UBRARY OF PRINCETON

SEP 2 7 2004

THEOLOGICAL SEMINARY

PER BX1472.A1 B68 Boletnm eclesiástico.

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BOLETIN ECLESIASTICO

ORGANO INFORMATIVO DE LA ARQUIDIOCESIS DE QUITO

AÑO XCIX OCT., NOV. Y DICIEMBRE DE 1992 Nos. 10, 11 y 12

I

Imagen de la Sma. Virgen María que se venera en el Templo de la recientemente eregida Parroquia Eclesiástica de San José de Ayora.

BOLETIN ECLESIASTICO

ORGANO INFORMATIVO DE LA ARQUIDIOCESIS DE QUITO

AÑO XCIX OCT., NOV. Y DICIEMBRE DE 1992 Nos. 10, 11 y 12

EDITORIAL Pág.

Medio Milenio de la Evangelización de Amóica 423

DOCUMENTOS DE LA SANTA SEDE

De la Desesperación a la Esperanza

(Familia y Toxicodependencia) 429

- L El Fenómeno de la Toxicodependencia 431

- n. Tarea Específica de la Iglesia 436

- ni. Presencia Evangelizadora de la Iglesia 441

Mensajes del Santo Padre JUAN PABLO II,

en su tercCTa visita a la República Dominicana 450

Apertura de la IV Conferencia General

Episcopal Latinoamericana 456

- L Jesucristo ayer, hoy y siempre 457

- n. Nueva Evangelización 460

- ni. Promoción Humana 465

- r/. Cultura Cristiana 470

DIRECTOR: - V. Una Nueva era bajo el Signo de la Esperanza 473

Rvmo. Sr. * &icuentro con una representación de indígenas. 478

Héctor Soria S. ' ^^^'¡^ a los indígenas 479

Telf 2 1 0 703 ' Encuentro con una representación de afroamericanos 484

Apañado 17-01-00106 ' ^^^'^^J^ ^ afroamericanos 485

DOCL'MENTOS DEL CELAM

ADMINISTRADORA: ' '^^n^aje a los pueblos de América Latina y el Caribe 491

Hna. Regina Cóidova DOCUMENTOS DE

Telf.: 214 429 LA CONFERENCU EPISCOPAL ECUATORUNA

Apartado 17-01-00106 ' Medidas Económicas. Declaración del Consejo Permanente de

la Conferencia Episcopal Ecuatoriana 503

Suscripción anual DOCL'MENTOS ARQLIDIOCESANOS

dentro del país ' Celebremos el "Día del Papa" 509

S/SOOOoo Beatificación de Narcisa de Jesús 510

Fuera del país ' ^'^"^ Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche 513

US S 40 00 ' '^^''^"-ación de la Sierva de Dios

Madre Francisca de Sales Aviat 519

Día de laño violencia contra la mujer 525

SE ACEPTAN ADMINISTRACION ECLESIASTICA

CANJES . Nombramientos 527

DecTctos 528

INFORMACION ECLESIAL

En el Ecuador 534

En el mundo 534

Efemérides de la Evangelización de América Latina 540

Editorial

\ . Medio Milenio de la Evangelización

de América

£1 12 de Octubre de este año mil novecientos noventa y dos hemos celebrado una fecha del todo singular en la historia de la humanidad; el ' , Quinto Centenario del Descubrimiento del Nuevo Mundo y del inicio de la Evangelización de América.

Es cierto que se ha discutido acerca del mismo nombre de descubrimiento y se ha hablado de "encuentro de dos mundos", de choque de culturas, de invasión de las tierras del continente americano por parte de los europeos. Re- saltando los aspectos negativos de la conquista que siguió al descubrimiento, se ha hablado también de genocidio, de dominación y esclavitud o de quinientos años de resis- tencia de nuestros pueblos aborígenes.

En todo caso, el doce de Octubre de mil cuatrocientos noventa y dos, fecha en que la pequeña flota comandada por Cristóbal Colón llega a una pequeña isla del Caribe y descubre la existencia del continente americano, marca ; para la humanidad de finales del siglo quince un enorme

salto hacia el conocimiento de la forma y dimensión más exactas del planeta tierra y hacia el descubrimiento de la verdadera "ecumene" o universalidad de la humanidad.

La llegada de Colón a América significó para la Iglesia Católica la apertura de nuevos e inmensos campos para la evangelización. Efectivamente, la Iglesia, apoyada ofi- cialmente por las monarquías católicas de España y Por- tugal, emprendió de inmediato la tarea de evangelizar y cristianizar a los habitantes de las islas y tierra firme que aquellos reinos iban descubriendo y conquistando en la amplia geografía del nuevo mundo. Numerosos misio- neros, clérigos y miembros de las órdenes religiosas, fueron enviados para la evangelización del nuevo mundo. Los misioneros procuraron aprender las lenguas abo- rígenes para enseñar la doctrina cristiana a los indígenas. De inmediato se establecieron doctrinas y parroquias, hospitales y escuelas y, algunos decenios después, se erigen las primeras diócesis. De entre los misioneros y obispos surgen también los primeros defensores de los indios de la explotación, injusticias y opresión de los con- quistadores. La Iglesia, en la medida en que se va esta- bleciendo en América, se organiza y desarrolla su labor evangelizadora, despliega una amplia labor educativa que llega hasta la creación de célebres universidades y se constituye en la modeladora de las nuevas nacionalidades que se forman en América Latina.

Por esta labor evangelizadora en el nuevo mundo, a la Iglesia de América Latina no le interesa tanto celebrar los quinientos años del descubrimiento y conquista de América, cuanto el inicio de la evangelización de nuestro subcontinente. El Papa Juan Pablo II, con especial clarividencia, le ha exhortado a la Iglesia de América

Latina a celebrar los "Quinientos años del inicio de la Evangelización de América". Y la mejor forma de cele- brar estos quinientos años consiste en que la Iglesia que peregrina en América Latina se empeñe en una nueva evangelización, evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión.

El acto o acontecimiento eclesial más importante con que hemos celebrado el "Quinto centenario del inicio de la evangelización de América" ha sido la "FV Conferencia del Episcopado Latinoamericano", que se ha llevado a cabo en Santo Domingo, RepúblicaDominicana, desde el 12 hasta el 28 de octubre de este año de 1992. El misrruy Papa Juan Pablo II ha estado presente una vez más en América Latina para inaugurar personalmente esta Cuarta Conferencia. Como un acto significativo de que la evangelización de América Latina ha producido también en estos cinco siglos frutos maduros de santidad y perfección cristiana, Juan Pablo II canonizó, al inicio de la Corferencia General, a Fr. Ezequiel Moreno, quienfue un Obispo misionero en Pasto, Colombia.

La Cuarta Conferencia General del Episcopado Lati- noamericano reflexionó sobre "La nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana", "Cristo ayer, hoy y siempre".

Todas las Iglesias particulares de América Latina, al recordar y celebrar la primera evangelización iniciada hace siglos, deben empeñarse en una nueva evange- lización, que influya efectivamente en la promoción

humana de nuestros pueblos y que penetre en las culturas autóctonas de nuestras etnias, en la cultura mestiza más generalizada y en la cultura adveniente de América Latina, para que con la inculturación del Evangelio, nuestra cultura sea verdaderamente cristiana.

En todas las Iglesias particulares de América Latina de- beremos actualizar nuestros planes de pastoral, a fin de asumir en ellos y llevar a la práctica todos los compromi- sos y orientaciones pastorales dados por la "Cuarta Con- ferencia General del Episcopado Latinoamericano" .

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^^^^

DOCUMENTOS

«4

m DE LA SANTA SEDE

COLLANA «DOCUMENTI VATICANI» PONTIHCIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA

De la Desesperación a la Esperanza

Familia y Toxicodependencia

INTRODUCCION

La dependencia de la droga ha sido considerada, en diversas ocasiones por el Santo Padre, en su solicitud pastoral. La asignación del fenómeno de la droga, como competencia específica, al Pontificio Consejo para la Familia, subraya la atención con la cual la Iglesia mira tales problemáticas y a sus funestas y dramáticas consecuencias para la vida de la familia y para el crecimiento de los jóvenes.

En el amplio y complejo fenómeno de la droga y de la toxicodependencia, no son pocos los temas sobre los cuales se puede reflexionar. Hemos elegido uno de particular importancia: la relación entre Familia y Toxicodependencia. ^

El tema de la toxicodependencia preocupa y atrae el interés de varias instancias sociales y pastorales. Del 21 al 23 de noviembre de 199 1 , por ejemplo, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, convocó en Roma una Confe- rencia Internacional con el título específico de «Contra spem in spem: droga y

Otros aspectos son los problemas ligados a la producción, elaboración y comercio de la droga en un mercado internacional siempre más amplio, así como aquellos derivantes del consumo de la droga que llega a ser el estímulo para una demanda siempre creciente. Hay al respecto una oríeniación ética y pastoral que la Iglesia debe ofrecer y que es[>eramos sea posible estudiar en una próxima ocasión.

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alcohol contra la vida», donde no faltaron contributos de gran realce de las diversas facetas del fenómeno de la droga y de la familia.^

La reflexión que ahora nos disponemos a presentar es el fruto del encuentro de trabajo realizado durante los días 20, 21 y 22 de junio de 1991. Fueron examinados documentos, investigaciones y material diverso sobre este argumento. El encuentro ha sido llamado «en el vértice» tanto por el número restringido de los participantes, como por el hecho de que se trata de personas casi todas empeñadas en el contacto directo con los toxicodependientes.

No es nuestra intención suministrar un trato exhaustivo del problema droga (existen numerosos y serios estudios al respecto). Queremos solamente poner en evidencia algunos aspectos concernientes a nuestra misión educativo-pastoral y participar, además, a la opinión pública, una preocupación largamente condividida y una esperanza que anima a todos, agregando algunas consideraciones sobre la inter- vención de cuantos, en nombre de la Iglesia, trabajan activamente en el ámbito de la toxicodependencia.

Fuimos convocados como expertos en cuanto que, a través de nuestras diversas actividades y profesiones, acompañamos de hecho, en una exp)eriencia cotidiana y de cercanía continua, a las víctimas de un grave flagelo, del cual el recurso a la droga es solo signo y síntoma.

Hemos podido constatar en tantos casos, que es la esperanza valiente de una real liberación a empujamos, como creyentes y miembros de la Iglesia, a sacar adelante, no obstante las dificultades, este servicio en favor de los hermanos necesitados de solidaridad, de comprensión, de confianza y de ayuda.

Durante nuestro encuentro tuvimos la alegría de saludar al Santo Padre Juan Pablo II, paternalmente cercano a nuestra acción pastoral, y de recibir su bendición

A los partic¡f>antes en esta Conferencia, el Santo Padre ha precisado la diferencia entre el recurso a la droga y el recurso al alcohol: «... mientras, en efecto, un uso moderado de éste (alcohol) como bebida no va contra prohibiciones morales, y es de condenar solamente el abuso, el drogarse, al contrarío, es siempre ilícito, puesto que comp>orta una renuncia injuslifícada e irracional a pensar, querer y actuar como personas libres. Para los demás, el mismo recurso bajo indicaciones médicas a sustancias psicotrópicas para mitigar, en bien determinados casos, sufrimientos físicos o psíquicos, ha de atenerse a críteríos de gran prudencia, para evitar peligrosos hábitos y otras formas de dependencia» (Discurso del Santo Padre a los participantes en la VI Conferencia Internacional promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitaríos, 4).

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apostólica. El Sucesor de Pedro nos ha hablado: ha definido este servicio eclesial como un camino «de la desesperación a la esperanza». No hubiéramos podido encontrar una expresión mejor! Por esto la hemos tomado como título, realista y alentador, de nuestro trabajo.

I. EL FENOMENO

DE LA TOXICODEPENT)ENCL\

Indicamos algunos aspectos de un fenómeno complejo y preocupante. En concreto, queremos referirnos ahora a ¡os siguientes puntos: la persona, la familia, la sociedad.

a) La persona

I La droga no es el problema principal del toxicodependiente. El consumo de droga es solo una respuesta falaz a la falta de sentido positivo de la vida. Al centro de la loxicodependencia se encuentra el hombre, sujeto único e irrepetible, con su interioridad y específica personalidad, objeto del amor del Padre que, en su plan salvífico, llama a cada uno a la sublime vocación de hijo en el Hijo. Sin embargo, la realización de tal vocación es -junto a la felicidad en este mundo- gravemente comprometida por el uso de la droga, porque ella, en la persona humana, imagen de Dios (cfr. Gen 1 ,27), influye en modo deletéreo sobre la sensibilidad y sobre el recto ejercicio del intelecto y de la voluntad.

Un gran número de cuantos hacen uso de la droga está constituido p)or jóvenes, y la edad de acercarse al problema desciende siempre más. Hay, sin embargo, hoy también numerosos adultos (35-44 años) entre los consumidores de droga y esto constituye un cambio importante en este campo. Existen además toxicodependien- tes fuertemente dependientes de las sustancias estupefacientes y otros que hacen uso esporádico; personas marginadas, y otras aparentemente bien integradas en la sociedad. Como es fácil deducir, se está ante un conjunto complejo de un fenómeno diferenciado y articulado.

Los episodios de violencia, que se registran entre lo> loxicodependientes, indican que no nos encontramos de frente al engañoso e ilusorio «viaje pacífico» de una vez, promovido por la manipulación de masa de la cultura juvenil en los años sesenta, sino de frente a un realidad violenta y a la caída del carácter moral como efecto del uso

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de la droga.

Los motivos personales al origen de la toma de sustancias estupefacientes, son tantos. Pero, en todos los toxicodependientes, prescindiendo de la edad y de la frecuencia con que las usan, se constata un motivo constante y fundamental: la ausencia de valores morales y una falta de armonía interior de la persona. En todo toxicodependiente pueden verificarse diversas combinaciones de acuerdo con las fragilidades personales que lo hacen incapaz de vivir una vida normal. Se crea en él un estado de ánimo «inmotivado» e «indiferente» que desencadena un desequilibrio interior moral y espiritual del cual resulta un carácter inmaduro y débil que empuja la persona a asumir comportamientos inestables de frente a las propias responsabili- dades.

De hecho, la droga no entra en la vida de una persona como un rayo con el cielo sereno, sino que como la semilla echa raíces en un terreno por largo tiempo preparado.

La mujer toxicodependiente, a diferencia del hombre, es herida más profundamente en su identidad y dignidad de mujer, sobre todo si es madre y por esto las consecuencias negativas pueden ser peores.

Quien hace uso de la droga vive en una condición mental equiparada a una adolescencia interminable, como es señalado por algunos especialistas. Tal estado de inmadurez tiene origen y se desarrolla en el contexto de una falta de educación. La persona inmadura proviene con frecuencia de familias que, también indepen- dientemente de la voluntad de los padres, no consiguen transmitir los valores, sea por la falta de una adecuada autoridad, sea porque viven en una sociedad «pasiva», con un estilo de vida consumístico y permisivo, secularizado y sin ideales. Fundamen- talmente el toxicodependiente es un «enfermo de amor»; no ha conocido el amor; no sabe amar en el modo justo porque no ha sido amado en el modo justo.

La adolescencia interminable, característica del toxicodependiente, se manifiesta frecuentemente en el temor del futuro o en el rechazo de nuevas responsabilidades. El comportamiento de los jóvenes es con frecuencia revelador de un doloroso descontento debido a la falta de confianza y de espectativas frente a estructuras sociales en las cuales ya no se reconocen. ¿A quién atribuir la responsabilidad si muchos jóvenes parecen no desear llegar a ser adultos y rehusan crecer? ¿Les han sido ofrecidos motivos suficientes para esperar en el mañana, para invertir en el presente mirando al futuro, para mantenerse firmes sintiendo como propias las raíces

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del pasado? Detrás de comportamientos desconcertantes, frecuentemente aberran- tes e inaceptables, se puede percibir un rayo de ideas y de esperanza.

b) La familia

Entre los factores personales y ambientales que favorecen de hecho el uso de la droga es, sin duda, el principal, la falta absoluta o relativa de la vida familiar, porque la familia es elemento clave en la formación del carácter de una persona y de sus actitudes hacia la sociedad. Detengámonos en algunos factores de mayor importan- cia.

El toxicodependiente viene frecuentemente de una familia que no sabe reaccionar al stress porque es inestable, incompleta o dividida. Hoy van en preocupante aumento las salidas negativas de las crisis matrimoniales y familiares: facilidad de separación y de divorcio, convivencias, incapacidad de ofrecer una educación integral para hacer frente a problemas comunes, falta de diálogo, etc. Pueden preparar una elección de la droga, el silencio, el miedo de comunicar, la competi- tividad, el consumismo, el stress como resultado de excesivo trabajo, el egoísmo, etc.; en síntesis, una incapacidad de impartir una educación abierta e integral. En muchos casos los hijos se sienten no comprendidos y se encuentran sin el apoyo de la familia. Además, la fe y los valores del sufrimiento, tan importante para la madurez, son presentados como antivalores. Padres no a la altura de su tarea, cons- tituyen una verdadera laguna para la formación del carácter de los hijos.

¿Y qué decir de algunos comportamientos distorsionados o desviados en el campo sexual de ciertos núcleos familiares?

En no pocos casos las familias sufren las consecuencias de la toxicodependencia de los hijos (por ejemplo, violencias, robos, etc.), pero sobre todo deben compartir las penas psicológicas o físicas. La vergüenza, las tensiones y los conflictos interperso- nales, los problemas económicos y otras graves consecuencias, pesan sobre la familia, debilitando y resquebrajando la «célula fundamental» de la sociedad.

Junto a la familia de origen, ha de ser tenida en cuenta también la familia que crean los toxicodependientes. Se trata no raramente de parejas en las que ambos son drogadictos. Muchos, aun siendo todavía jóvenes, son ya separados o divorciados, o también conviven unidos de hecho. En este contexto adquieren importancia los problemas de los hijos de los toxicodependientes, sobre todo bajo el aspecto

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educativo, como también los problemas de los hijos de toxicodependientes ya fallecidos.

Merecen particular atención las mujeres toxicodependientes en embarazo: muchas son madres solteras o de cualquier modo abandonadas a mismas. Por desgracia, en vez de salir a su encuentro con una concreta solidaridad y asistencia para que puedan acoger y respetar la vida del no nacido, se les propone, como soluciónn más oportuna, el aborto. ^

c) La sociedad

La toxicodependencia, tan ampliamente difundida, es índice del estado actual de la sociedad. Hoy la persona y la familia se encuentran en una sociedad «pasiva», es decir, sin ideales, permisiva, secularizada, donde la búsqueda de evasiones se manifiesta en tantos modos diversos, del cual uno es la fuga en la toxicodependen- cia.

Nuestra época exalta una libertad que «no se ve positivamente como una tensión hacia el bien. . . sino. . . como una emancipación de todos los condicionamientos que impiden a cada uno seguir su propia razón».* Se exalta el utilitarismo y el hedonismo, y con ellos el individualismo y el egoísmo. La búsqueda de un bien ilusorio, bajo la marca del máximo placer, termina por privilegiar a los más fuertes, creando en la mayoría de los ciudadanos condiciones de frustración y de dependencia. Y así, la referencia a los valores morales y a Dios mismo son cancelados en la sociedad y en la relación entre los hombres.

Se ha afianzado en la sociedad actual un consumismo artificial, contrario a la salud y a la dignidad del hombre, que favorece la difusión de la droga (cfr. CA, 36). Tal consumismo, creando falsas necesidades, empuja al hombre, y en particular a los

Un gran número de especialistas nos dicen que no todos los niños nacidos de madres sieropositi- vas y que resultan, también ellos, sieropositivos, están por esto contaminados del virus HTV. En efecto, la contaminación es difícilmente diagnosticable en el momento del nacimiento puesto que no es posible distinguir entre los anticuerpos matemos y los del niño. Los anticuerpos matemos desaparecen solamente cuando el niño alcanza la edad de 12-18 meses. Del 12 al 24 por ciento de los niños nacidos de madres sieropositivas resultan tener solo anticuerpos matemos, y por tanto no están contaminados por el virus.

Intervención del Cardenal Joseph Ratzinger en el Consistorio de los cardenales sobre «Las ame- nazas contra la vida», 4-7 de abríl de 1991.

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jóvenes, a buscar satisfacciones solo en las cosas materiales, causando una depen- dencia de ellas. Además, una cierta explotación económica de los jóvenes se difunde fácilmente, precisamente en este contexto materialístico y consumístico. En diver- sas regiones, además, la desocupación de los jóvenes favorece la difusión de la toxicodependencia.

A ningún atento observador escapa que la sociedad actual favorece la promoción de un hedonismo desenfrenado y un desordenado sentido de la sexualidad. Se ha se- parado el ejercicio de la sexualidad de la comunión conyugal y de su intrínseca orientación procreativa, permaneciendo en un superficial gozo al cual, con frecuen- cia, se subordina incluso la dignidad de las personas.

En una sociedad que busca la gratificación inmediata y la propia comodidad a toda costa, en la cual se está más interesado en «teneD> que en «ser», no sorprende la cultura de la muerte que considera el aborto y la eutanasia como bienes y derechos. Se ha perdido el sentido de la vida, y se vacía la persona de su dignidad, llevándola a la fiustración y a la vía de la autodestrucción. En una sociedad así descrita, la droga es una fácil e inmediata, pero mentirosa, respuesta a la necesidad humana de satisfacción y de verdadero amor.

Hoy la familia comparte la tarea de la educación con tantas otras instituciones y agencias educativas, pero faltan entre estas muchas veces, la necesaria unión y coordinación. De esto resulta una falta de claridad y de coherencia entre los valores propuestos. Dicha incoherencia en la educación de los jóvenes es, en gran parte, responsable de la crisis de los valores que genera confusión. De hecho, son propuestos a los jóvenes ideales no solo desarticulados sino contradictorios.

Los mass media ejercen un influjo con frecuencia negativo respecto de la mentalidad que favorece la difusión de la toxicodepencia, sobre todo en el mundo juvenil. Con mensajes directos e indirectos, y a través de la industria del espectáculo para los jóvenes, crean modelos, proponen ídolos y defienden la «normalidad» por medio de un sistema de pseudo-valores. No conviene olvidar además, la violencia cotidia- namente suministrada al público por medio de ciertos video cassettes.

Algunos de nosotros, participantes al encuentro, consideramos que existe el riesgo, por parte de los mass media, de presentar una imagen del toxicodependiente que induce solamente a criminalizarlo como el único culpable. No se pueden negar los talentos, la inteligencia y otras capacidades de tantos jóvenes toxicodependientes; y conviene mas bien tenerlas en cuenta para toda iniciativa de recuperación.

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Ha sido además subrayada la responsabilidad del Estado en aquello que concierne la organización de los medios de comunicación, y más en general, del entero sistema legal que tutela a los ciudadanos de la amenaza proveniente de la distribución y del consumo de la droga.

Hablando de responsabilidad no conviene olvidar, dadas las implicaciones religio- sas de los problemas ligados a la droga, algunos silencios, faltas e insuficencias todavía presentes en la pastoral de la Iglesia.

El fenómeno de la droga, considerado en la persona, en la familia y en la sociedad, hace evidente la necesidad urgente de «sabiduría» para recuperar la conciencia del primado de los valores morales de la persona como tal. «Volver a comprender el sentido último de la vida y de sus valores fundamentales», afirma el Santo Padre, Juan Pablo II, «es el gran e importante cometido que se impone hoy día para la renovación de la sociedad. . . La educación de la conciencia moral que hace a todo hombre capaz de juzgar y de discernir los modos adecuados para realizarse según su verdad original, se convierte así en una exigencia prioritaria e irrenunciable» (FC, 8). Con la ayuda de esta sabiduría la nueva cultura emergente «no apartará a los hombres de su relación con Dios, sino que los conducirá a ella de manera más plena» (Ibid., 8). Este es el auténtico «nuevo humanismo», que no puede dejar de ser «un auténtico humanismo familiap>, al que pertenece una «nueva mentalidad. . . esen- cialmente positiva, inspirada en los grandes valores de la vida del hombre».'

II TAREA ESPECIFICA DE LA IGLESIA

¿Cuál es la tarea específica de la Iglesia frente al fenómeno de la toxicodependen- cia?

a) La Iglesia y la evangelización

La Iglesia, enviada como «sacramento universal de salvación» (LG, 48; AG, 1), es el pueblo misionero de Dios. El compromiso misionero de la Iglesia, su actividad evangelizadora, cae sobre todos los miembros de este pueblo, cada uno en proporción de sus posibilidades (cfr. AG, 23): «A todos los fieles... es impuesto el noble honor de trabajar con el fin de que el divino mensaje de la salvación, sea conocido y aceptado por todos los hombres, sobre toda la tierra» (AA, 3).

¡nsegnamenti di Giovanni Paolo II, VII, 2, p. 348

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La Iglesia es «experta en humanidad» (PP, 1 3). Al centro de sus preocupaciones está el hombre, objeto del amor creador, redentor y santificador de Dios, Uno y Trino. Jesucristo, «propter nos homines et propter nostram salutem» («por nosotros los hombres y por nuestra salvación»), ha bajado del cielo, se ha encamado, ha muerto y ha resucitado.

El mensaje de la Iglesia se dirige a toda la sociedad y a todos los hombres para señalar la alta vocación de Dios al hombre. Hace parte, sin embargo, de este mensaje, el hecho de que el hombre redimido lleva en mismo las heridas del pecado original y por tanto inclinaciwi a la dependencia y a la esclavitud del pecado.

La Iglesia anuncia que Dios salva al hombre en Cristo, revelándole su vocación, inscrita en la verdad sobre el hombre y desvelada plenamente en Cristo Jesús (cfr. GS, 22). En esta luz, lodos tienen derecho a conocer que la vida es un SI a Dios y a la santidad, no simplemente un NO al maL

La persona está llamada a vivir en («ex sistere») comunión con Dios, consigo mismo, con el prójimo, con el ambiente (cfr. GS, 13). Vivir tales relaciones, en especial aquella con los otros, hacen evidente la plena e integral valoración de la cwporeidad masculina y femenina, que desvela el sentido profundo de la vida humana, como vocación al amor {ct. FC, 11). Pero el pecado influye en estas relaciones. Para %ivir los valores humanos y cristianos en modo auténtico, además de la indispensable aj-uda de la gracia divina, son necesarios: la libertad del espíritu contra el materialismo y el consumismo, la verdad sobre el bien y sobre el hombre contra el utilitarismo y el subjetivismo ético, la grandeza del amor, que busca siempre el bien del otro a través también de la donación de sí, contra la banalización de la sexualidad y el hedonismo.

El amor misericordioso de Dios mira en modo especial a quienes necesitan más de su acción compasiva y liberadora. El Señor ha dicho que son los enfermos los que tienen necesidad del médico (cfr. Mt 9, 12; Me 2, 17; Le 5, 31).

Al toxicodependiente se dirigen la soücitud y las actividades de muchas personas e instituciones. También diversas ciencias y disciplinas se ocupan de sus problemas. ¿Bajo qué aspecto, entonces, la Iglesia se pone al ser. icio de quienes se encuentran bajo el >'ugo de esta nueva forma de esclavitud?

En su actitud decididamente pastoral, empleando los instrumentos ofrecidos por las ciencias, la Iglesia se acerca al toxicodependiente con su radiante concepción de la

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verdad sobre Cristo, sobre misma y sobre el hombre *

Ella propone una respuesta específica en cuanto poseedora de los valores morales humano-cristianos, que miran a todos y son disponibles para todos con métodos abiertos a todos: creyentes o no creyentes, toxicodependientes o personas con riesgo de serlo, jóvenes o ancianos, sujetos provenientes de familias «sanas» o sin familia. Se trata de valores de la persona como tal. La propuesta de la Iglesia es un proyecto evangélico sobre el hombre. Anuncia a cuantos viven el drama de la toxicodepen- dencia y sufren una existencia miserable, el amor de Dios que no quiere la muerte sino la conversión y la vida (cfi". Ez 18, 23). Aquí se trata de la vida plena, de la vida eterna, proclamada en medio de situaciones que la ponen en peügro o la amenazan.

Al toxicodependiente, carente fundamentalmente de amor, hay que hacer conocer y experimentar el amor de Cristo Jesús. En medio de una desazón atormentada, en el vacío profundo de la propia existencia, el itinerario hacia la esperanza pasa por el renacer de un ideal auténtico de vida. Todo esto se manifiesta plenamente en el misterio de la revelación del Señor Jesús. Quien toma sustancias estupefacientes debe saber que, con la gracia de Dios, es capaz de abrirse a quien es «el camino, la verdad y la vida» {Jn 14, 6).

Puede así comenzar un itinerario de liberación descubriendo que él es imagen de Dios, en la realidad de Hijo, que debe crecer en la similitud de la imagen por excelencia que es Cristo mismo (cfr. Col. 1,15).

La Iglesia, con su contribución específica, interviene en el problema de la toxicode- pendencia, ya para prevenir el mal, ya para ayudar a los toxicodependientes en su recuperación y reinserción social.

Así, nosotros somos testigos de que el prisionero de la droga, con la ayuda de la Iglesia, puede iniciar un nuevo camino y asumir una actitud que lo abra hacia una siempre y mayor plenitud de vida nueva.

Cfr. Discurso de Juan Pablo 11 en la IH Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla de los Angeles, enero 28 de 1979. En L' Osservatore Romano año CXIX, enero 29-30, n. 23

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b) La Iglesia de frente a la toxicodependencia

La respuesta de la Iglesia al fenómeno de la toxicodependencia es un mensaje de esperanza y un servicio que, más allá de los síntomas, va al centro mismo del hombre; no se limita a eliminar el mal, sino que propone rumbos de vida. Sin ignorar ni despreciar las otras soluciones, ella se sitúa a un nivel superior y global de intervención que tiene en cuenta su precisa visión del hombre y en consecuencia indica nuevas propuestas de vida y de valores. Su tarea es evangélica: anunciar la Buena Nueva. No asume una especie de función sustitutiva respecto de otras instituciones e instancias humanas. Su servicio está, en efecto, en la misma «escuela evangélica» hecha a través de formas concretas de acogida que son la traducción de su propuesta de vida, de su mensaje de amor.

Es precisamente en la misma actividad evangelizadora de la Iglesia que se coloca su intervención sobre el problema de la toxicodependencia. Tal actividad, sea aquella dirigida «ad intra» que «ad extra», lleva a «servir al hombre revelándole el amor de Dios, que se ha manifestado en Jesucristo» (RM, 2). Este anuncio «mira a la conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe» (Ibid., n. 46): «Convertios y creed en el Evangelio» (Me 1, 15). Se trata de una conversión que «significa aceptar, con decisión personal, la soberanía de Cristo y llegar a ser sus discípulos» (RM, 46). Solo en El toda persona puede encontrar el verdadero tesoro, la verdadera y definitiva razón de toda sus existencia. Adquieren un maravilloso significado respecto a los toxicodependientes las pala- bras de Cristo: «Venid a todos los que estéis cansados y agobiados que yo os aliviaré» (Mí 11,28).

El Evangelio une la proclamación de la Buena Nueva a las buenas obras, como por ejemplo, a la curación de «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 4, 23). La Iglesia es «fuerza dinámica», «signo y animadora de los valores evangélicos entre los hombres» (RM, 20). Por tanto, la Iglesia, «teniendo siempre firme la prioridad de las realidades trascendentes y espirituales, premisas de la salvación escatológica», ha ofrecido siempre su testimonio evangelizador junto a sus actividades: diálogo, promoción humana, compromiso por la justicia y la paz, educación y atención de los enfermos, asistencia a los pobres y a los pequeños (cfr. Ibid.). Sin embargo, ha de estar muy claro que en la proclamación de la Buena Nueva del amor de Dios, ella no coarta la libertad humana: se detiene ante el sagrario de la conciencia; propone, pero no impone nada (cfr. Ibid.)

El Santo Padre recuerda que el testimonio evangelizador de la Iglesia consiste en

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proclamar la Buena Nueva, como quien ha reconocido en Jesucristo la meta del propio destino y la razón de toda su esperanza.'

Refiriéndose al toxicodependiente, el Sumo Pontífice afirma que es necesario «llevarlo al descubrimiento o al redescubrimiento de la propia dignidad de hombre; ayudarlo a hacer resurgir y crecer, como un sujeto activo, aquellos recursos personales que la droga había sepultado, mediante una confiada reactivación de los mecanismos de la voluntad, orientada hacia seguros y nobles ideales».* Siguiendo esta línea de la formación del carácter del toxicómano, el Santo Padre continúa: «Ha sido concretamente probada la posibilidad de recuperación y de redención de la pesante esclavitud. . . con métodos que excluyen rigurosamente cualquier concesión a la droga, legal o ilegal, con carácter sustitutivo».' Luego concluye: «La droga no se vence con la droga».^°

¿Pero diales son los «seguros y nobles ideales» necesarios para el crecimiento del toxicodependiente como sujeto activo?. Son aquellos que responden a la necesidad extrema del hombre de «saber si hay un por qué que justifique su existencia terrena»." Por este motivo, «es necesaria la luz de la Trascendencia y de la Revelación cristiana. La enseñanza de la Iglesia, anclada en la palabra ¡defectible de Cristo, da una respuesta iluminadora y segura a los interrogantes sobre el sentido de la vida, enseñando a constituirla sobre la roca de la certeza doctrinal y sobre la fuerza moral que proviene de la oración y de los sacramentos. La serena convicción de la inmortalidad del alma, de la futura resurrección de los cuerpos y de la responsabili- dad eterna de los propios actos es el método más seguro también para prevenir el mal terrible de la droga, para curar y rehabilitar sus pobres víctimas, para fortalecerlas en la perseverancia y en la firmeza sobre las vías del bien».^^

Hoy, con la vasta difusión de la droga, la Iglesia se encuentra frente a un nuevo reto: debe evangelizar tal situación concreta. Por esto indica: 1. el anuncio del amor

' Cfr. JUAN PABLO H. Homilía en la Plaza Soidello en Mantova, junio 23 de 1991.

' ínsegnamenti di Giovanni Paolo II, VII, 2, p. 347.

'fbid.

"Ibid. p. 349. " Ibid. p. 350. " Ibid.

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paterno de Dios para salvar al hombre, un amor que supera todo sentido de culpa; 2. la denuncia de los males personales y de los males sociales, que causan y favorecen el fenómeno de la droga; 3. el testimonio de aquellos creyentes que se dedican a la atención de los toxicodependientes según el ejemplo de Cristo Jesús, que no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida (cfr. Mt 20, 28; Fit 2, 7). Esta triple actividad comporta:

- Una tarea de anuncio y profecía que presenta la visión evangélica original del hombre;

- Una tarea de servicio humilde a imagen del Buen Pastor que da su vida por sus ovejas.

- Una tarea de formación moral hacia las personas, las familias y las comunidades humanas, a través de los principios naturales y sobrenaturales para llegar al hombre pleno y total.

m PRESENCIA EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA

Después de haber examinado cuál es la misión específica de la Iglesia frente al fenómeno de la droga, deseamos considerar los sujetos llamados a intervenir en la atención pastoral de la Iglesia en combatir el mal de la toxicodependencia y ayudar a las víctimas.

a) Presencia en la familia

La Iglesia siente el deber de reservar una atención privilegiada a la familia, núcleo central de toda estructura social, y debe «anunciar con alegría y convicción la Buena Nueva sobre la familia» (FC, 86) para promover una auténtica cultura de la vida. Aunque la familia es asediada por tantos peligros hoy en una sociedad secularizada, hay que tener confianza en ella. «La familia -afirma Juan Pablo 11- posee y comunica todavía hoy energías formidables capaces de sacar al hombre del anonimato, de mantenerlo consciente de su dignidad personal , de enriquecerlo con profunda huma- nidad y de inserirlo activamente con su unicidad e irrepetibilidad en el tejido de la sociedad» (FC, 43).

Más aún, según el Santo Padre, la Iglesia debe tener una particular solicitud pastoral «hacia los individuos cuyas existencias están marcadas por tragedias personales y devastadoras y hacia las sociedades que se encuentran ame el deber dominar un

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fenómeno siempre más peligroso» como es la toxicodependenciaJ

La familia es un núcleo vital e imprescindible de la misma existencia humana, dado que el hombre es a la vez sujeto personal y comunitario (reflejo del Dios Uno y Trino). Ahora bien, si la Iglesia quiere hacer frente de modo eficaz al fenómeno de la droga, debe centrar en la familia su prioridad pastoral: «el futuro de la humanidad se fragua en la familia! » (FC, 86). La familia es «La primera estructura fundamental a favor de la ecología humana» ... y «Santuario de la vida» (CA, 39), célula crucial de la sociedad, porque en ella se reflejan en el bien y en el mal, los diversos aspectos de la vida y de la cultura.

No obstante el desinterés, los perjuicios y hasta la hostilidad que hoy amenazan la institución familiar, la experiencia de cuantos trabajan con especial competencia en el mundo de la toxicodependencia (Psiquiatras, psicólogos, sociólogos, médicos, asistentes sociales, etc.), confirma en modo unánime que el modelo cristiano de la familia permanece como el punto de referencia prioritario sobre el cual insistir en toda acción de prevención, recuperación e inserción de la vitalidad del individuo en la sociedad.

Este modelo radica en el amor auténtico: único, fiel, indisoluble de los cónyuges. Es necesario volver a la concepción cristiana del matrimonio como comunidad de vida y de amor, porque de otra manera se cae en modelos de egoísmo e individualismo. Esto exige una educación en el don recíproco y en la generosidad junto a una constante educación espiritual y religioso-moral.

Somos bien conscientes que tal proyecto divino choca contra la actual cultura narcisística, autosuficiente y efímera. Es entonces indispensable una estrategia de sostenimiento, de solidaridad, de apertura entre las diversas familias, en una obra de paciente y recíproca acogida.

En el esfuerzo de prevención y en la lucha contra la droga, la familia debe hacer un llamado, frente a las dificultades de la vida cotidiana, a los recursos interiores de todos sus miembros. Desde la primera adolescencia los hijos miran a los padres y a la familia como modelos de vida. Luego tienden a separarse y casi a oponerse a ellos, para buscar una propia y autónoma realización fuera de la familia, siguiendo mode- los con frecuencia en contraste con aquellos famiUares. La familia, debe regresar a

" ínsegnamenti di Giovanni Paolo II, WU, 1 . 1984. p. 1 15.

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ser el lugar donde ellos puedan tener la experiencia de la unidad que los refuerza en su peculiar personalidad. Las familias deben ser objeto y sujeto de educación en la solidaridad y en el amor-don.

Es necesario recuperar el sentido de la vida de cada día; por tanto la familia debe reaccionar ante los grandes llamados publicitarios que falsean la perspectiva de la vida.

La acción pastoral de la Iglesia, centrada en la prioridad de la familia, interesa a todos y no solamente a aquellos que trabajan en tantos sectores de «malestar social». La pastoral familiar constituye la mejor prevención porque se interesa de la educación, informa la catequesis, orienta los cursos de preparación al matrimonio, da vida a ins- titutos de formación familiar, suscita grupos de reflexión y de oración, promueve formas concretas de empeño como el voluntariado, implicando a todo componente de la comunidad cristiana.

La familia, «Iglesia Doméstica» (cfr. LG, 1 1), es capaz de afrontar todo a la luz de la Palabra de Dios interpretada por el Magisterio, y si Dios ocupa realmente el primer puesto, llega a ser el lugar del crecimiento y de la esperanza pues en ella cada día se reconstruye la vida cristiana con amor, fe, paciencia y oración. El Magisterio afirma que «la familia, como la Iglesia, debe ser un espacio en el cual el Evangelio es trans- mitido y de donde el Evangelio se irradia» (EN, 71).

La familia crea «un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible» (CA, 39). En ella los adultos descubren su papel educativo para la formación del carácter de los hijos, y el niño se presenta a la vida y aprende a amar. El hombre recibe «las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona» {Ibid). Los adultos son educados en respetar los hijos como personas únicas e irrepetibles, con sus dones y una propia vocación. Deben formarlos en la autoestima, en el descubrimiento de sus propias capacidades para discernir los va- lores-morales. La familia debe continuamente sensibilizarles en modo formativo sobre el fenómeno de la droga y los peligros del descarrilamiento. Recuérdese sin embargo que «educar» no es solo «informar»: la sola información podría despertar el deseo de probar, la curiosidad" y la imitación. En el proceso formativo es importante tener presente las diversas etapas del desarrollo de la personalidad del in- dividuo que se ha de educar. Si la familia, posteriormente, descubre que está directamente impücada en el drama de la toxicodependencia no debe absolutamente

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cerrarse, ni tener miedo de hablar de manera clara de lo que está viviendo. Debe tener el valor de pedir ajuda a quien está en grado de ayudar y puede válidamente aconsejarla. Cerrándose, en efecto, en la propia pena a causa de una malentendida vergüenza, terminaría por hacer el juego del toxicodependiente.

Todo esto no es fácil. Pero solamente se crece a través de la superación de las dificultades, en un entrenamiento constante, hecho también de derrotas. En este caso los padres ven el sufrimiento y los sacrificios como sinvalores, pero no es así. El sufrimiento y los sacrificios a>Tidan a crecer y a madurar, reforzando la voluntad y el carácter. Nos lo ha enseñado quien, a través del sufrimiento, ha redimido la hu- manidad. A veces los padres deben saber tomar decisiones dolorosas para a>ajdar al hijo toxicodependiente. Decisiones que, sin embargo, nunca están despro\istas de afecto. Y de afecto tienen ciertamente necesidad también los padres. Cuánto es elocuente la observación de tantos padres cuando manifiestan que les es necesario ante todo cargarse ellos de afecto para poderío luego dar a sus hijos tan necesitados de amor!

b) Presencia en la parroquia

El trabajo pasüxal de la parroquia coopera en edificar la Iglesia, comunidad de salvación, y en sanar el corazón del hombre. Y a esto tiende a través de toda su actividad.

Ante todo, en el anuncio de la Palabra de Dios: un anuncio fuerte y comprometido en todas sus formas (catequesis, homüía, enseñanza de la religión en la escuela, etc.) que favorece el crecimiento de la fe. La palabra proclamada, cuando es acogida, renueva al hombre y lo convierte en verdadero testigo del Evangelio. En el Evangelio se aprende la caridad de Cristo, reveladora de la justicia y de la misericordia del Padre celeste, evitando así, juzgar al propio hermano (cfr. Sant. 4, 11 -12). Se forman además conciencias críticas respecto a los falsos valores y a los ídolos propuestos por la sociedad consumista y hedonista. Se comprende mejor que las vías para una calidad de vida digna del hombre, no son aquellas que hacen de la eficiencia y del suceso el primer y absoluto criterio, sino aquellas que presentan al hombre propues- tas exigentes y empeños valerosos, abriéndolo al horizonte de la verdadera libertad, lejos de las abundantes dependencias y placeres que lo hacen ev. lavo. La palabra de Dios da a los jóvenes valor, fuerza, comprensión y esperanza.

En la liturgia se hace presente el misterio salvífico de Cristo. Toda comunidad, al celebrarla gozosamente, recibe los dones de su Redentor, y descubre las indigencias

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de los necesitados y de los pobres.

Al recibir en la Eucaristía al Señor, descubre la exigencia de abrirse a los hermanos. La Iglesia, además, medita el ejemplo de Cristo que no vino a buscar los sanos sino a los enfermos, a llamar no a los justos, sino a los pecadores a la conversión (cfr. Me 2, 15. 17). Esto implica, para las comunidades eclesiales, la disponibilidad a prestar una atención concreta a las diversas formas de pobreza presentes en su propio ámbito. Hacerse cargo de estas pobrezas en nombre de la solidaridad activa, es la primera vía para prevenir estas desgracias y dar sentido a la vida.

La pastoral de la prevención es para la parroquia una prioridad pues ella es comimidad educadora. Los adultos deberían sentirse en la comunidad educadores y corresponsables de la formación de cada hijo, de cada joven. En este ámbito debe revalorizarse la corrección firatema como recíproco estímulo al bien y a lo mejor. A la base de todo está el amor abierto a todo hombre, especialmente a los más pobres. Este amor se manifiesta en la solidaridad.

En cuanto a los jóvenes es necesaria una pastoral exigente:

- En el plan espiritual del crecimiento en la santidad;

- En el adiestramiento al servicio gratuito y generoso;

- En las actividades de formación juvenil y en general de «educación a la vida sana», bajo el aspecto deportivo, sanitario, cultural y espiritual.

La presencia de toxicodependientes llama toda la parroquia al empeño que sobre- pasa la simple ayuda económica o la fácil delegación a las estructuras especializadas. En la comunidad cristiana, deberían las familias o los grupos de familias, hacerse disponibles para acoger o asistir un toxicodependiente en la fase de reinserción social o laborativa. Así pues, deberán surgir, como ya se está dando de hecho, comunidades educativas de voluntariado abiertas al territorio (parroquia, barrio, municipio). Toma cuerpo de tal manera un servicio evangélico y se ofrece un mensaje de esperanza, concretizado por medio de precisos gestos de acogida y de amor.

c) Presencia en las comunidades para la atención de los toxicodependientes

En la Iglesia existen también múltiples iniciativas para la prevención, la acogida y

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la recuperación de los toxicodependientes, y su reinserción social. Mientras su fuente de inspiración es única, diversas son las capacidades creativas de quienes la concretizan. Pero si la fuente es el Evangelio, y su servicio es un mensaje de amor y de esperanza, todas estas iniciativas no pueden ser sino de comunión, teniendo como punto de referencia la regeneración de la persona y de la familia y la llamada del hombre a vivir en relación.

La comunidad para la atención de los toxicodependientes no es solamente una estructura, sino un estilo de vida que debe encamarse en todas partes: en casa, por la calle, en la escuela, en el trabajo, en la diversión. El elemento indispensable, y punto de fuerza del empeño eclesial en este campo, permanece la recuperación del hombre mediante una acción inspirada por una propuesta evangélica que se hace posible a través de varias formas de acogida en la cual se hace concreto el mensaje de amor y de salvación de la Iglesia.

Somos conscientes, desde luego, de cómo, en tantas comunidades, personas que han superado la toxicodep>endencia se convierten en apoyos válidos y testigos creíbles para otros; son como maestros de prevención con el ejemplo de esperanza y de recuperación positiva. Los ex-toxicodependientes llegan a ser especialistas en afrontar el problema de la droga puesto que han vivido en su propia piel el sufri- miento; han sabido aceptar la propuesta evangélica, y por consiguiente son los más adecuados para transmitir cuanto han recibido a quien está en la situación en la que ellos mismos se encontraban.

Otras características específicas de las comunidades para la recuperación de los toxicodependientes se confían a la creatividad y a los diversos carismas y con- cepciones de cuantos participan en ella. En el respeto de las diversas formas de iniciativa, la Iglesia por medio de tales estructuras, ofrece un servicio eficaz a los toxicodependientes permaneciendo siempre fiel a la propia misión; y exige una propuesta de clara coherencia a cuantos pretenden seguirla. Ante estas múltiples obras e iniciativas, la Iglesia tiene también la tarea del discernimiento. La adhesión al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia, constituye el parámetro para definir la identidad cristiana de cada comunidad, que tal pretende ser.

En un texto de esta naturaleza, no podemos adentramos en valorar la variedad de los métodos utilizados en la atención de las víctimas de la toxicodependencia. Estas dependen también del contexto cultural de las naciones, del estado particular de las familias y de los toxicodependientes mismos. í*uedcn existir acentuaciones, de

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acuerdo con el grado de secularización, de presencia de los valores cristianos en la comunidad y en la persona, víctima de esta esclavitud.^*

La Iglesia, respetando la autonomía de las ciencias, y su propia metodología, se interesa más en el esfuerzo de la evangelización, sobre todo cuando el trabajo se desarrolla en las instituciones que pertenecen o que son puestas bajo la inspiración y la dirección de agentes pastorales de la Iglesia. La verdad sobre el hombre y sobre Cristo debe estar en el centro de una recuperación integral. Es necesario leer con atención la afirmación del Santo Padre, Juan Pablo II: «Los hombrea tienen necesidad de la verdad; tienen la necesidad absoluta de saber por qué viven, mueren, sufren! Pues bien, vosotros sabéis que la verdad es Jesucristo!. El mismo lo ha afirmado categóricamente: «Yo soy la verdad» (Jn 14, 6). «Yo soy la luz del mundo: quien me sigue, no camina en las tinieblas» (JnS, 12). Amad, pues, la verdad! Llevad la verdad al mundo! Testimoniad la verdad que es Jesús, con toda la doctrina revelada por El mismo y enseñada por la Iglesia divinamente asistida e inspirada. Es la verdad que salva nuestros jóvenes: la verdad toda entera, iluminadora y exigente, como es! No tengáis miedo de la verdad y oponed solo y siempre a Jesucristo ante tantos maestros del absurdo y del recelo, que puedan tal vez fascinar, pero que luego llevan fatalmente a la destrucción».**

d) Presencia en la cultura

Existe una interdependencia entre el perfeccionamiento de la persona humana y el desarrollo de la misma sociedad (cfir. GS, 25). Desde el momento en que el hombre y la sociedad tienden, en el interior del orden temporal, al bien común, por medio de la cultura, de manera especial, el desarrollo y la transmisión de esta se encuentran entre los principales campos de servicio a la humanidad en la que la Iglesia debe estar presente.

La cultura contribuye al desarrollo y a la perfección de las capacidades del hombre,

" Se ha hecho referencia, entre otros, al método empleado por Víctor Frankl, llamado logoterapia. Este subraya los valores que dan sentido a la vida. Tiene, pues, un fuerte contenido ético y puede ayudar en el proceso de recuperación. En un cierto momento puede ser conveniente abrirse hacia una evangelización explícita, donde el centro es Cristo Logos. Así podremos también hablar de Logos-lerapia (Palabra del Padre).

" Homilía de Juan Pablo 11 al Centro Italiano de Solidaridad, 9 agosto de 1980, en L'Osservalore Romano, año CXX, n. 185/10-Vin-80.

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tanto mentales como físicas. A través de la cultura el hombre promueve el bien común de la sociedad creando aquellas condiciones sociales aptas para satisfacer con facUidad sus necesidades y sus legítimos deseos. Tales condiciones sociales, si quieren corresponder a la verdadera vocación del hombre, deben basarse en la eminente dignidad de la persona humana que puede ser completamente com- prendida solo a la luz de la trascendencia de la revelación cristiana.

Por esto la Iglesia debe «evangelizar -no de manera decorativa, a semejanza de un barniz superficial, sino de modo vital, en profundidad y hasta las raíces- la cultura y las culturas del hombre. . . , partiendo siempre de la persona y regresando a las relaciones de las personas entre ellas y con Dios» (EN, 20). A través de esta evangelización, la Iglesia mira a la conversión, es decir, a la transformación de las conciencias, sea individuales que colectivas. Al hacer esto, la Iglesia no destruye, sino que transforma interiormente la cultura, regenerando «los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el diseño de salvación» (EN, 19).

Por otra parte, la toxicodependencia es el resultado de una cultura que, vacía de tantos valores humanos, compromete la promoción del bien común y, por tanto, la auténtica promoción de la persona. De aquí el empeño que pide el Santo Padre a los laicos en promover el ámbito del bien común que protege la solidez de tantas personas en el bien. Es por tanto la misión de la Iglesia reevangilizar esta cultura y animar este orden temporal que la hace posible. Esto es sobre todo tarea de los fieles laicos en su participación en el orden social en sus diversos aspectos (cfr. CL, 42).

Es necesaria la presencia evangelizadora de la Iglesia en los puestos privilegiados de la cultura como las instituciones educativas (escuela, universidad, etc.), para una eficaz acción de prevención. Tales centros son también lugares fundamentales para la formación del carácter donde los educadores son llamados a detectar a tiempo aquellos que pueden ser víctimas de la droga. La escuela debe obrar siempre en estrecha colaboración con los padres en cuanto participa, en modo subsidiario, en la formación de los jóvenes.

Dada la importancia de los medios de comunicación social, sea para la formación que para la transmisión de la cultura, no puede faltar la presencia de la Iglesia en este campo. La Iglesia evangelizadora debe hacer una obra de prevención promoviendo, a través de ellos, un «nuevo humanismo» (cfr. FC, 7).

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CONCLUSION

Estas páginas, fruto del encuentro de personas con muchos años de experiencia, proponen algunas reflexiones para el trabajo de prevención de la toxicodependencia y la recuperación de los toxicodependientes. Objetivo final del presente estudio es que el hombre, dejando a un lado las falaces dependencias, reencuentre la verdadera libertad en la dependencia filial del Padre celestial.

Al concluir, nos dirigimos a la Madre de Dios, que ha vivido en modo armonioso sus relaciones fundamentales de acuerdo con el querer de Dios. Ayude, María, a cuantos son amenazados por el azote de la droga y a aquellos que han llegado a ser sus víctimas, guiándolos al Padre en el conocimiento y en el amor de su Hijo, Jesucristo. El, Señor de la vida, haga pasar tantas personas, esclavas de la droga, de la desesperación a la esperanza.

ALFONSO Cardenal TRUJILLO Presidente

t JEAN-FRANCOIS ARRIGHI

Vice-P residente Obispo titular de Vico Equense

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Mensajes del Santo Padre JUAN PABLO II

En su Tercera visita a la República Dominicana

Faro a Colón Santa Misa

"Levántate y resplandece, pues ha llegado tu luz" (Is 60,1)-

1. La conmemoración del V Centenario el comienzo de la evangelización del Nuevo Mundo, es un día grande para la Iglesia. Como sucesor del Apóstol Pedro

tengo la dicha de celebrar esta Eucaristía junto con mis Hermanos Obispos de toda América Latina, así como miembros de otros Episcopados invitados, en esta bendita tierra, que hace ahora quinientos años, recibió a Cristo, luz de las naciones, y fue marcada con el signo de la Cruz salvadora.

Desde Santo Domingo quiero hacer llegar a todos los amadísimos hijos de América mi saludo entrañable con las palabras del apóstol San Pablo: "Que la gracia y la paz sea con vosotros de parte de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo" (Gál 1, 3). Al conmemorar el 12 de Octubre de 1492, una de las fechas más importantes en la historia de la humanidad, mi pensamiento y mi afecto se dirigen a todas y cada una de las Iglesias particulares del continente americano. Que a pesar de la distancia llegue a todas mi voz y la cercanía de mi presencia.

2. Voz que abraza en el Señor a las Iglesias en el Cono Sur: Chile, y Argentina, Uruguay y Paraguay.

Voz de fraterno amor en Cristo a la Iglesia de Brasil, a las Iglesias de los Países andinos: Boüvia y Perú, Ecuador y Colombia.

Voz de afectuosa comunión en la fe a la Iglesia en Venezuela, en Surinam, en las Antillas, en República Dominicana y Haití, en Cuba, Jamaica y Puerto Rico.

Voz de paz en el Señor a las Iglesias de América Central y Panamá, de México y América del Norte.

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Junto con el abrazo fraterno a mis Hermanos en el Episcopado, deseo presentar mi cordial y deferente saludo al Señor Presidente de la República y demás Autoridades que nos acompañan.

3 . Las palabras de Isaías, proclamadas en la primera lectura, "levántate y resplan- dece, pues ha llegado tu luz" (Is 60, 1), nos presentan la gloria de la nueva

Jerusalén. El profeta, a distancia de siglos, anuncia a Aquel que él ve como Luz del mundo. De Jerusalén viene la aurora que resplandecerá en la plenitud del Misterio divino diseñado desde toda la eternidad. S u claridad se extenderá a todas las naciones de la tierra.

En efecto, hoy, reunidos en tomo al altar, celebramos en Santo Domingo, en rendida acción de gracias a Dios, la llegada de la luz que ha alumbrado con esplendor de vida y esperanza el caminar de los pueblos que, hace ahora quinientos años, nacieron a la fe cristiana. Con la fuerza del Espúitu Santo la obra redentora de Cristo se hacía presente por medio de aquella multitud de misioneros que, urgidos por el mandato del Señor de "predicar la Buena Nueva a toda criatura" (Me 16, 15), cruzaron el océano para anunciar a sus hermanos el mensaje de salvación. Junto con mis Hermanos Obispos de América, doy gracias a la Santísima Trinidad porque "los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios" (Sal 98, 3). Las palabras del profeta se han hecho verdad y vida en este continente de la esperanza; por ello, con gozo incontenible, podemos hoy proclamar de nuevo: América "levántate y resplandece, pues ha llegado tu luz, y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido" (Is 60, 1).

4. Y ¿qué mayor timbre de gloria para América que el de poder presentar a todos aquellos testimonios de santidad que a lo largo de estos cinco siglos han hecho

vida en el Nuevo Mundo el mensaje de Jesucristo? Ahí están esa admirable pléyade de santos y beatos que adornan la casi totalidad de la geografía americana, cuyas vidas representan los más sazonados frutos de la evangelización y son modelo y fuente de inspiración para los nuevos evangelizadores.

En este marco de santidad se sitúa la presente canonización del Beato Ezequiel Moreno, que en su vida y obra apostólica compendia admirablemente los elementos centrales de la efemérides que celebramos. En efecto, en la reseña de su vida santa, así como de los méritos y gracias celestiales con que el Señor quiso adornarle -que hemos oído hace unos momentos al solicitar oficialmente su canonización- aparecen España, Filipinas y América Latina como los lugares en que desarrolló su incansable labor misionera este hijo insigne de la Orden Agustina Recoleta. Como

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obispo de Pasto, en Colombia, se sintió particularmente urgido por el celo apostólico que, como hemos oído en la segunda lectura de esta celebración litúrgica, hace exclamar a San Pablo: "Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?" (Rom 10, 14).

5 . El nuevo Santo se nos presenta ante todo como modelo de evangelizador, cuyo incontenible deseo de anunciar a Cristo guió todos los pasos de su vida. En

Casanare, Arauca, Pasto, Santafé de Bogotá y tantos otros lugares se entregó sin reserva a la predicación, al sacramento de la reconciliación, a la catcquesis, a la asistencia a los enfermos. Su inquembrantable fe en Dios, alimentada en todo momento por una intensa vida interior, fue la gran fuerza que le sostuvo en su dedicación al servicio de todos, en particular de los más pobres y abandonados. Como Pastor profundamente espiritual y vigilante, dio vida a diversas asociaciones religiosas; y a donde no podía llegar en persona procuraba hacerse presente mediante la publicación, el periódico, la carta particular.

San Ezequiel Moreno, con su vida y obra de evangelizador, es modelo para los Pastores, especialmente de América Latina, que bajo la guía del Espíritu quieren responder con nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión a los grandes desafíos con que se enfrenta la Iglesia latinoamericana, la cual, llamada a la santidad, que es la más preciada riqueza del cristianismo, ha de proclamar sin descanso a "Jesucristo ayer, hoy y siempre" (Heb 13, 8). El Señor Jesús, que fue anunciado por primera vez a los pueblos de este continente hace quinientos años, nos trae la salvación, pues solo El tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,69). "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna" {Jn, 3, 16 ). Es el Dios que ama al hombre hasta entregar su vida por él. Es el Dios encamado, que muere y resucita. ¡Es el Dios Amor!

Hoy, junto con toda la Iglesia, elevamos nuestra acción de gracias pwr los cinco siglos de evangelización. En verdad se cumplen las palabras del profeta Isaías, que hemos escuchado: "Se estremecerá y se ensanchará tu corazón porque vendrán a ti los tesoros del mar" (Is 60, 5). Son las riquezas de la fe, de la esperanza, del amor. Son "las riquezas de las naciones" flbid.): sus valores, sus conocimientos, su cultura. La Iglesia, que a lo largo de su historia ha conocido pruebas y divisiones, se siente enriquecida por Aquel que es el Señor de la historia.

6. América, ¡abre de par en par las puertas a Cristo! Deja que la semilla plantada hace cinco siglos fecunde todos los ámbitos de tu vida: los individuos y las

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familias, la cultura y el trabajo, la economía y la política, el presente y el futuro.

En esta solemne efemérides, quiero dirigir mi mensaje de paz y esperanza a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que en este bendito continente caminan entre gozos y las tristezas del presente y aspiran a un porvenir más justo y fraterno.

A quienes tienen la responsabilidad del gobierno de las Naciones, con deferencia y respeto hacia las funciones que ejercen, les invito a un renovado empeño a favor de la justicia y la paz, de la libertad y el desarrollo integral. Que no ahorren esfuerzos para potenciar los valores fundamentales de la convivencia social: el respeto a la verdad, los vínculos de solidaridad, la tutela de los derechos humanos, la honestidad, el diálogo, la participación de los ciudadanos a todos los niveles. Que el imperativo ético sea un constante punto de referencia en el ejercicio de sus funciones. Los principios cristianos que han informado la vida de sus pueblos, inspirando muchas de sus instituciones, serán factor determinante en la consecución de la deseada integración latinoamericana e infundirán viva esperanza y nuevo dinamismo que les lleve a ocupar el puesto que les corresponde en el concierto de las Naciones.

7. A los representantes del mundo de la cultura, les aliento a una generosa puesta en común de inteligencias, voluntades y trabajo creador ante el reto con que

enfrenta América Latina en el momento actual. Motivando y estimulando la capacidad moral y espiritual de las personas, sois, en gran medida, corresponsables en la construcción de una nueva sociedad. América Latina ha de consolidar su identidad cultural y debe hacerlo desde misma, siendo fiel a sus raíces más genuinas en las que a lo largo de estos cinco siglos se han encamado los valores cristianos. La cultura, como instrumento de acercamiento y participación, de comprensión y solidaridad, ha de abrir nuevos caminos de progreso y sentar las bases de un auténtico humanismo integral que eleve la dignidad del hombre a su verdadera e irrenunciable dimensión de hijo de Dios. Hago, pues, un apremiante llamado a los responsables de la cultura de América Latina para que intensifiquen sus esfuerzos en favor de la educación, que es llave maestra del futuro, alma del dinamismo social, derecho y deber de toda persona.

8. A los trabajadores y empresarios -desde sus respectivas responsabilidades en la sociedad- no puedo por menos de exhortarles a la solidaridad real y eficiente.

Vuestro desafío en las actuales circunstancias ha de tener como objetivo común el de servir al hombre latinoamericano en sus impostergables necesidades: luchar contra la pobreza y el hambre, el desempleo y la ignorancia; transformar los recur- sos potenciales de la naturaleza con inteligencia, laboriosidad y constancia; aumen-

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tar la producción y promover el desarrollo; humanizar las relaciones laborales poniendo siempre a la persona humana, su dignidad y derechos, por encima de los egoísmos e intereses de grupo. Mirando el actual panorama de América Latina y, más aún, las perspectivas de futuro, se hace necesario sentar las bases para la creación de una economía solidaria. Hay que sentir la pobreza ajena como propia y convencerse de que los pobres no pueden esperar. Por su parte, los poderes públicos han de salir al paso de injustas diferencias que ofenden la condición humana de los hombres, hermanos e hijos de un mismo Padre y copartícipes de los dones que el Creador puso en manos de todos. Aunque la Iglesia no pretende en ningún momento ofrecer soluciones técnicas, alienta la creación de un proyecto económico a nivel continental que, superando los aislacionismos, pueda presentarse como interlocutor válido en la escena internacional y mundial. Por otra parte, no puedo por menos de dirigir un urgente llamado a las naciones desarrolladas para que enfrenten su responsabilidad moral ante la dramática situación de pobreza de millones de seres humanos en América Latina.

9. A las familias de América, santuarios del amor y de la vida, las exhorto a ser verdaderas "iglesias domésticas", lugar de encuentro con Dios, centro de irradiación de la fe, escuela de vida cristiana, donde se construyan los sóüdos fundamentos de una sociedad más íntegra, fraterna y solidaria. Que en su seno, los jóvenes, la gran fuerza y esperanza de América, puedan hallar ideales altos y nobles que satisfagan las ansias de sus corazones y les aparte de la tentación de una cultura insoüdaria y sin horizontes que conduce irremediablemente al vacío y al desaliento. Deseo en esta ocasión rendir particular homenaje a la mujer latinoamericana que, generación tras generación, ha sido como el ángel custodio del alma cristiana de este Continente.

Finalmente, mi pensamiento y mi plegaria a Dios se dirige a los enfermos, a los ancianos, a los marginados, a las víctimas de la violencia, a los que no tienen empleo ni vivienda digna, a los desplazados y encarcelados; en una palabra, a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu. Que la conciencia del dolor y de las injusticias infligidas a tantos hermanos, sea, en este V Centenario, ocasión propicia para pedir humilde- mente perdón por las ofensas y crear las condiciones de vida individual, familiar y social que permitan un desarrollo integral y justo í)ara todos, pero particularmente para los más abandonados y desposeídos. Vienen a mi mente aquellas palabras de Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano, en las que se declara profundamente dolido porque "no solo en tiempos pasados se les ha hecho a estos pobres indios tantos agravios y con tanto exceso, sino que también en el día de hoy muchos procuran hacer lo mismo". Los sentimientos y la solicitud pastoral

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que reflejan estas palabras, pronunciadas por Santo Toribio en el m Concilio Provincial de Lima de 1582, conservan hoy plena actualidad, queridos Hermanos Obispos de América Latina, que maiíana iniciaréis los trabajos de la IV Conferencia General. Era el mandato del Señor, de predicar el evangelio a toda criatura ( cf, A/c 16, 15) lo que movía al Santo Arzobispo a entregarse sin límites al anuncio del mensaje de salvación y a la defensa de los pobres. Hoy, los sucesores de los Apóstoles en esta tierra fértil, qüe recibió hace cinco siglos la palabra de Dios, se enfrentan a nuevos y apremiantes retos, pero sienten en su alma de Pastores las urgentes interrogantes de San Pablo, que hemos escuchado en la segunda lectura: "¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ?Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados?" (Rom 10, 14-15).

10. Se trata, amadísimos Hermanos en el Episcopado, de interrogantes funda- mentales que interpelan a los Pastores de la Iglesia de todas las épocas. Res- ponder a tales urgencias y desafíos, antiguos y nuevos, es ciertamente vuestra tarea prioritaria en el Continente de la esperanza y el objetivo esencial de la importante reunión eclesial que os disponéis a celebrar. Estamos congregados frente a ese Faro a Colón, que con su forma de cruz quiere simbolizar la Cruz de Cristo plantada en esta tierra en 1492. Con ello, se ha querido también rendir homenaje al gran Almirante que dejó escrito como voluntad suya: "Poned cruces en todos los caminos y senderos, para que Dios os bendiga".

¡"Jesucristo ayer, hoy y siempre"! {Heb 13, 8). El es nuestra vida y nuestro único guía. Solo en El está puesta nuestra esperanza. Su Espíritu ilumina los senderos de la Iglesia, que hoy como ayer, le proclama Salvador del mundo y Señor de la historia. Nos sostiene la sólida certeza de que El no nos abandona: "Yo estoy con vosotros siempre hasta el fin del mundo" {Mt 28, 20), fueron sus últimas palabras antes de ascender a su gloria. Jesucristo, luz del mundo, "camino, verdad y vida" (/« 14, 6), nos guía por los senderos que pasan por el corazón de los hombres y por la historia de los pueblos para que en todo tiempo y todas las generaciones "vean la salvación de nuestro Dios" {Sal 97, 3).

Amén

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Apertura IV Conferencia General Episcopado Latinoamericano

Tema: "Nueva Evangelización, Promoción humana. Cultura cristiana. "Jesucristo ayer, hoy y siempre" (Heb 13, 8).

Queridos Hermanos en el Episcopado, amados sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos:

1. Bajo la guía del Espíritu, al que hemos invocado fervientemente para que ilumine los trabajos de esta importante asamblea eclesial, inauguramos la JV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, poniendo nuestros ojos y nuestro corazón en Jesucristo, "el mismo ayer, hoy y siempre" {Heb 13, 8). El es el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega (Ap 21,6), la plenitud de la evangelización, "el primero y más grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su existencia terrena" (Evangelii nuntiandi, 7).

En este encuentro eclesial sentimos muy viva la presencia de Jesucristo, Señor de la historia. En su nombre se reunieron los Obispos de América Latina en las anteriores Asambleas -Río de Janeiro en 1955; Medellín en 1968; Puebla en 1979-, y en su mismo nombre nos reunimos ahora en Santo Domingo, para tratar el tema "Nueva Evangelización, Promoción humana. Cultura cristiana", que engloba las grandes cuestiones que, de cara al futuro, debe afrontar la Iglesia ante las nuevas situaciones que emergen en Latinoamérica y en el mundo.

Es ésta, queridos Hermanos, una hora de gracia para todos nosotros y para la Iglesia en América. En realidad, para la Iglesia universal, que nos acompaña con su plegaria, con esa comunión profunda de los corazones que el Espíritu Santo genera en todos los miembros del único cuerpo de Cristo. Hora de gracia y también de gran responsabihdad. Ante nuestros ojos se vislumbra ya el tercer milenio. Y si la Providencia nos ha convocado para dar gracias a Dios por los quinientos años de fe y de vida cristiana en el continente americano, acaso podemos decir con más razón aún que nos ha convocado también a renovamos interiormente, y a "escrutar los signos de los tiempos" (cf. Mt 16, 3). En verdad, la llamada a la nueva evangelización es ante todo una llamada a la conversión. En efecto, mediante el testimonio de una Iglesia cada vez más fiel a su identidad y más viva en todas sus manifestaciones, los

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hombres y los pueblos de América Latina, y todo el mundo, podrán seguir encontrando a Jesucristo, y en El la verdad de su vocación y su esperanza, el camino hacia una humanidad mejor.

Mirando a Cristo, "fijando los ojos en el que inicia y completa nuestra fe: Jesús" (Heb 12, 2), seguimos el sendero trazado por el Concilio Vaticano II, del que ayer se cumplió el XXX aniversario de su solemne inauguración. Por ello, al inaugurar esta magna Asamblea, deseo recordar aquellas sentidas palabras pronunciadas por mi venerable predecesor, el Papa Pablo VI, en la apertura de la segunda sesión conciliar:

"¡Cristo!

Cristo, nuestro principio.

Cristo, nuestra vida y nuestro guía.

Cristo, nuestra esperanza y nuestro término...

Que no se cierna sobre esta asamblea otra luz

que no sea la de Cristo, luz del mundo.

Que ninguna otra verdad atraiga nuestra mente

fuera de las palabras del Señor, único Maestro.

Que no tengamos otra aspiración que la de serle absolutamente fieles.

Que ninguna otra esperanza nos sostenga, si no es aquella que, mediante su palabra,

conforta nuestra debilidad. . .".

I. JESUCRISTO AYER, HOY Y SIEMPRE

2. Esta Conferencia se reúne para celebrar a Jesucristo, para dar gracias a Dios por su presencia en estas tierras de América, donde hace ahora 500 años comenzó a difundirse el mensaje de la salvación; se reúne para celebrar la implantación de la Iglesia, que durante estos cinco siglos tan abundantes frutos de santidad y amor ha dado en el Nuevo Mundo.

Jesucristo es la Verdad eterna que se manifestó en la plenitud de los tiempos. Y precisamente, para transmitir la Buena Nueva a todos los pueblos, fundó su Iglesia con la misión específica de evangelizar: "Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda creatura" (Me 16, 15). Se puede decir que en estas palabras está contenida la proclama solemne de la evangelización. Así pues, desde el día en que los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo, la Iglesia inició la gran tarea de la evangelización. San Pablo lo expresa en una frase lapidaria y emblemática: "Evangelizare lesum Christum", "anunciar a Jesucristo" {Gál 1, 16). Esto es lo que han hecho los discípulos del Señor, en todos los tiempos y en todas las latitudes del

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mundo.

3. En este proceso singular el año 1492 marca una fechi clave. En efecto, el 12 de Octubre -hace hoy exactamente cinco siglos- el Almirante Cristóbal Colón,

con las tres carabelas procedentes de España, llegó a estas tierras y plantó en ellas la cruz de Cristo. La evangelización propiamente dicha, sin embargo, comenzó con el segundo viaje de los descubridores, a quienes acompañaban los primeros misio- neros. Se iniciaba así la siembra del don precioso de la fe. Y ¿cómo no dar gracias a Dios por ello, junto con vosotros, queridos Hermanos Obispos, que hoy hacéis presentes en Santo Domingo a todas las Iglesias particulares de Latinoamérica? ¡Cómo no dar gracias por los abundantes frutos de la semilla plantada a lo largo de estos cinco siglos por tantos y tan intrépidos misioneros!

Con la llegada del Evangelio a América se ensancha la historia de la salvación, crece la familia de Dios, se multiplica "para gloria de Dios el número de los que dan gracias" (2 Cor 4, 15). Los pueblos del Nuevo Mundo eran "pueblos nuevos... totalmente desconocidos para el Viejo Mundo hasta el año 1492", pero "conocidos por Dios desde toda la eternidad y por El siempre abrazados con la paternidad que el Hijo ha revelado en la plenitud de los tiempos (cf. Gál 4, 4)" (Homilía, 1 de enero 1992). En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo, lo ha incorporado a su designio redentor, lo ha hecho partícipe de su espíritu. Mediante la evangelización y la fe en Cristo, Dios ha renovado su alianza con América Latina.

Damos, pues, gracias a Dios por la pléyade de evangelizadores que dejaron su patria y dieron su vida para sembrar en el Nuevo Mundo la vida nueva de la fe, la esperanza y el amor. No los movía la leyenda de "El Dorado", o intereses personales, sino el urgente llamado a evangelizar a unos hermanos que aún no conocían a Jesucristo. Ellos anunciaron "la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres" {Tit 3, 4) a unas gentes que ofrecían a sus dioses incluso sacrificios humanos. Ellos tes- timoniaron, con su vida )' con su palabra, la humanidad que brota del encuentro con Cristo. Por su testimonio y su predicación, el número de hombres y mujeres que se abrían a la gracia de Cristo se multiplicaron" como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar" {Heb 11, 12).

4. Desde los primeros pasos de la evangelización, la Iglesia católica, movida por la fidelidad al Espíritu de Cristo, fue defensora infatigable de los indios, pro- tectora de los valores que había en sus culturas, promotora de humanidad frente a los abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos. La denuncia de las injusticias y atropellos por obra de Montesinos, Las Casas, Córdoba, fray Juan del Valle y tantos

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otros, fue como un clamor que propició una legislación inspirada en el recono- cimiento del valor sagrado de la persona. La conciencia cristiana afloraba con valentía profética en esa cátedra de dignidad y de libertad que fue, en la Universidad de Salamanca, la Escuela de Vitoria, (cf. Discurso, 14 de mayo 1992), y en tantos eximios defensores de los nativos, en España y en América Latina. Nombres que son bien conocidos y que con ocasión del V Centenario han sido recordados con admiración y gratitud. Por mi parte, y para precisar los perfiles de la verdad histórica poniendo dereUeve las raíces cristianas y la identidad católica del Continente, sugerí que se celebrara un Simposio Internacional sobre la Historia de la Evangelización de América, organizado por la Pontificia Comisión para América Latina. Los datos históricos muestran que se llevó a cabo una válida, fecunda y admirable obra evangelizadora y que, mediante ella, se abrió camino de tal modo en América la verdad sobre Dios y sobre el hombre que, de hecho, la evangeUzación misma constituye una especie de tribunal de acusación para los responsables de aquellos abusos.

De la fecundidad de la semilla evangélica depositada en estas benditas tierras he podido ser testigo durante los viajes apostólicos que el Señor me ha concedido realizar a vuestras Iglesias particulares. ¡Cómo no manifestar abiertamente mi ardiente gratitud a Dios, porque me ha dado a conocer de cerca la realidad viva de la Iglesia en América Latina! En mis viajes al Continente, así como durante vuestras visitas "adLimina" y en otros diversos encuentros -que han robustecido los vínculos de la colegialidad episcopal y la corresponsabilidad en la solicitud pastoral por toda la Iglesia- he podido comprobar repetidamente la lozanía de la fe de vuestras comunidades eclesiales y también medir la amplitud de los desafíos para la iglesia, ligada indisolublemente a la suene misma de los pueblos del Continente.

5. La presente Conferencia General se reúne para perfilar las líneas maestras de una acción evangelizadora que ponga a Cristo en el corazón y en los labios de todos los latinoamericanos. Esta es nuestra tarea: hacer que la verdad sobre Cristo y la verdad sobre el hombre penetren aún más profundamente en todos los estratos de la.sociedad y la transformen (cf. Discurso a la Pont. Comisión para América Latina, 14 de junio 1991).

En sus deliberaciones y conclusiones, esta Conferencia ha de saber conjugar los tres elementos doctrinales y pastorales, que constituyen como las tres coordenadas de la nueva evangelización: Cristología, Eclesiología y Antropología. Contado con una profunda y sólida Cristología, basados en una sana antropología y con una clara y recta visión eclesiológica, hay que afrontar los retos que se plantean hoy a la acción

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evangelizadora de la Iglesia en América.

A continuación deseo compartir con vosotros algunas reflexiones que, siguiendo la pauta del enunciado de la Conferencia y como signo de profunda comunión y co- rresponsabilidad eclesial, os ayuden en vuestro ministerio de Pastores enti^egados generosamente a la grey que el Señor os ha confiado. Se trata de presentar algunas prioridades doctrinales y pastorales desde la perspectiva de la nueva evangelización.

II. NUEVA EVANGELIZACION

6. La nueva evangelización es la idea central de toda la temática de esta Conferencia.

Desde mi encuentro en Haití con los Obispos del CELAM en 1983 he venido poniendo particular énfasis en esta expresión, para despertar así un nuevo fervor y nuevos afanes evangelizadores en América y en el mundo entero; esto es, para dar a la acción pastoral "un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y en el poder perennes de Pentecostés" (Evangelli nuntiandi, 2).

La nueva evangelización no consiste en un "nuevo evangelio", que surgiría siempre de nosotros mismos, de nuestra cultura, de nuestros análisis de las necesidades del hombre. Por ello, no sería "evangelio", sino mera invención humana, y no habría en él salvación. Tampoco consiste en recortar del Evangelio todo aquello que parece difícilmente asimilable para la mentalidad de hoy. No es la cultura la medida del Evangelio, sino Jesucristo la medida de toda cultura y de toda obra humana. No, la nueva evangelización no nace del deseo "de agradar a los hombres" o de "buscar su favor" {Gál 1, 10), sino de la responsabilidad para con el don que Dios nos ha hecho en Cristo, en el que accedemos a la verdad sobre Dios y sobre el hombre, y a la posibilidad de la vida verdadera.

La nueva evangelización tiene, como punto de partida, la certeza de que en Cristo hay una "inescrutable riqueza" (£/3, 8), que no agota ninguna cultura, ni ninguna época, y a la cual podemos acudir siempre los hombres para enriquecemos (cf. Asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos, Declaración final 3). Esa riqueza es, ante todo, Cristo mismo, su persona, porque El mismo es nuestra salvación. Los hombres de cualquier tiempo y de cualquier cultura podemos, acercándonos a El mediante la fe y la incorporación a su Cuerpo, que es la Iglesia, hallar respuesta a esas preguntas, siempre antiguas y siempre nuevas, con las que los

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hombres afipontamos el misterio de nuestra existencia y que llevamos indeleble- mente grabadas en nuestro corazón desde la creación y desde la herida del pecado.

7. La novedad no afecta al contenido del mensaje evangélico que es inmutable, pues Cristo es "el mismo ayer, hoy y siempre". Por esto, el evangelio ha de ser

predicado en plena fidelidad y pureza, tal como ha sido custodiado y transmitido por la Tradición de la Iglesia. Evangelizar es anunciar a una persona, que es Cristo. En efecto, "no hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios" (Evangelii nuntiandi, 22). Por eso, las cñstologías redutivas, de las que en diversas ocasiones he señalado sus desviaciones (cf. Discurso Inaugural de la Conferencia de Puebla, 28 de enero 1979, 1, 4), no pueden aceptarse como instrumentos de la nueva evangelización. Al evangelizar, la unidad de la fe de la Iglesia tiene que resplandecer no solo en el magisterio auténtico de los Obispos, sino también en el servicio a la verdad por parte de los pastores de almas, de los teólogos, de los catequistas y de todos los que están comprometidos en la proclamación y predicación de la fe.

A este respecto, la Iglesia estimula, admira y respeta la vocación del teólogo, cuya "función es lograr una comprensión cada vez más profunda de la palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la Tradición viva de la Iglesia" (Instrucción de la Congregación para la doctrina de la Fe sobre la vocación eclesial del teólogo, 24 de mayo de 1990, 6). Esta vocación noble y necesaria, surge en el interior de la Iglesia y presupone la condición de creyente en el mismo teólogo, con una actitud de fe que él mismo debe testimoniar en la comunidad. "La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios (...) el amor a la Iglesia de la que ha recibido su misión y el respeto al Magisterio asistido por Dios" (Ihid. 38). La teología está llamada, pues, a prestar un gran servicio a la nueva evangelización.

8. Ciertamente es la verdad la que nos hace lita-es (cf. Jn 8, 32). Pero no podemos por menos de constatar que existen posiciones inaceptables sobre lo que es la

verdad, la libertad, la conciencia. Se llega incluso a justificar el disenso con el recurso "al pluralismo teológico, llevado a veces hasta un relativismo que pone en peligro la integridad de la fe". No faltan quienes piensan que "los documentos del Magisterio no serían sino el reflejo de una teología opinable" (Ibid. 34); y "surge así una especie de 'magisterio paralelo' de los teólogos, en oposición y rivalidad con el Magisterio auténtico" (ibid. ). Por otra parte, no podemos soslayar el hecho de que las "actitudes de oposición sistemática a la Iglesia, que llegan incluso a constituirse

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en grupos organizados" , la contestación y la discordia, al igual que "acarrean graves inconvenientes a la comunión de la Iglesia", son también un obstáculo para la evangelización (cf. Ibid., 32).

La confesión de fe "Jesucristo ayer, hoy y siempre" de la Carta de los Hebreos -que es como el telón de fondo del tema de esta FV Conferencia- nos lleva a recordar las palabras del versículo siguiente: "No os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas" (Heb 13,9). Vosotros, amados Pastores, tenéis que velar sobre todo por la fe de la gente sencilla que, de lo contrario, se vería desorientada y confundida.

9. Todos los evangelizadores han de prestar también una atención especial a la catequesis. Al comienzo de mi Pontificado quise dar nuevo impulso a esta labor

pastoral mediante la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae, y recientemente he aprobado el Catecismo de la Iglesia Católica, que presento como el mejor don que la Iglesia puede hacer a sus Obispos y a todo el Pueblo de Dios. Se trata de un valioso instrumento para la nueva evangelización, donde se compendia toda la doctrina que la Iglesia ha de enseñar.

Confío asimismo que el movimiento bíblico continúe desplegando su benéfica labor en América Latina y que las Sagradas Escrituras nutran cada vez más la vida de los fíeles, para lo cual se hace imprescindible que los agentes de pastoral profundicen incansablemente en la Palabra de Dios, viviéndola y transmitiéndola a los demás con fidelidad, es decir, "teniendo muy en cuenta la unidad de toda la Escritura, la tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe". (Dei Verbum, 12). Igualmente, el movimiento litúrgico ha de dar renovado impulso a la vivencia íntima de los misterios de nuestra fe, llevando al encuentro con Cristo Resucitado en la Uturgia de la Iglesia. Es en la celebración de la Palabra y de los Sacramentos, pero sobre todo en la Eucaristía, culmen y fuenic de la vida de la Iglesia y de toda la evangelización, donde se realiza nuestro encuentro salvífico con Cristo, al que nos unimos místicamente formando su Iglesia (cf. Lumen gentium, 7). Por ello os exhorto a dar un nuevo impulso a la celebración digna, viva participada de las asambleas litúrgicas, con ese profundo sentido de la fe de la contemplación de los misterios de la salvación, tan arraigados en vuestros pueblos.

10. La novedad de la acción evangclizadora a que hemos convocado afecta a la actitud, al estilo, al esfuerzo y a la programación o, como propuse en Haití, al

ardor, a los métodos y a la expresión, (cf. Discurso a los Obispos del CELAM, 9 de marzo 1983). Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una rica fidelidad que, bajo la acción del Espítiru, generen

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una mística, un incontenible entusiasmo en la Tarea de anunciar el Evangelio. En lenguaje neotestamentario es la "parresía" que inflama el corazón del apóstol (cí.Act 5, 28-29; cf. Redemptoris missio, 45). Esta "parresía" ha de ser también el sello de vuestro apostolado en América. Nada puede haceros callar, pues sois heraldos de la verdad. La verdad de Cristo ha de iluminar las mentes y los corazones con la activa, incansable y pública proclamación de los valores cristianos.

Por otra parte, los nuevos tiempos exigen que el mensaje cristiano llegue al hombre de hoy mediante nuevos métodos de apostolado, y que sea expresado en lenguaje y formas accesibles al hombre latinoamericano, necesitado de Cristo y sediento del evangelio: ¿Cómo hacer accesible, penetrante, válida y profunda la respuesta al hombre de hoy, sin alterar o modificar en nada el contenido del mensaje evangélico? ¿Cómo llegar al corazón de la cultura que queremos evangelizar? ¿Cómo hablar de Dios en un mundo en el que está presente un proceso creciente de secularización?

11. Como lo habéis manifestado en los encuentros y conversaciones que hemos tenido a lo largo de estos años, tanto en Roma como en mis visitas a vuestras Iglesias particulares, hoy la fe sencilla de vuestros pueblos sufre el embate de la secularización, con el consiguiente debihtamiento de los valores religiosos y morales. En los ambientes urbanos crece una modalidad cultural que, confiando solo en la ciencia y en los avances de la técnica, se presenta como hostil a la fe. Se transmiten unos "modelos" de vida en contraste con los valores del evangelio. Bajo la presión del secularismo, se llega a presentar la fe como si fuera una amenaza a la libertad y autonomía del hombre.

Sin embargo, no podemos olvidar que la historia reciente ha mostrado que cuando, al amparo de ciertas ideologías, se niegan la verdad sobre Dios y la verdad sobre el hombre, se hace imposible construir una sociedad de rostro humano. Con la caída de los regímenes del llamado "socialismo real" en Europa oriental cabe esperar que también en este continente se saquen las deducciones pertinentes en relación con el valor efímero de tales ideologías. La crisis del colectivismo marxista no ha tenido solo raíces económicas, como he puesto en relieve en la Encíclica Centesimus annus (n. 41), pues la verdad sobre el hombre está íntima y necesariamente ligada a la verdad sobre Dios.

La nueva evangelización ha de dar, pues, una respuesta integral, pronta, ágil, que fortalezca la fe católica, en sus verdades fundamentales, en sus dimensiones individuales, familiares y sociales.

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12. A ejemplo del Buen Pastor, habéis de apacentar el rebaño que os ha sido confiado y defenderlo de los lobos rapaces. Causa de división y discordia en vuestras comunidades eclesiales son -lo sabéis bien- las sectas y movimientos "pseudo-espirituales" de que habla el Documento de Puebla (n. 628), cuya expresión y agresividad urge afrontar.

Como muchos de vosotros habéis señalado, el avance de las sectas pone de relieve un vacío pastoral, que tiene frecuentemente su causa en la falta de formación, lo cual mina la identidad cristiana y hace que grandes masas de católicos sin una atención religiosa adecuada -entre otras razones, por falta de sacerdotes-, queden a merced de campañas de proselitismo sectario muy activas. Pero también puede suceder que los fieles no hallen en los agentes de pastoral aquel fuerte sentido de Dios que ellos deberían transmitir en sus vidas. "Tales situaciones pueden ser ocasión de que muchas personas pobres y sencillas, -como por desgracia está ocurriendo- se conviertan en fácil presa de las sectas, en las que buscan un sentido religioso de la vida que quizás no encuentran en quienes se lo tendrían que ofrecer a manos llenas" (Carta Apostólica Los Caminos del Evangelio, 20).

Por otra parte, no se puede infravalorar una cierta estrategia, cuyo objetivo es debilitar los vínculos que unen a los Países de América Latina y minar así las fuerzas que nacen de la unidad. Con este objeto se destinan importantes recursos económicos para subvencionar campañas proselitistas, que tratan de resquebrajar esta unidad católica.

Al preocupante fenómeno de las sectas hay que responder con una acción pastoral que ponga en el centro de todo a la persona, su dimensión comunitaria y su anhelo de una relación personal con Dios. Es un hecho que allí donde la presencia de la Iglesia es dinámica, como es el caso de las parroquias en las que se imparte una asidua formación en la Palabra de Dios, donde existe una liturgia activa y partici- pada, una sólida piedad mariana, una efectiva solidaridad en el campo social, una marcada solicitud pastoral por la familia, los jóvenes y los enfermos, vemos que las sectas o los movimientos para-religiosos no logran instalarse o avanzar.

La arraigada religiosidad popular de vuestros fieles, con sus extraordinarios valores de fe y de piedad, de sacrificio y de solidaridad, convenientemente evangelizada y gozosamente celebrada, orientada en tomo a los misterios de Cristo y de la Virgen María, puede ser, por sus raíces eminentemente católicas, un antídoto contra las sectas y una garantía de fidelidad al mensaje de la salvación.

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ra. PROMOCION HUMANA

13. Puesto que la iglesia es consciente de que el hombre -no el hombre abstracto, sino el hombre concreto e histórico- "es el primer camino que ella debe recorrer

en el cumplimiento de su misión" {Redemptor hominis, 14), la promoción humana ha de ser consecuencia lógica de la evangelización, la cual tiende a la liberación integral de la persona (cf. Evangelii nuntiandi, nn. 29-39).

Mirando a ese hombre concreto, vosotros. Pastores de la Iglesia, constatáis la difícil y delicada realidad social por la que atraviesa hoy América Latina, donde existen ampüas capas de población en la pobreza y la marginación. Por ello, solidarios con el clamor de los pobres, os sentís llamados a asumir el papel del buen saman taño (cf . Le 10, 25-37), pues el amor a Dios se muestra en el amor a la persona. Así nos lo re- cuerda el apóstol Santiago con aquellas graves palabras: "Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: 'Idos en paz, calentaos y hartaos', pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?" {Sant 2, 15-16).

La preocupación por lo social "forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia" {Sollicitudo rei sociatis, 41) y es también "parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio de Cristo Salvador" {Centesimas annus, 5).

Como afirma el Concilio Vaticano II en la Constitución pastoral Gaudium et spes, el problema de la promoción humana no se puede considerar al margen de la relac ión del hombre con Dios (cf. nn. 43-45). En efecto, contraponer la promoción auténticamente humana y el proyecto de Dios sobre la humanidad es una grave distorsión, fruto de una cierta mentahdad de inspiración secularista. La genuina promoción humana ha de respetar siempre la verdad sobre Dios y la verdad sobre el hombre, los derechos de Dios y los derechos del hombre.

14. Vosotros, amados Pastores, tocáis de cerca la situación angustiosa de tantos hermanos que carecen de lo necesario para una vida auténticamente humana. No

obstante el avance registrado en algunos campos, persiste e incluso crece el fenómeno de la pobreza. Los problemas se agravan con la pérdida del poder adquisitivo del dinero, a causa de la inflación, a veces incontrolada, y del deterioro de los términos de intercambio, con la consiguiente disminución de los precios de ciertas materias primas con el peso insoportable de la deuda internacional de la que

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se derivan tremendas consecuencias sociales. La situación se hace todavía más dolorosa con el grave problema del desempleo creciente, que no permite llevar el pan al hogar e impide el acceso a otros bienes fundamentales (cf . Laborem exercens, 18).

Sintiendo vivamente la gravedad de esta situación, no he dejado de dirigir apre- miantes llamados en favor de una activa, justa y urgente solidaridad internacional. Es éste un deber de justicia que afecta a toda la humanidad, pero sobre todo a los países ricos que no pueden eludir su responsabilidad hacia los países en vías de desarrollo. Esta soüdaridad es una exigencia del bien común universal que ha de ser respetado por todos los integrantes de la familia humana (cf. Gaudium et spes, 26).

15. El mundo no puede sentirse tranquilo y satisfecho ante la situación caótica y desconcertante que se presenta ante nuestros ojos: naciones, sectores de po- blación, familias e individuos cada vez más ricos y privilegiados frente a pueblos, familias y multitud de personas sumidas en la pobreza, víctimas del hambre y las en- fermedades, carentes de vivienda digna, de servicios sanitarios, de acceso a la cul- tura. Todo ello es testimonio elocuente de un desorden real y de una injusticia ins- titucionalizada, a lo cual se suman a veces el retraso en tomar medidas necesarias, la pasividad y la imprudencia, cuando no la transgresión de los principios éticos en el ejercicio de las funciones administrativas, como es el caso de la corrupción. Ante todo esto, se impone un "cambio de mentalidad, de comportamiento y de estructu- ras" (Centesimus annus, 60), en orden a superar el abismo existente entre los países ricos y los países pobres (cf.Lúiéore/nej^ercení, 16; C ente simus annus, 14), así como las profundas diferencias existentes entre ciudadanos de un mismo país. En una palabra: hay que hacer valer el nuevo ideal de solidaridad frente a la caduca voluntad de dominio.

Por otra parte, es falaz e inaceptable la solución que propugna la reducción del crecimiento demográfico sin importarle la moralidad de los medios empleados para conseguirlo. No se trata de reducir a toda costa el número de invitados al banquete de la vida; lo que hace falta es aumentar los medios de distribuir con mayor justicia la riqueza para que todos puedan participar equitativamente de los bienes de la creación.

Hay que buscar soluciones a nivel mundial, instaurando una verdadera economía de comunicación y participación de bienes, tanto en el orden internacional como nacional. A este propósito, un factor que puede contribuir notablemente a superar los apremiantes problemas que hoy afectan a este continente es la integración latino- americana. Es grave responsabilidad de los gobernantes el favorecer el ya iniciado

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prcx^eso de integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia.

16. En continuidad con las Conferencias de Medelb'n y Puebla, la Iglesia reafirma la opción preferencial en favor de los pobres. Una opción no exclusiva

ni excluyente, pues el mensaje de la salvación está destinado a todos. "Una opción, además, basada esencialmente en la Palabra de Dios y no en criterios aportados por ciencias humanas o ideologías contrapuestas, que con frecuencia reducen a los pobres a categorías sociopoh'ticas económicas abstractas. Pero una opción firme e irrevocable" (Discurso a los Cardenales y Prelados de la Curia Romana, 21 di- ciembre 1984, 9).

Como afirma el Documento de Puebla, "acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó haciéndose hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso, el servicio a los pobres es la medida privilegiada, aunque no excluyente, de nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como Hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente" (Puebla, 1145). Dichos criterios evangélicos de servicio al necesitado evitarán cualquier tentación de connivencia con los responsables de las causas de la pobreza, o peligrosas desviaciones ideológicas, incompatibles con la doctrina y misión de la Iglesia.

La genuina praxis de liberación ha de estar siempre inspirada por la doctrina de la Iglesia según se expone en las dos Instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe (Libertatis muntius, 1984; Libertatis conscientia, 1986), que han de ser tenidas en cuenta cuando se aborda el tema de las teologías de la liberación. Por otra parte, la Iglesia no puede en modo alguno dejarse arrebatar por ninguna ideología o corriente política la bandera de la justicia, lo cual es una de las primeras exigencias del evangelio y, a la vez, fruto de la venida del Reino de Dios.

17. Como ya lo señaló la Conferencia de Puebla, existen grupos humanos par- ticylarmente sumidos en la pobreza; tal es el caso de los indígenas (cf. n. 1265).

A ellos, y también a los afroamericanos, he querido dirigir un mensaje especial de solidaridad y cercam'a, que entregaré mañana a un grupo de representantes de sus respectivas comunidades. Como gesto de solidaridad, la Santa Sede ha creado re- cientemente la Fundación "Populorum Progressio", que dispone de un fondo de ayuda en favor de los campesino, indios y demás grupos humanos del sector rural, particularmente desprotegidos en América Latina.

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En esta misma línea de solicitud pastoral por las categorías sociales más desprote- gidas, esta Conferencia General podría valorar la oportunidad de que, en un futuro no lejano, pueda celebrarse un Encuentro de representantes de los Episcopados de todo el Continente Americano, -que podría tener también carácter sinodal- en orden a incrementar la cooperación entre las diversas Iglesias particulares en los distintos campos de la acción pastoral y en el que, dentro del marco de la nueva evangelización y como expresión de comunión episcopal, se afronten también los problemas relativos a la justicia y la solidaridad entre todas las Naciones de América. La Iglesia, ya a las puertas del tercer milenio cristiano y en unos tiempos en que han caído muchas barreras y fronteras ideológicas, siente como un deber ineludible unir espiritualmente aún más a todos los pueblos que forman este gran Continente y, a la vez, desde la misión religiosa que le es propia, impulsar un espíritu solidario entre todos ellos, que permita, en modo particular, encontrar vías de solución a las dramáticas situaciones de amplios sectores de población que aspiran a un legítimo progreso integral y a condiciones de vida más justas y dignas.

18. No existe auténtica promoción humana, verdadera liberación, ni opción preferencial por los pobres, si no se parte de los fundamentos mismos de la dignidad de la persona y del ambiente en que tiene que desarrollarse, según el proyecto del Creador. Por eso entre los temas y opciones que requieren toda la atención de la Iglesia no puedo dejar de recordar el de la familia y el de la vida: dos realidades que van estrechamente unidas, pues la "familia es como el santuario de la vida" (Centesimus annus, n. 39). En efecto, "el futuro de la humanidad se fragua en la familia; por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia" (Familiar is consortio, 86).

No obstante los problemas que en nuestros días asedian al matrimonio y la institución familiar, ésta, como "célula primera y vital de la sociedad" (Apostolicam actuasitatem, 1 1) puede generar grandes energías, que son necesarias para el bien de la humanidad. Por eso, hay que "anunciar con alegría y convicción la Ijuena nueva' sobre la familia" (cf. Familiaris consortio, 86). Hay que anunciarla aquí, en América Latina, donde, junto al aprecio que se tiene por la familia, prolifcran por desgracia las uniones consensúales libres. Ante este fenómeno y ante las crecientes presiones divorcistas urge promover medidas adecuadas en favor del núcleo familiar, en primer lugar para asegurar la unión de vida y el amor estable dentro del matrimonio, según el plan de Dios, así como una idónea educación de los hijos.

En estrecha conexión con los problemas señalados se encuentra el grave fenómeno

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de los niños que viven permanentemente en las calles de las grandes ciudades latinoamericanas, minados por el hambre y la enfermedad, sin protección alguna, sujetos a tantos peligros, no excluida la droga y la prostitución. He aquí otra cuestión que ha de apremiar vuestra solicitud pastoral, recordando las palabras de Jesús: "Dejad que los niños vengan a mí" (Mt 19, 14).

La vida, desde su concepción en el seno materno hasta su término natural, ha de ser defendida con decisión y valentía. Es necesario, pues, crear en América una cultura de la vida que contrarreste la anticultura de la muerte, la cual -a través del aborto, la eutanasia, la guerra, la guerrilla, el secuestro, el terrorismo y otras formas de violencia o explotación- intenta prevalecer en algunas naciones. En este espectro de atentados a la vida ocupa un lugar de primer orden el narcotráfico, que las instancias competentes han de contrarrestar con todos los medios lícitos a disposición.

19. ¿Quién nos librará de estos signos de muerte? La experiencia del mundo contemporáneo ha mostrado más y más, que las ideologías son incapaces de derrotar aquel mal que tiene al hombre sujeto a servidumbre. El único que puede librar de este mal es Cristo. Al celebrar el V Centenario de la Evangelizacióri, volvemos los ojos, conmovidos, a aquel momento de gracia en el que Cristo nos ha sido dado de una vez para siempre. La dolorosa situación de tantas hermanas y hermanos latinoamericanos no nos lleva a la desesperanza. Al contrario, hace más urgente la tarea que tiene la Iglesia ante sí: reavivar en el corazón de cada bautizado la gracia recibida. "Te recomiendo -escribía San Pablo a Timoteo- que reavives la gracia de Dios que está en ti" (2 Tim 1,6).

Como de la acogida del Espúitu en Pentecostés nació el pueblo de la Nueva Alianza, solo esta acogida hará surgir un pueblo capaz de generar hombres renovados y libres, conscientes de su dignidad. No podemos olvidar que la promoción integral del hombre es de capital importancia para el desarrollo de los pueblos de Latinoamérica. Pues, "el desarrollo de un pueblo no deriva primariamente del dinero, ni de las ayudas materiales, ni de las estructuras técnicas, sino más bien de la formación de las conciencias, de la madurez de la mentalidad y de las costumbres. Es el hombre el protagonista del desarrollo, no el dinero ni la técnica" (Redemptoris missio, 58). La mayor riqueza de Latinoamérica son sus gentes. La Iglesia, "despertando las conciencias con el Evangelio", contribuye a despertar las energías dormidas para disponerlas a trabajar en la construcción de una nueva civilización (cf. Ibid.).

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IV. CULTURA CRISTIANA

20. Aunque el Evangelio no se identifica con ninguna cultura en particular, debe inspirarlas, para de esta manera transformarlas desde dentro, enrique- ciéndolas con los valores cristianos que derivan de la fe. En verdad, la evange- lización de las culturas representa la forma más profunda y global de evangelizar a una sociedad, pues mediante ella el mensaje de Cristo penetra en las conciencias de las personas y se proyecta en el "ethos" de un pueblo, en sus actitudes vitales, en sus instituciones y en todas las estructuras (cf. Discurso a los intelectuales y al mundo universitario, Medellín 5 de julio 1.986, 2).

El tema "cultura" ha sido objeto de particular estudio y reflexión por parte del CELAM en los últimos años. También la Iglesia toda dirige su atención a esta importante materia "ya que la nueva evangelización ha de proyectarse sobre la cultura" 'adveniente', sobre todas las culturas, incluidas las culturas indígenas" (cf. Angelus, 28 de junio 1992). Anunciar a Jesucristo en todas las culturas es la preocupación central de la Iglesia y objeto de su misión. En nuestros días, esto exige, en primer lugar, el discernimiento de las culturas como realidad humana a evange- lizar y, consiguientemente, la urgencia de un nuevo tipo de colaboración entre todos los responsables de la obra evangelizadora.

21. En nuestros días se percibe una crisis cultural de proporciones insos- pechadas. Es cierto que el sustrato cultural actual presenta un buen número de

valores positivos , muchos de ellos fruto de la evangelizac ión ; pero, al mismo tiempo, ha eliminado valores religiosos fundamentales y ha introducido concepciones engañosas que no son aceptables desde el punto de vista cristiano.

La ausencia de esos valores cristianos fundamentales en la cultura de la modernidad no solamente ha ofuscado la dimensión de lo trascendente, abocando a muchas personas hacia el indiferentismo religioso -también en América Latina-, sino que, a la vez, es causa determinante del desencanto social en que se ha gestado la crisis de esta cultura. Tras la autonomía introducida por el racionalismo, hoy se tiende a basar los valores sobre todo en consensos sociales subjetivos que, no raramente, llevan a posiciones contrarias incluso a la misma ética natural. Piénsese en el drama del aborto, los abusos en ingeniería genética, los atentados a la vida y a la dignidad de la persona.

Frente a la pluralidad de opciones que hoy se ofrecen, se requiere una profunda renovación pastoral mediante el discernimiento evangélico sobre los valores domi-

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nantes, las actítudes, los comportamientos colectivos, que frecuentemente represen- tan un factor decisivo para optar por el bien como por el mal. En nuestros días se hace necesario un esfuerzo y un tacto especial para incul turar el mensaje de Jesús, de tal manera que los valores cristianos puedan transformar los diversos núcleos cultu- rales, piuificándolos, si fuera necesario y haciendo posible el afianzamiento de una cultura cristiana que renueve, amplíe y unifique los valores históricos pasados y presentes para responder así en modo adecuado a los desafíos de nuestro tiempo (cf. Redemptoris missio, 52). Uno de estos retos a la evangelización es el de intensificar el diálogo entre las ciencias y la fe, en orden a crear un verdadero humanismo cristiano. Se trata de mostrar que la ciencia y la técnica contribuyen a la civilización y a la humanización del mundo en la medida en que están penetradas por la sabiduría de Dios. A este propósito, deseo alentar vivamente a las Universidades y Centros de Estudios Superiores, especialmente los que dependen de la Iglesia, a renovar su empeño en el diálogo entre fe y ciencia.

22. La Iglesia mira con preocupación la fractura existente entre los valores evangélicos y las culturas modernas, pues éstas corren el riesgo de encerrarse dentro de en una especie de involución agnóstica y sin referencia a la dimensión moral (cf. Discurso al Pont. Consejo para la Cultura, 18 de enero 1983). A este respecto, conservan pleno vigor aquellas palabras del Papa Pablo VI: "La ruptura entre evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que haya que hacer-todos los esfuerzos con vistas auna generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva" (Evangelii nuntiandi, n. 20).

La Iglesia, que considera al hombre como su "camino" (cf. Redemptor hominis. 14), ha de saber dar una respuesta adecuada a la actual crisis de la cultura. Frente al complejo fenómeno de la modernidad, es necesario dar vida a una alternativa cultiiral plenamente cristiana. Si la verdadera cultura es la que expresa los valores universales de la persona, ¿quién puede proyectar más luz sobre la realidad del hombre, sobre su dignidad y razón de ser, sobre su libertad y destino que el evangelio de Cristo?

En este hito histórico del medio milenio de la evangelización de vuestros pueblos, os invito pues, queridos Hermanos, a que, con el ardor de la nueva evangelización, animados por el Espíritu del Señor Jesús, hagáis presente la Iglesia en la encrucijada cultural de nuestro tiempo, para impregnar con los valores cristianos las raíces mismas de la cultura "adveniente" y de todas las culturas ya existentes. A este

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respecto, particular atención habréis de prestar a las culturas indígenas y ctfroameri- canas, asimilando y poniendo de relieve todo lo que en ellas hay de profundamente humano y humanizante. Su visión de la vida, que reconoce la sacralidad del ser humano, su profundo respeto a la naturaleza, la humildad, la sencillez, la solidaridad son valores que han de estimular el esfuerzo por llevar a cabo una auténtica evangelización inculturada, que sea también promotora de progreso y conduzca siempre a la adoración a Dios "en espíritu y en verdad" (Jn 3, 23). Más, el recono- cimiento de dichos valores no os exime de proclamar en todo momento que "Cristo es el único Salvador de la humanidad, el único en condiciones de revelar a Dios y de guiar hacia Dios" (Redemptoris missio, 5).

"La evangelización de la cultura es un esfuerzo por comprender las mentalidades y las actitudes del mundo actual e iluminarlas desde el evangelio. Es la voluntad de llegar a todos los niveles de la vida humana para hacerla más digna" {Discurso al mundo de la cultura, Lima 15 de mayo 1988, 5). Pero este esfuerzo de comprensión e iluminación debe estar siempre acompañado del anuncio de la Buena Nueva (cf. Redemptoris missio, 40), de tal manera que la penetración del evangelio en las culturas no sea una simple adaptación externa, sino un "proceso profundo y global que abarque tanto el mensaje cristiano, como reflexión y la praxis de la Iglesia" (Ibid., 52), respetando siempre las características y la integridad de la fe.

23. Al ser la comunicación entre las personas un importante elemento generador de cultura, los modernos medios de comunicación social revisten en este terreno una importancia de primer orden. Intensificar la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación ha de ser ciertamente una de vuestras prioridades. Vienen a mi mente las graves palabras de mi venerado predecesor el Papa Pablo VI: "La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios, que la inteligencia humana perfecciona cada vez más" {Evangelii nuntiandi, 45).

Por otra parte, se ha de vigilar también sobre el uso de los medios de comunicación social en la educación de la fe y en la difusión de la cultura religiosa. Una responsabilidad que incumbe sobre todo a las casas editoriales dependientes de instituciones católicas que deben "ser objeto de particular solitud por parte de los Ordinarios de lugar, a fin de que sus publicaciones sean siempre conformes a la docü-ina de la Iglesia y contribuyan eficazmente al bien de las almas" {Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos relativos al uso de los instrumentos de comunicación social en la promoción de la doctrina de la fe, 30 de marzo 1992, 15, 2).

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Ejemplos de inculturación del evangelio lo constituyen también ciertas manifes- taciones socioculturales que están surgiendo en defensa del hombre y de su entorno, y que han de ser iluminadas por la luz de la fe. Es el caso del movimiento ecologista en favor del respeto debido a la naturaleza y contra la explotación desordenada de sus reciu"sos, con el consiguiente deterioro de la calidad de vida. La convicción de que "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todo el género humano" (Gaudium et spes, 69) ha de inspirar un sistema de gestión de los recursos más justo y mejor coordinado a nivel mundial. La Iglesia hace suya la preocupación por el medio ambiente e insta a los gobiernos para que protejan este patrimonio según los criterios del bien común (cf. Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Paz. enero 1992).

24. El desafío que representa la cultura "adveniente" no debilita sin embargo nuestra esperanza, y damos gracias a Dios porque en América Latina el don de

la fe católica ha penetrado en lo más hondo de sus gentes, conformando en estos quinientos años el alma cristiana del Continente e inspirando muchas de sus instituciones. En efecto. La Iglesia en Latinoamérica ha logrado impregnar la cultura del pueblo, ha sabido situar el mensaje evangélico en la base de su pensar, en sus principios fundamentales de vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción.

Se nos presenta ahora el reto formidable de la continua inculturación del evangelio en vuestros pueblos, temas que habréis de abordar con clarividencia y profundidad durante los próximos días. América Latina, en Santa María de Guadalupe, ofrece un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada. En efecto, en la figura de María -desde el principio de la cristianización del Nuevo Mundo y a la luz del evangelio de Jesús- se encamaron auténticos valores culturales indígenas. En el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac se resume el gran principio de la incul- turación: la íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante la integración en el cristianismo y el enraizamiento del cristianismo en las varias culturas (cf. Redemptoris missio, 52).

V. UNA NUEVA ERA BAJO EL SIGNO DE LA ESPERANZA

25. He ahí, queridos hermanos y hermanas, algunos de los desafíos que se presentan a la Iglesia en esta hora de la nueva evangelización. Ante este pa- norama cargado de interrogantes, pero también grávido de promesas, hemos de preguntamos cuál es el camino que debe seguir la Iglesia en América Latina para que su misión en la próxima etapa de su historia los frutos que espera el Dueño de la

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mies (cf. Le 10, 2; A/c 4, 20). Vuestra Asamblea habrá de delinear el rostro de una Iglesia viva y dinámica que crece en la fe, se santifica, ama, sufre, se compromete y espera en su Señor, como nos recuerda el Concilio Ecuménico Vaticano II, punto obligado de referencia en la vida y misión de todo Pastor (cf. Gaudium et spes, 2).

La tarea que os aguarda durante las próximas jomadas es ardua, pero marcada por el signo de la esperanza que viene de Cristo Resucitado. Misión vuestra es la de ser heraldos de la esperanza, de que nos habla el apóstol Pedro (cf . / Fe 3 , 1 5) : esperanza que se apoya en las promesas de Dios, en la fidelidad a su palabra y que tiene como certeza inquebrantable la resurrección de Cristo, su victoria definitiva sobre el pecado y la muerte, primer anuncio y raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana, principio de toda auténtica cultura cristiana, que no puede por menos de ser la cultura de la resurrección y de la vida, vivificada por el soplo del Espíritu de Pentecostés.

Amados Hermanos en el Episcopado, en la unidad de la Iglesia local, que brota de la Eucaristía, se encuentra todo el Colegio Episcopal con el Sucesor de Pedro a la cabeza, como perteneciente a la misma esencia de la Iglesia particular (cf. Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos de la Iglesia entendida como comunión, 14). En tomo al Obispo y en perfecta comunión con él tienen que florecer las parroquias y comunidades cristianas como células pujantes de vida eclesial. Por eso, la nueva evangelización requiere una vigorosa renovación de toda la vida diocesana. Las parroquias, los movimientos apostólicos y asocia- ciones de fieles, y todas las comunidades eclesiales en general, han de ser siempre evangelizadas y evangelizadóras. En particular, las Comunidades eclesiales de base deben caracterizarse siempre por una decidida proyección universalista y misionera, que les infunda un renovado dinamismo apostólico (cf. Evangelii nuntiandi, 58; Puebla, 640-642). Ellas, -que han de estar marcadas por una clara identidad eclcsial- debcn tener en la Eucaristía, que preside el sacerdote, el centro de la vida y comunión de sus miembros, en estrecha unión con sus pastores y en plena sintonía con el Magisterio de la Iglesia.

26. Condición indispensable para la nueva evangelización es poder contar con evangelizadorcs numerosos y cualificados. Por ello, la prorrwción de las vo- caciones sacerdotales y religiosas, así como de otros agentes de pastoral, ha de ser una prioridad de los Obispos y un compromiso de todo el Pueblo de Dios. Hay que dar, en toda América Latina, un impulso decisivo a la pastoral vocacional y afrontar, con criterios acertados y con esperanza, lo referente a los Seminarios y Centros de formación de los religiosos y rcligio.sas, así como el problema de la formación

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permanente del Clero y de una mejor distribución de los sacerdotes entre las diversas Iglesias locales, en las que hay que considerar también la apreciada labor de los diáconos permanentes. Para todo esto se encuentran orientaciones apropiadas en la Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores dabo vobis.

Por lo que se refiere a los religiosos y religiosas, que en América Latina llevan el peso de una pane considerable de la acción pastoral, deseo hacer mención de la Carta Apostólica Lo j Caminos del Evangelio, que les dirigí con fecha 29 de junio de 1990. También quiero recordar aquí a los Institutos Seculares, con su pujante vitalidad en medio del mundo, y a los miembros de las Sociedades de Vida Apostólica, que desarrollan una gran actividad misionera.

En la hora presente, los miembros de los Institutos religiosos, tanto masculinos como femeninos, han de centrarse más en la labor específicamente evangelizadora desplegando toda la riqueza de iniciativas y tareas pastorales que brotan de sus diversos carismas. Fieles al espíritu de sus Fundadores, les debe caracterizar un profundo sentido de Iglesia y el testimonio de una estrecha y fiel colaboración en la pastoral, cuya dirección compete a los Ordinarios diocesanos y, en determinados aspectos, a las Conferencias Episcopales.

Como recordé en mi Carta a las contemplativas de América Latina ( 1 2 de diciembre 1989), la acción evangelizadora de la Iglesia está sostenida por esos santuarios de la vida contemplativa, tan numerosos en todo el Continente, que constituyen un testimonio de la radicalidad de la consagración a Dios, que tiene que ocupar siempre el primer puesto en nuestras opciones.

27. En la Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles laici sobre la "vocación y la misión de los laicos en la Iglesia", he querido poner parti- cularmente de relieve que en la "grande, comprometedora y magnífica empresa" de la nueva evangelización es indispensable la labor de los seglares, en especial de los catequistas y "delegados de la Palabra". La Iglesia espera mucho de todos aquellos laicos que, con entusiasmo y eficacia evangélica, operan a través de los nuevos movimientos apostólicos, que han de estar coordinados en la pastoral de conjunto y que responden a la necesidad de una mayor presencia de la fe en la vida social. En esta hora en que he convocado a todos a trabajar con ardor apostólico en la viña del Señor, sin que nadie quede excluido, "los fieles laicos han de sentirse parte viva y responsable de esta empresa (de la nueva evangelización), llamados como están a anunciar y a vivir el evangelio en el servicio de los valores y a las exigencias de las personas y de la sociedad" (n. 64). Digna de todo elogio, como transmisora de la fe.

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es la mujer latinoamericana, cuyo papel en la Iglesia y en la sociedad hay que poner debidamente de relieve (cf. Carta Apostólica Mulieris dignitatem). Particular solicitud pastoral se ha de prestar a los enfermos, en vista también de la fuerza evangelizadora del sufrimiento (cf. Carta Apostólica Salvifici doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, 1 1 de febrero 1984).

Hago una llamada especial a los jóvenes de América Latina. Ellos -tan numerosos en un Continente joven- habrán de ser protagonistas en la vida de la sociedad y de la Iglesia en el nuevo milenio cristiano ya a las puertas. A ellos hay que presentar en su propio lenguaje la belleza de la vocación cristiana y ofrecerles ideales altos y nobles, que les sostengan en sus aspiraciones de una sociedad más justa y fraterna.

28. Todos están llamados a construir la civilización del amor en este Continente de la esperanza. Es más, América Latina, que ha sido receptora de la fe trans- mitida por las Iglesias del Viejo Mundo, ha de prepararse a difundir el mensaje de Cristo en el mundo entero dando "desde su pobreza" (cf. Mensajes al III y IV Congresos Misioneros Latinoamericanos, Saniafé de Bogotá 1987 y Lima 1991). "Ha llegado el momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos" (Redemptoris missio, 3). Este momento ha llegado también para América Latina. "¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos", también en las Iglesias de América, "hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal" (Ibid., 2). Para América Latina, que recibió a Cristo hace ahora quinientos años, el mayor signo del agradecimiento por el don recibido, y de su vitalidad cristiana, es empeñarse ella misma en la misión.

29. Queridos Hermanos en el Episcopado, como sucesores de los Apóstoles debéis dedicar todos vuestros desvelos a la grey "en medio de la cual os ha puesto

el Espíritu Santo para pastorear la Iglesia de Dios" (Act 20, 28). Por offa parte, como miembros del Colegio Episcopal, en estrecha unidad afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro, estáis llamados a mantener la comunión y preocupación por toda la Iglesia. Y, en esta circunstancia, como miembros de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, os incumbe una responsabilidad histórica.

En virtud de la misma fe, de la Palabra revelada, de la acción del Espíritu y por medio de la Eucaristía que preside el Obispo, la Iglesia particular tiene con la Iglesia Universal una peculiar relación de mutua interioridad, porque en ella se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo que es Una, Santa, Católica y Apostólica

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(cf. Christus Dominus. 1 1). En ella ha de resplandecer la santidad de vida a la que todo evangelizador está llamado, dando testimonio de una intensa vivencia del misterio de Jesucristo, sentido y experimentado fuertemente en la Eucaristía, en la asidua escucha de la Palabra, en la oración, en el sacrificio, en la entrega generosa al Señor, que en los sacerdotes y las demás personas consagradas se expresa de modo especial mediante el celibato.

No hay que olvidar que la primera forma de evangelización es el testimonio (cf. Remptoris missio, 42-43), es decir, la proclamación del mensaje de salvación mediante las obras y la coherencia de vida, llevando a cabo así su encamación en la historia cotidiana de los hombres. La Iglesia, desde los orígenes, se hizo presente y operante no solo mediante el anuncio explícito del evangelio de Cristo sino también, y sobre todo, mediante la irradiación de la vida cristiana. Por eso la nueva evangelización exige coherencia de vida, testimonio compacto de la caridad, bajo el signo de la unidad, para que el mundo crea (cr. Jn 17, 23).

30. Jesucristo, el Testigo fiel, el Pastor de los pastores, está en medio de nosotros, pues nos hemos reunido en su nombre (cf. 18, 20). Con nosotros está el

Espíritu del Señor que guía la Iglesia a la plenitud de la verdad y la rejuvenece con

la palabra revelada, como en un nuevo Pentecostés.

En la comunión de los Santos velan sobre los trabajos de este importante encuentro eclesial una pléyade de Santos y Santas latinoamericanos, que evangelizaron este Continente con su palabra y sus virtudes, y -muchos de ellos- lo fecundaron con su sangre. Ellos son los frutos más excelsos de la evangelización.

Como en el Cenáculo de Pentecostés nos acompaña la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia. Su presencia entrañable en todos los rincones de Latinoamérica y en los corazones de sus hijos es garantía del sentido profético y del ardor evangélico que deben acompañar vuestros trabajos.

3J . ¡ "Dichosa que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá"!

{Le 1, 45). Estas palabras, que Isabel dirige a María, portadora de Cristo, son aplicables a la Iglesia, de la que la Madre del Redentor es tipo y modelo. ¡Dichosa tú, América, Iglesia de América, portadora de Cristo también, que has recibido el anuncio de la salvación y has creído en "lo que te ha dicho el Señor" ! La fe es tu dicha, la fuente de tu alegría. ¡Dichosos vosotros, hombre y mujeres de América Latina, adultos y jóvenes, que habéis conocido al Redentor! Junto con toda la Iglesia, y con María, vosotros podéis decir que el Señor "ha puesto los ojos en la humildad de su

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sierva" (Le 1, 148), ¡dichosos vosotros, los pobres de la tierra porque ha llegado a vosotros el Reino de Dios!

"Lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". ¡Sé fiel a tu bautismo, reaviva en este Centenario la inmensa gracia recibida, vuelve tu corazón y tu mirada al centro, al origen, a Aquel que es fundamento de toda dicha, plenitud de todo! ¡Abrete a Cristo, acoge el Espíritu, para que en todas tus comunidades tenga lugar un nuevo Pentecostés! Y surgirá de ti una humanidad nueva, dichosa; y experimentarás de nuevo el brazo poderoso del Señor, y "lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Lo que te ha dicho, América, es su amor por ti, es su amor por tus hombres, por tus familias, por tus pueblos. Y ese amor se cumplirá en ti, y te hallarás de nuevo a ti misma, hallarás tu rostro, "te proclamarán bienaventurada todas las generaciones" (Le 1,48).

Iglesia de América, el Señor pasa hoy a tu lado. Te llama. En esta hora de gracia, pronuncia de nuevo tu nombre, renueva su alianza contigo. ¡Ojalá escuchases su voz, para que conozcas la dicha verdadera y plena, y entres en su descanso! (cf. Sal 94, 7-11).

Terminemos invocando a María, Estrella de la primera y de la nueva evan- gelización. A ella, que siempre esperó, confiamos nuestra esperanza. En sus manos ponemos nuestros afanes pastorales y todas las tareas de esta Conferencia, enco- mendando a su corazón de Madre el éxito y la proyección de la misma sobre el futuro del Continente. Que Ella nos ayude a anunciar a su Hijo.

¡"Jesucristo ayer, hoy y siempre"!

Amén.

Encuentro con una representación de

Indígenas

Es para motivo de particular gozo daros mi más cordial y afectuosa bienvenida, representantes de diversas emias indígenas del Continente Americano, que habéis querido venir a Santo Domingo para tener este encuentro con el Papa.

Mi ferviente deseo era el de celebrar el V Centenario de la llegada del Evangelio al

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Nuevo Mundo reunido con multitud de hermanos y hermanas indígenas en Yucatán, cuna de gloriosas cilivilizaciones de vuestros antepasados. Pero por razones que son bien conocidas, ha sido necesario reducir los actos de la programación inicial, confiando que el Señor me permita en un futuro no lejano poder encontrarme con los hijos e hijas de los nobles pueblos indígenas para, juntos, celebrar una vez más la fe cristiana que inspira a vuestras comunidades y alienta vuestros esfuerzos por lograr condiciones de vida más digna y justa.

En esta tierra, donde fiie plantada la cruz de Cristo hace ahora cinco siglos, os hago entrega del Mensaje de paz y amor que dirijo a todas las personas y grupos éüiicos amerindios. Sed, pues, portadores de mis palabras de aliento y del profundo afecto que siento por todos los hermanos y hermanas indígenas, a quienes encomiendo a la maternal protección de Nuestra Señora de Guadalupe para que la efemérides que conmemoramos les corrobore en su fe cristiana y sostenga sus legítimas aspiraciones por conseguir el puesto que les corresponde en la sociedad y en la Iglesia.

A los aquí presentes, a vuestras familias, a vuestros pueblos y naciones bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

Mensaje a los indígenas

Amadísimos hermanos y hermanas indígenas del Continente Americano:

1. En el marco de la conmemoración del V Centenario del inicio de la evangelización del Nuevo Mundo, lugar preferente en el corazón y el afecto del Papa ocupan los descendientes de los hombres y mujeres que poblaban este Continente cuando la cruz de Cristo fue plantada aquel 12 de Octubre de 1492.

Desde la República Dominicana, donde he tenido el gozo de encontrarme con algunos de vuestros representantes, dirijo mi mensaje de paz y amor a todas las personas y grupos étnicos indígenas, desde la Península de Alaska hasta la Tierra del Fuego. Sois continuadores de los pueblos tupi-guaram', aymará, maya, quechua, chibcha, nahualt, mixteco, araucano, yanomani, guajiro, inuit, apaches y tantísimos otros que se distinguen por su nobleza de espíritu, que se han destacado en sus valores autóctonos culturales, como las civilizaciones azteca, inca, maya, y que

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pueden gloriarse de poseer una visión de la vida que reconoce la sacralidad del mundo y del ser humano. La sencillez, la humildad, el amor a la libertad, la hospitalidad, la solidaridad, el apego a la familia, la cercanía a la tierra y el sentido de la contemplación son otros tantos valores que la memoria indígena de América ha conservado hasta nuestros días y constituyen una aportación que se palpa en el alma latinoamericana.

2. Hace ahora 500 años el Evangelio de Jesucristo llegó a vuestros pueblos. Pero ya antes, y sin que acaso lo sospecharan, el Dios vivo y verdadero estaba presente iluminando sus caminos. El apóstol San Juan nos dice que el Verbo, el Hijo de Dios, "es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que llega a este mundo" {Jn 1 , 9). En efecto, las "semillas del Verbo" estaban ya presentes y alumbraban el corazón de vuestros antepasados para que fueran descubriendo las huellas del Dios Creador en todas sus criaturas: el sol, la luna, la madre tierra, los volcanes y las selvas, las lagunas y los ríos.

Pero, a la luz de la Buena Nueva, ellos descubrieron que todas aquellas maravillas de la creación no eran sino un pálido reflejo de su Autor y que la persona humana, por ser imagen y semejanza del Creador, es muy superior al mundo material y está llamada a un destino trascendente y eterno. Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, con su muerte y resurección, nos ha liberado del pecado, haciéndonos hijos adoptivos de Dios y abriéndonos el camino hacia la vida que no tiene fin. El mensaje de Jesucristo les hizo ver que todos los hombres son hermanos porque tienen un Padre común: Dios. Y todos están llamados a formar parte de la única Iglesia que el Señor ha fundado con su sangre (cf. Act 20, 28).

A la luz de la revelación cristiana las virtudes ancestrales de vuestros antepasados como la hospitalidad, la solidaridad, el espíritu generoso, hallaron plenitud en el gran mandamiento del amor, que ha de ser la suprema ley del cristiano. La persuasión de que el mal se idenfíca con la muerte y el bien con la vida, les abrió el corazón a Jesús que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6).

Todo esto, que los Padres de la Iglesia llaman las "semillas del Verbo", fue purificado, profundizado y completado por el mensaje cristiano, que proclama la fraternidad universal y defiende la justicia. Jesús llamó bicnaveturados a los que tienen sed de justicia (cf. 5, 6). ¿Qué otro motivo sino lapredicación de los ideales evangélicos movió a tantos misioneros a denunciar los atropellos cometidos contra los indios en la época de la conquista? Ahí están para demostrarlo la acción apostóUca y los escritos de Bartolomé de Las Casas, Fray Antonio de Montesinos,

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Vasco de Quiroga, Juan del Valle, Julián Garcés, José de Anchieta, Manuel de Nóbrega y de tantos otros hombres y mujeres que dedicaron generosamente su vida a los nativos, y a los que el documento de Puebla llama "intrépidos luchadores por la justicia, evangelizadores de la paz" (n. 8).

3. En esta conmemoración del V Centenario, deseo repetir cuanto os dije durante mi primer viaje pastoral a América Latina: "El Papa y la Iglesia están con

vosotros y os aman: aman vuestras personas, vuestra cultura, vuestras tradiciones; admiran vuestro maravilloso pasado, os alientan en el presente y esperan tanto en el porvenir" {Discurso en Cuilapan, 29. 1. 1979, n. 5). Por eso, quiero también hacerme eco y portavoz de vuestros más profundos anhelos.

que queréis ser respetados como personas y como ciudadanos. Por su parte, la Iglesia hace suya esta legítima aspiración, ya que vuestra dignidad no es menor que la de cualquier otra persona o raza. Todo hombre o mujer ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gén 1 , 26-27). Y Jesús, que mostró siempre su predilección por los pobres y abandonados, nos dice que todo lo que hagamos o dejemos de hacer "a uno de estos mis hermanos menores", a él se lo hicimos (cf. Mt 25, 40). Nadie que se precie del nombre de cristiano puede despreciar o discriminar por motivos de raza o cultura. El apóstol Pablo nos amonesta al respecto: "Porque en un mismo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres" (I Cor 12, 13).

La fe, queridos hermanos y hermanas, supera las diferencias entre los hombres. La fe y el bautismo dan vida a un nuevo pueblo: el pueblo de los hijos de Dios. Sin embargo, aún superando las diferencias, la fe no las destruye sino que las respeta. La unidad de todos nosotros en Cristo no significa, desde el punto de vista humano, uniformidad. Por el contrario, las comunidades eclesiales se sienten enriquecidas al acoger la múltiple diversidad y variedad de todos sus miembros.

4. Por eso, la Iglesia alienta a los indígenas a que conserven y promuevan con legítimo orgullo la cultura de sus pueblos: las sanas tradiciones y costumbres, el

idioma y los valores propios. Al defender vuestra identidad, no solo ejercéis un derecho, sino que cumplís también el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo de este modo a toda la sociedad. Esta dimensión cultural, con miras a la evangelización, será una de las prioridades de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se desarrolla en Santo Domingo y que he tenido el gozo de inaugurar como acto preeminente de mi viaje con ocasión del V Centenario.

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La tutela y respeto de las culturas, valorando todo lo que de positivo hay en ellas, no significa, sin embargo, que la Iglesia renuncia a su misión de elevar las costumbres, rechazando todo aquello que se opone o contradice la moral evangélica. "La Iglesia -afirma el Documento de Puebla- tiene la misión de dar testimonio del "verdadero Dios y único Señor" . Por lo cual, no puede verse como un atropello la evangelización que invita a abandonar las falsas concepciones de Dios, conductas antinaturales y aberrantes manipulaciones del hombre por el hombre" (nn. 405-406).

Elemento central en las culturas indígenas es el apego y cercam'a a la madre tierra. Amáis la tierra y queréis permanecer en contacto con la naturaleza. Uno mi voz a la de cuantos demandan la puesta en acto de estrategias y medios eficaces para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios. El respeto debido al medio ambiente ha de ser siempre tutelado por encima de intereses exclusivamente económicos o de la abusiva explotación de recursos en tierras y mares.

5. Entre los problemas que aquejan a muchas de las comunidades indígenas están los relacionados con la tenencia de la tierra. Me consta que los Pastores de la Iglesia, desde la exigencia del Evangelio y en consonancia con el magisterio social, no han dejado de apoyar vuestros legítimos derechos favoreciendo adecuadas refor- mas agrarias y exhortando a la solidaridad como camino que conduce a la justicia. También conozco las dificultades con que tenéis que enfrentaros en temas como seguridad social, el derecho de asociación, la capacitación agrícola, la participación en la vida nacional, la formación integral de vuestros hijos, la educación, la salud, la vivienda y tantas otras cuestiones que os preocupan. A este propósito, vienen a mi mente las palabras que, hace algunos aiíos, dirigí a los indígenas en el inolvidable encuentro de Quetzaltenango: "La Iglesia conoce, queridos hijos, la marginación que sufirís; las injusticias que soportáis; las serias dificultades que tenéis para defender vuestras tierras y vuestros derechos; la frecuente falta de respeto hacia vuestras costumbres y tradiciones. Por ello, al cumplir su tarea evangelizadora, ella quiere estar cerca de vosotros y elevar su voz de condena cuando se viole vuestra dignidad de seres humanos e hijos de Dios; quiere acompañaros pacíficamente como lo exige el Evangelio, pero con decisión y energía, en el logro del reconocimiento y promoción de vuestra dignidad y de vuestros derechos como personas" (Discurso en Quetzaltenango, 7, III. 1983, n. 4).

Dentro de la misión religiosa que le es propia, la Iglesia no ahorrará esfuerzos en continuar fomentando todas aquellas iniciativas encaminadas a promover el bien común y el desarrollo integral de vuestras comunidades. Muestra de esta decidida voluntad de colaboración y asistencia es la reciente erección por parte de la Santa

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Sede de la Fundación "Populorum Progressio", que dispone de un fondo de ayuda para los grupos indígenas y poblaciones campesinas menos favorecidas de América Latina.

Os aliento, pues, a un renovado empeño a ser también protagonistas de vuestra propia elevación espiritual y humana mediante el trabajo digno y constante, la fidelidad a vuestras mejores tradiciones, la práctica de las virtudes. Para ellos contáis con los genuinos valores de vuestra cultura, acrisolada a lo largo de las generaciones que os han precedido en esta bendita tierra. Pero, sobre todo, contáis con la mayor riqueza que, por la gracia de Dios, habéis recibido: vuestra fe católica. Siguiendo las enseñanzas del Evangelio, lograréis que vuestros pueblos, fíeles a sus legítimas tradiciones, progresen tanto en lo material como en lo espiritual. Iluminados por la fe en Jesucristo, veréis en los demás hombres, por encima de cualquier diferencia de raza o cultura, a hermanos vuestros. La fe agrandará vuestro corazón para que quepan en él todos vuestros conciudadanos. Y esa misma fe llevará a los demás a amaros, a respetar vuestra idiosincrasia y a unirse con vosotros en la construcción de un futuro en el que todos sean parte activa y responsable, como corresponde a la dignidad cristiana.

6. Acerca del puesto que os corresponde en la Iglesia exhorto a todos a fomentar aquellas iniciativas pastorales que favorezcan una mayor integración y parti- cipación de las comunidades indígenas en la vidaeclesial. Para ello, habrá que hacer un renovado esfuerzo en lo que se refiere a la inculturación del EvangeUo, pues "una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, ni totalmente pensada, ni fielmente vivida" {Discurso al mundo de la cultura, Lima 15. V. 1988) Se trata, en definitiva, de conseguir que los católicos indígenas se conviertan en los prota- gonistas de su propia promoción y evangeüzación. Y ello, en todos los terrenos, incluidos los diversos ministerios. ¡Qué inmenso gozo el día en que vuestras comunidades puedan estar servidas por misioneros y misioneras, por sacerdotes y obispos que hayan salido de vuestras propias familias y os guíen en la adoración a Dios "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 23)!

El mensaje que hoy os entrego en tierras americanas, conmemorando cinco siglos de presencia del Evangelio entre vosotros, quiere ser una llamada a la esperanza. La Iglesia, que durante estos quinientos años os ha acompañado en vuestro caminar, hará cuanto esté en su mano para que los descendientes de los antiguos pobladores de América ocupen en la sociedad y en las comunidades eclesiales el puesto que les corresponde. Soy consciente de los graves problemas y dificultades con que habéis de enfrentaros. Pero estad seguros de que nunca os va a faltar el auxilio de Dios y

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la protección de su Santísima Madre, como un día, en la colina del Tepeyac le fue prometido al indio Juan Diego, un insigne hijo de vuestra misma sangre a quien tuve el gozo de exaltar al honor de los altares: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflije; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad ni otra enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?" (Nican Mopohua)!

Que Nuestra Señora de Guadalupe os proteja a todos, mientras os bendigo de corazón en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Dado en Santo Domingo, el día 12 de octubre de 1992, V Centenario de la Evangelización de América.

Encuentro con una representación de Afroamericanos

Amadísimos hermanos y hermanas:

Me es muy grato poder tener este encuentro con vosotros, representantes de las comunidades afroamericanas de este continente, con motivo de cumplirse el V Centenario de la llegada del Evangelio.

Como bien sabéis, era mi ferviente deseo haber tenido una celebración litúrgica especialmente dedicada a los descendientes de aquellos hombres y mujeres que, tras el descubrimiento de América, fueron forzados a abandonar el Continente Africano y trasladados a las nuevas tierras.

Por vuestro medio, deseo hacer llegar mi Mensaje de saludo y aliento a todas las personas y comunidades afroamericanas del Nuevo Mundo, en especial a los hijos e hijas de la Iglesia católica, que en acción de gracias a Dios, conmemoran los quinientos años de presencia de la fe cristiana en el continente de la esperanza.

Os agradezco vivamente vuestra visita y os ruego que, junto con mi palabra, seáis portadores de mi saludo entrañable a vuestras familias y comunidades en todo el Caribe, en Brasil, en las costas atlánticas y pacífica, en todo el continente. Decidles

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que el Papa les ama y que quiere estar cercano a quienes más lo necesitan: a los pobres, a los enfermos, a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu.

Sed en todo momento fieles a la Iglesia de Cristo, al mandamiento del amor fraterno. Que en vuestras manifestaciones de religiosidad y piedad popular, plenamente inculturales en vuestra idiosincrasia, resplandezca siempre la vitalidad del mensaje cristiano, la pureza de su doctrina, la devoción eucarística y mariana. Todo ello será garantía de profunda y sólida vida cristiana y os defenderá también del proselitismo de las sectas.

Mientras encomiendo a todos a la maternal protección de la Santísima Virgen, os imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Mensaje a los Afroamericanos

Amadísimos hermanos y hermanas Afroamericanos:

1. El V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo es ocasión propicia para dirigiros, desde la ciudad de Santo Domingo, mi mensaje de aliento que acreciente vuestra esperanza y sostenga vuestro empeño cristiano en dar renovada vitalidad a vuestras comunidades, a las que, como Sucesor de Pedro, envío un saludo entrañable y afectuoso con las palabras del apóstol San Pablo: "Que la gracia y la paz sea con vosotros de parte de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo" {Gál 1 , 3).

La evangelización de América es motivo de profunda acción de gracias a Dios que, en su infinita misericordia, quiso que el mensaje de salvación llegara a los habitantes de estas benditas tierras, fecundadas por la cruz de Cristo, que ha marcado la vida y la historia de sus gentes, y que tan abundantes frutos de santidad y virtudes ha dado a lo largo de estos cinco siglos.

La fecha del 12 de Octubre de 1942 señala el inicio del encuentro de razas y culturas que configurarían la historia de estos quinientos años, en los que la penetrante mirada cristiana nos permite descubrir la intervención amorosa de Dios, a pesar de las limitaciones e infidelidades de los hombres. En efecto, en el cauce de la historia se da una confluencia misteriosa de pecado y de gracia, pero, a lo largo de la misma, la gracia triunfa sobre el poder del pecado. Como nos dice San Pablo: "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" {Rom 5, 20).

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2. En las celebraciones de este V Centenario no podía faltar mi mensaje de cercanía y vivo afecto a las poblaciones afroamericanas, que representan una

parte relevante en el conjunto del continente y que con sus valores humanos y cristianos, y también con su cultura, enriquecen a la Iglesia y a la sociedad en tantos países. A este propósito, vienen a mi mente aquellas palabras de Simón Bolívar afirmando que "América es el resultado de la unión de Europa y Africa con elementos aborígenes. Por eso, en ella no caben los prejuicios de raza y, si cupiesen, América volvería al caos primitivo".

De todos es conocida la gravísima injusticia cometida contra aquellas poblaciones negras del continente africano, que fueron arrancadas con violencia de sus tierras, de sus culturas y de sus tradiciones, y traídos como esclavos a América. En mi reciente viaje apostólico a Senegal no quise dejar de visitar la Isla de Corea, donde se desarrolló parte de aquel ignominioso comercio, y quise dejar constancia del firme repudio de la Iglesia con las palabras que ahora deseo recordar nuevamente: "La visita a la Casa de los Esclavos nos trae a la memoria esa trata de negros que Pío II, en una carta dirigida a un misionero que partía hacia Cuinea califica de "crimen enorme". Durante todo un período de la historia del continente africano, hombres, mujeres y niños fueron traídos aquí, arrancados de su tierra y separados de sus familias para ser vendidos como mercancías. Estos hombres y mujeres han sido víctimas de un vergonzoso comercio en el que han tomado parte personas bautizadas que no han vivido según su fe. ¿Cómo olvidar los enormes sufrimientos inflingidos a la población deportada del continente africano, despreciando los derechos huma- nos más elementales? ¿Cómo olvidar las vidas humanas aniquiladas por la esclavi- tud? Hay que confesar con toda verdad y humildad este pecado del hombre contra el hombre" (Discurso en la Isla de Gorea, 21, II, 1992).

3. Mirando la realidad actual del Nuevo Mundo, vemos pujantes y vivas comunidades afroamericanas que, sin olvidar su pasado histórico, aportan la

riqueza de su cultura a la variedad multiforme del continente. Con tenacidad no exenta de sacrificios contribuyen al bien común integrándose en el conjunto social pero manteniendo su identidad, usos y costumbres. Esta fidelidad a su propio ser y patrimonio espiritual es algo que la Iglesia no solo respeta sino que alienta y quiere potenciar, pues siendo el hombre -todo hombre- creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gén 1 , 26-27), toda realidad auténticamente humana es expresión de dicha imagen, que Cristo ha regenerado con su sacrificio redentor.

Gracias a la redención de Cristo, amados hermanos y hermanas afroamericanos, todos los hombres hemos pasado de las tinieblas a la luz, de ser "no-mi-pueblo" a

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llamamos "hijos-de-Dios-vivo" (cf. Os 2,1). Como "elegidos de Dios" formamos un solo cuerpo que es la Iglesia (cf. Col 3, 12, 15) en la cual, en palabras de San Pablo, "no hay griegos y judíos; circuncisión e incircucisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo en todos" (Col 3, 1 1). En efecto, la fe supera las diferencias entre los hombres y da vida a un pueblo nuevo que es el pueblo de los hijos de Dios. Sin embargo, aún superando las diferencias en la común condición de cristianos, la fe no las destruye sino que las respeta y dignifica.

Por eso, en esta conmemoración del V Centenario, os aliento a defender vuestra identidad, a ser conscientes de vuestros valores y hacerlos fructificar. Pero, como Pastor de la Iglesia, os exhorto sobre todo a ser conscientes del gran tesoro que, por la gracia de Dios, habéis recibido: vuestra fe catóhca. A la luz de Cristo, lograréis que vuestras comunidades crezcan y progresen tanto en lo espiritual como en lo ma- terial, difundiendo así los dones que Dios os ha otorgado. Iluminado por la fe cristiana, veréis a los demás hombres, por encima de cualquier diferencia de raza o cultura, como a hermanos vuestros, hijos del mismo Padre.

4. La solicitud de la Iglesia por vosotros y vuestras comunidades con miras a la nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana, será puesta de manifiesto en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que ayer tuve la dicha de inaugurar. Sin olvidar que muchos valores evangélicos han penetrado y enriquecido la cultura, la mentalidad y la vida de los afroamericanos, se desea potenciar la atención pastoral y favorecer los elementos específicos de las comunidades eclesiales con rostro propio.

La obra evangelizadora no destruye, sino que se encama en vuestros valores, los consolida y fortalece; hace crecer las semillas esparcidas por el "Verbo de Dios, que antes de hacerse carne para salvarlo todo y recapitularlo todo en El, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina todo hombre" (Gaudium et spes, 57). La Iglesia, fiel a la universalidad de su misión, anuncia a Jesucristo e invita a los hombres de todas las razas y condición a aceptar su mensaje. Como afirmaron los Obispos latinoamericanos en la Conferencia General de Puebla de los Angeles, "la Iglesia tiene la misión de dar testimonio del verdadero Dios y del único Señor. Por lo cual, no puede verse como un atropello la evangelización que invita a abandonar falsas concepciones de Dios, conductas antinaturales y aberrantes manipulaciones del hombre por el hombre" (n. 406). En efecto, con la evangelización, la Iglesia renueva las culturas, combate los errores, purifica y eleva la moral de los pueblos, fecunda las tradiciones las consolida y restaura en Cristo (cf. Gaudium et spes, 58).

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5. que la vida de muchos afroamericanos en los diversos países no está exenta de dificultades y problemas. La Iglesia, bien consciente de ello, comparte vuestros sufrimientos y os acompaña y apoya en vuestras legítimas aspiraciones en una vida más justa y digna para todos. A este propósito, no puedo por menos de expresar viva gratitud y alentar la acción apostólica de tantos sacerdotes, religiosos y religiosas que ejercen su ministerio con los más pobres y necesitados. Pido a Dios que en vuestras comunidades cristianas surjan también numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas, para que los afroamericanos del continente puedan contar con ministros que hayan salido de vuestras propias familias.

Mientras os encomiendo a la maternal protección de la Santísima Virgen, cuya devoción está tan arraigada en la vida y prácticas cristianas de los católicos afroamericanos, os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

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DOCUMENTOS DEL CELAM

Mensaje a los pueblos de América Latina y el Caribe

I. PRESENTACION

1 . Convocados por el Santo Padre Juan Pablo II a la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y presididos por él en su inauguración, nos hemos

reunido en Santo Domingo, representantes de los episcopados de América Latina y del Caribe y colaboradores del Papa en la Curia Romana. Participaron también otros obispos invitados de diversas partes del mundo e igualmente sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos, además de observadores pertenecientes a otras igle- sias cristianas.

2. Una significativa efemérides ha surgido la fecha de esta IV Conferencia: los 500 años del inicio de la evangelización del nuevo mundo. Desde entonces, la

Palabra de Dios fecundó las culturas de nuestros pueblos llegando a ser parte integrante de su historia. Por eso, tras una larga preparación que incluyó una novena de años inaugurada aquí mismo en Santo Domingo por el Santo Padre, nos hemos congregado con actitud asumida por el mismo Santo Padre, a saber, con la humildad de la verdad dando gracias a Dios por las muchas y grandes luces y pidiendo perdón por las innegables sombras que cubrieron este período.

3. La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano ha querido perfilar las h'neas fundamentales de un nuevo impulso evangelizador que ponga

a Cristo en el Corazón y en los labios, en la acción y la vida de todos los latinoameri- canos. Esta es nuestra tarea: hacer que la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre penetren más profundamente en todos los estratos de la sociedad en búsqueda de su progresiva transformación. La NUEVA EVANGELIZACION ha sido la preocupación de nuestro trabajo.

4. Nuestra reunión está en estrecha relación y continuidad con las anteriores de la misma naturaleza: la primera celebrada en Río de Janeiro en 1955; la siguiente

en Medellín en 1968, y la tercera en Puebla en 1979. Reasumimos plenamente las opciones que enmarcaron aquellos encuentros y encamaron sus conclusiones más sustanciales.

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5. Estos eventos constituyen una valiosa experiencia eclesial de la cual procede una rica enseñanza episcopal, útil a las Iglesias y a la sociedad de nuestro

Continente. A estas orientaciones se suma ahora el compromiso evangelizador que emerge de la presente reunión, y que ofrecemos con humildad y alegría a nuestros pueblos.

6. La presencia maternal de la Virgen María, unida entrañablemente a la fe cristiana en Latinoamérica y el Caribe, ha sido desde siempre, y en especial en

estos días, guía de nuestro camino de fe, aliento en nuestros trabajos y estímulo frente a los desafíos pastorales de hoy.

II. AMERICA LATINA Y EL CARIBE; ENTRE EL TEMOR Y LA ESPERANZA

7. Grandes mayorías de nues&os pueblos, padecen condiciones dramáticas en sus vidas. Así lo hemos comprobado en las diarias tareas pastorales, y lo hemos

expresado con claridad en muchos documentos. Así cuando sus dolores nos apre- mian, resuena en nuestros oídos la palabra que dijo Dios a Moisés: "He visto la aflicción de mi pueblo, he oído sus gritos de dolor. Conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado para hacerlo subir a la tierra espaciosa y fértil" (Exodo 3, 7-8).

8. Esas condiciones podrían cuestionar nuestra esperanza. Pero la acción del Espíritu Santo nos proporciona un motivo vigoroso y sólido para esperar: la fe

en Jesucristo, muerto y resucitado, quien cumple su promesa de estar con nosotros siempre (Cf. Mateo 28, 20). Esta fe nos lo muestra atento y solícito a toda necesidad humana. Nosotros buscamos realizar lo que El hizo y enseñó: asumir el dolor de la humanidad y actuar para que se convierta en camino de redención.

9. Vana sería nuestra esperanza si no fuera actuante y eficaz. Falaz sería el mensaje de Jesucrito si permitiera una disociación entre el creer y el actuar.

Exhortamos a quienes sufren a abrir sus corazones al mensaje de Jesús, que tiene el poder de dar un sentido nuevo a sus vidas y dolores. La fe, unida a la esperanza y a la caridad en el ejercicio de la actividad apostóhca tiene que traducirse en "Tierra espaciosa y fértil" para quienes hoy sufren en latinoamérica y el Caribe.

10. La hora presente nos hace evocar el episodio evangélico del paralítico que estaba desde hacía treinta y ocho años junto a la piscina de la curación pero que

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no tenía quien le introdujese en ella. Nuestro quehacer evangelizador quiere actualizar la palabra de Jesús al hombre inválido "Levántate, toma tu camilla y anda" (Cf. Jn 5, 1-8).

11. Deseamos convertir nuestros afanes evangelizadores en acciones concretas que hagan posible a las personas superar sus problemas y sanar sus dolencias

-tomar sus camillas y caminar- siendo protagonistas de sus propias vidas, a partir del

contacto salvífico con el Señor.

m. UNA ESPERANZA QUE SE CONCRETA EN MISION

1 . La Nueva Evangelización

12. Desde la visita del Santo Padre a Haití en 1983 nos hemos sentido animados por un impulso alentador para una renovada y más eficaz acción pastoral en

nuestras iglesias particulares. A ese proyecto global que auspicia un nuevo Pentecostés, se le da el nombre de Nueva Evangelización. (Cf. Discurso Inaugural, Juan Pablo 11, nro 6 y 7).

13 . El episodiode los discípulos de Emaús, relatado por el evangelista Lucas, nos presenta a Jesús resucitado anunciando la Buena Nueva. Puede ser también un

modelo de la Nueva Evangelización.

2 . Jesucristo Ayer, Hoy y Siempre: Jesús sale al encuentro de la humanidad que camina (Le 24.13-17).

14. Mientras los discípulos de Emaús desconcertados y tristes caminaban de regreso a su aldea, el Maestro se les acerca para acompañarlos en su camino,

Jesús busca las personas y camina con ellas para asumir las alegrías y esperanzas, las dificultades y tristezas de la vida.

15. Hoy también nosotros, como pastores de la Iglesia en América Latina y el Caribe, en fidelidad al Divino Maestro, queremos renovar su actitud de cercanía

y de acompañamiento a todos nuestros hermanos y hermanas; proclamamos el valor y la dignidad de cada persona, y procuramos iluminar con la fe su historia, su camino de cada día. Este es un elemento fundamental de la Nueva Evangelización.

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3. Promoción Humana: Jesús comparte el camino de los seres humanos. (Le 24.17-24).

16. Jesús no solamente se acerca a los caminantes. Va más allá: Se hace camino para ellos (cf. Jn 14, 6), penetra en la vivencia profunda de la persona, en sus

sentimientos, en sus actitudes. Por medio de un diálogo sencillo y directo conoce sus preocupaciones inmediatas. El mismo Cristo Resucitado acompaña los pasos, las as- piraciones y búsquedas, los problemas y dificultades de sus discípulos cuando estos se dirigen a su aldea.

17. Aquí Jesús pone en práctica con sus discípulos cuanto enseñara un día a un doctor de la ley: las heridas y gemidos del hombre apaleado y moribundo que

yacía al borde del camino constituyen las urgencias del propio caminar, (cf. Le, 10, 25-37). La parábola del Buen Samaritano nos concierne directamente frente a todos nuestros hermanos, especialmente a los pecadores por los cuales Jesús derramó su sangre. Recordamos en particular a todos los que sufren: los enfermos, los ancianos que viven en soledad, los niños abandonados. Miramos también a los que son víctima de la injusticia: los marginados, los más pobres, los habitantes de los suburbios de las grandes ciudades, los indígenas y afroamericanos, los campesinos, los sin tierra, los desempleados, los sin techo, las mujeres desconocidas en sus derechos. Nos interpelan también otras formas de opresión: la violencia, la pornografía, el tráfico y el uso de drogas, el terrorismo, el secuestro de personas, y otros muchos problemas acuciantes.

4. La cultura: Jesús ilumina con las Escrituras el camino de los hombres. (Le 24, 25-28).

18. La presencia del Señor no se agota en una simple solidaridad humana. El drama interior de los dos caminantes era que habían perdido toda esperanza. Ese

desencanto se iluminó por la explicación de las Escrituras. La Buena Nueva que oyeron de Jesús transmitía el mensaje recibido de su Padre.

19. Explicándoles las Escrituras, Jesús corrige los errores de un mesianismo puramente temporal y de todas las ideologías que esclavizan al hombre. Ex- plicándoles las Escrituras, les ilumina su situación y les abre horizontes de espe- ranza.

20. El camino que Jesús recorre al lado de sus discípulos está marcado con las huellas del designio de Dios sobre cada una de las criaturas y sobre el acontecer

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humano.

21. Exhortamos a todos los agentes pastorales a profundizar en el estudio y la meditación de la Palabra de Dios para poder vivirla y transm itirla a los demás con

fidelidad.

22. Reiteramos la necesidad de encontrar nuevos métodos para que a los cons- tructores de la sociedad pluralista les lleguen las exigencias éticas del Evan- gelio, sobre todo en el orden social. La Doctrina Social de la Iglesia forma parte esencial del mensaje cristiano. Su enseñanza, difusión, profundización y aplicación son exigencias imprescindibles para la nueva evangelización de nuestros pueblos.

5. Un nuevo ardor: Jesús se da a conocer en la fracción del pan. (Le 24, 2S-32)

23. Pero la explicación de la Escritura no fue suficiente para abrirles los ojos y hacerles ver la realidad desde la perspectiva de la fe. Es cierto que hizo arder sus

corazones pero el gesto definitivo para que pudieran reconocerle vivo y resucitado de entre los muertos fue el signo concreto de partir el pan.

24. En Emaús se abrió además un hogar para Alguien que andaba peregrino. Cristo reveló su intimidad a los compañeros de camino y en su actitud de

compartir reconocieron al que durante su vida no hizo más que darse a los hermanos y quien selló con su muerte en la cruz la entrega de toda su vida.

25. Concluidos estos días de oración y de reflexión volvemos a los hogares que forman nuesttas iglesias particulares para compartir con los hermanos, con

quienes construimos lo cotidiano de la vida; en especial con quienes participan más de cerca en nuestro ministerio: nuestros presbíteros y diáconos a quienes deseamos expresar un particular afecto y gratitud. Que la celebración eucarística inflame siempre más sus corazones para llevar a la práctica la Nueva Evangelización, la promoción humana y la cultura cristiana.

6. Misión: Jesús es anunciado por los discípulos. (Le 24, 33-35)

26. El cncucnu-o entre el Maestro y los discípulos ha terminado, Jesús desaparece de su vista. Pero ellos impulsados por un nuevo ardor, salen gozosos a emprender

su tarea misionera. Abandonan la aldea y van en busca de los otros discípulos. La vivencia de la fe se realiza en comunidad. Por eso los discípulos regresan a Jcrusalcn a encontrarse con sus hermanos y comunicarles el encuentro con el Señor. A partir

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de la fe, vivida en comunidad, ellos se convierten en pregoneros de una realidad totalmente nueva: "El Señor ha resucitado y está de nuevo entre nosotros". La fe en Jesús lleva consigo la misión.

27. "Para América Latina y el Caribe que recibió a Cristo hace ahora quinientos años, el mayor signo de agradecimiento por el don recibido, y de su vitalidad

cristiana, es empeñarse ella misma en la misión" (Discurso Inaugural, Juan Pablo II, nro. 28), sea en su interior, sea más allá de sus fronteras.

IV. LINEAS PASTORALES PRIORITARIAS

28. La rv Conferencia propone, con grandes esperanzas y teniendo en cuenta los meritorios aportes recibidos de las Conferencias Episcopales y de tantas otras

instancias de la Iglesia, las siguientes líneas de acción pastoral. Para guiar nuestros trabajos hemos tenido la orientación y el apoyo del Santo Padre, quien desde mucho tiempo atrás ha estado motivando a esta IV Conferencia.

29. Ante todo, proclamamos la adhesión en la fe de la Iglesia en América latina y en el Caribe a Jesucristo, El mismo, ayer, hoy y siempre (Cf. Hebr, 13, 8).

30. Para que Cristo esté en medio de la vida de nuestros pueblos, convocamos a todos los fíeles a una Nueva Evangelización y llamamos especialmente a los

laicos, y entre ellos a los jóvenes. Y en esta hora confiamos que muchos jóvenes, ayudados por una eficaz pastoral vocacional, puedan responder al llamado del Señor para el sacerdocio y la vida consagrada.

- Una catcquesis renovada y una liturgia viva, en una Iglesia en estado de misión, serán los medios para acercar y santificar más a todos los cristianos y, en particular, a los que están lejos y son indiferentes.

- La Nueva Evangelización intensificará una pastoral misionera en todas nuestras Iglesias y nos hará sentir responsables de ir más allá de nuestras fronteras para llevar a otros pueblos la fe que hace 500 años llegara hasta nosotros.

3 1 . Como expresión de la Nueva Evangelización nos comprometemos también a trabajar por una promoción integral del pueblo latinoamericano y caribeño,

teniendo como preocupación que sus principales destinatarios sean los más pobres.

- En esta promoción humana ocupa un lugar privilegiado y fundamental la familia, donde se origina la vida. Hoy es necesario y urgente promover y defender la vida,

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por los múltiples ataques con que la amenazan sectores de la sociedad actual.

32. Debemos alentar una evangelización que penetre en las raíces más hondas de la cultura común de nuestros pueblos, teniendo una especial preocupación por

la creciente cultura urbana.

- Nos ha merecido una particular atención ocupamos de una auténtica encamación del Evangelio en las culturas indígenas y afroamericanas de nuestro continente.

- Para toda esta inculturación del Evangelio es muy importante desarrollar una eficaz acción educativa y utilizar los medios modemos de comunicación.

V. SALUDOS Y VOTOS

33. No deseamos concluir este Mensaje sin dirigir una palabra afectuosa a algunas personas y grupos sobre quienes gravitan una particular responsabilidad

eclesial o social.

34. Un saludo especial dirigimos a nuestros presbíteros y diáconos, solícitos colaboradores de nuestra misión episcopal, que han estado presentes todos los

días en nuestro recuerdo y oración. Alimentamos la esperanza de que , como siempre, nos ayudarán a llevar al pueblo de nuestras Iglesias particulares las conclusiones de esta conferencia. Reciban ellos la expresión de nuestro afecto paterno y fraterno y nuestra gratitud por su sacrificio e infatigable compromiso en el ministerio.

35. Con igual solicitud tenemos presentes a los religiosos y religiosas, miembros de institutos seculares, agentes de pastoral, catequistas, animadores de comu- nidades, miembros de comunidades eclesiales de base, de movimientos eclesiales y ministros extraordinarios que ciertamente recibirán de los contenidos de la IV Conferencia renovado ánimo para su quehacer eclesial.

36. Va nuestro pensamiento agradecido a los numerosos misioneros y misio- neras que desde la primera hora, en condiciones de gran dificultad y con mucha

renuncia hasta el sacrificio de la vida, anunciaron el Evangelio en nuestro continente.

37. Fue para nosotros causa de aliento y alegría tener en nuestro Encuentro observadores pertenecientes a Iglesias cristianas hermanas. A ellos, y por su

medio a todas estas Iglesias con las cuales compartimos la fe en Jesucristo Salvador, llegue nuestro saludo fraterno, unido a la oración, a fin de que, en la hora que Dios

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señale, podamos realizar el testamento espiritual de Jesucristo: "que todos sean uno para que el mundo crea" (Jn 17, 21).

38. A los pueblos indígenas, habitantes originarios de estas tierras, poseedores de innumerables riquezas culturales, que están en la base de nuestra cultura

actual, y a los descendientes de millares de familias venidas de varias regiones del Africa manifestamos nuestra estima y el deseo de servirles como ministros del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

39. Nos unimos a los constructores y dirigentes de la sociedad -gobernantes, legisladores, magistrados, jefes políticos y militares, educadores, empresarios,

responsables sindicales y tantos otros- y a todos los hombres de buena voluntad que trabajan por la promoción y defensa de la vida, en la exaltación y dignidad del hombre y la mujer, en la custodia de sus derechos, en la búsqueda y afianzamiento de la paz, alejada toda forma de carrera armamentística. Desde esta IV Conferencia les exhortamos a que, en el ejercicio de su respetable misión al servicio de los pueblos, se empeñen en favor de la justicia, de la solidaridad y del desarrollo integral, guiados por el indispensable imperativo ético en sus decisiones.

40. De un modo especial deseamos que las enseñanzas que entregamos de parte del Señor resuenen en el interior de las familias latinoamericanas y caribeñas. A

ellas, que son el santuario de la vida, se les pide que hagan germinar el Evangelio en el corazón de sus hijos por medio de una adecuada educación. En un momento en que la cultura de muerte nos amenaza encontrarán aquí una "fuente que salta hasta la vida eterna". Los padres, con su ejemplo y su palabra son los grandes evangeli- zadores de su "Iglesia doméstica" y de ellos depende, en buena parte, que esta Conferencia de Santo Domingo sus frutos. Por eso junto con saludarles quisiéramos expresarles nuestra cercanía y apoyo.

41. A los representantes del mundo de la cultura les alentamos a que intensi- fiquen sus esfuerzos en favor de la educación, que es llave maestra del futuro;

alma del dinamismo social, derecho y deber de toda persona, para sentar las bases de un auténtico humanismo integral (Juan Pablo II. Misa Faro a Colón, 7).

42. Cordialmente invitamos a todos los comunicadores sociales a ser voceros incansables de reconciliación, firmes promotores de los valores humanos y

cristianos, defensores de la vida y animadores de la esperanza, de la paz y de la solidaridad entre los pueblos.

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VI. CONCLUSION

43. Entregamos pues llenos de confianza este mensaje al Pueblo de Dios en América Latina y el Caribe. Lo entregamos con igual sentimiento a todos los

hombres y a todas las mujeres, especialmente a los jóvenes del continente llamados a ser protagonistas en la vida de la sociedad y de la Iglesia en el nuevo milenio cristiano ya a las puertas (D.I., 27). También a quienes sin participar de nuestra fe cristiana y católica se adhieren al mensaje de esta Asamblea de Santo Domingo por reconocer en ella una llamada al humanismo cristiano y evangélico que ellos esti- man y viven.

44. A los hermanos en la fe, este mensaje desea trazarles una expHcita profesión de fe en Jesucristo y en su Buena Nueva. En este Jesús, "el mismo ayer, hoy y

siempre" (Hb. 8, 13), tenemos la certeza de encontrar inspiración, luz y fuerza para un renovado espíritu evangelizador. En El se encuentran también motivos y orien- taciones para nuevos esfuerzos en vista de la auténtica promoción humana de casi quinientos millones de latinoamericanos. Es El igualmente quien nos ayudará a infundir en los valores culturales propios de nuestra gente su marca cristiana, su identidad, la riqueza de la unidad en medio de la variedad.

45. A todos queremos proponer el contenido de la Conferencia de Santo Domingo como premisa para el permanente rejuvenecimiento del ideal de

nuestros próceres sobre la Patria Grande. Estamos efectivamente persuadidos de que el encuentro con las raíces cristianas y católicas comunes a nuestros países dará a América Latina la unidad deseada.

46. Hay en América, fermentos de división muy activos. Falta mucho en nuestra tierra americana para ser el continente unificado que deseamos. Ahora, además

de su objetivo primariamente religioso, la Nueva Evangelización lanzada por la Cuarta Conferencia General ofrece los elementos necesarios para el surgimiento de la Patria Grande:

- la indispensable reconciliación gracias a la cual, en la lógica del PADRE NUESTRO se superan antiguas y nuevas discordias, se dará el perdón mutuo a los antiguos y nuevos agravios, se limarán antiguas y nuevas ofensas, se restaurará la paz;

- la solidaridad, ayuda de unos para volver soportable el peso de otros y para compartir con los otros los propios logros: "Hay que hacer valer el nuevo ideal

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de solidaridad frente a la caduca voluntad de dominio" (Discurso Inaugural, Juan Pablo II, 15).

- la integración de nuestros países unos con los otros, vencidas las barreras de aislamiento, de las discriminaciones y de los desintereses recíprocos: "Un factor que puede contribuir notablemente a superar los apremiantes problemas que hoy afectan a este continente es la integración latinoamericana" (Discurso Inaugural, Juan Pablo II, 15 y también 17).

- la profunda comunión desde la Iglesia en tomo a la voluntad política de progreso y de bienestar.

47. Que el patrimonio social y espiritual contenido en estas cuatro palabras claves: -reconciliación, solidaridad, integración y comunión- se transforme

en la mayor riqueza de América Latina. Son estos los votos y las oraciones de los obispos integrantes de la Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoameri- cano. Sea también el mejor regalo que la Gracia de Dios nos conceda. Pensamos que tal patrimonio es tarea y obligación de todos y cada uno.

48. A Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización confiamos nuestros trabajos. Ella ha caminado con nuestros pueblos desde el

primer anuncio de Cristo. A Ella le suplicamos hoy que llene de ardor nuestros corazones para proclamar con nuevos métodos y nuevas expresiones que Jesucristo es el mismo Ayer, Hoy y Siempre (Hebreos 13, 8).

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' DOCUMENTOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL f ECUATORIANA

Quito, septiembre 17 de 1992

MEDIDAS ECONOMICAS

Declaración del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

El Gobierno Nacional, para hacer frente a la grave crisis económica que afecta al país, dictó hace pocos días medidas económicas orientadas a dar un nuevo rumbo al Ecuador.

Como a Pastores, nos preocupa el grave impacto que las medidas han producido en el pueblo ecuatoriano. Viendo las medidas desde la realidad de la mayoría del pueblo, integrada, entre otros, por los que no tienen ni pequeños salarios fijos, ni seguridad social, los jubilados, los artesanos, los campesinos e indígenas y otros ecuatorianos en general, reconocemos que las medidas son severas.

Sin embargo, una vez que han sido dictadas por un Gobierno democráticamente elegido, el bien común nos exige a todos que colaboremos y garanticemos el éxito, porque está en juego nuestro futuro. Tengamos en cuenta, para comprender a nuestros gobernantes, que un país solo no puede librarse de las exigencias de la economía mundial ni cambiar el espíritu que la guía.

Todos, desde nuestra responsabilidad específica, hemos de buscar el éxito. Gober- nantes y gobernados hemos de poner lo mejor de nosotros para lograr el éxito de estas medidas.

El Gobierno que nos preside ha demostrado tener capacidad para evaluar sus actos y para, si es necesario, rectificarlos. La aplicación de éstas medidas exigirá evaluaciones periódicas , guiadas por el principio irrenunciable de la dignidad de toda persona humana, a cuyo servicio ha de estar la economía. En la evaluación de las medidas el Gobierno deberá también atender a los más pobres, procurando que el costo social de las medidas sea menos grave. Las medidas se proponen generar recursos. Hay que evaluar el costo social para no llegar en momento alguno a amasar recursos con las lágrimas de los desposeídos. Y hay que informar objetivamente a los ciudadanos acerca del uso de los recursos.

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Para que el pueblo apoye aún con dolor la aplicación de las medidas, es necesaria la moral administratatíva. Deberá demostrarse periódicamente que los gobernantes logran subordinar sus intereses personales, que pueden estar en contraste con el bien común que han jurado defender. La austeridad, que se expresa en supresión de gas- tos supérfluos, es una condición del éxito de las medidas. Reiteramos que el ciudadano acepta con menor resistencia las privaciones, cuando son compartidas; la austeridad se ha de expresar, también, en la superación de situaciones de privilegio.

Lo que afecta gravemente a la situación económica del pueblo es el cáncer social de la especulación. Reprobamos enérgicamente como grave pecado el hecho de que muchos comerciantes quieran lucrar injustamente con las necesidades del pueblo.

Los ciudadanos hemos de colaborar con la dedicación seria a nuestras funciones específicas, conscientes de que hay que "ganar el pan con el sudor de la frente". Hemos de colaborar con la solidaridad y el espíritu comunitario para ayudamos mutuamente en nuestro trabajo y en la consecución de lo necesario para la vida. No podremos hacer frente a la grave crisis económica, sino a base de esfuerzo, de trabajo y de unión en un ambiente de orden y paz social.

Asimismo hay que estudiar en concreto la amplitud de la tarea del Estado. Es verdad que, según el principio de subsidiaridad, el Estado no ha de realizar una tarea, que la pueden realizar las personas o entidades privadas. Sin embargo, para aplicar adecuadamente el principio, hay que examinar la real capacidad de las personas y de las entidades privadas y el origen y significación social concreta de las entidades que se proponen privatizar. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que el petróleo, por ser un recurso natural con el que se financia más del cincuenta por ciento del presupuesto nacional, y que las infraestructuras del ENECEL, por representar un ingente ahorro de todos y para todos, son uno de los sustentos de la identidad de nuestro pueblo. Además, recordemos que también empresas privadas han sido mal administradas y que su rescate ha sido pagado por todos.

La solución de nuestro problema económico no vendrá principalmente de un sistema, sino de la ética personal y social y de la laboriosidad de todos.

Rogamos a Nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayude en la hora presente a todos los ecuatorianos, a dar testimonio de fe, siguiendo a su hijo Jesús desde la opción preferencial por los pobres, inspirados en el canto del Magníficat.

Quito, 17 de septiembre de 1992

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EL CONSEJO PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

t Pablo Cardenal Muñoz Vega, ARZOBISPO EMERITO DE QUTTO Presidente de Honor de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

t Juan Larrea Holguín, ARZOBISPO DE GUAYAQUIL Vicepresidente de la Conferencia

Episcopal Ecuatoriana

t Antonio González Zumárraga. ARZOBISPO DE QUITO Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

t Luis Alberto Luna Tobar, ARZOBISPO DE CUENCA Miembro del Consejo Permanente

t Raúl López Mayorga, OBISPO DE LATACUNGA Presidente de la Comisión Episcopal Magisterio de la Iglesia

t Raúl Vela Chiriboga, OBISPO CASTRENSE DEL ECUADOR Presidente de la Comisión Episcopal Función Santificadora de la Iglesia

t Néstor Herrera Heredia, OBISPO DE MACHALA Presidente de la Comisión Episcopal Pueblo de Dios

t José Mario Ruiz Navas, OBISPO DE PORTO VIEJO

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

t Vicente Cisneros Durán, t Antonio Arregui Yarza,

OBISPO DE AMBATO OBISPO AUXILIAR DE QUITO

Secretario General de la Conferencia Secretario Adjunto de la Conferencia

Episcopal Ecuatoriana Episcopal Ecuatoriana

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LA CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA

Considerando

Que la Santísima Virgen María "cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada" (LG. 62);

Que bajo la advocación de Nuestra Señora de La Merced se ha manifestado con especial vigor el maternal amparo de María, especialmente en la Fundación de la Orden de la Merced, nacida para la liberación de los cristianos cautivos;

Que Nuestra Señora de la Merced se hace presente en la misma Fundación de Quito y después en muchos de los acontecimientos más notables de la vida del País, siendo invocada por la piedad cristiana en todo el Ecuador.

Que bajo su inspiración y mediación maternal, la Provincia Mercedaria del Ecuador atiende las Capellanías de los Centros de Rehabilitación Social, para ayudar a los presos en la vivencia de la fe y la esperanza;

Que el 24 de Septiembre de 1965, mediante Auto Episcopal de S.E. Mons. Pablo Muñoz Vega, S.J., Obispo Coadjutor Sedi datus de Quito, Nuestra Señora de La Merced es declarada patrona y Celestial Protectora de las Cárceles de la Arquidiócesis de Quito;

Art. 1 Declara a Nuestra Señora de La Merced como Patrona y Celestial Protectora

de los presidios y cárceles del Ecuador. Art. 2 Celebrar la fiesta de Nuestra Señora de La Merced en todas las cárceles del

Ecuador el día 24 de Septiembre!

Dado en Quilo, a los veinte y cuatro días del mes de Septiembre de mil novecientos noventa y dos.

t Antonio González Zumárraga t Vicente Cisneros Durán

DECRETA

ARZOBISPO DE QUITO Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

OBISPO DE AMBATO Secretario General de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana

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DOCUMENTOS ARQUIDIOCESANOS

Celebremos el DIA DEL PAPA"

Al Vble. Cabildo Metropolitano, al Consejo de Presbiterio, a los Vbles. párrocos y rectores de iglesia y a los fieles de la Arquidiócesis de Quito.

Vbles. hermanos y estimados fieles:

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, que fiie elegido al Sumo Pontificado el 16 de octubre de 1978, dio inicio solemne a su ministerio de Pastor universal de la Iglesia el 22 de octubre de aquel mismo año 1978. Por este motivo, el 22 de octubre de cada año se celebra en la Iglesia Católica el "Día del Papa". En este año el "Día del Papa" será el jueves 22 de octubre de 1992.

Como debo participar en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoameri- cano de Santo Domingo, no me encontraré en Quito el 22 de este mes de octubre y por ello no podré presidir personalmente el "Te Deum" que suele celebrarse en la Catedral Metropolitana de Quito con ocasión del "Día del Papa".

Pero es necesario que en la Arquidiócesis de Quito se celebre el "Día del Papa", a fin de que los fieles de nuestra Iglesia particular den un especial testimonio de su amor filial y de su adhesión al Vicario de Jesucristo.

Invito, pues, a los Vbles. párrocos, capellanes y rectores de iglesia de la Arqui- diócesis de Quito a solemnizar, en este año, el "Día del Papa" con una Misa especial que celebrarán en su respectiva parroquia e iglesia, el domingo 25 de octubre, a las 18 horas.

En esa Misa, que puede ser la que el Misal trae "Por el Papa" , todos los fieles daremos gracias a Dios por el beneficio del fecundo ministerio de Pastor universal de la Iglesia que el Papa Juan Pablo II viene ejerciendo en estos catorce años . En la hom il ía los celebrantes pondrán de relieve la especial preocupación pastoral del Papa Juan Pablo II en favor de la Iglesia que peregrina en América Latina, pues una vez más Juan Pablo II ha venido a América Latina para inaugurar la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, iniciada en Santo Domingo el 12 de octubre de 1992. Juan Pablo II nos ha invitado también a los católicos de América Latina a celebrar los quinientos años del inicio de la evangelización de América, cmpe-

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ñándonos en una "Nueva Evangelización", en la promoción humana y en la cultura cristiana de nuesti"os pueblos.

En esta Misa del 25 de octubre, pediremos a Dios por la salud y bienestar del Santo Padre, a fin de que Juan Pablo II siga sirviendo a la Iglesia como Pastor universal y Maestro infalible por muchos años.

Con ocasión del "Día del Papa", todos los católicos debemos renovar nuestra leal obediencia al Pastor supremo, nuestra sincera adhesión al Maestro de la verdad y nuestro amor filial al Padre bondadoso, que es el centro de la unidad de la Iglesia.

Afino, en Cristo,

t Antonio J. González Z.,

ARZOBISPO DE QUITO

Beatificación de NARCISA DE JESUS

A los Vbles. párrocos y rectores de Iglesia de la Arquidiócesis de Quito. Estimados hermanos en el Señor:

El Domingo 25 de octubre de 1992, Su Santidad el Papa Juan Pablo II beatificará, en Roma, a la ecuatoriana Sierva de Dios, Narcisa de Jesús Martillo Morán. Con esta beatificación Dios concede al Ecuador un nuevo don espiritual, el de presentar ante la Iglesia un nuevo modelo de perfección cristiana que imitar y una nueva intercesora ante Dios. Esta beatificación permite también el culto público a la nueva beata en ciertos lugares de la Iglesia, como en el Ecuador.

Es, pues, necesario que en las misas del domingo 25 de octubre los fieles de la Arquidiócesis de Quito nos unamos espiritualmente a la ceremonia de beatificación de Narcisa de Jesús, que ese mismo día se llevará a cabo en el Vaticano.

A fin de que los celebrantes de las misas del domingo 25 de octubre hagan alusión,

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en la homilía, a la beatificación de Narcisa de Jesús, les proporciono algunos datos de su vida:

Nació Narcisa de Jesús Martillo Morán en Nobol, un pequeño pueblo ubicado entre Guayaquil y Daule en el territcaio de la Arquidiócesis de Guayaquil, a finales del año 1832 o principios de 1833. Fue hija de Pedro Martillo y de Josefa Morán, piadosos agricultores de ese lugar. Desde temprana edad se dedicó a la oración, al retiro y a penitencias voluntarias. Al quedar totalmente huérfana, todavía adolescente, se radicó en Guayaquil, en donde trábajó como costiu^ra en la casa de una honorable señora. Desde muy joven se distinguió por la práctica de la humildad, de una fervorosa piedad y de una rigiirosa penitencia. En sus penitencias y mortificaciones fue imitadora de Santa Mariana de Jesús. El sacerdote Padre Medina afirma: "Todos sus confesores dan testimonio de que sus penitencias voluntarias eran severas: llevaba continuamente puestos cilicios; todos los días se flagelaba hasta derramar sangre; dedicaba muchas horas diarias a la oración. Constantemente soportaba en su cuerpo la crucifixión del Señor y padecía acerbos dolores. Todas las noches hacía cuatro horas de oración, coronada de agudas espinas, suspendida en una cruz con algunos clavos. Domua en el suelo sobre una tabla con aceradas púas, que para ese fin había preparado expresamente. Sus médicos estaban admirados y se pregunta- ban cómo podía vivir con tan poco alimento". Quiso ser víctima para consolar al Corazón de Jesús y reparar los pecados de todos los hombres, particularmente los de su nación.

Por algún tiempo vivió en la misma casa junto con la beata Mercedes de Jesús Molina (+ 1883). Al rededor del año 1867 viajó a Cuenca acompañando a su confesor gravemente enfermo de tuberculosis pulmonar. Una vez que él falleció, regresó a Guayaquil, de donde viajó a Lima, hacia el año de 1868, buscando la dirección espiritual del P. Pedro Gual. En Lima fue recibida en el Monasterio del Patrocinio, habitado por la Comunidad de las Terciarias Dominicas. Aún cuando estaba como simple huésped, sin embargo observaba fielmente la Regla del Monasterio y participaba en la vida común. Con todo fervor mantuvo la vida de oración y contemplación y siguió practicando la mortificación y penitencia. En su cuanito trabajaba por la Iglesia y por los pobres, de quienes tenía siempre especial cuidado. Generosa y dihgentemente atendía a las Terciarias enfermas. El empeño de repro- ducir en misma la imagen de Cristo Crucificado estaba unido a un constante gozo y notoria alegría de su espíritu, de modo que su rostro aparecía continuamente tranquilo y sereno. Diariamente participaba en la Santa Misa y recibía la Sagrada Comunión, con fervorosa piedad daba culto a la Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús. Para mejor entregarse a su Amado, formuló varios votos, entre ellos los de

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perpetua virginidad, pobreza y obediencia, en los que perseveró hasta la muerte.

Practicaba también una filial devoción a la Sma. Virgen María, a la que honró particularmente con la piadosa recitación del Rosario. Para recorrer con seguridad el camino de la perfección cristiana, se atenía sumisamente a los consejos de prudentes sacerdotes, con los cuales modelaba su alma.

El Señor, generoso con los humildes y limpios de corazón, le otorgó gracias y dones extraordinarios y le concedió conocer anticipadamente el día de su muerte. La víspera, al retirarse a su celda para descansar, se despidió de todas las Terciarias, diciéndoles que iba a realizar un largo viaje. Todas pensaron que decía estas cosas por broma, pero toda la noche su celda estuvo iluminada con un gran resplandor y perfumada con un grato olor, que se expandía intensamente en el lugar. La Priora del Monasterio, al abrir la puerta de la celda en donde descansaba la Sierva de Dios, no solo vio el fulgor, sino que percibió el intenso perfume y se dio cuenta deque Narcisa había fallecido. Era el 8 de diciembre de 1869.

Su cuerpo p>ermaneció inexplicablemente incorrupto y flexible. Su rostro mantenía el color de una persona sana. En esos mismos días algunos enfermos recobraron la salud por intercesión de la Sierva de Dios. Estos sucesos contribuyeron a crear y propagar la fama de santidad, que había conseguido durante su vida.

Su cuerpo fue traído de Lima a Guayaquil y actualmente se venera en su santuario de Nobol.

En la Eucaristía de este domingo, demos gracias a Dios por el don de una nueva Beata que concede a su Iglesia y al Ecuador, resolvámonos a imitar la humildad, la piedad y el espíritu de penitencia de la Beata Narcisa de Jesús y por su intercesión pidamos a Dios que proteja al Ecuador, remedie sus necesidades y ayude a sus gobernantes a trabajar por la justicia, la unión y la paz de nuestro pueblo.

Afmo. en Cristo

+ Antonio J. González Z. ARZOBISPO DE QUITO

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Fiesta de Nuestra Señora de La Presentación de El Quinche

"El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación" (Le. 1, 49-50)

Estimados hermanos, devotos de la Sma. Virgen de El Quinche: La fiesta de la Presentación de la Sma. Virgen María en el templo y, por tanto, la fiesta anual que se celebra en este Santuario Nacional en honor de la Sma. Virgen de El Quinche, el 21 de noviembre, coincide en este año de 1992 con la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y del inicio de la evangelización en nuestro Continente. El Quinto Centenario del inicio de la evangelización de América ha sido celebrado solemnemente, el 12 de octubre de 1992, con la presencia del Vicario de Jesucristo en República Dominicana, tierra en la cual plantó Colón, por vez primera, el signo de la Cruz redentora en nuestro Continente. El Papa Juan Pablo II solemnizó este Quinto Centenario, inaugurando, con un importante discurso, la IV Conferencia General del Episcopado. Latinoamericano, que se celebró en la ciudad de Santo Domingo hasta el 28 de octubre de este año.

Por coincidir, en este año, la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de El Quinche con la conmemoración del V Centenario del inicio de la evangelización de América, hemos querido celebraren la Arquidiócesis de Quito la "Semana Nacional del indio" en coincidencia con la Novena preparatoria de la fiesta de Nuestra Señora de El Quinche, a fin de que esa Semana del indio concluya en este Santuario Mariano con esta solemne celebración Eucarístíca. Ha habido razones poderosas para hacer coincidir la celebración de la Semana del indio con la fiesta de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche. Esas razones son las siguientes: 1.- La Sma. Virgen María ha sido la "Estrella de la evangelización" del indio en América Latina; y, 2.- Influencia de la Sma. Virgen María en la evangelización de nuestros pueblos indígenas del Ecuador.

1. La Sma. Virgen María ha sido la "Estrella de la evangelización" del indio en América Latina.

En el inicio de la evangelización de América, evangeUzación que comenzó con los viajes de Colón, descubridor del Nuevo Mundo, ocupó un puesto importante y decisivo la Sma. Virgen María. María vino a tierras del Nuevo Mundo en el nombre

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de la nave capitana de la expedición descubridora, la "Santa María". La Sma. Virgen María era invocada diariamente por la tripulación comandada por Colón con el canto vespertino del himno, "Salve, Regina", con el que María era invocada por los ma- rianos como Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Cuando Hernán Cortez conquistó en México el imperio de los Aztecas, él demostró su devoción a la Sma. Virgen María, llevando su imagen en el estandarte que precedía a los combatientes.

La presencia e influencia decisiva de María en el inicio de la evangelización de América se hizo sensible y patente en las apariciones de la Madre de Dios al indio mexicano, el Beato Juan Diego. El hecho se inició un sábado, 12 de diciembre de 1531. Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a Tlatelolco, actual ciudad de México, a tomar parte en el culto divino y a escuchar la Palabra de Dios. Esta actitud de Juan Diego es signo de la docilidad con que los indígenas del Nuevo Mundo aceptaron el Evangelio. María Sma. se le apareció al indio Juan Diego en la cima del Tepeyac. El diálogo sostenido por la Virgen María con Juan Diego nos da a conocer claramente la influencia decisiva de María en la evangelización de América. El hecho guadalupano es también señal y prueba de que, desde el principio, se dio la inculturación del Evangelio en nuestros aborígenes. La evangelización es la proclamación de la Buena Nueva de que Dios salva a la humanidad por medio de su Hijo Jesucristo, muerto y resucitado, y de que esta salvación consiste en hacer al hombre partícipe de la vida divina de Cristo resucitado, mediante nuestra incorporación, por medio de los sacramentos, a la comunidad cristiana, la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo y sacramento, es decir, signo e instrumento de salvación para el género humano. Cuando María Santísima habló a Juan Diego en el Tepeyac, se le presentó como la "siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive". Por tanto, María se presentó como Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre en su seno virginal, María le anunció a Juan Diego la Buena Nueva de que Jesucristo es nuestro Salvador por el misterio de su muerte y resurrección, de que Jesucristo es el Hijo del Dios vivo y verdadero. Pero además la Sma. Virgen María dio a conocer a Juan Diego el especial amor que ella profesaba a los aborígenes de estas tierras. Le habló con cariño, le dijo: "Hijo mío el más pequeño. . . No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás, por ventura, en mi regazo?". La Virgen María dio a conocer a Juan Diego su maternidad espiritual sobre todos los cristianos, sobre toda la Iglesia. Por orden de la Virgen se construye junto al Tepeyac el Santuario Mariano de Nuestra Señora de Guadalupe, que se ha constituido para México y para toda América Latina en centro de irradiación del Evangelio y de una tierna y cordial devoción a la Madre de Dios. Con razón Puebla dice lo siguiente: "El Evangelio encamado en nuestros pueblos los

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congrega en una originalidad histórica cultural que llamamos América Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guada- lupe, que se yergue al inicio de la Evangelización" (P. 446). "En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciadí^presentando a la Virgen María como su realización más alta. Desde los orígenes -en su aparición y advocación de Guadalupe- María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en comunión" (P. 282).

Desde el Santuario de Guadalupe la presencia de María influyó eficazmente en la evangelización de los demás países de América Latina. En cada país se hizo sensible la presencia maternal de María en célebres santuarios que se fueron erigiendo como prolongación del de Guadalupe: el de Nuestra Señora de Alta Gracia de Igüey en República Dominicana; el de Nuestra Señora de los Angeles de Cartago en Costa Rica; el de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre en Cuba; el de Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela; el de Chiquinquirá o Las Lajas en Colombia; el de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche o el Cisne en nuestro Ecuador; el de la Aparecida en Brasil; el de Copacabana en Solivia; el de Maipú o de Nuestra Señora de AndacoUo en Chile; el de Luján en Argentina. Todos estos santuarios, en los que se ha cultivado la devoción mariana de nuestros pueblos de América Latina, han contribuido a la evangelización y fortalecimiento de la fe cristiana y al cultivo de una positiva religiosidad popular en nuestras Iglesias. Acertadamente afirma el documento de Puebla: "María fue también la voz que impulsó a la unión entre los hombres y los pueblos. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del Continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la Historia Lati- noamericana" (P. 282). La IV Conferencia General del episcopado Latinoamericano de Santo Domingo reccmoce que "María es el sello distintivo de la cultura de nuestro Continente. Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa María de Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se "ofrece un gran ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada" (DI 24). Nos ha precedido en la peregrinación de la fe y en el camino a la gloria y acompaña a nuestros pueblos que la invocan con amor hasta que nos encontremos definitivamente con su Hijo. . . Por eso la invocamos como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelización". (S. Dgo. 15).

2. Influencia de la Sma. Virgen María en la evangelización de nuestros pueblos indígenas.

La Sma. Virgen María, con sus imágenes y santuarios de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche y de Nuestra Señora de El Cisne, ha influido de manera

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eficaz en la evangelización de los pueblos indígenas del Ecuador. Por eso convenien- temente concluimos la "semana del indio" en la Arquidiócesis de Quito con la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de El Quinche aquí en su Santuario. La bella imagen de la Sma. Virgen María, que hoy conocemos como "Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche", fue tallada en Quito por el escultor toledano, Diego de Robles, hacia 1588, a petición de una comunidad indígena, la de Lumbisí. Los indios de Lumbisí, lugar perteneciente al pueblo de Cumbayá, desearon tener una copia, lo más exacta posible, de la bellísima imagen de Nuestra Señora de Guápulo, que ya era venerada cerca de Quito. A este fin contrataron con el mismo escultor de la imagen de Nuestra Señora de Guápulo, Diego de Robles, que les trabajara un trasunto de aquella imagen. El escultor, que era muy hábil y entendido, realizó admirablemente la obra que se le había pedido. Hizo la segunda efigie del mismo tamaño y facciones que la primera y tanto o quizá más hermosa que la primera. Los indígenas de Lumbisí o no quisieron o no pudieron pagar a Diego de Robles el precio convenido por la confección de la imagen. Por este motivo el escultor se trasladó con la imagen de la Virgen María a la lejana comarca de Oyacachi, pequeño caserío perdido en las estribaciones de la cordillera oriental de los Andes y la entregó, a cambio de tablas y madera, a los indígenas de aquel caserío. Esta bendita imagen de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche, con- feccionada a petición de una comunidad indígena, comenzó a ser venerada por otra comunidad indígena, la de Oyacachi, entre 1590 y 1 59 1 . La bella imagen de María fue acomodada en la hendidura de una peña o cueva antes de que se construyera una capilla. Por este motivo esta sagrada imagen de María al principio fue conocida como la Virgen de Oyacachi, la Virgen de la Peña o la Virgen de la Cueva. La preciosa imagen de la Madre de Dios permaneció en Oyacachi durante unos quince años. En 1604 la sagrada imagen fue trasladada desde Oyacachi al pueblo de El Quinche, en cumplimiento de una orden que había dado el cuarto Obispo de Quito, el limo. Fr. Luis López de Solís. La imagen de la Sma. Virgen entró triunfalmenle en El Quinche el 10 de marzo de 1604. Desde entonces a la Sagrada Imagen se la conoce como "Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche" y se ha venido celebrando su fiesta el 21 de noviembre de cada año. A principios del siglo XVII indígenas de Chuquiribamba, de la provincia de Loja, pidieron al mismo Diego de Robles que les labrara una imagen de la Sma. Virgen María según el modelo de la imagen de la Virgen de Guápulo. La imagen hecha para los indios de Chuquiribamba es la actual bella imagen de la Sma. Virgen de El Cisne, que se venera en el grandioso Santuario de la población de El Cisne y cuya fiesta anual se celebra ell 5 de agosto.

Estas venerandas imágenes de la Sma. Virgen de El Quinche y de El Cisne influyeron eficazmente en la evangelización de nuestro pueblo ecuatoriano y especialmente de

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de nuestros indígenas. Esa evangelización consistió en la presentación y proclamación, hecha a nuestros aborígenes, de la existencia de un Dios vivo y verdadero y de su Enviado, Jesucristo. En estas imágenes, la Iglesia presenta a Jesucrito a nuestros aborígenes como el bello Niño, Hijo de Dios hecho hombre e Hijo de la Virgen María, que nos es presentado en brazos de su Madre. Por eso podemos afirmar que los habitantes del Ecuador y especialmente los indígenas llegaron a conocer a Jesús, el Salvador, el Hijo de Dios hecho hombre, porque les fue presentado por su Madre, la siempre Virgen María. Por eso podemos afirmar que la presencia de María en sus imágenes, como la de la Virgen de El Quinche, la de la Virgen de El Cisne o la de la Virgen de Baños o de Chilla, ha sido evangelizadora de nuestro pueblo ecuatoriano, ha sido evangelizadora de nuestros indios. Cuán acertadamente nos dice el Papa Juan Pablo II: "Las palabras, los gestos y hasta los milagros de Jesús se manifiestan de algún modo en la Virgen de Nazareth y resuenan en su corazón "por haber creído". "Más aún, cuando ella nos muestra a su Hijo, nos está señalando a la vez a la Iglesia y su origen, esto es, a la misma persona de Cristo". Por otra parte, María Santísima ha evangelizado y evangeliza a nuestro pueblo, porque se ha presentado ante él como modelo de quien escucha la palabra de Dios y la cumple. Juan Pablo II eleva su plegaria al Señor, por intercesión de la Sma. Virgen, para que el pueblo fiel ecuatoriano no vea desfallecer nunca su fe ante el ejemplo de María. "María, con su fe y obediencia, está señalando el camino" para una consolidación de la fe católica de todos los ecuatorianos. Para concebir a Jesús, ella escuchó la Palabra de Dios y recibió el don del Espíritu Santo que fue alimentando su gozo en el único Dios salvador!" "Bienaventurada la que ha creído (Le. 1 , 45) hasta hacer de la dócil esclava del Señor la más distinguida entre quienes "oyen la Palabra de Dios y la cumplen" (Le. 8, 21) (Cfr. Carta de S.S. Juan Pablo II al Arzobispo de Quito, en el IV Centenario del culto a la Sma. Virgen de El Quinche).

Termino esta homiUa de la fiesta de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche con estas palabras del mensaje a los indígenas de América Latina dirigido por el Papa Juart Pablo II desde Santo Domingo, el 1 3 de octubre de este año: "Os aliento, pues, a un renovado empeño a ser también protagonistas de vuestra propia elevación espiritual y humana mediante el trabajo digno y constante. Para ello contáis con los genuinos valores de vuestra cultura, acrisolada a lo largo de las generaciones que os han precedido en esta bendita tierra. Pero sobre todo, contáis con la mayor riqueza que, por la gracia de Dios, habéis recibido: vuestra fe católica. Siguiendo las enseñanzas del Evangelio, lograréis que vuestros pueblos, fieles a sus legítimas tradiciones, progresen tanto en lo material como en lo espiritual. Iluminados por la fe en Jesucristo veréis en los demás hombres, por encima de cualquier diferencia de raza o cultura, a hermanos vuestros. La fe agrandará vuestro corazón para que

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quepan en él todos vuestros conciudadanos. Y esa misma fe llevará a los demás a amaros, respetar vuestra idiosincrasia y a unirse con vosotros en la construcción de un futuro en el que todos sean parte activa y responsable, como corresponde a la dignidad cristiana". . . "Estad seguros de que nunca os va a faltar el auxilio de Dios y la protección de su Santísima Madre, como un día, en la colina de Tepeyac le fue prometido al indio Juan Diego, un insigne hijo de vuestra misma sangre a quien tuve el gozo de exaltar al honor de los altares".

Así sea.

(Homilía pronunciada porMons. Antonio J. González Z. , Arzobispo de Quito, en la fiesta de la Sma. Virgen de El Quinche, el 21 de noviembre de 1992).

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Beatificación de la Sierva de Dios Madre Francisca de Sales Aviat

En este último daningo del año litúrgico, en que celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, la Palabra de Dios que se proclama en la segunda lectura de esta Misa nos invita a dar gracias a Dios Padre, porque nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz y porque nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de la santidad y de la gracia de su Hijo Jesucristo. Por el bautismo fuimos sacados del dominio de las tinieblas del pecado y entramos a formar parte del pueblo santo en la luz de la santidad y de la gracia. Los cristianos tenemos una vocación a la Santidad en la Iglesia. Hoy celebramos esta Eucaristía como acción de gracias de la comunidad de hermanas Oblatas de San Francisco de Sales de la Región de Ecuador y Colombia y de esta iglesia particular de la Arquidiócesis de Quito por la beatificación de la Fundadora de esta Congregación religiosa, la Madre Francisca de Sales Aviat Esta beatificación fue una proclamación solemne, hecha por el Vicario de Jesucristo, de que la Madre Francisca de Sales Aviat correspondió efectivamente a la vocación universal a la santidad en la Iglesia y ha sido presentada como modelo de perfección cristiana al pueblo de Dios y como su intercesora ante Dios.

En efecto, en la mañana del domingo 27 de septiembre de este año de 1992, a las 10 de la mañana. Su Santidad el Papa Juan Pablo II presidió, por vez primera después del período de su enfermedad y convalecencia, la solemne ceremonia de beatificación de veintiún siervos de Dios, entre ellos de la Madre Francisca de Sales Aviat. La ceremonia se llevó a cabo en la Plaza de San Pedro en Roma, la que volvió a llenarse de miles de peregrinos de diversas partes del mundo y también del Ecuador, de donde acudieron algunas representantes de las hermanas Oblatas de San Francisco de Sales.

Después de escuchar una breve biografía de la Sierva de Dios pronunciada, junto con la petición de beatificación, por Mons. Ennio Antonelli, Arzobispo de Perugia-Cittá della Pieve, Su Santidad el Papa pronunció en latín la siguiente fórmula de beatificación: "Nos, acogiendo el deseo de nuestros hermanos. . . Ennio Antonelli, Arzobispo de Perugia-Cittá delle Pieve. . . así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles, después de haber escuchado el parecer de la Congregación para las causas de los santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que la venerable Sierva de Dios Leonie Francoise de Sales Aviat sea llamada beata y se pueda celebrar su fiesta todos los años en los lugares y del modo

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establecido por el Derecho, ellO de enero. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". La Asamblea prorrumpió en un gran aplauso, en señal de alegría espiritual, mientras en los balcones de la fachada de la Basílica de San Pedro se descubrirían los tapices con la efigie de los nuevos beatos.

Hoy también con gran alegría e intenso fervor nos congregamos en esta Catedral Metropolitana de Quito, para celebrar esta solemne Eucaristía con la que festejamos la beatificación de la Madre Leonie Francisca de Sales Aviat y damos gracias a Dios por el beneficio de conceder a la iglesia y en especial al Instituto Religioso de las hermanas Oblatas de San Francisco de Sales un modelo de virtudes cristianas que imitar y una intercesora a quien encomendarse. Con esta Eucarisüa damos gracias a Dios Padre, porque a la Beata Francisca de Sales Aviat le ha hecho compartir la herencia del pueblo santo en la luz de la gloria celestial y la ha trasladado al reino de la santidad y de la gracia.

En esta homilía recordemos algunos datos de la vida de la nueva Beata y reparemos en los rasgos característicos de su espiritualidad.

Datos de la vida de la Beata Francisca de Sales Aviat

El nombre de pila de la Madre Francisca de Sales Aviat es Leonie Aviat. Nació en la población francesa de Sézanne, en la Champagne, el 16 de septiembre de 1844. Hija del negociante Teodoro Aviat y de madame Aviat, que tenían un almacén en Sézanne, en donde una buena clientela le ha permitido a la familia obtener una situación económica cómoda y aquella notoriedad reservada a los negociantes honorables. Dado el ambiente religioso de una familia cristiana, Leonie recibe el sacramento del bautismo al día siguiente de su nacimiento, el 17 de septiembre de 1844 en la Iglesia parroquial de Saint-Denis. Cuando Leonie tiene once años de edad, en el otoño de 1855, sus padres la conducen al Pensionado de la Visitación de Troyes, en donde deberá realizar sus estudios bajo la dirección de la Superiora del Monasterio de la Visitación de Troyes, Madre María de Sales Chappuis, y del capellán L'Abbé Louis Brisson. El 2 de julio de 1856 recibe con gran fervor la primera comunión y comienza a recibir una esmerada dirección esp.iritual del P, Brisson, que ejerce sobre ella una influencia decisiva. Formada en la espiritualidad de San Francisco de Sales, Leonie se prepara para su misión futura: la fundación de una Congregación Religiosa que, con la espiritualidad de San Francisco de Sales, se dedicará a la cvangelización de la juventud obrera. En la segunda mitad del siglo XIX se realiza la revolución industrial. El desarrollo de la gran industria atrae hacia la ciudad mano de obra barata procedente del campo. Tal es el caso de Troyes, en donde

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las fábricas textiles enganchan para el trabajo a muchas niñas y jóvenes venidas del campo. El Padre Luis Brisson, apóstol de corazón ardiente y precursor del gran movimiento social de fines del siglo XIX, había abierto en 1858 en la ciudad de Troyes, una casa de acogida para las jóvenes obreras, a fin de asegurarles refugio contra los peligros y una educación humana y cristiana indispensable. La casa estuvo ubicada en la "rué des Terrasses" y la fundación se denominó "Oeuvres Ouvrieres". Ante la imposibilidad de encontrar para este "Hogar de jóvenes obreras", que luego se denominó "Obra de San Francisco de Sales" una dirección y encauzamiento es- tables, el P. Brison decide, con inspiración divina, fundar una Congregación religiosa. El P. Brison encuentra en la joven Leonie Aviat una colaboradora eficaz, en la que descubre, por otra parte, signos de vocación religiosa. Leonie al principio estuvo atraída hacia el Monasterio de la Visitación, venciendo la oposición de sus padres, que querían para ella el partido de un buen matrimonio. Luego, ante la propuesta del P. Brison, y al ver la situación de las jóvenes trabajadoras en fábricas, siente en su corazón brotar ardiente la llama del celo apostólico. Después de un retiro realizado en la Visitación, el 18 de abril de 1866 Leonie entra a la "Obra de San Francisco de Sales", con una de sus antiguas compañeras de la Visitación, Lucía Canuet. El nuevo Instituto religioso de las hermanas Oblatas de San Francisco de Sales está fundado. El nuevo Instituto se pone bajo la protección del santo Obispo deGinebra y adopta su espiritualidad y pedagogía. El 30 de octubre de 1 868, la joven fundadora recibe, con el hábito religioso, el significativo nombre de Sor Francisca de Sales. Formula los votos de su profesión religiosa el 11 de octubre de 1871. El 5 de junio de 1872 el Instituto obtiene el breve laudatorio del Papa Pío IX. El 20 de septiembre de ese mismo año 1872 Madre Francisca de Sales es constituida primera Superiora General del naciente Instituto. Bajo su gobierno la Comunidad crece, las obras en favor de las jóvenes obreras se desarrollan. Al mismo tiempo, se abren en las parroquias escuelas primarias y en París comienza a funcionar el Primer Pensionado de Jóvenes, que la Madre Francisca de Sales Aviat dirigirá durante ocho años. El apostolado de las Oblatas de San Francisco de Sales se extiende de esta mánera a las diferentes clases sociales y a todas las formas de educación y también, desde los años de la fundación, a las misiones "ad gentes".

Después de un período de ocultamiento, que pone de relieve su gran humildad. Madre Francisca de Sales es nuevamente elegida Superiora General de su Instituto en 1893 y este cargo ocupará hasta su muerte con repetidas reelecciones en 1899, en 1905 y en 1912. Como Superiora General se emplea a fondo al desarrollo del Instituto de las Hermanas de San Francisco de Sales, que extiende su presencia y sus obras en Europa, en Africa del Sur y en el Ecuador. En mayo de 1890 obtiene del Papa León XIII la aprobación decenal de las Constituciones de la Congregación. El

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mismo Papa León Xm la recibe en audiencia el 4 de abril de 1894. Varias veces se entrevista con el Papa San Pío X, la primera vez el 22 de mayo de 1 904, luego en abril y diciembre de 1906, el 4 de abril de 1911 Pío X da la aprobación definitiva de las constituciones de las Oblatas de San Francisco de Sales. En 1903 Madre Francisca de Sales Aviat debe hacer ft-ente a la persecución religiosa que se desata en Francia, procura mantener las casas que se pueden y transfiere la Casa Madre a Perugia en Italia. El diez de enero de 19 14 muere en Perugia en un ambiente de serenidad y aban- dono total en las manos de Dios, permaneciendo fiel hasta el último momento de su vida a la resolución hecha en su profesión religiosa: "Moublier entierement" "Olvidarme completamente de misma".

Rasgos de la espiritualidad de la Beata Francisca de Sales Aviat

Cumplir apasionadamente bien la misión que Dios le ha confiado sin apartarse de su deber cotidiano, desde el principio de su vida religiosa hasta su muerte, esto constituyó para Madre Francisca de Sales una marcha ascendente hacia la santidad. De dónde ha sacado la fuerza necesaria para no desfallecer ni un momento? ¿Cuál es la característica de su espiritualidad? Siguiendo la espiritualidad de San Francisco de Sales, ella ha sabido "amar igualmente a Dios en todas las cosas". Gracias a su formación recibida durante sus años de estudio en la Visitación, Leonie Aviat se ha impregnado de la espiritualidad de San Francisco de Sales y en esa espiritualidad ha encontrado el camino directo y seguro. El nombre de Sor Francisca de Sales que le dio el Obispo de Ginebra, Monseñor Mermillod, el día de su toma de hábito, el 30 de octubre de 1 868 se convierte para ella en un programa de vida. Amor a Dios. Ella se dona, se ofrece en oblación a Dios y al mismo tiempo pone los fundamentos de una nueva familia religiosa. Madre Francisca de Sales enseña a sus hijas de todos los tiempos a ofrecerse en una oblación continua de mismas a Dios y al prójimo. Ellas "se dedicarán a la perfección del divino Amor", según la expresión salesiana, ellas serán "oblatas", ofrecidas, enroladas bajo la bandera de San Francisco de Sales "No es por la grandeza de nuestras acciones por la que agradamos a Dios -escribe S . Fran- cisco de Sales- sino por el amor con el que las hacemos. . . Es el amor el que da la perfección y el valor a nuestras obras". Madre Aviat adopta totalmente para esta concepción del amor. Ella escribe en sus notas íntimas, durante su noviciado, en 1869: "Intenciones particulares para todos los días: ofrecer todas mis respiraciones, mis movimientos, mis palabras, mis pasos, mis gestos y mis pensamientos, como otros tantos actos de amor y de sumisión a la Voluntad de Dios, queriendo decir y repetir cada vez: "Señor, yo soy toda tuya, haz de lo que te plazca". Amar a Dios es para ella cumplir enteramente su voluntad, aún en los pequeños deberes de la vida cotidiana: "Dios mío -escribe el martes santo de 1870- dame, te lo pido, el espíritu

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de resignación, la plena conformidad con tu voluntad en todas las cosas, a fin de que llegue a ser tu imitadora, que yo aspire a unirme a ti por el sacrificio". Amar a Dios es despojarse totalmente de misma para unise más de cerca a El. Madre Francisca de Sales comienza su vida religiosa, anotando en su cuaderno de retiro en abril de 1866: "Oh! Qué dulce es despojarse de todo por Jesucristo!". Y cuando escribe la víspera de su profesión religiosa, en 1871: "NToublier entiérement", es decir, "Olvidarme completamente de misma", no se trata de una resolución tomada circunstancialmente, sino de una orientación de toda su vida. Ella quiere dar testimonio de su amor a Dios hasta la aceptación de la Cruz, pues, según lo que escribe San Francisco de Sales en el Tratado del Amor a Dios (1. IX, c. 2): "Amar el sufrimiento y las aflicciones es el punto más alto de la santa caridad, porque en esto nada hay de amable que la sola voluntad divina". Leonie Aviat entrará plenamente en esta vía del Amor puro, pues toma esta firme determinación, cuando comienza su vida religiosa: "Yo no rehusaré a mi Dios la cruz que El me presente y, a su ejemplo, quiero llevarla con amor, animándome con este pensamiento: por Dios es preciso sufrir, sufrir todo hasta la muerte, para ganar la eternidad".

El amor al prójimo

"Amar igualmente a Dios en todas las cosas" es también amarle en todo prójimo, doble e inseparable amor que produce el celo por. el apostolado. Madre Aviat ha vivido admirablemente esta doble dimensión de la caridad. Guiada y animada por el P. Brisson, ella ha hecho el objetivo y fundamento de su Congregación la siguiente intención general del Directorio Espiritual de San Francisco de Sales: "Que toda su vida y ejercicios sean para unirse con Dios, para ayudar con la oración y buenos ejemplos a la Santa Iglesia y a la salvación del prójimo" . Ella misma ha vivido el ideal de la oblata de San Francisco de Sales, al proponerlo a sus hijas: "La inteligencia de la caridad se adquiere, al practicar la humildad -les dice-. Esta máxima llena de sabiduría dicta al apóstol la actitud interior que debe guiar su acción: desconfiar de mismo, confiar en Dios hasta el abandono total entre sus manos, no considerarse sino como un instrumento del que el Señor se puede servir a su agrado. Madre Aviat ejercita la caridad para con el prójimo, considerándolo como muy amable y amado, hasta el punto de que Jesús muere por él. Ella escribe a una de sus hermanas: "Piense a menudo en lo que vale un alma y en lo que San Francisco de Sales hubiese hecho por ayudarla y salvarla". En la práctica del amoral prójimo, ella se considera humilde mediadora entre Dios y las almas: conducir las almas a Dios y dar a Dios a las almas, según este grito que sale de su corazón: "Oh Jesús, conocido, amado, glorificado por todos los corazones" (abril de 1 866). Cuando ella escribe estas líneas, tiene 21 años de edad y desde el día siguiente ella comienza su misión. "Todos los

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corazones" , cuáles serán en concreto para ella todos los corazones" En primer lugar, los de las jóvenes obreras, los de los niños de las ecuelas populares de Troyes. Pero el amor engendra el celo misionero: la fundadora desea que, según el mandato del Maestro, el Evangelio sea proclamado a todas las naciones y penetre en todas las clases sociales. Por eso envía ella a las Oblatas a ciunplir su misión en otras regiones de Francia, en varios países de Europa y hasta las lejanas tierras de Africa del Sur y de América Latina, como el Ecuador. Ella sigue repitiendo a sus hijas de todos los tiempos: "Trabajemos en hacer la felicidad de los otros".

"Olvidarme completamente de misma": de esta resolución tan propia de la Beata Francisca de Sales Aviat sus hijas han hecho su divisa, su lema. ¿No podría ser también su mensaje para nuestro mundo de hoy?

Olvidamos de nosotros mismos para ir contra corriente del egoísmo y de los placeres fáciles. Olvidamos completamente de nosotros mismos, para abrimos a las necesi- dades sociales y espirituales de nuestro tiempo, para sacrificamos por nuestros hermanos más necesitados, para hacer efectiva la opción preferencial por los pobres.

Olvidamos completamente de nosotros mismos para servir a Dios con un corazón libre, ofreciéndole cada instante de nuestra vida cotidiana, con sus fatigas, sus pmebas y sus alegrías, a fin de que Dios nos encuentre siempre dispuestos a acoger su gracia, pues nos recuerda Madre Francisca de Sales Aviat: "El momento presente contiene la luz que es preciso seguir y los auxilios necesarios en cada circunstancia".

Así sea.

Homilía pronunciada por Mons. Antonio J. González Z. , Arzobispo de Quito, en la Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de la Madre Francisca de Sales Aviat, Fundadora de las Hermanas Oblatas de San Francisco de Sales, el domingo 22 de noviembre de 1992, en la Catedral Metropolitana.

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Día de la no violencia contra la mujer

Miércoles 25 de noviembre de 1992

A los Vbles. Sres. Párrocos y Rectores de la Iglesia de la Arquidiócesis de Quito. Amados hermanos en el Señor:

El miércoles 25 de noviembre de 1992 se celebra en el Ecuador el "Día de la no violencia contra la mujer" con un programa organizado por las Organizaciones de mujeres y la Dirección Nacional de la Mujer, DINAMU, del Ministerio de Bienestar Social, bajo el lema " La violencia contra la mujer viola los derechos humanos" .

Los objetivos que persigue esta campaña son los siguientes:

- Sensibilización de la sociedad y del Estado sobre los problemas de la violencia en contra de la mujer;

- Orientación de la opinión pública a la luz de los principios de convivencia humana y cristiana;

- Motivación a la ONU para que incluya en la Declaración Universal, la próxima Cumbre de 1993, la no violencia en contra de la mujer,

- Apoyo del proceso organizativo de las mujeres y del rol de la Dirección Nacional de la Mujer, DINAMU.

Esta clase de campañas por la No violencia en contra de la Mujer parte de la constatación de una realidad concreta que lamentablemente se da en el Ecuador y en el mundo. En efecto, existen en contra de la mujer:

La violencia conyugal

El maltrato doméstico

La violación

El incesto

El hostigamiento sexual especialmente en los centros de trabajo y en las entidades educativas

La prostitución

La violencia sexual contra las mujeres detenidas y presas.

Todas estas violencias deben ser consideradas como transgresiones de la Ley de Dios, de las normas fundamentales que rigen el convivir humano y cristiano y de los derechos humanos de la mujer.

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En vista de que la Dirigencia de las Organizaciones de Mujeres del Ecuador y la Dirección Nacional de la Mujer, DINAMU, del Ministerio de Bienestar Social han solicitado la colaboración de la Iglesia para el éxito de esta Campaña de la no violencia en contra de la Mujer, pido a los Vbles. Sres. Párrocos y Rectores de la Iglesia de la Arquidiócesis de Quito lo siguiente:

1 . Que en las homih'as del domingo 29 de noviembre o del domingo 6 de diciembre hablen a los fieles sobre el contenido y el lema de esta campaña, invitándoles a tomar conciencia de que su compromiso cristiano incluye el respeto y cuidado de la dignidad de la mujer.

2. Que en los programas ordinarios de evangelización y catcquesis incluyan el tema de la "No violencia en contra de la mujer".

Afectísimo en el Señor,

Quito, noviembre de 1992.

t Antonio J. González Z., ARZOBISPO DE QUITO

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ADMINISTRACION ECLECIASTICA

Nombramientos

A partir del mes de septiembre de 1992, el Excmo. Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito, ha extendido los siguientes nombramientos:

SEPTIEMBRE

Al Rvdo. P. Alberico Zanella, CSJ., Párroco y Síndico de San Sebastián

01 01 01 03 03 03 03 14 21 21

de Pifo.

Al Rvdo. P. Renzo Sartori, CSJ., Vicario Parroquial de San Sebastián de Pifo.

Al Rvdo. P. Marcos Camaglia, CSJ., Vicario Parroquial de San Sebastián de Pifo.,

Al Rvdo. P. Segundo Jiménez Sánchez, Párroco y Síndico del Espíritu Santo (San Bartolo).

Al Rvdo. P. José Mesías Herrera Baroja, Párroco y Síndico de San José de Calderón.

Al Rvdo. P. José Miguel Asimbaya Moreno, Párroco y Síndico de San Martín de Porres (Ferroviaria Alta).

Al Rvdo. P. José Miguel Asimbaya Moreno, Director de la Escuela "Isabel Tobar 2".

Al Rvdo. P. Ramiro Rodríguez Escobar, Párroco y Síndico de Chi- Uogallo.

Al Rvdo. Padre Nelson Alfonso García Chacón, Vicario Parroquial de El Carmelo.

Al Rvdo. P. Marcelo Vicente Sarmiento, OCD., Vicario Parroquial de Santa Teresita.

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OCTUBRE

A la Rvda. Hna. Flor María Prócel Valarezo, religiosa franciscana misionera de la Inmaculada, Juez Instructor del Tribunal Arquidiocesano de Primera Instancia para las Causas Matrimoniales.

NOVIEMBRE

Al Rvdo. P. Luis A. Cruz, S J., Confesor Ordinario de la Comunidad del Monasterio de la Visitación de Santa María.

Al Rvdo. P. José Mauricio Sanango Palaguachi, Párroco y Síndico de Jesús del Gran Poder de Palma Real.

Al Rvdo. Padre José Mauricio Sanango Palaguachi, Vicario Parroquial de Ntra. Sra. de la Paz.

A Mons. Gustavo Naranjo Soto, Capellán del Monasterio de la Inmacu- lada Concepción.

Al Rvdo. P. Luis Emilio Chacón Padilla, S.J., Párroco de San Ignacio de Loyola (Solanda).

Al Rvdo. Padre Luis Bayas, S.J., Vicario Parroquial de San Ignacio de Loyola (Solanda).

DECRETOS

SEPTIEMBRE

08

08

Decreto de creación de la Residencia Juvenil "María Inmaculada" de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada en la ciudad de Quito.

Decreto de erección de una Capilla privada en casa de los esposos José Luis Sancho y Beatriz Arias.

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OCTUBRE

Q2 Decreto de erección de la Parroquia eclesiástica de San José de Ayora.

Qj Decreto de erección de la Parroquia eclesiástica de Jesús del Gran Poder de Palma Real.

NOVIEMBRE

04

Decreto de erección del Noviciado "Nuestra Señora de Nazaret" de la Provincia Josefina de Ecuador y Colombia en la parroquia eclesiástica de San Sebastián de Pifo.

I Decreto de erección del Noviciado de la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora en la ciudad de Quito.

DECRETO

DE ERECCION DE LA PARROQLTA ECLESIASTICA DE SAN JOSE DE AYORA

t Antonio J. González Z., Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Arzobispo de Quito,

CONSIDERANDO:

1. Que la parroquia civil de Ayora ha experimentado un notable crecimiento demográfico, de manera que es urgente proveerle de un cuidado pastoral más permanente y esmerado;

2. Que la parroquia civil de Ayora dispone de una Iglesia propia para la celebración

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del culto divino y de una casa parroquial adecuada para habitación del párroco y provista de un local apto para despacho parroquial y para las reuniones de la comunidad;

3. Que no se puede atender debidamente al bien espiritual de los fieles de la parroquia civil de Ayora si no es con la erección de una nueva parroquia eclesiástica; y

4. Que las autoridades, dirigentes barriales, animadores y numerosos moradores de Ayora Nos han dirigido, con fecha 15 de agosto de 1992, una respetuosa e insistente solicitud, pidiendo la erección canónica de Ayora como parroquia eclesiástica.

Oído el parecer favorable del Consejo de Presbiterio, hechas las respectivas consultas y en uso de las facultades que Nos competen según el can. 515, párrafo 2, del Código de Derecho Canónico vigente.

ERIGIMOS Y CONSTITUIMOS EN PARROQUIA ECLESIASTICA LA PARROQUIA CIVIL DE AYORA.

El Patrono de la nueva parroquia eclesiástica de Ayora será San José, el cual será, al mismo tiempo, el Titular de la Iglesia parroquial.

Los límites de la nueva parroquia eclesiástica de San José de Ayora coincidirán con los límites de la parroquia civil:

POR EL NORTE: El Nudo de Cajas, Yanahuaico, El Rodadero y Púliza; POR EL SUR: El Río Blanco;

POR EL ESTE: Los páramos de la hacienda Santo Domingo; y

POR EL OCCIDENTE: El Río Granobles en parte, luego el Upayacu y una que- brada que, bajando desde el Nudo del Cajas, divide las haciendas "Tupigachi" y "Florencia" y se encuentran con el callejón de Tupigachi que continúa hacia el sur hasta el "Upayacu".

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La Iglesia de San José de Ayora será tenida en adelante como PARROQUIAL y gozará, por lo mismo, de todos los privilegios que el Derecho concede a las iglesias parroquiales, por lo cual tendrá fuente bautismal y podrán celebrarse en ella todas las funciones parroquiales. Junto a la Iglesia funcionará el despacho parroquial.

La parroquia de San José de Ayora deberá ser el centro de coordinación y de animación de las comunidades menores, de los grupos y de los movimientos parroquiales (Cf. Puebla 644 y 648 a 653), de tal manera que propenda sin cesar a la edificación de la Iglesia, mediante la entrega de la Palabra de Dios, la celebración de la Eucaristía y demás sacramentos de la fe, y la práctica de la caridad, de modo que la evangelización comprenda la promoción humana y el desarrollo integral de la gente que vive en la parroquia de Ayora.

El Párroco de San José de Ayora coordinará sus actividades pastorales con el Equipo Sacerdotal de Cayambe y Tabacundo y con la Zona Pastoral del mismo nombre.

Damos, pues, por erigida y constituida la nueva parroquia eclesiástica de San José de Ayora y ordenamos que el presente Decreto de erección sea leído públicamente en la nueva parroquia y en la parroquia de San Pedro de Cayambe.

Dado en Quito, en el Palacio Arzobispal, a los 2 días del mes de octubre del año del Señor de 1992.

ARZOBISPO DE QUITO

t Antonio J. González Z.

Héctor Soria S., CANCILLER

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DECRETO

DE ERECCION DE LA PARROQUIA ECLESIASTICA DE JESUS DEL GRAN PODER DE PALMA REAL

t Antonio J. González Z., por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica ARZOBISPO DE QUITO,

CONSIDERANDO:

1 . Que la zona de Palma Real y Meridiano, perteneciente a la parroquia eclesiástica de San José de Minas, ha experimentado un notable crecimiento demográfico, de manera que es urgente proveerle de im cuidado pastoral más permanente y esmerado;

2. Que dicha zona dispone de una Iglesia propia para la celebración del culto divino y de una casa adecuada para la habitación del párroco y provista de un local apto para despacho parroquial y para las reuniones de la comunidad cristiana;

3. Que no se puede atender debidamente al bien espiritual de los fíeles de la zona de Palma Real y Meridiano si no es con la erección de una nueva parroquia eclesiástica; y

4. Que los moradores de la zona de Palma Real y Meridiano Nos han solicitado insistentemente la erección de una nueva parroquia eclesiástica en dicho sector.

Oído el parecer favorable del Consejo de Presbiterio, consultado el Rvdo. Padre Párroco de San José de Minas y en uso de las facultades que Nos competen según el can. 515, párrafo 2, del Código de Derecho Canónico vigente.

ERIGIMOS Y CONSTITUIMOS EN PARROQUIA ECLESIASTICA LA ZONA DE PALMA REAL Y MERIDIANO

El Patrono de la nueva parroquia eclesiástica será Jesús del Gran Poder, el cual será, al mismo tiempo, el Titular de la Iglesia parroquial.

Los límites de la nueva parroquia eclesiástica de Jesús del Gran Poder de Palma Real serán los siguientes:

POR EL NORTE: El Río Pamplona, desde su confluencia con el Río Guay- llabamba, aguas arriba, hasta la quebrada de San Francisco

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BOLETIN ECLESIASTICO

y, siguiendo el curso de ésta, hasta los párannos de Cambugán;

POR EL OESTE: El Río Cambugán, aguas abajo, desde su nacimiento en los

páramos de Cambugán; POR EL SUR Y EL OESTE: El Río Cambugán y el Río Guayllabamba, desde su

confluencia con el Río Cambugán, aguas abajo, hasta su

confluencia con el Río Pamplona.

La iglesia de Jesús del Gran Poder de Palma Real será tenida en adelante como PARROQUIAL y gozará, por lo mismo, de todos los privilegios que el Derecho concede a las iglesias parroquiales, por lo cual tendrá fuente bautisma' y podrán celebrarse en ella todas las funciones parroquiales. Junto a la Iglesia funcionará el despacho parroquial.

La parroquia eclesiástica de Jesús del Gran Poder de Palma Real deberá ser el centro de coordinación y de animación de las comunidades menores, de los grupos y de los movimientos parroquiales (Cf. Puebla 644 y 648 a 653), de tal manera que propenda sin cesar a la edificación de la Iglesia, mediante la entrega de la Palabra de Dios, la celebración de la Eucaristía y demás sacramentos de la fe, de modo que la evangelización comprenda la promoción humana y el desarrollo integral de la gente que vive en la zona de Palma Real y Meridiano.

El Párroco de Jesús del Gran Poder de Palma Real coordinará sus actividades pastorales con el Equipo Sacerdotal de la Zona Peruchana y con la Zona Pastoral del mismo nombre.

Damos, pues, por erigida y constituida la nueva parroquia eclesiástica de Jesús del Gran Poder de Palma Real y ordenamos que el presente Decreto de erección sea leído públicamente en la nueva parroquia y en la parroquia de San José de Minas.

Dado en Quito, en el Palacio Arzobispal, a los 7 días del mes de octubre del año del Señor de 1992, día de Nuestra Señora del Rosario.

t Antonio J. González Z., Héctor Soria S.,

ARZOBISPO DE QUITO CANCILLER

BOLETIN ECLESIASTICO

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INFORMACION ECLESIAL

En el Ecuador

Seminario de religiosos sobre la

IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

Desde el lunes 1 7 hasta el sábado 22 de agosto de 1992, se realizó en Quito, en el local del Colegio Marista "Pedro Pablo Borja" 2, un Seminario sobre la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

Este Seminario fue organizado por el Departamento de Vida Consagrada del CELAM (DEVICON) y por la Conferen- cia Ecuatoriana de Religiosos. Objeto de estudio en este Seminario fue el "Instrumento de Trabajo" que el CELAM ha preparado para la IV Conferencia General del Episcopado Latinoameri- cano que se celebrará en Santo Domin-

go desde el 1 2 de octubre hasta el 28 del mismo mes de este año.

Este Seminario, para el que vinieron expositores del CELAM, despertó gran interés en las Comunidades religiosas del Ecuador, de tal manera que en él participaron al rededor de trecientos religiosos y religiosas. Más hubo religio- sas que religiosos.

El sábado 22 de agosto Mons. Antonio J. González, Arzobispo de Quito y Presi- dente de la Conferen. Episcopal Ecua- toriana, presidió la celebración de la Eucaristía de clausura del Seminario.!

II Congreso Nacional de Catequesis del Ecuador

En los días miércoles 2, jueves 3 y viernes 4 de septiembre de 1992, se realizó en Quito el II Congreso Nacional de Catequesis del Ecuador. El Primer Congreso Nacional de Catequesis se había celebrado en la ciudad de Ibarra hace más de veinticinco años.

Se celebró este II Congreso Nacional de Catequesis como un acto importante de la celebración del medio milenio del ini- cio de la evangelización de América y en vista déla celebración de la IV Conferen- cia General del Episcopado Lati-

noamericano que se iniciará el 12 de octubre en Santo Domingo.

Este II Congreso Nacional de Cateque- sis, convocado por la Conferencia Epis- copal Ecuatoriana fue organizado por el Departamento de Catequesis del área pastoral del Magisterio de la iglesia.

El Congreso se inició con el Pregón de Inauguración, que estuvo a cargo de Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

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BOLETIN ECLESIASTICO

Luego se desarrollaron las siguientes ponencias: "Catequesis y Nueva Evan- gelización" por Mons. Javier Lozano, Obispo de Zacatecas y Presidente del Departamento de Catequesis del CELAM; "Catequesis y Biblia" por el P. Ernesto Bravo, S.J., Director del Depar- tamentode Fe y Ecumenismo de la Con- ferencia Episcopal Ecuatoriana; "Cate- quesis y Comunidad" por Mons. Jesús Martínez de Ezquerecocha; Prelado de Los Ríos y Presidente del Departamento de Catequesisde laC.E.E.;"Catequesis y Familia" por el P. Luis Richiardi, S.D.B.; "Catequesis e Inculturación" por el P. Diego Irarrázaval, SSCC y "Cate- quesis hacia el año 2.000" por el Lic. Ricardo Grzona, Secretario Ejecutivo

del DECAT.

Participaron en este II Congreso Nacio- nal de Catequesis cerca de dos mil cate- quistas de las distintas circunscripcio- nes eclesiásticas del Ecuador. El Con- greso se desarrolló en el Coliseo de la Pontifica Universidad Católica del Ecua- dor. Se clausuró el Congreso con una Eucaristía presidida por el señor Carde- nal Pablo Muñoz Vega, Eucaristía en cuyo ofertorio fueron presentados los compromisos que asumieron los partici- pantes de las diversas Iglesias particu- lares del Ecuador. Durante el Congreso reinó entre los participantes mucha unión, entusiasmo en el trabajo, alegría y una grata expriencia de fraternidad.*

Superiora General de Dominicas visitó el Ecuador

La Muy Rvda. Madre María Inmaculada Hervé, Superiora General de la Con- gregación de Dominicas de la Inmacu- lada Concepción llegó al Ecuador, a principios del mes de septiembre de 1992, para realizar la visita canónica a las casas de las provincias del Ecuador de la Congregación de Dominicas.

El lunes 7 de septiembre, la Superiora General de Dominicas visitó al Arzo- bispo de Quito, antes de iniciar la visita canónica, la que durará más de tres meses, pues la Muy Rvda. Madre María Inmaculada Hervé piensa permanecer en el Ecuador hasta fines de diciembre de este año.B

Se inauguró el Instituto Andi

La CLATo Confederación Latinoameri- cana de Trabajadores, que tiene su sede en Venezuela, ha establecido en la ciudad de Quito el "Instituto Andino de Estudios Sociales" (INANDES). Este Instituto, que estará dedicado espe- cialmente al estudio de la Doctrina So- cial de la Iglesia y que estará al servicio de los dirigentes laborales de Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Vene- zuela, funcionará en Quito, en la

no de Estudios Sociales

Avenida Coruña y Salazar N- 530.

El día sábado 28 de agosto de 1992, Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito, bendijo el local en el que funcionará "INANDES". Con ocasión de la inauguración del INAN- DES se llevó a cabo una sesión so- lemne, en el salón "Jorge Icaza" de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

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Nueva Visitadora Provincial de las Hijas de la Caridad en el Ecuador

Sor Alba Arreaga Rivas terminó su período de Visitadora Provincial de las Hijas de la Caridad en el Ecuador, el día 27 de septiembre de 1 992, festividad de San Vicente de Paúl. De acuerdo a las Constituciones y Estatutos que rigen la vida de las Hijas de la Caridad, el Muy Rvdo. P. Robert Maloney, Superior General de Lazaristas, ha nombrado

Visitadora de la provincia del Ecuador a Sor Fausta Montesdeoca Cedeño, quien tomó posesión de su cargo el mismo 27 de septiembre de 1992.

Auguramos a Sor Fausta Montesdeoca Cedeño pleno éxito en su servicio a las Hijas de la Caridad de la provincia del Ecuador.!

Religiosas de María Inmaculada se establecieron en Quito

Las Religiosas de María Inmaculada, fundadas en España y que se hallan ya establecidas en América Latina, en Perú y en Colombia, llegaron también a Quito, en donde adquirieron una casa en la Avenida América intersección con la Cuero y Caicedo. En este edificio, Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito, erigió canónicamente la Primera

Casa Religiosa de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada. Esta casa será dedicada a un hogar de jóvenes, especialmente estudiantes.

Primer Encuentro de la Asamblea del Pueblo de Dios

En la semana del lunes 14 hasta el sábado 19 de septiembre de 1992 se realizó en Quito (Ecuador), en la casa "Vida Nueva" de La Merced, en el valle de los Chillos, el Primer Encuentro de la "Asamblea del Pueblo de Dios", Se llamó "Asamblea del Pueblo de Dios" a una reunión de más de cuatrocientos hermanos y hermanas creyentes de var- ias confesiones cristianas -católicos y evangélicos- y de varias religiones no cristianas, representantes de veinte países especialmente de América

Latina. Se reunieron con ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, para dar testimonio, como creyentes, de su fe en el Dios de la vida y para comprometerse con el caminar liberador de ios pueblos de América Latina.

Participaron en este Encuentro de la "Asamblea del Pueblo de Dios" obispos, sacerdotes y miembros de comuni- dades eclesiales de base de la iglesia Católica.

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BOLETIN ECLESIASTICO

Los participantes en este Encuentro renovaron los siguientes compromisos:

Ck>mpromiso por la afirmación de la identidad indígena, negra y mestiza de América Latina;

Compromiso en el proyecto popular de la conquista de la tierra y de una vida digna para todos;

Compromiso en la lucha organizada de nuestros pueblos y de los demás pueblos del Tercer Mundo;

Compromiso en la creatividad alterna- tiva de los procesos con que nuestros pueblos están construyendo la otra democracia, la de las hijas e hijos de Dios, hermanados entre si.

Participantes del Ecuador en la iV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

Participaron en la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo por parte del Ecuador: el señor Cardenal Pablo Muñoz Vega, Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Fueron elegidos por la Conferencia Episcopal: Mons. Juan Larrea Holguín, Arzobispo de Guayaquil; Mons. Luis Alberto Luna T., Arzobispo de Cuenca; Mons. Raúl López M., Obispo de Latacunga; Mons. José Mario Ruiz N., Obispo de Portovie- jo; Mons. Vicente Cisneros, Obispo de Ambato y Secretario General de la C.E.E.; Mons. Antonio Arregui Yarza, Obispo Auxiliar de Quito; Mons. Bernar- dino Echeverría Ruiz, Administrador Apostólico de Ibarra, fue nombrado por

el Papa Juan Pablo I! miembro de la IV Conferencia. Asistió también el P. Angel Heredia, presbítero de la Arquidiócesis de Quito; Mons. José Vicente Eguigu- ren, como Presidente de Cáritas Inter- nacional para América Latina. Como representante de religiosos, participó la Hna. Cecilia Guarderas, Presidenta de la CER; la Superiora General de las Mañanitas fue invitada por S.S. el Papa Juan Pablo II; como representante de los seglares, participó en la IV Conferen- cia el señor José Cachimuel, del Depar- tamento de Pastoral indígena. En fin, el P. Dr. Julio Terán Dutari, participó como Experto de la IV Conferencia. El Episco- pado Ecuatoriano llevó a Santo Domin- go, como su experto particular, al Rvdo. P. Angel Salvatierra.

Quinto Congreso Nacional Mariano

Por disposición de la Conferencia Epis- copal Ecuatoriana, se celebró en la ciudad de Ibarra el "Quinto Congreso Nacional Mariano" del Ecuador. El tema del Congreso fue el siguiente: "La Fe de María y la Nueva Evangelización". Se

celebró este Congreso Mariano como uno de los últimos actos de la celebración del Quinto Centenario del Inicio de la Evangelización de América y para conmemorar el Centenario de la Consagración del Ecuador al Inmacu-

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lado Corazón de María, que se realizó en julio y agosto de 1 892.

El Cardenal Eduardo Pironio, Presi-

dente del Consejo Pontificio para lo: Laicos, fue nombrado Enviado Especia del Papa Juan Pablo II para las celebra clones de este Congreso Mariano.

Curso de preparación de Instructoras

Con el auspicio del señor Arzobispo de Quito Monseñor Antonio González Z., se realizó un Curso de Preparación de Instructores de Paternidad Respon- sable por el Método Billengs, con asis- tencia de quince participantes de las parroquias de la Magdalena, Cara-

pungo, Carcelón, Quito Sur, y Mi- raflores.

El Seminario se realizó en la Casa de Retiros Nuestra Señora de El Quinche, los días 7, 8, 9 y 1 0 de agosto de 1 992.

En el Mundo IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

Para conmemorar el V Centenario del Inicio de la Evangelización de América, se celebró, en Santo Domingo, República Dominicana, la IV Conferen- cia General del Episcopado Lati- noamericano. Las cuatro Conferencias Generales anteriores fueron: la primera en Río de Janeiro en 1955; la segunda en Medellín, Colombia, en 1968; la ter- cera en Puebla de los Angeles, México, en 1979. Esta IV Conferencia General se ha celebrado, trece años después de la tercera, desde el 1 2 de octubre hasta el 28 del mismo mes de 1 992.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II vino a Santo Domingo para inaugurar la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y para canonizar al Obispo misionero Ezequiel Moreno.

El tema de esta IV Conferencia Genera fue el siguiente: "Nueva Evangelización, Promoción Humana y Cultura Cris- tiana". "Cristo ayer, hoy y siempre" (Cfr. Hb. 13. 8).

Más de trecientos miembros partici- paron en esta Conferencia, que fue presidida por el Cardenal Angelo Se- daño, Secretario de Estado, el Cárdena Nicolás de Jesús López R., Arzobispo de Santo Domingo y Presidente del CELAM, y por Mons. Serafín Fernández de Araujo, Arzobispo de Belo Horizonte

Se espera el documento conclusivo d( esta IV Conferencia, a fin de que la; Iglesias particulares de América Latín; asuman en sus planes de pastoral la orientaciones de Santo Domingo.

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BOLETIN ECLESIASTICO

Donativo del Papa para la población de Somalia

El Papa Juan Pablo II pasó los úKImos días de agosto en un período de reposo y de convalecencia en la zona monta- ñosa de Lorenzago de Cadore. En el Angelus de un domingo en la plaza central del pueblo de Domee de Cadore, rodeada de las montañas de los Dolomi- tas, el Papa dijo: "En estos días de con- valecencia y descanso he caminado por los bosques de vuestras montañas, apreciando las bellezas naturales y ad- mirando los paisajes majestuosos del Cadore y, sobre todo, he podido rezar

por la iglesia y el mundo.

Juan Pablo II, profundamente entris- tecido por los tremendos sufrimientos del pueblo de Somalia y después de sus reiterados llamamientos en favor de esta población extenuada por el hambre y las enfermedades, ha enviado un donativo de cien mil dólares (U.S. $1 00,000) para apoyar las iniciativas de socorro. El Santo Padre ha enviado este

don a través del Consejo Pontificio "Cor- unum".

El Cardenal Tomko enviado especial del Papa a la isla de San Salvador

El Santo Padre Juan Pablo II nombró al Cardenal Jozef Tomko, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, enviado especial suyo para las celebraciones que se realizaron en la isla de San Salvador, Diócesis de Nassau, los días 17y 18 de octubre, con

ocasión del V Centenario déla Evangeli- zación de América.

Cristóbal Colón puso el nombre de San Salvador a la isla a la que llegó el 1 2 de octubre de 1 492.

Encuentro Internacional para se celebró en Bruselas

Se celebró en Bruselas, del 13 al15 de septiembre de 1992, un Encuentro Inter- nacional para pedir por la Paz. Lo or- ganizó la Comunidad de San Egidio, en colaboración con la Arquidiócesis de Manilas-Bruselas, como continuación de la histórica jornada de oración in- terreligiosa por la paz, promovida por el Papa Juan Pablo II y celebrada en Asís en octubre de 1 986.

Autoridades eclesiásticas cristianas,

pedir por la paz,

judías, islámicas, budistas e hinduístas han reflexionado sobre el tema actual: "Europa, religiones y paz".

El Papa Juan Pablo II se unió al Encuen- tro con un mensaje enviado al Cardenal Edward Idris Cassidy, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en el que afirmó que el subdesarrollo representa una amenaza creciente para la paz.

BOLETIN ECLESIASTICO

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Religiosos colombianos fueron beatificados

El 25 de octubre de 1 992 fueron beatifi- cados siete religiosos colombianos, miembros de la orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que fueron martiri- zados durante la Guerra Civil española por las milicias republicanas anticleri- cales. Los siete jóvenes religiosos ase- sinados en odio de la fe son: Juan Bau- tista Velásquez, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Melquíades Ramírez, Esteban Maya, Gaspar Páez y

Arturo Ayala. Estos jóvenes religiosos colombianos de la Orden Hospitalaria de "San Juan de Dios" fueron enviados a España para reforzar el personal de la Orden, y se ocuparon de la atención a los enfermos en el Hospital de Ciem- pozuelos, cerca de Madrid.

Estos siete religiosos serán los primeros beatos colombianos, que serán venera- dos por la Iglesia.

Efemérides de la Evangelización de América Latina

Con ocasión de los quinientos años del inicio de la evangelización de América, recordamos las siguientes efemérides:

1492 Cristóbal Colón llega a tierras del Nuevo Mundo.

1493 El Papa Alejandro VI, por las bulas "Inter Coetera", del 3 y 4 de mayo, concede a la Corona Española las nuevas tierras y el encargo de la cristianización del Nuevo Mundo, y delimita las zonas de influencia de España y de Portugal.

1 503 Femando de Aragón obtiene del Papa Julio II la promulgación de la Bula de la Concesión del "Patronato Regio", por el cual la Iglesia del Nuevo Mundo depende para todos los asuntos disciplinares de la Corona Española.

1508 Se erigen las primeras diócesis americanas de Santo Domingo, La Concepción, en la isla Española, y de San Juan en la Isla de Puerto Rico.

540

BOLETIN ECLESIASTICO

1546 El Papa crea las provincias eclesiásticas de Santo Domingo, de México y de Lima y eleva estos obispados a la categoría de Arquidiócesis.

1601 IV Concilio Provincial de Lima, convocado por el Arzobispo Toribio de Mogrovejo.

1602 Fundación del Primer Hospital en Caracas.

1603 Fundación de las universidades de Quito y Lima.

1617 Muere Santa Rosa de Lima. Ella fue beatificada en 1672.

1634 La Corona prohibe el comercio de esclavos en el Pacífico.

1651 Nace Sor Inés de la Cruz, primera poetisa de lengua española (1651-1695).

1674 Decreto concerniente a la libertad de los esclavos.

1687 Fundación de las reducciones de la Santa Trinidad, de San Ignacio, de San Francisco Xavier y de San Francisco de Borja (1687-1793).

1720 Cédula Real, que suprime las encomiendas..

1722 Publicación del primer periódico mexicano "La Gaceta de México" e "Infor- maciones sobre la Nueva España",

1724 Fundación en México del Convento de "Corpus Christi" para religiosas indígenas.

1737 Concordato entre la Santa Sede y Felipe V.

1767 Expulsión de la Compañía de Jesús y propuesta de reforma de las Ordenes religiosas en América.

1776 Independencia de los Estados Unidos de América.

1 898 Primer Concilio Plenario Latinoamericano en Roma.

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1955 Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Río de Janeiro (Brasil)

1968 Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medeilín (Colombia).

1 979 Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla de los Angeles (México).

1992 Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo (República Dominicana).

La fundación catequística

LUZ Y VI DA

ir\stalada en el interior del Pasaje Arzobispal - local 13

OFRECE: Variedad de Agendas para 1993

a cargo de

PEDRO LOMB ARDIA y JUAN IGNACIO ARRIETA

^ 211451 Apartado Postal: 17-01-139

QUITO - ECUADOR

542

BOLETIN ECLESIASTICO

INDICE GENERAL DE 1992

EDITORIALES: NUMEROS PAG.

Proyecciones del Primer Congreso

Latinoamericano de Doctrina Social de la iglesia 1 , 2 y 3 3

La formación de los sacerdotes en la situación actual 4 y 5 1 27

Un importante Centenario 6 y 7 203

El Catecismo de la Iglesia Católica 8 y 9 359

Medio Milenio de la Evangelización de América 10, 11 y 12 423

DOCUMENTOS DE LA SANTA SEDE

Carta de la Sta. Sede a los Presidentes

Rodrigo Borja y Alberto Fujimori 1 , 2 y 3 9

Carta de Juan Pablo II 10

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la

VII Jornada Mundial de la Juventud 11

Desarrollo de la Pastoral de las Vocaciones en

las Iglesias Particulares 17

- Tema e intenciones 18 Capítulo I Aspectos generales y estudio de situaciones 22 Capítulo II Urgencias de carácter doctrinal 27 Capítulo III Opciones de la pastoral de las vocaciones 32 Capítulo IV Responsabilidades de personas y comunidades 35 Capítulo V Pastoral juvenil y pastoral de las vocaciones 39 Capítulo VI Aspectos organizativos 51

- Conclusiones 55

Mensaje Cuaresmal 1992 65

Instrucción pastoral del pontificio Consejo para las

Comunidades Sociales «Aetatis novae» 4y5 133

- I. Contexto de las comunicaciones sociales

para el proceso electoral 135

- II. Tarea de las comunicaciones 138

- III. Retos actuales 143

- IV. Prioridades Pastorales y medios de respuesta 145

- V. Necesidades de una planificación pastoral 147

ANEXO

- Elementos de un plan pastoral de comunicaciones 149

Erección de la Fundación Autónoma

"Populorum Progressio" 156

Estatutos de la Fundación Populorum Progressio 157

Carta del Santo Padre JUAN PABLO II

BOLETIN ECLESIASTICO

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NUMEROS PAG.

a los sacerdotes para el jueves Santo de 1 992 1 61

Mensaje del Santo Padre para la

XXIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 1 63

Exhortación Apostólica Postsinodal «Pastores dabo vobis» 209

- CAPITULO I. Tomado de entre los hombres 214

- CAPITULO II. Me ha ungido y me ha enviado 223

- CAPITULO III. El espíritu del Señor está sobre 234

- CAPITULO IV. Venid y lo veréis 255

- CAPITULO V. Instituyó Doce para que estuvieran con El 269

- L Dimensiones de la formación sacerdotal 271

- II. Ambientes propios de la formación sacerdotal 295

- III. Protagonistas de la formación sacerdotal 301

- CAPITULO VI. Te recomiendo que reavives

el carisma de Dios que está en ti 308

- Conclusión 327

Alocución del Papa a la hora del "Angelus" 365

Textos del Mensaje del Papa Juan Pablo II

para el "DOMUND" de 1 992 367

De la Desesperación a la Esperanza

(Familia y Toxicodependencia) 10, 11 y 12 429

- I. El Fenómeno de la Toxicodependencia 431

- II. Tarea Específica de la Iglesia 436

- III. Presencia Evangelizadora de la Iglesia 441

Mensajes del Santo Padre JUAN PABLO II,

en su tercera visita a la República Dominicana 450

Apertura de la IV Conferencia General

Episcopal Latinoamericana 456

- I. Jesucristo ayer, hoy y siempre 457

- II. Nueva Evangelización 460

- III. Promoción Humana 465

- IV. Cultura Cristiana 470

- V. Una Nueva era bajo el Signo de la Esperanza 473

Encuentro con una representación de indígenas 478

Mensaje a los indígenas 479 Encuentro con una representación de afroamericanos 484 Mensaje a los afroamericanos. 485

DOCUMENTOS DEL CELAM

Congreso Ecuménico Iberoamericano 1,2y3 69 I Congreso Latinoamericano de Jóvenes 73 Primer Congreso Latinoamericano de Pastoral

544

BOLETIN ECLESIASTICO

NUMEROS PAG.

de Santuarios Getsemaní Quito - Ecuador 8 y 9 373

Conferencia Episcopal Peruana 377

Mensaje a los pueblos de América Latina

y el Caribe. 10, 11 y 12 491

DOCUMENTOS DE LA C. EPISCOPAL ECUATORIANA

Declaración de la C. Episcopal Ecuatoriana ante

la visita del señor Presidente del Perú 1 , 2 y 3 79

Orientaciones pastorales de la

C. Episcopal Ecuatoriana para el proceso electoral 83 Declaración de la Conferencia Episcopal

sobre la "Marcha Indígena" 6 y 7 333

Condecoración "Iglesia y Servicio"

al Dr. Rodrigo Borja Cevallos 8 y 9 381

El "Domund" de 1992 386 Medidas Económicas. Declaración del Consejo Permanente de la Conferencia

Episcopal Ecuatoriana 10, 11 y 12 503

DOCUMENTOS ARQUIDIOCESANOS

Eucaristía en la Sesión de Clausura

del Proceso de Beatificación y Canonización

la sierva de Dios Francisca de las Llagas Cornejo 1 , 2 y 3 89 La mediación Papal en el conflicto de límites 95 El Santo Hermano Miguel Pebres Cordero 107 "Compartir es amar" 111 Centenario de la Congregación de

Hermanas Oblatas de los CC.SS. 4 y 5 1 69

Jueves Santo, día del Sacerdocio Ministerial 175 VII Jornada Mundial de la Juventud 1 80

Mensaje de Pascua de Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de Quito y Presidente de la

Conferencia Episcopal Ecuatoriana 184 Semana Vocacional en la Arquidiócesis de Quito 186 Puesto de María en la Evangelización

pasada y presente 6 y 7 337

El Obolo de San Pedro 348 Fiesta del Nuevo Beato Josemaría Escriva de Balaguer 8 y 9 391 Oración Gratulatoria 396 Primer Centenario de la Consagración del Ecuador

BOLETIN ECLESIASTICO

545

NUMEROS

PAG.

al Inmaculado Corazón de María

402

Celebremos el "Día del Papa"

10. 11 y 12

509

Beatificación de Narcisa de Jesús

510

Fiesta de Nuestra Señora de la Presentación de

El Quinche

513

Beatificación de la Sierva de Dios

Madre Francisca de Sales Aviat

519

Día de la no violencia contra la mujer

525

ADMINISTRACION ECLESIASTICA

Nombramientos

1,2y3

113

4y 5

190

6y 7

349

8y 9

406

10, 11 y 12

527

Ordenaciones

1.2y3

114

4y 5

190

8y 9

407

Decretos

1,2y3

116

4y 5

191

6 V 7

349

8y 9

409

10, 11 y 12

528

INFORMACION ECLESIAL EN EL ECUADOR

En el Ecuador

1,2y3

117

4y 5

192

6y 7

350

8y 9

410

10. 11 y 12

534

En el mundo

1, 2y3

120

4y 5

195

6y 7

353

8y 9

415

10. 11 y 12

538

Efemérides de la Evangelización de América Latina

540

Indice general de 1992.

543

546

BOLETIN ECLESIASTICO

La Dirección

y

Administración del

BOLETIN ECLESIASTICO DE LA ARQUIDIOCESIS DE QUITO

Saludan cordialmente a sus suscriptores y anhelan que la paz y la alegría de la Navidad se prolonguen a lo largo del año 1993.

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