SOS eterna proa os ae ia! ea me A z ; m4 ATINA a DES Elta si dana ICRA LA bad epa LOTA MA mu Pop Ipod ee DEAN payo: e Ai E ce e Da A LuiEa Ma IBAI mo Ma die Alo 4d cda hi cdt 1 dde PA Pa aa o o do REN CACA E sE E AAN bss E e ss AS q dao MAT MS e do A ENERO SEAS 001 OS E a a . heads pe _ P pure Pads ais qe pesa Md ha pe AU Pal ETE 10 pa zi Pe qe Y y AR Aa A didas di ass Da eb e . pda eS] ed POEEARA yn me Ars 1d ers set E e a 7% 0 ad pe da ERES CREA ¿ed ei ne ' BOLETIN DE LA SOCIEDAD DE BIOLOGIA DE CONCEPCIÓN (Chile) -COMISION REDACTORA GN Prof. Dr. Alejandro Lipschitz. ' Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Ñ Prof. Carlos Oliver Schneider. Prof. Ernesto Mahuzier. NÚM La Año 1927 SUMARIO Acta de fundación de la Sociedad de Eiglória de Concepción (Chile) Pág. 1 “Estatutos de la Sociedad SS AR ea O CORRO: E IU - Lipschiitz, Alejandro.—Discurso i inaugural con motivo de la primera Í sesión general de la Sociedad de Biología . . . . . . >» 8 n Lipschiitz, Alejandro.—El experimento de la hiperfeminización de SV A O E A AS OS ANN Saiki, Tadasu.—Aplicación Da de la Ciencia de la Nutrición. . » 47 y Friedrich, F.—Resúmen acerca de los árboles forestales chilenos y de * e aclimatación: o a NDS a € Pareto dl EA - Lápschiitz, Alejandro.—Algunas observaciones del Dr. Burger sobre el crecimiento de árboles forestales en Suiza. . . . ... >» 57 _ Soenksen, Oscar.—El raspage vaginal como medio de seguir el ciclo sexual en la hembra del Cuy... +... ..... » 61 - Lipschita, Alejandro.—Nuevas observaciones con respecto a la trans: plantación de ovarios conservados sobre el hielo . . . . >» 67 - Oliver da Carlos.—Las Condiciones de la Fauna Vertebrada de Chile en la era cenozoica. . . ............ 0.» 68 Golusda, Pedro.—Aclimatación y cultivo de Especies Salmonídeas en A A IS O Ten o A RE Lipscnútz, Alejandro.—Algunos ejemplos de aplicación del método gráfico enla Fisiología Y. 00 0 a a A 101 Actas de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile). la sesión 16 de Abril 1927 . . . . . . » 109 ASNO A o SALAS » 109 SEO A Lo E E a » 110 ES IIS E (a AAN AA eo a UEES da Ma Y Y! a de UI laa a duo rote a aL CPE Dd O ES a lo AR re o de da 0 al AS A » 115 A o CN E IA a A » 117 Concepción.—Imprenta Hispano-Chilena, calle Freire esquina Anibal Pinto.—1927 sh < APROS Ma, Ss ME Wilhelm, Ottmar,—La Rhinoderma Darwinii D y B. A ec e o Al a st Y LT a Lo de ¿Omar Must pe AAA de BOLETIN DE LA SOCIEDAD DE BIOLOGIA DE CONCEPCIÓN (Chile) COMISION REDACTORA Prof. Dr. Alejandro Lipschitz. Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Prof. Carlos Oliver Schneider. Prof. Ernesto Mahuzier. Tomo I Núm. +1 y 2 Año 1927 Acta de funóación de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Concepción a 30 de Abril de mil novecientos veintisiete. Los profesores universitarios, cuyas firmas aparecen en este documento, después de haber sido convocados a una reunión pre: liminar, declararon que es su expresa voluntad, fundar en Concep= ción la “Sociedad de Biología de Concepción (Chile) y se comprometen a trabajar tesonera y entusiastamente para fomentar la investigación en las diferentes ramas de la Ciencia Biológica y de la Medicina experimental. Firmado: Galvez, Salvador. Grant, Guillermo. Lipschútz, Alejandro. Mahuzier, Ernesto. Oliver, Carlos. Santa Cruz, Alcibíades. Wilhelm, Ottmar. 567 ESTATUTOS DE LA SOCIEDAD DE BIOLOGÍA DE CONCEPCIÓN (Chile) INÓTUILLO Jl De la Sociedad en general Art. 1.—Se establece en Concepción, (Chile), una Sociedad Científica con el nombre de “Sociedad de Biología de Concep- ción”. Art. 2.—La Sociedad tiene por objeto, fomentar la investigaz ción en los diferenfes ramos de la ciencia biológica y de la medi cina experimental, como asimismo la divulgación de los conoci mientos biológicos. Art. 3.—Los medios de que se servirá la Sociedad para al: canzar su objetivo son: a) Reuniones mensuales para discutir las investigaciones originales de sus miembros y el desarrollo de la ciencia biológica en general; b) Editar un Boletin de la Sociedad con un resumen de sus reuniones y de los trabajos que en ellas se hagan; c) La formación de una Biblioteca que la mantenga al co. rriente del adelanto de la ciencia biológica y que sirva para la in» vestigación científica; ' d) Dar conferencias de extensión biológica y apoyar los tra- bajos de inv estigación, especialmente los que se refieran a la rez gión sur del país; e) Mantener relaciones de amistosa reciprocidad con sociez dades congéneres nacionales y extranjeras. TITULO II De los Socios Art. 4.—Habrá tres clases de socios: Honorarios, activos y correspondientes. a) Serán socios activos todas las personas que cumplan con las disposiciones de los artículos 5 del Título II y 19 del Título VI de estos Estatutos. b) Serán miembros honorarios y correspondientes los que por sus servicios prestados al fomento de la ciencia biológica en Chile y en la América latina, sean destinados en tal carácter en una sesión especial. El número de los miembros honorarios no podrá ser mayor de 8 y de los correspondientes, 12. Art. 5.—Para ingresar a la Sociedad el interesado deberá ele- var al Presidente una solicitud en la primera sesión ordinaria para ser votada en la sesión siguiente. Un miembro de la Sociedad que desee retirarse de ella debe: rá manifestarlo, por escrito, al Presidente. TINOPODEOS - 1001 De la Dirección y Administración de la Sociedad Art. 6.—La Sociedad será dirigida y administrada por un Directorio elegido en la última sesión general de cada año. Este Ditectorio estará formado por: un Presidente, un Vice-presidente, un Secretario, un Tesorero y un Bibliotecario y director del Bo: letín. En esta elección los socios se podrán hacer representar por medio de poderes. Art. 7.—Los Directores durarán un año en sus funciones, pudiendo ser reelegidos. El Directorio fijará anualmente la forma en que celebrará sus reuniones y las ordinarias de la Sociedad. Art. 8.—Para que tenga lugar una reunión de Directorio se requiere, a lo menos, la asistencia de tres de sus miembros. Art. 9.—El quorum para las sesiones ordinarias será, por lo menos, de dos Directores y cinco socios. TITULO IV Atribuciones del Directorio Art. 10.—Corresponde al Directorio: a) Respetar y hacer cumplir los Estatutos de la Sociedad; b) Administrar los bienes de la Sociedad; c) Resolver los casos no previstos por estos Estatutos y sos meterlos a la aprobacion de los socios; d) Dictar los Reglamentos necesarios, los cuales una vez aprobados en sesión general, formarán parte integrante de estos Estatutos; ñ e) Proponer, cuando lo estime conveniente, en las sesiones ordinarias las medidas que deben arbitrarse respecto a los socios atrasados en sus cuotas. Art. 11.—El Director que faltare a tres sesiones ordinarias consecutivas, sin aviso previo, se considerará que renuncia en su carácter de tal. 4 El Presidente dará cuenta de ello en la primera sesión para proceder en su reemplazo en la reunión siguiente. Art. 12.—Corresponde al Presidente: a) Presidir las sesiones del Directorio y las reuniones de la Sociedad; b) Representar la Sociedad, judicial y extrajudicialmente; c) Hacer cumplir los acuerdos del Directorio y de la asam» blea; d) Autorizar la inversión de fondos de acuerdo con los Pre. supuestos que apruebe la asamblea en la primera sesión de cada año; e) Citar extraordinariamente, por intermedio del secretario, a sesiones cuando lo estime conveniente o cuando lo soliciten, por escrito, tres socios; £) Presentar al término de su período una Memoria sobre el trabajo desarrollado por la Sociedad. Art. 13.—El Vicespresidente es el reemplazante del Presiden» te en todos los casos señalados en el artículo anterior. Art. 14.—Corresponde al Secretario: a) Citar, por escrito, a sesión indicando la tabla; b) Protocolizar las sesiones del Directorio y las de la asam» c) Preparar los resúmenes de las reuniones para el Boletín; d) Llevar la lista de socios, y e) Tramitar toda la correspondencia que le encomiende el Presidente. Art. 15.—Corresponde al Tesorero: a) Cobrar las cuotas anuales y llevar la caja de la Sociedad. En la última reunión de cada año presentará un Balance y un pro- yecto de Presupuesto para el año entrante. El Balance será revisado por una comisión que se elegirá oportunamente y que deberá dar cuenta de su cometido antes de un mes. Art. 16.—Corresponde al Bibliotecario y Director del Bo= etín: a) Catalogar los Libros y Revistas que reciba la Sociedad; b) Mantener el intercambio de publicaciones con otras So: ciedades congéneres; c) Dar cuenta en la última reunión anual del estado de la Biblioteca y de su movimiento; d) Administrar el Boletín de la Sociedad, de acuerdo con el Directorio. Art. 17.—Corresponde a la asamblea: Reunirse ordinariamente en la segunda quincena del mes de Diciembre de cada año, con el objeto de oir la lectura de la Me: moria que debe presentar el Presidente y elegir el Directorio conz S) forme al artículo 6 del Título III. Si para la primera citación no hubiere mayoría absoluta, se citará por segunda vez y se sesios nará con el número que asista. TITULO Y De las sesiones Art. 18.—Las sesiones serán de dos clases: ordinarias y ex- traordinarias. Las ordinarias se celebrarán en la segunda semana de cada mes y en el día que se fije en la primera sesión de cada año; las extraordinarias cuando sean convocadas por el Presidente. TITULO VI De las cuotas Habrá dos clases de cuotas: de incorporación y anuales. Las de incorporación serán de $ 20.— y las anuales de $ 20.— Para los estudiantes estas cuotas serán de $ 10.— respectiva: mente. La cuota de incorporación deberá ser pagada al solicitarse la admisión en la Sociedad. La cuota anual deberá pagarse antes de la segunda reunión general. TITULO VII Del Boletín de la Sociedad Art. 20.—La Sociedad editará su Boletín trimestralmente y estará a cargo del Directorio. ¡ Art. 21.—El Boletín publicará: a) Los trabajos de investigación original comunicados en las reuniones mensuales y trabajos originales no comunicados en las reuniones; b) Un resúmen de la discusión que originó su lectura; c) Un resúmen general de las reuniones; d) La Memoria anual del Presidente, la cuenta anual del ' Tesorero y del Bibliotecario: e) Bibliografías y Revistas de Revistas. Art. 22.—Ninguna publicación se efectuará sin antes haber sido aprobada por el Directorio. Art. 23.—Todoslos Socios Honorarios, activos y correspon: dientes recibirán gratuitamente un ejemplar del Boletín. 6 MARU YI Disposiciones generales Art. 24.—La Biblioteca se ubicará en el local que designe la asamblea. Art. 25.—Tendrán derecho al uso de la Biblioteca los socios y aquellas personas a quienes el Directorio acuerde esta con: cesión. Art. 26.—La disolución de la Sociedad se decidirá solamen. te por una mayoría de las tres cuartas partes de los socios residen: tes en Concepción. Art. 27.—En caso de disolución, los bienes de la Sociedad se destinarán a incrementar la Biblioteca de la Escuela de Medici- na de la Universidad de Concepción. Discurso inaugural por el Prof. Dr. A. Lipschútz Cábeme el gran honor de saludar a Uds. en la primera sesión ordinaria de la Sociedad de Biología. Lo hago con todo corazón, aunque desgraciadamente la falta del idioma no me permite ha- cerlo en la forma que convendría. Se está acostumbrado, y con mucha razón, a servirse en situaciones festivas, de palabras tam: bién festivas. Discúlpenme al no poder hacerlo, sino con paz labras sencillas, que faltarán totalmente de la forma entusiasta, aunque, aseguro a Uds., yo lo hago con todo mi entusiasmo. El artículo segundo de nuestros estatutos, dice que la Socies dad tiene por objeto fomentar la investigación en los diferentes ramos de la Ciencia Biológica y de la Medicina Experimental, co: mo asimismo la divulgación de los conocimientos biológicos. Son muchos los intelectuales que por su profesión están íntimamente ligados a la Ciencia Biológica. Lo son los profesores de las dife- rentes clases de enseñanza, los médicos, los dentistas, los veteriz narios, los farmacéuticos, los agricultores de diferentes clases y muchos otros. La Biología, lo sabemos todos, es la verdadera ba- se de todas estas actividades profesionales. Todos nosotros hemos comenzado nuestro aprendizaje pro- fesional por las Ciencias naturales y por las Ciencias Biológicas y solamente por medio de estos conocimientos hemos podido lle: gar a compenetrarnos en los complejos conocimientos especiales que se necesitan para nuestras respectivas profesiones. Pero, seas mos sinceros; reconozcamos con toda resignación que hoy día, al cumplir con nuestras actividades profesionales, hemos olvidado ya, desde hace mucho tiempo, la base biológicascientífica de los conocimientos profesionales. Salimos muy airosos en la curación de los diferentes órganos del hombre y de los animales, obturan= do dientes, preparando medicinas, sembrando trigo o plantando árboles forestales. En cuanto a la Biología, recordémosnos de los profesores buenos o malos del primer año de nuestro aprendizaje profesional, con amor o también sín él, porque los profesores no se ocupan solamente de hacer clases, sino también de molestarnos con su curiosidad al fin del año. Y más aún: muchos de nosotros dirán que no saldremos pro: * Discurso pronunciado por el presidente de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile), Prof. Dr. Alejandro Lipschitz con motivo de la 1,2 sesión general el 23 de Junio de 1927, S bablemente más airosos en nuestra actividad profesional, si vamos a renovar y ampliar nuestros conocimientos biológicos. Pero haremos un error fundamental desde el punto de vista de nuestro bienestar, si lo decimos. El bienestar del hombre no depende solamente del salir airo so en su profesión, de satisfacer sus deseos materiales y de amon» tonar valores materiales. La mayor parte de nosotros buscamos también otras actividades y otros valores, los unos de una manes ra consciente, los otros y son ellos la mayor parte, de una manera inconsciente. Y aquí ya se presenta la verdadera comprensión de lo que se trata cuando nosotros vamos a renovar y ampliar nues: tros conocimientos biológicos, que parecen a primera vista ya tan lejos de nuestra actividad profesional. Se trata de un verdadero placer intelectual, a satisfacer el otro lado de nuestra vida perso. nal, el deseo de salir aunque temporalmente de la actividad profe- síonal; se trata, permitidme, de una gimnasia intelectual, de un pasatiempo, de un deporte intelectual. Lo deseamos y, más aún, necesitamos de este deporte intelectual, cuando nuestra vida pro. fesional nos aleja de la Ciencia. Necesitamos de este deporte in- telectual, como el hombre que trabaja diariamente en la oficina tras el mesón, necesita del deporte muscular. Algunos profesores y algunos libros de Biología eran buenos y aprendiendo de ellos y en la naturaleza misma fuimos jóvenes y felices. Había posibilidad de aprender cuanto queríamos. ¿Por qué no renovar este tiempo feliz aunque sea solo temporalmente? Y, ¿por qué no renovar este tiempo feliz cuando el desarrollo ca- si inesperado e ilimitado de las Ciencias Biológicas en las últimas decadas nos ofrece tantas oportunidades de un bienestar intelec- tual? Cuando yo estudiaba, hace más de 25 años, la Fisiología con maestros ilustres, ni ellos ni nosotros sus alumnos podíamos ni aun suponer que, por ejemplo, la Fisiología muscular, la Fisio. logia del sistema nervioso o la Fisiología de las secreciones, pres sentarían tantos nuevos conocimientos y, al mismo tiempo, tantos nuevos problemas. Y decidme, ¿por qué no tentar vivir de nuevo dentro del taller de las Ciencias Biológicas? ¿Por qué no tentar de aprovechar la ocasión de tomar parte en una acción intelectual que no conoce límites en el espacio ni en el tiempo? Es la verdad, entrando en el taller de la Ciencia llegamos a ser miembros acti- vos de la Sociedad humana más grande. Pero no solo llegamos a ser miembros activos de una gran unidad humana, cuando por el esfuerzo intelectual tomamos par- te en el estudio de los procesos íntimos biológicos, sino que lle- gamos también a acercarnos a la fuente misma de todos los fenó- menos vivos, a la Naturaleza en general. No hay fenómeno bio: lógico separado del ambiente; es el fenómeno biológico solamente un punto de cruce entre el organismo y el ambiente, un punto de 9 cruce entre diferentes partes de la Naturaleza. Llegamos por el esfuerzo intelectual en la Ciencia Biológica a identificarnos con la Naturaleza y llegamos a sufrir un sentimiento de unidad con todo lo que pasa, con todo lo que pasó y con todo lo que pasará en la Naturaleza infinita, en la Naturaleza Eterna. Sufrimos por medio de la Ciencia Biológica un sentimiento casi religioso. Tal vez los más críticos de Uds. dirán que el presidente de la Sociedad Biológica habla como el sacerdote. Y sería para mí difí: cil de negar que, hasta cierto punto, esos críticos tienen la razón. Me parece que las Ciencias Biológicas y las ciencias en general, son uno de los medios que posee el ser humano para sobrepa: sar los límites de su vida egoista individual, para unirse con la nación, con la sociedad humana, y al fin con la Naturaleza y la Eternidad. Hay también otros medios que conducen al mismo fin. Son estos el amor, el sacrificio y la abnegación personal para con los demás. Pero mientras mayores son los medios, de los cuales nos servimos para llegar al mismo fin, tanto mejor. Y, ¿por qué no oir también a los sacerdotes de la Biología? Me parece que serz virá también el último medio para salir mas airoso en la vida pro= fesional de cada dia. De lo que he dicho, es claro que la Sociedad de Biología no puede tener por objeto el reunir solamente profesionales. No es, en verdad, nuestra actividad profesional de docentes, de médicos, de dentistas y otros, lo que nos reúne, sino que es nuestro deseo común de fomentar la Ciencia Biológica y de seguir su desarrollo. Y en este deseo encontramos apoyo y adhesión en todos aquellos que tienen afección por la Biología. Es para los fundadores de la Sociedad de Biología un gran placer el saludar a todas aquellas personas que se adhirieron a ella, sin tener relaciones profesiona les con la Ciencia Biológica. Sería una dejación muy grande el no mencionar los lazos que existen entre la naciente Sociedad y nuestra jóven Uuiversiz dad. “Los fundadores de la Sociedad de Biología somos todos universitarios. Nos ocupamos, por profesión, de las Ciencias Bío: lógicas y tenemos el deseo de aprender en compañía de los otros que están fuera de nuestros laboratorios. Y hemos pensado, tam+ bién, en los estudiantes universitarios que, nos parece, podrían aprovechar, discutiendo en el marco de la Sociedad de Biología los diferentes problemas científicos que se presentan. - El comienzo será probablemente difícil para nosotros. No vi: vimos en un hogar en donde se haya hecho trabajo científico des. de siglos como en los grandes centros de ciencia europeos. Hemos roto hace cien años las cadenas políticas y económi: cas que nos imponía Europa, para poder respirar y vivir. Hoy día, para las muevas razas que se formaron en la América 10 Latina, se trata de dar desarrollo y de crear la tradición científica. Sea el orgullo de la Sociedad Biológica de Concepción, el contriz buir, con todos sus esfuerzos, a esta nueva tradición nacional chi lena y de la América Latina. Del Instituto de Biología General de la Universidad de Concepción (Chile) Director Prof. Dr. O. Wilhelm G. La Rhinoderma Darwinii D. y B.* Por el Prof. Dr. Ottmar Wilhelm G. Prof. de Biología General, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción La Rhinoderma Darwinii, la pequeña e interesante ranita oriunda de nuestras selvas chilenas australes, fué encontrada por Darwin (1) en las cercanías boscosas de Valdivia en Febrero del año 1835, durante la famosa expedición del Beagle. Fué descrita brevemente, por primera vez, por Dumeril y Bibron (1841) (2), y por Bell (1845) (3). Solo varios años después fué estu diada más detenidamente por Guichenot (1848) (4) para la fauna de la Historia de Chile; pero este naturalista, al observar que algunas ranitas llevaban en su interior la cría (los pequeños párvulos) consideró a estos ejemplares como hembras, simple- mente con la explicación que la Rhinoderma era vivípara. Solo mucho mas tarde, en 1872, Marcos Jiménez de la Espada (5) tu- vo el honor de demostrar que la interpretación de Guichenot era errónea, es-decir, que los indivíduos con cría no eran las hembras sino los machos, quienes poseían para este fin una bolsa gutural en la cual albergaban la cría. (*) Trabajo presentado en la 1.2 Sesión General de la Sociedad de Bioz logía de Concepción (Chile), el 23 de Junio de 1927. 1) Darwin, Charles. Journal of Researches into the Geology and Natural History of the Various Countries visited during the voyage of H. M.S. Beas gle round the World. London. I. M. Dent 8 Sons Ltd. 2) Dumeril, A., M., C. y Bibron, G., Hist. Nat. Rpt. T. 8. pag. 659. 1841. 3) Bell, Th., Reptiles. The Zoológy of the voyage of H. M. S.. Beagle Part. 5. pag. 48. lam. 20. fig. 112. 4) Gay, Cl., Hist. Fis. y Pol. de Chile. Zoología T. 2. pag. 122. lam. 7. figs. l yla. 1848. 5) Espada, de la, J. M. Anales de la Soc. Esp. de Hist. Nat. Madrid. T. 1. pag. 139-151. 1872, 11 Quedó así descubierto este interesante caso de neomelia, * es decir, el cuidado de la prole, en general, que adquiere un interés y realce particular para el macho en la Rhinoderma Darwinii por la circunstancia que acabamos de anotar. * Se designa por NEOMELIA el cuidado de la prole en un sentido ámplio, considerando como tal, ya la formación de las envolturas o cubiertas del huevo y del embrión, o la puesta de éstos en sitios favorables a su desarrollo (oviscaps to de los insectos); en el acto de empollar de los huevos; en la construcción del nido; en el hecho de transportar los huevos en bolsas incubadoras (el caballo de mar, algunos erizos, estrellas de mar, ciertos crustáceos, peces, anfibios, etc.) o llevando los huevos en alguna parte del cuerpo, en bolsas cutáneas bien vas: cularizadas (Siplonostoma Thyple), en la boca, en las branquias (peces, molus- cos, etc.), incluso la vigilancia de la cría; la suministración de los alimentos a los embriones o pequeñuelos, etc., etc. Todos estos actos tan complejos en su mecanismo y tan variados en su forma, son, en la inmensa mayoría de los casos, misión de las hembras. Sin em. bargo, en muchas ocasiones se comparten los dos sexos este trabajo (ej. las palomas). Pero hay casos, y son estos de lo mas interesante, en que son sólo y ex- clusivamente los machos los que se encargan de dicha misión, como por ej. el Alites Obstetricans, el Gasterosteus aculeatus, etc. y la Rhinoderma Darwinii, de la cual nos ocupamos. Gracias a los trabajos de Espada (1872 a 75) (1) debemos una descripción de la bolsa gutural del macho llena con párvulos, y algunas conjeturas acerca de la influencia que la bolsa gutural con cría ejerce sobre los órganos del macho. Después de Espada, debemos mencionar el trabajo de Howes (1888) (2), quien ha po- dido aprovechar para sus estudios un solo ejemplar de macho con cría. Howes solo ha rectificado algunas observaciones anatómicas de Espada. Fuera de estas publicaciones existen todavía algunas traducciones y citaciones del clásico trabajo de Espada, como la de Spengel (3), y algunas referencias, como la de Hoffmann (4) y otras sin mayor importancia. Es necesario llegar a la pequeña monografía de Burger (1905) (5) para tener una descripción más completa y datos más concres tos de esta interesante ranita. A pesar que el trabajo de Búrger (1905) data ya desde hace más de dos decenios no existe hasta hoy día ningún estudio más 1) Espada de la, J. M. Batracios. Vertebrados del Viaje al Pacífico. pag. 128-138. 1835. 2) Howes, B. G., Notes on the Gular Broodpouch of Rhinoderma Darwiz nii. Proc. Zool. Soc. 1888. pag. 231-237. fig. 515. 3) Spengel, J. W., Die Fortpflanzung von Rhinoderma Darwinii. Zeit. wiss. Zool. T. 29. pag 495—591. 1877. 4) Hoffmann, K. C., Amphibien. Braun's Classen u. Ordnungen des Thierreiches. T. 6. pag. 53637. 1873—78. 5) Birger, Otto., La Neomelia de la Rhinoderma Darwinii. D. 6. B. Sans tiago de Chile. Imprenta Cervantes, Bandera 50, 1905. 23 páginas y 3 láminas con 20 figs. E 12 ámplio o profundo, del cual nosotros tengamos noticias, acerca de este batraquio. Sin embargo, existen todavía una multitud de problemas in. teresantísimos por resolver, y no menos cuestiones por rectificar. No pretendemos hacer, para esta sesión, una exposición completa sobre este tema, por cuanto sería esto motivo de una extensa puz blicación; solo queremos, por ahora, dar a conocer algunas carac terísticas de mayor importancia y, especialmente, aquellas que pueden ser aprovechadas para determinadas experimentaciones que nos hemos propuesto desarrollar en la Rhinoderma Darwini. Distribución geográfica: La Rhinoderma solo habita en la región forestal del Sur de Chile, desde el río Maule hasta Chiloé y, probablemente aun más al sur. El punto más austral que cita Búr- ger es la isla de Quehui, cerca de la costa oriental de Chiloé, pero advierte que con la investigación faunística más completa se en: sanchará seguramente su distribución mas hacia el sur. Personal: mente la hemos encontrado en los bosques al sur de Constitución, en los alrededores de Concepción, de Valdivia, Niebla, Curiñanco, etc. El Museo Nacional posee ejemplares procedentes de diferen- tes lugares cerca de Valdivia, Cordillera de Cautín, Contulmo y Concepción, etc. En Septiembre de 1917 y Febrero a Marzo de 1918 y años siguientes, he recogido, especialmente cerca de Valdivia, un gran número de ejemplares que llevé en tonces a mi maestro, el profesor Dr. Juan Noé, a Santiago, quien se interesaba en estudiar los parásitos intestinales de éste y otros anfibios. Aquí en los bosques en los alrededores de Con- cepción, especialmente donde existe agua corriente, es relativa: mente común. La Rhinoderma necesita ante todo mucha hume- dad; en el Verano prefiere las quebradas sombrías cerca de las vertientes, riachuelos y acequias; en el Invierno asciende a las al- turas asoleadas de los bosques. Durante las horas calurosas del verano se observa ya en el agua o en los terrenos pantanosos, en cambio, durante los fríos del invierno son difíciles de encontrar, por cuanto se refugian debajo de las piedras y de los troncos de arboles caídos. Se alimenta principalmente de insectos: dípteros, himenópte= ros y hemípteros. En el contenido gástrico intestinal, hemos en. contrado las siguientes especies clasificadas por el Profesor Carlos Oliver Schneider, Director del Museo de Concepción: Musca sp.; Hiperalomia sp.; Tipulidas sp. y larvas de Tipu- lidas; Libélula plebeja; Agrion sp.; Perla sp.; Gyrinus sp.; Aechna sp.; Cordulia sp., etc., etc. Por lo que se refiere al color y al dibujo de la Rhinoderma, es interesante hacer notar que existen las más diversas variedades, muy probablemente debido a la gran facilidad de variación de su coloración mimética que presenta esta especie. De los varios cente- 13 nares de ejemplares que he tenido oportunidad de estudiar, he podido observar que la frecuencia del color depende, generalmen. te, de los lugares de los cuales proceden los ejemplares. En las ves gas, y a orillas de las acequias y arroyos ricamente poblados de pasto y hierbas verdes, se encuentran, principalmente, Rhinoder: mas cuyo dorso presenta, parcial o totalmente, un color verde pres cioso (verde amarillento de hoja). Sin perjuicio que estos ejempla: res puedan también encontrarse en medio de ramajes y hojas secas, es decir en un ambiente de tinte sombrío gris o café; pero en es: tos parajes característicos de los bosques y, especialmente de sus faldeos cerca de las vertientes o arroyos, priman los ejemplares de colores gris claro, café, gris obscuro, cobrizo, ya solos o com. binados formando dibujos que se repiten con cierta frecuencia en en el dorso del batraquio. Uno de estos dibujos propios para los ejemplares jaspeados es la formación de ángulos de vértice anterior y de líneas paralelas al contorno de la cabeza y de las extremida- des. Algunos ejemplares presentan la mitad anterior verde y la posterior gris o ploma o vice versa, otros de tinte obscuro mues: tran ángulos verdes, ete.. Los costados presentan en muchos indi. viduos colores más vivos, manchas amarillas cobrizas y hasta roji. zas. La región ventral anterior y la cara exterior de las extremida= des tienen, generalmente, una coloración semejante a la del dorso. El vientre es, frecuentemente, azul negruzco o de un tinte obscuro con pequeñas y grandes manchas blancas de contornos bien ní: tidos. Estas últimas hacen juego con dos o tres fajas o manchas blancas de la cara inferior del muslo y de la parte tibial. En mus chos ejemplares se presentan estas manchas claras en esta región con un colorido amarillento limón intenso que contrasta sobre un fondo gris plomizo. La cara inferior de las manos y de los piés es gris obscura o ploma, mientras el borde exterior de los dedos y ortejos es a menudo pardo. En resúmen, el dibujo de la Rhino= derma Darwinii es, como se desprende de esta breve descripción que acabo de hacer, rico en colores y muy bonito por la forma como se encuentran dispuestos y combinados. Un hecho muy in. teresante que hemos observado en nuestro Laboratorio es la rapi- dez con que la Rhinoderma cambia de color. Cuando sacábamos varias Rhinodermas de un acuario som: brío, en el primer momento todos los ejemplares se mostraban de una coloración obscura, pero en presencia dela luz y especialmen- te sobre un fondo claro aparecían pronto los colores vistosos que ya hemos descrito. El apéndice cutáneo nasal que caracteriza a esta especie y al cual debe su nombre, está siempre bien estendido y dirigido hacia adelante y arriba. Los sonidos que emite la Rhinoderma son agu- dos y cortos y semejan los gritos del pato recien nacido. 14 LA ÉPOCA DEL CELO Y DE LA INCUBACIÓN.—El período del ce- lo y de la incubación parece ser irregular. Hemos encontrado aquí en Concepción con sorpresa por nuestra parte, machos con la bolsa gutural llena de párvulosaun en pleno invierno (fines de Julio) y con mayor razón en la“primavera, verano y otoño. La époz ca en la cual con más frecuencia hemos encontrado machos con cría es el verano, especialmentea fines de Diciembre, Enero y prin. cipios de Febrero en Concepción, y en Febrero hasta mediados de Marzo en Valdivia. Burger refiere en su estudio que la época del celo comienza para las Rhinodermas observadas en Contuimo, a fines de Diciem- bre y perdura hasta finesde Enero y el período de incubación que le sigue se extiende por esta causa a fines de Febrero. A este res: pecto dice «que el tiempo del celo comienza para la Rhinoderma muy tarde, y se puede decir aun atrasado cuando se toma en cuen. ta que los otros batraquios de Contulmo, por ejemplo la Paludiz cula bibronitsh, pone sus huevos en Septiembre,« Búrger esplica el período del celo tardío o atrasado con respecto a las demás es. pecies como «una adaptación causada por la neomelia tan larga», basándose en el hecho que élla no tiene sólo por objeto la protecz ción de la cría, sino la suministraci ón de substancias alimenticias por intermedio de la bolsa gutural y por esta razón los machos necesitarían un período «largo y favorable para recompensar las pérdidas antes de dedicarse de nuevo a la incubación. Tal época ofrece la primavera (Septiemore hasta Diciembre) con su riqueza en insectos». Estas interesantes apreciaciones de Búrger acerca de las cau- sas determinantes del cicio sexual y de la neomelia en la Rkino- derma, bien merecen un prolijo estudio ya de observación directa, ya experimental, para dilucidar los factores que entran en juego en este interesante problema. Nosotros hemos recogido a este res. pecto, de la naturaleza regularmente de 1 la misma región, todos los meses, cierto número de ejemplares desde Enero hasta Oct ubre, para estudiar el comportamiento | histológico de las gonadas. Ínte- resante es hacer notar el hecho que los testículos de los machos adultos revelan en todas las épocas mencionadas una activa esper: matogenésis y en todos los casos los canalículos con numerosos espermatozoides, lo que concuerda con el hecho anteriormente re- ferido, que existen también machos con la bolsa gutural llena de párvulos en el invierno, aunque esto fuere solo en casos aislados. Espero en otra oportunidad con mayoracopio de datos volver soz bre este particular. LA POSTURA Y FECUNDACIÓN DE LOS HUEVOS Y SU RECEPCIÓN EN LA BOLSA GUTURAL DEL MACHO.—Referente a la postura de los huevos, su fecundación, y su recepción en la bolsa gutural, muy 15 poco podemos agregar a lo dicho por Búrger, por cuanto nadie ha observado hasta hoy día este fenómeno. No se sabe si los hue: vos son puestos de uno por uno o dos o varios a la vez; ni la for: ma como se verifica la cópula, ni como el macho recoje los hue: vos para introducirlos a la bolsa gutural. Falta aquí una observa- ción importantísima que hacer. Solo puede deducirse el proceso indirectamente, con las reservas del caso, porlos datos de que disz ponemos. El estudio de los ovarios y oviductos demuestra que los huevos maduran sucesivamente unos después de otros, (Véase figuras 7 y 8). Hemos encontrado también en los oviductos uno o dos grandes huevos maduros en punto de ser eliminados. Todo esto hace presumir y como también asegura Búrger, que la hem. bra pone los huevos uno por uno, o lo que es más probable por pares en intervalos de varios días. Más difícil es la explicación de la introducción de los huevos en la bolsa gutural del macho. Esta bolsa antes del período del celo es muy pequeña y menor aun en los ejemplares que no han criado todavía. En estos últimos exis: ten más bien solo dos divertículos laterales comunicados en la lí: nea media por una angosta hendidura. Ahora bien, la bolsa en uno u otro caso no es capaz sino de alojar en el primer momento más de dos huevos, por lo cual Búrger deduce que el macho los recoge en la boca y los hace penetrar por presión a través de las hendiduras derecha e izquierda alternativamente y así los primeros huevos procurarían, por distensión de la bolsa, espacio para los siguientes. Otro hecho sumamente interesante es el enorme tama= no, (4, 5 a 6 mm. de diámetro), de los huevos maduros de la Rhi- noderma proporcional y comparativamente con el de otros batras quios. Las dimensiones de los huevos de otros batraquios mucho más grandes, no alcanzan a la mitad. La riqueza de yema de los huevos de la Rhinoderma junto a su gran tamaño es otra de las características de «una adaptación a esta neomelia tan particular» segun Búrger. «Es la dote tan abundante de deutoplasma lo que los hace tan grandes. Esta dote debe descargar tanto como es posiz ble al cuerpo paternal de la alimentación», aunque la alimentación de la cría por el padre mismo, es decir por nutrición a través de la bolsa gutural, ricamente vascularizada, juega un papel importante mas bien solo en la última fase de la metamórfosis de las larvas. Otra cuestion interesante, es considerar el intercambio gaseoso es: pecialmente la oxigenación a que están sujetos los huevos en la bolsa gutural ya que el consumo de oxígeno durante la segmenta- ción y embriogénesis en general es considerable. LA BOLSA GUTURAL, SU ESTRUCTURA Y COMPORTAMIENTO.—La bolsa gutural se origina por una invajinación del suelo posterior de la cavidad bucal. Esta invajinación de un corto tubo epitelial penetra bifurcando ya desde el comienzo en medio de la masa 16 imuscular del subshiodeo como disociándolo en dos. Estos pequé- ños divertículos con su corto tubo o simple hendidura están reves: tidos por un epitelio pluriestratificado como continuación del epi telio de la cavidad bucal, pero más aplanado y sin cilios vibrátiles. Durante el período de incubación por su contenido estos diz vertículos se distienden y forman una gran bolsa gutural, cuyo tamaño depende del número de párvulos que hospede. Puede ex- tenderse hasta la espina pelvis posterior y hacia los lados, hasta la región laterozdorsal. En las figuras 1 y 2 se observa la bolsa gutural en su distensión máxima, con 22 párvulos en su interior. (téngase presente que por la fijación se ha retraído aun un poco). Además, frecuentemente puede observarse en las bolsas gutu- rales distendidas una pequeña escotadura en correspondencia del borde posterior como puede constatarse muy claramente en la fig. l, y que recuerda el orígen doble de la bolsa ya referida. El as: pecto de la bolsa gutural es muy tenue, de coloración rosada y dez ja ver por trasparencia a los pequeños párvulos. Uno de los deta: lles más característicos es su rica vascularización. En los animales vivos se observan fácilmente los pequeños vasos sanguíneos que la recorren y que son en primer lugar ramificaciones del ramo hi: oideo y de la vena hioidea superficial. Fuera de estos vasos pene- tran también por los dos mesenterios que se encuentran en la par: te anterior de la bolsa, pequeñas ramas de la mandibular interna que nace de la arteria cutánea magna, y ramas de la vena mandi: bular interna, ramificación de la vena yugular interna. Además pe- netran con los vasos algunos filetes nerviosos terminales del facial (ramo subshoideo) que siguen el curso de la arteria hoidea. Final- mente penetran por los mesenterios mencionados a cada lado una rama del nervio subzmaxilar profundo posterior. Interesante es la conformación histológica de la bolsa gutural durante el período de incubación. El epitelio pavimentoso pluriestratificado por la enorme distensión se presenta muy aplanado dejando en esa forma los vasos sanguíneos casi contiguos a los pequeños párvulos. La alimentación de la cría se verifica por osmosis y es facilitada por el delgadísimo epitelio que cubre en esta forma a la rica red capi: lar propia de la bolsa gutural. Por otra parte sirven como superfi- cie de absorción el apéndice caudal de los párvulos, que persiste bastante desarrollado aun después dela aparición de las cuatro extremidades, fuera de la espina dorsal que adhiere (como también la cola) tenuemente a la pared de la Bolo Interesante es además el hecho demostrado por Búrger que la epidermis de los párvulos de la Rhinoderma es comparativamente más rica en glándulas y más tenue que la de los renacuajos de otros batraquios que se des: arrollan en el agua, esta circunstancia facilitaría también la alimen» tación por absorción. Los párvulos abandonan la bolsa gutural uno después de otro una vez alcanzado su desarrollo casi com: 17 pleto, por cuanto presentan cómo ya hemos tenido oportunidad de hacer mención, un desarrollo desigual, (véase Fig. 3 que muestra ocho párvulos de dimensiones progresivas), hecho que estriba en la maduración sucesiva de los huevos y de la recepción interrumpida de ellos con intervalos de días en la bolsa gutural. Este fenómeno está en relación también con el hecho que a fines del período de incubación hayamos observado machos con solo un número reducido de párvulos en la bolsa gutural, mientras en el ambiente libre se encuentra una enorme cantidad de diminutas Rhinodermas entre cinco a diez mil metros de longitud con todas las características anatómicas exteriores de los adultos. A medida que los párvulos abandonan la bolsa gutural esta sufre un proceso de involución, hasta presentar en los machos ya libres de cría la forma de un pliege semilunar, como puede verse claramente en la Fig. 5. La involución máxima reduce la bolsa gutural muchas vez ces a un pequeño divertículo pero que difiere delos machos que por primera vez:entran en celo, pues en estos últimos se presentan los dos divertículos con su respectiva hendidura conforme a la descripción embriológica que ya hemos hecho, mientras que en los machos que han criado, la bolsa gutural presenta el aspecto de un divertículo semilunar, como acabamos de mencionar. Después de estas consideraciones generales subre la neomelia de la Rhinoderma Darwinii, quiero insistir en la conveniencia que existe para adoptar a este anfibio como animal de experimentación en nuestros laboratorios por las múltiples e interesantísimas ca- racterísticas biológicas que acabamos de citar. Desde luego la existencia de la bolsa gutural en el macho, en relación con la neomelia, permite experimentar en el sentido de in fluir sobre la cría por intermedio de intervenciones operatorias o rez gímenes alimenticios etc., que pueden practicarse en el macho para establecer su repercusión (a través de la bolsa gutural) sobre los párvulos (p. ej. experimentar con las glándulas endocrinas). Podría también introducirse directamente a la bolsa gutural, pequeños fragmentos de dichas glándulas, ya que su absorción por las cirz cunstancias anotadas estaría asegurada. Las disposiciones morfoz lógicas y funcionales de la bolsa gutural de la Rhinoderma Dar. winil abren al experimentador un campo vastísimo de nuevas ins vestigaciones. Por otra parte sería interesante estudiar si la bolsa gutural es ono un carácter sexual secundario; si su desarrollo es o no in. fluenciado por los hormones sexuales. Es esta una cuestion que adquiere un interés especial ya que la neomelia tan particular de la Rhinoderma Darwin: da por sentado un manifiesto instinto pas ternal con su respectiva adaptación anatómica. A este respecto hemos comenzado a practicar la castración y transplantación de gonadas en machos y hembras; pero no pode- 18 imos adelantar todavía algún resultado por cuanto se trata de ex- perimentaciones recientes inconclusas y que además han debido tropezar con algunas dificultades técnicas que esperamos subsanar en breve. Quiero finalmente mencionar el hecho que hemos conseguido mantener vivos en el agua, con una alimentación adecuada, peque- ños párvulos de Rhinoderma (véase Fig. 9 y 10), extraídos de la bolsa gutural del macho, durante un tiempo relativamente largo (2) meses) hasta que algunos ejemplares alcanzaron su desarro- llo metamorfósico completo. En una próxima comunicación daremos cuenta de las experi- mentaciones que solo hemos mencionado en el presente trabajo. Aus dem Institut fiir Allgemeine Biologie der Universitaet Concepcion (Chile) Direktor: Prof. Dr. O. Wilhelm G. Rhinoderma Darwinii Von Prof. Dr. Ottmar Wilhelm G. (Zusammenfassung) Im Laufe der Jahre 1917 bis 1927 wurde eine grosse Zahl von Exemplaren un- tersucht, die namentlich in der Gegend von Valdivia und von Concepción ge- sammelt wurden. Auf Grund dieses Materials wurden die Angaben der aelteren Autoren nachgeprueft und erweitert. Die durch Hautfarbe unterschiedenen Vas rietaeten beruhen wahrscheinlich auf der grossen Leichtigkeit, mit der diese Art ihre Farbe wechselt; die Farbe entspricht in der Regel derjenigen des Fundortes. Der Zeitpunkt der Brunst und der Aufzucht erwiesen sich als unregelmaessig. In Concepción wurden Maennchen, deren Kehlsack voll von Kaulquappen war, auch im Winter (Ende Juli) gefunden. Die groesste Haeufigkeit von Maen- nchen mit Jungen faellt jedoch in dem Sommer insbesondere auf Ende De- zember, Januar und Anfang Februar in Concepción, in Februar bis Mitte Maerz in Valdivia. Die Eier im Ovarium reifen eines nach dem anderen, wie die Un= tersuchung der Ovarien und der Ovidukte ergibt. Der Kehlsack des Maenn- chens ist vor der Brunst klein, waehrend die reifen Eier so gross sind, dass sie bis 6 mm. im Durchmesser betragen koennen. Der Kehlsack kann jedoch derart an Umfang zunehmen, dass bis 22 Kaulquappen gleichzeitig beherbergt wer- den. Der Befund von Birger ueber die ausgiebige Blutversorgung der Kehl- saecke wurde bestaetigt. Man findet im Kehlsack Kaulquappen, die verschie- den weit entwickelt sind. Die Kaulquappen werden augenscheinlich einzeln ausgestossen, Wenn sie einen bestimmten Grad der Reife erreicht haben, Nach der Ausstossung der Jungen erfaehrt der Kehlsack eime Rueckbildung. Die Jungen lassen sich im Laboratorium auch ausserhalb des Kehlsackes aufziehen; bei geeigneter Fitterung kann man die experimentell aus dem Kehlsack hervor geholten Kaulquappen bis zur Metamorphose bringen, was bis 2 112 Monate dauern kann. 19 Ne Vi O Ñ ña > MO e Fig. 1.—RHINODERMA DARWINII.— Esquemas de los contornos (lateral, dorsal y ventral) en tamaño natural. Abb. 1. — RHINODERMA DArwINII. — Umrisse in natuerlicher Groesse, von der Seite, vom Ruecken und vom Bauch aus gesehen. 21 Fig. 2.—RHINODERMA DARWINII.— Macho visto por su cara ventral con la piel incin- dida y rechazada hacia los lados para demostrar la gran bolsa gutural (B.G.) llena de párvulos. Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 2.—RHniNoDERMA Darwin. — Maennchen vom Bauch aus gesehen. Die Haut ist eroeffnet und nach der Seite umgeklappt, um den grossen Kehlsack (B. G.) freizulassen, der voll von Jun= gen ist.—Photographie. Verg. 3, 5. Original. 23 AS UA ES AE e CA O, Fig. 3J/—RHINODERMA DARWINII.—Macho con la bolsa gutural (B.G.) abierta mos» trando los párvulos P. 1-12. Cara ventral con incisión de la piel, y pared inferior de la bolsa gutural para demostrar su contenido. Se alcanzan a ver 12 de los 22 párvulos que se encontraban en la bolsa gutural. Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 3.—RHIiNoDERMA DarwIini.—Maennchen mit eroefínetem Kehlsack (B. G.), um die Kaul- dusppen zu zeigen (P. 1-12). Es waren insgesamt 22 Jungen vorhanden.—Photographie. Verg. 3, 5. Original. 25 a 1% e A e A : Fig. 4—RHINODERMA DARWINII.—Macho abierto por incisión ventral. Bolsa gutural (B.G.) plegada hacia adelante. Intestino desplazado hacia el lado izquierdo del animal para dejar ver el testículo derecho (Test.); detrás del testículo el riñón. El Cinturón escapular incindido ventralmente y separado deja ver en el fondo el corazón; por debajo, el hígado. A la derecha 8 párvulos extraídos por presión de la bolsa gutural a través de la boca. Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 4.—RninoperMA Darwinii. | Kehlsack (B. G*) nach vorne umgeklappt, Darm nach links verschoben, um den rechten Hoden (Test.) freizulassen. Hinter dem Hoden die Niere. Rechts 8 Kaulquappen, die durch den Mund ausgepresst wurden.—Photographie. Verg. 3 5. Original. 27 o ra A A AA, IIA FA de e a ts Aer Fig. 5.—RHINODERMA DARWINII.—Macho abierto por incisión ventral. Se han extraído todas las vísceras toráxicas y abdominales a excepción de los testículos (Test.) y riñones (R.) para demostrar la ubicación y las relaciones de los gonadas. La bolsa gutural (B.G.) se presenta en este ejemplar en involución. (Fines de Marzo de 1927). Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 5.—RHINODERMA Darwinit.—Maennchen. Saemtliche Eingew eide bis auf den Hoden (Test.) und Niere (R.) entfernt, um die Lagebeziehungen der Geschtsdruesen zu zeigen. Kehlsack (B. G.). in Rueckbildung. (Ende Maerz 1927).—Photographie. Verg. 3, 5. Original. 29 ae Fig. 6. —RHINODERMA DARWINII.—Hembra abierta por incisión ventral que compro mete también el cinturón cscapular. Se observa el corazón (C.); el hígado (H.); la vesícula biliar (V. B.); el intestino (1.), etc. No existe la Bolsa Gutural. Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 6.—RuminopeeMAa Darwixt.—Weibchen. Bauchhoehle eroeffnet. Herz (C.), Leber (H.), Ga. llenblase (V. B.), Darm (I.) und andere Organe sichtbar. Kehlsack nicht vorhanden.— Photographie. Verg. 3, 5. Original. A ) 7 EA Y: Ú ANA a / Ln AN ] ) ; ' í y yal Pa 16 el k ñ y Ú ñ Ñ A ; Mt, : S SS mE Ñ j y . ñ ; ; / p l l Ñ 1 ) ; Co A A pu $ h X pe ) , ' y Y ¡ " A y 00 DIA ñ , ve Ñ y ¡ : 0 / / ' y l p s Ñ A, p: ' > a y ñ A ñ Fig. 7. —RHINODERMA DARWINII.— Hembra abierta por incisión ventral. Estómago (E.); intestino (I.) desplazado hacia el lado derecho del animal, para presentar el ovario (OV.) y oviducs to derecho (OVD.). Obsérvase además el corazón (C.); higado (H.); vesícula biliar (V. B.); ampo- lla rectal (A. R.); etc. p p Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 7. — Ruinopeema Darwin. — Weibchen. Bauchhoehle eroeffnet. E. — Magen; 1.—Darm. Der Darm wurde nach rechts umgelegt, um das Ovarium (OV.) und den rechten Ovidukt (OVD) sichtbar zu machen. C.—Herz; H.—Leber; V. B. — Gallenblase; A. R. — Rektum. — Photographie. Verg. 3, 5. Original. 33 Fig. 8.—RHINODERMA DARWINI[.—Hembra abierta por incisión ventral. Se han extraí. do todas las vísceras toráxicas y abdominales, a excepción de los ovarios (OV.), para demostrar la ubicación y las relaciones de los gonadas y oviductos (OVD.). A Microfotografía (aumento 3,5 veces) Original. Abb. 8.—RmnonerMAa Darwintt. — Weibchen. Saemtliche Eingeweide mit Ausnahme der Ova: rien (OV.) entfernt, um die Lagebeziehungen der Ovarien und Ovidukte (OVD.) zu zeigen.—Pho- tographie. Verg. 3, 5. Original. 35 PANOR 3 1 A A Y. Fig. 9.—RHnINoDErRMA DarwiNm.—Párvulos extraídos de la bolsa gutural de un macho y man= tenidos artificialmente en agua (el 28. I. 1927). Microfotografía; aumento: J veces. Abb. 9.—RmNoDeERMA DarwINI.—Quappen die aus dem Kehlsaeckchen eines Maennchens aus. gepresst und experimentell in Wasser gehalten wurden (am 28. 1. 1927). Verg. Original, 57 Fig. 10.—RuisoperMAa DarwinIr.—Párvulos extraídos de la bolsa gutural de un macho y man- tenidos artificialmente en agua después de más de dos meses (6 IV. 1927). A la izquierda £ contro= les; a la derecha 3 párvulos alimentados con Timo. Microfotografía; aumento 3 veces. Abb 10.—RuINoDERMA DarwINIr. — Die selben Quappen der Abb. 9. nach ueber 2 Monaten (am 6. IV. 1927); experimentell im Wasser gehalten; links + Kontrolltiere; rechts 3 Quappen weche mit Thimus gefuettert worden sind. Verg. 3. Original. Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Director Prof. Dr. A. Lipschiitz El experimento de la hiperfeminización de Steinach Por el Prof. Dr. A. LIPSCHÚTZ En 1911 Steinach comunicó un experimento que desde su coz mienzo ha despertado un interés enorme de parte de los hombres de ciencia y también del público en general. Steinach sacó en cu- yes machos los testículos e ingertó en estos animales así castrados, glándulas del otro sexo, los ovarios. En el cuy macho se desarro. lló el aparato mamario, que normalmente se encuentra muy ruz dimentario. El aparato mamario se transformó, no solamente hasta el punto como lo encontramos en la hembra adulta, sino hasta el aspecto característico del aparato mamario de la hembra preñada y de la hembra lactante. El aparato mamario llegó tam= bién hasta la producción de leche. En este estado de hiperfemini= zación, como decía Steinach, el macho puede quedar durante muz chos meses. Después que Steinach en 1912 ha dado una descripción muy detallada de sus experimentos, Athias en Lisboa, Sand en Dina: marca, Moore en los Estados Unidos, yo y mis colaboradores en Estonia, Pettinari en Italia, han repetido este experimento muchas veces, confirmándolo completamente. El gran interés de este experimento consiste en que demuesz tra de una manera clarísima que la secreción interna del ovario, es diferente de la secreción interna del testículo. La secreción inter- na del ovario provoca el desarrollo de un carácter sexual femenino, que se encuentra en un estado rudimentario en el sexo opuesto, mientras que los caracteres masculinos no se influencian por la se- creción ovárica; en el cuy macho hiperfeminizado los caracteres masculinos regresan. El experimento de hiperfeminización revela de esta manera el hecho de que las secreciones internas del ovario y del testículo son diferentes; revela este experimento la especifi= sidad sexual, como ya lo he dicho, de las secreciones internas del ovario y del testículo. Desde 1922, yo he estudiado con mis colaboradores en Esto: nia, el mecanismo de la hiperfeminización y he alcanzado por es. te medio, a compenetrarme más de cerca de la dinámica, no sola: mente de este raro fenómeno, pero de la dinámica secretoria gene- ral del ovario. Como yo me permitiré en el futuro de hablar con Uds. sobre diferentes problemas de la secreción interna del ova: rio, que se presentarán en los estudios experimentales de nuestro Laboratorio, me parece útil de exponer hoy día ante Uds. los rez 41 sultados de nuestros trabajos anteriores sobre el experimento de la hiperfeminización. En nuestros experimentos hemos ingertado el ovario en el riz ñón y hemos constatado que por este método puede obtenerse un buen éxito en casi cada animal operado. Hemos repetido estos experimentos aquí en Concepción y yo demuestro a Uds. una sez ES Fig. 1.—Cuy macho adulto con pezones normales. Tiene un ingerto ovárico que todavía no transformó a los pezones siendo esto inhibido por la acción antagónica de los testículos. Abb. 1.—Maennliches erwachsenes Meerschweinchen mit normalen Brustwarzen. (Das Tier wurde 5 Monate mit einem Ovarialtransplantat versehen, das jedoch nicht zur Wirksamkeit gelang- te, solange die beiden Hoden zugegen waren). Dorpater Beobachtung. rie de cuatro machos que se operaron tres meses atrás. De cinco animales cuatro han revelado, 2 a 3 semanas después de hacerse el ingerto ovárico, la transformación característica del aparato maz mario. Algunos han producido leche o secreción colostral. Tres de estos animales continúan revelando hasta aquí la hiperfemini- zación en llena fuerza. Todo lo que yo diré sobre nuestras obser: 42 vaciones anteriores en Europa del Norte se refiere como Uds. lo ven, a observaciones que pueden también fácilmente repetirse aquí en Chile. Algunas 2 o 3 semanas después de hacer el ingerto ovárico en el cuy macho castrado, se observa un enrojecimiento y una bri= llantez de los pezones. La aréola que rodea al pezón se hace pro= minente y en unos días mas, los pezones aumentan y llegan a ser turgescentes. Es un desarrollo idéntico al que se observa en la hembra joven cuando ella sufre por primera vez el período del celo. Pero hay una diferencia entre la hembra normal y el macho feminizado. En la primera los fenómenos característicos quedan presentes durante algunos días para regresar de nuevo Más o mez nos y para repetirse solamente en algunos 15 días mas; es el ciclo sexual característico de la hembra del cuy. Al contrario en el ma= cho feminizado no hay regresión, sinó desarrollo progresivo. Los pezones y la glándula mamaria siguen desarrollándose mas y mas y ya 6 semanas después de la operación, el desarrollo del aparato mamario está en general en el estado característico de la hembra preñada y de la hembra lactante. La hiperfeminización es com: pleta. Omito algunos detalles que interesan solo al especialista. Yo me pregunté por qué el ingerto ovárico causa en el macho un desarrollo del aparato mamario tan diferente de lo que se ob= serva en la hembra normal. El exámen microscópico del ingerto ovárico ha dado la contestación. En todos loscasos en que se pres sentaba una hiperfeminización del macho castrado, hemos consta. do la presencia de folículos maduros, característicos para el ovario durante el celo. De diferentes estudios que se han hecho, especial: mente en los Estados Unidos, sabemos que el ciclo sexual de la hembra va paralelamente a un ciclo ovárico; al estado del celo co rresponde la maduración de uno o de varios huevos, la madura- ción de un folículo, como llamamos al huevo con sus diferentes paredes envolventes. Pero el folículo se rompe, el huevo entra en la tuba y el celo se termina. El folículo maduro sufre sus trans: formaciones y solamente 15 días después un nuevo folículo maz dura. Ahora el exámen microscópico delingerto ovárico en el cuy macho hiperfeminizado revela que el ingerto está contínuamente en el estado característico del celo; hay siempre folículos maduros como en el celo. En otras palabras, se establece en el cuy macho castrado con un ingerto ovárico, un celo protraído o un celo contí= nuo. Yo me pregunté también si un ingerto ovárico en una hembra previamente castrada, causará también una hiperfeminización. He constatado que la reacción de la hembra con ingerto es diferente de la del macho. Hay también en la hembra una prolongación del celo y un desarrollo exagerado del aparato mamario, hasta llegar al estado característico de la premez, como lo ha constatado ya 43 Pettinari. Pero yo encontré quetodo el desarrollo del aparato mas mario en la hembra con ingerto, es diferente del que se observa en el macho hiperfeminizado. No hay en la hembra un desarrollo tan rápido, no hay un celo contínuo; en la hembra con un ingerto ovárico continúa un ciclo sexual, aunque muy irregular. Estu- diando el ingerto ovárico de la hembra en el cuy, se constata que Fig. 2.—Cuy hembra adulta fuera de la preñez. Se constata que los pezones son mucho más desarrollados que en el macho. Abb. 2.—Erwachsenes normales Weibchen ausserhalb der Schwangerschaft. Die Brustwarzen sind viel staerker entwickelt als beim Maennchen.—Dorpater Beobachtung. aquí no persisten los folículos maduros como en el macho. En la hembra los folículos sufren transformaciones mas o menos pareciz das a las del ovario normal. El comportamiento, tan diferente del ingerto ovárico, para el macho y para la hembra, explica la difes rente reacción de ambos sexos; y el comportamiento del ingerto ovárico en el macho, explica su hiperfeminización. 44 La diferencia en la reacción del macho y de la hembra al in gerto ovárico, revela que en el organismo fuera de las glándulas sexuales existen factores que regulan el comportamiento de estas glándulas, factores que son específicos para cada sexo. Por el mo- mento no podemos decir en donde se localizan estos factores. Es esto un conjunto de problemas que aún debe ser estudiado expe* rimentalmente. Fig. 3.—Cuy macho castrado hiperfeminizado por un ingertozovárico. Hipertrofia enorme de los pezones. Cinco meses después de hacerse el ingerto. Comp. Fig. 1 y 2. Abb. 3.—Kastriertes maennliches Meerschweinchen, das durch Ovarialtransplantat hyperfes miniert Wurde. Sehr starke Hypertrophie der Brustwarzen. 5 Mon. nach der Transplantation. Vgl. mit Abb. 1 u. 2.—Dorpater Beobachtung. Un otro problema muy interesante se presenta en el estudio de la hiperfeminización. Como yo he dicho al comienzo, la trans. formación del aparato mamario comienza solamente algunas 2 o 3 semanas después de la operación. ¿Qué sucede durante este tiem po perdido? He estudiado esta cuestión y por una combinación de diferentes experimentos alcancé, por decirlo así, a fraccionar 45 este período de latencia. No sería posible de exponer hoy día ante Uds. todos estos experimentos. Diré solamente que se reves ló que el período de latencia de 20 3 semanas representa un complejo de tres diferentes períodos. Se pasan algunos siete días más o menos, hasta que el ingerto se enraiga y vasculariza, —perío. do de vascularización; se pasan algunos días en madurar un fo: lículo y llegar alestado del celo, —período de maduración folicular; y finalmente pasan 1 o 2 días hasta que se revela por la observa: ción, la reacción característica del aparato mamario, período de reacción. Uds. ven cuán complejo problema y que complejo de intere- santes observaciones han surgido del experimento de hiperfemini- zación. No se trata de una diversión del experimentador, sino que se trata de un método experimental que nos permite acercarnos a muchísimos problemas que se refieren a la dinámica de la secre ción interna del ovario. (Zusammenfassung) Aus dem Physiologischen Institut der Universitaet Concepción (Chile) Direktor: Prof. Dr. A. Lipschiitz Der Hyperfeminierungsversuch von Steinach Von Prof. Dr. Alexander Lipschiitz Darstellung des klassischen Hyperfeminierungsversuches von Steinach am kastrierten minnlichen Meerschweinchen, wie er von 4Afhias, Sand, Moore, Lips= chiitz und Mitarbeitern, Pettinari bestiitigt worden ist. Der Versuch wurde in Concepción an einer Serie von fiinf kastrierten Meerschweinchen mit der intra: renalen Transplantationsmethode wiederholt. Von fiinf Tieren wurden vier poz sitiv, bei einer Latenzzeit von 2 bis 3 Wochen. Es kam auch Sekretion von Ko: lostrum und Milch zustande. Die Verhiiltnisse erweisen sich somit mit denje- nigen in Europa identisch. 46 Del Instituto Imperial de la Nutrición del Japón Director Prof. Dr. Tadasu Saiki (Tokio Japón) Aplicación práctica de la ciencia de la nutrición por el Prof. Dr. Tadasu Saiki Director del Instituto Imperial de la Nutrición del Japón (Relación de la conferencia del Prof. Saiki auspiciada por la Sociedad de Biología de Concepción. (Chile), el 9.VW11=1927), I—LABOR DEL ÍnstIrurTO IMPERIAL DE LA NUTRICIÓN 1) Cursos de enseñanza para médicos y público en general. Por períodos, trimestres, semestres o durante el año comple- to, mis ayudantes y yo, dictamos cursos sobre alimentación. Es: tos cursos son de carácter científico y de vulgarización a la vez, y tienen por objeto hacer llegar las adquisiciones del Instituto a todas las esferas sociales. A ellos concurren médicos, estudiantes de medicina, de ciencias y toda persona que tenga interés o que pueda sacar ventajas del conocimiento de los problemas de la nu- trición. 2) Reuniones públicas para dar a conocer los resultados y marcha de las investigaciones científicas que ejecuta el Instituto. Periódicamente, por lo común cada dos meses, tienen lugar estas reuniones. La entrada es libre y los asistentes, cualquiera que sea su categoría o condición social, tienen derecho a discutir, hacer insinuaciones o preguntas, sobre el tema desarrollado. En una palabra, todos los asistentes tienen derecho a opinar en estas reuniones. 3) Informaciones del Instituto. Estos informes son publicados de cuando en cuando en ¡dio ma japonés y repartidos en colegios, internados, instituciones bez néficas y científicas, etc. Son remitidas libre de franqueo a quien las solicite. 4) La institución ante el público, Cada Martes, está el Instituto abierto al público, de l a 5 P. M. Los ayudantes hacen demostraciones de interés práctico y dan las informaciones que se les solicita sobre problemas relacionados con la alimentación. Uno de los directores hace una pequeña diz sertación sobre un tema de interés práctico. Fuera de este día y horas señalados, no se reciben visitas de ninguna naturaleza, salvo calificación especial del Director, con el 47 objeto de no distraer al personal de sus labores habituales e inte- rrumpir, restando eficiencia y dedicación, a las investigaciones científicas que se ejecutan. 5) Conferencias solicitadas. A solicitud de gobernadores, directores de establecimientos educacionales, científicos o industriales, asociaciones deportivas, obreras, etc., el Instituto da conferencias sobre alimeniación. Según las circunstancias y la importancia, los directores o los ayudantes concurren a dictarlas. Los gastos de traslado son pagas dos por quienes soliciten sus servicios. 6) Educación del público por la prensa. En ocasiones el Instituto envía artículos de divulgación a la prensa, en otras, es la prensa misma quien solicita estos artículos del Instituto. Estos pequeños informes son de interés práctico y de gran utilidad para el público en general. 7) Anuncio de menús. Por intermedio de los diarios y por las trasmisiones de los broadcastings, se hacen llegar hasta el pueblo, diversos menús. Es. tos menús del profesor Saiki se caracterizan por su valor nutriti- vo, por su bajo costo y su palatabilidad. Cada uno de estos menús va ilustrado con el valor nutritivo de las substancias que entran en su composición, el precio de cos. to de los productos que entran en su confección y, lo que es de una importancia mayor aun, la manera como deben ser prepara» dos para el completo aprovechamiento de sus bondades nutri- tivas. Estos menús son de una importancia enorme para facilitar la confección de buen alimento en factorías, colegios, cárceles, etc. 8) Preguntas y respuestas. Cualquier ciudadano puede escribir al Instituto solicitando informes o consejos sobre alimentación. Médicos, cirujanos, direc. tores de internados no titubean en hacer sus preguntas. Estas se contestan a la brevedad posible y de acuerdo con los informes so= licitados. No se hacen insinuaciones a particulares, sobre la pres paración de alimentos. 9) Industria alimenticia. El Instituto se ocupa también de la industria de los alimentos en relación a su mejoramiento. No favorece de ninguna manera la industria particular, esto quiere decir que si un panadero consul- ta acerca de la mejor fórmula para aumentar el valor nutritivo del pan que fabrica en su panadería, el Instituto se negará a compla: cerlo; pero si la Asociación de Panaderos, pide estos mismos in formes con el fin de mejorar el pan que se fabrica en todo el país o toda una localidad, el Instituto se apresurará a suministrarle to- dos los datos necesarios, porque se persigue el bien general y no el interés particular. 48 II.—LA SOCIEDAD DE NUTRICIÓN DEL JAPÓN Esta fué fundada en Tokio, por el profesor Saiki, quien es a su vez su presidente, y tiene por objeto la vulgarización de los cono: cimientos relativos a la alimentación dentro de las clases altas y obreras a la vez. Cada uno de sus miembros lleva los conoci: mientos que adquiere dela enseñanza teórica y práctica a los círcu. los donde ejerce y desarrolla sus actividades. A su vez esta Sociedad vigila y fomenta el desarrollo de las industrias alimenticias. El Instituto no da a los industriales parti- culares las indicaciones para el mejoramiento del valor nutritivo de sus productos alimenticios, pero sí ejerce influencia en tal sen» tido por intermedio de esta Sociedad. El gran terremoto que últimamente azotó el Japón, tuvo co- mo consecuencia ulterior un recrudecimiento enorme de la hipo» nutrición infantil, provocada principalmente por la deficiente ali- mentación. Gracias a la labor de esta Sociedad, el número de ni: ños mal nutridos descendió pronto de un 34 a un 409%/o, hechos que por sí solos bastan para demostrar la influencia inmensa de la mala calidad de la alimentación sobre la hiponutrición infantil. TII.—EscueELA DE LA NUTRICIÓN Esta tiene por objeto dar una preparación conveniente a los individuos que se dediquen al oficio. Los estudios que se practl- can en la Escuela de Nutrición, abarcan un plan completo de los diversos aspectos de la ciencia aplicada, entre ellos figuran los co- nocimientos fisiológicos, condiciones alimenticias, técnica de la cocina, etc. De esta escuela salen anualmente competentes profesionales, que poseen conocimientos básicos para la aplicación de las reglas de la ciencia de la nutrición. Además, una vez por semana, el pro- fesor Saiki, da demostraciones prácticas a los chefs de los mejores hoteles de Tokio. IV.— APLICACIÓN PRÁCTICA DE LA CIENCIA.—CONFECCIÓN DE MENÚS Antiguamente se pensaba que el problema de la nutrición consistía en comer para vivir; pero hoy con los adelantos de la ciencia, nos hemos convencido que la nutrición es un problema complicado. No sólo se necesita una dieta sana y conveniente pa- ra la salud, sino una alimentación fisiológicamente eficiente. No es sencilla la confección de un menú porque la ciencia de la nutrición ha descubierto cosas interesantes, que tienen relación directa con la eficiencia de la alimentación. La ciencia en nuestros 49 días ha demostrado que, la alimentación que engorda no es la que rinde los mayores beneficios a la salud; la dieta para mantener la salud no es la misma que se necesita para engordar. La influencia de la nutrición sobre la reproducción es mani- fiesta y ya nos hemos referido a ello en la disertación anterior. Animales sometidos a una alimentación sana, pero carente de cier- tos elementos indispensables, se reproducen mal o no se reprodus cen. Además existen alimentos que son indispensables para de- terminar la producción de leche; si ellos faltan en la dieta, no hay tal producción. Hay un hecho de gran importancia y es la influencia benéfi: ca que sobre los alimentos ejerce la luz solar. En el organismo es diverso el efecto de una alimentación expuesta al sol, del de aque. lla que no ha estado bajo esta influencia. Animales alimentados con dietas privadas de la acción de la luz solar, son luego vícti: mas del raquitismo; pero administrándoles en seguida la misma dieta, expuesta durante algún tiempo a la luz solar, estos animales recobrarán su vigor primitivo. El efecto benéfico de los alimentos expuestos a la acción de la luz solar se trasmite a otros animales, así por ejemplo: Si dos ratas blancas colocadas en una misma jaula son alimentadas, una con dieta expuesta a la acción de la luz solar y la otra con dieta privada de influencia, ésta no sufrirá los efectos de esta falta y no desarrollará los síntomas de raquitismo. Hay substancias que no deben ser incluidas en la dieta ali: menticia porque el organismo mismo las fabrica sintéficamente, tales son la glicocola o glicina (ácido aminoacético) y algunas ba: ses púricas. En cambio hay otros, como las vitaminas principal: mente, que no pueden ser sintetizados por el organismo y deben ser administradas en la alimentación. Antiguamente se creía que el valor nutritivo de las proteínas era el mismo, fueran estas de orígen animal o vegetal. Esto no es efectivo, pues experiencias verificadas en ratas blancas han demos: trado que si son alimentadas con zeína, proteína del maíz, no mantienen su peso primitivo ni engordan, sino rápidamente se ani: quilan. Si cuando han llegado a un punto cualquiera de su curva descendente se les administra triptofán (ácido indolaminopropió: nico), producto de la digestión trípsica, cesa la desnutrición y mantienen su curva de peso en línea recta. Si ahora a la zeína y al triptofán, se agrega lisina, que es una protamina (ácido diamino: Caproico), empiezan estos animales a aumentar de peso sobrepa: san el límite primitivo. Por otra parte, alimentos de tanta importancia como la leche, sufren variaciones en su valor nutritivo, en relación con factores climatéricos. Así por ejemplo, el valor nutritivo de la leche es mas 50 yor en verano que en invierno, y esto porque en la primera estas ción comen las vacas pasto verde y en invierno heno. Los efectos de este cambio en los valores nutritivos de la le- che se hacen más apreciables, cuando observamos que, los niños nacidos en verano y alimentados con leche de vaca, son más ro- bustos que los niños alimentados en idénticas condiciones, pero nacidos en invierno. En la preparación de las mamaderas durante la lactancia ar- tificial hay hechos de importancia que deben tenerse en cuenta y que son de sumo interés para evitara los niños la deficiencia alimenticia. La leche es un alimento completo y en consecuencia contiene vitamina A, B y C; pero es necesario recordar que la vitamina A se destruye a 120 grados. la B 108 y la C 70 grados. En la prepa. ración de la mamadera la leche se lleva hasta la ebullición y en consecuencia se destruye la vitamina C. Esta deficiencia en la vi- tamina C es perjudicial para los niños y debe remediarse. ¿En qué forma?; agregando a la mamadera substancias que contengan vitamina C. Con estos fines debe agregarse 20 cc., repartidos en las diversas mamaderas, jugo de zanahoria, de tomate o rábano. El Jugo de limón es también rico en vitamina C; pero tiene el incon- veniente de coagular la leche y además su sabor es desagradable. Ciertos alimentos pueden tener un valor nutritivo incomple- to debido a errores en su preparación. Esto sucede con el arroz, que debido a su pulido, pierde gran parte de la película que lo re- cubre, rica en substancias fosfatadas y que contiene también el embrión, que almacena vitamina C. Los esfuerzos del profesor Saiki se han orientado en el senti- do de conseguir que la operación del pulido se detenga en un punto que permita conservar el embrión intacto y por ende la vi: tamina C que contiene. Un hecho práctico que refiere y en seguida habla aun más en claro de la importancia que tiene el conocimiento del valor nutri= tivo de los alimentos. En una de las cárceles de Korea, escaseó la verdura fresca y los presos estuvieron alimentándose durante un tiempo de arroz, porotos y lentejas. La deficiencia de semejante alimentación pronto arrasó con la existencia de 86 detenidos. Alarmadas las autoridades carcelarias por los estragos del es: corbuto, consultaron al Instituto de Nutrición de Tokio y de aquí se les contestó que dejaran brotar los porotos al aire. Este peque ño detalle, sin mayor gasto, salvó la vida de numerosos penados. ¿En qué consistía la solución? El poroto contiene vitamína B y no contiene vitamina A ni C. Expuesto a la humedad am= biente empezará a germinar y en el brote se encuentra vitamina C. Si ahora esperamos que aparezcan las hojuelas encontraremos en ellas la vitamina A que faltaba. En esta forma el poroto adquiría 51 su verdadero valor nutritivo completo y se evitaba el escorbuto. Después de largos y pacientes años de experiencia e investi. gación llegó el profesor Saikia elaborar una dieta «standard». +vikR Los fisiólogos habían ya señalado dietas que suministraban las calorías necesarias para mantener el equilibrio del organismo; pe- ro no estaban inspiradas en el verdadero sentido de la ciencia de la nutrición. Señalaban que a, b, c y d producían un determinado número de unidades alimenticias, pero olvidaban que si a era ins gerido en la mañana, su aprovechamiento como valor nutritivo era mínimo, pues faltaban b, c y d, elementos entre si indispensa- bles en una misma dieta, para que su valor alimenticio sea com. pleto. Este era según el profesor Saiki, el cuento del clavo en la mañana y el martillo en la tarde; si las dos cosas no se juntan am= bas son inútiles. Estos hechos tienen una confirmación práctica en la observas ción de los niños pobres y los ricos, pues la alimentación de éstos es fruto de sus caprichos y las más de las veces resulta por estas razones una dieta unilateral. De aqui la razón por qué se observa con más frecuencia niños deficientemente alimentados entre las clases acomodadas. Saiki instituyó una dieta «standard» fisiológica única para el día -y la subdividió en 4 partes iguales; de estas | parta se ingiere en la mañana, otra | parte a medio día y la ¿+ restante en la comi: da de la noche. En esta forma cada parte de la dieta es uniforme y completa en cuanto a su valor nutritivo y alimenticio. Ha cons. tituído en esa forma tres dietas standard para el día, que admiten 255 combinaciones entre sí, evitándose con este sencillo procedi: miento la repetición de menús. La importancia de estas dietas y las múltiples combinaciones que se pueden hacer, son de una enorme importancia para prepa: rar raciones agradables y eficientes tanto en establecimientos edu cacionales, cuarteles, cárceles, etc,, como asimismo en el hogar, (Zusammenfassung) Aus dem Kaiserlinchen Institut fiir Ernaehrungsfragen in Japan, Direktor Professor Dr. T. Saiki Praktische Anwendung der Ernaehrungswissenschaft. Von Professor Dr. Tadasu Saiki Vortrag in der Sociedad de Biología de Concepción, am 9 Juli 1927. Zusammenfassender Bericht ber die praktischen Aufeaben, die sich das Kaiserlich=Japanische Institut fúr Ernáhrungsfragen gestell hat. Das Institut vez ranstaltet: 1) Lehrkurse fir Aerzte und ein grósseres Publikum. 2) Oeffentliche Diskussionen úber die Forschungen des Instituts. 3) Gedruckte Veróffentlichungen, die in Schulen, Internaten, wissens- chaftlichen Institutionen, Wohltátigkeitsanstalten usw. umsonst verteilt oder auf Anfrage versandt verden. 4) Praktische Demonstrationen mit Erliuterungen, die einmal wóchen= tlich auf Anfrage des Publikums abgehalten werden. An anderen Tagen sind Besuche im Institut nicht gestattet. 5) Vortriige ausserhalb des Insfituts auf besondere Aufforderung: von wissenschaftlichen und industriellen Gesellschaften, Erziehungsanstalten, Sport un Arbeitervereinen usw. Die Vortráge werden vom Direktor oder von den Assistenten gehalten. Die Reisekosten werden von der Stelle bezahlt, von der die Aufforderung ausgeht. 6) Veróffentlichung von Aufsiitzen in der Presse. Die populiiren Aufsátz ze werden vom Institut verschickt oder erst auf Aufforderung der Presse ges- chrieben. Die Aufsiitze betreffen praktische Fragen. 7) Veróffentlichung von Speisezetteln (Menus), durck Vermittlung der Zeitungen oder des Funkspruches. Es wird in diesen Veróffentlichungen stets der Niáhrwert, der Preis und die Zubereitungsart angegeben. Diese Speisezettel sind namentlich fir Fabriken, Schulen, Gefángnisse usw. von Bedeutung. 8) Beantwortung von schriftlich gestellten Fragen, die von Aerzten und Schulen ausgehen. 9) Unterstittzung der Nahrungsmittelindustrie durch Information úber Verbesserung der Nahrungsmittel. Die Informationen werden nicht an einzelne Industrielle abgegeben, sondern ausschliesslich an Gesellschaften, die, wie etwa der Verband der Biicker, eine Industrie vertreten. In enger Verbindung mit dem Institut steht die Japanische Gesellschaft fii Ernaehrungsfragen, die zur Aufgabe hat, Kenntnisse túber Ernibrungsfragen in den verschiedenen Klassen der Gesellschaft zu verbreiten. Mit dem Institut eng verbunden ist auch die Schule fiir Ernaehrungsfragen. Zum Lehrplan der Schu- le gehóren auch praktische Demonstrationen, die einmal wóchentlich fiir die Vorstiinde der besten Hotels in Tokyo abgehalten werden. Zum Schluss werden einige praktische Beispiele aus der Tátigkeit des Ins- tituts vorgefiihrt. 3) Resúmen acerca de los árboles forestales chilenos y de su aclimatación Por el Prof. F. FRIEDRICH El extranjero cuando viaja desde Santiago al sur del país, tiene por largas horas la impresión de viajar por la Italia; tan semejan= tes son las vegetaciones de ambos países. Arboledas frutales, plantaciones de legumbres, largas alamedas, parques, huertos de hortaliza, sembrados de trigo y alfalfa, vinedos, le hacen olvidar que efectivamente se encuentra en una provincia, separada de por sí en el reino vegetal, la que Pissis caracterizó del modo siguiente: Separado Chile del resto de América por las cimas heladas de los Andes y las llanuras no menos áridas del desierto de Ataca- ma, forma como un pequeño mundo aparte, poseyendo en propie- dad todos sus animales y vegetales. La gran variedad de sus cli: mas reune allí los tipos más opuestos; las plantas polares hallan cerca de sus cimas nevadas las condiciones necesarias para su dez sarrollo, mientras que los vegetales de las regiones tropicales apa= recen en los llanos y orillas del mar. Con estas condiciones nada tiene, pues, de extraño encontrar allí un número tan considerable de especies vegetales; en efecto, los que se conocen hasta hoy, sin contar los vegetales de un orden inferior, tales como los musgos, hongos, líquenes, llegan a más de la mitad del número de las fa- milias actualmente conocidas. No hay que admirar en vista de esto de la gran variedad de aspecto que la vegetación presenta en Chile. No se habla aquí de la flora chilena en general, sino únicas mente de árboles y bosques. Los :espesos bosques chilenos se ex- tienden en dos ramas separadas por el valle central desde el río Maule al sur, región donde están desapareciendo paulatinamente y son reemplazados por trigales, alfalfales, praderas y aun planta: ciones nuevas de árboles, para formar de nuevo bosques después de haber reconocido su importancia para un país. Dice el presidente Roosevelt: Los bosques son riquezas naturales. Disminuyen el gasto de los ríos durante las avenidas; los alimentan en las épocas de se= quías, haciendo posible la utilización de las aguas que sin ellos hubieran corrido a perderse en las profundidades del mar; impi= den la eroción del suelo, protegiendo los terrenos en pendientes. La conservación del bosque es condición especial para la conser. vación del agua. Y en realidad, como enseña la historia, la destrucción de las selvas hasta entonces vírgenes, llegó a producir graves trastornos hasta transformar en desiertos o pantanos los parajes en donde se les había hecho desaparecer, p.ej. Palestina, la tierra entonces abun. S4 dante en leche y miel; la campiña romana; la comarca más fertil dela península de los Apeninos; Sicilia, el granero de Roma; Cartago, etc. La acción benéfica del bosque tiene una influencia preponde- rante sobre el clima, el suelo, la normalidad de las aguas e higiene de un país, de que habla detenidamente el ingenierozagrónomo Ernesto Maldonado, en su Tratado de Arboricultura Forestal y de Adorno, Así, el bosque contribuye a disminuir variaciones de tempe- raturas diarias, mensuales y anuales. Se ha constatado que en vez rano la temperatura del suelo de un bosque es hasta 16% más baja que la que tienen los parajes despoblados de vegetación forestal. Esta acción térmica del bosque afecta también a las regiones próximas y las capas atmosféricas superiores, hasta una altura considerable. Además, el bosque contribuye a proteger el terreno contra la acción erosiva de las aguas y del viento. Las fuertes lluvias pro= ducen profundas grietas en los terrenos faltos de bosques; trans: ladan grandes cantidades de arena, piedras y tierra a llanuras fér- tiles, impidiendo su cultivo. Estos materiales se depositan, tam= bién, en los lechos de los ríos, y provocan anualmente inunda» ciones cada vez más intensas, como hemos podido constatarlo en la región sur del país. Un papel importante desempeña también la cubierta muerta y el humus del suelo de un bosque, absorbiendo gracias a su capis laridad grandes masas de agua que en parte se evaporan lenta- mente o dan lugar a la formación de vertientes constantes. La ca: pa de hojas secas puede por sí sola absorber de 200 a 400 metros cúbicos de agua, que corresponden aproximadamente a una pre- cipitación de 3 a 4 centímetros. Esta cantidad de agua es útil en la época de escasas lluvias, regularizando la distribución de las aguas y aumentando la humedad del aire, favoreciendo las preci pitaciones. En mayor grado aumenta, sin duda, la humedad atmosférica a causa de la eliminación del agua por los árboles. Así, p. ej., una hectárea de hayas crecidas elimina, por término medio, 20.000 li- tros por día, y un solo árbol de haya necesita 75 litros para forz mar unos 100 gramos de substancia foliar en un período vegetati- vo; el abeto, en cambio, solo 7 litros. Por término medio, una planta evapora, por cada gramo de materia seca que forman sus partes aéreas, de 250 hasta 900 gra- mos de agua. Se presume que el aumento de la humedad atmos: férica causada por el bosque representa un 12 %/o, cantidad que disminuye considerablemente la excesiva sequedad, y puede bas. tar para emprender el gradual cultivo de terrenos desiertos. Estas pocas palabras sobre el valor de los bosques demues: tran que la plantación de árboles no sólo tiene importancia para 55 el aprovechamiento de terrenos áridos, sino también para el por. venir económico del país. En los bosques chilenos hay unas setenta especies de árboles de familias diferentes. De ellas sean escogidas solo las más carac: terísticas y conocidas, fotografías tomadas del libro Landeskunde von Chile, por Dr. Martin, (que fueron proyectadas). Se mencionaron más arriba las plantas exóticas que crecen en el país. Hay que estudiar las condiciones de la aclimatación de estas especies. Las condiciones de las cuales depende la aclimatación, son la adaptabilidad del clima. Esta se refiere a la temperatura, la canti. dad y distribución anual de las lluvias y, en especial, a la humez dad del aire, que representa un factor importante en dependencia con la función transpiratoria de la planta. Muchas especies se adaptan completamente a diferentes climas. Un ejemplo muy interesante: La parte sur de Inglaterra poz see inviernos tan templados que el mirto y el laurel soportan la invernada, pero falta el verano caluroso para que madure la uva. La parra se desarrolla espléndidamente a orillas del Rihn, donde nunca se podrá dejar el mirto ni el laurel a toda intemperie sin abrigarlos. Un ejemplo de Chile: Pissis halló la palma Inbaea spectabilis a 1200 m. de altura en regiones donde la nieve permas nece varios meses del año y donde la temperatura desciende a muchos grados bajo cero, mientras la familia de las palmeras en general es muy delicada en cuanto al clima. En árboles que crecen en un clima distinto al de la región de la cual proceden, se constata que su madera cambia a menudo de cualidades, como se vé en Chile con las encinas y los pinos. La composición mineralógica del suelo es, en general, menos importante que sus condiciones físicas, tales como la humedad y estructura, de las cuales depende el desarrollo de las raíces y la absorción del agua. Importante es la acción combinada de la hu. medad del suelo y de la atmósfera. El viento contribuye, también, a variar el estado higrométri. del aire de una región, aumentando la humedad o ejerciendo una acción secante sobre el terreno. Manifiestamente, cereales, legum. bres y árboles frutales, han encontrado aquí en Chile todo lo necesario para su desarrollo, y aun hay variedades que demuesz tran mejores condiciones que las que tienen en su país de orígen. Esto se observa también en las malezas, p. ej., la zarzamora. Es interesante constatar que Chile poseía originariamente un reducido número de árboles frutales, al paso que hoy se producen en el país todos los frutos de Europa y muchos tropicales. Para completar el presente estudio habría que agregar datos precisos sobre el período de crecimiento y aumento de la altura de los árboles, datos que por de pronto no se pudieron conseguir. 56 Algunas observaciones del Dr. Burger sobre el crecimiento de árboles forestales en Suiza Por el Prof. A. LIPSCHÚTZ Prof. de Fisiología y Director del Instituto Fisiológico de la Universidad de Concepción Cada uno que observa por primera vez el crecimiento de cierz tos árboles forestales en Chile, se encuentra asombrado al ver que por ejemplo, un pino crece aquí con una rapidez algunas veces mayor que en Europa, de donde se importó esta especie. Se comprende fácilmente la gran importancia científica y no menos práctica de todos los problemas parciales relacionados con el hecho mencionado. Desgraciadamente hasta aquí no podía con. seguir ningún dato exacto con respecto a la historia de la aclima- tación de árboles forestales en Chile. Pero en un trabajo que ha- ce poco tiempo ha publicado el Dr. Burger, encontré un número de observaciones que me parecen interesantísimas en vista de la práctica forestal en Chile. Se trata de mediciones hechas durante largos años sobre el crecimiento de coníferas en Suiza, comparan= do la duración del período anual del crecimiento y el aumento anual de la altura de la misma especie en diferentes lugares. Voy a explicar algunos hallazgos de Burger, basándome en el diagrama siguiente: Tomemos por ejemplo una de las especies de la Picea de la familia de los Pinos. Burger midió Piceas de las llanuras de Suiza, plantados en dos diferentes lugares en el jardin del «Servicio Suizo Central de Experimentaciones Forestales» que se encuentra en Adlisberg, a la altura de 670 m., esto es un poco más alto que lo que corresponde a la llanura Suiza, en gene= ral, y en el Stanserhorn, que se encuentra a la altura de 1880 m. Como se vé del diagrama, esta especie transplantada de la llanura ala altura, revela en la última una duración de crecimiento no menor que en la llanura. Esta especie ha crecido en Stanserhorn 53 días por año, en Adlisberg 54 días. Es muy interesante de ver que en Adlisberg el período de crecimiento comienza algunas 6 semanas antes que en el Stanserhorn, y todavía este comienzo an- ticipado no alcanza a garantizar un período de crecimiento más largo, como el crecimiento cesa también antes. La misma observas ción se hace con respecto a la duración del período de crecimien. to si se transplanta una especie de Picea de la altura a la llanura. Una Picea proveniente del Engadin, de una altura de casi 2000 m. revela en la altura del Stanserhorn y en la llanura de Adlisberg la misma duración del período de crecimiento. O en otras palabras, 57 transplantándose una Picea de la altura donde la temperatura mez dia es mucho menor, a la llanura no se alarga el período de creci= 670... 1830... Adlisberg. Stanserhorn. AMHAAS AMAS 54 (30Tmm.) i 53 (51mm.) Crecimiento de las mismas especies de árboles forestales en la llanura y en la altura. La du: ración del crecimiento indicada por la longitud de las líneas gruesas no aumenta ni disminuye si una= especie de la altura se planta en la llanura, y vice versa .—Segun Burger, Abb.—Wachstum einiger Baumarten in der Ebene und in der Hoehe. Die Dauer des Wachst, tums ist durch die Laenge der dicken Linien angezeigt. Die Zuwachsdauer bleibt unveraender— wenn Arten, die in der Hoehe zu Hause sind, in die Ebene verpflanzt werden, und umgekehrt. Nach H. Burger. miento, a pesar de que las condiciones con respecto a la tempera: tura son mejores. Parece, según Burger, que la duración del pe- 58 ríodo anual del crecimiento es fijo o más o menos fijo para cada especie, no dependiendo en ciertos límites de la duración del pez ríodo en el cual la temperatura del ambiente permitiría un creciz miento. De tal manera que una especie, transplantándose en conz diciones mejores, con respecto a la temperatura, no puede servirse de las condiciones externas que se presentan en el nuevo ambiente. Lo mismo puede demostrarse para otras especies de la fami: lia del Pino: para Abies, donde la diferencia entre la llanura y la altura es muy poco pronunciada, para el Pino de la montaña y para otros. Es muy interesante, también, de comparar la duración del crecimiento entre un pino de la llanura y un pino transplanta- do de la altura a la llanura. El pino de la altura revela en la lla- nura un período de crecimiento menor que el pino de la llanura misma, no pudiendo, para repetirlo, usar las facilidades que se presentan en el nuevo ambiente, a pesar de que el pino de la lla- nura lo puede. Un otro ejemplo muy bonito. El Larix europeo tiene la mis. ma duración del crecimiento en la llanura y en la altura, que dura unos tres meses. El Larix japonés tiene un período de crecimien. to más largo que el Larix europeo; crece casi cuatro meses en el año, mientras que el Larix de Siberia crece en Europa solamente algunas 5 semanas. Cada una de estas especies sostiene su período característico y original de crecimiento. La situación cambia totalmente si llamamos nuestra atención no sólo a la duración del período anual del crecimiento, sino también al aumento anual de la altura. La Picea de la montaña aumenta su altura en la llanura en más de 400 mm. anuales, o al: gunas nueve veces más que la misma especie en la montaña. La Picea de la llanura, que aquí aumenta anualmente su altura por más de 300 mm., crece en la montaña Ó veces menos. Aquí se re- vela una influencia fundamental del ambiente: el árbol puede au= mentar su altura y su grosor con una rapidez mayor que en su luz gar de orígen, a pesar de que el período anual de crecimiento queda sin cambiar. No sé si se han hecho investigaciones sobre el período anual del crecimiento del Pino europeo transplantado a Chile. Pero, sez gún los hallazgos de Burger, deberíamos suponer que el Pino tiene también aquí en Chile el mismo período anual del crecimien= to y que su aumento mayor en altura y grosor, como se observan en Chile, se explicaría por una influencia del ambiente sobre el crecimiento durante el período anual original. Podría tratarse de una influencia de la temperatura como en los casos investigados por el Dr. Burger. Una conclusión de carácter práctico se presenta aqui. Si las diferentes especies del Pino importadas de Europa, conservan también en Chile su periodo anual del crecimiento; si, en otras paz 59 labras, no podemos cambiar la duración del período anual, es claro que tenemos el mayor interés de dar siempre la preferencia a espe- cies que en su lugar original tienen ya un período anual de creci: miento grande. Por esto podríamos aprovecharnos del ambiente de nuestro país. Un ejemplo lo explicará claramente. Según el dias grama de Burger, el Pino de la montaña o de la altura revelará probablemente también en Chile un período anual de 2 meses más o menos, como en la montaña de Europa; no aprovechará es: ta especie de todas las posibilidades que hay en Chile con respec: to a la duración del período anual del crecimiento. Al contrario, un pino de la llanura que crece algunos 3 meses cada año, se apro» vechará ya más de las condiciones favorables de temperatura en Chile. Se usa, según mi conocimiento, en Chile para plantaciones el Pino insignis de Europa; no sé si se alcanzó ya, seleccionando esta especie para plantaciones forestales, el máximo de las posibi- lidades. Talvez, yo no lo sé, es el insignis el Pino con el mayor período de crecimiento. Si es el caso, nos encontraríamos frente al hecho tan interesante, que empíricamente los plantadores en Chile han seguido principios científicos que actualmente, después del trabajo de Burger, pueden considerarse bien establecidos. Para terminar diría que Burger mismo es de la opinión que probablemente puede cambiar también la duración del período anual del crecimiento, como diferentes investigaciones lo indican. Pero se trata de un tenómeno muy lento que parece no entra en consideración en la práctica forestal. (Zusammenfassung) Einige Beobachtungen von Dr. H. Burger úber das Wachstum von Waldbaeumen in der Schweiz Von Prof. Dr. Alexander Lipschútz. Verschiedene Waldbiume, die aus anderen Weltteilen nach Chile impor tiert worden sind, wachsen hier mit mehrfach grósserer Geschwindigkeit als am Ursprungsort. Besonders affallend ist das Verhalten bestimmter Pinusarten. In diesem Zusammenhang gewinnt die Frage iiber die Gesetze des Baumwachs- tums grosses Interesse, namentlich mit Riicksicht auf Zuwachsdauer und jáhrli- che Zuwachslinge. Die neuen Befunde von Hans Burger (Mitteilungen der Schweizerischen Centralanstalt fiir das forstliche Versuchswesen, Bd. XIV, Heft 1, S. 29:158, Zúrich, 1926) werden erórtert. Auf Grund dieser Befunde muss an: genommen werden, dass Pinusarten, die nach Chile verpflanzt werden, die urs- prúngliche Zuwachsdauer beibehalten werden. Daraus ergibt sich ein wichtiger Anhaltspunkt fir alle Akklimatisierungsversuche; man wird bestrebt sein, vor allen Dingen Spezies mit ursprúnglich langer Zuwachsdauer anzupflanzen. 60 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Director Prof. Dr. A. Lipschitz El raspaje vaginal como medio de seguir el ciclo sexual en la hembra del cuy Por O. SOENKSEN Ayudante del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción I.—Generalidades Desde 1917, cuando se publicó el trabajo de Stockard y Pa= panicolaou (1) de Nueva York, es conocido el hecho de que pue: de seguirse el ciclo sexual de la hembra, en el cuy, practicando a diario el raspaje vaginal. Tiene este descubrimiento una trascen: dental importancia para las investigaciones experimentales del La. boratorio, en cuanto tengan relación, con la glándula sexual feme- nina, el ovario. En el ciclo sexual de la hembra se pueden distinguir dos pe= ríodos: uno, el período del celo, que corresponde a la maduración folicular, a la ovulación, y el período intermediario. Es durante el celo cuando la hembra acepta las relaciones sexuales con el ma. cho; siempre que la relación sexual tenga lugar, la hembra está en celo, y hé aquí un medio para reconocer este período, pero un medio muy poco exacto. El método del raspaje vaginal de Stockard y Papanicolaou consiste en examinar al microscopio la secreción vaginal.. Sto: ckard y Papanicolaou lo han estudiado en el cuy, Allen (2) en la laucha blanca, Long y Evans (3) en el ratón. Se ha hecho un estu= dio muy completo del ciclo sexual de estos animalitos. El libro publicado por Long y Evans en 1922, como resultado de sus muy prolijas investigaciones, es el estudio más completo que se ha he: cho sobre este interesante problema. Posteriormente este mismo problema ha sido abordado por numerosos investigadores y en distintos países, para otras especies, como ser para el macaco por Corner (4), para la vaca por Frei (5) y para la yegua por Murphy C. R. Stockard y G. N. Papanicolaou. Amer. Journ. of Anat. 22, 1917 1) E. Allen. Amer. Journ. of Anat. 30, 297; 1922. (6) LA. Long y H. M. Evans. Mem. of the Univ. of California. 6, 1922. (4) G. W. Corner. Carnegie Publ. N.o 332. Carnegie Institation. Washin: tong. 1924. (5) W. Frei u. E. Metzger Berliner Tieraerztl. Wochenschrift, 42, 645; 1926. 61 (1). A algunos de estos trabajos tendré oportunidad de referir. me más adelante. IT.—Técnica del raspaje vaginal En este punto haré una exposición rápida de la forma en que yo lo practico, pues todos le han introducido pequeñas modifica- clones. Previa inmovilización del animal, se limpian con un paño los genitales externos. En seguida se calienta ligeramente a la llama una pequeña espátula metálica e introduciéndola cuidadosamente en la vagina, se practica un suave raspaje de sus paredes. Se saca la espátula y el producto del raspaje se extiende sobre un porta objetos. Se seca a la llama, o de preferencia con alcohol meftílico, y se tine en seguida con hematoxilina (2 minutos) y eosina (15 segundos). Se seca nuevamente y se observa al microscopio. Algunos investigadores practican el raspaje por medio de una torunda de algodón, sobre cuyas desventajas hablaré mas adelante. MI.—El raspaje vaginal observado bajo el microscopio Observando cuidadosamente y a diario el raspaje vaginal se revela el hecho de que durante el ciclo sexual aparecen bajo el cam. po del microscopio tres elementos morfológicos distintos. Ellos son: leucocitos, células epiteliales y células cornificadas. Estos tres elementos se encuentran combinados de una manera distinta y muy característica, durante el ciclo sexual. Siguiendo la nomenclatura de Stockard y Papanicolaou divi- diremos el ciclo sexual en cuatro períodos. a) El primer período se caracteriza por una gran abundancia de células epiteliales poligonales de regular tamaño. Se observan, también, aúnque en menor cantidad, células cornificadas sin núz cleo, que son muy fácilmente reconocibles. Los leucocitos están presentes en algunos casos en regular cantidad y otras veces son muy escasos. La mayoría de los autores no describen leucocitos en este periodo. La presencia de leucocitos en cantidades variables indica que se trata aquí de un período de transición en el ciclo sexual. b) El segundo período se caracteriza por la presencia de céz lulas cornificadas en gran abundancia y formando verdaderos conz glomerados. Sobre este punto trataré ámpliamente más adelante. c) El tercer período se caracteriza porque las células cornifis (1) H. S. Murphey. Journ. of the Amer. Veter. Med. Assoc. 25, 79; 65, 5; 1924. 67, 3; 1925. 68, 4; 1926. 70, 4; 1927. Veter. Med. 6 y 8 1925.. 62 cadas disminuyen nuevamente y aparecen grandes cantidades de leucocitos que ocupan gran parte del campo del microscopio. d) El cuarto período se caracteriza por un predominio casi absoluto de los leucocitos que se encuentran en cantidades enor: mes. Suele encontrarse, también, una que otra célula epitelial. Stockard y Papanicolaou hacen notar que al final de este cuarz to período suele presentarse una pequeña hemorragia, que en el campo del microscopio aparece por un predominio de glóbulos rojos. Long y Evans niegan la existencia de este período. Yo, por mi parte, creo que se trata de una hemorragia artificial e inde- pendiente, por lo tanto, del ciclo sexual. Solo la he observado dos veces y en ocasiones en que he estado completamente seguro de haberla causado artificialmente, pues teniendo todavía la espás tula dentro de la vagina, debido a un descuido, el animal hizo un movimiento brusco y al momento apareció la sangre. De tal ma: nera que de lo expuesto se deduce que no vale la pena considerar la aparición de glóbulos rojos como un fenómeno normal del ci clo sexual. Estas son, a grandes rasgos, las características de los cuatro períodos del ciclo sexual. Haciendo una nomenclatura castellana para ellos, se les podría llamar respectivamente: período del pro= celo, período del celo, período del meta-celo y período intermedia: rio. IV.—El período del celo, en particular Macroscópicamente, durante este período del ciclo sexual, en: contramos un aspecto distinto en los genitales externos. El orifiz cio vaginal, que durante todo el período intermediario permanece cerrado, se encuentra entreabierto; naturalmente que en los animas les que se encuentran sometidos a un raspaje vaginal diario, el ori: ficio de la vagina se encuentra abierto durante todo el ciclo sexual. También durante este período, especialmente en animales jó. venes, se observa una mayor turgescencia, brillantez e hiperhemia de los pezones, como Lipschútz (1) lo ha descrito. Microscópicamente y en términos generales, el período del celo se caracteriza por la gran abundancia de células cornificadas y la desaparición de los leucocitos. Este punto que a primera vista parece tan sencillo, ha sido sin embargo, objeto de mucho estudio y controversias. Así tenemos que Stockard y Papanicolaou en el cuy, Allen en la laucha blanca y Long y Evans en el ratón, llegaron a la con» clusión de que durante el período del celo, el raspaje vaginal pre= (1) A. Lipschútz. Pfliger's Archiv. 211, 682; 1925. 63 senta únicamente células cornificadas y hay ausencia absoluta de leucocitos. En oposición a estos resultados hay que hacer men. ción del trabajo de Woss (1), quién como anteriormente $. Loewe, hacía diariamente el recuento de todos los elementos morfológicos del raspaje; Voss llegó a la conclusión de que el celo tan perfecto descrito por los autores anteriormente nombrados casi no existe en el cuy, y que los leucocitos están siempre presentes, aúnque en pequeña cantidad. Este resultado tan contradictorio con respecto a las conclusiones de los investigadores norteamericanos, lo analiz zaré en seguida, al tratar de la duración del ciclo sexual. Respecto a la presencia de un mayor o menor número de cé- lulas cornificadas en los distintos periodos del ciclo sexual, hay que citar el trabajo de Zondek y Aschheim (2) y que se refiere a las fuentes de errores en la apreciación del contenido del raspaje vaginal. Mencioné anteriormente, al hablar de la técnica del raspaje, la inconveniencia de usar la torunda de algodón. Como Zondek y Aschheim lo demostraron, al hacer esta torunda quedan adheri: das a las fibras del algodón una cantidad de células cornificadas de los dedos del operador, que después se mezclarán con el con» tenido del raspaje, y al campo microscópico aparecerán como for: mando parte de él, por cuanto no es posible distinguir estas célu- las cornificadas de las que se encuentran en el interior de la vagi- na. Yo lo pude confirmar plenamente. Pero no solo éste es el error posible. También con la torunda de algodón se suelen pasar a llevar células cornificadas de la vul- va, que observadas al microscopio dan el mismo cuadro. Esto no es posible evitar, aun por medio de guantes; pero sí, practicando el raspaje con una pequeña espátula. Con esta es posible, debido a su rigidez y contornos bien nítidos, introducirse directamente en la vagina sin tocar en absoluto el epitelio vulvar. De más está decirlo, que con el uso de la espátula queda eliminada por com: pleto la posibilidad de que caigan células cornificadas de los de: dos en el raspaje. V.—Duración del ciclo sexual Cada animal, puede decirse, tiene su ciclo sexual característi- co en cuanto a duración. Dentro de este ciclo, cada período tiene también una duración variable de un animal a otro. Así, para ser breve y por ser lo que más interesa al laboratorio, mencionaré la duración del ciclo sexual en el ratón y, más especialmente, en el cuy. . E. Voss. Pfliiger's Archiv. 216, 156; 1927. . Zondeck u. S. Aschheim. Klinische Wochenschrift. 22, 979; 1926. Según Long y Evans, el ciclo sexual en el ratón dura, por término medio, 5,4 días. El período del celo, que es el que más nos interesa, dura en el ratón, 27 a 33 horas. Pasando ahora al cuy, tenemos que, según Stockard y Papa- nicolaou (1917), el ciclo sexual dura, por término medio, 16 días, con fluctuaciones entre 14 y 17 días. Yo por mi parte, he observado fluctuaciones entre 11 y 21 días; pero como se vé en el cuadro de conjuntos que he hecho, la mayoría fluctúa entre 15 y 17 días. PROTOCOLO PESO PRIMER |. SEGUNDO Núm. pe en3G:s: la CIELO d SEO | 174 415 a elias [eee MET Sedes MAA po IA 175 | O AS 15 días A O O AA Ahora, respecto a la duración de los distintos períodos del ciclo sexual, podemos hacer, según Stockard y Papanicolaou, el siguiente cuadro: Período Duración Ñ | MR DETÓN L= 1 6 a 12 horas TI.— | 2 a 4 horas TI.— Sa 8 horas 01 15 a llés ces Teniendo ya una noción respecto a la duración del período del celo, podemos entrar a hacer un ligero análisis de los diferen- tes resultados obtenidos por los diversos investigadores que por este problema se han interesado. Long y Evans, que operaron en el ratón, en el cual, como ya lo sabemos, el período del celo dura de 27 a 33 horas, pudieron llegar a comprobar el celo perfecto, según ellos, en el cual se en. cuentran únicamente células cornificadas, aun cuando hayan prac. ticado un solo raspaje diario. 65 Como Stockard y Papanicolaou, operando en el cuy, han constatado que el período del celo, sin leucocitos, dura de 8 a 16 horas (la suma de los períodos Í y Il, ver el cuadro), para obser. var un celo perfecto, sin leucocitos, es necesario hacer repetidos raspajes con escasas horas de intervalo. Así, es muy explicable que Voss, practicando un solo raspaz je diario, no haya jamás llegado a obtener un cuadro de celo per: fecto. Sus raspajes, sin duda, los ha practicado, en unos casos in mediatamente antes y en otros, inmediatamente después del celo, períodos en los cuales los leucocitos están siempre presentes. (Zusammenfassung) Aus dem Physiologisten Institut der Universitaet Concepción (Chile) Direktor: Professor Dr. A. Lipschiitz Der Vaginalausstrich als Mittel, den Sexualzyklus beim weiblichen Meerschweinchen zu verfolgen. Von Oskar Soenksen, Hilfsassistent des Instituts. 1) Es wurde bei vier normalen Meerschweinchen der Verlauf des Sexual: zyklus nach der Methode des Vaginalausstrichs von SrockARD and PAPANICO- LaoU im Verlauf von 2 Monaten verfolgt. 2) Die von ZonDeEk und Ascuueim hervorgehobenen Fehlerquellen (Hornzellen der Finger und der Vulva bei Benutzung eines Wattebausches) wurden untersucht und bestaetigt. 3) Die Dauer des Zyklus (Wintermonate) schwankte zwischen 11 und 21 Tagen. d 4) Wiein den Beobachtungen von SrockarD und Papanicolaou konnte der leukozytenfreie Oestrum, allein durch Hornzellen charakterisiert, beobach: tet werden. 5) Neben den charakteristichen Hornzellen findetman haeuflig auch Leuko: zyten, was sich augenscheinlich aus folgendem erklaert: Das leukozytenfreie Sta: dium des Oestrums dauert beim Meerschweinchen bloss wenige Stunden (Sroc: KARD und Papanicolaou); wird der Vaginalausstrich nur einmal in 24 Stunden vorgenommen, so wird man in der Mehrzahl der Faelle Leukozyten beigemischt finden, weil der Ausstrich in das Prooestrum oder das Postoestrum faellt. 6) Die Annahme von Voss, eine mehr oder weniger grosse Menge von Leukozyten neben Hornzellen sei der Ausdruck einer physiologisch unvoll: bommenen («1]3, «112» und <3]4») Brunst, ist nicht berechtigt, da die jeweilige Menge der Leukozyten davon abhaengt, wie viel Stunden vor oder nach dem so kurzdauernden leukozytenfreien Oestrum der Ausstrich vorgenommen wurde. 66 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepcion (Chile) Director Prof. Dr. A. Lipschiitz Nuevas observaciones con respecto a la transplantación de ovarios conservados sobre hielo (Demostración) Por A. LIPSCHÚTZ El ovario que después de conservarse un cierto tiempo sobre hielo, se ingerta en el macho castrado, puede enraigarse en el me- sonero y recuperar su función endocrina. La función endocrina puede durar muchas semanas y aun meses. Los dos siguientes ex- perimentos son especialmente demostrativos. N.o 1.—En un macho castrado se ingertó medio ovario que anteriormente se conservó sobre hielo a una temperatura de l a 30 durante tres días. La transformación del pezón comenzó en la tercera semana después de la operación. Poco a poco los pezones aumentaron hasta una longitud de 8 mm. Había secreción de coz lostro. El animal se ha observado durante cinco meses y medio sin que hubiera una regresión. N.o 218.—En un macho castrado se ingertó un ovario ante- riormente conservado sobre hielo durante 16 días. La transforma- ción del pezón comenzó en la sexta semana después de la operas ción, y ya dos semanas después los pezones llegaron a una longi- tud de 6 mm. El animal se ha observado siete semanas y media. Como la hiperfeminización del macho es posible solamente gracias a una acción endocrina mas o menos contínua, los experl- mentos relatados demuestran claramente que los ovarios que se conservaron durante muchos días sobre hielo pueden revelar una acción parecida durante semanas y aun meses. Aus dem Physiologischen Institut der Universitaet Concepción (Chile) Direktor: Prof. Dr. A. Lipschiitz Neue Beobachtungen iber Transplantationen von auf Eis Konservierten Ovarien Von A. Lipschiitz Vel. die gleichlautende Mitteilung in der Deutschen Medizi- nischen Wochenschrift. 67 Las condiciones biológicas de la Fauna Vertebrada de Chile en la era cenozoica Por Carlos Oliver Schneider De la Academia Chilena de Ciencias Naturales. Conservador del Museo de Concepción y Profesor de Geología en la Universidad de Concepción. Las condiciones en que desarrollaron su vida los animales extinguidos en los últimos períodos geológicos ha sido, en el úl: timo tiempo, uno de los problemas mas interesantes de la paleon. tología moderna, que ha orientado su obra investigadora, no solo en el conocimiento inventariado de las formas fósiles, o sea en su estudio sistemático, sino que se ha avanzado en la ecología de esz tos seres desaparecidos. Esta nueva orientación de la ciencia de los fósiles, que ha vez nido a prestarle un interés mas cautivante, dado el carácter miste- rioso que tienen los restos de los animales extinguidos en la pez numbra de la tierra, ha formado una escuela científica, cuyos maestros que mas se destacan son Abel, (1) en Alemania; Wal: cott, (2) Osborne, (3) Matthew (4) y Scott, (5) en los Estados Unidos, que han logrado dar un impulso tan formidable a esta nueva tendencia, que no dentro de mucho tiempo, nos va permi: tir con una precisión tan exacta, como la tenemos de la fauna ac. tual, conocer lasintimidades y los menores detalles de la biología de los seres cuya vida extinguieron los elementos y cuyas huellas, casi borrosas, apenas el tiempo ha conservado. En Chile, después de precisar las especies que formaron la fauna del Cenozoico, hemos llevado nuestras investigaciones, mientras la casualidad nos brinda materiales nuevos para conti- nuar el estudio sistemático, hacia este nuevo campo de trabajo, que no solamente vá a arrojar luces de importancia sobre la fauna del pasado sino también sobre la reciente. Los resultados de estos estudios, son, en una forma concisa, el objeto de esta conferencia. No he querido extenderme en detaz lles, que si bien son preciosos para la técnica, me van a obligar a una relación pesada y en obsequio también, de la brevedad, al rez ferirme a la fauna cenozoica, me concreto solamente a los mamífe- (1): Abel. Othenio. Grundzuge der Paleobiologie der Wirbelthiere. Stutt: gart, 1914 y Methoden der Palaeobiologie. Wien. 1922. (2) Walcott. Charles. Evidences of Primitive Life. Washington. 1916. 3) Obsorne. Henry. F. Theoge of Mammals in Europe. Asia and Norh America. New York. 1910. (4) W. D. Matthew. Recent progress and trends in vertebrate Paleonto: logy. Washington 1925. (5) Scott. William. A. History of Land Mammals in the Western Hemis: phere. New York. 1923. 68 ros, que por sus raras proporciones revisten un interés muy patz ticular. Debo, sí, plantear el estado de los problemas que atañen a la cuestión y explicar los métodos usados para conseguir las conclu= siones a que se ha arribado a fin de que no se llegue a creer que estas son presentadas a priori. E Dos son los puntos generales de este tema y que marcan dos interrogaciones. ¿Cuál es el orígen de los mamíferos? Solo me voy a permitir indicar que hay dos teorías. Una, la mas antigua, sostenida por Huxley, (1) por Hubrecht, por Kings- ley, (2) que se basan en la estructura de las membranas fetales y en una correspondencia, que en mi sentir personal, es bien lejana y supuesta, entre el yunque del oído de los mamíferos y el hueso cuadrado de los batracios para hacer descender a aquellos de estos. La otra (3) teoría es fundada por Owen, y la sostienen hoy día Gregory, Osborn y Bron, quienes encuentran muy estrechas relaciones estructurales entre los reptiles de la Era Mesozoica, principalmente del triásico y los Mamíferos. (4) Otra de las preguntas que conviene contestar antes de seguir adelante en este tema, es la que se refiere a la cuna de los mamí- feros. La paleogeografía nos prueba muy claramente que la confi- guración de la tierra, no fué siempre la misma y mucho menos ha sido igual a la actual. Se cree en la existencia de un gran continente en la zona que hoy ocupa el Polo Norte y hay poderosos argumentos en favor de esta hipótesis, considerando algunos palentólogos a ese conti nente como punto de partida, orígen de los primeros mamíferos. Otra hipótesis al respecto, es la existencia de un continente 1 Huxley, T. H. Aplication of the Laws of Evolution to arrangements of the Vertebrata, and more particulary of Mamalia. London 1880. 2 Kingsley J.S. Standart Natural History. Vol V. Mammals. Boston 1884, 3 Cabrera Latorre. Angel. Manual de Mastozoología. Calpe. Madrid. 1922. 4 En algunos vertebrados fósiles hallados en terrenos triásicos dela Améri- ca del Norte como son los Tribolodon, Dresmatherium, Microconodom, no se puede especificar claramente si son mamíferos de un tipo primitivo, o sison rep tiles cinodontos. 69 en la zona que hoy ocupa el Polo Sur y que debió estar unido a una parte de nuestra América y a Australia, (1) encontrándose en él la cuna de los mamíferos, que tuvieron en la Pampa argen. tina, el más vasto desarrollo, centenares de especies diferentes y en una abundancia que no tiene comparación hoy día, ni en el centro de Africa. Las observaciones de Charcot, (2) de Nordens: kiold, de Gerlache, (3) de Artowsky, abonan perfectamente esta hipótesis. Pero un geólogo suizo, Ludwig Rutimeyer, (4) con un espíz ritu eclético que puede ser ejemplar, creó una nueva teoría al resz pecto, la teoría bipolar, segun la cual el centro de dispersión de los mamíferos serían dos, uno ártico y el otro antártico. ES ES ES Hechos estos breves paréntesis sobre los puntos generales de la cuestión, debo explicar los métodos por los cuales se ha arribas do a las conclusiones. El primer método usado para conocer la ecología de un ani: mal fósil es el estudio cuidadoso y razonado de su osteología. La dentadura nos dá la clave de su alimentación. La estruc tura y número de las vértebras cervicales, entre otros datos, indiz can perfectamente la naturaleza de tal alimentación, lo mismo que los condilos y la cresta del agujero occipital. Las costillas propor cionan la medida de la cavidad abdominal y de ahí se deduce con exactitud la dietética del animal. El cráneo mismo y muy principalmente la cavidad craneana, contribuye a dar una idea de su cerebro y aún permiten deducz ciones psicológicas seguras. (5) La disposición del sacro y la estructura de las estremidades, 1 Gaudry, en sus instrucciones para la segunda espedición de Charcot, dice: «La historia paleontológica es incomprensible, si la Patagonia, la Australia y hasta Madagascar no son parte del continente antártico». 2 Jean Charcot. Expedition antartique francaise—1903—1095. Paris 1912. Le Pourquoi Pas? dans l'antartique. París 1912. 3 De Gerlache, el geólogo de Bélgica, opina en síntesis que las islas y la Tierra de Graham, son simplemente un Andes antártico. Resultads du voyage antartique du «S. Y. Belgique», 1897, 98, 99, par A. Gerlache, De Gomery, An- vers 1901. 4. Ludwig Rutimeyer. Ueber die Herkunft unsere Tierwelt. Eine Zoogeo- graphische Skizze. Basel 1867. 5 El Dr. Chr Jakob, Director del Instituto de Neurobiología, del Hospiz tal de Alienados de Buenos Aires, ha realizado, paralelo a sus conocidos trabas jos sobre cerebros de mamíferos actuales, algunos estudios sobre moldes mode: lados conforme a las cavidades craneanas de Megaterios, Milodontes, Lestodon, Gripotherium, etc., que lo han llevado a importantes conclusiones. Puede con: sultarse el Atlas del cerebro de los Mamíferos de la República Argentina, por Jakob y C. Onelli. Buenos Aires. 1913 y von Tierhirn zum Menschenhirn von Dr. Jacob unter Cl. Onelli. Munchen. 1921. DS así como los puntos de inserciones musculares dan no solo las condiciones de movilidad sino también la medida de las fuerzas de estos animales extinguidos. Y una larga serie de detalles exteriores y secundarios, reve- lan siempre, —y a los ojos de un observador técnico—, las demás condiciones de ambiente que permiten completar el cuadro ecoló: gico de una especie extinguida. La memorable frase de Cuvier: «Dadme un hueso y os rez construiré el animal a que perteneció», marca una época en la pas leontología. Hoy día, parafraseando su pensamiento podemos dez cir; «Dadnos un hueso y os diremos como vivió el animal a que perteneció», pues esta frase marca también una época nueva en el desarrollo de la ciencia de los fósiles. Otro método auxiliar, que sirve para completar la observa: ción directa y para confrontar las deducciones es el de la aplica. ción de las analogías. En las once especies de mamiferos fósiles que he logrado in. ventariar en la fauna cenozoica de Chile, es posible dividirlos en tres grupos atendiendo a su orígen geográfico. (1) Dos de estos grupos tienen su orígen bien definido y el terz cero, por su medio original alcanza a la más vasta dispersión geo. gráfica que es posible precisar. Al primer grupo pertenecen todos los mamiferos fósiles del país que tienen su orígen en el norte, en el Artico seguramente, cuyo último centro de dispersión, por lo que a nosotros respecta fué posiblemente la meseta boliviana, principalmente Tarija, con sus colosales cementerios de mastodontes. Y la ruta desde Tarija hasta el último punto de Chile, en que se hallan fósiles de este grupo está perfectamente jalonada. El río Desaguadero y Ulloma, parecen ser el punto probable por donde se introdujeron a lo que hoy es territorio chileno. Forman este grupo las siguientes especies: Scelidodon chilensis, Lydeker. Megatherium Medinae, Philippi. Equus curvidens, Owen. Mastodon, Andium, Cuv. El otro grupo es posiblemente de un distinto tártico, y sus especies han sido encontradas en el estremo sur del país. Las halladas en Chile son: Ducicyon avus (Burm), Kraglievich. Glosotherium domesticum, Roth. 1 Oliver Schneider, Carlos. Lista preliminar de los Mamíferos Fósiles de Chile. Santiago 1926. 71 Parahiparion Saldiasi, (Roth) Sefve. Y el tercer grupo, de orígen indeterminado, que vivía en el medio marino, lo forman las siguientes especies: Otaria afinis jubata, Schaw. Delphinus Domeykoi, Philippi. Delphinus sp. Neobalaena Simpsoni, Philippi. Indicado el orígen geográfico de estas especies, con todas las reservas que convienen a una simple suposición, debo referirme a las condiciones de vida de cada especie, a su ecología. En el primer grupo tenemos: En el primer grupo de los mamiferos fósiles, o sea en los que llegaron al territorio chileno por una migración que penetró por el norte y pudo tener su orígen en Tarija, tenemos en primer luz gar al Scelidodon chilensis, hallado en la Pampa de Tamarugal y que fué donado por un súbdito inglés residente en Antofagasta, al Museo Británico, donde lo estudió y clasificó Lydekker. (1) No era esta especie mayor que el Tapir actual, siendo el más pequeño de la familia de los Mylodontes en el Pleistoceno y coz mo éllos hervíboro. (2) Otro de los representantes de este grupo es el Megatherium Medinae, que clasificó el sabio Philippi y que fué descubiérto en los alrededores de Pica el año 1882, por el historiador don José Toribio Medina, mientras en su carácter de juez militar, investi- gaba algunos hechos delictuosos. A pesar de ser la especie chilena uno de los megateridos más pequeños, debió medir más de tres metros de largo y uno cin+ cuenta más o menos de alto. Vale aquí esclarecer un error muy generalizado referente a los Megaterios. Es la creencia, muy divulgada en grabados y en re- construcciones de que los Megaterios se levantaban sobre las pas tas posteriores y la cola, sosteniéndose de los troncos de los ár= boles para ramonear. Ellos no necesitaron este esfuerzo para pos der alimentarse porque el medio ambiente en que vivieron solo tenía arbustos y fué muy semejante ala vejetación de mato rral. (5) 1) Lydekker R. Description of three species of Scelidotherium. Lon=- don 1886. 2) El Megatherium Medinac, Ph. fué hasta no hace mucho considerado como la especie M. tarigensis y sólo mediante la comparación de modelados del cráneo de éste con los que guarda la sección de Paleontología del Museo de Buenos Aires, pude comprobar. que era una especie distinta. (3) F. Ameghino. Paleontología Argentina, en Doctrinas y Descubri- mientos, Buenos Aires. 1917. 72 Fitolago, comía hojas de arbustos agarrándolos con su enorz me lengua, que debió ser muy fuerte y de una movilidad tal coz mo lo indica muy bien el desarrollo que alcanzó el hueso hioi- de. (1) Su cavidad abdominal muy semejante a la del elefante actual nos dá, por otra parte, una idea bien segura de como se compons dría su dieta. Además, es fácil deducir que sería un animal tardo y pesado como un oso. El cerebro, muy semejante indudablemente al del Meghate- rium americanum, que sobre moldes excelentes, estudió el Dr. Ja. kob, nos permiten creer por los indicios que suministran del ner- vio óptico que fué un animal de muy buena vista y la gran raiz motora del trigemino revela lo poderoso que fueron los múscuz los masticatorios. (2) Tenemos en seguida al caballo fósil de nuestras formaciones cenozoicas, del Pleistoceno de Chile. El Equus curvidens, de Owen, (3) cuyos restos fueron encontrados en Tagua-Tagua, la famosa laguna que es el osario enorme de nuestra fauna extinguiz da, en Nirivilo, cerca de Constitución, en San Antonio, cerca de la Placilla, enel departamento de Coquimbo, en la Ligua, en Con. cepción, en San Pedro, en el fundo Los Corrales, cerca de Ca rahue. : No fué el caballo fósil un animal de gran tamaño, no gustaba del pasto o no era éste muy abundante en ese entonces, porque sus molares hipsodontes, dicen claramente que fué folibo= ro y que ramoneaba en los arbustos, como hoy día lo hacen las girafas en el Africa del Sur. La estructura de loshuesos de las extremidades revelan que fué bien musculoso y por lo tanto ágil y seguramente un buen corredor. Y junto con los caballos de esta especie —que debieron ser muy sociables, porque se han encontrado muchos restos juntos, lo que 1) La alimentación del Megaterio ha sido objeto de muchas suposiciones infundadas unas, verdaderas otras. Cuvier en sus Recherches sur les Ossements fossiles, 1836, supuso de que se alimentaba de raíces y esto mismo parece creer Boule, en su estudio reciente sobre los Mamíferos fósiles recojidos en Tarija por la misión Crequí-Monfort y Senechal de La Grange. (Mission scientifique G. de Crequí-Monfort y Senechal de la Grange. Paris. 1920. Owen, Burmeister, han dado poderosas razones para poder decir que era folivoro. Don Eduardo Bos: cá del Museo Botet, de Valencia, ha opinado en la Real Sociedad Española de Historia Natural de que era insectívoro. En un interesante estudio publicado en el Boletín de esa misma institución española, el año pasado, por el eminente na= turalista Angel Cabrera Latorre, se ha vuelto a examinar la cuestión y hoy se puede decir con certeza de que los Megaterios fueron de alimentación folívora. (2, Ch. Jakob. obra citada. (3), Oliver Schneider, Carlos. Sobre el Equus curvidens, Owen. Santiago. 1919. y Lista Preliminar de los Mamíferos fósiles de Chile. Santiago. 1926. 73 indica que vivió en manadas— se han encontrado restos de Mastodontes. Los Mastodontes chilenos, de molares mamelonados, que el sabio Cuvier, en homenaje a la mole andina, denominó el Masto: don Andium. Animales enormes, más grandes que los elefantes de hoy en día. Del estudio de las extremidades anteríores de uno de ellos, hallado en Tagua-Tagua, se puede deducir que medía más de tres metros y medio de altura. Fig. 1.—Molares del Mastodon Andium, Cuv. encontrados en Carahue Abb. 1.—Zaehne von Mastodon Andium, Cuv.?(in Carahue gefunden) Su dentadura formidablemente robusta, estaba provista de dos enormes incisivos o defensas superiores y de cuatro grandes molares. En Chile, vivieron a lo largo de todo el valle central. (1) Sus restos han sido hallados en Pisagua, en la oficina salitrera Primis tiva; en Tongoy, cuando se abría un camino; en Los Vilos, junto al mar, entre una enorme cantidad de cochayuyos, y otras algas; en La Ligua, en Tierras Blancas, junto con restos de hombres prez (1) Oliver Schneider, Carlos. Distribución Geográfica de los Mastodontes en Chile. Santiago. 1927. 74 históricos; en Llampaico, en Casablanca, al hacerse un puente so- bre el estero del mismo nombre; en Pudahuel, cuyo descubridor, un ignorante, pedía 50 mil pesos por una sola muela; en el cerro del Chivato, cerca de Talca, que es el hallazgo más antiguo hecho en Chile, en el año 1835 y que según el geógrafo Astaburuaga, fué el esqueleto más completo que se encontró y que debido a la ignorancia y prejuicios incalificables, se perdió para la ciencia; en Tagua-Tagua, que desde la fecha del primer hallazgo, 1841, se han extraído restos correspondientes a doce Mastodontes; en los Baños de Cauquénes, algunos restos que don Eduardo Charme llevó a Europa; en Sauzal, Maule; Parral, en Chillán, donde se han encontrado restos correspondientes a tres ejemplares; en Ca. rahue, en donde lo mismo que en Tagua-Tagua, convivía con los caballos fósiles, y los hallazgos permiten precisar cinco ejem: plares y finalmente, en San Pablo de Tramalhue y en un fundo cercano a Osorno. Y ya que hemos pasado una somera revista a este grupo de la fauna que procedía del norte, debo referirme a lo que posible: mente ha sido la fisiografía del país que ocuparon. Una buena parte de las especies poblaron lo que hoy día es la pampa salitrera y el Desierto de Atacama, donde no puede vi vir actualmente ningún hervíboro. El estudio geológico del terreno actual, nos permiten creer que durante el Pleistoceno, por lo menos, hubo una sucesión de fases climatológicas alternativamente secas y húmedas; y restos de limo y restos de hojas nos permiten presuponer esto. Y en estas fases climatológicas se desarrolló ampliamente la fauna y la flora. Si bien el paisaje no debió ser de extensas selvas, porque no hay detalle alguno que permita suponerlo en esa región árida del norte de Chile, en cambio debieronó existir extensas llanuras her- báceas, grandes formaciones de matorrales. (1) Es sabido que junto a Pica, hace unos cuarenta y cinco años era posible pastorear el ganado y que hoy, éste debe recorrer grandes extensiones de terreno para encontrar un regular talaje. Esas llanuras herbáceas cortadas fuertemente por ríos y por lagunas, debieron tener manchas más o menos extensas de árbo- les, que han debido parecer a este aspecto típico de muchas regio- nes del Africa oriental y meridional. Mas al sur, puede ser que la fisiografía tuviera variaciones mucho más favorables a una fauna de grandes hervíboros que se extendieron a todo lo largo de nuestro valle central. (1, Briggen. Dr. Juan. Curso de Geología profesado en la Universidad de Chile. Santiago. 1921. pág. 49. 5) ES Debemos ver el segundo grupo geográfico, el de la fauna fó= sil que en Chile sólo ocupó una parte mínima del territorio, en el seno de Ultima Esperanza, en la Caverna de Eberhardt. (1) En un día feliz para la ciencia, el año 1896, se encontraron los restos conservados casi intactos de un curioso animal, al que el o preservó hasta la piel, el Glosotherium domesticum, de Roth. Fué este un animal de la familia de los Mylodontes. de un gran tamaño, dos metros de largo y un metro veinte de alto, de grandes uñas, de una piel que hoy en día se ve blanco amarillen» to, y en cuyo interior está cubierta de una serie de huesillos, muy semejantes a los porotos. Junto a él se encontraron sus coprolitos, que permitieron co nocer fácilmente su alimentación. Del análisis de estos coprolitos, según mi malogrado amigo Onelli, se pudo deducir que comía hojas de arverjilla (Latirus pus becens), tallos largos del pasto duro (Stipa ichú y Stipa bella) y también plumerillo, cola de zorro y paja brava. La forma de los coprolitos permitieron saber que poseía el intestino ciego muy desarrollado y paracolmo de la investigación sobre la dietética de este coloso fósil se pudo comprobar plena- mente que el ejemplar encontrado se encontraba superalimenta- do, pues volvían a aparecer enteras las semillas de arverjilla y las espigas de algunas gramíneas. Y para el comentario de algunos siz glos después, esos coprolitos vinieron a dar luces que el tal Glo: sotherium comía demás. Y debe haber tenido hábitos sociales, pues en su cueva se en- contraron los restos de un perro fósil, el Ducicyón avus, un antes pasado probable de nuestro actual culpeo. Y también en su compañía se refugiaba un pequeño caballo fósil, el Parahipparion Saldíasi, de cuyos escasos restos es poco probable sacar conclusiones ecológicas. En el grupo de la fauna marítima, cuyos restos se encuentran en los sedimentos de orígen marino, tenemos en primer lugar a la Neobalaena Simpsoni, de Philippi. Debió ser bastante abundan. te, pues solamente en Caldera se han hallado cuatro restos y son numerosos los puntos donde se ha encontrado. Uno de los casos (1) Las personas que deseen conocer en detalle la historia de los hallazgos de la Cueva del Mylodon pueden consultar la valiosa bibliografía al respecto, publicada por mi sabio amigo el prof. Martin Gusinde, en el tomo XXV de la Revista Chilena de Historia Natural. 76 interesantes es el de unos restos encontrados en un cerro junto a Colico, a más de 140 metros de altura al nivel del mar. (1) Como comensal de esta ballena fósil, vivía un pequeño crus: táceo cirripedio, la Coronula antiqua, Ph, (2) lo mismo que hoy en día, vive como comensal de la ballena actual, la Coronula dia+ dema Luk. Y es interesante hacer resaltar el hecho de que si la ba. llena fósil fué de menor tamaño, también lo era la Coronula de enz tonces y que hoy día se observa que en ambas especies que viven de comensales a traves de siglos y de catástrofes geológicas ha Fig. 2.—Molares, costillas y trozo de húmero del Mastodon Andium, Cuv. encontrado en Carahue Abb. 2.—Zaehne, Rippen u. ein Teil des Humerus von Mastodon Andium, Cuv. (in Carahue gefunden) habido un desarrollo correlativo, pues las ballenas y las coronulas actuales son de un tamaño triple. Y de los delfines fósiles pocos datos tenemos, pues sus restos ademas de ser escasos no pueden revelar observaciones que a ecos logía se refieran, siendo sí de suponer que sus hábitos deben ha: ber sido análogos a los delfines actuales. (1) Oliver Schneider Carlos. Lista Prel. Mam. Fós. de Chile. Santiaz (2) Oliver Schneider Carlos. La Coronula Antiqua, Pp. en Actes Societé Scientifique du Chilí, pág. 15-15. Tomo XXX. Año 1926. 77 Antes de terminar debo dejar contestada una pregunta muy común de hacer, cuando se habla de fósiles y muy principalmen. te de los grandes fósiles. Por qué se extinguieron estas especies? Las causas naturales que se indican son las de la adaptación al medio. Cuando un órgano se pierde no vuelve a aparecer, cuando se especializa o se modifica profundamente no vuelve a tomar su cas rácter primitivo, pues la evolución es irreversible. En cambio, en el ambiente, en las condiciones de vida puede darse una reversión y entonces esos grandes animales incapacita- dos para una adaptación a la inversa, tienen fatalmente que des: aparecer. No es esta, sin embargo, la única causa. Ha habido seguramente enfermedades de carácter parasitario y epidémico y ha habido también grandes cataclismos. Cabrera Latorre. el sabio naturalista español que tanto se ha ocupado de mamíferos, sostiene al respecto que no han sido los cataclismos en sí, sino las consecuencias de esos cataclismos los que extinguieron las especies, consecuencias que no solo variaron la topografía sino el clima y la vegetación. (1) Yo creo que esa explicación es cierta, pero que hay excepcio- nes y una de ellas es la que se refiere a la fauna vertebrada fósil de Chile. Y un ejemplo lo tenemos en los mastodontes chilenos, tanto los de Tagua-Tagua, de Tongoy, del Chivato, de Chillán, de Ca. rahue, murieron de pie, fueron sepultados bruscamente por algún cataclismo. Pero siguiendo la explicación dada por Cabrera Latorre, poz demos admitir que los mamíferos que lograron adaptarse a estas modificaciones sobrevivieron y muchos, aun adaptándose, queda. ron en una posición de inferioridad respecto a otros, lo que a un largo o corto plazo determinó su extinción. (2) Hemos dado una rápida mirada a las condiciones biológicas de la fauna vertebrada del cenozoico, que se extinguió a través de los elementos y del tiempo, y cuyo recuerdo llega hasta nosotros con todo el sabor de una nebulosa leyenda. La reseña que he trazado está muy lejos de ser completa y su sola finalidad es la de indicar el criterio que rije las investigacio= (1) Angel Cabrera. Manual de Mastozoología. Calpe, Madrid. 1921. 2) H. Neuville. On the estintión of the Mammoth. Washington. 1921. 78 nes paleontológicas, dando al mismo tiempo algunos de los ante- cedentes que se tienen de los gigantescos animales que en una le: jana época tuvieron posesión del territorio que habitamos y que matizándose con los elementos dieron al paisaje chileno una ani mación que no sospechamos. El que esto escribe, espera que algún día le será posible con los elementos que ha acumulado y con los que el tiempo y la constancia le permitirán lograr, poder reconstruir con más exacti- tud y más lujo de detalles este breve esquema de la biología del cenozoico chileno que deja trazado. Laboratorio de Paleontología del Museo de Concepción.— Agosto de 1927. (Zusammenfassung Aus dem Laboratorium fiir Paleontologie des Museums von Concepcion (Chile) Direktor Prof. C. Oliver Sch. Die Lebensbedingungen der Wirbeltierfauna in Chile in Kaeenozoicum. von Carlos Oliver Schneider Professor der Geologie an der Universitaet Concepción. Konservator des Museums. Zusammenfassung der vorliegenden Literatur unter Verwertung eigener Beobachtungen, die z. Z. bereits frueher veroeffentlicht worden sind. Es liegen insgesamt elf fossile Saeugerarten aus dem Kaenozoicum in Chi: le vor. Diese elf Arten koennen in drei Gruppen eingeteilt werden: 1) Fossile Saeuger, die augenscheinlich aus dem Norden stammen und deren letztes Ausbreitungszentrumszone die Hochebene von Bolivien war, nas mentlich Tarija mit seinen maechtigen fossilen Lagerstaetten. Zu dieser Gruppe werden gezaehlt: Scelidedon chilensis, Lidekker Megatherium Medinae, Philippi Equs curvidens, Owen. Mastodon Andium, Cuv. Fossile Saeuger aus dem aessersten Sueden Chiles: N Ducicyon aus (Burm), Kraglievich. Glosotherum domesticum, Roth. Parahiparion Saldiasi (Roth), Sefve. 3) Fossile Saeuger unbekannten Ursprungs, die im Meere lebten: Otaria jafinis jubata, Shaw. Delphinus Domeykoi, Phillippi. Delphinus sp Neobalaena Simpsoni, Phillippi. Betrachtungen ueber die vermutliche Oekologie der aufgezaehlten Arten; der Betrachtung liegen zugrunde die allgemeinen Knochenbefunde, die Zahn- formel, die Koprolithenbefuude u. a. m. JE) De la Dirección General de Bosques, Pesca y Caza Aclimatación y cultivo de especies salmonídeas en Chile Por el Sr. Pedro Golusda Jefe de la Estación de Piscicultura de Lautaro (Chile) La escasez de peces en nuestras aguas fluviales ha hecho con: cebir a hombres de Gobierno, como también a particulares, la idea, de traer del extranjero nuevas especies que pudieran enriz quecer la fauna de nuestros ríos y lagos. Pronto esa idea se tras dujo en hechos, pero la empresa no en todas las ocasiones se hizo con los estudios suficientes para aquilatar los beneficios o perjui: cios que pudiera acarrear la aclimatación de nuevas y determina das especies y es así, como al lado de especies útiles, se han introz ducido otras perjudicíales, como lo es, por ejemplo, el Carasino dorado (Carassius auratus). Este pez, fuera de ser sin valor apre ciable para la alimentación del hombre, ha perjudicado, mediante su cruzamiento, a otra de las especies aclimatadas, la Carpa co= mun (Cyprinus carpio). Esta última, por otra parte, si bien es un pez que puede producir carne abundante y sabrosa, la produce, en buena forma, únicamente mediante cultivo y selección esmera- dos. Pues ha de saberse, que en la Europa Central se ha logrado llevar a esta especie, mediante las artes nombradas, a un estado de progeneración maravilloso, ya que la carpa primitiva alcanzaba apenas un peso de 2 kilos, y hoy, mediante selección y cultivo, la tenemos de 20 kilos. Sin embargo, si se le entrega a una vida y reproducción libres, y a más de eso, si se le coloca en aguas poco apropiadas para sus condiciones de vida, como lo son los ríos de alguna corriente y también las aguas frías, vuelve a degenerar rás pidamente. Es esto lo que, fuera del funesto cruzamiento con el Carsino dorado, ha pasado con la Carpa comun en Chile. No obstante, la Carpa pura podría regenerarse nuevamente mediante cultivo especial, aunque es difícil que por ahora alguien quiera dedicarse a tal empresa, ya que tenemos tan pocas aguas realmente apropiadas para esa especie, que lo son las aguas estan. cadas y relativamente tibias. Hombres más conocedores de la ciencia piscícola, desde tiem= po atras han reconocido, que nuestras principales aguas dulces, tanto ríos como lagos, tan pobres en peces naturales del país, son apropiados para la vida de especies salmonídeas. ¿Han tenido razón esos observadores? Desde luego, los salmones son los pobladores genuinos de las aguas frías y correntosas y estas condiciones las tienen, precisas mente, la mayoría de los ríos y lagos chilenos. 80 En cambio, nuestros peces naturales del país, son, aunque es. to, a la simple vista, pueda parecer una paradoja biológica, poco apropiados para nuestras aguas fluviales, o mejor dicho, son apro» piados sólo para una pequeña parte de ellas. Habitan solo pequez nos trechos de nuestros ríos: los Pejerreyes en los esteros y bra- zos chicos y la Percatrucha en los remansos y partes inferiores de los grandes cursos fluviales, partes que, sumadas a una sola uni: dad, no representan ni la tercera parte de nuestras aguas fluviales. Las grandes masas de agua, en los cursos medianos de los ríos, son traficadas por la Percatrucha únicamente de tránsito, en bus: ca de algun remanso, los que no son precisamente muy numero: SOS, y el curso superior es completamente despoblado de toda es. pecie piscicola. Los Bagres se encuentran únicamente en aguas detenidas y fangosas y la Farionela, que habita solo las aguas suz reñas del país está al alcance del hombre solo en sus periódicos viajes migratorios. Estas condiciones especiales han tenido por consecuencia, una disminución aparentemente demasiado rápida, de nuestros pobla= dores acuáticos. Digo aparentemente, porque, sin desconocer las consecuencias funestas, que ha tenido parte en ello, la pesca irraz cional que se ha ejercido sin tasa ni medida, hay que convenir, que en realidad, desde principios, la existencia de nuestros peces ha sido relativamente escasa. Aparentemente el pueblo no se ha dado cuenta de este he cho. Así, por ejemplo, los primeros colonos de las márgenes del río Cautín suelen extrañarse de la rápida merma de la Percatru- cha y me cuentan, que, cuando recien llegaron, hacen como 40 años atras, y aquí permítaseme una expresión textual de ellos, veían «negrear» los cardúmenes de Percatruchas .en los remansos, y añaden con la mayor tranquilidad, que con un solo tiro de di- namita mataban centenares de peces, los que no siempre podían recoger en su totalidad. Desgraciadamente, esa gente no se daba cuenta, que con unos pocos tiros de dinamita extinguían toda la existencia de peces a unos cuantos kilómetros a la redonda, pues ese remanso era, en medio de una correntada larga, la única parte habitada para ellos. Y así es, como en un tiempo relativamente corto ha llegado a dis: minuir la existencia en forma alarmante. Las especies salmonídeas, que aprovechan precisamente todo aquel curso de nuestros ríos que desdenan los peces del país, viez nen a ser, en estas condiciones, los verdaderos salvadores de la situación. A la vez son peces que no le quitan su habitación a és: tos, ya que, a su vez desdeñan los remansos y aguas de tempera: tura algo subida, como son los cursos inferiores de los ríos. Para la mejor comprensión, quiero, antes de entrar a narrar acerca de los trabajos que se han hecho en el país con el fin de 81 introducir los salmones, dar una breve descripción de las espe: cies, que hoy día ya se encuentran aquí aclimatadas. El Salmon del Rhin (Salmo salar).—Es originario del Norte de Europa. De forma elegante y fornida, es el aristócrata entre los peces. Esta especie es probablemente la más valiosa de toda la fas milia salmonídea. Su carne compacta y muy nutritiva, rosada en sus épocas correspondientes, es muy estimada, no sólo para el consumo en estado fresco, sino que también para la industria de conserva. Adquiere gran desarrollo. Se han encontrado ejempla: res hasta de 1.50 m. de largo, con un peso dc 40 kilos. Sin emz bargo, su tamaño corriente, una vez desarrollado, suele ser de 0.80 a 1.00 m., con un peso de 6a9 kilos. Entre las 4 especies que voy a describir, es esta la única que baja al mar, lo que hace al te- ner 14 a 2 años de edad y un tamano de 20 a 30 cm. En el mar crece con mucha rapidez. Generalmente a los 3 años llega a la edad de reproducción, sin que esto quiera decir que haya llegado a su desarrollo completo, el que sólo alcanza a los 10 años. Su color fundamental es gris obscuro verdoso en el dorso, más claro en los costados, con numerosas pequeñas pintas negras y plateado en la parte ventral. A veces aparecen también en los costados unas pintas lacres. Sin embargo, el colorido general es bastante variable, espacialmente al pasar del agua del mar al agua dulce. Jamás el salmon se reproduce en el mar, sino que, llegado a ese estado, remonta los rios hacia sus cursos superiores. Antes de entrar al agua dulce, se detiene por espacio de algunas semanas en los estuarios de aguas mezcladas, con el fin de acostumbrarse al nuevo medio, pues no soporta un cambio brusco de agua sala- da al agua dulce y vices=versa. En estas condiciones suelen juntarz se en los estuarios cardúmenes considerables de esos peces, los que despues inician, en grupos más o menos grandes, el viaje ha- cia arriba, salvando sin dificultad las grandes correntadas y caídas de agua hasta la increible altura de 4 metros. Aquellos ejemplares que han entrado con mucha anticipación en los ríos, suben lentamente, deteniéndose por días y aún por sez manas en diversos puntos, pero aquellos que han entrado atrasa- dos, hacen el viaje con.mucha rapidez. Aunque el desove tiene siempre lugar a comienzos de invierno, la subida de los salmones a los ríos se efectúa en casi todo el año, pero hay períodos, durante los cuales se acentúa más que en otros. Aproximándose la época de desove, se juntan las parejas: un macho sigue a una hembra de su tamaño. Si viene un segundo mas cho, de tamaño igual, a agruparse, se entabla una lucha entre los dos machos, que no pocas veces finaliza con la muerte de uno de ellos. Y cosa curiosa, si el segundo macho que se agrupa, es de proporciones considerablemente menores, el macho grande pares ce hacer caso omiso de su presencia, lo desprecia. 82 Cada hembra busca su lugar de desove. Para el caso elige un sitio con corriente suave, que tenga fondo guijarroso. Con movi- mientos de la cola limpia de lodo una pequeña parte de fondo del río, formando una especie de nido. Allí deposita, en pequeñas porciones, sus huevos, los que inmediatamente son fecundados por el macho. La freza completa de una hembra demora general: mente 3 días. Frecuentemente la hembra cubre las ovas en seguida con ares na o piedrecitas chicas. Aunque esos peces, al remontar el río, han salido del mar gordos y robustos, el viaje hacia arriba, durante el cual comen po» co o nada, pero más que todo, el acto de reproducción los debili- ta en forma extrema. Pierden su hermoso color, las escamas se erizan. la piel se arruga y su carne, antes rosada, se pone invaria- blemente de un color blanco sucio y su sabor desmejora conside» rablemente. Inician en seguida el viaje de bajada, pero ya no se vé en el nadar aquel vigor que desplegaban en su viaje de subida. Mas bien se dejan arrastrar por la corriente y si el trayecto que tienen que recorrer hasta el mar, es muy largo, sucumbe una bue- na proporción de ellos. Pero aquellos que logran llegar al mar, aunque en estado de completa extenuación, se reponen con una rapidez increible. Felizmente, el curso de los ríos chilenos es relativamente muy corto, de modo que nuestros salmones demorarán en su viaje de regreso muy poco, y por tanto, las pérdidas por el concepto ya conocido, serán muy pequeñas o nulas, o sea, otro factor, que nos es favorable. Las ovas depositadas en el río permanecen allí en incubación durante un tiempo más o menos largo, dependiendo la mayor o menor duración de la menor o mayor temperatura del agua. Tem. peratura subida acelera la germinación del embrión, temperatura baja lo atrasa. Sin embargo, hay que advertir, que temperaturas altas son perjudiciales, en ningun caso deben pasar de 120C y oja- lá mo subieran de 10 grados. La temperatura que se puede considerar como normal, está entre 4 a 8 grados C. En el río Cautín, con una temperatura media de 79C durante los meses de Mayo a Agosto, que son los que hay que tomar en cuenta para el caso, la incubación demora un poco más de 60 días. Por término medio se calcula, que la incubación, en tempe: raturas normales, demora 45 centígrados días, o sea, si la tempera- tura media es de 5 grados, la incubación durará unos 90 días, si es de 8 grados, la duración será de unos 56 días. Temperaturas extremas, ya sea para abajo o para arriba de lo normal, hacen va= riar el coeficiente de este cálculo. El pececillo nace con una vesícula umbilical enorme, la que 83 en los primeros días le permite solo unos movimientos pequeños y torpes al recien nacido. Pero esa vesícula tiene un gran objeti: vo que llenar: constituye el único alimento del pececillo durante las primeras 3 o 4 semanas. Poco a poco va absorbiéndola y el cuerpo del animalito, que antes parecía solo un hilito con enor: mes ojos en un extremo, va adquiriendo las formas de un pececi- llo, su cuerpo engrosa visiblemente y sus movimientos se vuelven rápidos y ágiles. Ya antes de haber absorbido la vesícula en su totalidad, prin- cipia a cazar la microfauna del agua y a medida que va desarro: llándose, se va alimentando de plankton mas grueso. Las Daph. nias, los Gammarus, los Ciclops, los Cypris, los Vermes, toda cla- se de insectos y la infinidad de larvas de los mismos y mas tarde también las especies grandes de crustáceos, constituyen su alimen- to predilecto. Siendo pez voraz, no desdeña, cuando ya ha adqui- rido cierto tamaño, a sus semejantes, pero esto lo hace, una vez que ya escasean los demás alimentos. Llegado a la edad de 1) a 2 años, se va al mar, donde ad: quiere las facultades para reproducirse y una vez llegado su tur- no, repite las andanzas de sus ascendientes en la forma como aca= bamos de oir. La trucha comun de Europa (Salmo fario), llamada también trucha de los Alpes o trucha salmonada. Séame permitido adver- tir, ante todo, que esta especie nada tiene de comun con la trucha del país, la que, en realidad, no es una trucha sino una perca y cuya verdadera denominación debe ser la indicada por Gay, Phi- llippi y otros autores, que es «Percatrucha». La trucha europea es el pescado más apreciada en aquel con. tinente. Su carne es, tratándose de peces criados en la libertad de los ríos, rosada, como la del salmon comun, pero es más fina y menos seca. Su tamaño medio es de 40 a 50 cm. con un peso de 1 a 2 kilos, pero suelen encontrarse ejemplares hasta de 70 cm. con un peso de 6 kilos. Su patria son los ríos y esteros fríos del Norte de Europa, aunque hoy día ya se encuentra aclimatada y difundida, no solo en casi toda la Europa, sino también en todos los demás Conti- nentes del Globo terráqueo. Ha prosperado bien en todas partes donde se le haya colocado en medios que sus condiciones bioló: gicas requieren. Lo esencial es que las aguas sean bastante frías aunque las prefiere correntosas, también se desarrolla satisfactos riamente en lagunas, cuya temperatura máxima no exceda de 20*C, siendo, naturalmente, preferible una más baja. En cuanto a sus colores se refiere, es esta especie el verdade ro camaleón entre los peces. En cada río y aun en cada región, su colorido es distinto. Es por eso que antiguamente, en cada región se le daba nombre distinto, el que en muchas partes aun hoy se 84 conserva. Se adapta con suma rapidez al color del medio en que se le coloca. Su color fundamental es negro grisaceo verdoso en el dorso, los costados son verdesamarillentos, con manchitas ca fé obscuras, lacres, a veces también azules o blanquizcas, el vien. tre es blanco y a veces grisáceo. Su alimento consiste más o menos en las mismas especies que se han mencionado en el salmon comun. Este pez es gran cazas dor de moscas y de toda clase de insectos. En días apacibles, es- pecialmente en las tardes, se le puede observar saltando incansa- ble tras de ellos. Su crecimiento normal es de unos 10 a 15 cm. por año, du- rante los primeros 3 años, después es más lento. Llega a la edad de reproducción, igual al salmon comun, a los 3 anos. No se reproduce en lagunas, sino en agua corriente. Aun. que esta especie no va al mar, en la época del desove hace tam= bién una corta migración hacia río arriba, en busca de lugares apropiados para el objeto. Penetra en los arroyos más pequeños, donde a veces se le ve andar con medio cuerpo al aire. Pequeños bancos de piedras o arena los salvan saltando. El desove lo hacen en forma y condiciones parecidas a las ya descritas en la especie anterior. La incubación y el nacimiento de los pececillos tampoco difieren en forma apreciable. Esta especie, que se ha aclimatado muy bien en Chile, crece aquí más rápidamente y alcanza mayores tamaños que en su tie- rra de orígen, en suma, ha sido para el país una adquisición vaz liosísima. El Salmonete Arcoiris (Salmo irideus). — Es originario de NortezAmérica, aunque a Chile se le trajo desde Europa, donde se ha aclimatado muy bien. Pertenece como la especie anterior, al grupo de las truchas salmonadas. Su carne rosada o amarillenta, al ser criado en aguas libres, es parecida a la de su congénere, la trucha europea. No alcanza el tamaño, ni el peso máximo de esta última, pero su crecimiento en los primeros años es, sino mejor, alo menos igual. En cierto sentido tiene una ventaja sobre la trucha europea, la que consiste, en que soporta temperaturas más subidas que ésta, lo que la hace apta también para los cursos inferiores de nuestros ríos y para lagunas, cuya temperatura no pase de 220C. Su color es gris verdoso en el dorso y plateado en los costa: dos y en el abdómen. En los costados ne fuera de numerosas pintas negras, una faja ancha de colores arco iris desde la cabeza hasta la cola. Esa faja solo aparece generalmente a los dos años y es más intensa poco antes y durante la reproducción. Por lo demás, sus condiciones de vida y de alimentación son parecidas a las de la trucha europea. Se reproduce también en aguas con corriente, pero su desove no tiene lugar a principios, si. 85 no a fines de invierno y principios de primavera, o sea, desde fi: nes de Julio hasta Octubre. La incubación de sus ovas en igual: dad de temperatura, demora unos 8 días menos que la de le tru= cha europea. También el Salmonete arco iris seha propagado muy bien en los ríos chilenos, talvez en mayor grado que la trucha europea, cosa que, como lo veremos más tarde, la misma naturaleza se ha encargado de favorecer. Réstame todavía decir unas pocas palabras acerca del Salvelino de Arroyos (Salmo fontinalis).—Pertenece éste al grupo de los salvelinos de la familia salmonídea. Es originario de Norte-América. A Chile fué introducido desde la Argentina, de un criadero que el Gobierno de ese país posee en las cercanías del lago Nahuel-Huapi. De todas las especies salmonídeas introducidas en el país, es esta la que exige aguas más frías. Temperaturas mayores de 16-C ya no le convienen. Habita con preferencia las vertientes frías de los ríos y lagunas de aguas cristalinas, frías y profundas. Su crecimiento y su desarrollo total son parecidos al de la úl: tima especie ya descrita y su carne tampoco desmerece en nada de la de aquella. Sus colores fundamentales son parecidos a los de la trucha europea, es decir, gris obscuro verdoso en el dorso, más claro en los costados y blanquizco en el abdómen. El dorso y las aletas dorsal y caudal ostentan un adorno de líneas claras de curvas cas prichosas. En los costados tienen manchas rojas y amarillas y las partes ventrales y sus aletas se ponen rojas en algunos períodos, especialmente en el de la reproducción, en suma, es un pez de cos lorido muy hermoso. Sus condiciones de vida, alimentación y reproducción son semejantes a los de la trucha eurorea. Esta especie se ha desarrollado bien en la Laguna del Inca, a 3000 metros sobre el nivel del mar donde antes no había peces de ninguna especie y en el curso superior del Aconcagua y en el Río Blanco. En el Cautín, en su curso medio, se han observado solo hasta un año después de haber sido allí colocados. Parece que la temperatura algo elevada durante el verano, los ha ahuyentado hacia las nacientes del río. En la descripción hemos visto, que con las especies ya acli- matadas tenemos para poblar casi todas las aguas de nuestros ríos principales, excepto, naturalmente, aquellos cursos que se entis bian demasiado. La carne de nuestras especies salmonídeas cambia de color en las diversas fases de su vida y con los diversos medios de sus: tento y de habitación. Este detalle ha hecho creer a los legos en la materia, que se trataba de especies diversas. Quiero esclarecer 86 este punto con la declaración, que el color de la carne cambia in. variablemente en el acto de reproducción, de rosado a blanco, a veces de color ceniciento. Alimentos artificiales o pobres y su haz bitación en aguas estancadas también producen carne blanca. Fuera de las 4 especies descritas se trajo también, junto con el primer trasporte de ovas de Europa, una pequeña partida de ovas de Trucha de Mar (Salmo trutta). De su descendencia he podido ver solo 2 ejemplares que fueron pescados en el río Cau- tín. Además, en el año 1924, el Gobierno de Estados Unidos de Norte-América, obsequió al nuestro una partida de ovas del Sal: mon de California (Oncorhynchus tschawytscha). Es una especie que también baja al mar y sus demás condiciones biológicas son parecidas a las del Salmon del Rhin. Aunque esas ovas llegaron muy cuidadosamente embaladas, se perdió una gran parte de ellas, debido a que habían tenido que sufrir viaje excesivamente prolongado, lo que, a su vez se debió, a que de Norte-América fueron despachadas en un vapor de car ga y es así como demoraron 94 días para llegar a nuestro estable- cimiento de Piscicultura de Río Blanco. Es este un verdadero rez cord de duración de un transporte de ovas y cuando a su llega- da, nosotros creíamos encontrarlo todo en mal estado, no pudi: mos menos que maravillarnos, al ver, que aun quedaba con vida una buena parte de ellas. Los alevines resultantes fueron repartidos en los ríos: Blanco, Cautín, Maullín y Puelo. Hasta la fecha no hemos vuelto a ver nada de ellos, lo que, por cierto, no quiere decir que se hayan per- dido por completo y al contrario, esperamos encontrarlos en es: tos años en sus migraciones de reproducción. Los Salmones y la Piscicultura.—Ya hemos conocido cómo se efectúa la reproducción de las especies salmonídeas en la natu: raleza. Hemos visto que en la mayoría de las especies el desove se verifica a principios de invierno, para cuyo acto. los reproduc= tores escojen una parte del río que tenga fondo guijarroso y una corriente suave de agua, que la incubación demora alrededor de 60 a 100 días y que, aun después de nacidos, los pececillos que- daban botados, casi inmóviles, durante unas 4 semanas. He repe- tido todos esos detalles, porque precisamente en ellos veremos las causas determinantes del desenvolvimiento de la reproducción ar= tificial del salmon. Los móviles, en lo principal, son las grandes pérdidas a que está expuesta la reproducción natural. Se calcula que de las ovas, puestas en la naturaleza, se pierde el 90%/a por término medio. Hay casos en que se pierde la totalidad. Y ello es esplicable: Desde luego, en la fecundación se pierde una buena proporción, a causa de no alcanzar de recibirla. Hemos visto que la hembra larga una porción de ovas que la corriente 87 inevitablemente disemina un tanto antes que lleguen al fondo. Aunque el macho, casi simultáneamente, larga el sémen, éste, por ser tan liviano, es llevado por la corriente con mucha facilidad y las ovas, que ya han caído al fondo, no alcanzan a ponerse en contacto con los espermatozoides y es así como una parte consi: derable queda sin fecundarse, la que, desde luego está irremisiz blemente perdida. Por ese solo capítulo se pierde como el 409/0. En seguida viene el largo período de incubación, durante el cual las ovas quedan expuestas a una multitud de peligros: General: mente no falta en ese período una o más crecidas del río, donde las ovas pueden ser arrastradas, golpeadas y destruídas por la co- rriente que en estos casos es muy fuerte, igualmente pueden que: dar tapadas con fango, arena u otro material de arrastre. Signifi- can, además, un buen bocado para otros peces, crustáceos y pájas ros. Sumadas todas esas pérdidas, se explica fácilmente el total de 909/o anotado. En ríos de régimen torrencial, como lo son una buena parte de los nuestros, se acentúan aún en mayores proporciones las pér- didas comprendidas en fecundación deficiente y en las crecidas de los ríos. Aquí cabe explicar, como entre paréntesis, un punto que he mencionado en la descripción del Salmo irideus, donde he dicho, que la naturaleza favorece un tanto a esta especie, en comparación con las otras. Son dos los puntos que significan pérdidas menos en su reproducción natural: la época del desove, en la cual ya son más raras las crecidas de los ríos y la menor duración de la incu= bación. Estas gruesas pérdidas, que sufren los salmones en su repro- ducción natural, ha movido a los hombres a estudiar algun sistes ma que eliminara los diversos inconvenientes y así es, como ya en 1725, Stephan Ludwig Jacobi en Hohenhausen, (Alemania), hacía los primeros ensayos de desove y fecundación artificial de los salmones y entregando después ese producto a la incubación en agua corriente, obtuvo los resultados apetecidos. Continuó en su tarea durante varios años y a pesar de que dió a conocer a sus contemporáneos los buenos resultados de su experimento, por causas ignoradas, la prensa dió este asunto a la publicidad solo en 1763. Luego después volvió a quedar en el ol: vido, hasta que en 1848, los franceses principiaron a dedicarse a su desenvolvimiento. El Gobierno de ese país hizo instalar, por su cuenta, un establecimiento de Piscicultura en Huninque, (Alsaz cia), conel fin de dedicarse a la reproducción artificial de las especies salmonídeas. Pronto trascendió la noticia de sus buenos resultados a todo el mundo. Casi en todos los países de Europa, después también en Norte-América y SubzAfrica se instalaron establecimientos de esa índole. 88 Las ventajas principales de la reproducción artificial consis* ten en: 1.0 que la fecundación es perfecta y total y 2.0 quela incubación se verifica en aguas seguras y cons: tantes y al abrigo de todo enemigo. A pesar de todo, siempre se calcula con una pérdida de un 109/o, originada por diversas causas. Otra ventaja apreciable, aunque ya es de otra índole, consisz te en que, con ayuda de la piscicultura, el hombre puede dispo ner a su antojo de las ovas y alevines para su difusión en todo el mundo. También, gracias a la piscicultura, el salmon europeo, que ya estaba próximo a su extinción, no ha pasado a la Historia. Manera como se efectúa el desove y la fecundación arti= ficial.—Los ovarios de los peces, en su primer estado, son dos lar- gas y angostas bolsitas. Su desarrollo en el vientre materno dura, más o menos un año completo. Antes de madurar, las ovas se en- cuentran envueltas en una membrana transparente y elástica y en tre sí también están unidas por una masa gelatinosa consistente. Cuando se aproxima la completa madurez de las ovas, esta masa se pone más fluída, finalmente se rompe la membrana que las en» vuelve y ellas vienen a quedar completamente sueltas en la caviz dad del vientre. Este, que antes, al contacto de la mano; era duro y terso, ahora se siente flácido y cede al contacto del dedo. Esta es la mejor señal para conocer que las ovas están ya completamen- te maduras y el momento indicado para extraerlas. Esta operación es bastante sencilla. Se toma, con mano firme, pero con la mayorsuavidad posible, lahembra y teniendo su parte abdominal sobre una fuente seca, seoprime conlos dedos de la otra mano el vientre y las ovas saldrán con bastante facilidad. En pez ces grandes, esta operación exige 2 personas: una que tome con firmeza la cola y otra, con una mano sujete la cabeza y con la otra haga la operación de desova. Para evitar el escurrimiento del pez, se aconseja tomarlo con un paño seco. Hay que acercar la hembra lo más posible a la fuente, para evitar que las ovas se gol peen. Los peces desovados se vuelven en seguida, buenos y sanos a su elemento. Es de advertir, que también se pueden exprimir del vientre las ovas aunque no estén completamente maduras, pero en tal ca- so, la opresión tiene que ser más fuerte y las ovas salen unidas en grupos y son completamente inservibles, además, los reproduc- tores sufren daño. La fecundación se verifica, haciendo una operación semejante con el macho y teniéndolo sobre la fuente con ovas, el jugo es= permático cae sobre éstas y revolviendo el todo suavemente con 89 el dedo o con una pluma, los espermatozoides penetran rápidamen. te en los pequeños orificios, que en forma de embudo, tiene cada huevo. Inmediatamente después se cierra ese orificio y la fecun» dación está hecha. Tratándose de ovas sanas, la fecundación es completa, térmi no medio, un 999/,. El sémen de un macho, generalmente alcanza para fecundar las ovas de 2 a 4 hembras. En la práctica se desovan generalmen. te 2 a 6 hembras en una fuente y en seguida se fecundan con la 2 machos. Después de haber revuelto bien esos productos, se añade agua a la fuente y dejándola reposar así unos 10 minutos, se entregan enseguida a los aparatos de incubación. Doy por sabido que esos trabajos deben efectuarse en un lu= gar fresco. El tamaño de las ovas varía segun el porte del pez; las del Salmon del Rhin tienen un diámetro de 4 a 6 cm., las de la Truz cha europea uno de 3 a 5 cm., las del Salmonete arcoiris uno de 3 a 4 cm. y un poco más chicas aún son las de los Salvelinos. Cuando las ovas son sanas, tienen un color desde amarillen- to claro hasta el anaranjado y una apariencia transparente. Las enfermas son algo opacas y van tomando un color blanquizco, que se acentúa, cuando ya están muertas, poniéndose entonces de color tiza. Una hembra de Salmon del Rhin pone, como término medio, 3000 ovas, una Trucha europea y el Salmonete arcosiris, un mil. Las ovas de reproductores criados en la naturaleza libre, son superiores al producto de peces criados en lagunas y mantenidos con alimentación artificial. Por esta causa, los establecimientos de piscicultura se procuran, en lo posible, ovas de reproductores «silvestres», Aquí en Chile usamos reproductores de esa proce- dencia, exclusivamente. Con esto ya conocemos los detalles de las ventajas de la fe- cundación artificial, ahora nos toca conocer las del segundo pun* to, es decir, de la incubación artificial de las ovas. Para el caso se necesita, ante todo, agua limpia, constante y de temperatura apropiada, que recorra, en la abundancia necesaria, las instalaciones de la sala y sus aparatos de incubación. Los por: menores acerca de la temperatura del agua, que es uno de los puntos más importantes, ya los hemos conocido en la descripción de las especies. La sala de incubación debe ser un departamento fresco, con un clarificador o filtros de agua los surtidores necesarios para la conducción del agua a las mesas de incubación, en las cua: les están dispuestos los aparatos o cunas incubadoras. De estas últimas hay un sinnúmero de modelos diversos, algunos de ellos bastante complicados. Aquí en Chile usamos un modelo propio, 90 muy sencillo, hecho «en casa», que ha dado resultados muy satis. factorios. Consiste en una caja, cuyo fondo y las dos paredes que se enfrentan, son de una lámina agujereada de zinc. Las otras dos paz redes son de tabla. Unos listones, colocados debajo y horizon= talmente en los costados longitudinales, le sirven de pies. Estas cunas se colocan en las mesas en tal forma, que reciben el agua corriente por una de las paredes agujereadas, agua que, después de recorrer la cuna a lo largo, sale por la otra pared. De modo que las ovas colocadas en el fondo de la cuna, son bañadas cons. tantemente por agua fresca. La renovación de agua no se debe interrumpir durante toda la temporada de incubación. Durante el trascurso de ésta, hay que sacar cuidadosamente los huevitos que se hubieren muerto, pues, al no hacerlo, éstos son atacados al poco tiempo, por un hongo, (Saprolegnia), que luego se extiende también a las ovas sanas y al descuidarse, pues de inutilizarla, en breve plazo, todo el contenido de la cuna. Más o menos a los 30 días de incubación, podemos divisar, a través de la membrana del huevo, los ojos del embrión. Mien- tras que hasta esa fecha las ovas eran sumamente sensibles a los gol- pes O movimientos bruscos, desde ahora en adelante, ya se ponen más resistentes y es en este estado, en que resisten mejor los trans- portes. No quiero decir que no se pueda emprender transportes con ovas recien producidas, pero sí, quiero recalcar, que las pérdidas serán comparativamente mucho mayores en éstas que en aquellas. Algunas palabras sobre un transporte de ovas.—Si se desea poblar con salmonerios distantes o de difícil acceso, es preferible llevarlos en estado de ovas, en lugar de peces vivos. Este proces dimiento tiene varias ventajas: 1.9 Las ovas resisten transportes muy prolongados, hasta de varios meses, como ya lo hemos oído, lo queno se puede hacer con salmones viv os, salvo gastos inmensos y aun así, con riesgo de perderlo todo. 2.0 Las ovas ocupan en el transporte un volumen pequeñísimo en comparación al que ocu= paría la misma cantidad de peces vivos, lo cual se traduce en una gran economía, por diversos capítulos. 3. Debido al mismo pe- queño volumen que ocupan, pueden transportarse a mano o de a caballo a parajes inaccesibles para vehículos más o menos pesados que hay que usar para transporte de peces vivos. Esto acontece invariablemente en nuestros transportes a los ríos australes. Aquií en el país hacemos, por regla general, transportes de pes ces vivos sólo a las partes cercanas, cuya duración no exceda de 2 días, (salvo casos excepcionales en los cuales se han hecho trans: portes más largos). Transportes que exigen mayor tiempo, genes ralmente los hacemos en forma de ovas en estado de avanzada in- cubación. 91 Usamos 2 formas de embalaje para las ovas: una consiste en unos marcos bajitos, de 8 mm. de alto, sobre cuyo fondo, que es de lienzo, se coloca una capa de ovas. Agrupando esos marcos en número de 30 a 50 uno sobre otro, se colocan dentro de un cajon. refrigerador, y sobre este monton de marcos se coloca una caja con hielo, cuyas goteras mantienen las ovas en constante hume= dad. El cajon.refrigerador es una simple caja doble, cuyas entre: paredes se rellenan con aserrín o turba, para así hacer inmune su interior a la temperatura del exterior. La otra forma de embalaje varía de la descrita solo en los mar- cos, que son más altos, de unos 4 cm. Su fondo es de tela de zinc agujereado o de tejido de alambre, fino pero tieso. Sobre este fon. do se coloca una capa de musgo, que, fuera de ser blando, es muy hidrófilo. Sobre el musgo se coloca un lienzo bien lavado y sobre éste se colocan varias capas de ovas, hasta casi enterar la altura del marco. En seguida se dobla el lienzo sobre las ovas, de modo que queden completamente envueltas en él: Se agrupan tantos marcos, uno sobre el otro como hace el cajon-refrigerador. Lo esencial es, que las ovas permanezcan siempre húmedas en el cajon, que se les guarde la temperatura conveniente y que ésta sea lo más unifor- me posible. Todo eso se obtiene mediante hielo. En transportes de corta duración se puede prescindir de cajoz nes=refrigeradores y también del hielo, pero en este caso hay que usar forzosamente los marcos con musgo, para así conservar la humedad. El marco superior no lleva ovas, sino únicamente mus: go empapado en agua. Durante el transporte prosigue, como es natural, el desarrollo del embrión en el huevo. Así es, que tratándose de transportes largos, hay que tener cuidado, que no lleguen a nacer dentro del cajón, donde se perderían irremisiblemente. Nuevamente el hielo, o mejor dicho. el frío, lo utilizamos para la reducción del desarro: llo del embrión. Y mientras más largo es el transporte, más baja debe mantenerse la temperatura, con lo cual se consigue no sólo el objetivo recien mencionado, sino que también se evita o, a lo menos, se retrasa, el desarrollo de la Saprolegnia. En nuestros transportes de ovas de Europa, manteníamos la temperatura a 10C sobre cero. Naturalmente, en estos casos hay que tener mucho cuidado que la temperatura no baje a cero graz dos, pues en tal caso las ovas morirían heladas. Llegado el transporte a su destino, se procede primero a «tem: perar» las ovas, o sea, hacerlas adquirir, poco a poco, la tempera. tura del nuevo medio, en que han de ser colocadas. Esto se con. sigue, echando subre ellas lentamente un poco del agua que las ha de recibir. Aquí, naturalmente, se necesitan ahora los medios adecuados 92 para continuar la incubación. Si para ello no hay aparatos espe- ciales, las ovas se pueden esparcir sobre el lecho guijarroso del río, en una parte con corriente suave. En nuestros transportes a los ríos australes, generalmente usas mos incubadoras flotantes, las que allí se amarran en algun gan. cho de árbol que cuelga sobre el agua y la corriente del río hace en ellas el mismo efecto, como si estuvieran en las mesas incuba- doras. Una vez nacidos y en condiciones de nadar, los pececillos solos se salen del aparato, por unos agujeros hechos especialmen» te para el caso. En mi último viaje a laregión magallánica, no he podido usar esas incubadoras, porque allí me encontré con la superficie de los ríos congelada y en estas condiciones. el uso de tales aparatos es inconveniente. Allí se desparramaron las ovas en las pocas aber turas, que quedaban en el hielo, sobre el fondo de los ríos. Los pececillos recien nacidos, apenas se pueden mover, a cau- sa de la enorme vesícula umbilical con que nacen. Se amontonan, con preferencia, en los rincones de la cuna. A medida que van absorviendo el aparente estorbo de la bolsa nutritiva, se ponen más ágiles y yaa las 3 o + semanas, antes que hubieren absorvi: do por completo la vesícula, hay que principiar a proporcionarles alimento artificial. Para el caso es preferible sacarlos de la cuna y colocarlos, ya sea en los departamentos grandes de la mesa de incubación, o en estanques especiales para crianza. El alimento, que consiste en sangre cocida o pana molida, se proporciona siempre en cantida= des pequeñas, para así evitar, que queden restos de alimentos en el fondo de la laguna. Es sabido que estos peces no recojen nada del fondo, solo atrapan el alimento que va suspendido en el agua. Los alimentos que caen al fondo, no solo significan una pérdida directa, representada por su valor material, sino que también puez den causar grandes estragos por su descomposición e infección del agua. Por eso es conveniente usar alimentadores automáticos, que son una especie de ruedas hidráulicas, que se colocan en el surti- dor de agua de la mesa o laguna. En su interior se coloca una porción de alimento, el que, al ser puesta la rueda en movimien» to, va saliendo, poco a poco, por unos pequeños agujeros, hechos para el objeto, en la superficie de la rueda. Los alevines se sitúan debajo de la rueda y recojen con avidéz las pequeñas partículas, a medida que van saliendo. Una vez que los pececillos hayan aprendido a comer bien, lo que sucede bien pronto, están en buenas condiciones para ser lar. gados a los ríos. Como entre paréntesis, séame permitido mencionar aquí con algunas palabras, un fenómeno, que en otros animales se vé solo 93 muy de tarde en tarde. En la piscicultura nacen, con relativa fre- cuencia, 2 pececillos pegados uno con otro. Algunos nacen con un solo cuerpo, pero con 2 cabezas, otros, con 2 cuerpos casi com. pletos, unidos uno con otro solo en la parte ventral y en la cola. He pretendido criar ejemplares de esta naturaleza hasta don. de fuera posible, pero invariablemente se han muerto antes de 2 meses. A veces sucede que una de las cabezas se atrofia, más tar- de se cae completamente y el pececillo adquiere luego la forma de los demás y pronto no se nota nada de que haya tenido algu= na vez 2 cabezas. Algunos piscicultores atribuyen esta anormalidad a golpes que las ovas hubieren recibido en el acto del desove artificial, a causa de los cuales se ha partido el protoplasma dentro del huevi= to, originando así el desarrollo de 2 seres. Por mi parte me pares ce que hay que poner en cuarentena esa aseveración, hasta hacer estudios más detenidos sobre el particular. Transporte de alevines.— Habíamos observado el desarrollo de los pececillos hasta el momento en que estaban aptos para ser largados libres a los ríos. Tienen ahora un tamaño de2a 3 cm. Para transportarlos a alguna distancia se usan con preferencia unos barriles chatos y ovalados, construídos especialmente para el caso, con una abertura en la parte superior, que se resguarda con una tapa de rejilla. Lo esencial es, que el agua, en que van los peces, fuera de ser bastante fría, sea bastante saturada de aire, mejor dicho de oxíge- no. Pues faltándoles éste, se mueren asfixiados. El oxígeno, con tenido en el agua, se agota en más o menos tiempo, segun la den. sidad de peces, con que vaya ocupado el barril. Ahora podremos apreciar que la construcción especial de los barriles tiene su importancia. Durante el viaje en el tren o en ca. rreta, esos barriles se mecen con facilidad, movimiento que origina en el barril un oleaje envolvente, que arrastra aire y, por lo tanto, oxígeno al agua. Cuando el tren o la carreta se detiene por más de 15 minutos, es necesario mecer los barriles o proporcionarles alre mediante un fuelle o una bomba. En transportes cuantiosos y largos, usamos, con preferencia, oxígeno puro que de los tubos se reparte mediante mangueras y distribuidores especiales, como lo es, por ejemplo, el carbón de retorta, a los diversos barriles. Es peligroso hacer transportes de peces en días calurosos o abochornados; es conveniente hacerlos, en lo posible, en la tem= porada fresca. Llegados los peces a su destino, antes de largarlos, hay que «temperar» el agua, pues los peces no soportan cambios bruscos de temperatura. Por eso es necesario igualar la temperatura del barril a la del río o laguna, en que han de soltarse, echando, sen. 94 cillamenre, de esta agua tanto, y poco a poco, al barril, hasta que se note, al contacto del dedo, igualdad de temperaturas. Diferen- cia hasta de 3% no es conveniente. Ahora que ya conocemos la vida natural de los salmones, co mo también los principales detalles de su reproducción y cultivo artificial, nos será fácil comprender una breve relación de los tra= bajos que se han hecho en el país para la aclimatación y difu= sión del Salmon. Ya en los últimos decenios del siglo pasado se han hecho va= rios ensayos con este fin. A la Sra. Goyenechea de Cousiño le correspondió el honor de ser la primera en hacerlo, pero, aunque las ovas, segun las informaciones que tengo, han llegado al país en buen estado, hubo un fracaso en la incubación final de ellas. Posteriormente, el activo Director de la Quinta Normal, don Ju= lio Besnard, logró traer una partida de ovas en buenas condicio nes, de las cuales, incubadas en la Quinta Normal, resultaron unos pocos ejemplares, que alcanzaron a criarse durante algun tiempo, pero no hubo reproducción de ellos. Posteriormente se hicieron algunos ensayos más, pero todos fracasaron. Más tarde, el Gobierno encomendó el estudio de la aclimata- ción de los salmones, sucesivamente, a varias Comisiones, de las cuales, la última era compuesta por los señores Luis Pomar, G. A. Poppe y Federico Albert. Esta Comisión presentó al Gobier- no, en 1902, un estudio detallado, con acopio de datos, acerca de la materia, demostrando la posibilidad de la aclimatación y pro= poniendo, a la vez, las especies que más podían convenir al país. Esos detalles los encontrará el interesado en los siguientes foz lletos: «La Introducción de los Salmones», por Fed. Albert. 1902. Imprenta Cervantes. «Las ventajas de la introducción del Salmo= nete arco-iris» 1902, Imprenta Nacional. «¿Salmo salar o Salmo quinnat?» ¡Salmo salar!, Imprenta Nacional. En seguida, después de aceptadas las proposiciones de esta Comisión, el Gobierno encomendó a don Federico Albert los tra. bajos necesarios para llevar a cabo la empresa. Para el efecto tenía que instalarse previamente un establecimiento de Piscicultura, que debería continuar con la incubación de las ovas que habían de traerse de Europa. Como condición esencial, era necesario, que ese establecimiento dispusiera de aguas bastante frías, aún en vez rano, pues era esa la época, en que debían arribar al país. Ya sas bemos que las ovas no soportan temperaturas superiores a 120C., siendo mejor temperaturas más bajas. Con mayor razón, aquellas ovas, que debían venir durante un largo viaje a temperatura muy baja, tenían que ser recibidas por aguas especialmente frías. Tales condiciones encontró el Sr. Albert en Río Blanco, 95 departamento de Los Andes, donde procedió ainstalar el es: tablecimiento. Ya bastante avanzado el trabajo, el Sr. Albert se dirigió a Eu= ropa con el fin de llevar a la práctica el primer transporte de ovas salmonídeas. Después de procurarse allá todavía los últimos co: nocimientos en la materia piscícola, se iniciaron los preparativos del transporte. Al efecto se mandaron construir los cajones refri: geradores con sus accesorios que ya conocemos. Para atender el transporte en forma técnica, el Gobierno con. trató allí 2 piscicultores, uno de los cuales es el que habla. Nuestra tarea no era precisamente sencilla, tanto mas, por cuanto no encontramos a nadie, quien nos ilustrara acerca de transportes de esta entidad. Los piscicultores más conocidos, aun: que consideraban nuestro propósito como factible, nos augura: ban, a lo menos, el fracaso del primer transporte, el que nos serz viría de experiencia para un segundo. Felizmente, esos vaticinios tristes no se cumplieron. A pesar de todo, nos dimos confiados a nuestro cometido y a fines de Febrero de 1905 partimos de Hamburgo con 400.000 ovas de Salmo salar, Salmo fario, Salmo irideus y una pequeñísima partida de Salmo trutta. Malos consejos nos hicieron emprender este primer viaje por vía Inglaterra, donde, después de una canti= dad de viajes incómodos en diversos medios de transporte y los consiguientes trasbordos con sus inevitables golpes y movimien- tos bruscos, nos embarcamos en Liverpool en un vapor directo, que, por vía Magallanes nos debía conducir a Valparaiso. En el vapor disponíamos de un departamento refrigerado, además del hielo y agua dulce necesarios. Una vez instalados en ese departamento, nos dimos a la tarea de revisar los marcos con ovas uno por uno. Como es comprensi- ble, ya había algunos huevos muertos en cada uno de ellos y, para evitar la aparición de la saprolegnia, que, como ya sabemos, es un hongo que se desarrolla en las ovas muertas, al extenderse rápidas mente también sobre las buenas, las mata. A pesar de esta selec: ción, luego aparecían nuevas muertas y nuestro trabajo, dentro de ese departamento frío, se hacía cada día más abrumador. Ya había aparecido el temido hongo y, en nuestro afan de extirparlo, bañamos las ovas y los marcos en una solución de permanganato de potasio. Con esto se detuvo su desarrollo, pero los movimienz tos y las diferencias de temperatura, originados durante ese mani puleo, causaba, a poco, nuevas muertes. Llegados a la altura del Brasil, tuvimos que constatar, muy a pesar nuestro, que una parte de las ovas ya se encontraba dema: siado avanzada en su germinación para que pudiera resistir el vias je, aun largo, por el Estrecho de Magallanes. Sin pérdida de tiem= po nos resolvimos a llevar esa parte desde Buenos Aires via Cor- 96 dillera, acortando así el viaje en unos 12 días. En aquel entonces, el Ferrocarril Trasandino aun no estaba terminado y el viaje pre- sentaba no pocas dificultades. A pesar de todo y con la rapidez deseada llegamos al establecimiento de Río Blanco. Rápidamente se alistó la sala de incubación y después de pocas horas de colo: cadas las ovas en las incubadoras, principiaban a nacerlos pece: cillos. El resto de las ovas, que hizo el viaje por el Estrecho, llegó 12 días más tarde, en condiciones satisfactorias. En total se ha perdido durante el viaje alrededor de un 50% de las ovas, resultado que, después de las mil dificultades, se pue- de considerar como muy satisfactorio. Quiero dejar constancia, que en los transportes posteriores hemos suprimido todo manipuleo con las ovas, no se escogían las muertas, ni se daban baños de permanganato, nise hizo movi: miento alguno en las ovas. El trabajo se reducía a la colocación del hielo necesario y al cuidado de la temperatura, que se mantuz vo invariablemente a 19 sobre 0. Esto, naturalmente, lo hice, des. pués de comprobar que los movimientos entre las ovas no produ- cían beneficio alguno, mas bien, al contrario, pues, si bien se es. cogían las muertas, en cambio eran inevitables pequeños golpes y fluctuaciones de temperatura, los que, a su vez, originaban nue- vas pérdidas. En transportes manejados en esta forma, las pérdidas apenas alcanzaban a un 20%/0. Réstame decir unas pocas palabras acerca de las distribucio- nes de los alevines obtenidos y de sus resultados. El desarrollo de nuestro trabajo en Río Blanco ha seguido, más o menos, en la misma forma que ya conocimos en la descrip- ción general de la piscicultura. Una vez que la cría resultante de la incubación ha llegado a tener el tamaño conveniente, se hicie- ron los transportes de su distribución en los distintos ríos de la República. En el primer año se colocaron las principales partidas en el Aconcagua, Maule, Cautín y Tolten, y en el año siguiente, además, en el Calle-Calle y Río Bueno. Para poblar con salmones los ríos aun más australes, se hizo una «piscicultura volante» a orillas del Maullín, de donde se llevaron los alevines a los ríos Rahue, Maullín, Petrohué y Puelo. Como es natural, en los primeros años, después de haber he- cho las distribuciones, no se veía, ni se sabía nada de los salmo- nes y no faltaban voces de desaliento y hasta quejas, que todo lo decían perdido. Pero ya en 1909, es decir, 4 años después de ini- ciado nuestro trabajo, se principiaban a presentar personas, que afirmaban haber pescado salmones. En 1910 los testimonios ya eran numerosos, especialmente los de Cautín y Tolten. Ya nadie 97 podía negar la existencia de salmones en varios de nuestros ríos. Ya desde 1912, en el Cautín se inició la pesca de salmones en forz ma comercial. Y tan bueno era el negocio, que los pescadores brotaban por todas partes, se pescaba con anzuelos, con trampas y con redes. Una vez que se vió que los salmones habían logrado aclima. tarse en buenas condiciones, se suspendieron las importaciones de ovas de Europa. En cambio, para continuar la repoblación de los ríos que aun no la hubieren recibido, en 1913 se acordó la insta lación de un establecimiento de Piscicultura en Lautaro, con el río Cautín, como base, para proporcionar anualmente los repro. ductores necesarios. Ya en 1915, ese establecimiento inició sus faenas, las que continúan a satisfacción hasta la fecha. Produce anualmente alrededor de 1.000.000 de ovas o alevines y podría fácilmente duplicar o triplicar su producción, si contara con los medios económicos necesarios. Hoy día, los ríos Cautín, Tolten y Calle-Calle, fuera de la pesca para venta en estado fresco, proporcionan una cantidad de salmones para fines industriales: se ahuman y se envían a las dis- tintas ciudades del Centro del país. Pero aun más, en diversas partes cordilleranas, donde antes no se podía obtener pescado de ninguna especie y a ningun precio, hoy día, los salmones vienen, se puede decir, solos a ofrendarse a las puertas de la casa, no hay más que pescarlos. Así, por ejemplo, en las Termas de Tolhuaca, donde antes el pescado era una cosa extraordinaria, hoy se cons sumen salmones frescos todos los días, extraídos de las nacientes del río Malleco. La pesca de salmon en Villarrica y Pucon atrae anualmente una cantidad de aficionados de todas partes de la Re= pública. No son del todo raros los salmones del tamaño de un metro, que se han pescado en nuestros ríos y he tenido informaciones fi- dedignas, de que en la desembocadura del Puelo se ha pesca: do uno de 1.40 cm. con un peso de 33 kilos. Esto ya es algo ex- traordinario y se ve sólo muy de tarde en tarde en el mundo entero. Los ríos que se prestan mejor para el desarrollo de especies salmonídeas, son, sin duda, los desde el Bio-Bio hasta Magalla- nes. De los del Centro del país sólo se pueden tomar en cuenta las partes cordilleranas, talvez hasta el valle central; hay en ellos grandes pérdidas a causa de los muchos canales de riego que en algunos ríos no dejan nada de agua. Uno de nuestros principales trabajos, en la actualidad, es el de aclimatar salmones en nuestros ríos más australes, es decir, des. de Puerto Montt a Magallanes, con el fin de formar allí, para más tarde, buenas bases para la explotación industrial del salmon, coz sa que se podría obtener en algunos decenios de años. 98 Es este trabajo de mucha importancia, pues Chile es, fuera de unos dos ríos del Sur de Argentina, el único país de Sud-Améri- ca, que posee aguas realmente apropiadas para el desarrollo y cul: tivo de los salmones. Con esto creo haber dado una somera explicación acerca de la aclimatación de las especies salmonídeas en Chile y doy por terminada mi disertación. (Zusammenfassung) Generaldirektion fuer Waldbau, Fischerei und Jagd. Aklimatisierung und Zuechtung von Salmoniden in Chile. Von Pedro Golusda, Vorstand der Station fuer Fischzucht in Lautaro (Chile). Die Salmoniden eignen sich fuer die Fluesse und Seen Chiles, die zum grossen Teil eine niedrige Wassertemperatur und eine starke Stroemung aufwei: sen. Wie paradox es auch uebrigens sein mag, die einheimischen Arten sind weniger an die Verhaeltnisse in Chile angepasst, da bloss in etwa einem Drittel der chilenischen Binnengewaesser, vornehmlich im hoeher temperierten Un: terlauf der Fluesse, die Bedingungen ihnen behagen koennen; im mittleren Lauf der chilenischen Fluesse sind die einheimischen Arten nur auf den Wanderun- gen anzutreffen. Die Salmoniden kommen somit fuer jene Teile der chilenis- chen Gewaesser in Betracht, wo sie mit den einheimischen Arten in keine Kon: Kurrenz treten. In Chile sind aklimatisiert: Salmo salar (Lachs); Salmo fario (Forelle); Sal= mo iridens (aus den Vereinigten Staaten von Amerika stammend, jedoch aus Europa eingefuehrt); Salmo fontinalis (ebenfalls aus den Vereinigten Staaten stammend, jedoch (aus Argentinien eingefuehrt) Auch Salmo trutta wurden in geringen Mengen aus Europa eingefuehrt; Verf. hat jedoch nur zwei Exemplare aus dem Flusse Cautin ermitteln koennen. Im Jahre 1924 wurde auch der kali: fornische Lachs angetroffen (Rio Blanco, Cautin, Maullin, Puelo) bisher sind jedoch keine Exemplare zur Beobachtung gelangt. Bereits in den letzten Jahrzehten des vorigen Jahrhunderts wurden Ver- suche gemacht, Salmoniden in Chile zu aklimatisieren. Obwohl die Eier manch. mal wohlbehalten antrafen, scheiterten jedoch die Versuche, die Tiere zur Fortpflanzung zu bringen. Im Jahre 1902 wurde von der Regierung ein weitez rer Versuch gemacht, namentlich auf Anrezung der Herren L. Pomar, G. A. Poppe und Friedrich Albert. Der Letztere wurde mit der Durchfuehrung des Unternehmens betraut. Am Rio Blanco, in den Anden, wurde eine Station errichtet und Albert reiste nach Europa, um einen Transport in die Wege zu leiten. Der Transport wurde von zwei Fischereitechnikern bewerkstelligt; der eine derselben ist der Verfasser. Die erfahrensten Fischzuechter prophezeiten einen Misserfolg beim ersten Transport, wenn sie auch die schliessliche Durch- fuehrung des Unternehmens fuer moeglich hielten. Ende Februar 1905 verliess Verf, Hamburg mit einem Transport von 400.000 Eiern von S. salar, S. fario, S. iridens und einer grossen Menge von S. trutta. Obwohl die Seereise durch Um. ladung (England und Buenos Aires) kompliziert wurde, hatten sich ca 500]o der Eier nach der Ankunft in der Station Rio Blanco weiterentwickelt. 99 Die Eier wurden waenhrend der grossen Reise bei einer Temperatur von 1 C gehalten, Die abgestorbenen Eier wurden jeden Tag sorgfaeltig herausge- sucht. Da trotzdem Saprolegnia auftrat, wurde Permanganatloesung angewen= det. In den folgenden Transporten aus Europa wurden alle diese Manipulatio- nen vollkommen unterlassen, und die Sterblichkeit betrug darauf nur 20o]o. Wohl einen Rekord in der Versendung von Fiseheiern stellt ein Transport aus den Vereinigten Staaten dar, der 94 Tage unterwegs war. Im ersten Jahre wurden nur ausgesetzt in den Fluessen Aconcagua, Mau- le, Cautin und Tolten; Im folgenden Jahre im Calle-Calle und Rio Bueno. Spaeter wurden auch die suedlichen Fluesse Rahue, Maullin, Petrohue und Puelo versorgt. Zunaechst hielt man alle unsere Arbeit fuer erfolglos, bis im Jahre 1909, etwa 4 Jagre nach Beginn, die ersten Tiere gefangen wurden. 1910 wurde bereits vielfach ueber Fang im Cautin und Tolten berichtet. 1912 sezte im Cautin Lachsfang zu commerziellen Zwecken ein. Nun wurde der Import von Eiern aus Europa eingestellt und 1913 wurde die Station in Lautaro am Cautin begruendet, um fuer die Beduerfnisse an Brutim Lande aufzukommen. In Lautaro werden jaehrlich 1.000.000 Eier produziert. Augenblicklich wird Lachs—und Forellenfang zu kommerziellen Zwecken betrieben im Cautin, Tolten und Calle-Calle; es wird fuer den Versand geraeu- chert. Es werden heutzutage Salmoniden auch in den Fluessen'der Kordilleren gefangen. wo frueher niemals Fische zu erhalten waren, so im Malleco, von wo die Personen von Tolhuaca mit Salmoniden versorgt werden. Ebenso im Villas rrica und Pucon. Tiere von einem ¡Meter Laenge sind nicht selten; im Puelo wurde ein Lachs von 1,4 Meter Laenge und 33 kgr. Gewicht gefangen. Am geeignetsten erwiesen sich die Fluesse vom Bio-Bio bis zur Magalla: nesstrasse. In Mittel—Chile kommt nur der in der Kordillere gefangene Lachs der Fluesse in Betracht, vielleicht bis zum Laengstal herunter. Es kommen hier jedoch grosse Verluste zustande, da durch die Bewaesserungskanaele mancher Fluesse fast alles Wasser entzogen wird. Augenblicklich wird das Hauptaugen- merk gelegt auf die Aklimatisierung der Salmoniden in den Fluesen zwischen Puerto Montt und der Magallanes—Strasse, in der Hoffnung, dass es gelingen wird, so die Grundlage fuer eine spaetere industrielle Ausbeutung zu legen, die nach einigen Jahrzehnten zu erweitern waere. Die Verwirklichung dieser Auf gabe waere umso bedeutungsvoller, als Chile, mit Ausnahme einiger Fluesse im suedlichen Argentinien, das einzige Land in Sued.America ist, das Gewaesser besitzt, die sich fuer die Zucht von Salmoniden eignen, 100 Algunos ejemplos de aplicación del método gráfico en la Fisiología (*) Por A. LIPSCHÚTZ Prof. de Fisiología y Director del Instituto Fisiológico de la Universidad de Concepción Me parecía útil ilustrar a Uds. con unos ejemplos de la vida práctica de la investigación científica, la gran importancia del mé: todo gráfico. Observando como en la investigación misma se sirz ve del método gráfico Uds. comprenderán mejor su valor. El primer ejemplo se refiere a la Fisiología general de la esti- mulación. La planta reacciona a la luz; la planta se inclina frente a la luz. Es el heliotropismo bien conocido por Uds. La cuestion es poner la relación que existe entre la intensidad de la luz que esti: mula, y la duración de la estimulación que produce una reacción visible de parte de la planta. La cuestión fué estudiada simultá- neamente pero de una manera independiente, casi 20 años atrás por el investigador austriaco Fróschel y investigador holandés Blaauw. Fróschel hizo sus experimentos con gérmenes de Lepi: dium sativum rectas. Si los gérmenes se exponen a una ilumina» ción unilateral por un cierto tiempo, se produce la inclinación hez liotrópica. Siendo la luz de una intensidad de más o menos 0,83 bugías (la unidad de la luz) se necesitaban 7 a 8minutos para pro: ducir una inclinación. A una intensidad de 3,3 bugías se necesitas ban solamente 14 a 2 minutos, y a una intensidad de 15,2 bugías se necesitaban solamente La + de minuto. El experimento indica clas ramente que cuanto mayor sea la intensidad de la luz tanto menor es la duración de la estimulación que se necesita para producir una inclinación visible. Blaauw ha trabajado con gérmenes de avez na, con intensidades de luz que varían entre 0,00017 y 26.000 bu. gías. En el primer caso se necesitaba una estimulación de 43 ho. ras, en el último caso de 1/100 segundo, para producir una reac. ción visible de la parte del gérmen. Esto es, para producir en un milésimo de un segundo el mismo efecto que en 43 horas, se ne cesita una intensidad de luz más o menos 140 millones mayor. Froschel ha extendido estos experimentos y ha demostrado que con la luz solar o con la luz de una lámpara de mercurio y cuarzo puede Causarse una inclinación del gérmen aun si la iluminación dura solamente 1/2000 de segundo. Tal vez Uds. encontrarán a primera vista que se trata de una enormidad de cifras que desoz rientan. Pero vamos hacer un gráfico de los hallazgos de Fróschel. En la abcisa tenemos la intensidad de la luz que estimula; las or- (*) Trabajo presentado a la Sociedad de Biología de Concepción en la sesión del 20 de Oc: tubre de 1927, . 101 denadas son los diferentes tiempos de exposición. El tiempo de exposición que se necesita para producir una reacción visible del gérmen, se representa como una función de la intensidad de la luz estimulante. Unimos los diferentes puntos que corresponden a los experimentos. Obtenemos una curva quese llama hipérbole. (Fg. 1) 0 0828 3317 13 244 Fig. 1.—Ley de la hipérbole de las reacciones heliotrópicas. En la abcisa —intensidades de luz en bugías; las ordenadas— los tiempos de exposición correspondientes. —Según Froeschel. La ecuación de esta hipérbole es x. y =Const., o el producto de las coordenadas de cada punto de esta curva es igual al producto de las coordenadas de un otro punto cualquiera de la curva. Calcuz lando el producto de los datos de Fróschel vemos que el produc: to es más o menos igual; en cuanto se trata de desviaciones ellas A - Tiempo de exposición Producto Bugías mínima 0,83 18 5,8—6,6 3,3 122 4,96,6 12,2 1-2 6,6—9,9 se explican por los errores inevitables en la experimentación bio: lógica. Tomemos el producto en los experimentos de Blaauw; aquí también el producto es igual aunque se trata de diferencias de in. tensidad realmente enormes. Debemos suponer que el producto Intensidad. | Tiempo de ; exposición Producto Bugías mínima OT 0,00017 15 263 | 26,520 1/1000 sg. de la intensidad y del tiempo de estimulación por la luz será igual para todos los puntos de la hipérbole. Blaauw lo ha verificado experimentalmente para 26 puntos. Aho- ra bien, la ley de la hipérbole vale para las reacciones heliotrópicas de las plantas. Se pregunta si la ley de la hipérbole vale solamen. 102 te para las reacciones” heliotrópicas o si es una ley general. En un trabajo de conjunto Fróschel ha llamado la atención al hecho que a esta ley corresponden los hallazgos de Charpentier sobre la rez acción del ojo humano a estimulaciones de distintas intensidades. Von Kries y otros lo han confirmado variando la intensidad del estímulo unas diez veces. Y aún más, se ha demostrado por dife rentes investigadores el hecho que si se estimula el ojo por luces de diferentes intensidades, durante un tiempo fijo, el producto de la intensidad y de la superficie alumbrante es también constante. Se ha demostrado también la validez de la ley de la hipérbole pa- ra las reacciones geotrópicas de la planta. Y podemos decir que la hipérbole con la ecuación x.y Const. revela a nosotros una ley probablemente general de las reacciones fisiológicas. En una fór- mula sencilla, en un gráfico que se retiene fácilmente se expresa una enormidad de hechos, los más variables. Qué escala en las intensidades de la luz, que siempre siguen a la ley sencilla de la hipérbole. Discutamos otro ejemplo que es de mi observación perso. nal. Se conoce el hecho que después de la castración unilateral, y TESTES 2 WEIGHT _GRAMS Eta : ja ERA VE H+ Hp BODY weicHT GRAMS 0200 250 300 3507. 400 1450 Fig. 2.—Crecimiento de los testículos”del ratón blanco; 12 animales; —Según Donaldson. eso es, después de hacerse la ablación de un testículo, el que que- da llega a un peso mayor que un testículo normal. Se produce 103 una hipertrofia compensadora, o en otras palabras, un aumento de la masa testicular que compensa la perdida. Hace unos años repetí estos experimentos en conejos y como se esperaba, constaté unos meses después de la operación, un peso doble del testículo restante; había hipertrofia compensadora. Uno de mis animales con castración unilateral lo examiné solamente un año después de la operación. En estos animales el peso del testículo restante era = DIA coa ra NOA A! + O Eo .% : PS eS: E *, nn NE ES z ; Fig. J3.—Sección a travéz del testículo del conejo de dos meses de edad. Tubos seminíferos con un solo estrato de células. Las células del tejido intersticial revelan un núcleo pequeño; en mu= chos sitios predominan células con núcleo uniforme. Aumento 280. mucho menos pronunciado que unos meses solamente después de la operación. Me pregunté como explicarse que la diferencia entre el peso del testículo restante y del testículo normal llega a ser me- nor, cuando se examina la situación un largo tiempo después de la operación. Me dije que se trataba posiblemente de otras relaz ciones que se pensaba hasta aquí; que no se trata de una hipertro- fia compensadora, pero de un crecimiento acelerado en el sentido que el testículo restante después de la castración unilateral llega más ligero al peso normal de un testículo. Si se trata de un creci. miento acelerado, es claro que en los primeros meses después de la operación el testículo restante tendrá un peso mayor que el tes: tículo normal o un peso más adelantado que conviene a la edad; pero con el avance del tiempo el testículo restante poco a poco se acercará al peso normal. 104 Vamos a exponer esta cuestión por el método gráfico. En el cua- dro (Fig. 2) Uds. ven los diferentes datos que se refieren al peso de ratones de diferentes edades o pesos. El peso testicular expresado aquí como función de la edad o del peso del animal, y la curva que pasa por las alturas de las ordenadas (o los puntos que a ellas corresponden) es la curva del crecimiento del testículo normal. La curva nos indica que al principio el testículo rápidamente aumen» ta su peso; se produce en este tiempo la espermatogenesis que au menta enormemente el volúmen del órgano (Fig. 3 y 4). Después el crecimiento es mucho más lento acercándose el testículo poco a poco al peso final. No tenía todavía al comienzo de mis observaciones la curva de crecimiento del testículo del conejo; pero me dije que Fig. 4.—Sección a travéz del testículo del conejo adulto, de catorce meses. Tubos seminiferos en espermatogenesis. Las células del tejido intersticial con gran núcleo esférico. Aumento 280. segun todas las probabilidades la curva del crecimiento del tes- tículo en el conejo y en el cuy serán iguales a la del ratón. Si esto fuera el caso y si fuera justa la suposición anteriormente enuncia- da que el testículo restante revela, no una hipertrofia compensa: dora, sino solamente un crecimiento acelerado, la situación gráfica. mente se expresaría de la manera siguiente (Fig. 5). La curva de cre- cimiento de un testículo normal que Uds. ven en el sistema de co- ordenadas, como una línea gruesa, debería desplazarse a la iz- quierda. O, en otras palabras, deberíamos tener la misma curva, 105 pero alzando de un punto anterior de la parte horizontal. He co: piado la curva gruesa del testículo normal con papel transparente para copiar o desplazar la misma curva a la izquierda; es la curva que Uds. ven en el cuadro como línea delgada. Y aquí se revelan todas las consecuencias de la suposición de que los cambios en el 0 500 1000 1500 2000 2500 3000 Fig. 5.—Diagrama para ilustrar la hipótesis de que la llamada hipertrofía compensadora del testículo después de la castración unilateral cs solamente un crecimiento acelerado. En la abcisa —peso del animal en gramos; ordenadas —peso del testículo en grs.— La línea gruesa indica el creciz miento del testículo normal en el conejo, la línea delgada el del testículo del animal unilateralmente castrado. La línea delgada es la curva normal desplazada a la izquierda por intermedio de papel a copiar. La diferencia entre el testículo normal y el testículo restante aumenta en el período de la espermatogenesis y disminuye después. testículo restante no son otra cosa que un crecimiento acelerado. Si por ejemplo a un peso del animal de 1 kg. un testículo normal pesa más o menos 0,3 gr., el testículo restante a la misma edad debería pesar ya más de l gramo. A un peso del conejo de 1) kg. el testículo normal pesa 1,7 grs. y el testículo restante debería pe- sar 2,2 grs. En el primer caso una diferencia de más o menos 3009/0, en el segundo caso hay una diferencia de solo 35% y con el tiempo, la diferencia entre el testículo restante y el normal debe: ría disminuir. En las dos curvas que tenemos frente a nosotros hay dos su: posiciones; la una que el crecimiento del testículo normal en el conejo corresponde a la curva del ratón; la otra que el testículo restante sufre una aceleración del crecimiento. Es al experimento, a la balanza, de decidir si estas dos suposiciones son justificadas o no. Hemos comenzado a pesar testículos de conejos y cuyes normales y testículos de animales unilateralmente castrados. En el cuadro que se refiere al conejo (Fig. 6), Uds. ven con toda claridad que la curva normal del crecimiento testicular en el conejo corres. pondeala del ratón. Hay variaciones en animales normales del mis: mo peso o de la misma edad y la curva es naturalmente una cur: va media. Cómo es con los testículos restantes en la castración 106 unilateral? Si se examina un testículo restante en el animal joven de edad de más o menos 3 meses no hay diferencia con el normal; se explica esto por no haber todavía comenzado la espermatoge- nesis. Pero si examinamos el testículo a una edad de más o mez nos 5 a 6 meses se revela una diferencia muy pronunciada. Los puntos respectivos se encuentran a una distancia bastante grande de la curva media y aun de los pesos maximales de la edad res: pectiva. Y ER na gal ESO) o) AMHOT so A A A AAA AAA AAA 1000 4200 4400 100, 4100 100: 2100 1908 Do) Pr Fig. 6.—Peso del testículo del conejo normal y del conejo unilateralmente castrado. En la abcisa—peso del animal en gramos; ordenaas—peso del testículo en gramos. Un punto indica un testículo normal (51 animales); un círculo indica un testículo restante. La primera cifra cerca del círcu- lo indica la edad del animal enel momento de la castración unilateral (en semanas, W o meses M); en paréntesis el peso en kilógr.; la cifra romana indica cuanto tiempo el testículo restante se quedó en el animal. La curva del crecimiento del testículo mormal en el conejo es igual a la del ratón en la Fig. 2. En animales jóvenes, mas o menos dos meses después de la castración unilate- ral, no hay diferencia entre el testículo normal y el restante. Después la diferencia es muy grande pero finalmente la diferencia disminuye de nuevo. A una edad de más o menos l4 meses, los pesos de los tes: tículos restantes están más cerca de la curva media o de los pesos maximales. En un solo caso el testículo restante pesaba a la edad de 14 meses considerablemente más que testículos normales. En el cuadro siguiente (Fig 7) tenemos los resultados experimen. tales con el cuy. La curva del crecimiento testicular normal corres: pondea la del ratón y del conejo. Los pesos de los testículos restan- tes después de la castración unilateral corresponden más o menos a los pesos medios o se encuentran cerca de los pesos normales maximales. En vista de las variaciones fisiológicas podemos decir que el experimento con la balanza en la mano confirma la supo» 107 sición expresada en el gráfico hipotético. El experimento verificó la curva teórica. La verificación no es completa, debemos renocerlo. Como en los conejos, tanto en los cuyes había un testículo restante que tez nía un peso mayor que el normal maximal. Me permití no tomar en cuenta esta incorrección de la verificación en vista de las gran. des variaciones del peso testicular que hay en animales. Pero no sería excluso que yo me permití demasiado; tal vez esta excepción que no tomé en cuenta, indica la posibilidad de una verdadera hi: pertrofia compensadora; sería necesario examinar testículos restan tes al fin del segundo año después de la castración unilateral. O AA ñ nm 1 5 ñ L Mn ñ m ; 7 10 Korpergenidat gr Ñ e ig. 7.—Peso del testículo normal y del testículo restante en cuyes. La cifra indica el peso del animal en el momento de la castración unilateral; la cifra romana indica la duración del experi- mento. Se constata que aun en experimento de una larga duración el peso del testículo restante no sobrepasa el peso maximal del testículo normal. O para expresarlo gráficamente, la parte alta en el gráfico teórico no encontró todavía plena verificación; se necesitan más elementos o más puntos para la construcción de esta parte de la curva. Y si, como tenemos la intención, vamos a comenzar con mis jóvenes colaboradores en Concepción nuevos experimentos sobre esta cuestión, se hará esto en la forma siguiente. Yo diré a mis colas boradores de hacerme el favor de estudiar experimentalmente la parte alta indicada de la curva teórica y estoy seguro que ellos me comprenderán bien sin muchas otras palabras, diciendo la curva teórica más y de una manera más exacta que lo que podrían decir muchas explicaciones verbales. 108 Actas de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Acta de la 1. y 2%. sesión (del 16 y 30 de Abril de 1927, respectivamente) SESIÓN DEL 30 DE ABRIL DE 1927. Se abrió la sesión con asistencia de los Sres.: Gálvez, Grant, Lipschitz, Mahuzier, Oliver, Santa Cruz y Wilhelm. El Prof. Lipschútz da cuenta de los trabajos que se han reas lizado hasta la presente fecha, para fundar en Concepción una So: ciedad de Biología. Refiere que la iniciativa en este sentido nació de la necesidad y el deseo de contribuir a formar y estimular en esta nueva ciu- dad universitaria el espíritu de investigación y de trabajos, para cultivar los diferentes campos de la Biología en general, y de la Medicina experimental. Dijo el Prof. Lipschútz que con este mo- tivo y previo acuerdo con algunos colegas del profesorado uni- versitario, se había permitido invitar a una reunión preliminar, la que tuvo lugar el 16 del pte. Asistieron a dicha sesión preliminar los Sres.: Lipschútz, Galvez, Mahuzier, Oliver y Wilhelm, excusa- ron su asistencia los Sres. Grant y Santa Cruz. En aquella reu- nión, después de considerar el objeto de ella, se dió lectura a un proyecto de estatutos que para una Sociedad de Biología había confeccionado el Prof. Lipschútz. Este proyecto modificado en parte por el Prof. Mahuzier, fué objeto de un estudio minucioso. Hechas las variaciones que se habían considerado convenientes, solo restaba para dar forma a estos estatutos la redacción definiti- va de ellos, para lo cual se nombró una comisión formada por los Profs. Lipschútz, Wilhelm y Mahuzier. Habiendo ésta cumplido con su cometido, correspondía en esta reunión (2.2 sesión del 30 de Abril de 1927). dar lectura a diz cho proyecto para su respectiva aprobación. Leídos por el doctor Wilhelm dichos estatutos, (los cuales, gracias a su revisión en la sesión anterior y visados por el abogado Sr. Tomás Mora, para el caso que la Sociedad solicitara personalidad jurídica), no merecie ron ya observación alguna y fueron, en consecuencia, aprobados. A continuación cumplióse el formulismo de la firma del acta de fundación (véase pág. 1 de este Boletin), quedando así consti- tuída esta sociedad, con el nombre de «Sociedad de Biología de Concepción, (Chile)». En seguida hizo uso de la palabra el Dr. Grant, manifestando la conveniencia de nombrar un directorio provisorio para continuar los trabajos de organización de la So: 109 ciedad, y se permitía insinuar a este respecto los nombres del Prof. Lipschútz, como presidente; del Prof. Wilhelm, como secreta- rio, y del Prof. Mahuzier, como tesorero. Esta proposición fué co: rroborada por las palabras de los Profesores Santa Cruz, Galvez y Oliver. El Prof. Lipschútz, agradeciendo el honor que le confería la presidencia, dijo no poder aceptar este cargo por ser el único extranjero, como asimismo por no dominar todavía el idioma casz tellano. Estos y otros argumentos con que el Prof. Lipschútz tra- taba de excusarse, fueron refutados por el resto de los profesores presentes, quienes encomendaron al Prof. Lipschútz la presiden. cia. Después de algunas discusiones análogas respecto a los dos miembros restantes del Directorio provisorio, quedó finalmente constituído en la forma propuesta por el Dr. Grant, es decir. Presidente: Prof. Lipschútz Secretario: Prof. Wilhelm Tesorero: Prof. Mahuzier Autorizóse a dicho Directorio la impresión de los estatutos, tarjetas de invitación, etc., y facultarlo ámpliamente para los de- más acuerdos que estimaren convenientes. Se levantó la sesión a las 20.15 hs. Acta de la 33. sesión (del 18 de Junio de 1927.) Se abrió la sesión presidida por el Prof. Dr. Lipschútz, con asistencia de los Sres.: Galvez, Mahuzier, Perelló y Wilhelm. Fué leída y aprobada el Acta de las sesiones anteriores. En seguida se dió lectura a las solicitudes de socios. El Presidente comunica que se enviaron invitaciones a todo el personal docente de las Escuelas de Medicina, Farmacia y Den. tística de la Universidad local, a los señores Médicos, Farmacéu: ticos y Dentistas, como asimismo a los señores Profesores de Cien. cias Naturales y a algunos aficionados a las Ciencias Biológicas residentes en Concepción. Aunque el número de adhesiones por el momento era todavía relativamente reducido, esperaba que con insinuaciones personales podría allegarse un número mucho maz yor de estudiosos a esta nueva Sociedad científica. Se acordó tam= bién a este respecto dar a conocer los fines que persigue esta So: ciedad por intermedio de la prensa. A continuación se hicieron presente algunos tópicos de interés local que podrían servir de te- mas para charlas o conferencias para la Sociedad. Entre ellos se habló de la conveniencia de dar a conocer los estudios antropoló: gicos relacionados con los hallazgos de cementerios indios en las 110 cercanías de Concepción; tema que podría desarrollar el Prof. Oli- ver, quien ha dirigido las excavaciones. El señor Galvez refirió la conveniencia de estudiar el tenor del Fósforo y Calcio en terrenos australes de nuestra República, por cuanto tenía conocimiento que los terrenos del Sur de Chile eran muy pobres en estos elementos. Dijo el señor Galvez que esta cuestión bien merecía un pro= lijo estudio para establecer la veracidad de esta cuestión y, en ca so afirmativo, estudiar la influencia que ella tiene para la agricul- tura y sus problemas derivados. A continuacion recomendó el se- nor Mahuzier algunos problemas de Bromatología. Después de considerar varios otros temas de importancia, se fijó la próxima sesión (es decir, la 1.2 sesión general), para el Jueves 23 de Junio a las 18.30 hs:, con la siguiente tabla: 1. Lipschutz, Alejandro. Discurso inaugural. 2. Wilhelm, Ottmar. La Rhinoderma Darwinii. 3. Lipschútz, Alejandro. Demostraciones de cuyes machos hi perfeminizados (Experiencias de Steinach). Se levantó la sesión a las 20.15 hs. Acta de la 4.2 sesión (Primera Sesión General) Jueves 23 de Junio de 1927 Presidida por el Prof. Lipschútz, se abrió la sesión a las 18.35. El Secretario dió lectura de las actas de las sesiones anterio- res, las cuales fueron aprobadas sin objeción. Cuenta: Se leyeron las solicitudes de ingreso de socios ac= tivos. Tabla: 1. Lipschutz, Alejandro. Discurso inaugural. 2. Wilhelm, Ottmar. La Rhinoderma Darwinil. 3. Lipschútz, Alejandro. Demostraciones de cuyes maz chos hiperfeminizados (Experiencias de Steinach). El Profesor Lipschútz, saludó en elocuentes términos a los asistentes, y expuso los motivos de la fundación de la Sociedad de Biología y el programa que ella se había propuesto desarro llar. Consideró el Prof. Lipschitz, en su discurso inaugural, la im- portancia de la Biología en general y, en particular, su relación con las diferentes ramas que de ella habían derivado. Recordó a este respecto la necesidad de considerar a cada una de estas ramas especializadas a través de los conceptos generales de su Ciencia madre. En este sentido la verdadera apreciación de 111 las diferentes actividades profesionales derivados de la Biología encontrarían solo satisfacción espiritual, cuando ellos se encuen. tran rodeados de esa atmósfera de comprensión y conciencia en que se confunden muchas veces las leyes de la vida con la natura. leza misma. El alma filosófica que emana del taller de las ciencias biológicas constituye el más bello alimento espiritual, por cuanto ningún fenómeno biológico podría ser considerado aislado del am. biente. Después de otras muy bellas consideraciones sobre el enorme valor teórico y práctico que reviste el cultivo de la Biología, y ha- ciendo votos por la prosperidad de la nueva Sociedad de Biología, agradeció el Prof. Lipschútz el interés que los numerosos asisten. tes han demostrado por esta Sociedad y la confianza que los adhe- rentes han depositado en el Directorio provisorio. En seguida disertó el Dr. Wilhelm sobre la Rhinoderma Dar: wini. Expuso, primero, algunos datos históricos acerca de los tras bajos efectuados en este interesante anfibio. Pasó a considerar re- sumidamente algunos puntos de mayor importancia sobre la mor- fología de esta interesante ranita, haciendo hincapié en aquellos relacionados con la Neomelia. Proyectó algunas fotografías que demostraban las disposiciones anatómicas particulares de los machos; la forma como ellos albergan a los pequeños párvulos en la bolsa gutural; las diferencias anatómicas del macho y de la hembra; etc., etc. Al final de su estudio, comentó el Dr. Wilhelm la convenien- cia de experimentar en la Rhinoderma Darwinii algunos proble: mas relacionados con la transplantación de glándulas (glándulas sexuales, timo, etc.) Trabajos que podrían dilucidar algunas cues: tiones interesantes gracias a la modalidad de neomelia tan inte- resante y característica de este animal. Refiere haber comenzado con algunas experimentaciones sobre castración y transplantación de gonadas, de las cuales dará cuenta oportunamente a esta Socie- dad. Otro hecho interesante que ha podido establecer el Dr. Wilhelm, es que los pequeños párvulos extraídos de la bolsa gu: tural son capaces de desarrollarse libremente en el agua y alcan. zar la forma adulta. Ofrecida la palabra sobre este tema, siguió una interesante discusión sobre diferentes problemas. El Prof. Vergara formuló la pregunta sobre el significado de la neomelia en la Rhinoderma Darwini. Esta cuestión fué considerada por los profesores Wil: helm y Oliver, quienes explicaron este fenómeno como una de las tantas modalidades de defensa y de conservación de la especie, puesto que la Rhinoderma Darwinii vive en aguas correntosas y evitaba, precisamente, al introducir el macho los huevos en la bol: sa gutural, el peligro que los huevos o párvulos sean arrastrados a un ambiente desapropiado, que seguramente los haría desapa- 112 recer. El Prof. Lipschútz preguntó sobre el reflejo de la cópula y de las papilas del celo en esta especie. El Dr. Wilhelm dijo que no había tenido oportunidad de hacer observaciones sobre este particular. Agotada la discusión, continuó el Prof. Lipschútz con demos: traciones acerca de la hiperfeminización. Comenzó el Prof. Lipschúutz con un resumen de los hechos más importantes que revelaron las experimentaciones de Steinach en 1911 sobre masculinización y feminización experimental y llamó especialmente la atención sobre la modificación que sufría el apara- to mamario rudimentario del macho, que después de la castración y transplantación de un ovario no solo adquiría los caracteres del de una hembra adulta, sino de una hembra preñada o lactante, un estado de hiperfeminización, como ya lo designaba Steinach. Este hecho confirmado por Athias, Sand, Moore y el mismo Lipschitz puede perdurar durante varios meses. Decía el Prof. Lipschútz que estas experimentaciones eran del más alto interés porque revelan claramente la especificidad de los hormones sexuales. Ya desde 1922 había podido estudiar con sus colaboradores este fenómeno y el mecanismo de la hiperfemi- nización. Las experiencias realizadas entonces en Estonia y ahora repetidas aquí en Chile habían arrojado una cantidad de hechos del más alto interés. Resumiendo solo por ahora alguno de ellos trazaba la diferencia que existía entre el ciclo del celo en una hembra normal y un macho feminizado. Mientras el celo es cíclico y periódico en una hembra normal de cuy aproximadamente cada 15 días, en un macho feminizado este era creciente y contínuo (celo protraido). La diferencia de este fenómeno lo explicaron los trabajos histológicos, pues es sabido que el celo marcha paralela- mente a la maduración de los folículos. Pues bien, mientras esta maduración es periódica en la hembra, en el macho hiperfeminiza- do había encontrado siempre folículos maduros. Otro hecho del más alto interés que ha podido establecer el Prof. Lipschútz, gracias a una serie de combinaciones experimen. tales, es, que el período de latencia de 1 a 3 semanas representa va- rios períodos diferentes. El autor, ha trazado 3 períodos principales y bien característicos y que son: 1) período de la vascularización; 2) período de maduración folicular; y 3) período de reacción. Terminó el Prof. Lipschútz su interesante disertación con la presentación de animales operados en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción, cuyes machos castrados e hiper- feminizados por ingertos ováricos intrarenales, en los cuales se podía apreciar claramente las características mencionadas. Este trabajo está publicado en el Boletin de la Sociedad. Se levantó la sesión a las 20.15 hs. 115 5.2 Sesión (9 DE JuLio DE 1927) Sesión extraordinaria dedicada al Prof. Dr. Tadasu Saiki quien dictó la con: ferencia titulada «El Problema de la Nutrición y el Instituto de Nutrición del Japón». Véase el resumen de la Conferencia publicado en el Boletin de la Sociedad de Biología N.* 1 y 2 págs. £7 a 53. 6.2 Sesión (21 Juro pE 1927) (2.2 Sesión general Se abrió la sesión presidida por el Prof. Dr. Lipschútz, a las 18.45. I[.—Acta. Se omitió la lectura del acta de la sesión anterior. I.—Tabla. Prof. Friedrich F.—«Los árboles forestales de Chile y el problema de su aclimatación». Prof. Lipschiútz A.—«Algunas observaciones referentes al trabajo del Dr. Hans Burger sobre el crecimiento de los árboles forestales en Suiza». Conforme a la tabla el Prof. F. Friedrich dió lectura a su tras bajo titulado «Los árboles forestales de Chile y el problema de su aclimatación». El conferencista habló en primer lugar de las di: ferentes especies indígenas que han constituído y constituyen ac. tualmente la flora chilena. El Prof. Friedrich aprovechó al mismo tiempo esta oportunidad para hacer diversos comentarios acerca de las diversas características de esta importante flora. Refirió en- tre otras cosas que eran relativamente escasos los árboles que pro. porcionaban sus frutos como alimentos a los indios. Por otra par. te, los árboles introducidos a nuestro país, han prosperado admi: rablemente sobrepasando muchas veces en el desarrollo y rapidez del crecimiento a las formas originarias. Frente a este peligro de extinción de algunas formas indígenas insistió el Prof. Friedrich en la conveniencia de su respectiva conservación metódica como asimismo sobre la necesidad de su reimplantación. Terminó el Prof. Friedrich su disertación con proyecciones de láminas y fo: tografías que ilustraron profusamente a este interesante trabajo. Para apreciar los datos contenidos en el trabajo del Prof. Frie- drich puede consultarse su publicación en el Boletín de la Sociez dad de Biología N.* 1 y 2. Pág. 57. Enseguida ocupó la tribuna el Prof. Lipschútz quien expuso algunas observaciones referentes al trabajo del Dr. Hans Burger acerca del crecimiento de los árboles forestales en Suiza. El Prof. Lipschiitz refirió en su estudio comparativo los factores que influ- 114 yen en el desarrollo y crecimiento de determinadas especies de coníferas criadas en sitios de alturas y condiciones climatéricas di- versas. El Prof. Lipschiitz comentó los factores determinantes de las diferencias que en estas condiciones se establecen y relacionó los estudios del Dr. Burger con el hecho llamativo de la enorme rapidez con que algunos árboles forestales extranjeros se desarro. llan en nuestro país. Terminada la interesante exposición del Prof Lipschitz se ofreció la palabra sobre los temas leídos. El Prof. Santa Cruz hizo en primer lugar una larga relación acerca de algunos puntos de la conferencia del Prof. Friedrich, haciendo especial hincapié sobre el problema de la sustitución na= tural y artificial de la flora chilena. A este respecto citó el hecho que la explotación ilimitada de determinadas especies como por ejemplo el ulmo y el lingue, están destinados a desaparecer. Al mismo tiempo se refirió sobre la dificultad de la reimplantación de dichos árboles. El Dr. Santa Cruz además abordó fuera de otras numerosas cuestiones la influencia del terreno, de la luz, la humedad, y del clima sobre el crecimiento de los árboles foresta- les, comentando el hecho que el exceso de luz entraba el creci- miento y dijo, que probablemente este factor podría entrar en juego y valdría la pena de considerarlo para las condiciones a que están sujetos los árboles forestales chilenos en este sentido con respecto a la iluminación matutina tardía debida a la Cordillera de los Andes. El Prof. Lipschútz formuló enseguida diversas pre- guntas acerca de la historia y de la importancia de la aclimatación del pino chileno, tema que suscitó un interesante comentario. El Prof. Santa Cruz recomendó a cste respecto la obra del Prof. Mal. donado titulada «Arboricultura forestal de Chile» que contiene una cantidad de datos históricos del más alto interes. Participa ron además en este interesante comentario el Prof. Vergara, Frie- drich y los Srs. Spoerer y Vesniacov. Terminada la discusión hizo uso de la palabra el Prof. Wilhelm y se refirió a la necesidad que existe de fundar en Concepción un Instituto de Botánica o Estación Experimental similar destinada a estudiar los múltiples problemas que se refieren a la botánica como ciencia pura y como patrimonio científico de las diversas cuestiones que se desprenden de ella y que adquieren un realce especial por sus características regionales, aun más por la circunstancia de haberse suprimido la . Escuela de Agricultura de Concepción y cree oportuno insinuar esta idea a los Directores de la Universidad de Concepción. Se levantó la sesión a las 20 horas. 7.2 Sesión (28 DE JULIO DE 1927) (3.2 Sesión general) Presidida por el Prof. Lipschútz se abrió la sesión a las 18.30. 115 I.—Acta: El Secretario dió lectura a las actas de las dos sesiones anteriores que fueron aprobadas sin objeción. II.—Tabla.—Soenksen.—«El período de celo en los mamíferos». Vesniakov.—«Presentación de la película del Instituto de Fisiolo: gía de la Universidad de Zúrich referente al Beriberi». Lipschútz A.—«Nuevas demostraciones acerca de la hiperfemi:- nización en cuyes». Conforme a la tabla leyó el Sr. Soenksen su interesante estu= dio referente al período de celo en los mamíferos. El Sr. Soenk- sen se ha servido en sus investigaciones del método indicado por Stockard y Papanikolaou, practicando frotis del raspaje vaginal durante un tiempo de más de 2 meses. Al comentar la técnica ha= ce hincapié ante los errores a que pueda inducir el método de ras. paje e indica al mismo tiempo la manera de esquivarlos. E' Sr. Soenksen gracias a una técnica patológica ha podido constatar e> el Instituto de Fisiología de Concepción que la duración del celo duz rante los meses de invierno varía entre 11 y 21 días. Para la verificas ción de estos hechos se ha atenido el Sr. Soenksen principalmente a las caracteristicas y a la aparición de las células epiteliales corni. ficadas que indican el método referido. Hizo además entre nume- rosos comentarios referencia de las variaciones que experimentan los leucocitos. Terminada la disertación del Sr. Soenksen se ofrez ció la palabra. Una interesante discusión sobre diversos temas en la que participaron los Drs. Medina, Grant, Wilhelm y Lipschútz subrayó la importancia de estos interesantes trabajos y aportes ori- ginales que se hacían en el Instituto de Fisiología. El Dr. Medina se refiere al valor y al significado de la corni: ficación de las células epiteliales durante el período del celo. El Dr. Grant comentó el probable papel de los leucocitos y de sus respectivos fermentos durante la fase correspondiente del ciclo serenal. El Dr. Wilhelm insinuó la idea de practicar en lo suce sivo en las mismas preparaciones microscópicas que sirven para el control del celo las reacciones microquímicas por afinidad tinctorial, yaquees un hecho bien conocido que se refiere a los cambios de reacción química que experimenta la secreción vaginal durante el período del celo y hace mención a este respecto de los cambios de la flora (Scheidenbacillus) y fauna (Tricomonas vaginalis p. ej.) durante el período del celo. A continuación el Sr. Vesniakov demostró la película sobre el «Beriberi» del Instituto de Fisiología de la Universidad de Zúz rich y se refirió a continuación a la clasificación de las vitaminas, tema que motivó una interesante discusión en la cual participaron los Profs. Vergara, Galvez, Lipschútz, Vesniakov y Wilhelm. Enseguida el Prof. Lipschútz demostró dos cuyes de experi- mentación: el primer animal era un cuy macho, castrado, al cual se ingertó 5 meses atras, un ovario que se habia conservado pre- 116 viamente durante 3 días sobre el hielo. El animal se encuentra desde 4 3 meses en estado de hiperfeminización, lo que indica que el ovario trasplantado está funcionando durante todo este tiempo. El segundo animal es un cuy macho, castrado, al cual se ingertó 7 semanas atrás un ovario que se había conservado en iguales con- diciones que el anterior, es decir sobre hielo, pero durante 16 días. El animal se encuentra también en estado de hiperfeminiza- ción. Esteúltimo experimento demuestra dice el Prof. Lipschútz, que un ovario puede sobrevivir durante 16 días fuera del organismo. Ambos animales se sacrificarán en breve y el Prof. Lipschútz dará cuenta a esta Sociedad del resultado de las preparaciones micros: cópicas. A raíz de las demostraciones de estos animales se formu- laron diversas preguntas sobre este interesante tema. Agotada la discus; ón. Se levantó la sesión a las 20.15 horas. 8.2 Sesión (18 be Acosro DE 1927) (4.2 Sesión general) Se abrió la sesión a las 18.30 presidida por el Prof. Lips- chútz. I.—Acta.—El Secretario dió lectura al acta de la sesión anterior la cual fué aprobada sin objeción. 1.—Tabla.—Prof. Oliver Schneider C.—«Condiciones biológicas de los mamíferos de Chile en el período cuaternario». Prof. Wilhelm Ottmar.—«Nuevas demostraciones acerca de la Rhinoderma Darwinii». Conforme a la tabla ocupó el Sr. Oliver la tribuna y disertó sobre el tema aludido. Comenzó con una descripción de las dife- rentes especies fósiles que durante el período cuaternario pobla: ron nuestro territorio. Estudió enseguida con auxilio de las con» formaciones morfológicas, los respectivos hábitos fisiológicos y sus costumbres, es decir su ecología. El Sr. Oliver imprimió a su trabajo una orientación moderna encauzándola en los campos pa- leobiología. Después de tratar sobre los diferentes grupos y refiriendo su probable migración detalló e ilustró su trabajo con numerosas proyecciones de fotografías de las diferentes especies fósiles encontradas. Finalmente abordó el problema causal de la extinción de las especies fósiles. Ofrecida la palabra siguió una interesante discusión sobre esta conferencia. Enseguida el Dr. Wilhelm presentó un ejemplar macho del Rhinoderma Darwinii, de cuya bolsa gutural se habían extraído 16 pequeños párvulos. A este respecto hace presente que aun en pleno invierno, Julio y comienzos de Agosto es p>sible encontrar 117 machos incubando la cría. Contrariamente al concepto clásico que se tiene a este respecto para los anfibios y se permite insistir soz bre este particular como una condición probablemente derivada de laneomelía tan particular dela Rhinoderma Darwinii. Demostró, además, el Dr. Wilhelm 12 ejemplares de Rhinoderma Darwinil operados. Ocho de los cuales machos castrados; 2 habían recibi= do ingerto de ovarios, las 4 restantes eran hembras castradas de las cuales 2 habían recibido un ingerto testicular. El Dr. Wilhelm hizo presente que a diferencia de la técnica que había empleado para este mismo fin hacía 5 meses atrás y con la cual no había conseguido la supervivencia por más de 9 días, la nueva ténica basada principalmente en practicar la insición no ventralmente co. mo en los casos anteriores, sinó lo más lateral posible y aun latero -dorsal le había permitido conservar con éxito los animalitos opez rados por más de 15 días. El Dr. Wilhelm prometió dar cuenta a esta Sociedad de los resultados ulteriores de estas experiencias. Ofrecida la palabra sobre este tema tuvo lugar una discusión en la que participaron los Prof. Lipschútz, Vergara, Oliver y Wil: helm. Terminados los comentarios se levantó la sesión a las 20.05 horas. A. LiPscHUrz, O. WILHELM, Presidente. Secretario. 118 Prof. Alajandro Lipschiltz. Prof. Dr. Ottmar Wilhelm. Prof. Carlos Oliver Schneider. Prof. Ernesto Mahuzier. Año 1928 SUMARIO ON ñ - Prólogo.-Lipschútz, Alejandro. EA O DO y Rda Lipschútz, Alejandro.-Ley de la constancia numérica felicular, ley de la pubertad y lóbulo anterior de la hipofisis. . . . ... » 3 | Lipschúitz, Alejandro.-Gesetz der konstanten Follikelzahl, Gesetz der y Pubertaet und Hypophysenvorderlappen. - . . . +. + >» Santa Cruz, Alcibiades.-Consideraciones sobre la Flora Chilena. . . >» Santa Cruz, Alcibiades.-Betrachtungen iiber die Flora Chiles. . . . >» Wilhelm 6., Ottmar.-Los caracteres de la vejez en los perros... . . . >» 2 >» >» >» Wilhelm G., Ottmar.-Die Alterserscheinungen beim Hunde. . . . Oliver Schneider, Carlos.-Un caso de triple 'comensualismo. . . . ; Paez, Ramón.-La acción del lóbulo anterior de la hipofisis del Cuy. z Dn Ramón.-Die Wirkungen des Hyphysenvorderlappens des Ñ / Ne Srschwenchensi tao a NI SENTÍS Ñ Lipschútz, Alejandro y Veshnjakov Sergio.-El STO del ovario O di An] AO RR NN - Alexander Lipsohútz, und Sergius Veshnjakov.-Der Stoffwechsel des iso: hertenElerstocks. ro e o a E AE » 86 Soenksen, Oscar.-Algunas contantes de la sangre de la ON Chilena. (Galyptocephalas Galdós de NA ELO O 8, -Soenksen, Oscar.-Uber die Blutkorperchen des chilenischen Frosches Calyptocephalus Gay. a 91 - Lipchiltz, Alejandro.- Observaciones sobre el crecimiento de varias especies de pino: en Concepción. 0. a OZ Alexander Lipchiitz -Beobachtungen úúber das Wachstum verschedener AOS A A A A -Soenksen, Oscar.-Nuevas observaciones sobre el celo del cuy. . . . SE 'Saenksen, Oscar.-Forgesetzte Untersuchungen iiber den Vaginalaus- strich und die Brunst des Meerschweinchens. . . . . , » 101 BOLETÍN DE LA SOCIEDAD DE BIOLOGÍA DE CONCEPCIÓN (Chile) Publicación auspiciada por la Universidad de Concepción COMISIÓN REDACTORA Prof. Dr. Alejandro Lipschitz. Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Prof. Carlos Oliver Schneider. Prof. Ernesto Mahuzier. Prof. Dr. Alcibíades Santa Cruz. Tomo Il Núm. 3 Año 1928 PRÓLOGO Al publicar el segundo tome de nuestro Boletín, nos es gra- to dejar constancia de ciertos acontecimientos que tuvieron lugar en la vida de nuestra Sociedad La Société de Biologie de París nos hizo el gran honor de acep- tarnos como sociedad afiliada, sobre la misma base como varias so- ciedades de biología en Europa y la América Latina. Podremos de esta manera trabajar en el futuro con el apoyo moral de nuestros colegas en Francia y tendremos la posibilidad de dar a conocer re- gularmente en los Comptes Rendus de la Société de Biologie los tra- bajos experimentales originales, ejecutados en los laboratorios de esta Universidad y comunicados en las sesiones de nuestra Socie- dad. Por intermedio de los Comptes Rendus de la Société de Bio- logie, las publicaciones de los cuales se relatan en Alemania, Inglate- rra, Italia, Estados Unidos y otros países, tendremos en futuro to- das la posibilidades de dar a conocer con la brevedad posible el tra- bajo experimental que se hace en nuestra Universidad, en los centros científicos de Europa y de la América del Norte. Es para nosotros que trabajamos en la investigación científi- ca, el medio de estrechar las manos a los que en todo el mundo per- siguen los mismos fines. Expresamos aquí a la Société de Biologie de París nuestros profundos agradecimientos. No menos grato es para nosotros de comunicar, que el Di- rectorio de nuestra Universidad ha acordado a nuestra Sociedad los medios necesarios para la publicación anual del “Boletín” y para la publicación de nuestras comunicaciones en los Comptes Rendus de la Société de Biologie. Esperamos que nos será posible de mos- trarnos dignos del gran sacrificio económico, hecho por la Univer- sidad en favor de nuestra Sociedad Una vez afirmada la vida regular de nuestra Sociedad, nos hemos permitido, en cumplimiento del artículo 4 de los Estatutos, nombrar los miembros honorarios y correspondientes de nuestra So- ciedad. Dice el punto b) del artículo 4 de los estatutos que “Serán miembros honorarios y correspondientes los que, por sus servicios prestados al fomento de la ciencia biológica en Chile y en la Ame- rica Latina, sean destinados en tal carácter en una sesión especial”. La Sociedad, unánimemente y por aclamación, nombró en el año 1928 como primer miembro honorario al Prof. Dr. EUGEN STEINACH en Viena, por los trabajos fundamentales que han in- fluenciado grandemente los trabajos de investigación en dos labora- torios de nuestra Universidad. En el año 1929 nombramos como miembro honorario al Profesor Dr. EUGENE GLEY, del College de France, en París, en reconocimiento de la gran avuda que él nos prestó en la publicación de los trabajos experimentales de los laboratorios de nuestra Universidad en Francia y en reconocimien- to de los servicios prestados a nosotros en la afiliación a la So- ciété de Biologie. Nombramos como miembro honorario al Prof. Dr. BERNARDO HOUSSAY en Buenos Aires, en reconoci- miento de la vastísima labor que él ha desarrollado para el cultivo de las ciencias biológicas en la América Latina y en reconocimiento de la rara abnegación que él ha revelado en esta labor. Nombramos como miembro honorario al Profesor Dr. JUAN NOÉ, el cual ha pres- tado durante largos años sus servicios científicos a nuestro país, fo- mentando la ciencia biológica e influenciando el desarrollo del profe- sorado en Chile, que llegó a ser su segunda patria. Hemos nombrado al Profesor Dr. CARLOS E. PORTER como miembro corres- pondiente de nuestra Sociedad, en reconocimiento de la labor infa- tigable en la zoología sistemática y en reconocimiento de la abnega- ción, que él ha revelado en el fomento de las publicaciones científi- cas en nuestro país. ASAEIES CONOANZ? , 1 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Ley de la constancia numérica folicuiar, ley de la pubertad y lóbulo anterior de la hipofisis. Conferencia dada en marzo de1928 en la Sociedad de Biología de Concepción Por ALEJANDRO LIPSCHÚTZ El propósito de mi conferencia de hoy día es de discutir algunas leyes fundamentales de la Fisiología Sexual y de dar cuenta de las relaciones que existen entre estas leyes y los últimos hallazgos sobre las funciones del lóbulo anterior de la hipófisis IL La ley de la constancia numérica folicular dice que el número de folículos primarios que entran en desarrollo folicular, y el de- sarrollo a que los folículos llegan, depende de factores extraovári- cos y que en condiciones normales el número es constante para la especie dada. Esta ley se basa sobre una gran variedad de experimen- tos hechos por los investigadores durante los últimos veinticinco años, y sobre experimentos que él que escribe, junto con sus colaborado- res hizo especialmente en los años 1920 a 1925. Los hechos prin- cipales que están a la base de esta ley, son los siguientes: 1) El número de jóvenes que es constante para una especir, queda normal, si se hace la ablación de un ovario. Este hecho es conocido ya desde el siglo XVII (HUNTER) y se comprobó al- gunos años atrás por varios investigadores (DONCASTER y MARSHALL, KING). Ultimamente HAMMOND y ASDELL hicieron experimentos muy exactos sobre esta misma cuestión. En un experimento de HAMMOND y ASDELL con conejos había 30 crías de 10 hembras normales con 243 jóvenes o 8,1 por cría; de 9 hembras con un sólo ovario había 27 crías con 190 jóvenes o 7 1 por cría. En un experimento mío con cuyes había 16 crías de 8 hembras normales, con 43 jóvenes o 2,73 por cría; de 4 hembras con un sólo ovario hubo 6 crías con 16 jóvenes o 2,67 por cría. Las cifras revelan claramente que con un sólo ovario se produ- ce un número de jóvenes casi igual al que se produce con dos ova- rios - Aquí en Concepción hemos observado varias hembras del cuy, unilateralmente castradas, hasta 2 años después de la operación. No hemos hecho una estadística del número de jóvenes, limitándonos a constatar que en varias crías de estas hembras había hasta 4 jóve- nes cifra muy raramente sobrepasada en la hembra normal. 2) El número de jóvenes queda normal aun si se hace una castración subtotal, esto es, si se deja en el organismo solamente un 3 pequeño fragmento ovárico. En una serie de experimentos de HAM- MOND y ASDELL con conejos, hubo de 6 hembras con fragmien- tos ováricos 18 crías, con 112 jóvenes o 6,2 por cría; 6 hembras normales dieron también 18 crías con 135 Jóvenes O) e cála. Es una reducción del número de jóvenes por cría de 17%, mien- tras que el número de folículos primarios se redujo por castración subtotal de más o menos 80%. 3) El número de cuerpos amarillos que resultan de la ovula- ción de un folículo maduro, queda normal después de la castración unilateral o subtotal. ARAI, en el laboratorio de DONALDSON (Wistar Institute), constató que en el ovario de la rata unilateral- mente castrada, hay el número doble, o aun más, de cuerpos amari- llos. Especialmente demostrativas son las cifras de HARTMAN con- seguidas en experimentos con el oposum, una especie extremada- mente reproductiva. En los ovarios de 11 animales unilateralmente castrados había 331 cuerpo amarillo, o 30,1 por ovario; en cada ovario de 200 animales normales había 11 cuerpos amarillos. El número de cuerpos amarillos queda normal, aun si se in- gerta un fragmento ovárico. En fragmentos ováricos ingertados en el riñón hemos encontrado hasta 3 cuerpos amarillos. ) Queda normal después de la castración parcial el número de los folículos primarios que entran en desarrollo folicular, con- tando los que llegan a la madurez y a la ovulación (vea 1, 2 y 3), y los que llegan solamente hasta un cierto punto en su dessrrollo para sufrir después la atresia. ARAI lo ha demostrado en la rata unilateralmente castrada, haciendo un recuento o “inventario” exacto de todos los folículos en ovarios normales y ovarios quedan- tes después de la castración unilateral, PEAR y SCHOPPE, demos- traron lo mismo en gallinas con fragmentos ováricos. Por el fenómeno discutido en este párrafo se explica la lla- mada hipertrofia compensatoria del ovario o del fragmento ovári- co después de la castración parcial, como lo han constatado varios investigadores y como lo hemos comprobado yo y mis colaborado- res en Estonia. El ovario del conejo y de la rata, en animales unila- teralmente castrados, aumenta y aún doble su peso. También el fragmento ovárico puede aumentar tan considerablemente su peso que llega hasta pesar como un ovario normal. Esto se comprende fácilmente, si se toma en consideración que en tales ovarios restan- tes o fragmentos ováricos hay un número de folículos en desarro- llo que corresponde a dos ovarios normales enteros. 5) En un fragmento ovárico pueden finalmente agotarse casi por completo los folículos primarios. El ovario tiene su reserva fija de folículos primarios; su número disminuye poco a poco con la edad, usándose los folículos primarios para el desarrollo folicular (folículos que maduran o que sufren la atresia); pero normalmen- te nunca se agotan. Ahora, si en un fragmento ovárico hay, diga- 4 mos sólo un 10% del número normal de folículos primarios y sl el número de folículos que entran en desarrollo queda normal, el número de folículos primarios disminuirá en un fragmento rápi- damente. Esto es lo que yo y mis colaboradores WAGNER, VOSS y otros hemos demostrado experimentalmente haciendo un recuen- to de todos los folículos primarios en fragmentos ováricos en el coneja y en el gato. Hemos aún encontrado fragmentos ováricos casi desprovistos de folículos primarios—la fuente se había agotado finalmente. Si más del fragmento ovárico se deja en el organismo un ovario entero, no se produce la disminución de folículos pri- marios. El fragmento ovárico a veces está lleno de folículos de un diá- metro mayor que en folículos normales. Los folículos se transfor- maron en el fragmento en quistes. Muy interesante es también el hecho de que las células en la pared del folículo quístico pueden pre- sentar cambios que parecen semejantes a los que aparecen en el cuer- po amarilllo . 6) El promedio de folículos maduros por cada ovario es. siempre igual del lado derecho e izquierdo, y con esto queda igual el número de embriones en el útero derecho y en el izquierdo, para una especie dada. Varios investigadores hicieron un recuento de em- briones en el útero. de la laucha. PARKES encontró 49,29%, de los embriones en el útero derecho, y 50,29%, se encontraron en el útero izquierdo. Se ve que el promedio es igual para ambos lados. DUN- FORTH y DE ABELE recientemente han examinado estadística- mente la cuestión en 500 animales para establecer las variaciones entre el útero derecho e izquierdo El promedio de embriones fué de 6,35 por laucha, de los cuales 3,16 del lado izquierdo, y 3,19 del lado derecho. 7) Si en animales normales un ovario produce un número ma- yor de folículos, el otro revela la tendencia de producir menos. En la estadística de DUNFORTH y DE ABELE había 108 animales con 3 embriones en el útero derecho. De estos mismos animales 81 revelaron un número igual o mayor en el útero izquierdo. Ahora, la situación numérica cambia totalmente, si se consideran los ani- males con un número mayor de embriones. Había, por ejemplo, 66 casos con 5 embriones del lado derecho; de estos 66 casos solamen- te 11 revelaron un número igual o mayor del lado izquierdo. Ha- bía 29 casos con 6 embriones del lado derecho; de estos 29 casos, ninguno reveló un número igual del lado izquierdo Había también 29 casos con 6 embriones del lado izquierdo: de estos 29 casos tampoco ninguno reveló un número igual del lado derecho. 8) Si se ingerta en hembras normales un tercer ovario, en el último, aún si se enraiga, el desarrollo folicular es deficiente y en ge- neral no se forman cuerpos amarillos. En el ingerto ovárico en la hembra: cuy castrada, en la mayoría de los casos hay cuerpos amari- a) llos; aún en un fragmento ovárico puede haber un número normal de cuerpos amarillos (vea 3). A] contrario, en cuatro hembras cor. ambos ovarios normales, en los cuales ingertamos un ovario adicional y en los cuales el ovario se enraigó y sobrevivió hasta 8 meses, nun- ca hubo cuerpo amarillo y hubo solamente en un sólo caso un fo- lículo desarrollado; los folículos quedaron en los otros casos poco desarrollados. Los ovarios misimos de estos animales revelaron cuer- pos amarillos en número normal. 9) Mientras que por la castración unilateral no se disminuye el número de jóvenes en la cría (vea parágrafo 1), disminuye has- ta la mitad si se hace una resección unilateral del útero, conserván- dose intactos ambos ovarios. Basta hacer más de la resección uni- lateral del útero, la ablación del ovario de este mismo lado, para que el número de jóvenes llegue a ser normal (experimentos de CREW). 10) Los fenómenos descritos referentes al ovario pueden ob- servarse cuanto a su verdadera esencia, también en el testículo. Con la ablación de un testículo se produce un aumento del testículo res- tante Un análisis de esta llamada hipertrofia compensatoria del testículo que hemos hecho unos ocho años atrás, nos ha dilucidado en algunos detalles el dinamismo de este fenómeno. El aumento del peso del testículo durante el desarrollo del animal se debe a que a la edad de la pubertad se produce la espermatogénesis en los tubos se- miníferos. Ahora, en el testículo restante la espermatogénesis se produce también a la edad normal, pero el testículo llega más pron- to al peso maximal característico de la especie. Se trata según mi concepto, de una aceleración del crecimiento del testículo restante. Lo que importa para nosotros es el hecho de que existe una analo- gía entre el ovario y el testículo restante después de la ablación uni- lateral: igual con el ovario restante en el cual aumenta el número de folículos que en el celo llegan a la madurez, también en el testículo se produce en los tubos seminiferos un aumento numérico de los procesos de proliferación celular de tal manera que el testículo res- tante cumple más temprano con su desarrollo maximal que el tes- ttículo normal. No podemos discutir aquí los detalles cuanto a las diferencias que existen, en los mamiferos, entre la dinámica del ova- rio y la del testículo y que son de un alto interés fisiológico. Para nosotros importan aquí, como ya decimos, las analogías. En aves la analogía entre ovario y testículo restante parece aún ser comple- ta, como lo revelaron los datos experimentales de BENOIT y de DOMM . Los datos experimentales en los diez párrafos no dejan duda ninguna que hay factores extragonádicos que regulan cuantitiva- mente la función generadora de las glándulas sexuales. Para expli- car toda la variedad de los fenómenos mencionados más arriba de una manera uniforme, puede recorrerse a una hipótesis que HEAPE y 6 después SAND habían enunciado, esto es, que en la sangre circula una substancia especial que se necesita para el desarrollo del ,ovario y del testículo y que está presente en cantidades limitadas. A esta hi- pótesis recurrieron también MARSHALL y HAMMOND para ex- plicar diferentes fenómenos cue al ovario se refieren La idea de SAND que la substancia respectiva es igual para ambos sexos se basa sobre el hecho de que un ovario ingertado en un macho no castrado, revela frecuentemente un desarrollo folicular deficiente co- mo lo es con un ovario ingertado en una hembra no castrada (vea Par. 8). Para facilitar la discusión sobre los varios puntos que se refie- ren a la ley de la constancia folicular, he llamado las substancias en cuestión las “substancias X””. Toda la multitud de fenómenos que hemos mencionado en los 10 párrafos es solamente la expresión nu- mérica de la dependencia del desarrollo folicular y espermatogenéti- co de las substancias X,iguales para ambos sexos. Ahora hay otro grupo de observaciones experimentales que corresponde a la hipótesis enunciada. Puede revelarse que no so- lamente la regulación numérica de la función de las gonadas en el animal adulto está bajo la dependencia de subtancias X, sino que también la regulación de la función cuanto al momento en el cual comienza, está sujeta a factores parecidos Es lo que he llamado la “ley de la pubertad” 1. La ley de la pubertad dice que el momento en el cual comien- za el desarrollo folicular y espermatogenético y con esto también la transformación del aparato sexual (útero, glándulas mamarias, ve- sículas seminales, pene), no depende de las glándulas sexuales mis- mas, sino de factores fisiológicos extragonádicos. HAMMOND fué el primero que comprendió estas relaciones basándose sobre la hipótesis de HEAPE Los datos experimentales que están a la base de la ley de la pubertad son los siguientes: 1) El desarrollo folicular en el ovario embrional se precipita si el ovario se ingerta en una hembra adulta. C. FOA ya hace casi 30 años ingertó ovarios embrionales en conejos adultos castrados y constató que el desarrollo folicular comenzó poco tiempo después. Recientemente el hecho fué comprobado por WIESNER . 2) El ovario infantil ingertado en un animal adulto comien- za su función endocrina con precipitación. LONG y EVANS cons- tataron la recuperación del celo en una rata adulta castrada, siete días después de ingertarse el ovario de una hembra infantil. Mi alumna L. ADAMBERG lo ha comprobado en cuyes; ovarios sa- cados de animales recién nacidos, de 1 a 2 días de edad, e ingertados en hembras castradas adultas, causaron en esas la aparición del nue- vo celo en 10 a 12 días más 3) El desarrollo folicular y la función endocrina precipitada se producen también en el caso de que un ovario infantil se ingerta en un macho castrado adulto. En experimentos de LIPSCHUTZ y VOSS ovarios de cuyes de 16 días de edad se ingertaron en machos castrados que estaban ya cerca de la edad de la pubertad; ya en dos semanas más se constató la transformación del aparato mamario. 4) Un ovario infantil ingertado en un animal castrado tam- bién infantil no entra precipitadamente en desarrollo folicular o función endocrina. He ingertado ovarios de hembras infantiles que tenían solamente 2 a 3 semanas, en animales castrados de la misma cría. Mientras que el ovario infantil ingertado en un animal adul- to, revela su función endocrina ya 2 a 3 semanas después (vea pá- rrafos 2 y 3), en animales infantiles la transformación del aparato mamario comenzó solamente 6 semanas después de ingertarse el ovario. Estos experimentos demuestran que no son factores locales dependientes de una estimulación del ovario por el procedimiento operativo mismo, los que son responsables de la función precipita- da del ovario infantil ingertado en el animal adulto, sino que son factores generales dependientes de la edad del animal en el cual se hace el ingerto. 5) El ovario de un animal adulto ingertado en un animal cas- trado infantil queda inactivo hasta que el animal portador no lle- gue a la edad de la pubertad. Varios investigadores ingertaron ova- rios adultos en animales castrados infantiles y comunicaron que en este caso el ingerto no sobrevive. Pero yc he demostrado que no lo es así. El ovario adulto sobrevive también en el animal infantil. si uno se sirve de la técnica de ingertos intrarenales que he adoptado y que da tan buenos resultados en general. Pero mientras que el ova- rio de la hembra adulta ingretado en un animal castrado también adulto, recupera su función folicular y endocrina ya en 2 a 3 sema- nas o aún en menos tiempo, el segundo ovario de la misma hem- bra adulta ingertado en un animal infantil recupera su función so- lamente 6 semanas después de ingertarse. Todos estos diversos fenómenos pueden explicarse de una ma- nera uniforme si se acepta la hipótesis que las substancias X igua- les para ambos sexos circulando en el organismo en cantidades li- mitadas, llegan a ser disponibles para las gonadas solamente a una cierta edad, que es la de la maduración sexual. De esta manera la ley de la constancia numérica folicular y la ley de la pubertad se revelan a nosotros como expresiones de las mismas relaciones que existen entre los factores extragonádicos y las gonadas, refiriéndose la primera ley a la regulación numérica de la función de las gona- das en el animal adulto, y refiriéndose la segunda a la regulación cuanto al tiempo en el cual comienza la función en el animal in- fantil Resumiendo los datos experimentales mencionados más arri- ba y las conclusiones a las cuales llegamos, podemos decir que la función endocrina y reproductora de las gonadas en los mamífe- ros se regula cuantitativamente por una substancia extragonádica igual para ambos sexos. Esta era la situación experimental al fin del año 1925. Al co- mienzo del año 1926, yo expuse en una conferencia en Dorpat, todo el conjunto de estas ideas y repetí esta conferencia en el mes de Agos- to en Santiago, al' llegar a Chile Pocos meses después ZONDEK y ASCHHEIM en Alemania, P. E. SMITH en los Estados Unidos, en el laboratorio de EVANS, dieron conocimiento de sus nuevos importantísimos estudios experimentales sobre las acciones del ló- bulo anterior de la hipófisis. Estos investigadores demostraron que el lóbulo anterior produce fenómenos muy característicos en la es- fera genital del organismo TT. Los hallazgos de ASCHHEIM y ZONDEK, de SMITH y ENGLE pueden resumirse en los puntos siguientes: 1) Si bajo la piel de una laucha infantil que pesa más o me- nos 5 gr., se introduce lóbulo anterior, se produce en la laucha en pocos días—en 36 a 72 horas—la madurez sexual precoz. El úte- ro aumenta y la vagina sufre la transformación característica del primer celo; en el raspaje vaginal aparecen las células cornificadas como en el celo regular del animal normal que entró en el celo. El animal que normalmente había entrado en el primer celo en 4 se- manas más, revela bajo la influencia del lóbulo anteriar, un celo precoz. Lo mismo se revela en ratones infantiles. (*) 2) La influencia del lóbulo anterior sobre el aparato sexual se realiza por intermedio de los ovarios. Si en una laucha infantil se hace la ablación de los ovarios y se introduce bajo la piel lóbulo anterior, la maduración sexual precoz no se produce. Debe tratarse de esta manera de una acción del lóbulo anterior sobre el ovario mismo . 3) El examen macro y microscópico del ovario de una lau- cha infantil que bajo la influencia del lóbulo anterior sufrió la transformación precoz del útero y de la vagina, revela que el ova- rio del animal infantil entró precozmente en el desarrollo folicular. Mientras que en el ovario del animal infantil normal, los folículos son pequeños, aumentan en el ovario del animal influenciado por lóbulo anterior, hasta madurar como en un animal adulto. Los fo- *) E, ALLEN recientemente provocó la sexualidad precoz introduciendo lóbulo anterior a un mono (macaco) infantil. lículos pueden aún sufrir la ruptura como en el celo normal (la “ovulación””) y transformarse en cuerpos amarillos. “Todas estas observaciones experimentales indican claramente que el desarrollo folicular del ovario está bajo la influencia del ló- bulo anterior de la hipófisis. 4) La influencia del lóbulo anterior sobre el ovario. se produ- ce por intermedio de substancias específicas presentes en el lóbulo anterior. Una maceración del lóbulo anterior y aún extractos del mismo se revelan también activos. 5) Estas substancias hipofisarias som iguales para ambos sexos. No importa el sexo del animal al cual pertenece la hipófisis. Introduciendo lóbulo anterior de un macho en una hembra infan- til, también se produce la maduración sexual precoz en la última. 6) El lóbulo anterior provoca la maduración sexual precoz también en machos infantiles. Se produce una espermatogenesis pre- coz y una transformación precoz de todo el aparato sexual mascu- lino. Los párrafos 1 a 6 revelan que todo lo que fisiológicamente caracteriza a las substancias X responsables de la ley de la pubertad (vea II), caracteriza también a las substancias del lóbulo anterior. Esta coincidencia extraordinaria hace suponer de que las substan- cias X son producidas en el lóbulo anterior mismo o por su inter- medio. IV. La misma coincidencia se revela cuando se estudia experimen- talmente la acción del lóbulo anterior sobre el animal adulto, cemo sigue de los trabajos de los mismos ASCHHEIM y ZONDEK y especialmente de SMITH y ENGLE. 1) Introduciendo lóbulo anterior en lauchas o ratones adul- tos, se aumenta enormemente el número de folículos maduros y de cuerpos amarillos en el ovario. Mientras que normalmente el pro- medio de cuerpos amarillos en cada ovario es más o menos 5, pue- de haber hasta 20 y más cuerpos amarillos si se administra lóbulo anterior. “Todo el ovario se transforma en una masa casi compacta de cuerpos amarillos aumentando el peso del ovario hasta 17 veces del normal. : 2) En correspondencia con el aumento del número de folícu-.. los que maduran y se rompen transformándose en cuerpos amari- llos, en las trompas se encuentra un número enorme de huevos. SMITH y ENGLE encontraron en las dos trompas de un ratón adulto tratado con lóbulo anterior hasta 63 (!) huevos; en un ca- so en una sola trompa había aún 48 (!) huevos. En el ratón nor- mal el promedio era 14 huevos en las dos trompas, y el número maximal observado una sola vez en ratones normales hace cinco años por DONALDSON era de 18 en las dos trompas. Se trata 10 de huevos de apariencia normal, que sufren una fertilización; SMITH y ENGLE contaron en un caso 49 huevos fertilizados que pasaron aún por las primeras etapas del desarrollo embrional. Para explicar los fenómenos que están a la base de la ley de la constancia numérica folicular. hemos admitido que la cantidad de las substancias X es más o menos fija para la especie dada. Según la hipótesis de las substancias X, el número de folículos que entra en desarrollo, maduran y se rompen para transformarse en cuerpos amarillos, debería aumentar, si aumenta experimentalmente la can- tidad de X. Ahora, los hechos experimentales expuestos en los pár- rafos 1 y 2, revelan un tal fenómeno. Estos hechos también están en favor de que la producción de las substancias X está intimamen- te ligada con el lóbulo anterior. 3) En el ovario del ratón adulto, el cual durante más o me- nos 14 días recibió lóbulo anterior, se producen folículos de “gran- des proporciones que se transforman en quistes. Estos últimos pue- den revelar un diámetro hasta 2 veces mayor que un folículo ma- duro; puede producirse una luteinisación parcial de la pared de es- tos quistes foliculares. En ovarios parecidos el número de folículos en atresia disminuye. Este fenómeno tan especial es de un gran interés teórico, pues coincide completamente con fenómenos que se nos presentaron en fragmentos ováricos (vea párrafo l, 5). Yo me explicaba este fe- nómeno, sobre la base de la teoría de las substancias X y de la ley de la constancia numérica folicular, de la manera siguiente. Que- dando normal el número de folículos primarios que entran en des- arrollo folicular y disminuyéndose poco a poco el número de fo- lículos primarios, llega el momento cuando la reserva de los últi- mos está, por decirlo así agotada. Disminuye o cesa el desarrollo y la atresia folicular por faltar los folículos primarios; toda la can- tidad de X está a la disposición de folículos maduros que persisten y se transforman en quistes. Se produce este fenómeno en el frag- mento ovárico sobre la base de una discrepancia cuantitativa en- tre la reserva de folículos primarios y la cantidad de X, habiendo disminuido el número de los primeros por la castración parcial. Se produce el mismo fenómeno de discrepancia por la administración del lóbulo anterior. Aumentando la cantidad de X, aumenta en el principio enormemente el números de folículos que entran en des- arrollo folicular, y se agota finalmente la reserva. En este momen- to se producen las quistes—-como en el fragmento ovárico. 4) Si a un ratón unilateralmente castrado se administra lóbulo anterior, la hipertrofia del ovario restante llega a ser mayor que en la hipertrofia regular. La hipertrofia es tanto mayor, cuanto mayor es la cantidad de lóbulo anterior administrada por día (ENGLE) Estos experimentos de ENGLE revelan muy claramente de que la substancia producida por el lóbulo anterior (o derivada de 11 la misma) se usa por los folículos del ovario. Yo no estoy seguro si tenemos derecho de hablar de una '“'hormona'”” del lóbulo ante- rior que estimula al ovario y le pone en desarrollo, como dicen ASCHHEIM y ZONDEK: creo que más se trata de substancias que se usan, necesitándose por los procesos metabólicos del folícu- lo en desarrollo, como corresponde a la hipótesis original de SAND. Pero esto es ya un detalle (*). Lo que importa más es lo siguien- te. Existe un paralelismo completo entre los hechos experimentales que están a la base de la teoría de las substancias X, y los hechos ex- perimentales que revelan la acción del lóbulo anterior en li esfera genital. Los hechos experimentales que están en la base de la ley de la constancia numérica folicular y de la ley de la pubertad, han per- mitido prever que en el organismo, fuera de las glándulas sexua- les se produce una substancia no específica para el sexo, sin inte- rrupción producida independientemente de las gonadas, pero en cantidades limitadas, necesaria para el desarrollo folicular o esper- matogénico, una substancia, por la cual se regula cuantitativamente la producción de las células reproductoras en el animal adulto y por la cual se regula el momento de la maduración sexual. - Los experimentos de SMITH y ENGLE, de ZONDEK y ASCHHEIM, han dado una confirmación brillante a este concep- to: es el lóbulo anterior que es responsable de la producción de la substancia X. Por las leyes fundamentales de la dinámica ovárica ha sido posible prever y aún dar la característica detallada de subs- tancias que tenemos hoy día en la mano. No hay duda ninguna que el estudio bioquímico-experimen- tal permitirá caracterizar también químicamente estas substancias tan altamente activas en la esfera genital. PA A extremo; epitelioma ulcerado del cuello; pezones papilomatosos. Abb. 15, Alte Hiindin. Prot. 252. 15 Jahre. Sehr starke Abmagerung. Ulzeriertes Epitheliom am Halse. Papillome an den Brustwarzen. 61 E o ¿A ba wo Fig. 16.--Perra vieja 255, Ectropion senil. Epitelioma ulcerado del cuello. Abb, 16. Derselbe Hund wie Abb. 15. Ectropion senile. Ulz=riertes Epitheliom am Halse. 63 Fig. 17—Vientre de la perra vieja 255. Obsérvese los pezones, unos flacidos, los otros papilomatosos. Caída de pelo en las rejiones articulares de las estremidades posteriores. Abb. 17. Derselbe Hund wie in Abb. 15 und 16. Vier Brustwarzen mit Papillomen. Haarausfall am Bauch und den hinteren Extremitáten, Fig. 18. —Perro viejo 254. 12 años de edad. Estado de la dentadura; desgaste casi total de los incisivos y molares, sólo restan los caninos. Abb. 18. Alter Hund. Prot, 264, 12 Jahre alt, Fast vollstaendiger Abbrauch der Schneidezaehne und Backenzaehne, Nur noch Eckzaehne vorhanden. » Fig. 19, —Perro viejo 264. Epitelioma diagnóstico histopatológico, en la base de la oreja izquierda. Ec* tropion; ojera debajo de ambos ojos. Abb. 19. Derselbe Hund wie Abb. 18. Epitheliome an der Basis des linken Ohres. Ectropion. Traenen» des Auge beiderseits. 69 A A e yg DO a E DDD DD O DDD Dn DD a Dg DD O DO O O DO DO O DO DO DO DO O Fig. 20.—Perro viejo 264. Epitelioma ulcerado en la región inguinal; testículos atrofiados. Abb. 20. Derselbe Hund wie in Abb, 18 und 19, Ulzeriertes Epiteliom in der Inguinalgegend. Atrophie der Hoden. Del Museo de Concepción (Chile) Un caso de triple comensualismo Por el Prof. CARLOS OLIVER SCHNEIDER Director del Museo Hace algunos años tuve ocasión de estraer de la cabeza de una ballena que se beneficiaba en la bahía de San Vicente el curioso caso de triple comensalismo, que me permito presentar en esta reunión. Se trata del crustáceo cirripedio denominado Coronula diadema, que vive actualmente en calidad de conmensal de las ballenas de nues- tra costa, muy principalmente de las pertenecientes a la especie Ma- gaptera nodosa, llamada vulgarmente “albaqui'”” y en la especie Ba- laenoptera musculus, que nuestros hombres de mar llaman “alfana- 210 ra Este caso no tendría nada de extraordinario, porque es común en nuestro litoral y también en todos los mares del mundo, lo que está registrando en los libros que a cirripedios, a ballenas o a casos de esta naturaleza se refiere. Pero sucede que sobre la Coronula en cuestión tenemos un segundo caso de comensalismo, otzo cirripedio, un miembro dela familia Lepas, la Conchoderma aurita de Linneo. Y revisando los Lepas, a fin de llegar a su determinación exacta, en la cavidad paleal, apareció un nuevo comensal, un anelido, que no he podido determinar con la proligidad que debiera, pero que por sus probalidades voy a referir a una especie del género Hipponee. Ejemplares enviados a Washington, a manos de un especialista, identificarán más tarde la especie. Para que este triple caso de comensalismo sea debidamente apreciado debe entrar en algunos antecedentes de interés. En la escala de las asociaciones entre seres encontramos en pri- mer lugar la simbiosis, o sea, la convivencia entre dos organismos, en beneficio mútuo. Esta convivencia puede ser de dos clases, una fa- cultativa de los seres para separarse cuando el medio así lo requiera y que dominamos Mutualismo y la otra en un grado más íntimo, más estrecho, en que la conviviencia de los organismos llega a formar una verdadera unidad funcional y que consideramos como una simbiosis propiamente dicha. Un ejemplo del primero es el caso de la Actinia y el Paguro Otro ejemplo del segundo caso es el delos liquienes, la unión de una alga clorificea o cianoficiacon un hongo ascomiceto. Intermedio entre la Simbiosis y el Parasitismo, encontramos otro grado de asociación: el Comensalismo, que es el caso de que hoy nos ocupamos . 75 Y entendemos como Comensalismo, la asociación entre dos se- res, en que no hay reciprocidad, en que uno solo es el que aprovecha del otro, eso sí, que sin causar detrimento alguno para su funciona- miento fisiológico integral . Y esta forma de asociación que llamamos Conmensalismo, la dividimos a su vez en diferentes grados, conforme a su condiciones de intensidad. Ellos son los siguientes: Los sinoqueos, seres que comparten entre sí sus habitaciones. Ejemplo común algunos insectos que viven con las hormigas. Los sinoteos, seres que comparten con otros animales la habi- tación y obtenen de ellos, a viva fuerza, la alimentación. Un ejem- plo la Galleria melonella, que vive en las colmenas. Los sinfilos, o sea los amigos, que comparten fraternalmente la habitación y gozan de los desperdicios y finalmente los falsos pa- rásitos . Estos marcan el puente, constituyen el eslabon que une el Co- mensalismo con el Parasitismo, e indican la génesis, el origen de éste. En el falso Parasitismo, encontramos dos tipos: el Inquilinis- mo, lo que los biólogos alemanes llaman Raumparasitismus y que son aquellos animales que viven dentro, en el interior de otros, alimntándose con el material de desecho. Ejemplo bien conocido de todos nosotros son los Pinotheres, la jaivita que vive en el interior del erizo de mar y que nuestras cocineras llaman animal del erizo y tenemos a la vista otro caso, el anelido que he encontrado viviendo en la cavidad branqueal del Lepas que tenemos a la vista. El otro tipo de falso parasitismo es el de los seres que viven 2d- heridos sobre otros. Si son animales que están fijos sobre otros los llamados Epyzearios. Si son plantas, las denominamos Epy- fiticas. Y a veces los Epyzoarios y las Epyfiticas, por condiciones del | medio, dejan de ser Comensales y son Parásitos. Otras continuan sin dañar, sin lograr nada de su mesonero, alimentándose con sus desperdicios . La coronula y el Lepas que he presentado, los dos cirripedios que tenemos a la vista, están en esta condición son Comensales Epy- zoarios de la ballena y han venido, talvez por que destino, o per- que escases de mesonero, que crísis de medios propicios para la ali- mentación a formar la extraña sociedad mutual de tres seres, este caso de triple conmensalismo. 74 Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) La acción del lobulo anterior de la hipofisis del Cuy. Por RAMON PAEZ. ZONDEK y ASCHHEIM en Alemania, SMITH y ENGLE en los Estados Unidos descubrieron el hecho de que substancias pro- venientes del lóbulo anterior de la hipófisis y administradas a la Ra- ta o Laucha infantil, provocan la aparición precoz del celo. SMITH y ENGLE hicieron también varios experimentos con administración de la hipófisis del Cuy; el celo precoz se estableció también en estos experimentos, pero los investigadores mencionan que la influencia no fué tan marcado como con el lóbulo anterior de la Rata, Lau- cha o Gato. En vista de la gran importancia que, según los hallazgos fun» damentales de los investigadores alemanes y norte-americanos, el lóbulo anterior parece jugar en el ritmo sexual, se hicieron por insi- nuación del profesor A. LIPSCHUTZ varias series de experimen- tos administrando la hipófisis del Cuy a Lauchas infantiles I. Primera Serie. Cuatro Lauchas que pesan 41M, 41%, 41|2 v 7 gr., recibieron por inyección subcutánea las hipófisis de Cuyes machos que pesaban 650 a 880 gr. Se inyectó una hipófisis por día durante 3 a 4 días. El útero reveló la transformación característica del celo. Su diáme- tro era de más o menos 11% mm. mientras que en cinco animales nor- males que se examinaron por fines de comparación, el útero se reve- ló filiforme . Ill. Segunda Serie. Dos Lauchas pesando 6 y 81% gr. recibieron inyecciones de hipófisis de Cuyes machos castrados hace más de un año. El núme- ro de inyecciones fué igual a la serie anterior. Ambos animales re- velaron la transformación del útero. (Figs. 1 y 2). II. Tercera Serie. Dos Lauchas pesando 5 y 7 gr. se inyectaron con las hipofi- sis de Cuyes hembras castradas varios meses atrás. Ambos animales revelaron la transformación del útero. Los experimentos relatados demuestran que la hipófisis del Cuy inyectada en Lauchas, provoca con una seguridad absoluta la trans- formación precoz del útero característica del celo. No importa si el animal-donor de la hipófisis es normal o castrado desde largo tiem- POE) (+) Recientemente L. Fraenkel y Burch hicieron experimentos parecidos en conejos castrados, con el mismo éxito positivo. En un trabajo nuevo H. M. Evans y M. E. Simpson constataron el hecho importantísimo de que la acción de la hipofisis del animal castrado es varias veces más fuerte que la de la hipo- fisis del animal normal. A. L. 75 Aus den Physiologischen der Universitat Concepción (Chile) Die Wirkungen des Hyphysenvorderlappens des Meerschweinchens. Von RAMON PAEZ. Nachweis, dass auch Hypophyse vom kRastriertem Meerschweinchen die vorzeitige Umwandlung des Uterus Bedingt. Bereits in den C. R. Soc. Biol. (París) 99,453 (1928) angezeigt und in Pfliigers Archiv 221,695 (1928) zusammen mit anderen Versuchen veroeffentlicht. 76 Fig. 1.—Laucha infantil, inyectada con tres hipofisis de Cuyes machos castrados hace 10 meses. Desarrollo enorme del utero. Wea Fig. 2.—Aumento 1,3. Pig. 2 —Laucha infantil normal. Utero filiforme.—Aumentó poco más que 1,35. Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) El metabolismo del ovario aislado. (Conferencia dada en la Sociedad de Biología de Concepción Por ALEJANDRO LISCHÚTZ y SERGIO VESHNJAKOV En el año pasado tuvimos la ocasión de mostrar a Uds. algunos animales en los cuales se produjo el fenómeno de la hiperfeminiza- ción en el aparato mamario por ingertarse ovarios previamente aisla- dos. Si el ovario aislado del organismo mismo, se conserva a la tem- peratura del hielo fundante o aun a la temperatura de pieza, sobrevi- ve. En ciertos casos, ésta sobrevivencia es posible, 2ún si la conserva- ción perdura hasta 16 días. El examen microscópico también nos ha revelado que un ovario que estaba durante varios días fuera del su nuevo lugar. Pero el examn microscópico nos enseñó al mismo tiempo que en el ovario conservado se producen cambios profundos organismo puede enraigarse de nuevo y sobrevivir muchos meses en por los cuales se explican varios fenómenos especiales que se cons- tatan cuando se ingerta un ovario previamente conservado y no un ovario fresco. Si el ovario aislado sobrevive, debe ser posible revelar su mes tabolísmo, y se pregunta como la duración de la conservación y la temperatura del ambiente influye sobre él. La Fisiología dispone de métodos que permiten medir el con- sumo de oxígeno en Órganos muy pequeños o cantidades de tejidos que pesan no más de algunos milígrambs. Debemos estos métodos a THUNBERG, WINTERSTEIN, BARCROFT y especialmente a WARBURG. Un consumo de oxígeno de pocos milimetros cú- bicos de oxígeno por hora puede aun determinarse con gran exacti- tud El aparato de BARCROFT (Fig. 1) al cual por razones téc- nicas hemos dado la preferencia, se basa sobre el principio mano: métrico: se determina la disminución de la presión que se ha pro= ducido en un sistema cerrado por usarse el oxigeno de este sistema en las oxidaciones del órgano o tejido. Como el órgano produce anhidrido carbonico que se entrega al aire del sistema, es necesario eliminarlo: esto se consigue por potasia caustica que también se pone en el sistema cerrado. Si por ejemplo en el frasco derecho se encuentra el órgano que consume oxigeno y si el anhidrido carbónico producido se absorbe por el caustico, se establecerá una diferencia de presión y el líquido en la rama derecha del manómetro subirá. Para excluir las variaciones barométricas del ambiente, BARCROFT ha provisto su aparato de un frasco compensador; de esta manera por el aparato se deter- 81 mina no la diferencia de presión entre el frasco derecho y el am= biente sino entre los dos frascos que estan en comunicación con las dos ramas del manómetro; se habla de un manómetro «diferencial». Para hacer una medición, el aparato se pone en agua de una temperatura dada y cierto tiempo después las llaves de arriba se cierran. Es necesario que la temperatura de ambos frascos esté igual porque el mayor calentamiento de uno de los frascos produs cirá entonces, usa diferencia de presión. Por esta razón para uniformar la temperatura del agua se usa un mezclador eléctrico de movimiento contínuo. Fig. 1.—Aparato de BARCROFT para dosaje de gases en la sangre. Consiste de un monómetro con líquido liviano, y de dos frascos unidos con el manómetro. La prueba de sangre (o el teji- do, si se sírve del aparato para determinar el consumo de oxígeno) se pone en un frasco; el otro sírve para extcluir la influ- encia de los cambios barométricos y de la temperatura del ambien. te. Para dosar el oxígeno en la sangre se agrega una sustancia que delibera el oxígeno de la emoglobina; si se mide el consumo de oxígeno de tejidos, se agrega potasa cáustica para absorber el anhidrido carbónico producido por el tejido. Vease también las explicaciones en el texto. 82 Fig. 2.—Frasco especial para experimentos de metabolismo con el ovario. El frasco externo se llena hasta la mitad con el cáustico. Se pone dentro el frasco interno en el cual se encuentra el ovario mismo. El frasco interno se esteriliza y el ovario sacado asepticamente del organismo, se encuentra protejido contra una invasión de microorganismos. Lo que el aparato de Barcroft directamente revela, es una diz ferencia de presión en milimetros de la escala manométrica, pero lo que nosotros necesitamos saber en nuestro experimento, es el volúmen en milimetros cúbicos de oxigeno consumido. En otras palabras: hay que determinar previamente de cuantos milimetros cúbicos debe disminuirse el volúmen de gas en el frasco derecho para que se produzca una disminución de presión correspondiente a 1 milimetro del manómetro. Hay que graduar el aparato, o bien determinar la «constante» del mismo (milímetros cúbicos co. rrespondientes a un milímetro de la escala manométrica). Esta graduación puede hacerse de varias maneras que no discutiremos aquí. El aparato de BARCROFT fué construido por el autor para el fin especial de estudiar los gases de la sangre; dicho aparato le dió la posibilidad de hacer el análisis de gases con 1/10 de centí- metro cúbico de sangre, mientras que con aparatos anteriores, como el de PFLUCER, se necesitaban 100 centímetros cúbicos. Estas cifras mejor que muchas palabras dan a Uds. una idea clara de los adelantos enormes que la investigación fisiológica ha hecho en los últimos tiempos. 83 Para realizar nuestros experimentos de metabolismo, aislamos al ovario con los métodos de asepsia correspondiente y lo pone- mos en un frasquito aséptico especial (fig. 2) que de su lado se pone en el frasco de Barcroft. Después el aparato se pone en agua de cierta temperatura, y de hora en hora se lee la posición del líquido del manómetro. Teniendo en la mano la constante del aprato. podemos calcular el consumo de oxigeno por hora. Para poder comparar las cifras obtenidas en distintos experimens tos se ha adoptado la proposición de WARBURG de hacer siem. pre el calculo por miligramo de substancia seca del tejido y por hora. Voy aexpone- actualmente los resultados obtenidos en nuestros experimentos. En 11 experimentos hemos determinado el consumo de oxígeno a temperatura de pieza (17 a 219 C). Los ovarios pesaz ron de 17 a 58 mgr. lo que corresponde a 3,4 a 11,6 mgr .de subs. tancia seca. El promedio del consumo era de 9,37 mm. cub. por mgr. de substancia seca en una hora, con una variación de 0,27 a 0,48 mm. cub. El consumo disminuye de día en día; evidentemente el ovas rio aislado sufre trastornos profundos que se exteriorizan tanto más cuanto más dura el aislamiento. Un ejemplo demostralivo nos lo revela el experimento siguiente. Mientras que el primer día el consumo fué de 0,48 mm. cúb. por mgr. en una hora, disminuyó al tercer día a 0,38, para acercarse el quinto día a 0,32. En los días que siguieron el consumo disminuyó rasta 0,15 en el noveno. Estas cifras son de gran interés para nosotros pues nuestros experimentos de transplantación nos habían revelado que sí un ovario se conserva a temperatura de pieza más de 6 a 7 días, se enraiga sólo raramente. El experimento de metabolismo comprueba que se trata de trastornos profundos que se producen en el ovario durante su aislamiento. En algunos experimentos hemos comparado el consumo de oxígeno por el mismo-ovario a distintas temperaturas. El experi- mento siguiente se menciona como ejemplo. Durante dos días la temperatura se mantuvo a pocos décimos sobre 0; esto se consigue fácilmente llenando con pedazos de hielo el agua en el cual se en- cuentra el Barcroft. El consumo de los dos ovarios del mismo animal fué de 0,15 a 0,17 mm cub. por hora y mgr. de substancia seca. Al fin de 48 ho- ras los aparatos con los ovarios se trasladaron en agua de 20%. El con- sumo durante los 3 días siguientes fué de 0,38 y 0,38, respectiva- mente. Los resultados obtenidos revelan claramente que el organo del mamífero continúa su metabolismo no solamente a temperatura de pieza, sino aún a temperaturas cerca de 0. 84 Si se compara el consumo a la temperatura de pocos décimos sobre O con el a 20%, se ve que en el primer caso el consumo es va- rias veces menor. La influencia de la temperatura sobre procesos químicos y- biológicos se calcula al variar la temperatura en 10*; el coeficiente Q 10 indica la acceleración que el fenómeno respectivo sufre, si la temperatura sube 10%. Para determinar Q 10 en muestro caso es necesario conocer las cantidades de oxígeno consumidas (K1 y K2) a dos distintas temperaturas (t1 y t2); el cálculo se hace según la = 10 fórmula conocida: Qro je =t1 Calculando los datos de muestros experimentos expuescos más arriba se reveló que Q ¡9 varía entre 1,4 y 2,5. Por razones expe- rimentales que no podemos discutir aquí, debemos concluir que la cifra mayor corresponde más a la realidad. En otras palabras: si dis- minuye la temperatura en 10 grados, disminuye el metabolismo 2,5 veces más o menos. De esta manera, el metabolismo a 0.2? debe ser más o menos 20 a 40 veces menor que la temperatura del cuer- po que es, en el cuy, de 38,5. Conservando el ovario a temperatu- ras bajas disminuye el metabolismo del órgano de una manera tan pronunciada que sobre hielo el consumo del óxigeno no sobre= pasa a 5% del metabolismo regular a temperatura del cuerpo. Los experimentos nos revelan asi claramente que al conservar el organo en bielo, bajamos su metabolismo enormemente y le pone- mos por decirlo así en un estado casi de reposo metabólico. Hablan- do en una forma ilustrativa, podemos decir que conservando el ova- rio en hielo, lo conservamos vivo, pero la llama de su vida se con- serva pequeña — ¿y tal vez gracias a esto el órgano sobrevive un tiempo bastante largo, fuera del organismo? Cuando se analiza experimentalmente más en detalles esta cuestión, la situación se pre- senta mucho más complicada que lo que puede paracer a la primera vista. Discutiremos estas cuestiones que son de gran importancia para el problema de transplantación de ovarios previamente aisla- dos, otra vez basándonos sobre nuevos estudios experimentales he- chos en nuestro Instituto. Por el momento nos limitamos a de- cir que es muy probable que la depresión del metabolismo que tiene lugar a temperaturas cerca de O, favorece la sobrevivenvia del ovario aislado. En nuestros experimentos de transplantación de ovarios pre- viamente aislados, se nos presentó desde el principio, ya en el año 1925, el hecho que el ovario conservado a temperaturas más bajas que 0, nunca se enraiga. Hemos comprobado este hecho también en una serie de experimentos que hicimos aqui en Concepción. Aho- ra, nos preguntamos ¿cómo se comportará un ovario previamente refrigerado y descongelado después, en cuanto a su metabolismo? Para estudiar esta cuestión hemos expuesto ovarios del cuy durante 30 minutos, a 11% bajo cero. Después se ha medido por 85 varios días el consumo de oxígeno a 17% (temperatura de pieza). El resultado fué uniforme en todos los experimentos: había un con- sumo en las primeras horas después de la descongelación, pero poco a poco el consumo disminuía, para llegar a las 36 horas a la mitad y aun a menos de 20%, del metabolismo normal y para detenerse después definitivamente. Evidentemente la refrigeración del ovario y su descongelación rápida causa trastornos tan graves que el ovario muere. Nuestro experimento de metabolismo con ovarios descongela- dos después de una previa refrigeración a 11% nos da una expli- cación clara del hecho mencionado más arriba de que un ovario ex- puesto por varios minutos a temperaturas más bajas que cero, nunca se enraiga, mientras que un ovario conservado durante muchos días a pocos décimos de grado sebre cero, sobrevive y se enraiga. Trans- plantando un ovario expuesto previamente a temperaturas más ba- jas que cero, injertamos un órgano muerto o un ovario en el esta- do necrobiótico, un ovario en estado de morir; mientras que sit- viéndonos de un ovario conservado en hielo, ingertamos un organo vivo, que ha permanecido durante varios días en un estado de me- tabolismo deprimido, pero que queda capaz de volver a su metabo- lismo regular y característico a la temtperatura del cuerpo, si se vuel- ve a la última. Uds. ven que ya los primeros pasos que hemos hecho en este campo nuevo de investigaciones experimentales nos han revelado co: nocimientos de gran interés científico dilucidando fenómenos que se presentaron cuando hicimos anteriormente nuestros experimentos de transplantación . No podemos discutir con Uds. la importancia que tienen los resultados conseguidos en nuestros experimentos de metabolismo, para la Fisiología General, y tampoco podemos descutir la relación que existe entre nuestros experimentos y varios problemas impor- tantísimos que se refieren a la conservación de órganos y tejidos, problemas tan palpitantes también desde un punto de vista prácti- co. Der Stoffwechsel des isolierten Eierstocks Von Alexander Lipschitz und Sergius Vehsnjakov Aus dem Physiologischen Institut der Universitat Concepcion, Chile Eine Vorlaeufige Mitteilung erschien in den C. R. Soc. Biol. (Paris) 99,535 (1928). Erscheint ausfúhrlich in Pflúgers Archiv. 86 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Algunas contantes de la sangre de la Raza Chilena (Calyptocephalus Gayi). ”) Por OSCAR SOENKSEN (Conferencia dada en la Sociedad de Biología de Concepción) Observando al micróscopio un frotis de sangre de rana me lla- mó inmediatamente la atención la gran cantidad de glóbulos blan- cos que se ven, en comparación con el cuadro característico que es- tamos acostumbrados a observar en los mamíferos y más especial- mente con el hombre. Esta observación me indujo a practicar el recuento comparativo de las dos variedades de globulos de sangre de este anfibio. En los libros de Fisiología Comparada no pude encontrar ningún dato referente a nuestra rana. Sólo encontré datos referentes a las ranas Temporaria y Esculenta. Una vez que hube hecho los recuentos globulares, me interesó también la determinación de otras constantes físicas de la sangre, a fin de obtener así un estudio más completo de la Ssangae de Calyp- tocephalus . I —MATERIAL EMPLEADO EN ESTE TRABAJO Todas las dterminaciones fueron hechas con sangre de Calyn- tocephalus en estado de inanición. Los animales empleados se en- contraban en las acuarios del Instituto, desde hacía ya más o menos tres meses, sin recibir ninguna clase de alimentos. La sangre em- pleada era extraída directamente del corazón de las ranas, practi- cando préviamente una extensa abertura del cuerpo del animal por su parte ventral. Il —RECUENTO DE LOS GLÓBULOS ROJOS Fué hecho mediante el Cuenta-Glóbulos de THOMA-ZEISS, empleando la técnica corriente para esta clase de determinaciones. La sangre fué diluída al 1% mediante un mezclador de Potain El recuento se hizo, tomando como unidad, cada uno de los cua- drados grandes que tiene el cuenta-glóbulos, que quedan constituí- dos por el espacio que media entre dos líneas horizontales y dos ver- ticales de reparo. Estos cuadraditos son en número de 16. Hecho el recuento, en la sangre de nueve ranas de diferentes pesos, obtuve los siguientes resultados: %) Publicado en la «Revista Chilena de Historia Natural» 32, 320, (1928). Con algunos cambios. 87 Rana Ne Peso en gr. N* de glób. por mm3 A Ne 390,000 A ONES 388,000 (a O io. 158,000 A ASAS o 286,000 5 260 253,000 (6) 250 144,000 7 350 515,000 8 330 559,000 (9) 400 105,000 Los números de ranas que están entre paréntesis, correspon- den a animales que ya a la simple observación presentaban un aspec- to anémico. El término medio, corresponde a 310,000 glóbulos rojos por mm. cúb. Si tomamos el término medio sin contar para ello las tres ranas anémicas, obtendremos un promedio mucho más elevado, 398,500, que se acerca bastante al número indicado por ALDER y HUBER (1) para la Rana temporaria: Calyptocephalus R. esculenta R temporaria 400.000 324.000 408.000 Como puede verse de este cuadro de conjunto, las diferencias entre una especie y la otra, no son muy considerables . III —RECUENTO DE LOS GLOBULOS BLANCOS Si el recuento de los glóbulos rojos fué relativamente fácil, no sucedió lo mismo, al intentarse el recuento de los glóbulos blan- cos Pensé hacerlo primero por el método corriente, es decir, con el aparato de THOMA-ZEISS, haciendo la tinción con azul de meti- leno y la destrucción: de los glóbulos rojos por el ácido acético Tropecé entonces con la dificultad de que quedaban en el campo microscópico, además de los glóbulos blancos, los núcleos de los corpúsculos rojos. Pensé entonces en hacer la determinación por diferencia de los núcleos, lo cual presentó también múltiples difícul- tades, por lo cual, hubo también que abandonar este método. Por fin y a insinuación del Director del Instituto, el recuento lo hice en frotis muy delgados de sangre, temidos por diferentes procedimien- tos (Hemateína-Eosina; Hematoxilina-Eosina; Giemsa; Colora: ción triácida de EHRLICH) .. Hice los rencuentos en sangre de nue- ve ranas diferentes y de la manera siguiente: Colocando al microsco- pio una red de ocular, conté para cada rana, veinte campos microscó- picos, tomando en cada uno de ellos la relación entre los glóbulos rojos y los blancos. 88 En esta forma se hizo el recuento de 20 campos microscópicos para cada animal, tomando después para cada uno de ellos el término medio de las cifras que dan la relación, en que se encunetran las dos clases de elementos: N* de la rana Relación entre los gl. bl. y gl. roj. wW 0 NO UI wn 1 1 1 lle le 1 1 1 1 Ob a O O e e 01 00 VI1IN O M1 HA Oy VI El término medio para las 9 ranas es de ] glóbulo blanco por cada 4,3 glóbulos rojos. Comparando estos datos con los de AL- DER y HUBER tendremos el cuadro siguiente: R-. Esculenta R. Temporaria Calyptocephalus LS SÓ 14,3 Ya los resultados obtenidos por ALDER Y HUBER para las Ranas Esculenta y Temporaria, son bastante distintos entre sí, y A difieren tambián bastante de la cifra obtenida para Calyptoce: alus. z El número de glóbulos blancos por milímitro cúbico deducido por cálculo aritmético, es de 72.306. ALDER y HUBER obtuvie- ron 5.000 para la R. Esculenta y 25.000 para la R. Temporaria Pero debe tomarse en consideración que nuestros animales se en- contraron en un estado de inanición, como he ya dicho más arriba. IV. —MEDICION DE LOS GLÓBULOS ROJOS La medición fué hecha mediante un micrómetro de ocular, usan- do un oc. 10 x y un obj. 40 y estando colocado el tubo del micros- copio en la división 166. Para cada una de las dimensiones, tanto del glóbulo, como de su núcleo, se hicieron cuarenta mediciones El término medio de todas estas mediciones es como siguz: Longitud del glóbulo rojo: 28 micrones Anchura del glóbulo rojo: 16 micrones Longitud del núcleo: 8 micrones Anchura del núcleo: 6 micrones 89 Comparando estas mediciones con las de HAYEM (2) para las otras ranas, veremos que los glóbulos de aquellas son poco me- nores en cuanto a sus dimensiones: Longitud | 24.4 mice 21,7 micr | 28 micr Anchura 16,3micr 153 micr | 16 micr V, —CONCLUSIÓN He hecho también la determinación hematocrítica de la relación entre los glóbulos y el plasma, los de la viscosidad y de la cantidad de la bemoglobina. “Todos estos valores resultaron muy bajos, lo que se explica probablemente por el mal estado de los últimos anima- les conservados desde hace meses en el laboratorio. Por esto omito aquí estos datos. Voy a continuar mis investigaciones con material más fresco y voy a extenderlas también al sapito chileno y a la Rhi- noderma. Especie R. Esculenta| R. Temperatoria Calypotocephalus EE | (eo 90 Aus dem Physiologischen Institut der Universitact Concepcion (Chile). Uber die Blutkorperchen des chilenischen Frosches Calyptocephalus Gayi. Von Oscar Soenksen. Es liegen verschiedene Angaben iúber die Bluíkoerperchen bei Froeschen vor. Fiúr R. esculenta und R. temporaria lauten die «ngaben auf etwa 300.000 bis 400.000 rote Blutkoerperchen im mm3. Auffallend gross sind die Zahlen, die fúr die weissen Blutkoerpercher angegeben werden; bei R. esculenta soll das Verhaeltnis der weissen zu den roten Blutkoerperchen wie 1:50, bei R. tem- poraria wie 1:16 sein. Da Calyptocephalus sich von den europaeischen Froscharten durch verschie- dene Merkmale sehr unterscheidet, schien es mir angebracht, festzustellen, wie sich bei dieser Art rote und weisse Blutkoerperchen zahlenmaessig verhaiten. Calyptocephalus ist im Vergleich zu den europaeischen Forscharten sehr gross; erreicht er doch ein Gewicht von 500 gr und mehr. (*) Schon bei der ersten Betrachtung eines Blutausstrichs von Calyptocephalus fiel mir die grosse Zahl der weissen Blutkoerperchen auf. Allerdings muss ich hervorheben, dass es sich nicht um frisch gefangene Tiere handelte, sondern um ein Material, das sich bereits seit etwa 3 Monaten in den Aquarien des Insti- tutsgartens befand und nicht gefúttert wurde. (%*%*) Das Blut wurde aus dem blossgelegten Herzen entnommen. Die Zaehlungen wurden mit dem Thoma-Zeiss'schen Apparat ausgefiibrt. Die Zahl der roten Blutkoerperchen im mm3 schwankte swischen 253.000 und 559.000; bei 3 Tieren, bei denen die Zahl bloss 105.000 bis 158.000 betrug, erschien das Blut bereits bei oberflaechlicher Betrachtung stark verdiúnnt. Wenn wir von diesen 3 Tieren absehen, ergibt sich in 7 Versuchen ein Durch- schnitt von 400.000 im mm3. Die Zahl entspricht derjenigen, die fúr R. esculen- ta und R. temporaria angegeben worden ist. Die Zahl der weissen Blutkoerperchen wurde in der Weise ermittelt, dass in Ausstrichpraeparaten, die in verschiedener Weise (Giemsa, Ebhrlich's Triacid- Gemisch) gefaerbt wurden, die roten und weissen Blutkoerperchen unter dem Okularnetz, gezachlt wurden Die Zahlen schwankten bei den 9 Tieren zwischen 1:5,6 und 1:6,5. Im Durchschnitt war ein weisses Blutkoerperchen auf 4,5 rote vorhanden. Die Zahlen sind viel hoeher, als fiir R. temporaria und R. esculenta angegzben wird; jedoch sei nochmals hervorgehoben, dass diese Differenz darauf beruhen koennte, dass ich an nicht gefútterten Tieren gearbeitet have. Die roten Blutkoerperchen wurden in úblicher Weise mikrometrisch ge- messen. Die Laenge (2 micr.) ergab sich ais etwas groesser, als bei R. esculenta und R. temporaria, waehrend die Breite die gleiche war. Diese Zahlen sind bemerkenswert. da zwischen den erwaehnten europaeischen Froscharten und Calyptocephalus so ausserordentliche Groessenunterschiede vorhanden sind. (+) Auch im Bau der Knochen liegen Unterschiede vor. Sehr auffallend ist die Haerte des Schaedels, so dass die verschiedenen bekannten Praktikums- versuche am Gehirn des Frosches an Calyptocephalus nur mit Schwierigkeiten gemacht werder koennen. Der Schaedel muss trepaniert werden. Ferner adhaeriert die Kopfhaut fest am Schaedeldach.—A. L. (+) Man fiittert Calyptocephalus mit den hier vorkommenden kleinen Froscharten, die von Calyptocephalus gerne gefressen werden. Im Magen von frisch gefangenem Calyptocephalus findet man auch groessere Krebse.—A. L. 91 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Observaciones sobre el crecimiento de varias especies de pino en Concepción. Por ALEJANDRO LIPSCHÚTZ Es bien conocido el hecho de que el Pinus insignis en Chile crece más rápidamente que en otros países del mundo, mientras que varias especies aparentadas no revelan este aumento de crecimiento en este país. Para conocer más en detalle este interesante fenómeno, he sem- brado en el jardín del Instituto en Setiembre de 1927 semilla de Pi- nus maritima, Pinus insignis, Pinus pinea y Pinus silvestris para comparar la altura de estas especies en el primer año de su crecimien- to La medición de altura de las plantitas se hizo en el mes de Ma- “yo 1928, esto es 8 meses después de la siembra. Como se desprende del cuadro de conjunto Insignis y Pinea revelaron el mismo mínimo y máximo; hay aunque en un número desigual, representantes de ambas especies en todos los cinco grupos. Pinea creció con una velocidad mayor como se desprende del hecho, que su frecuencia es menor en el primer grupo y mayor en el grupo tercero y cuarto Cuanto al Maritima su máximo era menor que para Insignis y Pinea, siendo el Maritima representado solamente en los tres primeros grupos Lo más interesante es lo que se refiere al Silvestris, del cual tu- ve solamente 6 plantitas. Todas quedaron muy chicas, perteneciendo sin excepción al primer grupo En las fotografías se ven 3 plantitas del Silvestris, cerca de varias plantitas de Insignis. La diferencia es muy pronunciada. Desgraciadamente no pude encontrar datos para el crecimiento de las especies mencionadas en el primer año en otros países del mundo, aunque supongo que tales datos existen BUÚSGEN da una curva del crecimiento del Pino en los primeros años, basada sobre da- - tos de FLURY en Suiza. De esta curva se desprende, que el pino (sin indicación de la especie) al fin del segundo año llega a la altura de más o menos 13 o 14 cm., mientras que en el primer año no al- canza a 5 cm. Parece de esta manera que la acceleración del creet- miento de Insignis en Chile tiene lugar ya desde el primer año. Para afirmarlo con seguridad, sería necesario hacer estudios comparativos aquí en Chile y simultáneamente en otros países del mundo, toman- do en consideración también el carácter del terreno en el cual se siem- bra. 92 Altura a la edad de 8 meses. Hoehe im Alter von 8 Monaten Altura del grupo! Número absoluto de plantas Número relativo de plantas Grupos Absolute Zahl Hoehe der gemessenen | Relative Zahl der gemessenen | Hoehe der betr. Pflaenzchen Pflaenzchen 'Gruppe Gruppe O | Pinea | Insignis Maritima Pinea | Insignis Maritima | e | E EA A $ ÓN 2 OSO TI 2 ES | 16 18 37,8 | 40,0 56,0 TIL | 13-16 | 33 | 9 6 558 1.2251 188 | | O A 0 22,4 7,5 0 V | 21-241 | ] 3 0 O ES 0 0 32 100 | 100 100 | | | | 93 Aus dem Physiologischen der Universitact Concepción (Chile) Beobachtungen úber das Wachstum verschedener Pinusarten in Concepción. Von ALEXANDER LIPSCHÚTZ. Pinus insignis waechst, bekanntlich, in Chile schneller ais in Europa: dagegen weisen verwandte Arten keinesfalls ein beschleunigtes Wachstum auf. Um diese ausserordentlich interessante Frage zu untersuchen. habe ich im September 1927 im Institutsgarten Samen von Pinus maritima Pinus insignis, Pinus pinea und Pinus silvestris ausgesaet, um die Hoehe zu ermitteln, die im ersten Jahre des Wachstums erreicht wird. Die Hoehenmessung wurde in einfacher Weise mit dem Lineal vorgenommen. Sie wurde im Mai 1928, d.h. 81% Monate mack der Aussaat vorgenommen. Wie aus der Tabelle zu ersehen. wiesen Insignis und Pinea dasselbe Maxi- mum auf; beie sind in der ersten und fúnften Gruppe vertreten, wenn aucn in verschiedener Zahl. Um den Vergleich im Einzelnen zu erleichtern, sind die ab- soluten Zahlzn in Prozentzahlen umgerechnet worden, die ein lbersichtliches Bild úiber die Verlraeltnisse geben. Waehrend in der zweiten Gruppe Pinea und In- signis gleichmaessig vertreten sind, úberwiegt in der ersten Gruppe Insignis, in der dritten und vierten Gruppe dagegen Pineca. Pinea hat somit ein staerkeres Wachstum aufgewiesen. Maritima war nur in den ersten drei Gruppen vertreten und die groesste Haeufigkeit findet sich, wie bei Pinea und Insignis, in der zweiten Gruppe. Sehr interessant war es, mit diesen schnell wachsenden Arten Silvestris zu vergleichen. Von Silvestris hatte 1ch bloss sechs Pflaenzchen, die saemtlich klein geblieben waren und ein Maximum von bloss 6 cm. erreicht hatten. Die Photo- graphien fiihren drei Pflaenzchen von Silvestris neben Insignis vor. Der Unter- schied ist sehr ausgesprochen. Leider fehlt mir die Moeglichkeit, die vorliegenden Zahlen mit solchen aus anderen Laendern zu vergleichen. Búsgen (*) bringt eine Kurve úber das Wach- stum der Kiefer, die sich auf Zahlen von Fluru aus der Schweiz stútzt. Zu Ende des ersten Jabres erreicht die Kiefer nach diesen Angaben eine Hoehe von weniger als 5 cm. Wie aus unserer Tabelle hervorgeht, hatten wir 81% Monate nach der Aussaat in 100% der Faelle bei Insignis hoechere Werte, waehrend Silvestris im Rahmen des in Europa moeglichen Wachsteums Cliel. Allerdings darf nicht vergessen werden, dass wir bei unseren Untersuch- ungen die Bodenverhaeltnisse ganz ausser acht gelassen haben. Vielleicht werden unsere Beobachtungen Anregung geben, die Frage auf breiterer internationaler Grundlage zu verfolgen. *) M. BUSGEN, WALDBAEUME, ill. Aufl., bearbeitet von E. Muench, Jena 1927, Vel. S, 13; Oz Fig: Pig. 1.—Dos plantas d= Silvestris a la derecha y varias plantas de Insignis a la izquierda. 1,—Rechts zwei Pflaenzchen von Silvestris, links Insignis. 95 zquierda y varias plantitas de Insignis a la derecha. Fi.g 2.—Una plantita de Silvestris a la i íhen von Silvestais, rechts Insignis Fi.g 2.—Links gein ekrummtes Pflanz 1 Q Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Nuevas observaciones sobre el celo del cuy (1) Conferencia dada en la Sociedad de Biología de Concepción Por OSCAR SOENKSEN Ayudante del Instituto Ya en otra ocasión hice un estudio analítico referente al ciclo sexual completo de la hembra del cuy. (2) Hov me voy a refe- rir exclusivamente a la apreciación microscópica del período del ce- lo. El cuadro microscópico del período del celo, se caracteriza, se- gún STOCKARD y PAPANICOLAOU, LONG y EVANS y ALLEN por la presencia exclusiva de células cornificadas, habien- do una ausencia completa de epitelios y leucocitos. Los últimos son, como sabemos, muy abundantes en todo el resto del ciclo sexual. En cambio VOSS (3) sostiene que en sus cuyes normales había un celo caracterizado por la presencia de células cornificadas, acompa- nadas de un porcentaje mayor o menor de epitelios y leucocitos. Dice VOSS que 100% cornificados nunca se observaban en sus cuyes, haciendo el raspaje vaginal en las mismas condiciones como en la laucha. VOSS deduce de estas observaciones que fisiológica- mente, en cuyes normales puede haber una mayor o menor inten- sidad de celo, según sea el porcentaje de leucocitos que aparecen en el raspaje, durante el período del celo. Ya en mi comunicación anterior sobre este tema, tuve ocasión de mencionar que SIOCKARD y PAPANICOLAOU asignan al período del celo con células cornificadas exclusivamente una dura- ción de 6-12 horas. Según LIPSCHUTZ la discrepancia de los resulcados de VOSS se atribuiría precisamente al hecho de la corta duración del período del celo. VOSS practicando los raspajes tan sólo una vez al día, puede que los haya hecho en varios casos antes o después del período de celulas cornificadas, cuando hay cornificadas en mayor o menor abundancia y también leucocitos y no en el período mismo. Esta discordancia de resultados es lo que me indujo a prac- ticar una investigación exacta de este asunto. Practiqué los raspajes cada tres horas, durante el día y la no- che, a fin de poder caer así con los raspajes dentro de aquella parte de la curva del ciclo sexual, que corresponde al período de las células cornificadas. (1) Anteriormente publicado en la «Revista Chilena de Historia Natural», 32, 25 (1928)..Con algunos cambios. (Q) O SOENKSEN, Bol. Soc. Biol. Concepción, 1, 81 (1927). (3) H. E. VOSS, Pflúges Arch. 216, 156 (19217). 99 Comenzado el trabajo, poco a poco, los animales fueron pre- sentando su celo. Hechos los raspajes y su tinción por el método corriente, pude constatar en 8 animales la ausencia completa de leu- cocitos, durante el período del celo. En algunos casos pude constatar la ausencia de los leucocitos ya en el procelo, muchas horas antes del celo. Así por ej. el ani- mal N.o 380 manifestó una ausencia de los leucocitos durante 21 14 horas. También en algunos de ellos el período de células cornificadas sin leucocitos no estaba limitada a la duración de 6-12 horas. Pero nunca había un período sin leucocitos que habría al- canzado 24 horas, como lo es en la rata, en donde el período de celo dura según LONG y EVANS 27 horas Como se desprende de esta investigación, el concepto de VOSS debe tener su origen en el hecho de haber practicado él los raspajes solamente cada 24 horas, lo que necesariamente dió un cuadro dis- tinto de lo que los autores norteamericanos constataran en cuanto al ciclo sexual del cuy. Otra conclusión que puede deducirse es que en el cuy, de acuer- do con los autores anteriores, no sólo el período del celo se puede presentar sin leucocitos, sino que también el pro-celo. 100 Aus dem Phys'ologischon Institut der Universitact Concepcion (Chile). Forgesetzte Untersuchungen úber den Vaginalausstrich und die Brunst des Meerschwein: hens Von Oscar Soenksen Voss fand im Ausstrich von cinigen normalen Meerschweinchen, unter den gleichen Ertnabmebedingungen aus der Scheide wie bei der Maus, niemals 100% Flornzellen. Aus dieser Beobachtung schliesst Woss, dass in seinem Tier- material physiologischerweise unvollkommene Brunstgaenge bei normalen weib- lichen Meerschweinchen vorgekommen sind In Fortsetzung frúherer Unter- suchungen habe ich nun die von Lipschútz aufgeworfene Frage geprúft, ob nicht der von Voss gezogene Schluss darauf beruhen koennte. dass er den Ausstrich nur einmal in 24 Stunden ausfiihrte, waehrend nach den Angaben von Stockard und Papanicolaou das Stadium, das allein durch Hornzellen geken- nzeichnet ist, beim Meerschweinchen sich in der Regel nur úber 6 bis 12 Stunden wird, so wird er in der Mehrzahl der Faelle in Wahrheit vor oder nach dem erstreckt. Wenn nun der Ausstrich nur einmal in 24 Stunden vorgenommen reinen Hornzellenstadium gemacht, und es werden dann in der Mehrzahl der Faelle gut erhaltene Epithelien oder Leukozyten neben Hornzellen vorhanden sein. Um diese Moeglichkeit zu untersuchen, habe ich beim Meerschweinchen den Scheidenausstrich alle 3 Stunden, sowohl am Tage als in der Nacht vorg- enommen, um mit Sicherheit in das von Stockardund Parpanicolacuangegzbene leukozytenfreie Hornzellenstadium zu fallen. Die Ausstriche wurden mit Haematoxylin-Eosin gefaerbt. Bei 8 Tieren konnte ich die Angaben der ame- rikanischen Autoren vollkommen bestaetigen; es war das reine Fiornzellen- stadium vorhanden. Man kann sich in solchen Versuchen auch úberzeugen, dass schon im Proes- trus, viele Stunden vor dem Hornzellenstadium, die Leukozyten verschwinden koennen, wie das ja auch bei der Ratte und bei der Maus der Fall ist. In einem Fall waren die Leukozyten úber 21 Stunden abwesend. Aus unseren Beobachtungen, die ja nur die Befunde von Stockard und Papanicolaou, von Long und Evans bestaetigen, ergibt sich, dass die Anwesenheit von Epithelien oder Leukozyten neben Hornzellen im Ausstrich des brúnstigen Meerschweinchens, wenn der Ausstrich nur einmal in 24 Stunden vorgenommen wird, nicht zur Annahme berechtigt. dass eine unvollkommene Brunst verliegt. 101 LAST qa do O | o E 2 10) l= 5 z ( £ S < (7) o pS - E [a] 2 5 o G c o E o ñ 9 E o Q 2 EE (3 y £ o a e E Ll e ES) o [- Y o o E o || [9] £. Dr. AIERarO Lipschútz Prof. Dr. búrbar Wilhelm . Carlos Oliver Schneider Prof. Ernesto Mahuzler Pr mf. DE Alcibíades SEE Cruz Prof. Dr. Carlos Henckel . Año 1929-1930 SUMARIO as Helmutb.—Madurez precoz por medio de la parabiosis y su relación: con la “ley ele TODO DET sont 07 o O Ea 1 Aca) en-la Bahía de Talcahuano... LN helm G. Ottmar.—Das ad von “Tintenfischen (Omastrephes sigas) in der Bucht von Talcahuano................. 2T ¿hnjakov ro co la extracción de Ne ADRIANA. de a falo Mevala: 0er Me Extraktion 1 von Follikulin : aus dem Harn der schwangeren Prau... E 42 “riores. 7 als Eduardo. Estudios BES 38 hipertrofa 4 dia en n el cas en algunos: Po del ie humano segun el método De de microir.cineración .. $ (6) HH enckel K. 0.—Sobre el HEROlO el encia Ei e la articulación radio-cubital inferior en el hombre................. 101 enechel K. 0.—Sobre la IRE pata de la Bara de los vasos «sanguíneos... tae. A bre. q ba Chilena - (Ommastrephes gigas, Hupé) .. dee ARIAS EE 117 Y ar Adol1f.—El Problema de la vidad! qe 125 2 DeRy . A Hllanes Armando.—Resistencia de la idad germmativa Ide A de. los huevos de gallina, sometidos a bajas temperaturas... 30 145 nes Armando.—Uber das NARA des Hiihnercies bei EE | - drigen Temperaturen... A 151 q a E? er Reilly G.—Cobayos Binejacales RAS ST DEALS TAR 153 ALAN lo" Boletín de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Filial de la Societé de Biologie de Paris Publicación auspiciada por la Universidad de Concepción COMISION REDACTORA Prof. Dr. Alejandro Llpschútz Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Prof. Carlos Ollver Schnelder Prof. Ernesto Mahuzler Prof. Dr. Alcibíades Santa Cruz Prof. Dr. Carlos Henckel _ Tomo ly IV Año 1929-1930 Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Director: Proí. Dr. A. Lipschiltz Madurez precoz por medio de la parabiosis y su relación con la “ley de la pubertad” Conferencia dada el 18 de Abril de 1929 en la Sociedad de Biología de Concepción, por el Dr. HELMUTH KALLAS Sub=-Director del Instituto de Fisiología. Ley de la pubertad y el lóbulo anterior de la hipofisis Antes de entrar en la materia de mi conferencia acerca de cier- tos fenómenos que se producen en el aparato genital al reunir dos ratones en parabiosis, sézme permitido ocuparme brevemente del gran conjunto de cuestiones de las cuales el problema de la para- biosis sólo es una parte constitutiva, como espero demostrar en mi disertación de hoy. Me refiero a los fenómenos tan complejos que se resumen en la palabra pubertad. El problema de la pubertad no sólo ha sido y es motivo de estudio de las ciencias naturales, sino 1 también de la filosofía y poesía. Nosotros, sólo podemos preocupar- nos del aspecto jiszológico de la cuestión anunciada. ¿Cómo y porqué se producen los cambios tan profundos que se manifiestan durante la maduración sexual? Estas preguntas ocupa- ban y ocupan la atención de los investigadores y han encontrado su formulación científica en la llamada «ley de la pubertad» de LIPSCHÚTZ, y que, como seguramente se recuerda, ha sido expuesta por el autor tanto en Concepción como en Santiago de Chile. Basándose sobre sus experimentos personales y de acuerdo con los de HEAPE, de FOA y de SAND, formulaban HAMMOND y después LIPSCHÚTZ, el importantísimo reconocimiento, que el momento en el cual comienza la pubertad no depende del oyario y del testículo, si no de factores extragonádicos. Son, segun HAM- MOND y LIPSCHUTZ, las Substancias X que circulan en la san- gre en determinada cantidad y que determinan la madurez sexual a un tiempo característico de la especie. Conforme a la ley de la pubertad, estas substancias X fueron iguales para ambos sexos, lo que LIPSCHUTZ y VOSS demostraron experimentalmente. Antes de la pubertad las relaciones que existen entre las substancias X y los órganos sexuales, son evidentemente distintos de las que existen después del comienzo de la madurez sexual, sea el cambio que en la madurez se produce, de un orden cuantitativo o cualitativo. Ahora, si tales substancias X realmente existen, sería de espe- rar que su administración a un organismo prepuberal provocaría la aparición de la madurez precoz. Pues, señores, los trabajos de ASCHHEIM y ZONDEK, de SMITH y ENGLE han elevado las premisas de la ley de la pubertad a la realidad. Existe hoy la pro- babilidad que las sustancias X no son otra cosa que la hormona del lóbulo anterior de la hipófisis o en todo caso que su producción es- tá relacionada con la función del lóbulo anterior, como admite LIPS- CHUÚTZ. El experimento de inyección o transplantación del lóbulo anterior hipofisario cumple con estos requisitos. El animal infantil entra efectivamente en una pubertad precoz. El ovario infantil au- menta y se hace en su secreción interna activo, tal cual un ovario adulto. El útero engruesa y sus criptas toman la constitución pro- pia de un animal adulto en celo. La vagina también entra en el es- tado característico del celo. La glándula mamaria crece. La puber- tad ha aparecido gracias a la suministración de las substancias X o de la hormona hipofisaria anterior. Las manifestaciones son en am- bos sexos análogas: en el macho joven madura el testículo y se de- sarrollan anticipadamente los órganos sexuales bajo la influencia de la inyección del lóbulo anterior. No importa si se suministra, a la hembra infantil, lóbulo anterior de una hembra o de un macho: no importa el sexo del donor del lóbulo anterior. Por substancias ex- tragonádicas no específicos del sexo, ha aparecido la madurez sexual, confor me a la ley de la pubertad. Debo agregar que se trata de subs- 0) tancias que podrían designarse como constructoras, por cuanto, no sólo provocan la madurez sexual, sino mantienen en su integridad anatómica y fisiológica las glándulas sexuales. En el caso de que estas substancias faltan, los órganos sexuales quedan en un estado infan- til como lo han demostrado los experimentos de BIELD y ASCH- NER Y CUSHING con ablación de la hipófisis especialmente en perros. : De una gran cantidad de otras substancias examinadas por los autores mencionados al respecto, cito solo por caso, la tiroides, el timo, la epífisis, los aminosbiógenas, sangre, líquido cefalorraquídeo, etc., etc., con los cuales jamás se ha conseguido producir la pubertad. Al enfocar nuestra atención, ahora, al tema propiamente tal de nuestra disertación, espero que se dilucidarán las relaciones entre los fenómenos citados y las revelaciones que nos proporciona la pa- rabiosis. La parabiosis La parahiosis o sea la reunión de dos animales con el fin de diversos estudios científicos, se ha practicado ya desde el año 1829; pero estos primeros experimentos no han tenido valor científico, por falta de un trabajo racional y sistemático. Debemos lMegar hasta el año 1908, fecha en que el celebrado cirujano SAUERBRUCH jun- to con HEYDE abren para el palpitante e interesantísimo problema un nuevo campo sobre una base científica. Desde esta época han buscado, una multitud de investigadores de todas las naciones, dilu- eidar experimentalmente una serie de cuestiones científicas por me- dio de la parabiosis. Interesante es el hecho que la naturaleza misma nos presenta, en casos accidentales, estos fenómenos de la duplicidad o de dos se- res unidos. De la patología humana zonocemos 17 casos O parejas, prevalente de mujeres, las que estaban soldadas a una cierta parte del cuerpo, diferente según el caso, y sobrevivían más o menos lar- go tiempo (según G. SCHMIDT). El procedimiento de SAUER- BRUCH y HEYDE nos ha capacitado por intermedio de la técnica quirúrgica moderna, de reproducir estas aberraciones de la Natura- leza en todo momento. Desde entonces, cuestiones como la de la inmunidad, de la función renal, de la transplantación y propaga- ción de tumores y muchas otras, fueron delucidadas en algunos de sus detalles por medio de la parabiosis. El ovario de la parabiosis Desde 1914 se ocupaba el japonés MATSUYAMA con proble- mas de parabiosis y se encontraba sorpresivamente con fenómenos que constituyen el punto de partida de nuestros propios trabajos 3 personales y que deseo relacionar a los problemas referentes a ley de la pubertad y al lóbulo anterior hipofisario. Dicho investigador constató, que cuando se une un ratón castrado con una hembra normal, en el curso más o menos de 15 días, se observan en el apa- rato genital del animal no castrado cambios profundos. Son los ovarios del animal intacto los que se revelaron, en primer término, mayormente comprometidos por las influencias que del asociado castrado pasan al animal normal. Estos órganos aumentaban enor- memente de tamaño hasta llegar 10 veces su peso normal. Al mis- mo tiempo aumentaban también el útero y las glándulas mamarias. Microscópicamente se encontraron los signos de una exuberante ma- duración folicular y de una abundante formación de cuerpos amarl- llos. Evidentemente el aumento del útero y de la glándula mamaria debe considerarse como consecutivo a la alteración del ovario. Pare- cía que en la parabiosis los ovarios del animal normal habían sido estimulados por substancias provenientes del animal castrado, a una función enormemente exacerbada hasta poner en juego evi- dentemente toda su reserva disponible de folículos primarios y se- gundarios, un acontecimiento que necesariamente remataba con la degeneración profunda de todo el aparato sexual. ¿De qué natura- leza serían estas substancias hipotéticas provocadoras? La “castro-hormona” La respuesta, trataba de darla otro investigador japonés, GOTO, el que repitió los experimentos de MATSUYAMA, GOTO comprobó las observaciones de éste y llegó a la conclusión que ciertas «CASTROS- HORMONAS», como él decía, pasan del ani- mal castrado al normal y provocan toda la serie de alteraciones des- critas. Al inyectar sangre de un ratón castrado a una hembra nor- mal, se revelaron en los ovarios y en el útero, categóricamente las mismas alteraciones observadas en la parabiosis. Las substancias desconocidas, o sean, las «castro-hormonas», circulaban así en la sangre del animal castrado y pudieron ponerse en evidencia expe- rimentalmente. De importancia era el hecho de que, al reunir dos ratones no castrados, las alteraciones en el aparato sexual no se producian; es pues la CASTRACION de uno de los animales aso- ciados, la que determina la aparición de las alteraciones menciona- das en los órganos genitales del socio normal. Castro-hormona, substancias X y lóbulo anterior Desde entonces se ha tratado de explicar los fenómenos men- cionados y de investigar la naturaleza de las substancias hipotéti- cas en juego, sin llegar a una conclusión. Pero desde el comienzo era evidente que debía tratarse de substancias las cuales pasando 4 del socio castrado al normal, actúan en forma electiva sobre el ova- rio y que exacerban su actividad. Era, para LIPSCHUTZ. claro que podía pensarse, aquí, en substancias semejantes a las que tam- bién normalmente constituyen el motor de los ovarios y de la fun- ción sexual como se expresan ASCHHEIM-ZONDEK En otras pa- labras: debía tratarse de las substancias X o de la hormona pituitaria anterior. e A insinuación del profesor LIPSCHUTZ hemos investigado, en el Instituto de Fisiología, la cuestión de las substancias que pasan del animal castrado y determinan cambios tan profundos en los ovarios, en el útero y enla glándula mamaria del animal normal, reanudando así el problema de la parabiosis y estudiando en expe- rimentos preliminares, en ratas adultas, las alteraciones descritas por MATSUYAMA (fig. 1). Las alteraciones que en el ovario se determinan por inyeccio- nes repetidas del lóbulo anterior, guardan en verdad, semejanza a las en la parabiosis. Si las substancias que pasan del animal castrado al animal intacto fueren de orígen hipofisario como lo hemos su- puesto, se pregunta por qué la castración de unos de los asociados era condición indispensable para la producción de los fenómenos mencionados. Ya SAND había formulado la hipótesis que los testí- culos y ovarios necesitan las mismas substancias para su desarrollo y acción. Cuando se reunían testículos y ovarios en el mismo orga- nismo, como, por ejemplo, en la transplantación de ovarios en un macho intacto, entonces se establecía, según la hipótesis de SAND, una verdadera lucha por las mismas substancias, y el conocido fenó- meno de la hiperfeminización de STEINACH faltaba o se retarda- ba en su aparición, por cuanto precisamente esta lucha por las mismas substancias dificultaba la activación hormonal del ovario in- gertado. Si se practicaba la ablación de los testículos, 'esto es del concurrente, aparecieron los fenómenos de la hiperfeminización en brevedad. Es el conocido fenómeno del «desarojamiento» de LIPS- CHUTZ. Es seguro, que la lucha por las mismas substancias juega un papel importante en este fenómeno, aún cuando para su expli- cación debemos tomar en cuenta también otros factores como el an- tagonismo especifico sexual. Ahora, al castrar una rata, se liberan las mencionadas substan- clas pituitarias, ya que se excluyen por la castración los consumi- dores, y las substancias del lóbulo anterior pueden, en el caso de una parabiosis, pasar al animal intacto. También los más arriba mencionados trabajos de GOTO con inyección de sangre de ratones castrados, en ratas normales en las cuales se consigue el aumento de los ovarios y del útero, pueden explicarse sobre la misma base -aquí expuesta. La exacerbación funcional del lóbulo anterior por medio de la castración. Además, debemos considerar aquí otro momento del más alto interés. Parece que la hipófisis se coloca por la castración en un estado de exacerbación funcional. Uds. saben que entre todos los órganos endocrinos existen relaciones mutuas estrechísimas, deter- minándose la función de cada uno de ellos en una manera deli- cadísima, por todos los otros. Tales delicadas relaciones de recipro- cidad existen también entre la hipófisis y la gonada y es probable que una depresión funcional de las gonadas condiciona una mayor actividad hipofisaria. Conocemos, por ejemplo, con plena seguri- dad un estado fisiológico, en el cual la función del lóbulo anterior de la hipófisis aumenta enormemente, como lo es durante el emba- razo. Ahora, en la gestación aparece en el ovario el cuerpo amari- Ho, el que impide el desarrollo del elemento característico del ova- rio, es decir, del folículo. En este sentido llama MATSUYAMA al embarazo una «castración pasajera». Por cierto, esto es una parado- ja, refiriéndose a la inhibición solamente al ovario y no a otros órga- nos producentes de la hormona femenina, como la placenta. Pero, en todo caso, no cabe duda que cuando por la castración se produce una perturbación de las delicadas correlaciones entre la hipófisis y los órganos sexuales, aparece en la hipófisis una serie de altera- ciones interesantísimas semejantes a las que se encuentran en este organo a la época de su actividad maximal, esto es en la preñez. Es justamente el lóbulo anterior, en el cual la castración, como en la preñez, se produce una hipertrofia; se produce una transformación de las «células principales» en las llamadas «celulas de castración o de embarazo», que son evidentemente los signos perceptibles de una hiperfunción. El próblema principal: las substancias responsables de los fenómenos parabióticos ¿son del lóbulo anterior? No puedo detenerme sobre el particular de estas cuestiones interesantes y tan complejas; me limito sólo a mencionar que eran consideraciones científicas que nos han guiado, cuando nos formu- lábamos la pregunta sz las substancias que pasan durante la para- biosis del castrado al normal fueren o no de orígen hipofisario. Sólo el experimento podía comprobar si nuestro concepto era conforme a los hechos o no Por dos caminos podemos llegar a una tal acertación. Primero, haciendo la ablación de la hipófisis de un ratón castrado y parabio- sándolo con una rata normal. Si en este caso no se presentaran en la rata normal asociada las alteraciones características del aparato 6 sexual, quedaba evidente que las substancias en cuestión son de proveniencia hipofisaria. Este camino tropieza con grandes dificul- tades técnicas. Aún en animales en los cuales la ubicación de la hi- pófisis permite un acceso relativamente fácil, aún en estos animales, los cuales, como por ejemplo, el gato, el perro, la rana, se prestarían bien para la hipofisectomía; el número de los operados que sobrevi- vían a la operación era relativamente pequeño o era corto el tiempo que ellos sobrevivían a pesar de una técnica muy bien elaborada. Desde el año 1886 hasta hoy dia, los cirujanos y fisiólogos de todo el mundo se han esforzado de hacer la ablación total de la hipófisis y conseguir la supervivencia de los hipofisectomizados por el ma- yor tiempo posible. Sólo recientemente se han conseguidos éxitos más satisfactorios. Así, por ejemplo, consiguió ASCHNER una ex- tirpación completa en el perro. Pero el ratón, que se presta más que los otros para la parabiosis, por la configuración craniocefálica, es un animal muy inapropiado para la hipofisectomia; y, además, sería necesario hacer en el mismo animal no solamente la hipofisec- tomía, sino también la castración y la parabiosis. ¡Cómo revelar experimentalmente la acción de la hormona del lóbulo anterior? Por las razones mencionadas, hemos cogido otro camino, ASH- HEIM y ZONDEK han demostrado que la hormona hipofisaria del lóbulo anterior tiene una acción específica; una solución, por ejem- plo la orina, que contiene las substancias activas del lóbulo anterior, actúa sobre el aparato sexual de la laucha o ratón infantil de una manera específica que por los cambios producidos puede revelarse con toda seguridad la presencia de la hormona respectiva en la so- lución. Para esto se requiere: 1) Que la mucosa vaginal del animal infantil se transforme produciéndose una estratificación de cédulas poligonales (10 a 15 capas) con cornificación de los estractos más superficiales, mientras que normalmente, la mucosa vaginal revela solamente 2 a 3 capas de células epiteliales y siempre sin cornificación: 2) Que el útero aumente y se llene de secreción; 3) Que el ovario entre en maduración folicular y que se for- men cuerpos amarillos vascularizados. Si en la parabiosis, como hemos supuesto, pasa la hormona del lóbulo anterior del animal castrado a la hembra normal, los cambios que se establezcan en el caso de que eligiéramos para la parabiosis una hembra infantil; deben corresponder a las condicio- nes de ZONDEK y ASCHHEÍM, es decir, gracias al pasaje de subs- tancias X de la hormona del lóbulo anterior del animal castrado, debe producirse la madurez o pubertad precoz en la rata infantil parabiosada. La pubertad precoz del ratón infantil parabiosado con un ratón también infantil, castrado. Para este fin unimos ratas que todayía no habían alcanzado la madurez sexual y en su mayoría pesaban menos de 20 gramos, en parejas; tuvimos la seguridad de que se trataba de animales infan- tiles, como la pubertad se presenta en el ratón de 35 y 40 grs. Uno de los animales asociados fué castrado antes de la parabiosis. Nues- tro material total en parabiosis suma más de 50 parejas; los datos experimentales, a los cuales me refiero aquí, se basan sobre una ob= servación muy detallada de 17 parejas. Tuvimos la satisfacción de observar ya poco tiempo después de la reunión, la aparición, en la rata infantil no castrada, de los signos exigidos por ZONDEK y ASCHHEIM para la comprobación de la presencia de la hormona pituitaria. Ustedes recordarán, que gracias a las investigaciones de STOC- KARD y PAPANICOLAU, LONG y EVANS y ALLEN es posible averiguar el comienzo del celo por medio de un simple raspaje va- ginal. En circunstancias normales las células cornificadas caracterís- ticas para este estado, sólo se encuentran en la rata ya adulta. La mucosa vaginal presenta en el celo una “proliferación y, como ya hemos dicho, el epitelio se convierte de biestratificado en pluri-es- tratificado con cornificación de las capas superficiales, las cuales justamente se presentan en el frotis como placas córneas. Si inyec- tamos o transplantamos en un animal infantil substancia hipofisaria aparecen bajo la influencia del ovario activado, las transformacio- nes típicas ya en la vagina infantil. Es la prímera de las tres men- cionadas condiciones para la comprobación de la acción específica de la hormona del lóbulo anterior. Ahora, este fenómeno de la maduración sexual puede observarse con toda seguridad ya después de 7 días de estado parabiótico (fig. 2), Y además, se observa al mismo tiempo como manifestación exter- na de estas transformaciones, en el animal infantil, la abertura y el enrojecimiento de la vagina, comunmente cerrada antes de produ- cirse la pubertad con una membranita epitelial. La segunda condición que consiste en encontrar en la disec- ción al útero aumentado y lleno de secreción, también se realiza por medio de parabiosis ya en un tiempo de 7 días (fig. 3). Se ve que el útero ha aumentado más o menos 3 veces de su tamaño normal y especialmente en comparación con el animal cas- trado. Es fácil comprobar que este fenómeno depende de la previa castración del animal asociado. La transformación del útero y tam- poco la de la vagina o del ovario, no se produce si el animal aso- ciado no se había castrado (fig. 4). Las manifestaciones de la madurez sexual se comprueban tam- bién microscópicamente. Las criptas y glándulas se hallan aumen- 8 tadas y sobre todo llama la atención el desarrollo de yacuolas de secreción. La segunda condición para la revelación de la hormona del ló- bulo anterior se ha cumplido de esta manera por medio de la pa- rabiosis. Las transformaciones más notables presentan los ovarios. Pe- sando normalmente 4 a 5 mgr. en animales de este tamaño (más o menos de 20 grs.), estos órganos ya después de 7 días de estado pa- rabiótico pesaban hasta 11 mgrs.; aumentaron, por consiguiente, tres veces. Después de 14 días, de influencia parabiótica, los ovarios pueden hallarse aumentados 10 veces en su peso, es decir, pueden pesar 36 a 40 mgrs. (fig. 5). Microscópicamente podemos demostrar en los ovarios, con to- da seguridad, la acción específica de la hormona pituitaria. Compa- remos un corte de un ovario normal (fig. 6) con uno de un ovario parabióticamente influenciado durante, digamos, 7 días, (fig. 7), y veremos que este órgano ha entrado en desarrollo folicular. El folículo maduro, con o sin óvulo, rige en todas partes del ovario. Al entrar un número exagerado de folículos en desarrollo y maduración, el número de folículos primarios se reduce considera- blemente; y poco a poco se agota, por decirlo así, completamente la reserva folicular del órgano. También ya encontramos una lutei- nización muy pronunciada, tan típica para la acción del lóbulo an- terior, es decir, una transformación de las células de la granulosa y teca, que aumentan considerablemente y que presentan, teñidas de una manera especial, los gránulos sudanófilos. Exponiendo el oyario un tiempo mayor a la influencia para- biótica (fig. 8), encontramos en el órgano infantil el signo más in- confundible de la madurez sexual—el cuerpo amarillo en pleno de- sarrollo, o sea, el cuerpo amarillo atrético, que resulta de la trans- formación de la granulosa en células lutéinicas, sin que sea necesario que el folículo estalle, como sucedería normalmente. Para el diagnóstico biológico de la hormona en cuestión, basta ya constatar en la yagina el estado del celo y en el ovario la madu- ración folicular. Encontrando, además, en el ovario ¿mfantil cuer- pos amarillos, hemos cumplido con condiciones ya mucho más se- veras de las que corresponden al diagnóstico clínico del embarazo, “y según todo lo que sabemos, no puede dudarse más que se trata de la hormona del lóbulo anterior que actúa, como ustedes ven (fig. 8), el ovario de la rata no castrada está ocupada ya después de 14 días de vida parabiótica, por muchisimos cuerpos amarillos. Pero no sólo hemos provocado por la rata infantil la pubertad precoz. El estado de celo persistía en nuestras experiencias hasta seis días, apareciendo en seguida, en la vagina los fenómenos de regresión que se notaban claramente en el frotis vaginal. En otras palabras, en la rata infantil, bajo la influencia de la parabiosis, se ha producido S, un ciclo sexual completo tal como se presenta normalmente sólo en el animal adulto. La rata infantil ha sido conducida a una pubertad. precoz por la imfluencia de substancias extraováricas, o sea, de las substancias X provenientes del castrado asociado, o como podemos de- cor ahora, después de mis experimentos, bajo influencia de las hormo- nas del lóbulo anterior de la hipófisis. Ahora Ud. comprenderán por qué dije al principio que el pro- blema de la parabiosois está en relación estrecha con el problema de la pubertad. Por administración de substancias producidas fue- ra de las glándulas sexuales, provenientes del castrado que no con- blene más los ovarios, se ha producido la madurez sexual precoz de un animal infantil —en pleno acuerdo con la ley de la pubertad. Aquí un conjunto de nuevos problemas de mayor gravedad e importancia se presenta: la pubertad precoz en el animal infantil se produjo porinfluencia de substancias provenientes de un animal castrado también ¿mfantil. El animal infantil se revela capaz de producir las substancias responsables de la maduración sexual; ¿Porqué él no madura normalmente antes que llegue la edad de la pu- bertad? Los experimentos relatados hacen suponer que es el ovario 1afautil mismo el que ya regula la acción del lóbulo anterior. Ahora pues, señores, ¿qué importancia práctica tienen estas revelaciones puramente científicas? Medir comunmente al valor de hechos científicos según su apli- cación práctica significa valorizar un retrato según su peso. A pesar de esto, deseo responder la pregunta emisionada, por un ejemplo. Ya los antiguos Egipcios practicaban el diagnóstico del embarazo ha- ciendo orinar a las mujeres sobre semillas. En el caso de que ellas germinaban se decía que la mujer estaba embarazada. Nosotros, gracia a los trabajos de ASCHHEIM y ZONDEK, estamos en con- diciones de establecer el embarazo con una exactitud de 96 0%/, ya durante las primeras semanas, basándonos sobre los hechos pura- mente científicos que parcialmente hemos expuesto en este trabajo. La expresión práctica de investigaciones puramente científicas es la geringa de estracto hipofisario y ovárico en las manos del médi- co práctico. Base más que suficiente para solicitar la necesaria ad- miración también de parte de la gente civilizada. La ciencia es afortunadamente no sólo una diosa, sino, también, una vaca produc- tora de mucha leche, 10 Aus dem Physiologischen Intitut der Universitat Concepción (Chile Parabiose und sexuele Frihreife im ihren Beziehunsen zum Gesetz der Pubertát Von Dr. Helmuth KalMas. Sub-Direcktor des Physiologischen Instituts. Eine vorlaeufige Mitteilung erschien in C. R. Soc. Biol. 100,979 (1929), Die ausfúbrliche Arbeilt. erschien in Pfúlgers Archiv, 223,232 (1929). 11 ae aa A o Fig. 1.—Parabiosis de hembra adulta normal con macho adulto castrado. Sacrificado 8 días después de la operación. En pocos días se produjo el au- mento del útero; las vesículas seminales del macho todavía no han degenera- do. Tamaño natural. 13 Fig. 2,—Mucosa vaginal de una rata infantil normal, parabiosada con una rata infantil castrada (19 y 19 gr.). 10 días después de la operación. El epitelio se revela pluriestratificado: las capas superficiales cornificadas. Célu- las cornificadas en la cavidad vaginal. Microfotografía. Aumento 100 veces. Fig. 3.—-Parabiosis de una rata infantil normal con una rata infantil cas- trada (24 y 22 gr.). 8 días después de la operación. A la derecha, útero del ani- mal “normal con ovarios; el útero es inuuchas veces mas grueso que el útero del animal asociado que se revela filiforme. Aumento 1,3. Fig. 4.—Parabiosis de dos hembras infantiles normales (23 y 24 gr.). 11 días después de la operación. Ambos úteros iguales. Encima de los úteros se ven los ovarios. Aumento 1,3. Fig. 5.—-Arriba, ovarios de un ani- mal infantil en parabiosis. 10 días des- pués de la operación. Abajo, ovarios de un animal infantil normal. Peso de los ovarios del animal en parabiosis, 39 mgr. Del animal normal, 8,5 mgr. Mu- cosa vaginal de este animal vea tig. 2. Aumento 2,7 veces. Ba, Fig. 6.—Ovario de una ra- ta infantil (15 gr.). Se ven so- lamente pequeños folículos. Microfotografía. Aumento 30 veces. Fis. 7.—Ovario de una rata infantil (20 er.), en parabiosis, 7 días despues de la operación. Se ven grandes folículos característicos de un animal en celo. La diferencia entre el animal infantil normal (62 6) v el animal infantil en parabiosis es enorme. Microfotografía. Aumento 30 veces. 19 : Fis P £ Fig. 8.—Ovario de una rata infantil (20 gr.) en parabiosis, 14 días después de la operación. 6 días después de la operación se estableció el celo que duró 6 días; dos días después el animal se mató. Los ovarios pesaron 76 mgr. (peso normal 9 mgr., vea fig. 5) y se encontraron llenos de cuerpos amarillos. Micro- fotografía. Aumento 30 veces. Ecol Del Instituto de Biología General de la Universidad de Concepción (Chile) Las mortandades de fibias (Omastrephes sigas) en la Bahía de Talcahuano U) por el Prof. Dr. O. WILHELM €. Profesor de Biología General de la Pacultad de Medicina de la Universidad de Concepción. Todos los años, durante los meses de veramo, especialmente desde fines de Febrero hasta mediado de Abril, más o menos, se ob- serva en la bahía de Talcahuano un espectáculo de proporciones a veces verdaderamente gigantesco. Miles y miles de jibias (Omas- trephes gigas) entran a la bahía y nadan desesperadamente, hasta que al cabo de pocos días agonizan y mueren. Gran número de estos cefalópodos se estrellan contra las rocas o se varan en la costa y lanzan, generalmente, un gran chorro de agua (que muchas veces produce un ruido tétrico, el rugido de la muerte), otros alzan los tentáculos sobre el nivel del mar, se vuelcan sobre si mismos, la cara ventral blanquea a flor de agua, y el animal queda inmóvil y muerto. Pronto se torna el pigmento café grisáseo en un tono blan- quecino que se acentúa siempre más a medida que estos animales se descomponen. (Después de la muerte del animal se conserva, sin em- bargo, la reacción de los cromatóforos durante un cierto tiempo. En nuestro laboratorio hemos podido observar la reacción de los cro- matóforos aun hasta el tercer día). Estas mortandades se observan algunos años con mayor, otros con menor intensidad, pero es cons- tante para la época señalada. Miles de cadáveres se encuentran en la bahía, que al descomponerse producen un olor nauseabundo in- soportable. Especialmente en algunos recintos, como por ejemplo, en las llamadas pozas de los Arsenales de la Armada en donde se (1) Trabajo leído en la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) en sesión del 6 de Junio de 1930. 23 acumulan las jibias muertas, y forman un espeso manto que tapi- za una superficie inmensa. Para ahorrarme la descripción de la verdadera magnitud de una parte de estas mortandades, adjunto algunas fotografías que dan una idea fidedigna en dichos recintos, digo de una parte, por- que en ellos se observa sólo la capa superficial de los cadáveres que flotan, y no los que se encuentran por debajo, mi tampoco los que quedan en el fondo y que son la mayoría. Es incuestionable que gran parte de las jibias se descomponen en el fondo de las llama- das pozas, pues estas despiden gran cantidad de gases que se des- prenden en forma de burbujas y que hacen la impresión de un hervidero. ¿Cuál es ahora la causa de este fenómeno? Circulan una serie de conjeturas al respecto. Cuando me interesó, conocer los fac- tores que determinan estas mortandades, sólo pude recoger datos vagos y sin ningun control científico. He averiguado la proceden- cia de las jibias, que en Marzo de 1930 habían penetrado en la ba- hía de Talcahuano y gracias a los datos oficiales proporcionados por el Comandante del Apostadero, Capitán de Fragata Sr. del Campo, me fué posible establecer que las jibias provenían del nor- oeste, pues la Comandancia había sido avisada con algunos días de anticipación, desde un buque que navegaba entre Talcahuano y Valparaiso, que un gran cardumen de jibias navegaba hacia el sur y que se tomaran las preocupaciones del caso para impedir la entrada de las jibias a la bahía. Las medidas han sido ineficaces, pues no se ha podido evitar el fenómeno aludido y pocos días después, ya la mayoría de estas jibias agonizaban en la bahía. Después de esa fe- cha se han repetido incontables invaciones. Los cadáveres se suma- ban, y junto a la descomposición, incrementaba la fetidez de la atmósfera que llegó a su máximo desde fines de Marzo hasta me- diados de Abril. Durante el mes de Marzo he practicado la disección de una serie de ejemplares recién muertos y he encontrrdo en el estómago de estos cefalópodos gran cantidad de sardinas y fragmentos de pescadas. En algunos escasos ejemplares, restos de pequeños mo- luscos, también había en los estómagos de algunos ejemplares, res- tos de jibias, Jo que comprueba la observación citada por Brehms que son tan rapaces, que se comen aún entre sí. Son canibalos. Acerca de la causa de estas mortandades, por los datos que ae- túan en nuestro poder y las observaciones personales que hemos practicado al respecto, nos sugieren la idea de que este fenómeno por su periodicidad y constancia responde a un fenómeno biológico. Muy interesante y sujestivo es el hecho citado ya por Verany acer- ca de la migración de Cefalópodos en grandes cantidades y que se verifica por ejemplo en Italia con el Histioteuthis bonelliana Fer., 24 el cual aparece en las costas de Messina especialmente durante el mes de Septiembre (es decir, en Europa, a fines del verano). Por otra parte concuerdan con estas observaciones los datos científicos proporcionados por Grimpe. Este investigador ha podido establecer que la Sepia officinalis (una especie parecida a la jibia chilena) se presenta con toda regularidad en el suroeste del Mar del Norte, precisamente durante el verano y deponen sus huevos en di- cha época. Hertling en un breve trabajo recientemente publicado (en 1929), nos describe con todo lujo y detalle la postura de las ovas de una Sepia officinalis, mantenida en un acuario de la estación bioló- gica de Helgoland durante el mes de Julio (es decir, también en pleno verano). Con estos antecedentes estamos en posesión de un hecho bio- lógico del ciclo sexual de estos Cefalópodos, decapodos dibranchia- dos del sub orden de los Oegopsidos. En los pocos ejemplares de jibias hembras que hemos podido autopsiar últimamente (fines de Mayo, por la escasez de material en esta época), hemos podido constatar que los ovarios estaban agotados. No habían huevos ma- duros, ni en vías de maduración. Otro hecho biológico importante observado por Grimpe y de acuerdo con el caso citado por Hertling,es la circunstancia que muchas hembras después de la postura de las ovas, habiendo cum- plido su cometido, mueren. Esta última circunstancia empero no nos esplicaría la mortandad en la bahía de Talcahuano, pues entre los cadáveres se encuentran jibias jóvenes y viejas, grandes y pe- queñas, machos y hembras. Una de las causas determinantes es la motivación de a entrada de las jibias a la buhía de Talcahuano. Todos los años, cual más cual menos, preceden a la invasión de las jibias, la formación de los car- dúmenes de sardinas y después los de las pescadas. Se puede ob- servar perfectamente bien como los cárdumenes de sardinas huyen d+ sus enemigos y tratan de refugiarse en la costa, donde se les vó dando saltos desesperados sobre el nivel del agua y aún lanzar- se sobre la playa. Después de los cardúmenes de las sardinas se ha constatado también la presencia de gran cantidad de pescadas y tuve aún la suerte de presenciar personalmente como una jibia mantenía atrapada con las ventosas de uno de sus tentáculos a uno de estos peces que le sirven de presa. Por otra parte como se observa en las fotografías, junto a la mortandad de jibias hay una mortandad no despreciable de pescadas. Pues bien, es incuestiona- ble que unas de las razones más fundamentales de la atraccióa de las jibias a la bahía sea precisamente, la que está en relación con la formación de estos cardúmenes y la consecutiva provisión de sus respectivos sustentos de vida. Las condiciones biológicas de la fau- na marina son estacionales. La presencia de cantidades fabulosas de pequeños crustáceos y moluscos, como consecuencia de la modali- 25 dad de multiplicación, durante una época dada, determina muchas veces las grandes emigraciones que repercuten indirectamente sobre especies muy lejanas por el desplazamiento estacional de la libera- ción de los medios de sustento. ¿Pero cuál es ahora la causa de la muerte, tanto de la pescada como de las jibias? Cuando estos cefalópodos penetran a la bahía, nadan con agili- dad y fuerza, pero ya al cabo de 1 o 2 días parecen experimentar un profundo trastorno, pues sus movimientos se hacen torpes y deso- rientados. En vez de nadar hacia delante plegando los tentáculos en forma de cono y dirigiéndose en el mismo sentido de sus gran- des ojos, se le observa, en cambio, nadar preferentemente hacia atras y chocar, traumatizándose contra las rocas y muros, que junto al azote del oleaje infieren grandes heridas a estos animales. La ac- titud del embudo para la locomoción que hemos mencionado en la descripción anatómica, dirigido hacia atrás, desplaza al animal hacia adelante; pero cuando su estructura se hace flácida por la disminu- ción de la vitalidad, el chorro de agua propulsa al animal hacia atrás. Por consiguiente es de suponer que existe algún factor de- terminante de estas alteraciones. Sabemos por otra parte que el fondo de la bahía de Talcahuano tiene una profundidad relativa- mente escasa, solo de 20 a 30 - 40 metros, en algunos casos excepcio- nales hasta 70, en comparación con las profundidades inmensas del ambiente de alta mar, que llena las condiciones ecológicas para las jibias. El fondo de la bahía de Talcahuano es, además, rica en ma- terias orgánicas en descomposición; basta observar este hecho cuan- do los vapores levantan el ancla que arrastra un fango negruzco mal oliente y por consiguiente las emanaciones gaseosas y en espe- cial las sulfurosas constituyen un ambiente absolutamente inade- cuado para la vida de estos cefalópodos. Probablemente se sumen a los factores mencionados otros derivados de las condiciones geoló- gicas del subsuelo, que todavía ignoramos y que pueden tener re- lación con la existencia, en el subsuelo, de las ricas capas de carbón de la extensa región minera, que se extiende precisamente por de- bajo de la bahía de Talcahuano, como las minas de Lirquén, Cerro Verde, etc. También en la bahía de Arauco donde se encuen- tran las minas de Lota y Coronel, se observa en las playas, como asimismo en la costa norte de la Isla Quiriquina, gran número de cadáveres de jibias, pero no es improbable que éstos procedan de la bahía de Talcahuano, pues existe la posibilidad que, una vez que estos seres hayan sufrido la acción de los probables factores ecoló- gicos o tóxicos a que hemos hecho mención, abandonen la bahía de Talcahuano por la Boca Uhica y alcancen la bahía de Arauco. Existen algunas conjeturas acerca de emanaciones sulfurosas procedentes de actividades volcánicas submarinas; pero nada, absolutamente nada de efectivo se sabe al respecto. No quiero exponer en este bre- 26 ve artículo las razones que me parecen las más probables bajo el punto de vista biológico, pues no son ellas aceptables, mientras no se practique un estudio sistemático al respecto. Desde luego es indis- pensable que se practiquen los análisis especialmente de la yioniza- ción del agua de la bahía de Talcahuano y determinar su tenor en substancias químicas nocivas para las jibias. Otro hecho sumamente Interesante es el de las corrientes electrolíticas que se establecen en la bahía entre los cascos de los buques cuando ellos son de metales diferentes como por ejemplo, cobre y acero y que bajo el punto de vista de la yionización del agua de la bahía puede sumarse co- mo un factor particular dentro de las condiciones generales de las aguas de la bahía ya aludida. No escapa a la observación que a su vez los cadáveres de jibias en estado de descomposición junto a la riqueza de materias orgánicas que existen en el fondo de la bahía constituyen un ciclo vicioso evidente por la formación de ácido sulfhidrico proveniente de los mismos cadáveres. Aparte de practicar el análisis de las aguas de la bahía periódicamente, es Indispensable estudiar más detenidamente la característica biológi- ca de esta magna tragedia, Espero, que aparte de solucionar estos estudios el «porqué» de la mortandad y varazón de jibias, pueda contribuirse a evitar con conocimiento de causa este fenómeno que aportaría un beneficio incalculable para las condiciones higiénicas de la bahía y evitar los perjuicios inmunerables que derivan de la Infectación de la atmósfera y de las aguas, paralizando la pesca y exponiendo la salud por el consumo de marisco durante un período no despreciable del año, aparte de los perjuicios materiales directos por la corrosión de los cascos y de los metales de los buques de nuestra armada. Aus dem Institut fuer Allgemeine Biotogie der Universitaet Concepción (Chile) Vorstand: Prof, Dr. O. Wilhelm G. Das Massensterben von Tintenfisechen (Omas= trephes gigas) im der Bueht von Talcahuano Von Prof. Dr. Ottmar Wilhelm G. (Zusammenfassung) Jedes Jabr. waehrend dor Sommermonate, haupsaechlich von Ende Fe- bruar bis ungefaehr Mitte April beobachtet man in der Bucht von Talcahua- no das Absterben von tausende und abertausende von Tintenfischen (Omas- trephes gigas). Eine grosse Anzahl dieser Kopffuesser zerschellen sich an den Felsen oder werden auf den Strand geworfen. Tausende von J.eichen befinden sich in der Bucht, besonders in einigen Bezirken, wie Z. B. in den sog. Pozas oder Darsenas des Marinearsenals. (Siehe Abbildungen). Zur Beschreibung u. ewent, Ursache dieser Naturerscheinung, vgl. diegleichlautende Mitteilung in den Abhandlungen des XI. Internationalen Zoologen-Kongress, Padua 4-11 Sept. 1930. 27 in djdd m7 sei abercdtlarons: ej ba y is lata cade vr yr faios abla alo 10m: 01a BOS ON died Dt en ogaol osa Lo Ya oe vi adenda «ito Ab atroces elle E A aspitortg »2 MIR, 105 1O MURIEL MÍ re MEA onsdos la y pa ic she bo a RS 10 QUA 93:01 p dedo solari ae iaa eslora sbemos coa br tpod alta pur OÍ o Mig ler ea ep Ma icon olarteja: bea 0. o old ads bra Do AS 10 ln ia tor end: oda dida yO O e o AA A eds lb | ideo el pretr+ab- chulo desnidij eb A A abyrabsro! do a tac 0 aroialgno airbag am abrio 1otf ¡armbiro vantpáe alo omidda eh amm h arerribar moaride sol vale ao] 0N Yo ¡aha osriboirao edod alrebranirge hol ob ari -Taolorb unta bróla ot odrerbiaarnb aloe palbtas $ sodas: lts pa al abeca dep oral as bind: ace , aborq ardia ol sale bala l obpebupra ; HEY nda ari ala Odo lASoton ABÍVEA espina mo rolsibacoo: rl tag eldealimbes al O sb sl obrasilarog ¿antiga nl obli dbalia cil sde 00818. ob dina pios laixos lr habi doborib aalelrañarí aprte pasota Hd: and £ab> eto AO eh 8 slots ao ob e o! ¡eso bigel 2 cblenioadti o! y 7 (oiga) ias ñ «Y mis CN VADO) ae MERA Eo IA O eficinode Y pai AS dao eo 10 b E po E RI A ti S AS $ Ao (cavar az ¿2 bad bir A SSI A EI ETE E ERAN DIES A Mar A e AO AA Y os Be o sa DO o ES Mb Ad DIA HOWE DOT (A Mu AA PET de A di DARAS y lid AM ea iy ed No Meda Ae ik ate A EOS da qu Ad RIIIE Moda) Fig. 2.—Dos ejemplares de Omostrephes gigas de diferentes tamaños: arriba un ejemplar gigante; abajo el tamaño habitual, —Fotografía tomada el 10 de Marzo de 1930. Fig. 3.—Jibias (Omastrephes gigas) agonizando en la Bahía de Talcahuano.—Fotografia tomada a mediados de Abril de 1930, Fig, 4.—Cinco grandes jibias (Omastrenhes gigas) en el momento de practicar la autopsia de una de ellas; se observa también en la fotografía a una pescada (Merluza vulgaris) E] Fig. 5.—Talcahuano, Apostadero Naval; Dársena chica.— Obsérvese Ja enorme cantidad de jibias.—Fotografía tomada el 15 de Abril de 1930. Fig. 6.—Talcahuano, Apostadero Naval; Dársena chica (complétese la vista panorámica con la fotografía Fig. 5.) Ñ ; y aL ER E OA Fig. 8.— Talcahuano; Apostadero Naval; canal de acceso al Dique No de Abril de 1930. . 1 (esclusas) a mediado Fiz. 9.—Talcabuano; Apostadero Naval; Dársena grande el 15 de Abril de 1930. Millones de cadáveres de jibias forman una capa blanquesina de superficie inmensa. Fig. 10. —Talcahuano; Apostadero Naval, Dársena grande el 15 de Abril de 1930. od Del Instituto de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Sobre la extraceión de la foliculina de la orina Conferencia dada en la Sociedad de Biología por SERGIO VESHNJAKOV Jefe Técnico del Instituto Como se sabe, la hormona que produce el celo se encuentra en el jugo de los folículos de Graaf; de este el nombre de foliculima. Ella se encuentra, también, en el tejido ovárico, fuera de los gran- des folículos, en la placenta, en la orina y aun en la de hombre. Pero, la fuente más rica es la orina de mujeres durante los últimos meses del embarazo (Zondek y Aschheim). Como ejemplo describiré el modo de purificación de foliculina que hemos practicado aquí en Concepción. Primero, la orina se evapora para reducir el volúmen y elimi- nar la mayoría del agua. A la orina concentrada se agrega aleohol, y gran parte de componentes minerales de la orina se precipitan. La solución alcohólica se filtra, el alcohol se elimina por destilación, y el líquido espeso que resulta, se sacude con éter. Para demostrar lo que se produce, voy a mostrar el experimen- to siguiente. En el embudo de separación se encuentra una solu- ción de yodo en agua, se agrega éter, se sacude y la mayor parte del yodo pasa a la fase etérica. Lo mismo ocurre con la foliculina, En la fase acuosa queda la urea y muchas otras substancias. Un tal extracto se calienta con un exceso de hidróxido de sodio al 10 %/, para saponificar las grasas, y al sacudir de nuevo con éter quedan en la fase acuosa las substancias de carácter ácido en forma de sales. Esto extracto es muy lejos de ser limpio; la hormona que con- tiene representa talvez la milesima parte de las substancias di- sueltas. Ahora la purificación posterior es mucho más difícil, por- que las propiedades químicas de las substancias mezcladas con 39 la hormona son muy parecidas a las de la hormona. La purificación posterior puede efectuarse, por ejemplo, de la manera siguiente. Al agregar bastante agua una parte de la hormona se disuelve, mientras que muchas otras substancias quedan insolubles; de la solución acuosa la hormona se extrae de nuevo con éter. En el agua también quedan varias substancias que ensuciaban la hormo- na. Al repetir varias veces este procedimiento resulta una prepara- ción centenas de veces más pura que antes. A este estado de pureza se agrega una nueva dificultad, sin contar las cantidades mivimales de substancias con las que hay que manipular: la hormona purificada empieza a destruirse especialmen- te a causa de oxidación por el aire. Con estos procedimientos hemos obtenido preparaciones que provocan en cantidades, menos de un milésimo de milígramo, el celo en una laucha. Existen también otros métodos de extracción de foliculina; por ejemplo, un método patentado en Alemania basado sobre el hecho siguiente. Para explicar mejor, voy a mostrar el ensayo que se hace en este Instituto durante las clases prácticas de fisiología: a una solución de violeta de metilo en agua se agrega polvo de carbón, el colorante se absorbe en la superficie del carbón; al £l- trar el agua, no tiene color, pero, con la acetona el colorante se extrae de nuevo. Igual con la foliculina: a la orina se agrega carbón, después que él se ha sedimentado, la orina se separa por decantación, y del carbón se extrae la foliculina con éter. No he ensayado este método; según los datos de los autores se extraen por él 90%/, de foliculina que está en la orina. Hace poco un investigador alemán Butenandt, trabajando con preparados crudos, entregados a su disposición por la firma Sche- ring-Kahlbaum, extraídos de 5-6 toneladas de orina por mes, logró obtener la ¿hormona en forma cristalina y la pureza era de un décimo milésimo de milígramo por unidad de laucha. Simultá- neamente, Doisy en los Estados Unidos obtuvo también la folicu- lina cristalizada. De) punto de vista químico, la foliculina según Butenandt pa- rece ser un lactón de un ácido acíclico no saturado de la fórmula bruta C,¿H;)90». *) *) (Nota de A. L.) La química de la Foliculina hizo en el año transcurri- do grandes adelantos. Mencionamos sólo los nuevos trabajos de Dozsy, Veler y Thayer en los Estados Unidos, de l/arrzan en Inglaterra, de Butenandt, Wie- land, Straub y Dorfiniiller en Alemania, de Lagueur. Dingemanse y de Jongh en Holanda. La fórmula empírica que dan los diferentes autores es la siguiente: Doisy, Veler y Thayer: CigH2302 (con dos OH) Butenandt: CisH2202 (un OH) Marrian: Cia H2403 (tres OH) 40 La foliculina purificada es soluble en agua, alcohol y éter y poco soluble en benzol y bencina. Se destila; según Butenandt, en el vacío de 0,01-0,03 mm. de Hg. a 130 a 150”. Cuál es ahora la fórmula estructural nos mostrará el futuro. Butenandt considera posible que la substansia aislada por Marian sea el hidrato de la aislada por él. El peso molecular de la substancia de l/a7rían es de 228. Su punto de fu- sión es de 264-266%. Es una substancia con actividad óptica, dextrogira. La reacción xantoprotéica es positiva, de tal modo que debe estar presente un grupo aromático. También es positiva la reacción de Millon, evidentemente uno de los OH está presente en forma de oxifenil. No sa destila aun en el vacío de 0,001 mm. Hg. a 1650. Datos de G. 4. Marrian, The Chemistry of Qestrin. IV. Biochem. Jl. 24, 1021 (1930). En el trabajo de l/arrían se encuen- tra la bibliografía de la foliculina cristalizada. 41 Aus dem Physiologischen Institut der Universitat Concepción (Chile) Uber die Extraktion von Follikulin aus dem Harn der sehwangseren Frau Von SERGIO VESHNJAKOV Vel. Biochem. Zeitschr, Band 210, S, 348, 1929. 42 i i | El material regenerativo de los animales inferiores por Dr. W. GOETSCH W. Jefe del Dpto. de Ciencias Naturales y Química del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, Los procesos que en ciertos animales inferiores, como los Ce- lenterados y las Planarias, tienden a restablecer la integridad del organismo, después de la pérdida de algunas de sus partes, pue- de suponerse que ustedes los conozcan suficientemente. Sin embar- go, no podemos dejar de ocuparnos de algunos casos sencillos de regeneración. ya que deseo, al final, reducir los diversos fenóme- nos a un mismo esquema. Observamos, por ejemplo, en una hidra, ala que hemos cortado las partes superiores, muy pronto la cerra- dura de la herida. Al cabo de un dia más o menos, se presenta el llamado «cono de regeneración», del cual brotan por último tentácu- los, con lo cual queda terminado el proceso de la regeneración. Al lado de tales procesos de crecimiento, a los cuales A. Morgan y otros autores dieron el nombre de epimórfosis, observamos todavía otro fenómenos, que suelen ocurrir especialmente en pedazos pe- queños. Nos referimos a las transposiciones e inversiones orgáni- cas de la masa existente, pudiendo, por ejemplo, un ancho pedazo central de una hidra grande producir un pequeño individuo nuevo y bien proporcionado (morfaláxis). Estas dos formas de regenera- ción a menudo se consideran como contrarias una a la otra, pero en realidad se verifican siempre paralelamente. Sólo que en umo de los objetos prevalece una, en otro de ellos, la otra forma. Otro de los errores muy comunes consiste en afirmar que cada trozo, no siendo demasiado reducido, de hidras o planarias, que son los objetos clásicos para experimentos de regeneración, implique la posibilidad de formar nueyamente un nuevo individuo. Tanto en los Pólipos como en los Turbelarios existen siempre porciones rela- tivamente extensas que son 2ncapaces de regenerarse por completo. Así por ejemplo, el pedúnculo de una hidra jamás puede originar 43 un nuevo individuo. y una cabeza cortada permanece para siempre sin pedúnculo, aún cuando se alimente. Muy poco se toma en cuenta además, que la velocidad de rege- neración difiere mucho en cada una de las partes que tienen la fa- cultad de regenerar. Al dividirse una Planaria lugubris en cuatro partes, la porción cefálica alcanza a formar al cabo de ocho días, sólo un pequeño regenerado de cola. La sección siguiente posee ya una extensa yema regenerativa, y la yema más grande se halla en el último fragmento que ha de formar de nuevo la cola. Al contra- rio, las cabezas son tanto más desarrolladas, cuanto más adelante se encuentre la zona de regeneración. Estas relaciones pueden de- mostrarse en un mismo animal, si se hacen, como en la fig. 1, va- Fig. 1. Fig. 2, rias ¿imcisiones laterales: entonces se transforma el lóbulo anterior en una cabeza, pero no el posterior, mientras que el intermedio pre-- senta en su desarrollo el promedio de los otros dos. Conjuntamente con estas limitaciones en la capacidad regeneradora, deben también mencionarse las así llamadas heteromorfósis, que se revelan en su forma más típica cuando el pedazo cefálico anterior de una Plana-. ria no produce un regenerado de cola, sino una nueva cabeza diri- gida hacia atrás (11). Con la incapacidad de regenerar propias a ciertos pedazos, concuerda también el resultado de experímentos de transplantación. Si se inserta el pedúnculo de un individuo del género Pelmatohy- dra entre dos pedazos centrales se conserva, y jamás se transforma directamente en un pedazo central. Del mismo modo se conserva, si se injerta lateralmente; (comp. Socts, 1a fig. 4 y 5). Una conver- sión de estas porciones definitivamente determinadas es por lo tanto imposible; únicamente por vía de la reabsorción de células puede nuevamente utilizarse el material. Por medio de transplantaciones parecidas pudo asimismo pre- cisarse el momento en que un regenerado queda fijado en tal grado que no puede convertirse. Al ingertarse un cono regenerativo que en circuntancias normales llegaría a formar una cabeza, en el cos- tado de una hidra, no sigue desarrollándose, a menos que tenga más de un día. Estados posteriores en cambio, forman en cualquier 44 Fig. 3.—Hydra vulgaris atlenuata. En el sitio de un pie cortado se ha co- locado un trozo B central en dirección invertida (1 corrida). Si la transplanta- ción se hace inmediatamente después de haber cortado la parte central B, la cabeza impide completamente la regeneración (II e corrida). En las corridas siguientes (HI y IV) ha pasado algún tiempo entre el acto de cortar el trozo B y su ingerto en A. En la III c corrida, 1 día, se observa una fuerte reten ción de la regeneración. En la IV c corrida, 2 dias, la retención de la regeneración es menor. En la corrida V a, 3 días, la retención regenerativa es mínima, el pedazo ingertado se desarrolla y forma 1 animal normal. parte una cabeza, sea cual fuere el sitio al que se trasplante (fig. 2 como también fig. 10 en la). Ha de considerarse sin embargo, en tales exámenes de deter- minación, que no sólo el regenerado puede ¡jugar un rol importante, sino también la base en la que se ingerta. Es indudable que el por- tador del trasplantado puede ejercer un efeeto detenedor y esto tan- to más, cuanto más diferenciado sea el mismo. En la fig. 3 puede verse muy bien las luchas que se libran entre el injerto y su base. El examen de la determinación en la regeneración de planarias puede hacerse de dos maneras distintas: O se procede en la fig. 4, pudiendo comprobarse entonces que se formaba sólo un ojo cuando 45 habrian transcurrido dos días entre ambas operaciones. Después de este tiempo debió, pues, en el lado izquierdo, haber quedado fijado el sentido del desarrollo de tal manera, que una conversión ya no era posible. Fig. 4.—Regeneración en Planaria lugubris.—En el dibujo superior de la vertical (1 a) se representa un trozo central recortado de una planaria, trozo que después de algunos días formó conos de regeneración :anto hacia arriba como hacia abajo (IL) formando por último un animal completo (111). Después de 4 a 6 dias este desarrollo queda terminado (según las condiciones de tem- peratura). Dividamos uno de estos trozos centrales, al comenzar el experimen- to, por un corte longitudinal tal como queda indicado en 1 b y realizado en 1 c. Aun así se forma un animal completo. Los conos anteriores y posteriores de regeneración se corren un poco hacia los lados y se comunican entre sí I d. Se forman arriba dos ojos que poco a poco van aumentando de tamaño (Id y e) y por último vuelve a formarse un animal completo 1 f. Otra cosa sucede, sin embargo, sino dividimos el trozo central inmediatamente, sino lo hacemos pa- sado algunos dias cuando ya se han formado los conos de regeneración (11 b y C). En este caso se desarrolla un solo ojo. Este ojo se forma exactamente en el mismo tiempo en que se habria formado si no se hubiese hecho el corte ver- tical indicado en 4 11 c. El desarrollo por lo tanto continúa como si nada hu- biese cambiado y se forma primero un animal con solo un ojo 11 e. Solo «es- pués de un tiempo más o menos largo se forma el segundo Ojo II f. El segundo método consistió también en la transplatación de conos regenerativos de distinta edad. Basta mencionar que en ta- les transplantaciones el influjo de la base se evidencia mejor aún que en las hidras. Transplantados en las regiones cefálicas anteriores los regeneradores de Planarios que anteriormente se habrían transfor- mado en cola, son influenciados hasta tal extremo que se transfor- man en cabezas dotadas de ojos bien desarrollados. 46 En tales transplantaciones que mi discipulo Gebhardt ha estu- diado cuidadosamente, pudo observarse fenómenos que llaman a la memoria los llamados «organizadores» de Speemann. Ingerta- da una yema regenerativa de determinación avanzada, no sólo se- guía desarrollándose en el sitio nuevo, sino que aún ponía en mo- vimiento el material de la base y lo empleaba para sus fines propios. Si se separaba de la base la cabeza, un regenerado cefálico ingerta- do, podía aún retardar los procesos regeneradores de la base y apo- Fis. 5 a.—Pelmatohydra oligactis. Inversión de polaridad: A la izquierda y derecha una hidra con yemas nuevas. Del animal de la izquierda se corta un trocito de pedúnculo (B) y se ingerta en el sitio en que se ha cortado la ca- beza del animal de la derecba. En el animal de la derecha (A) se corta además la cabeza de la yema, el resto queda como marca. Después de la reunión total se divide el producto. Ambas partes forman una pequeña hidra, al lado izquier- do en que se ha invertido la polaridad se forma más lentamente. La hidra del extremo de la preparación es un animal que ha resultado de pequeños trocitos con polaridad invertida. Formó también un pólipo normal. : Fig. 5 b.—Inversión de la polaridad tal como en 5 a; pero se ha empleado una transplantación heteroplástica. Un pie de Pelmatohidra (B) puede influen- ciar también partes de hidra (derecha). derarse del material total (1 a, fig. 26), Las partes que acaso podían obstaculizar el camino, eran consumidas mediante «procesos morfa- lácticos». En tales casos, en pequeños pedazos, puede realizarse una inversión de la polaridad (1 d, fig. 7 y 8). Ha podido comprobarse también en las hidras, procesos de transformación organizatoria acompañados de inversión de la pola- ridad. Traté primero de averiguar si acaso un pequeño pedazo del pie seria capaz de invertir la polaridad (fig. 5). El resultado fué po- sitivo. En seguida se investigó la forma como obra un pedazo de pie que como en los experimentos anteriores, pero con la misma po- laridad, había sido ingertado en el lugar de la cabeza cortada. Co- mo se desprende de la fig. 5 a, se produjo también en tales transplan- 41 taciones la inversión de polaridad en el pedazo central. Por fin, ocurrieron uniones heteroplásticas, es decir, con pedacitos de indi- viduos de diversas especies, en lugar de las trasplantaciones homo- plásticas, es decir, pedazos de la misma especie (fig. 5 b). Estos experimentos mostraron que el pie de una Pelmatohy- dra puede convertir tanto un pedazo central de una hydra como un fragmento inferior de la misma especie. Quedó pues establecido en todo caso, el influjo orientador y transorganizador de un pe- dúnculo de Hydra. Y) SE Fig. 6.—Transplantación de planarias (antipolar). Como se desprende de los experimentos (análogos a la fig. 5), en ellos no puede tratarse de fuerzas dispuestas acaso en el pie, así como lo exige la teoría de Loeb sobre las substancias formadoras o como lo concibe Child en su hipótesis de las «gradientes». (9) Correspondiendo a una insinuación mía, el Sr. Y. Li, un estu- diante de Korea, efectuó experimentos para obtener en forma pare- cida la inversión de la polaridad en las Planarias. Unió, él, dos ex- tremos posteriores según métodos análogos a los ya descritos (1 £. fig. 16). Cuando, en seguida tales transplantaciones se cortaban de tal manera que, como en fig. 6, en un pedazo más grande del ex- tremo posterior quedaba adherido otro de tamaño menor, era de presumir que el pedazo más grande influiría en la polaridad del más pequeño. Sin embargo, no ocurrió en ninguno de los numero- sos ensayos. Pero no tuvieron lugar tampoco ninguno de los fenó- menos regenerativos que deberian haberse presentado en el pedazo menor, si hubiera permanecido aislado. La supresión de los proce- sos regenerativos siguió aún más adelante, Pues hasta el pedazo b, en el que jamás era de esperar que fuera influenciado, perdió la fa- cultad normal de regeneración, si estaba unido durante el tiempo 48 no demasiado corto con otro en forma antipolar. Y pudo obseryar- se con toda claridad un progreso paulatino en la detención de la regeneración; cuanto más tiempo duraban estas conexiones antipo- lares, tanto más distantes eran las zonas afectadas por la supresión de los procesos regenerativos. También en las hidras pudo conseguirse una disminución de las fuerzas regeneradoras por medio de ciertas disposiciones de experimentación que conducían a una unión antipolar. Mejor aún pudo constatarse esta detención de la regeneración y la supresión de la polaridad en las hidras que traté de acostumbrar al agua salobre. Una concentración salina correspondiente al agua de la parte media del Mar Báltico (0,2-0,35%/, de sal) daña a los pó- lipos de agua dulce, aún cuando se habitúan a ella paulatinamente, Fig. 7.—Chlorohydra viridissima reducida completamente en agua descom- puesta (ID). Después de volvar las condiciones normales se produce | la reorgani- zación, pero con polaridad parcialmente perturbada (los tentáculos aparecen en un sitio incorrecto, etc.) en tal grado que por lo general sufren poco a poco un acortamien- to o aun la pérdida total de los tentáculos y parte del pie. Pero también las otras partes de su organismo pierden cierta parte de su material. Pues, algunas células entodermales son eliminadas unas tras otra o se aglomeran en compactos grupos dentro de la cavidad interior, y con los elementos del ectoderma sucede casi lo mismo. En consecuencia, encontramos alrededor de la hidra maverial ex- pulsado, debido a que el animal va disminuyendo cada vez más sutamaño. Ahora bien, si volvemos a colocar en el agua ordinaria de nuestros cultivos animales que ham quedado reducidos a pe- queñas esferas o elipsoides, puede tener lugar una restitución. En tales casos se presentan, sin embargo, a menudo regeneraciones anormales. En la fig. 12, por ejemplo, se ha representado uno de esos animales que ha formado en todas partes tentáculos y por- ciones cefálicas, aún dentro de las regiones corporales. Tales for- maciones sólo pueden ocurrir en los casos en que la polaridad ha quedado completamente perturbada. (Fig. 7). Todos los fenómenos aquí'señalados, cuya explicación he omi- tido intencionalmente, pueden reducirse, a pesar de su aparente di- vergencia, a un esquema relativamente sencillo, si ampliamos nues- 49 tros conocimientos acerca del material regenerativo, mediante algu- nas observaciones de indole ontogenética. Las investigaciones hechas por Spek (3) nos han enseñado que en la Clavellina lepadiformis, un Tunicado, el tercero de los objetos clásicos para experimentos de regeneración, casi todos los sucesos que provocan un neoplasma son originados por elementos indiferentes; estos elementos llamados «amebocitas» los considera Spek tan totipotentes como los huevos o los primeros blastómeros, con los cuales los compara directamente. En las hidras las condiciones son semejantes; aquellas célu- las indiferentes, llamadas intersticiales (abreviadamente células 1) E Fig. 8 deben efectivamente interpretarse según su origen como blastóme- ros totipotentes atrasados (P. Schultz 4, fig. 1), a las cuales deben reducirse todos los neoplasmas de cualquier capa del cuerpo con in- clusión de las células sexuales (1 g). Las planarias poseen elemen- tos, cuyos nombres dados por los diversos autores, a saber: «porta- dores de materia», «células indiferentes o regeneradoras» aluden a las cualidades que se les atribuyen. Se comportan en cuanto a las coloraciones análogamente a los amebocitas de Clavellina, merecien- do el nombre de células mesesquimáticas. La ontogenia enseña que en la separación del ectoderma y del entoderma, quedan como res- tos entre ambas capas y son repelidas constantemente por el intes- tino creciente que ya aumentando en tamaño por medio de la ab- sorción de células vitelinas (6, fig. 8). Su potencia las capacita pa- ra muchas cosas diversas: así, por ejemplo: se acercan durante la ontogénesis a las células intestinales y se interponen entre ellas si éstas eran demasiado dilatadas por la absorción de las masas viteli- nas; suplen por consiguiente el entoderma. En el animal adulto, por otra parte, genera elementos ectodermales, como por ejemplo, los llamados rabditos; son sin embargo también capaces de prolon- gar las ramificaciones intestinales existentes o formar otras nuevas. Durante la transformación en elementos tan diversos deben pa- sarse naturalmente algunas etapas de su desarrollo; encontraremos por ésto, en los cuerpos animales, al lado de elementos completa- mente indiferentes, también, otros que ya se encuentran en el cami- no hacia un fin determinado, o como desearía expresarme, con rela- 50 tivamente determinados. En este término se acentúa más el segundo significado de la palabra «determinación» que recientemente fué se- ñalado por Vogt: el de la «orientación» que injustamente había si- do desatendido a costa del concepto de la determinación definitiva. a Fiz. 9. —Experimentos iguales a los de la figura 5 en los que la inversión de la polaridad no ss obtuvo totalmente. Filatow ha podido mostrar hace poco, muy bien, que células mesesquemáticas de anfibios que se dirigían hacia la base de la ore- ja ya adquirían su forma definitiva mientras estaban en camino. La manera como el tejido ya existente y diferenciado ejerce su influencia sobre los elementos todavía indiferentes, pudo mostrarse con especial claridad en el reemplazo fisiológico de partes gastadas. Gelei (5) describió hace poco detalladamente como las células 1 en las hidras son atraídas por las células noticantes ya desarrolla- das y como él se expresa, «son organizadas por ellas». Cuanto más distantes están de los sitios en que aparecen en masa las célu- las noticantes, tanto menos son afectadas por la determinación. El reemplazo de las células del entoderma muestra algo parecido: los estudios sobre la simbiosis han enseñado que las células intersticia- les, después de haber atravesado la membrana hialinsa entre ecto- dermo y entodermo se convierten en elementos intestinales, los cuales, es verdad, están todavía perfectamente capaces de dividirse y toman parte en la formación de yemas, pero ya han adoptado la naturaleza entodermática hasta tal punto que se cargan de las al- 51 gas simbióticas capacitadas unicamente para vivir en las células del intestino. En estas células de las hidras se ha descrito en fin lo que has- ta ahora apenas ha sido tocado. Nos referimos a la migración de los elementos indiferentes hacia los lugares de mayor consumo. ISS MUBISINLEIA VA MONA TAN COTE leoI191414101 IMAUIRIV1474) NINA YI III MILI) NINA 11/43 WIN? 11101] NM fig. 10.—Representación esquemática del desarrollo regenerativo de Hi- dra. En el primer dibujo (a) se ha representado: 1, células (rayas verticales sencillas); 2, células que ya están dispuestas a servir de reemplazo de células del extremo anterior (flechas con rayitas ho:izontales); 3, células que servirán de reemplazantes para los elementos que se van gastando en el extremo pos- terior (flecha sin raya horizontal). Estos elementos ya mas o menos determi- nados aumentan de número o disminuyen respectivamente. Al iniciarse pro- cesos de regeneración, las células indiferentes se reunen en las partes donde estaba la cabeza (b). Asi se forma una yema de regeneración aún no determi- nada. En seguida inmigran las células de «cabeza» (cefalopetales) e influencian la yema de regeneración aun indiferente, que así por vías de la epimorfosis se transforma en cabeza (c). Las cabezas cortadas no pueden regenerarlas partes posteriores porque no contienen elementos que puedan influenciar en este sen- tido a la yema indiferente (c.) En los Celenterados, la disposición de células dentro de la capa ectodermal y entodermal se conoce desde hace mucho tiempo. Pa- rece que primero llamó la atención cuando fué observada la inmigra- ción de los huevos dentro del tronco de poliparios marinos. Los mo- vimientos de las células 1 en las hidras se extiende aún más lejos: no sólo tienen lugar dentro de las porciones principales exteriores sino que atraviesan también la membrana hialinea ya mencionada y se dirigen hacia la pared estomacal, o aún hacia la cavidad gás- 52 trica misma, para llegar así más fácilmente hasta aquellos lugares donde se necesitan para material de reemplazo. Adquiere especial claridad esta migración por la circunstancia de que en el caso de quedar determinadas las células como cápsulas ' urticantes, su presencia muy fácilmente puede demostrarse en el estado final. S1 se unen entre si heteroplásticamente, formas, que se pastelera te nana Aita la retar Fig. 11.—Esquema como en A. aplicado a planarias. En el trozo central se forma adelante: atrás una yema primero indiferente (b), que mediante célu- las imigradas. se transforma en cabeza o cola respectivamente. Por la emigra- cion de estas células hacia adelante y atrás se produce una escasez de mate- rial en el tejido viejo, que a su vez produce un adelgazamiento (morphallaxis). Oigamos que pueden encontrarse en esta región como ser glándulas genera- doras son encapsuladas (X). En la parte delgada cortada de la cabeza no se puede formar una parte posterior porque sólo existen alli células de “cabeza y células indiferentes (c). Si estas se trasladan hacia atrás se forma una heteromorfosis cefálica (de arriba). diferencian mucho en las cápsulas. pueden constatarse al cabo de tres días, estas células de ambas especies. dentro de la corona de tentáculos. Los movimientos de las células entodermáticas jóvenes pueden observarse asimismo mediante injertados practicados de tal manera, que se injertan sobre pólipos desprovistos de algas, peda- zos portadores de simbiontes. Se ve entonces, claramente, como tales trozos diferentemente coloreados se estiran y penetran al inte- rior de la yema o de los regenerados, eso sí, que estos últimos sólo entonces, cuando se hallen cerca de la zona regeneradora (1 h, fig. 9; I g cuadro II). Finalmente, puede constatarse una migración de células hacia conos de regeneración mediante la creación de es- tados anormales, seguida de la provocación de una lucha de com- petencia. Es así como toda yema y todo huevo creciente detienen 3 la formación de los tentáculos en un regenerado, especialmente en aquellos sitios que están más cercanos a ellos (1 i, fig.) En las planarias la migración de los portadores de materia hacia la zona de regeneración ha sido observada recientemente por Steinmann, la de células mesesquemáticas por mi discípulo Hu- ber. Aquí también puede inferirse una afluencia de tales elementos hacia la zona de regeneración por el hecho de que después de repe- tidas regeneraciones. en fin, se produce un agotamiento. Pero sin embargo sólo después de haberse cortado unas diez o doce veces el II8I21a1ora dal IS1910181214101 WASIIAIIS IR) Fig. 12.—En una planaria se ha cortado la cabeza y se ha hecho una in» cisión Tongitudinal (a). En cada incisión inmigra primero material indiferente (b), pero después también células capaces de formar cabeza, que producen lue- go la formacion de dos extremos anteriores (c). Si la incisión en b se fusiona en tal forma que solo sale 4724 yema de regeneración se forma una sola cabeza. cono de regeneración, según lo ha podido constatar Sr. Li. Tales animales se comportan entonces como los Trematodos, es decir co- mo gusanos, que no tienen la facultad de la regeneración. Es de advertir, que los Temnocephalos, animales que se en- cuentran casi exclusivamente en Chile, ofrecen una particulari- dad bastante notable. Estos gusanos se fijan sobre las capara- zones de cangrejos, mediante de ventosa posterior, mientras la par- te anterior lleva tentáculos para atraer animalitos, que les sirven de alimento. Podemos considerar, por eso, a los Temnocephalos co- mo formas entre las Planarias que viven libres y Trematodos parási- tos. Es muy curioso el hecho de que solamente las partes semejan- tes a las Pianartas tienen la facultad de la regeneración. Como de- muestran experimentos, pueden renoyar los tentáculos, mientras que las partes con ventosas, parecidas a los Trematodos, no se re- generan ninguna vez. (Comp. Fig 8) Ahora bien, cual sería el aspecto de un esquema que abarcara todo lo que se conoce sobre los elementos de regeneración? Desde luego, debería contener muchos símbolos para elemen- tos que ya han. quedado determinados para toda elase de tareas, y éstos en graduaciones variadas. Considerando sin embargo que así se dificultaría la representación sipnótica, me he limitado a indicar la determinación sólo en dos sentidos, es decir, suponiendo solamen- 54 te elementos dirigidos hacia la cabeza y otros hacia el pie (cefalope- tales y uropetales) fig. 10, La graduación cualitativa quedó expresa- da además haciendo disminuir el número desde adelante para atrás (o en términos generales: desde el extremo proximal hacia el dis- tancial). Se obtiene de este modo un esquema al igual de la fig. Aa, aplicable tanto a los Hidroides como a las planarias (fig. B. a.), y del cual se derivan, como forzoso, los resultados de todos los ex- perimentos aquí descritos, siempre que sometamos el esquema, to- mando en cuenta nuestros conocimientos, a las condiciones de ex- perimentación respectivas. Si cortamos, por ejemplo, en forma se- mejante en primer término los elementos más cercanos al cor- Fig. 13.—Una planaria con 3 incisiones laterales. Las tres regeneraciones formadas de esta manera son diferentes. El producto de regeneración más cercano a la cabeza es una cabeza normal con dos ojos, el que sigue sólo tie- ne Ojos pequeños y el último no tiene ojos. (Explicacion de la intensidad de- creciente de la capacidad de formar cabeza, Fig. 1). te. Los indiferenciados salen primero (b) y forman una cerra- dura de herida como también los primordios del cono de re- generación. Y entonces empiezan también en el pedazo inferior a ponerse en movimiento todas aquellas células que normalmente tienen dirección cefalopetal, es decir, que sin pérdida del extremo posterior, habían participado, tarde o temprano, en la regeneración fisiológica, como reemplazos de porciones cefálicas. De tal suerte la yema entera de regeneración queda definida desde luego en «sentido cefálico». Como consecuencia natural de esto resulta, por una parte, que también células indiferentes son conducidas a este rumbo de desarrollo, y por otra parte, que en los vacíos formados por la progresión pueden inmigrar desde más atrás otros elementos más. El resultado final es, pues, la formación de una nueva cabeza; la pérdida ha sido reparada integramente (10 c). En la parte superior, al contrario, pueden sólo avanzar y cerrar la herida los elementos indiferentes (10 c). Lo que ya está parcial- mente determinado era cefalopetal, y así no se forma ningún nuevo pié, sino a lo sumo una heteromorfósis, a causa de que por la con- 50 tracción de la pequeña sección se han dislocado los diversos elemen- tos, conforme fig. 11 b-d. Si recortamos pequeños trozos centrales, tal como lo hicimos en fig. 11 en las planarias, ocurre en los extremos superior e infe- rior lo mismo que en el pedazo inferior de la hidra en la fig. 10 es Fig. 14.—Esquema para el preparado de la figura 3. En a se ha ingertado un trozo aun indiferente de regeneración en el extremo inferior (correspon- diente a la figura 3 amba B). En b un trozo regenerado que ya forma cabeza (correspondiente a la fig. 3 III y líneas siguientes). decir, la pérdida puede ser reemplazada totalmente. La emigración de los elementos cefalopetales y uropetales implica naturalmente erandes huecos (11) que son llenados por la aglomeración de los tejidos restantes. La consecuencia es entonces un estrechamiento del sistema entero, mientras que los conos de regeneración van prolongándose arriba y abajo; es decir, la morfalaxis encuentra una fácil explicación (11 d). ; Simultáneamente ocurrirá por fin un fenómeno que aún no ha sido mencionado. Imaginémonos que en medio de elementos celulares que han entrado en movimiento, tal como se ye en fig. 11 c, se encuentran alojados tejidos más altamente diferenciados, que dependían del acarreo del alimento de las células emigrantes («portadores de materia»), acaso glándulas germinales con órganos apendiculares (fig. 11 c) estos vejidos deberán caer en un estado de hambre. En realidad se sabe que tales órganos degeneran siendo enseguida asimilados, lo que hemos podido comprobar: Stelmann en las planarias y yo en las hidras (1i, fig. 11). Los productos de des- composición de éstas células sirven entonces de alimento a forma- ciones nuevas (li, pag, 71) así que (a la pérdida en una parte) co- rresponde la ganancia en otra. Un fenómeno que se comprende bajo el nombre de «regulación». El animal resultante de los procesos de regeneración se compondrá debido a estos hechos en gran parte de material muy nuevo, como lo hace ver Spek también para la Clavellina. Ciertamente, los órganos viejos o parte de órganos aun utiliza- 56 bles integran entonces como tales la individualidad restablecida (por ejemplo, las partes inferiores en fig. 10 c). En esto debe bus- carse el orígen de las formas gemelasque podemos obtener fácilmen- te mediante un hendimiento. Si se recorta una planaria decapitada en direción hacia abajo (como en fig. 12 a), cuidando que no vuel- van a juntarse los cortes, en cada uno de los pedazos separados ocurrirá lr que ya fué demostrado en el esquema anterior: Las cé- lulas indiferentes y las cefalopetales constituyen un regenerado, resultando un animal bicefálico. En cierto número de cortes oblí- cuos pueden construirse en seguida muchas cabezas de la pared del BR DIA AS LAULITAWY A A) Veroerargrorcra Mg IS 12 g rodas Fig. 15.—En una planaria se ha ingertado arriba un trozo regenerado aun indiferente. Este trozo pasa a un “campo de organización“ anterior, es decir, las células que emigran de las partes posteriores, lo influencian en el sentido de forma cabeza. En a, abajo, el trozo regenerado ya había estado in- fluenciado para formar cola. La entrada de las células que forman cabeza pro- ducen una formacion que no es ni cabeza ni cola (b). cuerpo y en tales monstruosidades resulta entonces inmediatamen- te, de acuerdo con el esquema, que las partes superiores deben ser más cefálicas que las inferiores (fig. 13). No podemos documentar aquí con una ilustración especial ca- da uno de los casos que se presentan. Por ésto se representarán en adelante sólo los casos más complicados. Acabamos de ver que en la trasplantación de regenerados, el resultado final depende tanto de la influencia de la base, como de la edad de los regenerados. Trasplantando según nuestro esquema de hidra, en tal animal en vez del exremo posterior cortado yemas regenerativas de distinta edad, que en un sitio llegarían a convertirse en cabezas (compárese fig. 10 b,c), vemos que según el estado de desarrollo ocurrirá algo distinto (fig. 14). Si la yema de regeneración al principio única- - mente consta de material indiferente, la trasplantación provocará una detención que hasta puede alcanzar el grado de conversión; porque entonces de la base imigran elementos que poseen una re- lativa determinación basal. En yemas regenerativas más antiguas que poseían ya elementos cefálicos, se suspenderá, tarde o tempra- 57 no, debido a esta inmigración posterior de las células, el ya inicia- do desarrollo cefálico. El injerto de estas yemas regenerativas en las diversas regio- nes del cuerpo de planarias, debe producir, como lo enseña el es- quema de la fig. 15, una lucha entre el trasplantado y la base. En yemas caudales aún indiferentes (arriba) podrá seguir inmigrando en la región de los ojos una cantidad tal de material cefálico que son convertidos en partes anteriores. Con esto quedaría explicado el efecto de una «zona de determinación» existente. Las yemas de edad algo avanzada que por la inmigración del elemento determi- nador respectivo habían sido fijadas en su dirección, no sufren al Flg. 16 contrario una traslación a otra región. Entre estos extremos puede obtenerse en seguida, mediante una elección adecuada, un estado en que ni la base, ni la yema regenerativa, son lo suficientemente potentes para que alcancen a predominar. Tal caso ocurre siempre que se trasplanten regenerados caudales más viejos en regiones ce- fálicas o viceversa (compárese con Gebhardt, f g. 12, 15, 16). En tales formaciones que debemos imaginarnos como saturadas de más o menos igual número de elementos cefálicos que caudales (fig. 15 b, centro) un crecimiento orientado, ya no es posible. De estos fenómenos podemos pasar ahora a las supresiones de la polaridad propiamente tales. Si expusimos anteriormente que puede anularse poco a poco toda regeneración orientada por quedarse unidos algún tiempo dos pedazos de planaria unidos entre sí antipolarmente, este proceso a raíz de nuestro esquema se presenta más o menos en la forma si- guiente. Producida la unión tan uniformemente que no permite nin- guna salida lateral, como en la fig. 16, donde por la unión existe un punto de vegetación común, se ponen en movimiento, no obs- tante, las células regeneradoras, debido tanto a la herida operativa como por los espacios libres que continúan subsistiendo hasta la ci- catrización definitiva. Una vez cerrada ésta, ya puede producirse solamente una inmigración en el transplantado adherido (fig. 16 b); proceso que puede observarse directamente en las llamadas químe 58 ras de las hidras. Si esta incorporación ha durado algún tiempo, debe haberse producido finalmente en cada ingerto una desorienta- ción. S1 hacemos en seguida un corte cerca de la zona anterior de regeneración, van entrando en el cono de regeneración elementos de toda clase de categorías y el resultado es la falta de una rege- neración normal y uniformemente orientada. No se ha podido observar hasta ahora directamente en las pla- narias tal transmigración, porque no se había podido conseguir una coloración vital de contraste en los elementos respectivos. Pero los experimentos emprendidos por F. S. Huber prometen un resultado favorable. En los pólipos, al contrario, si se unen distintas especies EMBA lg 121 MALA ray 1910 yin Ig ar A IIA A MAIGIy 1014141 WIJIy Id Ia ro 1313191414147 ANA Za Fig. 17 entre sí, de una manera análoga a la de la fig. 17, se evidencia la mezcla por la pronta aparición de las cápsulas urticarias en cada uno de los pedazos unidos del otro componente. Las conversiones de la polaridad en las hidras pueden expli- carse entonces fácilmente, cuando se trata del imflujo ejereido por porciones más grandes sobre pedazos más reducidos. En tales ca- sos, bransmigran los elementos regenerativos ya determinados de uno de los pedazos a través del otro y determinan entonces las células indiferentes en su propio sentido, a no ser que ambos pedazos for- men un punto vegetativo común conforme a la fig. 16. Mas difícil es explicar aquellos procesos en los cuales un pie ingertado en el lugar de una cabeza y en cualquier sentido, obra determinando la polaridad (fig. 5). Debemos, para poder compren- der estas relaciones, contemplar también aquellos casos en los cua- les no se logra un cambio de organización mediante el pedúnculo ingertado. Sucede con extraordinaria frecuencia que en tales trans- plantaciones «se sale» el material y queda, a pesar de ésto, capaz de formar una cabeza; sea hacia un solo lado, en cuyo caso el pedúncu- lo ingertado parece dislocado (fig. 12 a), o sea hacia dos otros lados, produciéndose la apariencia de una formación de yema. Una vez formados tales centros, el material se vacía en la dirección así dada. Finalmente, puede también suceder que alrededor del pedúnculo 59 ingertado se forma una protuberancia que hace brotar en toda la periferia tentáculos sin ningún centro fijo. Y tales procesos han si- do los que me dieron la explicación de las verdaderas inversiones de la polaridad. Si nos imaginamos que la formación de los ten- táculos no tiene lugar por no poderse formar, a causa de la distri- bución alrededor de un círculo grande, ningún centro propiamente tal, quedan restablecidas las condiciones efectivas. Los elementos cefalopetales que quedaron ya colocados en esta protuberancia son torcidos enteramente, llegándose a producir una especie de corrien- te de surtidor, que desvía de nuevo el material orientado hacia la AI RIA LR SIRIA Ie! 131 RIRIAIRIR Ig I3IRIRISI AIR nan HIS IB Ita Ia el IMIGIS Id Ia Ia ren A) Fig. 18.—Inversion de la polaridad por medio del ingerto de un pedúncu- lo de hidra. (Compárese preparaciones de la figura 5 a y b). El pedúnculo in- gertado impide el desarrollo del material de regeneración que pasa al polo contrario (c). Si el material puede salir lateralmente en algún sitio aparecen formas como las de la figura 9. formación de una corona de tentáculos del sitio en donde no pudo obrar a causa del pedúnculo ingertado. El material llega entonces, a consecuencia de esta corriente, al lugar opuesto, donde ya sabe- mos que se halla, formando una yema regenerativa la cual puede convertir. Que en tales inversiones de la polaridad tiene lugar siem- pre una lucha dentro del material regenerador, se ha hecho ver en este trabajo desde un principio con la ayuda de dibujos esquemáti- cos de tales procesos (compárese con 1 c, fig. 7). Un tanto más sencillo se presenta en seguida el último caso que deseamos tratar todavia conforme a nuestro esquema. Fig, 10: La pérdida de la polaridad en las hidras puestas en una concentra- ción salina mas fuerte, Vimos que en tales casos son afectadas pri- mero las porciones más altamente organizadas, como los tentáculos y el pie. Pero además llegan a producirse también expulsiones de células que implican una disminución en el tamaño del animal en- tero, y parece poder aceptarse que en las células, por ésto atacadas, se trata de aquellas que igualmente han alcanzado ya una diferen- ciación más alta, es decir, de elementos de una determinación rela- tivamente avanzada. Una hidra que está expuesta durante algún 60 tiempo a la acción perjudicial del agua de mar, perdería, pues, con- juntamente con los tentáculos y el pedúnculo también todas las cé- dulas designadas con una flecha en la fig. 10, o por lo menos casi todas. Ahora bien, encontrándose nuevamente en condiciones más favorables, bajo las cuales las células pueden restablecerse, ya no existe una dirección polar, puesto que el sistema entero se compo- ne únicamenté de elementos por completo indiferentes. En caso de haberse librado sin embargo algunas cólulas de la destrucción, és- tas talvez son capaces de restablecer otra vez centros de polaridad, pero que entonces pueden estar distribuidos confusamente, como en la fig. 11. Que después de la supresión de la polaridad, puede ini- clarse nuevamente una dirección uniforme, haciendo en un sitio una adhesión y transformándose asi la parte opuesta en una cabeza, ya se ha mostrado (1 c, fig. 5). El nuevo pie originado obra entonces en la misma forma orientadora y por lo tanto organizadora sobre las demás partes como un pedúnculo ingertado. Es muy probable que las relaciones en los demás celenterados seaú parecidas a las en las hidras; que en las Tubularias, por ejem- plo puede convertirse asimismo la polaridad, ha llegado a saberse por la «heteremorfosis» allí observada. Tales «sistemas abiertos» reclaman talvez un esquema algo modificado, con cuya formulación deseo ocuparme no obstante solo cuando mis experimentos estén un poco más adelantados. En un principio, creí tener que guardar una reserva análoga respecto a los procesos de regeneración que han sido estudiados tantas veces en los anfibios. En vista de los trabajos de mis discí- pulos Sres. W. Hellmich (New Haven), A. Ide (Santiago) y K. Krin- ner (Miinchen), estimo poder abandonar mi prudencia primitiva, especialmente en consideración a los resultados obtenidos por ellos fueron encontrados en su mayoría ajenos a mi influencia y en par- te hasta contrariamente a las espectativas de los investigadores. Podrá, pues, aplicarse también en los anfibios la misma teoría de la determinación relativa. El solo planteamiento de un esquema no puede, es verdad, ofrecer jamás una completa explicación de los fenómenos que jus- tamente en los sucesos regenerativos, por entrar en terreno filosó- fico, son bastante complicados. Pues, a ninguno de ellos puede ne- garse cierta finalidad, y últimamente este aspecto final, teleológico es colocado conscientemente en primera línea. Una explicación de los procesos de regeneración no se dá, por cierto, con esta acentua- ción de la causa final. Ella sólo es posible mediante una continua labor detallista y una compresión ocasional de sus rasgos generales. Tal es el ensayo que se ha hecho aquí, después de haber recogido, yo y recientemente mis discípulos, por espacio de diez años, todos los hechos al respecto. Aunque de tal suerte no ha podido, ni qui- so resolverse por el momento el problema central que mueve la in- 61 vestigación acerca de la regeneración. El repetido restablecimiento renovador de la misma forma orgánica, en cambio, los términos como morfaláxis, epimorfósis, conversión de los regeneradores, orientación polar o antipolar, centro de vegetación, zona de organi- zación han ganado talvez algo en representación de lo que ha sido hasta aquí el caso por medio de meras descripciones de los procesos. Literatura la. Goetsch, Wilhelm. Regeneration u. Determination. Biol. Zentr. Bd. 45, 1925,—1 b. Transplantation von Regeneraten. Jahrg. XXXVI Sitz-Ber. Ges. fúr Morph. u. Phys. i. Múnchen. Bd. 34. 1925.—1 c. Untersuchugen úber Polaritát. Jabrg. XXXVII. Sitz- Ber. Ges. fúr Morph. u. Phys. in Múnchen. Bd. 37, 1926.—I d, «Or- ganisation» bei regenerativen Prozessen. Jahrgang 14. Naturwiss. 1926.—1 f. Regeneration und Transplantation bei Planarien. 1. u. II. Teil.—Arch. Ent. Mech. LI. u. XLIX. Band. 1921/22.—1 g. Die Geschlechtsverháltnisse n. Súbwagser-Hydroiden und ihre experi- mentelle Beeinflussung. Arch. f. Éntw. Mech. Bd. 111, 1927.—1 h. Die Symbiose der Subwasser-Hydroiden u. ihre kiinstliche Beein- flussung, Zeitschr. f. Morph. u: Okol. der Tiere. Bd. 1, 1924.—1 1. Tierkonstruktionen. Múnchen 1925.—1 k. Betrachbungen úber Re- generations Vorgánge bei niederen Tieren. Sitz-Ber. d. Geschlsch, f. Morph. u. Phys. Múnchen Pd. 38, 1928.—1 1. Das Regeneratione material und seine experimentelle Beeinflussung. Roux. Achiv.:Bd. 117, 1929. 2. Gebhardt, Untersuchungen úber die Determination bel Pla- narienregeneraten. Arch. f. Entwick. Mech. Bd. 107, 1926. 3. Spek, Josef, Uber die Winterknospenentwicklung, Rege- neration und Reduktion bei Clavellina lepadiformis u. die Bedeu- tung besonderer «omnipotenter» Zellelemente fir diese Vorgánge. Arch. f. Entw. Mech. Bd. 111, 1927. 4. Schulze, P., Die Bedeutung der interstitiellen Zellen fúr die Lebensvorgánge bei Hydra. Jahrg. 7. Ges. naturforsch. Freun- de. Berlin 1918. 5. Gelei, J. v., Das Ritsel der Nesselzellen. Biolog. Zentral- blatt 47, 1927. 6. Korschelt-Heider, Entwicklungegeschichte. Spez, Teil. S. 110 f£. 7. Brandt, W., Extremitáten-Transplantationen an Pleurode- les Waltlii. (Diskussion W Vogt.) 62 8a. Steinmann, P., Prospektive Analyse von Restitutions- vorgángen. lu I1I.—8b. Arch. Entw. Mech. Bd. 108, 112, 1926/27. 9a. Child, C. M. The physiological gradients. Protoplasma Bd. 5, 1928.—9b. Physiological dominancc and physiological isolativa u. development and reconstitutiva. Roux Archiv. Bd. 117, 1929. 10. Hellmich, W. Hevkunft und Deformination de regenera- tiven Materials bei Amphibien. Roux Archiv. Bd. 121. 1920. 63 certo iiuiido Ear Pri lemde amater sie AGA OLA ess ol lar ello Del bd nalga dea brilla MD >tita avisan Segigalole ig hiba: oormaircd o stgolola AGAR a rito rt RADAR a RI A DEAL ISLA, ind o audio 19d A MADE nd RN Del Instituto de Pisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Estudios sobre la hipertrofia testicular en el Guy. por EDUARDO VIÑALS Ayudante del Instituto Lipschiitz planteó la cuestión, si en la castración unilateral el testículo restante realmente llega en su desarrollo ulterior a un pe- so mayor que el que corresponde al maximal normal como se creía anteriormente, o si sólo manifiesta un desarrollo mas acelerado hasta llegar al tamaño maximal normal. Unas de las primeras experiencias en esta materia, fueron lle- vadas a efecto por Ribbert, en el año 1890. Se sirvió de conejos que operó antes de la madurez sexual. A los tres meses después, en- contró que se había verificado en el testículo restante una hiper- trofia que alcanzó un tamaño mucho mayor que el normal. Lapsehútz, haciendo experimentos en conejos y cuyes jóvenes, comprobó que después de la castración unilateral, el testículo res- tante revela un peso mayor que el testículo normal. Pero L2pschitz llamó la atención al hecho de que, si bien al principio se veía un aumento, la diferencia entre un testículo restante y uno normal ¿ba disminuyendo a medida que la edad del animal avanzaba. *) En caso que la comprobación se lleve a efecto con animales que tengan sólo tres meses, esto es, antes de la madurez, no se encuentra diferencia con el normal, lo que se explica porque no ha empezado todavía la espermatogéónesis. Ya a los 5 o 6 meses se encuentra una diferencia muy pronunciada. A una edad más avanzada, la diferencia ha disminuido, alcanzando el testículo res- tante un peso, muy poco superior que corresponde al peso nor- mal maximal. — *) Vea A. Lopschiitz, Bol. Soc. Biol. Conc. 1, 101 (1927). 65 El mismo Lapschitz trabajó también en lauchas blancas adul- tas y de 8 animales, cuyos pesos oscilaban entre 15 y 22 grs.. esto es, en animales adultos, los testículos pesaron entre 57 y 73 mgrs. Encontró que el segundo testículo después de 41 meses pesaba 60 a 84 mgrs. siendo el peso de las lauchas de 21 a 26 grs. es decir, que los testículos habían aumentado sólo de manera muy poco significante. Tampoco hubo un aumento del peso testicular en conejos adultos semicastrados. Estos experimentos en anima- les adultos sirvieron a Lapschitz de nueva comprobación para su teoría, de que el aumento del peso testicular después de la cas- tración unilateral no es otra cosa que una aceleración del creci- miento testicular que se establece después de la edad de madurez. Las observaciones en aves son contrarias a las en mamiferos. Como dice Domm, que hizo estudios con la semicastración en ga- llinas, hipertrofia compensadora, quiere decir que se estimula el crecimiento del órgano sobreviviente a una magnitud tal que equi- vale a la restauración del cuociente testicular normal, esto es, de la relación entre el peso testicular y el peso del animal. Los expe- rimentos realizados por Domm, revelan que hay hipertrofia en los Brown Leghorn en el sentido del reestablecimiento del cuociente peso testicular X 100 peso del cuerpo to de peso se manifiesta como en el conejo (vea arriba) sólo des- pués que ha corrido cierto tiempo; es decir, hay un período de latencia, siendo mayor en el caso en que los animales sean ope- rados jóvenes. Domm mostró también que el testículo izquierdo muestra una mayor tendencia a la hipertrofia que el derecho. Esta mayor tendencia que presenta el testículo izquierdo ha- cia la hipertrofia, es debida a condiciones embriológicas, que re- sulta interesante cuando se la compara con la asimetría de la hembra. : Benoit también demostró que se produce una hipertrofia tes- ticular en la gallina parcialmente castrada. Puede haber una hi- pertrofia muy considerable aun si hay solo un fragmento testicu- lar en el organismo. En vista de esta discrepancia en los hechos establecidos por los mencionados dos investigadores en aves y los establecidos por Lipschitz en mamiferos, el Profesor Lapschútz me propuso hacer un nuevo estudio en Cuyes, en las condiciones mas exactas po- sibles. Para este objeto empleamos animales de una misma cría cu- ya castración la efectuamos entre 1 y 11 días después del naci- miento llevando a cabo las autopsias entre el 9.2 y el 13. mes, de animales que alcanzaron a un peso de 1000 grs. mas o me- nos. Hemos contado con 12 grupos de animales de una misma cría, 14 animales normales y 14 semicastrados en total. normal. Comprobó también que el aumen- 66 En el cuadro N.2 1 hemos resumido los datos referentes a la serie mencionada de experimentos. CUADRO MX. 1 E e (El. 32 E E EE Éo 53 Peso de los E 5 3 Cuociente = EE 2 E E 36 : Ss da testicular 3 ” 9 2 E 2% testiculos E a 5 = qa a 23 e ñorm. semicastr. Dias Grs. Mgrs Grs. Grs. Grs. | meses o/o 368| — | 110 | —|[| 810 | 2.00 | 2.00 8 +18 [ 0,50 366| 10! 140 | 111 [| 890|2.25| — 0,26 331) — | 190| — | 920 |2.15 | 2.25 op | 0,46 352 11 | a ao 00 a o pS 0,39 284 — | 160 — [| 740 | 1.65 | 1.70 10 0 [0,46 286 7 | 200 40 | 635 | 1.65 o- 0,26 419) —|130| —|[ 800 [2.5512.55 0 | 0.64 420) 7|110| 47 | 890 |2.60 | —| 91 0,29 491 — | 160 — [11060 |2.40 |2.50 | 0,46 492 5 1501 66 | o50|285 | —| 4 +18] 0,30 462) — 70 — [11060 | 1.75 | 1.80 110,34 461| — 50 — [| 890 | 1.30 | 1.36 0,33 _460 1 60 41 [| 930 | 2.25 — | 117 |+28 | 0,24 467] — | 130 960 11.75 | 1.75 l 0,36 466 2130 39 [1010 |3.10| —|¡ 117 ¡+72 | 0,31 457] —| 100 — || 910 | 1.90 | 2.00 0 10,43 456 6 | 120 42 [| 980 [1.95 = 12 0,20 401] —[ 110 — [1000 | 1.65 [ 1.70 ll 0,34 402 — | 110 — [900 | 1.65 | 1.70 10,34 400 6 | 130 20 [| 920 |1.30 —|12 |-21| 0,14 318] — | 130 — [1080 | 2.00 | 2.10 191 [0,38 SW 9 | 220 44 (1010 2.00 — 2 0! 0,20 371 9 | 120 — [| 830 |1.55 | 1.70 [0,39 3701 10 | 140 — [1100 | 2.40 —- | 121 |143 | 0,22 391| — 90 — || 970 | 1.55 | 1.55 [0,32 390 4 90 29 | 960 |1.80 — | 121 |+16 0,19 389 4 | 120 36 [1020 | 2.10 — | 12% (+35 | 0,21 _388 41110 36 | 910 13.00 =- 127 |+94 0,33 = En cuatro casos, el peso del testículo restante tenía un pe- so igual a un testículo normal de la cría, en otro caso, su peso experimentaba una disminución de un 20 %. En tres casos el pe- 67 so del testículo del amimal semicastrado sobrepasó el peso normal de 16 y 18 2%. En 4 casos, la diferencia era de 282.43 % yen los dos casos que quedan, el aumento fué de 72 a 94 %. Se po- dría sacar la conclusión, que hay una hipertrofia compensadora en el sentido absoluto, de que el testículo aumenta notablemen- te su peso en comparación con el testículo normal, lo que sería contrario a la hipótesis de Lapschiúte. Pero por medio de un aná- lisis mas profundo, se verá que no es así. El peso testicular máximo entre los semi-castrados era de 3,10 grs. (N.o 466); el peso máximo normal de 2,55 grs. (N.o 419; los dos testículos del animal tenían el mismo peso). Es una diferencia de solo 20%/,. El peso máximo normal ha sido sobrepasado por los semi-castrados solamente 4 veces. En los 10 casos restantes, el pe- so de los testículos de los semi-castrados, queda entre el límite de los pesos testiculares mormales (1, 3 y 2 6 grs.). Esto es en favor de la hipótesis de Lapschútz. Pero hay más todavía. En una cría (No. 388-391) cuya observación remonta a los 12 meses y medio, había un animal normal y tres semi-castrados. El peso testicular normal era de 1.55 ers.; los pesos entre los semi-cas- trados de 1,81 grs. 2, 1 y 3, 0. Aquí la diferencia a favor de los semi-castrados es en un caso de 94%/,. Pero al mismo tiempo, dos hermanos semi-castrados (1, 8 y 3 grs.) presentan entre ellos tam- bién una diferencia de casi 70%/,. Después de todo esto, el hecho de que haya en ciertas crías una notable diferencia en favor de los semi-castrados, no indica necesa- riamente un aumento del peso sobre el límite normal. El Profesor Lapschitz tuvo la amabilidad de estudiar, para este grupo, más detenidamente la cuestión del comportamiento del cuo- ciente testicular y sus resultados de resumen en lo siguiente. «Del cuadro No. 1 (última columna) consta que el cuociente normal varía entre 0,32 y 0,64, siendo el promedio 0,41. El cuocien- te de los animales operados varía entre 0.14 y 0,39 ,siendo el pro- medio 0,26. En otras palabras, el cuociente testicular de los anima- les semi-castrados nunca alcanzó el máximo o aun el promedio nor- mal; su mínimo, máximo y promedio son más bajos que los norma- les. El mínimo normal se alcanzó en los operados sólo 2 veces; 3 veces el cuociente de los operados está cerca del límite mínimo normal; y en 9 de 14 casos el cuociente de los operados está más bajo que el mínimo normal. Resulta claramente que el cuociente de los operados está muy lejos de revelar la tendencia de acercarse al del normal. «Si analizamos cada grupo por separado, el cuociente de los operados coincide con el cuociente normal de la cría en um sólo Caso. (No. 291 y 388). En otros4 casos (Vo. 352, 422, 460, 466) es mayor, o aún, considerablemente mayor, que la mitad del cuociente normal; pero en los otros 9 casos es menor o sólo poco mas que la mitad del 68 cuociente normal. De tal modo podemos decir francamente que el cuociente testicular en los semi-castrados en cas: la totalidad de los ca- sos es menor que el cuociente normal dela cría pero que en varios ca- sos se exterioriza la tendencia de ser mayor que el que corresponde a la mitad del normas». CUADRO N.* 2 D ENE , NETO S E ES E za ESE Peso del Duración > as 35 33 3588 testículo del Cuociente ll E 5 Ss Qs 273 2 restante ¡|experimento|| testicular E 23 A pas Días Grs Mgrs. Grs. Grs. Meses semicastr, 356| 11 120 43 690 2.05 9 0,50 357| 11 150 | 44 | 760 | 2.25 | 9 0,30 340 3 90 21 640 2.40 E 0,38 325 5 130 | 42 | 660 | 2.10 | 91 0,32 338 8 110 36 670 2.10 0,31 287 7 | 190 | 48 | 620 | 2.10 | 10 0,34 288 7 170 36 840 2.15 0,33 458 1 70 34 “TO 1.90 0,25 468 2 130 | 20 | 920 | 2.10 114 0,23 474 3 130 18 940 2.20 0,23 3691 10 110 | 50 830 1.70 0,20 405 8 140 33 1110 2.50 0,22 415 8 160 58 | 960 2.30 121 0,25 416 9 160 70 940 2.55 0,27 ase] 7 | 160 | 83 | 920 | 1.95 0,21 363| 10 120 42 880 1.90 0,22 315 9 180 126 1030 2.60 0,25 392 3 140 62 750 2.50 0,33 391 5 110 45 820 2.20 0,27 409) 6 | 150 | 69 | 1120 | 275 | 0,25 En el cuadro N.* 2 hemos reunido un otro grupo de 20 anima- les semi-castrados que se castraron a la edad de 1 a 11 días y que permanecieron en observación durante Y hasta 13 meses, animales que no tenían controles de la misma cría. Sólo dos veces (288 y 409) se sobrepasó el peso maximal normal, y aun en estos casos de manera poco pronunciada (2,75 grs. en vez de 2,55). En 4 casos se alcanzó el peso maximal normal. 69 En cuanto al cuociente testicular, casi siempre está más bajo que el mínimo normal (vea cuadro No. 1 y No. 3); se alcanzó el míi- nimo sólo en 6 casos y en un sólo caso es algo mayor (0,38 en vez do 0,31). El cuadro No. 2 está en pleno acuerdo con el No 1. CUADRO N.? 3 3 Peso del animal p Cuociente 5 al fin del Peso de los testículos Duración del testicular experimento experimento Grs. Grs. | Grs, Meses norm. 300 905 O AM al 91 [0,43 320 | 725 O] ASO | 0,58 290 HO. TM PUZB5 YO 220.0 | 105 OS 465 | 930 2,30 230 ES 473 | 900 1,75 | 2 | 50,39 SI FEO IAE En el cuadro No. 3, hemos reunido otros 6 animales. Los cuecientes mínimo y máximo y promedio (0,33-0,59-0,47) son ca- si los mismos como en los 14 normales del cuadro No. 1. Los cuocientes de los semi-castrados del cuadro No. 2 nunca alcan- zam el promedio normal del cuadro No. 3 y sólo pocas veces alcanzan su mínimo. Estamos frente a una coincidencia perfec- ta entre los resultados del cuadro No. 1, y de los cuadros 2 y 3, Todos estos hallazgos demuestran de manera clara que la tendencia del testículo del animal semi-castrado, de sobrepasar el peso del testículo normal se revela por preferencia en los casos en los cuales el animal de control de la misma cría tieme un cuociente testicular más bajo que el máximo normal. Nuestros resultados están, así, en favor de la hipótesis de Lipschitz que el testículo de cada especie tiene su límite fijo y que la semi-castración permite al testículo restante, de acercase más pronto y más frecuente a este límite, pero no sobrepasarlo. Están nuestros resultados en mamíferos en notable discre- pancia con aquellos de Domm y Benoit en aves. No se trata de opiniones sino de hechos. 70 Aus dem Physiologischen Institut der Universitat Concepción (Chile) Uber das Verhalten des Hodens beim Meersehweinchen nach einseitigser Hastration. Von EDUARDO VIÑALS Eine kurze Mitteilung erschien unter dem Titel: A. Lapschiútz et E. Viñals. Réactions compensatrices du testicule du Cobaye apres castration unilatérale. C. R, Soc. Biol. 100,984 (1929). 71 O A 0) 40lnq9 0.1 ray én Yes stos arraboH «ob anilsdrio Y anb aitaidcaR rapidos ad cs 100 ho me ; 0 AEAIIS CATAVGA céle asada ebria SIAM 09 ovadolA bb. yldoiseed 40 poor Goo arrolorotiw (EL01) E80 001, LoS dai AO j , Del Instituto de Histología de la Universidad de Concepción (Chile) Director Prof. Dr. K. O. Henckel Sobre la distribución de las subsiancias inorgánicas en algunos órganos del cuerpo humano según el método de microincineracior. Por el Prof. Dr. K. O. Henckel Profesor de Histología de la Universidad de Concepción La incineración de cortes histológicos tiene por objeto quemar las substancias orgánicas de los tejidos, produciendo un cuadro de cenizas, que se llama «espodograma». En el espodograma las subs- tancias inorgánicas contenidas en los tejidos, presentan una dispo- sición que más posiblemente se asemeja asu distribución natural en vivo. Esta finalidad supone condiciones especiales, ya sea en la pre- paración del material por incinerarse y en el desarrollo de la inci- neración misma. De las substancias inorgánicas, que se encuentran principalmen- te en los tejidos tenemos sales como: el cloruro de sodio (NaCl), eloru- ro de potasio (KCl), carbonato de sodio (Na¿CO,), carbonato áci- do de sodio (NaHCO,), carbonato de calcio (CACO,), carbonato áci- do de calcio (Ca(HCOy),), carbonato de magnesio (MgC0,), fostabo de calcio (Cas(PO,)»), fosfato de magnesio (Mgy(PO,)»), fosfato de potasio secundario (K,HPO,). En los tejidos estas sales se encuen- tran en distintos estados, parte en simple solución, otras en ligera combinación con substancias orgánicas coloidales, como también disociadas en ¡ones libres. Post mortem cambia fácilmente no sólo 73 las estructura química de las sales (por ejemplo el fosfato de pota- sio secundario se transforma en neutro), sino también su estado químico-físico y su disposición en los tejidos. Así observó Tschopp (1929), que la distribución de la ceniza cambia considerablemente en la fibras musculares que han sido conservadas largo tiempo en refrigeración. Por esto es condición primordial para obtener buenos espodogramas utilizar material fresco y si se puede inmediatamente después de la muerte. Además todo contacto con agua, suero fisio- lógico o solución de Rinmger, debe evitarse en todos los procesos que se siguen para la confección de un espodograma, por cuanto, parte de las sales minerales que se encuentran en el cuerpo, son solubles en el agua, como lo demuestra el cuadro siguiente: Cuadro de la solubilidad de algunas sales minerales contenidas en los tejidos animales según v. Biedermann-Roth. (1922). Cloruro de sodio (NaCl) se disuelve a 0% con 35,5 partes, a 100” con 39,2 partes en 100 de agua; carbonato de sodio (Na¿CO,) se disuelve a 0% con 7,1 partes, a 1059 con 45 partes en 100 de agua; carbonato ácido de sodio (NaHCO),) se disuelve a 0% con 6,8 par- tes de agua; carbonato de calcio (Caz(PO,),) prácticamente insoluble en agua; carbonato de magnesio (Mg00,) práticamente insoluble en agua; cloruro de potasio (IKC1) se disuelve a 0% con 28,6 partes, a 1002 con 56 partes en 100 de agua; fosfato de potasio secundario (K,HPO,) se disuelve fácilmente en agua; bno ácido de calcio (Ca(HCO))») soluble en agua. De estas sales son insolubles en agua el CaCO, el Caz(PO,)a, el MgC0O;; probablemente pertenece a este grupo de sales insolu- bles el Mg,(PO,)», sobre el cual mo se encontraron datos exactos. Las sales minerales que además se encuentran corrientemente en el organismo, se caracterizan por su menor o mayor solubilidad: NaCl, KC1, NaCO;, NaHCO,, K,HPO,, Ca(HCOj)a Según las reglas y precauciones anteriormente descritas, de los trozos de tejidos se pueden obtener cortes por refrigeración sin una fijación anterior o también se puede usar un método de fijación e inclusión adecuado. De los investigadores que usaron de la microincineración, ex- cluiremos inmediatamente a aquellos, que usaron este método en el terreno de la Botánica (como Molisch y varios otros); aquí hay condiciones totalmente distintas. De los que, después de los prime- ros ensayos de von Ebner, Liesegang, Herrera, en primera línea de- bemos citar por sus trabajos de microincineracion, hechos en tejidos animales, cortados por el método de refrigeración sin previa fijación, es Tschopp (1929) y otros. Tschopp hace resaltar que todo tratamien- to anterior de fijación, por ejemplo con la formalina, produce una 74 pérdida tanto cualitativa como cuantitativa de los componentes mai- nerales; sin embargo, no quita a la microincineración con fijación anterior, el valor que tiene en la demostración analítica de los iones, insolubles en agua, formol, alcohol, etc. La técnica de obtención de cortes por refrigeración de materiales no fijados, fué muy mejo- rada por Schuliz-Brauns (1929); también Henckel (1929), describe esta técnica exactamente. Tales cortes obtenidos por este método adquieren muy a me- nudo los inconvenientes, que tiene el método por refrigeración. El grueso de los cortes, aún en las mejores tésnicas, deja mucho que desear, con respecto a su uniformidad, muy necesaria en la diferen- ciación del espodograma. También al efectuar cortes más extensos, es difícil secarlo y evitar los pliegues, que corrientemente se forman. Además la refrigeración misma podría tener una influencia en la distribución de las sales en el interior de los tejidos. También se produce una fijación por el calor en la técnica de Schultz-Brauns (1929), quien recomienda pasar por la llama los cortes colocados so- bre portaobjetos. Del tratamiento de objetos por medio de una fijación e inclu- sión, como ensayó Policard (1923), Tschopp y Schultz-Brauns no usaron de esta técnica, por cuanto consideran, que una fijación e inclusión traen consigo la pérdida de parte de las sales de los tejl- dos.¿Es verídica esa opinión? En el estudio de los distintos fijado- res, hay que eliminar inmediatamente las soluciones de las sa- les de los metales (por ejemplo bicromato de potasio, sublimado), por cuanto sólo restos de estas producirían un cuadro falso de cenizas; igualmente no se puede contar con todos aquellos fijado- res, que deben ser disueltos en agua para su uso, (por ejemplo formalina, ácido pícrico, etc.), por cuanto el agua disuelve las sales de los tejidos. Policard (1923) recomendó como fijador en el método de incineración el alcohol absoluto, sin mayores consi- deraciones que aceptar, que las sales contenidas en los tejidos no se disuelven en el alcohol absoluto, En verdad, hay varias sales que se disuelven en el alcohol etílico absoluto (entre ellas el NaCl, KCI); pero según las investigaciones de Gérardin (1895) y de Bruyn (1892), esta solubilidad es débil y no tendría grab impor- tancia para la aplicación práctica. También v. Biedermann-Roth (1922) en este capítulo dice, que el Na¿CO,, el NaHCO, son imso- lubles en alcohol, mientras que el K,HPO se disuelve fácilmente en alcohol etílico; como se deduce, hay una incertidumbre, que, sin embargo, no es de gran importancia. De las sales del tejido óseo hay que aceptar, o hasta cierto punto son insolubles en el alcohol [CaCO,, (Cas(PO,),, MgCO,, Mgx(PO)]. La desventaja, que pequeñas cantidades de sales se disuelvan en la fijación por el alcohol, es pequeña. si se consideran las ven- tajas que se obtienen en la fijación e inclusión del material al re- 1 15 ducir enormemente el inconveniente del grueso de los cortes y plie- gues, que se observan en el otro método. En línea general el fin que hemos seguido en nuestra investigación, fué procurar en lo posible, obtener material fresco de la disección en trozos, cuya aris- ta no era mayor de 4 milímetros. Luego estos trocitos se colocaron en alcohol, que realmente fuera absoluto; el líquido se cambia muy a menudo en un principio y con lapsos más largos a medida del tiempo. Cuando los tejidos estaban completamente anhidros, se colocaron en Xilol, que probablemente no tiene acción disolvente o escasa sobre las sales, luego en Xilol-parafina y por último la inclu- sión en parafina, según la técnica bien conocida. Del trozo incluído se hicieron, en la mayoría de los casos, cortes de 15 m.; los cortes se montan sobre portaobjetos, se estiran y luego se colocan en un termóstato, para su completo desecado. En interés de las futuras comparaciones de espodograma, se dió gran importancia al trata- miento igual en los distintos procesos de fijación e inclusión de los trozos. Antes de la incineración se quitó la parafina a los cortes, tratándolos con Xilol. En órganos muy ricos en lipóides, por ejem- plo, el encéfalo, glándulas suprarenales, se siguió la indicación de Tschopp (1929), tr ratando los cortes durante 10 minutos con mezcla. de éter-cloroformo. Es conveniente eliminar los lipóides, por cuan- to imposibilitan la buena incineración; en órganos, que contienen pocos lipóides, este tratamiento se hace innecesario por cuanto el al- cohol y el Xilol arrastran por si gran cantidad de lipóides. Para la incineración, los portaobjetos se montan en el tubo so- bre hojas de asbesto, a una temperatura constamte de 500 a 6009 (temperatura del centro del tubo); temperatura inferiores a 500% se- gún nuestra experiencia no son suficientes. Una temperatura de 700% es demasiado alta, porque la mayoría de los vidrios, con que se confeccionan portaobjetos, comienzan a fundirse a esta temperatu- ra. Además a esta temperatura muchas sales se funden y evapo- ran. (El punto de fusión del NaCl es de 800%, CaCl funde a 7780, el Na,CO, a 853% según von Biedermann-Roth (1922). La tempe- ratura del horno de microincinerarión se mide por medio de un termoelemento con un milivoltímetro. Para obtener una incine- ración uniforme, recomienda Tschopp, hacer pasar por el tubo una corriente de oxígeno humedecido; (deben producirse dentro del frasco lavador m/m 30 burbujas de gas por minuto). La dis- posición del aparato se vé en fig. 1. El proceso de la incinera- ción generalmente se termina a los 15 minutos. ¿Unáles son las substancias inorgánicas, que se observan en el espodograma? Después de la transformación de los componen- tes orgánicos en CO), H,0, NH;, quedan varias sales en el mis- mo estado que se encontraban anteriormente en los tejidos, por ejemplo NaCl, KCI, Ca,(PO,)3, Mg,(PO,)o. Durante la incinera- ción los carbonatos ácidos de Na y K (NaHCO, y Ca(HCO))»), 76 se transforman en carbonatos neutros. Sin embargo a mayor tem- peratura estos carbonatos neutros pierden el CO,, quedando en ellos Naz0, CaO y Mg0. Mientras que los fosfatos neutros de Calcio y Magnesio (Cas(PO¿)2 y Mg,(PO,),) no son alterados a baja temperatura, a mayor temperatura el fosfato secundario de Po- tasio (K,B.PO,) se transforma en Pirofosfato de Potasio (K,P,O,). Por último, de la incineración de las substancias orgánicas pueden quedar (proteinas y fosfoproteinas), SO, y pirofosfatos y de la hemoglobina de la sangre contenida en los tejidos, Oxido de Fierro (Fe,0;). Se duda, si durante la incineración se producen otras transformaciones químicas, fuera de las ya enumeradas. Efec- tuada la completa incineración, el espodograma está compuesto só- lo de substancias minerales. El cuadro de cenizas, que se observa mejor con iluminación la- teral, al ser comparado con preparaciones coloreadas, que siempre deben de hacerse en estos trabajos, dá luces sobre la distribución en total de las distintas substancias inorgánicas, que se encuentran en los tejidos. Por su puesto, los cationes, en su mayor parte, no se encuentran aquí en la misma forma química, como se observan en los tejidos vivos. En parte en el cuadro de cenizas, se encuen- tran las substancias inorgánicas en una localización, que correspon- de en vivo a la distribución de las sales minerales. Sin embargo, existe la probabilidad, que se produzcan cambios de distribución, ya sea por el proceso de refrigeración, en la fijación por el calor, o por la influencia de la fijación por el alcohol, alteraciones, que hay que tomar muy en cuenta en la observación de las preparaciones. Además del primer resultado ya obtenido con la ayuda del espodo- grama, de determinar el cuadro total de substancias inorgánicas, la escuela de Policard y también O£kels (1927) usaron algunas re- acciones micro-quimicas, que permitirian determinar cualitativa- mente ciertas sales en el espodograma, Sin embargo, siendo estos métodos de análisis cualitativo bastante incompletos, contentámos- nos sólo por ahora, con el estudio de la distribución morfológica del cuadro total de cenizas en el espodograma. Todo órgano, cuyo espodograma se describe, ha sido observa- do en varios ejemplares; es de sentir, que pudo contarse sólo con material de disección, aprovechando siempre el más fresco, ya que fué imposible obtener otro. No se aprovechó el material animal, por cuanto el intercambio de sales minerales en estos tejidos es diferente en el hombre. Corrientemente al cortar el material, fija- do con alcohol absoluto e incluido en parafina, se dejaron cortes para colorear, con el objeto principal, de comparar estos cortes con el espodograma y para eliminarlo, en el caso que se presentaran en el material alteraciones patológicas. Las observaciones siguientes son el producto de la aplicación minuciosa del método anterior- mente enunciado. 17 Aparato circulatorio a. El sistema vascular sanguíneo. Ravault (1928) da a conocer en un trabajo bastante minucioso, - el espodograma de la aorta. Este autor observó el espodograma de 25 aortas diferentes (material de autopsia), llegando a la conclusión muy importante, que la mayor parte de las substancias inorgáni- cas se localizan en la túnica media (compárese los espodogramas de otras arterias del tipo elástico, art. carótida primitiva (Fig. 2) y art. subclavia (Fig. 3.) La íntima (Fig. 4) muestra en el espodograma muy poca can- tidad de substancia inorgánica, que se presenta en delgadas cintas y a veces en una disposición granulosa, como describe Ravault. La íntima se limita hacia el lúmen por una capa muy delgada de ceni- zas, que corresponde al endotelio o a una capita de fibrina, que se adosaría en la pared del vaso después de la muerte. El límite:entre la media y la íntima no se observa en el espodograma, por cuanto, la limitante interna no da un cuadro de cenizas bastante claro y el límite sólo se observa al ser comparado con las preparaciones colo- readas. Resalta sobre las paredes restantes la media, por su gran can- tidad de substancias inorgánicas, como ya lo habíamos dicho ante- riormente. Las substancias inorgánicas no están distribuidas unifor- memente, así su mayor cantidad se encuentra en la parte central, disminuyendo la cantidad hacia la íntima y adventicia (Fig. 5). Ra- vault (1928) supone que esta distribución especial de las sales, se debe a la nutrición característica de las paredes de la aorta: la íntima con la parte limitante de la media se nutriría del lúmen, la adventicia con la correspondiente vecindad de la media se nutri- ría por medio de los vasa vasorum. Se formaría entonces entre es- tas dos zonas de nutrición una tercera, y en el centro de la media confluirizn dos corrientes de nutrición, produciéndose aquí un re- tardo en la circulación, debido al cual se produciría un depósito de sales. En este sentido están también de acuerdo los trabajos de Pe- troff (1922), quien obtiene similes resultados con la coloración vi tal de las paredes de la aorta del conejo, con colorantes coloidales. Por otro lado debiéramos esperar, si Ravault tiene razón, que la disminución del depósito del centro hacia la íntima o adventicia, sea uniforme y que al mismo tiempo el ancho de este depósito sea uniforme en todas sus partes; sin embargo esto no pasa así. En la media este centro de almacenaje no disminuye paulatinamente ha- cia la íntima y adventicia, sino que se produce bruscamente esta disminución. Por otro lado, el ancho es desuniforme. Así se obser- va, que tanto por el lado de la adventicia, como de la íntima se pro- ducen entradas y salientes irregulares. Este punto de vista de Ra- 78 varlt, del almacenaje electivo de las sales en el centro de la media, no nos parece completo; seguramente otros factores juegan un rol Importanie en este almacenaje. El depósito de substancias minerales de la media en relación a su concentración varía enormemente en los distintos individuos; de acuerdo con Ravault observamos en los individuos viejos en ge- neral (aquí hay grandes diferencias individuales) una distribución mucho más consistente de las sales de la media, que en el joven (véase fig. 5 y 6), Comunmente las substancias minerales se agrupan en forma de angostas y uniformes cintillas, que corren paralela- mente, constituyendo así una agrupación uniforme. Además, como Ravault, pudimos observar en aortas normales (véase fig. 4), que parecía menos uniforme la distribución de los componentes ceni- zas de la media; en varios puntos aparecen pequeños y grandes es- pacios, donde faltan total o parcialmente cenizas, dándole al espo- dograma de la media un aspecto de manchado, («tigré» según Ra- vault). La génesis de este fenómeno es aun desconocida; según Ha- vault intervendrían procesos patológicos. Las cintillas de cenizas del espodograma se disponen paralelamonte a las membranas elás- ticas de la media: si corresponden totalmente a ellas—como Faber (1922) dice, que el depósito de sales de calcio de la media se hace en las fibras y membranas elásticas —nuestro método no lo eyvi- dencia. La adventicia en el cuadro de cenizas muestra una mayor con- centración en su depósito de substancias minerales, que la íntima; este depósito está irregularmente dispuesto, debiéndose en parte a los vasos nutricios de la pared de la aorta. El límite externo de la adyenticia aparece irregular. Esta diferente distribución de las substancias inorgánicas en la pared de la aorta del adulto, hay que tomarla como el resultado de un largo y continuo proceso, en el cual la media tiene una pro- piedad electiva de tomar y depositar en su interior las substancias minerales. Así en el espodograma del feto y del recién nacido (véa- se fis. 7). se dejan demostrar cuantitativamente, en comparación con el adulto, sólo muy pocas substancias inorgánicas, que están distribuidas uniformemente en toda la pared de la aorta: una pre- ferencia de la media aquí no se observa. Asi como la estructura de las arterias es más firme en relación con las venas, también las substancias inorgánicas se encuentran aquí en menor cantidad. En las venas de pequeño y mediano cali- bre, como en las correspondientes arterias, falta una limitación bien marcada de sus correspondientes túnicas. En un corte transversal incinerado de una vena de gran calibre, por ejemplo la vena cava inferior, el espodograma demuestra cuantitativamente mayor can- tidad de sales en la media, que corresponden a los elementos elás- 79 ticos, y menor cantidad en la adventicia. Correspondiendo al endo- telio de la intima, se forma en el cuadro de cenizas una cinta bien marcada que limita el lúmen del vaso. En la incineración de un corte de la pared del corazón, apare- cen el endocardio y el pericardio claramente más ricos en cenizas, que el miocardio. El límite interno del endocardio forma una cinta delgada y continua de cenizas, que correspondería al endotelio o a una delgada capa de fibrina, que se forma después de la muerte, en el interior de las cavidades del corazón. Debajo es visible la ce- niza de numerosos haces conjuntivos, que están dispuestos distin- tamente. En el miocardio mismo es, sin embargo el tejido conjun- tivo (perimisio) más pobre en sales, que las fibras musculares mismas, sólo ocasionalmente se obserya en cortes longitudinales y transyer- sales de vasos en el perimisio mayor cantidad de ceniza. b. El sistema linfático. El espodograma del bazo (fig. 8) muestra una marcada diferen- cia entre cápsulas y trabéculas por una parte, que son relativamen- te pobres en substancias minerales en relación con la pulpa, por otra parte. Mientras que en la cápsula y la trabécula las sales mi- nerales correspondientes a los haces colágenos y a las fibras elásti- cas están generalmente dispuestas en forma de delgadas cintillas de ceniza, la mayor cantidad de ceniza, que se observa en el corte, corresponde a la pulpa. Los eritrocitos, que en gran cantidad se en- cuentran en la pulpa, dejan una espesa ceniza, que se colorea de un color rojo-amarillento, debido al óxido de fierro, que se produce en la incineración de la hemoglobina de los eritrocitos. El cuadro de cenizas de los ganglios linfáticos es parecido al del bazo, con respecto a la riqueza de cenizas de la substancia lin- foídea y la pobreza de cenizas del sistema capsular-trabecular. La ceniza del parenquima no está tan intensamente coloreada de color rojo-amarillento, por cuanto faltan aquí los eritrocitos que lo pro- ducen en el bazo. Organos de respiración £n el espodograma de la tráquea aparece el epitelio de la mu- cosa (véase fig. 9) en forma de una delgada cinta de ceniza; demues- tra una constitución más tupida que la ceniza de la superficie limi- tante de la túnica propia y al mismo tiempo aparece mas clara. En la cinta de cenizas que corresponde al epitelio se diferencia una zo- na mas tupida, que corresponde a la parte mas intima del lúmen y es continua alrededor de él. Los componentes cenizas de la túnica propia, que se encuentran por debajo del epitelio, son sueltos e irregulares, demostrando así la constitución suelta del tejido con- 80 l juntivo de esta túnica. Por debajo vemos cintas de cenizas, que se disponen paralelamente al lúmen; corresponderían a las fibras elás- ticas. En la submucosa aparecen las glándulas traqueales; las subs- tancias inorgánicas se encuentran en el espodograma especialmen- te en la parte basal de las células. Al igual que la túnica propia mucosa, la submucosa da sólo poca ceniza, Por el contrario, el car- tilago hialino de los anillos de la tráquea, en razón de su riqueza en sales minerales (especialmente del sodio), da gran cantidad de cenizas y en disposición muy compacta. Las substancias inorgáni- cas se depositan especialmente en la substancia fundamental del cartílago, demostrando el espodograma en el interior de los anillos cantidad enorme de subtancias minerales. Las células cartilogino- sas contienen relativamente poca ceniza. En los individuos más viejos se observa, que sus respectivas cenizas están constituidas en una forma más densa en la substancia fundamental del cartílago hialino; de lo que se deduce, que la cantidad de substancias mine- rales es mucho mayor en el viejo que en el joven. En efecto, Buer- ger y Schlomka (1927) comprobaron analiticamente en el cartílago de las costillas en distintas edades, la riqueza progresiva de sales minerales. El pericondrio contiene mayor cantidad de substancias minerales, que la que corrientemente se observa en el tejido con- juntivo. Un espodograma del pulmón (véase fig. 10) muestra. que la pared de los alvéolos está constituida por pura ceniza blanca. Ce- nizas menos densas y más oscuras se observan en el tejido conjun- tivo interalveolar, en el cual se distinguen claramente los vasos y bronquios. Con Pol2card, Donbrow y Pillet (1928) puede observarse, que si el tejido conjuntivo intersticial, especialmente alrededor de los vasos, contiene depósitos de pigmentos ferruginosos negros, se tiñe la ceniza del tejido conjuntivo, que contiene estos depósitos de rojo-café, debido al óxido de fierro, mientras que los depósitos de carbón no dejan ningún rasgo. El pulmón del recién nacido mues- tra en el espodograma en general poca riqueza de substancias inor- gánicas; el tejido conjuntivo interlobulillar, que en la preparación coloreada resalta, muestra una constitución mucho más pobre y menos densa de substancias minerales que en el adulto. La super- ficie epitelial de la pleura, deja en el corte incinerado una cinta de cenizas muy densa, pero delgada, continua en toda su extensión: por debajo aparecen las substancias inorgánicas de la subserosa en disposición suelta. Órganos de secreción imterna El espodograma de la glándula tiróvdes (véase fig. 11), muestra claramente la distribución de sus folículos, por cuanto su revesti- miento epitelial deja una cinta de ceniza densa y clara. La ceniza 81 de la substancia colóides es muy reducida, clara y ocupa solo una pequeña parte del espacio que ocupaba el colóide. El tejido conjun- tivo interfolicular dá ceniza más oscura y mucho menos densa, que la ceniza del epitelio del folículo. En el espodograma de la glándula paratirósdes (véase fig 12), el epitelio se distingue por su clara y consistente ceniza. En el es- troma resaltan las paredes de los vasos por su gran riqueza de subs- tancia inorgánica. El espodograma del timo de un niño de cinco años (fig. 13) muestra en el estroma las cenizas de tejido conjuntivo y adiposo. La del tejido conjuntivo es de un aspecto fibrilar, que corresponde a la naturaleza fibrilar del tejido interlobulillar y que envuelve todo el órgano, mientras que el tejido adiposo, que se encuentra en eran cantidad, dá un cuadro pobre de cenizas; de las células adipo- sas sólo queda visible escasa ceniza marginal. Una mayor consisten- cia muestra la estructura del espodograma del parenquima; aquí la zona cortical comunmente contiene mayor cantidad de substancias minerales que la medular del timo. Esta riqueza de cenizas de la cortical se debe a la presencia de gran cantidad de linfocitos, los que dejan una ceniza de color blanco-amarillento. En la zona me- dular la substancia inorgánica es más escasa y menos densa, los cor- púsculos de Hassal resaltan por dejar montoncitos de cenizas. El espodograma de la hipófisis no deja tan marcada la separa- ción, como en la preparación coloreada se observa, entre el lóbulo anterior e intermedio por un lado y el lóbulo posterior por otro. La adenohipófisis epitelial deja en general más o menos un cuadro de cenizas parecido al de la glándula paratiróides. El lóbulo poste- rior (véase fig. 14) aparece en cambio en el espodograma menos denso, y se observa que prevalece una disposición fibrilar. El cuadro de la epífisis (véase fig. 15) tiene mucho de parecido con el de la glándula paratiróides. La arenilla cerebral,—en razón de su contenido cálcico, sus cenizas aparecen de un color blanco limpio —por su mayor parte se encuentra irregularmente en el epitelio y en la neuroglia, rara veces en el tejido conjuntivo del órgano. Una calcificación completa de partes del tejido conjuntivo, como Lord (1898) y Marburg (1909) a menudo observaron, en nuestros traba- jos, que hasta cierto punto fueron pequeños en material de obser- vación, no observamos este hecho. En el espodograma de la glándula suprarenal (fig. 16) aparece el tejido conjuntivo fibroso, que en forma de una cápsula rodea al órgano, claramente, debido a la riqueza de sus cenizas. Aparecen aquí los fascículos fibrilares de la médula más ricos en cenizas que los de la superficie, sin que por esto varie la densidad de los com- ponentes cenizas en total, tanto de la zona cortical como de la me- dular. La agrupación de las células de la cortical queda sin alte- rarse en el espodograma; las zonas glomerular, fascicular y reticu- 82 lar se distinguen claramente. No se observan diferencias en el con- tenido de cenizas tanto de la zona cortical como medular. En el es- podograma no se observan rasgos de la presencia anterior de pig- mentos. Bibliografía Biedermann, R. v., 1922; Ciremiker-Kalender. 43. Ja. Heraus- gegeben von W. Roth, Berlin, Springer. Bruyn, Lobry de, 1892: Zeitschr. f. physik. Chem. 10. Buerger, M. und Schlomka, E., 1927: Beitraege zur physiolo- gischen Chemie des Alterns der Gewebe I. Mitt. Untersuchungen am menschlichen Rippenknorpel. Zeitschr, f. d. ges. exp. Med., 59. Faber A., 1922: Die Arteriosklerose. Jena. Gérardin, 1861: Ann. chim: phys. 5, 129. Henckel, K. O., 1929: Mikroyeraschung. Abderhaldens Handb. d. biol. Arbeitsmeth. V, 2. Lord, I. R. 1898: The pineal gland. Transact. of the pathol. Soc. of London, 50. Marburg, O., 1909: Zur Kenntnis der normalen und patholo- gischen Histologie der Zirbeldruese. Arbeit. a. d. neurol. Inst. Wien, 17. Okkels, H., 1927: Disposition de la chaux dans les reinos dans Vintoxication expérimentale par le calcium. Bull. Hist. appl. 4. Policard, A., 1923: La microincinération et son intéret dans les recherches histochimiques. Bull. Hist. appl. 1. Policard, A., Doubrow, S.. Pillet, D. 1928: Application de la technique histochimique de la microincinération á l'étude des pig- ments anthracosiques pulmonaires. U. r. d. 1, Soc. Biol. Lyon. To- me 98. Ravault, P., 1928: Recherches histochimiques sur l'imprégna- tion calcaire normale de la parois aortique. Bull. d. Hist. 5. Schultz-Brauns, O. 1929: Chemische Untersuchungen an kran- khaft veraenderten Organen unter Anwendug der Schnittvera- schung. Virchows Arch. Tschopp, E., 1929: Die Lokalisation anorganischer Substanzen in den Geweben (Spodographie). Handb. der mikroskopischen Ana- tomie, herausgegeben von W. v. Moellendorf. 1. 93 usb abad ar Fig 1.—Aparato para microincineración (Henckel, 1929). YT Milivoltímetro L Horno de incineración IL Resistencia T” Frasco lavador 1 Oxígeno Fig. 2.—Espodograma de un corte transversal de la pared de la carótida pri- mitiva de un hombre de 62 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. 85 iS PA ias: Fig. 3.—Espodograma de un corte transversal de la pared de la arteria sub- clavia de un hombre de 59 años. —Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 4. —Espodograma de un corte de la pared de la aorta toracal de un hom- bre de 62 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 5., oc. 1. Fig. 5.—Espodograma de un corte de la pared de la aorta toracal de un hom- bre de 65 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz. obj. 3, oc. 1. Fig. 6.—Espodograma de un corte de la pared de la aorta toracal de un hom- bre de 36 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 7. —-Espodograma de un corte transversal de la pared de la aorta toracal de un recién nacido.—Fotografía con iluminación latera). Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 8. —Espodograma de un corte del bazo de una mujer de 72 años.- -Foto- erafía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fis. 9. —Espodograma de un corte de la tráquea de una mujer de 72 años.— Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 10.—Espodograma de un corte del pulmón de un hombre de 19 años.— Fotografía con iluminación Jateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 11. —Espodograma de un corte de la glándula tiróides de un niño de 5 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 12. —Espodograma de un corte de la glándula paratiróides de un hombre de 62 años.—Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 13.—Espodograma de un corte del timo de un niño de 5 años.—Fotogra- fía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. Fig. 14.—Espodograma de un corte del lóbulo posterior de la hipófisis de un hombre de 20 años. —Fotografía con iluminación lateral. Leitz obj. 3, oc. 1. E NS TOS. a 6 o OCIALA ) 3 sis de un hombre de (fi1 z Ob). a epí grama de un corte de 1 al. Leit .—Espodo 3) B —Fotografía con iluminación later, Fig. 1 er J de una mu ( MO Cale suprarenal 3 sula - Obj. z e la cáp n lateral ó Fig. 16.—Espodograma de un corte d de 45 años. —Fotografía con iluminaci a cana ho Del Instituto de Histología de la Universidad de Concepción Sobre el desarrollo del ligamento triansular de la articulación radio=-cubital inferior en el hombre Por Prof. Dr. K. O. HENCKEL Mientras que el desarrollo de los huesos del antebrazo y mano del hombre son relativamente bien conocidos, especialmente en ya antiguas investigaciones, no así es la génesis de las articulaciones de la extremidad superior. Especialmente bajo el punto de vista del orígen de sus ligamentos, fibrocartílagos, etc. Los trabajos hasta hoy efectuados son bastantes deficientes. Así los conocidos trabajos de Leboucg (1886), Thtlenzus (1886) y Graefenberg (1905) sobre el desarrollo de los elementos esqueléticos del antebrazo y mano, sólo descuidadamente dan a conocer la formación del ligamento trian- gular de la articulación radio-cubital inferior, que sin embargo es de gran importancia morfológica, por cuanto este ligamento, que sólo se encuentra en el hombre y antropoídeos, separa el cúbito del carpo. Dejan así estos trabajos varios puntos no resueltos. A menudo se equivoca la interpretación de este ligamento triangular, que se interpone entre la superficie distal del cúbito y la superficie proximal de los huesos carpianos y que se estiende desde el radio a la base de la apófisis estiloides del cúbito, como que este ligamento fuera una prolongación no osificada de tejido cartilagi- noso o de tejido conjuntivo del radio. (R. Fick. 1904). R. Fick, se- gún Thilenius cita el hecho, que durante el cuarto mes fetal se ob- serya en el ligamento un núcleo cartilaginoso, que este autor homo- logiza con el os intermedium antibrachii; sin embargo, no hace mención de la relación que existe entre este núcleo cartilaginoso y la formación del ligamento. Valloís (1926), hace resaltar que en el segundo mes fetal el li- gamento está formado por tejido conjuntivo fibroso y en el interior la existencia de tejido cartilaginoso hialino, que forma el os inter- medium, que en el trascurso del desarrollo normalmente desapare- 101 ce. También Vallozs no se manifiesta sobre el rol que juega este te- jido cartilaginoso en la génesis del ligamento triangular, sin mani- festar, si este cartílago hialino tiene relación con el cartílago fibroso, que se encuentra en el ligamento adulto. Según Braus (1921) en el gérmen del ligamento inmigrarían condroblastos del cúbito que en el feto forman agrupaciones de cé- lulas cartilaginosas, que a medida del tiempo se disocian, observán- dolas en estados más avanzados. Con este material cartilaginoso se refiere Braus al os intermedium, según él, el cartílago fibroso, que forma el hgamento triangular en el adulto, tendría su orígen en el cartilago hialino. H. Meyer (según R. Fick) cita sobre el desarrollo del ligamen- to triangular, que éste tendría su orígen en la unión de dos fascicu- los. El uno tendría su onígen en el ángulo interno de la cavidad sigmoiídea del radio que aloja al cúbito y el otro en el ángulo dor- sal; ambos se dirigen conyergentes hacia la apófisis estiloides del cúbito, uniéndose aquí. Así existe una cantidad de opiniones sobre el desarrollo y los elementos que intervienen en la formación del ligamento triangular de la articulación radio-cubital inferior, opiniones que invitan a una observación minuciosa. Para este trabajo se hicieron cortes seriados a doce manos de embriones y fetos humanos del tamaño de 17 a 200 mm distancia vértico-ischiática; además se hizo el estudio histológico del ligamen- to triangular de varios fetos de mayor talla y del recién nacido. En la coloración de las series fueron usados varios métodos, entre ellos el Hemalumbre-eosina, la coloración de Azan de Heidenhain, una coloración combinada de Bleu de Lyon y Mucicarmin, como tam- bién la coloración de Azul de metilo-eosina de von Moellendorff, dam- do esta última excelentes resultados, En el feto de 17 mm se observa, que el cúbito, el radio, esca- fóides, semilunar y piramidal están constituidos por un tejido car- tilaginoso. La apófisis estiloides del cúbito, que Graefenberg (1905) observó aislada de la cabeza del cúbito en un feto de 5 semanas, se encuentra unida a él. El espacio comprendido entre la superficie distal de los huesos del antebrazo y la proximal de los huesos car- pianos, está relleno por tejido conjuntivo embrional, muy rico en células, hecho que se observa también en los estados siguientes. Sólo en el embrión de más o menos 30 mm dist. vert.-ischiat. (véase fig. 1), comienza este tejido embrionario a reducirse de- jando espacios. Aquí aparece la primera formación del ligamento triangular, un manojo de tejido conjuntivo muy denso, en que con la coloración de Azan se observan ya fibras colágenas, estendiéndose este manojo del pericondio desde el borde de la cavidad sigmoídea del radio hasta la apófisis estilóides del cúbito. El germen del ligamen- to está en relación con el borde radial de la superficie cubital inferior 102 n por hileras de células conjuntivas. La apófisis estilóides del cúbito toca al piramidal. En un embrión de 42 mm dist. vert.-1schiat., las cavidades ar- ticulares están ya bien definidas, existiendo aún el tejido con- juntivo entre sus superficies, El gérmen del ligamento se compone como también en el estado anterior de manojos conjuntivos, que se estienden desde el pericondrio del borde cubital de la superficie radial inferior y del borde radial de la superficie cubital inferior hasta la apófisis estilóides del cúbito. Ambos manojos están íntima- mente unidos entre sí, mostrando el sesundo un menor desarrollo. En el gérmen del ligamento se encuentra un cuerpecito ovalado for- mado por tejido cartilaginoso hialino, cuya superficie más ancha mira hacia la superficie articular inferior del cúbito, núcleo cartila- ginoso que Thilenóus y otros autores homologizaron con el os inter- medium antibrachii de mamiferos inferiores. En un estado más avanzado (55 mm dist. vert. ischiat), la apó- fisis estilóides del cúbito ya no toca al piramidal por cuanto se ha interpuesto el gérmen del ligamento con su núcleo cartilaginoso, que se ha estendido distalmente entre las superficies del antebrazo y carpo. En el gérmen del ligamento aún se distinguen claramente los dos manojos, sin embargo, el que emerge del pericondrio del cúbito disminuye haciendose cada vez más y más invisible. En un estado más avanzado, 63 mm dist. vert.-ischiat., (véase fig. 2) la cavidad articular de la articulación radio-cubital inferior está casi completamente formada. El núcleo cartilaginoso que se en- cuentra en el sérmen del lisamento empieza un proceso regresivo. El manojo conjuntivo que parte del pericondrio del cúbito es ape- nas observable. En el feto de 95 mm dist. vert.-ischiat., este último manojo ya no se observa; sin embargo, aún se observa en el gérmen del liga- mento el núcleo cartilaginoso, que ha sufrido una regresión muy marcada, encontrándose en la vecindad de la apófisis estilóides. En un feto de 200 mm dist. vert.-1schiat, el núcleo cartilagino- so ha desaparecido completamente. El ligamento está formado de tejido conjuntivo fibroso denso, en el cual no se encuentran células cartilaginosas. La cavidad articular ha llegado a su desarrollo defi- nitivo y la parte correspondiente entre el ligamento y la superficie distal del cúbito está libre de tejido conjuntivo, que hasta en los úl- timos estados observados todavía se encontraba. El ligamento está formado por una sóla unidad; no se observa en ninguno de los es- tados la separación de una parte dorsal y una ventral que H. Me- yer cita. Después que desaparece el núcleo cartilaginoso, el disco articu- lar se compone (aún en discos disecados de fetos de gran talla y del recién nacido) sólo de tejido conjuntivo fibroso compacto. La forma- ción de cartílago fibroso, que en el adulto se observa en partes en 103 el interior del disco, puede efectuarse sólo después del nacimiento; una relación entre el cartílago hialino, que se observa en el gérmen del disco de algunos estados embrionarios y el cartílago fibroso del disco postnatal, que quiere hacer existir Braus (1921), no puede ser aceptada. Es dudoso, si pertenece o nó el núcleo cartilaginoso del gérmen del ligamento al esqueleto primordial, o si más bien se trata de la formación de cartílago secundario, al análogo que pasa con la man- dibula y los huesos del cráneo, donde a veces aparecen trozos de cartílago que no tienen relación comprobada con el cráneo primor- dial. A favor de la naturaleza accesoria del cartílago en el gér- men del ligamento, que histológicamente apenas se distingue de los elementos primordiales del carpo, habla su inconstancia, su tardío aparecer, en comparación con los elementos primordiales de la mano, y su corta existencia. A nuestro parecer, el cartílago del gérmen del ligamento debiera corresponder a una formación car- tilaginosa secundaria. Bajo este punto de vista debiera desecharse su homologización con el «os intermedium» de mamiferos infe- riores. Bibliografia ge Braus, H., 1921, Amatomie des Menschen, Bd. 1, Berlin. Fick, R., 1904 Anatomie der Gelenke. n: Handbuch der Anatomie des Menschen, (IL, 1); her. v. von Bardeleben, Jena. Graefenberg, E., 1905, Die Entwicklung der Knochen, Mus- keln und Nerven der Hand und der fuer die Bewegung der Hand bestimmnten Muskeln des Unterarmes. Anat. H. 30. Leboucq, H., 1886, Sur la morphologie du Carpe etdu Tarse. Anat. Anz. 1. Thilenius, G., 1896, Das Os intermedium antibrachi des Mens- chen. Schwalbes Morphol. Arbeiten 5; Vallois, V., 1926, Arthrologie. In: Poirier-Charpy - Traité d” Anatomie Humaine. T. 1., Paris. 104 E Ea. a den mera pra Ml ga send o bany las. ¿ e e ijra 4 25 s Fig. 1, —Corte longitudinal de la articulación radio-cubital de un embrión de m/m 30 mm dist. vert. ichiat. H j ; j As ef 7 vivan Fig. 2.—Corte longitudinal de la articulación radio cubital de un embrión de 63 mm dist. ver A. ichiat, 107 Del Instituto de Histología de la Universidad de Concepción Sobre la coloración vital de la pared de los vasos sanguíneos Por Prof. Dr. K. O. HENCKEL En la coloración vital de tejidos animales por medio de colo- rantes coloidales ácidos (trypanblau, lithionkarmin) hay que distin- guir entre una impregnación difusa de los tejidos por el colo- rante y la almacenación de gránulos de colorantes en las células mismas. Mientras la impregnación difusa se obtiene facilmente por administración de pequeñas cantidades de colorantes, es sí más difícil obtener el almacenaje en forma de gránulos intracelulares del colorante coloidal ácido administrado. Sin embargo hay aquí, como ya se sabe, diferencias marcadas: mientras el sistema retículo- endotelial, (por ej. el endotelio de los capilares del hígado) alma- cena rápidamente en forma de pequeños gránulos intracelulares el colorante inyectado subcutáneamente, hay otros complexos celula- res, que a pesar del tiempo y de repetidas administraciones de co- lorantes, no almacenan o lo hacen débilmente. A los órganos que con los colorantes coloidales ácidos obtienen una fácil coloración difusa pero que sin embargo dificilmente ob- tienen almacenaje verdadero, pertenece la pared de los vasos. Rabbert (1904), Goldmann (1909), Schulemann (1912), Petrojf (1922) obtuvieron si, en la pared de los vasos de los mamíferos impregna- ciones difusas, pero no almacenajes. Kiyono (1914) cita, que des- pués de largas y continuadas administraciones de lithionkarmin, se obtiene un almacenaje desuniforme de gránulos del colorante en el endotelio de la intima de los vasos. Los autores ya citados usaron para su investigaciones especial- mente los mamíferos. En estos el almacenaje aún, en administración de eolorantes en gran escala, es nulo o muy dificil de obtener. Muy buenos resultados obtuve ya en Freiburg con mis investigaciones en lagartijas, en ejemplares aptos de la especie Lacerta serpa, varie- dad dalmática. Era de importancia para obtener un gran almacenaje 109 la administración subcutánea continuada, durante semanas, de try- panblau (0,5 cm de solución al 3 %/y por cada 10 gr. de peso del animal, 2 veces por semana). A pesar de que varios animales su- cumbieron durante las investigaciones, se obtuyo más fáciles re- sultados que en otros animales. En general pudo constatarse que las venas, en razón de su ar- quitectura más suelta, almacenaron en sus paredes antes el trypan- blau, que las arterias en razón de su arquitectura más compacta. También en la impregnación difusa inicial se puede comprobar (Petroff, 1922), que las venas obtienen una tinción más rápida que las arterias. El mayor almacenaje que se pudo comprobar corres- pondió a una vena del hígado (fig. 1). En todas las capas de la ye- na se encuentran almacenajes de colorante. El endotelio de la inti- ma muestra gránulos de trypanblau en el citoplasma alrededor del núcleo, mientras que la región más externa del citoplasma no mues- tra existencia de gránulos colorantes. Gran cantidad de gránulos se encuentran diseminados en todas las células conjuntivas, especial- mente en la íntima y adyenticia. La musculatura lisa de la pared de la vena, que especialmente se compone de fibras musculares lisas dispuestas en sentido longitudinal, también ha almacenado trypan- blau. La localización de los gránulos de trypanblau es de gran im- portancia citológica: los gránulos de colorante se encuentran sola- mente en el citoplasma de la fibro célula que rodea el núcleo. En cortes transversales de fibras musculares lisas, como se vé en tig. 1, la localización de los gránulos de colorantes es menos marcada que en los cortes longitudinales. La fig. 2 muestra la muscular dei in- testino del mismo animal; aquí las fibras musculares lisas se obser- van en su sentido longitudinal y la disnosición de los gránulos den- tro de la célula se observan con mayor claridad. Se vé como el al- macenaje de los gránulos del colorante coloidal ácido se dispone sólo en la parte del citoplasma no diferenciado, no así en las miofi- brillas. El colorante comparte más o menos esta localización dentro de la fibra muscular lisa con algunos pigmentos, que se producen en estados patológicos, mientras que otros pigmentos patológicos no ocupan una determinada localización dentro de la fibro célula. Así nos fué posible hacer la coloración vital de las fibras mus- culares lisas por primera vez en la Lacerta serpa con uú colorante ácido. La coloración vital no dá resultado en las fibras musculares estriadas, tanto del corazón como de los músculos esqueléticos, debido seguramente a la rapidez de su metabolismo. Pero el tejido conjuntivo, acompañando la musculatura estriada, almacena fácil- mente y en cantidad el trypanblau (por ejemplo el perimisio y el tejido condróide del esqueleto del corazón). También bajo otro punto de vista este resultado es de gran im- portancia. El problema hasta hoy día no está resuelto, si la nutrición de la pared de los vasos se efectúa sólo por los vasa vosorum, o si 110 también se efectúa por el lúmen. El hecho, que el endotelio de los vasos puede almacenar trypanblau de la sangre, favorece la idea, que materias químico-fisicamente semejantes al trypanblau sean asimiladas por el endotelio. Sin embargo debe considerarse siempre, que la administración elevada de colorantes vitales supone un es- tado ya no normal del organismo. Esto también debe tomarse en cuenta al observar los resultados de Petroff (1922). Bibliosrafia Goldmann (1909), Die aeussere und innere Sekretion. Bei- traege z. kl. Chir. 64. Kiyono (1914), Vitale Karminspeicherung. Jena, Fischer. Petroff, I. R. (1922), Ueber die Vitalfaerbuns der Gefaesswan- dungen. Zieglers. Beitraege, 71. Schulemann (1912), Chemische Konstitution und Vitalfaer- bung. Zeitschr. exp. Pathol. 11. 111 ic nens isla Car PRI OA é o hee ioivadba MOI ios si Upa » po DR v100% ) 6 eri 1 Maia pe E ani ER 0) Fig. 1.—Corte transversal de una pequeña vena hepática de Lacerta serpa. Al- macenaje crónico de trypanblau. Aumento: 900 veces. Seibert. oc. 1, imer- sión 1/12. 113 "GT/T UOISIQULL “€ DO 919QIIS 'SIDIA NET :oqueuny "ne¡quedáx ep ooruoxo eleus9e uy cedios e71998'] 9p [2u19seyur emye[nosnu e] o(—'z Sur MUSEO DE CONCEPCION (Chile) Notas sobre la jibia chilena (Ommastrephes gigas, Hupé) por el Prof. GARLOS OLIVER SCHNEIDER Director del Museo de Concepción Profesor de Biología en la Pacultad de Tecnología de la Universidad de Concepción La abundancia de jibias en el litoral de la provincia de Con- cepción y muy principalmente en la Bahía de Concepción y puerto de Talcahuano, causaron este año, un interés igual a las molestias que ocasionaban. Un fenómeno viejo, repetido muchas veces en el transcurso de los años, cobró, gracias a la prensa, un interés y novedad tal, que aquellos que ya estaban acostumbrados a soportar los olores de la putrefacción de millares de cuerpos de este molusco, recién enton- ces encontraron que aquello era realmente insoportable. Se «descubrió» entonces que la varazón de jibias era un fenóme- no biológico y por ende, cientifico y que la ciencia podría resolverlo y aún más, indicar los medios de ponerle atajo. Y fué entonces cuan- do se buscó a los hombres de estudio para insinuarles el problema y poner en sus manos algunas facilidades muy relativas. Como había una amplia publicidad, cuantos presumíian de cien- tíficos, en el afán del «réclame», se propusieron elucubrar las más extravagantes teorías, y a discutir, con sin igual petulancia las ob- servaciones e interpretaciones que los zoologos profesionales for- mulaban. En este estado de cosas, el problema de las jibias se enturbió de tal manera, que no era, y tampoco ahora, es fácil orientarse en- tre tantas elucubraciones e ideas desparramadas, en que a la mane- ra de muchas frases sin sintaxis, se perdió el sustantivo, que en nuestro caso era la jibia, y todo bailó en tornos de frases y pala- (1) Trabajo leído en la Sociedad de Biología de Coneepción (Chile) en se- sión del 6 de Junio de 1930. 117 bras de una contundencia bárbara por el significado exotérico que tenían para el público. Es por esto, que sin pretensiones, quiero, al abordar esta cues- tión, resumir lo que que sabemos de este cefalópodo y evitando doctrinas o ideas preconcebidas o adaptadas al problema, anotar, sin el propósito de generalizar, las observaciones que he realizado so- bre la jibia, interpretándolas sin grandes complicaciones. Sistemática Es curioso que los primeros españoles que llegaron a Chile, al dar nombre a las especies de la fauna y de la flora, ateniéndose a su similitud con las especies de la Península le hallaron a nuestro cefalópodo, semejanza con la jibia del Mediterráneo y lo nombra- ron de tal modo, siendo que le hubiera venido mejor el de otro ce- falópodo que ellos también conocían, el calamar, con el cual está re- lacionado en forma más directa, ya que sólo ambos tienen un mis- mo e idéntico armazón huesoso, la pluma, que aún cuando parezca un detalle nimio es apreciable y lo hace apartarse bastante de la ji- bia europea (Sepia officinalis). El abate Molina, cuyas dotes de observador son indiscutibles, la confundió también con la jibia europea, aunque precisó cuatro especies de jibias o sepias, que describió en la forma siguiente: «Además de la xibia o Sepra officinale se encuentran en el mar chileno otras tres especies de arbias estrañas y singulares. La primera es la Sepia umgiculata (Sepia corporeecaudato, brachiis ungurcularas.), que es de gran mole, y que en lugar de pezoncillo tiene armadas las pa- tas de dos órdenes de garras o uñas agudas y semejantes a la del ga- to, que recoge al modo de este animal en una especie de bayna. Este marisco tiene un sabor delicado, pero no es común en aquellos mares La segunda es la sepia tumicata (Sepia corpore prorsus vaginante. cauda alata), llamada así porque está cubierta de una piel tramspa- rente, que además de la propia le viste como si fuera una túnica des- de la cola hasta la cabeza, terminando su cuerpo en dos aletas semi- circulares que rematan como los de la xibra Sepiola, en los dos la- dos de la cola. Son increibles las cosas que cuentan los marineros acer- ca de la magnitud y fuerza de tales xibias, reduciéndose lo que hay de cierto a que las mayores que se pesaron en tierra pasaron de ciento trece libras castellanas, sirviendo su carne de excelente alumento para nutrirse. La tercera es el pulpo, Sepia exapodiía (Sepia corpore caudato segmentato), la cual, sin embargo de no tener más de seis patas, no por eso dexa de ser una verdadera Libld...oooooo.o... (2). (1; Molina, J. 1. Comp. Hist. Geog. Nat. y Civ. del Reino de Chile. Madrid 1788. pag. 217-218. 118 La primera jibia que menciona Molina es indudablemente el Onychoteuthis peratoptera, D' Orb., que de vez en cuando aparece en nuestra costa arrastrado por fuerzas estrañas al ejemplar y que suele hallarse aislado en las playas o nadando entre aguas, des- pués de un gran temporal, La segunda especie a que se refiere es la jibia que nos ocupa y que el menciona como Sepia tunicata. La tercera es el pulpo, que conocemos como Octopus Fontainel, D” Orb. En cuanto a la especie que menciona como existente también en el mar chileno y que llama Sepia officinalis, identificándola a la especie clásica europea, me atrevo a creer que es el Loligo Gabi, de D” Orb., que no es raro en nuestro litoral y que aparece simultá- neamente con la jibia y que algunos naturalistas poco experimen- tado en caracteres taxonómicos han llegado a confundir con ejem- plares jóvenes de ésta. Pero la verdadera posición sistemática de la jibia, recién se vino a precisar con la expedición de Alcides D'Orbigny, quien haciéndola entrar en la familia de los calamares, la denominó Loligo gigas, o sea el calamar gigante (1). Sin embargo ) fueron necesarios los trabajos y recolecciones de Claudio Gay, para que su colaborador Huppé, del Museo de Historia Natural de Paris, determinara que la jibia de Chile, no era ni una jibia (Sepia) como creía Molina ni un calamar (Loligo) como opina- ba D'Orbigny. (2) Pertenecía, pues, a un género, creado también por D” Orbigny, el de los Ommastrephes y podía especificarse como Ommastrephes gigas, D'Orb., el calamar flecha gigante. Biología Precisada la situación sistemática de este interesante cefalópo- do, nos corresponde indicar las observaciones biológicas. En los primeros días del año 1928, tuve la feliz oportunidad de recorrer parte de la costa, internándome unas cuantas millas mar afuera; en el contacto que tuve con algunos pescadores expe- rimentados, me formé la convicción de que las jibias se criaban en los bajos que forman ese vasto cordón submarino paralelo a la cos- ta del continente, ya señalado por Humboldt y cuya riqueza faunís- tica fué indicada varias veces por el malogrado ictiólogo chileno Dr. Delfín. Ese es también el sitio indicado como criadero de congrios (Genyterus chilensis y G. blacodes, Grhr) y pescada (Merluccius Gayi, Guich) y que en consecuencia debe ser también lo suficien- (1) D'Orbigny, Alcides. Voyages sur 1” Amerique Meridional. Paris. 1842. lam. 4- (2) Gay Claudio. Hist. Chui. Zool. VII. Paris. 1854 18 pag. 20-22. 119 temente rico en crustáceos como ser los napes (Callinasa uncinata, Edw.), la esquila (Pseudosquilla Lesoni, dw.), etc. que vienen a constituir una buena parte de su alimentación, Año a año, aparecen las jibias en la costa, desde Febrero a Mayo en el sur, alcanzando hasta Agosto en el norte, como lo ha observado Delfín y me lo ha ratificado el distinguido naturalista Gigoux, del Museo de Historia Natural de Santiago, quien me ha agregado que siempre llegan las jibias a Caldera, siguiendo a los cardúmenes de pescada. Durante el resto del año se le suele encontrar en grupos aisla- dos, mar afuera, ya sea nadando en la superficie o entre dos aguas, indicándose que alcanzan a una relativa profundidad. El examen de los estómagos han revelado, en el gran número de jibias que he revisado, que su alimentación consiste en pescada y sardinas, hay también, pero solo excepcionalmente restos de crustáceos, (he encontrado restos que permiten reconocer a ejempla- res de Epialtus y de Paraxanthus), y también algunos moluscos de difícil determinación. Es preciso dejar constancia que no en todas las jibias exami- nadas había alimentación en el estómago. Gausas de la varazón Se ha dicho este año que nunca se había visto una varazón tan grande de jibias en la bahía de Concepción. Sin embargo, esto no es así. Recuerdo haber presenciado vara- zones considerables el año 16 y he encontrado datos precisos refe- rentes a una varazón ocurrida entre el 7 y el 11 de Febrero de 1899, en una carta escrita por el Dr. Máximo Cienfuegos y dirigida a la Sociedad Científica de Chile, en la que se dan detalles muy seme- jantes a los observados por nosotros este año. Es conocido el hecho de que la abundancia de jibias no es re- gular cada año. Aparecen siempre, pero no en grandes cantidades. ¿De qué depende esto? He revisado las observaciones meteorológicas y he podido cons- tatar de que el invierno de 1894, o sea el invierno anterior a la va- razón observada por Cienfuegos, fué un invierno benigno y des- provisto de temporales. Lo mismo podemos decir del invierno del año 15 y también el del año 29, que todos tenemos presente. No sería aventurado encontrar una relación entre la escasez de temporales y la abundancia de jibias. La formación de cardúmenes de jibias está siempre determi- nada por una necesidad alimenticia, la persecución de los cardúmenes de pescada. Sin embargo, se observan algunas particularidades interesantes. 120 En algunos sitios del Golfo de Arauco, y muy principalmente en la costa entre Tubul y Punta de Lavapié y sobre todo en las pla- yas comprendidas entre Punta de Fraile, Puuta del Litre y Llico, se varan grandes cantidades de pescada, y sin embargo, la jibia no alcanza a la proporción que hemos conocido siempre en la Bahía de Concepción, En la Bahía de Concepción, la varazón tiene sus sitios donde es mas abundante y son los del lado sur, donde está situado el Puerto de Talcahuano, y en éste la playa de Gálvez y las pozas del Dique. : Tratándome de explicar esta especie de preferencia, pues pare- cería lógico que la varazón se efectuara en mayor escala en el fon- do de la Bahía, en las playas de la Isla Rocuant, se me ha dicho que ello es debido a la forma de la corriente que entra en la bahía y que desfoga precisamente en este último punto, Respecto a la varazón en si misma, podemos precisar las si- guientes hipótesis: ' Causa Patológica: El mas simple de los razonamientos frente a este fenómeno, que origina la varazón y como consecuencia in- mediata la muerte del ejemplar, nos conduciría a pensar en una en- Termedad. Sin embargo, en todos los cadáveres que he examinado no me han dado la impresión de que estuvieran enfermas de tal modo que ello determinara el agotamiento total que las conduce a dejarse arrastrar a la playa. He encontrado muchos ejemplares parasitados, pero ninguno fuertemente parasitado, en forma que ello pudiera ser una causa determinante del agotamiento. Entre otros parásitos he observado a varios cestodes, de los que solo he determinado una Botriotaenia (posiblemente la B. chi- lensis, de Rigenbach) un pequeño Dycotiles y algunos crustáceos, en los que he podido reconocer a la Anthosoma Smithi, Leach. Ninguno de estos parásitos, creo, pudiera ser causa de las con- diciones en que el Ommastrephes se vara y muere. Causa Biológica: Las observaciones de Hertling y de Grimpe, con relación a la Sepia oficinalis, que ha citado mi colega Wilhelm, (1) en que se deja constancia de que muchas hembras mueren Ges- pués de la postura de las ovas, es decir, después de cumplir con su misión biológica, me parece la más aceptable de todas las hipótesis ae se formulen, con respeeto al varamiento y muerte de nuestras Jibias. (1) Wilhelm G. Ottmar. Las mortandades de jibias (Ommastrephes gigas) en la Bahía de Talcahuano. En Boletín de la Sociedad de Biología de Con- cepción, Año III y IV. pág. 25. 1929-30. 121 Se objeta de que nc son solo hembras las que mueren y que en muchos casos se encuentran ejemplares jóvenes. La primera de las objeciones no tendría nada de particular, pues si mueren las hembras, por haber cumplido su misión, por que no habria de suceder lo mismo con los machos. Con respecto a la presencia de ejemplares jóvenes ésta sería una objeción de fuerza, pero hasta ahora, no hemos determinado con precisión si estos ejemplares jóvenes son verdaderamente for- mas del Ommastrephes gigas, Hupé o son formas adultas del Loli-- go Gahi, de D'Orb. que también aparece en nuestra costa. Causa Química: No hay duda ninguna de que las aguas de la Bahía de Concepción y muy principalmente del Puerto de Tal- cahuano, dada su condición de puerto con arsenales y apostadero, con una gran cantidad de naves fondeadas tiene que tener una com- posición química de condiciones biológicas inferiores. Esta impureza de las aguas puede ser motivo para la intoxica- ción de las jibias, intoxicación que indudablemente tendría que au- mentar con el exceso de impureza que trae la enorme cantidad de Jibias mismas en putrefacción y que van a formar un limo orgáni- co que influye necesariamente en el medio biológico de la bahía. También puede ser esta otra hipótesis, que conviene conside- rar en un estudio posterior, con mayor caudal de antecedentes tan- to de observación como propiamente experimentales. Fenómenos derivados de la varazón Se ha hablado siempre de que en la bahía de Talcahuano se desprenden emanaciones sulfurosas, que según su probable origen provendrían de algún volcán submarino situado en la misma bahía y que aun, algunos timoratos llegan a señalar como el islote de la : Viuda o la misma roca del Buey. El Dr. Cienfuegos, en una comunicación a la Sociedad Cientí- fica de Chile y que tituló «Fenómenos Volcánicos submarinos en la Bahía de Talcahuano», (1) describió este ferómeno en la siguien te forma: «El agua de mar despedía un olor desagradable, característico del ácido sulfidrico, manifestándose no solamente en la playa. donde sin duda alguna se efectuaba la descomposición de la substancia ani- mal y vegetal acumuladas, sino que también se hacía mas manifiesta y acentuada la presencia del gas en el agua y aun en las capas densas y de mayor profundidad». (1) Cienfuegos Máximo. Fenómenos Volcánicos submarinos observados en la bahía de Concepción. En Acttes de la Societé Scientifique du Chile. To- me V. Cinquieme année. 1895. pag. CIM-CIV. 122 ss AR AA O AO «El color de las aguas del mar cambió enteramente: toda la su- perficie del ayua, en una extensión de muchas millas, tenía un aspec- to lechoso». Ñ «Esto me hace pensar, expresaba el señor Cienfuegos, que en el fondo de la bahía se han producido grietas, por causas volcánicas a través de las cuales se han escapado grandes masas de gases, que han producido, al precipitar el azufre, el color de las aguas de mar, ¿m- pregnándolas de ácido sulfídrico». Este mismo fenómeno lo hemos observado detenidamente este año, y hemos podido estudiarlo bajo el punto de vista geológico y biológico. Los conocimientos geológicos que tenemos respecto a la bahía ¡de Concepción y a toda la región que la circunda, nos permiten ex- presar formalmente que no debemos pensar en fenómenos volcáni- cos en ella, salvo condiciones que serían extraordinarias. El fenómeno observado por Cienfuegos y que es por los deta- lles el mismo que nosotros hemos observado y que relataron los periodistas está derivado directamente de la mortandad de jibias. Sabemos que todo animal marino, y las jibias por consiguiente, necesitan tomar de los sulfatos que hay en las aguas del océano, el azufre necesario que les es indispensable para constituir la albúmi- ha de sus tejidos. Ocurrida la muerte de la jibia, por la descomposición de su cuerpo el azufre pasa nuevamente al estado de ácido sulfídrico y sigue combinándose hasta cerrar su ciclo. Puede calcularse que los millares de jibias en plena descom- posición y que no sólo despiden ácido sulfídrico sino también que forman compuestos amoniacales, entre los que podemos mencionar el clorhidrato de amoníaco (que ataca y ejerce una acción corrosiva sobre los metales), tienen que producir todo ese aspecto que Cien- fuegos, y muchos otros hoy día, confunden como un fenómeno vol- CánIco. Con relación al aspecto lechoso de las aguas de mar, este es debido a un pequeñísimo crustáceo que aparece flotando en ellas y que precede a las sardinas, como éstas a su vez preceden a la pes- cada y ésta a la “jibia. El control de la jibia La disminución de las varazones de jibia y por ende, las mo- lestias que ocasiona su muerte y putrefacción depende de dos fac- tores. Uno es su investigación científica en forma sistemática, que nos lleye a conocer todo el ciclo biológico y la ecología de esta es- 123 pleno conocimiento de causa, su control biológico. El otro punto de vista con que también conviene enfocar esi problema de la jibia, es el encontrar una aplicación industrial prá tica, en forma que podamos convertirla en una materia prima > por consiguiente en factor de riqueza regional. Museo de Concepción, Mayo de 1930. El Problema de la Vida por el Dr. ADOLF MEYER Catedrático de la Universidad de Hamburgo, actualmente de la Universidad de Chile. ¿Qué es propiamente la vida? me preguntaba durante un viaje un cultísimo chileno, con quien había entablado una conversación que nos llevó a discutir problemas biológicos. Esa pregunta me de- jó perplejo por un momento, pues estaba acostumbrado a pensar como un célebre fisiólogo alemán quién, horrorizado solía taparles la boca a sus alumnos cuando intentaban pronunciar una pregunta tan poco científica. Pero luego pensé, acaso mi gentil compañero no tenía pleno derecho de hacer tan significativa pregunta, puesto que los biólogos siempre vuelven a asegurar que son los investiga- dores de la vida. Sin duda estaba en su derecho pero, el biólogo, dificilmente podrá darle una respuesta satisfactoria, y eso, mo sólo porque la biología está aún demasiado atrasada para admitir una pregunta de tan vasto alcance, sino, también, porque la biología sencillamente no es «la crencia» de la vida. Si en realidad lo fuera, podría dar una respuesta a la pregunta mencionada, por más insu- ficiente y provisional que sea. Pero, la biología es sólo una y tal vez ni la más importante entre todas las ciencias existentes de la vida. Aun si prescindimos de las ciencias del espíritu, las que tam- bién estudian los fenómenos y las funciones de la vida que sin du- da son su expresión más genuina las cuales quedan dentro de las ciencias de la vida científica y sistematicamente orientadas, aun en- tonces, digo, se nos presentan todavía otra dos importantísimas ciencias que con el mismo derecho que la biología pueden llamarse ciencias de la vida, a saber: la Psicología y la Sociología. (1) Conferencia dictada en Noviembre de 1930 en la “Sociedad de Biología* en Concepción (Chile). 125 Se obtendrá la mejor y la más natural división de las ciencias de la vida si recurrimos una vez más a nuestro «sistema de los cua- tros atributos» (1), y si lo aplicamos al problema de la vida, consi- derado como un todo. Es posible entonces establecer el siguiente cuadro: La vida se investiga en: lo externo por medio de la Biología: vida material, lo interno 1d. Psicología: vida espiritual, lo pasado id. Sociología: vida histórica-social. lo futuro 1d. Eugenética y Medicina: vida futura. Ahora bien, guiándonos, en cierta manera, por el método que hemos empleado en el problema del conocimiento, averiguaremos en seguida qué finalidad y qué forma de teoría presenta el método de conocimiento de cada una de estas ciencias fundamentales de la vi- da, para discutir al final si acaso, hoy día ya es posible crear una sinfonía total y armónica con estas cuatros melodías de la esencia de la vida, sin duda, fundamentalmente diferentes entre sí. u Hagámonos, ante todo, esta pregunta: ¿que es lo que preten- de la Biología y en qué forma de teoría presenta sus conocimien- tos? A todas las ciencias biológicas les es común estudiar las condi- ciones orgánicas, desde un punto de vista corporal o material y pe- netrar en sus funciones correspondientes. Así mismo lo ha formu- lado en su estudio fundamental sobre el «Sistema de la Biología», Driesch, a quién la nueva biología teórica debe más que a cualquier otro autor. Pero, dentro de este común principio, las distintas cien- clas biológicas difieren esencialmente en la forma y la finalidad de su conocimiento. Eso ya lo habíamos visto a manera de ejemplo en nuestra segunda conferencia. Es otra vez nuestro «sistema de los cuatros atributos» el que nos dá la mejor clave para una división natural de las ciencias biológicas: Los fundamentos corporales o materiales de la vida, estudian: Atributo Ciencia Finalidad Forma de Conocimiento lo externo: Morfología Metamorfosis de lo orgánico. lo interno: Fisiología Causalidad delo Teorías que aspiran a orgánico. una expresión mate- mática" Tipología (1) He desarrollado este sistema en otra conferencia dictada el 14 de Noviem- bre de 1930 en la “Universidad de Concepción” que tenía el título “Los Atributos de lo Real“ Aparecerá en una publicación de la mencionada Universidad. 126 lo pasado: Filogenia Historia de lo Teorías que aspiran a orgánico. una expresión cro- nológica lo futuro: Genética Eyolucién de lo RA orgánico Si se quiere apreciar debidamente la finalidad o la esencia y la forma del conocimiento morfológico, hay que considerar un hecho fundamental y es la enorme y rebosante variedad de formas orgá- nicas que existe. Sólo donde hay tal variedad, la Morfología tiene razón de ser. A excepción de la Cristalografía, la cual es, como Morfología, una ciencia en sí, no hay Morfología física - química, porque las formas inorgánicas son muy poco variadas y demasia- do inestables para dar lugar a una ciencia propia e independiente. La Morfología de la Tierra y de sus paisajes, fundada recientemen- te como ciencia particular por la Geología y la Geografía, no po- dría, sin embargo, incluirse en la Morfología inorgánica, porque las fuerzas orgánicas intervienen, tal vez más, en la formación de la superficie terretre que lasinorgánicas. De modo qué, como ya había- mos dicho, una Morfología recompensará sólo donde existe gran variedad de formas. Podemos afirmar, además, que el grado en que mediante la observación puramente formal, podemos llegar a conocer la esencia intima de las cosas, depende así mismo de la ri- queza cuantitativa del material de formas; pues, lo externo no es más que un espejo de lo interno y por eso, lo externo, cuanto más diferenciado sea, más nos revelará de la esencia de lo interno. Seguramente comprenderemos mejor, nuestras cuatro diferen- tes formas fundamentales de la investigación biológica, si demos- tramos, en un sólo ejemplo, lo que ellas son capaces de realizar. Consideremos para este objeto un fenómeno biológico mormal de mediana complicación. Según lo dicho en nuestra primera confe- rencia, que los axiomas físicos fundamentales se pueden deducir de los orgánicos, se da por sabido que los hechos y fenómenos de lo orgánico sobrepasan en complicación a todo lo físico. Consideremos la vida del paguro (Pagurus Arrosor) en su sim- biosis con distintas actinias. El hecho de haber elegido un fenó- meno simbiótico no es arbitrario, pues, en la simbiosis, se revela la verdadera esencia de la vida orgánica, como luego veremos clara- mente; y podemos afirmar sin temor, que una teoría de lo orgánico, que no sea capaz de explicar la simbiosis ha errado su objeto. Siempre se ha visto en la maravillosa finalidad que presenta todo lo orgánico, la esencia de la vida. Esa finalidad, cualidad esencial de lo orgánico, que indudablemente encuentra su expresión más perfecta, en la simbiosis, no se destruye por todo lo que no repre- senta finalidad en los fenómenos orgánicos, lo cual también existe, sino se acentúa aun más, tal como la luz nos aparece más hermosa 127 cuando le acompaña intensa sombra. Esta adaptación orgánica a f- nes determinados es. pues, un hecho innegable, es el hecho funda- mental de la vida. Luego es tarea de la Biología ¿investigar hasta qué punto y en qué modo existe dicha adaptación en lo. orgánico, con el fin de explicarla. Con esto ya hemos tomado una decisión impor- tante en la gran disputa que ha suscitado la Teología orgánica. La Lógica enseña que el definido no debe emplearse en la definición; «Las plantas son organismos vegetales» es una de esas definicio- nes imposibles. Esto significa para el problema teleológico que el principio teleológico no debe emplearse como tal cuando se quiere llegar. a saber lo que es Finalidad o Teleología, Por eseo debe re- chazarse como círculo vicioso toda biología ya principalmente fina- lista. La Lógica enseña, por otra parte, que la conclusión no debe emplear otros términos que los contenidos en las premisas. Esto significa para nosotros que sería trabajo perdido pretender explicar la Finalidad por la absoluta no finalidad o sea, por fenómenos neu- trales y, tendremos que franquear el paso entre estos dos polos si queremos llegar a resultados de utilidad. La Silogística nos exige atenernos al acontecer que se dirije hacia fenómenos finalistas co- mo objeto de investigación biológica; la Definitórica, mos dice que para llegar a un conocimiento definitivo de la finalidad debemos tomar en cuenta cualidades esenciales de nuestros sistemas teleoló- gicos, pero esas cualidades aún cuando no son por si mismas teleo- logismas, deben ser bien ligadas en su esencia con los fenómenos teleológicos. Tomemos, pues, como ejemplo de un hecho teleológico la sim- biosis entre el paguro y su actinia, de cuya vida nos interesa lo si- guiente. El Barón von Uexkuell y su ayudante Brock demostraron que la relación simbiótica entre el paguro y la actinia no representa la única relación posible entre ambos. La simbiósis entre estos dos amimales, como todo sabemos, tiene por objeto proteger al paguro contra sus numerosos enemigos mediante el ácido urticario fórmico de la actinia, de envolverlo como en manto que lo hace invisible; la actinia, en cambio, disfruta del alimento del paguro. Cuando un paguro encuentra a una actinia con la cual quisiera entrar en sim- biosis, la palpa cordialmente, siguiendo un ritmo determinado, se- mejante a una salutación española; es como si quisiera decirle: «en mí encuentras a un buen amigo; ven, tienes tu casa». Si la actinia es- tá dispuesta a contraer el contrato de socorro mútuo, se despren- de poco a poco de su base y permite que el paguro la traslade a su nueva residencia, donde se vuelve a fijar. En el caso de este contrato simbiótico, que por cierto se realiza instintivamen- te, existe, pues, un acuerdo diplomático inter-animal. Pero, el paguro se comporta de una manera muy distinta cuando se acer- ca a la actinia con intenciones guerreras, desaparece entonces to- 128 da cortesía inter-animal. Si se mantiene al paguro por algún tiempo aislado en un acuario, sin alimentación alguna, el instinto de conservación desplaza todo deseo de simbiosis. El paguro de- yora entonces cuanto está a su alcance, aunque sea su mejor amiga, la actinia; la ataca con toda brutalidad, la despedaza y se la sirve con manifiesto apetito. Vemos, pues, que entre los dos animales pueden existir varias esferas de intereses, determi- nados éstos ya sea por uno, ya sea por el otro, o bien, por am- bos animales. Von Uexkuell las llamas «esferas funcionales». El paguro vive ya en la «esfera del hambre o de botín»* ya en la «esfera de simbiosis». A cada una de ellas corresponde una con- ducta típica. Fuera de las ya nombradas esferas, hay aún otras, fundamentales para cada ser viviente, a saber, la «esfera hostil» que determina la conducta característica de cada organismo pa- ra con sus enemigos, y la «esfera sexual que caracteriza la con- ducta de los representantes de cada sexo dentro de la misma especie. Estos datos nos bastan para caracterizar a manera de ejem- plo la finalidad y el procedimiento de las diferentes ciencias biológicas. Tomemos primeramente la Morfología pura, que estudia los fenómenos biológicos desde un punto de vista puramente for- mal. Ella se limita a describir lo existente y esa, su labor, es tan vasta, debido a la enorme variedad de formas orgánicas, que su tarea aun no se puede dar por terminada a pesar de más de dos mil años de trabajo. Pero tampoco se puede descri- bir al azar, este trabajo intelectual que de ninguna manera es siempre fácil y sencillo, exige directivas. No se describe todo lo que se presenta, sino lo característico de cada caso, o sea, el «ti- po». De ahí que esta rama de la investigación biológica se haya llamado tambien Tipología, término que es hasta preferible a Morfología, porque también hay una Tipología de las funciones. Cabe preguntarse ahora qué es lo típico. Ello depende del fin con que se haga la descripción, o sea el fin de distinguir y el fin de comparar. En lo que se refiere al primero, es «típico» aquello que más caracteristicamente distingue una forma o función de cualquier otra, y en cuanto al segundo, lo es aquello que más acerca una forma o función a otras. Pero hasta ahora el desa- rrollo de la investigación morfológica ha llevado a descubrir siem- pre más formas intermedias entre dos formas que primitivamen- te no tenían ninguna relación, de modo que todas ellas han da- do orígen a una serie contínua de formas. Si estableciéramos aho- ra la hipótesis que eso prosigue así y que se conocen todas las formas orgánicas que ha habido y que pueden aparecer en el futuro, es muy probable que tal Morfología futura estaría cons- tituída solamente por series contínuas de formas, En tal caso la 129 Morfología diferencial, diagnóstica o sistemática-taxonómica, y la Morfología comparada llegarían a ser necesariamente idénticas. La Morfología diferencial no nos interesa mayormente, puesto que su fin no es el conocimiento puro, sino pretende más bien clasificar y ordenar prácticamente. Muy distinto es el fin de la Morfología comparada, la cual se conoce de ordinario con el nombre de Anatomía comparada. Su objeto es la investigación de las series continuas de formas y de las leyes de su transformación. Tales series se llaman «Metamorfosis» desde Goethe, quien también formuló la palabra «Morfología»; se distingue en ellas una forma normal que es la que más genuína- mente representa las cualidades de la serie, en oposición a los tipos derivados. En los tipos pueden variar los caracteres de la serie has- ta desaparecer completamente; el lugar que ellos ocupan en la se- rie depende del grado de variación. Aquí hay que mencionar el principio tan importante de la Homelogía. Se llaman homólogas to- das las formas que pertenecen a una misma metamorfósis, aunque sirvan a funciones completamente diferentes. Homología significa entonces reemplazo morfológico dentro de una metamorfósis. Son homólogos, por ejemplo, el pulmón y la vejiga natatoria o ciertos huesos maxilares de los peces con los huesecillos del oído del hom- bre, etc. De modo que estableciendo homologías y sentando meta- morfósis, la Morfología comparada ha fijado un sistema maravilloso de formas orgánicas, el cual puede competir en belleza con la Este- reometría y con la Cristalografía en cuanto es disciplina acabada en sí. Como ya habíamos dicho, hay también una Tipología de las funciones que se llama ordinariamente «PFiszología comparada» Es- ta no tiene relación alguna con la fisiología causal que es represen- tante del axioma interno en la biología. La Fisiología tipológica es tal como su hermana, la Morfología tipológica, más bien una cien- cia puramente descriptiva, y, se diferencia de ella en que no des- cribe formas sino funciones, Su parentezco con la Morfología com- parada se desprende del hecho que siempre ha sido tratada en es- trecha relación con la anatomía comparada y hasta con von Uex- kuell en dependencia directa y teorética. Los tipos de funciones corresponden exactamente a los tipos de formas, las esferas funciona- les a las metamorfósis. Pero el principio de homología se reempla- za aquí por el de analogía, eso quiere decir que se trata de funcio- nes que pertenecen a la misma esfera funcional. Entonces no nece- sitamos homología morfológica, sino que consideramos análogos las bránquias y el pulmón porque pertenecen a la misma esfera funcio- nal, aunque no exista entre ellos homología propiamente dicha. No queremos insistir en esta ocasión en la Fisiología tipológica porque comparada con la Morfología tipológica, no presenta ninguna nove- dad. Para evitar equivocaciones es preciso repetir: que la Morfolo- 130 gía y Fisiología tipológicas deben distinguirse cuidadosamente de la Anatomía y la Fisiología comparadas modernas que están filogené- ticamente orientadas. Los puntos de vista de dependencia histórica no entran todavía en la Biología puramente tipológica. De eso habla- remos al discutir la Filogenia. En el trabajo cotidiano de la Biolo- gía entran por cierto todos estos puntos de vista, y es preciso que sea así, pues el investigador necesita enfocar el objeto particular de su investigación desde todo los puntos de vista posibles; el lógico y el teorético, en cambio, pecarían gravemente si pretendieran echar materias tan heterogéneas en un mismo crisol. Transportando lo dicho a nuestro ejemplo de la simbiósis del paguro con la actinia, la Biología morfológica-tipológica realiza lo siguiente. La Tipología formal examina las formas existentes en los dos animales, las describe atendiendo a sus caractéres esenciales y las incluye en las metamorfósis que le corresponden según el prin- cipio de homología. La Fisiología tipológica hace lo mismo con las funciones de los dos animales en cuestión, describe su tipo y deter- mina las esferas funcionales según el principio de analogía. ¿Qué importancia tiene ahora ésto para nuestro problerca de la simbiósis? No significa más ni menos que una descripción exacta de aquello que existe, una pura descripción que no trata de explicar la causali- dad fisiológica de lo descrito, ni de comprender su historia filoge- nética. Reconocemos únicamente como en realidad concuerdan las dos esferas funcionales de alimentación («esfera de botín») y de protección («esfera hostil»), naturalmente sólo ellas. Con ellos sa- bemos exactamente lo que existe, pero no sabemos todavía cuáles son las causas de que sea así mi tampoco cuál es precisamente el sentido de esta simbiósis. El porqué es objeto de la Fisiología cau- sal; investigar cuál es el sentido, es obra de la Filogenia histórica. Toda Tipología no es en este sentido más que propedéutica para Fisiología y Filogenia, como ya lo había desarrollado en mi «Lógi- ca de la Morfología». Ella no es la última palabra en la investiga- ción biológica, sino la primera en cuanto prepara la investigación que se propone explicar y comprender y en cuanto le proporciona con ello la posibilidad de existir. Ahora bien; cuando esta investiga- ción ha cumplido con su tarea, la Tipología también puede dar su misión por terminada. Pero en vista del estado de cosas en la Bio- logía actual, hay muy pocos problemas que hayan sido agotados por la Fisiología y la Filogenia. Esa es la causa por la cual la Ti- pología siempre domina aún dentro de la investigación biológica, y tanto es así, que numerosos autores ven en ella el único campo de acción de la Biología. El sentido de la investigación tipológica-morfológica es, pues, la mera descripción de aquello que se presenta a nuestros sentidos, sin pretensión de darle interpretación teorética alguna. En este sen- tido es una descripción absolutamente neutral, es decir, una des- 131 cripción fenomenológica en el sentido que le dan Husserl y la Fe- nomenología filosófica moderna. Pues ésta no debe, según Husserl, pretender más que describir lo que propiamente y esencialmente existe. ¿Y por qué? Para evitar la teoretización precipitada de hechos insuficientemente establecidos, ya que justamente esa precipitación ha causado perjuicios enormes en la Biología: no hay más que acor- darse de la transferencia de ideas darwinianas a dominios comple- tamente incongruentes en relación con ellas, como ser de la Socio- logía de la Lógica y Metafísica y aún más todavía de la Psicología y de la Teoría del conocimiento. Según Husserl, es preciso poner todas es- tas tentativas explicativas provisionalmente entre paréntesis si se quiere explotar cualquier campo de la descripción fe nomenológica. Como se vé ala Fenomenología le corresponde una importancia enor- me en todas las ciencias que se ocupan de objetos complejos, como lo hacen aquellas que se ocupan de sistemas vivientes. Para los objetos más simples de la Física tiene, en cambio, poca importancia por lo cual los físicos han podido servirse escasamente de ella. Vemos, ya, que la Fenomenología realiza en el dominio total del conocimiento humano lo que la Tipología orgánica, en el dominio más estrecho de la vida or- gánica. Pero este mismo ejemplo nos señala también los límites de la Fenomenología. Tal como la Tipología, ella no es ciencia definitiva si- no propedéutica para una ciencia definitiva. Cualquiera quesabe dequé se trata comprenderá que ya esto es la realización de una gran tarea. Ingeniosos críticos han señalado a Husserl el parentezco espi- ritual de su proceder con el Platonismo. Cuánta razón tienen, eso nos lo demuestra también nuestra Tipología, pues el tipo de una forma o función orgánica es exactamente lo que Platón y Aristó- teles, su gran alumno y el continuador de sus ideas, llamaron idea o sea el «eidos» de un grupo de fenómenos. El hecho de que Hu- sserl hable siempre de contemplación y descripción eidética segu- ramente no es casual. Demás está decir que Aristóteles fué el fun- dador de la Biología como ciencia, su Biología es precisamente Bio- logía eidética o tipológica. Con esta indicación de que la Biología clásica no sólo sigue existiendo sino que vive en forma de nues- tras Tipología dentro de la Biología más moderna, cerraremos nues- tras observaciones acerca del problema de la Morfología. Hemos llamado a la Tipología una propedéutica para Fisiolo- ela y Filogenia. Vamos a examinar primeramente lo que preten-= de la Fisiología y en que sentido completa lo tipológico. Uno de los morfólogos contemporáneos más sobresalientes, el botáni- co de Múnich, Goebel, ba definido a la Morfología como: «aque- llo que aún no es fisiología». Si esto significa que no existe una ciencia morfológica teoréticamente independiente de la Fisiolo- gía, ello es falso, como sabemos hoy día. La necesidad que he- mos formulado, de reemplazar la Morfología por la Fisiología (y 132 SETA A pe AA A A > aún por la Filogenia), expresa exactamente la tesis de Goebel. Pues bien, ¿cómo es posible que la Fisiología realice una obra tan grande? Aportando la noción causal al modo de conocimiento pu- ramente tipológico. Ala Tipología morfológica la transforma en «Morfología causal», llamada también «Mecánica evolutiva» O «Fisivlogía evolutiva»; y a la Fisiología tipológica en «Biofísica» y «Bioquímica» o bien en una «(Química Fisiológica». En nuestra tercera conferencia definimos el ideal de la investigación causal como el anhelo hacia 11m dominio matemático de los fenómenos de la naturaleza. Todos los estados los consideramos hasta cier- to punto momentos estacionarios de fenómenos cuyas diferentes fases medimos con presición para colocarlas bajo el dominio de la fórmula matemática. Esta se representa en último término por la idea de función matemática, la cual significa así el esquema ideal de toda causalidad. Sólo después de dominar numérica- mente cada fase de todo proceso en su actual desarrollo, es po- sible hablar de una determinación causal absoluta y concebir con Laplace la esperanza de reconstruir algún día lo pasado y predecir lo futuro por medio de una fórmula cósmica deducida del acontecer actual. Es problemático si esto se realizará me- diante la causalidad pura y extrictamente dinámica o con el auxilio de la causalidad estadística, más limitada, pero que cada día va teniendo más importancia en la Física moderna, Más, es- te es un prob:ema que cae dentro de ia Física y que no altera en lo más mínimo el principio mismo de de la causalidad. La Fisiología busca también este ideal de conocimiento madurado en la Física. Al decir de uno de los más eminentes fisiólogos del último tiempo, dedicado a la Botánica (Uzapek), no preten- de otra cosa que ser la «Física de lo orgánico». A este criterio se le llama también mecanístico en oposición al vitalista en la Biología. Esta típica idea biológica del mecanismo tiene hasta cierto punto, por encima del anhelo general de reducción mate- mática, una significación biológica especial. Ella nos enseña que la manera especial de tender a la expresión matemática de la Fisiología debe efectuarse tomando como base la obtenida por la Física, lo cual significa un camino indirecto. Es indiferente si pa- ra ello se basa en la causalidad extrictamente mecánica y dinámica o en la causalidad estadística. Con esto se allana a la Biología las dificultades interfisicales, y es probable que la causalidad estadísti- ca sea para ésta la determinante, ya que parece ser ella la única que ilumina convenientemente interdependencias tan complejas como las que encontramos sin excepción en la Biología. Ahora bien, no debemos caer en el error cometido casi sin re- paro por la mayoría de los biólogos, devotos de la mecanización fi- siológica, que limitan ésta a transponer las leyes físicas existentes al terreno fisiológico. Esta manera de pensar, que no aprecia debi- 133 damente lo orgánico, se basa en una sugestión por lo general in- consciente, que proviene de la clasificación de las ciencias de A. Comte, según la cual las leyes fisiológicas derivarían como casos especiales de las leyes físicas, más generales. Pero no es así, las le- yes fisicas respecto a la fisiológicas, no son más generales sino úni- camente más simples; lo cual ha de significar que se puede deducir los fenómenos físicos aun los más sencillos, de los fisiológicos, pero - en ningún caso, lo inverso. Esta concepción nuestra del sentido de la idea mecanistica en la Biología está en perfecto acuerdo con lo dicho en nuestra conferencia sobre la Metafísica, es decir que los «atributos últimos» físicos se deducen de los orgánicos. La investi- gación mecanística en la Biología recomienda: investigar como en la Física, tratar de buscar la misma finalidad de conocimiento, cons- truir fórmulas cósmicas, iguales a las físicas en su estructura lógi- ca. Si de este modo se ha tenido éxito será posible deducir sin re- paro las leyes físicas especiales, válidas para el mismo campo físi- camente simplificado, de las fórmulas fisiológicas, tal como se pue- de deducir la Ley de Gravitación de Newton, como una inmensa simplificación, de la teoría de Einstein. La Fisiología y la Física pretende llegar por caminos distintos, pero con la misma finalidad a armonizar sus resultados en una interdependencia deductiva co- rrespondiente. Obligada a verificar también deductivamente las fórmulas físicas, se anula la estrecha interdependencia mencionada entre la idea biológica,mecanistica y la ciencia física; la llamada idea pierde, en cambio, el sentido absolutamente insuficiente que le diera Comte. A mi parecer, con razón van sólo contra él todas las protestas vitalistas de nuestros días. Yo considero que las afirma- ciones positivas de los vitalistas son conciliables con el mecanismo hasta cierto punto orgánico formulado aquí, si dejamos a un lado la separación que de principiose hace entre sistemas orgánicos e inorgánicos, y que a mi parecer es insostenible. En conformidad a un ideal mecanístico asi concebido, la Fisio- logía ha solucionado ya muchos problemas de importancia, ante todo en el terreno de la Fisiología propiamente funcional. Quiero mencionar únicamente las investigaciones emprendidas por Pfeffer sobre la osmosis de las membranas celulares, y además, la solución bioquímica del problema de la función muscular, dada por Me- yerhotf y Hill. En el campo de la Fisiología de los estímulos y de la transmutación de las formas, para los cuales no se ha encontrado aún soluciones biofísicas o bioquímicas satisfactorias, Nernst, Lasa- reff y Kapper (teoría de la llamada neurobiotaxia), además Roux, Driesch, Bovery, Spemann, Harrison, Morgan y sus respectivas eecuelas, han encauzado importantes soluciones a sus problemas decisivos, obrando en el sentido de la idea mecanística ya formula- da. Estos autores se limitaron hasta hoy día exclusivamente a ex- perimentaciones cualitativas, ya que los objetos eran hasta enton- 134 144 ces demasiado delicados para que ellos echaran maro a experi- mentos cuantitativos. No podemos aquí profundizar más estos pro- blemas; toda conferencia determinante en esta materia se preocupa de ello. Aquí queremos hacernos únicamente presente lo esencial, en principio, al problema de la vida, considerado como un todo. Veamos para ello someramente lo que aporta la idea mecanística a a la explicación de nuestro ejemplo de simbiosis. La Fisiología causal de las funciones en sus dos aspectos, bio- físico y bioquímico, investiga primeramente el intercambio de subs- tancias y energías que ocurre en los dos animales de nuestra refe- rencia, y, además el intercambio de estímulos, o sea su Fisiología de los sentidos. De esta manera se establece no solamente el hecho sino también la causa de que los mundos diferentes entre sí, en que viven estos animales, se puedan complementar el uno con el otro para el efecto de la simbiosis. La Morfología causal, o sea la teoría de la «Transmutación de Formas», como se suele llamar fre- cuentemente a este aspecto de la Fisiología formal, nos dá a conmo- cer además las causas que han dado a la generación de formas, a la Ontogenesia como también a regeneraciones ulteriores tal giro, que necesariamente habían de formarse éstos y no otros animales de la materias de partida dadas. De esta manera nos enseña la Fi- siología causal que la simbiosis entre el paguro y la actinia, consta- tada por la Tipología como simplemente existente, no es producto del azar, sino está necesariamente condicionada. Es así como la Fi- siología causal nos ha conducido mucho más allá de la Tipología pura en la solución de nuestro problema concerniente a la simbio- sis. Conocemos ahora exactamente las causas íntimas de este curio- so sistema de intercambio de formas, substancias y energías que reune necesariamente a dos animales por lo demás diferentes en su esencia. Más, es esto todo lo que resta por investigar acerca de la simbiosis?. La mayoría de los biólogos son de este parecer. Supongamos que yo conozca todas las causas del devenir cósmico v sepa en un momento dado del tiempo todo lo ocurrido en el instante inmedia- trmente precedente y lo que ha de ocurrir en el inmediatamente siguiente. ¿Qué me quedaría por saber poseyendo un conocimiento tan completo del mecanismo universal? Pero, queda abierta una pregunta, la más apremiante tal vez de todas, a saber, la que indaga el sentido último de este acontecer tan caótico. Veamos un ejemplo. Siconociéramos el mecanismo causal en que engra- nan palancas y tornillos para hacer que una llave dada abra un cierro dado y ningún otro, este conocimiento, por completo y ma- ravilloso que fuera, seguirá siendo para nosotros una página obs- cura de un libro sellado, desde el momento que ignoramos la significación misma de estos dos instrumentos. La investigación 135 causal llega, como su nombre lo indica unicamente hasta el es- tudio de las causas últimas; no le preocupan el sentido mismo ni la significación propiamente tal del devenir cósmico. Estos son problemas que entran en el dominio de la Historia, representada dentro de la Biología por la Filogenia. En la mayoría de los procesos físicos no tiene ninguna impor- tancia el averiguar su sentido. La significación que tenga el hecho de que esta piedrecita se encuentre en un punto preciso de un jar- dín y no en cualquier otro sitio, es sin duda, un problema que se puede plantear, pero que está desprovisto de todo sentido. Cosa bien distinta ocurre en el mundo orgánico. Donde existe una fina- lidad existe también un sentido. El hecho de que este árbol se en- cuentre en mi jardín y no en él de mi vecino ya tiene su sentido y significación especial, porque mi padre lo plantó para dar sombra al rincón predilecto de su jardín. Es por eso que debemos remon- tarnos siempre a la Historia para compenetrarnos del sentido de las cosas. El ejemplo siguiente nos muestra la importancia que tiene la especulación histórica al tratar problemas orgánicos. El botánico danés Raunkiaer ha demostrado que es posible cultivar organismos de la misma fórmula constitucional-genética que no obs- tante continúan desarrollándose de un modo completamente dife- rente. Ahora bien, esto es posible si se considera que han tenido una historia distinta, por lo cual llevan consigo finalidades bien di- ferentes, a pesar de una constitución momentánea idéntica. Basta recordar las múltiples convergencias entre los organismos y los fe- nómenos de los llamados «Mimikry». El delfín por ejemplo presen- ta semejanzas más marcadas con un tiburón que con un mamifero; en un futuro lejano, sin embargo, podrá transformarse aquél en un mamifero terrestre, mientras que el tiburón no llegaría, sino en un caso extremo, sólo al grado evolutivo en los reptiles. Vemos que a pesar deuna actual semejanza de formas, su pasado distinto implica así mismo un futuro distinto. Aun concurre otro momento a demostrar que toda adaptación orgánica a fines determinados pasa a ser perfectamente comprensi- ble por medio del sentir histórico. Von Uexkuell, que tiene un mo- do de pensar muy teleológico, pero no histórico, ha formulado la tésis que todo organismo representa dentro de su mundo respectivo lo más perfecto que nos es dado imaginar, lo que significa en otros términos que en el dominio de lo orgánico no existe lo imperfecto. Esto es indudablemente un error o, por lo menos, una exageración. Recordemos que, refiriéndose al ojo humano, considerado univer- salmente como el órgano más perfecto, Helmholtz declaró que no aceptaría jamás de un mecánico un trabajo tan defectuoso como el suyo. En realidad es necesario apelar a la Filogenia histórica para comprender estos problemas. Dentro de las distintas épocas geoló- gicas existen organismos adaptados con la máxima perfección ima- 136 ginable a dicho ambiente geológico, por otra parte existe también organismos que aun no han llegado a este grado de perfección y otros que se encuentran en degeneración. Haeclel en su («Genere- lle Morfolologie ») «Morfología general» ha comparado estos tres aspectos que encontramos en los organismos de una época geoló- gica a las tres fases sucesivas de la vida de una flor. Unicamente tomando en cuenta para cada organismo esta ley histórica de la vida más o menos importante, obtendremos la medida para una debida apreciación de la Teleología orgánica. Se comprende que la tesis de von Uexkuell es sólo aplicable a aquellos organismos que se en- cuentran en la segunda de las fases a que se refiere Haeckel, o sea, en la fase de pleno florecimiento. Estas consideraciones señalan ya un modo bien general que para comprender verdaderamente la cualidad orgánica fundamen- tal de Teleología o Finalidad es indispensable enfocar este proble- ma desde un punto de vista filogenético-histórico. Esto lo eviden- ciaremos mejor aplicando este criterio a nuestro problema simbióti- co. La solución causal-fisiológica del problema nos mostró la for- ma única, ineludible en que se presenta esta simbiosis, constatada como simplemente existente por la Tipología. Pero dicha solución (causal-fisiológica) no logró adelantarnos nada sobre el sentido mis- mo de este fenómeno. Supongamos que el paguro y la actinia vi- vieran en mares distintos o aun más, en épocas geológicas diferen- tes. En tal caso nuestra simbiosis no se habría podido efectuar ja- más, a pesar de toda predisposición fisiológica. Llegaremos a com- prender íntegramente esta simbiosis en su estado actual después de estudiar la historia de 'sus orgamismos, en especial, la del mo- mento de su primer encuentro y de sn adaptación paulatina. Sólo una investigación causal e histórica combinada logrará proporcio- narnos un conocimiento completo en el dominio de lo orgánico. Causalidad sin penetración histórica resulta ciega. Pero nuestro anhelo de conocimiento no se agota con la Fisio- logía causal ni con la Historia. No queremos saber sólo por qué to- do ha acontecido en forma predeterminada y cual es el sentido más profundo de este acontecer. Esta verdadera comprensión de aque- llo que «es» y del «como ha sido» no nos basta. El futuro no nos interesa menos y queremos conocer lo que se generará del caos actual. Para poder conocer bien el futuro hay que saber primero exactamente lo que ocurre en el presente. A eso responde la inves- tigación causal, representada en la Biología por la Fisiología. Pero esta base no basta al menos para sistemas orgánicos, si se quiere conocer sin reparo el acontecer futuro. Para ello necesitamos tam- bién el conocimiento de la historia de lo presente, pues, como nos demostraba el problema de las convergencias y de los «Mimikry», lo que en el presente se asemeja entre sí hasta llegar en ciertos ca- 137 sos a identificarse, puede haber tenido una historia completamente diferente. Más, lo que ha tenido una historia diferente no puede permanecer igual en el futuro, aun cuando se asemeje, alguna yez, aproximada y transitoriamente. Para poder juzgar en el reino or- gánico aquello que llegará a ser necesitamos pues, tanto el conoci- miento de la causalidad orgánica o de la fisiología del problema respectivo, como asimismo el conocimiento de la historia de un ob- jeto. A esta ciencia biológica de la evolución orgánica así definida se le llama Genética. Ella es. pues, la última y la suprema síntesis de la formación de teorías biológicas, una sintesis superior de Fisto- logía y Filogenta. Pero por la manera como se le trata hoy es casi Fisiología pura; el momento filogenético-histórico se ha borrado ca- si por completo en ella, y eso en su perjuicio. A la teoría moderpa de la herencia, como suele llamarse también a la Genética, le falta hoy día todo criterio para distinguir, según el verdadero significa- do de su evolución los «caracteres» que a ella toca examinar. La herencia del color de los ojos es sin duda menos importante que la herencia del sexo, atendiendo al rumbo que toma la evolución or- gánica. Tal apreciación de los «caracteres» según su significado evolutivo, que a la Genética le falta por completo, se puede obtener únicamente de la Filogenia, Es de esperar con certeza que una ma- yor consideración de los puntos de vista filogenéticos ha de librar a la Genética moderna de otras estagnaciones. Es por ejemplo una situación imposible e insostenible que la llamada «herencia de cua- lidades adquiridas» se niegue por los genéticos con la misma convic- ción con que los filoyenéticos la aceptan. La Genética es, pues, por su esencia, una síntesis de Fisiología y Filogenia. Como Fisiología causal, investiga la actual constitu- ción de los «genomas» orgánicos y las energias que en ellos obran: como Filogenia examina además la historia de sus «genomas». De estos dos momentos resulta entonces el posible desarrollo futuro de los «genomas» orgánicos. Con esto se alcanza la última posibilidad del conocimiento biológico. El problema genético, aplicado a nues- tro problema particular de la simbiosis entre el paguro y laactinia, no significa sólo conocimiento y comprensión perfectos de lo orgánico en el presente, sino también, previsión de lo que puede ser en el futuro. Nuestro estudio de la formación de teorías biológicas por me- dio de nuestros cuatros axiomas metafísicos finales nos ha demos- trado que las cuatro ciencias biológicas fundamentales se enlazan orgánicamente entre sí y forman de ese modo un todo integral. Ahora bien, se puede demostrar que en la estructura interna de la Psicología, de la Sociología y de la Eugenética ocurre lo mismo con respecto a la composición de sus ciencias fundamentales que tam- bién son cuatro. Pero hay aún algo más. También nuestras cuatro ciencias fundamentales de la vida se complementan para formar un todo orgánico. La Psicología es la perfección de la Biología, de la 138 misma manera como la Genética lo es de la Fisiología y de la Filo- genia. Así mismo la Sociología sobrepasa a la Psicología y la Euge- nética a las otras tres ciencias biológicas fundamentales. Conside- remos ahora a la Psicología em este sentido. Naturalmente podre- mos expresarnos en lo que sigue con mayor concisión después del análisis detallado de la formación de teorías bivlógicas, TIT En el sistema total de la investigación de la vida, la Biología es la ciencia que estudia los sistemas vitales en su conformación externa. Eso queda evidenciado en el problema más difícil que existe para la Biología, a saber, el problema del comportamiento ani- mal. El comportamiento animal no se puede comprender sin el es- tudio directo de la vida psíquica de los animales, pues viene a ser la expresión de ésta. No obstante, la Biología intenta hacer ese es- tudio, a pesar de que por su esencia no le incumbe lo puramente psíquico, expresión del proceso vital interno. El resultado de estos esfuerzos, hechos ante todo por investigadores norteamericanos, es lo que llamaron «Behaviorismo» Los norteamericanos tiene aún la suficiente ingenuidad en el orden de lo intelectual para perseguir seriamente, aunque tal vez sin intención, las consecuencias más radicales y absurdas de las teorías, ya que a veces no titubean en tomar las teorias por hechos efectivos. Se ha dicho con mucho acierto que el «behaviorismo» es «Psicología sin alma». Eso lo acu- sa como un producto biológico típico y evidencia su fuerza y ante todo, su debilidad. Postula una relación clara y segura entre la yl- da psíquica y su expresión externa, y llega a reemplazar aquella por ésta, haciendo de ella el único objeto de su estudio. Esto ha dado resultados importantes y valiosos unicamente en el campo de la Psi- cologia de los animales inferiores. La vida psíquica de éstos, que sin duda existe, es tan diferente de la del hombre y de los animales su- periores que la Psicología comparada directa, o sea, la Psicología de lo consciente no encuentra en ella ningún punto de partida. Pero, es lo suficientemente simple para admitir la aplicación de la siguiente ecuación: «conducta exterior-expresión clara de vida psíquica». Pa- ra la vida Psiquica superior, el behaviorismo, o sea el método bio- lógico, no tiene ningún valor. Un mismo comportamiento externo es en ésta generalmente la expresión de estados de conciencia bien diferentes. Cuántas veces no nos engañamos acerca del fuero inter- no de nuestro prójimo a causa de su máscara más o menos her- mética. El límite de las posibilidades de la Biología, como inyestigado- ra de la vida, está en el problema del comportamiento de los ani- males superiores. Llegada a este punto le entrega el centro de la investigación a la Psicología, la cual puede llegar a nuevos resulta- 139 dos, donde falla la investigación biológica, y lo hace por medio del estudio directo de los fenómenos y de las funciones de lo conscien- te, de lo subconsciente y de lo inconsciente. Ahora bien, qué relación hay entre cuerpo y alma? La relación más íntima entre la investi- gación biológica y psicológica parece depender de la solución que se dé a este antiquísimo problema. Supongamos que lleguemos a demostrar que el conjunto de problemas que atañe a los fenóme- nos y a las funciones orgánicas, es decir, al campo de la Biología, se pueda incluir orgánicamente en el sisiema total de fenóme- nos y funciones psiquicos, de tal modo que todo lo orgánico apare- ciera unicamente como un aspecto particular, como una simplifica- ción o bien una exteriorización de lo psíquico. En tal caso sería po- sible deducir en un momento dado lo orgánico de lo psíquico. en igual forma como hoy se puede darivar la teoría de la Gravitación de Newton de la Teoría de Einstein. La Psicología significaría en tonces la coronación y perfección de lo biológico de la misma ma- nera que la Genética perfecciona en sí la Fisiología y la Filogenia, La suposición más sencilla y más cómoda sobre las relaciones exis- tentes entre cuerpo y alma es la hipótesis del Paralelismo psico- físico de Spinoza. Este principio sostiene que se puede relacionar facilmente y de una manera absolutamente inequívoca los fenóme- nos psiquicos con los fisiológicos. Pero esta solución es demasiado sencilla. Sabemos hoy que hay entre los fenómenos psíquicos más complejos, una serie para la cual no se ba encontrado ningún fun- damento o relación específica y orgánico-fisiológica. Por consiguien- te, hay que descartar el principio de paralelismo simple y reempla- zarlo por una concepción más orgánica de las relaciones entre am- bos dominios. Sin duda hay muchos psiquismas que sólo pueden determinarse psíquicamente - y es aquí donde encontramos los pro- blemas psíquicos más complejos - en tanto que los psiquismas más sencillos, entre ellos tal vez muchos instintos y percepciones, pue- den determinarse directamente por medio de configuraciones fisio- lógicas, como ha tratado de demostrarlo Kappers con sus fenóme- nos neurobiotáxicos. Vamos a tener que reemplazar, pues, el prin- cipio de paralelismo por una forma de acción psíquica recíproca que hay que estudiar más detenidamente, acción recíproca que só- lo los fenómenos psíquicos más simples determina directamente por configuraciones fisiológicas. (Hier Zitat Haeberlin, Vortraege S. 121-125). Baste esto para demostrar que la Biologia y la Psicología se complementan y que pueden y deben colaborar. La Psicología con- tinúa el trabajo de la Biología, atendiendo a la investigación de la vida como un todo, cuando la Biología no puede seguir sola con sus medios formales. Supongamos la Psicología llegada al grado de máxima perfección; en tal caso toda la Biología estaría comprendi- da en ella. Se puede hacer una división natural de la Psicología se- 140 gún nuestros cuatros atributos fundamentales de todo ser, como lo hemos visto en nuestra segunda conferencia. Desgraciadamente nos escasea el tiempo para preocuparnos más detenidamente de es- ta división. Lo importante era aquí demostrar como la investiga- ción biológica de la vida continua por medio de la Psicología en otro plano superior. Lo mismo vale para la obra de la Soczología en el problema de la vida. Ella es para la Psicología lo que ésta para la Biología. La Sociología continúa la investigación de la vida eniprendida por la Psicología, donde ésta no pueúe seguir con sus propios medios. Eso sucede en el problema de la comunidad. Toda Psicología siem- pre es, según su esencia, Psicología individual. Aun cuando exa- mina la psicología de las masas, lo puede hacer únicamente estu- diando la actitud del individuo en función de la colectividad. La colectividad como tal, no es objeto de la investigación psicológica, pues no hay conciencia colectiva la cual podría investigarse como tal con los métodos de la Psicología del consciente, simo lo que se puede es sólo examinar la conciencia individual atendiendo a sus instintos colectivos. Desde el momento que cualquier colectividad, por pequeña que sea, como tal, pasa a ser objeto de una investiga- ción, la Psicología se confunde con la Sociología. Entre la Biología y la Psicología está el problema de la rela- ción entre cuerpo y alma, entre la Psicología y la Sociología el no menos discutido de la relación entre individuo y sociedad. La Psico- logía puede abordar esta materia sólo partiendo del individuo, de modo que para ella la comunidad es una mera aglomeración de in- dividuos. Puede decirse que en este sentido el psicologismo en la Sociología se confunde con el individualismo; más, éste significa en el fondo la negación de la Sociología desde su principio. En reali- dad debe admitirse que ninguna comunidad sociológica, ni siquiera la más disminuta, representada por el individuo social como enti- dad, pueda derivarse del individuo psicológico, dado lo distintos que son el individuo psiquológico y el social. La Biología fracasa en el problema del comportamiento animal y la Psicología en el del grupo soczal. Esto no admite constitución sintética partiendo de in- dividuos psíquicos como elementos; todo lo contrario ocurre: sólo el grupo determina lo que es un individuo social, a cada gru- po corresponde un concepto especifico del individuo, siendo por lo tanto imposible constituir un ¿2ndiwduo normal, lo que sería la base imprescindible del llamado «individualismo psicológico». Los atri- butos del individuo, que es miembro de una familia por ejem- plo, son bien distintos de los del ciudadano o miembro de otra institución social. No hay ninguna base individual común que pueda establecerse en estos casos, a no ser la determinación de la especie zoológica respectiva; pero ésta carece de interés tanto 141 para la Psicología como para la Sociología. Lo que puede em- prender la Sociología en cambio es la construcción de un siste- ma deductivo de los grupos como tales, mostrando como se deducen los unos de los otros y cuales son sus individuos res- pectivos. Resulta, por lo tanto, que la Psicología es a la Sociología lo que la Biología a la Psicología. Donde falla la Psicología con- tinúa la Sociología. De ahí resulta que terminada la labor de la Sociología, la Psicología quedaría incluida en el sistema deduc- tivo de aquella, y la Biología en el de la Psicología cuando és- ta haya, por su parte, terminado su labor. La segunda conferen- cia de este ciclo ha mostrado como, partiendo de los cuatros atributos ontológicos fundamentales, la Sociología puede dividirse facilmente en los dominios parciales de sus conocimientos. Un estudio más detallado de esta materia exigirá varias conferen- cias especiales sobre Sociología. Lo que interesaba aquí era indi- car la relación de conocimiento en que se complementan maravi- llosamente la Biología, la Psicología y la Sociología, siendo los lí- mites de una el punto de partida para la investigación de la otra, Consideremos ahora la cuarta y última ciencia de la vida, la Eugenética, que investiga la vida futura. Pero, ni ésta ni las ciencias médicas que le son afimes nos propociornan nuevos mo- mentos de conocimiento para la investigación de la vida; su ob- jetivo es más bien deducir consecuencias de los conocimientos aportados por las tres ciencias puramente teóricas, consecuencias que podrían contribuir a mejorar en lo futuro las condiciones de vida en nuestro planeta. El fin que persigue es el perfeccio- namiento de las especies y el restablecimiento de la vida nor- mal (medicina). Está demás estudiar estos problemas a fondo, dentro de este ciclo, puesto que su importancia no se extiende al problema que nos hemos propuesto tratar. IV Encontrándonos al término de un largo viaje, cabe sinteti- zar el resultado a que hemos llegado. Lo hago formulando tres enunciados generales: I.—Toda vida deriva de vida. 1I.—Toda vida se conserva y se perfecciona sólo por medio de la vida , IH.—Toda vida vive sólo para la vida. Toda vida deriva de vida.—La vieja doctrina de la genera- ción espontánea, es decir, la posible generación de sistemas vitales 142 partiendo de lo inorgánico, ha sido abandonada completamente. El Inglés Harvey, el padre de la Fisiología moderna, ya enunció la frase: OÓmne vivum ex vivo (todo viviente sólo del viviente). Después los experimentos de Pasteur han comprobado que todas las hipótesis que tienden a admitir la generación de materia viva de substancias inorgánicas han de ser rechazadas como utópicas. Quien actualmente sostenga por causas que se dicen filosóficas, una doctrina semejante, se hará defensor de una teoría que nó sólo está en contradicción con la experiencia biológica, sinó que es absolutamente supérflua. Fué Virchow el que, basándose en la teoría moderna de las células formu- ló así la tesis de Harvey: Omni cellula ex cellula (toda cólula de otra célula). En las investigaciones muy serias del famoso fisiólogo Pre- yer aun encontramos la tesis opuesta a la de la generación espon- tánea, la cual sostiene que todo lo inorgánico es el residuo del pro- ceso vital del universo. Para él los astros son seres que tienen alma y vida, o bien, han dejado de tenerla. A quien tales consecuencias parezcan demasiado fantásticas puede adherirse a la tesis de Arrhe- nius, famoso químico sueco, ella expresa que todo el universo abunda en gérmenes que sólo requieren un terreno adecuado para provocar el desarrollo del mundo maravilloso de los organismos. Las leyes físicas de la conservación de la materia y de las energías exigen la existencia de la substancia inorgánica; luego, mo habrá porqué retoceder ante la hipotesis correspondiente en el campo de los sistemas vivientes, de modo que la tesis de la eternidad de Ja vida es también un principio posible, y que está de acuerdo con la experiencia biológica, pero de la generación espontánea, ello no puede afirmarse. Esta autonomía de la vida en contra o juxtaposi- ción a lo inorgánico se apoya sobre el hecho lógico de que los abri- butos de lo inorgánico pueden deducirse de los orgánicos. Es poco probable que aquello de lo cual se puede derivar algo sea más re- ciente que lo derivado. Toda vida se conserva y se perfecciona sólo por medio de la vida Nuevas cólulas provienen unicamente de la división de otras, un músculo nueyo proviene de la división de otro y esto se repite en el caso de órganos y sistemas de órganos más complicados, tales como el pulmón, los riñones, extremidades y cabezas; deben citarse aquí también los fenómenos de regeneración y de regulación. Hei- denhain y su escuela han reunido un material enorme desde que Wiesner reconoció la validez universal del principio de la división de tejidos y órganos (de los Histosistemas), como principio orgáni- co generador de formas. Todos estos fenómenos y estas funciones deberían, según mi juicio, relacionarse más intimamente con los fenómenos de la simbiosis para que nazca de ellos una teoría com- 143 pleta y satisfactoria del origen de las formas orgánicas. Habría deseado continuar con un estudio de la simbiosis como princi- pio más general de la evolución orgánica, pero el tiempo no me lo permite. Ojalá sea posible seguir este estudio en otra ocasión. Con todo, no cabe duda que la conservación y el perfecciona- miento de la vida se debe a la vida misma. A veces son extra- ños los caminos que para ello sigue la vida. Después de vivir por un tiempo independientemente, el hongo y el alga se unen en una simbiosis, la que llamamos «líquen». ¿Quién se atreve afirmar hoy acaso organismos que actualmente nos parecen seres individuales no se ham constituído primitivamente por simbiosis? Ya hemos llegado a conocer en la ciencia moderna todos los grados de conducta simbiótica, a partir del primer interés mútuo hasta la unificación casi completa que vemos en algunos parási- tos del intestino. La simbiosis seguramente es la gran fuerza crea- dora y sintetizadora en la evolución orgánica, por mucho que sea menospreciada por algunos biólogos experimentales. La sim- biosis es vida por medio de la vida y para la vida en grado potencial. Y por fin, toda vida vive sólo para la vida.—Mas allá de la vida no hay aumento gradual de lo real. Nosotros podemos va- lernos de las fuerzas mismas de la vida para restablecer vida dañada y aun para crear conscientemente vida mejor y más per- fecta. El «super-hombre» de Nietzsche ya no es una utopía y mucho menos, una mera idea ética o metafísica, sino ya ha llegado a ser el problema fundamental de la Eugenética. Tocamos el fin de nuestras reflecciones. Los sabios, Galileo y Newton y los grandes filósofos desde Descartes a Leibniz y Hu- me han iniciado la era mecánica-técnica que en la actualidad to- ca a su máximo florecimiento, llevando a la humanidad, por la industrialización ilimitada, a la crisis vital tal yez más penosa. La Guerra Mundial, la gran crisis económica y cultural de nues- tros días son la expresión de este gigantesco proceso universal, Mas, el hombre, como ser viviente, no se deja convertir hasta tal extremo en máquina; lo más noble en él, su alma viva, se revela contra la tiranía de las máquinas. Si algunos hablan de la Decadencia de Occidente o de la lucha del alma contra el in- telecto, todo esto debe considerarse solo como sintomático. Lo que diremos, si entendemos a fondo nuestra época, es: la era universal de la máquina está por abandonar con gran estrépito la escena mundial: timidamente se anuncia una nueva era que será, si no me equivoco, la era orgánica. 144 Del Instituto de Pisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Desistencia de la capacidad sgserminativa de los huevos de gallina, sometidos a bajas temperaturas. Conferencia dada en la Sociedad de Biología de Concepción por ARMANDO ILLANES Ayudante del Instituto Hace dos años, el profesor Lapschitz basándose sobre experi- mentos realizados por él y sus alumnos, comunicó en la Sociedad Médica en Santiago, que ovarios de cuyes sometidos a temperaturas Inferiores a 0% no se enraigaron al implantarlos en un nuevo meso- nero, mientras que ovarios conservados a temperaturas más altas que 0% pueden enraigar aun después de muchos días de conserva- ción. Se había supuesto que la muerte de la célula que ocurre a tem- peraturas bajas, se debería a la formación de pequeños cristales de hielo en el interior del citoplasma celular, cristales que por acción mecánica alterarían el protoplasma y causarian la muerte; Lapschútz advierte que lo mismo sucedería tal yez con la célula .ovular ex- puesta a temperaturas bajas. La observación directa histológica del ovario refrigerado no es suficiente para demostrar dichas alteracio- nes; pero los experimentos de metabolismo con ovarios refrigerados por Lapschitz y Veshnjakov, hacen la posibilidad del fenómeno necro- biótico, revelándose que tales ovarios cesan pronto a consumir oxíge- no, mientras que ovarios conservados sobre hielo a temperatura de pieza lo continuan por varios días. Con este solo hecho podría ya pensarse que una célula de cual- quier naturaleza que fuera sometida a una temperatura que corres- ponde a su punto de congelación o que esté por debajo de él, ten- 145 drá que perecer por la acción destructora de los cristales de hielo en ella formado. Sin embargo, experimentos existentes ya desde muchos años, demuestran que es posible someter órganos y aún organismos a tem- peraturas por debajo de su punto de congelación sin que se produz- ca la muerte. Así por ejemplo Bachmetjef” hace 30 años, sometió mariposas a temperaturas muy bajas y al llevarlas nuevamente a temperaturas mas altas que cero, recuperaban todas sus funciones. Este mismo fenómeno se presentó también en experimentos hechos con huevos. En 1925 los norteamericanos Mussehl y Ban- croft sometieron lotes de huevos a temperaturas de —940, sin que se presentara una reducción pronunciada en el desarrollo normal de los huevos. Fiorente y Mauro en Italia, sometieron huevos a 0 hasta 0,5% durante diferentes números de horas y llegaron a la con- clusión que esa temperatura no alteraba visiblemente la capacidad germinatriz de la mácula, si la influencia no duraba más de 24 horas. Se nos presenta aquí el problema muy interesante ¿cómo es posible la sobrevivencia de organismos o de embriones a tempera- turas tan bajas como en los experimentos de Bachmetjeff y de los norteamericanos. Bachmetjeff ya dió la contestación: se produce el llamado fenómeno de sobref2amiento, esto es el líquido o en nues- tro caso el protoplasma celular no se congela, enfriándose mas que co- rresponderia a su punto de congelación. Nuestro propósito fué de estudiar si lo mismo se aplica al hue- vo de gallina. Para hacer el estudio de estos fenómenos nosotros repetimos primeramente los experimentos de los norteamericanos, para con- vencernos si las bajas temperaturas no alteraban Jas células em- brionales del huevo. En seguida determinamos el punto de conge- lación de los elementos constitutivos del huevo. Finalmente estu- diando la causa por la que es posible la sobrevivencia, medimos la temperatura interna de huevos refrigerados. En el cuadro N.* 1 se da un resumen de todos nuestros ex- perimentos en los cuales huevos se expusieron a temperaturas bajas. 146 CUADRO N.” 1 - - añ Temperaturas 2 S gl Número E E | las más bajas y las $ F 3 de huevos S 3 mas altas a iS 2 quebrados o a E ñ o0 == 3 3 % horas 7 A 1/5 4 | —7.0 hasta —-10.5 | 12 | 12 | 100 I1/8 | 3 | —4.0 hasta —6.5 5 | 5 44. T1/7 3 |—50 » —£.2 | 20 6 | IV/9 | 3 | —4.0 hasta —6.0 | 5 0 | v/12 3 |—40 » —6.0 5 1 15 vI/10 4 |—4L » —60 5 2 vI/11 4,30 » —60 | 5 | 0 | | | VIII/14 | 2 | —4.0 hasta —5.8 10 0 | IX/Ta 4 |—40 » —55 14 1 13 X/15 3 |—40 » —50 36 8 XI/6 4 ¡—40 » —50 10 0 De los huevos que quedaron intactos después de su permanen- cia en la cámara fría, 33 se colocaron juntos con 23 hueyos de con- trol, en el incubador o bajo la clueca. El resultado se encuentra re- sumido en el cuadro N.? 2. 147 CUADRO N.* 2 Número de Perma- huevos colo- la cámara] Tomporatura | nembador o Resultado fría bajo la clueca Mn I/6a 4 ¡—4 hasta —5| (clueca) Un pollo vivo; 7 em- 10 briones completamen- te desarrollados con plumas. I/6b = — 10 Un pollo vivo; 8 em- (control) | briones. 11/7a-b 7 1) hasta —6|(incubador)] 4 pollos vivos. 13 1/7e —= — 13 6 pollos vivos. | (control) | TII/15 | 3 Lo hasta —al (clueca) | 1 pollo vivo; Y em- | briones con plumas. | Pr 10 En totalidad observamos 6 pollitos vivos, 4 de ellos durante varios meses. Eran en todo respecto normales. 5 De esta manera queda establecido el hecho que huevos de ga- llina pueden exponerse a temperaturas mas bajas que cero aun du- rante varias horas sin perder su capacidad germinativa. Procedemos a la exposición de nuestras determinaciones del punto de congelación del huevo. El único trabajo que se conoce sobre el punto de congelación del huevo, se hizo por Bialaszewicz hace 17 años cuando estudiaba los cambios que sufre la presión osmótica en los embriones de la gallina durante el desarrollo. Sus resultados fueron los siguientes: para la yema A =-—0,564%, para la clara A =>—0,458". Bialasze- wicz hizo la determinación en 7 huevos, variando el punto de con- gelación.de la yema entre 0,545 y 0,5859, el de la clara entre 0,423 y 0,4800. Nosotros hicimos también la determinación en 9 huevos por el método crióscopio de Beckmann. Los resultados fueron en términos medios A=—0,585 para la yema, y A=—0,457* para la clara. Se 148 desprende que en nuestros casos hubo la misma diferencia entre yema y clara como en los experimentos de Bralaszewicz, siendo el punto de congelación de la yema más bajo que el de la clara. En los experimentos de Bralaszewicz la diferencia fué de 0,106% en nuestros experimentos de 0,1290, También las variaciones se reve- laron mayores en nuestros experimentos: de —0,44 a —0,69% para la yema, y de —0,35 a —0,522 para la clara. Pero es interesante constatar que también nosotros no observamos ningún caso en el cual el punto de congelación de la yema no habría sido mas bajo que el de la clara, Ahora, después de haber constatado que el punto de congelación del huevo es de más o menos A =—0,6%, se nos presen- ta la cuestión de ¿cómo explicar el hecho que a pesar de esto la mácula germinativa del huevo fecundado sobrevive exponiéndose el huevo a temperaturas que bajan hasta —6.0% ¿Está también aquí en juego el fenómeno de sobrefriamiento? Para averiguar este problema hemos medido la temperatura in- terna de huevos refrigerados. Lo hicimos de una manera muy sen- cilla. Después de colocados los huevos en la cámara de refrigera- ción a temperaturas bajas durante tantas y tantas horas, se sacaba el huevo y se hacía en la cámara un hueco con la punta del termó- metro y se reponia el huevo en la cámara. Relatamos estos experi- mentos en el cuadro siguiente. CUADRO N.- 3 . Temperatura Temperatura Duración del Número es eE ntonor dal i t sacar los experimento / e a e , Huo9e horas uUeSVvos | G Y 111 4 5 —5.0 —3.5 —2.D —4.5 0.5 0.5 1i/12 | 3 4 | ES) —2.5 0.5 0.5 | 0.5 El contenido de los 4 huevos a pesar de tener una tempera- tura muy por debajo de su punto de congelación era líquido; si era completamente normal no podemos decirlo. Parece que la ye- ma era más viscosa. En los otros dos huevos la temperatura interior era de 0,52 y su contenido estaba en parte congelado. Con este experimento queda claro que se trata del fenómeno del sobreenfriamiento por el cual los huevos pueden sufrir tempe- raturas muy bajas sin que se preduzca la formación de cristales de hielo en el interior de ellos. Llegamos a la conclusión de que existe la probabilidad de que es por el sobreenfriamiento por el cual está protegida la mácula germinativa de la acción deletérea de las bajas temperaturas, per- mitiendo asi su desarrollo completo y normal. (1) Este último hecho agregado a la conservación de todas sus cualidades nutritivas de los hueves refrigerados, como prueban ex- perimentos hechos en varios países, ponen en relieye la importan- cia que pueden tener tales experimentos para la industria de la conservación y transporte de los huevos. (1) Nota de A. L.—Recientemente Z. Bucciante, en el laboratorio de G. Leva, expuso huevos de la gallina después de 7 a 8 días de incubación, a tempera- turas muy bajas, hasta —25%C. Después de permanecer el embrión por varias horas en tal frío, Bucciante hizo con diferentes tejidos el experimento de ex- plantación. Piel, córnea, corazón dieron culturas vivas. El corazón revelaba en el cultivo aún pulsaciones. Estos importantes hallazgos de Bueciante están en pleno acuerdo con nuestras observaciones descritas mas arriba; en ambos casos se trata evidentemente del fenomento del sobreenfriamiento. 150 Aus dem Physiologischen Institut der Universitat Concepción (Chile) Uber das Verhalten des Hihnereies bei niedrigsen Temperaturen. Von ARMANDO ILLANES Eine kurze Mitteilung unter dem Titel: A. Lapschite et A. Illanes, Comportement de l'oeuf de Poule á des températures basses, erschien in den C. R, Soc. Biol. 102,555 (1929). 151 Dos, AI ote ¿ab code GN «AN ala ca E nmoptibe HOY Sa OGVADMAR PO b mm A Ln — a CE FS jo by aso diecntiacaid 08 OPE Sl de la cobol dl rol e Al (au r0410 Ad AORGID 6d feas ud A y dl ali bd ida Del Instituo de Fisiología de la Universidad de Concepción (Chile) Sobayos Hiperdactiles Conferencia dada en la Sociedad de Biología de Concepción por G. OReilly Ayudante del Instituto Quiero exponer brevemente los resultados hasta aquí obteni- dos en experiencias que he realizado bajo la dirección del profesor Lipschitze. Las experiencias se han llevado a cabo en cobayos apro- vechando la ocasión de encontrarse entre los animales del Labora- torio una hembra que presentaba en ambas extremidades posterio- res un dedo supernumerario. Este hallazgo sugirió al profesor Lips- chútz la idea de efectuar algunos cruzamientos para estudiar este carácter teratológico que no aparece muy frecuentemente en las crías. Asi el profesor Lipschútz dióme a conocer el ejemplar y me encargó ocuparme del caso durante su permanencia en el extran- jero. Y yo agradeciendo esa designación que me honra, la he da- do cumplimiento, en la mejor forma, que me ha sido dable. Cabe preguntarse, en primer lugar, si se trata de un carácter hereditario, esto es, si se trasmite de los padres a los hijos. Si es así se plantea la otra cuestión: de si es un carácter dominante o un carácter recesivo. Ya el zoólogo norteamericano Castle habia estudiado varios años antes, en un trabajo muy importante, el problema de la hi-. perdactilia en cobayos. Demostró que es un carácter hereditario; Castle no pudo llegar a conclusiones definitivas, en cuanto a la cuestión de si es un carácter dominante o no. Sin embargo, esta última cuestión tiene gran interés no sólo científico, sino también en la patología, por la razón de que la hiperdactilia se encuentra también en el hombre como carácter hereditario. 153 El punto de partida de los variados cruzamientos que se hicie- ron con el objeto de estudiar las leyes de transmisión hereditaria de la hiperdactilia, lo ha constituído, como lo he dicho ya, una hembra llegada de Santiago, la cual presenta en ambas extremi- dades posteriores un dedo supernumerario bien desarrollado. El dedo supernumerario se encuentra unido, por un pedúnculo al borde externo de la pata posterior, implantado algo más poste- riormente que la base del tercer dedo. El cobayo normal presenta cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores. El dedo supernumerario, so- lo se ha observado en las extremidades posteriores, las anterio- res han quedado completamente normales. La hembra mencionada se cruzó con un masho desconocido y dió dos hijos: uno hiperdactil y otro desconocido. Las obser- vaciones mismas se iniciaron con el cruzamiento de la hembra hiperdactil con su hijo también hiperdactil. El resultado de este cruzamiento de padres ambos hiperdactiles fueron cuatro hijos, que presentaron todos la hiperdactilía. El dedo supernumerario en todos estos animales era bien desarrollado y el pedúnculo, que le unía a las extremidades, era suficientemente resistente para im- pedir su caída y permitirle un desarrollo bastante considerable. Después se verificó un cruzamiento entre uno de estos cuatro ani- males hiperdactiles y un macho de origen desconocido; y de aspec- to normal: nacieron cuatro hijos de los cuales tres son hiperdac- tiles y uno normal. En seguida se verificaron cruzamientos en- tre animales hiperdactiles y normales pero hijos de hiperdactiles y entre dos animales de apariencia normal, hijos de hiperdactiles. Los diferentes cruzamientos hasta ahora efectuados pueden clasificarse asi: 1.2 Gruzamientos de animales ambos hiperdactiles: (HDHD). 2.2 Cruzamientos de animales uno de los cuales es hiperdac- til y el otro normal: (HD Xn). 3.2 Cruzamientos de un hiperdactil con un normal que cuen- ta entre sus progenitores un individuo hiperdactil: (HDN). 4.2 Cruzamientos de animales normales pero que tienen en su ascendencia un individuo hiperdactil: (NN). Los distintos cruzamientos se han efectuado a medida que se ha ido presentando la oportunidad de verificarlos. Estos cuatro grupos no pretenden abarcar todas las diferentes posibilidades de cruzamientos entre los diversos genotipos, sino que únicamente los cruzamientos que hasta ahora se han llevado a cabo. El cuadro siguiente resume los cruzamientos hechos hasta ahora en los tres primeros grupos. 154 CUADRO No. 1 Cruzamiento Número [| Número [| Número [| Número Grupos de cruza- k total de [| de hijos [| de hijos Snbre mientos || hijos HD N. tE HD Xx HD 4 14 10 4 u HD X n 4 15 7 8 HI HD Xx N 4 6 2 4 li Como se desprende de los grupos 1 y Il, el promedio de hijos por cría es mas de 3,5. El escaso número de hijos obtenidos de los animales del gru- po 3.” se explica por la corta edad de las hembras, fecundadas ape- nas han alcanzado edad para ello. El grupo 4.2 lo mencionaré mas tarde por estar ligado a especiales circunstancias. El número total de hiperdactiles alcanza a 19 y el de norma- les (N) a 16. Ahora, si queremos interpretar debidamente estos resultados, debemos considerar las diferentes posibilidades de combinación entre los distintos genotipos portadores de los caracteres diferentes, o sea, los alelomorfos—hiperdactilia y normal (AD—n). Tenemos las siguientes posibilidades representadas en el cua- dro N.* 2, 155 CUADRO No. 2 nn NN E Ra Carácter Hijos Hi Padres dominante ato nooo I e Ambos EDO 1009/, 100% HD” mp | homozigotos HD homozigoto. HD HD homozi 5009 do si n | homozigoto HD l ar oto| 50% HD HD HD| heterozigoto 50%/0 30% n Di heterozigoto | HD HD | homozigoto HD TIT |——x=— HD » 100% HD E heterozigoto n n | homozigoto n IV |——x— n » 100% n n HD | heterozigoto ssl n HD| homozi EE A A ES AE - HD > e o n n heterozigoto % n n ambos 190% n va HD X HD heterozigotos p d 25% HD 'ENMRAED 5 7157 HD A A ETA HD ambos 1009) VII |——X=—— | homozigotos HD |, 70 "100%, ED 2 HD yn eterozigoto HD n IX |——x_—— » n » 1009/, n HD »n n n ambos 1009 , X map Ni no HD Homozisoto 1000/, n l.o Si cruzamos dos animales hiperdactiles ambos honzoz¿rotos todos los in- dividuos resultantes son homozigotos y presentan el carácter hiperdactil sea ono sea dominante. 2.0 Si cruzamos un homozigoto con un heterozigoto, pueden suceder dos casos: o el caracter hiperdactil es dominante o es recesivo, siendo el alelomorfo o sea el carácter normal, el dominante. Si el carácter normal es dominante y el hiperdactil recesivo, la mitad de los individuos serán homozigotos que pre- sentan el carácter hiperdactil por el solo hecho de ser homoZzigotos. La otra mitad serán heterozigotos que presentarán el carácter dominante: normal. La mitad serán individuos normales y la otra mitad hiperdactiles. 3.0 Si cruzamos un homozigoto hiperdactil con heterozigoto o sea el mis- mo caso anterior pero con la diferencia de que el carácter hiperdactil sea en este caso el dominante y el nermal el recesivo la mitad de los individuos se- rán homozigotos con el carácter hiperdactil. La otra mitad serán heterozigo- tos los cuales como en este caso el carácter hiperdactil es el dominante, pre- sentarán también el carácter hiperdactil. Así tendremos todos los individuos hiperdactiles con la diferencia de que una mitad es homozigótica y la otra he- teroZigótica. 4.0 Si cruzamos un homozigoto normal con un heterozigoto y suponemos que el carácter normal sea el domivante, tendremos la mitad serán individuos homozigotos con el carácter normal y la otra mitad heterozigotos con el ca- racter dominante, normal. Así tendremos la totalidad de los individuos con el carácter normal. 5,0 Si cruzamos un individuo bomozigoto normal con un heterozigoto o sea como en el caso anterior, pero suponiendo ahora que el carácter hiper- dactil sea el dominante la mitad seran de individuos homozigotos con el ca- racter normal y la otra mitad heterozigotos con el caracter dominante hiper- dactil. 6.0 Si cruzamos dos individuos heterozigotos entre si suponizndo que el caracter 207ma/ sea el dominante, tendremos la mitad homozigotos y la mi- tad heterozigotos. Pero los homozigotos son genotipos diferentes; siendo un : HD homozigoto BDY el otro. Luego sera uno hiperdactil y el otro normal. La mitad heterozigótica llevará el caracter normal dominante o sea seran ge- notipos normales. Asi tendremos en total tres individuos normales y uno hi- perdactil. 7.0 Si cruzamos dos heterozigotos, lo mismo que en el caso anterior pero ahora suponiendo que el carácte: hiperdactil sea el dominante tendremos una mitad homozigotos pero genotipos diferentes y la otra mitad de heterozigo- tos que presentan el carácter dominante hiperdactil. Obtendremos asi tres individuos hiperdactiles y uno normal. 8.0 Si cruzamos dos homozigotos pero genotipos diferentes y considera- mos el carácter hiperdactil como dominante, la totalidad de individuos seran heterozigotos que presentarán cada uno el caracter dominante hiperdactil, siendo de esta manera todos hiperdactiles. 9.0 Si lo mismo que en el caso anterior, cruzamos dos homoZzigotos de ge- notipos diferentes, pero suponemos ahora que el caracter don:nante sea el ca- rácter normal, resultará la totalidad individuos heterozigotos, que como tales manifiestan el carácter normal dominante. Serán así todos normales. 10.0 Si cruzamos dos animales normales ambos homozigotos, todos los in=- dividuos resultantes son homozigotos y presentan el carácter normal sea o no sea dominante. Estos diez casos mencionados comprenden el total de posibi- lidades en el cruzamiento de los diversos genotipos representati- 157 vos de los caracteres alelomorfos en consideración: hiperdactilía y normal, Pero esta distinción teoricamente tan fácil, en la práctica es difícil. Asi en presencia de un animal hiperdactil, a simple vis- ta, no podemos decir si se trata de un homo o de un heterozi- goto, ni si se trata de un caracter dominante o recesivo. Son am- bos datos revelables en proporciones determinadas en las filas fu- turas de sus descendientes. Ahora, si damos una ojeada general a los resultados obtenidos en las varias combinaciones de diferentes genotipos, constatare- mos, que el carácter dominante aparece en los descendientes, cua- lesquiera que sean los progenitores, ssempre en una proporción ma- yor que la mitad, el minimun es la mitad. Nunca el caracter doxmi- nante puede aparecer en proporción inferior a la mitad. Si en una serie de cruzamientos realizados con diferentes ge- notipos, obtenemos una descendencia que presente uno delos alelo- morfos en proporción de no menos o superior que la mitad, esta- mos autorizados para declarar que se trata de un caracter domi- nante. En nuestras observaciones, encontramos 19 individuos hiper- dactiles y 16 normales (N) o sea una proporción superior a la mi- tad en favor del carácter hiperdactil. Parece así, claro, de que la hiperdactilía es un carácter domi- nante, aunque en algunos cruzamientos considerados aisladamente la proporción de hiperdactiles era inferior a la mitad. En el cuadro siguiente, damos los detalles de los cruzamien- tos del primer grupo, esto es, de los cruzamientos entre hiperdac- tiles. 158 CUADRO No. 3 Número total Padres dos HD N 1 HD X HD 4. 4. 0 9 » 3 3 0 3 » 4 1 3 l 4 » 3 2 1 Suma HD X HD 14 10 4. El azar puso en nuestras manos un hecho que hace pensar que el porcentaje de animales hiperdactiles debe ser en verdad aun ma- yor en tal escruzamientos. Falleció una hembra de origen desconoci- do de aspecto normal que estaba embarazada de un macho hiper- dactil. El profesor Lipschiútz realizó la autopsia y se encontró con el hecho doblemente interesante: 1.2 La prescencia de seis embriones, hecho excepcional, pues generalmente el número de recién nacidos alcanza aquí en el Insti- tuto, como término medio a 3más o menos. El número de cuatro se ha sobrepasado sólo dos veces en las crías del Instituto, durante los años. 2.2 A la par de la fecundidad insólita de esta hembra muerta antes de dar a luz se encontró, que de los seis embriones cinco 159 eran hiperdactiles, de los cuales tres en ambas extremidades, pos- teriores, dos en una extremidad posterior solamente, y solo uno normal. Como se ve en el cuadro cuarto trátase de una proporción su- bidísima de individuos hiperdactiles. CUADRO No, 4 Número Cruzamientos |total del HD N hijos PRA DI A, Ñ A 1 OHDXO n 4 3 1 | =F 9 a 3 1 9 Véa Grupo 11 del Cuadro 1 A O A A O E Sa Ed 4 » 4 2 2 | ) Embriones en elútero peso 9 a 14 grs. Es de interés también el otro hecho de que dos eran hiperdac- tiles solo unilateralmente. Ahora observaciones anteriores en este Instituto habían ya demostrado que en los individuos hiperdactiles, ya sea uni o bilateralmente se producia a veces la pérdida de uno o de ambos dedos supernumerarios. Esto movió a pensar que la 160 aparición exagerada de fenotipos normales en los cruzamientos an- tes mencionados (véase cuadro N.? 1 grupo 2 y 3) podia explicarse satisfactoriamente al suponer que un fenotipo nacido normal es al- gunas veces embri0nariamente un fenotipo hiperdactil. Yo mismo pude constatar la pérdida del dedo supernumerario que existia en una sola extremidad posterior, en un caso; en otro caso en que la hiperdactilia se presentaba en ambas extremidades posteriores habia una pérdida de uno de estos dedos supernumera- rios. Estos dos casos se refieren a individuos cuyos dos padres eran Inperdactiles. La pérdida del carácter hiperdactil en individuos hi- jos de un hiperdactil y de un normal la he constatado varias veces. ¡2 Con el fin de dilucidar esta cuestión hemos sacado los embrio- nes del útero en dos casos de cruzamientos de individuos hiperdac- tiles con individuos normales hijos de hiperdactiles (HD—N). Los resultados se encuentran expuestos en el cuadro N.? 5 junto con los datos respectivos sobre el grupo 3 del cuadro N.o 1, CUADRO No. 5 Número | Cruzamientos [total del HD | N hijos | ! 7 ] 0 HDXO N 1 1 0 Eje 2 » 1 0 1 3 » 1 0 1 4 > 3 1 2 — O A 5 0) a N 2 1 cid Embriones A 6 l'OHDXON| 4 2 2 » + | Suma | HD XN 12 e NENA 161 El caso 6 del cuadro N.* 5 es el siguiente; una hembra hi- perdactil embarazada de un macho normal hijo de hiperdactil. De los cuatro embriones que se extrajeron uno era hiperdactil en am- bas, otro hiperdactil en una sola de las extremidades posteriores; dos embriones eran de apariencia completamente normal, El caso 5 (cuadro N.* 5) es: una hembra normal hija de hi- pordactil embarazada de un macho hiperdactil. Se obtuvieron dos embriones: un hiperdactil y otro normal. Resulta cas? la mitad hiperdactil. En último lugar mencionaré otros dos casos. 1.2 De una hembra normal, hija de hiperdactil, embarazada de un macho también normal, hijo de hiperdactil, se sacaron del útero dos embriones de aspecto completamente normal. 2.2 Una hembra hiperdactil embarazada también de un ma- cho hiperdactil abortó. Encontramos 3 embriones semidestrozados por la madre. Un embrión era hiperdactil en ambas extremida- des posteriores, otro en una sola extremidad posterior y otro del cual restaba integra solo una de las extremidades posteriores la cual presentaba el dedo supernumerario. Como resultado de estas diferentes observaciones en embrio- nes y abortos tememos un total de 11 embriones hiperdactiles y 6 normales. La proporción de hiperdactiles es muy superior a la en ani- males después del nacimiento (véase cuadro N.* 1) salta también a la vista el gran número de hiperdactiles unilaterales en embrio- nes. De 11 hiperdactiles a lo menos 4 eran unilaterales. Si ahora reunimos los resultados generales de las observacio- nes en embriones y en nacidos obtendremos el cuadro 6. CUADRO N.? 6 N úmero total de HD N hijos Nacidos (Cuadro 1) 35 19 16 Embriones y abortos - (Cuadros 4 y 5 y datos expuestos más arriba) 17 11 6 Suma 52 30 22 162 Esto es un total de 30 individuos hiperdactiles y 22 indivi- duos normales. La hiperdactilia supera a la mitad límite de la dominancia, En vista de estos resultados podemos declarar que en el ca- so actual, el carácter hiperdactil es el carácter dominante. Mencionaré, para terminar, los resultados obtenidos por dife- rentes investigadores en el hombre. Sverdrup, constató la dominan- cia. Lo mismo constató Amrain, aunque con algunas particulari- dades (salto de una generación entera). H. Snider, al contrario considera que la hiperdactilia en el hombre, en los casos por el observados, queda explicada mejor como un carácter recesivo. RESUMEN: 1.2 La hiperdactilía en los cobayos por nosotros observadas, se presentan como un carácter dominante: de 52 animales nacidos de hiperdactiles cruzados con hiperdactiles o normales, 30 eran hiper- dactiles. 2.2 El carácter hiperdactil puede perderse en la vida extantéri- ea y probablemente también en el período embrionario y una vez na- cido tal ¿individuo aparecería como normal. 163 ' E E esoo ELE Pd EE ene ¡ia EAS ce l e e Y Did o Loy pa PAN pd ATA 6 by? Lin pago so, de Aopomd VIA 0 A E A O 134 Ci 14! ls A A UNA adn 7) pr al AS FOTO JE APN Cabal GRA lean: A ay Ai A AUS Ms AR MES Ed MO 1 + yn Us dr e mm ' O o Í $ AE ] e 4 RAMA 5 ] 4 07 $ PR A ENT Ñ Ñ + ena: y y: Ú FA Ñ 4 pt td" 1er? pe Est AIDA pa EA o pie ip PO q Ab rta SR o LY cn 05y E v sd 1 4 h z y A B letín de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Filial de la Societé de Biologie de París , - Publicación auspiciada por la Universidad de Concepción DIRECTORIO: Prof. Carlos Oliver Schneider Prof. Dr, Salvador Gálvez Prof. Dr. Alcibíades Santa Cruz Prof. Dr. Carlos Henckel Prof. Dr. Alejandro Lipschútz Prof. Dr. Ernesto Mahuzler Dr. Eduardo Viñals REDACTORES DEL BOLETIN: y n br: Ad Dr. Ottmar Wilhelm. Prof. Dr. Ernesto Herzog Tomo V y VI Año 1931-1932 SUMARIO Dág. Goetsch, Wilhelm.—Estudios sobre eto Chi- A Oliver Schneider, Carlos.—Observaciones Psicobioló- gicas acerca del Dromiciops Australis, Fd. Ph. vul- garmente Mámado: ¿Cola Colorear eun oa Ñ Henckel, K. O.—Contribuciones al Estudio de la An- A tropología Chilena.—I. La disposición de las crestas : papilares de las falangitas en la población de la 3 Ao ymela de (OpcS pelo noo da talco dei de 120 Herzog, Ernst.—Estudios experimentales sobre la in- | fluencia de la nicotina y otros venenos sobre los d. sanglios simpaticos; periféricos... catan nooo leal EL | _Rahm, Gilbert.—Observaciones sobre los grupos san- sumeos em la lslaude: Pascua. o. root stosoza ne ai 09 Wilhelm, Ottmar.—Los Helmintos parásitos intestina- les en los mineros de la a carbonífera de la provincia de Concepción (Chile)... cuinonpaninno: =c00...2 65 Informe del bibliotecario (Canje) por Prof. Dr. Henckel, K. O. 69 q MAY 5: 1934 >> Na MiGnaL mus£ A nt y Boletín de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Filial de la Societé de Biologie de París Publicación auspiciada por la Universidad de Concepción DIRECTORIO: Prof. Carlos Oliver Schneider Prof. Dr. Salvador Galvez Prof. Dr. Alcibiades Santa Cruz Prof. Dr. Carlos Henckel Prof. Dr. Alejandro Lipschútz Prof. Dr. Ernesto Mahuzier Dr. Eduardo Viñals REDACTORES DEL BOLETIN: Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Prof. Dr. Ernesto Herzog Tomo V y VI , Año 1931-1932 Estudios sobre Zoogeografía Chilena Prof. Dr. Wilhelm Goetsch, (Miinchen) Miembro correspondiente de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Chile se extiende a lo largo de la costa occidental de la América del Sur entre los grados 17 57” y 55% 59 de latitud sur. Al Este limita con la Cordillera de los Andes y al Oeste con el mar Pacífico. De Oeste a Este se pueden distinguir tres re- giones: Cordillera de la Costa, Valle Longitudinal y Cordillera de los Andes. Esta división tiene una neta demarcación sólo en la región media del país. Tomando en fzuenta los distintos factores abióticos y bióticos que ha resumido el Dr. Hellmich en la fauna chilensis Il, es posible dividir a Chile en las 6 siguientes regiones: I. Resión de Atacama. II. Región dúel Espinal (estepa). III. Región de los bosques. IV. Región magallánica. V. Región andina. VI. Región de las islas. Estas regiones poseen las siguientes características: 1. Región de Atacama: 18-30 S. La Cordillera de la Cos- ta conduce a un altiplano de una altura media de 3,500 a 4,000 metros. La cordillera andina (Cordillera oriental) está desme- APR 10 1994 ¿ me nuzada en macizos volcánicos. El valle longitudinal se reconoce sólo en algunas regiones (Pampa de Tamarugal). Las lluvias son muy escasas y el clima es extremadamente árido. La parte noreste de la región queda comprendida en la provincia de las lluvias estivales del trópico. La vegetación es nula y muy pobre. IT. Región del Espinal. 30-37 S. La división en Cordillera de la Costa, Valle longitudinal y Cordillera de los Andes se halla claramente señalada. En el norte de la región hay numerosos macizos transversales. El verano es muy seco; el invierno más o menos húmedo. Tenemos una estepa xerofítica (espinal) y los bosques mesofíticos siempre verdes están compuestos de árboles de follaje duro y lustroso. Til. Regién de los bosques: 37-45” S. Los tres elementos formativos sufren una depresión considerable de modo que el valle longitudinal se hunde en el mar, y la Cordillera de la Costa se transforma en archipiélago. Aquí hay ríos de alguna consi- deración y lagos muy grandes. Lluvias caen durante todo el año. Los besques mesofíticos tienen follaje perenne y caedizo; en el S. O. comienza la estepa xerofítica. TV. Región magallánica: 45-56 S. La depresión continúa y la Cordillera se despedaza poco a poco. Sus puntos culminantes se hallan dentro del territorio chileno, mientras el límite polí- tico se introduce en la Pampa argentina. Lluvias hay en todas las épocas del año. Estepas xerofíticas se encuentran en terri- torios algo más pobres en lluvias. Las formas de bosques son amálogas a las de la región anterior. V. Región andina: a) Sub-región de la Puna, 18-307 $. Altiplano. Altura media: 3,500-4,000 mts. Cerros aislados (vol- canes) alcanzan una altura de 6,600 mts. En el norte queda incluída esta región en el territorio de las lluvias estivales del trópico. El clima es más húmedo que en las regiones bajas. La vesetación es xerofítica. bh) Sub-región antártica, 30-56* $. Enormes cadenas de cordillera que disminuyen más o menos en el sur, forman una muralla limítrofe. La vegetación es alpina; flora antártica penetra desde el sur y el este hacia el norte. VI. Región de las islas: Las islas principales, que pertene- cen a Chile, son: Juan Fernández, Islas Desventuradas, Isla de Pascua, Salas y Gómez. La geología, climatología, flora y fauna de cada una de estas islas aisladas presentan particularidades especiales. Por lo general podemos decir que los factores abió- ticos y bióticos son más semejantes a las islas de Oceanía y Polinesia que al continente. El aislamiento territorial de Chile por la Cordillera y el mar presenta tres excepciones: a) Ai Norte la Puna, hacia el Perú, Bolivia y Argentina. b) Al Sur, varios pasos o boquetes que comunican con Argentina. 2 LN PA e) Al Sur, la Cordillera se suelta y se producen comunica- ciones con las pampas de Patagonia. ' Fuera de lo anotado, existe entre Chile y Perú una comu- nicación abierta a lo largo de la costa del desierto, que es muy pobre en fauna. Todas estas comunicaciones no influyen mayor- mente en un intercambio faunístico por causas climatéricas, florísticas y crográficas. Debido a esto Chile constituye una is- la en medio del continente sudamericano. Las excursiones y expediciones que he hecho durante mi estada en Chile (1929-1931) en el primer año en parte con mi ayudante A. Ide R., en el segundo siempre con el Dr. Hellmich, me dieron ocasión de visitar no solamente el país desde el norte hasta el sur, y de conocer regiones muy interesantes y preciosas, sino también colectar un inmenso material zoológico, aun des- conocido hasta ahora. Este material, cuya clasificación ya está empezada, con ayuda de colegas de todo el mundo, me permite presentar aquí algunos estudios sobre la distribución de la fauna entre diversas regiones mencionadas; aunque la siguiente ex- posición no puede ser «leo acabado y completo. En la primera región que comprende el desierto de Ataca- ma hay una fauna muy escasa. Especialmente en las regiones en las cuales se encuentra el salitre, es casi imposible la vida de los animales. En los alrededores de Antofagasta, por ejemplo, pude observar larvas de moscas y otros insectos que se desarro- llan en los cadáveres de animales. Esas larvas mueren en la arena en el momento en que intentan penetrar en el suelo para empezar su metamorfosis. Solamente en las costas existe una fauna muy caracterís- tica: pelícanos, cormoranes, gaviotas y piqueros en grandes co- lonias, fabrican sobre las rocas masas de guano. En la costa misma se encuentran jJaivas de diversas especies, y entre las piedras, lagartijas del género Tropidurus (In perivianus), y Phyllodactylus verrhopygus. Más adentro, en el desierto mismo, existen otras especies de lagartos, Callopistes maculatus, la “Iguana”, y también la- gartijas del género Liolaemus (L. nigromacylatus atacamensis). La última especie tiene color de arena y ofrece un dimorfhismo sexual muy marcado. L. nigromaculatus varía según las loca- lidades, formando muchas subespecies, por ejemplo, en Caldera y Coquimbo, ete. En los cerros habitan otros Liolaemus hasta ahora no suficientemente clasificados (L. platei). Los enemigos mortales de estas lagartijas son las culebras (Tachymenis peruviana) que alcanzan a grandes dimensiones, y Dromicus chamissonis más rara que la primera. Las chinchillas (Chinchilla laniger) eran hasta poco típicas para el Norte; ahora están casi totalmente exterminadas. Otro 3 pequeño roedor que habita esta región es la Vizcacha (Lago- tis criniger). De los carnívoros se ve de vez en cuando al puma (Felis concolor), el que se encuentra en todo el país, y algunos gatos monteses (Felis pajeros, F. colocolo) y zorros (Canis azarae Chilla). Los llamas (Auchenia lama) y Vicuñas (Au. vicunmna) aparecen solamente cerca de la frontera hacia el Perú y Bolivia; el Huanaco (Au. huanaco) también más al sur. En las quebradas que contienen la mayor parte del agua, formando tal vez oasis con más vegetación, viven palomas (Zenaida aurita y Colombina picui) y las llamadas Bandurrias (Ibis melanopis) que pude observar en Copiapó y Punta Colorada, y otras que en las regiones centrales viven en ma- yor cantidad. Entre las aves rapaces, características para todo Chile, te- nemos el Aguilucho (Buteo erythronotus), el Tiuque (Milvago chimaneo), y en la alta Cordillera el Cóndor (Sarcoramphus eryphus). También encontré en barrancas, cerca de la población Punta Colorada, nidos de loros grandes (Psittacus cyanolyseos Mol. Conurus patagonus Vieill.) y pude observar y fotografiar handadas de ellos sobre quiscos. (Cereus chilensis var. coquim- bianus). Más al sur, en la provincia de Aconcagua, se ha extin- guido desde hace más de 30 años. Para los anfibios hay poco lugar habitable en la región del desierto; solamente alrededor de los ríos, que llevan agua en el invierno. En restos de agua se concentran en la primavera re- nacuajos, que mueren poco a poco por agotarse el agua, cuando no alcanza el tiempo para la metamorfosis. Fuera de los parásitos humanos, como las pulgas (Pulex irritans), los chinches comunes (Acanthia lectuaria), y los chin- ches de campo (Conorrhinus sextuberculatus “Vinchuca”), hay que mencionar las hormigas que forman en el desierto nidos característicos en forma de cráteres. Esos nidos tienen grandes profundidades que permiten llegar hasta regiones húmedas en el interior del suelo. Una especie nueva (Dorymyrmex Goetschi), clasificada por el Dy. Nenozzi (Chiavari) posee una cabeza ro- ja y vive sobre minas de oro y de cobre, transportando por eso tal vez pedacitos de los minerales mencionados afuera de sus nidos. Otra especie hasta ahora desconocida (Forelius eidmanni Menozzi), tiene la particularidad de recoger miel fabricada por los pulgones del quisco y depositarla en su madriguera. Sirven de vasija unos socios del nido cuyo abdomen se hincha hasta reventar. Cuando escasea el alimento, estas vasijas vivas de- vuelven la miel. Otra manera de guardar alimentos es almacenar granos; esto se ve con más frecuencia en las regiones secas más al sur. 4 De otros insectos encontré solamente unos coleópteros in- teresantes (Diastalis collaris, Meloe sp.) y algunas avispas so- litarias, como también termites, que viven en grandes cantida- des bajo montones de quiscos que se usan para hacer chozas. Estos termites pertenecen a la especie Calotermes chilensis que se encuentra en todo el país. Pero en el norte y en la región me- dia (hasta Santiago y sus alrededores) se ha formado una va- riedad; los individuos sexuados son más pequeños que los del sur, y los llamados soldados tienen mandíbulas mucho más es- beltas. (Calotermes chilensis Zzapallarensis). De las arañas la más interesante es la Galeodes variegata, un representante de los Solífuzos. Una hembra que encontré cerca de La Serena des- arrolaba 42 huevos que depositó en una cavidad hecha por ella misma. Otras arañas interesantes que he visto en Copiapó son la “araña” del trigo (Latrodectes mactans), único animal ve- nenoso de Chile y una especie nueva del género Sicarius, que vive en la arena. Se pueden distinguir en cada región geográfica siempre lugares específicos, “biotopos”, en los cuales vive también una fauna específica. Unos de estos biotopos del norte ya mencioné: la zona salitrera, casi sin fauna, y las costas con las aves del guano, jaivas y lagartijas (Tropidurus). Otros biotopos son los cerros de la Cordillera de la Costa entre Copiapó y Coquimbo, que sólo están envueltos por neblina en las mañanas y tardes, y que tienen las leuanas, las lagartijas de género Liolaemus (plateis) y las culebras (Tachymenis peruviana y Dromicus chamissonis) como habitantes. Encontramos también aquí las aves de rapiña ya mencionadas, y los cráteres de las hormigas. En las quebradas que forman otro biotopo con poco de agua y vegetación pueden vivir anfibios, que depositan sus huevos en los pozos y charcos llenos solamente en la primavera. A esos biotopos hay que agregar el océano, cuyas costas se dividen en arenosas, como la playa de La Serena, y rocosas como en los alrededores de Caldera. Pero estos biotopos son los mis- mos que los de la región media, que vamos a describir ahora. La región media, la estepa o mejor el espinal, es difícil de caracterizar por la existencia de muchísimas especies pertene- cientes también al norte y al sur. Según Johow, solamente en Zapallar viven 25 especies de mamíferos, contando las cuatro especies de murciélagos, incluso el Vampiro chileno o “Piuchén” (Desmodus rufus Wied), ahora muy raro en Chile. Además ocho carnívoras como el Puma, que es visto y cazado de vez en cuando, y dos especies de Zorros, la “Chilla” (Canis azarae) y el “culpeo” (Canis magellanicus), co- mo también los gatos monteses (Felis guigna Mol.) F. tigrina o pajeros Desm. y F. colocolo H. Smith). Entre las diez espe- cies de roedores nombraremos el Coipo (Myopotamus coipus 5 Mol.), como también el Degú (Octodon degus Mol.) que se deja ver con preferencia en las tardes. De los ratones y ratas de cam- po tenemos el Ctenomys magellanicus que en el norte se conoce por el nombre de Sarteneja y en el sur por Tucotuco, y un pe- queño roedor Oryzomys longicaudatus (Bennett), el que según Reed es un visitante del Cerro San Cristóbal. El único represen- tante de los Marsupiales es la especie Didelphis o Marmosa elegans (Waterhouse) que en el norte, de donde tengo pieles, se conoce con el nombre de “comadreja”, en el centro con el nombre “llaca”. De los pajarillos pude contar alrededor de Santiago más de cuarenta especies, y entre las Rapaces, veinte especies incluídas las lechuzas. La descripción de la avifauna completa podría for- mar el tema de un artículo especial. Aquí sólo se pueden men- cionar aleunas especies. Los pajarillos conocidos son: Turdus magellanicus Zorzal Agelaius (Curaeus) aterrimus (Kittl) Tordo Leistes superciliaris (Bp) Trupialis militaris Loica Nimus thenca (Moll.) Tenca Anthus sp. , Siptornis sordida (Less.) Canastero Geositta cunicularia (Vieill.) Caminero Cistothorus pratensis Chercán común Troglodytes furvus (Gm.) Chercán de las vegas Muscisaxicola nigrifrons (Phil.) Dormilón Anaeretes parulus (Kittl.) Torito Cyanotis rubrigastra (Vieill.) Siete color Elacnia albiceps (D'Orb.) Fio-Fio Lessonia nigra (Bodd.) Colegial Diuca (diuca) grisea (Mol.) Diuca Zonotrichea pileata Chincol Chrysomitris barbatus (Mol.) Jilguero Sycalis arvensis Chirihue Phrygilus aldunatei (Gay) Chanchito Phrygilus unicolor (d'Orbig.) Pájaro plomo Passer domesticus (L.) Gorrión Atticora (Hirundo) cyanoleuca Golondrina Tachycineta albiventris (Bodd.) Golondrina blanca Phytotoma rara (Mol.) Rara Upucerthias sp. Bandurilla El llamado “tapaculo” Pteroptochus albicollis Kittl, ave de vuelo dificultoso, del tamaño de un zorzal, anida en cuevas sub- terráneas. Esta ave, que posee patas muy grandes, representa junto con el chucao (Pt. rubecula) de la región sur una familia 6 existente sólo en Chile y en el Perú. Por su vuelo silencioso du- rante el crepúsculo y su plumaje parecido al de la lechuza, llama la atención un caprimulgo, que se llama “aplastilla” o “gallina ciega”. (Stenopsis longirostris Bp.) Se encuentran más de veinte especies de aves de rapiña. El águila (Geranoaetes melanoleucus) la he visto en gran can- tidad; el cóndor (Sarcoramphus gryphus) (L.) solía verse alrededor de las cumbres. Otros representantes de este grupo son: Falco femoralis Halcón Falco peregrinus Gavilán Elainus leucurus (Vieill.) Bailarín Tinunculus sparverius (L.) Cernícalo Buteo erythohotus (King.) Aguilucho Buteo peuco Peuco Accipiter chilensis Ñanque Milvago chimango (Vieill.) Tiuque Ibicter megalopterus (Meyen.) Tiuque de la Cordillera Polyborus tharus (Mol.) Traro Los dos vulturidos (Catharista atrata Rost.) o Cathartes urubu llamado Gallinazo y Rhinogryphus aura (L.) llamado Jote son muy comunes. De las aves de rapiña nocturnas se encuentran: Strix flammea (L.) Lechuza Claucium nanum (King.) Chuncho Speotyto Cunicularia (Mol.) Pequén Asio acipitrinus (Pal.) Nuco Bubo magellanicus (Gm.) Tucuquere Syrmium Rufipes (King.) Concón Bastante frecuentes son dos especies de picaflores, de los cuales el más pequeño (Eustephanus galeritus) permanece tal vez todo el año en la región media, mientras que el otro (Pata- “ona gigas) que alcanza el tamaño de una golondrina, llega a fines de Agosto y una vez terminada la época de procreación, emigra al Perú y Ecuador. Hay que agregar unas Gallináceas como la Perdiz (Notho- procta perdicaria Kittl, y la codorniz (Lophortix califormucus Bp.), introducidas de Norteamérica, y las columbas ya mencio- nadas, para tener las aves que se puede observar con frecuencia. Los reptiles del norte, como la Iguana y las culebras, viven también en los sitios más secos de esta región. Las lagartijas (Liolaemus nigromaculatus) han formado la subespecie “zapa- llarensis” más grande y más colorado como las del desierto; además aparecen otras especies como el “lagarto chileno”, Lio- 7 laemus chiliensis y L. nitidus, y una serie de lagartijas: L. te- nuis tenuis especialmente en los jardines, L. lemniscatus en el campo, y L. gravenhorsti en regiones más húmedas como ser los sitios entre jardines y acequias. Los anfibios tienen representantes muy característicos en la rana (Calyptocephalus Gayi), en los sapitos (Paludicola Pleurodema bibroni), que cantan en el verano todas las noches, y en los sapos como Bufo spinulosus y muy raro en el género Borborocoetus (B. kriegi) del cual tenemos en nuestra colección los dos únicos ejemplares que se conocen. Los animales inferiores aparecen con más frecuencia que en el norte. Las acequias están llenas de Ciclópidos, Dafnidos, Ostrácodos y Protozoos, que forman la base para el nutrimento de los crustáceos mencionados. Pude clasificar entre las amibas, por ejemplo: Amoeba proteus Amoeba limax y Pelomyxa sp., y además las amibas con carapazón como Arcella vulgaris, Arcella spinosa, Centropyxis aculeata, Difflugia, Euglypha, y entre los Heliczoos parece fallar Antinosphaerium eichhorni, encontré solamente: Actinophrys sol, Acanthocystis y Radiophrys. Son muy frecuentes los Flagelados, como Euglena viridis, Dinobryon, Pandorina, Eudorina y Volvox, y los Ciliados como Colpidium colpoda, Paramaecium caudatum, Paramaecium bursaria, Lacrymaria sp,, Spirostomum ambiguum, Stentor coeruleus, Stentor polymorphus, Stylonychia, Vorticella, Carchesium y Tocophrya. Los insectos tienen muchos representantes, pero no con ti- pos caracterizados fuera de la “madre de la culebra” (Ancistra- tus cunmingi), cuya larva grande vive en la madera, y unos 8 Himenópteros, como la avispa (Odynerus humaralis), que hace su nido de barro en árboles, llamados “tierra volada”. Otras avispas y abejas se caracterizan por su tamaño y color (Pelo- paeus chilensis, Sphex latreilli Bombus dahlbomi), y unos Ortópteros por su forma grotesca como los Palotes (o cabello del diablo) y el mariposón (Bacunculus sp., Mantis gayi). Algunas hormigas viven en la región media del mismo mo- do que en el norte, es decir, hacen nidos en forma de cráteres. La especie más interesante es Pogonomyrmex espinosus, cuyo nido se compone sólo de “Gigantes” o sea obreras con cabezas grandes. P. espinosus almacena eranos en cámaras formadas en el suelo. Hasta hace poco no se había podido saber por qué, pues pude observar, ya en especies semejantes, ya en Pojono- myrmex mismo, que abrían los granos para transformar el almidón en azúcar por medio de su saliva. Los granos sirven solamente para tiempos de escasez. Esto podemos atribuírlo con más precisión en las especies Solenopsis gayi y latastei. Fabri- can cráteres y almacenan semillas solamente en sitios secos para los tiempos de escasez; por ejemplo: en los alrededores de Coquimbo, de Copiapó y sobre los cerros santiaguinos. En re- giones húmedas viven bajo piedras y se alimentan de restos de insectos, etc., de manera que se adaptan a cualquier medio y región. Muchísimas veces aparecen también en grandes canti- dades en las despensas y cocinas, siguiendo los rastros que ha dejado una primera descubridora por medio de secreciones de elándulas abdominales. Los sitios más húmedos bajo piedras y entre las raíces de las plantas representan un biotopo muy caracterizado, por la presencia de los llamados “chanchitos” (Oniscus armatus. y Armadillidium), que tiene la facultad de enrollarse de arañas del género Gonyleptus, muy típico para América del Sur y, en fin, de caracoles con y sin concha. Los primeros pertenecen casi siempre al género Bulimus, indígena en Chile, o al género Helix (Helix aspersa) introducido de Italia o de España. Los caracoles sin concha tienen también representantes en especies indígenas, como el género Vaginulus, e introducidas, como Arion y Limax. Los gusanos de este biotopo son represen- tantes de las Planarias terrestres como el género Geoplana, que aparecen en una especie negra (S. pulla Daw) y una blanca, S. pallida Daw, y de las lombrices de tierra, siempre más peque- ñas que las de Europa. Por eso desaparecen las formas indígenas poco a poco, reemplazadas por las más robustas que se han in- troducido casualmente. Para poder hablar de las costas, las dividimos en rocosas y arenosas. Las primeras tienen como representantes típicos mu- echos caracoles, adaptados a las ondas grandes, como ser los moluscos más primitivos de la clase, los Anfineuros, que se lla- 9 inan vulgarmente “Oscabriones” (Chiton magnificus Desh, Ch. granosus Fremb, Ch. Chaetopleura peruviana Lam.) Ade- más las “chapas” (Fissurella nigra Less, F. picta Lam.) y las “lapas” (Acmaea variabilis Sow., A. scutum D'Orb., A. viridula Lam., Scurria Less, Se. Zebrina Less.) Las formas más grandes sirven de alimento lo mismo que los “locos” (Concholepas peru- viana Lk.), una especie que existe solamente en las costas chi- lenas y peruanas. Otras formas de la costa rocosa son Monodonta nigerrima Gmel, Turbo (Prisogaster) niger. Gray, Littorina (Melaraphe) araucana D'Orb., L. (M.) zebra Wood. En las pla- yas de la costa arenosa se encuentra como representantes de los Gastropodos Oliva litterata Lam. y Oliva peruviana Lam., que varían mucho en su color, y además unos Lamelibranquios de los géneros Venus, Mactra y Mesodesma, llamados en Chile “Macha” y “Taca”. La costa rocosa tiene también representantes típicos de los peces en el “peje-sapo” (Sicyases chilensis Gthr.) que se fija sobre las rocas mediante su ventosa ventral, y de los Equino- dermos en los “soles de mar” (Heliaster helianthus) con 25 bra- z7OS y más; los erizos de mar, que tienen casi siempre en su intestino un cangrejo del género Pinnotheres (Pinnaxodes). Los representantes respectivos de las costas arenosas son los “lenguados” (Hippoglosus) Paralichthys kingii) y las rayas (Raja lima) y otras especies que se entierran en la arena, y las estrellas de mar (Stichaster aurantiacus Meyen y Asterina) (Potiria chilensis Giitten), y en lugar de los erizos las Holotu- rias (Phyllophorus chilensis). Las diversas especies de Jaivas (Xantho planus, X. gaudichaudi, Platycarcinus dentatus) se ven en ambas formas de la costa, en las cuales se buscan para co- merlas. Los crustáceos más pequeños, como las puleas de mar (Orchestia chilensis, Talitrus), se encuentran especialmente en las playas entre costas rocosas como Zapallar, Cartagena, Viña del mar, entre los restos de diversos mariscos y las aleas eran- des arrojados a tierra por las ondas (“Cochayuyo”) (Duvir- liea) y (“luche”). En los dos biotopos de la costa existe más o menos la misma avifauna. Sean nombradas unas especies de patos que viven tanto en el mar como en el agua dulce, las diferentes especies de gaviotas y golondrinas marinas (Larus dominicanus, Licht., Larus modestus, Tsch.), Sula variegata Tsch., el llamado “pi- quero”, y Rallus rytirhynchus Vieill., el “pidén”, cuyos gritos se oyen las tardes en las orillas. También encontramos los pája- ros niños (Spheniscus humboldti Meyen y Sph. magellanicus Forst.), que pertenecen a la región del sur, pero llegan hasta el Perú, los Pelícanos (Pelicanus fuscus), y los cormoranes o cuer- vos (Phalacrocorax atriceps, Ph. gaymarti), cuya mayoría vive más al norte. Los llamados “pollitos de mar” (género Chara- 10 drius y calidris) andan con velocidad sobre las playas buscando animalitos que les sirven de alimento. Las aves mencionadas prefieren el mar, otras como las Garzas y Garcetas (Ardea galathea, Herodias egretta, H. candi- dísima), el Huairavo (Nyeticorax eyanocephalus) y el Queltehue (Belanopterus cyanensis Gm.), el agua dulce de las lagunas, de los ríos y de los lagos. Esos lugares forman biotopos especiales con cangrejos (Aeglaea laevis, Parastecus chilensis), larvas de matapiojos y efemeras (Aeschna diffinis, Ephemera guttata) y caracoles del grupo de los Pulmonados indígenas como el género Chilina. Fuera de estos biotopos acuáticos haremos notar solamente la diferencia que existe entre los campos del valle longitudinal, por ejemplo: Peñaflor y otros alrededores de Santiago, mojados por las acequias también en el verano, con cantidades de aves cantoras e insectos como abejas, mariposas, etc., y los cerros como San Cristóbal, cerro de Chena, Manquehue, áridos y seca- dos por el sol abrasador, con una fauna más semejante a la del norte. La tercera región, o sea la de los bosques, se extiende desde el río Maule o Bío Bío hasta el Golfo de Aysen. Se divide en una subregión alrededor de los ríos grandes, como Bío Bío y Valdi- via, con árboles de hojas caducas; otra de los lagos, como Pu- yehue, Llanquihue y Todos los Santos, y la tercera de los canales, caracterizada por el hundimiento de la cordillera de la costa. En la región de los ríos, las dos cordilleras están separadas por el valle longitudinal. Un cuadro típico de la región sur se obtiene en cabalgatas entre la región del lago “Todos los Santos” y el fiordo de Re- loncaví. Citaré aleunas palabras de Krieg, que caracterizan esta región: “Alrededor de los hermosos lagos en los cuales se re- Tlejan los blancos volcanes están los bosques que ocupan el gran valle chileno que se encuentra entre la Cordillera de los Andes y de la Costa. En estos bosques reina una vegetación que es imposible describir. Bajo los inmensos copihues, coigúes, laure- les y cipreses, las quilas se entretejen con los avellanos y murtas. Troncos de árboles en putrefacción, revestidos de musgos se hunden en el barro. De vez en cuando aparece el sol sobre algu- nas liliáceas. Ahí corretean las lagartijas y se enrollan culebras inofensivas. En los árboles gigantescos, y los copihues cuyas flores rojas aparecen de vez en cuando, reina un gran silencio, interrumpido solamente por el grito de chucao, y bandadas de picaflores vuelan sobre las matas de chileos”. En estos bosques vive comunmente el Puma que los mapu- ches llaman “pangui”, y no sólo la especie chilena que es rojiza, sino que el león plateado y grande de la Pampa Argentina. Pude observar los cueros de ambos en casa del Dr. Wolfhiigel, en 11 Cayetue, que habían sido cazados alrededor del lago Todos los Santos. Conseguí en Puerto Varas un cuero de un puma recién cazado. Durante el verano casi no se ven estos animales, pero en invierno hacen gran daño en los potreros, y si tienen hijos atacan al hombre. Entre los carnívoros tenemos que nombrar los zorros y gatos monteses ya mencionados, cuyas víctimas son los pequeños ciervos, el “Pudú” o el Venado cervus (Pudua hu- milis). También nombraremos el “monito del monte” (Dromi- ciops australis), hasta pocos años el único marsupial de esta re- gión. Pero en el año 1923, una expedición norteamericana des- cubrió en las selvas de Chiloé, cerca del río Inio, otro marsupial desconocido, que forma un género nuevo en la sistemática: Rhyncholestes raphanurus Oseood. Este animal pertenece al grupo de los Paucituberculados, es decir los Marsupiales más primitivos que existen. Fuera del Chucao (Pteroptochus rubecula) y del picaflor (Eustephanus galeritus) ya mencionados antes, nombraremos otras especies que se observan en la región de los lagos: el “Fio- Fio” (Elaenia albiceps) llamado así por su grito característico y que en verano se puede ver en bandadas. El “chanchito” o “chacudito” (Phrygilus aldunatei Gay) que rompe muchas ve- ces las bases de las flores para sacar el néctar. Además pude observar en nidos Aphrastura spinicauda, como también Tro- glodytes furvus o sea el Chercán de las vegas y el Zorzal. (Tur- dus magellanicus). Las aves recién nombradas se encuentran con más frecuencia en los claros de los bosques que se forman después de un “Roce”. En estos lugares también se encuentran los Pitihues (Colaptes pitius) y en lugares húmedos las llama- das Bandurrias (Ibis [Theristicus] melanopsis Gm.) En los arroyos que pasan por el monte se encuentran el Churreto (cino- lodes patagonicus Sm.) Acompañando al ganado tenemos el tiuque (Milvago chimango) y en los cadáveres de ellos los “Ga- llinazos” (Catharista atrata) y los Jotes (Rhynogryphus aura), que sirven para hacerlos desaparecer y también como agentes de propagación de enfermedades, de las que ha muerto el ani- mal. En los alrededores de los bosques anidan los jilgueros (Chrysomitris barbatus) y Chirihues (Sycalis arvensis), el Chincol (Zonotrichia pileata), y la Diuca (Diuca grisea) y en menos cantidades las golondrinas (Tachycineta albiventris). Los dos papagayos que producen daños en los campos cul- tivados pertenecen a dos géneros: Henicognathus leptorhynchus, el “Choroy”, y Microsittace ferrugineus Múll. Psittacus cry- throfrons, la “catica”. Entre los reptiles desaparecen poco a poco las formas nom- bradas. Liolaemus tenuis vive hasta la región de Pucón, forman- do una subespecie cerca del mar, pero está reemplazada poco a poco por la especie típica para el sur, L. pictus pictus, que pre- 12 fiere las selvas más húmedas. Lo mismo podemos decir del Liolaemus chilensis; encontramos el último ejemplar de esta la- gartija alrededor del lago Villarrica. Aparece, especialmente al- rededor de Valdivia, L. cyanogaster, que podemos derivar, tal vez, de L. gravenhorsti de la región media. También podemos cazar en la región de los ríos Urustrophus torquatus, forma de cabeza grande. Las culebras son las mismas que las de la región media (Tachymeris peruviana y Dromicus chamissonis). Podríamos creer que estas regiones húmedas serían espe- ciales para los anfibios, pero se encuentran pocas especies y casi las mismas de la región media, con algunas excepciones. Tene- mos fuera de la rana, sapos y sapitos, otras especies. Como en todos los países de América del Sur faltan los anfibios con cola. El más interesante de los sin cola es la ranita (Rhynoderma darwini), que se encuentra desde Bío Bío hasta Chiloé, en los arroyos. El color varía mucho, especialmente las manchas en color café y verde. Es muy interesante el desarrollo del huevo: el macho los traga y pone en un repliegue al lado de la boca, donde se desarrollan. Encontré en Temuco un macho con 17 lar- vas en el saco. También viven en los mismos lugares especies del género Borborocoetus e Hylorhina. Con estos anfibios hemos nombrado representantes de un Biótopo determinado: región húmeda y sombría, pantanosa. En partes con bastante agua podemos observar la Tagua y la Huala (Pulica rufifrons Ph., Aeschnophorus mayor Bodd). Sobre las aguas revolotean numerosos Matapiojos y Efemeras, especialmente en Aysen, donde alcanzan a gran tamaño. Larvas de estos insectos encontramos en el agua, como también caraco- les (Chilina) y crustáceos (Aeglaea). Los mismos lugares prefieren las Planarias terrestres, que existen en dos géneros por lo menos: la más grande es la llama- da “lengua” (Polycladus gagi), que alcanza un tamaño de 12 ctms. y más. Puede comer caracoles enteros como observé en Temuco. Otra menos grande encontré cerca de los lagos Puyehue y Todos los Santos. (Geoplana maonlata Daw.) (Los claros con árboles en putrefacción demuestran otro biótopo). Por fin se ven volar especialmente en el crepúsculo de la noche los “cachaderos” o “ciervos volantes” (Chiasognathus grantil y Ch. reichei), Coleópteros cuyos machos tienen mandí- bulas alargadas y que parecen muy grotescos en el vuelo. Sus larvas viven en la madera de los árboles, junto con larvas de otros coleópteros muy lindos, como el de la Luma (Chelodarus childreni). Los claros con árboles en putrefacción demuestran otro bió- topo típico. Encontramos en la madera en descomposición y bajo 13 de ella muchísimas veces inmensas masas de lombrices y ba- bosas que se alimentan de la microflora de los troncos; además Myriápodos, que comen los alimales mencionados, y Coleópteros como el “carabo dorado” (del género Ceroglossus), que varía según los lugares. También viven aquí Ortópteros como el grillo colorado (Cratomelus armatus), los Termites de la variedad del sur (Calotermes chilensis var. cayutuensis), que sirven de ali- mento a los Perípatos, los que se encuentran representados por dos especies (Peripatopsis Opisthopatus) blainvillei y (Peripa- tus umbrinus). Como se sabe, los consideramos como transición entre los Vermes (Políquetos) y los Artrópodos. Los individuos sexuados de los Termites se ven volar frecuentemente en los me- ses de Enero y Febrero; son las formas que van fundando nue- vas colonias y que pude observar en Puerto Varas y Pucón. Los mismos lugares habitan también unas hormigas, como Camponotus chilensis Spin., C. distinguendus tenuipubescens, Melophorus (Lasiophanes) nisriventris y otras especies hasta ahora desconocidas, que hacen sus nidos en troncos. Parecidas a las hormigas aparecen las hembras sin alas de muchos Himenópteros que pertenecen a diversas familias, como Ichneumonidae, Mutillidae, Thinnidae. Las últimas son las más erandes. Sus machos alados llevan las hembras transportándo- las a sitios adecuados para la puesta. Se les llama vulgarmente “Colihuachos”, pero este nombre se les da también a veces a una clase de mosca, el Tábano (Pan- gonia lata), cuyas larvas no se conocen hasta ahora. Las imá- genes aparecen en Enero, formando una piaga para los hombres y el ganado. En realidad la picadura de los Tábanos no trae grandes consecuencias, pero cuando atacan en grandes cantida- des, entonces molestan mucho. Mucho más dolorosas son las picaduras de otras moscas que aparecen después de los tábanos, con aparatos picadores tan lareos que atraviesan los vestidos gruesos. Parece que estos insectos son los únicos que molestan en los paseos y en las casas por faltar zancudos y mosquitos, tan peligrosos en otros países como ser los transmisores de la Malaria, etc. Pasando ahora a la fauna acuática encontramos en los ríos y lagos muchos peces comestibles, por ejemplo: Pejerreyes (Atherinichthys regia Smitt), que son indígenas, y algunos pe- ces introducidos, por ejemplo el salmón (Salmo salar) y la carpa (Cyprinus carpio) que ha cambiado su forma y modo de vivir. Además vemos alrededor de estas aguas una avifauna muy rica, por ejemplo fuera de las Taguas (Fulica rufifrons Ph.) y Hualas (Aeschnophorus mayor Bodd.) las garzas y garcetas antes mencionadas. 14 Los animales inferiores no han sido estudiados con deten- ción. Traté de estudiar el lago Llanquihue y encontré que en comparación con los arroyos y charcos vecinos era muy pobre en especies. Pude constatar dos Biótopos: La orilla y la re- gión media: 1) Para la orilla son característicos los camarones (Ae- glaea), una transición entre Decapodos (Macruros) y Braqiuros, con abdomen hundido, donde depositan sus huevos Vermes semi- parásitos, los Temnocéfalos (Temnocephala chilensis), mientras que ellos mismes andan por todo el cuerpo del mesonero. Como los huevos de los parásitos se desarrollan juntamente con los del mesonero, los hijos de éste nacen infestados. Los Temnocé- falos se mueven por medio del tentáculo y discos chupadores. Estudios han demostrado que una vez cortado el disco no se re- genera, todo lo contrario pasa con los tentáculos que tienen la facultad de regenerarse. Además de los camarones y Temnocé- falos hay en la orilla numerosos caracoles acuáticos del género Chilina, los que se adhieren a las rocas durante las tempestades. También encontré una cantidad de conchas en la orilla y en el agua, de manera que se creyó encontrar una especie de Tytilus, desconocidas, pero se comprobó que pertenecían a los Choros marinos de Puerto Montt, etc., que se comen con gran gusto también en el interior del país. Las conchas vacías eran arroja- das al lado y éste las devolvía a la orilla. Indígenas en los lagos son solamente los llamados “Choros del agua dulce”, del gé- nero Unio. Además encontramos en las orillas larvas de efémeras, de libélulas y de otros insectos, pero menores que los Rotíferos, Os- trácodos y Copépodos que se cazan con redes finas, y muchísi- mas veces las llamadas cercarias, larvas de Tremátodos que vi- ven en los caracoles acuáticos. Los Copépodos que forman siempre la mayoría del Planc- ton se encuentran en mayor cantidad en el medio del lago, pero solamente en días lindos. En días lluviosos y fríos se disminuye este componente del Plancton, quedando solamente Algas uni- celulares y Flagelados. En general el Plancton del lago Llanqui- hue parece ser muy escaso en comparación con el del lago Villarrica, que estudié un año atrás, encontrando gran cantidad de crustáceos pequenñísimos, de Algas y de Protozoos. Una transición entre la región de los ríos y de los canales forman los lugares en los cuales se mezclan las aguas dulces y marinas, formando así el llamado “agua salobre”, como en los golfos y estuarios, por ejemplo en Cochamó. Esta agua salo- bre tiene una fauna especial. Al mar pertenecen los “choros” y las “cholgas” (Mytilus chorus, M. chilensis y M. magellanicus) y los “picos de mar” (Balanus); al agua dulce los Anfípodos del género Ganmarus (G. chilensis) y los caracoles (Chilina). Pa- 15 recidas al fiordo de Reloncaví cerca de Cochamó aparecen las costas de Chiloé alrededor de las embocaduras de los ríos, como por ejemplo en Castro. Vimos aquí durante la marea baja, en la playa las “Pinucas” o “Pepinos de mar” (Phyllophorus chilen- sis) que son comestibles, y los restos de jibias gigantes (Ommas- trephes gigas) que son arrastradas a las playas donde mueren. Desde Chiloé tenemos que nombrar la tercera subregión de la región sur, o sean los canales. Como se sabe este archipiélago fué estudiado por la primera vez por el Capitán Fitzroy y Darwin con el vapor inglés Beagle. En el viaje por las islas se encuentran sólo casas de pescadores que pescan especialmente los “Róbalos” (Eleginus) que son sacados y ahumados para el transporte. La fauna marítima sirve de alimento a los mamíferos ma- rítimos como “lobos” y “leones” de mar (Otaria jubata, O. ful- va, O. chilensis) y también los delfines (Delphinus lunatus). Muy rico es el reino animal en las aves: tenemos entre las nadadoras el Cisne blanco o coscoroba (Cygnus cescoroba) y el Cisne de collie negro (Cygnus nierocollis), como también una cantidad de gansos y patos, por ejemplo: Cauquen (Chloephaga poliocephala), Gansillo (Chl. magellanica), Cahue (Ch. hybrida) ; de los patos, Pato jereon (Dafila spinicauda), Pato jergon hiva (Querquedula crevoides), Pato real (Anas chiloensis), Quebru (A. patagónicos). También el Pelícano o Alcatrás (Pelicanusfuscus), y los Cormoranes (Graculus brasilianus y G. Gaymarti). De las gaviotas. Larus dominicanus y Larus glancodes, llamado vulgarmente Cahuil, el “Piquero” (Sula variegata) y el gigantesco Albatros (Diomedea exulans). También tenemos la Huala (Aechnophorus mayor) y los pájaros niños Spheniscus humboldti y Spheniscus magellanicus. Tampoco faltan Zancudas como el Queltehue (Vanella chilensis o Belonopterus cayennensis), la Bandurria (Ibis melanopis), el Pilpilén (Haematopus palliatus), la Tagua (Ardea cocoi), la Garza grande (Ardea galathea) y la Cuca (Ardea naevia). La 4.* región desde Aysen hasta la tierra del fuego tiene más o menos el mismo reino vegetal y animal. Es de advertir que aparece en los alrededores de Magallanes una lagartija nue- 16 va (L. magellanicus), típica para esta región; tenemos por con- secuencia representantes de este género en todas las regio- nes del país. La pampa patagónica es un lugar favorable para los Gua- nacos (Auchenia huanaco) y para el ganado, especialmente cor- deros. De los animales inferiores se sabe poco. En el último año el colega Dr. Rahm ha estudiado el plancton de unos lagos, en- contrando especialmente Copépodos rojos que tiñen las aguas de algunas lagunas hasta el punto de enrojecer la piel de los bañistas. Este fenómeno es debido a ciertos protozoos de que se alimentan los crustáceos. Entre la enorme cantidad de diferentes clases de aves ano- tó fuera de las ya mencionadas los flamencos (Phoenicopterus chilensis Mol.) Lo que llama más la atención es la presencia de la catita (Psittacus erythrofrons) hasta la región del Cabo de Hornos. También aleunas hormigas alcanzan el punto extre- mo del país. En el mar polar que rodea las tierras habitan los animales más grandes que existen, como las ballenas o alfahuafos (Ba- lNlaena antarctica, Megaptera loneimana) y Cachalotes (Physeber macrocephalus). Conocí restos de éstos en la estación ballenera de San Carlos cerca de Valdivia, junto con los parásitos de ellos como coronula ballenarum (coronula balainarum), un Ciripedio, y los piojos de las ballenas (Cyamus ceti), un Anfípodo que pude estudiar en todas las fases larvarias. La caza de estas ballenas está determinada ahora por reglamentos especiales para evitar que desaparezcan totalmente, como el “Elefante del mar” (Ma- crorhinus leoninus), el llamado “mani” de los araucanos. La 5.* región o Andina está dividida en la subregión de la Puna que no conozco hasta ahora. Hay solamente datos muy escasos sobre la fauna. Una lagartija que ha hallado Philippi pude estudiar por la benevolencia del señor E. E. Gigoux en el " Museo Nacional; parece que este Helocephalus nigriceps, que existe solamente en un ejemplar, es el representante de las la- vartijas. Tal vez pertenece al género Liolaemus, pero no se sabe nada sobre este punto, porque los estudios no han terminado. La segunda subregión la contamos desde el 3.*; es una de las partes más interesantes por la presencia de los volcanes más o menos aislados que tienen una fauna especial. Como siempre, son especialmente las lagartijas y las hormigas que merecen el interés más grande. Las excursiones en la cordillera que hemos hecho para cazar a estos animales han dado muy buenos resul- tados; casi todas las especies encontradas eran desconoci- das hasta ahora. Merece mención el fenómeno que las diversas zonas de la cordillera, que se corresponden en Geología, Flora y Clima, tie- nen también lagartijas de la misma especie, pero en variedades 17 diferentes. Para dar ejemplos: En el valle longitudinal, alrede- dor de Santiago, el representante típico de las lagartijas es Liolaemus tenuis tenuis. Esta alcanza en la cordillera la altura de 1,000 mts., solamente en las quebradas un poco más. El ejem- plar más alto tenemos de la casa de piedra (1,400 mts.) Sigue Liolaemus monticola monticola, especie encontrada por nos- otres en la altura de 1,200-1,700 mts., para ser reemplazada por otras especies nuevas como Liolaemus nigroviridis y Liolaemus leopardinus que forman en los diversos cerros subespecies dife- rentes. En las alturas más altas habita Liolaemus altissimus altíssimus, que hemos encontrado por la primera vez sobre pie- dras entre nieve del cajón Morales y después también en otros lugares como alrededores de la nieve eterna de la alta cordille- ra. Distribución semejante tenemos en el Volcán Villarica: en el valle Liolaemus tenuis tenuis, poco variado respecto a las es- camas, en una altura hasta 250. La altura de 1,300 hasta 1,500 mts. habita Liolaemus monticola en la subespecie villari- censis, y a los puntos extremos del volcán, hasta los bordes de los ventisqueros, L. altissimus araucaniensis. Faltan aquí las dos especies L. nigroviridis y leopardinus, y en lugar de éstos tene- mos entre L. tenuis y monticola L. pictus pictus, típico para el sur como las especies arriba mencionadas para el centro. Tam- bién en el Volcán Chillán encontramos una distribución seme- jante, como a su pie L. tenuis, y en la altura de 16-1,800 mts. L. monticola en la subespecie chillanensis. No hemos visto re- presentantes de L. altissimus, pero tal vez por casualidad. En lugar de éstos pude capturar Phymaturus palluma que vive tam- bién en la alta cordillera de Santiago junto con L. altissimus. Como se sabe, se alimenta este animal especialmente de hojas y botones de plantas. Las hormigas están sujetas a fenómenos iguales; también estos animales se encuentran en zonas correspondientes a la al- tura. Además aparecen entre la arena volcánica especies típi- cas para el desierto y la estepa. Pude colectar por ejemplo sobre el Volcán de Chillán representantes del género Pogonomyrmex y Dorymyrmex, que viven en este lugar como las razas corres- pondientes del norte y del centro. También otros insectos del desierto tienen la facultad de existir en esos lugares adecuados para ellos, como Anisormopha crassa, llamado vulgarmente “Tabolango” o “Chinchimoyo”, que colecté en Pta. Colorada en el norte y sobre el Volcán Villarrica. En fin, merece mención co- mo representante de la avifauna típica el Picaflor de la cordi- llera (Oreotrochilus leucopleurus Gould), que vive solamente en regiones altas de la cordillera (desde 1,500 hasta 2,400 mts.), y entre los mamíferos el Huemul, (Cervus hippocamelus chilen- sis) que figura en el escudo nacional. Por lo general, la fauna de la región andina ha sido estudiada poco; cada expedición pue- 18 de traer sorpresas, como hemos visto en nuestras excursiones. De la última región, las islas aisladas, he estudiado sola- mente Juan Fernández. Se comprobó que la fauna está compues- ta de representantes de muchísimas partes del mundo. Según los últimos datos, la fauna de Juan Fernández comprende 431 es- pecies faunísticas que son enumeradas en un trabajo que apa- recerá en breve. Faltan por completo los Anfibios y Reptiles; los otros grupos del reino animal tienen representantes sea en la isla misma o en el mar que la rodea. De éstos, 90 correspon- den a las regiones del centro y del sur de Chile, como al territo- rio magallánico; 14 se encuentran en el Perú y en otros países tropicales; 10 son originarias de Australia y Oceanía; 19 son europeas, 24 cosmopolitas. Las 180 especies restantes son en- démicas. Según lo que hasta ahora se ha podido comprobar, al 14% de estas especies corresponden formas parecidas en Chile y al 3% en Perú y América tropical. Con todos estos territorios, Juan Fernández se halla unida por medio de corrientes marinas, las últimas investigaciones llevan a esta conclusión. De modo que la idea de una unión terrestre pregonada por algunos auto- res no tendría mayor aceptación. La diferencia geográfica y climatológica entre el norte y el sur del país es tan grande que se puede esperar más diferen- cias en el reino animal que existen. Especialmente los mamíferos y las aves son casi los mismos también en las regiones extremas, y los géneros de los animales inferiores tampoco varían, de mo- do que tenemos por ejemplo en todo el país el género Liolaemus. Depende especialmente de la corriente marina de Humboldt; esta regula la temperatura que sufre pocas oscilaciones, sola- mente decreciendo paulatinamente en dirección sur, y permite que los animales euritípicos se extiendan por todo el país. Pero entre los géneros que habitan en Chile puede existir muchas ve- ces una variabilidad enorme; eso tiene relación con la extrema variación de los biótopos. También para esto tenemos ejemplo en las lagartijas, cuyo género Liolaemus ha formado, según nuestras observaciones, hasta 35 especies o subespecies por lo menos. Por lo general la fauna chilena es más pobre que rica; el país parece como una isla aislada de las otras naciones por la cordillera, por el mar y por el desierto, que no pueden atravesar muchísimo géneros muy característicos para Sudamérica, co- mo los monos, los perezosos y los osos, el tapir y el jaguar, los armadillos y los osos hormigueros. También faltan por comple- to las culebras venenosas y las hormigas del género Atta que cultivan hongos y producen daños en todos los otros países del continente. Por eso aparece Chile como una región muy especial y muy interesante, cuya fauna y biogeografía merece más in- terés y más estudio que el que ha hallado hasta ahora. 19 AO ñ ; A $0) MW DN ye y ES A AAA mi e A. , Le AA Observaciones Psicobiológicas acerca del Dromi- ciops Australis, Fd. Ph. vulgarmente llamado “Colo Colo” por Carlos Oliver Schneider Director del Museo de Concepción “Un ratoncito con ojos rojos, cuya mordedura es venenosa, provocando convulsiones” y cuya cola prehensil le permite tre- par igual que un monito por todos los objetos de una casa y aun por las ramas más débiles de un arbusto, es el animalito que la superstición y la leyenda popular llama vulgarmente el Colo Colo. “Chupa las salivas de los enfermos y provoca la muerte por tisis” refieren las viejas, mientras que otras comentan que en la casa en que apareció el Colo Colo “Todos mueren de calentura”. En el campo son muchos los tísicos que dicen que en los largos y penosos insomnios que sufren han sentido el chillido del Colo Colo. Un distinguido colega me refería haber visto quemar en la provincia de Colchagua, un rancho, no porque en él hubieran muerto varios tuberculosos, sino para matar el Colo Colo, que dicen que allí habitaba y que era el culpable de tales muertes. No quiero entrar y examinar este caso especial de supers- tición, pero no hay duda que él sugiere la idea de una profilaxis instintiva y primitiva, muy digna de estudio para quien se ocu- pe de la psicología de nuestras poblaciones rurales. Hace algunos años que vengo preocupándome de identificar con la realidad de la ciencia todas estas leyendas, mitos y supers- ticiones populares que tiene nuestro pueblo, partiendo de la base, que es perfectamente real, que todas ellas tienen en el fondo un principio de verdad y un fondo práctico enorme, que aún en el caso como el especial que estudio, a pesar de haberse desviado totalmente sobre un pequeño mamífero difícil de encontrar y 21 completamente inocente de los peligros que se le achacan, lleva en cambio a nuestra gente ignorante a practicar, en nombre de una superstición, medidas tan capitales, como la de quemar to- talmente una rancha, plagada indudablemente de microbios, causantes de la enfermedad que diezmaba y contagiaba a sus habitantes. Una feliz oportunidad me permitió poseer una parejita de Colo Colos y ella motivó la investigación detenida que me per- mito comunicar a esta Sociedad. El Abate Molina ya había identificado como Colo Colo a una especie de gato montés, propio de nuestras provincias cen- trales. y muy particularmente de Aconcagua, pero además de no haber dado la menor razón que justificara su relación con el animal de la leyenda, un examen de la característica de estos felinos silvestres nos permitirá formarnos la convicción de que es el aserto de nuestro primer naturalista nacional completa- mente infundado. Por otra parte, el propio nombre mapuche asignado a un pequeño marsupial, que reune todos los caracteres físicos de la superstición en referencia, y que es el Kongoy Kongoy, nos da la certidumbre de que el Colo Colo de los supersticiosos y el Monito del Monte o Llama, de los Zoólogos, que nosotros llama- mos científicamente Marmosa elegans y Dromiciops australis, es un mismo animal. ¿Tiene esta especie los caracteres maléficos que le atribu- ye el pueblo? Yo puedo asegurar que en los dos meses que tuve la pareja y en los ocho meses que sobrevivió el machito, ni me ha chupado la saliva ni me ha causado insomnio y mucho menos me ha dado aspecto de un tísico. Sea dicho, pues, en honor de esta especie o para su pública satisfacción que es un pequeño mamífero completamente inofensivo. La oportunidad a que me he referido me brindó la ocasión única de poder estudiar sus caracteres psicobiológicos, lo que tiene el doble interés científico de corresponder a un animalito difícil de encontrar y de criar en cautividad y el de ser el único marsupial chileno y al propio tiempo uno de los más pequeños representantes de este curioso orden en la fauna mundial. Su ficha psicobiológica la hemos formado con las siguientes observaciones determinadas experimentalmente. Sentidos normales, dominando el olfato. Inteligencia mínima. No se presta a la domesticación, no reacciona a ningún incentivo, ni siquiera a la comida. Aparenta un continuo sopor. Sólo podría considerarse como un rasgo de la inteligencia especulativa, el de hacerse el muerto. 22 No reconoce a personas ni a ningún objeto extraño a su vida ordinaria. Su carácter es tímido, insociable, pérfido. Hábitos nocturnos. Alimentación: insectos, principalmente coleópteros, pare- ciendo que se deleita en triturar los ailtros a las partes duras de éstos, también dípteros, que caza con una agilidad y seguridad que contrasta con la aparente somnolencia que demuestra. En cautividad come carne rallada y frutas, bebe leche y agua. Es particularmente aseado y después de comer resulta has- ta gracioso cuando se atusa sus mostachos y se lame las extre- midades interiores. Su grito es: Tzchi, tuchii kod kod. Tiene sueño invernal en su vida libre. Duerme entonces en- roscado y acostado de lado, entumeciéndose fácilmente en in- vierno, en forma que parece hubiera fallecido. Hace su nido con palitos, musgos y lanas, en los huecos de los árboles y en alguna pequeña cueva abandonada. Los ejemplares que conozco han sido hallados en la maraña de los quilales. He observado también un nido y un ejemplar de avellanos. Tales son en resumen las observaciones que he realizado sobre las costumbres de este pequeño mamífero chileno, cos- tumbres que hasta el momento no habían sido conocidas ni descritas por autor alguno. En la autopsia de ambos ejemplares extrajimos los cere- bros, que darán motivo para un estudio más detenido, pero del que puede adelantarse que esta pequeña especie chilena, con la parte encefálica subrinal muy desarrollada y el cuerpo calloso insignificante, da la impresión de un mamífero muy rudimen- tario y correspondiente, bajo un punto de vista filogenético, a faunas cronológicamente muy antiguas. Ya tendremos en otra ocasión oportunidad de hablar sobre el interés que revela esta especie para la ciencia, estudiada bajo el punto de vista de la anatomía comparada y de la filogenia y que vendrá a explicar algunos puntos también muy obscuros de la zoogeografía. qe ñ Nes 0 y é Y h E Ñ y ¡ se ' Ñ j y y | y y Ñ r , a we ñ 5 1 yl Y N DEL INSTITUTO DE HISTOLOGIA de la Universidad de Concepción (Chile) Director: Prof. Dr. K. O. Henckel Contribuciones al Estudio de la Antropología Chilena L La disposición de las crestas papilares de las falangitas en la población de la provincia de Concepción CON 6 FIGURAS por K. O. Henckel Desde los trabajos de Purkinje, Kólliker, Galton y otros, el estudio de la disposición de las crestas papilares de las falan- gitas ha sido objeto de investigaciones minuciosas en muchos países. Hoy día sabemos que el porcentaje en que se encuentran los diferentes tipos de crestas papilares en los distintos grupos étnicos, difiere entre ellos en sumo grado. Son numerosos los datos que sobre este punto se encuentran en la literatura, de lo que deducimos que estas diversidades se basan en diferencias raciales, es decir, hereditarias. Por este motivo se efectuó el presente trabajo, en el cual se estudiará la manera como se comporta la población de la provincia de Concepción según las frecuencias de los tipos Galtonianos relativos a la disposición de las crestas papilares de las falangitas. Además se prestará atención a otros puntos de vista más generales. ¿Existen ciertas relaciones entre los distintos dedos y los tipos de crestas papilares, de manera que el pulgar, el ín- dice, etc., ofrezcan afinidades particulares con ciertos tipos (arco, verticilo, presillas cubital y radial) como suponen Bonne- vie, Cummins y otros? ¿Hasta qué grado hay simetría entre las crestas papilares de las manos derecha e izquierda (Griineberg (1928)? Al esclarecer tales cuestiones, relacionadas con la he- rencia de los tipos papilares, puede conocerse en mejor forma la herencia especial del relieve papilar, que, junto con los méto- dos serológicos adquiere cada día mayor importancia en la de- terminación judicial de la descendencia, especialmente de la pa- ternidad (véase Lauer y Poll (1929). 25 Se examinaron los dactilogramas de 61,545 hombres y 4,826 mujeres, archivados en el Gabinete de Identificación de la ciudad de Concepción (1). Sólo se tomaron en cuenta los dac- tilozramas de individuos nacidos en Chile, cuyos padres lleva- ban nombres chilenos, de modo que todos los individuos con un sclo apellido extranjero han sido dejados aparte. El material de investigación se compone no sólo de dactilogramas de perso- nas que por delitos fueron llevados al Gabinete, sino también de un 60 hasta 65% de impresiones digitales pertenecientes a personas que sacaron su carnet de identificación. De este modo no se trata aquí de una selección unilateral de elementos erimi- nales, sino en vista de la eliminación de todos los nombres ex- tranjeros, de una selección bastante significativa para la provincia de Concepción. En el examen de los dactilogramas se han diferenciado los cuatro tipos elementales galtonianos: verticilo, presilla cubital, presilla radial y arco. Estos cuatro tipos se combinan en los distintos individuos como se sabe de una manera muy variada. Teóricamente las combinaciones alcanzarían a 41% = 1,048,576. De este número sólo una pequeña parte (véase Poll (1928), o sea 5,612, pudo comprobarse en nuestra investigación. Las fre- cuencias con que las diversas combinaciones se encontraron en el archivo del Gabinete, se anotaron en cuadernos que sirvieron de base a los ulteriores exámenes. El porcentaje de los diversos tipos Galtonianos se halla en la tabla 1. TABLA I Porcentaje de los tipos galtonianos en hombres y mujeres (2) HomBREs: MUJERES: (n = 61,545) (n = 4,826) A O A SO 12 qu =- 0480 70 / A Y o = 10837 00 | E Prado = 4,36 (9300 do Prado 0 03578, (O Vir 36:316> Yo=s 28 o En la comparación anterior de los resultados para hombres y mujeres hay que lamentar el número relativamente escaso de las observaciones femeninas: resultados más o menos precisos (1) Me permito expresar aquí mis más sinceros agradecimientos al Jefe del Gabinete por la amable acogida que hemos encontrado por su parte, mi colaboradora y yo. (2) En adelante se usarán las abreviaturas: “A” significa arco, “P, cub.”, presilla cubital, “P. rad.”, presilla radial y “V”, verticilo. 26 sólo pueden obtenerse con cantidades superiores a 10,000, y en este caso el número de las mujeres ni siquiera alcanza a 5,000. Sin embargo, con mucha probabilidad (también con respecto a los resultados del examen de los tipos papilares en el unimanua- rio y bimanuario (véase más adelante), puede suponerse que existen diferencias sexuales esenciales: el porcentaje de los ver- ticilos es mayor en el sexo masculino que en el femenino; al re- vés, en el sexo femenino predominan las presillas y los arcos. La pequeña diferencia en el porcentaje de las presillas radiales en hombres y mujeres, a mi juicio no permite sacar mayores deducciones. Actualmente son ya bastante numerosos los datos que se hallan en la literatura sobre la distribución de los tipos Galto- nianos en los distintos grupos étnicos. En la tabla 2 se exponen los resultados más importantes. TABLA 2 Percentaje de los tipos papilares en varios grupos étnicos A Pr. Pc. Pr+c V n Ingleses 65 — — 673 26,0 5300 Galton (1892). Ingleses 48 5,7 65,7 714 253 5000 Scotland Yard cit. seg. Kutsuna. Noruegos 7, 5,81 61,14 66,9% 25,65 24518 Criminales Bonnevie (1922). Alemanes 7,4 5,1 57,9 630 29,2 100 “Strameri” en Italia Gasti (1907). Italianos 4,72 4,44 54,0 58,44 36,46 1579 Criminales Falco (1908). Italianos ASIS OOO 100 Normales Gasti (1907). Italianos ISO SAO TAS OS 100 Criminales Gasti (1907). Húngaros 3,0 3,6 59,1 62,7 32.3 833 Aldeanos Bonnevie (1929). Polacos 120 7,0 56,0 630 240 107 Loth(1910). Judíos ASS OOOO AOS ¡ORAD 7 200 Clase media New Orleans, m-pf, Cummins, H. y Mid- Jamaica: lo, C. (1927). Blancos m 6,0. 97 616 71,3 22,8 27 Campesinos Davenport y Steggerda (1929). » E OL 25 0% 1028. 20% 2 » Mulatos m 9,1 32 624 655 2514 120 » 100). 23 (ES. Gl. 26%) 93 Negros m11,J9 18 543 56,1 32.0 73 > 9% ¿al 00. 634-200 51 Blancos US GU ELA COS 47 mi Mulatos Da AE CD as 213 > Negros 103-923 400 ES 2) 124 > Indígenas 23 26 529 555 42,0 34 Méjico y Guatemala Cum- mins, H. (1930). Esquimales 44 1/9 46,9 488 46,8 59 m-pf Midlo, C. y Cummins, H. (1930). 27 A Pr. Pc. Pri+c V n Norte americanos 5,2 3133 594 627 321 100 m, New Orleans, Cummins, H. y Midlo, C. (1927). Koreanos 2,62 3,15 48,71 51,86 45,18 700 Criminales Kubo (1918). Chinos 1,40 2,66 45,03 47,69 50,66 300 » » (1918). Japoneses: Eitoho 1,90 3,43 48,60 52,03 45,70 300 » » (1918). Ischigaya 1,81 3.84 48,92 52,76 45,16 700 > >» (1918). Sugano 2,62 4,2 47,65 51.85 45,18 1528 » Furuse (1913). Nigata 28 32 504 536 43,6 276 Estudiantes y enfermeras, Hasebe (1918), (215m34-61f). Ainos 219 38 614 65,2 31,8 55 Mezcla ¡japoneses Hasebe (1918), (32m+-23f). Isleños Riu Kiu 1,9 25 494 51,9 46,2 218 m-+f, Kanaseki (1930) Sumatra 1,72 — — 53,113 45,114 500 e de Zwaan (1914). Nias 2/39 = — 62,88 34,73 1300 Naturales, Kleiweg de Zwaan (1914). India LO 214 09% O) ¿50 27 Artistas ambulantes, Schlaginhaufen (1906). Negros 0 10 2038 Dí SN 58 Liberia y Sierra Leone, Cummins, H. (1930). Es de lamentar que numerosos de los datos anteriores, prin- cipalmente de los que se refieren a grupos no europeos, se basen sólo en un número pequeño de observaciones. Sin embargo, pue- de deducirse que existen características diferenciales entre el grupo europeído por una parte y el grupo mongolido por otra. Los europeídos están caracterizados por pocos verticilos (24% hasta 39%, como término medio), relativamente numerosas pre- sillas (57% hasta 11%, como término medio) y muchos arcos (4% hasta 12%, como término medio). Al revés, los mongoli- dos muestran más verticilos (43% hasta 50%, como término medio), menor cantidad de presillas (48% hasta 53%, como término medio) y también relativamente pocos arcos (1,4% has- ta 2,8%, como término medio). Entre los europeídos se destaca el mayor porcentaje de los verticilos y, al revés, el menor por- centaje de presillas y arcos en los europeos del sur (p. ej. italia- nos) en comparación con los europeos del norte. Respecto a los negridos faltan mayores datos. La especial posición racial de algunos grupos más aislados (p. ej. Ainos, Esquimales, Isleños de Nias) se ha caracterizado muy bien por el estudio de los ti- pos papilares; los Ainos por ejemplo se clasifican, según los ti- pos Galtonianos, entre los europeídos. Sobre la disposición de las crestas papilares entre los indígenas de América Cummins (1930) publicó un trabajo, en el cual se refiere a sólo 34 indi- 28 viduos. Según sus resultados los indígenas de América se cla- sifican entre los mongolidos, como era de suponer. Es muy lamentable la escasez de observaciones entre los indígenas de América para llevar a cabo la tarea de esclarecer la posición racial de los habitantes de la provincia de Concepción. El porcentaje de los verticilos (m 36,3%, f 32,1%), las fre- cuencias de las presillas (m 58,9%, m 60,1%) y de los arcos (m 4,8%, f 7,8% ), que aparecen en este trabajo, son caracteres que hacen que la población de la provincia de Concepción se cla- sifique junto a los grupos del Sur de Europa (véanse más arriba los datos sobre italianos). Este hecho llama especialmente la atención, si se toma en cuenta la notable mezcla, principalmen- te en el bajo pueblo, con elementos indígenas. Para comprender en todo su valor estos resultados y poder fijar la posición ra- cial de esta población, es necesario realizar más observaciones entre indígenas. También la herencia de la disposición de las crestas papilares debe esclarecerse todavía en los cruzamientos entre europeídos e indígenas de América. Según Davenport y Steggerda (1929) en los cruzamientos entre europeídos y ne- gridos esta herencia se manifiesta siguiendo un tipo inter- mediario. La tabla 3 muestra la distinta distribución de los tipos Galtonianos entre ambas manos. TABLA 3 Porcentaje de los tipos papilares en la mano derecha e izquierda HOMBRES: MUJERES: Mano derecha: A= 4,40% A= 6,99% IP real == ¿50 » | A PEL = DE S Poma E e o a y OE V= SD y V= 33,91 ,, Mano izquierda: A= 5,25% A= 8,65 %Vo Pra. == SV la mo P rad. = 4,08 .,,) A Es E Po — 660 V= 33,05 ,, V= 30,32 ,, Mientras que los arcos se hallan en mayor cantidad en la mano izquierda que en la derecha (en ambos sexos), los verti- cilos se encuentran más a menudo en la mano derecha que en la izquierda (igualmente en ambos sexos); en cambio, las pre- sillas se observan más en la izquierda que en la derecha. 29 Como ha sido supuesto, especialmente por Bonnevie (1924) por medio de investigaciones propias y datos tomados de la li- teratura, existen ciertas relaciones entre los tipos Galtonianos y ciertos dedos. Sobre este punto instruye la tabla 4. Distribución de los tipos Galtonianos en los distintos dedos Mano derecha: 1. dedo : 2. dedo 3. dedo 4. dedo 5. dedo P rad. P cub. P rad. P cub. P rad. P cub. Mano izquierda: 1. dedo 30 P rad. P cub. HOMBRES: A V V AY TABLA 4 MUJERES: P cub. A V V V IIA ” HOoMBREs: MUJERES: 2. dedo AU= 192390 == ME 2h. = 18% PEL... = TOO o 2h. = DNLA y ECU S iZ Y = IS VES TES O 3. dedo A= 696% N= LAS O Pad = 12 EA 20m = (00 >, 12 GU = (12% y Y = IS Wa= 100 > 4. dedo A= 192% A == 3,70% P rad == 030 ., Pra. == 06 12 ¿a == DLOS BcUb == 04:66), WV= ADO WV= 40) o 5. dedo == Mi =D P rad. == UL. P rad. = We 12 Ea. = 60% y ECU SAS Y = TD, V= 11,14 ,, Los verticilos se encuentran con mayor frecuencia en am- bos pulgares, hecho más notorio en la mano derecha que en la izquierda. Al revés, los arcos y las presillas radiales se hallan en mayor porcentaje en los índices; los arcos se presentan en este material de investigación con igual frecuencia en la mano derecha y en la izquierda, las presillas radiales son más frecuen- tes en la mano izquierda que en la mano derecha. Las presillas cubitales se encuentran con mayor frecuencia en los meñiques y los dedos medianos. Estos resultados están de acuerdo con los de Bonnevie. De esta manera tienen valor, al parecer general, las afinidades encontradas entre los tipos Galtonianos y cier- tos dedos. En seguida se ha estudiado hasta qué punto existe sime- tría en la manera de disponerse las crestas papilares en relación con pares de dedos homólogos. A este respecto se determinó el número de individuos en que se observó asimetría de 5, 4, 3, 2, 1 y 0 pares de dedos; al efectuar tal operación no se diferenció entre presillas radiales y cubitales. Los resultados que se obtu- vieron, junto con los datos que, por su parte Griineberg (1928) obtuvo en una investigación efectuada en 302 alemanes, se ex- ponen en la tabla 5. ñ 31 TABLA 5 Asimetría de los pares de dedos homólogos Alemanes Concepción Concepción seg. Griineberg (n = 61510) (n = 4838) (n = 302) en 5 pares de dedos 46= 0,07%o 170/02 1= 0.3% A e A OS C1= MOV o == 12, == Do 0) 3 ” ” ” 4583 = 7,45 ” 393 = 8,19 00 30 == 9 9 59 LS SI ZO ZO OO ES 138 =24. 15, Lio ms. 2BI=0¿8 7) 1060 = 2004 0, 10% = 887 cn O o. . . MIOI=%W41 2 SN = 210/30 y, 7 = A y En un total de 307,550 pares de dedos masculinos se encon- traron 69,170 asimétricos, o sea 22,49%, y 238,380 simétricos, o sea 77,51%. Entre el elemento femenino se encontró en un total de 24,190 pares de dedos, de los cuales 5,618 resultaron asimétricos, o sea 23,22%, y 18,572 simétricos, o sea 76,18%. Corresponden estos resultados, desde el punto de vista de la exactitud estadística, a los datos obtenidos por Griineberg, quien encontró asimetría en 25,63 + 1,12% de los pares de dedos homólogos. En el análisis de los dactilogramas se empleó con gran éxi- to el método usado por primera vez por Poll (1928); véanse tam- bién Bliimel y Pol (1928) y H. Virchow (1931). Si no se dis- tingue entre presillas radiales y cubitales, son posibles 66 com- binaciones de verticilos, presillas y arcos en el dactilograma completo de las 10 impresiones. Son estas las combinaciones que Poll ordena en el siguiente plan de distribución (bimanuario): TABLA 6 Bimanuario QUE oa ps PERO . 5 > NS) ISC 9 La 'd» Aya ro! 1 e as ¿ara 'wl LA na > ñ 1 Sha NOS es El bimanuario del material de investigación masculino (véase la representación gráfica fig. 1) abarca 63 de las 66 com- binaciones posibles; faltan solamente las combinaciones situa- das en la hipotenusa 3A0P.7V.5A0P5VyTA0P38V. Fig. l: Bimanuario de la población masculina de la población de Concepción. Llama la atención el hecho de que también en este material no se haya presentado la rara combinación de 5 A y 5 V, la cual ya Poll (1928) echó de menos en su material enorme de más de 400,000 dactilogramas europeos. 33 En vista del menor número de observaciones en mujeres no es de extrañar que sólo se hayan encontrado 53 de las 66 EN Fig. 2: Bimanuario de la población femenina de la provincia de Concepción. combinaciones posibles (véase fig. 2). El bimanuario ofrece aquí 13 espacios vacíos, situados en la mayoría de los casos en la hipotenusa. 34 El análisis especial de los bimanuarios muestra que hay más individuos femeninos con pocos o ningún verticilo (0, 1 y 2) que masculinos, mientras que, al revés, hay más hombres con numerosos verticilos (7, 8, 9 y 10). El número de las mujeres con pocas o ninguna presilla (0, 1, 2 y 3), es inferior al de los hombres, mientras que, al revés, el número de las mujeres con muchas presillas (8, 9 y 10) sobrepasa el de los hombres. Mien- tras que hay más hombres sin arcos (77,32%) que mujeres (70,02%), el número de mujeres con 1 hasta 10 arcos en gene- ralmente superior al de los hombres. Efectuando el análisis de las varias combinaciones de ver- ticilos, presillas y arcos, separadamente para la mano derecha y la izquierda, uno se sirve con provecho del siguiente plan de distribución (unimanuario): TABLA 7 Unimanuario Aquí son posibles 21 combinaciones, todas las cuales se en- contraron realizadas en el material masculino (véanse figs. 3 y 4). En el material femenino, relativamente menos numeroso, (véanse figs. 5 y 6) falta en el lado derecho la combinación 3 A 0 P 2 V y en el izquierdo la combinación 2 A 0 P 3 V. 35 "u91Ioda9uo() Sp BIDUTAOIA Y] SP FULDOSTU VOL “uorode9uo,) ep BIDUIADIA Y] Sp PULNOSBU -8/0d e] 9p ep1aImbz1 OUEW e] 9p ONIBQUEWIV(] :p “SI UQIDR [OA 8] 9P BDIIDP OUBUI B| DP OLBDUBULU ) :g SI PA AA — ARA y 2 COTE "uoradaduor) ap eruraord *( op eurusulaj u91o "uprodeguo,) 9p erouranad e 9p Ruruuaj -e[qod e[ ep epiombz1 oueuI e] ap OMeBn ue mur) :9 A1 U)LD3[qOd r[ 9p ?y93Jop 008 e[ 9p OLIBNUBWIU/) :C 031 E E E E j pega! | | on Del análisis especial de los unimanuarios (véanse figs. 3 hasta 6) se desprende que en ambos sexos hay más manos de- rechas con 2, 3, 4 y 5 verticilos que izquierdas. Al revés, el nú- mero de las manos sin o con sólo un verticilo es superior en el lado izquierdo que en el derecho. Además el análisis muestra que en ambos sexos hay más manos izquierdas con 4 y 5 pre- sillas que derechas; en cambio hay más manos derechas con pocas presillas (1, 2 6 3). Además se deduce de los unimanua- rios que en ambos sexos hay más manos izquierdas con 1, 2, 3, 4 y 5 arcos que derechas, mientras que en el lado derecho el nú- mero de manos sin arcos es superior al del izquierdo. Estas asimetrías bilaterales pueden estimarse como preei- sas desde el punto de vista estadístico. Diferencias homólogas entre la mano izquierda y la derecha se desprenden también de una serie de criminales de Hamburgo, publicada por Poll, y de un trabajo relativo a 1733 japoneses (véase H. Virchow 1931). También el unimanuario presenta claramente diferencias sexuales. En el sexo femenino el número de dactilogramas 'con 2, 3, 4 y 5 verticilos es en ambas manos inferior al del sexo masculino en los lados correspondientes. Además en el sexo fe- menino el número de las manos con 1, 2, 3, 4 y 5 arcos es en ambos lados superior al del sexo masculino, mientras que en es- te último'se hallan con mayor frecuencia manos que carecen totalmente de ambos. Diferencias sexuales homólogas han sido ya indicadas, en parte, por Cevidalli (1906) y Pol (1921, 1922) y cit. seg. Bliimel y Poll (1928). BIBLIOGRAFIA Bliimel, P. und Poll, H., 1928, Fingerlinienmuster und gei- stige Norm. Med. Kl. 1928, Nr. 37. Bonnevie, K., 1923, Main results of a statistical investiga- tion of finger prints from 24518 individuals. Int. Congr. Eugen. Gen. Fam., 1. Bonnevie, K.. 1924, Studies on Papillary Patterns of Human Fingers. Journ. Genet., 15. Bonnevie, K., 1929, Was lehrt die Embryologie der Papillar- muster úber ihre Bedeutung als Rassen- und Familiencharakter ? Zeitschr. ind. Abst. u. Vererbgsl., 50. Cummins, H. and Midlo, C., 1927, Dermatoglyphics in Jews. Amer. Journ. Phys. Anthrop., 10. Cummins, H., 1930, Dermatoglyphics in Negroes of West Africa. Amer. Journ. Phys. Anthrop., 14. 38 Cummins, H., 1930, Dermatoglyphics in Indians of Southern Mexico and Central America. Amer. Journ. Phys. Anthrop., 15. Davenport, C. B. and Steggerda, M., 1929, Race crossing in Jamaica. Carnegie Institution of Washington, Public. N.? 395. Falco, G.. 1908, Ricerche sulla frequenza e simpatia dei diversi tipi de figure papillari su 1579 individui. Atti. della Soc. Med. Leg., 1. Furuse, Y., 1913, Untersuchungen úber Verbrecher in Su- gamo. Cit. seg. Davenport and Steggerda. Galton, F., 1892, Finger prints. London. Gasti, G., 1907, Sui desegni papillari. Att. del. Soc. Rom. Anthrop., 13. Grineberg, H., 1928, Untersuchungen úber die Asymmetrie der Tastfiguren. Zeitschr. f. ind. Abst. Vererbesl., 47. Hasebe, K., 1918. Uber das Hautleistensystem der Vola und Planta der Japaner und Aino. Arb. Anat. Inst. Sendai, 1. Kanaseki, T., 1930, Uber das Hautleistensystem der Vola und Planta der Riukiu-Insulaner. Journ. Anthrop. Soc. Tokyo, 45. Kleiweg de Zwaan, J. P., 1914, Die Insel Nias bei Suma- tra. Haag. Kubo, T., 1918, Beitráge zur Daktyloskopie der Koreaner. Mitt. mediz. Hochschule Keijo, 2. Kutsuna, M., sin fecha, Studien úber das Hautleiscensystem der Vola der Japaner. Ver. Anat. Inst. Kioto. Lauer, A. und Poll, H., 1929, Der Vaterschaftsnachweis mit Hilfe der Papillarmuster der Finserbeeren. Krim. Monatsschr., 3. Loth, E.. 1910, Anthropologische Untersuchungen úber das Hautleistensystem der Polen. Zeitschr. Morphol. Anthrop., 23. Midlo, C. and Cummins, H., 1931, Dermatoglyphics in Es- kimos. Amer. Journ. Phys. Anthrop., 16. Poll, H., 1928, Seltene Menschen. Verh. anat. Ges. Erg. H. Anat. Anz. 66. Schlaginhauíen, O., 1906, Zur Morphologie der Palma und Planta der Vorderinder und Ceyloner. Zschr. Ethnol., 38. Virchow, H., 1931, Das Manuar oder die Verteilung der Fingerleistenmuster bei verschiedenen Rassen. Verh. d. Ges. Phys. Anthrop. S. H. Anthr. Anz. 7. 39 DEL INSTITUTO PATOLOGICO de la Universidad d= Concepción (Chile) Director: Prof. Dr. E. Herzog Estudios experimentales sobre la influencia de la nicotina y otros venenos sobre los ganglios simpáticos periféricos CON 5 FIGURAS por Ernst Herzo$ Desde las investigaciones clásicas de Langley y sus cola- boradores, sobre la influencia de la nicotina en los ganglios sim- páticos periféricos, es curioso que sólo rara vez se intentó buscar un fundamento morfológico para ello, en la mayoría de aquellos casos se trataba meramente de comprobar la influencia que el vicio de fumar ejercía sobre el oreanismo o de tratar de aclarar la vénesis de la arterioesclerosis. Para el estudio de las intoxi- caciones en el Manual de la Anatomía e Histología Patológica Petri cita solamente a Vas (1894), Zebrowski (1908), C. v. Otto (1911) y Danisch (1928), quienes en sus estudios sobre la intoxicación nicotínica y sobre la arterioesclerosis, tomaron también en consideración al sistema simpático. Sin embargo en nineún caso se emplearon todos los métodos neurohistológicos indispensables, y a menudo sin extender la investigación a los más importantes ganelios simpáticos. Vas, cuyo trabajo original no nos ha sido posible conseguir, encontró alteraciones demostrables histológicamente en el pro- toplasma de las células nerviosas de los ganglios simpáticos cer- vicales, torázicos y abdominales, en conejos intoxicados durante semanas con nicotina, desgraciadamente no hemos podido in- quirir detalles sobre estas alteraciones, así como desconocemos igualmente las dosis y las concentraciones de la nicotina em- pleada. Sin embargo es fácil suponer que dada la imperfección de los métodos neurohistológicos de aquellos tiempos, aquellos estudios no satisfagan las exigencias modernas. Zebrowski, en dilatadas investigaciones respecto a la influencia del humo del 41 tabaco sobre los vasos sanguíneos de los conejos, aplicó la nico- tina de maneras muy diferentes, como humo de tabaco, en for- ma de extracto intravenoso, etc., y encontró en un cierto por- centaje de los casos alteraciones aórticas más o menos pronun- ciadas, pero solamente en un segundo trabajo, de menor exten- sión, hizo el estudio histológico de los ganglios simpáticos del corazón, en cuatro conejos que habían respirado humo de tabaco. En esta última ocasión sólo en dos de los animales se pre- sentaron atrofias de las células ganglionares, así como altera- ciones nucleares con formación de vacuolas. Además pudo ob- servar al lado de ciertos grupos celulares con granulaciones de Nissl bien teñidas, otros grupos con tensión débil y gránulos pequeños. Pero según nuestras observaciones tanto en material humano como de experimentación, hay que ser muy escéptico en cuanto a la interpretación de las atrofias celulares y nuclea- res, así como frente a la coloración más pálida de ciertas células nerviosas. También la atrofia de los gránulos de Nissl citada por este autor, es un concepto impreciso, ya que en el conejo sólo se observan normalmente granulaciones muy finas en vez de los gránulos groseros que se observan en otras especies. De un interés especial habría sido sobre todo el examen de los ganglios cervicales mayores y los ganglios de las cadenas la- terales, ya que sus células de mayor tamaño son más fáciles de representar y ya que la acción tóxica de la nicotina no puede limitarse a ciertos y determinados ganglios. C. v. Otto, que se ocupó preferentemente con la influencia de la nicotina sobre el corazón, inyectó 12 conejos, diariamente, por vía intravenosa con una solución de nicotina pura (Merck) al 1:10000, diluída en suero fisiológico durante 4 meses, usando después una solu- ción concentrada al 1:1000. Un animal fué sacrificado a los 4 meses y otro a los 5 meses, habiendo recibido el primero 0,015 grs. y el segundo 0,03 ers. de nicotina pura. En ninguno de estos animales se encontraron alteraciones ni en el sistema vascular ni en el corazón. En los diez conejos restantes, que habían recibido durante 10 meses un término medio de 0,1 grs. de ni- cotina intravenosa, pudo comprobarse el estado inicial de la arterioesclerosis, pero para no prejuzgar nada, quisiéramos ha- biar meramente de una esclerosis de la media o del tipo de la llamada esclerosis adrenalínica, la cual como sabemos no puede identificarse con la arterioesclerosis humana. Desgraciadamen- te sólo en tres de los animales intoxicados con nicotina durante 10 meses se hizo el estudio de los ganglios cardíacos. Las alte- raciones encontradas en estos casos consistieron en tigrolisis de las células ganglionares con atrofia, así como también vacuoli- zación en un cierto número de las grandes células ganglionares. También se ha descrito como hallazgo patológico, la localización periférica del núcleo en casos con atrofia de los gránulos de 42 Nissl. Las alteraciones observadas eran relativamente discretas según el autor, así en el primer caso se encontraron alteraciones en cada quinta o sexta célula, y en el segundo caso sólo en cada tercera célula y en el tercer caso alteraciones aun más discretas. Analizando las figuras reproducidas en este trabajo no se tiene de ningún modo una impresión segura de una alteración carac- terística de las células ganglionares simpáticas. También en es- le caso es muy sensible que no se hayan examinado los ganglios cervicales mayores y los ganglios de las cadenas laterales. Ya anteriormente hemos insistido en las fuentes de error prove- nientes de un método de investigación imperfecto, lo que tam- bién se aplica a estos casos. En cuanto a las experiencias de Danisch, no pueden interpretarse estas como intoxicaciones ni- cotínicas puras, ya que las inyecciones de nicotina se combina- ron con aceite colesterinado o con adrenalina, no pudiéndose saber en definitiva que es lo que debe atribuírse a la una o a la otra de estas substancias. Resumiendo por lo tanto los hallazgos sobre las alteraciones a nivel de los ganglios simpáticos duran- te una intoxicación con nicotina de corta o de larga duración, por medio de pequeñas dosis intravenosas en el conejo, tenemos que este material no es en manera alguna decisivo, es decir has- ta hoy día no se ha probado de una manera clara y precisa que la nicotina, considerada como un tóxico electivo del sistema sim- pático, acarree determinadas alteraciones morfológicas, demos- trables a nivel del sistema nervioso simpático, ni tampoco exis- te uniformidad de criterio en cuanto a la localización de estas alteraciones. Pero estas interrogantes adquieren día a día ma- yor importancia práctica, porque nuestros conocimientos sobre las alteraciones producidas por el abuso del tabaco son aun muy imprecisas y aun contradictorias. Como la arterioesclerosis, en- tre otros factores sería favorecida por el abuso de la nicotina, sería de un interés especial la comprobación de la génesis de esta enfermedad con posible participación del sistema nervioso simpático, como ya ha sido sostenido por algunos autores (Staemmler, Danisch, etc.) Nosotros mismos hemos tratado por de pronto de adquirir alguna claridad respecto a ciertos problemas iniciados por al- gunos investigadores que nos han precedido. Para esto parti- mos por de pronto de la experiencia clásica de Langley, que dice que al hacer una pincelación durante algunos minutos de un ganglio simpático (del ganglio cervical superior), con una solución de nicotina del 14 - 1% se produce una sección fisioló- gica de las fibras preganglionares, esto es que al excitarse estas fibras no se produce su acción normal, esto es que no se observa dilatación pupilar ni vasoconstricción en el territorio corres- pondiente. Como sabemos que las fibras preganglionares se subdividen y terminan dentro de los ganglios en forma de de- 43 terminados aparatos terminales, alrededor de ciertas células ganglionares (Cajal, Dogiel, Lenhossek, de Castro, Greving, Lawrentjew), teniendo una conexión más o menos estrecha con dichas células (conexión o contacto), deberíamos según esto en- contrar una alteración morfológica, precisamente en esta zona de transición. A esto puede oponerse evidentemente, por una parte el hecho de que la representación morfológica de estas terminaciones preganglionares es muy incierta, está rodeada de las mayores dificultades técnicas, y aun es todavía bastante problemática, y por otra parte, según nuestras experiencias en hechos semejantes, no podemos esperar alteraciones histológicas, morfológicamente demostrables, con nuestros métodos corrientes, después de la acción de un tóxico durante tan breve lapso de tiempo. A pesar de esto, podría pensarse en la posibilidad que debido a la ausencia del impulso, a consecuencias de la interrup- ción de la conducción por la nicotina se produjera un fenómeno morfológico, semejante al que se observa en la exitación pri- maria de Nissl. Esta puede comprobarse aun a las 24 horas des- pués de la sección del cilindro-eje de su cuerpo celular corres- pondiente. Nosotros podemos suponer que no sea imposible que dicha reacción pueda aparecer aun dentro de un tiempo más breve y aun sin que sea necesaria una sección completa. En la primera parte de nuestro trabajo tratamos de buscar un apoyo a esta hipótesis. La segunda interrogante se concretó a averiguar si siem- pre, invariablemente, se encontraba una alteración demostrable eon seguridad a nivel del sistema nervioso simpático, en una serie de animales (conejos y perros), que habían sido intoxica- dos crónicamente durante tiempos diversos y con distintas con- centraciones de una solución de nicotina, por vía intravenosa. Desgraciadamente estas experiencias quedaron incompletas, pues por razones ajenas a nuestra voluntad hubieron de ser interrumpidas, no pudiéndose hacer tampoco el examen de los centros vegetativos en el cerebro y en la médula. Finalmente tuvimos ocasión, gracias a la amabilidad del señor Prof. Schuebel (Pharmakol. Inst. d. Univ. Erlangen) de examinar los ganglios simpáticos cervicales de más o menos 80 gatos de experimentación, a los cuales se les había inyectado una serie de substancias farmacológicamente activas, respecto al simpático, tanto excitadoras, inhibidoras y otras más, y los cuales por término medio habían muerto una o dos horas des- pués de la aplicación, o bien habían sido sacrificados. Estos ea- sos que no detallaremos sirvieron exclusivamente para compro- bar si era posible registrar alteraciones morfológicas a nivel del simpático, después de una acción de tan corta duración. En cuanto a la técnica, se sometieron los ganglios a los mé- todos de Nissl y Bielschowsky-Gross, empleándose además la tin- 44 ción de las vainas medulares, según Spielmeyer y una coloración de las grasas con Sudan III. En parte se hicieron cortes seria- dos de estos ganglios. GRUPO I Gato (K 95), de 4 kg. de peso, es narcotizado con 6,25 grs. de uretano. A ambos lados se preparan los simpáticos cervicales y los nervios vagos. La exitación eléctrica de las fibras pre y posteanglionares, produce dilatación pupilar y aumento de la presión arterial, exitando el vago baja la presión sanguínea. En seguida se procede a la pincelación con una solución de ni- cotina al 1% del ganglio cervical superior derecho. Al exitar ahora las fibras preganglionares no se observa la dilatación pu- pilar. Inmediatamente después de esta exitación se produce la muerte del animal. El tiempo durante el cual se produjo la ac- ción de la nicotina sobre el ganglio, sólo duró en total algunos minutos. El ganglio es fijado inmediatamente en alcohol del 96%, incluído en celoidina, cortado en serie y teñido según el método de Nissl, lo mismo se hace con el ganglio del lado iz- quierdo, para que sirva de control. Al proceder al examen histo- lógico de estas preparaciones no se observa ninguna alteración, gue llame la atención, ambos ganglios presentan el mismo as- pecto. Todas las células simpáticas se han teñido perfectamen- te, no existe ningún indicio de tigrolisis central ni periférica, o sea signos de una irritación primaria, tampoco pudo comprobar- se ninguna alteración en cuanto al tamaño de los gránulos de Nissl. Tampoco se encontró atrofia celular, como pudo compro- barse procediendo a su medición, ni tampoco existían alteracio- nes nucleares. También las fibras nerviosas se coloreaban de una manera absolutamente normal. Naturalmente se puso es- pecial cuidado en observar las células ganglionares periféricas, ya que era de suponer que la acción tóxica de la nicotina sería a nivel de ellas de una intensidad máxima. Normalmente las células ganglionares superficiales son angostas y alargadas, co- loreándose por lo general con un tinte más obscuro que las cé- lulas centrales, sin embargo en el caso presente no pudo com- probarse ninguna alteración en su estructura. Gato (K 206), también en este caso se hizo la experiencia de Langley en su forma habitual, procediéndose inmediatamen- te después a la fijación del ganglio cervical superior en alcohol. El examen de los cortes tampoco indicó en estos casos ninguna alteración. Conejo X. Ejecución del experimento de Langley e inves- tigación histológica del ganglio cervical superior, según el mé- todo de Nissl, resultado ¡igualmente negativo, como los precedentes. 45 Modificación del experimento de Langley En tres conejos se procedió a la extirpación del ganglio cervical superior durante la anestesia cloroformo-etérea, colo- cándolos durante tiempos variables en una solución de suero fisiológico, con un cierto agregado de solución de nicotina al 1%, el todo a temperatura del cuerpo. Conejo 1 a, animal de control: El ganglio cervical superior extirpado, se mantuvo a temperatura del cuerpo durante me- dia hora en una solución de suero fisiológico, después se fijó en alcohol de 96%, se incluyó en celoidina y se tiñó según el méto- do de Nissl. El cuadro celular aparece en conjunto inalterado, en todas partes puede reconocerse una tinción buena y uniforme. Las células ganglionares como ocurre habitualmente, dejan re- conocer tres diversos tamaños de células, esto es, un tipo celular grande, otro mediano y otro pequeño. En estas últimas sólo ha quedado para las granulaciones de Nissl una estrecha zona mar- a y MANO as 339 Fig. 1. Tres tipos celulares nerviosos del ganglio cerv. sup. del conejo III. Tinción de Nissl. Estructura normal de las células. : 3) , e Sl oí Obj. Zeiss inmersión ,,, Oculario 3. ginal alrededor de la vesícula nuclear, ya que el núcleo ocupa la mayor parte del cuerpo celular (ver fig. 1). Los otros dos tipos celulares contienen granulaciones de Nissl finas, distribuídas difusamente por todo el cuerpo celular (v. figs. 1 y 2) o bien 46 en forma de un fino aparato reticular (v. fig. 3). Nosotros, lo mismo que Pastori, habíamos señalado ya hace algún tiempo, el hecho, de que las llamadas granulaciones de Nissl podían pre- sentarse a veces en forma de un aparato reticular, dentro de las RENE a rien oe ARNO AUS O o dl 30 Fig. 2. Dos células del ganglio cerv. sup. del conejo III. La célula pequeña parece alterada, pero en verdad está solamente situada en otro plano. Tinción de Nissl. E Pe iS : Obj. Zeiss inmersión ,,, Oculario 3. células ganglionares del simpático, depositándose posiblemente las granulaciones en estrecha relación con el retículo neurofibrillar. En la periferie del ganglio llaman la atención ciertas célu- las con prolongaciones gruesas, bien teñidas. Estas células mar- ginales contienen también en parte pequeñas formaciones va- cuolares irregulares, que en ocasiones suelen alcanzar hasta la inmediata vecindad del núcleo. Además se nota en uno de los bordes longitudinales del ganglio, células preferentemente pe- queñas, en el otro borde células preferentemente grandes, mien- tras que al centro ambas se encuentran entremezcladas. Conejo II b. Se extirpó el ganglio cervical superior izquier- do, sumergiéndolo a temperatura del cuerpo, en una solución de 4 cc de suero fisiológico, más 6 gotas de una solución al 1% de nicotina, durante media hora. Fijación en alcohol y tinción se- gún el método de Nissl. El cuadro histológico corresponde en absoluto a la preparación de control del conejo l a. 47 Conejo TH c. También en este caso se extirpó el ganglio cervical superior, sumergiéndole durante media hora en una so- lución de 4 ce de suero fisiológico más 1 cc de una solución al 1% de nicotina, a temperatura del cuerpo. Fijación en alcohol y tinción según el método de Nissl. SN SEN LEN z pl Fig. 3. Gran célula simpática normal del gan- glio cerv. sup. del conejo II. Tinción de Nissl. : dali EL , Obj. Zeiss imersión 12 oculario 3. En los cortes se observan muy bien las granulaciones de Nissl, no se ven alteraciones nucleares, ni atrofia celular, ni va- cuolas. Las prolongaciones celulares se han coloreado en parte. Conclusiones del grupo I En dos gatos y un conejo, en los cuales se había hecho el experimento clásico de Laneley, o sea, se había hecho la pince- lación con una solución al 1% de nicotina, durante algunos mi- nutos, a nivel de los ganglios cervicales superiores, no se encon- traron histológicamente alteraciones apreciables según el método de Nissl. Según nuestro parecer, solamente podían esperarse alteraciones comprobables morfológicamente después de una acción del tóxico por tan breves instantes, a nivel del protoplas- ma celular o sea a nivel de las granulaciones de Nissl, ya que éstas reaccionan primero, después al hacer cualquier interven- ción, representando indudablemente la parte más sensible, mien- tras que el núcleo y el aparato neurofibrillar vendrían en un segundo término. Como estas alteraciones esperadas no pudie- 48 ron comprobarse, quiere decir que la parálisis que se observa fisiológicamente en el punto de contacto dentro de los ganglios simpáticos, o sea a nivel de la transición entre las fibras pre- ganglionares y la célula nerviosa misma, dependería ya sea de un cambio físico-químico que aun se escapa a nuestros actuales métodos neurohistológicos, o bien que se limita exclusivamente al punto de contacto o de continuidad, región que tampoco nos es posible representar con precisión actualmente. Sin embargo, creemos más laudable la primera hipótesis. En nuestras experiencias no se tomó en consideración la inves- tigación histológica de las células simpáticas de los cuernos la- terales de la médula cervical superior, a nivel de las cuales po- dían esperarse igualmente alteraciones, ya que se trata de las células de origen de las fibras preganglionares, pero posible- mente también para ello sea demasiado breve la intervención del tóxico, de todos modos valdría la pena el estudio de este pun- to que dejamos indicado. En cuanto al método de Laneley mo- dificado, en que se procede a sumergir el ganglio cervical durante media hora, a temperatura del cuerpo, en una solución diluída de nicotina, era de esperar con mayor razón que en este caso se observarán las alteraciones supuestas en la experiencia original de Langley, ya que se trataba de una acción más du- radera y por tanto más intensiva de la nicotina sobre los gan- gelios separados del cuerpo, especialmente en las capas super- ficiales, en donde era lógico suponer una acción más eficaz del líquido impregnante. El hallazgo aislado de pequeñas vacuolas a nivel de las células ganglionares superficiales, no nos parece lo suficientemente inequívoco para ser valorado debidamente. GRUPO II En este grupo se trataba en principio de la influencia de una intoxicación crónica con nicotina en conejos y perros por medio de la administración intravenosa de nicotina o de una alimentación directa con tabaco. Según los hallazgos escasos y en parte insuficientes de investigadores anteriores debía espe- rarse en tales casos, alteraciones bien determinadas a nivel de los ganelios simpáticos, como en parte y aunque en pequeña escala lo suponíamos también nosotros para los casos de las in- toxicaciones agudas. En primer lugar debía pensarse en la atro- fia celular, disminución del número de las células ganglionares, hinchazón celular o sea la irritación primaria de Nissl, con ti- grolisis, degeneración nuclear y destrucción de fibras nervio- sas y aun posible proliferación crónica conjuntival. En este caso era de esperar hallazgos positivos, empleando cualquiera de los diferentes métodos de investigación. 49 De acuerdo con las primitivas observaciones de Cajal, de las nuestras, de las de de Castro y Lawrentjew, en forma de fi- guras esféricas, piriformes y formaciones de asas en la vecin- dad de las células ganglionares, y de vez en cuando, en relación directa con la terminación de las fibras preganglionares, supo- níamos encontrar tales manifestaciones degenerativas, que tam- bién han sido llamadas por Lawrentjew como “fenómenos esfe- roidales”, precisamente en estos casos, como signos de una lesión de los aparatos terminales preganglionares. Partiendo del hecho, de que por la intoxicación con nicotina se produce inte- rrupción de la conducción del estímulo de las fibras preganglio- nares a las células ganglionares, era de suponer que se observa- ran formaciones esferoidales degenerativas, como las descritas por Lasowsky y Lawrentjew a nivel de los ganglios cardíacos en casos de arterioesclerosis y después de las secciones experi- mentales del simpático, precisamente a nivel de los aparatos terminales de las fibras preganglionares. Desgraciadamente, también en este caso en que cifrábamos nuestras mayores espe- ranzas, sufrimos una gran descepción con la investigación mi- eroscópica, como podrán apreciarlo por los detalles que siguen. En este grupo deben comprenderse sobre todo tres conejos, que habían recibido durante largo tiempo, diariamente, inyee- ciones de diversa concentración, por vía intravenosa de una so- lución de nicotina (clorhidrato de nicotina Merck). Desgraciada- mente el conejo II hubo de ser eliminado, pues se perdió por un incidente involuntario. Conejo I. Recibió durante más o menos mes y medio una inyección intravenosa diaria de una solución de nicotina al 0,1% o sea en total 0,0475 grs. de clorhidrato de nicotina Merck. Cada vez que se hacía la inyección se observaba una marcada miosis y temblor de las extremidades, así como una mayor frecuencia del ritmo cardíaco y respiratorio, a la cual seguía al poco rato una parálisis pasajera. Todos estos fenómenos regresaban a los pocos minutos. Después de 11% mes se trató de extirpar los gan- glios simpáticos cervicales durante la anestesia clorofórmica, pero el animal murió durante la narcosis. De los ganglios cer- vicales, uno se echó inmediatamente en alcohol al 96% para el método de Nissl y el otro en formalina al 10% para el método de Bielschowsky y otros. En la autopsia sólo se pudo comprobar la existencia de extensos focos escleróticos y calcificados en la aorta abdominal, tal como corresponde a las descripciones de Zebrowsky. Histológicamente se trata en estos casos de una intensa calcificación de la media, sin infiltración grasosa de la íntima, o sea de una alteración que no puede identificarse así no más con la arterioesclerosis humana. No se encontraron alte- raciones apreciables en el encéfalo. Nosotros no procedimos al 50 examen histológico de otros órganos, pues tratábamos de ave- riguar exclusivamente si existían alteraciones demostrables morfológicamente a nivel de los ganglios simpáticos, causadas por la intoxicación nicotínica. El ganglio cervical superior teñido con el método de Nissl dió la siguiente imagen: Las células ganglionares presentan a grandes rasgos los tres diversos tipos, con su distribución cuan- titativa normal (v. fig. 4). En todas las células ganglionares se observan granulaciones de Nissl de distribución difusa, a me- Fig. 4. Vista general de un corte del ganglio cerv. sup. del conejo I, intoxicado con nicotina. Células nerviosas sin alteraciones. Tinción de Nissl. Obj. Zeiss A, oculario 3. nudo también en forma de una substancia tigroide acumulada en las zonas marginales, y a veces también en forma reticular dentro del protoplasma celular. Los núcleos presentan todos una estructura perfecta, igualmente los nucléolos, a menudo se obser- van dos núcleos en una célula. Las fibras nerviosas no presentan alteraciones, en el intersticio sólo llaman la atención algunas células cebadas de distribución difusa. No se pudo comprobar una proliferación conjuntival. Por mediciones celulares y compa- ración con animales de control, no se pudo comprobar una atro- ol fia de las células ganglionares, tampoco se observaron necrosis, ni fenómenos de neuronofagia. Aun los cortes seriados del gan- glio no demostraron ninguna alteración apreciable en otros planos. Tampoco empleando los otros métodos pudo comprobar- se alteración patológica alguna en el ganglio cervical superior del otro lado. Conejo HI. Recibió durante más o menos 2 meses una in- yección diaria, intravenosa de una solución al 0,25% de nicoti- Fig. 5. Células nerviosas normales del ganglio cerv. sup. del conejo III. con coloración especial de las neuro fibrillas según Bielschowsky-Gross. Obj. Zeiss A RÍA ; imersión ;z, oculario 3. na pura, en total 0,15 grs. de ésta. Después de cada inyección se observaron invariablemente los mismos fenómenos ya descritos en el animal N.* I, eso sí que en un grado más intenso. La au- 92 topsia también en este caso demostró una calcificación de la media de la aorta, como en el animal I. La investigación histo- lógica de los ganglios cervicales superiores con los métodos de Nissl, Bielschowsky, Spielmeyer y con Sudan III, fué tan nega- tivo como en el conejo I. Las figuras 1, 2 y 3 muestran diversas imágenes de Nissl de los ganglios cervicales superiores de este animal, que corresponden en absoluto a lo normal. La fisura 4, muestra finalmente un vistazo con débil aumento para apreciar la cantidad y la distribución de los diversos tipos celulares. Tampoco en este sentido puede anotarse ninguna variante pa- tológica. En la figura 5, destinada a servir de complemento a las imágenes Nissi, se trata de una impregnación argéntica se- eún Bielschowsky-Grcss. Sin embargo debemos recalcar que este método no resultó de una manera uniforme y perfecta en todos los conejos, especialmente los aparatos terminales peri- celulares de las fibras preganglionares no siempre pudieron ser bien representados. Estos hechos corresponden también a las experiencias de otros autores, como ser Lawrentjew, que han trabajado mucho y con excelentes resultados, usando los méto- dos de impregnación argéntica. Respecto a este resultado nega- tivo, precisamente en conejos no sabemos nada, pero segura- mente se trata de fenómenos de orden físico-químico. Además pudimos examinar los ganglios simpáticos cervi- cales de dos perros que habían sido intoxicados durante años con nicotina para otros fines, que debemos a la amabilidad del señor Prof. Kirch (Patholos. Inst. Erlangen). Perro N.” 198. Fué tratado durante 4 años con dosis cre- cientes de nicotina (Merck), en forma de inyecciones; en un comienzo recibía diariamente 2 ce de una solución al 1% de clorhidrato de nicotina, después dos veces al día, de 1-2 cc de una solución de nicotina al 14 %, después 3 veces al día de 0.6 a lec de una solución de nicotina al 2%. Después de más o me- nos 4 años se produjo la muerte del animal. En la autopsia no se encontraron alteraciones apreciables, ni aun a nivel de los vasos. Las investigaciones histológicas de los eanglios simpá- ticos dieron un resultado igualmente negativo. Perro B. N.* 113. Fué alimentado durante aleunas semanas primero con 4 ers. y después con 8 ers. de tabaco diariamente. A partir de la 4.* semana recibió diariamente 10 grs. de tabaco y dos veces al día 0,4 ce de una solución al 0,5% de nicotina. En el segundo año se aumentó la solución de nicotina a 0,6 ce diarios y durante el tercer año recibió diariamente 30 ers. de tabaco y tres veces al día 0,4 cc de una solución aquosa de ni- cotina al 2%. Después de 4 años se sacrificó el animal que por enfermedad últimamente ya no comía más tabaco. Durante la autopsia, sólo pudo comprobarse en la aorta, a nivel de la des- 53 embocadura de las intercostales, algunos engrosamientos cir- ceunscritos de la íntima, también aunque en menor grado se ob- servó esto a nivel de las coronarias. La investigación de los eanglios simpáticos fué igualmente negativa, como en el ca so anterior. GRUPO III Este grupo abarca 70 gatos, cuyos ganglios simpáticos cer- vicales fueron puestos amablemente a nuestra disposición por el señor Prof. Schuebel (Pharmakol. Inst. Erlangen). A estos animales se les había inyectado durante la narcosis con uretana por vía intravenosa, en dosis minimales, substancias simpático- tónicas o simpático-inhibidoras, con el objeto de hacer ciertas pruebas farmacodinámicas. Entre otras se emplearon ergotina, ginergeno, efetonina, ergotamina, ergotoxina, clavipurina, ex- tracto de sécale, suprarrenina, secacornina. La mayoría de los animales murieron en un espacio de más o menos una hora, des- pués de iniciada la experiencia. Nosotros no elegimos este ma- terial desde en un sentido determinado, especialmente bajo un punto de vista farmacológico, y por lo tanto nos ahorraremos aquí la reproducción de los protocolos detallados. Sólo nos inte- resaba tratar de pesquisar posibles alteraciones a nivel de los ganglios simpáticos, aun cuando a primera vista dicha eventua- lidad era muy peregrina, ya que se trataba de una acción que había durado breve tiempo y en la mayoría de los casos no se habían usado substancias simpático-tropas. De las substancias empleadas. sólo la ereotamina, ergotoxina, ginersgeno, clavipu- rina, sulfato de metano y ergotamina y extracto de sécale cor- nutum, obran paralizando el simpático, tratándose posiblemente por lo general de una acción a nivel del aparato terminal, como se supone. Histológicamente los ganglios se estudiaron prefe- rentemente con el método de Nissl, pero en parte también según los métodos de Bielschowsky-Gross, Spielmeyer y con Sudan III. "Tanto las células simpáticas como sus fibras se encontraron en su totalidad inalteradas. Siempre se pudieron representar per- fectamente las granulaciones de Nissl, no pudiéndose comprobar alteraciones nucleares, atrofias celulares o hinchazones celula- res. Sólo llamó la atención el frecuente hallazgo de numerosas células cebadas (Mastzellen) en el intersticio de los ganglios, en especial entre los haces de las fibras pre y posteanglionares, y esto con independencia de la substancia empleada. En algunas preparaciones se pudo observar también la glándula carotídea, la cual contenía igualmente numerosas células cebadas. En una que otra preparación se cortó también el ganglio nudoso del va- go, el cual en el gato está muy próximo al ganglio cervical su- 54 perior. Tampoco en sus células, ni en sus fibras se encontró al- teración patológica alguna. Resumen y crítica En nuestras investigaciones procedimos de tal manera que tratamos de comprobar, en primer lugar, si era posible encon- trar alteraciones morfológicas a nivel de los ganglios simpáticos (de preferencia en el ganglio cervical superior, especialmente apropiado por su tamaño) en conejos, gatos y perros que habían sufrido una intoxicación aguda o crónica con nicotina. Como se sabe que la substancia de Nissl y el protoplasma celular, son los primeros en reaccionar frente a los insultos externos, era de esperar alteraciones ante todo a este nivel en los casos de into- xicaciones agudas. La primera parte de nuestras experiencias, el grupo I, com- prendía dos gatos y un conejo, en los cuales se había realizado la experiencia de Laneley, pincelando el ganglio cervical supe- rior con una solución al 1% de nicotina, se esperó su resultado positivo, en seguida se procedió inmediatamente a extraer los ganglios fijándolos algunos en alcohol y otros en formalina. Las imágenes, según Nissl no demostraron ninguna variante con respecto a la normalidad. Ni aun los ganglios frescos de tres conejos mantenidos durante media hora a temperatura del cuerpo, en una solución de suero fisiológico con y sin agregado de una solución de nicotina pura, mostraron alteración alguna en el examen histológico. El hecho de que estas experiencias hayan resultado nega- tivas, puede atribuírse a las siguientes causas. O bien no puede comprobarse nineuna alteración de estos ganglios con nuestros métodos neurohistológicos corrientes, dada la brevedad del tiem- po de acción de la nicotina, ya que podría tratarse de fenómenos de orden físico-químico que sólo llegarían a ser visibles en con- diciones especiales de experimentación o bien la nicotina no ataca las células ganelionares mismas, sino más bien las “sinap- sis” entre las terminaciones de las fibras preganglionares y di- chas células. Esta última eventualidad cuenta con mucha vero- similitud, puesto que no sólo de un modo farmacológico fisiológico (Langley), sino también de un modo anatómico (Cajal, Lenhossek, de Castro, Dogiel, Grevins, Lawrentjew, etc.), se ha comprobado la interrupción de las fibras preganglionares a nivel de los ganglios simpáticos, pero aun en tales casos estas alteraciones pueden ser visibles o invisibles con los métodos his- tológicos corrientes. La representación nítida de los aparatos terminales nerviosos a nivel de los ganglios simpáticos, es aun un asunto bastante delicado, y el conejo por experiencia parece 515) que es poco apropiado para ello. Como nosotros mismos tuvimos poco éxito en cuanto a la representación de los aparatos termi- nales, no podemos por lo tanto descartar en absoluto la posibi- lidad de una alteración morfológica visible a este nivel, aunque ella nos parezca poco probable. La otra hipótesis, de la cual par- timos, sería aquella de que por la ausencia del impulso, a con- secuencias de una interrupción de la conducción por la nicotina, se producirían finísimas alteraciones de la substancia de Nissl y del protoplasma celular, a nivel de las células ganglionares. Si esta suposición se hubiese visto confirmada, se habría pro- bado con ello el hecho de que aun las interrupciones pasajeras pueden hacerse visibles a nivel del neurón afectado. Para el fu- turo sería de mucho interés en tales casos dedicarle una mayor atención a las células simpáticas de origen de las fibras pregan- elionares en la médula espinal, porque precisamente durante estas intoxicaciones se produce una condición análoga, aunque más pasajera a las existentes, 24 horas después de la seeción de los neuritos correspondientes a nivel de las células motoras de los cuernos anteriores, o sea una irritación primaria de Nissl. En nuestro segundo grupo se trataba de la acción de una intoxicación crónica con nicotina, a nivel de los ganglios sim- páticos cervicales. Para esto se emplearon dos conejos, de los cuales había recibido uno durante 11% mes y el otro durante 2 meses una inyección diaria de 1 cc de una solución al 0,1% de nicotina por vía intravenosa. El animal I recibió en total 0,0475 ers. de nicotina pura (Merck), el animal Il en total 0,25 grs. Ambos animales no presentaron otras alteraciones anatómicas de importancia, fuera de una marcada calcificación de la media, del llamado tipo adrenalínico. Lo que más llamó la atención fué sin duda la ausencia total de alteraciones a nivel de los ganglios simpáticos. Precisamente en estos casos en que se hizo obrar la nicotina en pequeñas dosis intravenosas durante largo tiempo, y en que los animales presentaron durante la in- yección marcada midríasis, hipertensión arterial y calambres, eran de esperar seguras y marcadas alteraciones histológicas a nivel de los ganglios, ya que el hecho de que la nicotina ataque los ganglios simpáticos debe darse por aceptado hoy día. No pue- de suponerse buenamente que el tóxico haya sido totalmente eliminado, ya que la aorta presentó una marcada calcificación de la media, a no ser que se suponga esto como una afección aparecida espontáneamente, pero casualmente en ambos anima- les, lo que sería algo forzado. La explicación para este resultado negativo inesperado sólo podría ser, o bien que las dosis y los tiempos de acción de la nicotina han sido insuficientes, o bien que la intoxicación altere exclusivamente las terminaciones de las fibras preganeglionares, cosa que por el momento no podemos demostrar. Pero es difícil aceptar que en tal caso no sufran al- 56 — e teraciones secundarias las células ganelionares mismas y sus fibras nerviosas. También la primera explicación, de tratarse de una dosis de nicotina y de un tiempo de aplicación insuficiente, no es muy satisfactoria, por ejemplo con respecto a la altera- ción vascular comprobada. Naturalmente que hasta cierto pun- to debe tomarse en consideración la idiosincrasia del animal co- rrespondiente frente al tóxico, así como igualmente la posibili- dad de un cierto acostumbramiento y de una eliminación parcial de la nicotina. Es conocido el hecho de que los perros reaccionan débilmente frente a la nicotina. Por esto no nos sorprendió tan- to el hallazgo histológico negativo a nivel de los ganglios sim- páticos de ambos perros, que obtuvimos gracias a un hecho casual, aun cuando en este caso era de esperar encontrarse con ciertas alteraciones morfológicas, pues en ambos casos se tra- taba de una intoxicación crónica que duró varios años, tanto con pequeñas dosis intravenosas de nicotina como con alimen- tación con tabaco. El grupo tercero, compuesto por 70 gatos que habían reci- kido con el objeto de hacer ciertas experiencias farmacológicas, pequeñas dosis intravenosas de substancias excitadoras e inhi- bidoras del simpático durante un lapso de más o menos 1 hora, nos hacía abrigar pocas esperanzas desde el punto de vista neu- rohistológico. Pero como el material había sido puesto amable- mente a nuestra disposición, nos pareció que en todo caso se justificaría la investigación histológica de los ganglios, puesto que bien podría encontrarse en alguno de los casos una que otra alteración. En cuanto a los fármacos empleados, tenían especial interés para nosotros la ergotamina, ergotoxina, ginergeno, cla- vipurina y el extracto de secale cornutum. Desgraciadamente el resultado histológico fué en estos casos también negativo. Sin embargo pudimos comprobar como hallazgo secundario, en to- Gos los ganglios examinados, una intensa infiltración de células cebadas en el intersticio, entre las células ganglionares, especial- mente entre los manojos de las fibras pre y posteanelionares, lo que está de acuerdo con nuestras observaciones en la especie humana y en conejos. También la elándula carotídea que se in- cluyó a menudo en los cortes, presentó igualmente numerosas células cebadas. Es posible que a las células cebadas les corres- ponda un papel importante en cuanto al transporte de ciertas substancias indispensables para el sistema nervioso, cuyos por- menores aun ignoramos. Este sorprendente resultado negativo de nuestras investi- gaciones no justifica en manera alguna el juicio definitivo de que la nicotina no produzca alteraciones de ninguna especie a nivel del sistema nervioso simpático. Debe seguir indagándose si acaso por ejemplo mayores concentraciones del tóxico, admi- nistraciones más prolongadas o aun el empleo de otros animales 97 más sensibles para la nicotina no darían por resultado un ha- llazgo positivo en forma de alteraciones morfológicas demostra- bles a nivel del sistema nervioso simpático. También sería de sumo interés dedicarse en el futuro a la investigación de los centros vegetativos en la médula espinal y posiblemente también en el encéfalo, así como tratar de mejorar la técnica en cuanto a la representación de los aparatos terminales de las fibras den- tro de los ganglios simpáticos. Si aun por estos rumbos no se llegara a un resultado positivo, podría esperarse alguna luz de nuevos métodos de observación, dejando de lado las técnicas neurohistológicas corrientes, sobre lo cual esperamos hacer al- guna comunicación en el futuro. INDICE DE LA LITERATURA 1) Cajal, R. y: v. L. R. Mueller: Lebensnerven u. Lebens- triebe. 3. Aufl. 1931. Jul. Springer, Berlín. 2) de Castro: id. 3) Danisch, F.: Ziegl. Beitr. z. pathol. Anat. Bd. 79. 1928. 4) Greving, R.: v. L. R. Mueller: Lebensnerven 1931. 5) Herzog, E.: id. 6) Langley a. Dickinson. Proceedings of the Royal Society of London. Vol. 46. 1889. u. Vol. 47. 1890. 1) Lawrentjew, B. J. u. Lasowsky, J. M.: Zeitschr. f. d. ges. Neurol. u. Psych. Bd. 131. 1981. 8) Lawrentjew, B. J.: Zeitschr. f. mikros, anatom. Forsch. Bd. 18. 1929. 9) Lasowsky, J. M.: Virch. Arch. Bd. 279. 1930. 10) Pastori, G.: Pubblicazioni della Universitá Cattólica del Sacro Cuore. Milano. Vol. V. Serie 6. 1929. 11) Petri, E.: Die patholog. Anatomie u. Histologie der Vergiftungen i. Henke-Lubarsch, Handb. d. pathol. Anat. u. Histol. Bd. X. 1980. 12) Staemmler, M.: Ziegl. Beitr. Bd. 71. 1923. 15) Vas: cit. v. E. Petri. 14) Zebrowski, E.: Centralbl. f. Pathol. Bd. 18. 1907 y Bd. 19. 1908. 58 Observaciones sobre los grupos sanguíneos en la Isla de Pascua por Dr. P. Gilbert Rahm, O. S. B. Profesor de Biología de la Universidad Friburgo (Suiza) Los estudios sobre los grupos sanguíneos que se han ini- ciado en los últimos años, han favorecido la discusión del pro- blema del origen de las razas humanas. Así en Europa y América | ya Juan Tepano, el artista de la Isla con su esposa y un hijo Foto: G. Rahm 59 se ha realizado una eran cantidad de exámenes de los distintos grupos sanguíneos, dando resultados bastante interesantes. Pero para otros países, por ejemplo de Africa y de Oceanía, las investigaciones hemodiagnósticas son todavía muy incom- pletas. Sin embargo, en los últimos años se han sometido mu- chos indígenas de la Polinesia y Melanesia a los exámenes sanguíneos. El cuadro siguiente (1) puede dar una idea de los trabajos que se han efectuado en este ramo. En Diciembre del año pasado tuvimos ocasión de someter a un examen sanguíneo los indígenas de la Isla de Pascua. El «cura» de la Isla de Pascua con su hijo adoptivo, (Sr. Timoteo Pakaratfi) Foto; G, Rahm El cálculo sobre el número de los habitantes se estipula en 250-300 individuos. Pero un censo exacto que recientemente se haya llevado a cabo, en verdad no existe. A la petición que les hicimos para que se presentaran al hemodiagnóstico, concurrie- ron 211 personas, de las cuales tuvimos que rechazar por no ser raza pura 148 individuos. Hasta hace dos siglos los investiga- dores que han descrito la vida y las costumbres de los pascuen- (1) Véase: P. Steffen y S. Wellich, Die geographische Verteilung der Blutgruppen. Zeitschr. f. Rassen-Physiologie (Leipzig), 1. 60 ses, se refieren a que las mujeres se mezclaban con los huéspedes que llegaban a la Isla, especialmente europeos, también hom- bres de la Isla Tahiti, colonia francesa. Una anciana de más de cien años, de la Isla de Pascua Foto; G, Rahm De los restantes 63 personas que al parecer son de raza pura, al menos por lo que nos indica su aspecto exterior y por lo que ellos mismos dicen sobre la pureza de su raza, la mayoría pertenece al grupo sanguíneo A, es decir por porcentaje siguiente: NUMERO DE INDIVIDUOS O A B AB | 63 25,39 69.80 3.10 1,55 El resultado a primera vista sorprende, pues esperábamos encontrarlos incorporados de preferencia en el grupo O que es el más primitivo. Deja de aprisionarnos esta sorpresa al ver que en la región oceánica también se ha encontrado de vez en cuan- do una mayoría del grupo A; véase en el cuadro N.” 8, 10 y 13, Oceanía, y N.” 19 y 20, Australia. 61 EE GErupo PAIS Ez AUTOR EE | z=| O |A | B/|AB Micronesios — Marianos 253 157,7 /21,7/10,4/10,3| T. Furuhata 2) > — Carolinos, 213/57,7/20,3117,8| 4,1 | S. Takasaki Oeste : 3 » — Carolinos, 95/589/31,6| 84/ 1,01 S. Takasaki Oeste-Wolea E 4 > — Carolinos, 49/66,7/28,6| 4,7 | 0,0] Fais y Oeste Ululssi 5 » — Carolinos, 64 /48,4/32,8|18,7| 0,0| S. Takasaki | Sur, Mortlock ! 6 | ; — Carolinos, 167153,329,3|14,3| 3,0] S. Takasaki Este, Ponape 7 » — Carolinos, 137 |43,8 136,5 |13,9| 5,8 | S. Takasaki Este, Mokil y Pingelap 8 > — Carolinos, 111/34,2/44,1/16,2| 5,41 S. Takasaki Este, Kusaie 9 » — Carolinos, 485 | 28,7 132,0 133,01 6,4 | S. Takasaki Med. Truk 10 » — Islas de Palaos, | 57|33,3|66,7 | 0,0] 0,0| S. Takasaki Sonsol 11 > — Islas de Palaos | 545 58,9|26,4|12,2| 2,4 | S. Takasaki 12 » — Islas de Palaos (2259 | 47,9|30,4/|18,0| 3,7] T. Furuhata 13 | Polinesios — Islas de Hawaii, | 413 |36,5|60,8| 2,2 | 0,5| C. Nigg. Maui, Oahu 14 | Australia, Indígenas 862 57,0 138,5 30| 1,5| Tebbut y Connel 15 > Indígenas, 191/|55,0 138,01 5,9| 1,1| Tebbut y Queensland Connel 16 » Indígenas 1176/52,6/36,9| 8,5| 2,0| Tebbut y Connel 17 » Indígenas 204 /57,0/38,5| 3/0] 1,5| Tebbut y Connel 18 » Queensland, 377 /60,3!31,7| 6,4| 1,6 Lee y Norte Douglas 19 » Sur 101 |45,6/54,4| 0,0] 0,0| Burton y Cleland 20 » Isla de York 226 |43,8156,2| 0,0| 0,0 | Cleland, Burton y : Wollard 21 | Melanesios 753153,7126,8116,81 3,21 Hy- Mu. 62 AAA Estos estudios hemodiagnósticos aunque poco numerosos, por la escasez de los sobrevivientes de raza pura, nos pueden dar más luz para discutir el verdadero origen de los pascuenses. Otros escritores, como por ejemplo el Dr. W. Knoche (1), ya han llamado la atención a las distintas poblaciones que al- Una indígena de la Isla de Pascua Foto: G. Rahm bergó la Isla en los siglos pasados: una de estas son la gente llamada de “Orejas Largas”, casta más inteligente que domi- naba a las demás denominadas “Orejas Cortas”. A los primeros debemos evidentemente los grandes monumentos, muy elogia- (1) W. Knoche, Die Osterinsel. Concepción 1925. 63 dos, de piedra. Actualmente se encuentran en la Isla únicamen- te los representantes de la última casta; hace pocos años murió una mujer, que era el último individuo de las “Orejas Largas”. Nos dijeron que una familia (Pakarati) son descendientes de los “Orejas Largas”, sin la señal exterior. La hipótesis que los indígenas pascuenses—una hipótesis ya rechazada por muchos escritores por falta de prueba—deban su origen a los indios de América del Sur, también se contradice por nuestros estudios hemodiagnósticos. El estudio de los gru- pos sanguíneos realizado por el difunto profesor Kraus, por los doctores Onetto y Castillo y por Rahm han comprobado que se encuentra entre los indios sudamericanos un porcentaje muy elevado del grupo O; es de un 75,6% (1). En vista de la escasez del material antropológico referente a la Isla de Pascua, doy algunas fotografías que hice durante mi último viaje a la Isla. (Figs. 1-4). Séame permitido al fin agradecer a los doctores Roberts y Yáñez su cooperación en las investigaciones hemodiagnósticas que hemos realizado en la Isla de Pascua. (1) E. Onetto e i. Castillo. Sobre grupos sanguíneos en los araucanos. Rev. Inst. Bacter. de Chile, 1, N.* 5. 64 DEL INSTITUTO DE BIOLOGIA GENERAL Laboratorio de Parasitología Humana Universidad de Concepción (Chile) Director: Prof. Dr. Ottmar Wilhelm Los Helmintos parásitos intestinales en los mineros de la región carbonífera de la Provincia de Concepción (Chile) (1 por Otítmar Wilhelm Profesor de Biología General y de Parasitología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción En la campaña contra la Anquilostomiasis en las minas de carbón de la Provincia de Concepción, efectuada bajo los auspi- cios de la Dirección General de Sanidad durante los años 1931 y 1932, acerca de la cual ya hemos informado en otra oportuni- dad (2), aprovechamos los exámenes coprolósicos también para efectuar simultáneamente un estudio epidemiológico de los de- más helmintos parásitos intestinales en los mineros. De acuerdo con el Prof. Noé, con quien hemos organizado la campaña men- cionada, optamos para los exámenes eoprológicos por el método de Kofoid-Barber, por las ventajas que ofrece para los exáme- nes en eran escala. Se sometió a un minucioso examen co- prológico por este método de la flotación en salmuera a 4204 mineros. También se usaron el método de Tellemann y sus mo- dificaciones para un estudio comparativo en 300 casos. La técnica usada por nosotros, expuesta con todo detalle en la publicación ya mencionada, fué en resumen la siguien- (1) Resumen de la comunicación presentada a la Sociedad de Biología de Concepción en la sesión del 21 de Abril de 1932, (2) Wilhelm, O. La campaña contra la Anquilostomiasis en las minas de carbón de la Provincia de Concepción (Chile). Revista del Instituto Bacteriológico de Chile y de la Sociedad Chilena de Microbiología e Higiene. Vol. IV. Nr. 2. Año 1932. Pág. 3 a 23. 65 te: Recolección de muestras, en recipientes numerados, pre- via administración de un purgante de sulfato de soda. Es- te trabajo fué organizado con la mayor disciplina bajo un control riguroso directo e individual de cada minero. El material fecal se preparaba en seguida para el método de flotación de envases cilíndricos de vidrio (parecidos a los tubos de Borrel) de 4 ems. de diámetro por 7 15 ems. de alto. Se llenaban hasta un tercio o la mitad con materia fecal, según la consistencia de la deposición, y en seguida se le agregaba la solución saturada de cloruro de sodio casi hasta el borde superior y con un palito especial de mimbre de 15 a 1 em. de grosor por 20 ems. de largo se revolvía y disgregaba la deposición hasta conseguir una mez- ela homogénea. Después de revolver bien la mezcla, se prepara- ha un filtro circular de 1 6 2 ems. de espesor, hecho de virutilla dle acero Nr. 0 o Nr. 1, en tal forma, para que abarcara todo el diámetro del recipiente. Este filtro de acero se sumergía con el palito mencionado, hasta que alcanzara las proximidades del fon- do; (esta indicación tiene por objeto arrastrar todas las par- tículas flotantes de la superficie y deshacer en parte las burbujas de aire y conseguir una superficie libre de cuerpos extraños que pueden entorpecer el examen microscópico). Una vez preparada la muestra en esta forma se esperaba más o menos 40 minutos a 1 hora y se retiraba la película super- ficial con un aro de alambre de 1 cm. de diámetro y se deposi- taba esta película sobre portaobjetos para su respectivo examen microscópico. Esta última manipulación se repetía tantas veces cuantas era necesaria para su prolijo examen; con diez veces se podía recoger de la superficie del recipiente casi todos los huevos que flotaban. El palito y el filtro sólo servían para un examen y se inutilizaban para no contaminar los nuevos reci- pientes. Los huevos que flotan sin experimentar una alteración aparente durante el período usual del examen, son los de: Anquilostoma duodenale, Necator americano, Ascaris lumbri- coides, Oxyuris vermicularis, Tricocephalo trichiuris, Thaenia solium, Thaenia sanguinata, Hymenolepis nana, Hymenolepis diminuta, Dypylidium caninum, etc.; como asimismo los huevos de los Trematodes. En esta forma hemos examinado casi todos los mineros de las minas de Lirquén, Rosal y Lota. Resumimos en el cuadro sinóptico adjunto el resultado de los 4204 exámenes coprológicos realizados: 66 Cuadro estadístico de los Helmintos parásitos intestinales: en general según los. exámenes copias Mineros infectados cox: examinados Ancylostoma duodenale Trichuris trichiura lumbricoides Strongyloides stercoralis Hymenolepis vermicularis | Minas examinadas Ascaris Número de Mireros 2 % |Nr.| % | Nr.| % |Nr.| % | Lirquén. | 345 [214 [60,02] 240 (69, —| 37 114, —| 7 [1,668 —|— | 3 [0,84 Rosal.....| 177 45,76 129 72,8] 22 [12,40| 3 |1.69| 1 [0,56 A X a H [0.2] - Lora: | | Pique Grande | 1493 | 62 [4,15 1107/75,47 145 9,71 | 14 |0,93| 13 |0.87| 7 10,46) Pique Alberto] 1029 | 58 [5,63 835 74,43 149 1444 9 [0,87 21 [204 3 |0,28 Chiflón...... 1150 | 52 [4,52 984 (85,56 131 11,89 11 (0,93 7 [0,60 5 [0.43 se | ToraLes | 4204 [647 [11,103295 78,37 484 [12,50| 44 [1,08] 42 [0,99] 23 [0,54 De estos datos numéricos se desprende en primer lugar el alto grado de infección entre todos los mineros con Trichuris Trichiura, en un término medio de 78,37%. Sigue en frecuencia el Ancylostoma duodenale con un 60,02% para las minas de Lirquén y un 45,76% para las minas del Rosal (Cosmito). El número de enfermos y portadores en estas dos minas es con- siderable, desde luego revela la estadística 295 mineros con exámenes coprológicos positivos, y atendiendo al porcentaje, sube el número de mineros infectados en esta población minera con Anquilostoma a más de 400. Son estas minas de carbón de la zona norte de Concepción las más intensamente infectadas. En cambio las minas de la zona sur (hasta la fecha hemos es- tudiado sólo las minas de Lota), la infección no alcanza ni a un 6% en las minas más intensamente infectadas. Aun cuando el porcentaje en Lota es relativamente bajo, el número de mi- neros infectados llega, sin embargo, a 172, debido al gran nú- mero de mineros que trabajan en estas minas. Continúa en frecuencia el Ascaris lumbricoides con un por- centaje relativamente constante en todas las minas, fluctuando entre un 9,71% y 14,04%, con un término medio de 12,50%. Acerca de los porcentajes del Strongyloides stercoralis de- bemos hacer presente que el método de Kofoid-Barber, no es $ 67 apropiado para esta especie de parásitos. Por consiguiente los porcentajes que varían entre 0,87% y 1,69%, con un término medio de 1,08%, no corresponden a la realidad, sino deben con- siderarse más bien como hallazeos casuales. El porcentaje ver- dadero es mucho mayor; así lo hemos podido constatar al practicar las siembras de deposiciones, cuyo resultado micros- cópico con el método de flotación en salmuera había sido nega- tivo para el Strongyloides, sobre placas de Petri con Agar-Agar, revelaban larvas de Strongyloides. También los porcentajes refe- ridos por el Dr. Fernández acerca del Strongyloides son mayores que los nuestros, debido a que había practicado en aquel enton- ces el examen directo de las deposiciones. Este error estadístico vale la pena rectificar por un estudio prolijo dedicado exclusiva- mente a la frecuencia del >trongyloides stercoralis. Acerca de la Tenia Hymenolepis nana, varía el porcentaje entre 0,56 a 2,04, con un término medio de 0,99%. También aquí debemos hacer presente que cuando sometimos los enfermos después al tratamiento con el tetracloruro de carbono, han ex- pulsado frecuentemente tenias que no figuraban en el examen coprológico. Todo este material está prolijamente clasiticado por su procedencia y nos servirá para una próxima publicación una vez terminados los tratamientos. Finalmente, por lo que se refiere al Oxyurís vermiculares, los porcentajes de 0,28 a 2,84 deben considerarse también y muy en especial demasiado bajos, pues la liberación de los huevos por las hembras de este parási- to no guarda relación con el grado de infección. En todo caso tienen estas cifras un valor proporcional y comparativo aproxi- mado entre la infección que existe entre una mina y otra. Así la Oxyuriasis es particularmente frecuente en las minas de Rosal. También para este parásito debemos referir que con los tratamientos se ha logrado expulsar muchísimos Oxyuris en un gran número de mineros, cuyos exámenes coprológicos no reve- laban la presencia de huevos de este parásito. Estos hechos se explican claramente por las razones biológicas de la postura de los huevos de este Nemathelminto y no por una deficiencia de los exámenes microscópicos. A cada minero sometido a tratamiento se le anota en la hoja estadística el número y la especie de los parásitos intesti- nales que expulsa, pues cada recipiente se tamiza prolijamen- te. Una vez terminados los tratamientos tendremos la oportu- nidad de confeccionar el cuadro estadístico correspondiente y compararlo con el que acabamos de exponer. 68 Informe del bibliotecario Prof. Dr. Carlos Henckel Durante el último año han sido establecidas numerosas re- laciones de canje de publicaciones entre la Sociedad de Biología de Concepción y varias universidades, academias, sociedades científicas e institutos nacionales y extranjeros. Doy a conti- nuación la lista de dichas publicaciones: Lista de las revistas con las cuales está en canje la Sociedad de Biología de Concepción AMERICA DEL SUR Chile Santiago.—Actes de la Société Scientifigue du Chili. SS —Boletín del Museo Nacional. E —Revista Chilena de Historia Natural pura y aplicada. A —Revista del Instituto Bacteriológico y de la Sociedad de Microbiología e Higiene. —Revista Universitaria (Universidad Católica). V alpar aíso.—Boletín Farmacéutico. Argentina Buenos Aires.—Anales del Museo Nacional de Historia Natural. 5 ,», Archivos (Universidad de Buenos Aires). ZE ., —Boletín del Instituto de Medicina Experimental. 55 »» —Revista de la Universidad de Buenos Aires. 55 ., —Revista de la Sociedad Argentina de Biología y su filial la Sociedad de Biología del litoral. 53 ,, —Anales del Instituto Modelo de Clínica Médica. 69 Córdoba.—Boletín de la Academia Nacional de Ciencias. Mendoza.—Revista Médica de Cuyo “Vox Medica”. Brasil Sao Paulo.—Annaes da Facultade de Medicina de Sao Paulo. » ,», —Revista do Museu Paulista. Ecuador Quito.—Anales de la Universidad Central de Quito. Uruguay Montevideo.—Archivos de la Sociedad de Biología de Montevideo. AMERICA DEL NORTE Méjico Chapultepec.—-Anales del Instituto de Biología. Méjico.—Boletín del Departamento de Salubridad Pública. ,», —Monografías del Instituto de Biología. Ub bh 4 Berkeley.—California Publications in Physiology. 5 —Publications of the University of California. Boston.—Proceedings of the Indiana Academy of Science. Chicago.—Program of Activities of the Chicago Academy of Sciences. Lawrence.—Secience Bulletin of the University of Kansas. Long Island.—Annual Report of the Biological Laboratory. » —The Biological Laboratory (Supplements). Madison. —Radiation and Life (American Society of Naturalists). —Records of the American Society of Naturalists. Milwaukee. —Bulletin of the Public Museum of the City of Milwaukee. Se ——Public Museum of the City of Milwaukee. New York.—American Museum Novitatis (American Museum of Nat. History). na » —Bulletin of the American Museum of Natural History. 5 » ——Zoologica (New York Zoological Society). 70 Philadelphia.—Proceedings of the Academy of Nat. Sciences. ; —The Academy of Natural Sciences of Philadelphia. Washington.—Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana. EE —-Boletín de la Unión Panamericana. —Proceedings of the National Academy of Sciences. Woods Hole.—The Biological Bulletin (Marine Biological La- boratory). EUROPA Alemania samberg.—Berichte der Naturforschenden Gesellschaft zu Bamberg. Berlín.—Sitzungsberichte der Gesellschaft naturforschender Freunde. ,» —Sitzungsberichte der preussischen Akademie der Wissenschaften. » —Zeitschrift fúr Saugetierkunde. Bremen.—Abhandlungen des naturwissenschaftlichen Vereins zu Bremen. Breslau.—Jahresbericht der Schlesischen Gesellschaft fuer vaterlaendische Kultur. Danzig.—Berichte des Westpreussischen Botanisch-Zool. Vereins. » —Schriften der Naturforschenden Gesellschaft in Danzig. Dresden.—Sitzungsberichte und Abhandlungen der Natur- wissenschaftlichen Gesellschaft “Isis”. Erfurt.—Jahrbuecher der Akademie vemeinnuetziger Wissen- schaften. » —Sonderschriften der Akademie gemeinnuetziger Wissen- schaften. Erlangen.—Sitzungesberichte der physikaliseh-medizinischen Sozietaet. Frankfurt.—Senckenbergiana. Freibure.—Berichte der naturforschenden Gesellschaft zu Freiburg. Giessen.—Berichte der oberhessischen Gesellschaft fuer Natur- und Heilkunde. Goettingen.—Nachrichten von der Gesellschaft der Wissen- schaften. Halle. —Leopoldina (Berichte der Kaiserlich Deutschen Akade- mie der Naturforscher zu Halle). Hamburg.—Revista Médica Germano-Ibero-Americana. Hannover.—Veróffentlichungen der naturhistorischen Gesell- schaft. Heidelberg.—Verhandlungen des Naturhistorisch- Medizinischen Vereins. 7 Karlsruhe.—Verhandlungen des naturwissenschaftlichen Vereins. Leipzig.—Abhandlungen der Mathematisch-Physikalischen Klas- se der saechsischen Akademie der Wissenschaften. —Berichte ueber die Verhandlungen der saechs. Aka- demie der Wissenschaften. Muenchen.—Sitzungsberichte der Gesellschaft fuer Morphologie und Physiologie in Muenchen. —Sitzungsberichte der mathematisch-naturwissen- schaftlichen Abteilung der Bayerischen Akademie der Wissenschaften. Núrnberg.—Abhandlungen der naturhistorischen Gesellschaft. Rostock.—Sitzungsberichte und Abhandlungen der natur- forschenden Gesellschaft. Tuebingen.—Disertaciones. ” Austria Graz.—Mitteilungen des naturwissenschaftlichen Vereins fúr Steiermark. Innsbruck.—Berichte des naturwissenschaftlich- medizinischen Vereins. Wien.—Verhandlungen der Zoologisch-Botanischen Gesellschaft. España Barcelona.—Revista Médica de Barcelona. E —"Trabajos del Instituto de Fisiología (Universidad de Barcelona). Madrid.—Archivos españoles de Oncología y Boletín de la Liga española contra el cáncer. ás —Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural. E —Memorias del Consejo Oceanográfico Ibero-Americano. ss —Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural. o —Revista del Consejo Oceanográfico Ibero-Americano. a —Revista de las Españas. a —Revista Española de Biología. z —Travaux du Laboratoire de Recherches Biologiques de l'Université de Madrid. Sevilla. —Revista Médica de Sevilla. Zaragoza.—Archivos de la Facultad de Medicina. Estonia Tartu.—Folia Neuropathologica Estoniana. 12 Finlandia Helsingfors.—Acta Societas Scientiarum Fennicae. o —Medicina Fennicae. >) —Societas Scientiarum Fennicae. Francia París.—Comptes Rendus (Société de Biologie). » —Revue Sud-Américaine de Médecine et de Chirurgie. Holanda Harlem.—Archives Néerlandaises des Sciences exactes naturelles. Irlanda Dublin. —Proceedings af the Royal Irish Academy. Italia et Cagliari. —Pubblicazioni dell” Instituto di Biologia Marina del Tirreno. » —»Seritti Biologici. Letonia Riga.—Latvijas Biologijas Biedribas Raksti. Noruega Tromso—Tromso Museums Arshefter, Skrifter, Arberetning. Polonia Cracovia.—Comptes Rendus de l'Academie Polonaise des Sciences et des Lettres. A —Bulletin de l1Academie Polonaise des Sciences et des Lettres. Portugal Coimbra.—Folia Anatomica Universitatis Conimbrigensis. Porto.—Arquivo da Reparticao de Antropologia criminal, Psi- 73 cología experimental e identificáao civil do Porto (Portugal). Suecia Lund.—Lunds Universitets Arsskrift. » —Kungl. Fysiografiska Saellskapets 1 Lund Fórhandlingar. Suiza Genéve.—Compte Rendu des Séances de la Société de Physique et d'Histoire Naturelle. ASIA Islas Filipinas Manila.—The Philippine Journal of Science. Japón Tokyo.—Japanese Journal of Medical Sciences. Sapporro.—Journal of the Faculty of Science (Hokkaido Im- perial Univ.) Australia y Oceanía Queensland.—Proceedings of the Royal Society. Honolulu.—Memoirs of the Berenice P. Bishop Museum. 74 pa. SUMARIO Goetsch, Wilhelm.—Estudios sobre Zoogeografía Chi- Oliver Schneider, Carlos.—Observaciones Psicobioló- gicas acerca del Dromiciops Australis, Fd. Ph. vul- csanmene Wemecdo (Colo CA ousstoscosconaoos din OOEDESS Henckel, K. O.—Contribuciones al Estudio de la An- tropología Chilena.—I. La disposición de las crestas papilares de las falangitas en la población de la Dominca de Cons paiOm.s ssnodocioyssesos descor OR ceccscaRo Bs Herzog, Ernst.—Estudios experimentales sobre la in- fluencia de la nicotina y otros venenos sobre los ganglios simpaticos penitencia acen nies Rahm, Gilbert.—Observaciones sobre los grupos san- aumnecos tien la sl de basa econo sae elas Wilhelm, Ottmar.—Los Helmintos parásitos intestina- les en los mineros de la región carbonífera de la pranmiacia ds Concsyaión (CiMlO) osmesuencunease Bubsna ceden Informe del bibliotecario (Canje) por Prof. Dr. Henckel, K. O. 21 4 (5) Qi 41 69 PES lada anida Jotvid debido bo Pa OA la (dl PAY an deal 7: E IA AR ri des ' AÑO, 0 7 UA : in dy ) co da 20 hdi AA: AOIAPI: ne OI RA O 19d 0 Che sodio JA Pla A 13 AT eco TE ñ ] AN y SA PY JA ) Pork 1] de O SAO UDCA OI Ad e QA MA (1%, me $ " NA, dE lid 1 q E A mn e 04 len Ora le Lodo LEA E A Boletín de la Sociedad de Biología de Concepción (Chile) Filial de la Societé de Biologie de París Publicación auspiciada por la Universidad de Concepción —— CANJE Deseamos establecer Canje con todas las Revistas similares. On desire établir lechange avec toutes les Revues similalres. Wir wúnschen den Austausch mit allen áhnlichen Zeitschriften. We wish to establish exchange with all similar Reviews. Desideriamo cambiare questa Re- vista con altre publicazioni similart. SOCIEDAD DE BIOLOGIA DE CONCEPCION (CHILE) Soc. Imp. y Lit. Concepción” AUN AE A úl A a | Ye 00 > 2 0 Pesa YA 19d e» UNEN 3 9088 01221 1827