendido por la llegada del bergantín con Montoya y doce hombres, todos heridos, hambrientos y desesperados. Ante tal desastre y temiendo le tocara algo parecido, Caboto retrocedió a Sancti Spiritus. Dejemos retirarse a Caboto, sufriendo la consecuencia de sus cruel- dades y volvamos al río de la Plata, donde a mediados de febrero de 1528 fondeaba la armada de Diego García, de Moguer, quien después de costear la ribera oriental como lo habían hecho Solis y Caboto, echaba anclas en la isla de « Las Piedras» (la Colonia?), a fin de ar- mar allí un pequeño bergantín que traía en piezas. Pronto notó García huellas de navegantes europeos y resuelto a cerciorarse de tan ingrata sorpresa, recorrió con un bergantín a lo largo de la costa hasta que al fin avistó un batel en que venía Anton Grajeda, segundo de Caboto, seguido por varias canoas con indios. La sorpresa de ambos capitanes fué grande: García, porque no espe- raba hallar allí, en una exploración a él encomendada, a Caboto que había salido de España con misión expresa de ira las Molucas; y sot- presa y susto por parte de Grajeda que creyó hallarse frente a Méndez, verdadero segundo y teniente general de la expedición, a Rodas, pi- loto mayor, y Rojas, capitán de la nao Trinidad, abandonados inicua- mente por Caboto en la isla de Santa Catalina. 240 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Asegurado Grajeda de que no eran éstos quienes venían, dió a Gat- cía noticias del motivo de su presencia allí y de la subida de Caboto por el Paraná arriba, quien le había escrito que habían masacrado cuatrocientos indios e «iba con gran victoria » en busca de las minas de oro y plata; después de lo cual regresó García con su bergantín a San Gabriel de donde despachó su nao capitana Santa María del Rosario al puerto de Santa Catalina y envió las otras dos a San Sal- vador a reunirse con los de Grajeda, quedando él en San Gabriel has- ta que concluído el nuevo bergantín partió a fines de marzo de 1528 en busca de Caboto, llegando a Sancti Spiritus al cabo de algunos días donde halló a Gregorio Caro y sus hombres a quienes intimó «se fuesen de aquella conquista que no era la suya ». Caro, que sólo disponía de treinta hombres frente a los sesenta de García, contestó acatando la orden, pero dijo tener tan malas no- ticias de Caboto y de los desastres que había sufrido que consideraba perdida la expedición y rogó a García subiera el río, buscase a Ca- boto, lo rescatase si estaba prisionero y, si hubiera muerto, no los abandonase a él y sus hombres en lugares tan desiertos, sino que los llevase a España. Subió el río García, y a principios de mayo encontró las naves de Caboto, treinta leguas debajo de las Tres bocas. La entrevista entre los dos capitanes fué agria. García alegó con mejor derecho; Caboto, dueño de más buques, hombres y artillería, objetó que había descu- bierto y explorado el río antes que García. La fuerza triunfó del de- recho; pero cuando Caboto quiso continuar la conquista, encontró que el refuerzo de García era inútil para tamaña empresa y resol- vieron regresar a Saneti Spiritus para aprovisionarse de víveres y pre- parar algunos pequeños bergantines a fin de continuar la expedición. García, que veía claramente la falsedad de Caboto, quien absorbía el mando y autoridad no sólo en sus buques y las aguas, sino también en tierra con actos de gobernante, trató de escapar a esta prisión di- simulada y una madrugada levó anclas y se vino aguas abajo en bus- ca de sus naves, pero, allí completó su disgusto al hallar su galeón sin velamen, pues Caboto había mandado un emisario a Grajeda con or- den de quitar las velas al buque de Garcia. No fué esto solo: Caboto se vino tras de García a San Salvador y allí rodeó al galeón con sus buques, apuntándole artillería para impe- dirle huír; le prohibió que salieran sus hombres al campo en busca de víveres o pescar en la costa para comer, obligándoles a desertar para no morir de hambre, cayendo así bajo las flechas de los indios o presos por los soldados de Caboto. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 241 Ante tanta presión, García protestaba enérgicamente, pero la ne- cesidad le obligó a ceder y ayudar a Caboto en su empresa, bajo la condición de que ambos enviarían emisarios a España a presentar sus quejas al emperador Carlos V. La carabela partió para España en julio de 1528, llevando « cierto metal de oro y plata» varias muestras de productos de la región ex- plorada, entre ellas «dos o tres ovejas de la tierra » (llamas o gua- nacos) y la importante carta de Ramirez a sus padres, de la cual se obtiene algunos datos referentes a los ríos, fauna, flora y aborígenes, y las vicisitudes porque pasó esa expedición. Puestos de acuerdo, Caboto y García, partieron para Sancti Spiri- tus, de donde despacharon a Francisco César con catorce hombres para que fuera tierra adentro (al oeste) en busca de las « minas de oro y plata,» y luego empezaron a remontar el Paraná con siete bergan- tines para buscar camino por esa parte, pero a poco andar supieron por indios chandules que las otras tribus preparaban un asalto al fuerte. Alarmado Caboto, descendieron el río y volvieron a Sancti Spiritus donde hallaron todo aparentemente tranquilo, llegando en esos días de regreso Francisco Uésar, de su expedición al Perú, con noticias de inmensas riquezas que acabaron de excitar la avaricia del ambicioso Caboto. Esta novedad los empujó a continuar la empresa, y a fin de evitar que los indios asaltaran el fuerte, lo reforzaron y artillaron con doce versos y dos pasamuros o cañones largos, dejando ochenta hombres « las órdenes de Gregorio Caro y acordaron llevar sus naves a San Sal- vador para evitar las incendiaran los indios, sedientos de vengar las iniquidades con ellos cometidas más al norte. A poco andar hallaron en unos toldos de indios, los restos de tres españoles que iban de San Salvador y Caboto ordenó a Caro atacara los indígenas vecinos al fuerte, lo que éste hizo, matando un cente- nar y haciendo prisioneros sus mujeres e hijos, escapando el resto a refugiarse en una isla donde los atacaron a su vez Caboto y García. haciendo una nueva matanza. Los caciques reclamaron la libertad de sus mujeres y la obtuvie- ron, porque los expedicionarios necesitaban de ellos para tener víve- res ; después de lo cual bajó Caboto a San Salvador, dejando a Caro tres pequeños bergantines y recomendándole vivir alerta. En San Salvador encontró a Grajeda malquisto con los caciques y asustado de las consecuencias que podían sobrevenir. Caboto no tu- vo tiempo de hacer justicia, pues tras él llegó un bergantín de los de Saneti Spiritus con cincuenta hombres heridos y espantados, desnu- 242 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dos, hambrientos y sin armas, trayendo la noticia de la destrucción del fuerte y muerte de sus compañeros. A esta noticia Caboto, acompañado de García, partió precipitada- mente a salvar lo que pudiera de sus hombres y elementos, pero en- contró sus soldados muertos y cortados en pedazos que hacía imposi- ble reconocerlos : el fuerte destruído, los almacenes incendiados y los dos bergantines que habían quedado, desfondados y hundidos en el río; tan sólo pudo rescatar los cañones que los indios no pudieron destrozar. Tan violento fué el golpe asestado á los planes y ambicio- nes de Caboto, que al estupor siguió el miedo y sin atinar a castigar los indios como acostumbraba, hizo rumbo a San Salvador donde las cosas no marchaban mejor, pues los indios se habían concertado en echar de su tierra tan peligrosos visitantes. Diego García aprovechó esta situación para escapar aguas abajo, rumbo al Brasil, huyendo de su terrible compañero. La situación de Caboto hizo crisis; sin víveres, sin recursos, con oficiales desanimados y soldados hambrientos y desnudos, se encon- tró rodeado de indios hostiles que deseaban vengar las matanzas de sus amigos y los desmanes sufridos en San Salvador. Los oficiales y soldados hicieron presente a Caboto tan crítica situación, pidiendo el regreso a España, que quedó concertado por fórmula en una breve información ' . La partida se fijó para fin de 1529. Mientras tanto los indios apretaron el cerco de tal manera que los soldados ni pescar podían, viéndose en el caso de mojar los cueros de venado para comerlos o recurrir a los «cardos» de la costa para no morir de hambre. Fué durante este asedio que Caboto envió un bergantín a la isla de Lobos en busca de «carne para la gente y aceite para la pez », que obtuvieron de los «lobos marinos » que en abundancia allí había. Contento con este resultado, envió dos nuevos bergantines con treinta hombres a órdenes de Montoya en busca de mayor cantidad de carne, pero los indios, aprovechando que había menos gente en el puerto, lo atacaron por agua con cincuenta canoas tripuladas por quinientos indigenas, mientras otros grupos los tlechaban de arriba de las barran- cas, matando a Antón Grajeda y un soldado e hiriendo a otros varios y obligando a Caboto a salir del río y refugiarse en San Lázaro, donde seis días después, no pudiendo soportar su situación, partió definiti- vamente, esperando recoger en la isla de Lobos a Montoya y víveres. Lo que restaba de la armada, lo componían la Santa María del LEs- 1 QOetubre 6 de 1529. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 243 pinar (capitana); la Trinidad, casi inútil para ningún servicio y que marchando separada perdió su palo mayor, quedó desmantelada y sin botes en el puerto de Maldonado; y un bergantín que en tan desas- trosa retirada, fué a estrellarse en los arrecifes de la isla San Gabriel, donde cayeron en poder de los indios media docena de marineros. Caboto no quiso prestar ayuda a ninguno de esos buques y continuó hacia la isla de Lobos, y como supo por algunos indios Beguales que no se había visto a Montoya, siguió la marcha creyendo tal vez que aquél huía tan cobardemente como él. Pero Montoya, que había concluído con éxito su misión, se volvía a San Salvador, cuando al llegar a la altura de San Gabriel encontró algunos de los tripulantes del bergantín perdido, quienes le dijeron habían quedado unos cuantos compañeros en poder de los indios y que Caboto había partido de San Lázaro hacia la isla de Lobos. En- tonces Montoya rescató de los Charrúas los prisioneros y con sus dos bergantines partió tras de Caboto; encontró la nao Trinidad con su tripulación muerta de hambre y componiendo lo mejor posible la derruída nave, cargaron en ella los víveres que se habían procurado y partieron a su vez esperando alcanzar a Caboto ?. Éste, por su parte, sólo pensaba en su buque, del que dependía su salvación personal y seguía imperturbable su camino hasta que pró- ximo al cabo de Santa María, vieron en tierra grandes humos y su gente le pidió enviara botes a ver si estaban allí Montoya y los otros, así como también a la isla de Lobos, donde se veía una eran cruz, indicio de alguna señal dejada por aquellos tripulantes, a todo lo que se negó obstinadamente Caboto, ordenando seguir la marcha y diciendo: «haz vela, haz vela, no te cures, que de los enemigos los menos! ». Tal fué la salida triunfal de Caboto de las aguas del Plata. CAPÍTULO VII LA CONQUISTA Gran júbilo y no poco alboroto produjeron en la corte española las noticias llevadas por Caboto, quien se titulaba descubridor de un 1 La Trinidad se hallaba en la isla de Las Palmas (Maldonado). 244 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES país de grandes riquezas; y aun cuando llovieron sobre este ambi- cioso aventurero un diluvio de pleitos y cuestiones, no bastó el des- cubrimiento de sus poco delicados procederes para sospechar la falta de verdad de sus afirmaciones. Por otra parte, la Memoria elevada al monarca por Diego García, que también se titulaba descubridor de minas de plata con preten- ciones de precursor del hallazgo y las noticias llevadas por los demás marinos de la expedición que afirmaban haber oído de los españoles y portugueses de Santa Catalina detalles al respecto, hacían verosí- mil el «cuento» con que Caboto excusaba su desobediencia y disi- mulaba sus malos procederes. Y si agregamos a esto el empecina- miento de los portugueses en llamar de «la Plata» al río descubierto por Solis, no debe extrañarnos que la opinión española se extraviara hasta el extremo de aceptar, no sólo la noticia, sino también el nom- bre aplicado por sus adversarios lusitanos a nuestro gran estuario, que desde aquella época empezó a llamarse así ?. A pesar de tantas riquezas en perspectiva y de la rivalidad de Por- tugal que pretendió tomar posesión del río de la Plata con su expe- dición de Martín Alfonso de Souza (1531), la que dió lugar a graves discusiones diplomáticas, el rey Carlos (emperador), ocupado en sus grandes guerras, no tuvo en cuenta, como lo merecía, la conquista de los territorios de la América meridional, pero la noticia de las rique- zas halladas por Pizarro y Almagro en el Perú, despertaron nueva- mente la codicia de los aventureros. El regreso a España de Carlos Y en 1533 y el envío que Caboto hizo al soberano de un mapa de su viaje de 1527-50, con el deseubri- miento del « Gran río» (Paraná), acabaron de entusiasmar a los me- nos codiciosos. hasta que un favorito del emperador obtuvo su con- sentimiento para hacer a su costa la conquista de los nuevos terri- torios. Concertada la capitulación (1534) entre el rey y don Pedro de Men- doza, que con título de adelantado venía a hacer por su cuenta la conquista de estas tierras, prometiendo traer en su armada no menos de mil hombres, con armas, pertrechos y caballos, para dominar por la fuerza a los belicosos pueblos que mataron a Solis y derrotaron a Caboto, comenzó el alistamiento de los expedicionarios con tan gran- ' Parece que la capitulación hecha por el rey con Don Pedro de Mendoza en- 1534, es el último documento en que se le llama « río de Solis », y ya en él se agrega : «conquistar e poblar las tierras e provincias que ay en el rio de Solis que llaman de la plata... » CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 245 dioso resultado que alcanzó a dos mil hombres, entre los que había muchos nobles caballeros, un pequeño grupo de mujeres y hasta ciento cincuenta alemanes y flamencos que bajaron desde el norte a tomar parte en empresa tan señalada y provechosa. La expedición de Mendoza, compuesta de once buques, salió de España el 1* de septiembre de 1535; en Canarias se incorporaron tres buques más con algunos nuevos elementos. Algunos días después un temporal hizo naufragar un navío y dividió la armada en dos partes, continuando una su camino a las órdenes de su jefe, mientras la otra lo haría a las de don Diego, hermano del adelantado, quien llegó pri- mero al río de la Plata fondeando en San Gabriel ?. Mientras tanto los cinco buques de don Pedro arribaron a Río de Janeiro, donde hicieron una pequeña estadía de catorce días, que aprovecharon los enemigos del capitán Osorio para denunciarlo como conspirador y hacerlo apuñalear por orden del adelantado. Después de esta injusta ejecución del oficial más bizarro y prestigioso de la expedición, la armada levó anclas y marchó a juntarse con el resto, arribando a San Gabriel el día de Reyes (6 de enero de 1536). Ya don Diego había aprovechado los catorce días que tenía de ventaja sobre la armada de su hermano para reconocer ambas costas y hacer prepa- rativos « para pasar a la parte del oeste ». La triste nueva de la ejecución de Osorio, produjo desastrosa im- presión entre los expedicionarios que estaban en San Gabriel; el dis- gusto, el murmullo y la insubordinación no se hicieron esperar y un buen grupo se preparó a desertar para ir a reunirse con los descon- tentos que habían quedado en Santa Catalina. Ante esta situación, Mendoza no vaciló en recurrir al medio más rápido y seguro que se le ofrecía : cruzar el río y desembarcar en la ribera derecha, impidiendo así la deserción de sus soldados. Envió inmediatamente algunos oficiales inteligentes a buscar un paraje « propósito para asiento de su real y puerto de sus naves, y una vez elegido, cruzó a la costa occidental del Plata, fondeando frente a la meseta el 24 de enero de 1536. Tomó luego don Pedro posesión en nombre del soberano, con todas las formalidades de aquella época, * Estos ocho buques llegaron al Plata a fines de 1535. « Arribamos a una bahia que se llama Sanct Gabriehel », dice Selhmidel, y como agrega que los buques ma- yores « fondearon a un tiro de arcabuz de la tierra» y más tarde bajaron al pueblo de los Charrúas que encontraron abandonado, se comprende que se trata del puerto de la Colonia, lugar donde habían fondeado otras expedi- ciones. 246 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dando a la futura ciudad el nombre de «Santa María de Buenos Ai- res », por ser aquel día el de Santa María de la Paz ?. La primera instalación de Mendoza fué sobre la extensa playa que existía entonces delante de la meseta de Buenos Aires. Allí levanta- ron sus tiendas de campaña y construyeron sus ranchos con ramas, paja y barro, dando el adelantado la preferencia a esta clase de habi- tación, ya fuera por el calor de la estación o por la grave enfermedad que padecía ?. Los indios Querandíes que poblaban la costa vinieron al campa- mento español y Mendoza se apresuró a solicitar víveres « de que venia muy escaso ». Al mismo tiempo envió río arriba un bergantín pequeño con el piloto Gonzalo de Acosta y diez y seis hombres en busca de indios amigos que le dieran víveres, como había hecho Ca- boto, cuyas referencias seguía, como se verá más adelante. Los Querandíes, mientras tanto, continuaron « durante catorce días » dando de comer al ejército de Mendoza, pero cansados de ali- mentar gente tan arrogante en exigir comida como inútil para bus- carla, al cumplirse los quince días no volvieron al real. Mendoza tuvo la peregrina idea de querer salvar la situación con el envío de su alcalde Juan Pavón y dos testigos, para que con la solemnidad de uso (en España), intimara a los indios la entrega de víveres, y el auto- ritario personaje «se portó de tal manera con los indios » que éstos echaron mano de sus lanzas « volviendo los tres bien escarmentados ». Pavón provocó « gran alboroto en el campamento » y Mendoza orde- nó represalias. A fines de febrero regresó el bergantín enviado al norte con Gon- zalo de Acosta, quien no pudo « descubrir los Timbues ni encontrar viveres », siendo flechados por los Guaraníes de las islas y herido de ese modo el ballestero Bartolomé García. La situación de los conquistadores se hacía crítica y Mendoza des- 1 Se pretende que el nombre de «Santa María » fué aplicado por haber llegado Mendoza el día de la Candelaria (2 de febrero). Por mi parte me inclino a la fecha que señalo, porque Mendoza hizo prestar a sus tropas juramento de obe- diencia el 22 de enero en San Gabriel, y es de suponer que en seguida cruzó el estuario en su apuro de poner las aguas del Plata entre sus hombres y los habi- tantes de Santa Catalina. Sin embargo, al pasar lista de sus soldados sólo halló 1700, lo que indica que ya algunos habían tomado ese camino. * En el proceso que se siguió en España por la ejecución de Osorio, hay una declaración que dice : « hallándose don Pedro en cama en su choza, se lamentó de que no hubiera otro Osorio ». Mendoza padecía de sífilis avanzadísima. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 247 pachó el 3 de marzo la carabela Santa Catalina a las costas del Brasil en busca de provisiones. Mientras tanto trataron de alimentarse con los recursos que la tierra les brindaba, pero un día que un grupo de los más audaces subió a la meseta, fué atacado por los indios que mataron una docena, haciendo huír el resto. Mendoza ordenó el castigo de los Querandíes y marchó contra ellos don Diego de Mendoza con treinta ginetes y trescientos infantes, con orden terminante de «tomar presos o matar a los indios y apoderarse de su pueblo» '. Para esto se contaba con el esfuerzo de aquellos treinta caballeros cubiertos de sólidas armaduras, guerreros vetera- nos de las huestes de Carlos V, y con los arcabuces de los tres- cientos lansquenets, entre los que iba nuestro primer historiador Scehmidel. La seguridad de triunfo que los conquistadores tenían en su caba- llería, quedó defraudada. Los indios Querandíes conocían el caballo salvaje americano que cazaban con «bolas» para alimentarse con su carne y no temían la arremetida de aquellos dóciles y entumecidos cor- celes de guerra que habían visto desembarcar de los buques de Men- doza *. Eligieron, por consiguiente para el combate, un terreno blando y pantanoso donde aquellos animales se movían difícilmente y allí los enlazaron (bolearon) de los pies traseros, matando luego a golpes de «bola» a Don Diego y seis caballeros de nombradía « huyendo los restantes y si no fuera por la infanteria que detras venia que los so- corrio, todos quedaran en el campo, por ser como eran los indios tan ligeros y tan diestros en atar los caballos con bolas que traian » *. Mendoza que se hallaba « enfermo en cama en su choza» recibió con pena la triste nueva y «se lamentó de que no hnbiera otro Oso- rio» para capitanear sus soldados. Sin embargo, resuelto a -soste- nerse en el punto que había elegido para asentar la primera ciudad de su conquista, ordenó el traslado de su campamento a la meseta, ' Las citas entre comillas pertenecen al libro del historiador Sehmidel. ? Ya he dicho que Caboto vió o tuvo noticias de la existencia de caballos en el Plata, dibujando uno en el mapa de su viaje. Ramírez en su Carta de 1528, refiere la destreza que en el manejo de las « bolas» tenían los indios, aunque describe'mal dicho lazo. 3 Carta de F. Villalta, párrafo 5. Para mayores datos sobre este asunto, véase : ANÍBAL CARDOSO, Buenos Aires en 1536 (parte histórica) y Antigúedad del caballo en el Plata. Aquel combate debe haber tenido lugar entre el 3 y el 10 de marzo de 1536. La infantería española perdió treinta hombres y los indios cerca de mil, dejando su « pueblo » en poder de los conquistadores. 248 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES fortificándolo con tapias de tierra y palizada donde emplazó algunas bombardas y pasamuros. Al mismo tiempo ordenó una expedición al delta en busca de in- dios que le proveyeran de víveres y para evitar el fracaso del viaje anterior, envió cuatro bergantines y tres bateles con trescientos se- senta hombres, pero los indígenas que ya se preparaban para la gue- rra proclamada por los Querandies, levantaron sus cosechas y quema- ron sus pueblos, obligando a los expedicionarios a regresar a Buenos Aires donde llegaron a mediados de mayo, enfermos, hambrientos y reducidos a la mitad de los que fueron. Desesperado Mendoza con este nuevo fracaso en las islas, resolvió enviar inmediatamente otra fuerte expedición más arriba, al fuerte de Sancti Spiritus fundado por Caboto, donde éste había encontrado tribus amigas. Ayolas, su hombre de confianza, tomó el mando de esta expedición compuesta de doscientos hombres en tres berganti- nes, recomendándole Mendoza regresar dentro de cuarenta días, pues el invierno se aproximaba y quería subir al norte o marchar a Santa Catalina (Brasil) para salvar del hambre. Mientras tanto los Querandíes que habían llamado las tribus ami- gas a las que se unieron las que maltrató Caboto en Sancti Spiritus, el delta paranense y San Salvador, formaron un ejército de 23.000 hombres (según Schmidel) que marchó sobre Buenos Aires para ata- car a los conquistadores. Los españoles, ya desmoralizados, retrocedieron abandonando el pueblo de los Querandies, las lagunas de pesca y los bosques de la meseta, yendo a refugiarse en el Fuerte. La situación con esto llegó a su período trágico; el hambre se hizo horroroso entre los sitiados y los soldados reducidos a una miserable ración de harina recurrieron a todo lo que podían cazar o pescar en la playa, sin respetar las ví- boras, lagartijas, sapos, ranas y otras sabandijas. Mendoza ordenó sacrificar los caballos, pero como la ración de car- ne fuera muy reducida, algunos soldados robaron uno para comerlo ocultamente; tres de ellos fueron sorprendidos y ahorcados en la plaza al lado del rollo o picota. Esta justicia sumaria hecha para ame- drentar a los soldados, tuvo una contestación macabra que espantó a los jefes; durante la noche los cadáveres fueron descuartizados y co- midos sus restos por los hambrientos camaradas. No fué éste un caso único : después de comer cueros mojados, zapatos viejos, raíces y cortezas, el 15 de junio día de Corpus Christi, «un soldado comió el cadáver de su hermano que había muerto de hambre ». Una semana después, el día de San Juan, los indios que ya consi- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 249 deraban bastante debilitados a aquellos flacos soldados cuyas mujeres hacían «ronda y centinela con la mecha encendida al lado de los ca- nones », dieron el asalto por tierra y por agua, atacando el Real por la meseta y la playa, mientras los indios canoeros (Guaranís y Cha- nás) atacaban los buques menores fondeados allí cerca. Una lluvia de piedras lenticulares de honda, «bolas perdidas » y flechas con al- godón y resina inflamada, cayó sobre los ranchos » quemando la ciu- dad hasta el suelo, porque las casas eran de paja». Por fin las des- cargas de la artillería de la armada que vino en ayuda de la del fuer- te, barrió la playa haciendo retirar a los indígenas que peleaban sin abrigo y sufrieron innumerables bajas. Los españoles tuvieron treinta hombres muertos, incluso dos capitanes y un alférez. La situación de los conquistadores se hizo más crítica: al hambre y la peste se agregó la pérdida de sus pertrechos, alojamientos y cua- tro naos menores que eran las más útiles para remontar los ríos. La descomposición de los cadáveres infectó el aire y recrudeció la peste; eran cantidad de tigres y pumas rondaban el fuerte y saltando las tapias hacían presa en los soldados; la desmoralización llegó al ex- tremo y los horrores del hambre y la miseria hicieron la situación in- sostenible. Mendoza quebrantado por el contraste y por su terrible enferme- dad, entregó el mando a Juan de Ayolas que llegó algunos días des- pués trayendo de su expedición al norte víveres y buenas noticias, pues había hallado excelente acogida en un pueblo de indios Timbúes donde había fundado un fuerte al que dió nombre de Corpus Ohristi *. « En seguida se pasó revista de la gente hallando que de 2500 que habían sido, no quedaban más que 560; los demás habían muerto o perecido de hambre. » Ayolas propuso marchar con la gente inútil a Corpus Christi pro- posición que fue aceptada por Mendoza, quien se incorporó a la ex- pedición con algunos capitanes y 400 hombres, dejando en Buenos Aires 160 de los más sanos a las órdenes del capitán Ruíz Galán. Quedaron también los cuatro buques mayores y ración de harina para un año, tocando a cada hombre ocho onzas diarias «y si mas querta comer que se lo buscase ». Si Mendoza con 1700 hombres no pudo extender su influencia fuera 1 Cuando subió Mendoza, trasladó el fuerte algo más abajo y le llamó Buena Esperanza. Se debe, pues, tener presente que bajo el nombre de Corpus Christi, Buena Esperanza y Timbues, se designa el mismo pueblo, ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (SEPTIEMBRE 25, 1915) 17 250 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES del Real de Buenos Aires ni dominar los indígenas por una sucesión de victorias, mal podía esperarse que 160 soldados hambrientos hi- cieran un prodigio. Así lo comprendió su nuevo jefe que obligado « observar una actitud defensiva, hizo sin embargo, mucho más de lo que podía esperarse. El capitán Ruíz Galán, valiente soldado, era activo, tenaz y orga- nizador, cualidades que no tenía Mendoza a quien una grave enfer- medad y acostumbrada molicie había debilitado el carácter. Desgra- ciadamente aquellas buenas cualidades que hubieran hecho de Ruíz Galán una figura saliente, quedaban empañadas por su trato cruel con sus subordinados, su conducta desleal y sanguinaria con los in- dígenas, su actitud intrigante con los demás capitanes; ambicioso de obtener el mando supremo se rodeó de algunos secuaces y buscando el amparo de la iglesia a la sombra de la clerigalla, formó un circulito de paniaguados que desgraciadamente no debía de ser único en esta conquista. En el apurado trance en que quedaban aquellos soldados, se impo- nía la mayor disciplina y así lo entendió Ruíz Galán. Eligió setenta de los más sanos y los alojó en las ruinas del Real protegiéndolos con un foso y buena empalizada que defendió con la artillería, encargan- do a ocho diestros ballesteros que los mantuvieran con caza que ob- tenían en la meseta y en la playa. Aproximó a la barranca los buques varando los de mayor calado, asestando la artillería hacia tierra * y alojó en las cuatro naos los noventa hombres que le restaban a los que racionó con «ocho onzas de harina», las ratas que podían cazar a bor- do y aleún pescado que conseguían, mediante la oportuna ayuda de un industrioso estudiante que logró fabricar unos anzuelos, artículo que no traían los conquistadores. Felizmente los indios se habían alejado y Ruíz Galán pudo esperar hasta el 17 de octubre en que llegó la nave enviada al Brasil, trayen- do víveres y algunas familias de colonos españoles y portugueses « de aquella gente que quedó de Sebastián Caboto y de otros que se les juntaron » los que venían con algunos indios amigos, armas, herra- mientas y semillas; gran refuerzo para aquellos hombres desampara- dos que no conocían el país, los frutos de la tierra, ni el idioma y cos- tumbres de los indígenas. Llegó en esto don Pedro de Mendoza de vuelta de Corpus Christi y se mostró contentísimo al ver tan organizada la pequeña colonia, ' En algunos puntos el fondeadero se hallaba a un «tiro de mosquete de la playa ». CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 251 con sus ranchos reconstruidos, las sementeras preparadas y varios bergantines en astillero, pero como no tuviera pronto noticias de la expedición de Ayolas que había seguido río arriba hacía la región de las « minas de Plata », envió en busca de noticias a Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza, quienes partieron el 15 de enero de 1537. Transcurrieron cuatro meses sin recibir noticias de unos ni de otros y Mendoza, desesperado y enfermo, partió para España en bus- ca de salud y nuevos recursos para su empresa, dejando en su lugar como teniente de gobernador a Francisco Ruíz Galán. Muchas vicisitudes quedaban aún para aquellos pobladores, moti- radas más que a la resistencia del indígena al carácter de los con- quistadores, a las disenciones entre ellos y a la ambición y espíritu sanguinario que los dominaba. La llegada de Salazar en esa primavera anunciando la fundación de un fuerte a orillas del Paraguay donde había abundancia de recur- sos y la sospecha de la pérdida de Ayolas y su expedición, avivó la codicia de Ruíz Galán que se aprestó a heredar aquella conquista. De acuerdo con sus secuaces y dispuesto a hacer valer el título que le confiriera Mendoza, aprovechó una pretendida escasez de alimen- tos en Corpus Christi y emprendió viaje río arriba hasta ese punto, donde afirmando sus pretensiones se hizo prestar juramento de obe- diencia y luego hasta la Asunción donde haría otro tanto, regresando en seguida a Buenos Aires adonde trajo en premio de su esfuerzo, el odio y maldiciones de los pueblos guaraníes que asoló a su paso y cuyas represalias debían sufrir los soldados que allá dejaba. Poco tiempo quedaba a Ruíz Galán para enseñorearse de su con- quista. Casi junto con él llegó a Buenos Aires la noticia del próximo avribo de un buque de España en que venía Alonso Cabrera, veedor de fundaciones de su majestad, quien venía con órdenes secretas para organizar el gobierno y cosas de la colonia. Ruíz Galán se apresuró a demostrar su mérito administrativo construyendo una capilla de madera y levantado una «información » de los principales actos de su gobierno, en la cual declararon sus partidarios. Todo fué inútil; pues Cabrera levantó una nueva «información » en que depusieron contra Ruíz Galán, los oficiales reales y todos los que fueron víctimas de sus violencias. Con esto se vió aquél reducido a la impotencia y tuvo que gobernar de acuerdo con Cabrera, lo que originó nuevas di- senciones y pendencias. Por fin, en abril de 1539, Cabrera y Ruíz Galán partieron para la Asunción donde el último pensó triunfar en la contienda, pues entre su título de teniente de gobernador y capitán general otorgado por 252 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Mendoza y el título de Irala firmado por Ayolas, no había discusión posible en cuanto a validez de representación. Poco debía durarle esta esperanza; reunidos por Cabrera todos los conquistadores que allí estaban, casi en su totalidad partidarios de Irala, sacó el veedor una real cédula que traía por la cual se autorizaba a los conquistado- res a nombrar quien los gobernase y éstos eligieron a su jefe y amigo Domingo Martínez de Irala, quedando de hecho Ruíz Galán, despo- jado del gobierno que Mendoza le dejó. Así fué como se llevó a cabo en esta tierra la inauguración de un gobierno electo «a manera de república », aunque se asemejara mucho más a una elección de Impe- rator hecha por los soldados del pretorio romano. No olvidó Martínez de Irala que Ruíz Galán tenía partidarios en Buenos Aires y no contento con llevar a la Asunción la sede del go- bierno, buscó el medio de despoblarla enviando al capitán Ortega con orden de perseguir la clerigalla de Ruíz Galán, pero no bastando esto para arrancar de allí a los colonos españoles y portugueses ya arraigados en esta tierra, bajó con Cabrera, un escribano y oficia- les reales y mediante un requerimiento ya fraguado con el veedor, ordenó la despoblación de Buenos Aires y trasladó sus habitantes a la Asunción, acto de fuerza y mal gobierno que se consumó el 10 de mayo de 1541 ?. CAPÍTULO VII EL RÍO DE LA PLATA EN EL SIGLO XVI Los documentos examinados para hacer el estudio del descubrimien- to del Plata poco o nada nos dicen de sus condiciones hidrográficas ; y si nos atenemos á cuanto se ha dicho, desde Solis a Mendoza, nota- mos no sólo la falta de datos respecto a canales navegables, sondajes, bancos y corrientes, sino también un trocatinta de nombres de puer- tos y parajes en que, o aparecen bautizados con distintos títulos o se permutan unos por otros, llamando cabo de Santa María a Maldo- nado (y aun a Montevideo), cabo Blanco a cabo San Antonio, río de los Patos al Solis Grande, y así otros muchos, creando confusión y ' Antes de su partida dejó Irala en la playa de Buenos Aires, u neserito con instrucciones para los conquistadores que pudieran venir de España. A ese do- documento es al que me refiero en varios puntos y lo repetiré más adelante. =>! D) CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 2: produciendo dudas. Debemos reconocer sin embargo que, aunque pobres, ciertas referencias nos son muy útiles para, hilvanándolas con sumo trabajo, llegar a obtener una carta histórica e hidrográfica del Plata que nos dé, aunque sea en forma ideal, una imagen de lo que era cuando lo visitaron descubridores y conquistadores. Esa es la tarea que me propongo. Perdónese el atrevimiento en ob- sequio a la intención. San Lázaro y San Salvador La determinación de los puntos llamados «San Lázaro» y «San Salvador » no está aun bien aclarada. Para algunos el primero es Mat- tín Chico o Punta Gorda, y el segundo, el actual río San Salvador, que desagua en el Uruguay. Para Ruy Díaz y Azara, este último sería el río San Juan y otros opinan que San Lázaro y San Salvador es la misma cosa. Hay opiniones que son para mí muy respetables y he vacilado an- tes de desecharlas, pero creo que más de uno se ha guiado por los nom- bres actuales de los parajes para identificar los antiguos y eso es un error, pues pudo haber un río San Salvador que no es el actual, así como se ha llamado durante siglos cabo de Santa María a Maldonado, y nada tenga que hacer el cabo Polonio de la costa uruguaya con el cabo de Santa Polonia de la costa argentina. Como estos hay otros muchos nombres que se confunden o se repiten cambiando de lugar y hasta de calidad, como pasa con San Lázaro que lleva los nombres de «río, puerto, punta e isla », sin que, a pesar de la relativa importancia que tuvo y quiera dársele, fuera tenida en cuenta por el mismo Caboto, quien después de fondear y residir un mes en él, no lo hace figurar en su mapa de 15353. El historiador Oviedo, al citar los puntos donde arribó esa expedi- ción, dice* : «E pasado de aquella punta do comiensan los bajos de este rio, hallaron en el cerca de tierra unas islas, e llamaronlas de ' Ov1EDO, Historia general de las Indias, libro XXI, capítulo 1, tomo II, pági- na 171. Este historiador menciona asimismo dos ríos que llama San Salvador y Negro, pero los coloca antes del Uruguay y debajo de Punta Gorda; esta última se halla a los 332551 de latitud sur, y el actual San Salvador se encuentra más arriba. a los 33228*, Por consiguiente, el San Salvador de los mapas y cosmógra- fos que Oviedo consultaba, no es el actual, pues si aquel se hallaba más adelante de San Lázaro y debajo de Punta Gorda, resultaría entre ambos una diferencia de más de medio grado, lo que no es posible admitir. 254 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Sanet Gabriel; e mas adelante un rio que se dice Sancta Barbara, que entra en este de la Plata. E alli descargaron los navios porque pidie- sen menos fondo e fueron adelante una tierra e rio que llaman de Sanet Lazaro, enfrente del cual rio esta una isla que se dice de Mar- tin Garcia. » El único de los compañeros de Caboto que nombra la « punta y rio de Santa Bárbara », es Alonso de Santa Cruz, y como Oviedo dice que tomó de éste noticias de esa expedición, debemos unificar los da- tos de Oviedo con el testimonio de aquél, reproducidos, además, en su mapa del río de la Plata. Oviedo, gulándose por esos informes dice que en el río «Santa Bár- bara » descargaron los navíos « para que pidiesen menos fondo » afin de «pasar los bajos », y aunque esto no lo hallo confirmado por otro autor sino por la declaración del mismo Santa Cruz ante los oficiales reales de Sevilla, merece tomarse en cuenta ya que tardaron tantos días en recorrer tan pocas leguas Agrega Oviedo: «e fueron adelante una tierra e rio que llamaron de San Lazaro, enfrente del cual rio esta una isla que se dice la isla de Martin Garcia »; pero como en frente de esta no hay tal río, es ne- cesario buscar otro punto en que haya una isla frente a un río. Arri- ba de Martín García está el «arroyo de las Vacas » (puerto del Car- melo) y en frente la isla de Solis o Sola, pero ese arroyo hoy canalizado, no ereo haya sido bastante navegable en aquella época, y adelante de ese punto no hay «los bajos de este rio », además de que la distancia a que se halla del cabo de Santa María nos aleja demasiado de las cincuenta leguas que, según Ramírez, había entre San Lázaro y dicho cabo. Es necesario, por consiguiente, buscar la incógnita debajo de Martín García y declarar que Oviedo se equivocó al nombrar esta en su cita, o, lo que es más grave, pensar que la isla de Martín García que señalaron a Caboto, no es la que conocemos con ese nombre. Herrera dice que Solis «surgio en una isla mediana y se hallaba en 34*/,» (34720 ' según ya he demostrado). ¿Qué juzgaban como isla mediana en aquellos tiempos ? López de Souza que fondeó en Martín García pocos años después (1531) la llama «isla grande e con muchos arboles ». Siempre se ha considerado que la isla mencionada por Herrera, era la que conocemos por Martín García, pero la latitud de 3420” no coincide con esa isla que está en 3411” y sí con el río San Pedro y Arroyo de Vera, en frente al cual se hallan las islas de Hornos y Ló- pez y algo más afuera la San Gabriel, pero siempre mucho más cerca de la latitud señalada por Herrera. Caboto pudo arribar el día de San CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 235 Lázaro a una de esas islas y luego a tierra, recibiendo ambos puntos el nombre de ese santo, pero Martín García, ya conocida por ese nom- bre, no pudo ser llamada «isla de San Lázaro », ni tampoco la San Gabriel bautizada pocos días antes. Entre ambos puntos está la in- cógnita que buscamos. Hasta aquí Oviedo y Herrera: los errores de viejos historiadores, lo hipotético, lo desconocido. Pasemos a Jos mapas de la época. Caboto envió al emperador en 1533, un mapa de las regiones que recorrió en el Plata. Más tarde, en 1544, se imprimió su mapamundi en Alemania, y para este trabajo, Caboto se había obligado por con- trato con los editores, en 1541, a «hacer figura de todo lo que se des- cubriere en adelante para que lo hagais imprimir ». Sin embargo, su mapa reproduce sin variantes, en lo que al río de la Plata se refiero, todos los errores de su carta de 1533 y, a pesar de su compromiso con los editores, no se ve en él más población que Sancti'Spiritus cuando ya se habían fundado Buenos Aires, Corpus Christi y la Asunción. La leyenda 7 de ese mapamundi se refiere al río de la Plata y dice : « Llaman los indios a este gran rio, el rio Huruai, en castellano el rio de la Plata. Toma este nombre del rio Huruay, el cual es un rio muy caudaloso que entra en el gran rio de Parana. Descubriolo Juan Diaz de Solis, piloto mayor de los Catholicos Reyes de gloriosa me- moria; y descubrio hasta una isla que el dicho Juan Diaz pusso nom- bre de isla de Martin Garcia, la cual dicha isla esta unas treinta leguas arriba de la boca de este rio, etc. « Este rio es mayor que ninguno de cuantos aca se conocen ; tiene de ancho, en la entrada que entra en la mar, veinte y cinco leguas en ancho; la cauza de ser tan grande y poderoso es que entran en el otros muchos rios grandes y caudalosos ; es rio de infinitisimo pescado y el mejor que hay en el mundo. La gente en llegando a aquella tierra quiso conocer si era fertil y aparejada para labrar y llevar pan y sem- braron en el mes de Septiembre LIT granos de trigo, que no se hallo mas en las naos, y cojieron luego en el mes de Diciembre 52.000 gra- nos de trigo, que esta misma fertilidad se hallo en todas las otras semillas. » El comienzo de esta « leyenda » es algo ambiguo, pues nos dice que el rio Huruay es el de la Plata, pero aclarando el asunto con mayores conocimientos agrega que el « Uruguay entra en el Paraná ». Proba- blemente los indios llamaban Huruay no sólo al Uruguay, sino tam- bién a las aguas que seguían la costa hasta la Colonia, pero Caboto, con mayores conocimientos que un Charrúa, después de subir al Pa- 256 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES raná dió a cada río su nombre, como no podía menos de hacerlo cual- quier navegante medianamente ilustrado, pues no era aceptable que «el Plata tomara nombre del Uruguay », su tributario ?. De la isla de Martín García no nos da otra ubicación sino que «está 30 leguas arriba de la boca de este rio », y como más adelante agrega que el Plata «tiene de ancho en la entrada que entra en el mar, 25 leguas de ancho » se ve bien claro que Caboto coloca la entrada del río entre Punta Brava y Punta Piedras, desde cuya línea cuenta treinta leguas asu Martín García, distancia que apenas se aproxima a la isla de San Gabriel que está a treinta y cinco leguas de Montevideo. Ante los oficiales reales de Sevilla, Caboto declara que «de San Sal- 'ador a la isla de Lobos» hay cuarenta leguas. Aparentemente esto coloca a San Salvador diez leguas arriba de Martín García, pero, como de la «boca del rio » señalada por Caboto en Punta Brava hay otras 25 leguas a la isla de Lobos, resulta que San Salvador estaría 15 leguas debajo de su Martín García *. Esto en cuanto al texto de la leyenda, pues en sa mapa Caboto no indica con claridad dicha isla (ni ninguna otra) y se contenta con poner donde bien le parece, un letrero en tres líneas que ocupa muchas leguas de costa y más arriba el río San Salvador. Esta contradicción entre el mapa y sus declaraciones agrava la situación y nos trae a la desagra- dable sospecha que ya nos da Oviedo : la actual isla de Martín García no sería la que los hombres de Solis enseñaron a Caboto y que éste se- nala malamente en su mapa, porque la verdadera debería hallarse más abajo entre el grupo de islas que forma el archipiélago de la Colonia. En realidad los nombres del río San Salvador y Negro señalados por Caboto y desembocando en el Plata, cuando no menciona ningún verdadero afluente del Uruguay en ambas riberas, no tienen gran importancia, pues demuestran que este navegante no penetró en el verdadero río Uruguay (donde nada le interesaba), sirviéndose para los nombres que grabó en su mapa de las citas de otros. Esto se ve claramente al observar la mayor precisión con que dibuja y nombra ríos sobre el Paraná y Paraguay, donde en realidad navegó. En el * En esta confusión del río Uruguay con el de la Plata, es de notar que siem- pre se hace desaguar el San Salvador en el segundo y no en el primero. * López de Souza, que exploró esos parajes en 1531 (dos años después que Ca- boto) declara que hay 24 leguas entre Punta Brava y la isla de Lobos. Se ve que Caboto medía muy mal sus distancias, pues si mide 30 leguas entre Punta Brava y Martín García, quedándose corto porque hay 45, en cambio da de boca al Plata «25 legnas » en un lugar en que tiene 22, y aquí, por consiguiente, mide largo. Si -] CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 2 Uruguay por el contrario, equivoca lamentablemente el lugar en que desagua ; lo separa del río Negro que es su afluente; lo hace más an- vosto y menos caudaloso que el Paraná con apariencia de arroyo, restándole casi todas sus islas y, para complemento, suprime las bo- cas del Guazú, el Bravo y otros ríos caudalosos de la ribera derecha que él debió hallar a su paso, si hubiera remontado el Uruguay hasta el río Negro. En cambio de esta indiferencia por la ribera derecha del Uruguay, muestra Caboto gran predilección por la del Paraná, donde no se le escapa río en su afán de subir a las «minas de oro y plata », llegando a tal punto su entusiasmo que se mete en el Alto Paraná y navega hasta Santa Ana y como si no quisiera confesar el error, dibuja y nombra este punto en la ribera derecha del río Paraguay. ¿Es posible aceptar a ojos cerrados semejante mapa? Evidente- mente, no; y ante la tradición de Martín Gartín y los errores de Caboto, optemos por la tradición. El mapa de Santa Oruz es casi una copia del de Caboto, pero, en cambio, es más prolijo y detallado en cuanto al río de la Plata se refiere. Las islas. ríos y arroyos de la costa oriental, tienen, aunque embrollados, mayores probabilidades de ser encontrados y el Cabo de Santa María está mejor ubicado. Desgraciadamente la escala de distancias no está siempre de acuerdo con la realidad y si con ella medimos bien las sesenta leguas que indica Santa Cruz desde cabo de Santa María a los «bajos de este rio» (Santa Bárbara o San Lázaro), en cambio no nos da más de quince entre dicho cabo y San Gabriel, lo que no podemos aceptar. En ese mapa ya se encuentra el nombre de Buenos Aires a la altura de San Lázaro, y un poco más abajo el archipiélago, enfrente a la punta de Santa Bárbara. Hay varios ríos, algunos sin nombre, pero ninguno lleva el título de San Salvador, siendo de notar que Caboto, procediendo a la inversa, nombra éste y no menciona San Lázaro. ¿Llevaba acaso ambos nombres el « puerto de las naos »? ¿O es que Santa Cruz llama Santa Bárbara al San Lázaro de Caboto, y este nombra San Salvador al San Lázaro de Santa Cruz ? Es indudable que Santa Bárbara y San Lázaro se identifican con el punto en que se « descargaron las naos »; que dicho paraje se halla al comienzo de «los bajos de este rio», pues para poder subir sus aguas se hizo dicha descarga; y no es menos cierto que «el puerto de las naves », llámese San Lázaro o San Salvador, se halla un poco más arriba del sitio de la descarga y a sesenta leguas del Cabo de Santa María, según declaran varios de aquellos navegantes. 258 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ¿Cómo conciliar esa divergencia entre Caboto y Santa Cruz ? Sólo me la explico por la pluralidad de Santos que se veneran en un mismo día y por el capricho y antagonismo entre ambos cosmógrafos en la época que elaboraron sus mapas '. Me explicaré :- Llegada la expedición a San Gabriel, después de una marcha angus- tiosa de 25 días en un trayecto que Magallanes recorrió en cinco, con las tripulaciones tan enfermas que por no poder levar anclas picaban los cabos y las abandonaban, se vieron detenidos allí por los bancos que existen en esa parte del estuario. Trataron de buscar paso median- te reconocimientos y sondeos, llegando a la Punta de Hornos que se halla próxima al Arroyo de Vera, algo más arriba de la Colonia; paraje que sería el que aquellos navegantes designaron con los nom- bres de punta, isla y río de San Lázaro, y Alonso de Santa Cruz con el de Santa Bárbara. Mientras tanto, los marinos que buscaban paso, aconsejados y guiados por los ex compañeros de Solis y Magalla- nes que venían en la expedición *, descubrieron ese mismo día los ríos San Pedro y San Juan que se hallan dos o tres leguas más arriba. El 15 de marzo, día en que la expedición arribó a esos parajes, se veneran el arcangel San Gabriel y San Salvador (de Horta); Caboto bautizó con el nombre del primero la isla que hoy lleva esa designa- ción y Grajeda no queriendo ser menos, llamó San Salvador al puerto en que más tarde refagió sus naves; punto qué fué alcanzado por él mismo, probablemente, en las exploraciones de ese día. De todas maneras, tanto a él como a Caboto debió parecerles muy agradable imitar a Colón, y recordando rivalidades entre la marina genovesa v la veneciana, su llegada allí el día de San Salvador era un feliz presagio que sirvió para bautizar el asiento de sus naves y lo tu- vieron en cuenta cuando Grajeda marchó en busca de refugio para ellas. 1 Alonso de Santa Cruz, cuando se embarcó en la expedición de Caboto, tenía apenas 20 años. Inteligente y estudioso, su fama de hábil cosmográfo fué tanta que diez años después (7 de julio de 1536) recibió su título y la reina ordenó a Caboto, no hiciera cartas de navegar sin consultar el parecer de Santa Cruz. Esta orden tiene fecha 20 de noviembre de 1536 y Caboto, herido en su amor propio, buscó medio de eludir ese mandato. No debe extrañar, por consiguiente, que Cabo- to no quiera retocar sa mapa de 1533, y Santa Cruz confirmara en el suyo sus bau- tizos del litoral uruguayo. * Los hombres de Solis que allí venían, eran Enrique Montes y Melchor Ramí- rez, incorporándose en ese paraje, Francisco del Puerto, que era cautivo de los charrúas. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 259 Viendo que «los buques no podian pasar» *, resolvieron «aliviarlos para que pidieran menos fondo », y después de rebuscas y sondeos efectuaron esa operación el día 27 de marzo, y como para Ramírez y los demás marinos que venían postrados, San Lázaro era un patrón que tuvieron por de buen augurio quedó consagrado con este nombre el lugar de la descarga ?. En cuanto a Santa Bárbara, creo que su bautismo fué obra de Santa Cruz y tuvo por causa el fuerte temporal que casi destruyó la pequeña armada de Caboto en esos días ?. La rivalidad entre Caboto y Santa Cruz hizo el resto; lo que el primero bautizó de San Lázaro, fué llamado por el segundo con el nombre de la Patrona de las tempestades, y no contento con esto, llamó San Lázaro al San Salvador de Caboto; llegando a tal punto el entredicho que al dibujar sus mapas ambos contendientes dan a los puntos de referencia el nombre de su predilección. Solamente así puede explicarse que Santa Cruz no mencione el puerto de San Salvador ni Caboto el de San Lázaro, puntos importantes de ese via- je que no podían ser olvidados. Ruy Díaz, parece conocía por tradición esa permuta o trocatinta, cuando afirma fué en río San Juan donde quedaron las naves de Ca- boto, depués de haberse detenido en San Gabriel. Y si ese autor di- ce que el río San Juan desemboca en el Uruguay, es sólo debido al po- co conocimiento que tenía de la geografía de nuestro país, pero en el capítulo XII, libro IL, de su obra, cuando menciona la fundación de la colonia en río San Juan (1552), aclara perfectamente ese punto pues dice vinieron las naves hasta «enfrentar el paraje de Buenos Aires », eruzaron a San Gabriel y «dos leguas más arriba» fundaron dicha colonia de que tomó nombre el río, lo que no es exacto, pues ya lo llama con ese nombre Irala en 1541, siendo muy notable la predi- lección que tuvo éste por ese paraje. Ni Ruy Díaz, ni tampoco Irala, mencionan el río San Salvador en esos documentos, y sólo se le cita en 1573, cuanda Ortiz de Zárate funda una colonia en el actual rio San Salvador veinte leguas más arriba. 1 Declaración de A. de Santa Cruz. V. pág. 266. «Carta de Ramírez », pág. 261. * Según Medina, el 27 de marzo la iglesia venera al Salvador. Esto simplifica- ría la cuestión, pues ese mismo día se venera San Lázaro, pero Jesús no lieva en ninguna parte el título de santo, ni la iglesia cristiana tiene día determinado para venerar al Salvador, pues tratándose de Cristo, todos los días son hábiles. ? Este nombre de Santa Bárbara, no figura en ninguno de los documentos que he revisado y debe haber sido aplicado por Santa Cruz cuando dibujó su mapa, algún tiempo después de su regreso. Ramírez, por su parte, asegura que el tem- poral fué en San Lázaro y esto identifica ambos nombres y lugares. 260 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Solucionado ¡como yo lo entiendo) lo referente a los mapas de esa expedición, pasemos a la prueba que nos dan los documentos ?. De la expedición de Solis, no hay documento alguno de testigo ocular. Magallanes, descubrió mucho en el Plata y solo bautizó Mon- tevidi. Caboto, por su parte, manifiesta en súa mapa y declaraciones los errores que he apuntado. Ramírez, que venía en esa expedición, calcula cincuenta leguas entre el Cabo de Santa María y «un puerto é tierra firme quese puso nombre San Lázaro ». El Cabo de Santa María de los navegantes de esa época era «La Candelaria» de Solis (hoy Maldonado), desde donde contando las cincuenta leguas de Ra- mírez, nos hallaríamos cerca de la Colonia o San Gabriel. Diego Gar- cla cuenta sesenta leguas hasta la «isla de las Piedras» que se su- pone sea San Gabriel ; pero García equivoca mucho las distancias, co- mo lo veremos más adelante. Dice Ramírez en su «Carta» que la expedición llegó a Cabo de Santa María (Maldonado) el 21 de febrero de 1527 y «con grandes 1 Los fondeaderos que al «comienso de los bajos» pudo aprovechar Caboto, son los siguientes : A partir de la isla San Gabriel hacia el norte, hay dos canales : uno que pasa a la izquierda y sube hasta el río Uruguay, y otro próximo a la costa que corre entre las islas de López con seis a nueve metros de profundidad y termina al llegar a las islas de Hornos, donde el fondo se levanta y sólo hay dos o tres me- tros de agua formando un paso estrecho (800 m.) entre Punta de Hornos y la isla más oriental de este nombre. Podemos, por consiguiente, considerar como cerrado el canal navegable, en lo que se refiere a su paso hacia el norte, pero, en cambio, al pasar la isla López del Este, se ramifica con un profundo brazo muy próximo a la playa, fomando allí lo que se llama « Rada de López», entre la isla de este nombre y la «Punta San Carlos » : es el mejor fondeadero al norte de la Colonia, y los buques de aquella época han podido surgir en catorce pies con fondo de arena fina a un cable de la playa. Este puerto se halla a cua- tro kilómetros, de la Colonia y a otros tantos de la « Punta de Hornos ». Más arriba de la « Punta San Carlos » y a sólo dos kilómetros al norte, se ha- lla la Punta de Hornos, separada de la isla de este nombre por el canal de que antes he hablado *. Próximo a estos parajes desagua el arroyo Vera, de escasa importancia, pero que pudo servir para completar el trino de isla, punta y río San Lázaro. Es muy probable que Caboto, después de practicar sondajes buscando el mejor puerto, fondeó en el extremo norte del canal cerrado frente a Punta de Hornos o en la Rada López, descargando sus naves « para que pidieran menos fondo », según dice Santa Cruz, y entonces pudo Grajeda pasar por el « Canal de las Zu- macas » para ir a buscar refugio en el río San Juan, paraje descubierto el 18 de marzo, veinte kilómetros más al norte. «Canal de las Zumacas ». CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 961 trabajos y peligros hicieron cincuenta leguas hasta llegar a San Lá- zaro el 6 de abril » y, si fué Caboto (según Medina) quien bautizó a San Gabriel por haber arribado a ella el 185 de marzo, tenemos que en- pleó veinticinco días en ese trayecto (que Magallanes efectuó en cin- co) y tardó otros veinte en llegar al llamado San Lázaro, lo que suma- ría mes y medio; lentitud imposible de creer sin que haya habido una estadía en alguna parte. Esa lentitud contrasta, asimismo, con el viaje de Santa Catalina a Maldonado, que, según Ramírez, se efec- tuó en seis días (!). Como Ramírez llegó muy enfermo («mi enfermedad fué grande »), creo que ha padecido errores en su cronología y que al escribir su «Carta » un año y medio después, estaba trascordado y confandía las fechas. Hay varias pruebas de ello. En el original de su «Carta», al referirse a la tormenta en San Lázaro escribió «domingo de Ramos » y luego testó la palabra «do- mingo» y la substituyó por «viernes de Ramos ». Esto podría pare- cer prolijidad en sus detalles, pero hay algo más grave todavía. Dice que llegaron a un puerto en tierra firme el «domingo de Lá- zaro, 6 de abril de 1527 ». Y bien; ninguno de los santos de ese nom- bre se venera en ese día y el « Martirologio Romano » no los registra en esa fecha, sino mucho antes. La obra de fray Bruno Vila * señala para San Lázaro, obispo de Marsella, el 17 de diciembre; para el que fué obispo de Milán, el 11 de febrero: para el monje y confesor, el 23 de febrero, y para el mártir en Persia, el 27 de marzo *. Lo más cu- rioso de todo, es que el mismo Ramírez algo más adelante al referirse a la partida de Santa Ana, dice que se efectuó «el Sábado de Lázaro 28 de Marzo de 1528 » ?! Más adelante dice: «y por que las naos no podian pasar por el arana adentro a cabsa de los mucho baxos que habia, las dexo con 1 Manual que contiene por orden alfabético los nombres de los santos que se veneran en la lolesia. * Si Caboto llegó a San Gabriel el 18 de marzo, no queda otro San Lázaro, después de ese día que el 27 de marzo ; y, si la expedición con la mayor parte de la marinería enferma se detuvo el 18 en San Gabriel para buscar paso llegan- do con sumo trabajo a San Lázaro el día 27, donde efectuaron la descarga, no es posible que Grajeda llegara en igual fecha a otro punto veinticinco leguas arriba con las nayes ya descargadas, navegando por un río desconocido y con las tripu- laciones enfermas. ?* Ya he dicho que uno de los santos de ese nombre se conmemora el 27 — no el 28 — y este nuevo error de Ramírez parece que es crónico, pues según el cálculo de Gauss, el 6 de abril de 1527 no fué domingo, sino sábado. 262 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 30 hombres de la mar para que buscasen algun buen puerto seguro do las metiesen »; lo que se ha interpretado como sucedido el S de ma- yo, más no podemos pensar que el nombre de San Salvador pueda apli- carse a un día posterior a esa fecha, venerándose el 18 o 27 de mat- ZO. Pero si observamos que el párrafo transecripto de la carta de Ra- miírez, se halla a continuación de la entrevista de Caboto con F. del Puerto, quien indicó detenidamente la condición de todos aquellos parajes que conocía desde hacía doce años, podemos interpretar que Caboto dejó sus naves mayores (con las que no podía pasar los ban- cos) y pasó a la carabela o bajó a tierra, ordenando a Grajeda les bus- cara fondeadero, llevándolas éste por indicación de del Puerto, cono- cedor de esos alrededores, al paraje descubierto el día de San Salvador *. Podemos pensar también que después de la tempestad del « viernes de Ramos », Caboto hizo buscar por allí cerca un refu- gio a sus naves y éstas hallarlo en un paraje ya descubierto en aque- lla fecha (15 de marzo), lo que estaría de acuerdo con la excesiva cau- tela de Caboto y con la necesidad de saber donde quedaban sus buques, pues no nos dicen los documentos que conocemos si fué Ca- boto quien hizo buscar el paradero de Grajeda, o si fué éste quien avisó a aquél donde se hallaba, lo que no impide que aparezca el pri- mero escribiendo al segundo con toda seguridad, señal ¡inequívoca de que sabía donde había quedado. Los que participan de la opinión de que Grajeda subió por el rio Uruguay en busca de fondeadero, se apoyan en un párrafo de la Me- moria de Diego García, que dice : «este rio grande se llama (Ouriay) ques donde se juntan todos los rios que tiene este rio, desde el Cabo de Santa María hasta el Cabo Blanco treinta leguas de boca *. e andando * Más adelante de ese párrafo agrega Ramírez, que Caboto partió dejando en San Lázaro «una persona» con diez o doce hombres, entre ellos Ramírez que seguía muy enfermo. Éste no dice quién fué su jefe (la « persona ») y es proba- ble que ninguno de ellos sabía dónde había encontrado Grajeda el refugio bus- cado, pues la despreocupación de Caboto por la suerte de sus hombres era sin- gular. * Las treinta leguas que calcula García entre Maldonado y cabo San Antonio son la más clara prueba de los errores de su Memoria, pero, si recordamos que Ramírez, calcula el ancho de la boca del río en «25 leguas largas », y que Alonso de Santa Cruz, que venía con Caboto, dice en su /slario : «este rio tiene de boca treinta leguas y se va disminuyendo hasta catorce », puede pensar- se que todos estos navegantes han calculado la boca del río desde Montevideo a Punta Piedras y de allí, de las aguas dulces, es que García mide sus veinticinco leguas, mal medidas, como todas las otras. No es extraño que los marinos de aquel tiempo tuvieran esta impresión. D*Or- CARDOSO : EL RIO DE LA PLATA 263 con mi bergantin veinte cinco leguas por este rio arriba, hallé dos naos de Sebastian Caboto ». Este párrrafo ha hecho pensar que esas veinticinco leguas debían medirse desde « Las Piedras », cuando bien pudo entenderse que deben ser contadas «a partir de la boca del río que es lo que a esa frase antecede y, calculando la distancia desde el comienzo de las verdaderas aguas dulces resultaría San Salvador dentro del estuario, como lo señala el plano de Caboto y lo declara el mismo Ramírez ?, Es algo ambiguo, sin duda, el párrafo de García, pero hay un az- egumento de gran peso que disipa todas la dudas. ¿ Qué necesidad te- nía Grajeda de subir veinticinco leguas en busca de puerto, cuando sobraban allí cerca caletas y refugios seguros para las naves de aque- lla época ? ¿Por qué iba Caboto a enviar sus buques tan arriba del río Uruguay cuando su objetivo era el Paraná? ¿ Por qué creer en esta ignorancia de los parajes, cuando Francisco del Puerto acababa de informar prolijamente a Caboto «de la tierra, riquezas y rios que había de subir» ?? Una de las cosas que debe tenerse en cuenta para apreciar los da- tos emitidos por estos audaces navegantes, es la exactitud de sus relatos estimado por el conjunto de los mismos datos emitidos. La Memoria de García adolece del vicio de inexactitud en las distancias y tiende a producir confusiones por su empeño en dar nombres nue- vos a los parajes ya descubiertos. Cuando la escribió ya había tenido larga estadía con la expedición de Caboto y pudo uniformar opinión a propósito de los nombres de los puntos descubiertos; pero García bigny, cuyos conocimientos están fuera de discusión, dice refiriéndose al mismo asunto : « Montevideo y Punta Piedras pueden considerarse los puntos de entra- da del Plata, con 22 leguas marinas de ancho y aguas dulces. Entre cabo San Antonio y cabo de Santa María, hay 310” o sea 63 */, leguas». (T. II, pág. 10.) 1 Intencionalmente subrayo algunos párrafos para hacer notar que García, se refiere exclusivamente al río de la Plata que llama Ouriay en su empeño de qui- tarie el nombre de Solis, cuyo decubrimiento quería usurpar. Se pretende que el río Uruguay y río Solis son la misma cosa, pero, si esto pudo decirse antes de la venida de Caboto, no fué posible sostenerlo después de descubierto el Paraná que según Ramírez, « desaguaba en el Plata por 22 bocas. » * Ingenuo sería pensar que García al «encontrar vestigios de cristianos », se puso a buscarlos; porque ¿cómo suponer que en aquel inmenso dédalo de islas y canales del Delta y en la innumerable cantidad de arroyos que desaguan en ríos tan caudalosos, pudo encontrar tan fácilmente las naves de Grajeda? Si las halló, fué por el hecho de estar allí cerca, en el camino que García exploraba para subir al Paraná, pues el Uruguay no ofreció interés a los conquistadores hasta el siglo siguiente. 264 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES que no cita una sola vez San Gabriel, Martín García, San Lázaro ni San Salvador, designa en cambio con el nombre de «isla de los Par- gos» a la de Lobos y «de las Piedras» al archipiélago de San Ga- briel. En cuanto al cabo de Santa María éste es para García, como para todos los navegantes de su siglo, la actual Punta del Este (Mal- donado) *. A propósito de este puerto, dice Garcia en su Memoria : «fuimos en demanda del cabo de Santa María que está en (treinta y cuatro) erados y medio, e alli es la salida y entrada deste rio» — «e fuera del Cabo está una isla que se llama de los Pargos ques grande pes- queria» — «dentro del Cabo, hacia el rio, está una isla que se llama de las Palmas e fuera de ella esta un Arrecife que la toma una legua a la mar y esta isla de las Palmas es muy buen puerto ». La isla de los argos que menciona García, es la «isla de Lobos que por otro nom- bre se dice de Corvinas » (carta de Montalvo, 1572) y la que «está dentro del Cabo» que se llama de Las Palmas, es la isla Gorriti, den- tro del puerto de Maldonado (cuyo nombre también llevaba), protegida por la gran saliente Punta del Este, largo « arrecife que la toma una legua á la mar », como dice exageradamente García que mide ese lar- eo promontorio desde el fondo de la bahía ?. Otro de los errores de la Memoria de García, es la distancia que es- tablece para ubicar la isla «que simula tres magotes » (de Flores, se- eún Madero), cuando dice que «esta a mitad de camino » entre cabo de Santa María (Maldonado) y las islas de las Piedras (San Gabriel). La isla de Flores se halla escasamente a la tercia del camino indicado y no existe isla alguna a media distancia entre los puntos señalados a no ser que la indicada por Garcia, donde mataron algunos lobos 2 Desde en tiempo de Solis se le conocía con el nombre de cabo de Santa Ma- ría impuesto por ese marino o su piloto Torres. Así también lo nombran los com- pañeros de Magallanes y especialmente Albo. El histórico cabo, colocado a los 34258 de latitud sur, conservó su nombre primitivo hasta principios del siglo xrx en que el teniente Oyarvide y algunos pi- lotos de la armada real, bantizaron como cabo de Santa María la punta de Ro- cha en 34240”. En Inglaterra fué aceptada esta modificación para las cartas de navegación y desde entonces se le designa así. Si después de dos y medio siglos de bautizado y conocido por tanto navegante se cambió de nombre a ese histórico paraje llevándolo a otro lugar ¿qué debe extrañarse que el arroyo San Salvador, de Caboto, mucho menos conocido haya sido transportado más arriba? Colón descubrió nuestro continente y otro le llamó América. El primero hizo el magno trabajo : Vespucio, cosechó la honra. 2 La isla Gorriti se halla devtro del puerto a una milla de la costa y entre am- bas hay un fondeadero de quince metros de profundidad. En la costa frente al CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 265 «que les dieron la vida », fuera el banco y rocas de la Panela que no creo surgiera de las aguas para figurar «tres mogotes », y si así no fuera, tendríamos que pensar que las islas de las Piedras no estaban frente a la Colonia sino mucho más afuera. Caboto en su mapa de 1533, no señala islas sino muy confusamente. En cambio dibuja dos cabos : uno frente a la «ysla de Santa Maria Candelaria» (Maldonado) y otro más adentro del río que llama muy orondo cabo de Santa María y resulta Montevideo. Claro está que desde allí mide « treinta leguas a Martín García» '. En cambio sus compañeros de viaje señalan sesenta leguas entre Maldonado y San Salvador, lo que colocaría este punto tan discutido entre la Colonia y río San Juan. Veamos esas declaraciones : En la « Información hecha ante los oficiales de la Casa de con- tratación de Sevilla el 25 de julio de 1530 », declara Juan de Jun- co, tesorero de una de las naos, que con el contador Montoya fue- ron 34 hombres a « hacer carnaje, sesenta leguas adelante de donde estaban las naves que era en el puerto de San Salvador. Que en su marcha la armada pasó por delante de donde estaba Montoya, que era el cabo de Santa María, obra de una legua de donde ellos es- taban ». Casimiro Nuremberg, gentilhombre de dicha armada, declara que Caboto envió a Montoya con dos bergantines y cincuenta hombres más o menos a «facer carne para la gente de la armada a una isla sesenta leguas río abajo », por donde la armada debía de pasar. Que al marchar y pasar por la dicha isla vieron «en el Cabo de la tierra firme ques el Cabo de Santa Maria, fuegos é humos y en la isla vie- ron una cruz », ete. Alonso de Santa Oruz, declara que al llegar al Plata subieron el norte, hay un arroyo y un lago de agua dulce (Fresh water lake, de las cartas inglesas). Oviedo, describiendo la Punta del Este y bahía de Maldonado, dice : «junto a la punta ya dicha esta una isla que se dice de las Palmas, por que hay muchas (y aquestos españoles la nombran así); y entre ella y la Tierra firme pueden estar muchas naos y muy seguras ». (Lib. XXI, cap. Il). Los marinos holandeses del Mundo de Plata (1599), declaran que allí fondearon y tomaron agua dulce «a un tiro de mosquete ». En cuanto a la isla de Lobos «no es más que una roca de parte a parte; es decir, que no se encueutra en ella nada, a no ser lobos marinos ». Alonso de Santa Cruz, que vino con Caboto, de- clara que «es isla desierta y sin agua », no era por lo tanto puerto para esperar muchos días. 1 Hay cuarenta y cinco. Oviedo indica treinta hasta San Gabriel, partiendo de Maldonando (hay 65), y Santa Cruz, establece en el mapa de su /slario, doce hasta San Gabriel y cincuenta hasta San Lázaro. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIT (SEPTIEMBRE 27, 1915) 18 266 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES río de Solis con las naos sesenta leguas, no pudiendo seguir arriba por- que era bajo. Que en dichas sesenta leguas no hallaron población ni sente alguna. Que allí dejaron las naos y subieron con una carabela y una galera otras sesenta leguas río arriba, etc. Que hay 120 leguas de Saneti Spiritus a la boca del río. Que Caboto envió a Montoya con treinta hombres más o menos desde San Salvador «a una isla que está par del Cabo de Santa Maria» y al pasar vieron en el dicho cabo que está a legua y media de esa isla, que hacian humos y señas !. Por último, Caboto declara en su descargo: «que estando en el puerto de San Salvador que es de un rio que entra en el de Solis, se 1 Alonso de Santa Cruz, dice en su declaración ante los oficiales reales, que la armada partió de Santa Catalina «y se fne al rio de Solis y en que subieron con las naos por el rio arriba sesenta leguas, e que no pudieron las naos pasar mas arriba porque era bajo, e que en todas aquellas sesenta leguas no fallaron poblacion ni gente ninguna, e que alli el Capitan Sebastian Caboto, con parecer de los oficiales de Su Magestad que iban en la dicha armada, creo un tenedor de los bienes de los difuntos e fizo almoneda y vendio todos sus bienes salvo los rescates, y que el tenedor era Antonio Ponce, catalan, que tiene la cuenta e ra- zon de todo ello, el cual viene en esta nao; e alli dejaron las naos y se entraron en una carabela y una galera y subieron otras sesenta leguas por el rio arriba »... «E que a las 120 leguas desde la boca del rio habian hecho una casa de tapia cubierta de paja (Sancti Spiritus) y los indios les quemaron la casa e les mataron obra de 25 hombres, e despues que los indios se apartaron de alli, el capitan (Caboto) recojió aleunos tiros e ciertas barras de hierro que los indios habian dejado de lo que estaba en la dicha casa, y se recojió a las naos con los hombres que le quedaron y recojido en las naos con proposito para se venir a Castilla, envio en dos bergantines al Contador Montoya con hasta 30 personas a una isla que esta par del Cabo de Santa Maria, «.» ¿n el pleito seguido a Caboto por Silvestre de Brine, declaran los testigos Núñez de Balboa y Juan de Aragón, que fué en el puerto de San Lázaro donde Antonio Ponce hizo esta almoneda, etc. De modo, pues, que según Santa Cruz, fué en San Lázaro y sus inmediaciones donde quedaron las naos de Caboto por no poder pasar los bajos, mientras éste con otras de menor calado cruzaba el Plata buscando el canal de las Palmas para subir al norte.. Claro es que ésto no impidió que más adelante, con mayor conocimiento del rio, bajaran esas naves menores por el Guazú, de Sancti Spiritus al asiento de las naves principales, pero, es indudable que el primer asiento de Caboto, donde hizo su base de ope- raciones, no pasó de Martín García. Asimismo lo deja entender la declaración de Santa Cruz, pues a pesar de lo minucioso del detalle, no hace mención alguna de que las naves mayores hubie- ran cambiado de puerto y al regresar de su navegación por el Paraguay, después del desastre de Sancti Spiritus, dice que Caboto «se recojió a las naos con toda la gente que le había quedado » y de allí envió a Montoya a la isla de Lobos, etc. Todo esto parece indicar que Santa Cruz, Caboto y la expedición, volvían al punto de partida en el estuario donde había quedado Grajeda. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 267 acordo por la gran hambre que la gente padescia, que el contador Montoya con obra de treinta personas e dos bergantines fuese a la isla de los Lobos a facer carne para la gente del armada, el cual fue a la dicha isla que esta obra de cuarenta leguas el rio abajo de donde este declarante estaba >» (puerto de San Salvador). Como puede verse, las tres primeras declaraciones están contestes en afirmar que el «puerto y río de San Salvador» se hallaba a se- senta leguas del cabo de Santa María (Maldonado), el cual queda de- bidamente identificado por ellos mismos. Alonso de Santa Cruz que más tarde debía ser autor del famoso Islario dedicado al emperador, declara por dos veces esa distancia agregando que allí empezaban los bajos * y dejaron las naos principales, que hasta allí no habían encon- trado indios ni poblaciones *?, y que había 120 leguas desde Sancti Spiritus a la boca del río. La declaración de Caboto es algo extraordinaria, pues aun cuando reconoce que el río San Salvador entra en el de Solis ?, afirma que había cuarenta leguas hasta la isla de Lobos. ¿Medía sus leguas con distinta vara el veneciano de la «estrulugia », o ya estaba preparan- do su mapa con el cabo de Santa María en Punta Brava? Poco nos importa; ya sean las 40 leguas de Caboto, las 50 de Ramírez o las 60 de las declaraciones anteriores, todas colocan al río San Salvador afuera de Martín García. En cuanto a las 70 leguas que mide Diego García, entre Maldonado y San Gabriel, es también medida algo larga pues la distancia real son 60 leguas. Pasemos a San Lazaro : En las « probanzas de Caboto », el marinero Antón Falcón de Co- livia, declara a la pregunta 20, que entrando al río de Solis con mu- chos enfermos «se fueron a una ¿isla * que se dice Sanet Lazaro e alli estuvieron ciertos dias e que asimismo se murio alli mucha gente ». En la acusación fiscal contra Caboto, declara el marinero de la nao Trinidad, Pedro de Niza, que después del combate en que murió Gra- * Oviedo, pasaje citado anteriormente. 2 Allí las halló desgraciadamente Solis. Allí también las encontró Caboto y Ra- mírez, con el único sobreviviente del anterior desastre. Seis años después, Sehmi- del vió un pueblo de Charrúas en la Colonia. * Ya he dicho que después del reconocimiento del Paraná hecho por Caboto, quedaban bien fijados los límites del Uruguay, y el Solis o de la Plata. 1 Probablemente la isla de Hornos (Este) que se halla al fin del canal profundo en donde Caboto se vió obligado a descargar sus naves para poder pasar por el canal de las Zumacas. Al salir derrotado del puerto de San Salvador, la primer isla en su camino era esa «do primero estubo », a la cual llegó con sus buques aligerados por la pérdida de elementos de toda clase. (Véase el plano.) 268 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES jeda, las naves de Caboto «eran salidas del rio de Sant Salvador e se habian ido a una isla que se llamaba Sant Lazaro; e que de alli se vi- nieron a la isla de Sant Gabriel adonde estuvieron surtos e de alli se fueron a la isla de los Lobos ». Estas declaraciones indican que al penetrar al Plata las naves de Caboto, fondearon en una de las islas del archipiélago de la Colonia donde llegaron con muchos enfermos graves, entre ellos Ramírez. Enfrente a esa isla y a los 30720” más o menos, se hallaba «la tierra e rio de San Lazaro », en la boca del arroyo Vera o algún otro de igual importancia, y al regresar, después del combate de San Salva- dor, Caboto trató de alejarse de tierra firme donde era asaltado por los Charrúas y buscó refugio en la primer isla que halló al bajar en su camino de acuerdo con lo que él mismo dice que tuvo que « ti- rarse afuera, al rio grande. a la boca del puerto do primero estaba ». Esa isla pequeña colocada próxima a San Lázaro y conocida con el mismo nombre por los marineros de su armada, debe ser una de las islas de Hornos, la que abandonó en seguida por la San Gabriel, don- de a pesar de ser más cómoda y segura, perdió uno de sus bergantines. Es indudable que Caboto no bajaba del río Uruguay, pues hubiera fondeado en Martín García, a la que ni siquiera menciona, y no sien- do esta la primera en su apuro de poner agua entre su armada y los indios, debe ser la que dejo mencionada. Oviedo dice que Caboto para subir al Paraná dejó sus naves ma- yores y «con la carabela y la galea atravesaron desde el rio e puerto de San Lazaro a la otra costa del Rio de la Plata al Sur», para subir por el Paraná de las Palmas. Hemos visto que Caboto fué informado prolijamente por Francisco del Puerto de las condiciones de todos aquellos parajes, y si la ar- mada de aquél hubiera estado muy arriba del estuario no hubiera sa- lido al sur para daruna gran vuelta y salvar los bajos de Playa Hon- da a fin de tomar el canal que buscaba; hubiera simplemente entrado por el Guazú para seguir su camino. Este es un nuevo indicio de que San Lázaro se hallaba al comienzo «de los baxos de este rio >» y de allí no hubo más que eruzar el estuario una corta distancia al oeste sudoeste para entrar en el canal indicado por del Puerto. Toda esta serie de hechos, robustecida por las declaraciones y do- cumentos que menciono, me convencen que los puntos llamados San Lázaro y San Salvador han estado situados entre San Gabriel y Mar- tin García, de acuerdo con la naturaleza de los parajes indicados y con la tradición señalada a fin de ese siglo por Ruy Díaz y más tarde por Azara, quienes consideran que el actual río San Juan fué el pun- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 269 to llamado San Salvador, sitio importante del estuario, conocido y recomendado como a propósito para sementeras por Irala, que hizo esta indicación no porque hubiera hecho cultivos antes de 1541, sino recordando el trigo y maíz que sembró Caboto durante su estadía en 1529. «La Relacion que dexo Domingo Martines de Irala en Buenos Ai- res al tiempo que la despoblo» (abril de 1541), contiene párrafos de importancia, de los que ya he citado algunos, en lo que se refiere a los parajes del estuario en aquella época cuando los conquistadores abandonaban estos lugares para subir a la Asunción. Transcribo lo más importante: « Los mejores lugares e puertos que hay donde poner las naos e para queste mas segura la gente que quedare en ellas, son el puerto de San Gabriel o en un rio questa tres legoas mas arriba en aquella cos- ta donde se acaban las barrancas en una punta gruesa, que se dice el rio de San Juan; tiene en baja mar un islote en la boca: tiene una buena tierra para sembrar, especialmente un monte que esta entran- do en el a la mano derecha; asimismo la isla de Martin Garcia tiene a la banda de lesnorueste buen surgidor y de mucho fondo, de esto podran ver lo que mejor les pareciera para seguridad de las naos y de la gente; si hiciere pueblo hanlo de cercar de palizada por maña que no puedan quemarlo de noche los enemigos e no los coman los tigres que hay muchos. » El documento dejado por Irala al abandonar las playas de Buenos Aires, tenía por objeto indicar con precisión «a la gente que de Es- paña viniese», losmejores puertos, parajes y medios de vida necesa- rios para poder proseguir el camino de la Asunción. Llama pues, fuertemente la atención que al tratar de la costa oriental del Plata no señale otros puntos que aquellos que se hallan entre San Gabriel y Martín García, recomendando especialmente al Río San Juan, al que indica con prolijidad cuando dice: «está donde acaban las barrancas en punta gruesa, y tiene en baja mar un islote en la boca.» Agrega luego que «tiene buena tierra para sembrar, especialmente en un monte que se halla entrando a la mano derecha. » Ningún otro punto del río de la Plata ha merecido de Irala una re- comendación igual y, si tenemos en cuenta que ningún europeo antes de Gaboto en 1527 sembró allí, ni tampoco desde esa fecha hasta la retirada de Irala en 1541, lógicamente se desprende que la proli- Ja indicación se refiere a las siembras hechas por Caboto en ese punto. Y si se pretendiera que Irala debía conocer y respetar el primiti- 270 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES vo nombre de aquél río, podemos declarar que esas obligaciones poco afligían a los compañeros de Mendoza, que en el espacio de cinco me- ses bautizaron un paraje con el nombre sucesivo de Timbúes, Corpus Oristi y Buena Esperanza, que continuaron aplicando por varios años a capricho con el mismo desparpajo con que sus escribanos reales fe- chaban sus documentos en la ciudad de Nuestra Señora de Buenos Aires o de Buen Ayre, sin que este dualismo nominal les afligiera, hasta que vino Garay y la llamó de la «Trinidad », para completar el terceto. Debe también observarse que los puntos llamados San Lázaro por Caboto y A. Santa Cruz, y Santa Bárbara por este último y Oviedo, no han conservado su primitiva designación a pesar de figurar en el mapa de Santa Cruz y hallarse situados frente a Buenos Aires y en el sitio de mayor navegación del estuario. Y si estos parajes y otros de mayor importancia han sido bautizados posteriormente con nue- vos nombres según el capricho del conquistador, no puede extrañar- nos que Irala diese el nombre de San Juan al asiento de Caboto, don- de este hizo su famosa siembra de trigo *, paraje que aquél tuvo tan en cuenta que envió allí en 1552 al capitán Juan Romero para que fundara una colonia, la que sólo duró cuatro meses. En resumen: de todos los datos a que hago referencia, hay uno solo en favor de la ubicación del puerto de San Salvador al norte de Mar- tín García: el mapa de Caboto, que dibuja un río de ese nombre arri- ba de dicho punto, pero, sin fijar la posición de esa isla. Son contrarias a esa tesis: 1” Las declaraciones del mismo Caboto que afirma haber cuarenta leguas desde el puerto de San Salvador hasta la isla de Lobos y el hecho de que nunca mencione a pesar de su gran importaneia, la isla de Martín García que debía estar en el camino, si su armada se hu- biera hallado más arriba; 2” La leyenda del mapa de Caboto, en que éste declara que Martín García está treinta leguas arriba de la boca de este río; lo que está de acuerdo con la cita de Diego García, que dice halló las naves de Gra- jeda veinticinco leguas arriba de la boca del río, distancia que coincide exactamente con el río San Juan, el cual se halla cinco leguas debajo de Martín García; lo que falta saber es si las leguas de ambos son las mismas; * Según la leyenda de sa mapamundi que he transcrito anteriormente, sembra- ron «52 granos de trigo, que no había mas en las naos» y produjeron 52.000 en tres meses! CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 271 3” Las declaraciones de Santa Oruz y demás navegantes, afirman- do que San Salvador se hallaba a sesenta leguas de la isla de Lobos. Aun suponiendo que se trate de leguas más largas (ya se ha visto que con excepción de las de Caboto, son las mismas de hoy, con poca diferencia), hay cerca de 70 leguas entre dicha isla y río San Juan, que es el lugar indicado por la tradición, de modo que cabe holgadamente la distancia. 4” El haber buscado refugio después de ser asaltados por los indios de San Salvador, en la isla de San Lázaro y luego en la San Gabriel, por hallarse la primera muy cerca de la costa. Si hubieran estado arriba de Martín García, ninguna mejor que ésta para su seguridad y refugio de las naves, pero el hecho de no mencionarla indica se halla- ban más abajo. Pudieron, tambien, cruzar a la costa entrerriana. 5” El mapa y relación de Santa Oruz a Oviedo, que señala dos pun- tos de arribada : Santa Bárbara y San Lázaro, donde según su decla- ración ante los oficiales reales quedaron las naves, por cuya razón no menciona nunca San Salvador, lo que no hubiera hecho si éste se ha- llaba veinte y cinco leguas más arriba ; 6” £l hecho de marchar Caboto hacia el sur para rebasar el banco y eruzar hasta el canal de Las Palmas. Si hubiera estado a la altura de Martín García, habría entrado por el Guazú hasta río de Las Palmas; 7” La razón lógica que hace suponer la base de operaciones de Caboto en el río que exploraba y en el camino de su conquista, la que revestía carácter de ser permanente o por lo menos muy larga; 5” La existencia de fondeaderos aparentes muy próximos a la bahía de San Gabriel que hacían innecesario subir veinte y cinco leguas en su busca; 9” El envío de dos expediciones a Maldonado en busca de lobos marinos para alimentarse con su carne, por que los Charrúas «no los dejaban pescar ni coger cardos en la costa». Si hubieran estado real- mente en el actual San Salvador, pudieron pasar a la costa entre- rriana en busca de caza y pesca. 107 La tradición, que nos da los siguientes datos : a) Indicación de Irala en 1541, señalando el río San Juan como punto probado para sementeras, sin indicar otro lugar preferente, ni aún Buenos Aires ; b) Declaración del historiador Ruy Díaz de Guzmán, que ubica en el río San Juan el asiento de las nabes de Caboto, y donde se esta- blece una colonia en 1552 por orden de Irala ; c) La tradición tomada por los historiadores López de Gomara, Jorje Juan y Antonio de Ulloa, Azara y otros más modernos que están 159] =] 189) MUSEO NACIONAL DE BUENOS ATRES de acuerdo en que el llamado río de San Salvador estaba poco más arriba de San Gabriel y desaguaba en el Plata; d) El Mapa histórico de la República Oriental del Uruguay, por L. Ambruzzi, 1898, autorizado por el Superior gobierno y aprobado por la Dirección general de instrucción pública, el cual señala con el número 48, un punto en la boca del río San Juan que tiene la si- guiente leyenda: « Fortín San Salvador, 1527-29. San Juan, 1552. CAPÍTULO IX LA COSTA OCCIDENTAL Si los relatos de aquellos navegantes y la documentación producida en España con motivo de esas expediciones nos da alguna luz respecto a las condiciones físicas del Plata en su costa oriental, carecemos en cambio de iguales comprobantes para conocer cuanto se refiere a la costa occidental de nuestro estuario. Del viaje de Magallanes, sólo sabemos que recorrió esta costa des- de la Ensenada hasta el Delta paranense; de Caboto, que prefirió el canal de las Palmas y cruzó el estuario en su busca, para navegar aguas arriba; de Mendoza, que desembarcó en Buenos Aires y envió sus distintas expediciones río arriba por esas aguas; pero, hasta entonces, ni mucho después, nada de descripciones de parajes o cana- les que nos permitan formar una idea de ésta costa en esa época. En cuanto a los historiadores, nada tampoco que nos ilumine. Oviedo, nos refiere los fantásticos relatos que oyó contar, mezclándolo con una fauna fenomenal que ya conocemos; Sehmidel, en sa media len- gua relata los hechos, pero renuncia a toda descripción; Ruy Díaz a fin del siglo la hace, pero, mejor sería que callara. En cuanto a los mapas; Caboto, Santa Cruz y Ruy Diaz, nos presentan tales cosas, que es preferible no tomarlos en cuenta. Recientemente he hecho mención de un documento del gobernador Irala, en que indica y elogia algunos puntos de la costa Oriental. En cuanto a la costa de Buenos Aires, sólo le dedica cuatro líneas para decir: « Este puerto es el mejor que hay en este río para naos y gen- te adonde cualquiera que viniere podrá dejar naos y gente y más que le pareciere, avisándose siempre de se guardar de tigres por que hay muchos ». ciu eu eno) a Rio dle Tobi iva Querandis y on + a e a ÚS > ps ] ed ¡ o E = o ES — > (2) E = la i o les A dd E 3 E O q? E o o o , O s $ o a us pr AE E e A Ue a E E a CA NN E Reproducción de una parte del mapa del río de la Plata y países limítrofes, atribuído a Ruy Díaz de Guzmán 274 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES No podía decir más, el hombre que encariñado con la tierra para- guaya, donde la vida era fácil, la comida abundante y la holeanza segura ; donde podía elegir mujeres jóvenes, esclavos sumisos y gozar las delicias de Capua; abandonaba para siempre el puerto de Buenos Aires, primer jalón de esa conquista, regado con la sangre de un millar de sus compañeros de armas. Dos años antes de esa deserción, Ruíz Galán, teniente gobernador en Buenos Aires, con ideas y ambiciones políticas distintas a las de Irala, hizo levantar una « Información » acerca de las condiciones del puerto de esta ciudad, comparándolos con los de la costa Oriental (Martín García y San Gabriel) que se ve eran bien conocidos de los pilotos castellanos. Dicha « Información » dice en extracto : 15 de febrero de 1539. Informan los pilotos, Juan Pérez, Jacomé de Payba, Fernando de Estrello y el maestre Basco Rodríguez ; quie- nes declaran bajo juramento : Juan Pérez: «que vino en la Anunciada, de 70 a SO tons.:; que vió entrar la Capitana y la Santanton de 200 y otras de menos, en total, once buques; que este, es puerto limpio, por que aunque toquen las naos y encallen, como la Trinidad y Santanton, no se hacen nada; que es mejor que San Gabriel y Martin Garcia; que la nao de Pancaldo *, se perdio por culpa de este que no la quiso amarrar ni la quizo salvar; que la de Cabrera se perdio por ser muy vieja y por venir sin batel cuando la metia al puerto que cuando toco no tuvo batel para largar una ancla; que el venia en el buque y vio todo lo que tiene declarado; que San Gabriel y Martin Garcia, son malos puertos, por piedras y fuertes corrientes, y que la nao que ha de venir a estos puertos debe traer fuertes amarras. » aseo Rodríguez ; «que las naos Santanton y Capitana de 200 tonels y Trinidad y Santa Catalina de 120, entraron sin peligro y estuvieron surtos en este puerto dos años mas o menos; que es puer- to limpio y seguro, que aunque encalle, sale; que Pancaldo descargo su buque y lo dejo sin gente ni amarras; que la de Cabrera se perdio en la forma que declara el anterior; el venia a bordo). Jacomé de Payba, que los buques de Mendoza estuvieron surtos * León Pancaldo, marino savonés, vino al Plata en 1520 con Magallanes, for- mando parte de la tripulación de la nao Trinidad. Eb 1538, intentó econ un buque cargado de mercaderías, seguir el camino que ya había hecho una vez con su malogrado ¡jefe, pero no pudo pasar el estrecho y vino con su navea refugiarse en Buenos Aires. 4 ¿0 Sk E nn TE a a O a DATA RARE, por Alonso de Santa Cruz Mapa del río de la Plata, 276 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES cerca de dos años sin que peligrasen; que es puerto seguro, limpio, ete.; que la nao de Pancaldo pudo ser sacada como se han sacado mayores naves, pero no lo hizo; que la de Cabrera se perdió (como se ha dicho)». Hernando Estrello, declara como los anteriores y agrega: «que en este rio, son mas seguros los buques chicos quelos grandes ». El maestro Hernán Baes: «Que es puerto limpio, etc.; que vio entrar la Santa Catalina de 140 toneladas, cargada; que las de Pan- caldo y Cabrera no se perdieron con tormenta, sino por que no siguie- ron la canal y no traer batel para largar ancla que si largaran aunque encallaran la pudieran sacar. » Aunque estas declaraciones nos den pocos datos hidrográficos y sólo se concreten a decirnos que el fondo arenoso y blando del río no era peligroso para las naves que sólo debian temer los temporales del sudeste o las varaduras fuera de los canales naturales del estuario, encontramos en ellas algunos datos comparativos con los puertos de San Gabriel y Martín García que son exactos y demuestran que aque- llos marinos conocían ya en aquella fecha, bastante bien el Plata su- perior. Otro detalle que llama la atención es la desidia de aquellos con- quistadores en el cuidado de sus navíos que se perdían por falta de botes y amarras quedando abandonadas a merced de las mareas. Uno de los pilotos declarantes dice a propósito de esta cuestión que «en este rio son mas seguros los buques chicos que los grandes», pero, como no da la razón de su dicho, conviene buscarla en otro punto y para eso recurro al libro de Ruiz Díaz de Guzmán, que en el capítulo IV dice: «El puerto (de Buenos Aires) es muy desabrigado y corren mucho riesgo los navios estando surtos donde llaman «el Pozo», por estar aleo distante de tierra. Mas la Divina Providencia proveyo de un Riachuelo, que tiene la ciudad por la parte de abajo como una milla, tan acomodado y seguro, que metidos dentro de el los navios, no sien- do muy grandes, pueden estar sin amarrar con toda seguridad como si estuvieran en una caja.» Aquí está la clave del problema. La clásica pereza de los conquis- tadores, les hacía buscar refugio para sus buques en el Riachuelo; bajo, fangoso y lleno de vegetación; con una gran barra de arenas en su boca principal y un canal estrechísimo y seco casi siempre en ma- rea baja, en el arroyo que le servía de entrada lateral. Allí era donde los españoles por evitarse la molestia de cuidar sus naves, las hacían entrar con eran trabajo para abandonarlas «sin amarras, como si es- CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 207, tuvieran en una caja». Claro está que para obtener dicho beneficio, los buques debían ser de poco calado, y de ahí la frase del piloto Es- trello, que «en este río son más seguros los buques chicos que los erandes». Estos últimos debían fondear en «el Pozo», frente al Re- tiro y en caso más favorable en otros «pozos» o fondeaderos que ha- bía frente a Santo Domingo o San Telmo, a los cuales se llegaba por un canal que pasaba frente a la ciudad a un «tiro de mosquete de la tierra». A esos «pozos» eran conducidas las grandes embarcaciones y varadas en la blanda arena del fondo, donde permanecían meses y Isla de Lobos. (Viaje del Mundo de Plata), Grab. no 1 años, pero cuando alguna de ellas, por abandono o descuido era arrastrada sobre la barra fangosa de! Riachuelo, su pérdida era segu- “a si no se acudía a tiempo «para sacarla como se han sacado mayo- res naves ». Después de este documento, poco encontramos en los demás que nos den indicios de la hidrografía de esta parte del estuario a no ser la relación, traducida del alemán y publicada en los Anales de la bi- blioteca pública de Buenos Altres, tomo IV, 1905, del viaje de un bu- que holandés, El Mundo de Plata, que llegó a Buenos Aires en 1599. Ese relato, a pesar de su sencillez y de las dos traducciones que ha sufrido, es de tal y tan prolija exactitud, que no vacilo en aceptar como buenos sus detalles. Dice en extracto : 278 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES El 15 de julio partieron de la isla de Maldonado, el 19 pasaron por la isla de Flores «que no tiene ninguna produccion especial» y llega- ron frente a «Monte seredo» * que es una montaña elevada. «Salie- ron luego rumbo al sur ? y en la tarde del 21 llegaron a la costa oeci- dental fondeando a dos millas de tierra en cuatro brazas de buen fondo ». El 27 continuaron navegando a una legua de la costa en tres bra- zas de agua, pero, como hallaron un banco de arena a trece pies de profundidad, se recostaron hacia tierra «hasta dar con cuatro y me- día brazas de agua» a un tiro de mosquete de la playa. « Dicho bajio de trece pies de agua se encuentra situado a una legua y media de tierra y cincuenta y tres leguas río adentro» ?, corriendo a lo largo de la costa como a una legua, «mas se puede bien navegar entre el y la tierra». Allí fondearon y desembarcaron, pero no hallaron gente y sólo vieron ciervos, y búfalos * y «una enorme ballena muerta en la playa». El 29 navegaron al oeste noroeste «varando en un banco de arena movediza a un cuarto de legua de tierra y tres leguas al sur de Bonas Aeres; desde alli para el sur la tierra esta cubierta de arboles.» Al siguiente día continuaron «navegando en tres brazas y a legua y me- dia de tierra». Después de una legua de camino divisaron la tierra de Buenos Aires, «que es un país sin árboles, llano y abierto, divi- sando también aleunas casas ? ». «Ls facil de reconocer, por que no se encuentra alli un solo arbol, en tanto que, como lo hemos dicho antes y puede verse en el grabado numero 2, la comarca de Bonas Aeres esta enteramente cubierta de l Léase, Monte se vede. lenoro por qué causa, el texto alemán difiere en algo de las inscripeíones del mapa que lo acompaña, así como la razón de las palabras italianas que en ellos se encuentran. 2 Debe entenderse, al oeste. 2 A siete leguas de Buenos Aires, pues calcula que ésta se halla a sesenta le- enas de la boca del río. ' Novillos ariscos, probablemente. > No me explico esta insistencia en repetir que Buenos Aires se distinguía por la falta de árboles, cuando la meseta en que se halla la ciudad estaba en aque- lla fecha poblada de bosque de talas, algarrobos, chañares y otras plantas, con- servadas por las autoridades para abrigo del ganado. Desde la meseta hasta el Riachuelo, faltaba la arboleda que luego continuaba de allí al sur con monte ribereño y talares en los albardones. Probablemente los holandeses se refieren al espacio libre entre el Riachuelo y la ciudad, o la vegetación de la meseta no se distinguía a la distancia en esa época del año por la caída de las hojas. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 279 bosques y cualquiera que venga del mar navegando hacia Bonas Ae- res, puede calcular, que cuando alcance el límite de los arboles, ha- bra llegado al pais de Bonas Aeres. Cuando se encuentre, pues, a una distancia suficiente para ver la tierra de Bonas Aeres, debe tener cuidado de no acercarse a menos de legua y media hasta distinguir las casas en dirección del Sud *; entonces puede dirijirse hacia estas en linea recta y colocarse sobre tres brazas a un tiro de mosquete en Mapa del río de la Plata. Edición alemana del viaje de un buque holandés en 1599 Grab. n* 2, (Copia de An. de la Bibl. Nac. de Buenos Altres) diagonal con dichas casas. Como el agua sube y baja con el viento, no hay algunas veces mas que tres brazas y media de profundidad. Sin embargo, como el fondo es blando, los buques no corren peligro algu- no aun cuando diesen fondo, con tal que tomen la precaución de no dejarse empujar sobre la arena. » «El banco de arena o bajio está situado a legua y media en direc- ción oblicua (a Buenos Aires) y la profundidad no excede alli de nueve pies; salvandolo, se puede anclar delante de la ciudad sobre tres brazas y acaso un pie menos. » "El banco y barra del Riachuelo, era el que impedía aproximarse por el sur hasta la ciudad. En cambio el canal que bajaba del norte era bastante profundo para admitir buques de buen calado a doscientos metros frente a la ciudad; des- graciadamente los aluviones arrastrados por el Riachuelo le cerraban el paso quitándole profundidad en su salida. 280 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES «El 3 de agosto navegaron al sesgo hacia la ciudad hasta situarse a legua y media, con dos, a dos y media brazas de buen fondo.» De este modo y «con el bote sondeando a proa », siguieron avanzando hasta que fondearon en tres brazas. «El 7 de agosto avanzaron a lo largo del banco de nueve pies hasta tener las casas de Bonas Aeres por el rumbo del Sur; entonces se diri- jieron derechamente sobre ellas hasta quedar a media legua de Bonas Aeres y anclaron sobre tres y media brazas de buen fondo. Pero, co- mo al dia siguiente tuvieran todavia buen viento, levaron anclas y fueron hacia las casas hasta que fondearon a un tiro de arcabuz de la poblacion, asegurando bien su buque, pues pensaban quedar alli todo el tiempo que durara su negocio » ?. Los españoles se sorprendieron de que los holandeses hubieran po- dido llegar hasta allí sin práctico del puerto, cruzando 60 leguas río arriba en esas condiciones hasta llegar a Buenos Aires. Les dijeron que siete años antes (1592) en los parajes que habían eruzado, a dos leguas de tierra, no había sino cuatro pies de agua en una bajante. El 31 de agosto «levaron anclas y dieron vela hacia el Norte 7, bor- deando hasta dos leguas de la isla San Gabriel, o sea cerca de dos le- euas de la costa Norte de Bonas Aeres, pues el rio mide alli unas ocho leguas de ancho; fondearon en dicho punto con tres y media brazas de buen fondo». El 5 de septiembre marchan cinco leguas al sudeste y fondean en tres y media brazas a dos millas de tierra y después a un tiro de mosquete. De allí pasan nuevamente a la costa sur y fondean cerca de tierra en tres brazas a seis leguas de Buenos Aires. Allí cortan leña y maderas que necesitaban, en árboles altos del monte de aquellos parajes ”. ' Mas tarde se retiraron, «pues desde tierra les hubiesen alcanzado con tiros «dle mosquete ». 2 Este rumbo, como el de la venida desde Montevideo, está equivocado. Sa- lieron indudablemente al norte hasta salvar el «Banco de la ciudad », pero luego han de haber navegado hacia el este hasta San Gabriel, por el camino que hi- cieron, bordeando el banco de Playa Honda, Caboto y la expedición de Men- doza. ' Es indudable que los holandeses no hallaron en la costa oriental madera a propósito para componer sus barriles, pues se atrevieron a volver a la costa de Buenos Aires a pesar de la conducta falsa del gobernador Valdés que les tomó a traición algunos hombres prisioneros. Mientras cortaban árboles en la costa de Quilmes fueron sorprendidos por soldados españoles y se repitió el acto, perdien- alo los holandeses otros tres hombres, que tal vez sirvieron para un auto de fe en la ciudad de Lima. 7 | 0 . | Sy es AE 10 | . REAL DE VERA — 4 AxaLrs DEL MusKO NACIONAL DE BUENOS Antes Tomo XXVI, Lám. Y PLANO DEL ARCHIPIÉLAGO Y PUERTO DE LA NIA Ruta de la oxp ofundidad, dotuví ición de € próximo 1 San Lo indica los bancos o « bajos del ríos que por 4u po 1r 'escadores + y la riber to [La parts puntilla suben aigniondo la cost orion loto) o Santa Liárbara (Santa Cruz), donde se soparan [naves de Sol lanes y Cuboto. Ens oxpudiolo Ins naves mayores, después de la descarga. intro el « Banco de va al norto indica laa de Graj para enter <— —Kumbo soguido por las naves. La Mocha (Puerto de San Baleador), la que baja al sur y alguo Iincia el oorto | la expedición en busca del Canal de las Pal úal do las Zomacas y rodeada de lu que van a rola | ada al norte por ul € giarac en río San J 'ogaoión. soñada al mino d aproximadamente dijo en pies, Escala = 85 1ra; =1 Kim CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 281 Levan anclas y marchan media legua al sur hallando «un banco de tres pies por todas partes ». Fondean entre el banco y la costa en tres brazas. El banco se halla a una legua de tierra y siete al sur de Buenos Aires. El 21 encuentran un nuevo banco en dos y media brazas ; corre de sureste a noroeste a nueve leguas de Buenos Aires, cuatro de la costa norte y cinco de la sur. El 29 de septiembre volvieron a tocar en el banco a trece leguas de Buenos Aires y cuatro de la costa sur. El 30 hacen rumbo al este y llegan a divisar Montevideo, al norte seis leguas más o menos. El agua es salobre. El 4 de octubre se dirigen a Montevideo y llegan al obscurecer, fondeando a una legua en cuatro y media brazas. «En seguida sufrie- ron bastantes temporales y vientos contrarios », pero el 158 pudieron seguir y el 15 anclaban a un tiro de mosquete de la isla de Flores. Alí sufrieron un gran temporal que casi hace naufragar la nave. Por fin el 18 pudieron seguir viaje, llegando a medio día a Maldonado donde dejaron una carta dentro del tubo de hojalata de una carga de mosquete. Luego salieron del Plata. En el « Informe» levantado por el gobernador Valdés, en 29 de julio de 1599 con motivo de la llegada del Mundo de Plata, hace el relato de su expedición al sur de Quilmes para espiar los movimien- tos de los holandeses y describe grandes pantanos en el bañado; gru- pos de árboles en la orilla del agua y monte ralo y disperso en los albardones. Con mucho trabajo encuentra un macizo de plantas en una loma apartada, donde esconderse con sus hombres. El capitán holandés, por su parte, habla de monte y de un árbol alto donde se trepó, para espiar y descubrir si venían de tierra. El barco se hallaba próximo a la costa y un cañonazo que dispara- ron dió en el agua, pasando el proyectil sobre los españoles. Los interesantes datos que nos da el Diario de los navegantes ho- landeses y el plano del río de la Plata que lo acompaña, son los me- jores documentos de esa época para un estudio rapido y en conjunto de la costa del río desde Buenos Aires a la Ensenada, ya sea en lo que se refiere a su costa baja y desabrigada, como en lo que concietr- ne a los bancos y canales del estuario cuyos sondajes así como las «listancias señaladas, nos permiten apreciar las condiciones hidro- eráficas del Plata en su parte occidental más desconocida e impot- tante. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVI (SEPTIEMBRE 28, 1915) 19 282 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La existencia de un canal profundo que permitía entrar directa- mente al puerto de Buenos Aires a naves de gran calado y tonelaje, queda comprobada; así como se comprueba una vez más que esas na- ves podían fondear delante de la ciudad a un cable de la ribera, sin otra ayuda que las de las mareas comunes. Datos importantes que nos permiten apreciar la naturaleza del fondo de esta parte del río, hoy semicegado por la modificación del curso de las corrientes y que tal vez podrían restablecerse mediante el dragado de canales en los pun- tos de salida de las aguas del Paraná en el Plata superior. Al terminar estos apuntes debo hacer una advertencia referente a ciertas restricciones impuestas por la lógica y de las que conviene dejar constancia. La historia geológica e hidrográfica del Río de la Plata; su fauna, su flora y razas aborígenes en la época de su descubrimiento y la re- relación histórica de las expediciones que descubrieron y exploraron el estuario en toda su extensión hasta la época de la conquista, me- recían indudablemente un libro más completo y detallado que el pre- sente, pero en ese caso, ya no podría figurar en estos Anales por las razones que expondré : La síntesis geológica que encabeza estos apuntes, ha sido extrac- tada de uno de los últimos trabajos sobre esa materia escritos por el malogrado doctor Ameghino y publicado por La Nación en 1910. Es una obra de conjunto referente al continente austral que no es cono- cida por todos los lectores de estos Anales y, si conviene su reproduc- ción por esa causa, en cambio la presencia de varias publicaciones en los mismos con datos que la complementan suficientemente en lo que a la Argentina se refiere, me obligan lógicamente a limitar algu- nos puntos para evitar una repetición. La fauna y flora de la época del descubrimiento es un asunto nue- vo, pero es tan exiguo el número de especies mencionadas desde la llegada de Solis hasta la expedición de Mendoza, y tan vaga y ex- travagante su descripción que es muy poco lo que en este interesante asunto puede decirse. Algo peor pasa con los aborígenes que habita- ban los alrededores del estuario en esa época, pues los relatos refe- rentes a su distribución geográfica, costumbres y hasta nombres de tribu son tan contradictorios y enredados que no sólo hacen muy di- ficultoso su estudio, sino que han producido una verdadera anarquía de opiniones entre los historiadores, desorientando a los especialistas que se ocupan del asunto. Me limito, por lo tanto, a lo más aceptado generalmente. CARDOSO : EL RÍO DE LA PLATA 283 ) Corona Rade—Lop ez US Lope. . o Estencio San Pedro o 00 E A Thalweg ==" . A is _— E HF A a . a 0: E E: Ñ m Y a p z A E a Ñ G il | , 5) o faro Prense y BUENOS AIRES Chim Villalonga o BELGRANO Cup 1qlesia Punta Moran O, E eS de ? | Vi ¡$ Ez , l o -S | BS MESE, 3 ES E y AS <= 27 2 ES z Noé 4 $ 3 US 19) Z a /] MAPA DEL PLATA SUPERIOR YBERA ORIENTAL. Los bancos o «baxos deste rio» en que se detuvieron los navegantes del siglo xvI; los principales puntos de esa costa y el canal navegable, hoy canalizado y balizado, que permite subir hacia el Paraná y Uruguay buques de gran calado. (La linea puntillada, con boyas y balizas, indica la parte más profunda). RIBERA OCCIDENTAL. — Las lineas de puntos indican el antiguo canal (hoy cegado por las arenas del ban- co) que pasaba frente a Buenos Aires. Se ve, asimismo, los « Pozos del Barca Grande » y otros que se- guían el curso de esa corriente. (Sondaje en pies.) 284 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES En cambio de estas dificultades por falta de documentación, en- cuentro amplio campo en la cuestión histórica referente al descubri- miento y conquista; pero como éste es un asunto ajeno a estos Anales de historia natural, debo limitarme a lo estrictamente necesario para comprobar los cambios geológicos e hidrográficos que se relacionan con el estuario, la presencia de pueblos aborígenes en sus riberas y las especies de fauna y flora relativas al primer siglo histórico del Plata. Son estas limitaciones, forzosas unas, convenientes otras y lógicas todas, las que me obligan a suprimir detalles minuciosos que para el lector inteligente, no son absolutamente necesarios. Agosto 1915. NOTE SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS PAR LUCIEN HAUMAN 1 (Museo de Historia natural de Buenos Aires) On sait qw'en dehors des deux grands genres, Juncus et Luzula, la famille des Joncacées compte six petits genres dont Pun Prionium, avec une seule espece, est spécial á PAfrique australe et les cinq autres (Distichia, Oxychloe, Patosia, Marsippospermam et Rostkowia) avec dix especes en tout, s'échelonnent, comme nous le verrons plus loin, au long de la chaine des Andes, de PÉquateur au Cap Horn; une seule espece fait exception : Marsippospermum gracile, de la Nou- velle Zélande, jusqwoú s'étend aussi Vaire de dispersión de Rostkowia magellamica, faits qui rappellent une fois de plus les relations exis- tant entre la flore andine sub-antaretique et la flore austro-zélandaise. Les cinq genres dont je woccuperai et quí présentent un caractere ' Lauteur de ce travail, suivant un usage de son pays, la Belgique, avait pris depuis 1903 le nom composé de Hauman-Merek, sous lequel il publia.ses précé- dents mémoires. Des événements récents lui ayant rendu désagréable le port d'un nom trop nettement allemand, il signera desormais du nom paternel, ainsi qu'il le faisait dans ses premiéres publications. Il désire aussi, sinon s'en excuser, expliquer au moins comment il peut se li- vrer, a une époque d'aussi profonde angoisse pour sa patrie, á des considérations aussi peu urgentes, aussi inactuelles que celles qui font 1”objet de cet ouvrage et de ceux qui le suivent. Ce n'est certes pas inconsciemment; mais aprés n'avoir pu pendant de longs mois s'attacher á aucune besogne scientifique, il s'esttconvain- eu, puisqu'aussi bien les circonstances le retenaient en Amérique, que plus que jamais le devoir de chacun est, au contraire, de contribuer autant qu'il est en lui, a enrichir le patrimoine intellectuel de son pays et de sa race. 286 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES commun, les fleurs solitaires, se diftérencient comme suit *, Vapres Buchenau (HI, p. 32) *: A. Fleurs diclines dioiques. a) Feuilles nettement distiques.......... Distichia. b) Feuilles non nettement distiques. 1* Fleur féminine sessile, cachée dans la gaine foliaire, tépales longs, linéai- 168, BL y letra Riad coje Patosia. 2” Fleur féminine pédicellée, dépassant la gaine foliaire, tépales courts, ova- les, tres larges, style plus court que RA AS UE E INS Oxychloe. 3. Fleurs hermaphrodites. a) Fleur terminale, solitaire, grande. 1” Bractées florales petites. Fleurs de 1,5 4 4 centimetres de long. ....... Marsippospermumn. 2% Bractée florale foliacée dominant la fleur. Fleur presque de 1 centimetre A A A IO A Rostkowia. bh) Fleurs nombreuses, petites, réunies en in- florescences simples:ou composées...... Prionium, Luzula, Juncus. Une espece, Oxychloe bisexualis O. Kuntze, dont on ne possédait qwune deseription tout a fait insuffisante, entrait difficilement dans le systeme (Buchenau, loc. cit., p. 33 en note), et C'est précisement Pétude de cette espece quí ra conduit a le modifier en partie. DES GENRES OXYCHLOE, PATOSTA ET ANDESTA Otto Kuntze rapporta de sa traversée des cordilleres de Mendoza, par le Paso Cruz (34? lat. S.), une petite Joncacée qw'il publia sous le nom d'Oxyehloe bisexrualis (VI, p. 321). La description originale ' J'ai réduit le tableau aux caracteres indispensables mais suffisants a la dis- tinction des génres. ? Les chiffres romains entre parentheses renvoient á la liste bibliographique qu'on trouvera á la fin de ce travail. HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 287 1a guére plus de deux lignes et mentionne des fleurs máles et des fleurs femelles qui v'existent sur aucun des nombreux exemplaires que J'ai révisés. Kurtz, d'autre part (IX, p. 202), avait signalé Oxy- chloe andina Philippi pour le rio Salado superior (357 lat. S.). En 1908 et 1910 P'observais á mon tour, tres abondante en de nombreux endroits des mémes montagnes, a des altitudes toujours supérieures a 3000 metres, une Joncacée du port 'Oxychloe andina formant des coussins denses, surmontés de fleurs solitaires de 74 8 millimétres de long, aceompagnées de bractées toutes plus courtes que le périanthe et parfaitement hermaphrodites. Cette plante ne répondait done a aucun des types connus. Seulement j'ai pu assurer que la plante de Kurtz était identique á la mienne (n” 11127 et 6070 de cet auteur) et qwil en était de méme de O. bisexualis dont je vis, en février Se a PHerbier de Berlin, des exemplaires provenant de Kuntze et dont une fleur, ouverte par moi, présentait des étamines et un gynecée par- faitement développés. Or, á moins de modifier completement- les caracteres bien définis du genre Oxychloe (fleurs máles longuement pédicellées dominant les feuilles, leurs femelles émergeant de la gaine foliaire, á la base du limbe), on ne peut y faire entrer une espece hermaphrodite. J'avais pensé tout Pabord Pinclure dans Mar- sippospermum (fleurs hermaphrodites terminales non dominées par une bractée foliacée), mais les especes de ce genre sont, toutes les quatre, des plantes a tiges souterraines horizontales émettant des feuilles allongées et des tiges florales, á la maniére de nombreux Jun- cus; O. bisexualis, au contraire, comme les autres Joncacées anorma- les des hautes Andes tropicales et sub-tropicales a climat tres sec, forme, par la ramification abondante de ses tiges, de vastes coussins, des tapis denses de feuilles courtes et rigides; considérant en outre Paspect bien différent de la fleur si caractéristi ¡ue de Marsippospermum et les caracteres anatomiques bien distinets des feuilles (fig. 1 et 2), j'ai cru convenable de créer le genre Andesía dont voici la diagnose: ANDESIA nov. gen. Juncacearum ! Plores hermaphroditi, solitarii, longe pedunculati, terminales ; brac- teae 2, membranaceae, periantho dimidio breviores ; tepala subaequalia, * Andesia, de Andes, mot formé, comme on voit, a la maniere de Patosia, que son auteur (BUCHENAU, loc. cit., p. 35, en note) nous dit tiré de « Los Patos », nom de lPendroit ou la plante avait été trouvée pour la premiere fois: «patos » en espagnol, signifie « canards » ! 288 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES coriacea, acuminata; stamina 6, tepalis dimidio breviora. filamenta bre- vissima; ovarium ovoideum, triloculare placentis axillaribus; stylus profunde trifidus, stigmata per anthesin exserta; fructus capsularis, pericarpio coriaceo, dehiscencia loculicida, semina plura. Planta peren- nis pulviniformis, caulibus ramificatis, foliis rigidis pungentibas. Par contre, Vétude d'exemplaires complets ('Oxychloe m'a montré qwil était tout a fait superflu de conserver le genre Patosia. En effet, le port des deux plantes et leurs flenrs masculines étant semblables au point que leurs exemplaires máles ou stériles sont assez difticiles a recomnaitre, il ne reste que les caracteres tirés des tleurs femelles : dans O.xychloe, elles sont brievement pédicellées de sorte que la fleur, dont le pédicelle est inclu dans la gaine de la feuille qui Paccompagne, vient émerger a la base du limbe de celle-ci; dans Patosia, elle est sessile et entierement cachée dans la gaine de la feuille, ce qui entraine une réduction de la largeur des tépales (ova- les dans Oxychloe, linéaires dans Patosia) et un allongement du style, les stigmates devant émerger a la base du limbe. La différence essen- tielle réside done dans le raceourcissement du pédoncule, ce qui me '. Pau- parait fournir un caractere plutót spécifique que générique tant plus qw'il sagit évidemment de deux degrés consécutifs (un méme proces Vévolution. En eftet: une part, Andesía, a fleurs her- maphrodites longuement pédicellées, est sans doute le type primitif; Vautre part, la protection des ovaires et des fruits apparait comme tres avantageuse aux hautes altitudes ou végetent les trois especes; par contre, la diclinie chez des plantes anémophiles et fortement dichogames (protogynes), comme le sont les Joncacées en général et Andesia en particulier, ne présente aucun inconvénient et la sépara- tion des sexes a done pu se produire (des types diclines monoiques ont peut-étre existé): la fleur mále qui montre encore des vestiges de oynecée, est restée pédicellée comme il était nécessaire a la dissémi- nation du pollen et pour cela dépasse un peu Pextrémité des feuilles, la fleur femelle au contraire, s'est mise a Pabri de celles-ci, gráce a un raccourcissement progressif du pédoneule, incomplet dans Oxychloe, arrivé a Vextréme dans Patosia, quí certainement est mienx adaptée. : Cest du reste á une solution semblable, quoique plus radicale encore, qu'é- taient arrivés Bentham et Hooker (XV, p. 867) qui réunissaient Oxychloe et Pa- tosia a Distichia; ce genre unique était divisé en deux sous-genres : (roudotia qui comprenait les Distichia actuels, et Oxychloe ou se rengeaient D. andina (Phil.) Benth. et Hook. et D. clandestina (Buchenau) Benth. et Hook. HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 289 Peut-étre méme faut-il attribuer a ce fait Pextension considérable de VPaire de dispersion de cette derniere espece, ainsi que de celle des Distichia, quí présentent le méme dispositif? Dans ce dernier genre, au surplus, la disposition parfaitement distique des feuilles favorise la formation de coussins tres denses et assure une protection plus efficace. On remarquera que la dissémination de ces graines si bien protégées devient par contre de plus en plus difficile, voire méme in- compréhensible. Si Pon admet le tableau généalogique de la famille dressé par Bu- chenau (loc. cit., p. 31), tableau ou ne figure du reste aucun des gen- res dont je me suis occupé jusqu'a présent, et cela peut-étre parce que son auteur ignorait le type intermédiaire Andesia, on pourrait le com- pléter, me semble-t-11, en y branchant Andesia sur Marsippospermum (hermaphrodite et a fleurs terminales), Oxychloe (inel. Patosia) sur ce dernier genre et Distichia sur Oxychloe. Ces modifications adoptées, le systeme de la famille pourrait done se résumer comme sult : A. Plantes a fleurs solitaires. I. Plantes diclines : a) Feuilles parfaitement distiques.... Distichia. hb) Feuilles irrégulierement distiques ou disposées sur plus de 2 rangs...... Oxichloe (incl. Pa- tosia). IT. Plantes hermaphrodites : a) Plantesa tiges multiples et ramifiées formant des coussins denses....... Andesia. b) Plantes a rhizomes horizontaux. 1? Fleursaccompagnées d'une brac- tée foliacée plus longue que le périanthe, ovaire uniloculaire.. Rostkorcia. 2” Bractées toutes plus courtes que le périanthe, ovaire triloculaire. Marsippospermum. B. Plantes a inflorescences pluriflores......... Prionium, Juncaus, Luznula. 290 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES LT JONCACÉES ARGENTINES DES PETITS GENRES ANDINS 1. ANDESIA BISEXUALIS (O. Kuntze) Hauman Synonyme : Oxychloe bisexualis Kuntze. (Planche VI et fig. 1 C) Comme Buchenau (loc. cit., p. 37), qui semble v'avoir pas vu VPes- pece de Kuntze et ne Padmettait que tres dubitativement (« species imperfecte cognita. Flores abortu diclini? An nomen aptum?»), Wa pu que transerire la diagnose originale, insuffisante et erronée, "en don- neral ci-dessous une deseription complete. Plantes vivaces, sociales, formant des coussins, de larges touffes ou méme de vrais tapis de 10 a 30 centimetres dV'épaisseur et tres den- ses, constitués par les innombrables rameaux étroitement fasciculés résultant (une division plus ou moins dichotomique des tiges. Tiges et rameaux émettant latéralement de nombreuses racines adventives, et couverts sur toute la longueur par les gaines imbri- quées, persistantes, assez rigides des feuilles des années précédentes, et couronnés par une rosette Pune dizaine de feuilles dont les exté- rieures sont déja desséchées. Feuilles tres imparfaitement distiques ou disposées sur plus de 2 rangs, gaines tres amples de 3 a 4 centimetres de long sur 6-5 milli- metres de large, completement elabres, brusquement arrondies a leur extrémité, formant deux oreillettes a la base du limbe et une ligule ex- trémement courte. Limbe de 2 a 3 centimetres de long sur 1 */, milli- metre de large, aciculaire, présentant un sillon a la face supérieure et S'attenuant peu a peu en une pointe dure extrémement aigué. Pédoncules floraux filiformes (*/, mm. de diametre), nus, de 5 centi- metres.de long, ne dépassant pas les feuilles supérieures. Fleur solitaire, médiocre, dominant exactement le niveau général des feuilles, terminale au moment de la floraison, Paxe se prolongeant ensuite, de sorte qw'on trouve parfois un pédoncule détleuri de Pannée précédente inséré a 5 centimetres de Pextrémité de la tige. Bractées deux, membraneuses, triangulaires, aigués, 1-3 nervées, de 4 milli- metres de long sur 4 de large, la supérieure un peu plus petite. Périanthe de 7-8 millimeétres de long, a segments lancéolés, aigus, “YU +pueto */, “URUMB (ZUM) $ 0N%981q MSIpUT SOQOTBTILA “) “YOUA IA 'NYTI TIAXX OMOL SUUIY SONAAH HA TVNOIOVN OUSAJL THA SUIVNY HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 291 Fig. 1. — Anatomie des feuilles dans les genres OXYCHLOE et ÁNDESIA A. Ozyehloe andina Phil. B, Ozxyehloe clandestina (Bueb.) Hauman. CO. Andesia bisexualis (Kuntge) Hauman. EXPLICATION DES TEINTES Noir = partie fibreuse des faisceanx. Blane = partie vasenlaire des faisceaux. Gris sombre = parenchyme assimilateur. Gris clair = parenchyme médullaire. (Grossissement 45 diam.) 292 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES scarieux, rigides, (un pourpre foncé vers le bas, jaunissant vers la pointe, de 1””25 de large a la base. Etamines de 4 millimetres de long; filaments d'un demi millimetre pendant la phase femelle de Pantbese (allongés peut-étre dans la suite ?); antheres de 350 sur */, mm. de large, terminées en un mucron aigu; pollen composé de grains ronds, lisses, de 50 y. de dia- meétre. Pistil de 5-9 millimetres de long pendant Panthese; ovaire ovoide de 3 millimetres; style de 3%*50 de long; stigmates de 250. Fruits múrs de 6 millimetres de lone (plus courts que le périanthe), trigones, a péricarpe rigide Pun pourpre foncé, loculicide, les trois ralves du fruit apres la déhiscence restant réunies par la base. Graine ovoide, tres finement réticulée, de */, millimetre de long. Cette espece a été trouvée jusqu'a présent en de nombreux points des hautes cordilleres entre le trente troisieme et le trente septieme degré de latitude sud. Cordilleres de Mendoza: 1” En abondance autour des sources dans les moraines a Porigine des vallées des rios Blanco, Tupungato et de Plomo (33* lat. S.), de 3300 a. 3600 metres dValtitude. En fleur en janvier-février 1908 et 1910 (Hauman); 27 Au Paso Cruz (347 lat. 5.) a 2500 metres Paltitude (Otto Kunt- ze, VIIL, p. 321); 5 Dans la région du rio Salado superior (357 lat. S.), Herbier Kurtz, numéro 6070; Portezuelo de Ra-Hué (Herbier Fac. Méd. de Buenos Aires); arroyo del Pajal (Herbier Kurtz, n* 11127), mars 1900, échantillon avec fruits múrs que je dois a Pobligeance du dis- tingué botaniste de Córdoba. C'est a ces derniers exemplaires que se rapporte Oxyehloe andina Kurtz (non Philippi) dans IX, page 202; 1” Cordilleres du Neuquen: dans les marais des lieux élevés, de Cajon de Trolope a Los Pinos, 37 latitude sud (Autran, d'apres Kurtz, sub Oxyehloe andina, 11, p. 50). Comme tous ces habitats sont tres élevés et tres voisins par con- séquent de la ligne du divortium aquarum, il est infiniment probable que cette espece quí joue un róle phytogéographique important dans cette section de la cordillere, existe aussi sur le versant chilien, ou elle Wa pas été signalée jusquw'a présent. Peut-étre, lorsque Reiche (XI, p. 209) cite Oxychloe andina pour la cordillere chilienne par 32 et 337 de latitude sud, s'agit-il en réalité d'Andesia ? “YB "puro E/, [UI PUPUD 20 YIÑA() III OTBUL 9 IB] AUN SO(OTVTILA “0 “907 TA "HYT TIAXX OMOL SHUIY SONHAG HA TYNOIOVN OHSAJA TAd SATIVNY - HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 293 2. OXYCHLOE ANDINA Phil. (Planche VII et fig. 1, A) Province de Tucumán : cerro de las Ánimas, alt. 4550 metres, leg. Castillon, janvier 1914, exemplaires máles (Herbier Lillo, n”* 164253). Province de Jujuy : laguna Colorada pres de Maimara, alt. 4000 metres, janvier 1906, en fruit (Herbier Lillo). Cordilleres de Catamarca, laguna del Cerro Negro, 4600 metres, leg. Rodríguez, numéro 1402, avec fruits múrs en mars 1914 (Her- bier Mus. Hist. Nat.). C'est la premiere fois que cette espece est citée a bon droit — du moins je le pense pour 1”Argentine. En effet, nous venons de voir que les citations de Kurtz doivent se rapporter a Andesia* et. O. andi- na Gris. non Phil. (VI, n” 2078) est, comme nous le verrons plus loin, Distichia muscoides. Des exemplaires défleuris (leg. Holmberg) figurant sous ce nom a 1"Herbier du ministere d'Agriculture et provenant du territoire de Los Andes, sont plus que probablement une Oypéracée. Ces erreurs successives montrent une part, que Pespece est encore mal connue («melius inquirenda restat», UI, p. 37) et d'autre part, que son aire de dispersion est beaucoup plus restreinte que ne le disait Buchenau, question que j'étudierai en détail dans la troisieme partie de ce mémoire. Voici la description des exemplaires que j'ai étudiés : D'aspect général de la plante est tout a fait semblable á celui de Andesia bisexualis, sauf que le limbe des feuilles est en général un peu plus court (2 em.) et que les vieilles gaines quí couvrent les tiges sont brunes, membraneuses et molles, alors qw'elles restent rigides et (un jaune clair dans Andesia. Fleurs máles : pédoncule naissant a Paiselle de la derniere feuille et aussi long qwelle; bractées ovales, atténuées vers le sommet, men- braneuses, tres fragiles et transparentes, dépassant un peu la moitié du périanthe, Pextérieure de 5 millimetres de long sur 3 de large, Vintérieure un peu plus courte. Segments extérieurs du périanthe lan- céolés, aigus, de 75 de long; segments intérieurs de méme forme mais plus long (9 mm.). Étamines de 5 millimetres de long, atténuées en pointe (non nettement mucronées comme dans O. clandestina). Filet 'Tl en est certainement de méme de la citation de Cesati (XVI, p. 16), dont les exemplaires provenant de la méme région étaient du reste stériles. 294 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tres court (*/, de mm.); rudiment de pistil assez gros. Ovaire de 2 mil- limetres de long. Style de 2 millimetres, profondément bi- (ou tri ?) fide. Fleurs féminines: pédoncule naissant a VPaisselle de la derniére feuille et un peu plus long que la gaine de celle-ci a lP'intérieur de laquelle il reste completement enveloppé (c'est ce que représente assez mal la figure de Philippi, reproduite par Buchenau V, fig. 30, B, p. 37); bractées deux, Venviron 4”"5 de long sur 4 de large, mem- braneuses, attenuées vers le haut; segments extérieurs du périanthe ovales, lancéolés, assez coriaces, de 6 millimetres de long sur 4 de large, arrondis, membraneux, sauf dans une étroite zone centrale; stigmate émergeant du périanthe refermé sur Povaire pendant Pan- these, ce quí donne au pistil une longueur d'au moins S millimetres (style et stigmates brisés dans mes exemplaires). Fruits ovoides, en général de s millimetres de long (parfois 11 mm.) sur 45 de diametre, en apparence indéhiscents (déhiscence sans doute tres tardive), rougeátres a la partie supérieure, á péricarpe un peu coriace mais non charnu. Graines ovoides ou légerement pyrifor- mes a surface réticulée, de un millimetre de long, et extrémement nombreuses. Les fleurs, tant máles que femelles, paraissent terminales au mo- ment de Panthese, mais Paxe se prolonge, formant Pannée suivante un bouquet de nouvelles feuilles au milien desquelles apparait une autre fleur. On trouve fréquemment fixés a la partie sans feuilles des tiges, des restes de fruits des années antérieures, ou de méme des pédicelles défleuris de vieilles fleurs máles. On voit par lá que la eroissance des tiges est lente, de quelques 5 centimetres par an. 3. OXYCHLOE CLANDESTINA (Phil.) Hauman (Fig. 1, B Synonymes : Patosia clandestina Buchenau, Distichia clandestina (Buchenau) Benth. et Hook. Les exemplaires máles — qui me paraissent de beaucoup les plus fréquents dans les herbiers — sont tres semblables a ceux de O. an- dina, mais faciles a reconnaítre du reste par leurs feuilles plus cour- tes (de 6 a 15 mm.), moins rigides, presque molles, les segments inté- rieurs du périanthe plus courts (5 mm.) et plus étroits que les exté- rieurs (650 de long). Par contre les fleurs máles sont accompagnées de deux bractées, Pintérieure plus courte que Pextérieure, et non Vune seule, comme Pa dit et figuré Buchenau (loc. cit., p. 35 et 36). HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 295 Cette espece « forme de durs coussins semiglobulaires d'un jaune verdátre atteignant un metre de diametre sur 0%60 de haut. aux par- ties marécageuses proches des neiges éternelles» (F. Kurtz). Elle est connue pour les points suivants : Cordillere de La Rioja (25” lat. S.), leg. Bodenbender, numéro 14.608 (Herbier Univ. de Córdoba). Cordilleres de Mendoza: Paso Cruz, a 2800 metres (Otto Kuntze, VILLE p:. 32) Rio Salado superior : Portezuelo ancho, janvier 1888, leg. F. Kurtz, numéro 55838 (Herbier Fac. Méd.). Cordilleres du Neuquen : Copahué, mars 1888, leg. Kurtz, numéro 6252 (Herbier Fac. Méd.), exemplaires máles, bien qw'ils soient indi- qués comme femelles *, et auxquels se rapporte la citation d'Autran ME no odo) Les numéros 9744, 9698, 9751, Herbier Kurtz, de la cordillere de San Juan (valles Hermoso, de los Patos, cordillere del Espinazito,, a feuilles plus longues mais non rigides, tous malheureusement stériles et quí figurent sous Patosia (Herbiers Un. Cord. et Fac. Méd.), Wap- partiennent certainement pas a cette espece, comme me la montré Panatomie des fenilles ”. 4. MARSIPPOSPERMUM PHILIPPII (Buchenau) Hauman (Fig. 2, B) T'espece avait été déerite par Philippi sous le nom de M. gracile Phil. (non Hooker), Buchenau en changea le nom et en fit une variété de M. grandiflorum (L. f.) Hook. Il est en effet difficile de distinguer a premiere vue les petits exem- plaires de celui-ci des échantillons robustes de celui-la; le caractere suivant me parait cependant constant : dans M. Philippii, les pétales sont a peine plus courts que les sépales (12 et 14 mm.) alors qwils * Une note manuscrite de M. Kurtz mentionne « aspect tout a fait particulier que les stigmates d'un blanc rougeátre donnent aux tapis (razen) formés par la plante », il s'agirait done des rudiments du gynecée stérile quí seraient plus déve- loppés que ne l'indiquent les descriptions. * Les faisceaux fibreux touchant 1épiderme manquent totalement : ils sont dis- posés comme ceux de Distichia autour de la moélle sans traverser le parenchyme cortical, mais la partie vasculaire est comprise entre deux sclérenchymes d'égale importance, la feuille est en outre fortement caniculée et les faisceaux manquent du cóté de lépiderme concave. S'il s'agit d'une Joncacée de ce groupe, elle n'ap- partient súrement á aucune des especes connues. 296 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sont Pun tiers plus petits dans M. grandiflorum (14 et 22 mm. dans de petits exemplaires). D'autre part, les feuilles de M. Philipp quí ne dépassent pas 40 centimetres sont plus minces (1 mm. de diametre), moins rigides, parfois tout a fait molles. Mais le caractere diftérentiel certain est fourni par Panatomie des feuilles, en coupes transversales : M. grandiflorum (fig. 2, A): faisceaux fibro-vasculaires rangés régu- lierement en cercle autour de la moélle; parenchyme médullaire cen- tral a grandes cellules tres fragiles qu'entoure un anneau de tissus formé de cellules plus petites, légerement sclérifiées. M. Philippú (fig. 2, B) : un faisceaux fibro-vasculaire sur deux fait fortement saillie a lVintérieur de la moélle; parenchyme selérifié a pe- tites cellules formant une étoile au centre de la coupe, et parenchyme médullaire á grandes cellules occupant les espaces limités par les ra- yons de cette étoile et les faisceaux saillants. La distribution géographique est différente aussi pour les deux especes comme nous le verrons plus loin. M. Philippit est connu pour les points sulvants : Cordilleres du Neuquen: Los Piñones, leg. Kurtz, numéro 6226, mars 1558 (Herbier, Fac. Méd.). Exemplaires cités par Autran, LI, numéro 53. Cordilleres du Rio Negro: assez commun aux endroits marécageux dans les bois de Nothofagus pumilio, vers 1200 metres Valtitude, sur le versant chilien du Mont Tronador (a quelques centaines de metres de la frontiere argentine), de méme que sur le mont Techado quelques kilometres plus a Pouest (Hauman, VII, p. 350). Ces exemplaires, contrairement á ceux de Kurtz qui son rigides, présentent des feuil- les tout a fait molles : la disposition anatomique est celle décrite plus haut mais les membranes cellulaires du tissus en étoile sont moins épaissies et les faisceaux fibro-vasculaires moins nombreux et moins développés. 5. MARSIPPOSPERMUM GRANDIFLORUM (L. f.) Hook. (Fig. 2, A) Plante robuste a feuilles rigides, épaisses (2 mm. de diam.) et pou- vant atteindre 110 de haut (parfois aussi 27 em.). Périanthe de plus de 20 millimetres de long (voir plus haut les différences avec M. Phi- lippi). Elle a été observée en Argentine aux endroits suivants : Lac General Paz (447 lat. S.), leg. Gerling, février 1902 (Herbier Fac. Méd.). HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDI genre MARSIPPOSPERMUM Anatomie des feuilles dans le A, M. grandiflorum (L. f.) Hook. 3, M. Philipp (Bueh.) Hauman. CO. M. Reichei Buchenan. Le gris intermédiaire dans A et B indique la partie selérifiée du tissus médullaire: comme dans la figure 1 (Grossissement 45 diam.) ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIT (SEPTIEMBRE 29, 1915) NS 297 les autres teintes 19 298 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Cordilleres argentines entre le 44 et 45” latitude sud (Skottsberg, XML) Lac Argentino (517 lat. 5S.), en abondance et en grands exemplaires (60 em. de haut et plus), aux parties marécageuses des rives boisées (bras S. O. du lac) et en exemplaires plus petits, dans les marécages des montagnes au-dessus de la zone des foréts (700 m. VPaltitude) : Hauman, février-mars 1913. Canal de Beagle, leg. Pennington numéro 213, février 1903 (Her- bier Fac. Méd.); certains exemplaires montrent des feuilles de 1"10 de long. T'espece a été citée par tous les auteurs s'étant occupés de la flore de la Terre de Feu, depuis Linnée f. jusqu'a Wildeman (dans Pouvrage duquel on trouvera les indications bibliographiques : XIV, p. 65) et a Skottsberg (XII, p. 9). Comme le fait remarquer ce dernier auteur, c/est une des plantes les plus caractéristiques de ce que j'ai appelé autre part la région magellanique de Pempire floral austro-antareti- que de Engler (VII, p. 404). Elle a été en outre citée (Autran, IL, n* 52), pour les cordilleres du Neuquen, entre Los Piñones et Copahué, mais il me parait infiniment probable qw'il s'agissait de Pespece précédente. J'ai la méme convie- tion au sujet de la plante citée par Reiche (XI, p. 222) pour la cordil- lere de Chillan (37? lat. S.) ou il la signale associée aux mémes éléments que ceux parmi lesquels ¡ai observé M. Philippii, quatre degrés plus au sud. Le méme auteur signale encore M. grandiflorum pour Pintérieur de Vile de Chiloé (p. 245) et le continent par 42? lati- tude sud (p. 248): il serait intéressant de vérifier de laquelle des deux especes jusqu'a présent confondues il s'agit réellement. Skottsberg, de méme, la considere comme caractéristique entre le 41 et 48” lati- tude sud (XIII, p. 9). Aux iles Guaytecas (44? lat. S.), J'ai pu m'en assurer sur des exemplaires de PHerbier de M. Spegazzini, il s'agit bien de M. grandiflorum. 6. MARSIPPOSPERMUM REICHE! Buchenau Vette espece, petite et délicate, se distingue dPabord des deux pré- cédentes par les dimensions moindres de toutes ses parties (plus erandes pourtant que celles données par Buchenau : feuilles atteig- nant 18 centimetres, tiges florales 12 centimetres, sépales 15 milli- metres, pétales 12, fruit múr 7-9); mais un caractere plus net se trou- HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 299 Fig. 3. — Anatomie des fenilles de ROSTKOVIA et DISTICHTA A, Rostkowia magellanica (Lam.) Hook. f. B, Distichia muscoides Nees et Meyen. C. Distichia filamentosa (Buch.) Gris. (Voir Vexplication des teintes á la fig. 1) (Grossissement 45 diam.) 300 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES vera dans Panatomie bien différente de ses feuilles (fig. 2, C), a fais- ceaux peu nombreux et oú4 manque le parenchyme sclérifié dont 11 a été question plus haut. Trouvée Vabord par Reiche dans la région frontiere du Chili et de l'Argentine, á Pest de la baie de Última Esperanza (5030 lat. S.) et a 1000 metres VPaltitude (Buchenau, loc. cit., p. 39), elle a été retrou- vée par Dusen au bord du.rio Fósiles, affluent du lac San Martín (49 * lat. S.), a 1000 metres VPaltitude (Herbier Fac. Méd., n* 5905 de Du- sen, sub Rostkowia Reichei : voir en outre Dusen, IV, p. 14). Voir la note de la page 304. 7. ROSTKOWIA MAGELLANICA (Lam.) Hook. f. (Fig. 3, A Observée en de nombreux points de la Terre de Feu et pour le continent aux environs du détroit de Magellan (Wildeman, XIV, p. 65), Vespece a été signalée par Dusen (IV, p. 14) pour les environs du lac San Martín. Herbier Fac. Méd. (n* 6100 de Dusen) rio Fósiles, pres du lac San Martín, avril 1905. Herbier Min. Agr., numéro 5393 : Terre de Feu. (Certains exem- plaires en fruits ne mesurent que 4 em. de haut.) Alboff (L, p. 38) a décrit une forme pumila que Buchenau ne men- tionne pas, mais qui ne me parait pas devoir étre conservée, ses dimensions ne sortant pas des limites de la variation observée dans le type. S. DISTICHIA MUSCOIDES Nees. et Meyen Frontiere bolivienne (pres de Tarija) : leg. Lorentz et Hieronymus, mai 1873 (Un. Cord., n” 829). Province de Tucumán : cumbres Calchaquíes, 4200 metres, en- droits marécageux; exemplaires femelles, en fleurs, leg. Lillo, janvier 1907 (Herbier Lillo, n* 5576). La plante est citée en outre pour les Hautes Andes du nord-est de la République par Buchenau (loc. cit., p. 34), et par Fries (V, p. 166) pour la province de Salta (Cuesta del Acay), entre 4000 et 5000 me- tres Valtitude (en Heur au 2 novembre). Les exemplaires récoltés par Lorentz et Hieronymus pres de Tarija (mai 1873) et déterminés par Grisebach (VI, n* 20785) comme Oxyehloe HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 301 andina, figurent a PHerbier de PUniversité de Cordoba (n” 829) sous Distichia muscoides (det. Kurtz). Ces échantillons stériles sont en effet nettement distiques, mais leurs feuilles á pointes aigués attei- gnent 35 millimetres dont 20 pour la gaine tres large et 15 pour le limbe, dimensions plus de deux fois plus grandes que les dimensions maxima attribuées á cette espece par Buchenau *: les caracteres ana- tomiques des feuilles (fig. 3, B) ne laissent aucun doute pourtant sur Pexactitude de la détermination. 9. DISTICHIA FILAMENTOSA (Buchenau) Griseb. Province de Salta: cerro de Cachí, leg. Spegazzini, février 1897, entre 4500 et 5000 metres. Ces exemplaires stériles mais qui appartiennent certainement a cette espece non signalée encore pour le pays, figurent sous ce noma PHerbier de PUniversité de Córdoba (fig. 3, O). HI DISTRIBUTION GÉ( IGRAPHIQUE Corrigée et complétée comme je Pai fait ci-dessus, la distribution géographique des différents genres et especes dont il a été question, devient tres intéressante *. On voit, en effet, qwils se succedent les * Tls proviennent sans doute du bord dun coussin ou 1on trouve souvent dans ce type de plante — il en est de méme dans les 4zorella — des individus beau- coup plus développés que ceux du centre. * D'aucuns pourraient croire — on me la du reste insinué — qu'apres les suc- cessives biographies de Buchenau, le présent travail est superflu. Sans faire état des modifications systématiques qui précedent et que Pon peut ne pas admettre, ni des compléments aux descriptions reconnues insuffisantes par le monographe, je ferai remarquer qu'a s'en tenir aux Joncacées du Pflanzenreich, ni Patosia, ni Marsippospermum Reichei, ni Marsippospermum Philippii, mi Distichia filamentosa n'existeraient en Argentine, et, conime je 1'ai établi, Oxychloe andina y est indú- ment cité. Enfin, aire de dispersion des différentes espéces au long des Andes, que je démontrerai continue, n'apparaissait que comme une suite d'ilots, lun beaucoup trop grand (Oxychloe), les autres beaucoup trop petits, et séparés par des vides considérables, sans qu'on put se faire aucune idée de Pensemble. 302 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES uns aux autres depuis la Colombie jusquw'au Cap Horn de la maniére suivante (fig. 4): Le genre Distichia occupe les Andes équatoriales et tropicales : P. Tolimensis commence au Tolima (5* lat. N.) et son aire de dispersion vers le sud est assurément mal connue. 2. muscoides lui suecede au Pérou (Buchenau ne mentionne aucune localité) et s'étend a travers la Bolivie jusqu'a la province argentine de Tucumán (cumbres Cal- chaquíes, 24” lat. S.), tandis que D. filamentosa, quí wétait connue que du Sorata en Bolivie (167 lat. S.) s'étend aussi jusquwaux Andes de Salta (cerro de Cachí, 24*30"' lat. $.). Au sujet d'Oxrychloe andina il reste quelques questions á résoudre. ll est connu en Argentine pour les cordilleres de Catamarca (27 * lat. 5.) et de Jujuy (247); au Chili il fut découvert par Philippi dans celles de Antofagasta (24*) et signalé par Reiche dans celle de la province de Atacama (277) et méme plus au sud comme nous le ver- rons plas bas. Aucun auteur ne Pa cité pour Pextréme nord du Chili ni pour le sud de la Bolivie. mais Mandon VPaurait récolté en ce pays dans la province de Larecaja (16* lat. S.): d'apres Panatomie de la feuille un exemplaire de Mandon figuré par Buchenau (loc. cit., p. 37) il semble bien qu'il s'agisse d'un Oxychloe, mais probablement VPune autre espece non décrite encore, celle sans doute que signa- laient Bentham et Hooker (XV, p. 867), comme originaire précisé- ment des environs de La Paz (16*40” lat. S.)? Quand á son exten- sion vers le sud jusqw'au rio Salado et au Neuquen, j'en ai fait justi- ce plas haut, mais il serait intéressant de faire la méme vérification sur les plantes chiliennes, citées par Reiche, pour les 32 et 337 de latitude sud. Oxyehloe clandestina vient ensuite avec une aire beaucoup plus éten- due, depuis La Rioja (28* lat. S.) jusqwá dix degrés plus au sud, et Andesia bisexualis Paccompagne depuis les environs de P Aconcagua (33 lat. S.) jusqu'a la méme frontiere sud. Toutes ces plantes forment des coussins ou des tapis denses et bas. Hlles végetent au pied des elaciers tout pres de la limite des neiges éternelles, dans Peau glacée qui en découle, á des altitudes qui varient suivant la latitude de 2500 a 4500 metres. Nons rencontrons maintenant Vautre type, les genres Marsippos- permum et Rostkowia qui végetent a la facon des Juncus ordinaires, et que nous verrons, tout en restant nettement andins, s'écarter de plus en plas des hauts sommets jusqu'a atteindre presque le niveau de la mer. Marsippospermum Philippii et M. grandiflorum se parta- gent tout le domaine compris entre le Neuquen et les Terres magel- HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 303 Endroits Latitudes Pays Distichia tolimensis Distichia rmmuscoides Distichia filamentosa Oxychloe andina Oxychloe clandestina Andesia bisexualis Marsipposp. Philippii Marsipposp. grandiflorum Marsipposp. Reichei 16 Larrecaja dE Bolivie 24 Province Antofogasta et Jujuy 1] 15) 26 Province de Salta.. Prov. Catamarca et Tucuman | | | 28 Province de La Rioja | | 30 A AN EN 1] | 1] | 32 | Y | | 34 Province de Mendoza AFI | | | 36 = Cordilléres de Chillan . A $) 38 > Cordilleres du Neuquen . ARAN 1 a PMA 40 E A Te EEN , 42 ne AA 7 E S 44 > | Lac General Paz E a ad Ne A, 00008 48 aci an Mar ANA HENO 50 doo Dad AAA Y 188 52 Ultima Esperanza. aos ole dd Ll EN an Ñ 54 Détroit de Magellan . -— + 56 Caprio ie | l | A | | | Ñ Fig. 4. — Distribution des espéces au long de la Cordillere des Andes 304 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES laniques, le premier s'étend du 37 au 42* de latitude sud et le second du 42 ou 44 jusqw'au 56” et, quittant le continent passe, entre autres, aux iles Falkland et aux ¡les Guaytecas. Nous avons vu plus haut que la confusion ou Pon a été jusqu'a présent au sujet de ces deux especes laisse quelques doutes quant a la fixation exacte de leurs frontieres communes, de méme qwau sujet de la présence, pour moi peu probable, de M. grandiflorum par 37* de latitude sud. M. Reichei, quí parait rare, n'est connu que pour Pextréme sud du continent du 48 au 52* *, et Rostkowia magellanica enfin, s'étend de méme jusqu'au Cap Horn et se répand ensuite aux Falkland, a la Géorgie du sud et méme a la Nouvelle Zélande. APPENDICES La clef suivante permettra de reconnaítre facilement les especes mentionnées plus haut. A. Plantes dioiques. I. Feuilles strictement distiques : a) Feuilles terminées par un filament de 2 a 4- A A O RES MAI Distichia filamentosa. hb) Feuilles ne présentant pas de filaments ..... Distichia muscoides. II. Feuilles disposées sur plus de deux rangs ou tres irrégnlierement distiques : a) Fleurs féminines sessiles, cachées dans la gai- ne de la feuille d*ou seuls les stiemates émer- sent; pétales des fleurs máles plus courts que les sépales; limbe des feuilles peu rigide, de 6 315 millimetres de lona o ie Oxyehloe clandestina. hb) Fleurs féminines pédicellées, émergeant de la gaine foliaire; sépales des fleurs máles plus 1 Ce travail était déja imprimé lorsque parut un mémoire de C. Hosseus : La vegetación del Lago Nahuel- Huapi y sus montañas (Trab. del Inst. Bot. de la Fac. de Med. de B. Aires, N* 33) ou l'on trouve cités á la page 24, sub Rostko- wia, Marsippospermum grandiflorum var. Philippii et M. Reichei. M. Hosseus ayant eu lPobligeance de me communiquer ses exemplaires, l'étude de leurs caracteres anatomiques ma montré que ceux déterminés comme M. Reichei n”étaient que des échantillons nains (récoltés 4 1900 m. d'altitude), de M. Philippii. Le tablean de la page 303 ne doit done pas étre modifié. HAUMAN : SUR LES JONCACÉES DES PETITS GENRES ANDINS 305 courts que les pétales, limbes atteignant ordi- nairement 25 millimétres, rigides, piquants. . B. Plantes hermaphrodites. I. Une des bractées est foliacée et dépasse la fleur. . II. Bractées squamiformes entourant la base du pé- rianthe : a) Plantes formant des coussins, á tiges feuillues dressées et pressées les unes contre les au- tres; périanthe n'atteignant pas 1 centimétre TA A a 2d BRIDA b) Plantes a rhizomes horizontaux, ne formant pas de coussins; périanthe de plus de 15 mil- limetres de long : 1% Feuilles épaisses, rigides, de 0930 a 1 metre et plus; périanthe de 2 a 4 centi- metres; pétales un tiers plus courts que les sépales. Parenchyme sclérifié formant dans la feuille un anneau autour du pa- renchyme médullaire (fig. 2, A). ....... 2% Feuilles plus gréles et plus petites; pé- rianthe ne dépassant pas 2 centimétres ; sépales presque aussi longs que les pé- tales. Parenchyme sclérifié formant une étoile au millieu du parenchyme médul- IAN A E A E 3% Feuilles ne dépassant guére 12 centime- bres; périanthe de 15 millimétres de long. Feuilles ne présentant, en coupe, que le tissu assimilateur cortical et le parenchy- me médullaire central (fig. 2, C) TI BIBLIOGRAPHIE ? Oxychloe andina. Rostkowia magellanica. Andesia bisexualis. Marsippospermum gran- diflorum. Marsippospermum Phi- lippii. Marsippospermum Rei- chei. Les ouvrages suivants ont été mentionnés dans le texte par le chiffre romain qui les précede dans la liste ci-dessous : I. ALBOFE, Enumération des plantes du canal de Beagle. Rev. Mus. La Plata, to- me VIL, page 353. * Buchenau (IV) et Wildeman (XIV) donnant la bibliographie tres complete des auteurs, de Linnée a Alboff et Spegazzini, je nai pas cru nécessaire de la reproduire ici, lorsque je n'avais pas eu A citer expressément leurs ouvrages. ANAL. MUS. NAC. — 'T. XXVII (SEPTIEMBRE 29, 1915) 20 306 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ll. E. AUTRAN, Florule du lac Nahuel- Huapi et de ses environs. Bol. Minist. Agr. 1907. TI. Fr. BUCHENAU, Juncaceae. (Das Pflanzenreich, IV, 36. 1906.) IV. DuseN, Neue und Seltene Gefisspflanzen aus Ost und Siúd-Patagonien. Arkiv. for Bot., tome 7, numéro 2, page 14. Stockholm, 1907. V. R. Feres, Zur Kenninis der Alpinen Flora im Nórdlichen Argentinien. Nor. Act. Reg. Soc. Scient. Upsaliensis, série IV, volume I, numéro 1, page 166. 1905. VI. GRISEBACH, Symbolae ad Floram Argentinam. VIH. L. Hauman-MERCK, La forét valdivienne et ses limites. Recueil Inst. Bot. Léo Errera, tome IX. Bruxelles, 1915. VIM. O. KUNTZE, Revisio Generum Plantarum, tome III, 2, page 321. IX. F. Kurtz, Dos viajes botánicos al río Salado superior. Bol. Acad. Córd., XIII, page 171. X. MACLOSKIE, Report of the Princeton University. Exped. to Patag. Botany, 1, page 295. XI. K. REICHE, Grundziúge der Pflanzenverbreitung in Chile, Leipzig, 1907. XII. SKOTTSBERG, Zur Flora des Feuerlandes. Nordensjold Swedish. Sudpol. Ex- ped., tome IV, 4, page 9. 1906. XIII. SkOTTSBERG, Uebersich úber die wichtigsten Pflanzenformationen Siúdameri- kas S. von 41”, K. Svenska Vetenks. Akad. Handl., XLVI, numéro 3. 1911. XIV. E. De WILDEMAN, Phanérogames des Terres magellaniques dans « Résultats du voyoge du S. Y. Belgica». Anvers 1905. XV. BENTHAM et HOOKER, Genera Planturum, tome TIT. XVI. Cesati, V. Mlustr. di alcune piante race. sul yersante orient. delle Ande etc. Atti Accad. Se. Fis. e Mat. di Napoli, Vol. Y (1873), 7% livraison. ¡00 HERBIERS CONSULTÉS Ontre mes propres collections ¡ai pu consulter les Herbiers suivants dont je remercie les propriétaires ou directeurs. Les abbréviations indiquées entre paren- theses sont celles qui ont été employées dans le texte pour désigner ces collections. Museo de historia natural de Buenos Aires (Mus. Hist. Nat.). Universidad de Córdoba (Un. Córd.). Facultad de medicina de Buenos Aires (Fac. Med.). Ministerio de Agricultura de Buenos Aires (Min. Agr.). Jardin botanique de Berlin (en février 1913, et pour Je genre Oxychloe seule- ment). Herbier C. M. Hicken (« Darwinion », San Martin, pres Buenos Aires). Herbier M. Lillo (Tucumán). Herbier C. Spegazzini (La Plata). Buenos Aires, juillet 1915. LES ALISMATACEES ARGENTINES PAR LUCIEN HAUMAN ! (Museo de Historia natural de Buenos Aires) Bien que la monographie des Alismatacées de la série du Pflan- -zenreich ait paru depuis 1903, et qwavant cela celle de Micheli (XVI) ait pu rendre déja de grands services, les Alismatacées argentines sont restées tres imparfaitement connues : Vune, tres commune, avalt été jusqw'a ce jour mal déterminée, Vautres Wavaient pas encore été citées pour le pays ou Vavaient été a tort, les variétés des especes poly- morphes vétaient en général pas spécifiées, une synonymie compli- quée rendait le désordre plus complet encore ?. D'autre part, la mo- nographie de Buchenau (V) est loin (Vétre parfaite; c'est pourquoli, »étant occupé de quelques especes de la famille, j'ai era utile d'en poursuivre Pétude. La famille des Alismatacées, tout au moins dans ses représentants argentins, pourrait étre prise comme un exemple de la vanité de nos systemes et de ce que, suivant le mot de Goethe, «classification na- turelle est une expression contradictoire » ! En effet, si dans un groupe de genres ou d'especes il se trouve que la variation sous ses deux formes, mutante et fluctuante, soit intense, il en résultera que la systématique y deviendra une question expéri- mentale, difficile, fort longue, et peut-étre impossible á résoudre, mé- * Voir la note de la page 285. * Les chiffres romains entre parenthéses renvoient á la liste bibliographique qw'on trouvera á la fin de ce travail. 308 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES me si Pon disposait — chose presque toujours irréalisable — de tout le matériel vivant nécessaire. Dans de telles conditions si, comme je le pense, il faut, pour des raisons de commodité, continuer a désigner comme variétés ce qu'en biologie générale on appelle petites especes ou especes jordanniennes, on appellera formes, dans Pespece ou dans la variété, les types résultant de Padaptation de certains individus aun milien déterminé, si, bien entendu, le type est assez distinct et le milieu assez fréquent pour qu'il vaille la peine d'en tenir compte. Ves formes ne seraient done que des types écologiques, théorique- ment non fixés et résultant de la variation fluctuante, alors que les 'ariétés apparaitraient par mutation et seraient plus ou moins par- faitement héréditaires. Il est évident, surtout quand il s'agit dVexemplaires d'herbiers, qw'il sera le plus souvent fort difficile de distinguer ces deux formes de variation, mais il me semble que telle est la base théorique quí doit guider le botaniste, la résolution pratique des problemes étant ici, comme á tous les niveaux de la systématique, une question d'appré- ciation plus ou moins judicieuse. La forme ainsi comprise ne devrait en réalité pas entrer dans une systématique orthodoxe, puisqu'elle n'est pas fixée et toute physiolo- gique, mais son utilité me parait évidente, non seulement au point de vue écologique et phytogéographique, mais encore en pure systé- matique, afin Vaider a décrire les aspects divers, difficiles a faire en- trer dans une deseription unique, des especes par trop polymorphes; nous en verrons un exemple dans Sagittaria montevideensis. Dans les cas de ce genre, toute tentative de classification basée exclusivement sur des exemplaires Vherbier ne pourra jamais étre quwempirique et plus ou moins approximative. Aussi, VOyONS-NOUS, pour les especes qui nous oceupent, se succéder en une vingtaine WPannées les systemes si dissemblables de Micheli, de Otto Kuntze et de Buchenan, et que celui qw'on trouvera ci-dessous est fort diffé- rent a son tour de ceux qui Pont précédé. as plus que ces auteurs je Pai pu, ni cultiver cóte a cóte les 14 ou 16 especes, variétés et formes que je citerai pour ce pays, ni les étudier pendant des années dans leurs divers habitats, mais j'en ai observé longuement quelques unes ¿n vivo et j'ai, vraisemblablement, disposé pour certains types, Yun matériel plus abondant; par cóntre, sauf dans un cas, les types originaux mont toujours manqué : je ne donne done mes résultats que pour un systeme artificiel un peu moins arbitraire, j'espere, que ceux qui Pont précédé, mais incomparable- ment plus complet pour ce quí est de Argentine. Aussi, pour ne pas HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 309 compliquer encore les choses sans étre súr de n"approcher ('avanta- ge de la vérité, j'ai sulivi autant que possible la monographie du Pflan- zenreich, me bornant a distinguer des variétés dans les especes, sans recourir aux formes comme lPavait fait O. Kuntze. Je me suis rendu compte pourtant, que cest dans plusieurs cas ce qu'il faudra faire, et il est certain pour moi que le systeme du genre Echinodorus de O. Kuntze, tout inacceptable qwil soit, est plus natu- rel que celui de Buchenau. Kuntze avait parfaitement raison, jJen donnerai de nouvelles preu- ves, lorsqwil affirmait (VIII, p. 520) que ni les zones translucides des feuilles, ni le nombre des étamines — caracteres employés par Miche- li — ne pouvaient servir a étayer la classification; Buchenau ne tint pas compte de ces observations, d'ou les nombreux défauts de son sys- teme, mais Kuntze, en réunissant sous le vieux nom de Sagittaria pa- laefolia Nees cinq especes de Buchenau et leurs variétés, a certaine- ment dépassé la mesure, notamment lorsquw'il ignore un de rares caracteres distinctifs bien clairs que nous fournit le groupe (les ner- vures pseudo-pinnées de E. Martii (var. undulata O. K., probablement aussi var. heterophylla O. K.). Je conserverai aussi E. subalatus (Mart). Gris. et E. paniculatus Micheli, dont on pourrait pourtant ne faire qu'une espéece avec deux variétés (Kuntze en faisait une variété et une forme!), mais il me paraít au contraire tres admissible que £. macrophyllus, E. foribundus, E. ellipticus et E. sellowianus et leurs variétés ne soient que des variétés et des formes d'une seule espece : seulement, je ne crois pas qwon ait le droit de Paftirmer avant de Pa- voir expérimentalement démontré. Je ne modifierai donc que tres peu la nomenclature de Buchenau, me limitant a signaler les ressemblances quí paraissent indiquer des affinités plus étroites, espérant que d'autres observateurs puissent, sur place, résoudre quelques-unes des questions posées «le la sorte. GENRE E£CHIVNODORUS 1. ECHINODORUS ELLIPTICUS (Mart.) Micheli, var. ovatus Micheli Bords du río de la Plata et delta du Paraná: nombreux exem- plaires dans la plupart des Herbiers, entre autres le numéro 6 Fac. Méd. (leg. Domínguez, port de La Plata, janvier 1906) remar- quable par la longueur de son inflorescence dont la partie fleurie, de méme que quelques-uns des rameaux inférieurs, atteignent 75 centi- 310 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES metres de longueur '. Fleurit a Buenos Aires de décembre a avril. Province de Entre Ríos: Concepción del Uruguay (leg. Lorentz, n” 1791, Fac. Méd., sub Echinodorus grandiflorus). Territoire de Misiones : Santa Ana (Herbier, Min. Agr., n? 26.507), exemplaire en tres mauvais état; détermination douteuse. Je erois done qu'il faut ramenerá cette espece eta cette variété DP Echi- nodorus si fréquent au bord du Paraná inférieur et du río de la Plata, au point d'étre un des éléments caractéristiques de leur végétation, et qwon rencontre encore dans le cours inférieur du rio Colorado et du río Negro. Bettfreund (III et IV, t. 1, tab. 34) et plus tard Penning- ton (X VID, €. M. Hicken (XII, n” 40) et moi-méme (X, p. 250), Pavons cependant dénommé E, grandiflorus. Otto Kuntze, par contre (XIII, p. 328), le ramenait a Sagittaria palaefolía Nees var. elliptica (Mart.) O. K., synonyme de £. ellipticus, détermination quí me paraít la plus exacte. En eftet, cette plante ne présente dans ses feuilles que des zones translucides extrémement rares, ce quí est caractéristique de cette espece, et de plas correspond fort bien par ses feuilles ellipti- ques, jamais cordées, et par ses dimensions robustes a sa var. ovata, alors qw'elle ne correspond a aucune des variétés de E. grandiflorus. Ses carpelles ne présentent, du reste, qu'une glande latérale. (Fest de méme a £. ellipticus var. ovata qwil faut ramener les exemplaires du río Negro inférieur que, suivant VPerreur habituelle, J'avais déterminés comme £. grandiflorus (IX, p. 366, n” 12), et ceux cités sous le méme nom par Spegazzini (XIX, n* 587) pour le méme en- droit et auxquels se rapportent sans doute la citation de Buchenau (V, p.33). Il est curieux de constater que cette plante si abondante au bord du río de la Plata, paralt rare plus au nord. Je nen connais aucun exemplaire de Tucumán et celui de Misiones cité plus haut est douteux. 2. ECHINODORUS ELLIPTICUS (Mar.) Micheli, var. latifolius Micheli Existe probablement dans la province de Córdoba (sub E. macro- phyllus (Kunth), Herbier Univ. Córdoba). Cest a cette espece et variété qu'il faut, me semble-t-1l, ramener le numéro 495 des Plantae Uruguayae de E. Gilbert (sans indication de provenance, Herbier Fac. Méd.). 1 On trouvera (page 325) la liste des herbiers consultés et la signification exacte des abbréviations employées dans le texte pour désigner quelques-unes de ces collections. HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 311 3. ECHINODORUS GRANDIFLORUS (Cham. et Sehlecht.) Micheli var. floribundus (Seub.) Micheli. Territoire de Misiones : Lagunas de la cordillera, leg. Niederlein. n” 1221, novembre 1886 (Herbier Mus. Hist. Nat.); Santa Ana leg. Rodríguez, n* 634, nov. 1912, avec fleurs et fruits múrs (Herbier Mus. Hist. Nat.); Posadas, numéro 20.909 (Herbier Min. Agr.). Province de Córdoba: Herbier Un. Córd. sub. E. grandiflorus, de F, Kurtz, sans ¿ndication de provenance. Bords du río de la Plata : entre Avellaneda et Quilmes (a quel- ques kilometres en aval de Buenos Aires), leg. Rodríguez, 1” 133, fin décembre 1912, en fleurs et fruits. Cette variété me parait tres rare a cette latitude. Les feuilles, toujours coriaces et d'un vert jaunátre, atteignent SU centimetres dans les exemplaires de Santa Ana, et Vinflorescence dé- passe parfois un metre. Les rachis de celle-ci et les pétioles présen- tent de rares poils étoilés, qui manquent parfois completement. Les fruits márs sont subsphériques, de 8 millimetres de diametre, et con- tralrement a Pindication de Micheli (XV, p. 45), les sépales restent dressés apres Vanthese et embrassent la base du fruit; le prolonge- ment stylaire des carpelles reste court, les nervures latérales de ces derniers sont peu marquées mais nombreuses (3-4 de chaque cóté.. 4. ECHINODORUS GRANDIFLORUS (Cham. et Sehlecht.) Mich. var. longiscapus (Arech.) Hauman Río de la Plata inférieur : Atalaya, février 1906, Alvarez Jonte leg. Hauman (Herbier Mus. Hist. Nat.). Province Corrientes : Curuzú-Cuatiá, mars 1907 (Herbier Fac. Méd.). Territoire de Formosa : «Comisión auxiliar, número 77» (Herbier Mus. Hist. Nat.). Territoire de Misiones : Posadas (Min. Agr., n” 20.107). Province de Tucumán: Chicligasta, a 300 metres Valtitude, en fleur au 24 octobre 1913. Herbier Lillo, numéro 15.522 (Vétiquette dit «fleurs jaunes » ce quí me parait peu probable et devrait étre vé- rifié sur des exemplaires vivants). 312 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Je erois que la plante provenant du río Cardoso (Uruguay), qu'Are- chavaleta (L, p. 67, tab. II) avait décrite sous le nom de £. longisca- pus, ainsi que les échantillons énumérés ci-dessus, constituent tout au plus une variété de E. floribundus, une forme peut-étre de sa var. Aoribundus, dont elle differe par ses feuilles plus ou moins horizonta- les, non dressées, brievement pédicellées (3,5 a 15 cm.), ses limbes plus petits (5-9 em. < 4-5) et ses hampes florales non ramifiées, de 30 a 70 centimetres de haut. dépassant done toujours de beaucoup les feuilles. Celles-ci qui sont coriaces, montrent des lignes (exem- plaires du río de la Plata) ou des points translucides (exemplaires du nord). D'espece d'Arechavaleta, antérieure d'un an a la monographie de Buchenau, ny est pas mentionnée. Cette variété, Yun aspect tres particulier, tout a fait différent de Echinodorus ellipticus (Mart.) Micheli, var, ovatus Micheli, si abon- dant au long des rives du río de la Plata, rn était pas rare en février 1906 a Atalaya (N. E. de la province de Buenos Aires), dans les ter- rains marécageux quí s'étendent jusquw'a plusieurs kilometres du fleuyve. Par contre, dans les environs immédiats de Buenos Aires, du delta aux environs de La Plata, région tres parfaitement connue au point de vue botanique, je Wai jamais observé cet Echinodorus 4 -- feuilles cordées et je ne sache pas qu'il ait été signalé. Ce fait esta rapprocher de la distribution étrangement discontinue de la Gen- tianacée : Limnanthemum Humboldtianum (H. B. K.) Gris. extréme- ment abondante dans P Entre Ríos jusqw'aux rives du Paraná (Ibicuy), absente dans le Delta inférieur et sur les rives du río de la Plata, et quí ne réapparait de méme, que dans la derniere partie du cours de ce dernier fleuve, entre Atalaya et Alvarez Jonte, ou je Vai observée en abondance en février 1906 et en avril 1912. >. ECHINODORUS GRANDIiFLORUS (Cham. et Sehlecht.) Mich. var. ovatus Mich. Territoire de Misiones : Bonpland (Herbier Min. Agr., n” 30.547 et 34.469). Province de Tucumán : Monteros 400 metres (VPaltitude, novembre 1903 (Herbier Lillo, n* 3285). Bords du río de la Plata : leg. Spegazzini, mars 1550 (Herbier Fac. Méd.), seul exemplaire provenant de Buenos Aires, que je connaisse. HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 315 Moins robuste que la précédente, cette variété se distingue a pre- miére vue par ses feuilles membraneuses Yun vert pur. Des citations d'K. grandiflorus sans spécification de la variété, ce- lles de Niederlein (XVII, p. 67), doit se rapporter a la variété floribun- dus, celle de Buchenau (V, p. 33), en partie du moins, a E. ellipticus var ovatus, de méme que celles des auteurs cités plus haut au sujet de cette derniere espece. 6. ECHINODORUS MARTI! Micheli (= E. subulatus Niederlein non A. Gray, XVII, p. 68) Misiones : au bord du río Fernández entre los arroyos Pindapoi et Saiman; leg. Niederlein, numéros 211 et 1219, janvier 1885 et octo- bre 1886. C'est á cette espece que, (P'apres moi, doivent étre ramenés, malgré les différences que je signalerai plus loin, les exemplaires de Nieder- lein (Herbier Mus. Hist. Nat.) dont les étiquettes originales portent «Alisma subulatus Mart. var. majus Seubert», ce quí existe pas, et qui figurent dans le catalogue publié par cet auteur sous « K. su- bulatus Gr. »; ceci ferait croire qu'il s'agissait dans Vesprit de Nie- derlein de £. subalatus (Mart.) Gris., tres voisin de E. Martit, Vautant plus que 4. subulatus A. Gray est synonyme (dapres Buchenau) de E. tenellus (Mart.) Buchenau, cité immédiatement au-dessus dans le méme catalogue. L'exemplaire de Niederlein est une hampe florale prolifere (ayant produit feuilles et racines), semblables a celle figurée dans Flora brasiliensis (vol. 3, 2%* partie, pl. 14, sub Alisma interme- dium), et dont les feuilles, nées au niveau des ncuds de Pinflores- cence, présentent la nervure pseudo-pinnée, caractéristique de Pes- pece, et sont dépourvues de glandes comme le veut la description de Buchenau; mais, (une part, des feuilles, malheureusement séparées du rameau unique, plus grandes, présentant la méme disposition des nervures et quí sont sans doute des feuilles radicales submergées (S. palaefolia, var. heterophylla O. Kuntze), montrent une longue ligne transparente dans chaque maille du réseau des nervures, d'une facon tout a faite semblable a ce qui existe dans la variété suivante; Vautre part, j'ai compté dans un bouton floral 15 étamines, alors que Papres Buchenau il ne doit y en avoir que 12. Il agit bien pourtant, Papres moi, de la méme espece suffisamment caractérisée par la disposition des nervures, mais pour laquelle ni le nombre des étamines, ni les lignes transparentes des limbes ne doivent étre pris en considération. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (SEPTIEMBRE 30, 1915) 21 314 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 7. ECHINODORUS MARTII Micheli, var. uruguayensis (Arech.) Hauman. (1, p. 66, tab. 2) Territoire de Misiones: Bonpland, novembre 1910 et décembre 1909. (Herbier Min. Agr., n* 34.223 et 30.270.) Je ramene á une variété de E. Marti Vespece décrite et figurée par Arechavaleta, en raison des nervures pseudo-pinnées de ses feuilles et de la variabilité des autres caracteres différentiels. Les feuilles pourtant sont plus ovales que dans E. Martii, nageantes et ornées de lignes translucides; il existe en outre des feuilles submergées li- néaires, et les fleurs ont de 20 a 26 étamines, et plus. Mais nous ve- nons de voir que E. Martíi peut avoir 18 étamines et produire des feuilles submergées linéaires montrant des lignes glandulaires; qwil puisse en outre, en de certaines conditions, apparaítre des feuilles nageantes, cela ne doit pas surprendre dans une espece aussi plasti- que que E. Martii. Les exemplaires de Misiones, cités plus haut, sont WVaspect plus délicat que Pexemplaire reproduit par Arechavaleta (le plus grand a 55 cm. de haut, le plus petit 18), les feuilles sont plus petites et plus brievement pédicellées; celles de Pun deux fu- rent certainent nageantes, celles de Pautre tout a fait émergées. Au surplus, cette variété West, fort probablement, que 5. palaeifo- lia, var. heterophylla O. Kuntze (MIL, p. 327) — et ce dernier nom aurait la priorité — mais la description qui ne mentionne pas le ca- ractere des nervures, ne permet pas de Paffirmer. $. ECHINODORUS PANICULATUS Micheli Territoire de Misiones : Puerto Bermejo, juillet 1901 en fleurs et fruits (Herbier Min. Agr., n* 395). Territore de Formosa : bords du Pilcomayo (Hassler, VIII, p. 93, sans qu'il soit spécifié s'il s*'agit de la rive argentine, ou il est probable pourtant qu'il existe). On le trouve aussi dans les marais longeant le araná, a Asunción del Paraguay (Balansa, Herbier Fac. Méd., n*572). Territoire du Chaco, Colonie « Río de Oro », pres du río Bermejo. Leg. Holmberg (Herbier Hicken). Cette espece est facilement reconnaissable á ses feuilles coriaces sans points translucides, longuement et étroitement lancéolées; Pin- florescence des exemplaires cités plus haut est pyramidale, triangu- HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 315 laire dans les échantillons d'herbier, courte (18 em. dans des exen- plaires robustes) et fort large : le rameau inférieur perpendiculaire a Vaxe principal a 12 centimetres de long, et sur huit nceuds, quatre émettent des rameaux. Il est probable — et ce fut l'avis de Hassler — que les exemplaires originaires du Pilcomayo et déterminés par Morong et Britton (XVI bis, p. 429) comme £. subalatus (Mart.) Gris., doivent se ramener a cette espece en raison des dimensions de la plante (spécialement de la longueur des pétioles), et du nombre des étamines (pres de 20; je reviendrai sur ce sujet a propos de la variété suivante). Mais ces auteurs mentionnent des zones transparentes, «often obscure or ob- solete » il est vrai, zones qui jusqu'a présent ravaient pas été obser- vées dans cette espece ; dans le véritable E. subalatus leur existence est affirmée ou niée respectivement par Micheli et Buchenau : nous voyons done une fois de plus Pinconsistance de ce caractere. 9. ECHINODORUS PANICULATUS (Kth.) Micheli, var. brevifolia Hauman A typo differt statura minore, petiolis laminis subaequilongis (in typo 34 plo longioribus), laminis ovato-lanceolatis, panicula folias multo superante. Pétioles et hampes florales cótelées comme dans le type, mais beau- coup moins nettement; pétioles 12-13 centimetres, limbes 11-12 cen- timetres de long sur 2,5 de large, opaques, sans zones translucides ; tamines 18. Il Yagit ici une forme intermédiaire entre £. ellipticus, var. ova- tus et E. panieulatus, mais le manque total de zones translucides, la forme des feuilles et de Pinflorescence m'induisent plutót a la con- sidérer comme une variété de E. paniculatus, bien qu'a premiere vue elle en differe beaucoup. Il est intéressant de rappeler ici que O. Kuntze considérait E. ellipticus, var. ovatus comme une variété de sa Sagittaria palaefolia, et E. pamiculatus comme une simple forme de la variété subalatus du méme type polymorphe. Cette variété brevifolia ressemble beaucoup (ex descript.) a H. su- balatus (Mart.) Gris. dont elle ne differe que par ses étamines plus nombreuses (18 au lieu de 12). Or, nous avons vu combien ce carac- tere est peu digne de foi. S'il était démontré que £. subalatus peut avoir plus de 12 étamines, ce quí est probable, il faudrait revenir, quoique d'une facon moins catégorique, a Popinion de Kuntze et con- 316 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sidérer E. subalatus — dont ma variété serait un synonyme — comme une variété de E. paniculatas. Province de Santa Fe, département de Reconquista, sur les rives du Paraná. Leg. Venturi, n” 284, décembre 1905; «isolé et rare » (Herbier Mus. Hist. Nat.). 9. ECHINODORUS PATAGONICUS Speg. (Spegazzini: XX, n* 588) (Planche VII) Territoire du Neuquén: pres de la ville de Neuquén (ancienne- ment Fort Roca, á la conftuence du Limay et du río Neuquén), leg. Spegazzini, décembre 1597 (Herbier Spegazzini, en fleurs, sans fruits mírs; á ces exemplaires se rapportent les citations suivantes: XX, n” 588 et Il. n* 20). Territoire de Misiones: Nueva Pompeya, novembre 1906, leg. Flossdorf. n” 94 (Herbier Fac. Méd., sub E. tenellus, det. Hassler ; Min. Agr., n” 24.793 et 24.869, sub Lophocarpus sp.). Tous ces exem- plaires avec fleurs et fruits mítrs. Le genre Echinodorus, dans le vieux comme dans le nouveau monde, est essentiellement tropical et sub-tropical et bien que, dans les deux hémispheres, quelques especes puissent s'étendre jusqu'au delá du qua- rantieme parallele (Europe méridionale, Massachusset, Río Negro in- férieur). la découverte au Neuquén, c'est-a-dire au centre du continent sud-américain, par39* de latitude sud, une espece isolée qu'on n'avait du reste plus jamais signalée, était un fait extrémement curieux. Ill me parait done fort intéressant de pouvoir ramener a cette espe- ce (dont M. Spegazzini a eu Pobligeance de me communiquer un exen- plaire) des échantillons originaires de Misiones, ce qui permet Vattri- buer au hasard d'une propagation de graines, par des oiseaux sans dou- te, la présence de cet Echinodorus dans la Patagonie septentrionale. Les exemplaires de Misiones sontun peu moins graciles que ceux du Neuquén, comme on le voit dans la figure, les feuilles nombreu- ses un peu moins longuement pétiolées (9-11 en.), les unes tronquées a la base et légerement cordées, comme dans les exemplaires du sud, les autres sub-rhomboidales brusquement atténuées vers la base (basi cuneatae) comme celles de Amarantus viridis, par exemple; les. inflorescences sont parfois un peut ramifiées au niveau du premier noud, les pétales peut-étre un peu plus grands et les antheres un peu plus longs (1,1 mm. contre 0,55 mm. dans les exemplaires de Pa- tagonie), les grains de pollen, par contre, sont identiques (sphériques ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVI, Lám. VII Echinodorus patagonicus Speg. L'exemplaire de gauche est originaire de Misiones, celui de droite du Neuquen HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 317 et de 20 ¡y de diametre). Les fruits non décrits par Spegazzini sont tres hérissés, arrondis, de 5a 6 millimetres de large a la base sur 6 a 7 de haut. Les carpelles márs ont 2,5 4 3 millimetres de long y com- pris le prolongement stylaire de 1 millimetre, et présentent latérale- ment 5 cótes dont Pune plus accentuée. Les lignes transparentes des feuilles et la glande carpellaire sont difficilement visibles ?. 10. ECHINODORUS SELLOWIANUS Buchenau, var. minor Buchenau (V, p. 33) Territoire de Misiones: San Ignacio « dans le campo», au bord de la riviere Jalebiri; leg. Horacio Quiroga, 30 aoítt 1915, en fleurs (Herbier Mus. Hist. Nat.); Posadas, octobre 1900 (Herbier Min. Agr., n” 390). Ces exemplaires correspondent entieremeut a la description de Buchenau, sauf que les feuilles sont ovales-mucronées et non apice obtusae, et que les pédicelles des fleurs épanouies atteignent souvent 2 centimetres. Cette espece connue du Brésil et de Uruguay (Mer- cedes) ravait pas été, que je sache, citée pour Argentine; tres voi- sine de £, grandiflorus var. longiscapus, elle se distingue pourtant a premiere vue par son aspect plus gréle et les dimensions moindres de toutes ses parties. Il se pourrait cependant qw'il y ait lá quW'une variété de cette espece polymorphe et que £. sellowianus var. major Buchenau (1903) coincide avec E. grandiflorus var. longiscapus (Are- chavaleta) Hauman (1902), nem qui aurait alors la priorité. ECHINODORUS SUBALATUS (Mart.) Gris. Comme je Pai montré plus haut la citation de Niederlein (XVII, p. 68) doit se rapporter a E. Martit, et celle de Morong et Britton (XVI bis, p. 249) a E. paniculatus. 12. ECHINODORUS TENELLUS (Maxrt.) Buch. Province de Corrientes : «entre la vuelta del Ombú y San Alonso », département de Santo Tomé, 11 mai 1886, leg. Niederlein numéro 1220 (Herbier Mus. Hist. Nat.). * Dans la description de Buchenau (V, p. 28), les mesures des pétioles doiyen se lire en em., celles des limbes, en mm. 318 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Cet exemplaire unique ne mesure tout entier que 4 centimetres de haut. Les feuilles de S millimetres de long sont ovales-lancéolées et sessiles, forme non signalée encore, mais les fleurs montrent nette- ment les 9 étamines caractéristiques de lespece. Cette plante avait été citée par Niederlein (XVII, p. 65): Buchenau (V, p. 27) la men- tionne pour Uruguay. GENRE SAGITTARIA 13. SAGITTARJA CHILENSIS Cham. et Scehlecht Citée pour Buenos Aires par Micheli (sub S. montevideensis, var. scabra Mich., XVI, p. 76), Vapres des exemplaires récoltés par Twee- die, et par Otto Kuntze (XIII. p. 329 sub 8. pugioniformis L., var. chilensis O. K.), cette espece est extrémement voisine de S. montevi- deensis, mais son existence a Buenos Aires me parait plus que dou- teuse. La variabilité de S. montevideensis (voir ci-dessous), pour ce qui est de la taille des feuilles et des inflorescences, rend impossible de baser sur des différences de dimensions (V, p. 38 et 44) la détermina- tion des deux especes; il ne reste done que la forme du filament des étamines, bien différente dans les deux plantes; les exemplaires dé- biles provenant de Buenos Aires, que j'ai pu réviser, montraient tous les étamines de S. montevideensis. Province de Salta : Capitale (Fries, VI, p. 48). 114. SAGITTARIA MONTEVIDEENSIS Cham. et Sehlecht Chaco Santafecino : département de Reconquista, leg. Venturi (Herb. Mus. Hist. Nat.). Province de Tucumán (Herbier Lillo); Lillo, XV, page 107. Province de Salta: Grisebach (VII, n” 1179); Pespece est aussi citée pour la Bolivie (VI, p. 48). Province de Córdoba: dans la plaine au pied des sierras (Herbier Fac. Méd.); Kurtz (XIV, p. 329); Grisebach (VIL, n* 1779). Province de Corrientes et Chaco: Hicken (XII, p. 22) sans indica- tion de lieu ni ('auteur. Province de Entre Ríos : Grisebach (VIL, n* 1179). Delta du Paraná et río de la Plata: nombreux herbiers et nom- HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 319 breux auteurs (voir Hicken, XII, n* 42, p. 22, et les indications bi- bliographiques données par lui): Vespece, une des plus caractéristi- ques de ces régions, est extrémement abondante. On la trouve en- core assez loin a lintérieur des terres dans la province de Buenos Aljres. Río Negro inférieur: jusqu'a une soixantaine de kilometres de Pembouchure (IX, n* 13; XX, n* 586). S. montevideensis comme on le voit, Wa pas été cité pour les terri- toires de Formosa ni de Misiones. Il est vraisemblable pourtant qu'il y existe, O. Kuntze (XIIL, p. 328 sub 8. pugioniformis L.) ayant cité pour Asunción del Paraguay sa forme longipedicellata Ok., quí ne se distingue en rien des grands exemplaires de Buenos Aires, dont je parlerai plus loin. ll est probable pourtant qw'elle y est moins abondante, s'y rapprochant de la limite septentrionale de son aire de dispersion. Les dimensions des divers organes, bien plus que ne Pindique Buchenau (V, p. 43), varient suivant Phumidité du terrain et plus encore, me semble-t-il, suivant atmosphere plus ou moins tranquille et humide ou végete la plante. La hampe florale, dont le diametre a la base atteint parfois 3 centimetres, peut dépasser 1 metre de haut, et elle montre alors de courtes ramifications au niveau du verticille inférieur, ou avoir que 25 ou 30 centimetres; il en est de mé- me des pétioles. Les feuilles présentent un polymorphisme qui a pas encore été signalé : les premiéres, soit sur des plantes nées de semences, soit sur des rejets latéraux, sont linéaires sans limbes dif- férenciés, submergées et peuvent atteindre 18 centimetres de haut sur 25 de large; viennent ensuite quelques feuilles longuement pé- tiolées (20-25 m.). a limbes lancéolés, puis d'autres ovales-aigués dont les plus grandes ont 7 centimetres de long sur 18 millimetres de large, et ensuite (les feuilles nageantes r'existent certainement pas a Buenos Aires), les feuilles normales sagittées qui varient extraordinairement dans leurs formes et leurs dimensions : les plus petites peuvent avoir 4 centimetres de long (mesurées entre la pointe et la ligne unissant les extrémités des lobes latéraux) sur 4 de large, les plus grandes, 30 centimetres de long sur 52 de large, ceci dans le cas Vindividus vivant dans les fossés assez profonds et sous le couvert des arbres. Les trois lobes sont ordinairement de longueur assez semblable et plus étroits a la base qu'au milieu (le limbe présente done un étran- glement á la hauteur de Pinsertion du pétiole); les lobes latéraux sont ordinairement de mortié plus étroits que le lobe terminal et leur largeur varie de quelques millimetres a 12 centimetres. 320 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES On pourrait done, pour plus de commodité, distinguer les deux for- mes suivantes : f. normalis Hauman, plus minusve semi-metralis, foltis 4-12 em. lon- gis et latis, inflorescencia simplice. f. longipedicellata O. K., metralis et ultra, foliis 30-35 em. longis et jusque 52 em. latis, inflorescencia basi interdum ramosa. La premiere se rencontre, soit sur la rive des fleuves et rivieres, soit au bord des mares et étangs dans les endroits découverts, la seconde, dans les marécages de la rive des egrands fleuves, aux endroits abri- tés par les arbres. C. M. Hicken (VI, p. 9) a déerit pour les environs de Buenos Aires les formes ¿mmaculata et maculata, basées sur Pabsence ou la présen- ce de taches rouges a la base des pétales. Il ne s'agit, me semble-t-1l, que de taches conductrices dont on na pas coutume de tenir compte dans la systématique et qui, si elles étaient démontrées héréditaires, détermineraient plutót des variétés que des formes. Sagittaria montevideensis, dont les fleurs sont visitées par de nom- breux Dipteres, est un remarquable exemple de protogynie dans une inflorescence diecline : je val jamais pu observer un seul exemplaire dont les premiers verticilles a fleurs masculines se soient épanouis avant que les dernieres fleurs féminines se soient tlétries ?. DISTRIBUTION GÉOGRAPHIQUE Paire de dispersion des plantes aquatiques est souvent considéra- ble en raison, une part, de ce que les différences des milieux édaphi- ques et climatériques s'atténuent considérablement dans Phabitat quí leur est propre, et Vautre part, de la dissémination tres súre de leurs graines (dans ce cas tres petites et plus ou moins adhérentes) par les oiseaux aquatiques, coutumiers la plupart de migrations loin- taines. La dispersion des Alismatacées en Argentine offre cependant quelques particularités remarquables. Elles v'existent, sauf une exception que j'étudieral plus loin, que dans la zone N.-E. du pays, zone limitée a Pouest par une ligne pres- l Les galles radiculaires citées déja par Buchenau, ont été étudiées par C. Lizer (Boletín de la Sociedad Physis, t. 1, p. 432. Buenos Aires, 1914); elles sont dues aux laryes d'un Coléoptere, Anchonoides bonariensis Brethes, et sont extré- mement fréquentes. [Es pa HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES Ge que méridienne, réunissant Salta a Carmen de Patagones (417 lat. S.), encore manquent-elles plus que probablement dans Santiago del Es- tero. la plus grande partie de Córdoba et tout le centre de la provin- ce de Buenos Aires (elles n'ont été signalées ni pour la sierra du Tandil ni pour celle de la Ventana dont la flore est bien connue et od les plantes aquatiques ne manquent pas pourtant). Cette région, quw'oecuppent en grande partie les grands fleuves et leurs affluents, esten outre tres exactement celle ou les quantités an- nuelles de pluie dépassent 500 mm. A Pouest il semble ne plus y avoir d'Alismacées, soit en raison de Vexcessive sécheresse de Pair, soit á cause de la concentration saline des eaux, plus accentuée souvent, comme on le sait, dans les régions seches ; le froid ne peut guere entrer en ligne de compte, attendu que deux especes croissent en abondance sur les rives du Rio Negro infé- rieur, ou les hivers sont tres comparables á ceux de Mendoza, par exemple. Une seule espece fait exception : Echinodorus patagonicus Speg., espece quí mMavait encore été trouvée qu'une seule fois, et en petite quantité, a la confltuence du Limay et du Neuquen; mais elle existe aussi a Misiones, de sorte que je erois pouvoir attribuer sa présence en Patagonie a des circonstances plus ou moins exceptionnelles, qui auraient permis le développement de semences apportées par des oi- seaux. Faisant abstraction de ce cas, assez mal connu du reste, on voit aussitót que parmi les autres Alismatacées argentines, le plus grand nombre (Echinodorus paniculatus, E. Martit, E. tenellus, E. Sellowia- nus et leurs variétés) sont origine nettement tropicale. et trouvent dans le nord du pays la frontiere australe de leur aire de dispersion ; de ces especes, une seule s'éloigne des rives des grands fleuves : E. grandiflorus, avec deux variétés, que Pon trouve a Tucuman, Salta et dans la partie centrale de la province de Cordoba. Deux especes au contraire, H. ellipticus, var. ovatus et Sagittaria montevideensis, bien qwelles s'étendent un peu vers le nord, sont extratropicales et carac- téristiques des bords du río de La Plata et du cours inférieur de ses deux tributaires ; elles atteignent vers le sud le 41” de latitude, sur les rives de río Negro inférieur. Quant a Sagittaria chilensis, souvent citée pour Argentine, il ne me semble pas qwelle traverse les Cordilleres, sauf peut-étre dans Vextréme nord du pays, comme on Pa vu plus haut. 322 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES APPENDICE La clef suivante permettra de déterminer facilement les especes, formes et va- riétés énumérées dans ce travail et connues jusqu'á ce jour pour 1'Argentine. Fleurs hermaphrodites : Genre Echinodorus. Fleurs diclines : Genre Sagittaria. GENRE ECHINODORUS A. Nervures pseudo-pinnées. TI. Feuilles submergées rubannées et feuilles aériennes lMcSOCA dado donan do Sao TES HI. Feuilles submergées rubannées et feuilles flottantes (ou aériennes ?) ovales-lancéolées............. APA d dies B. Nervures divergeantes depuis la base du limbe. I. Étamines 9-12. a) Style tres court (dans le carpelle múr), plante tres petite dépassant rarement 12 centimetres, feuilles lancéolées ou ovales-lancéolées......... Sa b) Style long (1 mm.) donnant au fruit un aspect tres hérissé; plante de quelques 25 centimetres de haut, feuilles triangulaires-cordées ou sub-rhomboidales. II. Étamines 18-24 et plus. a) Feuilles lancéolées (au moins quatre fois plus lon- gues que larges). 1. Pétioles 3-5 fois plus long que le limbe..... 2. Pétioles á peu pres aussi long que le limbe.. b) Feuilles cordées, cordées-sagittées on ovales. 1. Plantes gréles (tiges et pétioles de moins de 2 millimétres de diamétre)......o...o..oo.....» 2. Plantes robustes (tiges et pétioles de plus de 3 millimetres de diametre). % Fenilles montrant en abondance des lignes ou points translucides. y Inflorescenee simple de 30 a 60 cen- timetres, dépassant de beaucoup les feuilles A pétioles courts..........- 6 Panicules pouvant atteindre 1 metre et plus, fenilles longuement pétiolées. E. Mari. E. Marti var. uru- guayensis. E. tenellus. E. patagonicus. E. paniculatus. E. paniculatusvar. brevifolia. E.sellowianus var. minor. E. — grandiflorus, rar. longiscapus. HAUMAN : LES ALISMATACÉES ARGENTINES 323 * Limbes coriaces, rugueux, d'un EE AU E. — grandiforus var. floribundus. ** Limbes membraneux, lisses, d'un VU JOVE og ooo nio aod aa be o E. — grandiflorus, var. ovatus. ¿ Feuilles ne montrant que de rares lignes ou zones translucides, style plus court que lovaire (dans la fleur). y Feuilles ovales ou elliptiques ....... E. ellipticus var. ovatus. SS Feuilles cordées-sagittés........... E. ellipticus, var. latifolius. y Feuilles dépourvues de lignes transpa- rentes, Stylesplasilon quel (E.macrophyllus?) GENRE SAGITTARIA A. Filaments des étamines linéaires, scabres, plus longs que Edson e oo aa O apa ciao pe DOTO LO DO DOe S. montevideensis. I. Feuilles ne dépassant pas 12 cm. de long. inflorescen- cestsimples depa ouU monas O S. montevideensis, f. normalis. II. Feuilles de 25 a 30 em. de long et de 25 a 50 em. de large; inflorescences ramifiées a la base, plus ou moins donen do dani te oia 1000609000 S. montevideensis, f. longipedicel- lata. B. Filaments des étamines élargis, glabres, plus courts que [EA Ai S. chilensis. II BIBLIOGRAPHIE I. ARECHAVALETA, Contribución al conocimiento de la vegetación del Uruguay, Monocotiledóneas. Anal Mus. Nac. Montevideo, tome IV, page 64. 1902 II. AUuTRAN, E. Florule du lac Nahuel- Huapi. III. BETTEREUND, C. Enumeración sistemática de las plantas recogidas en Buenos Aires y sus alrededores. Buenos Aires, 1898. IV. BErTEREUND, Flora argentina. Buenos Aires, 1898-1901. V. BUCHENAU, E. Alismataceae, in Pflanzenreich. 19053. VI. Friks, R., Zur kenntnis der Phaner. des Grenzgebiet zwischen Bolivien und Argentinien. Arkiv for Botanilk, VII, numéro 8, page 48. 1909. 324 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES VIL. GRISEBACH, A., Symbolae ad Floram argentinam. Goettingen, 1879. VII. HassLer, Flora pileomayensis. Trab. 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NIEDERLEIN, G., Resultados botánicos de exploraciones hechas en Misio- nes, Corrientes y países limitrofes desde 1883 hasta 1888. Buenos Aires, 1890. XVII. PENNINGTON, S. M. Enumeración de las plantas recolectadas en los alre- dedores de San Fernando. Sem. medic., page 778. Buenos Aires, 1901. XIX. SEUBERT, Alimaceae in Flora brasiliensis, 11, 1, 1847. XX. SPEGAZZINI, C., Nova addenda ad Floram patagonicam, VII, 4n. Mus. Hist. Nat. VII, Buenos Aires, 1902. ¡00! HERBIERS CONSULTÉS Outre mes propres collections, ¡ai pu consulter les Herbiers suivants dont je remercie les propriétaires ou directeurs. Les abbréviations entre parentheses sont celles qui ont été employées dans le texte pour désigner ces collections. Museo de Historia Natural de Buenos Aires (Mus. Hist. Nat.). Universidad de Córdoba (Un. Córd.). Facultad de Medicina de Buenos Aires (Fac. Méd.). Facultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires. Ministerio de Agricultura de Buenos Aires (Min. Agr.). Herbier M. Lillo (PTueumán). Herbier C. Spegazzini (La Plata). Herbier €. Hicken (« Darwinion », San Martin, pres Buenos Aires). Buenos Aires, juillet 1915. MITE SUR HYDROMYSTRIA STOLONIFERA May. PAR LUCIEN HAUMAN ! (Museo de Historia Nacional de Buenos Aires) Une espece du genre Hydromystria, genre quí Wavait pas encore été cité pour Argentine, est un des éléments les plus constants et les plus volumineux de ce qw'on appelle ici les « eamalotes », Cest-á- dire de la flore flottante du Paraná, onu, pour étre plus exact, des lagunes et marécages (« esteros ») quí en dépendent, depuis le Para- guay jusquw'au río de la Plata, ainsi que des canaux a faible courant de son immense Delta ?. Que cette espece ait échappé a Vattention des naturalistes, cela sS'explique d'une part. par la fragilité de ses fleurs, indispensables a la détermination du genre, et par le fait que, plante des eaux tran- quilles, voire stagnantes, elle ne fleurit pas lorsqu'elle est emportée pendant des semaines a la dérive. En temps normal Pespece est rare dans les environs de Buenos Aires. On wen trouve que des exemplaires isolés, sonvent en mau- vais état, dans le courant méme du río de la Plata. ou parfois de petites colonies toujours stériles dans des mares ou des fossés de la * Voir la note de la page 285. * Voici les éléments les plus constants des « camalotes », ceux qui par exemple constituaient la quasi totalité de 1énorme quantité de plantes flottantes qu'á la suite de fortes crues du Paraná, charriait le río de la Plata en avril 1905, au point d'ayoir pris pour ainsi dire, et cela jusqu'a Vhorizon, Vaspect d'une prai- rie : Salvinia auwriculata Aubl., Hydromystria stonolifera Mey, Lemma gibba L., Spi- rodela polyrrhiza (L.), Pistia striatiotes L., Eichornia crassipes (Mart.), Pichornia azurea Kth., Pontederia rotundifolia L., Myriophyllum brasiliense Camb. 326 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES rive. Ce sont ces plantes qui ont été signalées par Hicken (Chloris platensis argentina, n” 44) sous le nom de Hydrocleis? sp. Pourtant, je erois que cette méme plante avait été récoltée par Hie- ronymus et Lorentz dans les environs de Oran et déterminée par Gri- sebach comme Limnobiuwm Bosci Richard (Symbolae ad Floram Argenti- nam, 101783); leurs exemplaires, ceux du moins qui sont restés al Her- bier ae PUniversité de Córdoba, sont stériles, en mauvais état et ne com- portent que des feuilles flottantes, mais il est pour moi hors de doute qwils appartiennent a la méme espece que la plante du Paraná. Au surplus. L. Bosci Richard est synonyme de L. spongia (Bosc.) Steud. qui est la seule espece du genre Limnobium, sensu stricto, genre qui West connu que de l'Amérique du Nord (Pflanzenfamilien, UL, L p.258). En dehors de cela, Morong et Britton avait cité pour Asunción del Paraguay Hydromystria Sinelairi (Benth.) (sub Limnobium : Enume- ration of de Pl. coll. by Dr. Th. Morong in Paraguay, p. 231), tandis que Kuntze mentionne pour Concepción du Paraguay — un peu en amont de Asunción — Hydromystria stolonifera (sub Hydrocharis, Rev. Gen. Pl., TIL, p. 296). On voit déja par ce qui précede combien les opinions divergent sur Pattribution générique de cette plante extrémement abondante et dont Vaire de dispersion s'étend, Vapres Ascherson et Gurcke (Pfanzenfamilien, Y, 1, p. 258), du Mexique au Paraguay, du Mexi- que au río de la Plata par conséquent. Alors que le Pflanzenfamilien conserve les trois genres (Limno- bium, Hydromystria et Hydrocharis), Kuntze voudrait les réunir tous les trois sous Hydrocharis, et Bentham et Hooker réunissent Hydro- mystria a Limnobium comme Vavait fait Eichler et Grisebach, ce qui parait du reste le plus judicienx: ces deux genres, tous deux améri- cains, ne different que par les placentas plus ou moins saillants et Pabsence de corolle dans les fleurs féminines du premier, mais tous deux sont anémophiles ?. Hydrocharis au contraire est du vieux monde et nettement entomo- phile, rapports qui font penser aux deux groupes Hydrophilia et En- tomophilia que j'ai distingué dans le genre Elodea *. ! La ressemblance de Limnobiuwm spongia (Bosc.) Steud. avec Hydromystria, telle qw'elle résulte de la description donnée par Poiret (sub Hydrocharis, article Mo- rene, Eneyelop. méthod., Botan., suppl. vol. IV) est du reste extraordinaire : 1'i- dentité est parfaite pour l'aspect général des fenilles (le dimorphisme est signalé), les fleurs máles, les styles, 1'hydrocarpie du fruit, mais il n'est pas fait mention de la corolle des tlenrs femelles et la capsule serait a 6 loges (placentas saillants). * Hauman-Merek, in Recueil de 1 Institut botanique Leo Errera, tome IX, page HAUMAN : NOTES SUR HYDROMYSTRIA STOLONIFERA Mery. 32 =] La synonymie pour les especes des deux genres est plus confuse encore. Il semble bien pourtant que £. Boscií Richard (1811) = £. spongia (Bosc.) Steud. (1807) (voir Index Kew., qui maintient, je ne sais pourquoi, L. Bosci, quí va pas la priorité, contrairement a ce que font Ascherson et Gurcke) et que Hydromystria stolonifera Mey (1818) — si Pon conserve le genre — soit le seul nom valable pour Trianea bogotensis Karsten (1856) et Jalambicea repens *. Reste H. Sinelairi (Benth.) (Bot. of voyage Sulphur, p. 175, année 1844) dont je vai pu me procurer la deseription *, mais mes exemplai- res du Paraná concordent avec la description de Trianea bogotensis Karsten (Linnaea 28, p. 424), synonyme de H. stolonifera Vapres Ascherson et Gurcke, et sont tout a fait comparables aux exemplai- res stériles de l'Herbier de M. Kurtz, Pun de Porto-Rico (det. Urban), Pautre provenant de cultures du Jardin botanique de Berlin (leg. Kurtz, juillet 1878): les stomates et les cellules épidermiques de forme assez curieuse, a bords sinueux, de ces áchantillons sont iden- tiques a ceux de la plante argentine. En raison du doute qui peut persister et de Pinsuffisante descrip- tion de cette espece a fleurs tres fragiles et diclines, je erois utile de donner ici une description complete de la plante du Paraná que je cultive depuis deux ans au Jardin botanique de la Faculté d'agrono- mie de Buenos Aires, ou elle fleurit et fructifie abondamment. Ces exemplaires sont originaires du Chaco, colonie Benitez (les. Pimentel). Plante dicline monoique, flottante, stolonifere, a tiges horizontales robustes (diam. 3-4 mm.), amplement ramifiée; entreneuds de 5a 10 38. Observations éthologiques et systématiques sur deux espéces argentines du genre « Elodea ». * On trouve dans l'Index Kew. de curieuses contradictions, reflet du désaccord des auteurs : a l'article Limnobium, L. stoloniferwm est une bonne espece; a lar- ticle Hydrocharis, H. stolonifera Kuntze = L. Bosci, de méme Hydromystria stolo- nifera = L. Bosci; mais Jalambicea repens = L. stoloniferum. ? Dans Grisebach, Flora of de West India, page 506, on lit sous L. stoloniferum (Mey) Gris. : «our specimens are in fruit and admit of no further comparison with... the monooecious L. Sinclairi Benth ». Cela laisserait supposer que Grisebach consi- dérait L. stoloniferum comme dioique. Je nai pu voir la description originale de Mey, mais celle de Trianea bogotensis Karsten assez complete, donne la plante pour monoique ou dioique, erreur due sans doute au fait que seul les individus bien développés produisent des fleurs máles (la plante ne donnant en général dans les jardins botaniques d'Europe que des fleurs femelles). Étant donné la variabilité de lespece quí nous oceupe et son aire de dispersion immense, il serait intéressant de comparer des exemplaires authentiques de HH. Sinclairi et de H. stolonifera. 328 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES centimetres; au niveau des nouds on trouve extérieurement deux stipules membraneuses, ovales, obtuses, sub-égales (15-20 mm. >=< 12-158 mm.) entre lesquelles s'élevent des bouquets de 2 a 5 feuilles, etá la base desquelles naissent de nombreuses racines adventives formant un anneau complet autour de la tige, anneau visible surtout dans le bourgeon terminal. Racines dimorphes (exemplaires cultivés). les unes tres nombreuses (20 a 30), filiformes (diam. '/, mm.), couver- tes depuis leur hase d'un voile épais de poils dorés, ne se ramifiant pas et ne dépassant guere 12 centimetres de long, les autres, en petit nombre (ordinairement moins de 5), plus épaisses (diam. 1%*%5), blan- ches, non couvertes de poils, se ramifiant vers leur extrémité et atteignant 30 centimetres de longueur. Feuilles dimorphes, les stéri- les — naissant sur des rameaux non floriferes — flottantes, brieve- ment pétiolées, a limbe elliptique ou arrondi, parfois plus larges que longues, légerement cordées a la base, de 2 a 5 centimetres de long sur 24535 de large, et pourvues a leur face inférieure (un tissu aérifere de > a S millimetres d'épaisseur, formant un coussinet convexe quí ratteint pas le bord du limbe; feuilles fertiles — se pro- duisant sur les tiges fécondes, souvent a Vexclusion des autres dressées, a pétioles robustes longs de 4 a 10 centimetres, a limbe elliptique ou ovale, de 3%5 4 5%%5 de long sur 2%%5 a 4 de large”, assez épais et lisse (nervures presque invisibles ¿n vivo) et d'un vert intense. Pédonecules des fleurs máles de 2 centimetres de long, nais- sant au centre des rosettes de feuilles, ordinairement dans les mémes que les fleurs femelles, mais apres la fécondation de celles-ci et Pim- mersion des ovaires hydrocarpiques. Spathes 2, sub-égales, blanchá- tres, translucides, ovales, obtuses, de 20 a 22 millimetres de long, abritant completement les 2 4 6 boutons floraux, quí sy trouvent réunis. Fleurs máles émergeant ordinairement une a une des spathes, et supportées pendant Panthese par un pédicelle blanchátre (tube “alicinal?) atteienant S a 10 centimetres, fragile, turgescent et dressé au moment de la foraison, mais formé V'un tissu lacuneux, aérifere, se réduisant, une fois la eur fannée, a des membranes presque impal- pables. Périanthe Pun blane jaunátre, sépales réfléchis pendant Pan- these, ovales, membraneux, obtus, de 4 a 5 millimetres de long sur Les exemplaires de Porto-Rico, dont il a été question plus haut, avaient des feuilles atteienant 30 centimetres. Dans mes cultures et dans le Delta du Paraná je ne lesai pas vu dépasser 15 centimetres. Par contre dans les environs de Bue- nos Aires, ot la plante se multiplie végétativement sans fdeurir, en réduisant constamment ses dimensions, on trouve des exemplaires dont les fenilles toutes flottantes n*ont que 2 a 8 millimetres de diametre. HAUMAN : NOTES SUR HYDROMYSTRIA STOLONIFERA Mex. 329 =- 95 de large, pétales dressés, lancéolés, de 6 millimetres sur 15. Antheres 6, jaunátres, sessiles, non pétaloides apres la déhiscense, de 3 millimetres de long sur un demi de large; pollen rond, lisse, pourvu (une membrane assez grosse, de 27 y, de diametre. Fleurs femelles so- litaires, naissant á Vaisselle d'une feuille dans les rosettes les plus jeu- nes (la premiere rosette, a feuilles parfois encore flottantes, est sou- vent fertile), bractée unique de 15 a 18 millimetres de long sur 54 S de large, membraneuse, obtuse. Pédoncule rougeátre, robuste, dressé, » de 24 3 centimetres de long sur 1”*50 de diametre. Sépales lancéo- lés, obtus, de 7 millimetres sur 2, membraneux, aériferes; corolle nulle. Staminodes réduits á de tout petits filaments verdátres un milliméetre de long, isolés ou réunis par deux en face des sépales. Style tres développé, blanchátre, formé de 6 branches de 7 á 10 mil- limetres de long, profondément bifides, divergeant en étoiles et cou- vertes de papilles sur presque toute leur longueur. Ovaire infere, eylindrique, de 6 á 7 millimetres de long sur 1”*50 de large pendant Panthese, uniloculaire, présentant un nombre mal défini de zones placentaires pariétales (5 4 7). Ovules nombreux, orthotropes, noyés dans un muscilage. Fruit ovoide, múrissant sous eau par courbure hydrocarpique du pédoncule, atteignant 12 millimetres de long sur 5 de large, graines nombreuses, de moins de 1 millimetre de diametre, brunes, hérissées de petites pointes. Plante sociale, se multipliant avec une extraordinaire rapidité et s'acecumulant en énormes masses denses sur les eaux stagnantes ou a courant tres lent. Elle a été observée en Argentine aux endroits suivants : Province de Salta : environs d'Oran, leg. Lorentz et Hieronymus (Herbier de PUniversité de Córdoba); Grisebach, Symbolae, n* 1783, sub Limnobium Bosci. Tucuman : exemplaire stérile recolté pendant Phiver (Herbier Li- llo). Chaco : Colonia Benítez. Entre Rios: pres de Concepcion del Uruguay, leg. Lorentz, décem- bre 1878 (Flora entrerriana, n* 1752, sub Heteranthera limosa, Her- bier de Université de Córdoba). Delta du Paraná: en énorme abondance dans les marécages du centre de certaines íles, de formation relativement récente. Bords du río de la Plata : du Tigre a Buenos Aires, assez rare en temps normal. Province de Buenos Aires: station Lezama (Herbier du ministere «Agriculture, n* 12.772). ANAL. MUS. NAC. — T. XXVIT (NOVIEMBRE 6, 1915) Lo 330 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES OBSERVATIONS ÉTHOLOGIQUES Dimorphisme radiculaire. — Les exemplaires cultivés a Vair libre dans des cuveaux pleins d'eau dont le fond contient de la terre, ou la plante trouve certainement des conditions analogues a celles du ma- récage natal et oú du reste elle se développe, fleurit et fructifie avec exubérance, présentaient les deux sortes de racines que j'ai décrites plus haut, et cette différence est déja nettement visible dans les raci- nes toutes jeunes, de quelques millimetres, quí constituent, a la base du bourgeon terminal de chaque stolon, Panneau dont j'ai parlé plus haut. Les racines minces et courtes, toutes couvertes de fines ramifi- cations, sont évidemment des racines purement aquatiques, les autres, me semble-t-11, doivent étre considérées comme destinées a atteindre le fond de Peau ordinairement peu profonde ou vit la plante, sinon pour s'enraciner réellement, du moins pour trouver dans la vase une alimentation plus abondante. Dimorphisme foliaire. — Je vinsisteral pas sur le dispositif bien connu quí assure la flottaison de la plante, ni sur le dimorphisme foliaire : on les trouve déja parfaitement déecrits dans un supplément de PEneyelopédie de Diderot et d'Alembert “voir la note de la p. 328). Jajouterai qw'il existe des feuilles un type intermédiaire, dressées déja mais a pétioles courts, a limbes légerement cordés et montrant a la face inférieure des vestiges de parenchyme spongieux. Les feuil- les flottantes existent seules dans les plantes jeunes, mais quand la plante est en plein développement et en fleur, croissant en masse dense ou Pespace du reste ferait défaut pour les feuilles flottantes, celles-ci ne se produisent pas. Jai observé quelques fois des rosettes de feuilles flottantes ayant fleuri. Ethologie florale. — La fleur mále présente tout á fait la structure de celle Y Elodea callitrichoides (Rich.) Casp., sauf que la plante n'étant pas submergée, il n'y a pas dissémination brusque du pollen par écla- tement du bouton et des antheres, phénomene que j'ai décrit autre part (loc. cit., p. 36), mais le pollen sec et pulvérulent, qui peut étre enporté par le vent, peut aussi floter á la surface de Peau. Or, la fleur femelle avec ses six grands stigmates divergents et couverts de papilles, est ordinairement émergée, et la pollination est alors anémophile, mais il est fréquent, et C'est fatal étant donné son tres court pédoncule (1 a 2 em.), qwelle soit en partie immergée, les stigmates se trouvant alors au niveau de la surface de P'eau : la pollination dans ce cas sera HAUMAN : NOTES SUR HYDROMYSTRIA STOLONIFERA Mur. 331 hydrophile comme chez Elodea callitrichoides dont les stigmates, eux rn émergent jamais. Hydromystria, plante flottante a feuilles aériennes et nageantes, a fécondation hydro-anémophile constitue done un type éthologique intermédiaire, entre les Hydrocharidacées submergées et hydrophiles (Elodea de la section Hydrophilia) et les Hydrocharidacées flottantes et entomophiles (Elodea de la section Entomophilia, Hydrocharis). ») Buenos Aires, juillet 1915. a ” 0 ALIS E Ñ pu Y (EOS Y ' y AA MA ] 4 7 Wo a dea ve A EN ANA 0 4 A ra] ] pa ñ e y f ñ 1.4 pa y Y a pl A ¡e e f ñ l 1 UN NOUVEL ORTHOPTERE DE LA REPUBLIQUE ARGENTINE PAR JEAN BRETHES Le docteur Fernando Lahille, chef du Laboratoire de Zoologie appliquée au ministere d' Agriculture, m'a fait remettre pour son étu- de un Orthoptere du groupe Proscopiinae, provenant de Pintérieur de la République Argentine (Córdoba). Malheureusement Pexemplaire a les méso et métathorax détruits par des Anthrenus, ainsi que la base de Pabdomen et des cuisses méso et métanotales : cependant ce qui en reste est plus que suffisant pour la détermination. En parcourant la littérature correspondante, j'ai trouvé une légére erreur géographique que je vais relever. 11 s'agit de Mendoza que Brunner von Wattenwyl (Verh. z001.-bot. Ges. Wien., XL, 1890) place a Entre Rios (p. 118) etá La Plata (p. 119). Les naturalistes et géogra- phes argentins savent a quoi s'en tenir sur cette ville qui se trouve a Pouest de la République Argentine, mais en Europe il pourrait_ bien se faire que Pon crut a deux villes distinctes, de position géographi- que assez éloignée, ce quí va pas lien. Revenant a Pinsecte nouvellement recu, il représente le type d'une nouvelle espece que je dédierai a mon ami, le docteur Lahille, qui Y: laissé au Muséum National de Buenos Aires. 334 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Cephalocoema Lahillei Brethes, n. sp. Cette nouvelle espece est voisine de €. lancea Burm. et de O. tere- tiuscula Brunn. Elle a une stature tres gréle, d'un vert tres pále, avec une ligne presque noire qui court longitudinalement sur tout le corps á partir des yeux. La téte est plus longue que le pronotum:; et le rostre est un peu plus de trois fois plus long que le reste de la téte, tétra- gone et pointu. Les antennes ont presque une fois et demie le diame- tre longitudinal des yeux, mais Varticle basal vatteint pas la moitié de ce diametre. Le prothorax a une carene longitudinale médiane; il est lisse et a une ligne de granules apres Pinsertion des pattes anté- rieures. Le prosternum est lisse avec une ligne imprimée longitudi- nale. Les pieds antérieurs sont insérés a la moitié du prothorax et la longueur des fémurs est distinctement moindre que celle du protho- “ax. Les tibias postérieurs ont leurs bords interne et externe avec environ 9 spinules. Millimétres VoOnSueun da Corpa ctas as 125 — MES AA O 30 — AAN Ao OS E 23 SS UP thor io 2 — des fémurs antérieurs ..... 20 Í — des tibias postérieurs...... ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS POR ALEJANDRO GANCEDO (HIJO) Al doctor Ángel Gallardo, homenaje de alto aprecio. LA PIEZA DE ESTUDIO En el año de 1914, llegó a mis manos, sin indicación de yacimiento y procedente de la provincia de La Rioja, departamento de San Blas de los Sauces, la hermosa pieza que hoy es objeto de estudio. Fué amasada en arcilla rojiza y se le dió la forma plana, tan co- mún en la región del noroeste argentino; representa un cuerpo sin miembros superiores, midiendo de alto 114 milímetros, 111 de ancho máximo y 11 de espesor. Como puede observarse (fig. 1 y 2) en el anverso y reverso res- pectivamente, está rota la sección del cuello que unía la cabeza al tórax; ruptura, producida de seguro, con harta facilidad, dada la ma- nera con que se fabricaban estos barros y que hoy en día los fran- ceses llaman pastillaje. En cuanto a la base (fig. 3), se advierte los desperfectos dejados por los miembros inferiores, que se han separa- do de la misma manera. No creo que hayan partido de ahí los pies, como ocurre en ciertas figuras que mal imitan la camisa; pues, es tan armónico el conjunto ofrecido por el torso, que hace suponer en quien la confeccionó, amplio desarrollo del sentimiento estético, por la ar- monía de las formas, lo cual obliga a creer que tales alteraciones que muestra la base a que hago referencia (fig. 3), han debido partir 336 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES las piernas un tanto redondeadas. Respecto a la totalidad, obsérvase elegante decorado, donde se alterna de modo armónico, la pintura y el bajo relieve. Con el primero se ha pintado toda la sección corres- pondiente entre el cuello y la cintura, de líneas transversales, en tono negro que, al entrecruzarse, hacen rombos, los cuales terminan en alto ruedo, de 4 milímetros de espesor, a los que sigue, en todo el contorno correspondiente al talle, hondas estrías en número de 38, de 19 milímetros de largo, producidas en la pasta fresca con punta de hueso o piedra. Debo observar asimismo que, a la altura del tórax, se repliega el barro con espesor de 3 milímetros, formando algo así como el escote de) hábito, que abarca la sección intermedia de ambas: cla- vículas. El anverso se conoce por ser ligeramente aplanado en la re- sión pectoral, un tanto convexo en la abdominal (fig. 4) y, fran- camente plano en el reverso, en el cual hállase grabado en bajo relieve y con el procedimiento de las estrías, cierto animal fantástico. El conjunto total de la bestia con ser imaginativo no deja de mostrar los atributos de los Felis. La cabeza constituida (fig. 5) por un triángu- GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 337 lo en forma de cuerno, que sale sobre el gran ojo, trazado con cír- culo perfecto, dentro del cual, un punto céntrico finge pupila; las mandíbulas por dos líneas paralelas que parten de la cabeza, desde el triángulo la una y debajo del ojo la otra; entre estas paralelas en- cuéntranse dos ángulos, uno inferior que penetra en el superior, con A puna ó + MOMIA AMA AMA ra 5 Ip NS, — AA == > we TO E == =Y 8 e Ú "al AAA SS) ADA WAY AA) soles cede ys «ne los cuales,se pretendió indicar de seguro los colmillos. De la parte posterior del cuerno, arranca la breve espina dorsal, en ligero movi- miento felino, pues, describe un pronunciado arco y su cola está pro- fundamente erguida. El vientre hállase formado por una recta. En 338 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES cuanto a los miembros, desciende el anterior por debajo del ojo y en- tre el vientre, y de la cola el posterior. Ambos llevan estrías termina- les, el anterior en número de 5 y de 3 el posterior. En la totalidad del cuerpo hállanse bien distribuídos 23 pequeños círculos. Esta figu- ra se encuentra grabada en una extensión de 21 mi- límetros de alto por 27 de ancho. Mas abajo de las estrías y del Felis que se acaba de describir, nótase (fig. 1 y 2) como la fimbria del vestido grandemente deteriorado; advirtiéndose asimismo por el pequeño resto que se observa (fig. 2) que dicho ruedo estaba pintado de negro y tenía grabado en la porción in- mediata al felino, una línea profunda, ondulada, que quizá sea la cola de una víbora, pero, de tal ma- nera, es imperfecta esta sección, que se hace impo- sible calcular la representación a que pertenece ese pequeño resto grabado. Después de esta descripción, fácil será compren- der que se trata del torso que representa la efigie de un indígena de la región. Los rombos tirados en co- lor negro, representan el tejido o la malla de los tra- jes de guerra de los diaguitas, sin mangas y cortos, de q. ATi | pl | Y) yl pj "il a ml para favorecer los movimientos en la lucha. Pues se recordará lo que a este respecto dice Quiroga: «su traje ordinario era una toca o túnica talar, labrada con lana de carneros de la tierra (llama) recogida, generalmente, a la mitad del cuerpo». «La gente de la tierra, dice Herrera, hablando de la nueva Lon- dres (diaguitas), anda vestida de lana y de cuero la- brado con policía, a la manera de guadamecí de Cas- pe tilla: críase mucho ganado de la tierra, por causa de las lanas de que se aprovechan... son grandes labradores » *; y Boman por su parte expresa: Le vétement principal des Diaguites était la tunique ou chemise péruvienne, mais en général plus longue, paraít-il, que celle en usage au Pérou. Cette camiseta, uneu, en quichua, sans manches ou avec des manches tres courtes, est toujours mentionnée par les chroniqueurs comme une caractéristique des peuples appartenant ú la civilisation péruvienne *. Tal parecer lo sa- * Calchaquí, tomo 1, página 173. 2 Antiquités de la région andine de la République Argentine et du désert d' Atacama, tomo I, página 140. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 339 ca Boman de Barzana y Narváez, pues el primero afirma que los indios que dependían de Santiago y Tucumán hallábanse vesti- dos como los peruanos; el segundo que los que ocupaban el valle de Calchaquí (Catamarca) llevaban camisetas muy largas y no emplea- ban las mantas (ponchos), para estar más libres en los movimientos durante la batalla. Y Romero y Monroe dice, refiriéndose a estos mis- mos indígenas, que se vestían de una camisa que les llegaban hasta el tobillo. En cuanto a las estrías que lleva en la sección correspondiente al talle, adviértese con presteza que significan un cinturón, represen- ¿ 1 usa pe mn Z El IAE E YN | Ñ "110 put ESEl El A úl ¿> Al 7 =—= WN Md SS tando los ruedos en alto relieve, los pliegues de la camisa, bajo la pre- sión de la faja. Respecto al animal diseñado al dorso, en el extremo izquierdo y sobre la faja, requiere detenida comparación con las insignias de co- bre halladas en el radio geográfico de dispersión diaguita, pues, en- cierra con ellas gran parecido, lo cual me obligará a estudiarlas en el curso de esta monografía. Debo hacer notar que figuras exactamente iguales a ésta se han hallado en alguna cantidad en las provincias de Catamarca y de La Rioja, pero ninguna de confección tan acabada co- mo la deserita. La tierra empleada es fina y en el exterior lleva parti- culas de mica mocobita, cuyo brillo le da gracioso aspecto. Es indiscutible: el animal que se halla grabado en la tierra cocida, es la representación de un tigre, el movimiento de feroz asechanza, mostrando los atributos físicos de fuerza, la flexibilidad de su colum- na vertebral, las típicas manchas de su piel indicadas con el decorado punteado, atributos que se repiten en el instrumento de cobre de 340 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES exagerado modo, hasta llegar a constituír como justamente se dijo, un animal imaginativo, esto es, un conjunto irreal desde un punto de vista zoológico, formado de la combinación de realidades par- ciales. La semejanza de ambas figuras se le nota en las líneas esenciales de la boca, los dientes, los colmillos, el ojo y el decorado de puntos. Nada hay que induzca a dudar que ambas figuras pretendan retratar al tigre, con su cualidad tan distintiva como típica, dentro de los de- más animales : la fuerza. Todo esto sin perjuicio de que más tarde, encontremos al mismo tigre, mezclado en otras concepciones imagina- tivas, como resultado de la generalización de una idea primaria, en el sentimiento de aquel pueblo. INSIGNIAS DE COBRE Se las ha encontrado en las provincias de La Rioja, San Luis y Ca- tamarca. Autores hay que les llamaron cetros de mando, hachas de cobre otros, dándoles siempre diversas interpretaciones. En la misma provincia de La Rioja, se encontraron dos ejemplares diversos, pero, realizando, con ligeras variantes, la misma morfología fundamental del instrumento ; más hoy no me ocuparé sino del tipo descrito por Ambrosetti * como procedente de San José (Santa María, Catamarca) que es el mismo que se describirá (figura 6) oriundo del Famatina (provincia de La Rioja, departamento Famatina) ”. Hállase formada de tres secciones, la cabeza, el cuello y la hoja; la cabeza es como una prolongación del cuello, de 150 milímetros de largo y 194 de ancho máximo. En la parte baja y sobre el cuello, lle- va el ojo, trazado con dos círculos concéntricos de 15 milímetros de radio el exterior y de 7 el interior. A la izquierda del ojo y a nivel algo más bajo, la boca: un cuadrilátero con estrías que forman 18 dientes en cuyo centro de unión se hizo una abertura, quizá, para engalanarla con adornos. Esta boca está situada en una prolongación de 60 milímetros de largo por 55 de ancho, en cuya extremidad exte- rior posee una incisión en forma de triángulo, como haciendo un col- millo; en cuanto a la superior, prolóngase formando un gran arco que 1 Notas de arqueología calchaquí, páginas 129 y 150. ? Obsequio del doctor don Eleazar Herrero Mota, distinguido médico en Chile- cito. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 341 342 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES cae en forma de círculo inconcluso sobre un pequeño cuerno de 28 milímetros de alto, que se eleva sobre lo que pudiera llamarse mandí- bula superior. En situación opuesta y sobre la prolongación que for- ma la cabeza, cuatro bastones de 80 milímetros de largo por 25 de anche máximo, hallándose el primero roto; concluyendo en ápices re- dondeados, y debajo del último de ellos, una pequeña prolongación de 17 milímetros de alto con cuatro estrías que fingen pelo. Luego el cuello, que mide 45 milímetros de largo por 40 de ancho, y por fin, la hoja, midiendo 200 milímetros de largo por S0 de ancho en la par- te superior y 60 en la inferior. El espesor del instrumento no pasa de 3 milímetros. «Me inclino a creer, dice Ambrosetti, que en ciertos casos este ob- jeto fué un arma ofensiva o un instrumento sacrificatorio de un ritual desconocido hasta ahora para nosotros » *. Lo cierto es que el instru- mento que se describe, en la parte inferior de la hoja, muestra un filo embotado con visibles rastros de su empleo. ¿Cómo y por qué? Sobre la prolongación central, los bastones laterales, el cuerno y el semi- círculo que cae sobre éste como una trompa, hállanse decorados de puntos, siendo los más notables, los que se distinguen sobre el ojo y en la prolongación central, formando una sucesión de tres triángulos, fieura dentada adherida al ojo y que aparece de continuo en la deco- ración de la cerámica de la región diaguita. Con sólo considerar ligeramente la pieza descrita, fácil es perca- tarse que así se trata de un arma ofensiva o defensiva, que su repre- sentación, usando un lenguaje estrictamente psicológico, es pura- mente imaginativa o fantástica. Su empleo, pues, fué puramente ocasional, aunque de filo intencional. Es natural que, «siempre resulta aventurado para la gente el he- cho de que a contadas rayas se le dé interpretación simbólica, toman- do por demasiada elevada la concepción, sin reparar que, cuando más se retrograda al estado primero del hombre, se constatará que, lo su- perfluo desaparece, las concepciones estéticas se borran, las manifes- taciones sociales se simplifican, los vínculos de sentimiento se relajan de tal modo que, la energía humana no realiza el arte por el arte, ni el arte por el juego, ni el arte por amor; realiza el arte impulsado por sus necesidades orgánicas primero e ideológicas después *. Lo que se afirma de inmediato al considerar el instrumento, es su 1 El bronce en la región calchaquií, página 243. 2 ALEJANDRO GANCEDO, Hallazgo arqueológico. Contribución al estudio de la ar- queología argentina, página 20. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 343 significado simbólico, su valor social como instrumento, no mecánico y de fines económicos, sino como simple realización material de ideas abstractas que producen diferenciación de clase en la masa demótica que le dió origen. Al considerar tales instrumentos de cobre, sin re- parar demasiado en ellos, se les ha adjudicado los nombres más cu- riosos y contradictorios. Ambrosetti, dice al respecto: «Sin conside- rar el uso de estos singulares instrumentos de bronce (cobre) y a causa de su simbolismo hemos convenido en darles este nombre (cetros de mando); aun cuando su peso, resistencia y manuabilidad bien pudie- ron hacerlos servir para emplearlos de un modo menos platónico y decorativo. Me inclino a creer que en ciertos casos este objeto fué un arma ofensiva o un intrumento sacrificatorio de un ritual desconoci- do hasta ahora por nosotros '. «Por su parte, el doctor Weyenberg hace ya mucho tiempo, estudiando un instrumento de esta categoría la describió en la Verhandl. der Berliner Anthrop. Gesell., 1890 (pág. 370) tomándolo por una azada de cobre ?. Bajo el mismo nombre de hachas o cetros de bronce, Carlos Bruch * describe un tipo curioso, procedente de Mutquia, pero, la morfología externa y el decorado colocan este instrumento entre los que se designan con el nombre de Toquí. Por su parte, E. Boman expresa que: Ambrosetti prétend aussi que les haches qu'il nomme des sceptres sont caractéristiques de la région dia- guite. En fait, elles ne représentent qu'une des innombrables maniéres de décorer les haches de guerre, dont nous trourons une si grande varié- té dans toute la partie andine de UV Amérique du Sud *. Lo cierto que esta disparidad de criterio unida al aislamiento en el lugar y forma en que se han encontrado siempre a instrumentos de tal índole, ha obligado la ignorancia acerca de su significado y valor; más hoy, el estudio del decorado y la vinculación estrecha que le liga con el trozo de la efigie indígena, explica su significado y hasta el valor social, todo lo cual unido al análisis que se hará del simbolis- mo, nos dirá de cómo las insignias explican la organización política de los pueblos que las crearan o mantuvieron. 1 Ob. cib., página 243. 2 Ob. cit., página 245. * Exploraciones arqueológicas en las provincias de Tucumán y Catamarca, página 194. * Antiquités de la région andine de la République Argentine et du désert d' Ataca- me, tomo I, página 137. 344 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ANÁLISIS DEL SIMBOLISMO Generalmente, en arqueología americana, poco se preocupan del simbolismo, sin reparar que, a medida que se avanza en la vida pri- mitiva, aquél toma mayor fuerza y expansión. Mas, al hacer interpre- taciones simbólicas como míticas, necesario es no descuidar ciertas reglas, si no formuladas por autor alguno, enseñadas por la práctica de investigación. Sólo de ese modo se podrá interpretar con justicia, la vida simbóli- :a de lasideas y formas sociales, que con los objetos de su arte o in- dustria nos legaron los antepasados. En la mayoría de los casos, los simbolismos encontrados dicen con claridad, lo que la escritura muy extensa o difícilmente podría revelar; desde que, el simbolismo, como el bien y el mal, nacen de la comparación de estados, ideas o cosas, con la distinción de que, donde aquél busca analogía éstos persiguen, la diferencia. Por eso Hoffding, escribe con verdad: «Los símbolos na- cen por una especie de analogía de sentimiento. Un sentimiento de- terminado por la experiencia de la relación del valor con la realidad, busca y encuentra modo de expresarse en ideas que son como la ex- presión de experiencias análogas» ?. Desde un punto de vista estrictamente psicológico, el simbolismo abarca no sólo la realización material de imágenes que responden a un concepto ideológico o sentimental preconcebido, sino que, se ex- tiende aún a voces, que en el lenguaje diario, por la costumbre del empleo, parecen haber perdido su carácter simbólico, poseyendo apli- 'ación que sale de los límites de las relaciones normales. Para comprender lo que antecede, me valdré de aquellas voces simbólicas en el orden sentimental, es decir, aquel en que al desdo- blarse en realidad, pertenece o se refiere al mundo afectivo. «La idea de «padre» es un símbolo, cuyo empleo descansa en el influjo de las experiencias de la ayuda y de la protección que la realidad puede dar a lo que tiene valor a los ojos de los hombres; la idea de « diablo» es un símbolo que se usa bajo el influjo de experiencias contrarias. En todo simbolismo, ideas, tomadas en las relaciones elementales pero más intuitivas, se emplean para expresar relaciones, que en razón de su carácter elevado e ideal no pueden ser directamente expresadas» ”. 1 Filosofía de la religión, página 226. ? Ob. cit., página 226. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 345 Advertida someramente la extensión del simbolismo, insinuado de modo vago su valor social, queda por decir que, el simbolismo tiene por su origen estrecha vinculación con las creencias religiosas y una muy importante con las formas políticas o gubernamentales; mas, sin disputa alguna, es la religión la que ha sacado mayor partido de él, en la época en que el simbolismo abonaba su primitiva naturaleza inconsciente, y así, c'est le sentiment, dice le comte Goblet D'Alviella et surtout le sentiment religienx, qui recourt largement au symbolisme pour se mettre en communication plus intime avec Vétre ou Vabstraction dont il désire se rapprocher. A cet effet, on voit partout les hommes tan- tót choisir des objets naturels ou artificiels qui leur rappellent le grand Absent, tantót imiter eux-mémes, une facon systématique, les faits et gyestes quéils lwi prétent, ce qui est une maniére de participer ú sa vie, tan- tót enfin objetiver par des procédés aussi variés que significatifs toutes les nuances des sentiments qu'il leur inspire, depuis Uhumilité la plus profonde jusqu'a Pamour le plus ardent ?. Si el simbolismo es de buena ley, brota de la experiencia inmedia- ta y de las necesidades que ésta despierta. Los símbolos se toman de todos los dominios accesibles de la experiencia humana, pero, la ma- teria de los símbolos se saca, sobre todo, de las grandes relaciones fundamentales de la naturaleza y de la vida humana, la luz y la obs- curidad, la fuerza y la debilidad, la vida y la muerte, el espíritu y la materia, el bien y el mal. Un elemento particular de la realidad, es elevado a la categoría de carácter esencial de la misma; considerado en su totalidad, se le toma como resumen de todo lo que la experien- cia nos revela, acerca del valor de las cosas. Por otra parte y para concluír esta ligera reseña, el simbolismo nunca es una reproducción de imágenes, sino una representación que guarda con la materia objeto del símbolo, la vinculación necesaria para producir en el cerebro, asociaciones de ideas semejantes de manera inmediata. SIMBOLISMO DE LAS INSIGNIAS Necesario es no olvidar nunca el supremo interés que la flora y la fauna guardan, para los hombres primitivos como para los salvajes actuales, a fin de poder comprender, sin seguir regla alguna, la idea aproximada de las representaciones de ciertos objetos de origen * La migration des symboles, páginas 5 y 6. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (NOVIEMBRE 9, 1915) 23 346 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES mítico o simbólico. Claro que, si en nuestra vida civilizada poco sig- nificado ideológico encierra la flora y la fauna, motivo de representa- ciones o decorados, no acontece lo mismo entre los citados, para quie- nes, plantas y animales, fuentes son de vicios o virtudes. Para ellos, cada animal posee un órgano, que es donde residen la suma de su capacidad positiva o negativa, y la apropiación de una u otra manera de esos órganos, significa la adopción de sus propieda- des morales. 4 En la India, según Forsyth, los mahutes suelen dar a su elefante «un trozo de hígado de tigre para que se haga valiente, y los ojos de la lechuza para que pueda ver bien en la noche» *. Los malayos de Singapur, aprecian asimismo en alto grado la carne de tigre, no por- que les guste, sino porque creen que el hombre que la come, « adquie- re la sagacidad y el valor de ese animal» *. Idea corriente entre va- rias tribus montañesas de la India ?. Ejemplos como los presentes, podrían citarse en gran cantidad, con lo cual se advertiría el interés de la fauna y la flora en la vida pri- mitiva, la que dió origen a formas rituales y a fenómenos sociales, como se tendrá ocasión de constatar. A las veces, esta ingerencia de la fauna en la vida colectiva, adopta dos o varias formas, las que se entrecruzan y amalgaman de modo estrecho y en ocasiones confuso. En un principio el individuo se limitó a observar la vida de las bes- tias que le rodeaban, y notó la conducta hábil que usaban en sus lu- chas aún contra el individuo mismo, de tales combates, como simple actitud de defensa personal, nació la gran caza, la que adquirió impot- tancia según las virtudes de combate que adornaban al animal muer- to. Así viene a encerrar como título de valor personal y por lo tanto de dignidad para el que lo lleva, la piel y las defensas de las bestias carniceras muertas por el hombre. Por eso dice Spencer, con sobrada razón que, «las insignias proceden de los trofeos con los cuales se confunden en los primeros tiempos *. Pero es necesario comprender que para que los trofeos de caza se transformen en insignias, tórnase indispensable que la lucha individual, que dió origen a aquélla, se haga de hombre a hombre, y se generalice entre grupos sociales, á fin de que la consideración individual respecto al valor del trofeo, ' Highands of Central India, página 452. * KEPPEL, Visit to the Indian archipelago, página 15. ' JOHN LUBBOCK, Los origenes de la civilización y la condición primitiva del hom- bre, página 17. ' La ceremonia de la vida, página 229. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 347 tome carácter público y genérico, bajo el influjo de la necesidad so- cial de creer en el valor personal de cierta parte de sus componentes. Mas hé aquí otra fuente de insignias, que es a no dudarlo, más se- cundaria y cuyas últimas transformaciones todavía hoy, perduran en las armas, atributos y símbolos de los hombres y las naciones civili- zadas. La guerra humana, pues, brinda a los vencedores la materia y Ocasión para sus construcciones simbólicas, las que se mezclaron con las insignias de origen zoológico. <« Cuando se ve una vestidura formada primitivamente por la piel de un animal montaraz, tiene también al principio una significación que hace pensar en honores análogos; cuando se ve asimismo que el des- pojo del vencido, la vestidura, trofeo de caza o de guerra, sólo por el hecho de llevarse o dle prohibirse, se convierte en marca distinta del vencedor y del vencido; finalmente, cuando se descubra que, en pe- ríodos posteriores, las distinciones de trajes que se agregan a las pri- meras, se usan por los miembros de las sociedades conquistadoras, los cuales visten de otro modo que las clases superiores o inferiores de las sociedades conquistadas, poseemos la prueba de que desde el principio son efecto de la guerra todos esos signos aparentes de su- perioridad o de inferioridad * ». Explicado el origen y evolución de las insignias, queda por decir, que ellas viven y siempre existirán por el deseo de presentar al pueblo, la materialización de conceptos abs- bractos, pesados y difíciles de explicar, y por otra parte, debido a la necesidad de creer, que experimenta el alma popular. En otros tér- minos; el simbolismo que toda insignia lleva en sí, como la creencia de su valor, es la sustentadora de su extraña fuerza y larga vida. ARQUEOLOGÍA COMPARADA Considerando aun ligeramente el torso de la efigie indígena, se re- cuerda innúmeros ejemplares hallados en Catamarca y La Rioja, con la diferencia que éstos poseen larga camisa, con las estrías en la fim- bria, cerca de los pies, lo cual les da aspecto de flecos, y por la to- talidad de su conjunto, trae a la imaginación el recuerdo de aquellos personajes con que se decoró las urnas funerarias de Andalhualá 2. E. Boman, en su reciente expedición arqueológica al norte de La * SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO, Tipos de alfarería en la región diaguito-calcha- quí; JUAN B. AMBROSETTI, Notas de arqueología calehaquí. 318 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Rioja, ha traído al Museo de historia natural de Buenos Aires, algu- nas de estas figuras que, debido a su gentil invitación, me fué dado observar. El señor Boman, cediendo a mis ruegos, envióme somera nota acerca de ellos, la cual dice así: «Cinco son las figuras con ves- tido casi hasta los tobillos; las dos que presentan brazos sobre el pe- cho demuestran que este largo camisón no ha tenido mangas. Todas provienen de viviendas indias prehispánicas cerca del fuerte del Pan- tano, a 9 leguas al norte de Aimogasta. «Hay tres figuras con rayas profundas, verticales en la ancha fran- ja que ocupa la parte inferior del vestido, en las otras dos, esta fran- - ja tiene a la derecha figuras curvilíneas grabadas. «Dos figuras presentan los brazos en relieve sobre el pecho y tres conservan intactos los pies. La cabeza falta en todas. » Si bien ninguna es exactamente igual a la descrita, su estudio oportuno nos agregará quizá, ideas interesantes al respecto. En cuan- to a la manera de hacer, sus líneas generales duras y el aplanamien- to del torso, recuerda, no sólo las nombradas, sino también las figu- ras antropomórficas de Córdoba (Estación I, del Observatorio) ?. Su morfología, guarda estrecha semejanza con las figuras de terraco- ta, de representación de guerreros del Japón prehistórico ?. Y respecto a la manera de sellar, con figuras grabadas, para indi- car el significado simbólico de la representación, trae a la memoria los documentos caldeos, grabados en guijarros y más aún, en ladrillos de barro del Nilo, como aquél que conserva el sello de Ramsés II ?. Mas de una vez, en territorios apartados, políticamente desvincula- dos, desde el punto de vista geográfico o étnico, se ha encontrado en ar- cilla cocida, ora en formas de tabletas, vasos o artísticas aunque simples efigies, los atributos simbólicos de la dignidad. Tal ocurre en el Japón antiguo, donde el signo constante de la alcurnia consiste en el uso del sable; las clases superiores llevan dos; las clases medias uno sólo, a las clases inferiores les está absolutamente prohibido llevar sable *. En este mismo país, los nobles, en virtud de su alcurnia, tienen derecho a hacer Hevar delante de ellos, una lanza cuando van de ceremonia ?. 1 FíLIx F. Outes, Los tiempos prehistóricos y protohistóricos en la provincia de Córdoba. 2 Anual Report of the Smithosonian Institution, 1907. Prehistoric Japan, By Dr. E. Boetz, páginas 543-544. 2 G. MAsPERO, Historia antigua de los pueblos de Oriente, páginas 127-142. £ Ob. cit., página 235. 5 Ob. cit., página 232. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 349 Entre los Araucanos se empleaban hachas de pórfido, llamadas toqui como insignias de mando. Según Speke, el hacha de un gober- nador general de Uganda consiste en una insignia de hierro con in- crustaciones de cobre y mango de marfil. En China las flechas de pie- dra han perdurado mucho tiempo como insignias de la realeza ?. Según N. Ellis, en Madagascar, los jefes suelen llevar lanzas, basto- nes o ambas cosas a la vez. Lo curioso de tales antecedentes, como se habrá observado, es que todos los pueblos citados han usado en su origen político y aun hoy los conservan, cual denigrante supervivencia de rancias costumbres, lanzas, flechas, hachas o espadas como distintivos de su dignidad. Los nombrados instrumentos cortantes, expresan claramente el ya mencionado origen, que le volvemos a hallar en la insignia de cobre de los diaguitas, vinculada íntimamente con los atributos de fuerza de los Felis. Si tomáramos por vía de coronamiento, el trozo de tierra cocida, encontramos en el animal grabado, manifiesta semejanza con los ti- eres pintados del techo de la gruta de San Pablo (Salta) ?, y de todas las representaciones, tanto de vasos como figuras de arcilla y piedra, a encontrados en las montañas del noroeste, y, si se considera la figura erabada en la insignia, se la hallará constituída en su parte más esen- cial por aquellos «animales míticos (?) monstruos, de gran cabeza, con o sin patas, variables al infinito, comunes en los grabados y aun en algunas pinturas sobre vasos calchaquíes, especialmente de la región de la Cuenca de Londres *» para citar sólo un ejemplo, hé ahí la urna de Andalgalá * y el hacha de Huaycama. De todo lo cual se desprende que el barro cocido es el torso de una figura escultórica que representa una dignidad diaguita, en traje de guerra, y lleva, como sello, la figura completa del animal símbolo de la fuerza, el mismo que fué motivo para esa construcción imaginati- va que aparece en el instrumento de cobre, el que no es otra cosa que el símbolo de la dignidad político-militar, cuyo origen no puede ser otro que la caza del animal más feroz que moraban en toda la Argen- tina, y cuya vida, ha sido objeto de varias y complicadas leyendas. 2" L. D. Launey, La conquista mineral, página 44. * AMBROSETTI, obra citada, página 3. * LAFONE QUEVEDO, Fiaje arqueológico en la región de Andalgalá. Revista del Museo de La Plata, tomo III. * JUAN B. AMBROSETTI, El hacha de Huaycama, página 22. 350 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ORGANIZACIÓN POLÍTICA Buscando en los estudios parciales hasta hoy publicados, algo que nos ilustre acerca de la organización política delos diaguitas, hállase, desgraciadamente, el vacío más absoluto. Félix F. Outes y Carlos Bruch, dicen al respecto : «La organización social (entiéndase política) de las agrupaciones de diaguitas es por completo desconocida; sólo ha llegado a saberse que las diferentes tribus que habitaban en la región, tenían jefes, cuyas atribuciones ignoramos, y que, probable- mente, debieron llevar como atributo de su dignidad los hermosos discos y hachas de cobre que suelen hallarse» ?. Como se ve, nada se conocía hasta el momento en que escribo, res- pecto a uno de los fenómenos sociales, quizá el de más grande im- portancia y de más hondas vinculaciones con la vida general de este erupo étnico, que era, sin disputa alguna, el que disponía de más sólida cultura entre todos los que poblaban esta parte de la Argen- tina. En el presente estudio se ensaya un esfuerzo indispensable, cuya necesidad, es tanto más sentida cuanto más se investigan nuestros orígenes políticos o jurídicos. Para tal afán han de prestar sus mayo- res frutos, las conclusiones de la sociología, acompañadas de relativos datos arqueológicos; entonces podrá obtenerse aun cuando sea en sen- tido genérico, la organización de este pueblo desaparecido, sin dejar escrito con los convencionales signos del lenguaje, pero sí, con el sím- bolo de sus insignias, la organización política que es la cohesión de sus miembros bajo la acción del grupo gobernante. Se ha visto ya que las insignias tienen su origen en la caza, las cuales adquieren permanencia y valor social por las necesidades de la guerra, y que, cuando ellas toman carácter de normalidad, fijadas en instrumentos cortantes, son acabados e irrefutables indicios del imperio del régimen militarista en el grupo étnico que los creó o mantuvo. La sociología moderna ha probado que en el primitivo estado de la vida humana, el hombre excepto su fase religiosa, asemejándose en todo al animal, poseía jefes, cuya autoridad se originaba en el ataque o en la defensa, pero, desaparecido el peligro, la paz traía la anterior igualdad entre los componentes del grupo. Tal ha ocurrido en la Eu- 1 Los orígenes de la República Argentina, páginas 59 y 60. GANCEDO : ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS DIAGUITAS 301 ropa antigua, Asia, África y América (Patagones, Charrúas, Arauca- nos, Lules, etc.). Pero, sea absoluta o mediana la autoridad de los je- fes, sean éstos electivos o no, es el caso que donde el jefe posea au- toridad transitoria, las insignias no aparecen, por motivos económi- cos. Y ello es claro, desde que la escasez del tiempo ante la guerra, por un lado, el poco o ningún desarrollo industrial por otro, impiden la materialización simbólica de las autoridades. Es en la paz donde se lleva a la práctica la creación de las insig- nias y confirmadas por el frecuente estado de guerra, donde el poder del jefe ha conseguido perpetuarse por la confirmación de su fuerza. Así expresa Nardi Greco: «Lentamente, el cargo de jefe de la tribu tiende a hacerse permanente. Donde las guerras son frecuentes, la elección de jefe recaerá fácilmente en la persona que ya dió pruebas de habilidad en la dirección de las expediciones anteriores, y así se establecerá cierta permanencia en el cargo ?, Fácil es colegir que la permanencia del estado guerrero, al tiempo que da solidez a las instituciones militares, sirven para perpetuar, co- mo es lógico, la autoridad del jefe. Por eso, los dominadores militares, después de la guerra, se ocupan de consolidar su situación entre los soldados, con el provecho económico del botín, y de hacer visible su autoridad con las insignias. Puede decirse en verdad, usando la ex- presión de un conocido sociólogo, que entonces el soldado es el pro- pietario y yo agrego, la insignia un distintivo guerrero para los tiem- pos de paz. Entendido que las insignias son indicio cierto del estado guerrero permanente, veamos a qué formas políticas obedece. En cierto estu- dio de sociología jurídica *, he tratado de demostrar que las formas eubernamentales, son el resultado de la lucha de las fuerzas sociales, y que, las instituciones militares como las religiones, son idénticas en su mecanismo despótico. A estos fenómenos de orden político, vin- cúlanse relaciones económicas y jurídicas que tienen el mismo ca- rácter. CONCLUSIÓN La caza del tigre ha originado las insignias de los diaguitas, las que eran llevadas como símbolo de su despótica autoridad, con ca- * Sociología jurídica, página 293. ? Véase El derecho administrativo en la democracia. 392 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES rácter de perpetuidad, dentro de sus instituciones político-militaristas. ¿Su dignidad fué hereditaria ? Podría afirmarse que sí, dado el seden- tarismo de las tribus. De todos modos, quedo a la espera de posterio- res estudios. que de manera indudable y particular, confirmen estos asertos, dados, a la manera de anticipo, de vieja deuda habida con- migo mismo. Buenos Aires, julio de 1915. A PROPÓSITO DE LA NOTA DEL DOCTOR FERNANDO LAHILLE How. POR JUAN BRETHES Mi distinguido amigo, el doctor don Fernando Lahille, jefe de la Sección de zoología aplicada del ministerio de A ericultura, acaba de publicar en estos mismos Anales (t. XX VIT, pág. 111 a 126, 1915) una nota sobre Prospaltella Berlesei How., a la que me permitiré ha- cer algunas observaciones creyendo que pueden ser provechosas para todos. Es lástima que ese artículo parezca escrito con premura y al correr de la pluma, sin darse el tiempo de averiguar si una frase contradice a otra ya sentada. La explicación de ese proceder es fácil de concebir, pues, las múl- tiples ocupaciones que embargan al doctor Lahille no le habrán per- mitido asentar y ordenar sus ideas. Las observaciones que me sugiere la lectura del artículo aludido se refieren a dos órdenes de ideas: 1 datos positivos sacados de la lite- ratura; 2% consecuencias más o menos inmediatas. 1* Datos sacados de la literatura. — Me contentaré con citar algunos: a) Ha sido mal e incompletamente informado el doctor Lahille cuan- do escribe lo siguiente: «Se conocen ya siete avispitas cuyas larvas pueden vivir a expensas del Diaspis pentagona. Son las siguientes: Aphelinus fuscipennis How., Archenomus bicolor How., Aspidiotipha- gus citrinus Crawf., Tetrastichus canadensis Ashm., Prospaltella Murt- 354 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES feldti How., Signiphora aspidioti Ashm., Aphelinus diaspidis How. De estas siete avispas hay que restar a lo menos dos : Archenomus bi- color que ha sido señalado como parásito de otra Diaspis, y Tetrasti- chus canadensís que seguramente no es parásito de Diaspis pentagona, sino un hiperparásito. Ahora bien, a las cinco especies restantes hay que agregarles arriba de una docena más que hasta hoy se han seña- lado, lo que eleva el número a cerca de veinte especies, las que para- sitan a la Diaspis pentagona ; b) También ha sido mal informado cuando dice que la Prospaltella diaspidicola del doctor Silvestri ha sido identificada con P. Berlesei ; es con Prospaltella aurantíi que dicho Afelínido ha sido reconocido idéntico; c) Al hablar de la dispersión geográfica de la Prospaltella aurantii, además de Europa, Australia, América del Norte, débesele agregar todavía Ceylán, África meridional, Chile y Buenos Aires ; tengo ejem- plares de esta última procedencia que obtuve el año 1906. De donde debemos deducir que la Prospaltella aurantíi es especie cosmopolita ; no así la Prospaltella Berlesei ; d) Cuando el doctor Lahille dice : « Muy numerosas son Jas Prospal- tellas que examiné y que sin embargo hasta la fecha no he podido encontrar un solo macho», sólo ha agregado una observación perso- nal a un dato suministrado por una serie de autores anteriores; e) En general, los dibujos que se dan de los animales en las revis- tas científicas no tienen la pretensión de ser matemáticamente exac- tos, sino de dar una idea aproximada del animal que se estudia. Muy buenos naturalistas hay que no saben dibujar. Encuentro, pues, algo exagerada la pretensión del doctor Lahille al comparar micrométrica- mente los dibujos de Howard con los que el mismo doctor Lahille hace ejecutar por un artista. Pero aún en estos dibujos en que apare- ce la indicación direxit, el que dirige debería tratar de que no salgan errores. Y sin embargo, en el mismo dibujo aumentado 79 veces que nos da el doctor Lahille en la página 125 aparecen algunos, no diré imperdonables, pues todo se debe perdonar, pero en fin, demasiado salientes: 1? examinando las cuatro patas posteriores con un poco de atención se nota que salen del abdomen y por más que uno quiera que salgan del tórax, como debe ser, hay que figurarse las coxas y los trocánteres exageradamente grandes para que ello fuera posible; 2” el mesonoto se adelanta para formar el cuello del animal; se sabe, sin embargo, que el mesonoto, en todos los calcídidos, está limitado ante- riormente por el pronoto que siempre se ve desde arriba y se conti- 00 núa en los lados hasta las escamas alares ; 3? los tarsos posteriores re- BRETHES : A PROPÓSITO DE LA «PROSPALTELLA » 355 sultan bastante más cortos de lo que son en realidad ; 4” no habiendo más que cuatro cerdas en el escudete y seis en el mesonoto, es fácil contarlas; no debían, pues, pintarse las dos anteriores en el meso- noto ; al contrario se debían pintar una en cada axila; F) En la página 113 dice el doctor Lahille: «No he atribuido nun- ca una eficacia tan grande a la Prospaltella Berlesei como para ver en este parásito el salvador radical de los árboles atacados por el dias- pis y tuve la satisfacción — aunque el hecho en sí sea de sentir — de leer en una de las últimas obras de Silvestri, las palabras siguientes: « Dice cosa non vera chi afferma che in due anni della distribuzione in una localita, una di esse e capace di distrugyere la diaspis pentagona. » La misma idea se repite en la página 119. Ahora bien, ¿cómo conciliar estos conceptos con lo que dice el mis- mo doctor Lahille en la página 287, tomo V, año 1906, del Boletín del ministerio de agricultura, y precisamente a propósito del diaspis pen- tagona : entre los métodos elegantes para matar los parásitos «hay uno sobre todo que empieza a ser adoptado en gran escala y con ven- tajas muy notables. Consiste en oponer a cada especie animal otra especie que la parasite, la mate directamente o la coma. Este método se podría llamar el método de la naturaleza, porque representa el me- dio que mantiene el equilibrio entre los seres de la creación. No dudo que cuando el hombre conozca mejor la biología de los parásitos de ia langosta y que se haya conseguido la multiplicación artificial de éstos, podremos limitar los estragos periódicos que causan las acri- dias. Mientras tanto, este procedimiento se emplea ya en varias na- ciones del mundo, contra una cochinilla, la diaspis pentagona » ; y) En otras partes, el doctor Lahille ha criticado a los especiógra- fos sobre las mediciones en micrones, y resulta que ahora él mismo emplea no sólo los micrones, sino los centésimos de micrones... 22 Consecuencias más o menos inmediatas. — Parece haber una con- tradicción general en el artículo que analizo. En efecto, en la página 114, primera línea, se dice que la Prospaltella aurantíi es especie muy parecida a la de Berlesei; en la página 119 se agrega: «Que además tengamos en el país Prospaltella aurantit, y que esta especie sea aun abundante, es muy posible ». Estas frases contradicen la idea gene- Yal del artículo en que parece se quiere probar que P. aurantii y P. Berleseí son una sola especie. Es difícil concebir que esos dos animales a la vez sean distintos y sin embargo uno solo. Es cierto que P. aurantii y P. Berlesei son vecinas, pero no por 356 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES eso dejan de ser distintas. Y tan es así, que todos los naturalistas y especiógrafos que se han ocupado del asunto no han dejado de reco- nocer sus diferencias. De todas maneras si diera e) caso poco proba- ble que alguna persona no quisiera admitir las dos especies se debe- ría llamar a la única con el nombre de Prospaltella aurantii por haber sido éste el primer nombre aplicado al animal. La prioridad del nom- bre dado a un animal —o auna planta — es una ley reconocida por todos. Este acuerdo existía ya antes que los congresos científicos lo pre- ceptuaran: es muy justo cortar una vez por todas con los cambios antojadizos que futuros naturalistas encontraren mejores. Así en el caso actual, el nombre de Prospaltella aurantii debería siempre sub- sistir si alguno no quisiera reconocer la especie Prospaltella Berlesei ; este último nombre quedaría relegado a nombre nulo. Pero felizmente no está en tela de juicio la aceptación o negación de ambas especies. Por otro lado estoy muy de acuerdo con el doctor Lahille en no aceptar estas infinitas especies que fabrican algunos naturalistas. Pero entre los naturalistas sucede lo que entre los abogados, ingenie- ros, ete., etc. En los gremios respectivos, pronto se reconocen a los maniáticos, y como no hay la censura para los dichos o escritos de cada cual, no tardan los tales hombres en reconocerse y sus escritos... se sabe lo que se hace de ellos. A este respocto, el doctor Lahille trae a colación a «un malacólogo bien conocido que se había acostumbrado a descubrir diferencias tan sutiles entre los moluscos terrestres que examinaba, que le bastaba la indicación de una procedencia distinta de los ejemplares para ob- servar en ellos rasgos especiales, designándolos con un nombre espe- cífico distinto. Me han referido, añade el doctor Lahille, que un bur- lón envió a ese virtuoso de la sistemática, con etiquetas de localida- des alejadas, ejemplares de Clausilias recogidos en un mismo lugar, solicitando su determinación. Después de cierto tiempo, el especialis- ta devolvió estos gasterópodos a su remitente con una enumeración de varias especies nuevas ». No sé a qué naturalista quiere referirse el doctor Lahille, y por pru- dencia y cortesía, se calla. Muy bien. Por lo que a mí toca, conozco a otro malacólogo que sobre unas diez especies de un género de molus- cos — mal determinadas en buena parte — nos ha gratificado con más de cuarenta variedades... Conozco a otro naturalista que mostraba una preparación micros- cópica de una pulga con... alas. BRETHES : A PROPÓSITO DE LA « PROSPALTELLA » 351 Casos y citas múltiples sobre el particular es lo que menos hace falta; creo que podríamos hacer un libro voluminoso. En todo caso, reconocemos todos que el doctor Howard, quien ha creado las dos especies, Prospaltella aurantii y P. berlesei, y muchas otras especies más, no es como los dos malacólogos anteriormente cita- dos : goza de una fama bien merecida de autor serio y buen obser- vador. Sobre todo ello estamos de acuerdo con el doctor Lahille y también para reconocer que las P. aurantii y P. Berlesei son distintas. Pero ¿qué debe entenderse por especie ? pues «algunas personas, dice el doctor Lahille, atribuyen una gran importancia al nombre de Prospaltella que se va multiplicando en el país ». Creo que esas personas tienen razón en preguntar por el nombre del animal aludido. Quieren saber la especie. Un nombre es una definición. El nombre de círculo encierra en sí y lleva a la mente la definición, caracteres y propiedades de la figura nombrada. Y si se dice elipse, aunque ésta tenga sus ejes casi iguales, no la confundiremos con el círculo. La definición, caracteres, propie- dades de ambas figuras son bien distintos y es imposible aplicarlos indistintamente. En cuanto a la elipse, sus ejes pueden variar entre sí de una manera excesiva y las formas respectivas pueden ser apa- rentemente muy distintas y sin embargo tendrán siempre los mismos caracteres y las mismas propiedades generales. «Cuando, dice el doctor Lahille, pronuncio la palabra burro, no de- signo, pues, así, a un burro determinado, sino al burro en general, es decir, lo que hay de común a todos los burros». «Todos los animales o plantas que se asemejan en algunos caracteres transmisibles por generación se designar con un mismo nombre », dice también y muy bien Lahille. Eso es el nombre. Así, pues, conviene, es justo que sepamos el nombre de aquello que se trata. Es fuera de duda, por otra parte. que el nombre trae a la imaginación un sentido más o menos comple- to. El niño que comienza a ir al colegio y a quien se habla de círculo y (le elipse no tendrá por cierto de estas figuras el concepto que de ellas tiene el ingeniero civil. ¿Sería justo decir que el nombre no hace al objeto y que no hay que decir al niño lo que es círculo y elipse, porque ese conocimiento es muy limitado? Será limitado, muy bien, pero no erróneo. Así el nombre de un animal es y evoca una verdadera definición, con sus propiedades, caracteres, semejanzas y diferencias, utilidad, Le extensión geográfica, medios de aprovecharlo, dificultad de conseguir- 358 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Y lo, ete., euyos conocimientos más o menos extensos estarán en rela- ción con el grado de instrucción de cada persona. No están, pues, tan erradas las personas que desde el primer mo- mento quieren saber el nombre. Es la misma curiosidad que guía a los enfermos al preguntar al mé- dico por el nombre de la enfermedad que sufren, en cuyo caso el en- fermo, según su grado de instrucción, se dará cuenta sobre si los me- dicamentos recetados están de acuerdo con la enfermedad. No estoy tampoco de acuerdo con el doctor Lahille en el modo cómo ha reconocido la Prospaltella Berlesei. Admitiré por un momen- to que el doctor Lahille haya recibido en noviembre de 1908 unas re- mesas de ramas del mismo profesor Berlese; admitiré también que se hicieran preparaciones microscópicas en ese mismo momento — lo que es muy extraño que recién después de siete años se den a conocer datos tan interesantes. Ello no es razón para decir que los animales recibidos sean P. Berlesei mejor que otras especies, pues se sabe bien que en esa época la Prospaltella aurantii era cosmopolita, existiendo en Italia, en Norte América, en Buenos Aires, etc. La preparación microscópica pudo ser por lo tanto de P. aurantil, y así sigo creyén- dolo, pues han pasado por mis manos varios cientos de Prospaltellas, las que guardo para quien quiera verlas y aún no he tenido la suerte de ver una sola Prospaltella Berleset. Tengo también a la disposición de quien quiera verlas las seis avis- pas que, en una preparación microscópica, mandé al doctor Howard, y la carta en que se me contestaba que esas avispas eran P. aurantit. No podemos dudar sobre la competencia y buena fe del doctor Howard. Aceptaré con muchísimo gusto todos los envíos de ramas diaspisa- das, y con el mismo gusto manifestaré, si la encuentro, que por fin te- nemos la Prospaltella Berlesei. Hasta ese momento seguiré negando la existencia de esa avispa en el país. Mientras tanto, que se siga trabajando con la P. aurantit, no serán esfuerzos perdidos. r ALGUNAS NOVEDADES DE LEPIDOPTEROLOGIA ARGENTINA POR E. GIACOMELLI Descripción de una nueva especie del género « Dryocampa » Harris Dryocampa Floresi Giac. n. sp. (1915). Exp. alar. ant. 42 mm. Especie singular, muy parecida en porte y aspecto a Dryocampa bilineata Burm., aunque absolutamente diferente de ésta. Sólo cono- cemos de esta nueva especie los machos, que son los que describo. Color fundamental blanquecino-ceniciento claro, que muy ligeramen- te tiende a rosado; este color mucho más intenso en las alas del pri- mer par, mientras que las del segundo son casi blancas o salpicadas de gris hacia el borde externo. En las del primer par, se observa, aun- que menos visible, la línea longitudinal característica de D. bilineata, que va desde el ápice hasta la base del ala recorriendo un arco. Toda la superficie de las alas del primer par está salpicada de puntos gri- ses como la línea descripta, que resaltan sobre el fondo, y son más densos y cerrados que en 0). bilineata, y se prolongan en las segundas alas sobre todo en el borde externo. Todo esto respecto a la superficie anterior de las alas; la posterior es de color gris blanquecino también, pero muchísimo más claro, casi blanco, con vestigios insignificantes de los puntos obseuros ya descriptos, predominando hacia los bordes externos. Cuerpo velludo, superiormente de color gris en general; abajo más claro; ídem las patas. Antenas plumosas muy desarrolla- 360 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES das como en los machos de D. bilineata y más aún, de color ocre-fusco impuro, algo más obseuros que en la ya citada especie. Esta interesante Dryocampa, de la cual sólo se conocen tres ma- chos: dos en mi colección y uno que envié al señor P. Dognin, que opinó también ser nueva, me fué enviada gentilmente por mi amigo el señor Ricardo Flores, que la cazó en la estación Mollecito (prov. de Catamarca), y a quien la dedico por su nombre. La he comparado también a otras especies de PDryocampa que tengo en mi colección y que publiqué anteriormente como nuevas, resultando completamente distintas de todas ellas. Il Descripción de una especie probablemente nueva del género « Microgonía » H. Schaef, (Fam. « Geometrae », subfam. «Ennominae ») Microgonia Dognini Giaec. ¿n. sp.? Expansión alar. 40 mm. Esta Mierogonia es referible a M. mundata Guenée, pero la creo completamente distinta. Su aspecto es enteramente diferente; el color predominante de la pág. sup. de las alas, es gris-isabelino con un viso ligeramente rosado; las dos líneas características de Microgonia, son de un color fusco-violáceo y muy resaltantes y no poco visibles como en M. mundata; además no están como en ésta, bordadas exte- riormente de una línea blanca o más clara, sino que son únicas y se destacan muy bien sobre el fondo: la sup. inf. de las alas es de color ocre blanquecino muy pálido, casi blanco, mas o menos como en Mmun- data, pero un poco más fusco, debido a pequeños átomos de que está salpicada la sup. inf. del ala, sobre todo hacia el ápice de las prime- ras y hacia el borde externo de las segundas. Cuerpo y patas de color amarillento blanquecino uniforme como en mundata. Habitat: La Rioja (R. A.). Dedico esta especie a mi amigo el distinguido lepidopterólogo M. P. Dognin, que recibió un ejemplar cotipo de esta especie y la cree también nueva. ¡UN Una nueva especie de « Cosmophila » Boisd. Cosmophila erosoides Giac. n. sp. Expans. alar. 30 mm. Esta Cosmophila es parecida o comparable a C. erosa Huebn., pero GIACOMELLI : LEPIDOPTEROLOGÍA ARGENTINA 361 bien distinta. La mitad basal del ala del primer par es color ocre ama- rillo puro, la externa violácea entremezclado de ocre hacia el centro del disco y hacia la mitad del borde externo; eruzado por líneas como en erosa, en idéntica posición pero más obscuras y resaltantes, de manera que el área violácea resulta, de color mucho más intenso, casi fusco en el centro del ala. El punto blanco discal, característico en erosa, es más visible aun en erosoides ; la franja es como en la primera especie, pero más resaltante. Alas del segundo par, ocre amarillo como en erosa, pero más intensamente rojizas en toda la mitad del borde externo. Esto, respecto a la sup. ant. de las alas. En la sup. inferior es casi igual a erosa, aunque mucho más fusca, sobre todo al ápice y al centro de las alas del primer par; además en toda la super- ficie de las alas del segundo, y hacia el borde externo de las del pri- mero, está salpicado de átomos ferruginosos, que no se ven en erosa. Cuerpo, palpos, patas y antenas como en aquélla, de color ocre ama- rillo, sin caracteres notables. Aun no podemos decir con seguridad si es una verdadera nueva especie; y si después de nuevos estudios no resultare tal, quedará como una forma o variedad bien distinta de erosa. Habitat: La Rioja. IV Sobre dos ejemplares aberrantes de « P. Thoas » L. Los ejemplares en cuestión y que forman parte de mi colección, son muy interesantes, por ser, a mi juicio, verdaderos P. Thoas, de una forma más o menos referible a P. thoantiades Burm., pero que presen- tan la curiosa particularidad de poseer el dibujo de las manchas ama- rillas muy parecido en la pág. sup. a la especie norte y centro-ame- ricana llamada P. Cresphontes Cram. y a P. homothoas Roth. Jord. En efecto, mis dos ejemplares poseen, como los citados, la tercera man- cha amarilla a contar desde el ápice del ala del primer par, que es más grande y ganchuda en Thoas ia) , Casi rectangular, como en P. Oresphontes y Homothoas, pero ninguna de las que siguen de la serie que atraviesan el ala es tan próxima a las otras externas como sucede en Cresphontes, manteniéndose en ésto mis ejemplares como verdaderos Thoas, lo cual es confirmado también por las colas largas y agudas, no cortas y algo espatuladas como en Cresphontes y Homo- thoas, y por el aspecto de la pág. inf. que concuerda mejor en su colo- ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (DICIEMBRE 4, 1915) 24 362 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ración y dibujos con los demás Thoas de la República Argentina, que con los ejemplares norteamericanos de Cresphontes, sobre todo en lo que se refiere en el desarrollo, extensión y colocación de las manchas rojas, muy distintas en ambas especies; además el examen de los órganos genitales externos, que ha sido el que se ha tomado princi- palmente por base para distinguir esas dos especies, me parece indi- car también que mis ejemplares no son sino Thoas aberrantes, cuya pág. sup. se parece en su aspecto a la de Cresphontes. Y si no fueran Thoas como yo creo, en todo caso podría tratarse de una tercera espe- cie nueva, de caracteres intermedios entre Cresphontes y Thoas, pero esta teoría debería sostenerse con numerosos ejemplares, lo que no sucede por ahora, pues individuos así son sumamente raros, mientras que las formas argentinas comunes del P. Thoas son vulgarísimas y pueden obtenerse, dedicándose a ello, por centenares de ejemplares. En cuanto al parecido de éstos con Homothoas es menor aun y no insisto en ello por brevedad. V Sobre un ejemplar interesante de «Terias Neda » Godt. = (« T. tenella » Boisd.). He recogido en La Rioja en abril de 1915 un singularísimo ejem- plar de esta especie, que difiere de todos los demás, por tener la pág. inf. muchísimo más fusca, de manera que los átomos negruzcos se reunen en extensas bandas ferruginoso-obscuro bien definidas; com- parando este ejemplar con los otros de una larga serie que poseo, no encuentro ninguno parecido, y sólo en muy pocos apenas se observan vestigios de esas fajas o bandas. Llamo a esta variedad : forma fusca Giac. El ejemplar es macho. vI Sobre la vitalidad de la mariposa del bicho de cesto (« Oeceticus Geyeri » Berg) y «Oeceticus platensis » Berg Las mariposas de estas especies tienen una vitalidad asombrosa; apretándoles fuertemente el tórax hasta aplastarlas, viven por muchas horas y proyectan aún su verga al exterior, moviéndola continua- GIACOMELLI : LEPIDOPTEROLOGÍA ARGENTINA 363 mente ; aplastando el tórax hasta hacer salir la parte interior del ani- mal, todavía éste vive y tiene movimientos. Un corte divisorio sepa- rando el abdomen y la verga del tórax, no impide al abdomen de con- tinuar un rato con movimientos convulsivos que se acentúan cuando, como en el experimento de Galvani sobre la rana, se golpea la parte anterior del abdomen cortado. La cabeza no es, sin embargo, la últi- ma en morir, y aún separándola del tórax las antenas vibran aun con vivacidad, sólo se extingue el último movimiento vital en éstas cuan- do se rompe o aprieta hasta destruír la parte cerebral. Pero si después de muerta la cabeza, se golpea separadamente el abdomen y el tórax, aun se notan movimientos vitales, como si el bicho de cesto tuviera más vitalidad en los ganglios toraco-abdominales que en el ganglio cerebroide. Esta última observación queda comprobada especialmente por el experimento de preparar el animal aun semivivo en un extensor de los que habitualmente se usan para los lepidópteros, pues se observa que cuando la cabeza y el tórax han muerto completamente (lo que se ve pinchándolos con un alfiler y comprobando que son inmóviles las antenas e insensible el tórax), el abdomen y especialmente la parte terminal de la verga presentan todavía movimientos y oscilaciones muy notables, demostrando que los ganglios cerebrales y torácicos han muerto o están en el último grado de paralización mientras que los ganglios abdominales viven todavía, y por varias horas, extin- cuiéndose gradualmente el movimiento desde la parte anterior hacia la posterior, y muriendo el animal unas veces con la verga completa- mente desenvaginada, como tratando de proyectarla hasta el último instante y otras veces retrayéndola por completo, hasta quedar redu- cidos los anillos del abdomen a la longitud mínima posible. Estas observaciones deben ser repetidas y comprobadas aún. El Oeceticus platensis presenta los mismos fenómenos que el O. Geyer?, al menos no pude notar diferencias sensibles entre ambas especies. La Rioja, octubre de 1915. Ae NL ¡NÓ Pine ul ñ OI No pr l he TAO Mii Ml 1 ' UI AO EA y Mm EA A e E i] Ay ¡Y | y AAA y ) | SALA , ' pl de . A A Y TERA puTAS AS MAA DN A a Hs LE CA Al 4 e . ] PEZ A «l e y 0 , MAN Í ) M7 0) a! ño , y Ml e . y y My 4 ] ae ] NO Í ' q LA GRUTA SEPULCRAL DEL CERRITO DE LAS CALAVERAS POR PELIX E! OUTES CON UN EXAMEN ANÁTOMO-PATOLÓGICO POR ÁNGEL H. ROFFO El naturalista viajero del Museo nacional de Historia Natural de Buenos Aires, profesor don Martín Doello-Jurado, en el curso de las investigaciones zoológicas que acaba de llevar a cabo en el litoral marítimo próximo a Puerto Madryn (gobernación del Chubut), ha tenido la fortuna de verificar, ocasionalmente, diversos hallazgos antropológicos y arqueológicos, a propósito de uno de los cuales, que conceptúo de alta importancia, voy a ocuparme en los párrafos que siguen. Martín Doello- Jurado, me es grato constatarlo, ha documen- tado ampliamente todos sus hallazgos; diligencia laudable que me permitirá reconstruír a continuación las diversas circunstancias de lugar y de modo que rodean al más importante de sus descubri- mientos. En todo el desarrollo del litoral marítimo patagónico, bien pobre en articulaciones, como es sabido, la península de Valdez constituye uno delos accidentes geográficos más importantes, tanto más, cuanto que define con la costa francamente continental dos amplias entradas marinas, el golfo de San José hacia el norte y el golfo Nuevo hacia el sur; mejor conocido de todo punto de vista este último por ser la vía de acceso a Puerto Madryn. A unos veinte kilómetros al oeste del pequeño caserío que constituye el puerto de San José, situado 366 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES sobre el golfo del mismo nombre, y ya en la parte en que el itsmo de Valdez comienza a cobrar anchura, existe un cerrito cuyo perfil se destaca con nitidez en la línea de la costa que, por esa región, es bas- a b a Fig. 1. — Perfil semiesquemático de la costa vista desde el mar. a, posición del «jagiiel » de la casa de A. Ellis; b, posición de la casa del mismo poblador ; e, cerrito de las Calaveras (distancia entre el «jagúel » y el cerrito: algo menos de un kilómetro). tante baja (fig. 1) *. Se eleva entre la playa y el camino carretero, a 200 metros aproximadamente de aquélla, a 100 de este último; y alcanza a 30 metros de altura (fig. 2). Su cumbre, plana, elíptica y que llega a tener 40 metros en su eje mayor y 18 a 15 en el menor, está constituída por un conglomerado 'alcáreo, duro, de origen marino, que tiene 050 de potencia, y donde se hallan moluscos fósiles de la serie entrerriana, como ser Pecten (Myo- chlamys) paranensis VOrb., Ostrea Cerrito delas Calaveras Alvarezi dV'Orb., etc., en su mayor parte fragmentados. Elterreno sub- yacente está constituido por una marga amarillenta clara, referible, también, a la serie geológica aludi- da. Las laderas de la pequeña ele vación se hallan cubiertas, hasta la mitad de la altura, por un bosqueci- to bastante denso de Larrea sp., Fig. 2. — Croquis de la región (distancia en- tre el cerrito y el camino : aproximadamen- (P148qUiragua sp., etc., y el resto, te cien metros). hasta la cumbre, tapizado, simple- mente, de diversas egramináceas. La marga amarillenta a que me he referido es bastante consistente, pero, mucho menos, sin duda, que el baneo calcáreo que la cubre; des- igualdad de dureza que ha permitido a los agentes erosivos actuar ' El lugar habitado más cercano se halla situado aproximadamente a un kiló- metro hacia el este, y es el « puesto » de Agustín Ellis, conocido en la región por «el padentrano », calificativo pintoresco que por allí se aplica a todos los que proceden o son del interior del territorio. OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 367 más fuertemente sobre los estratos inferiores, de tal modo que, en partes, el manto de calcáreo forma cornizas o rebordes salientes más o menos pronunciados. Hacia la extremidad sudeste del cerrito la erosión ha actuado aun más intensamente, pues, allí, debajo de la cor- niza aludida, existe una pequeña gruta, cuya abertura afecta un con- junto triangular (fig. 3). Su anchura llega a 2 metros; la altura mayor que alcanza apenas a 1 metro hacia uno de los lados, desciende luego, paulatinamente, hasta 30 centímetros en el opuesto; y la planta que define, asimismo, una área triangular, sólo penetra 150 en el terreno. Esta pequeña excavación natural fué utilizada por los indígenas como enterratorio, circunstancia que no pasó desapercibida a los Fig. 3. — El cerrito de las Calaveras visto desde el camino (la porción negra indica la abertura de la gruta sepuleral) actuales habitantes de la región y a los mismos pasantes, quienes, por ello, han singularizado a la eminencia que me ocupa con la desig- nación de « Cerrito de las Calaveras ». Por otra parte, los restos allí depositados se hallaban tan expuestos, que, algunos de ellos, debido quizá a haber destruído la erosión los estratos friables sobre los cua- les descansaban, rodaron por la pendiente hasta el camino próximo, donde fueron recogidos y vueltos a colocar en su primitivo sitio. Informado de estos últimos antecedentes, Martín Doello-Jurado resolvió explotar el enterratorio con la amplitud tan sólo relativa, que los estudios de zoología marítima de que se hallaba comisionado le permitían. El contenido de la pequeña gruta sepuleral forma dos grupos bien caracterizados, tanto por sus componentes, cuanto por la disposición, aspecto exterior y ajuar funerario de los mismos. En la parte más amplia de la excavación, vale decir, donde la altura y profundidad son mayores (véanse las figuras 3 y 4), se halla- ban aglomerados, sin orden alguno, cuatro cráneos y un buen número 368 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de huesos diversos *; los primeros, próximos al borde exterior de la eruta, y los últimos, reunidos en el ángulo más profundo. Todos estos huesos, casi en su totalidad de color blanco-marfilino, se hallaban al descubierto, y pertenecen, por lo menos, a cinco personas, que iden- tifico en la forma siguiente: a) dos individuos gd”, menores de 20 años (1 cráneo, l axis, 1 húmero, 1 radio, 1 ilíaco, 1 fémur, 1 epífisis distal de otro fémur, 2 tibias y 1 peroné); b) un individuo joven, también , de 25 a 30 años (1 cráneo, 1 radio y 1 peroné); e) otro individuo bien CY / - yo á yl / / Y) ) pen ga LS E : / NN E É PAGA AA 7 Y) / / ) / AS y ART] / LY ; // Eb e / ; : Y /A /) y / y) LY: PL / PE L Fig. 4. — Representación semiesquemática de la planta de la gruta sepuleral y su contenido (la porción rayada comprende la parte de la sepultura cubierta de materiales terrosos, gramináceas aglomeradas, etc.). adulto, igualmente $, de 30 a 35 años (1 cráneo, l axis, 1 escápula, 1 húmero, 2 cúbitos, 1 radio y 1 ilíaco); y, por último, d) 1 cráneo de un hombre ya senil. Casi todas estas piezas, como lo tengo dicho, ofrecen una colora- ción blanco-marfilina muy uniforme, y sólo uno de los cráneos (e) pre- senta manchas cireunseriptas pardo-verdosas o pardo-amarillentas. Por lo demás, dos de los cráneos (a y d), como si hubieran estado ' Como las riquísimas series antropológicas y arqueológicas ingresadas en los últimos años al Museo nacional de Historia Natural de Buenos Aires no se hallan catalogadas, ni aun siquiera numeradas pieza por pieza; circunstancia que, por fundados motivos, considero harto sensible, he debido señalar con una letra cada uno de los elementos esqueléticos a que aludo en el texto de esta memoria; mejor dicho, cada parcela correspondiente a un individuo lleya en pintura negra una misma indicación alfabética. OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 369 largo tiempo a la intemperie bajo la acción directa del sol y de los agentes atmosféricos, muestran una esfoliación superficial marcada que ha llegado a determinar cierta alteración profunda en determi- nadas regiones. Examinando con mayor detención las diversas piezas de que vengo ocupándome, se observan otras particularidades de mayor interés. En primer término, el cráneo de uno de los dos individuos jóvenes (a) y los huesos sueltos de ambos, como también los correspondientes aun tercer sujeto (e), conservan rastros más o menos visibles de pintura roja que, en algunos casos, cubre toda la superficie del hueso, y, en otros, sólo una o ambas extremidades. Luego, en algunos elementos del material esquelético de que me ocupo, se notan lesiones superficiales, hechas aparentemente con un instrumento cortante. Estas lesiones consisten las más de las veces, y especialmente en los huesos largos (1 húmero, 1 radio, 1 tibia y 1 peroné), en simples raspaduras más o menos superficiales, pero hay piezas que muestran cortes bastante profundos : así, el único cráneo conservado de los individuos jóvenes (a) ofrece dichos cortes a lo largo del borde superior de ambas apófisis zigomáti 'as, especialmente en la izquierda, y otros, más superficiales, sobre el parietal derecho y en la escama occipital; y el perteneciente al hombre ya senil (d) tiene, también, lesiones semejantes en las mismas regiones. Por otra parte, un fémur muestra en su línea áspera restos de adhe- rencias tendinosas; y una tibia conserva aun en la superficie articu- lar de la polea astragalina y en la carilla para la cara interna del astrágalo, restos del revestimiento cartilaginoso. Los individuos depositados en esta parte de la eruta no tuvieron, al parecer, un amplio ajuar funerario: Martín Doello-Jurado sólo retiró de la capa terrosa subyacente, a pocos centímetros de profun- didad, dos puntas de flecha aisladas. Una de ellas es sin pedúnculo, triangular, de bordes rectos y base cóncava ': mientras la otra es pedunculada, con aletas, y limbo triangular ?. La primera es de un ' FÉLIx F. Outes, La edad de la piedra en Patagonia, en Anales del Museo nacio- nal de Buenos Aires, XII, 379 y siguiente, figura 88; véase, asimismo, apéndice A (p. 509). La longitud de la pieza a que me refiero alcanza a 45 milímetros. el an- cho a 30 milímetros, siendo su espesor máximo 6 milímetros. * OUTES, Ibid., 387 y siguiente, figura 104; véase, asimismo, el apéndice A (pág. 509). Es imposible determinar la variedad del ejemplar mencionado en el texto, pues el pedénculo se halla roto; por lo demás, se trata de una pieza bel)í- sima que tiene 42 milímetros de longitud actual, 20 milímetros de anchura y 3 milímetros de espesor. 370 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES tipo que parece caracterizar los yacimientos septentrionales de Pata- gonia; y la otra representa una forma abundantísima en diversas localidades de nuestro lejano sur !. Lo restante de la excavación, es decir, la parte menos profunda y de menor altura de la gruta (véanse las figuras 3 y 4), estaba ocupado por los restos de un sexto individuo, del sexo masculino, como los otros, de 30a35 años de edad; y cuya forma de sepultura, ajuar fune- rario, etc., son, sin duda, interesantes en sumo grado. Dichos restos se hallaban cubiertos por una delgada capa de tierra sobrepuesta a otra, de 010 de espesor, constituída únicamente por matas de gramináceas aglomeradas. Aparecían distribuídos en una forma groseramente semejante a la natural, en decúbito supino, en el sentido de la anchura de la gruta, y con las extremidades inferiores dirigidas hacia el lugar donde la profundidad y altura de la excava- ción se reducen notablemente. No obstante, una buena parte de los elementos esqueléticos faltaba; y otros se hallaban destrozados o eran de una friabilidad extrema: por ello, Martín Doello-Jurado sólo ha podido reunir la mandíbula del sujeto, la escápula izquierda, ambos húmeros, los dos cúbitos, el radio derecho, la tibia izquierda y 14 vér- tebras (4 cervicales, 7 dorsales y 3 lumbares). Los elementos vertebrales a que acabo de referirme estaban dis- puestos de manera singular: formaban tres grupos, en cada uno de los cuales, las vértebras se hallaban reunidas en un fragmento recti- líneo de rama de Berberíis sp., pasado a través de los respectivos agu- jeros vertebrales. El primer grupo, cuyo madero tiene 155 milímetros de longitud, comprende, en su orden de colocación, el axis, la 4? y 3* cervicales, y el atlas; el segundo grupo está formado por la 2?, 3? y 1* lumbares, y por la 12*, 11? y 10* dorsales, ensartadas en un frag- mento de rama de 222 milímetros de longitud; y en el tercer grupo se hallan reunidas en un madero de 237 milímetros de longitud la 6?, 7%, 3? y 5* dorsales. Todos los huesos de este sujeto se diferencian netamente de los pertenecientes a los otros individuos por su coloración amarillo ocrá- ceo y por no presentar el menor rastro de pintura roja. Examinadas con detención las diferentes piezas esqueléticas reu- nidas, se notan en aleunas de ellas, numerosas lesiones intencionales. En las apófisis coronoides derecha e izquierda de la mandíbula, en el borde posterior de la una y en el anterior de la otra, existen cortes profundos; notándose también raspaduras marcadas en el borde pa- * OUTES, 1bid., cuadro XXIII (pág. 381) y cuadro XXV (pág. 389). OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 371 rotídeo de la rama ascendente en las proximidades de los cóndilos, especialmente del izquierdo. En la cara anterior de la escápula con- servada, obsérvanse asimismo, cortes netos pero no muy profundos, en el borde superior y en la apófisis coracoides, lo mismo que raspa- duras, especialmente en las proximidades y en las mismas crestas de inserción del subescapular. En la cara posterior del mismo hueso se notan igualmente diferentes lesiones del mismo carácter : cortes bien visibles entre el acromión y la cavidad glenoide, más notables en la base de aquél y hacia el lado de la fosa supraespinosa y raspaduras superficiales en esta última. En los huesos largos sólo el radio con- servado y el cúbito derecho muestran en la porción diafisiaria ligeras taspaduras muy superficiales, difíciles de identificar. En cambio, en el arco anterior del atlas se ven cortes bien definidos, aunque poco profundos; y también otros en el posterior, pero más superficiales. Haré notar que algunos de los huesos conservados — el húmero y la tibia — se hallan afectados por un proceso patológico, de cuyo carácter se ocupa en otra parte de esta memoria, mi distinguido co- laborador el doctor don Ángel H. Roffo. El ajuar funerario del sujeto que me ocupa, estaba constituído por tres hermosas armas ofensivas arrojadizas, flechas o Jabalinas, que aun po- seen sus astiles respectivos o parte de los mismos, conservados en for- ma sorprendente (lámina VID. Una de ellas se hallaba por debajo de la primera serie de vértebras y las otras dos a un lado de las restantes. Los astiles de las armas a que acabo de referirme han sido confec- cionados con la caña conocida vulgarmente bajo el nombre de «ta- cuarilla de Chile » (Chusquea colen Dsv.), la que se halla en estado de semiturbificación, pues la acción del tiempo y de la humedad la han desmineralizado casi por completo * y que ofrece exteriormente una coloración pardo obscuro, que llega hasta ser bermeja en el interior. Uno de aquellos es de sección cilíndrica, otro se halla comprimido fuertemente, y el tercero ofrece una sección cilíndrica superior y otra elíptica en el extremo opuesto, por lo que pienso se trata de deforma- ciones póstumas, desde que también una de estas piezas ha adqui- rido cierta curbatura en el sentido longitudinal. La longitud de los astiles o fragmentos de tales, alcanza, respecti 'amente, a 87, 118 y 175 milímetros; mientras el diámetro en el ejemplar cilíndrico, oscila entre 15-13 milímetros; en el elíptico tomado en su eje mayor o me- * El doctor Carlos Spegazzini, con su habitual bondad, ha tenido a bien deter- minar los elementos vegetales a que aludo en el texto; cumplo el deber, pues, de agradecerle su sabia intervención. 312 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nor respectivamente, entre 15-11 ó 9-7 milímetros, no alejándose mu- cho de estas cifras el tercer ejemplar. En la extremidad superior pre- sentan una escotadura angular de 14 a 9 milímetros de profundidad que aparece revestida interiormente de cierto mástique pardo claro muy resistente, que se vuelca al exterior por las aberturas laterales de la escotadura y que sirvió para retener la punta de flecha respec- tiva. Este mástique quizá esté formado por resina de Schinus (Du- vana) dependens Ortega var. patagonica Ph., que los Patagones han empleado muy a menudo para usos parecidos ?. En cuanto a la extre- midad inferior, todos los astiles la tienen sensiblemente puntiaguda, detalle producido al parecer, intencionalmente. Las flechas, de las cuales un par es de sílice y la tercera de calce- donia, representan dos variedades sin pedúnculo de un tipo común en los yacimientos septentrionales de Patagonia; una de ellas de base y bordes cóncavos * y las otras dos de base cóncava y bordes conve- xos *, aunque la primera conviene hacerlo notar, representa una for- ma rara *, Su téenica de fabricación es avanzadísima : todos los-ejem- plares han sido tallados prolijamente por presión en ambas caras y a lo largo de los bordes, y en uno de ellos el plano que pasa por la periferia, en lugar de ser horizontal es helicoidal, detalle morfológico que podría haber sido producido intencionalmente para facilitar, si se quiere, la penetración. Al pie del cerrito de las Calaveras, Martín Doello-Jurado recogió un raspador caído, quizá, de la gruta sepuleral de que vengo ocupán- dome, y perteneciente, si de allí procediera, y por razones obvias, al ajuar del grupo de individuos removidos. El instrumento aludido corresponde al tipo en forma de herradura, el más difundido en las eobernaciones australes, y ofrece bien definidos todos sus caracteres específicos; la cara interna intacta, la externa tallada a grandes gol- y pes y la periferia retocada en toda su extensión ' OUTES, 1bid., 339. 2 OUTES, Lbid., 380, figura 90; véase, igualmente, el apéndice A (pág. 509). Longitud 71 milímetros, ancho 32 milímetros, y espesor 7 milímetros. 2 OUTES, Lbid., 381, figura 92; véase, asimismo, el apéndice A (pág. 509). Lon- vitud, respectivamente, 44 y 60 milímetros, ancho 30 y 34 milímetros, y espesor T y 6 milímetros. ' OUTES, Ibid., 380. ? OUTES Lbid., 325 y siguiente, figuras 33, 34, 35 y 36; véase, asimismo, el OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 313 Puede asegurarse, sin asomo de duda, que la sepultura del sujeto aislado hallábase intacta; no así las correspondientes a los cinco in- dividuos de que primeramente me he ocupado. ¿Fué violada esta parte del depósito funerario por algún curioso? Martín Doello-Jura- do piensa que la caída de las diferentes piezas esqueléticas hasta el camino carretero se ha operado, debido, tan sólo, al desmoramiento de bloques del banco de calcáreo y de la marga subyacente, al ser atacados de continuo por la erosión. Esta sospecha parece confirmarla el hecho de hallarse aun al pie del cerrito aleunos trozos de los ma- teriales referidos; y, en tal caso, la gruta utilizada para enterratorio habría ocupado mayor superficie horizontal y los esqueletos «blancos» — los singularizaré así — habrían estado dispuestos a su vez, en forma que sería aventurado suponer, pero que exigiría un espacio por lo menos tres veces mayor que el actual. TI Á mero título ilustrativo — desde que no comprende esta memo- ria, dados los propósitos que la determinan, un examen detallado os- teoscópico y osteométrico — voy a resumir a continuación algunos de los caracteres morfológicos más salientes de los restos óseos reu- nidos en el cerrito de las Calaveras !. cuadro VIII (pág. 336). La pieza a que aludo en el texto tiene 33 milímetros de longitud *, 31 milímetros de anchura y 6 milímetros de espesor. 1 El mal estado de los cráneos, que una cuidadosa restauración no ha podido subsanar por completo, me ha impedido obtener determinadas mediciones, y, por ende, calcular algunos de los índices más sugerentes. Conviene se sepa, además, que, como en otros estudios, he observado las instrucciones formuladas por la comisión internacional reunida en Mónaco en 1906; y he adoptado la clasifica- ción y nomenclatura de Pablo Topinard para el índice cefálico (confr. La nomen- clature quinaire de l'indice céphalique, en Revue d' Anthropologie, XIV (tercera serie, VIIT), 221. Paris, 1885); las de S. Weissenberg para expresar el índice facial superior, obtenido mediante la fórmula de Kollmann (confr. Ueber die verschiede- nen Gesichtsmaasse und Gesichtsindices, i¡hre Eintheilung und Brauchbarkeit, en Zeit- schrift fúr Ethnologie, XXIX, 54. Berlin, 1897); la agrupación de Pablo Broca para los índices longitudinovertical y transversovertical (confr. Instructions cramiologiques et craniométriques, en Mémoires de la Société d' Anthropologie de Paris " Véase : OUTES, Ibid., 325, nota 1. 374 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Los cuatro cráneos «blancos » se caracterizan por su relativa pe- quenez y gracilidad, por sus impresiones musculares poco acentuadas, y por su osatura que sin llegar a ser débil, resulta, con todo, poco po- derosa. La media de sus índices cefálicos (51.94) denota subbraquicefalía determinada, la más de las veces, por el regular desarrollo del diá- metro transverso (media : 144 milímetros), más que por una diminu- ción del ánteroposterior que alcanza a la media apreciable de 176 milímetros. Todos poseen indíces longitudinoverticales francamente hipsicéfalos (media : 79,51), no obstante ser ortocéfalos los transver- soverticales (media : 97,07), debido al buen desarrollo del cráneo en anchura. La cara es muy ancha en su porción media, como lo evidencia el diámetro bizigomático de los dos sujetos observados (142, 135 milí- metros, respectivamente); detalle morfológico en cierto modo exage- rado por la marcada estrechez de la frente (media : 91 milímetros), la que, sin embargo, al elevarse vertical y armónicamente contribuye a que esa parte del cráneo facial no adquiera un aspecto piramidal. El eurignatismo referido se acentúa aun más, y no se compensa en lo más mínimo, a causa del escaso desarrollo en altura de la cara : la distancia nasioalveolar sólo alcanza a la media de 64,6 milímetros, y por ello, el índice facial superior es francamente cameprosopo (me- dia : 47,96). Por otra parte, la glabela y las arcadas superciliares se presentan muy poco desarrolladas, excepción hecha de uno de los cráneos (e) que las tiene acentuadas; la fosa canina es poco profunda y mal definida, y el maxilar superior adquiere una buena anchura (media : 65,3 milimetros). Las órbitas tienen una forma marcadamen- te rectangular y el índice respectivo es mesosemo (83,92). La aber- tura piriforme en dos de los individuos (b y e) no se halla limitada por un borde inferior neto, sino ofrece, por el contrario, verdaderas gouttiéres; y el índice nasal si bien es platirrinio en su media (54,76), (segunda serie), II, 179. Paris, 1875), pero, aplicando la nomenclatura usada por René Collignon para designar dichos índices en el yivo (confr. Anthropologie du Sud-ouest de la France, en Mémoires de la Société d* Anthropologie de Paris (tercera serie), I, 35 y, especialmente, 94 y siguiente. Paris, 1894-1895) *, modificada por mí en la de su grupo medio, al que llamo ortocéfalo en lugar de mesocéfalo; y, por último, las clasificaciones y nomenclaturas ideadas por Broca de los ín- dices orbitario y nasal (Ibid., 179). " Téngase en cuenta que la foliación corresponde al 4% fascículo de las Mémoires. OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS Qu -] QU ofrece variaciones individuales profundas (a, 50,0; b, 59,52). En fin, en dos de los sujetos (b y ec) existe un prognatismo marcado, locali- zado en la región subnasal y que alcanza en estos casos a la media de 68” (Rivet). Al examinar los cráneos en su norma lateralis, se observa que la frente se eleva casi verticalmente, determinando una curva regular que se interrumpe sólo en las proximidades de obelio para dar lugar a un aplastamiento marcado que se extiende hasta lambda y que existe haya o no deformación. El trayecto occipital comprende, en cambio, dos poreiones ; la una supraliniaca, fuertemente dilatada, y la otra subiniaca, oblicua y deprimida que termina en el borde del foramen magno. La glabela, como lo he dicho, es poco notable; la raíz nasal, poco profunda; los malares y las apófisis mastoides sola- mente bien desarrollados; no existe en caso alguno un verdadero torus occipitalis, y la protuberancia occipital externa es poco visible o Casi nula. La norma occipitalis afecta una forma perfectamente pentagonal, con ángulos redondeados y lados laterales que caen casi vertical- mente sobre las apófisis mastoides. En dos de los sujetos se nota una ligera erista sagittalis, que aparece acentuada y bien definida en en un tercero (c). La norma verticalis es pentagonoide; y al considerarla se notan, en primer término, la proyección notable de la región suprainiaca a que he aludido; y luego un aplastamiento parietooccipital derecho que sólo presentan tres de los cráneos, dos de ellos de modo poco sensible (b y e) y algo más acentuado un tercero (a). Respecto a la norma basilaris, haré notar, simplemente, que no ofrece particularidad alguna que tenga verdadero interés en un breve examen de orientación como el que me he propuesto verificar. Las otras piezas esqueléticas pertenecientes a estos mismos sujetos son tan limitadas en su número y ofrecen aun caracteres anatómicos tan juveniles que sería aventurado realizar observaciones sobre ellas : sólo diré que, como los cráneos, son gráciles y con impresiones mus- culares poco acentuadas en general. Fundándome en los caracteres craniométricos resumidos o en tal cual de los datos proporcionados por el examen ceranioscópico, pienso que los cuatro cráneos «blancos » hipsi-subbraquicéfalos y camepro- sopos reunidos en el cerrito de las Calaveras son de Araucanos, quizá mestizados con elementos Patagones: así lo harían suponer, entre otros detalles, el aspecto pentagonoide de la norma verticalis o el conjunto pentagonal de la norma occipitalis, que no coinciden con 376 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES la forma francamente globular, tan característica, del cráneo arau- cano. Un ligero examen de las pocas piezas esqueléticas encontradas ais- ladas e in situ me autoriza a asegurar, sin asomo de duda, que corres- ponden a un individuo perteneciente a un grupo étnico distinto del anterior; de osatura poderosísima y fuertes impresiones musculares. El mismo sujeto a que aludo debió alcanzar un desarrollo gigantesco y, en cierto modo, excepcional; un simple dato numérico demostrará que no exagero al afirmarlo: el ancho bicondileo de la mandíbula traída por Martín Doello-Jurado alcanza a 143 milímetros, y el bigo- niaco a 119 milímetros! Recordaré que las variaciones individuales del primero oscilan, en grupos étnicos diversos, entre 103 y 135 milí- metros, y las del segundo entre 85 y 117 milímetros '. Considero, pues, al individuo que conservaba junto a sí el interesante ajuar fune- rario deseripto en párrafos anteriores, como un representante de las agrupaciones, netamente patagónicas, que vivieron en los territorios situados al sur del río Negro. ¡00! Las curiosas lesiones intencionales — cortes y raspaduras — que presentan algunos de los elementos esqueléticos reunidos en la gruta sepuleral del cerrito de las Calaveras, son semejantes a las que mues- tran otras piezas osteológicas procedentes de los enterratorios indí- genas situados a lo largo del valle del río Negro medio e inferior o en 1 RuboLr MARTIN, Lehrbuch der Anthropologie, STO. Jena, 1914; véanse, asi- mismo, los cuadros estadísticos contenidos en las páginas 791, 794 y 869 de la misma obra; y consúltese, igualmente : PauL ToPINARD, Lléments d* Anthropologie générale, 961. Paris, 1885. Las prolijas observaciones de Carlos A. Marelli reali- zadas sobre 58 mandíbulas obtenidas en los enterratorios indígenas de las gober- naciones del Río Negro y del Chubut, evidencian que las anchuras bicondíleas comprendidas entre 141 y 138 milímetros son poce frecuentes, pues sólo se hallan representadas por seis casos (138 mm., 1; 1539 mm., 3; 140 mm., 1; y 141 mm., 1); y, en cambio, la gran mayoría de las variaciones individuales oscilan dentro de los términos extremos 122 y 134 milímetros, tratándose, en todos los casos, de individuos del sexo masculino (confr. Contribución a la craneología de las primiti- vas poblaciones de la Patagonia, en Anales del Museo nacional de Historia Natural, XXVI, cuadros [1] y [3]. Buenos Aires, 1915). OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS O) la región central y oriental de la gobernación de aquel mismo nombre. Rodolfo Virchow es el primer especialista que, ocasionalmente, el año de 1574, las menciona y describe; y el primero también en inter- pretarlas: In ihrem Umfange — dice, refiriéndose a la cavidad gle- noide de uno de los cráneos que estudia — finden sich zahlreiche Spu- ren schneidender, scheinbar alter Eimoirkungen, und zwar rechts am vordern Rande der Grube selbst, links auch am unteren Rande des Joch- bogens, am oberen Rande des Jochbeins selbst, namentlich oben der ¿us- seren Fláúche des Proc. ¿ygomaticus oss. tempor. Es sieht eben aus — agrega — als wdúre der Unterkiefer kimstlich ausgelóst worden* ; sin afirmar con ello que la intervención a que alude fuere hecha durante la vida del individuo o, simplemente, post mortem. Treinta años más tarde, en 1900, Roberto Lehmann-Nitsche vol- vió sobre la cuestión, esta vez especialmente; y, después de referirse a algunos casos nuevos, llegó a una conclusión diametralmente opues- ta a la de Virchow: Was die Ursache dieser eigenthiimlichen Verlet- 2ungen unserer altpatagonischen Sehidel anbetrifft — decía — so neige ich mich jetzt dazu, in ihnen die Spuren der Zúhne irgend eimes Nagers zu erblicken und nicht etwa einen Eingriff von Seiten des Menschen ?. La memoria de Lehmann-Nitsche, leída ante la Sociedad Antropoló- gica de Berlín, produjo una breve discusión, en la cual tomaron parte Félix von Luschan, quien no aceptó las conclusiones del antropólogo de La Plata *; y Carlos von den Steinen, el que, a su vez, si bien encontró viable la hipótesis de que las lesiones pudieron haber sido producidas por los incisivos de un roedor, hizo notar que la interven- ción humana podía ser también posible, desde que los indígenas sue- len fabricar instrumentos cortantes con elementos de la dentadura de aquellos animales /. Pero, la memoria de Lehmann-Nitsche se halla complementada por un prolijo examen cranioscópico y craniométrico debido a Curt Strauch; y es justamente en este estudio, en el cual su autor analiza el carácter de las lesiones, su ubicación, e hipótesis emitidas para * [R.] VircHow, Altpatagonische, altehilenische und moderne Pampas Sehidel, en Verhandlungen der Berliner Gesellschaft fúr Anthropologie, Ethnologie und Urge- schichte, 1874, 55. Berlin, 1874. * [R.] LeAnMANN-NITSCHE, Altpatagonische Sehidel mit eigenthiimlichen Verletzun- yen, wahrscheinlich Nage-Spuren, en Verhandlungen der Berliner Gesellschaft fir An- 1thropologie, Ethnologie und Urgeschichte, 1900, 549. Berlin, 1900. 2 F. y. LUSCHAN, ex LEHMANN-NITSCHE, Ibid., 549. * K. VON DEN STEINEN, ex LEHMANN-NITSCHE, Lbid., 519 y siguiente. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (DICIEMBRE 4, 1915) 25 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES [Yo] «] [0,0] explicarlas, donde se formula una conclusión que parece ser la más acertada, pues la corroboran ciertos antecedentes históricos que habían pasado desapercibidos hasta aquel entonces: Es handelt sich — dice Strauch — um hinstliche, nach dem Tode des Menschen vorge- nommene Manipulationen, welche die Auslósung des Unterkiefers, die Herausnahme der Augen, vieleicht auch die des Gehirns, zum Zwecke hatten. Kurz, es handelt sich — termina — um Skeletirungen *. En efecto, en la conocida obra del padre Tomás Falkner se registra una información interesante por sí misma, y que cobra mayor importan- cia si se recuerda que fué recogida por un profundo conocedor de las agrupaciones indígenas de los llanos y las regiones meridionales de Sud América: When an Indian dies — dice Falkner — one of the most distinguished 1comen among them is immediately chosen, to make a skeleton of his body; which is done, by cutting out the entrails, which they burn to ashes, dissecting the flesh from the bones as clean as possi- ble, and then burying them under ground, till the remaining Jlesh +s entirely rotted off, or till they are removed (which must be within a year after the interment, but is sometimes within tio months) to the proper burial-place of their ancestors *. Sin poseer el texto de Falkner que acabo de transcribir, el simple examen de las mismas lesiones sería suficiente para excluír toda sos- pecha de que puedan haber sido producidas por los incisivos de un roedor, siendo como son tan característicos los rastros dejados por esos mamíferos; mientras la rara persistencia con que aparecen los cortes y pérdidas de substancia ósea en las proximidades de la cavi- dad glenoide, en las raíces longitudinal y transversa de la apófisis zigomática; en la apófisis coronoide, en el cóndilo y en la escotadura sigmoide de la mandíbula, y otras veces, aunque con menos frecuen- cia, en los bordes del agujero occipital o en el borde superior de la órbita, demuestra que se han producido ya sea al tratar de desarti- cular la mandíbula, para lo cual se ha llegado en ciertos casos hasta eliminar parte de la apófisis zigomática, o ya al querer extraer la masa encefálica o los ojos *. Es lógico suponer, pues, que las lesiones de que me ocupo han sido producidas, como lo cree Strauch, en el 1. (. STRAUCH, ex LeEHMANN-NITSCHE, Ibid., 550 y siguientes, especialmente 555, 557, 558, 560-562 y 565 y siguiente. * Tuomas FALKNER, A description of Patagonia and the adjoinings parts of South America, 118. Hereford, 1774. 2 LEHMANN-NITSCHE, Jbid., 548 y siguiente. Meist sind sie um die Gelenkgru- ben fiir den Unterkiefer, an den Jochbogen, in den Orbitalrándern zu finden; in OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 319 curso de la esqueletización del cadáver a que alude Falkner, trabajo que debió realizarse con la ayuda de cuchillos de piedra: el mismo Lehmann-Nitsche lo ha reconocido así en el curso de publicaciones posteriores ?. Por último, conviene hacer notar que la esqueletización fué prac- ticada, por lo menos hasta fines del siglo xVI11, por los Araucanos; lo mismo que por los Taluhets y Dihuihets, o sea por las agrupacio- nes de Puelches septentrionales y del centro. En cambio, los Patago- nes y los Puelches del sudeste hacían secar y blanquear a la intem- perie los huesos del fallecido, colocándolos para ello upon canes or tivigs rcoven together *. La práctica de esqueletizar el cadáver se complementaba en todas las agrupaciones indígenas aludidas, según también lo afirma Falk- ner, con la realización de un segundo enterratorio. Los Araucanos, Taluhets y Dihuibets, una vez que la mujer encar- gada de la operación había separado las partes blandas del cuerpo bemerkenswerther Weise zeigt sie bei dem Schiúdel Nr. 87 auch die Begrenzung des defecten grossen Hinterhauptsloches. Die Unterkiefer tragen diese lleinen Substanmz- Verluste meist am Gelenk-Forsatz und in der Incisura semilunaris (STRAUCH, ex LEHMANN-NITSCHE, Lbid., 565). Yo mismo he tenido oportunidad de constatar la persistencia en la ubicación de las lesiones al examinar los cráneos del Río Negro depositados en el Museo de La Plata, y las ricas series de la misma pro- cedencia ingresadas no ha mucho tiempo a los museos de Historia Natural de Buenos Aires y Etnográfico de la Facultad de filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires. 1 R. LEAmMANN-NITSCHE, Weitere Angaben úber die altpatagonischen Sehidel ams dem Museum zu La Plata, en Verhandlungen der Berliner Gesellschaft fir Anthro- pologie, Ethnologie und Urgeschichte, 1902, 345 y siguientes. Berlin, 1902. ? FALKNER, 1bid., 118. Los datos de etnogeografía contenidos en la obra de Falkner son de indudable valor, como lo reconocen todos sus glosadores, quie- nes, sin embargo, no han procurado cohonestar en sus rapsodias, esas informa- ciones inapreciables con la verdadera geografía de las regiones ocupadas por los indígenas, que el jesuíta inglés sólo sospechaba, dada la época en que escribía. Próximamente he de insistir sobre estas cuestiones que, una vez por todas, es menester tratar seriamente; mientras tanto, y grosso modo, los informes de Falk- ner permiten determinar en la forma siguiente el habitat de las subtribus Puel- ches en la segunda mitad del siglo xvrHr: los Talubets merodeaban en los llanos situados al este de los ríos Desaguadero y Salado, que comprenden las regiones meridionales de San Luis y Córdoba y quizá alcanzaban por el noroeste hasta las lagunas de Guanacache; los Dihuihets vivían al norte del río Colorado, llegaban hasta las estribaciones orientales del macizo de la Ventana y no pasaban más al 380 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES del fallecido, enterraban los restos óseos en el lugar donde se encon- traba en aquel momento la tribu con el sólo objeto de despojarlos de las adherencias musculares o tendinosas, del revestimiento periós- tico, ete.; luego, transcurrido un espacio de tiempo que oscilaba entre dos meses y un año, eran trasladados a la sepultura definitiva, donde los huesos se depositaban juntos, and secured by tying — dice Falk- ner — each in their proper place *. Los Patagones, después de blanqueados y secados los huesos, en sur del Sauce Chico; y, por último, los Chechehets ocupaban la región sudeste de la provincia de Buenos Aires, desde el Sauce Chico al río Negro, aunque es posi- hle no se extendieran más allá del meridiano 65* O. de Greenwich. Hacia el oeste, las agrupaciones Araucanas ocupaban permanentemente una faja longitudinal próxima a los contrafuertes andinos. Las pruebas materiales que demuestran la práctica de la esqueletización abun- dan para la región meridional; de allí proceden, como lo he dicho en el texto, las piezas utilizadas por Virchow, Lehmann-Nitsche y Strauch, y «lí han sido reunidas decenas de otras muchas que he tenido ocasión de ver y que aun no han sido publicadas. De la región septentrional, faltan, en cambio, documentos al respecto; las investigaciones llevadas a cabo han sido allí limitadísimas, y el único caso típico por mí conocido sería el representado por los restos del preten- dido « hombre fósil» de Guerrero, hallado, como se sabe, en las proximidades de la estación Banderaló (partido de General Villegas), casi en el límite de la provincia de Buenos Aires con la de Córdoba, en plena Zona Taluhet : los frag- mentos de cráneos y la mandíbula encontrados allí muestran las invariables lesio- nes de que vengo ocupándome [confr. J. B. AMBROSETTI, Nuevos restos del hom- bre fósil argentino (presentación de dos cráneos del hombre de Guerrero, provincia de Buenos Aires), en International Congress of Americanists, Proceedings of the XVIII session, London, 1912, 1, 5 y siguientes, figura 1 y figura A de la lámina. Lon- don, 1913]. El hallazgo de Banderaló reviste, además, singular importancia, pues, junto a los huesos humanos lesionados, fueron reunidos multitud de frag- mentos de huesos de diversos mamíferos que ofrecen los mismos rastros con una variedad suma de aspectos, pero, sin que ninguno de ellos pueda atribuírse a la intervención de roedores. ¿Se trata, acaso, de un festín funerario comprendido dentro de las ceremonias que describe Falkner ? Debo confesar, por último, que reproduzco con reservas la afirmación de Falk- ner a propósito de la observancia de la esqueletización entre los Patagones en general: nunca, al revisar el material osteológico procedente de los enterratorios situados en la gobernación del Chubut y. en la de Santa Cruz, he hallado rastro alguno de lesiones; y pienso, por ello, que los informes reunidos por el jesuíta inglés quizá deban referirse, a lo sumo, a los Patagones septentrionales. ' FALKNER, /bid., 118 y 119. Tomás Guevara resume en una de sus obras, in- teresantes pormenores referentes a las prácticas funerarias observadas aun entre los Araucanos chilenos, y que comprenden entre otras ceremonias, la extracción de ciertas vísceras, la doble sepultura, ete. (confr. Tomás GUEVARA, Psicologia del pueblo Araucano, 262 y siguientes. Santiago de Chile, 1908). OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 381 la forma ya expresada, los transportaban a lugares situados a gran distancia de sus habitaciones permanentes, into the desert by the sea coast, y allí los depositaban !. Estaría fuera de lugar describir en esta memoria la forma cómo se verificaba dicho traslado, o el tipo de sepultura predominante; deseo únicamente, al terminar este parágrafo, llamar la atención sobre la gran importancia que reviste el hallazgo del cerrito de las Calaveras como elemento de prueba corroborante — y de carácter definitivo — en estas cuestiones de vieja ergología que siempre han menester de una demostración que podría llamarse experimental: en efecto, la disposición de los huesos del individuo aislado, groseramente seme- jante a la natural, como ya lo dije, y, sobre todo, la curiosísima agru- pación de los elementos vertebrales ensartados en fragmentos de rama, evidencia explícitamente el segundo enterratorio. EV La conservación admirable del ajuar funerario perteneciente a uno de los individuos depositados en la gruta del cerrito de las Calaveras y el excelente buen estado de los demás materiales orgánicos que integraban dicha sepultura, constituyen un hecho excepcional cuya importancia relativa es semejante a la que revisten los hallazgos de la caverna Eberbardt, y de las grutas de Markatsh-Aiken (goberna- ción de Santa Cruz) y punta Gualicho (lago Argentino). Los primeros hallazgos a que me he referido son suficientemente conocidos para que vuelva sobre ellos; en la pequeña gruta de Markatsh-Aiken se encontró un cadáver momificado cubierto con tierra, y en una capa de ceniza subyacente algunos objetos de piedra y hueso, junto con los restos mal conservados de un arco *; y de la gruta próxima a punta Gualicho, es sabido que el ilustre argentino doctor don Francisco P. Moreno retiró una hermosa momia adornada con una pluma de cón- ' FALKNER, Ibid., 118 y 120. " R. LEAHMANN-NITSCHE, Hallazgos antropológicos de la caverna Markatsh Aiken, en Revista del Museo de La Plata, XI, 174. La Plata, 1904. Es simplemente absur- do llamar caverna a una excavación de 2950 a 3 metros de ancho por 2%50 de profundidad, y de una altura que se dice ser «muy baja ». La pequeña gruta alu- dida se halla situada en la gobernación de Santa Cruz, sobre el río Chico y a 30 kilómetros de Puerto Gallegos. 382 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dor *. Poseo, por último, una información verbal del geólogo y pa- leontólogo don Carlos Ameghino, referente al hallazgo de un arco in- dígena, conservado en el barro de un manantial, cuya ubicación no me es dado precisar en este momento ?. El descubrimiento realizado por Martín Doello-Jurado, plantea, pues, algunas otras cuestiones que conviene resolver de inmediato, utilizando para ello el copioso fondo histórico-documental a nuestro alcance. ¿Qué armas ofensivas arrojadizas usaron los indígenas australes en el espacio de tiempo comprendido entre los siglos XVI y XIX? ¿ Fneron algunas de ellas abandonadas o substituídas en dicho espa- cio de tiempo? ¿Cuál fué y cuándo actuó el factor determinante del cambio operado? Basándose en tales antecedentes ¿ cuál es la anti- giiedad mínima de la sepultura del cerrito de las Calaveras ? Antonio Pigafetta, el historiador del viaje del inmortal Magalla- nes y su compañero en la estupenda aventura, describe en la forma siguiente las armas que llevaban los indígenas con los cuales mantu- vieron tratos los expedicionarios el año de 1520, en el puerto de San Julián: teneva in mano — dice, refiriéndose al primer indígena que vieron — un arco corto e grosso la cui corda alquanto piú grossa che quella d'un liuto era fatta colle budella delPanimale stesso *: avea pur — agrega — un mazzo di freecie di canna non molto lunghe, impennate da un capo come le nostre, che aveano in vece di ferro la punta di una pietra focaía bianca enera, al modo delle frecce turchesche*. Estas eran las únicas armas ofensivas arrojadizas que poseían los indígenas en el momento histórico de su primer contacto con los descubridores; armas con las cuales se defendían, cazaban, y hasta se valían de ellas para tratar de evidenciar sus cualidades de taumaturgos, según lo asegura el mismo Pigafetta y lo confirman Francisco Albo en su Diario, o el mismo Maximiliano Transilvano, quien lo afirma en la 1 Francisco P. MorExO0, Viaje a la Patagonia austral, 1, 353 y siguientes. Bue- nos Aires, 1879. * El mal estado de salud del señor don Carlos Ameghino, me impide precisar más ampliamente las circunstancias que rodearon el hallazgo a que me refiero en el texto. ' Pigafetta se refiere a Lama huanachus (Mol.) Mtsch. * ANTONIO PIGAFETTA, Primo viaggio intorno al globo terracqueo ossia ragguaglio della navigazione alle Indie orientali per la via d*occidente, 26. Milan, 1800. OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 383 crónica de la expedición, redactada, como es sabido, con los informes suministrados por los sobrevivientes de la nao Victoria, y en la cual precisa el dato de que las flechas alcanzaban a tener «cobdo y me- dio » de largura !. Las observaciones reunidas en 1526 por algunos de los miembros de la expedición de García Jofre de Loaisa, coinciden con las de Pi- gafetta y Albo: el clérigo Juan de Areizaga sólo vió entre los indí- genas con los cuales pudo vivir en el curso del viaje que realizara por tierra desde el cabo Vírgenes hasta la bahía Posesión, arcos «cortos y recios y anchos, de madera muy fuerte» y «flechas como las que usan los turcos y con cada tres plumas, y los hierros dellas eran de pedernal, a guisa de harpones o rallones bien labrados » ?; las mismas y únicas armas que menciona Andrés de Urdaneta como usadas entre los indígenas *. Y estas armas, conviene hacerlo notar, no eran empleadas únicamente por las agrupaciones que merodeaban en las proximidades del litoral atlántico, pues Alonso Vehedor, par- ticipante de la atrevida expedición descubridora que en 1535 envió Simón de Alcazaba al interior del territorio, las vió en manos de los indígenas en lugares sumamente alejados de la costa /. No es menester glosar las breves referencias contenidas en la Rela- ción de Ladrillero (1558), las que, por otra parte, coinciden substan- cialmente con las anteriormente resumidas ?, pues la documentación 1 PIGAFETTA, Íbid., 28, 30 y 31; FRANCISCO ALBO, Diario o derrotero del viaje de Magallanes desde el cabo de San Agustín enel Brasil, hasta el regreso a España de la nao « Victoria », en MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Coleccion de los viajes y descubrimientos, que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, ete., IV, 214 y siguiente. Madrid, 1837; MAXIMILIANO TRANSILVANO, Relacion escrita por ... de cómo y por quién y en qué tiempo fueron descubiertas y halladas las islas Molucas, etc., en NAVARRETE, £bid., IV, 257 y siguiente, 259. ? GONZÁLO FERNÁNDEZ DE OvIEDO Y VALDÉs, Historia general y natural de las Indias islas y tierra-firme del mar Oceano, 11, 40, 42, 44. Madrid, 1852, * ANDRÉS DE URDANETA, Relacion escrita y presentada al emperador por ... de los sucesos de la armada del comendador Loaisa, desde 24 de julio de 1525 hasta el año de 1535, en NAVARRETE, £bid., V, 403 y siguiente. Madriá, 1837. * ALONSO VEHEDOR, Relacion de las cosas que sucedieron en la armada de Simon de Alcazaba, en Luis TORRES DE MENDOZA, Coleccion de documentos inéditos, rela- tivos al descubrimiento, conquista y organizacion de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, V, 104. Madrid, 1866. ? JUAN LADRILLERO, Relacion del viaje al estrecho de Magallanes, em RAMÓN GUERRERO VERGARA, Documentos para la historia náutica de Chile. Los descubrido- res del estrecho de Magallanes i sus primeros esploradores, publicado en Anuario hidrográfico de la marina de Chile, VI, 498. Santiago [de Chile], 1880. 384 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES referente al célebre viaje de Francis Drake proporciona informacio- nes más amplias y precisas. Como los primeros descubridores espa- noles, los navegantes ingleses, en 1578, únicamente vieron en manos de los indígenas a short bow, of about an ell in length, cuya cuerda — dice Francis Fletcher — is slack and never bent, wherewith they give a deadly blowe and send an arrow rith acorderfull force. En cuanto a las mismas flechas, estaban fabricadas con reeds, and headed with a Flint stone very cunningly cut and fastned *. Todas estas noticias, que adquieren gran valor, pues la flota de Drake permaneció largo tiempo en Deseado y San Julián, se hallan ampliamente corroboradas, no sólo en la difundida relación anónima del mismo viaje, sino también en los relatos particulares de Nuño da Silva y de Eduardo Clifte ”. En los documentos de las expediciones realizadas en los últimos años del siglo xv1, los datos aparecen más diluídos y resultan breves en exceso. Todos ellos confirman, sin embargo, los anteriores : Pedro Sarmiento de Gamboa en la relación de su primer viaje al Estrecho (1580) *; las declaraciones de Tomé Hernández, uno de los pocos sobre- vivientes de aquellas deseraciadas fundaciones como fueron Nombre de Jesús y Rey Don Felipe, realizadas en 15584 por el mismo Sar- miento de Gamboa en su segunda gran expedición a Magallanes *; la * The world encompassed by sir Francis Drake, being his next voyage to that to Nom- bre de Dios. Colleted with an umpublished manuscript of Francis Fletcher, en Works issued by The Hakluyt Society, XVI, 52, 55; y texto de Fletcher, en forma de notas, en la página 51. London, 1854. 2 The famous voyage of sir Francis Drake into the South sea, and therehence about the whole Globe of the Earth, began in the yeere of our Lord 1577, en The world, ete., 234; NUNO [sic] Da SILVA, The relation of a Voyage made by a Pilot, called ... for the Vice-roy of New Spain, ete., en The World, etc., 255; EDWARD CLIFEE, The voyage of M. John Winter into the South sea by the Streight of Magellan, in con- sort with M. Francis Drake, begun in the yeere 1577, en The world, etc., 277. 2 Viaje al estrecho de Magallanes por el capitan Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de 1579. y 1580. y noticia de la expedicion que despues hizo para poblarle, 264 y siguiente. Madrid, 1768. í PEDRO SARMIENTO DE GAMBOA, Sumaria relacion de ... gobernador y capiian general del estrecho de la Madre de Dios, antes nombrado de Magallanes, y de las po- blaciones en él hechas y que se han de hacer por V. M., en Torres DE MENDOZA, Ibid., V, 382, 389 y siguientes; Tomé HERNÁNDEZ, Declaracion que de órden del Virréi del Perú D" Francisco de Borja, Principe de Esquilache, hizo, ante Escribano, . de lo sucedido en las dos Poblaciones Fundadas en el Estrecho de Magallánes por Pedro Sarmiento de Gamboa, en Viaje al Estrecho, etc., X, XXV. La declaración de Hernández es bien explícita : « Preguntado, de qué andaban vestidos los Indios agigantados, que dice que vió, y que armas trahian ? Dixo: que andaban vestidos de pellejos de animales; y que trahian por armas unas flechas con sus arcos. » OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 385 crónica de la cireunnavegación de Tomás Cavendish (1586) *, y el relato del viaje de Oliverio Noort (1599) ?, expresan claramente que los indígenas que habitaban a lo largo del Estrecho, desde bahía Laredo hasta cabo Vírgenes, como los que merodeaban por los alre- dedores de Puerto Deseado, sólo conocían el arco y la flecha como armas ofensivas arrojadizas. Dichos documentos insisten, asimismo, sobre el tipo ya conocido del arco, como sobre la longitud de las fle- chas y el material empleado en su fabricación ?. Los navegantes mencionados hasta ahora no fueron, sin duda, los únicos que por aquellos tiempos surcaron los mares australes. Carder (1578), que vióse obligado a separarse de la armada de Drake; Chid- ley y Wheeler (1589); Oavendish en su segundo viaje (1592) *, y Haw- kins (15953) [?]; realizaron estadas más o menos prolongadas en Puerto Deseado y San Julián, durante las cuales no vieron a los indígenas o sólo han anotado referencias desprovistas de interés. 1! FRANCIS PRETTY, The third Circumnavigation of the Globe: or the admirable and prosperous voyage of master Thomas Candish of Trimley in the countie of Suffolke Esquire, into the South Sea, and from thence round about the circumference of the whole Earth, begun in the yeere of our Lord 1586. and finished 1588, en SAMUEL PukrcHas, Halkluytus Posthumus or Purchas His Pilgrimes, 11, 151. Glasgow, 1905. Purchas, conviene recordarlo, sólo publicó un resumen, bastante amplio, de la crónica de Pretty, cuyo texto original apareció íntegramente en la famosa reco- pilación de Hakluyt, cuya edición princeps o el volumen correspondiente de la reimpresión de Glasgow no he podido consultar en Buenos Aires nien La Plata. Tengo ala vista, sin embargo, la accesible reimpresión inclnída en la Everyman?s Library (confr. RICHARD HAKLUYT, The principal navigations, voyages, traffiiques $ discoveries of the english nation, VII, 211-212. London-New York, sin fecha), y, por ella, constato las sensibles diferencias existentes entre ambos textos. Aunque sean obvias las razones, diré que he preferido referirme a Purchas, pues he uti- lizado únicamente su gran repertorio en el curso de todas las investigaciones que comprende este parágrafo, desde que contiene no sólo los textos reunidos por Hakluyt sino otros muchos no publicados por este último. * OLIVIER NOORT, The voyage of ... round about the Globe, beeing the fourth cir- cum-navigation of the same, en PURCHAS, £bid., IL, 190. * Their Bowes short (NoorT, Ibid., 190); «de mas de cuatro palmos de largo, delgada como un virote de ballesta » (SARMIENTO DE GAMBOA, Sumaria relacion, etc., 390); the savages arrowes which are made of canes (PRETTY, ex PURCHAS, Ibid., 151); their arrowes are made of litle canes (PRETTY, ex HAkLUYTt, /bid., 212). * Un párrafo contenido en la relación del segundo viaje de Cavendish escrita por Knivet, podría inducir en una interpretación errónea si no se le sometiese a una crítica severa : the Desire — dice — one of ouwr Shippes that had beene all alone at Port Desire, lost nine men and a boy, and two or three of them that had beene taleen on the coast of Brasil, said that these Giants did throw stones of such bignesse at them out of strings, that they were faine to weigh anker, and to lye fur- 386 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Con todo, juzgo a los elementos de prueba resumidos lo suficien- temente amplios y bien distribuídos cronológicamente para estable- cer sobre ellos algunos hechos esenciales. Puede asegurarse, en primer término, que en el siglo xvi los Pa- tagones meridionales sólo empleaban el arco y la tlecha como arma ofensiva arrojadiza. El arco era de madera dura, corto, de 095 a 110 de longitud *, ancho y con su cuerda hecha de tendones de Lama huanachus; en cuanto a las flechas llevaban un astil de caña, su Jon- eitud oscilaba entre 0%65 y 0%85 y la punta era de piedra tallada. La observación de Areizaga respecto a la facilidad que demostraban poseer los indígenas en el lanzamiento de grandes piedras a rodea- brazo, no invalida la conclusión que acabo de formular, pues sólo se trata de una constatación ocasional de destreza, puesto que ningún documento posterior hace mención al uso permanente, ni aun siquiera local, de la piedra de mano como arma ofensiva arrojadiza -8 ther from the shoare. T saw another of these in Brasil, thatwas taken by Álonso Dias a Spaniard, that with foule weather was driven out of Saint Julian; this was but a young man, yet above thirteene spannes long (ANTONIE KNIVET, The admirable adven- tures and strange fortunes of Master... which went with master Thomas Candish in his second voyage to the South sea, 1591, en PurcHnas, 1bid., XVI, 265 y siguientes. Glasgow, 1906). Del párrafo transeripto harto ambiguo como se ve, podría infe- rirse que diez tripulantes del navío The Desire fueron perdidos en Puerto De- seado, y que los indígenas de aquella región atacaron a la nave con piedras lan- zadas con la ayuda de hondas (out of strings); información que sería de verdadera importancia si no fuera en cierto modo errónea. En efecto, los sucesos que deter- minaron la pérdida o quizá el abandono voluntario de algunos tripulantes descon- tensos, se desarrollaron efectivamente en Puerto Deseado (confr. The testimoniall of the companie of The Desire touching their losing of their Generall, which appea- reth to have beene utterly against their meanings, en HakLuYrt, 1bid., VIIL, 306 y 307); pero el ataque llevado a cabo con piedras por los indígenas se realizó en el estrecho de Magallanes, en un lugar situado al oeste de cabo Froward : The 22 — dice el testimonio — we ankered in Salvage coove, so named, because wee found many Salvages there... They are very strong, and threw stones at us of three or fowre pound awveigth on incredible distance. (The testimoniall, etc., 299.) Seguramente el encuentro tuvo lugar en Puerto Galante. ' Es de todo punto imposible determinar el tipo exacto de ell a que se refieren los documentos del viaje de Drake; recuérdese que el inglés era de 45 pulgadas, el escocés de 37 y el holandés o flamenco de 27. 2 OVIEDO, Lbid., 44, «son muy grandes braceros estos gigantes; y tirar una piedra a rodeabraco muy récia y cierta y lexos, de dos libras y más de pesso ». En los documentos cartográficos del siglo XvI, como ser la carta de Diego Ri- bero (1529) o el mapamundi de Gerardo Mercator publicado en Duisburg en 1569, se hace notar que los indígenas australes usaban arcos y flechas o se les repre- senta llevando únicamente esas armas ofensivas arrojadizas (conf. J. G. KoHL, OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 387 En segundo término, los indígenas vistos por los descubridores y conquistadores del siglo xv1 en el litoral atlántico patagónico y en la costa septentrional del Estrecho desde el cabo Vírgenes hasta ba- hía Laredo, recorrían a pie el territorio que habitaban y no conocían el caballo ni otro medio de movilidad. Albo, Transilvano, Areizag: y el redactor anónimo del texto de la historia del viaje de Drake, puntualizan las excepcionales cualidades de los indígenas para la carrera !; y la declaración de Tomé Hernández es de una amplitud tal que no sólo posee un valor eorroborante, sino disipa las pocas dudas que pudieran subsistir al respecto : « Preguntado si los Indios anda- ban a caballo y si los hai en aquella tierra? Dixo : que siempre que los vió, andaban a pie, y que no vido caballos ningunos ”. » Al período sin duda bien documentado que clausura la expedición de Hawkins, sucede otro que se caracteriza por la falta casi absoluta de informaciones utilizable; es una larga pausa que se prolonga casi por espacio de siglo y medio. Los grandes navegantes o los bucaneros que en el curso del si- glo XxvIt cruzaron los mares australes, llegaron allí directamente por el Atlántico o el Pacífico, y si se detuvieron en los puertos del litoral patagónico no vieron a los indígenas o sus noticias carecen de inte- rés y no ilustran en lo más mínimo los asuntos de que me ocupo; tal sucede con las expediciones de Spilbergen y Schouten (1615), L'Her- mitte (1624), Brower (1643), Sharp (1681), Cowley (1684), Dam- pierre (1684), Watfer (1657), De Gennes (1696) y Beauchesne-Gouin (1699). Sólo por excepción la relación del viaje de Wood y Narborough (1670) contiene pormenores interesantes y de rara meticulosidad. Los indígenas que vieron dichos navegantes por aquella fecha en los alrededores de San Julián, poseían únicamente arcos y flechas y aun Die beiden «iltesten general-Karten von Amerika. dAusgefiihrt in den Jahren 1527 und 1529 auf befehl kaiser Karls V, carta de Diego Ribero, leyenda 13. Weimar, 1860; M. JoMaARrD, Tes monuments de la géographie ou recueil d'anciennes cartes européennes et orientales, etc., XXI, 6. Paris, sin fecha), * «Y son muy livianos, corredores »... etc. (ALBO, £bid., 215); «era tan grande el paso que daban que apenas podian los nuestros trotando tener con ellos » (TRANSILVANO, Lbid., 259); «estos gigantes son tan ligeros... que no hay caba- llo bárbaro ni español tan veloce en su curso que los alcance » (AREIZAGA, ex OVIEDO, Lbid., 44); they are swift of foot (The world, ete., 53). ? HERNÁNDEZ, Ibid., XXVII. 388 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES no conocían el caballo '. Asimismo, en un « paquete de viaje », aban- donado por los aborígenes, que cayó en manos de los expedicionarios, éstos hallaron flechas, como también pieces of Flints made fast with a green Gut, in the split of a stick, which they hold fast to knock their arrow-heads into shape *. Puede afirmarse, pues, que hasta fines del siglo xvI los indígenas conservaban las mismas armas descriptas por los primeros descubri- dores. Como lo he dicho, las noticias utilizables faltan casi por completo por espacio de más de un centenar de años. Por ello, también los cua- tro primeros decenios del siglo xv deben incluirse en el período aludido, debido especialmente, a que los itinerarios seguidos por Fouquet y Coudrai-Pérée (1704), Feuillée (1708), Frezier (1712), Le Gentil de la Barbinais (1715), Shelvocke (1719), Roggewin (1721) y Losier-Bouvet (1739), no comprenden escalas en el litoral atlántico continental, ni en la costa patagónica del Estrecho. Recién por el año de 1741 se verifica una constatación de gran im- portancia. El 12 de diciembre de ese año un grupo de sobrevivientes de la tripulación de la fragata Wager, de la armada de Anson, llega frente a cabo Vírgenes y, por primera vez, vea los Patagones a ca- ballo: At noon — dicen dos de los tripulantes del Speedwell en el libro rarísimo que escribieron — the Wind being at N. E. steering along Shore from the cape, sar on the Shore three Men, on Mules or Horses, riding towards us ; when they came a-breast of us, they stop?d and made Signals, wavcing their Hats, as tho'they wanted to speak with us; atachich we edy'd elose to the shore, where we sar to the Number of twenty; five of them rode a-breast, the other were on Foot, having a large Store of Cattle acith them ?. 1 JOHN NARBOROUGH, JASMEN TASMAN, JOHN Woo0b and FREDERICK MARTEN, An account of several late Voyages $: Discoveries to the South and North towards the Streights of Magellan, the South Seas, the vast tracts of Land beyond Hollandia Nova, $: e. also towards Nova Zembla, Greenland or Spitsberg. Groynland or [roto] grondland, $: C., 49. London, 1694. 2 NARBOROUGH, TasMan, Woob and MARTEN, Lbid., 53. 2 JoHN BULKELEY and JoHyN CUMMINS, 4 voyage to the South-Seas. In the years 1740-1. London, 1743. A este respecto podría consultarse pues es más accesible : Wreck of the British Fregate The Wager, and the subsequent Proceedings and Adven- tires of captain David Cheap, and his Ship's company, en JAMES BURNEY, 4 chro- nological history of the voyage and discoveries in the South Sea or Pacific Ocean, Y, y yO ya, y ; OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 389 Doce años más tarde, los tripulantes del navío San Martín, legado a San Julián el año 1753, ratifican dicha información; y, por primera vez, divulgan la noticia de que los indígenas «no tenían otras armas que bolas »!. Desde dicha fecha, todos los viajeros que se entrevistan con los Patagones meridionales en lo que resta del siglo xvur — Byron (1764) ?, Duelos-Guyot y de la Giraudais (1766) ?, Wallis (1766) *, 123. London, 1817. Como es sabido, la fragata MWager se perdió el 14 de mayo de 1741 en una de las islas del pequeño archipiélago de Guayaneco, situado ha- cia la parte sudoeste del golfo de Penas y allegado a la extremidad boreal de la isla de Wellington. Después de numerosas incidencias, los sobrevivientes resol- vieron separarse en dos grupos, uno de los cuales se dirigió hacia el norte bajo el mando de David Cheap; y el otro, a las órdenes del teniente Hamilton, se lanzó hacia el sur, es decir, por la vía más larga y más peligrosa, en procura del puerto de Londres. Alejandro Campbell escribió una relación actualmente rara de los diversos acaecimientos ocurridos al primer grupo; mientras del accidentado viaje del sechooner Speedwell se han publicado dos relatos — hoy rarísimos — uno anó- nimo y otro redactado por los tripulantes Bulkeley y Cummins. Conviene se sepa, asimismo, que de ambos viajes existe un excelente resumen francés que, desgra- ciadamente, es tan raro como las respectivas versiones inglesas (confr. Voyage a lamer du sud fait par quelques officiers commandant le vaissean Le Wager : pour servir de suite au voyage de Georges Anson. Lyon, 1756). Quiero aclarar por último, un incidente del viaje del Speedwell que ha sido mal interpretado. Los tripulantes del schooner se vieron obligados a abandonar a ocho compañeros en vista de la escasez de provisiones de que se padecía a bordo, y se ha asegurado — y muchos lo han creído hona fide — que fueron desembarcados en un punto de la costa patagóni- cea : lo cierto es que el abandono se realizó en 3725" S., vale decir en pleno li- toral bonaerense y en una localidad que debió hallarse situada en las proximida- des de la Mar Chiquita (confr. Voyage, etc., 75; BURNEY, Lbid., V, 125). Los abandonados tuvieron su cronista en Isaac Morris, cuyo relato contiene informa- ciones etnográficas interesantes, y es de una gran rareza. * Viage que hizo el San Martín desde Buenos Aires al Puerto de San Julián, en el año de 1752; y del de un indio paraguayo, que desde dicho puerto vino por tierra hasta Buenos Aires, en Coleccion de viages y expediciones a los campos de Buenos Ai- res y a las costas de Patagonia, 22, publicada en PEDRO DE ANGELIS, Coleccion de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata, V. Buenos Aires, 1836 [18537]. 2 Voyage autour du monde fait en 1764 $: 1765 sur le Vaissean de guerre anglois Le Dauphin, commandé par le chef d' Escadre Byron; dans lequel on trouwve une des- eription exacte du Détroit de Magellan, $: des Géans appellés Patagons ainsi que de Sept Isles nouvellement découvertes dans la mer du Sud, 72, 85. Paris, 1767. 3[A. J.] PERNETTY, Histoire d'un voyage aux isles Malouines fait en 1763 $ 1766; avec des observations sur le détroit de Magellan et sur les Patagons, 1, 105, 106, 107, 126, 130, y lámina XVI. Paris, 1770. ¿SAMUEL WaLLis, Relation d'un voyage fait autour du monde, dans les années 390 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Bougainville (1767) *, Viedma (1780) *, Córdoba (1785-86) * y Malaspi- na (17589) * — afirman haberlos visto a caballo y usando únicamente como armas ofensivas arrojadizas la «bola perdida» o la «bolea- dora ». Existe, con todo, un dato contradictorio que, sin embargo, no inva- lida, a mi entender, el excelente conjunto de informaciones direc- tas a que acabo de referirme. En efecto, Falkner al decir en su cono- cida obra que los indígenas poseían como armas ofensivas arrojadizas, además de la «bola perdida», «la boleadora avestrucera» y la 1766, 1767 $: 1768, en J. HAWKESWORTH, Relation des voyages entrepris par or- dre de sa Majesté Britannique, actuellement regnante, pour faire des découvertes dans l' Hémisphere méridional, 11, 14 y siguiente, 17, 22. Paris, 1774. * Voyage autowr du monde, par la frégate du Roi La Boudeuse et la flútte L? Étoile ; en 1766, 1767, 1768 $ 1769, 1, 238, 245. Paris, 1772. 2 ANTONIO DE VIEDMA, Diario de un viage a la costa de Patagonia, para recono- cer los puntos en donde establecer poblaciones por... con una descripcion de la natura- leza de los terrenos, de sus producciones y habitantes; desde el puerto de Santa Elena hasta la boca del estrecho de Magallanes, 25 y siguiente, 79 y siguiente, en ÁNGE- LIS, Ibid., VI. Buenos Aires, 1837 [1837]. Viedma pudo verificar que en las mis- mas tolderías no había otras armas « que lazos y bolas, y una especie de puñales en forma de corazón, sin cabo, con los cuales desuellan los guanacos ». 2 Relacion del último viage al estrecho de Magallanes de la fragata de S. M. « Santa María de la Cabeza» en los años de 1785 y 1786, 20, 22, 50. Madrid, 1788. ' ALEJANDRO MALASPINA, Relacion general del viaje, en Viaje político-científico alrededor del mundo por las corbetas « Descubierta» y <« Atrevida », al mando de los ca- pitanes de navío don Alejandro Malaspina y don José de Bustamante y Guerra, desde 1789 a 1794, 65, 66, 68. Madrid, 1885; ROBERTO LEHMANN-NITSCHE, Noticias etnológicas [sic!] sobre los antiguos Patagones recogidas por la expedición Malaspina en 1789, en Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, XX, 108, 109. Buenos Aires, 1914 7. Las Noticias publicadas vor Lehmann-Nitsche, que comprenden breves anotaciones incone- xas reunidas en el curso de la expedición Malaspima, poseen un valor tan sólo etnográfico. Sor- prende, pues, el empleo hecho por el editor — dada su calidad de profesor titular de Antropolo- vía en las universidades de Buenos Aires y La Plata — de un término (etnológicas) cuyo con- cepto y límites bien definidos no admiten tales promiscuidades : la Etnografía — dice Morselli, quien se ha ocupado especialmente del asunto después de analizar la copiosa bibliografía exis- tente sobre el particular — e una disciplina concreta che descrive (gr. graphein) nel diversi po- poli le manifestazioni materiali, intellettuali, morali e sociali della attivita umana, senza obje- ttivi di generalizzazione : la Etnología invece ¿una disciplina astratta (gr. logos), che si propone la determinazione dei tipi umani primitivi o naturali costituenti 4 vari popola, cioé le «razze », studia le loro somiglianze e dissomiglianze, sopratutto sotto U'aspetto fisico, ne indaga le ajinita ela distribuzione mel presente e nel passato, ne stabilisce la posizione rispettiva nella serie uma- na e Uuficio storico, infine ne ricerca la filogenesi. A questa ultima ricerca, che si puo estendere fino alla figliazione dei popoli, potrebbe assegnarsi il nome di Etnogenia (confr. ENrkIco MORSE- LLI, Etnología ed Etnograña, en Archivio per l Antropologia e la Etnología, XLI, 35. Firenze, 1911). OQUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 391 <«guanaquera », a short bow, and arrows pointed with bone *, lo hace en forma tan vaga y general que su testimonio pierde en este caso gran parte de su valor. Además, nunca los indígenas de los llanos, ni tam- poco los de las gobernaciones australes continentales fabricaron pun- tas de flecha de hueso, como lo demuestran no sólo los centenares de hallazgos realizados hasta fecha, sino también los documentos direc- tos e insospechables citados. Las informaciones que acabo de resumir evidencian, pues, que los "atagones comenzaron a usar el caballo quizá en el primer tercio del siglo XVI; y que, consecutivamente a su introducción, abandonaron el arco y la flecha y comenzaron a emplear como arma ofensiva arro- jadiza un tipo de boleadora muy semejante al llamado actualmente « avestrucero ». Por abril de 1506, un indígena araucano aseguraba a Luis de la Cruz que las agrupaciones aborígenes que habitaban la « costa pata- gónica » poseían «machetes o cuchillos, laques y flechas y en el uso de estas últimas eran tan famosos que no les iba animal que pillasen a tiro de laques, ni volatil al del arco»; y que el jefe Canigcolo — agregaba — contaba con un ejéreito numeroso «por los muchos Pa- tagones que saca a la retaguardia, que vienen a pie con flechas » *. Recibiría estas informaciones indirectas con reservas y hasta quizá prescindiría de ellas, sino las corroboraran ampliamente las minucio- sas investigaciones que Alcides d'Orbigny realizó durante su estadía en El Carmen (1829). En efecto, el ilustre viajero francés pudo obser- rar alli cómo los Patagones que merodeaban por los alrededores lle- vaban armas diversas ofensivas y defensivas : les premieres — dice — consistaient en un arc et fleches. Long de quatre-vingt-dix centimetres, Pare, sans aucun ornement et fabriqué de bois blane fortement recourbé., est muni de deux cordes faites de tendons Vun animal. Les fleches sont tres-courtes, en bois, ornées, 4 Vune de leurs extrémités, de plumes blan- ' FALKNER, 1bid., 129 y siguientes. Los tripulantes del Speedwell abandonados en la costa bonaerense el 14 de enero de 1742, sólo mencionan la « bola » como arma ofensiva arrojadiza en uso entre los indígenas que los capturaron ; indíge- nas que, muy probablemente, fueron Puelches (confr. Voyage ú4 la mer du Sud, ete., 134). 2 LUIs DE La CRUZ, Viage a su costa del alcalde provincial del muy ilustre cabildo de la Concepcion de Chile, D... desde el puerto de Ballenar, frente de dicha Concep- cion, por tierras desconocidas y habitadas de indios bárbaros, hasta la ciudad de Bue- nos Aires, etc., en ANGELIS, Ibid., 1, 31 y siguiente. Buenos Aires, 1836 [1835]. 392 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ches d'oiseaux de mer, courtes et raides; Vextrémité opposée en est ar- mée d'un morceau de silex ou pierre d fusil, artistement taillé en fer de fleche, faiblement attaché avec des tendons d'animaux, de maniére d ce que, lorguéon vient a retirer le trait, cette pierre tranchante, mais irré- guliére, reste dans la plaie, ou la retiennent ses deux crans postérieurs, et ne puisse plus étre retirée des chairs quien élargissant beaucoup la blessure *. Y más adelante agrega : ¿ls starment aussi d'un dard assez court, garni d'un silex taillé 2. Como la estadía de d'Orbigny en El Carmen coincidiera con un momento de actividad guerrera, esta cir- cunstancia le permitió ver a los indígenes con sus trajes y armas de combate ; y al respecto, dice : trois cents Patagons, munis ares, de fieches et de frondes, ce qui composait la cavalerie legére; le reste était chargé de bolas perdidas, qui ne servent, comme je Pai déja dit, que comme projectiles ?. En cuanto a los Puelches que por allí vivían observa que llevaban las armas ofensivas y defensivas de los Patagones y Araucanos: quelques-uns — dice — ont la lance, d'autres des ares et des fléches, et tous de bolas 4. Por último, hace notar que les indiens Aucas ne se servent ni d'ares ni de fleches ; agrega que sus armas ofensivas arrojadizas son la « bola perdida» y las boleadoras o laques; y puntualiza el hecho de que la lanza paraít leurs étre plus particulicrement propre, aunque, a las ve- ces, solían romperlas para transformarlas en jabalinas ?. Por desgracia, las informaciones posteriores carecen de Ja misma precisión. Roberto Fitz-Roy (1831-1836), refiriéndose a los habitantes indígenas de la Patagonia oriental, los describe llevando sets of balls, and a long tapering lance of bamboo, pointed awith iron”, lo cual no obsta que en otro capítulo de su obra afirme que their arms are balls, l ALCIDES D'ORBIGNY, Voyage dans l' Amérique méridionale, 11, 116 y siguiente. Paris, 1839-1843. “TD ORBIGNY. I0id:, 11; 117: * D'ORBIGNY, Lbid., 11, 199. ¿ D"ORBIGNY, Zbid., 11, 118. 5 D'ORBIGNY, Ibid., 11, 118. * RorBerr Frrz-Roy, Proceedings of the second expedition, 1831-1836, en Narra- tive of the surveying voyages of his majesty's ships Adventure and Beagle, between the years 1826 and 1836, 1, 135. London, 1839. By Patagonia — dice VFitz-Roy — is meant the part of South America which lies between the River Negro and the Strait of Magalhaens. Eastern Patagonia — añade — is the portion of this district which lies eastward of the Cordillera (p. 133). QUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 393 lances, bows and arrorws, clubs and swords awchen they can get them *. El arco a que se refiere el ilustre marino inglés habría tenido three or fowr feet y las flechas about two feet in length *. El mismo Dumont VUrville, quien, como se sabe, se entrevistó con los Patagones en la abra Peckett (1838), nada dice en la historia de su viaje a propósito de las armas indígenas; sólo en una breve nota de un agregado al cuerpo de oficiales de a bordo, se expresa que leurs armes sont Pare et les lassos, qui sont composés de trois lanieres en cuir armées de pierres ron- des ú leur extrémité* ; lo cual en parte repite Jacquinot, quien agrega que las otras armas usadas por los aborígenes eran des javelines, et des sabres et couteaux quéils tiennent des EBuropéens *. Prescindiendo del valor que puedan tener las afirmaciones de Fitz- Roy, Gervaize y Jacquinot, haré notar, simplemente, que ellas son las últimas en mencionar el arco y la flecha como aun en uso entre los Patagones. Wilkes y Pickering (1839), quienes visitaron los alrede- dores de El Carmen *; Cunningham (1867), cuya entrevista con los indígenas se verificó en Punta Arenas *; y Musters (1569-1570), du- rante su largo viaje a través de toda Patagonia ”, ya no vieron aque- llas armas en poder de los aborígenes. Sólo Francisco P. Moreno al enumerar los indígenas sometidos al conocido jefe Shayhueque (1875), incluye bajo el epígrafe de « nacio- a IN AUlo A 2 IRON IM) MU Me 3 [J. S. C.] PDUMONT D'UrviLLE, Histoire du voyage, en Voyage au pole sud et dans l?"Océanie sur les corvettes « E? Astrolabe» et «La Zélée» exécuté par ordre du Roi pendant les années 1837, 1838, 1839-1840, I, primera parte, nota 73, pági- na 278. Paris, 1841. + HONORÉ JACQUINOT, Considérations générales sur 1 Anthropologie suivies d'obser- vations sur les races humaines de l' Amérique méridionale et de U Océanie, en [J. B.] HOMBRON et [HoNorÉ] Jacquinor, Zoologie. 11, que forma parte invegrante del Voyage au pole sud ya citado. Paris, 1846. 2 CHARLES WILKES, Narrative os the United States exploring expedition. During the years 1838, 1839, 1840, 1841, 1842, 1, 100. Philadelphia, 1845; CHARLES PICKERING, The races of man : and their geographical distribution, en CHARLES WiLkEs, United States exploring expedition during the years 1838, 1839, 15840, 15841, 15842, IX, 17. Philadelphia, 1848. * ROBERT O. CUNNINGHAM, Notes on the natural history of the Strait of Magellan and west coast of Patagonia made during the voyage of H. M. S. Nassau in the years 1866, 67, 68 $ 69, 148 y siguientes, 204 y siguientes, 460. Edimburgh, 1871. 7 GEORGE CHAWORTH MUSTERS, 41 home with the Patagonians. A year?s wande- rings over untrodden ground from the Straits of Magellan to the rio Negro, 165 y siguiente. London, 1871. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVH (DICIEMBRE 6, 1915) 26 394 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES nes Tehuelches» a dos agrupaciones llamadas « Agourgurers» y « Traro-huilliches » que habrían estado «armadas con flechas de pie- dras » [sic] *; mas su información con ser vaga en extremo y referirse a elementos indígenas difícilmente identificables, es tanto menos ve- rosímil cuanto que Rogers e Ibar (1877) sólo vieron en el lejano sur indígenas armados de boleadoras y lazos ?. Los elementos de juicio proporcionados por las publicaciones apa- recidas en la primera mitad del siglo XIx, se hallan, pues, en pugna con las conclusiones que derivan de la documentación del siglo XVI; pero se trata, en verdad, de una contradicción más aparente que real desde que puede limitársela en sus proyecciones. El abandono del arco y de la flecha en el siglo XVII es, a mi entender, un hecho am- pliamente comprobado y que resulta indudable para los Patagones meridionales. Faltan, en cambio, los documentos necesarios para es- tablecer una conclusión igualmente positiva con respecto a los gru- pos que merodeaban por aquella época en la región septentrional del Chubut y en el valle del río Negro, cuyo contacto íntimo con las tri- bus guerreras de Araucanos y Puelches quizá contribuyó a que con- servaran por más tiempo las armas aludidas, dado que los combates debieron ser más frecuentes en esa zona de contacto con los elemen- tos conquistadores que habían avanzado atrevidamente hacia el sur. El párrafo que transcribo, escrito por el ilustre Fitz-Roy, establece el valor exacto de tal situación : But bows, arrorws, shields, clubs, and heavy armour are daily less used — dice — and may we not infer, that arms and armour, suited to foot encounters — such as arrows, heavy clubs or maces, shields and many-fold tunics — have been laid aside by degrees, as horses have multiplied in the country *? Tales son los términos exac- tos. El caballo, adoptado por los Patagones en general en el primer tercio del siglo Xvu1, hizo innecesario el uso del arco y la flecha en los diversos quehaceres de la vida diaria, y sólo reaparecen en los po- “os encuentros campales — como el que casi llegó á presenciar d'Or- bigny — en los cuales, por excepción, tomaron parte los Patagones. ' Francisco P. MoRrENO0, Viage a la Patagonia septentrional, en Anales de la Sociedad científica argentina, 1, 194. Buenos Aires, 1876. ? Tomás RoGEks, Expedición a la parte austral de Patagonia, en Esploración de de las aguas de Skyring o del Despejo y de la parte austral de la Patagonia, «upare- cida en Anuario hidrográfico de la marina de Chile, V, 93. Santiago [de Chile], 1879; ENRIQUE IBAR SIERRA, Relación de los estudios hechos en el estrecho de Ma- gallanes y la Patagonia austral durante los últimos meses de 1877, en Ibid., V, apéndice, 54 [foliación aparte]. "BIUIZARO Y UD A LAO: OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 395 La investigación que acabo de realizar me autoriza a formular las conclusiones generales siguientes : 1* Los Patagones durante los siglos XVI y XVIL usaron únicamente el arco y la flecha como arma ofensiva arrojadiza; 2? En el primer tercio del siglo xv los Patagones eomenzaron a usar el caballo, importado, sin duda, de las regiones septentrionales, y obtenido, quizá, de los Puelches y Araucanos, quienes domestica- ron dicho equino una vez que se hubo multiplicado en los llanos cen- trales argentinos; 3" Consecutivamente a la introducción del caballo, los Patagones abandonaron el uso del arco y la flecha y comenzaron a emplear gra- dualmente la «bola perdida» y los diversos tipos de boleadora; ar- mas de más fácil manejo para el ginete; 4* Los Patagones septentrionales usaron el arco y la flecha por razones especiales hasta fines del siglo XVI y comienzos del XIX, conjuntamente con la «bola perdida », las boleadoras y otras armas ofensivas arrojadizas que no les eran propias; 5” Puede fijarse el año de 1840 como término extremo para el uso en Patagonia, aun en forma esporádica, del arco, la flecha y la jaba- lina ; siendo, por lo tanto, la sepultura del cerrito de las Calaveras anterior a dicha época. Debo hacer una breve observación final. En la parte descriptiva de esta memoria he evitado pronunciarme sobre el tipo de las armas arrojadizas que formaban el ajuar funerario del individuo enterrado aislado, hasta tanto no hubiera presentado los elementos corroboran- tes de prueba que aportan d'Orbigny y el breve texto de Gervaize. Como se recordará, los astiles conservados tienen muy aguzada la extremidad opuesta a la que sostiene la punta de piedra. Por esta circunstancia me inclino a considerar los objetos aludidos como ele- mentos de jabalinas, es decir, astiles con sus puntas destinadas a ser encastrados en una asta de mayor diámetro; el shaft y el foreshaft de los autores norteamericanos, procedimiento que, por lo demás, es harto frecuente en diversos pueblos indígenas sudamericanos ?. 'Oris Turron Mason, North American Bows, arrows, and quivers, en Annual . , r) , , Report of the Board of regents of the Smithsonian Institution showing the operations, 396 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES vI Del material esquelético perteneciente al individuo enterrado ais- lado, en la gruta sepuleral del cerrito de las Calaveras, sólo el húmero y la tibia ofrecen lesiones patológicas de importancia. El húmero mide 345 milímetros desde la cúspide de la cabeza has- ta la tróclea del cúbito. Sus dimensiones ánteroposteriores son : al ni- vel del cuello anatómico, 45 milímetros; al nivel del tronquin, 50; al nivel del cuello quirúrgico, 30; hacia la mitad de la diáfisis, 30; y en suextremidad inferior, 20. Las medidas transversales son : al nivel del troquiter, 50 milíme- tros; al nivel del cuello quirúrgico, 35; en su porción media, 39; en la extremidad inferior, 23, y entre el epicóndilo y la epitróclea, 62. Tales medidas evidencian un aumento del volumen del hueso en la porción comprendida entre su mitad y la cabeza; aumento más pronunciado aun en la parte media de la diáfisis (lámina IX). La superficie es rugosa y llena de pequeños orificios; siendo este aspecto mucho más pronunciado en la zona de inserción del deltoide y del gran pectoral (lámina IX). Tanto la gotera bicipital como el canal de torción aparecen muy pronunciados. Examinando la superficie del corte ánteroposterior (lámina X), se observa que la cabeza está formada por tejido óseo esponjoso, que no existen vestigios de sutura entre la epífisis y la diáfisis y que la pri- mera porción de ésta se halla colmada por tejido reticulado. El tejido compacto de la periferia se halla muy espesado en la por- ción media de la diáfisis, donde alcanza a 15 milímetros, y es de as- pecto ebúrneo. Estas paredes rodean una cavidad que mide 100 mi- límetros de largo y que se halla subdividida por espesores óseos, en otras siete cavidades más pequeñas; disposición toda semejante a la encontrada en la tibia y de que me ocuparé más adelante. Comparada la tibia del sujeto con un hueso homólogo de un hom- bre normal y adulto, se observa que sus dimensiones son en general considerablemente mayores. Así, en su largo, existe una diferencia entre uno y otro de cien milímetros. En efecto, la longitud del hueso expenditures, and condition of the Institution to July, 1893, 656, 637, 650 y si- guiente; lámina XL, figuras 1, 4 y 6. Washington, 1894. OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 397 patagónico tomada en la superficie plana del corte mediano es de 455 milímetros; y en una línea recta que va desde la espina tibial situada en la superficie articular tibio-rotuliana hasta la porción me- dia de la superficie articular tibio-astragalina es de 470 milímetros. Esa misma línea comprendiendo la apófisis del maleolo interno es de 475 milímetros. Examinando el diámetro ánteroposterior, se observa que al nivel del reborde articular alcanza a 65 milímetros; al nivel de la tuberosi- dad anterior es de 63 milímetros y en el límite de separación del ter- cio superior y el medio es de 74 milímetros, siendo en esta última re- sión donde alcanza su mayor tamaño. Entre el tercio superior y el inferior la medida que me ocupa se reduce a 30 milímetros, para au- mentar a 45 por encima de la superficie articular inferior. En cuanto a los diámetros transversales son los siguientes : al ni- vel del reborde articular superior, 90 milímetros; al nivel de la tube- rosidad anterior, 70; entre el tercio medio y el tercio superior, 55; entre el tercio medio y el inferior, 35; a nivel del maleolo interno, 50. Estas dimensiones dan a la tibia el aspecto de una maza cuyo en- sanchamiento comienza hacia la mitad del hueso, para terminar en la superficie articular superior, aunque presentando una ligera de- presión al nivel de la tuberosidad anterior. Conviene hacer notar que dicho engrosamiento es mayor en el sentido ánteroposterior que en el transverso (lámina XI). En la cara anterior y en la mitad superior de la diáfisis, la superfi- cie del hueso es irregular y presenta gran cantidad de formaciones crestiformes que son mucho más numerosas hacia el lado interno. En la porción del hueso situada por debajo de los platillos articulares, hay una zona de 20 milímetros de espesor paralela a dicha superficie, sembrada de orificios cuyo diámetro varía entre el de una cabeza de alfiler y el de un grano de arroz. Tanto la tuberosidad anterior como la externa se conservan lisas y salientes, como también el tubérculo del tibial anterior. La cresta de la tibia que se conserva asimismo lisa en sus porciones media e inferior, es rugosa y con algunas formaciones óseas puntiagudas en la primera porción del hueso engrosado. En la cara posterior se observa una desigualdad en la estructura externa del hueso, presentando lesiones semejantes a la anterior. Tanto la línea oblicua, como la cresta de inserción del tibial anterior y del flexor común de los dedos se hallan muy engrosadas por neo- formaciones óseas terminadas en punta. En la cara interna, a 50 milímetros del reborde articular, existe un 398 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES orificio del tamaño de una moneda de 20 centavos, de bordes regula- res y lisos, que comunica con la cavidad medular. En el corte longitudinal (ánteroposterior) del hueso se observa que su estructura se halla completamente modificada en su mitad su- perior (lámina XID. El tejido esponjoso epifisiario existe en parte, pe- ro sin conservar los caracteres estructurales y de disposición que le son característicos. Comprende una zona de veinte milímetros de es- pesor y se extiende, rodeando una cavidad central, hasta 50 milíme- tros por debajo del reborde articular. Los vestigios de la sutura de la epífisis con la diáfisis han desaparecido por completo, así como el tejido reticular que normalmente llena la extremidad superior de esta última que, en este caso, se halla ocupado por una cavidad. La periferia del hueso está constituída por tejido compacto, guat- dando su disposición y espesor normales sólo en la mitad inferior. En la otra mitad, el tejido aludido aparece considerablemente aumentado en su espesor que alcanza a tener en algunos puntos 25 milímetros. Tal aumento se hace gradualmente desde la porción media a la ex- tremidad superior, a la inversa de lo que sucede normalmente. Esta diferencia estructural del tejido óseo, se aprecia aun mejor en las ni- tidas radiografías del húmero y de la tibia, obtenidas por el distin- guido radiólogo doctor A. De Nucci (láminas XII 1 y XIV). La cavidad medular ha desaparecido completamente en la mitad del hueso y está reemplazada por una neoformación ósea compacta que alcanza un espesor de 30 milímetros. Entre esta última y la por- ción esponjosa de la epífisis, existe una amplia cavidad alargada de bordes sinuosos y cuya pared desigual y de aspecto también espon- joso, se aleja por completo de la estructura del canal normal. La ca- vidad mencionada se halla subdividida en otras dos por un puente mediano de tejido esponjoso. La que se encuentra por debajo de aquel comprende, a su vez, dos más del tamaño de una nuez, separadas en- tre sí por un repliegue de la pared. Las paredes son muy irregulares con orificios aleunos de los cuales tienen 10 milímetros de diámetro y que comunican profundamente con el tejido neoformado. La cavidad superior se halla subdividida en la misma forma que la inferior, en cinco cavidades, de las cuales la mediana es del tamaño de una cirue- la comunicándose ampliamente con el orificio deseripto en la cara in- terna. Las superficies articulares de ¡as dos huesos se conservan lisas. Con los elementos de que dispongo no es posible llegar a un diag- nóstico preciso de las lesiones que presentan los huesos deque vengo OUTES : GRUTA SEPULCRAL DE LAS CALAVERAS 399 ocupándome, pues faltan elementos de suma importancia tales como el periostio y la medula ósea, que contribuyen con sus alteraciones histopatológicas a identificar la naturaleza de las lesiones. Es indudable, sin embargo, la existencia de un proceso de hiperos- tosis, con necrosis central, fenómenos de periostitis crónica osificante y producción de numerosos osteófitos, ya espinosos (cara anterior), o ya papiliformes (cata posterior), los cuales recubren casi toda la porción media y superior del hueso; y, conjuntamente con este pro- ceso se ha desarrollado una osteitis crónica osificante, caracterizada por la condensación del tejido óseo, que lo ha transformado en una masa ebúrnea, producida por la superposición de láminas óseas alre- dedor de los canales de Havers, cuya luz se halla disminuída o ha desaparecido por completo. A estas alteraciones productivas se agregan otras necrósicas de localización medular, con formación de cavidades de las cuales par- ten canales que penetran profundamente en la masa ósea. ¿Se trata de una osteítis traumática, o debemos relacionar estas lesiones con una osteomielitis infecciosa, con la tuberculosis o con la sífilis ? Es indudable que muchos de los caracteres descriptos concuerdan con la forma de osteomielitis prolongada descripta por Lannelongue, Gerdy, Ollier y Bosquier, en la cual hay una hiperostosis tardía, par- cial o total, que ocupa de ordinario el bulbo del hueso, con lesiones de condensación y rarefacción ósea. Pero, estas alteraciones son pro- pias de procesos óseos prolongados o producidos por agentes infec- ciosos, tóxicos, quistes hidáticos, ete. En los huesos que estudio existen caracteres de localización y de estructura que alejan la posibilidad de una osteomielitis infeeciosa o tuberculosa, pues ésta desarrolla fenómenos inflamatorios poco in- tensos, con fácil producción de secuestros especialmente en la prime- 'a, y en la cual el foco ocupa preferentemente la parte epifisiaria. En cambio la doble localización — húmero y tibia — y especial- mente el sitio de esta última y la naturaleza de las alteraciones des- arrolladas en ambos huesos, me induce a pensar en una lesión sifilí- tica terciaria, que, según las descripciones de Virchow, Rokitansky, Lanceraux, Gangolphe, etc., presenta los caracteres de una osteomie- litis gomosa. En la forma aludida los focos de osteomielitis son múltiples, inva- den no solamente varios segmentos del esqueleto, si no que se pre- sentan a menudo diseminados en el mismo hueso, aunque situándose preferentemente la lesión en la diáfisis más que en la epífisis. 400 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Es conocida, por otra parte, la predilección que tiene este proceso por la localización tibial que determina en el hueso por el desarrollo de la hiperostosis circular y, especialmente, por su producción en las dos caras anteriores, un engrosamiento redondeado con desaparición total del ángulo anterior, adquiriendo, como en nuestro caso, la forma de una maza. Los secuestros son raros y en los huesos que he exami- nado no he encontrado ninguno. Cuando el foco gomoso es central — y así creo que debe haberse desarrollado en los dos huesos estudiados — la capa ósea que lo rodea se halla formada por tejido óseo rarificado, el que da lugar a una zona de poco espesor, a la que sigue otra de producción ósea subperiós- tica que determina el engrosamiento pronunciado de la diáfisis, que, cuando coincide con su porción media, es fusiforme. Esta hiperostosis difusa con la consecutiva osteítis condensante, obstruye el canal medular a causa de la formación de tejido óseo es- ponjoso, y es tan característica de la estructura de las lesiones sifilíti- cas que se la designa como enostosis sifilítica. ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVII, Lám. VII ANALES DEL MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVII, LÁám. IX DOMO XX VIT LA, EX S O NACIONAL DE BUENOS AIRE z DEL MUsi Ss u ÁNAL ÁNALES DEL MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVII, Lám. XI ANALES DEL Museo NACIONAL DE BUENOS AIRES Tomo XXVII, Lám. XII 4 eb: A TS 0d is Aa DA Pd ¡EA A E ám. XML Tomo XXVII, 1 1 MusKo Nacio; e rms A ¡ssLro DEL MUNEO NACIONAL DK BUEXOS AIRES Tomo XXVII, Lám, XIV A IYMÉNOPTERES PARASITES DE L'AMÉRIQUE MERIDIONALE PAR JEAN BRETHES (AVEC 19 FIGURES DANS LE TEXTE) Les descriptions qui font Pobjet du présent article se rapportent a des hyménopteres parasites, Ichneumonidae, Braconidae, Proctotru- pidae et Chalcididae. Ils m'ont été communiqués par MM. le docteur Giacomelli, de La Rioja; Pedro Caride Massini, Juan Carlos Amadeo, de Buénos Aires; Kurt Sehrottky, du Paraguay, ou je les ai recueil- lis moi-méme. Les uns sont parasites d'autres insectes connus; quelques-ans sont hyperparasites dont il est difficile de reconnaítre les victimes; d'autres enfin ont leur proie encore a découvrir. Quel- ques-uns sont signalés parasites de Lépidopteres dont la description fera Pobjet dun article qui paraitra sous peu ?. Fam. ICHNEUMONIDAE Polycyrtus riojanus Brethes, n. sp. O Ferrugineus, cristulis utrinque scutellum flavis ; capite nigro, man- dibulis, elypeo et processu supra antennarum flavis ; antennis migris, an- nulo ante apicem flavo-albido ornatis, tarsisque plus minus aurantio- ' Les plantes qui sont signalées dans le présent travail m'ont été aimable- ment déterminées par les docteurs C. Spegazzini ou L. Hauman. ty -] ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (DICIEMBRE 31, 1915) 402 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Havis; alis hyalinis, paululum infuscatis, tegulis testaceis. Long. corp. : 10 mm. Antennae : 9 mm. Alae : 7 mm. La face, derriere chaque antenne, a une fossette assez profonde; de chaque cóté des ocelles latérales une fossette en croissant. Les lignes parapsidales du mésonotum sont profondes. Les lignes enfoncées mé- sopleurales antérieure et postérieure sont striolées, le premier seg- ment de Pabdomen est tres peu élargi a son tiers postérieur et lisse, les segments suivants sont couverts de poils noirs tres courts, le 2* segment á peine plus court que le premier. La 2* veine récurrente rest pas intersticielle, sinon légerement avancée sous le bord infé- rieur de Paréole en résultant que celle-ci est un peu pentagonale. La veine transverso-médiale des ailes postérieures est anguleuse en son milieu. 1 Y de La Rioja (E. Giacomelli leg.). COELOPIMPLA Brethes, n. gen. Olypeo transverse foveato, a fronte bene disjuncto, oculis nudis, contra antennis tantum sinuosis, articulo ultimo antennarum quam 2 preceden- dentes simul sumptos breviore, thorace abdomineque punctatis, segmento mediario haud areolato, spiraculis ovatis, abdomine segmentis 2-4 ante apicem transverse impressis, alis anticis areola tetragonali, contra cel- tula radiali haud sed vix petiolata, cellula basali postica antica paulum longiore, alis posticis vena medio-transversa multo ante medium angula- ta, unguibus simplicibus, haud serratis nec dentatis. Dans les tables des Pimplini d' Ashmead, ce nouveau genre vient se placer dans le dilemne 25, ne correspondant á aucune des deux phrases, Wayant pas le elypéus imprimé au bout antérieurement. La téte est normale, non rostriforme, les yeux non convergents anté- rieurement, et paraissant done voisin de Tromatobia Fóorst. Type : C. Amadei Brethes, n. sp. Coelopimpla Amadei Brethes, n. sp. ga Flavo-nigro-variegata. Nigri sunt : mandibulis apice, puncto ab ocellis singulis, linea supera scapi, lineis 3 longitudinalibus meso- noti, seutello postscutelloque apice, segmento mediario basi (transverse) et apice, linea propleuris postice, linea mesopleuris obliqua, coxis 4 pos- ticis linea supera, segmentis 1-5 basi apiceque, tarsis 4 posticis a medio BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 403 protarsi, antenmis ab articulo 3%. Cetero flavo. Alis tantulum infumatis, apice a tertio postico cellulae radialis brunneis. Long. corp. : 11 mm. Alae : 10 mm. Antennae : 9 mm. Le clypéus est lisse, la face légerement ponctuée avec une proémi- nence médiane peu élevée. Le mésonotum et le scutellum sont fine- ment ponctués, avec des poils fins, courts et noirs. Le segment mé- diaire a une striation transversale peu marquée sur sa partie dorsale. Le premier segment de abdomen está peu pres lisse, les autres segments avec une ponctuation uniforme sortant de chaque point un poil noir et court. 1 Y parasite de Lépidoptere recueilli sur une feuille de Jodina rhombifolía por M. Juan Carlos Amadeo, le 19, IV, 1915, 4 Ancho- rena (F. C. C. A.), province de Buénos Aires. Fam. BRACONIDAE Doryctes ridiaschinae Brethes, n. sp. Ferrugineo-testaceus, oculis, antennis, macula occipitali, mesonoto maculis 3, pleuris macula sat magna, segmento mediario supra vix toto, sterno maculis 2, abdomine segmentis 1-4 supra, tarsisque nigris, alis paulum infuscatis venis piceis. Long. corp. : 2,2 mm. Antennae : 2,2 mm. Alae : 2 mm. Terebra haud exserta. La téte et le thorax sont chagrinés, le mésonotum avec une ligne longitudinale et les deux parapsidales formées de petites fovéoles, le mésonotum séparé du scutellam par une ligne de quelques grosses fovéoles, le postécusson également fovéolé transversalement, le seg- ment médiaire est chagriné a sa base de chaque cóté et aréolé au mi- lieu a la base et en s'élargissant vers lVarriere. L'abdomen a le pre- mier segment légerement plus large que long, le 2% plus transverse, ainsi que les suivants; des stries longitudinales s'observent sur les trois premiers segments et la base du 4“; le reste de Pabdomen est lisse. Parasite de Ridiaschina (n. e.) congregatella (n. sp.) (Lepidoptera) : Buénos Aires, X, 1915. 404 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Protapanteles bonariensis Brethes, n. sp. Niger, palpis albidis, pedibus a coxis flavescentibus, coxis posticis maxima parte nigra, antennis seapo antice obscure flavescente, articulis ceteris obscure ferrugineis. Long. : 3 mm. Alae : 3 mm. Terebra haud exserta. La téte est marquée de points piliferes, ces points presque nuls sur la ligne médiane qui est légerement élevée et plus denses vers les yeux; au vertex ils sont assez épars. La mésonotum est assez densé- ment ponctué-pilifere avec deux légeres impressions qui correspon- dentaux lignes parapsidales, mais celles-ci sont nulles : ces impres- sions sont plus profondes et contigués a Pavant de Pécusson. Entre le mésonotum et Pécusson une ligne de fortes fovéoles. L'écusson est lisse, avec des points piliferes épars; sur les bords latéro-obliques de Vécusson un espace triangulaire enfoncé limité de fovéoles plus ou moins completes. Le postécusson lisse avec une aire médiane cir- conscrite por un bord caréné. Le segment médiaire est rugueux, ses spiracles á peu pres ronds, sans aires ni carenes spéciales. Le premier segment de abdomen déclive aux deux tiers antérieurs et presque lisse, assez pointillé au tiers postérieur; le segment en rectangle a peu pres une fois et demie aussi long que large. Le 2* segment en rectangle transversal, rugueux, légerement élevé en son milieu lon- gitudinalement. Les autres segments sont lisses. Le Y est semblable a la femelle. Le cocon est jaune, eylindrique, de 4 mm. de long et 1,5 de diametre. Recueilli parasite une larve de Lépidoptere a Buénos Aires, Il, 1915. ALLAPANTELES Brethes, n. gen. Ut Apanteles, etc., conformatus, sed abdomine segmento 2 polito sicul segmenta sequentes distinctus. Allapanteles cecidiptae Brethes, n. sp. Q Niger, palpis albidis, pedibus a femoribus ferrugineis, femoribus posticis obscurioribus. Long : 3 mm. Long. ant. : 3 mm. Terebra : 1,20 mm. La téte est assez fortement ponctuée avec des poils blanchátres épars. Le thorax de méme. Le mésonotum est séparé du seutellum BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 405 par une ligne enfoncée de fovéoles. Le seutellum est bien moins pone- tué et sur ses cótés il porte une ligne presque longitudinale formée également de fovéoles. Le segment médiaire a un espace basilaire triangulaire dont les cótés sont fermés par une créte en V dont le som- met est dirigé vers Parriere. Le premier segment abdominal est irrégu- lierement strié longitudinalement avec un espace longitudinal étroit et long limité par des crétes. Les autres segments sont parfaitement lisses, avec des poils blanchátres épars plus longs que ceux de la téte et du thorax. S Semblable á la femelle. Les cocons sont blanes, longs de 5 mm. sur 2 mm. de largeur. Recueilli parasite de Cecidipta excaecariae Berg. Buénos Aires, IV, 1915. Microgaster duvauae Brethes, n. sp. Q Niger, alis hyalinis, palpis pedibus a coxis ferrugineo-flavis, tarsis apice obscurioribus. Long. : 1,60 mm. Long. alarum : 1,70 mm. Long. ant. : 1,70. La téte est lisse, marquée de points piliferes, les poils blanchátres; une carene transversale qui sépare le haut du front de Pimpression antennaire: au-dessus des antennes les points piliferes sont moins longs. Les ocelles forment un triangle rétréci. Le pronotum est invi- sible d'en haut, le mésonotum marqué de points piliferes moyenne- ment serrés; il est séparé du seutellam par une ligne de fovéoles. Celui-ci est transverse, divisé en trois sections par deux lignes lége- rement convergentes vers Parriere et interrumpues pres de Vextré- mité; ces lignes sont formées de fovéoles contigués; la région médiane a des points piliferes moins nombreux que le mésonotum, et les sec- tions latérales sont parfaitement lisses, sans points. Le segment médiaire est réticulé, ses spiracles ronds. La plaque dorsale du pre- mier segment abdominal est trapézoidale, rétrécie vers Vextrémité, légerement striée dans le sens longitudinal et avec des poils courts clairsemés. Le 2* segment, en trapeze, a sa petite base á peu pres aussi large que Pextrémité de celle du premier segment et la base postérieure bien plus large : des stries fines basales et des poils clair- semés. Les derniers segments sont lisses avec poils relativement longs et clairsemés. 1 Q que j'ai recueillie parasite une Tineina qui vit dans le pa- renchyme des feuilles de Schinus longifolia; Buénos Aires, IV, 1915. 406 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fam. PROCTOTRUPIDAE Parasierola bonariensis Brethes, n. sp. Q Nigra, antennis testaceo-flavis, tibiis tarsisque testaceis, alis hyali- nis, venis stigmateque fuscis; Long. corp. : 3 mm. La téte et le thorax sont opaques et abdomen parfaitement lisse. La téte et le thorax ont un chagriné serré avec des points piliferes épars. Les lignes parapsida- les sont á peine sensibles. Le segment médiaire porte une 'arene médiane a peine sen- sible et une eréte qui, un peu arquée, limite la partie su- périeure plane de la partie déclive et qui, sur les bords, sépare aussi la partie supé- rieure des bords latéraux dé- clives. 1 Y obtenue a Buénos Ai- res le 25, TI, 1905. (J. Bre- thes leg.) Telenomus Schrottkyi Brethes, n. sp. Q Niger, nitidus, antennis articulis 5 primis et pedibus a coxis testaceis. Long. corp. : 1,06 mm. Noir, luisant, le mésono- tum assez fortement ponctué, Fig. 1. — Antennes de Telenomus Sehrottkyi Bre- le seutellum lisse ainsi que la thes, á gauche du e á droite de la Q , grossies tóte et abdomen. Une légere S0 diametres environ. k y E E impression frontale qui s?ac- centue vers la base des antennes et qui est parfaitement lisse, attei- enant VPocelle antérieure; de cette impression jusqwaux yeux il y aun tres fin chagriné ainsi qu'au vertex. Le scape est cylindrique, BRETHES: HYMÉNOPTERES PARASITES 407 le pédicelle un peu plus gros et plus court que le 1” article du funi- cule, celui-ci est eylindrique ainsi que Particle suivant; le 3* article du funicule est aussi long que large, aussi long que Particle suivant, mais légerement plus étroit. La massue est á peu pres aussi longue que le funicule, mais plus grosse (voir le dessin). Le mésonotum est fortement ponctué avec un poil gris sortant de chaque point, et vers la base des ailes un peu plus lisse. Le scutellum est lisse avec des poils gris parsemés; son rebord externe et postérieur est marqué de fovéoles. D'abdomen est aussi long que le thorax, lisse, tronqué au bout, pro- eressivement comprimé vers la base, le premier segment transverse, court, avec une douzaine d'impressions longitudinales, le 2* segment est un peu plus large que long, avec des impressions quí occupent environ le '/, basal du segment, Pabord a peu pres aussi grosses que celles du premier segment et ensuite progressivement plus fines. Le J' est semblable á la femelle, excepté les antennes qui sont plus longues, sétacées, le pédicelle bien plus court que les articles suivants; le premier article du funicule á peu pres aussi long que le 22, le 3% plus court, les 4-9 subégaux, le dernier article est a peu pres aussi long que le 3% article du funicule. Les 6 a 7 premiers articles sont testacés; les derniers bruns. Parasite des ceufs de Edessa rufomarginata (Germ.) Stal. Puerto Cantera (Paraguay) : K. Schrottky leg. Telenomus Edessae Brethes, n. sp. > Q A precedente simillimus, sed minor (1 mm.), me- sonoto minus grosse punctato, antennis aliter forma- tis, etc. Bien semblable au précédent, mais limpression frontale s'arréte a mi-chemin entre la base des anten- pig. 2. -—- Antenno de nes eb Pocelle antérieure, les antennes ont le pédicel- o Pa le un peu plus long que le premier article du funi- 90 E td cule, le deuxieme article du funicule comme le */, de la longueur du premier et á peu pres aussi long que Particle suivant, mais légéerement plus mince, la massue est construite dans le méme type de Pespece précédente. Les stries basales du premier segment ab- dominal sont plus longues que dans Vespece précédente atteignant presque la moitié de la longueur dudit segment. Comme le précédent, et avec lui, parasite des ceufs de Edessa refomarginata (Germ.) Stal. 408 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Trissolcus Caridei Brethes, n. sp. Q Niger, antennis articulis 5 primis, pedibus a coxis ferrugineis, alis hyalinis. Long. corp. : 1,50 mm. Téte transverse, assez fortement chagrinée, irrégulierement striée transversalement dans la dépression frontale, les ocelles latérales voisines des yeux, mais ne les touchant pas, ceux-ci tres légerement villeux, les antennes avec le seape long, eylindrique, le pédicelle aussi long que le premier article du funicu- le, mais un peu plus épais ; les articles du funicule : le premier un peu plus long que large, le 2* en trapeze un peu plus large que noe long, le 3% en parabole invertie plus large - que longue; la massue a 5 articles, les 3 premiers á peu pres aussi larges et aussi longs entre eux. Longueur des articles : 440, 100, 100, 45, 40, 40, 70, 65, 60, 60, 65 mi- crons. Les 3 sillons mésothoraciques attei- onent presque le bord antérieur. Un fort sillon transversal sépare le mésonotum du seutellum : celui-lá est chagriné, celui-ci Fig. 3. — Antenne de Trissoleus presque point, mais les deux ont des poils Caridei Brothes, Q, grossie en- : ¿ A Val, VA relativement longs et épars sur leur surface. Le bord postérieur et arqué du seutellum offre une ligne de fovéoles. De plus le seutellum a une légere carene médiane longitudinale. L'abdomen est court, transverse, le 2” seg- ment le plus long. Le premier segment a des carenes longitudinales quí atteignent presque le bord apical; le 2* segment a des carenes basales courtes, mais prononcées : il est plus large que long et bien lisse; les segments suivants sont marqués de points. 1 exemplaire de Buénos Aires, donné pour son étude par le docteur Pedro Caride Massini, 5. VI. 1915. Dissolcus paraguayensis Brethes, n. sp. Q Niger, alis hyalinis, seapo, pedicello, venis alarum et pedibus « trochanterivus testaceis. Long. corp. : 1,60 mm. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 409 Noir, opaque, abdomen luisant et imponctué; la face modérément impressionnée pour la réception du scape, les yeux pubescents; les antennes naissent pres du bord oral; le scape est aussi long que les 5 articles suivants, le pédicelle aussi long que le premier article du funicule, les deux articles suivants petits, transverses; les 6 derniers articles forment une massue qui s'amincit progressivement aux extré- mités. Les longueurs des articles antennaires sont: 400, 130, 130, 40, 40, 40, 90, 100, 85, 80 et 75 mierons. Locciput est caréné a son bord postérieur, les ocelles latérales ne touchent pas les yeux. Le thorax AN Fig. 4. — Antennes de Dissoleus paraguayensis Brethes, á gauche de la Q á droite du SS grossies environ 90 diametres est presque orbiculaire, fortement ponctué, chaque point avec un poil couché fauve; le pronotum est transverse, le mésonotum avec les deux lignes parapsidales á la moitié postérieure; Pécusson semi-cir- culaire á son bord postérieur; les pleures ont une forte impression lisse. L'abdomen est déprimé, presque aussi large que long, le pre- mier segment court et transverse, marqué (une dizaine de carenes longitudinales sur son */, basal; ensuite strié longitudinalement jus- qwau delá de la moitié, les stries progressivement moins fortes vers Parriére ; puis completement lisse. Le 3* segment est marqué de points fins et assez serrés; les autres segments sont tres peu visibles. Les ailes antérieures, longues de 1””6, ont les veines sous-costale, margi- nale et stigmale longues respectivement de 500, 40 et 120 microns. La 110 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES veine postmarginale est absolete. Les cils alaires mesurent 40 mi- crons. La veine stigmale a 3 disques a son extrémité disposés en triangle. Y Le mále differe de la femelie par les antennes de 12 articles (voir la figure) dont le scape est plus gréle, et les articles du funicule et de la massue non différenciés. Communiqué par M, Kurt Sehrottky, du Paraguay, comme parasite de Edessa rufomarginata (Germ.) Stal, n* 176 et 178. Caloteleia basistriata Brethes, n. sp. Q Piceo-nigra, antennis articulis 2 primis, pedibus, apice segmenti mediarii et basi segmenti primi abdominis testaceis, alis hyalinis. Long. : 2 mm. La téte et le thorax sont densement et finement chagrinés avec des poils courts non denses. Le mésonotum avec deux lignes parapsida- les bien marquées; seutellum bien séparé du mésonotum; a Parriere du postseutellam une ligne transverse de fovéoles. Segment médiaire un peu bossu vers la base avec des lignes transverses a Pavant de la bosse, lesquelles deviennent longitudinales et en stries sur les cótés etapres la bosse: celle-ci reste completement lisse. Abdomen allongé, fusiforme, lisse, le premier segment avec des stries longitudinales qui atteignent jusque vers les */, du segment. Les antennes ont les deux premiers articles du funicule subégaux, eylindriques, a peu pres deux fois plus lones que larges:; les deux suivants sont chacuan un peu plus long que la moitié du 2%, et subégaux. Le 5% est sublosan- gique, a peu pres aussi long que large. La massue se compose de six articles, progressivement plus petits vers la base et vers Pextrémité. Ces articles sont assez bien séparés les uns des autres. Une Q que je recuillis a Buénos Aires le 15, HI, 1915 et que j'in- corpore aux collections du Muséum national. Macroteleia platensis Brethes n. sp. O Nigra, tantulum cyaneo-nitens, alis hyalinis, scapo, pedibusque testaceis, femoribus tantum fuscis. Long. corp. : 4 mm. La téte et le thorax sont ponctués-ombiliqués avec les espaces chagrinés entre les points. Les antennes avec le pédicelle et le pre- BRETHES: HYMÉNOPTERES PARASITES 411 mier article du funicule á peu pres égaux en longueur, celui-ci cepen- dant un peu plus long mais plus gréle; le 2* article du funicule dépas- sant un peu la moitié de la longueur du 1”, les articles suivants forment une massue allongée. Le mésonotum a deux lignes parapsi- dales bien distinctes. Le seutellum avec une ligne de fovéoles a Pa- vant et une autre a Parriere. Le postscutellum en entier a une ligne transverse de fovéoles longitudinales. Le segment médiaire est aréolé et court. abdomen est long, fusiforme, presque deux fois aussi long que la téte et le thorax réunis, caréné longitudinalement aux cótés et en dessous, le 1% segment de moitié plus court que le 2%; les 2%-6* subégaux, les trois premiers avec stries longitudinales dont les inter- spaces sont ponetués-ombiliqués, la base du 2% segment avec une dizaine de fovéoies; les trois derniers segments et le dessus de Pab- domen avec points ombiliqués, les interspaces chagrinés. Les poils qui sortent des points ombiliqués sont couchés et blan- chátres. Une Q que j'ai recueillie á Villa Urquiza le 25, I, 1915. PAREPYRIS Brethes Dans la diagnose de ce genre il est dit: ... alulis 2 basalibus ..., tandis qu'il doit s'entendre : cellulis 2 basalibus... Cephalonomyia meridionalis Brethes La diagnose de lPespece donne: 1-1,30 millimetres de longueur. tandis qw'il faut lire : 3,5 mm. TRICLAVUS Brethes, n. gen. Oapite semicireulare, thorace vix aequelato, antennis prope orem síitis, 9-articulatis, clava 3-artienlata, pronoto supra modice visibili, mesonoto transverso, sine lineis parapsidalibus, seutello transverso, postice semi- cireulari, abdomine quam capitem thoracemque sumptos longiore, vix angustiore, segmento 2% majore, sequentibus 4 brevibus, alis anticis vena submarginali brevi, recta, apice clavata. Parmi les Platygasterini, ce nouveau genre a la plus grande res- semblance avec Allotropa Fórst, dont il se distingue cependant au premier abord par la massue antennaire de 3 articles. 412 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Triclavus bonariensis Brethes, n. sp. Q Niger, nitidus, alís hyalinis, antennis seapo basi, pedicello obscure, et pedibus ferrugineis, femoribus maxima parte et tibiis in medio plus minus late piceis. Long. : 0,850 mm. La téte et le thorax sont finement chagrinés et parsemés de poils tres courts clairs. Les ocelles forment un large triangle, les ocelles postérieures éloignées des yeux (un peu plus de leur diametre. Les antennes sont courtes, le scape en massue, le pé- dicelle aussi en massue courte, le premier article du funicule á peu pres aussi long que large, les trois suivants transversaux, trapézoidaux, pro- gressivement plus gros du premier au troisieme, le premier article de la massue gros, un peu plus long que large, le deuxieme un peu plus large Fig. 5. — Antenne de Que long, oblique et le dernier arrondi, á base Bréthes, Q eme oblique. Longueur des articles : 140, 40, 20, 10, viron 110 diamétres. 15, 20, 45, 40 et 40 mierons. Le pronotum est peu visible (en haut, transverse. Le mésonotum est transverse, assez déclive dans sa moitié postérieure, le scutellum sui- vant la méme déclivité, transverse aussi, le postscutellum tres court, les spiracles du segment médiaire ronds et relativement tres gros. L'abdomen est plus long que la téte et le thorax réunis, le 1” segment court, le 2* le plus grand, aussi long que large, paraissant plus long, et un peu élargi vers Vextrémité. Les quatre derniers segments sont aussi lones les uns que les autres, un peu plus courts ensemble que le 2* segment. Une Q de Buénos Aires. Pedro Caride Massini leg.: 5, VI, 1915. Spilomicrus nodicornis Brethes, n. sp. Q Niger, tibiis apice et tarsis etiamque tibiis posticis basi testaceis, alis tantulum infumatis. Long. : 2,6 mm. Noir, lisse. Le scape est aussi long que les trois articles suivants et plus gros; le 2* article est a peu pres aussi grand que le suivant; les deux progressivement étranglés vers la base, les suivants sont a peu pres carrés, légerement et progressivement plus gros vers Pex- trémité. La téte est lisse avec une impression a cóté de chaque ocelle. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 413 Le pronotum est un peu visibie d'en haut et marqué de quelques gros points enfoncés. Le mésonotum a les lignes parapsidales bien mar- quées; quelques points enfoncés au bord antérieur. Le scutellum a trois fovéoles au bord antérieur et cette ligne est suivie de petits points enfoncés latéralement. Le postscutellum est comme le prono- tum marqué de gros points. Le segment médiaire a le disque lisse avec ses bords antérieur, postérieur et latéraux marqués de points également enfoncés. Le pétiole de Pabdomen est eylindrique, un peu plus long que large. Le 2* segment est conique, imponctué. Les der- niers segments sont courts. Les ailes ont la nervure basale assez visi- ble bien que moins marquée que la nervure subcostale. Un exemplaire que je crois hyperparasite d'Oliera argentinana Brethes (Lépid.). Buénos Aires, X, 1915. SCELIOLIRIA Bréthes, n. gen. Caput transversum, thorace latiore, oculis mudis, ocellis posticis vix oculos attingentibus, antennis prope orem sitis, 12-articulatis, funiculo Fusiformi, articulis transversis, pronoto a superne viso in medio vix nullo, sed usque ad tegulas recte truncato, mesonoto sine lineis parapsi- dalibus, seutello semicireculari, segmento mediario utrinque acuto; alis pubescentibus haud venosis, abdomine depresso, utrinque marginato, cum capite thoraceque aequelongo, fusiformi, segmento 3" ceteris modice longiore, segmentis omnibus transversalibus. Ce genre ale port de Plastogryon Kieff., mais ses ailes sans nervu- res len séparent fondamentalement. Il differe de Rielia Kieff. par le pronotum visible d'en haut a la maniére des Eumeneidae ... Typus: S. Mariae Brethes, n. sp. Scelioliria Mariae Brethes, n. sp. Q Nigra, alis tantulum infuscatis, femoribus, tibiis tarsisque ferru- gineis. Long. : 3 mm. Téte vue (en face plus ou moins carrée, a front légerement bombé, tres finement chagrinée, éparsément pointillée. Ces points avec de courts poils blanes. Les antennes ont le scape cylindrique a peu pres aussi long que les cinq articles suivants, le pédicelle et le premier article du funicule obconiques, presque égaux, les articles suivants 114 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de plus en plus transversaux jusqu'au 10% pour redevenir moindres les derniers. Longueur des articles: 360, 110, 100, 40, 40, 40, S0, 60, 60, 60, 60, 60 microns. Le thorax est fortement aréolé, les stries diri- vées en général dans le sens longitudinal avec des poils courts et blanes disséminés et qui sont plus denses sur les cótés du segment médiaire. Le bord antérieur du pronotum est caréné. Le bord posté- rieur du mésonotum porte une ligne de points ombiliqués, ainsi que le bord postérieur de Pécusson. abdomen a le premier segment transverse, son bord antérieur caréné, sa surface aréolée comme le thorax; le 2* segment a une ligne de fovéoles á sa base, sa surface un peu moins fortement mais de la méme maniere que le thorax aréo- lée, excepté son extrémité quí est lisse; le 3% segment et les suivants sont chagrinés-aréolés, les lignes longitudinales assez nettes vers les cótés, avec une ligne médiane et le bord postérieur lisses. Les ailes sont tres légerement enfumées avec une ligne hyaline médiane qui se dirige vers Pextrémité, et la base quí a un teint blanc-jaunátre. Dédiée á ma fille Marie-Esther, quí a recueilli cet intéresant Proe- totrupide a General Urquiza, le 28, 1, 1915. Fam. CHALCIDIDA E Monodontomerus Schrottkyi Brethes, n. sp. Q Niger, viridi-hie illie cyaneo-nitens, genubus, tibiis apice et tarsis (apice fusco) testaceis, alis hyalinis, macula prope stigmatem fusca. Long. corp. : 3,5 mm. Terebra : 1 mm. Pour abréger la deseription, je diral que cette espece est voisine de M. argentinus Brethes; elle Yen distingue cependant par les antennes plus longues, le scape plus massif, le tiers postérieur de Pécusson non obliquement striolé, mais lisse et tres finement chagriné, le premier segment de Pabdomen lisse, mais tres finement chagriné ainsi que le 5 et Pextrémité du 4%; le segment médiaire avec une carene médiane aigué accompagnée de chaque cóté (une forte impression longitu- dlinale. Le Gest semblable a la femelle, mais la face a un vert quí tire au bronzé-doré vers la bouche. Quelques exemplaires trouvés parasites dans un nid d' Zumenes sp., . y r > s Ls , . s envoyé de Colombie á M. K. Sehrottky, a qui je dédie Pespece. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 115 Pseudochalcis paraguayensis Brethes, n. sp. Nigra, parce albo pilosula, tegulis, femoribus apice, tibiis (linea interna nigra excepta) et tarsis flavis, alis hyalinis. Long. : 5,5 mm. La téte et le thorax sont fortement ponctués-ombiliqués, sur Pécus- son un peu plus éparsement. L'impression frontale est completement lisse, avec une quille médiane interantennaire qui atteint la moitié supérieure de cette impression. Les antennes, de 11 articles, ont le seape plus étroit que le funicule et a peu pres aussi long que les trois premiers articles de celui-ci. Le pédicelle est un peu plus long que la largeur du scape; Pannelet est transverse. Le premier article du funi- cule est un peu plus long que large, tandis que les autres segments sont carrés ou méme légerement plus larges que lones. En dessus du elypéus il y a un espace triangulaire quí atteint la base des mandibu- les et Pimpression faciale, étant marginé de petits points enfoncés. L'écusson est avancé sur le plan du postécusson d'une longueur égale a la hauteur de celui-c1. Le postécusson est formé d'une ligne fovéo- lée. Le segment médiaire a de gros points enfoncés dont les bords sont élevés en crétes; les épines latéro-postérieures sont presque nulles formées par la rencontre de crétes élevées. Le premier segment de lPabdomen est arrondi, aussi grand que le reste des segments abdo- minaux, lisse, vers son bord postérieur marqué de fins poils blanes et un chagriné mieroscopique comme les autres segments. Communiqué par M. Kurt Schottky, de Puerto Cantera, HI, 1914 (n* 174). Parasite de Magachile sp. Eurytoma ridiaschinae Brethes, n. sp. S Nigra, tegulis, pedibus anticis, coxis femoribusque mediis, tibiis base apiceque, trochanteribus, genubus et apice tibiarum posticis, tarsis albido-flavis, articulo ultimo nigro, alis hyalinis. Long. : 3,5 mm. La téte et le thorax sont ponctués-ombiliqués avec poils blanchá- tres. Les antennes ont le scape cylindrique, légerement plus large vers l'extrémité et fortement excavé-tronqué au bout; le pédicelle est un peu moins long que la partie étranglée du scape, en cloche petite; Pannelet est transverse. Les cinq articles du funicule sont transver- ses, avec deux verticilles de soies chacun, le premier le plus large et les autres progressivement moins, le premier aussi long que le seape, 116 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES en soc de charrue, tronqué en biais a lextrémité, le deuxieme moins large, rétréci plus abruptement a la base et a Pextrémité : de méme les 3% au 5% mais moins larges. La massue de deux articles, avec quel- ques soies assez longues, le premier eylindrique, le 2* conique. Le segment médiaire a une ligne médiane enfoncée marquée Venviron six stries transversales. Les mésopleures sont fortement striées-al- véolées. Les coxas postérieures sont chagrinées; le pédicelle de Pab- domen est ésalement chagriné, mais plus faiblement. Le reste de lPabdomen est lisse, légerement comprimé. Parasite de Ridiaschina congregatella (Lépid.). Buénos Aires, Mo 19 LD. Eurytoma vulgata Brethes, n. sp. Q Nigra, seapo tertio basali, femoribus apice, tibiis basi apiceque ferrugineis, tarsis albidis, apicem versus obscurioribus, alis hyalinis. Long. : 3 mm. La téte et le thorax ont une légere teinte verdátre obscure; Pim- pression fronto-antennaire est tres finement chagrinée, presque lisse; le reste de la téte et du thorax est marqué de points ombiliqués serrés, les poils qui naissent des points sont assez courts. Les antennes ont 12 articles : le scape eylindrique, progressivement atténué vers Pextrémité, le pédicelle en cóne, Pannelet un peu plus large que long, les articles du funicule légerement plus gros du premier au dernier avec une file de sencilli chacun; la massue de quatre articles subégaux, excepté le dernier tres petit qui est couvert de cylindres tactiles et perpendiculaires; le 1% et le 3% articles de la massue ont deux files de sencilli tandis que le 2* wen a quw'une irréguliere. Longueur des arti- Fig. 6. — Antenne de cles : 360, 100, 20, 120, 120, 120, 120, 100, 100, JHurytor ) re- , , £ Ñ q po! ayi Á Eurytoma vulgata Bre- SS) et 30 microns. L'abdomen est comprimé, thes, grossie environ 50 , : á diamétres, lisse, les trois premiers segments courts, le 4* le plus grand, les derniers petits. Une Q obtenne parasite une galle Y Zupatorium crenulatum que je suppose produite par un Lépidoptere. Buénos Aires, IV, 1915. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 417 Decatoma cecidosiphaga Brethes, n. sp. Y Testacea, oculis ocellisque in vivo miniaceis, alis hyalimis, anticis maculis 2 fuscis, una transversa ad dimidium, altera duplo majore vix trapezina ad =/, longitudinis alarum. Long. corp. : 3-4 mm. Q A Y differt : obscuriore, plus minus fusca. Q dO' Le mále est un teint général testacé, avec le bout des man- dlibules noir de poix, les yeux et les ocelles d'un rouge vermillon. La femelle est par endroits ou plus ou moins entierement (un teint marron. Les ailes dans les deux sexes ont une petite tache transverse brune vers la moitié de Paile et une autre plus grande et plus obs- cure vers les ?/, de leur longueur : celle- ci Watteint pas le bord postérieur de Pai- le. Les antennnes sont semblables dans les deux sexes, de 10 articles dans le , de 11 dans la Q. La longueur respective des articles est : df, 380, 140, 20, 120, 100, 90, 90, S0, 60 et 60 microns; Q : 380, 140, 20, 90, 80, 75, S0, 50, 80, 55 et 50 microns. Les sencilli sont plus abon- dants dans les antennes de la Q qui n'en portent pas cependant au premier article du funicule, tandis que chez le Sil y en a. La téte et le thorax sont couverts de ints ombiliqués jusqu'au segment mé- points ombiliqués jusqu'au segment mé A A dliaire qui est aréolé : deux crétes plus cecidosiphaga Brethes, á gauche du ale á droite de la Om grossies environ 80 diamétres. fortes que les autres qui sortent de la base du segment médiaire et se dirigent vers les cótés a égale distance des stigmates et de Vextrémité du méme segment. Le pétiole de Pabdomen est deux fois plus long que large, fortement chagriné. L'abdomen est completement lisse, piriforme, le 3% segment bien plus grand quw'aucun des autres seg- ments. Voisin de D. setosipennis Kieff. dont il differe spécialement par les poils alaires quí sont tous noirs. J'ai recueilli cette intéressante espece parasite de CUecidoses ere- ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO 3, 1916) 28 418 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES mita Curt., Eucecidoses minutana Brethes, Ridiaschina congregatella Brethes, a Buénos-Aires, X-XII, 1915. e Habritus bimaculatus Brethes, n. sp. Q Niger, viridi-nitens, alis hyalinis, ante et pone venam marginalem fusco-maculatis, scapo, tibiis tarsisque plus minus testaceo-flavis. Long. corp. : 2 mm. La téte et le thorax ont leur surface a seulpture alvéolaire tandis que le segment médiaire est tres finement chagriné et labdomen lisse avec le chagriné presque imperceptible au mieros- cope. Les antennes ont le scape cylindrique, lé- serement arqué, aussi long que les cinq articles suivants, le pédicelle obconique, les 2 annelets tres courts, les articles du funicule a peu pres aussi longs entre eux, mais graduellement et tres légerement élargis vers Vextrémité, la massue courte, un peu plus large que le funicule; la lon- ueur des articles est : 260, 100, 10, 12, 65, 75, 5, 75, 65, 60, 60, 50 et 40 microns. Les anten- nes sont insérées vers le */, de la face, presque o o ” í au niveau inférieur des yeux; le front a une lé- sere élévation longitudinale qui ratteint pas e Pocelle antérieure. Les stigmates du segment Fig. 8. — Antenne de A ¿ Ñ S ] E E Habritus bimaculatus IMédiaire sont tres légerement ellipsoides, pres- srethes, grossie env que ronds. L'abdomen est plus étroit et aussi long ron 85 diameétres. que le thorax. Les ailes mesurent 1400 microns et leurs veines sous-costale, mar- vinale, stigmale et postmarginale mesurent respectivement : 600, 240, 240 et 240 microns. Une Q que j'ai recueillie á General Urquiza, le 25, HI, 1912. Eupelmus halysidotae Brethes, n. sp. Q Nigro-viridi-aeneus ; capite dimidio antico, scapo, pedicelloque an- tennarum, propleuris, pedibus totis a coxis et terebra testaceis vel favi- dulis; alis anticis modice fuscis, basi usque ad venam marginalem et litura transversa pone venam stigmatem hyalinis. Long. corp. : 3,8 mm ; terebra : 1,10 mm. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 419 Cette espece a quelque ressemblance avec E. unifasciatus Ashm. par ses dimensions et les dessins alaires; mais dans Pespece d'Ashmead la ligne claire des ailes se trouve avant origine de la veine stigmale tandis que chez E. halysidotae cette ligne est apres la veine stig- male. La téte a une ponctuation tres serrée avec de courts poils blanes. Le thorax est chagriné, mais vers Parriére du mésonum, le chagriné est plus sensible rayant plus Paspect dense de la partie antérieure. La moitié antérieure des mésopleures est également chagriné-pone- tuée tandis que la moitié postérieure consiste en une espece de stria- tion longitudinale. Les segments abdominaux sont finement chagrinés, mais ce chagriné est bien plus prononcé vers Parriere. Obtenue parasite de Halysidota tessellaris Húbn., a Buénos Aires, le 25, IL, 1908. (A. Zotta leg.). LINDESONIUS Brethes, n. gen. A Solindenia Cam. vicinaus, sed oculis margine interiore parallelo, ocel- lis lateralibus haud proprie ab oculis approximatis, antennis apicem versus sensin tantulum clavatis, abdomine tantum compresso, quam tho- racem modice longiore, ovipositore exserto. Lindesonius cecidiptae Brethes, n. sp. Q Capite thoraceque nigris, plus minus viridi-cupreis, occipite aeneo, abdomine subviolaceo nitente, supra sat cupreo, vertice lobisque latera- libus mesonoti aurato-cupreis; antennis ferrugineis, apicem versus gra- datim fuscis; pedibus 4 anticis, genubus, tarsis dimidio apicali et tar- sis posticis ferrugineis, terebra in medio flavo-anmulata, alis hyalinis. Long. : 4 mm. Terebra : */, mm. La téte est chagrinée, le front et Pocciput striés transversalement avec des poils blanes épars. Le thorax est chagriné (ou tres finement aréolé), Pabdomen de méme chagriné, mais plus finement. Des poils blanes épars.Les antennes ont leurs articles cylindriques, tres légere- ment plus larges en s'avancant vers la massue, cylindriques, le 3* deux fois plus long que large, les suivants peu a peu plus courts pour devenir transverses avant la massue. Celle-ci de 3 articles intime- ment et obliquement soudés, une fois et demie plus longue que large. Le protarse médian en dessous avec deux files voisines d'environ 6 420 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES épines noires Chacune; les autres articles ont aussi des peignes sim- ples progressivement d'un nombre moindre d'épines. Obtenu de Cecidipta exaecariae Berg. Novembre, 1, 1915. Calosoter olierae Brethes, n. sp. Q Capite laete viridis, pone oculos testaceo ; antennis nigris, seapo basi et antice testaceo, thorace testaceo, mesonoto antice, lineis 2 longi- tudinalibus et segmento mediario supra viridibus; abdomine violaceo, Sa terebra negra; pedibus testaceis, alis hyalinis. Long. : 3 */, mm. Tere- bra : vix 1 mm. La téte est assez finement chagrinée avec des poils épars blanes. Les antennes sont sétacées, le scape testacé excepté vers sa partie externe apicale ou il devient brunátre, le premier article du funicule est noir, a reflet cuivré, le reste est noir avec un léger reflet violacé. Le pédicelle est presque deux fois aussi long que large; le 1% article du funicule est un peu plus long que large, le 2% a peu pres 5 fois aussi long que large, les deux suivants a peu pres 3 fois aussi longs que larges, les suivants progressivement plus courts, mais toujours plus lones que larges; la massue est presque indistinctement triarti- culée. Le thorax est plus láchement chagriné que la téte; cependant ce chagriné est plus serré sur les crétes du mésonotum. D'abdomen est aussi long que la téte et le thorax réunis, allongé elliptique, láachement chagriné. Les peignes du protarse médian sont testacés. Les ailes sont hyalines. Obtenu parasite de Oliera argentinana Brethes : 6, XI, 1915. RAFA Brethes, n. gen. Capite plus minus aequelongo ac lato, oculis breve sparceque pilosulis ; antennis prope orem sitis, setaceís, 11-articulatis, annulo 1, clava haud distincta, axillis in medio vix contiguis, mesonoto normali, haud de- presso nec impresso, lineis parapsidalibus sat notatis, calcare medio vix protarso medio aequelongo, pedibus normalibus haud compressis nec latis, tibiis posticis 1-calcaratis, tarsis 5-articulatis. Ce nouveau genre entre dans la tribu ZTanaostigmini, se distinguant de Eutrichosoma Ashm. par le manque absolu d'écailles filiformes, les ailes non glabres, etc. Type : Rafa albitarsis Brethes. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 491 Rafa albitarsis Brethes, n. sp. Q Nigra, viridi-cyaneo-nitens, alis hyalinis, tibiis anticis apice et articulis primis tarsorum anticorum testaceis, tarsis 4 posticis articulis 2 primis, 3% basi et calcare albis. Long. corp. 2 mm. La téte est fortement chagrinée, le front imprimé avec une émi- nence longitudinale qui va de la base des antennes jusquwau milieu du front. Les antennes sont simples, le scape court et gros, presque la moitié aussi large que long, le pédicelle court et obconique, Vannelet transverse, les articles suivants un peu plus longs que larges, le dernier article coni- que avec, au bord interne, une série de spinules tres fines. La longueur des articles est : 200, 70, 10, 85, SO, 100, 90, 50, 50, SO et 160 microns. Le thorax est, comme la téte, fortement ponctué-cha- eriné excepté sur lécusson et les axiles ou 1l est sim- plement chagriné. Le segment médiaire est presque completement lisse comme Pabdomen; il porte une quille longitudinale médiane. L'abdomen est sessile, plus court et plus étroit que le thorax, lisse, avec un chagri- né tres fin, aucun des segments D'étant spécialement long. Une Q que j'ai recueillie á General Urquiza le 25, I, 1915. Fig. 9. — Antenne de Rafa albitarsis Bre- thes, grossie environ Rafa ridiaschinae Brethes, n. sp. s0 diametres. Q Nigra, viridi-cyaneo-nitens, alis hyalinis, trochanteribus omnibus, femoribus anticis, femoribus mediis (linea postica excepta), tibiis 4 anticis plus minus obseure, tibiis posticis basi apiceque, tarsis 4 posticis dimidio basali albi- do-testaceis. Long. 2 mm. Fig. 10. — Antenne de a A Assez semblable au précédent, en différant par thes, grossie environ s0 Ñ A , , E z diamétres. les caracteres ci-dessus. De plus la téte est moins fortement chagrinée; le thorax est également moins chagriné et les antennes sont autrement conformées. C'est une petite guépe a marche rapide, bien différente de Vallure mesurée 422 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES et compassée que l'on observe dans la généralité des Chalcidiens. Recueilli parasite de Ridiaschina congregatella (Lépid.). Buénos Aires, X, 1912. MINAPIS Brethes, n. gen. Capite transverso, oculis nudis, antennis in medio faciei sitis, 13- Fig. 11. — Antennes de Minapis ni- gra Breéthes, á gauche de la Q, á droite du e grossies environ 80 diamétres. articulatis, annulis 2, clava 3-articulata, axillis in medio contiguis. mesonoto nor- mali, lineis parapsidalibus sat notatis, tar- sis 5-articulatis. Voisin de Dutrichosoma Ashm. et Rafa Brethes, dont les caracteres antérieurs le distinguent facilement. Minapis nigra Brethes, n. sp. Q Nigra, fronte obscure testacea, clava fava; alis anticis nigris, basi (litura ad costam minuta nigra) usque ad basin ve- nae marginalis hyalinis ; macula triangu- lari sub vena marginali, macula in medio disci, macula altera in margine postico, et imo margine alarum usque ad apicem venae postmarginalis hyalinis : alis posti- cis macula transversa ad */, longitudinis migra. Long. corp. : 2,5-3,5 MM. SF A femina differt : forma antenna- rum, clava articulis 2 ultimis plus minus Aavidulis et alis hyalinis. La téte et le thorax ont un chagriné fin et serré. Sur le mésonotum ce cha- eriné est transversal, sur le scutellum il est longitudinal. L'abdomen est comprimé; vu latéralement il a un profil triangulaire. Son chagriné microscopique le laisse lisse, tandis que la téte et le thorax sont subopaques. Hyménoptérocécidie. Sur les branches de Seutia buecifolia, le M. nigra produit des galles plas ou moins volumineuses, depuis la grosseur BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 493 une noisette jusquwá celle du poing et de forme plus ou moins sphé- s, a > Fig. 12. — Minapis nigra, vue de ml Fig. 13. — Aile de Minapis nigra Bréthes pour montrer la position perpendiculai- grossie environ 20 diametres re des ailes et leur superposition parfai- te; grossie environ 10 diamétres. rique ou allongée dans le sens de la branche. Les insectes ont méta- morphosé en mars. de ——4 2 0) Fig. 14. — Cécidie produite sur les rameaux de Secutia buccifolia par Minapis nigra, de grandeur naturelle. Les types sont incorporés aux collections du Muséum national. J”ai obtenu cette espece á Buénos-Aires, en mars 1915. 424 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES PSILOMIRINUS Brethes, n. gen. A Prionomito vicinus, sed corpore pallide flavo, haud metallice-viri- di; mandibulis apice 3-dentatis, fronte corporeque minute vix obselete alutaceis, haud umbilicato-punetatis ; capite antice viso triangular plus minus aequilatero, genis plus minus diametro oculorum aequelongis, pe- dicello latitudine duplo longiore; alis vena marginali vix nulla, vena postmarginali nulla. Typus : P. flavidulus Brethes, n. sp. Psilomirinus flavidulus Brethes, n. sp. Q PFlavidulus, alis hyalinis, oculis nigris, ocellis rubris, antennis fu- niculo, pronoto, segmento mediario trausverse tantulum obscurioribus. Long. corp. : 0,99 mm. Long. alar. : 0,80 mm. La téte, le thorax et Pabdomen sont transversalement et tres fine- ment chagrinés : ce chagriné apparaít un peu plus fort en un are dor- sal de Pabdomen situé un peu en arriere des deux pores sétigeres. Les antennes sont situées vers le bord oral. Le scape est grand, at- teignant Pocelle antérieure, légerement et graduellement renflé jusque vers les ?/, de sa longueur; le pédicelle est deux fois plus long que large, le funieule a 5 articles, tous transverses et progressivement plus gros vers Vextrémité; la massue est encore plus large, a 3 arti- eles, dont la suture est á peine distincte. La massue est comprimée. Les yeux sont légerement villeux. Le pronotum est court. Le méso- notum est transverse (5:3) et parsemé de soies relativement grandes et évales entre elles. Les axiles sont á peine contigués au milieu et Pécusson, un peu plus large que long (4:3), a son bord anterieur arqué et ses bords latéraux forment ensemble une courbe paraboloide; sa surface est parsemée de soies comme le mésonotum. Les ailes ont leur surface couverte de soies avec le spéculum sous la veine sous- costale : celle-ci mesure environ 300 microns, la marginale a peu pres nulle, la stigmale, 80 mierons. L'éperon des tibias médians dépasse á peine la moitié du protarse correspondant, et les articles tarsaux médians sont armés en dessous de soles spiniformes. S Le mále differe de la Q par sa taille moindre (0,65 mm.) et spé- cialement par les antennes dont la massue est uniarticulée, sans tra- ces de sutures, á bords paralleles jusque vers les */, de sa longueur, puis légerement arquée et acuminée au bout. BRETHES : HYMÉNOPTERES PARASITES 495 Une Y et un S' recueillis de Diaspis pentagona a Ituzaingó (F. €. O.) pres de Buénos-Aires (A. Cardoso leg.). ALLORHOPOIDEUS Brethes, n. gen. Mandibulae edentatae ; antennae 11-articulatae, artieulis primis funi- culi latitudine longiores, dein compressis, aequelongis ac latis, clava tri- articulata ; mesonoto sine lineis parapsidalibus, vena marginali brevis- sima, vena postmarginali quam stigmalem aequelonga, stigmali arcuata, terebra haud exserta. On voit par la description quí précede que ce nouveau genre doit faire partie de la petite tribu Arrhenophagint, se distinguant tout de suite de Rhopoideus How. par la présence de la veine postmarginale, le nombre des articles antennaires, Vaiguillon caché, etc. Typus : 4. mirabilis Brethes, n. sp. Allorhopoideus mirabilis Brethes, n. sp. Q Capite, thoraceque miniaceis, abdomine nigro. Capite postice, pro- noto supra, mesonoto linea vix postica transversa plus minus fuscis; scutello fascieulo pilorum nigro; alis dimidio postico fuscescente, dimi- dio antico hyalino apice macula fuscescente ; pedibus plus minus minia- Fig. 15. — Allorhopoideus mirabilis Brethes : en haut, aile; á ganuche, mandibule ; a droite, tarse. grossis. ceis, protarso postico dimidio basali fusco, dein et articulis 2-4 albis; scapo maxima parte etiam albo; cetero antennarum nigro. Long. corp. : 2,20 mm. 126 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES La téte est plus large que longue, les antennes situées vers le ni- veau inférieur des yeux, les joues développées comme la moitié du diametre vertical des yeux, ceux-ci a bord interne parallele, la face et le front légerement chagrinés, avec points épars piliferes. Les anten- nes ont 11 articles, le scape plus long que les deux articles suivants, légerement en massue vers Pextrémité, les 3 articles suivants plus longs que larges, les 4 suivants aussi longs que larges, comprimés, la massue de 3 articles transverses, comprimés; longueur des articles : Fig. 16. — Antenne de Allorhopoideus mirabilis Bréethes, augmentée environ 80 diamétres. A gauche, dernier article de la massue, grossi environ 330 diamétres. 360, 130, 150, 140, 110, 100, 50, S0, S0, 60 microns. Des sen- cilli existent sur tout le fanicule et la massue. Le dernier article de celle-ci porte a son bord des poils et des soies tactiles. Le thorax est finement chagriné, avec cils blanes a Pavant du mésonotum, aux axiles et a la moitié antérieure de Pécusson, avec cils noirs a la moi- tié postérieure du mésonotum et deux groupes paralleles vers Parrie- re de Pécusson. Le pronotum est peu visible d'en haut, le mésonotum transverse, les axiles se touchent au milien devant Pécusson, et ce- Ini-ci est semicirculaire a Varriere. L'abdomen est noir, lisse, moyen- BRETHES: HYMÉNOPTERES PARASITES 427 nement cheagriné, large comme le thorax a la base, mais moins long, sessile, les segments a peu pres égaux. Quelques Y que je recueillis a Buénos-Aires le 25, IV, 1903; le type est déposé dans les collections du Muséum national. Pachycrepoideus bonariensis Brethes, n. sp. Q Niger, viridi-nitens, facie aeneo-nitente, pedibus testaceis. Long. : £,5 mm. La téte est transverse, un peu plus large que le thorax, la face peu profondément et largement aplatie, tres finement chagrinée. Les an- tennes son situées vers le milieu de la téte : le scape cylindrique, at- teignant Pocelle antérieure, le pédicelle obconique, un peu moins long que la moitié du scape. Le funicule légerement et progressivement plus large vers Pextrémité, ses articles transverses, moniliformes. Les articles 1 et 2 sont petits mais non précisément en annelets, le 2 plus grand que 1, 3 a S progressivement plus grands; la massue de 3 articles soudés. Le mésonotum a ses lignes parapsidales completes. Le thorax est finement chagriné. Le pétiole de Pabdomen est aussi long que large. Les deux anneaux suivants sontá peu pres d'égale longueur. L'abdomen est completement lisse. "unique exemplaire que je connais a été obtenu a Buénos Aires (5, XI, 1915) oú en voletant, il est venu s'arréter sur mes vétements. Type introduit dans les collections ent. du Muséum national. PERHYMENES Brethes, n. gen. Palpi maxillares et labiales 1-articulati, antennae 10-(9-) articulatae cum annulis 2, oculis villosis, lineis parapsidalibus completis, abdomine sessile, subdepresso, capite thoraceque paulum longiore, tarsis 4-articu- latis, vena postmarginali vix nulla. Ce nouveau genre doit se placer pres de Ohrysocharis et Zaommo- myia dont il se distingue par ses antennes avec deux annelets, la veine postmarginale á peu pres nulle, etc. Type : P. Schrottkyi n. sp. 128 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Perhymenes Schrottkyi Brethes, n. sp. Q Niger, viridi-nitens, alis hyalinis, femoribus apice, tibiis tarsisque (art. 5% excepto) albis. Long. corp. : 2,5-3 mm. La téte est transverse, les antennes insérées vers le niveau de la base des yeux, un espace interantennaire assez lisse, tres peu cha- oriné, le front et le vertex un peu plus; entre Pespace interanten- naire et chaque ceil le chagriné est bien plus fort. Les antennes ont 10 articles qui mesurent respective- ment : 160, 70, 3, 2, 52, 50, 46, 48, 45, 20 microns. Le funicule et la mas- sue sont pratiquement indistincts un de Pautre et tres hirsutes. Le thorax est assez fortement chagriné, le pro- notum transverse, un peu plus étroit que le mésonotum, avec quelques lon- gues soies claires á son bord anté- rieur; le mésonotum porte 4 longues soies équidistantes, deux au milieu du disque et deux avant lPécusson ; Fig. 17. — Antenne de Perhymenes Sehrott- celui-ci en porte également 2 de cha- kyi Bréethes, augmentée environ 150 dia- E NSAR que cóté. Le segment médiaire a une ligne médiane assez lisse accompa- enée de deux autres également larges bien plus chagrinées ; il rede- vient plus lisse sur les cótés. L'abdomen est un peu plus long que la téte et le thorax réunis, déprimé, se rétrécissant vers la base et vers Pextrémité, assez légerement chagriné, une bande lisse apicale a cha- que segment et quelques poils clairs parsemés sur le dos. Les ailes an- térieures mesurent 1100 mierons et ses veines sous-costale, marginale, postmarginale et stigmale mesurent chacune 200, 940, 20 et 40 mi- crons. Les cils alaires sont courts mesurant environ 20 microns. Communiqué par M. Kurt Sehrottky quí Pa obtenu parasitant Me- gachile sp. a Puerto Cantera (Paraguay). Aphelinus argentinus Brethes, n. sp. O Albido-flavus, oculis fuscis, ocellis rubiginosis, alis hyalinis. Long. 0,6 mm. Alae exp. : 1,20 mm. Latit. alar. anter. : 0,16 mm. BRETHES: HYMÉNOPTERES PARASITES 129 La téte, le thorax et Pabdomen sont a peu pres d'égale largeur. La longueur des antennes est un peu moindre que la largeur de la téte. La longueur des articles est 75, 30, 10, 10, 30 et 65 microns. Les articles 4-6 antennaires indistinctement rembrunis. L'éperon des tibias intermédiaires est aussi long que le protarse. Une Q de Misiones, parasite de Parlatoria Pergandei. A. de Lla- mas leg. 1, VI, 1915. En repassant a nouveau les préparations microscopiques, Jal re- connu que : Trichogrammatoidea signiphoroides Brethes est APHELINUS SIGNI- PHOROIDES (Brethes) Brethes. Prospaltoides Howardi Brethes est ASsPIDIO- TIPHAGUS CITRINUS (Craw) How. Le genre DIMACROCERUS Brethes se distingue d'Azotus How. par Poviducte quí n'est pas exser- te a Vextrémité de Pabdomen, etc. Tetrastichodes imitator Brethes, n. sp. Q Niger, aeneo-nitens, scutello vix eupreo, abdo- mineque viridis, scapo pedicelloque antennarum et pedibus a coxis testaceis, sed coxis anticis nigris, Femoribusque anticis piceis; alis hyalinis. Long. : 1,9 MM. La face est assez profondément imprimée jus- o Se E Fig. 18. — Antenne de qu'a Pocelle antérieure, tres finement chagrinée Tetrastichodes imitator et avec poils gris courts. Les antennes ont le pre- Prethes, augmentés en mier article du funicule plus long que le pédicelle avec trois files obliques de sencilli; les deux articles suivants sont viron 80 diamétres. un peu bombés sur les cótés et la massue á peu pres de la longueur du premier article du funicule. Longueur des articles : 300, 140, 10, 10, 190, 120, 120, S0, 65, 50 microns. Le thorax est uniformément “et assez fortement chagriné; le seutellum porte 4 raies longitudi- nales enfoncées avec deux soies, Pune vers les */, et Pautre presque a Vextrémité des régions externes. Le segment médiaire a un chagri- né moins fort que le dessus du thorax, paraissant ainsi plus lisse. T'abdomen est de la longueur du thorax, déprimé, lisse, avec un cha- egriné assez fin. Une Y que j'ai recueillie a Buénos-Aires le 25, HI, 1912. 430 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fig. 19. — Antenne de Cirrospi- lopsis verticillata Bréthes, O, augmentée environ 580 diametres. Cirrospilopsis verticillata Brethes Dans la diagnose originelle j'ai donné la description du f. La Q est semblable au mále, moins les antennes quí sont autrement conformées : elles ont aussi 10 articles, avec deux an- nelets (le 2* relativement grand). La lon- gueur des articles est : 1600, 400, 40, 200, 700, 460, 380, 320, 250, 220 microns, avec la forme que représente le dessin ci-con- tre. Le scape est légerement renflé vers Pex- trémité, le pedicelle obpiriforme, le pre- mier annelet tres court, transverse, le 2* annelet aussi long que large; le premier article du funicule est eylindrique. deux fois plus long que large avec quelques sencilli obliques; le 2* article du funicule est a peine plus long que large et le suivant a peine plus large que long avec quelques sencilli un peu moins obliques qu'au 1% article; la massue a ses articles contigus et est un peu fusiforme. Quelques exemplaires Q et GF de Buénos Aires. EL FABULOSO 0 Y LOS PRIMITIVOS RETRATOS DE LOS DIDELFIDEOS POR ANÍBAL CARDOSO El doctor Carlos KR. Eastman, en The American Naturalist ', pu- blica bajo el título: Early portrayals of the opossum, una curiosa co- lección de figuras de marsupiales que se ha pretendido identificar con la de aquel didelfideo. Esas primitivas figuras de animales raros y de aspecto extrava- gante, son, como la mayor parte de las viejas representaciones de la fauna colonial americana, una superchería producida por la supers- tición del indígena, transferida intencionalmente a los conquistado- res, agrandada por la imaginación soñadora de éstos que siempre buscaban lo fenomenal y fabuloso, recogida y aumentada por viaje- ros como Caboto y Pigafetta y transmitida a la posteridad por erédu- los historiadores como Acosta, Lozano y Guevara, que más cuidaban del enorme volumen de sus manuscritos, que de la veracidad de su contenido. Entre las extrañas figuras coleccionadas por el doctor Eastman, hay una tomada de Andrés Thevet (Singularités de la France antare- tique (1558), que se refiere al «Su» o «Succarath », cuya descrip- ción, según Eastman, ha sido transcripta más o menos literalmente por Conrado Gesner, E. Topselt, J. E. Nieremberg y John Jonston, 1 Número de octubre de 1915. 432 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES quienes también reproducen la grotesca caricatura de la bestia. Aún en el siglo XVII transcriben esta fabulosa descripcion los PP. Lo- zano y Guevara, en sus narraciones sobre lo que les pareció más no- table de la fauna y flora de las provincias del Río de la Plata. El doctor Eastman, al reproducir la figura en cuestión — que a mi vez reproduzco para mayor claridad del asunto (fig. 1) — no hace indi- 'ación alguna de los caracteres Zoológicos que se le atribuían a tan ex- traño animal, que no justifican de ninguna manera la identificación del legendario «Su» con el opossum común, y por esto considero intere- sante transcribir las descripciones que de él hicieron los menciona- dos padres jesuítas a mediados del siglo XVIII. El padre Lozano, dice: «En los confines de la provincia del Río de la Plata, hacia los Patagones, se halla un animal muy fiero llama- do su o según otros succarath, y anda comúnmente hacia la ribera de los ríos. Su figura es espantosa; a la primera vista parece tener cara de león. y aún de hombre, porque desde las orejas se le ve barbado con pelo no muy largo; estréchase su mole hacia los lomos cuando en la parte anterior es bien corpulento; la cola es larga y muy po- blada de cerda, con la cual, cargando sobre sí los cachorros al verse acosada de los cazadores los encubre y esconde hasta evadir el ries- go, sin que la carga sea impedimento para emprender la fuga con suma ligereza. Vive de rapiña, y por el interés de la piel le persiguen los naturales del país, porque siendo éste de temple frígido, se de- fienden con su abrigo de las inclemencias. El modo ordinario de ca- zarlos, es abrir una hoya profanda que cubren con ramas; incauta la fiera se despeña con sus hijuelos y al ver imposible su salida, o sea de rabia o por generosidad, los despedaza con sus uñas, porque no vengan a manos de los hombres, dando al mismo tiempo espantosos bramidos para aterrar a los cazadores, los cuales acercándose a la boca de la hoya, traspasan a la fiera con sus flechas hasta que muere rabiando » .. El padre José Guevara, refiriéndose al mismo fabuloso animal, dice: <« Es singular su figura; tiene cara de león que declina en ¡a seme- janza humana, con barbas que arrancan desde las orejas. Sn mole es corpulenta hacia los brazuelos y estrecha hacia los lomos. La cola larga, bien poblada de cerdas, le sirve para defender y tapar sus ca-. chorros que carga sobre el lomo para repararlos con la fuga de los ca- ' Historia de la conquista del Paraguay, Rto de la Plata y Tucumán, por el P. Lozano (S. J.), libro I, capítulo XI. CARDOSO : EL FABULOSO «SU» O « A Y 4 A ' A , á ' » ¿el " , x , y f A e pl 1 gta AN mia ¡AE ans Ñ Er al 0 MA le e; hos Mi wr y laca REV k E d á Lo? Es a ” y 1 VE a f 4 * 4 £ * LES DIOSCORFACEES DE L'ARGENTINE LUCIEN HAUMAN ' (Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires) On Wavait, que je sache, signalé jusqu'a présent que sept Diosco- réacées argentines : quatre du nord-ouest du pays sont mentionnées par Grisebach, une par Bettfreund, Hicken et (autres auteurs pour les environs de Buenos-Aires, une autre encore par Autran, pour les Cordilleres du Neuquén, la derniére enfin, pour la frontiere du Paraguay par Morong et Britton puis par Hassler, sans qu'il soit du reste spécifié si c'est en territoire argentin que la plante fut observée. Niederlein avait en outre cité pour Misiones une des especes mention- nées par Grisebach, et O. Kuntze enfin publia un huitieme nom s'appliquant á une des plantes récoltées jadis a Salta par Lorentz et Hieronymus, une de celles donc qwavait étudiées Grisebach ?. Or, en mettant a contribution la plupart des collections existant dans le pays, j'ai pu me convaincre qwil existait au moins 18 Dios- corea en Argentine. D'autre part, á en juger d'apres les exemplaires qui sont restés a PUniversité de Córdoba, deux des déterminations de Grisebach sont erronées, et la description de Vune des deux especes nouvelles du Sym- bolae est si peu Vaccord avec les doublettes que j'ai étudiées, qu'on 1 Voir la note de la page 285. 2 Je ne tiens compte ici que des especes citées dans des csuvres d'un caractere scientifique tel, qu'on peut avoir quelque confiance dans leur détermination. J'aurai Voccasion plus loin de m'occuper occasionnellement des especes citées par Matoso et N. Rojas Acosta. Parodi (texte C. Hicken) aurait mentionné pour le pays D. heptaneura Vel. : il ne m'a pas été posible de retrouver cette citation. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO 4, 1916) 29 442 ; MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ne peut guere les y reconnaítre, ce quí explique la détermination de Kuntze dont j'ai parlé plus haut et que je crois du reste inexacte. D”oú vient done cet état plus que médiocre de nos connaissances sur ce point de la floristique argentine ? ID"abord, évidemment, de Pabsence d'une E moderne S la famille (le seul travail d'ensemble, de Kunth, datant de 1850) ' ensuite des difficultés qwoffre Pétude du vaste genre Dioscorea ed especes Papres Uline, en 1897). Il agit, comme on le sait, de plan- tes diclines presque toujours dioiques, aux caracteres végétatifs extré- mement uniformes et aux fleurs en général tres petites, ce qui rend particulierement difficile Vattribution spécifique des individus de sexe différent; (autre part, la systématique interne du genre est basée presque toute entiere sur la graine et sur lPandrocée, et cela de telle sorte que la détermination VPexemplaires máles est difficile, et que celle des échantillons seulement femelles est presque toujours impossible *; en outre un tres grand nombre de descriptions sont notoirement insuffisantes pour ce quí est des fleurs, cela surtout dans les auteurs anciens (Kunth en transerit plus de 50 ne permettant méme pas de deviner la section) mais aussi dans les modernes, cer- ' Engler (XIX, p. 80) annoncait en 1897 l'existence d'une monographie com- plete de la famille par Uline, auteur qui, dans le systeme du genre Dioscorea divisé en 50 sections (XIX, p. 8) que préfacait la note de Engler, publia toute une série de nomina nuda. L*année suivante Ulime publia une sorte d'introduc- tion á une monographie (XX, p. 126), comportant les généralités sur la famille mais ou la partie descriptive fait défaut. Dans la suite, le nom de cet auteur n'apparait plus dans les grands recueils bibliographiques que ¡ai consultés (Sup- pléments des Pflanzenfamilien jusque 1912, Centralblatt fúr Bot., Engler Jah»- bucher, Index Kew.). Il semble done que le travail annoncé n'ait jamais paru, fait que la situation politique actuelle de 1*Europe ne me permet pas de vérifier d'une facon plus directe. Je ne pourrai done pas tenir compte des nomina nuda d'Uline; peut-étre se rapportent-ils a quelques-unes de celles que ¡je décrirai plus loin comme espéeces nouvelles, mais le fait qu'elles sont d'une méme région etappartiendraientá une méme section ne constitue pas un indice suffisant d'iden- tité. J”ajouterai que les noms d*Ul:ine, sans autre indication bibliographique que celle des suppléments aux Pflanzenfamilien, figurent dans 1'/ndex Kewensis (Sup- plément II) sans que soit spécifié leur qualité de nomina nuda * * Il y a donc lieu de s*étonner qu'on puisse encore fonder des especes nouvel- les sur des échantillons exclusivement femelles, alors qu'il s'agit de plantes ne présentant rien de particulier dans leurs caracteres végétatifs, ainsi les D. glau- ca, D. oblongifolia et D. acanthogene de Rusby (XVI, p. 259 et XVII, 492). “ Les chiffres romains entre paranthéses renvoient á la liste bibliographique qu'on trouvera á la fin de cet travail. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 443 tains auteurs négligeant de spécifier le nombre des étamines; enfin si certalnes especes centro et sud-américaines ont une aire de disper- sion considérable, ce qui favorise toujours la formation d'une ample synonymie, Vautres semblent au contraire étre tres localisées ce qui améne, inversement, des déterminations erronées. Pourtant, méme apres le grand travail de Kunth, aucun botaniste ra eu dans les mains quelques Dioscorées américaines sans qw'il "en fit, dans une forte proportion, des especes nouvelles, comme le mon- tre tres suggestivement le tableau suivant : ESPECES NOUVELLES CENTRO ET SUDAMERICAINES POSTÉRIEURES A LA MONOGRAPHIE DE KUNTH (1850) Nombre des especes . Indications A Années VAN 5 bibliographiques Étudiées Nouvelles Kw Grisebach Morong et Britton Chodat et Hassler Kuntze-Uline .... Rusby Grisebach Taubert Gay Philippi Hemsley Wi tae y Argentine Paraguay » Bolivie » Brésil » » Chili » rique centrale Amérique australe ¿ Mexique et Amé- ( / KN [do] N 0 Hp de) = Ot A SS y O 11 nom. 1879 Vi 1892 1903 1893 1896 1897 XI VI bis TX XIV et XVII TV XXII XVIII TI XIII et XIV VII XXI XIX On ne pourra donc pas s'étonner outre mesure de ce que, ayant étudié 18 especes argentines, je me sois vu obligé á en créer 7 nou- velles, et a distinguer en outre quelques variétés. Cet état de choses estal dí au défaut de nos instruments d'étude, c'est-á-dire au manque de monographie et a Vinsuffisance des descriptions, ou bien le genre Dioscorea, au train ou vont les choses, est-il destiné a devenir un des tout grands genres du regne végétal, a cóté de Piper, Euphorbia, As- tragalus ou Senecio ? * Uline, il est vrai, n'aurait pu reconnaítre nettement que 20 especes chiliennes (XX, p. 162). * D'apres Uline (XXI, p. 421). 444 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Quoiqw'il en soit, ce que j'en ai dit dans cette trop longue intro- duction, suftira "espere a justifier la minutie avec laquelle je décrirai et figurerai dans ce mémoire toutes les especes que j'ai eu Poccasion WVétudier, afin qw'il soit possible de discuter chacune de mes déter- minations. Au point ou en est arrivé la systématique, et spéciale- ment pour les groupes difficiles ou embrouillés, je erois ces précau- tions indispensables pour que tout travail nouveau, qu'il soit exact ou erroné, puisse servir de base a ceux qui le suivront, et si on ne veut pas que loin daider a résoudre le probleme posé, il yen rende la solution plus difficile et plus lointaine. OBSERVATIONS SYSTÉMATIQUES Je grouperai les Dioscorées argentines de la facon suivante : SUB-GENUS HELMIA SPECIES HEXANDRAE D. campestris Gris. var. longispicata Hauman. D. glomerulata nov. sp. D. multiflora Mart. D. glandulosa Klotzsch. 1) D. lusnachtiana Kunth ? microbotrya Gris. et var. grandifolia Hauman. D. bulbifera L. SPECIES TRIANDRAE D. megalantha Gris. typica, var. subsessilis et var. Lilloi Hauman. D. entomophila nov. sp. et var. tomentosa Hauman. D. coronata nov. sp. D. trifurcata nov. sp. SPECIES MONANDRA D. monandra nov. sp. SUB-GENUS EUDIOSCOREA SPECIES HEXANDRAE D. cayennensis Lam. var. pseudo-batatas Hauman. D. platystemon nov. sp. D. helicifolia Kunth. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 445 SPECIES TRIANDRAE D. sinuata Vel. var. bonariensis (Ten.) Hauman. D. polygonoides H. B. SPECIES INSERTE SEDIS D. pileomayensis nov. nOM. D. stenopetala nov. sp. On remarquera que je conserve le systeme de Kunth de préférence a celui d'Uline (XIX, p. S0 et XX, p. 156), et cela parce que je n'ai pu me convaincre de la nécessité, ni méme de Putilité, de distinguer 50 sections dans un genre de 209 especes. ll y a la, certainement, une exagération dont le résultat serait qw/il faudrait constamment augmenter encore le nombre des sections trop étroitement limitées : C'est ainsi que Chodat et Hassler, sur 5 de leurs especes nouvelles, "en ont pu faire entrer que deux dans le systeme de Uline. Je me trouve dans des conditions analogues pour deux de mes especes et, Vautre part, ¡Jai été amené dans un cas, D. megalan- tha Gris. var. Lilloi, á ne voir qu'une variété dans une plante qui devrait, suivant Uline, appartenir a une autre section que le type. D'autre part, je ne puis comprendre comment, dans la subordina- tion des caracteres systématiques, Uline a pu, contrairement a ce qwavait fait Grisebach et Kunth, reléguer au dernier plan celui tiré du nombre des étamines fertiles, 6 ou 3, caractere (d'une importance botanique indiscutable et, ce quí n'est pas négligeable dans un groupe aussi difficile, d'une valeur pratique de premier ordre. Il me paraíit Pautant plus primordial, qua la triandrie, tout au moins dans les especes, peu nombreuses il est vrai, du sous-genre Helmia que j'ai étudié, correspond dans la fleur femelle Pabsence de staminodes et surtout celle de la colonne stylaire, trois styles indivis, divergents, se dressant au fond du périanthe. Je serais tenté, par contre, de croire exagérée importance que cet auteur a donné au sens d'enrou- lement des tiges, si j'en juge par le désaccord fréquent entre mes observations et le sens qu'il indique pour plusieurs sections; il y a lá rien Vétonnant, car sur de tres nombreux échantillons d'herbiers (fragments de tiges non enroulées ou trop applaties), il est impossible de le reconnaítre avec certitude ?. ' Les mots dextrorse (rechtswindend) et sinistrorses (linkswindend) prétent si bien a confusion que pour certains auteurs Humulus et Lonicera sont dextrorses, 146 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES J'ai tenté, mais en vain, de tirer de Panatomie des tiges des carac- teres permettant au moins de pouvoir recomnaitre les exemplaires máles et femelles d'une méme espece: Puniformité de structure est absolument trop parfaite. Tout au plus ai-je remarqué que la pré- sence V'amidon dans les cellules du parenchyme central pouvait ser- vir á reconnaítre, sur des rameaux un an, les especes frutescentes (D. multiflora). J'ajouterai enfin, qu'au cours de la révision du matériel argentin, j'ai eu la chance de découvrir des formes que je crois nouvelles au point de devoir faire modifier les caracteres de la famille: j/ai décrit en effet sous le nom de D. monandra une espece ou la réduction de Pandrocée est arrivée á la derniére limite, puisqw'il "y a plus qu'une seule anthére; on y remarque, en outre, une tendance a la zygo- morphie dans la courbure et Pobliquité du filament (qui est sans doute une colonne staminale) supportant cette anthere unique (fig. 22). Jai fait de cette espece, dont les fleurs femelles et les fruits ne different en rien des especes triandres du sous-genre Helmia, le type d'une section nouvelle: Monandria. La section Monadelpha, jusqu'a présent peu nombreuse, s'est aug- mentée de trois especes, dont Pune tout a fait remarquable: 0. coro- nata dont la colonne staminale, au-dessus du niveau des antheres, se termine en une sorte de couronne qui rappelle la forme du ginosteme de certaines Asclepiadées et que Pon peut difficilement considérer comme un vestige de pistil, attendu qwWelle est beaucoup plus grande et une structure infiniment plus compliquée que le gynecée de tou- tes les Dioscorées connues jusqw'a ce jour (fig. 18). OBSERVATIONS ETHOLOGIQUES POLLINATION Le probleme de la pollination des Dioscorées, plantes dioiques, est assez ardu car on ne possede pas VPobservations directes et les carac- teres floraux ne donnent a premiere vue aucune certitude. alors qu'ils sont sinistrorses pour d'autres (Sachs, Van Thiegem, Lemaout et De- caisne). et cela suivant que 1observateur se suppose á l'intérieur ou a 1”extérieur de la spire formée par la tige. Je crois done utile de spécifier que ¡'appellerai dextrorses les tiges s'enroulant dans le sens des aiguilles d'une montre (Humu- lus, Lonicera) et sinistrorses celles qui s'enroulent dans le sens opposé (Convolvu- lus, Phaseolus, Dioscorea campestris, fig. 2). HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 447 La petitesse des fleurs, leurs couleurs presque toujours Pun blanc verdátre ou jaunátre, fait penser tout VPabord a Panémopbilie, mais il apparait pourtant avec évidence que ces fleurs avec leurs étamines et leur pistil extrémement petits en général et inclus dans le périan- the, y seraient déplorablement adaptées, fait corroboré par la tendan- ce, évidente dans le genre. á la réduction de Vandrocée. L'étude attentive de quelques especes, m'a du reste convaincu que Pentomo- philie, et spécialement la myophilie, est tres fréquente dans le genre Dioscorea. Quelques especes Pabord sont évidemment entomophiles, ce sont : 1). megalantha et ses variétés et D. entomophila, caractérisées par un périanthe d'un pourpre sombre sur lequel, dans les fleurs máles, font un violent contraste les antheres d'un jaune orangé. Le pollen tres peu abondant et rendu elutineux par un enduit graisseux, reste collé aux antheres. Des fleurs aussi voyantes sont rares, ce quí ne serait pourtant pas un argument contre la myophilie, la plupart des Euphorbiacées se trouvant dans le méme cas. Mais il y a Pargument de Pabsence de nectaire affirmé par Uline (XX, p. 152). Je crois au contraire que ces nectaires existent fort souvent : nous en avons des exemples dans les especes a disque central (fig. 11, 12, 15) et dans D. coronata. dont Vé- trange appendice couronnant Pandrocée ne semble pas avoir (autre signification (fig. 18). Mais, en dehors d'organes différenciés, il ne faut pas oublier que le périanthe des Dioscorea montre tres souvent des points glandulaires dont la sécrétion humectant la face interne des tépales, peut suffire a attirer les mouches: j/ai observé de la sor- te, ín vivo, que l'intérieur des fleurs máles de DP. multiflora et de 1. cayennensis var. pseudo-batatas est brillant et nettement humide. Les fleurs de cette derniere espece exhalent en outre une odeur assez forte et tres douce, rappelant celle des Ligustrum. Il faut reconnaítre cependant que les fleurs féminines, en général plus petites, surtout dans les especes d'apparence nettement entomophiles (fig. 15, 12, 18) paraissent beaucoup moins aptes a attirer les insectes, quoique leur stigmate 1ait, par contre, aucun caractere anémophile. Quoiqw'il en soit, des observations ¿n vivo et dans le milieu naturel des especes, sont hautement désirables. Contrairement á ce que dit Uline (XX, p. 152), je ne erois pas, sauf pour les especes á bulbilles, que la multiplication végétative Pem- porte sur la reproduction par semences, celles-ci se produisant en général en abondance, bien qwil soit fréquent que des capsules d'ap- parence normale, ne contiennent pas de graines bien developpées. 448 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES DISSÉMINATION DES GRAINES Une disposition facilitant la dissémination des graines, déja plus ou moins ailées, comme on le sait, disposition non signalée par Uline, est réalisée par la tres fréquente courbure du pédicelle qui, apres lanthese, applique le fruit contre le rachis, le sommet dirigé vers la base de ce dernier (fig. 2, 3, 13, 14). Comme Pune part, la déhiscence septicide qui commence par le sommet du fruit est incomplete, laissant les valves réunies par la base et que, (autre part, les inflorescences sont, dans ce cas, pen- dantes, il résulte de la courbure des pédicelles, que les fruits márs ouverts forment de petites coupes dont les graines ne seront enlevées que successivement et par des vents assez violents pour en assurer la dissémination. C'est ainsi qu'au début de ce printemps, jJ'al pu trouver encore des graines de PD. sinuata var. bonariensis dans les capsules múres et ouvertes, sur des tiges desséchées, mortes depuis Pautomne précé- dent. Il s'agit done un dispositif analogue par exemple, a celui bien connu des egracieuses corbeilles des Aristoloches. DISTRIBUTION GÉOGRAPHIQUE Nos connaissances sur les Dioscoréacées argentines sont trop nou- velles et, vraisemblablement, trop incompletes encore pour qwon puisse étudier d'une facon définitive leur distribution géographique, mais ce que, des a présent on peut en dire, ne laisse pas d'étre assez intéressant. La presque totalité des especes se trouve naturellement dans la partie subtropicale du pays, mais nous pouvons y distinguer deux foyers bien distinets: celui du nord-est (territoire de Misiones, Entre Ríos, río de la Plata) et celui du nord-ouest (Tucumán, Salta, Cata- marca). DIOSCORÉES DU NORD-EST DU PAYS Nous rencontrons ici, comme il était naturel, toute une série d'es- peces brésiliennes et il est probable, étant donné Vétat tres incomplet de nos connaissances sur la flore de Misiones et de Corrientes, qu'on en trouvera ('avantage. Cette région a fourni par contre qu'une seule espece nouvelle. Nous avons : HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 449 Dioscorea multiflora Mart. D. glandulosa Klotzsch. D. polygonoides H. B. D. lusnachtiana Kunth (tres douteux). D. coronata nov. sp. D. sinuata Vell. var. bonariensis (Ten.) Hauman. D. campestris Gris. var. longispicata nov. var. D. pilcomayensis Hauman. Ces deux dernieres variétés demandent á étre confirmées par la comparaison d'exemplaires argentins et brésiliens. Une de ces especes a été entrainée jusqu'aux rives du río de la Plata ou j'al en outre onservé DP. cayennensis Lam. var. pseudo-bata- tas, mais cette détermination, comme nous le verrons, est incertaine. Pour les territoires intermédiaires, tres mal connus, on ne peut citer que D. glandulosa, Vapres Lorentz, et D. microbotrya Gris.; Vexis- tence de plusieurs Dioscorées dans la province de Corrientes parait évidente, mais il est impossible de citer aucun nom avec certitude !. DIOSCORÉES DU NORD-OUEST DU PAYS Nous avons ici au moins huit especes toutes, sauf une, spéciale a Ja région et dont six sont nouvelles ?. On les a observées dans les provinces de Tucumán, de Salta et jusque sur le versant occidental de la sierra de PA conquija, dans la province de Catamarca. Quelques- unes atteignent des altitudes de 2000 metres. Ce sont : ! Matosso (XXXI, 288) a cité pour Corrientes D. brasiliensis Willd., mais cette détermination est vraisemblablement erronée (voir la note de la p. 188). N. Rojas Acosta (XXXII, p. 86) cite á son tour deux especes dans les termes suivants (tra- duction littérale) : « D. tuberosa (Rojas), Corrientes et autres provinces. Plante erimpante de racine tubériforme et charnue qui a les feuilles radicales et le fruit en capsule membraneuse triloculaire, triangulaire et comprimé. Dans les fau- bourgs de Corrientes il y a le D. scandens que nous ayons décrit dans notre Pro- drome de la flore de Corrientes (1892). » Il aurait en outre découvert dans les mémes faubourgs «une nouvelle espece de Dioscorea qui sert de plante d*orne- ment ». (Ibid., p. 184.) En raison de la notoire insuffisance de ces renseignements, il me paraít impos- sible de tenir compte de ces especes. 2 Elles ne correspondent certainement avec aucune des especes décrites ou citées recemment par Rusby pour la Bolivie, et plusieurs d'entre elles sont des formes tres curieuses. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO 5, 1916) 30 450 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Dioscorea megalantha Gris. typica, var. subsessilis et var. Lilloi, nov. var. D. glomerulata NOV. Sp. D. entomophila nov. sp. D. trifurcata nov. sp. D. stenopetala nov. Sp. D. platystemon nov. sp. D. monandra nov. sp. D. microbotrya Gris. et var. grandifolia, nov. var. Cette derniere espece est la seule que Pon ait trouvée jusqu'a pré- sent dans les deux centres a Dioscorea du nord du pays. La région intermédiaire est tres mal connue: on ne connaít qu'une Dioscorée du Pilcomayo, DP. pileomayensis Hauman (= D. pedicellata Morong) et aucune des especes du Paraguay, ou elles paraissent peu nombreuses (cing, Vapres Chodat et Hassler) n'a été jusquw'a présent trouvée en Argentine !. Nous avons enfin une troisieme région a Dioscorées, la cordillere du Neuquen, dont la floristique reste a faire, oú jusqu'a present on a rencontré qu'un seul des nombreux Dioscorea valdiviens, D. heli- cifolia Kunth. Il est curieux de remarquer que Pon ne connaíit encore pour le pays aucun Dioscorea des régions seches, comme ceux quí abondent dans le nord du Chili. ll est probable pourtant qw'il en existe, MM. J. Do- mínguez et Th. Stuckert, nvayant renseigné existence respective- ment dans le sud de Santiago del Estero (entre Totoral et Tulumba) et le nord de Córdoba (río Seco), ('une espece a tubercule comesti- ble connue sous le nom de Alpa sandía, dont je Wai pu voir que des tubercules tres différents de ceux décrits jusqwa présent. * D'apres M. Rojas Acosta (in litt.), que je remercie pour ses renseignements, D. bonariensis Ten. (zarza batata), D. microbotrya Gris. (zarza enredada) et une espece inédite a tubercule médicinal, D. medica yar. mandioidea Rojas (zarza man- dió) existeraient au Chaco. Je nai malheureusement pu voir aucun échantillon. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 451 DESCRIPTION DES ESPECES CONNUES POUR P'ARGENTINE ' IT. Sous-genre HELMIA A. Species HEXANDRAE 1. DIOSCOREA CAMPESTRIS Griseb. var. longispicata nov. var. (Le type : Grisebach, III, p. 30; Kunth, IX, p. 425) (Figures 1 et 2) Territoire de Misiones (le type dans la province de Minaes Geraes, au Brésil). A typo differt ramis subeylindricis, foliis ovato-lanceolatis, basi rotun- dis*vel vix emarginatis, inflorescentits masculinis femineisque longiori- bus (18-20 cm.). Diagnose. — Plante entierement glabre, a tiges gréles presque eylindriques, sinistrorses. Feuilles alternes, rigides et brillantes ¿n sicco, pétiole environ trois fois plus court que le limbe; limbe ovale- lancéolé, arrondi a la base ou a peine émarginé au point 'insertion du pétiole, atténué en pointe fine au sommet (de 4a7 em. de long sur 1,5 a53,5 de large); nervures 7, dont les plus extérieures sont submargina- les, les plus intérieures s'écartent assez bien de la nervure centrale. Inflorescences masculines simples, de 5 a 20 centimetres de long (en général plus de 12 em.), souvent géminées ou accompagnées d'un rameau florifere a feuilles plus petites que celles de la tige principale; pédoncule court (*/,, de Pintlorescence). Fleurs réunies par glomérules de trois, celles du sommet solitaires; pédicelle tres court (*/, mm.); bractées ovales, aigués, aussi larges que longues, Pextérieure plus grande atteignant a peine */, millimetre. Périanthe campanulé mon- trant des points glanduleux, de 1 */, a 2 millimetres de long, á seg- ! Afin de faciliter 1/interprétation de mes diagnoses, il me paraít utile d'aver- tir le lecteur que toutes les fleurs ont toujours été étudiées au binoculaire avec des grossissement de 12 a 32 diametres; les dessins ont été exécutés a la cham- bre claire. Les photographies ont été obtenues par impression directes et réduites toutes de moitié. On trouvera a la fin de ce mémoire (p. 197 et suiv.) des clefs de detérmination. 452 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES ments linéaires présentant une nervure centrale et, latéralement, a la face intérieure, deux crétes W'atteignant pas le sommet, libres jusqu'á mi-hauteur du périanthe, atténués á leur extrémité. Étamines 6, insé- rées au fond de la fleur, filaments trois fois plus longs que Vanthere, recourbés au sommet vers lextérieur mais ne dépassant pas la gorge du périanthe. Antheres tres petites, extrorses dans la fleur épanouie (introrses dans le bouton ?); rudiment stylaire á peine trifide, de moi- tié plus court que les étamines. Inflorescences féminines simples, de 15 a 20 centimetres de long. a rachis tres mince et flexible (*/, mm. de diametre). Fleurs sessiles, isolées, assez éloignées les unes des autres (entre-neuds de 54 S mm.). Bractée externe triangulaire, aigué, de 2 millimetres de long, Pautre deux fois plus petite. Périanthe comme dans la fleur masculine mais á segments libres et sans nervures ni crétes; staminodes 6, insérés a la base des pieces du périanthe, atteignant le tiers de leur longueur et présentant un rudiment VPanthere. Style conique de 1 millimetre de long, divisé a son sommet ANIOS en trois branches courtes, bifides et re- NO 18 courbées vers le bas. Ovaire de 4 milli- NW metres de long pendant Panthese, trigo- N/ ne, présentant un léger sillon longitudi- nal le long de ses arétes. Fig. 1. — Dioscorea campestris Gris. Fruits elliptiques, tri-ailés, réfléchis, var. longispicata (*/,) z A AT a surface lisse, atteignant 16 millime- tres sur 9. Graines ailées d'un seul cóté, de 7 millimetres sur 3 ?/, Paile incluse, de 3 millimetres sur 1 */, sans celle-ci (completement múres ?). Observations. — Cette espece appartient a la section Dematostemon de Grisebach, conservée par Uline. La plante argentine correspond par ses caracteres les plus importants aux descriptions de Grisebach et de Kunth, mais en differe pourtant par plusieurs caracteres secon- daires : les tiges ne sont pas anguleuses, les feuilles ovales sont plu- tót coriaces que membraneuses, sans points transparents et ont le plus souvent une largeur double, le pétiole et surtout les inflorescen- ces beaucoup plus longs. Je vai pas eru pourtant devoir en faire plus qwune variété nouvelle. Elle est tres voisine aussi de PD. glomerulata m. et enfin ressemble beaucoup a Pespece figurée par Vellozo sous le nom de D. ovata (XXIX, pl. 117); Kunth ramene dubitativement cette derniere a 1. adenocarpa Gris, tres voisine de D. campestris. Exemplaires étudiés. — Territoire de Misiones: Santa Ana, exem- Figs. 2. — Dioscorea campestris Gris. var. longispicata, Hauman. De bas en haut HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE eraines rameau féminin; deux inflorescences máles; trois 154 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Pio, ; Dioscoré nomerulata Hauman. De haut en bas ramean feminin, le Lorentz et Hieronymus n* 248; inflorescence fruetifiée; ramean mascualin, les. Lorentz et Hiero nymus 1] 100 1 tre Came nascu HAUMAN : LES DIOSCORÉACEES DE L'ARGENTINE 455 plaires en fruits, leg. Rodriguez (n* 325), avril 1910, Herbier Mus. Hist. Nat. Posadas, exemplaires masculins, leg. Spegazzini, janvier 1907, Herbier Min. Agr. numéros 20.711 et 15.564 pro part. 2. DIOSCOREA GLOMERULATA nov. sp. (Synon. : D. glandulosa Gris. non Klotzsch, Y bis, n2 856; D. lusnachtiana Gris. non Kunth, V, n* 2106) (Figures 3 et 4) Sierras des provinces de Tucuman, Catamarca et Salta. Helmia, hezandra, dioica, herbacea, glabra vel hispidiuscula, camle tereti, striato; folúis alternis, ovato-cordatis, cordatis vel deltoideo-sa- gittatis, sinu patente vel angusto, vel angustissimo, glabris vel papillo- so-hispidis (infra et in nervis); inflorescentiis masculinis fere a basi HAoriferis, folia multo superantibus, raro subaequilongis; foribus par- vis breve pedicellatis, in glomerulis vel in ramulis brevissimis, remotius- culis, fasciculatis; periantho campanulato, segmentis in medio superiore liberis; staminibus 6, basi perigomit insertis, filamentis quam antheris in- trorsis triplo longioribus, rudimento stylino brevissimo; inflorescentiis femineis pedunculatis, simplicibus, quam masculinis brevioribus, fo- ribus solitariis, sessilibus, remotis, periantho profunde sexpartito, seg- mentis lanceolatis, staminodiis 6, parvulis, columna stylina perigonio paulo breviore, apice trifida, stigmata integra; capsulis reflexis, obovatis. Description. — Plante herbacée, dioique, glabre ou présentant sur les feuilles, spécialement a la face inférieure et sur les nervures, de mé- me que sur les rachis, des papilles triangulaires, tantót abondantes, tantót tres rares (elles existent méme microscopiques et tres espa- cées sur les exemplaires glabres, raison pour laquelle j'ai cru inutile de distinguer une variété « hispidinervia »). Tiges cylindriques sinis- trorses. Feuilles alternes; pétiole de 1,54 2,5 centimetres de long; limbe rigide, peu translucide, de forme tres variable, nettement cor- dé, ou ovale-cordé, ou triangulaire-sagitté 7-9 nervé, les nervures ex- térieures bi ou trifides, face inférieure ordinairement brillante; lobes latéraux arrondis ou allongés; sinus tantót tres large et obtus, tantót algu ou méme presque linéaire; lobe médian atténué et terminé en pointe. Inflorescences masculines solitaires, géminées ou accompagnées (un rameau feuillu (feuilles tres petites) et florifere, le plus souvent fort longues (de 5 a 20 em.), fleuries presque depuis la base; rachis mince, droit (non flexueux), glabre ou hispide. Fleurs réunies en glo- 456 MUSEO. NACIONAL DE BUENOS AIRES mérules pluriflores (5-8) á la base, 2-3-flores au sommet des grappes (les derniéres fleurs sont souvent solitaires). Bractées membraneuses, ovales-lancéolées, mucronées, la plus grande de 15 de long et pré- sentant 1 4 3 dents latérales; bractéoles de méme forme mais un peu plus petites. Pédicelles de longueur variable dans un méme glomé- rule (de 1 4 4 mm.). Périanthe conique, campanulé de 2 millimetres de long; segments uninervés, libres dans la moitié supérieure du périanthe, légerement spathulés vers le haut. Étamines 6, insérées tout á fait á la base du périanthe et atteignant la moitié de sa lon- gueur; filament filiforme quatre fois plus long que Vanthere, recourbé au sommet vers 1extérieur, de sorte que celle-ci parait extrorse pen- dant Vanthése. Rudiment de style a peine visible, cing fois au moins plas court que les étamines. Inflorescences féminines le plus souvent solitaires, plus courtes que les masculines (les plus longues ont 12 em.). Pédoncule de 24 4 centimetres. Entre-neuds atteignant 6 mi- llimetres. Bractées lancéolées dont la plus longue a 2 millimétres. Fleurs sessiles. Seg- ments du périanthe libres jusqw'a la base, ovales, obtus, les extérieurs un peu plus spathulés vers le haut, moins de deux fois plus longs que larges et Pun peu plus de 1 millimetre de long. Staminodes tres courts Fig. 4. — Dioscorea glomerulata * (1/, du périanthe) légerement renflés au som- Hauman (*/,) / = met; colonne stylaire mince, presque aussi longue que le périanthe, trifide au sommet; branches stigmatiques non bifides, fortement recourbées vers Pextérieur et vers le bas. Fruits réfléchis vers le bas, couronnés par le périanthe persistant, obovales, dont les plus grands (completement múrs ?) ont 13 millime- tres sur 8. Graine ailée d'un cóté, ovale, de 3 millimetres sur 1%%5 sans Vaile, 8 millimetres sur 4 avec Paile (tout a fait múre ?). Observations. — Cette espece quí appartient a la section Pematos- temon (sauf que Vapres Uline les tiges y seraient rechtwindend, ici sinistrorses) est tres voisine de D. campestris Gris. dont elle differe par ses feuilles nettement cordées á sinus basal toujours nettement marqué, les rudiments stylaires moins développés de ses fleurs máles, son style plus long, ses stigmates non bifides et ses staminodes plus petits. Je place ici les plantes déterminées par Grisebach comme DP. glan- dulosa dans le Pl. Lorentzianae numéro 856, puis comme D. lusnach- tiana dans le Symbolae numéro 2106. L'étiquette des exemplaires ori- HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 457 IN A9) ginaux (Lorentz, numéros 738 et 695, mars 1872, Juntas Sierra de Tucuman, exemplaires máles auxquels se sont mélés des rameaux fructifiés de D. megalantha Gris.), unique Dioscorée que comportait le premier envoi fait par Lorentz a Grisebach, porte DP. glandulosa Klotzsch raturé, au-dessus duquel, Vapres le Symbolae, on a éerit D. lusnachtiana, biffé a son tour, et remplacé par D. megalantha Gris. Cette derniere espece quí a que trois étamines et dont les fleurs masculines sont grandes, étoilées et solitaires, na de commun avec ces échantillons que lPendroit ou elle a été récoltée (prope Juntas, Symb., p. 323). Les exemplaires récoltés plus tard par Lorentz et Hie- ronymus (n* 248, février 1573, pres de San José, Salta) portent D. lusnachtiana Kunth, suivant la détermination du Symbolae : ce sont des rameaux féminins quí par leurs feuilles étroites et leurs fleurs ressemblent assez á cette derniere espece. Mais, ('apres Grisebach (IV, p. 156), D. lusnachtiana aurait ses fleurs máles solitaires, comme D. samydea Gris. dont elle differe á peine, et n'aurait rien de commun avec la plante de Tucumán et de Salta. Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán: Juntas (dans les montagnes), leg. Lorentz (n”* 7138 eb 695), mars 1872, Herbier Un. Cord., exemplaire mále (le premier numéro) mélé a des exemplaires femelles qui appartiennent a D. megalantha; Dpto. Burruyacu, Cerro Duraznillo (dans le bois, alt. 750 m.), leg. Lillo, février 1914, Herbier Lillo numéro 16.093 (exemplaire mále) et 16.095 (exemplaire féminin); Tafí, dans les vallées (quebradas), alt. 2050 metres exem- plaires máles et femelles, leg. Lillo, janvier 1908, Herbier Lillo numéro 7381; Nuñorco, janvier 1908, Herbier Castillon numéro 586; Cuesta de Anfama, alt. 1500 metres dans les bois de 4lmus jorullen- sis H. B. K., exemplaire mále, leg. Lillo, janvier 1907, Herbier Lillo numéro 5458; Tafí del Valle, parmi les rochers a 200 metres d'alti- tude, exemplaire stérile, Herbier Min. Agr. numéro 21.544 ex part. Province de Catamarca : Ambato, (alt. 1000 m), exemplaire mále, mars 1909, Herbier Castillon numéro 508 pro part. Province de Salta: Cerco San José, exemplaire femelle, leg. Lo- _rentz et Hieronymus (n” 248), février 1873, Herbier Un. Cord. sub D. lusnachtiana Kunth. 458 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 3. DIOSCOREA MULTIFLORA Mart. ' (Grisebach, (UI, p. 35; Kunth, IX, p. 431, sub Helmia) (Figures 5 et 6) Misiones (Brésil méridional). Diagnose. — Tiges vivaces, dextrorses, minces (1 mm.) et inermes pendant la premiere année, ligneuses, épineuses, á cótes tres visibles et sépaississant beaucoup (4-5 mm.) dans les années suivantes. Feuil- les alternes, cordées ou hastées, coriaces, de dimensions médiocres (les plus grandes ont S cm. sur 5). Inflorescenses masculines paniculées atteignant 20 centimetres. Fleurs sessiles, réunies en glomérules pauciflores nettement séparés les uns des autres. Périanthe Y petit (á peine 2 mm. de long). Étamines 6, insé- A SD rées au niveau de la gorge de la eorolle, filaments a soudés au tépale dans leur partie inférieure et Í, IN deux fois plus long que les antheres introrses. Rudiments de style 3, a peine en relief au fond de gd E Y la fleur. multifora Mart. (*/,) Inflorescences féminines simples, atteignant 25 centimetres. Fleurs isolées. «Segments du périan- the oblones, arrondis a leur extrémité; staminodes 6; colonne sty- laire triquétre, assez longue» (la partie entre guillemets (VPapres Kunth). Fruits coriaces, ellipsoides, de 25 millimetres sur 15 environ. Graine ailée un cóté seulement. Observations. — Plante d'aspect tres variable, beaucoup plus ro- buste parfois que ne le disent les descriptions: les épines sont aceres- centes et atteignent 5 centimetres de lone sur les rameaux tres vi- goureux de plusieurs années; les feuilles sont persistantes (exemplai- res cultivés a Buenos-Aires : les feuilles ont résisté a des froids de 4” sous zéro). Dans les exemplaires de Misiones les inflorescences máles atteignent 20 centimetres (Kunth disait S-10 em., Grisebach 14-28). Le lobe terminal des feuilles est plus ou moins allongé de ' ll existe une D. multiflora Presl. in Bot. Bermerkungen (Eudioscorea, Kunt, IX, p. 333). L' Index Kewensis mentionne les deux plantes comme bonnes especes sans citer aucune synonymie. Je nai pu fixer la date de lVespece de Presl. Celle de Martius est de 1842 (Flor. bras.). Fig. 6. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE , — Dioscorea multifora Kunth. En haut, de gauche á droite : fruit, inflorescences masculines en fleurs, graines. En bas, de gauche á droite : tive lienifiée avec épines, fenille adulte, rameau mále en bouton. 159 60 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES I 7 - Dioscorea glandulosa Klotzsch. Rameau masculin HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 161 sorte que celles-ci sont tantót cordées, tantót hastées. Les tiges pa- 'aissent dextrorses, Uline les dit linkswindend. Le tissa médullaire des tiges vivaces de cette espece contient de Pamidon quw'on ne trouve pas dans les especes á tiges anuelles. Les racines sont fasciculées, plutót horizontales, assez charnues, de 50 a 60 centimetres de long et 1 cen- timetre de diametre environ, plus grosses vers le milieu qua la partie supérieure. A Buenos Aires, la plante fleurit vers la mi-octobre, au moment ou D. sinuata var. bonariensis et D. cayennensis commencent seulement a germer. D'apres Uline (XIX, p. 83), cette espece appartient a sa section Sphaerantha. | Exemplaires étudiés. — Territoire de Misiones. — Herbier Min. Agr. Posadas, janvier 1870, n” 17.076, fleurs máles; n* 18,521, fruits múrs; Bonpland, aoút 1909, n* 32.127, fleurs máles; Santa Ana, n” 4779. Exemplaire mále vivant au Jardin botanique de la Faculté (Agronomie de Buénos Aires. / 4. DIOSCOREA GLANDULOSA Klotzsch. (Kunth IX, p. 352; Grisebach III, p. 27, sub D. piperifolia var. glandulosa) (Figures 7 et 8) Territoire de Misiones; province d'Entre Rios? Brésil équatorial et tropical. Diagnose. — Plante glabre a tiges herbacées. Feuilles largement cordées, opaques et foncées mais non rigides in sieco, montrant des points elanduleux a la face inférieure, autour du point dinsertion du pétiole. Inflorescences masculines de 6 a 12 centimetres de long; fleurs solitaires ; pédi- celle de 1%*5; bractées lancéolées dont la plus longue atteint 2 millimetres. Pieces du périan- the non étalées (in siceo tout au moins), linéai- res, arrondies au sommet, libres presque jus- e E ES > É a se 5 Pres Jus glandulosa Kl. (fleur a iS) qu'a la base, á 3-5 nervures irrégulierement ramifiées, de 3 millimetres de long. Étamines 6 centrales, tres petites (1/2 mm. et moins), n'atteignant pas méme la base des segments. Filaments plus court que les antheres, celles-ci dorsifixes, a theques bien distinctes. Rudiments stylaires nuls. Fleurs féminines inconnues. Observations. — Les exemplaires argentins, tous masculins, corres- 462 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES pondent admirablement aux descriptions de Kunth et de Grisebach. Les fleurs féminines 1Wont pas été décrites mais Uline XIX, p. 83, range Vespece dans le sous-genre Helmia, section Centrostemon. D. glandulosa a été citée par Grisebach (V, n* 2105) pour Salta eb Entre Ríos. Aucune plante de Herbier de Córdoba ne correspond a cette détermination '. La présence de cette espece, connue du Brésil et de Misiones, dans Entre Ríos est tres admissible; son existence a Salta me parait peu probable et, sans que je puisse avoir la certitude que seul pourrait donner examen des échantillons que Grisebach eut dans les mains, je erois que ce que le botaniste de Góttingen déter- mina como D. glandulosa étaient des échantillons fructifiés de D. me- galantha, originaires eux, de Salta et qui se trouvent mélés, a PHer- bier de Córdoba, avec les exemplaires déterminés comme D. glandu- losa dans les Plantae Lorentzianae (voir D. glomerulata p. 456); la description des fruits de D. glandulosa du Symbolae correspond en eftet assez bien avec ceux de ces échantillons. La citation des Plantae Lorentzianae (n” 856) était erronée et fut corrigée dans Symbolae. Exemplaires étudiés. — Territoire de Misiones : Santa Ana, exen- plaires en fleurs, leg. Rodríguez (n” 375), décembre 1912, Herbier Mus. Hist. Nat. (Exemplaires identiques dans PHerbier Lillo); Bon- pland. leg. Jorgensen-Hansen (décembre 1909), Herbier Min. Agr. numéros 30.990 et 30.953. 5. DIOSCOREA MICROBOTRYA Gris. typica. (Grisebach V. p. 322; Uline XIX p. 84) (Figures 9 et 13) Province de Tucumán, Catamarca et Entre Ríos. Diagnose. — Plante glabre, Vaspect délicat dans toutes ses par- ties. Tiges gréles, dextrorses (rarement de plus de 1 mm. de diame- tre), cótelées. Feuilles de formes et dimensions tres variables sur le méme individu, cordées, hastées ou deltoides; sinus basal large et ' Les numéros 249 et 369 de Lorentz et Hieronymus doivent étre ramenés a D. megalantha Gris. comme je le montrerai plus loin. Lorentz (XXX, p. 155) qui donna une liste préliminaire des plantes envoyées á Grisebach, ne cite la 2. glandulosa que pour Entre Rios et non pour les provinces sub-tropicales. Il aurait trouvé cette espece dams les bois de la rive de larroyo Yuquerí chico, en fleurs en février (ibid. p. 94). HAUMAN : LES DIOSCOREACÉES DE L'ARGENTINE 463 ordinairement peu profond ; limbe d'un vert sombre, lisse, de bords entiers ou un peu dentelés vers le bas, de 2 a 6 centimetres de long sur 1 a 4 de large (á la base). Inflorescences masculines paniculées de 1,5 á 3 centimetres de long dont le pédoncule occupe environ la moitié; rameaux toujours courts (moins de 1 em.), tantót en petit nombre (3 ou 4: exemplaires de Lorentz), peu ramifiés, et Vinflorescence est pauciflore, tantót assez nombreux (10 a 15) produisant de courts rameaux secondaires, rami- fiés a leur tour, et Vinflorescence est multiflore (40-50 fleurs) et dense (exemplaires de Catamarca). Fleurs longuement pédicellées (3-5 mm.). Bractées lancéolées inégales (1,5 mm. et moins). Périanthe rotacé de 3-4 millimetres de diametre (étendu); segments uninervés deux fois et demi plus lones que larges, obtus et recourbés vers Pextérieur á leur extrémité, libres presque jusqu'a la base. Étamines tres petites (?/, de mm.) inserées a la base des segments, introrses. Rudiment stylaire trigone et tres court (moins de un demi millimetre). Inflorescences féminines sim ples, pau- ciflores (2-6 fleurs). Fleurs subsessiles distantes de 54 S millimetres les unes des autres; partie fleurie du rachis plus courte que le pédoncule ; rachis cótelé. Bractées lancéolées toutes petites. Pédi- celle tres court mais épais, cótelé comme Fig. 9. — Dioscorea mierobotrya le rachis, s'allongeant, s'épaississant, se Gris. (Fleurs Q et Cf, stig- durcissant et incurvant vers le bas pen- A A A dant la maturation. Périanthe de 3 millimetres de diametre, assez semblable a celui des fleurs máles. Staminodes pourvus d'un reste (Panthere mais extrémement courts; colonne stylaire courte (*/, de mm.), trigone, trifide au sommet; branches s'applatissant en un stigmate foliacé derriére */,). recourbé en dehors et vers le bas, divisé en deux portions par un sillon médian, de 1””5 de long sur autant de large. Ovaire de 5 mil- limetres de long pendant VPanthese, aminci dans le tiers supérieur (le périanthe paraít pédicellé), triailé, tronqué a la base. Fruit pédicellé (pédicelle cótelé, épais, recourbé et rigide), réfléchi, triangulaire ou pentagonal mais toujours tronqué a la base, c'est-a- dire que les arétes latérales sont droites ou présentant un angle sail- lant, et Varéete basale droite ou présentant un angle rentrant, de 12 a 15 millimetres de long sur 15 a 18 de large; épicarpe lisse, brillant, Pun jaune verdátre. Graine nettement samaroide, de 12 millimetres 464 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de long (aile incluse, de 5 mm. sur 2 sans Paile); aile parfois rejetée latéralement de 3”*5 de large. Observations. — D. mierobotrya qui constitue a elle seule la sec- tion Trigonocarpa de Uline (XIX, p. S4), parait étre une des especes les mieux caractérisées du genre, tant par la forme de ses inflores- cences máles que par ses stigmates (jusqu'a présent non décrits) et par ses fruits; elle est donc facile a reconnaitre méme en des exem- plaires incomplets et malgré la grande variabilité de ses feuilles et de ses inflorescences. D'apres Uline elle serait linksiwindend, mes exemplaires sont dex- Lrorses. C'est la seule espece du genre qw'on ait trouvé a la fois dans la zone est (Entre Ríos) et la zone ouest (Tucumán) de la région subtro- picale du pays. Elle existe aussi en Uruguay (Herbier Kurtz). Exemplaires étudiés. — Province d'Entre Rios : Concepción del Uru- guay, exemplaires máles, leg. Lorentz (n” 130), Herbier Un. Cord. Province de Catamarca exemplaires en fruits, janvier et février 1910 Herbier Min. Agr., numéro 34.039. Environs de Tucumán, exemplaires en fruits, avril 1906, Herbier Min. Agr. numéro 15.239. DIOSCOREA MICROBOTRYA Gris. var. grandifolia nov. var. (Figure 13) Province de Catamarca. Foliis membranaceis erispis (in sieco 2) pallide viridibus, marginibus irregulariter dentienlatis, quam in typo majoribus, basi plus minusve cordatis, deltoideis vel subhastatis ; inflorescentiis masculinis et femi- neis longe pedunculatis, laxis usque 7. cm. longis. Diagnose. — Limbe foliaire tres mince, d'un vert clair, irrégulie- rement plissé (aspect de erépe, seulement ¿n sicco ?) a bords entiere- ment denticulés, pouvant atteindre 9 centimetres de long sur 6 de large, parfois hasté a lobes latéraux tres saillar ts, parfois étroitement triangulaire. Inflorescences plus allongées (atteignant S em.). Fleurs plus éloi- enées les unes des autres, les masculines plus longuement pédicel- lées que dans le type. Exemplaires étudiés. — Province de Catamarca : Ambato, exem- plaires des deux sexes et fruits, mars 1909, Herbier Castillon nu- méro SOS, Herbier Lillo numéro 9387. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE + 465 6. DIOSCOREA LUSNACHTIANA Kunth. (Kunth IX, p, 364; Grisebach IV, p. 156) I 1 Territoire de Misiones? Brésil Central, Río de Janeiro. Diagnose. — Plante glabre a tiges un peu comprimées. Feuilles al- ternes, légerement sub sagittées-cordées, acuminées, de 9 a 10 centi- metres de long sur 28 a 32 millimetres de large Vapres Kunth, de 6,5 a 15 centimetres de long sur 3,5 a 9 de large Vapres Grisebach. Inflorescences masculines simples, a fleurs solitaires sessiles (? Gri- sebach, III, p. 33 qualifie d'épis les inflorescences masculines de D. samydea Gris. qui serait extrémement voisine de cette espece, IV, p. 156); périgone rotacé, a segments ovales obtus, beaucoup plus longs que les étamines (comme dans DP. eynanchifolia Gris. IV, p. 156 et 157). Étamines 6 (section Amphistemon de Grisebach á laquelle appartiennent D. samydea et D. cynanchifolia). Inflorescences féminines simples, solitaires a rachis « hirtellus ». Fleurs solitaires distantes; périgone assez épais, glabre, tube turbi- né; segments réfléchis, ovales obtus; staminodes 6; colonne stylaire courte, divisée en trois branches allongées bifides, a stigmates re- courbés. Fruits réfléchis, elliptiques de 13 a 16 millimetres de long sur 7 de large. Observations. — En dehors de la citation de Grisebach (V, n* 2106) qwil faut ramenera D. glomerulata Hauman, cette espece 1a été mentionée pour Argentine que par Niederlein (Misiones et régions limitrophes, XIT, p. 65), mais ces exemplaires ne figurent pas, dans ce qui reste des collections de cet auteur, au Musée d'histoire natu- relle de Buenos Aires; son existence dans le pays reste done tres douteuse, d'autant plus qwil s'agit (une espece tres mal connue dont Kunth ne décrit que les fleurs femelles et dont on ne connait les fleurs máles que par la comparaison qu'en fait Grisebach (IV, p. 156) avec celles de D. samydea et D. cynanchifolia. 7. DIOSCOREA BULBIFERA L. (Kunth IX, p. 435 sub Helmia) Province de Salta : Orán. (Plante cultivée originaire d'Australasie et des Indes orientales, d'apres Pax, in Pflanzenfamilien, 11, 5, p. 134.) ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO 7, 1916) 31 466 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Diagnose '. — Plante robuste a tiges herbacées produisant de for- tes bulbilles á laisselle des feuilles. Feuilles alternes longuement pétiolées (S-10 cm.), a limbe tres développé, parfaitement cordé, de 12-18 centimetres de long sur 10-15 de large, opaque, de couleurs par- fois variées (D. versicolor Wall.). Inflorescences máles composées, subsessiles, de 12 centimetres et phus de long, a fleurs sessiles isolées, éloignées les unes des autres. Pé- rianthe petit (2 mm. de long) a segments lancéolés aigus, épaissis et elanduleux. Étamines 6, insérées á la base des segments et beaucoup plus courtes qu'eux. Rudiments de style eylindrico-coniques, diver- gents. Inflorescences féminines spiciformes, réunies par deux ou trois, de 15 a 25 centimetres de long. Fleurs sessiles, soli- NA , taires. Périanthe campanulé, un peu charnu, a seg- (PA Xx ments libres presque jusqu'a la base, presque linéaires, / Ñ y E AN VW) légerement attenués au sommet, montrant des táches HN pss NY glanduleuses, de 2 millimetres de long et 07 de lar- sd ge. Staminodes 6, bien développés (0,7 mm. de long.), Fig. 10. — Dios- insérés a la base des segments et dressés, sans vesti- corea bulbifera L. (eur Q +). ges Vanthere; style épais, charnu, presque aussi lar- ge que haut, en forme de pyramide tronquée a faces concaves et portant au sommet trois stigmates bifides, formé de deux lames dressées et légerement incurvées vers lextérieur. Ovaire trigone de 3 millimetres de long. Capsules réfléchies, oblongues, bril- lantes, de 22 millimetres sur 12, Graines ailées vers le bas. J'ai ramené á cette espece des rameaux stériles Observations. tuberculiferes provenant d'Orán, Vaspect identique a un exemplaire de D. bulbifera L. de VHerbier Hicken, exemplaire provenant de bul- bes rapportés par ce botaniste de la province brésilienne de Minaes Geraes et cultivés a Buenos Aires. M. Spegazzini nYécrit que Pespece est commune dans les haies des environs d'Orán ou sans doute elle fut anciennement cultivée. Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán : Acheral, rameau féminin en fleurs (sans fruits, cultivé), leg. Castillon, mai 1914. Province de Salta : Oran. Exemplaire stérile, subspontané; mars 1905, Herbier Min. Agr. numéro 14.376. * La description des fleurs masculines est un résumé de celle de Kunth. HAUMAN “LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 467 Fig. 13. — Dioscorea m ierobotrya, Gris. D. mierobotrya typica : intlorescence mále pluri- flore (en haut, coin de gauche); rameau mále. leg. Lorentz 1 12 130 (en haut, á droite). D. microbotrya var. grandifolia : deux rameaux féminins; un rameau mále; trois graines. 168 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fig. 14. —'Dioscorea megalantha,E[Gris. D. megalantha var. subsessillis : rameau mále, leg. Lorentz et Hieronymus n* 369 (en haut). D. megalantha typica : rameau féminin, fruits et graines (au milien, á gauche et á droite). D. megalantha var. Lillo : rameau mascu- lin (en bas). HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 469 B. Species TRIANDRAE r Ss. DIOSCOREA MEGALANTHA Gris. V, p. 323. Province de Tucumán, Catamarca et Salta. J'ai rencontré au sujet de cette espece de nombreuses difficultés et je ne suis pas tout a fait súr que la solution a laquelle je me suis arrété soit définitive. Il Yagit, en effet, d'une espece polymorphe ou d'un cycle de pe- tites especes extrémement rapprochées dont, en outre, la description originale laisse beaucoup a désirer et ne sapplique que tres impar- faitement aux doublettes des exemplaires originaux que J'ai étudiés a Córdoba. Du reste, comme Grise- bach va pas cité dans ses catalogues de plantes at- gentines les numéros ori- ginaux des exemplaires 7 qwil étudia eb que, pour Fig. 11. — Dioscorea megalantha Gris. typica ce qui est des Dioscorées, (Heur O *),, fear Q "/,) ses déterminations et ses descriptions, en partie du moins, sont inexactes, il en résulte que des quatre déterminations du Symbolae une seule, D. microbotrya, ne préte pas a discussion (voir ci-dessus les numéros 4 et 6). C'est ainsi que les numéros 249 et 369 de Lorentz et Hieronymus que je rappor- terai a une variété de cette espece, figurent á PHerbier de PUniver- sité de Córdoba sous D. glandulosa. Or, parmi les Dioscorées de P Her- bier de Córdoba, celle-ci seule est Triandra et se rapporte au surplus WVune maniere évidente, par les caracteres du périanthe, á la descrip- tion de Grisebach. Celle-ci, par contre, mentionne des inflorescences monoiques, divisées a la base, dont les rameaux inférieurs seraient máles, des segments linéaires du périanthe, des étamines insérées á la gorge de la corolle, et elle ne tient pas compte du disque charnu, bres visible au centre du périanthe. Or, sur 16 échantillons tres abon- damment fleuris, aucun ne présente Vinflorescence ramifiée, un seul présente une seule grappe, petite et Vaspect anormal, qui montre des fleurs des deux sexes, quelques échantillons seulement sont mo- noiques. Pour ce qui est de l'insertion des étamines, elle est centrale 470 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dans les échantillons de Córdoba, mais dans de nombreux exemplai- res de Tucumán les étamines sont insérées a la base des segments, exemplaires que je considérerai comme appartenant au type; le disque enfin, est tres visible ou absent selon les variétés. Il faut ajouter que O. Kuntze (X, p. 312), a déterminé comme D. subhastata Vell. une plante récoltée a Salta par Lorentz et Hierony- mus sans mentionner les numéros d'Herbier, mais comme ces natura- listes ont recolté qu'une seule espece a trois étamines, il est certai- nement question des mémes échantillons. D'apres Kuntze (XX, p. 419) D. subhastata, de Rio de Janeiro, aurait pour synonyme PD. furcata Gris. (HI, p. 45) de Rio Grande do Sul. que Uline au contraire, con- serve comme bonne espece de sa section Oyeladenium (XIX, p. 84). Grisebach et Kunth ne mentionnent ni Pun ni Pautre le disque du pé- rianthe, mais insistent sur le caractere flexueux, fractiflexus, du rachis de Vinflorescence mále, caractere que ne présente pas la plante argentine, mais qui West pas indiqué le moins du monde dans la planche relativement bonne de Vellozo (XXXI, pl. 121), qui mon- tre par contre assez nettement trois antheres subsessiles insérées sur le bord d'une espece de disque, mais dont les feuilles sont nettement tomenteuses a la face inférieure. Il west done pas im- possible que Kuntze ait raison, et que PD. megalantha Gris. soit syno- nyme de D. subhastata Vell., mais la planche de Vellozo est cependant par trop simplifiée pour quw'on puisse rien conclure avec certitude; comme Pautre part, il est tres rare que des Dioscorea du Brésil orien- tal et austral s'étendent jusqwW'aux pieds des Andes et que la plante en question, tres abondante autour de Tucumán, n'a jamais été signa- lée pour le nord-est du pays, je crois préférable. tant qu'on p'aura pas comparé les exemplaires argentins avec des échantillons brésiliens, de conserver le nom de Grisebach. Uline (XIX, p. S1 et XX, p. 156) a donné a la présence du disque central du périanthe une importance qui au premier abord parait jus- tifiée eta fondé sur ce caractere une de ses 50 sections (Cyeladenium) ; mais la comparaison de nombreux exemplaires montre que ce disque tantót tres développé, Pest parfois beaucoup moins et peut méme manquer completement sur des échantillons d'autre part presque identiques. Je me bornerai donc á faire une variété V'exemplaires Wen présentant aucun vestige, alors qw'ils devraient, d'apres cet au- teur, appartenir á une autre section (Choristigma). J”ajouterai que tous les échantillons que je range dans cette espece et ses variétés sont sinistrorses. La section Oycladenium Uline serait dextrorse. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 471 DIOSCOREA MEGALANTHA Gris. typica (emend.) (Figures 11 et 14) Helmia triandra (Cycladenium Uline) dioica vel raro monoica in- Horescentiis simplicibus, monosexualibus (rarissime bisexualibus) ; pe- riantho rotaceo; segmentis membranaceis ovato-lanceolatis, parte cen- trali in disco subcoriaceo producta ; ceteribus caracteribus ut in des- criptione GErisebachit. Diagnose. — Plante souvent monoique, herbacée, robuste, en géné- ral glabre; tiges irrégulierement comprimées et caniculées (in sicco), sinistrorses; feuilles alternes, á pétiole tantót beaucoup plus court (2 cm.) tantót presqWaussi long (9 cm.) que le limbe; lintbe nette- ment cordé, ayant en moyenne 7-9 centimétres de long sur 6-7 de large, mais parfois beaucoup plus petit ou beaucoup plas grand (jus- que 15 cm. de long. sur 11 de large), tantót membraneux, lisse, trans- parent, tantót subcoriace, rugueux et opaque, á lobes latéraux trés arrondis, atténué vers le sonmet et se prolongeant en une sorte de mucron eftilé qui peut avoir 1 centimétre de long; nervures en géné- ral 7, dont les extérieures bifides; sinus tantót angulaire, tres évasé et peu profond, tantót étroit, arrondi et de 3 ou 4 centimétres de pro- fondeur. Inflorescences masculines axillaires, solitaires ou géminées on ac- compagnées d'un rameau florifere, de longueur tres variable (de 4 a 20 cm.); pédoncule de 24 3 centimétres; rachis délicat, droit (non flexueux); entre-neuds assez longs (jusque 7 mm.), glabres ou plus ou moins papilleux. Bractées lancéolées dont la plus longue atteint 2 mil- limetres. Pédicelles solitaires (rarement subopposés), filiformes, de 3 a 7 millimetres de long (parfois 10). Périanthe Vun pourpre som- bre, rotacé, étoilé, de 7-9 millimétres de diamétre; segments membra- neux, trinervés, ovales-lancéolés, de 2,5 4 3 millimétres de long sur 1,5 a 2 de large; partte centrale du périanthe occupé par un disque charnu de pres de 2 millimétres de diamétre, atteignant pas la base des segments et souvent peu visible ¿n sieco (faire gonfler dans Peau chaude). Étamines 3, opposées aux sépales et insérées un peu a Pintérieur du disque (done sensiblement plus bas que la base des segments et non fauci insertae comme dit Grisebach) mais encore nettement séparées les unes des autres; filament tres court (*/, mm.); antheres extrorses (Pau moins 1 millimetre de long et aussi longues 172 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES que larges, jaunes ou orangées, a pollen glutineux; rudiments sty- laires 3, á peine visibles au centre de la fleur !. Inflorescences féminines ordinairement solitaires, naissant sur les tiges au-dessus des inflorescences máles dans les exemplaires monoi- ques, en général plus courtes et moins floriferes que les máles, de 4 a 12 centimetres de long. Pédoncule tantót beaucoup plus court, tantót aussi long que la partie fleurie. Bractées comme dans Pinflo- rescence mále. Fleurs sessiles, perpendiculaires au rachis pendant Panthese, réfléchies ensuite. Périanthe petit, de 3 a 3%%5 de diametre; segments lancéolés obtus, libres jusqu'a la base, uninervés, de 1 mil- limetre de long sur */, de large: staminodes nuls; centre de la fleur occupé par une sorte de coussin convexe formé par les bases forte- ment renflées des trois styles et au bord extérieur duquel s'élevent les branches stigmatiques minces, légerement coniques, indivises, dressées au début de Vanthese, réfléchies plus tard vers Pextérieur et divergentes, de moitié plus courtes que les segments du périanthe; entre les bases renflées de ces branches se distingue un petit renfle- ment qui est peut-étre un nectaire *. Ovaire tres petit (2 mm.) pen- dant Vanthese. Fruits ellipsoides ou obovales, obtus au sommet, réfléchis aussi- tót apres la fécondation, de consistance de paille, pouvant atteindre 16 millimeétres de long sur S de large. Graines tres minces, ovales, brillantes, de 4 millimetres sur 3 (sans laile), aile unilatérale, tres mince, transparente et fragile, de 4 millimetres de long. Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán: Capitale, commun dans les haies, exemplaire monoique, leg. Lillo, mars 1909 n' 8922; exemplaires monoiques fructifiés, été 1908, Herbier Min. Agr. nu- méro 25.723; río Lules, commun dans les haies, été 1908, exem- plaire mále, Herbier Min. Agr. numéros 25.726 et 25.727; Tapia, exemplaires máles et femelles, leg. Castillon (n” 3593), mars 1914. Province de Catamarca : Angasti, exemplaires máles et monoiques, ' La fleur dans le bouton prét á s'ouvrir ou au début de l'anthese est un pen diftérente de ce qw'elle est plus tard : le périanthe est plus charnu, le disque plus gros, les filaments sont plus rapprochés par leur base dans le centre de la fleur. Plus tard, celui-ci seul s'élargit, les points d'insertion s'écartent les uns des autres et les vestiges de pistil apparaissent au centre comme si dans la fleur deyenue dicline, la protandrie de la fleur hermaphrodite primitive se mani- festait encore. 2 Je vai pu observer clairement ce caractere que sur un échantillon exelusi- yement femelle, le seul qui présentát des fleurs pistillées en bon état mais dont la détermination en l'absence de fleurs máles reste un pen douteuse. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 473 leg. Spegazzini, février 1910, Herbier Min. Agr. numéros 29.241 et 29.245. /“ DIOSCOREA MEGALANTHA Gris. var. subsessilis nov. var. (Figures 12 et 14) A typo differt antheris subsessilibus in centro perigonii conniventibus. Appareil végétatif semblable á celui du type (c'est á cette variété qwappartient Pexemplaire dont les feuilles, surtout á la face infé- rieure et sur les nervures et les rachis, sont couvertes de courtes pa- pilles). Fleur masculine á périanthe parfois plus petit; étamines in- sérées une contre Vautre au centre du disque bien marqué; antheres subsessiles, se touchant, adossées les unes aux autres, á loges si net- tement séparées qu'il semble au premier abord y avoir six étamines. Fleurs féminines et fruits comme dans le type. Observations. — Ja du ranger dans cette variété les doublettes des exemplaires originaux, la description de Grise- bach disant staminibus fauci insertis. (uoique les fleurs máles dans le type et dans la variété soit d'un aspect bien différent, comme le montre les fi- gures, il me semblerait var. subsessilis Hauman var. Lillo. Hauman Fig. 12. — Dioscorea megalantha Gris. (fleurs ag e) exagéré d'y voir deux especes qui ne se distingueraient entre elles que par une legere mo- dification dans la structure de Vandrocée, les caracteres végétatifs et ceux des autres parties de la fleur étant tous identiques. Exemplaires étudiés. — Province de Salta : Pasaje del río Jura- mento, exemplaires máles et femelles. les. Lorentz et Hieronymus, février 1573, Herbier Un. Córd., numéro 369, sub Dioscorea glandu- losa (une des étiquettes porte : Bl. griinlich gelb ; or, les fleurs de Péchantillon sont encore rougeátres : y aurait-il eu confusion dans les étiquettes originales ?); San José, exemplaires máles et femelles, leg. Lorentz et Hieronymus, février 1873, Herbier Un. Córd., numéro 249; Bobadal, exemplaire mále leg. Spegazzini, mars 1905, Herbier Min. Agr., numéro 14.022; Orán, exemplaire mále, leg. Spegazzini, mars 1905, Herbier Min. Agr., numéro 14.096; Rosario de la Frontera, exemplaires máles et femelles, leg. Lillo, janvier 1905, Herbier Lillo numéro 3895. 474 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES DIOSCOREA MEGALANTHA Gris. var. LILLO! nov. var. (Figures 12 et 14) A typo differt periantho disco carente, staminibus centralibus, fila- mentis antheris longioribus. Plante plus robuste en général que le type, produissant des fleurs máles en quantités considérables, les grappes naissant souvent par groupes de 5 ou 6 sur de courts rameaux axillaires; périanthe Vun rouge foncé, presque noir, de méme forme que dans le type mais dé- pourvu de disque; étamines insérées au centre; filament de 1 milli- meétre de long, renflés a la base; antheres orangées comme dans la rariété précédente, a pollen glutineux. Feuilles opaques, rugueuses, de méme forme que dans le type. Fleurs féminines inconnues. Observations. — Un des exemplaires présentait quelques cas de fasciation des inflorescences. La parfaite ressemblance de Pappareil végétatif et de Paspect gé- néral du périanthe m'a induit a ne voir qu'une variété dans ces échan- tillons qw'il conviendrait peut-étre de considérer comme une espece différente, au méme titre que D. entomophila m., assurément tres voi- sine aussi de DP. megalantha et de ses variétés : Pexamen des fleurs femelles et des fruits, encore inconnus, permettra sans doute de tran- cher la question. Pour Uline, cette variété appartiendrait a la section Choristogyne. Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán : Caspinchango (bois sub-tropical), exemplaire mále, leg. Lillo, février 1905, Herbier Lillo, numéro 7706; Tafi Viejo (dans les haies), exemplaire mále, leg. Hau- man, mars 1906, Herbier Faculté d' Agronomie de Buenos-Aires. Je range ici sans avoir pourtant Vabsolue certitude qwil s'agisse > Eno] de la méme espece car la forme du pistil est constante dans le grou- pe et surtout sans pouvoir préciser les variétés, les échantillons suivants quí ne portent que des fleurs femelles : Province de Catamarca (sans indication V'endroit), Herbier Min. Agr., numéro 33.423. Province de Salta : Cerro San Bernardo, Herbier Min. Agr., numé- ros 17774 et 13898, DIOSCOREA SUBHASTATA Vell. Vette espece est mentionnée par Otto Kuntze pour la province de Salta (X, p. 312), mais cette citation doit, me semble-t-il, se ramener a D. melagantha Gris. (voir p. 470). SD HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 47: 9. DIOSCOREA ENTOMOPHILA nov. sp. (Figures 15 et 16) Province de Tucumán. Helmia Triandra, Monadelphia, herbacea, glabriuscuia, vel, in varte- tate, tomentosa, caulibus robustis, fistulosis, in sicco compressis ; foliis alternatis, deltoideo-cordatis, apice longe acuminatis, T-nerviis nervo utro- que extimo trifido; racemis masculinis axillaribus, plerumque gemina- tis, quam foliis longioribus vel vix brevioribus; floribus pedicellatis, solitariis; periantho obscure purpurascente, rotato, segmentis ovato- lanceolatis : staminibus 3, monadelphis, filamentis in columna cylindrica non subventricosa connatis; rudimento stylino mullo. Spicis femineis ro- bustis, multifloribus ; periantho quam masculino multo minore, segmen- tis liberis, fere linearibus; staminodiis nullis; stylis 3, liberis, basi in- Jfatis approximatis, ramis stigmatiferis centralibus, apice subulatis ; capsulis anguste ovatis, elongatis; seminibus inferne alatis, punctis ni- gris obtectis, alis mediocribus. A Dioscorea monadelpha (Kunth, IX, p. 421) differt periantho obscure purpurascente (non viridi), columna staminali cylindrica eodem colore, (non subventricosa et olivacea). Description. — Plante robuste a tiges herbacées fistuleuses s'appla- tissant par la dissécation, de 3 millimetres de diametre (dans la par- tie fleurie, sans doute médiane), d'apparence sinistrorse (exemplaires tres applatis). Feuilles alternes; pétiole anguleux de 3,5 a 5 centime- tres de long (plus court dans la variété); limbe vert foncé, «dWLappa- rence glabre mais présentant des papilles rares a la face supérieure, plus abondantes a la face inférieure, spécialement sur les nervures (papilles qui paraissent couchées contre le limbe), de forme nettement cordée, de 12-15 centimetres de long sur 8-10 de large, a lobes laté- raux arrondis et sinus basal triangulaire assez ouvert (angle d'en- viron 907), a extrémité supérieure longuement atténuée et se termi- nant en une pointe étroite de 1 centimetre de long; nervures plus páles que le parenchyme (á la face inférieure) en nombre de 7, les deux extérieures bi ou trifides. Inflorescences masculines simples, solitaires ou géminées, naissant parfois sur de courts rameaux a Vaisselle de feuilles tres petites; rachis de 10 a 20 centimetres de long dont le quart inférieur est nu (pédoncule), anguleux et strié (in sicco), glabre sauf quelques rares papilles microscopiques. Fleurs en général solitaires, séparées par des entre-neeuds de longueur variable (348 mm.), exceptionnelle- ment réunies par 2 0u 3 au méme niveau. Bractées lancéolées, la plus 176 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES longue de 1%*5 au plus (dans Punique exemplaire de la variété celles des fleurs inférieures sont plus grandes, les deux ou trois premieres sont méme foliacées, ovales, lancéolées et dépassent la fleur); pédi- celle capillaire de 3 a 4 millimetres. Périanthe rotacé, étoilé, d'un pourpre sombre, de 5 a 6 millimetres de diametre (étendu) dont le fond est constitué par un parenchyme plus épais, sorte de disque formant un tres léger relief a la base des tépales et limitant sur la ligne médiane de ceux-ci un sinus en forme de stomate (nectaire ?), tout cela visible seulement a un fort grossissement et apres avoir fait sontfler la fleur dans Peau bouillante; segments tri-nervés, ovales-lan- céolés, obtus, V'un peu plus de 1 millimetre de large (vers le milieu). Fig. 15. — Dioscorea entomophila Hauman (eur of "1,5 eur Q 14) Androcée monadelphe. Antheres assez grosses (de presque 1 mm. de long sur autant de large), d'un jaune orangé vif, subsessiles au som- met une colonne eylindrique pourpre comme le périanthe, glabre, montrant trois sillons longitudinaux (zone de soudure des filaments) et sans aucun renflement, de 15 de long; theques de Panthere net- tement distinctes et largement déhiscentes; pollen cohérent, ovale, lisse, couvert un enduit graisseux orangé, de 30 y, de long sur 25 de large; aucun vestige de rudiment stylaire au sommet de la colonne. Inflorescences féminines ' en général solitaires, robustes, multiflo- res (de 20 4.40 fleurs), atteignant 16 centimetres de longueur; pédon- cule nettement comprimé (in sicco), de 3 4.5 centimetres de long. Bractées comme dans Pinflorescence mále. Fleurs sessiles. Périanthe petit (de 3,5 mm. de diametre), rotacé, un pourpre presque noir (in ' Je erois pouvoir ramener á cette espece des exemplaires féminins de 1”her- bier Castillon dont le port et la forme des feuilles rappellent parfaitement celle des exemplaires máles. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 177 Fig. 16. — Dioscorea entomophila Hauman. D. entomophila var. tomentosa D. entomophila typica : un fruit et deux graines ¿Trameaú mascualin MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Dioscorea coronata Hauman. Rameau avec fleurs des deux sexes. á droite fenille adulte et graines; á gauche, fruit En haut HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉEES DE L'ARGENTINE 479 sicco), a segments libres presque jusqu'a la base, presque linéaires, de 1””2 de long et au moins trois fois plus longs que larges, atténués en pointe a Pextrémité. Staminodes nuls. Centre de la fleur occupé par une sorte de coussin convexe formé par les bases, tres élargies eb confluentes des trois styles et au centre duquel s'élevent les trois branches stigmatiques indivises, subulées et légerement amincies vers Pextrémité. Ovaire de 3 mi!limetres de long pendant Panthese, aminci au sommet, de sorte que le périanthe parait brievement pédi- cellé, Fruit couronné par le périanthe persistant qui se détache pourtant facilement tout entier, en raison du pseudo-pédicelle dont il a été question plus haut, réfléchi, atténué a la base, obtus, presque carré au sommet, de 14 a 17 millimetres de long sur 5 a 6,5 millimetres de large. Graines (2 dans chaque loge) (un brun sombre, allongées, cou- vertes de points noirs brillants (glandullaires ?); aile translucide, pré- sentant également, mais moins nombreux, les points noirs des grai- nes, en général peu développée (dimension de la graine sans Paile : 3 mm. sur 1,5; longueur avec Paile: 44 6 mm.). Observations. — Cette espece est voisine de PD. monadelpha (Kunth) mais s'en distingue, en dehors de quelques caracteres secondaires (inflorescences beaucoup plus longues, bractées plus courtes), par ses périanthes d'un pourpre sombre et sa colonne staminale eylindrique non renflée. Elle est assurément fort proche aussi de DP. megalantha Gris. var. subsessilis, et ne constitue qu'un degré de plus dans le pro- ces évolutif tendant a réunir au centre de la fleur les étamines primi- tivement insérées au bord du disque (D. megalantha, var. normalis). Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán: Département de Burruyacu, Alto de Medina (altitude 1500 m.), exemplaires máles, leg. Lillo, mars 1914, Herbier Lillo numéro 16.094; Las Juntas, El Garabatal (quebrada depuis río Hoyada au Portezuelo del Garaba- tal, alt. 2000 m.), exemplaires féminins en fruits, leg. Castillon, fé- vrier 1915, Herbier Castillon numéro 3708. DIOSCOREA ENTOMOPHILA Hauman, var. tomentosa nov. var. A typo differt petiolis, laminis rachidibusque blanco-tomentosis. Les papilles signalées pour Pespece mais qui y sont toujours rares, abondent ici, particulierement a la face inférieure des feuilles qui apparait blanchátre; les feuilles dans unique rameau que j'ai eu a ma disposition ont les lobes de la base arrondis mais rentrant vers 480 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Vaxe et le limbe s'atténue en pointe vers le pétiole au milieu du sinus (fig. 16). Exemplaire étudié. — Province de Tucumán: Anfama (altitude 1670 m.), exemplaire mále, leg. Lillo, décembre 1888, Herbier Lillo numéro 1178. 10. DIOSCOREA CORONATA nov. sp. (Figures 17 et 18) Territoire de Misiones. Helmia triandra, Monadelphia, monoica, herbacea, glabra, foliis al- ternatis cordato-sagittatis, lobis lateralibus rotundis, T-nerviis nervo utro- que extimo trifido ; racemis masculinis laxis, folia superantibus; floribus distantibus, longe pedicellatis; periantho magno, sub-rosaceo, seymentis viridibus, exterioribus late ovatis 7-nerviis, interioribus angustioribus ; antheris columna centrali adnatis et appendice trialato majusculo (rudi- mento stylino ?) coronatis; racemis femineis brevioribus, longe pedicella- tis, floribus sessilibus in tercio superiore condensatis, periantho quam masculino multo minore, segmentis interioribus quam exterioribus angus- tioribus ; staminodiis nullis, stylo a basi trifido, ramis brevibus, su- bulato attenuatis; fructibus ellipsoideis vel obovatis, seminibus samarol- deis, longe alatis. Diagnose. — Plante monoique glabre, «á tubercules en forme de sabot de cheval ou plat et réniforme, de consistance presque ligneu- se», á tiges atteignant 3 metres ', gréles, anguleuses (in sicco), a entre-neeuds longs. Feuilles alternes; pétiole de 2-3 centimetres; limbe sagitté-cordé, petit ou de dimensions médiocres (la seule feuille adulte dont je dispose a 7 em. de long sur 6 de large), 7-nervé, les nervures extérieures bi ou trifide; lobes latéraux arrondis; sinus tantót aigu, tantót obtus; lobe terminal triangulaire-aigu. Inflorescences masculines simples, solitaires ou géminées; rachis presque filiforme, atteignant 15 centimetres de long; pédoncule de 2 á 3 centimetres. Fleurs (de 7 a 15) tres éloignées les unes des autres (entre-neuds inférieurs de 2 em., les supérienrs plus courts); pédi- celles tres minces, de 447 millimetres de long. Bractées de moins de ' D'apres M. Spegazzini quí a eu lPobligeance de me communiquer cet échan- tillon. Je nai disposé que de l'extrémité d'un rameau portant des inflorescences fleuries des deux sexes et des fenilles incompletement développées, d'une fenille adulte et d'une inflorescence fructifióe séparées de la tige unique. Les dimensions que je donne dans cette description demandent done á étre vérifiées sur un maté- riel plus abondant. HAUMAN : LES DIOSCORÉACEES DE L'ARGENTINE 481 1 millimetre. Périanthe rotacé, verdátre (¿n sicco), tres grand (S-9 mm. de diametre); segments ovales, atténués vers le haut, libres jusqu'a la base, 7-9 nervés, liserés de blanc, les extérieurs de 4”*5 de long sur 3 de large, présentant extérieurement des taches glandulaires, les intérieurs un peu plus étroits. Androcée rappelant VPaspect Pun gynosteme (Asclépiadée; les trois antheres fixées par un tres court filament a mi-hauteur d'une colonne centrale mince a la base mais s'évasant aussitót pour former au-dessus Veux une sorte de couronne eu Pon distingue trois lobes, bifides á leur tour, bilabiés plutót, et couverts de longues papilles sur leur aréte extérieure. Inflorescence féminine naissant sur les rameaux au-dessus des fleurs máles, de 4 a 5 centimetres de long. Fleurs réunies en épis courts (12-15 mm.) et denses, deux fois plus courts que le pédoncule et comptant de 124 15 fleurs sessiles. Bractées comme dans les fleurs máles. Périanthe tres pe- tit (2,5 a 3 mm. de diameétre) segments libres jusqu'a la base, les extérieurs ova- les, atténués vers le sommet, les inté- rieurs plus étroits. Staminodes nuls. Sty- les 3, entiers, réunis par leur base élar- gie, puis divergeant obliquement vers Vextérieur. Ovaire tres petit pendant Panthese (1,5 mm.). Entre-neuds du ra- chis s'allongeant considérablement pen- o cota dant la maturation des fruits. Capsu- Hauman (*/,) les elliptiques légerement échancrées au sommet, de consistance coriace, de 18 millimetres de long sur 11 de large. Graine applatie, arrondie, de 2”"5 de diametre, ailée «(Pun cóté; aile atteignant 1 centimetre de long sur 5 millimetres de large. Observations. — Espece nettement caractérisée par la grandeur du périanthe de ses fleurs máles et surtout par la forme extraordinaire de Pandrocée. Uline (XX, p. 148) mentionne le fait que, dans certai- nes especes de la section Monadelphia, on trouve des rudiments de style au sommet de la colonne portant les antheres; Paspect de la couronne dominant Vandrocée dans cette espece rappelle certaine- ment la structure un pistil, mais Yun pistil totalement différent de celui que présentent les fleurs féminines de la méme espece! Exemplaire étudié. — Territoire de Misiones: Puerto Esperanza, ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO S, 1916) 32 182 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES dans les buissons des barrancas, rameau avec fleurs máles et femelles et inflorescence fructifiée séparée, leg. Spegazzini, mars 1908. Her- bier Spegazzini. 11. DIOSCOREA TRIFURCATA nov. sp. (Figures 19 et 20) Province de Catamarca. Helmia (? ex afinitate) triandra, Monadelphia, herbacea, glabra, de- licatula, caulibus gracilibus, sinistrorsis, internodiis elongatis; foliis al- ternatis mediocribus, membranaceis, breviter petiolatis, hastato-sagitta- tis, vel deltoideo-sagittatis, longe attenuatis, acutissimis, T-nerviis, nervo extimo utroque bifido; inflorescentiis masculinis quam foliis dimidio brevioribus, 5-10 floris; bracteis lanceolato-linearibus quam pedicello multo brevioribus; floribus longe pedicellatis; periantho sat magno, rotaceo, virido-violascente; segmentis ovato-lanceolatis utrinque attenua- tis, 3-5-nervtis, interioribus angustioribus; androceo basi monadelpho, supra trifurcato : staminibus 3 quam perian- tho dimidio brevioribus, in columna gracil- NS | lima infra conniventibus, supra divergenti- SN 17 bus; antheris dorsifixis, extrorsis; foribus femineis ignotis. ==, E > xl £ NY= Diagnose. — Plante herbacée glabre et eréle dans toutes ses parties. Tiges sinis- trorses, a entre-neuds tres allongés (15-20 mm.). Feuilles alternes, tres brievement pé- tiolées (1 em.). Limbe de 6 a 9 centimetres de long sur 2,5 a 4,5 de large, sagitté, lon- Fig. 19. — Dioscorea trifurcata Hauman (*,,) guement atténué et terminé en une pointe tres effilée, hasté ou del- toide suivant que les lobes latéraux toujours étroits sont plus ou moins marqués; nervures 7, dont les extérieures sont bifides; sinus basal tantót tres obtus (feuilles hastées), tantót tres étroit (feuilles deltoides). Inflorescences masculines courtes, de 2,5 a 5 centimetres de long, fleuries presque depuis la base; rachis filiforme portant 5 a 10 fleurs assez distantes les unes des autres; bractées de 2 millimetres de long, Pextérieure linéaire-obtuse; Pintérieure filiforme; pédicelle de 4 a 5 millimetres de long. Périanthe vert taché de violet (extérieurement), rotacé, assez grand (9 mm. de diametre, étendu); segments libres pres- que jusqu'a la base, ovale-lanceolés, atténués a la base et au sommet HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 482 Fig. 20. — Dioscorea trifurcata Hauman. Rameau masculin 484 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fig. 21. — Dioscorea monandra Hauman. Rameau avec fleurs des deux sexes Au centre : inflorescence masculine, eraines et fruit HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 485 3-5 nervés, les extérieurs (?) de 2 millimetres de large, les intérieurs un peu plus étroits. Androcée semi-monadelphe. Etamines 3; fila- ments violacés, soudés dans les deux tiers infériéurs en une colonne dressée au centre de la fleur, tres minces a la base et s'épaissisant un peu vers le haut, libres, divergents, recourbés vers lPextérieur et épaissis dans leur tiers supérieur, de sorte que Pandrocée ressemble extraordinairement á un style se divisant en trois branches stigmati- ques; antheres dorsifixes á peine plus grandes que le diametre du filament; aucun rudiment de style a Plintersection des branches de la colonne staminale. Observations. — Cette espece differe de toutes les especes argenti- nes par la structure remarquable de son androcée semi-monadelphe. Elle semble proche de celles dont Uline fait mention sans les nommer dans sa monographie (XX, p. 148) et dont Pandrocée ne serait qu'en apparence monadelphe, la partie considérée comme un colonne sta- minale devant, Papres lui, étre regardée comme un prolongement de Paxe de la fleur, mais les rudiments stylaires qwil dit avoir observés au sommet de cet axe, font completement défaut dans la plante de Tucumán. Elle pourrait étre rapprochée aussi de D. tamifolia Chodat et Hassler (VI bis, p. 1110) au cas ou elle aurait trois étamines (leur nombre est pas spécifié), mais comme ces auteurs disent leur espece voisine de D. piperifolia Vell. il faut supposer qu'elle en a 6; ses fleurs au surplus sont de moitié plus petites et les feuilles cordées plus larges. Exemplatre étudié. — Province de Catamarca : Ambato, Rodeo (alt. 1200 m.), un seul rameau masculin, leg. Castillon, janvier 1910, Her- bier Castillon numéro 1912. L 12. DIOSCOREA MONANDRA nov. sp. (Figures 21 et 22) Montagnes de la province de Tucumán. Helmiía, Monandra monoica, debilis, glabra, caulibus filiformibus si- nistrorsis, foliis anguste-sagittatis, lobis basalibus rotundatis, T-nervíis ; inflorescentits masculinis simplicibus, folvis brevioribus, fere a basi flori- feris, floribus solitarits, pedicellatis, approximatis; periantho campanu- tato, segmentis trinerviis anguste lanceolatis, fere ad basím liberis ; sta- mina unica, filamento sat crasso, basi incurvato, quam pertantho duplo breviore, antheram minutam gerente. Inflorescentiis femineis pauciflori- bus, laxis; periantho ut in floribus masculinis ; staminodiis nullis ; stylo a 486 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES basi trifido, ramis brevibus subulato-attenuatis. Fructibus ovatis, basi attenuatis, apice rotundatis, reflexis; seminibus ellipsoideis, supra-alatis. Species ab omnibus Diocoreis hucusque cognitis recedens, sectionem Monandriam an novum genus formans ? Diagnose. — Plante herbacée, glabre et délicate dans toutes ses parties, a tiges filiformes (*/, mm. de diamétre dans la partie fleurie, presque capillaires vers le sommet), sinistrorses. Feuilles alternes assez éloignées les unes des autres (entre-neuds 5-10 cm.); pétiole de 1,5 a 2 centimetres de long; limbe membraneux, translucide, longuement sagitté, aigu, de 4 a 7 centimetres de long sur 1,2 4 3 centimetres de large; lobes arrondis; bords onduleux; nervures 7, dont les extérieu- res bi ou trifides. Inflorescences masculines simples, pluriflores et assez denses, soli- taires a Vaisselle des feuilles, ordinairement plus courtes que celles- ci (4-5 ecm.); pédoncule court (5-12 mm.); rachis anguleux, légerement papilleux. a en- SS trenceuds courts (1-2 mm.); > Ze bractées 2, lancéolées, la plus Y AN ¡> longue Watteignant pas la moitié du pédicelle; pédicelle de 1,5 a 2,5 millimetres. Pé- rianthe campanulé de 2%*5 Fig. 22. — Dioscorea monandra Hauman . A Fleurs Q et E (/) de long, Pun blanc jaunátre insicco ; segments libres pres- que jusqu'a la base, linéaires, légerement atténués vers le sommet, obtus, trinervés, les deux nervures latérales incompletes et formant comme une créte en relief a la face interne. Androcée constitué par une colonne unique, mince et coudée a la base, puis renflée, piriforme, puis étranglée au sommet (caracteres visibles surtout dans les fleurs jeunes apres les avoir fait gontler dans Peau bouillante), de 1,5 mm. de long et portant au sommet une seule anthere á peine plus large que la colonne staminale et a deux theques bien distinctes. Inflorescences féminines naissant aux entre-noeuds supérieurs des tiges, solitaires, simples, pauciflores (5-10 fleurs), un peu plus courtes et a pédoneules et entre-neuds plus lones que les grappes masculi- nes. Bractées tres petites. Fleurs sessiles. Périanthe de méme forme que celui des fleurs máles mais un peu plus petit et sans créte a la face interne des segments. Staminodes absents. Colonne stylaire divisée á la base en trois branches courtes (moins de 1 mm.), HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 487 divergentes, s'amincissant un peu vers le haut. Ovaire de moins de 2 millimetres pendant Panthése mais s'allongeant tres vite, de sorte que celui des fleurs inférieures un épis a 7 millimétres de lone sur 3 de large et les ailes bien développées, alors que les fleurs supérieu- res ne sont pas encore épanouies. Fruit ovale, de 10 a 12 millimetres de long sur 5 a 6 de large, atté- nué vers la base, arrondi au sommet ot le périanthe persiste, se réflé- chissant vers le bas tout de suite apres Panthése. Graine ailée un cóté, de 8 millimétres de long sur 2,5 de large (la graine sans Vaile a 3 mm. sur 2); aile membraneuse, transparente. Observations. — Uette espece extrémement curieuse diftere de tou- tes les autres par son androcée ne comportant en apparence qwune seule étamine, mais constitué sans doute par une colonne staminale représentant les trois étamines primitives et ne portant plus qwWune seule anthere. Elle ne me paraíit cependant pas devoir constituer un nouveau genre : d'une part, elle ne représente qw'un stade plus avancé dans la réduction de Pandrocée originairement de six pieces, puis réduit a trois étamines libres, puis á trois étamines réunies pour ainsi dire en une seule dans la section Monadelphia, et enfin ne pré- sentant plus qwWune anthere; (Pautre part, son gynecée (style et gralme) est identique á celui de cette derniére section et des especes voisines. Je me borne done a la considérer comme le type (une sec- tion nouvelle, Monandria !. Exemplaires étudiés. — Province de Tucumán : Tafí del Valle, par- mi les rochers a 2000 metres Valtitude, exemplaires en fleurs et fruits, leg. Dinelli (n* 576), janvier 1907, Herbier Min. Agr. numéro 21.544; Quebrada (vallon) La Peñita (alt. 2150 m.), exemplaires má- les et femelles en fleurs, leg. Castillon, 26 décembre 1907, Herbier Castillon numéro 584, * Plusieurs grappes máles présentaient leurs fleurs terminales considérable- ment hypertrophiées, charnues, d'un rouge presque noir (in sicco, violet sans doute in vivo, Vétiquette originale attribuait cette couleur aux fleurs) et ressem- blant ainsi á des fleurs de Cuscute (C. odorata R. et P.. par exemple), déforma- tion produite par des larves de Cecidomidae (dét. J. Brethes), qu'on y trouve par- fois au nombre de six á hmit. 488 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES II. Sous-genre EUDIOSCOREA A. Species HEXANDRAE 13. DIOSCOREA CAYENNENSIS Lam., var. Pseudo-batatas nov. var. (le type : Kunth, IX, p. 380) (Figures 23 et 24) Rive méridionale du río de la Plata. A typo differt (ex deseript.) spicis masculinis in axillis fascieulatis et dimidio brevioribus, rachide conspicue fractoflexo, floribus approxima- tis, bractea exteriore periantho dimidio breviore (non 4-5-plo breviore). Diagnose. — Plante herbacée, a racine pivotante, épaisse, ecylindri- que ou applatie, allant en s'épaissisant vers le bas en forme de massue (comme dans 0. batatas Desne, cf. la fig. du Dictionnaire de botanique de Baillon), atteignant dans des plantes de deux ans un diametre de 5 centimetres et une lon- gueur de 75 centimetres; amidon extré- mement abondant dans le parenchyme Pun blane pur, grains en général ellip- soides de 45 y sur 25 (parfois 60 sur 35) assez fréquemment triangulaires ou de Fig. 23. — Dioscorea cayennensis forme irréguliere, couches successives amo. var. pseudo batatas Hat ión visibles; raphides énormes (175 y. de long). Tiges annuelles, non lignifiées, sans épines, sinistrorses, atteignant a la base un diametre de 4 millimetres, striées, tachées de rouge ¿n vivo et pouvant atteindre plusieurs metres de longueur. Feuilles alternes dans les tiges jeunes (rejets de souche), plus tard opposées, parfois méme verticillées par 3 ou 4, subceoriaces, opaques, d'un vert sombre, tachées de pourpre a la base, 7-nervées, cordées a Pex- trémité supérieure des rameaux, cordées-hastées plus bas et alors souvent plus larges que longues, a oreillettes tres marquées, entieres, arrondies ou un peu anguleuses; sinus basal peu profond (dimensions du limbe variant de 4 em. de long sur 3 de large, a 6 de long sur 9 de large); pétiole rougeátre caniculé, tres épaissi a la base et au sommet, attelignant 4 centimetres. Tubercules axillaires abóndants des la fin de Pété surtout sur les pieds máles, ne dépassant guere la HAUMAN : LES DIOSCORÉACEES DE L'ARGENTINE 489 dimension Vune noisette (leurs grains d'amidon sont semblables a ceux de la racine mais beaucoup plus fréquemment irréguliers, com- posés, en forme VX, de T, ete.). Epis máles fasciculés par 2 0u 4a Vaiselle des feuilles (4 4 S par nceud, les feuilles étant Opposées), de 2%%5 a 35 de long, a rachis en Zig-2ag, a entre-neuds tres courts et portant, des la base, environ 25 fleurs sessiles. Bractées ovales terminées brusquement en un mucron aigu, Vextérieure atteienant la moitié du périgone, la latérale de moitié plus petite. Périgone sphérique un vert pále ¿n vivo, rouge sombre ¿n sieco, se refermant aprées Panthese et persistant longtemps a Vétat sec sur les tiges (exemplaires cultivés); segments ovales, brievement atténués, ASSeZ Coriaces, concaves, ponctués de glandes, de 1%"5 de long sur 1 de large, les intérieurs un peu plus étroits. Étamines insérées tout a fait á la base des pieces du périanthe et attelgnant la moitié de la hauteur de celni-ci; antheres introrses, allongées, deux fois plus longues que larges; filament trois fois moins long que Panthere; rudiments stylaires extrémement petits. Epis femelles atteignant 6 centimetres, fleuris des la base du ra- chis et isolés ou réunis á Vaiselle des feuilles (2-6 par neud), pauci- flores (S-10 fleurs). Fleurs sessiles. Bractées comme dans les fleurs males, Pextérieure atteignant 1225, la latérale de moitié plus petite. Périgone de méme forme mais plus petit que le périgone mále, co- riace mais moins abondamment glanduleux; segments extérieurs de 1 millimetre de long sur */, de large, les intérieurs 1 millimétre de large sur */, de long. Staminodes réduits á des tubercules a peine visibles a la base des pieces du périanthe, les intérieurs manquant parfois. Pistil trilobé, large et trés court, a peine en relief sur le fond du périanthe; stiemates bifides. Ovaire atteignant 4 millimétres de long sur 2 de large des avant Panthese, trigone, á faces convexes et arétes formant un bourrelet arrondi. Capsules múres á contour arrondi ou ellipsoide, brusquement at- ténuées a la base, ordinairement plus larges que longues (15-16 mm. de long, sur 15-20 de large), rigides, a angles rentrants arrondis; exocarpe múr d'un gris jaunátre, terne; endocarpe lisse, trés brillant. Graine tres largement ailée, semicirculaire, remplissant les loges du fruit (de 144 15 mm. de long surSa 9 de large); aile membra- neuse, translucide et Yun brun rougeátre; semence (sans Paile) de 3 millimetres de diametre. Observations. — Cette espece appartient certainement a la section Enantiophyllum Uline (XIX, p. 57). Je ne suis malheureusement pas sí du tout de sa détermination. S'agit-11 réellement d'une variété 490 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES de D. cayennensis, seule espece de ce groupe qui soit américaine ou tout au moins largement répandue en Amérique australe et centrale, s'agit-11 d'une espece nouvelle ou, plus vraisemblablement, de Diosco- rea batatas Decne., Vigname de Chine, échappé Vanciemnes et, il est vrai, hypothétiques cultures ? En effet, maleré quelques différences, la ressemblance de cette plan- te avec les figures représentant PD. batatas dans le Traité de botanique de Lemaout et Decaisne (p. 559, de la seconde édition), figures re- produites dans le Pflanzenfamilien, 1, 3, p. 134, est extrémement frappante; le rachis de Vinflorescence y est, il est vrai, moins nette- ment en zig-zag, Vépis féminin y parait plus pauvre, la capsule y est longuement atténuée vers la base et le pistil n'y est malheureusement pas figuré. D'autre part, la forme de la racine coincide parfaitement avec celle de D. batatas Vapres la description et la figure du Diction- naire de botanique de Baillon, article /gname. Mais j'ai trouvé la plante qui. au surplus, est sinistrorse, au bord méme du río de la Plata, loin de toute culture ou jardin, dans les petits bois qui cou- vrent la rive, associée du reste a D. sinuata var. bonariensis. Peckolt (XXVI) mentionne PD. cayennensis et D. batatas parmi les especes du genre cultivées au Brésil, mais il semble que ni Pune ni Pautre ne se soit beaucoup répandue et que, dans l'Amérique australe, ce sont plutót Vantres especes, D. bulbifera L, D. brasiliensis Willd. D. aculeata L. qui sont les plus fréquemment plantées. Je Wai malheu- reusement pas pu me procurer une description botanique complete de Pespece de Decaisne, un peu postérieure á la monographie de Kunth *. D. batatas est dextrorse. D. cayennensis, quí serait originaire Afrique occidentale mais fré- quemment cultivée en Amérique (de Noter XXXII, p. 11,sub 0. Ber- teroana), est connue pour la Guyanne (IX, p. 350), 1'Amérique cen- trale (XXI, p. 431) et peut-étre pour le nord du Brésil (Pará : si la plante décrite sous ce nom par Grisebach II, p. 33 se rapporte a J'es- pece de Lamarek, ce quí parait douteux). Cette vaste distribution eéographique ne serait pas exceptionnelle parmi les especes ayant atteint Argentine a travers le Brésil : D. glandulosa Kl. est connue du nord du Brésil et de Misiones (Entre Ríos?) et D. polygonoides H. 'L Index Kew. dit D. batatas Dene. synonyme de D. divaricata Blanco, des Philippines, mais la description qu'en donne Kunth (IX, p. 391) parmi les espe- | ces mal connues est tout á fait insuffisante; la forme en zig-zag des rachis n'y est pas mentionnée. Elle Pest par contre pour D. glabra Roxb. (1X, p. 382) dont, WPapres von Mueller ¡XXVIIL). D. batatas serait un synonyme. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 191 Fig. 24. — Dioscorea cayennensis, var. pseudo-batatas Hauman. A ganche : rameau féminin á droite : un fruit, deux eraines, rameau masculin 192 a En MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES S p Fig. 25. Dioscorea platystemon Hauman. Rameau masculin. rs le hant : deux graines et un fruit A droite HAUMAN : LES DIOSCORÉACEES DE L'ARGENTINE 193 B., que je signale aussi pour Misiones, Pest pour le Méxique par Uli- ne (XXI, p. 431). ] Exemplaires étudiés. — J'ai trouvé cette plante dans les bois de la rive du río de la Plata a Quilmes, pres de Buenos-Aires, ou elle sem- blait rare en avril 1912. Jen ai planté des bulbilles au jardin bota- nique de la Faculté d'Agronomie ou ils se sont fort bien développés, la plante y ayant abondamment fleuri et fructifié au cours des deux étés suivants. 14. DIOSCOREA PLATYSTEMON nov. sp. (Figures 25 et 26) Province de Salta. BEudioscorea hexandra, subfruticosa, glabra, caulibus sublignosis, in sicco cylindricis, laeviter striatis, ramificatis ; foliis alternatis subcoria- ceis, supra glabris, subtus pilosiusculis, inferioribus trifidis, superiori- bus hastatis, septemnerviis ; inflorescentiis masculinis solitaritis vel raro geminatis, quam foliis brevioribus, fere a basi foriferis, rachide denso hirtello, bracteis ovato-acuminatis papillosis; floribus solitariis, sessili- bus, periantho tubuloso, fauce leviter angustato, segmentis brevibus ova- to-mucronatis; staminibus 6, basi insertis, periantho fere aequilongis, filamentis latis, complanatis ; antheris minutis introrsis ; rudimento stylino compicuo, profunde trifido ; inflorescentiis femineis quam mas- culinis longioribus (in exemplare unico fructifero), sat laxis, 12-15 Joris, foribus irregulariter alternatis ; periantho pistiloque ignotis, cap- sulis reflexis, pseudo-pedicellatis, ellipsoideis, latioribus quam longio- ribus semina orbicularia, ala fusca, membranacea, lata undique cincta. Description. — Plante a tiges lignifiées, cylindriques, légerement striées, sinistrorses, de pres de 2 millimetres de diametre, émettant de longs rameaux latéraux feuillus et floriferes. Feuilles alternes; pé- tiole caniculé de 1 á 2 centimetres; limbe d'un vert foncé et mat a la face supérieure, brillant et plus clair á la face inférieure qui porte des poils rares et courts, celui des feuilles naissant sur les tiges prin- cipales est nettement trifide, de 8-10 centimetres de long sur autant de large, les lobes latéraux arrondis, parfois sinués, séparés du lobe médian par un sinus étroit; lobe médian ovale aigu; sinus basal extré- mement ouvert, a. peine marqué; limbe des feuilles naissant sur les rameaux floriferes hasté-trilobé, de 2,54 7 centimetres de long sur 1545") de large, á lobes latéraux relativement peu proéminents, parfois sinués, a lobe médian ovale-aigu. 194 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Inflorescences masculines en épis naissant sur des rameaux laté- raux (ou a Vextrémité des tiges principales), les axillaires simples et ne dépassant guere 5 centimetres, celles qui terminent les rameaux tfloriferes paniculées, fleuries depuis la base et a rachis couvert de courtes papilles; entreneuds de 25 de long. Fleurs sessiles. Brac- tées ovale-arrondies, Vextérieure de 1%”5 longuement mucronée et portant d'assez longues papilles (loupe) sur la face extérieure, Vinté- rieure un peu plus petite, lisse, mucronée, parfois tridentée. Périan- the tubuleux de 35 a 475 de long, a gorge assez nettement reser- rée (de sorte qw'on prend au premier abord les fleurs máles pour des fleurs femelles); segments mucronés, libres seulement dans le quart supérieur et réfléchis vers Vextérieur pendant Panthese; étamines 6, presque aussi longues que E eE IA A S le périanthe, insérées a la base de celui-ci; filaments o élargis, appliqués contre le tube du périanthe aux- Ny quels ils adherent parfois plus ou moins (il y a de Fig. 26. — Dioscorea platystemon Hauman : (Fleur a ouverte,»étamine, bractée, fleur eE 310 méme tendance a la sou- dure des filaments entre eux); antheres petites, moins larges que le filament, introrses; the. ques peu distinctes Pune de Pautre; rudiment de style de 1 millime- tre de long et nettement trifide. Inflorescences féminines ' solitaires, atteignant 8 centimetres de long (fructifiées) portant jusqw'a 18 fleurs alternes et irrégulierement espacées. Périanthe et pistil inconnus. Fruit réfléchi, dont la base amincie semble un pédicelle épais, anguleux, de 2 a 3 millimetres de long; capsule elliptique plus large que longue (atteignant 14 mm. de long sur 20 de large), rarement presque ronde, tres légerement émarginée a la base et au sommet, de consistance de paille et fragile a la maturité; exocarpe terne, endocarpe brillant. Graine applatie, arrondie, de 3 43””5 de diametre (sans Vaile), entourée de toute part Vune aile large, brune, membraneuse remplissant toute la loge de la capsule (12 mm. de long. sur S de large). Observations. — Cette espece dont les feuilles rappellent celles de ' L”exemplaire féminin décrit plos haut se compose uniquement d'un rameau desséché sans feuilles (de l'année antérieure?) portant deux inflorescences fruc- tifiées : M. Lillo qui recueillit la plante m'assure qu'il appartient á la méme espece. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 495 D. triloba Lam. (Kunth IX, p. 372) est nettement caractérisée par les filaments élargis de ses étamines. Elle ventre dans aucune des sec- tion ('Uline; ses fruits et ses graines la rapprochent de Enanthio- phyllum dont elle s'éloigne par ses feuilles alternes, ses inflorescen- ces solitaires, la partie libre des segments du périanthe réfléchie et surtout ses étamines pourvues d'un long filament. Exemplaire étudié. — Province de Salta : Rosario de la Frontera, dans les bois, exemplaire en fleurs et fruits, leg. Lillo, janvier 1905, Herbier Lillo, numéro 3861. _ 15. DIOSCOREA HELICIFOLIA Kunth. (Syn. D. reticulata Gay) (Kunth IX, p. 348; Gay, Il, p. 62) . (Figures 27 et 29) Territoire du Neuquén, région du río de Aluminié. Diagnose. — Plante completement glabre, d'apparence herbacée, a tiges plus ou moins fistuleuses, assez épaisses (3 mm. de diam.). Feuil- les alternes, profondément cordées a la base, de forme plus ou moins arrondie ou deltoide, palmotipartites, divisées en Y lobes triangu- laires; lobe médian plus long que les autres, aigu ; les extérieurs plus larges et obtus. Inflorescences masculines fort longues (atteignant 20 cm.), simples ou souvent bifides; pédoncule (partie nue du rachis) atteignant 10 et 12 centimetres. Bractées lancéolées dont la plus longue dépasse un peu le pédicelle. Flenrs brieyement pédicellées (1 a 2 mm.) réunies en fascicules de 2-3 fleurs, éloignés les uns des autres. Périanthe tres petit (174), campanulé; segments libres dans leur moitié supé- rieure, ovales-obtus, les intérieurs un peu plus larges et plus courts. Étamines 6, insérées au niveau de la gorge du périanthe et atteignant les deux tiers de la longueur de celui-ci; filament un peu plus long que Panthere; rudiment de style court et conique. Intlorescences féminines beaucoup plus courtes que les masculi- nes (1-5 ecm,), pauciflores (de 2 a 8 fleurs). Fleurs sessiles éloignées les unes des autres (entre-nceeud inférieur de 1 em. et plus), sessiles. Bractées comme dans les inflorescences masculines. Périanthe tres petit (1 mm. de long), campanulé, a segments libres dans leur moitié supérieure, les intérieurs plus larges, staminodes 6, á peine visibles a la base des segments; colonne stylaire un peu plus courte que le périanthe, trifide, a branches recourbées et légerement bifides; ovaire 496 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES trois ou quaire fois plus long que le périanthe pendant Vanthese. EFructification en général tres imparfaite; fruits tantót solitaires a Vaisselle une feuille, tantót réunis por 3 0u 4 sur le rachis et ac- compagnés de fleurs non fécondées; capsules non refléchies dont la partie inférieure est brusquement amincie et simule un pédicelle de 4 millimetres de long, de forme ovale, atténuées vers la base et obtu- ses, soUuvent presque carrées au sommet, lequel est légerement échan- cré et porte les reste du périanthe; péricarpe assez rigide, d'un jaune brillant. Graine ovale, entourée d'une aile brunátre plus étroi- te sur les cótés. Appartient a la section Chirophyllum de Uline. Observations. — Ces échantillons avaient été déterminés par M. Spegazzini comme 1). reticulata Gay var. scabriuscula Speg. et citée sous ce nom par Autran (XXXIII, n* 60), mais Pespece de Gay ne me parait pas devoir étre conservée; en effet, les différences (ex des- cript.) sont les suivantes : D.reticulata : filament des étamines deux fois Fig. 29. — Dioscorea helicifolia Kunth (*/,) plus court que le périanthe, fruits solitaires. D. helicifolia : filament 3 ou 4 fois plus court que le périanthe, fruits en inflorescences courtes Le caractere de la longueur des filaments parait peu important, attendu que le périanthe va guere que 1””4 de long, et pour ce qui est des fruits. on peut trouver sur un méme rameau des fruits soli- taires ou en grappe de 4 0u 5. Ce groupe de Dioscorées chiliennes a feuilles palmatipartites parait du reste assez confus et Kunth se de- mandait déja si son espece était réellement différente de PD. auricu- lata Poepp., insuffisamment décrite. D. helicifolia est la seule des nombreuses especes valdiviennes du genre qui ait été signalée jusqu'a présent sur le versant oriental de de la cordillere, Exemplaires étudiés. — Herbier Min. Agr., numéro 8042 et Fac. Méd., leg. O. Asp., en fleurs masculines et fruits múrs, février, avril et juillet 1902 *. ' Matoso (XXXI, p. 288) a cité D. brasiliensis Willd. pour la province de Corrientes on elle serait assez rare. L'espece est originaire du Brésil équatorial mais, d'apres Peckolt, serait tres souvent cultivée dans toutes les provinces tro- picales de ce pays. Mangel (XXXIV, p. 344) la mentionne parmi les espéeces cul- HAUMAN : LES DIOSCORÉACEES DE L'ARGENTINE 197 Fig. 27. — Dioscorea helicifolia Kunth. A gauche : inflorescence masculine (exceptionnel- lement bifide). Au centre : feuille du milieu de la tige. A droite-et:en haut : inflores- cences féminines dont l'une á fruit unique, et deux graines; en bas : feuille du sommet de la tise. ANAL. MUS. NAC. — T. XXVI (ENERO 13, 1916) 498 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fig. 28. — Dioscorea sinuata, var. bonariensis (Ten.). En haut: rameau féminin avec fleurs fruits et feuilles lobées ; á droite trois graines. En bas : rameau masculin avec feuilles enteres. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 499 B. Species TRIÍANDRAE 16. DIOSCOREA SINUATA Vell. var. BONARIENSIS (Ten.) Hauman Syn. : D. bonariensis Ten. (Kunth IX, p. 328 et 413; Gris. III, p. 345) (Figures 28 et 30) Bords du río de la Plata, territoire de Misiones, province de Co- rrientes ? A typo differt (ex descrip Kunthi) laminis foliorum minus lobatis vel subintegris, foliis racemisque dimidio minoribus, pedicello, perigo- nio fructibusque paulo brevioribus. Diagnose. — Plante herbacée dioique; tubercule discoide, a bords crénelés et face supérieure convexe, subérifié et nul, á face inférieure concave et émettant de tres nombreuses racines, trés petit dans une plante fleurie Pun an (1%%5 de diamétre), de 12% >< 8 >< 3,5 dans les plantes de deux ans et pouvant atteindre des dimensions plus con- sidérables. Parenchyme intérieur jaunátre, amylifere; grains Vami- don en général arrondis, Yun diamétre moyen. Tiges minces, anmuelles, dextrorses dépassant rarement 2-3 mé- tres (dans les environs de Buenos Aires), assez abondamment rami- fiées. Feuilles alternes (un vert clair, membraneuses (tres fragiles in sicco), largement cordées, parfois hastées, á lobes basillaires bi ou rarement trilobés, ou seulement sinuées et souvent entiéres (les feuilles supérieures sont en général entiéeres), les plus grandes ne dépassant pas 12 centimétres de long sur 9 de large, sans bulbilles axillaires. Inflorescences masculines axillaires, solitaires, géminées ou sou- vent accompagnées un rameau florifere á petites feuilles, panicu- lées, une ou plusieurs (3) fois ramifiées, de 5 á 15 centimetres de long, inclus le pédoncule de 12 millimetres; épis secondaires de 3 cen- timetres de long sur 5 millimétres de large, á rachis completement recouvert de papilles. Fleurs réunies en fascicules de 3 á4 tleurs, assez rapprochés, mais Pépis garde pourtant Vaspect interrompu. Pédicelles tres court (*/, mm.). Bractéoles ovales plus longues que le pédicelle, de 1 millimétre de long. Pieces du périanthe atteignant tivées au Paraguay mais aucun botaniste ne la citée pour 1'Argentine. Matoso attribue á la plante de Corrientes des feuilles cordiformes ce qui ne correspond guere a D. brasiliensis Willd, qui les a 5-lobées (Kunth IX, p. 373). L'attribution reste pour moi plus que douteuse. 500 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES á peine 1”*5 de long. Étamines fertiles 3, de */, millimétre de long dont le filament oceupe la moitié; antheres profondement bifides; staminodes 3, tres petits, filiformes, plus courts que les filaments; rudiments stylaires 3, semblables aux staminodes. Inflorescences féminines axillaires ou terminales, parfois simples. ordinairement paniculées, atteignant 7 centimetres de long (inclus le pédoncule de 2 em.), rameaux secondaires de 5 centimétres et les ter- - tiaires, quand ils existent, de 25; entre-neuds des rachis de 5 milli- metres et plus. Bractéoles 2, lancéolées, Vextérieure de 24 2""5, de- passant un peu la fleur, la latérale de moitié plus courte. Fleurs subsessiles de 3mm. de long. Pieces du périgone de 1%"5 de long, lancéolées, arrondies a Pextrémité, les | extérieures légéerement émarginées á Y la base, ce qui donne un aspect tri- gone á la fleur. Staminodes exté- rieurs bien visibles sous forme dun petit tubercule á la base des sépales, les inférieurs a peine visibles á la base des pétales et manquant parfois com- pletement. Style de moins de '/, milli- métre de haut, nettement trifide; branches recourbées vers Pexté- rieur; stigmate bifide a divisions divergentes. Ovaire de 1,5 millime- Fig. 30. — Dioscorea sinuata Vel. var. bonariensis (Ten.) (*/,) tre de long, ovoide. Capsule réfléchie, a péricarpe membraneux, non rigide a la matu- rité, á sinus nettement angulaire (non arrondi), de 15 millimeétres de long sur 12 de large, s'ouvrant par la partie inférieure, les trois carpel- les restant cohérents par la base apres la déhiscence. Graines ailées, ovales, de 7 millimetres sur 4 (avec Paile), de 2,5 sur 2,5 sans celle-ci; aile assez développée par en haut et par en bas et tres peu latérale- ment, Yun brun rougeátre, assez épaisse, opaque, comme suberifiée. Observations. — Depuis Tenore qui la décrivit en 1838, les auteurs se sont fort peu oceupés de Dioscorea bonariensis; elle ne figure pas dans la Flora brasiliensis et Kunth (1X, p. 415) la cite parmi les espe- ces mal connues, impossibles a classer dans son systeme du genre; il se borne á reproduire la description originale qui ne fait mention ni des fleurs ni des fruits et Papres laquelle toute détermination est im- possible. Il ajoute pourtant: cf. cam PD. sínuata. Beaucoup plus tard (1898), Bettfreund, Papres Hieronymus sans doute *, la cita dans ' Les déterminations de ce catalogue, seraient d“apres Kurtz (XXIV, p..322 des déterminations provisoires de Hieronymus. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 501 « Herbario » des environs de Buenos Aires (I bis, p. 41) et plus tard en donna une description et deux planches (I, p. 48 et pl. 29 et 30) oú seuls ont quelque valeur les renseignements relatifs aux tuber- cules '. Depuis lors, la plante déterminée, semble-t-il, par son nom spécifique plutót que par sa description, a été mentionnée par divers auteurs (Spegazzini, XXV, p. 123; Pennington; Hicken, VIII, n*333 et moi-méme). Assez commune a Buenos-Aires, elle semble rare plus au nord et je nen connais quun seul exemplaire de Misiones, suffi- sant pourtant pour confirmer la plus que probable origine brésilienne de Pespece. P'étude (un matériel complet et abondant (exemplaires Vherbiers et exemplaires vivants) ma convainecu que D. bonariensis rest tout au plus, comme le prévoyait Kunth, quw'une variété de DP. sinuata, variété ne différant du type que par les dimensions moindres de toutes ses parties, d'autant plus que les mesures données par Kunth semblent des maxima et que des exemplaires de D. sinuata cultivés a Berlin avaient, d(apres le méme auteur, des feuilles de 2 pouces */, sur 2*/,, comme la plante argentine. Les exemplaires argentins coincident tout a faitavec 1). crenata Vell. (XXIX, tab. 127) synonyme de D. sinuata, et différent de la planche représentant cette derniere espece (ibid., pl. 129) par les bords moins sinueux des feuilles. Les tubercules souvent décrits de D. sinuata se retrouvent dans D. bonariensis; les fleurs sont identiques, sauf aussi la dimension un peu moindre du périgone et du pédicelle. Enfin, ses feuilles sont ex- trémement variables, et cela sur le méme individa, tantót nettement 5-lobées, tantót entieres. Exemplaires étudiés. — Territoire de Misiones: Bonpland, exem- plaires máles et femelles en fleurs et fruits (feuilles entieres, sinuées et 5-7 lobées, assez petites), leg. Jorgensen-Hansen, janvier 1910, Herbier Min. Agr. numéros 31.260 et 31.265. Bords du río de la Plata, depuis le Delta jusqw'en face de la ville de La Plata ou Pespéece est assez commune et fleurit de janvier a mars : nombreux exemplaires dans tous les herbiers : Min. Agr., Fac. Méd., Mus. Hist. Nat., Faculté Vagronomie (exemplaires vivants), Herbier Hicken. ! La deseription donne les inflorescences comme corymbiformes, les fleurs má- les á six étamines, ete. L'intlorescence paniculée (sans doute masculine) de la planche 30 montre des fleurs solitaires. 502 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 17. DIOSCOREA POLYGONOIDES H. B. (Grisebach, III, p. 42; Kunth, IX, p. 332) (Figure 31) Territoire de Misiones. (De PAmérique centrale aux Antilles et au Brésil méridional.) Diagnose. — Plante herbacée, entierement glabre. Feuilles alter- nes, parfaitement cordées, acuminées, membraneuses, de 6 centime- tres de long sur 4 de large dans lexemplaire argentin, mais pouvant atteindre des dimensions doubles. Tiges dextrorses. Inflorescences masculines ramifiées, ordinairement réunies par deux, Pune de 12 a 20 centimetres de long, présentant deux a quatre rameaux divergents dont les inférieurs atteignent 7 centime- tres de long, Pautre, sorte de rameau florifere, beaucoup plus longue (jusqwa 50 em.), produisant S a 10 épis secondaires dont les inférieurs présentent a leur base une toute petite feuille (12 mm. < 8). Rachis anguleux, á peine scabre (loupe tres forte). Fleurs sessiles réunies en fascicules assez éloignés les uns des autres. Périanthe plus ou moins rotacé, de 3 millimetres de diametre, a segments arrondis, obtus (peu visibles dans mon exemplaire non épanoui). Etamines de moitié plus courtes que le périanthe, a filaments nettement bifurqués; theques de Panthere séparées P'une de Pautre. Staminodes 53, tres petits, bifides a leur extrémité. Rudiments stylaires 3, coniques. Fleurs féminines et fruits inconnus. Appartient a la section XXXII Lychnostemon Gris. de Uline. Observations. — Cet exemplaire unique differe de la description de Kunth par ses feuilles plus petites, sans points transparents et ses inflorescences máles plus ramifiées. Exemplaire étudié, — Territoire de Misiones: San Ignacio «abon- dant dans la haute forét», rameau mále en bouton, leg. Quiroga numéro 263, mars 1914, Herbier Mus. Hist. Nat. Species INCERTAE SEDIS 18. DIOSCOREA PILCOMAYENSIS Hauman nov. nom. (Morong et Britton, XI, p. 240, sub D. pedicellata Morong) rives du Pilcomayo (Paraguay, Argentine ?), province de Salta. Diagnose. — Plante herbacée, glabre, a tiges fortement anguleuses HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 503 > Fig. 31. — Dioscorea polygoroides H. B. Rameau masculin 104 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES Fig. 32 Dioscorea stenopetala Hauman. Deux rameaux masculins HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 50 Ol (in sicco), sinistrorses. Feuilles alternes, parfaitement cordées, attei- gnant 12 centimetres de long sur 10 de large; sinus large; lobes laté- raux arrondis; lobe terminal longuement atténué, puis mucroné; ner- vures 7, dont les extérieures trifides; pétioles de 4 a 6 centimetres de long. Intorescences masculines axillaires, solitaires (ou géminées), sim- ples (ou une fois ramifiées), de 7 a 10 centimetres de long; rachis for- tement anguleux. Fleurs solitaires, assez éloignées les unes des autres (entre neuds de 4-7 mn, Vinférieur de plus de 1 em.); pédicelle de 2 a 5 millimetres. Bractées lancéolées (1,2 0u 3? (Papres Morong) et dont la plus longue ne dépasse guere 1 millimetre. Segments du périanthe ovales-obtus, de 2,5 a 3 millimetres de long, libres presque jusqwaá la base, «Vun pourpre verdátre », trinervés, étalés pendant Panthese. Etamines 6 insérées une contre Pautre au centre, dans le fond du périanthe; antheres petites, sessiles. Observations. — Comme il existe une DP. pedicellata Phil. (1873, An. Univ. de Chile, p. 540) citée par Uline (XIX, p. 35) comme type de sa section Parallelostemon, D. pedicellata Morong (1892) n'était pas valable. J'ai ramené á cette espece un échantillon unique portant une seule inflorescence dont les fleurs étaient habitées par des larves de Cecydomidae et peut-étre deformées ; la détermination est donc assez douteuse. Exemplaire étudié. — Province de Salta; Oran, exemplaire mále en fleurs, leg. Spegazzini, février 1906, Herbier Min. Agr. numé- ro 15.705. 19. DIOSCOREA STENOPETALA nov. sp. (Figures 32 et 33) Province de Tucumán. Helmia ? (semina ignota) triandra, herbacea, glabra, foliis membra- naceis cordatis, apice acuminato-mucronatis, auriculis rotundis, sinu obtuso, 7-nerviis, nervo utroque extimo bi- vel trifido ; racemis masculinis plerumque solitariis, longis, floribus pedicellatis, periantho sat magno, obscure purpurascente, seymentis fere a basi liberis, anguste linearibus ; staminibus 3, centralibus, pusillis; floribus femineis ignotis. Description. — Plante herbacée, glabre; tiges présentant in sicco des sillons longitudinaux irréguliers (sans doute cylindriques a Pétat frais), sinistrorses, émettant parfois de courts rameaux latéraux. Feuilles alternes, a pétiole de 2 a 3 centimetres; limbe membraneux, 506 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES translucide, largement cordé, a lobes latéraux arrondis, atténué vers le sommet et se terminant en une sorte de mucron de 5 a 7 millime- tres de long; nervures 7, dont les extérieures bi ou trifides (les fenil- les des rameaux latéraux sont beaucoup plus petites); sinus basal peu profond, largement arrondi ou obtus. Inflorescences masculines atteignant 25 centimetres de long (celles des rameaux latéraux 4 a 5 fois plus petites), solitaires a laisselle des feuilles ou accompagnées Yun rameau peu développé portant trois ou quatre feuilles et des inflorescences ne dépassant guere 10 centimetres. Rachis tres mince, flexible, a entre-neuds de 2-3 millime- tres. Fleurs solitaires; pédon- cule court (1,5 cm.). Bractée lanceolée plus courte que le pé- dicelle. Périanthe assez grand, non ouvert (in sicco), d'un pour- pre foncé, a segments linéaires de ?*/, millimetre de large a la = a base, sur 4 millimetres de long pe ——==, Fig. 33. — Disocorea stenopetala Hauman (*/,) Tepliés vers Vintérieur, ce qui les fait paraitre encore plus A et atténués en pointe, souvent étroits. Etamines 3, de moins de 1 millimetre de long, insérées au cen- tre une contre Pautre; antheres tres petites, introrses; staminodes et rudiments de style absents. Fleurs féminines inconnues. Observations. — Bien que le manque de graine ne permette pas de classer cette plante soit dans Helmia, soit dans Eudioscorea, la forme du périanthe des fleurs máles est tellement caractéristique que je erois pouvoir la considérer avec raison comme une espece nouvelle. Je la suppose voisine de D. megalantha var. Lilloi, dont elle ne difte- re essentiellement que par Vétroitesse des tépales libres presque jus- qua la base; il est probable done qw'elle appartient au sous-genre Helmia. Exemplaire étudié. — Province de Tucumán : Cuesta de Malamala (1200 m. Paltitude), en fleurs, leg. Lillo, février 1903, Herbier Lillo numéro 3136. APPENDICE HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 507 CLEFS DE DÉTERMINATION DES ESPECES ARGENTINES A Clef ne permettant la détermination que d'exemplaires complets (fleurs des deux sexes et graines) Les trois especes dont les graines sont inconnues figurent entre parentheses dans les deux grandes divisions A et B (sous-genres Helmia et Eudioscorea). A. Graine ailée d'un seul cóté (sous-genre Helmia). I. Six étamines fertiles, colonne stylaire unique, trifide au sommet. a) Inflorescences masculines en grappes simples (fleurs solitaires), capsules ovales ou elliptiques. 1. Fleurs máles sessiles ; feuilles cordées, gran- ASI plo uIcio a ope eto II o A > Ea 2. Fleurs máles pédicellées. * Pédicelle plus court que le périanthe, seg- ments du périanthe sub-linéaires, obtus; points glanduleux a la face inférieure des femillesia ir ta pera llo [ejer ** Pédicelle plus long que le périanthe, segments ovale-lancéolés, fenilles sans points glanduleux...... NN TANTO hb) Inflorescences masculines á fleurs réunies en glo- mérules sur le rachis, capsules ovale-lancéolées. 1. Tiges vivaces lignifiées et épineuses des la deuxieme année, fleurs masculines sessiles, limbesteb péricarpes COLlACeS. e. 2. Tiges herbacées, non épineuses, fleurs máles pédicellées. * Fenilles ovale-lancéolées, sans sinus ba- sal, staminodes tres grands, branches stigmatiques bifides....... a oO ** Feuilles cordées ou sagittées, á sinus bien marqué, staminodes tres petits, branches stigmatiques non bifides.............. ec) Inflorescences máles en panicules courts, capsu- les tronquées a la base............. Dio noid pptod II. Trois étamines fertiles (Triandra), style trifide depuis la base. D. bulbifera. D. glandulosa. (D. pylcomayensis.) D. multiflora. D. campestris, var. longispicata. D. glomerulata. D. microbothrya. 508 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES a) Étamines a filaments libres ou á antheres sessiles au fond de la fleur. 1. Segments du périanthe linéaires, 4 a 5 fois plusilonssiquenlarsesi. HO O Sat AS 2. Segments du périanthe ovales-lancéolés. * Centre du périanthe occupé par un dis- que plus épais. ú Étamines insérées vers les bords de COMAS let ato lo : 4s Étamines insérées au centre et sub- TA oo pa e apa AS *= Pas de disque, étamines insérées au cen- bre eb non sessiles.....0 2... Alar : hb) Étamines monadelphes au moins dans la moitié inférieure des filaments. 1. Colonne staminale trifide, filaments libres dans leur moltié supériente............... 2. Filaments entierement soudés. * Colonne staminale surmontée d'une cou- ronne dominant les antheres......... an ** Colonne staminale sans appendice domi- nant/les:antheres; ti. ds a ee III. Une étamine fertile, style trifide depuis la base.... B. Aile entourant les graines de tout cóté (Eudioscorea). I. Six étamines fertiles. a) Filaments beaucoup plus longs que les antheres. 1. Feuilles palmatipartites avec au moins 5 lobes, fleurs máles en glomérules.......... 2. Feuilles trilobées ou hastées, fleurs máles solitaires, sessiles........ A AR b) Filaments tres courts. 1. Feuilles opposées hastées, fleurs máles ses- METIA A A OR A e a AO e 2. Feuilles alternes cordées, fleurs máles lon- cuenen pelolais te aii a II. Trois étamines fertiles. a) Filament des étamines bifurqués au sommet, de sorte que les theques de l'anthere sont complete- Menta parcOS oo ra AT hb) Filaments des étamines non bifurqués, theques rapprochées au moins par la base. 1. Étamines libres. * Fleurs máles petites, réunies en gloméru- les, périanthe d'un jaune verdátre..... (D. stenopetala.) D. megalantha typica. D. megalanta, var. subsessilis. D.megalantha, var. Lilloi. (D. trifurcata.) D. coronata. D. D. entomophila. monandra. D. helicifolia. D. platystemon. D.cayennensis, var. pseudo-batatas. (D. pilcomayensis.) D. polygonoides. D. sinuata, var. bo- nariensis. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 509 ** Fleurs máles grandes, solitaires, d'un pourpre foncé, a segments étroits...... 2, Filaments soudés dans leur partie inférieure. B (D. stenopetala.) (D. trifurcata.) Clef permettant la détermination d'exemplaires seulement masculins A. Six étamines fertiles. I. Inflorescences á rachis non ramifiés et á fleurs soli- taires. a) Fleurs sessiles. 1. Feuilles opposées ou verticillées, épis fasci- culés COLES MA ra chIs lexus: 2. Feuilles alternes, rachis droit. ») * Feuilles cordées grandes, filament des E] , CLANES ION Feuilles trifides ou hastées, filaments MADE do coo ono oa aso de ao? oa oO do ol hb) Fleurs pédicellées. 1. Feuilles montrant des points glanduleux a la face inférieure, segments du périanthe linéai- TOO 00 o JAnOOC Goo bon oa 2. Feuilles sans glandes......... nose nat SO om TI. Inflorescences á rachis non ramifiés, fleurs réunies en glomérules. a) Feuilles cordées, hastées-sagittées ou ovales-lan- céolées mais entieres. 1. Fleurs sessiles, tiges de plus d'un an ligni- fiées, épineuses, feuilles coriaces........... 2. Fleurs máles pédicellées (parfois brievement), tiges herbacées non épineuses, feuilles mem- braneuses. * euilles ovale-lancéolées, sans sinus ba- ** Feuilles cordées ou sagittées avec sinus INEM MEE op ovcco saco ono. a b) Feuilles pabnatifides, 5-7 lobées. Plante de la cor- dere du cua o0daDosbost : TIT. Inflorescences courtes, en paniculesS........o.o.oo.s B. Trois étamines fertiles. I. Étamines a filaments libres. a) Filaments des étamines non bifurqués, les the- ques de l?anthere se touchant au moins par la base. 1, Fleurs réunies en glomérules, périanthe jau- D. 1D D. D. D D D cayennensis. . bulbifera. platystemon. . glandulosa. pilcomayensis. maultiflora. . campestris, var. longispicata. . ylomerulata. . helicifolia. microbotrya. .sinuata, var. bo- nariensis. 510 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES 2. Fleurs solitaires, périanthe pourpre foncé. * Segments du périanthe linéaires, 4 45 fois plus longs que larges..... seso... . D. stenopetala. ** Segments ovales-lancéolés............. D. megalantha?. b) Filaments bifurqués vers le sommet, theques de lanthere complétement séparées........ooooo... D. polygonoides. IT. Étamines monadelphes au moins dans la moitié infé- rieure des filaments. a) Filaments entierement soudés en une colonne. 1. Colonne staminale surmontée d'une couronne dominant les antheres........... DA CON OOO 2. Colonne staminale sans appendice dominant lestanth corner: darte toto pala tersa a total D. entomophila. hb) Colonne staminale trifide, filaments libres dans leur moltié Supérieute ......oo...oo.o. AD A Urcala: C. Une étamine fertile (une seule anthere)........... AD MOnandra: C Clef pouvant servir a la détermination d'exemplaires féminins Je n'ai pu faire entrer ici que 14 especes, les organes féminins des autres n'a- yant pas été décrits. Cette clef, ou les caracteres des fruits qui souvent font défaut ont été intentionnellement relégués au dernier plan, est naturellement la plus imparfaite, les caracteres des fleurs pistillées étant tres peu tranchés dans beaucoup d'especes. A. Stigmates bifides, subsessiles sur une protubérance cen- trale. Feuilles opposées ou verticillées (Eudioscorea)...... D.cayennensis var. pseudo-batatas. B. Styles réunis en une colonne unique, trifides au sommet, feuilles alternes. I. Fruits plus larges que longs, ou tout au moins, orbi- culaires; feuilles inférieures profondément trilobées, les supéricures hastées (Helmid)....oooooocoommmmm.m.. Do. platystemon. II. Fruits ovales, allongés. a) Staminodes trés développés, aussi longs ou pres- que que la colonne stylaire. 1. Staminodes pourvus d'un reste d'anthere, colonne stylaire mince á branches recourbées et bifides; feuilles ovales lancéolées, médid- a A a O DIO NOE ........ DD. campestris var. longispicata. 2. Staminodes dépourvus d'anthere, colonne stylaire épaisse, stigmates courts, dressés; feuilles cordées, grandes... ....oooooomm... D. bulbifera. h) Staminodes beaucoup plus petits. ' Voir plus haut page 198 pour la distinction du type et des variétés. HAUMAN : LES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE 511 1. Feuilles et péricarpe coriaces, rameaux ligni- fiés, épineux des la seconde année.......... 2. Feuilles et péricarpe membraneux, tiges an- nuelles inermes. * Feuilles montrant des points glandulaires á la base du limbe (Helmia) ........... ** Feuilles sans points glandulaires. y Feuilles palmatipartites (Kudiosco- rea); plantes des Andes du Neuquén. SS Feuilles entiéres ; inflorescence sim- ple, branches stigmatiques non bifi- des (Helmia); plante du NE. du pays. ys Feuilles entieres, sinuées ou lobées; inflorescence souvent paniculée ; bracnhesstigmatiques bifides(Eudios- corea); de Misiones á Buenos Aires. e) Pas de staminodes; stigmates foliacés ; fruits tron- questa basas A. o 0000 ada C. Styles indivis, divergents des la base, staminodes absents. I. Feuilles cordées, moins de deux fois plus longues que larges. a) Pédoncule de l'inflorescence plus long que la par- tie fleurie; fleurs peu nombreuses (12-15), tres rapprochées sur le rachis pendant lanthése; tiges gréles; plante de Misiones......... OJO bo ¿ b) Pédoncule de V'inflorescence plus court que la par- tie fleurie; tiges robustes; plante du NW. du pays. 1. Segments du périanthe á peine plus longs que larges; fruit ovale, moins de deux fois plus long que large; graine sans points brillants ; tenes tcondces cido EA al ao aa 2. Segments du périanthe prés de trois fois plus longs que larges; fruits plus de deux fois plus longs que larges; graine converte de points obscures, brillants; feuilles triangulaires cor- A At oa o ObVona II. Feuilles sagittées, étroites, trois ou quatre fois plus longues que larges; segments du périanthe étroite- mMeinlanebolós: Y 3 mt a o E ÓN TI BIBLIOGRAPHIE D. multifiora. D. glandulosa. D. helicifolia. D. glomerulata. D. sinuata var. bo- nariensis. D. microbotrya. D. coronata. D. megalantha. D. entomophila. D. monandra. I. BETTEREUND, C., Flora «argentina, tome 1, planches 29 et 30. Buenos Aires, 1898. I bis. 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Les abbréviations entre parentheses sont celles qui ont été employées dans le texte pour désigner ces collections. Museo de Historia Natural de Buenos Aires (Mus. Hist. Nat.). Universidad de Córdoba (Un. Córd.). “acultad de Medicina de Buenos Aires (Fac. Med.). Pacultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires. Oficina botánica del Ministerio de Agricultura de Buenos Aires (Min. Agr.). Herbier M. Lillo (Tucumán). Herbier C. Spegazzini (La Plata). Herbier C. Hicken (« Darwinion », San Martín, pres Buenos Aires). Herbier Castillon (Tucumán). Herbier Kurtz (Córdoba). ANAL. MUS. NAC. — T. XXVII (ENERO 14, 1916) 34 A A EE mw q y YN PI NA Ñ nd Ford F LeúD PMA AD k ' La Ñ 3 y 5d A 947 ao e) i Ñ A y Y d 2 e "e A > A a Y A ' Y 0 7, ol AA mi , E Te AA e de y TAN mE ) ), ' Ñ pS J e by y d y Ml S 13 d Y 2) ER a eN A AS ANS “1 gt mr.) Pd > 0 ] / — ab h y - y ¡ed A Ú] 6 ] j pS A Í i AS e ? A bl ¡ yn o y 8 A Ñ Mi 0 . O Mr A) mn o a e y TE vr. EN TABLE DES DIOSCORÉACÉES DE L'ARGENTINE do 00 ob a A DE 441 Observabions systématiques o a 444 Observations tér ol ques e a lie 446 POQIamon:sorocoso opero ooo poca Y Asa e 446 MER ÉTAmamitn. a0/bo 100 0.0'0.0.0 0 pla bolo aa 00 lo ala y oa O oO 448 Distribution Séographique ....o.ooooooocrrrrrrrrr rr 448 Description des espéces connues pour l1'ArgentiNe....ooococororormo mo... 451 Pp coo aa als leal Sr A ls q cole 507 Clef de détermination d*exemplaires completS......o.ooo.ooooo.o.. 507 Clef de détermination d'exemplaires masculidsS........ooo.oooc.. 509 Clef de détermination d'exemplaires féÉMiDIDS.....o.oooooo.oo.o.. 510 BP iS e 511 Ele res coa SUI Ni: 515 INDEX ALPHABÉTIQUE La page indiquée en chiftres GRAS est celle de la description de Vespece Dioscorea acanthogene Rusby, 442. Hauman, 444, 447, 449, 461, aculeata L., 490. 488. adenocarpa Gris., 452. Dioscorea coronata Hauman, 444, 446, auriculata Poepp., 496. 447, 449 480. batatas Decne., 490. crenata Vell., 501. bonariensis, 450, 499, 500, 499. cynanchifolia Gris., 465. brasiliensis Willd., 449, 490, 496. divaricata Blanco, 490. bulbifera L., 444, 465, 490. | entomophila Hauman, 444, 447, 450, campestris Gris., 452, 456. | 474, 475. campestris Gris. var. longispicata Hau- entomophila Hauman var. tomentosa man, 444, 446, 449, 451. | Hauman, 444, 479. cayennensis Lam., 490. ¡ furcata Gris., 470. cayennensis Lam. var. pseudo-batatas glabra Roxb., 490. 516 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES glandulosa Gris. mon Klotzseh, 455, 456, 462, 469, 473. Dioscorea glandulosa Klotzsch, 444, 449, 461, 462, 490. glauca Rusby, 442. glomerulata Hauman, 444, 450, 452; 455, 465. helicifolia Kunth, 444, 450, 495, 496. heptaneura Vell., 441. lusnachtiana Gris. non Kunth, 455, 456. lusnachtiana Kunth, 444, 449, 465. medica var. mandioidea Rojas (in litt.), 450. megalantha Gris. 444, 447, 429, 457, 462, 469, 471, 479. megalantha Gris. var. Lillo. Hauman, 444, 445, 449, 474, 506. megalantha Gris. var. subsessilis Hau- man, 444, 449, 473, 479. microbothrya Gris., 444, 449, 450, 462, 467. microbothrya Gris. vyar. grandifolia Hauman, 444, 450, 464. monadelpha Kunth 475, 479. monandra Hauman, 444, 446,450, 485. multiflora Mart. 444, 446, 447, 448, 458. Dioscorga multiflora Presl., 458. oblongifolia Rusby, 442. ovata Vell.. 452. pedicellata Morong., 450, 502, 505. pedicellata Phil., 505. pilcomayensis Hauman, 445, 449, 450, 502. piperifolia Vell. var. glandulosa (Kl.) Gris., 461. platystemon Hauman, 444. 450, 493. polygonoides H. B., 445, 449, 490, 502. reticulata Gay., 495, 496. reticulata Gay. var. seabriusculaSpeg., 496. samydea Gris., 465. secandens ? 449. sinuata Vell., 500, 501. sinuata Vell. yar., bonariensis (Ten.) Hauman, 445, 448, 449, 461, 490, 499. stenopetala Hauman, 445, 450, 505. subhastata Vell., 470, 474. tamifolia Chodat et Hassler, 485. trifurcata Hauman, 444, 450, 482. triloba Lam., 495. tuberosa Rojas, 449. versicolor Wall., 466. Á LAS «OBSERVACIONES SOBRE ALGUNAS 'ágina E 32 2.2 0) 34 » » » ERRATAS POR ÁNGEL Línea última primer: 11 de abajo S » 5 » 4 » Y » última 2 09) de abajo HORMIGAS DE GALLARDO En vez de buche buche buche metanoto metanoto buche hembra buche buche LA REPÚBLICA Léase molleja molleja molleja epinoto epinoto molleja obrera molleja molleja ARGENTINA » 0 MN e de y Den A LN 5 á ARTO] Aba a AO h e NCAA AN Ñ A 0 AS SÓN 4 ANA 0 EN ' 0 a 4 14 PU Sn La y d. e y INCA 3 ¡nl 00280 uN