pre =aós Mm. de a y pe LM | É AR p A % | y > . va y 24 | a Ed di EN que pd pe pe y E q e | ' 4 4 ! ea 5 87 o NE" ma MN e A ye y / ) PRA A A 7 AAN 1 10 $ Á a '/ de: A SN PS 1671916 CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) TOMO XXI Argentina ¡salud! BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684, PERÚ, 684 1916 / E ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) PROTECTORES S. E. el Presidente de la República Dr. D. VICTORINO DE LA PLAZA El Presidente de la Cámara de Senadores Dr. D. BENITO VILLANUEVA El Presidente de la Cámara de Diputados Dr. D. MARIANO DEMARIA (hijo) PRESIDENTES HONORARIOS S. E. el Ministro de Justicia e Instrucción Pública Dr. D. CARLOS SAAVEDRA LAMAS El Rector de la Universidad Nacional de Córdoba Dr. D. JULIO DEHÉZA COMISIÓN DIRECTIVA PRESIDENTE Dr. D. Adolfo Doering DIRECTORES Dr. D. Oscar Doering Dr. D. Guillermo Bodenbender Dr. D. Federico Kurtz Dr. D. Luis Harperath Ing. D. Luis Achával SECRETARIOS Interno y de actas : Ing. Géogr. Augusto Schmiedecke De correspondencia extranjera : Dr, D. Federico Kurtz Sr. D. Enrique Sparn, bibliotecario auxiliar La correspondencia y cange deberán dirigirse : ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS CÓRDOBA República Argentina BOLETIN ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS. EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) IOMA BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684. PERÚ. 684 1916 ÍNDICE DEL TOMO XXI insta de los Miembros y Socios de la Academia... a Publicaciones recibidas en canje durante el año 1915................... Robert Lehmann-Nitsche. Folklore argentino. El chambergo......... Guillermo Bodenbender, El nevado de Famatida................... Robert Lehmann-Nitsche, Folklore argentino. La bota de potro...... Adolfo Doering y Pablo G. Lorentz, Recuerdos de la Expedición al Río NOTO (LEMON e a a Oscar Doering, Observaciones magnéticas efectuadas fuera de Córdoba enel. año ID ds A A A 387 ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) 1915 PROTECTORES S. E. el Presidente de la República, D" D. VICTORINO DE La PLAZA. Ñ El Presidente de la Cámara de Senadores, D' D. BENITO VILLA- NUEVA. El Presidente de la Cámara de Diputados, D" D. MARIANO DEMARÍA (hijo). : PRESIDENTES HONORARIOS S. E. el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, D" D. Car- LOS SAAVEDRA LAMAS. El Rector de la Universidad Nacional de Córdoba, D" D. Junto DEHÉZA. COMISIÓN DIRECTIVA Presidente D" D, Adolfo Doering Directores D" D. Oscar Doering. D" D. Guillermo Bodenbender. D" D. Federico Kurtz. D" D. Luis Harperath. Ine” D. Luis Achával yA BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Secretarios / Interno y de actas : 0 "O “y Ing” veógra fo Augusto Sehmiedecke. De correspondencia extranjera : D" D. Federico Kurtz. Bibliotecario auxiliar : S" D. Enrique Sparn. Miembros honorarios Guido y Spano, D. Carlos. sonzález, D" Joaquín V. González, D" Joaquín € Miembros titulares y activos 1ehával, Ine” Luis. Albarenque, D" Juan M. Álvarez, D" José Manuel. Ávalos, D. Ángel pe Bas, D" Arturo M. Bodenbender, D" Guillermo. Bustos, Monsenor Fr. Zenón. Cabrera, D" Pablo. Cáreano, D" Ramón J. Doerine, D" Adolfo. Doerino, D" Oscar. Dominguez, Juan A. Ducceschi, D” Virgilio. Figueroa Alcorta, D" José. Garro, D" Juan M. Garzón Maceda, D*" Félix, Gil, D. Martín. Harperath, D" Luis. Holmberg, D" Eduardo L. Kurtz, D" Federico. Kyle DE Lafone Quevedo, D. Samuel. Latzina, D" Francisco. Lehmann-Nitsche, D' R. Lugones, D. Leopoldo. Moreno, D” Francisco P. Outes, D. Félix. Rodriguez, D" Luis E. Viso, D" José del. Zeballos, D" Estanislao. Socios adseriptos Achával, D" Carlos. Achával, D" Emilio S. Achával, D" Pastor. Ahumada, D" Carlos A. Aguiar, D" Henoch D. Aliaga, D" Miguel Ángel. Aliaga Pueyrredón, D" $. Allende, D" Luis M. Ameghino, Carlos. Argañaras, D" Tomás Miguel. Arias, D" Pedro. ACADEMIA NACIONAL Barco, D" Jerónimo del. Beltrán, D" Santiago. Beltrán Posse, D" Francisco. Berrotarán, D" M. E. Bettolli, Ing” geógrafo José. Bodenbender, Ing” Otto. Bréthes, D. Juan. Bustos, D" Tristán. Cafterata, D" Juan F. Capdevila, D" Benjamín Otero. Carafía, Ing” Belisario A. Carlés, D. Enrique. Castellano, D" Samuel. Castellano, D" Temistocles. Castellanos, Alfredo. Castellanos, D" Telasco. Centeno, D" Alejandro. César, D" Justino. Cortés Funes, D" José. Cuadros, Ing” Carlos S. Dabbene, D" Robert. Decker, Mg” Miguel. Deheza, D" Carlos E. Dellepiane, D" Antonio. Díaz, D" Carlos. Díaz, D" Santiago F. Doello-Jurado, D. Martín. Echegaray, D" Julio B. Echenique, D" Enrique. DE CIENCIAS Fizaguirre, D. José Manuel. Escalante, D" Moisés. Escalera, D" José M. Escobar, D" Manuel M. Fernández, D. Juan. Ferreira, Ing” José A. Ferrer, Ing” Baltasar. Fontaine Silva, D" Gastón. Francois, Ing” Carlos. Freire, D" Manuel €. Frías, D" Pedro J. Puchs, Mo” Guillermo. Funes, D" Roque C. Galatoir, D" Pedro. Galíndez, D" Benjamín. Garayzábal, D" Lenacio. García, Ie” Carlos V. García, D" Juan G. García Montano, D" F. Garzón, D" Félix T. Garzón, D" lenacio M. Garzón, D" Tomás A. Garzón Agulla, D" Agustín. Garzón Funes, D" Alberto. Garzón Funes, D'" José. Garzón Maceda, D" Nicolás. Gavier, Ine” Daniel. Gil Barros, D" Ramón. Girardet, Ino” Emilio. Gómez, D" Juan C. VII ) VITI BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS (Gómez, D” Julio W. Gonzales, D” Juan B. Gonzales, D. Manuel. Granillo Barros, Ing” M. Hauman-Merek, me” Luciano. Hosseus, D' C. €. Kronfuss, Ine” Juan. Lanza Castelli, D' A. Lascano, D" José C. La Serna, D" Juan M. de. León, D. Luis. Lillo, D. Miguel. Loza, D” Eufracio S. Ludwig, D. Juan. Luque, D” Justo S. Martínez, D” Gregorio. Martínez, D" Horacio. Martínez, D" Ignacio. Martínez Paz, D" Enrique. Martínez Villaba, D' L. G. Molina, D" Félix J. Molina, D" Luis E. Morra, me? Juan. Morra, D" León Ss. Moyano, D" Virgilio. Xores, D" Antonio. Novillo Corvalán. D' S. Novillo Linares, D' Héctor. Novillo Saravia, D" Lisardo. Núnez, D" Rafael. Olmos, Ing” Emilio F. Ordónez, D” Blas D. Ordónez, D” Rodolfo A. Orrico, D” Juan. ez de la Torre, D" E. Pagliari, Ing” Arturo. Palacios, D” Sebastián. Pedernera, DR. Peña, D" David. Pena, Me” Roberto J. Peralta, D" J. Amenábar. Pitt, D" Arturo. Pizarro, D" Carlos E. Pizarro, D" José M. Portela, D' Benigno. Posse, D” Andrés G. Posse, D" Luis J. Pueyrredón, D” Daniel. Rochefort, ng” Octavio de. Rodríguez de la Torre, D' Julio. Rodríguez del Busto, Antonio. KRomagosa, D” Ernesto. Romagosa, me” Fernando. Roque, Ie” Francisco. Roth, D" Santiago. Rothe, D” Guillermo. ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS IX Rovereto, Gayetano. Tecera, D" Moisés. Salas Orono, D' N. Vásquezde Novoa, Ing. Vicente. Sánchez Sarmiento, Ing” F. Vásquez de Novoa, Ing” Félix. San Román, D” Guillermo. Vega, Agrim. Domingo de la. Saravia, Ing” José M. Vella, D" Pedro. Sarria, D" Félix. Vernazza, D" Juan J. Silva, Agrim. Francisco. Vidal Peña, D" Manuel. Silva, D” Samuel. Villalba, D” Aquiles D. Soaje, D' Eliseo. Villegas, Ing” Belisario. Soria, D” Benito. Viso, Ie” Jacinto del. Strada, D" Fernando. Stucchi, D” A. Yofre, D" Felipe A. Stuckert, D. Teodoro. MIEMBROS EN EL EXTRANJERO Honorarios Engler, D' K. Excelencia. Catedrático de Química en la Escuela superior politéenica de Karlsruhe (Alemania). Weinschenk, D" Ernst. Catedrático de Petrografía en la Univet- sidad de Munich (Alemania). Corresponsales Conwentz, D'" H. Catedrático. Berlín-Schoeneberg. Cora, Guido. Profesor suplente de Geografía en la Universidad degli Studi de Roma. Cottenot, D" Pablo. París. González Hidalgo, Joaquín. Catedrático de Zoografía en la Uni- versidad central de España, Madrid. Giissfeldt, D" Paul. Profesor. Berlín. Gadeau de Kerville, Henri. Presidente de la Sociedad de Cien- cias Naturales de Rouen. Rouen (Francia). Xx BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Hann, D" Julius. Profesor emeritus de Física en la Universidad de Viena. Hellmann, D' Gustavo. Director del Observatorio meteorológico de Berlín. Hieronymus, D" Jorge. Berlín. Kayser, D" Emanuel Fr. H. Catedrático de Geología y Palaeon- tología en la Universidad de Marburg (Alemania). Kobelt. D" med. Wilhelm. Editor de Nachrichtenblatt der Deut- sehen malakozool. Gesellschaft Sehwanheim (Alemania). Porter, Profesor Carlos E. Director de la Revista chilena de His- toria Natural. Santiago de Chile. Rose, LI. N., Smithsonian Institution. Washington U. S. Siewers, D" Wilhelm. Catedrático de Geografía en la Universi- dad de Giessen (Alemania). Steinmann, D" Gustavo. Catedrático de Geología y Paleonto- logía en la Universidad de Bonn (Alemania). NÓMINA PUBLICACIONES RECIBIDAS EN CANJE POR LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) DURANTE EL ANO DE 1915 AMÉRICA REPÚBLICA ARGENTINA Buenos Aires. Ministerio de Agricultura. Boletín. Tomo 18. Tomo 19, N. 1-9. 1914-15. Anales. Sección Geología, Mineralogía y Minería. Tomo 10, N. 2. 1915. Boletín. Dirección General de Minas, Geología e Hidrología. Serie A. N. SOLO Ministerio de Obras Públicas. Boletín. Tomo 11, N. 1-6. Tomo 12, N. 1-6. 1914-15. Museo Nacional de Historia natural. Anales. Ser. 3. Tomo 26. 1915. Índices de los tomos 1-20. Obras Sanitarias de la Nación. Laboratorio de análisis de aguas y ensayos de ma- teriales. Trabajos del Laboratorio. Estudio de la purificación de las aguas por el sulfato de aluminio. El agua de Río de la Plata por los doctores A. Bado y V. J. Bernaola. Buenos Aires. 1915. Consejo Nacional de Educación. El Monitor de la Educación Común. N. 504-515. 1915. Dirección General de Estadística de la Nación. Anuario. 1915. El Comercio exterior argentino. N. 167. 1915. XII BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Dirección de Estadística Municipal. Anuario estadístico. Año 24. 1914. 3oletín mensual. 1914, N. 9-11. 1915, N. 1-8. 10. Academia de Filosofía y Letras. Anales. Tomo 3. 4. 1915. Instituto Geográfico Militar. Anuario. Vol. 3. 1914. Sociedad Científica Argentina. Anales. Tomo 78, Entr. 3-6. Tomo 79, Entr. 3-6. Tomo 850, Entr. 1-2. 1914. 1915. Sociedad (Juémica Argentina. Anales. Tomo 2. 3. N. 8-11. 1914. 1915. Sociedad Argentina de Ciencias naturales ETE MOMO IAN ALO Sociedad Nacional de Farmacia. Revista farmacéutica. Año 57, N. 12. Año 58, N. 1. 1914. 1915. Deutscher Wissenschafticher Verein. Zeitschrift. Heft 1. 1915. Centro Estudiantes de Farmacia. Revista. Año 4, N. 1-3. 1915. La Unión Industrial Argentina. Boletín. N. 552-558. 1915. Córdoba. Universidad Nacional. Revista. Año 1, N. 5. Año 2, N. 1-8. 1915. Facultad de Ciencias médicas. Publicaciones. Tomo 2. Trabajos del Laboratorio de Fisiología. Ser. 3. (1911-14). 1915. Dirección General de Estadística de la Provincia de Córdoba. Anuario. 19153. La Plata. Facultad de Ciencias físicas, matemáticas y astronómicas. Anuario. 1915. Contribución al estudio de las ciencias físicas y matemáticas. Ser. física. Vol. 1, Entr. 3. 4. 1915. Ser. técnica. Vol. 1, Entr. 1. 1915. Memoria. N. 3. 1913. Museo de La Plata. Revista. Tomo 19, Parte 1. Tomo 20. 22. 1913. Dirección General de Estadística de la Provincia de Buenos Aires. Boletín mensual. N. 167-174. 1914-15. Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Revista de Educación. Año 55, Diciembre. Año 56, Enero-Noviembre. 1914-15. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS MIT HossEUS, C. C. La vegetación del Lago Nahuel Huapí y sus montañas. (Tra- bajos del Instituto de Botánica y Farmacología. N. 33). Buenos Aires 1915. WILLIaMs, A. T. Los espectros de la descarga oscilanté. Buenos Aires 1915. BRASIL Río de Janeiro. Museu Nacional. Archivos. Vol. 16. 1911. Observatorio Nacional. Annuario. Anno 31. 1915. Sáo Paulo. Secretaria da Agricultura, Commercio e Obras Publicas do Estado de S. Paulo. — Servico meteorologico. Dados climatologicos. Ser. 2. Anno 1911. N. 21-24. CANADÁ Guelph (Ontario). Entomological Society of Ontario. Annual Report. 45. 1914. The Canadian Entomologist. Vol. 46, N. 12. Vol. 47, N. 1-11. 1914-15. Ottawa. Department of Mines. Geological Swrvey Branch. Memoirs. N. 1. 2. 19. 21-23. 28. 29 E. 3: Summary Report. 1913-14. Victoria Memorial Museum Bulletin. N. 7. Mines Branch. Bulletin. N. 2. 9. 10. Annual Report on the Mineral Production of Canada. 1913. Publicacion N. 1497 169. 203. 209. 219. 222. 245. 254. 263. 2 289. 286. 299. 303. 305. 308. 309. 322. 323. 325. 331. 333. 394. 971. 1362. 1369. 1393-1395. 1411. 1513. 19. 281. Toronto. Canadian Institute. Transactions. Vol. 10, Part 2. N. 24. 1915. Meteorological Service of Canada. Report. 1911-12. Monthly Weather Review. Vol. 38, N. 8-12. Vol. 39, N. 1-4. 7. 8. 1914-15. xIV BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ESTADOS UNIDOS Baltimore. Johns Hopkins University. Circular. New Ser. 1913, N. 10. 1914, N. 1-3. 5. 6-10. 195 NA Studies in Historical and Political Science. Ser. 32, N. 2-3. 1915. Bloomington. Indiana University. Bulletin. Vol. 13, N. 8. Catalog number. Boston. American Academy of Arts and Sciences. Proceedings. Vol. 50, N. 1-3. Society of Natural History. Proceedings. Vol. 34, N. 13. Vol. 35, N. 1. 1912. 19114. Chicago. Field Columbian Museum. Publication. 94. 101. 110-113. Cincinnati. Lloyd Library. Bibliograpbical contributions. Vol. 2, N. 4-5. 1915. Columbia, Miss. University of Missouri. Bulletin. Science Ser. Vol. 2, N. 4. Des Moines, Jowa. Jowa Geological Survey. Annual Report. Vol. 24. 1913. Indianapolis, Ind. Indiana Academy of Science. Proceedings. 1913. New Haven. Connecticut Academy of Arts and Sciences. Transactions. Vol. 20, pp. 133-160. 1915. New York. American Geographical Society. Bnlletin. Vol. 46, N. 12. Index. Vol. 47, N. 1-5. 7-12. 1914. 1915. Botanical Garden. Bulletin. Vol. 9, N. 32. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS The American Naturalist. N. 575-585. 587. 588. Vol. 48. Vol. 49. 1914. ,1915. Philadelphia. Academy of Natural Sciences. Proceedings. Vol. 66, Part 2-3. 1914. Franklin Institute. Journal. Vol. 178, N. 5-6. Vol. 179. Vol. 180. 1914. 1915. Commercial Museum. Annual Report. 1914. Portland Maine. Society of Natural History. Proceedings. Vol. 3, Part 1. 1914. San Francisco. California Academy of Sciences. Proceedings. Ser. 3. Vol. 4, N. 4. 5. Ser. 4. Vol. 2, pp. 203-374 a AO OI IN e e St. Louis. Missouri Botanical Garden. Annals. Vol. 1, N. 4. Springfield, Mass. Museum of Natural History. Report 1915. Tallahassee. Florida State Geological Survey. Annual Report. 7 th. 1915. Texas. University. Bulletin. N. 189. 194. 294. 308. 323. Warren, Pa. Academy of Sciences. Transactions. Vol. 2, Part 1. 1911-12. Washington. Smithsonian Institution. Annual Report. 1913. United States National Museum. Annual Report. 1914. Bulletin. N. 88-90. VO XVI BOLETIN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Contributions from the United States National Herbarium. Vol. 17, Part. (e E Special Bulletin. American Hydroids. Part HI. The Campanularidae Plates by Ch. Cleveland Nutting. - and the Bonneviellidae, with 27 Washington 1915. United States Department of Agriculture. Yearbook. 1914. Bureau of Biological Survey. Bulletin. 185. North American Fauna. N. 36. Feather Bureau. y Monthly Weather Review. Vol. 42, N. 3-12. Suplem. N. 1. Vol. 43, N. 1. 1914. 1915. Bulletin of the Mount Weather Observatory. Vol. 6, Part 4. United States Geological Survey. Amnual Report of the Director. 1914. Bulletin. 541. 548-550. 556. 557. 561. 562. 570-572. 574. 576-5719. 580 D-0O. 581 A-D. 583-586. 588. 590. 592. 599. 600. Mineral Resources of the United States. 1912, Part. 1. 2. 1913, Part 1 : 1-26. Part. 2 : 1-35. Water-Supply Papers. N. 321. 323. 325-330. 335. 336. 339. 340 B-E. 344. 345 E-G. 346-348. 363. 364. 366. Professional Papers. N. 83. 86. 90 C-H. t >] National Academy of Sciences. Memoirs. Vol. 12, Mem. 1. 1911. Proceedines. Vol. 1, N. 2-4. 6-8. 11. 12. 1915. BARRINGER. D. M. Meteor Crater in Northern Central Arizona. 1909. REPÚBLICA DE HAITÍ Port-au-Prince. Observatoire météorologique du Séminaire-College St. Martial. Bulletin. Année 1914, Janvier-Juin. MÉXICO México. Observatorio Astronómico Nacional. Tacubaya. Anuario. Año 35, Part 1-3. 1915. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS PERÚ Lima. Cuerpo de Ingenieros de Minas del Perú. Boletín. N. 81. 1915. Sociedad Geográfica. Boletín. Tomo 30. Año 1914. URUGUAY Montevideo Dirección General de Estadística, XVI Anuario estadístico de la República Oriental del Uruguay. 1909-10, Tomo 2. Libro 22. 1910-11. Libro 23. 1911-12. El movimiento del Estado civil y la mortalidad de la República Oriental del Uruguay en el año 1914. EUROPA ALEMANIA Aachen. Deutseh-Súudamerikanisches Institut. Mitteilungen. Jahre. 1915, Heft 1-2. Berlin. Gesellschaft fir Anthropologie, Ethnologie und Urgeschichte. Zeitschrift fiir Ethnologie. Jahrg. 47, Heft 2-3. 1915. Bremen. Geographische Gesellschaft. Deutsche Geographische Blitter. Bd. 37, Heft 3-4. 1914. Breslau. Sehlesische Gesellschaft fiv vaterlindische Cultur. Jahresbericht. 1911, Bd. 1. 2. 1912, Bd. 1. 2. Dresden. Verein fir Erdkunde. " Mitteilungen. Bd. 2, Heft 10. Frankfurt a. M. Physikalischer Verein. Jahresbericht. 1913-14. Wi. XXI XVI BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Freiburg i. Br. Naturforschende Gesellschaft. Berichte. Bd. 20, Heft 2. 1914. Góttingen. Kónigliche Gesellschaft der Wissenschaften. Nachrichten. Gescháftliche Mitteilungen. 1914, Heft 1. Mathematisch- physikalische Klasse. 1914, Heft 1-4. 1915, Heft 1. Giistrow. Verein der Freunde der Naturgeschichte in Mecklenburg. Archiv. Jahrg. 68, Abt. 1. 2. 1914. Jena. Medizinisch-Naturwissenschaftliche Gesellchaft. Jenaische Zeitschrift fiir Naturwissenschaft. Bd. 52, Heft 4. Bd. 53. MOTA ADOS Marburg. Gesellschaft zur Befórderung der gesamten Naturwissenschaften. Sehriften. Bd. 13, Abt. 7. Wiirzburg. Physikalisch- Medicinische Gesellschaft. Sitzungesberichte. Jahrg. 1914. z AUSTRIA-HUNGRÍA Budapest. Museum Nationale Hungaricum. Annales historico-naturales. Vol. 12, Pars 2. Vol. 13, Pars 1. 1914. 1915. Pola. Hydrographisches Amt der K. k. Kriegsmarine. Veróftentlichungen. N. 35. 36. Prag. K. Bóhmische Gesellschaft er Wissenschaften. Sitzungsberichte. Mathematisch-naturwissenschaftliche Klasse. Jahrg. 1913. Philosophisch, Geschichtliche «€ Philologische Klasse. Jabhrg. 1913. Jahresbericht. 1913. K. k. Sternvarte. Magnetische und meteorologische Beobachtungen. Jahrg. 74. 1913. Wien. Kaiserliche Akademie der Wissenschaften. Almanach. 19153. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS XIX Sitzuangsberichte. Mathematisch-naturwissenschaftliche Klasse. Bd. 122 : Abt. I, Heft 8-10. Abt. Illa, Heft 9-10. Abt. II b, Heft 9-10. Bd. 123: Abt. IL, Heft 1. Abt. lla, Heft 1-3. Abt II b, Heft 1-3. 1914. 1915. Mitteilungen der Erdbeben-Kommission. Neue Folge. N. 47. K. k. Geologische Reichsanstalt. Abhandlungen. Bd. 23, Heft 1. Jahrbuch. Bd. 64, Heft 1-2. 1914. Verhandlungen. Jahrg. 1914, N. 2-18. Jabrg. 1915, N. 1. Verein zur Verbreitung naturwissenschaftlicher Kenntnisse. Schriften. Bd. 55. 1914-15. DINAMARCA Copenhagen. Kongelige Danske Videnskabernes Selskab. Oversigt over Forhandlinger. 1914, N. 3-6. 1915, N. 1. Institut météorologique de Danemark. Annuaire météorologique. Année 1914. Meddelelser. N. 2. ESPAÑA Barcelona. Real Academia de Ciencias y Artes. Año académico. 1914-15. Boletín. Época 3. Tomo 3, N. 6. 1915. Memorias. Época 3. Tomo 11, N. 12-23. Sociedad de Geografía comercial. Publicaciones. N. 9. 10. 1914. 1915. Madrid. Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales. Anuario. 1915. Revista. Tomo 12, N. 8-11. 1914. Real Sociedad Española de Historia nacural. Boletín. Tomo 14, N. 7-10. Tomo 15, N. 2-5. Memorias. Tomo 8, Mem. 5-7. Tomo 10, Mena. 1. Real Sociedad Geográfica. Boletín, Tomo 57. 1915. Revista de Geografía colonial y mercantil. Tomo 11, N. 11-12. Tomo 12, N. 1510. 1914. 1915. San Fernando. Instituto y Observatorio de Marina. Almanaque náutico para el año 1916. Con suplemento. XX BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS FRANCIA Havre (Le). Société de Géographie commerciale. Bulletin. Année 1914, Trim. 1. Montpellier. Académie des Sciences et Lettres. 3ulletin mensuel. 1914, N. 8-12. 1915, N. 1-6. Paris. Société de Géographie commerciale. Bulletin mensual. Tome 37, N. 1-3. 7-9. 1915. HOLANDA Rotterdam. Nederlandsche Entolomogische Verceniging. Tijdschrift voor Entomologie. Deel 57, Atl. 3-4. Deel 58. 1914-15. Entomol. Berichten. Deel 4. N. 79-84. 1914-15. Utrecht. Koninklijk Nederlandseh Meteorologisch Institut. Annuaire. 1913 A. B. Mededeelingen en Verhandelingen. N. 18. 19. Onweders. Deel 33. 1912. Publication. N. 104. 106. 107 A. 108. Provinciaal Utrechtsch (Genootschap van Kunsten en Wetenschappen. Verslag van het Verhandelde. 1914. Aanteekeningen van het Verhandelde. 1914. Boldingh, J. The Flora of Curacao, Aruba and Bonaire. Leiden 1914. INGLATERRA Chester. Society of Natural Science, Literature and Art. Annual Report and Proceedings. 1914-15. Poems by Charles Kingsley. A lecture by A. Nairne. Chester. 1915. Dublin. Royal Dublin Society. Cientific Proceedines. New Ser. Vol. 14, N. 17-23. Economic Proceedines. Vol. 2, N. 8. 9. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS XXI Edinburgh. Royal Society of: Edinburgh. Proceedings. Vol. 34, Part 3. Vol. 35, Part 1. 2. 1914-15. Glasgow. Natural History Society. The Glasgow Naturalist. Vol. 6, N. 3-4. Vol. 7, N. 1-2. 1915. London. British Museum (Natural History). Catalogue of Ungulates Manmals. Vol. 3. 1914. Meteorological Office. British Meteorological and Magnetic Yearbook. 1913, Part 1, App. 4. 1914, Part 3, Sect. 1. Geophysical Memoirs. N. 11. Weekly Weather Report. 1914, N. 49-52. 1915, N. 3-39. 41-47. Monthly Weather Report. 1914, N. 12. 1915, N. 1-10. Royal Society. Proceedings. Ser. A. N. 623-636. Vol. 90. 91. 92. Ser. B. N. 603-611. Vol. 88. 89. 1914-15. Philosophical Transactions. Ser. A. N. 520-540. Vol. 214. 215. 216. Ser. B. N. 325-336. Vol. 205. 206. 207. 1914-15. Geological Society. Quarterly Journal. Vol. 70. N. 279-280. Vol. 71. N. 281. 1914-15. Royal Meteorological Society. Quarterly Journal. Vol. 41. N. 173-176. Chemical Society. Journal. Vol. 105-106, N. 622-626. Vol. 107-108, N. 627-634. 636. 637, 1914-15. Proceedings. N. 435-436. Indixes. 1914. Linnean Society. Proceedings. Session 127. 1914-15. List. 1915-16. Royal Geographical Society. The Geographical Journal. Vol. 44, N. 6. Vol. 45, N. 1. 3-5. Vol. 46; N. 1-5. 1914-15. Yearbook and Record. 1914. The Editor of. Symons's Meteorological Magazine. N. 587-598. 1914-15. ITALIA Bergamo. Ateneo di Scienze, Lettere ed Arti. Atti. Vol. 23. 1913-14. XXXII BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Milano. Reale Istituto Lombardo di Scienze e Lettere. Rendiconti. Ser. 2. Vol. 47, Fase. 14-20. Vol. 48, Fase. 1-13. 1914. 1915. Modena. Reale Accademia di Scienze, Lettere ed Arti. Memorie. Ser. 3. Vol. 11. 1914. A a E, 1 LS Melo Moncalieri. Osservatorio del Real Collegio Carlo Alberto. Bolletino meteorologico e geodinamico. Osservazioni meteorologiche. 1914, Mayo-Diciembre. 1915, Enero-Abril. Osservazioni sismiche. 1914, NAS IDO AN: Padova. Accademia scientifica Veneto- Trentino-Istriana. Atti. Ser. 3. Anno 7. 1914. Pisa. Societá Toscana di Scienze naturali. Atti. Processi verbali. Vol. 23, N. 3-5. 19114. Roma. Pontificia Accademia Romana dei Nuovi Lincet. Atti. Anno 68. 1914-15. Reale Societa Geografica Italiana. Bollettino. Ser. 5. Vol. 3, N. 11. 12. Vol. 4, N. 125: 72180191 Torino. Museo di Zoologia ed Anatomia comparata delle R. Universita. Bollettino. Vol. 29, N. 680-691. 1914. NORUEGA Bergen. Museum. Aarbok. 1914-15, Heft 1-3. 1915-16, Heft 1. Aarsberetnine. 1913-14. 1914-15. Skrifter. N. S. Bd. 1, N. 2. An Account of the Crustacea of Norway. Vol. 6, Part 5-10. 1915. Christiania. Videnskapsselskapet. Forhandlinger. Aar 1913. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS XXI! Tromsó, Museum. Aarshefter. 35. 36. 1912-13. Aarsberetning. 1912-13. Trondhjem. Det Kongelige Norske Videnskapers Selskap. Skrifter. 1913. PORTUGAL Coimbra. Observatorio Meteorologico e Magnetico da Universidade. Observacoes meteorologicas, magneticas e sismigas. Vol. 53. 1914. Lisboa. Commissao do Servigo geologico de Portugal. Communicacoes. Tomo 10. 1914. Sociedade de Geographia. Boletim. Ser. 32. 1914, N. 9-12. Ser. 33. 1915, N. 1-6. Boletim comemorativo do Y centenario da tomada de Ceuta. 21 d'Agosto de 1915. Lisboa 1915. Observatorio Infante D. Luis. Anais. Vol. 49. 1911. Anais. Observacoes dos Postos meteorologicos. 1907-12. Porto. Academia polytechnica. Amnaes scientificos. Vol. 9, N. 3. 4. Vol. 10, N. 1. Coimbra 1914-15. RUMANIA Bucarest. Academia Romána. Bulletin de la Section scientifique. Année 2. N. 4-10. Année 3. N. 1-10. Année 4. N, 1-3. 1913-14. 1914-15. 1915-16. Societatea Románáa de Stinte. Buletinul. Anual 23, N. 3-6. Anul 24, N. 1-2. 1914-15. RUSIA Dorpat (Jurjew). Naturforscher-Gesellschaft bei der Universitat Jurjew (Dorpat). Schriften. 22. Sitzungsberichete. Bd. 23, Heft 1. 1914. XXIV BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ekatérinenbourg. Seismische Station 1% Ordnung bei dem Observatorium. Wóchentliches Bulletin. Jahrg. 1. 1913. Helsingfors. Finska Vetenekapssocieteten (Société des Sciences de Finlande). Acta Societatis Scientiarum Fennicae. Tom. 44, N. 3. 5. 7. Tom. 45, N. 1. 3. Tom. 46, N. 1. 2. 1914-15. Bidrag till Kiinnedom af Finlands Natur och Folk. Háftet 74, N. 1. Háftet 75, N. 2. Oefversigt af fórhandlingar. 46, A. B. 56, C. 1915-14. Irkutsk. Observatoire magnétique et metéorologique. — Station seismique de 1%* classe. Bulletin hebdomadaire. Année 2. Année 3. 1913-14. Moscou. Société Impériale des Naturalistes. Bulletin. Nouv. Sér. Tome 27, N. 4. Tome 28. 1913-14. SUECIA Lund. Carolinska Universitetet. Acta. Arsskrift. Ny Foóljd. Bd. 9. 1913. Stockholm. Kungliga Svenska Vetenskapsakademien. Arkiv fór Botanik. Bd. 15, Háfte 2-4. Bd. 14, Hiifte 1. 1914-15. Arkiv fór Kemi, Mineralogi och Geologi. Bd. 5, Hiifte 3-6. 1914-15. Arkiv for Matematik, Astronomi och Fysik. Bd. 9, Háfte 3-4. Bd. 10, Hiifte 1-3. 1914-15. Arkiv fór Zoologi. Bd. 8, Hiifte 2-4. Bd. 9, Hiáfte 1-2, 1914-15. Arsbok. 1914. Meddelanden fran K. Vetenskapsakademiens Nobelinstitut. Bd. 3, Hifte. 1-2. 1915. Nobe en 1913. Entomologiska Fóreningen. Entomologisk Tidskrift. 35, Hiáfte 1-4. 1914. Svensia Sállskapet for Antropologi och Geografi. Ymer. Tijdskrift. 1914, Hiifte 3-4. 1915, Hiifte 1-3. Uppsala. Kungliava Vetenskaps-Societeten. Nova Acta. Ser. 4. Vol. 3, N. 8. Vol. 4, N. 1-3. 191415. NÓMINA DE LAS PUBLICACIONES RECIBIDAS XXV SUIZA Bern. Sehwveizerische Naturforschende Gesellschaft. Verhandlungen. 1914. Tl. 1. 2. Chur. Naturforschende Gesellschaft Graubindens. Jahresbericht. Neue Folge. Bd. 55. 1915-14. Fribourg. Société des Sciences naturelles. Mémoires : Mathémathique, Physique. Vol. 3; Géologie et Géographie. Vol. 4, Fasc. 4; Zoologie. Vol. 1, Fasc. 3. ulletin. Vol. 21. 1912-13. Geneéve. Société de Physique et d' Histoire naturelle. Compte rendu des séances. Fase. 31. 1914. Lausanne. Société Vaudoise des Sciences naturelles. Bulletin. N. 184-186. 1915. Neuchátel. Société Neucháteloise de Géographie. Bulletin. Tome 23. 1914. Zúrich. Naturforschende Gesellschaft. Vierteljahrsschrift, Jahrg. 59. Jahrg. 60, Heft 1-2. 1914. 1915. Sehweizerische Meteorologische Zentral-Anstalt. Amnalen. 1913. ÁFRICA Capetown. (El Cabo). Royal Society of South Africa. Transactions. Vol. 4, Part. 3. Vol. 5, Part 1. 1915. Oran. (Argelia). Société de Géographie et d* Archéologie. Bulletin trimestriel. Tome 35, trim. 1. Tome 36, trim. 2. 1915. XXVI BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ASIA FILIPINAS Manila. Department of the Interior — Bureau of Science. The Mineral Resources of the Philippine Islands for the year 19153. 1911. INDIA Calcutta. Board of Scientific Advice for India. Annual Report. 1913-14. Geological Survey of India. Records. Vol. 44, Part 2-4. Vol. 45, Part 1-3. Vol. 46. 1914. 1915. Memoirs. Vol. 41, Part 2. Vol. 42, Part 2. Palaeontologia India. Ser. 15. Vol. 4. Part 2, Fasc. 4. Vol. 7, Mem. N. 1. New Ser. Vol. 4, Mem. N. 4. Indian Association for the Cultivation of Science. Bulletin. N. 12. Report. 1913. Indian Department of Agriculture. Report on the Progress of Agriculture in India. 1913-14 Pusa. Agricultural Research Institute and College. Report. 1915-14. Caleutta 1914-15. INDIAS NEERLANDESAS Batavia. Koninklijk Magnetisch en Meteorologisch Observatorium. Observations. Vol. 34. 1911. Buitenzorg. Departement van Landbouw. Bulletin du Jardin botanique de Buitenzorg. Sér. 2. N. 18. 1915. Jaarboek. 1913. Batavia 1914. Mededeelingen van het agricultuur chemisch Laboratorium. N. 9-12. Batavia 1915. Mededeelingen van de afdeelins voor Plantenziekten. N. 13. 14. 15-17. Mededeelingen uit den Culturtuin. N. 2. 3. 1915. Rijswijk. Fereeniging tot Bevordering der geneeskundige Wetenschappen in Ned-Indie. Tijdschrift. Deel 54, Afl. 5. Deel 55, Afl. 1-3. NÓMINA DE LAs PUBLICACIONES RECIBIDAS XXVII JAPÓN Kyoto. Imperial University. Memoirs of the College of Science and Engineering. Vol. 1, N. 1-5. 1915. Mizusawa. International Latitude Observatory. Annual Report. 1914. Sendai. Tóhoku Imperial University. The Science Reports. Ser. 1. Vol. 3, N. 6. Vol. 4, N. 1. Ser. 2. (Geology). Mol AN 2 VOL NL VOL: 4, NN.) L=4.. The Tóhoku Mathematical Journal. q MON cd Mol NEL Vol. S, Ne 152. 1914. 1915. Taihoku. ; Government 9f Formosa. — Bureau of Productive Industries. Hayata, B. Icones Plantarum Formosanarum nec non et Contributiones ad Floram Formosanam. Vol. 4. Tokyo. Imperial University. The Journal of the College of Science. Vol. 29. Art. 1. Vol. 35, Art. 8. NOlS0Arb o. 6. Vol 37, Amt: 1. Central Meteorological Observatory of Japan. Annual Reports. Parts 1: Meteorolog. observations in Japan. 1915. Parts 2: Magnetic observations and observations on atmospheric elec- bricity. 1911. 1913. Bulletin. Vol. 2, N. 3. Saemontaró Nakamura. Magnetic storm on the 17 of June 1915. AUSTRALIA Melbourne. Royal Society of Victoria. Proceedings. New Ser. Vol. 27, Part 2. - Sydney. pl Department of Mines. — Geological Survey of New South Wales. Mineral Resources. N. 18. 19. 1913. 1915. XXVIII BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS SUBSCRIPCIONES Berlin. Fortsehvritte der praktischen Geologie u. Bergwirtschaft. Bd. 2. 1903-09. Zeitschrift fir praktische Geologie. Jahrg. 1912, Heft 7-10; Jabrg. 1913; Jahrg. 1914; Jabrg. 1915, Heft 1-9. Zeitschrift fir den physikal. u. chemischen Unterricht. Jabrg. 25, Heft 5. 6; Jabrg. 26, Heft 1-6; Jahrg. 27, Heft 1-6; Jahrg. 28, Heft 1-5. 1912-15. Braunschweig. Miiller-Povillets Lehrbuch der Physik und Meteorologie in 4 Búnden. 10. Anfl. Bd. IV, Buch 5, Abt. 3. 1914. Dresden. Handbuch der Mineralchemie. Herausg. Prof. D* Doelter. Bd. 2, Abt. 1-8; Bd. 3, Abt. 1-5. Gotha. Petermann?s Mitteilungen. Jahrg. 58, Heft: August, Sept. Okt. Dez.; Jahrg. 59; Jahrg. 60; Jahre. 61, Heft : Jan-Mai, Juli-Okt. 1912-15. Leipzig. Geologische Rundschau. Bd. 3, Heft 5-8; Bd. 4, Heft 3. 5-8; Bd. 5, Heft 1-8; Bd. 6, Heft 1-3. : Geologisches Zentralblatt. Bd. 18, N. 1. 3-9. 11; Bd. 19, N. 1-16. Register; Bd. 20, N. 1-10. Register; Bd. 21, N. 1-15, 17-19; Bd. 22, N. 1. Ge= neral Register zu Bd. 1-15. 1912-15. Physikalische Zeitschrift. Jahrg. 13, N. 16-25; Jahrg. 14, N. 1-25. 25; Jabrg. os Jahro o Ne: 1912-15. Stuttgart. Centralblatt fir Mineralogie, Geologie und Palaeontologyie. 1912, N. 16-19. 21-24 ; 1913, N. 1-24; 1914; 1915, N. 1-22. Neues Jahrbuch fiir Mineralogie, Geologie und Palaeontologie. 1912, Bd. II, Heft 1. 2; 1913, Bd. L, Hefb 1-3. Bd. 11, Heft 1-3. 1914 Bd LTS 1915, Bd. 1. Bd. II, Heft 1-2. Beilageband 33, Heft 3; Beilageband 34-39. Beilageband 40, Heft 1-2. Córdoba, 1916. ENRIQUE SPARN, Bibliotecario auxiliar. FOLKLORE ARGENTINO (1) dí aL EL CHAMBERGO Por ROBERT LEHMANN-NITSCHE INTRODUCCIÓN Entre las prendas del gaucho argentino, el sombrero de uso co- mún, actualmente llamado chambergo, es considerado como una de las piezas más características y «genuinamente criollas ». Abriendo el «liccionario editado por la Real Academia de Madrid o cualquier gran diccionario de la lengua castellana, tal pensar resulta erróneo ; pero ¿a quién se le ocurre dudar de lo que cree todo el mundo ? La tarea en que nos hemos puesto era, pues, relativamente fácil : comprobar y am- pliar los datos de la Academia que en las diferentes ediciones de su dic- cionario se hallan bajo el artículo chambergo, y acumular suficiente material para demostrar la gran extensión que el citado término, aun- que limitado al sombrero blando, ha tomado en los países del Plata. Ya que el presente trabajo se ocupa de un detalle del vestido po- pular, es menester tratar éste en conjunto; nuestra monografía es, pues, al mismo tiempo, una compilación de los datos literarios y de observaciones propias sobre un capítulo muy interesante del folklore argentino. (1) Del autor : Folklore argentino : 1. Adivinanzas rioplatenses. Biblioteca Cente- naria, VI, 496 páginas. Buenos Aires, 1911; II. El retajo. Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, XX, pági- nas 151-234, 1914. CAT 1 2 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA CHAMBERGO Para principiar con la etimología y las distintas significaciones de la palabra que nos ocupa, transcribimos los artículos que sobre el tó- pico se hallan en las trece ediciones del Diecionario de la lengua cas- tellana por la Real Academia Española. 1* edición, 1729: CHAMBERGA. s. f. Casáca ancha, cuya longitud passaba de las rodillas : su aforro volvia sobre la tela de que era la casáca, con una faxa de quatro á seis dedos de ancho de arriba abaxo por ambos lados: las mangas algo mas anchas de lo que se usan ahóra, y mas cortas, tambien con una vuelta del mismo aforro. Diósele este nombre por haver trahido este trage con sus Tropas el Mariscal de Chamberg, quando vino de Francia a la guerra de Portugal. Lat. Chlamys oblongior. Pragm. de Tass. año de 1680. fol. 36. De hechúra de un justacór ha de-llevar el Maestro nueve reales : y lo mismo de cada chamberga. Chamberga. Se llamó tambien un Regimiento, que se formó en Madrid en la menór edad del Rey Don Carlos II. gobernando los Réinos la Réina Doña Mariana de Austria su madre, para su guardia: del qual, en su priméra for- macion fué Coronél el Rey, y después el Marqués de Aitóna, y ultimamente Don Fernando Miguél de Tejáda. Hallaronse inconvenientes para que sub- sistiesse, por cuya razon se envió a Cataluña, sin otra exencion, ni distincion, que la que tenia otro cualquier Tercio ordinario, adonde por último se refor- mó. En su priméra creacion entraron por Capitánes muchos Grandes de España y otros Oficiales de graduacion y crédito. Tenia su Quartél en Madrid en la calle de la Palóma : y los Oficiales, quando entraban de guar- dia en Palácio, se ponian unos capotíllos de la hechúra de los que se ponen los Reyes de Armas en sus funciones públicas. Diósele este nombre por que trahían los Oficiales y soldados las casácas como las chambergas. Lat. Cla- mydatorum militum phalans, gis. CHAMBERGO. s. m. El Oficial, o soldádo del Regimiento de la guardia, que se llamó Chamberga. Lat. Sagatus vel chlamydatus miles. Chambergo. usado como adj. Se entiende por extension de otras cosas : como sombréro chambergo, casáca chamberga, etc. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 5) 2* edición, 17853: CHAMBERGA. s. f. Casaca ancha, que pasaba de las rodillas : su forro vol- via sobre la tela de la casaca á modo de solapa: las vueltas de las mangas eran del mismo forro. Chlamys amplior et oblongior. 2. Regimiento que se formó en Madrid en la menor edad del Rey D. Car- los IT. para su guardia, gobernando estos Reynos la Reyna Doña Mariana de Austria su Madre, y despues se reformó. Diósele este nombre por traer sus oficiales y soldados las casacas á la chamberga. Ohlamydatorum militum phalanzx. 3. Seguidilla con estribillo irregular, que consta de seis versos, que lle- van cada dos pareada la asonancia. y el primero, tercero y quinto por lo regular son de tres sílabas. Poésis genus quoddam, cantiuncula. 4. P. And. Género de cinta de seda muy angosta. Teniola serica. CHAMBERGO, GA. adj. que se aplica al sombrero redondo y sin picos: llá- mase así por ser parecido al sombrero que usaban los soldados de la cham- berga. Petasus extensus, petasi chlamydatorum speciem referens. 2.s. m. El oficial, ó soldado del regimiento llamado chamberga. Chlamy- datus miles. La 3* edición de 1791 y la 4* de 1803, en vez de: Chambergo, ga. adj. que se aplica al sombrero redondo, etc.: Chambergo, ga. adj. El sombrero redondo, ete. En las ediciones 5? y 6*, de 15817 y 1822 respectivamente, hay cam- bio de ortografía (Reino en vez de Reyno); en lo demás, como la 4*. En las ediciones 7? y S*, de 1832 y 1837 respectivamente, en vez de: 2.5s.m. El oficial, ó soldado, etc., hay: 2.m. El oficial ó soldado, etc. En la 9*, de 1843 y en la 10?, de 1852, el sombrero está mejor ca- racterizado ; dice el párrafo respectivo: CHAMBERGO, GA. adj. El sombrero redondo, ancho de ala y sin picos, ete. En la 11*, de 1869, aparece al fin una quinta acepción, sin que ha- ya referencia bajo la palabra pintura: Pint. á la chamberga. Véase pintura. La 12* edición de 1884 y la 13* de 15899 cambian el artículo que nos ocupa por completo: CHAMBERGA. f. pr. And. Género de cinta de seda muy angosta. 4 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS CHAMBERGO. GA. (De Sehomberg, el mariscal, que introdujo la moda en el uniforme.) adj. Aplícase á cierto regimiento creado en Madrid durante la menor edad de Carlos II para su guardia. || Dícese del individuo de dicho cuerpo. U.t. e. s. || Se aplica también á ciertas prendas del uniforme de este cuerpo. Sombrero chambergo ; casaca chamberga. De tc || V. SeGUIDI- LLA CHAMBERGA. Ú. t.c.s. || [Seguidilla con estribillo irregular de seis versos, de los cuales asonantan entre sí el primero y el segundo, el tercero y el cuarto y el quinto y el sexto, y los impares constan, por lo regular, de tres sílabas. | |] A La CHAMBERGA. Mm. adv. Según la forma de las prendas del citado uniforme. || V. PINTURA A LA CHAMBERGA. [Manera de pintar esculturas de madera, puertas, ventanas, paredes y otras cosas no expuestas á la intemperie, usando colores preparados con barniz de pez griega y agua- rrás. | CHAMBERGUILLA. Í. pr. And. CHAMBERGA. Para completar los datos de la Academia, hemos consultado gran parte de los voluminosos diccionarios de la lengua española, y hemos hallado uno que otro complemento. Mientras Domínguez (1) sólo reproduce los párrafos de la docta institución, Barcia (2) les agrega la etimología : CHAMBERGA. Etimología. Flamenco, schomberg ; catalán, zamberga ; fran- cés, schomberg. CHAMBERGO. Etimología. Catalán, xamberg. Etimologías mucho más amplias hállanse en la obra de Calan- drelli (3). Este autor, al redactar el artículo Chamberga de su diecionario, re- produce según el diccionario dela Academia de 1729, las dos apli- caciones de esta palabra, desde casaca ancha hasta para su guardia, y agrega la aplicación cuarta de la segunda edición del docto diecio- nario de 1783 (género de cinta, etc.), ampliando estos datos con la etimología de la palabra Schombery : (1) DOMÍNGUEZ, Diccionario nacional o gran diccionario clásico de la lengua espa- ñola. Madrid, 1869. (2) Barcia, Primer diccionario general etimológico de la lengua española. Madrid, 1881. (3) CALANDRELLI, Diccionario filológico-comparado de la lengua castellana, VI, página 1675. Buenos Aires, 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Díjose de Sehomberg, apellido del mariscal, que se deriva de sehón, bello, hermoso, vistoso y bergy, monte, montaña. El apellido Sehom-berg= Sehón- berg corresponde al italiano Monte-bello. Derívase schón, del med. al. schoene; ant. al. scóni; anglo-saj. skóni, seyne, brillante, vistoso, luciente; el cual desciende del verbo schauen; ant. al. al. seouwon, ver, mirar, con- templar, cuya raíz skau-, correspondiente a la indo-europea slar, ver, mirar, precaverse, guardarse, y sus aplicaciones cfr. cura, precaverse, cauto, ete. Etimológ. schón significa vistoso, digno de verse, brillante. Para la etim. de berg cfr. brega. De chamberga, casaca inventada por el mariscal Sehom- berg, deriváronse los demás significados de chambergo (cfr.). Los artículos Chambergo-a y Chamberguilla de la obra de Calan- drelli son simples reproducciones textuales de la penúltima res- pectivamente última edición del diccionario de la Academia. Dos aplicaciones nuevas de la voz que nos ocupa, hallamos en el diccionario de Salvá (1). Después de relatar, según la Academia, la interpretación de chamberga como casaca, regimiento, seguidilla y gé- nero de cinta, agrega: Especie de danza y tañido vivo y alegre. Cierta enfermedad del ganado lanar y cabrío. La voz chambergo,-a es, según la Academia, interpretada por Salvá como adjetivo, que se aplica al sombrero, ete., y como m., al oficial o soldado, ete. Mientras que algunos diccionarios, como el Novísimo de 1902 (2), agregan, como cuarta y quinta aplicación, eso de la danza y de la en- fermedad, el Diccionario universal de Serrano (3), indica la aplicación para la danza como anticuada, repitiendo, por demás, cosas ya cono- cidas. Reproducimos también el artículo correspondiente que se encuen- tra en el diccionario de Zerolo (4), pues incluye tres nuevas aplica- (1) SaLvÁ, Nuevo diccionario de la lengua castellana, ete., 2% edición. París, 1847. (2) Novísimo diccionario de la lengua castellana. París, 1902. (3) SERRANO, Diccionario universal de la lengua castellana, ciencias y artes, IV, página 2369. Madrid, 1875. (4) ZEROLO, DE TorRO Y GÓMEZ E Isaza, Diccionario enciclopédico de la lengua castellana. París, 1901. 6 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ciones de la palabra que nos ocupa, es decir, dos cubanismos y un colombianismo. y sentimos no disponer de las obras originales para ampliar las citaciones. Dice Zerolo: *CHAMBERGA, f. 1. pr. And. Género de cinta de seda muy angosta. —2. Amer. C. Cuerna. (Isaacs). 3. + Cuba. Bot. Planta que produce la flor de su nombre de color de ladrillo. (Pieh[ardo, Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas, 4* edición. Habana, 1875].). CHAMBERGO, m. Amer. Cuba. Zool. Pájaro mayor que el canario y de co- lor negruzco, que hace grandes estragos en los arrozales. (Pich[ardo, Diecio- nario, ete. |). *CHAMBERGO, GA. (De Sehomberg, el mariscal, que introdujo la moda en el uniforme.) adj. 1. Aplícase a cierto regimiento creado en Madrid durante la menor edad de Carlos II para su guardia. —2. adj. y s. Dícese del individuo de dicho cuerpo. — 3. Se aplica también a ciertas prendas del uniforme de este cuerpo. Sombrero chambergo ; casaca chamberga. —4, Ver Seguidilla chamberga. [Seguidilla con estribillo irregular de seis versos, de los cuales asonan- tan entre sí el primero y el segundo, el tercero y el cuarto y el quinto y el sexto, y los impares constan, por lo regular, de tres sílabas. ] : —5. A la chamberga. m. adv. Según la forma de las prendas del citado uniforme. —6. V. Pintura a la chamberga. [Manera de pintar esculturas de madera, puertas, ventanas, paredes y otras cosas no expuestas a la intemperie, usando colores preparados con barniz de pez griega y aguarrás. | *CHAMBERGUILLA. f. pr. And. Chamberga. Amplios datos, por fin, aunque incompletos, son aquellos que for- man el artículo correspondiente de la última gran enciclopedia es- pañola (1): dice el artículo: CHAMBERGA, f. And. Género de cinta de seda muy angosta. Chamberga (Ferrería de). Herr. Min. Dícese en Alava de la dedicada a la construcción de sartenes y otros objetos análogos. Chamberga. Mil. Nombre que se dió en España en tiempo de Carlos Il a (1) Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana. XVI, página 1432-1433. Barcelona, [1913]. — TS rd AO E SANA j 4 4 , e] * j nl : n É A ? % i y | R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 7 una casaca ancha, puesta en moda por el mariscal Schomberg, la cual pasa- ba de las rodillas, tenía mangas cortas de enormes vueltas y su forro volvía sobre la tela de aquélla, formando a todo alrededor una especie de franja de 4 a 6 dedos de ancho. « La hechura de un justacor —dice la Pragmática de tasas de 1680 —ha de llevar el maestro nueve reales, y lo mismo de una chamberga.» También se llamó chambergo el sombrero redondo y sin picos que usaban las tropas del mismo mariscal venidas a nuestro país para la guerra con Portugal, y cuya forma se extendió pronto entre todas las clases sociales. [ Acompañan estas explicaciones sobre el sombrero chambergo, la reproducción de parte de una lámina del album de Clonard (véase más ade- lante) y del retrato de Pedro Tjareck, por Franz Hals el Viejo, colección Quilter, Londres]. Por haber usado desde el principio estas prendas se denominó chamber- ga a la coronelía de guardias de la reina, creada por la reina doña Mariana de Austria para defender la corte, cuerpo de infeliz memoria, que fué el re- fugio de toda la gente maleante de la Península, y que apenas creado pro- vocó con su desenfreno vergonzoso y sus excesos de todo género la indigna- cion del pueblo madrileño. Fué su primer jefe el marqués de Aytona y con- tó entre sus oficiales a lo más granado de la nobleza castellana. Cuando triunfó don Juan de Austria en el ánimo vacilante del monarca sobre la ne- fasta influencia de la reina madre, uno de sus primeros actos fué convertir la guardia chamberga en un tercio ordinario, sin exenciones ni privilegios y embarcarlo para Messina. Más tarde fué este tercio reformado en Cata- luña. Del nombre de esta guardia se llamó también chambergos a los indivi- duos que la componían. Chamberga. Mús. Se dió antiguamente este nombre a una danza de movi- miento vivo y alegre, y también a una seguidilla con estribillo irregular. Esta seguidilla consta de seis versos con asonancias pareadas. Durante el sitio de Gerona en 1684 se compuso una canción, en la que se indica ha de cantarse al só de la Xamberga. Tendría probablemente su origen en algún cantar especial de los soldados del regimiento o guardia de la reina, llama- do también regimiento de la Chamberga. Chambergo, ga. (Etim. De Sehomberg, el mariscal que introdujo la moda en el uniforme.) adj. Aplícase a cierto regimiento creado en Madrid duran- te la menor edad de Carlos 11 para su guardia. Ú. t. e. s. [| Dícese del indi- Se aplica también a ciertas prendas del viduo de dicho cuerpo. U. t.c. s. | uniforme de este cuerpo. U. t. e. s. A la chamberga. m. adv. Según la forma de las prendas del citado uni- forme. || V. Pintura a la chamberga. S BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Chambergo. Ornit. Nombre vulgar en Cuba del Dolichonyz oryzivorus Swains, pájaro de la familia de los ictéridos. V. Doliconiz. CHAMBERGUILLA. f. And. Chamberga. En los diccionarios de americanismos que he podido consultar, sólo en el de Membreño (1) hallé el párrafo siguiente : Chamberga ó champer. Planta trepadora, propia de los climas cálidos : echa una fruta que tiene la forma de un corazón y que los muchachos gus- tan de comérsela asada. De las tantas aplicaciones de la palabra chambergo-a, que acabamos de repasar, en la Argentina se conoce una sola : chambergo sust. y adj. para significar el sombrero blando del campesino. Más adelante, en un capítulo especial, nos ocuparemos del chambergo argentino. Basta completar los datos lexicográficos con el artículo de Tobías Gar- zón, quien afirma que la palabra chambergo corre enla Argentina sólo en esta acepción (2): CHAMBERGO. Arg. El blando de castor; sombrero chambergo. Véase el tex- to del señor Carlos Estrada, donde está empleado este nombre en la última forma, en el artículo Compadrito [reproducido en la página 51-52 deesta monografía |. — «Sombrero chambergo. El de copa más o menos campanuda y de ala ancha levantada por un lado y sujeta con presilla, el cual solía adornarse con plumas y cintillos y también con una cinta, que, rodeando la base de la copa, caía por detrás. (Dicc. Acad. )» DATOS BIOGRÁFICOS DEL MARISCAL SCHOMBERG Para los fines de este trabajo es suficiente reproducir el artículo que el Diccionario de Larousse dedica al célebre hombre de bata- llas (3): Schomberg (Armand-Frédéric, comte, puis due et maréchal de France), né (1) MEMBREXNO, Hondureñismos. Wocabulario de los provincialismos de Honduras, página 30. Tegucigalpa, 1895. (2) GARZÓN, Diccionario argentino, página 143. Barcelona, 1910. (3) LAROUSSE, Grand dictionnaire universel du XIX* siécle, XIV, página 372. Pa- rís, 1875. tr Dd a A YA R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 9 a Heidelberg en 1615, tué au combat de la Boyne, le 11 juillet 1690. Son pere, Hans-Meynard Sehenberg, joua un grand róle á la cour de Pélecteur palatin Frédéric V et, apres avoir rempli diverses missions diplomatiques, mourut gouverneur de Cléves et de Juliers: il avait épousé Anne Dudley, fille d'Edouard Dudley, pair d'Angleterre. Frédéric-Armand de Schomberg (son nom patronymique fut ainsi francisé par la suite) fit ses premiéres ar- mes dans l'armée suédoise, alors a la solde de Richelien, assista á la batail- le de Nordlingen, á la retraite sur Mayence (1634-1635) et á presque tous les faits d'armes qui marquerent la période dite francaise de la guerre de Trente ans. Il prit du service en France comme capitaine d'une compagnie de chevau-légers en 1636, fit la campagne de Franche-Comté, puis suivit en Allemagne le maréchal de Rantzau et fut appelé pres de Henri de Nassau, qui en fit son lieutenant. A la mort de Guillaume II de Nassau, fils de Henri, il revinten France, acheta la charge de capitaine de la compagnie des gendarmes écossais (1650) et deux ans apres fut nommé maréchal de camp. Les gue- rres de la Fronde, ou il suivit le parti de Mazatin, lui valurent un avance- ment rapide. Il commanda sous Turenne en qualité de lieutenant général et participa a la prise de Landrecies, Condé et Saint-Guilain, dont Mazarin lui donna le gouvernement. Assiégé, en 1657, dans cette derniere ville, il ne se rendit qu'apres une brillante défense. Il passa ensuite en Espagne, apres avoir assisté a la bataille des Dunes et au siége de Dunkerque. Char- gé d'appuyer les Portugais, il soutint pendant huit ans [1661-1668] tous les efforts des Espagnols et, avec des forces inégales, sut tenir téte a Don Juan d'Autriche, en 1661 et 1662. Vainqueur des Espagnols a Evora, il s'empara de cette derniére ville et remporta la victoire de Montes-Claros, en 1665. A la conclusion de la paix entre les Espagnols et les Portugais, il se háta de revenir en France et recut de Lonis XIV, en 1674, le comman- dement de l'armée de Catalogne et le báton de maréchal, a la suite de la prise de Figuiéeres, Bascharsa et Bellegarde (1675). Son dernier acte militai- re au service de la France fut le siége de Luxembourg, qui se rendit le 4 juin 1684. Aprés la révocation de l'édit de Nantes, Schomberg, quí était protestant, demanda la permission de sortir du royaume et l'obtint en 1686. Il se reti- ra en Portugal, «au gran regret, dit Sourches, de toute la France qui per- dait en lui le meilleur et le plus expérimenté de ses généraux». De Lisbon- ne, oú lPinquisition lui suscita toutes sortes d'embarras, le maréchal de Schomberg se rendit a Berlin, oú il fut comblé d*honneurs, puis en Hollan- de, oú le prince d'Orange, qui préparait son expédition contre l'Angleterre, Vattacha á sa fortune. Une fois roi d'Angleterre, Guillaume le créa due, chevalier de la Jarretiére et grand maítre de lartillerie. Apres le débarque- 10 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ment de Jacques II en Irlande, il fut mis á la téte du corps d'armée chargé «WVarréter les progrés des jacobites. C'était en 1689. Les deux armées étaient séparées par la Boyne. A la vue des Francais, qui formaient le noyau des Engraved for the Univeríal Magazine. FREDERICK Duke of SCHONBERG. Prirutad, ¿for LL Henton aey , Kinga Arms, Varyate Aortin El mariscal Schomberg, según un grabado en cobre de J. Hinton troupes de Jacques, la cavalerie de Guillaume, presque toute composée de réfugiés, franchit la viviere ponr se précipiter sur l'ennemi, qui fut vaincu (11 juin 1690), mais le maréchal de Schomberg fut frappé a mort en poursuivant les fuyards, et tomba enseveli dans son triom- phe. «C'étoit, dit Rapin-Thoyras dans son Histoire d' Angleterre, un homme posé, appliqué, d'une grande conduite, qui pensoit mieux qu'il ne parloit, integre, modeste, obligeant, civil. On le considéroit comme le premier capitaine de son siecle, apres le prince de Condé et le maréchal de Turenne. Il connoissoit a fond les hommes et les affaires. Il estoit de moienne taille, bien fait, le teint beau, une santé ro- buste, un air de grandeur qui imposoit du respect; se tenant a cheval avec une gráce peu commune. Il aimoit beaucoup la propreté dans ses habits et con- servoit au milieu de la vieillesse la gaieté de ses premiéres années. » Acompañamos estos datos con la copia de un grabado en cobre, hecho por J. Hinton y que se conserva en el Gabinete Real de Graba- dos (Kónigliches Kupferstich-Kabinett) de Berlín. AT y Xx 4 R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 11 LA GUARDIA REAL DE MADRID LLAMADA LA CHAMBERGA Para dar a conocer la historia del famoso regimiento que fué lla- mado la Chamberga, reproducimos los párrafos siguientes que se ha- llan en una obra del conde de Clonard (1): En 1669 se formó otro regimiento de guardias. Motivóse la organización de este cuerpo con la necesidad de dar colocación a tantos jefes y oficiales de Guardia de 1675 : tambor, pífano. alférez. (CONDE DE CLONARD, Historia orgánica de las ar- mas de infantería y caballería españolas desde la creación del ejército permanente hasta el dia, V, pl. 13. Madrid. 1854.) mérito como había dejado sin destino la última reforma: pero el verdadero móvil de este pensamiento fué la necesidad de reunir en un cuerpo preferente los mejores elementos de fuerza que reunía el ejército, a fin de oponer a las miras de don Juan de Austria una barrera en que se estrellaran sus esfuerzos por dominar a la reina gobernadora y hacerse dueño de la situación durante (1) CONDE DE CLONARD, Historia orgánica de las armas de infantería y caballe- ría españolas desde la creación del ejército permanente hasta el día, Y, página 8. Ma- drid, 1854. 12 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS la menor edad de Carlos IT. El padre Nithart, el secretario del consejo de Aragón, don Diego de Sada y el marqués de Aitona, fueron los autores de este proyecto (Biblioteca real — Est. H. —Cod. 12) que fué aprobado por el consejo de la guerra (Archivo de Simancas. Guerra. — Parte de tierra. — Legajos 2165 y 2193), siendo objeto de un maduro examen de parte del distinguido marqués de Buscayolo (Opúsculos militares). Admitíale este ilustrado militar como una base fija y bien entendida para la reforma de ; a % -- a 3 qe 5 Guardia de 1675 : mosquetero, arcabucero, piquero. (CONDE DE CLONARD, Historia orgánica de las armas de infantería y caballería españolas desde la creación del ejército permanente hasta el día, V, pl. 14. Madrid, 1854.) nuestra infantería. Tomó este cuerpo el nombre de regimiento al mando de un coronel, teniente coronel y sargento mayor; constaba de catorce compa- nías, compuesta cada una de ciento cincuenta mosqueteros con igual núme- ro de coseletes armados de picas. El vestuario que se le dió consistía en el justacor que ya hemos descrito, de paño amarillo, llamada comúnmente casaca, guarnecida por sus costuras con franja de la casa real, estaqueada de blanco y rojo; un calzón gregiiesco, media encarnada, zapato de becerro blaneo con lazos rojos, corbata y sombrero denominado chambergo (lamá- base así por haberlo introducido el mariscal Sehomberg cuando vino a au- xiliar a los portugueses) ; con un tahalí, sarta de cargas, frascos y el arma- mento correspondiente. El vestuario completo del soldado de este regimiento le constituían, ade- E R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 153 más de las prendas de que hemos hecho mérito, un jubón de bombasí do- ble, con mangas del mismo género, forrado de lienzo de Pueblas; dos ca- misas de lienzo de Pontarea de a vara y media de largo y dos corbatas de bocadillo. Los zapatos eran de baqueta de Moscovía, de a cuatro suelas, y el sombrero entrefino, de Alcántara, siendo el valor total de este juego de prendas, ciento ochenta y siete reales de vellón. (Archivo de Simancas. — Guerra. — Parte de tierra. — Legajo 2194). La existencia de esta guardia no fué muy larga. Después de muchos es- cándalos ocasionados por la ambición de don Juan de Austria, consiguió éste quedarse dueño de la voluntad y persona del rey, y tan pronto como se vió en esta posición, hizo que se alejara de la corte el cuerpo de que se trata. El 28 de enero de 1677 salió de Getafe para Alicante, en cuyo puerto se embarcó para Sicilia, reducido a tercio ordinario de infantería, y poco después se dictó la orden de su extinción y amalgama en los cuerpos del ejército de Italia. Reproducimos también las láminas 13 y 14 de la citada obra del conde Clonard y que representan un tambor, pífano, alférez, mosque- tero, arcabucero y piquero del célebre regimiento de guardias, llama- do la Chamberga. En una obra posterior (1), el conde de Clonard publica otros figuri- nes con el uniforme de la célebre guardia, pero basta la reproducción de aquellos que se hallan en la Historia orgánica. Para completar los datos del conde de Clonard sobre el regimiento de la guardia, hemos consultado la obra de un autor anónimo, escrita en 1828 (2). Contienen las páginas 117 a 135 la historia del regimiento de la guardia y perteneciente a la página 132, una lámina en colores que reproducimos. Interesante es una «endecha» corriente en Madrid en aquella épo- ca, «en alabanza de don Juan de Austria» que el autor anónimo ha- (1) CONDE DE CLONARD, Album de la infantería española desde sus primitivos tiempos hasta el día, pl. 32 y 35. Madrid, 1861. — Una de estas planchas, fué re- producida, en parte, en la ya citada Enciclopedia universal ilustrada europeo-ame- ricana. (2) ANÓN., Memorias para la historia de las tropas de la casa Real de España... escritas por un oficial de la antigua guardia real. Madrid, 1828. 14 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 1ló en la Biblioteca Real (Est. €. e., cod. 53, papeles de la menor edad de Carlos 1) y que publica en la página 123 de su obra: Verá el regimiento, Verá la chamberga. Con dos mil figuras Que es vergienza verlas. Con respecto a la fuerza del regimiento, nuestro autor, en las pági- 1as 123 a 124, dice lo siguiente: Resulta de todo lo expuesto que el regimiento de guardias de infantería constaba de 2400 hombres, divididos en ocho compañías de a 150 mosque- teros y otros tantos piqueros, teniendo por adición 600 caballos que se acuartelaron en los iugares cireunvecinos. Como resulta de muchos párrafos, el regimiento fué llamado «la Chamberga»; los demás términos que figuran en la citada obra son los siguientes: Tercio de la guardia, tercio de las guardias, tercio de la Reina ; regimiento de la guardia, regimiento de la Reina, regimiento de la Chamberga. Es notable que el mariscal Schomberg mismo, defendiendo los in- tereses de Francia, combatió contra el regimiento que llevaba su nombre, en el año 1675, en Monjuí, etc. (ob. cit., pág. 129). En una nota insertada en la página 132, el autor anónimo que nos ocupa, dice lo siguiente : En la obra militar titulada Los trabajos de Marte o el arte de la guerra, es- erita en francés por Mr. Allain Manesson Mallet, maestro de matemáticas de los pages del Rey de Francia Luis XIV, impresa en París en el año de 1684, se describe en el tomo 3” el equipo del soldado de infantería de aque- lla nacion, para lo cual acompaña una lámina, de donde asegura la Acade- mia española que tomaron los guardias de Carlos II el modelo para su ves- tuario. «Los mosqueteros (dice) como el que aquí se representa, está equipado y armado de las piezas siguientes; a saber: el tahalí, la espada, la bandole- ra, el mosquete y algunas veces el fusil. El tahalí se hace de piel de búfalo, alce, caballo, venado ó vaca : pende desde el hombro derecho al muslo iz- quierdo y su ancho es de cuatro o cinco pulgadas: la bandolera de donde R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 15 cuelgan las cargas para la pólvora ; la bolsa donde están las balas y donde se enroscan las mechas, es de cuero de búfalo o de vaca: suancho de tres o cuatro pulgadas y su largo de dos pies y medio.» Guardia Real de 1675. (ANÓN., Memoria para la historia de las tropas de la casa Real de España, página 132. Madrid, 1828) Comunicamos al fin el interesante párrafo con que el señor d'A blan- court, «enviado de su Majestad Oristianísima Luis XIV en Portugal », termina sus Memorias (1). Les Espagnols pour avoir fait cette année la paix avec le Portugal, et ensuite avec la France, ne furent pas plus tranquilles pour cela chez eux. Dom Juan d'Autriche acheva de se broúiller avec la Regente, et fit tant (1) D'ABLANCOURT, Mémoires, páginas 381-382. La Haya, 1701. 16 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS par le moyen de ses amis qu'il obligea cette Princesse á envoyer le Pere Nitard en Italie, et ensuite il la reduisit a la nécessité de se retirer de la Cour, on elle n'est revenue qwW'apres la mort de Dom Juan. Ce fut sous sa Regence qu'on leva le regiment des Gardes, qu'on nomme encore les Schom- bergues, tant ce nom étoit alors en crédit dans toutes les Espagnes, ou on n'admiroit pas seulement les grandes actions du Comte de Schomberg, mais oú on táchoit encore de l'imiter, jusquíaux maniéres de se vétir, ce qui a été suivi sur tout par les Portugais, depuis méme son depart, quoi que dans les commencemens les Ecelesiastiques pour reprimer cet abus, eussent publié plus d'une fois dans toutes les Paroisses, (Jue personne wWeút plus d Vavenir € vétir ni a parer les Saints ni les Saintes a la Schombergue. Cela fondé sur ce que l'on empruntoit les just-au corps brodez, les perrnques blondes, et les points de France, pour en parer les representations des Saints que l'on porte aux frequentes Processions, qui se font en ces pais-lá. Kazner (1), después de extractar el párrafo de Ablancourt que aca- bamos de reproducir, continúa : El hecho de que los españoles llamaron «los chambergos » al regimiento de la guardia creada por la reina viuda e instalado en Madrid, no se debe probablemente al respeto hacia este nombre, como lo cree, al parecer, d'Ablancourt, sino más bien al odio que contra él tenían. Y para comprobar lo antedicho, Kazner agrega en nota : La descripción de las divergencias entre don Juan y la reina, o más bien su favorito, el célebre padre Neidhard, permite darse cuenta que esta guar- dia, para la nación española, era objeto de aborrecimiento y motivo para las quejas más amargas. LAS MODAS DE SOMBRERO EN ESPAÑA DESDE EL SIGLO XVI Para comprender cómo el sombrero ordinario y blando del pueblo llegó a tomar parte en el uniforme militar, reproducimos de las obras de Hottenroth y Weiss los párrafos correspondientes. Dice Hottenroth (2): (1) KazNER, Leben Friederichs von Schomberg oder Schónburg, Y, página 163. Mannheim, 1789. (2) HOrTrENROTH, Trachten, 11, página 193. Stuttgart, 1891. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 17 En la segunda mitad del siglo xvI se usaban sombreros de dos formas : el alto sombrero español, cilíndrico, de ala angosta y un sombrero con cabeza punteaguda o redonda y ala regular, el viejo sombrero del aldeano. La guerra de los Treinta años puso en lugar honroso al sombrero de aldeano, pero lo degeneró, transformándolo en sombrero blando y agrandando considerable- mente la cabeza y principalmente el ala, ornándolo además con una pluma de avestruz a manera de cola de zorro, que caía sobre la nuca. Alrededor de 1650 prevalecía un sombrero en forma del antiguo sombrero de aldeano, con cabeza alta y terminada en punta y ala derecha de anchor variable; era generalmente de color negro y guarnecido por una sola pluma de color rojo, negro o blanco. Weiss, en su gran obra (1), trata nuestro tema con mucho más de- talles y comunica los datos, indispensables para seguir en suelo ar- 0 gentino la materia que nos ocupa. (Pág. 545.) Desde 1500-1600. A la par del sombrero urbano, alto, la población rural adoptó un sombrero bajo con ala más ancha y blanda. (Pág. 973-974.) España (1600-1700) como en todas cosas, mantenía las lormas existentes. Así como éstas habían llegado a consolidarse bajo Fe- lipe Ml, quedaron en uso más de mitad del siglo, sin cambio casi. Las pocas variedades que por cierto ya desde Felipe HIT (hasta 1621) habían entrado principalmente por Francia, eran en sí pequeñas, y eran adaptadas al gusto inerte con tal restricción, que no podían alterar sensiblemente el aspecto total. (Pág. 975-976.) Entre los hombres, preferentemente del estado mediano, así como especialmente en las tropas «se pusieron en boga el pantalón cor- to hasta la rodilla, expresamente forrado y abombado, junto con el jubón corto y con mangas abiertas y pendientes; las mangas sueltas era una no- vedad entretanto adoptada. Al mismo tiempo se usaron hasta el año 1620 los pantalones anchos trousse, que en Francia gastaban desde Enrique IV, y también en lugar de la gorguera alta, al cuello liso y doblado; en vez del sombrero duro apareció el gacho de ala ancha. Esto todo en combinación con las botas altas tan sólo para uso de guerra ». (Pág. 1261-1263.) Desde 1700-1750 continuó la lucha entre los hábitos populares propiamente dichos, «entre esas formas a menudo extrañas, ya usuales desde tiempo atrás, ya provenientes de tiempos más recientes, ya (1) Weiss, Kostimkunde, VI, - páginas 545, 973-976, 1261-1267. Stuttgart, 1872. T. XXI Y 18 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS formadas independientemente, y las modas de la época : aunque aproximán- dose paulatinamente esas modas, no dejaba de continuarse la lucha, ante todo entre la población rural, con afán no disminuído ». Pág. 1261.)Ante todo en España era este el caso. (Pág. 1265.) Oídos sordos encontraron entre el pueblo los reglamentos [Felipe V], que habían de reprimir las formas del traje nacional a favor de formas francesas. Estaban ante todo en contra del encapotamiento usual, por el largo manto y el gacho de ala ancha, también por razón de que po- día conducir a abusos que peligrasen la seguridad pública. Pero a pesar de que estas manifestaciones se redujeron primero a una prohibición de apare- cer en tal traje en las calles de Madrid y lugares de diversión pública, no solamente no fué respectada esa prohibición, sino que contribuyó a aumen- tar la oposición. $ (Pág. 1266-67.) Lo que no consiguió Felipe V, y en lo cual no insistió Fernando VI, es decir, desacostumbrar al pueblo de llevar su hábito, lo probó de nuevo Carlos III (1759-1788) con todo afán. Muy pronto después de asumir el mando, hizo más estricta aún la forma de prohibir el pe- ligroso encapotamiento. Según esto, desde entonces en todo el reino los hombres habrán de llevar en lugar del manto largo, mantos que terminaran siquiera a un cuarto de vara del suelo, igualmente en lugar de gachos de ala ancha, habían de usar únicamente sombreros de tres picos, que dejan al rostro despejado, y las mujeres se habían de abstener de usar mantilla. Así como la ley anterior, no fué considerada ésta, mientras tanto el rey se- cundado por su ministerio, hizo indicar a las autoridades de hacer cumplir la ley con todos los medios a ellos posibles. Pero con la nueva medida coer- citiva aumentó la resistencia. En Madrid, en 1765, llevó a una seria suble- vación que amenazó a los ministros y que hacía temer además una propa- gación a las provincias. Convencidos que por tal vía no se lograba el fin de- seado, pero tampoco decididos a desistir de sus propósitos, el ministro Aranda, una vez calmada la tormenta, tomó la resolución de hacer propagar públicamente, que en adelante el gacho ancho sería distintivo especial de los pregonadores y verdugos. Esta disposición conmovió tanto a la grande- 24, que poco a poco muchos, preferentemente en la capital, se acomodaron al uso del sombrero de tres picos. En los círculos cultos en cambio, halla- ron aceptación ahora más de buena gana las formas francesas. (Pág. 1267.) Entre los hombres, asimismo en Madrid entre la burguesía pudiente, se afirmó el uso del gacho plano de ala muy ancha, con largos barbijos. Las respectivas leyes a que se refieren los párrafos anteriores, se R. LEHMANN-NITSCHE ; EL CHAMBERGO 19 hallan en la Novísima recopilación de las leyes de España y son las si- guientes : Ley X, titulo XIII, libro VI D. Felipe V, en Madrid, por bando de 9 de julio de 1716, repetido en 6 de noviembre de 1723, y en julio de 1745. Prohibicion de andar embozados en la Corte con montera, gorro calado, sombrero u otro embozo que oculte el rostro Ninguna persona, de qualquier estado, calidad y distincion, o de fuero militar u otro alguno, sea osado de andar embozado por esta Corte, tanto con montera como con gorro calado y sombrero, u otro qualquier género de embozo que oculte el rostro, especialmente en los corrales de comedias: y a qualquiera que executare lo contrario, por el mismo hecho de encontrarle embozado, se le ponga preso en la Real cárcel de esta Corte por la Justicia ordinaria; y que arrestado y puesto en la cárcel, por mano del Gobernador del Consejo inmediatamente se me dé cuenta del sugeto que se encontrare en el referido trage, para que yo tome la resolucion que ¡juzgare más con- veniente segun el grado, calidad y distincion y fuero de la persona. Ley XIII, titulo XIX, libro HI D. Carlos HI por bando publicado en Madrid a 10 de marzo de 1766, re- novando otros anteriores. Prohibicion de usar capa larga, sombrero chambergo o redondo, montera calada y embozo en la Corte y Sitios Reales No habiendo bastado, para desterrar de la Corte el mal parecido y perju- dicial disfraz o abuso del embozo, con capa larga, sombrero chambergo o gacho, montera calada, gorro 6 redecilla, las Reales órdenes y bandos pu- blicados en los años de 1716, 719, 723, 729, 737 y 740, prohibiendo dichos embozos, y especialmente la Real órden, que a consulta de la Sala y del Consejo se renovó en el año de 745, y publicó por bando en 13 de noviem- bre (*); mando que ninguna persona, de qualquier calidad, condicion y estado que sea, pueda usar en ningun parage, sitio ni arrabal de esta Corte y Reales Sitios, ni en sus paseos o campos fuera de su cerca, del citado trage de capa larga y sombrero redondo para el embozo; pues quiero y 20 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mando, que toda la gente civil, y de alguna clase, en que se entienden to- dos los que viven de sus rentas y haciendas, o de salarios de sus empleos, o exercicios honoríficos y otros semejantes, y sus domésticos y criados que no traigan librea de las que se usan, usen precisamente de capa corta (que a lo menos le falte una quarta para llegar al suelo), o de redingot o capin- got, y de peluquin o pelo propio, y sombrero de tres picos, de forma que de ningun modo vayan embozados, ni oculten el rostro : y por lo que toca a los menestrales, y todos los demás del pueblo (que no puedan vestirse de militar), aunque usen de la capa, sea precisamente con sombrero de tres picos, o montera de las permitidas al pueblo ínfimo, y mas pobre o mendigo, baxo de la pena por la primera vez de seis ducados, o doce dias de cárcel, y por la segunda doce ducados, o veinte y quatro dias de cárcel, y por la ter- cera quatro años de destierro a diez leguas de esta Corte y Sitios Reales, aplicadas las penas pecuniarias por mitad a los pobres de la cárcel, y mi- nistros que hicieren la aprehension; y en quanto a las personas de la pri- mera distincion por sus circunstancias o empleos, la Sala me dará cuenta a la primera contravencion, con dictámen de la pena que estimare conve- niente: pero quiero, no se entiendan las dichas penas con los arrieros, tra- gineros, u otros que conducen víveres a la Corte, y que son transeuntes, como anden en su propio trage, y no embozados : pero si los tales se detu- vieren en la Corte a algun negocio, aunque sea en posadas ó mesones, por mas tiempo de tres dias, hayan de usar del sombrero de tres picos, y no del redondo, ó de monteras permitidas, y descubierto el rostro, baxo las mismas penas. Dice una nota que se refiere al asterisco lo siguiente: Por la citada Real orden y consiguiente bando se mandó, que ninguna persona, de qualquier estado, grado o distincion, fuese ni concurriese a pie ni en coche embozado con capa larga, montera o sombrero, o gorro calado, ni otro género de embozo que le cubriese el rostro para no ser conocido, en los sitios y parages públicos de esta Corte; señalando por tales los teatros de comedias, paseos públicos, procesiones y festejos populares; con las pe- nas, a las personas dé la primera distincion, de dar cuenta la Sala a S. M. con dictámen de las que les correspondiesen: y a las demas de distincion ponerlos en la cárcel, y destinarlos por quatro años a presidio, y doscientos ducados de multa; y a las personas plebeyas por diez años a campañas, y si no fuesen a propósito, por ocho años a presidio, aplicados a lo que fue- sen útiles; y si aun para esto no fuesen a propósito, en quatro años de cár- cel; y desaforando para este fin y delito a todas las personas que gozasen / R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 21 del fuero Militar, o del Bureo u otro privilegiado, y cometiendo su execu- cion para con todos a la Sala de Corte. Ley XIV, titulo XIII, libro VI D. Cárlos HI. en el Pardo por Real órden de 22 de enero de 1766. Prohibicion de usar capa larga, sombrero redondo ni embozo los empleados en el servicio y oficinas Reales Me ha sido reparable, que los sugetos que se hallan empleados en mi Real servicio y oficinas, usen de la capa larga y sombrero redondo, trage que sirve para el embozo, y ocultar las personas dentro de Madrid y en los paseos de fuera, con desdoro de los mismos sugetos, que despues de expo- nerse a muchas contingencias, es impropio del lucimiento de la Corte, y de sus mismas personas que deben presentarse en todas partes con la distin- cion en que los he puesto: y queriendo que se corten estos abusos, que tambien son perjudiciales a la política y buen gobierno; he resuelto, que se den órdenes generales a los Gefes de la Tropa, Secretarias del Despacho, Contadurias generales y particulares, y todas las demas oficinas que tengo dentro y fuera de Madrid, para que hagan saber a todos sus individuos, (que por ningun caso usen de la capa larga, sombrero redondo, ni del em- bozo; sino que dentro y fuera de Madrid, paseos, y en todas las concurren- cias que tengan, vayan con el trage que les corresponde, llevando capa corta o redingot, peluquin o pelo propio, y sombrero de tres picos en lugar del redondo, de modo que siempre vayan descubiertos; pues no debe per- mitirse, que usen de un trage que los oculte, quando no debe presumirse que ninguno tenga justo motivo para ello ($). Dice una nota, que se refiere al asterisco, lo siguiente: En Real orden de 5 de mayo de 1784, comunicada al Sr. Gobernador del Consejo, con motivo de haber notado S. M. en Madrid el abuso de disfra- zarse de dia y noche varias personas de distincion, con degradacion de su clase, con unos capetones pardos burdos, o de otros colores, muy sobre- puestos de labores ridículas pespunteadas o bordadas de varios colores cho- cantes, con embozos de bayeta u otra tela equivalente, y que este trage en Castilla solo le han usado los gitanos, contrabandistas, toreros y carniceros, con quienes se equivocan las personas de distincion que los usan; y aten- diendo a ser este abuso contrario a las leyes y repetidas providencias pro- 22 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS hibitivas de todo disfraz y trage, que no sea el propio de cada clase ; resol- vió S. M. se previniese a la Sala de Alcaldes, que estos en sus rondas detuviesen y reconociesen, siempre que les pareciere conveniente, á los que llevasen tales capotones; y que siendo Oficiales militares, criados de Casa Real ú otras personas de clase, sin excepcion las hicieran arrestar, y dieran cuenta á S. M. Con respecto a otra ley (ley XIX, título XITL, libro VI) sobre pro- hibición de galones de oro y plata en las libreas, y de charreteras y alamares de seda, que no tiene que ver con la materia que nos ocupa, dice una nota lo siguiente : Con arreglo a los capítulos de esta cédula se publicó y fixó en Madrid el consiguiente bando a 23 de febrero de 1790, y otro en 12 de marzo para la observacion de lo prevenido en ellos : y econ motivo de haberse advertido de algun tiempo ántes, que se habia empezado a propagar el uso de los som- breritos redondos a la extrangera, presentándose con ellos los nacionales y extrangeros en los paseos y parages públicos, contraviniendo a las provi- dencias prohibitivas de sombreros gachos, se prohibió absolutamente el de dichos sombreritos en Madrid y Sitios Reales, y paseos á distancia de una legua de la Corte, baxo la pena por la primera vez de seis ducados y doce dias de cárcel, doble por la segunda, y por la tercera quatro años de destie- rro a quatro leguas de la Corte y Sitios Reales. Ley XV, titulo XIII, libro VI El Consejo por circular de 11 de junio de 1770; y D. Cárlos IV. por reso- lucion a cons. de 18 de diciembre de 1804. Prohibicion de sombreros gachos o chambergos a todos los que vistan hábitos largos de sotana y manteo Siendo conveniente al buen órden de la República, y notoriamente útiles a su bien estar, los efectos que ha producido el no uso de los sombreros gachos o chambergos, como indecentes y nada conformes a la debida cir- cunspeccion de las personas; proporcionados solamente a las acciones obs- curas y no pocas veces delinqiientes: y notándose por otra parte, que aun despues de tan saludable general práctica subsiste todavia el abuso de gas- tarse sombreros semejantes por un gran número de gentes, que ya por su carácter, ya por su profesion, visten hábitos largos y ropas talares, con tanta mayor disonaneia quanto por la misma razon de llevar tal ropa debe- R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 23 rian ser los primeros en conservar la exterioridad que a cada uno corres- ponde, sin confundirse entre sí, ni alterar el órden público y comun tan útil a todos los estados y condiciones de los individuos de una misma Repú- blica : para ocurrir a estos inconvenientes, se prohibe a todas y qualesquiera personas, que visten hábitos largos de sotana y manteo, el uso de sombre- ros gachos y chambergos, así dentro como fuera de la Corte en qualquiera parte del Reyno, tanto de dia como de noche; mandando, que universal- mente lleven y usen el sombrero levantadas las alas a tres picos, en la mis- ma forma que ile llevan y usan comunmente todos quantos visten el hábito corto o popular, sin distincion alguna; a excepcion de los clérigos consti- tuidos en Orden sacro. que deberán traerle levantadas las dos alas de los dos costados, y con forro de tafetan negro engomado, así porque el antiguo uso de la Nacion tiene apropiada y autorizada esta distincion, como porque ella misma sirve de una decorosa señal, a cuya vista sin equivocación se les guarde el respeto correspondiente su sagrado carácter. EL CHAMBERGO EN LA REPÚBLICA ARGENTINA El dato más antiguo sobre el tipo del sombrero en la Argentina, lo encontramos en los rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de 1778 a 1808, descriptas con tanto brillo por Hilario Ascasubi (1). Aunque la noticia no data de la época, no hay motivo para despreciarla; vemos que el sombrero de la alta sociedad, en aquel entonces, era un «sombrero arqueado » : Ahora, de los caballeros tampoco estoy olvidado, pues, como si en este istante los estuviese mirando, me acuerdo de sus golillas con unos grandes monazos, y luego su calzon corto (por supuesto que de raso). un justillo hasta el encuentro por todas partes floriado. (1) AscasuB1, Santos Vega ó los Mellizos de La Flor. Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina (1778 á 1808), pá- ginas 23-24. París, 1872. — Ídem, 2% edición, páginas 19-20. Buenos Aires, 1893 24 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS De ahí, un casacon terrible con alamares bordados : despues, sus medias de seda rayadas de azul y blanco: y por último, en los pieses, encima de los Zapatos, tamañas hebillas de oro ribeteadas de topacios :; y al cinto sus espadines con vainas de cuero blanco; una bolsa con la trenza y un sombrero todo arquiado. La siguiente compulsa literaria nos informará, en orden eronoló- gico, sobre las modas del traje popular y especialmente del sombrero, como ya fué dicho en la introducción. Un detalle sobre el traje de los gauchos de Tucumán, en 1820, hallamos en la célebre obra de E. E. Vidal (1) y sentimos que el autor no da deseripción del sombrero usado en las demás regiones de los países ríoplatenses. He ahí sus palabras (2): They are all clad in a stuff of a particular pattern, the manufacture of their own province; have a pointed round fur hat, of a fawn colour; and wear their hair long and lank. In other respects they resemble the rest of the country people, and in nothing more than in their dirt. Alcides d'Orbigny describe el traje de los gauchos de la Banda Oriental del Uruguay en 1827, como sigue: L'habillement des soldats ou gauchos consiste en un calecon blane ou cal- soncillo, un chilipa (1), de couleur bleue ou rouge écarlate, piece d'étoffe qui les enveloppe de la ceinture aux jambes; un poncho bleu, doublé de rouge, (1) VibaL, Picturesque illustrations of Buenos-Ayres and Monte Video, consisting of twenty-fouwr views : accompanied with descriptions of the scenery, and of the costu- mes, manners, $e. of the inhabitants of those cities and their environs, página 89. London, 1820. (2) La voz chiripa. de origen quichua (= para el frío), antiguamente y hoy día todavia en San Luis (como lo hemos oído nosotros mismos) es grave (chirípa) ; en las orillas del Plata, bajo la influencia del guaraní, se transformó en aguda (chiripá) y como tal se oye exclusivamente en Buenos Aires. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 25 qu'ils relevent sur les épaules, ce qui présente un contraste de couleurs assez piquant. Tls ont pour chaussure des botas de potro, c"est-a-dire des bottes faites de la peau épilée, mais non tannée, de la jambe dun cheval, et dont le coude forme le talon. / Note: Sonvent les gauchos tuent un che- ral, seulement pour avoir une paire de bottes, qu'ils assouplissent en les frottant dans leurs mains.]| Ils sont coiftés d'un chapear petit et en pain de sucre, que couvre presque toujours un mouchoir de couleur attaché sur leur téte, de maniere a tlotter sur leurs épaules, ce quí les rafraichit quand ils galopent. Pour arme, ils ont un sabre, une carabine et quelquefois des pis- tolets; mais tous sont munis du terrible lacet (lazo). dont j'aurai l'occasion de parler plus d'une fois, et des non moins dangereuses boules (bolas). Rien de plus élégant qu'un gaucho galopant, son poncho relevé, la carabine appuyée sur la cuisse, et dans une attitude oblique (1). El traje correntino de 18285, según Alcides ('Orbieny, era el si- guiente : L'habillement des hommes est assez simple. Ceux qui ont été a Buenos- Ayres ont adopté les costumes d'Europe, et plus particulierement les modes francaises. Tls portent, par-dessus, le manteau, lorsqu'il fait froid, ou bien le poncho, dont l'origine est américaine. Celui de Corrientes est une piece Wétofte d'environ sept pieds de long sur quatre de large, avec une ouvet- ture longitudinale dans le milieu, pour passer la téte (2). Le costume des habitans de la campagne ou de ceux qui ne sont pas caballeros, quoi qu'ils soient aussi fiers que les caballeros eux-mémes, se compose : 1” d'une chemise de toile de coton du pays, ornée d'une petite broderie a jour autour d'un jabot de tulle de coton, également fabriqué dans le pays. Le col et le bout des manches sont aussi couverts de points a jour et de bro- deries. Plus il y en a, et plus la chemise a de valeur. Telle de ces chemises se vend jusqu'a quatre-vingt-cing franes, ou une once d'or; 2% lun calecon également tissé dans le pays, et portant, au bas des jam- (1) D'ORBIGNY, Voyage dans Il? Amérique méridionale, Ll, páginas 62-63. París, 1835. (2) On fabrique a Cordova la plus grande partie des ponchos de laine portés á Corrientes; ¡ls sont plus ou moins fins et généralement d'un fond gris, avec des raies rouges et bleues. Il y en a aussi d'autres couleurs et de différens tissus. On fait aussi des ponchos de drap et d'autres étotffes de laine grossiéres. Les couleurs les plus usitées sont le bleu, le rouge et le vert. Des femmes font a Corrrientes des ponchos de laine, ornés des plus vives couleurs et qui sont d'une grande solidité. Les mordans employés sont l'alun et les urines putréfiées. Elles tissent aussi des ponchos de coton, d'un tissu tres-serré et presque imperméable, rayés alternativement de blane et de bleu. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mn [y] bes, au lieu de franges, des calzoncillos de Buenos-Ayres, des ornemens a jour semblables á ceux de la chemise:; 39 d'un chilipa ou bande d'étofte de laine, ordinairement rouge, jaune ou blanche, de quatre á cinq pieds de long, et d'un pied et demi de large, qw'ils roulent autour de leur ceinture, de maniére á en former une espéce de cotte, et qu'ils soutiennent au moyen d'une petite bande de coton tissée par leurs femmes et, le plus souvent, rouge, jaune ou blanche. Il est a remarquer que cette piéce de vétement ne descend que jusqu'aux genoux; tandis que le chilipa de la Banda oriental et de Buenos-Ayres descend pres- que jusqu'aux pieds, ce quí lui óte tout ce qu'il a de gráce lorsqu'il est court; 40 d'une veste de drap généralement bleu, tres-courte, veste que beau- coup d'hommes de la campagne mettent seulement le dimanche. Les jours de la semaine, ¡ls n'ont que leur chemise, et je les ai vu méme souvent, en route, ne porter que le calzoncillo et le chilipa, marchant les épaules nues, a Vardeur du soleil. lis se couvrent la téte d'un chapeau de feutre de laine, noir. Chaque homme a, de plus, son poncho, s'en servant comme de man- teau. A pied, ils le drapent autour du corps, a la maniére des anciens, pour se garantir du froid ou de la pluie; et, lorsque le temps est beau, ils le rejettent sur l'épaule. A cheval, dans le premier eas, ils passent la téte dans le trou, et le poncho les couvre par devant et par derriére comme une chasuble; dans le second, ils en font un rouleau, qu'ils nouent autour de la ceinture. Le poncho, en tout temps, sert de couverture la nuit. Dans les campagnes, les hommes et les femmes vont pieds nus, a bien peu d'exceptions pres. A la ville, il en est, pour ainsi dire, de méme; tou- tes les personnes qui ne tiennent pas un rang dans la société vont pieds nus. Les souliers ne sont en usage que depuis trés-peu de temps. On commence cependant a s'en servir généralement; mais il n'est pas rare de voir une femme assez bien vétne marcher sans en avoir. L'usage de porter des bas a fait moins de progres, parce qu'il entraíne á plus de dépense. On doit croire cependant qu'il deviendra général; car beaucoup de femmes se sont déja mises á en porter. Les hommes laissent, le plus souvent, eroíitre leurs cheveux, et en font une tresse qui leur pend sur le dos. Les femmes les rassemblent en chignons qu'elles attachent avec un petit ruban de couleur, ordinairement cramoisie. Lorsqw'elles revien- nent du bain, elles les laissent flotter sur leurs épaules, avec une coquette- rie Vautant mieux calculée qu'ils sont généralement d'un beau noir. Les femmes de la premiere classe de la société suivent les modes de Bue- nos-Ayres, qui, sauf la coiffure, sont les mémes qu'en Europe; mais qui arrivent un peu tard a Corrientes. L'habillement des femmes du peuple R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 2 consiste en une chemise, un jupon et une manta. Le blane est la couleur á la mode... [Siguen detalles sobre la camisa, la saieua y la manta] (1). Datos interesantes sobre el traje campesino, sea en el Uruguay. sea en las provincias argentinas, hállanse en la descripción del viaje. hecho de 15530 a 1554 por Arsenio Isabelle: Il est encore nécessaire, si l'on tient á étre bien vu, á étre traité en ami par les Gauchos, d'ajouter au poncho, le chiripa, les calzoncillos, les bottes de potro et les éperons-monstres. Le chiripa est encore une autre piece d'étofte de laine rouge, bleue ou verte, jamais d'autre couleur, qui se met antour des reins, tombe au-dessous des genoux comme une tunique et s'as- sujettit en-dessus des hanches au moyen d'une ceinture de cuir, dans la- quelle on passe, derriére le dos, un grand couteau-poignard dans sa gaíne. Quelquefois les fiancés ou les amoureux (enamorados) font un chiripa du schall de leur belle; c'est alors qu'on les voit, la guitare á la main, impro- visant sur des chants d'église, des versets rimés qu'ils chantent a la porte de leur china, ou á celle d'une pulperia. Le calzoncillo est un large calecon blane frangé ou brodé dans le bas; les bottes de potro sont fabriquées avec la peau, non tannée, de la jambe du cheval, de maniére a laisser les orteils libres; la courbure de la jambe forme le talon de la botte. D'autres, prin- cipalement dans 'Entre-Rios, se servent de peaux de chat sauvage (botas de gato). Il arrive souvent qu'un Gaucho tue un poulain (potro) uniquement pour se faire des bottes. Il gratte bien le poil avec son couteau, toujours tres-affilé, puis il frotte ses bottes avec les mains, tout en trottant, jusqu'a se qu'elles soient assez souples. Avec cette sorte de chaussure, tres-con- venable d'ailleurs pour un long exercice á cheval, ces hommes sont incapa- bles de supporter une longue marche á pied, c'est pourquoi, comme je Vai observé ailleurs, ce sont les plus vils fantassins du monde: mais á cheval, enidado! La coiffure du gaucho consiste, dans la Banda Oriental, en un chapeau rond a larges bords plats; et á Buénos-A yres en un tres-petit chapeau a forme élevée, a bords étroits, placé de cóté sur un mouchoir blane noué en fichu sous le menton ; le chapeau, enfoncant á peine sur la téte, est retenu par un ruban noir. Un grand nombre de Gauchos, tant de la Banda-Oriental que de Buénos-A yres, portent un bonnet phrygien, rouge, doublé de vert et orné de rubans tricolors á l'extrémité. La ¡jaquette (jaqueta). petite veste courte comme celle d'un marin, est bleue, rouge ou verte, qu elle soit en (1) D'ORBIGNY, Foyage, ete., páginas 383-384. 28 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS drap ou autrement. En 1834, le parti de Rosas á Buénos-A yres avait adopté ce costame tout-á-fait pittoresque: jaquette verte, gilet rouge: pantalon blane et chapeau rond avec cocarde bleue et blanche (1). Gaucho enlazando. Usa gorro de manga, camisa, chaleco, jaqueta, bragas, calzoncillos eribados, botas de potro. facón, nazarenas, escapulario. Como el dibujo original fué hecho directamente sobre la piedra, aparece en la copia el brazo izquierdo como el con que se maneja el lazo. (YBARRA. obra citada, lámina 1.) Interesantes figuras, dibujadas en la misma época, hállanse en el album de Ybarra (2), verdadera obra fundamental si tomamos en con- (1) C'est ce quéon nommait le parti de la Mazorca, á cause d'un épi de maís quils portaient au bout de leurs lances et dont ils menacaient leurs adversaires avec un geste tres-indécent. ISABELLE, Foyage ú Buénos-Ayres et 4 Porto-Alégre, par la Banda-Oriental, les Missions d' Uruguay et la Province de Rio-Grande-do-Sul (de 1830 a 1834). Sui- vi de considérations sur Pétat du Commerce Frangais a Vextérieur, et principalement am Brésil et au Rio-de-la-Plata, páginas 321-322. Havre, 1835. (2) Trages y costumbres de la Provincia de Buenos Aires. Publicados por Gregorio Ybarra en la Litografia Argentina de su propiedad. Buenos Aires, 1839. — 24 planchas, sin texto, pero con explicacion en la última página de la carátula. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 20 sideración aquellos tiempos y los reducidos medios de publicidad, de los cuales disponía una ciudad sudamericana. Los dibujos de la obra son importantes por ser hechos sobre el vivo, lo que no puede decirse de las ilustraciones que acompañan los diarios de los viajes céle- bres. En lo que hace al cubre- ON SO MACAO PI sE IAE 1.547 AO OS AS S Y == 'abeza, aparecen en las lámi- nas los tipos siguientes : gorros de cuero (¿de mono?), gorros de manga, galerones, sombreros panza de burro y sombreros de pajilla, que van ilustrados en las reproducciones agregadas. Es de notar, que poco se ve el chiripá (lámina 20, gauchos mi- Negro vendedor de escobas y plumeros con gorro de cuero (¿de mono?). (YBARRA, obra citada, lá- tando el juego de la taba), algu- — * mina 5, parte). nas veces la braga encima de los calzoncillos eribados (lámina 13, vendedor de pescado: lámina 9. encendedor de faroles, etc.). El traje de los gauchos de Carmen del Rio Negro, en 1539, era el siguiente: These gauchos are generally well ma- de, tall and muscular, with swarthy com- plexions, black eyes, and long hair, very large mustachios and remarkably small feet. Their costume is a red striped shirt and fringed at the bottom of the leg, ca- led calzoncillos. Their trousers (chilipa) consist of two yards of scarlet cloth. which is sometimes ornamented at the Vendedor de velas e SOTT 2 MANO94 , o : S o elas con gorro de manga. corners; to form this into any thing like (YBARRA. obra citada, lámina 11, par- ¿ j te.) a garment appeared strange enough, yet when itis on the werrer it has the ap- pearance of apair of Turkish trousers. The mode in which it is put on is to confine the ends round the waist by a girdle (tirador), the middle of the cloth passing down between the legs, while the ends fall over the girdle. On the head was worn a red conical cap surmounted by a tassel. 30 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Their riding boots or leggings are made of the hide from the leg of a horse. This is stripped off and put on the leg while yet green, where it is suffered to dry, and remain until worn out. They fit very elosely to the foot like a stocking. The two largest toes of each foot were uncovered, for the convenience of putting them into the stirrup, which is only large enough to admit them. A long knife in the girdle completes the dress (1). Se ve, pues, que en la época colonial y de la independencia se usa- ba el «sombrero panza-burro», y en la primera mitad del siglo XxIx el «sombrero de pajilla». Todos los autores lo confirman. Lynch por ejemplo, dice (2): Vestían los gauchos de aquel tiem- po [época de la independencia] una chaqueta corta, larga muy poco más de la mitad de la espina dorsal, con cuello y solapas, blanca camisa, cor- bata o pañuelo a guisa de ella, chaleco muy abierto y prendido con dos boto- nes casi sobre el esternón, dejando ver los caprichosos buches de la cami- sa entre él y el cenñidor. a Re ANA Un pantalón hasta la rodilla muy citada, lámina 20, varte) parecido al de los andaluces, con un entorchado a la altura del bolsillo y abotonado con cuatro ojales sobre la rodilla destacaban un calzoncillo de hilo o de lienzo hasta el suelo, flecado y bordado de tablas. Usaban botas de potro con sus correspondientes espuelas, cuchillo o na- vaja de cinto, su largo poncho o manteo que generalmente doblaban sobre el brazo y no abandonaban el rebenque, objeto indispensable para los que están habituados a vivir sobre el caballo. Su sombrero era muy parecido al de nuestros días, más alto, más cónico hacia la punta y con el ala más cor- ta y estrecha. Como los actuales, gastaban recao, bolas y lazo. (1) WiLkes, Narrative of the United States Exploring Expedition during the years 1838, 1839, 1840, 1841, 1842, I, páginas 98.99. Philadelphia, 1846. (2) LYNCH, La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capi- tal de la República, páginas 6, 7. Buenos Aires, 1883. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO o] Algunos lucían sus ricos aperos y la mayor parte manejaba el alfajor con destreza sin igual. Vestían [los gauchos federales] con muy poca diferencia del gaucho pri- mitivo, con el sombrero de embudo de aquella época que había substituído al anterior y en el que lucía su ancha divisa punzó. El pantalón ya había sido reemplazado por el chiripá, siendo los más usuales de paño, lana, lino o algodón. Al cuello usaban un pañuelo punzó, y su facón, que había crecido un medio palmo, había pasado a colocarse sobre los rinones en vez del costado izquierdo o adelante como lo usaban sus antecesores. El tirador substituía ya al ceñidor. De los dos citados tipos de sombreros, el prime- TO, O sea, el «panza-burro», ha alcanzado bastante Pechero con sombrero 4 ¿ panza de burro, pro- popularidad en la literatura que relata las costum- — bablemente de cuero. , (YBARRA, obra cita- bres del pais. da, lámina 3, parte.) Un cuadro pintoresco de la «montonera» de 1519, de Entre Ríos y Santa Fe, es relatado por J. Sóhle (1); ¡cómo apa- recen ante la visión del lector aquellos gauchos que combatieron en pro de la independencia nacional! Uniforme no tienen; el único distintivo, es alguna prenda roja : el pon- cho, el chiripá, la camiseta o el pañuelo al cuello. Ahora han dejado en usar como morrión el cuero de la cabeza de un burro, sacado con cuidado para no hacerle perder la forma, sin costuras, con las orejas paradas (2). Al- gunos usan vinchas, otros sombreros panza de burro y los más dejan flotar sin reato alguno su pelo lacio y largo; dicen que hasta abrojos se encuen- tran en sus cabelleras. Unos llevan únicamente calzoncillos, otros chiripá ; calzones es algo de muy raro y casaca, solo los oficiales superiores. La ma- yor parte van cubiertos con harapos, dejando ver parte del cuerpo, donde se notan las heridas recibidas en las pulperías o los machucazos de los redo- mones cuando está[n] ébrio[s]. Van armados con lanza o sable y tercerola, otros con simple chuza, eso sí, las boleadoras a ninguno les falta. (1) SómLE, Arroyo del Medio, 1819. Novela histórica argentina, página 45. Rosario, 1903. — Según carta del autor, los datos reproducidos se basan en las narraciones de un antiguo montonero. (2) Sobre este gorro arcaico, véase la nota más adelante, página 45. 32 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El pintoresco traje de los gauchos de 1838 era, según el mismo Jorge Sóhle, el siguiente: Botas de potro — el cuero de las patas de un animal yeguarizo, sin curtir, apenas so- bado, con una sola costura que da en la pun- ta (1) del pie, atadas bajo la rodilla con un pedazo de cuero de oveja, sin medias, salién- dole el dedo gordo por una hendidura, deja- da a propósito para calzar en el estribo; su calzoncillo blanco, con fleco, bien almidona- do y planchado; su chiripá — una manta de . colores chillones, cuyas cuatro puntas están Encendedor de faroles con sombrero . panza de burro, probablemente de sujetas a la cintura, dos adelante y dos atrás, fieltro. (YBARRa, obra citada, lámi- : 2 - ad con un tirador de cuero o una faja, como si fuera una bolsa abierta por los costados; — su camiseta de color y en la cabeza una vincha, un gran pañuelo de algo- dón, atado sobre la frente; un panzaburro — sombrero de lana hilada, he- cho en el país, que se desforma al poco tiempo de usarlo, tomando la figura de un cono, como un «apagavelas» — o una gorra de manga (2). El historiador Vicente F. López (3) nos informa que el panzaburro debe su nombre al material. no á la forma : « Llamábase vulgarmente al sombrero sin for- mas panzaburro por el cuero de que se hacía en el país. » , 7 e Panadero con sombrero de pajilla. En la entonces Banda Oriental del Uru- (Y BARRA, obra citada, lámina 2. parte.) guay también se usaba el panza de burro : Como si fuese ayer, recordamos todavía aquellos campesinos, vulgo yau- chos. que en tiempo de los Lusitanos cruzaban en sus pingos orejanos, por (1) En el original se lee, erroneamente, planta. (2) SómLE, Chavela. (Novela histórica argentina), página 126. Rosario, 19083. (3) López, Historia de la República Argentina, su origen, su revolución y su de- sarrollo político hasta 1852. VII, página 472. Buenos Aires, 1888. La contradicción se resuelve facilmente; primitivamente, el sombrero fué cor- R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 37 aquella calle de Dios, en dirección a la Plaza de la Matriz, con la cola del caballo hasta el garrón, o atada, formando contraste con los reyunos rabo- nes de la tropa, gineteando a su gusto, con sus grandes espuelas, el reben- que colgado en la muñeca, la manea pendiente del bozal, los dedos del pie en forma de orqueta, metidos en la estribera, sobre el estribo de palo, som- brero de panza de burro al lado, sujeto con el barbijo, su pañuelo al cuello, su chiripá de bayeta, luciendo el fleco del calzoncillo, su ponchito vichará ocultando el facón de vaina de suela, llevado á la cintura, por temor de la multa y del despojo si se lo pispaba la policía, «que prohibía cargar cuchillo», su bota de potro, las boleadoras á los tien- tos de la cabezada trasera del lomillo eriollo, y el maneador envuelto en el pes- ceuezo del caballo, cabalgando al tranco, con la apostura de los criollos, que se reían de los maturrangos. Alemnos había lujosos, con sus caballos bien enjaezados, freno de copa de plata, cabezada, pretal, espuelas y cabo del re- benque del mismo metal, estribo de pi- quería, cojinillo y sobrepellón bordados, Negro vendedor de pasteles con sombrero de pajilla. (YBARRA, obra citada, lámina cinchón de colores, pañuelo de seda al Ss, parte). cuello, sombrero de ala ancha con barbi- jo de seda, ponchito vieuna, calzoncillo de ancho cribo, chiripá de merino (algunos usaban pantalón), y bota de cajetilla, es decir, de becerro; tirador bordado, con broches relumbrantes y los famosos botones en collera de pe- sos fuertes o patacones. Era el paisano lujoso, haciendo gala de sus prendas, que entraba a la ví- lla a sus diligencias, luciendo su flete, como cuando iba a las carreras (1). Parece que en ciertos parajes, alejados de la corriente del progre- so, existen o hayan existido durante mayor tiempo los panza de bu- rro; en Santa Ana, ciudad brasileña cerca de la frontera uruguaya. el centinela de la cárcel usaba el siguiente traje curioso: tado del cuero abdominal del asno y secado sobre una copa de palo (comunica- ción del doctor Pastor S. Obligado); después se lo hizo en la misma forma, de otro material (pelo, lana). (1) DeE-María, IsipoRO, Tradiciones y recuerdos. Montevideo antiguo, I, 2% edi- ción, páginas 87-88. Montevideo, 1889. T. XXI 34 BOLETIN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El traje de aquel soldado no puede ser más curioso : pantalón negro que apenas llega a media pierna; blusa cuyo color primitivo sería difícil averi- guar y enorme sombrero de los llamados panza de burro, constituyen su uniforme. Olvidaba agregar que el calzado de aquel guardián de presos es o de los de marca patita, que, según una biblia portátil que tengo en mi po- der, fueron los utilizados por consejos de San Crispín por nuestro padre Adán, allá en las envidiadas regiones celestes (1). Los datos que he hallado sobre el sombrero de pajilla que sucedía al panza de burro, son insignificantes, y citaré sólo el siguiente re- frán popular, cantado en el Uruguay durante la trilla (2): A la yegua, yegua, la yegua yegúita, pónganle un sombrero que sea de pajilla. Cuando el célebre naturalista Burmeister, en los años 1557 a 1860, hiciera su viaje en la República Argentina, existía todavía el som- brero de paja, pero había también el sombrero fabricado de pelo. 3urmeister reconoció al mismo tiempo el carácter híbrido de la indu- mentaria gauchesca, y así comienza su clásica descripción con este advertimiento (3): Thre Kleidung ist eine hoechst abenteuerliche Mischung europaeischer und indianischer Kleidungsstuecke, welche sich nach und nach zu einem festen, unabaenderlichen Typus ausgebildet hat. Hemde und Hose hat der Gaucho vom Europaeer angenommen oder beibehalten, aber die letztere schon etwas veraendert, indem er sie sehr weit maecht und unten mit einem Franzenbe- (1) GIUFERA, Pronterizas. Paliques uruguayos-brasileros, páginas 74-75. Monte- video, 1900. (2) FERNÁNDEZ Y MEDINA, Camperas y serranas, página 81. Montevideo, 1894. Reproducido en: FERNÁNDEZ Y MEDINA, Poesías, página 41. Montevideo, 1912. — En la segunda edición hay una variante ó un error de imprenta (petiza, en vez de yegiita). (3) BURMEISTER, Reise durch die La Plata-Staaten, mit besonderer Ruecksicht auf die physische Beschaffenheit und den Culturzustand der Argentimischen Republik. Ausgefuehrt in den Jahren 1857, 1858, 1859 und 1860, 1, páginas 122-124. Halle, 1861. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO satze schmueckt, ueber dem bei Wohlhabenden noch ein wohl mehrmals wiederholter Spitzeneinsatz in den rein weissen Baumwollen-Grundstoff ein- syenaeht ist. Der Gaucho traegt zwei Beinkleider, ein groeberes unteres El gaucho argentino en 1842. Cuadro al óleo de R. Q). Monvoissin. Original en el Museo nacional de bellas artes de Buenos Aires und ein feineres, decorirtes darueber; beide weiss. Aber das Hemd kann farbig und bunt sein, obgleich das weisse fuer eleganter gilt. Das Uebrige in der Tracht des Gaucho stammt vom Indianer, namentlich zuvoerderst der Ohiripa, eine bunte, mit Tieren, Hunden, Pferden, Hirschen ete. deco- Eee A E > y db» A A ICAA vpmdurxo erp Xor “eye eZB.L 8[ op so ounoÓra opruv3 [q ceppfed op Os SOLOAQUIOS SYULOP SO] “U0LO_L3 od9ted 8 otvaquios un A CIAS LA ACADEMIA NACIONAL DE CIEN BOLETÍN DE R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 5 rirte, aus dickem Baumwollenzeuge oder Wolle bestehende Decke, welche zwischen die Beine genommen, hinten und vorn in die Hoehe gezogen, so um den Leib gelegt und durch einen Leibgurt festgehalten wird. In der Form des letzteren herrscht grosse Mannichfaltigkeit; der einfache Gaucho hat bloss ein baumwollenes breites Band oder eine Schaerpe (banda), welche er vorn zubindet und mit langen Enden seitwaerts am Schenkel herabhaen- ven laesst; der Wohlhabende traegt darueber noch einen breiten, ledernen, farbig benaeheten oder gestickten Gurt, den Zirador, welcher mit grossen Knoepfen zugeknoeptt wird und statt der Knoepfe gemeiniglich mit altspa- nischen Piastern besetzt ist. Darin steckt hinten das grosse, ueber 1 Fuss lange Messer, welches der Gaucho stets bei sich fuehrt; teils als Watfte, teils zu den verschiedensten Verrichtungen sowohl beim Essen, wie beim Arbei- ten des aus Kuhhautstreifen geflochtenen Pferdegeschirrs. Ueber alle diese Unterkleider haengt nun noch von den Sehultern der Poncho herab, gleich- falls eine grosse Decke, aber in der Regel eine wollne, welche mit einem 1 Fuss langen laengsspalt in der Mitte versehen ist, durch den man den Kopf steckt. Er hat stets eine lebhafte, grelle Farbe, am liebsten rot, dem- naechst blau oder hellbraun, seltener gelb oder gruen und ist mit drei ab- weichend farbigen Laengsstreifen geziert, von denen eine in der Mitte laeuft, wo der Kopfspalt sich befindet. Einen solchen Poncho traegt nicht blos der Gaucho, sondern auch jeder andere Argentiner, namentlich auf der Reise; wo er eine bequeme und nuetzliche Tracht ist, an die der Auslaen- der sich bald und gern gewoehnt. Chiripa und Poncho waren die Beklei- dungsstuecke der alten Peruaner und aller einigermassen civilisirten India- ner, sie wurden damals aus Vicuña-Wolle gewebt und von den Frauen gear- beitet. Noch ¡jetzt werden solehe Viecuña-Ponchos in ihrer natuerlichen rostgelben Farbe mit drei roten Streifen in Peru angefertigt und als ein sehr kostbares Kleidungsstueck teuer bezahlt; ich sah einen in Rozario, der 5 Unzen (75 Piaster, ueber 100 Tlr. Pr. C.) gekostet hatte und einen andern groeberen von derselben Wolle, der S Pfund wog, waehrend jener nicht 1 Pfund Gewicht hatte. Den Fuss laesst der gemeine Gaucho gewoehnlich unbekleidet, oder er zieht darauf einen ledernen Strumpf, aus dessen offener Spitze nur die Zehen hervorragen. Einen solchen Strumpf, bota de potro genannt, maeht sich der Gaucho selbst aus der Haut der Pferdebeine, welche beim Abziehn des Fe- lles oben am Rumpfe abgeschnitten wird; er weiehtsieim Wasser, bis die Haare heruntergehen, und ziebt sie nun nass ueber seinen Fuss bis zur Wade hinauf, sie darauf trocknen lassend. Der fest angeschmiegte Strumpf bleibt sitzen, bis er zerrissen ist und vom Fusse faellt. Wohlhabende Gau- chos tragen hohe Stiefel nach Europaeischer Art, die Einen von gelbem 38 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ungefaerbten Leder, die Andern von schwarzem; aber gewichst werden sie nieht und sehen darum stets etwas ruppig aus. Ein ungeheuer grosser, teils eiserner, teils silberner Sporn, der auf eine hinten angebrachte runde Sehei- be sich stuetzt und ein Rad von 3-4 Zoll Durchmesser mit starken aber stumpfen ueber 1 Zoll langen Stacheln traegt, ziert den Fuss; selbst den «Estanciero» con sombrero alto. (Musée de costumes, uno 171 = Amérique, n* 6. París, sin fecha [mitad del siglo xtx)) nackten und fehlt nie, wenn er auch oft nur an dem einen Beine gesehen wird. Ohne diesen Sporn geht der Gaucho nicht auf die Reise; er muss den Klang hoeren, und ebenso sein Pferd oder seine Mula, die durch das bes- taendige Geklirr des grossen Rades zur Ausdauer angefeuert wird ; eine Musik, welche namentlich beim Gehen fuer gebildete Europaeische Ohren bald ganz unertraeglich wird. Auf dem Kopfe endlich haben alle Gauchos bestaendig einen Hut, teils R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 5) von Filz, teils von Stroh, aber er ist klein und verdeckt nicht das ganze Ge- sicht. Daher haengt man sich ein buntes Taschentuch ueber den Kopf, setzt den Hut darauf, und bindet die am Ruecken herabhaengenden Enden vorn vor dem Halse zusammen. Dies Tuch sehuetzt vor dem Sonnenbrand und gviebt Kuehlung, indem es die beim Reiten von vorn zustroemende Luft «Gaucho de Córdoba» con sombrero de pajilla. (Musée de costumes, no 304 = Amérique, no 26. París. sin fecha [mitad del siglo XIx]) faengt und dem Nacken zufuehrt. Ich habe es als ein sehr probates Mittel erkannt. die Glut der Sonne waehrend des Reitens am Tage ertragen zu lernen. Sea cual fuera su forma, siempre es llamado « sombrero» el cubre- cabeza del gaucho, hasta los últimos decenios del siglo X1x. Van al- gunos comprobantes literarios en orden cronológico. 40) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Juana Manso deseribe el traje del gaucho de 1546 como sigue: Calzoncillo largo que le cubre el pie calzado por la bota de potro, el chi- ripá de”colores vivos envolviéndole los muslos hasta la rodilla o hecho bom- Gauchos con sombreros de pajilla. (PA- LLIERE, Vistas y costumbres sudame- ricanas, lit. por Y. Pelvilain. Lámi- na: Pulpería eu el campo; parte. Buenos Aires. 1863.) bacha, el tirador de cuero a la cintura, su poncho, su chaqueta y el pequeno som- brero de barbijo, a un lado sobre la oreja o sobre los ojos; es imposible que un gau- cho lleve su sombrero derecho jamás. Con un aire indiferente, habitual, están allí mirando, al aire, su eran cuchillo de mon- te atravesado en el tirador, con ese modo amenazador que tienen hoy (1). Ascasubi, en sus obras, sólo habla del «sombrero » (2). Pelliza. al relatar el traje del gau- cho. dice: El vestido de la gente del pueblo en las ciudades no se diferenciaba mucho del de los labradores. Únicamente los gauchos, por la naturaleza de sus faenas, habían adoptado un traje más aparente para mon- tar con facilidad, que consistía en un an- cho calzoncillo de lienzo adornado de fle- cos y eribos, y un corto pantalón que no pasaba de la rodilla. La camisa burda y la chaqueta o zamarra de pañete, como el gorro, la montera o el sombrero de alas, eran los mismos en la ciudad que en la campaña; la manta y el poncho se usaba igualmente en todas partes. Los dos sexos llevaban el cabello largo: los hombres trenzado en coleta y las mujeres peinado de varios modos o bien sostenido simplemente por peinetas. (1) Manso, Los misterios del Plata. El Fogón, primer periódico criollo. Monte- video [1* época], año II, número 58, octubre 11 de 18596. (2) ASCASUBI, Santos Vega, etc., página 26; 2? edición, página 22. — Aniceto el Gallo. Gacetero prosista y gauchi-poeta argentino. Extracto del periódico de este tí- tulo publicado en Buenos-Ayres el año de 1854, y otras poesías inéditas, páginas 59, 395. París, 1872; 2% edición, página 74, 330. Buenos Aires, 1900. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 41 El vistoso chiripá no se usó en los primeros tiempos, y puede asegurarse que como traje característico no figura sino desde 1780 en adelante (1). Miguel Canet presenta a «un gaucho viejo (¡le veo aún!) con una larga barba canosa, el sombrero en una mano y un vaso en la otra... » (2). Mármol (5), en su célebre novela, describe los gauchos de la época de Juan Manuel Ortiz de Rosas: Uniformemente vestidos en lo más ostensible de su traje, es decir, som- brero negro con una cinta punzó de cuatro dedos de ancho, chaqueta azul obscuro con su correspondiente divisa de media vara, chaleco colorado y un enorme puñal a la cintura, cuyo mango salía por sobre la chaqueta un poco hacia el costado derecho... Una parte especial de los comprobantes literarios se halla en la poesía, ya clásica, ya popular. Algunas veces, el traje en su totali- dad representa el motivo tratado por el poeta, y siempre se llama «sombrero» a aquel detalle de la indumentaria. Las comprobaciones poéticas son numerosas, V. 2T.: [En el baile campestre | ... está proscrita La fastidiosa etiqueta, Y se baila con chaqueta, Con poncho y con chiripá, Con el sombrero cubiertas Las desgrenadas melenas, Y algunos con nazarenas Para llevar el compás (4). El gaucho Ramiro, cuando en un tordillo bizarro, por la calle de Barracas, eruza a galope largo, (1) PeLLIZA, El país de las pampas. Descubrimiento, población y costumbres, 1516- 1780, página 195. Buenos Aires, 1887. (2) Caner, Juvenilia, página 166. Buenos Aires, 1907 (= Biblioteca de «La Nación », volumen 178). (3) MÁRMOL, Amalia. Novela histórica americana, 17* edición, l, página 152. París, sin fecha [la explicación, o sea, el proemio, está datado : 1851]. (4) O[RTEGA], El gaucho. Leyenda, página 24. Buenos Aires, 1863. 42 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Lleva el sombrero Sobre la vista inclinado Porque lastima la luz Su ardiente pupila acaso, O porque ella de la noche De su espíritu es sarcasmo (1). Ricardo Gutiérrez, en el poema Lázaro, idealiza a su héroe con los siguientes versos : Bajo el sombrero que inclinó á la frente Nublando de las luces el destello, Y enredada la barba que naciente Sombrea apenas el altivo cuello, Reposa sobre el hombro, negligente, En separados rizos el cabello, Que cierra en blando círculo ondeante El óvalo gentil de su semblante (2). El sombrero campesino tiene ciertos detalles acentuados por los autores que se dedican a las cosas y costumbres del país. El barbijo es uno de estos detalles; fué sujetado bajo la barbilla, o bajo el labio inferior o bajo la nariz, y terminaba de vez en cuando en una borla, con un anillo corredizo que servía para ajustarlo, que- dando la borla siempre en el mismo punto. En antiguos grabados de la edad medioeval vemos con frecuencia este detalle pintoresco. En la poesía popular, el gaucho es El que gasta chiripá Y sombrero con barbijo, El que es curioso y prolijo, Consecuente y bonachón... (3) Un campesino, con su indumentaria completa, es pintado en las si- guientes décimas que reproducimos integras: (1) ECHEVERRÍA, Obras completas, 1, página 181. Buenos Aires, 1870. (2) GUTIÉRREZ, RICARDO, Poestas escogidas, página 158. Buenos Aires, 1876. (3) SEGOMVI, El gaucho. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 22 época, año IX, número 382, julio 15 de 1907. A A A R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO De gúelta Allá en la pampa callada Y entre montes, loma y llanos, Galopiando va un paisano De esos de cara bronciada. Lleva a su espalda colgada La compañera de sus penas, Y hundiendo las nazarenas En los hijares del potro, Cruza con alegre rostro Volándole la melena. Deja ver en su persona, Vestida lujosamente, Su tirador y rebenque, Daga y rastra relumbrona ; Y del freno a la carona De su pingo escarciador, Todo es plata y da calor Mirar su pretal platiao Y hasta la argoya ha lustrao De su viejo maniador. Lleva bota *e potro y usa Chicipá, vincha y yesquero, De barbijo en el sombrero Con poncho, pañuelo y blusa, Y con mirada que acusa Ser crioyo valiente y giúeno, Cruza cantando el terreno, Con voz dulce y de mi flor, Y el pingo envuelto en sudor Tascando va el duro freno. Las ligas pampas trenzadas Con tientitos que él sobó, Y de otras lonjas formó Riendas, cabresto y bozal, El lazo que él sabe usar, 44 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS De tradición argentina, Y la cincha cruda y fina De su recao de primera, De giielta de las carreras Va pal rancho de su china (1). (AGustíx MIRANDA, El Gaucho Rastreador.) El barbijo sirve para sujetar bien al sombrero cuando hay peligro de perderlo, por ejemplo, en la doma de potros: Dijo un viejo jinetón Un refrán lindo y certero : «No hay animal pescuecero En ganándole el tirón. » Le adivina la intención Cinehándolo delantero, Pone barbijo al sombrero Y antes que á chirlos lo sobe Le dice que se retobe Al bagual más altanero (2). El barbijo, hoy día casi ya no se usa, y los poetas populares se quejan de la desaparición de detalle tan pintoresco, recuerdo de la edad media: Ya el gaucho junto al palenque No ensilla el pingo, prolijo, Ya el sombrero con barbijo Desapareciendo fué, Ya no adorna su semblante Negra melena profusa, El chiripá ya no se usa Y el mate ya no se ve (3). (1) Raza Pampeana, revista jocosa, literaria, de actualidades y costumbres na- cionales. Buenos Aires, año I, número 6, abril 5 de 1908. (2) CÁCERES, La domada. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 2% época, año VII, número 334, julio 15 de 1906. (3) TRANQUERA, Tristeza criolla. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevi- deo, 2% época, año VIII, número 346, octubre 15 de 1906. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 45 - Ya no se empilcha el paisano Ni pa su pingo es prolijo, Ya no lleva ni el eribao Ni el sombrero con barbijo. Ya la barba y la melena Muy poco el gaucho la usa, Y que se empaca el yesquero Ponen muchos por escusa. Hoy se ensilla á lo pueblero Por temor á algún corcobo... (1). El cambio del traje popular también es descripto por A. Fontela : La bota de medio pie, la chilena del Uruguay y la porteña nazarena [es- puela|. ya no figuran en la campaña sino como trofeos de un pasado legen- dario que la tradición hermosea en las narraciones escuchadas con sostenido interés alrededor del fogón... En la vestimenta también se han hecho grandes reformas. No citaré el gorrete sacado del potrillo con orejas y todo, porque es remoto en dema- sía (2) ni el sombrero de panza de burro que le sucedió ; pero el pajilla que aun asoma, ya no tiene el corte compadrón de sus buenos tiempos, ni el barbijo a la nariz se usa ya, ni el ala delantera se baja sobre los ojos, de suerte que el gaucho fiero haya de echar atrás la cabeza para mirar cara a cara a quien dirija la palabra; ni la chaqueta corta ni el calzoncillo cribado dle tupido y corto fleco, aparecen sino en los carnavales. La bombacha abrió el camino al pantalón y el saco lo preparó a piezas «le corte más complicado ; el sombrero reviste, en su forma y modo de lle- (1) ALONDRa, El tiempo todo lo yeva. El Fogón, periódico criollo, literario, fes- tivo, ilustrado y de actualidades. Montevideo, 32% época, año XV, número 486, junio 7 de 1913. (2) Para tener detalles sobre este gorrete arcaico, he consultado personalmen- te al señor Fontela. Díjome que había oído hablar de esta costumbre en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde también antiguamente haya sido cono- cida. Llamo la atención sobre el párrafo análogo, ya reproducido (página 31) según el cual también en la provincia de Santa Fe, en la época de la indepen- dencia, solía usarse, por la gente de la montonera, «como morrión, el cuero de la cabeza de un burro, sacado con cuidado para no hacerle perder la forma, sin costuras, con las orejas paradas ». Todos mis empeños para conseguir más datos «que estos dos, sobre el bizarro gorrete, hau sido inútiles. Se trata, no lo dudo, de una antiquísima costumbre del mundo antiguo, extinguido allá quién sabe enándo y conservado por aleún tiempo más en territorios coloniales. 46 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS varlo, tendencias ciudadanas. ¡ Hasta el recado acortó las puntas y vuelo de las caronas, acercándose poco a poco a la silla ligera ! Se explica : ya no hay gauchos (1). El cariño a las cosas criollas leva a los poetas populares cuyo cora- zón, desde luego, es fácilmente impresionable por el bello sexo, a com- paraciones algo arriesgadas; en la vida prosaica, por lo menos, apa- recen algo raras las declaraciones del trovador que su amante, entre muchísimas otras cosas, es su « barbijo campero », o «barbijo de su sombrero », o solamente «el sedoso borbón del barbijo de su sombre- ro». Pero no olvidemos que todo este lenguaje figurado, es eflores- cencia del Oriente, de Arabia, trasplantada vía España a la Pampa sudamericana; ¡quién al leer las siguientes poesías, no recordará las pintorescas y bizarras comparaciones que al Cantar de los can- tares de Salomón, insertado en la mismísima Biblia, dan su perfume especial, exótico : Mi china, sos el lucero Que me alumbra *e mañanita, Sos la tierna torcacita, La prenda que yo más quiero; Sos mi barbijo campero Y argolla de mi arriador, Sos la inspiración mejor Con que yo templo mi idea, Sos mi luz radiante tea, Ráudica canción de amor (2). (1) FONTELA, Narraciones ríoplatenses. Colección de cuentos criollos, páginas 7, 10-11. Montevideo, 1895; Idem, 2% edición, páginas 7-9. Montevideo, 1895. La segunda edición de esta linda pieza literaria representa una curiosidad bi- bliográfica, pues va acompañada del Catálogo general de la Botica central homeo- pática, de José A. Fontela, farmacéutico, precedido de un sencillo manual de homeopatía doméstica por J. W. Browse, de tal modo que cada página contiene en una mitad los cuentos, en la otra la materia homeopática! (2) HERRERa, ¡Mi china! La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales. Buenos Aires, 2% época, año II, número 62, septiembre 4 de 1910. DA R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Vos sos el reluciente sol Que alumbra en mi guarida, Sos la calandria que anida En mi ranchito *e terrón ; Sos la sentida canción Que canta el triste matrero Sos barbijo e mi sombrero, Vincha, pañuelo y rebenque, Y sos el fuerte palenque Ande maniato mi overo (1). Pa mí sos tuito, chinaza : Las chispas e mi yesquero, El escapulario *e cuero, Que sobr” el pecho m” ensillo ; El filo *e mi cuchillo Y el barbijo ?e mi sombrero (2). Sos el más lujoso apero Que adorna mi redomón, Sos el sedoso borbón Del barbijo e mi sombrero ; Sos el estilo campero Que canto de mañanita, Sos la moza más bonita Que vicho yo dende lejos, Por vos m' encuentro, ¡ canejo : Batatao como mulita (3). Otro detalle del sombrero es el ala, o más bien dicho, la manera de llevarla. Mientras que según Fontela (4) en la mitad del siglo XIX (1) TrípoLi, Vos sos. La Pampa Argentina, revista nacional nos Aires, 2? época, año V, número 150, mayo 5 de 1912. e ilustrada. Bue- (2) FrRaY TETERA, Mi china. El Criollo, periódico gauchesco y de cosas pueble- ras, humorístico, noticioso y otras hierbas. Minas [Uruguay], 380, enero 29 de 1905. (3) GAzcóN, Floreo. La Tenaza, revista sportiva, literaria, año VIII, número social, joco-seria, eosquillosa y política. La Plata, año 1, número 35, noviembre 19 de 1909. (4) FONTELA, Narraciones, ete., página 10; ídem, 2% edición, página 9. ds BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS «el ala delantera se baja sobre los ojos, de suerte que el gaucho fiero haya de echar atrás la cabeza para mirar cara a cara a quien dirija la palabra », hoy día, el ala del sombrero, en su parte anterior, es do- blada hacia arriba, dejando así libre la frente : Mudo. triste y solitario, Alta el ala del sombrero, Un gaucho en su parejero Va observando el escenario (1). Esta manera de llevar el sombrero es típico para el campesino, y aun sin intervención del viento, Santos Vega llevaría «alta el ala del sombrero » : Santos Vega cruza el llano, Alta el ala del sombrero, Levantada del pampero Al impulso soberano (2). Por consiguiente, una persona que no observa la moda campesina y anda vestido sin mayor cuidado, con las alas del sombrero caídas. ha de provocar la mofa de los otros que de él dicen, que «anda como mula enferma» (cómparación gauchesca de la provincia de Buenos Aires, tomada de nuestra colección manuscrita). «A la nuca echado » es otro de los detalles de llevar el sombrero : El gaucho Sombrero a la nuca echado, La cara blanca y bronceada Y melena ensortijada Que hubo el pampero rizado, Pañuelo al cuello volcado, Blusa fina de color, Cinto platiao, un primor (1) FLores, La canción de Santos Vega. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 2% época, año VIII, número 348, octubre 30 de 1906. (2) OBLIGADO, Poesías, 2* edición, página 209. Buenos Aires, 1906. — Da R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 49 Su chiripá de merino Y un facón de plata fino Cruzado en su tirador. Botas de potro ajustadas Por un par de nazarenas, Abrochando sus cadenas Dos rosetas cinceladas : Poncho de puntas flecadas, Sobre su espalda volcado, Siempre altivo y resignado Al golpe de la fortuna Fué aquel que tuvo por cuna Las caronas de un recao (1). Fray Homero- Lino Carmona. Hay ciertas ocasiones donde es indispensable echar el sombrero a la nuca : durante el canto o la payada de contrapunto, y al prepararse para el combate. Así, por ejemplo, el gaucho, al sentarse a cantar, Se echó el sombrero a la nuca Y de piernas se cruzó: Luego la vista tendió A toditos los presentes, Y escarbándose los dientes Con fijeza me miró. Pidió el gaucho una guitarra Y ya se puso a templar... (2) Libre vista se necesita durante el combate : Cuando el gaucho tiene que pelear en medio del campo, porque tropiece allí con su adversario o porque salga de los ranchos en desafío por la misma (1) El Picaflor porteño, semanario humorístico, político y social. Buenos Aires, año IV, número 1, abril 7 de 1911; firmado: Fray Homero. — Reproducido ibid. número 32, noviembre 20 de 1911; firmado : Lino Carmona. (2) VAILLANT ( = ANASTASIO CULEBRA), El gaucho Juan Acero, émulo de Mar- tín Fierro, 32 edición, página 31. Montevideo, 1901; ídem, 4% edición, página 31. Montevideo, sin fecha. T. XXI 4 30 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS u otra causa, lo que sucede comúnmente por disputa en el juego o por que- rer apropiarse, de grado o por fuerza, de una ruín mujer, lo primero que hace es manear bien su caballo, de modo que quede en completa seguridad y dirigiéndose al punto del combate envuelve el poncho en el brazo izquier- do y el facón desnudo en la mano derecha, preludia la pelea con algunos denuestos de los que ellos usan, cuando irritados. Escaramucean algún tiem- po y luego unen de frente el pie que avanzan sobre el del contrario a lo que llaman pelear pie con pie. Principia la riña echándose atrás el sombrero o bonete, por golpes de corte que prefieren, por lo regular, a la estocada. Su destreza en abroquelarse con el poncho o parar las cuchilladas con el arma es igual, bajo este último respecto, a la del mejor espadachín europeo (1). Santos Vega, héroe de una novela de Gutiérrez, antes de entrar en lucha con las justicias, « había echado a la nuca su sombrero, sos- tenido en la punta de la nariz por las borlas del barbijo y cada vez que apartaba los negros rizos que obscurecían su frente, sus ojos brillaban como relámpagos » (2). Fontela, novelista radicado desde mucho tiempo en Montevideo, ha presenciado un duelo gaucho; ha visto a un paisano «sacando el cuero de carnero que le servía de cojinillo, terciarlo en el brazo iz- quierdo de cuya mano pendía el pesado arreador, echarse el sombrero a la nuca y sacando el cuchillo, acercarse a su contrario » (3). El nombre «chambergo » quedó limitado, parece, al lenguaje del porteño, hasta más o menos el séptimo decenio del siglo pasado. Nuestras investigaciones personales coinciden perfectamente con los párrafos de la literatura. Recién alrededor de 1880, suele llamarse chambergo también al sombrero del gaucho, y ya en el libro de Lyneh (4) se nota este cambio; conviene, pues, introducir lo que sigue, con los párrafos que complementan lo que Lyneh dijo sobre el gaucho de la época colonial y el gaucho federal (páginas 30-31 de este trabajo) : (1) Muxiz, El gaucho, en Obras de D. F. Sarmiento, XLIII, páginas 250-251. Buenos Aires, 1900. (2) GUTIÉRREZ, Santos Vega, 11 ( = Una amistad hasta la muerte), página 73. Buenos Aires, 1896. (3) FONTELA, ¡ Un hombre! Narración rioplatense, página 6. Montevideo, 1896. (4) LyxcH, La provincia de Buenos Aires, etc., página 10. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO (Sl pul Desde luego vamos a dividir el gancho [actual] en dos subespecies : el yaucho verdadero y el gaucho compadre. El gaucho verdadero conserva casi todas las costumbres de sus antece- sores. El sombrero o chambergo lo usa con el ala levantada hacia adelante y vol- cada por detrás, pañuelo al cuello o atado por bajo la barba y sobre la cinta o barbijo. Anda en mangas de camisa y con poneho, sin dejar el chiripá. En días de festejo gasta el calzoncillo con flecos. Más emplea la bota de becerro que la de potro. Entre todos es constante el tirador. Le adornan con monedas de plata y los hay que ostentan onzas, cóndores y otros cuños de gran valor. General- mente el boliviano es el de su preferencia, lo mismo que aquellas antiguas monedas de plata españolas que aún se encuentran en la campaña sin sa- berse como no han desaparecido. En su pingo no falta el fiador, el pretal, el cabresto, las riendas, el recao, las bolas y el lazo. El gaucho compadre usa el sombrero echado sobre los ojos, levantada el ala de atrás y medio volcada de adelante. Prefiere la bombacha al chiripá. Nunca deja su poncho, que bien lo lleva doblado sobre el hombro o como los demás. Su largo flamenco nunca se le cae de la cintura. Jamás deja las compadradas. Siempre es chocante y es muy difícil que donde él pise, no se arme algún barullo. Es pendenciero y a veces no cobarde. Es el tipo medio entre el gaucho verdadero y el compadrito de la capital. Jaracterística muy puntualizada de este tipo social encontramos en un Estudio Social, de Carlos A. Estrada, intercalada en el di- eccionario de E. Garzón (1) y cuya edición primitiva no he podido averiguar : ¿Quién no lo conoce? ¿ Quién no recuerda haberle encontrado en los ba- rrios apartados de las ciudades? — Vano sería abrir el diccionario para buscar su nombre en sus columnas; es necesario encontrar su sentido en el lenguaje del pueblo, pues él lo usa con el omnímodo derecho del inventor. El compadrito es á la ciudad lo que el gaucho al campo; él representa el ele- (1) GARZÓN, Diccionario argentino, etc., páginas 116-117. 32 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mento netamente eriollo en la primera evolución hacia la civilización. De aquí que en la formación de la nacionalidad que puede sintetizarse en la his- toria de las luchas de los hombres rurales contra los urbanos, el compadrito ha sido el brazo armado de éstos, como el gaucho de aquéllos. — Usa siempre chambergo — un sombrero blando de castor — para poder echar el ala delan- tera sobre los ojos. Fumador de tabaco negro, tiene la dentadura impregnada de nicotina, y escupe entre dientes y colmillo, lanzando á la distancia saliva- Z08s, que podrían servir de antisárnicos, con preferencia á muchos de impor- tación. — Camina pavoneándose, como si tuviera desgonzadas las articula- ciones de piernas y caderas y los anillos de la espina dorsal. Su mirada es provocadora y desdeñosa como la de un perdonavidas de oficio... Hay otra clase de compadrito, mucho más antipático. Me refiero á esos jóvenes de fa- milia distinguida que se afanan por asimilarse el traje y las hazañas del que acabo de describir. Felizmente son rarísimos estos ejemplares de desequilibrio moral; tienen todos sus defectos y carecen de sus nobles cualidades. Son más insolentes, imitan sus modales, todo, menos el coraje. — La inmigración que trae en sus entrañas el aliento europeo, va destiñendo ya este tipo genuina- mente nacional, y quizá para nuestros hijos, será un personaje de leyenda, como seguramente ocurrirá con el gaucho. La civilización, á su vez, lo in- vade todo, y su ola gigantesca arrebata lo que le es exótico, y hace flotar sobre sus crestas espumosas y movedizas, á manera de resaca, la corteza semibárbara de nuestro bajo pueblo, con sus hábitos de incurable holganza, su desprecio por la propia y ajena vida... Eduardo Acevedo Díaz, pinta el gaucho del Río de la Plata como sigue: Sobre una camisa de lienzo, llevaba el ginete un poncho de género sen- cillo, a listas, colorante, recogido sobre el hombro izquierdo; un pañuelo de seda al cuello, anudado con desaliño; sobre el cinto que sujetaba los extremos de un cehiripá de lanilla azul; enrolladas a su cintura, las boleado- ras de piedras, forradas con piel de carpincho ; una daga de mango de me- tal detrás, bien al alcance de la diestra, y una pistola de pedernal cerca del arzón con la culata hacia adentro, sujeta al apero, sin funda ni cargas de repuesto. Calzaba botas de piel de potro, y lucía en el calcañar, como hemos dicho, gran espuela de hierro armada de agudas puntas. Con el chambergo inclinado sobre la oreja, sujeto por un barboquejo con- cluído por dos barbillas negras que simulaban perilla bajo su labio inferior, — el poncho arrollado con gracia sobre el hombro, y una mano apoyada en el mango del rebenque, —el bizarro mozo, con su aire de atrevimiento R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 0% y dureza de ceño, bien sentado en su caballería briosa y piafadora, repre- sentaba fielmente á esa clase amante que en otros tiempos desconocía las dulzuras del hogar doméstico, compañero del animal montaraz en los bos- ques, fuerte ante el peligro, sombra siniestra del llano, la sierra y la selva, cuyas planicies, desfiladeros o escondrijos recorría, y utilizaba en sus excut- siones de centauro indómito, desafiando las iras de los prebostos y abriendo camino al inter- cambio de productos, sin pago de derechos (1). Para completar lo anterior, reproducimos de un libro raro y desconocido los datos si- guientes: Con la salida del sol, galopando á campo tra- viesa, llegaron los gauchos invitados á la hierra, montados sobre el mejor de sus pingos, enjae- zado de fiesta con lujosos arreos; nuevos los bas- tos, el cojinillo y la carona ; de plata los estri- bos, las copas del freno y la sonante cascoja; con anillos del mismo metal las riendas y la contera del rebenque; el pretal cuajado de monedas, pesos bolivianos, chauchas chilenas y pesetas españolas, todo un muestrario de numismática; el largo lazo enrollado sobre el anca de las ja- cas. Los gauchos habíanse puesto sus mejores trajes, una indumentaria que revela las prime- ras iniciativas del hombre para vestirse, sin que falte en ellas la nativa coquetería de la raza humana. Todos lucían magníficos ponchos, pa- Hor e Paisano de los alrededores de Bahía Blanca, 1890. Colección fotográfica del autor. nuelo al cuello y el tradicional chiripá de merino negro, primer ensayo de la forma del pantalón ; debajo, calzoncillo eribau, adorno lujurioso, cu- yas puntillas y encajes, semejantes al fleco de las enaguas, caían sobre las botas de media caña, rameadas de caprichosos pespuntes blancos y rojos. Algunos llevaban una especie de blusa, también de merino negro, holgada en el pecho y los hombros, y recogida en la cintura por una trencilla; otros tenían saco oscuro, demostrando que la civilización les iba ganando de me- dio arriba, aunque nunca llegaba a la cúspide, a la cabeza, cubierta con un chambergo abollado de intento, las alas sobre los ojos y sometido a todos (1) ACevEDO Díaz, Ismael, páginas 63-64. Montevideo, 1899. D4 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS los ritos de la guapeza criolla, o de lo que por acá llamamos compadraje. En la cintura el tirador (cinto) de cuero curtido, lleno de bolsillos para euardar la petaca, fabricada con el buche de un avestruz, la pipa, o el pa- pel de fumar los que no fuman en pipa vasca o inglesa, los documentos y el fruto de los conchavos. El tirador es la prenda en que se resume la ele- gancia gaucha, su magnificencia y su rumbo; está lleno de bordados de es- tambre que simulan emblemas del amor, y recamado de monedas de plata, y. a lo mejor, alguna onza de oro, alguna pelucona trasconejada a los virre- ves de Fernando VII (1). La descripción siguiente refiérese no solamente a la Patagonia; vale para toda la República, hecha una excepción que va comentada en nota: H gaucho veste con semplicitá e decenza: si copre poco, ed i suoi abiti sono ampi e leggieri modellati presentemente all'Europa, e di stofte fine: pero nel 1870 erano ancora caratteristici. In casa non usa giacchetta, ne giub- betto:; non calza stivaletti: non fa uso neppure di calze, difendendo meglio i suoi piedi con certe pantofole alla spagnuola, di grossa tela e con suole di spago, chiamate alpargatas. Lo stivale e proprio degli estancieros e d'altri ricehi proprietari ; i figli di costoro tuttavia usano per casa la alpargata. ll cappello e il chambergo spagnuolo, di panno nero. Per deserivere nel suo vero originale il vestito del gaucho, e mestierl prendere un aindiado, ovvero un bianco povero, che non abbiano sofferto Vinfluenza delle mode Europee; e necessario prendere un gaucho che si glorí dVesser gaucho, di conservare i suoi propri costumi, linguaggio, tradizioni e modo di vestire: questo gaucho sara il cantor, 11 domador oil taita. El cantor (cantore). — Generalmente e un giovane creolo, dalla faccia bianca, cortese nel tratto, con barba folta e ben tenuta. Porta cappello alla spagnuola, di corte falde e di panno; indossa giachetta semplicce, e talvolta soltanto ginbbetto, ed una cravatta e fazzoletto. Converraá dire, prima di continuare, che sia il poncho. In sostanza e un mantello di due forme, il poncho de verano (d'estate) uno; il poncho de pa- ño (di panno) l'altro per riparare dal freddo: il primo e una cappa rettan- zolare, con una apertura nel mezzo per passarvi la testa e cos1 portarlo ; indossatolo, l'apertura, orlata con fettuccia di seta, resta aperta verso il (1) GRANDMONTAGNE, La Maldonada. Costumbres criollas, páginas 321-322. Bue- nos Aires, 1898. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 0 petto, e il resto del poncho pende di dietro e davanti fino quasi alle ginoc- chia: ai fianchi tocca solo la cintura; e lavorato con lana o filo a colore, a striscie longitudinali e particolari disegni. Non ha fodera, ne imbottitura alcuna. Quando lo usa il gaucho cantor, lo raccoglie ai lati gettandoselo piegato sulle spalle, mentre pende davanti e di dietro in tutta la sua lun- ghezza; andando a cavallo o caminando a piedi per le vie, lo lascia spiovere tutto. Il poncho de paño e circolare, pia grande e foderato con flanella di color vivo; quando la persona sta in piedi le toecca i polpacci: si usa solamente d'inverno, o in tempo di pioggia: il panno suol essere buono e quasi im- permeabile (1). Il gaucho cantor indossa poncho de verano e se la stagione e fredda uno di panno corto e leggiero. La sua camicia e bianca e inamidata. Porta calzoni larghi, con ripiegature e abbottonati sul collo del piede: e la bombacha. Calza stivali di bufalo, o verniciati se e riceo, con speroni, lasciando che la bombacha formi una campana di ripiegatura sopra la trom- ba dello stivale; questa parte e piuttosto studiata, e da grazia alla perso- na. Stringe fra le mani uno staftile di cuoio, con ornamenti di filo pure in cuoio. El domador (domatore). — Cappello come il precedente, ma senza poncho de verano, e invece di giacchetta, indossa un corpetto di flanella colorata : non usa cravatta, ma un fazzoletto di seta annodato al collo, e disteso sulle spalle con aria vanitosa. E giovane, di poca barba, e puo essere un bianeo o un aindiado. Porta cintura larga, attibbiata con bottoni d'argento:; talvolta tutto all'intorno e coperta di monete d'argento, nel qual caso la chiamano tirador de plata; sopra il tirador porta talvolta le boleadoras, e posterior- mente un coltello con guaina : fa uso di un staftile pesante con grosso anello di ferro. XNelle popolazioni veste la bombacha, ma sul lavoro ed in casa il chiripá : questo non e altro che il poncho de verano senza l'apertura di mezzo, pas- sandovi per entro le gambe, di modo ehe una estremitá copra il ventre fino (1) La diferencia entre poncho de verano y poncho de paño es sin duda exagera- da; el conocido «poncho» es de todos modos el primero, sea en verano o in- vierno, etc. Pero si por un viaje a las regiones australes, que allá suele llamar- se poncho patria una pieza como la descrita por el padre Carvajal y la cual es en tregada a los policianos, soldados, ete., mientras ellos están de servicio. Usando también los particulares de vez en cuando y yo mismo me he servido de esta clase de abrigo en un viaje a la Tierra del Fuego. Nunca he oído hablar de un poncho de paño. (Nota de R. L. N.) D6 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS alla cintura, e Valtra si estende sopra la parte posteriore dell'individuo fino allo stesso punto, assoggettate poi entrambe alla cintura; formasi cosi nel centro quasi un saceo, ed ai lati puo introdursi laria, facendo contrasto il bianeo dei calzoni interni col colore del chiripá. Sopra di questo, poste- riormente, portano vn pezzo di cuoio, di forma ordinariamente rotonda, che puo coprire le anche, e questo e la badana volgarmente il tapa rabo. Il cuoio ne e flessibile, e le parti pendenti sono tagliate a foggia di frangie. Non porta mai stivaletti, ma alpargatas o stivali ordinarí con speroni a grosse punte di ferro che trascina e si compiace di far risuonare. Ántica- mente la calzatura del domador era la bota de potro... [siguen detalles sobre ella]. Il domador distinguevasi per la badana, per il pesante staffile, e per il suo carattere energico, coraggioso e valente. El taita. — Poteva essere un gaucho qualunque, bianco, aindiado, cantor o domador ; pero il suo distintivo era un carattere litigioso, temerario, arro- gante, provocatore e talvolta aggressore. Per questo, il fellone vestiva con tutta facilitá come un gaucho pacifico ed onesto, o come un cantor o domador; tuttavia il suo cappello solea esse- re piú alto, dalle falde larghe: Pabito piu povero, con poncho de verano 0 de paño, con alpargatas o bota de potro. La fisonomia energica e fiera in al- cuni, era in tutti provocante; portava barba intera e trascurata ; il piu del vestiario consisteva nelle armi assicurate alla cintola o tirador: portava al cinturone, posteriormente, un lungo pugnale, talvolta di 80 centimetri, acu- to, tagliente e forte, chiamato facón, lasciandone di sovente travedere la punta della guaina e del manico: davanti avea una grande pistola, o eo- munemente il trabuco (arma da fuoco), la cui bocca gialla e larga rassomi- eliavalo a un piccolo cannone, e chiamavasi naranjero od il boca amarilla, e caricavasi a pallini... e pezzi di ferro fino alla bocca ; terribile ne era lo sparo, e disastroso quando colpiva. Un altro trabuco, piú piccolo e di ferro, era la boca negra: usavasi per entrambi l'antica capsula. Se invece di trabucos avessero fatto uso di pistole, ne sceglievano delle piú grosse possibili. Alecuni taitas piu fieri andavano armati di due trabucos, uno per lato della cintura, e li lasciavano in vista. Questo gaucho, lottatore in regola, quando avesse assistito a feste, era te- muto e rispettato, se pur altri taitas non lo tenevano in iscacco (1). (1) CARBAJAL, Patagonia. Studi generali, l, páginas 344-348. S. Benigno Ca- navese, 1899. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 7 Hoy día, el cubrecabeza del campesino es, pues, un «chambergo de anchas alas» (1); «el sombrero que usa el paisano, dice Alais (2) en uno de sus esbozos campestres, es el llamado chambergo, blando, de alas bastante anchas, que lo res- guardan en parte del sol y de la llu- via. Lleva camiseta y camisa comu- X nes, y calzoncillos anchos y largos, | lisos y con flecos y bota de potro he- cha por él mismo... En vez de pan- talones usa chiripá, prenda que con- siste en una manta algo más larga que ancha, que se coloca entre las piernas, ciñendo luego los dos ex- tremos a la cintura. Con esto, los movimientos de las piernas quedan enteramente sueltos... Suele tam- bién usar chaleco, aunque poco se necesite, gracias al tirador, cintu- rón ancho, de suela o cuero curti- do, con bolsillos, que se sujeta a la paisano de losalrededores de La Plata, 1895 cintura por medio de hevillas o de or pion Moto zrábcs del sutor botones, hechos con monedas gran- des de plata puestas con una chaveta en ojales practicados al objeto en el tirador. Además, tiene la chaqueta o saco, la chapona, como él dice, prenda que no ofrece nada de particular, y por último el poncho. » El popular rastreador, en plena actitud, es fijado sobre la placa li- teraria del literato Lugones: El rastreador. con una mano sobre las cejas, revisó las cumbres... Abolla- da la nariz, su faz recordaba una calavera. Sus ojos zarcos de potrillo, asaz separados, adquirían nublosa humedad. El chambergo le nimbaba. Las boli- tas de su barboquejo pasado por el vómer, erizábanle el bigotillo ruano (5). Siendo, pues, hoy día el chambergo indumentaria integrante del (1) PAYRÓ, Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, página 30. Buenos Aires, 1911. (2) ALArs, Libro criollo (costumbres nacionales), página 86. Buenos Aires, 1903. (3) LUGONES, La guerra gaucha, páginas 297-298. Buenos Aires, 1905. 38 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS gaucho, lo debe usar el joven, quien, en los días del carnaval, se dis- fraza como gaucho y luce sus habilidades en el corso; entonces se acierta en seguida quién será: Con melena, con chambergo, Barba, poncho y cinturón, Con pañuelo, con guitarra, Con espuelas y facón, Con rebenque y chiripá, ¿Quién será? (1) La poesía popular que se ha apode- rado de los más mínimos detalles de la vida del gaucho, pinta, por supues- to, también los detalles de su vestido: Chambergo, lazo y vihuela, Buen ralante y gesto huraño (2). Chambergo, golilla ingrata, Bota, bombacha de seda, El gaucho. (De Tipos de carnaval Y un poncho que el fleco enreda, artículo citado RA e La espuela de pura plata (3). ...el gaucho Viste según la costumbre De los tipos de su raza: Finísimo chiripá Y camiseta de lana. Adornan su tirador Grandes monedas de plata, En su cintura brillar Se ve una bruñida daga. (1) ANÓN., Tipos de carnaval. La Prensa, Buenos Aires, año XXXIV, número 11.870, febrero 24 de 1903. (2) LEGUIZAMÓN, Páginas argentinas. Crítica literaria ó histórica, página 156. Buenos Aires, 1911. (3) Rasar, Rumbeando. El Fogón, periódico criollo, literario, festivo, ilustrado y de actualidades. Montevideo, 32 época, año XV, número 497, agosto 30 de 1913. Cubre su hermosa cabeza Un sombrero de anchas alas, De los llamados chambergos, Y botas de potro calza (1). . LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO - 59 El recuerdo de la época no lejana aún en que los célebres bandole- ros, y en el caso presente, el mentao Juan Moreira, conquistaran lau- reles en el combate contra las justicias, inspira versos siguientes: De chiripá y de poncho... Un tirador de plata ceñido a la cintura a una poetiza los Por la enyerbada pampa finjo ver su figura Lleva, y negro chambergo de suavidad de seda... (2). J «A «aL 3 ln y y 2 » R 1 (a al Kn otros párrafos, la descripción del traje gauchesco es más deta llada, y combinada con alusiones a la fisonomía del valiente hijo de la pampa: Bajo un chambergo ala ancha Con barbijo, la melena Brillaba en su faz morena Sobre un pañuelo punzó ; Destacábase en su traje La bota con mostacilla Y el tirador y cuchilla Que plata me pareció (3). La misma fe los iguala... Del chambergo varonil Libre el rostro bajo el ala Muestran, sonriendo, la gala De los dientes de martil (4). (1) De ITURRIAGA Y LÓPEZ, La venganza de un gaucho, 4% edición, página 12. Buenos Aires, 1890. (2) Pusato CRESPO, Flores del campo, página 45. Buenos Aires, 1914. (3) BETINOTE, Mis primeras hojas, página 66. Buenos Aires, 1903. — Cuchilla, es licencia poética ; el citado instrumento, sólo se llama cuchillo. (Nota de R. L. N.) (4) RoLDÁN, El gaucho (poema), página 17. Buenos Aires, 1910. 60 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Un cuadro de la vida campestre es revelado en las siguientes es- trofas : Lejos suena el rasgueo de los bordones, Y como los espectros de almas en penas Llegan los gauchos que usan largas melenas Y amarran junto al rancho los redomones. Ensartan sus chambergos en los horcones Y enlazados del brazo con sus morenas Hacen chirriar bailando las nazarenas Y cruzan por la rueda los cimarrones (1). El eriollo verdadero debe darse francamente como tal y no come- ter el acto de cobardía, de callar su origen y su nacionalidad, como lo quieren hacer muchos extranjeros, especialmente italianos : Yo soy el criollo que cruza Al tranquito la ladera, El que a una fiesta campera Siempre cae con su chirusa, El que en todas partes usa El chamberguito campero, El que ama a su parejero Con un cariño infinito, Y el que zapatea un cielito De bota *e potro y culero (2). Yo visto como el mejor Bota *e potro y chiripá, Un tirador hasta allá Y un chambergo de mi flor (3). Aquellos detalles apuntados con preferencia, ya sean el barbijo, ya (1) HERRERA, £l baile. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 2% época, año XI, número 472, mayo 30 de 1909. (2) EL GaucHo ABROJUDO, Ese soy yo. El Fogón, periódico criollo, ilustrado. Montevideo, 2% época, año V, número 203, enero 22 de 19083. (3) NAVALLAS, Á otro perro con ese giieso. La Pampa Argentina, revista criolla R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 61 el ala delantera levantada y eso de echarse el sombrero a la nuca, aplí- canse desde luego también al chambergo, puesto que lo que ha cam- biado es sólo el nombre. He ahí un cuadro campestre: Al trotecito y bien sentado en un ruano nervioso, de linda pinta, viene un paisano joven y simpático. El chambergo levanta el ala sobre la frente, dejando completo el ovalado de una cara donde la alegría va haciendo dulces rozamientos. En el cuello está anudado con elegancia campera un pañuelo de seda ne- gra, y en el nudo va apretado por el cabo un soberbio clavel rojo, que en el plegado lujoso de sus pétalos ha de llevar signos o palabras lejibles para el joven, porque lo contempla a cada rato y pasan por sus ojos brillazones de gozo (1). El cantor, siempre a gatas, llegó por fin junto al lecho del anciano; en- derezóse colocando su pie izquierdo junto al cabezal, y a vuelta del ademán con que se empinó el chambergo sobre la nuca, el canto empezó... (2) El verdadero gaucho, en el concepto de los poetas populares, es Bonachón y hospitalario, De su nobleza hace gala Y altivo levanta el ala Del chambergo legendario (3). Pero el gaucho decadente, vencido por la evolución biológica del país, va triste, «huye a perderse como una sombra vana en la noche de los recuerdos » ; ya no lleva, altanero, alta el ala del sombrero: Grande, muy grande, pero vencido, Allá va el gaucho noble y austero, Ya hecha jirones su vestidura Y baja el ala de su chambergo : de costumbres nacionales. Buenos Aires [1? época], año 1, número 10, junio Ide 1907. (1) Rosst, Cardos, páginas 22-23. Córdoba, 1905. (2) LUGONES, La guerra gaucha, etc., página 117. (3) FLORES, El paisano. El Fogón, periódico eriollo ilustrado. Montevideo, 2% época, año IX, número 357, enero 7 de 1907. 62 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Cual rey que entrega con la corona Hoy para siempre, su vasto reino (1). El traje del gaucho, hoy día, está modernizándose e internacionali- zándose ; apenas se ve El chiripá de obscuro paño y terciado (2). El chambergo tampoco puede escapar a esta suerte: Ya no se encuentra ni aun en los partidos más lejanos, adonde antes eran las fronteras, quien use el chiripá o las botas de potro, sino alguno que otro ejemplar de viejo que aún se conserva adicto a los antiguos hábitos y pro- duce el mismo efecto que los avestruces que se ven escapados a la destrue- ción general de su especie. Unos y otros son mirados como una rareza, don- de antes abundaban como la yerba. Ya no se ven tampoco los tiradores cargados de monedas de plata, ni los aperos del caballo cubiertos de adornos del mismo metal. Los pantalones y las bombachas han substitaído al ehiripá, el saco al poncho, la boina de vas- co o el sombrero a la moda al antiguo chambergo ; los arreos de ensillar se han vuelto más simples, imitando la moda extranjera (3). Ya los gauchos de las rústicas vihuelas Que encantaron con sus trovas nuestras cándidas abuelas, Los sencillos, nobles ganchos de chambergo y chiripá, Bajo la ola de otras razas que invadieron la llanura, Van cambiando sus costumbres... su simpática figura Va esfumándose en las sombras de una raza que se va (4). Ya nadie usa chiripá Ni calzoncillo cribado, Ni ese lazo bien trenzado, (1) FLORES, De la raza. El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 2% época, año IX, número 384, julio 30 de 1907. (2) PuJaTO CRESPO, El gaucho, en Flores del campo, página 49. Buenos Ai- res, 1914. (3) MuÉrDAGO (i. €. EZCURRA Y PARDO), Pequeñas novelas del país (segunda serie), páginas 47-48. Buenos Aires, 1887. (4) Marco PoLo, Nueva raza. Buenos Jires ilustrado. Arte, comercio, industria, sin paginación. Buenos Aires, 1913. A > R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 63 Boleadoras ni facón : Botas de potro ni espuelas Ni chambergo ni golilla, Ni se ven por la cuchilla Gauchos de la tradición !... (1). Mientras que el gaucho va desapareciendo y con él el traje típico, el chambergo ha llegado a ser parte característica del vestido del elemento malo que habita los suburbios de Buenos Aires. El indivi- duo «lunfardo» se cubre con un «chambergo» de forma especial que también está sufriendo las lunas de la moda, y en la ciudad de Bue- nos Aires, con razón puede considerarse como «símbolo del male- vaje »: Chambergo. —wm. Símbolo del malevaje, antiguo matera de anchas alas y copa redonda que hizo furor y que daba cierto cachet, muy de la madona a los rantes que lo usaban. Estuvo muy de moda hasta 1904, en que lo subs- tituyó el funghi escarbadiente de alas angostitas y copa muy alta (2). Cuando Lynch, en 1883, escribiera sus apuntes sobre el gaucho que ya fueron reproducidos, distinguía entre el «gaucho verdadero » y el «gaucho compadre »; siendo la ciudad de Buenos Aires pequeña en esa época, el tercer elemento social, el criminal, era insignificante. Hoy día, el «lunfardo» desempeña su papel en los anales de la poli- cía; su lenguaje y sus costumbres han merecido estudios especiales por parte de criminalistas y periodistas. Sus modales ya empiezan a influenciar el habla vulgar del porteño, y el traje orillero cuyo tipo más pronunciado es él del lunfardo, empieza a modificar el traje del campesino. Cuenta Maciel la transformación de un joven de la cam- paña en compadrito orillero: Su cabellera larga había desaparecido, y el pescuezo afeitado a navaja, le subía hasta la misma nuca. Tenía puesto un sombrero de alas cortas, un (1) HERRERA, Una raza que se va. La Pampa Argentina, revista criolla de cos- tumbres nacionales. Buenos Aires (1%? época), año I, número 8, mayo 26 de 1907. (2) PALERMO, Novísimo diccionario lunfardo, artículo «chambergo«. La Crítica, diario ilustrado de la noche, impersonal é independiente. Buenos Aires, año l, número 46, noviembre 3 de 1913. 64 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS chambergo recortado, de marea orillera; y el poncho que antes se colocaba sobre la camisa, lo traía doblado sobre el brazo izquierdo y en su lugar un saco de casimir obscuro; en vez de chiripá, unos pantalones del mismo co- lor, anehos y campanudos. Las botas [de potro] habían sido reemplazadas por botines de cabritilla, de una sola pieza, con tacos altos y finos. De su antiguo apero, solo conservaba el pañuelo de golilla, pero ya no estaba anu- dado, sino sostenido por un anillo adornado de amatistas y záfiros indus- triales (1). El «chambergo de arrabal» es pieza indispensable para los acto- res que actúan en aquellas innumerables obritas dramáticas que sue- len darse en muchos teatros de Buenos Aires y que relatan la vida :asera. la vida del pobre, la vida del malevo de los suburbios de la capital federal. Dos actores de esta categoría son los héroes de los versos siguientes: Vittone y Pomar son En el arte nacional, Dos prodigios sin igual De honra, patria y tradición... De los patriotas austeros Que en el «Teatro Nacional » Dan pruebas del ideal Con la esperanza más noble, Usando el poncho del pobre Y el chambergo de arrabal (2). Entre la gente de los suburbios de Buenos Aires, «gente del cham- bergo clásico combado y requintado» (3), hay cierta clase criminal cuya especialidad consiste en explotar la mujer como prostituta; se les llama « canfinfleros» (hay variantes en el término) y la mujer a cuyas expensas viven, es la «mina». Tienen un porte especial y la (1) MacIEL, Nativos, página 184. (Biblioteca de «La Nación », volumen 7). Buenos Aires, 1901. (2) ANÓN., Teatro Nacional. Vittone y Pomar. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales. Buenos Aires, 2% época, año III, número 116, septiembre 10 de 1911. (3) ARREDONDO, Croquis bonaerenses, página 9. Buenos Aires, 1896. PP.” R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 65 policía los reconoce en seguida; con sus pretenciosas coqueterías, su pseudoelegancia de lechuguino ori- llero, con su traje en el cual el « cham- bergo» es parte integrante, buscan llamar la atención pública. La litera- tura popular también ha tratado a es- te tipo especialísimo y citaremos al- gunos comprobantes: ¿ Dónde vas con melena y chambergo, Dónde vas retaquiando tu pie? — Al paseo á buscar las chinelas Para irme a bailar un minué (1). El ala de su chambergo Al que hoyos hace bastante, Siempre bajada adelante Tipo del lunfardo porteño. (Crítica, diario citado, año I, número Como reparando al sol... (2). de 1914.) 259 bis, junio S Con el ala del chambergo nivelando la mirada, Con la que embroca a la turra que se ha propuesto chalar, ¡Ahí está! ¡ de gran parada !, con un hábito de buten Y unos tarros charolados que se acaba de enyantar (3). Alisando suavemente su melena relumbrosa Entre dientes silba un tango con maestría sin igual, Mientras espera a la mina que hacia él viene presurosa Recogiendo con donaire su pollera de percal. La contempla, y requintando con suprema compadrada El chambergo, arregla el lazo de su blanco volador [i. e. corbata. Y con paso perezo va al encuentro de su amada (ue contenta y ruborosa, le sonríe con amor (4). (1) De La CaLrE, El canfinflero, página 22. Buenos Aires, 1906. (2) DeL Bosque, La vida del canfinflero. Hermoso folleto de actualidad escrito en verso, página Y. Buenos Aires, 1899. (3) Braus, El gavión. La Crítica, diario ilustrado de la noche, impersonal é in- dependiente. Buenos Aires, año I, número 100, diciembre 27 de 1913. (4) PLÁ, El taura. La Pampa y El Argentino, semanario nacional ilustrado. Buenos Aires, año I, número 54, abril 12 de 1908. 'T. XXI 66 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El silencio del suburbio se interrumpe de repente Por la voz de un organillo que inicia un tango sensual, Y el compadrito que pasa con el chambergo en la frente Hace ondular las caderas en un corte magistral. Y de pronto ve la mina ; la llama amorosamente Y ésta responde al llamado con un gesto sin igual, En tanto que los curiosos forman rueda velozmente Deshojando mil cumplidos en su jerga de arrabal. Y entre guarangos decires que pican como alfileres, Se ponen como amapolas las caras de las mujeres Y un cosquilloso hormigueo sienten bajo de la piel, Mientras la. esbelta muchacha, en voluptuosas quebradas, Va barriendo con el ruedo de sus polleras planchadas El polvo fino asentado en medio del redondel (1). Dice un refrán que los extremos se tocan; el chambergo del lun- fardo hace competencia en su popularidad al chambergo usado con el uniforme del militar, detalle característico de los oficiales argentinos de alta jerarquía! No extraña que en la época de la independencia, soldado y oficial usaran uniforme heterogéneo, «sombrero en vez de kepí» : El usar poncho por capa, Espuelas por espolines, Botas en vez de botines, Por cigarrera petaca, Ni laachica, ni destaca Á la fama del guerrero ; ¡ En vez de kepí, sombrero Nuestros abuelos usaron, Cuando Patria nos legaron En los tiempos del yesquero! (2). (1) Giménez, El tango. El Fogón, periódico criollo, ilustrado. Montevideo, 22 época, año VII, número 261, enero 7 de 1905. — Reproducido en: Santos Vega, revista semanal de actualidades. Buenos Aires, año 1 [único], número 18, mayo 2 de 1914. (2) EL VIEJO CaLIstO [ =A. Dr-María], Carta abierta al doctor Elías Regu- ERA R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 67 Lo que es interesante es que los altos oficiales, algunos por excep- ción, otros por costumbre, cambiaron el gorro o el kepí militar con el blando chambergo, tal vez por más comodo, creyéndose ellos mis- mos no obligados a respetar la rigidez del uniforme, o por otros mo- tivos, como en el caso del general San Martín: A fines del año 1812 llegaba a las autoridades patrias la alarmante noti- cia de que una escuadrilla española se aprestaba en Montevideo para lan- zarse al Plata, recorrer el Paraná destruyendo las fortificaciones de sus ri- beras, apresar todas las embarcaciones y remontar después el Paraguay, enseñoreándose así de los ríos y cortando las comunicaciones de los pueblos del litoral con Buenos Aires... La escuadrilla remontaba el río y el coronel San Martín — que sólo ha- bía tenido tiempo suficiente para ponerse al frente de 125 granaderos es- cogidos — seguía por la costa, ocultando sus fuerzas, en marcha paralela con la flotilla caminando solamente de noche para evitar se apercibiese de su presencia el enemigo. Cuéntase — dice el doctor Carranza — que fué en una de esas noches memorables que se vió por primera vez a este militar tan austero como ape- gado de suyo a la rigidez del uniforme europeo, divorciado con él, trocando momentáneamente su entorchada casaca y plumoso falucho por el humilde chambergo de paja y la manta o poncho americano, para así disfrazado me- jor, observar los pausados movimientos del convoy que seguía de hito en e hito, y cuyas altas velas creía a cada paso divisar en lontananza (1). En el drama /tuzaingó, representado por los Podestá, el héroe uru- r eún 2 guayo Lavalleja se presenta en el siguiente traje, reconstruido se tradiciones de la época : Bota juerte, pantalón Sin franja ni requisitos, Casaca de faldoncitos Y charreteras con gacho... Las patillas y el sombrero ler. El Fogón, periódico eriollo ilustrado. Montevideo, 2* época, año X, número 425, junio 7 de 1908. » (1) LassaGa, Tradiciones y recuerdos históricos, páginas 521, 5253. Buenos Aires, 1895. 68 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Daban aire de torero Al general vencedor... (1). Durante la batalla en la Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845). «el animoso Mansilla, de chambergo y poncho de vicuña, to- maba tranquilamente, a pecho descubierto, los mates que le alcanzaba su fiel y bravo asistente Donato Alvarez » (2). El chambergo. en la República Argentina, alcanzó enorme popu- lavidad, gracias al ilustre prócer teniente general don Bartolomé Mitre. Mitre lo usaba siempre, y en todos sus retratos aparece con él como atributo típico. Había recibido el 2 de junio de 1855, en la fren- te un balazo, y las molestias de la cicatriz le obligaron a usar som- brero blando. He ahí algunos detalles de este acontecimiento y de los sucesos que le precedían, tomados de un opúseulo de Luis Suárez (3): El 31 de octubre [de 1852] el coronel Mitre ocupaba el ministerio de go- bierno y relaciones exteriores, bajo la administración de don Valentín Al- sina, haciéndose también cargo, al mes siguiente, del ministerio de la gue- rra. Una de sus primeras medidas, como ministro de gobierno, fué abrir las puertas de Buenos Aires a cuantos se habían alejado de ella después de la revolución del 11 de septiembre. Cuando después de la renuncia de Alsina, motivada por la revolución que el 1% de diciembre encabezó el coronel Hilario Lagos, quien levantaba la ban- dera de Urquiza, subió al gobierno el general Manuel Guillermo Pinto, el co- ronel Mitre no accedió al pedido que éste le hacía de que conservase la carte- ra, considerándose más útil en el ejército con queiba a combatir la revolución. Tengo — le dijo — mi caballo ensiilado a la puerta de la casa de gobier- no, para ir a caomplir un deber sagrado. Tomó en efecto su puesto de combate, desde el comienzo del famoso sitio de Buenos Aires. Su actitud decidida y entusiasta de los primeros días, le- vantó el decaído espíritu del pueblo y del gobierno, que hubieran tolerado la invasión de la montonera. (1) EL vieJo [CaLixro] [ = De-María], Guitarreando. El Fogón, primer pe- riódico criollo. Montevideo, [1* época], año II, número 63, noviembre 15 de 1896. (2) AuBÍN, Anecdotario argentino, página 164. Buenos Aires, 1910. (3) Suárez, Flores póstumas. Corona poética. Homenaje de gratitud nacional a la memoria del teniente general Bartolomé Mitre, páginas 22-23. Buenos Aires, 1907. AA A A a dá R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 09 Y el 2 de junio de 1853, desempeñando el puesto de jefe del estado ma- yor del ejército de la defensa, y mandando personalmente las tropas, reci- El teniente general don Bartolomé Mitre cou su chambergo (Cliché facilitado por el diario La Nación) bió, en el combate de los potreros de Langdon, el balazo que le dejó para siempre en mitad de la frente, una cicatriz en forma de estrella. Mitre no abandonó ni descuidó sus deberes de su cargo, a pesar de la he- rida, hasta el 11 de junio de 1853, en que terminó el sitio. Después se le dió el importante puesto de comandante general de armas. 70 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La popularidad de Mitre no conoció límites, y el pueblo vió en su chambergo el símbolo de igualdad y fraternidad ; oigamos a Francisco Podestá (1): El chambergo No ciñó su cabeza victoriosa, Cumbre del ideal y de la ciencia, Con diadema de Jove esplendorosa Ni penachos de roja tlorescencia. Para cubrir la cicatriz gloriosa De su ancha frente de alba transparencia El chambergo de aleurnia silenciosa Prefirió sin alarde y sin violencia. Y en las horas de prueba o esperanza Agitó aquel chambergo soberano Para dar a su voz mayor pujanza Y más vigor a su robusta mano; ¡ Oh sombrero inmortal del hombre-idea, El civismo en tu fieltro centellea ! Francisco Podestá. La gran popularidad de Mitre con su típico sombrero, y el concep- to con que fué considerado este último, resalta del siguiente artículo firmado por José M. Niño (2) y encabezado por un característico dibu- jo del artista Juan Hohmann : Mitre y su símbolo La personalidad del general Mitre es realmente extraordinaria y surge erande y gloriosa bajo cualquier fase que se la examine. (1) SuÁrez, Flores, etc., páginas 82-83. (2) NIÑO, Mitre y su símbolo. Caras y Caretas, revista semanal ilustrada. Bue- o” nos Aires, año IX, número 382, enero 27 de 1906. A PA R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 11 Es una personalidad que no admite símil, una personalidad única, ge- nuina e intensamente argentina, no obstante irradiar ya su luz más allá de las fronteras de la patria y estar consagrada gloria americana. Su actuación pública durante más de medio siglo de intervención directa y, casi diríamos, exclusiva en todos los problemas anteriores y posteriores a la organización de la república, no tiene precedente en ningún otro pue- blo de la tierra. Es militar, estadista. gobernante, historiador, literato, pe- Encabezamiento del artículo: NINO, Mitre y su símbolo, etc. riodista, político, jefe de partido, es todo, en una palabra, y en todo deja su sello personal, que lo vincula como ningún otro a la nacionalidad. Se ha dicho alguna vez, y se ha dicho con perfecta verdad, que Mitre encarna la historia del país. Es que Mitre es único. Pero, entre todas, la fase más interesante de esta personalidad de base gi- gantesca, es su popularidad, esa popularidad que lo ha acompañado durante toda su vida sin un momento de ocaso, por el contrario, creciendo cada día más. Mitre en las altas esferas del gobierno, en la guerra y en la paz, o en el retiro de su casa histórica de la calle de San Martín, ha vivido perenne en el corazón de sus conciudadanos y en el inmenso cariño de su pueblo. Mitre encarna, solo, solo, como nadie, el difícil concepto de hombre-pueblo. 72 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Esa popularidad que como aureola de gloria lo ha acompañado siempre haciéndolo vivir escoltado por el pueblo, tenía su signo exterior, todo un símbolo : su « chambergo ». Para las arduas y complicadas tareas del gobierno, era el general Mitre: para su pueblo, era don Bartolo a secas. Y don Bartolo hubiera dejado de ser el ídolo de la muchedumbre el día en que al cruzar las calles de la gran ciudad seguido por las miradas ca- rinosas de un pueblo entero, no se le hubiese visto con su clásico «chambergo ». Ese sombrero era algo así como la misma bandera patria, suficiente para agrupar mul- titudes en clamorosos entusiasmos. Don Bartolo sin su «chambergo » hubiera sido siempre un gran hom- bre, pero no hubiera sido el hom- bre-símbolo. No lo olvidemos nunca ; sea para lo presente y lo futuro esa la ense- ña que guíe nuestras acciones ciu- dadanas y realice nuestros anhelos patrióticos de trabajar sin descanso la cimentación de esa patria gran- Atado de los cigarrillos «Don Bartolo», fabri- cados en 1898 por García y Regueira. Bue- de, fuerte, próspera y feliz. ¡El nos Aires. El único ejemplar conservado por el autor, fué regalado al Museo Mitre. «chambergo » de don Bartolo pro- teja a su pueblo y lo conduzca a la realización definitiva de sus destinos inmortales ! ¡ Y cuando en las horas del desaliento y de los enervamientos cívicos, y cuando sea amagada la gran obra nacional del patricio y las instituciones peligren, y cuando el pueblo sienta la necesidad suprema de las acciones reivindicatorias, vamos a las calles y a las plazas y llevemos a su estatua en bronce fuerte y eterno como su gloria, junto con las palpitaciones de nuestros corazones, el símbolo del Grande, su « chambergo »! En el Anecdotario argentino, de Aubín, hállase el siguiente cuento, cuyo héroe es Mitre y su chambergo : Una «terrible» venganza de Mitre Sea porque al oprimirla, lastimase su gloriosa herida de la frente, o bien R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO TS porque su temperamento sencillo y republicano le impulsara a ello, es el :aso que el general Mitre jamás usó sombrero duro. Una sola vez se vió obligado a prescindir, por breves momentos, de su popular y democrático chambergo : fué durante su permanencia en Europa. El entonces presidente de la república francesa, Sadi Carnot, ofreció al ilustre argentino una recepción en el palacio del Elíseo, expresamente pre- parada en su honor. Recibir la invitación y empezar a sentirse incómodo, fué para Mitre una misma cosa : fuera de su país, donde en ningún caso tenía necesidad de al- terar su sencilla y habitual indumentaria, veíase entonces en la dura nece- sidad de presentarse de rigurosa etiqueta. Aparentemente resignado, Hamó a su secretario Piquet y le encargó la compra del incómodo cubrecabeza usual. Poco después de hecho el encargo, teníalo en su poder. El general sacó la galera de su caja, mirándola con horror, casi con ira; observóla detenidamente, la dió vuelta varias veces entre sus manos, y, por último, encarándose con su secretario, le dijo muy resuelto : — Vea, haga que le bajen un poco la copa: es muy alta esta galera. — ¡Pero, señor!... se atrevió a objetarle Piquet. — Haga como le digo — replicó secamente Mitre. El sombrero de copa retornó a la casa de donde procedía, y poco después volvía ya recortado. Nueva inspección y nuevo gesto de desagrado del general. — Más bajo todavía — exclamó — dos dedos más bajo. — Señor — le observó asustado el secretario, — entonces en vez de ga- lera, va usted a llevar una galerita estrafalaria y ridícula. — No importa : devuélvala para que la arreglen como yo quiero. El empleado de la casa salió, probablemente riéndose de aquel extrano cliente que con tanta despreocupación despreciaba las imposiciones de la moda, olvidándose de que estaba ¡nada menos que en París! Volvió el sombrero, y al hacerle el general su tercer examen, exclamó : — Está bien. Ahora sí. Y con tal sombrero fué al Elíseo. Después de medianoche el general regresaba de la brillante fiesta. Silenciosamente, rabiosamente, se sacó aquella caricatura de sombrero de copa y con todas sus fuerzas lo arrojó al suelo, sonriendo feliz cuando lo contempló convertido en tortilla. Fué su terrible venganza contra la exigente etiqueta (1). (1) AuBÍN, Anecdotario argentino, páginas 69-71. Buenos Aires, 1910. 74 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Muerto Mitre en edad avanzada el 19 de enero de 1906, su cadá- ver fué velado en una de las salas de la casa de gobierno de Buenos E Ñ A - a E a it 0 ¿o El cadáver del general Mitre en la capilla ardiente. Adelante el uniforme y el chambergo (Caras y Caretas, enero 27 de 1906) Aires, transformada en capilla ardiente, y ante el féretro, al lado de su uniforme militar, fué colocado en un taburete el último chamber- 20 que usara. Y junto con el elástico de teniente general, el mismo chambergo, fijado encima del ataud que iba en la carroza fúnebre, R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO a acompañó a Mitre hasta la última morada. Cuadro notable para ins- pirar a los poetas; Jacinto Bordenave, de La Plata, que firma « Oscar Tiberio», publicó en el diario La Nación, del 28 de enero de 1906, la siguiente poesía (1): Inmortal Ya no veremos el chambergo histórico En la cabeza del caudillo amado. El guerrero, el político, el retórico, Ha partido por siempre y se ha marchado Tras sus cenizas el chambergo histórico. Cuando la multitud, tristes los ojos, Escoltaba al patriarca al cementerio, Vi de lejos, cubriendo los despojos, Aquel chambergo lleno de misterio, Y empaparon las lágrimas mis ojos... Oscar Tiberio. El mismo ejemplar histórico de sombrero (2) fué guardado días después en el Museo Histórico de Buenos Aires, y he ahí un artículo quese publicó en La Nación de Buenos Aires, del 3 de febrero de 1906: (1) Reproducida también en SUAREZ, Flores, ete., página 73. (2) He visto en el Museo Histórico de Buenos Aires este chambergo; lleva el sello de la casa de Giudice, calle Cuyo 684, y la marca: «La Nacional, Marca Registrada»; además los números 7447 | 17.081 | Corso 5. Según informaciones recogidas en la casa indicada, Mitre usaba al mismo tiempo varios chambergos. en los últimos años de su vida, con preferencia la clase recién indicada, que es de felpa finísima y fabricada en Alessandria, Italia. La industria nacional ha empezado con la fabricación de sombreros blandos en el país, introduciendo las materias primas y confeccionando el sombrero en fábricas especiales. En La Plata, existe la fábrica de Chilibroste y Compañía. Los productos de esta casa, como de las demás, ocultan su origen bajo una eti- queta inglesa o francesa! Las distintas marcas se distinguen por su forma, ala, cinta, ribete, picadura, tafilete y ralé; el color es generalmente negro, pero úsase también color café, gris y hasta blanco (en el Uruguay como distintivo del par- tido blanco). En la fábrica de Chilibroste_ hay variaciones según la cinta, cuyo 16 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El último sombrero del general Mitre. Donación al Museo Histórico Entre el señor don Adolfo P. Carranza, director del Museo histórico na- cional, y el ingeniero don Emilio Mitre, se han cambiado las siguientes cat- tas, cuya lectura ahorra toda explicación : Museo Histórico Nacional. Buenos Aires, enero 22 de 1906. Señor ingeniero Emilio Mitre. Distinguido señor : El típico sombrero que usaba su señor padre y que la multitud ha visto con amor y con respeto acompañando su féretro desde la casa de gobierno hasta el cementerio, es una reliquia histórica y no creo faltarle a la consi- deración que usted merece, en estas horas tristes para su espíritu, al solici- tarlo para guardarlo en el establecimiento que dirijo. El gran ciudadano que lo adoptó en esa forma singular, para evitar mo- lestias en la heroica cicatriz de una bala cuya chispa sirvió quizás para ani- mar su cerebro pensador e inteligente, estaba identificado en él ante la mi- rada y el concepto popular. El sombrero de Mitre, como él de Napoleón, no necesita leyenda para saberlo distinguir donde quiera que se presente, y la contemplación del que usó en los últimos días de su gloriosa vida, será un atractivo para sus admi- radores y origen de meditación para los que al verle sientan despertarse en su alma nobles y generosas emociones y en la mente recuerdos gratos que ancho varía de 4 a 30 líneas francesas. Hay también cuatro clases del ribete y cin- co tipos de bordear el ala: 12 Ribete a caballo (una mitad de la cinta mira hacia arriba, la otra hacia aba- jo; significa p. ej. Ribete 6 a caballo: la cinta que sirve de ribete, tiene el ancho de 6 líneas francesas, así que el borde superior del ribete mide 3 y el inferior también 3 líneas francesas); en este tipo, la cinta ribete está fijada con una sola picadura. 22 Ribete riflero: como el tipo anterior, pero muchas picaduras. 32 Ribete Ibarreta: una tercera parte del ancho mira hacia arriba, dos terceras partes hacia abajo; muchas picaduras. 42 Ribete Peral: la cinta está fijada en el borde inferior del ala y con dos pi- caduras, una en cada borde de la cinta. 5% Ribete Carnot: el borde del ala está doblado, bien apretado y provisto de una pequeña cinta. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO -] se ligan con nuestra historia, en cuya página más larga su nombre es el primero, el más brillante y el más querido. Si aquí están las reliquias que pertenecieron a nuestros próceres y entre ellas el falucho que cubría la cabeza del genio militar que realizó la inde- pendencia de medio continente, nada más digno de presentarse a su lado que el sombrero del que completara la obra de los fundadores de la nacio- nalidad, haciendo a ésta indivisible, organizada y fuerte. Confiado en que usted y su digna familia accederán al deseo que expreso como un homenaje al grande hombre que acaba de desaparecer, me com- plazco en saludarlo afectuosamente. Adolfo P. Carranza. Buenos Aires, febrero 19 de 1906. Señor director del Museo histórico nacional, doctor don Adolfo P. Carranza. Presente. He recibido la nota del señor director, fecha 22 del pasado, por la cual se sirve solicitar el sombrero que usara el general Mitre, con destino al Mu- seo histórico nacional. La iniciativa del señor director coincide con un pensamiento que surgió en mí en las primeras horas de mi duelo. Ya entonces, contando con el asentimiento de mi familia, había resuelto lo que usted me pide ahora. Creo oportuno consignar aquí las razones de esta resolución : pero, para ha- cerlo, tengo necesariamente que olvidar por un instante los reatos del pa- rentesco y del cariño apasionado, y trocarlos por la libertad del juicio de los extraños. Tratándose del general Mitre, esta ficción es permitida. Al fin y al cabo si yo, como hijo, no soy testimonio tan imparcial de los que he llamado extraños, ¿acaso entre éstos, que echan a manos llenas las palmas de la glo- ria sobre la tumba recién abierta, no los hay centenares que querían al ge- neral Mitre con filial afecto y que lo lloran como a un padre ? Yo soy uno de ellos, y ereo que puedo conciliar mi juicio con la severa verdad debida a un hombre que de la verdad hizo el fundamento de su vida. Si el general Mitre hubiera muerto al pie de los muros de Montevideo, o en las cuestas de Vitiche, o aun en los campos de Caseros, habría sido uno de esos caídos en el combate, que Demóstenes coloca entre los preferidos de TS BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS los dioses ; y hubiera tenido derecho de ser acompañado al sitio de su últi- mo reposo por su caballo de guerra, y a ser enterrado con sus armas. Era ya un fervoroso del ideal republicano, un precursor de la civilización por la democracia y un propagandista tenaz; pero, aun la fama no había consa- erado sus esfuerzos y aún sus esfuerzos habían tenido por instrumento prin- cipal la espada. Si hubiera muerto en la guerra civil, herido en la frente, ya las lenguas del fuego de la elocuencia, que él evocara como altivo argu- mento en las sesiones de junio, hubieran podido descender sobre sus restos inanimados, y al lado de su uniforme militar hubieran figurado también las palmas tribunicias. Si hubiera caído en Cepeda o en Pavón, se hubiera lle- vado consigo el secreto de su sér, y en su sepulero se hubiera podido es- eulpir la figura de Clío, preguntándose inquieta si la patria había perdido entonces un luchador o su primer obrero, y si aquel muerto era un comba- tiente de Procopio o un héroe de Plutarco. Si en los esteros del Paraguay hubiera quedado su vida, el panteón de los grandes hombres habría recogido sus despojos y les habría dado por ofrendas, al lado de la espada guerrera, los símbolos del gobernante y del organizador nacional. Allí comienza a germinar la personalidad del general Mitre. La encina cívica orla su frente, entretejida con los laureles de la poesía, la ciencia militar lo inscribe como uno de sus adeptos y la historia le reci- be como uno de sus iniciados; hace leyes sabias; tiene la visión de la gran- deza futura de su patria, por la paz; penetra las lenguas aborígenes y vin- cula las lenguas latinas, transportando al castellano las preseas de otras lenguas ; predica la libertad y el civismo; manda, gobierna con la acción y con el ejemplo; habla ; calla. En la ejecución de esta obra múltiple, conquista el amor de su pueblo, Su pueblo lo sigue en el desenvolvimiento de su acción incansable y serena. Y es en esta evolución que el general Mitre afirma el símbolo que, como el penacho de Enrique IV en la batalla, lo señala a los pueblos : su cham- bergo. El afecto popular hizo de esta prenda un símbolo y del antecedente que lo había creado, un testimonio permanente de gloria. Al usar su chambergo característico obligado por su herida, el general Mitre evocaba sin quererlo el recuerdo de una obra identificada con todo el proceso de la grandeza argentina y suscitaba en las masas populares la me- moria de los anhelos con que se había consagrado al culto de la patria. Pero aun tenía un significado más ese sencillo atributo de su personalidad y de su actuación. La frente que hubiera podido lucir doradas palmas con- quistadas en campañas memorables y erguirse ante las multitudes con la enseña deslumbrante de sus honores, se inclinaba serena bajo la sombr: R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 719 modesta de ese sombrero, como si hubiera querido disimular la aureola con que le revestía el entusiasmo público. Así por rara coincidencia el chambergo de Mitre imponía al mismo tiem- po la visión de sus proezas militares y de sus virtudes ciudadanas, porque era el alivio de una frente mutilada en defensa de la patria y el reflejo de un espíritu substraído a todas las vanas apariencias. Decía a cuantos lo veían que si Mitre había sabido ofrecer su vida cuando el deber lo reclama- ba, había sabido también disimular sus prestigios cuando la obra estaba realizada, y que pudiendo ostentarse como el primer capitán de Sud Amé- rica, aspiraba únicamente a la consideración y al respeto que merecen los buenos ciudadanos. El pueblo que no analiza, pero que comprende, había apreciado todo el valor de este símbolo. Por eso en el chambergo hoy histórico está más acen- tuada la personalidad de Mitre que en ninguno de sus atributos militares. Porque si fué un guerrero victorioso, eclipsó su propia gloria con sus vir- tudes de repúblico e hizo desaparecer las palmas cultivadas en la guerra por los laureles cosechados en la paz bajo las inspiraciones del civismo. Por eso, al lado de la espada y del uniforme militar, que puse sobre su féretro, puse también su chambergo, el último que cubriera su cabeza que- rida y venerada. Ese mismo sombrero, que acompañó los restos hasta el ce- menterio, es el que he entregado al señor director para que se conserve en el Museo histórico. Saludo al señor director con las seguridades de mi mayor consideración. Emilio Mitre. De las tantas necrologías y artículos que se publicaron en aquella época con motivo de la muerte de Mitre, elegimos el siguiente, escri- to por Julio Piquet (1): Evocación Tomé entre las manos el modesto sombrero de tieltro negro, blando, de alas un tanto angostas con relación a la copa; lo alcé a la altura de los ojos y lo estuve contemplando largo rato. Casi involuntariamente lo hice ineli- nar hacia la derecha, y absorto, viendo más con los ojos del espíritu que con (1) Piquer, Evocación. Caras y Caretas, revista semanal ilustrada. Buenos Ai- res, año IX, número 382, enero 27 de 1906. SU BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS los de la realidad — dibujando con la imaginación y poniendo trazos y colo- res la memoria — vi esbozarse, muy espectral, muy tenuamente primero, los rasgos de una faz, bajo la sombra del chambergo; luego la imagen fué acentuándose y, por fin, de pronto, adquirió una precisión de contornos y matices absoluta. Aquella imagen, aquella cabeza tenía un prestigio que avasallaba, mez- clándose en ella, de extraña manera, los rasgos enérgicos del heroísmo con la dulzura nazarena. La cabellera larga, ondeanda, formaba un marco gris a la faz, marchita por los años, de tintes rosados, algo encendidos en los pómulos. La nariz fuerte se destacaba imperiosa, pero una inflexión que quebraba inesperadamente su curva, qui- tábale la dureza romana, cruel, de los rasgos aquilinos. La boca, de labios finos, contraída, semivelada por una atmósfera gris como el ca- bello, tenía el aspecto de una flor silvestre, des- colorida, marchita y espinosa. Sobre aquel con- junto, sobre aquel fondo en que se hermanaban la bondad y la energía, bajo el arco noble de Medalla de bronce acuñada con las cejas obscuras, brillaban dos grandes OJOS motivo de la muerte de Mitre 3 Po A z ES REE -— glaucos, enigmáticos, impenetrables, de un tu- por el Museo histórico nacio- 3 S nal de Buenos Aires, a indica- bador misterio inexpresivo. ción de su directordoctor Adol- £ q RA TI ¿ Qué cabeza magnífica, admirable era aquella liso. Colección del autor. que habían trazado en el espacio mi imagina- ción y mi memoria ? ¿ Habría yo visto acaso en los museos alguna tela inmortal de Leonardo, de van Dyek, o de Rem- brandt, que dijera tantas y tan grandes cosas al espíritu? ¿Quién era aquel hombre ? ¿Era un poeta, un sabio, un filósofo, un guerrero? Los grandes ojos glaucos permanecían siempre serenos, indiferentes, casi inexpresivas. ¿Era acaso un tirano? Ante aquella pregunta, las verdes pupilas se animaron con chispas de oro y una ráfaga de cólera pasó por ellas con fulgores de relámpago. — ¿Era un hipócrita, que ocultaba sus bajos pensamientos? Los ojos se abrieron, como el mar penetrado por la luz del sol, invitán- dome a que explorara sus misterios. — ¿Aquellas impasibles pupilas, serían las de un hombre frío y egoísta? Una sonrisa piadosa plegó apenas su boca triste, fuente sellada de las propias bondades y amarguras. — ¡Era acaso un cobarde, que nada había hecho por la humanidad ni por la patria ? nn y” R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO S Una mirada que fué un estallido sublime, avasallador, terrible, me hizo estremecer de espanto, y cayendo de mis manos el chambergo, ví descu- brirse la amplia frente de un héroe, marcada por la gloria con un signo que tenía la forma de una estrella. Influenciados sin duda por el chambergo de Mitre, están un artícu- lo de Félix Lima sobre Ferri, y una serie de artículos sobre el cham- bergo del famoso caudillo oriental, don Aparicio Saravia. El chambergo de Enrique Ferri, el conocido socialista italiano, tiene que reemplazar a su dueño en el diálogo político jocoso que con él sostienen Félix Lima y sus compañe- ros; es una causerie chispeante y lle- na de bromas (1). El conocido jefe del partido blanco en la República Oriental del Uruguay. don Aparicio Saravia, muerto duran- te la revolución de 1904, usaba pon- cho y gacho blancos, el último con la divisa bordada en oro: Por la patria. Después de su muerte, su último Caricatura de E. Ferri con chambergo sombrero fué regalado a uno de sus (Lixa, obra citada, página 87 partidarios fieles; y de un artículo publicado con motivo del aniversario de su muerte, extractamos los párrafos siguientes (2): El día 10 del mes corriente [septiembre de 1913] se conmemoró en la Re- pública Oriental el noveno aniversario de la muerte de Aparicio Saravia. Una mayoría de orientales conserva para el caudillo popular y simpático, una devota admiración. (1) Lima, Con los «mueve»... (Algunas crónicas policiales), páginas 87-92 [artí culo : Con el chambergo de Ferri]. Buenos Aires, 1908. — Para los lectores que no conocen los modales de Buenos Aires, agregamos que el bizarro título del librito quiere decir : «con los nueve puntos » velocidad, máxima que el guía de un coche eléctrico puede dar a su vehículo. (2) ANÓN., Aniversario de la muerte de un caudillo. Aparicio Saravia. Fray Mocho, semanario festivo, literario, artístico y de actualidades. Buenos Aires, año II, número 72, septiembre 12 de 1913. Pl. XXI S2 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS nos ha dicho el A medida que el tiempo aleja la fecha de su muerte comandante don Ignacio López — la personalidad de Aparicio Saravia se agranda y diviniza. Fué un guerrero a la manera napoleónica. Sugestionaba con su presencia bélica, de militar y caballero. No era un gaucho, como creyósele cuando cruzaba, como Atila, las verdes cuchillas uruguayas. Pul- cero, ilustrado, probo, aristocrático y a la vez campero, con todas las finezas de un hombre de mundo y con todo el ingenio de un gaucho perspicaz. Aparicio Saravia se conquistó el corazón de losque pelearon a sus ór- denes... Así nos lo ha descripto quien peleó a su lado y lo amó sobre todas las cosas. Y así habrá sido, indudablemente, cuando después de muerto logra mantener fieles a su memoria a los que le fueron fieles en la vida. Uno de estos ejemplos de fidelidad, ofrécelo el comandante señor Ignacio López. distinguido caballero uruguayo que actuó con Saravia en sus revoluciones, donde fué herido varias veces, una de ellas estando en compañía del ex co- mandante y conocido escritor señor Javier de Viana. El señor López conserva, entre otros objetos, el último chambergo que usó Saravia. López ha querido regalar el histórico sombrero, que aun conserva las huellas de la frente de su jefe, al Museo nacional de Montevideo, pero se lo rechazaron... En vista de eso, el comandante López ha resuelto entregar las preseas de Saravia al Museo histórico de Buenos Aires, «como una prue- ba — nos ha dicho — de cariño y agradecimiento hacia la hospitalaria tierra argentina que me auxilió en el destierro y que sigue auxiliándome todavía como a un hijo sin madre ». La esposa de Aparicio Saravia, doña Cándida Díaz, que aun vive en el Cordobés, regaló al señor López el chambergo que este guarda cariñosa- mente. Terminamos este artículo con la siguiente décima: El chambergo de Saravia Esta reliquia sagrada Que cuidan con galanura, ¿s recuerdo que perdura De la campaña pasada : Tiene muy bien afirmada La divisa nacional, ¿s una prenda filial R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Que yo canto de mi albergo; ¡Es el último chambergo De aquel varón oriental ! Aun se notan las huellas Que le dejara la frente De aquel hidalgo valiente Como gallardas estrellas ; En conjunto, todas ellas Nos recuerdan al varón Que luchó por la razón De su patria deprimida ¡ Y que pagó con su vida Una nueva evolución ! Han querido regalar Al museo ese chambergo Pero le negó su albergo Aquel nacional hogar; Esto viene a confirmar Una gran debilidad Y una nueva falsedad De los enormes sicarios ¡Con los soles proletarios Ha de triunfar la verdad ! Pero el Museo argentino Cuyo valor no perfilo, Le ha deparado un asilo A ese chambergo divino; De modo que tan genuino Recuerdo aquí se tendrá, Tendrán que venir de allá A costa de sacrificio ¡ Y el chambergo de Aparicio Albergaremos acá ! Esta tierra protectora De los patriotas guerreros Ofrece rumbos sinceros A la lid libertadora; BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 00 a La divisa soñadora Trasfunde con noble fin Y anuncia con su clarín El chambergo de Saravia ¡ La cuna de Rivadavia Y templo de San Martín ! Salve, prenda magistral, Con esas huellas queridas De las campañas tenidas Por el varón oriental ; El museo nacional De mi querida nación, Te aguarda con emoción A cierto punto intranquilo ¡Pues te reserva un asilo En su noble corazón ! (1). Aprovechamos el momento para dedicar algunas palabras sobre el uso de la voz « chambergo » en la República Oriental. Aunque apenas hay diferencia entre el lenguaje argentino y el uruguayo, el sombrero del campesino, allende del Plata, es llamado «gacho », palabra de poco uso en la Argentina. Cuando un escritor radicado en Córdoba, la aplica, demuestra, pues, su origen oriental : Canchó en su cara una infinita tristeza. Picaneó y volvió a marchar al lado de la carreta, dándose vuelta a cada instante, como para sorprender la casita abierta; y ya lejos, se detenía y alargaba la mirada bajo el alero del gacho (2). Por otra parte se nota que los autores de los artículos recién trans- eriptos sobre el « chambergo » de Saravia, o son argentinos u orien- tales radicados en el país cuyos modismos han aceptado. Debe ser excepción rara, cuando Pedro W. Bermúdez Acevedo viste al viejo « Tío Cachirla », «con un chiripá hecho de una manta vieja, al que se añadía un saco muy antiguo, roto en los codos y des- (1) ANÓN., Homenaje al malogrado general Aparicio Saravia. Buenos Aires, sin fecha [1913] ni paginación. (2) Rosst, Cardos, página 71. Córdoba, 1905. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 95 hilado en las bocamangas de un color indefinido; calzados sus pies con unas ojotas que el había fabricado en olvidada fecha y que re- mendaba así que se rompían, por no gastar cuero nuevo; cubiertos los dos lados del rostro con un sucio pañuelo que anudaba en la nuca y adornado con unchambergo grande, desalado en partes, roto en El último chambergo de Aparicio Saravia (Pray Mocho, semanario citado, septiembre 12 de 1913) otras, y llevando siempre un palo al hombro, del cual pendía una bolsa » (1). Pablo Luna «se había erguido adusto, arregládose el cinto y el chiripá y salídose á paso lento sin murmurar. Pero esta vez, al alejarse, miró con dureza a quien con tanta frecuencia lo hería. Acomodóse el chambergo a uÚn lado con un movimiento brusco y resolló con fuerza, acaso de fatiga, tal vez de amargura » (2). La palabra gacho es, como fué dicho, la de aplicación general en el Uruguay : Con el gacho requintón Y con el pucho en la oreja Envito alguna pareja A bailar un pericón, De aquellos con relación, (1) BERMÚDEZ ACEVEDO, Hojarasca (Campo y pueblo), página 57. Montevideo, 1901. (2) ACEVEDO Díaz, Soledad (Tradición del pago), página 97. Montevideo, 1897. siguiente : Mis pilchas Uso un poncho bien campero Que a ocasiones me requinto, El ehiripá y un buen cinto No se me cain, ni el culero. Cargo el naco y el yesquero Y uso golilla tendida; Con esto paso la vida Contento y entusiasmado, Con mis pilchas, mi recado Y mi morocha querida. S6 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con cadenas y pabellones, Que no son pa los naciones Sino pa gente de acá, ( Los de bota, chiripá Y sombreritos gachones (1). Sus pilehas entusiasman al Gaucho Abrojudo para la composición Pa Luzco bota *e potro lisa A Y en el sombrero barbijo. Y con esto yo colijo 2 Que nadie el poncho me pisa. s Si alguno le juega risa ñ Por mi modo de vestir, Sepa que gusto lucir Las pilchas del ceriollismo, Porque tengo patriotismo Y a lo criollo sé sentir. Cargo facón caronero Y en la cintura punal, j * » e Y como gaucho oriental (1) EL Gurí Marrano, Periconeando. El Criollo, periódico gauchesco y de co- sas puebleras, humorístico, noticioso y otras hierbas. Minas [Uruguay], año IV. número 291, mayo 3 de 1915. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 87 Soy ginetazo y campero. Pa el facón soy muy ligero, De charabón he aprendido Con un viejo muy curtido Que me comenzó a enseñar Y al cual no puedo olvidar Porque soy agradecido. Y no me falta lo mejor : Las tres marías y mi lazo, Mis espuelas de amachazo, Mi pretal y mi arriador. Un bordado tirador Luzco, si ando de paseo, Y ese es todo mi deseo, Y ese es todo mi querer ; ¡ Vestido así me han de ver Pasiar por Montevideo ! El gaucho Abrojudo (1). Ascasubi, desterrado en la época de Rozas, lanzó desde Montevi- deo sus ataques picantes sin poder escapar, en ciertos modismos del lenguaje a la influencia del ambiente; habla una vez de un «sombre- ro gachón» (2) y en otra parte pinta al célebre Garibaldi en persona : Tenemos acá un ¡jefe Sombrero gacho, Se llama Garribalde, Y los tiene ¡a macho! (5). Exponente de franca confraternidad uruguayo-argentina son los versos del bardo oriental Alcides De-María, que canta (1) El Fogón, periódico criollo, ilustrado. Montevideo, 2* época, año IL, nú- mero 103, diciembre 22 de 1900. (2) AscasuBr, Aniceto el Gallo, ete., página 121. — Idem, 2* edición, página 100. (3) AscasuBr, Poesías, 1, página 292. Buenos Aires, 1853; Paulino Lucero o los gauchos del Río de la Plata cantando y combatiendo contra los tiranos de las repúbli- cas Argentina y Oriental del Uruguay (1839 á 1851), página 77. París, 1872. — Idem, 2% edición, página 68. Buenos Aires, 1900. SS BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con la guitara en la mano Y el gacho echado a la nuca (1) : Por todos esos parajes Hay eriollos como aquí ; Se parecen entre sí En los dichos y en los trajes ; Cuasi los mismos herrajes Gastan para sus aperos, Usan gachos los sombreros Como nosotros usamos Y cantan como cantamos Bajo idénticos aleros (2). El «gacho oriental >» tiene, pues, algo simbólico y así lo considera la Sociedad criolla de Montevideo, centro que cultiva las tradiciones nacionales. Ella «representa con mayor propiedad el simbolismo de Gacho oriental usado por la «Sociedad Criolla» de Montevideo (El Fogón, periódico citado, mayo 22 de 1907) el gacho con que ilustramos estas líneas, como heredero legítimo de los sombreros de copa alta y barbijo con pasadores y borlas, que usa- ron nuestros gauchos hasta por el año cuarenta » (3). (1) De-María, Poesías criollas, página 33. Montevideo, 1909. (2) De-María, Charamuscas. El Fogón, periódico criollo, ilustrado. Montevideo, 22 época, año I, número 14, febrero 15 de 1899. (3) EL vieEJO CALIsTO [ = A. DeE-María], 25 de mayo de 1810. El Fogón, pe- o a ón R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Terminamos estas líneas con un curioso himno al gacho lilla : de 1907. Criolla (1) Cifro todos mis amores En el campo bendecido Donde mi rancho querido Se alza entre ramas y flores ; Donde hay pájaros cantores, Trebolares y gramilla, Donde la vida es sencilla Y donde el paisano luce La enseña que me seduce, Un gacho y una golilla. Cada aurora aquí despierta Entre sonrosados velos, Cual si dejara en los cielos Una cortina entreabierta. La luz da a todo su «alerta », Canta alegre la avecilla Y cuando el sol aun no brilla, Deja su lecho el paisano, El del campo soberano, El que usa gacho y golilla. Todo sonríe a la vida, Todo de luz se colora, Hasta el rancho de totora, Esa vivienda escondida A la sombra protegida Entre ramas y flechilla : y a la go- riódico criollo ilustrado. Montevideo, 2* época, año IX, número 37: ) , mayo 22 (1) El Fogón, periódico criollo ilustrado. Montevideo, 2* época, año IV, núme- ro 172, mayo 30 de 1902. — Reproducido en : de cosas puebleras, humorístico, noticioso y otras hierbas. V, número 246, junio 19 de 1902. El Criollo, periódico gauchesco y Minas [Uruguay], año 90 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Esa vivienda sencilla Del paisano generoso Que se contempla orgulloso Con su gacho y su golilla. De esta vida silenciosa, Yo adoro la dulce calma, Y siento ensancharse el alma Bajo una impresión grandiosa ; Mi alma de sosiego ansiosa Ama esta calma sencilla, Trebolares y gramilla Y claveles de la sierra : ¡ Todo lo que es de mi tierra Como el gacho y la golilla ! Ludbiana. Guardia Vieja (Maldonado), mayo de 1902. El complemento del gacho, la golilla, ha encontrado también su apoteosis popular en las siguientes décimas : La golilla Sólo nos queda una prenda De las que vistió el paisano Y de aquel tiempo lejano Canta la hermosa leyenda : Ella flameó en la contienda Entre el sangriento entrevero Y su chasquido altanero Fué el aplauso de la historia Que iba cantando victoria A espaldas del montonero. Ella es amoroso lazo Al cuello del gaucho atada Por la china enamorada R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Como un voluptuoso abrazo, La que esconde en su regazo El llanto de la partida Y se agita estremecida Al hombro del que se aleja Como un adiós que refleja Temblores de despedida. Es la que cine la frente Del domador altanero Cuando en el bagual matrero Que se sacude impotente, Cruza soberbio y valiente Como un rey de la llanura : La que sus heridas cura Si su noble sangre vierte, La que fiel hasta la muerte Le sigue a la sepultura. La que ondula caprichosa En triunfos y pericones, Prendiendo en los corazones De amor la llama ardorosa ; Es la que amante y celosa La faz de la criolla esquiva A la caricia lasciva Del sol que besarla intenta Y al mismo tiempo, avarienta, Su cabellera cautiva. Ella lucirá triunfante Como la flor del pantano Mientras exista un paisano Honrado, altivo y amante, Una guitarra en que cante Estilos que son querellas Y haga vibrar de las huellas Los retozones allegros : Y ina china de ojos negros Como noche sin estrellas. 92 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Golilla de mis amores Si todo pasa y se pierde, Que extraño es que te recuerde Cuando ya no hay payadores, Si tú de tiempos mejores Cantas la historia sagrada Mientras se pierde olvidada La tradición tan divina Como se pierde entre ruína La tapera abandonada (1). Juan el Triste. Creemos haber comprobado que en la Argentina la voz «chamber- go» es de uso general para el sombrero blando del campesino ; como éste es considerado producto del suelo que lo creó, opínase que tam- bién el chambergo sea «genuinamente nacional ». Es convicción, ante todo, de los poetas populares. y no nos sorprende cuando un anóni- mo glorifica a su amigo Angel Fasolino en la décima siguiente: Es gaucho tradicional De espuela, bota y bombacha, Porque Fasolino es racha De la raza nacional; Su pañuelo de percal, Su chambergo criollo puro, Su chiripá que es oscuro Y su ponchito bordao Le dan un aire sagrao De criollo genuino puro (2). Eso de que el chambergo sea « genuinamente nacional », « genul- namente eriollo », halla su eco más resonante en el siguiente peque- (1) El Criollo, periódico gauchesco y de cosas puebleras, humorístico, noticioso y otras hierbas. Minas [Uruguay], año VII, número 350, junio 26 de 1904. (2) ANÓN., Angel Fasolino (Tradicional). La Pampa Argentina, semanario festi- vo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales. Buenos Aires, 22 época, año III, número 113, agosto 20 de 1911. R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 95 no artículo, semiserio, semijocoso, donde el autor anónimo quier: manifestar que la conquista norte o como ellos dicen. « panamerica- na» del mercado argentino, no ha de ser tan fácil : el tío Sam no se pondrá el chambergo criollo ! Asuntos norteamericanos. ¿A que no se pone chambergo el tío Samuel ? Aprovechando el claro mercantil que ha dejado al descubierto la tremen- da conflagración, los comerciantes norteamericanos quieren venirse por estos pagos a vendernos su famosa ferretería rural y ... naval ! amén de las muy mentadas ferreterías menores : la relojera y la para máquinas de escribir. A ser sinceros, nosotros creemos a los yanquis capaces de cualquier cosa, por peluda que sea, máxime cuando, como en esta ocasión, uno que otro ministro de hacienda se ofrece como corredor y reclamista. Aun teniendo muy en cuenta el inmenso poderío yanqui, apostamos a que no nos conquistan. ¿En qué vapores transportarían el sobrante barato y malo de su indus- tria ? ¿A cuántos meses de plazo nos podrían vender esas mercaderías ? ¿Tienen los Morgan y Carnegie mil millones disponibles para fiarnos in- definidamente ? Apostamos a que no ... a que no se pone chambergo el tío Samuel (1). Para final reproducimos los párrafos siguientes de Juan Álvarez: Suele ocurrir... que habiéndose perdido el nombre del primitivo inven- tor, aparezcan inventores locales: el facón criollo niega descender de la Ffaca española, y Juan Moreira jamás habría confesado que heredó su tra- buco de los contrabandistas andaluces. La taba es hoy juego argentino, sin perjuicio de que floreciera ya en tiempos de Cristo. Muerto el mariscal Chamberg [sic] en el siglo de Carlos II, el chambergo con que uniformó sus tropas, ha resultado ser emanación directa de las pampas sudamericanas, como la daga caballeresca, el recado de montar y las payadas de contra- punto (2). (1) 4 B C dario. Revista semanal de literatura amena y variada, Buenos Ai- res, año I, número 2, octubre 8 al 14 de 1914. (2) ALVAREZ, Orígenes de la música argentina, página 15. Buenos Aires, 1908, 94 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS RESUMEN El objeto del presente trabajo (página 1) es presentar una compila- ción de los datos literarios y de observaciones propias sobre el traje vauchesco en las diferentes épocas. El sombrero ha sido tratado espe- cialmente; por esto, la presente monografía se intitula El chambergo, voz con que se llama actualmente, en la Argentina, al cubrecabeza blando del campesino u hombre del pueblo. Distintas son las acepciones de esta palabra en las diferentes regio- nes del habla castellana (páginas 2 a S): Chamberga, subst. fem., significa o significó en España cierto regimiento de la guardia real de 1669-1677; la casaca usada por los individuos de dicho regimiento; una especie de danza y tanido vivo y alegre; cierta enfer- medad del ganado lanar y cabrío; en Andalucía, un género de cinta de seda muy augosta; en Álava, en la combinación, ferrería de chamberga, la dedi- cada a la construcción de sartenes y otros objetos análogos; en Cuba, una planta y la flor de ella; en Honduras, una planta trepadora, tal vez idéntica a la anterior; en Colombia, la cuerna. Chamberguilla, subst. fem., en Andalucía, un género de cinta de seda muy angosta. Chambergo, subst. masc., significa o significó en España el individuo (oficial o soldado) del regimiento de la guardia real de 1669-1677; el som- brero usado por los individuos de dicho regimiento; en la Argentina, el sombrero blando del campesino u hombre del pueblo; en Cuba, un pájaro (Dolichonyx* oryzivorus Swains) que hace grandes estragos en los arrozales. Chambergo-a, adj., combínase en Espana con regimiento, oficial, solda- do, casaca, sombrero, seguidilla: en la Argentina, con sombrero. A la chamberga, m. adverb., en España, según la forma de las prendas del uniforme del regimiento chambergo; pintura a la chamberga, manera de pintar esculturas de madera, puertas, ventanas, paredes y otras cosas no expuestas a la intemperie, usando colores preparados con barniz de pez griega y aguarrás. Según el modo de contar, resultan diez y seis o diez y siete signifi- caciones, ya en forma substantival, ya adjectival, ya adverbial, que derivan del nombre del célebre mariscal Armando Federico Schom- berg. na E R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO Nació el mariscal Schomberg (así fué afrancesado y españolizado su nombre alemán Sehónberg, que quiere decir Monte Hermoso o Mon- te Bello) en Heidelberg, Alemania, en 1615 y murió en el combate de la Boyne, Irlanda, en 1690 (páginas S a J0). Uno de los más célebres militares de su época, estuvo al servicio de Suecia, Francia, Portu- gal, Inglaterra y Brandenburgo. Es de interés recordar aquí que en 1661, por orden de Luis XIV, fué a Portugal y maniobró contra los españoles con tanta suerte, que España, en 1668, tuvo que hacer la paz y reconocer la casa de los Braganza y la independencia de Por tugal. Personaje de buena apariencia, se cuidaba mucho de andar siempre limpio y bien vestido; en Portugal, su ejemplo fué seguido por la gente, que llegó hasta vestir a los santos y santas, para las pro- cesiones, a la chamberga, es decir, con justacores bordados, pelucas rubias y puntillas de Francia, abuso que fué prohibido por la curia (página 16). Parece que Schomberg era autor del uniforme de infan- tería, usado en aquella época en Francia y probablemente también en Portugal, y que este uniforme, en sus partes esenciales, fué copiado para un regimiento de la guardia española que se formó en Madrid en la menor edad de Carlos IT, gobernando el país la reina Mariana de Austria. El citado regimiento de la guardia real (páginas 11 a 16) fué creado en 1669 y disuelto en 1677. Motivó su creación «la necesidad de reunir en un cuerpo preferente los mejores elementos de fuerza que reunía el ejército, a fin de oponer a las miras de don Juan de Austria una barrera en que se estrellaran sus esfuerzos para dominar a la reina gobernadora. La existencia de esta guardia no fué muy larga. Después de muchos escándalos ocasionados por la ambición de don Juan de Austria, consiguió éste quedarse dueño de la voluntad y persona del rey, y tan pronto como se vió en esta posición, hizo que se alejara de la corte el cuerpo de que se trata ». Este regimiento fué llamado ya durante su existencia «la Chamberga » o «regimiento de la Chamberga », especie de apodo que recibió por su uniforme, de cuyas prendas, la casaca y el sombrero, habrán sido las más llamati- ras. El mismo mariscal Schomberg, defendiendo los intereses de Francia, combatió contra este regimiento, en el año 1675, en Mon- Juí, etc. La introducción del gran sombrero redondo, como lo usaba el pue- 96 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS blo. en el uniforme militar. no debe extrañar tanto si seguimos las modas de esa indumentaria en España desde el siglo XVI (páginas 16 a23). La guerra de los Treinta años había glorificado al sombrero del aldeano. que en adelante también fué usado por la gente bien, agran- dándosele, por la moda siguiente, el ala, y apareciendo también, como adorno, una pluma de avestruz que caía sobre la nuca. En tal forma, el sombrero del aldeano forma parte del uniforme del regimiento de la Chamberga y se hizo popular; aun disuelto el regimiento que le diera el nombre, quedó el apodo de «chambergo» para el sombrero blando común, llegando con este significado la voz al Río de la Plata. En cuanto a España, inútiles eran las leyes de la corte para prohibir el encapotamiento con manto y gacho y facilitar la introducción de las modas francesas; recién en la segunda mitad del siglo XvIH1, el som- brero de tres picos empezó a reemplazar al chambergo redondo, «inde- cente y nada conforme a la debida cireunspección de las personas » (página 22). El estudio del cubrecabeza en la Argentina (páginas 23 y sig.) ofrece detalles interesantes para la historia comparativa de la cul- tura del mundo antiguo y clásico. Usábase aquí antiguamente entre los campesinos un gorrete, sacado de la cabeza del potrillo o burro con cuidado para no hacerle perder la forma, sin costuras, con las orejas paradas (páginas 31 y 45). No dudo que se trate de una anti- quísima supervivencia del mundo antiguo, que se extinguió ha mucho en los países del origen y que se había conservado más tiempo en territorio colonial a donde fué transladada. Baste recordar la corre- lación de este gorrete con el abrigo del cuerpo total, hecho por el cuero de un animal cazado, y usado por pueblos primitivos de la antigiiedad clásica, correspondiendo las partes craneales del cuero a cubrir la cabeza del hombre, etc. No menos primitivo, y también reliquia de la época de Maricastaña. es otro tipo de cubrecabeza, el sombrero llamado panza de burro, cor- tado antiguamente del cuero abdominal (¡el más blando !) de aquel animal y secado sobre una copa de palo: más tarde, en la misma for- ma cónica, fué hecho de pelo o lana, llevando por consiguiente el nombre primitivo, aunque ya fuera de material muy distinto (páginas 32-33). Agregamos, como complemento lexicológico, que el término «panza de burro » es usado actualmente, en los alrededores de Bue- R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 97 nos Aires, como apodo de la cifra 30 en el juego de la lotería (apun- tes manuscritos del autor). El hecho de que el nombre de aquel sombrero arcaico deriva de su mate- rial, del verdadero cuero abdominal del asno y no de su forma, permite tal vez resolver un punto dudoso de la arqueología clásica. Usaban los antiguos griegos y romanos dos clases de cubrecabeza, el petasus y el pileus. Ha lla- mado la atención de los lexicólogos que petasus o, más bien dicho, petaso, es decir, la misma voz con terminación distinta, signifique también el hombro de animales, especialmente del cerdo, y se ha buscado explicar esta coinci- dencia; Forcellini, por ejemplo, en su Zotius latinitatis lexicon, IV, página 610, Prato, 1868, opina que aquella región haya sido llamada petaso, « quia ita expansus est, ut petasi quandam figuram referat». Creo yo que aquel sombrero no era otra cosa que un pedazo de cuero redondo, cortado del hombro de animales domésticos, región que por sí sola ofrece cierta conca- vidad que fácilmente puede adaptarse a la cabeza de un hombre; el som- brero chato del dios Mercurio, bien conocido por tantas reproducciones de este símbolo comercial, puede dar una idea de aquel tipo primitivo de som- -brero. En lo que hace al pileus, fué hecho, según los diccionarios, de pelo o lana y era más bien una gorra, sin duda un tipo más perfeccionado, no habiéndose utilizado cuero con pelo, sino sólo este último : proceso de eyo- lución idéntica al que se ha podido comprobar, todavía no ha mucho, en los países del Plata, donde el sombrero de cuero fué reemplazado por el de pelo. Además de los dos citados tipos había en la época colonial del Plata, entre la gente baja (páginas 28 a 33): gorros de cuero peludo (tal vez de mono); gorros de manga (como hoy en día se usan todavía en Cataluña y que como « gorro frigio » representan el símbolo de la libertad); galerones, probablemente prenda de un habitante de la ciu- dad y adoptada excepcionalmente por un gaucho lechuguino; al fin, y hasta la mitad del siglo pasado, dominaba el sombrero de pajilla, tal vez artículo de importación de las regiones del norte (Corrientes, Paraguay, Bolivia). Sea cual fuera su forma (páginas 39 y sig.), siempre es llamado «sombrero » el cubrecabeza del gaucho, hasta los últimos decenios del siglo xrx. Tenía ciertos detalles, muy acentuados por los tradi- cionalistas : el barbijo, sujetado bajo la barbilla, o bajo el labio infe- -—Yior, O bajo la nariz, y terminando de vez en cuando en una borla, con un anillo corredizo que servía para ajustarlo, quedando la borla siem- T. XXI 7 98 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS pre en el mismo punto; los poetas populares se sirven de este detalle pintoreseo para comparar con él su Dulcinea (páginas 42 a 47). Otro detalle es la manera de llevar el ala delantera del sombrero bien levantada (páginas 47 a 48), y el sombrero mismo a la nuca echado (páginas 48 a 50). A cierto modo de llevar el sombrero, responde el refrán: andar como mula enferma (página 45). El nombre « chambergo» quedó limitado, parece, al lenguaje del porteño, hasta más o menos el séptimo decenio del siglo pasado; recién alrededor de 1880 suele llamarse chambergo también al som- brero del gaucho (páginas 50 a 60). Los ya citados detalles del bar- bijo, del ala delantera levantada y eso dé echarse el sombrero a la nuca, se repiten también cuando se trata del chambergo (páginas 60 a 61). El gaucho con su indumentaria típica va perdiéndose, motivo para buena parte de la poesía popular (páginas 61 a 63). Mientras tanto, el chambergo ha llegado a ser parte característica de cierto elemento social de las ciudades y especialmente de Buenos Alres, que se conoce como compadrito (páginas 51 a 52), pero ante todo del elemento malo (lunfardo) que habita los suburbios de la capital federal; como tal, el chambergo puede considerarse «símbolo del malevaje »; la poesía popular sabe pintar muy bien este tipo repugnante (páginas 63 a 66). Dice un refrán que los extremos se tocan; el chambergo del erimi- nal hace competencia en su popularidad al chambergo, usado con el uniforme militar, por oficiales argentinos de alta jerarquía; ya San Martín solía usar esta combinación democrático-militar; lo mismo se cuenta de Lavalleja y Mansilla (páginas 66 a 68). El chambergo del general Mitre ocupa un capítulo especial (páginas 68 a S1). El general Mitre, que gozaba de popularidad enorme, usaba con traje civil un chambergo negro, obligado al principio a llevar un som- brero blando a causa de las molestias de una cicatriz en la frente, resultante de una herida que había recibido en el combate de Lang- don en 15853. Tanto se acostumbró en lo sucesivo a esta clase de sombreros, que él y su chambergo eran inseparables. El pueblo vió pronto en el característico sombrero del general popular y venerado, el símbolo de la suprema democracia e igualdad; en este sentido, abundan las necrologías que se escribían a la muerte del ilustre esta- dista; durante el entierro, el último chambergo de Mitre, junto con R. LEHMANN-NITSCHE : EL CHAMBERGO 99 el elástico de general, estaban expuestos en la capilla ardiente y acompañaron el féretro a la última morada. Imitación del homenaje al chambergo de Mitre, representa un trozo literario sobre el chambergo del socialista Ferri y el culto al último chambergo del jefe uruguayo Aparicio Saravia, que sus correligiona- rios ensayaron darle (páginas 81 a 84). Expónese de paso que la voz chambergo, en el Uruguay, es de poco uso, siendo empleada la palabra yacho; gacho y golilla han encontrado su glorificación en la poesía popular (páginas S4 a 92). La voz chambergo es, pues, corrupción de un nombre alemán; en la Argentina, sin embargo, esta clase de sombreros es considerada como « genuinamente criolla» y se ha creado la frase ponerse cham- bergo, para decir acriollarse, argentinizarse (páginas 92 a 93). EL NEVADO DE FAMATINA Por GUILLERMO BODENBENDER (CON UNA LÁMINA DE PERFILES Y UN PLANO GEOLÓGICO) PREFACIO El siguiente estudio del Nevado de Famatina forma la continuación de las investigaciones geológicas, ejecutadas por el autor en la parte meridional de la provincia de La Rioja ?. En la descripción me he limitado a exponer los resultados geológi- cos más esenciales, en cuanto ellos no salen directamente del plano geológico y de los perfiles que le acompañan. El plano topográfico no pretende ser rigurosamente exacto y no es sino la representación de un levantamiento preliminar, por haber fal- tado tiempo y medios para una ejecución exacta. Sin embargo, tal base topográfica respondió suficientemente a los fines geológicos, igualmente preliminares. Está demás decir, que la representación de la propagación de los terrenos, en particular relativa a sus límites, debe ser defectuosa. Las rocas (en más de 200 muestras) han sido investigadas micros- cópicamente por el señor doctor O. Stieglitz en el instituto petrográ- fico del profesor doctor E. Weinschenk en Miinchen, por cuyo impor- tante servicio doy a estos señiores mis más efusivas gracias. * Constitución geológica de la parte meridional de la provincia de La Rioja y de las regiones limítrofes. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 101 OROGRAFÍA. GEOLOGÍA EN GENERAL. HIDROGRAFÍA. FORMACIÓN DEL RELIEVE. VEGETACIÓN. POBLACIÓN. MINERÍA EN GENERAL En la altiplanicie de Atacama, cerca de los 27” de latitud, en la re- gión del nudo orogénico formado por los cerros Peinado, Negro, San Francisco e Incahuasí, etc., arranca (en el cerro Negro o más al sur en el cerro Morocho) una sierra que con dirección norte a sur entre 6730" y 65*10', corre por las provincias de Catamarca y de La Rioja terminando en cerca de los 3010” de latitud. Su ancho llega a cerca de 40 kilómetros, su pendiente occidental es rápida, la oriental pau- latina, alcanzando en su parte encumbrada tal vez cerca de 4000 me- tros de altura media. Geológicamente ella forma una unidad, siendo compuesta de gra- nito-diorita con sus derivados, siluriano y cambriano, permo-carbo- niano (estratos de Paganzo), terreno cretáceo superior (?), terreno terciario, dacita y andesita, mientras morfológicamente se divide en secciones a causa de depresiones, las que sin embargo se limitan a la sierra encumbrada. En la latitud de 29” la sierra se levanta 2 sus mayores alturas (arriba de 6000 metros): al « Nevado de Famatina ». Convendría dar a ella en toda su extensión el nombre de «Sierra de Famatina. » Lo que caracteriza al Nevado de Famatina en comparación con las otras secciones al norte y al sur es que el siluriano y el cambriano (en su mayor parte metamorfoseado) llega a ocupar junto con granito- diorita una gran extensión hacia el naciente y que erupciones de da- cita y andesita han tenido un muy importante papel en esta región. En estos factores vemos la causa de la concentración metalífera que ha dado fama al Nevado de Famatina. Pero derivar el nombre de Famatina (fama tiene) como algunos quieren, no tiene fundamento. Según la autorizada opinión del distinguido lingiiista cordobés doc- tor don Pablo Cabrera el nombre se deriva de Fama = Wama que es productor y de tinac (o tin... ac), es decir metal, pues significa produe- tor de metales o minas. 102 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Un sello especial imprime además al Nevado de Famatina, por su situación entre dos altas sierras, la de Umango al poniente y la de Velasco al naciente, siendo sus mayores alturas casi opuestas en la misma línea y, aunque llanuras las separan. no faltan contrafuertes que las ligan estrechamente; pero, lo que más valor tiene, en sentido geológico y orogénico, es que estas dos sierras forman complementos del Famatina, en cuanto la sierra de Umango (parte oriental) represen- ta en sus esquistos cristalinos un otro tipo de metamorfosis que la del Famatina y que el gran mole granítico del Velasco forma la inmediata continuación de la intrusión granítica que ha producido la metamot- fosis. Los límites del Nevado de Famatina están formados al norte y al sur por depresiones en la parte encumbrada; pero sus faldeos son también geológicamente continuos. La depresión septentrional con- sistente en el portezuelo de Guacachica-Inca, y la que al lado nacien- te encuentra su continuación en la parte superior del valle del Cajón con los afluentes del río Cachiyuyo, es producida por una falla que cruza la sierra en dirección nordeste, siguiendo ella en las pendien- tes de la sierra, tanto al sur como al norte. Menos caracterizado geológicamente — no he podido constatar una línea tectónica, sin embargo ella puede existir — es el portezue- lo de Cosme, con el que el Nevado termina al sur. Ahora, si se quiere trazar límites también en los faldeos, se podría tomar como tales en el faldeo oriental al norte el río Cachiyuyo, al sur el río de Sañogasta que viene del portezuelo de Cosme y en el faldeo occidental al norte el río de Tambillos y al sur el río del Puesto Viejo. La sierra eneumbrada (granito-diorita, pórtido cuarcífero, etc.) eo- rre entre estos extremos con direción noroeste en un largo de 60 ki- lómetros, elevándose desde norte a sur: en el Morro de Tocino a 4400 metros, en el cerro Negro Oyero a 6050 metros (?), en el cerro de la Me- jicana a 6200 metros (?) y en el Alto Nevado a 5800 metros (?), su- friendo desde éste una bifurcación. El cerro de la Mejicana queda casi en el medio (pero más al sur). Los faldeos de la parte austral, tanto hacia el portezuelo de Cosme (2900 metros) como hacia el po- niente y el naciente son muy abruptos, mientras la parte septentrio- nal pasa por la depresión del valle del río del Marco en la masa orien- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 1083 tal principal de la sierra, la que cambia otra vez más hacia el norte. al bajar ésta considerablemente, en un declive rápido hacia el valle del río Blanco, continuación inmediata de aquella depresión. La pendiente occidental La pendiente occidental es sumamente rápida en toda su extensión, cayendo en cerca de 15 kilómetros que forma, en término medio, el ancho total de ella (con exclusión de los contrafuertes) a 3000 metros en la parte central. Consideramos la Cuchilla Negra (4500 metros) como perteneciendo a la pendiente misma. Siguen los contrafuertes : Puntas del Salado (3000 metros), Agua del Zorro, el Toro y el cerro Negro (2000 metros y 1500 metros), las que avanzan aislándose más y más hacia el río Bermejo, pasando en los contrafuertes de la sierra de Umango. Así el valle de este río se estrecha considerablemente en Villa Casteli (1350 metros) por llegar el cerro Negro hasta esta población, aunque la estrechura es corta, porque los contrafuertes no salen fuera de los límites del Famatina, perdiéndose al norte y al sur, con lo que la llanura se abre, llegando ella en Vinchina a 1500 me- tros, en Villa Unión a 1250 metros. La pendiente como los contra- fuertes son morfológicamente tan monótonos como geológicamente, siendo compuestos en su mayor parte de granito-diorita con filones de lamprofiro y con inclusión de esquistos paleozoicos más o menos metamorfoseados (de mayor extension en la Cuchilla Negra), luego de pórfido cuarcífero (regiones altas), y tal vez, igualmente en mayo- res alturas, de filones de andesita y de dacita. El permo-carbón (es- tratos de Paganzo) es reducido a un insignificante resto, y el terreno supracretáceo y el terciario (calchaqueño) es conservado únicamente en la pendiente alta, en forma encajonada entre granito y pórtfido; sin embargo es de gran importancia, en cuanto la escarpada pendien- te es debida a esta tectónica, producida por fallas. El rápido declive de la pendiente, acompañado de contrafuertes, tiene por consecuencia una gran acumulación de acarreo diluvial y aluvial, que se manifiesta desde el pie de la sierra en extensos terra- dos de los valles entre los contrafuertes, como también en conos de deyección, entre los cuales el del río de Tambillos alcanza en su radio 1041 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cerca de dos leguas. Así se ha formado hasta afuera de los contra- fuertes un mar de rodados y de arena, que pasa más al poniente en su mayor parte en médanos. El río Bermejo — de paso sea dicho, uno de los más largos del país, — sobre cuyas riberas están situados como oasis los pueblos de Villa Casteli, o cerro Negro y Vinchina (los dos con cultivo de alfalfa) no cambia la fisonomía, porque su lecho ancho y bajo no es más que un inmenso arenal y medanal, en el que el agua solamente de vez en cuando sube a la superficie. En algo mejores condiciones que Villa Casteli se encuentra Vinchina, prometiendo esta población un porve- nir, cuando se embalsa y se distribuye convenientemente el agua que sale en regular cantidad de la quebrada de la Troya. De los ríos que nacen en la sierra encumbrada, son el de Tambi- llos y el del Puesto Viejo (Quebrada de Cosme) los únicos que tienen agua hasta la abertura de los valles. Todos los demás son secos, ex- cepto en su eurso superior, pero en corta distancia; o llevan agua solamente de trecho en trecho, como es el caso del río Nacimientos, cuyo caudal, sin embargo, es tan insignificante que apenas basta pa- ra dar vida a la estancia Nacimientos, siendo consumido completa- mente en el riego de algunas pocas cuadras de alfalfa situadas sobre un terrado del río antes que él cruza en garganta angosta el contra- fuerte granítico. No obstante de esta escasez de agua, los cauces de los ríos, tam- bién afuera de la sierra, son hondos, documentando los altos terrados una acción muy fuerte de las aguas en tiempo atrás, hoy día reduci- da a la de las caídas atmosféricas, las que, sin embargo, no alcanzan o raras veces el río Bermejo, manitestándose solamente cerca de él en Zonas cenagozas o salinares. Aguas muy saladas, debidas a las areniscas de los estratos de Paganzo, caracterizan el río Salado, pero son dle muy corto curso. Vertientes, pero escasas y de muy poco poder, salen en la pen- diente de la sierra misma (en los contrafuertes no los hay) con el asomo de granito, alrededor de los cuales viven algunos pocos po- bladores ocupados en guardar la hacienda, cuyas condiciones son malas por ofrecer solamente los valles superiores pasto para los ani- males. Todos estos caracteres de la pendiente occidental tienen su causa G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 105 en la escasa caída atmosférica, en el rápido declive y en el predomi- nio de valles transversales. Es de suponer que en remoto tiempo diluvial hubieron valles lon- gitudinales, abiertos más o menos hacia sur y norte. Sus aguas cam- biaron poco a poco su curso, rompiendo al fin los contrafuertes. La inaccesibilidad de la cumbre por ese lado, no permite levantar el velo que cubre los misterios de estas alturas. Sobre la vegetacion trataré abajo. La pendiente oriental La pendiente oriental es caracterizada por su mayor extensión, que alcanza cerca de 35 kilómetros, es decir más del doble de la occi- dental, por sa mucho menor declive (6000 metros : 1500 en la parte central) y por una configuración orogénica algo complicada, debido a la extensa red de ríos. En su extremo oriental, separado de la sierra por un valle estrecho (cerca de 4 kilómetros de ancho), llamado el valle de Famatina, se le- vanta un contrafuerte que acompaña a la sierra en toda su extensión, ligándolo con la sierra de Velasco. Le llamo la «cadena Chilecito- Paimán. » Si describimos desde el cerro de la Mejicana con un radio de 35 kilómetros un semicírculo hacia naciente sobre la línea encumbrada y trazamos partiendo de este centro líneas hacia NNE., NE., SE. y SSE., obtenemos la extensión y la división de la pendiente en sus rasgos más importantes, indicando las líneas los principales ríos en sus cursos superiores, es decir, los del río del Marco, del río Amari- llo de la quebrada Enerucijada, del río de Oro, y del río Sañogasta respectivamente. Pero hay que advertir que el río del Mareo, como igualmente el río de Oro tuercen su curso más y más hacia naciente, doblando además el primero — llamado después de haberse unido con el río Amarillo de la quebrada Encrucijada « Río Amarillo » — hacia el sur, de tal mo- do que ellos rodean en nuestro semicíreulo una parte central casi cua- drática, que comprende la zona montañosa principal, vulgarmente lla- mado «cerro Famatina ». Granito con pórfido cuarcífero y aplita, es- tratos paleozoicos en su mayor parte metamorfoseados por la intrusión 106 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS de éstos, areniscas del permo-carbón, filones de dacita y de andesita y numerosos filones metalíferos la componen. Esta parte central baja desde el cerro de la Mejicana (6200 metros ?). a casi igual distancia horizontal, hacia el noroeste hasta 2000 metros, hacia el naciente hasta 1500 metros y hacia el sudeste, que es la dirección de mayor pendiente, hasta 1000 metros. Al norte sigue la cuenca del río Blanco, al naciente el valle de Fa- matina y al sur el Bajo de Chilecito-Sañogasta, del que la cuenca del río Guanchín forma la parte principal. Toda esta zona de depresión casi continua es limitada hacia naciente por la cadena Chilecito-Paimán, — ella forma una tangente de nuestro semicírculo, trazado paralelamente al diámetro — quedando la depre- sión abierta hacia el noreste y sureste, lo más en esta última dirección. Con tal configuración coinciden los límites geológicos, en tanto que la depresión que sigue al bloque central paleozoico-granítico es ocu- pada por el terreno supracretáceo (a lo menos en la parte septentrio- nal), el terciario («estratos calchaqueños »), el diluvial y aluvial, sien- do compuesto el contrafuerte Chilecito-Paimán por granito. Vamos a entrar ahora en algunos detalles. Las líneas trazadas en nuestro esquema desde el cerro de la Meji- cana en dirección NNE., NE., SE., SSE., representan como ya se ha dicho, el curso del río del Marco, río Amarillo, río de Oro y río de Sañogasta en sus partes superiores. Los principales filos montañosos que los separan y que arrancan bien distinguibles en su mayor parte en el cerro de la Mejicana en una altura superior a 5000 metros, tienen gran importancia prác- tica por comprender los principales filones metalíferos. Son los siguientes : 1% el filo de la Mejicana (con el cerro Santo Tomás de Espino 5070 metros?) entre el río del Marco superior (con el río Ofir) y el río Amarillo superior con la quebrada de la Mejicana; 2” el filo de los Bayos (en su parte superior llamado «filo del Tigre ») entre esta quebrada y la quebrada del río Tigre, que consideramos como parte superior del río Oro. Estos dos filos tienen dirección entre nor- te y este, lo que es de importancia orogenética ; 3” el « Filo Grande» que parte del Alto Blanco, entre el río de Oro y los afluentes del río Sañogasta. y a cuya serranía pertenece El Morado y el Morro de las Manzanas. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 104 Filos secundarios son « El Ofir» y «Dos Hermanas » que separa: afluentes del río del Marco, además « El Atacama» que partiendo del filo Tigre separa la quebrada de la Mejicana de la de Los Desam- parados, la que forma no más que parte de aquella. Una rama austral del filo de Los Bayos arranca poco arriba del portezuelo de los Ca- ballos ; es el « Filo Azul » (de importancia geológica por salir en él Dacita). Igualmente parte del filo de Los Bayos (Pico de Los Bayos) el «filo de la Cueva de Pérez » entre la quebrada de Los Desampara- dos y la quebrada del Portezuelo Ancho, cuya última se junta con la quebrada de la Mejicana en la Cueva de Pérez. Las mayores cumbres en estos filos llegan a una altura entre 4500 y 5000 metros. El filo de la Mejicana encuentra su inmediata prolongación en el filo de Ampa- llado con el portezuelo de Trinidad y él de Ampallado. El filo « Aran- zayu » es otro nombre para este filo al norte del Pico de Ampallado. En su continuación están situados los cerros : La Cunchi, Los Arena- les y Los Berros (entre 4000 y 5000 metros) cuyos flancos orientales caen hacia la quebrada de Encrucijada. Es de notar que el filo de la Mejicana en el sentido minero acaba frente de la Cueva de Pérez, formando línea divisoria entre la quebrada de la Mejicana y la que- brada de Ampallado. En el filo de Los Bayos tiene su raíz toda la serranía, situada entre el río Amarillo de la quebrada Encrucijada y el río de Oro, por cuanto este filo experimenta una bifurcación, siendo representado una rama con dirección noreste por el cerro de la Caldera (4700 metros?), el cerro Aspero y El Nuñorco (4000 metros) con la Falda Grande y con la Cumbre Agua Negra (2550 metros), y la otra con dirección hacia el sureste por el Morro Espíritu Santo (cerro Negro, arriba de 4000 metros). El límite entre las dos ramificaciones está formado por el río del Cajón, con su afluente río Rodado Quiroga. Este río se junta con el río Agua Negra. La cuenca del río de Oro es limitada, pues, hacia Norte y naciente, por una línea que corre sobre el filo de Los Bayos, cerro de la Calde- ra, cerro Aspero, Nuñorco, y en seguida toma de ahí rumbo hacia el sur sobre la Cumbre Agua Negra. La bifurcación del filo de Los Bayos no es muy clara al primer golpe de vista a causa de sufrir él depresiones en el portezuelo Ancho y en 108 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS el de Yllanes (comunicación de la quebrada Encrucijada con el río Rodado Quiroga como con el río de Oro), además por ser cortado el filo Azul por un afluente del río de Oro que corre por la quebrada de San Pedro, sin embargo al trazar la continuación del filo Azul, que es dirigida hacia el portezuelo de Yllanes, resalta la unión directa tanto del Morro Espíritu Santo como del cerro de la Caldera, con el filo. Nuestro semicírculo que comprendía la extensión oriental del Famatina se divide con esto en una zona septentrional-oriental con la cuenca del río Amarillo y con la del río Blanco y una austral con la cuenca del río de Oro y la del río Guanchiín, formando el filo de Los Bayos con su continuación : cerro de la Caldera, cerro Aspero, Nuñor- co, Cumbre Agua Negra la línea divisoria. A causa de tener este divorcio de las aguas dirección más O menos hacia el naciente, de tal modo que forma con la sierra encumbrada: cerro Mejicana— Alto Nevado casi un ángulo recto, siendo además sus faldeos hacia la depresión de Chilecito (1000 metros) en general muy rápidos — la distancia horizontal de Chilecito hasta el cerro de la la zona austral tiene Mejicana alcanza no más que 34 kilómetros la característica de ser abierta hasta las cumbres más altas, ofrecien- do así un particular y muy grandioso aspecto desde Chilecito. Aunque la cuenca del río de Oro se estrecha al romper en la puerta de Durazno la pendiente austral de la Cumbre Agua Negra y su con- tinuación bastante elevada, formada por los Rosillos y la sierra de Guanchín, esta última es relativamente en altura como extensión tan insignificante, que este carácter general de la cuenca del río de Oro no se borra, siguiendo además al poniente de la Sierra de Guanchín el va- lle ancho del río del mismo nombre. Así, para expresarlo de otro modo, es que las curvas de altura arriba de 2000 metros se retiran hacia poniente, es decir, se forma un seno en la sierra, parecido al que se nota en la zona septentrional (región del río Blanco), y cuyas relacio- nes se evidencian también geológicamente, siendo los dos ocupados por el mismo terreno («estratos calchaqueños ») y unidos por una faja de los mismos estratos que siguen por el valle del pueblo Fa- matina. En las demás partes de la cuenca del río de Oro es granito que pre- domina haciendo una excepción, prescindiendo de algunas zonas de poca extensión, solamente el cerro Negro, el cerro de la Caldera y G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 109 el cerro Morado que son compuestos esencialmente de esquistos pa- leozoicos. Los valles son en su mayor parte muy estrechos, distinguiéndose en este sentido el muy pintoresco del río de Oro, cuyo cauce en granito forma en muchas partes (arriba de Vallecito) un verdadero cañón. El valle más ancho, corriendo en su mayor parte en esquistos, es él del río de Agua Negra. La zona septentrional oriental, situada entre el cerro de la Meji- cana. Filo de Los Bayos-cerro de la Caldera-Nuñorco-Cumbre Agua Negra y entre la sierra alta desde aquel cerro hasta su fin septentrio- nal (Morro del Tocino), abierta hacia nordeste, como la zona austral es abierta hacia sudeste, pero limitada, como ésta, por el contrafuerte Chilecito-Paimán, zona que abarca casi la mitad de nuestro semi- círculo, comprende, como ya dicho, la cuenca del río Amarillo, la de mayor extensión, y la cuenca del río Blanco. La cuenca del río Amarillo es formada por: el río del Marco con el río Volcancito, el río Amarillo de la quebrada Encrucijada, y el río Achavil. Todos los demás ríos y arroyos, ante todo los que bajan de Los Ramblones-A guadita, como los numerosos arroyos que vienen de la pendiente oriental son secos, excepto el de la quebrada Totoral en una parte de su curso. Unidas todas las aguas en Corrales llevan el nombre de río Amari- llo que entra por la puerta Corrales-Las Gredas en el valle del pue- blo Famatina. Hay que aceptar pues el nombre de «Cuenca del río Amarillo», aunque sería mejor decir Cuenca del río del Marco, por ser él más largo y caudaloso en agua que el río Amarillo de la que- brada de Encrucijada y por tener sus afluentes en la sierra encumbra- da. Desde este punto de vista la cuenca es desarrollada en sa mayor parte unilateralmente, resultando que el thalwey rodea casi en un semi- círculo la divisoria Los Bayos-Nuñorco-Cumbre Agua Negra, y si este último cerro no avanzara tanto al naciente, uniéndose casi con el contrafuerte Chilecito-Paimán y obligando así al río Amarillo a romper este contrafuerte en la quebrada de Capayán, se hubiera for- mado la unión de él con el río de Oro, formándose una unidad hidro- gráfica. La división orogénica de la zona septentrional-oriental es senci- lla. Como continuación del filo La Mejicana-Ampallado ya hemos cono- 110 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cido la cadena La Cunchi-cerro Arenales-cerro Los Berros (entre 4000 y 5000 metros), que corre entre el río del Marco-río Ofir con el río Volcancito y el río Amarillo de la quebrada Encrucijada. El Nuñorco (4000 metros) determina lo demás del relieve, formando junto con el cerro Aspero y el cerro de la Caldera (4700 metros ?) y con un ramal que manda al norte, la pendiente oriental de esta que- brada. Este ramal, cuyo extremo forma el cerro de Corrales, como también el cerro de Los Berros, cae bruscamente hacia el valle del río Achavil. Declive igualmente muy rápido hacia el valle de Famatina se produce por avanzar el Nuñorco muy al naciente, razón por la cual el camino es escabroso que sube por la quebrada de Totoral, la más importante que se abre hacia el valle de Famatina, al portezuelo de Santa Rosa y que hace la comunicación entre el pueblo Famatina y la parte in- ferior de la quebrada Encrucijada, bajando de este portezuelo a la cueva de Noroña. En la quebrada de Totoral (en su parte superior llamada quebrada de Molle) hay una cantera de mármol y muy cerca del portezuelo se encuentra la mina San Juan, cuyos minerales han sido beneficiados hace poco. en el establecimiento metalúrgico de Totoral. Desde el portezuelo Santa Rosa sube el camino « El Deshecho » por la falda del Nuñorco para caer a la quebrada Encrucijada cerca del puesto Juan Díaz, formando así la comunicación más directa en- tre el pueblo Famatina y las minas de la Mejicana. l En la pendiente hacia el valle Famatina se destacan al norte el cerro Carrizal (con la quebrada de Gredas a su lado poniente), al sur la Cumbre Agua Negra, quedando este último cerro ligado por La Falda Grande con el Nuñoreo, pero una meseta de poca extensión (en La Hoyada) las separa, la que cae al valle superior del río Agua Negra. El cerro Nunorco (granito) es curioso por llevar en su cumbre (se- gún se dice debido a un fenómeno natural), la inicial de su nombre que se divisa bien claro desde el valle de Famatina. La quebrada Encrucijada —el lugar « Encrucijada de abajo» se encuentra en la junta del arroyo que viene del portezuelo de La Cal- dera y del río que baja de la quebrada de la Mejicana — es sumamente angosta, excepto la parte (Los Berros-Cueva de Noroña), en la que se G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 184. abre hacia el río del Marco, pero experimentando un estrechamiento en el portezuelo de Los Berros (llamado también «Cuesta Blanca o Cuesta Colorada »). El desmoronamiento acumulado en los faldeos de los cerros es general en toda la sierra alta, pero lo mejor se puede observar en nuestra quebrada por toda su extensión hasta la quebrada de la Mejicana (también en Los Bayos y en el cerro Negro), cubriendo en partes todos los flancos de los cerros hasta las cumbres (de ahí el nombre del cerro, Los Arenales, por su fino desmoronamiento). La for- mación retrocede en los conglomerados y las brechas, en los que se encuentran las numerosas y renombradas cuevas de la quebra- da, hasta la época diluvial (véase más abajo «terreno pleistocé- nico »). Lo que el viajero nota pronto, es la mala calidad del agua del río de la quebrada. El gren contenido en piritas en muchas rocas, no solamente en rocas eruptivas sino muchas veces también en esquis- tos, tiene, a consecuencia de su descomposicion, por resultado la producción de sulfato de hierro (ácido sulfúrico libre ?) el cual hace las aguas impotables como sucede con nuestro rio y también con las aguas del curso superior del río de Oro (Los Bayos y Casa Colorada). Pero tales aguas se mejoran pronto por precipitación del hierro junto con limo fino (de ahí los nombres « Río Amarillo» y « Aguas Amari- llas») y más por mezclarse con otras aguas buenas, como es el caso después de la unión del río Amarillo de nuestra quebrada con el río Achavil, y de la de las Aguas Negras con las del río de Oro Chilecito). Más sensible se hace esta mala calidad del agua en dificultar alta- mente procedimientos metalúrgicos, sobre todo por destrucción de la cañería como se ha podido notar en el establecimiento de preparación mecánica en Casa Colorada (Los Bayos), y también en la Encrucijada ya poco tiempo después de su funcionamiento. El gran contenido de piritas en muchas rocas y de su consiguien- te descomposición se documenta también en el color que tienen mu- chos cerros, acercándose él a veces a cierta posición del sol, a un tinte de bronce obscuro, haciendo un efecto maravilloso, como lo he observado con sol bajo mirando desde la Encrucijada hacia la Cunchi. 112 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS : La quebrada Enerucijada es la más conocida en todo el Famatina por pasar por ella todo el tráfico entre las minas de la Mejicana, el que ha tenido tiempo atrás aun más importancia, cenando funcionaba en Corrales el establecimiento metalúrgico. Un camino bueno vence desde Corrales (2100 metros) hasta la estación del Cable-carril Upulongos (4600 metros) un declive de 2500 metros en un un largo de 30 kilómetros. Además de las particularidades ya mencionadas y su composición geológica consistente en esquistos paleozoicos con muchos filones de aplita pueden anotarse : un depósito carbonífero plantífero y con- creciones en forma de enormes bolas, provenientes de las areniscas del per- mo-carbón en la estrechura de Los Berros, como en la misma filones de lam- profiro en granito; además andesita en el camino, cerca del puesto Los Berros; más arriba la «Barranca Amarilla» (acarreo teñido por limonita) ; un trapiche de oro abandonado en Rodeo Viejo, las minas y el establecimiento de fundi- ción en la Enerucijada, de la que todos los viajeros que la visitaron duran- te su funcionamiento llevan un grato recuerdo debido a la gentileza de su dueño el señor René de Fontanelle ; además un camino muy pesado de este punto al portezuelo de la Caldera (con dacita) y a las minas de este distrito, la célebre cueva de Pérez (3900 metros), donde principia la quebrada de la Mejicana, el suelo completamente llano de esta quebrada, la linda vista que se ofrece de allí sobre el cerro de la Mejicana y las minas, y al fin — mere- ee ser mencionada ante todo — la hospitalidad que se ha brindado siempre en la casa de administración, de la que tanto el hombre como los pobres animales necesitan después de las fatigas que producen puna (1) y fuertes vientos. Con la ascensión al cerro Santo Tomás del Espino, en la que se pasa por las más importantes minas, situados en el filo de la Mejicana y donde se goza un lindo panorama sobre la cadena encumbrada, el turista habrá satisfecho su enriosidad. Para volvera Chilecito recomiendo tomar el camino (portezuelo de los Caballos, San Pedro de Los Bayos, Casa Colora- da) por el río de Oro, camino mucho más interesante que el a lo largo del cable-carril, (por el portezuelo Ancho y el portezuelo Illanes), pero hay que averiguar previamente si él está en buen estado. Desde Corrales, linda quin- ta que pertenece al ingeniero King, y en la que el viajero encontrará ama- ble acogida, se puede llegar en un día a la Mejicana. También desde Toto- ral (un día desde Chilecito) se puede alcanzar las minas también en un día, (1) Véase : doctor V. DuccHescHt, El mal de montaña o «puna » en Sud Amé- rica. Universidad Nacional de Córdoba. a G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 10% tomando el camino arriba mencionado, siempre en el caso supuesto de anda: bien montado. Turistas que quieren viajar con independencia necesitan naturalmente carpa y tropa de carga. Para ellos sea dicho que en la región de las minas no hay pasto para los animales ; hay que echarlos, si no se puede conseguir alfalfa en la Mejicana, quebrada abajo (Encrucijada) o hay que llevar alfal- fa desde Corrales, haciendo campamento en la cueva de Pérez. Otra comunicación con las minas de la Mejicana hay desde Corrales por el valle del río Achavil y del rio del Mareo por Las Juntas, Pampa Real, Am- pallado, pero el camino — que se divide en dos, uno va por Los Bayitos — es poco andado, además en parte bastante pesado. Además de ver en esta re- corrida la sierra alta (Negro Overo, etc.) se presentan para el estudio : en la Esquina un depósito carbonífero, en Las Peñas Negras (Las Juntas del río Achavil) esquistos negros fosilíferos, igualmente fósiles sobre el río Volcancito (queda distante del camino), además, el Volcaneito, la moraina del Negro Overo, fósiles (algas) entre éste y Los Bayitos (aquí una cueva y placeres de oro), las minas de Ampallado-Ofir, de donde se pasa por el por- tezuelo de Trinidad a las minas de la Mejicana. La segunda parte de la zona septentrional-oriental está formada por la cuenca del río Blanco. El curso de este río cae en la prolongación del río Achavil supe- rior, siendo separado uno de los afluentes (en la estancia del Porte- zuelo) solamente por lomajes de poca altura de los de aquel río, pero el mayor caudal de agua recibe por el arroyo que viene de la cumbre del Tocino, siendo casi todos los demás y numerosos arroyos y en es- pecial los de la orilla derecha (Guaico Hondo, Los Frailes, ete.), secos o tienen agua en trechos cortos donde hay vertientes. No obstante, casi todos los cauces, como el del río Blaneo mismo, son hondos y muy barrancados, en muchas partes cañadones intransitables por sal- tos, debido todo al rápido declive de la serranía que rodea la cuenca y al carácter del terreno geológico. Al naciente la pendiente del Tocino, formada por el cerro Aspero o El Crestón baja rápidamente en muchas partes casi perpendicular- mente hacia el río Blanco. Compuesta en su parte inferior (cerca del río) por areniscas de color colorado vivo (permo-carbón) lleva por arri- ba un conglomerado andesítico de color más obseuro y muy erodido, de ahí el nombre « El Crestón » y arriba de él siguen otra vez arenis- T. XXI 8 114 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cas coloradas. El conglomerado con las areniscas superiores termina cerca del pie del Tocino. Hacia el norte, El Crestón pasa los límites de nuestra zona. El río Blanco abajo cambia en algo la configuración, interponién- dose entre el cerro Aspero y el río algunos cerros, entre los que por su forma cónica se destaca el Mogote Río Blanco, cuya cima es inacce- sible. Este cerro es geológicamente de la mayor importancia, en cuan- to las lavas y cenizas de dacita, arrojados por este volcán forman el constituyente principal de los «estratos calchaqueños », que compo- nen casi toda la zona de la cuenca del río Blanco, y sobre todo el Ci- marrón que junto con Los Ramblones (granito) limita la cuenca al na- ciente. La disposición de los estratos en forma de una cuenca — le llamo «cuenca calchaqueña del Cimarrón » — puede observarse donde el Cimarrón está cortado por el río Achavil en barrancas (Chilitanca), siguiendo a la sinclinal más al poniente (arroyo Guaico Hondo) una anticlinal. El yaciente de estos estratos, constituído por el terreno supracre- táceo fosilífero, aparece en la ala occidental en los cerritos al lado del Mogote Río Blanco, como en su oriental, en la quebrada Alanis, cer- a de Angulos. Llama la atención la meseta que se extiende bajo el nombre « Pam- pa seca» entre el río Blanco y El Cimarrón, o más precisamente en- tre el arroyo Guaico Hondo y el arroyo Los Frailes, sobre la que va el camino desde el río Blanco al río Achavil (Chilitanca). Es un esca- lón de erosión, que cae perpendicularmente a estos arroyos. La dife- rencia de nivel entre un punto del lecho del arroyo Guaico Hondo cercano a la cumbre del Cimarrón y la cumbre misma, formada igual- mente por acarreo fluvial o fluvio-glacial alcanza más de 300 metros, lo que da una idea de la gran erosión. Este escalón es el único que en tanta extensión se ha conservado, debido tal vez a la onda anticli- nal (débil) ya mencionada. Todos los otros escalones hacia el poniente, si los hubo, han desaparecido casi totalmente a causa de la inclina- ción de los estratos hacia el poniente que se aumenta más y más y que facilitaba la erosión. Donde el río Blanco recibe los arroyos Guaico Hondo y Los Frai- les, el valle se ensancha, cortando el río en seguida cadenas bajas, G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 115 entre las que hay que mencionar el « filo Colorado », que se apoya so- bre los Romblones, y el de La Abra en la continuación de éste. Bajo el nombre de « La Abra » se extiende una pequeña y estrecha depresión al poniente del filo del mismo nombre y la que forma la co- municación entre el río Blanco y el río Durazno. Su continuación es- tá dirigida en dirección a la quebrada Alanis, la que se abre hacia el río Durazno, antes que toma curso por la puerta de Durazno a Los Angulos, para unirse con el río Blanco y romper en la quebrada Cha- narmullo la cadena Chilecito-Paimán. La cuenca del río Blanco, completamente estéril, tiene un interés práctico por el contenido de oro que tienen los estratos calchaque- nos como también los diluviales y la dacita misma del Mogote Río Blanco, sobre lo que volveré más abajo. La cuenca del río Durazno, que sigue al norte a la del río Blanco, con sus afluentes : rio de la Hoyada (el de mayor caudal), río Cachi- yuyo y el río del Cajón (seco en su parte inferior), los que atraviesan una región muy accidentada de las areniscas arriba mencionadas que componen el cerro Aspero, y unidos en Las Juntas rompen esta ca- dena entre este punto y Durazno, punto este de mayor importancia para el estudio geológico, queda en sua mayor parte afuera del Neva- do de Famatina, si bien participa en sus faldeos. El río Cachiyuyo determina, como ya he dicho, el extremo septen- trional del Nevado. En su valle, llamado « El Cajón », el cerro del mismo nombre, casi en el extremo del Morro de Tocino, es otro mogote que fija el límite del Nevado, siendo bien visible, sobresaliendo al cerro Aspero, ya desde lejos y tiene además, un interés especial geológico por ser com- puesto del siluriano inferior fosilífero y del permo-carbón. La cuenca del río Blanco, como la del río Amarillo en su parte in- ferior que:ocupa el valle de Famatina, al que sigue al sur, casi en in- mediata continuación, el Bajo de Chilecito-Sanogasta con la cuenca del río Guanchin, pues una zona exterior de fuerte depresión que ro- dea, casi en semicírculo, la interior elevada, está limitada al naciente por el contrafuerte Chilecito- Paimán. El río Blanco atraviesa este contrafuerte en la quebrada de Cha- harmullo, el río Amarillo en la quebrada de Capayán y el río de Oro en Chilecito. 116 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Desde Nonogasta, donde el contrafuerte principia, corre con muy po- co ancho (término medio 2 kilómetros) y en su extremo sur de 1100 me- tros de altura hacia el norte.limitada al naciente por la llanura de la sie- rra de Velasco, pero ensanchándose al norte del pueblo Famatina considerablemente por avanzar en Los Ramblones hacia el poniente y elevándose — subiendo a la vez el suelo del valle — en el Paimán, el cerro más notable ya desde lejos y en el cerro Aguadita hasta 3000 metros, para terminar entre Pituil y Los Angulos bajo ramificación. El contrafuerte está compuesto de granito con inclusión de esquis- tos metamorfoseados, al que se agregan solamente en la falda del Pai- mán areniscas y conglomerados del permo-carbón (con esquistos car- boníferos). Se levanta directamente del aluvión y diluvión, de tal mo- do que las chacras del pueblo Famatina llegan hasta su pie sin que se note un declive. En todo su curso no hay vertientes, excepto en la depresión entre Los Ramblones y La Rinconada (agua dulce), por donde pasa el camino de Famatina a Los Angulos:; y en La Rincona- da (agua salada a causa de las areniscas), siendo, por consiguiente, los numerosos arroyos que bajan de Los Ramblones y del Paimán secos, recorriendo una región absolutamente estéril. Sobre el valle del Famatina trataremos más abajo. Completemos nuestro cuadro con algunas consideraciones referen- tes a la formación del relieve, coneretándose ellas a la de los valles o depresiones en general. Sin entrar en detalles sobre las fases de la erosión de los ríos, lo que sería objeto de estudios especiales, el cambio de dirección que los :auces de los ríos han experimentado en la época diluvial, es lo que interesa en primera línea. En cuanto al curso del río de Oro, es evidente que él estaba dirigido antes hacia el valle de Guanchin, hasta que alcanzó a romper la mole eranítica de la cumbre Agua Negra que avanza desde el norte hacia el sur (Los Rosillos), efectuándose así la unión con el río Agua Negra. Algo más difícil es reconstruír el curso anterior de este último en su parte inferior, pero quizás esté señalado por el actual arroyo Ichi- yura y en el acarreo diluvial de los « Bordes de Chilecito. »> Una vez unidas las aguas de los dos ríos con curso hacia el naciente G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 117 y el sur respectivamente, tomaron dirección intermedia hacia sureste, doblando en seguida más y más al norte debido a aquellos « Bordes », los que a su vez tienen muy probablemente su causa en un avance subterráneo del granito que aparece en los cerritos al oeste de la esta- ción del ferrocarril. Sin embargo tal desvío de las « Aguas Amarillas », como se llama el río de Oro después de su unión con el río Agua Ne- era, hacia el norte, al salir de la puerta de Durazno, en la parte que lleva el nombre río de Sarmiento, es algo extraño, si se toma en consideración que contra este río está dirigida casi perpendicular- mente la cuenca que viene del norte y cuyo divorcio de aguas es for- mado por un avance del cerro Cumbre Agua Negra hacia el naciente (Crucecita). Los arroyos que la forman no tienen aguas permanentes, habiendo solamente algunas vertientes en la falda de aquel cerro. Sin embargo, un fuerte aguacero que cayera un día en esta cuenca, con el consiguiente arrastre de acarreo, podría cambiar el curso del río Sar- miento más hacia el sur. Más importantes son los desvíos de los ríos en la Zona septen- trional. El río Amarillo no pasaba en época diluvial por la angostura ac- tual poco abajo de Durazno, sino por la del portezuelo del los Berros. El río del Marco cruzaba el actual valle del río Achavil en la me- seta de Chilitanca y las aguas del río Volcancito corrían tal vez uni- das con las del Achavil al poniente del cerro Agua de la Falda. Es ile examinar, si la moraina del Negro Overo ha tenido una influencia desviadora. Tal tuvo lugar, sin duda, en cuanto al río Achavil, cuyo valle ocupaba antes la zona de la morena, siendo cambiado su lecho por ésta hacia el poniente. Todos estos ríos han tenido su curso hacia el norte en la época plio- cénica y tal vez todavía en la diluvial vieja. Por el descenso de la zona oriental, una parte de las aguas doblaba en seguida hacia el naciente, al principio unidas con un curso indicado más o menos por la línea Casa Blanca, El Durazno, Corrales, hasta que con erosión regresiva la cuenca del río Amarillo río del Marco se separó de la del río Achavil. Al mismo tiempo la otra parte de las aguas dirigidas hacia el norte entre el Cimarrón y el cerro Aspero se desviaron más y más hacia po- niente. Al último con el progreso de la erosión desde naciente a po- 118 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS niente, la barra Cerro Agua de la Falda Cerro Portezuelo, ha sido cortada, con la que el divorcio de aguas del río Blaneo y del río Acha- vil quedó efectuado. Este divorcio de aguas todavía hoy, como ya se ha dicho en otro lugar, es representado por una ondulación del terre- no tan insignificante que se podría desviar fácilmente parte de las vertientes de! río Blanco hacia el río Achavil, la que efectivamente se quería practicar para aumentar el caudal de agua de este río. El valle del río Achavil, transversal en todo su curso hasta su entrada en el valle lonsitudinal de Famatina-Carrizal, está bien esca- lonado, pero solamente en su lado austral, viéndose así, cómo la ero- sión dentro del terreno calchaqueño progresaba poco a poco en dirección al norte, hacia el Cimarrón. En su parte superior, antes de eruzar el portezuelo de Las Juntas, forma una ciénega la que me parece no tiene ninguna relación con una acción glaciar, siguiendo a ella más abajo la meseta de Chilitan- ca, uno de los más caracterizados escalones. Es posible que en la región de Corrales las aguas se dividían antes en un brazo que corría al norte de la Loma Pocitos y en otro que ocupa el actual canal. El portezuelo muy bajo de Guaico en la cadena Chilecito-Paimán, tal vez indica que las aguas, unidas con las que vinieron del norte (de los Ramblones y del Paimán) o parte de ellas, cruzaron aquí la cadena antes de doblar hacia el sur. En general se puede decir, que las aguas con curso determinado por muchos factores como son: plegamiento, inclinación y rumbo de los estratos, dirección de los cuerpos intrusivos de granito, aplita, ete., de los filones de Dacita y Andesita, dislocaciones, ete. etc., por consiguiente, al principio más o menos con rambo N.-S. (más preciso NNO. y NNE.), han sido desviados más y más al naciente, debido al levantamiento de la sierra y al descenso de la zona oriental, hoy ocu- pada por la gran depresión entre la sierra de Velasco y el Famatina, procedimiento cuya acción principal cae en tiempo diluvial, y tal vez continua todavía. La cadena de Chilecito-Paimán, que divide esta de- presión en dos partes, obligaba entonces las aguas a dirigirse hacia el sur o ha sido atravesada por ellas. Entre aquellos agentes las dislocaciones en forma de fallas ocupan el primer lugar, corriendo ellas más o menos paralelas con dirección G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 119 N.-S. (en su mayor parte NNE., sin que esto excluya trechos en direc- ción NNO.). Son cuatro principales : 1” La del lado occidental de la sierra, causante principal de la pendiente rápida, ya mencionada arriba; 2 La que corre en la pendiente oriental de la parte encumbrada de la sierra, determinando el valle superior del río del Marco y en segui- da el valle del río Blanco, continúa muy hacia el norte en dirección a la región de Tinogasta y muy probablemente hacia donde arranca la sierra Famatina. Le llamamos la falla: Nevado de Famatina- Tinogasta. Es la más caracterizada de la pendiente oriental, la que produce la caída rápida de la pendiente del Cerro Aspero y representa la ruptu- ra de un plegamiento /a lo menos en nuestra zona). Ella termina al llegar al macizo granítico del cerro de la Mejicana, pero puede ser que se forme otra vez al sur de este cerro y del Alto Nevado, dando origen a la bifurcación de la sierra alta o a la depresión ocupada por los afluentes del río de Sañogasta y por el portezuelo de Cosme; 3” La de la pendiente oriental, que junto con otras paralelas más al naciente (flanco de la sierra de Velasco) ha producido la depresión del valle de Famatina como la llanura del Velasco. Ella se manifiesta claramente en varios puntos entre la quebrada de Carrizal al norte y la pendiente de la cumbre Agua Negra al Sur. Parece que ella se divide desde esta quebrada en un ramal que pasa entre Los Ramblones y el cerro Aguadita, a lo menos en un punto el encajonamiento de areniscas indica una falla, siendo tal vez tam- bién producida por ella misma la faja de granito destrozado que se halla en la entrada de la quebrada de Chañarmullo a su lado austral. Otro ramal sigue al lado poniente de Los Ramblones. Al sur de la falda de la Cumbre Agua Negra la falla está borrada ; sin embargo ella debe continuar entre el Mogote Los Rosillos y la sierra de Guanchin, habiendo contribuido junto con la acción de las aguas a la formación de la cuenca del río de Oro, bien entendido, esto se refiere a la cuenca total y no al valle del río mismo que es produ- cido exclusivamente por erosión. Esta falla es, pues, causante princi- pal de la gran abertura que la sierra experimenta en esta parte; 4” La que pasa por la parte central de la sierra, determinando la quebrada de Encrucijada hasta el portezuelo de la Caldera. 120 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Es lo menos evidente, porque solamente en este portezuelo como en la abertura de la quebrada (Los Berros) tenemos en el enca- jonamiento de areniscas, tobas dacíticas y Dacita manifestaciones de la dislocación, ala que precedió muy probablemente un fuerte plega- miento del terreno paleozoico. Es de suponer que estudios más deta- llados constaten su existencia en otros puntos de la quebrada. No es necesario casi decir que partes de la quebrada hay que atri- buír únicamente a la acción erosiva de las aguas. La causa por la cual el efecto de la falla se manifiesta por tal rela- tivamente insignificante depresión hay que buscarla en el macizo eranítico del Nuñorco que debilitó el procedimiento tectónico, evi- tando como un pilar el mayor hundimiento de la zona. Contrariamente a esto vemos en la zona constituida por la cuenca del río Blanco un fuerte descenso, originado por las fallas paralelas : por la que corre al pie del Cerro Aspero y por la otra al lado de Los ramblones, a la que se agrega tal vez una tercera que cae en la con- tinuación de la falla de la quebrada de Encrucijada, pero la que como más vieja que las otras está cubierta por el terreno calchaqueño. Poco probable es que la cuenca del río Blanco sea limitada al sur por otra falla con dirección más o menos poniente-naciente, que hubiera producido el valle del río Achavil, no notándose aun indicio de tal procedimiento en ninguna parte del valle. Volvemos a la falla que se presenta en el portezuelo de la Caldera, situado entre el cerro de la Caldera y el cerro Aspero. La caída del portezuelo hacia el sur es muy rápida, formando una hoya — de ahí el nombre « Caldera », —en la que nacen algunos. afluentes del río del Cajón. No cabe duda que la forma de esta cuenca chica es debida a lo menos en gran parte, a la falla, además a la disposición y al carác- ter de los estratos encajonados, que han facilicitado la erosión. Desgraciadamente no me ha sido posible averiguar la prolongación de la falla, desapareciendo ella en la pendiente de la caldera; sola- mente se puede constatar su rumbo más o menos noreste-Suroes- te, es decir dirigido hacia el filo Los Bayos. Pero en su lugar encontramos en La Caldera varios filones de Dacita, como ya hay uno en aquel portezuelo; se asocian, además, filones metalíferos igual- mente con rumbo hacia poniente o sur poniente. Aparece también en el portezuelo de Mlanes como en la falda septentrional (hacia el río G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 121 Rodado Quiroga) del Cerro Negro Dacita y, al fin, vemos filones de esta roca con rumbo NE., salir en el Filo Azul de los Bayos. Agre- gamos que el filo de Los Bayos (con el filo Azul) rumbea como el de la Mejicana y de Atacama, entre norte y este y que el primero, com- puesto de pórfido cuarcifero y Aplita lleva, casi en toda su extensión, la acción de una metamorfosis producida por la Dacita, tomando además en cuenta el íntimo conexo que existe entre nuestras fallas y las erupciones de Dacita, es decir entre los valles, a lo menos muchos de ellos, y las cadenas de los cerros, se comprende el gran papel que el filo de Los Bayos tiene no solamente en sentido morfológico, como hemos expuesto arriba, sino también en el sentido orogenético, sumi- nistrándonos la clave para la comprensión de la sierra. Igual papel desempeña en la región septentrional el Mogote Río Blanco, evidenciándose aun más las relaciones entre las fallas y las erupciones dacíticas, por tanto que este cerro volcánico está situado sobre una falla misma: la del Nevado Famatina-Tinogasta, que corre, como ya se ha dicho, desde el cerro de la Mejicana por el valle del río Marco y por el del río Blanco hacia el norte; y estas relaciones se es- trechan más, si prolongamos la falla que pasa por la quebrada Enecru- cijada hacia el norte, quedando situados entonces el Mogote Río Blaneo y el cerro de Los Bayos, en los puntos en que esta falla se une con aquella en el norte y en el sur, respectivamente. Estas relaciones llegan a adquirir el mayor interés por encerrar estas dos regiones la mayor riqueza en filones metaliferos producidos, a lo menos en gran parte, por la Dacita: la region del Mogote Río Blanco, rica en filones auríferos, la de Los Bayos con la Mejicana con filones esencialmente cupríferos y la de la Caldera, cerro Negro y del Tigre inmediata a Los Bayos con filones argentiferos. Son los dos polos, alrededor de los cuales ha girado siempre la vida minera del Famatina. La mayor extensión de la sierra hacia el naciente, su pendiente más suave y un mayor grado de humedad atmosférica, facilita y aumenta la reabsorción y acumulación de ésta, en consecuencia los ríos tienen más caudal de agua que en el lado occidental. Pero las aguas de hoy no están en proporción a la extensión de los 122 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS valles, como lo hemos observado también en la pendiente occidental, lo que no puede extrañar porque las precipitaciones atmosféricas han disminuído y con esto las fuentes de la alimentación permanente de los ríos, es decir : :a nieve persistente y las vertientes. La nieve persistente ocupa la zona encumbrada entre el Alto Ne- vado (5500 m. ?) y el Negro Overo (6050 ?), siendo reducido el pri- mero a fajas delgadas en las quebradas, y en el segundo a una plan- cha que cubre la cima más alta. Sobresale mucho más la gorra blanca del cerro de la Mejicana; de modo que el límite de la nieve persis- tente no puede estaz abajo de 5500 metros. Los glaciares han agotado. No está completamente confirmado que alguno hubiera llegado hasta las ci- mas más altas de estos gigantes ; seguramente nadie ha aleanzado la del cerro de la Mejicana (nombre preferible al del « Bayo Overo » o « Nevado Colora- do»). Como la cumbre de este (6200 m. ?) queda cerca de la pendiente occi- dental a considerable distancia de las minas de la Mejicana y del cerro de San- to Tomás de Espino (4900, según otros 5070 m.), único punto desde el que se puede subir, la empresa será muy escabrosa, en la que el alpinista, si no tiene mucha suerte con el tiempo, tiene que luchar además contra los vien- tos de una fuerza terrible, la que ya en regiones más bajas, como en Los Bayos, en La Mejicana y en el cerro Negro se hace muy sensible, en parti- cular al pasar los portezuelos (1). Mucho menos dificultad habrá en trepar el Negro Overo — según una no- ticia de Burmeister, Nicolás Naranjo lo ha subido en el año 1854, — pero no por el lado del sur desde la Mejicana, como se ha intentado varias veces, sino por el lado norte (vía Achavil), poniendo el campamento en la pampa de Tamberías. La mayor condensación de vapores atmosféricos, traídos por el viento sur al lado austral de la sierra, como se manifiesta ya en la mayor acumulación de nieve, tiene por resultado, que los ríos de esta + región, el de Oro, de las Aguas Negras, como el río de Sañogasta son los más caudalosos. Mucho más escasas son las aguas en la parte septentrional, como que el clima en general es más seco, en el que influye indudablemente (1) Durante la impresión de este trabajo llega a mi conocimiento, que el doc- tor R. Hauthal ha ascendido al Nevado Colorado, relatando esta feliz empresa en los Anales del Museo de La Plata, tomo VII. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 123 el viento norte (zonda). Pero contribuye a estas condiciones el carácter de las rocas, entre las que granitos predominan al sur, buenos reservo- rios de agua, al norte esquistos, los estratos calchaquenos (tobas, ete.) y areniscas muy permeables, sobre todo en su posición muy ineli- nada. Sobre la calidad de las aguas ya he referido más arriba. La vegetación en general, prescindiendo del tipo andino propio a la región alta, tiene el carácter de la Zona austral de La Rioja, cuyos representantes son enumerados en mi trabajo ya citado, pero faltan varios de ellos, además es mucho más rala, acentuándose ésta más y más hacia el norte. Las Plantas de suelo salinifero de alguna extensión, como Cachiyuyo (Atriplex, esp.) y Yume (Suaeda divaricata Moq Tand, Halopeplis Gilliesti Grs.) se hallan solamente sobre el río Bermejo, en especial en la zona cenagosa al sur de Villa Casteli, y muy aisladamente, donde salen los estratos de Paganzo (areniscas) y los calchaqueños. El Monte falta casi completamente en la parte septentrional de la pendiente oriental (arriba de 1500 m.), salvo algunas islas de Alga- rrobo blanco (Prosopis alba Grs.), Visco (Acacia visco Lor.), Tala (Celtis Sellowiana Miqu.) y de Chañar (Gourlica decorticans Gall), como en la quebrada de la Rinconada (Paiman) — de donde traen leña para las minas de la Mejicana — y algunos pocos ejemplares en una u otra quebrada. Más abundante es sobre el río Bermejo, y en espe- cial en la región austral (cuenca del río de Oro), ante todo sobre los faldeos de la Cumbre Agua Negra, en el valle del mismo nombre y en el de Guanchín. Del monte observado en La Rioja austral faltan : Quebracho blanco y colorado (Aspidosperma Quebracho blanco Sehlechtend; Sehinopsis Lorentzii Engl. resp.) Molle de beber (Lithraea Gilliesii Gxvs.) del cual he visto un solo ejemplar en la quebrada del Mogote Río Blanco, tal vez plantado por los mineros); además Tala falsa (Bougainvillea stipi- tata Grxs.), Vinal (Prosopis ruscifolia Grws.); Palo borracho (Chorisia insignis Kth.); Chica (Chica riojana, Kurtz inéd., su límite septen- trional es, según el doctor Kurtz Ciciliano, quebrada de Sañogasta, lado occidental). Así es que arbustos y subarbustos determinan el carácter de la ve- getación. Los observados son los siguientes : 124 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Jarilla hembra (Larrea divaricata Cav.) Jarilla macho (Larrea cuneifolia Cav.) Tintitaco (Prosopis adesmoides Grs.) Retamo (Bulnesía retamo Gs.) Pus-Pus (Zuecagnia punctata Cav.) Garrapato (Acacia fureata Gill.) Piquillín (Condalia lineata Gray). Altamisquea (Atamisquea emarginata Miers). Molle (Duvaua dependens Ortega). Molle de curtir (Duvaua latifolia Grs.) Molle blanco (Moya spinosa G1s.) Palta (Maytenus viscifolia Grs.) Jarne gorda (Maytenus vitis idaea Grs.) Chilca (Flourensia campestris Grts.) y otras especies. Rodajilla (Plectocarpa tetracantha Gil). Barba de Tigre (Colletia ferox Gill). Lagaña de perro (Caesalpinia Gilliesii Wallich.) Cabello de indio (Cassia aphylla Cav.) Suncho (Baccharis salicifolia Pers.) Romerillo (Chuquiragua erínacea Don.) Azahar del campo (Lippia lycioides Steud.) Altepe (Proustia ilicifolia Hooh). Quillay (Hualania colletioides Phil.) Coleguay (Oolliguaya integerrima Gill.) Ephedra (Ephedra americana Grs.) Entre los observados en La Rioja austral parecen faltar en nuestra región : Ancoche (Vallesia glabra Cav.) Guayacán (Porlieríia Lorentziana Eng.) Albaricoque del campo (Xiúmenia americana L.) Los mencionados arbustos y subarbustos llegan hasta 3000 me- tros; sin embargo, tal límite está sujeto a variaciones según acci- dentes orográficos y geológicos, bajando, por ejemplo, en la quebrada dle Encrucijada hasta 2000 metros. Entre los últimos arbustos y subarbustos que avanzan arriba de 3000 metros se destaca la especie Adesmía, pero parece que no llega arriba de 4000 metros, retirándose en la parte central de la sierra G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 125 considerablemente. como la vegetación en general es sumamente pobre en esta zona, formada por esquistos paleozoicos (quebrada de la Encrucijada y la Mejicana). Esta influencia geológica se mani- fiesta más al norte (río de la Hoyada, etc.), donde la vesetación con la aparición de areniscas se pone mucho más abundante, tanto en monte, arbustos y subarbustos, como en plantas yerbales. Dadas las alturas considerables, los valles en su mayor parte muy estrechos, el declive rápido y la muy escasa vegetación yerbal espe- cialmente, como ya se ha dicho, en las regiones septentrionales de los esquistos paleozoicos y de los estratos calchaqueños (tobas, arenis- cas, etc.), no puede extrañarse la suma escasez de poblaciones. Arriba de 2000 metros cultivo de alguna extensión no existe, y sólo se encuentran puestos de cabras y de ovejas, faltando comple- tamente vacuna. Arriba de esta altura en toda la sierra (con exelu- sión de los valles de la cuenca del río de Ángulos) habían cerca de 40) puestos, muchos de ellos de ninguna importancia, de los cuales cerca de 30 pertenecen a la pendiente oriental. Los más altos son: El Mudadero (4000 m.) en el portezuelo de Guacachica, el Potrerillos (3700 m.) en la pendiente occidental, y el puesto Loma Bola (3300 m.) en el valle superior del río Achavil. Así recién abajo de esta altura se condensan algo más las poblacio- nes. Debido es esto en primer lugar al cordón granítico, ya varias ve- ces mencionado, bajo y angosto, que corre entre la sierra de Velasco y el Famatina en muy poca distancia de éste desde Áneulos hasta Chilecito y más allá. Esta disposición orogénica es muy parecida a la del lado occidental, como hemos visto; pero mientras en el oeste el contrafuerte, aparte de su menor largo, es dividido a causa del rompi- miento de ríos en varios contrafuertes independientes, los que en parte además siguen uno detrás del otro, una disposición que, junto con una mayor acumulación de acarreo grueso y con escasez de agua, tiene por resultado una casi completa esterilidad de esta región, te- nemos al naciente una sola cadena, interrumpida solamente en Ángu- los, Capayán y Chilecito por ríos que la atraviesan. Si bien el valle longitudinal así formado es angosto, estrechándose y cerrándose al norte y al sur por avanzar el cerro de Los Ramblones 126 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS y el de la Cumbre Aguas Negras respectivamente, las aguas unidas de los ríos Achavil y Amarillo (en Corrales), desviados por aquella cadena hacia el sur, han podido formar un suelo apto para el cultivo (alfalfa, duraznos, parras de uvas), dando lugar a la formación del pueblo Famatina-Carrizal, concentrado en una extensión de pocas cuadras de naciente a poniente sobre las riberas del río y de algunas poblaciones más arriba (Las Gredas, Las Escaleras y Los Corrales). Pero el agua para el riego es escasa, o por lo menos no' hay exceso de agua, quedando seco el río abajo del pueblo Famatina. Felizmente la naturaleza ha producido en los cerritos graníticos del distrito de la Plaza Vieja un dique subterráneo que hace subir el agua infiltrado en las arenas, dando vida a otras poblaciones. Sin este dique natural el suelo fértil de esta zona no se hubiera formado o hubiera sido arrastrada por la quebrada Capayán abajo. Sin embargo, este accidente tiene también su parte inconveniente, pues en tiempos de grandes aguaceros las aguas en el lecho del río, levan- tado por acarreo a causa del dique, no pueden pasar en su totalidad derramándose hacia el lado occidental, con lo que ya algunas quintas río abajo han desaparecido y otras están por ser arrastradas. Esta acción destructora naturalmente se hace sentir también río arriba, donde restos de casitas, puestas a plomo sobre las barrancas dan una idea de la erosión. A este relleno del valle contribuye, además, el acarreo que el arroyo de Totoral ha llevado de la falda, como en general todos los conos de deyección de la pendiente de la sierra estrechan considerablemente todo el valle, y seguramente le hubieran cubierto completamente cuando los arroyos fueran de mayor poder. Fuera del arroyo de la quebrada de Totoral, cuyas aguas llegan solamente hasta la estancia del mismo nombre — hasta hace poco establecimiento metalúrgico de la mina San Juan — todos los otros están en tiempos normales secos. La esterilidad de las filitas, en las que además el agua por la posición vertical de ellas se pierde muy pronto, produce una escasa vegetación, salvo en las márgenes del arroyo Totoral y en algunos otros puntos con vertientes, razón por la cual puestos de ganadería (cabras) son muy escasas. La mayor parte de la población de esta zona ha tenido su sostén prin- cipal en la minería, pero como esta industria está casi completamente G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 127 paralizada, la pobreza ha entrado en las familias. Los potreros de alfa]l- fa y frutales — los últimos de poca rendición por el costoso transporte de las frutas (uvas y duraznos) — han disminuido o no adelantan, ba- sándose el movimiento comercial, en primer lugar, en productos de ganadería. En peores condiciones se encuentra la población de Angulos al nor- te, en el ángulo formado por el río Durazno y el río Blanco. Se vive aquí, como sierra adentro, de los productos de cabras, ovejas y de los pocos alfalfares. En Angulos convendría levantar en la quebrada de Chañarmullo un dique, para llevar el agua a la llanura de Pituil. En la misma depresión, cerca de su abertura austral, donde ella se confunde con la gran llanura al poniente de la sierra de Velasco, está situado Chilecito (cerca de 4000 habitantes) sobre las riberas de las «Aguas Amarillas », como se llama el río que se forma por la unión del río de Oro y del río Aguas Negras. Dirigidas las aguas impetuosas, apenas han salido de la sierra por la puerta de Durazno, contra el cordón granítico ya mencionado, que actúa, donde no está roto por el río, como dique, se comprende, como acarreo de gran espesor y extensión debía acumularse aquí, en el que una faja angosta de detrito fino escaparía a los ojos, si la po- blación con sus chacras y jardínes no nos lo indicaría. Realmente esta situación del pueblo es muy curiosa, de la que el viajero que baja en la estación del ferrocarril se da inmediatamente cuenta, a] pasar antes de llegar al pueblo mismo por este mar de roda- dos; lo mismo cuando viene del norte. Sin embargo, el sabe que se encuentra en un pueblo fundado por mineros y no por agricultores. Otra elección para la ubicación del pueblo (en el siglo XVI ?) era imposible dada la abertura de los valles, en los que suben caminos a las regiones de las minas, y la existencia de la fuerza motriz para establecimientos metalúrgicos así como comunicación con el norte y el sur y un suelo a lo menos suficiente para plantaciones frutales y de horticultura. Pero la importancia permanente que tiene Chilecito, de- jando de lado la vida fluctuante de la minería, se basa en las poblacio- nes inmediatas (San Nicolás, Tilimuqui, Los Sarmientos, La Puntilla, Malligasta, San Miguel, Anginan), situados al pie oriental de la cadena granítica, y donde se lleva las aguas, en lechos naturales o en canales que pasan la mole granítica. Estos oasis, con su cultivo muy variado, 128 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS no faltando hermosísimos jardines en medio de la llanura casi estéril que se extiende hasta la sierra de Velasco, no existirían sin aquel dique natural, porque el mar de rodados y arena hubiera avanzado muy lejos en esta llanura y las aguas se hubieran perdido, haciendo imposible cualquier esfuerzo en cuanto a obras hidráulicas, como las que actual- mente están en ejecución sobre la base de estas condiciones naturales y seguramente con gran beneficio de aquellos pueblos. Así, aun en el caso de que la minería desaparezca, el porvenir de Chilecito está ase- gurado, faltando solamente un ferrocarril que lo una con las pobla- ciones mencionadas al norte y que empalma con el ferrocarril La Rioja Tinogasta. Los pueblos Sañogasta y Nonogasta son importantes centros de vinicultura, especialmente el último. Guanchín se distingue por sus buenos alfalfares y por sus muy pastosas serranías. Por la quebrada de Sañogasta va todo el tráfico a las regiones oeci- dentales (por Villa Unión a San Juan y Mendoza, como al norte a Villa Castehi, Vinchina, Chile). Otra comunicación más directa con Villa Casteli hay por la quebrada de Cosme: pero el camino es malo. Para ir a Vinchina conviene tomar la cuesta de Tocino y la del Inca por el portezuelo de Guacachica, úno de los caminos más viejos de todo el país, cuya construcción remonta al tiempo de los Incas en sus excursiones a Mendoza y Chile. Desde la Pampa de Realitos hasta Tambillos baja serpenteando un desnivel de 1700 metros en cerca de cuatro kilómetros de distancia horizontal. No ofrece inconveniente, como muchas veces se dice, aparte de eventuales nevadas y fuertes vientos en la cuesta de Tocino. De importancia más local es la comu- nicación entre Vinchina y los Angulos por la cuesta de Segovia y por el Cajón, camino malo que pasa además por regiones con la tem- bladera. ¿m otro lugar he expuesto que la parte austral de la sierra cae rápidamente hacia la llanura de Chilecito, abriéndola la extensa cuen- ca del río de Oro, de tal modo, que los detalles más principales del relieve de toda la pendiente hasta las cumbres más altas, se destaca bien desde Chilecito. Así es que los más importantes distritos mine- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA hu ros : los del cerro Negro, del cerro de la Caldera y del Tigre que con- tienen filones de minerales de plata y los de Los Bayos y de la Me- jicana-Ampallado, los más ricos filones cobríferos, quedan en distan- cia horizontal muy cerca a Chilecito y que todos, con excepción del úl- timo, son visibles desde este punto. Las minas de la Mejicana no es- tán más que a cerca de 34 kilómetros de distancia, pero a una altura entre metros 3600 y 4000 arriba de la de este pueblo (1100 m.); las más cercanas del cerro Negro y de la Caldera llegan a cerca de 2700 me- tros de diferencia de nivel. Demás es hablar sobre la vialidad siendo los caminos los peores imaginables. Las tropas de mulas precisaban para recorrer los cerca de 60 kilómetros entre la Mejicana y la usina metalúrgica en El Progreso cerca de dos a tres días, luchando con vientos terribles y nevadas. Como consecuencia los gastos son enor- mes. En un transporte de materiales de construcción y de maquina- rias para las minas no se podría pensar, siendo ellas trabajadas por largo período al pirquén. Por la mejor comunicación que hay entre las minas de la Mejicana y Corrales y también de las de la Caldera (al norte) por la quebrada Encrucijada, pusieron establecimientos de fundición (y de amalga- mación para los minerales de la Caldera) en este punto; pero pronto los han abandonado por falta de combustibles. Para los minerales del Cerro Negro no hubo otra salida que hacia Chilecito. Recién hace poco (1903) el problema del transporte ha sido resuelto definitivamente por la construcción de un cable carril desde la esta- ción del ferrocarril hasta las minas de la Mejicana. Como este pasa entre el cerro Negro y el cerro de la Caldera, cruzando además el dis- trito de Los Bayos y quedando el distrito Ampallado muy cerca del de la Mejicana, sus minas quedaban ligadas también o podían ser puestas fácilmente en comunicación con él. Así se podía creer que la explotación de las minas tomaría vuelo en gran escala; sin embargo las esperanzas, en parte muy exageradas y no fundadas, no se han cumplido, quedando la explotación de las minas de plata ya hace mucho abandonada, y la de las minas de cobre se limita a las principales minas de la Mejicana, casi como antes 0 por poco aumentada. La ley en cobre disminuyó además considerable- mente, lo que junto con los excesivos gastos no ha podido ser compen- sado, por un perfecto beneficio como se hace desde la conclusión del T. XXI 9 130 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cablecarril en el establecimiento moderno de fundición en Santa Flo- rentina. La situación es, pues, muy crítica. Sobre los distritos mineros fuera del alcance del cable-carril y en los que actualmente no se trabaja, trataré más abajo. Así es que la historia de la minería y metalurgia del Famatina presenta ante nuestros ojos un triste cuadro, como sucede por otra parte en numerosos otros casos. Y ello es muy natural, tratándose de - la industria más expuesta a engaños y decepciones, aunque la previ- sión sea la más grande y se aproveche en lo más posible la ciencia y la técnica. | No me encuentro en condiciones de escribir tales páginas por faltar, ante todo, datos sobre los primeros períodos. Nadie se ha ocupado de recogerlos y los que hubieran podido suministrarlos, como KR. Valdés, W. Treloar y E. Hunecken, los han llevado consigo al sepulero. Dá- vila ha recopilado los referentes al distrito de la Mejicana. Una revista general hasta el año 1590 nos ha dado Hunecken en su /n- dustria minera y metalúrgica de la provincia de La Rioja, obra publi- “ada a propósito de la exposición minera y metalúrgica en la Repú- blica de Chile, en el año 1594. Tengo que basarme, pues, sobre estas comunicaciones y sobre lo que he visto personalmente, para dar en las siguientes pocas líneas las fases principales por las que ha pasa- do la minería y metalurgia del Famatina. Como casi todas las vetas en sus cabeceras (donde salen a la superfi- cie) fueron muy ricas en plata u oro o en ambos minerales, ya los in- dios — tal vez ya los incas — sacaron estos metales. También hay vestigios de lavaderos de oro, trabajados por los indios. Recién a principios del siglo pasado, la tradición nos relata que algunos mejicanos y aragoneses (de ahí los nombres « La Mejicana » «La Aragonesa ») trabajaron sobre algunos filones; pero ellos busca- ban solamente oro y plata, de los cuales el primero, al principio de la explotación de los filones de la Mejicana, existió al estado nativo en orandes cantidades, no haciendo caso de los minerales de cobre, hoy. de importancia, tirándolos por inútiles. En la misma forma procedie- ron con las minas de plata de los distritos de la Caldera, cerro Negro y del Tigre, las que al principio han sido ricas en plata nativa. No está confirmado, que los jesuítas ya conocían las minas de la Mejica- na al fin del siglo xvi. Desde el principio del siglo pasado data la G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 131 introducción de la amalgamación de los minerales « cálidos >» (directa- mente amalgamables), con lo que recién se puede hablar de una explotación metódica de los filones argentíferos de aquellos distritos. Ruinas de trapiches cerca de Chilecito, como en Durazno, San Rafael, El Trapiche, San Roque y otros, atestiguan de este período. Todavía en los años 1570, hubo delante de casi cada casa en La Puntilla (Chileci- to) una amalgamación del sistema más sencillo (trituración por medio de un bloque de granito, movido por dos mangos, calcinación con cloru- ro de sodio y amalgamación por medio de los pies). La plata extraída (piñas) se vendían a los comerciantes en Chilecito, los que la man- daban a Córdoba y a Buenos Aires. Establecimientos de amalgamación muy viejos hubo también en Corrales y en Escaleras para beneficiar los minerales de la Caldera, que llegaban por la quebrada Encrucijada. Han sido ya más adelan- tados, usando para el procedimiento el subceloruro de cobre. De todo esto quedan no más que ruinas. La pérdida en plata y en mercurio que hubo en la amalgamación, ejecutada por obreros poco expertos, el precio elevado del último, hizo pensar en otro método de extracción, lo que motivaba a crear en el año 1870 en San Miguel un establecimiento de fundición (por Almonacid y Pearson). Este lugar, al naciente de Chilecito, lo habían elegido por propor- cionar los bosques el combustible. Los minerales plomizos los tra- jeron de otras regiones. Según Hunecken, el establecimiento ha sido perfectamente instalado. Desde este tiempo pararon todos los establecimientos de amalga- mación. Una segunda usina de un rango superior para la fundición de mi- nerales de plata fundó en 18586 en Nonogasta la « Sociedad francesa de minas y de fundición de plata» para beneficiar los minerales de varias minas de los distritos del cerro Negro y de la Caldera. La abundancia de bosques para producir carbón ha sido la causa determinante en la elección de Nonogasta. Según Hunecken, el esta- blecimiento ha producido durante siete años 24.000 kilos de plata en barras. Malos tiempos vinieron con la baja rápida del precio de la plata, bajando a la vez más y más la ley de los minerales de plata. Así hoy 132 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS día y desde más de diez años atrás, no hay ningún establecimiento más que trabaja, siendo todas las minas de plata abandonadas, de- jando de hablar de algunas que han vuelto al sistema primitivo al pirquín. Dada la naturaleza de los filones que tienen riqueza so- lamente en nidos, no hay esperanza de que esta minería se levante otra vez. Los filones auríferos (oro libre y en piritas en cuarzo), como los hay en Piedras Grandes en la quebrada de la Mejicana, en Ofir del mismo distrito, en El Oro sobre las riberas del río de Oro y en el Mogote Río Blanco, así como igualmente los placeres auríferos situados sobre el río Blanco, río Achavil, en Juan Díaz en la quebrada Encrucijada, en el río de la Caldera, en Guanchín, etc., han tenido la misma suerte. Tiempo atrás hubo en la región del río Blanco mucha vida, fraca- sando las empresas, también la última « Mariposa » (con draga) cerca de Corrales por la baja ley de los lavaderos o por la irregularidad de distribución de oro. Hay algunos que lavan todavía en las horas en que no tienen otra ocupación. Creo que Juan Díaz en la quebrada Encrucijada ha tenido la más larga vida, no por la riqueza sino por su modesto trabajo. Los esfuer- zos de Treloar sobre los filones del río de Oro (ruína en « El Oro ») tampoco han tenido resultado. Corriendo paralelamente a la baja del precio de la plata la suba de cobre, el golpe asestado a la minería del Famatina ha sido para- lizado por la explotación de las vetas cupríferas. Hasta 1870 nadie hizo caso de ellas, votando los primeros explotadores, que buscaban oro y plata, los minerales de cobre al desmonte. El señor R. Valdéz levantó en el año 1870 la primera usina de fundición de minerales en Corrales, la que tenía además un interés especial por haberse servido de un horno de gas (sistema Siemens) para utilizar en la mejor forma arbustos, dada la escasez de leña en esta región. De mayor importancia y de más vida, habiendo funcionado durante casi treinta años, ha sido el establecimiento « El Progreso » (o Tili- muqui), situado al este de Chilecito, fundado igualmente por R. Val- dés (1573), y el que pasaba en 1587 a manos de W. Treloar que lo reformó completamente. Ya he mencionado arriba el establecimiento de fundición de No- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 133 nogasta. Como el no podía fundir más minerales de plata, el ingenie- ro Langlois lo transformó en fundición de minerales de cobre. Estos dos establecimientos trataban el mineral de las minas de la Mejicana, y si bien el de Corrales dejó de existir por faltar aquí el combustible, se comprende que con tal división de la explotación en parte sobre las mismas vetas y con fundiciones separadas nuestra industria no pudo adelantar, tratándose de vetas en su composición a veces distintas, las que en manos separadas no dieron resultado, mientras que unidas hubieran podido ser explotadas con ventaja, sin hablar de los inconvenientes de administraciones separadas y de otros más. A esto vino a unirse una explotación poco metódica, de- bido en primer lugar a la imposibilidad de llevar maquinaria y ma- terial de construcción a las minas. Faltaba, además, siempre el ca- pital, pero ante todo han sido los excesivos gastos de transporte (desde la Mejicana hasta la usina de Nonogasta por una tonelada 28 $ m/n en término medio), lo que con la diminución de la ley en cobre que se hacía más y más sensible, casi imposibilitaba a seguir en este camino. Así se manifestaban pronto tendencias a unir las dis- tintas explotaciones, lo que se realizó en parte, adquiriendo <« La Fa- matina Development Cooperation» y la «Forastera Mines Company » las más importantes minas del distrito de la Mejicana. El gobierno nacional tomó a su cargo la construcción de un cablecarril que une este distrito con el ferrocarril y con el establecimiento de fundición en Santa Florentina, en inmediata cercanía de Chilecito. El largo total del cablecarril entre la estación del ferrocarril y la estación terminal (mina Upulongos) horizontalmente medido es de 34467. La diferencia de nivel es de 3510 metros, el término medio del declive 102, el mayor 294 por cien. El cablecarril es de dos cables, uno fijo, en el que están colgados los vagonetas y otro de tracción. Las cargas se mueven simultáneamente en dos direcciones. La ca- pacidad por hora es calculada en 40 toneladas hacia abajo y cuatro toneladas hacia arriba. La velocidad es de 25 por segundo. La car- ga de una vagoneta es de 500 kilogramos (700 con carrilete). Las ragonetas siguen en distancias de 112 metros y en intervalos de 45 segundos. El cablecarril no transporta solamente mineral hacia abajo, sino todas las necesidades para las minas (víveres, leña, materiales de 153 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS construcción) y también personas. En el año 1908 el cablecarril transportó 19.376 toneladas de mineral a Santa Florentina. El carril que pasa casi en línea recta desde Chilecito, entre el cerro Negro y el cerro de la Caldera, al portezuelo de Los Bayos y de aquí eruzando el filo del mismo nombre hasta la Mejicana, com- prende ocho estaciones, cada una con cable movible, de modo que las vagonetas tienen que pasar por siete estaciones en las que se hace el cambio pasando ellos de un cable al otro. La inauguración tuvo lugar el 1” de enero de 1905. La construe- ción, tuvo que vencer aquí dificultades inmensas, dadas por la pen- diente y por la región casi completamente inaccesible. El establecimiento de fundición en Santa Florentina está unido con la estación 1 del cable por un ramal de un kilómetro. La fuerza se obtiene por medio de turbinas (400 caballos), siendo llevada el agua del río de Oro por una canería de dos kilómetros de largo y de un metro de diámetro. La diferencia del nivel entre la toma y las turbinas son de 77 metros. Las maniobras se hacen eléctricamente. No se calcina sino se hace la fundición directamente. El waterjacket tiene capa- cidad para 150 toneladas. El eje pasa directamente a los converti- dores. Introdujeron varias veces modificaciones por excesivos gastos en la fundición, que se hacían más sensibles con la considerable baja de la ley en cobre. En el distrito de Los Bayos — el mineral es casi el mismo que en la Mejicana — se estableció en 1903 la Compañía minera «Los Ba- yos ». Como el mineral exigía una preparación mecánica, fundaron el establecimiento de concentración en «Casa Colorada », situado sobre el río Oro, ligada con las minas por un alambrecarril de cerca de tres kilómetros de largo. Está actualmente parado. En las vetas de Ampallado que forman probablemente la continua- ción de las de La Mejicana, pero con mineral aleo distinto se practi- can nuevamente trabajos preliminares de explotación sin resultado. El mineral cobre de Encrucijada y de Santa Rosa (mina San Juan), completamente distinto de la Mejicana, ha sido fundido por algún tiempo el primero, de poca importancia, en La Encrucijada mismo, el otro (Compañía Río Amarillo Copper Mining Comp., fundado en 1903) en Totoral, cerca del pueblo Famatina. Tanto la esplotación como fundición están parados. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 13: pl TERRENOS SILURIANO Y CAMBRIANO Los esquistos, areniscas, calizas, etc., están metamorfoseados casi en su totalidad por la intrusión granito-diorítica en rocas córneas, filitas nodosas, filitas cuarcíticas, cuarcita y caliza granuda (mármo!). Las rocas córneas son de cordierita, cuarcíticas o biotíticas. En ellas como en la mayor parte de las filitas hay siempre turmalina al lado de biotita, sericita, clorita, epidota, rutilo, apatita, etc. Filitas con sericita, las más veces en sus elementos no más distinguibles, pre- dominan en la falda oriental. Las calizas granudas son muy escasas. El yacimiento de mayor espesor, pero de poco largo se halla en la quebrada de Totoral (pen- diente oriental de la sierra): además hay uno muy pequeño que pa- rece no forma la prolongación de aquel en El Salto, en la quebrada del mismo nombre, muy cerca de la mina San Juan. Los bancos observados en la zona de contacto con el granito de Los Realitos (Mudadero cerca del portezuelo de Guaca-Chica y más al norte) son de poco espesor (probablemente silurianos). Gmeis granatífero, en capas delgadas entre filitas, asoma cerca de la aplita del cerro de Carrizal, en la quebrada de Las Gredas en una ramificación de ella dirigida hacia el poniente. Aquí se encuentran también, pero de poco espesor, esquistos cloritico-hornblendíferos, cuya génesis queda dudosa. Gmeis, producido por inyección de granito en esquistos como se halla en la quebrada de Vivanco (Los Ramblones), pertenece ya a la zona de completa reabsorción de los esquistos. Igualmente bajo la forma de esquistos totalmente reabsorbidos se manifiestan inclusio- nes (ricas en biotita) de mayores extensiones hasta de muy reducido tamaño en el eristalo-granito de la cadena Paimán-Chilecito. Igual zona de completa reabsorción pertenece al granito de los contra- fuertes del Famatina a su lado occidental. Un alto grado de metamorfosis y una serie normal de rocas se distinguen al naciente del macizo del Nuñorceo, destacándose una 136 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS zona interior de contacto inmediato, compuesta de roca córnea (de muy poco espesor, con inyección de granito y con transición con él) y otra exterior de filitas sericíticas, nodosas, de gneis granatífero (arriba ya mencionado), ete. Esta serie ocupa toda la pendiente orien- tal hasta el cerro Carrizal, repitiéndose en éste la formación de roca córnea (cuarzosa) en contacto con aplita, pero debido a la falla, que pasa por la quebrada de Gredas ella asoma localmente. En esta ex- tensión las filitas llegan hasta el río Amarillo (Faltiquirí, cerro de los Corrales, ete.) donde desaparecen bajo terrenos modernos, hacién- dose notar una diminución de la metamorfosis (entre Las Gredas y Los Corrales). En dirección hacia el sur las filitas, visibles desde lejos, en forma deuna faja de color gris, siguen en toda la pendiente oriental del Nu- ñorco hasta la falda de la Cumbre Agua Negra, cerca de Chilecito. La depresión que se extiende al naciente hacia la sierra de Velasco y la que es interrumpida solamente por la cadena Paimán-Chilecito, compuesta de eristalo-granito con esquistos reabsorbidos, representa muy probablemente una zona de filitas hundidas, que corresponde tal vez a las filitas de la pendiente oriental del Velasco. En los faldeos del Famatina hacia el sudeste, pues al sur del Nuñor- co, aquella sucesión normal de rocas metamorfoseadas no parece exis- tir, a lo menos no se la puede observar. El Cerro Negro como la región del río Agua Negra se compone esencialmente de filitas cuarzosas y de cuarcitas. Al poniente del Nuñorco se nota, a lo menos en una parte, roca córnea y una faja de filitas igual a la del naciente pero de mucho menor ancho (tal vez a causa de hundimiento), disminuyendo en gene- ral la metamorfosis, si bien la intrusión de aplitas se hace sentir localmente, en la zona formada por la cadena La Cunchi-Los Berros hasta casi al pie de la Sierra Alta, llegando a su menor grado en los faldeos del río del Marco y del río Achavil Superior, donde los estra- tos fosilíferos son intactos en su mayor parte. Que el terreno metamorfoseado de esta zona fosilífera, que sigue inmediatamente al naciente de la sierra alta (granito, diorita, etc.), no sale al sol se manifiesta tan solo o en poca extensión, es debido a un plegamiento dislocado. El terreno se presenta también al pie de Los Realitos como una fa- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 13 ja muy angosta e interrumpida constituida por rocas córneas, filitas y caliza granuda. En la quebrada de Segovia, poco arriba del puesto de la Ciénega Grande, una serie de filitas, rocas gneísicas, maisillos, pórfidos, rocas dioríticas, lamprófiros, todos en bancos, merece la atención del petrógrafo. Más al sur, sobre la falda oriental del Tocino (pórfido cuarcífero), aparecen rocas córneas (con inyecciones en la Cuesta del Cajón), como ¡igualmente en la pendiente de la sierra nevada entre el Tocino y El Negro Overo, formando aquí isletas en el granito-diorita (región de los afluyentes del río Achavil). La cima misma del Negro Overo (a juzgar según rodados) se com- pone a lo menos en parte, de roca córnea biotítica. El basalto de que hablan los mineros como componente de este cerro, debe ser esta roca o es tal vez lamprófiro. Recién mas al sur, en la región del distrito minero de la Mejicana y del cerro del Rincón del Tigre, filitas y rocas córneas respectiva- mente forman otra vez un conjunto de mayor extensión. En el extremo sur del Famatina, región de la quebrada de Cosme, se hallan islas (Cerro Morado) y trozos de roca córnea en granito con inyección, formando éste casi exclusivamente toda la pendiente orien- tal y occidental hasta su fusión con la llanura. Pasando al lado occidental del Famatina el metamorfismo se docu- menta en la región del río Tambillo en forma de una zona de poco ancho y largo de filitas cuarzosas y de cuarcita en granito. Como sus raíces se puede considerar tal vez los esquistos micáceos, incluídos en los granitos de los contrafuertes (El Salado, El Toro), lo que co- rrespondería al observado en el cordón Chilecito-Paimán, al lado oriental. Si el metamorfismo del Famatina es en su mayor parte de carácter superficial, en cambio la sierra de Umango (gneis, esquistos micáceos, anfibólicos, caliza granuda), la que sigue al poniente entre el Fama- tina y la precordillera (siluro y devono), representa probablemente uno de mayor hondura. La sierra de Velasco al naciente del Famatina se acerca más en su composición a éste, predominando en ella granito, (muchas veces cristalo-granito como en el Paimán-Chilecito), el cual en la pendiente baja occidental está en contacto con una roca gneísica (esquisto meta- 138 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS morfoseado o granito dinamometamorfoseado) (1), mientras al lado oriental se sobreponen rocas córneas, filitas y localmente caliza gra- nuda. Como continuación de la sierra de Velasco podemos considerar la sierra de Los Llanos con granito y diorita en su eje y rocas gneísicas y filitas en sus faldeos. A las areniscas y cuarcitas que siguen a las filitas sericíticas cerca de Olpa corresponde probablemente una edad cambriana. Una futura exploración detallada del Famatina debe concentrarse en cuanto al paleozoico sobre la falda oriental y la región de la que- brada Encrucijada. Si se consigue constatar en la primera fósiles silu- rianos (lo que será difícil dado en sua mayor parte un alto grado de me- tamorfosis) la probabilidad de que el siluriano se ha extendido (hoy día hundido en las llanuras) también sobre las regiones de la sierra de Los Llanos, de la San Luis crece en alto grado. Por ahora queda problemático, si las filitas, cuarcitas, caliza granu- da de la falda oriental del Famatina corresponden a una ala oriental del cambriano superior y siluriano inferior, o son cambrianos más inferiores. Volveré sobre esto más abajo. Según el actual estado de nuestros conocimientos los puntos más orientales de la parte central de la república, en los que aparece silu- riano inferior y cambriano superior fosilífero no metamorfoseado, caen en una zona muy angosta que se extiende a lo largo de la pendiente alta oriental del Famatina y de su continuación septentrional. No he podido constatar el Devono, poniéndose arriba del siluriano inferior inmediatamente el Paganzo inferior en la región del Mogote del Cajón. Todos los estratos paleozoicos son fuertemente inclinados con rum- bo NNO. (predominante). Plegamiento visible se halla en la quebra- da de la Encrucijada. Numerosos filones de aplita, aplita porfírica y pórfido cuarcifero (poco), entre los que los interestratificados predominan, se hallan por todas partes. Intrusión de lamprófiro en filitas es observada algunas veces (quebrada Las Gredas y Peñón Negro). Muy escasos son peg- matita y cuarzo. (1) Véase MorIsÉs KANTOR, Minerales de Wolfram en la sierra de Velasco. Revista del Museo de La Plata, tomo XX. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 139 Diorita interestratificada se encuentra cerca de la junta del río Volcancito y del río del Marco; Trapp con olivina, igualmente inter- estratificada entre filitas en la quebrada del León (Las Gredas, Co- rrales). Recuerdo que Stelzner (1) en su perfil del « Rodado de la Hoyada » menciona pórfido cuarcífero, con su toba en bancos interestratificados entre esquistos y grauvaca del siluriano inferior, hallándose según él fósiles dentro del pórfido y de su toba. Él deduce de allí, que las in- trusiones hubieron tenido lugar durante la sedimentación silúrica. A mi gran pesar no he tenido tiempo de estudiar este importante perfil a causa de la pérdida de una parte de mis mulas, que murieron por la tembladera pocas horas después de llegar al lugar, viéndome obli- gado a suspender la exploración. Elementos de juicio necesarios para determinar con absoluta segu- ridad la edad de la intrusión granito-diorítica, que produjo la meta- morfosis, no los he encontrado. Si la observación de Stelzner es exac- ta (es posible interpretarla de otro modo) la intrusión se manifestó ya en la época siluriana. Lo más probable es que ella, en su mayor intensidad, cae en la época carboniana. La poca propagación del permo-carboniano («estratos de Pagan- zo») en el Nevado de Famatina a causa de su dislocación y denuda- ción nos priva de poder observar eventuales intrusiones en este terreno. Menciono que una roca algo descompuesta, muy probable- mente de lamprófiro (proterobasa calcárea) hay entre la arkosa del pi- so inferior del Paganzo (con Rhacopteris inaequilatera) en la cuesta de Los Berros, donde el camino pasa la estrechura, muy poco abajo de la cuesta misma (lado norte). Notable es un filón de una roca aplítica, de muy poco espesor, en- tre esquistos carboníferos en la quebrada de Potrerillos, Guandacol, en el lecho de un arroyito. Agrego la metamorfosis bien evidente de una arenisca de grano fino y estratificada que se halla en el yaciente del Paganzo inferior (con esquistos carboníferos) en Las Trancas, El Salto. Si tal carácter no es concluyente en cuanto a la edad de la intrusión por la duda, si (1) A. STELZNER, Beitráge zur Geologie und Paleontologie der Argentinischen Re- publik. 1140 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS la arenisca pertenece al Paganzo, aunque es muy probable, el hecho merece ser mencionado a fin de ulteriores investigaciones. Más valor tiene el hallazgo de un filón de pórfido cuarcífero que eruza las areniscas de los pisos 1 y 11 del Paganzo (con segregación prismática) en la quebrada Alumbrera, cerca del puesto de la Cié- nega Grande, al pie de la quebrada de Segovia. Pero surge la duda relativa a la edad de la roca, si ésta es contemporánea con las apli- tas, ete., y pórfidos de la intrusión, como existe la misma duda en cuanto al pórfido cuarcífero del Tocino (véase rocas eruptivas). Llamo la atención también sobre la observación ya hecha por Stelzner, según quien las areniscas cuarcíticas del Santo Tomás de Espino, acompañadas de conglomerados, demuestran una infiltración silícea. Como tal silicificación puede provenir tanto del pórfido cuat- cífero como de la dacita (véase más abajo «yacimientos metalífe- ros »), ella no permite hacer una deducción precisa, pero en ningún caso se trata aquí de areniscas réticas, sino de permo-carbonianos. El mismo fenómeno de silicificación de estas areniscas he observa- do también en la cuesta de Miranda, proveniente en este caso muy probablemente de pórfido cuarcífero. Los estratos del Paganzo tienen la mayor propagación al sud del Nevado del Famatina (véase trabajo citado), pero filones de pórfido cuarcífero que las cruzan, o de aplita, lamprófiros, equivalentes a los nuestros, en ninguna parte los he observado. Donde los hay, por ejemplo pórtido cuarcífero en el cerro Plateado, son más modernos. Según todo lo expuesto, lo más probable es, como ya he dicho, que la intrusión principal ha tenido lugar en la época permo-carbo- niana, por no decir carboniana en consideración del carácter espe- cial del Paganzo. Los datos sobre el paleozoico fosilifero son los siguientes : El siluriano inferior ha sido descubierto sobre la ribera de uno de los afluentes del río de la Hoyada (región septentrional) por Hinec- ken-Stelzner. Los fósiles descriptos por Emanuel Kayser son los si- guientes: Orthis calligrama Dalm., Orthis disparilis Sow., Orthisi- na adscendeas Pand., Bellerophon bilobatus Sow., Ogygia Corndensis March?, Ampy.x. Ya está dicho que mi tentativa de estudiar el perfil de Stelzner fracasó, pero he tenido tiempo de conocer a lo menos de paso un pun- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 141 to llamado por el baqueano < Las Conchas » (indicado en el plano) en el que grauvaca contiene Orthis calligrama en muchos ejemplares, pero no puedo decir si el lugar es el descripto por Stelzner, por más que parece serlo según la figuración topográfica. Además de los esquis- tos y grauvaca silurianos participan en el perfil de Stelzner esquistos arcillosos, margosos y areniscosos (las capas b y e del perfil), los que muy probablemente corresponden a los estratos de igual naturaleza de mi «piso de los conglomerados portfiríticos-andesíticos » (véase más abajo). Las areniscas coloradas pertenecen, sin duda, al Pagan- zo segundo piso, que tiene gran propagación en esta región. El Siluriano tiene en esta falda de la sierra poca extensión, des- apareciendo en su mayor parte por dislocación abajo del Paganzo. Recién cerca de la Ciénaga Grande (quebrada de Segovia) aparece otra vez cubierto por Paganzo inferior, formando el cerro del Mogote del Cajón. Una capa Nena de un fósil muy mal conservado (Maclu- rea?) se observa casi sobre el camino mismo (lado poniente) que va del Corral Colorado a la cuesta del Cajón; además he recogido restos de Trilobites en los esquistos, que forman una cumbre la que pasa el camino antes de subir a esta cuesta. Esta región se recomienda para una investigación detallada, pero hay que cuidarse por la tembladera. El explorador puede parar en la Ciénega Grande, donde no hay este mal, según se afirma. Sin embargo, a tales atfir- maciones no se puede confiar, como sé por propia experiencia, pagando la información de un baqueano con la pérdida de varios animales en la región del rio de la Hoyada (puesto Durazno). Además hay que tomar en cuenta que la tembladera es migratoria y desaparece en algunos años, volviendo en otros. El mal es debido a Festuca Hieronymi, gramínea parasitariamente tó- xica, según Carlos Spegazzini. En tiempo de los viajes de Stelzner esta en- fermedad parece que no existió en esta región porque Stelzner no hace men- ción de ella. En vez de permanecer en la Ciénega Grande es más seguro hacer el campamento en el Corral Colorado y hacer llevar los animales al Muda- dero (Cuesta del Tocino) o al portezuelo de Guacachica. Sin embargo en ningún caso se tiene seguridad completa de escapar a la tembladera. Si se quiere permanecer varios días en estas regiones no hay otro remedio que llevar (tal vez desde Los Angulos) alfalfa y maíz previamente en tropa es- pecial a los puntos a explorar, encerrar durante las noches a los animales en corrales y poner durante la marcha a los animales bozales, medida que 142 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS es indispensable. Agrego que toda la región al norte hasta Tinogasta se O halla invadida por la tembladera. Areniscas calcáreas con Fucoides se hallan sobre la senda que va desde Las Tamberías, situada al pie del Negro Overo, en la falda de este a Los Bayitos, muy cerca de este punto. El hallazgo lo debo al señor doctor Galli en Las Escaleras. Las llamadas « Esponjas », las que se hallan en estas mismas areniscas, no han podido ser compro- bados como tales según investigación efectuada en el Museo paleon- tológico en Goettingen. Según relato hay esquistos con Fucoides también en la Mejicana: lo que es probable, siendo dirigido el rumbo de los estratos hacia esta región. El cambriano superior (o siluriano inferior). En los esquistos negros muy laminosos del « Peñón negro », río Achavil superior, muy cerca a Las Juntas, descubrí Dictyonema fabelliformis y Staurograptus di- chotomus. Más al poniente sobre las pendientes del valle del río Vol- cancito, muy poco abajo del puesto del mismo nombre, sobre la senda misma que va a La Hoyada y La Hoyadita encontré en calizas, entre esquistos, Trilobites y Braquiopodos muy deformados por presión, cuya clasificación todavía no está determinada. Sin embargo, Obolus, Agnostus como su posición indica un nivel más inferior que aquellos estratos. De poniente a naciente, entre la sierra alta y la cadena de los Be- rros tenemos pues estratos paleozoicos cada vez más viejos y, empe- zando con los estratos de Paganzo al pie y en la pendiente de la sierra alta. Los estratos están inclinados hacia el poniente o casi verticales. La tectónica es evidentemente el resultado de un pliegue dislocado, continuación inmediata del plegamiento de la zona del Crestón, cor- tada por la falla Famatina-Tinogasta, sobre la que trataré más abajo. Tal disposición se repite tal vez dos veces hacia naciente de tal modo que una plegadura se encuentre en la zona de la quebrada de la Encrucijada junto con Paganzo, y la otra en la pendiente oriental de la sierra, correspondiendo a ellas las fallas ya mencionadas en otro lugar. Aquellas capas fosilíferas debieran, pues, repetirse de poniente a naciente. Pero puede ser también que la supuesta plegadura inter- media falta o ha sido menos acentuada. En los dos casos las filitas > E G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 14 KAY con caliza granuda de la pendiente oriental debían representar el 11:- vel de aquellos estratos fosilíferos al estado metamorfoseado. Mus poco probable es que todo el complejo de los esquistos paleozoicos desde el poniente al naciente no sea plegado, representando en esta dirección estratos cada vez más viejos. Será tarea muy difícil, sino imposible, a causa de la metamorfosis, averiguar la verdadera tec- tónica. Evidente es que la conservación del terreno paleozoico de esta re- gión central del Famatina, es decir que él no se ha hundido, es debido al macizo granítico del Nuñorco que ha actuado como pilar. La situación de los distritos mineros del Ampallado, de Los Bayos, de la Mejicana, del Tigre, relativa a aquellos estratos fosilíferos hace reconocer, dado el rumbo permanente de los estratos en dirección SSE., que los filones metalíferos pertenecen al Cambriano superior o Siluriano inferior. Un poco más al naciente queda el distrito de los filones argentíferos del Cerro Negro y de la Caldera, pero el horizon- te de las rocas que los incluyen debe ser también cambriano. TIT TERRENOS CARBONIANO, PERMIANO Y TRIÁSICO (Excepto el rético): « Estratos de Paganzo » (Perfiles de 1 a 6) I. Piso inferior. — Los principales componentes son: Conglomera- dos, arkosa, areniscas de color claro y esquistos carboníferos. El piso alcanza su mayor desarrollo (cerca de 200 m. de espesor) en la quebrada Guandacol-Potrerillos (pendiente oriental de la sierra), caracterizado por interposición de grauvaca con esquistos en parte carboníferos, y ante todo por un estrato de caliza granuda blanca. Un yacimiento de esquistos carboníferos tiene un espesor de cerca de 25 metros. Hacia el poniente arkosa granítica gruesa limita bruscamente con filitas; hacia el naciente los conglomerados se hallan en contacto con el Calchaqueño; todos los estratos tienen la misma inclinación (vertical o muy fuerte hacia poniente). Notables son fragmentos de caliza granuda en los conglomerados. La dislocación se manifiesta 144 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS también en la quebrada de Las Trancas, que sigue al norte, en for- ma de areniscas de poco espesor encajonadas entre filitas. La falla sigue, pero no siempre visible, hasta la quebrada de Las Gredas, apareciendo el piso a lo largo de ella en varios puntos, pero con algún mayor espesor en Las Trancas, El Salto y en aquella que- brada. Se nota en todas partes la ausencia del piso IL, salvo un pe- queño resto en la quebrada de Las Gredas. Una segunda región de mayor interés, situada al norte del Nevado de Famatina, es la de la quebrada Alumbrera (Mogote del Cajón) cerca de la Ciénega Grande (quebrada de Segovia), habiéndose pro- ducido aquí por un cambio de areniscas grises finas con grauvaca (los: dos con restos que parecen ser escamas de peces) una transición en la erauvaca y en los esquistos silurianos. La concordancia con estos últi- mos es, pues, completa. Posición discordante del piso LI, sobre esquistos peleozoicos (de la región con Dictyonema, etc.) existe en La Esquina (río Achavil), cer- ca del Volcancito (río del Marco) y en el portezuelo de Los Berros. Compárese perfil 6. Esquistos carboníferos, acompañados de conglomerados, de arkosa o de areniscas se encuentran : en el portezuelo de Los Berros, en la que- brada de Gredas, en Las Trancas-El Salto, en la ya mencionada que- brada de Potrerillos-Guandacol, en La Esquina (cerca del Tocino), en la quebrada de Paimán y en la quebrada de Cosme (en el camino al Puesto Viejo). Los depósitos de mayor espesor son los de Potrerillos- Guandacol, los de Los Berros, de La Esquina y del Paimán (La Rin- conada). Todos estos yacimientos pertenecen, sin duda alguna, al Paganzo inferior. Esta seguridad no existe en cuanto a otros conglomerados y areniscas atribuidos en el plano geológico a los estratos de Paganzo (con interrogativo), los que se hallan entre o sobre filitas, etc., sin conexo directo con esquistos carboníferos, pero si en parte con el se- egundo piso del Paganzo. En particular aumenta la duda referente a los conglomerados (en contacto con granito) en la quebrada de Gredas y de la Rinconada, existiendo la posibilidad que ellos corresponden a los conglomerados del supracretáceo o terciario viejo (facies oriental). La falda de dacita o de andesita en ellos no puede ser un argumento de su edad. PERFILES GEOLÓGICOS (en su órden d Las Burras - Quebrada Alanís - Los Angulos Naciente El [Crestón añarmuyo (e) El asterisco indie stratos fosilferoz El Quemado - Durazno - Los Ramblones (Pendiente septentrional del Río de Durazno) El Quemado Los Colorados ElCrestón | Las Juntas E ER, m7 MY Fag ¡Durazno 05 Rambiones La dbra ElPastoso 3. Los Colorados - Mogote Río Blanco-Los' Ramblones Ea teraentalpor (Lado austral del Mogote) [acia desane 7 Durazno (coles | Los Rambicns: El ns andan de Cerrodecorrales e Norte a Sud) 4. Segovia - Mogote del Cajón - Cimarrón - Los Ramblones | Sierro de Segovia | mogotedicajon El Cegaton ElCimarrón Frailes las Los Kambiones lo Colorqdo Arroyo de Los Frailes Yuerca de la embocadura pa RE in Cono! anelesitico Dacila 5. El Tocino - Chiquerita - Cimarrón - Los Ramblones ElTocino LosRamblanes ardesllico del Mosela dal Cajón? LosBerres / deve radeon? nn d = glande oran del roy caló 3 S da tra par lrescurrimiento Y ad DE 3 WT Torreno a Terreno Carbonsfero Conglomerados porfirih- E Torreno supracre Terrano terciario ETA Terreno plaislocdnio a o camiriano ao ea, EE os andesllicoscon aro helcao 0 leretario go ipliocenicol, NAO Estratos ePageras , rusoas sobrepuestas en Estratos colchaqueños. ue base esquistos marcas calera mala morjesiados Escala horizontal y vertical de los perfiles Las alturas están referidas a la horizontal de cero.—Las flechas indican fallas hi o <— b G. Bodenbender El Nevado de Famatina BEnleHn de la Arademia Nac. de Ciencias TOMO 1S XI XN E IIIAÑERE ta arldiia 20L- ome ud -Obemsont (oaseatQ 501.13) taonigrsimgoa sionibrz! SS .. E da A o Ú e » SS TE, LEA $ + 5.) G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 145 Areniscas cuarcíticas blancas (Espino de Santo Tomás, Los Berros, Río Blanco, Cerro del Cajón, Paiman, ete.) determinan el límite con el piso II del Paganzo. Los que se encuentran juntos con conglomera- dos en el Espino de Santo Tomás (5000 m.) situados en la prolonga- ción de la gran falla que pasa por el pie de la sierra alta, no son, como se ha supuesto, del terreno rético, pues éste no existe en el Nevado de Famatina. La presencia de Rñhacopteris inaequilátera (según doctor F. Kurtz), y no Otopteris argentinica, como (Geinitz lo determinó, en los esquis- tos carboniferos del Portezuelo de Berros (Cuesta Blanca o Cuesta Colorada) indica el Carboniano. En la quebrada de Las Gredas en- contré : Sphenopteris Bodenbenderi doctor Kurtz (según Stelzner- Geinitz: Hymenophylites). En la quebrada Potrerillos-Guandacol y enla de Las Trancas-El Salto hay restos mal conservados de Noegge- rathiopsis (?). Agrego que doctor Deelhas ha descubierto en la que- brada de Sañogasta, cuesta de Miranda un yacimiento plantífero. Entre las plantas de una colección hecha por Flossdorf (Museo de la Dirección de minas y geología) en este punto o muy cerca de él, se encuentra Neuropteridium validum. Tratándose en todos estos yacimientos de partes del piso, nada se puede afirmar en cuanto a la correlación del nivel. Pero en general el complejo de los estratos corresponde al que he distinguido relativo a la parte austral de La Rioja (véase obra citada). IL. Piso. — El consiste (absolutamente igual al piso medio de la región austral de la provincia de La Rioja), en areniscas coloradas finas, en partes blancas y en conglomerados (poco arriba del piso in- ferior), encerrando localmente bancos de caliza granuda (en una que- brada entre Alanis y la quebrada del Buey, cerca de Anegulos, de varios metros de espesor, además en capas algo gruesas en Las Tran- cas-Tocino, ete.) casi por regla silicificatado (piedra córnea). El piso se presenta con su mayor desarrollo, cortado por la falla Fa- matina-Tinogasta y apareciendo así como pared casi vertical, a lo lar- go del río Blanco y más al norte, formando parte del Crestón (o cerro Aspero). Al poniente de éste él queda en su mayor parte cubierto por el siguiente terreno de los conglomerados y de las areniscas andesíti- coporfiríticos, pero aflora otra vez con anticelinal en una zona central (río Cachiyuyo y río de la Hoyada). T. XXI 10 146 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Muy fuerte plegamiento caracteriza la zona del Crestón inmediato a aquella falla y causa de esta, por particular en la región del Mogo- te Río Blanco, existiendo aquí plegadura doble (juntos con los si- guientes estratos) a poca distancia horizontal. En las demás partes del Famatina existen solamente restos del pi- so de poca extensión, los que no tienen particularidades dignas de ser mencionadas, sino en sentido tectónico, en cuanto su presencia seña- la en muchas partes plegaduras y fallas. Detalles de la tectónica véase en los perfiles. El hecho de que el Paganzo se ha depositado en transgresión, ora en concordancia ora en discordancia, sobre el Siluriano y Cambriano, creo no puede preocupar, siendo posible las dos posiciones a causa de un levantamiento desigual de estos estratos. No hay criterio, si el plegamiento del Paganzo ya ha principiado en era mesozoica, pero seguro es que tal procedimiento, acompañado de fallas, cae en su mayor intensidad durante la época terciaria. iv; CONGLOMERADOS Y ARENISCAS PORFIRÍTICOS O ANDESÍTICOS (1) CON ESQUISTOS, MARGAS Y CALIZA METAMORFOSEADOS EN SU BASE Piso III del Paganzo o de la edad cretácea ? (Perfiles 1 a 6). 1 Estos sedimentos (los llamo « Estratos Famatinenses » para poder referirme a ellos brevemente en el transcurso de mi exposición) se encuentran solamente al poniente de la falla Famatina-Tinogasta. La falla está limitada al poniente por El Crestón (o Cerro Aspero), una pendiente alta, en muchas partes casi vertical, compuesta por el Pa- eanzo II (color rojo vivo), sobre el que se extiende, ya distingui- ble desde lejos por su color obscuro, un conslomerado andesítico o porfirítico con areniscas en su pendiente. Ellos forman además el com- ponente principal de toda la región al poniente del Crestón, recorrida por los ríos del Cajón, Cachiyuyo y de la Hoyada, las que se juntan en Las Juntas, formando el río de Durazno que va a Los Angulos. (1) «Porfiríticos o andesíticos » digo referente a su edad dudosa, siendo petro- oeráficamente andesíticos. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 1 4 -] Como esta zona queda afuera del Nevado de Famatina, ella no en tró en el programa de las investigaciones, pero la he recorrido tanto por el valle del Cajón, como por el del río de la Hoyada. La tembla- dera reinante en varias partes de esta región hace muy difícil una exploración por no permitir parada sin exponerse a perder los anima- les de transporte, como ya he dicho en otro lugar. Algunas zonas son, además, casi inaccesibles (río Cachiyuyo, etc.). Las observaciones siguientes son, pues, fragmentarias. Es en el mencionado punto Las Juntas o muy cerca de él, donde la posición de los estratos en cuestión sobre el piso II del Paganzo pue- de ser mejor estudiada por ser cortados aquí por el río de Durazno. Se nota que el conglomerado andesítico-porfirítico (los fragmentos son muy gruesos, muy redondeados con un cemento del mismo material) no se pone directamente sobre el Paganzo II, sino es separado de el por un piso de cerca de 150 metros de areniscas pardas con interposi- ción de esquistos arcillosos, margas y caliza (en formas cúbicas seudo- mórficas de cloruro de sodio) metamorfoseados en esquistos duros (de aspecto de paleozoicos) y en caliza granuda. Las areniscas se distin- guen bien por su color de las del Paganzo Il, siendo así su límite bien marcado. Conviene recordar que también el Paganzo Il contie- ne capas de caliza granuda, como ya queda dicho. Los estratos pueden ser observados además en la quebrada del Ju- me, por la que corre un camino desde Las Juntas al río Blanco, en especial en la cuesta de esta quebrada, además en la quebrada Colo- rada (río Blanco), como igualmente en el trayecto entre Las Juntas y La Yesera (río de la Hoyada) y en la quebrada de Alanis, entre ella y la quebrada del Buey (aquí solamente esquistos sin caliza), pues a lo largo de todo el Crestón de esta región. La metamorfosis es debida al fuerte plegamiento que los estratos han sufrido en esta región. En la región superior de los ríos Cachiyuyo y de la Hoyada estos mismos esquistos y margas areniscosas, pero menos metamorfosea- dos, siguen igualmente sobre Paganzo II, llegando en parte por dislocación en contacto directo con esquistos paleozoicos (compárese arriba lo dicho en cuanto al perfil de Stelzner), pero se pierden hacia el sur (Cajón, Ciénega Grande, Portezuelo, Guaca-Chica). Sobre el conglomerado andesítico-porfirítico de Las Juntas vienen 148 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS arriba, tanto en el valle del río Cachiyuyo como en el del río de la Hoyada, prestándose en particular al estudio en este último : arenis- cas en mayor parte de color gris obscuro y duras, cuya transición en los conglomerados no dejan duda sobre su semejante composición. Conglomerados gruesos interpuestos entre areniscas y en transi- ción en ellas parecen repetirse en estas regiones. Un conglomerado de nivel indudablemente superior al de Las Juntas (no una repeti- ción debida a plegadura !) es él que forma el Crestón del Mogote del no que viene de Guaico Hondo y de la Ciénega Grande. Participan en su composición rodados de andesita con otros de granito, pórfido, Cajón, siendo eruzado él en la cuesta del mismo nombre por el cami- ete. En inmediato contacto con el terreno paleozoico metamorfosea- do él sigue hacia el sur hasta el Tocino, destacándose como un cres- tón con sobreposición de areniscas en el cerro de La Sala. Un conglomerado de la misma naturaleza se halla también al la- do occidental del Tocino, muy cerca al Paganzo 1 y IL, sobre el ca- mino que baja del Tocino al Portezuelo de Guaca-Chica. Como horizonte más superior a todos aquellos (siempre todos en posición concordante) considero un conglomerado y a la vez toba (contiene lapilli) esencialmente andesítico que se halla al frente del puesto Guaico Hondo sobre un arroyo, que junto con el del Corral Colorado, que viene de la cuesta del Tocino y del portezuelo de Guaca-Chica, forman los afluentes superiores del río Cachiyuyo. Este conglomerado viene arriba de areniscas arcillosas, piso superior de otras areniscas coloradas que siguen sobre Paganzo IT. Al subir en el arroyo del puesto Guaico Hondo las areniscas se ponen cada vez más arcillosas hasta formar arcilla, siendo inter- puesta entre ellas una toba fina blanca de pocos centímetros de es- pesor (astillas de vidrio, feldespato, anfibol, las porosidades con Opa- lo). Los estratos llegan más arriba en el arroyo en inmediato contac- to con esquistos paleozoicos metamorfoseados y han sufrido, al fren- ve del Corral Colorado, una fuerte plegadura en contacto con los es- quistos y con sobreescurrimiento de estos. Hacia el sur se presentan conglomerados, areniscas andesíticas y tobas (arriba del Paganzo) en El Mudadero (puesto al pie del Tocino) y en portezuelo de Guaca-Chica a lo largo de una falla con dirección noreste, pasando ella por la pendiente oriental de la sierra de Rear- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 149 tes (quebrada de Segovia, etc.). La falla sigue desde Guaca-Ohica por la pendiende alta occidental del Famatina hasta « La Olla » y el rio de La Puerta, donde desaparece con el avance de sedimentos pleisto- cénicos hasta el pie granítico de la sierra. Sobre la importancia oro- génica de esta falla ya he tratado en el primer capítulo. Ella se presenta lo más evidente en la Calera y en los Potrerillos, puestos situados sobre los afluentes superiores del río de Tambillos, habiendo ella producido un encajonamiento de conglomerados (con y sin andesita) entre pórfido cuarcífero al naciente y granito (con lam- prófiro) al poniente, con anticlinal (bóveda) de los estratos. Su límite occidental está situado muy poco arriba de La Calera. Para completar el perfil sea dicho que al poniente de Los Potreri- llos (puesto) se levanta en la pendiente alta una barranca de terreno de acarreo (Schotter), cuyos estratos parecen inclinarse hacia el ce- rro, destacándose, además, visto desde el camino, que va de Guaca- Chica á Los Potrerillos, una capa blanca, compuesta probablemente de ceniza volcánica. Esta capa parece queda en la parte inferior de aquel acarreo. Reuniendo los datos anteriores resultan los siguientes pisos, to- dos con posición concordante, como componentes principales de la falda oriental de la sierra, en un corte trazado desde Durazno por las Juntas, río Cachiyuyo, Mogote del Cajón, Ciénega Grande, Guaico Hondo hasta el pie de la sierra de Reartes (quebrada Segovia): 1” Paganzo II; Durazno, Los Colorados; 2” Areniscas parduzcas con esquistos, margas y calizas. Duraz- no, Las Juntas. Río de la Hoyada superior; 3” Conglomerado andesítico o porfirítico. Las Juntas ; 4” Areniscas, las más de las veces obscuras o grises, igualmente en mayor parte de material andesítico o porfirítico. Río Cachiyuyo, rio de la Hoyada y río del Cajón; 5” Conglomerado andesítico o porfirítico. Cuesta del Mogote del Cajón ; 6” Areniscas coloradas (equivalente de 4 y 5?). Ciénega Grande. 1” Conglomerado y toba andesítica. Guaico Hondo; 8” Areniscas grises finas andesíticas. Guaico Hondo; 9” Areniscas arcillosas. Guaico Hondo; 10% Toba fina blanca. Guaico Hondo; 150 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 11” Arcillas. Guaico Hondo ; Los pisos 7 hasta 11 pasan en parte por el portezuelo de Guaca-Chi- ca al lado occidental de la sierra, en el que acarreo grueso (Sehotter) ocupa el nivel más superior (12). Los pisos 2 hasta 5 por lo menos son los que he unido como « piso de conglomerados y areniscas andesíticos o porfiríticos con esquis- tos, margas y calizas en su base ». Debo advertir que todos los rodados provenientes de estos conglo- merados, investigados microscópicamente, son verdaderas andesitas. Elementos de eriterio para dar a este conjunto su posición en la serie de terrenos no existen, pudiendo él constituír el tercer piso del Paganzo o pertenecer al terreno cretáceo o también jurásico. Se podría suponer que los sedimentos representan el principio de la transgresión cretácea, en cuyo caso los esquistos y la caliza (más tarde metamorfoseados) formarían la primera fase de tal procedimien- to, siguiendo entonces fuertes erupciones andesíticas que dieron el material para la formación de los conglomerados y de las areniscas. Así el terreno supracretáceo descrito abajo formaría la inmediata continuación de aquella sedimentación. Tal hipótesis encuentra su apoyo en el carácter también esencialmente andesítico de este terre- no. Pero él en su facies principal (con fósiles) no sigue sobre nuestro piso en cuestión, sino se encuentra, a lo menos en parte, arriba del piso II del Paganzo sin que sea posible atribuír esta posición a una dislocación. Hubo, pues, una denudación (parcial) de nuestro piso antes que se efectuara la sedimentación del terreno supracretáceo. Por otra parte, sabemos por las investigaciones practicadas en la región meridional de la provincia de La Rioja, que el piso HI del te- rreno de Paganzo distinguido en esta zona, ha experimentado local- mente también una denudación, siguiendo sobre el piso IL del Pagan- zo el «Terreno de Los Llanos de La Rioja» (areniscas calcáreas). Desde ese punto de vista se podría considerar nuestro piso, como de- positado en concordancia sobre el Paganzo II, como equivalente del piso HI del Paganzo de aquella región. Lo que parece ser en contra de tal concepto es la presencia de andesitas, pero la atribución de una edad moderna (cretácea o terciaria) a las andesitas se basa en ob- servaeiones hechas en Europa, las que no pueden ser generalizadas. Se ve, pues, como las grandes dificultades que encontramos a cada G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 191 paso en el examen geológico de nuestro país, debidas a la gran propa- gación de terrenos sin fósiles y en especial de las areniscas, se pre- sentan también en nuestra región, resultando aquí también las inves- tigaciones con grandes vacíos, que recién, al extender su radio, van a llenarse poco a poco. Tal ampliación de estudios darán tal vez por resultado, que nuestro piso no ha sido sedimentado solamente en nues- tra región, sino se ha extendido, depositado sobre Paganzo Il, por to- dos los rumbos, si bien cambiando en su carácter regionalmente. En cuanto a la región al poniente del Famatina debe tenerse pre- sente que él se encuentra sobre Paganzo II, entre Los Hornillos y Leoncito, pues ya cerca del pie de la cordillera principal. Al fin llamo la atención sobre una eventual paralelización de los esquistos, margas y calizas metamorfoseadas de nuestro piso con es- tratos parecidos a éstos del piso II, en su límite con el piso III del Paganzo de La Rioja meridional, descriptos en página 50 de la obra citada. Todo el Paganzo (supuesto que el piso en cuestión formara el tercer piso de este terreno) experimentó en la era mesozoica dislocaciones (descensos) y una parcial denudación, resultando al fin de esta époc: una depresión entre la región del actual Famatina y la del Velasco, en la que entraba en transgresión el mar cretáceo en forma de un es- tuario. Con esto principió la sedimentación del siguiente terreno inau- gurada por erupciones andesíticas. Tal es mi concepto en general, que precisa, sin embargo, la demostración que los fósiles encontrados en estos sedimentos (indeterminables por su mal estado) sean real- mente supracretáceos. V TERRENO SUPRACRETÁCEO O TERCIARIO VIEJO (Perfiles 1 a 4) El terreno supracretáceo o terciario viejo varia regionalmente en su composición. Distingo en el tres facies: 1* La facies oriental (Los Angulos) está situada en el ala oriental 152 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS de la «cuenca calchaqueña» del Cimarrón. Se observan conglome- rados y areniscas, puestas sobre el piso II del Paganzo (en parte con anticlinal), próximas al pueblo Los Angulos y cortados por el río Durazno y el Blanco. En los conglomerados (piso inferior), sumamente gruesos en la puerta del río Blanco, como en la quebrada del Buey, no he podido constatar ni andesitas ni dacitas ni rocas del Famatina, componién- dose ellos de granito procedente de la zona del Velasco (incl. Paimán- Chilecito), pero rodados de dacita se hallan en las areniscas superio- res (La Abra), las que tienen transición completa tanto en aquellos conglomerados como en los sedimentos dacíticos del calchaqueño inferior. Los conglomerados pasan hacia el sur en El Filo Colorado en ro- dados y arenas casi sueltos, en algunas partes en inmediato contacto con el granito de Los Ramblones, o separados de él por el calchaque- no (falla!) desapareciendo cerca de Corrales (cuesta Blanca). Cerca del límite con los sedimentos dacíticos (y a la vez andesíti- cos?) calchaqueños (en su mayor parte finas, pero con fragmentos de dacita en La Abra y en la quebrada de Alanis), cerca de 100 metros arriba de areniscas (puestas sobre los conglomerados) desmenuzables, en parte muy arcillosas y de color predominante pardo-amarillentas, se halla un estrato margoso de 2 a 3 centímetros de espesor con Oy- rena o Corbícula. Él es constatado únicamente en la quebrada del Buey y muy difícil de encontrar en el laberinto de hondonadas, dado además un espesor tan insignificante. Pero margas hasta calizas, siempre de poco espesor, se hallan también en la quebrada de Alanis, en la continuación del rumbo de éstos. Los sedimentos en el yaciente de los fosilíferos tienen claramente estructura de toda andesítica bajo el microscopio. 2” La facies central. La segunda zona, situada más al poniente es la del Mogote Río Blanco con sus alrededores, limitada al poniente por la falla Famatina-Tinogasta. a) Entre los arroyos de los Frailes y de Guaico Hondo siguen sobre el piso IT del Paganzo conglomerado andesítico (y a la vez toba?) y Andesita (sobre aquel primer arroyo, cerca de su embocadura en el río Blanco), areniscas (arriba arcillosas y margosas y aun arcilla con ye- so) y estratos margosos o de toba (como tal también distinguible mi- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA pl +1] ps) eroscópicamente) con Corbícula o Cyrena e Hidrobia (1) sobre los ena- les viene en el cerro Morado y de la Petaca el calchaqueño piso infe- rior, compuesto de aglomerado dacítico-andesítico. Los estratos fosilíferos se encuentran sobre el Guaico Hondo, lado sur de la primera estrechura viniendo desde el puesto Río Blanco. b) Entre el cerro del Mogote Río Blanco y la gran falla, quedando en el medio el cerrito Blanco y en continuación inmediata de aque- llos sedimentos (4) siguen abajo de la toba andesítica del cerro Mo- rado (lado norte, cerca a la falla) una serie de areniscas muy variadas en su composición y en color, en parte también arcillas plásticas y carboníferas con tronco, silicificatado de un árbol todavía no determi- nado. El estrato con el tronco se halla sobre el arroyo Colorado, al po- niente del cerrito Blanco, ocupando un nivel un poco inferior a los fosilíferos. Entre las areniscas se destacan fajas amarillentas, compuestas de margas calcáreas y de caliza. En una de ellas (arroyo Colorado, «al poniente del cerrito Blanco), la que corresponde en su nivel a la capa fosilífera del Guaico Hondo, se hallan igualmente Corbícula o Cyrena (indeterminables por su mal estado de conservación, como los de los otros puntos). Otro estrato también con fósiles se encuentra a un ni- vel más inferior al naciente del cerrito Blanco sobre el camino que va del puesto Río Blanco a la quebrada de Jume. El conglomerado andesítico que se halla al lado naciente y sur del Mogote Río Blanco, cortado al naciente por una falla contra el caleha- —Queño, considero como perteneciente al «conglomerado porfiritico-an- desítico» dislocado del Crestón. Todo el conjunto de estratos continúa hasta el río Durazno, giran- do en curva al lado occidental del Mogote Río Blanco, pero desapare- ce en la ribera norte del río abajo de los sedimentos calchaqueñós a causa de una falla, quedando el conglomerado andesítico-porfirítico dislocado al lado del Paganzo II. La falla Famatina-Tinogasta las hace hundir al poniente del cerrito (1) Según ENRIQUE GERTH : Constitución geológica, hidrología y minerales de la sierra de San Luis. Anales del ministerio de Agricultura, tomo X, 2. Hidrobia se en- cuentra también (en estrados análogos?) en la llanura que rodea la sierra de San Luis. 154 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Blanco contra el piso de «conglomerados andesíticos-porfiríticos » respectivamente de sus areniscas con esquistos y margas, los que jun- to con el Paganzo 11 — fuertemente plegados — se levantan brus- camente al Crestón, extendiéndose a la vez, dislocados, por la que- brada de Yume hacia el río Durazno con posición horizontal de los estratos en la pendiente baja, casi vertical en la pendiente alta sep- tentrional del Mogote Río Blanco. No me ha sido posible trazar aquí el límite del supracretáceo con- tra este piso por ser inaccesible la cumbre del Mogote Río Blanco. (Compárese perfil 3.) La diferencia entre las dos regiones de la facies central consiste únicamente en que las areniscas, tal como se presentan alrededor del Mogote Río Blanco, lado sur, además de ser variadas en su carácter petrográfico, tienen mucho mayor espesor que el respectivo piso en los arroyos de los Frailes y del Guaico Hondo, la que extraña, dada la corta distancia de las dos regiones. Puede ser que exista en el Mo- gote Río Blanco una repetición de los estratos debida a fuertes ple- egaduras. Su averiguación exigiría una minuciosa investigación basada sobre un plano topográfico detallado. Pero el espesor mayor de las areniscas quedaría siempre subsistente, y sólo se explicaría por una sedimentación con diminución hacia el sur en el centro de una cuenca. Duda sobre la equivalencia de los estratos en las dos regiones (a y b) no puede haber ninguna por razón de ser el horizonte fosilífero superior el mismo y de ser cubierto a la vez por el Calchaqueño infe- rior. Éste se compone en su parte inferior de toba andesítica o de un aglomerado de dacita y de andesita (Cerro Morado). El yaciente del piso fosilífero está formado sobre el arroyo de Los Frailes por un conglomerado andesítico (en parte toba) y andesita los que nada tie- nen que ver — es necesario subrayarlo — con el « conglomerado an- desítico » del Crestón. Parece que hay en el arroyo de Los Frailes, además de la posición concordante, un sobreescurrimiento del conglomerado andesítico y de las areniscas sobrepuestas sobre el piso II del Paganzo dislocado. (Véase perfil 4.) Referente a las relaciones de los dos facies hay que constatar en primer lugar la sobreposición concordante del Calchaqueño inferior sobre los dos. La diferencia consiste en que la facies central principia G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 155 con un conglomerado o toba andesítico, mientras el yaciente del fa- cies oriental se compone de conglomerados (sin andesita en los luga- res revisados), siendo, además, las areniscas sobrepuestas distintas de las areniscas del facies central (Mogote Río Blanco), las que en su mayor parte parecen ser de material andesítico. La sedimentación del facies central debe haberse efectuado, pues, en la parte central de una cuenca, la del facies oriental en su flanco. Los estratos fosilíferos correspondientes en las dos zonas (la de la quebrada del Buey y la de Guaico Hondo con la del arroyo Colorado resp.) se hallan muy poco abajo del nivel del Calchaqueño inferior. La equivalencia de los estratos de las dos zonas queda, pues, afuera de discusión. La investigación microscópica demuestra que los sedimentos, en los que se encuentran los fósiles de los tres mencionados puntos, son en su mayor parte de toba andesítica, siendo los lapilli angulosas, pues poco rodados. De allí se deduce que las erupciones que han suministrado el material, han tenido su lugar muy cercano, el que no puede ser otro que el Mogote Río Blanco. Resulta que el material arrojado aquí ha sido en este tiempo ande- sítico. Así es probable que la mayor parte de las areniscas, relacio- nadas con la capa fosilífera, sean también de material andesítico. Esto naturalmente no excluye la participación de material de otra procedencia, como se manifiesta a simple vista en varios de estos sedimentos, ante todo el puede proceder de los «estratos famati- nenses ». Como los fósiles no se encuentran en un estado que permite una determinación, no se puede decir más que la época en la que se for- maba este piso, ha sido la del eretáceo superior, lo que es más proba- ble, o es terciario viejo. Investigaciones al nordeste de nuestra región en el valle Calchaquí (Santa María), donde se halla el mismo piso fosi- lífero, si no el nuestro es su seguida inmediata, tal vez echarán luz sobre este problema. La sedimentación de nuestro terreno, acompañada con erupción andesítica, se efectuaba en una cuenca que ha tenido a su lado orien- tal y occidental las zonas ocupadas hoy día por la sierra de Velasco y la del Famatina respectivamente. Como se deduce de los conglome- rados con rodados de granito, sin duda producto de un río y proce- 156 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS dente de la región del Velasco, en el yaciente de la facies oriental, la sierra de Velasco debe haber sido ya algo acentuada en esta época, la que no ha sido el caso o en menor grado en cuanto a la sierra de Famatina, por lo menos el macizo granítico de ella, probablemente por completo cubierto por el paleozoico y el Paganzo, no llegaba todavía a la superficie. Precedió, como ya se ha dicho, a la sedimentación de nuestro terreno en época mesozoica una denudación total o parcial de los « es- tratos famatinenses »: pero ella no tuvo lugar en la región de la fa- cies siguiente. 3 Facies occidental. — En el capítulo sobre «los estratos famati- nenses », he descripto todos los sedimentos que siguen sobre el piso II del Paganzo en la pendiente de la sierra de Famatina al poniente de aquella facies central del terreno supracretáceo. En un nivel supe- rior se notaron areniscas, tobas y conglomerados andesíticos, los que continuaron por el portezuelo Guaca-Chica hasta la pendiente occi- dental de la sierra. Evidente es a la primera vista que estos estratos andesíticos no pueden ser considerados como pertenecientes a los «estratos fama- tinenses », enumerados en el perfil bajo los números 1 hasta 5 (pág. 149). La presencia de lapilli en el conglomerado número 7, como la de la toba número 10, junto con el carácter de la areniscas que los in- cluyen, bastan para formarse un juicio. Debo agregar que en las areniscas y conglomerados, cerca del Mu- dadero y en La Calera (lado occidental), se asocian fragmentos de dacita. Acarreo viejo (Schotter) en Los Potrerillos, entra además en inmediata relación con los estratos del último punto. No hay otra explicación posible que estos sedimentos son equiva- lentes del terreno supracretáceo y del Calchaqueño, representando los estratos correspondientes al primero una facies terrestre, hoy se- parada de la facies central fosilífera por dislocaciones. Difícil es trazar un límite entre los dos terrenos, sin embargo es posible que las areniscas arcillosas coloradas (n” 6 del perfil), junto con el conglome- rado andesítico (n” 7), formen el supracretáceo. El acarreo de Los Potrerillos como la probable ceniza volcánica en su cercanía perte- nece sin duda al Calchaqueño. Su distinción en el plano tiene, pues, únicamente por objeto de indicar su existencia. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 157 Estas conclusiones concuerdan con lo establecido en mi trabajo citado, en cuanto en la región de Villa Unión, de Puerto Alegre, etc., por — este último punto se encuentra en la continuación directa de la falla mencionada que pasa por La Calera — el supracretáceo está representado por areniscas coloradas, sobre las que en Puerto Ale- gre sigue el Calchaqueño en forma de aglomerado andesítico-dacítico. Referente al límite austral de la cuenca supracretácea entre la sie- rra de Velasco y el Famatina, debo recordar lo que he expuesto en el trabajo citado concerniente a la posición de los «estratos de Los Llanos en La Rioja ». En el caso que ellos no sean equivalentes a los sedimentos supracretáceos, como lo suponía, sino ocupan un nivel más superior, tendríamos en nuestra región, tal vez en la zona de Los Ramblones, el extremo austral del estuario supracretáceo. Ya he dicho, al tratar la facies oriental supracretácea, que los conglomera- dos y las areniscas que forman su yaciente, cambian algo del carácter en la región de Los Ramblones, transformándose en rodados y are- nas. La continuación hacia el sur es interrumpida por el valle del río Amarillo y por dislocaciones que los han hundido bajo estratos dilu- viales. Recién mucho más al sur, cerca de Guandacol, en la emboca- dura de la quebrada Potrerillos-Las Trancas, aparecen en el yacien- te del Calchaqueño arenas y rodados, en los que no he podido consta- tar elementos pétreos del Famatina, teniendo los rodados de todos los granitos revisados su procedencia del lado oriental (Paimán-Ve- lasco), y, si se encontrasen dacitas y andesitas, la posibilidad que estos sedimentos corresponden a aquellos conglomerados, ete., del supracretáceo que daría subsistente. Cerca de Chilecito, en la que- brada de Pinzala, en Santa Florentina, en Ichiyura y en Aguadita, asoman abajo del Calchaqueño estratos arcillosos (en parte plásticos), arenas con rodados o areniscas en parte con anticlinales, los que de- ben formar la continuación de aquellas de la quebrada Potrerillos- Guandacol. Se ve, pues, que el supracretáceo en la forma arriba ca- racterizada no existe más. Desgraciadamente, todo el complejo de los estratos se hunde al sur de la sierra Guanchín y recién en la región de la Patquia aparecen los llamados «estratos de Los Llanos de La Rioja » (esencialmente calcáreos) arriba del Paganzo y cubiertos por el Calchaqueño, resultando así la dificultad de comparar con acierto el nivel de aquellos estratos con el del supracretáceo. 158 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ya TERRENO TERCIARIO (PLIOCÉNICO ?) (« Estratos calchaqueños », perfiles 1 a 6) Correspondiente a la división de los «estratos calchaqueños » es- tablecida en cuanto a la región austral de La Rioja dejan distin- guirse también en nuestra zona dos pisos, un inferior caracterizado por sedimentos en mayor parte de origen dacítico (aglomerados, tobas, cenizas) y un superior sin ellos o con escasos sedimentos de esa na- turaleza. que pasan en los sedimentos arcillosos « pampeanos ». El piso inferior encuentra su mayor desarrollo en la cuenca del Cimarrón entre Los Ramblones al naciente y el Crestón (o cerro Áspero) al poniente, además interrumpido a causa de un descenso en la puerta del río Amarillo, en los faldeos orientales del Famatina desde el pueblo Famatina hasta Chilecito, y en la sierra de Guanechín que forma la inmediata continuación de estos faldeos. Existe completa concordancia con el supracretáceo en el ala orien- tal de la cuenca del Cimarrón (La Abra y quebrada de Alanis), como en la occidental (río Blanco). Más al sur, en los faldeos orientales de la sierra, falta, como ya he dicho al fin del capítulo anterior, el supracretáceo fosilífero, siendo formado en esa zona el yaciente de nuestro terreno por arenas, rodados, areniscas y arcillas, etc. El piso principia por arriba con cenizas blancas y tobas dacíticas. En la sierra de Guanchín (cuesta de Aguadita), donde el espesor total de los estratos alcanza cerca de 150 metros, se notan con facilidad por lo menos cuatro capas de ceniza y de toba. Interpuestas son sedi- mentos de carácter variado: arcillas, arenas, areniscas o conglo- merados. La parte inferior del piso es formada por areniscas finas grises o por aglomerados dacíticos. Estos últimos toman en la región del río Blanco (El Molle, arroyo del Guaico Hondo), cerca al Mogote Río Blanco, carácter de bancos casi macizos de dacita. Repito lo que ya he dicho en otro lugar que en la pendiente oriental del cerro Morado DA G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 159 (río Blanco) se hallan en los aglomerados que forman la pendiente del supracretáceo elementos andesíticos y que al lado norte del mismo cerro aparece toba andesítica. Vuelvo en caso necesario sobre la composición del piso en detalle en la descripción del piso superior. Plegamiento de los estratos se observa claramente en la cuenca del Cimarrón. Fallas — además de las ya mencionadas aumentan alrededor del Mogote Río Blanco. Véase los perfiles. Uniendo los puntos, donde aparecen filones de dacita o andesita, los que son: Mogote Río Blanco, arroyo Los Frailes, Los Berros (que- brada Encrucijada), portezuelo de la Caldera, se obtiene una línea, la que con dirección norte a sur pasa por la quebrada de la Eneru- cijada, quedando en su extremo norte el Mogote del río Blanco. Es de suponer que esta línea, que cruza desde la puerta de aquella que- brada hasta este cerro la cuenca calchaqueña del Cimarrón en su centro (cubierta por el calchaqueño), representa la ruptura de un plegamiento. Ramificaciones de filones de dacita, que arrancan en el cerro de la Caldera, entran en el cerro Negro y (por el portezuelo de Illanes) en el cerro de Los Bayos, apareciendo en éste en mayor extensión en el Filo Azul. Es de notar, además, que aquella línea se une casi exactamente, donde se levanta el Mogote Río Blanco, con la ya varias veces men- cionada falla (de plegadura) Famatina-Tinogasta. Sin duda alguna este cerro representa uno de los principales puntos de erupción, de lo que uno ya se convence por la razón de haberse acumulado cerca de él (Cimarrón) la mayor cantidad de elementos pétreos provenien- tes de las erupciones. Pero pueden haber habido otros focos, a lo me- nos uno situado al sur en Los Bayos, porque los sedimentos dacíticos, en especial tobas de la región austral (Guanchín, ete.) no pueden provenir de erupciones de la zona del Mogote Río Blanco. Los focos estan borrados, los sedimentos alrededor de ellos están dislocados y translocados. También es posible que hubo erupciones sobre aque- la la Famatina-Tinogasta, habiendo ella producido su desaparición. En la naturaleza de los estratos que acompañan los puramente dacíticos, como son arenas, rodados, conglomerados, ete., en cuya 160 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS composición participan rodados y detritos de todas las rocas de la sierra, se manifiesta la acción del agua, que ha ocupado en este tiempo la depresión. El hecho que hay varias capas de ceniza y toba volcánica demues- tra que hubo varias erupciones, pero la de mayor intensidad con emisión de lava cae al principio de esta época. Si bien el piso se presenta en gran espesor principalmente al lado oriental de la sierra, no falta tampoco en la pendiente occidental, sobre lo que ya he discurrido arriba (pág. 150), siendo notable la gran dislocación, que él ha sufrido a causa de una falla, lo que ha tenido por resultado su casi completa desaparición a razón de la erosión. Las investigaciones en esta parte de la sierra, muy dificultadas por la eran altura y la casi inaccesibilidad, no permiten formarse criterio sobre la existencia de focos de erupción ; sin embargo, seguramente los hubo considerando la acumulación de sedimentos dacíticos en esta región y la presencia de los mismos estratos y de bancos casi macizos de dacita en Puerto Alegre (Villa Unión). Difícil es reconstruír con acierto la primitiva propagación del piso, porque en muchas partes, donde debe haber existido, no hay rastros de él a causa de las dislocaciones y los consiguientes erosiones, los que sufrieron los estratos. Seguro es que en la época de las erupciones por lo menos la sierra alta ya se destacó libre de los esquistos paleozoicos del Paganzo, siendo comprobado esto por los rodados de granito, pórfido, ete., con- tenidos en los estratos y los que han tenido su procedencia en esta sierra. En vista que restos del piso se encuentran a gran altura, como ser en el portezuelo de la Caldera y en el portezuelo de Guaca-Chica (los dos a cerca de 4000 m.), no nos equivocamos al decir que la ma- yor parte de la región del actual Famatina estaba cubierta por los estratos inferiores del terreno calchaqueño. El piso superior está formado esencialmente por acarreo (rodados y arenas) a menudo en cambio con estratos arcillosos o solamente por estos últimos (en las depresiones, más lejos de la sierra). La ceni- za volcánica es escasa O falta completamente. El piso es relacionado directamente con el piso anterior por concordancia y dislocación en igual sentido. En muchos casos no es posible trazar el límite con se- dimentos más modernos de igual carácter. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 161 Rodados y arenas, que cambian en parte con estratos arcillosos, componen, puestos sobre el piso inferior, la cumbre y en parte los faldeos del Cimarrón, elevándose considerablemente sobre el lecho del río Achavil y del río Blanco. La diferencia del nivel entre la cumbre y el río Achavil en Chili- tanca importa 130 metros, la de un punto del cajón del arroyo Guaico- Hondo, cercano a aquella cumbre, cerca de 300 metros. Los dos pisos se presentan muy netamente en una barranca formada por el río Acha- vil al frente de Chilitanca. Pero queda dudoso si no se trata aquí de acarreo más moderno. La dislocación del piso inferior, que se mani- fiesta en esta región en una débil sinclinal — no se puede ver, si el piso superior participa en ella — y la que ocupa el centro de toda la cuenca calchaqueña del Cimarrón (cambiando al poniente en una anticlinal), se acentúa más hacia el norte. Así en los faldeos del Cimarrón, que caen hacia el ángulo formado por el río Blanco y el arroyo de Los Frailes, estratos de rodados con arenas que cambian con arcillas, indiscutiblemente de un nivel muy arriba del piso in- ferior, son fuertemente dislocados junto con éste y cubierto en dis- cordancia por acarreo más moderno (diluvial). En los faldeos del Cimarrón hacia el naciente (Río Blanco) y el po- niente (Los Ramblones) existe también uniformidad en la dislocación de los dos pisos. La segunda zona en la que estratos del segundo piso y de gran extensión se presentan, es la de la sierra de Guanchín. Mis ob- servaciones se refieren a la pendiente entre Aguadita y Santa Flo- rentina. En el camino a Guanchín, donde él sube desde A guadita hasta la primera cuesta, se puede observar bien el piso inferior, caracteri- zado en su parte superior, como ya he dicho, por varias capas de toba y ceniza blanca, separadas por estratos de rodados y arena o por conglomerados. Siguen hacia el poniente exclusivamente arenas y rodados (a veces con grandes bloques) con o sin arcilla, en general muy poco estratifi- cados. Estos sedimentos están cortados por un río que viene de Los Potrerillos y que cruza aquel camino que viene desde Aguadita antes de subir la segunda cuesta. Sólo en un punto (por falta de estratifica- ción) he podido constatar una inclinación hacia poniente, la misma que tiene el piso inferior. En su continuación hacia el norte los estratos ¡Do XT 11 162 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS forman parte de la quebrada de Ichiyura, llegando hasta el valle del río Amarillo. Acarreo dislocado en contacto con granito aparece cer- ca del kilómetro 12 del alambrecarril. Volviendo a aquella cuesta de Aguadita encontramos, al seguir el río por abajo que viene de Los Potrerillos, en varias barrancas arci- llas alternando con rodados y arenas con inclinación hacia poniente o sur-poniente, quedando el piso inferior, en su continuación hacia sur desde Aguadita, al naciente. La diminución de acarreo grueso se explica por su formación más lejana de la sierra. Todo el acarreo que forma la sierra de Guanchín (cuesta de Guan- chín, ete.) es de nivel dudoso, faltando su relación directa con el piso inferior, pero donde él sigue arriba de granito (región de Los Potre- rillos), no puede corresponder más a nuestro piso, aunque puede for- mar la continuación de la sedimentación después de haberse efectua- do la dislocación de los dos pisos. La falla, que la ha producido, debe pasar al naciente de Los Potrerillos y de Los Rosillos, cruzando ella probablemente el río Amarillo en la región de aquel arriba mencio- nado acarreo dislocado. Esta falla es la continuación de la que sigue por toda la pendiente oriental de la sierra, aunque no siempre a la vista. Correspondiente a lo observado al sur del río del Oro (o Agua Ama- rilla) siguen los dos pisos como componentes de la pendiente baja oriental, pero en parte con interrupción, hacia el río Amarillo y de- bido a esta falla casi siempre con inclinación hacia el poniente. Así conglomerados, compuestos en su mayor parte de rodados eruesos de andesita y en transición en tales con interposición de ce- niza volcánica, que a su vez pasan en el piso inferior, aparecen en las quebradas entre Santa Florentina y Pinzala. La inclinación (poca) hacia poniente cambia en la parte superior de la quebrada de Duraz- no en una dirigida hacia naciente. Es de suponer que pasa aquí la falla. De paso sea dicho que la procedencia de estas andesitas (augí- tico-anfibólicos) queda completamente oculta, no habiendo podido en- contrar filones de ella en la sierra. En la pendiente al norte de Pinzala hasta la quebrada de Angaco he podido constatar solamente el piso inferior siendo hundido el piso superior por aquella falla, que hizo desaparecer también las filitas pa- leozoicas. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 163 En la quebrada de Angaco y en todas las quebradas que siguen al norte, como son las de Anguilco-Quebrada Seca, de Potrerillos, Tran- cas e Higuerita, se observa los dos pisos dislocados con inclinación hacia el poniente, si no es vertical. El piso superior se compone aquí exclusivamente de acarreo grueso (Schotter), pero tiene poco espesor. Llamo la atención repitiendo lo que he dicho ya en otro lugar sobre el yaciente del piso inferior, como aparece en la puerta de la quebrada al frente de Guandacol, consistente en arenas y rodados de granito, cuyos últimos según su composición (eristalogranito) han venido del lado oriental (Velasco), faltando según la revisión del material por completo rocas del Famatina. Ellos forman la continuación de roda- dos y arenas o de conglomerados, de areniscas, de estratos arcillosos, como asoman en el yaciente del piso inferior en la misma pendiente más al sur hasta Aguadita, así en la quebrada de Chañares, Pinzala, Chilca, Santa Florentina y en Aguadita mismo. Sobre su nivel com- párese lo arriba dicho al fin del capítulo sobre el terreno supracretáceo. Más al norte de la quebrada Totoral hacia la apertura del valle del río Amarillo desaparecen todos estos sedimentos inclusivamente los dos pisos calchaqueños debajo de estratos diluviales y aluviales. Nuestro piso tampoco falta en la pendiente occidental de la sierra, encontrándose aquí como ya he dicho (pág. 149 y 157), en conexión con el piso inferior, formando en forma de acarreo muy grueso, poco estratificado, en cerca de 4000 metros de altura una pendiente muy escarpada, cortada en una barranca por los primeros afluentes del río Tambillos, arriba del puesto Potrerillos. Repito que al norte de la barranca se ve, desde el camino que va de Guaca-Chica, una capa blanca, probablemente de ceniza volcáni- ca. La inclinación de los estratos del acarreo no se puede determinar, pero parece estar dirigida hacia el cerro, como la tienen los estratos dacíticos (conglomerados) de La Calera, punto que queda más al po- niente. Resulta, dejando al lado los casos dudosos, que el piso superior pre- senta la directa continuación de la sedimentación del inferior, no dis- tinguiéndose las capas superiores de éste sino por la interposición de cenizas y tobas dacíticas, y que los pisos han experimentado la misma dislocación. Más lejos de la sierra el acarreo grueso tiene su equiva- lente en estratos arcillosos, como sucede al sur de la sierra Guanchín 164 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS y como debe ser también en la depresión entre la sierra de Velasco y la del Famatina aunque no se lo puede observar por ser cubiertos por sedimentos más modernos. Corresponde a esto el carácter arci- lloso de los estratos al poniente de la sierra en la cuenca de Pagan- cillo-Villa Unión. Debido al paulatino levantamiento de la sierra la extensión del piso superior ha sido menor que la del inferior. En tiempo de su sedi- mentación la configuración de la sierra no se acercó a la actual, pero existían ya depresiones al lado poniente como naciente, remontando a lo menos la última con ensanchamiento en la región del Cimarrón, como hemos visto arriba, hasta la época supracretácea o terciario vie- jo. Se tendrá una idea del relieve, si tenemos presente que la cadena de Chilecito-Paimán no existió en este tiempo, llegando el granito que la forma y que estaba cubierto por varios otros terrenos, más des- pués al sol con el hundimiento de las zonas que le limitan al naciente y al poniente. Mucho más grandes que en esta región oriental han sido los cam- bios de la configuración en el lado occidental a causa de la mayor in- tensidad de las dislocaciones y de las consiguientes erosiones. Es pues, de más decir, que el sistema de los ríos no existía en esa época o tal vez solamente estaba en el principio de su formación, en sentido que la dirección del curso de las aguas hacia sur y norte, co- rrespondiente más o menos al curso actual del río Blanco y del río del oro, ya estaba algo acentuado. El parcial desvío de las aguas hacia el naciente, como se presenta al norte en el río Achavil y al sur en el río del Oro se efectuaba más tarde. Es de suponer que las aguas en la pendiente occidental han tenido curso principal hacia suroeste. Gran división, no encausamiento, caracterizaron las aguas, las que en su mayor parte muy probablemente han sido atmosféricas y rela- cionadas tal vez con la serupciones volcánicas, como parece documen- tarse en el cambio continuo entre cenizas y tobas y acarreo de la parte superior del piso inferior. Es de recordar que las erupciones no se limitaron en esta época al Famatina, si no que han tenido una in- mensa propagación, y debieron tener una gran influencia en las pre- cipitaciones atmosféricas. En malas condiciones nos encontramos al intentar a determinar la G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 165 edad del terreno calchaqueño. Si el conjunto de sus estratos es bien caracterizado por los sedimentos de origen eruptivo y por su conexion con el terreno supracretáceo o terciario viejo, en cambio no es posible fijar su nivel con exactitud. El problema se complica ante todo por la incertidumbre relativa a sus relaciones con aquel terreno, es decir, si su sedimentación ha sido la continuación inmediata del terreno su- pracretáceo o terciario viejo o no. En apariencia existe continuidad, por combinarse con la concor daneia una transición petrográfica puesto que los dos terrenos son caracterizados por estratos cuyo material proviene en gran parte de erupciones andesíticas y dacíticas respectivamente, y más aun el límite entre los dos demuestra evidentemente, a lo menos en una región (río Blanco), una mezcla de estos dos elementos pétreos. Pero este carác- ter no tiene trascendencia, pues nada impide que las dos clases de erupciones en los extremos de su intensidad estaban separados por largo período, debiendo ser, naturalmente, mezclados al principio del segundo período eruptivo, porque sus canales, como es de suponer en nuestro caso, han sido los mismos en parte. Sin embargo siempre existe el hecho que material puramente dací- tico ya participa sin duda a lo menos en la distinguida facies oriental del supracretáceo, es decir el carácter petrográfico distintivo de los dos terrenos según material (primario) andesítico o dacítico no es absoluto, siendo pues no aplicable a trazar límites, si bien, para repe- tir, el material dacítico (primario) predomina en absoluto en el cal- chaqueño. No obstante, no puede haber tenido continuidad de la sedi- mentación. La continuidad que existe entre el piso uno y dos del calchaqueño y el carácter del último, consistente en acarreo (en la sierra), al que sigue acarreo diluvial, no permite dar al calchaqueño mayor edad que pliocénica o pleistocénica, siendo la primera lo más probable, porque las fuertes dislocaciones, en las que estos estratos han participado, no pueden caer en tiempo diluvial tardío, si bien el levantamiento principal del Famatina pertenece a esta época. Concluyo con algunas advertencias. Es conocido el hecho que ceni- zas volcánicas tienen una gran propagación en todo el pleistoceno a causa de no haber cesado la acción eruptiva durante este período por cuya razón no hay que considerar como equivalentes por este solo ca- rácter tales sedimentos con los calehaqueños. Estos se encuentran en 166 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS la base del llamado « terreno pampeano» de la parte central del país y no han tenido más en su carácter descripto una repetición en tal escala y una propagación tan general. representando en gran parte el terreno pampearo un producto de- trítico de arrastre, suministrados por muchos terrenos, su composición petrográfica — hasta hoy poco estudiada — debe variar según regio- nes, pero a causa de esta gran propagación del terreno calchaqueño, casi siempre van a entrar en ella elementos pétreos y minerales pro- venientes de estos sedimentos eruptivos traslocados. No quiero dejar de observar además que en vez de material dacítico, que compone el calchaqueño, como en nuestro caso, aquel puede ser andesítico (sierra de Córdoba, Sierra de San Luis) ó traquítico. Al TERRENO PLEISTOCÉNICO Y RECIENTE Sobre sedimentos recientes ya he tratado en el primer capítulo. Los sedimentos pleistocénicos están representados en la zona de la sierra misma por acarreo (Schotter), como están de manifiesto, llegan- do en varias partes a considerables alturas, en su sucesiva edad en los valles, ante todo en los bien escalonados del río Achavil y del río Blaneo como en los muy extensos escalones de los ríos al lado occi- dental (véase el primer capítulo). En visible posición discordante sobre el calchaqueño ellos se pre- sentan en algunos faldeos del Cimarrón (los hacia el río Blanco) y en la falda oriental (Angaco, etc.), no faltando naturalmente sobre otros terrenos (filitas en la falda oriental, en el valle del río Agua Negra, en la quebrada Encrucijada, etc.), o sobre rocas eruptivas (granito en el valle de Guanchín del río del Oro, etc). Se comprende que en muchas regiones los más viejos de estos es- tratos han sido arrastrados junto con el calchaqueño. Por esta misma razón el acarreo que compone, como ya lo he mencionado, la cumbre del Cimarrón (barranca del río Achavil, etc.), no obstante que parece ser concordantes con el calehaqueño es más probablemente de edad diluvial que calchaqueño, o tal vez fluvio-glacial. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 167 Una mención especial merecen el desmoronamiento y acarreo (ya en otro lugar mencionado) en los valles superiores y en particular en el del río Amarillo de la quebrada Encrucijada, cementados muchas veces por Limonita en brechas o conglomerados, donde se encuentran las renombradas «cuevas» de esta quebrada. Lo que extraña es a veces su suma dureza. Tal vez es debido esta propiedad al agua que se congelaba al entrar en el escombro, como se puede observar hoy todavía en varias minas viejas de gran altura en que entró desmoro- namiento. Estos acarreos de edad diluvial muy vieja. Un poco más moderno es el acarreo de la « Barranca Amarilla », arriba del puesto de los Berros. Tales brechas de escombros de las pendientes, en su mayor parte compuesta de filitas y de aplitas, se hallan especialmente en ensan- chamientos del valle, donde diques de aplita o filitas (puestos a través del río) que forman las angosturas han favorecido su acumulación, llegando ellos hasta la quebrada de la Mejicana. A causa de un dique de aplita que se encuentra poco abajo de la cueva de Pérez, el lecho del río, en el que las aguas corren perdidas debajo del acarreo, es casi perfectamente plano, faltando arriba de esta cueva casi cada erosión. De un interés particular es que en el tiempo de su sedimentación, a lo menos del conglomerado en esta quebrada, que coincide tal vez, con la formación de las morenas, ha tenido lugar una acción postvol- cánica, sobre la que volveré en el capítulo sobre los yacimientos me- talíferos. Morenas se hallan mucho arriba de la quebrada de la Mejicana, en el ángulo formado por el filo de la Mejicana con la sierra nevada pues en una altura mayor de 5000 metros, pero lo que he visto en una ligera recorrida por esta región muy apunada, han sido solamen- te restos de ellas. Los « Kares » en granitos son comunes a toda la región encumbrada; el más característico es tal vez el del Rincón del Tigre, bajando ellos en el Potrero de Cosme considerablemente. Pero estos últimos, como otros no hay que atribuír a la acción glaciar. Así « La Caldera » del cerro del mismo nombre me parece exclusivamente un producto de erosión (véase el primer capítulo, pág. 120). La única morena de alguna extensión (1:2 k.) que he visto es la que está al pie del Negro Overo, componiendo ella la pampa de Tamberías, una 168 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS valla, cuyos flancos caen bruscamente hacia el río Volcancito y el río Achavil, su terminal, igualmente rápido hacia la pampa de Loma Bola y la contigua ciénega del portezuelo de Las Juntas. El río Achavil proporsiona en parte algunos cortes de ella a lo largo del camino que sube desde la Loma Bola a Tamberías. Cantos rayados no he podido constatar en mi rápida travesía. Cerca del fin de la mo- rena está situado «El Volcancito », un pozo, arriba de cerca de 50 metros de diámetro, de forma de cráter, abierto hacia un arroyo por erosión. Aquí se trata evidentemente de una fuerte infiltración de agua, pero la causa misma del hundimiento hay que buscarla en el subsuelo, cuya naturaleza, sin embargo, es desconocida (disolución de yeso en las areniscas del Paganzo? que asoman muy cerca al Volcan- cito). La altura en la que se halla la morena, queda entre 4000 y 3500 metros, es decir, es relativamente baja. aci ROCAS ERUPTIVAS 1. Granito y Diorita con sus derivados El cuerpo de la intrusión granito-diorítica, acompañado solamente de trozos del manto paleozóico asoma en tres zonas más O menos pa- ralelas. La primera zona oriental está formada por el eristalogranito de dos micas, que compone la cadena Chilecito-Paimán de muy poco ancho (en parte no mayor de un kilómetro), situada entre la sierra de Velas- co y el Famatina. Este contrafuerte pertenece orogénicamente a esta sierra, siendo ligado geológicamente con la primera por el eristalo- granito. El cristalogranito, en muchas partes bien distinguible en bancos, contiene las dos micas, pero predomina Biotita. Ortoclasa en erista- les grandes produce la impresión de una estructura porfírica. Además le componen : cuarzo, oligoclasa-andesina, microclina, apatita, zirco- dl G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 169 no, pirita de hierro, magnetita, etc. Filones de pegmatita y de cuarzo con turmalina le cruzan, pero parecen ser escasos. En Aguadita (entre Los Angulos y Famatina) han sido observados diorita y aplita. Es de suponer que estas rocas tienen mayor propa- gación, pero el eristalogranito predomina en absoluto. Lamprófiro se encuentra en la quebrada de Las Papas (Los Án- gulos). En el cristalogranito (especialmente frente al pueblo Famatina) se destacan bancos obscuros de una roca parecida a roca córnea esquis- tosa, representando cristalogranito machacado y molido (Phahlschie- fer, Mylonita). Además se hallan en el granito manchones obscuros biotítico-cuar- ciferos de esquistos reabsorbidos. Inyección de granito y reabsorción de esquistos han sido constata- dos además en la quebrada Vivanco (Los Ramblones) en forma de roca gneisica. Esta zona de eristalogranito es una de las más caracterizadas de intrusión. Su transición en el granito biotítico al poniente es evidente. En la quebrada de Chañarmullo (Los Angulos), lado austral, hay una faja de granito brechiforme, producto mecánico de una disloca- ción (continuación de una falla ?). La segunda zona está representada por el macizo Nuñorco, cuya roca se acerca ora a la Sienita cuarcífera ora a la Diorita cuarcifera (en parte con lamprófiro). Pasa en transición en granito biotítico. Como tal (muy cataclásico), compone la cumbre Agua Negra tanto a su lado oriental (quebrada del Salto) como occidental (Las Juntas, Agua Negra). También en esa zona se encuentran zonas (filones ?) de diorita cuarcífera. En inmediato contacto con la roca del Nuñorco (quebrada del Molle) queda una zona de roca córnea con inyecciones graníticas y en tran- sición, a la cual siguen al naciente filitas ya tratados arriba. La intrusión en el manto paleozoico se manifiesta además en in- mediata cercanía del macizo en la región de la cuesta de Santa Rosa y de la cueva de Noruña en forma de filones de granito pegmatitico (ortoclasa, oligoclasa, anfibol verde, cuarzo, titanita, ete.) en transi- ción en granófiro (con los mismos componentes) y en pórfido cuarcí- 170 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS fero. El granito biotítico de la quebrada de Angaco-Totoral (cuarzo, ortoclasa, oligoclasa-andesina, biotita, anfibol, etc.) está atravesado por filones de alsbachita y de pórfido cuarcífero de pez. En la continuación septentrional del Nuñorco asoma entre Duraz- no y la cuesta de los Berros un pequeño macizo de granito biotítico algo gneisico debido a una fuerte presión. Al naciente del Nunñorco se destaca entre filitas al poniente y aca- rreo pleistocénico y aluvial al naciente una faja ancha de aplita, co- lorada o blanca, compuesta de ortoclasa, cuarzo, microclina y albita- oligoclasa o con predominancia de cuarzo. En una quebrada (lado oriental) del cerro Carrizal granito biotítico está atravesado por pór- fido cuarcífero que pasa por un salbanda de granito porfírico al gra- nito; muy cercano a este punto se encuentra un filón de lamprófiro. En toda la región que sigue al poniente del cerro Carrizal y del Nuñoreo, ocupada por filitas y rocas córneas, abundan filones como parece todos interestratificados de aplita cuyo magma se ha solidifi- cado cerca de la superficie sin haber llegado a formar pórfido cuarcí- fero, si bien algunas aplitas porfíricas se acercan a él. La masa de fondo tiene en parte una estructura microgranítica o micropegma- títica (granofiros). Algunas aplitas (quebrada Encrucijada) tienen vista de helleflinta. Inclusión de filitas o rocas corneas en aplitas es muy común. La tercera zona abarca la sierra eneumbrada con sus contrafuertes occidentales. Las muestras de rocas de aquélla están recogidas en los lechos de los arroyos que en ella nacen, desde el río Achavil hasta el Negro Overo (Los Bayitos). Son granitos, egranito-dioritas, y, como parece, con predominancia aplitas. Un papel de importancia tienen dioritas cuarzosas y gabbro anfibó- lico, además lamprófiros en parte en transición en diorita. Islas de rocas córneas acompañan las rocas. Granito parece predominar desde el cerro de la Mejicana hasta la cuesta de Cosme, a lo menos en los faldeos orientales y occiden- tales, pero no faltan nunca las otras rocas arriba enumeradas, ante todo aplitas (en el Espino) como lamprófiros. Estos últimos, cruzando en filones delgados granito se presentan bien al estudio en el valle muy barrancos del río del Oro. En la cuesta de Cosme asoma pórfi- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA El do cuarcífero con aplita porfírica, atravesados por lamprofiros, pa- sando de aquí a la sierra de Sañogasta y de Vichigasta. Pórfido cuarcífero típico, escaso en comparación con las rocas aplí- ticas en toda la falda oriental del Famatina, aparece, comprendien- do una zona ancha, en la pendiente occidental, pero no sabemos, si su edad corresponde a los otros pórfidos. Desde el Tocino hacia el norte él compone los cerros más septentrionales del Nevado, desapa- reciendo debajo del paleozoico del Mogote del Cajón. Hacia el sur sigue en el faldeo escarpado por lo menos hasta los afluentes del río de la Calera, perdiéndose en seguida a juzgar según la falta de rodados de él en los ríos. Rodados de toba de pórfido cuar- cífero se hallan en el lecho de aquel río. La existencia de estas tobas hace surgir más duda referente a la posible formación contemporánea a los otros pórfidos (compárese lo arriba dicho en cuanto a la edad de la metamorfosis del Siluriano y Cambriano en el respectivo capítulo, pág. 139). Toda la pendiente más baja, inclusivamente los contrafuertes has- ta Villa Casteli están compuestos de granito biotítico el que pasa en la cuesta de Inca a la sierra de Realitos y de Segovia. La continui- dad granítica es interrumpida solamente por un trecho en el porte- zuelo de Guaca-Chica por la aparición del Calchaqueño con el Supra- cretáceo y el Paganzo, más al sur en la región del río de la Calera por la interposición de una faja de esquistos paleozoicos metamorfo- seados y por el Paganzo en la región de Tambillos. La monotonía granítica cesa además localmente por filones de lamprofiros, aplita. pegmatita, rocas dioríticas e interposiciones de poca extensión de esquistos cristalinos, probablemente esquistos paleozoicos reabsor- bidos. En el último contrafuerte de Villa Casteli, que forma la transición del Famatina en la sierra de Umango-Villa Unión se puede observar, como las rocas dioríticas pasan al granito (a veces algo esquistoso), pero que le atraviesan también en filones y que son cruzados por pegmatita. Las rocas dioríticas tienen en parte carácter lamprofírico (Beerbachita). Una zona exterior del macizo granito-diorítico del Nevado, en la región oriental de la Mejicana, está representada por « Los Bayos », compuestos de aplita porfírica y de pórfido cuarcifero. 172 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Cuarzo secundario forma a menudo un cemento o reemplaza los feldespatos con impregnación de pirita de hierro, ete. La transformación es producida por una acción termal, consecuencia de la erupción de dacita que cruza aquellas rocas. Por ser cubiertos los cerros de Los Bayos en su mayor parte por desmoronamiento y a causa de una alta descomposición (kaolinítica), de sus rocas, igual- mente producida por acción termal de Dacita, que muchas veces no permite una clasificación, los límites de aplita y de pórfido cuarcífe- ro, si existen, difícilmente dejan trazarse, quedando también reduci- da por las mismas razones la región, donde se puede constar con se- euridad Dacita. Sobre acción termal en Los Bayos véase el capítulo sobre yacimientos auríferos. Los lamprofiros ya varias veces citados, microscópicamente no distinguibles, son compuestos lo más de las veces de plagioclasa y anfibol (también augita o biotita) con pirita de hierro, que casi nunca falta, hierro titanífero, etc., teniendo ellos casi siempre algo de estrue- tura porfírica y destacándose en masa ofítica de plagioclasa y de aníi- bol estos mismos minerales en cristales. En su mayor parte son algo metamorfoseados (feldespato en albita y epidota, anfibol en clorita, augita es uralitizada). Son Malchitas y Proterobas-Malchitas. En forma de Basalto lam- profiro se halla en granito en la cuesta de los Berros, en la parte de la estrechura, donde se encuentra el Paganzo, casi al lado de un filón de Malchita. En su mayor parte los lamprofiros han sido observados en grani- to, formando filones muy angostos, pero los hay también en aplita y en pórfido cuarcifero (Cuesta de Cosme). Filones dioríticos con sal- banda de lamprofiro han sido constatados en la sierra Nevada. Esca- sos parecen ser ellos dentro de filitas (Las Escaleras y quebrada de Gredas). En el « Peñon Negro» (Las Gredas en el borde del río) lam- profiro ha entrado en aplita porfírica y en pórfido cuarcífero, experi- mentado junto con ellos una estratificación, con lo que el pórfido se transformó en « Maisillo ». En otro lugar ya ha sido mencionado un filon interestratificado de una roca algo descompuesta en el Paganzo inferior de la cuesta de Los Berros, que es probablemente un proterobas. Tal vez también un proterobas (muy básico) ha sido una roca (estructura microofítica, G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 173 con feldespato, muscovita, clorita, rutilo, turmalina) muy transforma- da la que se halla entre las estaciones 6 y 7 del cable carril en con- tacto con pórfido cuarcífero. Los llamados Maisillos rocas parecidas al gneis «en ojos» son pórfidos cuarcíferos, aplitas porfíricas o granitos porfíricos dinamo- metamorfoseados, sin transformaciones químicas de alguna importan- cia. Por la inclusión de minerales metálicos (pirita de hierro, etc.)i¡los mineros del distrito del cerro Negro le han dado importancia la que no tienen, en cuanto á la formación de los filones platíferos, siendo su contenido metalífero probablemente secundario. Las rocas investiga- das proceden del cerro Negro, Vallecito (río del Oro), quebrada Las Gredas, Peñon Las Gredas, aquí con intrusión de lamprofiro) y de Aguadita (Paimán). Sobre la edad de la intrusión granito-diorítica me he extendido en el capítulo sobre el siluriano y cambriano (pág. 139). Resta decir que la intrusión de cuarzo en filitas es muy escasa; ha sido observado solamente en la quebrada Totoral (cerca a esta pobla- ción) y cerca de « La Toffa », sobre el río del Oro. Igualmente escaso es pegmatita (quebrada del Salto en la pendiente oriental, en los con- trafuertes del lado occidental). Trapp con olivina interestratificado entre filitas se encuentra, como ya he mencionado, en la quebrada de León (Corrales); Diorita igualmente interestratificada entre filitas hay sobre el río Volcancito. Por fin llamo la atención sobre un esquisto cristalino que según Hunecken (Gabbroschiefer en la obra citada) se encuentra en la cima del cerro Negro. 2. Dacita y Andesita Los únicos puntos donde se observa andesita en filones es el río de Los Frailes (poco antes de su junta con el río Blanco), la región del Mogote río Blanco y Los Berros en la quebrada de la Encrucijada. Todos los demás filones constatados son dacita como los de: Mogote río Blanco, Portezuelo de la Caldera, La Aragonesa en el cerro de la Caldera, Portezuelo de los Illanes y Filo Azul de Los Bayos, tenien- do su mayor extensión en El Mogote río Blanco y en Filo Azul. 174 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En forma de diorita cuarcifera se halla Dacita en la Caldera (mina Aragonesa) y entre las estaciones 6 y 7 del alambre carril. Sin duda habrá más filones de dacita (en el cerro de la Caldera) como de an- desita, también en la pendiente occidental. Dacita en el distrito de Los Bayos (Filo Azul) es metamorfoseada muchas veces por acción termal en kaolinita, ete. (véase yacimientos metalíferos, pág. 176 y 180). Propilitización se halla en el portezuelo de la Caldera y en el Mogote Río Blanco. Sus relaciones con los yacimientos metalíferos, la participación de material dacítico y andesítico en la composición de los estratos cal- chaqueños y supracretáceos están tratados en los respectivos capítu- los, como también se han dilucidado la existencia de las principales líneas, sobre las que han tenido lugar las erupciones. La edad de las erupciones abarca las épocas supracretácea y ter- ciaria, siendo la de las dacitas probablemente pliocénica. Una acción postvolcánica tardía que cae en tiempo diluvial se documenta en la formación de Geisir en Los Bayos (véase yacimien- tos metalíferos 1, 47). pa LOS PRINCIPALES YACIMIENTOS METALÍFEROS En las siguientes líneas doy el carácter de los yacimientos metalí- feros, en cuanto a su parte mineralógica-geológica. Las agrupaciones coinciden más o menos con los distritos que los mineros distinguen y los que están señalados en el plano geológico (1). 1. Yacimientos auriferos del distrito Río Blanco y otros 17 En el primer lugar es la dacita con sus tobas que componen el Mogote Río Blanco, los que por su contenido en pirita aurífera y en (1) Para detalles de carácter práctico compárese : Informe sobre el estado de la minería en los distritos mineros del Famatina y de Guandacol, por Pablo Viteau; Anales del Ministerio de Agricultura, tomo V, I, e Industria Minera y Metalúrgica de la provincia de La Rioja, por Emilio Hunecken, ya arriba citado. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 175 oro libre han llamado desde mucho tiempo el interés de los mineros. Pero también las areniscas supracretáceas o terciarias que rodean el cerro, son impregnadas localmente con pirita de hierro (y de cobre) o estos minerales forman una red muy irregular de filoncitos. La ganga está compuesta de carbonato de calcio y de baritina. Es- pato ealizo, sin ser asociado de piritas, se halla especialmente al lado oriental del cerro, en filones en las areniscas. Aragonita asoma en la parte occidental del cerro. La dacita del cerro es propilitizada y se- gún el doctor Stieglitz completamente idéntica a la de Verespatak en Hungría. Actualmente no hay explotación de los yacimientos. 2% No puede extrañarse, pues, que arenas, conglomerados, etc., ter- ciarios con interposición de tobas dacíticas (estratos calchaqueños) que tienen una gran propagación en esta región, así como también es- tratos diluviales son auríferos. Estos pláceres han sido explotados antes tanto alrededor del Mogote Río Blanco, como en el valle del río Achavil (La Mariposa). Si podemos atribuír el contenido de oro por lo menos en parte a la dacita, no hay que generalizar esta proveniencia por no encontrarse el oro solamente en las tobas, sino también en arenas interpuestas o en estratos más modernos que estos terciarios. Además hay que tomar en cuenta la gran propagación de pirita de hierro que tienen, como ya he dicho en otro lugar, muchísimas rocas eruptivas (pórfido, aplita, lamprofiro, maisillo y también filitas y rocas córneas. Así es que lavaderos de oro se hallan también en otras re- giones, en las que su contenido en oro no puede ser referido directa- mente a la dacita o a sus tobas, como sucede en los lavaderos de Rodeito (quebrada Enerucijada), de Los Bayitos (Negro Overo), del río Agua Negra, de Guanchín. En Rodeito y en Los Bayitos el oro proviene tal vez de los conglomerados y de las brechas pleistocénicas ferruginosos ya mencionados. En cuanto a los del primer lugar la po- sibilidad de una relación con dacita existe, segun veremos al tratar del yacimiento de Piedras Grandes. 3” Sea mencionado aquí por sus indudables relaciones con la daci- ta del Mogote Río Blanco un pequeño filón de galena que se halla en las areniscas supracretáceas del cerrito Blanco y los filoncitos de ba- ritina con espato caliza (verde) de la quebrada Colorada cerca a aquel 176 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cerrito Blanco que cruzan los «estratos Famatinenses » del Crestón, cortados por la falla Famatina-Tinogasta. 4 Debe encontrar aquí su lugar una breve descripción de un yaci- miento en Piedras (Grandes en la quebrada de la Mejicana al límite de los distritos mineros de Los Bayos y de la Mejicana, que sido ex- plotado por algun tiempo por su contenido en oro. Es un aglomerado de rodados de varias rocas, entre las que se co- noce dacita, roca felsítica (aplita?), cuarcita, etc., si bien son descom- puestas. El cemento forma un agregado de cuarzo sumamente fino, atravesado en partes por filoncitos de Opalo o es de estructura porosa- esponjosa. Se trata de termas silíceas producto de una acción post- volcánica de dacita que han hecho la descomposición de las rocas y la sedimentación de « Geiserita». El yacimiento se ha formado en una grieta. Hunecken ya reconocía su carácter al decir «es una bre- cha de creación muy moderna ». Casi al frente de Piedras Grandes se halla en el filo Mejicana un filón de cuarzo con pirita de hierro aurífero, tal vez del mismo origen. Formaciones del carácter de Las Piedras Grandes parecen hay más en Los Bayos. Así una brecha formada por pedazos de cuarcita (re- cogida cerca de la cueva de Pérez en el camino que sube al Portezue- lo Ancho) ha quedado, según la investigación microscópica del doctor Stieglitz, antes cementada por procedimientos termales, restando ca- vidades con paredes de cuarzo. Bajo el microscopio se destaca, en donde el feldespato ha sido diluído, un mineral en agujas, queno ha podido ser clasificado, no obstante que sus propiedades ópticas han sido determinables. La misma acción termal se manifiesta en las aplitas porfíricas de Los Bayos, habiendo sido transformados las inclusiones de feldespato en un agregado muy fino de cuarzo, casi amorfo. Estos seudomorfos incluyen una red de agujas de aquel mismo mineral. Hago mención de esto para futuras investigaciones, permitiéndome hacer presente que tal vez se trata de Enargita. 5 Distrito El Oro, sobre las riveras del río del Oro : filones de cuarzo con hematita aurífera y de piritas auríferas y argentíferas. 6” Ofir, en el distrito Mejicana o Ampallado: Filones de cuarzo con pirita aurífera. Hay también pirita de cobre. Faltan completa- G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA VER mente enargita y otros minerales de la Mejicana. Según relato de la ley en oro ha sido muy elevado. (Veáse más abajo « La Mejicana »). 2. Yacimientos de minerales esencialmente de plata Distritos mineros : Cerro Negro (lamina más importante: Santo Domingo), La Caldera (mina Aragonesa), El Tiere (San Miguel. Filitas cuarzosas o rocas córneas, probablemente cambrianas supe- riores forman el componente principal de la región. Los filones en el Cerro Negro corren en mayor parte de noroeste a sudeste, correspondiendo al rumbo de los estratos, en La Caldera de poniente a naciente (más o menos). La caja, bien limitada, es muchas veces blanquecina (« panizo blanco ») o parduzca (« panizo bueno »). Su espesor es muy variable hasta cuatro metros. pero las más de las veces insignificante. La estructura es en masa y en capas, raras veces brechiforme. La ganga esta compuesta esencialmente de carbonato de hierro y de manganeso; muy escaso es carbonato de calcio; hay muy poco bari- tina en comparación con los carbonatos, ignalmente poco cuarzo, pa- reciendo éste aumentar en mayor hondura, con lo que se aumenta a la vez la galena y las piritas (?) Los minerales son : Plata nativa, Pirargirita, Proustita (Stefanita y Discrasita ?), Argentita, Plata córnea, Blenda verde y pardo (mu- cho). Pirita de hierro y de cobre, Galena son escasos. Según Moisés Kantor (por carta) la concentración de minerales de plata hay en la cercanía de los cruceros cuarcíticos, siendo los filones con carbonato de hierro relativamente pobres en plata. Él se inclina á considerar estos últimos como anteriores y esteriles. Compárese « Piedras Gran- des» (pág. 176) y « Los Bayos » (pág. 180) para una posible explica- ción de la supuesta formación argentífera posterior. Bajo « Metal paco» se entiende los carbonatos al estado de des- composición (negra, parda) con plata nativa, cloruro de plata, ete. «Metal acerado» es la blenda con plata nativa finamente distribuida. La «Soroche » es blenda negra (en Peru-Galena facetada). Sobre la formación de plata veáse el trabajo del autor: La forma- “T. XXI 11 178 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ción de plata metálica en la Famatina en Boletín de la Academia nacio- nal de Córdoba, tomo XIX. La roca madre de los filones no puede ser otra que dacita, siendo excluídas las aplitas y los pórfidos (en parte en forma de maisillo) por ser cortados ellos por algunos filones. Dacita propilitizada se encuentra en el portezuelo de la Caldera (arriba de los socavones) y en forma de diorita cuarcífera en inmedia- ta cercanía de los filones de La Aragonesa. Esta misma roca asoma también entre las estaciones 4 y 5 y entre las 6 y 7 del cablecarril, entrando los filones del último lugar en el cerro Negro. La dacita en el portezuelo de Illanes une la región del Filo Azul (veáse abajo Los Bayos) con la de la Caldera. Todo hace suponer la existencia de una línea de ruptura que coin- cide, tomando en consideración ramificaciones, más o menos con la dirección de la quebrada de la Encrucijada, y esta línea tiene su rumbo hacia el Mogote (dacítico) Río Blanco. Los filones de este tipo, tan distintos en su carácter mineralógico de los de Los Bayos y de la Mejicana no parecen tener ninguna relación con estos. Sin embargo tal vez no representan más que una facies. Desgraciadamente datos seguros sobre la composición de los filones en hondura no existen, si bien, según los mineros ase- guran, se manifiesta un cambio, como ya he dicho, consistente en incremento de cuarzo, galena y piritas. Una averiguación relativa es hoy día absolutamente imposible, dado el estado de las minas casi todas abandonadas y en mayor parte inaccesibles, no prestándose ellas ni para un estudio en las proximidades de la superficie. La existencia de minerales de plata en poca hondura en los filones en La Mejicana hablarían a favor de aquella hipótesis. Un puesto intermediario entre los filones de Los Bayos o de La Mejicana y los filones argentíferos ocupa tal vez el filón de la mina Irlandesa (veáse abajo) y algunos del distrito del Tigre, que se alejan en composición de los filones del cerro Negro. G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 179 3. Yacimientos de minerales esencialmente cupriferos (con oro y plata) 1* Distrito minero de la Mejicana, el más importante de todo el Famatina y uno de los más altos de todo el mundo. Entre las minas: Compañía, Verdiona, Mellizos, Anduesa, Placilla, Esperanza y otros más son Upulongos y San Pedro los más importantes. Las minas del Santo Tomás de Espino son las más viejas. Enargita, Famatinita, Bornita, Chalcosina (?), Pirita de hierro, y de cobre son los principales minerales. Muy escasos son Galena y Blenda. « Bronce negro » es una mez- cla de sulfuros, arseniuros y antimoniuros. « Polverilla », masa terro- sa O arenosa es una mezcla de minerales, rica en plata y en oro, al estado de descomposición. Asociado a minerales en descomposición hay azufre (antes mucho en San Pedro). La ganga esta formada por cuarzo y baritina, además se halla, cuar- zo córneo y substancia kaolinitica (parecida a Steinmak), tal vez del mismo origen que la de Los Bayos. Según relato, en primera hondura hubo mucha plata y oro nativo, cloruro de plata y rosicler en algunas vetas (Verdiona etc.), en se- gunda (20 m.) predominaba Enargita, aumentando más abajo el conte- nido en pirita de cobre y de hierro con ganga de cuarzo. En los años 1880-1890 la ley dió: 15-25 por ciento cobre, 0, 0025 oro y 0,06 por ciento plata; hoy día el cobre se ha disminuido a 4 por ciento y aun menos. El espesor de los filones alcanza hasta 1”, con marcados límites hacia las cajas (« panizo blanco »). La estructura es por lo común en capas, más raros en «anillos » o brechiforme. Las cajas están forma- das por esquistos metamorfoseados silurianos inferiores o cambrianos superiores. Según los mineros, los filones entran en parte en hondura en una roca porfírica (pórfido o dacita ?). El rumbo de los filones varia mucho. En su inmediata cercanía se levanta el macizo granito-diorítico de la sierra nevada con aplita y lamprofiros ; al naciente limita directa- mente con el siguiente distrito de Los Bayos. A la misma región de la Mejicana pertenece el distrito de Ampa- llado con filones de cuarzo, baritina, pirita de cobre y de hierro, gale 180 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS na, blenda en esquistos metamorfoseados por aplita porfírica. Nota- ble es que carbonato de hierro y de manganeso se asocia a la ganga. En primera hondura hubo cloruro de plata y argentita. La mina Ofir en inmediata cercanía está caracterizada por cuarzo cavernoso con oro libre y con piritas auríferas. Como salbanda se halla a un lado «toffo >» (kaolina) y el granito en su contacto es descompuesto. La composición en general hace supo- ner la misma génesis que tienen las vetas de Los Bayos. 2. Distrito de Los Bayos. (La mina más importante es San Pedro). — Los minerales son los mismos que en el distrito de la Mejicana, pero se asocia cobre gris —entre las muestras revisadas no he podido cons- tatarle—al cual atribuyen la mayor ley en plata en comparación con la Mejicana. Según afirmación de mineros hubo cobre gris antes tam- bién en este distrito. Baritina, cuarzo, « totfo » (kaolina), forma la ganga. Los filones son muy irregulares en rocas en su mayor parte des- compuestas. Como tales están constatadas pórfido cuarcífero y aplita atravesadas por dacita y metamorfoseadas junto con la última por acción termal silícea. Sin duda ha sido producido por dacita, que sale en el Filo Azul, un tilón de carbonato de hierro y de manganeso (descompuesto enla su- perficie en óxido de manganeso) con inclusión de trozos de pórfido cuarcífero que se encuentra en el portezuelo Azul. El pórfido cuarcí- fero, en el cual aparece, es descompuesto, pero parcialmente silicifi catado con impregnación de pirita de hierro, debido igualmente a una acción termal. Los Bayos y la Mejicana con el Ampollada-Ofir forman sin duda una unidad. La investigación principal debe concentrarse al primer distrito y debe consistir, ante todo en una investigación microscópica de la dacita, y del pórtido cuarcífero y aplita sobre muchas muestras de las rocas de la cercanía de las vetas, la que será dificultada por el alto grado de la descomposición de ellas. Geológicamente hay que tomar en cuenta la existencia de dos lí neas tectónicas: La una está representada en la parte septentrional del Famatina por la falla Famatina-Tinogasta (en parte a lo largo del valle del río Blanco), que sigue, hacia sur (valle del río Achavil superior con el del G. BODENBENDER : EL NEVADO DE FAMATINA 151 río del Marco) al pie de la sierra Alta. La otra pasa por la quebrada de la Encrucijada y el portezuelo de la Caldera, saliendo en ella da- cita y andesita y quedando en su extremo septentrional la dacita del Mogote Río Blanco. En el cruzamiento de las dos, más o menos o por medio de ramificaciones, como existe entre la Caldera y el Filo Azul (Los Bayos) por la dacita que aparece en el portezuelo de [lla- nes, están situados los referidos distritos de Los Bayos, La Mejicana con El Ampallado y además los argentíferos: La Caldera, el Cerro Negro y El Tigre, pues todos los principales filones metalíferos del Famatina. Ahora, hallándose estas líneas tectónicas en conexión con erupceio- nes dacíticas y andesíticas, la formación de todos los filones por me- dio de ellas es muy probable, como es segura en cuanto a los yaci- mientos argentíferos y de algunos auríferos. Sin embargo, supuesta la comprobación de tal concepto, siempre quedaría á averiguar, si la intrusión granitodiorítica no ha tenido primariamente un papel rela- tivo a una concentración metalífera. Tales ideas surgen al considerar que rocas de intrusión como aplitas, pórfidos cuarciferos, lamprofiros, contienen piritas y si bien su procedencia, como en general se supone, es tal vez secundaria (por impregnación), seguro es que los lamproti- ros han traído substancias metalíferas, lo que es constatado miecroscó- picamente por lo menos en algunos casos (cuesta de Cosme). En par- ticular nacen tales reflexiones ante el yacimiento del portezuelo de Santa Rosa, explotado en la mina San Juan y de otros filones al sur de ella en la pendiente oriental del Famatina. Son filones de cuarzo con pirita de cobre y de hierro que se hallan en la zona de contacto de rocas córneas y de filitas con el macizo granito-sienítico o diorítico del Nuñorco. Rocas dioríticas y lamprofiros abundan en esta región, en inmediata cercanía de los filones, mientras andesitas ó dacitas no han sido observados, o quedan bastante distante (Los Berros). Se ve, pues, que estamos todavía lejos de una resolución definitiva de estos complicados problemas geológicos de nuestra región, aunque esto no puede extrañar, dados el carácter preliminar de las investi- gaciones y las casi insalvables dificultades las que se oponen en ge- neral a su estudio. 182 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Otros yacimientos 1* Cobre nativo, cuprita en el cerro Morado, al sur del Rincón del Tigre. Según Hunecken se encuentran en « tofto » (kaolina); 2” Magnetita se halla en el cerro Negro (según Hunecken) entre la Viuda y el portezuelo de San Andrés, como también entre La Lareta y Santo Domingo. Es probablemente producido por metamorfosis de carbonato de hierro: 3” Veta de cuarzo con galena en granito, en pendiente oriental, río Achavil superior. Dicen que hay galena también en La Rinconada (Paimán) : 4” Cuarzo en intrusión en filitas. Las Higueras, Río del Oro. Explo- tado para la fundición en Santa Florentina; ; 5” «Totfo ». es decir, kaolina, producido por descomposición de ladrillos granito, en lugar « La Toffa », Río del Oro. De ninguna im- portancia. 6” Areniscas cuarcíticas blancas de la Rinconada del Paimán, usa- das en tiempos atrás como material refractario del Paimán (ladri- llos del Paimán) en los hornos metalúrgicos; 17 Mármol en filitas: Quebrada Totoral. Explotado para la fundi- ción en Santa Florentina. Un yacimiento de poco espesor hay ade- más en la quebrada del Salto en «Salto» mismo, cerca de la mina San Juan: s” Yeso perteneciendo al piso de los estratos famatinenses en <« La Yesera », río de la Hoyada. Es muy difícilmente accesible para una explotación: 9” Finalmente hago mención de los esquistos carboniferos seña- lados en este trabajo por la importancia que se les dan, pero la que no tienen tomándolos como depósitos de carbón. FOLKLORE ARGENTINO (1) BV; LA BOTA DE POTRO PoR ROBERT LEHMANN-NITSCHE «El gaucho se va... los que recojan piadosa- mente sus últimos suspiros, tienen derecho a la simpatía y al renombre. » (JUAN CARLOS GÓMEZ. en el pre- facio al Fausto, de Estanis- lao del Campo, editio princeps, 3uenos Aires, 1866.) A Martiniano Leguizamón. INTRODUCCIÓN Y DEFINICIÓN Una de las prendas más interesantes del traje gauchesco es la lla- mada bota de potro. La importancia de esta pieza y el gran acopio de datos que hemos podido reunir sobre ella, hizo indispensable de- dicarle un trabajo especial, proceder análogo al que fué seguido en la tercera monografía de nuestras series folklóricas. Contienen, pues, la anterior y la presente, además del tema especial indicado por el título respectivo, estudios sistemáticos sobre el traje popular de la Argentina. Como los materiales sobre el sombrero y el calzado su- peraban, en forma desproporcionada todo lo demás, parecióme más 1) Del autor : Folklore argentino. 1. Adivinanzas ríoplatenses. Biblioteca Centena- Y / 184 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS conveniente dividir las investigaciones sobre la indumentaria criolla en las dos secciones citadas, que se complementan mutuamente. El calzado rústico, tema de la presente monografía, se llama « bota de potro » de cuyo cuero crudo es hecho. Antiguamente, y de vez en cuando hoy en día, se hace de cuero bovino, generalmente de una vaca; en tal caso. lámase el calzado «bota de vaca »; dicen los gauchos que esta última clase es más resistente. A causa del uso casi exclu- sivo de cuero equino, «bota de potro» ha llegado a ser término co- rriente que ya no hace pensar en el material empleado, sino en el tipo; por consiguiente, aun en el caso de que se haya tomado cuero de otra clase de animales (lo que por excepción sucede), háblase de «botitas de potro, de cuero de gato », para citar un caso concreto (1). «Bota» se llama el cuero de la región de la extremidad posterior, con preferencia de animales caballares y bovinos, que corresponde al muslo (2) y se extiende hasta el garrón (véase la figura 1). Es im- portante dejar constancia de este significado de la voz «bota» que falta en todos los diccionarios, aun de los argentinismos, pero que corre en la campaña argentina donde hemos buscado nuestras infor- maciones. En acepción segunda, «bota» significa también el calzado rústico hecho de la parte recién determinada del cuero. El modo de hacerlo es bastante sencillo. Después de los correspondientes cortes transversales, el cuero es sacado desde el muslo hacia abajo, dándolo vuelta al mismo tiempo. Obtiénese así un tubo de cuero, con el pelo para adentro y la superficie intersticial para afuera, tubo con dos en- tradas, una muy ancha, que corresponde a la región del muslo, y otra angostita que corresponde a la de la caña; el eje de este tubo pre- senta un ángulo obtuso, conforme a la región del garrón. ria, tomo VI, 496 páginas. Buenos Aires, 1911; 1 (resumen). Adivinanzas riopla- tenses. Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, XX, 362-368, 1915; TI. El retajo, ibidem, XX, 151-234, 1915; III. El chambergo, ibidem, XXI, 1-93, ENS: (1) MANSILLA, Una excursión a los indios Ranqueles, 11, página 246. Biblioteca de La Nación, volumen 198. Buenos Aires, 1905. (2) Al marcar un animal se tiene cuidado de que el hierro candente no se co- oque demasiado bajo sobre la piel del muslo izquierdo (sitio de marcación); las consiguientes cicatrizaciones, dejan el cuero feo y poco adecuado para calzado. En las yerras campestres, óyese de vez en cuando la voz de un peón dirigida al otro cuyo trabajo consiste en poner el hierro : «¡ Cuidado con la bota! ». R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 185) Es indispensablelahora, en todo caso, limpiar la superficie intersti cial del cuero, de los restos de la musculatura, de los fragmentos del tejido adiposo, acción que se ejercita con el cuchillo y que se llama descarnar (1). Sólo la parte posterior de la caña, que va desde el ga. rrón hacia abajo (véase la figura 1, b-c) y donde debe descansar la planta del pie humano, queda con todo el tejido tendinoso, muscu- Fig. 1. — Extremidad posterior de un caballo y pierna humana; la parte del cuero equino que va desde a para abajo, se llama «bota»; se la calza de tal modo que a corresponde a a, babycac. lar, ete., tejido que desde luego refuerza el cuero y representa una especie de suela natural. Acto seguido, se remanga el tubo de cuero para que el pelo vuelva a ocupar el costado externo; el pelo, algunas veces, es dejado íntegro, pero generalmente se lo raspa con un cu- chillo bien afilado, acción que se llama lonjear (2). (1) Esta palabra, en este sentido, falta en los diccionarios. (2) Lonjear, «hacer lonjas, descarnando un cuero y raspándole el pelo, sin levantar la piel, como quien afeita»; lonja, «cuero descarnado y sin pelo » EXI 12 186 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Una vez calzada la bota en estado fresco y húmedo, se la deja so- bre el pie hasta que se haya amoldado a la forma de éste y hasta que se haya secado en algo, lo que se consigue en pocos días. Después se la saca para someterla a la operación de sobar; de lo contrario, se ajustaría tan fuerte a la piel humana, que no podría ser sacada sin lastimarla; el pie sufriría enormemente por este modo de em- botar. Distintos son los procedimientos para ablandar y suavizar el cuero erudo y para ensanchar la región de la caña : generalmente se ponen las botas unos cuantos dias en agua, o se las entierra a poca profun- didad en el suelo húmedo, también por algunos días. En el caso, de que no se haya sacado aún el pelo, puede hacerse esto ahora, si se quiere; esta vez se procede según la técnica general usada en la campaña al lonjear los cueros : se echa ceniza sobre el pelo y con un pedazo de madera o caña cuya extremidad termina en un plano, ancho y cortante al estilo de un formón, se raspan los pelos, siguiendo la di rección de ellos. Viene ahora la parte más trabajosa de la preparación que consiste en agarrar las botas con ambas manos y refregar, frotar, estregar y estirar sección por sección; esta operación llamada sobar (1) hace cansar bien pronto las manos y es menester repetirla durante varios días; también hay que sobar las botas cuando no se las haya usado un tiempo, o después de habérselas mojado en la lluvia, en el barro, ete. Según experiencia propia, es el «pliegue» ó sea la parte anterior del corvejón que mucho se restringe por la humedad y aprie- ta sobre el empeine del pie humano (véase más adelante). En Santia- go del Estero. los campesinos para ablandar el cuero, además de so- barlo, lo colocan sobre un palo de madera y lo golpean, con otro (GRANADA, Vocabulario rioplatense razonado, 2* edición, página 260. Montevideo, 1890). Lonjear, «hacer lonjas un cuero» (GARZÓN, Diccionario argentino, página 285, Barcelona, 1910). Lonjear, «hacer lonjas, descarnando un cuero fresco y raspándole el pelo »; lonja, «cuero cuidadosamente descarnado y sin pelo» (SEGOVIA, Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos, página 436. Buenos Aires, 1912). La voz lonjear tiene también acepción metafórica en sentido de lastimar, arrui- nar, etc. (1) Sobar, «restregar fuertemente un tiento, cuero u otra cosa semejante para que se ablande o suavice » (GARZÓN, obra citada, página 452). R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO LR palo, operación llamada allá macetear (1), técnica desconocida e otras partes del país. En algunas partes, cuando las botas se haz mojado, se las unta con grasa sin sal y después se las soba. Preparada así la bota se la calza de tal modo, que su entrada gran- de llegue hasta la rodilla y el talón humano quepa justamente en el Figs. 2. — Bota de potro, de cuero de vaca usada por el autor 2 1 corvejón. La entrada pequeña de la bota, muchas veces queda abierta y llega sólo hasta la base de los dedos que quedan al descubierto. Esto debe resultar de varias circunstancias : la región metatarsal de la bota, muchas veces es muy estrecha, ante todo cuando el cuero (1) Esta voz se halla en el Novísimo diccionario de la lengua castellana, París, 1886, con la explicación siguiente: «En las tenerías dar con mazos a las pieles para que se estiren ». En este sentido corre también en la campaña argentina. 188 , BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS es de un animal de raza refinada, y aprieta al pie humano, no obstan- te de mucho sobar, justamente en la articulación metatarso-falan- geal:; o esta última articulación, en el pie humano, es ancha y gruesa y no cabe bien en la parte correspondiente del calzado; además hay que tomar en consideración que estando los dedos desnudos, fácil- mente pueden agarrar los estribos cuando se anda a caballo; los do- madores, por consiguiente, prefieren esta clase de botas. Los estri- bos gauchescos, tienen un área muy pequeña donde apenas cabe la punta del pie, y en aleunos casos, sólo el dedo grande ; individuos pobres que no tienen estribos, ponen el dedo gordo en el lazo de la estribera, hecha de un tiento de cuero crudo; o fijan el cuero que reemplaza la estribera y termina en un nudo, entre el dedo gor- do y el segundo dedo del pie, inmediatamente encima de este nu- do. Este tipo de bota se llama bota de medio pie. Para el tipo más refinado, se arreglan los pliegues de la entrada pequeña y se la en- vuelve bien con un tiento; o para proceder con todo esmero, se cie- rra la entrada con una costura de lonjas. La entrada ancha de la bota llega, como fué dicho, hasta la rodilla o encima de ella; como forma un embudo ancho, de poca resistencia, es menester atarlo abajo de la rodilla con una liga; esta liga, general- mente, es un simple tiento de cuero crudo que también se llama correón o pegual. Ambas voces son españolas; correón, además de la acepción recién indicada que falta en los diccionarios, significa una pieza de la montura, una « correa de unos sí centimetros de largo y 3 de ancho, que estando sujeta a una de las argollas de la encimera, se ha de pa- sar por la argolla de la barriguera para ceñir la montura » (1); pegual, en el sentido de liga para la bota de potro, tampoco está en los voca- bularios que lo describen, de manera distinta, como cierta pieza de recado (2); en Chile, donde se escribe pehual, significa a la sobre- cincha y Lenz ha indicado la voz pediola, del latín vulgar, como ori- gen de pehual (3). Para el traje dominguero, la liga para ajustar la (1) SEGOVIA, obra citada, páginas 413-414. (2) GARZÓN, obra citada, página 336; SEGOVIA, obra citada, páginas 414-445; este autor escribe pegual y no pehual. (3) LENZ, Los elementos indios del castellano de Chile. Diccionario etimolójico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas, página 568. Santiago de Chile, 1904. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 189 bota, es hecha artísticamente por mano femenina, de hilo de diferen. tes colores, en el ejemplar que representamos, de amarillo y verde, tex -— minando cada extremidad en cuatro borlas que deben colgar del cos- tado anterior de la región sub- yodillar (véase figuras 4 y 34) (1). Para que la bota tenga un co- lor uniforme y blanquizco, se prefieren animales cuyo pelo es blanco en aquellas regiones que sirven para el calzado en cues- tión; la diferencia, en realidad, es notable y aquella bota mu- cho más linda. - Nosotros mismos, al usar la ta de potro, hemos notado la estrechez del rústico calzado en de región del empeine; y no pue- de ser de otro modo, puesto que el ángulo formado por pierna y caña en el animal, es distinto del ángulo formado por pierna y pie en el hombre; en el caballo por ejemplo, presenta grandes variaciones, según el garrón, «derecho» o «acodado », co- mo se dice en zootecnia; en el primer caso, pierna y caña for- man un ángulo de más o menos 175%; en el segundo, de 1402 aproximadamente, siendo insig- nificante la flexión al moverse el animal. Es de observar, al mismo Fig. 3. — Liga para sujetar la bota, tejida a ganchito. Mide 109 milímetros en su largu- ra total, y 86 sin las borlas; la anchura es de 3 centímetros. Se la ajusta debajo de la rodilla de tal modo, que las borlas penden del lado anterior. Procede de la provincia de San Luis. (Propiedad del autor.) tiempo, que corvejón derecho y caña delgada, son caracteres de raza fina cuyos representantes, por seguro, no abundan para proveer a un campesino con calzado; eran los caballos ordinarios, de garrón acoda- (1) El historiador López describe a un lechuguino de la época de la independen- 190 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS do y caña gruesa, caracteres a preferir para dar una bota; pero aun así, desde aquellos 1409 que forman pierna y caña del animal hasta los 1009, respectivamente 552 que forma la pierna humana con el pie (extremos entre la extensión y la flexión completa), hay una distancia grande. Al caminar pues una persona con la bota de potro, ha de flexionarse el cuero de ésta más de lo que sucede cuando formaba parte de la extre- midad posterior del equino; se entiende que por tal superflexión, se producen pliegues transversales que bastante aprietan en el empeine de uno, y un refrán popular (véase más adelante) da cuenta del ma- lestar consiguiente. Para salvar en algo tal inconveniencia, de vez en cuando los gauchos de la Argentina abren la bota con un corte longitudinal en la región del empeine; hacen con una alesna, a ambos lados del corte, pequeñas perforaciones y pasan por ellas un tientito de cuero crudo con el cual pueden ajustar, según el gusto individual, «la bota sobre el empeine. No he oído que hayan otros métodos de acomodar la bota al pie. Otras personas me han comunicado que no es práctico abrir la bota a lo largo del empeine, pues entonces puede entrar fácilmente el agua. Para reforzar la suela, en algunos casos (sur de la provincia de Buenos Aires) se ha cosido abajo una planti- la, también de cuero crudo. La bota es un calzado de poca duración; llevándola como cúalquier otro calzado, se gasta en pocos meses; necesita, además, un cuidado continuo que consiste en la ya descripta acción de sobar. Sólo en los casos que la usen los esquiladores durante sus faenas, la bota por el continuo contacto con la lana grasosa de las ovejas, se pone blan- da como un guante de cabritilla. Además, separando de un cuero entero las botas, éste ya no es completo y su valor comercial es des- proporcionadamente reducido. En muchos casos, se ha matado a los cia, el general Francisco Ramírez, fundador de la « República de Entre Ríos », co- mo sigue : «Cualquiera que lo hubiese visto vestido con la bombacha turquí que era de uso general en su pago, prendida al cuerpo por un cinto de cuero curtido y en- Jjaezado con variedad de monedas de oro y de plata, y ligada bajo la rodilla con la vistosa trenza de las botas de potro; sin más sobrepuesto en el busto que el chaleco abierto y la blanca camisa trasparentando el ancho y velludo pecho; con el parduzco chambergo encajado en pañuelos flotantes de vivísimos colores, se hubiera figurado tener por delante un capitán de bachibusuks salido de las ori- llas del Oxus o de algún otro río de Turquestán» (LóPEz, Historia argentina, VI> página 473. Buenos Aires, nueva edición, sin fecha). R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 19] animales sólo con el fin de sacarles las botas, abandonando el res del cuerpo con carne y cuero. Se explica, pues, que el Cabildo de Montevideo, en 1785, prohibió el uso de la bota de vaca (véase página 193 y sig.); parece que en la antigiiedad, tanto el ganado bovino como yeguarizo fué sacrificado de modo igual para proporcionar a la gente campesina aquel abrigo primitivo para pie y pierna. Hoy en día, en la Argentina, el potro es proveedor casi exclusivo para la citada in- dumentaria gauchesca. La bota de vaca es usada, siempre que se pueda, por personas de talla alta, pues basta un vistazo para convencerse que la correspon- diente extremidad del bovino es de mayor diámetro y que su cuero puede albergar el pie grande de una persona alta, con más facilidad que el cuero correspondiente de un equino. La bota de vaca se dis- tingue para el experto en materias de esta índole, por su mayor es- pesor y su substancia esponjosa; es mejor que la bota de potro, que nunca puede volverse tan blanda y suave como aquélla y cuya con- servación en buen estado (sobar, etc.) cuesta mucho más trabajo. Distintivo infalible para la bota de potro es el espejuelo o la castaña, aquella placa córnea situada en la parte superior, externa y algo pos- terior de la caña llamada « pesuña » en la campaña mendocina. « Es- tas son botas de potro, ¿no ve la pesuña? », contestó un paisano a las preguntas curiosas de un extranjero. En la bota usada como calzado, la castaña llega a quedar casi en el medio de la bóveda del pie. El estado social o financiero de un campesino no influye, parece, en el elegir entre bota de potro o bota de vaca; esto dependerá de la ca- sualidad. En lo que no se usa la bota de novillos, toros o bueyes, dé- bese al hecho que los animales machos o capados se venden pronto para el mercado de la ciudad, quedando en el campo, para la repro- ducción, las terneras y vacas. La bota de potro, está condenada a desaparecer del todo, en poco tiempo. Vésela en algunos rincones apartados de Corrientes, Santia- go del Estero, Entre Ríos, Río Negro, de la Pampa Central; rarísi- mas veces en la provincia de Buenos Aires. Yo, en veinte años de viajes y observaciones, la he hallado tres veces, llevada como calzado normal. En las comparsas gauchescas del carnaval, en las calles de Buenos Aires, entre la juventud disfrazada de gauchos y campesi- nO0S, apenas hay un joven quien haya podido completar su traje con 192 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS una legítima bota de potro; la industria carna 'alesca se ha apodera- do, mientras tanto, de este artículo y ofrece con este fin especial un UPA ÍÓNNDOS, E Ai Fig. 4. — El domador José Raposi, de General Alvear (provincia de Buenos Aires) en traje de gaucho, con chiripá. calzoncillos cribados y botas de potro RA calzado alto, con suela, hecho de cuero curtido! (Véase figura S). En el teatro popular que suele glorificar al gaucho, los héroes campes- R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 195 tres, generalmente, tampoco gastan más la bota de potro, reemyp! zándoia con la bota alta, de cuero curtido y tipo militar, conservan do sin embargo el chiripá (véase más adelante). Aleunos domadores profesionales, suelen usarla, pero más bien en espectáculos públi- cos, por indicación del empresario, que por necesidad, pues ellos mismos me han declarado que la bota es «resbalosa» y que hay más facilidad para mantenerse firme sobre el caballo, usando la mo- derna bota militar. Hé ahí nuestras propias observaciones que completaremos en los capítulos siguientes, con datos que se hallan en la literatura. LA BOTA DE POTRO EN EL PLATA Para dar cuenta de la existencia del interesante calzado en los países del Plata, opinamos sea el método más sencillo, reproducir tex- tualmente los tantos párrafos que se hallan en las descripciones de viajes, en artículos novelescos, en diccionarios regionales, ete., arre- elando todo este material en orden cronológico. No parece estar de- más presentar las respectivas citaciones en toda su integridad, pues- to que contienen, al mismo tiempo, muchos datos sobre el traje po- pular en su conjunto, con lo cual quedan completadas nuestras in- vestigaciones sobre el mismo tópico, reunidas en un trabajo anterior sobre el chambergo (1). : Conviene empezar la serie de estos documentos literarios con un artículo de Isidoro De-María que se refiere al año de 1785 (2). La bota de potro (1785) Esto no reza con los currutacos de la vuudad de bota lustrosa, como dijera Otorgués, sino con los campesinos de lazo y bola, de facón y trabuco na- ranjero, de aquellos tiempos de los cimarrones y otras yerbas tradicionales. (1) LeEHnMmaNnN-NITsCcHE, Folklore argentino. 111. Elchambergo. Boletín de la Aca- demia nacional de ciencias de Córdoba, XXI, página 1-93. 1915. (2) Dr-María, Tradiciones y recuerdos. Montevideo antiguo, IV, páginas 25-27. Montevideo, 1895. T. XXI 13 194 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Hasta el año 1785 había sido de uso común en el gauchaje de la campa- ña, la bota de vaca y de ternera para lo cual mataban a destajo vacas y ter- neros para sacarles la piel, que empleaban en hacer las tales botas, con eran perjuicio de los estancieros, que sufrían así la destrucción de sus ga- nados. La cosa pasaba de castaño obscuro, caleulándose en más de seis mil ca bezas anuales, el destrozo de animales en las haciendas. Para contener ese mal, resolvió el Cabildo, en agosto del año 1785, pro- hibir rigurosamente el uso de bota «de vaca y de ternera, ordenando a los jueces comisionados de campaña, procediesen a la recogida incontinente- mente de todas las botas de esa especie que se hallasen, conduciéndolas a la ciudad para ser inutilizadas públicamente por el fuego, quedando abso- lutamente prohibida la matanza de animales vacunos con ese objeto. Es fama que en aquel tiempo se trajeron grandes cargas de ese artículo a la ciudad, con cuyas pieles se hizo un auto de fe, quemándolas en extra- muros, sin temor que los muchachos lo tomaran por fogatas de San Juan y de San Pedro, y armaran a su alrededor una de aquellas de saltos, brincos, gritos y vivas con que las festejaban. El sahumerio, por cierto, no sería con olor a benjuí, sino a cuero quema- do que apesta; pero la providencia del Cabildo se llevó a debido efecto, para contento de los estancieros damnificados, que a lo menos, por ese lado, se ereían libres del pato que pagaban sus vacas a la bota vacuna, ya que no a los robos y otras gangas que sufrían sus ganados en los alarifes que ma- treriaban en la campaña «conduciéndolos continuamente a Río Pardo y Río Grande, amén del saqueo de las casas, el robo de las mujeres, dejando a los sirvientes y esclavos maniatados a los postes, para que no estorbasen sus maldades » (1). El gauchaje le buscó la vuelta a la prohibición de la bota de vaca, ape- lando a la de potro, que era la única permitida por el Cabildo, y las yegua- das empezaron a hacer el gasto, como quien dice, a pagar el pato, para sa- :arles la piel para las tales botas, que al decir de los campesinos, bien sobadas, eran más suaves que las de vaca. La bota de potro, pues, con su abertura en la punta para poder sacar los dedos y horquetearlos sobre el estribo de palo en el que se afirmaba el jinete que la llevaba, reemplazó desde entonces en el uso, a la bota de vaca y de ternera, que no necesitaban de zapatero, viniendo así a generalizarse en el (1) Representación de los hacendados al Cabildo solicitando partidas celadoras de la campaña, de gente apta, que dió origen a la creación del cuerpo de Blan- dengues. pr ds A DAA ¿Aa rl MR AO OS R. LEHMANN-NITSCHE: LA BOTA DE POTRO 195 eriollaje de lazo y bolas con manija, que lo mismo se le sentaban co: al redomón, que bailaban un pericón, si se ofrecía, con la china. Y no digamos que su uso no pasó del siglo pasado. No. Que con bota «de potro andando el tiempo, se florearon los soldados de la Patria Vieja en la: campañas de la Independencia, con el corvo a la cintura y la chuza en ristre por esas cuchillas de Dios, embromando a los enemigos. La resolución oficial del Cabildo de Montevideo, tomada en 1785 y a que se refiere Isidoro De-María, hállase publicada íntegramente en una colección de documentos también por él editada (1); dice el texto como sigue : En la Ciudad de San Felipe y San Tiago de Montevideo a veinte y cinco de Agosto de mil setecientos ochenta y cinco el Cavildo Justicia y Rexi- miento de ella cuios individuos de los que al presente le componemos ha- llandonos juntos en esta Sala Capitular de ntro. Ayuntamiento como lo emos de uso y costumbre con noticia del Sor. Governador de esta Plaza y asistiendo nro. Sindico Procurador General; en este estado el Sor. Dn. Jo- sef Cardoso Regidor Depositario General, a euia instancia se hizo esta Junta dijo : Que la larga esperiencia que le asiste de los abusos que se cometen en las campañas de esta jurisdicion le hizo conocer muchos años ha, que es el mas pernicioso y el que mas destruie los Ganados de este Vecindario el nso de las botas de ternera, ternero o baca que gasta generalmente la gente campestre: siendo lo mas sensible de ver tan entablada la perversa costum- bre de robar y matar una ternera, ternero y baca unicamente con el fin de sacarle la piel necesaria para las Botas que no se hallara estanciero que deje de experimentar mas daño en sus Haciendas por esta Causa que por otra alguna. De modo que aun quando se quisiera decir que no ay en estas cam- pañas mas de mil hombres que usen este calzado, siendo constante que la duración de el nunca llega a dos meses, es consequente que en cada año han de morir y han de robar seis mil cavezas de ganado sin que absolutamente rindan mas utilidad a los ladrones y a los dueños que otros tantos pares de Botas y por cuia razon se aniquila el procreo de estas Haciendas que son unicas en que estriba el fomento de esta Jurisdicion : Siendo de notar que Jamas se vera con esta clase de botas a ningun criador de ganados porque (1) De-María, Revista del Archivo general administrativo o colección de documen- tos para servir al estudio de la historia de la República Oriental del Uruguay, patro- cinada por el gobierno y dirigida por el jefe del archivo, IV, páginas 398-400. Mon- tevideo, 1890. 196 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS les causaria un gran dolor el destruir una res que les cuesta mucho trabajo : solo para aprovechar de ella una pequeña parte de cuero. De todo lo que se evidencia sin la menor sombra de duda que el referido uso de la bota de ternera, ternero o baca es sumamente perjudicial al comun de este vecinda- rio: al paso que seria muy util el que se entablara la bota de Yegua, que es tan buena como la de baca, pues asi se ira destruyendo la mucha yeguada que se mantiene en estos campos con los graves perjuicios que son eviden- tes y notorios a todos los Estancieros. Por todo ello hizo presente dho. Sor. Rexidor que tiene por muy preciso y conveniente el que se prohiva entera- mente el uso de la bota de ternera o baca y que solo se permita el de Ye- gua : Que al efecto despues de publicada dha. probivisión se les pasen or- denes a los comisionados de la Campaña para que en sus respectivos pagos la hagan saber, imponiendo rigorosas Penas a qualquiera indicio que que- brantase tan justa determinacion : Que los mismos comisionados celen el mas exato cumplimiento de ella vaxo de responsabilidad, pues a qualquier de ellas es mui facil al primer golpe de ojo distinguir la bota de yegua de la de ternera o baca : y que para cortar de raiz los graves daños que acarrea este pernicioso abuso se les ordene a los mismos comicionados que cada uno en su partido recoja incontinente las botas de ternera, ternero y baca y que haciendolas conducir luego a esta Ciudad se quemen publicamente extra- muros de ella. Visto lo qual por los demas Sres. Capitulares se conforma- ron en todo con lo expuesto por el Sor. Rexidor Depositario General; y de- terminaron de comun acuerdo se saque copia del presente y se le pase con el corriente oficio al Sor. Governador de esta Plaza para que se sirva dispo- ner tenga camplido efecto lo acordado en esta Junta que firmamos para que conste. Dr. Francisco de los Angeles Muñoz. -—- Vicente de Ocio. — Juan de Echenique. — Joseph Cardoso. Es interesante que un joven platense pudo ampliar, en parte, los interesantes datos de don Isidoro De-María. Prohibido en 1785 el uso de la bota de vaca y de ternera, «los gauchos se dirigieron hacia otro lado y entonces adquirieron la bota de potro. Nos refirió esto un anciano de más de 90 años quien lo había oído de boca de su padre» (1). Continúa Monla Figueroa como sigue: La bota de potro se fabrica con piel de las patas traseras de estos anima- les y la cual se saca intacta. Después de eliminarla de pelos se la suaviza (1) MoONLa FIGUEROA, El gaucho argentino, página 21-22. La Plata, 1912. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 97 aipú (provincia de Buenos Aires), a cabal potro wdos y botas de “Alvear y Juan Pedro Salaverr á, calzoncillos eri > Raposi, de Gener: — Los domadores José 198 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS sobándola continuamente quedando de esta manera blandita cual cabritilla. Ascasubi dice que la bota de potro la usan los gauchos como medias o botas de cuero erudo que las soban todos los días para suavizarlas más (1). Con el objeto de que la bota de potro sea más presentable y dé un lindo golpe de vista, el gaucho prefiere a todos aquellos potros o yeguas de color overo o blanco puro. El célebre naturalista español don Félix de Azara, cuyas observa- ciones datan del siglo xvIH, dice de los gauchos o gauderios (como los lama) que «llevan también botas de medio pie, sacadas de una pieza dle la piel de pierna de potros o terneras, sirviéndoles la corva para talon » (2). Detalles muy interesantes sobre la bota de potro en 1520, encon- tramos en la célebre obra de E. E. Vidal (3). Resulta que en aquella época, había, al sudoeste de la calle de las Torres (hoy calle Perú), la calle central del Buenos Aires de entonces, un mercado llamado de los Indios donde ellos acudían para vender los humildes productos de su labor. Vidal enumera la mannfactura indígena como sigue: Some of their principal manufactures are the following : 1. The poncho, or the outer garment worn by all the country-people of these provinces. It is composed, ete. 2. All kinds of hide-work, consisting of baskets, panniers, whips, lazos, balls, bridles and girths. Excepting the first two, these are generally made with considerable ingenuity and neatness, particularly the whips and bridles of platted strips of hide, interworked with ostrich quills split, and dyed of various brilliant colours. They also plait horse-hair into bridles, of the ut- most elegance and extraordinary strength. 3. Stirrups, of the common sort, made of a piece of wood, bent into a triangle, etc. 4. Plumeros, or dusters, made of ostrich feathers, etc. 5. Boots, of the kind in general use among the lower class of country- (1) Véase página 201 del presente trabajo. (Vota de R. L.-N.) (2) De Azara, Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata, 1, pá- gina 307. Madrid, 1847. (3) VibaL, Picturesque illustrations of Buenos Ayres and Monte Video, consisting of twenty-four views : accompanied with descriptions of the scenery, and of the costumes, manners, $0. of the inhabitants of those cities and their environs, páginas 35-57. London, 1820. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 199 people, made of the skin of the hind leg of a colt, stripped from the uppe: part of the thigh toa little below the bend of the knee, the hair bein: seraped off. The bend of the knee receives the heel, and at the part wher it is cut off below the knee projects the toe, which is put into the stirrup. They are brought in dry and stiff, but are made supple with grease before they are used. La gente de una estancia cerca de San Pedro, provincia de Buenos Aires, se vestía en aquel entonces de la manera siguiente : They bailiffs, master-herdsmen or proprietors, and in general those who can aftord it, wear a doublet, waistcoat and breeches, white drawers, a hat, shoes, and a poncho. Their men, on the other hand, wear nothing but the chiripa, which is a piece of coarse woollen cloth fastened withe a cord round the waist. Many of them are without shirt; but have a hat, white drawers, a poncho, and short boots, made of the skin of the legs of a foal or calf: others use wild cats? skins for this purpose. As they have no barbers, and shave themselves but seldom, and then only with a knife, they gene- rally have very long beards (1). Alcides d'Orbigny describe el traje de los gauchos de la Banda Oriental del Uruguay en 1827, y dice entre otras cosas : ls ont pour chaussure des botas de potro, e*est-a-dire des bottes faites de la peau épilée, mais non tannée, de la jambe d'un cheval et dont le coude forme le talon. Y en nota agrega: Souvent les gauchos tuent un cheval, seulement pour avoir une paire de bottes, qu'ils assouplissent en les frottant dans leurs mains. Los correntinos, que también fueron visitados por el célebre natu- ralista francés, no usaron calzado : Dans les campagnes, les hommes et les femmes vont pieds nus, a bien pen d'exception pres. A la ville, il en est, pour ainsi dire, de méme; toutes (1) IBIDEM, página 76. (2) D'OrBIGNY, Voyage dans Y Amérique méridionale, 1, página 62. París, 1835. 200 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS les personnes qui ne tiennent pas un rang dans la société vont pieds nus. Les sonliers ne sont en usage que depuis tres-peu de temps. On commence cependant a s'en servir généralement ; mais il n'est pas rare de voir une femme assez bien vétue marcher sans en avoir (1). Arsenio Isabelle, de 1830 a 1834, observó lo siguiente : Les bottes de potro sont fabriquées avec la peau, non tannée, de la jambe du cheval, de maniére a laisser les orteils libres ; la courbure de la jambe forme le talon de la botte. D'autres, principalement dans 1”Entre-Rios, se servent de peaux de chat sauvage (botas de gato). Il arrive souvent qu'un gaucho tue un poulain (potro) uniquement pour se faire des bottes. Il gratte bien le poil avee son couteau, toujours tres-aftilé, puis il frotte ses bottes avec les mains, tout en frottant, jusqu'áa ce qu'elles soient assez souples. Avec cette sorte de chaussure, tres convenable d'ailleurs pour un long exer- cice a cheval, ces hommes sont incapables de supporter une longue marche a pied, c'est pourquoi, comme je l'ai observé ailleurs, ce sont les plus vils fantassins du monde ; mais a cheval, cuidado! (2). La bota de potro delos gauchos de Carmen de Río Negro, en 158539, > Eo) ») era la siguiente: Their tiding boots or leggings are made of the hide from the leg ofa horse. This is stripped off and put on the leg while yet green, whee it is suftered to dry, and remain until worn out. They fit very closely to the foot like a stocking. The two largest toes of each foot were uncovered, for the convenience of putting them into the stirrup, which is only large enough to admit them (5). Juana Manso, en 1846, también menciona la bota de potro y el editor la explica como sigue : Calzado rústico hecho de la piel que cubre parte del muslo y antepierna (1) Izrpem, IL, página 384. (2) ISABELLE, Voyage a Buénos-Ayres et 4 Porto-Alégre, par la Banda- Oriental, les missions d* Uruguay et la province de Rio-Grande-do-Sul (de 1830 a 1834), suivi de considérations sur lP'étal du Commerce Frangais a Pextérieur, er principalement au Brésil et au Rio-de-la-Plata, página 322. Havre, 1835. (3) WILKES, Narrative of the United States exploring expedition during the years 1838, 1839, 1840, 1841, 1842, 1, página 99. Philadelphia, 1846. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 201] del animal caballar, viniendo a servir el ángulo que forma la rótula de talón. Esta parte la descarna el gaucho de la membrana que forma la de- mis, dejándola en la parte que ha de servir de suela : después la soba tanto hasta dejarla débil y suave como una cabritilla (1). El poeta Hilario Ascasubi, conoce desde luego la bota de potro, y un párrafo de su obra es interesante pues en él se relata que aquel calzado, diariamente tiene que ser repasado o sobado para no perder su suavidad. Dice Ascasubi en una de sus poesías (2) : «.. lerdón Vega anduvo al levantarse ; De modo que al recordarse Bostezando, un cómarrón Tomó al dir a persignarse Y al punto que sus devotas Oraciones concluyó, Todo se desperezó, Y entre sobando las botas Al fogón enderezó. En nota léese lo siguiente: Las botas que usan los gauchos, las hacen sacándoles entera la piel de las patas hasta más arriba de los garrones a los potros y yeguas, y esa piel la usan como medias, o botas de cuero crudo, que las soban todos los días pa- ra suavizarlas más. En su novela Caramurú, escrita en el año 184s, don Alejandro Magariños Cervantes, describe el indumento del gaucho oriental de aquella época, y dice, entre otras cosas, lo siguiente : (1) Manso, Los misterios del Plata. El Fogón, primer periódico eriollo, Monte- video [1* época], año II, número 58, octubre 11 de 1896. (2) AscasuBtr, Santos Vega o los Mellizos de La Flor. Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina (1778 a 1808), página 45. París, 1872. él una chaqueta de grana bordada con trencilla negra : un pañuelo de espu- 202 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Cuando el viento levantaba el halda de su poncho, distinguíase debajo de Fig. 6. — Los domadores, José Raposi, de General Alvear y Juan Pedro Salaverry, de Maipú (provincia de Buenos Aires), con chiripá, calzoncillos cribados y botas de potro milla formaba el chiripá, liado por la cintura a guisa de saya, recogidas las puntas entre los muslos para poder montar a caballo, y sujeto al cuerpo por. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO un tirador, especie de canana de piel de gamuza, de la cual pendía un ex me puñal de vaina y cabo de plata : anchos calzoncillos de finísimo lienzo. adornados en los estremos con nn gran fleco o crivao, resguardaban sus pier- nas, y descendiendo hasta los tobillos, ocultaban a medias unas espuelas de plata colosales, y las blanquecinas botas de potro formadas con la piel sobada de este animal. Dichas botas, partidas en la punta, dejaban al des- cubrimiento los dedos de los pies para asegurarse mejor en los estribos, de forma triangular y tan pequeños, que apenas daban cabida al dedo prin- cipal (1). El traje campesino, usado en la República Oriental del Uruguay, en la mitad del siglo XIX, era el siguiente: Las costumbres en la campaña eran las mismas del tiempo de la Indepen- dencia: en lugar de avanzar en civilización, el país había retrocedido con la guerra de nueve años. No se veía en las secciones rurales un pantalón ni una bota fuerte, sino el traje campesino primitivo llamado bota de potro y ehiripá. Los montes asilaban a los hombres que habían tomado la vida errante, y se denomina- ban matreros. Las policías estaban en estado embrionario ; uno que otro co- misario celoso de sa deber perseguía a los matreros, constante amenaza de los propietarios que empezaban a reunir sus haciendas (2). Los viajeros naturalistas en la mitad del siglo XIX, mencionan inte- resantes detalles sobre la bota; Burmeister escribe : Den Fuss liisst der gemeine Gaucho gewóhnlich unbekleidet, oder er zieht darauf einen ledernen Strumpf, aus dessen offener Spitze nur die Zehen hervorragen. Einen solchen Strumpt, bota de potro genannt, macht sich der Gaucho selbst aus der Haut der Pferdebeine, welche beim Abziehn des Felles oben am Rumpfe abgesehnitten wird ; er weicht sie im Wasser, bis die Haa- re heruntergehn, und zieht sie nun nass iiber seinen Fnss bis zur Wade hinauf, sie darauf trocknen lassend. Der fest angeschmiegte Strumpf bleibt (1) MAGARINOS CERVANTES, Novelas. Caramaurú, novela histórica original. La tida por un capricho, episodio de la conquista del Río de la Plata, 4% edición, página 4. Buenos Aires, 1865. — IDEM, Caramurú. Biblioteca de la Prensa Asocia- da, número 20, página 22. Buenos Aires, 1906 (contiene sólo el principio de la novela). (2) Cuestas, Nuestra campaña después de 1852, apud ARAUJO, Nuestro país, pá- gina 194. Montevideo, 1895. 204 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS sitzen (1), bis er zerrissen ist und vom Fusse fállt. Wohlhabende Gauchos tragen hohe Stiefel nach Europiischer Art, die Einen von gelbem ungefiirb- ten Leder, die Andern von schwarzem : aber gewichst werden sie nicht und sehen darum stets etwas ruppig aus. Ein ungeheuer grosser, teils eiserner, teils silberner Sporn, der auf eine hinten angebrachte runde Scheibe sich stiútzt und ein Rad von 3-4 Zoll Durchmesser mit starken aber stumpfen, úber 1 Zoll langen Stacheln trágt, ziert den Fuss, selbst den nackten und fehlt nie, wenn er auch oft nur an dem einen Beine gesehen wird. Ohne diesen Sporn geht der Gaucho nicht auf die Reise; er muss den Klang hóren, und ebenso sein Pferd oder seine Mula, die durch das bestándige Geklirr zur Ausdauer angefenert wird; eine Musik, welche namentlich beim Gehen fir gebildete Europáische Ohren bald ganz unertraglich wird (2). En 18561, el gaucho, sobre el modelo del gaucho entrerriano, fué deseripto por el célebre Paolo Mantegazza en la forma siguiente : Il gaucho detesta per instinto l'agricoltura, industria e tutto cio che lo obliga a lavorare in piedi o a star seduto. Egli € quindi carnivoro per eccellenza. Il suo vestito e foggiato tutto quanto per rendergli piu comodo il suo modo di vivere. 1 calzoni lo stringono, la cravatta lo opprime; egli ha bisogno di aria e di liberta. Fende nel mezzo una pezza di panno e passandola per il capo ha una specie di pianeta che chiama poncho: un” altra tela (chiripd) gi avvolge le reni e cade in ampie pieghe sulle coscie, lasciando nude le gambe, che vengono coperte da botas de potro, o calzari non con- ciati fatti dalla pelle delle gambe del cavallo. Questo vestito elementare del gaucho non ha bisogno ne di cucíture, ne di tagli artistici; el e il piu sem- plice, il pia comodo che si possa improvvisare, non avendo a propria dispo- sizione che una stoffa qualunque e un coltello. Questo foggia di vestito argentino fu poi modificata dalle mode europee, che lentamente si vanno infiltrando in ogni luogo a dimostrare l'influenza livellatrice onnipossente delle razze dominanti; ma contro l'introduzione del calzone l'argentino (1) Aquí falta un detalle importante. La bota una vez amoldada sobre el pie, tiene que ser sacada y sobada:; sino aprieta la piel humana tan fuerte como un torno. (Nota de R. L.-N.) (2) BURMEISTER, Reise durch die La Plata-Staaten, mit besonderer Riicksicht auf die physische Beschaffenheit und den Culturzustad der Argentinischen Republik. Ausgefiihrt in den Jahren 1857, 1858, 1859 und 1860, I, página 123-124. Halle, 1561. ed AS > + R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 205 e 4 «lella campagna lottera a lungoe prima di abbandonare il suo pa - passeranno ancora aleuni secoli (1). Y, E Thomas J. Hutchinson, F. R. G. S., F. R. $. L., F. E. S., ete. des- «eribe el traje gaucheseo como sigue: The gaucho dress is peculiar: a poncho, which is placed over the head by a hole in its centre, and which falls over the body to the hips. This is often of a very gay pattern, especially on Sundays and holidays. The lower - garment is a curious combination of bed-gown and Turkish trousers, named calzoncillos : it is bordered by a fringe, sometimes of rich lace, from two to six inches in depth. Enormous spurs form part of the toilette. | saw a pair on a gaucho at the estancia of my friend doctor Perez, that measured seven inches in diameter. These were of a larger size than those mentioned by Mr. Darwin in his Journal of Researches, describing the Beagle's voyage ] ound the world, and which he saw in Chile, measuring six inches in the same direction as aforesaid. The boots for working purposes are “made of untanned hide, but those for holiday dress are often of patent leather with bright scarlet tops. Many of the gauchos wear purple or yellow handkerchiefs over their heads, inside the sombrero, and others have wide belts around their bodies, that are glistening with silver dollars tacked on. The costume of a gaucho is, however, only complete when he is on horseback with the bolas, the lazo, and a knife at his girdle. Un compatriota de Mantegazza, el naturalista P. Strobel. bien co- nocido en Buenos Aires donde actuara como profesor universitario. escribe: Aus Fell verfertigt sich der Gaucho seine Botas de potro oder Stiefel, besser wohl Striimpfe, von der nicht gegerbten, zasammenhingend abgezo- genen Haut des Fusses und des unteren Teiles des Beins eines Pferdes oder eines Fiúllen, potro, oder auch eines Ochsen. Sie sind nicht genáht, sondern an den Fiissen und Beinen desjenigen der sie triigt, gedórrt. Zwei oder mehr Zehen ragen nackt daraus hervor. Der Gaucho kann sie nicht mehr amsziehen und triigt sie also aus (3). (1) ManTEGAzZzA, Rio de la Plata e Tenerife. Viaggi e studi. 2% edizione, página 69. Milano, 1870. (2) HurcHixsoN, Buenos Ayres and Argentine gleanings, whit extracts from a aliary of Salado Exploration in 1862 and 1863, página 53. London, 1865. (3) STROBEL, Beitráge zur vergleichenden Ethnologie. Zeitschrift fir Etlmologie, 1, 206 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Las observaciones de José A. Fontela, hechas hace 50 años en el sur de la provincia de Buenos Aires, según comunicación personal, son importantes por la terminología para distinguir los diferentes tipos de la bota de potro: Hace medio siglo, usábase la bota de potro, peluda o lonjeada, de medio pie, o ligada en la punta; la espuela de hierro o plata con monstruosa roda- ja; el tamango más o menos rústico; el culero protector, para trabajos de a pie con el lazo; la copa de freno, de exagerado diámetro, términos inter- mediarios entre la barbarie y el estado de cultura general muy adelantada que alcanzó el país en un período brevísimo (1). El héroe de un poema de Julio Figueroa, guarda sus monedas en la bota: Me refalé en una bota Las monedas y renguiando Anduve hasta que dejuro El garrón me desoyaron. .-. en cuanto pude Pisar juerte, lijerazo Me saqué de entre las botas Las monedas que he citado, Las cuales dejuramente El garrón me desollaron (2). En la yerra anual que suele tomar el carácter de una fiesta campes- tre, el gaucho hace gala de su indumentaria : página 119-120. 1870. — Siento que no he podido encontrar ejemplar del Viaggi nel Argentina meridionale effetuati negli anni 1865-1867, Parma 1868/69, publi- cado por el mismo Strobel. Las indicaciones de Strobel no son del todo exactas; los campesinos me han asegurado que es indispensable sobar la bota; sino se ajusta tan fuerte al pie, que es imposible aguantarla. (1) FonTELA, [Narraciones rioplatenses, insertadas en el] Catálogo general de la Botica central homeopática de Fontela y Compañía, página 57. Montevideo, 1910. (2) FIGUEROA, Las carreras de Lanuz y los piratas del Porteña, página 28, 30. Montevideo, 1873. — En la edad media era costumbre, llevar dinero en las botas. (Véase pág. 289.) R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 207 Cuanta pileha lujosa compone el apero del gaucho, sale a tomar el al con esta circunstancia. P Ponchos de vicuña, chapeaos de pura plata, calzoncillos con flecos, botas de potro bordadas en el empeine (1), lazos trenzados de veinte y cuatro, en fin todo aquello de más rico, más raro y más apreciado que existe en el paisa- no, entra a desempeñar su rol en aquellos días de algazara (2). Eduardo Acevedo Diaz, en la Aclaración de algunas voces loca- les usadas en esta obra [la novela: Nativa], para mejor inteligencia de los lectores extraños al país, explica la voz bota de potro, como sigue : Calzado del gaucho de antaño Como lo indica su nombre, fabricábase con la piel de potro bien sobada y distendida, muchas veces hasta adquirir la flexibilidad de la cabritilla. Estas botas estaban abiertas en sus extremos, para dar salida a los dedos ; y, aunque blandas, requeríase para su uso cierto cuidado y baquía a fin de no desollarse la epidermis. De ahí la locución local: «no es para todos la bota de potro ». El progreso de las costumbres las ha desterrado con las grandes « naza- renas »; y difícilmente se hallaría hoy nn campero que las llevase ni en los valles más solitarios de la sierra de los Tambores (53). Detalles interesantes hallamos en una de las obras del tradicio- nista Martiniano Leguizamón a quien tenemos el agrado de dedicar la presente monografía (4): Bota de potro El calzado de cuero sin eurtir del gaucho antiguo. Se hacía con la piel sin pelos y perfectamente sobada como una cabritilla que sacaban de las patas traseras del potro, eligiendo los animales de pelaje blaneo u overo para que la bota resultara más vistosa. La bota fuerte de suela y la fea (1) Nunca hemos oído hablar de este detalle. (Nota de R. L.-N.) (2) LYNCH, La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capital de la República, página 37. Buenos Aires, 1883. (3) AceveDo Díaz, Nativa, página 490. Montevideo, 1894. (4) LEGUIZAMÓN, Recuerdos de la tierra, página 255-256. Buenos Aires, 1896. 208 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS alpargata han desterrado casi totalmente la bota de potro de antaño con las lloronas nazarenas de los domadores. Refiere el historiador y tradicionista oriental don Isidoro De-María, que la bota de potro sólo empezó a usarse después de 1785, pues hasta ese año había sido de uso común en el gauchaje la bota de vaca y de ternera para la cual mataban a destajo tan gran cantidad de animales, que el Cabildo resolvió prohibir rigurosamente el uso de ellas, las mandó recoger por los jueces de campaña, y las hizo destruir por el fuego en los extramuros de la ciudad. Pero los gauchos le buscaron la vuelta a la prohibición apelando a la bota de potro, — que era la única permitida — y desde entonces las yeguas co- menzaron a hacer el gasto, proveyendo de ese peculiar calzado que no nece- sita zapatero, y con el cual nuestros campesinos formaron entre los soldados de la Patria Vieja, en las campañas de la Independencia con el afilado corvo a la cintura y la chuza en ristre! (1) La bota de potro, descripta por el padre Carbajal como típica de la Patagonia, ya nose ve allá, excepción hecha de algunos parajes apar- tados de la cordillera, como pude informarme allá mismo en 1915: La bota de potro facevasi col cuoio crudo della coscia del potro senza aprirsi; la parte corrispondente al tendón de Aquiles (tendine di Achille) serviva di taceo o tallone; il resto copriva il piede; le gambe erano poi coperte colla parte corrispondente alla coscia del potro. Tutto toglievasi intiero senza taglio di sorta, si mollificava e rendeasi morbido con grasso, rovesciavasi come un guanto passando il pelo dentro, e si calzavano senzlaltro, lasciando fuori le dita del piede come i guanti mozzi. La parte superiore legavasi con una cordicella di cuoio sotto il ginoe- chio: lo sperone di ferro era un ornamento che mai dovea separarsi dalla bota de potro (2). Otra documentación literaria tomada de una novela de costumbres populares, es la siguiente : , Segundo Rodríguez se llamaba el usufructuario de la tierra y la hacienda; y era el tal un gigante que, parado en el interior del rancho, no tenía nada más que estirar la mano para tocar la « cambrera ». Para hacerse unas botas (1) Véase el artículo original de Isidoro De-María, reproducido en las páginas 195 a 196 del presente trabajo. (Nota de R. L.-N.) (2) CarBaJaL, La Patagonia. Studi generali, 1, página 347. S. Benigno Cana- vese, 1899. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 209 — que no sé por qué se llamaban y siguen llamándose de cuero de potro — necesitaba las piernas de un novillo corpulento, y tenía que sacar la piel desde muy arriba, de cerca de la « capadura » (1). Vayan al fin las siguientes explicaciones sin encabezamiento espe- cial: Botas de potro — el cuero de las patas de un animal yeguarizo, sin cut- tir, apenas sobado, con una sola costura que da en la punta (2) del pie (3). La bota del potro, hecha por el paisano mismo, es de cuero crudo sobado que queda en extremo suave; se saca — ya con la forma del pie — de las patas de un animal yeguarizo; generalmente se elige para eso un potrillo de año y medio de edad, cuyos garrones sirven para resguardar el talón y lo demás para las piernas — a modo de medias que el paisano no suele usar — cubriéndole las pantorillas (4). Botas de potro, subst. fem. El cuero de los miembros posteriores de la yegua (por lo general), sacado sin cortarlo longitudinalmente. La parte que corresponde al talón del animal será el talón de la bota, la caña es la por- ción de tibia o pierna, y el pie corresponde al [meta ftarso. Por lo común, los dedos quedan de fuera ; pero si se quiere que el pie esté encerrado, como entre una media, se toma más porción del cuero tarsal. Esta última forma es muy rara, cuando más la usa el gaucho; pero el indio que estribaba con el dedo gordo, con frecuencia sobre un nudo, necesitaba los dedos libres. Estas botas se sobaban bien y suavizaban y las conservaban más untándoles grasa de potro. Por la parte superior se aseguraban con ligas, simples tien- tos, o cintas tejidas con hilos de colores por las chinas (5). Botas de potro. Clásico calzado del gaucho porteño que ya tiende a des- aparecer al influjo de la civilización europea. Es la piel de los ijares de una yegua o potro desjarretado, que se va sacando como se descalza un guante, resultando de la forma y amplitud de una bota, aunque con la punta cot- tada, motivo por el cual los que usan ese calzado, llevan desnudos los dedos del pie. Las botas de potro más apreciadas son las de color blanco, y por eso los potros « cuatralbos » eran los preferidos (6). (1) De VIANA, Guri, página 206. Montevideo, 1901. (2) En el original, por error, planta. (3) SomLe, Chavela (Novela histórica argentina), página 125. Rosario, 1903. (4) ALars, Libro criollo (Costumbres nacionales), página 86. Buenos Aires, 1903. (5) HoOLMBERG, Lin-Calél. Poema, página 316. Buenos Aires, 1910. (6) Bayo, Vocabulario de provincialismos argentinos y bolivianos. Retue hispani- IDE 14 210 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Junto al corral en que relinchan los mejores tletes del pago, chisporrotean los fogones calentando las marcas. Y los paisanos, perseguidos por las jóve- nes cebadoras de mate, que lo mismo les alargan un cimarrón que «el frasco » para que maten el bicho [la lombriz]...: ensillan, apretando bien adelante la cincha ; los enlazadores, recogen hasta la rodilla el chiripá, y aseguran con la liga las botas de potro: arrojan el poncho resueltos y se arremangan; vuelven el culero hacia el lado con que sustentan la estirada; y de un solo brinco se sientan en el basto, y hacen rayar el bruto para cono- cer su rienda; finalmente, arman el lazo, lo rebolean y lo tiran lejos, para arrollarlo después quitándole los dobleces. NoTas : chiripá : Manta que pasan por entre las piernas y la sujetan en sus extremos a la cintura; es del tamaño de un poncho, y de paño merino o de algodón de colores. — botas de potro: Se hacen del cuero sin abrir que sacan de las patas traseras del animal; la parte del garrón sirve para los talones. Una vez sacado el pelo, se le sobaja hasta que queda suavísimo como cabritilla. Se prefiere el color blanco. — culero : Tirador, del que pende un cuero hasta más abajo de las nal- gas, y que sirve para dejar jugar el lazo cuando enlaza de a pie (1). Envolvió [el gaucho| sus pantorrillas y pies con un cuero de potro, fres- co, dejándose libre los dedos, de absoluta necesidad en el uso del caballo : esperó que dicho cuero secase sin retobar, es decir, sin oprimir sus miem- bros, y nació la bota de potro. Los vocabularios publicados dan definición errónea de esta palabra [reto- bar]. Dicen : «cubrir o forrar una cosa con cuero fresco », y no es eso, sino el hecho de que ese cuero resulte estrictamente adherido a la cosa después de seco, con cuyo objeto se coloca fresco o remojado si ha sido seco; esto en el caso de una cubierta fija. La bota de potro es un forro o cubierta mo- vible, se hacía con cuero fresco, pero se dejaba secar sin que se produjera el retobo. Los derivados están también mal definidos en esos vocabularios (2). Bora. Bota de potro. Arg. [voz que corre en la Argentina en esta acep- que, XIV, páginas 288-289. 1906. — IDEM, Vocabulario eriollo-español sudameri- cano, página 36. Madrid, 1911. (1) SURÍGUEZ Y ACHa, En la Pampa. Narraciones gauchescas de la República Ar- gentina, página 24. Buenos Aires-Milán, 1908. (2) Ross1, Teatro nacional rioplatense. Contribución a su análisis y a su historia, página 101. Córdoba, 1910. — Rossi se refiere al artículo retobar del dicciona- rio de T. Garzón. (Véase la nota siguiente.) R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 211 ción]. Como su nombre lo indica, es la que se hace de cuero de potro: dex una abertura, por donde asoman las puntas de los dedos. También llegan » hacerse del cuero de otros animales, pero siempre mucho más delgado y fle- xible que el del becerro. || Bota granadera. Arg. En cast., bota de montar, y también bota fuerte. Este último nombre corre también en la Argentina. || No ser para todos la bota de potro, frase figurada y familiar. Arg. Daa entender que hay papeles u ocupaciones para los cuales carecen. algunos de aptitudes (1). Bota de potro, f. Especie de bota de cuero crudo, sobado, que, a imita- ción de los indios Tehuelehes, usan algunos hombres de campo, peones generalmente, a cuyo objeto sacan el cuero entero de la pierna de un potri- llo. Las más vistosas suelen ser de pelo blanco u overo. En Río Grande del Sur, botas de potro o perneira y en Chile sumeles. Aunque blandas, las botas de potro requieren para su uso cierto cuidado y baquía, a fin de no desollarse la epidermis. De aquí la conocida locución : no es para todos la bota de potro. || Bota fuerte. La que es hecha de suela y cuero curtido (2). Aunque la costumbre de usar la bota rústica, ha llegado, con los conquistadores, del Mundo Viejo (como lo comprobaremos mas ade- lante), aquellos indios que viven en contacto continuo con los gau- chos, la han adoptado, siempre que disponen de los animales domés- ticos para proveerse de lo indispensable. Ya al principio del siglo XvIHtt, los Tehuelche de la Patagonia, descriptos por el jesuíta Falk- ner, se calzaban con la bota de yegua o potrillo : Tanto los hombres cuanto las mujeres usan una especie de botas o me- dias, fabricadas del cuero de muslo y pierna de yeguas o potrillos, bien des- carnado de toda grasa o nervio interior, que después de oreado ablandan con gordura, lo suavizan a fuerza de sobarlo, y en seguida se los calzan sin cos- tura y sin darles forma (3). El capitán Musters, en su célebre viaje a la Patagonia, efectuado (1) GARZÓN, Diccionario argentino, página 68. Barcelona, 1910. No hemos re- producido los comprobantes literarios que cita el autor. (2) SeGOVIa, Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos, página 418. Buenos Aires, 1912. (3) FALKNER, Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur, página 112. Biblioteca Centenaria, I. Buenos Aires, 1911. — El original inglés apareció en 1774. 212 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS en 1869, también encontró la bota de potro como parte de la indu- mentaria tehuelche: Sus botas o borceguíes de potro se hacen con la piel del corvejón de caba- llo, y a veces con la de la pata de un puma grande, estirada hasta la rodilla y atada alrededor del pie. La llevan así durante uno o dos días hasta que la piel toma la forma del pie y luego se la corta junto a los dedos y se le cose amoldándola. Cuando se gasta la suela o cuando el tiempo es muy húmedo o nevoso, se usa además chanclos de cuero, y las huellas que éstos dejan son tan grandes realmente, que sugieren la idea de pies de gigante; esto explica en parte el término patagón que los descubridores españoles aplica- ron a estos indios. En el campamento rara vez usan las botas, por razones económicas, aunque salir descalzo a pisar el pasto helado de la madrugada es cosa desagradable hasta para un Tehuelche; pero el material de la bota se gastaría pronto si se usara ésta para caminar. Para cabalgar se las ase- gura con ligas, hechas de fajas tejidas de vistosos colores, o lo que es de rigor para los jefes, de cuero y con grandes hebillas de plata (1). Musters agrega a su descripción un dibujo que reproducimos en la figura 7. Eso de la liga de cuero con hebilla de plata, tiene su origen en la moda de los caballeros del siglo XVIL-XVIL. Hay que distinguir, pues, dos tipos de calzado tehuelche : la bota de potro, tomada de los gauchos, y otro tipo igualmente rústico que Musters no detalla, pero que sin duda es idéntico al tamango usado hoy en día todavía por los Onas, que representan la ramifica- ción fueguina de los Patagones. El antiguo Patagón usaba como cal- zado «pedazos de cuero cosidos con tendones y cuyo interior se lle- naba de paja >» [Pigafetta, 1520], pero, a mediados del siglo xv1IH, fué substituído por el cuero de las extremidades del caballo («bota de potro ») [Bougainville, 1771; Viedma, 17850] (2). Los Onas hoy en día todavía usan, según observaciones personales y la descripción de Carlos R. Gallardo (3), el «cuero de cualquiera de las cuatro patas (1) MustERs, Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no fre- cuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el Río Negro, página 264. Biblioteca Centenaria, I. Buenos Aires, 1911. (2) Outes, La edad de la piedra en Patagonia. Estudio de arqueología comparada. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, XII, página 257. 1905. (3) GALLARDO, Los Onas, página 266. Buenos Aires, 1910. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO del guanaco, abriéndolas, al cuerear el animal, por la parte interior, a fin de dejar entera la exterior, que es la parte en que el cuero se pre senta más gruesa. Si no hay cuero de las patas, las mujeres los hacen con el de otra parte del animal. El cal- zado es igual para hombres y mujeres. » Resulta así un pedazo rectangular de cuero que los indios se colocan bajo la planta del pie, con el pelo para afuera; pasando después, por algunas perfora- ciones hechas en el borde, un tientito de cuero también de guanaco, se lo ajustan el cuero rectangular alrededor de la gar- ganta del pie, que alcanza un tamaño no- table. Yo mismo he visto en la Tierra de Fuego que esta clase de abarca fué lle- nada de pasto seco antes de usarla. En algunos casos deseriptos por Mus- ters, el Tehuelche combinó, pues, ambos tipos de calzado: la bota de potro, de origen europeo, con la abarca, de origen americano. El uso de la bota de potro, por parte de los Tehuelche, data sin duda del pri- mer tercio del siglo XvHt, época en que É Fig. 7. — Bota de un cacique Tehuel- «comenzaron a usar el caballo, impor- — che, Patagonia. (Musters, obra ci- tado, sin duda, de las regiones septen- "tt Mig. 3) trionales » (1). Del mismo modo que los Tehuelche, también los Araucanos de la Pampa y de Chile han adoptado de los gauchos, sus vecinos y muchas veces compañeros, la bota del caballo, cuya carne comen. Yo mismo he sido informado que en la Pampa Central y en la par- te occidental y remota del territorio del Río Negro (en Ftaruin [Cancha grande], paraje cerca de Elcui, departamento Nueve de Ju- lio, y en la sierra Treneta, por ejemplo), los Araucanos usan todavía (1) OuTEs, La gruta sepuleral del cerrito de las Calaveras. Anales del Museo Na- cional de Historia Natural de Buenos Aires, XXVII, página 395. 1915. 214 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS con cierta frecuencia este calzado primitivo, con el pelo por fuera. Los Araucanos de Chile se calzan el pie desde tiempo reciente, quedando la mujer araucana descalza : Ninguna, dice Guevara (1), ha podido adoptar el calzado, hoi de indis- pensable uso entre los hombres acomodados i en particular entre los caci- ques. Sin embargo, vale advertir que el uso del calzado entre los Araucanos es de tiempos recientes. En lo antiguo emplearon unas sandalias llamadas quelle ; posteriormente las botas de pierna de caballo, curtida [?], que deno- minaron sumel. Es pues caso aislado cuando una indiecita de la tribu de los Arau- canos Ranqueles visitados por Lucio V. Mansilla, usaba botas hechas del cuero de gato montés; reproducimos el párrafo correspondiente, que al mismo tiempo comprueba que «bota de potro », para los eseri- tores argentinos, ha llegado a ser término técnico, empleado también para el caso que el material del calzado sea distinto : La chiquilla había sido vestida con su mejor ropa, con la más lujosa ; era un vestido de brocato encarnado bien cortado, con adornos de oro y enca- Jes, que parecían bastantes finos. A falta de zapatos, le habían puesto unas botitas de potro, de cuero de gato. La civilización y la barbarie se estaban dando la mano (2). A la fantasía del poeta se debe probablemente la bota hecha del cuero de huaimul y usada por el araucano Calel, héroe de un poema escrito en 1570; reproducimos los correspondientes versos como mera curiosidad bibliográfica : Sus pies pequeños adorna Con las botas recién hechas (1) GUEVARA, Psicolojía del pueblo araucano, página 108. Santiago de Chile, 1908. (2) MaxsILLAa, obra citada, H, página 246. — Es de notar que al principio del siglo pasado, los gauchos de la campaña de Buenos Aires y Entre Ríos, usaban de yez en cuando botas hechas del cuero del gato montés. (Véase los párrafos de Vidal e Isabelle, reproducidos en las páginas 199 y 200 de muestro trabajo.) LES AA R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 215 Con las pieles de gaimules Que ha cogido en la pradera (1). Nosotros opinamos que la bota usada por los indios de Chile y de la Patagonia, es costumbre tomada de los primitivos españoles y sus descendientes. Es, pues, sumamente curioso que los indios Hurones, de Norte América, también la usan, empleando el cuero del alce. Dice el párrafo a que nos referimos (2): Four distinet types of footwear occur: the common puckered moccasin, with or without ankle flaps and upper extensions ; the same with a T shap- ped seam on the toe, on account of which this is called the <« bull nose » : the lower hind leg of the moose tanned with the hair on and sewed across the toe where the hoof has been cut off; and another, quite different from the preceding in having a sole separate from the upper, the latter in two pieces, one reaching from the heel to the line of the toes, the other covering the toes. The latter has the buskins attached and long lacings which are strung through a loop at each side infront. La reproducción fotográfica que acompaña las líneas recién copia- das, no deja la más mínima duda que el tercer tipo, es aquel cuero del alce que corresponde a pierna, corvejón y caño. ¿Cómo resolver este problema ? No puedo informarme, si entre otros indígenas de Norte América, suele usarse aquella parte del cuero del alce para calzado. Bien puede ser que sí, pero por el mo- mento sólo hay comprobación para los Hurones. Ellos entonces, ¿tomaron esta costumbre de los blancos recién llegados, tal vez de los cazadores peleteros (trappers) que andaban calzados del Leder- strumpf? ¿la han inventado ellos mismos? Ahí queda planteado el problema. Nosotros, personalmente, opinamos lo último, y considera- mos el caso como de convergencia, de paralelismo. (1) LAMARQUE, Caleliyan. Romance histórico. Siglo XVITI. En PurG, Antología de poetas argentinos, IX, página 174. Buenos Aires, 1910. (2) SpECckK, Notes on the material culture of the Huron. American Anthropologist, N. S. XITI, página 212, figura 22. 1911. 216 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS LA BOTA DE POTRO EN CHILE (BOLIVIA) Y EN EL BRASIL En Chile, debe existir todavía la bota de potro, aunque serán con- tados los años de su existencia. Llámase en Chile hasta la fecha tam- bién zumel, voz de origen desconocido para los lexicólogos de aquel país. Hé aquí algunos datos : Zumeles, chilenismo mase. plar., botas que se fabrican de una sola pieza, extrayendo el cuero de la pierna del animal antes de enfriarse (1). Zumél, mase. jeneralmente plur. zuméles, voz vulgar, usada entre la ¡jen- te baja (el dialecto propiamente tal) rara vez usada por personas instruídas — botas de los indios i de los arrieros arjentinos i gauchos, hechas de un pedazo de cuero de caballo o vacuno de la pierna, que se moja i se deja se- car en el pié, de modo que se amolda a su forma. Comunmente se llaman sólo «botas de potro». || Echeverría [y Reyes, Voces, ete, p.] 244. Variantes: chumél y umél. Esta forma ha salido del plural los zumeles >> los umeles >> un umel. juméles (Talca). Etimología: La palabra zumel se usa con el mismo significado entre los mapuches: no sé si es de origen mapucheo tal vez de la pampa (tehuelche). No está en los diccionarios mapuches (2). En lo que hace a la etimología de la voz zumeles, suponemos nos- otros que es corrupción de la palabra castellana jumelas, «término de la mecánica : Dos piezas de madera o de metal, perfectamente iguales y semejantes, que se hallan en las más de las máquinas e ins- trumentos; y especialmente sirven para sostener los husillos en las prensas, o los mastiles, o árboles en las naves.» (Diccionario de la Academia, 1* edición.) La palabra jumelas, ha de haberse extinguido, pues falta en las ediciones del diccionario desde la 4* edición. Sé perfectamente bien, que no puedo comprobar, por medio de citacio- nes literarias, que en una época, la voz jumelas o masculino jumeles, haya significado también un par de botas pero los diccionarios de la lengua castellana dejan algo que desear. En el vecino idioma francés, la misma voz (jumelles), significa cuatro o cinco clases de objetos que siempre se presentan en pares; no hay pues nada de particular si en (1) Echeverría Y ReYEs, Voces usadas en Chile, página 244. Santiago, 1900. (2) LeNz, obra citada, página 780. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 217 algun dialecto español del siglo XVI, jumeles haya sido término popu- lar para las rústicas botas. El cambio de j en s, es fenómeno frecuen. teen América; jilguero, por ejemplo, en el lenguaje gauchesco del Río de la Plata, se ha transformado en silguero (1), ete. En Talca, Chile, se ha conservado todavía la verdadera forma : jumeles. Trasladándonos a Bolivia, puedo presentar un solo comprobante que es el siguiente : Un arrullo en romancillo fué recogido por Ciro Bayo en Vallegran- de, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Su origen español queda com- probado por el mismísimo Merlín, el famoso encantador; el romanci- llo no comprueba, pues, la existencia de la bota de potro en Bolivia, pero sí que es importante como único documento de que la voz haya sido usada, antiguamente, en España. El arrullo en cuestión es como sigue: Dormíte mi hijito! Si no te dormís, Vendrá por los aires El señor Merlín: En un potro moro Cogido a la crín, Con botas de potro, Poncho carmesí, El lanzón en ristre, Ginete hacia aquí. Bartolo, Bartolomé, ¡Ay, qué miedo me da a mí! Calláte, hijito, calláte Que no te oiga Merlín (2). (1) Observaciones propias, confirmadas ampliamente por la literatura popular y gauchesca, por ejemplo, HERRERA, Décimas pal capataz de El Fogón. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, Montevideo, 2? época, año IV, número 149, diciem- bre 7 de 1901 : Viejo silguero oriental Que cautiva con su trino... (2) MENÉNDEZ PIDAL, Los romances tradicionales en América. Cultura española, TI, página 102. 1906. Bayo, Poesía popular hispano-americana. Romancerillo del Plata. Contribución al estudio del romancero río platense, páginas 79-80. Madrid, 1915. 218 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La costumbre de usar la bota de potro en el Brasil, sea en Río Grande do Sul, sea en las «provincias del norte», resulta de los ar- tículos, insertados en los vocabularios que se ocupan de los brasilenis- mos. Interésanos especialmente conocer la voz portuguesa para sig- nificar el calzado primitivo, perneira, palabra que en la forma per- nera, también existe en elidioma castellano y según el Diccionario de la Academia, dice lo mismo que pernil en su tercera acepción, o sea «parte del calzado o pantalón que cubre cada pierna». No hay moti- vo para dudar de que actualmente, en España, pernera tiene el signifi- 'ado que le da la Academia; pero resulta con evidencia que antigua- mente, significaba el primitivo calzado en conjunto, o sea la llamada bota de potro. Los párrafos aludidos son los siguientes: Perneira, s. f. especie de bota de couro erú garroteado, que os cavalleiros usam no campo, e que tiram inteirica da perna do potro; pelo que tambem chamam botas de potro (1). Perneiras, subst. fem. plur. (provincias do Norte), especie de calcas de couro cortido, de que usa o sertanejo, quando monta a cavallo, em servico pecuario (2). Perneiras, subst. fem. plur.: o mesmo que botas de couro de potro, por serem feitas com o couro tirado das pernas do potro. O couro é extrahido inteiro e com a forma das pernas do animal e, depois de convenienteménte amaciado, toma a forma da perna e do pé do campeiro, que era antigamente o que usava esse calcado, hoje por assim dizer extincto. Os domadores de potro usavam perneiras, que tambem eram fabricadas com couro de terneiro, e bem assim calcavam uma bota cortada no peito do pé denominada bota a meio pé, mui util aos domadores, porquanto com os dedos dos pés livres fir- mam-se mais facilmente nos estribos. Etymologia: derivado de perna (5). Perneira, subst. fem., especie de bota de couro crú, que tiram inteirica da perna do potro e que immediatamente enfiada se amolda á perna do ca- valleiro (4). (1) CORUJA, Collecgao de vocabulos e frases usados na provincia de S. Pedro do Rio Grande do Sul no Brazil, página 25-24. Londres, 1856. — Reproducido por BEAU- REPAIRE-ROHAN, Diccionario de vocabulos brazileiros, página 110. Río de Janeiro, 1889. (2) BEAUREPAIRE-ROHAN, Diccionario, etc., página 110. (3) CorrÉaA, Vocabulario Sul Rio-Grandense, página 157-158. Pelotas, 1898. (4) TescCHAaUER, Porandvba Rio-Grandense. Investigacoes sobre o idioma fablado no Brazil e particularmente no Rio Grande do Sul, 11, página 11. Porto Alegre, 1903. R. LEHMANN-NITSCHE: LA BOTA DE POTRO 219 LA BOTA DE POTRO, SUPLEMENTO: EL CHIRIPÁ Agregamos como suplemento, datos relacionados con el chiripá que con los calzoncillos eribados y la bota de potro, completa el cuadro tí- pico de la época de antaño. Domingo F. Sarmiento, en la segunda mitad del siglo XIX, dice: El uso del poncho en el pueblo llano ha debido mahtener el traje indio reducido a cubrir la desnudez de las carnes, bastando la camisa para el bus- to y sobrando los calzones, que no se usaron entre la gente blanca sino bra- gas hasta la rodilla con hebillas, prescindiendo de todo ello el pueblo me- diante el más ligero de todos los tejidos de algodón blanco, que llamaron por eso calzoncillo, y el chiripá, pedazo de tela de lana informe, envuelto a la cintura (1). El chiripá cruzado es invención guaraní que no alcanzó a la falda de los Andes, poblados por chilenos. Hasta 1831, el arriero sanjuanino que viaja- ba pa bajo, es decir, Buenos Aires, usaba sombrero de pelo forrado en hule, aunque hiciese el mejor tiempo, pantalón angosto sajón o verde botella, de- Jjando ver un flequito del calzoncillo, bota fuerte, y pañuelos de seda a pro- fusión, visible la mitad de cada uno en el bolsillo o la espalda, y la cabeza la cinen con una corbata negra (2). Una viajera de la misma época describe los indígenas, probable- mente araucanos, que hallara en la ribera del Paraná; fijese que ha- bla del chilipa (con acento grave) y no del chilipá : Les attitudes de ces Indiens sont magnifiques. Un peintre pourrait les dessiner sans y rien changer, et faire un admirable tableau. Deux grandes piéces d'étoffe de tissu de laine les drapent á merveille. L*'une, enroulée et relevée dans la ceinture, forme la chilipa, sorte de pantalon bouffant ; Pau- tre, drapée sur les épaules et nouée sur la poitrine, sert de manteau : a la ceinture pendent les bolas. Le couteau est placé, au dos, selon la mode du (1) SARMIENTO, La nación soberana. Obras, XX1L, página 337-338. Buenos Ai- res, 1899. (2) SARMIENTO, Guerra civil. Obras, IL, página 29. Buenos Aires, 1900. 220 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS pays... Sur la téte, un étroit mouchoir plié en bande, soutenant les cheveux et attaché derriere (1). Richard Arthur Seymour dedica al ehiripa (sic, y no chiripá) aten- ción especial : The native dress consists of a loose pair of calzoncillos, or drawers, worked at the bottom, and edged with fringe, above which is worn a garment ca- lled a chiripa, in shape like a shawl; the two ends of this are fastened with a sash round the waist, the middle part hanging down like a bag, and for- ming a sort of very loose trowsers. The chiripa, which may be made of any sort of materials, such as wool, cotton, alpaca, or cloth, is of bright co- lours, woven in stripes, but the kind generally considered the smartest is made of black cloth edged with scarlet, and looks very well over a pair of white calzoncillos, with a red shirt above it. Patent leather boots with red or green tops are worn on great occasions, but on ordinary days boots of untan- ned leather, made from the skin of the hind legs ofa mare, are much used. Los diccionarios que contienen la palabra, la explican como sigue : Chiripá, m. — Pieza de género, cuadrilonga, la cual pasada por entre los muslos y asegurada a la cintura con una faja, hace las veces de pantalón para la gente del campo. Antiguamente, hasta hace pocos años, era el chiri- pá prenda inseparable del campesino : hoy lo va dejando por la bombacha, ya muy generalizada. Dos o tres varas de bayeta, seda o cualquier otra tela forman el chiripá, que se envuelve alrededor de la cintura, unas veces a guisa de saya, otras recogido entre los muslos para montar mejor a caballo. El chiripá está suje- to por una banda o tirador, especie de canana donde el gaucho guarda los avíos para fumar, el dinero, ete., y que sirve además para colocar atravesa- do el enorme cuchillo, comúnmente de vaina y cabo de plata, su compañero inseparable, que no abandona en ninguna ocasión ni circunstancia, y tan afi- lado que, según se expresa Azara, puede un hombre afeitarse con él. (D. Ale- jandro Masariños Cervantes) (3). * o (1) Beck BerNarD, Le Rio Parana. Cinq années de séjour dans la République Argentine, página 183. Paris-Geneve-Neuchatel, 1864. (2) SEYMOUR, Pioneering in the Pampas, or the first four years of a settlers expe- rience in the La Plata camps, second edition, página 107. London, 1870. (3) GRANxaba, Vocabulario rioplatense razonado, página 113. Montevideo, 1889. Idem, 2% edición, página 197-198. Montevideo, 1890. — MAGARIÑOS CERVANTES, R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 291] Chiripá. — Pieza de género cuadrilonga (el poncho muchas veces), que pasada por entre las piernas y asegurada en la cintura, substituye a la bom- bacha. Según este modo de usarlo se le llama a la porteña (o sea argentina) : a la oriental se dice cuando se sujeta adelante sin pasarlo por entre las pier- nas (1). Chiripá. — Manta cuadrilonga de algodón o paño que usa el paisano en vez del pantalón. El nombre es indígena y viene a no dudarlo de las siguien- tes voces quichuas : chiri, frío, ppacha, la ropa o vestido, y chach, eubrir, lo que nos daría : ropa para cubrir el frío. Recuerdo que el erudito don Andrés Lamas conversando un día sobre etimologías indígenas me aseguró que la palabra era quichua y significaba más o menos <« para cubrir ». Según el es- eritor M. A. Pelliza, el vistoso chiripá no se usó en los primeros tiempos y sólo figura como traje característico del gaucho desde 1780, pues anterior- mente usaba un ancho calzoncillo de lienzo adornado con flecos y eribos y un corto pantalón que no pasaba de la rodilla. (El país de las pampas.) Con este último traje presentó Ascasubi a los gauchos del siglo pasado que figu- ran en su Santos Vega, edición de París, 1872. Sin embargo, la palabra es a todas luces indígena (2). Agregamos que Pelliza en la obra citada por Leguizamón, dice tex- tualmente como sigue (3): El vistoso chiripá no se usó en los primeros tiempos, y puede asegurarse que como traje característico no figura sino desde 1780 adelante, según se explicará en lugar oportuno en esta historia. Estudios históricos, políticos y sociales sobre el río de la Plata, página 318-319. Pa- rís, 1854. — AZARA, obra citada, I, página 307. GARZÓN, Diccionario, ete., página 157-158, se sirve de los datos recién reprodu- cidos para hacer creer que hayan dos clases de chiripá, uno usado al estilo de la pollera de mujer (el chamal de los araucanos), y otro donde la parte de atrás es levantada, entre las piernas, hacia adelante y fijada en su borde por el tirador. Es sin duda la misma manta, usada casi siempre del segundo modo, para mayor comodidad en el andar a caballo y para abrigar el cuerpo contra el frío (chiripa, voz quichua, — para el frío). Véase más adelante el artículo « chamal », repro- ducido del diccionario etimológico de R. Lenz. (1) FERNÁNDEZ Y MEDINA, Cuentos del pago (novelitas uruguayas), página 268. Montevideo, 1893. (2) LEGUIZAMÓN, Recuerdos, ete., página 266. (3) PELLIZA, El país de las pampas. Descubrimiento, población y costumbres 1516- 1780, página 195. Buenos Aires, 1887. 222 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Desgraciadamente, Pelliza ha quedado debiéndonos la explicación prometida. Chiripá. — Vocablo guaraní [!] generalizado en la República desde el co- loniaje. La vida precaria de la colonia obligó a sus primitivos moradores a substituir las ropas usadas hasta entonces, de confección vistosa, por otras más baratas. Las rudas faenas de la vida pastoril, exigiendo una más am- plia y cómoda indumentaria, no fueron sin duda extrañas al cambio. El es- tado próspero de la colonia hizo después, que lo que empezó por ser humil- de prenda de vestir, se convirtiera en costoso artículo de lajo. Desde enton- ces el rico paño en lana de vivos colores y ribeteado de rojo y celeste, substituyó al ponchillo de pacotilla, relegado a más humildes servicios (1). Chiripá, s. m., es quichua ; en araucano chamal. Aunque va desaparecien- do, todavía usan muchos paisanos el chiripá. En general consiste de una tela rectangular más o menos gruesa, de la que se asegura primero un ex- tremo con la faja y por atrás en la cintura ; luego, por debajo de las pier- nas, se hace pasar el resto, y entonces se asegura también el otro borde por delante (2). Chiripá, s. m. Pieza de tela o paño que usa la gente del campo en vez de los pantalones (53). Chiripá. Del Guaraní [sic]. Especie de zaragielles que llevan por panta- lón los gauchos (4). Chiripá (voz de origen quichua), m. Ropa consistente en un pedazo cua- drilongo de género, el cual pasado por entre los muslos y asegurado a la cintura con una faja, hace las veces de bombacha entre la gente de campo. ¡| Los indios patagones lo usaban de cuero. Se le usa también envolvién- dolo alrededor de la cintura y piernas a modo de enaguas, sin pasarlo antes entre los muslos (chiripá liado). Hoy va siendo reemplazado por la bomba- cha y el pantalón. Chilenismo. || Gente de chiripá, es la campesina y sin cultura (5). (1) MUNIAGURRIA, Flores del monte. Verso y prosa. página 178-179. Corrientes, 1908. (2) HOLMBERG, Lin-Calél, etc., página 321. (3) Díaz SALAZAR, Guía práctica ilustrada del español en la Argentina, página 100. Buenos Aires-Barcelona, 1911. — El vocabulario se publicó también en edi- ción separada bajo el título : Díaz SALazar, Focabulario argentino, página 29. Buenos Aires-Barcelona, 1911. (4) MoLixa NabaL, Focabulario argentino-español y español-argentino, ete., pági- na 15. Madrid, 1912. (5; SEGOVIA, Diccionario, etc., página 425. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 223 R. Monner Sans dedica al chiripá todo un capítulo del cual extrace- tamos las siguientes líneas : La palabra chiripá no consta en el diccionario oficial de la lengua espa- nola. Salvá la define diciendo: « Pedazo de bayeta con que la gente pobre de Buenos Aires y Montevideo se cubre desde la cintura hasta más abajo de las rodillas. » Protestando de mi respeto y admiración por tan distinguido y erudito filólogo, he de decir que esta vez no acertó en la anterior definición. El diccionario de don Nicolás María Serrano registra también la palabra y si bien la define con más amplitud y exactitud que Salvá, no da todavía de ella una idea clara y precisa, quizás porque sólo conociera la prenda por referencia. De todas las definiciones que conozco, la mejor es, a mi entender, la que da don Daniel Granada, en su Vocabulario rioplatense razonado. Dice así : [sigue el artículo ya reproducido]. El chiripá fué, según entiendo, una substitución de los calzones. Tanto porque en otro tiempo escaseaban los sastres, cuanto porque los continuados ejercicios ecuestres gastan mucho los pantalones, fuéronse éstos abandonan- do, reemplazándolos por la aludida prenda, más económica y quizá más có- moda. Chiripá, según mis informes, viene del quichua, en cuyo idioma chiri sig- nifica frío, y chiripac (dativo en la declinación de este nombre) para el frío. Aún hoy se ven en este país gentes con chiripá, sin que sea verdad que esta prenda fuese antes y aún en la actualidad de uso exclusivo de los po- bres (1). El origen quichua de la palabra en cuestión, queda comprobado por Samuel A. Lafone Quevedo : Ohiripá. Pedazo de tela del tamaño de un poncho que se usa encima de los calzoncillos, pasado por medio de las piernas y asegurado de atrás y adelante a la cintura por una faja, formando así un pantalón improvisado. Etimología : Chiri-pae ; pace, para ; chiri, el frío (2). (1) MONNER Sans, Minucias lexicográficas. Tata, tambo, poncho, chiripá, ete., ete., página 23-26. Buenos Aires, 1896. (2) LAFONE QUEVEDO, Tesoro de catamarqueñismos, página 104. Buenos Aires, 1898. 224 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Don Godofredo Daireaux, en sus tipos y paisajes criollos, no se ol- vida del chiripá: El chiripd Argentinos no llevan calzones, Pero llevan su buen chiripá, Con un letrero que dice : ¡ Libertad, libertad, libertad ! Así cantaba, hace ya alrededor de treinta años, un morenito que entonces tenía cinco o seis años, repitiendo con graciosa convicción ese ingenuo y patriótico canto, aprendido en la escuela. Como es que me ha quedado en la memoria, no sé; pero nunca he podido ver un chiripá, sin acordarme del morenito de ojos relucientes y de su can- cioncita. Y realmente que es muy argentino el chiripá, o más bien dicho era, pues va va desapareciendo, dejando el lugar a la bombacha y al vulgar pantalón de gambrona. El chiripá, pintoresco atavío del gaucho; de paño negro»para el criollo acomodado, hacendado, que lo usa a ratos, por costumbre vieja, y lo va de- jando poco a poco ; de tela liviana de algodón, vistosa, con rayas coloradas o verdes, azules y blancas, para los mortales menos afortunados ; de tela fuerte, azul obscuro con cruces blancas, pampa, para algunos vascos rancios, que miran la moda con desprecio. ¿ De dónde salió el chiripá4? Autores graves lo dan como indígena, signi- ficando la palabra para cubrir, y aseguran que apareció como a fines del si- glo pasado. No puede haber duda que sea indígena, pues en ningún país europeo se ha usado jamás, desde los tiempos históricos, semejante prenda, y aunque se hubiera usado en Europa, ningún sastre la hubiera introducido, pues no se necesita arte ni tijeras para confeccionar esa personificada negación de la sastrería. ¿Cómo nació ? Cuentan que así fué : Los indios usaban poncho ; a caballo, el poncho les tapaba todo el cuer- po y parte de las piernas desnudas: a pie, siempre estaban en cuclillas, y el poncho los tapaba enteritos. La primera vez que un jefe indio tuvo que acercarse a los cristianos, los vió tan vestidos, que al apearse, con solo el poncho puesto, se avergonzó de su desnudez, y quitándoselo de las espaldas, se lo ató en la cintura. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 225 Cundió la moda, y de los indios pasó a los cristianos. Si non é vero, é ben trovato, como dirán los argentinos de la generación venidera. Pero si siguen éstos con la moda del chiripá, le habrán cosido bolsillos, que siempre, hasta hoy. le han faltado (1). Tan sólo por motivos bibliográficos agregamos las siguientes líneas: El chiripá era casi siempre del paño que fabricaban ellos mismos [los gauchos], pues aprendieron de los indios el tejer y el teñir la lana del gua- naco con la cual hacían preciosas mantas y otros objetos muy necesarios. El chiripá no es nada más que una manta de forma cuadrada y carece por completo de costuras. Esta manta cuadrilonga es doblada sobre las piernas y así replegada se ciñe a la cintura por medio del culero o tirador. Es muy simple esta pieza de la indumentaria del gaucho y con mucha fa- cilidad podía arreglar su vestimenta. Casi siempre llevaba un chiripá con listas coloradas como rociado con sangre (2). Los dos datos siguientes, también se refieren a las repúblicas del Plata : Ricardo Palma (3) cita la palabra chiripá, con la explicación : « Prenda del vestido de los gauchos », sin otros detalles. Un detalle pintoresco encontramos en el diccionario de Ciro Bayo que, desgraciadamente, no indica la procedencia exacta de las voces tratadas : Chiripá. Pretina que por una extremidad se rodea a la cintura y pasando la otra por entre las piernas, se vuelve a ceñir por delante, sujetando las dos puntas (4) con una faja o cinturón. Es el pantalón o zaragúelles del (1) DAIREAUX, Tipos y pasajes criollos, primera serie, página 79-81. Buenos Aires, 1901. — Reproducido en DAIREAUX, Costumbres criollas, página 114-116, Biblioteca de La Nación, volumen 665. Buenos Aires, 1915. (2) MoNLaA FIGUEROA, El gaucho argentino, ete., página 19-20. (3) Parma, Dos mil setecientas voces que hacen falta en el diccionario. Papeletas lexicográficas, página 69, 298. Lima, 1903. (4) No es cierto ! las dos puntas tienen que quedar colgantes, como lo exige la coquetería gauchesca. (Nota de R. L.-N.) 17 XXI : 15 226 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS gaucho porteño y prenda muy cómoda para el trabajo rural ecuestre, ade- más que es de fácil hechura y de pronto lavado, sin que pierda los colores chillones a que tan aficionado (1) es el gaucho. Gente de chiripá, gente campesina. — Santo Cristo de la Petrina. Se venera en una iglesia de la ciu- dad boliviana de La Paz, y viste un chiripá terciopelo recamado de adornos. Cuentan que un argentino forastero acostumbraba hacer limosna todas las noches a un pobre que encontraba siempre en el mismo sitio. Cierta noche muy fría que habiendo perdido en el juego hasta el último centavo no tenía nada que darle, quitóse el chiripá y se lo dió al pobre. A la mañana siguien- te se vió al Cristo de la iglesia vestido de chiripá. Creyendo el sacristán que era burla sacrílega, trató de quitárselo pero no pudo conseguirlo. Dió parte a la comunidad, el vecindario se conmovió y en un momento acudió inmenso gentío al lugar del suceso. En él figuraba el argentino, que al punto reconoció en el chiripá del Cristo el que había dado al pobre. Contó el su- ceso ; hiciéronse pesquisas para buscar al pobre, pero no encontrándole, to- dos cayeron en la cuenta que se había operado un milagro (2). Para el Brasil, hay muchos diccionarios que citan el chiripá como prenda del campesino : Chiripá. s. m. baéta encarnada que os peáes usam trazer ao redor da cin- tura. O Sr. Dr. J. A. do Valle Caldre Fiáo, no seu romance O Corsario, mais de uma vez escreve chilipá (5). Chiripá, s. m. (R. Gr. do 8.) baéta encarnada que os peáes costumam trazer ao redor da cintura (CORUJA). Corresponde na forma á tanga dos afri- canos, e á julata dos Guaicurús de Matto-Grosso. Devo, porém, fazer obser- var que os peáes do Rio Grande usam do chiripá sobre as calcas; entretanto que os Africanos, os Guaicurús e outros aborigens de Matto-Grosso serven- se aquelles da tanga e estes da julata como unica roupa. || Etym. E* voca- bulo da America hespanhola (VALDEZ) (4). Chiripá, subs. m.: vestimenta usada pelos pedes de estancia on campo- nezes, que consta de uma peca quadrilonga de fazenda (metro e meio), a qual, passando por entre as pernas, é apertada á cintura em suas extremi- (1) No es cierto ! (Vota de R. L.-N.) (2) Bayo, Vocabulario de provincialismos, etc., página 343-344. — IDem, Vocabu- lario eriollo-español, etc., página 79 ; en esta última edición quedó suprimida la mitad del artículo desde « Cuentan que ... ». (3) CORUJA, Colleegao de vocabulos e frases, etc., página 11. (4) BEAUREPAIRE-ROHAN, Diccionario, etc., página 47. ' R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 2 dades por uma cinta de eouro ou por um tirador. Para fazer o chiripá póde-se empregar e usa-se generalmente um poncho de pala (1). E* voc. da America Hespanhola do Sul. Hoje é poueo usado, sendo mais acceito na Republica Argentina. O Visconde de B. Rohan engana-se redondamente quando diz que os peáes rio-grandenses usam o chiripá sobre as calcas; pois é justamen- te para substituir estas que usam o chiripá, que vae, náo sobre as calcas, e sim sobre as ceroulas sendo que alguns nem ceroulas usam, apenas vestem o chiripá (2). Chiripá, s. m. baeta encarnada que os peáes costumam trazer ao redor da cintura (3). El uso aún raro de la vestimenta primitiva en Chile, queda com- probado también por los diccionarios : Chiripá. — Mas que de Chile es éste un provincialismo propio de la Repú- blica Arjentina, donde según el señor Salvá, denota un « pedazo de bayeta con que la jente pobre de Buenos Aires y Montevideo se cubre desde la cin- tura hasta más abajo de las rodillas. » Más exacto habría andado nuestro autor si en vez de Buenos Aires y de Montevideo hubiese dicho : en la cam- paña de la República Oriental y en las pampas argentinas ; y eso in illo tempore. En Chile solo los araucanos (i no todos) usan para cubrirse de una pieza de vestido semejante, que llaman, sirviéndose de una palabra de su propia lengua, chamal. El ehamal no es de bayeta de Castilla, sino de la misma tela, tejida en el país, de que se hacen los ponchos (4). Chiripa, f. —o chiripá, m.—lit. 1. el «chamal» (véase s. v.) de los indios cuando lo llevan levantado por entre las piernas hacia adelante a modo de pantalones, por encima de las charahuillas (véase s. v.) [calzones | [| 2. a veces = chamal en jeneral. RODRIGUEZ, [ Diccionario de chilenismos, Santiago 1875, pág.] 165. Los dos formas no son mui usadas en Chile; en el Sur i entre indios se conocen. La forma chiripá es muy usada en las Repúblicas del Plata, pues esta prenda de vestir es característica para los gauchos i campesinos hasta (1) Pala, s. f. O poncho ehamado de pala é de fazenda mais fina que o de bi- chará, e com as pontas arredondadas ; é mais leve, mais curto, e va campanha é considerado como trajo mais decente (CORUJA, obra citada, pág. 21.) (2) CorrÉa, Vocabulario Sul Rio-Grandense, etc., página 56. (3) TEsCHAUER, Poranduba Rio-Grandense, etc., página 10. (4) RODRÍGUEZ, Diccionario de chilenismos, página 165. Santiago, 1875. 228 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Río Grande (cp. BEAUREPAIRE, 47). En los últimos años se está perdiendo de uso; cp. GRANADa, 197, LAFONE, 104. También se dice ehiripál 1 chiri- pao vulgarmente entre los cuyanos. Etimología: La palabra aunque conocida hoy porlos mapuches es de ori- gen quechua. Lafone da la etimología indudablemente correcta de chiri-pac « para el frío »; ep. MIDDENDORE [ Wórterbuch des Runa Simi oder der Ketshua-Sprache, Leipzig 1890, pág.] 354. Nota. — Chiripa, f. en el sentido de buena suerte, esp. hacer una chiripa, también dar un chiripazo, tentar la buena fortuna, arriesgar algo, es mul usado en Chile. Creo que esta palabra que está en todos los diccionarios cas- tellanos, es el mismo vocablo americano que como término de jugadores ha- brá llegado a España. El paso del significado de «ponerse la chiripa » = abrigarse contra el frío, ponerse a su gusto, tener buena suerte, no sería di- fícil de esplicar. Chamal, m. —lit. —el paño grande negro que usan indios e indias para cubrirse desde la cintura (las mujeres desde los hombros) abajo. Los hom- bres levantan a menudo la parte de atras por entre las piernas hacia ade- lante i afírmanla con el cinturon. En esta forma se llama en Chile chiripa (véase esto), en la Argentina chiripá... Etimología : mapuche, FEBRÉS: chamal o chamall la manta de las indias con que se eubren todo el cuerpo, a modo de sotana, i aun a nuestra sotana tal vez la llaman ellas chamal (1). Tomás Guevara (2), el conocido araucanista, describe las prendas del vestuario mapuche como sigue : El traje de lana del araucano ha evolucionado en el curso de los siglos. Primero no difería mucho del que llevaba la mujer: una manta y el chamal que caía desde la cintura hasta más abajo de la rodilla. Después el chamal se eruzó por debajo de las piernas y se amarró en la cintura (chiripá), to- mado sin duda de las tribus pehuenches, del oriente. Agregó los calzoncillos (charahuilla). Ahora el mapuche principia a reemplazar el chiripa por un pantalón ancho, atado al tobillo, que llama charahuilla. El traje de la araucana se distingue al presente por su sencillez y unifor- midad para todas las edades y estados. El chamal, retazo de género burdo de lana tejido por ella misma o comprado en el comercio del que se llama « Cas- (1) LENz, obra citada, páginas 305-306, 244. (2) GUEVARA, Psicolojía, etc. páginas 107-108. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 229 tilla », le envuelve el cuerpo desde los sobacos, sostenido por los hombros con una amarra hasta cerca del tobillo. Una faja de lana, el trarihue, lo aprieta en la cintura. La iculla, especie de chal del mismo género, prendido al cuello con el tupu, cae sobre los hombros y la espalda. Excepcionalmente llevan algunas, camisa corta de lienzo. La voz chiripa (con acento grave) significa según el diccionario de la academia, en el juego de billar, suerte favorable que se gana por casualidad y en sentido figurativo y familiar, casualidad favorable. En el mismo sentido corre en la Argentina. No me explico de donde deduce el siguiente párrafo Latzina (1): Chiripa. Vocablo quichua que se emplea cuando se observa lluvia con sol, v cuando se habla de algo extraordinario. Los alemanes dicen en tales oca- siones, lluvia con sol, que el diablo se aparea con la diabla. No debe con- fundirse chiripa con chiripá, que es una prenda de la indumentaria gauches- ca y reemplaza al pantalón. El uso de la palabra chiripa, en el sentido tratado por Lenz, puede comprobarse también para Río Grande del Sud en el Brasil: Chiripa, subs. f. : casualidade no bilhar e outros jogos; o facto de ganhar por casualidade ou sahir-se bem em qualquer assumpto. E” yoc. castelhano. Chiripear, v. intrans.: ganhar ou fazer bóas tacadas, por casualidade e nao por conhecer o jogo de bilhar; acertar por casualidade em qualquer assumpto. Chiripento, adj. : feliz por casualidade e náo por saber o jogo; protegi- do da sorte. Estes dois ultimos vocablos derivam-se de chiripa, sendo que chiripear é voce. castelhano com a primeiro accepcao acima. Chiripero, adj. : o mesma que chiripento. E” palavra da lingua castelhana com essa mesma significacao (2). Nosotros podemos agregar algo al tema que nos ocupa. Hemos observado unas pocas veces el chiripá, como parte de la vestimenta (1) LArzIxaA, Diccionario geográfico argentino. Suplemento que contiene las edicio- nes, correcciones y ampliaciones aplicables a la tercera edición de dicha obra, reunidas en los nueve años subsiguientes a la aparición de la misma, página 204. Buenos Aires, 1908. (2) CorrÉa, Focabulario, ete., página 56. 230 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS gaucha, una vez, por ejemplo en Vedia, provincia de Buenos Aires; era un anciano que tenía un chiripá de paño azul. A lo largo del bor- de había una bordura blanca cuyos costados externos terminaban en zic zac; bordados en blanco estaban también las iniciales del pro- pietario; los ángulos anteriores, algo redondeados; el individuo no había levantado la parte posterior del chiripá, entre las piernas por delante, como se hace al andar a caballo. El anciano Milla Luan, que vive a orillas del Río Negro, en la Pri- mera Angostura y a quien visité en febrero de 1916, es el último en aquellos pagos que usa el chiripá, siempre hecho por sus hijas; pa- ga hasta 25-30 pesos por el paño, negro exclusivamente; los bordes están dobladillados con la máquina de coser; las dimensiones de un ejemplar que he medido, son 186 a 142 centímetros, correspondiendo el costado corto a la cintura. Hemos podido comprobar que en el oeste del país hasta la provin- cia de San Luis, se dice chiripa (palabra grave), es decir con la pronun- ciación que corresponde al idioma quichua y que es la generalizada en Chile; en la provincia de Buenos Aires, sólo se pronuncia chiripá (palabra aguda). Corresponde, pues, el primer tipo (que también se halla en los libros de los primeros viajeros recién reproducidos) a la pronunciación original, es decir quichua, mientras que la transmisión del acento a la última sílaba, es debida, sin duda, a la influencia del idioma guaraní. El plural de la palabra chiripá, para los escritores argentinos, es chiripáes (1). La palabra chiripá ha sido empleada dos veces en el título de dra- mas criollos; en 1896, el oriental Orosmán Moratorio, bajo el pseu- dónimo de Julián Perujo, publicó un juguete cómico en un acto y tres cuadros, intitulado : Pollera y chiripá (2); algo más tarde, el ar- gentino don Enrique García Velloso, El chiripá rojo, drama lírico en un acto (3). No cabe la más mínima duda que el chiripá es vestido adoptado (1) VARELA, Traducción castellana de: Lariam, Los estados del Río de la Plata. Su industria y su comercio, página 31. Buenos Aires, 1867. (2) Publicado en £l Ombú, semanario criollo, Montevideo, año I [único], nú- meros 35-40, páginas 450-453, 462-464,475-477. 1896, (3) Publicado en forma de libro de (2) 33 (1) páginas. Buenos Aires, 1911. ¡7 R. LEHMANN-NITSCHE: LA BOTA DE POTRO 93 por los gauchos según la moda indígena. Los araucanos lo usan o usa- ban, lamándolo chamal; hoy en día, los indios autóctonos del Cha- co, de vez en cuando envuelven su cuerpo caderas abajo, con un pon- cho que atan con una liga alrededor de la talla, cayendo el poncho entonces como pollera de mujer (observaciones propias, hechas sobre los Matacos). Así andan también, muchas veces, los gauchos (chiripá a la oriental, etc., pág. 221). Al andar a caballo o para facilitar los movimientos de las piernas, la parte posterior de tal « pollera », es levantada, entre las piernas hacia adelante y arriba para ser fijada debajo del mismo cinturón con que se sujeta, alrededor de las caderas, aquella prenda de vestir (chi- ripá en sentido propio; o a la porteña). La costumbre de abrigarse los hombros con un rectángular pedazo de género, caderas, muslos y piernas, hállase no solo en América, si- no también en otras partes del mundo, en Asia por ejemplo, y debe pertenecer a aquella categoría de invenciones comunes a la humani- dad entera (ideas elementares, según A. Bastian). Terminamos este intermezzo « chiripesco » con algunas estrofas de una canción popular, intitulada : «A mi china » cuyo autor, sin duda uruguayo, nos quedó desconocido cuando la fijábamos, en 1905, para nuestra colección fonográfica de canciones populares; en esta colee- ción, que actualmente se conserva en el archivo fonográfico del ins- tituto psicológico de la universidad de Berlín, para ser estudiada, oportunamente, por especialistas en materia musical, lleva los núme- ros 29 y 95. Reproducimos las cinco primeras estrofas, entre ellas las que representan una apología del chiripá : Al mundo me echó mi madre En el pago del Casupá (1), Sin más amparo que el aire, Mi caballo y mi ehiripá. Voy errante como el ave, No sé cual es mi camino, (1) Casupá, arroyo en los departamentos de Minas y Florida, República Orien- tal del Uruguay, conocido por una batalla en que el coronel Manuel Lavalleja fué derrotado por el general Rivera (septiembre de 1839). — Según ARAUJO, Dic- cionario geográfico del Uruguay, página 162. Montevideo, 1910. 232 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ni tampoco sé el destino Que el soberano me abre. Más no temo que habrá En mi pecho adversidad, Yo teniendo mi caballo, Mi china y mi chiripá. La selva es mi habitación, Los ríos mi paraíso, Y todo lo que Dios hizo Fuera de la población. Me verán cruzar el llano Con la sonrisa en los labios, Dicha que envidian los sabios Al más humilde paisano... El autor de este trabajo no sabe contestar al poeta campestre y se rinde, incondicionalmente, ante el sentimiento triunfante del hombre primitivo... LA BOTA DE POTRO EN REFRANES Y LOCUCIONES POPULARES De algunas locuciones familiares, relacionadas con la bota de potro, la más popular en toda la Argentina, es la siguiente: ¡ No es para todos la bota de potro ! El poeta oriental don Alcides De-María, conocidísimo er el mundo de los literatos campestres por su pseudónimo Calixto el Ñato o El Viejo Calixto, empieza con este refrán una pequeña composición, intitulada : Criollas (1) : Refrán como cualquier otro Pero muy lindo a la vez (1) De-María, Criollas. La Pampa Florida, revista social, humorística, dedi- cada al bello sexo y a la tradición nacional, Las Flores [provincia de Buenos Aires], 32 época, año MI, número 106, febrero $ de 1914. — No he podido hallar la edición primitiva de la citada poesía de Calixto el Ñato. DOS AA a R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO bo Es el que dice que «nu es Pa todos la bota *e potro ». Y eso en el fondo es verdá Y del gaucho da una idea Porque con ellas manquea La gente de la suidá. Quiere decir este refrán popularísimo que para cierto asunto, por sus dificultades ocultas, no se presta cualquiera; su origen debe bus- carse en las cualidades de Ja bota, para cuyo uso se requiere « cierto cuidado y baquía a fin de no desollarse la epidermis » (1). Me parece inútil agregar comprobantes bibliográficos como lo hizo T. Garzón (2): basta agregar que no he podido hallar, en las obras paremiológicas de la península ibérica, el refrán en cuestión, pero sí un equivalente : Al que no está hecho a bragas, Las costuras le hacen llagas refrán que «denota la repugnancia y dificultad que cuesta hacer las cosas a que no está uno enseñado o acostumbrado » (3). Menos frecuente, pero también usado en la Argentina, es otro refrán que significa los « tiempos pasados » : ¡ Ya no se dan potrillos para botas ! Recordándose que por la escasez del ganado caballar, desapareció poco a poco el calzado primitivo, fácil es darse cuenta del origen de esta frase; citaré al respecto un párrafo de Ascasubi (4), escrito en (1) Acevebo Díaz, Nativa, etc., página 490. (2) GARZÓN, Diecionario argentino, etc., página 68. (3) SBARBI, El libro de los refranes. Colección alfabética de refranes castellanos, explicados con la mayor concisión y claridad, página 32. Madrid, 1872. — Parece que la Academia Española se ha servido de esta fuente al redactar el artículo «braga ». . (4) AscasuBr, Aniceto el Gallo o gacetero prosista y gauchi-pocta argentino. Ex- tracto del periódico de este título, publicado en Buenos Aires el año de 1854 y otras poesías inéditas, páginas 25, 293. París, 1872. — Las notas de Ascasubi las hemos agregado en paréntesis. 234 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 1853, que ilustra como se aplicó hasta la pena de muerte por el robo de un potrillo, y con razón es criticado ese exceso de justicia del gene- ral Urquiza : Es hombre que no sabe ageniar (tomar los animales ajenos o robarlos), pero sabe afusilar a un pobre gaucho, porque saca un par de botas de potro (esto es, desollar las patas de un potro, sacándoles entero el cuero para hacerse botas sin costura). Tal exceso judicial debe extrañar, tanto más, cuanto para el cam- pesino la bota de potro era artículo de primera necesidad; es indicio, pues, de la última miseria cuando el trabajo del inquilino o arrenda- tario no le da lo suficiente para calzarse : Las contribisiones y los arriendos de los campos lo tienen chupao al arqui- lino y no le dá potrillo pa botas el trabajo... (1). Volviendo a locuciones en las cuales la bota de potro es empleada en sentido figurativo, encontramos en la literatura popular argentina la comparación siguiente : Más criollo que la bota de potro (2) mientras que el comparativo «más curtido que un par de botas » (3). debe referirse a la bota fuerte. La comparación : Flojo como bota de potro bien sobada fué empleada por uno de los tantos autores que en revistas populares, y usando del estilo gauchesco, escriben cuentos de la campaña (4). (1) SAGASTUME, Ráfagas de la Pampa, página 121. La Plata, 1913. (2) GUTIERREZ, Dramas policiales. Santos Vega, página 183. Buenos Aires, 1895 : « Don Serafín, un nación más criollo que la bota de potro. » (3) Ibidem, página 254 : « Aquel borrachón es más curtido que mis botas. » GUTIERREZ, Dramas policiales. Una amistad hasta la muerte (continuación de Santos Vega), página 138. Buenos Aires, 1896 : «¡ El moreno es más curtido que un par de botas ! » (4) Martínez PaYva, Pa el gobierno. Mundo Argentino, Buenos Aires, año Y', R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO ro da) O Relacionada con las botas y originariamente, al parecer, con las de potro, está también la frase ponerse las botas, explicada por el Diccio- nario de la Academia como frase figurada y familiar con el sentido de «enriquecerse o lograr extraordinaria conveniencia », por Luis Besses (1) como «triunfar, hacer su negocio» y por Ascasubi (2) con el sentido de « disfrutar mucho sin gastar ni trabajar ». No conozco el origen de esta locución que se halla, de vez en cuando, sólo en las poesías gauchescas que datan de la mitad del siglo pasado (3); no se encuentra más en las poesías posteriores. Puede ser que exista rela- ción con la frase latina: calceos poscere, es decir, pedir el calzado, levantarse de la mesa (Plaut. ep. 9, 17, 3); en la frase española, tal vez, se ha especializado el caso frecuente, donde el huésped, después de una cena opulenta, se levantó de la mesa y se puso las botas, pero sin pagar! Los demas refranes relacionados con la palabra bota que se hallan en la península ibérica, no se conocen, a mi saber, en la Argentina. En lo que hace al chiripá, hay la locución popular : gente de chi- ripá, para designar gente bruta y rústica. LA BOTA DE POTRO EN LA POESÍA POPULAR RÍOPLATENSE Siendo parte integrante de la indumentaria gauchesca, la bota de potro aparece en aquella poesía popular ríoplatense que glorifica a número 248, octubre 6 de 1915 : « Ayer lo sacaron a Segundo del calabozo ande lo tenían desde hacía quince días a pan y agua... iba amarillo y con el cuero flo- jito como bota *e potro bien sobada. » (1) Besses, Diccionario de argot español o lenguaje jergal gitano, delincuente, pro- fesional y popular, página 38. Barcelona [1906]. (2) ASCASUBI, Santos Vega, ete., página 115, nota. (3) ASCASUBI, Aniceto el Gallo, etc., páginas 21, 293. ASsCcASsUBI, Paulino Lucero o los gauchos del Río de la Plata cantando y comba- tiendo contra los tiranos de las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay (1839 a 1851), páginas 226, 380. París, 1872. ASCASUBI, Santos Vega, ete., página 115. — En el verso respectivo, se dice, por excepción, calzarse las botas. FIGUEROA, Las carreras de Lanuz, etc., página 28. LussicH, Los tres gauchos orientales y el matrero Luciano Santos, 4% edición, pá- gina 19. Montevideo, 1883. 236 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS lo antiguo, a la vida campestre, al saucho y a sus modalidades ; hé aquí algunos ejemplos que complementan, al mismo tiempo, los com- probantes poéticos sobre el traje popular, reunidos por nosotros en un trabajo anterior (1): Yo soy el gaucho oriental De alma noble y generosa, El que con faz orgullosa Cruza el bravo pajonal. El que en su tierra natal, Allá en las noches serenas, Canta sus dichas y penas, Demostrando lo que siente : ¡ El que usa vincha en la frente Y vibradoras chilenas ! (2) El criollo qu'entre ?*1 follaje Le gusta vivir ufano, El qu'en el monte ó el llano Sabe mostrar su coraje ; El qu'entre ?1 rudo eriollaje Siempre lo ven en reunión, El que usa lazo, facón, Bota de potro, culero, Boleadoras y el yesquero Y el chiripá hasta el talón (3). Cruzo los campos sin una pena, Siempre cantando como el sabiá (4), Luciendo airoso mi gran melena, Siempre vestido de chiripá. Cuando golpean mis nazarenas (1) Leamann-NrrscHE, Folklore argentino. 111. El chamberyo, página 41 y sig. (2) Chilenas, espuelas con grandes rodajas. (Nota de R. L.-N.) (3) TaBarÉ, Follaje criollo. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, Montevideo, 22 época, año V, número 240, octubre 30 de 1905. (4) Sabiá, voz guaraní, el zorzal, Turdus rufiventris. (Nota de R. L.-N.) R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 237 Siguiendo el ritmo del pericón, ¡ Los payadores y las morenas Llevan sus manos al corazón ! , Sobre mi espalda, soberbio flota Siempre el pañuelo con gallardía, Y cae el poncho sobre mi bota Como en los cerros la luz del día (1). Si es el vestir, ¡ eso sí ! Mi mayor placer ha sido Ser un gaucho presumido, Usar un puro ¡ay de mí! Desde el bordao quillapí (2) O el chiripá con floreao : Del calzoncillo cribao Hasta la bota de potro, ¡ Por Dios! dudo que haiga otro Que llegue á hacerme costao (3). Vestido de chiripá, Con bota? *e potro y llorona”, Culero grande y facón Y con parada cantora En un pingo de mi flor Que hace sonar la coscoja Porque es bagual entuavía (1) ARRARTE VICTORIA, La cancián del gaucho. Ei Fogón, periódico criollo, ilus- trado, Montevideo, 2% época, año VI, número 247, diciembre 22 de 1903. (2) « Quiyapí (en guaraní, piel de nutria : quiyá, nutria y, pi, piel), m. Vesti- menta de los indios guaraníes con la que se cubren las espaldas. Es hecha de pieles y especialmente de la piel de nutria » (SEGOVIa, Diccionario, etc., página 449). Es, pues, vestimenta de los indios, nunca usada por los gauchos; nuestro autor quiso, al parecer, jactarse del conocimiento de vocablos exóticos. (3) Torora, Cosas que quiero. El Fogón, primer periódico criollo, ilustrado, Montevideo, 22 época, año I, número 19, marzo 22 de 1899. — Reproducido en parte y sin firma, ibidem, año IX, número 384, ¡julio 30 de 1907. — Firmado : Marcos LAGUNA, reproducido íntegro en La Pampa Argentina, semanario festi- yo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, Buenos Aires, 2 época, año III, número 83, enero 29 de 1911. 238 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Capaz de hacerse pelota, Monta « El Criollo » tarareando Un floreo de bordona (1). Grueso poncho que por sus hombros tiende, Cubre su sucio y mísero ropaje; De su cintura, larga daga pende Destinada a vengar un vil ultraje; Fig. S. — Botas fabricadas en Buenos Aires como artículo carnavalesco. para reemplazar la bota de potro en el traje gauchesco que usan en carnaval los socios de los centros criollos. Calza el pie bota de potro y por ende, La reluciente espuela de rodaje Clavándola en la panza a su caballo Que corre como herido por el rayo (2). (1) EL Cr1oLLO, De a caballo. El Criollo, semanario gauchesco y de cosas pue- bleras, satírico, noticioso y otras hierbas, Minas [Uruguay], año II, número 74, enero 1% de 1899. (2) Muxoz, En la Pampa (poema), página 8. Buenos Aires, 1890. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 239 La bota de potro también Es prenda nunca olvidada, Pues aunque no valga nada (1) Al gaucho le sienta bien : Y es que con ella no hay quien Un potro sepa domar Cual él, y cual él sacar Un parejero *e mi flor De aquellos que dan calor Y son giúenos de ensillar (2). Gaucho que humilde nació Y siendo un trozo de historia. Sin vanas pompas de gloria Su errante vida llevó; Y aunque el progreso cubrió Su libertad, con cadenas, No pisarán sus melenas Que aún vive, y llevando va Las glorias del chiripá Y el són de las nazarenas (5). Eran los gauchos que libertaron la patria en la época de la inde- pendencia : En esa lid gigantea Que libertó a mi nación, (1) Hoy en día, la bota de potro vale más que un regular par de botines, com- prado en cualquier zapatería; es artículo de venta para las comparsas de carna- al y en Buenos Aires se pagan 15 a 20 pesos para un buen par! La industria carnavalesca, mientras tanto, se ha apoderado de este artículo y vende con este fin especial un calzado alto, de cuero curtido, con suela y taco (figura 8), al pre- cio baratísimo de un par de pesos. (2) Gaucho PoBkrE, El Criollo. El Criollo, semanario gauchesco y de cosas pue- bleras, satírico, noticioso y otras hierbas, Minas [Uruguay], año IV, número 166, octubre 28 de 1900. (3) ANON., [Leyenda del frontispicio.] La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, Buenos Aires, 2% 295) época, año VI, número 332, octubre 31 de 1915. 240 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Un chiripá fué el pendón De Giemes y Necochea... (1) El gaucho es el héroe de la pampa, donde nace, mora y muere : Él recorre las cuchillas, "ajonales y cañadas, Y contempla marejadas En el río del amor; Viste blusa y chiripá, Bota *e potro y nazarenas Y con gúenas cantilenas Lo imita al payador (2). El chiripá es traje del pobre, pero esto no deshonra a nadie : Yo, aunque soy un pobre gaucho, Me creo igual al mejor, Porque la ley de la Patria, Como las leyes de Dios, No establece distinciones De ninguna condición Entre el que usa chiripá O el que gasta casacón (5). Hoy en día, el chiripá casi no se ve, y ya en 1873 era anticuado: Es general opinión Que en Gienos Aires y acá [| Montevideo | Hoy miran al chiripá Como cosa antigua y rara Y como si se tratara De alguna barbaridá (4). (1) De BELLAZI, Campera. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, ar- tístico, de actualidades y costumbres nacionales, Buenos Aires, 22 época, ano VII, número 338, diciembre 12 de 1915. (2) INOCENCIO CRUZ SIERRA, Plumadas. La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales, Buenos Aires, [1? época], año I, número 1, abril 7 de 1907. (3) AscAasuBr, Paulino Lucero, etc., página 14. (4) FIGUEROA, Las carreras, etc., página 34. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 2 Ha Hoy no se halla toldería Que en otro tiempo se hallaba Y donde el gaucho se apeaba Gritando un : ¡ Ave María !... Todo da pena hoy en día : El criollo se ha entristecido Lo que casi está perdido, El chiripá bien bordado, El calzoncillo cribado Y todo lo que ha lucido! (1) Sólo el poeta sabe apreciar aquella vestimenta antigua, y en el himno a su poncho, Juan Manuel Cotta desea que en la última hora, le cubra « para el frío » de la muerte : Este poncho fué bandera En tiempos que ya pasaron ; Yo lo quiero. En él me envuelvo Cuando la miseria ruje, Cuando mi buhardilla cruje Mientras sopla el huracán, Cuando la pasión me asocia, Cuando me lleva la suerte... ¡ Quiera Dios que hasta en la muerte Me sirva de chiripá ! (2) Hay oportunidades donde el gaucho hace gala de su indumentaria : Pa visitar a mi china... Cuando voy a ver mi china, M'empilcho con lo mejor, (1) Mocas Homs, Lo pasado y lo presente. La Pampa Florida, revista social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional, Las Flores [pro- vincia de Buenos Aires], 32 época, año II, número $4, septiembre 7 de 1913, (2) Corra, Cambiantes líricos, páginas 277-278. La Plata, 1915. T. XXI o 16 242 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Llevo prendida una flor En mi golilla opalina, Y la cadena más fina Que el turco Andrés me vendió, Se la cuelgo a mi reló Lo mesmo que la sortija Que no hay que hablar, a la fija Mi china me regaló. Mi chiripá mas floriao Con cintas pu?alrededor Lo mesmo que el tirador De cuero *e vaca sobao, El calzoncillo cribao, Regalo de mi adorada, La bota e” potro ajustada Que más me gusta llevar Cuando yoy a visitar A mi chirusa adorada. El saco y chaleco *e paño Que en la ciudá mandé hacer Cuando juí allí pa vender La lana de mi rebaño: Y como no soy tacano Cuando acabo de esquilar, Tambien quise repuntar Algunas otras zonceras Y unas botas granaderas Pa acabarme de empilchar. Ensillo mi redomón Que es pingazo de mi flor, Liviano y escarciador Y bastante ligerón ; Me acomodo mi facón De plata y oro labrao, Lo mesmo que mi trenzao Y bien sobaíto rebenque, > R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO Y atando el zaino al palenque, Llego a ese rancho encantao (1). Tiburcio Tranquera. NN Encarnación modelo del gaucho y de sus cualidades como varón, es el domador; es glorificado, pues, con frecuencia, en la literatura popular : El domador es el tipo Del verdadero paisano, Del gaucho que vive ufano, Del que sabe jinetear: Y que altivo y presumido Y hasta audaz en ocasiones, Busca siempre redomones De los de experimentar. Su traje más habitual Cuando se halla de faena, Muchas veces causa pena Por lo ráido y pobretón, Pero jamás a él le faltan Las bajeras y el lomillo, La carona, el cojinillo Y la cincha y el cinchón. A estas pilchas o cacharpas Se acomoda como resto, El bozal con el cabresto Que no falta al domador, Y las riendas y maneas, Bien sobadas y de cuero, Le completan el apero A que llaman de cantor. Usa el gaucho por calzado, Sin que gaste jamás otro, (1) El Fogón, periódico criollo ilustrado, Montevideo, 2* época, año mero 346, octubre 15 de 1906. — Nuestra reproducción es íntegra. VI5I, nú- 244 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La especial bota de potro Que el fabrica para él, Y en la cual deja sus dedos Asomar a una abertura, Pues con ello se asegura Cuando monta en el corcel (1). «¡Qué tiempos aquellos !... La bota de potro, la espuela nazarena, la tacuara (2), la vincha, un flete bravío, la divisa, los caudillos... » (3). ¡Sí, señores! todo esto ha desaparecido. Los poetas criollos y nos- otros los folkloristas extranjeros, sentimos la desaparición forzosa, inevitable, de todas esas cosas, intérpretes de un marcado sentimien- to nacional : ¿A dó está el chiripá bordado Y la camisa de nívea blancura ? ¿A dó el calzoncillo cribado, Del gaucho gallarda vestidura ? ¿Qué pie calza hoy las nazarenas Que a las botas de potro se unían, Dejando breve huella, apenas Los pies en la tierra se imprimían ? ¿Dónde hallar el tirador plateado Que constituía a veces un tesoro, Que emanaba el brillo potentado De diferentes monedas de oro (4) ? (1) De-María, £l domador. Las estrofas 1-4 y 7, en El Fogón, periódico eriollo ilustrado, Montevideo, 2% época, año IX, número 37, marzo 22 de 1907; la com- posición completa (16 estrofas), ibidem, año X, número 430, julio 15 de 1908; reproducida en De-María, Poesías criollas, páginas 49-50. Montevideo, 1909. (2) Tacuara, voz guaraní, la caña Bambusia tacuara, empleada para lanzas. (3) De Viana, Campo, 2% edición, página 68. Montevideo, 1901. (4) Marzitr, « La Pampa Argentina». La Pampa Argentina, semanario litera- rio, festivo, social, de actualidad y costumbres nacionales, Buenos Aires [12 épo- ca], año I, número 22, septiembre 1% de 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 245 Se extinguió el fuerte paisano De noble frente serena Que usaba luenga melena, Bota *e potro y chiripá; Y según va adelantando El progreso en esta tierra, Mas a la mente se aferra Pensar que no volverá (1)! La guitarra, al llorar Sus penas en el cordaje, Solloza con gran coraje Un algo que ya se va. Y al gemir triste la viola Que entre el recuerdo palpita, Rememora la triste cuita, Que cantó él de chiripá (2). El sombrero de grande ala, El calzoncillo cribado, Chiripá negro o de a pala (5), El pingo bien ensillado ; La golilla, el tirador, La melena, el barboquejo... Prendas fueron de su amor, De su estética retlejo (4). Autores prosistas se ocupan también del fenómeno de la desapari- ción del traje popular : Se ha disputado mucho sobre la necesidad de cambiar al gaucho su traje : algunos comerciantes han hecho esfuerzos por introducir ciertos artículos (1) HamMILTON, El gaucho. Impreso en hoja suelta junto cua las Rimas del alma, de A. Banegas, sin lugar ni fecha (Buenos Aires, más o menos 1900). De las cuatro estrofas, reproducimos las dos primeras. (2) MARTINEZ HERRERA, La guitarra. El Trovador, semanario político, social, satírico, noticioso y literario, Junín, año VII, número 304, marzo 26 de 1916. (3) Pala, véase la primera nota página 227. (4) LANDÓ, Melodías del terruño, pásina 12. Montevideo, 1908, 246 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS de ciudad en el campo y hasta ha habido quien ensaye su prestigio perso- nal para provocar al consumo de ellos; pero el gaucho ha permanecido fiel a sus tradiciones y la razón es simple. Tanto las prendas de vestir como el apero desu caballo son la garantía de su libertad. El poncho muy superior a la capa española por la facilidad de cubrirse con él y la soltura en que deja los movimientos; el chiripá que aventaja al pantalón para el hombre que esté todo el día a caballo; la bota de potro, fabricada por el mismo con un cuero de ese animal y cómodamente dispuesta para no estrecharle ; el pa- nuelo del cuello que sirve de adorno y además de filtro para tomar agua en los arroyos y cañadas, por cuya razón siempre es de seda: el lazo, las boleadoras y el facón, que sirven para defenderse del hambre y de los ene- migos:; el recado con todas sus pilehas que constituyen la silla y la cama del viajero, hacen que el gaucho así vestido y pertrechado lleve consigo donde quiera que vaya sus menesteres, su casa y su fortuna. El día que abandonase estas prendas, no sería gaucho, no sería rey de los campos, ne- cesitaría fijarse a la tierra, transformar su existencia errante en una activi- dad sedentaria, establecer su hogar como el estanciero, el labrador, o el paisano. Estos goces de la civilización que el gaucho no comprende, porque ha nacido ajeno a ellos, le matarían de tristeza. Para él, la vida es el movi- miento continuo, y la felicidad la independencia absoluta (1). Esto era en aquel entonces ; actualmente, a . = ra no hay gauchos: No he podido hallar, dice Manuel P. Bernárdez 2), un gaucho para des- eribirlo a mi placer y como hubiera podido hacerlo, merced al profundo conocimiento que tengo de él, de sus costumbres, de sus leyendas y sus desgracias. Lo conozco bien; pero hubiera querido tenerlo ante mí, repre- sentado por uno de los tipos que en otro tiempo dieron asunto al romance americano y nombradía a esa valiente raza. La extinción del hombre nacio- nal es un hecho consumado... Ya no se ven, no, aquellos de formas varoni- les; los de piel tostada, alta frente y mirada altiva: los de poncho terciado y pañuelo flotante, crujiente tirador con botonadura de onzas españolas y amplio chiripá negro con franja viva, sombrero ladeado airosamente y cor- tante puñal de plata, botas de potrillo blanco, grandes lloronas, camiseta bordada, calzoncillos con cribro primoroso y temibles boleadoras colgadas (1) Bauzá, Estudios literarios, páginas 249-250. Montevideo, 1885. (2) BERNÁRDEZ, 25 días de campo. Narración descriptiva de la expedición hecha por el colegio militar de la República del Uruguay a fines del año 1886, página 71. Montevideo, 1887. SAA ARA E A bd A sn Ae R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 247 de la cintura. Esos tipos que se ven a medias en algunos cantos americanos como tristes visiones de razas extinguidas, han muerto con Santos Veva (1 Del payador, del viejo payador de enerespada y luenga melena, calzonci- llos cribaos y con fleco y bota de cuero de potro, en quien encarnó la fanta- sía todos los atributos y especiales dotes del criollo por excelencia, poco ha de quedar y efectivamente queda poco : sólo una leve memoria, un vago recuerdo que nos lo representa con el donaire, el hechizo y las tintas y per- files románticos de sus, hasta cierto punto, ascendientes, los trovadores de la edad media (2). Agregamos como fin de esta parte de nuestro trabajo, una pieza literaria del conocido eseritor don Godofredo Daireaux, en la cual el talento del fabulista ha sabido dar papel mistico al calzado primitivo de nuestros antecesores (3). Las botas de potro Una gran tropa de yeguas que marchaba para el saladero, había pasado la noche cerca del puesto; y el puestero había agasajado lo mejor posible en su pobre rancho al capataz y a sus hombres. Por eso, al día siguiente, en momentos de poner otra vez en movimiento el arreo, el capataz había rega- lado a Agapito, hijo de su huésped, un lindo potrillo de pocos días, destina- do de todos modos, a quedar guacho, ya que pronto la madre iba a ser sa- erificada (4). Agapito se quería morir de alegría y de orgullo. Era toda una felicidad para el muchacho tener un potrillo de él, y lo cuidó con todo esmero, pri- vándose, muchas veces, de su escasa ración de leche para dársela. El potri- (1) Santos Vega, payador legendario de la pampa argentina, originariamente héroe ie un antiguo romance español ; tenemos concluída una monografía sobre este tema. (Nota R. L.=N.) (2) ReEYLES, El gaucho, apud ARAUJO, Nuestro país, página 227. Montevideo, 1895. (3) DAIREAUX, Las veladas del tropero. Cuentos pampeanos, páginas 219-227, Biblioteca de La Nación, volumen 473. Buenos Aires, sin fecha [e. 1906]. (4) Hace pocos años, en los saladeros se sacrificaban en grandes cantidades ye- guas para aprovechar el cuero y la grasa ; en algunos establecimientos, se utili- zaron también las lenguas ; preparadas y conservadas en latas, fueron exporta= das a Europa como prime ox tongues, first quality. 248 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS lo lo seguía a todas partes; dormía en la misma puerta del rancho, y lo acompañaba trotando cuando iba a repuntar la majada. Pero, con el invierno, faltó la leche, y el pobre animalito se empezó a atrasar. El frío acabó de aniquilarlo, y en pocos días, a pesar de los cuida- dos de Agapito, se debilitó, y languideció de tal modo, que pronto no hubo remedio... Desconsolado, asistía el niño a los últimos momentos de su querido com- pañero, arrodillado cerca de él y sosteniéndole la cabeza, cuando oyó que el potrillo le decía : — De mi cuero sacarás un par de botas, y mientras las lleves, no podrán contigo ni los baguales de Mandinga. Si semejante cosa le hubiera pasado con cualquier otro animal, segura- mente Agapito hubiera disparado despavorido para las casas; pero, para él, el potrillo era casi una persona y no extrañó que le hablara. Cuando un rato después, murió el animal, no pudo menos el muchacho que soltar el llanto. Vino el padre ; lo consoló, y sin saber nada de lo que al morir había dicho el animal, cortó de los garrones un lindo par de botas para Agapito. Así que éste las tuvo en su poder, aunque sólo fuera muchacho de unos doce años, se mostró impaciente de empezar a probar sus virtudes, y como el padre tenía en su manada algunos potros, le pidió que le dejase domar al- gunos. El padre, por supuesto, se burló de semejante pretensión y le acon- sejó que siguiese domando el petizo viejo y repuntando la majada. Agapito no quería soltar su secreto y no insistió, pero un día, que la ma- nada estaba entrando en el corral, pialó él sólo un potro de los más gran- des, fuera de la tranquera, y lo volteó en un abrir y cerrar de ojos. Todos lo aplaudieron, menos el padre, que le dió un buen reto, diciéndole que a los potros había que dejarlos tranquilos. Pero no había acabado de rezon- gar, cuando Agapito ya estaba sentado en pelo en el animal. sujetándolo con un bocado que en un momento le había atado en los asientos. Y lo más lin- do era que no había maneado el potro, que nadie se lo había tenido, que ningún peón lo apadrinaba y que el animal era del todo chúcaro, sin haber sido nunca palenqueado siquiera. El padre de Agapito, y todos los presentes, quedaban pasmados, mi- raudo al muchacho guapo, quien, pegado en el potro como tábano, le daba con las riendas los tirones de estilo, castigándolo con el rebenque lo más fuerte que le permitía su pequeño vigor infantil, y encerrando entre sus nerviosas piernecitas, calzadas con las botas de potro, las costillas sudoro- sas. El animal corcoveó con furor, pero sin resultado; saltó, brincó, se en- cabritó, y acabó por salir disparando por el campo, como si lo hubieran R. LEHMANN-NITSCHE“ LA BOTA DE POTRO 249 corrido. Agapito lo dejó correr a su gusto, empezando a sujetarlo despacio cuando vió quese podría cansar; y cuando llegó, vencedor y radiante de gozo, al corral, para soltar con la yeguada el potro, ya redomón, su padre lo abrazó con lágrimas de alegría, asegurando que con semejante jinete no podrían «ni los mismos potros de Mandinga ». - Agapito, desde entonces, siguió domando todos los animales que se le presentaban, ganándose en las estancias un dineral para un muchacho de tan poca edad. No había establecimiento que no le mandase llamar, y nun- ca faltaba algún potro reservado, para poner a prueba su capacidad de do- mador. Y su fama iba creciendo, y no había rancho ni estancia donde no se pon- derase la habilidad de Agapito, concordando todos en afirmar que «ni los potros de Mandinga» podrían con él, pasando así tres o cuatro años, du- rante los cuales Agapito extendió sin cesar el radio de sus trabajos y el cre- ciente rumor de su fama. Un día, llegó al rancho del padre un gaucho desconocido en el pago, arreando una soberbia tropilla de obscuros tapados, con una yegua blanca, de madrina. Venía de chasque, trayendo para Agapito una carta muy atenta: la firma era ilegible, pero aseguró el portador que procedía de un estanciero rico, cuyo establecimiento estaba situado muy lejos; y como en la carta le decían a Agapito que podía aprovechar para venir la misma tropilla que traía el hombre, que había en la estancia muchísimos potros que domar y que no se quería más domador que él, no tenía motivo para negarse a ir. El pa- dre le aconsejaba no ir, diciéndole podía ser alguna trampa; pero, ¡vaya uno a detener a un joven, a quien se ofrece la ocasión de ver cosas nue- vas! Y Agapito, calzado con sus botas de potro, que a medida que crecía se estiraban, bien empilchado, por lo demás, y armado de un buen recado, de confortables ponchos y fuertes huascas, emprendió viaje con el gaucho de la tropilla de obscuros. Nunca había salido de sus pagos; y lo que más deseaba era ir lejos, ver campo nuevo y gente desconocida; y quedó muy bien servido, pues cada día galopaban desde la madrugada hasta la noche, eruzando campos de to- das clases, pajonales y cañadones, médanos y montes, lomas y bajos, ecam- pos feos y campos buenos, de pasto tierno y de pasto fuerte, y duró el viaje tantos días, que, después, Agapito nunca pudo acordarse cuántos. El gaucho se mostraba muy atento; pero los datos que de él pudo sacar gapito, sobre la estancia y su patrón, eran sumamente vagos. Lo que sí, le pareció admirable la tropilla de obscuros, pues cuando lle- garon — un día, por fin, llegaron — no había aflojado, ni siquiera se había manecado un solo animal. 250 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Lo llevaron en seguida a presencia del amo. Si Agapito hubiera sido menos inocente, al ver esa cara tan característi- ca, de nariz tan curva, de barba tan puntiaguda, de ojos tan relucientes ; al ver, sobre todo, los pies tan delgados del hombre, hubiera pensado, segura- mente, que no podía ser otro el personaje que el mismo Mandinga en per- sona; pero ni siquiera se le había ocurrido cuando dijo éste: — Su fama de domador ha llegado hasta mí; he sabido que todos asegu- ran que ni los potros de Mandinga, podrían con usted, y he querido yo. Mandinga, su servidor — agregó medio burlón — saber si era cierto. Ten- go muchos potros por domar y se los voy a confiar. Son un poco ariscos — dijo con maliciosa sonrisa — pero para usted han de ser como corderos. ¿Se anima? — Sí, señor — dijo sin inmutarse Agapito. — Empezaré cuando a usted guste. — Buen muchacho. susurró Mandinga y ordenó: ¡Que traigan la manada! Los potros que por parecerles indomables, llaman los estancieros reserva- dos, son mancarrones mansos al lado de los animales que mandó entregar Mandinga a Agapito; pero tampoco era el muchacho de las botas de potro, un domador cualquiera, y cuando vió llegar haciendo sonar la tierra en es- trepitoso galope, los mil potros y baguales que había hecho juntar Mandin- ga en su honor, ni siquiera pestaneó. Habría costado un trabajo enorme el encierro de estos animales sin la presencia de Agapito: pero con sólo revolear el poncho, los hizo el muúcha- cho amontonar en la puerta del corral, atropellando para entrar. Mandinga no pudo dudar de que Agapito tuviera algún secreto, para que con él no pudieran ni los potros de su cría, pero bien sabía que de vez en cuando le salían competidores, y no por esto se disgustó, pues el mucha- cho le había caído en gracia; además, había que verlo domar. Pronto se pudo ver, pues en seguida empezó. Le pregantó Mandinga cuántos peones necesitaba. — Ninguno — dijo Agapito. — Yo sólo me manejo. Enlazo, enfreno y en- sillo. — Pero, ¿y para manear? — No maneo. — ¡Para palanquear? — No palanqueo. — ¿Y el apadrinador ? — ¿Para qué? — contestó desdenosamente Agapito. Mandinga no insistió, pero a pesar de ser él quien es, quedó medio sot- prendido. A — A R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO A Entró en el corral el muchacho con el lazo listo. Al verle, remolinearon los potros, huyendo todos atemorizados; revoleó un rato el lazo y pialó eo mano certera uno de los más lindos y vigorosos animales. Lo volteó de 11 tirón, en la misma puerta, y en un momento estuvo encima del animal en frenado, antes de que nadie hubiera podido siquiera hacer un gesto de ayuda. Como bien se puede suponer, la defensa del potro fué terrible. Corcoveó, saltando en sus cuatro pies, tiesos como postes de ñandubay, veinte veces seguidas, elevándose hasta un metro del suelo y dejándose caer de golpe: se encabritó, se revoleó, hizo por fin, pero duplicados, todos los movimien- tos más jrresistibles del potro que, por primera vez, lucha contra el hombre. No pudo con Agapito, a pesar de ser de Mandinga, y volvió al palenque. después del primer galope, mansito como mancarrón de cuidar ovejas. Y, en seguida, Agapito, agarró otro, y otro, y otro; enlazando, enfrenan- do y ensillando, solito, en presencia de Mandinga y de toda su gente, can- sada de mirar, antes de que él lo estuviese de domar. Y montaba, domaba, daba el galope, soltaba el animal vencido ; y sin dar señales de cansancio, volvía a hacer la prueba con el siguiente. Veinte, treinta animales le pasa- ban así por las manos, cada día, y todos luchaban desesperadamente por voltearlo, sin poder despegar de sus flancos agitados las botas de potro del invencible domador. Iba ya mermando la emoción, cuando una mañana cayó el muchacho so- bre un soberbio animal, ya de cinco años por lo menos, de gran tamaño y de notable aspecto. Arisco como verdadero bagual, había esquivado el lazo hasta entonces, a pesar de las ganas que parecía tenerle Agapito ; y cuando cayó, volteado de un pial, corrió un murmullo de expectante atención. Es que ese animal tenía su historia : tres veces lo había dado, solapadamente, Mandinga a domar a gauchos a quienes quería castigar o simplemente pro- bar, y los tres, aunque fueran todos grandes jinetes y muy experimentados domadores, habían perdido la vida en la prueba. Muchos de los presentes lo sabían, y pronto lo supieron todos, menos Agapito, por supuesto. ¿Quién se hubiera atrevido a divulgárselo en presencia de Mandinga ? Éste se había puesto más serio que nunca, y las facciones contraídas, observaba todo con su mirada intensa y penetrante. El potro no le dió a Agapito mayor trabajo que los demás, al principio, y salió caminando casi como si hubiera sido manso; pero de repente, dió tan- tos y tan tremendos saltos de carnero, que bien se comprendía que ningún domador le hubiese podido resistir. Se encabritaba hasta ponerse parado, y de repente, ¡zás! con toda su fuerza se dejaba caer sobre las manos tie- sas, y, sin darle tiempo al jinete de ponerse en guardia, casi se ponía dere- 252 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cho sobre las manos, volviendo a caer del mismo modo y a enderezarse sin cesar, horas seguidas como si no sintiera los rebencazos ni el cansancio. Agapito, la primera vez, bamboleó un poco en el recado, y todos lo ere- veron perdido ; pero fué sólo un breve momento de angustia, y se afirmó en las caronas como si no se hubiera movido el animal. Más de cien veces saltó el potro antes de empezar a aflojar; pero ya poco a poco se le vió can- sarse, temblar y casi caerse, hasta que levantándolo vigorosamente Agapito con toda su fuerza, lo obligó a galopar. El galope fué tan rápido que no po- dían distinguirse casi las formas del animal y del jinete; pero fué corto, pues ya no podía más el bagual y pronto volvió, hecho redomón, vencido. Y todos presenciaron, admirados y emocionados, un espectáculo que nunca se había creído posible. Mandinga se acercó a Agapito, después que hubo éste largado el potro, y abrazándolo, le dió su rebenque un reben- que muy sencillo, por lo demás, de cabo de hierro forrado en cuero — di- ciéndole: — No sé, ni quiero saber quién te ha dado el poder que tienes; pero no puede ser contrario mío, y aquél con quien «no pueden los potros de Man- dinga» merece sacar de sus habilidades consideración y provecho. Toma ese rebenque, amiguito, y con él conseguirás ambas cosas. Agapito, agradecido, pues bien se daba cuenta cabal de lo que valía el regalo, se despidió carinosamente del que había sido su patrón durante va- rios días y emprendió el viaje de vuelta con el mismo gaucho de antes y la hermosa tropilla de obseuros con madrina blanca. : A la noche, tendieron los recados al raso, después de una frugal cena y durmieron, como se duerme al reparo de las pajas, en la pampa silen- ciosa, después de un largo galope, divinamente. Cuando Agapito despertó, vió con asombro que estaba a media legua esca- sa del rancho paterno y que había desaparecido su compañero, pero no así la tropilla, y que ésta llevaba la marca cuyo boleto encontró en el tirador, a su propio nombre. EL ORIGEN DE LA BOTA DE POTRO Muy pocos son los autores que se han ocupado del origen del calza- do rústico; no conozco más que a tres, Martiniano Leguizamón, Do- mingo F. Sarmiento y Lisandro Segovia. Dada la importancia que la opinión de los autores aludidos tiene para la presente monografía, re- ción 2 R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO producimos íntegros dos de los artículos respectivos. Escribe Leoni zamón (1): Origen de la bota de potro Comentamos entre varios aficionados al cultivo de las tradiciones de la tierra, la aparición de un libro con caracterizado sabor criollo y, como sucede a menudo la conversación se hizo al pronto retrospectiva y evocadora de los hombres y cosas de antaño. El tema principal, como podrá suponerse, era el gaucho, la prestigiosa figura que se va tras los postreros revuelos del amplio poncho, dejando en el ambiente aquel estrepitoso rumor de : La brillante cabalgata Que hace sonar de luz llenas, Las espuelas nazarenas Y las virolas de plata... Primero fué el nombre con que se ha designado tan interesante tipo étni- <“o, nombre que continúa preocupando aún a los aficionados a la etimología, no habiéndose acertado quiza con el origen de la arcaica palabra que lo en- gendrara. Tal vez la voz quichua huachu, huérfano, desamparado — sea la más comprensiva y la que obtiene mayores sufragios, sobre otras sin duda antojadizas como el chilenismo huaso, hombre de campo; el gatehu, com- pañero en araucano; el chaouch, tropero en árabe ; el guanche, de las islas Canarias, o el gauderio que fué el nombre con que los escritores españoles del siglo xvitr designaron al vagabundo nómade de los campos del Río de la Plata, habiendo sido Azara el primero que empleara la palabra gaucho como sinónimo de ganderio (2). Pero a pesar de estos tanteos de filología simplemente conjetural, el nom- (1) LecGuIZAaMÓN, La bota de potro. Costumbres argentinas. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, Montevideo, 22 época, año VIII, número 339, agosto 22 de 1906. — Reproducido ibidem, número extraordinario, agosto 25 de 1912. — Insertado, con leves variantes, y bajo el título : Costumbres populares. 1. Origen de la bota de potro, en : LEGUIZAMÓN, De cepa criolla, páginas 29-37. La Plata, 1908. — Nues- tra reproducción es tomada del libro recien citado. (2) De Azara, Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata, 1, pá- vina 331. Madrid, 1847. Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpe- ), dos del Paraguay y Río de la Plata, IL, página 207. Madrid, 1502. 20% BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS bre del gaucho continúa interesándonos con esa curiosidad que despierta siempre el misterio sin revelación. Después del nombre del bizarro grupo histórico, vino su indumentaria característica: el poncho, el chiripá, la vincha, el quillapí, el facón, las boleadoras y la bota de potro, voces casi todas de procedencia indígena o adoptadas de las lenguas de los pueblos vecinos, pero incorporadas de tal modo a nuestro vocabulario popular que han concluído por tomar carta de ciudadanía para dar aire de familia y ahondar los rasgos del antiguo mora- dor de nuestros campos. Tras la indumentaria siguieron las voces proverbiales, algunas de sabor tan sugerente que acusan al punto la perspicacia nativa de ese sér rústico pero inteligente; su espíritu supersticioso y la malicia retozona y algo chú- cara en su expresión intensa que chispea en las negras pupilas y vaga siem- pre en los labios del campesino, como una manifestación de su idiosincrasia mental, de las tendencias instintivas de su alma hidalga y varonil, henchi- da de luces y penumbras. Y fué cabalmente con motivo de esta locución proverbial — no es para todos la bota de potro — aplicada por alguno o ciertos escritores que se imaginan hacer obra criolla con solo imitar la jerga gauchesca, sin preocu- parse de ponerle substancia adentro, que se planteó la siguiente cuestión que estas páginas tienden a solucionar. ¿Es la bota de potro de origen ríoplatense ? Desde luego, es un hecho comprobado que el cuero de las vacas y yegua- rizos importados por los conquistadores, fué la materia prima empleada por los pobladores del Río de la Plata en- los usos más diversos, desde la rústica tienda hasta esas múltiples aplicaciones de la industria casera, que Sar- miento denominó la civilización del cuero; y fueron también las expedicio- nes a los campos desiertos para cuerear el ganado cimarrón que había pro- creado libremente, las que formaron los primeros núcleos de población a lo largo de los grandes ríos litorales. De ahí nacieron dos voces nuevas en la literatura colonial: ¿r de vaquería y changadores de ganados que se refieren a la industria de la cueriada de las haciendas cimarronas, a lazo y boleadoras en pleno desierto, donde apa- rece el gaucho intrépido como actor en esa ruda brega con el bruto, el indio y la fiera que sirvió para templarle el alma y el músculo y le dió a la vez carácter levantisco y la bravura temeraria que la veremos desarrollar más tarde, en los romancescos entreveros de las guerras del tiempo viejo. La vida a la intemperie en la pampa incomensurable o en las temerosas penumbras de los bosques ribereños, con todas las privaciones de la vida errante en la libre correría, sin poder proveerse muchas veces ni siquiera R. LEHMANN-NITSCHE: LA BOTA DE POTRO 155 Las de los vicios — como llamaban a la yerba mate y al tabaco — porque escasas poblaciones quedaban lejos, los hizo ingeniarse entre otras prendas de la bota de potro para substituír al calzado, y la cual bien pudo ser una imitación perfeccionada y hasta más elegante de la rústica uxuta introdu- cida por los quichuas en las provincias arribeñas. En vez de la ojota de cuero de llama o guanaco que sólo defiende una parte del pie, privando los movimientos para estribar al jinete, no es aven- tnrado suponer que fabricara la bota de potro que cubre el pie y la pierna dejándole una abertura en la punta a fin de calzar el estribo. Pero sea o no imitación, es lo cierto que fueron los habitantes del campo -— el gaucho o gauderio como denominan Azara y Doblas a los vagabundos agrestes — quienes la emplearon substituyendo así el calzado de becerro español, que por su costo no podía estar al alcance de aquellos descamisados. Por lo demás el ganado vacuno y caballar vagaba en grandes manadas por los campos desiertos y costaba bien poco trabajo el bolear un animal de cuero hermosamente pintado para fabricarse un par de botas muy cómodas y sobre todo muy baratas... Y aquí cabe hacer notar que la bota de potro no fué en su orden de prio- ridad el primer calzado del gaucho ríoplatense, sino la bota hecha con cuero de vaca, por más que el nombre de la primera sea el que ha persistido a traves de los tiempos. Comprueba esta afirmación una acta del Cabildo de Montevideo de agosto 25 de 1785, y en el cual el regidor don Josef Cardoso expresó: Que la larga experiencia de los abusos que se cometen en la campaña, conocida desde muchos años y que más destruye los ganados, es el abuso de la bota de ternera o vaca, únicamente con el fin de sacarle la piel necesaria para las botas, pudiendo decirse que con tal costumbre se destruyen más de 6000 “abezas de ganado al año; por lo cual propuso la prohibición de esa clase de botas, substituyéndolas por el uso de la de yegua, con lo cual se irán des- trayendo las yeguadas alzadas que tanto perjudican a los estancieros. El Cabildo adoptó la substitución propuesta por el regidor, y para cortar el abuso de raíz mandó ejecutarla con imposición de severas penas ordenan- do que se recogieran ¿ncontinenti por las autoridades de partido todas las botas de ternera y vaca, y que se quemaran públicamente en los extramu- ros de Montevideo (1). No he encontrado análoga disposición en las actas del Cabildo de Buenos (1) De-María, Revista del archivo general administrativo, ete. 1Y, página 398-400. Montevideo, 1890. — [Reproducido en las páginas 195 a 196 de nuestro tra- bajo.] 256 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Aires en los tomos publicados que sólo alcanzan al año 1672, registrándose únicamente permisos para ir de vaquería con el fin de hacer grasa y sebo y cuerear ganado cimarrón en las tierras realengas. Pero no ereo aventurado conjeturar que, entre nosotros debió ocurrir algo semejante, porque los usos y costumbres del gaucho en ambas márgenes del Plata son idénticas y es uno mismo el linaje que formó su tipo étnico, siendo frecuentes las inmi- eraciones de una a otra orilla cuando los Prebostes de la Hermandad, vale decir la policía de aquellos tiempos, pretendían echarles la garra para entre- garlo al servicio del rey. El gaucho debió nacer, pues, desde que con permiso o sin él empezaron las volteadas de haciendas cimarronas, y debió ser entonces también que la necesidad le obligó a fabricar un calzado para defenderse de los rigores del desierto. Los escritores de la época no adelantan mayores datos sobre esta prenda tan característica de la indumentaria gauchesca. Solamente Azara en la Historia del Paraguay y Río de la Plata, describiendo los usos de la gente de los campos, a que denomina gauchos o gauderios, trae esta exacta pin- tura: «< Llevan también botas de medio pie, sacadas de una pieza de la piel de pierna de potros o terneras, sirviéndoles la corva para talón » (1). Y es sabido que Azara ha venido al país el año 1781, y por tanto sus observaciones in situ son de las postrimerías del siglo cuando ya el gaucho había surgido tal vez desde principios del mismo siglo, de manera que la referencia de este autor es sobre una entidad social bien característica én sus usos y costambres, que poco debían variar con el correr de los tiempos por que el apego a la tradición existió tan arraigada en su alma que siempre consideró deshonor el no morir en su ley. El Lazarillo de ciegos caminantes, publicado en 1773 por Concolor- corvo, registra una animada y un tanto fantástica pintura del vagabundo holgazán que vagaba por los pagos vecinos a Montevideo, al que llamaba sauderio y si bien cita algunas prendas de su uso, como el poncho, el euchi- llo y el lazo que dice llaman rosario — tal vez queriendo aludir a las bolea- doras que los criollos llamaban las Pres Marías — no menciona sin embargo, la bota de potro como tampoco lo hace en la parte referente a los gauderios que encontró en la jurisdicción de Córdoba y Tucumán, en su viaje hasta Lima (2). (1) De Azara, Descripción, etc.. 1, página 307. (2) CONCOLORCORVO, £l Lazarillo de ciegos caminantes, desde Buenos Aires hasta Lima, 1773. Edición de la Junta de historia y numismática americana, capí- tulos I y VINIL. Buenos Aires, 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 11059) Qu =1 De esa omisión del interesante relato del escritor peruano no debe concluirse que tal vez no estaba en uso la bota en cuestión, porque otros eseritores que residieron largos años en nuestra campaña afirman por el contrario que su uso se había generalizado hasta entre los indios de la pampa. En efecto, el padre misionero Thomas Falkner en su Descripción de la Patagonia y de las partes adyacentes de Sudamérica aparecida en 1774, con- signa al final del capítulo Y ocupándose de los tehuelches este dato compro- batorio : «Tanto los hombres como las mujeres usan una especie de botas o medias hechas con los muslos de la piel de yegua y de potrillo ; empiezan por quitar al cuero la gordura y las membranas interiores; una vez seco lo ablandan con grasa, lo hacen luego flexible retorciéndolo y se lo calzan sin darle forma ni costura» (1). Como se ve el procedimiento tehuelche es el mismo empleado por el pai- sano para la fabricación. Y si el uso se había generalizado entre los indios, debieron ser los criollos cautivos —como cierto hijo del capitan Mansilla de Buenos Aires que residió seis años entre ellos, según refiere el padre Falkner, — los que lo introdujeron en las costumbres del indio. Todas estas informaciones de procedencia insospechable comprueban, pues, acabadamente que la bota de potro fué una prenda original de la ves- timenta del gaucho ríoplatense. Con ella surge a la vida como entidad étnica de perfil inconfundible, allá en las soledades campestres de la época colonial ; con ella lucha por la independencia del suelo nativo en los primeros movimientos insurrecciona- nales contra el yugo español ; con ella impera prepotente y soberbio en la montonera y bajo la tiranía; con ella vadea los más grandes ríos de la república para derrocar al tirano y afirmar el imperio de la constitución federal; con ella se bate y muere altivo y heroico en los esteros paraguayos y fiel al culto de su tradición con ella se va, barrido por la ola cosmopolita que está borrando los caracteres más genuinos del pasado argentino. Lisandro Segovia opina, al parecer, que los gauchos han imitado los indios Tehuelche, al usar la bota de potro (2). Domingo F. Sarmiento, en 1853, al describir la situación precaria (1) FALKNER, 4 description of Patagonia and the adjoining parts of South Ame- rica, página 129. Hereford, 1774. (2) SEGOVIA, Diccionario de argentinismos, ete., página 418. (Véase página 211 de este trabajo.) T. XXI 17 258 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS de los campesinos de aquel entonces, dice con respecto a la bota de potro, lacónicamente lo siguiente : La zuela escasea y la reemplazan con el cuero crudo de correaje. Faltando curtiembres, acuden al expediente de las primeras edades del mundo, a cu- brir sus pies y piernas con el cuero de las patas de vacas y caballos, tal eo- mo Miguel Angel ha revestido los pies de Moisés en el desierto, en la esta- tua del mausoleo de Julio [Il en San Pedro-ad-Vineula (1). De los autores citados, sólo Leguizamón se ocupa seriamente del origen del calzado primitivo, considerán- dolo como invento rioplatense. Sarmiento, sin darse cuenta de la importancia de su obser- ración. ha dado en el blanco, pero sin darnos detalle ni comprobante alguno. Lo que dice no es más que un simple párrafo escrito al correr de la pluma. Nosotros, en 1905, aprovechando una es- tadía en Europa, estudiábamos en Berlín, sis- temáticamente, la hermosa colección de li- bros sobre trajes y vestidos del mundo, reu nidos por la paciente e infatigable labor de un coleccionista, el barón Lipperheide, y re- ) da galados después al Museo de artes aplica- AN das (2) “donde ocupan una gran sala especial = con administración independiente. Debemos al bibliotecario de esta sección, doctor Doege, == (7/7 Y permiso especial y toda clase de facilidades AER as . CAC para la consulta de obras únicas y valiosas que 5 nos han servido para estudiar científicamente Fig. 9. — Pie derecho del - eN y E ES S ; ¿Molcta) de MiB el traje popular de los países del Plata. Al emprender nuestra tarea, conocíamos la bota del vaucho sólo del Río de la Plata. Grande fué la sorpresa al encon- trarla en obras que relatan e ilustran los trajes de la Edad Media (1) SARMIENTO, Provinciano en Buenos Aires, porteño en las provincias. Obras, XVI, páginas 29-530. Buenos Aires, 1897. (2) Bibliothek Lipperheide im Koóniglichen Kunstgewerbe-Museum zu Berlin. AS R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO ¿299 y de la antigiiedad clásica; profundizando y ampliando nuestros estu- dios hemos descubierto que es una supervivencia del viejo mundo en general, extinguida allá ha tiempo, pero viva aún en los países del Plata adonde fué llevada en los primeros tiempos de la época colonial. Las líneas siguientes van a comprobar lo antedicho ; observando el orden cronológico empezamos con los autores que se han ocupado del calzado usado en la Grecia antigua. Antiguos griegos Al tratar la existencia de la bota en aquellas épocas, es indispen- sable dar una información amplia sobre el calzado en general, a base de los autores especialistas que se han ocupado de esta materia. Baumeister (1), al hablar de la vida de los antiguos griegos, di- ce que mientras en casa todos andaban descalzos, fuera de casa fue- ron usados distintas clases de calzado; y continúa (en traducción) : Los antiguos escritores nos han transmitido gran número de términos pa- ra calzado muy variado, mucho más que existen hoy día en nuestros idio- mas modernos ; pero sólo en casos muy limitados es posible, explicar aque- llos términos por medio de representaciones iconográficas, y hasta los dos tipos principales del antiguo calzado, sandalias y calzados, no siempre pue- den bien separarse a causa de las tantas formas transitorias. El primer tipo, las sandalias (ózo2%pazz en el sentido primitivo de la palabra) fueron usadas por hombres y mujeres. Complicóse esta forma sencilla por modificaciones en la manera de fijar la plantilla al pie; es posible, dice Baumeister, que en vez de tientos que salían de la parte posterior de la plantilla, se cosió un pedazo de cuero que cu- briera el talón entero y que por su parte fuera atado por medio de tientos y hebillas con los tientos anteriores, sobre el empeine del pie; resulta así una especie de zapatilla. Creo que a estas explicaciones de nuestro autor, nada puede obje- tarse como lo debemos hacer con las siguientes. Dice que también el (1) BaumMEIsTER, Denkmiiler des klassischen Altertums zur Erlúuterung des Lebens der Griechen und Rómer in Religion, Kunst und Sitte, Y, páginas 574-576. Miinchen und Leipzig, 1884. 260 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS segundo tipo, el calzado cerrado, se ha desarrollado de la sandalia, a causa de la complicación de los tientos de atar. Comparando las figuras que ilustran el texto correspondiente, resulta que se trata de verdaderas botas sacadas de la pierna del animal, como por ejemplo, la que va reproducida en nuestra figura 10. « Este segundo tipo, dice Baumeister, se llamó sy20óp:<: va muy arriba en la pierna y fué usa- do especialmente por los cazadores y los campesi- nos; es el calzado ordinario de la Artemis, y tam- bién en el traje bárbaro de los pedagogos, hállanse formas parecidas ». Examinando la figura 10, consi- derada por Baumeister como típica, resulta que es 9) una bota, abierta a lo largo del empeine y de la pat- e te anterior de la tibia, pero cerrada con tientos ; parece que además se le había agregado una plan- tilla para reforzar la suela. O pola ue En lo que hace al calzado femenino, dice Bau- o meister que era más fino y más elegante ; usábanse 614.) con preferencia sandalias y zapatillas, y la gran can- tidad de términos comprueban la abundancia de los tipos, como también el cambio en la moda; no es posible, termina, hallar en las esculturas los correspondientes comprobantes. Pasando a otra autoridad en materia clásica, hallamos en la obra de Bliimner sobre la vida y las costumbres de los antiguos griegos (1) más o menos lo mismo que en la del autor recién tratado; sus ideas sobre los tipos del antiguo calzado, son, desde luego, algo confusas, pero las ilustraciones que acompañan la obra, son de importancia para nosotros. Bliimner también distingue dos tipos, «sandalias, es decir simples plantillas para ser atadas bajo el pie, y calzados verdaderos ; entre ambos tipos hay, sin embargo, tan abundante número de formas intermedias y transitorias, que algunos casos no pueden atribuírse con exactitud nial uno ni al otro tipo principal ». Habla al fin de aquel calzado que para nuestras investigaciones es importantísimo, es decir de la carbatina, de la endromis y de la krepis. La carbatina, dice, «fué hecha de cuero crudo y probablemente no sobre la horma; (1) BLUMNER, Leben und Sitten der Griechen, páginas 60-67. Leipzig-Prag, 1887. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 261 cosida sin arte, era la producción propia de los campesinos ». La lrepis aparece recién en la época alejandrina para propagarse muy pronto. Consultando otra autoridad, von Miiller (1), vemos que sus expli- caciones, que surgen de las reliquias iconográficas, son confusas. « De las sandalias, ridiAx, c2v2aKa, camianta, se desarrollaron, ya en época antigua, calzados que cubrían todo el pie, mientras que por combi- narse la sandalia con la polaina, hecha de cuero vacuna (7713), resultó la bota alta, que también fué usada por los guerreros de Asiria y Ba- bilonia y por los Lidios ». Sigue nuestro autor llamando la atención sobre la gran variedad en la terminología del calzado y sobre el em- pleo de cuero crudo para hacer las carbatinas. También se ha dado cuenta de la falta de tacos en la sub (embás) y en la zvagón:< (endro- mis), esta última un calzado alto que se extendía hasta la pantorrilla y que fué cerrado y abotonado de modo muy diferente; ambas clases fueron usadas durante la caza y trabajos campestres; tenían suelas gruesas (13773272) y hay también ejemplares de cierta elegancia con lengiietas dentiformes que colgaron desde el borde superior. Los autores del diccionario arqueológico de Daremberg y Saglio (2) se manifiestan más claros con respecto a determinar los términos griegos usados para significar calzado. Sobre la embas, P. Paris dice : Les embades sont de deux sortes, des chaussures d'usage ¡journalier et des chaussures réservées a des actions de théátre ; on concoit en principe, que la forme ne soit pas absolument la méme dans les cas. TI. Embas est souvent un terme trés général comme le mot chaussure en francais... ce sont dans tous les cas des souliers peu élégants, de quali- té fort ordinaire, car ils sont portés par les pauvres, de souliers faits pour laisser les pieds á Pair car ils sont généralement attribués á des vieillards. Du reste, a cóté de ces embades communes, on peut signaler des embades fort riches. Lucien dit que les chaussures d'un rhéteur doivent étre «les (1) Vox MULLER, Die griechischen Privataltertimer, en : VON MULLER, Hand- buch der klassischen Altertums- Wissenschaft, YV, 1 (2), 2? edición, páginas 103-105. Miinchen, 1893. (2) DAREMBERG ET SAGLIO, Dictionnaire des antiquités grecques el romaines W'apres les textes et les monuments. París, 1887. 262 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS embades de Sicyone, en beau feutre blane (1) »; nous connaissons aussi la description d'une embas avee des retroussis tout brillants d'or (2), d'emba- des de pourpre et d'or, d'embades brodées d'or, etc. Quant a la forme, ' £tymologicum magnum nous fait entendre que c'était lá une chaussure dans laquelle on entrait le pied (770 205 - , > - a, > TL) ZMZLOS ZZÍATE TA LOJYIUZ DVTOO MIT, ALOSZLTLIZL PAITOLS TETOLUZJAL 24 TOJ) VEGOLOTOS fos Y. DR / El > 4 (9) Hors: ÉYEZ LUCSGUTÍNMO TAO E VEO E FAZ OIESZ £ [¿EPRLTLILS YIOOZOZUZIOL. o , > AS PR (9) ZASILTLIOS), De SOLLLO) DIOGLPUL POJO0Z O pU.O). ( ¡ h / A Z k > > de ON e (4 DEA IZLENILO LIZ VELOZ) DIGO Uy LAGIZ) UTO Kzx 2053). (5) Ista cun lingua, si usus veniat tibi, possis culos et crepidas lingere carbatinas. 0402031 =4/2%0<, Epigramma adespoton 176 (VI, 21). (1) 197 pot 02 20 TÓDES UMECÍ/OLE) [ppZ) UY ELAOTOIS TO) TAORUNOLOLN, Cri E bi 02 24 TUDTZ, R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 269 , Los datos dejados por los autores sobre la endromis (3y2gopíz, no son bastante concisos. La cnemis (y79%v:<) nada tiene que ver con nuestro tema; aun hecho de cuero de ganado vacuno, era cosido (1) y cubría la pierna desde la punta del tobillo hasta la rodilla (2). El pédilon (Té2incy) al fin, fué considerado hasta la fecha, por los “arqueólogos, como sinónimo de la sandalia (p. ej., von Miiller, obra cit., véase pág. 261 del presente trabajo); pero Herodoto (7, 67) dice que el pédilon legó hasta la rodilla (3) y en otro párrafo (6, 75) (4), que cubría pies y piernas y era la parte correspondiente del cervato; en otros casos, el pédilon fué hecho del cuero de un bovino recién sacri- ficado, dejándole el pelo y llevado de tal modo que el pelo mirara hacia adentro (5). Últimamente F. Kauffmann (6) comprobó que la misma voz, en la forma fessel, se halla en el alemán moderno, donde significa la cuartilla del caballo, mientras que en la forma pfósel (dia- lecto de Baviera), significa una media que va desde los tobillos hasta la rodilla. Recordándonos de la bota, se explica todo. El pédilon, como la Jfessel en animales, era la parte de la extremidad posterior que se extiende desde el calcañar hasta la corona de la uña: la voz es proba- blemente un diminutivo de pie (zous, mo3 ... resp. fuss). El cuero que corresponde a esta región, sacado conjuntamente con el del corvejón y con aquel que va desde éste hacia la inele, en forma de embudo, era abrigo del pie y de la pierna humana; pero la designación para este abrigo primitivo, variaba y no correspondía al conjunto, sino a una parte cualquiera de las tres recién citadas; con preferencia era la re- gión desde el calcañar hasta la ingle, que dió su nombre (huesa, hose, EL SUEÍTIOL “JÍYOLITO TLÍTOUZ, ES OL0UrES ML 2ONTIDES TOLOUITAL, 0UTO “7. 73 LUZ OTAOY TE LINZ 22 mO7L) AS 79 Elf. (1) megi 02 x9%uéot fosíins xoquiors paros 0z0:70, Od. XXIV, 228-229, (2) 7 290. és vn LLO) TUGTO) ElS 071 OLGYEL GUIATTOUIL TOS TOY TILA, Heliod. 9. 15. (3) mbr els ¡690 03vzziv0y7%, Her. 7, 67. (4) mepl tods monos ze xi zos xvipos mío vefBcoy, Her. 6, 75. (5) api 02 mosol mí0t)x f00s eN LTLUÉYOLO DOMEYO OGVTIAL, TÍMOLS IYTOTTE TULLITAS) Hesiod. op. et dies 541-542. (6) KAUFEMANN, Studien zur altgermanischen Volkstracht. Zeitschrift fiir deutsche Philologie, XL, página 394. 1908. 270 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS bota, v. m. a.) al conjunto, pero hay también casos donde la región del pédilon o de la fessel, bautizó el objeto fabricado con el conjunto. Así se explica el segundo párrafo de Herodoto, mientras que pfósel ha sufrido más transformación aun. Antiguos romanos, godos y longobardos Una monografía sobre el calzado de los antiguos y especialmente de los romanos, data de la edad media; fué escrita por Benedictus Balduinus (1), no sé cuando, y editada varias veces; la edición que tengo a la vista, es de 1667; van en el mismo. tomito el tratado de Julio Nigronns (2) sobre la caliga de los antiguos y ciertos párrafos de Tertuliano, Claudio Salmasius y Alberto Rubenius, relacionados con la materia. Ambas monografías eran de eran utilidad para nuestras investigaciones; aunque algo anticuadas y reemplazadas por los co- rrespondientes capítulos de los manuales modernos sobre arqueología elásica, para uno u otro punto dudoso pueden ser de eran utilidad. Balduinus dedica un capítulo ¡XV ID al pero, calzado romano idén- tico a la bota, según nuestras interpretaciones. Por la comparación detenida de los autores clásicos — tema que nos ocupará más ade- lante comprueba entre otras cosas (pág. 171 y 175) que los perones eran rusticorum aut peregrinorum... calceamenta... ex erassiore erudove corio, atque adeo interdum setoso, ... sine ulla arte, ad nivem et pluviam prohibendam, comparata (un calzado de los campesinos y viajeros, he- cho de cuero bastante grueso o crudo, y peludo de vez en cuando, sin arte aleuna, para cuidarse de la nieve y lluvia). Cree (página 167) que la voz pero deriva de pera (bolsa) y que por consiguiente, el calzado haya sido amplio (a pera petita peronum ape- llatio, peras laxitate perones imitatos ostendit). De los comentarios de Salmasius citaremos sólo el siguiente pá- rrafo (pág. 169): pero est 20) val xothor ¿moon qualis erat Romanus calceus, qui ad medium erus usque perveniebat, totus ex corio, ut sunt (1) BALDUINUS, Calceus antiquus et mysticus. Amstelodami, 1667. (2) NIGRONUS, De caliga veterum dissertatio subcesiva. (Jua declaratur, quid ed sit Latinis scriptoribus, in Sacra Seriptura, Jure Civili, ac lapidibus vetustis. Editio no- vissima aucta, emendata, et figuris aeneis exornata. Amstelodami, 1667. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 271 quas hodie bottinas vocamos (el pero es el calzado hondo y hueco de los romanos que se extendió hasta la mitad de la pierna, todo de cuero como son aquellas que hoy en día llamamos botinas). Recordamos que Claudio Salmasius (Claude de Saumaise), publicó sus notas sobre Ter- tuliano, por primera vez en 1622. Los autores modernos, aunque han acarreado gran acopio de cita- ciones clásicas, no han podido profundizar en grado notable nuestro problema. El ya citado Baumeister, dice en 1884 sobre los diferentes tipos del calzado entre los antiguos romanos lo siguiente : Había san- dalia, soleae, socci y el calceus típicamente romano, este último con la toya, parte integrante del traje del civis romanus ; distinguiase el cal- ceus patricius sive mulleus, del calceus senatorius. El pero, al fin, era un calzado alto que subió hasta el tobillo donde fué atado; (observamos que eso del tobillo se basa en un párrafo de Sidonius Apollinarius (epist. 4, 20) que analizaremos más adelante). Marquardt, otra autoridad en asuntos arqueológicos romanos, nos indica detalles mucho más amplios (1). En lo que hace al pero, dice lo siguiente (1): El pero es un calzado alto, ordinario (a) que fué usado también en el cam- po (b), en la nieve (e) y en el bario (d) y que se halla representado con fre- cuencia en los monumentos (e). Subió hasta los tobillos donde fué simple- mente atado (f). a) Crudus pero, Verg. Aen. 7, 689 [vestigia nuda sinistri instituére pedis, crudus tegit altera pero). Setosus pero, Sidonius Apoll. epist. 4,20 [quorum pedes primi perone setoso talos adusque vinciebantur. Genua, erura suraeque sine teygmine. Isidoro en su (Gloss. dice : pero, calceamenta pilosa). hb) Peronatus arator, Persius 5, 102 [navem si poscat sibi peronatus arator]. Perones et sculponeae rustica calceamenta sunt. Isidor. orig. 19, 34, 13. — Las scul- poneae eran talladas de madera y fueron usadas por campesinos y esclayos (Cato de r.r. 59, 135. Varro apud Noníús p. 164, 23. Plaut. Cas. 2, 8, 59). e) Nil vetitum fecisse volet, quem non pudet alto per glaciem perone tegi, qui sum- movet Euros pellibus inversis. Juvenal XIV, 185-187. d) Peronibus suis ab aquae madore consulens agaso, ipse quoque insuper lumbos meos insiliens residebat. Apul. Met. VII, 18. (1) Marquarbrt, Das Privatleben der Rómer, 2% edición, 1, páginas 588-597, en : MoMMsEN, Handbuch der rómischen Altertiimer, VI. Leipzig, 1886. 272 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS e) SaGLIO et HEUZEY, Dictionnaire des antiquités grecques et romaines, página 815. París, 1887. f) Sidonius Apollinaris epist. 4, 20, describe el calzado de los Godos, quorum pedes primi perone setoso talos adusque vinciebantur. Genua, crura suraeque sine tegmine. Id. carm. 7, 456 [ac poplite nudo peronem paper nodus suspendil eqguinum). Había también perones más elegantes, como lo comprueba Tertullianus, de pal- lio 5 [Magnum incessui munimentum sutrinae Venerene [ Venetiae] prospexére perones effaeminatos]; de cultu fem. 1, 7 [et in peronibus uniones emergere de luto cupiunt]. Según Cato apud Festus (p. 142 b. 27 mulleos alluta ciniatos [Mommsen y Jordan leen : aluta vinctos], ceteri perones) el : Qui magistratum curulem cepisset, calceos pero no se distingue del calceus común ; así también Góll en el Gallus de Becker, HI, p. 232. Perones son probablemente los calzados representados con frecuen- cia en las pinturas murales. Este último detalle necesita una rectificación. Juvenal (véase la nota e) dice expresamente que el pero de los romanos era alto; y co- mo los párrafos de Sidonius Apollinaris (véase la nota f) se refieren a los Godos, parece que han existido diferencias en la altura de esta clase de calzado; o puede que el calzado de los Godos era del tipo de las abarcas y que Sidonius, por negligencia en la terminología, lo haya llamado igualmente pero. De todos modos, el calzado de los Godos conservaba el pelo primitivo (setosus). En lo que hace a la costumbre de los Hernicos de calzarse sólo el pie derecho (según Virgilio, véase la nota a) cabe preguntar si aquel párrafo no ha sufrido mutilaciones. Dice el citado verso en traduc- ción verbal : «Dejaban desnudas las plantas del pie izquierdo, los del otro cubría un pero crudo.» Ya Balduinus (ob. cit., pág. 169) ha- 1ló este modo de calzarse, algo curioso pero sin sospechar mutila- ción del texto, busca analogías en los antiguos habitantes de Etolia qui pro more si instructi ad. bella gradiebantur, qui etiam propterea uovoretrizz, 1d est untus crepidae, fuerunt appellati. Mas en adelante (pág. 232-233) busca explicar que los Hernicos hubieran andado des- calzos del todo, si no hubiera sido conveniente, proteger la extremi- dad derecha que pusieron delante la izquierda al adelantar en el com- bate. Confieso que no satisface mucho esta explicación; además es poco lógico cuando en el verso tal cual lo conocemos, el pie izquierdo tiene plantas (plural) y no una planta (singular). Quizás se trate de una mutilación del texto, y en vez de : R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 213 — vestigia nuda sinistri Instituére pedis, crudus tegit altera pero, debe leerse más o menos como sigue : — vestigia nuda imosque Instituére pedes, crura tegit altior pero. lo que dice: « Dejaban desnudos las plantas y los dedos de los pies. las piernas estaban cubiertas por un pero bastante alto.» Agrego que la edición Nisard de Vergilio, París, 1849, dice pedes en vez de pedis, lo que dentro de la frase correspondiente, es un lapsus o error del ma- nuscrito pero error muy significativo. Según la suposición nuestra, se trata de la bota de medio pie (página 188) que deja libre los dedos y en algunos casos, seguramente, los tenares (vestigia) del pie. Una sinopsis sistemática sobre el calzado de los antiguos romanos hallamos al fin en la obra de Voigt (1): Para cubrirse la extremidad inferior, usaban las fasciae erurales, con las cuales las mujeres, en tiempo frío, se envolvían las piernas; o los tegimina pedum que se presentan en cuatro tipos elementales : a) La sandalia usada en casa y hecha de cuero (solea), era prerrogativa del hombre libre: algo análogo obsérvase con respecto a la bara, hecha de libri- llo, que pertenecía al traje de la capa social inferior; b) El calzado usado en la calle, presenta también dos tipos : el calceus y la seulponea ; el primero era de cuero; cuando tenido de rojo y adornado «con un prendedor semilunar, pertenecía al traje oficial de los patricios y más tarde de los magistrados curules y senadores curules (calceus mulleus) ; la seulponeu era tallada de madera y fué usada, en tiempo seco, en las fae- nas campestres ; c) El pero, bota usada cuando mucho barro ; d) La carbatina, pedazos de euero con pelo, usados por la gente baja. Advertimos que la descripción de la carbatina, recién reproducida, es errónea; basta recordar los detalles citados por nosotros sobre esta clase de calzado en la página 267, ete., de nuestra monografía, donde (1) VorGr, Privataltertimer und Kulturgeschichte. Em : VON MULLER, Handbuch der elassischen Altertums- Wissenschaft, IV, 2, 22 edición, página 333. Miinchen, 1893. XXI 18 2714 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS fué indicado que se trata de la bota de los gauchos. Como el término carbatina es de origen griego, es poco usual en la lengua latina que ya tenía su propia voz para el calzado primitivo : pero. Carbatina y pero, son, pues, sinónimos y significan la misma cosa. El material de la carbatina era, de todos modos, cuero de ganado vacuno; véase página 268 de nuestro trabajo: es probable que también el pero romano fué hecho de esta clase de cuero. El pero de los Godos o por lo menos el primitivo calzado de ellos, llamado pero por Sido- nius Apollinaris, era de cuero caballar, tal vez porque los Godos se alimentaban más bién con la carne del caballo. Considerando un pá- rrafo sobre el calzado de los antiguos Longobardos, es probable que ellos hayan usado el cuero de yeguas con «cabos blancos » (1), cuero todavía hoy en día preferido por los gauchos de la Pampa para sus bo- tas. El párrafo que nos interesa no está, sin embargo, libre de dudas. Cuando Alboin, relata Kauffmann (2), vino a ver a Turisind, rey de los Gepidos, cuyo hijo Turismod había muerto en el combate por la mano de Alboin, éste y su gente fué burlado por el segundo hijo de Turisind con las siguientes palabras : fetilae sunt equae quas simi- latis, lo que debe traducirse, según nuestro entender, del modo siguiente: ¡De cabos blancos son las yeguas a las cuales pareceis ! El historiador Paulus Diaconus (1, 24) agrega : Longobardos iniuriis lacessere coepit, asserens eos, quí a suris inferius candidis utebantur fasceolis, equabus quibus erure tenus pedes albi sunt similes esse, O sea en traducción castellana: Empezó a herir con injurias a los Longobar- dos asegurando que ellos (que desde las pantorrillas hacia abajo usaban correones blancos) fuesen parecidos a yeguas cuyas extremidades eran blancas hasta el muslo. Creo yo que la burla se refiere en primer lugar al color blanco del calzado (fetilus); eso que era sacado de una yegua, viene en segundo lugar, tratándose probablemente de una costumbre conocida; no así con respecto al color blanco del calzado, que fácilmente puede provo- car las tendencias burlescas de un bufón. No habría duda en referir este párrafo a la bota sacada de una yegua con extremidades blancas, » (1) Cabos, los remos de la caballería, desde la rodilla hasta el casco inclusive. (SEGOVIA, Diccionario, etc., página 418.) (2) KAUFErMANN, Studien, etc., páginas 391-396. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 2 t =] 11 si Paulus Diaconus hubiese dado explicación más precisa; pero sólo abla de fasceolis (tientos) y no también de peronibus (botas). Suponzo., sin embargo, que no ha dado mayor importancia a este detalle. de poco significado para él; supongo que no solamente las botas sino también los correones o tientos hayan sido hechos del cuero de yeguas blancas, conjunto muy llamativo para gente que no lo usaba, y que los tientos fueran atados alrededor de la pierna, formándose cruces (compare la figura 34). Edad media La documentación sobre la persistencia de la bota en la edad media del mundo antiguo es concluyente. Citaremos algunos ejemplos. Una pintura francesa de la mitad del siglo 1X representa al rey - Carlos el Calvo, recibiendo como homenaje una biblia escrita en la abadía de San Martín de Tours; los guerreros que rodean al sobe- rano, llevan pantalones largos sujetados con una liga bajo la rodilla y puestos en botas que dejan libres a los dedos; las botas atadas con vendas (compárese figura 34, bota moderna atada de este modo), están pintadas en algunos casos con color rojo o verde; unas veces son lar- gas, otras cortas; cordones bordados de oro rodean las aberturas su- perior e inferior. El mismo rey Carlos el Calvo usa bragas y botas que dejan libres las pantorrillas y los dedos (1). Advertimos, sin embargo, que la explicación del calzado como lo hemos hecho, no es absolutamente libre de dudas. En una pintura francesa del fin del siglo IX se presenta Esculapio con bragas verdes y con botas que no cubren los dedos; pero tienen agregadas una plantilla, de la cual salen correones para envolver los dedos (2). Repasando obras que ilustran los trajes de la edad media, encon- tramos en el libro de Weigel (3) grabados muy caracteristicos que (1) LOUANDRE, Les arts somptuaires, 1. París, 1858. — HOTTENROTH, Handbuch der deutschen Tracht, figura 1, 8, 10, 11. Stuttgart, sin fecha. — PLANCcHÉ, Á cy- elopaedia of costume or dictionary of dress, II, lamina entre páginas 30 y 31. Lon- don, 1879. (2> HoTTENROTH, Handbuch, etc., figura I, 2. (3) WeEr1GEL, Trachtenbuch. Niirnberg, 1577. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS N —1 O) comprueban la existencia de la bota en aquella época. El personaje representado en la lámina LXXI, es ein frantzósischer Bawer (cam- pesino francés); su bota está provista de una ansa para levantarla con mayor comodidad (fig. 25). El hombre, cuyo pie va reproducido según la lámina XLIV (fig. 26), es ein gemeiner Behm, Bohemus plebeius (bohemio de clase baja). El pie reproducido de la lámina CV, parece estar revestido con media de lana y alpargata (fig. 27). Fig. 25. — Bota de un pai- Fig. 26. — Bota de un paisa- sano francés (Weigel. no de Bohemia (Weigel, obra citada, pl. LXXD. obra citada, pl. XLIV). La ilustración más típica de una bota, cuya suela fué reforzada por una sandalia, hallamos en un cuadro del siglo xy, conservado en la ga- lería de Brera en Milán; el correspondiente calzado fué insertado en el libro de Lacroix, Duchesne y Seré (1), del cual se hizo nuestra figura 28. Consultando al fin la gran obra de Hottenroth, cuyo título ya fué citado, encontramos en las láminas que la acompañan, con frecuencia (1) LacrOIx, DUCHESNE et SERÉ, Histoire des cordonniers, página 64. París, 1852. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 217 la bota usada por todas las naciones del mundo antiguo; la deserip- ción agregada por Hottenroth es confusa, pues no conocía el verda. dero carácter de aquel calzado primitivo. Ateniéndonos a sus láminas, aparecen calzados con botas, los pueblos siguientes: Antiguos Hebreos (pl. 15, 1: bota combinada con sandalia; pl. 19, 09) 6 : bota ajustada adelante por medio de cordones); Medos (pl. 21, 22: bota reforzada al parecer por plantillas); Troyanos (pl. 25, 5); Griegos Fig. 27. — Calzado de un paisano francés (al Fig. 28. — Bota del siglo xv, según un parecer alpargata con media de lana) (Wei- cuadro de la galería Brera, Milán gel, obra citada, pl. CV). (Lacroix, obra citada, pág. 64). antiguos (pl. 32, 3; 34, 8; 35, 30); Etruscos (pl. 41, 3; 41, 7; 42, 12, las tres, botas típicas; pl. 40, 4, bota con suela y cordonaje); Roma- nos antiguos (pl. 57, 11); Galoromanos (pl. 58, 4, bota típica); Esci- tas (pl. 63, 1: bota baja); Francos de la época de los carolingos (pl. 74,11: bota combinada con sandalias, envolturas y espuelas); Persas (pl. 81,8: bota típica); Escandinavos hasta 1200 p.. C. (pl. 3, 45: bota típica); Alemanes hasta el año 1000 (pl. 10, 23), — del siglo XIV (pl. 36, 12: forma típica), — del siglo xv (pl. 45, 2, ídem), — del siglo XVI, primer tercio (pl. 48, 1, bota con fajas para apretar las pantorri- llas), — del siglo xv1, segundo mitad (pl. 109, 10); Franceses, 500- 278 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 1200 p. C. (pl. 18, 9): — siglo xtv (pl. 73, 10, forma típica; 713, 12, forma baja): — fin del siglo XIV y principio del siglo XV (pl. 75, 29, 1 Fig. 29. — Bota de un caballero alemán, siglo xv1 (según una muestra para diseñar) glo xvI (pl. 101, 2, bota típica) XIV (pl. 854, 20 : bota baja; pl. 584, 19, comienzo del calzado con la punta remangada ha- cla arriba). La bota desaparece en el mundo antiguo al fin del siglo XVI, justamente en la époc: en la cual fué trasladada, por los conquistadores, a Améri- ca; pero allí, sólo en los paí- ses del Plata, en el Brasil del Sur y en Chile puede com- probarse todavía su existen- cia, condenada aún aquí a bota típica), — siglo XV, segunda mitad (pl. 77, 5 y 7; bota típica); Suizos, siglo XV (pl. 53, 5); Ingle- ses, segunda mitad del siglo xv (pl. 65, 20, bota reforzada por un calzado); Escoceses e Irlandeses, siglo XVI y principio del siglo xvu (pl. 71, 20, bota cerrada ade- lante con cordones; pl. 71, 1, bo- ta baja, adelante con cordones; pl. 71, 30, bota típica): Polacos, siglos XI y xIV (pl. 95, 12, bota típica: pl. 95, 14, bota baja y con los bordes superiores doblados); — fin del siglo xv y principio del siglo XVI (pl. 97, 7 : bota típica); Griegos, gente de conventos, si- Italianos, segunda mitad del siglo Fig. 30. — Bota del siglo XxVvI-XVIH (según una muestra para diseñar) pronta extinción. Mientras que en las citadas partes de América se conserva en su forma arcaica, e insienificantes son las modificaciones que en uno u otro caso aislado ha sufrido (partición longitudinal a lo R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 279 largo del empeine para ajustar el cuero al pie, por medio de cordo- nes; refuerzo de la suela por medio de una plantilla de cuero) en los países donde es originaria, la bota se modificó en un grado tal que ya no merece este nombre. En América, ya no sufrirá modificaciones, a excepción de las ya indicadas; los motivos de su pronta desaparición en América, son el refinamiento del traje aún de los campesinos; el cambio de la moda; los altos precios que han alcanzado los cueros del Fig. 31. — Bota del siglo xvHI Fig. 32. — Bota del siglo XVIL-XVIH (según una muestra para diseñar) según una muestra para diseñar) ganado caballar y vacuno y que impiden aprovechamiento tan poco lucrativo de un producto de la economía rural: motivos suficientes para condenar a desaparición completa una supervivencia arcaica. Por cierto, estos mismos motivos habrán producido en el mundo antiguo el mismo efecto, con la diferencia de que la bota no se extin- guió sino que se modificó, poco a poco, a formas que apenas permiten reconocer el origen primitivo. Ya en la antigiiedad griega, la embás fué modificada, cortándosele el borde superior arremangado (resul- 280 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS tando así la endromis) o partiendo el costado anterior a lo largo del empeine y de la tibia; o agregando una suela para refuerzo. En la edad media observamos el mismo proceso de evolución : la suela es do- ble, etc.. y las diferentes partes se cosen de pedazos independientes; el embudo superior es aprovechado para ornamentación artística (fig. Fig. 33. — Bota ordinaria, en venta en cualquier zapatería de Buenos Aires o La Plata. El correón ya no tiene fun- ción y llegó a ser un adorno. 29-52) y alcanza al máximum de su desarrollo en la guerra de los Trein- ta años. El mismo correón con que se ata la bota abajo de la rodilla, en muchos casos se conserva como órgano sin función y desempeña las veces de un adorno (fig. 33), bordado en la bota alta de los mili- tares (húsares, etc.) donde lucen las borlas, hasta que alcanza un sig- nificado distintivo y nadie ya supone, que la orden real de la jarrete- R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 281 ra (1), la condecoración más alta de Inglaterra, es la flor brotada del humilde pehual, hoy en día todavía usado por los gauchos de la Pampa Argentina ! INVESTIGACIONES ETIMOLÓGICAS El calzado primitivo, objeto de la presente monografía, es actual- mente conocido bajo las tres significaciones, bota, perneira (de «pier- na») y zumel (corrupción de la antigua palabra castellana «jumel »). La primera de estas tres voces nos ha llevado a meditar sobre su eti- mología, explicada como la de sus congéneres, de distinto modo por los etimologistas. Nuestros resultados son los siguientes : La voz «bota » Debemos salir del griego fos<, latin bos que en forma onomatopé- yica significa a un representante cualquiera del ganado bovino, pero, por lo menos en el griego, también al cuero bovino que servía para revestir ciertos objetos (los escudos por ejemplo). Es pues probable que la misma voz o sus derivados (hay en griego un adjetivo foórr<) fueran aplicadas a cosas hechas del cuero bovino, cualquiera que fue- ra su tamano y uso. El objeto más voluminoso de esta clase es sin duda el arcaico apa- ato de transporte acuático (1), construído de un cuero casi entero en (1) La tradición más propagada sobre el origen de la célebre orden es la si- guiente: «En 1349 la condesa de Salisbury, a quien Eduardo III amaba apasio- nadamente, perdió en un baile una liga que el rey principió a buscar. Su acción excitó la hilaridad de los cortesanos. Honi soit qui mal y pense : «¡ ay de aquel que piense mal ! dijo el rey ; tal vez aquellos que se ríen se erean un día muy honrados con llevar una semejante », y poco tiempo después fundó esta orden de caballería, orden que tiene por jefe al soberano de Inglaterra y que uo puede contar más de veintiséis individuos, comprendido el rey o la reina. Entre otras insignias, los caballeros llevan una liga blanca en la pierna izquierda, y la reina en el brazo. La divisa es la misma : Honi soit qui mal y pense. » (Diccionario enciclopédico his- pano-americano de literatura, ciencias y artes, IX, página 96. Barcelona, 1892. (1) TreBrrscn, Fellboote und Schwvimmsiácke und ihre geographische Verbreitung in der Vergangenheit und Gegenwart. Archiv fir Anthropologie, N. F. XI, página 161-184. 1912. 282 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS dos tipos principales: el uno es el cuero entero de un animal, inflado artificialmente y representando así una bolsa llena de aire con la cual una persona fácilmente se mantiene a flote o que, en unión de varios ejemplares, sirve para aumentar la resistencia de una balsa de palos; el otro tipo consiste en un sistema de aros de madera forrados de cuero y presentando en conjunto ya una forma semiesférica (llamada coracle, voz irlandesa, relacionada con irl. curach, griego /22:0», latín cortum, la piel: en Norte América, se dice bull boat, en Sud América pelota), ya la forma característica del bote, anglo-saxón bát, celta bad resp. bata, in- olés antiguo boot, inglés moderno boat, islandés bátr, sueco bat, holan- dés y alemán boot, ruso bot. No dudo que esta voz cuya etimología es desconocida a los autores de los diccionarios (1), deriva de £203<, bos (ani- mal bovino) cuyo cuero fué utilizado con preferencia para la construe- ción del primitivo aparato de navegación. Explícase asítambién el ver- bo botar, italiano bottar, alemán antiguo bózen (que debe interpretarse como boot-sen = stossen, treiben), otra dificultad de los etimologis- tas (2), verbo cuya acepción actual (arrojar o echar fuera con violencia) no es otra cosa que metáfora de la acción de adelantar un «bote » con empujes, sea por medio de remos sea por individuos nadadores (3). (1) Citaré algunos ejemplos. SKEAT (An etymological dictionary of the English language, 32 edition, página 69. Oxford, 1898) confunde el bote (hecho de cuero bovino) con la canoa (hecha del tronco de un solo árbol) cuando relaciona la voz bote con el celta bata, palo, ete., concluyendo : « The original “boat” was a stem of a tree; and the word may be connected with bat». En la edición primera del diccionario de la Real Academia Española de 1726 se explica la voz bote « por la facilidad con que se bota o echa al agua». Barcia (Primer diccionario general etimológico de la lengua española, Madrid, 1881) advierte que en el antiguo escan- dinavo hay la voz boot igual al castellano bote. (2) Drez, Etymologisches Woórterbuch der romanischen Sprachen, 4. Ausgabe, pági- na 61. Bonn, 1878. — Del alemán bózen (chocar), deriva según la Academia Espa- ñola el verbo castellano botar. (3) De botar, verbo activo y neutro, derivan gran cantidad de voces españolas : botado, botador, botadura, botante, botaratada. botarate, botaratería (argentinismo), botaratear (ídem), botazo, bote (en el sentido de golpe, salto), botero (americanismo), botedad, boteza, boticar, boticón, embotamiento, ete. ; y muchas composiciones, co- mo botabala, botafumeiro (en la catedral de Santiago), botafuego, botalanzafuegos, botaló, botalón, botarel, botasela, botasilla, botavante, botavara, botavira, botidentro, botifuera. Del subst. bote, el diminutivo botequin. Hay también embotar (poner una cosa dentro de un bote); la otra acepción de este verbo, y. m. a. R. LEHMANN-NITSCHE: LA BOTA DE POTRO 285 Empleando sólo ciertas partes de un cuero se obtienen utensilios. objetos, etc., de tamaño más pequeño que el «bote» de navegar, pero que igualmente se llaman «bota », «-e », ete. El cuero mismo de la extremidad posterior, fué llamado por restricción de aceptación pri- mitivamente bot... (1), y después en sentido figurado, cierta clase de objetos para cuya fabricación se presta. El cuero, sacado íntegro de la extremidad posterior, tiene la forma aproximada de un embudo con sus dos correspondientes aberturas : una muy amplia que correspon- de a la región del muslo o ingle, y otra estrecha y pequeña, correspon- diente a la región de la caña, etc. Según se cerró con costuras una u otra abertura, resultaron dos objetos distintos : a) Cosiendo la abertura ancha, resulta un admirable receptáculo para líquidos (2), cuya boca (e. d. la otra abertura angosta) fácilmente se cierra con un cordón, con un tapón, etc. Abundan en los idiomas eu- ropeos las designaciones para esta clase de utensilios domésticos, deri- vadas como se entiende, de bot... Limitándonos al castellano hallamos : Bota, «nombre que dan en América a una Zzaca o vasija grande de cuero de buey que se emplea para extraer el agua de las minas por medio de malacates» (Diccionario enciclopédico hispano-americano, Barcelona, 1912). Bota, «cuero pequeño empegado por adentro y cosido por un lado, de figura piramidal y que remata en un brocal de cuerno o palo para echar y beber» (Academia); derivaciones son: botamen, botería, que significan el conjunto de botas en un navío, y botero, con el femenino botera, el fabricante o vendedor de esas botas. Boto, provincialismo aragonés, «pellejo para echar vino, aceite, u otro licor, etc.» (Academia); el correspondiente diminutivo es bo- tillo, «pellejo pequeño para llevar vino » (ibidem). Jomo muchas veces sucede, el nombre primitivo de un utensilio quedó el mismo, aún cuando este fué fabricado de material distinto. El pellejo, indudablemente, es materia primitiva y por consiguiente, antes empleada que el barro cocido (sabemos que la alfarería aparece (1) Véase página 184 de este trabajo. (2) El pedacito redondo de palo que se pone en los agujeros de botas o pelle- jos de vino para que no se salga, es llamado botana ; el instrumento que sirve a los boteros para poner botanas en la botas y pellejos, se llama botanero (Academia). 284 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS recién en la época neolítica). Por consiguiente, cuando el receptáculo para líquidos fué hecho de barro cocido, la forma y la designación que- daron idénticas al tipo primitivo de cuero. En realidad, hay en los países mediterráneos botellas ordinarias de vidrio, que tienen todavía un diámetro ovalado (y no redondo), igual al muslo del cuadrúpedo doméstico. En cuanto al nombre, la misma voz bota puede significar «cuba o pipa de madera con aros para guardar vino y otros líqui- dos» (Academia), o una «medida para líquidos cuya capacidad más corriente es la de 32 cántaros (516 litros)» (Diccionario enciclopédico, etc.) Las demás derivaciones de bot con otros sufijos, significan hoy en día, vasijas ya no de cuero, sino de barro cocido o materia parecida ; repasando el diccionario hallamos : Botazo, «especie de vasija cilíndrica de madera, como de una vara de alto y seis cuartas de diámetro, que se usa en las salitrerías para cristalizar los líquidos saturados de salitre y lavados de arenilla » (Diccionario enciclopédico, etc.). Bote, «vasija pequeña de barro vidriado, cristal, vidrio, porcelana u otra materia que sirve para tener medicinas, aceites, pomadas, etc. » (Academia). En las provincias del interior de la República Argenti- na, bote es una «especie de botella de barro vidriado, y de forma ci- líndrica y cuello angosto que viene del exterior con tinta o licores alcohólicos, particularmente ginebra» (Segovia, Diccionario argen- tino). Hay la voz botamen, « conjunto de botes en una farmacia » (Die- cionario enciclopédico, etc.). Botella, «vasija de cristal o de vidrio con el cuello muy angosto que sirve para contener líquidos» (Academia); hay las derivaciones botellón ; botellería, botillería ; boteller, botiller, botellero, botillero ; embotellar, embotellado. Botija, «vasija de barro mediano, redonda y de cuello corto y an- vosto » (Academia), con los dimimutivos botijilla y botijuela. Botija, en sentido figurado y familiar, dícese del que tiene grosura extraordina- ria, y del niño cuando se enoja y llora. Botijo, « vasija de barro delgado y de abultado vientre, con una boca proporcionada para echar el agua, un pitón en el lado y en medio un asa» (Academia), con el aumentativo botijón, y éste, en Venezuela (1), (1) CALCANO, £l castellano en Venezuela, página 526. Caracas, 1897. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 2385 con el diminutivo botijoncito. El botijero es el que hace o vende boti- jas y botijos (Diccionario enciclopédico, etc.). Hay los verbos abotijar y embotijar, también embotinar. Bototo, americanismo, «calabaza para llevar agua ». Pote, al fin, pertenece, según nuestro entender, al mismo grupo an- terior; el diccionario dice que significa cierta especie de vaso de barro, o un tiesto para flores y hierbas olorosas, o una vasija redonda con tres pies, y en sentido figurado la comida misma. Suponemos que con pote, se quiso indicar el material más sólido que el del bote, fenó- meno fonético a comprobar también en otros idiomas. Derivaciones de la voz pote, son potaje, potajería, potingue, potajier ; potar, potación, potable, potador, potado. potero, potista. Suponemos que las voces germánicas pott y topp (Topf), son las mis- mas, habiéndose cambiado en la última la posición de los consonantes. b) Cosiendo la abertura angosta del cuero sacado de la extremidad posterior (algunas veces queda abierta) resulta un abrigo para pie y pierna del hombre; es la bota, a la cual va dedicada la presente mo- nografía. Los autores de los diccionarios españoles, no conocen el tipo arcaico sudamericano y definen bota como « calzado de cuero que res- euarda el pie y la pierna », «especie de borceguí de piel o tela que usan las mujeres ». Sólo el provincialismo andaluz, bota = vuelta de la man- ga, recuerda la parte superior de la gauchesca bota de potro,que puede remangarse. En la Argentina, se dice botamanga (1). Cítanse además en los vocabularios la bota de montar y la bota fuerte, usadas actualmen- te por la caballería, ete. Derivaciones de bota, en sentido de calzado, son : botilla, botín (2), botina, botito, bototos (chilenismo) (3); botinero, botero (chilenismo = zapatero), botitero (México) (4). Botarga «especie de calzón ancho y largo que se usaba en lo antiguo » (acepción prin- (1) SEGOVIA, Diccionario argentino, ete., página 68. (2) En Chile, botín significa no solamente el «calzado de cuero que llega hasta cubrir los tobillos », sino también las medias que, subiendo un poco más arriba por la pierna, terminan en la parte inferior de la pantorrilla y cuyo nombre pro- pio es calcetines » (RODRÍGUEZ, Diccionario, etc., pág. 67). Se nota, pues, el mismo, cambio de significado que ha sufrido la voz huesa (y. M. 4.). (3) ECHEVERRÍA Y REYeEs, Voces, etc., página 156. (4) Ramos Y DUARTE, Diccionario de mejicanismos, página 95. Méjico, 1895. 286 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cipal), también debe derivar de bota, como ya dijo el Diccionario de la Academia de 1726 aunque la indicación — bota larga es errónea; según Calandrelli (1), el origen es una voz del bajo latín, buttarica ; en otra acepción, significa una especie de embuchado; derivaciones de botarga, son las palabras abotagar, a. y Y., abotagado, abotagable, abotagante, abo- tagamiento, abotagadamente o sin supresión de la letra r, abotargar, abo- targante, abotargamiento (2) que significan hincharse, etc. Verbos deri- vados de bota, son embotarse, ponerse botas; abotinar, abotinado, abo- tinadura, abotinamiento. Botudo = calzado, corre en Tabasco, México (Ramos y Duarte). En el sentido de calzado, encontramos bota, en el francés antiguo (boute, botte), en el inglés (boot), gaélico (bót), ete. De bota en general deriva el adjetivo antiguo botoso, hoy sincop. boto, «romo de punta » (también en el sentido metafórico de rudo o tor- pe), debiendo buscarse la comparación en la superficie lisa y redonda de un pellejo de vino, con las extremidades semicortadas y mochas. Las derivaciones son : embotar, embotador, embotadura, embotamiento. Del adjetivo boto parece háse derivado a causa del mismo parecido, la voz botón, con sus tantas acepciones y derivaciones : botoncico, boton- cillo, botoncito ; botonero, botonería ; botonar, botonado, botonadura, bo- tonazo ; abotonar, abotonado, abotonador, abotonadura, abotonamiento. La voz que nos ocupa, ha tomado acepciones curiosas en ciertos parajes del habla romance : Boto, provincialismo asturiano, es una tripa de vaca llena de man- teca (Academia); botagueña, es una longaniza hecha de asadura de puerco (Diecionario etimológico, ete.) Botta, italiano, botte, boz, francés antiguo, bote champ. y dauph., voz que significa el sapo, se explica por el parecido del animal con un pellejo de vino (53). (1) CALANDRELLI, Diccionario filológico-comparado de la lengua castellana, pági- na 831. Buenos Aires, 1880. (2) BERMÚDEZ, Lenguaje del Río de la Plata, 1, página 105. Buenos Aires, sin fe- cha [1916]. En publicación. (3) Diez, Etymologisches Wórterbuch, ete., página 61. — Las palabras tratadas por este autor : botta, bottare, botte, bozza, comprueban la ramificación enorme que en los idiomas europeos ha tomado la raíz bot-, but-, que según nuestro modo de ver, significa originariamente el ganado bovino y su cuero. Tanta ramificación atesti- gua, al mismo tiempo, la gran antigiiedad, prehistórica, de la raíz que nos ocupa. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 287 Botuto, en Venezuela «se llama hoy el pezón largo y hueco que sostiene la hoja del lechoso que en otros países llaman papayero. por dar la papaya, que en Venezuela llamamos lechosa. El vulgo pronun- cia betoto. El indio goagiro usa el botuto como instrumento », ete. Se gún Calcaño, botuto es voz indígena; parece más bien antigua voz castellana (1). En lo que hace a las voces latinas y griegas que deben considerar- se como componentes de la raíz bot-, but-, poco es lo que conocemos, puesto que se trata de objetos de la vida diaria y de su correspon- diente nombre vulgar, cosas que evitan emplear los escritores. En el griego, encontramos foúz:z, botella; en el latín bajo butta, buticula y butilla (botella), además botellus y botulus (chorizo, longa- niza), y botularius (choricero). Se ve que ya en esa época, había espe- cificación de los términos. La voz « huesa » Resultan interesantes las indagaciones sobre esta voz, íntimamente relacionada con la materia que nos ocupa. Procediendo del mismo modo seguido con el término bota, empezamos con el vocablo horse (inglés), hors (anglo-sajón), hross (nórdico), hros (alemán antiguo), ros, ors (alemán de la- edad media), ros (holandés), Ross (alemán moderno), palabra al parecer germánica que significa el caballo y que no se ha extendido a las lenguas romances. Suponemos que también el cuero del caballo haya sido significado con el mismo vocablo, o por lo me- nos el cuero de la extremidad posterior. Lo que es cierto, es que en el alemán, hose significa «den mit gróberen Haaren besetzten Unter- schenkel des Pferdes» (2) (la pierna del caballo, revestida de pelo grueso), y creemos, que esta voz hose, no es otra cosa que horse ! Hoy en día. en las regiones occidentales de los Estados Unidos de Norte América, la pronunciación vulgar de horse, es hoss (3). De tal modo, hose debe significar originariamente aquella región del cuerpo caballar, y no en sentido metafórico como dicen los Grimm. (1) CaLcaxo, El castellano en Venezuela, ete., páginas 539-594. (2) Grium, Deutsches Wórterbuch, artículo Hose. Leipzig, 1877. (3) KóuLer, Moórterbuch der Americanismen, páginas 72-73. Leipzig, 1866. 288 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Explícase así, sin alguna dificultad, que dos distintos objetos hechos con el cuero de la pierna del caballo, se llamaban así, y es de notar que estos dos objetos sirven, ya para receptáculo de líquidos, ya para abrigo de la pierna y pie humano; representan entonces exactamente los mismos dos tipos que la bota, consistiendo la diferencia en la ca- tegoría del cuero : en el caso de la bota, es cuero bovino, en el caso de la huesa, cuero caballar. En lo que hace al significado de receptáculo para líquidos, sólo en ciertas partes del habla inglesa hase conservado; por supuesto, la materia de que se fabrica, ya no es cuero precisamente de caballo, sino cuero cualquiera, o caucho, etc. Leemos en el diccionario de Webs- ter (1): «hose, a flexible pipe, made of leather, India rubber or other material, and used for conveying fluids, especially water, from a faucet, hydrant,-or fire engine»: composiciones son hose-carriage, hose-cart, hose-truclk, que significan el carro en que se llevan las cita- das « huesas » ; hose-company son los bomberos. En lo que hace a la acepción de calzado, la encontramos en todos aquellos idiomas, adonde ha llegado la voz hose, huesa, ete. En el idioma inglés, según el ya citado Webster, hose es «covering for the feet and lower part oí the legs; a stocking or stockings » ; en el mismo sentido se explica Wedgwood (2). En el antiguo anglosajón, en danés, en holandés, en alemán, se dice en el mismo sentido de calzado, hose ; en el antiguo nórdico (Islandia) y en el antiguo alemán, hosa; en el címbrico, hós; en el antiguo francés, hose, heuse; en francés, house, houseau; en el latín medieval, hosa, osa; en italiano : uosa (el diminutivo actual es usatto); en el provenzal, oza; en el antiguo portugués, osa; en el antiguo español, huesa, vesa (3). Primitiva- mente la voz que nos ocupa, significa un calzado y los citados autores coinciden en este punto de vista, también los autores que han publi- (1) WeEbsTER, International dictionary of the English language, artículo hose. Springfield, Mass., 1897. (2) WEDbDGWwOooD, A dictionary of English etimology, 2%! edition, artículo hose. London, 1872. (3) DrEz, Etymologisches Worterbuch, ete., página 335. WEDGWOOD, 4 dictionary, ete., artículo Hose. Grimm, Deutsches Woórterbuch, ete., artículo Hose. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 289 :ado obras sobre trajes, etc. Menéndez Pidal, por ejemplo, al comen- tar el Cid, dice (1) : Vesa ... huesa ... «bota alta », calzado que protegía la pierna del frío, la lluvia y el barro, para campaña, viaje o caza (2). Podía ser muy lujosa ; así la valiosísima bota del rey Rodrigo, hallada en un lodazal después de la batalla en que ese rey perdió el reino, es llamada por un ms. de la Crónica de 1344 «una huesa», y por otros «una calcadura» (Revista crítica de his- toria y literatura, Madrid, Enero 1897, pág. 32, b). Según el Cantar, la huesa se ponía encima de las calcas, y el cabalgar sin huesa, más era de cor- tesanos que de guerreros... En 820, la vesa... sivve para llevar dinero ; Ga- nelón, al recibir dos magníficos brazaletes que la reina Bramimunda le da para su mujer, los guarda en la huesa, «il les ad prises. en sa hoese les bu- tet» Roland 641; como en la Edad Media no se solían usar bolsillos, los ob- jetos menudos se guardaban en el sombrero, en las calzas, en las mangas, en un nudo de la camisa (K. Nyror, Storia dell” Epopea fr., 1888, p. 287 n.). — Del antiguo alto aleman hosa. Lo que agregamos nosotros, es que hosa, huesa, hose, etc., es el cue- ro de la pierna del caballo y el calzado hecho de él ; horse (el caballo) y hose (el cuero de la pierna y los objetos que se hicieron de él) son voces idénticas y han de ser germánicas ; bos (el bovino) y bot... (pri- mitivamente, el cuero del muslo (véase pág. 184), y después (lo que es mas conocido), los objetos de él fabricados) también voces idénticas, han de ser voces mediterráneas. Coincide nuestra opinión con la de los historiadores de la antigua cultura europea según los cuales, el bovino es el animal doméstico principalmente del sur euro- peo y del oriente, no tanto del norte de Europa. Volviendo al significado de hose, hosa, ete., resulta que en la edad media, cambia el concepto que tiene; ya en el siglo XV y sin excep- ción desde el siglo XVI, hose, en el inglés y el alemán, significa lo (3) MENÉNDEZ PIDAL, Cantar de Mio Cid. Texto, gramática y vocabulario. 11, pá- gina 896. Madrid, 1911. (1) Véanse E. VIOLLET-LE-DUC, Diet. du Mobilier, MI, 3872, p. 452, voz <« heu- se» ; A. SCHULTZ, Das hófische Leben zur Zeit der Minnesinger, 1889, 1, 292, y DE 34, trata de las « Hosen » y las calzas indistintamente; y L. GAUTIER, La che- valerie, 1895, pág. 415. Cerdá asegura que «en Asturias llaman aun hoy osas a un género de botines o calzado alto de que sólo usan los acultos». V. en MUNÑoz Colecc. 223 n., donde se trata del tributo llamado huesas. 1, XXI 19 290 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mismo que hoy en día, es decir los pantalones (1). Nosotros hemos explicado que bota y hosa, es una y la misma categoría de calzado pri- mitivo euyo uso desapareció justamente en aquella época de la edad media. Es curioso entonces que sólo hosa haya sido empleada para sig- nificar los pantalones, no así la voz bota. Es de notar, además, que en aleunos dialectos de Alemania, la voz hosa ha conservado el recuerdo a aquella época en que era un abrigo para pierna y pie; aunque hoy en día, aunque ya no hecha de cuero, sino de lana, las medias se llaman en Guestfalia y Holstein, hosen; en Heligoland, hoesen; en los alrededores de Coblenz, hossen ; aquellos tubos de lana que abrigan la pierna des- de la rodilla hasta el tobillo, se llaman en Baviera y Tirol, hosen (2). Recordándonos que para la bota pampeana, los gauchos usan el cuero de la extremidad posterior caballar o bovino, ya con pelo, ya pelado («lonjeado »), es de suponer que la misma costumbre haya existido en la antigiiedad prehistórica europea y en realidad, el pero setosus de los romanos, da una comprobación documental para el ti- po peludo (véase página 271 de este trabajo). Recordémonos al mis- mo tiempo que el tipo lonjeado es el más elegante, el otro el más rústi- co. Explícase así el apelativo alemán Rauchfuss (Pie peludo) que era al principio, parece, apodo para una persona que usara hosa peluda, y más adelante apelativo de familia, fenómeno que se observa muchas veces al estudiar el origen de los apellidos; otra voz alemana, Rauhbein (pierna peluda), término del lenguaje vulgar con que se significa a un individuo grosero, tosco, debe su origen, suponemos, a la misma indu- mentaria campesina; no sabemos si en algunos casos es empleado co- mo apellido de familia. El tipo pelado de la hosa o sea el tipo refinado, también ha dejado sus recuerdos en la lista de los nombres germáni- cos; cuero sin pelo, en estos idiomas, es leder, la bota lonjeada, por consiguiente, lederhose, y se explica que la costumbre de andar siem- pre elegantemente calzado, habrá dado aquel sobrenombre a uno u otro lechuguino; encontramos, pues, como apellido germánico, la palabra Lederhose en la concentración alemana de Lérse, Lierse, en la holan- desa, etc., de Laars (3); el hijo de Laars, es Laarsen, Larsen. (1) Grimm, Deutsches Worterbuch, etc., artículo hose. (2) Grimm, obra citada. (3) KAUFEMANN, Studien, etc., página 390. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 291 La voz <«estibal » Diez en su célebre obra (1), indica los términos que corresponden a la antigua voz española estibal en otros idiomas, a saber : proven- zal y francés antiguo, estival; italiano, stivale; alemán antiguo, sti- ful; alemán de la edad media, stíval ; alemán moderno, Stiefel ; sig- nifica un calzado alto que cubre pie y pierna. Diez pregunta si la voz puede derivar del latín tibiale, que tiene significado análogo, pero prefiere la explicación de Ducarge, que busca en latín «aestivale (de aestiva, verano) el origen de la palabra que nos ocupa; cree entonces que aestivale haya significado un calzado de cuero liviano para el ve- rano. Nosotros opinamos haber resuelto este problema etimológico; en el idioma inglés, hay la voz stifle que significa «the joint next above the hock, and near the flank in the hind leg of the horse and allied ani- mals » (2), othe «joint of horse's hind-leg between hip and hock » (3), es decir la región del muslo hasta el garrón o corvejón, principalmente del caballo. Pues bien, esta misma parte del cuero junta con el del corvejón y de la caña, era destinada para usarla como abrigo de la pierna y del pie; el stifle, servía en realidad para stifel, stiful, ete. (4). Hallamos pues analogía exacta entre bota y stifel que originaria- mente significan el cuero del muslo y después el correspondiente calzado. La voz «2ueco » Significa zueco, en castellano, un «zapato enteramente de palo que se usa en varias provincias de España entre la gente pobre» o un «calzado a modo de zapato, con la suela de corcho o de palo» (Academia); el diminutivo es zoclo; en Galicia, se dice zueca fem. (1) Diez, obra citada, página 307. (2) Webster, obra citada, artículo stifle. (3) FowLEk, The concise Oxford dictionary, página 859, Oxford, 1911. (4) Siento que al escribir estas líneas no pueda consultar la obra de Grimm respecto a la voz que nos ocupa. 292 BOLETÍN DE LA ACADEMIA.NACIONAL DE CIENCIAS (investigaciones nuestras). Con sentido análogo hállase la voz en el italiano (zóccolo), en el portugues (socco), en el provenzal (z0cs) ; en sentido modificado, hay esp. zócalo, ital. zó6ccolo, franc. socle. Con la acepción de tronco de árbol, ital. (Ravenna) 20cC0, PrOV. $0C, prov. y catal. soca, franc. souche (1). El origen de esta palabra es el ¡atín soceus, respectivamente soccu- lus, según Isidoro (etym. 19,34), un calzado sin plantilla que subía hasta el tobillo, que no fué ligado, sino que el pie se introducía en el (socei non ligantur, sed tantum intromittuntur). Resulta, pues, que en la antigua Roma, soccus era un calzado liviano, de cuero por su- puesto; que más en adelante, en la época postromana, fué tallado de madera. Lo antedicho, al parecer, no tiene relación alguna con nuestra monografía ; pero resulta que soche, o generalmente el plural, socken, en el alemán, ya antiguo ya moderno (adonde llegó del latin), significa cortas medias de lana (acepción general) o— el ¡«pie» de algunos animales! Los ejemplos citados por Grimm al respecto de la última y rara acepción, se refieren a la cabra y al zorro (2). Relacionando estos datos con las investigaciones anteriores, suponemos que también en el latín, originariamente, soccus ha significado aquel cuero de los animales que se extendía, en la extremidad posterior desde las- unas hasta algo más arriba del corvejón, cuero en forma de tubo que pudo ser empleado para abrigo del pie humano. En esta acepción, aparece en los textos antiguos la voz soccus ; parece que luteus, adjetivo que acompaña con cierta frecuencia la voz soccus, se refiere al color ama- rillento del cuero crudo. Eso de que el soccus, más tarde, fué hecho de material más durable, no nos debe extrañar; era necesario, ante todo, reforzar la suela, y era ella que fué reforzada y hasta reempla- zada por palo o corcho (véase la 2* explicación de la Academia : zueco, calzado a modo de zapato, con la suela de corcho o de palo); al fin, toda la pieza se talló de madera. (1) Diez, obra citada, página 679. (2) Grimm, obra citada, artículo Socke. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 293 La voz «coturno » Significa coturno, como es sabido, una «especie de calzado a la heroica, de que usaban los antiguos, y de que se servían también los actores en las tragedias » (Academia). De ahí la frase figurada : calzar el coturno, « usar de estilo alto y sublime, especialmente en la poesía », y la locución figurada : de alto coturno, « de categoría eleva- da » (ibidem). Es pues creencia generalizada, de que el coturno haya sido parte típica de la indumentaria del actor en el teatro de los antiguos, pero consultando a las enciclopedias de arqueología clásica leemos que en la antigua Grecia, el coturno era «une chaussure employée dans la vie ordinaire; que c'était une chaussure láche oihoy Úzé2 1.0) quí couvrait le pied et montait sans doute le long de la jambe, comme une bottine » ; que recién en la época romana, la voz fué aplicada para el calzado teatral (1). Pues bien; las autoridades en el idioma griego no conocen la eti- mología de la palabra coturno, niegan su legitimidad griega y buscan su origen en otros idiomas, tal vez en el lidio (2). Cabe, pues, buscar analogías entre « coturno >» y las variadas denominaciones que las di- ferentes regiones de la extremidad posterior del caballo o bovino, lle- van en los idiomas europeos y asiáticos. Desgraciadamente, por falta de recursos bibliográficos, no puedo seguir esta pista; pero puede que la voz alemana Kóte con que se significa la región que corresponde a la articulación metatarso-falangeal y que suele destacarse por un denso pelo, derive de la misma raíz que coturno, calzado primitivo probablemente idéntica a la bota gauchesca. La voz «calzado » Término general, deriva del latín calceus, también de acepción seneral; calceus, a su vez, es relacionado con calx, talón, corvejón, ya (1) Pottier, artículo «cothurne », en : Daremberg ei Saglio, obra citada, pá- gina 1544-1545. (2) Von Miiller, obra citada, página 103. 294 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS del hombre, ya del animal ; tal relación se refiere, según opinión gene- ral, al efecto de cubrir, abrigar el caleeus, al cal humano. Por cierto, esta relación es importante ; pero no olvidemos, que en la época anti- sua, la semi-bota, o sea el cuero tubular sacado del cal de los anima- les, era destinado a adaptarse al calrx humano. Complicase, pues, la relación recién indicada. Consultando los diccionarios de la lengua española (que más fiel ha conservado su origen latín), hallamos gran cantidad de palabras derivadas de calx, calceus, ete., que todas significan abrigos para pie, pierna y muslo, ya en conjunto ya en parte, a saber: calza, calzacalzón, calzado, calzadillo (calzar, calzado adj.. calzador, calzadura), calceta (calcetería, calcetero), calcetin, calcetón, calzón, calzonudo (americanis- mo), calzoneras (Méjico), calzoncillos, (calzoncillero), calzonillos (Costa Rica). calzonazos, calzorras. Antiguamente, calzas plut., fué llamada «la lana [de las ovejas] que sale desde las rodillas y corbejones para abaxo, cuyas partes se dis- tinguen también con este nombre » (1). Se ve que con calza, ha pasa- do lo mismo que con huesa, voces que originariamente significan el cuero de cierta región de la extremidad posterior de animales, y des- pués los objetos de él fabricados. En los otros idiomas romances, calx, calceus, calceolus, ete., se ha transformado en calzo, calza (italiano), caussa (provenzal), chausse, chausson, chaussure, calecon (francés), sin citar las derivaciones de estas palabras (2). Resulta, pues, gran variedad de términos con dos sentidos distin- tos : (1) abrigo para pie (fig. 24) generalmente de cuero, y (2) vestido para muslo y pierna hecho de sénero. La acepción primera es sin du- da la más antigua, la segunda es más moderna y debe datar de aquella época de la edad media cuando a antigua braga fué combinada di- rectamente con el calzado alto, llámese este último bota, hosa, stiful o calza. Tal combinación debe haberse efectuado reuniendo los bordes de ambas prendas, y es probable que las « calzas atacadas », explicadas (1) González, traducción castellana de : DAUBENTON, Instrucción para pastores y ganaderos, páginas 308-309. Madrid, 1798. (2) Supongo que la voz shoe (inglés), schoen (holandés). sko (sueco y danés), skohs (gótico), scoh, seuoch (antiguo alemán), schuch, schuh (alemán moderno), tér- mino general para calzado, está relacionada con calceus y sus derivaciones. R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 295 por la Academia como «calzado antiguo, que cubría las piernas y muslos, y se unía a la cintura con agujetas », sean un recuerdo de aquella época. En los manuales y tratados sobre la historia de los trajes, no se hallan datos precisos para seguir exactamente el traslado de una palabra que significa «abrigo de pie y pierna, hecho de cuero » a «vestido de pierna, muslo y caderas, hecho de género ». La existen- cia de tal cambio ya fué demostrado al tratar la voz huesa, y es más evidente al comparar las palabras calzado y calzón, ambas de igual origen. No hay duda que es el cambio del traje que ha dado motivo para el cambio (respectivamente la ampliación) del sentido de la pala- bra que nos ocupa. Un recuerdo de aquel tiempo en que se realizó una combinación mas o menos fija entre bota y braga, aparece, creemos, en el uniforme militar de ciertos regimientos franceses cuyos panta- lones, rodilla abajo, terminan en un caño de cuero; parece también que una supervivencia análoga, se halla en el traje característico de los aldeanos de Galicia, España, cuyos pantalones terminan en un borde ancho ya no de cuero sino de género más claro. Advertimos de paso que la antigua braga, por su corte, es comple- tamente distinta del pantalón ; este último vestido es de origen orien- tal y su tipo de confección ha suprimido casi por completo el primero. No se conoce bien cuándo y cómo aparece la vestimenta llamada «calzoncillos » (Unterhose en alemán), pero según todos los indi- cios, su origen debe buscarse en el Oriente. Fué usada, pues, en el mundo antiguo primitivamente, la braga y la bota. Más adelante. los calzoncillos, del conocido corte, encima la braga, de corte distin- to, y sobre los pies, un calzado rústico: indumentaria de los aldeanos usada en algunas partes de España (islas Canarias, según fotogra- fías) que debe haberse usado también en la Argentina, hasta el siglo xvut. Después, la braga fué hecha según el mismo corte que los cal- zoncillos, extendiéndose además, hasta los tobillos, o mejor dicho: la braga fué reemplazada por otro par de calzoncillos, hechos del género de la braga, y llevados encima de los canzoncillos de lienzo, tipo llamado «pantalón». En la Argentina, la braga fué reemplazada por el tipo indígena de abrigarse las extremidades inferiores, llama- do chamal respectivamente chiripá, combinándose con él los calzon- cillos cribados y la rústica bota de potro, ambos de origen europeo. 296 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS RESUMEN £ En la «introducción y definición » (pág. 183 a 193), va lo indispen- sable para empezar un resumen; invitamos al lector a repasar las ci- tadas páginas. Aegregamos aquí un detalle importante que hemos averiguado des- pués de impresas las páginas anteriores. Para ajustar la bota, se usa Fig. 34. — Modo entrerriano de ajustarse la bota de potro. Según un dibujo original de Hans E. Jórgensen, La Plata. generalmente un tiento delgado de cuero erudo que se ata alrededor de la pierna, debajo de la rodilla y encima de la pantorrilla, y que se cierra adelante con un simple nudo (comp. el pauper nodus de Sido- nius Apollinaris, nota f, pág. 272). En algunas partes de las provin- cias de Santa Fe y de Entre Rios, por ejemplo, en Gualeguay, el tiento tiene un largo de un metro y medio y mas, y se lo ata airededor de toda la pierna; empezando abajo en la región de los tobillos se lleva el tiento hacia arriba, eruzándolo como una venda alrededor de la pierna para cerrarlo, con un simple nudo, adelante, abajo de la rodi- R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 297 lla (fig. 34). Este sistema parece ser idéntico alos fasceolis de los Godos y se observa también entre la gente del rey Carlos el Calvo (pág. 275). En el Plata, antiguamente fué usada la bota de vaca, ternera o ternero hasta que el cabildo de Montevideo, en 1785, prohibió su uso; recomendando la bota de yegua, la autoridad previsora quiso «matar dos pájaros de un sólo tiro », salvando el ganado bovino tan útil y destruyendo la mucha yeguada que no daba utilidad alguna (pág. 193-198). Antiguamente en Buenos Aires, la bota de potro era artículo de mercado, puesto en venta por los indios; el comprador tuvo que untarla con grasa antes de usarla (pág. 199). En algunos casos, se empleó el correspondiente cuero del gato salvaje (botas de gato) para calzado (pág. 199). Las citaciones de autores rioplatenses o via- jeros, comprueban nuestras propias investigaciones, pero no son bastante exactas para que persona que nunca haya visto la bota rús- tica, puede hacerse idea de ella (pág. 199-211). Los gauchos, probablemente cautivos, enseñaron a los indios el uso de la bota; para los Tehuelche de la Patagonia, queda comproba- do desde mediados del siglo XVIHtr (pág. 212); los Araucanos que hoy la usan, tampoco antes la conocieron (pág. 213-215). El uso de la bota del alce por los indios Hurones de Norte América, es un problema curioso; tal vez ellos hayan adoptado esta costumbre de los trapper que andaban calzados del Lederstrumpf (pág. 215). En Chile, las botas de potro se llaman zumeles, chumeles, jumeles, umeles (en plural), corrupción de la antigua voz castellana jumeles (pág. 216). Para Bolivia, no hay comprobante directo de su existen- cia (pág. 217). En el Brasil austral, la bota se llama perneira, generalmente en plural (pág. 218). El chiripá (pág. 219-232) es el complemento de la bota gauches- ca; es un pedazo rectangular de género cuyo costado corto es sujeta- do alrededor de las caderas con una faja de hilo, dos veces vuelta alrededor del cuerpo y cuyas extremidades, terminando en borlas o flecos, llegan a colgar a lo largo del muslo izquierdo. Como la exten- sión del costado corto del chiripá es mayor a la circunferencia del tronco humano, la región abdominal, entre ambas caderas, llega a ser cubierta dos veces, por ambas extremidades del costado corto 298 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS del chiripá. Como tal, no es otra cosa que una pollera larga y abierta, y es la vestimenta primitiva de muchos indios, llamada chamal entre los Araucanos; hay gauchos que también la usan de este modo (chi- ripáa la oriental, pág. 221). Generalmente, la parte posterior del género, es alzado, entre las piernas, por delante y hacia arriba; después es puesta y fijada, abajo de la ya citada faja, la parte central del borde que se ha alzado, mien- tras que sus extremidades quedan colgantes. Según este modo muy general de usar aquel género rectangular, merece la designación qui- chua chiripa = para el frío, voz con acento grave en Chile y las re- ciones andinas de la Argentina, mientras que en las otras partes argentinas, llegó a ser aguda (chiripá), sometida a la influencia del idioma guarani. El chiripá es llevado encima de los calzoncillos cribados, de origen español; es moda indígena, por lo menos cuando es llevado a la orien- tal; puede ser que la manera de levantar el borde inferior y posterior hacia adelante y arriba, entre las piernas, y atarlo abajo de la faja sobre el vientre (a la porteña), es una modificación gaucha, introdu- cida por la necesidad de andar a caballo e indispensable en este caso. La indumentaria en cuestión, es, o más bien dicho fué usada en Chi- le, la Argentina y en el sur del Brasil. La bota de potro ha entrado en los siguientes refranes y locuciones populares (pág. 232-235): No es para todos la bota de potro ; ya no se dan potrillos para botas: más criollo que la bota de potro; flojo como bota de potro bien sobada:; la frase: ponerse las botas, puede compararse con el latín calceos poscere. En la poesía popular rioplatense (pág. 235-252), bota de potro y chiripá desempeñan un papel importante; sirven para glorificar a lo antiguo, a la vida campestre, al gaucho y asus modalidades; frecuen- tes son las quejas de la desaparición del gaucho y de su traje. El origen de la bota de potro (pág. 252-281) es rioplatense y gau- chesco según Leguizamón (pág. 253-257), o tehuelche según Segovia (pág. 257); Sarmiento ha estado en la pista sin seguirla (pág. 258): que la bota de potro es una. supervivencia del mundo antiguo. Los descubrimientos del autor al respecto (pág. 258-281): Los antiguos griegos (pág. 259-270) usaron la bota bovina, que lla- maron embas, endromis o carbatina, pero sabían perfeccionarla, R. LEHMANN-NITSCHE : LA BOTA DE POTRO 299 abriéndola anteriormente, o agregándole plantillas, o cortandole el borde superior, en parte (semi-bota) o totalmente. Entre los antiguos romanos, godos y longobardos (pág. 270-275), usábase el pero, es decir, la bota de potro (pero equinus), no lonjeada (pilosus, setosus), atado bajo la rodilla por un tientito de cuero crudo (pauper nodus, pág. 272). Un verso de Virgilio está a parecer mu- tilado (pági. 272-273). La bota de los longobardos era, al parecer, de yeguas blancas (pág. 274-275). En la Edad media (pág. 275-281), la bota queda comprobada por representaciones iconográficas. Estas últimas indican que ha sido calzado común del mundo antiguo en general (pág. 277-278), para desaparecer al fin del siglo XVI, época donde fué trasladada, por los conquistadores, a América. La desaparición de ella, es más bien una modificación y evolución hacia la actual bota, hecha de varias piezas independientes (pág. 279-2580). El borde superior arremangado, al- canza formas fantásticas en la época de la guerra de los Treinta años (pág. 250). La liga o el tiento con que se ata la bota de potro debajo de la rodilla, se conserva como adorno sin función y muchas veces queda su recuerdo por un bordado, por ejemplo, en el actual calzado militar de los húsares ete. ; en la orden inglesa de la jarretera, ha al- canzado el carácter de un alto distintivo (pág. 250-281). Reasumiendo nuestras investigaciones etimológicas (pág. 251-295), puede decirse lo siguiente : El cuero de las diferentes secciones de la extremidad posterior de los animales, lleva nombres distintos (bota, huesa, stifle, socke) que se aplican también a los objetos hechos de ellos, por ejemplo, a los abrigos para pie y pierna. Explicanse asi estos términos sin dificultad alguna. La voz bota, deriva del griego fow<, latín bos, que al mismo tiempo significa cuero bovino. Las palabras bote (embarcación), bota, bote, boto, pote y sus derivados (receptáculos para líquidos, etc.), bota, bo- tin, ete., (calzado), derivan de la misma raíz que dice cuero bovino (pág. 281-287). La voz huesa está relacionada con la palabra horse (caballo); huesa significa cierta región de la extremidad posterior de ese animal y también el correspondiente cuero, empleado como receptáculo para líquidos o como calzado; con la desaparición de este último, la voz huesa fué aplicada a otra clase de abrigo de la extremidad inferior 300 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS humana, el pantalón. Explicase la etimología de los nombres Rauch- fuss, Lierse, Larsen, ete., como también del término vulgar Rauhbein (pág. 257-290). La voz estibal es equivalente al inglés stifle, la región del muslo hasta el corvejón, principalmente del caballo cuyo cuero servía para bota (pág. 291). Las voces 2ueco (pág. 291-292), coturno (pág. 293) y calzado (pág. 293-295) pueden explicarse del mismo modo: significan o deben ha- ber significado cierta región de la extremidad posterior de animales, inclusive el cuero, y después, en segunda acepción, el abrigo para pie y pierna, hecho de este cuero. Advertimos al fin, que las figuras reproducidas de otras obras, son reproducciones hechas a mano y por consiguiente, no absolutamente exactas. RECUERDOS DE MAPEXNPEDICION AL RÍO NEGRO (1879) Por ADOLFO DOERING Y PABLO G. LORENTZ Todos los lectores argentinos conocen los antecedentes de la memo- rable expedición del ejército argentino al desierto, realizada en el año 1579 bajo la dirección del general don Julio A. Roca, ministro de Guerra entonces. Fué la última operación definitiva para entre- gar a la civilización y al arado toda la parte sudoeste de la República Argentina, desde los límites australes de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Mendoza, hasta la Patagonia, cuya región intermedia, con una superficie de 10 á 15 mil leguas, hasta entonces se encontró todavía casi por completo bajo el dominio de un número de vagantes tribus indias, y cuyos asaltos, invasiones y robos de haciendas y de mujeres y asesinatos de colonos, fueron un obstáculo serio para el progreso de aquellas ¿omarcas. El sistema defensivo observado por las autoridades hasta entonces, fué cambiado en ofen- sivo, por la iniciativa del general Roca, a fin de concluír una vez y para siempre con el dominio del indio. Han pasado ahora 35 años desde aquella época, y las tierras de esa región representan hoy día una de las comarcas más productivas de la república, y a aquella operación militar es debida principalmen- te la valorización de sus tierras. Tratándose de parajes en aquella época aun completamente desconocidos, la Academia Nacional de 302 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ciencias tomó la iniciativa y se presentó voluntariamente para tener participación en la exploración científica de aquellas nuevas regio- nes, como se deduce de las siguientes constancias, extraídas del archivo de este instituto : Academia nacional de ciencias. Córdoba, 31 de enero de 1879. Al excelentísimo señor ministro de Guerra y marina de la Nación, general don Julio A. Roca. Teniendo conocimiento de la gran expedición proyectada: para asegurar las fronteras, me dirijo a V. E., a nombre de la Academia, con el propósito de hacer presente a V. E. cuán interesante sería para la ciencia y prove- choso para el país, si fuese posible formar colecciones zoológicas, botánicas y mineralógicas de los objetos nuevos que indudablemente deben encon- trarse en esas regiones desconocidas que, por primera vez, van a explorar las columnas expedicionarias. Para el tiempo de las vacaciones, los miembros de la Academia, que a la vez son profesores de la Universidad, tienen su itinerario trazado, y debien- do empezar nuevamente en marzo los cursos de la Universidad, con todo sentimiento no podrán formar parte de la expresada expedición, pues : pesar del interés que tendrían en acompañarla, seguros de los buenos resul- tados que se obtendrían, ninguno de ellos se atreve a pedir licencia al mi- nisterio de Instrucción pública. Si no hubiere inconvenientes para que fueren coleccionados los objetos raros que se encuentren, y V. E. se sirviera hacer indicaciones al respecto a los jefes de esta expedición, con ello se haría un gran servicio al país, como también a la ciencia, enriqueciendo a la vez los museos nacionales y dando a conocer especímenes de animales, plantas o minerales que, tal vez, sólo en aquella parte de la Pampa pueden encontrarse. Con tal motivo, tengo el honor de ofrecer al señor ministro las segurida- des de mi más alta consideración y respeto. Dios guarde a V. E. UsCAR DOERING, Presidente interino. DW. A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 1015 Ministerio de Guerra y marina. Buenos Aires, 6 de febrero de 1879. Al señor presidente de la Academia nacional de ciencias, en Córdoba. Se ha recibido su nota de fecha 31 de enero próximo pasado. En contes- tación comunico a usted que ha sido pasada a la Comandancia general de armas para que, teniendo en cuenta las indicaciones de esa corporación, dicte las órdenes convenientes para la realización de los propósitos que se mencionan en la nota a que contesto. Dios guarde a usted. JULIO A. ROCA. Salvados, por intervención del señor rector de la Universidad. los inconvenientes mencionados, se organizó entonces una comisión cien- tífica, agregada al estado mayor del ejército, que fué formada por los señores doctor Pablo G. Lorentz, botánico; el doctor Adolfo Doering como zoólogo y para el estudio de la geología de la nueva región; don Gustavo Niederlein, como ayudante de botánica; y el señor Federico Sehulz, como preparador en zoología. Un resumen de los resultados científicos de este viaje han sido publicados por el Ministerio de Guerra en la obra especial titulada: Informe oficial de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor de la Expedición al Río Negro, y cuya obra a la vez ha formado el tomo ILL de las Actas de la Acade- mia Nacional de Ciencias. Entrega I. Zoología : Por el doctor Adolfo Doering, en colabora- ción con los doctores Carlos Bere, Eduardo Holmberg y F. Lynch Arribálzaga. Con 4 láminas, páginas 1 a 165, en 4”. 1581. Entrega II. Botánica : Por el doctor P. G. Lorentz y D. Gustavo Niederlein. Con 9 láminas, páginas 169 a 296, en 4”. 1883. Entrega III. Geología: Por el doctor Adolfo Doering. Formaciones paleozoicas y cenozoicas (1? parte). Formación guaranítica, patagónica y Araucana, páginas 297 a 530, en 4”. 1384. Una entrega IV que debía contener el estudio de Doering sobre la formación pampeana y aluvial, y apuntes sobre las aguas y tierras vegetales y además el Diario de viaje, redactado por Lorentz y Doe- y 304 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ring, no llegó a publicarse por escasez de fondos; pero como una parte de estos apuntes se han conservado, con muchos datos científi- cos interesantes, hemos creído conveniente publicar aquí lo que ha quedado del diario de viaje, es decir, la primera parte de la misma; desde que la continuación, con la muerte del malogrado doctor P. G. Lorentz, se extravió. Como dichas regiones del país hoy día están completamente cam- biadas por la agricultura y el cultivo, será de mucho interés para el lector formarse así una idea sobre el aspecto virgen de esas comarcas en aquella época, sea a lo menos durante el invierno, en cuya esta- ción se realizó la expedición. Se comprende que los datos sobre la flora de las regiones atravesa- das son del doctor Lorentz, mientras que las contribuciones sobre la fauna y geología son de parte del doctor Doering. Las dos libretas de apuntes de ambos naturalistas han sido reunidos en una sola rela- ción general por el señor E. A. Szmula. Los demás apuntes sobre la geología de la formación cenozoica, en cuya clasificación, nomencla- tura e interpretación tanto anarquismo está reinando en la actuali- dad, el doctor Doering los dará en una serie de artículos sobre esta formación y aliadas, que se publicarán en seguida. La división del ejército expedicionario, con que iba el Estado mayor y la agregada Comisión científica, partió desde el pueblo Azul de Buenos Aires en dirección al fortín Carhué, siguiendo la antigua línea y zanja fronteriza a través de Puán, Fuerte Argentino, Nueva Roma a la ribera norte del río Colorado, hasta la sierra de Choique Mahuida, desde donde se cruzó la meseta entrerriana en dirección a Choelechoel en el Río Negro, recorriendo este río hasta la confluencia del río Neuquen. Para otros detalles topográficos puede revisarse la descripción del itinerario que publicó el teniente coronel don Manuel Olascoaga, en su obra militar sobre la expedición al Río Negro. Córdoba, 1915. Ay A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 305 DE AZUL AL FORTÍN CARHUÉ 15 de abril de 1579. — Las calles bien anchas de la ciudad de Azul. ya en aquella época se hallaban en parte empedradas, por lo menos las del centro, y las veredas cubiertas con hermosas pero poco labra- das lajas de un mármol rojizo-chocolate, extraído de la sierra Baya, situada a poca distancia hacia el sur, y procedentes del estableci- miento del señor Juan Morglia. Grandes depósitos de esta roca, en sus dos principales variedades, rojizo y gris-negro, estaban almace- nadas en distintas partes de la ciudad y en las calles; la primera generalmente en hermosas lajas, la otra en grandes bloques cua- drados. Una impresión en especial agradable causaba la nueva y bien con- servada plaza, reconstruída en el año 1573. Una doble hilera de euca- liptos jóvenes, árbol australiano, al parecer de porvenir en el país, y que gozaba de exuberante vigor, prometía convertirse en poco tiempo en bella y frondosa avenida. Los canteros interiores estaban forma- dos por casuarinas que son provistas de raices superficiales, otros árboles y arbustos y grupos de flores. El suelo de la plaza hahía sido rellenado en una altura de 60 a 70 centímetros con tierra, elevándose dle esta manera sobre el nivel de las calles, probablemente a causa del banco de tosca, que se encuentra a poca profundidad de la super- ficie del suelo, medida que se impuso seguramente porque aquélla dificulta en sumo grado el cultivo de las plantas leñosas, impidiendo la formación de las raíces, especialmente con los árboles que suelen echar raíces maestras más profundas. Esta tosca es una capa de toba de ceniza volcánica clara, amalgamada por metamorfosis calcárea, de un espesor de algunos decímetros y en parte hasta de un metro, que más o menos uniformemente y sin interrupción (semejante a un piso de hormigón), a medio metro o más bajo la superficie de la tierra negra, se extiende como un estrato bastante homogéneo sobre casi toda la parte sudeste de la provincia de Buenos Aires, y la que tam- bién en el norte de la provincia parece se manifiesta en los bancos E XT 20 306 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS superiores correspondientes del suelo pampeano, como una capa de tierra o marga más clara, blanquecina, pero sin ser aquí endurecida por la metamorfosis calcítica. Más al sudoeste y sur de la provincia, en cambio, pasa este estrato casi sin interrupción a la capa superior fluvio-glacial de la altiplanicie patagónica, introducida en el sistema seológico de Sud América por Doering (1) bajo la denominación « piso tehuelche >; capa acarreada sobre la meseta patagónica por las aguas corrientes, en un intervalo pluvial de la supuesta época glacial o cua- ternaria (cuyo piso más tarde fué atribuído erróneamente por Ame- ehino a una capa terciaria marina o confundida tal vez con otro estrato de rodados más antiguos). La formación pampeana de color ereda más obscuro, compuesta alternativamente de capas de loes endurecidas por infiltraciones calcíticas y de otras más blandas, que en esta parte meridional de la provincia de Buenos Aires se hallan bajo la tosca blanca, debe pertenecer principalmente a los horizontes medios o inferiores de la formación pampeana y en su conjunto parece allí generalmente de escaso espesor, faltando, sin embargo, cortes de fácil definición, que pudieran aclarar este punto. El pozo del patio de nuestra casa en Azul había encontrado, después de perforadas alternativamente varias capas de tosca y loes blandas y duras, a los once metros de profundidad, un potente yacimiento de arena, satu- rada con agua. El agua, con una solución salina de dos gramos por litro (principalmente cloruro de sodio), era de naturaleza un poco alcalina, parecida al agua de la así llamada capa semiflúida de arena del estuario de Buenos Aires, pero hallándose allí en el norte a una profundidad de 30 a 60 metros, y cuyo estrato fué introducido en el sistema geológico de Doering bajo la denominación « piso puelche » de la « formación araucana », no perteneciendo ya así a la formación del limo pampeano. Pero no hemos podido comprobar si la capa de arena tocada en Azul al excavar el pozo, corresponde ya a este hori- zonte subpampeano o puelche, o más bien al pampeano. Es tal vez algún depósito fluviátil de «acarreo» del período pluvio-glacial, de extensión local, ligado al vecino sistema serráneo y perteneciente al horizonte pampeano medio, designado en aquella época en mi sistema (1) Informe oficial de la Comisión científica agregada a la expedición al Río Negro, III, página 429. A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGR 307 geológico como « preglacial » (1) y que corresponde a la división infe- rior de la formación diluvial o cuaternaria. No era posible en este rápido viaje a través de aquellos parajes de encontrar ocasión para determinar con toda seguridad la posición estratigráfica, dentro de la formación pampeana, de este banco supe- rior de tosca blanca o ceniza volcánica endurecida, tan universal- mente propagado sobre vastas superficies en el sur. Después de mu- chas vacilaciones, la considero como perteneciente al horizonte supe- rior de dicha formación, a pesar de su estado bien petrificado. Ella es completamente análoga, en su composición y estructura, a aquella especie de tosca blanca que a veces se encuentra pegada a la super- ficie de las rocas en las sierras de San Luis y Córdoba, y también allí forma en algunos puntos, como piso más superior de acarreo de la supuesta época pluvio-glacial, una especie de conglomerado o «budín» con cemento calcáreo, absolutamente parecido aquí por su vehículo, por su grado de cohesión o fragilidad y por su aspecto general a aquel conglomerado de rodados o «budín» que encontramos más tarde, cubriendo la superficie de la meseta en el norte de la Patagonia y pegado como breccia o nagelfluh sobre los laderos de la sierra de Pichi-Mahuida (2), en la orilla del Colorado, con la única diferencia que, por ejemplo, los rodados en el conglomerado de la meseta pata- sónica, son rocas volcánicas más modernas, procedentes de la cordi- llera, mientras que las de Córdoba y San Luis son fragmentos de rocas primitivas, cuyo detalle no es de importancia para la cuestión. La determinación del horizonte estratigráfico, dentro de la forma- ción pampeana, en la cuenca bonaerense de este banco de ceniza blanca calcárea del sur es de la mayor importancia para ciertas cues- tiones en la geología de esta formación. Una simple apreciación por analogía o aspecto no es suficiente, desde que existen varios estra- (1) En aquel tiempo, cuando aun no se conocían los multiperíodos glaciales e interglaciales de la formación cuaternaria, los geólogos designaron como « pre- glacial » la parte más antigua de la formación, caracterizada en las regiones tem- pladas por los abundantes acarreos fluviátiles y cuya parte aproximadamente corresponde a los primeros períodos Guenz-Mindel del sistema Penck-Brueckner. (2) DOERING, A., Informe de la Comisión científica agregada a la expedición al Río Negro, YI, página 513. 308 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS tos blancos. algo análogos por su aspecto, en distintos horizontes de la misma. Es posible que un estudio sucesivo a lo largo de la costa atlántica en algo puede aclarar la cuestión; pero un criterio seguro sólo se obtiene estudiando poeo a poco la naturaleza de las capas de loes que salen a la superficie en las perforaciones y excavaciones de pozos entre Azul y Buenos Aires. Resultará entonces con seguridad o si este estrato de tosea blanca endurecida del sur puede pertenecer a una división inferior del pampeano o si, como aquí hemos supues- to, ella representa una facies meridional o continuación de las capas de ceniza blanca caolinizada o arcilla calcárea generalmente no endu- recida, tan frecuente a muy poca profundidad en el suelo de Buenos Aires, formando un estrato en la formación pampeana superior a uno o dos metros de la superficie y con cuyo material se han cegado las cuencas de los ríos y lagunas del postpampeano lacustre (Amegh.) o sea del « piso platense » (Doer.). Ya existía en aquella época el valle del río de la Plata. En el norte estos depósitos « platenses » tienen de 50 a S0 por ciento de carbonato de calcio (1) y la tosca blanca del sur tiene el mismo contenido o algo más (2), pero faltando en ésta la materia orgánica por no haber sido depositado en lagos, sino a la superficie del suelo y al aire libre. En la formación de Córdoba exis- ten estos estratos, ricos en carbonato de calcio, en las mismas capas superiores de uno a tres metros de profundidad y en un horizonte análogo. Pero el loes endurecido en forma de tosca y de color mucho más obscuro, con mayor entremezcla de arcilla y arena en el sur, que frecuentemente se halla en las capas pampeanas debajo del banco de la tosca blanca, debe ser de origen más antiguo, aunque no siempre de edad preglacial; porque, según los detalles e incidentes que se observan en los estratos de esta formación cerca de Córdoba, es pro- bable que todo lo designado generalmente como formación pampeana media corresponde a los primeros períodos glaciales e interglaciales (1) PurcGart, M., Anales de la Sociedad científica argentina, 1, página 137 y siguientes. 1876. Capa número 3. (2) DOERING, A., Boletín de la Academia nacional de ciencias, XI, página 205 (no V), página 207 (n” IX). Compárese también : Ibid., página 217 (no 1); Infor- me de la Comisión científica agregada a la expedición al Río Negro, YI, páginas 512- DTS: ete. A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 309 de dicho horizonte geológico en Sud América, así como los conolome- tados y < budines » con ceniza blanca y cimentación calcárea forman la división superior. Indicios de un clima subtropical, tal vez plio- ceno, recién se encuentran en la formación pampeana inferior (1), y cuyo hecho por sí solo hace ilusoria la tendencia que pretende agre- gar al cuaternario también esta división más inferior del pampeano, siempre que resultase de acción simultánea sobre la tierra la diminu- ción de la temperatura en la época postpliocena. En Azul quedamos por algunos días ocupándonos en completar nuestros preparativos de viaje, de suerte que sólo cortas excursiones pudieron hacerse. El general Roca había partido al día siguiente de nuestra llegada en marchas forzadas y con corto séquito para Car- hué. Ese mismo día efectuamos una pequeña excursión a un bañado situado al sudoeste de la ciudad y en la ribera del arroyo Azul, pa- sando a la otra banda sobre un sólido y recién construído puente. En las partes desnudas de la orilla, bañadas del sol, frecuentaba un pequeño escarabajo de rapiña, la ágil Cicindela apiata Dej., animalito muy animado, levantándose espantado a guisa de las langostas ante los cascos de los caballos, para volver a asentarse a los pocos pasos, y repitiendo esta maniobra en caso necesario, pero cubriendo siem- pre mayores distancias, de manera que su caza no resulta muy fácil. La hormiga negra fitófaga Atta Lundi Guér., la devastadora de las plantas leñosas, se hallaba también representada; sin embargo es menos frecuente y numerosa en el sur que en el norte del país. En el sur predomina la variedad completamente negra y sus nidos son generalmente muy extensos. El bajo en la orilla del río, es de naturaleza un tanto pantanosa, lo que se evidenció tanto más a causa de la lluvia recién caída, cuanto una cantidad de esteros de mayor y menor extensión, poblados abun- dantemente por aves acuáticas, ocupan el terreno en su mayor parte. Las plantas palustres diseminadas en distintas partes, comprobaron . (1) Mis interpretaciones en el año 1879 y 1883 (Informe oficial, cte., UL, pág. 429) sobre la posición geológica de las divisiones pampeanas en el sistema cua- ternario, han tenido plena confirmación últimamente por las investigaciones de Thering del yacimiento de « Tala », depósito marino con fauna subtropical, se- dimentado al extinguirse la época del pampeano inferior. (D.) 310 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS también que ese carácter cenagoso de un gran número de los charcos no era pasajero. Tanto los esteros, cubiertos generalmente con sólo una delgada capa de agua, como también las playas intermedias secas, ostentaron un fresco verdor, estas últimas a causa de la fre- cuencia de una especie de trébol silvestre recién brotado de nuevo. Entremezcladas halláronse extensas superficies, cubiertas uniforme- mente con una hermosa capa de flores, pertenecientes a una tupida variedad de Oxalis con amarillas flores de corto tallo. La capa de tie- rra negra sobre la tosca calcárea del subsuelo era escasa en los altos, no mayor de 30 centímetros, lo que se evidenció en todas partes en las cuevas de las vizcachas, desde que estos animales tenían que cavar sus guaridas dentro de la misma tosca. Pero en los bajos su espesor generalmente es más importante. Geositta cunicularia Vieill. y Cinclodes fuscus Vieill. corrían en numerosos individuos por las partes desnudas del suelo, pero especialmente llamó allí nuestra aten- ción un aislado ejemplar de Musciaxcola capistrata Burm., un caza- moscas, cuya especie observamos aquí por primera vez, sin que con- siguiéramos darle caza. En los bordes de los esteros nos recogijaron erandes bandadas de un tero enano, Eudromias modesta Licht., una especie que parece habitar especialmente el sur y sudoeste del país, y la que encontramos en nuestra marcha hasta el Río Negro con fre- cuencia, mientras la observamos. por ejemplo, en los alrededores de Córdoba muy raras veces, sólo de vez en cuando durante el invierno. Pronto descubrimos también la primera bandada de un interesante seminifago de regular tamaño, Thinocorus rumicivorus Esch., las que, poco ariscas, corrían en pequeñas tropillas a guisa de las palomas entre el pasto, recordando en sus modales un intermediario entre la paloma y la perdiz enana. Ejemplares aislados de Gallinago paraguayae Vieill., la becasa argentina, y Falcinellus igneus Gam., la banduria mora, andaban entre el fango, pero el inevitable grito de los teru- teras (Vanellus cayanensis Vieill.), revoloteando encima de nosotros en los aires y atrayendo al mismo tiempo una cantidad de otros indi- viduos curiosos de Milvago chimango Vieill. y de una especie de gaviota, Larus cirrhocephalus V., destruyeron toda perspectiva a una buena caza. Del próximo estero se levantó una pequeña bandada de la interesante y rara Limosa hudsonica Lath., la especie mayor de becasina del país, mostrándose sumamente arisea, probablemente a A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 911 causa de su frecuente persecución, y volando muy alto en los aires en grandes círculos. Su ejemplo fué imitado por algunos ejemplares de Querquedula cyanoptera V., quienes demostraron la misma predi- lección por largas excursiones aéreas, cambiando con frecuencia la dirección de su vuelo rápido, movimientos que ejecuta toda la ban- dada como a voz de mando. La Limosa se conoce fácilmente desde lejos, tanto por su vuelo y su figura extraña como por su vientre de una blancura reluciente. Un ejemplar sólo de la pequeña bandada se había quedado en el estero, cuyo proceder y aparente mansedumbre nos sorprendió no poco, hasta que advertimos que teníamos que habérnosla con un ave lesionada, la que conseguimos sin mayor difi- cultad y llevamos para nuestras colecciones. En el curso de nuestro viaje no hemos vuelto a encontrar esta hermosa especie. El 18 de abril por la tarde fué llevado nuestro equipaje y cargado en un carro. El general nos había asignado un carro propio, cerrado, de cuatro ruedas, que demostró durante el viaje su indiscutible supe- rioridad sobre los vehículos pesados de dos ruedas. Inafortunada- mente había sido cargado con demasiado peso para sus débiles elás- ticos, a cuya causa se rompió más tarde y, a nuestro pesar. tuvimos que dejarlo en Carhué. Sábado 19 de abril. — La salida del tren rodante al que nos había- MOS agregado, había sido fijada para las S de la mañana, pero los preparativos, el enlazar y ensillar los animales, etc., por la primera vez ocuparon tan tiempo, que recién a eso de las 12 pudimos poner- nos en marcha. El tren rodante bajo el mando del teniente coronel don Eduardo Pico, se había adelantado un corto trecho. Marchába- mos hacia el sur. La Pampa se presenta aquí suavemente ondulada con frecuentes lagunas diseminadas sobre ella, pero las poblaciones son poco numerosas. Tan pronto habíamos salido del bosque de sau- ces y de los alrededores de la ciudad, se nos presentan ocupando apa- rentemente, en su circunferencia a lo menos 90* del horizonte, va- rias sierras, la de la derecha nos señalan como «Sierra de los Siete Amigos» o según otros «Sierra de Tapalquén », la de la izquierda «Sierra de la Puerta. » Son bajas y sus formas poco atrevidas. A una legua más allá de la ciudad pasamos el arroyo Azul que con su agua límpida y azulada pero poco abundante corre entre barrancas de tos- 312 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS :a. Nuestro compañero, el doctor Lorentz estaba algo enfermo y tuvo además la mala suerte de rodar con el caballo al atravesar el arroyo, así que estábamos muy contentos de llegar a las 4 de la tarde a nuestro campamento para la noche. Este era « El Alambrado », €s- tación de telégrafo y guarnición de un puesto militar. Una casa con altillo, una pieza en cada piso y la superior con galería y destinada a la defensa se la divisa desde lejos. Otra casa de adobes crudos al lado, en construcción, algunos ranchos cerca y untoldo de indios, constituyen toda la población. Corrales y escasos cultivos de maíz y zapallos la circundan y el total estaba rodeado con un alambrado y una somera zanja. Acampamos afuera del cerco en las inmediacio- nes de una laguna. La vegetación entre Azul y este lugar cambia re- petidas veces, tan pronto la forma un pasto tierno y bajo, mezclado con algunas flores, especialmente la Oxalis amarilla y Verbena inter- media Gil. et Hook., Cuphea, unas Oyperáceas en partes frecuentes, tan pronto otra Graminea también tupida de hojas finas y delgadas, cu- yas extremidades están ya marchitas dando al campo un aspecto amarillento y otoñal En total se contaron catorce especies de plan- tas florecientes en el césped. En otras partes se entremezclan más o menos tupidos mechones de otra Graminea de mayor elevación, cu- yos grupos se asemejan desde lejos aquí en el campo donde tanto en- cañan las distancias casi a colinas o árboles. Una vigorosa umbelífe- ra la vulgar Ammi Viznaga Lam. se ha establecido en muchas partes y suple en la llanura, desprovista de árboles y arbustos, la bienvenida leña para la noche. Esta ya había progresado mucho, cuando al fin llegaron tres capones, demasiado poco para tanta gente, de manera que sólo los primates pudieron saborearlos. Aquí se nos incorporó un amigo del general, don Miguel Martínez quien acompañó la expedición en carácter particular y de quien nos hemos acordado siempre como excelente compañero; contribuyó tam- bién con sus mejores fuerzas para enriquecer nuestras colecciones. Durante la noche cayó un abundante rocío, que mojó completamente nuestras cobijas. Recogimos durante este día las siguientes especies de plantas : Lolium perenne L., var. Brasilianum Ns., Eragrostis pi- losa P. B., var. lugens Ns., Calotheca triloba Kth., Sporobolus indi- cus R. Br., Andropogon saccharoides Sw.. Paspalum elongatum Gr., Carex involucrata Booth., Cyperus phaeocephalus Gr., Cyperus sp., A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 313 Funcus pallescens Lam., Sisyrrhynchium Gr. iridifolium Kth., Spi- lanthes sp., Stevia multiaristata Spr., Aster montevidense Gr., Solidago linearifolia D. C. Domingo 30 de abril. — A las 4de la madrugada se tocó a dia- na, pero faltó mucho hasta que nos pusiéramos en marcha. La ma- hana es bastante fresca; y se oyeron quejas de que algunas cosas que no estaban bajo rigurosa vigilancia durante la noche, habían des- aparecido. Nuestro especial amigo el coronel Romero, en vista de que nos acercamos a la pampa desprovista de leña, nos proporcionó con uno de sus soldados algunos viejos postes, haciendo llevarlos a nuestro carro donde los esconde cuidadosamente el negrito Miguel, sirviente capataz agregado al doctor Lorentz. Pero esta operación no había sido muy del agrado del comandante militar de la plaza quien al amanecer atraviesa cual león rugiente las filas de los carros para descubrir los postes desaparecidos, y lanzando una mirada inquisito- rial sobre el muy cargado «carro de los sabios ». Pero Miguel había escondido demasiado los objetos comprometedores para dejarse pillar. La leña de estos postes nos ha prestado los servicios más apreciables hasta cerca de la Patagonia, pues los nativos y especialmente Miguel, saben cocinar y asar admirablemente bien con muy poca lena. La región se muestra rica en pájaros, los que sobre todo en este tiempo de invierno brillan más por el número de sus individuos que por el de sus especies. Se comprende que muchos de éstos sobre todo los que tan sólo son huéspedes de verano, no han llegado a nuestra observación. En las partes pantanosas, que atravesamos en nuestra marcha, observamos con frecuencia la becasina Gallinago paragua- yae V.; unas pequeñas bandadas de perdiz-paloma Thinocorus rumi- civorus E. corrían en los caminos, donde también en todas sus partes desnudas se ocupó de sus quehaceres la alegre Geositta cunicularia V., un ave correndera parecida a la alondra. Nothura maculosa T. la perdiz común de la Pampa se levanta a cada rato ante los pasos de los caballos, como también las dos especies poco raras de Anthus co- rrendera V. y el aun más frecuente Anthus furcatus Lfr., de cuyas especies cazamos dos ejemplares vivos. Los teruteros revolotearon sobre nosotros con su estridente grito. Las aves que más numerosas hallamos aquí, como en toda la pampa del sur, eran Milvago chiman- 314 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS go Vieill. y Trupialis Defilippit Bp. un estornino negro de pecho colo- rado. Cerca de nuestro campamento se había reunido una gran ban- dada de una especie de gaviotas blancas Larus cirrhocephalus Vieill., que buscaron en los corrales su alimento entre el estiércol de los animales. Las encontramos hasta la estepa patagónica, pero allí con menos frecuencia. Además observamos muchas lechuzas terrestres, Noctua cunicularia Mol. sobre las vizcacheras y la noche anterior una eran bandada de la Bandurria grande Theristicus melanopis Gan., las que con su característico y fuerte grito pasan por sobre nuestro cam- pamento para regresar en la mañana siguiente por el mismo camino. Probablemente estas aves tienen sus bien definidos lugares para dormir adonde se trasladan todas las noches. Patos, cisnes blancos. Cygnus coscoroba L. y algunas garzas aparecen en la laguna, a la que mientras el tren rodante termina sus preparativos de partida, hacemos aun una rápida visita. Becadas y una pequeña bandada de Tringa Bairdi Licht. andaban en las partes cubiertas con una delgada capa de agua, mientras en las riberas desnudas se notan numerosos individuos de Centrites niger Bodd., en todas escalas de edades y colo- res, Cinclodes fuscus Vieill. y Anthus correndera Vieill. Esta última especie se distingue de las otras parecidas por el color relativamente obscuro de su plumaje con las manchas de un vivo amarillo y espe- cialmente por las dos rayas diagonales axilares formando trián- eulo. Ahora se deja sentir aquel sordo rugir que en muchos casos era llamado a ser para todos nosotros un sonido no despreciado, pero para los observadores no acostumbrados un espectáculo algo repug- nante : la carneada. Algunos animales vacunos son enlazados alrede- dor de los cuernos a pesar de su desesperada resistencia y de aquel característico bramido mezcla de miedo y de rabia, que jamás se ol- vida después de haberlo oído una sola vez, y llevados al lugar donde infaliblemente debe cumplirse su destino. Allí se les cortan los ten- dones de las patas, el animal se desploma, y en un momento está completamente tendido al suelo. En seguida es degollado en pocos minutos y la carne distribuída. Miguel, el inmejorable serviente de del doctor Lorentz y hombre avezado, se halló siempre listo para lle- var además de nuestra ración de carne alguna otra presa, ya sea la panza, de la que sabía preparar un excelente mondongo, ya sea aleún AAA A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 315 otro pedazo elegido que solía convertir, con la habilidad de un coci- nero francés, en sabroso guiso. De parte de la intendencia recibíamos nuestras raciones de carne, y galletas. A los soldados se les suministró aparte de una buena por- ción de carne, también ealletas, yerba, tabaco, papel de fumar, sal y jabón, ete. Sucedió, sin embargo, a veces, que el convoy de aprovi. sionamiento no llegó en tiempo y las pobres diablos tuvieron que con- tentarse con charqui y en algunas ocasiones con carne de caballo, con la ceniza del fogón en lugar de sal, y a veces aun se acostaron con el estómago apurado. Pero nunca hemos oído queja alguna. El veterano argentino es admirable en su abnegación y no pierde fácil- mente su buen humor, ni en los ratos desagradables o adversos. Quadrupedante putrem sonitu quatit ungula campum! Ahí viene con gran tropel y a galope tendido nuestra tropa de animales de tiro y monta, pasando a través de la laguna derechito al corral. Allí cada uno elige un caballo y trata de apresarlo enlazándolo o haciéndolo enlazar con su sirviente. Las bestias ariscas y apenas redomonas co- rren espantadas de un lado para otro y llegan al grado máximo de ex- citación. En seguida ensillamos, montamos y como ya debía supo- nerse, empiezan los ejercicios de aviación y las rodadas. Agregados al estado mayor nos acompañó una comisión de sacer- dotes que tenían la misión de vigilar nuestro bienestar espiritual como también el de los venideros indios. Eran caballeros modestos y agradables, de los que con placer nos recordábamos, especialmente del doctor Mariano Espinosa, entonces vicario general y provisor del arzobispado, quien supo siempre aún en los momentos de expansión un tanto frívola de nuestros jóvenes oficiales, conservar una severa dignidad pero sin perder su carácter de culto y amable compañero de viaje. Hemos admirado la tranquila abnegación de estos prelados, en el cumplimiento de su misión voluntaria, cambiando las comodida- des de la pacífica vida urbana, con los rigores de un viaje molesto y peligroso a través del desierto y en plena estación de invierno. Uno de los sacerdotes, extranjero aun no muy acriollado, trata de perfeccionar sus no muy grandes habilidades de equitación; pero el malicioso potrillo patrio que sin duda debía haber reconocido el pun- to débil, protestó, y le hizo «comprar terreno ». Con tan magistral ejemplo no era de extrañar que otros imitaran la operación y no siem- 316 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS pre eran los peores jinetes los que aquí besaron el suelo, y tampoco sólo eran los extranjeros los que se mostraron los menos diestros. Nuestro amigo Gustavo Niederlein se mantuvo valientemente encima de su «mancarrón » muy chúcaro y gingoísta y mereció la unánime aprobación de los criollos. Menos feliz fué nuestro ayudante señor Schulz, quien en ese día varias veces con distintas partes de su fe- lizmente muy resistente cuerpo midió la escala de dureza del suelo de la Pampa; lo que finalmente le desanimó tanto, que hasta Carhué no quería confiar su persona a ninguna de estas indiscretas bestias, sino se retiró disgustado en el rincón obscuro de nuestro carro. Lo- rentz tuvo la mala suerte de bajarse muy contra de su voluntad, en el momento de cruzar un arroyo, quedando algunos ratos en un es- tado verdaderamente lamentable. Doering tenía fama de conseguir siempre de los mejores caballos de la tropilla, loque provocó la en- vidia al principio, la que después se convirtió en una verdadera pro- testa general, cuando se descubrió que el secreto de elegir siempre el mejor pingo para la marcha diaria consistía en el sistema antire- publicano de una no despreciable « propina », repartida de vez en cuando entre los atentos veteranos, cuidadores de la comitiva ca- ballar. Más tarde, nuestro inolvidable amigo el coronel Romero había fa- cilitado al doctor Lorentz un espléndido tordillo joven y tanto él co- mo todos nosotros fuimos siempre, gracias a la deferencia de este caballero y más tarde del general Roca mismo, provistos de excelen- tes caballos, de manera que efectuamos el viaje agradablemente y sin ningún contratiempo o accidente. Al principio cambiáronse los ani- males todos los días, pero más tarde, cuando éstos empezaron a es- casear, lo sucedió raras veces. Con ésto no quiere decirse que al día siguiente cada uno volvió a hallar su caballo de la víspera. Los ani- males, después de haber pacido durante la noche, fueron juntados en la madrugada y con pocas excepciones cada cual enlazó o hizo enla- zar lo que halló más a mano. Es sobreentendido que en una expedición de la índole de la nues- tra al desierto el problema de los animales de monta es de cardinal importancia y merece aleunas observaciones, y hemos tenido más tarde oportunidad de convencernos de la muy superior resistencia de la mula, en comparación con el caballo. Éste al no hallar de noche TT =P A o A A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 31 buen pasto, sufre extraordinariamente porque rehusa otro alimento. En cambio la mula, sino encuentra pasto, se contenta con toda clase de vegetales, hojas de arbustos y a veces corteza, hasta que se le Mene el estómago. Cuando al mes y medio llegábamos al río Neuquén nuestros caballos estaban flacos y gastados a tal grado que hubo que eliminar una gran parte, mientras que todas las mulas se hallaban gordas y tan frescas como al principio de la marcha. En cambio, para viajes peligrosos en la montaña la mula es, a pesar de su seguridad en sitios escabrosos, menos recomendable que un pequeño caballo montañés, porque a aquélla, testaruda y voluntariosa como es, muy poco le importa la suerte de su ginete. Muy superior en calidad re- sultó también la carne de la mula, en comparación a la del potro. Finalmente se atalajan también los carros no sin frecuente pro- testa real de los interesados, y con fuertes gritos de «vamos » se po- nen pesadamente y chirriando en movimiento, no sin repetidas pa- tadas. Esto es natural, porque no se puede esperar el primer día que todo ande perfectamente bien, la gente y los animales deben acostumbrarse los unos a los otros. Quien cae, sin sufrir alguna le- sión, debe aguantar las risas de los demás. Uno de los soldados rueda debajo de las ruedas de uno de los carros, felizmente sin mayores consecuencias. Los carros eran generalmente los pesados vehículos del país, «carretas », de dos grandes ruedas, de cuyas ventajas no nos pudimos convencer tampoco aquí. En las partes pantanosas ne- cesitan muchas veces diez o doce caballos para atravesarlas, mien- tras nuestro carro de cuatro ruedas, bien cargado, venció todos los obstáculos sin cuarta aleuua. Por lo general son tirados por cuatro caballos, dos de los cuales son montados por peones; aquí no se acos- tumbra de guiar los vehículos desde el pescante. Llevamos doce ca- rros además el del fotógrafo señor Antonio Pozzo, el carruaje del co- mandante del tren rodante don Eduardo Pico y el birloche del comi- sario de guerra. De plantas interesantes observamos en los alrededores de «El Alambrado » una pequeña Stevia, St. multiaristata Spr. var. latifolia, tres o cuatro Cyperaceas, entre ellas una Carex, Solidago linearifolia D. C. en pocos ejemplares, Aster montevidensis Gr., una Cuphea, la yerba de perdiz, Margaricarpus setosus R. P., y más allá encontramos algunas matas de Melica macra L. La Oxalis, que ya mencionamos 318 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ayer, ha desalojado en muchas partes, que temporariamente son ane- svadizas y cenagosas, toda otra vegetación y cubre a veces superficies de varias cuadras con sus flores y su follaje verde-amarillo. La vege- ción de las hierbas cambia, como ayer, entre gramíneas mediana- mente altas. de hojas delgadas y gris-verdes y una tupida alfombra verde de corto césped. Marchamos en la dirección a la abra entre las sierras arriba mencio- nadas : De los Siete Amigos y De la Puerta. La pampa ofrece poco de nuevo por observar, diseminadas matas de Melica macra L., una baja «barba de tigre» o Colletia, el alto Eryngium, que es una especie de :ardo, planta que desde ahora se vió con tanta frecuencia y que era llamada a suplir la falta de leña, y que anteriores viajeros menciona- ron repetidas veces como Agave o Yucca. Es probablemente Eryngium agavifolium Gr. o E. sanguisorba Ch. et Schld. Tampoco falta uno que otro mechón de mío-mío, Baccharis coridifolia D. G. Nos acercamos a la sierra, la que, poco extensa y poco alta se eleva sobre la llanura. El borde superior rectilíneo y casi horizontal, se halla coronado por rocas roídas por la acción del tiempo y corta- das a pique. El terreno a su pie empieza a ser un tanto quebrado. En las faldas de algunas de las colinas de la pendiente septentrional estaba establecida una de las colonias ruso-alemanas, consistentes en una docena de casas aun sin arboledas. Las plantaciones de árboles dícese que allí no prosperan, dando como razón de ello la capa de tierra demasiado delgada que cubre la roca; pero en contraposición a esta suposición notamos a lo lejos una bien cuidada estancia, donde no faltaban ni arbustos ni árboles, especialmente álamos. En esta tierra tan pobre en leña, no se emplean para los cercos postes de algarrobo o ñandubay, liados entre sí con alambre, sino se excava una zanja de bastante profundidad, se echa la tierra hacia el interior de la finca y se plantan, detrás de esta especie de terraplén, álamos, frecuentemente en doble hilera. En muchas partes, donde no falta del todo la humedad, éstos prosperan muy bien y forman en pocos años un denso cerco, que, aparte de su utilidad, presenta un aspecto alegre. Una estancia rodeada así por altas alamedas, causa una im- presión sumamente halagúeña. Después de una marcha de dos y media horas y de haber atrave- sado el arroyo, llegamos a un almacén campestre o «pulpería» y a A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 919 seguimos faldeando el costado occidental de la sierra, la sierra Chica, que se extiende bastante hacia el sur, allanándose más y más, y per- diendo su coronamiento rocalloso hasta confundirse en la pampa. Su altura es exigua, no mayor de 60 a 50 metros sobre el nivel del suelo y sus formas, exceptuando las nombradas rocas, son suaves y llanas. Es completamente desprovista de árboles y arbustos y aparentemente pobre en vegetación, lo que se evidencia, visto desde lejos, por su pálido verdor, que sólo en los valles y quebradas se intensifica un poco más. Pasamos ahora la segunda colonia ruso-alemana. Sus moradores se han congregado delante de la aldea, para pedir la bendición a nues- tros sacerdotes. No parecían estar muy contentos con su suerte; se quejaban que tenían demasiado poca tierra y que aquí se necesitaba de una superficie mayor para que pudiera prosperar una familia. Sin embargo, el suelo es de excelente calidad y los resultados de las cose- chas de trigo en estas colonias debían significarse como superiores. Durante cinco años consecutivos, nos contaron los colonos, pudo labrarse la tierra sin cansarla y aun después de este lapso de tiempo las dificultades no consisten en que el poder productivo del suelo haya disminuido, sino en un notable aumento de los yuyos y cizañas; langostas y granizo azotan raras veces estas regiones. Es de prever sin duda que estas colonias tendrán un gran porvenir en un tiempo no muy lejano. El señor Curth, entonces administrador de la colonia, a quien más tarde encontramos, elogia mucho a los colonos y los sig- nifica como buenos agricultores y hombres laboriosos. El nombre de esta población es « Caminga >; causa una impresión en un todo agra- dable y está muy lejos de aparentar otros síntomas que los de un per- fecto bienestar. Detrás de ella pacían considerables rebaños de vacas y caballos y una gran área en sus inmediaciones estaba recién rotu- “ada, mostrando una tierra negra y rica en humus, pero sin carácter pantanoso, porque además estaba situada en la falda de una suave ondulación del terreno. Después de unas tentativas un tanto pesadas de entablar con los moradores una conversación en castellano, supi- mos pronto que los supuestos «rusos » entendían exclusivamente y ningún otro idioma mejor que el alemán. Eran todos viejos campesi- nos de pura cepa, quienes durante toda su vida no se habian preocu- pado mayormente de otra cosa que de su arado, demostrando la natu- 320 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS raleza peculiar a esa gente, tan conservadora de los hábitos tradicio- nales de sus antepasados, también en la construcción de sus moradas, las que diferían notablemente en su estilo de las usuales en el país. Su director, el señor Curth, quien conocía perfectamente su predilec- ción por sus costumbres de allende los mares y sus necesidades, fué siempre secundado eficazmente por el gobierno argentino para satis- facerlas y en tales condiciones se comprende que la colonia tenía que progresar. Los señores Doering y Niederlein se desviaban aquí hacia la izquierda, pues no podían resistir a la tentación de hacer una rápida visita a la sierra de Sotoya, que dista tan sólo una legua del camino; el doctor Lorentz, quien desde su salida de Buenos Ajres se hallaba algo indispuesto, no pudo acompañarlos. Provistos de buenos y velo- ces caballos, cubrieron rápidamente la distancia que separaba el 'amino de la sierra. Las laderas de los contrafuertes situadas ante la verdadera cadena de cerros de moderada altura, consisten en una superficie de tosca calcárea, la que alcanza también a cubrir hasta la tercera parte del total de su altura y circunda la sierra, la que * sobresale de ella cual isla dentellada. Como ya fué observado antes, estos yacimientos calcáreos de toba o tosca no deben considerarse como sedimentos palustres, ya sea de agua marina, ya sea de agua dulce; porque no sólo su estructura y la falta absoluta de restos ani- males y vegetales, sino también el carácter microscópico de sus com- ponentes minerales lo ponen fuera de duda, que deben ser interpre- tados como una toba calcificada por infiltración y metamorfosis de una ceniza volcánica rica en minerales calcíferos, ya sea en augita o yeso, cuya lluvia de cenizas fué acarreada desde lejos (probablemente de los volcanes de la Patagonia o de la cordillera) en forma de depó- sito aéreo. La parte superior del estrato es generalmente de color muy blanco y contiene hasta 70 a 90 por ciento de carbonato de cal- cio; las capas inferiores (1), a medida que aumenta su contenido de loes o arena, son de color eris-amarillento, disminuyendo a la vez su contenido de cal. La piedra superior moderadamente calemada da una excelente cal para las mezclas, siendo a la vez un poco hidráu- (1) DOERING, A., Boletín de la Academia nacional de ciencias, tomo XII, página 206-207 (nos VIIL, IX, X y XD). 1 dd A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO Dl | 1050) .u lica, pero no se presta directamente a la preparación de cementos de fraguación lenta, porque sobrecalcinados hasta encogerse y pulveri- zados, sólo suministran una especie peligrosa de argamasa con tenden- cias expansivas, designada vulgarmente como «cal límite». En las colinas de los contrafuertes la tosca calcárea se halla cubierta con una capa de humus de espesor variable, pero suficiente para los fines de la agricultura y se notaban allí grandes áreas, que en los años anteriores habían estado cultivadas por los colonos y sobre las que pululaba actualmente una alta y tupida vegetación de toda especie de cizañas, ya muertas en esta estación del año. Algunos hermosos ejemplares del ciervo pampeano, quienes habían allí hallado un escaso escondite, saltaron espantados ante las pisadas de los caballos, bus- cando su salvación en rápida fuga. Un denso césped, formado de gra- míneas bajas, cubre también grandes espacios. El cerro tiene su extensión longitudinal de nordeste a sudoeste, su cima está formada por una planicie llana, casi horizontal, poco escarpada o accidentada. La pendiente de la falda hacia el noroeste es cortada a pique y forma una pared rocallosa frecuentemente hendida y cortada, con grandes bloques desprendidos en su base. La falda opuesta desciende paulati- namente sin bruscos escalones a la pampa. Ya a gran distancia se conoce que la roca, y especialmente su coronamiento, consiste de sedimentos de roca bien estratificados, apareciendo estas capas casi completamente horizontales, porque desde el camino cae la vista en un ángulo casi recto sobre la pendiente cortada a pique y sobre la aparentemente un poco levantada falda del cerro. El macizo principal, vale decir, la parte superior rocallosa del cerro, es formado por una arenisca cuarcítica muy densa, blanca y uniforme, de un grano apenas perceptible; su estratificación paralela en los aislados trozos es harto difícil de conocer, mientras se la dis- tingue muy bien en las capas inferiores, de grano muy grueso, que ostentan una estructura mucho más irregular a consecuencia de sus componentes, y se asemejan ligeramente al gneiss, perteneciendo, sin embargo, a una formación más reciente. En las hendeduras y grietas más profundas de la roca gotea o corre aquí o allá un delgado hilito de agua. Las pequeñas quebradas, especialmente en las partes más sombrías de su interior, se hallan revestidas con helechos, líquenes y otros vegetales, vegetación que en su exterior nos hace recordar cier- AD EXT 21 32 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS tas partes rocallosas de la sierra alta de Córdoba, en una altura de unos 1700 metros sobre el nivel del mar. Plantas leñosas no existen, en cambio se nota arriba, en la planicie que se eleva sobre el corona- miento de rocas, una vegetación característica de pencas: Opuntias y Mamillarias. Entre las plantas traídas del cerro, y en su mayor parte casi inutilizadas a causa de la estación avanzada, se encontra- ron las siguientes: una Oxalis roja, Baccharis cylindrica D. C., Bac- charis flabellata H. A., Gnaphalium cheirantifolium Lam., Leeria integrifolia Cass., Achyroclina saturejoides D. U., var. citrina Ltz., Erigeron sordidus Gáll., y dos aun indeterminables Compositas, una Opuntia, Lathyrus pubescens H. A., un hermoso Plantago, que Nieder- lein reconoció como nuevo, describiéndose en seguida, Loasa muralis Gr. var., Panicum sp., Setaría glauca P. B., Scirpus capillaris L., Amaryllis sp., Aneimia tomentosa Sw., Blechnum unilaterale W., No- tholaena tenifolia Keys., Woodsia obtusa Torr., Pteris sp. Se ve que la flora de los cerros es completamente distinta de la de la lMlanura que los rodea y sentíamos íntimamente no poder estudiarla con mayor detención. El estudio de estas islas rocallosas sería de car- dinal interés para la historia de la flora en estas regiones, porque esta flora primitiva probablemente es mucho más antigua que la de la pampa. Según la opinión de Lorentz, quizás estas sierras, después de la elevación de la arenisca cuarcítica que las forman, no fueron, aun en anteriores épocas geológicas, jamás cubiertas nuevamente por las aguas, sino que, mientras en la época secundaria los terrenos cireun- vecinos se hallaban cubiertos por el océano, sobresalieron de éste como islas rocallosas. Su flora no había entonces sufrido probable- mente ningún otro cambio que el que trajeron consigo la desaparición determinada por el tiempo de las especies y su reformación, como así también las alteraciones de las condiciones climatéricas. Pero tal vez han estado cubiertas también más tarde por las aguas y las capas en formación fueron vueltas a roer por el océano, resistiendo sólo el cuarzo duro. Seguramente, según lo poco que sabemos, en la misma forma como sucedió más tarde en la llanura circundante de los sedi- mentos atmosféricos, es verosímil que estas sierras pampeanas, du- rante la época terciaria y al tiempo que la pampa se formaba por sedimentos aéreos, no estaban cubiertas por el mar. Pero su flora es más antigua que la de las pampas. Ofrece ella, por consiguiente, el — A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO mismo interés que el de la vegetación de islas oceánicas aisladas que es conocido. Pero aun otras cuestiones surgen. ¿La llanura cireun- dante fué entera o parcialmente poblada desde estas sierras ? ¿ Qué cambios sufrieron en este proceso las respectivas especies ? ¿ Pode- mos considerar las especies allí encontradas en parte como las ante- pasadas de las pampeanas ? Tales especies, ineptas para las condi- ciones de vegetación de la llanura, quedaron estacionarias en la sierra, como sucedió, según la lista antes enumerada, con las pencas, los helechos y el Plantago. ¿No daría el estudio de la flora de estas sie- rras puntos de apoyo a la crítica de la teoría de migración de Mauri- cio Wagener ? ¿No caería de este lado un rayo de luz sobre la cues- tión, hasta ahora no solucionada, por la causa de la falta de árboles en la pampa ? ¿ Qué relación tiene esta flora con la de las cordilleras ? También la fauna daría seguramente las más interesantes informa- ciones. Por ejemplo: ¿Qué relaciones existen entre los insectos des- tinados a la fructificación y la flora de estas islas pampeanas ? Una comparación de éstas con las de islas oceánicas aisladas, a cuyo efecto disponemos ahora de amplio material, sería de sumo interés. Entre las flores que aun recogimos u observamos al pie de la sie- rra, debe citarse ante todo el Senecio pulcher Hook. et Arn., que sobre- sale con sus grandes y hermosas corolas de las demás plantas flore- cientes y que merecería ser cultivado en los jardines como planta de adorno. A más se puede mencionar: Grindelia brachystephana Gr., Eupatorium subhastatum Ha., Margaricarpus setosus R. P. y Agros- tis sp. (exasperatae Trin. prox.). En cuanto a la fauna de la sierra, es decir, hasta donde permitió alguna opinión la visita del doctor Doering, efectuada al vuelo, tam- poco faltan en el reino de la zoología animales específicos, cuya exis- tencia se buscaría en vano en la pampa. Ante todo, no fué defraudada la esperanza, a priori nutrida, de hallar allí ciertas clases de molus- cos terrestres. En las partes húmedas, donde un delgado hilo de agua corría entre los desmoronamientos de la roca al pie del cerro, nota- mos bajo las piedras y entre las raíces de las plantas con bastante frecuencia Limazx argentinus Strob., una pequeña limaza, como tam- bién, de tarde en tarde, un ejemplar de Suecinea meridionalis Orb. Durante largo tiempo se buscó, sin resultado, al pie de las rocas una especie de Eudioptus, de la que se había descubierto un trocito de 324 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cáscara. Revisando en las rendijas de una pequeña quebrada, cae repentinamente la vista en una gran mancha de un color parduzco claro, que se destacaba en la penumbra de una cavidad en la pen- diente de la peña del fondo blanquizco y resultaba, examinada de más cerca, toda una colonia de un centenar de ejemplares de nuestra especie buscada, pegada sociablemente en la pared rocallosa. Aquí nos encontramos en apuros, porque se hallaba en un sitio a donde era imposible llegar, y a cinco metros de altura en la pendiente, pero era ya suficiente que de esta manera se hubiesen conocido las costum- bres de vida de estos habitantes de las rocas. Buscando luego en lugares parecidos y acesibles, descubriéronse otras, Mayores y meno- res, congregaciones de esta sociable especie, de manera que, después de algunos esfuerzos, pudimos emprender el regreso en posesión de unos 200 a 300 ejemplares. Pero la conchilla, sumamente delicada del animal. apenas del espesor de una hoja de papel, es tan frágil que la mayor parte se rompió hasta que llegamos al sitio, donde pudi- mos prepararlos. El animalito se pega mediante una segregación espesa herméticamente a la roca, para substraerse a la influencia de la estación seca del año, a la larga mortífera. Generalmente está tan firmemente adherido a la piedra que, al querer despegarlo, se rompe la mayor parte de las conchillas. Esta especie es probablemente em- parentada muy cerca con la descubierta por P. Strobel en la sierr: de Mendoza, Eudioptus mendozanus Strob.; por lo menos, según lo que puede deducirse de su descripción y en la parte zoológica (1) de nuestra obra, se halla enumerada como variedad de la especie de Strobel. Es posible, no obstante, que se trate de una forma diferente de aquélla, desde que la distribución geográfica de la mayor parte de las especies de moluscos terrestres, aliadas de este género, es de limi- tada extensión, siempre que no existen a la vez medios especiales que faciliten su propagación geográfica, como, por ejemplo, la presencia de grandes corrientes de agua. Por lo tanto, tomando por analogía otras formas similares, sería ya algo excepcional la identidad especí- fica absoluta de las dos formas en dos puntos de diferente clima y separados a través de nueve grados de longitud geográfica por una (1) Informe oficial de la Comisión científica agregada a la expedición al Río Negro, I, página 62. KN D! A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RIO NEGRO Nanura absolutamente infranqueable por estos animalillos. a lo menos en las actuales condiciones topo o hidrográficas y climatológicas. Removiendo, a nuestro regreso del cerro, las piedras diseminadas en su base, conseguimos enriquecer nuestro botín con una reducida colección de insectos. Con bastante frecuencia hallóse allí una peque- ha especie de térmite y las colonias de una pequeña y ágil hormiga, carniplantívora, muy común en el país, Progonomyrmex coarctatus Mayr:; aislados individuos de una rapidísima Blattida de color rojizo- amarillo, Ischnoptera brasiliensis Brunn., y varias pequeñas especies de Carabicinias. Era tiempo ya de partir. ¿Pero dónde había quedado nuestro con- voy ? Efectivamente, hacían ya cerca de tres horas desde que nos habíamos separado de él, y eso sin pedir el consentimiento especial del comandante. Sólo podía haberse adelantado el tren rodante cuan- do mucho cuatro a cinco leguas, sin embargo, buscábamos en vano la inevitable nube de polvo, visible a grandes distancias, la que en nues- tras excursiones y salidas laterales nos servía de infalible guía, indi- 'ándonos la dirección de su marcha; y solíamos volver a reunirnos con él galopando en línea recta sobre el verde césped de la pampa. Tomamos por eso rumbo a las casas de la colonia « Caminga », donde inmediatamente al otro lado tocamos nuevamente el camino carre- tero. Allí efectivamente hallamos muy cerca nuestro convoy y supi- mos también la causa de su lenta marcha y la falta de la nube de polvo. La sierra, a pesar de su aparente sequedad exterior, debe dar no poca agua; sus valles y hendeduras, como ya fué mencionado, se hacen notar desde lejos por su fresco verdor, y su borde parece estar en todo sentido mucho más poblado que la llanura más allá. Debia- mos pasar al otro lado de « Caminga» un largo trecho pantanoso, que aparentemente representaba un arroyo malogrado y daba mucho trabajo a nuestros pesados vehículos. Efectivamente, necesitábamos todo el resto del día para vencer esta cañada. De esta manera sucedió que en vez de llegar a nuestro destino por la noche, una legua más allá de Olavarría, nos vimos obligados a hacer alto a la caída de la noche, después de haber atravesado otro pantano. Reinaba ya densa obscuridad y un frío intenso cuando se encendieron los fogones del campamento, y para no perder tiempo no se armaron las carpas. Soplaba un viento helado, que nos penetró hasta los huesos, y el 326 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS fuerte rocío que caía durante la noche mojó completamente nuestras camas y ropas, de manera que pasábamos una de las noches más des- agradables. Lunes 21 de abril. — Una madrugada fría y húmeda introducía el día. Habían sido impartidas órdenes de levantar el campamento bien temprano, así que nos pusimos en marcha en buena hora con el tren rodante a la cabeza. Llegamos primero atravesando pampa abierta, que se extiende llana entre las bajas sierras, al pueblito de Olavarría, pequeña aldea con muy diseminadas pero generalmente bien y sóli- damente construídas casas. En sus alrededores observamos extensos cultivos de maíz y casi todas las chacras estaban rodeadas por hile- ras de álamos jóvenes. El movimiento en el pueblo no parece insigni- ficante, pues existe ya una especie de posada y varios almacenes, de los que uno estaba bastante bien provisto, circunstancia que pudimos atestiguar nosotros mismos, porque aquí renovaba o completaba sus provisiones quien aun era feliz poseedor de algunos pesos. Los alma- ceneros hacían ese día brillantes negocios, pero era preciso prepararse para el largo viaje, pues muchas cosas necesarias se habían olvidado. También se hacían algunas provisiones en leña, pues cada trocito de madera o tabla que se halló tirado, fué cuidadosamente levantado y cargado en algún carro. Después de una marcha de cerca de una legua arribamos a orillas del arroyo Olavarría o Tapalquén, en cuya ribera opuesta se halla la estancia Aguilar, denominada también « Estancia de las Dos Herma- nas », por dos colinas muy parecidas entre sí, que a corta distancia se elevan y se conocen con este nombre. El arroyo corre entre barran- cas de unos cinco metros de altura, pobladas de matas de Gynerúum, costando mucho trabajo vencer las pendientes con nuestros pesados CATTOS. Toda la oficialidad de nuestra columna había sido invitada por el propietario de la estancia a un almuerzo, que prometía durar algunas horas, de manera que nosotros entre tanto aprovechamos la oportuni- dad para conocer un poco los alrededores. Cerca de las casas se hallaba una pequeña huerta, donde aun pudimos recoger algunas tardías sandías y melones. Estos vegetales indudablemente fueron destinados para un clima más cálido; mientras en las cercanías de — ERA 2 Km =] A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO Córdoba, por ejemplo, alcanzan el tamaño doble de una cabeza huma- na, aquí notamos apenas uno que otro ejemplar no mayor que una nuez de coco, igual que en los puntos más elevados y fríos de la sie- rra de Córdoba; probablemente también habían sido ya recolectadas anteriormente las mejores y mayores frutas. El examen zoológico del arroyo Tapalquén ofreció poco de remarcable. Con frecuencia, como en casi todas las lagunas y riachos de la pampa austral. se observó la conchilla en forma de amonita de un pequeño caracol acuático, Pla- norbis peregrinus d'Orb., pero en vano buscábamos Paludestrina Par- chappii d('Orb.; también recogimos algunos pequeños escarabajos acuáticos. Repetidas veces notamos, bajo huesos viejos y otros des- pojos en la orilla, unos escarabajos, Troxw patagonicus Bl., como ade- más Trox alger Guer., Ligyrus Burmeisteri Steinh., y otras especies de costumbres análogas. Después de montar caballos frescos, nos pusimos en marcha a la una de la tarde. Más allá de la estancia Aguilar, a media legua a la izquierda del camino, están situados, como ya lo mencionamos, dos pequeños cerros muy parecidos entre sí: las Dos Hermanas. Son dos macizos de arenisca cuarcítica, probablemente silúrica, que sobresa- len de los alrededores un poco accidentados. Cada uno de ellos se halla. sobre un morro de tosca de forma cónica redondeada. Nuestro apreciado amigo y compañero de viaje, teniente coronel Olascoaga, menciona en su reseña de la marcha, que «ellos ostentan el contorno vertical de un seno de virgen y que muy probablemente a esta cir- cunstancia se debe su nombre femenino », porque sin disputa era una comparación muy hábil y adecuada, observados a la distancia. Aquí la generación más joven de la comisión científica, los señores Doering y Niederlein, se desviaron para efectuar una visita a los mencionados cerros. Después de haber examinado detenidamente la estructura de su formación, debía constatarse, sin embargo, que, en cuanto se refiere a su coronamiento rocalloso, su superficie era más plana que una tabla y no ostenta en absoluto aquellos interesantes contornos, sino que muestra arriba más bien la forma de una sólida y redonda meseta, cuyos costados están cortados a pique y rayados por frecuentes hendeduras verticales, creadas por la acción del tiempo y de las aguas llovidas. Se elevan en unos ocho metros, con un diá- metro seis a ocho veces mayor, sobre las capas de tosca que las cir- 328 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cundan. formando así hasta cierto punto su centro o macizo sobresa- liente. La roca consiste de la misma cuarcita o arenisca cuarcítica, que constituye las capas superiores de la ya mencionada sierra Chica, pero aquí su estructura es menos densa y claramente estratificada. Su flora y fauna es también menos peculiar que las de la sierra Chica, lo que no es de extrañar, si se considera su reducida extensión y la falta de sitios húmedos y sombríos. Halláronse, sin embargo, muchas plantas características de aquella sierra; pero inútiles fueron todos nuestros esfuerzos de dar con nuestra especie buscada de Eudioptus. En el bajo, situado en la base extrema de los cerros, y antes de llegar a ellos, se observa un extenso estero con una tupida vegeta- ción de juncales, mezclados acá y acullá con una gran mata de corta- dera Gyneríum, verdadero paraíso para el alegre reyezuelo de los esteros, Cistothorus platensis ('Orb., quien de estos distritos es carac- terístico habitante, siendo más grande y de color más claro que la especie común del país. Felizmente, habían disminuído los indicios de lluvias, que se notaban al norte de Azul, más y más a medida que avanzábamos hacia el sur. El estero estaba completamente seco y lo atravesamos sin ninguna dificultad. En partes forman los altos y tupidos tallos de Eryngium, este combustible tan apreciado en la pampa, la vegetación más saliente. La tropa reunía en los costados del camino buena provisión de esta planta, atando grandes manojos de ella en las compuertas de los carros, para utilizarla en el campa- mento como leña. El Eryngium constituye también la principal vege- tación en la meseta de los cerritos, donde generalmente aflora la roca desnuda, hallándose sólo aquí o allá pequeñas manchas de tierra. Al pie de los cerros, al dar vueltas a las piedras y en las hendeduras de la roca, cobráronse algunos insectos, y también se observó un nido sumamente extenso de Atta Lundi Guér. Conchillas vacías de Succi- nea meridionalis d'Orb. estaban diseminadas por todas partes. Cerca de un pequeño ojo de agua se vió Limax argentinus Strob. y una pequeña especie de ranas de hocico agudo, aun no observada antes. Pequeños rebaños de ciervos pampeanos buscaron refugio en los ma- torrales de Eryngium, en la falda de los cerros. Este animal se observó con frecuencia sólo en los terrenos ondulados y más tarde en los dis- tritos cubiertos de arbustos de los ríos, pero raras veces en la verda- dera llanura de la pampa. En algunas ocasiones trata de ocultarse a A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 329 la vista de sus perseguidores acostándose; es mucho menos ligero que sus congéneres europeos y su aspecto y conformación parecen menos valanos. Atravesamos ahora hermosos campos suavemente ondulados, des- provistos, a igual que la planicie, de arbustos y árboles. La llanura de la pampa no puede, por consiguiente, ser la causa de su falta de plantas mayores, sólo que se supusiera que las sierras pampeanas fueran más antiguas que aquélla y pobladas desde ella y que las plan- tas leñosas no la hubieran podido franquear. Pero que probablemente ha sucedido al revés, como ya fué insinuado más arriba. Marchába- mos durante algunas horas hacia el sudoeste y dejamos la sierra de las Dos Hermanas atrás, acompañándenos otra cadena de colinas bastante extensa al oeste, las sierras no rocallosas de la China y Blanca Grande. La vegetación no demuestra en las colinas ningún cambio, es igual a la de la pampa y ostenta sólo las alteraciones ya descriptas según su subsuelo. La llanura se extiende nuevamente, al parecer interminable, ante nosotros; sólo un examen más detenido comprueba que es suavemente ondulada y que distintas partes del terreno poseen también distintas condiciones de humedad; lo que se evidencia por el frecuente cambio de las capas vegetales, pues tan pronto pasamos por partes secas cubiertas con grueso pasto, como por otras pantanosas revestidas con tupidos juncales. En las últimas se notaba a más mucho Erynagium y el hermoso Senecio pulcher Hook. et Arn., que con sus corolas intensamente coloreadas, formaba sobre fondo verde grandes manchas brillantes de un rojo vivo. En las extensiones pobladas de Stiípales, habitaban grandes cantidades de perdices y en una mata de pasto alto vimos el primer ejemplar de la martineta pampeana, de ala colorada, Rhynchotes rufescens Tem. El rápido incremento de aves acuáticas en individuos y en especies nos indicaba la proximidad de frecuentes lagunas. Ibis negros y cisnes blancos nos pasaron; el mochuelo palustre, Otus brachyotus L., con el extraño balanceo de su vuelo, se observó a veces y el grito estridente de los teru-terus y chajás, Chauna chavaria L., se hizo sentir desde lejos. Después de una marcha de tres horas, paramos en medio de la pampa. Grandes rebaños de animales vacunos y ovejas animaba el campo, vigilados por un solitario puesto situado a orillas de una laguna bastante extensa, la laguna Quentre. Esta está llena de juncos, 3590 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS entre los que pululaban millares de patos y otras aves acuáticas. Notamos muchas gallaretas, Fulica, a más tres clases de patos, Ma- reca sibilatrix P., Querquedula eyanoptera Vieill. y Q. favirostris Vieill., Ardea egretta Gm., Chauna chavaria L., Gallinago paraguayae Vieill., Phloeocryptus melanops Vieill., Cinclodes fuscus Vieill., ete. La laguna Quentre se hallaba cubierta con una Lemna nueva, com- pletamente desconocida para nosotros. Inafortunadamente perdié- ronse los ejemplares colectados durante el viaje y no hemos podido clasificarla. La noche la pasamos con mucha mayor comodidad que la anterior; una vez nos despertó un sonido vibratorio como de campana, cuyo origen al principio no pudimos explicarnos, hasta que por fin recono- cimos al telégrafo como músico. Las plantas recogidas u observadas durante ese día fueron las siguientes : Senecio pulcher Hook. et Arn., Grindelia brachystephana Gr., el alto Eryngium también aquí fre- cuente, Eupatorium bacleanum B. L., Eupatorium subhastatum H. A., Solanum Comersoníi Dun., Petunia parvifolia Juss., Gerardía rigida Gill., Paspalum elongatum Gr., Cyperus vegetus W., Amaryllis sp., Polia bonariensis. Sobre las Dos Hermanas halláronse: Notholaena tenuifolia Keys., Pteris sp., Blechnum unilaterale W. y el hastatum Kaulf., Polystichum spec.; en la laguna Quentre: Seirpus spec., Lemna sypec. Martes 22 de abril. — A la cuatro de la madrugada, nos despertó la corneta de nuestro profundo sueño, las carpas fueron desarmadas, los carros cargados y se les dió orden de adelantarse, mientras nosotros tuvimos que esperar hasta las ocho, hora en que también nos pusimos en viaje. Este intervalo lo pasamos algo aburridos, porque a causa de la obscuridad no pudimos ni leer ni escribir, ni pudimos volvernos a acostar en el suelo mojado por el rocío, así que con verdadero rego- cijo descubrimos algunas vizcacheras, para siquiera podernos sentar colocando nuestras piernas en las bocas de las cuevas. Cerca de nues- tro campamento marchaban unas graves cigiienas, Ciconia magnart ; Vanellus cayanensis Gm. y Milvago chimango Vieill. revolotearon ya antes del alba encima de nuestras cabezas y saludaron a grandes gri- tos el naciente día. Notáronse también algunos caranchos, Polyborus enlyaris Mol., especie que hasta ahora aun no, o muy pocas veces, A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 331 habíamos observado y que en la pampa austral, desprovista de árbo- les, donde es más bien reemplazada por el ¿himango, no es abundan- te, frecuentando sólo las cercanías de lagunas y edificios. Anthus fur- catus Orb. y Sturnella Defilippii Bp. notamos en muchos ejemplares corriendo entre el pasto. Por fin se enlazaron y ensillaron nuestras cabalgaduras en el co- rral de la estancia cercana y pudimos ponernos en marcha, aleanzan- do nuestro tren rodante en Arroyo Corto, el primer fortín que toca- mos en nuestro viaje. Allí se hizo alto. La mañana era deliciosa y nuestros miembros entumidos por el frío, habían vuelto a adquirir su flexibilidad con el espléndido galope. Durante el camino nos diver- tíamos en la caza de perdices, según el método de los indios. Al acercársele el jinete, el ave se agazapa entre el pasto, entonces se da vuelta varias veces alrededor de ella a caballo, hasta que se maree, matándola desde el caballo con el rebenque, la fusta con man- go de hierro. Algunos de nuestros compañeros, como el coronel Ro- mero y el amigo Miguel Martínez se mostraron muy diestros en este deporte. De la misma manera se cobró también un ejemplar joven de Khynchotus rufescens Temm. que su dueño el comandante Pico, in- corporó a nuestra colección. Con mucha frecuencia se notó el estor- nino de pecho colorado Sturnella Defilippii Bp. de las que a lo largo de la línea del telégrafo, que costeaba nuestra camino, se alzaron al- gunos individuos lesionados vivos, que probablemente durante su vuelo habían chocado sin advertir con el alambre. Es ésta una de las más frecuentes y características especies de la Pampa austral, en to- das estas partes, donde alterna la vegetación palustre con el pasto seco. Como todos sus parientes también esta variedad es muy socia- ble, sin embargo, no se la ve en grandes bandadas, sino en pequenos grupos de dos o más individuos. En su canto y demás costumbres recuerda completamente a su consanguínea, la Sturnella loica Mol, que la substituye más tarde hacia el sudoeste, al empezar los terrenos poblados de arbustos. No es fácil distinguir ambas especies en liber- tad, porque su tamaño y colorido exterior es casi igual. La parte in- terior negra de las alas muestra con st. Defilippii durante el vuelo un brillo claro y es preciso fijarse muy bien para determinar si es realmente negra y no blanca como con su pariente st. loca. Otra es- pecie, también congénere, el estornino negruzco-amarillo Leistes su- 332 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS perciliaris, de menor tamaño, que aun en su manera de vivir ostenta muchas analogías y es muy frecuente en la Pampa septentrional, se observó raras veces en el sur. Ambas construyen sus nidos en el pas- to alto y se distinguen durante la primavera no sólo por su hermoso colorido, sino también por su vivacidad y su agradable canto, siendo especialmente la última especie con el elegante balance de su vuelo mientras canta una de las más simpáticas figuras de la Pampa argen- tina. En las partes pantanosas revestidas con matas de juncos se no- taron aquí también por primera vez ejemplares de una especie de curruca corredora Synallaxis anthoides King. y una emberiza Ember- nagra platensis Gan. La flora no ofrece nada de extraordinario, terrenos ocasionalmente pantanosos son indicados por su vegetación escasa y raquítica. El pasto es generalmente bajo, mezclado a veces con otro de mayor ta- maño, mientras las gramíneas altas escasean, y no se notan nuevas apariciones. Senecio pulcher Hook. et Arn. es aun abundante, Polia bonariensis no rara y en partes se ven manchas de Solidago linearifo- lia D. GC. Al llegar al fortín el suelo sube gradualmente. Situado a pocas cuadras del Arroyo Corto, era éste el primer fortín que tocábamos en nuestro camino y súlo tenía en la actualidad alguna importancia como estación del telégrafo militar. Originalmente había sido cons- truído más hacia la derecha, a orillas de una laguna, donde aun se veían las ruinas de una casa antigua. Consistía el fuerte en dos ran- chos techados de paja, que servían de alojamiento a la pequeña guar- nición, cercados por un muro circular de adobes crudos y una zanja exterior de más o menos un metro de ancho y hondo, encontrándose a medio metro de profundidad la dura tosca, la que a su vez había sido excavada en igual espesor. Después del almuerzo seguimos viaje y como los carros marchaban con lentitud, nos sobraba tiempo para dedicarnos a la caza de perdices. En vista de que el rebenque se per- día con frecuencia entre el pasto tirándolo desde el caballo, don Mi- ouel Martínez inventó un nuevo método original, apeándose y acer- cándose de rodillas al ave, mareada después de haber sido rodeada y agazapada, matándola generalmente con su fusta; otros empleaban sus boleadoras para el mismo fin. A pesar de que muchas lograron escapar, conseguimos sin embargo gran cantidad de ellas. Nos ser- e td as A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 333 víamos además de nuestra escopeta y don Gustavo Niederlein cobró en las cuatro horas de nuestra marcha varias docenas. La Pampa presenta en general en este trecho un hermoso y fresco aspecto. Es en su mayor parte un tupido y bajo pasto, entremezclado frécuente- mente con gramíneas de mayor tamaño, raras veces con altas, for- mando éstas, en tal caso, tupidos matorrales. Sin embargo, para el entendido en pastos será la Pampa aquí de menos agrado de lo que pudiera suponerse por su fresca apariencia, porque se afirmaba que éstos no son muy buenos. Las partes pantanosas son señaladas por una vegetación más escasa y matas de pasto diseminadas, que ade- más son amargos. De tarde en tarde se notan los vestigios de gran- des charcos, actualmente disecados, pero que volverán a llenarse du- rante el verano, porque aun se nota un poco de agua en las partes más hondas. Otros grandes trechos que indican la existencia de la- gunas en tiempos más remotos pero que ahora raras veces se cubren en su anterior extensión con agua, estaban literalmente sembrados con las descoloridas conchillas de moluscos de agua dulce, especial- mente Planorbis peregrinus WOrb., Suecinea meridionalis VW Orb. y A. Rosarinensis Doer. Estas partes cubiertas con una vegetación semi- alta compuesta por los elementos más divergentes y de frecuente al- teración, en las que se entremezclan también aquí y allá matorrales de junco medianamente altos, son el refugio predilecto de la marti- neta de alas coloradas, Rhynchotus rufescens Temm., cuya especie no volvimos a encontrar en otra parte con más frecuencia. Cazamos aqui un hermoso macho destinado a adornar más tarde las colecciones del Museo nacional de Córdoba. Donde hay un ejemplar seguramente se encuentran otros a corta distancia en los alrededores. De una especie montanñesa parecida que habita las praderas alpinas de la cordillera y fué mencionada por d'Orbieny, y a la que tiene mucha semejanza, se distingue tanto por su silbido como por su torso más alto y también hasta cierto punto por su colorido. Es un poco mayor y ostenta un poco más de colorado en las alas; la garganta y el diseño ondeado transversal blanco es distinto y el plumaje en general un poco más obscuro. Ahuyentado se aleja el animal casi siempre a gran distan- cia en hermoso y ondulado vuelo, presentando con sus alas pardiro- jas extendidas un muy gallardo aspecto. Es entonces muy difícil ha- cerlo levantar por segunda vez. porque corre generalmente un corto BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS (95) > espacio en el suelo alejándose desde el punto de asiento y escondién- dose agazapado entre una tupida mata de pasto. Sólo tocándole casi con el pie se vuelve a levantar resultando de esta manera una caza poco eficaz y sin la ayuda de buenos perros bastante difícil. Notábamos que nos acercamos a una depresión en el terreno, a pe- sar de ser ésta apenas perceptible a la vista. Estancias diseminadas se presentan de trecho en trecho y también algunos rebaños de ga- nados, pero en ninguna proporción con la inmensa llanura. La vege- tación no ofrece nada de nuevo o extraordinario, las dos Oxalis, la rojiza y la amarilla, dominan como siempre. Partes pantanosas son caracterizadas por una Composita de flores amarillas y angostas ho- jas carnosas; un Senecio de flores blancas se ve con frecuencia, em- parentado muy próximamente al Senecio flagellisectus Gr., Senecio pulcher Hook. et Arn. perdura aun aquí, mostrando a veces en lugar de las flores vivamente coloreadas blancas cabecitas llenas de semi- llas de alitas sedosas. Erindelia brachystephana Gr. y una Asclepias se notan de tarde en tarde Al fin asoma en el horizonte un aparentemente considerable nú- eleo de edificios con algunas estancias cercanas. Es el fuerte Lavalle al que nos acercamos ahora rápidamente. El cuartel es un largo y bajo edificio techado de juncos con cuatro cañones delante de su fa- chada:; antiguamente acantonaba aquí una crecida guarnición, for- mada en la actualidad sólo por un piquete de once hombres. El fuerte antiguo ostenta muro y zanja y varios ranchos, algunos edificios se- mejantes sirven de locales de venta. Se notan además muchos tol- dos de indios, diseminados alrededor de la población, abandonados en parte, otros habitados aún por los miembros de una tribu de in- dios numerosa y famosa en otros tiempos, pero ahora en decadencia y destinados a desaparecer rápidamente. Un toldo de indios es una pobrísima construcción que no puede vanagloriarse de una forma de- terminada, armada, sobre un espacio más o menos cuadrado, de va- ras de madera, barro, cueros y trapos viejos, y que apenas procura una escasa protección contra las inclemencias del tiempo. La tribu, que mora en este lugar, es de cutis bastante moreno, y pudimos cons- tatar que el color de los variados indios, que encontramos en el curso de nuestra expedición, cambia considerablemente en intensidad. Las mujeres andan de un lado para otro, envueltas en mantas negras de le A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO Ou Sl dudoso color que aparejan perfectamente sus cabellos nesros y la- cios. En sus rostros se ha agrabado una expresión triste, porque la mayor parte de sus hombres estaban en las filas del ejército, formado en gran parte por indios. El único adorno de la población consistía en dos grandes y hermosos sauces que halagaban la vista desacos- tumbrada de mirar árboles altos en la llanura de la Pampa, porque también las estancias que pasamos estaban desprovistas de toda ve- getación de arboledas. Pasando el fuerte corre un hermoso y ancho arroyo, pero el campo en sus riberas ha estado recargado demasiado con haciendas, de suerte que presentaba ur aspecto pelado o se ha- llaba cubierto de cizañas y en parte de pantanos. Miércoles, abril 25. — La vegetación ostenta durante el día ciertos cambios : la Oxalis amarilla es más rara y limitada a espacios circuns- criptos aislados. Eflorescencias salitrosas indican la riqueza de elo- ruros y sulfatos en el suelo; a igual que grupos de una Salicornia de ramas rojas, y la frecuencia de una Aristida de hojas duras, que tam- bién parece halófila, lo mismo que una especie de Aster ya marchita, semejante al Aster salignus. Pastos altos y duros alternan con otros bajos, también duros, de un vivo verde; en fin el carácter de la Pampa ostenta algunos cambios en comparación con las partes hasta ahora eruzadas, probablemente a causa de la mayor abundancia de sal en capas vegetales a consecuencia de depósitos de ciertas cenizas vol- cánicas. Después de una y media horas de viaje se hace un corto alto; la gran cantidad de mosquitos es muy molesta y nuestros pobres ani- males son llevados al borde de la locura por millones de tábanos. Al seguir la marcha se observa un ligero cambio en la vegetación dentro de límites estrechos: aparecen matas de (kEFynerium, pero no frecuentes; altas y tupidas no muy duras gramíneas cubren conside- rables superficies, alternando con manchas de pasto corte y Oxalis amarilla y morada, todos ellos vegetales indicadores de depresiones y bajos que ostentaban el carácter de lagunas salitrosas disecadas. De tarde en tarde se notaba en el camino una pequeña bandada de Thinocorus rumicivorus Esch., muchas perdices, aislados ejemplares de Synallaxis anthoides King., Elanus leucurus Vieill., Athene cunicu- laria Mol., la lechuza de las vizcacheras. Esta última especie ya em- pieza a escasear aquí, como las mismas vizcachas en las regiones de 336 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS terreno arenoso; mientras con más frecuencia aparece Otus brachyo- tus Forst., el mochuelo palustre. A eso de la 1 de la tarde atravesamos el arroyo Salado, cuatro leguas y media distante del fuerte Lavalle. No es el Salado Grande, sino un arroyo más pequeno, que corriendo entre barrancas de tosca constituye el principal afluente del río Salado, no alcanzando su agua hasta las rodillas de los caballos. Tiene sin embargo sus peligros como debíamos cerciorarnos hoy mismo. El suelo del corte en la tosca y que constituye el lecho del arroyo, es muy desigual habiéndose for- mado por eso en algunas partes profundos hoyos, suficientemente hondos para poner un prematuro fin a una joven y prometedora vida humana. El arroyo lleva su nombre con razón, porque su agua es tan salada que apenas es potable. En su orilla existe un fortín, un bastante po- bre rancho cercado por un muro de adobes y su correspondiente zanja. La caza parece contribuír en algo al racionamiento de los mo- radores de esta pequeña guarnición, porque habían apresado varios quirquinchos, de los que adquirimos algunos, como también un zorro, cuya piel logró don Adolfo Doerinz, para mandarse a hacer guantes. Un antiguo cañón de bronce de la época española con el nú- mero del año 1756, hermosamente labrado, seguramente una valiosa pieza de museo, se ha extraviado hasta este lugar y sirve para dar señales en casos de invasiones de indios y también para la defensa, como lo demuestran algunas balas amontonadas a su lado. Este for- tín se denomina <« Iniciativa». Algunos carros trajeron «leña » : ta- los completamente secos de una Crucífera, sin duda la mostaza sil- vestre, de exuberante vegetación, que aquí suele, según nos decían, formar tupidos matorrales a igual que el hinojo, el alcaucil silvestre, la viznaga, ete., cizañas que en trechos de muchas leguas ha desalo- jado la vegetación autóctona. Aquí tuvimos el dolor de perder uno de nuestros jóvenes compa- ñeros de viaje. Eran las 2 de la tarde. Los carros ya estaban atala- jados, nuestros caballos habían sido reemplazados por otros frescos y todo estaba listo para partir, cuando repentinamente en la orilla del arroyo se produjo un alboroto. Una cantidad de nuestros compa- ñeros habían bajado al arroyo para bañarse, y uno de ellos, el cadete Juan Bautista la Cuesta, hombre joven y llenu de vida, quien fre- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO (9%) = cuentemente nos había acompañado en nuestras excursiones y era apreciado por todo el mundo, había desaparecido. Se vieron las ro- pas del infortunado al otro lado del arroyo, pero aparte de un insig- nificante rastro que había dejado en la orilla cerca de uno de estos profundos hoyos un cuerpo aparentemente resbalado, no pudo descu- brirse nada que pudiera dar algún indicio seguro de la suerte de nuestro amigo. El agua del hoyo a pesar de su completa transparen- cia, se mostraba obscura e impenetrable a causa de su gran profun- didad. Sólo algunas plateadas mojarritas nadaban alegres e indife- rentes a la tensión dolorosa general sobre el negro abismo, donde el pobre había hallado su húmedo sepulero. Dos soldados, buenos nada- dores, cordobés el uno y correntino el otro, zambullían y desaparecían 'ápidamente en la impenetrable profundidad. Pero nadaron y bus- caron largo tiempo en el agua helada sin resultado eficaz. Recién des- pués de repetidas y largas tentativas volvió uno de ellos a la super- ficie con la comunicación de haber tocado el cuerpo del ahogado. De- cía que estaba acostado boca abajo hacia un lado bajo la bóveda de la tosca excavada por las aguas. Una toalla que había cenido alrede- dor de su cuerpo, probablemente para secarse, se hallaba aun unida a él. Con gran trabajo y las fuerzas unidas de ambos buzos fué por fin traído el cuerpo exánime a la superficie del agua y recibido por sus camaradas, quienes lo transportaron a tierra. Parecía haber teni- do la intención de lavar una parte de su ropa y probablemente se habrá resbalado en la tierra gredosa escurrediza, que cubre alli la tosca. El intenso frío del agua, tal vez también un golpe con la ca- beza contra la dura pared rocallosa, habrá contribuido a paralizar sus tentativas de salvataje. Tenía fama de hábil nadador, pero no podía haber ejecutado muchos movimientos en el agua, porque la toalla mencionada no se había desprendido de su cuerpo. A consecuencia del trágico suceso se hizo alto por el resto del día y nos quedó tiempo de arreglar nuestras colecciones y de sacar nues- tros equipajes, como carpa, cobijas, papeles, etec., mojados desde al- gunos días por la abundancia del rocío. Emprendimos también una corta excursión aguas abajo del arroyo que rindió alguna cosecha zoológica. La orilla en esta parte se halla cubierta con tupidas matas de la cortadera Gynerium, encontrándose entre ellas acá y allá me- chones, de las que sobresalen los tallos más elevados de Cruciferas y TDT. XXI 2% 338 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS otras gramíneas semialtas, notándose también manchas desnudas y otras cubiertas de césped. Con frecuencia observamos en los mato- rrales de Gyneríum la Embernagra platensis Gm., mientras en los si- tios más libres corrían individuos de Synallaxis anthoides King. Es- pantada se jevanta esta especie, casi completamente a guisa de los representantes del género Anthus, con vuelo irregular en los aires. para volverse a asentar un poco más allá en el suelo. Jamás hemos visto al animalito posado en los tallos de alguna gramínea u otro si- tio parecido. Cuando alguien se le aproxima queda por un rato in- móvil en el mismo lugar, para recién entonces levantarse, pero no directamente a otra parte, sino después de haber efectuado en el aire varios vuelos cruzados. Aquí cazamos dos ejemplares para nues- tras colecciones, un macho viejo y otro joven. Al último falta com- pletamente la mancha amarilla en la garganta, mostrando en esta parte del cuerpo un colorido blanquecino. Abunda también una em- beriza Donacospiza albifrons Vieill., especie no menos interesante, que falta en las provincias interiores del país, observándola nosotros aquí por primera vez en libertad. El animal ostenta un proceder cu- rioso : posado en la punta de un tallo prominente se eleva, al ser espantado, con extraño vuelo cinco o seis metros derecho en el aire, para volverse a asentar de nuevo en la extremidad de un tallo vye- cino. pero jamás en el suelo desnudo; probablemente se ocupa de la caza de insectos volantes. En el curso de nuestro viaje no lo hemos encontrado otra vez. Al regresar, nótase también una gran bandada de tórtolas, Zenaida maculata Vieill., cuya especie se observa sólo excepcionalmente aquí en la pampa desprovista de árboles, porque por sus costumbres se halla más ligada a los territorios boscosos. De los armadillos habitaban los alrededores del fortín, la «mulita» Prao- pus hybridus Desm., especie la más apreciada por los habitantes a causa de su carne suculenta, y el muy divulgado zorro pampeano Canis azarae Wat., cobrando al día siguiente otro hermoso ejemplar. En cuanto a insectos nos apoderamos de varios pequeños coleópteros. Varias tentativas de hallar moluscos en el arroyo Salado fracasaron casi del todo. Las observaciones botánicas que aquí pudieron hacerse, tampoco resultaron muy copiosas. Las paredes de la zanja que rodea el fortín ostentan una superabundancia de Chenopodias y Baccharis pingraea A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 339 D. C. Desde lejos se divisan grandes matas de Gynerium como tam- bién penachos de una otra alta y esbelta gramínea que es frecuente en este lugar. Se presenta airoso y de elegante aspecto, especialmente cuando por la mañana se halla cubierta de gotitas de rocio cual per- litas de plata y forma isletas en la vegetación pampeana. Es la bella Atropsis millegrana Gr. que ya antes se había visto ocasionalmente. También el alto Eryngium aun nos acompaña. Nuestra cosecha du- 'ante este día se redujo a las siguientes especies : Salicornia gaudi- chaudiana Mocan. (?) Lepidium pubescens Desv., Ambrosia seabra H. A., Sinapis napus Gr., Sisymbrium canescens Nult., Erigeron sordidus Gill, Chenopodium glaucum L., Enaphalium cheirantifolium Lam., Solidago linearifolia D. C., GEnaphalium sp., Baccharis pingraea D. O. y varias otras plantas de dificil determinación por el momento. Jueves 24 de abril. — Al amanecer se efectúa el sepelio del malo- grado joven; los sacerdotes le dan la última bendición, consagran la tierra de su última morada y dicen los responsos. Un gran trozo de tosca sirve a su eterno descanso de almohada, otro se le coloca al lado y una sencilla cruz, preparada de antemano por sus amigos de infancia, fué plantada sobre el túmulo. Un corto rezo de toda la con- currencia y se continúa la marcha al desierto. La madrugada era brumosa, pero un fuerte rocio permitía esperar buen tiempo. Sin embargo, la neblina era tan densa que los señores doctores Doering y Niederlein se extraviaron durante una excursión lateral y recién muy tarde volvieron a reunirse con el resto del con- voy, lo que no siempre está exento de peligros, porque se nos decía que a veces vagaban desertores y merodeadores por el campo, dentro de la frontera militar, que con gusto robarían a viajeros aislados. Lle- garon los perdidos en el oportuno momento de servirse el almuerzo y para celebrar el feliz regreso de los desertores, se les brindó una buena copa de « vino seco ». Para este alto se habia elegido la orilla de una laguna bastante grande, laguna de las Bandurrias. En este lugar se cambiaron los caballos de tiro y una nueva tropilla de ani- males bastante chúcaros fué traída por indios armados de largas lan- zas. Eran hombres de fisonomías genuinamente indias, pero mucho más claros de cutis que los vistos en Fuerte Lavalle. El campo ofrece poco de interesante, su carácter demuestra que sa mayor parte debe 340 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS convertirse con tiempo lluvioso en pantanos. Por esto podíamos feli- citarnos doblemente del buen tiempo, porque de lo contrario hubié- ramos necesitado para atravesar ciertas partes, ocupando tanto días como horas en esta ocasión. Todas estas dificultades habían sido pre- vistas y tomadas en consideración por el Estado mayor al elegir la estación del año para la expedición, porque durante el verano muchas de estas regiones son intransitables a causa de las aguas estancadas, inconvenientes que sin duda desaparecerán más tarde con la entrada del arado y el cultivo intensivo de grandes áreas de campo. Ante nosotros se levantan fantásticamente de entre la neblina erandes grupos de matorrales de Gynerium, para desaparecer otra vez en ella. Alternan con ellos tupidos mechones de otras gramíneas altas con viejas y blanqueadas espigas. Después atravesamos exten- sos bosques de juncales, Seirpus riparius Prl., indicando los sitios de oportunas lagunas, pero que hoy felizmente se encuent 'AN Secas. Densas colonias de matas de mostaza silvestre ya muertas, suminis- tran abundante leña, que se usa para preparar diversos asados y chu- rrascos o se lleva como provisión, atado en manojos en los carros. También un gran Polygonum contribuía al almuerzo de nuestra gente. Tiene grandes hojas ácidas y una gruesa raíz amarilla comestible. Por estar incompleto el ejemplar hallado, no pudimos determinarlo. La laguna es, hasta donde la vista alcanza a penetrar a través de la neblina, un hermoso y extenso espejo de agua, cubierta por espesas malezas de juncos y cortaderas altas, repletas de aves acuáticas, mientras otras pescan en su superficie. Deploramos no poder empren- der una cacería eficaz; pero el agua había sido ya revuelta por los animales de tiro y silla abrevados allí. Esto era tanto más: sensible cuanto esta laguna era la más espaciosa y más densamente poblada por individuos y especies de cuantas hasta ahora habíamos encon- trado. Las numerosas bandadas de patos ya se habían retirado a su interior, tras los matorrales de juncos, y el ruído de sus gritos, entre- mezclados al unísono de una que otra bandada volando en la superfi- cie, permitían suponer multitudes extraordinarias. Ardea egretta Gan., la garza blanca de copete, como de costumbre, estaba también aquí representada; Cinclodes fuscus Vieill., Centrites niger Bodd. y una pequeña tropilla de chorlitos, Endromias modesta Licht., corrían por el borde; en el agua poco profunda de la orilla andaba una colonia A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 341 de Tringa, probablemente Tringa dorsalis Licht. Una gran bandada de jilgueros, Sycalis arvensis Kittl., ocupándose de sus quehaceres en las malezas de mostaza y en el césped de la ribera, animaba los alre- dedores con su extraño canto vibrante, ejecutado naturalmente más entrecortado y con menos animación que durante la estación estival. En los aires se notaban, revoloteando como curiosas encima de la laguna, varias aves de rapiña, numerosos individuos de Circus cine- reus Vieill., Milvago chimango Vieill., un pequeño aguilucho, Buteo erythronotus King., en todas escalas de edades y colores, hasta el relu- ciente blanco del vientre; un milano, Elanus leucurus Vieill. y otra ave de rapiña de mayor tamaño, probablemente Buteo pterocles Temm. De moluscos abundaba en el agua Planorbis peregrinus (Orb. y no escaseaba Ancylus concentricus "Orb. Los bordes de la laguna eran en parte no pantanosos sino rocallosos a causa del afloramiento de la tosca, en la que se hallaba, especialmente en un sitio de la orilla me- ridional, un hermoso manantial de agua clara y sabrosa, que nacía directamente de la tosca rocallosa y la que debía probablemente su origen a una capa de arena cubierta por tosca y extendiéndose hasta la montaña, siendo nutrida por sus aguas. Estos verdaderos manan- tiales en la llanura de la pampa son infortunadamente muy escasos. Los alrededores nos rindieron bastante cosecha botánica, cuya enu- meración daremos más tarde, pues teníamos, a causa del alto de tres horas, tiempo para coleccionar. Al fin venció el sol la neblina y a la una de la tarde nos pusimos nuevamente en marcha. Ahora empezó Helios positivamente a molestar, ardía con un calor húmedo y creaba para los tábanos un estado de atmósfera que los predispone en espe- cial para sus ataques. Un poco más allá de la laguna, en un sitio poblado de matas altas encontramos una gran bandada de estorninos palustres, Pseudoleistes virescens Vieill., alrededor de 200 ejemplares, cobrando algunos. Esta especie es bastante frecuente en el sur, espe- cialmente en los distritos cubiertos de esteros, ricos en cortaderales, y vive siempre en grandes colonias, migrando de laguna a laguna y ofreciendo con el vivo colorido dorado de su plumaje un galano aspecto. Mas hermoso y brillante aun es el diseño de su pariente, Xanthosomus flavus Gm., que lleva una vida análoga y se hallaba en este caso reunido con la bandada antes citada, en un número de más o menos veinte individuos. Esta especie parece ser mucho más rara; 342 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS porque aparte de esta ocasión sólo la volvimos a encontrar una vez más. Nuestra marcha terminaba por hoy después de unas cuatro leguas en el fortín Fe, que parece ya ser un poco más importante que los anteriores, porque también tenía agregada una, si bien muy modesta, pulpería. El campo, entre la laguna de las Bandurrias y el fortín Fe, es cada vez más ondulado; atravesamos grandes trechos de bajos, donde la vegetación, especialmente de las gramíneas, indica que son temporariamente anegadizas; faltan, sin embargo, aquí completa- mente las partes salitrosas o la flora correspondiente. Los bajos de estas ondulaciones alternan naturalmente con ligeras elevaciones cubiertas con tupida capa de gramíneas bajas y tiernas o semialtas, que deben constituír una excelente pacedura para el ganado. Debajo del fortín Fe se encuentra una depresión bastante honda, cuyo fondo se halla ocupado por una laguna larga o un arroyo corto, o también tal vez un intermedio entre ambos, denominado Sauce en el mapa, probablemente porque anteriormente sus orillas estarían adornadas con algunos de estos árboles. Pasamos esta depresión, subimos al otro lado y acampamos en una bonita colina, en cuya vegetación pampeana se entremezclan numerosos «gringos» vegetales, indi- cando de esta manera que había antes aquí una colonia. Hallábamos cardo asnal, trébol, mostaza, hinojo, etc. Las gramas consisten en su mayor parte en pasto fuerte, es decir, mechones aislados de duras hojas punzantes. Como llegáramos temprano, nos restó tiempo para un muy necesario baño en el arroyo, cobrándose en esta ocasión algu- nas plantas interesantes. Las orillas densamente pobladas con abundante vegetación rindie- ron algún botín en insectos. Libélulas y numerosos mosquitos Zzum- baban alrededor del campamento, sin embargo, no se verificaron nuestros temores de que éstos nos causarían una noche molesta, por- que a la oración refrescó bastante, de manera que suprimieron sus agresiones. En el atado de Ceratophyllum que trajo el doctor Lorentz del arroyo, hallamos también una especie de moluscos muy caracte- rísticos para toda la pampa meridional, la Paludestrina Parchappii WVOrb. en numerosos ejemplares. Entre tanto se habían armado las carpas para la noche, una que otra fogata ardía ya y cada uno se acomodaba como mejor podía, A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 153 cuando de repente una gran alarma interrumpió en sus ocupaciones pacíficas a los habitantes de la ciudad de tiendas de campaña. Se había descubierto primeramente en una, después en otra carpa, una eran culebra y una investigación más detenida produjo el hallazgo de varias más. Parecía efectivamente como si el retacito de tierra, donde se había asentado el campamento, estuviera especialmente infectado por estos repugnantes bichos. Rápidamente, cual si sin- tiera ya el colmillo ponzoñoso en sus carnes, se levantó cada cual. Las cobijas y demás equipajes guardadas en las carpas fueron saca- das afuera para revisarlas y las proximidades de cada vivienda noc- turna sometidas con cuchillo y espada a un prolijo examen. Recién entonces volvió un poco de tranquilidad; sin embargo, muchos se habrán recogido con prevención de una nueva invasión del odiado reptil. Era en principio sólo la inocente e inofensiva culebra gris, Lio- phis Merremii Wel., causante del espanto general; pero dándose en seguida muerte a una excesivamente grande y hermosamente pintada hembra de la víbora de la cruz meridional, Heterodon d*Orbignyi Dum. Bbr., de manera que el recelo general no había sido injustificado, a pesar de que la baja temperatura de la noche disminuía el peligro. Estas congregaciones de culebras y víboras se observan general- mente en los parajes donde abundan los pequeños roedores, que son la presa preferida de los desagradables ofidios. De estos murinos abundan en aquellas regiones el Hesperomys griseoflavus Waterh.; un pequeño conejito, la Cavia australis Geott. y el ocultuco, Ctenomys magallanicus Benn., y parece que las colonias de la última especie son las causantes principales, con los numerosos caminos o túneles subterráneos y cuevas que ellos suelen cavar al estilo de los topos y en los cuales las víboras encuentran un excelente refugio. Es un pequeño roedor muy interesante que lleva su nombre de «tuco » debido al sonido particular que produce su gruñido y que se asemeja a un ruido de dos golpes secos, oídos a la distancia. Sus galerías sub- terráneas son horizontales y generalmente muy superficiales; parece que el animal las cava, consumiendo a la vez el tejido de raíces de egramillas y de otros yuyos que encuentra en este camino y de trecho en trecho existen cuevas o pozos más anchos y profundos, tal vez para depósitos, cuyos hoyos, invisibles desde la superficie, son muy desagradables y. hasta peligrosos para los ginetes, porque no resisten 344 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS a las pisadas de los caballos y los cuales cada vez con visible des- agrado hacen la cruzada a través de estos « guadales ». Este roedor en la actualidad vive solamente en las regiones frías del sur y sudoeste, abundando en los valles del río Negro y río Colo- rado y no llega en su propagación geográfica hasta la provincia de Córdoba. Pero en otra época no muy lejana, al extinguirse el supuesto período glacial, la especie se encontró con abundancia en los alrede- dores de Córdoba, como, por ejemplo, en los altos del Observatorio astronómico, donde sus huesitos y restos se hallan a una profundidad de uno a tres metros debajo de la actual superficie de la llanura, en los correspondientes estratos de la formación pampeana superior, prestando así un indicio más en testimonio de la existencia de un pasado período de enfriamiento en nuestro continente austral, donde algunos escépticos han pretendido negarlo. Lógico nos parece supo- ner que la llanura de Córdoba, con sus colonias del Ctenomys aus- tral en aquel período, debía reunir condiciones climatéricas aná- logas a las que en la época actual se encuentran en el norte de la Patagonia, a unos seis a siete grados de latitud más al sur de Cór- doba. El estudio de la vida de los pequeños mamíferos roedores, de fauna tan variada y abundante en Sud América, las condiciones de su propagación geográfica y climatográfica, su predilección para cier- tas plantas cireumpolares o alpinas como alimento y otros incidentes característicos; este estudio y sus resultados ha sido una verdadera revelación y un poderoso auxilio para descubrir las oscilaciones eli- matéricas y faunas sucesivas durante los períodos glaciales e inter- olaciales de Europa, en el examen de los estratos del suelo donde dichos roedores se sepultaron. Pero esta clase de averiguaciones ha sido completamente descuidada hasta ahora en nuestro conti- nente. Por lo demás son muchas y muy variadas las teorías sobre e origen y transcurso de esta oscilación climatérica, para la cual algu- nos exigen una duración de centenares de miles de años. Todas las observaciones, tanto en el hemisferio del norte como en la Australia, inducen a suponer que aquella llamada época glacial, diluvial o cuaternaria, no debe haver tenido un carácter continental o localizado, sino que fué general sobre toda la tierra. Pero lo que gene- ralmente no se tiene presente es que en aquella época, a más del des- censo de la temperatura media sobre la tierra, había, más o menos A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 34: Ol independiente de este incidente, a la vez un aumento extraordinario de precipitaciones meteóricas o lluvias torrenciales, que dejaron los testimonios de su actividad en forma de inmensos depósitos de aca- rreo fluviátil, no solamente en las regiones septentrionales, congela- das entonces, de Europa y Norte América, sino también en todas las comarzas subtropicales del Asia, África y Australia. Así es que el nombre de « diluvial » aplicado a la época cuaternaria, es sumamente zaracterístico y acertado, sin que nosotros los geólogos nos preocu- pemos mayormente del sentido novelístico, más o menos efímero, que a este término han dado las teorías del famoso estadista hebreo y historiador moiseista Ezra, en sas ideas filosóficas sobre el «génesis ». Así es que la época empezó con un período de excepcionales lluvias y precipitaciones en todas partes de la tierra, perfectamente reconos- cibles en sus efectos también en las regiones subtropicales, donde nunca llegaron las heladas. Como en la actualidad estos fenómenos meteorológicos sobre la tierra tienen conexión íntima con las man- chas solares, es lógica la suposición que lo mismo habrá sucedido también en una época próxima pasada y que un estado erítico en el desarrollo de la superficie del sol, el generador universal del clima sobre la tierra, habrá motivado con probabilidad el fenómeno, expli- cando a la vez su carácter sincrónico sobre toda la tierra durante la época pleistocena. Como dijimos más arriba, había sido rica la cosecha botánica de ese día. Aparece ya aquí un arbusto leñoso, una Rhamnaea, que más tarde determinamos como Discardia febrifuga Mart.; se la encuentra en partes con mayor frecuencia y sirve en la pampa desprovista de árboles, con sus largas y gruesas raíces, como combustible, reempla- zado en otros lugares por Eryngium, Sinapis, Viznaga o estiércol seco. Observamos a más en los alrededores de la laguna de las Ban- durrias, las siguientes especies de plantas: el mencionado Polygo- num; luego de sus aliados Rumex maritimus L. vel sp. próxima, Blitum rubrum Rehb., Malvastrum sulphureum Gr., Malva sp., Hydro- cotyle bonariensis Lam., cubriendo las partes anegadizas grandes tre- chos, Eclipta alba Hassk., Erigeron sp., Senecio Gilliesti Phil., Aster limifolius L., Baccharis tenella H. A., Solanum nigrum L. var. humile Bernh., Solanum chenopodiifolium Dun., Heliotropium curassavicum L., Verbena intermedia Gill., Hordeuwm secalinum L., Atropis carinata 346 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Gr., Paspalum distichum L., Cyperus vegetus W.., Cyperus sp., Scirpus maritimus L., Seirpus pungens Vahl. (?). En el campo cerca de fortín Fe encontrábamos en la orilla del arroyo: Spergularia grandis Camb., Ceratophyllum australe Gr. y Crantzia lineata D. C., Oenothera odo- rata Jacqu., Baccharis cylindrica D. C., Baccharis pingraea D. C., Baccharis platensis Spr., Facelis sp., Conyza chilensis Spr., Wahlen- bergia linarioides A. D. C., Distichlis prostrata Desv., Atiropsis mille- grana Gr., Calamagrostis montevidensis Ns. Viernes 25 de abril. — Hoy debíamos recorrer un largo camino: hasta el fuerte Guaminí, según se decía catorce leguas, razón por la que se dió temprano la orden de salida. Efectivamente el tren rodante ya estaba en marcha a las cinco de la madrugada, mientras nosotros, pudiendo movernos más rápidamente a caballo, salíamos algo más tarde. Cerca del campamento observamos un sitio donde la mencio- nada Discardia febrifuga Mart. se halla en abundancia y también empieza a hacerse notar el Erodium cicutarium L'Her. Es el alfileri- Jlo, que desempeña en la formación patagónica, como también en muchas altiplanicies de las montañas, un papel tan importante como forraje. Este vegetal es una planta inmigrada, la que no se adapta, como tantas otras, al cambio de las estaciones en el hemisferio del sur, sino que crece y florece tal como era su hábito en su suelo natal del hemisferio del norte. Ofrece así en la región patagónica a la hacienda, especialmente a la lanar, en unión con el trébol, medicago, ete., abundante pastaje en una estación, cuando las plantas autócto- nas reposan y la hacienda importada y desacostumbrada sufriría o tal vez sucumbiría. La pampa es aun bastante ondulada y ofrece los cambios de vegetación sujetos a esta cireunstancia; no es muy abun- dante y casi sin flores, porque hasta la persistente Oxalis falta casi del todo; no obstante, el trecho recorrido es rico en pasto, escaseando las partes pantanosas con cortaderas. En los costados del telégrafo levantáronse nuevamente varios indi- viduos lesionados de Sturnella Defilippii Bp. Frecuente era, general- mente sentado en la punta de un poste de telégrafo y mirando en su derredor, el ya mencionado Buteo erythronotus King., de cuya especie se consiguieron dos hembras, una adulta y otra joven, ambas entre si de muy distinto plumaje, y no mostrándose las aves muy ariscas. El A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 347 animal joven se distingue considerablemente del adulto, y a quien no conoce los escalones intermedios entre ambos, difícilmente se le ocu- rriría en el primer momento que se trate de la misma especie. El vientre puramente blanco de los animales viejos, ostenta en los más jóvenes bandas transversales onduladas de un color herrumbre, la garganta es blanca-amarillenta y la faja transversal obscura al extre- mo de la cola sólo vagamente indicada. La parte superior es pat- dusco-amarillenta con pintas y manchas más obscuras y una raya negruzca conduce desde la tapa de los oídos hasta los ángulos del pico. Al aumentar la edad del ave, los diseños de pintas y manchas desaparecen más y más y el vientre llega a un blanco puro. En la parte superior, el plumaje sobre las axilas se tine gradualmente de rojo-herrumboso, el resto de ceniciento y finalmente se pronuncia la bien demarcada y hermosa distribución de colores, que hace de esta ave de rapiña una de las más gallardas de su género. Nuestro primer descanso de hoy fué cerca de fortín Constancia, donde llegamos a eso de las 10 y media de la mañana. En las cerca- nías se observa con frecuencia Baccharis absinthioides D. C., que conocíamos desde Córdoba como formación vegetal característica y que también se halla en ambas riberas del Paraná, sin tener poder suficiente para franquear el río Montiel. Pasando el fuerte Constan- cia, el campo se muestra cada vez más montuoso, siendo las ondula- ciones muy suaves. En general era el terreno un poco más alto y seco que los hasta ahora atravesados y en consecuencia poco animado del punto de vista zoológico. Aquí y allá habitaban colonias de Atta Lundi Guér. La capa vegetal del suelo es bastante tupida. Las dife- rentes formaciones de vegetación de la pampa en sus distintos mati- ces de colores, se siguen en listas, una tras otra, y comunican asi alguna variación a la monotonía de la interminable llanura de césped. Nuestros animales se hallaban cansados y los carros marchaban más lentos que de costumbre, podíamos por consiguiente adelantarnos eran trecho y reposar hasta que nos alcanzara el pesado convoy. Las vizcacheras abundaban ahora y brindaban la ocasión de escribir apuntes cómodamente sentados. Hasta el próximo fortín Trabajo, teníamos por de pronto que ven- cer una extensa loma, después un pequeño arroyo, más allá otra suave elevación, para vadear un nuevo riacho y subir la pendiente de su SAS BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS orilla, donde se hallaba el fortín mencionado. Estas lomas están des- provistas de toda vegetación, sólo en los bajos se notan grandes ma- tas de Gynerium. Hasta el alto Eryngium ha desaparecido localmente y está reemplazado, como ya fué mencionado, por la Discardia febri- Fuga Mart. Este fortín se distingue poco de los demás, tiene como guarnición dos hombres y un hermoso cañón de la época española con la fecha del año 1726. A la 4 y media de la tarde la columna se volvía a poner en movi- miento, siguiendo la línea del telégrafo en dirección a Guaminí. En la mitad del camino encontrábamos un ordenanza con la orden para el comandante del convoy de desviarse hacia la izquierda y tomar el camino que conduce directamente a Carhué, y en caso necesario de servir de guía. Los animales estaban muy cansados y marchaban cada vez más despacio; bajábamos de nuevo en una ligera depresión, donde la vegetación empieza a variar un poco. Las supuestas tres leguas que aun debíamos marchar se estiran interminables y la obs- curidad envuelve todo en su manto impenetrable. A guisa de guía, manda el comandante Pico encender los dos faroles de su carruaje y al fin éstos hacen alto : hemos llegado a nuestro campamento para la noche, a orillas de la laguna. Sábado 26 de abril. — A las 4 de la madrugada se tocó diana, el intervalo hasta el amanecer y ensillar era particularmente des- agradable a causa de la profunda obscuridad y el fuerte rocío que nos mojó considerablemente. La laguna es bastante extensa, cubierta de juncales y cortaderas y de agua poco profunda, la vegetación no ofre- ce nada extraordinario. Pudiera sólo mencionarse Vittadinia trifur- cata Benth., la que no nos acordábamos ya haber visto en el curso del viaje, aigual que un aislado mechón de Atriplex. Un Amaranthus de hojas rojas crecía en la orilla del agua y grandes matas de Gyne- riuúm con sus altos tallos y penachos aparentaban a indios con sus lar- gas lanzas, como desde ayer nos acompañaba. Lomas suaves limitan el horizonte. Las tupidas cortaderas de la laguna estaban por la mañana densa- mente pobladas por numerosas bandadas de Pseudoleistes virescens que allí habían hallado su refugio nocturno. Entre ellos se encontra- ban también algunos individuos de Xanthosomus flavus Gm. De casi A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 349 cada una mata de Gynerium se oía el canto matutino de una emberiza Embernagra platensis Gm. El interior de la laguna, oculto a la vista por densos juncales, estaba habitado por grandes bandadas de todas clases de aves acuáticas. Observóse aquí también un aislado indivi- duo de un motoso Musciaxicola capistrata Burm., que corría en el borde de un pequeño charco cerca del camino. El terreno que atravesamos desde ahora empieza a ser de pronto quebrado y conserva este carácter hasta Carhué. Las colinas consis- ten como todas las del sur de Buenos Aires interiormente en un nú- cleo de tosca con una capa de tierra de más o menos un metro de es- pesor; las cañadas entre ellas representan los lechos de antiguas corrientes de agua. El suelo en estos distritos es un poco suelto y arenoso y menos rico en humus que en los campos pasados hasta aquí, no obstante la capa de césped es relativamente hermosa y tupida, siendo éstos campos excelentes para el pastoreo. Están además zur- :ados frecuentemente por arroyos, con los que se podrían regar ex- tensas superficies convirtiéndolas de esta manera en espléndidos campos de agricultura. Gracias a nuestros frescos y fogosos caballos y a la hermosa ma- ñana cubríamos las cuatro leguas y medias hasta Fortín Recompensa en una hora y cuarto llegando los pesados carros bastante más tarde. Éste era de todos los fortines pasados el más insignificante, consis- tiendo en un solitario rancho con techo de cueros. Un antiguo cañón de buque servía para señales. Mostaza silvestre y otras cizahas pu- lulaban aquí y el zorrino debía tener una especial predilección por estos lugares, porque sentíamos tanto ayer como hoy constantemente su repugnante olor. En un somero valle bajo el fortín susurra el arroyo Guaminí, un río bastante caudaloso con dirección hacia el oeste y que ostenta en cierto lugar una pequeña cascada. Con las ale- eres y verdes colinas presenta un cuadro halagador, del que podía- mos disfrutar por algunas horas, porque era preciso construír pri- mero un vado a través del arroyo para los carros. El agua del Gua- miní es clara y de buen paladar y estaba animada por una pequeña bandada de Querquedula eyanoptera Vieill. El fondo un poco gredoso del lecho se hallaba cubierto, especialmente en las partes de poca agua, con innumerables individuos de la Chilina Parchappii D*Orb., esa especie de moluscos tan característica de la región accidentada 350 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS de la pampa meridional, de manera que pudimos enriquecer nuestras colecciones con algunos cientos de ejemplares que en este arroyo pre- sentan una variedad intermedia entre Ch. Parchappúii y Ch. Puelcha D'Orb. del río Napostá. Cogimos también alguuos escarabajos acuá- ticos, por ejemplo el interesante Berosus undatus Fabr. Luego atravesamos en ligero galope el hermoso paisaje montuoso apareciendo a lo lejos barrancas bastante elevadas que probablemen- te encierran el valle del Guaminí. A eso de las dos de la tarde llega- mos a orillas del arroyo Venado, un bonito riacho con barrancas de tres a cuatro metros de altura corriendo también en dirección ocei- dental. En un rincón un poco húmedo y sombrío de la barranca, don- de las cizañas formaban un bajo matorral, recogimos ejemplares vivos de un caracol palustre Succinea meridionalis D'Orb. y especialmente de la más rara Suecinea Rosarinensis Doer. El animal de la última es- pecie se distingue de la primera por su color mucho más claro y uni- forme y es más fácil distinguir entre sí los animalitos vivos que sus cáscaras que son bastante parecidas. La capa de tierra un tanto are- nosa encima de la tosca es de dos a tres metros de espesor. En una rotura de la barranca causada por la excavación de las aguas se ob- servó que la capa de tierra estaba entremezclada frecuentemente con conchillas de la Succinea. Esta observación era de importancia, por- que conducía a la confirmación de la hipótesis de que la delgada y suelta capa de tierra, que cubre la formación de tosca en el sur y re- llena el valle del arroyo, debe considerarse principalmente como capa eólica, pues en todas las partes donde estos moluscos fueron deposi- tados por el agua, solían hallarse en comunidad con ellos también la especie acuática Planorbis peregrinus D"Orb. A] examinir más deteni- damente las barrancas se cobró también un fugitivo ejemplar de una hermosa culebra Liophis reginae L., cuyo animal habita tanto aquí como en otras partes principalmente los declives de tosca de las ri- beras de los ríos. Aparece también de nuevo como planta caracterís- tica la Gaillardia scabiosoides B. H. Después de una corta marcha se hizo un alto de dos horas al otro lado del arroyo para cambiar de caballos. Hasta la próxima elevación había que atravesar aún dos pantanos, lo que durante la estación húmeda debe presentar considerables dificultades. A un lado del ca- mino se notaba una laguna bastante extensa y despejada, circundada sa ” GE A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 351 de de verdes juncales y poblada por Pulica armiillata Vieill., Querque- dula eyanoptera Vieill., Gallinago paraguayae Vieill., Cisthotorus pla- tensis Lath., Vanellus cayanensis Gm., ete. La cima de la próxima loma es alargada y se estira hasta descender gradualmente al valle de Carhué. Al llegar a la cima se presenta una hermosa vista del valle y de las colinas opuestas señalándosenos entre ellas al cerrito Carhué. En lo alto de una loma dominaba un fuerte, en el bajo se di- visaban las casas y fortificaciones de la población, de las que aun nos separaba un largo trecho. Marchábamos por campos cubiertos con tupido pasto, refugio de innumerables perdices. Los indios se diver- tían tan agradable como útilmente atravesándolas con sus lanzas. Como de costumbre se dan algunas vueltas alrededor del ave, se le acerca la parte inferior del cabo de la lanza, provista también con punta aguda y se la mata con un corto y rápido golpe. De todos los métodos de caza inventados durante el viaje, éste nos parecía el más divertido y sencillo. Hicimos aquí una observación, que nunca antes tuvimos ocasión de hacer. El ave tenazmente perseguida trata de substraerse a su adversario no sólo volando y corriendo, sino que en- tra también sin más trámites en las cuevas de quirquinchos o vizca- chas que halla a mano. Con frecuencia se notó al mochuelo de los pantanos Otus brachyotus Forst. La exuberante capa de césped era casi pura y sin mezclas, no observándose ninguna flor. Los carros marchaban hoy con suma lentitud y el sol se inclinaba hacia el horizonte cuando llegamos a la zanja y muro de más de cin- cuenta leguas de largo que había mandado construír el anterior mi- nistro de Guerra doctor Adolfo Alsina, para con ellos proteger la frontera avanzada contra los indios. La seguridad consistía princi- palmente en la circunstancia que los indios no enseñaban sus caba- los a saltar y franquear obstáculos de cierta altura, por consiguiente, debía la ancha y profunda zanja lo mismo que el muro bastante alto oponer considerables dificultades a sus invasiones. Cuando se propo- nían traspasar la frontera necesitaban perder, sin poseer implemen- tos adecuadas, bastante tiempo para demoler una parte del muro o de la zanja y formarse de esta manera una brecha. La zanja acompa- ña, como queda dicho, la frontera guarnecida densamente con forti- nes y de cada uno de ellos se despachaba todas las mañanas una pa- trulla, que debía revisar el trecho correspondiente al respectivo for- 392 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS tín. De esta manera no era difícil para las guarniciones en caso de haber violado los indios la frontera, constatar el lugar del paso, como también la dirección de su marcha y su aproximada cantidad y em- prender una eficaz persecución de los malhechores. La experiencia de- mostró, sin embargo, más tarde que estas fortificaciones fronterizas suwrtían poco efecto y hoy por hoy tenían solamente un interés histó- rico, marcando la última fase de la época de guerras defensivas con- tra los indios. Ese método guerrero constituía el epílogo de los tiem- pos, cuando la población del país era muy rala y las superficies por dominar desproporcionalmente mayores. Hoy en día se conoce en la euerra ofensiva un medio radical, para librar el país de la plaga de salvajes y gracias a su empleo el tiempo de las grandes invasiones de indios debe significarse como perteneciente al pasado. El remine- ton y las demás armas de carga rápida o de repetición han tenido una parte importante en este resultado favorable. Pasamos grandes quintas, en parte cultivadas con alfalfa, cercadas con zanja y muro, y penetramos ya entrada la noche en la población, para acampar en una plaza despejada al lado del cuartel. La cosecha botánica de ese día resultó insignificante, aparte de los vegetales mencionados arriba podría mencionar aún Milicum lanatum KR. S., Atriplex pamparum Gr. y un aislado arbusto de Prosopis striata Benth. como el primer precursor de la formación patagónica de los arbustos. 381 DE CARHUÉ A NARÁN-CHOIQUÉ Domingo 27 hasta martes 29 de abril. — Durante estos días nos quedamos en Carhué; en la mañana siguiente a nuestra llegada nos trasladamos a otra plaza, donde se había hospedado el señor general don Julio A. Roca, quien nos recibió con suma afabilidad e hizo po- nera nuestra disposición en su propia casa una habitación adonde fueron llevados nuestros equipajes y cada cual se acomodó de la me- jor manera posible. Entre los oficiales tuvimos el placer de encontrar también a un A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO ADE antiguo conocido de Córdoba al joven subteniente don Ramón J. de Olmos, hijo de una familia aristocrática de la docta ciudad, quien como oficial joven llamaba merecidamente la atención por su distineuido trato de amable compañero y por su gallardo porte marcial. Frente a nuestro alojamiento estaba el fuerte Lavalle, distinguido por un mangrullo, una armazón de madera que sirve de mirador ocu- pada por un centinela. El resto del fuerte lo forma un espacio circu- lar elevado rodeado de profunda y ancha zanja con su correspondien- te muro. Las paredes de la fosa descubren más abajo tosca, arriba en un espesor de uno a dos metros greda salitrosa, con una vegetación de plantas halófitas, Chenopodias, Salicornias y algunas cizañas eu- ropeas, además Baccharis, mostaza, etc. Una cantidad de fuertes se- mejantes habían sido construídos en cortas distancias uno del otro. En la actualidad estaban abandonados y servían únicamente para adorno del paisaje. La población, que presentaba un aspecto bastante halagador, era muy extensa y consistía en su mayor parte en cuarte- les y otros establecimientos militares. Algunos pocos almacenes se entremezclaban, guardando inmensos depósitos de toda clase de pro- ductos de caza, cueros de ciervos, leones, zorros, zorrinos, plumas de aveztruz, ete. Artesanos casi no existían, por ejemplo ningún Zapa- tero; las pocas necesidades de la tropa en composturas eran satisfe- chas por los artesanos militares o generalmente por aquella misma. Unas bonitas quintas ya fueron mencionadas, una de ellas, conte- niendo una linda casa de altos, pertenecía al comandante de la plaza coronel Lavalle, quien la mandaba trabajar con soldados en las horas que éstos se encontraban francos de servicio, haciendo con ésto una obra caritativa para con los pobres hombres que en estas soledades estarían bastante aburridos en sus momentos de ocio. Si las otras quintas pertenecían a oficiales o empleados de mayor graduación no hemos averiguado. Sauces y álamos se observaban en todas las huer- tas y parecían prosperar espléndidamente. Aquí sería un lugar sin- eularmente apropiado para crear una estación de ensayo para culti- vos de árboles en la ampa; de esta manera podría constatarse qué especies prosperarían y cuyo eultivo sería provechoso, a fin de reme- diar así la sensible falta de maderas útiles y de lena. La última tem- pestad de nieve (1881) ha demostrado otra importancia que tendrían los bosques para el progreso de la Pampa : las haciendas que se ha- T. XXI , 23 304 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS llaban al reparo de plantaciones de sauces o de hileras de álamos se salvaron en su mayor parte de la general mortandad, de manera que los cultivos de árboles serían ya por esta causa de imperiosa necesi- dad. Especies de árboles importadas desde Australia han dado, al parecer, el mejor resultado hasta ahora. Al oeste de la población se encuentra una gran laguna de agua sa- lada, denominada en el mapa «laguna Epecuén », cuyo espejo re- Inciente constituye un verdadero adorno para la comarca. Nos decían que medía cuatro leguas de largo, pero mucho menos de ancho, de- terminando esta formación la configuración del terreno. Ella forma el extremo sudoeste de un sistema de grandes lagunas salobres que corriendo de noreste (empezando con laguna Truval) a sudoeste, ha- llaba anteriormente su continuación hacia el sudoeste probable- mente en Salinas Grandes y de ese punto en el valle cuaternario que se extiende hacia Trarú-Lauquén. En mayor grado que las lagunas coherentes con ella se encuentra encerrada casi completamente por numerosas colinas. Las lomas contienen generalmente un núcleo de tosca y están cubiertas en sus pendientes orientales con una capa de tierra un poco suelta y de más o menos un metro de espesor y buena vegetación de gramíneas, mientras en los declives occidentales esta capa consiste principalmente de arena acarreada por los vientos y con escasa vegetación. No obstante se encuentran aquí como tam- bién en menor escala en los alrededores inmediatos de la laguna, for- maciones de verdaderas médanos de arena. El agua tiene a causa de su contenido de cloruro de sodio un gusto casi puramente salado. Pero si se quiere considerar esas soluciones salinas como resto de su pertenencia anterior al océano Atlántico. se han de evidenciar los agregados de productos de lixiviación de las cenizas vólcánicas del suelo pampeano, especialmente de sulfatos, introducidos paulatina- mente por las cañadas y corrientes de aguas dulce que desembocan en la laguna ; por el hecho de constituir los sulfatos más del 25 por ciento del total de su contenido salitroso que entonces era de 13,5 por ciento. Las corrientes de agua dulce que descargan su caudal en ella, tienen su origen como la mayor de ellas, el arroyo Pigiié que abas- tece la población con sus aguas, al pie de la vecina « Sierra de Curu- malán », o como el arroyo Vuta-Pul en los contrafuertes de la misma, pero las demás de menor caudal en el interior de las colinas rocallo- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 355 sas cubiertas de arena; impidiendo la dura capa de tosca del sub- suelo qne las aguas se resuman del todo en las profundidades. Estas corrientes formadas por un agua clara, dulce y de excelente paladar utilizadas en el futuro para el riego racional del valle, convertirían éste en uno de los distritos de agricultura más fértiles, porque la tierra, a pesar de ser un poco más suelta y arenosa que en el norte de la provincia, es de superior calidad, prosperando espléndidamente aun sin riego el maíz, los demás cereales y otros productos de agri- cultura. También para la fruticultura el terreno parece ser apropiado. Cerca de metro y medio debajo de la superficie empieza la formación de tosca, quiere decir aquí una capa de tierra calcárea blanca y suel- ta, como generalmente se halla en los estratos inferiores de aquella formación. Los pozos cavados en las proximidades de la laguna, como por ejemplo los de la población, situada de cinco a seis cuadras al oeste, contienen agua potable muy poco salada, porque el movimiento hidrostático de las aguas dulces circulantes en el subsuelo se efectúa en dirección desde los alrededores accidentados de mayor altura. Las orillas son, hasta una distancia de varias cuadras del espejo de agua, arenosas, desnudas y sin vegetación, cubriéndose en la estación me- nos húmeda con eflorescencias salitrosas. Sólo aquí y allá se hallan entremezclados montículos de tierra y pequeñas isletas de vegetación, formadas por Salicornias, Chenopodias y sus similares, ante todo una especie de Atríplex, arbusto semialto de hojas finas y alguno que otro mechón alto de pasto de los médanos. En mayor distancia de la orilla entre ésta y la población, se veían grandes trechos verdes cubiertos con tupida capa de césped entremezclado abundantemente con tré- bol silvestre nombrado trébol de carretilla. Constituyen el punto de reunión y de residencia de las grandes bandadas, compuestas de cien- tos de individuos, de los gansos patagónicos, las abutardas, Cleophaga maygellanica Gm. y Cleophaga poliocephala Gr., como también durante el invierno de las torcazas del sur, Columba picazuro Temm., que tras- migran a estos lugares de los montes situados a unas veinte leguas más hacia el oeste y especialmente de los interesantes Thinocorus rumici- vorus Esch. Estas últimas aves corren completamente a guisa de las palomas entre el pasto, no son, sin embargo, tan mansas como éstas y se agazapan tan pronto uno de sus compañeros emite la voz de alar- ma. Se levanta entonces las más de las veces toda la bandada junta, 396 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS quedando reunidos también durante el vuelo y ejecutando todos los movimientos. ladeos y desviaciones a un mismo tiempo como por mando. Raras veces se alejan mucho, sino que se posan generalmente cerca del sitio anterior. Las observamos aquí de a cientos, siendo muy sociables. Acompañando las bandurrias vulgares se observaban en algunas partes pequeños grupos de la Bandurria grande Theristi- eus melanopis Gr. Por la tarde los médanos de arena en las orillas de la laguna se animaban con los gritos de las bandadas de abutardas y gaviotas, Larus dominicanus Licht., que allí se reunían para dormir. En el borde cubierto con sólo una delgada capa de agua corrían cien- tos de individuos de las interesantes Aegialatis falklandica Lath. Se los veia siempre de a pares o en familias y no en bandadas, ocupán- dose cada ejemplar por separado en sus quehaceres, de manera que estaban distribuídos más o menos sobre el borde de la laguna. Aisla- dos individuos de milanos Circus cinereus Vieill., caranchos Polyborus tharus Mol.. ya más frecuente con la proximidad de los montes, como también de Milvago chimango Vieill. y Larus dominicanus Licht., re- voloteaban ariscos encima de la laguna. De esta última especie que- ríamos cobrar un ejemplar para nuestra colección, lo que recién con- seguimos cuando algunos individuos alarmados por nuestros tiros a las Aegialatis, se acercaban curiosos y con estridentes gritos. En la laguna misma nadaban grandes bandadas de patos, especialmente Querquedula eyanoptera Vieill., Querquedula favirostris Vieill. y Da- fila bahamensis Lin. Un aspecto sorprendentemente hermoso ofrecía una inmensa bandada de Flamencos, Phoenicopterus ignipalliatus Geof. VOrb., seguramente en mayor número de mil ejemplares, que con el primer tiro alarmante se levantaba repentinamente en una dis- tancia de cuatro a cinco cuadras de la orilla dejando relucir a los ra- yos del sol matutino el hermoso y brillante rojo de su magnífico plu- maje, para retirarse a otro lugar, una legua más allá, en el centro del lago, donde nadie podía molestarlos. Dentro del agua se descubría poca vida orgánica, ni moluscos, ni insectos, sin que éstos pudieran faltar del todo, para poder servir de alimentos a tan grandes canti- dades de aves acuáticas que residen allí. En alguna distancia de la la laguna se hallaban frecuentemente ejemplares de Suecinea meridio- nalis VOrb. var. cornea. No escaseaba allí tampoco, en los alrededo- res de la población, Anthus furcatus ('Orb., ni individuos de Anum- A = A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO bius acuticaudatus Less. y una especie de emberiza Embernagra oli- rascens d'Orb. como primeros precursores de la formación patagónica y montuosa, porque en la verdadera Pampa no se encuentra esta es- pecie, sino la muy aliada Embernagra platensis WOrb. En cuanto a insectos nuestro botín fué insignificante. Entre los médanos habita una hermosa especie de Trox, Epipedonota ebenina (Lac.) Sol. y nos decían que los escorpiones allí abundan. En los plantíos de sauces del fortín se observaban con frecuencia las cestitas de Oeceticus (re- yeri Berg., el dañino «bicho de cesto ». Infortunadamente no pudimos efectuar otra visita a las colinas que circundan el valle; decíasenos que en una de ellas había ante- riormente una « Salamanca », lugar de sacrificios indio, pero que ac- tualmente no ofrecía nada de notable. Hacia el sudoeste se destaca- ban en lontananza azul las formas atrevidas de los cerros de Curu- malán. Cerca de la población se hallaban tres tolderías de indios someti- dos, una de ellas gobernada por el cacique Manuel Grande. Estaban formadas por modestas chozas construídas de tierra, cortadera, varas de madera y cueros. En todas partes se observaba la mayor pobreza y miseria, a pesar de que la gente recibían, según nos decía el gene- ral Roca mismo, racionamiento militar. El indio teniendo lo más nece- sario, no se preocupa de nada; noes un elemento de cultura y en contacto con el blanco marcha hacia un rápido e inevitable fin. Las mujeres, con el cabello negro y lacio, andaban de aquí para allá, los hombres se encontraban, según se decía, generalmente en las filas del ejército. Su tipo es conocido y el color de su cutis era bastante moreno. Nuestros curas se interesaban especialmente en esta pobre gente, consolándolos como mejor podían y mostrándoles el camino que en la vida de ultratumba los conduciría a una existencia más feliz. Todo el día se oían los acordes del pequeño harmonium, que los sacerdotes llevaban consigo, y su aposento estaba asediado por salvajes aspiran- tes; más de cuarenta indios y veinte mestizos fueron bautizados en estos días. Poco podíamos en este intervalo de descanso ocuparnos de excut- siones y colecciones; teníamos después de la larga y continua marcha mucho que arreglar, rotular nuestras plantas, secar los papeles, poner 338 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS nuestros equipajes en orden, enmendar roturas, etc., en fin estába- mos completamente ocupados. Las pequeñas excursiones que efec- tuábamos, nada especialmente nuevo nos hicieron observar. Toda la comarca parece ser muy fértil, los pastos son generalmente semialtos y de hojas finas, en partes interrumpidos por trechos de la gallarda Airopsis millegrana Gr. Durante estos días recogimos y colecciona- mos lo siguiente: Atriplex pamparum Gr., Salicornia corticosa Wap. var. Nachtigallii Ndvl., Baccharis pingraea D. C., Heliotropium curas- savicum L., Grindelia brachystephana Gr., Gaillardia doniana Gr., E. seabisoides B. H., Distichlis prostrata Desv., Bouteloua multiseta Gr., Melica papilionacea L., Ohloris petraea Thunb., Andropogon sacharoi- des Sw., Agrostis distichophylla Ph., Milium lanatum R. S., Rhyncho- sia senna Gill., Margaricarpus setosus R. P., Lucilia acutifolia Cass., Baccharis artemisioides B. A., Verbena chamaedrifolia Juss., Plantago hirtella Kth. Martes 29 de abril. — Ese día nos pusimos nuevamente en marcha. En el fondo del valle eruzábamos el arroyo Pigiié, orlado de juncales y cortaderas; galopamos luego sobre el blando césped, del que se des- tacaban espléndidamente grandes isletas de Atropsis, para subir pau- latinamente la pendiente opuesta, cuya cima coronaba un antiguo fuerte. Pocas flores adornaban el campo. Gaillardias, Solidago, mío- mío y aisladas matas de la cortadera Gynerium, estaban diseminadas en la tupida y exuberante capa de pasto. Como de costumbre, nos acompaña en frecuentes ejemplares el Buteo erythronatus King., posado impávido y flemático en las puntas de los postes de telégrafo y mirando en su derredor: observamos entre ellos una hermosa ave adulta con el color del dorso ceniciento bien definido. Magníficamente se presentan desde el fuerte en matices azules varias cadenas de montañas, siendo la más elevada la lejana sierra de Curumalán. Apa- rece escarpada, dentada y con precipicios profundamente agrietados, muy diferente de las sierras pampeanas. Su mayor altura se encuen- tra al oeste-sudoeste, más hacia el sur ostenta formas más bajas y menos atrevidas. Hacia el otro lado se presenta una hermosa vista sobre el valle, la laguna, la población recién abandonada y las lomas. Más allá hicimos alto en otro fortín, habitado por una pequeña guarnición y provisto de un cañón, sua nombre nos fué indicado como A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 359 Lomas Valentinas. Su zanja enseñaba cerca de un metro de tierra, con tosca abajo y se observaban las plantas acostumbradas : Cheno- podias, especialmente ambrosiaca, Cepa-Caballo, Erigerón, Marru- bium y un rojo Amaranthus. A más florecia aquí Erodíum cicutarium L'Her. en lozanas cantidades. Según todas las indicaciones anterio- res era el tan apreciado « Alfilerillo », pero nuestros oficiales y el mismo general Roca lo negaron. No tuvimos más tarde ocasión de hacernos señalar el verdadero Alfilerillo. Abundaba también una amarilla Oxalis y Verbena intermedia Gill. et Hook., notándose ade- más una gran mata de Acaena pinnatifida K. P. La tosca que aquí sale a luz es, como casi siempre sucede en las zapas superiores de esta formación, bastante dura y de color puro blanco. La capa de tierra vegetal superpuesta, de más o menos un metro de espesor es, como en casi todos los territorios del sur, algo suelta a causa de su contenido de arena. En el muro de tosca y cua- dros de césped detrás de la zanja se habían alojado un entomófago, Upucerthia dumetoria Geeff. d'Orb., el reyezuelo común ZTroglodytes furvus Gm. y Geositta cunicularia Vieill. Se hallaba allí mismo pegan- do sus nidos en la tosca una especie de avispa, que acostumbra llenar los aislados tubos de sus crías, de un centímetro de largo y cerca de un tercio de centímetro de diámetro, con pequeñas y lisas arrugas, como alimento de su progenie, conteniendo cada tubito aparente- mente un solo ejemplar. Pasábamos aun varios fortines, todos ellos abandonados; hacien- das no se veían. El terreno es suavemente ondulado, pero la pampa no altera su carácter: pastos bajos bastante tupidos, con aislados mechones de una gramínea semialta de hojas finas cubren el suelo. Gramas altas faltaban casi del todo, sólo aquí y allá se mostraba una mata de Gynerium. El campo aparecía casi desflorido en esta esta- ción; muy diseminadas se veían : la pequeña blanca Nierembergia fili- caulis Lindl., algunas Compositas como Erindelia brachystephana Gr., Baccharis eylindrica D. C., Wedelia sp., Spilanthes sp., un Gnapha- lium blanco, en las partes húmedas una pequeña Composita amarilla de hojas carnosas, una Malva de pelitos blancos y flor rojo-ladrillo, una pequeña Gomphrena blanca y la sempiterna Oxalis amarilla. Esos eran más o menos todos los vegetales que se ofrecían a la vista; como marchábamos con bastante rapidez, sólo muy poeo podía coleccionarse. 360 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La sierra de Curumalán estaba ahora visible desde su base, parece plantada casi sin transición encima de la llanura y consistía en dos distintas cadenas, corriendo en ángulo recto una sobre la otra. Una de ellas se extiende más o menos paralela a nuestro camino casi directamente hacia el sur, es más baja que la otra y desciende gra- dualmente hasta confundirse en la pampa. La segunda cadena apa- renta tocar la recién mencionada en su extremo septentrional. Tiene una cresta alta y escarpada, cuya elevación sobre su base se puede estimar en unos 500 metros — apreciación por cierto muy insegura a tanta distancia — y continúa hacia el este en cerros separados entre sí por incisiones más o menos profandas. A juzgar por las for- mas de ambas cadenas, sus componentes rocallosos deben ser muy distintos; tampoco se notaban en ellas indicios de bosques. A las 11 se hizo alto y el general mandaba servir un almuerzo con- sistente en galletas, carne con cuero fría, perdices y lengua. Cerca del campamento se hallaba una laguna, cuyos alrededores estaban cubiertos con cortaderas, poblada con cisnes blancos, Cygnus cosco- roba Mol., grandes bandadas de patos, Mareca sibilatriz Poepp. y Querquedula cyanoptera Vieill. Considerables cantidades de Himan- topus nigricollis Vieill., con sus largas patas, caminaban poco aris- cos en el agua, baja y ligeramente salada de la laguna. En los sedi- mentos de arena en la orilla se observaban con frecuencia las conchi- llas de un caracol de agua dulce, Planarbis peregrinus d'Orb. Después de media hora seguimos viaje casi siempre a galope. En la pampa se nos oponen dos bajas colinas de suaves pendientes, cual si fueran centinelas de la sierra de Curumalán. Cerca de una hora antes de llegar a Puán, nuestro término para este día, vienen el comandante, teniente coronel García, y toda la oficialidad a nuestro encuentro, para saludar y acompañar al general. Puán está situado, como Carhué, en un bajo al pie de las mencio- nadas colinas y ofrece, apareciendo de repente a la vista cuando uno se encuentra en su inmediata proximidad, un aspecto sorprendente- mente agradable. Llegábamos a la población a las dos de la tarde, su distancia de Carhué es de ocho leguas. Delante de sus puertas estaba formado el primer batallón de Infantería y el primer regimiento de Caballería, este último a pie, mientras durante la marcha aun la infantería estaba siempre montada. Después de haber entrado en la A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 361 enadra del cuartel, desfilaban las tropas con banderas desplegadas y tambor batiente, estaban muy bien y uniformemente equipadas, y llevaban, según las distintas armas, ya sea fusil, remington ya sea lanza y sable, o carabina y sable. Los soldados estaban admirable- mente bien adiestrados y producían, por sus movimientos ejecutados con porte marcial, una excelente impresión. Puán, como Carhué, es guarnición; una cuadra con muro de greda encierra la comandancia, bien blanqueada, varias habitaciones de ofi- ciales, depósitos, farmacia, etc. Los soldados estaban acantonados, en parte en ranchos, en parte en un largo cuartel. Toda una calle estaba formada por almacenes y pulperías, y existían también algu- nas cuadras cultivadas con alfalfa y otras plantas forrajeras. En su continuación el valle se halla ocupado por una gran laguna de escasa profundidad y muy ramificada. Sus orillas ostentaban poca vegetación y muchas eflorescencias salitrosas, no obstante eso, el ensto de su agua era poco salobre. Sentimos mucho no poder exami- narla más tarde, porque las botellas con muestras que llevábamos se rompieron durante la marcha. Muy cerca de la laguna se encuentra un pequeño banco de la arenisca cuarcítica blanco-rojiza, que forma también la vecina sierra de Curumulán y que parece completamente idéntica con la roca cuarcítica observada en Olavarría. La laguna estaba poblada abundantemente con aguas acuáticas, es especial : (Querqued. favirostris Vieill. y Mareca sibilatrix Paepp., Himantopus nigricollis Vieill., caminaban en sus bordes en el agua baja. En la cuadra del cuartel nos fueron enseñados pichones, tanto de cisne blanco, Cygnus coscoroba Mol., como de cisne de cogote negro, Cygnus nigricollis Gm., cazados en la misma laguna. En sus inmediaciones se notaban grandes bandadas de Abutardas, COhiloephaga poliocephala Gr., Thinocorus rumicivorus Esch., Eudromias modesta Lieht., Anum- bius acuticaudatus Less., como también de tórtolas, Zenaida mascu- lata Vieill., como precursora de la formación montuosa. El doctor Lorentz hizo una pequeña excursión a una colina vecina, coronada por las ruinas de un antiguo fuerte, donde recogió Stevia multiaris- tata Spr. y Gomphrena rosea Gr. y algunos vegetales ya mencionados anteriormente. Nos habíamos adelantado mucho a nuestro convoy, que recién en- trada la noche llegó, acampándose en una pradera cerca de la pobla- 362 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ción. La caída del sol nos hizo disfrutar de un soberbio espectáculo, dorando con sus rayos las faldas lejanas de la sierra, que parecían como bañadas en llamas de fuego. Miércoles 30 de abril. — Mucho antes del amanecer se tocó diana y el tiempo hasta la salida pasó rápidamente con toda especie de pre- parativos de viaje, de todos lados se oían toques de corneta, los oficia- les y la tropa habían entrado en una actividad febril, porque la mayor parte de la guarnición en adelante debía acompañarnos en la expedi- ción. Cuando al fin salió majestuosamente el sol, envolvía toda la comarca, valle, laguna, pueblo y sierra en un encantador juego de colores. Al lado opuesto del bajo, descubría la luz creciente del día aflora- mientos de bancos rocallosos de formación muy antigua, que aparen- temente tímidos y en suave inclinación se atreven a salir de la capa de césped. Como fuera incierta la hora de salida, era imposible visi- tarlos de a pie, porque la erden de montar podía darse de un momento a otro. Pero tan pronto nos trajeron nuestras cabalgaduras no pudi- mos resistir la tentación: el doctor Doering y el señor Niederlein tomaron una rápida resolución y en ligero galope se dirigieron a los contrafuertes de la sierra de Curumalán, distantes unas dos leguas, eligiendo el doctor Lorentz un objeto más cercano, aquel banco roca- lloso que se levantaba en el valle. Consistía en cuarcito con estratifi- caciones levantadas derecho y formaciones de cavidad, cubierto de líquenes, infortunadamente a falta de martillo poco se podía recoger, encontrándose aquí también un líquen de tierra. Ante todo halagaba al viejo briólogo, la presencia de musgos, de los que la pampa carece casi por completo. Sin embargo, no había tiempo de buscar entre el pasto Phascareas, Lorentziellas, etc., y tampoco la estación del año era propicia para ello. Los encontrados eran infortunadamente todos estériles; se recogió una Grimia, otra Bartramia, y una Barbula con hojas marchitas. A más consistía la cosecha en helechos, un Ble- chaum (2 hastatum Kantlf. ?), Woodsia ? obtusa Tor. vel próxima, Notho- laenia ternifolia Keys., Cheilanthes marginata Kth. y Mamillarias. que también parecen faltar en la pampa, Dichondra serica Sw., una gallarda Aspilia, una raquítica mata de Prosopis, la Oxalis colorada, Petunia propinqua Mxs., Milium lanatum R.S., Paronehia chilensis 2. E AAA at A A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 363 O., Scirpus juncoides W. y Se. capillaris L. en las partes húmedas. A las 8 y media por fin salimos; los dos excursionistas aun no habían regresado y recién mucho más tarde, en un alto, volvieron a reunirse con nosotros. Habían hallado un campo de observaciones amplio e interesante, como se deduce de las siguientes observaciones. La distancia entre Puán y los contrafuertes de la sierra de Curu- malán fué cubierta en cerca de media hora en ligero galope. El campo atravesado, consistente en un bajo suavemente cóncavo, se hallaba, como toda la comarca, revestido por tupida capa de césped. No eran, sin embargo, Stipales, sino la especie de gramíneas prevaleciente en estas depresiones era de aspecto muy distinto, especialmente de mu- cha mayor elevación, los tallos más gruesos y más aislados y no agru- pados en forma de mechones. Frecuentes rebaños de ciervos pampea- nos y algunos avestruces pacían al pie de la sierra y buscaron, al acercárseles los ginetes, su salvación en rápida fuga. De tarde en tarde se levantaba ante los cascos de los caballos una martineta de alas coloradas, Rhynchotus rufescens Temm., que debía hallar en el alto pasto un adecuado refugio y que se observaba aquí aun con rela- tiva frecuencia, desapareciendo completamente hacia el sur en el curso de nuestro viaje. Recién al mismo pie de la sierra el terreno empieza a subir paulatinamente, encontrándose allí el verde césped, sembrado con los desmoronamientos de la roca. Con gran sorpresa nuestra descubrimos pronto que la roca de estos contrafuertes, lo mismo que los pequeños bancos que atloraban cerca de Puán, era idéntica con la arenisca cuarcítica observada en la sierra de Azul. Es de grano sumamente fino, muy densa y compacta, a veces casi blanca y en comparación con la del Azul un poquito más rojiza y general- mente con una estratificación más manifiestamente pronunciada. El color predominante de la roca de este cerro es un pálido morado, no obstante se notan matices de menor extensión de color ocre y blanco puro y en algunas partes la estructura es de grano un poco más grueso que de costumbre. La diferencia principal entre los cerros de Curumalán y los de Azul consiste, sin embargo, en la dirección y el ángulo de caída de los estratos que los componen, explicándose tam- bién de esta circunstancia los tan distintos contornos de ambos siste- mas de serranías. En la sierra de Azul las cumbres están a penas inclinadas y yacen de esta manera casi horizontales. La línea supe- 364 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS rior de las cadenas se halla formada por el borde rocalloso paralelo a los estractos y debe por consiguiente, mirando desde lejos los frentes de las pendientes y cabezas de estratificaciones, aparentar un plano casi horizontal. En los cerros de Curumalán, en cambio, se encuen- tran los estratos de la roca, corriendo más o menos en dirección de norte a sur, ordenados en distinta forma, es decir, empinados y casi verticales. El borde superior de la sierra se ha formado de esta ma- nera por las roturas, frecuente e irregularmente desgarradas, de las rocas cuando éstas se elevaron, resultando como consecuencia sus formas accidentadas y atrevidas. El macizo que constituye los cerros es generalmente pelado, atflorando la roca desnuda, y sólo en las ma- yores y menores quebradas, como también en las hendeduras y peque- nas terrazas de la escarpada pendiente empieza a extenderse una alfombra de césped. Plantas leñosas no existen, sólo un aislado y lisiado arbusto de Prosopis crecía como perdido en el borde de la pampa. Parecía éste ser la pequeña especie frecuente en la formación patagónica, que se divide directamente de la raíz, en forma de haz, en varios retoños no muy altos y poco ramificados. En mayor altura, en cambio, se descubrió una interesante y airosa Mimosa enana sin espinas, cuyas raíces se habían afirmado en una grieta de la roca, mientras su copa muy ramificada abrazaba y cubría parte de la pen- diente. Esta especie hermosa y no muy frecuente fué dedicada por su hallador Niederlein, como Mimosa Rocae N., al general. A más de las plantas observadas en los bancos rocallosos de Puán, pueden mencio- narse aun las siguientes: dos Opuntias, Leria integrifolia Cass., No- tholaena rufa Prl., vel proxima, Polypodium macrocarpum Prl., un blechnum (tal vez B. hastatum Kaulf.), Notholaena micropteris Keys., etc. En un manantial crecía Cuphea hyssopifolia Kth. y Verbena inter- media Gill. et Hook. También un conocido desde la sierra de Azul, Plantago Bismarkii Ndrln. n. Sp», se encontró aquí nuevamente. Al pie de los cerros atraían inmediatamente nuestra atención las innumerables conchillas de un caracol dentado terrestre, Plagiodontes patagonicus WOrb., entremezcladas de tarde en tarde con las cáscaras descoloridas del más grande Borus d*Orbignyi Doer. Era por primera vez que encontramos estas dos especies, siempre asociadas una con la otra, siendo la primera mucho más frecuente y numerosa que la segunda. Se hallan limitadas en su propagación al territorio meridio- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 365 nal de la provincia de Buenos Aires, es decir, hasta donde alcanza en las distintas direcciones el sistema serrano y de colinas de la sie- rra de la Ventana. Se las encuentra, no tanto en la verdadera sierra, sino más bien en las colinas, bañadas por el sol, situadas delante de ella, y además hasta grandes distancias al interior de la llanura en las barrancas de toscas de los ríos, que nacen en aquella sierra. Pla giodontes patagonicus d'Orb. es muy sociable y se halla en los alrede- dores de la sierra en quebradas de las colinas de tosca, aun en sitios relativamente secos, muy parecido al P. daedaleus WOrb., en las pri- meras colinas de la sierra de Córdoba. El P. patagonicus es bastante variable, tanto en su forma y tamaño, como en el desarrollo de su dentadura; de todos sus parientes se distingue fácilmente, porque seneralmente le falta la arruga transversal en el fondo de la boca, existiendo, sin embargo, este pliegue en algunos grandes y bien des- arrollados individuos, y en este caso el pliegue transversal se com- pone de varios pequeños tubérculos coherentes y unidos entre sí. Inmútiles fueron todos los esfuerzos de hallar debajo de los desmoro- namientos al pie de la sierra o en las hendeduras algún ejemplar vivo de Borus d'Orbignyi Doer., visible sólo en la época lluviosa, pero los empeños condujeron a otro resultado inesperado y feliz: al descubri- miento de dos especies, que fueron reconocidas inmediatamente comio nuevas (1) y dedicadas allí mismo, como primeras novedades zoológicas de la expedición, a los fundadores de la gran empresa de la campaña al Río Negro: al presidente de la Nación. doctor Nicolás Avellaneda y la segunda al general don Julio A. Roca, para así asegurarles una erata memoria también en los anales de la ciencia, en cuyo beneficio y propagación en su patria han adquirido tan grandes méritos. Pla- giodontes Rocae Doer. es una de las más hermosas especies de este género y la única que posee un colorido bien definido y se halla ador- nada con una verdadera raya dorsal. Su forma es más cilíndrica y menos abultada que la del Pl. patagonicus dV'Orb.; el sistema de la dentadura se halla desarrollado más fuerte y perfecto que en aquélla, y se distingue de ésta también en su manera de vivir, encontrándose, en bastante numerosos ejemplares, sólo en lugares húmedos y som- (1) Informe oficial de la comisión científica, ete. I, páginas 64 y 65. Lámina I, figuras 2, 3 y 5,6. 566 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS bríos bajo piedras y en las rajaduras y hendeduras de las rocas. Pre- cisamente en los mismos sitios habita también la otra especie nueva, Eudioptus Avellanedae Doer., que se distingue fácilmente del Eudiop- tus mendozanus, hallado en la sierra Chica, por su cuerpo más alar- gado y delgado. Es una hermosa especie, con una superficie muy lisa y reluciente y cáscara bastante sólida. Generalmente viven varios individuos juntos, sin embargo no es una especie frecuente. Al dar vuelta a las piedras desmoronadas al pie de los cerros, se cobraron aun aleunos insectos: el frecuente Anisodactylus cupripenmis Grm. Trox miliaris Bilb., Ichaopterus brasiliensis Brm. y Pogonomyrmex coarctatus Mayr. En cuanto a aves se observaron: un caza-Moscas, Taenioptera dominicana V., siendo esta la única vez durante el viaje; corriendo entre las piedras, Upucerthia dumeteria Geoftr. WOrb., y una que otra pareja del reyezuelo Troglodytes fureus Gm. Toda una familia de Colaptes agricola Malh. volaba, dando grandes gritos y bas- tante arisca, de piedra en piedra, substrayéndose a sus perseguido- res. Se trepa con tanta habilidad en las rocas y se asemeja tanto a su pariente, al Picus rupestris de las sierras de Mendoza, que uno Casi creería habérselas con éste. Su alimento principal consiste en hor- migas. El estudio de la fauna malacológica en estas islas serráneas del continente, como la sierra de la Ventana, de Azul, de Curumalán, ete., y finalmente en su relación con las serranías centrales de San Luís, Córdoba, etc., conduce a establecer conclusiones muy análogas a las manifestadas por Lorentz sobre la flora pampeana; es decir, parece indudable que estos núcleos de roca primitiva, que como islo- tes se levantan sobre el nivel de la llanura, fueron los centros de pro- pagación de la fauna argentina, tanto en las épocas pasadas como en la actual. En general, los moluscos pertenecen al grupo de animales que conservaron, sin alteración considerable de su organización interna, las generalidades de su forma exterior durante millones de años a través de largas épocas geológicas. Debido a su clima, la fauna malacológica del país no es rica en especies ni en individuos. A través de centenares de leguas se puede eruzar la pampa sin encontrar representantes característicos, con excepción de escasos elementos de formas más bien cosmopolitas y esta escasez también se extiende hasta cierto grado a las serranías A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 367 de origen geológico moderno. Pero el fenómeno cambia de repente al entrar en el territorio formado por rocas primitivas o geolóvicamente antiguas, como las sierras de Córdoba y San Luís y también el un poco menos antiguo sistema de la sierra de la Ventana. Algunas for- mas características de nuestro continente, como los géneros Plagio- dontes Doer. y Odontostomus Pfr., se encuentran en estos viejos islotes serráneos, con una abundancia verdaderamente excepcional en espe- cies y en individuos. Del género Odontostomus Pfr., por ejemplo, se hallan en el territorio de la sierra de Córdoba, por cierto no muy importante en cuanto a su extensión geográfica, más de 50 especies bien caracterizadas y densamente poblados de individuos, unos al lado de otros, es decir, tres veces tantas especies como en todo lo demás del continente sudamericano. También del género Plagiodon- tes Doer. existen en el mismo sistema serráneo antiguo media docena de especies en numerosos individuos, mientras que para encontrar algún representante del mismo género hacia el oriente hay que correr como 500 a 600 kilómetros a través de la pampa hasta la sierra de Curumalán, con su antiquísima forma de Pl. patagonicus Orb. y la más moderna de Pl. Rocae Doer., y en dirección al norte, como 450 kilómetros. hasta los contrafuertes australes, en la Banda Oriental, del sistema de las sierras primitivas del Brasil, con su Pl. dentatus Wood. Hacia el oeste se encuentran nuevos representantes del género recién en la precordillera. En todos los espacios intermedios de la Manura pampeana, no se encuentra en vida ni un solo ejemplar del género, debido a su reducido poder locomotorio y sus exigencias de un ambiente húmedo para su propagación. Muy satisfechos con el rico botín encontrado en la sierra de Curu- malán, los excursionistas se habían sentado o orillas de una hermosa vertiente, orlada por blando césped, a fin de acomodar las especies coleccionadas para el viaje y entrar en algunas consideraciones filo- sóficas sobre la soledad de este rincón terrestre, que seguramente nunca antes había sido visitado por un viajero científico, ni tampoco vístose en contacto con elementos europeos, cuando una mirada hacia un lado, a una quebrada húmeda de la pequeña sierra, los informo que esta última suposición no era exacta, porque un verdadero mato- rral de todas clases de cizañas europeas, como mostaza, hinojo, rumex y especialmente el cardo de los tejedores, cubrían casi completamente 368 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS el fondo de la quebrada. Esta última planta se extiende hasta mucho más allá en la llanura, y hemos hallado más tarde en algunos lugares, tanto en el río Colorado como en e! río Negro, verdaderos matorrales de ella. Después de una estada de dos horas y media en la sierra y un galope de una hora, volvimos a alcanzar la línea del telégrafo y el camino carretero que la acompaña, donde la columna expedicionaria ya se había adelantado bastante, pasando primero las colinas de are- nisca cuarcítica ya mencionada cerca de Puán, una de las cuales estaba coronada por un fuerte. Aquí la tosca del subsuelo se halla cubierta por sólo una delgada capa de tierra, por esta razón la zanja de Alsina estaba reemplazada por un muro construído de cuadros de greda y de dos y medio metros de altura. Este muro se extiende por muchas leguas y pequeños for- tines, en cortos intervalos uno del otro, lo guarnecen. La pampa con- serva su carácter y no enseña nuevas formas, en partes estaba muy escasamente poblada por vegetales, desapareciendo casi las ondula- ciones del terreno. La sierra de Curumalán desciende aquí paulatina- mente a la llanura y se levanta en el horizonte otra alta y dentada montaña, corriendo al parecer también aproximadamente de norte a sur como aquélla, y sólo colocada un poco más hacia el oeste. Se observaba aquí un espejismo haciendo aparecer una gran extensión de agua. Más allá el campo estaba poblado con bastante Discardia y otras dos sierras se divisaban en el lejano horizonte. Nos decían que allí todavía vivían algunas tribus de indios, que a veces llevaban ma- lones a los pacíficos habitantes de la llanura, siendo difícil su exter- minio por lo inacesible que son aquellas sierras. Al progresar, la Manura vuelve a ser suavemente ondulada: en los bajos se notan de tarde en tarde pantanos y principios de formaciones de turba, y fué necesario cavar, con bastante pérdida de tiempo, un camino en las barrancas para evitar a los carros el paso por estos pantanos. La pampa estaba cubierta con una delgada capa de césped, casi sin flo: res, y con poca vida animal, y sólo aquí y allá se dejaba ver algún carancho. Pasábamos una casa y por fin llegamos al fortín Sandes, donde, en una loma bastante extensa, se plantaba el campamento para la noche. Allí era frecuente un hermoso Senecio albicaulis H. A. de hojas blancas, o un pariente próximo, que animaba un tanto el campo; notábase también un aislado arbusto semialto de Prosopis. AA a Ds A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 369 Desde la loma se gozaba de una hermosa perspectiva, que con cada paso aumentaba en belleza, las sierras y picos que antes parecían separados, se revelaban ahora como partes de una cadena de monta- ñas corriendo con dirección de norte a sur. En el aire diáfano sus formas se distinguen tan claramente que aparentemente no se hallan a mayor distancia que una legua, sin embargo, nos decían que nos separaban más de siete leguas de ellas; en cuanto a montes o arbus- tos nada se podía distinguir desde ese punto. Al sur y sudoeste ador- naron hermosas lagunas azules la comarca, una de ellas era denomi- nada «laguna de los Chilenos » y recibe como afluente un pequeño arroyo; más tarde se comprobó que era de agua salada. La cosecha botánica durante ese día resultó en lo siguiente : Prosopis sp., Mimosa Rocae Ltz. et Ndrln. n. sp., Adesma sp., Rhynehosia senna Gill., La- thyrus pubescens H. A., dos Opuntias y una Mamillaria, Cuphea hys- sopifolia Kth., Gomphrena rosea Gr., Paronychia chilensis D. O., Pen- tacaena polycenemoides Bartl., Euphorbia chilensis Gay., Oxalis roja, Leria integrifolia Cass., Stevia multiaristata Spr.. Senecio ? albicaulis H. H., Dichondra sericea Sw., Verbena intermedia Gill. et Hoeck.. Petunia propinqua Mxws., Plantago Bismarkii Ndrlnm. n. sp., Milium lanatum D.S., Scirpus juncoides W., Se. capiliaris L., Notholaena rufa Prl. y la próxima, N. micropteris Keys., N. ternifolia Keys., Cheilan- thes marginata Kth.. Polypodiuwm macrocarpus Prl., Blechnm dos sp.. Woodsia obtusa Torr. Hoy tuvimos un enfermo : nuestro compañero el doctor Lorentz. quien a consecuencia de su indisposición resolvió cubrir la primera parte del camino en nuestro carro de equipaje, lo que seguramente no puede llamarse placer, ni tampoco suele un viaje en un carro de dos ruedas y sin elásticos con sus golpes y chirridos y la densa nube de tierra que levanta, constituír un remedio para el enfermo. Mucho más cómodo, sin duda, habría sido nuestro lindo carro de cuatro rue- das, pero éste a causa de haber sido sobrecargado, se rompió y tuvi- mos que dejarlo en Carhué. Para evitar los inconvenientes citados resolvió el doctor Lorentz después del almuerzo montar nuevamente en su excelente caballo. El camino serpentea al principio entre bonitas lagunas de agua dulce, a veces también atraviesa trechos pantanosos, que los pesados carros vencen con gran dificultad y más tarde entre colinas rocallo- T. XXI 24 3710 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS sas formadas por tosca. Al rumbear más hacia el este nos acercába- mos también más a la sierra, que resultaba una cadena coherente y de atrevidas formas. Nos las señalaban como la sierra de la Ventana, correspondiendo originalmente este nombre solo a la determinada parte de ella, que llama la atención por el conocido fenómeno de la naturaleza de un portillo en forma de ventana. Corre casi recta de norte a sur, difiriendo un poco de la sierra de Curumalán, con la que forma un ángulo obtuso. Los contrafuertes de ambas llegan casi a eruzarse en partes, pero las ramificaciones que se desprende de la Sierra de la Ventana hacia el oeste son aparentemente muy cortas. Localmente, cerca del fuerte Argentino, hay otra sierra mucho más corta, baja y pequeña, situada delante de la cadena principal. Como en las otras sierras parecía también ésta carecer del todo de plantas leñosas. Aparte de lo mencionado había poco de nuevo; donde prevalecen las lomas de las ondulaciones en el terreno sucede otro tanto con la exuberante capa de césped mezclada con diseminados mechones de eramíneas más elevadas. Según la costumbre del país se había que- mado el campo en grandes superficies, para así asegurar en la pró- . xima primavera el fuerte crecimiento las plantas forrajeras. En las partes llanas la vegetación era más escasa, contribuyendo a ello segu- ramente el contenido del suelo en materias salitrosas, que se manifes- taba más claramente aún en las lagunas con la aparición de alguna halófita y que aumentaba en partes hasta hacer desaparecer com- pletamente todos los vegetales. Pasábamos un arroyo, el Cochén-Leuvú, con un agua ligeramente coloreada, pero clara y de buen paladar. En su orilla opuesta se halla un extenso y pantanoso bajo con mucho Gynerium y a poca distancia en ambos lados del camino, lomas de regular importancia con atlora- mientos de roca, representando las últimas estribaciones de la sierra de la Ventana. Los señores doctor Doering y Niederlein dirigían sus pasos a estas lomas, tomando rumbo a una quebrada visible a gran distancia por su fresco verdor, suponiendo que contendría una ver- tiente. Resultó, no obstante, más tarde, que ésta no existía, pero la vegetación era allí un poco más exuberante que en los alrededores mezclada también con mucho Eryngium, cardos y otras plantas de mayor elevación. El principal resultado botánico consistía en el des- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 371 cubrimiento de algunos arbustos en lugares protegidos por las rocas. si bien en ejemplares algo bajos. Pueden citarse de allí las siguien- tes especies : Lippia lycioides Stend., Berberis ruscifolia Lam.. tam- bién Mimosa Rocae Lrtz. et Ndrl., un Astragalus seco, probablemente A. tomentosa, Solanum nigrum L. var. frutescens A. Br., Bupatorium subhastatum H. A., Pavonia hastata Cav., y entre las rocas Notholac- na micropteris Keys. La roca que forma los cerros dejaba a causa de su deslumbrante color blanco, suponer que se trataba de colinas de: tosca. Al llegar, sin embargo, pronto nos convencimos que teniamos que habérnosla nuevamente con nuestra consabida arenisca cuarcí- tica y esta vez de un color predominando claro, casi de una blancura de azúcar. Resulta así que toda las ramificaciones de la sierra de la Ventana, incluyendo entre ellas la sierra de Curumalán como remate en el extremo noroeste, consisten en esta clase de roca, porque tam- bién el canto rodado que lleva el arroyo Sauce hasta el fuerte Ar- gentino, son principalmente de la misma materia. Es, como ya fué dicho, la misma roca antigua que forma también los estratos superio- res las más importantes en cuanto a su significación y extensión de las sierras pampeanas septentrionales cerca de Azul. Hízose también alguna cosecha zoológica. El fondo de la pequeña quebrada estaba en las partes húmedas cubierto con las conchillas descoloridas de Borus d*Orbignyi Doer. y especialmente de un caracol terrestre habitante de sitios húmedos Suecinea magellanica Gld., es- pecie que observamos aquí por primera vez; se hallaba en numero- sos ejemplares a pesar de no ser en alguna parte muy frecuente, pero no conseguimos ningún individuo vivo. En las grietas de las rocas coleccionáronse también algunos Eudioptus Avellanedae nov. spec. Nu- merosos insectos, en parte huéspedes tardíos de la estación de ve- rano, animaban este lugar protegido por su situación contra los vien- tos dominantes. Algunas mariposas Oolias lesbia Hb.y Pieris antodici Hb. revoloteaban alegres en los rayos del sol; langostas especial- mente Stenobothrus signatipennis Blanch. en todos tamaños saltaban a todos lados : Pogonomyrmex coarctatus Mayr., Atta lundi Guér. y numeras Carabicinas se notaban debajo de las piedras y desmorona- mientos. El camino sube desde ahora gradualmente y conduce sobre una extensa planicie un poco elevada con relativamente buena vegeta: 312 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ción de césped entremezclado acá y acullá con grupos de una baja «barba de tigre » Colletía, que más allá aumenta en frecuencia. Ante nosotros, un poco hacia la derecha del camino, se deja ver una pe- queña bandera nacional en un punto aparentemente un poco elevado resultando al acercarnos una pequeña torre, construida de bloques de tosca en la orilla del arroyo, que servía a la bandera de pedestal. El camino dobla en dirección a ese lugar un poco hacia la derecha y repentinamente nuestros pasos fueron detenidos por una en la Pampa sorprendente perspectiva. Nos hallábamos al borde de una barranca de unos treinta metros de caída y a nuestros pies, en un fértil y ver- de valle, corría un arroyo murmurador, en cuya orilla opuesta se ex- tendía la pequeña y prometedora población, que con su vivo movi- miento militar causaba una impresión sumamente halagadora. Ha- bíamos llegado al fuerte Argentino, que puede de todos los fortines, que hasta ahora habíamos pasado en nuestro viaje, jactarse de la si- tuación más hermosa, porque es mucho más bella que Puán y Car- hué. Aparece ante la vista recién al llegar a su inmediata proximidad al borde de la barranca del valle. Toda la columna hizo alto a eso de las 5 de la tarde delante de fuerte Argentino a órillas del Sauce Chico. El arroyo de regular cau- dal corre entre abruptas y bastante altas (hasta 5 metros) barrancas. llevando agua clara y dulce de buen paladar. Como demostró más tarde el análisis químico, es una de las aguas fluviales más puras de la República Argentina, porque su solución salina ligeramente alca- lina no pasa de 0%16 por litro, y sólo la aventajan en este sentido las aguas de las vertientes originarias de la altaplanicie de la sierra de Córdoba (010 a 0%12 por litro). Su lecho se halla cubierto abundan- temente con canto rodado de forma ovalada, que consisten, como ya fué mencionado, de la arenisca cuarcítica de un color rojizo pálido, procedente de la sierra vecina. Las barrancas inmediatas, entre las que serpentea el arroyo (y que no deben confundirse con las barran- cas exteriores que limitan todo el extenso valle), son formadas por una capa de tierra de unos tres metros de espesor un poco suelta, pero de excelente calidad y más abajo generalmente de tosca blanca y blanda, de consistencia terrosa, diferenciándose, notablemente de la tosca rocallosa calcárea, que constituye los estratos superiores de las barracas exteriores del valle del arroyo. Este fenómeno, que ya ob- Sáb A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO -—] is servamos en Puán y Carhué, permite llegara la suposición de que la formación de tosca alterna hacia abajo generalmente con capas más blandas y terrosas. Esta hipótesis podrá, sin embargo, ser definida sólo por ensayos de perforaciones porque la parte superior de esta capa blanda y terrosa resulta un producto secundario o aluvial de- positado en estos valles por acarreo de las aguas. Exteriormente este fenómeno causa casi la impresión, como si las capas superiores de la formación de tosca formada por cenizas volcánicas, se hubiesen en- durecido en el curso del tiempo a causa de una metamórfosis quími- ca. La tosca de las barrancas exteriores se presenta en la superfi- cie generalmente de un color blanco puro y de una dureza rocallosa. La capa de césped, que suele cubrir la planicie, es considerablemen- te de menor espesor que en el valle, es decir no superior a medio me- tro. Arriba en la primera capa blanca de la tosca calcárea halláronse enquistadas dos trozos de canto poco rodado de cuarecito aislados y de difícil explicación. Eran casi del mismo tamaño que los rodados del lecho del rio, pero no en tan alto grado pulidos y no ostentaban una forma ovalada, sino cuadrada, aunque con esquinas algo redon- deadas. Pueden haber sido armas arrojadizas de los prehistóricos. Acampábamos en la orilla del arroyo, que tenía una anchura de unos diez metros y ostentaba el mismo carácter observado hasta aho- 'a en estas corrientes de agua de la Pampa. Utilizan para su lecho las grietas y hendeduras en la tosca, que en partes habrán estado formados previamente, en partes habrán sido excavadas por la acción de las aguas en los sitios de menor resistencia, resultando de esta manera el continuo cambio entre partes anchas y estrechas y hondas y bajas, utilizándose estas últimas para vados y formando pozos los Otros. La comarca presenta un aspecto agradable, el ceritro del cuadro forma la población : Fuerte Argentino, construido en el estilo habi- tual de estos establecimientos militares ; la comandancia se halla ro- deada por un muro de greda, el alojamiento para la tropa consiste en ranchos en forma de carpa con techo de paja y greda y algunos al- macenes, más o menos bien provistos para las necesidades de los sol- dados y el escaso lujo de los oficiales, se hallan establecidos general mente en las esquinas de las calles. Todo es aun un poco rudimien- tario y embrionario, pero tal vez por eso lleno de esperanzas para el 3714 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS porvenir. Hacia el oeste las barrancas se acercan a la caída de la al- tiplanicie, acampando toda la columna al pie de ellas. Se elevan a una altura de casi cincuenta metros y son formados por tosca, lo que también indican sus contornos exteriores. La orilla izquierda se ex- tiende en una llanura apacible suavemente ondulada y cubierta de césped, que alcanza hasta la base de la sierra de la Ventana, cuyos cimas nos saludan desde lejos, distando desde este punto sólo cuatro leguas. Árboles faltan como siempre, sólo algunos aislados arbustos se descubren cerca del campamento. Viernes 2 de mayo. — Ese día era de descanso y teníamos, como ya fué dicho antes, que dedicar esas raras ocasiones a otras ocupa- ciones que a la exploración científica de los alrededores. Nuestro vivo deseo de visitar la sierra de la Ventana, se estrelló contra la imposibilidad de conseguir caballos frescos. Decíase también que allí aun tenían sus guaridas algunos indios, y el coronel Romero, nuestro protector especial, no quiso dejarnos ir sin escolta militar, que por muchas razones no se nos pudo proporcionar. Sin embargo ese día no quedó sin rendir su cosecha ; en los alrededores del campamento se hallaron algunos arbustos, aparte de Lippia lycioides Steud. y Ber- beris ruscifolia Lam., también Caesalpinia Gilliesii Benth. (Lagaña de perro), dos especies de Lyeóum, que no pudieron determinarse de inmediato, emparentadas al Lycium capillare Mvs., una especie de Mulinum tampoco determinable, porque estaba incompleta, una her- mosa Gerardía de grandes flores, que si no era una especie nueva, seguramente una nueva variedad y finalmente nos saludó aquí por primera vez un arbustillo de hojas plateadas Hyalis argentea Don., que en adelante llegaría a ser tan característica en la vegetación pa- tagónica, cubriendo en algunas partes grandes superficies. En cuanto a la fauna de la comarca, no faltaban algunas noveda- des, hallándose aquella región hasta cierto punto en el límite de la formación pampeana con la patagónica de los montes y albergando muchos animales que pertenecen tanto a una como a otra; infortuna- damente la estación avanzada impidió un estudio detenido. Las ba- rraneas exteriores ostentan exactamente la misma fauna de moluscos de los contrafuertes de la sierra de la Ventana. Millares de conchi- llas descoloridas de Plagiodontes patagonicus d('Orb., cubrían las ro- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 312 turas en las pendientes y los alrededores ondulados. Entremezeladas con ellas pero en mucho más reducidas cantidades, se notaban las cáscaras de Borus d*Orbignyi Doer. De esta especie pudimos recoger media docena de ejemplares vivos y dar una descripción de ellos. Hasta ahora no habían sido encontrados vivos por ningún viajero, ni por su descubridor d'Orbigny mismo, porque el animalillo habita en las profundidades de la tierra o bajo grandes bloques de roca, saliendo a la superficie sólo en la estación más húmeda del año. Tiene la fa- cultad, de almacenar una considerable provisión de agua, probable- mente en su cavidad pulmonar, cuando se retira a su refugio pare- ciendo entonces gelatinoso e hinchado. Los animales mencionados fueron hallados al pie de las barrancas bajo grandes bloques de tosca donde suelen cavarse un hoyo hemisférico en el suelo húmedo. Al dar vueltas a estos bloques de roca el doctor Doering casi cayó víe- tima de una mediana víbora de la cruz meridional, Heterodon d' Or- bigayi Dum Br., que sin advertir tocó bruscamente con la mano y sólo la circunstancia de que el animal se hallaba engarrotado por el frío reinante, evitó la mordedura ponzoñosa. Este reptil venenoso es casi tan frecuente en las colinas de tosca de la Pampa meridional como la ordinaria e inofensiva culebra Liophis Merremii Wag., que frecuentemente alcanza un tamaño extraordinario. Acostumbran in- vernar en las cuevas cavadas por las aves en las paredes de las ba- rrancas. De otros reptiles abunda en la planicie Acrantus viridis Wagl., el lagarto verde de la Pampa, un animal sumamente ágil y veloz y una rana de zarzal plateada Hyla agrestis Bell. se observó en plantas tupidas de las barrancas. De los roedores empieza a escasear la vizcacha Lagostomus trichodactylus Benn., pero aun no con tanta deficiencia como en los valles de los ríos más al sur. De aves obser- 'ábamos aquí en el sur por primera vez el loro barranquero Conurus patagonus Vieill., que en grandes bandadas y con fuertes gritos nos pasaba. Esta especie a pesar de haberle sido asignada por la natura- leza las barrancas de los ríos como punto de residencia, no parece ser muy frecuente en la Pampa desprovista de árboles, porque du- rante todo el curso del viaje aun no la habíamos visto, en cambio más hacía el sur, al empezar las plantas leñosas, era más vulgar. Pequeñas bandadas de una especie de becasa Hudromia modesta Licht. y Oreo- philus totanirostris Jard., corrían por las verdes praderas cerca de 3716 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS río y una gaviota Larus cirrhocephalus Vieill. volaba por los mismos lugares. Los pajonales de Eryngium, que cubren densas las orillas en aleunas partes, estaban poblados por reyezuelos y emberizas, Cisto- thorus platensis Lath., Poospiza nigrorufa Latfr. d'Orb., Troglodytes furvus Gm. y Embernagra platensis Lafr. d'Orb. Vióse también una eran bandada de Esternones reales, Pseudoleistes virescens Vieill., per- seguido en vano por un halcón Tinnunculus sparvertus Linn., pero aquí ya completamente sin la compañía de Xanthosomus flavus Gm. En cuanto a insectos recogiéronse en el arroyo : Hermostes procerus Berg., Capsus fraudulentus Stab., Resthenia univittata Berg., Cono- rhinus infestans Kl., y bajo las piedras Coriscus punctipennis Berg. Las tropas acantonadas en Fuerte Argentino estaban bajo el man- do del teniente coronel don Lorenzo Winter; eran notables tanto por su excelente equipo como por su superior disciplina. Por orden de S. E. el señor presidente de la república gran parte de ellas se incor- poraba bajo el mando de su jefe al ejército expedicionario aumentán- dolo notablemente. Aquí nos despedimos también del último indicio de civilización en el desierto, que aun nos ligaba con el mundo exte- rior : el telégrafo, que allí llegaba a su término. En lo sucesivo, todos los telegramas se enviaron para su despacho a ese lugar con una es- tafeta volante. 5 Sábado 3 de mayo. — A las 6 de la mañana se tocó diana, pero con el arreglo y cargar de los carros y otros importantes quehaceres se perdió bastante tiempo, de manera que recién a las 10 se dió la orden de montar. Marchábamos hacia el suroeste ya las pocas cua- dras de la población vadeamos el río Sauce Chico, siguiendo su curso por su orilla derecha. La Pampa era llana y desprovista de árboles pero cubierta con tupida capa de césped. A nuestra derecha divisá- bamos en lontananza algunas colinas, que aparentemente limitan el valle, hasta que más allá se acercan más y más al lecho del arroyo, para encerrarlo finalmente entre bastante altas barrancas, cuya for- mación de tosca se hace visible en muchas partes. A la 1 de la tarde se hizo un corto alto para almorzar y en se- euida seguimos marcha pasando luego una bonita cascada formada por una depresión en el lecho rocalloso del arroyo. Nos sorprendía aquí el considerable caudal de agua, que éste arrastra hacia el mar, AAA A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO is) E] =] pudiéndose explicar este fenómeno, solamente por la cireunstancia de recibir el río, corrientes o vertientes subterráneas, porque otros afluentes no se observaban. Con un sistema de riego extenso podrían aquí crearse espléndidos cultivos de árboles, cuyo porvenir prove- choso estaría ampliamente asegurado por la bondad del suelo y la suficiente humedad en todas las estaciones del año. A las 4 de la tarde llegábamos a fuerte Manuel Leo, a 45 kilómetros de fuerte Argentino, donde se plantó el campamento para la noche. Domingo 4 de mayo. — A las 6 y media se tocó diana y a las S y media se puso, con un viento helado, el convoy en marcha. El cielo se había, durante la noche, cubierto con obseuras nubes y velamos hacia el sur y sudoeste, caer fuertes aguaceros, que envolvían toda perspectiva en sus raudales. Seguíamos en nuestro viaje la orilla derecha del río Sauce Chico, encerrada por barrancas de tosca y lle- sábamos a las 11 y media a fortín Roma, justamente en tiempo opor tuno, porque empezaba a llover con vehemencia, de manera que por el resto del día estábamos obligados a encerrarnos en nuestras carpas. El terreno adopta más y más el carácter de la formación patago- nica o montuosa occidental, observándose aislados mechones de gra- míneas semialtas, alternando con espacios desnudos u otros cubiertos escasamente con plantas tiernas, como gramas, Medicago, Trébol, AMfilerillo, etc. Lunes 5 de mayo. — Fué este un día de lluvia y de frío, despeján- dose el cielo recién por la tarde, pero soplando siempre un viento helado del oeste, suficiente razón para no permitir más que cortas y ocasionales excursiones. Teníamos aquí por primera vez en el fondo del valle una muestra del suelo, como debíamos pisarlo por mucho tiempo en la formación patagónica. Consiste en la superficie de arena o por lo menos tierra muy arenosa, no demasiado fina, mezclada un tanto con substancias orgánicas o humus, porque es bastante obscura y tal vez también impregnada de frecuentes partículas salinas, por- que es pesada, consistente y coherente, no pudiéndosela comparar con las arenas acarreadas por el viento. Aun fuertes corrientes de aire alcanzan a levantar poco de ella, y una noche borrascosa en estos médanos de la Patagonia, no puede en ninguna forma compa- 318 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS rarse con las tormentas de tierra en los desiertos del interior de la provincia de Catamarca, por ejemplo. Esta arena en el sur se halla también revestida por una, si bien no muy tupida, tampoco muy pobre vegetación, viéndose mechones de pasto, arbustos bajos de Baccharis, Indigofera, etc., faltando, sin embargo, una capa de cés- ped continua. La arena nos acompaña en nuestra marcha a largas distancias; anteriormente su naturaleza debe haber sido distinta, es decir, cuando formaba médanos andantes o movedizos, habiendo ahora perdido esta cualidad casi del todo. Su subsuelo, a poca pro- fundidad, está formado en todas partes por tosca firme, que ocasio- nalmente aflora en pequeñas elevaciones, formando coronamientos rocallosos. También el fondo del lecho del río consiste en tosca; entre ella y la arena superficial se hallan algunos pies de greda, tal vez producto local de acarreo de las aguas, en cuyos sedimentos el río volvió a excavar su lecho, constituyendo esto una formación nueva, pero más antigua que la de arena voladora que la cubre, a igual que toda la planicie circundante. Las plantas recogidas y anotadas en estos dos días fueron las siguientes: dos especies de Potamogeton, una de hojas anchas y otra de hojas finas, Senecio sp., Pluchea quitoc D. C., Hydrocotyle bonarien- sis Lam., P., H., Vittadinia multifida Gr.. que, después de encontrarse en la pampa sólo aisladamente, ocurre ahora con suma frecuencia, constituyendo casi una planta característica, las distintas repetidas veces mencionadas especies de Baccharis, especialmente B. artemi- sioides H. A., varias Compositas de flores amarillas o ya desfloradas, entre ellas un Heterospermum, Wedelia buphtalmiflora n. sp., la Oxa- lis amarilla, Gynerium, la ya mencionada alta Arundo, la hermosa Gerardia rigida Gill. var. grandiflora Ltz., una Adesmia, Berberis ruscifolía Lam., Colletía sp., Mulinum leoninum Ltz. n. sp., Clematis Hilari Spr., Rumex y Chenopodias, Piquilín, Sauces y Álamos, Medi- cayo dentieulata W., Erodium cicutarum L. Her., Oxybaphus toscae Ltz. n. sp., Hordeum secalinum L., Bromus unicloides Gill., var. gran- diflora Ltz., Equisetum ramosissimum H. Bpld., Prosopis ? striata Benth., Stevia multiaristata Desf., Menodora trifida Steud. Martes 6 de mayo. — Al aclarar el día nos pusimos nuevamente en marcha, con una espléndida mañana fresca. El estado mayor se,ade- A. DOERING Y P. LORENTZ : EXPEDICIÓN AL RÍO NEGRO 319 lantaba un poco; las tropas seguían más despacio. Todo el mundo estaba de excelente humor, porque ese día entrábamos en la Patago- nia, la Patagonia en el concepto geológico y fitogeográfico, mientras en cuanto a los límites del concepto geográfico « Patagonia », las opi- niones difieren. Subimos las barrancas del valle que más adelante no vuelven a descender sino se presentan como las pendientes de una altiplanicie suavemente ondulada. Por última vez nos saludó la sierra de la Ventana, para después desaparecer del todo. El suelo es aun la mencionada tierra arenosa, cubierta con una vegetación que cambia según las elevaciones y depresiones del terreno. Tan pronto se ven mechones de pasto diseminados, dejando entre sí trechos desnudos, tan pronto faltan éstos, siendo reemplazados por bajos arbustos. Entre éstos constituye una forma extraña, pero inequivocable, de vegetación, ) 19. STO 20. 12 39.0 Ol 0 sol 21 15 26.8 OA 3 Resultados AT Leroy. Febrero 1, 12* m. ODA 392 1. Febrero 1, 2. Febrero 1, 3. Febrero 2, BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Determinación del azimut de la mira a. m Mira 260%15!50 Leroy 7"45"4272 (> 283936'00 47 24.4 () 22.15 49 14.0 10 45.15 50 58.4 | 39-10 T*48"19575 (>) 28334 '56 AT Leroy = +2 55760 p.m. Mira 260914 '00 Leroy 6"34"12*%8 (| 832 4'50' 36 1.8 () 82 50.50 E 37 23.0 [O 83 13.25 39 17.6 425 82 58.50 Bapro) 839 1.169 AT Leroy = + 275749 a. nO Mira 26091512 Leroy 7*13 5678 ()] 287918'50 15 27.6 () 7.50 m0 32.00 18 59.0 [O 7.15 É 1 AE (0) 287018194 AT Leroy = + 2”59*71 Azimut de la mira Febrero 1, a. m. 69%21'42 ) f 6922039 — 2,a.m. IIS) E = 1 ¿To Wilson ooo oe 69 21.13 Azimut adoptado : 6922076 Sirvió de mira el semaforo al este de la estación, distante unos 250 metros. Declinación de la aguja Número Mira Norte magnético Declinación Fecha Hora la 26091530 200923556 904102 Febrero 1 10L9Z: 2d 15.24 DO DOS a da E 3. 14.20 26.20 32.75 3.9p. o — 20031138 H —0.25 669 Mira Norte magnético Declinación 260914.15 200925.80 9032.42 14.05 26.20 32.90 14.00 25.20 31.95 15.00 25.00 30.76 26.38 32.14 30.25 36.01 33.12 38.88 32.75 38.51 260 15.00 200 30.38 93614 Intensidad horizontal por deflexiones 5 186 10.50 2 O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAs, 1905 Fecha Febrero 1 Febrero 2 221930125 8. 26. pued VD PA Pc 0o yt . . . 4 393 Hora sos N uo eS —] = a pao] . E Las observaciones se han efectuado con la aguja II colgada de hilo y se han reducido a las de la aguja normal mediante la corrección ne- gativa de 57/69, resultado de varias comparaciones «ad hoc. 394 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 2. PAMPAYASTA 2= + 4*14”20? = 63935100 2 = — 3215/73 H = 2922 La longitud es estimada; la latitud, resultado de 5 observaciones de la altura de z Aurigae efectuadas poco después de su culminación. También es mía la determinación de la altura mediante la observación de 3 aneroides en los días 2, 3 y 4 de febrero. El punto donde hice todas mis observaciones, está en la orilla izquierda del río, a 1 cuadra de distancia del « Paso de los Poleos ». La casa del entonces receptor Oyarzábal se ve a 300 metros de dis- tancia bajo un azimut de 315916/ (casi al noroeste) y a unos 750 me- tros aparece la Capilla de La Merced cuya torre tiene un rumbo de Oeste 39240" Norte. Alturas del sol, reducidas Fecha Hora Limbo Altura corregida 22. Febrero 3, a. m. Leroy 9-36"41:8 TOM TES 01371 23. 39 20.6 TON 24. 40 23.6 O 25. 43 3.6 ON 26. 44 4:85 TO 27. 16 45.2 ON 28. Febrero 3, p.m. 2 35 54.4 O) os 29. 38 33.6 TON 30. 39 36.0 O) 59 45 43 31. 42 13.6 O 32. 43 18.6 O 52 039 Resultado AT Leroy. Febrero 3, 12” m. = +2 35*01 Determinación del azimut de la mira Ha servido de mira una seña en la casa de Oyarzábal. O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAS, 1905 395 Febrero 3, p. m. Mira 353042!25 Leroy 5*"18"47*2 ( 30093525 2 6.0. El 75 18 22 23.0 (O 43.00 23 47.2 (0 33.25 5*21 30%85 (>) 300032:56 AT Leroy = + 2”35:92 Azimut de la mira 315916/59 (Nor-Oeste) Declinación de la aguja Las observaciones se han efectuado con la aguja II suspendida de hilo; la corrección por torsión está aplicada ya a las cifras que siguen: Número Mira Norte magnético Declinación Fecha Hora ne 3530941 '75 4802000 9054/84 Febrero 3 118 a. 2. 42.00 23.00 51.59 12 p: de 22.50 57.09 10 4. 42.25 19.88 54.22 3.2 e 20.38 34:72 4.5 6. 353 42.25 18.88 OSO Al 3. VILLA MARÍA == AIDA 2 == 63 913/48 OO H = 201” 68(203”56) Esas coordenadas son las que determinó el doctor Benjamín Gould, y se refieren al jardín del señor Alejandro Voglino o, con mucha apro- ximación, a la casa de correos y la de la municipalidad en la plaza. Al punto de mis observaciones corresponden += 653214'0/ y 9 3222520" pues mi carpa estaba a 300 metros al NE. de las instalaciones para las ferias rurales, en el campo libre que se extiende al SE. de la continua- ción de la calle Entre Ríos hacia el puente y río. Mirando desde la carpa aparecen : la torre de la iglesia de Villa María bajo un azimut de 3392490 (NN W.); la torre de la iglesia de Villa Nueva bajo un azi- mut de 181957 /8S (S.); la estación Ferrocarril a Rufino bajo un azimut de 679226/3 (ENE.); el puente hacia Villa Nueva 251230/8 (WSW.). 396 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Alturas del sol, reducidas Fecha Hora Limbo Altura corregida 33. Febrero 15, a. mM. Leroy Jaro SeS 'ON 470 01371 34. 29 39.8, "OM ' 3 2343.0 O) = > 47 45 29 36. 06 24.0 "OMS 37. 27 28.6 O ) ' 48 30 34 38. 30 10.6 O) E 39. 31 14.4 0] 49 15 4 40. 33 55.3 MOI A 41. Febrero 15, p. Mm. y 43 38.6 O o 42. 146 198 0) 43. 7 228 7 E O! 483034 44. 50 4.0 0) z ISO o S Ola 46. 53490 O) : 54 51.6 El A Ot 4031 48. 1. IIA 49. Febrero 16, a. m. 9 20 0 'ON 41 2 50. 23 310 51. 24 34.4 O) 47 ADA 52. 97164 O) AN 53. 28 20.2 O ) S 4 e 54. 321.22 01 55. SINO O) 49 15 2 56. 34 50.8 O) 10 57. Febrero 16, p. m. 2 42 28.6 ebrero p.m : O lo 58. 45 11.0 O ) 59 46 16.4 PES Ol 483040 60. 48 57.8 O) 61. 50 2 E O 1 an 62. AO 10) y 63. DS LO id Oy 47 043 64 $6 26.0 O y 65. Febrero 17, a. m. 921426 O E 66. 24 24.8 O) 67. 25 28.0 6 Ol 47452 68. 28 0 OA 69. 29 14.4 (O) 8 2 70. 31 56.8 O) 18 eS 71. 3310065 2 72. 35444 O) === A NN A A O AT Sirvió de mira Villa Nueva que al sur. 1. Febrero 14, p. 2. Febrero 15, a. 3. Febrero 17, a. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAs, 1905 Resultados Leroy.” Bebrero 15, 12% m:=+15”26*78 = M6, 12 sm 28.05 — 16-17, 12% mn 31.89 Determinación del azimut de la mira o línea de referencia la visual dirigida a la torre de se ve próximamente a un kilómetro de distancia m1. Mira 128010/75 "3158 (E) 212039100 54.0 () 27.00 28.0 10 50.75 38.0 10 41.00 37:95 () 212039144 Leroy 5* 8' 9 11 12 SLO" AT Leroy = + 5"24*09 mn. Mira 128910 '00 Leroy 7*46”24*%4 () 47 58.0 (0 (NO AT Leroy = + o SILO 2175 10 27.00 3401488 == 206517, mn. Mira 128911 '00 Leroy 7*11” 0%6 (>) 389 8'00 122260. (A AID 14 11.8 [O 38 18.50 15 50.6 | 4.75 1713722225 () 389 7:25 AT Leroy = + 5”"32%88 Resultados. Azimut de la mira Febrero 15, a. m. 18157'46 E E 2 6 181957130 — INPUT. O =— e A eo A 58.36 Azimut adoptado : 181957 /853 398 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Número Mira Y 12801075 Zee 10.00 3. 4. 5. 6. de 10.88 8. 9. 11.00 10. 11: 12. 13. 14. Declinación de la aguja Norte magnético 315039135 39. .47 .23 41 47 Declinación 9026/43 21 29 NNNyDyDNN Ny 189] Y NN 00 wm 00 DO -1 -1 du) .30 .30 06 Fecha Febrero 14 Febrero 15 Febrero 16 Intensidad horizontal por oscilaciones 1. Febrero 15, 1*22"-1?%34"” Aguja II ¿ = 3202 TZ ESO H= 0.25 905 1 Rebrero 15, MPa 3025 2. Febrero 15, 1*0 p. 2. Febrero 15, 1*35%-1*47” Aguja 11 += 3290 T= 28114 H = 0.25 907 Intensidad horizontal por deflexiones al ala laa o a fe o 0 a O O O Ts OO O TORO do = 20926 !49 .25 900 SS y SM OC O O OOO O A DA OO O ON O = 2002684 H = 0.25 881 339058 !50 338 58.50 298 39.50 30.50 298 39.50 31.50 ds AIROSO" po) m4 0mw hd Sp r0G re O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAs, 1905 399 AlfRe6brero 15, 1%9 p. m. ¿= 3190 ID o 339059'50 A oo A E 338 55.00 AO A E 298 40.75 EI OS eau ero ia,s dia ados VS 9 = 20024 121 ¡H=10225 931 3. LA LAGUNA — TAO O 6313/4811 232 047010) E=1M13> La Laguna es una estación intercalada posteriormente, para satis- facer las exigencias del tráfico, entre las estaciones Ausonia y Etruria. No figura todavía en las Distancias kilométricas, 4% edición (1903) de la Dirección general de vías de comunicación. He deducido su altura de las observaciones de mis aneroides. Eligí como punto de observación una pequeña bahía de la laguna (sin nombre) que ha dado origen a la denominación de la estación. Este punto queda como a 200 metros al NE. de la misma y a 400 de las casas más próximas. Alturas de sol, reducidas Fecha Hora Limbo Altura corregida “ebrer Se » qho9ar” qs FAS 73. Febrero 18, a. m. Leroy 9 ZE via O) 470 0:301 74. DDN O O ) 75. 26 58.6 (O) 76. 29 41.0 (0) 47 45 27 7. 30 47.6 3 da lia 48 AQUNaR 78. SINS OO (55) 79. 34 38.6 3 O 80. 372.8 (O) 81. Febrero 18, p. m. 2 39 19.8 (e a SA a 82. 42 5.6 ()) 83. 43 11.0 . AN O] 48 30 26 84. 45 56.8 a y 85. 46 598 (O 6.4745 23 86. 19 44.4 (3) 87. 50 52.4 (€ DN Ol 4 09 88. 53 33.2 (1) fo a Resultado AT Leroy. Febrero 18, 12* m. Po5m36774 400 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Determinación del azimut de la mira La mira era al semaforo al SW. de la estación. 1. Febrero 18, a. m. Mira 28341 '50 Leroy 7"15"47*2 2] 1171725 15 42.6 (A) 1.00 1 O 25.15 LI O 13.00 AT 35 (> 117914125 2. Febrero 18, p. m. Mira 28304325 Leroy 5"17"23%6 (y 2924900 ¡ARO 34.75 20 59.8 (E 56.75 22 56.8 1 40.75 DE207 19335 (+) 29245131 AT Leroy = +5”37.49 Azimut de la mira Febrero 18, a. m. 25729'07 — 18, p.m. 29.95 Azimut adoptado : 257929'51 Declinación de la aguja Número Mira Norte magnético Declinación - Fecha Hora le 283041 '50 35959'67 9047 '68 Febrero 18 3 1aR 2: 41.00 68.05 9.716 10.1 3. 42.10 68.55 55.96 11.4 4. 42.75 69.05 56.16 17 ne 43.25 6999 56.531 12.0 6. 36 14.26 60.51 2.3p de 11.38 57.64 0) 8. 10.76 971.02 4.3 9. 283 43.25 36.10.13 9 56.39 4.7 O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAs, 1905 401 Intensidad horizontal por deflexión / e la MT. Febrero 18, 1"”0 p. m. += 2893 A a A IA 5601600 O os 54 56.25 A A 5 1.25 A AA 14 23.25 » = 2022636 H = 0.25 942 o aloe po DoS TO AMARO 09059125 Wi epodjaos do colo oe y OO 6.25 WAY iS oa ORO 14 51.00 | ers ao o da OA 36.75 » = 20024 122 : E H = 0.25 960 5. DALMACIO VÉLEZ SA SS 03938 201 >= 32937/8" H = 231"86 Para hacer mis observaciones, me trasladé al campo libre al sur de la línea del Ferrocarril andino : a 4 cuadras al WSW. quedaba la estación, y la iglesia a unas 6 cuadras al oeste. Alturas del sol, reducidas Fecha Hora Limbo Altura corregida 89. Febrero 20, a. m. Leroy 9*29"51*2 (5) RS 3 0 17045/36" 90. 32 35.2 (0) 91, AA O] O l Ñ 15 30 34 92. 36 26.0 Ol A Q7 20) Q PZA ' 93. 91 52.0 'ON 49 15 41 94. 40 18.4 O) 95. Febrero 20, p. m. IEA O E z = ly 15 31 96. (1 16.4 +) 97. 42 21.4 . ñ O! 183032 98. 45 27.2 ' O 99. 18 56.8 O IAN T. XXI 26 402 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Determinación del azimut de la mira Como mira había elegido la torre de la iglesia al W. 1. Febrero 20, a. m. Mira 118927 '00 Leroy 7*11”45%6 o 2880 612 13 38.0 (| 287 51.7 15 7.2 [0 288 15.5 1 4 St Qt [a € nl b 16 56.0 (O 0. 711421770 () 2880 3:40 AT Leroy = + 4”24*31 2. Febrero 20, p. m. Mira 11802750 Leroy 5"15"42*2 (-] 10494475 17 40.6 (| 30.00 ls JO 5162 OSO (O 39.25 51892065 O 104041131 AT Leroy = + 425774 Azimut de la mira Febrero 20, a. m. 28114 '453 p.m. 14.57 Azimut adoptado : 281%14'50 Declinación de la aguja Número Mira Norte magnético Declinación Fecha Hora le 118227 !00 20624690 9034 40 Febrero 20 8%5 a. 2. 27.10 50.78 38.18 10.0 3: 27.20 54.52 41.82 11.0 4. 59.28 42.58 ES 5; 55.06 42.36 11.6 6. 27.25 57.02 44.27 11.9 te 47.40 59.28 46.38 2.4 p. 8. 57.28 44.38 ST 9. 27.50 57.15 44.15 4.3 10. 58.15 45.15 4.6 ele 56.78 43.78 4.9 a O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAsS. 1905 403 Intensidad horizontal por deflexión A 2259 9100 ¿ A 224 19.50 se E 183 57.25 | a ol: 54.75 A e 9250 7150 VU ro o NO 224 24.50 AUGUSTO O 183 58.50 o O O ON 31.25 2 = 20023193 HX=0725 1926 3. Febrero 20, 2*0 p. m. t= 3301 INS oa a ADS WA ea IA 224 17.25 UNE a O doo IN 183 55.00 SNA o o 53.25 p = 20023176 EE=I0255939 6. SAMPACHO ) P = ! 1A= EA 184757 = 64941/551 == A =D Aquí había trabajado, con los mismos instrumentos, diez años an- tes, el 1? y 2 de febrero, en la parte edificada de la población, a pocas cuadras del Ferrocarril andino. Esta vez hice mis observaciones en la orilla de la colonia, no muy lejos del matadero, quedando la esta- ción del ferrocarril a unos 1500 metros al NW., y el cerro de Sam- pacho con sus canteras más o menos a la misma distancia al W5SW. 404 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Alturas del sol, reducidas Fecha Hora Limbo Altura corregida 100. Febrero 21, p.m. Leroy 3”17"190 (O) 490 01391 101. 20 2.2 0) 2 8 102. 0 Ol 41m 103. 23 45.2 (1) - 24 50.4 e 104 Ae O/ 4030324 105. 27 30.0 106. Febrero 22, a. m. 9 4 43.0 'OW 4115 12 107. 123.210 , Ss 28.0 ¡8 E Ol 42 013 109. 11 9.3 a 12 13.6 O o 7 Ol 134518 111: 14 58.2 (M) 112. Febrero 22, p. m. 3 E 16.0 O | o O iS: SY O) y z 16 4.4 > de Ol 4 038 115. 184782 O) : 19 50.2 o : 2/4 18z 22 32.2. 10) Resultados AT Leroy, Febrero 21-22, 12* mn. — —0'6*22 - 22 12 4.89 Determinación del azimut de la mira Me ha servido de mira la bomba a viento del matadero al SSE. 1. Febrero 22, a. m. Mira 311959'50 Leroy 6"49%59*%8 (E) 2569 1:50 51 33.6 (] 255 49.00 53 21.0 [5 256 7.75 39 5.2 (-) 255 55.00 Sa 5 9:90 (O) 255058'31 AT. Leroy = — 05*%65 O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAS, 1905 405 Febrero 22, p. m. Mira 3120/25 Leroy 5"26”"41%0 (y] 7092 0:25 27 57.6 ()] 69 50.25 29 10.2 (1) 70 15.25 30 19.0 (O 5.62 5"28"317395 (+) 709 2:84 AT Leroy =— 0”4*14 Azimut de la mira Febrero 22, a. m. 149930'26 =— 22, p.m. 29.54 Azimut adoptado : 149929'90 Declinación de la aguja Mira Norte magnético Declinación Fecha Hora 311959/50 17205328 10923168 Febrero 22 85 a. 59.60 173 1.05 31.33 9.6 59.70 7.03 31.23 07 99.15 9.15 39.30 do 59.80 11.94 42.04 11.3 AS 40.88 IA 59.90 13.65 43.65 2.7p. 60.00 11.65 41.55 3.8 60.12 10.28 40.06 4.6 11.06 40.84 4.9 60.25 8.91 38.56 9.2 Intensidad horizontal por deflexión 1. Febrero 22. 12*5 PRD 39 Mid aso ao o IO 19093900 WA 8.50 AI bo pijo e A 149 40.00 No eses rata A A IA 59.00 H = 0.26 028 406 AA O A MAS Dyno 1) =6 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL ¿= 20%16'08 H= 0.26 050 2 = 20018 '04 " H= 0.26 019 Y. ACHIRAS — 64057/81. ¿= 3301011" DE CIENCIAS 190939125 14.00 149 45.50 ¡150 3.00 190941100 14.00 149 41.75 150 0.75 H = 827% (O. D.) Para la alvura de Achiras teníamos los siguientes datos : Laberge (Seelstrang, Alturas) da 845 metros, y de una sola obser- vación que había hecho mi compañero el doctor G. Bodenbender en una exploración del año 1890, yo había deducido la altura de 500 me- £ tros (Boletín de la Academia Nacional de Ciencias, tomo XVI, pág. 45.) He determinado de nuevo esa altura con 6 observaciones de 3 ane- roides efectuadas durante mi estadía en Achiras, cuyo resultado es de 8267. Hice mis observaciones magnéticas al NE. de la villa, al lado del último sitio (que estaba desocupado), a la distancia de apenas una cuadra del río de Achiras. 118. 119. 120. 121. 122. 123. Alturas del sol, reducidas Fecha Febrero 23, p. m. Hora Leroy 3"26"14*8 28 54.4 29 58.4 32 36.0 339 40.4 36 19.8 Limbo O OJNOJO OJO! Altura corregida 4090 40" 39 15 28 38 30 38 O. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAs, 1905 Fecha Hora Limbo 124. Febrero 24, a. m. Leroy 8*53"32%0 (O) 125. ECO 126. ll: de (6). 127. 59 53.2 (O) 128. A IO 129. EOS 130. 4 40.6 ())] 131. 752.8 OÍ 132. Febrero 24, p. m. 321 12. 006) ) 133. 23 52.8 O) 134. 24 57.0 (O) 135. AI) 136. 28 40.2 (O) 137. SII AE) 138. 32248 () 139. 33.30.0007) Resultados AT Leroy, Febrero 23-24, 12” mn. = = 24 (DA Determinación del azimut de la mira —1'3*65 15036 5 5 407 Altura corregida 38930'21" 209 15 19 AMI 40 48 20 40 45 27 40 026 39 15 22 38 30 29 No pudiendo descubrir ningún objeto que se prestara para mira, pintamos una pequeña eruz en un hueso blanco que se encajó tronco de un árbol a 100 metros de distancia al Este. 1. Febrero 24 a. m. Leroy 6"55"54%4 ()] 6691975 57 24.0 () 7.50 59 8.4 160 26.15 60 37.2 (6) 1D 6"58"16"0 () 6691744 AT Leroy = — 1"1%40 2. Febrero 24, p. m. Mira 55%0'00 G]| 244930:00 MET O 19.25 11 38.4 (6 45.00 12 41.0 (0 37.50 5113295 (5) 24403294 Leroy 5* 9"18*8 AT Leroy — — 0%59*94 en el oO U O 208 - BOLETÍN DE La ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Azimni de la mira Febrero 24, a. m. $191 '66 — Mim. 81 2.32 Azimut adopiado : 8192'00 Declinación de la aguja Número Mira Norte magnético Declinación Fecha 1: 5539 675 34405712 100952:36 Febrero 24 E. 2 5-93 315 1.24 571.30 E 512 4.371 11 1.2 DEJE 4.62 6.12 3.49 E 2.20 4.50 4.29 Ñ 6. 1.85 4.12 1.26 de 0.65 1.00 2.34 8. 0.30 0.06 1.75 9. 55 0.00 344 59.12 1.144 Intensidad horizontal por defierión 1. Febrero 21. 1%0 p. m. == 3297 HRRA 194925 VAR 15.50 Mb poco dos 22 AA 320 40.15 A 45.50 2. Febrero 24, 1%5 p. m. ¿— 3392 0 1945175 7 E 15.50 WWE o AA 320 35.00 E A a - 47.50 7 = 20024161 j 3. Febrero 21, 2*0 p. m. ¿3205 PO => - 1946/25 MA IES === 12.15 WWA a. - 320 34.00 EW IA >. 11.00 0. DOERING : OBSERVACIONES MAGNÉTICAS, 1905 409 S. CHAJAN 2 =-+ 4*19%54*1 — 64058'32" 33233590 H = 516%48 Llegué en la tarde del 25 de febrero poniendo mi campamento a 50" de las últimas casas que se encuentran al sur de la estación. ce una serie de observaciones de la declinación que siento no poder utilizar, pucs el cielo densamente nublado no me permitió determinar el azimut de la mira. Tampoco podía prolongar mi estadía, pues tuve que volver con el tren de combinación del 27 de febrero a Córdoba. Es por estas razones que no presento de Chajan sino las observa ciones de la intensidad horizontal. Intensidad horizontal por defierión 1. Febrero 26, 12*2 p. m. += 3998 Ll AA 213054 125 A IA 49.75 A A A E ci > 172 56.25 e RN e 173 36.25 - — 20%16:00 H — 0.25 999 Ada. E e e A 213059125 A E IAN 48.50 9.00 AS 213959. .........+............<.... pá ADVERTENCIA La considerable alza que en los últimos tiempos han expe- rimentado los papeles y el aumento de la edición del Boletín de la Academia nacional de Ciencias, que de 500 ejemplares que era en las ediciones anteriores asciende hoy a 2000, nos oblig: a suspender por cierto tiempo la impresión del Boletín y de las Actas de la Academia, pues los modestos fondos de que dis- pone el instituto no alcanzan para publicar todos los originales y manuscritos existentes, listos para la imprenta; inconveniente que espera salvar en breve. Por la misma razón el instituto ha tenido que postergar también el ensanche y la creación de secciones para las ciencias médicas, jurídicas, sociales, ete., cuya organización había sido proyectada para el presente año. LA COMISIÓN DIRECTIVA. ha 1d ' = uN 5 ñ ¿a = q y 47 $ DE - Ñ MASA AA 1 a judo A Ea A Kio a Y er '4 PR . ¿LN BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EN CÓRDOBA (REPÚBLICA ARGENTINA) TOMO XII BUENOS AIRES IMPRENTA DE CONI HERMANOS 684. PERÚ, 684 1917 FOLKLORE ARGENTINO (1) v SANTOS VEGAS Por ROBERT LEHMANN-NITSCHE INTRODUCCIÓN Uno de los motivos favoritos de la tradición popular argen- tina es la figura de Santos Vega, aquel legendario payador a quien sólo pudo vencer el diablo. Héroe de un antiguo romance español, como lo comprobaremos más adelante, se ha anidado del todo en el alma popular argentina, y ya independiente de sus orígenes, forma hoy una tradición genuinamente nacional. Es tanta su fama, que este personaje, en su conjunto, represen- ta un verdadero símbolo nacional y que muchos creen en la exis- tencia real de algún bardo, errante en aquellos tiempos lejanos de los gauchos y de la pampa. Será objeto de la presente monografía: comprobar el origen castellano medieval de la leyenda de Santos Vega, según los (1) Fragmentos del presente trabajo, elegidos del manuscrito original por el doctor Juan Agustín García e intitulados por él: La leyenda de Santos Vega, do- cumentos para la sociología argentina, fueron publicados en los Anales de la Fa- cultad de derecho y ciencias sociales (Buenos Aires), 32 serie, II, páginas 192- 263 (1916). El doctor García es uno de los pocos que reconocen el valor de una investigación como la presente. Agradézcole sinceramente el honroso concepto sobre mis estudios folklóricos, emitido por él en la introducción del citado tomo de los Anales de los cuales es sabio e infatigable director. — RR. L.-N. (2) Del autor : Folklore argentino. 1. Adivinanzas ríoplatenses. Biblioteca COen- Y ' T. XXIIL 1 2 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS pocos fragmentos del romance antiguo que se han conservado en territorio colonial; demostrar las nociones vagas sobre el personaje que se mantienen vivas en la tradición oral, y seguir las ramificaciones que el tema, tratado y modificado por poetas y escritores argentinos, ha hecho brotar en la literatura y en el folklore del país. EL POEMA 4 SANTOS VEGA DE MITRE (1838) El primero que en la República Argentina da cuenta de la leyenda de Santos Vega es, que yo sepa, Bartolomé Mitre. En la tercera edición de sus Rimas, aparece al pie de su poesía A Santos Vega, la fecha en que fué escrita: 1838. Mitre, en esa época, tenía sólo diez y siete años; como es de notoriedad, « dejó de hacer versos a la edad de veinte años, y sólo por acaso y muy de tarde en tarde, escribió algunas composiciones de carácter íntimo y una que otra traducción del francés, del inglés o del italiano » (1). Se comprende que estas poesías son productos de un alma joven, con las correspondientes imperfecciones; y las ediciones de ellas, hasta hace poco eran escasísimas y rarezas bibliográficas. La poesía A Santos Vega que nos interesa, pre- senta pequeñas variantes en cada edición; la siguiente copia es tomada de la tercera, y hemos apuntado todas las variantes de las anteriores. Mitre mismo agrega, sea al pie de la página res- pectiva, sea al fin del volumen, notas explicativas que también reproducimos (2). tenaria, tomo VI, 496 páginas. Buenos Aires, 1911; I (resumen). Adivinanzas rioplatenses. Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, XX, 362- 368, 1915; II. £l retajo, ibidem, XX, 151-234, 1915; IM. El chambergo, ibidem, XXI, 1-93, 1915; IV. La bota de potro, ibidem, 183-300, 1916. (1) Del prefacio del editor a la tercera edición, y. m. a. (2) MITRE, Rimas, con un prefacio del autor, páginas 133-137, 306-307. Bue- nos Aires, 1854. — Rimas, con un prefacio del autor, segunda edición, corregida y aumentada, páginas 117-121, 340-342. Buenos Aires, 1876. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA S; A Santos Vega ¡Payador argentino) « Cantando me han de enterrar, « Cantando me he de ir al cielo. » (SANTOS VEGA.) Santos Vega, tus cantares No te han dado excelsa gloria (1), Mas viven en la memoria De la turba popular; Y sin tinta ni papel Que los salve del olvido, De padre a hijo han venido Por la tradición oral. Bardo inculto de la pampa, Como el pájaro canoro Tu canto rudo y sonoro Diste a la brisa fugaz; Y tus versos se repiten (2) En el bosque y en el llano, Por el gaucho americano, Por el indio montaraz. ¿Qué te importa, si en el mundo Tu fama no se pregona (3), — Rimas, con un retrato al aguafuerte por Abot, nueva edición, corregida y considerablemente aumentada, páginas 127-132, 363-364. Buenos Aires, 1891. Esta edición, de sólo 200 ejemplares, tiene, según el prólogo de los editores, el carácter auténtico de una edición definitiva. Los editores de una serie de obras reunidas bajo el título de La Cultura Argentina, han considerado opor- tuno reimprimir esta última edición y publicar una cuarta : — Rimas. texto completo de la 32 edición (1891) corregida y considerable- mente aumentada (por el autor), con una introducción de José Cantarell Dart. páginas 127-132, 361-363. La Cultura Argentina, Buenos Aires, 1916. (1) No te dieron fama y gloria (la y 22 ediciones). (2) Y tus cantos se repiten (la y 2a2 ediciones). (3) Tu fama no se pregona ? Tú ya tienes la corona Del poeta popular. Y es más bello, que en el bronce (1a y 22 ediciones). BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con la rústica corona Del poeta popular ? Y es más difícil que en bronce, En el mármol o granito, Haber sus obras escrito En la memoria tenaz. ué te importa Y ¡Si has vivido do ¡ Cantando cual la cigarra € , Al son de humilde guitarra Bajo el ombú colosal ! ¡ Si tus ojos se han nublado Entre mil aclamaciones, Si tus cielos y canciones Por tradición vivirán (1)! Cantando de pago en pago, Y venciendo payadores, Entre todos los cantores Fuiste aclamado el mejor; Pero al fin caíste vencido (2) En un duelo de armonías, Después de payar dos días; Y moriste-de dolor (3). Como el antiguo guerrero Caído sobre su escudo, Sobre tu instrumento mudo Entregaste tu alma a Dios; Y es fama, que al mismo tiempo Que tua vida se apagaba, La bordona reventaba Produciendo triste son. No te hicieron tus paisanos Un entierro majestuoso, Ni sepulcro esplendoroso (1) En el pueblo vivirán (la y 22 ediciones). (2) Pero al fin fuíste vencido (12 edición). (3) Véase la nota IT. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Tu cadáver recibió; Pero un pago te condujo A caballo hasta la fosa (1), Y muchedumbre llorosa Su última ofrenda te dió. [Y los gauchos al volverse A llorar entre sus ranchos (2), Espantaron los caranchos Que llegaban a escarbar; Y se apearon del caballo, Y con ademán contrito, Rezó cada uno el bendito Y volvieron a montar (3).] De noche bajo de un árbol (4) Dicen que brilla una llama (5), Y es tu ánima que se inflama, ¡ Santos Vega el Payador ! ¡Ah ! levanta de la tumba ! Muestra tu tostada frente, Canta un cielo derrepente (6) O una décima de amor ! Cuando a lo lejos divisan Tu sepulcro triste y frío, Oyen del vecino río Tu guitarra resonar (7). Y creen escuchar tu voz En las verdes espadañas, (1) A la tumba silenciosa Y lloraron en tu fosa Niños y hombres con dolor (12 y 2a ediciones). (2) A gemir entre sus ranchos (12 edición). (3) Toda esta estrofa falta en la 32 edición. (4) Véase la nota III. (5) Dicen que brilla una bela [sic], Y es tu ánima que vela (12 y 22 ediciones). (6) Véase la nota IV. (7) Tu guitarra suspirar (12 y 22 ediciones). [ar] BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que se mecen cual las cañas | Cual ellas al suspirar (1). | Y hasta piensan que las aves (2) Dicen al tomar su vuelo: <« ¡ Cantando me he de ir al cielo; « Cantando me han de enterrar ! » Y te ven junto al fogón, Sin que nada te arrebate, Saboreando amargo mate Veinte y cuatro horas payar. Tn alma puebla los desiertos, Y del sur en la campaña Al lado de una cabaña Se eleva fúnebre cruz; Esa cruz, bajo de un tala Solitario, abandonado, Es símbolo venerado (3) En los campos del Tuyú (4). Allí duerme Santos Vega: De las hojas el arrullo Imitar quiere el murmullo De una fúnebre canción. No hay pendiente de sus gajos Enlutada y mustia lira, Donde la brisa suspira Como un acento de amor. Pero las ramas del tala Son cual arpas sin modelo (5), Que formó Dios en el cielo (1) Al soplo del vendabal (12 y 22 ediciones). (2) Y hasta creen que las aves (12 y 22 ediciones). (3) Es un símbolo adorado (12 y 22 ediciones). (4) Tuyú, partido de la provincia de Buenos Aires, situado en la costa del Atlántico, en el cual desemboca un arroyo del mismo nombre; la voz es guara- ní y significa lodo, barro (ver Ruiz bE MONTOYA, Tesoro de la lengua guaraní. página 401. Madrid, 1639.) (Vota de R. L.-N.). (5) Son mil arpas sin modelo (12 y 22 ediciones). (1) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Y arrojó a la soledad; Si el pampero brama airado Y estremece el firmamento, Forman místico concento (1) El árbol y el vendaval. Esa música espontánea Que produce la natura, Cual tus cantos, sin cultura, Y ruda como tu voz, Tal vez en noche callada, De blanco cráneo en los huecos, Produce los tristes ecos Que oye el pueblo con pavor. ¡ Duerme ! duerme, Santos Vega ! Que mientras en el desierto Se oiga ese vago concierto, Tu nombre será inmortal; Y lo ha de escuchar el gaucho Tendido en su duro lecho, Mientras en pajizo techo Cante el gallo matinal (2). ¡ Duerme ! mientras se despierte Del alba con el lucero El vigilante tropero Que repita tu cantar, Y que de bosque en laguna, En el repunte o la hierra, Se alce por toda esta tierra Como un coro popular. Y mientras el gaucho errante Al cruzar por la pradera, Forma el árbol con el viento Melodía celestial (12 edición). Forma místico concento El árbol y el vendaval (22 edición). (2) Véase la nota Y. S BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS -: Se detenga en su carrera Y baje del alazán ; Y ponga el poncho en el suelo A guisa de pobre alfombra, Y rece bajo esa sombra, ¡ Santos Vega, duerme en paz ! Las notas agregadas por Mitre mismo, presentan en cada edición de las Rimas variantes sin mayor importancia que no parece necesario reproducir; reimprimimos las notas en la for- ma en que se hallan en la tercera edición (1). (1) Para los fines de nuestra investigación, es indispensable ocuparse de la voz payador y analizarla. En la Argentina, corren las palabras payada, payador y payar. Tobías Gar- zón (*) describe al payador como Trovador popular y errante, que canta, acompañándose en la guitarra, improvisando coplas, por lo regular a competencia con otro, o de contrapunto, como vulgarmente deci- mos en este país, midiéndose entre ambos competidores su numen versificador en una especie de diálogo, en el que, con mucha frecuencia, suelen arrancar estruendosos aplau- sos de los cireunstantes el ingenio y agudeza de los cantores y la prontitud y esponta- neidad con que el uno contesta victoriosamente a las chuscadas del otro. Payada, según el mismo autor, es acción y efecto de payar, payada de con- irapunto, la que sostienen dos payadores, alternando a competencia; payar, cantar un payador acompañándose en la guitarra e improvisando coplas, parti- enularmente alternando con otro de contrapunto o a competencia. En Chile hallamos la palabras palla (paya), pallador (payador), payadu- ra, pallar (payar); véamse los detalles en los siguientes comprobantes litera- rios : PAYAR, PAYADOR, PAYADURA. El pobre campesino que recibe de la Providencia, no dire- mos el fuego sagrado de los vates, pero sí buen oído i facilidad para versificar improvi- sando, suele, i más exactamente solía, acompañado de su guitarra o solo, trovador de poncho i a lo más de chaqueta burda, andar de villorio en villorio, de bodegón en bode- gón, de mingaco en mingaco, i de velorio en velorio, dando muestras de su habilidad, ora asociándose a los pesares o alegrías de los que le brindaban un plato de comida, un trago para remojar el polvo del camino i una silla, ora buscando un competidor con quien me- dir su injenio en tosca parodia de las justas poéticas que allá en la Edad media gustaban los maestros de la gaya ciencia. Tales son los payadores en Chile i principalmente del otro lado de la cordillera. La acción i efecto de payar es la paya o payadura. ¿Cuál es la etimología de estas voces? No nos atrevemos a afirmar ninguna, si bien nos inclinamos a creer que ellas sean una aplicación a estos rústicos trovadores de la palabra ppaclla que en quichua es campesino pobre. Sobre los payadores i sus versos, dice el señor Valderrama en su Bosquejo histórico de la poesía chilena : «... Tienen una literatura especial que vamos a tratar de esponer en pocas palabras. (1) GARZÓN, Diccionario argentino, páginas 363-364. Barcelona, 1910. A AA rc R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 9 La primera se refiere al poema en general : Nota I (edición 3?, pág. 363): Esta composición pertenece a un género que puede llamarse nuevo, no tanto por el asunto cuanto por el estilo. Las costumbres primitivas y originales de la pampa han tenido entre nosotros muchos cantores, pero casi todos ellos se han limitado a copiarlas toscamente, en vez de poetizarlas, poniendo en juego sus pasiones, modificadas por la vida del desierto, y sacar partido de sus tradiciones y aún de sus pre- No conocen mas que tres clases de composiciones, que son la tonada, el corrido i la palla... «La palla, en fin, es una composición de cuartetas en que se pregunta i se responde : composición eminentemente agresiva, siempre improvisada, lucha intelectual que tiene lugar entre dos palladores i que hace la delicia (dispense Ud. señor Baralt) de la chingana. » ¡Tiene la palabra paya un equivalente castellano? La que más se le aproxima de cuan- tas están en nuestro conocimiento es trova; pero trova no trae a la imaginación la idea de una composición poética i dialogada, que es lo que distingue a las payas de las trovas. Los franceses tienen la voz, al parecer provenzal, tenson, si bien ella no se encuentra en el diccionario de Noél i Chapsal. ¿Podríamos traducirla por tensión? Creemos que sí. No viene ella, es cierto, en los die- cionarios de la lengua; pero no faltan apreciables escritores que la hayan usado, sobre todo en verso (?) : j I aquellas dulces tensiones Llenas de amorosas sales Serventesios i canciones, I aquellos juegos florales Con premios y distinciones. (JUAN AROLESs, Poesías.) PALLA. — Véase : Pallador. PALLADOR. — Es un americanismo que proviene de pallar (también verbo americano). Pallar significa decir pallas, vocablo que tiene dos significados : 19 el de mentira, y 2 el de coplas improvisadas por dos palladores que conversan o disputan en verso. Dichas coplas son generalmente de cuatro versos octosílabos, asonantados los pares, y una que otra vez aconsonantados. En esta especie de justas poéticas, los palladores solían cantar Sus versos; pero en el mayor número de ocasiones, se contentaban con recitárselos al con- trario. Atendiendo a que, tanto en el sentido de copla como el de mentira, que tiene palla, se acercan al del castellano parla (exceso en el hablar); parece natural que de parla se hiciera palla, con el cambio de la r en l, al modo como ocuparla, mirarla, hacerlo, etc., se convertían, allá en lo antiguo, en ocupalla, miralla, hacello, etc. El fenómeno inverso de este cambio de sonidos se ve en el vocablo carlanca, que en algu- nos lugares de España se dice carranca, en el cual es la 1 que sigue a la r, la letra con- vertida en r. En esta virtud, el pallador sería entonces, un parlador o parlero, cuyo sentido se corresponde, más bien que el de hablador, con el de mentir o el de recitar versos sin tasa ni medida. PALLADORES A LO DIVINO Y A LO HUMANO. — Los palladores se dividían en palladores a lo humano, y palladores a lo divino. Éstos disparataban divinamente, y aquéllos can- taban barbaridades inhumanas. Por fin, también había algunos que hacían a pluma y a pelo, es decir, que hablaban de Dios, de los ángeles y del Cielo empírico, con la misma frescura con que trataban de medicina, de astronomía y de todo cuanto ignoraban. PALLAR. — Véase: Pallador (?). (*) RonrícGuUEZ, Diceionario de chilenismos, páginas 356-358. Santiago, 1875. (2) Barros GREz, La academia político-literaria (novela de costumbres politicas). [Apéndice con 10 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ocupaciones. Así es que, para hacer hablar a los gauchos, los poetas han empleado todos los modismos gauchos, han aceptado todos sus barbarismos, elevando al rango de poesía una jerga, muy enérgica, muy pintoresca y muy graciosa, para los que conocen las costumbres de nuestros campesinos, pero que por sí no constituye lo que propia- mente puede llamarse poesía. La poesía no es la copia servil, sino la interpretación poética de la naturaleza moral y material, tanto en la pintura de nn paisaje, como en el desarrollo lógico de una pasión o de una situación dada. Así como en pintura o en estatuaria la verdad artística no es la verdad material, puesto que no es el mejor retrato el que más exactamente copia los defectos, así también la verdad poé- tica es muy distinta de la realidad concreta, es decir, que sin ser pre- PaLLa, f. 2. Término literario [es decir, que se usa en Chile con cierta frecuencia por escrito e impreso, al menos en la prensa diaria), composición poética popular que con- siste en una controversia de dos poetas cantores (palladores) acerca de algún tema deter- minado, o cambiando de tema en cada estrofa, proponiéndose preguntas difíciles, más o menos alternativamente. Se llaman también « versos de dos razones », i hoi en Chile más comúnmente « contrapuntos ». Las estrofas son jeneralmente cuartetas, rara vez estrofas más largas, i a veces com- posiciones de glosa de cinco décimas. El canto se acompaña en vihuela (guitarra) o gui- tarrón. Es la tenson de los antiguos provenzales, los Wettgesámge de los Meistersinger, las « preguntas i respuestas » de los antiguos cancioneros castellanos. Compare mi artículo Ueber die gedruckte Volkspoesie von Santiago de Chile (Abhandlungen Herrn Prof. Dr. Adolf Tobler... dargebracht von dankbaren Sechúlirn, Halle 1895, páj. 150 1 sig.). — f. 3. Término familiar [usado en conversación, aun por jente educada, pero que rara vez se escribe], cuentos i bromas mentidos, para la diversión del público. PALLAR. 1. Término familiar, coplear, improvisar canciones, especialmente en contro- versia entre dos cantores. 3. Contar cuentos, mentiras, chascarrillos; competir con uno o tal jénero de entretenimiento. PALLADOR, m. 1. Término literario, el cantor popular que canta en « palla ». || 2. Tér- mino literario, el cantor popular en jeneral; esta acepción es más bien usada entre lite- ratos, i no entre el pueblo, por figurar la voz en el diccionario de la Academia, 13% edi- ción, con la definición « coplero i cantor popular errante, en la América del Sur »; i por ser muy usada en la Argentina = « gaucho cantor». Compare GRANADA, 313 (*). ¿Cuál es el origen de la palabra que nos ocupa? Debemos tener presente que hoy sólo se halla en Chile y en los países del Plata; no existe en España. Se explica, pues, que hay autores que buscan el origen de la citada voz en un idioma autóctono americano, el quichua (Rodríguez y Lenz, obras cita- das, la Academia Real), y Lenz se esfuerza identificar el término en cuestión, con cetro igual que deriva, cree, del quichua y se usa en la minería peruana (palla, separación, selección de los minerales de una mina según la ley; pallaco, el mineral que se recoge (a menudo furtivamente) en los desmontes de las mi- nas; derivados, son pallaquear, pallaquero, pallaqueo). terminando Lenz: «de modo que pallar, es “recojer (los pedazos de valor) en el suelo” y probablemente en metáfora “recojer el lance, el desafío del contendor poético. Es posible... que paginación especial: Vocabulario de las palabras y frases no castizas que figuran en esta obra, pá- gina 41.] Talca, 1890. (1) Lenz, Diccionario etimolójico de las voces chilenas derivadas de lenguas indijenas americanas, pájinas 549-550,889. Santiago de Chile, 1904. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA TL cisamente el trasunto de la vida de todos los días, es, sin embargo, hasta cierto punto su idealización, que sin perder de vista el original, lo ilumina con los colores de la imaginación, agrupa en torno suyo los elementos que no se encuentran reunidos en un solo individuo, y que no obstante existen dispersos, y que reunidos forman lo que se llama un tipo. Así es como he comprendido la poesía, y así la han comprendido todos los grandes maestros, si estudiamos con atención sus obras. La elegía a Santos Vega no es sino la aplicación ingenua de esta teoría : en ella he procurado elevarme un poco sobre la vida la acepción de canto se haya primitivamente aplicado a un canto de cosecha. » Otro grupo de autores, busca la etimología de payador, etc., en la misma Europa : PALLAR, dice Paul Groussac (*), es castellano viejo (sin que importe decidir si el qui- chua pallani = separar, es mera coincidencia o importación española, como v. gr. : el aimará azuca = azogue o el araucano cahuallu = caballo) : corresponde al francés or- pailleur = el que extrae las pajitas de oro de la arena. Leopoldo Lugones acude al provenzal cuando escribe (?): Las voces payador y payada que significan, respectivamente, trovador y tensión (5% acepción del diccionario de la Academia), proceden de la lengua provenzal, como debía esperarse, al ser ella, por excelencia, la « lengua de los trovadores »; y ambas formáronse, conforme se verá, por concurrencia de acepciones semejantes... Todas estas voces proceden del griego paizo, juego infantil, que viene a su vez de pez, pedos, niño en la misma lengua. El bajo griego suminístranos, al respecto, vínculos pre- ciosos en las voces bagía y baña, nodriza; bagilos y bañoilos, maestro primario. Ellas pasa- ron al bajo latín, revistiendo las formas baíula y bajulos, respectivamente. Paola era también puérpera en la baja latinidad. Lamentamos que Lugones se ha perdido en la mitad del camino. Teniendo en vista el verdadero significado de payador, payada, etc., encontramos en el anti- guo griego los verbos BW, más (ballein, palleim), ete., cuya raíz pasó al latín e hizo brotar de este tronco, en los idiomas romances, gran número de pala- bras (*); en italiano, por ejemplo, ballare=esp. bailar; it. pallare = esp. jugar la pelota, ete. Actualmente, en el español, bailar significa danzar y no cantar, pero existe en el gallego, como voz anticuada, ballar, en la acepción de can- tar (*). Hay también en las islas Baleares una aldea, agregada al municipio de Esporlas, de nombre Balladors. Las palabras de la ramificación española, co- mienzan pues con b. pero la existencia de una variante griega pallein, permite admitir que en dialectos castellanos, también hayan existido derivados que co- mienzan con p, y como tales consideramos nosotros a las voces pallar y pallador, ete. Hánse extinguido en la madre patria, pero pasaron a América ha siglos, conservándose en partes de Chile la pronunciación original (1), mientras que en el Plata, la ll se transformó en y, como ha sucedido en tantos otros Casos. (1) Groussac, 4 propósito de americanismos. Anales de la Biblioteca, 1, página 386, nota. Buenos Aires, 1900. Reproducido en : GRoussac, El viaje intelectual. Impresiones de naturaleza y arte, pri- mera serie, página 387, nota. Madrid, 1904. (2) Lucones, El payador, 1, página 9-10. Buenos Aires, 1916. (*) KórTING, Lateinisch-romanisches Wórterbuch, página 96. Paderborn, 1891. (*) Cuveiro Prior, Diccionario gallego. Barcelona, 1876. 12 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS real, sin olvidar el colorido local y sin dejar de mantenerme a la altura de la inteligencia del pueblo. Por lo demás, ella se funda en la tradición popular que ha hecho de Santos Vega una especie de mito, que vive en la memoria de todos, envuelto en las nubes prestigiosas del misterio, sin haber dejado otra cosa que la tradición de sus versos improvisados, que el viento de la pampa se ha llevado. Nota IT (edición 3?, pág. 129): Histórico. Santos Vega murió de pesar, según tradición, por haber sido vencido por un joven desconocido, en el canto que los gauchos llaman de contrapunto, o sea de réplicas improvisadas en verso, al son de la guitarra que pulsa cada uno de los cantores. Cuando la ins- piración del improvisador faltó a su mente, su vida se apagó. La tra- dición popular agrega que aquel cantor desconocido era el diablo, pues sólo él podía haber vencido a Santos Vega. Nota III (edición 3?. pág. 364): Los gauchos dan el nombre de vela (encendida) a los fuegos fatuos que se levantan de los sepuleros, y que suponen ser el alma en pena de los muertos. Se ve que la nota se refiere a la forma del verso como aparece en las dos primeras ediciones, y que no tiene derecho a figurar en la tercera, en la cual la vela se ha trocado en llama. Nota IV (edición 3*, pág. 150): Lo mismo que improvisado. Esta nota falta en la primera edición, donde la palabra derre- pente tampoco está marcada con bastardilla. Nota V (edición 3*, pág. 364); se refiere a los cuatro últimos Versos : Reminiscencia de un pensamiento de Thomas Grey, que, aunque lejana, tuve presente al escribir estos versos. De la elegía a Santos Vega como Mitre mismo lo llama, y de R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA TS sus notas, resulta, para los fines de nuestra investigación, lo si- guiente : Mitre cree en la existencia real de algún «bardo inculto de la pampa » que solía cantar bajo un ombú, acompañándose con la guitarra, del cual la tradición popular ha hecho un mito y cuyos cantares (o más bien, cantares atribuídos a él!) se trans- miten por la tradición oral. Murió de pesar por haber sido ven- cido, después de payar dos días en contrapunto con un joven desconocido, el diablo, pues sólo éste pudo haberlo vencido, reventándose al mismo tiempo la bordona de la guitarra del cantor. Fué llevado a caballo hasta la tumba, hecha bajo un tala y marcada después con una cruz; pero su «alma en pena » aparece de vez en cuando como fuego fatuo, y en los alrededores del sepulcro óyese también resonar su guitarra. Todo esto ha de haber acontecido en el sur de la provincia de Buenos Aires, en los campos del Tuyú. Parece que la poesía de. Mitre no es muy conocida. Observa- mos que ya los dos primeros versos contienen una contradicción que Mitre mismo ha tratado de disipar en la edición definitiva; que sus cantares vivan en la memoria de su pueblo, ¿no es acaso la mayor gloria que puede anhelar un cantor o poeta? Puede ser también que la elegía de Mitre haya sido más popular en sus prin- cipios, y que fuera menos recordada una vez que Rafael Obliga- do comenzó a dedicarse al mismo tema. En mis indagaciones bi- bliográficas, hallé pocos vestigios dejados por aquellos versos. En sus pintorescos bosquejos de la vida campesina, don Oc- tavio P. Alais (1), describe también el payador y después de haberse ocupado del cantor común, continúa : ¡Cuántos otros hay de « larga fama », hasta el mismo Santos Vega, el representante no por legendario menos acabado del payador ar- gentino!... (1) ALars, Vida de campo (Costumbres nacionales), páginas 42-43. Buenos Aires, 1904. 14 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ah! muchas veces, muchas, sí! se habrá escuchado su voz derra- mando toda la savia de su inspiración fecunda, cantando todo lo bello, la madre naturaleza, el amor, la patria... pero ya de todo eso, poco, muy poco nos queda, legado por la tradición como estimable heren- cia, como algo que aún flota en el aire de nuestras pampas... un re- cuerdo... humo... nada más. El general Mitre nos lo ha dicho en sus rimas : Santos Vega, tus cantares No te dieron fama y gloria, Mas viven en la memoria De la turba popular; Y sin tinta ni papel Que los salve del olvido, De padre a hijo han venido Por la tradición oral... Algunos errores de transcripción en esta estrofa no dejan duda que por los párrafos recién citados de Alais, Volkmar Hólzer (1) alcanzó a conocer el principio de la composición poé- tica de Mitre; en su bosquejo sobre la poesía popular argentina, presenta aquella estrofa con el siguiente prolegómeno : Der Gauchosánger, wie ihn Sarmiento schildert, fúbrt unter dem argentinischen Landvolk den Berufsnamen «el payador ». Ein sol- cher war der sagenberúhmte, vielbesungene Santos Vega, dessen Per- sónlichkeit und Lieder noch heute unter den Gauchos fortleben, ob- wohl kein einziger Vers von ihm aufeezeichnet worden ist. hm wid- met der grosse Staatsmann und gelehrte Geschichtschreiber des argentinischen Befreiungskrieges, General Bartolomé Mitre, die fol- genden mehr gutgemeinten als formvollendeten Verse : Santos Vega, tus cantares, etc. En traducción castellana : El gaucho cantor como lo pinta Sarmiento, lleva entre la gente de (1) HóLzer, Argentinische Volksdichtung. Ein Beitrag zur hispano-amerika- nischen Literaturgeschichte. Gymnasium und Realgymnasium zu Bielefeld, Bei- lage zum Jahresbericht 1911-12, páginas 7, 30. Bielefeld, 1912. PO A O AAA R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 15 la campaña argentina el nombre profesional de « payador». Tal era Santos Vega, renombrado en leyendas y cantares, cuya personalidad y cuyas canciones viven hoy día todavía entre los gauchos, aunque ningún verso de él fué apuntado. A él dedica el general Mitre, el gran estadista y sabio historiador de la guerra de la independencia argentina, los siguientes versos que son bien intencionados sin ser acabados en su forma : Santos Vega, tus cantares, etc. Parece, sin embargo, que estos versos han entusiasmado al crítico, pues más adelante el mismo Hólzer ensaya una versión alemana la cual, a mi modo de ver, resultó bastante buena : Santos Vega, deine Lieder Brachten dir nicht Ruhm und Ehren, Doch sie werden ewig wáhren, Treubewahrt im Kreis der Brúder; Niemals wird dein Lied verhallen, Nicht braucht's Pergament und Tinte, Wo von Vaters Mund dem Kinde Traulich deine Weisen sehallen. SANTOS VEGA EN LA LITERATURA ARGENTINA (1838-1877) Figura tan interesante como Santos Vega se encuentra men- cionada de vez en cuando, en la literatura argentina. Citaremos en orden cronológico los comprobantes que hemos podido hallar desde 1838 (fecha en que fueron compuestos los versos de Mitre) hasta el principio del octavo decenio del siglo pasado, época de nacimiento del poema de Rafael Obligado. En febrero de 1856, don Miguel Cané escribe en París, unos apuntes sobre el gaucho argentino, considerándolo bajo el punto de vista económico y político, y marcando su influencia para el desarrollo étnico y social del país. Entre las manifestaciones 16 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS entusiastas de poetas y escritores que con cariño, se ocupan del gaucho, idealizándolo en conjunto con el desierto de la Pampa en la presente monografía abundan las comprobaciones — la crítica de Cané, seca, fría, pero observando los hechos sin los anteojos del romanticismo, cae como helada sobre las tiernas plantas de un prado. Dice entre otras (1) : Hace diez años que ese elemento de atraso y desorden revestía aun su corteza salvaje, virginal : el frote de otras necesidades, de otro or- den de cosas, va poco a poco gastando ese tipo que parecía perpetuarse, por desgracia, en las generaciones venideras... entonces, nuestros poetas que hoy sueñan y adivinan la civilización, irán a buscar en las tradiciones de Santos Vega y de tantos otros trovadores de las pam- pas, el colorido de las épocas primitivas y el tipo que habrá desapa- recido bajo la máscara lustrosa del hombre modificado por los usos de la vida civil. El romance y la poesía habrán perdido un bello cam- po, pero la patria, la civilización y el progreso positivo habrán gana- do inmensamente. ¡Feliz el día en que los pueblos del Plata vean brillar esa aurora! Como agradecimiento por la dedicatoria que de su Fausto le hiciera Estanislao del Campo (2), Ricardo Gutiérrez le eseri- bió una larga carta que éste insertó en el principio de su poe- ma, cuyos protagonistas son dos gauchos, Don Laguna y Anas- tasio el Pollo. Dice Gutiérrez entre otras cosas : Su leyenda está colorida con las dos tintas más sublimes de la poe- sía, la filosofía y el sentimiento, que son los arqueos de la expre- sión : el que sube sobre esta trípode, está en el camino de la belleza, de donde se domina todo accesorio : el que entra al espíritu, domina el material; así Hidalgo no ha copiado al gaucho; ha mirado por los ojos del gaucho; no se ha amanerado a su sentimiento, ha sentido por su corazón. (1) CaxÉ, El gaucho argentino. La revista de Buenos Aires, V, página 664. 1864. (2) DeL Campo, Fausto. Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la re- presentación de esta ópera, página 11. Buenos Aires, 1866 [editio princeps|. — Hay muchas ediciones posteriores de la célebre obra. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 17 - Todas estas dificultades redundan en provecho de usted, una vez que se ha levantado a la atmósfera de la interpretación verdadera : Anastasio el Pollo es aquí de la raza de Santos Vega. Va como introducción del Fausto también una carta de Car- los Guido y Spano, de la cual tomamos las siguientes líneas : Pláceme, trovador paisajista por habernos puesto en íntima relación con esos dos aparceros, parias de nuestra sociedad, llena de galas postizas y descoloridas por nuestra adopción de costumbres exóticas que van a conversar al río, que con la pampa de donde vienen, son las únicas cosas grandes que nos van quedando. Parientes de Santos Vega, aquel de la larga fama, se perderán como él en el desierto, per- seguidos y errantes después de haber exhalado sus trovas al pasar por la ciudad, que envuelta en una atmósfera pesada y deletérea, as- pira con deleite el perfume de las flores campesinas arrancadas por la mano de sus románticos pastores. Dedicado al autor del Fausto, se conoce también un estudio literario, escrito por Aristóbulo del Valle; considerando a San- tos Vega como personaje real, dice de Estanislao del Campo (1) : Así debía cantar Santos Vega y así cantan los payadores argen- tinos. Siguiendo nuestras investigaciones bibliográficas tropezamos con Hilario Ascasubi. Como su obra tiene mucha importancia para el tópico de nuestro trabajo, es necesario dedicarle aten- ción especial. Ascasubi, dice Felipe Martínez (2), tiene el mérito de serel primer poeta notable argentino que inició y elevó la poesía gauchesca, si- guiendo las huellas del oriental Hidalgo : fué el primero que se separó del rumbo hasta entonces corriente de la imitación de la literatura (1) DeL VaLtLE, Estanislao del Campo. Sus poesías. Revista Argentina, VI, página 545. 1870. (2) Martínez, La literatura argentina desde la conquista hasta nuestros días, seguida de un estudio sobre la literatura de los demás países hispano-americanos, primera [única] parte, páginas 139-140. Buenos Aires, 1905. T. XXI 2 18 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS del viejo mundo que tan sólo un débil eco podía producir en éste, donde todo es nuevo, todo virgen, vigoroso y lleno de esperanzas. Ascasubi se dió cuenta de que no debía malgastar sus fuerzas en ser- viles remedos literarios y consagró su numen a la pintura fiel de lo que pasaba a su alrededor, dando a conocer las ideas y sentimientos de toda una raza de una manera sencilla, descendiendo hasta la inte- ligencia del pueblo cuyo peculiar lenguaje aprovecha y en el cual pre- senta imágenes poéticas que hacen vibrar las cuerdas más íntimas del corazón, para labrarse el pedestal de la gloria. La vida errante del gaucho argentino que, nacido, criado y educado entre la vasta pampa que forman sus campos, ha aprendido a luchar con los elementos, a domeñar las fieras, despreciando continuamente su vida, sin más medios que el cuchillo que lleva a su cintura, su lazo, su potro, compañero inseparable, al que rinde una especie de culto supersticioso ; errante por voluntad o por necesidad ; sus cos- tumbres, usos, hábitos, desconocidos en el viejo mundo; su lenguaje figurado, pintoresco, enérgico, siempre recargado de imágenes y com- paraciones, todo esto necesitaba para ser diseñado con verdad un poeta privilegiado que, fiel intérprete, nos lo hiciera palpable. Asca- subi acometió esta empresa y por cierto no se mostró indigno de to- marla cuando la dió cima con tanta facilidad y desembarazo. No es tarea nuestra tratar de la poesía gauchesca argentina; para fijar la posición de Ascasubi y el valor de sus obras, bas- tan pocas citaciones. Bartolomé Hidalgo, dice Fred. M. Page (1) en su tesis presentada a la Facultad de filosofía de la Universidad de Heidelberg, is so to speak, the father of this style of poetry: but the most celebrated of all perhaps, is Hilario Ascasubi (Aniceto el Gallo). Ascasubi, dice su biógrafo (2), a traduit ses inspirations et déve- loppé ses tableaux dans cette langue de Calderon et de Cervantes, qui ne se montre jamais entiérement, sans les voiles et les dissimulations de la beauté, á ceux qui ne l'ont point bégayée au berceau. (1) Pace, Los payadores gauchos. The descendants of the juglares of old Spain in La Plata. A contribution of the folk-lore and language of the Argentine gaucho. Phil. Diss., página 27. Heidelberg, 1897. (2) GALLET DE KULTURE, Quelques mots de bioyraphie et une page d'histoire. Le colonel don Hilario Ascasubi, página 45. Paris, 1865. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 19 Contra el culto exagerado del gauchismo en la vida nacional argentina, nadie se ha pronunciado con mayor energía e ironía que Juan Agustín García (1) al contestar el discurso de Carlos Octavio Bunge sobre el derecho en la literatura gauchesca : Lugones considera a Martín Fierro como poema épico, y su con- cepto fué aplaudido con entusiasnio por manos enguantadas y por los hombres políticos dirigentes, y también por los jóvenes y por las ni- ñas. Así resurgía una leyenda nacional vivaz, cantada por poetas de talento, comentada por un poeta de gusto y de prestigio, de imagina- ción creadora. Nos bañábamos en las aguas del más puro nacionalismo, leyendo a Martín Fierro, Del Campo y Ascasubi, con la cadencia algo lasciva de la música del tango en el oído y la cantilena adormecedora del pe- ricón. Y como es agradable reflexionar sobre los símbolos, yo me preguntaba mientras aplaudía las felices imágenes de Lugones : ¿Qué es lo que aplaudo ? Y entonces practiqué rápidamente el análisis de Martín Fierro, Aniceto Lucero, Santos Vega. Y voy contaros lo que me dijeron esos nombres ilustres. «El gaucho no cree en Dios ni en el amor, me decía con brusque- dad Martín Fierro. La china ocupaba un lugar secundario; era el episodio efímero y fugaz, en el desarrollo de mi vida. Ignoraba la ter- nura, carecía de la imaginación que transforma e ilusiona, la base de todas las pasiones amorosas. Si a veces maté por celos, no le ins- piraba el culto religioso de una mujer, sino un orgullo enfermizo, que fué mi característica y mi demonio interior... » Y Santos Vega me dijo, mientras se tocaba un pericón : « No creí en Dios ni en los santos; me puse al nivel del indio y del negro; unas cuantas supersticiones y algunos fetiches, bastaron para satisfa- cer las necesidades de mi alma, abandonada de todos. » Y los tres repetían en la ronda del pericón : « Ignorábamos la jus- ticia, el honor, la bondad y el deber; éramos indisciplinados, sensua- les, muy valientes y de un egoísmo feroz. Con nosotros nada se ha- bría fundado; éramos la paja brava de las pampas y habríamos sofocado todas las flores de la civilización. » Y oí unas risas frías, (1) García [Discurso], Anales de la Academia de filosofía y letras, II, pági- nas 34-36. Buenos Aires, 1914. 20 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS en sordina, que se alejaban ; una música de hielo, como venida de la región de la muerte. Lo que Ascasubi nos transmite respecto a la personalidad del legendario payador, es bien poco. En una de sus poesías, evoca, en boca de un gaucho, el recuerdo lejano del trovador tal como vive todavía entre la gente (1) : Luego a pie me fuí a la esquina, Y al sentirme delgadón Compré pan y gutifarras Y un rial de vino carlón ; Atrás me chupé otro rial, Después me soplé otros dos ; Y en seguida a la guitarra Me le afirmé tan de humor, Que ni el mesmo Santos Vega, Que esté gozando de Dios, Se hubiera tirao conmigo ; Porque estaba de cantor Con la mamada, paisano, Lo mesmo que un ruiseñor. arece que Ascasubi ha oído también de la payada entre Santos y el diablo, pues dice algo al respecto, aunque de un modo indeciso, cuando un personaje gauchesco llamado San- tos Vega por Ascasubi, relata las fechorías del Mellizo de La Flor (v. m. a.) (2): Santos Vega que pensaba Que, de Salomón abajo, - (1) Ascasubr, Zrovas de Paulino Lucero o colección de poesías campestres desde 1833 hasta el presente, Y, página 14. Buenos Aires, 1853. — Puulino Lucero o los gauchos del Río de la Plata cantando y combatiendo contra los tiranos de las repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay (1839 a 1851), página 11. Paris, 1872; ídem, 22 edición, páginas 9-10. Buenos Ai- res,-1900. (2) AscAsuBI, Santos Vega o los Mellizos de La Flor. Rasgos dramáticos de R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 21 En la redondez del mundo Jamás había pisado Un payador de su laya, Pues que habría revolcado No sólo a Santa Cecilia, Sino al diablo coronado... En otro párrafo, al fin, Ascasubi (1) nos comunica el primer nombre del legendario payador José, bautizando «José Santos Vega a uno de los tres mozos argentinos y payadores que sen- tados en rueda a la orilla de un fogón y al pie de las trincheras de Montevideo, se lamentan cantando trovas; canta el entre- rriano :. ¡ Ay! soy argentino notorio, Aquí entran los gustos míos, Yo soy José Santos Vega, Payador del Entre Ríos ; Payador del Entre Ríos, Que presumo en la ocasión Presentármele a Lavalle, General de la Nación. la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina (1778-1808), página 70. París, 1872; ídem, 22 edición, página 59. Buenos Aires, 1893. — Al fin de 1915, en la colección de obras argentinas publicadas bajo el título de La cultura argentina por Giuseppe Ingegnieros, hase editado un tomo con el Fausto de E. del Campo; el Martín Fierro de J. Hernández, y diez ca- pítulos del Santos Vega, de H. Ascasubi. La dirección de La cultura argen- tina no menciona en el título que la reproducción del Santos Vega, de Ascasubi es incompleta; y para aumentar la confusión, ha agregado al título principal (Santos Vega) el subtítulo £l payador, que falta en las ediciones originales. Eso de Santos Vega el payador, es parte de una canción popular (v. m. a.)! Es tanto más absurdo agregar el payador, al Santos Vega, de Ascasubi, en cuanto éste ni canta ni paya! En sus últimas obras, Martiniano Leguizamón ha criticado también el proceder incorrecto del editor de La cultura argentina (LeGUIZAMÓN, La cinta colorada. Notas y perfiles, página 283-284. Buenos Aires, 1916. — Idem en : El gaucho. Su indumentaria, armas, música, cantos y bailes nativos, página 6-7. Buenos Aires, 1916.) (1) AscasuBr, Zrovas, etc.. páginas 75-76. Paulino Lucero, etc., 12 edición, página 159; ídem., 22 edición, página 137 (las dos últimas veces hay un error de imprenta, Vera en vez de Vega). 22 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La obra principal de Ascasubi se llama Santos Vega o los Mellizos de La Flor. Forma con Aniceto el Gallo y Paulino Lucero, «Santos Vega el payador en traje de gaucho del siglo pasado» (siglo XVI. Leyenda de un xilograbado, según un dibujo de Vierge; del Santos Vega de Ascasubi, edición de París, 1572. Faltan indicacio- nes sobre el origen y las bases del modelo. una trilogía « criolla de buena ley ». El valor de las tres obras es distinto. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 23 El Santos Vega, dice Ernesto Quesada (1) tiene verdadero sabor épico; pero las trovas de Paulino Lucero no hacen sino comentar to- dos los sucesos de la guerra civil, de 1839 a 1851; y el Aniceto el Gallo es un extracto del periódico gauchi-político, publicado por el autor en Buenos Aires, durante la época separatista. Estos dos últi- mos son, pues, lucubraciones políticas. Las críticas recién reproducidas comprueban que el solo título de la obra de un poeta tan renombrado, tuvo que propagar tam- bién el personaje del título, o sea a Santos Vega. Pero Asca- subi lo considera como un mito, y en su poema épico Los Melli- zos de La Flor, el gaucho que relata las fechorías de un célebre bandido, es bautizado por el poeta con el nombre de Santos Vega, y el recuerdo del trovador ha desaparecido a tal punto que en el poema, ya no canta, que cuenta los hechos memorables de antaño. Se comprende además que es licencia poética cuando Ascasubi dice que Santos Vega es puntano, o sea originario de la provincia de San Luis (2). Pero veamos lo que el poeta mismo dice con respecto al héroe mítico de la pampa (3): El canevas o red de Los Mellizos de La Flor, es un tema favorito de los gauchos argentinos; es la historia de un malevo capaz de cometer todos los crímenes, y que dió mucho que hacer a la justicia. Al refe- rir sus hechos y su vida criminal por medio del payador Santos Vega, especie de mito de los paisanos que también he querido consagrar, se une felizmente la oportunidad de bosquejar la vida íntima de la es- tancia y de sus habitantes, y describir también las costumbres más peculiares a la campaña con alguno que otro rasgo de la vida de la ciudad. Suprimidos los detalles secundarios, el argumento del Santos Vega de Ascasubi es el siguiente. (1) Quesaba, £l criollismo en la literatura argentina, página 27. Buenos Ai- res, 1902. (2) 1a edición, página 80; 22 edición, página 67. (3) la edición, página XLIX; 22 edición, página XXXVII. 24 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Encuéntranse casualmente, al llegar a una tapera, dos paisa- nos, Rufo Tolosa y Santos Vega el payador, Gaucho el más concertador Que en ese tiempo privaba De escribido y de letor, El cual iba pelo a pelo En un potrillo bragao, Flete lindo como un dao Que apenas pisaba el suelo De livianito y delgao. Al saber Rufo que el otro era Santos Vega, Se quitó el sombrero atento Y con todo acatamiento Se le ofreció con empeño A servirle al pensamiento. Tal merece un payador Mentao como Santos Vega, Que a cualquier pago que llega, El parejero mejor Gaucho ninguno le niega. La marca del caballo de Vega llama la atención de Rufo, pues le recuerda las fechorías de un malevo cristiano; pide a Vega que le cuente esa historia y lo invita a su rancho, cerca de San Borombón. Acude éste y narra: Como treinta años hará, en la cima de una loma paraba en su Estancia Grande o de La Flor, don Faustino Bejarano, anda- laz rico, con su esposa doña Estrella. Después de esperar mu- cho, tienen un hijo que hacen bautizar, con el pompo de la épo- ca, en Chascomús. Crían con él, a dos mellizos huérfanos, hijos del capataz de la estancia; Jacinto es chico bueno, pero Luis ya demuestra los instintos del bandido. Cuando ya medio gran- de, se fuga en una noche, robando al propio hermano poncho y R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA bt Qt puñal; va a parar en el ranchito de un pescador, a quien roba la plata, y es devuelto a don Faustino por el sargento Berdún. Por los azotes que aquél le manda dar, jura vengarse y en el casamiento de Berdún, le roba el caballo ensillado y se fuga otra vez. Desde entonces por el sur Ni su tastro se encontró, Hasta los años después Que ya mozo apareció, Tan matrero y vengativo, Como asesino y ladrón Y tan perverso, que fué De estos campos el terror. Ansí fué que la justicia Hasta un premio prometió Para aquel que lo agarrara Vivo o muerto al saltiador. Consigue al fin el mismo Berdún, prender con su gente al terrible Mellizo de La Flor. Llévanlo a Chascomús y de allí a Buenos Aires; al bajar el malevo frente al Cabildo, andan los colegiales paseando, entre ellos Ángel, estudiante de teolo- gía, hijo único de don Faustino. Condenado a muerte, el virrey, a instancias de don Faustino y doña Estrella, transmuta la pena en diez años de prisión; y socorrido por los esposos, que espe- ran que Luis se corrija en la cárcel, pasa buena vida. Consigue doña Estrella (que no se olvida que Luis se ha cria- do con su hijo) que al cabo de unos años, éste, en la Semana Santa, vaya a la iglesia a recoger limosna: y Luis en adelante, suele ir de limosnero los viernes, día designado en aquella época para que los presos, escoltados, salieran a pedir algo para el pre- sidio. En una de estas ocasiones, Luis invita al soldado que lo acompaña, a tomar vino; mata a éste y al fondero y huye en un caballo robado. La persecución del criminal por la justicia es sin resultado : 26 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Luis el Mellizo se ahugó En el Paraná juyendo Cuando el alcalde Berón En la vuelta de Montiel A perseguirlo salió El día que ese asesino Al Paraná se lanzó. Más tarde, la Gaceta publicó la noticia de que el cadáver del criminal había sido encontrado cerca de San Pedro. Pero no era exacto. En una noche, Berdún es atacado por el bandido, pero Azucena, su mujer, quema al criminal, durante el asalto, con el :'aliente hierro de marcar. Un malón de indios enciende el ran- cho que, con el cadáver de Berdún, se vuelve ceniza, y Azuce- na, sospechada del crimen, es encarcelada y remitida a Buenos Aires. Encárganse de ella don Faustino y doña Estrella, y aun- que medio trastornada, la cuidan en su casa... hasta que ¡oh milagro! vuelve Berdún, vivo y sano... Durante aquel asalto fué llevado en desmayo por los indios, entre los cuales tenía una hermana cautiva, cuyo hijo es el protector del herido. Jacinto, el otro mellizo, ha llevado la vida muy tranquila de chacarero; al fin cae enfermo y es llevado al cementerio, como muerto, en una carreta de campo, guiada por un forastero (Luis) que aparece en el escenario como deus ex machina. En el camino resucita Jacinto; el guía, asustado, cae del pértigo y las ruedas lo aplastan; pero vive el tiempo suficiente para confesarse a Ángel, ahora cura del pago; la marca, dejada por el hierro ca- liente en su espalda durante el asalto contra Berdún, comprueba el relato de Luis moribundo. Como se ve, los sucesos son vulgares, criminales y fantásti- cos a la vez, las combinaciones inverosímiles. Será ésto defecto de aquella época literaria; no obstante, la narración es corrida e impresionante y da idea de aquellos tiempos. Ascasubi pertenece a aquellos poetas que son muy citados R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 27 y poco leídos; en parte tiene la culpa la rareza de sus libros, cuya segunda edición ya escasea. Sin embargo, su fama ha fil- trado hasta en las capas más bajas del pueblo, y los poetas populares o los que se consideran como tales, de vez en cuando citan su nombre o mencionan su Santos Vega. Reconocen que Ascasubi, que evitó el romanticismo de la época, empleaba el lenguaje realmente hablado, el lenguaje criollo, como lo hicieran más tarde otros poetas gauchescos. El Tape Jacinto el Ñato (1) felicita al director de una revista de esta índole, por haber despertado del letargo la antigua tradi- ción argentina y el habla popular; dice : Hernández, el colosal Vate tuvo ese lenguaje Con el cual entre el gauchaje Hizo a su nombre inmortal... Ascasubi el malogrado Con su Vega popular... Todos, todos han dejado Ese lenguaje... Este lenguaje «criollo» no puede ser separado de las antiguas costumbres. Hay algunos poetas populares que se creen una es- pecie de guardasellos en lo que hace a la tradición nacional, por ejemplo (2) : Siempre hay sitio en mi fogón Y en mi rancho un rinconcito Para cualquier paisanito Que llegue de sopetón, (1) EL Tape JacisTO EL Ñato, Un amargo. La Pampa, revista criolla. 24 época, año II, número 48. Buenos Aires, noviembre 16 de 1904. Tape, término de bastante uso en la República Oriental del Uruguay, significa un indio o indivi- duo con sangre de tal; debe ser corruptela de tupí, nombre de una gran estirpe indígena. (2) PENSA, Recuerdo. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, at- tístico, de actualidad y costumbres nacionales. 22 época, año III, número 113, Buenos Aires, agosto 20 de 1911. 28 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Pues guardo la tradición, La noble, pura y divina, La histórica, la genuina, Orgullo de todo criollo Que cual Vega o cual el Pollo Cruzó la pampa argentina. Otros (1), no se limitan con la guarda; parece que las «furias del pampero» han alterado algo sus facultades cuando canta : Soy la inmortal elegía En que me han perpetuado Ascasubi y Obligado, Regules (2) y De-María (3); Y la pujanza bravía De las furias del pampero... Pero hay también moderación y modestia en el mundo poé- tico popular (4): Si algunos versos estampo, De mi saber no me alabo, Soy y seré siempre esclavo De Ascasubi y del Campo. Como reflejo bizarro de los héroes protagonistas de la narra- ción épica de Ascasubi, puedo citar al centro criollo « Los Me- llizos de La Flor » que tomaba parte en el carnaval de Buenos Aires en 1902, según crónica de La Prensa, diario de la capital federal. Uno de los pocos refranes, con que el cuentista llamado San- tos Vega por Ascasubi, suele razonar el relato de Los Mellizos (1) BRUGONES, De mi tierra. El Fogón, periódico criollo, ilustrado. 22 época, año IX, número 371. Montevideo, abril 22 de 1907. (2) Elías Regules, poeta uruguayo. (3) Alcides De-María, poeta uruguayo, ya fallecido. (4) ImonT1I, Bordoneos. La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales, 22 época, año TI, número 55. Buenos Aires, julio 17 de 1910. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 29 de La Flor (1), resucita en la boca de uno de los personajes de un opúsculo (2) : «Lo prometido es deuda, dijo Santos Vega. » s En comparación con Ascasubi, es muy poco lo que se puede decir de otros poetas o autores que mencionan a nuestro héroe. En forma indecisa, el ya citado poeta Ricardo Gutiérrez habla de Santos Vega, cuando pinta los dones poéticos del gau- cho argentino; he ahí sus admirables versos, que adornan su poema Lázaro (canto IL, 4) (3): ... en sus horas tristes Cada gaucho es un poeta, Poeta que canta trovas De misteriosa cadencia En las que lleva una lágrima Cada pie de cada décima, Sin más arte que su alma Que en la soledad le enseña á A sentir lo que retrate Y a retratar lo que sienta; Arte que eseribió con llanto Las trovas de Santos Vega. EL POEMA SANTOS VEGA DE OBLIGADO (1877, etc.) El personaje de Santos Vega debe su popularidad inmensa, alcanzada en estas tierras, al poema de don Rafael Obligado, joya digna de figurar en la mejor literatura hispano-americana. En la composición de Obligado, Santos Vega es un mito com- (1) Ascasubr, Santos Vega, ete., 12 edición, página 13; 22 edición, página 11. (2) PALERMO, La promesa de la puica. Entremés arrabalero, página 14. Bue- nos Aires [1912]. (3) Gutiérrez (Ricardo), Poesías escogidas, página 162. Buenos Aires, 1878. Para la «segunda» edición, Buenos Aires, 1882, sólo fué cambiada la carátula. 30 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS pleto; ha sabido el poeta combinarlo con la revelación de las bellezas de la inmensa pampa, con las costumbres antiguas y patriarcales de la gente de antaño, con visiones proféticas sobre el progreso del país! Otras plumas han rendido homenaje a las bellezas sublimes de la composición y de los cuadros; limítase nuestra tarea a demostrar el cambio que la personalidad de San- tos Vega ha sufrido con el andar de los tiempos. El poema de Rafael Obligado se compone actualmente de cua- tro partes, a saber: El alma del payador, La prenda del payador, El himno del payador, La muerte del payador. Cada parte fué compuesta, como me dijo el poeta, en diferentes épocas; la pri- mera en 1877. En lo que hace a las ediciones, interesa lo siguiente : Los editores de la segunda edición de las poesías de Obligado (véase más adelante) agregan en la página VI la siguiente nota : La primera parte de esta leyenda vió la luz en 1877 [en el Alma- naque Sudamericano de Prieto y Valdés, según comunicación del señor Obligado; no he podido hallar ejemplar alguno. L.-N.]. Desde entonces, y especialmente después de la publicación de La prenda del payador [el señor Obligado no recuerda dónde !], la poesía popular argentina tomó en general el ritmo de las décimas de Santos Vega y su original colorido, imitándole de cerca o de lejos. La primera y la segunda parte, aumentada con « La muerte del payador » que, al parecer, antes no ha sido publicada, fue- ron reunidas por el autor bajo el título de «Santos Vega» e insertadas en un libro, intitulado Poesías. El 20 de enero de 1885 se concluyeron de imprimir en París, en la imprenta de A. (Quantin y por encargo de la casa editora de F. Lajouane, de Buenos Aires, esas Poesías, pero esta edición (1), de lujo y sola- mente de 500 ejemplares, poco pudo contribuir a la divulgación de la poesía que nos ocupa, y la cual contiene, como fué dicho, las partes primera, segunda y cuarta. (1) OBLIGADO, Poesías, páginas S9-105. Buenos Aires, 1885. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 91 - En el mismo año de 1885, el editor don Pedro Irume, de Bue- nos Aires, mandó hacer una edición especial y económica, de 10.000 ejemplares, de las tres partes recién indicadas, y esta edición (1), según la opinión del mismo señor Obligado, es la que ha hecho tan inmensamente popular su poema. Ya está com- pletamente agotada y yo no he podido ver ningún ejemplar. En 1906 apareció en Buenos Aires la segunda edición de las Poesías, también impresa en París, pero en presentación senci- lla (2); pronto estaba completamente agotada, prueba evidente del gran éxito de las obras de Obligado. Su Santos Vega va am- pliado con la parte tercera, El himno del payador, pero deja- mos a los críticos el juicio si ha ganado la obra con este au- mento. Con el permiso del poeta, reproducimos Ja célebre poesía, se- eún la segunda edición de sus Poesías, y reproducimos también las notas agregadas por él. Santos Vega «Santos Vega el payador, « Aquel de la larga fama, « Murió cantando su amor «Como el pájaro en la rama. » . (Cantar popular.) El alma del payador (3) Cuando la tarde se inclina Sollozando al occidente, Corre una sombra doliente Sobre la pampa argentina. Y cuando el sol ilumina (1) OBLIGADO, Santos Vega. Tradiciones argentinas, Buenos Aires, 1885. 25 páginas. (2) OBLIGADO, Poesías. Segunda edición revisada y aumentada, páginas 205- 228. Buenos Aires, 1906. (3) Payador : trovador. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con luz brillante y serena Del ancho campo la escena, La melancólica sombra Huye besando su alfombra Con el afán de la pena. « El alma del payador». Dibujo de A. Pelaez, publicado en Santos Vega, revista semanal de actualidades, Buenos Aires, año I, nú- mero 1, enero 3 de 1914. Cuentan los criollos del suelo Que, en tibia noche de luna, En solitaria laguna Para la sombra su vuelo; Que allí se ensancha, y un velo Va sobre el agua formando, Mientras se goza escuchando R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 33 Por singular beneficio, El incesante bullicio Que hacen las olas rodando. Dicen que, en noche nublada, Si su guitarra algún mozo En el crucero del pozo Deja de intento colgada, Llega la sombra callada Y, al envolverla en su manto, Suena el preludio de un canto Entre las cuerdas dormidas, Cuerdas que vibran heridas Como por gotas de llanto. Cuentan que, en noche de aquellas En que la Pampa se abisma En la extensión de sí misma Sin su corona de estrellas, Sobre las lomas más bellas, Donde hay más trébol risueño, Luce una antorcha sin dueño Entre una niebla indecisa, Para que temple la brisa Las blandas alas del sueño. Mas, si trocado el desmayo En tempestad de su seno, Estalla el cóncavo trueno, Que es la palabra del rayo, : Hiere al ombú de soslayo Rojiza sierpe de llamas, Que, calcinando sus ramas, Serpea, corre y asciende, Y en la alta copa desprende Brillante lluvia de escamas. Cuando, en las siestas de estío, Las brillazones remedan (1) (1) Brillazón : espejismo. T. XXII 3 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Vastos oleajes que ruedan Sobre fantástico río ; Mudo, abismado y sombrío, Baja un jinete la falda, Tinta de bella esmeralda, Llega a las márgenes solas... ¡ Y hunde su potro en las olas, Con la guitarra a la espalda! Si entonces cruza a lo lejos, Galopando sobre el llano Solitario, algún paisano, Viendo al otro en los reflejos De aquel abismo de espejos, Siente indecibles quebrantos, Y, alzando en vez de sus cantos Una oración de ternura, Al persignarse murmura : «¡El alma del viejo Santos ! » Yo, que en la tierra he nacido Donde ese genio ha cantado, Y, el pampero he respirado Que el payador ha nutrido, Beso esté suelo querido Que a mis caricias se entrega, Mientras de orgullo me anega La convicción de que es mía ¡ La patria de Echeverría, La tierra de Santos Vega! 101 La prenda del payador El sol se oculta : inflamado El horizonte fulgura, Y se extiende en la llanura Ligero estambre dorado. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Sopla el viento sosegado, Y del inmenso circuito No llega al alma otro grito Ni al corazón otro arrullo, Que un monótono murmullo, Que es la voz de lo infinito. Santos Vega cruza el llano, Alta el ala del sombrero, Levantada del pampero Al impulso soberano. Viste poncho americano, Suelto en ondas de su cuello, Y chispeando en su cabello Y en el bronce de su frente, Lo cincela el sol poniente Con el último destello. ¿Dónde va? Vése distante De un ombú la copa erguida, Como espiando la partida De la luz agonizante. Bajo la sombra gigante De aquel árbol bienhechor, Su techo, que es un primor De reluciente totora, Alza el rancho donde mora La prenda del payador. Ella, en el tronco sentada, Meditabunda le espera, Y en su negra cabellera Hunde la mano rosada. Le ve venir : su mirada, Más que la tarde, serena, Se cierra entonces sin pena, Porque es todo su embeleso Que él la despierte de un beso Dado en su frente morena. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS No bien llega, el labio amado Toca la frente querida, Y vuela un soplo de vida Por el ramaje callado... Un ¡ay! apenas lanzado, «La prenda del payador». Dibujo de A. Pelaez, publicado en Santos Vega, revista semanal de actualidades. Buenos Aires, año I, número 2, enero 10 de 1914. Como susurro de palma Gira en la atmósfera en calma: Y ella, fingiéndole enojos, Alza a su dueño unos ojos Que son dos besos del alma, Cerró la noche. Un momento Quedó la Pampa en reposo, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Cuando un rasgueo armonioso Pobló de notas el viento. Luego, en el dulce instrumento Vibró una endecha de amor, Y, en el hombro del cantor, Llena de amante tristeza, Ella dobló la cabeza Para escucharlo mejor. « Yo soy la nube lejana (Vega en su canto decía), Que con la noche sombría Huye al venir la mañana: Soy la luz que en tu ventana Filtra en manojos la luna ; La que de niña, en la cuna, Abrió tus ojos risueños; La que dibuja tus sueños En la desierta laguna. « Yo soy la música vaga Que en los confines se escucha, Esa armonía que lucha Con el silencio, y se apaga ; El aire tibio que halaga Con su incesante volar, Que del ombú, vacilar Hace la copa bizarra; ¡ Y la doliente guitarra Que suele hacerte llorar!... » Leve rumor de un gemido, De una caricia llorosa, Hendió la sombra medrosa, Crujió en el árbol dormido. Después, el ronco estallido De rotas cuerdas se 0yó ; Un remolino pasó Batiendo el rancho cercano ; Y en el circuito del llano Todo en silencio quedó. -] 38 (1) Tapera BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS : Tuina. Luego, inflamando el vacío, Se levantó la alborada, Con esa blanca mirada Que hace chispear el rocío. Y cuando el sol en el río Vertió su lumbre primera, Se vió una sombra ligera En occidente ocultarse, Y el alto ombú balancearse Sobre una antigua tapera (1). TI El himmo del payador En pos del alba azulada, Ya por los campos rutila Del sol la grande, tranquila Y victoriosa mirada. Sobre la curva lomada Que asalta el cardo bravío, Y allá en el bajo sombrío Donde el arroyo serpea, De cada hierba gotea La viva luz del rocío. De los opuestos confines De la Pampa, uno tras otro, Sobre el indómito potro Que vuelca y bate las crines, Abandonando fortines, Estancias, rancho, mujer, Vienen mil gauchos a ver Si en otro pago distante, Hay quien se ponga delante Cuando se grita : ¡a vencer! R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Sobre el inmenso escenario Vanse formando en dos alas, Y el sol reluce en las galas De cada bando contrario : Puéblase el aire del vario «El himno del payador». Dibujo de A. Pelaez, publicado en Santos Ve- ga, revista semanal de actualidades. Buenos Aires, año I, número 3, enero 17 de 1914. Rumor que en torno desata La brillante cabalgata Que hace sonar, de luz llenas, Las espuelas nazarenas Y las virolas de plata. De entre ellos el más anciano Divide el campo después, Senalando de través Larga huella por el llano; BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y alzando luego en su mano Una pelota de cuero Con dos manijas, certero La arroja al aire, gritando : — «¡Vuela el pato!... ¡Va buscando Un valiente verdadero ! » Y cada bando a correr Suelta el potro vigoroso, Y aquel sale victorioso Que logra asirlo al caer. Puesto el que supo vencer En medio, la turba calla, Y a ambos lados de la valla De nuevo parten el llano, Esperando del anciano La alta señal de batalla. Dala al fin. Hondo clamor Ronco truena en el circuito, Y el caballo salta al grito De su impávido señor; Y vencido y vencedor, Del noble triunfo sedientos, Se atropellan turbulentos En largas filas cerradas, Cuai dos olas encrespadas Que azotan contrarios vientos. Alza en alto la presea Su feliz conquistador, Y su bando en derredor Le defiende y clamorea. Uno y otro aguijonea El ágil bruto, y chocando Entre sí, corren dejando Por los inciertos caminos, Polvorosos remolinos Sobre las pampas rodando. eS li R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Vuela el símbolo del juego Por el campo arrebatado, De los unos conquistado, De los otros presa luego; Vense, entre hálitos de fuego, Varios jinetes rodar, "Otros súbito avanzar Pisoteando los caídos ; Y en el aire sacudidos, Rojos ponchos ondear. Huyen en tanto, azoradas, De las lagunas vecinas, Como vivientes neblinas, Estrepitosas bandadas ; Las grandes plumas cansadas Tiende el chajá corpulento ; Y con veloz movimiento Y con silbido de balas, Bate el carancho las alas Hiriendo a hachazos el viento. Con fuerte brazo les quita Robusto joven la prenda, Y tendido, a toda rienda : — «¡Yo solo me basto ! » grita. En pos de él se precipita, Y tierra y cielos asorda, Lanzada a escape la horda Tras el audaz desafío, Con la pujanza de un río Que anchuroso se desborda. Y allá van, todos unidos, Y él los azuza y provoca, Golpeándose la boca, Con salvajes alaridos. Danle caza, y confundidos, Todos el cuerpo inclinado Sobre el arzón del recado, 41 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Temen que el triunfo les roben, Cuando, volviéndose, el joven Echa al tropel su tostado... El sol ya la hermosa frenté Abatía, y silencioso, Su abanico luminoso Desplegaba en occidente, Cuando un grito de repente Llenó el campo, y al clamor Cesó la lucha, en honor De un solo nombre bendito, Que aquel grito era este grito : «¡Santos Vega, el payador ! » Mudos ante él se volvieron, Y, ya la rienda sujeta, En derredor del poeta Un vasto círculo hicieron. Todos el alma pusieron En los atentos oídos, Porque los labios queridos De Santos Vega cantaban Y en su guitarra zambaban Estos vibrantes sonidos : « Los que tengan corazón, Los que el alma libre tengan, Los valientes, ésos vengan A escuchar esta canción : Nuestro dueño es la nación Que en el mar vence la ola, Que en los montes reina sola, Que en los campos nos domina, Y que en la tierra argentina Clavó la enseña española. « Hoy mi guitarra, en los llanos, Cuerda por cuerda, así vibre : ¡ Hasta el chimango es más libre A Di R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 43 En nuestra tierra, paisanos ! Mujeres, niños, ancianos, El rancho aquel que primero Llenó con sólo un ¡te quiero! La dulce prenda querida, ¡ Todo!... ¡el amor y la vida, Es de un monarca extranjero ! «Ya Buenos Aires, que encierra Como las nubes, el rayo, El Veinticinco de Mayo Clamó de súbito : ¡ guerra! ¡ Hijos del llano y la sierra, Pueblo argentino ! ¿qué haremos ? ¿Menos valientes seremos Que los que libres se aclaman ? ¡ De Buenos Aires nos llaman, A Buenos Aires volemos ! «¡Ah! ¡Si es mi voz impotente Para arrojar, con vosotros, Nuestra lanza y nuestros potros Por el vasto continente : Si jamás independiente Veo el suelo en que he cantado, No me entierren en sagrado Donde una cruz me recuerde, Entiérrenme en campo verde Donde me pise el ganado! » Cuando cesó esta armonía Que los conmueve y asombra, Era ya Vega una sombra Que allá en la noche se hundía... ¡ Patria ! a sus almas decía El cielo, de astros cubierto, ¡ Patria! el sonoro concierto De las lagunas de plata, ¡Patria! la trémula mata Del pajonal del desierto. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y a Buenos Aires volaron, Y el himno audaz repitieron, Cuando a Belgrano siguieron, Cuando con Giemes lucharon, Cuando por fin se lanzaron Tras el Andes colosal, Hasta aquel día inmortal En que un grande americano Batió al sol ecuatoriano Nuestra enseña nacional. YA La muerte del payador Bajo el ombú corpulento, De las tórtolas amado, Porque su nido han labrado AlMlí al amparo del viento; En el amplísimo asiento Que la raíz desparrama, Donde en las siestas la llama De muestro sol no se allega, Dormido está Santos Vega, Aquel de la larga fama: En los ramajes vecinos Ha colgado, silenciosa, La guitarra melodiosa De los cantos argentinos. Al pasar los campesinos Ante Vega se detienen; En silencio se convienen A guardarle allí dormido; Y hacen señas no hagan ruído Los que están a los que vienen. El más viejo se adelanta Del grupo inmóvil. y llega R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA A palpar a Santos Vega, Moviendo apenas la planta. Una morocha que encanta Por su aire suelto y travieso, Causa eléctrico embeleso Porque, gentil y bizarra, Se aproxima a.la guitarra Y en las cuerdas pone un beso. Turba entonces el sagrado Silencio que a Vega cerca, Un jinete que se acerca A la carrera lanzado ; Retumba el desierto hollado Por el casco volador ; : Y aunque el grupo, en su estupor, Contenerlo pretendía, Llega, salta, lo desvía Y sacude al payador. No bien (1) el rostro sombrío De aquel hombre mudos vieron, Horrorizados (2), sintieron Temblar las carnes de frío. Miró en torno con bravío Y desenvuelto ademán, Y dijo: — <« Entre los que están No tengo ningún amigo, Pero, al fin, para testigo Lo mismo es Pedro que Juan. » Alzó Vega la alta frente, Y le contempló un instante, Enseñando en el semblante Cierto hastío indiferente. — <« Por fin, dijo fríamente El recién llegado, estamos (1) Recién (variante de la edición de 1885). (2) Y. observándole (idem). 46 ; BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Juntos los dos, y encontramos La ocasión que éstos provocan, De saber cómo se chocan Las canciones que cantamos. » Así diciendo, enseñó Una guitarra en sus manos, «La muerte del payador». Dibujo de A. Pelaez, publicado en Santos Vega, revista semanal de actualidades. Buenos Aires, año I, número 4, enero 24 de 1914. Y en los raigones cercanos Preludiando se sentó. Vega entonces sonrió, Y al volverse al instrumento, La morocha hasta su asiento Ya su guitarra traía, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Con un gesto que decía : « La he besado hace un momento. » Juan Sin Ropa (se llamaba Juan Sin Ropa el forastero) Comenzó por un ligero Dulce acorde que encantaba. Y con voz que modulaba Blandamente los sonidos, Cantó tristes nunca oídos, Cantó cielos no escuchados, Que llevaban, derramados, La embriaguez a los sentidos. Santos Vega oyó suspenso Al cantor; y toda inquieta, Sintió su alma de poeta Como un aleteo inmenso. Luego, en un preludio intenso, Hirió las cuerdas sonoras, Y cantó de las auroras Y las tardes pampeanas, Endechas americanas Más dulces que aquellas horas. Al dar Vega fin al canto, Ya una triste noche obscura Desplegaba en la llanura Las tinieblas de su manto. Juan Sin Ropa se alzó en tanto, Bajo el árbol se empinó, Un verde gajo tocó, Y tembló la muchedumbre, Porque, echando roja lumbre, Aquel gajo se inflamó. Chispearon sus miradas, Y torciendo el talle esbelto, Fué a sentarse, medio envuelto Por las rojas llamaradas. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ¡ Oh, qué voces levantadas Las que entonces se escucharon ! ¡ Cuántos ecos despertaron En la Pampa misteriosa, A esa música grandiosa Que los vientos se llevaron ! Era aquella esa canción Que en el alma sólo vibra, Modulada en cada fibra Secreta del corazón ; El orgullo, la ambición, Los más íntimos anhelos, Los desmayos y los vuelos Del espíritu genial, Que va, en pos del ideal, Como el cóndor a los cielos. Era el grito poderoso Del progreso, dado al viento; El solemne llamamiento Al combate más glorioso. Era, en medio del reposo De la Pampa ayer dormida, La visión ennoblecida Del trabajo, antes no honrado; La promesa del arado Que abre cauces a la vida. Como en mágico espejismo, Al compás de ese concierto, Mil ciudades el desierto Levantaba de sí mismo. Y a la par que en el abismo Una edad se desmorona, Al conjuro, en la ancha zona Derramábase la Europa, Que sin duda Juan Sin Ropa Era la ciencia en persona. T. XXI R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Oyó Vega embebecido Aquel himno prodigioso, E, inelinando el rostro hermoso, Dijo : — «Sé que me has vencido. » El semblante humedecido Por nobles gotas de llanto, Volvió a la joven, su encanto, Y en los ojos de su amada Clavó una larga mirada, Y entonó su postrer canto : — « Adiós, luz del alma mía, Adiós, flor de mis llanuras, Manantial de las dulzuras Que mi espíritu bebía; Adiós, mi única alegría, Dulce afán de mi existir; Santos Vega se va a hundir En lo inmenso de esos llanos... ¡ Lo han vencido ! ¡ Llegó, hermanos, El momento de morir ! » Aun sus lágrimas cayeron En la guitarra, copiosas, Y las cuerdas temblorosas A cada gota gimieron ; Pero súbito eundieron Del gajo ardiente las llamas, Y trocado entre las ramas En serpiente, Juan Sin Ropa, Arrojó de la alta copa Brillante lluvia de escamas. Ni aun cenizas en el suelo De Santos Vega quedaron, Y los años dispersaron Los testigos de aquel duelo; Pero un viejo y noble abuelo, Así el cuento terminó : — « Y si cantando murió BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS (d] o Aquel que vivió cantando, Fué, decía suspirando, Porque el diablo lo venció. » Analizando la poesía de Obligado, resulta lo siguiente : I. El alma del payador, es la composición primitiva. Narra en lenguaje magistral la superstición de la gente que ve de noche un fantasma cruzar la pampa. Éste, como sombra, se para a orillas de la laguna para escuchar el ruído de las olas; toca la guitarra que ha quedado colgada en el crucero del pozo; apa- rece como luz errante en noches nubladas; como jinete, con la guitarra a la espalda, baja al río (1) para desaparecer alli. Nótase que es la historia de un fantasma con varios detalles; evidentemente el residuo de algún cuento. IL. La prenda del payador, no es invento del poeta, sino esencial en la tradición, como lo prueba el cantar que sirve de base : Murió cantando su amor Como el pájaro en la rama. La prenda del payador está basada en esos sencillos ver- sos, tan elocuentes. Por eso, en La muerte del payador, el autor de la leyenda, obedeciendo a la tradición, afirma que mu- rió cantando : Adiós, luz del alma mía, Adiós, flor de mis llanuras... Agradecemos al poeta el párrafo que precede, con que él mis- mo ha tenido la deferencia de rectificarnos respecto a una opi- nión nuestra, no acertada, sobre el origen de la parte segunda. Nos hizo conocer, al mismo tiempo, una tradición según la cual las cuerdas de la guitarra de Santos Vega fueron rotas por un (1) Con respecto a este detalle, el señor Obligado me comunicó lo siguiente : <« La visión de Vega se hundió siempre en alguna laguna o río. Sin duda por ello algunos decían que había nacido a orillas del Paraná, en Santa Fe. » R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 31 remolino de viento, creyendo siempre el gaucho que los remoli- nos eran el alma del diablo. TIT. El himno del payador, es una intercalación última y ficción del poeta. Como tal, en nada aclara la primitiva tradición popular. Pero es importante, pues permite ver que Obligado piensa en la existencia verdadera de un antiguo payador, muy célebre en la época de la independencia nacional. La descrip- ción del juego del pato (1), es un detalle en alto grado ameno. (1) Para describir el juego del pato, reproducimos una nota de Bartolomé Mi- tre que éste ha agregado a una composición poética que trata el mismo tema : £l pato. Cuadro de costumbres. Dice Mitre (Rimas, 22 edición, pág. 342-343. Bue- nos Aires, 1876) : El juego del pato no existe ya en nuestras costumbres; es una reminiscencia lejana. Prohibido bajo penas severas, a consecuencia de las desgracias a que daba origen. el pue- blo lo ha ido dejando poco a poco, pero sin olvidarlo del todo. En su origen, este juego homérico, que tiene mucha semejanza con algunos de los que Ercilla describe en la Arau- cana, se efectuaba retobando un pato dentro de una fuerte piel, a la cual se adaptaban varias manijas de cuero también. De estas manijas se asían los jinetes para disputarse la prese del combate, que generalmente tenía por arena toda la pampa, pues el que lograba arrebatar el pato procuraba ponerse en salvo, y la persecución que con este motivo se hacía, era la parte más interesante del juego. Daniel Granada, en su Vocabulario rioplatense razonado (22 edición, páginas 312-313. Montevideo, 1890), describe el juego del pato como sigue : Antiguo juego de fuerza y destreza, entre los hombres del campo o gauchos. Un pato metido hasta el pescuezo en una bolsa vistosamente adornada, era la prenda del más esforzado jinete. Formábanse dos o cuatro cuadrillas, cada una de las cuales tenía seña- lado su apostadero a una media legua del punto de partida, que venía a quedar enel centro. Amarraban en el cuello del saco, según el número de cuadrillas que entraban en competencia, dos o cuatro fuertes cuerdas, de cuyos cabos asían sendos jinetes que se daban la espalda, si eran dos, y colocados en eruz, si cuatro, casi juntas las ancas de los caballos. Sostenidas en alto las riendas, a fin de que todos pudiesen ver que los com- prometidos jinetes no contaban con otro apoyo que su asiento y los estribos, a una señal tiraban, metiendo espuelas. El que lograba arrancar el saco, todavía, perseguido por la cuadrilla o cuadrillas opuestas que, disputándole la presa, trataban de cazar uno de los cabos para arrebatársela, estaba obligado a llevarla inmune hasta su respectivo aposta- dero, donde era recibido entre entusiastas aclamaciones de hombres y mujeres, si daba cumplido término a la peligrosa hazaña. Por supuesto que nunca pasaban estas diversio- nes bárbaro-caballerescas sin que bubiese que lamentar fracturas de brazos y piernas y porrazos tremendos, acabando ordinariamente a tiros y cuchilladas. Fueron, por tanto, una y otra vez prohibidas por la autoridad pública, no quedando de ellas el día de hoy más que el recuerdo. Como muestra de brillante estilo literario, el general José I. Garmendia dedica al juego del pato, un capítulo especial en uno de sus libros (La cartera de un soldado (Bocetos sobre la marcha), 32 edición, páginas 225-247. Buenos Aires, 1890). Extractamos lo siguiente : ... Los jugadores ya han montado a caballo... Los grupos se dividen por una estrecha calle; el pulpero sale entonces, avanza hasta la cabeza de las dos fracciones, y a los dos 32 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS IV. La muerte del payador, es aquella parte del poema que, junto con la primera, transmite los fragmentos del tema primiti- vo, magistralmente dispuestos. Duerme Santos Vega bajo un viejo ombú, colgada la guitarra en los ramajes vecinos. Aproxí- manse los paisanos sin despertar al dormido. Llega por último un desconocido, Juan Sin Ropa, quien lo sacude bruscamente y lo desafía a payar de contrapunto. Empieza la contienda. El forastero es maestro sin igual; los campesinos tienen que admi- rar su arte. Pero pasa algo místico : los gajos del árbol se infla- man al ser tocados por el forastero. Los motivos, tratados por él en sus cantos, son ideados por Obligado, quien una sola vez, puede ser guiado por la tradición oral, dice que estaban llenos de sabiduría. Santos Vega mismo se declara vencido. Y «súbito robustos gauchos, elegidos por ambos bandos para cinchar el pato, les entrega el palmí- pedo guardado perfectamente en un retobo de cuero con dos largas y fuertes manijas, que son tomadas al momento por los campeones designados... También los había [retobos de cuero] de cuatro manijas. El juego del pato que presentamos en este cuadro, es el de los últimos tiempos, revestido de una organización que le daba un aspecto más regular, dividiendo en dos campos a los jugadores. En más lejana época, salía la dueña de casa o el pulpero y tiraba el pato al montón, y el que lo tomaba, escapaba perseguido por todos sin ser auxiliado por nadie. ... Los dos paisanos han tomado fuertemente con sus callosas manos las manijas del pato, y las aseguran bien, de manera que aquéllas sufran lo menos posible; en seguida colocan los enseñados pingos de modo de tirar en sentido contrario al adversario, sus- pendiéndose en el aire el pato por los dos radios que forman las agarraderas... Ya todo listo se oye la señal, y una gritería infernal anuncia que comienza la salvaje cinchada no a pie firme, sino a la carrera... Terrible es la lucha... mas al fin llega el término del esfuerzo : uno no puede sostener más su actitud de fuerza, suelta la manija y queda envuelto en el torbellino de los gritos y las burlas. Dos de los contrarios aprovechan entonces la oportunidad, y por un movimiento violento y unánime... tratan de arrancar el trofeo al que lo lleva, que rápido intenta escapar, pero veloz como la luz, otro jinete se anticipa y toma la suelta manija y vuelve a restablecer la tirante situación. Un grupo contrario acude y entrando a toda furia en el centro de los que luchan, arranca uno el pato... y se lanza en una carrera vertiginosa llevando en alto el pato... mas cambia muy pronto la escena : el triunfo es efímero : guardar la presa es imposible : el grupo contra- rio está ya sobre él... al vencedor acuden sus parciales para dar tiempo a que se escape, estorbando la acción de los contrarios... Y así va el juego cada vez más lindo. Tres gau- chos montados en buenos caballos han alcanzado ya al vencedor; éste inclinado hacia ade- lante castiga rápidamente a sú caballo: en vano; está perdido : ya están sobre él : no hay escapatoria. Entonces dirigiendo la vista a un costado grita a un compañero que corre por ese lado: — Ché, agarrá el pato — y se lo arroja con presteza. El otro lo baraja en el aire y trata de escapar a lo que da el pingo, mientras sus parciales siguen defendién- dolo con el mismo empeño heroico del principio. Pero desgraciadamente el vencedor rueda y se rompe la crisma y sobre él caen varios... Aprovecha este momento un paisano del partido contrario... se inclina al suelo... recoge el trofeo, se endereza con gimnástico vigor, y sale airoso adelante... pero también nuestro héroe del momento es alcanzado: le toma un contrario el pato de la manija, y empieza a la carrera con los caballos jadeantes... En este momento el que tomó el pato del suelo, hace un esfuerzo supremo y dando un tirón R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 33 eundieron del gajo ardiente las llamas >; Juan Sin Ropa, trans- formado en serpiente, arroja de la alta copa del árbol el fuego; nada queda de Santos Vega. ¡ El diablo se lo había llevado ! En lo que se refiere a la designación «Juan Sin Ropa», el mismo señor Obligado me dijo que uno de los campesinos quie- nes le habían relatado, en fracciones, la leyenda de Santos Ve- ga, fracciones que más tarde reunió para su poema, — Carac- terizó el forastero como un « Juan Sin Ropa », locución popular para significar a un individuo pobre, especialmente inmigran- te; y como en la poesía de Obligado, aquel forastero, del as- pecto de un «Juan Sin Ropa», es el diablo en persona, suce- de que el término «Juan Sin Ropa», para algunos, es idéntico a diablo. sobrehumano... al contendor, arranca el trofeo prendiendo espuelas al caballo; y... se lanza a todo lo que da el noble animal a la próxima estancia... y tira el pato gritando al mismo tiempo con toda la fuerza de sus pulmones: —¡ Ahí tienen el pato! ¡ Venga el baile! Por los abusos y sus consecuencias fatales, el juego del pato debía desapare- cer: ya en 1810, el Correo de Comercio, de Buenos Aires, en el n0 25, del 18 agosto (reimpreso en Documentos del archivo de Belgrano, TI, página 184. Bue- nos Aires, 1913) recomendó la supresión : Los juegos de pato que acostumbran las gentes de campo, será muy conveniente ex- tinguirlos no solo por los daños personales sino por las haciendas que se desquadernan, y donde hay sementeras, no se respetan y las destruyen. En 1822, el juego del pato fué prohibido por una ley de la provincia de Buenos Aires: Buenos Aires, junio 21 de 1822. El gobierno ha acordado y decreta : 12 Queda absolutamente prohibido el juego de pato en todo el territorio de la provincia ; 29 Todo el que se encuentre en este juego, por la primera vez será destinado por un mes a los trabajos públicos; por dos meses, en la segunda; y por seis, en la tercera; 30 Los contraventores quedarán, sin embargo, sujetos a la indemnización de los daños que causaren. cuya decisión corresponderá a las justicias ordinarias; 409 Quedan encargados especialmente del cumplimiento de este decreto, el departamento de policía, los alcaldes y tenientes de barrio, y todos los jueces de la campaña; 50 El ministro secretario de Relaciones exteriores y gobierno, es encargado de su eje- ención, publicándose en el Registro oficial. RODRÍGUEZ. BERNARDINO RIVADAVIA. (Registro oficial, Buenos Aires, Libro 2%, no 18, página 218-219. — Insertado también en la Recopilación de las leyes y decretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de Mayo de 1810, hasta fin de diciembre de 1835, Y, página 368. Buenos Aires, 1836; y también en Prapo Y RoJas, Leyes y decretos promulgados en la provincia de Buenos Aires desde 1810 a 1876, TI, páginas 312-313. Buenos Aires, 1877.) 54 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Después del análisis nuestro, conviene oir a Carlos Octavio Bunge que al mismo tiempo se ocupa de los orígenes probables de la leyenda (como tal considera a Santos Vega): La leyenda de Santos Vega (1) Entre las leyendas pampeanas, y puede decirse que entre todas las leyendas argentinas, ninguna tan expresiva y popular como la de Santos Vega. Santos Vega es la más pura y elevada personificación del gaucho. Es el hijo, es el señor, es el dios de la Pampa. Su histo- ria, que puede reducirse al episodio fundamental de su justa poética con el diablo, representa el destino de una raza y es la síntesis de su epopeya. Aunque fuera acaso alguna vez persona de carne y hueso, transfórmase Santos Vega en verdadero mito, hasta constituir un símbolo nacional. En tiempos distintos y nebulosos, allí donde se pierde el recuerdo de los orígenes de la nacionalidad argentina, Santos Vega fué el más potente payador. Su numen era inagotable en la improvisación de endechas, ya tiernas, ya humorísticas; su voz, de timbre cristalino y trágico, inundaba el alma de sorpresa y arrobamiento; sus manos arrancaban a la guitarra acordes que eran sollozos, burlas, impreca- ciones. Su fama llenaba el desierto. Ávida de escucharlo acudía la muchedumbre de los cuatro rumbos del horizonte. En las « payadas de contrapunto », esto es, en las justas o torneos de canto y verso, salía siempre triunfante. No había en las pampas trovador que lo igualara; ni recuerdo de que alguna vez lo hubiese habido. Donde- quiera que se presentase rendíale el homenaje de su poética soberanía aquella turba gauchesca tan amante de la libertad y rebelde a la im- posición. Para el alma sencilla del paisano, dominada por el canto exquisito, Santos Vega era el rey de la Pampa. A la sombra de un ombú, ante el entusiasta auditorio que atraía siempre su arte, inspirado por el amor de su « prenda », una morocha de ojos negros y labios rojos, cantaba una tarde Santos Vega el paya- dor sus mejores canciones. En religioso silencio escuchábanle hom- bres y mujeres, conmovidos hasta dejar correr ingenuamente las lágri- (1) BusceE, Vuestra patria. Libro de lectura para la educación nacional, pá- ginas 48-50. Buenos Aires, 1910. Ol R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Do. mas... En esto se presenta a galope tendido un forastero, tírase del caballo, interrumpe el canto y desafía al cantor. Es tan extraño su aspecto, que todos temen vaga y punzantemente una desgracia. Páli- do de coraje, Santos Vega acepta el desafío, templa la guitarra y canta sus cielos y vidalitas. Y cuando termina, creyendo imposible que un ser humano le pueda vencer, los circunstantes lo aplauden en ruidosa ovación. Hácese otra vez silencio. Tócale su turno al foras- tero... Su canto divino es una música nunca oída, caliente de pasio- nes infernales, rebosante de ritmos y armonías enloquecedotres... ¡Ha vencido a Santos Vega! Nadie puede negarlo, todos lo reconocen con- dolidos y espantados, y el mismo payador antes que todos... ¡ Adiós fama, adiós gloria, adiós vida ! Santos Vega no puede sobrevivir a su derrota... Acaso el vencedor, en quien se reconoce ahora al propio diablo, al temido Juan Sin Ropa, habiendo ganado, y como trofeo de su victoria, pretenda llevarse el alma del vencido... Desde entonces, en efecto, desapareciendo del mundo de los mortales, Santos Vega es una sombra doliente, que, al atardecer y en las noches de luna, eruza a lo lejos las pampas, la guitarra terciada en la espalda, en su caballo veloz como el viento. Poetas populares y poetas cultos han cantado hermosamente la leyenda de Sanios Vega. La crítica le ha encontrado hoy un sentido épico. El diablo es la moderna civilización, que, con las máquinas y fábricas de su portentosa técnica, vence al gaucho y lo desaloja de sus vastos dominios. Como los primitivos cantores no podían prever este destino del gaucho, el símbolo viene a ser posterior, y, en reali- dad, no encuadra sino vagamente y por coincidencia en los verdade- ros términos de la leyenda. Su origen está más bien, a mi juicio, en la doctrina bíblica del génesis. Como los metafísicos la adaptaron a la filosofía con su concepto de la «edad de oro », los gauchos la tradu- cen en su leyenda de Santos Vega. Santos Vega en la Pampa fué Adán en el Paraíso terrestre. antes de incurrir en el pecado original. Su « prenda » ocupa el mismo lugar secundario de Eva. El demonio tienta su orgullo de dueño y señor de la llanura. Él, estimulado por la presencia de la morocha, acepta el reto, y es vencido. El demonio lo desaloja de sus dominios. El ombú hace, aunque imperfectamente, el papel del árbol de la ciencia y del bien y del mal. Lo cierto es que la ciencia vencedora, el arte del demonio, se identifica al mal, contra- poniéndola al bien, al arte espontáneo, a la inspiración del payador, que viene de Dios. Así, aunque traidoramente vencido por sobrehu- BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Qu [er] manas fuerzas, y quizá por sa misma derrota tan trágicamente huma- na, Santos Vega queda triunfante en el alma del pueblo, y su sombra ha de verse pasar a la distancia mientras exista un palmo de tierra argentina. Vemos que Bunge es el primero que se esfuerza en buscar los orígenes de la leyenda; veremos más adelante si ha acer- tado o no. El mismo Carlos Octavio Bunge, más tarde, al ocuparse de la enseñanza de la tradición y la leyenda (1), dice entre otras co- sas lo siguiente : Dícese que hay que enseñar hechos, sólo hechos, siempre hechos... Pero, como lo apunté en el párrafo anterior, nna tradición o una le- yenda populares, ¿no son hechos, en cuanto existen en la imagina- ción del pueblo? La existencia de la tradición de Lucía Miranda y de la leyenda de Santos Vega en la memoria del pueblo argentino constituyen, para mí, dos hechos tan reales y tan evidentes como la victoria de Maipú o la declaración de la independencia. Las ideas son hechos, cuando existen dinámicamente en la imaginación del pueblo, y son aún hechos indiscutibles y básicos. Así, al enseñar en la escuela esa tradición o esa leyenda, se enseñan hechos, si bien, más que literalmente históricos, psicológicos y sociales. Y más adelante (2) : El elemento legendario es relativamente mucho menor entre nos- otros que el elemento tradicional. La raza ha demostrado poquísima inclinación a las creencias en lo sobrenatural y a las invenciones ma- ravillosas. Ha sido siempre un tanto escéptica. Mas ello no impide la existencia de algunas verdaderas leyendas, como las ya citadas del « Kaeny », de origen indígena, y la de Santos Vega, de origen colonial. Ciertas leyendas nacionales, a pesar de su fantástico y maravilloso, no carecen de valor didáctico. Pueden ellas constituir útiles lecciones ,(1) BunGeE, La enseñanza de la tradición y la leyenda. Boletín de la instrue- ción pública [Buenos Aires], XI, páginas 492-493. 1913. (2) Ibidem, páginas 495-496, 498-499. Ot =] R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA de nacionalismo, de buen gusto y de educación de las facultades ima- ginativas. Así tenemos nosotros la leyenda de Santos Vega, en el texto poético de Rafael Obligado. Su enseñanza en las escuelas es in- teresante y eficaz. Cierto que el diablo es un personaje capital en esa leyenda, y no creo que convenga hablar mucho a los niños del diablo, so pena de fomentar enervantes y retrógradas supersticiones. Mas el diablo de Santos Vega no es ya el inmundo mito de los siglos medios. Poco tiene que ver eon aquellos terribles íncubos y súcubos. Se ha civili- zado. Es presentable, aun en las escuelas. No pervierte ni aterroriza ; antes bien divierte y enseña. Sus diabólicas artes son ahora las más nobles y deleitosass : la música y la poesía. Por eso, el diablo de Santos Vega, al menos según el texto de Rafael Obligado, resulta un mito inofensivo para la infancia, permitiendo la lectura y enseñanza de tan agradable y nacional poema. La leyenda colonial de Santos Vega es más popular en el litoral que en el interior de la república. Aquí las leyendas más corrientes y conocidas son todas de origen indígena, transformadas algunas ve- ces durante el período colonial con elementos e ideas europeas. La del « Kacuy » tal cual la narra Ricardo Rojas (1), paréceme de las más bellas y atractivas. Refiérese a un pájaro local, cuyo estridente grito nocturno impresiona el ánimo. Refleja así una viva luz poética en la naturaleza. E He ahí uno de los frutos del culto de las tradiciones y leyendas. ¡El hacer amar a la naturaleza local! La imaginación informada por el conocimiento de esas fantasías, ve un sentimiento nuevo y más Íínti- mo en las cosas y los seres. Diríase que la ficción poética los eleva y diviniza en nuestros afectos. En virtud de la leyenda, el « Kacuy » de- ja de ser un ave cualquiera, para transformarse en una especie de símbolo. El ombú, a cuya sombra venciera «Juan Sin Ropa» a San- tos Vega, toma el aspecto de un fenómeno primitivo y trascendental. Y esa simpatía hacia el « Kacuy » y el ombú, tiende luego por una fatal propensión del espíritu humano, a generalizarse a todas las aves (1) Rosas, El país de la selva, páginas 233-239. París, 1907. Esta leyenda tam- bién fué publicada, en forma amplia, por Emile R. Wagner (La légende du cacuy. Journal de la Société des américanistes de Paris, N. S., VI, pág. 269-271, 1909), y utilizado para un drama, por Carlos Schaefer Gallo (La leyenda del Kacuy. Poema trágico en tres actos y en prosa. Nosotros. revista mensual de le- tras, arte, historia, filosofía y ciencias sociales, VITI, pág. 34-80. Buenos Aires, 1914). (Vota de R. L.-N.) 58 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS y atodos los árboles, a todos los animales y a todas las plantas. En una palabra, haceramar a la naturaleza es amor que dignifica y en- nóblece al hombre. A veces, conviene callar a los niños el verdadero sentido de la tra- dición o leyenda que se enseña. En la de Santos Vega, no veo la ne- cesidad de explicarles cómo y porqué es una transformación de la fá- bula edénica. Mejor será que se ignore, al menos antes de la adoles- cencia, que Santos Vega representa a Adán, su morocha a Eva, el ombú al árbol del bien y del mal, «Juan Sin Ropa » a la serpiente, la pampa al paraíso terrestre, la guitarra a la ciencia y las artes de los hombres. (1bidem, pág. 500.) La enseñanza de las leyendas nacionales cuadra generalmente sólo a las clases de teoría e historia literaria. Así el poema Santos Vega, debe dar ocasión a un provechoso análisis crítico. En las escuelas pueden aún ser estudiadas de memoria algunas de sus décimas, tan claras y correctas. Será ello un excelente ejercicio, no sólo para la memoria, sino también para el buen gusto, el lenguaje, la dicción. (Ibidem, pág. 501.) Es interesante oir al señor Obligado mismo pronunciarse so- bre algunos detalles de su poesía. Me le acerqué y me recibió con su conocida hidalguía. Cree que ha existido un payador Santos Vega, allá en el Tuyú, en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, donde murió. Al hablar con el general Mitre so- bre este asunto, Mitre le dió a conocer algunas rimas que atri- buía al citado Vega, y Obligado las intercaló en su poesía. Son los versos (III, 17) : No me entierren en sagrado Donde una cruz me recuerde, Entiérrenme en campo verde Donde me pise el ganado. Como fácilmente puede comprobarse, estos versos son ro- mancescos y tratan el motivo del entierro no sagrado de los que mueren de amor, motivo que pertenece a varios roman- ces de la península ibérica. En la monografía de la señora Carolina Michaélis de Vasconcellos sobre romances antiguos, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 59 £ publicada en idioma alemán (1) y más tarde, con algunas am- pliaciones, en portugués (2), se hallan comprobantes para lo antedicho. Reproducimos íntegros dos de los romances que albergan los citados versitos : De Asturias procede el siguiente romance (3) : El mal de amor Aquel monte arriba va — un pastorcillo llorando; de tanto como lloraba — el gabán lleva mojado. Si me muero deste mal, — no me entierren en sagrado; fáganlo en un praderío — donde non pase ganado; dejen mi caballo fuera, — bien peinado y bien rizado, para que diga quien pase : — « Aquí murió el desgraciado ». Por allí pasan tres damas, — todas tres pasan llorando. Una dijo : ¡ Adios, mi primo! — Otra dijo : ¡ Adios, mi hermano! La más chiquita de todas — dijo : ¡ Adios, mi enamorado! De Guadalcanal procede el romance de Don Manuel (4) Una noche muy obscura, — de relámpagos y agua, ha salido don Manuel — a visitar a su dama. Tres plumas en su sombrero, — una verde y dos moradas. El pasaje que le dieron, — hundirlo de puñaladas, donde se vino a encontrar -— en la puerta de su dama : (1) MicHarLIs DE VASCONCELLOS, Romanzenstudien. Zeitschrift fir romani- sche Philologie, XVI, páginas 397-421. 1891. (2) Íbem, Estudos sobre o romanceiro peninsular. Cultura española, revista trimestral, X, páginas 499-500. 1908. Siento no tener a mano el estudio alemán de la señora de Vasconcellos donde según sus propias palabras (Estudos, pág. 499), ha tratado el asunto del entie- rro no sagrado sin agotarlo. (3) Meyénbez Y PeLaxo, Antología de poetas líricos castellanos, X (= Ro- mances populares recogidos de la tradición oral, 1), páginas 131-136. Madrid, 1900. (4) Ibidem, página 186. 60 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS — Abreme, Polonia mía, — ábreme, Polonia hermana, que yo vengo muy herido, — y las heridas son malas. Polonia, si yo me muero, — no me entierres en sagrado; entiérrame en un pradito — donde no paste ganado, y a la cabecera pongas — un Cristo crucificado, con un letrero que diga : — <« Aquí murió un desdichado; No ha muerto de mal de amor, — ni de dolor de costado, que ha muerto de calenturas — de la justicia matado. » En Zaragoza, en 1551, fué publicado el siguiente romance (1): Y si yo muero, señora no me entierren en sagrado ; háganme la sepultura en un verdecico prado. La parte que nos interesa, demuestra cierta semejanza con algunos versos que se hallan en un romance de un poeta semi- popular del siglo XVI, llamado Bartolomé de Santiago, como hace ver Menéndez y Pelayo. La variante portuguesa, popular en Tras-os-montes, se halla en el romance El conde preso (2) : Náo me enterrem na egreja, Nem tam pouco en sagrado : N aquelle prado me enterrem Onde se faz o mercado. Cabeca me deixem fóra, O meu cabello entrancado ; De cabeceira me ponham A pelle do meu cavallo, Que digan os passageiros : ¡ Triste de ti, desgracado, Morreste de mal de amores Que hé un mal desesperado ! (1) Silva de varios romances, 111, número 51. Zaragoza, 1551; ex MENÉNDEZ y PELAYO, 0b. cit., XI, página 325. Madrid, 1899 [en la carátula 1900.) (2) BRAGA, Romanceiro geral, colligido da tradicao, número 61. Coimbra, 1867 ; er MENÉNDEZ Y PELAYO, 0b. Cit., página 135. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 61 De las Islas Azores puede citarse la siguiente forma (1). Quem morre de mal de amores Nao se enterra em sagrado ; Enterra-se em campo verde Aonde se apastora o gado. En la misma Argentina hay varias versiones de los roman- cillos en cuestión; en 1901 apunté en La Plata, de la boca de una campesina de la provincia de Buenos Aires, la forma siguiente : Aquí me pongo a cantar Abajo de este membrillo, A ver si puedo alcanzar Las astas de este novillo. Si este novillo me mata, No me entierren en sagrado, Me entierren en campo limpio, Donde me pise el ganado ; Y de cabecera ponen, Un letrero colorado Que en todas sus letras diga, Que aquí ha muerto un desgraciado, Que no se ha muerto de asusto Ni de puntada al costado, Nada más que de un trompazo, Que este novillo le ha dado. En 1903, conseguí desde Lobería, provincia de Buenos Ai- res, la siguiente variante : Acá me pongo a cantar Debajo de este membrillo A ver si puedo alcanzar Las astas de aquel novillo. Si aquel novillo me mata, (1) MICHAELIS DE VASCONCELLOS, LEstudos, etc., X, página 500 (reproducción ex Zeitschrift fír romanische Philologie, XVI, pág. 423, no 23). 62 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS No me entierren en lo sagrado, Entiérrenme en los campos Que pisotíe el ganado, Para que digan los camperos : Acá murió el gaucho desgraciado. Sin procedencia exacta es la variante publicada en 1913 por don Ciro Bayo (1): En Venezuela, nuestros versos en la forma que sigue, Aquí me pongo a cantar Debajo de este membrillo, A ver si cantando alcanzo Las astas de este novillo. Si este novillo me mata, No me entierren en sagrado, Entiérrenme en campo verde Donde me pise el ganado. En la cabecera pongan Un letrero colorado Y en el letrero se diga : Aquí yace un desgraciado. muy conocidos entre los llaneros (2) : Por si acaso me mataran, No me entierren en sagrao ; Entiérrenme en un llanito Donde no pase el ganao; Un brazo déjenme fuera Y un letrero colorao, Pa que digan las muchachas : « Aquí murió un desdichao; No murió de tabardillo son (1) Bayo, Poesía popular hispano-americana. Romancerillo del Plata. Contri- bución al estudio del romancero rioplatense, página S4. Madrid, 1913. (2) Erxst, Proben venezuelanischer Volksdichtungen. Verhandlungen der Berliner Gesellschaft fir Anthropologie, página 533. 1889. Ethnologie und Urgeschichte, XXI, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 6 D) Ni de dolor de costao, Que murió de amores Que es un mal desesperao. Agrega Ernst, que tabardillo significa, en Venezuela, el coup de chaleur, y dolor de costao, la pleuritis; son enfermedades co- munes en Venezuela y hacen muchas víctimas en los llanos. Según el artículo de un joven argentino, aparecido sin fir- ma en un periódico de Buenos Aires, los versos recién reprodu- cidos de Venezuela, también se conocen entre los « galerones llaneros » de Colombia (1); las variantes son insignificantes : 1. Mataren (en vez de : mataran). 4. Ganao (en vez de : el ganao). 5. Afuera (en vez de : fuera). 11. Mal de amores (en vez de amores). La versión de Zaragoza de 1551, también se conoce actual- mente en Colombia, según la señora Michaélis de Vasconcellos (obra ya citada). En Nuevo México, Aureliano M. Espinosa (2) pudo recoger, con su correspondiente melodía, la versión fragmentaria de un romance; cuando se canta, se añade siempre un ¡ay! a princi- pios de cada hemistiquio; he ahí el fragmento : El mal de amor Chiquita, si me muriere — no m'entierres en sagrado; entierram” en campos verdes — onde me pis” el venado; pa que digan los pastores : — « Aquí muri? un desgraciado; no murió de muerte fina — ni de dolor de costado ; murió di un amor di dolores — que le dió desesperado. (1) Horacio ViLLa, Los «llaneros » de Colombia. Su parecido con nuestros gauchos. La Razón, diario de la tarde, año XI, número 3000. Buenos Aires, agosto 19 de 1915. (2) Espinosa, Romancero nuevomejicano. Revue hispanique, XXXII, pági- nas 34-35 (edición especial). 1915. 64 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ya que hemos tratado tan ampliamente de unos versos atri- buídos al mismo Santos Vega, conviene agregar otros que según Ciro Bayo, también se deben al famoso payador. Es la siguiente estrofa : De terciopelo negro Tengo cortinas Para enlutar la cama Si tú me olvidas. Es una copla popular española que Rodríguez Marín (1) cita con la variante de que no se enluta la cama sino mi cuarto. Considerando Bayo, a Santos Vega personaje real, en otra parte de su libro (2) habla de sus genuinas payadas de retruque, término completamente desconocido en la Argentina. Don Ricardo Sáenz Hayes, en un interview que tuvo con Ra- fael Obligado, le consultó también con respecto de Santos Vega y de su Encuesta literaria (3) reproducimos los datos si- guientes : El autor de « Santos Vega » habla de su obra — Le diré a usted ; nunca me he creído un literato profesional. He tomado la pluma por necesidad orgánica, para escribir lo que vieron mis ojos y lo que sintió mi alma. Mis producciones poéticas son un resultado de mi contacto con la naturaleza y mis lecturas históricas. Desde niño me impresionaron el sol, la nube, el viento, la tempestad, la tierra y el agua, los árboles y las olas y los héroes y leyendas na- cionales. La prosa nunca me ha seducido. El verso ha sido mi deleite. Tra- bajar la estrofa lenta, tenaz y silenciosamente, para conseguir efectos (1) RoDRÍGUEZ Marín, Cantos populares españoles, Il, página 309, número 2656. Sevilla, 1882. (2) Bayo, Poesía popular, etc., página 115. (3) Sáenz Hayes, Los que piensan. Rafael Obligado. La Crónica. Buenos Ai- res, diciembre 6 de 1911. — El mismo artículo se reimprimió más tarde bajo otro título : Encuesta literaria. La Razón. Buenos Aires, noviembre 6 de 1912. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 65 de sencillez, sin que se adivinen las huellas del esfuerzo. Eso sí, amar el verso limpio y puro, como una varita de cristal de Bohemia. — ¿Cuál es su obra preferida ? — Debe saber usted que mi obra no es extensa. Lo que prefiero más es Santos Vega. Dejando orgullo y modestia aparte, ereo haber sido el primero que aprovechó este hermoso mito del pueblo argen- tino. Antes que yo, Ascasubi en un cuento titulado Los mellizos de La Flor, se ocupó del sujeto, pero sin ahondar nada. El general Mitre entrevió más, adivinó más, pero no aclaró el asunto. ¿ Le interesaría a usted, conocer el origen de mi poema ? — Mucho. Muchísimo. — Mis padres veraneaban en la vuelta de Obligado, lugar histórico por el combate que se libró ahí con los franceses. Era yo un niño de siete años. Imagine usted aquel tiempo. Nos embarcamos en Buenos Aires, pero en ese sitio del Paraná, como es de suponer, no existían muelles ni otras cosas que nos ha traído el progreso. Así es que debíamos desembarcar trasladándonos primers a un bote. Aquel día, en el bote que nos condujo a la costa, iban un gaucho viejo y una mujer. Las funciones que desempeñaba el viejo eran las de mandar, es decir, no hacer nada, en tanto que la mujer, con buena muscula- tura, remaba a maravilla. Una vez desembarcados, en la galera tirada por cinco yuntas de caballos que trotaban en dirección a la estancia, tragando leguas y tierra, yo y los chicuelos que me acompañaban, pe- dimos al gaucho viejo que nos contara un cuento. Así lo hizo, pero nosotros con los ojos que saltaban de las órbitas por los relatos trági- cos, nos inclinamos a no creerlo. Una vez llegados a la estancia, el viejo quiso convencernos y nos dijo : «las noches nubladas colocando la guitarra en el pozo, el alma de Santos Vega la envuelve y hace que suenen las cuerdas ». Esa mis- ma noche colocó la guitarra en el pozo; nosotros nos ubicamos a cierta distancia, pálidos de emoción, esperando a que las cuerdas de la gui- tarra vibraran solas. Esperamos largo tiempo, pero sin duda porque no cayó una gota, el alma de Santos Vega no hizo vibrar nada. Esa fué la primera vez que oí hablar del mito. Luego, con los años, cons- cientemente fuí enriqueciendo mis noticias, tomándolas directamente del pueblo, hasta el día en que me encontré en condiciones de escri- bir el poema, que fué bien acogido en América y en España. Nada, absolutamente nada, sobre la bizarra figura del paya- 1. XI ) 66 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS dor, adelanta una conferencia que el señer R. Sullivan, el 21 de noviembre de 1912, dió en el Ateneo Hispano-Americano de Buenos Aires, sobre « Rafael Obligado y su Santos Vega»; la conferencia que hemos oído, no fué publicada y baste esta sim- ple mención. Jonviene oir ahora a los eríticos más importantes. Una de las primeras críticas sobre el poema Santos Vega de Obligado, debe ser aquella que apareció en el Anuario biblio- gráfico (1) de 1885 y en la que un erítico anónimo, con respecto a la primera edición de las Poesías, dice, entre otras cosas, lo siguiente : Santos Vega, sin duda alguna, es el más bello y duradero de los trabajos de Obligado. Sus décimas, tan ricamente armoniosas, tienen una suavidad y encanto que hacen recordar las bellezas de la Cautiva, y en todo ese pequeño poema reina tan hermoso color local, de un mundo especial que hoy ya desaparece, que asegura a su autor recuerdo honorífico en tiempos venideros. Y, sin embargo, tiene un defecto, a nuestro juicio capital y que lo perjudica bastante. Pensa- mos que en la tercera parte del poemita, La muerte del payador, se ha cometido el error de encarnar en Juan Sin Ropa la ciencia y el progreso que invaden la pampa y la transforman; en fin, el error de hacer filosofía. La vieja tradición del gaucho cantor, «aquel de la larga fama », vencido por el diablo en un torneo poético de tristes y cielos, bastaba para que el poeta trabajara su obra con todos los tin- tes de la fantasía, sin disminuir su carácter novelesco con este raro consorcio de Satán, tal como lo concibe la imaginación popular, pre- dicando una nueva vida de adelantos y civilización. Juan A. Argerich ha dedicado a Rafael Obligado una mono- erafía impresa en forma de un pequeño libro (2); sabe explicar 2 muy bien cómo el paraje pintoresco donde el poeta nació y se (1) NAVARRO VIOLA, Anuario bibliográfico de la República Argentina, VII, página 337. Buenos Aires, 1885. (2) ARGERICH, Rafael Obligado, páginas 3-9, 19-28. Buenos Aires, 1885. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 67 crió, debe haber contribuído al desarrollo y a la especialización de su talento. Dice : Hay un rincón de la tierra argentina en donde la naturaleza ha derramado sus más severas y sus más galanas riquezas. Las barran- cas con sus talares espinosos, el Paraná arrastrando «los verdes cama- lotes florecidos », los cisnes que juguetean en las aguas, el seibo que ostenta sus flores de rojo color, el boyero que deja oir las notas de su registro fabuloso; los mil arroyos que reflejan los mosaicos de flores de la orilla, la pampa que se extiende a todos lados con su grandeza imponente y tranquila; los innúmeros rebaños que mujen en la llanu- ra, y el barco que surca el Paraná, — convidan al espíritu a levantar el vuelo y le preparan a tejer y destejer ensueños. Después, allí mis- mo, junto a esa naturaleza salvaje y llena de hermosura, vénse frag- mentos de cureña, destrozos de metralla, y una «solitaria cruz de nandubay », los cuales están diciendo al caminante que allí los argen- tinos supieron morir como bravos en defensa del suelo natal, luchan- do contra el invasor en las agrestes soledades. La naturaleza en su grandeza infinita y el sentimiento en una de sus más altas manifestaciones, pueden allí modelar un espíritu deli- cado, incrustando en el alma impresiones imborrables. Alí se formó de niño el espíritu del poeta Rafael Obligado. Recibió, pues, una educación clásica, siendo su primera maestra ese elemento fijo del arte que se llama naturaleza, la que ha recibido en sus aulas a todos los verdaderos artistas desde que la humanidad es humanidad ; y como el poeta tenía verdadero organismo de tal, es decir, ojos, oídos, sistema nervioso bien desarrollado y masa encefá- lica bastante equilibrada, almacenó sus sensaciones, las puso a dispo- sición de su imaginación, y se vino a Buenos Aires a contar en versos incorrectos todo lo que había sentido. En esta ciudad se encontró con dos generaciones de románticos que al oir al joven hablar de ñandubais, de seibos y de boyeros, y no de ruiseñores, de silfides, de ondinas y otros productos exóticos, se que- daron patitiesos, le apellidaron ignorante y salvaje, y pusieron el grito en el cielo con gran asombro del muchacho que no hacía sino llamar pan al pan y vino al vino, y que debió indudablemente pre- guntarse más de una vez, si no estaría equivocado, y si no debía tomar el rumbo de la generalidad melenuda y desesperada « la der- niére que criticaba sus estrofas. 68 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Pero el joven escritor no estaba equivocado y se habría perdido si hubiera desandado la parte del camino que tenía recorrida. No hay arte fuera de la naturaleza y de la verdad: y porque esta- mos hondamente convencidos de ello, aceptaríamos para nuestra poe- sía, preferentemente al epíteto de americanista, el de argentinista, más nacional todavía, sin hacer con ello gala de un localismo estre- cho, pues debemos apresurarnos a declarar que admiramos sin res- tricciones (y si así no fuéramos seríamos unos bárbaros) la poesía griega de Homero, la poesía italiana de Dante, la poesía inglesa de Shakespeare, y la poesía española de Calderón, que son a su vez pro- fundamente cosmopolitas, porque pertenecen a una clase de obras acerca de las cuales dijo Tomás Macaulay, «que han formado parte de la educación de cien generaciones, conservan hoy toda su lozanía, vigor y frescura primitivas; son el encanto de los que las estudian, aun en malas traducciones; han sobrevivido a todos los caprichos de la moda; han visto envejecer todos los códigos de crítica que se han sucedido en el transcurso del tiempo; y continúan siendo inmortales para nosotros, porque la verdad es eterna, y tan bellas hoy cuando las leemos en el silencio y la soledad de nuestro gabi- nete, como cuando fueron cantadas por- primera vez, hace luengos siglos, en los banquetes de los príncipes jonios ». Somos, por consiguiente, cosmopolitas para la apreciación de la obra literaria; pero queremos ser localistas para la producción de la misma. ¿Cuál es la ley que rige a ésta ? Una impresión recibida por uno o más objetos sensibles; o, lo que es lo mismo, un ponerse en contacto el artista con las cosas que le rodean. Hay, pues, dos ele- mentos fundamentales en aquélla : la naturaleza, elemento fijo; el hombre, elemento variable. ¿Qué se debe procurar con la naturaleza ? Sorprenderla en toda su verdad. ¿ Qué con la impresión ? Transmitirla en toda su intensidad. Tomemos ambas operaciones e imaginemos que el artista quiere pintarnos un paisaje de la campaña argentina. Si pone en él una flora que caracteriza a determinado lugar de la China; si nos hace oir allí los cantos del ruiseñor europeo, nos da un cuadro deficiente, contra- rio a la verdad del fenómeno natural sorprendido, y falso en la im- presión con que pretende emocionarnos, porque ha dejado lo espontá- neo para introducirnos en las deplorables regiones de lo convencional. ¿ Aceptado ? Sigamos adelante. ¿Cuándo será más fácil producir una impresión artística más intensa ? Cuando apliquemos nuestras facul- R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 69 tades a aquello con que estemos más familiarizados, al medio que nos rodea, a la naturaleza en que nos hemos formado, o a medios conoci- dos de segunda mano. Esto queda resuelto con su simple enuncia- ción, sin que ello obste para que si el artista es poeta, por ejemplo, y se traslada mañana a los Estados Unidos de América y se siente con- movido ante la cascada del Niágara, deje de entonar sus himnos al fragoroso torrente. A cada instante se hace necesario, entre nosotros, repetir estas cosas tan claras. Felizmente, se podría hoy contar a los que las com- baten. . . . . . . . - . . . . . . . . . . . . . . . Para ocuparnos de las tres tradiciones argentinas que con el título de Santos Vega publica el autor, hemos procurado estar muy sobre nosotros mismos, pues debemos declarar que las reputamos una de las más sobresalientes producciones de la literatura argentina. Santos Vega es la fijación de un tipo popular. Nada más serio. Los predecesores de Rafael Obligado, y sobre todo uno de nuestros más grandes hombres públicos y el primero de nuestros historiadores, que trajo a la vida el don maldito de achatarse en el verso, cometieron el error de considerar a Santos Vega como un personaje de carne y hueso, llegando hasta designar el punto del sur de Buenos Aires, en que dicen estuvo su tumba. Santos Vega, no ante una o unas cuantas personas, sino al través del criterio de la generalidad de los gauchos argentinos, no viene a ser sino un mito, una entidad ideal que par: la poesía es lo que ha sido ante el pueblo alemán el doctor Fausto para la ciencia. Esta creación de Obligado, está, sobre todo, en El alma del payador, y en La prenda, que tiene estrofas estupendas. Recorriendo nuestros campos, asimilándose la poesía tan intensa- mente melancólica del payador argentino; oyendo de boca de los vie- jos todas las proezas de Santos Vega, acompañándoles a esperar los sones que aquél sabe arrancar en las noches a las cuerdas de la gui- tarra colocada en el crucero del pozo; viéndole surgir de la brillazón y de los fuegos nocturnos; siguiendo sus huellas en la tapera y reco- giendo de los labios de la campesina la leyenda sublime de los amo- res de Santos; acertando, por último, con la nota verdadera de la poesía de nuestros campos, sabiendo conservar a la vez su carácter de hijo de la ciudad, consiguió hacer lo más estable de su obra de poeta. La décima, la estrofa más adecuada para esta clase de produccio- 70 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS nes por su entonación especial y por ser la forma predilecta de los payadores argentinos, está hábilmente manejada. El autor ha huído, con acierto, del lenguaje gauchesco, perteneciente a un ciclo que pasó y que, por las condiciones excepcionales de la sociabilidad argentina, nunca habría podido llegar a ser el instrumento de una literatura nacional, pues el gaucho no ha sido sino un tipo retardado en el pro- greso argentino, a causa de las barreras del desierto. El gaucho era un ser en quien, bajo ciertos aspectos, la evolución natural había retrogradado; pero que estaba, como acertadamente lo dice don Vi- cente F. López, muy lejos de haber perdido las tradiciones de la civi- lización de que había tomado origen; así es que tan luego como se comenzó a dominar el desierto, fué perdiendo paulatinamente sus rasgos transitorios. Y como una literatura arranca de la sociedad a la manera de los árboles del suelo, los payadores errantes han sido pro- ductos naturales de esa situación semibárbara. Pero el escritor de la ciudad que, siendo del todo civilizado, ha querido descender al nivel del elemento bravío de la llanura, ha tenido que escollar forzosamen- te, porque los seres todos son esclavos del medio que les rodea. Esto lo ha comprendido perfectamente Rafael Obligado; y porque lo ha comprendido así, su libro ha resultado tan argentino, es decir, tan civilizadamente nacional. Santos Vega consta, como lo hemos dicho y todo el mundo lo sabe, de tres partes : El alma, La prenda y La muerte del payador. Las dos primeras son bellísimas, y la última admirable. A la primera pertenece la siguiente décima : Dicen que, en noche nublada, Si su guitarra algún mozo En el crucero del pozo Deja de intento colgada, Llega la sombra callada Y, al envolverla en su manto, Suena el preludio de un canto Entre las cuerdas dormidas, Cuerdas que vibran heridas Como por gotas de llanto. Y a la segunda, éstas, que están demostrando toda la virtud plás- tica que posee el poeta : Santos Vega eruza el llano, Alta el ala del sombrero, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 71 Levantada del pampero Al impulso soberano. Viste poncho americano, Suelto en ondas de su cuello, Y chispeando en su cabello Y en el bronce de su frente, Lo cincela el sol poniente Con el último destello. Cerró la noche. Un momento Quedó la Pampa en reposo, Cuando un rasgueo armonioso Pobló de notas el viento. Luego, en el dulce instrumento Vibró una endecha de amor, Y, en el hombro del cantor, Llena de amante tristeza, Ella dobló la cabeza Para escucharlo mejor. En La muerte del payador deja de satisfacernos tan sólo el final de la estrofa 9*, que encontramos demasiado débil. Es una poesía en la que queremos detenernos. He aquí el cuadro : Santos Vega, aquel de la larga fama, está dor- mido bajo un ombú corpulento. Su guitarra pende de las ramas veci- has. Al pasar los campesinos se detienen ante el payador, y velan su sueño. El más viejo se adelanta Del grupo inmóvil, y llega A palpar a Santos Vega, Moviendo apenas la planta. Una morocha que encanta Por su aire suelto y travieso, Causa eléctrico embeleso Porque, gentil y bizarra, Se aproxima a la guitarra Y en las cuerdas pone un beso. De pronto perturba el silencio un jinete que viene a todo escape, haciendo retumbar el llano bajo el casco de su corcel. Y aunque el grupo, en su estupor, Contenerlo pretendía, Llega, salta, lo desvía, Y sacude al payador. 72 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Los circunstantes tiemblan de horror, y aquél, dirigiéndose a San- tos Vega : — «Por fin, dijo fríamente El recién llegado, estamos, Juntos los dos, y encontramos La ocasión que éstos provocan, De saber cómo se chocan Las canciones que cantamos. » Comienza la lucha entre Juan Sin Ropa y Santos Vega. Aquél en- tona canciones nunca oídas. Es el diablo, y evoca el porvenir. Es un deslumbramiento : Era el grito poderoso Del progreso, dado al viento; El solemne llamamiento Al combate más glorioso. Era, en medio del reposo De la Pampa, ayer dormida, La visión ennoblecida Del trabajo, antes no honrado ; La promesa del arado Que abre cauces a la vida. Santos le escucha embebecido y se declara derrotado. Clava en la deliciosa morocha sus miradas, y dice : — « Adiós, luz del alma mía, Adiós, flor de mis llanuras, Manantial de las dulzuras Que mi espíritu bebía; Adiós, mi única alegría, Dulce afán de mi existir; Santos Vega se va a hundir En lo inmenso de esos llanos... ¡Lo han vencido! ¡Llegó, hermanos, El momento de morir! » Incendia de pronto el diablo el ombú; Juan Sin Ropa desaparece detrás de las llamas convertido en serpiente, y ni siquiera quedan en el suelo las cenizas de Santos Vega. Esta elegía a la muerte del gaucho, porque en substancia no es otra cosa; este canto vigoroso a los progresos de la tierra argentina, tiene en sí todas las notas de la lira : se confunde ahí el himno al porvenir R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA -] is que ilumina y el sollozo al pasado que se va. Es la intuición de la pampa civilizada, llena de hombres y de ciudades, retemblando bajo el peso de la locomotora que silba, esclava del trabajo que fecunda y brindadora de cuantos dones puede el hombre codiciar. El autor difí- cilmente llegará a hacer nada más completo, nada más gráficamente descriptivo. Tales son las notas más resonantes que este poeta debe al amor a la patria. Ese sentimiento, muéstrase en cada uno de sus versos, de tal manera, que es difícil dar en su libro con una sola página en que no se le encuentre. Nosotros, que no somos de los que creen que el patriotismo declina en nuestro país, pues siempre se ha manifestado en las reuniones de las muchedumbres bajo la forma de odio o desdén para con algunas naciones vecinas, y en las clases directivas, en el sen- tido de una persuación profundamente arraigada de nuestros grandes e insuperables destinos como nación, — escuchamos los ecos de esta inspiración patriótica con religioso respeto, y nos sentimos emociona- dos al recordar esas estrofas, que unas veces tienen todo el misticismo de la oración, y otras resuenan con los vibrantes sones de un toque de clarín. — porque son el eco entusiasta del sentimiento nacional. Dado el éxito enorme que Rafael Obligado ha aleanzado prin- cipalmente en la República Argentina, donde su obra llegó a ser canción popular, conviene reproducir también parte del jui- cio erítico que Calixto Oyuela emitiera en 1585 sobre el poeta en general y sobre su poema Santos Vega especialmente; dicho esbozo se halla en una colección de estudios y artículos litera- rios, escritos por el señor Oyuela (1), y fué incorporado a la segunda edición de las poesías de Obligado (2); en carta diri- gida al poeta, dice Oyuela, entre otras, lo siguiente : En usted se halla la poesía como escultura y, sobre todo, como pin- tura, casi nunca como música. La línea, el relieve, la imagen son los señores absolutos de sus versos. El lenguaje de la inteligencia pura, el lenguaje abstracto, el alegato, el utilitarismo, el filosofismo, el tras- (1) OrYueLa, Estudios y artículos literarios, páginas 14-15, 16, 20-22, 23, 24-29. Buenos Aires, 1889. (2) OBLIGADO, Poesías, 22 edición, páginas XXI-XXXV. Buenos Aires, 1906. TA BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS cendentalismo, corruptelas modernas de la poesía, brillan por su ausen- cia. Su libro es un templo elevado al arte puro, y con todo eso tras- cendentalísimo por alta manera, pues Usted ha sacado el mármol pa- ra sus estatuas de la fecunda cantera de los sentimientos eternamente intensos y humanos: la patria, la familia, el amor, tales como son naturalmente sentidos por un argentino de raza latino-española. Ja- más se hunde usted en profundidades psicológicas; lo interior del espíritu lo manifiesta constantemente por signos exteriores : un gesto, una actitud, un movimiento. 1 En otra poesía llega el amante adonde está su amada : ¿nos expli- cará el poeta los sentimientos de ambos? No, los pintará en sus acciones : » No bien llega, el labio amado Toca la frente querida, Y vuela un soplo de vida Por el ramaje callado... Un ¡ay! apenas lanzado, Como susurro de palma Gira en la atmósfera en calma; Y ella, fingiéndole enojos, Alza a su dueño unos ojos Que son dos besos del alma. Son también cualidades suyas el orden de la composición y el es- mero en la ejecución... Usted no sólo planea sus composiciones en general, sino también cada una de sus estrofas, haciendo que presente un todo armónico y de interés creciente. Sirva de ejemplo la segunda de estas admirables décimas : Cuentan que en noche de aquellas En que la Pampa se abisma En la extensión de sí misma Sin su corona de estrellas, Sobre las lomas más bellas, Donde hay más trébol risueño, Luce una antorcha sin dueño Entre una niebla indecisa, Para que temple la brisa Las blandas alas del sueño. Mas, si trocado el desmayo En tempestad de su seno, ee R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Estalla el cóncavo trueno, Que es la palabra del rayo, Hiere al ombú de soslayo Rojiza sierpe de llamas, Que, calcinando sus ramas, Serpea, corre y asciende, Y en la alta copa desprende Brillante lluvia de escamas. Viniendo ya a sus composiciones en particular, yo estimo como superior a todas su canto a Echeverría. Y lo estimo así porque creo que ha vaciado usted en él todo su amor patrio, toda su alma, lo cual no sucede en tanto grado en La muerte del payador, que se le da por rival afortunado, y que, a mi juicio, le sigue en mérito. Con el nombre de Santos Vega figuran en el volumen tres (1) Tra- diciones argentinas que forman serie. Son ellas una nota caracterís- tica, que no podía faltar en la obra de un poeta como usted. Quizá no haya en toda América un país más escaso de tradiciones y leyendas populares que el nuestro. En otros puntos del continente las hay numerosas y bellísimas del tiempo de la conquista. En cuanto a las leyendas puramente indígenas, no pueden tener para nosotros un interés particular. De las pocas tradiciones que tenemos, Usted ha aprovechado la más interesante, así por la rica veta de poesía que encierra, como por el estrecho lazo que la une a nosotros, al más poético y digno de nues- tros tipos populares : el gaucho. Refléjase, además, en Santos Vega, de una manera espontáneamente simbólica, el gran período de transi- ción, aun no cerrado para nosotros, de la vida poética y sencilla, casi primitiva, de la Pampa, al refinamiento de las grandes agrupaciones sociales, al espíritu de cultura y mejoras materiales, a la vida normal y fija, y a la vez agitada y febril, de la civilización moderna. Ese espontáneo simbolismo se advierte en varios pasajes de sus Zradi- ciones : Cuando la tarde se inclina Sollozando al occidente, Corre una sombra doliente (1) Recuérdese que Oyuela se refiere a la primera edición de las poesías de Obligado, en la cual no se halla El himno del payador, que fué agregado recién en la seguuda. (Vota de R. L.-N.) 716 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Sobre la pampa argentina. Y cuando el sol ilumina Con luz brillante y serena Del ancho campo la escena, La melancólica sombra Huye besando su alfombra Con el afán de la pena. Esa sombra melancólica que huye ante la luz del sol, es Santos Vega, a quien usted da el verdadero carácter mítico, fantástico, que tiene en la imaginación popular, carácter que, como ya se ha obser- vado, ha sido desconocido y falseado por quienes antes de usted han querido explotar esa mina. En la Tradición segunda, un remolino inte- rrumpe el canto del payador, y la composición termina con esta bien significativa estrofa : Luego, inflamando el vacío, Se levantó la alborada, Con esa blanca mirada Que hace chispear el rocío. Y cuando el sol en el río Vertió su lumbre primera, Se vió una sombra ligera En occidente ocultarse, Y el alto ombú balancearse Sobre una antigua tapera. De ahí que presente Usted constantemente en escena a Santos Vega al declinar la tarde, o bien ya entrada la noche. Por eso escribe : Yo soy la nube lejana (Vega en su canto decía) Que con la noche sombría Huye al venir la mañana ; Soy la luz que en tu ventana Filtra en manojos la luna; La que de niña, en la cuna, Abrió tus ojos risueños ; La que dibuja tus sueños En la desierta laguna. El simbolismo está todavía más manifiesto en la tradición tercera y última, titulada La muerte del payador, que es sin duda una de las mejores composiciones del volumen. En ella, mezcla soberbia de R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA himno y de lamento, muere Santos Vega, después de ser vencido por el profético canto de su formidable adversario, en el cual palpita nuestro afán de engrandecimiento, de bullicio, de vida. En esta magnífica poesía suya, se ve hundirse un sol en el ocaso, cuyos tibios y melancólicos rayos impregnan el alma de tristeza infi- _nita, y romper a la vez en el oriente otro sol cireundado de lampos y esplendores. El contraste está magníficamente concebido y artística- mente ejecutado. Esta tradición demuestra lo que ya observé antes, que la exagera- ción de su americanismo no es más que el natural resultado del men- guado cosmopolitismo que nos infesta. Cuando éste no está presente a su espíritu, usted no tiene inconveniente alguno en tributar su aplauso a la nueva vida que nos trae la inmigración europea. No es difícil comprender, sin embargo, que la simpatía secreta del poeta está más con el viejo Santos que con Juan Sin Ropa. Es propio de toda alma íntimamente poética amar más, sentir más lo que muere que lo que nace, la tarde que la aurora; y en tanto mayor grado, cuanto lo que se va es esencialmente poético, y lo que viene suficien- temente prosaico. Por lo demás, el simbolismo de estas Tradiciones no daña en lo más mínimo a su espontaneidad, a la perfecta armonía entre la idea y la forma, imposible en la poesía reflexivamente simbólica, pues el sím- bolo se desprende virtualmente, en este caso, de la misma poética superstición que le sirve de base. Todo esto significa, en suma, que ha dado Usted con la única veta de poesía épica posible en nuestro país y en nuestro tiempo: veta accidental y limitadísima, que sólo refleja aspectos parciales, pero la sola que, como la de El estudiante de Salamanca, contiene la materia épica espontánea difusa en nuestra civilización, y puede ser natural- mente depurada y transformada en arte. Estas tres tradiciones for- man el vínculo más estrecho que une su libro con el medio ambiente en que se produce. La patria; dentro de la patria, el hogar; dentro del hogar, el amor; todo ello llevado en ofrenda al arte exquisito y puro : tal es la sínte- sis de su libro. Publicada la segunda edición de las poesías de Obligado, Calixto Oyuela le dedicó una correspondencia que escribió, en 1906, para El Mercurio de Santiago de Chile y que hizo reim- TS BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS primir, en 1915, en sus Estudios literarios. Como él mismo lo dice, esta vez quiso sólo dar una idea general del autor y de su obra, deteniéndose especialmente en las composiciones que aho- ra por primera vez aparecen. En lo que hace a las leyendas y tradiciones populares, Oyue- la se expresa como sigue (1): La obra literaria de Obligado, en este grupo es siempre Santos Ve- ya, completada ahora, y que forma una serie de cuatro composicio- nes : El alma, La prenda, El himno, La muerte del payador. Se ve en ella, admirablemente pintado y sentido, el fin de una edad primitiva y poética, que expira melancólicamente, como en un toque de ora- ción, Che paía il giorno pianger che si more; y el himno triunfal de la edad que nace, espléndida y numerosa : símbolo vivo de nuestra re- ciente evolución, con sus luces y sus sombras. En El himno del paya- dor, el último llegado en la serie, que ocupa en ella, por intercalación, el penúltimo sitio, se describe con gran animación un bárbaro juego gaucheseo interrumpido por la aparición y desaparición misteriosa de Santos Vega, cuya voz se alza para excitar a los paisanos a la lucha por la independencia de la patria, ya iniciada en Buenos Aires. Léanse estas dos estrofas : ¡Ah! ¡Si es mi voz impotente Para arrojar, con vosotros, Nuestra lanza y nuestros potros Por el vasto continente ; Si jamás independiente Veo el suelo en que he cantado, No me entierren en sagrado Donde una cruz me recuerde, Entiérrenme en campo verde Donde me pise el ganado! Cuando cesó esta armonía Que los conmueve y asombra, Era ya Vega una sombra Que allá en la noche se hundía... (1) OrurLa, Poesías de Rafael Obligado, segunda edición, revisada y aumen- tada. Correspondencia escrita para El Mercurio de Santiago de Chile, 1906. Anales de la Academia de filosofía y letras, IV, páginas 237-238. Buenos Ai- res, 1915. a, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 79 ¡ Patria ! a sus almas decía El cielo, de astros cubierto, ¡ Patria ! el sonoro concierto De las lagunas de plata, ¡ Patria ! la trémula mata Del pajonal del desierto. Tiene esta leyenda, en manos de nuestro poeta, un simbolismo vivo y espontáneo que en nada perjudica a la fuerza poética directa de la narración, porque se funde íntimamente con ella. Yo sólo siento que haya cedido, aunque en un solo y único caso, a la mala tentación de señalar y descubrir expresamente ese simbolismo, cuando nos dice en dos versos de La muerte del payador : Que sin duda Juan Sin Ropa Era la ciencia en persona ; con lo cual todo el prestigio fantástico del personaje misterioso des- aparece (1). Hay que dejar a las figuras, en tales casos, su encarnadu- ra humana, y que cada cual saque luego las consecuencias que quiera. La opinión crítica de Calixto Oyuela es tanto más importan- te, en cuanto, al principio, consideraba como tarea de los poetas argentinos, seguir las huellas clásicas de Grecia, y se burlaba del rumbo nativo que Obligado daba a los hijos de su musa, va pues en 1885, dirige á éste las siguientes estrofas (1): La Grecia es madre de héroes ! Sus legiones Supieron dar con elección sublime De «patria» y «guerra» los vibrantes sones ! (1) En este punto de vista no estamos de acuerdo con el señor Oyuela. Es conocido que los combates entre trovadores, consistían, por buena parte, en una especie de examen sobre cosas que uno debía saber para salir de la empresa con éxito. Actualmente, los payadores gauchos, descendientes de sus antecesores medievales, proceden del mismo modo en sus payadas de contrapunto ; ambos adversarios disponen de cierto caudal de conocimientos, especialmente en his- toria patria y sagrada, y buscan, por preguntas mutuas, lucir con su sabiduria. Corresponde, pues, cabalmente al sentimiento popular, la admiración de la gen- te manifestada hacia Juan Sin Ropa, porque sabía tanto, porque «era la cien- cia en persona ». (Vota de R. L.-N.) (1) OBLIGADO (RAFAEL) y OYUELA (CALIXTO), Junta literaria con una caorta- prólogo de Carlos Guido y Spano, página 47. Buenos Aires, 1883. 0,2) [a BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Mas tu furor maniático no exime Ni aún la helena ficción, cuando asegura Que el vicio ensalza y la virtud deprime? ¿No te mueven su gracia y hermosura ? ¿O es fuerza, para ser vate argentino, No amar sino al carancho y la llanura ? Volviendo al tema que nos ocupa, don Pedro Bourel (1), en una de sus Cartas Provincianas, se ocupa extensamente de las poesías de Obligado, y aunque no cita directamente a Santos Vega, reproducimos el siguiente párrafo : Usted, mi amigo, ha dejado incólume la poesía nativa, con su estilo, con su entonación con su carácter peculiar e intransformable; pero ha tomado usted posesión del teatro y de los personajes, y en la frase co- rrecta y culta de la lengua madre, que usted maneja de un modo exi- mio, ha cantado con profundo sentimiento las vicisitudes del gaucho y ha pintado con admirable verdad su teatro, su vida y sus costumbres. Es usted, pues, el único, después de Echeverría, que merezca ser proclamado nuestro poeta nacional ; habiéndolo superado por la flui- dez del verso y el concepto más realista de los personajes. El doctor Joaquín V. Gonzalez, instigado por la poesía de Obligado, dedica en su Tradición nacional las siguientes bellas páginas al célebre trovador (2): Entre los tipos de la leyenda nacional, la inmortal figura de Santos Vega destella sobre el fondo inmenso de nuestra pampa como una aurora inmortal de nuestra poesía y amor; él es la personificación radiante de la fibra poética que ha muerto ya bajo las oleadas de la civilización extranjera que inunda las campañas, desalojando y reple- gando hacia los desiertos al hijo de la tierra, que al perder el hogar donde nació, el campo donde aprendió a leer en la naturaleza, y a (1) BOUREL, Cartas provincianas. Cartas literarias. Apéndice, página 40. Buenos Aires, 1887. (2) GONZÁLEZ, La tradición nacional, página 167-176. Buenos Aires, 1888. Idem, 22 edición, I, página 142-149. Buenos Aires, 1912. — El párrafo reprodu- cido se halla también en la segunda edición de las Poesías de Obligado, pági- na XL-XLIX. ¿ R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 81 asimilarse sus armonías misteriosas, parece que va perdiendo hasta esa sensibilidad refinada, que en otros tiempos nos hizo escuchar can- tares deliciosos que aun resuenan en las brisas desoladas de la llanu- ra, y nos hizo admirar imágenes que sólo han quedado grabadas en sus crepúsculos. De todo ese mundo ideal, de todo ese majestuoso poema cantado en los llanos por el payador de otra edad, sólo Santos Vega brilla sobre las ruinas con luz imperecedera ; pero el gaucho apenas lo recuerda, y su memoria: se ha salvado del olvido, porque la literatura de las ciudades ha recogido sus trovas para nutrir de savia virgen sus con- cepciones, y para iluminar alguna vez con sus destellos misteriosos el monótono escenario de sus poemas. Sólo un genio sobrenatural po- día vencer el poderoso estro del poeta nativo que condensaba todas las facultades intelectuales de su pueblo y de su raza ; sólo los dioses podían superar en inspiración y en bellezas al cantor de la Tlíada; só- lo los genios alados de los bosques de la Arcadia o de Sicilia podían modular canciones más dulces que Virgilio y Teócrito ; sólo Satanás podía arrancar a la guitarra de la pampa argentina gemidos más pro- fundos y arrebatadores, y cantar más conmovedoras endechas qne Santos Vega, el tipo semidivino de nuestra poesía nacional. Él, como Homero, se diviniza y desvanece en la imaginación popular, porque se confunde con la poesía misma cuya esencia es incorpórea y etérea, y llega a creerse que jamás existió, o así lo afirma el sentimiento de un pueblo decidido a hacer de él la personificación humana de ese genio poético que anima a toda raza, y que, cantando, soñando, gi- miendo en estrofas que vibran sin dueño aparente, como el concierto de las tardes campestres, forma el grande y universal poema de esa raza, de su territorio y de su cielo. Santos Vega es el astro que resplandece sobre ese inmenso poema : poeta y héroe de sus creaciones tan rápidas, como vibrantes e inspi- radas, se asemeja a esos poetas de la India que actúan entre el lumi- noso cortejo de sus héroes legendarios, amados de los dioses, porque de ellos reciben la inmortalidad de una juventud eterna. Santos Vega es la musa nacional que canta con los rumores de la naturaleza; Echeverría es el poeta clásico que recoge esa grandiosa poesía para elevarla y darle la forma de la cultura; Obligado es el heredero legítimo de esas riquezas deslumbrantes que iban desapare- ciendo de la memoria, arrastradas por los vientos tempestuosos del progreso que transforma las ruinas en palacios, porque él ha templa- T. XXI 82 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS do su lira al unísono con esa música vaga que adormece los espíritus, arrancadas por manos invisibles de las cuerdas siempre tensas de nuestra espléndida tierra, y de nuestro clima saturado de inspiración. Su Santos Vega, esbozo radiante del gran poema de la pampa que se escribirá algún día, es la tradición del poeta legendario vencido por el poder superior de la civilización avasalladora, personificada en el Diablo, en ese Satanás eternamente joven, que parece: ser el portador de las grandes evoluciones de la humanidad. Este es el sentido tras- cendental ; pero la tradición en sí misma, escrita en la estrofa amada de su héroe, nos da una vez más el ejemplo del concepto que el hijo de la tierra se formaba del Espíritu de las tinieblas. Él es la suprema inspiración, la suprema poesía, la suprema ciencia ; y a pesar de que su conciencia religiosa le abomina y le condena, su criterio artístico le adora y le diviniza ; porque el arte, ya cante las alabanzas del rey profeta en el salterio de oro, esculpa o tinte una Dolorosa sobre las telas de Rafael, o celebre en las estrofas inmortales de Milton y del Tasso los triunfos de la idea cristiana, o ya erija un Olimpo sensual en el laud profano de Homero, esculpa una Venus de Milo, o arrebate y exalte el sentido en las estrofas ardientes de Safo, siempre es la chispa, el relámpago encerrado en nuestro cerebro, que iluminando los horizontes humanos, nos acerca a la divinidad, porque es ese «algo de dioses » que cada hombre lleya en su ser. Satanás en el poema de Obligado es una verdadera creación del arte nacional, una idea más grande que muchas de las que nos admiran y enceguesen en los rotundos períodos andradianos ; una síntesis filosó- fica que bien puede llamarse la fórmula poética de nuestra evolución social; y quiza porque no aturde y ofusca los sentidos, y porque el espacio de su espansión ideal es el alma misma, no brilla como otras creaciones de nuestra literatura, con todo el fulgor de la popularidad que, no obstante, alcanzará más sólida y profunda, cuando la crítica se dirija hacia esos dominios del pensamiento. El Diablo humanizado ea Juan Sin Ropa, un payador desconocido que aparece en la escena rodeado por un misterio que sobrecoge y sus- pende, es la poesía sobrenatural, es el genio superior a la raza, único que puede vencer y sepultar en la nada al poeta de la tierra. En la payada memorable de la tradición, su fuego divino se anuncia por se- cretos presentimientos que nublan la frente y el alma de Santos Ve- sa, y que le hacen presentir su muerte. Pero oigamos algunas de estas décimas que parecen arrancadas al alma del desierto. e R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 83 Turba entonces el sagrado Silencio que a Vega cerca, Un ginete que se acerca A la carrera lanzado ; Retumba el desierto hollado Por el casco volador; Y aunque el grupo en su estupor, Contenerle pretendía, Llega, salta, lo desvía, Y sacude al payador. .No bien el rostro sombrío De aquel hombre mudos vieron, Horrorizados, sintieron Temblar las carnes de frío. Miró en torno con bravío Y desenvuelto ademán Y dijo: «Entre los que están No tengo ningún amigo, Pero, al tin, para testigo Lo mismo es Pedro que Juan ». Alzó Vega la alta frente, Y le contempló un instante, Enseñando en su semblante Cierto hastío indiferente. — Por fin, dijo friamente El recién llegado, estamos Juntos los dos, y encontramos La ocasión, que estos provocan, De saber como se chocan Las canciones que cantamos. Así diciendo enseñó Una guitarra en sus manos, Y en los raigones cercanos Preludiando se sentó. . Y aquel extraño payador abortado por la sombra, canta los tristes y los cielos de la pampa con encanto sobrehumano, arrancando a su guitarra diabólica sonidos que electrizan, gemidos que desesperan y nublan, de tinieblas el alma, acordes que arrebatan y se derraman en el espacio, evocando los seres invisibles que lo pueblan, para agru- parlos en torno suyo, suspensos de sus armonías de ultratumba. Santos Vega le escucha con el corazón agitado por la influencia S4 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS magnética de aquellos cantos desconocidos para él mismo, para él, que había penetrado en los más recónditos secretos del arte, de la pasión, del cielo y del desierto de su patria, cuya alma v cuyas fibras llevaba en las suyas. La multitud extasiada que sirve de jurado en aquel cer- tamen sublime, contiene, por amor a su poeta adorado, el grito del en- tusiaamo que fermenta en sus pechos inquietos, pero él comprende su derrota, porque admira a su enemigo. y le diviniza en su propia mente, y porque los más extraños prodigios le indican que su adver- sario no es un ser humano como él, sino que sus trovas son las irra- diaciones de un genio divino bajado a la tierra para anunciarle su muerte; y exclama entonces con la desesperación de la agonía, estas últimas palabras que son el adiós sombrío y eterno de la musa de la pampa : Santos Vega se va a hundir En lo inmenso de esos llanos... ¡Lo han vencido ! ¡ Llegó, hermanos, El momento de morir ! Algo como una niebla fúnebre se extiende sobre el desierto solita- rio, a medida que este adiós va dilatándose sobre la brisa de la tarde, quejumbroso como el lamento de la bordona de donde nació, hasta los últimos confines de su cielo amado, al mismo tiempo que la pupila centelleante del poeta nativo se clava por la vez postrera en los ojos de su querida, que tiene el instinto del amor y de la admiración hacia su poeta, como la rubia de Magdala lo tenía para el sublime e inspirado Nazareno. La prenda del payador admira y ama con el alma inmensa del desierto: Magdalena admira y ama con el alma infinita de ese cielo azul que promete el Evangelio a las almas purificadas por la contem- plación. El payador se desvanece en el horizonte de nuestro cielo sin dejar más que un recuerdo, como rastro informe de su paso, mientras que su vencedor convertido en serpiente de fuego, incendia hasta el om- bú majestuoso donde tantas veces sus endechas se elevaron a la altu- ra, y donde tantas veces los hijos de la llanura se apiñaron para ado- rarle y bendecirle con lágrimas que eran laureles tributados por el corazón de su patria. El Diablo, por su concepción extraña, pero que entra en la índole de nuestra imaginación popular, es el instrumento elegido por la fa- talidad para dar la muerte al payador legendario, cuya imagen, sin embargo, brilla sobre los horizontes de nuestra literatura y de nuestra R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 85 tradición, como la estrella polar que marca a los poetas del presente y del futuro la senda que lleva a la creación de nuestra gran poesía na- cional. Y es, gloria del joven bardo argentino el haber levantado como bandera de combate, esa musa que nacida y creada con Santos Vega, resplandece con luz clásica en Echeverría, que será en el tiempo el re- fugio donde vayan a fortalecer sus arpas desfallecidas nuestros poetas filósofos, cansados de edificar sin fruto sobre cimientos prestados por civilizaciones ajenas. El Santos Vega de Obligado es un modelo de la tradición nacional, a la vez que, como he dicho, el esbozo radiante del gran poema de la pampa, borrado por el soplo de la transformación de la raza, pero que renacerá de las ruinas del pasado como las estatuas griegas después de la inmensa inundación de los pueblos del norte. Porque las evo- luciones humanas son como las capas de tierra que los siglos amonto- nan sobre los escombros : el arado del labrador que rasga el suelo pa- ra encerrar la semilla, tropieza algún día con un fragmento del mármol antiguo, y aquel fragmento es un relámpago que alumbra el pasado, y es la revelación de un mundo luminoso que proyecta sus rayos vivifi- cantes sobre el futuro. El poeta nacional del porvenir, evocando en sus canciones los re- cuerdos de la edad primitiva, será respondido algún día por «el alma del viejo Santos » que vaga eternamente en el espacio, como el ángel condenado de Klopstock, esperando ver abiertas para él las puertas de ese cielo tan deseado, donde se goza de la armonía que adormece los mundos, donde se cantan las alabanzas místicas en las arpas divinas. El mismo doctor Joaquín V. González, en la introducción de un libro de Martiniano Leguizamón (1), se da cuenta del carác- ter legendario de nuestro héroe y lo liga con mitos parecidos sin ensayar comparación más detallada ; dice: Esta leyenda de las almas errantes es una de las que persisten con más fuerza y carácter general en la tierra argentina ; alimenta con la misma esencia múltiples y heterogéneas historias y personajes, mati- zados y aún transformados en las diversas localidades, según la in- tensidad de sus elementos étnicos. Rafael Obligado ya la cantó en su aspecto más poético en Santos Vega, recogió otra de sus formas ex- (1) LeGuizaMóN, Recuerdos de la tierra, página xx. Buenos Aires, 1896. 86 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS trañas en la montañesa Mula ánima, y que ha ido a aprender en los bos- ques tucumanos el lamento del Cacui. El lenguaje culto de las poesías de Obligado es uno de sus rasgos más admirables, según Ernesto Quesada (1). Se puede cantar, dice, con toda la posible perfección las tradicio- nes nacionales, las leyendas criollas y el alma de la raza gaucha, sin | necesidad de rebajar el idioma, de vulgarizarlo, de trasladar al len- guaje eserito los términos familiares y comunes del habla diaria ; pues las mismas acciones y los mismos pensamientos suelen, a las veces, expresarse con términos diversos, si bien equivalentes, en el lenguaje hablado y en el escrito... Obligado, en su Santos Vega, y principal- mente en La muerte del payador, ha sabido interpretar hondamente el alma gaucha con todas sus idiosincrasias : pero lo ha hecho en un lenguaje que huye de lo vulgar como de la peste. La aparición del libro De cepa criolla (La Plata, 1908) de Martiniano Leguizamón, provocó un cambio de cartas entre su autor y don Rafael Obligado, correspondencia que se publicó bajo el titulo Sobre el eriollismo (2). Obligado tiene sus escrúpu- los con respecto del rumbo que ha de tomar la naciente litera- tura nacional argentina y el «criollismo» en auge; objétale Leguizamón : La literatura gauchesca iniciada por Hidalgo, y continuada por As- casubi, del Campo y Hernández, a pesar de su forma tosca y su áspe- ro lenguaje, pero con palpitaciones muy hondas del alma nativa, es, pues, el punto de arranque de la literatura argentina, con todos los jugosos sabores de cosa enteramente nuestra, libre de toda extraña mixtura, que los modestos payadores ni presentían siquiera. No quie- re decir esto, en manera alguna, que sea esa la forma que debemos adoptar para hacer nacional ; ni es ese el criollismo que preconiza mi (1) Quesaba, El «criollismo» en la literatura argentina, página 126. Buenos Aires. 1902. (2) OBLIGADO y LEGUIZAMÓN, Sobre el eriollismo. La Nación, Buenos Aires, febrero 7 de 1909. Reproducido, salvo pequeñas variantes en El Fogón, Monte- video, segunda época, año XI, número 459, febrero 22 de 1909, y en LeGuI- ZAMÓN, Páginas argentinas, páginas 85-94. Buenos Aires, 1911. e R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA s7 libro, como usted lo reconoce... Viene a mi memoria — y quiero ci- tarla porque aclara nuestra momentánea divergencia sobre el eriollis- mo — una de las rutilantes décimas con que cantó a Santos Vega : Yo, que en la tierra he nacido Donde ese genio ha cantado, Y el pampero he respirado Que el payador ha nutrido, Beso este suelo querido Que a mis caricias se entrega, Mientras de orgullo me anega La convicción de que es mía ¡ La patria de Echeverría, La tierra de Santos Vega! Tal es la fórmula sencilla del verdadero criollismo que no puede dividirnos, que nos estrecha, al contrario, con íntimo víneulo de amor hacia la tierra nuestra que cantaron los tristes y los cielitos de los errantes payadores encarnados en el legendario Santos Vega; hacia la patria culta y engrandecida que presintió la musa americana del autor de La Cautiva. El poema de Rafael Obligado es repetido, ora íntegro, ora en parte, en muchísimas ocasiones; tanto los libros escolares de lectura así como también las antologías de poesías ya argenti- nas ya hispano-americanas, lo reproducen frecuentemente. Tam- bién es un canto en boga en los colegios. Leopoldo Corretjer ha hecho la composición musical de las hermosas estrofas, basándose en conocidos aires populares. La música de la primera parte (El alma del payador), se publicó, bajo el título Santos Vega, como número 1 de la serie primera de los Aires nacionales, parte de los Cantos escolares, cCompues- tos por el maestro Leopoldo Corretjer, editados por J. A. Me- dina e hijo, en Buenos Aires. Fué reproducida en la revista Santos Vega, de Buenos Aires, año I, números 1 a 3, del 3, 10 y 17 de enero de 1914, respectivamente. La composición se re- fiere sólo a las estrofas primera (« Cuando la tarde... »), tercera (« Dicen que en noche... »), sexta (« Cuando en las siestas... ») y la última (« Yo, que en la tierra... »). (99) 00 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El mismo maestro también escribió un acompañamiento pa- ra la última parte (La muerte del payador) que se publicó como número 5, serie tercera de los mismos Aires nacionales. Las es trofas elegidas para ser cantadas, son las tres últimas (« Adiós, luz del alma... », ete.). La influencia del poema de Obligado en la literatura riopla- tense es de índole distinta. No entraremos en detalles, hoy por hoy prematuros, acerca de su influencia indirecta así como en lo que respeta a la importancia que pueda tener para concen- trar el sentimiento nacional; nos ocuparemos tan sólo de las mismísimas huellas, dejadas por Santos Vega en su «tierra ar-e gentina» y en el vecino Uruguay. Estos rastros se encuentran ante todo en la poesía popular, humildes producciones que brotan de un alma sencilla y entu- siasmada y que se elevan, con frecuencia, del bajo suelo de la vulgaridad, pudiendo entonces competir, a mi juicio, con las poesías ideadas por cerebros cultos y educados. Una investigación que se ha propuesto, como la presente, acumular comprobantes, no debe hacer distinción según su jerarquía; es más bien conveniente presentarlos según el grado de reflejo que han recibido del astro radiante. Parece que algún poeta popular poco escrupuloso, ha hecho imprimir en hoja suelta y firmado con su nombre, La muerte del payador, para circular en la ciudad del Rosario de Santa Fe. Pero el plagio bien pronto fué descubierto y divulgado por un anónimo en las cuatro décimas siguientes (1) : (1) ANOoN., Almas humildes. Versos dedicados a los trabajadores, páginas 12-13. Rosario de Santa Fe. c. 1913. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA sg Conste Al ladrón literario H. P. Conste, eminente escritor, De numen tan encumbrado, Poeta glorificado E insigne perorador; Conste que no es el autor Del verso que usted ha formado, Es del poeta Obligado Tan hermosa producción, Que usted con satisfacción En hoja suelta ha obsequiado. La muerte del payador, Producción bien inspirada, Do se ve sintetizada La genialidad de su autor; Donde pinta con amor La vida y muerte de Vega, Donde un recuerdo nos lega De aquel cantor afamado, Es la que usted ha usurpado Y el descubrirlo me queda. Poco criterio ha tenido Al obrar en esta forma, Su proceder es sin norma Y es acreedor al castigo; Ha pecado de atrevido Con su robo literario Y como a todo sicario Se le ajusticia en el acto, Exhibiré su retrato En la ciudad del Rosario. Figurará en la galería De aquellos usurpadores 90 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que quieren ganar honores A costa de raterías : Su robo merecería Otro castigo ejemplar, Pero hay que considerar Que es un pobre analfabeto, Que ignora por completo Qué significa usurpar. El autor de la siguiente composición, ha tratado por su parte la trama de la tercera sección del poema (El himno del payador), hasta que ha intercalado sección versos y tres décimas enteras en la narración del gaucho, testigo de aquella arenga de Santos Vega : La leyenda de la Pampa Fué una tarde de verano Cuando el sol agonizante Con mirada rutilante Se ocultaba en el arcano: Bajo de un sauce, un paisano Sentado estaba en la sombra Y contemplaba la alfombra De la desierta llanura, Como aquel que una figura Recuerda y triste la nombra. Era un viejo de melena Toda blanca y muy crecida, Y, aunque del tiempo vencida, De mirada muy serena. La barba, blanca, bien llena, Todo el pecho le cubría, Un poncho al hombro tenía, En fin, del gaucho la estampa Era en mitad de la Pampa, Bajo la muerte del día. * LS, 1 ¿y SA A AAA AJO MO E E EN ll +30+-.: + «> R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Lo vi tan solo y callado, Como el sombrear del ocaso; Detuve un rato mi paso Fingiendo haberme extraviado. El viejo casi asombrado, Se levantó, y al instante, Vino a ponerse delante Preguntando mi camino ; «Soy un pobre peregrino En estas horas errante. « De muy largo recorrido Camino os vengo observando, Cual si estuvierais llorando Como un ave entristecido. ¿Qué os pasa, anciano querido, Que estáis tan triste y silente? Os veo estar impaciente Mirando a ratos el llano ; ¿Qué tenéis, querido anciano, Que triste agacháis la frente? » « Veo que usted se interesa Por mi tristeza, que evoca Recuerdos que en mi alma toca La visión que llevo impresa... » «¿Qué visión, anciano, es esa? Perdonad si soy curioso: A turbar vine el reposo Por saber gauchesca historia, Saber de un gaucho la gloria, Buen anciano, es muy hermoso. » «Ya que usted, amigo, quiere Saber de gaucho una hazaña, Yo sé una historia que, extraña, De valor al alma hiere. Una historia que sugiere Al corazón del valiente, Por ser de un gaucho que ardiente 91 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Lanzó su grito en la pampa, Y llevó del gaucho la estampa Como corona en la frente. » Dijo esto el pobre anciano Con una voz fuerte y clara, Como si aun escuchara La voz aquella en el llano. Me señaló con la mano Una barranca ligera, Diciéndome : « Aquella espera Venga la sombra, cual lampo, Del que se fué de este campo Por defender su bandera. » El anciano, emocionado, Se sentó muy lastimero, Quitóse quedo el sombrero Y arrojándoio a su lado, Con tono medio apagado Que a la pampa estremeció, El rúgueo ceño frunció : Con una pausa notoria, / Buscó principio a la historia Y de aqueste modo empezó : Cuando las sombras derroches Van haciendo de lo obscuro, Cuando se tiende el conjuro Silente de negros broches, Cuando ya lloran las noches Y esta pampa se dormita, Se siente una voz que grita De una sombra en lontananza, Que con las sombras avanza De la llanura infinita. Esa sombra, es de un valiente, De un gaucho hijo de esta tierra, Que fué a morir en la guerra R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Del glorio Mayo naciente. Cuando murió, vi doliente Cantar muy triste al zorzal, Y en tono más sepuleral, Sobre un taciturno alero, Oí cantar al jilgnero La canción más funeral. Ese gaucho se llamaba Martín Bravo de los llanos ; De sus hechos soberanos Por su valor admiraba. Todo el día lo pasaba Sobre su potro, contento ; ¡Qué jinete! Tal portento Para jinete tenía, Que sobre el potro corría Como en las alas del viento. Una tarde, cuando aciago Moría el sol sus reflejos, Vino de allá, de muy lejos Un cantar perdido y vago. Se reunieron los del pago Y esperaron anhelantes Sentir más cerca y vibrantes Las palabras de aquel canto, ¡No advertían que era un llanto De libertades radiantes ! Y en las llanuras inmensas La vista todos fijaron, Y aquel cantar escucharon Como las almas suspensas. ¡Qué canción ! ¿Serán ofensas A nuestro suelo querido, De algún hispano atrevido? Todos estos se dijeron, Y los oídos pusieron Más atentos al sonido. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ya ninguno se movía Creyendo el canto cercano, Cuando en el centro del llano El cantor aparecía. La frente alta tenía Cual mirando a los confines, Sobre un potro, que las crines, Sacudía de pantalla, Como en mitad de batalla Cuando vibran los clarines. Se alzó en el potro un momento Para mirar todos llanos, Cual llamando a los paisanos De patriota sentimiento ; Su voz hiriéndola al viento, Como calandria que llora, Gritó vibrante y sonora Llamando gauchos sedienta, Como la luz que revienta En la mitad de la aurora. Los gauchos todos corrieron En torno a aquél que llegaba, Y mientras que éste cantaba Los demás enmudecieron. ' « Todos el alma pusieron En los atentos oídos, Porque los labios queridos De Santos Vega cantaban Y en su guitarra zambaban Estos vibrantes sonidos : «Los que tengan corazón, Los que el alma libre tengan, Los valientes, ésos vengan A escuchar esta canción : Nuestro dueño es la nación Que en el mar vence la ola, Que en los montes reina sola, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 95 Que en los campos nos domina, Y que en la tierra argentina Clavó la enseña española. « Hoy mi guitarra, en los llanos, Cuerda por cuerda, así vibre : ¡ Hasta el chimango es más libre En nuestra tierra, paisanos ! Mujeres, niños, ancianos, El rancho aquel que primero Llenó con sólo un ¡te quiero ! La dulce prenda querida, ¡Todo!... ¡el amor y la vida, Es de un monarca extranjero! « Ya Buenos Aires que encierra Como las nubes, el rayo, El Veinticinco de Mayo Clamó de súbito : ¡guerra! ¡ Hijos del llano y la sierra, Pueblo argentino ! ¿qué haremos? ¿Menos valientes seremos Que los que libres se aclaman ? ¡De Buenos Aires nos llaman, A Buenos Aires volemos! » Cesó el canto. La mirada De Santos Vega se hundía, Como la luz, como el día En la pampa dilatada... La turba, ya entusiasmada, Detrás del patrio mareo, Se alzó cual horda, en rodeo De defensa al patrio grito. Atronando el infinito Con salvaje clamoreo. Martín Bravo, noble y ancho De fuerza viéndose el pecho, Marchó veloz y derecho BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con dirección a su rancho. La libertad, el carancho, Cantábale en su camino, La libertad, vespertino Cantaba el sol del ocaso, ¡La libertad! a su paso, Pedía el suelo argentino. Y, como gaucho valiente Que quiso libre a su tierra, Juró marchar a esa guerra Que clamaba un continente... A la mañana siguiente Cuando apenas despuntaba El sol, el gaucho llegaba Sobre esta inmensa llanura Y con gallarda apostura Al pago así le cantaba : Martín Bravo de los Llanos Hoy se aleja de esta tierra, Para marchar a la guerra De la libertad, paisanos. De ustedes, gauchos ancianos, A quienes tanto he querido, Como gaucho me despido ; Si de la patria al lamento, Muero, ¡muero contento, Porque en la pampa he nacido Hoy la patria lanza el grito Del esclavo revelado, Y ese grito es tan sagrado Que conmueve al infinito. Y a esa guerra, lo repito, Marcha altivo Martín Bravo, Y si en el nombre no gravo De la patria libre idea, ¡ Moriré entre la pelea Por libertar al esclavo ! T. XXII R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA ¿Cuál es el gaucho, paisanos, Que no se excita y aterra Cuando el furor de una guerra Quieren aplastar sus hermanos? ¡Soy el gaucho de los llanos! Ya que Vega en este suelo De guerra trajo el consuelo De los libres que proclaman, ¡De Buenos Aires me llaman, A Buenos Aires yo vuelo! Cuando ya hubo terminado Su despedida elocuente, Alzó gallarda la frente, Como el Cid resucitado. Luego que hubo saludado De cortesías atento, Como el solo pensamiento, Como una sombra conjura, Se perdió entre la llanura Como una racha de viento. Y murió en aquella guerra Que su patria esclavizada Venció en gloriosa jornada, Como un libre de la tierra. Este campo solo encierra Los recuerdos de aquel hombre Y aunque este suele se escombre Y hayan almas argentinas, Murmurarán en sus ruinas Las leyendas de aquel hombre. Cuando su sombra aparezca, Verá quien era, paisano ; Antes mira todo el llano, Y con soltura gauchesca, La rienda lleva grotesca, Le pega al potro en el anca, Cruza veloz la barranca al 9s - BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Como una sombra que muere Y entre los sauces se pierde Como una nube ya blanca. Y mirando en el lejano Confín de aquella llanura Calló con grande amargura El relato, el buen anciano. Después de un rato su mano . Me señaló que mirara La aparición, '¡ cosa rara! En la botánica alfombra De la fantástica sombra Que por las noches vagara. Cayetano Oreste. (El Trovador, semanario político, social, satírico, noticioso y literario. Junín (provincia de Buenos Aires), año V, número 219, julio 19 de 1914). En el poema que a continuación reproducimos, el autor ha aprovechado, según modelo conocido en la poesía castellana, los cuatro primeros versos de la segunda décima de La prenda del payador, disponiéndolos de modo que cada uno llega a ser el verso final de cuatro décimas. Vemos aparecer en La tradi- ción nacional, la hermosura de la pampa, en esas noches calladas ; los recuerdos del pasado, los días de victoria, etc. Advertimos que las cuatro décimas de Añón no corresponden a las cuatro partes del poema de Obligado, como tal vez podría suponerse. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 99 La tradición nacional Para «La Pampa Argentina ». «Santos Vega cruza el llano, « Alta el ala del sombrero, « Levantada del pampero « Al impulso soberano. » En esas noches calladas De celestial hermosura En que ostenta la llanura Sus praderas encantadas, Las fantasías aladas Van en giro soberano Hasta el rancho del paisano Y les parece no notar Que del día al despertar Santos Vega cruza el llano. Se agolpan a la memoria Los recuerdos del pasado, Vuelve el tiempo venerado En que ser gaucho era gloria Y los días de victoria Que dió a la patria primero, Y entre ese hermoso hervidero De galardón y de encantos Parece que surge Santos, Alta el ala del sombrero. Allí el poeta se extasía Al impulso de un anhelo Y como canto del cielo Brota lleno de armonía, Y piensa en su fantasía Que oye el eco primero De un pecho noble y sincero Que hasta su oído resbala, No canto que trae el ala Levantada del pampero. 100 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Como flores, deshojadas Por el aquilón violento Que lleva el helado viento A regiones ignoradas, [Como olas levantadas] (1) Del embravecido océano, Aquel ensueño galano, Aquella aureola de gloria, . Van llevadas de la historia Al impulso soberano. Samuel Añón. (La Pampa Argentina, revista nacional e ilustrada, 22 época, año V, no (corriente) 139. Buenos Aires, febrero 18 de 1912.) Menos notable es la influencia de Obligado en otras poesías campestres como lo detallaremos en seguida. Aquel verso « Alta el ala del sombrero » (2) (II, 2, 2), se halla intercalado en varias de esas producciones, por ejemplo : Cruzó el inmenso desierto Agobiado en su quebranto, Con la angustia de su llanto Que le causaba un dolor, Un paisano noble y altivo, Al impulso del pampero Alta el ala del sombrero, Con su gesto abrumador (3). Cuando a merced de mi overo En las sombras del desierto, Buscaba más campo abierto Arrastrado en el pampero, (1) Este verso falta en el original y fué intercalado por nosotros. (Nota de R. L.-N.) (2) Véase: LeHMmaNnN-NITSCHE, Folklore argentino 111. El chambergo. Boletín de la Academia nacional de ciencias de Córdoba, XXI, páginas 48, 61. 1916. (3) SPINELLI, El paisano. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 24 época, año VIII, número 298. Buenos Aires, marzo 7 de 1915. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 101 Alta el ala del sombrero Llevaba sobre la frente, E ineJinado dulcemente Adelante, iba pensando En mi amor de cuando en cuando Que tanto he llorado ausente (1). Mudo, triste, solitario, Alta el alta del sombrero, Un gaucho en su parejero 8 pate) Va observando el escenario... (2). Sebastián O. Berón, en la décima XIII de su narración : El payador Santos Vega (v. m. a.), pinta a su héroe como sigue : Y allá va, suelta al pampero La reluciente melena, Tan majestuoso en su pena Como gallardo en su apero. Alta lleva del sombrero El ala sobre la frente ; Chispeando en el sol naciente La daga en el tirador Y a espaldas del payador La compañera doliente (3). El principio de la cuarta parte (La muerte del payador) sirve para iniciar una composición de W. Jaime Molins (4): (1) BerRÓN, El payador Santos Vega. Buenos Aires, sin fecha [e. 1900]. (Será analizado más adelante.) (2) ALMATRISTE, En el desierto. La Pampa, semanario criollo de costumbres nacionales, festivo, literario y de actualidades, 22 época, año II, número 27. Bue- nos Aires, junio 22 de 1904. (3) FLorEs, La canción de Santos Vega. El Fogón, periódico criollo, ilastra- do, 22 época, año VIII, número 348. Montevideo, octubre 30 de 1906. (Reprodu- cido más adelante.) (4) MoLINs, La guitarra. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VII, número 263. Montevideo, enero 22 de 1905. 102 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS « Bajo un ombú corpulento, De las tórtolas amado », Ese que pinta Obligado En hermosa descripción : Aquel de las verdes ramas Y de tronco carcomido, El que se levanta erguido En la pampeana región ; De un ranehito solitario Al pie de rústica reja, Exhala un gaucho su queja En dulcísima canción : Enviando en todas las notas De su triste serenata, A la encantadora ingrata Un ¡ay! de su corazón. « Las siestas de estío », de la décima I, 6, son probablemente las «noches claras de estío », en los versos de Gontrán Ellauri (La novia del payador, estr. 2, verso 2, véase más adelante); o la «tibia noche de estío », en el poema de A. Walter Schuch (1), el que, nombrando a Obligado, canta a la guitarra: En tibia noche de estío Vagan sus notas divinas Como suspiros de ondinas Por las orillas del río, Que en el lindo suelo mío, En la patria de Obligado, Cuando el pecho enamorado El desengaño desgarra, Se hace llorar la guitarra Bajo el sauce esmeraldado. Los «tristes nunca oídos » (IV, estr. S, verso 7), con los cua- (1) Scuucn, La guitarra. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IV, número 192. Montevideo, octubre 30 de 1902. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 1053 les el diablo venciera a Santos Vega, por cierto tuvieron que resonar en la memoria de los poetas que se entusiasmaron de lá musa campera; y vemos tal caso en la bella composición que Alcides De-María (1) dedica a la memoria de Gervasio Méndez : XA En la enramada sombría La calandria y el boyero De tu canto postrimero Oyendo la melodía, Lloran como el arpa mía Al darte un adiós sentido, Como el triste «nunca oído » Que bajo el ombú gigante Oyó Vega en el instante En que sucumbió vencido. En otra oportunidad, Alcides De-María (2) describe una esce- na campestre en la cual un payador canta un « triste » del poeta entrerriano Martiniano Leguizamón, y que él compara con aque- llos «nunca oídos » : El cantor le da un repaso a las cuerdas como para cerciorarse bien de que no desafinan, y luego alzando la voz con cadencias que enter- necen y encantan, nos hace oír este triste magistral, como aquellos nunca oídos, que entonó bajo el ombú de la Pampa el fantástico rival que lo venció a Santos Vega. Que los «tristes nunca oídos» se transforman en «cielos nunca oídos» en la Muerte del payador Santos Vega, de Julio Guillán Barragán (última décima, verso 8), o en un «canto no oído » (composición Santos Vega, de Eduardo E. Tuculet, estr. 2, Verso 7), poemas que se analizarán más adelante, comprueba su profunda penetración al alma popular, pues suele suceder (1) De-María, A la memoria de Gervasio Méndez. El Fogón, periódico criollo [la época], año II, número 84. Montevideo, abril 22 de 1897. , (2) De-María, Como de encargue. El Fogón, primer periódico eriollo |1a épo- ca], año II, número 53. Montevideo, septiembre 6 de 1896. 104 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS que citaciones o párrafos célebres de algún autor o poeta, no se conservan textualmente en la tradición oral, sino a menudo algo alterados. Ningún verso de Obligado se ha propagado tanto como el último de la primera parte: <;¡ La tierra de Santos Vega!» Pa- rece que el poeta haya tocado una fibra de las más delicadas del sentimiento patriótico, amalgamando al bizarro trovador errante con tierra argentina. « El Matrero Cimarrón » (1) anima a los gauchos a cantar: Ansí verán con qué gozo Cuando vengan a cantar, Podemos tuitos mostrar Aquel gaucho valeroso; Aunqu'es camino escabroso, Su apoyo naide lo niega En cuanto alguno se allega, Ya le vamos hacer ver Que sabemos defender La tierra de Santos Vega. Un anónimo que sólo firma con el nombre invertido de Artu- ro (2), se jacta haber nacido Allá, en la pampa argentina, La tierra de Santos Vega, La que nunca se doblega A una altanera nación, La que en días de heroísmo Dió su mano a otras naciones Para romper eslabones De cadenas de opresión. (1) EL MaTRERO CIMARRÓN, Bordoneos. Pampa Florida, revista defensora de los derechos del hombre, social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tra- dición nacional, año I, número 24. Las Flores [provincia de Buenos Aires], febrero 16 de 1908. (2) OruTRa, Vostalgia. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 2a época, año Il, número 82. Montevideo, julio 15 de 1900. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 105 Uno de los paisanos que aparecen en un sainete lírico dramá- _tico de Eugenio Gerardo López (1), elogia a don Giácomo por ser «el gringo más corajudo y glorioso que ha pisao la tierra dle Ascasubi y Santos Vega ». Orgulloso de su patria es también Cipriano Cardo (2): Mi cuna es la tierra Donde cantó Santos Vega, Por eso mi alma se entrega A recuerdos que ella encierra... y con razón es amada como « patria grande » por los hijos de la Banda Oriental del Uruguay (3): ... €s la patria de Santos Vega, El cantor inimitable, La joya más apreciable Que da asilo y protección. Juan Pedro López se declara uruguayo : Soy oriental, ¡no lo niego ! Pero la patria argentina Con su canto me domina Como una brasa de fuego. Por lo tanto, si me pego No será una admiración ; Yo tengo la convicción Que quien humilde se pega, Halla en la patria de Vega Amigos y protección (4). (1) López, Garras. Sainete lírico dramático. Dramas y Comedias, año 1, nú- mero 15, página 44. Buenos Aires, 19 de noviembre de 1911. (2) Carbo, En la tranquera. La Pampa Argentina, revista criolla de costum- bres nacionales [la época], año I, número 6. Buenos Aires, mayo 12 de 1907. , a (3) DE NAva, Buenos Aires. En : Colección de canciones, página 7. Buenos Ai- res, 1898. 4) López, « (1) Compárese la segunda estrofa de La prenda del payador, de R. Obligado («Santos Vega cruza el llano »). BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Luego las cuerdas gimientes De su guitarra armoniosa Pueblan la atmósfera ondosa De vibraciones dolientes, Y rompiendo en elocuentes Coplas de amor y ternura, Canta el gaucho su amargura Al pie del ombú coposo Con tal acento armonioso Que adormece a la natura. <« Nada me queda en el suelo — Dice el paisano en su canto — Después del cariño santo Que me ha arrebatado el cielo ; Miseria, orfandad y duelo Forman mi eterna condena, Y aunque en nii razón serena Flaquea mi corazón Al ver que tan sin razón Me veo como un alma en pena. » Recoge el soplo liviano Aquel último lamento Y no se escucha otro acento En la inmensidad del llano, Que el leve rumor lejano, Que más que oirse se adivina, De algún ave peregrina Que cruza en rápido vuelo Como un fantasma del cielo Bajo la esfera azulina. Luego el noble payador Le da a su derruída choza Un adiós en que reboza Todo un mundo de dolor. Y apurando el sinsabor Como magnífica entereza Hiergue altiva la cabeza, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 167 Jura por Dios su venganza Y al llano otra vez se lanza, Llena el alma de tristeza. Como en lánguido desmayo Va el sol, que brilló esplendente, Sepultando en occidente La Inz de su último rayo; Las plantas que de soslayo Alumbran sus resplandores, Se visten de laureos colores Y en la arpa de la creación Alzan su dulce canción Los alados trovadores. Es esa hora misteriosa En que el pensamiento en calma Le suele prestar al alma Sus alas de armiño y rosa, Hora triste y venturosa, Mezcla de llanto y placer En que sentimos sin ver Porque despiertos soñamos Y a veces nos torturamos Sin podernos comprender. Blando rumor de sonrisas, De sollozos y gemidos Que se escuchan confundidos Con los besos de las brisas, Notas suaves e indecisas Que como mágicos sones En esa hora de ilusiones Y de misteriosa calma, Nos predisponen el alma A místicas sensaciones. O tétricos alaridos Y carcajadas sarcásticas Y horribles sombras fantásticas 168 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y ruinas y aparecidos, Que al fin son de los sentidos Siniestras evoluciones O lúgubres predicciones De la mente fatigada Que oscurecen la mirada Y abisman los corazones. En tal salvaje concierto Está Vega, pesaroso, Sentado al pie de un coposo Centinela del desierto ; Allá... sobre el campo abierto, Rueda la noche callada, Y aquí la triste mirada Fija el gaucho con tesón En la reja del balcón De una estancia abandonada. Otra vez se lanza al llano; ve de lejos una estancia abando- nada, y se fija en la reja del balcón, sepulero de otro amor suyo, para buscar alivio en el canto... Cesa el poeta su canto Y con la última armonía Cierra la noche sombría Como ocultando su llanto ; Comienza a alzarse entre tanto Melancólica viajera La tibia luna en la esfera Y a poco, espléndida y pura, Cubre la inmensa llanura Con su blanca cabellera. La pampa toda en reposo Parece en ese momento Dormirse del blando viento Al arrallo misterioso ; Y allá a la distancia, undoso, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 169 Contemplando el panorama, Ruge el océano y se inflama Como una inmensa serpiente, Que desenvuelve imponente Sus eslabones de escama. De nuevo, el payador empieza su rumbo errante, pero esta vez con éxito más positivo : Allá en el confín lejano Como una sombra dudosa, Se alza el rancho do reposa La prienda fiel del paisano... Ella le espera en la tranquera y Santos la saluda en la forma que se usa en estos casos. Luego a su lado se sienta, Embebecido en su amor, Del viejo ombú arrullado Sobre la raíz corpulenta ; Ella sus cuitas le cuenta Y él le cuenta sus tristezas, Juntan ambos sus cabezas Como tórtolas amantes Y sus almas rebozantes Se desbordan en ternezas. Con esto, nuestro autor abandona el tema idílico, y ex abrupto termina su poema con la indicación de la misteriosa payada entre el vate y Satanás. Y cual cuentan, cuento yo Que Vega en noche callada Tuvo una fuerta payada Con el diablo y la perdió. Añaden que allí murió Porque era inmensa su pena, Y yo como tin de escena Agrego que en su humildad 170 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Legó a la posteridad Ejemplo de un alma buena. Horacio del Bosque, en dos folletos (1), observa fiel los he- chos según la novela de Gutiérrez. La primera parte consta de 67 décimas y 7 coplas, estas últimas evidentemente populares ; vemos a Santos Vega con sus padres; su amor con María, con todos los detalles; otro amorío que tiene con Petrona, y al fin su amistad con Carmona. En la segunda parte de 49 décimas, más 16 < habaneras » y 13 coplas, termina el último capítulo de la primera; hay des- pués canciones amorosas dedicadas a María y a Petrona; la- mentaciones en las cuales Vega se queja de su infortunio; y una payada de contrapunto entre Santos y el pulpero don Cos- me; en ésta, el pulpero es un gringo acriollado y champurrea co- mo tal! Todo el relato de la segunda parte es algo incoherente; el desenlace mefistofélico del bardo, ha quedado en el tintero. Los versos de Horacio del Bosque parecen, por su forma tosca, llegar de selva tupida, y como tales son característicos para buena parte de la poesía popular rioplatense; para infor- mación del lector que no la conozca, reproducimos el principio del epos : Tengo el agrado, lector, Sin temer ser indiscreto, De ofrecerte este folleto El que espero has de aceptar ; Por él vengo a presentar La más verdadera historia De quien vive en la memoria, De quien aun su nombre suena, Quien pisaba por la arena Llevando gloria tras gloria. (1) DeL Bosque, Suntos Vega, su verdadera historia escrita en verso, pri- mera parte. Buenos Aires, 1898. — Otra edición, ibídem, 1902. — Los cantos de Santos Vega y su amistad con Carmona, segunda parte. Buenos Aires, 1898. =.] ui R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA al Vale la pena y merece Por completo dedicarse Del que bien supo portarse, Quien valiente siempre fué : Porque comprendo de que Es digno de apreciación Quien poseyó un corazón Exento de todo mal, Y que si usaba el puñal, Era por obligación. Generalmente el paisano Siempre tuvo muy mal nombre, Se creía fuera un hombre Solamente de facón, Y era por esta razón Que con el mayor ardor Se le andaba en derredor Y sus pasos vigilando, Cosa que estuvo pasando Santos Vega el payador. Fué siempre el gaucho tenido Por el más malón odiado, Fué siempre considerado Por menos que los demás; Por eso que tu hallarás, Mi lector, tristes ejemplos De aquellos lejanos tiempos De que un tipillo ordenaba Y que un juez de paz mandaba Dar de palos cuatrocientos. Desde suelo oriental resuenan las 22 décimas de Juan Cuer- vo (1), dedicadas a Alcides De-María (a) Calixto el Nato, editor de El Fogón. Una tercera parte de esta composición es intro- (1) Cuervo, [Santos Vega]. El Fogón, periódico criollo [14 época], año 1, nú- mero 28 y 30. Montevideo, marzo 15 y 29 de 1896. 172 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS duetiva; recién después sigue la historia de Vega, empezando 1 > Sd, el autor a narrar: Que Santos Vega, el cantor De voz de timbre divino, Nacido en suelo argentino, Además de payador Fué en las lides del amor Un hombre muy afamado, Mas no bien había gustado De una pasión el encanto, Cuando se trocaba en llanto El placer del desgraciado. Vega era a los veinte años Un paisanito inocente Que atravesaba inconsciente La vida sin desengaños ; Para el mozo eran extraños Los ardides de ciudad, Era expresión de bondad, Idolatraba a la madre Y veneraba a su padre, Un dechao de probidad. Trátase después el asunto don Rafael y el amor con María, mientras que los acontecimientos posteriores (Carmona, Dolo- res), apenas están tocados. Al terminar, el autor llega a una especie de conclusión : Que no fué Vega un malvado Lo probó con el pesar Que le llegara a causar El fin de su desgraciado Amigo, con quien pasado Había sus dichas y males, Ya esgrimiendo los puñales O ayudándose en amor. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 173 Tal fué de este payador La vida, pelo y señales. Y que tuvo sentimiento No deben ponerlo en duda ; Su mismo genio lo escuda, Diciendo'que eso no es cuento; Brilló en él el pensamiento Poético con vigor, Y aun en el fiero estertor De agonía prolongada, Al dar la última boqueada, ¡ La dió como payador! Silverio Manco trató dos veces el asunto Santos Vega. La primera vez, como parte de las Lamentaciones de un pai- sano, etc.; son veinte estrofas de ocho versos, intituladas Santos el payador, que se publicaron en 1908 más o menos (1). El con- tenido es el principio de la novela de Gutiérrez, eso de don Ra- fael, mientras que la amistad con Carmona y lo que sigue, es tratado solamente en cuatro estrofas y media. Tal extracto va introducido por una breve indicación de la payada mistica con el diablo, empezando el poema así : Es gúeno que se recuerde El gaucho de vez en cuando Del que se murió payando Ante una mísera cruz ; Payando con el demonio Santos Vega se murió Y fué porque lo venció, Luzbel, sin decir Jesús. Concluye la composición con el mismo tema; después de ha- ber dado muerte a Carmona, sin quererlo, (1) Manco, Lamentaciones de un paisano y narraciones criollas, páginas 26-31. Buenos Aires, sin fecha [1908]. TA BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos Vega lo lloraba Como si fuera un hermano Con su corazón paisano De indefinible valor: Y sin saber cómo hacer Sumido en negra tortura, A Carmona sepultura Le dió y lloró con dolor. Y una mañana de frío Muerto Santos se encontró, Porque el diablo lo venció Sin fatiga y con furor; Y así terminó la vida Del valeroso paisano Que en la cumbre y en el llano Fué Santos el payador. Más tarde, Silverio Manco trata el asunto en forma amplia, siempre a base de la novela de Gutiérrez (1). Dedicadas al lee- tor van cinco estrofas de seis versos, mientras que la «historia » de Santos Vega, se compone de 59 décimas. El argumento es el de siempre : la juventud de Vega hasta la muerte de don Ra- fael; la amistad con Carmona y el trágico fin de éste; y para término de todo, hállase también mención de la payada, empe- zando las cuatro últimas décimas como sigue : e ae el Que como el diablo payó Según dicen, yo no sé Y que el diablo con más fe La payada le ganó : El cielo se obscureció, Lloró el gaucho su amargura, Y al pie de la sepultura De su Carmona querido (1) Manco, Santos Vega, relación en verso. Buenos Aires, sin fecha [c. 1910].. 31 páginas. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA SD ir PIZZA O GIGHR% NO á NI A Ñ DION ¡caNN OO NAS LOA X A Carátua de una obrita de Silverio Manco: Santos Vega, relación en verso. Buenos Aires, sin fecha (ec. 1910) Para lanzar un quejido Se dirigió, con tristura. Dormita el suelo pampeano, Todo es profundo mutismo, Prestando favoritismo La linda tarde en el llano; Tarde hermosa de verano, De calurosa atmósfera, Las plantas de la pradera Cierran sus hojas con tino 176 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y el lindo sol vespertino Duerme en la tierra campera. Santos Vega a su hermano Una corona llevó Y ante la cruz se inclinó Con un dolor soberano ; Su existir era inhumano, Con una voz funeraria Allí cantó su plegaria, La noche tedia se empalma, Todo el mundo duerme en calma En la pampa temeraria. Y dicen que una mañana Al pie de la cruz se halló Santos, y que murió Como palomita ufana; Fué la dicha más galana Por Santos apetecida, Y así terminó la vida Aquel payador galano Que como pájaro ufano Surcó la pampa florida. No falta tampoco autor anónimo quien trató la célebre bisto- ria (1); siempre se destaca la novela de Gutiérrez. No menos de 74 décimas le parecían necesarias para la transformación del asunto don Rafael y Carmona. Las tres últimas décimas son las siguientes : Las justicias se miraron Que Santos Vega había muerto Y a su lado también yerto A Carmona lo dejaron, Pero todos ignoraron Que Santos aún vivía (1) ANÓN., Santos Vega. Buenos Aires, 1900; 32 edición, ¿ibidem, 1905; 42 edi- ción, ibidem, 1909. 31 páginas. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 1 Y sia la calma volvía Su vida restablecer, De seguro se haría ver Y muy pronto se las pagaría. Santos le dió sepultura Al cadáver de su amigo, Pero llevaba consigo Principio de una locura, Que lo sumió en la amargura Y sólo ansiaba encontrar Alguien con quien payar Y lo lograba vencer Para entonces no tener Más voluntad en cantar. Una mañana temprano El payador Santos Vega Se le encontró donde era La tumba de aquel paisano, Muerto, y en sus manos La guitarra conservaba Porque en la noche payaba, Vino el diablo y lo venció Y la vida le quitó Porque la vida jugaban. Las versificaciones de algunos episodios de la novela de Gu- tiérrez son también frecuentes y tal vez, en parte, de cierto valor estético. Conozco catorce poemas que pertenecen a esa ca- tegoría; la influencia de Gutiérrez se nota, algunas veces, sólo por el nombre de la mujer amada por Santos: María. Estas poe- sías tratan los detalles siguientes : Doroteo relata en siete estrofas, rasgos característicos de la vida del héroe; su arte, su amor, su valor en la lucha, etc. Juan Borghese le hace cantar la desesperación de un ser que ha perdido todo; ahora descansa bajo el ombú solitario, pero no murió; vive en la memoria del pueblo. T. XXI 12 178 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Eduardo E. Tuculet se ocupa del amor entre Vega y María; hoy sólo existe, bajo un ombú, su tumba, marcada por una cruz en las ramas. El mismo asunto se nota en las composiciones de Martín Gutiérrez y de Clemente Guiol. Gutiérrez se ha alejado ya de su tocayo, pues su «María» vive en un pobre rancho apartado; y el Santos de Guiol queda tan emocionado por su propio canto que no sabe otra cosa que entregar su alma al Creador. J, Eugenio Sallot y Gabino Ezeiza se ocupan de las relacio- nes amorosas entre Vega y Dolores; el primero de ellos repro- duce en la carátula de su opúsculo el retrato de Obligado, «can- tor de Santos Vega », sin que haga alusión a él en el texto de su poema. Florencio Iriarte ha versificado el episodio de la muerte del payador como lo narra Gutiérrez. La tumba del héroe es motivo para Antonio Guerra; vemos el ombú ruinoso, la cruz carcomida, etc.; preséntase la mismí- sima Muerte y despierta al pobre difunto a que cante su más sentida canción, lo que éste hace, complacido, con todo éxito; y sigue terminando el largo sueño en su escondido palacio... La poesía del oriental Yamandú Rodríguez, es una apoteosis ideal del trovador Santos; ya desaparece el gaucho mulevo, y sólo el nombre de María hace suponer la fuente que Rodríguez, desde muy lejos, ha oído murmurar. Tres últimas composiciones, al fin, se ocupan de aquella « María ». En la de Juan M. Bartoletti, Santos ve bajo el ombú carcomido, a la visión de María. En la de Gontrán G. Ellauri, María se ha transformado en fantasma más condensado, pues vaga deseando la unión con el amado; ya hemos observado las influencias de la poesía de Obligado que se notan en este poe- ma; podría ir muy bien en aquel capítulo. Otra composición del ya citado Yamandú Rodríguez, al fin, ofrece bellas siluetas de la campaña, dentro de las cuales los fantasmas de « María» y Santos no tienen otro papel que sazonar el escenario. Este últi- R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 179 mo punto de vista relaciona también la ya citada composición de Juan M. Bartoletti con nuestro tema. En la « pampeana » de J. J. Lastra, hasta falta el nombre del payador, pero los detalles, que rodean a la figura de Margarita [sic !], no dejan duda dónde ubicar la bizarra composición. Van en seguida las catorce poesías que acabamos de analizar : Santos Vega Santos Vega fué el cantor Argentino tan mentado Y el gaucho más afamado En las lides del amor, Santos Vega fué el cantor. Con la guitarra en la mano Cuando alegre improvisaba A todos entusiasmaba El simpático paisano, Con la guitarra en la mano. A solteras y casadas Inspiraba simpatía Cuando cantarles solía Sus trovas improvisadas, A solteras y casadas. De igual modo que cantaba Causando a todos delicia Por defender la justicia Con la autoridad peleaba, De igúal modo que cantaba. A Carmona a quien mató Hundiéndole su puñal De una manera casual, Bajo un ombú lo enterró A Carmona a quien mató. 180 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Debajo ese ombú copudo El resto de su existencia Sufriendo horrible dolencia Pasó Vega el corajudo, Debajo ese ombú copudo. Murió cual saviá (1) cantando Y en medio de su agonía Sus décimas componía Con acento dulce y blando, Murió cual saviá cantando. Doroteo. (El Fogón, periódico criollo [la época], año [, número 34. Mon- tevideo, abril 26 de 1896.) Santos Vega De la lira el recuerdo de un bardo Al pulsarla llegó a mi memoria Y es de tlores y espinas la historia Que en su vida aquel poeta pasó ; A la luz de la pálida luna La desierta llanura cruzaba, Solo, errante aquel paria vagaba Al abrigo del cielo de Dios. Cuando invadían a su alma Tristes recuerdos, pulsaba La guitarra que adoraba Con verdadera pasión ; Y en esas noches que el suelo Por la luna se plateaba, Santos Vega así cantaba Por dar tregua a su dolor : (1) Saviá, voz guaraní, el tordo. (Vota de R. L.-N.) Pt R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 181 «Yo no tengo en-la vida esos seres Que le brindan su afecto y cariño Cual los tiene de amores el niño Que derrocha el amor maternal ; Soy un paria al desierto lanzado, Mis caminos se siembran de abrojos... ¡ Sabe Dios donde irán mis despojos Y las penas de mi alma a parar ! » Así diciendo el paisano Recordaba aquellas horas Sublimes y halagadoras Que en su tierna edad pasó, Y abatido en los recuerdos Compara su triste vida Y emana de su alma herida Esta última canción : <« Cuando hallaba en la vida un hermano Que de amor y cariño profundo Me hizo ver un momento del mundo La sublime pasión fraternal, Ya sentía un placer en el alma Cuando al diablo fué toda mi suerte ; Hoy me deja en el pecho su muerte El más hondo dolor de mi mal. » Bajo el ombú solitario Ienoto por el desierto Donde en lúgubre concierto Se oyen las aves cantar, Donde no existen más flores Que silvestre margarita, Descansa el alma bendita Del trovador nacional. De mi lira las fúnebres notas Y de mi alma las bellas pasiones Te recuerdan en todos tus dones Con afecto, cariño y amor; 182 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS No moristes, no, bardo argentino, Hoy tu nombre resuena de orgullo Para aquel que entreabra el capullo Que Gutiérrez de tí nos dejó. Juan Borghese. Buenos Aires, ¡julio 30 de 1911. (El Gaucho Relámpago, semanario criollo, humorístico, jocoso, literario y de informaciones generales, año I [único], número 2. Buenos Aires, agosto 16 de 1911.) Santos Vega (RECUERDO) señor Manuel Ci a Al M 1 Cientofante «Justo es honrar a los muertos y dedicar- les el recuerdo que en vida merecieron. » (E. E. A.) Alma noble y sincera de gaucho Que cantara las glorias pampeanas, Las endechas pasadas que ufanas En la mente esa raza dejó, Esas tristes cadencias sonoras, Esas notas de acorde divina Que gimió la guitarra argentina Cuando el genio campero cantó. Cuántas veces se halló en la pampa En las noches de amor solitarias En que Vega elevó sus plegarias A María, su ángel de amor, Y otra vez que dormía la diosa, De la ausencia sintiendo el olvido, Despertó con un canto no oído Que jamás inspiró otro cantor. Fué un raudal de gorjeos y ritmos, Fué una vaga expresión, un lamento, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 183 Que llevando en sus alas fué el viento Y en la pampa ese verso esparció ; Ese hombre que se alza gigante, Si guardara la dulce armonía De los versos que Vega a María En su tronco sentado cantó. Ese gaucho poeta no existe, Solamente el recuerdo guardamos Y con honra y orgullo llevamos De esa raza ya muerta un girón: Hoy ¡ay Vega! tu nombre en la historia No se agrega a tus hojas divinas, Te censura mente argentina El recuerdo en su fiel corazón. , Santos Vega, no has sido un gúenero, Pero fuíste cantor, gaucho y vate, De la vida libraste el combate Que es del hombre enemigo mortal ; Por lo tanto hoy en justo homenaje Nuestras mentes cultivan tu historia, Nuestras almas de amor y de gloria Te proclaman el genio inmortal. Ese ombú que en su tronco cantaste, Por sus ramas está defendida Una cruz, ya minosa y destruída Por el tiempo y el rudo aquilón; Esa tumba es del gran Santos Vega Que reposa del mundo al arrullo De ese ombú que aún conserva el murmullo De María la tierna canción. Mateo Juan Cruz Amores (Eduardo E. Tuculet). Mayo 20 de 1907. (La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales [la época], año I, número 9. Buenos Aires, junio 2 de 1207.) 184 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La gloria del payador (Décimas nacionales para ser cantadas en el estilo de Santos Vega) Trae mi canto a la memoria El recuerdo del cantor Que fué el poeta mejor De nuestra temprana historia; Y, pues, procuro en su gloria Alzar mi canto valiente, En su estilo mismamente Voy con dulzura a cantar Si es que me quiere escuchar El auditorio presente. Era en la pampa extendida Antes de la madrugada Cuando más triste y callada Parece como dormida; Cuando en la casa atrevida De la estancia, que levanta Su sencilla y grave planta En medio del campo hermoso, De la noche el pavoroso Silencio, nada quebranta. Solo en un rancho apartado Junto a una tranquera abierta Una mujer hay despierta Que espera a su bien amado; Ella sabe que a su lado Debe volver sin tardanza Y tras la dicha que alcanza Con sus felices ensueños Deja que vaguen sus sueños De amor y dulce esperanza. De pronto, el eco apagado De un caballo a la carrera, Hiere su atención certera A R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 185 En el desierto callado, Y le indica que su amado Le trae la dicha esperada Porque ella se sabe amada Y no duda que el que llega Es el mismo Santos Vega Que la tiene enamorada. Y así fué; ya de la aurora La luz escasa brillaba Y los campos inundaba Y el horizonte colora, Cuando aquel que la enamora Por su valor y apostura, Con voz melodiosa y pura Al compás de su instrumento Lanzó esta décima al viento Y conmovió la llanura : «¿Con qué pagar de tu amor Las caricias y desvelos ? Ni cómo habrá en este suelo Ningún otro payador Que al llegar de su labor A su querencia apartada, Encuentre a su dulce amada Esperándolo a la puerta, Llena de atención y alerta Para espiarlo mejor. » «y Dónde hallar otra María Como mi prenda adorada Que tranquila y sosegada Pasa aguardándome el día, Y llega la noche fría Y si al rancho no he llegado, Confiada en su dueño amado, Llena el alma de esperanza, Justifica mi tardanza Con un abrazo apretado ? » 186 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS « Por eso, de mis amores Y mi sentir lo más puro Es de mi prenda, lo juro, Por la fe de mis mayores, Y aunque vos no me enamores María con tus encantos, Para tí serán mi cantos Y mi amor y el alma mía Y nunca, hermosa María, Tus ojos veránte llorando. » « Dulce prenda de mi vida, Tusión de mis amores, Flor preciada entre las flores, Enamorada y querida, Deja que alegre despida Versos al aire el cantor Que para pintar su amor Dándote un nombre de diosa, Te llama la más hermosa, La gloria del payador ! » Martín Gutiérrez. (GUTIÉRREZ, Las nuevas y verdaderas vidalitas santiagueñas cantadas con éxito en las provincias del interior, páginas 27- 30. Buenos Aires, 1897. Otra edición, páginas 27-31, aumen- tada con las sexta, séptima y octava estrofa. Buenos Aires, 1900.) Santos Vega en la llanura Con el misterio que encierra Y triste cual desencanto, La noche tendió su manto Sobre la faz de la tierra; Densa obscuridad que aterra En esas horas reinaba, El circuito se encontraba R. LEHMANN-NITSCHE + SANTOS VEGA En un silencio profundo, Dormido se hallaba el mundo, Dormida la pampa estaba. En los parajes lejanos De en cuando en cuando se oía allá El alerta del chajá, Vigilante de los llanos; Sordos rumores cercanos De pronto el silencio hirieron Y más tarde se sintieron Llenos de dulce expresión, Los ecos de una canción Que en el aire se perdieron. ¡ Qué haber allí de dulzura, Qué ritmos tan candenciosos, Qué sentimientos grandiosos Se oyeron en la llanura ! Luego la esbelta figura De Santos se vió sentada Y al asomar la alborada Hizo las cuerdas vibrar Para volver a cantar Como fin de la jornada. Herido su corazón Por algún recuerdo santo, Vega alzó su último canto Triste como una oración; Humedeció el diapasón De su guitarra sentida Una lágrima vertida De sus renegridos ojos, Señal de tiernos despojos De alguna ilusión perdida. La natura adormecida Cual si quisiera escuchar, Empezaba a despertar ( BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS De su sueño conmovida; Vega que ya la partida De su existencia veía, Rebalzando de armonía Su voz postrimera alzó Y estos versos que cantó, Los dedicó a su María : « Adiós, tesoro adorado, Adiós, único consuelo, Adiós, mi límpido cielo, Adiós, dulce edén soñado ; Adiós, bien idolatrado, Adiós, lucero divino, Adiós, flor cuyo destino Fué endulzar mi amarga vida, Adiós, imagen querida, Adiós, astro peregrino ! : « Obedeciendo al rigor De mi maldita existencia, Dejo en el mundo la esencia De tu hermosura y candor ; Tu cariño bienhechor Que alivió mi triste suerte, Aunque es demasiado fuerte Hoy debe romperse aquí Porque yo ya siento en mí * El vértigo de la muerte. « Nada lamento al partir, Puesto que todo he perdido, Sólo tu nombre querido Es el que me hace sufrir ; Sé que yo debo morir, Sé que es hora que sucumba Y aunque mi ideal se derrumba Como mi afán es testigo, Tu amor, María, conmigo Ha de bajar a la tumba. ii AAA A R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 189 « Como tu alma tierna y pura Me amó como yo te amé, Como tu vehemencia fué El cielo de mi ventura, Bajaré a la sepultura Por mi destino que influye Y aunque allí todo concluye Aún te amaré tiernamente Porque a mi pasión ardiente Ni la muerte la destruye. «El viento que apenas llega En el susurro más leve, Tal vez recoja y te lleve El adiós de Santos Vega ; A tus recuerdos se entrega Quien por tu amor suspirando » Vivió sonriente, cantando Mil dichas que en tu alma halló Y que hoy mueren como yo En tu ternura pensando. » El sol cubierto de encanto Ya se ve en el occidente, Los pájaros tristemente Le saludan con su canto ; Y Santos Vega entre tanto Sumido en hondo dolor Alzó el rostro encantador, Adiós le dijo el circuito Y mirando a lo infinito Entregó el alma al Creador. Clemente Guiol. (Vida Argentina, revista quincenal, social, costumbres nacionales e intereses rurales, año I, número 4. Buenos Aires, agosto 11 de 1908.) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos Vega Alma que mustia transitas Las tinieblas de la pampa Como fantástica estampa De la rígida creación ; Tu nombre es tan dulce y grato En la criolla legendaria Como las glorias del paria Que creó tu tradición. Si la pampa se estremece Como esclava que se entrega, Es porque tu nombre, Vega, Su potencia conquistó ; Y si el ombú se lamenta En sus horas de quebrantos, Es que tu recuerdo, Santos, A sus fibras conmovió. Desde el más tierno vuyito Hasta el ombú más fornido, Heredan lo transcurrido Desde tu época final; Pues la madre tierra guarda Como secreto, tus glorias, Que eternizan las historias De un payador nacional. Cuando ya la noche extiende Cual negro crespón, su velo, Duerme tétrica en su anhelo La pampa de tu nación ; Y al pie del coposo arbusto Tu leyenda se abandona, En el adiós de Carmona Y en tu sagrada oración R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 191 Allá en la pampa callada, Bajo un ombú corpulento, Se ve con el instrumento A un paria de faz tostada, Dirigiendo la mirada Hacia el rancho de una loma; Quiere aspirar el aroma Del amor que ahí lo seduce Porque su pasión lo induce A cantarle a su paloma. Su flete bien aperado De vez en cuando relincha, Él ya le aflojó la cincha Con un sincero cuidado; Jamás lo deja olvidado, Pues es su fiel compañero, Porque tiene al parejero Un cariño tan profundo Como reliquia que el mundo Destinó para su esmero. Cual si fuese meditando Sobre sus tristes amores, Nombra a su bella Dolores Que así lo lleva penando; Mas después, cual recordando Un algo que lo consuela, Toma la rica vihuela, Por un instante la mira, Porque es ella quien lo inspira Cuando tanto se desvela. Y pulsándola sonriendo, Ánimos su alma toma, Con la mirada a la loma Su mente va recorriendo, Mientras el viento, esparciendo Va su negra cabellera ; 192 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En mil ideales venera El lazo de su pasión, Que le da la inspiración Suficiente a su campera. Canta cual si a su presencia Estuviera su adorada, Una pampeana versada De riquísima experiencia ; Y al embriagarle la esencia De un amor fino y constante, Se prepara en el instante Que su trova ha terminado, Cincha y salta su rosado Y rumbea al rancho amante. J. Eugenio Sallot. (SaLLOT, Santos Vega. Canciones nacionales, páginas 3-5. Buenos Aires [1912].) Vega y Dolores Vibra la cuerda sonora Porque mi mano la imprime, Y en sus notas ella gime Remedando algún dolor; Como si ella se quejara Porque tengo sentimiento, Cual palma que gime al viento De un huracán bramador. Tal vez el que te ha inventado Lo hizo en un rato tan triste De que obligada te viste Para heredar su pesar ; Y una lágrima ha rodado Por tus cuerdas al pulsarlas T. XXII R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Y ahora quieres recordarla Cuando yo vengo a cantar. Si tienes algún secreto, Yo por completo lo ignoro; Por la causa de que lloro Tú nunca puedes llorar ; Porque tú eres insensible Al dolor y al sufrimiento, Pero yo, si penas siento Penas tengo que cantar. Lo que soñando ambiciono Despierto lloro cantando, Angustias que va formando La marea del pesar. Panal que el hombre divisa Tan lejos en lontananza, Que pierde al fin la esperanza Si no la ve reflejar. La ilusión que alimentaba Como todo la he perdido ; Busco llorando, afligido, Las glorias del payador. Cantando mi desventura Con las delicias ajenas, He formado una cadena De penas y de dolor. Vega la pulsó mil veces Y cada vez que lo hizo, Fué con el gran compromiso Porque tuvo que llorar. Era un paria del desierto Era un trovador errante, Sobre sus penas de amante Algo les voy a cantar. Amó una mujer, un ángel, 13 194 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS De belleza sorprendente, Que antes la forjó su mente Que llegarla a conocer. Flor que nacida al amparo De un porvenir halagúeno, Hizo de Vega su sueño Y le supo responder. Mas la dicha, no es completa Para el corazón humano ; Tuvo ella un padre tirano Y de creciente ambición Que a más de quitarle a Vega Los bienes que él tenía, Le quitó con alegría La paz de su corazón. Él soportaba en el silencio, Pero otro dolor más erte, Terrible como la muerte Le hizo venganza jurar. Como fiera perseguida Le tuvieron maniatado ; Quedó en su rostro estampado De una mano la señal. Selló sus labios y entonces Un relámpago terrible Hizo su rostro impasible Cubrirse de animación. Mirando aquellos verdugos Con gran desprecio y enojo, Brotó el llanto de sus ojos Venganza del corazón. Dolores, que ese era el nombre De la prenda que él amaba, Cual Magdalena lloraba Pidiendo por él piedad. Pero nadie se enternece R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 195 Y todos le echan en cara Que por un paria lloraba Su perdida libertad. Gabino Ezeiza. (Ezelza, Canciones, segunda parte, páginas 21-23. Buenos Aires, 1896; Nuevas canciones inéditas, páginas 85-88. Buenos Aires, 1897;; Idem, 2a edición, páginas 85-88. Buenos Aires, sin fecha.) La muerte de Santos Vega A mi amigo Manuel Lacona Ya la noche silenciosa, Altanera y con imperio, Corre un velo de misterio Sobre la pampa grandiosa. El camy + aento reposa De su faena, algo ruda, El ave en su nido, muda, Espera al día que alegra; ¡ Es nna noche más negra Que el tormento de la duda! La campaña se adormece, El rizado sauce llora, Aguardando que la aurora, Rubia cual hada, la bese; El manto azul que aparece Todo bordado de estrellas, Resplandecientes y bellas, Esa noche en que me pierdo En el lago del recuerdo, Aparecióse sin ellas. El éter, nubes cruzaban, Revueltas y en loco afán, Como ilusiones que van Y alegrías que se acaban; BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS , Los árboles se doblaban Ante el pampero sereno, El fiero bramar del trueno Llegaba sordo, lejano, Haciendo temblar el llano Cual si surgiera en su seno. Como la razón que halaga Brilla un instante en la mente Del desgraciado demente, Fugaz la alumbra y se apaga Sin dejar ni huella vaga, Así esa noche sombría El relámpago solía Con su resplandor intenso Rasgar aquel velo denso De negra melancolía. De pronto se oyó en el llano Una vihuela sonar Y el quejumbroso cantar De un misterioso paisano : Sí, se lamenta en vano De las maldades del mundo Y ese canto fiel, profundo, Que entre tinieblas moría, La oración ¡ay! parecía Que elevaba un moribundo. « Mi existencia se desliza Entre miserias y llanto, Decía, pues aunque canto, Mi corazón agoniza, Pero con una sonrisa A mi lamento acompaño, En los dolores me baño Llevando en el alma luto Y pruebo el amargo fruto Del árbol del desengaño. » R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Lanza un rugido de fiera, Diciendo : «¿es Satán que llega ? Pues aquí está Santos Vega Que ansioso la lucha espera ; ¿Mas no será esa quimera Que siempre me azota cruel ? ¡No! no me engaño, es Luzbel Que se ha dignado venir Con que sabré conseguir De la victoria el laurel ! « Emperador del infierno, Verás de que al payador No lo vence un trovador Ni el mismo dolor eterno! Tu cantar será muy tierno, Brotando en él poesía, ¡ No importa! es mi fantasía Inagotable torrente Y mi mal será la fuente En que beba melodía ! » Las cuerdas se estremecieron, Calló la voz un momento Y llevados por el viento Los sonidos se perdieron ; Las nubes se conmovieron Llorando con amargura; Después, aunque la llanura Arreciaba el vendaval, Aquel gaucho, hijo del mal, Siguió triste y con dulzura : « Bella voz, bien has cantado En sitio tan solitario, Mas debe ser un canario Que del edén ha bajado ! Escuché mudo, arrobado, Tu canción dulce y profunda Y al oir con embeleso, 198 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Me conmovió como el beso De mi madre moribunda ! » ¡ Pobre paisano ! cantaba Arrogante y con afán, ¡ Creyendo de que Satán Era el que le contestaba ! Infeliz... payar pensaba Con el diablo en su delirio Y su vida entre martirio Que por doquier lo seguía, Ya lúgubre se extinguía Lo mismo que un débil cirio. Al rato lanza un rugido, Todas sus ropas desgarra Y rompiendo la guitarra Dice : «<¡ Luzbel, me has vencido ! » Se oye entre el extraño ruido Una queja amarga, intensa, Queda la pampa suspensa, El pampero se dilata Y entre las ondas del Plata . Llora esa desgracia inmensa. Florencio Iriarte. (La Pampa Argentina, revista criolla y de costumbres nacionales [12 época], año I, no 39. Buenos Aires, diciembre 29 de 1907.) La tumba de Santos Vega Dedicado a mis primos Pedro y Enrique Muino, Montevideo. Al pie de un ombú ruinoso Se ve una cruz carcomida, Tumba de un alma querida Que guarda eterno reposo ; R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Sepulcro maravilloso Donde las aves cantoras Se posan a todas horas Con su precioso trinar Como queriendo llamar Al ser que debajo mora. Sola la tumba olvidada, Se ignora quien la visite Y en un paraje tan triste Es cual flor abandonada; En la eruz se ve grabada Solamente una inicial, La corona artificial Por el tiempo está deshecha Y como un arco de flecha Clavado se ve un puñal. El viejo ombú sin ramajes Y sin hojas va quedando, Como si fuera dejando El solitario paraje : El sol brilla en el paisaje Cual un disco macilento Fuertes ráfagas de viento Sacuden al árbol triste Que de congojas se viste En sus vaivenes violentos. Y entre ese murmullo suave Que el árbol lanza al espacio, Un nido cae muy despacio A la vez que vuela un ave; La pobrecita no sabe Quien su nido arrebató, Pero en la tumba encontró Una mano misteriosa Que junto a una blanca rosa Sus pichones ocultó. 200 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Alegran la sepultura Con su piar tan melodioso, ¡ Concierto bello, melodioso En medio de la llanura ! Es para Vega dulzura Escuchar sobre su fosa Esas canciones preciosas Que devuelven la alegría Y rompen la losa fría De su tumba silenciosa. Y en medio de aquel concierto Se oye una voz ronca y fuerte Que exclamando : ¡Soy la muerte! Sobre la tumba del muerto ; Tiembla de espanto el desierto Ante la horrible visión — ¡ Vega, es mi santa misión El que tomes la guitarra Y cantes con voz bizarra Tu más sentida canción ! Tomó la guitarra Santos, Preludió una cifra hermosa, Después, con voz quejumbrosa, Empezó su triste canto... La muerte secó su llanto Cuando Vega concluyó, Pero de nuevo pidió Que un estilo le entonara Y esta décima cantara Que en seguida principió : « Yo soy el alma escondida En el fondo de este abismo, Soy la sombra de mi mismo Que yace triste y sin vida; En polvo fué convertida Mi existencia valerosa, Cadencias maravillosas Para el mundo conseguí, El gran payador yo fuí En esta pampa grandiosa. » Calló un rato el payador Como mirando asombrado Los recuerdos que ha dejado Con tantísimo dolor ; Vió su pingo alrededor, El rancho donde habitaba, A María que cebaba El mate contentamente Mientras él tranquilamente Unos versos le cantaba. Después bajando despacio La guitarra dió a su dueño, Terminando el largo sueño En su escondido palacio ; Las aves por el espacio Vuelan tristes y agitadas, Las flores desparramadas Se pierden por el circuito, El chajá levanta el grito Saludando la alborada. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 201 Antonio Guerra, o sea Lázaro Montiel (1). (La Pampa Argentina, revista nacional ilustrada, 22 época, año V, número 180. Buenos Aires, diciembre 10 de 1912.) A Santos Vega Santos Vega es la tristeza A R. Del crepúsculo campero, Es el nido del boyero Buela y A. Daguerre. (1) Nada tiene que ver con Lázaro Montiel, seudónimo del poeta Martiniano Leguizamón. (Vota de R. L.-N.) 202 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Sobre el arroyo que reza, Es el rocío que besa A las corolas sedientas Y las nubes cenicientas Donde en flamígeras trazas Escribe sus amenazas La mano de las tormentas. Es esa parte de sueno Que en nuestra esencia paisana Canta el sol con la mañana De un bien inspirado empeño. Es el tumulto sedeño De las negras cabelleras, El dolor de las ojeras Que en el otoño declinan Y la esmeralda en que inclinan Sus frentes las primaveras. Él marcó su trayectoria Entre dos trágicas flores : El lirio de los amores Y la rosa de la gloria. Su historia es la triste historia De tanto ignorado ser Que elevó su padecer Para que lauros ardientes Cineran sobre sus frentes Las manos de una mujer. Cantor soñador y errante Adonde quiera que fue Tuvo un sahumerio de fe En su guitarra gigante. Por ceñir su pecho amante En nostálgica fortuna Tuvo espumas la laguna, Gallardos cimbros los lirios Y pata orlar sus delirios Melancolías la luna. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 203 Heredó de las llanadas La triste meditación ; Su alma vivió en comunión Con las cosas olvidadas. Así por las alboradas Al eruzar con rumbo incierto, Llevaba en el desconcierto De sus miradas profundas Dos águilas moribundas, Perdidas en el desierto. Así eruza el trovador De los alcores andinos, Constelando con sus trinos Los tedios del labrador. El alma de ese cantor Es el alma de la umbría Al poner en la poesía Que el crepúsculo despliega Frente a las sombras de Vega La palidez de María. Yamandú Rodríguez. (RODRÍGUEZ, Aires de campo, pág. 77-80. Montevideo, 1913; reproduci- do en Santos Vega, revista semanal de actualidades, año I, no 19. Buenos Aires, mayo 9 de 1914.) El payador En la pampa dilatada Se ve allí un ombú perdido, Seco, viejo y carcomido, Tirado en una hondonada ; La gente civilizada Que ignora lo que sirvió Y el servicio que prestó Al noble gaucho argentino Con su ramaje divino A cuantos el cobijó. 204 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Hoy sólo el tronco se ve De aquel ombú tan frondoso, Donde el paisano orgulloso A descansar allí fué, Después de muerta su fe, Su alma noble y sincera Porque ya la compañera A su rancho no cuidaba, Así vió que aquel quedaba Hecha una triste tapera. Entonces en su dolor Dió un adiós de despedida El gaucho, donde su vida Quedaba, y ya sin valor, Porque allí dejó su amor Y al dolor se hizo fuerte Y desafiando la muerte Sobre su pingo montó Y en el llano se perdió Es pos de su ingrata suerte. Cuando el sol se ocultaba Casí al extinguirse el día, Se sintió la melodía De un estilo que cantaba Un gaucho que triste estaba Bajo del ombú sentado Con su flete a su lado A la sombra del follaje, Lugar donde allí el gauchaje Gratas horas ha pasado. Aquel ombú corpulento, Refugio del gaucho ha sido Y el ave junto a su nido Trinó allí con dulce acento ; Se oyó del gaucho el lamento Del dolor que ya le anega, Luego al silencio se entrega R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 205 Porque a su lado veía A la visión de María El payador Santos Vega. Juan M. Bartoletti. (Hormiga Negra, semanario político, literario, social, satírico y de cos- tumbres nacionales, año I, número 10. San Antonio de Areco [provin- cia de Buenos Aires], octubre 25 de 1914. — El curioso título de este periódico es el apodo o alias del célebre bandido Guillermo Hoyo, popularizado por una de las tantas novelas policiales de Eduardo Gutiérrez.) La novia del payador (TRADICIÓN) Vese aguantando el pampero Una choza en la hondanada Entre el pastizal alzada A lo largo del sendero ; Es allí donde el viajero Se detiene a descansar Bajo el ombú secular Que en aquellas soledades Soportó mil tempestades Y vió cien años pasar. Cuando la sombra altanera Negros crespones extiende Y con estrellas los prende Cubriendo la pampa entera, En la derruída tapera Brilla una luz que resbala, Óyense rumores de ala Y más allá del barranco Sale una visión de blanco Que se acerca a la < luz mala ». Y dice también la gente Que en noches claras de estío 206 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Bajo los sauces del río Se oye cantar dulcemente, Y que el fantasma doliente Llega al ombú protector Y sufriendo un gran dolor, Habla, solloza, se queja Y antes de alejarse, deja Caer de su pecho una flor. Y aseguran que a esa hora Son muy tristes los gemidos Y se estremecen los nidos Ante esa mujer que llora ; La gente que escucha, ora, Pues dice, y nadie lo niega, Que aquella visión que llega A la tapera vacía, Es el alma de María, La novia de Santos Vega. Gontrán G. Ellauri y Obligado. (La Pampa Argentina, semanario ilustrado, festivo social, de actúali- dad y costumbres nacionales, [12 época|. año 1, número 17. Buenos Ai- res, julio 28 de 1907. Reimpreso, bajo la firma: G. Obligado, en £l Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IX, número 384. Montevideo, julio 30 de 1907 ; bajo la firma: Gontrán G. Ellauri, ¿bi- dem, 32 época, año XV, número 480, abril 19 de 1913; firmado Gon- trán Ellauri Obligado, en Santos Vega, revista de actualidades, año I, número 19. Buenos Aires, mayo Y de 1914.) Hacia la luz A Fermín Silva Valdés. Entre ese manto de niebla Que todo misterio plasma, Parece el monte un fantasma Emboscado en la tiniebla. Ninguna incidencia puebla R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 207 La modorra de la hora, Y por el cielo que implora La bendición de los días, Rueda el boyero ; mesías Que va anunciando la aurora. Es la hora en que María Sus blancas alas despliega, En tanto va Santos Vega Por el dolor de la umbría. Hora que cruza sombría La caravana del duelo, Cuando acentuando el desvelo La luz mala en la gramilla, Escribe una pesadilla Sobre el letargo del suelo. En un claro que el desmonte Abrió cual inmensa herida, Su eterna canción dolida Llora la pava de monte; Y en tanto, que el horizonte Ofrendando a la alborada, Teje una veste rosada Que hecha de sueño parece ; Una estrella palidece Como una novia olvidada. Lentamente, la tristeza Al replegarse en ocaso, Se va dejándole paso A la alborada que empieza, Y al sacudir con pereza Su incorpórea vestidura, Desnudando la llanura Es el relente que sube; Suspiro que se hace nube Por ir a besar la altura. Y va acentuándose lento 208 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El arrebol del oriente ; Primero pone en la frente De la sierra, un pensamiento. El arado en movimiento Es una brillante quilla : Y junto al trigal que brilla Es el lagunón sonoro : Una gran pupila de oro Contemplando la cuchilla. Con sus perfiles teñidos Por broncíneo resplandor, Llenos de sutil vapor En los campos florecidos, Ponen dos bueyes unidos La paz de su gesto grave : Y desde un tala que sabe Cosas del tiempo pasado, La pauta del alambrado Llena de notas un ave. Con marcadas disonancias En la brisa que rezonga, Un balido se prolonga A traves de las distancias. Luciendo sus arrogancias Trenza un tala su remaje, Y con doliente visaje, Como implorando perdón, Se inclina un sauce llorón En el fondo del paisaje. Extendido en la ladera Como un inmenso tesoro, En marejadas de oro El flechillal reverbera. La virazón marañera Tiene suavidad de ruego, Y en el impalpable riego De luminoso celaje, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Pone el sol sobre el paisaje Una rúbrica de fuego. Yamandú Rodríquez. y (RODRÍGUEZ, Aires de campo, página 55-59. Montevideo, 1913.) T. XXI Pampeana Para mi amigo A. Valdez Taboada. Por la pampa americana, Vertiendo sus tenues lampos En arreboles de grana, Va asomando la mañana, La mañana de los campos. Suavidad de terciopelo, Tenue nimbo de escarlata, Blanca aurora, blanco cielo ; Ternura de violoncelo En festiva serenata Preludian en las ramadas Sus gorjeos, los zorzales ; Y en las llanuras calladas Lentas pasan las vacadas Rumiando en los pastizales. La alba luz de los luceros Muere en las selvas calladas, Y en el llano, vocingleros, Pasan los patos matreros Volando hacia las cañadas ! 209 210 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS TI Se oye a veces temblorosa En la llanura infinita, Una queja dolorosa, Evocando misteriosa La sombra de Margarita ! Y ésta, surge en la llanura Como un fantasma de amor ; Y ante su blanca hermosura, Las noches de su amargura Cuentan los cardos en flor. La vieron en su ventana Del sol envuelta en los lampos ; Y en sus mejillas de grana Sonriendo la mañana, Soñadora de los campos. Y en la llanura infinita — Toda de verde color — Surge otra sombra bendita : A los pies de Margarita La imagen del payador ! Y se puebla la llanura De vagas sombras que han muerto ; Vagas sombras de amargura Que tienen su sepultura En los llanos del desierto. JT MASA Santa Fe, 1902 . (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IV, número 182. Montevideo, agosto 15 de 1902.) Huellas casuales de la novela de Gutiérrez se hallan de vez en cuando en la abundante poesía popular. En primer lugar hay R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 211 mención general de la obra novelesca de este fecundo escritor, y los nombres de los bandidos, idealizados por él, quedan más bien grabados en los anales de la criminología que «en el bron- ce y el granito »: Juan Moreira, Pastor Luna, Julián Jiménez y Vega, Aquel que no se doblega En el tiempo que cantó, Hoy su nombre esculpió En el bronce y el granito Y dejó su nombre escrito Por los pueblos que eruzó (1). Algo parecido encontramos en la siguiente «introducción », con la cual Manuel M. Cientofante (1) presenta su Martín Fie- rro, «relación criolla en versos gauchescos », que no es otra cosa que una barbarización de la célebre poesía de José Her- nández : La tradición de la pampa Vivirá siempre en memoria En el que tuvo la gloria De pernoctar en sus matas ! Allí surgió el gaucho pampa, El criollo más verdadero, Que valiente y altanero En su corcel arrogante Iba entregando el semblante A los goces del pampero. En ese mar de verduras De múltiples pastizales Varios gauchos respetables Hicieron acto de bravura, (1) AnóN., El diablo verde, página 14. Buenos Aires, 1910. (2) CIENTOFANTE, Martín Fierro. Relación criolla en versos gauchescos, gina 3. Buenos Aires [c. 1906.| pá- 212 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos Vega, Pastor Luna, Juan Moreira y Martín Fierro Lucharon con el deseo De vengar las injusticias Que cometía la justicia Con sus corazones buenos !... Influenciado tal vez por la novela de Gutiérrez es el párrafo donde Santos Vega platica sobre el arte de domar potros (1): Enlazando un bagual grande y juerzudo y con la cancha embarrada, no hay talón que no resfale; y en resfalando el talón no hay cuerpo que se asujete. ... entonces... hay que calcular la fuerza *el garrón y elegir terre- no seco cuando se sabe qu? el cimbronazo ha ?e ser juerte, o dejar pa- sar de largo al bagual, pa no sufrir la vergúenza de que lo revuelque en el barro y se juya con el lazo en el pescuezo. Como las novelas de Gutiérrez son plato favorito para los payadores, habrá uno que otro que se jacte conocerlas de me- moria; . decía que a prosear Ninguno le ganaría, Que de memoria sabía La historia de Vega, aijuna, También la de Pastor Luna, Hormiga Negra y Juan Cuello... (2) Pero no es tan fácil ser payador; mucho se necesita para esto, y la lista de los requisitos para un cantor argentino, es la si- guiente (3): (1) SANDOVAL, Recorriendo el campo. Santos Vega, revista semanal de actua- lidades, año I, número 28. Buenos Aires, julio 11 de 1914. (2) BocaLaNDRO, Pa Fco. Garco. La Juventud, semanario jocoso, literario, criollo y social, año III, número 64. Buenos Aires, enero 25 de 1906. (3) CURLANDO, £l canto argentino. El Prado, revista de costumbres nacio- nales, año I, número 4. Avellaneda [provincia de Buenos Aires], junio 25 de 1905: R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 213 La ternura del alma que llora, La energía del hombre valiente, El cariño frenético ardiente, La tristeza del ser que sufrió ; Lo profundo, lo bello, lo grande Que revela febril invocaciones Y de Vega las invocaciones Que el fecundo Gutiérrez forjó. Amistad sincera no puede ser más grande que aquella que existía, al estilo de Castor y Pólux, entre Santos Vega y Car- mona, y así se manifiesta Juan Cuervo (1) hacia Calixto el Ñato, a quien admira como el moderno Santos Vega oriental : Que bueno es siempre, mi amigo, Contar con apariador, Por si sale otro cantor De parte del enemigo... Usted será Santos Vega Y yo, el hermano Carmona. Un eonocido costambrista /2) se encuentra indignado del rumbo que ha tomado la situación de la campaña; lo antiguo, degradado por lo nuevo; el paisano, convertido en un malevo; y quisiera, en vez de las gaitas y acordeones, ... Oir del campo la salvaje melodía, El eric eric de las rodajas y escuchar aquellas trovas Que cantara Santos Vega en la reja de María. Al fin, dirá el lector, la mujer ! ¡ Cómo ha de faltar en la poe- (1) Cuervo, Al viejo Calixto el Ñato. El Fogón, periódico eriollo [12 épo- ca], año I, número 50. Montevideo, agosto 16 de 1896. (2) Firpo, Criollismo. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, ar- tístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año V, número 133. Buenos Aires, enero 7 de 1912. 214 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS sía, y en la popular ante todo! Paciencia, ahí viene, habiendo entusiasmado a León Guerrero (1) en tal grado que ya no sabe con qué cosa comparar su « prienda »! Nos ofrece un verdadero muestrario de cosas y cachivaches, casi todo el inventario del gaucho; 37 objetos distintos, todo, todo esto es, en compara- ción, la amada ; aisladamente, tal poesía no quedaría lejos de lo ridículo y hasta patológico, pero en su conjunto, representa la alfombra más bizarra y curiosa en la alhambra gauchi-árabe de la poesía popular rioplatense (2). Oigamos, pues al vate pam- peano adorando a su china : Sos el poncho calamaco (3) De mi pilchao dominguero, Mi potrillo compañero Como pa Vega el Mataco ; De mis cigarros tabaco, De mis riendas pasador, Rastra de mi tirador, El ala de mi sombrero, Sos tuito de ese campero, Sos de mi pecho el amor ! Para comprender eso del Mataco, reproducimos los párrafos en los cuales el romántico Gutiérrez, con todas las exageracio- nes de la realidad, presenta este detalle pintoresco (t. I, pág. 11): Sus inseparables compañeros [de Santos Vega] eran un caballo ala- (1) GUERRERO, A mi prienda. En : Colección de versos gauchescos, página 14. Buenos Aires, 1907. (2) Léase al respecto de este tipo singular de poetización, lo que dije en un trabajo anterior (Folklore argentino III. El chambergo. Boletin de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba. XXI, pág. 46) : «No olvidemos que todo este lenguaje figurado, es eflorescencia del Oriente, de Arabia, trasplantada vía España a la Pampa sudamericana ; ¿ quién al leer las siguientes poesías, no re- cordará las pintorescas y bizarras comparaciones que al cantar de los cantares de Salomón, insertado en la mismísima Biblia, dan su perfume especial, exóti- co» (siguen los ejemplos). (3) Calamaco, corruptela del arauc. kolú malkuin, poncho colorado. (Nota de R. L.-N.) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 215 zán tostado, famoso parejero del que no se separaba un momento, y un potrillo guacho que seguía al parejero, y a quien él llamaba el Mataco a causa de la redondez de la barriga. 13% ea” POzE / / El payador Santos Vega en su alazán tostado, acompañado del Mata- co. Hustración de la novela Santos Vega de Eduardo Gutiérrez (edi- ción de Montevideo, 1913). En cuanto Vega desmontaba, el alazán y el Mataco se echaban de- trás de él como si hubieran sido dos perros. Lo primero que pedía, era una ración para sus amigos que cuidaba con un esmero y una prolijidad curiosa. Si se quedaba a dormir en la casa adonde había llegado, tendía a 216 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS campo, y era curioso verlo entonces entregado al reposo, con el ca- ballo que no se alejaba dos varas de su cuerpo y el potrillo hecho una rosca a sus pies, como si hubiera sido el perro encargado de velar su sueno. ; El Mataco no tenía más amistades que su amo : relinchaba alegre- mente cuando lo veía ponerse de pie a la madrugada, y corría a mor- discones y manotones al que por broma se acercaba a su amo durante el sueño. El potrillo no tenía más misión que llevar encima dos maletitas que contenían los avíos de tomar mate, la pava y una carguita de le- ña más o menos abultada, según el paraje donde los tres compañeros habían hecho noche. Más adelante (IL, pág. 55-56), Santos Vega cuenta como había conseguido el Mataco : No tengo por qué arrepentirme, porque jamás he usado ventaja en ninguna ocasión. Como he peleado aquí delante de ustedes, he pelea- do siempre, y no tengo que hacerme, gracias a Dios, el más ligero reproche. El último soldado que maté, llevaba un potrillo siguiendo a la yegua que montaba. Ese es el Mataco que desde entonces me acompaña con un cariño casi humano. Yo no sé que habré tenido por ese hombre potrillo que desde entonces no se ha despegado de mí. LOS DRAMAS SANTOS VEGA El tema del glorioso cantor fué tratado tres veces en el tea- tro. Las dos primeras fué dramatizada la novela Santos Vega de Eduardo Gutiérrez. Ambos arreglos pertenecen a un grupo del teatro rioplatense que suele llamarse «drama criollo». Es, pues, necesario esbozar la génesis de esta categoría para cono- cer la posición que dentro de ella ocupa la historia de nuestro héroe. Los creadores del «drama criollo » son los miembros de la familia uruguaya Podestá, especialmente los hermanos José J. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 217 y Jerónimo Podestá. La historia de esta sección interesante del arte teatral es, según Vicente Rossi (1), la siguiente : En el mes dejunio del año 1884, actuaba en el Politeama Argentino de Buenos Ajres una gran compañía ecuestre diri- gida por los hermanos norteamericanos Carlo. A éstos hizo el novelista Eduardo Gutiérrez la proposición de presentar una pantomima muda, de la misma clase que se solía dar al fin del espectáculo, pero pantomima de carácter local, elaborada por el mismo Gutiérrez según una de sus obras. Tuvo el buen acierto de elegir el héroe más querido del pueblo, Juan Moreira. Como protagonista figuró José J. Podestá que trabajaba de payaso bajo el apodo profesional de « Pepino el 88 », introduector de una innovación importante, de su exclusividad : los cantos y los modales del criollo orillero. En los primeros días del mes de julio, o sea algo menos de un mes después que Gutiérrez expre- sara su idea, se estrenaba en el Politeama Argentino la panto- mima Juan Moreira con éxito indescriptible, enorme. Se repitió doce veces hasta que la compañía se marchó para Río de Janei- ro, no acompañándola los Podestá. Separados de la compañía Carlo, los hermanos Podestá orga- nizaron otra, con su pariente señor Scotti, acrobática y de fina- les mímicos. Figuraba en su repertorio la pantomima Juan Moreira que de vez en cuando presentaban, como por ejemplo, en 1886, en Arrecifes. Fué aquí que a indicación del señor Du- puy, agregaron explicaciones verbales. Podestá extractó de la novela de Gutiérrez los diálogos necesarios, agregó otros com- plementarios y dió formas progresivas al drama criollo Juan Moreira. Fué trabajo de muchos meses; la obra se representa- ba noche a noche, pero siempre con innovaciones, hasta que se creyó completa. En Chivilcoy, en abril de 1886, se dió por (1) Ross1, Teatro nacional rioplatense, páginas 11-32. Córdoba, 1910. — Datos nuevos que comprueban y complementan, en parte, la obra de Rossi, se hallan en la colección de biografías de artistas, hecha por VICENTE A. SALAVERRI, Del picadero al proscenio, páginas 15-22. Montevideo, 1913. 218 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS primera vez en la forma definitiva. Nació el «drama criollo ». Durante cuatro años recorrió este drama las repúblicas rioplaten- ses, sin que ninguna otra obra se presentara a disputarle o compartir sus triunfos. Hubo crítica detractora, no por aquella modesta factura literaria, muy lejos del alcance de un juicio serio, sino bajo su aspecto moral o de influencia moral. Buenos escritores y periodistas criollos cayeron en tal aberración; no se dieron cuenta, siquiera, de que se atravesa- ban contra la corriente popular, que contestaba a sus alusiones lle- vando a « Moreira » en andas, sin el más mínimo desaliento. En marzo y abril de 1890, los hermanos Podestá estrenan en La Plata la segunda obra criolla, Martín Fierro, arreglo del doctor Elías Regules; y la tercera, Juan Cuello, tomada de la novela de Gutiérrez por Luis Mejías y adaptada a la escena por don Pepe Podestá. En 1892 estrenan en dos secciones el Julián Jiménez de Abdón Aróztegui; el primer acto, que es el segundo actual, en el Rosario, y el otro acto en el ya desaparecido Jardín Florida, de Buenos Aires; siguiéndole a las pocas semanas El entenao del doctor Regules. En el mismo año, en el Politeama de Montevideo, Juan Soldao, del malogrado Orosmán Moratorio. En 1894 : Cobarde y Tribulaciones de un criollo, del doctor Víctor Pérez Petit; Santos Vega, arreglo de Juan Carlos Nosiglia. En 1896: Calandria, del doctor Martiniano Leguizamón. En 1897 : Tranquera, de Agustín Fontanella. Y así, sucesivamente, la producción criolla da sus frutos, destacán- dose entre los autores, intelectuales de nota. En lo que hace a la transformación ideal del gaucho, conse- cuencia lógica del «drama criollo», puede decirse lo mismo que con respecto de la «literatura criolla», escribió un español que esconde bajo un pseudónimo la ponzoña de su crítica (1): La literatura criolla ha dado en idealizar al gaucho, al que quiere presentar con cualidades que no corresponden a su verdadero carác- ter de hombre inculto. (1) MANUEL GIL DE OTO, La Argentina que yo he visto, edición definitiva, pá- gina 277. Barcelona, 1915. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 219 Para los poetas, el gaucho es desprendido, tierno, patriota, enamo- radizo y un poco artista. Para los que observan la vida sin asustarse de sus verdades, para los que llaman a las cosas por su nombre, sin adornar su lenguaje con garambainas retóricas, el gaucho es bravu- cón, pendenciero, inmoral, desconfiado y grosero. Jamás de un gau- cho ha salido un artista, al paso que cada día de un gaucho sangui- nario y ladrón, se hace un bandido temible, un raptor despreocupado. El primer arreglo teatral de Santos Vega es de Juan Carlos Nosiglia y no fué publicado; el manuscrito obra en poder de don José Podestá, quien, accediendo a mi pedido, tuvo la gen- tileza de ponerlo a mi disposición. El argumento es como sigue : «Santos Vega », drama criollo de Juan Carlos Nosiglia (1894) ACTO PRIMERO Cuadro primero. — La escena un camino o el campo. Salen al picadero dos paisanos, figurando que van de pasada. Hablan de don Rafael, que ha venido de Buenos Aires a establecerse en el partido, cuando viene éste acompañado de Vega padre y Santos Vega. Tratan de la compra de la hacienda; don Rafael ha ofrecido poco, pero Vega padre acepta, para servirle y no quiere saber ni de plazos ni de firmas; que don Rafael le pague cuando pueda; y se despide para ir con su mujer a la estancia vieja, recomendando a Santos que dé una manito a ño Rafael en todo lo que se le ofrezca. Santos lo promete y se va a una payada que habría en lo de ño Jacinto. Cuadro segundo. — En la pulpería de ño Jacinto. Proscenio. Risas y exclamaciones. Mucho ruído. Se alza el telón en mo- mentos que termina una payada. Un paisano sigue tocando la guitarra hasta que viene Santos Vega. Hablan dos paisanos de la payada recién terminada; entran otros más, entre ellos ño Cipriano que se queja que su mujer se haya huído con el negro Facundo, asunto que es tratado por los concurrentes. [En un arreglo posterior del MS., esta parte del cuadro está reempla- 220 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS zada por una payada entre Juan y el Ovejuno; después de los preliminares de estilo, Juan pregunta a su adversario qué es el sol, lo que el otro no sabe bien contestar. Don Juan mismo da la explicación y es declarado vencedor.| Entra.Santos Vega y dice que va a hacer un aparte; pregun- El actor José J. Podestá, fundador del teatro criollo, en el papel de Santos Vega. Fotografía original dedicada al autor tan por don Rafael, y ño Cipriano lo felicita por haber arrastra- do el ala a María, hija de él. Interraumpe Lucas la amena con- versación con el aviso que un malón venía a la furia por el mismo camino que iban los padres de Vega. Todos van para ver si pueden ayudarles en algo. (Mutación). Con el malón termina el cuadro. La decoración simila una ex- R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 221 tensión de campo inmenso; algunos ombúes se destacan de tre- cho en trecho y en el horizonte se ven ranchos ardiendo. Nume- rosos indios atacan a los esposos Vega. Al alzarse el telón, cae muerta la esposa. Los indios, con lanza y bolas, atropellan al viejo Vega que cae herido. Aparecen Santos y Lucas y vengan la muerte de los asesinados con la de la indiada. Cipriano y los paisanos llegan demasiado tarde para tomar parte en la lucha. Cuadro tercero. — La escena representa el patio de una estan- cia. Da sobre él una ventana. Es de noche. A un lado está la cárcel del juzgado. El primo arregla con los peones un golpe contra Santos Vega, su enemigo en amores. Se esconden al ve- nir éste con Lucas. Salúdalo María, asomada a la reja, lo espera y hablan de su amor; ella tiene miedo que el primo, a quien odia, les prepare una celada. Y así sucede. Santos recibe a trai- ción un golpe en la cabeza que le hace perder el sentido; Lucas corre en su socorro, lucha con los soldados y cae herido. Sale don Rafael, en mangas de camisa, a preguntar por el alboroto, y el primo le cuenta los detalles. Don Rafael, rabiando, repro- cha a Santos su porte con su hija y lo destierra del partido; inútil la defensa de éste de que el ser gaucho, no es deshonra y que Santos Vega no mancha a nadie con su amistad ni con su amor; le amenaza y se va. Cuadro cuarto. — La escena (de picadero) representa un vasto campo, en medio del cual se levanta un ombú. Llega Santos Vega y se baja del caballo. Trae otro de tiro. Es medio día. Se seca el sudor. Quéjase, monologando, que el gaucho bueno y tra- bajador, haya sido convertido en un malevo. Quiere descansar algo y busca consuelo en sn canto: Ven pampero, y en mi frente Dame lo que el mundo niega, El suave beso que llega Como caricia doliente. El arroyo mansamente Su fresca agua me brindó, 222 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El sol, frío me quitó Pero hasta hoy, la humanidad Ni una sed de agua me da Y hasta el crimen me empujó! Entra Tomás Carmona, llevando en ancas a Rosalía que ha robado al padre, porque éste no quiso consentir en el casamien- to. Después de darse a conocer mutuamente, son sorprendidos por el alcalde, padre de Rosalía que viene a buscar a su hija, pero los paisanos que lo acompañan, no quieren pelear contra Santos Vega, «el desgraciado que bastante tiene con andar huído », y el viejo se retira llorando. Carmona, «ya que la suer- te los ha puesto en el mismo camino», jura no separarse más de Santos; las desgracias de él, serán las mismas suyas; quiere dejar a Rosalía en casa de sus tíos para que se la cuiden hasta la vuelta. Cuadro quinto. — La escena representa un rancho en el esce- nario. Entra Santos Vega y saluda a Martina, hija de ño Ger- mán, cuya llegada espera, pasando el tiempo con charla amena y con un canto a la guitarra (La guitarra nacional). Llega el viejo y relata las fechorías de don Rafael: ha mandado a la hija a la ciudad para casarla con el primo; ha contramarcado todas las haciendas de Vega, pues decía que las había comprado cuando vivía el finado; se ha apoderado, por medio de un eseri- bano, del campo de aquél; ha muerto al peón Lucas que no qui- so entregar ni la hacienda ni el campo. Santos se para nervio- samente: «Áura le Megó su turno a don Rafael... Tuito le perdono, pero la muerte de mi pobre Lucas, nunca !» Se va, y Carmona que en el mismo momento entra, le sigue para darle una manito. Cuadro sexto. — La escena representa la casa de don Rafael. Es hora de la siesta. Llega Santos Vega, investiga todos los rincones y se arrima bien que nadie lo ha visto. Entra a la ha- bitación de don Rafael y lo encuentra dormido. Lo despierta R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 223 con violencia. Asustado ese le ordena que se vaya, pero convén- cese que las puertas están cerradas. Santos le declara que ha venido a darle la muerte por su maldad. Don Rafael empieza ahora a rogar: que le daría su hija para matrimonio ; que le res- tituiría todas las haciendas y campos. Santos no quiere saber de nada : le quiere obligar a pelear para matarlo en buena ley. Cuando acaba de darle una bofetada para animarlo a la lucha, entra Carmona, aconsejando a Santos que no lo mate, y Santos cede, no sin haber advertido a don Rafael que deje de hacerlo perseguir por el juez. ACTO SEGUNDO Cuadro primero. — La fiesta de ño Germán (picadero), que casa a su hija Martina. Vienen paisanos y muchachas, y tam- bién Santos Vega con Carmona, saludado por la concurrencia. Se informa sobre la novia y el novio; saluda a los amigos anti- guos : a Cipriano; a Martina, recordándola de aquella visita anterior; dice que él, gaucho perseguido como perro, no hu- biera podido hacerla feliz. Bailase ahora un pericón. Después se oye en el extremo del picadero una conversación animada entre los novios ; el paisanaje guarda silencio, en momentos en que Martina grita que no quiere casarse con Cruz. Interrogada por el padre, señala a Santos Vega; Cruz, ciego de ira, lo atropella pero Santos, tranquilamente, le manifiesta que no ha venido para hacerle mal ni mucho menos a deshacer su casorio ; acon- seja a Martina que se case con su novio; y se retira de la fiesta, maldiciendo su desgracia que en todas partes lo persigue. uando han salido Vega y Carmona, entra el prestidigitador; al concluirse la prestidigitación, cae el sargento con la partida, y se lleva a Cipriano por haber muerto al negro Facundo, aquél que le robó la mujer; y llevan preso también a otro paisano Matías. Cuadro segundo. — La escena representa el interior de un 224 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS juzgado. Entran Matías, Cipriano y la partida. El juez se mues- tra contento que hayan cumplido con su misión. Cipriano de- clara que cuando mató al negro Facundo, tenía sus buenos motivos y cita como testigo a Santos Vega, pero el juez no quie- re saber nada de explicaciones y manda los presos al cepo. En este momento aparece Santos con Carmona ; reprocha al juez que lo hace perseguir por el solo hecho de hacerle el gusto a don Rafael, manda a Carmona que vigile al juez, y vaa poner en libertad a Cipriano, a Matías y a otro paisano. Como resulta que este último estaba detenido por ladrón, Santos lo remite inmediatamente de nuevo al calabozo. Retíranse todos, y eljuez, recobrando su fanfarronía, una vez salido Santos Vega y Car- mona, ordena a los soldados que los persiguen, pero éstos no se animan. Ouadro tercero. — En el picadero, a caballo, van Santos Vega y Carmona. Este último propone hacer una visita al rancho de dos muchachas, pero Santos, encontrándose medio mal, tiene poca gana. Viene, también a caballo, ño Germán, cuenta de su familia y de sus asuntos y les aconseja que tengan cuidado de una partida que va del otro lado de la picada. Los dos amigos no dan importancia a esta indicación y se dirigen hacia el ran- cho habitado por las dos bellas. Ouadro cuarto. — En el proscenio un rancho. Llega el juez con dos oficiales y llaman en la puerta. Abre una anciana, de- clara que no está ni Santos ni Carmona y que ya había manda- do sus dos hijas a Buenos Aires por no querer que tengan amo- res con esos bandidos. Entran las autoridades en el rancho, hacen sacar la madre y atarla donde están los caballos, y se es- conden en el rancho para sorprender a los dos. Llegan éstos; Vega canta: Alzate con voz sentida Nota dulcísima y pura, Destierra la honda amargura Que hace años llevo en la vida: . R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 1559) N QU Vibra tú, cuerda dormida, Con profundo sentimiento Y entre las alas del viento Lleva el eco del canto, Mezclado con gotas de llanto Que hacen brotar mi tormento. Se abre la puerta del rancho; aparecen los dos oficiales que les hacen fuego, pero son muertos. Acuden ahora los soldados ; Vega cae herido. Carmona se interpone entre él y los soldados. Cae un soldado muerto y Vega clava el puñal a Carmona que le guardaba el cuerpo, creyéndolo enemigo. El otro soldado dispa- ra. Carmona cae con el puñal clavado, diciendo antes de morir : « Adiós, hermano Vega!» Éste permanece un momento como muerto; amanece; y adquiriendo gradualmente el conocimiento, se pregunta : «¡No veo a mi lado a Carmona!» Hasta al pal- par el cadáver y ver su propio puñal clavado en la espalda, pro- rrumpe en desesperadas lamentaciones : <;¡ Miserable de mí !... Si no me mato, ahora mismo, es para vengarte, hermano... ¡Juro morir en tu tumba porque siento que también me llega el mo- mento! ¡Pobre Carmona! » Cuadro quinto (copia íntegra). — En el escenario aparece la tumba de Carmona, al pie de un árbol. Santos Vega, sentado sobre ella, canta un estilo tristísimo. SANTOS VEGA. — Carmona, mira, que el Diablo Viene hoy a cantar conmigo ; ¡ Despierta pronto, te digo ! ¡ Ah, es verdad, yo te maté! Vos que el honor merecías De los amigos mejores, Mueres como los traidores ! ¡ Carmona, perdóname ! (Suspendiendo el canto). Siento que las fuerzas se me acaban... ¡ Mo- rir cuando todavía no he cumplido mi juramento de no dejar un solo enemigo vivo sobre la tierra ! E. EII 15 226 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Fausto. (Llega con algunos paisanos, entre ellos ño Cipriano). — ¡ Venga a casa, amigo! ¿Qué hace ahí sin comer y sin dormir hace cuatro días?... ¡ Véngase a descansar ! SANTOS VEGA. — ¡No, amigazo Fausto !... He venido aquí porque siento que me voy a morir y he jurado dejar mis gúesos en la mesma tumba aónde están los de Carmona. Y es lo único que les pido, pa que cuando sea dijunto ! CIPRIANO. — No diga eso, aparcero. ¡Si usted entuavía tiene que vivir, porque es mozo ! SANTOS VEGA. — No me sé engañar, amigo. ¡Lo único que siento, es morir sin haber vengao tuitas las injusticias que hicieron conmigo y con mi pobre hermano Carmona! TELÉSFORO. —¡ Mal haiga la suerte fiera que siempre nos da de palos, pa ponerse de parte de los indinos ! (con desesperación). SANTOS VEGA. — ¡Les pido, amigos, que me dejen solo, porque de- be llegar de un momento a otro el Diablo con quien he concertao una payada!... ¡y creo llevársela al menos! PAISANOS. — ¡Está gúeno! (salen). SANTOS VEGA. — ¡Pobre Carmona!... Aquí estoy sobre la tumba helada, esperando el momento de acompañarte pa siempre... Vos has sido valiente y generoso conmigo, y yo0... yo fuí un miserable, por- que te maté por la espalda, como un cobarde... (queda cabeza abajo). CIPRIANO (asomándose con otros paisanos, al fondo del escenario). — Amigo, yo no puedo ver cosas tan tristes... He llorao como un mu- chacho... ¡Mire como había "e concluir el famoso Santos Vega!... ¡ Vamos, compadre, vamos a aguaitarlo de lejos, porque no puedo!... Se me forma un lazo en el pescuezo... ¡ Vamos, es al cuhete que quie- ra quedarme! Fausto. —¡Sí, ño Cipriano !... Tuítos, aguaitaremos a Vega, a ver que hace, aunque me parece que no ha e vivir muchas horas... ¿no les parece, aparceros ? SANTOS VEGA. — Por fin venís a cumplir Con tu palabra empeñada, Cantá no más que estoy pronto Pa aguantar la payada. TELÉSFORO. — ¡ Oigan, paisanos !... dice que está payando con el Diablo. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 227 Fausto. — ¡ Mesmamente asigura ! pero ereo que anda medio mal de la cabeza ende la muerte ?'e Carmona. TELÉSFORO. — ¡ Ansí lo creo, paisano ! SaNToSs VEGA. — No sé porque hablas así Ni porque me das tormentos, Más grandes que mi delitos Han sido mis sufrimientos. Fausto. — ¿Qué diantre estará escuchando? OTRO. — ¿Si será el Diablo que le está hablando ? OTRO. — ¡Ave María purísima ! OTRO. — ¡Sin pecado concebida ! ¡ SANTOS VEGA. — ¡Mentira !... si lo maté Fué peleando y engañado, Y en castigo su recuerdo No se aleja de mi lado. Pancho. — ¡ Pobre Vega! ¡cómo había de concluir ! Fausro. — ¡Miralo, cuñao!... parece que ya va a morir. TELÉSFORO. — ¿No lo ve, ño Cipriano? ya está boquiando. SANTOS VEGA. — ¡Ah! ¡me has vencido! (cae muerto). TELÉSFORO (asorado). —¡ Ahí viene la partida, ño Cipriano! CIPRIANO (a Vega, corre a abrazarlo). — Te he acompañao en tui- tas tus penurias, gúen amigo, y áura que estás muerto, no he de con- sentir que te toquen ni un pelo... pero, ¡ahí viene llegando la partida y es giieno esconderse pa ver qué diablos vienen a hacer acá!... (sale). JUEZ (entrando con una partida ; otra al mando de un alcalde). — ¡Ah, bandido! Si vivo o muerto habías de caer en mis manos. ¡ Á ver! ¡ carguen con él, no sea cosa que resucite ! CIPRIANO. —¡ Alto! Aunque viejo ¡todavía tengo juerza pa defen- derlo!... Hay que respetar alos difuntos, y no he de consentir que le toquen ¡ni un pelo! JUEZ. —¡ Ah, viejo matrero, áura vas a caer en mis manos ! ¡ Pren- dan a esos hombres! CIPRIANO. — ¡Eso lo veremos! El alma de Santos Vega me ha de proteger! (susto general). JUEZ. — ¡A las armas! (Final) 228 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Por segunda vez, la novela Santos Vega, de Ricardo Gutié- rrez, fué arreglada para el teatro popular por don Domingo Spíndola, en 1903-04. Este arreglo suele darse en el Circo An- selmi, de Buenos Aires, y por el Politeama Reynaldi en las ciudades de la provincia. En Buenos Aires es el señor Máximo Hernández (1) quien representa el papel del protagonista, y le debo la siguiente relación sobre arreglo y desarrollo de las escenas; para caracterizar a Santos Vega como trovador, casi todos los cuadros terminan con una improvisación del bardo. Como es natural, el drama de Spíndola es parecido al anterior, y también en él aparecen escenas y personajes que no hay en la novela original. «Santos Vega », drama criollo de Domingo Spindola (1903-04) ACTO PRIMERO Cuadro primero. — La estancia de don Tomás, padre de San- tos Vega. Estos dos y don Rafael tratan el precio de la hacienda que piensa comprar este último. Santos, al fin del cuadro, alaba a su padre, dirigiéndose a don Rafael con los versos siguientes: Pues yo con placer profundo Le diré de corazón Que es mi buen padre el varón Más generoso del mundo. Ya los hombres de su estampa Desapareciendo van, ¡ Dos como él no encontrarán Por la extensión de la pampa ! Ouadro segundo. — La casa de don Rafael. Santos declara su (1) Más tarde, el protagonista del héroe era el señor Arturo A. Mathon, quien cantó, alternando con recitaciones, el fin del drama (La muerte de Santos Vega) para una compañía fonográfica (Columbia Graphophone Co. New York, no T 862); el disco, grabado en ambos lados, está en venta y tan buscado, que una segunda edición se hizo necesaria. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 229 amor a María. Aparece también el primo de ella, individuo afe- minado, y conversa con ella. Al fin, María pide a Santos que no se olvide de ella y le entrega una flor, a lo cual Santos contesta : ¿Olvidarte? ¡ La guardaré como el oro, Será mi mayor encanto, Vivirá mientras yo viva, Fresca y pura con mi llanto ! Cuadro tercero. — En el campo. Santos, acompañado de don Anacleto, capataz de la estancia de su padre, va a caballo, diri- giéndose a la casa de don Rafael. Anacleto le aconseja que no vaya a ver a María por habérsele tendido un lazo, pero Vega desprecia el consejo del viejo. Ouadro cuarto. — La casa de don Rafael. Santos Vega llega a la ventana, llama a María y tiene un coloquio amoroso con ella. En esto llega el primo con varios soldados; Santos lucha «con ellos, pero cae herido por el golpe que el primo, a traición, le pega en la cabeza. En eso entra don Anacleto, pelea también con los soldados y es muerto. Don Rafael, que acude al ente- rarse de lo que sucede, manda poner en el cepo a Santos, quien jura vengarse : Se engaña, señor, se engaña, Escuche mal que le cuadre : Hoy el deudor de mi padre Comete una gran hazaña ; Mófese de mi agonía, Yo le diré con fe ciega Que el mísero Santos Vega ¡ Lo hará temblar algún día ! Cuadro quinto. — Interior de una pieza de la casa de don Rafael. Éste está durmiendo la siesta cuando llega Santos y le despierta con unos golpes del rebenque. Reerimínalo sobre los actos malos que ha cometido con él y le anuncia que lo va a matar. Don Rafael (quien había enviado a María a Buenos Ai- 230 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS res) promete mandarla buscar para que Santos se case con ella, pero Santos no accede para vengar la muerte de don Anacleto. Pero como don Rafael no quiere pelear, Santos lo estimula con una bofetada, y lo mata después en Ja lucha. Aparecen los sol- dados, pero disparan al ver a Santos, quien les grita: ¡ No sean maulas ! Si alguno hacia ustedes llega, Díganle sin más tardanza ¡ Que es la terrible venganza Del payador Santos Vega ! Cuadro sexto. — La pulpería de don Cosme. Dos paisanos están cantando de contrapunto cuando entra Santos y pide per- miso para ocupar el lugar del vencido. Mientras que están payando, llega una partida de plaza para prender al paisano que está cantando con Santos. Éste se encara con los policia- nos y no permite que lo lleven preso. El sargento lo trata de borracho y le pregunta quién es él para meterse en tal cosa, a lo cual Santos se da a conocer. Los soldados disparan todos, el sargento pide a Santos que no lo mate por sus hijos, y éste le perdona la vida. En esto entra Carmona; el pulpero le cuenta lo que le ha sucedido a Santos, a quien están aconsejando que se vaya para que no se repita el accidente, pero Santos no quiere irse. Acércasele Carmona y se le ofrece para toda cosa, pero Santos le agradece y dice que no vale la pena que por él se pierda. Recién cuando Carmona le narra su vida, que es solo en el mundo y que nada tiene que perder, Santos acepta su. amistad. En esto, uno de los paisanos presentes da aviso que el sargento vuelve nuevamente con una partida más fuerte, y pide a Santos que se vaya y no se comprometa, lo cual éste rehusa. En este momento entra la partida, pero Santos y Carmona la derrotan y la obligan a disparar. Cuadro séptimo. — El juzgado de paz. El juez y su secretario hablan con dos soldados de un sargento que ha salido a pren- R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 231 der a Santos. Después llaman a otro soldado y se hacen traer la comida, pidiendo el juez un bife, cuando aparecen Santos y Carmona. Santos Vega saluda al juez con una cachetada: «¿No pedías un bife? ¡ Ahí lo tenés a medida de tu deseo!» Y des- aparece con la siguiente copla : Adiós, mi señor fantoche, No vaya a morir de pena, Hoy les he dado el almuerzo, Mañana será la cena. Cuadro octavo. — Otra pulpería. Llega otro sargento, con el apodo de Limonada, acompañado de una partida, y pregunta a los paisanos si no han visto a Santos Vega. Éstos contestan que no saben nada. Limonada y su gente retíranse entonces a la enramada a dormir la siesta, después de haber ordenado al pulpero que lo despierten en caso de que llegue Santos. Llega éste con Carmona, pero el pulpero le avisa, y ambos amigos van a la enramada, desarman a los dormidos y los despiertan con rebencazos. Disparan los soldados, pero al sargento le aconseja Santos : ¡ Nunca se duerma en las pajas El que del fuego esté cerca, Porque se pueden prender Y hay que estar con ojo alerta ! ACTO SEGUNDO Cuadro noveno. — Casa de un genovés llamado Pelandra, que da una fiesta por ser día de su cumpleaños. Mientras la concu- rrencia se divierte, llega Santos con Carmona, a caballo, y pide permiso para entrar al baile. Pelandra contesta que el baile es sólo para los invitados y Santos declara que se va, pero que Pelandra es el primer hombre que niega la entrada a Santos Vega. Al oir este nombre Pelandra le pide disculpa y le invita 232 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS a entrar. Entran los dos amigos, bailan un cielito con relacio- nes, cantan, ete., y se retiran a una pieza del fondo para dormir. Mientras que Pelandra, a pedido de los paisanos, canta, llega una partida, pregunta por Santos y pide el permiso del baile. Santos y Carmona, avisados de lo que sucede, aparecen, y Car- mona al oir que el sargento pide el permiso del baile, se lo da con una cachetada. En la siguiente pelea, triunfan, como siem- pre, los dos amigos y los milicos disparan. Cuadro décimo. — Casa del padre de dos muchachas. En la ventana, cantan Santos y Carmona una décima. El viejo los sorprende, pero se pifian de él y se van. El padre reta entonces asus hijas y anuncia que irá a buscar la partida. Mientras su ausencia, vuelven los dos amigos, golpean a la puerta y las dos muchachas salen para conversar con sus pretendientes. En esto llega el viejo con la partida; trábase una pelea y como es de noche, Santos mata por equivocación a Carmona; manifiesta su desesperación en las siguientes estrofas : ¡ Oh Carmona, noble hermano, Te dió muerte mi puñal ! Tu corazón colosal Ya no late sobre el mundo, Pero el cariño profundo Que me profesaste a mí, Yo lo he de guardar aquí Hasta rodar moribundo. Yo te juro que me aterra La vida que te arranqué, Mas nunca te olvidaré Un segundo aquí en la tierra. Tu nombre querido encierra Mi corazón desgarrado, Tu cuerpo está ensangrentado, Tu rostro, pálido y frío, Perdóname, hermano mío, Soy el ser más desdichado. 185) [du] Ys) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Cuadro undécimo y último. — La tumba de Carmona. Vienen varios paisanos, comentando de que Santos Vega ha manifes- tado que va a cantar con el diablo. En eso llega el payador, y sin fijarse en nadie, se sienta en la tumba de Carmona y canta. Contéstale el diablo, detrás del escenario; algunas estrofas de la payada de contrapunto son las siguientes : SANTOS VEGA. Monarca de los infiernos, Principiemos la payada, Quiero mostrarte en la tierra Que a mí no me asusta nada. Bajá si quieres, al punto, Yo no le temo a tu estampa, ¡Soy el trovador más grande Que existe sobre la pampa ! EL DIABLO. Todo tu orgullo maldito Pronto verás extinguir, Santos, tienes que morir, Estaba en el cielo escrito. El último verso entona De tu vida borrascosa, Te está llamando en la fosa Tu desdichado Carmona. SANTOS VEGA. No es el último mi canto, Dejate de tal porfía, Sólo Dios puede apagar Toda la existencia mía. No me nombres a Carmona, Dejalo que duerma en paz, ¡ Nadie delante de mí Turbe su sueño jamás ! EL DIABLO. Doblega tu orgullo vano, Débil mortal homicida, Tú le arrancaste la vida Siendo como era, tu hermano. Yo en el infierno te espero, Hombre bárbaro y feroz, 234 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Escucha, escucha la voz Que anuncia tu fin postrero. (Se oye la voz del coro fuera.) Ya la luz de tu vida se acaba, Te ha vencido por fín Satanás, El infierno te espera al momento, Se cumplió tu destino fatal. Parece al fin de la payada que el diablo ha triunfado; éste aparece detrás de la tumba de Carmona y los paisanos dispa- “an; aquél exclama, dirigiéndose a Vega: «¡Te he vencido! ¡ Ya eres mío !» Santos, consternado, contesta : ¡ El diablo! ¡ Huye, visión asquerosa, Dame un lugar en tu fosa, Nobilísimo Carmona ! Santos Vega cae muerto. De arriba de la escena se desprende un cohete como si su alma se fuera. (Final) Como las novelas de Gutiérrez, los dramas del teatro criollo de los Podestá han tenido un éxito imprevisto, y no sólo entre la gente baja como aquéllas; pues Podestá «no ha copiado del gaucho, sino que ha mirado por los ojos del gaucho; no se ha amanerado a su sentimiento, sino que ha sentido y siente por su corazón » (1). Los eríticos se dividen, pues, en dos categorías que defienden los extremos sin que hayan opiniones moderadas y de un cierto término medio, fenómeno frecuente en cosas de Sud América. áonde es desconocido el aforismo clásico: ln mediis virtus. (1) No CIPRIANO, José J. Podestá. Los dramas criollos. (Apuntes para un estudio.) El Ombú, semanario criollo, año I, números 39-41. Montevideo, sep- tiembre 27, octubre 4 y 11 de 1896. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 235 Se ha combatido mucho, dice el autor recién citado, el drama erio- llo, representado en Juan Moreira. ¿ Por qué? Porque se ha confundido lamentablemente el carácter noble y arro- gante de nuestro tipo legendario, con el decrépito, pendenciero y re- pugnante del compadrito orillero, que no es sino una degeneración correcta, según se ha dicho, del habitante culto. Y sin embargo, en- tre uno y otro, hay vallas insalvables. Los separa un abismo. Dígase lo que se quiera en contrario, pero el drama criollo que hoy vemos en los albores de su niñez precoz, despertando algunas resis- tencias, está llamado a tener una juventud robusta y fuerte, llena de glorias, cargada de laureles, cuando haciéndoseles justicia a los al- tos fines que lo inspiran, se les asigne el sitio preferente que le co- rresponde en el concierto de la intelectualidad y de la sociedad na- cional. Él contiene y reprime las bajas pasiones ; él sirve de lazo de unión entre el elemento de la campaña y el de la ciudad, distanciado hoy por pueriles escrúpulos ; él servirá de control, de enseñanza y de ejemplo. Porque para levantar esa raza abatida y olvidada, cuyo desperta- miento debemos al artista nacional José J. Podestá, secundado des- pués en su patriótico esfuerzo por inteligencias cultivadas, fortaleci- das por el estudio y la experiencia, no hay nada que lo aventaje al teatro, porque en él se transparentan todas las grandes y nobles pa- siones que lo caracterizan. Es obra de patriotismo perpetuar en esa u otra forma, en el cora- zón del pueblo, los esfuerzos titánicos de esa raza que vemos desfilar en nuestra historia nacional con deslumbramientos de héroes desde los tiempos primitivos, sálvando con Artigas la democracia en el Río de la Plata, siguiendo rodando en olas de sangre, cuando estallaron sacudimientos terribles en esas campañas por la independencia, en las que tuvieron figuraciones grandiosas ; raza brava, arena en la lucha, invulnerable a todas las inclemencias de la naturaleza, con el orgullo de los grandes titanes y de los guerreros esforzados de estar siempre en las primeras filas en los momentos de peligro, sin que jamás se le haya visto temblar su brazo ni flaquear su corazón. Ese tipo del gaucho nos honra y nos honrará siempre, y la historia, no hay duda alguna, escribirá en bronce la epopeya grandiosa que sostuvieron estos héroes del sacrificio sin ambiciones, en estas partes del continente americano. 236 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Enrique E. Rivarola; en su estudio sobre el teatro nacional (1), es adversario franco del «drama eriollo ». El drama eriollo, dice, apareció en escena bajo las formas más gro- seras y brutales. El tipo del gaucho fué el personaje y sus aventuras el asunto del drama, pero un tipo de gaucho pendenciero, en lucha abierta con toda autoridad, y con un rosario de crímenes por toda biografía... Sin embargo, lo peor no es precisamente la figura del gaucho, sino el estilo gauchesco, el barbarismo criollo, invadiendo el campo de las letras. Ascasubi y del Campo, tienden a resucitar; pero lo que renace de las cenizas no es el fénix. Estos poetas criollos val- drán siempre como curiosidad en las letras argentinas, por la obser- vación penetrante y la agudeza de ingenio del uno, y la gracia y el talento poético con que el otro presenta su personaje en el mentado Fausto ; pero, la crítica no podrá nunca admitir que con esas bases se haga escuela, ni que el gauchismo entre de lleno en las letras, estro- peando el castellano, a título de crear un idioma nacional. No menos severa es la señorita María Velasco y Arias: Los Moreiras sus numerosos compadres — regresión insalubre de la estética popular — llenaron la escena rioplatense durante dos o tres lustros ; ya va iniciada la era regeneradora, la que empalma con nexo de buena ley el teatro ibero con el americano y brilla con lontananza la aurora con que se anuncia el día luminoso de la unificación litera- ria... Por senderos múltiples, los dramatizadores locales se enteran ya de que el arte escénico, si aspira al nombre de tal, será tanto más pro- pio y original cuanto con fuerza de mayor poder se vincule al español, que es, en resumen, el teatro de la estirpe común (2). Mientras que la mayoría de los críticos vocifera contra la in- fección de las masas con «veneno revolucionario », MUy pocos, poquísimos son los intelectuales que se dan cuenta que el teatro popular no puede ser simplemente suprimido; que es necesario (1) RivaroLa, El teatro nacional (su carácter y sus obras). Revista de la Uni- versidad de Buenos Aires, 11, páginas 351-352. 1905. (2) VeLasco Y Arras, Dramaturgia argentina. Tesis presentada para optar al doctorado en filosofía y letras (Universidad Nacional de Buenos Aires). pá- ginas 52-53. Buenos Aires, 1913. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA N =] dejarlo como tal, pero substituir las piezas brutales, sangrientas, con piezas, populares y educativas al mismo tiempo. A esta corriente de ideas se debe el drama Calandria, de Martiniano Leguizamón, cuyo héroe es el « gaucho trabajador ». Luis Berisso, al ocuparse de este drama en el diario La Na- ción (Buenos Aires, 24 de mayo de 1596) (1), dice lo siguiente : Aunque el fondo de la obra lo constituya el gaucho, [su antor| lo ha colocado a una distancia inmensa de esos tipos sanguinarios y brutales como Juan Cuello y Juan Moreira que no perdían ocasión de asaltar policías, matar soldados, perseguir patrullas enteras at- mando continuas trifulcas con la autoridad y con los pacíficos habi- tantes de la campaña y que muy pobre idea dan de lo que se ha dado en llamar dramas nacionales. Esos engendros, así denominados, no representan hasta ahora sino una tendencia retroactiva, como es la de presentar tipos de peleado- res y de asesinos como gauchos verdaderos, desnaturalizando de este modo al típico que era noble, desinteresado, laborioso, enamorado y cantor, cuya personificación más alta y genuinamente legendaria es Santos Vega, el payador. Parece, sin embargo, que el tema del trovador errante de la pampa, es imán para los autores dramáticos. El 5 de junio de 1913 se estrenó en el teatro « Nuevo » de Buenos Aires, por la « Compañía cómico-dramática nacional de Pablo Podestá », San- tos Vega, «evocación poética de la leyenda del famoso trovero de la Pampa, en tres actos, cuatro cuadros, un prólogo y en verso », de don Luis Bayón Herrera. La obra alcanzó en el mis- mo año 22 representaciones pero no fué publicada todavía (2). Gracias a la extrema gentileza de su autor, pude estudiar el manuscrito y extractar todo lo que me parecía necesario para (1) Reproducido con otros juicios eríticos en la introducción de esta obra (LEGUIZAMÓN, Calandria. Costumbres campestres, página 17. Buenos Aires, 1898). (2) Una canción del héroe, cantada, según la música de Pablo Podestá, por Arturo G. Calderilla, fué fonografiada en Buenos Aires, para los Discos Atlam- ta (no 815); se comprende que el grafófono es instrumento eficaz para propagar la fama de un personaje. Las décimas grabadas en el disco, van en la página 240 («Mis labios son una herida») y 243 («Y aunque tengo un gran pesar»). 238 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS los fines del presente trabajo. Inicia el autor su drama con un prólogo. «Santos Vega », evocación poética de Luis Bayón Herrera (1913) PRÓLOGO ¿Santos Vega es leyenda ? ¿Santos Vega existió ? ¿En verdad, Santos Vega, fué el trovero famoso que eruzó por la pampa ginete en su brioso corcel, que su destreza de buen gaucho domó ? ¿Fué realmente el primero de los gauchos cantores ? ¿Fué el trovador de aquella raza de domadores que al choque del Progreso cantando sucumbió ? El intérprete del Santos Vega de Bayón Herrera y su autor. Caricatura de la revista Nosotros, X, página 445. Bue- nos Aires, 1913. ¿ O fué pura leyenda de la imaginación de una raza idealista que sabía soñar ? ¡ Qué importa, si el poeta vivió en el corazón de aquella recia raza que le supo creer, para adorarle luego con tanta devoción ! El viento tal vez nunca supo de sus canciones ; quizá ninguna prenda le entregara su amor ; pero con él soñaban todos los corazones de aquella raza noble, varonil y bizarra... y aun están en la pampa las huellas del cantor, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 239 y aun llora por las noches su gloriosa guitarra como en un melancólico gemido evocador ! Fué el poeta que vino desde la soledad para juntar su pena con la de sus hermanos ; fué el precursor de aquellos indomables paisanos de Belgrano, de Gúemes y de la libertad ! El fué la poesía de la inmensa llanura ; ¡el alma de una raza gigantesca que ha muerto ! Almas poetas cuentan que han visto en el desierto errar triste la sombra de su altiva figura, cantor y enamorado, galante y fanfarrón, en los labios la trova, ginete en su alazán, la guitarra á la espalda y en el cinto el facón, temerario y rebelde como un nuevo Satán ! | El de la larga fama, nuestro cantor amado no ha muerto, vive dentro de nuestro corazón : doloroso y altivo símbolo del pasado, lírica flor de nuestra gloriosa tradición ! Romántico y valiente, cantor y atormentado ha de pasar por esta vehemente evocación que en recuerdo del alma del pavador amado un peregrino y pobre rimador ha cantado llorando, con el alma, de todo corazón ! ACTO PRIMERO En una estancia. A la derecha del actor y en primer término, la casa de rústica construcción. Se hallan en la escena la tía Vicenta, el vie- jo Gumersindo, el payador Contreras, Cirilo, Ruperto, y a poco Ja- cinto. Cuenta la negra Vicenta a un grupo de paisanos haber visto a un payador pasar a la madrugada, alabando su porte y la pres- teza de su alazán. Los paisanos, medio incrédulos, se divierten tomando mate y ginebra, pero la discordia incipiente queda evi- tada en buena hora por la aparición de don Pablo, el patrón y la conversación toma nuevo rumbo: se teme la llegada de un malón que en un asalto anterior, se llevó a la patroncita, hurto 210 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS del cual hace relato emocionado el viejo Gumersindo. Sale la madre de la niña robada, el rostro demacrado y la mirada extra- viada, y hace a los paisanos testigos de su desesperación y vi- siones. Consiguen por fin calmarla, entrándola en su casa. Mientras esto sucede, llega lejana la voz de Santos Vega y despierta en todos grande curiosidad. Vicenta sale airosa por- que llega el ginete del cual hablara. De nuevo se oye la voz del cantor: Yo soy un cantor errante Que va huyendo de un dolor ; Es un recuerdo de amor Que me persigue constante. Ansí no extrañen que cante Mis penas casi llorando, Pues como tengo sangrando Noche y día el corazón, Cuando canto una canción, Es que me voy desangrando. Los paisanos alaban el canto y la rima, y Santos vuelve a 'antar sin ser visto : Mis labios son una herida Que manan sangre en canciones Y mis versos las pasiones De mi alma dolorida. Por eso más bien gemida Que cantada es mi canción, Porque en ella el corazón Pone su amargo pensar ; Yo canto en vez de llorar Para no dar compasión. Argentina que habrá salido un momento antes, cuenta haber soñado con un cantor que de ella se enamorara y cuyas quejas y sollozos, tornara ella en amor y alegría. Oyese otra vez la voz de Santos, ya muy cerca : R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 241 Mi patria es la inmensidad De la pampa y mi ambición Conquistar un corazón Que alivie mi soledad. Mi ley es mi libertad, Mil aventuras mi vida Y mi alma paloma herida De tanto sufrir y amar. Mi única cencia cantar Qu” es el sino de mi vida. Diciendo los dos últimos versos de esta décima, entra en esce- na, ginete en brioso alazán, el famoso cantor pampeano : la gui- tarra terciada a la espalda, el facón en el tirador y en los labios una sonrisa de simpatía. Le siguen varios paisanos que le aplau- den y admiran. Santos agradece presentándose en prolonga- da canción : ... en mi aventurera Vida es mi mayor placer No saber adonde voy, Ignorar si llegaré ; No sé pa donde rumbié Y sin quererlo aquí estoy. Yo como el pájaro soy, Por batir las alas vuelo, Voy dando mi desconsuelo En tristes cantos al viento Porque al cantarlos me aliento Y al sentirlos me consuelo. Yo soy un cantor errante Que va huyendo de un dolor, Es un recuerdo de amor Que me persigue constante. Y por eso cuando cante Pensarán qu? estoy llorando Y es que tengo agonizando Noche y día el corazón, T. XXI 16 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y al cantar una canción Parece que estoy sangrando. Mis labios son una herida, etc. Mi guitarra es mi alegría, Compañera de mis males, Guarda en sus cuerdas raudales De tierna y dulce armonía. Sin ella me moriría, Con ella aprendí a cantar, Yo la he enseñado a llorar, A padecer y a sufrir, Y si me llego a morir, .Con ella me han de enterrar. Mi facón es el más fuerte Porque naides lo ha vencido, Nunca injustamente ha herido Ni a traición jamás dió muerte. En él va toda mi suerte Porque él es mi libertad, Lo mismo que la verdad Cuando hiere, siempre es justo Y si mata, mata a gusto Con nobleza y lealtad ! Mi alazán tostado es mío Como yo soy de la pampa, No lo hay de mejor estampa Ni hay un bagual de más brío. A su voluntad confío Mi rumbo, y jamás están Su voluntad y mi afán Renidos en estos casos Porque siempre da a sus pasos Lindo rumbo mi alazán. Mi patria es la inmensidad, ete. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 243 Y aunque tengo un gran pesar No me matará el sufrir, Yo nunca me he de morir Mientras que pueda cantar, Y mientras pueda decir Qu' en la cencia de payar Ninguno mi igual se llama, Qu' el más guapo se m?” entrega Porque yo soy Santos Vega, ¡ Aquél de la larga fama ! Al terminar Santos Vega su presentación, el paisanaje se al- borota felicitándole; el payador Contreras lo desafía a una pa- yada de contrapunto la que se fija para el siguiente día. Va desapareciendo el paisanaje y quedan en escena Santos y Ar- gentina. Santos, quien de pronto se ha mirado en Argentina, le canta su amor por ella despertado, y ella je responde. Arreglan irse juntos una vez terminada la payada, «al galope, a campo abierto, sin más testigos que Dios ». Sin previo aviso aparece ahora un destacamento que viene a prender a Cirilo, antiguo matrero. Santos, aunque no tiene que temer, « pero es que no puede ver sin peliarla una partida », ataca a los soldados cuando se dirigen a tomar a Cirilo, y mata a tres, mientras el cuarto se escapa. ACTO SEGUNDO En la estancia La Luz. Campo abierto. A la izquierda la casa de la estancia. A la derecha y en segundo término una pulpería con puerta y ventana practicables. Al levantarse el telón, Rosa sale de la pul- pería con un pequeño paquete y se dirige a la casa. Al llegar al centro de la escena se pone una mano sobre los ojos a guisa de pantalla, mi- rando hacia la izquierda. Ve Rosa acercarse a Rufina y Vicenta y hablan de los pre- parativos para el baile y la payada de la noche. Los paisanos 244 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS que salen de la pulpería, conversan del mismo tópico; Jacinto, además, se queja de haberle Santos Vega robado el cariño de Argentina. Vienen los guitarreros; Gumersindo invita a todos a tomar la copa y aceptan menos Jacinto quien quiere esperar a Santos. Éste no se deja esperar; flirtea algo con Rosa cuyos ojos le recuerdan los de Argentina, y a pedido de la gente, hace vibrar la guitarra : Como el ombú corpulento Parece que está llorando Sus hojas, cuando cantando Hiere sus ramas el viento, Yo también en mi tormento De todas mis aflicciones Voy llorando mis canciones Que como hojas dispersadas Se lleva el viento en bandadas De dolientes corazones. Una paloma es mi prenda Que en mi pecho hizo su nido, Todos mis cantos han sido Flores que he puesto en su senda. Ella mis heridas venda Con sus arrullos amados Y mis versos apenados Paran siempre en sus oídos Como pájaros heridos Que le piden sus cuidados ! Aplauden los paisanos al cantor, pero Jacinto, pretendiente de Argentina, atropella a Santos a quien los otros paisanos apenas pueden retener y quien explica su conducta : ... COMO, para ser libre Hay que ser fuerte, por eso Llevo daga a la cintura Y alas partidas peleo pla R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 245 Porque vienen a llevarme Hombres, para que un malevo Que algunos le llaman juez, Haga de toros, terneros Y de hombres libres, esclavos Y de nuestros cueros, tientos! Pero como no ha peleado nunca por amor, propone que la muchacha misma haga su elección. Aparecen ahora los otros paisanos y comienza la payada en- tre Santos y Contreras. Empieza el último; jáctase de su talento y burla a su adversario quien contesta en estilo análogo. Y como la gracia de las payadas consiste en saber contestar a preguntas hechas mutuamente, Contreras pregunta a Santos si sabe lo que significa un beso, a lo cual éste contesta : La tierra y el sol se besan Cuando el día está naciendo Y yo creo que se besan Porque se están despidiendo. Y al caer la tardecita Juntos vuelven a encontrarse Y así vuelven a besarse Igual que de mañanita. Un beso es una canción Muy corta pero muy bella Que siempre deja su huella Marcada en el corazón. En la pregunta segunda, Contreras quiere saber que más le puede pasar a un hombre después de muerto : Y si es tan sabio cantor Que me sepa responder, Yo le quiero prometer Declararlo vencedor. 246 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos esquiva la contestación irritando con una broma ocul- ta a Contreras quien se enoja y es declarado vencido; juicio al cual se somete con la mansedumbre de un buey. En este ins- tante, el soldado que se había salvado de la matanza habido en el primer acto, intenta herir a Santos por la espalda; Cirilo lo salva, derribando de un empujón por el suelo al trovero, y ase fuertemente de la mano armada al traidor. Hay una conmoción general; Santos tiene asco de matar a un traidor quien va des- apareciendo. El baile que ahora empieza, vuelve a animar a la gente; los guitarreros cantan y tocan un cielito : Voy a cantar un cielito A la salud del cantor, Santos Vega ¡ay mi cielito! Mi cielo qu' es el mejor. La moza qu' está bailando Con el cantor más mentao, Se le conoce en los ojos Qu' el cantor 1'ha enamorao. s Otras mocitas rabean Porque no bailan con él, ¡ Ay cielo, cielito, cielo, El amor es muy cruel! ¡Ay cielo qué lindas mozas, Cielito de mis amores ! Si en mi cielito hay estrellas, También en la tierra hay flores. También hay gúenos cantores Y mocitas muy donosas, . ¡Ay cielo, cielito, cielo, Ay cielo qué lindas mozas ! Voy a cantar un cielito A la salud del cantor R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 247 Porque naides canta como Santos Vega el payador! Terminado el «cielito» comienzan las «relaciones »; canta el hombre y contéstale la compañera; por ejemplo, canta Con- treras : Al bailar el cielito Ni me ha mirado Y por eso estoy, prienda, Desconsolado. Y la moza responde : Es que me da vergúenza Mirarlo a usted... Porque tiene una cara De no sé qué! Santos Vega canta la copla de las cortinas, todas de tercio- pelo negro (véase pág. 64), pero cuando se oye de lejos, el erito de Argentina, corre a su encuentro. Trémula, descom- puesto el semblante, cuenta haber sentido una queja, un lamen- to de agonía, y ansiosa, acude a ver si algo haya pasado a San- tos; y era ésto en el momento que Santos corría peligro de ser asesinado por un traidor! Jacinto tiene así oportunidad de convencerse del amor de Argentina hacia Santos; éste invita al fin se continúe el baile, porque quiere bailar un «cielito» con su cielito, con ella... y al empezar los guitarreros su rasgueo, va descendiendo lenta- mente el telón. ACTO TERCERO Telón corto figurando un galpón con puerta practicable. Están en esce- na el payador Contreras, ño Gumersindo, Cirilo, Vicente y varios paisanos. Hablan de Santos Veeza a quien desde aquel entonces no han 2 l l 248 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS visto. Gumersindo supone que pasa su vida acostumbrada, an- dando de pago en pago, dando sus coplas al viento... o tal vez de- fendiendo la vida de algún paisano sin importarle su cuero... o tal vez bajo un ombú, cantando a su prenda alguna canción... Es imposible que haya muerto, pues Santos Vega es en la pampa La canción que la despierta Antes que el sol, y en su alma Están todos los anhelos, Todo el pesar y las ansias, La nobleza y la alegría Y el dolor de nuestra raza. No hay un ombú que no sepa Como vibra su guitarra Porque él cantó bajo todos Y fué prendiendo en sus ramas Por cada hoja una canción. Queda interrumpida la exposición lírica de Gumersindo por una partida encabezada por aquel soldado traidor, la que viene a llevarse a Cirilo y en busca de Santos Vega. Cuando se han ido, aparece Argentina, visiblemente demacrada, y cuenta que su compañero Santos está durmiendo bajo el ombú cercano; dice que él sufre de un presentimiento que va a Jlevarlo a la muerte. Sollozando hondamente sale Argentina y todos tras ella. Se alza el telón corto descubriendo un pedazo de campo. En el centro hay un ombú enorme bajo cuyo ramaje duerme Santos Vega. Apoyada en el tronco, la guitarra. El alazán, des- ensillado a unos pasos del cantor. Es un crepúsculo vespertino; en la lejanía se ve un resplandor rojizo de sol muriente. Todos los personajes rodean el ombú, observando a Santos Vega. Ar- gentina, con intensa emoción, lanza una arenga poética, asegu- rando que todos velan por el sueño del cantor; éste, soñando, prorrumpe en protestas : que nadie le puede vencer, mucho me- nos un nación; y solloza que lo han vencido! Argentina trata R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 249 de despertarlo, y Santos al incorporarse asustado, explica que soñaba de una payada con el mismo diablo. Confiesa que tiene el presentimiento de ser vencido. Inútiles son las observaciones de Gumersindo; Santos, cuenta los detalles de su sueño cu- rioso : ' ¡Era acá mesmo ! Mi prenda estaba a mí lado Velay aquí, bajo el ombú... Y una riunión de paisanos Igual que ahura qu escuchaba De mis penas el relato... Y mesmamente igual que ahura El sol ya se iba dentrando Mesmamente que un ginete Sin apuro que v? al tranco. Tuito estaba silencioso, Muy silencioso. En el campo No se oía nada. Yo estaba Muy triste de atormentado Porque mi presentimiento Lo mesmo que un pajarraco Muy grande y fiero me andaba, Le juro, viejo, aleteando Encima de la cabeza ; Ni me atrevía a mirarlo Y además naides lo vía ; Pero yo estaba temblando De frío junto a mi prenda Lo mesmo que ahura... ¡ay! (sintiendo un calofrio) ARGENTINA (alarmada). ¡ Santos ! SANTOS VEGA (más exaltado cada vez). Ansina vos me dijistes, Y yo te dije : tu Santos, Argentina, se te muere, 250 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y té pregunté llorando : Decime, prenda querida, Vos que fuistes en la vida Del cantor, La senda más florecida Y la canción más querida Y la que puso en mi herida Tanto amor. Vos que me diste otra alma Y que cambiastes en calma Mi dolor. Vos que de los trebolares Sos la más hermosa flor Y de todos mis cantares El mejor. ¡ La prenda del payador! La única que yo quiero Porque es mi mejor canción ; Mi Argentina, si yo muero, ¿Me tendrá en su corazón? Y yos dijiste... ARGENTINA (interrumpiéndole). El aroma Vivirá más que la flor: Pero si muere el cantor Se morirá su paloma. Pero nunca morirá El alma del payador Que en el viento vibrará El eco de sus canciones Y en todos los corazones De la raza Tendrá un recuerdo imborrable El payador indomable, Y el recuerdo del cantor Será como una amenaza Al vencedor ! GUMERSINDO. — Y nuestra alma gaucha entera, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Fuerte como nuestro suelo, Templada en nuestro dolor, Sabrá hacer una bandera Con un pedazo del cielo Del cantor! SANTOS VEGA. Ansina tuitos hablaron ; Pero mi presentimiento Me ahugaba con su tormento... De pronto... tuitos callaron. Mi Argentina me abrazó Como para defenderme, Yo luché por desprenderme De sus brazos. Se me ahugó La voz, y en el corazón Sentí un frío, aparcero... Me vi frente a mí a un pueblero Que era un payador nación ! Pero bajo aquella ropa Mesmo el diablo se ocultaba... Viera, viejo, como hablaba De lindazo, y se llamaba Sigún dijo Juan Sin Ropa. JUAN SIN ROPA (presentándose de improviso en escena). ¿ Quién me nombra ? SANTOS VEGA (aterrado). ¡ Es el mesmo! GUMERSINDO (alarmado). ¡Santos Vega! JUAN SIN ROPA. Yo soy un peregrino que hasta vosotros llega, Ansioso de conquistas, de glorias y de hazañas, Quiero ganar el llano, subir a las montañas Do quiera que haya alguien a quien poder vencer. Quiero que sea mío el fruto de la tierra, Quiero subir al pico más alto de la sierra, S q b 52 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y desde allí imponeros a todos mi poder. Yo soy un aire nuevo que llega hasta vosotros Con ímpetu de fiera, con furias de huracán, El más brioso y fuerte de todos vuestros potros No corre lo que vuela mi glorioso alazán. Van quedando sus huellas hondamente en la tierra Como marcas de fuego, profundas, dolorosas, Para tornarse luego yermos campos de guerra O florecer en oro de espigas generosas. Yo os traigo nuevos versos de genios trovadores, Bellas trovas de triunfo, de fortuna y de amor... ARGENTINA. Tenemos las canciones de nuestros payadores, ¿ Qué quieres de nosotros ? JUAN SIN ROPA. Vencer al payador Que sin su alma es más fácil poderos derrotar. ARGENTINA. El es en nuestra tierra, la música y la flor! JUAN SIN ROPA., Además de guerrero yo soy un sembrador Y hay que arrancar las flores para poder sembrar. ARGENTINA. Tanto vale arrancarle a un pecho el corazón Mas tal vez en tu pecho palpitará una garra. JUAN SIN ROPA. Quiero vencerle ! SANTOS VEGA (heroico). ¡ Naides y menos un nación ! GUMERSINDO. ¡ Ansina Santos Vega ! SANTOS VEGA (a Argentina). ¡ Corazón, mi guitarra ! Una pausa de profundo silencio. Argentina toma la guitarra y antes de entregársela al cantor dice con gran emoción : R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 258 ARGENTINA. Guitarra, guitarra mía, La de nuestros payadores, La que cantó mis amores Y lloró con mis dolores Y rió con mi alegría. En tu cordaje callado Cuánto dolor escondido, Cuántas veces tu sonido Me ha parecido el gemido De un corazón olvidado ! Y en momentos de pasión Bajo sus dedos vibrabas, Reías y sollozabas Lo mismo que un corazón. Suena hoy cual nunca sonaste, Vibra cual jamás vibraste, Altiva, fuerte, bravía, Que a tu cordaje confío Mi alma en este beso mío. (Besa la guitarra.) Guitarra, guitarra mía ! Conmovido el payador famoso tomará de manos de Argentina la qui- tarra e irá a sentarse bajo el ombú legendario. Comenzará con un ras- gueo que se mezclará a los hondos sollozos que se escapan de su pecho. El talento y el alma del actor deben hacer aquí alarde de todas sus con- diciones. SANTOS VEGA (canta). Mi guitarra es mi alegría, Compañera de mis males Guarda en sus cuerdas raudales De tierna y dulce armonía. Sin ella me moriría, Con elia aprendí a cantar, Yo la he enseñado a llorar, A padecer y a sufrir, Y si me llego a morir Con ella me han de enterrar ! JUAN SIN ROPA (declama). Guitarra mía, dulce, femenina y sonora, 2534 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que antes de ser guitarra fuíste una mujer mora (1), Hermosa cual ninguna mujer sonara ser. Por eso eres tan sabia para lograr amores, La primera guitarra la hicieron mis mayores Con un cuerpo y un alma divinos de mujer. Por eso cenando canta su cordaje delira De pasión, hondamente, y por eso suspira De tanto amar rendida, de tanto padecer. Ella ha sido la musa de nuestra gente moza, Y cuando ríe loca como cuando solloza, Sus cuerdas se estremecen como alma de mujer. Durante e? recitado de estos versos de Juan Sin Ropa, Santos Vega comienza a sentirse vencido. Al terminar Sin Ropa, a Santos se le cae la guitarra de las manos y se lleva éstas al corazón. Alarmados los pai- sanos rodean al payador. ARGENTINA (acongojada). ¡ Santos ! ¡ Santos ! SANTOS VEGA (en un sollozo). ¡ Paisanos, me han vencido ! ARGENTINA. ¡ Corazón ! SANTOS VEGA. ¡ Es el diablo ! GUMERSINDO. ¡Santos Vega! SANTOS VEGA (en un esfucrzo supremo). ¡ Pero aun no, qu'el más guapo se m'entrega ! ¡ Mi guitarra ! Argentina vuelve a darle la guitarra, Santos la toma, la abraza, intenta sonarla, se le cae de las manos y se desploma diciendo : ¡ Argentina ! me han vencido. Muere el famoso trovador. El sol apenas alumbra el paisaje. (1) Esta leyenda es desconocida en la Argentina. (Vota de R. L.-N/:) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 255 ARGENTINA (loca de dolor, frenética, pasional, delirante, besando el rostro de Santos Vega mil veces). ¡ Santos ! ¡mi vida! ¡mi amor! ¡ Mi alma, mi alma ! GUMERSINDO (señalando a Juan Sin Ropa con odio). Por la traza Si no es el diablo, es aun peor! ARGENTINA (irguiéndose profética ; heroicamente, entrañando todo el símbolo que representa. A los paisanos). — ¡ Llorad ! que muere el cantor Y con él toda su raza ! Los paisanos se descubren religiosamente. Telón muy lento La crítica sobre el Santos Vega de Luis Bayón Herrera es reservada. M. G. Lugones escribe al respecto lo siguiente (1): El ambiente subalterno de delictuosidad morbosa y pasional que venía caracterizando la producción nacional del año, ha tenido un breve paréntesis. A dos poetas jóvenes se debe esa reacción, y era precisamente de ellos de quienes podía venir. Poco o nada puede esperarse ya de la falange harto numerosa de autores teatrales que periódicamente llevan a nuestro escenario la eterna farsa, hábil en recursos de técnica, inmejorable para el lucimiento de tales o cuales actores, pero en la que inútilmente se buscaría la obra de arte o de pensamiento. Bienvenidos, pues, los poetas, tan escasos en nuestros teatros, ya que sólo de ellos pueden esperarse su necesaria renovación. Por curiosa coincidencia, ambos han ido a buscar, aunque con des- igual fortuna, para inspirar sus obras, el prestigio de nuestras viejas leyendas. Renovar las tradiciones de un pueblo, revivir las emociones de un período de su historia, evocar las características de un estado étnico de sus etapas sociológicas, es indudablemente un trabajo lau- dable. Las dificultades que presenta, los extensos y prolijos estudios que supone tan arriesgada tarea, a fin de reconstruir y sentir lo pasa- (1) LucoxeEs, M. G., Teatro nacional. Nosotros, revista mensual de letras, arte, historia, filosofía y ciencias sociales, X, páginas 442-443, 445-446. Buenos Aires, 1913. 256 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS do, todo hace que las obras de esta naturaleza no sean tan fáciles de abordar como a primera vista se supone. La larga preparación que requiere, desproporcionada siempre para el objeto tentado; la varie- dad de puntos de vista que es preciso abordar y que sólo servirán más tarde para la oportuna intercalación de una frase o de un deta- lle, y que será siempre una cortapisa a la fantasía del evocador, cons- treñido por la verdad escueta, no son, por cierto, para tentar la fácil producción a que nos tienen acostumbrados nuestros autores. Impo- sibilita la improvisación y de ahí su poca frecuencia. Después de tratar La novia de Zupay, leyenda regional en dos actos y un intermedio, por Carlos Schaefer Gallo, M. G. Lugones se ocupa del Santos Vega de don Luis Bayón Herrera : Menos afortunado, el autor de Santos Vega no ha logrado vencer en el difícil trabajo que se proponía. Su evocación poética, no logró convencer, no obstante lo evidente de su propósito. La leyenda del payador errante, cuya figura continuará teniendo como hasta hoy su más acabada personificación en los versos de Obligado, no aparece en realidad en ninguna de las escenas de la obra. El señor Bayón He- rrera no ha logrado libertarse, por otra parte, del procedimiento del antiguo drama del teatro-circo, cuyas escenas características, la pa- yada en la pulpería, la pelea con la partida y el baile campestre, no faltan, por cierto, en su obra. Pero, antes que todo, es preciso dejar constancia que Santos Vega, no obstante sus defectos, merece los elogios que se le tributaron, aun- que más no sea por la noble tendencia que lo inspira, por más que falle en su base, no logrando evocar ni la figura ni el ambiente deseado, sin qne llegue a convencer el infantil simbolismo buscado con sus persona- jes. Debe haber contribuído a ello la información puramente literaria de que se ha servido el autor y cuya lectura se advierte en la obra. La figura poética y legendaria de Santos Vega, suavizada de leja- nía y de pasado, no se advierte ni adivina en ese gaucho fanfarrón y peleador, más cercano de Moreira y de Julián Jiménez que de la figura vagorosa de ese errante trovero de la pampa que el señor Bayón He- rrera apenas logra insinuar en alguna que otra escena. La crítica más amplia, escrita por un anónimo, salió en un periódico de la capital federal (La Nación, junio 6 de 1913): a R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 257 nuestro parecer, es exagerada y no exenta de « chauvinismo » nativista : La hermosa leyenda del trovador pampeano — símbolo del alma caballeresca, del sentimiento lírico y de la fibra de acero de la raza autóctona — ha tentado a un joven escritor español residente entre nosotros, don Luis Bayón Herrera, quien, bajo el título de Santos Vega, la ha llevado al teatro, refundiéndola en los tres actos, el pró- logo y los cuatro cuadros de una « evocación poética » que nos hizo anoche conocer en el Nuevo la compañía de don Pablo Podestá. Refundiéndola hemos dicho. En efecto, el señor Bayón Herrera no ha hecho sino plasmar en un molde nuevo la tocante historia del payador errático que cruzó la infinitud de la llanura dando al viento sus endechas. Nuestro poeta Obligado nos la había referido ya en estrofas que tienen sugestiones y cadencias de arpa eólica : Yo soy la música vaga Que en los confines se escucha, Esa armonía que lucha Con el silencio, y se apaga; El aire tibio que halaga Con su incesante volar, Que del ombú, vacilar Hace la copa bizarra ; ¡ Y la doliente guitarra Que suele hacerte llorar !... ¿ Es novedoso solamente el molde en que está vaciada la « evoca- eión » del señor Bayón Herrera ? No. En el poema de Obligado, que ha sido, sin disputa, la fuente donde ha abrevado su inspiración el autor de la pieza que nos ocupa, Juan Sin Ropa, el vencedor de San- tos Vega, es un ser indefinido, mezcla de hombre y de demonio, cuya canción Era el grito poderoso Del progreso, dado al viento ;. El solemne llamamiento Al combate más glorioso. Era, en medio del reposo De la pampa ayer dormida, La visión ennoblecida Del trabajo, antes no honrado; La promesa del arado Que-abre cauces a la vida. Y. XXI 1h 258 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En el Santos Vega del señor Bayón Herrera, Juan Sin Ropa resulta al parecer un emblema humano de estirpe netamente española (su variante lírica sobre el origen de la guitarra así lo indica), que viene a derrotar al gaucho para conquistar a la civilización su tierra. No señalamos la tipificación — un poco « chauviniste » y en todo caso discutible — que el señor Bayón Herrera presta a su Juan Sin Ropa, sino para subrayar la restricción del concepto poético que el autor de la pieza estrenada anoche ha introducido en el poema de Obligado. Nuestro poeta deja a Juan Sin Ropa en la región de la vaguedad y del misterio. El desconocido que llega a vencer a Santos Vega no tiene nacionalidad, no tiene siquiera forma definitiva de hombre, puesto que al final se trocará en serpiente que, enroscada a un arbol inflamado, arrojó de la alta copa brillante lluvia de escamas. El señor Bayón Herrera ha cambiado todo eso. Por emblemático que haya querido hacer a su Juan Sin Ropa, éste resulta un hombre, y un hembre que invocando — así sea indirectamente — su naciona- lidad, reivindica para su raza una problemática acción civilizadora en nuestra pampa. Su «evocación » cobra así el estrecho significado de un alegato pro domo sua. Y al cireunscribirla en este límite, le quita el encanto de leyenda maravillosa, que viene a ser su misma médula jo0ética, y que Obligado resume en la siguiente estrofa : I YA 3 2 Ni aun cenizas en el suelo De Santos Vega quedaron, Y los años dispersaron Los testigos de aquel duelo ; Pero un viejo y noble abuelo, Así el cuento terminó : « Y si cantando murió Aquel que vivió cantando, Fué, decía suspirando, Porque el diablo lo venció. » Y nótese que con su modificación, el señor Bayón Herrera no sólo ha desvirtuado el valor poemático de la leyenda, sino que acaso haya malogrado también gran parte de su efecto teatral. Una última escena que hubiera representado la metamórfosis de Juan Sin Ropa en dia- blo, el incendio del ombú bajo el cual se desarrolló la lid suprema y la ígnea lluvia de escamas que calcinó a Vega mientras entonaba su A R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 259 postrera trova, ¿no habría realzado la obra con la fantástica figura- ción que le convenía ? En todo caso ella se hubiera conformado a la índole de la tradición oral y del poema escrito, mejor que la fácil victoria de ese extranjero de carne y hueso — enigmático pero no sobrenaturalmente misterioso y potente como el de la leyenda — que en la obra del señor Bayón Herrera vence sin esfuerzo ni aparato al invencible. Refundición nos parece además la obra que venimos comentando, porque para elaborarla se han utilizado los mismos antiguos elemen- tos del «drama criollo»: las escenas descriptivas del baile campestre, de la yerra, de la payada, de la pelea con la partida... Sin duda la del señor Bayón Herrera es hasta cierto punto una «evocación poéti- ca», pero nos parece ante todo una evocación pintoresca. Su misma factura autorizaría a clasificarla así. La acción que se desarrolla en ella es tan tenue, que cada uno de los tres actos podría ser representado como un cuadro aislado, sin que perdiera mucho en color, en vivacidad, en interés y aun en sen- tido. ¿Hay poesía en ellos? Sin duda. Hay la poesía exterior y super- ficial del paisaje, de la escena de costumbres, del ambiente recons- truido con artificio. La otra, la profunda y dolorosa poesía del gaucho vencido por fuerzas ineluctables (que deben haber tenido para él un poco de la misteriosa y trágica grandeza de la fatalidad antigua), y que muere combatiendo y cantando sus quejumbres sobre la pampa maternal; esa — hay que decirlo —no ha sido renovada ni siquiera enteramente «evocada » por el señor Bayón Herrera. Seamos francos hasta el fin, puesto que el autor es un hombre inteligente y joven, en quien pueden fundarse esperanzas, y al cual la franqueza puede resul- tarle provechosa : el Santos Vega, que se representó anoche, deja la impresión de un «pastiche» donde se entremezclan sin cabal discer- nimiento los elementos psicológicos de Martín Fierro y Santos Vega, con los de Juan Moreira y Hormiga Negra. Notemos, por otra parte, que la empresa abordada por el autor era seria. Habíanlo precedido en ella Hernández y Obligado. El señor Bayón Herrera no es nativo de «la tierra de Santos Vega» ni estamos muy seguros de que su conocimiento del gaucho y de la pampa ultra- pase la información bibliográfica. Su «evocación » debía resultar, pues, una evocación de segunda o de tercera mano. Comprender y sentir la poesía de una región como para llegar a expresarla, es difícil, cosa cuando quien tal intenta, no 260 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS se halla adherido por el nacimiento, por las impresiones infantiles, por la educación, por las influencias ancestrales al suelo que pretende cantar. El señor Bayón Herrera ha tenido que vencer hasta la difieul- tad de emplear un instrumento verbal bien extraño al suyo, ya que la jerga gauchesea difiere tanto del español puro, como el lenguaje de los campesinos de Pereda, de la prosa de las antologías. Y tampoco en este punto estamos muy seguros de que no haya el joven escritor, caído en el remedo... Graves inconvenientes obstaculizaban, como se ve, el laudable in- tento del señor Bayón Herrera. Éste no se ha dejado arredrar por ellos. Tan entusiasta empeño merecía recompensa. El autor la tuvo anoche en los aplausos que el público tributó repetidamente a su va- liente y lucido esfuerzo, y en la insistencia con que al caer el telón lo llamó a escena para manifestarle su simpatía. Santos Vega está escrito en octosílabos copiosos y fáciles, aunque no del vuelo lírico, de la riqueza de color ni la espontaneidad emotiva que corresponderían a la substancia poética elegida. No obstante, las reservas hechas, don Luis Bayón Herrera ha realizado un trabajo honrado y noble. Con él conquista un puesto de primer lugar entre los jóvenes que aspiran a levantar el nivel de nuestro teatro, pro- curando que las tablas sean, no pista de acrobacias ni laboratorio de folletines, sino vehículo de arte superior que lleve al alma de las muchedumbres un poco de poesía y de belleza. La compañía Podestá representó y puso apropiadamente en escena la obra citada. Merecen mención especial por su situación don Pablo Podestá y don Julio Escarcela. Aunque su voz un tanto destemplada lo ayudase poco, el primero dijo con ternura y vigor los versos de Santos Vega. El segundo desplegó el juego lleno de verdad y de ma- licia que suele mostrar en los papeles de paisano. En cuanto a la se- norita Pagano, a quien no le toca hablar sino en tiradas declamato- rias a lo largo de la pieza, trató de suplir con el sentimiento del recitado, lo que su órgano vocal no le permite poner de flexibilidad y de dulzura en la dicción. Cooperó con eficacia al éxito del estreno. Buenas decoraciones. Nosotros opinamos que por lo defectuoso del tema tal cual lo ha transmitido la tradición oral (véase más adelante cuando analizaremos la personalidad del héroe), el autor que se propo- nía llevar la materia al teatro, se vió obligado a ampliarla, a SA R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 261 impulsarle vida activa, a adornarla con escenas emocionantes : y me explico que haya recurrido, tal vez sin darse cuenta, a la novela de Gutiérrez con sus luchas entre Santos Vega y la jus- ticia. En una «evocación poética» como la presente, estos ¿n- El actor José J. Podestá en el vapel de Santos Vega del film cinematográfico Santos Vega termezz0s por nada se justifican; no conocemos los motivos de- odio que Santos tiene a los soldados, bien explicado en la no- vela de Gutiérrez; y la persona del héroe, en el drama de Ba- yón, no gana por su porte con la autoridad. «Santos Vega », drama cinematográfico de Carlos Di Paoli (1917) Santos Vega como tema de un film cinematográfico, es la re- presentación modernísima de la leyenda que nos ocupa. Al pre- parar estas líneas para la iinprenta, se me informa que don José 262 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Podestá, en Buenos Aires, está preparando las películas para la empresa Porteño Film. El argumento, escrito por el señor Carlos De Paoli, se basa en la novela de Gutiérrez y va sazonado con escenas campestres; en el fin, aparece mefistófeles en su cono- cido traje teatral, vence a Santos y desaparece, quedando el ca- daver de aquel postrado bajo el ombú. SANTOS VEGA EN LA LITERATURA ARGENTINA (ÉPOCA CONTEMPORÁNEA) En las líneas que siguen demostraremos cómo el valtente bardo, héroe de nuestra monografía, se presenta desde la apari- ción de la novela de Eduardo Gutiérrez, y desde la terminación de la poesía de Rafael Obligado. Los efectos de estas dos obras, producidos sobre la literatura argentina, ya fueron comproba- dos; resta, pues, presentar producciones literarias que se 0cu- pan de Santos Vega como tal, sin que se note dependencia de aquellos dos trabajos. En las piezas que siguen, Santos Vega es el tema exclusi- vo y único. Lo vemos rezar ante la tumba de la amada y can- tar en seguida bajo el ombú sus desgracias; oímos sus estrofas en las cuales pretende desafiar a las aves; o que son la expre- sión del pesar profundo de un forastero. Observamos una esce- na de amor y de despedida entre el payador y su novia; o ve- mos un peregrino despidiéndose del mundo con su canto y nom- brando en su delirio al diablo. Y desde entonces la pampa queda huérfana; el mismo pampero extraña las armonías de Vega, y el rocío del cielo riega cual llanto la sepultura del bardo; o el sauce, bajo el cual expiró Santos Vega, con la viola por morta- ja, toma el agua del arroyo que corre a su pie y riega el cuerpo inerte del vate con sus lágrimas. Su tumba es sin mármol, pero ante aquella cruz solitaria, sobre un cúmulo salvaje, detiénese el gaucho pasajero para murmurar una oración... y muchos ya q 1 R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 265 ignoran el sitio del sepulero, perdido en la pampa, y todo el de- sierto vela por sus despojos; y vagan como lamentos, los melo- diosos acentos de los tristes que cantó... Así desaparecen cos- tumbres y tradiciones antiguas; el payador ya no canta en noches serenas.sus desvelos y el alma de Santos Vega lanza su última queja; anda vagando por la pampa quejándose de que fué vencido por el «diablo» de progreso; y temeroso observa esta luz el paisano... Así erra la luz por la pampa infinita, para recordarse de su novia... Deber sagrado es de los payadores elevarle a los impulsos de los honores, y al pulsar su vihuela el cantor argentino, su alma anhela estar hacia él: ¡ Despierta, Santos Vega! soberano de mi raza, torna de nuevo a la vida y a ser el rey de la pampa... Pero el payador no vuelve; tan sólo cuando la noche se extiende sobre la pampa infinita, los paisa- nos se juntan, cantan e improvisan, y llegará el alma de Santos Vegas que ya no puede cantar; y aunque las guitarras se han ido para siempre, queda un eco, perdido, que en las almas sue- na, eternamente y nos hace evocar en el silencio de la noche, propicia a la tristeza, la sombra solitaria del amado lírico inol- vidable, Santos Vega! La canción de Santos Vega Mudo, triste, solitario, Alta el ala del sombrero, Un gaucho en su parejero Va observando el escenario; Es el cantor legendario De la pampa indefinida Que la guitarra querida Lleva a la espalda colgada, ¡Para cantarle a su amada Porque ni muerta la olvida! Santos Vega el payador, Aquel popular pampeano 264 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que en la inmensidad del llano Buscó al ombú protector. Allí ostentó su esplendor, Aquella joya campera Que dió vida a la pradera Con sus colores de aurora, ¡Y a quien hoy el gaucho llora Viendo su rancho en tapera! Ya la tarde se apagaba, Volvía el llano a su letargo Cuando el gaucho al trote largo Frente a la tumba llegaba; Después del flete se apeaba Y al postrarse allí de hinojos, De sus renegridos ojos Tiernas lágrimas brotaron, ¡ Que como lluvia rociaron La eruz perdida entre abrojos! Y una vez que terminó De alzar a Dios su plegaria, La llanura solitaria Muda de nuevo quedó ;. Vega entonces se sentó Bajo el ombú corpulento Y pulsando el instrumento Con genuina inspiración, ¡ Alzó esta triste canción Mas sentida que un lamento! «Yo soy el zorzal sin nido De la llanura desierta Que con la aurora despierta Para cantar dolorido. Yo soy el gaucho perdido Que al encontrarse ya inerte, Va maldiciendo su suerte Y ansioso sin duda espera R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 265 Que hasta su triste tapera Llegue a besarla la muerte. «Yo soy la flor perfumada Que los golpes del destino Han dejado en el camino Entre el cardal olvidada; Soy la laguna plateada Que salpica al pajonal, El cantor sentimental Del desierto indefinido, El que busca como nido Al ombú tradicional. «Yo soy el gaucho guerrero Que de una lanza al embate Cayó herido en el combate Por rudo golpe certero ; Soy la mole que al pampero Sin temores desafió, El gaucho aquel que cantó En presencia de su amada, ¡La vidalita inspirada Que la brisa se llevó! «El que en la pampa extendida Buscó alivio a sus dolores, El que cantó sus amores En la guitarra querida, El que hoy desprecia la vida Por encontrarse ya inerte Y maldiciendo su suerte Como paria abandonado ¡Ruega a Dios que a su llamado Venga a besarlo la muerte!» Así el gaucho terminaba Su canción desgarradora Cuando la rosada aurora Por el oriente asomaba; 266 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y la guitarra dejaba Para postrarse de hinojos Cuando de sus negros ojos Tiernas lágrimas brotaron Que como lluvia rociaron La cruz perdida entre abrojos. Poco después la pradera Despertó de su letargo, Salió el gaucho al trote largo De la desierta tapera, Y cuando su luz primera Virtió el astro colosal, Cruzando el móvil juncal De un arroyo cristalino, Hacia el páramo argentino Iba el cantor nacional. Felipe Flores (hijo). (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VIII, número 348. Montevideo, octubre 30 de 1906). Estrofas del trovador A A mi amigo A. G. Martínez. ¡Oh bohemio! que yo cante En puro estilo campero ! No llego a ello, más quiero Cantar como principiante. Las décimas que adelante Voy transcribiendo, serán El ladrido de algún can En esas noches de insomnio Cuando aparece el demonio En las llamas de un volcán. Traduciré mientras tanto Lo que en humilde velada ——AAAA R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 267 Un payador como entrada -_Entonó... ¡era un encanto ! Eran sus versos el llanto Que en la guitarra estalló, Porque sonriendo empezó El primer verso y reía, Luego con suma ironía Estas décimas cantó : «Soy el eterno rugido O el estampido estridente Que en negras noches se siente Allá en el confín perdido : El que jamás fijo nido Tuvo en sueño campero, Tan sólo el derruído alero Fué mi cuna y es mi casa ¡ Esto es lo que le pasa Al payador forastero ! <«Prorrampo en estilo suave De día, y de noche en grito, Estertor de lo infinito, Vahido que teme el ave ; La pampa tiene la llave De mi canción natural, La soledad el pedestal De mi mirar estupendo, Cuando siento en son horrendo La gran orquesta infernal. «Y si me hallo agotando, Cae mi testa caduca Y en los brazos se acurruca Y en un algo meditando : Luego mi mente abarcando Las horas de mi vagar, El verso suelo entonar Allá, en el confín perdido, BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ¡ Ese es el grave vahido Que fuerte se oye cantar ! «Y si en un día admirado Voy vagando en la llanura, Estudiando la natur: (Mi fundamento sagrado), Contento dejo hacia un lado Las horas de mi vagar Y me someto a entonar El verso más armonioso ; ¡ Ese es estertor, sollozo Que leve se oye cantar ! «A veces sueño despierto Con el olvido que llega, Con la lid que a Santos Vega Le batalla en el desierto ; Entonces me creo muerto Con la fe de un moribundo Y con frenesí profundo Pulso mi amiga guitarra La que en sus cuerdas desgarr: Lo que es arcano en el mundo. «Cuando lloraba una ciega Blasfemando contra el mundo, Llegaba al punto el fecundo, El payador Santos Vega. Luego (el recuerdo me anega) Un alegre preludiaba Y la pobre se alegraba, Escuchando su canción, Diciendo: Mi corazón Presintió lo que citaba! «Soy el que en tiempos remotos Dió las pruebas de cantor Cuando era puro el amor, Cuando eran indios los sotos ; R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 269 El que-los tristes ignotos De la guitarra arrancó Juzgando que demostró Ser, ante el hijo de Apolo, El único cantor solo Que a las aves imitó. «Mas hoy la voz no levanto, Me bautizaron bolonio Y hasta el horrendo demonio Quiere superar mi canto. Allá voy y quiero en tanto Saber quien es el mejor, No olvidar el estertor Que se oirá con el vahido: ¡Paisanos, soy el perdido Santos Vega, el payador ! » Al decir esto montaba En su caballo criollo, Vadeando pronto un arroyo Que lejos se divisaba ; Y mientras él se alejaba Hacia el campo del honor, Los paisanos con dolor Miraban aquel proscrito, Prorrumpiendo en este grito : ¡Santos Vega, el payador ! Bartolomé Aprile. (La Pampa Argentina, revista nacional e ilustrada, 22 época, año V, número 182. Buenos Aires, diciembre 15 de 1912. Reproducido (con variantes) en: APRILE, Décimas argentinas. Colección de décimas y cantos nacionales. páginas 8-9. Buenos Aires, 1914.) El forastero Señor don Fernando Mora, Lo saludo atentamente Como, también cordialmente, 2 0 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS A su estimada señora ; A sus hijitos que adora Con cariño verdadero Unas frescas flores, quiero, Desde mi rancho «mandarles, Y a usted con fe dedicarle Mi canción El forastero. Llega un paisano al palenque De una vieja pulpería, Cubierto con la alegría De pobre paria indigente; Súbitamente se siente Con cariño ovacionado Quien devuelve emocionado Las ruidosas atenciones. ¡ Gallardas demostraciones Para un gaucho desgraciado ! Toma asiento el forastero, Conversa breves instantes, Y descuelga del estante La guitarra del pulpero; A la sombra del alero Sale a cantar el paisano ¡ Y es tan triste y tan pampeano El estilo que recuerda ! Pareciendo que las cuerdas Gimieran bajo su mano! «Soy la flor fragante y pura Por la suerte destrozada, Porque se ha visto arrojada Cual salvaje en la llanura; Mi existencia tan obscura No encuentra en las soledades Esas francas amistades Con que cuenta el hombre sano ; ¡Soy como el triste gusano Que huye al ver las tempestades. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 2 «Mi vida es rama perdida De un viejo ombú carcomido Que lleva el viento al olvido Entre fuertes sacudidas ; Llevo en el alma una herida Como juicio aterrador, Es un terrible dolor El vivir siempre vagando, ¡Mi desgracia voy cantando Penas son del payador ! » Nadie aplaudió al guitarrero, Todos firmes se quedaron Porque lágrimas rodaron Con sentimiento sincero ; Levantóse el forastero Y su pingo desatando « Adiós » — dijo — saludando «No olviden a Santos Vega Que va lejos... si es que llega... Para terminar cantando. » Los gauchos estremecidos Atentamente miraban Aquel paria que tomaba Un rumbo desconocido ; Después que hubieron perdido La sombra que se extinguía, Volvieron a la alegría Tal cual antes se encontraban ; Jugando al monte o a la taba En la vieja pulpería... Antonio Guerra. (La Pampa Argentina, revista nacional e ilustrada, 2a época, año V, n0 145. Buenos Aires, mayo 31 de 1912.) 272 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El payador El sol llegaba a su ocaso Cuando el desierto pampeano Iba cruzando un paisano, Llevando el corcel al paso ; La manta envuelta en el brazo Izquierdo el gaucho llevaba, El fuerte viento azotaba Su renegrida melena, Y en su mirada, su pena Intensa se reflejaba. Con la cabeza inclinada Iba aquel americano Cruzando el inculto llano De la pampa dilatada ; Después de alzar la mirada Hacia el poniente, un segundo, Tornóse meditabundo Y algún recuerdo evocando Siguió al acaso vagando Como apartado del mundo. El resplandor vespertino Enervábase ; entre tanto Tendía la noche su manto Sobre el páramo argentino ; Siguió el gaucho su camino Sin rumbo ni derrotero, Pero al rato el parejero Se paró en una lomada, Delante de una cruz ladeada Por la lluvia y el pampero. Y después de estar parado El corcel un rato largo, Salió el gaucho del letargo En que se había engolfado ; T. XXI R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Y bajando apresurado Entre unas matas de abrojos, Enjugó sus negros ojos A los que el llanto inundaba, Y ante la cruz que allí estaba Postróse el criollo de hinojos. Era de noche. En el llano, No se oía ni un clamor ; Tan sólo el leve rumor De un arroyuelo cercano Llegó a oídos del paisano, Que atribulado rezaba. Densa oscuridad reinaba En nuestra pampa grandiosa Y en noche tan tenebrosa, Una que otra luz brillaba. Y en medio de tal reposo Se oyó en la pampa argentina La voz sonora y divina De aquel gaucho misterioso Que entre triste y quejumbroso Y con melodioso acento, Lanzó este amargo lamento, Hijo de su desventura, Que se perdió en la llanura Con el susurro del viento: « Padres a los que he perdido Para siempre en este mundo, Mi dolor es tan profundo, Que maldigo haber nacido. Todo el llano he recorrido Regándolo con mi llanto, Y a pesar de sufrir tanto, El padecer no me deja ; Ahí mi dolor se refieja En este mi triste canto. 18 15) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS « Mis ilusiones queridas, Cual las hojas de una flor Con los golpes del dolor Cayeron desvanecidas ; Las penas por mí sufridas Me han dejado casi inerte, ¡ Cruel sarcasmo de la suerte ! Tener lacerada el alma Y esperar sólo hallar calma En el seno de la muerte ! «Soy el ser más desgraciado De todo el suelo argentino, Por mi maldito destino Voy al abismo arrastrado ; Me hizo el mundo desdichado Con su terrible egoísmo, Él me impelió hacia el abismo Y al implorar yo piedad, La inhumana sociedad Me escarneció con cinismo. <«¡ La vida ! ¡ fatalidad ! ¿Qué placer para mí encierra Si yo jamás en la tierra Hallaré felicidad ? Ante la cruel realidad, Toda ilusión se derrumba, ¡ Madre ! es fácil que sucumba Porque la anciada hora llega En que el gaucho Santos Vega Vaya a ocupar una tumba ». Así acabó el trovador Y al terminar, su instrumento Lanzó un sensible lamento Que conmovió al payador. De la aurora el resplandor Clareó la ramada umbría, Y al huir la noche sombría R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Ante esa luz mortecina También huyó la neblina Que a la campaña cubría. Una que otra ave canora De los campos argentinos Con sus gorjeos y trinos Saludaron a la aurora ; Mientras tanto Vega que ora Sobre esa tumba querida, Se alza y como despedida Un beso en la cruz estampa, Monta... y se pierde en la pampa Con ruta desconocida... Florencio Iriarte. (El Criollo, semanario gauchesco y de cosas puebleras, satírico, noti- cioso y otras hierbas, año V, número 221. Minas [República Oriental del Uruguay], diciembre 10 de 1901.) La novia del payador De un ombú que se levanta En nuestra patria pampeana, Al despertar la mañana Una bandada se espanta ; Aves de fina garganta Con rítmicos balanceos De una música ideal Empiezan los balbuceos, La calandria y el zorzal Y unos cuantos bienteveos. Cerca, muy cerca también Al amparo de esa planta, Vega, con aire que encanta Fué para ver a su bien. Es la criolla de ese Edén, Criatura de mil primores 276 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que soñó con sus amores De una ternura infinita Y siempre que ella lo otta, Le da un manojo de flores. Ella se sienta a su lado Con el alma toda inquieta, Ansiando que su poeta Le cante un verso ignorado. Todo el llano se ha callado Y hasta la enramada umbría Se puebla de melodía Por un extraño concierto, Mientras invade el desierto Un coloquio de armonía. « Quiero dejar en tus pelos El eco del diapasón Y entregarte el corazón Pa que lo mates de celos ! » En sus constantes desvelos Solloza una despedida, Queda la pampa dormida Como un alma funeraria Y ella, en ferviente plegaria, Le da un ¡adiós! que es su vida. Torcuato Imonti. (La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actua- lidad y costumbres nacionales, 22 época, año II, número 70. Buenos Aires, octubre 30 de 1910.) La muerte del payador Santos Vega La oración se aproximaba, Su negro manto tendia, Y el que daba luz a el día Al ocaso remontaba : R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA La llanura se entregaba En los brazos del reposo, Y el cuadro más misterioso, De más fantástica sombra, Caía como una alfombra Sobre el llano rumoroso. Desde el bajío a la loma, Desde el monte a la cañada, Toda una noche callada Por la pampa se desploma ; Ya por donde el sol se asoma Ni rastro apenas quedaba, Pues. como antes alumbraba El esplendente astro diurno, Decendía el sol nocturno Que un errante paria ansiaba. Un tipo de aquella raza Extinguida por completa, Una fibra de poeta Que lo más sensible abraza ; Una figura machaza De una estampa tan esbelta, Con una melena suelta, Dos rizos sobre su rostro, Lloronas, botas de potro Y una manta dada vuelta ; Un arriador en la mano Y a la espalda bien terciada, Esa joya idolatrada Por el gaucho americano ; Qué tormento más tirano A su alma envenenaría, Qué pena lo entretenía En tan infausta amargura Qué destino o que ventura Su voluntad perseguía ! Kb -] e] N BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Solo él, mudo en su camino Y envuelto en la soledad, Parecía con ansiedad Llegar pronto a su destino ; ¿ Quién será ese peregrino Que al verter pronto el llanto, Fija su vista entre tanto En un ombú corpulento En donde lanza un lamento Más triste que Viernes Santo ? Es un gaucho de avería Que Santos Vega se llama, Es un gajo que se inflama, Un hijo de la poesía ; Y en aquella tierra fría Que con su planta pisaba, Una alta cruz se elevaba Donde lejano del mundo Moraba su amor profundo Y el alma por quien lloraba. Una sombra que atemora, Rompe el espacio sombrío Con vespertino rocío De trinos de ave canora, De ternura seductora Que a Vega deja suspenso Pero de pronto un inmenso Hastío de él se apodera Desafiando a la quimera Sombra que hacía descenso. Rasga de pobre guitarra Esas cuerdas armoniosas Y en endechas quejumbrosas A su alma gaucha desgarra ; Endechas donde la garra Dejó su rastro el dolor, Los surcos donde el rigor R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 279 Del arado de la vida Abriera anchurosa herida En su alma de payador : « Alma de mi alma, ya es hora De que pueda descansar Y que deje de penar Lo que he penado hasta ahora : ¡ Adios, musa seductora, Torrente de mi alma pura, Que embriagaste mi ternura Llevándome en lontananzas ! ¡ Adios mundo que me lanzas A sufrir en la tortura ! » Así sucumbe cantando Quien en su delirio nombra Al diablo en aquella sombra Que lo estuvo atormentando : Con acento basfemiando Su alma que sentía inquieta, Toda su fibra secreta Con cielos que nunca oídos Dejaban rastros perdidos De Santos Vega el poeta. Julio Guillán Barragán. (El Prado, revista semanal de costumbres nacionales, año I, número 1. Buenos Aires, junio 4 de 1905.) Santos Vega Muchos años han pasado Del día en que falleciera Vega, y otro no surgiera Por su espíritu alentado Nadie cual él ha cantado En la patria sus amores, Y aunque existen payadores Que han merecido un laurel, 280 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ninguno supo como él Cantar lo propio, señores. Desde el día de su muerte Huérfana quedó la pampa De bardo, y allí no acampa Otro como él... ¡ triste suerte ! Todo está mudo e inerte, Su guitarra enmudecida No lanza notas, herida Por manos de ningún bardo, Y hasta parece que el cardo Llora su suerte perdida. El mismo pampero extraña Las armonías de Vega, Ya en sus alas no navega El himno de la campaña : Ni le es dado de su hazaña Oir la menor mención, Ni el aura ni la oración Tienen bardo que les cante, Ni quien un salmo anhelante Brinde a la verde extensión. El ombú no ve a sus hojas Estremecerse al acento Del bardo que entre un lamento Cantó a sa sombra congojas, Y hasta las aves van flojas Volando por la llanura Y del cielo con tristura Parece que destilara El rocío y que regara Cual lloro su sepultura. Pedro F. Ponce de León. (La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actua- lidad y costumbres nacionales, 22 época, año VI, número 199. Bue- nos Aires, abril 13 de 1913.) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 281 Olvidadas Allá inclina su ramaje, en señal de duelo intenso, Bajo un día soñoliento, bajo un sol canicular Un sauce llorón que exhala los perfumes del incienso Al mecerse suavemente quien cien años vió pasar. Muchos dicen que aquel sauce fué testigo de una escena, Muda y triste !... como todas las que altivo presenció, Y al cantarla en los fogones como vincha una honda pena En incautos corazones cuántas veces se cinó. Fué una tarde soñolienta cuando al pie de su ramaje Santos Vega los arpegios de su viola derramó Y al cantar de su congoja en aquel triste paraje Con la viola por mortaja, dicen que Vega expiró. Y es por eso que aquel sauce hoy se inclina tristemente E incitado por la pena que allí su nido formó, Toma el agua del arroyo que a su pie corre impaciente Y el cuerpo inerte de Vega con sus lágrimas regó. Julio Maril. (La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actua- lidad y costumbres nacionales, 22 época, año V, número 134, Buenos Aires, enero 14 de 1912.) Tumba sin mármol Allí en la pampa desierta Donde el ombú se levanta, Sobre su agrietada planta Que mil recuerdos despierta : Por esas ramas, cubierta Una cruz ve el pasajero, Negruzco y viejo madero Que ya está casi deshecho, Sobre un pedestal que le ha hecho Con arenas el pampero. 282 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y aquella cruz solitaria Sobre una tumba salvaje, Detiene a todo el gauchaje Cual mansión hospitalaria. Allí alza a Dios su plegaria El hijo de esa llanura, Aquel que bebe amargura, El noble gaucho argentino, Que anda errante y peregrino Huyendo a su desventura. Allí como obligación Se detiene el pasajero, Y quitándose el sombrero Murmura breve oración Con amarga devoción, Mientras que su obscura faz Como centella fugaz Surca lágrima candente, Como el recuerdo ferviente Del que allí descansa en paz. ¿ Por qué cae allí postrado El gaucho ? o ¿es que venera Aquel trozo de madera Sin ningún significado ? Recuerda el triste pasado Que aún en su mente navega ; Por eso llora el que llega Que anda errante y peregrino, Porque allí está un argentino, ¡ El payador Santos Vega ! San Isidro, marzo de 1906. Carlos A. Cáceres. (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VIII, número 320. Montevideo, marzo 30 de 1906; reimpreso ibidem, año IX, número 357, enero 7 de 1907; y en La Pampa Florida, revista social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacio- nal, 32 época, año VIII, número 198. Las Flores [provincia de Buenos Aires], diciembre 12 de 1915.) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 283 Gloria A la memoria del payador Santos Vega. « Gaucho el mundo me ha nombrado « y me arranca de su seno « como planta de veneno « que mata al que la ha pisado; « canalla en fin me ha llamado « con toda su indignación, « y en toda la creación « con mi angustia y mi vida « no tengo ya más cabida « que en mi propio corazón. » (R. GUTIÉRREZ, Lázaro.) Tristes las brisas quejosas Bañan la frente azulada De la pampa idolatrada, Suelo en que Vega nació; Y donde dejó esculpidas Las glorias más halagúenas Cuyas brillantes enseñas Su nombre inmortalizó. Abren las flores silvestres Su capullo entredormidas, Como perlas desprendidas De la azul inmensidad, Mientras las aves cantando En la frondosa enramada, Anuncian de la alborada La argentina claridad. La guirnalda que a su fosa Da pintoresco vistaje, Es la expresión del linaje De tan excelso campeón, Y al declinar de la tarde Que va a perderse en la noche, Esconde la flor su broche Bajo su negro crespón. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Hasta el torrencial arroyo Donde el paisano se apiaba Y a su pingo convidaba Un ratito a descansar, Ha calmado la bravura Que mostraba en su carrera, Mientras que la pampa entera Agoniza entre pesar. Vega, tu patria querida Te conserva en su memoria Y a tu popular historia La sabe inmortalizar ; Que ese desierto arrogante Que vela por tus despojos, Teje de flores y abrojos A tu memoria un altar. La Plata. noviembre de 1903. AD (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VI, número 244, Montevideo, noviembre 30 de 1903.) El pasado Para « La Pampa ». Murió el canoro jilguero Que en los pampinos desiertos Remedó extraños conciertos Con sus cantigas de amor; Ya los melodiosos trinos De esa guitarra doliente Se extinguieron lentamente Con el tiempo que pasó. De Santos Vega en la pampa Ya los rastros se borraron, Sólo recuerdos quedaron De tan dulce trovador; R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 285 Y cuentan viejos paisanos Que aun vagan como lamentos Los melodiosos acentos De los tristes que cantó. F. Otalora Pintos. (La Pampa, revista criolla, 22 época, año TI, número 72. Buenos Aires, mayo 10 de 1905.) Triste entrerriano Al cantor criollo Claudio Lavao Garmendia. Vuelen, como en un lamento En fugitivas bandadas, Las notas del instrumento ; Tristes, como ecos del viento Al eruzar por las cañadas. ¡ Ay ! triste del alma mía, Nadie comprende tus quejas, Nadie escucha tu armonía Cuando saludas al día Que tras de la luz se aleja... Ya no anida el terutero En la loma solitaria, Y parece que el hornero Sobre el carcomido alero Entonara una plegaria. Tal vez la vieja cumbrera No ofrece apoyo a su nido; La sabandija rastrera Es dueña hoy de la tapera Que un viento extraño ha destruído. Ya el payador, sus desvelos No canta en noches serenas, BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ni rayan el duro suelo, Marcando el compás de un cielo, Las agudas nazarenas. Hogar, despojos del viento, Ruinas de antigua memoria ; Hoy tienes, falto de aliento, En cada grieta un lamento Y en cada mada una historia. Una luz deslumbradora Rodea el vasto circuito Con resplandores de aurora, Y un viejo fantasma implora, Huyendo hacia el infinito. Es el gaucho, es Santos Vega Que lanza la última queja Entre el dolor que lo anega ; Es el progreso que llega Y el pasado que se aleja... ¡ Ay ! triste del alma mía Vuela en alas de un lamento Cuando en la noche sombría Arranca un ¡ay! de agonía En las cañadas el viento. Buenos Aires, noviembre de 1903. Domingo V. Lombardi. (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VI, número 44. Montevideo, noviembre 30 de 1903. Reimpreso en el folleto : D. V. LOMBARDI, Alma criolla. Versos, páginas 5-7. Buenos Aires, 1913.) _—— R, LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA La muerte del payador Tumbao el sol al ocaso Con su cara reluciente, Dejó ver al occidente La pampa de campo raso. Así, siguiéndole el paso A una sombra que se apeó, Todo el llano retumbó De los trinos que lanzaba Y Vega triste escuchaba El canto que desafió : «Soy nocturno ruiseñor De las selvas argentinas Que en las tardes vespertinas Canto sus trovas de amor. También canté con ardor De mi patria los bosquejos Que en el llano son reflejos De una ternura ideal Y donde encierra un caudal De sentimientos perplejos. « Hoy la suerte me abandona Ante el progreso que avanza Y ese « diablo » se abalanza Como sombra juguetona. Mi última endecha pregona La elegía más sublime De un corazón que se oprime Con acentos de dolor, Causándome el estertor De un alma que llora y gime. « Un concierto vesperal Yo canto por mi experiencia, En vez usted con la ciencia Se tacha de propio ideal ! » Así dijo Vega, el leal, 28 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En su cantar de la vida Que la experiencia es vencida Por el progreso que crece Mientras la pampa fenece En su letargo dormida. Torcuato Imonti. (Raza Pampa, revista literaria, de actualidades y costumbres nacio- nales, año I, número 19. Buenos Aires, julio 5 de 1908; repro- ducido en La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, ar- tístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año II, número 72. Buenos Aires, noviembre 13 de 1910.) Leyendas Cuando se va ocultando en el ocaso Pausadamente el luminar del día Y el cielo, de brillante pedrería, Tachonando se va como el acaso, Se ve que sobre un flete, paso a paso, Y envuelto por la luz que en su agonía El sol lánguidamente nos envía — Va cruzando un paisano el campo raso. Con el dolor pintado en el semblante Se dirige a un ombú que está distante, Y una vez que a su pie pausado llega, Apéase de su pingo en un momento Y canta una canción con triste acento : ¡ Es el alma del viejo Santos Vega! j Cuando la noche ha echado en la llanura Su poncho negro, y una que otra estrella Brilla colgada entre el cabello de ella Como dando más realce a su hermosura, La copa de ese ombú que antes obscura Se hallaba, de repente luz destella Y algo así parecido a una centella Entre las ramas paséase y fulgura. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 289 Un paisano que observe temeroso Este hecho inconcebible, misterioso, Como único argumento siempre alega Que esa luz que en la copa, allá, se nota, Es el diablo que anuncia la derrota Del cantor de esta tierra (1) Santos Vega. Juan M. Almada. (Firmado £l viejo Julián Rodao y separado en dos mitades, en pázinas distintas, en La Pampa, revista criolla, 22 época, año III, número 78. Buenos Aires, junio 21 de 1905; firmado Juan M. Almada y repre- sentando una sola pieza, en Pulguita, semanario humorístico, litera- rio, social y de actualidades, año I, número 9. Buenos Aires, diciem- bre 6 de 1908.) Esbozo El sol en el ocaso se reclina ; Confundido en el trémulo celaje, Avanza presuroso en el paisaje Una sombra que todo lo domina. Como orgullosa la pampa argentina Se siente a la pisada del gauchaje Que por doquiera derramó el coraje Siguiendo de su casta la rutina... Y se detiene el gaucho Santos Vega Al pie del rancho donde está su amada ; De su guitarra fielmente templada, Brotan estrofas de pasión que entrega... Aquella sombra que radiante llega Es el poeta de la edad pasada. Gonzalo del Villar. (La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actua- lidades y costumbres nacionales, 22 época, año VII, número 242. Buenos Aires, febrero $ de 1914.) (1) « Del cantor argentino », edición Pulguita. To XII 19 290 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos Vega (TANGO) Sacros recuerdos Tradicionales Que se derraman En la nación Donde nacieron Tus ideales, ¡ Oh, Santos Vega, Gran payador ! Todo el anhelo, Mientras avanza Va conquistando Tu fiel canción, Porque tus rimas Son la enseñanza En que se alcanza Tu inspiración. Aun no han muerto Los payadores Cuyos cantares Te elevarán A los impulsos De los honores, Que son fulgores De dulce afán. Yo siento el alma Que hasta tí vuela Con ilusiones De tu cantar, Y cuando pulso A mi vihuela, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 291 Mi alma anhela Hacia tí estar. J. Eugenio Sallot. (SALLOT, Santos Vega. Canciones nacionales, páginas 5-6 |Bue- nos Aires, 1913].) Santos Vega ¡ Santos Vega ! Bardo hermano — Que duermes sueño de siglos — ¿ Qué maléficos vestiglos Te envolvieron en su arcano ? ¡ Despierta ya ! Soberano De mi raza, y tu canción En su gran resurrección, Cual antorcha de beleño, Vaya prendiendo un ensueño Sobre cada corazón. Despierta y verás con pena Que ya tu bella paisana No es una Gaya Morgana De ensueño y amores llena; También sufre la condena De un cruel escepticismo; Se muere el romanticismo En su alma serena y triste, Lo mata el sollozo mismo De tu dolor que subsiste. Hoy que triunfa la materia Donde triunfaste otro día ; Tú que eres luz y poesía, Líbranos de la miseria Que absurda, útil y seria, Pone la lógica actual Al encanto sideral De nuestra alma soñadora... 292 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ¡ Sé tú la cruz redentora De mi calvario ideal ! Torna de nuevo a la vida Y a ser el rey de la pampa, En donde el gaucho no acampa Desde tu triste partida ; Reconquista a tu querida A quien consume el deseo, Vence en altivo torneo... ¡ Santos Vega ! Bardo hermano, Sé fuerte como Trajano Y lírico como Orfeo. Mas, si tu asesino espera Que de nuevo levantarte Intentes, por sepultarte Otra vez con ansia fiera; Para hacer de él mi bandera — Emblema de mi sagrario — Otórgame el legendario Poncho... Será como airón De mi roto corazón Flotando en noble sicario. Y porque más alto tlote Y le rindan vasallaje, Dame tu potro salvaje De raudo y valiente trote, Digno del gran don Quijote — Que la misma losa os cierra — Ya que es hoy, sobre la tierra, Locura soñar un sueño Y el Pegaso es clavileño Y el ideal se destierra. Y dame, en fin, tu guitarra De errabundo trovador, Bálsamo para el ardor Que mi corazón desgarra; R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 293 Por librarlo de la garra De la prosa de la vida, Guitarra dulce y sentida Tú su féretro serás Y por siempre quedarás En su tumba convertida. Valentín de Pedro. (Santos Vega, revista semanal de actualidades, año I, número 11. Buenos Aires, marzo 14 de 1914.) El ombú Sobre la pampa arenosa Hay un ombú corpulento Que al paisano le da asiento Y lo resguarda del sol; Tomándose un cimarrón Cuando el trabajo termina En el rancho con su china Pasa las horas mejor. Cuando la noche se extiende Sobre la pampa infinita, El ombú que allí dormita Parece que se quejara ; Y acercándose a su lado Se oyen décimas de amor; ¡Será algún gaucho cantor Que vive desamparado ! Y cuando las doce han dado, Se juntan unos paisanos Con la guitarra en la mano Y uno empieza a improvisar A un alma que allí no está Pero aseguran que llega ; 294 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ¡ Será la de Santos Vega Que ya no puede cantar ! Elías Carpena. (La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actua- lidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIII, número 340. Buenos Aires. diciembre 26 de 1915.) Se han ido para siempre A Constancio C. Vigil. ¿Dónde están las guitarras? ... Ya se han ido; ¿Dónde están las guitarras melodiosas De mi querida tierra, Esas que estremecían suavemente El corazón fecundo de las selvas ? Las guitarras no suenan ; Las guitarras huyeron en derrota Con sus gauchos poetas, Aquellos indomables vagabundos De copiosas melenas Cuyo hogar amadísimo era toda La pampa melancólica e inmensa! Las guitarras se han ido. Enmudecieron Para siempre sus cuerdas... Tan solo queda como inextinguible Recuerdo una leyenda. Una leyenda que a nostalgias sabe, Nostalgias con un dejo de amor, de esas Que en las veladas íntimas murmuran Al oído, muy quedo, las abuelas. ¿ Dónde están las guitarras ? Ya se han ido: Las guitarras no suenan... Pero hay nn remoto eco a la sordina, Hay un eco que tiembla En la luz, en el aire; que solloza -—A R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 295 Al maternal amparo de las selvas ; Un eco que se mezcla en nuestra sangre, Que palpita en las venas, Que nos inunda el alma de una leve, De una adorable pena... Las guitarras no lloran, las guitarras Se han ido para siempre de mi tierra ; Pero siguen sonando Porque algo de ellas queda, Queda un grato recuerdo Que, como una reliquia, se conserva ; Queda un eco perdido que en las almas Eternamente suena, Y nos hace evocar en el silencio De la noche propicia a la tristeza La sombra solitaria del amado Lírico inolvidable, Santos Vega! D. Fontanarrosa (h.). (Mundo Argentino, semanario popular ilustrado, año V, no 239. Buenos Aires, agosto 4 de 1915.) Buena parte de la literatura popular argentina demuestra, entretejido como adorno sublime, el nombre del bizarro paya- dor, y muy variados son los hilos que lo atan con la tela prin- cipal de la composición poética. Una vez es su belleza física de varón que entusiasma al poeta: Gallarda es la figura del paisano Con aire de perfecto pampeano, Perfil correcto de hermosura rara Es su expresión por varonil severa, Y de Vega y Fierro (1) se dijera Que son hermanos de su misma raza (2). (1) Martín Fierro, héroe del poema de este nombre, escrito por José Her- nández. (2) FERNÁNDEZ RODRIGUEZ, El gaucho. La Pampa Argentina, revista nacio- nal e ilustrada, 22 época, año V, número 166. Buenos Aires, agosto 25 de 1912. 296 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Es bronceada su tez Cual la triste noche en calma Y en su altiva rigidez Hay un destello del alma, De Santos Vega, tal vez (1). El gaucho es el prototipo De una raza ya pasada : La cual se ve coronada Por Vega el gran payador ; Raza noble, firme y fuerte Que nos dió la independencia Como la única herencia De su altivez y valor (2). Otras veces, el gaucho al galopar por la pampa, ve fantas- mas (5): Lo mesmo que Santos Vega Se me aparecen visiones Por tuitas las poblaciones - Que cruzo al galope largo... La pampa, como patria de Santos Vega, muchas veces es fes- tejada conjuntamente con Santos Vega, pues : Tuvo la pampa en su seno A Santos Vega por cierto Y su canto en el desierto Allí encarnado quedó; El ombú guarda en sus hojas De Martín Fierro el acento (1) L. S., Lamentos. Letras y colores [revista], año 1, número 3. Buenos Aires, junio 15 de 1903; reimpreso en : Vida Argentina, revista ilustrada, año II, nú- mero 18. Buenos Aires, febrero 23 de 1909. (2) Arma Pampa, £l gaucho. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VII, nú- mero 281. Buenos Aires, noviembre 8 de 1914. (3) ANÓN., El gaucho. La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres na- cionales [12 época], año I, número 4. Buenos Aires, abril 28 de 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 297 A Y al más puro sentimiento Que en su cantar derramó (1). Bella es la pampa en su majestad salvaje, suavizada por el tapiz verde de sus pastos : En éxtasis sumergido Al mirar tanta belleza. Que dió la naturaleza A ese paisaje florido, Mi cuerpo queda dormido Mientras que mi alma se allega Al tiempo de Santos Vega Que no lo borra el olvido (2). Es por la tarde que la pampa exhala todo el sabor de su be- lleza; el poeta gaucho, inspirado del cuadro soberbio, empieza a meditar y sus sentimientos se abren camino en una suave can- ción, «sin eco, sin armonía », en aquella hora que cantan los teros (3) : Cuando la tarde muriendo Va sus luces ocultando Y a la cañada bajando Viene la hacienda corriendo ; Cuando la noche tendiendo Va el poncho de oscuridades Y las lindas claridades De la luna alumbra el cielo, Un dulce y triste consuelo Siento yo en mis soledades. A esa hora al lado del jogón Miro ansí como que llega (1) HiparGO, CÉsar, ob. cit., página 29. (2) De La Fuente, Alborada. La Pampa Argentina, revista criolla y de cos- tumbres nacionales [12 época|, año II, número 43. Buenos Aires, enero 25 de 1908. (3) BasroNERO, Virasones. La Tapera, revista criolla ilustrada, año I, nú- mero 21. Buenos Aires, septiembre 22 de 1902. 298 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La sombra de Santos Vega A brindarme inspiración ; Entonces es que mi canción, Sin eco y sin armonía, Suena en la guitarra mía, Plácida, suave, serena, Como si Vega a mis penas Les brindara melodía. Mientras cantaban los teros A mi querido padre de aulas, señor Clodomiro G. Torres. . Mientras el sol su agonía Iba extendiendo en el monte, Melancolioso horizonte Junto al confín se tendía. El aéreo canto moría Con quejas lentas y flojas, Como dolientes congojas Que van buscando la calma Dentro al desierto del alma Donde se arrastran las hojas. De la tristeza la estampa Sobre la loma se alzaba, Mas, inefable soñaba La soledad de la pampa. De un rojo cielo la vampa Sobre el matiz descendía Y aparentaba que ardía Todo el tesoro del suelo Mientras que en llamas el cielo Toda su faz envolvía. Todo quietud era el llano, Pidiendo aurora, era un llanto, De las calandrias, el canto Que voloteaban en vano. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 299 Como el golpeo lejan» Que hiende al aire y en ancho, Repercutía en el rancho Donde el misterio dormía ; Era que al nido venía Batiendo vuelo el carancho. Como murmullos postreros Que a los zorzales enarde, Mientras caía la tarde Sólo cantaban los teros. Los legendarios aleros, Bajo la sombra escondidos, Donde en los tiempos ya idos, Se bailarían fandangos, Una legión de chimangos Los transformaban en nidos. Sólo cantaban los teros... Mas, la botánica alfombra Se iba atezando en la sombra De vespertinos luceros. Sólo cantaban los teros... Sobre las lomas verdosas, Como visión, vaporosas Iban surgiendo en sus prendas Las mil gauchescas leyendas Sobre una mata de rosas. En el misterio sombrío Que a todo el llano callaba Como las almas pasaba El susurrar del estío ; Y en el misterio muy frío Que hacía de almas rumor, El alma de un trovador Que con su pecho desgarra Las notas de su guitarra Con gran nostalgia de amor. 300 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Como un suspiro de aurora Iba surgiendo después : Era la honda fluidez De una guitarra cantora ; La zapateada sonora Que estremecía a las suelas, Se levantaba en sus velas, Al son de la zamacueca Mientras su voz fuerte y seca Hacía sonar las espuelas. Bajo los sauces llorones Que se mecían al viento, Como un profundo lamento , Vagaba en mil ilusiones ; Eran las dulces canciones Que un alma poeta cantaba Y que a la pampa entonaba Con una voz muy en calma ; De Santos era el alma Que en su guitarra penaba... Trepaba al cénit la luna Llena de luz y grandeza, Cubierto el llano en tristeza, Envuelto el caos en bruna : Una cristálea laguna Se adormecía entre esteros, Los elevados oteros, Bajo la noche ya muertos Estaban todos desiertos, ¡Ya no cantaban los teros ! Cayetano Oreste. (El Trovador, semanario político, social, satírico y de ensayos litera- rios, año IV, número 179. Junín [provincia de Buenos Aires], octu- bre 5 de 19183). R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 301 Un cuadro análogo pinta el poeta que oculta su nombre bajo el del héroe de estas líneas (1) : El paisano en nuestra historia Hechos gloriosos nos lega Y en sus cantos nos entrega Una rama de laurel Por el recuerdo de aquél Que se llamó Santos Vega. Cuando al llegar la oración Pulso con mano amorosa La guitarra melodiosa, Luz de nuestra tradición, Creo mirar un fogón O diviso una tapera Donde una voz lastimera En una endecha sentida, Llora una ilusión perdida O una dicha pasajera. Me parece ver cruzar Aquel payador famoso Que va anhelando amoroso Al rancho poder llegar, Y en sus brazos estrechar A la esencia de su vida: O en cambio miro perdida Una eruz en la extensión Donde un gaucho una oración Reza con voz conmovida. A veces ereo escuchar En solitarios momentos Los dulcísimos acentos Del payador popular... (1) Sayros VeEGa, La tradición. El Prado, revista de costumbres nacionales, año I, número 5. Avellaneda [provincia de Buenos Aires], julio 2 de 1905. 302 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El símbolo de la pampa, su blasón de armas en la poesía, es la pitoresca Phytolacca dioica, conocida con la voz guaranítica de ombú ; él es cantado por Echeverría y otros poetas : Hacia el oriente, Hacia el ocaso Saludo altivo Con hidalguía, De Echeverría Y Vega el parnaso Que como emblema Tiene el ombú (1). Me gusta en sus raigones Reposar mi sien cansada Y recordar entre ilusiones Aquella tristes canciones De Santos Vega a su amada (2). Si fuera dado escucharte Cuando te pulsa la brisa, Cuanto a tí te diviniza, Bien nos podría brindar; Y el tiernísimo eco de Vega Que vaga por vuestras hojas, Nos cantaría las estrofas Que nadie supo imitar (3). El ombú (4) Incásico Briareo, primitiva Deidad de la llanura solitaria, (1) SaLLOoT, Vuevas canciones variadas y poesías, página 20. Buenos Aires 11911). 2) DeLLa BeLLa. £l ombú. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 2a época, año VII, nú- mero 239. Buenos Aires, enero 18 de 1914. (3) Ponce DE LEÓN, Mis versos, página 33. Buenos Aires [1911]. (4) Caras y Caretas, revista semanal ilustrada, año XIX, número 907. Bue- ad R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 303 Agiganta su copa milenaria Como inmensa cabeza pensativa. Tienda guerrera de la lid nativa, Se abrió a su pie la fosa funeraria Y su beata sombra hospitalaria Brindó amparo a la raza fugitiva. Contra el embate rudo del pampero Levanta airoso su armazón crujiente, Cicatrizada de una hostil refriega, Y en sus ramas de agreste clavijero Parece que vibrara eternamente La bordona inmortal de Santos Vega. Ataliva Herrera. El país hospitalario cobija a sus hijos como a los extranjeros, pero bien entendido, al extranjero trabajador y honrado; in- dignado, el ombú de la pampa expulsa al anarquista de sus do- minios; oigamos algunos trozos de una bizarra poesía de Ale- jandro Inzaurraga (1): ¡No profanes mí sombra! ¡Yo no quiero! ¡ No te quites la gorra que te cubre Reblandecido y trágico cerebro, Aquí, donde peinando su melena Todo un paisano se quitó el chambergo! ¡ Aquí, donde el potro estremecido Por la carga triunfal de su lancero, Humeó el sudor del palpitante flanco, Como un rústico incienso ! ¡ Aquí, donde sonó de Santos Vega La guitarra de amores y de ensueños, Y donde los amantes se cambiaron nos Aires, febrero 19 de 1916. También en : HERRERA, El poema nativo, página 89. Buenos Aires, 1916. (1) INZAURRAGA, La indignación del ombú. Revista de educación, publicación oficial de la Dirección general de escuelas, provincia de Buenos Aires, LV, pá- ginas 633-634, La Plata, 19141. 304 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La caricia inmortal del primer beso! ¿Qué buscas en la tierra, prometida A los libres y buenos? ¿Qué intentas como hiena o como serpiente Entre cachorros del león ibero? El amor y sus accesorios juega un papel importantísimo en la poesía popular y los poetas ya no saben cómo cantarlo; se agotan en idealizar su sultana, como por ejemplo Julián Merce- des Alcalde y Fidel Cesáreo (1); dice el primero de ellos (2) : Sos la morocha que ciega Y cautiva el corazón, Sos la mesma inspiración Del payador Santos Vega, Y sos la que el alma anega De alegría y de ventura, La que derrama ternura De cada ojo en la mirada, Cuando alzas la llamarada , Del fuego de tu hermosura. Y para Cesáreo, su heroína es . la tierna canción del payador Santos Vega, ... la moza que riega consuelo a mi corazón. No menos enamorado es F. C. Monroy de su Angelina (3): Siendo de los suelos del Plata La antorcha que ilumina (1) ALCALDE, Así sos vos. El Fogón, periódico criollo, ilustrado 2a época, año VII, número 269. Montevideo, marzo 7 de 1905. (2) CesárEO, ¡No sea mala ! La Flor Pampeana, periódico social, literario, jo- coso y de costumbres nacionales, año II, número 19. La Plata, abril 4 de 1909. (3) MonroY, £l gaucho de las fronteras, páginas 14-15. Montevideo y Bue- nos Aires, 1897. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 305 En la cumbre de la pampa argentina Donde su brillo se refracta, Era la idea que innata Conserva el pensamiento, Y era la barca en que navega El genio de Santos Vega En el timón del sentimiento. La siguiente estrofa pertenece a un tipo muy cultivado en la poesía popular rioplatense, en el cual, la amada es continua- mente evocada con un bombardeo de sos : Sos la calandria que anida En mi rancho de totora, Sos vos la prenda que mora Entre el pajonal perdida; Sos la estrofa dolorida Que hasta mis oídos llega, Sos la modulación de Vega Con su guitarra querida (1). El oriental Julio Maril (2) es algo más materialista; sigue la política del do ut des; canta a su amada, pero desea Que tu dulce mirada imprimiera en mis nervios La suprema pujanza de los gauchos soberbios, Que (mil veces soñaste) eran dueños de tí ; ¡ Y que el dulce suspiro que en tu pecho se anega, Me trajera los bríos indomables de Vega Y la furia invencible de las aguas del Yi! En cuanto al pigmento cutáneo, parece que no influye en el amor de los poetas que con igual ardor dedican sus trovas ya : (1) A. P[erEz/ (1130). Sos. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIII, nú- mero 318. Buenos Aires, julio 25 de 1915. (2) Martz, Salvaje ! El Fogón, periódico criollo, literario, festivo, ilustrado y de actualidades. 3a época, año XV, número 502. Montevideo, octubre 7 de 1913. T. XXII 20 306 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS la eriollita, ya a la rubia, ya a la trigueña, ya a la morocha: La criollita, propiedad de un autor anónimo (un Tranquila la vista extiende Ella a la inmensa extensión Y contempla la visión De algo que a su mente enciende ; Con amargura comprende Que es el progreso el que llega, Lo ve, lo palpa y se anega En un recuerdo pasado Que unida a su alma ha dejado El inmortal Santos Vega. La rubia de Gabriel Domingo C. Ríos (2): En su rostro de carmín Llevó la insignia triunfante, En el corazón brillante Un pimpollo de jazmín Del tradicional jardín Donde el pampero guardó Las payadas que cantó Santos Vega moribundo Bajo aquel ombú del mundo Donde <« La Rubia » soñó. La trigueña de Benigno Brugones (3) es Rezago de noble raza, Cuya gloria activa pasa Con la que mi mente sueña ; La que amorosa se empeña (1) ANÓN., La criollita. La Pampa Argentina, revista nacional e ilustrada, 22 época, año V, número 181. Buenos Aires, diciembre 8 de 1912. (2) Ríos, La rubia. La Pampa, revista criolla, 22 época, año III, número 70. Buenos Aires, abril 26 de 1905. (3) BRUGONES, De mi tierra. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 2a época, año IX, número 371. Montevideo, abril 22 de 1909. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 307 En procurarme consuelo, La tradición de este suelo Que adorara con fervor Santos Vega el payador, Y la estrella de mi cielo. Otra trigueña es heroína de una décima muy popular en La Plata y mucho tiempo inédita (1): Eres la flor del pago, La enamorada trigueña Que con Santos Vega sueña De la pasión al amago. La que se rinde al halago Del beso, como una palma Al ventarrón, y sin calma Deja vagar sus antojos Mientras entorna los ojos Y abre las puertas del alma. La morocha de Guzmán Papini y Zas (2), ¡ Tal vez la soñó algún día Santos Vega en una estrofa ! Y no hay guitarra en el pago Que no le guarde una nota ! Los arcángeles le ponen Al verla tan seductora, ¡ Una flor en cada mano Y un ensueño en cada hora ! Con ciertos detalles de la vida romántica del enamorado, se (1) Riú, La flor del pago. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año IX, número 377. Buenos Aires, septiembre 10 de 1916. (2) PaprINI Y Zas, Mi morocha. El Fogón, primer periódico eriollo, ilustrado, 22 época, año I, número 4. Montevideo, noviembre 30 de 1898. 308 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ocupa Almatriste (1); es un pétalo de azucena que forma el te- ma de su composición : Flor que Vega en su delirio Ante el altar de su encanto, Ofreció sumiso y santo Bajo el peso de un martirio ; Flor que enlazando albo lirio Habló de pasión ardiente Y que en la pampa sonriente Acompañó en el concilio De Santos Vega el idilio, Embalsamando su ambiente. Santos Vega como reconciliador entre los padres y la hija que se ha ido con su amante, es el tema de un corto cuento de Javier de Viana (2). Un viejo matrimonio italiano ha emigrado y consigue cierto bienestar en la pampa; tienen una hija única, Vittorietta; el padre «que no había amado nunca », no quiere saber nada de su amor con Próspero, mozo criollo quien se la lleva. Restableciéndose de una larga enfermedad, el padre hace las paces con hija, yerno y nieto; «me parece sentir una músi- ca, una música tan linda, tan suave, tan tierna... balbuceó el viejo. Y alguien, nunca se supo quien: — Es el alma de Santos Vega que va sembrando amores... » Motivo favorito de los poetas y payadores es el instrumento al cual deben buena parte de su fama ; la guitarra es por consi- guiente, tratada con todo cariño del alma fantástica, y adorada en apoteosis solemne (3) : (1) ALMmaTRISTE, Un pétalo de azucena. La Pampa, revista criolla, 22 época, año II, número 42. Buenos Aires, octubre 5 de 1904. (2) DE Viana, El alma de Santos Vega. Santos Vega, revista semanal de ac- tualidades, año I, número 3. Buenos Aires, enero 17 de 1914. (3) FrancmtI, La guitarra. La Estancia, única revista criolla en la República, año I, número 4. Montevideo, enero 30 de 1914. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 309 ¡ La guitarra ! Es la armoniosa Orquestación del latido Que vibra en el pecho herido Cuando la vida lo acosa ; Es la musa misteriosa Que el alma del gaucho ciega Cuando a las lides se entrega Del amor o del pesar, ¡ La maga del trebolar ! ¡ La diosa de Santos Vega ! Soy la guitarra sonora De los cantos argentinos, Soy la que imita los trinos De la calandria cantora ; Soy también la soñadora Que Santos Vega pulsó Cuando cantando buscó Un alivio a sus pesares ; ¡ Yo soy la que en los cantares La tradición recordó ! (1) Un cantor nacional glorifica su instrumento musical del modo siguiente : Sos cual véspero luciente, Rumor de sonido en lucha, Suave arpegio que se escucha Como sonrisa doliente ; Sos la nada que se siente En fantástica ilusión Y en pos de la tradición Sos la guitarra que brega, La que le dió a Santos Vega Su plañidera canción (2) (1) Roprícuez (Jos), Deseo. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 24 época, año IX, nú- mero 357. Buenos Aires, abril 23 de 1916. (2) SARACENO, La guitarra. T.V. O., revista popular, literaria y social, año 11 número $. Buenos Aires, agosto 15 de 1915. 310 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En la vibrante armonía De mi lira dolorosa, Siento surgir vaporosa La aguda melancolía, Y como si honda agonía Mi joven vida desgarra, Veo el dolor que se amarra A mi existencia y se entrega Como si el alma de Vega Surgiera de mi guitarra (1) ! Afición Rompí en mi lira el silencio Que hace un momento reinaba, Cuando creí que dormitaba En la inocencia su són ; Y al estrecharla en mis brazos Despertó aunque perezosa, La música melodiosa De argentina tradición. Así, derramó un preludio Que Vásquez (2) forjó de Vega : Siendo yo, imitación lega Del que cantando murió ; Y como le he comprendido Con la rapidez del rayo : Es que puramente payo El que este son me inspiró. Una vez, en horas tristes, Viajaba sin olvidarla, Pensando que hay que dejarla (1) PaLacios Y Sosa, La guitarra. El Trovador, semanario político, social, satírico, noticioso y literario, año V, número 217. Junín [provincia de Buenos Aires], julio 5 de 1914. (2) Paro J. VÁSQUEZ, payador, fallecido el 26 de junio de 1897 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. (Vota de R. L.-N.) SS R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 311 Por cualquier obligación ; Mas iba como ese amante Que siendo su pasión mucha, Forja que el acento escucha Del angel de su pasión. Al tiempo me fué oportuno Oírla en un rancho lejano : Cuando habilidosa mano Interpretaba su amor; Y fué a la choza a escucharla, La sentí embriagadora, Hasta vivir una hora Extasiado en su dulzor. Reconcentré los recuerdos En el ideal de mi agrado, Y como ensueño dorado, Creí a Vega cruzar. Desperté y cesó la lira: Mas, la visión ya rapsoria, No dejaba en mi memoria Su esplendor para cantar (1). Luis Garcia. Comprendemos que es la guitarra argentina aquella que tiene relaciones especiales con Santos Vega (2): Es la guitarra argentina El alma del payador Quien mitiga su dolor Y alza su dicha genuina ; Ella es la idea divina (1) García, Primer ensayo, páginas 74-77. Buenos Aires, 1903; reimpreso apud BETINOTL, Lo de ayer y lo de hoy, página 38-41. Buenos Aires [1909|. — He- mos suprimido tres estrofas. (2) Grosso, Una tirada. Raza pampeana, revista jocosa, literaria, de actua- lidades y costumbres nacionales, año I, número 3. La Plata, febrero 16 de 1908. 312 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que acompaña mis lamentos, Este es el fiel instrumento Donde aprendí a improvisar, El que Vega hizo vibrar Para alejar su tormento. En manos de Santos Vega Fuí un manojo de armonía Cuando seguí su poesía En la fantástica brega ; Soy la que ruega si él ruega En su bondad peregrina... (1) Vive todavía la guitarra de Santos Vega y óyense en la pam- pa los acordes de la encantada ; o estremece en el osario Santos Vega cuando un payador digno de él, pulsa la guitarra : En la pampa dilatada Vibran aún sonorosos Los acordes armoniosos De una guitarra encantada, La que bajo la enramada Pulsó Vega el payador, La que adornó con primer Suave femenina mano, Con margaritas del llano En dulces horas de amor (2). Al pie de ferrada reja Junto al ranchito del pago, Amor en estilo vago Con la guitarra se queja. Y cuando en sus tristes deja El celoso trovador, (1) CAMPOAMOR, La guitarra. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 2a época, año VIII, número 327. Buenos Aires, septiembre 26 de 1915. (2) Scuuca, La guitarra. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IV, número 192. Montevideo, octubre 30 de 1902. [du hl [is] R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Que el eco de su dolor Oiga el llano solitario, Se estremece en el osario Santos Vega el payador (1). El arte de cantar y guitarrear, no es reservada a una casta social; «nicht an wenig stolze Namen ist die Liederkunst ge- bannt >»; también la guitarra, ... Ofrenda y entrega Su corazón gemebundo Al más triste vagabundo Que se sienta Santos Vega... (2) La guitarra evoca los recuerdos de los tiempos antiguos ; ¿ Habrá recuerdo más digno Que vibre en todo instrumento Que el cantar que es un lamento En todo buen argentino ? Y cada vez que lo pulso Recuerda sagradas glorias Que Homero y Vega en la historia Grabaron como divino (3). tiempos antiguos donde Santos Vega cantara en la pampa, tiem- Eo) ? pos que tiene que recordar el verdadero criollo de hoy : Ya que ha llegao la ocasión Y he pulsao el instrumento, Voy a cantarle un momento Sobre nuestra tradición ; Pues en todito jogón (1) DeDE0, La guitarra. En: Dedos fuentes. Colección de poesías, página 77. Buenos Aires, 1908. (2) ARRIGORRIAGA, La guitarra. Fray Mocho, semanario festivo, literario. artístico y de actualidades, año IV, número 166. Buenos Aires, julio 2 de 1915. (3) Grosso, Allá va. Raza pampa, revista jocosa, literaria, de actualidades y costumbres nacionales, año I, número 14. Buenos Aires, mayo 31 de 1908. 314 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Todo criollo que se allega, Con gran lealtad y fe ciega Pa mostrar ser gaucho fiel, Debe ofrecer un laurel Al inmortal Santos Vega. Siempre la giieya sigamos De Santos el payador, Ya que con cierto primor Esas ideas llevamos ; Al tiempo que recordamos Su nombre al lao del jogón, Y luchemos con tesón En nuestra hermosa carrera Pa hacer flamiar la bandera De nuestra gran tradición (1). La guitarra Espíritu doliente de una edad extinguida, Llevas como una esencia divina, la doliente Ilusión de una vida que llegara al presente Con la honda tristeza de una lejana vida. Como en la flor caída, como en el sol poniente, En el prestigio ilustre de tu suave caída, Flota después del tiempo que aleja tu partida, La presencia impalpable de lo sobreviviente. Pájaro de dolores y de amores: errante Vibración argentina de la patria distante, En lo inmortal sus alas tu espíritu despliega, Porque en las claras noches de las evocaciones, (1) ViSaLes, Al señor Arturo Matón o sea El Gaucho Pialador. Raza pam- peana, revista jocosa, literaria, de actualidades y costumbres nacionales, año I, número 6. Buenos Aires, abril 5 de 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 315 El cielo de las pampas se puebla de canciones, Como antes... en el tiempo del gaucho Santos Vega (1). Entusiasmados de la guitarra son también los poemas de los cuales sacamos los versos siguientes : Oigo tu dulce armonía Con tu misterioso son Que me llega al corazón Y me inunda de alegría. Caja que brinda poesía Donde bebió Santos Vega, Hasta mi alma se anega Con tu bálsamo bendito Y el reflejo de este escrito Es tu aliento que me llega (2). En su cordaje hay rimas evocadoras Cuando hasta sus silencios acaso llega El recuerdo sonriente de aquellas horas De los largos idilios, con Santos Vega ! La luz de un viejo idilio, como aureola, Que ciñe su cordaje, tal vez le llega Desde el fondo de un rancho; que aunque española Conoció el amor gaucho de Santos Vega (3). Con guitarra el amigo es despedido de la vida de soltero : Tímidamente a tí llega Como una diosa bizarra, (1) Bravo, Poemas del campo y de la montaña, páginas 133-134. Buenos Ai- res, 1909. (2) TaLLarIco, La guitarra pampeana. La Pampa Argentina, semanario fes- tivo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año TIT, número 119. Buenos Aires, octubre 10 de 1911. (3) CARRIEGO, La guitarra. Caras y Caretas, revista semanal ilustrada, año X, número 444, Buenos Aires, abril 6 de 1907. En las dos recopilaciones de las poesías de Evaristo Carriego (Misas herejes, página 112. Buenos Aires, 1908; y Poesías, página 106. Barcelona, 1913) la estrofa en cuestión está reemplazada por la que reproducimos como segunda. 316 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La gemidora guitarra, El alma de Santos Vega! Y como ofrenda te entrega La canción de su cordaje Donde te dice el gauchaje De tu amor y su esperanza, Mientras la rienda te alcanza, De su sincero homenaje (1). Entusiasmado canta uno de los paisanos que actúan en un sainete de don Eugenio Gerardo López (2), a la tradición, a la libertad : Somos los que con pasión Propia de las almas grandes, Desde el Plata hasta los Andes Encarnan la tradición. Somos aliento de león, Coraje y virilidad... No hay rayo ni tempestad Que nos humille en la brega... ¡ Y con la viola de Vega Cantamos la libertad ! Con la guitarra de Santos Vega, se canta a la amada, alma de un edilio campero : Bajo el cielo sereno de una tarde de verano Mientras las ovejas triscan en el trebolar cercano, Y vierte sus armonías, en las ramas, un zorzal, Un mocetón, bien tallado, hasta la joven se allega, Y al compás de la guitarra que pulsara Santos Vega, Le declara sus amores en un triste nacional (3) ! (1) GANDOLFO, Décimas epitalámicas. El Fogón, periódico eriollo, ilustrado, 22 época, año X, número 431. Montevideo, julio 22 de 1908. (2) López, Garras. Sainete lírico-dramático. Dramas y comedias, año 11, nú- mero 15, página 43. Buenos Aires, noviembre 10 de 1911. (3) Jiménez, Idilio. Caras y Caretas, revista semanal ilustrada, año VII, nú- mero 299. Buenos Aires, junio 25 de 1904; reproducido en : El Fogón, periódico R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 317 Con ímpetu pide, pues, el bardo este instrumento para can- tar los cuadros camperos que vió en su juventud : Demen, pues, el instrumento Con que cantó Santos Vega, Ahora que el pecho se anega De ternura y sentimiento; Ahora que mi pensamiento Busca los cuadros camperos Que allá en mis años primeros Contemplé con alegría Y en que encuentro todavía Goces imperecederos (1). Con la guitarra de Santos Vega, se canta también a la raza a la cual perteneciera : Yo vengo a cantar la raza Desde el llanto de la bruma Como arroyo que hace espuma En cada islote que abraza. Mi canción de vieja traza Que acaricia y que consuela Hace cien años que vuela Sobre los gauchos quebrantos; Hay seis ensueños de Santos Enredaos en mi vigúela (2). Alma esencial de la raza, es su idioma; y parece como presa- gio que Santos Vega, originariamente, era héroe de un romance español, cuando Ángel Falco lo incluye en su arenga a la sonora lengua de Castilla : criollo, ilustrado, 22 época, año VI, número 260. Montevideo, diciembre 30 de 1904. (1) EL vieyo CALIXTO [ALCIDES De-María], Bordoneos. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VII, número 265. Montevideo, febrero 7 de 1905. (2) RODRÍGUEZ (YAMANDÚ), Ayer y hoy. En : Aires de campo, página 14. Mon- tevideo, 1913. 318 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Es el himno triunfal que se dilata Por el espacio y sobre el campo yerto, Con el rugido atlántico del Plata Atropellando al océano abierto, Y es el murmullo que el ombú desata Musicando el silencio del desierto ! Es el himno de América que llena El porvenir del mundo que adivina Su amanecer; las notas de la quena Del viejo quichua cuyo son resuena En los silencios de la noche andina; Y es el suave rumor que hace que vibre La raza campesina, ; El alma gaucha romancesca y libre En la dulce guitarra solariega, La que guarda cautiva El alma misteriosa y fugitiva Del gaucho Santos Vega; La guitarra del lar, arca sonora De la estirpe nativa, Que a toda hora ríe, canta y llora, Y que de heroicas fábulas se llena Cuando el silencio sobre el llano acampa, Porque en sus cuerdas, enredada suena Toda el alma nocturna de la pampa (1) ! Todos los encantos de la vida salvaje y pintoresca de la pampa ya no existen; la inmigración europea ha abrasado todo... otros modales, otros ideales... y quéjanse los modernos trovadores del cambio en las costumbres patriarcales de la vida de antaño : Cantores y poetas de esos que le hablan a uno de las cosas de la patria, no van quedando ni para remedio... Guitarreros ni milongas se oyen en los boliches... Santos Vega murió pa siempre... (2). (1) FaLco, £l alma de la raza (cunto al lenguaje), páginas 28-29. Montevi- deo, 1911. (2) Pacheco, La nota roja. Sainete en un acto. Mundial teatro, 1, número 3, páginas 2-3. Buenos Aires, abril 19 de 1914. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 319 Miguel de Unamuno (1) también ha oído hablar de la desapa- rición del antiguo ideal criollo y del gaucho: Dícenme que el gaucho ha casi desaparecido; que desde el año 70 acá los setos de alambrado han concluído con él, reduciéndole al dege- nerado orillero, y que sólo queda como su remota reminiscencia el gaucho alzao, refugiado en los confines de la pampa, lindando con las tolderías de indios. El gaucho de pampa adentro, en 150 leguas alrededor de Buenos Aires, es un pastor sometido del todo al yugo de . la civilización y servil para con el estanciero. Rubén Darío me decía que, si fuese allá yo, me había de encontrar con que más de uno de esos pastores, en vez de hablarme en el lenguaje pintoresco de Santos Vega o de Martín Fierro, me hablaría en siciliano o en vascuence, en mi vascuence. Presentaremos ahora, en mosaico heterogéneo, las tantas desesperaciones de los poetas; desaparece lo antiguo; muere el gaucho; muerto ya está Santos Vega y su guitarra; en vano desean los románticos que vuelva lo que ha pasado para siem- pre; veamos a la guitarra : Del viejo alero colgada, Como una prenda enojosa, Ya no resuena armoniosa Por hábil mano templada ; Duerme en silencio olvidada Y a tocarla sólo llega Ese vientito que juega Con la achira (2) y el cipó (3), El mismo que acarició La frente de Santos Vega (4). (1) UNamUNO, La literatura gauchesca. La Ilustración española y americana, número 27. Madrid, julio 22 de 1899. (2) Achira, planta acuática, cannácea. (3) Cipó o icipó, planta sarmentosa y trepadora. (Cf. SEGOVIA, Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos, páginas 536 y 567. Buenos Aires, 1912.) (4) Macuuca, La guitarra. El Ombú, semanario criollo, año I, número 21. Montevideo, mayo 24 de 1896; reproducido en : El Criollo, semanario gauchesco y de cosas puebleras, satírico, noticioso y otras hierbas, año IV, número 195. 320 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ya la ardiente serenata No llora penas ni amores, Ya no hay guirnaldas de flores De las chinas en la sién... Ya Santos Vega no pisa La anchurosa y verde alfombra, Ya ni el ombú presta sombra, Ya ni los gauchos se ven (1). Ya no se oye la payada Ni se baila el pericón, Ni se ve junto al fogón Comentar a la domada: Ni está bajo la ramada El tierno idilio campero, Ni del corcel coscajero Se escucha el grato relincho Ni el eco suena en el quincho De Santos Vega, el tronero (2). Ya en el rancho no nacen las flores Ni se ve la guitarra colgada, Ya no escucha la vieja ramada El idilio campero de ayer: Ya no se oyen rodar las espuelas, Zapatiando un malambo en la siega, Ni se escuchan los tristes de Vega Recordando el perdido querer (3). Minas [Uruguay], junio 2 de 1901; y también en: La Pampa, revista criolla, 2a época, año III, número 74. Buenos Aires, mayo 24 de 1905. (1) ELías ELEN, La tradición. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VII. Buenos Aires, diciembre 13 de 1914. (2) J.A.S., Vencido. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artís- tico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIT, número 301 juenos Aires, marzo 28 de 1915. (3) TRANQUERA, Tristeza criolla. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 épo- ca, año VIII, número 346. Montevideo, octubre 15 de 1906. Ar R. LEHMANN-NITSCHE ; SANTOS VEGA 321 El amor! Ya no murmura Ni en el rancho ni en el viento Ni en el famoso instrumento De voz penetrante y pura. Ya sobre el puñal no jura Ni su estandarte despliega, Ni en el baile ni en la siega Se oye el canto melodioso De aquel trovador famoso Que se llamó Santos Vega (1). Por estos campos de fuerza viva Que hoy la codicia voraz cultiva Bien para unos, para otros mal, Cruzaba el rudo potro salvaje, Vibraba el canto del paisanaje, Soplaba un libre viento inmortal. Bajo estos árboles de augusta fronda Que el tiempo a triste desprecio entrega, Y yo, de niño, miré crecer, Soñó otros mundos la Pampa honda, Con la guitarra de Santos Vega Y el alma virgen del buen ayer (2) ! No he podido hallar, dice Manuel P. Bernárdez (3), un gaucho par: describirlo a mi placer y como hubiera podido hacerlo, merced al pro- fundo conocimiento que tengo de él, de sus costumbres, de sus leyen- das y sus desgracias. Lo conozco bien; pero hubiera querido tenerlo ante mí, representado por uno de los tipos que en otro tiempo dieron asunto al romance americano y nombradía a esa valiente raza. La extinción del hombre nacional es un hecho consumado... Ya no se ven, no, aquellos de formas varoniles; los de piel tostada, alta frente > y aq > (1) Cuarras, La Pampa. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año XI, número 467. Montevideo, abril 22 de 1909. (2) MATURANA, Canción de primavera. Poema rústico en tres actos y en verso, página 89. Buenos Aires, 1912. (3) BERNÁRDEZ, 25 días de campo. Narración descriptiva de la expedición hecha por el Colegio militar de la República del Uruguay a fines del año 1886, página 71. Montevideo, 1887. T. XXI 21 322 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS y mirada altiva: los de poncho terciado y pañuelo flotante, crujiente tirador con botonadura de onzas españolas y amplio chiripá negro con franja viva, sombrero ladeado airosamente y cortante puñal de plata, botas de potrillo blanco, grandes lloronas, camiseta bordada, calzoncillos con cribo primoroso y temibles boleadoras colgadas de la cintura. Esos tipos que se ven a medias en algunos cantos ameri- canos como tristes visiones de razas extinguidas, han muerto con San- tos Vega. En esos desiertos llanos Que han habido mil contiendas Sólo quedan leyendas Que cuentan nuestros paisanos; Donde en estilos pampeanos Un Santos Vega cantó Y su ciencia derramó En endechas campesinas Que en las mentes argentinas El inmortal se quedó (1). Hoy soy tan sólo la sombra Del disgraciao Santos Vega Que al cantar se me doblega Alma, vida y corazón ; Porque recuerdo cantando Del gaucho su humilde esfera... (2). ¡ Pobre paria de la pampa! Ya el llamado no le llega Del querido Santos Vega Que tantas glorias le dió; Ya no hay cintas que la adornen, Ya no hay campos de esmeralda, (1) EL MATRERO CIMARRÓN, Bajo el ombú. Pampa Florida, revista defensora de los derechos del hombre, social, humorístico, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional, año 1, número 16. Las Flores [provincia de Buenos Aires], diciembre 22 de 1907. (2) DAMILANO, £l boicot a las mujeres, página 13. Buenos Aires, 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 323 ¡ No está el gaucho que a su espalda Sobre el potro la llevó (1)! [Gaucho] hoy es nombre de una raza extinta... Si lo queréis hallar, no lo busquéis Cantando a la sombra del ombú... No vaguéis en vano por la llanura Cuando Febo por oriente llega, Que allí sólo está la sepultura Que cubre al mismo Santos Vega (2). Ahí pasa dejando muy lejos, muy lejos Sus ranchos que fórmanse en pobres taperas, Taperas que saben de risas y cantos, De francas reuniones y rudas leyendas. Ahí pasa dejando un reguero de gloria, De heroicos relieves y gauchas escenas; Y ciérrase el libro que anota sus hechos Al postrer adiós de nuestro último Vega (3) ! Los centauros de la pampa, ya no existen o están viejos; Como notas de canciones que se pierden a lo lejos, Su carácter desaparece con el tiempo que pasó. Es el rancho una tapera que en el borde del sendero Se estremece quejumbrosa bajo el ala del pampero, La guitarra ha enmudecido; ¡Santos Vega ya murió (4)! (1) OrrsTE, La guitarra. Hormiga Negra, semanario social, literario y de costumbres nacionales, 22 época, año I, número 4. San Antonio de Areco, sep- “tiembre 13 de 1914. (2) MarzitLr, La Pampa Argentina. La Pampa Argentina, semanario litera- rio, festivo, social, de actualidad y costumbres nacionales [la época], año I, número 22. Buenos Aires, septiembre 10 de 1907. (3) VILLADOR, £l gaucho. Vida Argentina, revista ilustrada, año II, número 20. Buenos Aires, marzo 23 de 1909. (4) Marco Poo, Nueva raza. Buenos Aires ilustrado, arte, comercio, indus- *tria, sin paginación. Buenos Aires, 1913. 324 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ellos eran los únicos nacidos Junto al rancho feliz de la leyenda, Cuando había, en los pechos, más bravura Porque había, en las almas, más grandeza ! Y por eso, quizás, eran los últimos Que llegaban del fondo de la selva A romper sus guitarras preferidas En la tumba del viejo Santos Vega (1) ! Y hasta la criolla tiene que sentir la extinción del gaucho; sus deseos no se realizan... No hay para las criollas las emociones De las tiernas palabras de los copleros, Dichas al ritmo lento de las canciones Que entonaban debajo de los aleros. ¡ Pobrecitas criollas, enamoradas Del ideal soñado que nunca llega ! Ya murieron los héroes de las payadas, Ya no vibran las coplas de Santos Vega (2) ! Lamentos Ha callado la cigarra Y comienza el payador A dar notas de dolor En la profunda guitarra Que antes cantara su amor. Es bronceada su tez Cual la triste noche en calma Y en su altiva rapidez (1) IvaxnoE, En el aniversario de la. patria. El Fogón, periódico criollo, ilus- trado, 22 época, año VII, número 284. Montevideo, junio 30 de 1905. (2) Frescu Martue, Gaucha. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IV, número 159. Montevideo, febrero 22 de 1902. (Letras y Colores, año 1, no 3. acompañado de un bello dibujo de Malharro. Reimpreso en : R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Hay un destello del alma, De Santos Vega, tal vez! Las campanillas azules Están respirando amores Y ya en los obscuros tules Que se extienden, hay rumores, Perfumes, quejas y flores. Dice el payador así A la moza que le asiste : ¿Preguntas por qué estoy triste Y solo canto dolor? Porque el pajonal no existe Y ha perdido tu cantor La flor azul que le diste, Porque ya no hay ni una cima Donde rezar el rosario Cuando la noche aproxima. Porque Santos Vega ha muerto, Porque ya no es tu cantor De estas pampas el señor, Porque ya no es el desierto, Campo a sus sueños abierto. Porque ya el gaucho se muere, Porque ya la tierra hiere Reja de un arado extraño, Porque la pampa no quiere A sus hijos, como antaño! LD. S. Buenos Aires, junio 15 de 1903; va Vida Ar- gentina, revista ilustrada, año II, no 18. Buenos Aires, febrero 23 de 1909). poetas gauchescos : Hoy en día es sólo la tradición donde viven los payadores y 326 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ya murió Aniceto el Gallo (1), Ya murió Anastasio el Pollo (2), Sólo el recuerdo del criollo En la tradición la hallo ; A Santos Vega lo callo, Figura noble y divina, Que en época no mezquina A nuestras glorias cantó, El grande gaucho, que dió La República Argentina (3). Hasta ha desaparecido la tradición : Y allí está la tradición, Despedazada de olvido, Como un puma adormecido A los pies de un aluvión Y en la fantástica unción Que acaso perdurará, Se ve, de donde se está Como un algo que no llega, Que el alma de Santos Vega No muere, pero se va (4). : Dónde están ! ¡ Dónde se han ido ¡ é Todas mis gauchas grandezas ? El rancho entre las malezas Parece un desierto nido ! Y hasta en los mismos tapiales El viento al pasar se queja, Y adentro de mi alma deja Recuerdos tradicionales. (1) Seudónimo del poeta Hilario Ascasubi. (2) Seudónimo del poeta Estanislao del Campo. (3) ANÓN., Décima. En: El Parnaso Argentino. Antología de poetas del Pla- ta desde los tiempos coloniales hasta nuestros días, página 480. Buenos Aires, Méjico, Habana, sin fecha |1914]. (4) MarIxo, Acordes de mi lira. Poesías, página 26. Buenos Aires, 1914. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 327 ¡ Crece el sembrao, y la brega Del músculo todo asombra, Y flota como una sombra Sobre el ombú, Santos Vega... (1) La misma guitarra no escapa a la persecución de su rival, el acordeón; nosotros mismos, lo hemos oído tocar, en el valle del Río Negro, hasta por los indios! El instrumento favorito del gaucho, dice Arozteguy (2), era la gui- tarra, que hoy ha sido abandonada casi por el acordeón, y eran entu- siastas por el canto, improvisando payadas por cifra, que han hecho célebres a muchos cantores campesinos, como al Cantor Santos Vega, Aquel de la larga fama, Que murió cantando amor Como el pájaro en la rama. Los mismos poetas populares se quejan de la substitución de la guitarra criolla, por el itálico acordeón : En la pampa dilatada do mil gauchos generosos Rasgúean sus guitarras al lucido pericón, No se siente cual otrora los preludios melodiosos Porque suena el son roncoso del itálico acordeón Y las tiernas vidalitas y los tristes de los Santos, De los dulces Santos Vegas, como envueltos en mil llantos Por mi mente pasan ellos en solemne procesión (3). (1) Montoto, Lamento gaucho. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año IX, número 355. Buenos Aires, abril 9 de 1916. (2) AROZTEGUY, Ensayos dramáticos, página 375. Buenos Aires, 1896. (3) OLmos, Tradicional. El Trovador, semanario político, social, satírico, no- ticioso y literario, año VII, número 303. Junín [provincia de Buenos Aires], marzo 19 de 1916. 328 BOLETÍN DE La ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Manuel Miranda (1), también observa con sentir que la gene- ración nueva, prefiere el acordeón : . en toda reunión Va primero la guitarra Y después el acordeón. Ojalá que los que vengan No la arrojen al olvido, Porque la guitarra ha sido Desde que Vega nació, El laúd que más rodó Por sitios desconocidos. Como ella, también se van Perdiendo los pajonales, Ya los verdes cicutales Se acabaron como el cardo, ¡Ya no hay en la pampa bardos Cantores como zorzales ! ' El gaucho, siente todo ese cambio de las cosas y se queja : Es por eso que en las horas De calma y en que la luna Riela su rostro, siente una Como nostalgia de otroras En que canciones sonoras Entonó, y hace memoria De aquel Vega de la historia Que con « mandinga » payó Y que payando murió Entregando alma y victoria (2). (1) MiraxDa, Contrapunto entre un oriental y un argentino, páginas 14-15, 15-16. Rosario de Santa Fe [1914 (2) CARRASCO COLMAN, Ocaso pampeano. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año IX, número 347. Buenos Aires, febrero 13 de 1916. , R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 329 En gran parte de la literatura popular argentina hállase San- tos Vega como incorporación del genio de la música y del canto, y los cantores y payadores populares, son comparados o se com- paran ellos mismos, con la bizarra figura del fantástico trova- dor. Es interesante, presentar aquí los juicios de la prensa sobre payadas de contrapunto que al principio del noveno decenio del siglo pasado, el entonces célebre payador don Pablo J. Vázquez realizó con adversarios de alta fama, Gabino Ezeiza, Madriaga, etc., en los teatros de varias ciudades argentinas ; los juicios de la prensa sobre este interesante torneo, favorables al primero, se hallan reunidos en un folleto de 24 páginas, del cual entresa- camos los datos siguientes: Sud- América (Buenos Aires), del 24 de junio de 1891, dice entre otro: Anoche tuvo lleno completo el Politeama con motivo de la presen- tación del payador Vázquez, que cantó en contrapunto con Gabino Ezeiza, que se creía invenciblé en la improvisación de versos. El pú- blico que anoche oyó a los dos payadores, ha pronunciado su fallo, dando la palma de laurel a Vázquez que, a pesar de su voz débil por hallarse un poco enfermo, consiguió un éxito por los buenos versos que hizo, cantando las glorias de la patria, lo mismo que la figura del gaucho Santos Vega a propósito de la composición del poeta Rafael Obligado. Los versos de Vázquez en nada se parecen a las improvisa- ciones de Gabino, son llenas de armonía y cantados con más gusto y elegancia. Victor Aguirre, en El Día de Montevideo, en 26 de mayo de S ») ) y 1892, escribe lo siguiente: La existencia real o fantástica de Santos Vega ha dejado una como huella luminosa en las dilatadas praderas argentinas y un largo cari- ño en el alma criolla hecha para sentir los impresiones de la natura- leza con una violencia y persuación incomparables. Así como la Iliada y la Odisea llenaron la Grecia de rapsodas bri- llantes, la memoria del cantor nacional tornada en tradición querida, ha sido el estímulo inicial de muchos poetas populares que sin más 330 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS fortuna que astro nativo, sin más ciencia que la aprendida en el bivac de la vida errante, ni más anhelo de gloria que los aplausos locales, hacen de vez en cuando su aparición en las ciudades, cantando amar- guras propias, enalteciendo las glorias del criollaje, o simplemente exornando con el canto paisajes y visiones que pasan ante los ojos del auditorio como bandada suelta de pájaros de colores. Son esos poetas del pueblo de la raza de aquellos que en los épicos tiempos de antes, cantaban junto al fuego de los campamentos la odisea pintoresca de la vida campestre y los azares de la lucha, echan- do siempre alguna flor en la tumba del valiente cuyos huesos queda- ban allá en la cuchilla, bajo una cruz de ramas, rodeada por la banda negra de las aves rapaces. Pablo Vázquez es de la familia de los cantores nacionales. Pulsa la guitarra, ese dulce instrumento que ha pasado a través de generacio- nes de gauchos suavizando asperezas, endulzando alegrías y dando salida armoniosa a la pena, e improvisa con una tal facilidad que se piensa al oirle, en los versos de Hernández: que los versos brotan de sus labios como agua de manantial. Cantó anoche Vázquez en el Politeama Oriental, generosamente cedido por el infatigable empresario Arona, variadas trovas de su re- pertorio y otras compuestas con oportunidad y dedicadas a personas allí presentes, mereciendo unánimes aplausos. De sus versos los que más gustaron fueron unos de sabor genuina- mente nacional. Era la pintura de la tempestad : el pampero dando al pasar «manotadas al alero del rancho»; la nube hecha trizas por el viento; el rayo surgiendo súbito como fogonazo cercano, y luego la vuelta de la calma, con el «olor a tierra mojada y el perfume agreste de los tréboles. » Todos los versos de Vázquez llevan el sello de un delicado senti- miento; es que el cantor ha heredado del legendario Santos Vega, su parte de luz que esparce en ráfagas doradas. Hay en sus versos do- lientes algo de la tristeza infinita de la pampa desierta, cuando brilla a lo lejos en los fríos cielos del sur el alto crucero, extendiendo en la sombra sus brazos luminosos. Le lleva al pardo Gabino, por quien tanto entusiasmo se sintió aquí, la ventaja en imaginar imágenes lindas que son como flor de ideas ; en la corrección del decir y en la rapidez y espontaneidad de improvisar. En 1894, el 1* de julio, en el teatro Apolo de Buenos Aires R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 331 realizóse una payada entre Vázquez y el payador uruguayo Madriaga, y La Prensa de Buenos Aires, del día siguiente, dice al respecto : Hace muchos años que no tenía lugar una payada en público, y quizá esta causa contribuyó anoche a que el teatro Apolo, a las siete y media de la noche, ya se encontrara completamente repleto. A las ocho no quedaba en el teatro un solo sitio desocupado; los palcos contenían cada uno doce o más personas, y por los pasillos era imposible transitar. La policía se vió en la necesidad de formar un cordón que impidie- ra la entrada a más de quinientas personas que se quedaron sin ella, por haberse concluído en boletería y que amenazan penetrar por fuerza. Después de algunos ejercicios de prestidigitación, el público impa- ciente exigía que empezase el contrapunto entre los payadores Váz- quez y Madriaga. Levantado el telón, apareció Madriaga, quien hizo una presenta- ción muy aplaudida. Tocóle en seguida el turno a Vázquez, que manifestó que no bus- caba gloria para sí en la jornada sino gloria nacional. Empezó Madriaga hablando de la historia de la República Oriental, citando a Artigas y Lavalleja. Vázquez le contestó que no había citado ningún hecho histórico y le pidió que hiciera la historia de los patriotas que había citado, ex- cusándose de contestar su contendor por no conocerla, según declara, por cuya causa Vázquez los historia, pasando después a hablar de San Martín y Belgrano lo que le valió grandes aplausos. Sin contestar Madriaga a lo dicho, pidió que se cantara por cuarte- tos, a lo que accedió su contrario. Vázquez dijo que no habiendo podido conseguir que su contrario lo siguiera en ningun tema pedía al veterano Trejo que se encontraba presente, que diera alguno. Accediendo al pedido, Trejo indicó a Santos Vega, tema que fué apenas desarrollado por Madriaga y que Vázquez refutó, sosteniendo que Santos Vega no había existido. Refiriéndose Vázquez en su canto a su estadía en Montevideo, dijo que había cantado las glorias argentinas y diseñado la figura política del doctor Alem, lo que le valió muchos aplausos. 332 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En seguida como no le contestara su contrario, hizo varios cargos al payador Gabino Ezeiza, por haberse ocupado de él, y lo invita a cantar, asegurando que se encontraba en el teatro, cosa que no es de suponer puesino se presentó. Después de pedir tema asu contrario y cuando parecía que recién la lucha se iba a empezar, Madriaga manifestó que se consideraba rendido. Entonces Vázquez pidió orden al público en razón de las numero- sas señoras que allí se encontraban, y se despidió, dando las gracias al público por los aplausos de que había sido objeto. Y así terminó esta payada, para la cual fué desatfiado el argentino Vázquez, por carta que publicó La Prensa. También en Chile existen todavía torneos de la clase indi- 'ada, y reproducimos de un libro raro de Daniel Barros Grez, los siguientes párrafos, muy interesantes : Mis lectores saben sin duda lo que es un pallador, ese hombre que al son de su guitarra o al compás de los golpes de sus dedos sobre una mesa, es capaz de sostener una conversación en verso, por horas ente- ras, en un estilo desigual, que pasa por todos los tonos, desde el chocarrero i bajo hasta el altisonante i bombástico; desde el brusco, atrevido i punzante, hasta el tierno i sentimental. Pueden agotárseles los pensamientos, pero no los diferentes jiros i modos de decir, que es en lo que casi siempre hacen consistir el estro poético. Don Juan i Perico no fueron los últimos en acercarse a la ramada de los célebres palladores; i ayudados por Cucho, que hacía valer las fuerzas de los pechos de su caballo, se abrieron paso por medio de la jente, hasta ponerse sobre la vara de la ramada. Debajo de ésta veíanse los dos palladores, que cual dos formidables atletas, parecían prontos a embestirse con las armas de su palabra i de su injenio. Lla- mábase uno de ellos José Alarcón, i tenía por apodo el abajino, por ser nacido i criado en el norte de la república. El otro era Francisco Cáceres, natural del sur, ia quien por contraposición llamaban el arribano. Aquella era la primera vez que se veían; miráronse i exa- mináronse mutuamente, como para sorprender i adivinar cada uno de ellos el ingenio del otro. Tenían.en la mano sendos vasos, que ellos vaciaban a medida que se los llenaban de aguardiente o de chicha. Después de haber repetido sus libaciones, como para pedir pensa-" —_— R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 333 mientos al dios de las vendimias, se sentaron gravemente, dejando en medio de ellos una mesa llena de botellas i vasos. Toda la jente, que estaba dividida en dos bandos, uno a favor del arribano i el otro por el abajino, los miraba en silencio. El primero que habló fué Alarcón, que dijo a su contrario : Mucho tiempo ha que desiaba Encontrar al arribano, Que me dicen que es gran pueta A lo divino i humano. A lo que contestó Cáceres : Yo también tenía ganas De dar con el abajino ; Métele como querais A lo humano o lo divino. Alarcón repitió : Mui engallado venís, Mas yo te bajaré el gallo, I en Alarcón hallarís La horma de tu zapato. Ambos partidos miraron a Cáceres para ver lo que contestaría a esta bravata. El arribano respondió prontamente : Si sois horma, yo no dudo Que sois un pueta de palo; Pero cuenta que no seais La zuela de mi zapato! Los partidarios del arribano palmotearon g0zosos, mientras el aba- jino, poniéndose de mil colores, dijo : Puesto que sois Salomón I tenís giienas potencias, A todo lo que pregunte Me has de dar cabal respuesta. Cáceres dijo : Por Dios, que no necesito Ser el eran rei Salomón, Para contestar al punto Il vencer a un Alarcón. 334 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Alarcón preguntó entonces : Pues agora has de decirme, Ya que de sabio te precias, ¿De qué materia es la luna I de qué son las estrellas ? [Sigue una página de preguntas y respuestas sobre materia celes- tial en que interviene Dios mismo; una contestación inesperada de Cáceres produjo « una salva de aplausos; muchas voces exclamaron : — ¡Viva el pallador a lo divino! — A lo humano ahora! A lo huma- no! gritaron otras voces. » Después de tiroteos mutuos para ofender y estimular al adversario, uno de los palladores salió, siempre en Verso, con adivinanzas populares que el otro no tardó en solucionar inmediatamente para desafiar luego a su contrario del mismo modo... supervivencia moderna del certamen de los maestros cantores en Wartburgo, donde cosas sagradas y adivinanzas desempeñan un papel de importancia. ] Durante más de dos horas prosiguieron su lucha los palladores, atacándose i defendiéndose sin ceder ninguno de ellos un punto a su contrario. Unas veces se sobreponía el arribano, otras predominaba el abajino. Los amigos de uno i otro tomaban parte en la contienda, animando a sus respectivos campeones, ya con aplausos, ya con dichos picantes i aun con amenazas al enemigo. La victoria, pues, parecía indecisa; pero habiendo menudeado los tragos el buen Alar- cón, empezó a tartamudear, por lo que le dijo Cáceres : Cuidado con esa lengua Que ya se anda a trompezones... Diga : ¿que se le ha bajado El discurso a los talones ? [Y siguen insultos mutuos. | Una risotada jeneral, que lanzaron los partidarios de Cáceres, puso furioso al pallador Alarcón, quien, lleno de enojo se lanzó, puñal en mano, sobre su contrario. Éste paró al momento el golpe con su cata- na, que instantáneamente salió de la vaina; i el teatro de Apolo se habría convertido en el Campo de Marte, si la jente no se hubiera interpuesto entre los irritados poetas. Por último, habiendo tomado entre enatro personas al abajino, que era el más empeñado en herira R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 335 su contrario, lo llevaron a un cuarto de la casa, i allá lo encerraron para que durmiera. Con esto se deshizo aquel tumulto... (1) Los juicios de la musa popular con respecto al payadorabun- dan en exageraciones : El payador es el vate Tradicional de este suelo Que canta con desconsuelo Los dolores que sufrió ; Martir de una pena amarga Y la tez del sufrimiento La canta con triste acento Como Vega nos cantó (2). El murmullo de los hombres se apacigua de repente; Las muchachas se sonríen con un gesto embriagador; Las guitarras han callado; abigárrase la gente, Y todo es expectativa porque ha entrado el payador. Él domina el escenario de la fiesta de campaña Su mirada es un mandato, su deseo una orden es, Porque en él ve el paisanaje un pedazo de su entraña, Al que adora ciegamente y oye con grave interés. Porque es toda una leyenda revivida, el personaje Es el alma y es la vida de la estrofa popular; Rememora a Santos Vega, el « Dios Uno » del gauchaje, Y por eso se le adora aplaudiendo su cantar... (3) El gaucho canta Enternecido, (1) Barros GREZ, El huérfano, páginas 54-62. Santiago, 1881. (2) Ezeiza, Apud González (Fausto), Colección de composiciones poéticas en estilo gamehesco, página 42. Montevides, 1885. (3) BLasquez, El payador. El Fogón, periódico eriollo, ilustrado, 22 época, año VII, número 267. Montevideo, febrero 22 de 1905; reimpreso ibidem, año VIT, número 336, julio 30 de 1906. Reproducido en La Pampa Florida, revis- ta social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional, 32 épo- ca, año IV, número 173. Las Flores [provincia de Buenos Aires|, mayo 16 de 1915.) 336 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Adormecido Por su dolor : Y nos espanta O nos seduce Lo que produce, Rimas de amor. Es su cadencia Un galopando Porque rumiando Va su cantar; De Vega influencia Cuando a caballo Del ruano o bayo Va trabajar (1). Es de mi raza un girón Que va desapareciendo Ante el sendero que abriendo Va la civilización : Es el más noble blasón Que queda de nuestra historia, Es el timbre de más gloria, Y aunque muera en la refriega, El inmortal Santos Vega Perdurará en la memoria (2). Roberto Payró, en un corto bosquejo literario (3), pinta el ta- lento de un joven para retrucar cualquier pregunta, bien o mal intencionada; es « Pancho, el aprendiz de payador, que andaba (1) DiLLÓN, Otra eosa es con guitarra. La Pampa, revista criolla, 22 época. año II, número 49. Buenos Aires, noviembre 23 de 1904. (2) SaPARRAT, El payador. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año II, número 75. Buenos Aires, diciembre 4 de 1910. (3) PaYró, Poesía popular. El Fogón, periódico eriollo, ilustrado, 22 época. año V, número 232. Montevideo, agosto 30 de 1903; reimpreso i¿bidem, año XI, número 458, febrero 15 de 1909. Forma también un capítulo de la novela : PaYró, Pago Chico, páginas 203-209. Barcelona-Buenos Aires, 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 391 siempre a vueltas con la guitarra y se esforzaba por descubrir el mágico secreto de Santos Vega, con el instinto del pájaro cantor que reclama a la compañera querida en secreto ». Los peones de la estancia, tendidos en el pasto al amor de las estre- llas, iluminados a veces por una ráfaga roja que relampagueaba de la cocina, fuman y charlan a media voz, con palabra pere- zosa, inconscientemente subyugados por la majestad suprema de la noche; discuten la suerte de las ánimas, y Pancho, des- pués de haberse burlado de las ánimas, de las mozas y viejas, contesta a la pregunta sobre las de los payadores con la impro- visación : Los payadores de lay, Los payadores de veras, No mueren nunca, paisano, Ni son ánimas en pena... Siguen cantando no más Lo mesmo que Santos Vega!... Como hábil rimador aparece Santos en la imaginación de un moderno tenorio, bien pintado por Nemesio Trejo (1); dice aquél que es como Santos Vega : cada vez que ocupa el pensamiento por asunto femenino, le sale en verso. El nombre de Santos Vega, como genio del canto y de la poe- sía, es la concentración del payador, su ideal, su ídolo: Cuando la brisa que llega Y nos besa nuestra frente, Como una queja sonriente En la pampa se doblega Do descansa Santos Vega, El inmortal payador, De la pampa el trovador, El rey de los ruiseñores, (1) TreJO. Tenorios criollos. Balance del semestre. La Razón, diario de la tarde. Buenos Aires, mayo 23 de 1914. T. XXI 338 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El cantor de los cantores, Honra, pues, de mi nación. ¡Santos Vega! ¿quién pudiera Hoy tu nombre recordar Y con el alma cantar Tu gloria tan justiciera (1) ? Gaucho soy, ¿quién me lo niega ? Firme y altiva la mirada Bebí en la fuente sagrada Donde bebió Santos Vega. Y siempre alzando en la brega Las glorias de mi nación... (2) ¡Oh, gaucho ! Formidable cachorro de la pampa Aun vives, perpetuando tu homérico blasón, Aun baten vientos épicos tu poncho. Aun entre el hampa Del agio y la aventura, se ve pasear tu estampa Y sangra todavía tu inmenso corazón. El alma de los lares pampeanos se despliega Verde y serena en medio de vértigos de luz. El gaucho de otros días se extingue y no se entrega : - Matón con Juan Moreira, cantor con Santos Vega, Es héroe entre los héroes con el soldado Cruz (3) (4). Santos Vega Al payador Antonio Caggiano. Quiero arrancar de mi lira Con un arpegio armonioso (1) EL TrRovaboR DE Los LLANos, 4 la Pampa. La Pampa Argentina, re- vista criolla, 22 época, año II, número 46. Buenos Aires, noviembre 2 de 1904. (2) De BeLLazz1, Campera. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIII, nú- mero 338. Buenos Aires, diciembre 12 de 1915. (3) Cruz, es el héroe del drama 4lma Gaucha, de Alberto Ghiraldo. (4) Sirva, Alma gaucha. Ideas y Figuras, revista semanal de crítica y arte año TIT, número 63. Buenos Aires, diciembre 19 de 1911. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 339 o Un ritmo, para el grandioso Santos Vega, el payador; El payador argentino, Gloria de nuestra nación, Payador de corazón, De espíritu, alma y honor. Sucumbistes, mas tu nombre Siempre será venerado, Y aunque ya han cantado Tus hazañas y victorias, Yo quiero también cantarte Como cantor argentino, Y respetuoso me inclino Al saber de tí tantas glorias. Fuistes en la Argentina Como en toditos los lares. El de los patrios cantares Y mereces estimación : Y al recordar hoy tu nombre Tan lleno de sinsabores, Te brindo estas pobres flores, Nacidas del corazón. Azul y Blanco. (El Trovador, semanatio político, social, satírico, noticioso y literario, año V, número 217. Junín [provincia de Buenos Aires], julio 3 de 1914.) El mundo podrá decir Si fué mi cantar fecundo, Sacándolos del profundo Cual negro abismo a lucir A los gauchos sin fingir Con el candil en la brega Cual hoy con la luz que llega Dándole más claridad 340 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS O mayor publicidad Al payador Santos Vega (1). El buen criollo de hoy no se olvida de su suelo y de sus ante- pasados; son nobles sus intenciones : Defender como eriollo Nuestras viejas tradiciones, . Dedicarle mis canciones Con un acento triunfal Y a la tradición de Vega (2). Hasta la alta intelectualidad argentina defiende los derechos de la poesía popular representada en la persona de Santos Vega (53) : Es un error creer que nuestra poesía popular degenera. El que lo- era libertarse un poco de la fascinación producida por literaturas eu- ropeas, puede aún saciar su espíritu de belleza pura en una que otra colección de cantos argentinos con que ha tiempo enriquecieron nues- tro orgullo algunos inspirados compatriotas. Y si hoy no existiera, por desgracia, el prurito de hacer acto de buen tono menospreciando las estrofas gauchescas, fácil fuera conven- cerse de que lejos de degenerar, se torna más lozana, menos triste, más brillante la musa de Santos Vega. Cada payador venera, pues, a su místico maestro : Con frase sencilla y clara Se demuestra bien patente Todo el cariño que siente (1) DiLLON, Contestando. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año II, número 67. Buenos Aires, octubre Y de 1910. (2) Manco, Diana. En: Manco, £stilos criollos, página 16. Buenos Aires, le. 1908). Idem, en Manco, El trovador de la pampa y la pasión de un gaucho, página 23. Buenos Aires [c. 1910). z z e] ( A (3) ANÓN., Poesía popular. Ideas y formas. La Prensa. Buenos Aires, febre- 7 ro 22 de 1901. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 341 Por los paisanos de antaño ; Cada estrofa es un aplauso Que en'justicia altiva lega Al inmortal Santos Vega Sin fingimiento ni engaño (1). Pero no sólo en el canto o en la payada de contrapunto, evó- case el nombre de Santos, en cualquiera oportunidad donde se toca la guitarra, en el baile, o al terminarse el pericón, se rinde homenaje a su genio : Se apagan las vibraciones de la clásica guitarra, El silencio se entroniza y en sus misterios amarra A las jóvenes parejas que bailan el pericón, Cerrando así las jornadas de su diaria, hermosa brega Como un homenaje de alma al divino Santos Vega, Como un homenaje de alma a su hidalgo corazón (2)! Características para las poesías populares rioplatenses son las glorificaciones mutuas de sus representantes, rasgo no co- mún entre artistas, tal vez heredado de épocas anteriores, he- roiceas... aunque uno que otro de los apologiados retribuye a su adulador con la misma moneda. El elogio es exuberante, des- bordante y coronado, como un santo con su diadema, con el nombre de Santos Vega! En los siguientes versos, sus autores se dirigen a un amigo sin nombrarlo directamente; seguramente, éste era como el hé- roe de una novela de Santiago Maciel, «payador y guitarrero de fama; un pichón de Santos Vega que estaba emplumando al calor de las rancherías »... «se letenía por payador y al decir del paisanaje, el muchacho iba a dar cola y luz al mesmo Vega, (1) SierRa, £l cantor del pago. La Pampa Argentina, semanario festivo, li- terario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 24 época, año III, nú- mero 95. Buenos Aires, abril 16 de 1911. (2) VareLa, El Pericón. Santos Vega, revista semanal de actualidades, año Il, número 7. Buenos Aires. febrero 14 de 1914. 312 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS el cantor de las llanuras, el que supo interpretar la música re- ligiosa de los crepúsculos pampeanos » (1). Cantores de esta clase son como aquel que se elogia en los versos siguientes : Pulsa lindo el diapasón De una manera que encanta, Lo iguala al rey de la panipa, Vigame pues lo que le digo : Yo lo tengo en la ocasión Por un cantor a lo Vega Y al escucharlo, se allega No sé qué en mi corazón (2). Pero, ¿qw'es lo que tiene, compañero? ¿Por qué no canta ya milongas de esas picantes como ají? ¡Si parece persona su guitarra que llora y se lamenta! Y su voz, a la fija, que es lo mesmo que la de Santos Vega, aquel payador lindo, aquel de tantas mientas, Del que cuentan los gauchos antiguales que pa que lo vencieran Jué preciso que el malo se costiase hasta el rancho de Vega (3)! En la mayoría de los casos, los poetas nombran al amigo que han favorecido con sus estrofas; la mayoría de éstos son bien conocidos entre la gente de la campaña; v. gr. : (1) MactieL, Vatiros. Biblioteca de La Nación, volumen VII, páginas 61, 87. Buenos Aires, 1901. (2) Meucci, Floreos de un paisano dedicados a un pastor. En : Meuccr, El ál- bum gaucho y poético, página 23. Buenos Aires [1912]. (3) CASTELLANOS, Nostalgia. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año IX, número 395. Montevideo, octubre 22 de 1907; reimpreso ibidem, año X, número 402, diciembre 15 de 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 343 Gustavo Garibotto a Rafael Remani : ¡ Canta, canta tu que sabes despertar el sentimiento, Canta, canta tú que alientas los impulsos de la vida! En tu voz algo hay que vibra de armonioso, y en tu acento La ternura de tu alma de poeta dolorida. Yo te oí cantar endechas que el espíritu arrobaban En el ritmo quejumbroso de tu voz de trovador, Y al compás de las bordonas que tus dedos preludiaban, Palpitaba algo del genio del gran Vega el payador (1). A. S. Pereyra a A. Cachón Acosta : En las borrascas del alma Vos sos un puerto seguro, Vos serás siempre mi escudo En la tempestad o la calma; Sos como la altiva palma Que se yergue en el desierto Adonde con paso incierto Siempre el peregrino llega, Vos sos el alma de Vega, Vos sos la sombra de un muerto (2). Alero al amigazo R. P. Vieytes : Risulta que la junción Que jué dada la otra noche, Ande hiciste un derroche De tu gaucha inspiración, Causó tan grande alegrón Entre los mentaos « Pampeanos » Que uno a uno los paisanos Ripetían sin cesar : (1) GaribBorTO, Para tí. La Pampa Argentina, revista nacional e ilustrada, 22 época, año V, número 168. Buenos Aires, septiembre $ de 1912. (2) PEREYRA, La guitarra. El Palenque, periódico criollo de costumbres na- cionales, erítico, literario y de actualidades, año I, número 11. Buenos Aires, octubre 20 de 1911. SILA BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS « ¡ Ese sí sabe cantar, Es un Vega, el de los llanos! » (1) Manuel P. Bravo (2) a Higinio D. Cazón : Proseguid en tu camino Aunque es tremenda carrera, Émulo de Santos Vega, Con el tiempo lo serás. Proseguid venciendo todo Sin que nada te amedrantes, Que adonde quiera que cantes, Siempre triunfo alcanzarás. Eustaquio de la Peña (3) al mismo : En tus versos, payador, He notado pulimento Y con tus trevas el contento Encontró mi corazón ! Serás la sombra, Cazón, Del inmortal Santos Vega, O la imagen verdadera, De la santa inspiración. - Eustaquio de la Peña (4) a Manuel C. Cientofante : Sos payador y sos vate De tradicional memoria Que cantas como una gloria Los pesares que te abaten ; El que en el rudo combate (1) ALero, Carta abierta. La Juventud, semanario jocoso, literario, criollo y social, año II, número 41. Buenos Aires, agosto 17 de 1905. (2) Bravo, Ayer. Apud Cazón, Alegrías y pesares, canciones nacionales, pá- gina 62. Buenos Aires [e. 1910). (3) De La Pesa | Dedicatoria]. En: De La PEÑA, Nuevas milongas para san- tir con guitarra, página S. Buenos Aires, 1911. (4) De La Pesa, Dedicatoria, ibidem, página 7. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA IL) De la existencia azarosa Canta con voz armoniosa Los dolores que sufrió Como Vega los cantó Allá en la pampa grandiosa. Gabino Ezeiza es uno de los más festejados poetas ; Silverio Manco, bajo el seudónimo de «Gaucho Viejo », le echa el si- guiente « pial de estima » (1): Gabino rey de los bardos, Primer sucesor de Vega, Al llamado de un colega Traiga'sus versos gallardo ; Tendremos palmas y nardos Para premiar sus versadas, Y las vihuelas templadas Darán su acorde armonioso, Acompañando al coloso De las épicas payadas. Luis de Bellazzi llama a Gabino Ezeiza : El hijo del gran Quijote argentino que paseó su guitarra triunfante en la bacanal de las payadas de Santos Vega (2). Otro admirador de Gabino Ezeiza lanza toda una poesía, compuesta de ocho décimas, en honor de su santo : (1) Gaucho Viejo, Pial de estima. El Payador, revista semanal de carácter criollo, año I, número 5. Buenos Aires, junio 10 de 1913. (2) De BeELLAzz1I, Gabino Ezeiza. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIIT, número 321. Buenos Aires, agosto 15 de 1915. BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Un sueño y una flor Al rey de los payadores, Gabino Ezeiza. La yerra ya terminaba En el campo de la Cruz Y por detrás del capuz De nube el sol se ocultaba ; Ya la gente preparaba La retirada con paz Cuando un griterío tenaz De niño, mujer y hombre Dejó en la mente aquel nombre Más benigno de la paz. Aplausos, vivas camperos Con entusiasmo se oía, Hubo una voz que decía : <«¡ Lo ha traído el viento pampero !» Allá por el entrevero Sentíanse con amor Voces tiernas de clamor Límpidamente filial Que gritaban sin cesar : «¡Santos Vega el payador ! » Todos los gauchos montaron En sus pingos compañeros, Propios de cuadros camperos Y a Santos Vega rodearon : Su guitarra le alcanzaron En sus manos; la pulsó, Un estilo preludió Cual la voz del pensamiento Y con sumo sentimiento Estas décimas cantó : « Quiero dejar mi conciencia Limpia como mi guitarra, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Dando la franca y bizarra Voz de mi inteligencia ; Por medio de la experiencia Que la natura me dió, Mi mente sublime vió Como el hada que adivina Aquí en la tierra argentina : ¡ Gabino Ezeiza nació ! « Doy este nombre sagrado Para que vean, paisanos, Que los quiero, hermanos, Por la bondad soy guiado ; El nombre que he nombrado, Es el de un payador, No le neguéis el amor, Atendedle cuando canta, Es como yo por su estampa, Adoradle con ardor. « Ya mi voz gaucha les ruega A mis amantes paisanos Que se amen como hermanos Porque mi muerte ya llega ; Sucesor de Santos Vega Gabino Ezeiza quedó. Por eso les digo yo Atiéndanle cuando cante Y cuando su voz levante, Santos Vega ya murió. « Verán, paisanos queridos, A lo lejos debatirse, Ronea mi voz ha de oirse Lanzando tristes quejidos ; Entonces vuestros oídos Irán de lo cierto en pos Y dirán : Ya vimos dos Payadores argentinos, 348 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Uno muere con sus trinos Y : adiós para siempre, adiós ! 1] En esto la paisanada Extendió lejos la vista, Creyendo seguir la pista Del gaucho que se alejaba ; Santos Vega galopaba Con rumbo a su triste suerte Cuando. un estampido fuerte Rompió del llano callado ; Era Vega que postrado Agonizaba en la muerte. 3artolomé Apriles. (La Pampa Argentina, semanario nacional e ilustrado, 22 época, año V, número 136. Buenos Aires, enero 28 de 1912.) Miguel Reguera a Francisco Brancatti : De entre las varias veces que he tenido oportunidad de oir a este joven cantor argentino, nunca tan brillantemente lo había notado co- mo estuvo hace varias noches ante un numeroso, a la vez que severo auditorio... Esta que pudiéramos calificar con el nombre de la noche de su consagración, será el estímulo más grande y alentador que ser- virá para dar bríos, fuerzas nuevas al joven trovero, logrando así la posesión completa de sus grandes aspiraciones; y para que de hoy más en adelante podamos contar con un nuevo y entusiasta cultor del canto popular, agregando así uno más a la ya numerosa pléyade de los émulos del inmortal Santos Vega (1). José Agustín Dillón (2) a un N. N. de Giles: (1) ReGUERa, Francisco Brancatti (Cantor nacional). La Pampa Argentina, semanario festivo, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIII, número 318. Buenos Aires, julio 25 de 1915. (2) DiLLÓN, De Giles. La Pampa, revista criolla, 22 época, año 11, número 31. Buenos Aires, julio 20 de 1904. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA ] 919 De Giles también se viene Ostentando su valor, Un buen gaucho de mi flor Que sus ocios entretiene En pulsar como conviene, La guitarra de aquel Vega Que jamás se le despega Al gaucho en la Pa ahuyentar la inmensidad soledad Mientras la muerte nos llega. El mismo a Luis de Bellazzi (1): Don Luis de Bel lazzi llega Con clarinadas de gloria Para darnos luz notoria Por nuestra senda de brega. Cántanos cual Santos Vega Sin desdenar un consejo, Mirándonos al espejo Sin pelos en nue Ni tener a nadie stra lengua en mengua Con nuestro propio despejo. o) =l Domingo Mináforo ( Admiro la inspir ) a Juan C. Gómez: ación Que de sus versos chorrea, Acariciando la idea De una lejana vi sión : Prosigo con atención De sus versos la Y a veces se me lectura figura Que Santos Vega en persona (1) DiLLóN, « La Pampa Argentina ». La Pampa Argentina, semanario fes- tivo, literario, de actualidades y costumbres nacionales, 24 época, año VII, nú- mero 261. Buenos Aires, junio 21 de 1914. (2) MixÁrORO, Contestando. La Juventud, semanario jocoso, literario, social y de actualidades, año IV, número 131. Buenos Aires, mayo 23 de 1907. 350 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Contrapunteando abandona Su ignorada sepultura. Un anónimo (1) a un amigo que se oculta bajo el seudónimo de Giemes Santos Amores : No le matan los rigores Ni la pena le acongoja, Al gaucho fiel que deshoja El fruto de sus amores : Es Giiemes Santos Amores El tradicional paisano Que en el poblao y en el llano Su carácter no doblega, Recordando a Santos Vega Y su cantar soberano. Francisco Marrón (2) a Silverio Manco (Gaucho Viejo) : Si canta como un zorzal Cuando alguno se le pega, Si es la figura de Vega En cuestión de improvisar ! Alcides De-María («Calixto el Ñato») (3) a Gervasio Mendez : Regando la sepultura Que ahora encierra tus despojos, Vierten los lánguidos ojos Manantiales de ternura, Y con la triste amargura Que encierra el lenguaje humano, (1) ANÓN., Recuerdos de Santos Vega. Santos Amores. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 2a época, año 111, número 112. Buenos Aires, agosto 13 de 1911. (2) MarróN, Flores. El Payador, revista semanal de carácter criollo, año I, número $. Buenos Aires, junio 22 de 1913. (3) De-María, A la memoria de Gervasio Mendez. El Fogón, periódico criollo, [la época], año II, número 84. Montevideo, abril 22 de 1897. . R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA : 351 Dice llorando el paisano : ¡ Cayó por la Parca herido ¡ Layo 1 El Santos Vega entrerriano ! «El Viejo Tiatucurá » (1) a Carlos Pedoja : ¡ Ah, barroso de mi flor Es ese su parejero ! Bien ensillao con su apero, Un pingo que da calor ; Y usted que es giúen corredor Y pa los tletes prolijo, Puede igualarse, de fijo, A Santos Vega el cantor. Un anónimo (2) a Francisco Leiva: El amigo Pancho Leiva Sin que yo quiera achicarme, Es guapo para cantarle Hasta el mismo Santos Vega. Si en esta payada, ahijuna, No lo he podido vencer No es porque he sido chambón Ni que no llegue a poder ; Cuando anda, anda con cuidado De que lo van a vencer. Angel Conte Lotito (3) a Federico Curlando : ¡ Oh moderno Santos Vega, Tu inspiración me sugiere (1) EL VieJo TIATUCURÁ, Ami amigo Carlos Pedoja. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año II, número 64. Montevideo, febrero 28 de 1900. (2) ANÓN., Del arrabal. Una payada. Crítica, diario ilustrado de la noche, imparcial e independiente, año III, número 810. Buenos Aires, diciembre 15 de 1915. (3) CoxtE Lor1ro, Oyéndote cantar. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año IX, número 350. Buenos Aires, marzo 5 de 1916. OZ BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que a la tradición que muere Tu espíritu no se entrega ! Tu dulce canto que anega De luz, belleza y calor, Me hace ver al precursor Del futuro venidero, Marcando tu derrotero El rumbo del payador. Eustaquio de la Peña (1) a Pablo J. Vásquez: ... hoy que en tin has caído, Ninguno te recuerda Olvidan tus ofrendas, Máximas de moral : Pero las tradiciones, Digo la nueva era, Te pintarán cual Vega Tu ingenio colosal. B. V. Charras (2) a la señorita Clotilde Guyot : Aquel que las ausencias De su adorada gime, Bien puede tus acentos, Clotilde, comprender: Por eso cuando cantas, Llorando como Vega, El corazón del bardo Se siente estremecer. Los tristes de mi tierra Conservan bellas notas Que lucen cual diamantes Cuando los cantas tú ; (1) De La Peña, Enmemoria de Pablo J. Vásquez, revista criolla de costum- bres nacionales, obra citada, página 18. (2) CHarras, Pasionarias. La Pampa Argentina |la época], año I, número 17. Buenos Aires, julio 28 de 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 393 Son ayes que interpretas Con pasional ternura Como si fuesen salmos De la región azul. Fidel A. Granato (1) a José Betinotti y P. F. Ponce de León : Ustedes, nobles amigos, Que al olimpo han escalado Y con justicia ganado De esa historia un buen lugar, Y si Vega el payador Dejó su nombre grabado, Vosotros habéis ganado El vuestro inmortalizar. José Betinotti (2) al eximio payador Luis García : Jamás con la lisonja Ni vil zalamería De mi guitarra amada Marchóse el diapasón ; Que yo amo y desprecio Porque es la suerte mía Y porque así me indica Mi franco corazón ! Por eso hoy con las notas De célica alegría Imprime en mi garganta Su ardiente inspiración Para elogiar ufano Al que es fiel parodia (1) GRANATO, Desde mi puesto. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 24 época, año II, núme- ro 76. Buenos Aires, diciembre 11 de 1910. / (2) BETINOTTI, Al eximio payador Luis García. En : BETINOTTI, Mis prime- ras hojas, páginas 50-51. Buenos Aires, 1903. Idem en : Lo de ayer y lo de hoy, páginas 36-37. Buenos Aires |1909.| T. XXIU 23 354 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Del bardo Santos Vega De noble tradición ! Mas sé que no pudiera Cantar en mi vihuela Los méritos que encierra Un nacional cantor, El que es de Santos Vega La luminosa estela, El que hoy un pueblo aplaude : García el payador ! Muerto el 21 de mayo de 1915 el popular payador porteño don José Betinotti, sus amigos y admiradores se hacían compe- tencia para honrar su memoria, y casi en cada uno de los poe- mas o discursos, hay alusión al héroe de esta monografía; cita- remos algunos párrafos : Duermes en sueño profundo. Cóndor de alas quebradas Que a raudo vuelo llevadas Eran el nuncio del mundo; Triste bardo gemebundo A quien el terruño anega, Y al par que a tu torno llega El luto que guardo ya, Eres otro que se va A unirse con Santos Vega (1). José Betinotti, autor de Madre querida y de muchas más hermosas producciones, vivirá la eternidad de nuestra patria que lo recordará como la leyenda de Santos Vega, porque supo conmover la fibra popu- (1) APRILE, In memoriam. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VIII, número 307. Buenos Aires, mayo Y de 1915. — El contenido de este número apareció también en dos folletos, Corona fúnebre resp. Homenaje póstumo a la memoria del malogrado payador argentino José Betinotti. Buenos Aires, 1915. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 355 lar, el alma de los pueblos con sus sentidas y bien rimadas composi- ciones (1). Cual un alma, gallarda y legendaria Que en la cumbre destácase genial, Se destaca tu figura, en mi plegaria Cual la sombra de gran Vega el inmortal (2). Betinotti cae en el apogeo de su gloria, cuyos comentaristas hoy pronto desfilarán, no para hacer resaltar su persona porque él se bastó solo, sino para mostrarlo a su patria como una viviente personifica- ción del legendario Vega... (3). Betinotti, el alma del payador, que dentro de su espíritu vivía la- tente los recuerdos del gran Santos Vega, ha sabido en vida expresar por medio del canto instantáneo, los sentimientos de su corazón, que al compás de la guitarra llegaban al fondo del alma del auditorio que lo escuchaba... Ya en las hermosas tardes de las reuniones íntimas, no sonará la voz delicada y gentil de este continuador de Vega cuya alma ha sido un elocuente estremecimiento de armonías salvajes (4). Como payador era el sucesor de Santos Vega, el émulo, el más po- pular, el pueblo le quería y él le cantaba, en esos versos, que aunque pobres como él decía, estaban llenos de sentimiento, de un algo que hacía sentir, que hacía llorar (5). Pobre José ! Después de ruda breg: Conseguiste llevar a la victoria La guitarra inmortal de Santos Vega ! Ella es ta monumento y es tu historia, Ella es la herencia que tu fe nos lega; ¡ Adiós ! Que en paz descanses en la Gloria (6) ! (1) DiLLóN, José Betinotti, ibidem. (2) TrípoLI, Mi pésame de dolor, ibidem. (3) FícoLr, Discurso, ibidem. (4) Pérez (ANDRÉS) (H1J0), Discurso, ibidem. (5) Pérez (ANTONIO), Discurso, ibidem. (6) Vieytes, A Betinotti, ibidem. 356 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Santos Vega, el legendario personaje de una raza, ha vivido en tí, por tí y para tí. | En tí, porque tu vida ha sido siempre una como gigantesca repro- ducción de aquella misma vida, y tu vida nada más que el reflejo ideal de aquel sol caído. Por tí, porque tu voz ha sido una historia armoniosa y viviente, rememorando su monumento oculto entre las ramas de las selvas vír- genes y porque tu guitarra ha transmitido al corazón del pueblo la fantasmagórica sombra familiar de los llanos argentiros. Y para tí, porque la historia del arte es un eslabón gigantesco donde el destino machacará en el futuro los anillos que han de for- mar la cadena de oro de la gloria. Tu vida ha sido, pues, una vida noble y grande ofrendada en las aras del ideal. Tu guitarra colgada en un clavo mohoso de cualquier bukharda de bohemio, será siempre un león dormido frente a la puerta que guarda los recuerdos de la patria (1). Y mientras vaya cantando Por el mundo mi tristeza, Diré con toda franqueza Por qué te voy recordando ; Es un deber, no me espando, Y si el alma se despliega, Es porque he visto que un Vega Fuístes tú, con la guitarra De una potencia bizarra Que al dolor no se doblega (2). Honraste las tradiciones De tu cuna solariega, Pues fuíste el Santos Vega, El de las patrias canciones ; Palpita en los corazones Tu ausencia... (3). (1) De BELLAZZ1I, Oración fúnebre en la tumba de José Betinotti, ibidem. (2) Branco, Ultimo adiós. Ibidem, número 309. Mayo 23 de 1915. (3) Pérez CUBERES, Belinotti. Ibidem, número 334. Noviembre 14 de 1915. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA yy O =] Hoy ya duerme el zorzal argentino En los sueños profundos del alma, Y yo dejo en su frente esta palma En la tumba del gran payador; Ya no se oye su trino estimable, El pesar de la vida le anega, Ya se fué el moderno Santos Vega Con laureles de gloria y de honor (1). El payador Betinotti tuvo la honra de ocupar un puesto entre tan- tos soldados del pensamiento que supieron mantener en vida vivas y latentes las memorias del inmortal Santos Vega (2). La Razón de Buenos Aires, en su número del 22 de abril de 1915, al comentar la muerte de José Betinotti, dice como sigue : Después de Santos Vega han:abundado en el país los malos paya- dores. Puede decirse que, como flores exóticas, los sucesores del pri- mer cantor vivieron en un ambiente poco propicio. Sin embargo, para José Betinotti, autor de Pobre mi madre querida, la notoriedad alcanzó en pocas semanas grandes proporciones. Durante un año, estos versos han constituído el estribillo cotidiano hasta de los más desafinados canillitas... Hasta los niños que tienen la suerte de nacer hijos de paya- dores, no escapan de la comparación con Santos Vega. Es muy significativo el siguiente artículo que acompaña la reproducción de seis fotografías del pequeño Manuel €. Cientofante (hijo) : Helo aquí, lectores... al niño de pequeña estatura (pero de alma noble y grande), al verdadero émnlo de la inmortal musa de Santos Vega, el inolvidable trovador de melena — pero « melena cantora » — como supo decir no hace mucho uno de nuestros más afamados li- teratos, refiriéndose a la del querido vate Varlos Guido Spano. (1) PuLero, Una flor sobre tu tumba. T VO, revista popular, literaria y social, año II, número 24. Buenos Aires, abril 15 de 1916. (2) CIENTOFANTE [Vecrología de Betinotti|. La Pampa Florida, revista social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional, 32 época, año IV. número 172. Las Flores |prov. de Buenos Aires|, mayo Y de 1915. 398 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Este pequeño retoño de hoy será el árbol de mañana, el árbol de tronco como un ideal... que crecerá con gallardía para no dejar que se extirpe su hereditaria semilla que está llamada a producir sazona- dos frutos. El trovador en miniatura cuenta a la sazón la friolera de cinco abri- les y desde ya se muestra estudioso y hasta consciente para pintar imágenes que repudian de hecho a los eriticastros y escuálidas lom- brices del dandinismo que de todo hace mofa, menos de sus rancias podredumbres morales ! Etc. (1). La comparación con el místico vate va tanto que uno que otro de los actuales trovadores es conocido bajo el apodo de Santos Vega; por ejemplo : Los dos héroes de una payada literaria, publicada en uno de los tantos folletos de Silverio Manco (2), son el mismo autor que se titula El cantor del manantial, y Abelardo J. Boris, de La Plata, alias Jesús de la Oruz Amores, «por apodo Santos Vega ». Un anónimo que ha reunido en un folleto diferentes poesías, 1 pinta el siguiente cuadro campestre (3): Alrededor del fogón Están los criollos en rueda, Unos tocan la vigiela, Otros cantan la canción Del viejazo Charabón Que le llaman Santos Vega. Entre los poetas populares no faltan los fanfarrones que se comparan con Santos Vega, cantando su propio himno; muchas veces se trata de exageraciones, características para el estilo florido de la musa mediterránea y de sus hijas ultramarinas; (1) La Pampa Argentina, semanario literario, festivo, social, de actualidad y costumbres nacionales [12 época], año I, número 32. Buenos Aires, noviembre 10 de 1907. (2) Manco, El trovador de la pampa y la pasión de un gaucho, página 24. Buenos Aires [c. 1910]. (3) ANÓN., Relaciones y pensamientos, página 4. Buenos Aires, 1906. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 3909 otras veces, sin duda alguna, el poeta es convencidísimo de su genialidad y para que el lector, en seguida, se dé cuenta de ella, se lo dice a secas: Soy errante trovador Que vago por el desierto, Sin saborear el concierto De mi candoroso amor, Como Vega el payador Por sendas obscurecidas. Cubren mis anchas heridas La crueldad y el desengaño Ese es el primer peldaño Que deja inerte las vidas (1). Soy el que bajo el alero Me verán improvisar, El que le gusta payar Hasta donde le da el cuero; El que con su parejero Y al compás de un estilito, Hace timbrar su pechito Que muchas veces se alega Si es el mismo Santos Vega Que está entonando un cielito (2). Soy pampero de lo fino, De mi tradición el signo Llevo de aquel Santos Vega; Quien a mi costado se allega, Ha de ser de mi pelaje, De la raza del gauchaje, Y no de gauchos de pega (3). (1) Manco, Decepción. En : Manco, Ayes del corazón, página 5. Buenos Ai- res [1907]. (2) BerivotrI (Acustín R.), Alma gaucha. La Pampa Argentina, revista eriolla de costumbres nacionales |12 época], año I, número 11. Buenos Aires, junio 16 de 1907. (3) DiLLóN, Contestación de Gertrudis a Corazón Leal. La Pampa, revista criolla, 22 época, año 11, número 25. Buenos Aires, junio 8 de 1904. 360 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Yo soy el paria cantor Cuando un pesar le desgarra Y solloza en su guitarra Porque nació payador ; Yo soy aquel trovador Que el llano con flores riega, El que a la gloria se entrega Cantando sus triunfos ciertos ; El genio de los desiertos, La sombra de Santos Vega (1). E) Soy el acorde sencillo Que en la guitarra tremola, Soy aroma de la aureola Salvaje del espinillo, Soy el rastro que dió brillo Al trovador argentino, El que inspiró el peregrino Poema en simbólica brega, Que dió vida a Santos Vega Y perdura con Gabino (2). Soy aquel que triste canta Si el dolor lo doblega, Soy el nuevo Santos Vega, El que el pesar lo quebranta. Soy el noble payador Que canta sus tristes cuitas, Soy el de alma maldita El que llora su dolor... (3). (1) Roprícurz (LeoPOLDO), Bosquejos gauchos : El payador. El Fogón, pe- riódico criollo, ilustrado, 22 época, año IX, número 383. Montevideo, julio 22 de 1907. (2) LomBaArDtI, Sombra de la raza. El Fogón, periódico eriollo, ilustrado, 3a época, año XV, número 473. Montevideo, febrero 28 de 1913; idem en : El Pa- yador, revista semanal de carácter criollo, año I, número 3. Buenos Aires, mayo 18 de 1913; también en el folleto: LomBARDI, Alma criolla. Versos, página 44. Buenos Aires, 1913. (3) CapoNE, Soy. T VO, revista popular, literaria y social, año 1, número 10. | | R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA ¿ pue] O) put Fuí por la patria soldado De legiones aguerridas, La sangre de mis heridas El suelo verde ha regado ; La grandeza yo he cantado, Dicha que el alma me anega, Alegría que se llega A invadirme el corazón ; ¡ Yo fuí el primer eslabón Inspirado en Santos Vega (1)! Santos Vega tuvo suerte, Pues con el diablo cantó, Y quisiera también yo Desafiar así la muerte ; Al diablo roncarle fuerte Con mi guitarra templada, Con la prima bien alzada Cantar de noche y de día Y sentir la melodía De su guitarra endiablada (2). Triste entono mi estilo Bajo la humilde ramada Y con mejor humorada Que Santos Vega el cantor, Canto la pasión de amor A la china más mimada (3). Mi ánima a lo Santos Vega Payando no más se arranca Buenos Aires, septiembre 15 de 1915. También en: La Pampa Argentina, sema- nario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 2a época, año VIII, número 333. Buenos Aires, noviembre 7 de 1915. (1) VIALE, Rezago. La Pampa Argentina, semanario nacional ilustrado [la época], año II, número 53. Buenos Aires, abril 7 de 1908. (2) DiLLÓN, A « La Juventud » en su segundo aniversario. La Juventud, sema- nario jocoso, literario, social y de actualidades, año III, número 104, Buenos Aires, noviembre 6 de 1906. (3) De La Peña, Despedida. En: De La Peña. obra citada, página 29. 362 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Contra la farra que llega Con la guitarra en el anca. Naide me copa la banca Si con Moreira en el mango De mi facón me arremango Donde hay pollera y riunión ; ¡ Siempre llevo en el talón La espuela enredada en un tango (1)! . del bardo Santos Vega Soy la leyenda genuina Que en nuestra tierra argentina Vive virtuosa con fe (2). Manuel M. Cientofante (3), entre sus innumerables produc- ciones, tiene también la versificación de la novela El Mataco, de Eduardo Gutiérrez, y la narración larga, de 70 décimas, ter- mina en la forma siguiente: Aquí doy por terminado Este libro, mis lectores, Con los datos más mejores Que del Mataco he encontrado ; En todo lo investigado Encuentro suma verdad, En dar a publicidad Esta historia o argumento De un gaucho, que a su tiempo Se sabe su fin fatal. Si la crítica impía Lanza su voz desgarrante, (1) Paprni Y ZÁs, A una china. Capricho gaucho. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 32 época, año XV, número 465. Montevideo, enero 10 de 1913. (2) MARTINEZ, Campera. La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, * artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año IX, número 342. Buenos Aires, enero 9 de 1916. (3) CIENTOFANTE, La muerte del Mataco, en versos gauchescos. página 28. Buenos Aires. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA [ds O) (du) El poeta con su lira Seguirá siempre adelante Y estará para el combate Preparado de antemano, Para que ningún cristiano Tenga que decir siquiera Que la musa de Santos Vega Sucumbió en el arcano. En el mundo malevo de Buenos Aires no faltan tampoco los héroes que se equiparan a Santos Vega; Carriego (1) y Monje Negro (2) han pintado admirablemente estos tipos, elementos inevitables de los grandes centros de población, y citamos un verso de cada uno donde el guapo, el pesao, se jacta de su arte: La esquina o el patio, de alegres reuniones Le oye contar hechos, que nadie le niega ; J » q Z Eo) ¡Con una guitarra de altivas canciones Él es Juan Moreira, y él es Santos Vega ! Santos Vega grabó en su alma las nostalgias de su vida; Así quiere en sus cantares imitar la gran canción, Mas su espíritu profano no responde a la partida Y en su mente empobrecida no brilló la inspiración. Terminamos esta parte con un artículo que describe muy bien aquella vida de los suburbios de Buenos Aires; trasluce algo la poesía de Obligado : (1) CarrIEGO, El guapo. En : CARRIEGO, Misas herejes, página 95. Buenos Aires, 1908. Ídem en : Ideas y Figuras, revista semanal de crítica y arte, año IV, número 83. Buenos Aires, diciembre 6 de 1912. /dem en : CARRIEGO, Poe- sías, página 89. Barcelona, 1913. (2) MoNJE NEGRO, El Pesao. La Pampa Argentina, semanario festivo, lite- rario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 24 época, año III, nú- mero 88. Buenos Aires, marzo 5 de 1911. 364 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Contrapuntiando Santos Vega y Pocarropa Cuando ya parecía que los payadores se iban concluyendo por falta de ambiente, aparecen en la palestra, nuevos genios que se disputan la fama de cantores prestigiando a esa fama la de guapos, porque para imitar a Martín Fierro o a Pajarito que terminaban sus payadas a pu- ñaladas, es necesario unir al canto el coraje. Por el barrio de la Floresta en un almacén conocido por el de la Alegría, se reunen todas las noches un grupo de guitarreros y canto- res que hacen tertulia alegre, echando al colete entre milonga y mi- longa, vasos de ginebra y otros venenos, terminando casi siempre la fiesta con una cabeza rota o una marca en algún escracho. El taita del pago es Juan Benítez (a) Santos Vega, que a más de ser cantor, no deja de ser guapo y hombre capaz de salir airoso en un entrevero. Martín Fernández (a) Pocarropa (1) es otro payador de Barracas, que se ha disputado con muchos cantores el triunfo de la improvisación, y aunque no se ha topado ni con Gabino ni con Vieytes, sabiendo que por la Floresta existía Santos Vega, se largó a ver si podría que- brarle su fama. Hombre que arrastraba un regular número de admiradores, llegó al almacén de la Alegría con una docena de individuos dispuestos a en- trar en fuego si la cosa se presentaba en forma trágica. Hicieron entrada a la trastienda en momentos que Santos Vega to- maba la guitarra para improvisar un rato Uno de los suyos le sopló el arribo del otro cantor, y Santos Vega lo saludó con esta cuarteta : Dicen que ha caído un cantor no sé si será de Europa que tiene fama de bueno y le llaman Pocarropa. (1) Pocarropa parece recordar una figura popular del Buenos Aires antiguo. En 1845 más o menos —eomo me lo contó el señor Aníbal Cardoso — vivía un joven de unos veinte años, de cutis blanco, renombrado como cantor y guita- rrero. Su nombre era Juan, mientras que nadie sabía el apellido verdadero, pues todos lo conocían por Pocarropa sin saber muchos que ésto era un apodo. Una vez por ejemplo, fué presentado en casa de una familia y la hija, una ni- ña de diez años, que había oído hablar de la fama del guitarrero sin saber su nombre o apellido, lo saludó en la sala diciéndole : ¡ Buenas tardes, Pocarropa!, a lo que él contestó : ¡ No señorita, Pocarropa es un apodo, no es mi apellido! R. LEHBMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 365 Lo saludo con cariño y ya que a buen tiempo llega puede arrimarse a la mesa que le aguarda Santos Vega. La versada conmovió al auditorio y hubo un momento de intensa expectativa. Pocarropa no se hizo esperar y pidió al almacenero una guitarra que estaba colgada. La templó por la prima del rival y arrimándose a la mesa, dijo: Con su permiso, lo voy a acompañar. Santos Vega vuelve a cantar la siguiente cuarteta : Ya sé que usté es pescao bravo y mordedor a su antojo, pero si viene por trigo va a encontrar sólo rastrojo. — Ese es mi pollo. — Ahí tenés pal tranguay. — Sacale el aparejo. — No atropellen, que vaa haber pa todos, dijo uno de los del se- gundo grupo. Pocarropa contestó : Soy pescao de río adentro que saca la correntada y sólo muerdo el anzuelo si me gusta la carnada. — Ahí tenés almuerzo con fruta y todo. — Había sido mudo mi pollo. . — Y el mío cesioso. — Se están picotiando los gallos. Vuelve Santos Vega : Así me gusta un marrano dijo un sordo con asombro, que abra la boca y no grite y llevaba un chancho al hombro. Una carcajada del grupo del cantor premió los versos y echaron un trago al coleto festejando la puya. 366 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ha hecho gracia lo del chancho a todos sus compañeros porque tal vez pertenezcan ellos al mismo chiquero. — Pare el coche, compadre, dijo uno de los de Santos Vega, que yo me he reído porque me ha gustao el largue, pero no le permito que se meta a insultarnos, porque va a salir de aquí por entregas. Pocarropa dejó la guitarra y dijo en prosa: Yo he venido a cantar de contrapunto con el señor y no a peliar en patota, pero ya que á este mozo le ha molestao la del chiquero, le haré el gusto si el cuero le pide biaba, y pa no comprometer el negocio, salgamos un momento afuera y allí se resuelven mejor las cosas. — Cómo no, dijo el malo, y se rascó. Se formó un remolino, pero Santos Vega pegó un grito y arengó a los suyos, quedando todos tranquilos. Una vez restablecida la calma se apuntaron con varias copas y la pa- yada siguió hasta la madrugada, quedando suspendida para seguir esta noche, hasta ver si Santos Vega puede o no sostener su larga fama (1). El tipo de esta clase de malevos está muy bien pintado en un soneto de Arturo H. Vázquez: El malevo Faz de tabaco, un loro, su apostura Se le sube a los hombros ; sus matones Ojos, que son matones de negrura Parten cual su puñal los corazones. Lleva un saco que pasa la cintura Apenas, y sus amplios pantalones Menguando, vuelven trompo su figura Sobre la pua audaz de los talones. Fuma y bebe, a su oreja da un granate Perfumado el clavel ; mate tras mate Toma, y con la guitarra gemidora (1) La Razón, diario de la tarde. Buenos Aires, marzo 23 de 1912. — A ¡ds) [=p] =-] R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Dice de Santos Vega las provesas, Y su vos evapórase en tristezas Mientras la noche en luna se evapora (1). Aquellos que se equiparan a Santos Vega sin justificar su ta- lento, están expuestos a la burla y la mofa de los críticos ; en realidad hay individuos que ... Comienzan a creerse Mejores que Santos Vega, ¡Jué pucha ! y serios se nuembran Puetas de calidá ; Es una felicidá Vivir en esa creencia (2). «El Paisano» también ha sorprendido a aquellos que preten- den seguir la pista de los Manco y Cientofante, los que indican el rumbo a la poesía tradicional, por lo menos en la opinión del «Paisano»: ... Manco y Cientofante Dan el grito de adelante, Haciendo cimbrar el lazo, En cuya armada aprisionan A más de un criollo de... pega, Los que se creen Santos Vega Porque un papel emborronan Y que tampoco perdonan Ocasión para voraciar... (3). Lecona los amonesta pues : Si como dicen los guía Una santa inspiración, (1) Vázquez, La voz de la piedra. Poesías, página 92. Buenos Aires, 1912. (2) IGNESÓN ( = Gaucho TALERITO), Hormiga Negra, su historia en versos gauchescos, página 4. Buenos Aires, 1897. (3) En Parsano, Pal director. La Pampa Argentina, revista criolla de cos- tumbres nacionales |la época], año I, número 6. Buenos Aires, mayo 12 de 1908. 368 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Levanten la tradición Cabrestiando la hidalguía; Santos Vega, Echeverría Y otros vates inspiraos Vuelvan a ser recordaos Hoy que todo se derrumba, Pero no manchen su tumba Ni sus despojos sagraos (1)! Contraste singular y agradable, al recordarnos de los poetas- tros populares, es la modestia de don Alcides De-María, funda- dor de la revista El Fogón, donde publicó sus producciones li- terarias bajo el pseudónimo de «Calixto el ñato »; declina el honor de ser equiparado a Santos Vega, como lo hicieran mu- chos de sus amigos, por ejemplo Collazo (2): ¡Ah viejo! si es un primor, No puede negar que es criolto Cuando larga tuito el rollo Y canta un verso de amor; Es cada estrofa una flor De perfume soberano Y desde el poblao al llano Hasta ande su acento llega, Como los tristes de Vega Conmueve al noble paisano. Martiniano Leguizamón, varias veces elogia a don Calixto que «ha recogido en su guitarra los tristes errantes del paya- dor Santos Vega» (3): Adelante ! estremecida Siento la prima vibrar, (1) Lecona, ¡Ojo al Cristo! La Tapera, revista criolla ilustrada, año lÍ, número 20. Buenos Aires, septiembre 15 de 1902. (2) CoLLazo, Al viejo Calixto el Nato. El Fogón periódico eriollo, ilustrado. 2a época. año III, número 118. Montevideo, abril 15 de 1901. (3) LeGUIZAMÓN, De cepa criolla, página 259. La Plata, 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 369 Y en los aires palpitar El eco de aquellos cantos Que oyó la prenda de Santos Y la Isabel de Celiar... (1) En otra oportunidad, «Lázaro Montiel» termina una carta dirigida a « Calixto el ñato» con el párrafo siguiente : ... Sólo me resta, amigo viejo, desearle muy buenos vientos para su revista y mejor salud para seguir preludiando sus armoniosos com- puestos en la encintada guitarra de Santos Vega (2). Alcides De-María declina manifestaciones de esta clase, es- pecialmente un artículo que fué publicado en el diario £l Pueblo, de Campana, provincia de Buenos Aires; en el citado caso, después de reproducir el artículo aludido, replica con una de sus célebres décimas : Otra papa a la olla El Pueblo, de Campana (Rep. Arg.) nos obsequia también con el siguiente churrasco y mate cimarrón que cordialmente agradecemos : El Fogón. —Ha visitado nuestra redacción este simpático semana- rio escrito en el estilo dulce y rítmico de los pobladores primitivo de nuestras campañas y que ve la luz pública en la pintoresca Monte- video, manteniendo vivo el fuego de la tradición nacional. Escrito por plumas de primer orden, entre las que se destacan la del doctor Elías Regules, Marín, Pisano, Castellanos, Maciel, Aura De-María y otros, es un periódico como él bien lo dice, único en Sud América por el estilo en que está escrito y por el fin noble y grandio- so de su programa, A su frente se halla un escritor de número, el señor Alcides De-Ma- ría «Calixto el Ñato », el Santos Vega oriental, que allá en la her- (1) LeGUIZAMÓN (Lázaro Montiel), Bordoneo. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año III, número 97. Montevideo, noviembre 7 de 1900. (2) LeGuUIZAMÓN, Del gaucho Montiel. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año III, número 136. Montevideo, agosto 30 de 1901. MERTI 24 370 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mana patria llena de armonías dulcísimas, el ambiente con los acor- des suaves de su vihuela sin par. Al saludar al El Fogón brinda El Pueblo al camarada una modesta ramada, un asau y un cimarrón. Sujete amigo Miranda, que no es pa tanto la cosa, y en senda tan resbalosa puede volcar la sopanda ; picantonas me las manda, porque esto del Santos Vega, crea, amigo, que me pega, como a un clérigo un facón y al ñudo, sin intención, por alabarme me friega (1). Fallecido Alcides De-María, ya no podía impedir que sus ad- miradóres lo elevasen a la altura del místico don Santos : Su vieja lira Como un gran corazón que se doblega, Ni late ni suspira Y al exhalarse su postrer gemido, Ha volado en demanda de otro nido El alma popular de Santos Vega (2). Alcides De-María no es el único de los poetas rioplatenses que al par de su talento, demuestran la virtud de la modestia; de- sean solamente disponer del genio del legendario cantor, como Rodolfo Caffera : Quisiera ser Santos Vega O del Campo Estanislao, (1) El Fogón, periódico eriollo, ilustrado, 22 época, año I, número 84. Monte- video, julio 30 de 1900. (2) MORRISON DE PARKER, A la memoria del llorado poeta nacional don Al- cides De-María. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año X, núme- ro 425. Montevideo, junio 7 de 19U8. Luis Cañete evoca el nombre de Santos, para R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Y cantar como han cantao Sin embaje ni aparato Y también ser por un rato En esta linda ocasión La eriollaza inspiración Del que fué Calixto el Nato (1). mente a su amada : (1) CAFEERA, Pa ño Miranda. Raza Pampa, A mi prenda (Quisiera ser Santos Vega Para cantarte, querida, De toda mi amarga vida La pasión más loca y ciega; La pasión que mi alma anega Con tan inmensa ternura, Que al mirarte yo tan pura, Tan linda, tan candorosa, Te idolatro, mi preciosa, Mi angélica criatura. ¡ Quien fuera el gran payador De la campaña argentina Para cantarte, divina, Mis ilusiones de amor! Y en ensueño arrobador Ser las estrellas plateadas, Titilando reflejadas Sin una nube ni velo En el purísimo cielo De tus brillantes miradas. ¡ Quién me diera el poderoso Numen que a Vega inspiró, 371 cantar digna- revista literaria, de actualida- des y de costumbres nacionales, año I, número 23. Buenos Aires, agosto 2 de 1908. (v] -] Km BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El que América admiró Por su derroche fastuoso ! Y entonces en un hermoso Cuadro de vivos colores Te pintara los amores Que en mi pecho has levantado, Como en un vergel regado Hacen las frutas y flores. Luis Cañete. Junio 30 de 1896. (El Ombú, semanario criollo. Montevideo, año I, número 28, julio 12 de 1896.) Otros poetas se sirven del nombre de Santos Vega para ins- pirarse en él, como Ricardo J. Podestá : El sol la entrada golpea De mi rancho con sus luces, Me inspiran los avestruces Y el gallo que cacarea. Y al mirar que merodea La garza, el charrúa, el tero, Me echo pa atrás'el alero Por el záfiro que llega, Tiemplo y pienso en Santos Vega Que me ayude, compañero (1). Claudio Mazzarela quiere saludar a un amigo de la manera más eficaz : Quisiera saludarle, como el ave canora Saluda a la alborada en su primer fulgor ; Quisiera hallar de Vega su lira tan sonora Para cantar mil décimas y todas en su honor (2). (1) PopesTÁ, ¿Qué se han hecho? ¿Dónde están? La Pampa Argentina [1a época], año I, número 33. Buenos Aires, noviembre 17 de 1907. (2) MAZZARELLA, Saludo. Raza Pampa, revista literaria, de actualidades y costumbres nacionales, año I, número 23. Buenos Aires, agosto 2 de 1908. LD? R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 13 Yamandú Rodríguez en su poema La tranquera : Y como mi amor despliega En el lirismo sus alas, Con sus dolientes escalas Me consagré [a] Santos Vega ; Tu sueño de novia llega Dominando mi tormenta. A cuajar en flor la cruenta Sombra de mi desvarío : Besada por el rocío Desprende luz la osamenta (1). Juan Oruz Rosas tiene bastante coraje para aceptar cual- quier desafío : ¿ Y por qué no he de aceptar? ¿No ve que nadie se niega? Y aunque no soy Santos Vega. También sé contrapuntiar! (2) El payador Pablo J. Vázquez, ya fallecido, también seguía las huellas del maestro legendario : Cuando a Vega evocaba Se inundaba de pasión, Y cantando enternecido Lleno de patrio sentimiento, Surgían de su talento Raudales de inspiración (3). Él recordó su gran pueblo Con estrofas desprendidas (1) RopríGUEZ (YaMAanDÚ). En la tranquera. En: RODRÍGUEZ (YAMANDÚ), Aires de campo, página 21. Montevideo, 1913. (2) Juan Cruz Rosas, ¿Y por qué no? El Palenque, periódico eriollo de costumbres nacionales, crítico, literario y de actualidades, año I, número 8. Bue- nos Aires, septiembre 20 de 1911. (3) Ponce DE LEóN, Un recuerdo. En : PoNnCÉE DE LEóN, Mis versos, segun- da parte, página $. Buenos Aires [1912|. 374 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Y le cantó a Santos Vega En su acorde celestial. Él, viajero solitario Que en la fatigosa vida Moduló con el lenguaje La tradición nacional (1). Rosendo Palacio y Sosa se da cuenta de que sólo es sombra de Vega : Yo soy la sombra de Vega, Aquel de la larga fama, El que cual ave en la rama A sus cantares se entrega... Soy la sombra solamente De Santos el payador, Gaucho que sin ser doctor Supo ser más elocuente... En mi misión consecuente Los ojos vuelvo a mi pago Y como un ensueño vago Pulso el amado instrumento Y más ligero que el viento En el aire me deshago (2). Un anónimo termina sus canciones con la siguiente décima, pidiendo disculpa al paciente lector (como lo hacemos nosotros) : Aquí termino los cantos Que no son de Santos Vega Pero cual bote navegan Por el mismo riacho en tanto; Por aquel recuerdo santo (1) CAGGIANO, Memoria al malogrado payador argentino Pablo J. Vázquez. En: CAGGIANO, Modulaciones. Improvisaciones nacionales, página 2. Buenos Aires [1913]. (2) PaLacios Y Sosa, La sombra de Santos Vega. El Trovador, semanario político, social, satírico, noticioso y literario, año V, número 199. Junín (provin- cia de Buenos Aires), febrero 23 de 1914. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 315 Yo jamás olvidaré Y siempre recordaré La musa de aquel paisano En lenguaje castellano Que el gaucho quiere aprender (1). Santos Vega tiene que prestar su nombre también a aquellos que buscan un seudónimo interesante para llamar la atención de la gente; conocemos varios casos al respecto. Narraciones populares, recogidas por Santos Vega, tomo I, Buenos Aires, 1856. Pedro Irume, editor, es el título de un librito de 92 páginas, excesivamente raro, en el cual Enrique Rivarola ha reunido ocho cuentos, en gran parte de índole folklórica. Para los fines de la presente investigación basta- ría esta simple indicación bibliográfica, pero por otro lado, es interesante analizar las narraciones para comprobar, que la figura de Santos Vega aparece también como tradicionista (2). (1) ANÓN., Décimas variadas, página 29. Buenos Aires, 1909. (2) La aparición. Berta, novia de Ramón, muere, y tres meses después de su muerte le aparece cuando éste a caballo, pasea por el campo; le habla: Ramón, no te vayas, Ramón, espérame! y cuando éste, dominado del susto, escapa a todo galope, salta en ancas del caballo y dice al mozo : quiero ir con- tigo! Ramón huye a casa y al echar pie a tierra, pierde el sentido: recién mu- cho tiempo después recobra la razón (%)- Una boda. Dolores, educada en el campo, rechaza el amor de Carlos, su primo, y se enamora de José, paisano y payador, pero cede a las instigaciones de sus padres y se casa con el primero. Al volver de la iglesia, toda la comi- tiva a caballo, él de Dolores se desboca y Dolores arrastrada por el suelo, se mata: ya era demasiado tarde cuando José, recién aparecido, sujeta el animal con su lazo. La mano de una víctima. Valentín, soldado del ejército de Oribe que sitiaba a Montevideo, es obligado a degollar un prisionero, y desde entonces vió en el plato de hojalata en que se sirve la comida, la mano abierta con que la vícti- ma quiso sujetar el brazo de su verdugo; Valentín en adelante, no se sienta en la mesa y come su ración en la mano sin mirarla. El perro de los ojos de fuego, aparece a la sirvienta de una familia que ha- bía alquilado una casa en los suburbios de Buenos Aires; los vecinos, en los días siguientes, observaron el mismo fenómeno que duró algunos minutos; no (*) La aparición, se halla reproducida en La Pampa Argentina, semanario festivo, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 2% época, año II, número 59. Buenos Ai- res, agosto 14 de 1910. uy a] O) BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El mismo autor ha publicado más tarde, bajo el mismo seu- dónimo, una colección de novelitas (1) que no tratan ningún asunto folklórico; basta la simple mención. «Santos Vega» se firma el autor de una poesía: A mi ñata de la cual reproducimos la primera de las cuatro décimas : A mi ñata Chironga, no seas ingrata, Mirá, que mucho te adoro Con un amor que atesoro Y que de a poco me mata. Quiero ser tu sueño, nata, No me tengas más dudando Que por estarte aguardando Hasta el sentido perdí, Dame de una vez el sí Aunque no me digas cuando (2). hubo valiente que se acercase a él y la familia dejó la casa a los ocho días. Cuero-Duro se llama un gaucho quien es muerto por Leonor con un mazo de golpear la ropa cuando la quiso robar; Leonor acompañada de su padre, -se presenta a la justicia pero es absuelta. El ángel de la guarda. Muere la madre de una criatura recién nacida que es criada por una persona. Ésta en ausencia del padre, abandona el niño por corto tiempo y al volver oye un canto: se acerca y ve una señora que pronto des- aparece; según los detalles que la niñera refirió al padre, era la madre del niño. La mancha de sangre que se ve una mañana en la puerta de una casa de Buenos Aires. alarma todo el vecindario, pero al seguir las huellas sangrientas se encuentra un caballo cubierto de mataduras que la misma madrugada se había recostado en aquella puerta (*). Un episodio de Máximo Pérez, es mitológicamente interesante. M. P., un va- liente caudillo oriental, fué a caballo a un puesto de las cercanías ; lo sorpren- de la noche, él se extravía, y atravesando un pajonal que le parecía crecer a cada paso, oye los vagidos de un niño; recoge el niño en su poncho y se lo lleya, pero al desenvolver el poncho en casa, aparece una tibia, una canilla de eristiano, como dice la gente del campo. (1) Sayros VeGa, Menudencias. 138 páginas. Buenos Aires, 1896, . PB AE BEBA reee (2) La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales, 22 época, año II, número 56. Buenos Aires, julio 24 de 1910. (*) La mancha de sangre se halla reproducida en La Pampa Argentina, semanario festivo, literario, artístico, de actualidad y costumbres nacionales, 22 época, año II, nú- mero 61. Buenos Aires, agosto 28 de 1910. O E -] R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 3 «El alma de Vega» es el seudónimo de un desconocido quien, convencido de la importancia de su persona, oculta la vulgaridad de su apellido bajo manto tan fantástico y quien ha elegido para campo de batalla la Pampa Florida, «revista de- fensora de los derechos del hombre, social, humorística, dedica- da al bello sexo y a la tradición nacional» que se publicó en el pueblito de Las Flores, provincia de Buenos Aires. « A vuela pluma» hace el elogio de la revista (año I [único], número 6, octubre 11 de 1907): Tu, te levantas bella, hermosa, irradiando destellos que espandes por doquiera extiendes tus doradas galas. Eres bella y a la par modesta y tu modestia eleva en sí, la grande- za del futuro. Tus ideales son muy buenos, muy nobles, y al surgir así, surgen también las olvidadas leyendas de mi patria. ¡Oh! sí, surgirán, por- que en la Pampa Florida de las tradiciones nacionales, llega aún a nuestro oído, como dulcísima nota, la armoniosa trova del legenda- rio payador que en las noches de estío y bajo el alero del terruño elevara con tiernísimo acento, su melodioso canto... Y por eso, el alma del viejo Santos (1) te acompañará en la lid; feliz en tus horas de alegría y triste pero jamás abatido en tus días de infortunio. Después de esta captatio benevolentice, el alma de Vega se materializa en varias producciones como Rumores de Pampa (n* 7, octubre 20); Alma Nativa (n” S, octubre 27); Vida de paria (n* 14, diciembre 8); De mi tierra (n* 15, diciembre 15 de 1907), versificaciones de asuntos camperos que habían de entusiasmar a Cruz el Resero, de Punta Chica, F. C. B. P., pues manda «Pal gacetero », las siguientes décimas (ibidem a Lo)": Perdóneme, gacetero, Si me allego en su fogón (1) De la poesía de Obligado, parte I, décima 7. (Vota de R. L.-N.) 378 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En esta gúena ocasión Porque cantar también quiero... Quiero entrar yo en esa rueda Donde entona su canción El Matrero Cimarrón Que con estilos remeda ; También he visto un reflejo Que de entusiasmo me anega, Ese es El alma de Vega Qu'es un gúen crioyo, ¡ canejo! «Por la semicopia: Santos Vega» es firmado un poema : Música de actualidades. Oríticos de tres por cinco que no tiene nada que se relacione con los caracteres del célebre paya- dor (1). «Santos Vega» firma también el cronista, que en la revista de este nombre (véase más adelante) escribe el artículo de ac- tualidades que va en cada número. «Juan Santos Vega» es la firma de unos versuchos popula- res, intitulados Para «contestando » y aparecidos en T Y 0, re- vista popular, literaria y social, Buenos Aires, año I, número 9, septiembre 1” de 1915. Santos Vega, al fin, es el nombre de un caballo de equitación, premiado como campeón de esta clase en la exposición rural de Santa Fe que fué inaugurada el 27 de septiembre de 1914; era expositor el señor Néstor de Iriondo, La Novia, F. C. $. F. (no- ticia de los periódicos). Entre las sociedades o clubs de jóvenes criollos, abundantes en Buenos Aires y numerosas en las demás ciudades de la re- pública, hállase un grupo bien determinado que se dedica exelu- sivamente a cultivar la antigua tradición. Representan esta ca- (1) Ideas y Figuras, revista semanal de crítica y arte, año I, número 16. Bue- nos Aires, octubre 5 de 1909. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 379 tegoría los « centros criollos », y de ellos hay actualmente en Buenos Aires como cincuenta. Sus socios pertenecen a la mo- desta capa social; son pequeños emplea- dos de la administración nacional, pro- vincial o municipal; peluqueros ; escri- bientes de oficinas ; obreros; dependien- tes del comercio, ete., y el número de los miembros de cada centro es sólo hasta veinte jóvenes, generalmente me- nos. Reúnense de vez en cuando por la noche para tocar la guitarra y tomar mate; de vez en cuando, una excursión «Santos Vega el payador ». duntinical a las playas! del río, a una PwWo es Juan Laplace. presentado al concurso de quinta del campo, ete. El nombre de dibujos infantiles de la re- E vista Caras y Caretas, de estos «centros criollos » es muy carac- Buenos Aires, y publicado en el número 793, año XVI, terístico; repasando las crónicas y utili aiciombre 13 de 1913. zando apuntes propios he podido reunir 268 diferentes designaciones que van en nota (1). He hallado al (1) Nómina de los «centros criollos » de Buenos Aires : Academia Criolla (1904), El Aguará (1904), El Alero (1901). Amor a una Ta- pera (1903), Los Andes (1901), La Arboleda (1902), Aurora Pampeana (1913). Los Bandidos del Desierto (1904 hasta 1907), Los Bandidos de La Pampa (1906), El Baqueano (1904), El Barraqueño y los Suyos (1903), Barrientos y los Suyos (1903-1904), La Boleada (1900 hasta 1904), Los Boyeros (1904). Los Cachorros del Desierto (1914), Los Cachorros del Ombú (1908), Los Ca- chorros de la Pampa (1914), Cachorros sin Amparo (1914), Calandria y los Su- yos (1908-1909), La Campeada (1906), Los Campechanos (1901 y 1904), La Cam- pereada (1904), La Cañada (1901 hasta 1903), El Cañadón (1902), Los Cardales (1904), La Carpa (1899), El Cicutal (1906), El Cimarrón (1899 hasta 1902), La Corrida (1900 hasta 1903), La Corrida de la Pampa (1905), Los Corridos de la Pampa (1904), Los Corridos de Rosas (1906 y 1907), La Coyunda (1901), Los Criollitos del Bragado (1901), Los Criollitos del Desierto (1902), Los Criollitos del Tacurú (1902), La Crucecita (1903), Cruz y los Suyos (1900 hasta 1906), Cruz Retama y los Suyos (1906), Cruz Talar y los Suyos (1914), La Cruz de la Ta- pera (1914), La Cruzada (1902 y 1905-1906), La Cruz del Destino (1908), La Cruz de la Loma (1904 hasta 1914), La Cruzada del Sauzal (1914), La Cruzada del Trigal (1914), Los Cruzadores de los Andes (1906, 1908, 1911), Los Cruzadores de la Pampa (1908-1909), Los Cuyanos (1902). El Chaguaral (Charagnal) (1904), El Chañar (1901 hasta 1905), Chorra Roja (1900). Los Defensores de la Pampa (1906 hasta 1908), Los Descendientes del Ombú 380 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS mismo tiempo datos sobre el origen de este curioso fenómeno social (2): En el carnaval de la metrópoli, allá en el séptimo y octavo decenio del siglo XIX, aparecían en el corso infinidad de máscaras sueltas, de carácter muy distinto, algunas con alusio- nes políticas; pero desfilaban también sociedades (comparsas) como «Los Negros », «La Africana », « Progreso del Plata »> donde asistió «lo más granado de Buenos Aires »; no faltaban tampoco jóvenes con la indumentaria típica del gaucho : de la Pampa (1903). Los Descendientes de la Pampa (1905-1906 y 1914), Los Despreciados (1900), Los Desterrados de la Frontera (1914), Los Desterrados del Pago (1914). Los Desterrados de la Pampa (1903 hasta 1908), Los Desterra- dos de la Sierra (1914). Los Domadores de la Pampa (1914). La Enramada (1900 y 1914), El Entenao (1900), Los Entreverados del Norte (1902), El Entrevero (1902), Los Escapados del Tuyú (1914), La Esquila (1900- 1901 y 1905-1906). El Fachinal (1903-1904), La Familia Serrana (1906), La Flor Campera (1914), La Flor de la Juventud (1903), La Flor del Llano (1904), La Flor del Pago (1901, 1904, 1906 hasta 1909, 1913), La Flor de la Pampa (1901 y 1905), La Flor Pampeana (1906), La Flor del Rosal (1906), El Florido y los Suyos (1904), Los Floridos del Pago (1914). Los Floridos del Rosal (1906), Los Floridos del Tuyú (1909), El Fogón (1899 hasta 1901), Los Forasteros (1899-1900), Los Forasteros del Pago (1900). Los Forasteros Salteños (1904), La Frontera (1904 hasta 1906), Los Fronterizos (1901). Los Gauchitos de Cañuelas (1900), Los Gauchitos Modernos (1913), Los Gau- chos del Desierto (1900), Los Gauchos de Giiemes (1900-1901), Gauchos e In- dios (1902), Los Gauchos Leales (1906), Los Gauchos Malditos (1906), Los Gau- chos nobles (1901 hasta 1906), Los Gauchos de la Pampa (1903), Los Gauchos Patriotas (1902), Los Gauchos del Sauce (1902), Los Gauchos Serranos (1899 hasta 1902), Los Gauchos del Tala (1901, 1904 hasta 1907), Los Gauchos del Tigre (1904), Gloria de la Pampa (1904), Gloria de la Tradición (1904), Gloria y Tradición (1914), Gloria, Patria y Tradición (1908), Glorias Pampeanas (1906), Glorias a la Patria (1906), Glorias de la Tradición (1906), Los Gloriosos de la Pampa (1906), La Guarida (1904), La Giielta de los Pampeanos (1904), Los Gielteros de la Pampa (1903). Los Habitantes de la Pampa (1900 hasta 1906). Los Hermanos Barrientos (1903), Los Hermanos Calandria (1900 hasta 1907), Los Hermanos Pampeanos (1914), Los Primitivos Hermanos Perdidos (1908-1909), Los Hermanos de la Sie- rra (1913), Los Héroes de Caseros (1906), Los Hijos del Desierto (1900), Los Hi- jos de la Pampa (1899-1900, 1908), Los Hijos de la Sierra (1902), Los Hijos del Tuyú (1904 hasta 1907, 1913), Los Hijos de los Vencidos (1914), Honra y Patria (1904), Hormiga Negra (1899; según el apodo de un célebre bandido), Los Huérfanos de la Pampa (1911), La Hueya (1901-1902), Los Huídos de la Fron- tera (1900 hasta 1902), Los Huídos de la Pampa (1900-1901). Los Indios del Desierto (1913), Los Indómitos (1901). El Jagiel (1914), El Juramento (1903-1904). El Lazo (1902), Los de Bolívar (1901), Los de la Leyenda (1914), Los de la Sierra (1900), Los de los Territorios Nacionales (1902), El Lucero de la Pampa R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 381 Las calles más notables de ese tiempo, la Florida y Victoria, eran durante la fiesta clásica, cauces por donde desbordaban el lujo, la belleza, la música estruendosa y múltiple, las más infinitas y origina- les formas del disfraz y la fantasía; y donde, lo mismo que las flores, los confites y el agua aromática, se cruzaban y confundían las bromas espirituales y saladas, las frases galantes e indirectas a la máscara perseguida: y donde las comparsas opulentas y pintorescas, podero- sas e invencibles por su número y riqueza, desfilaban al son de sus marchas, ejecutadas por bandas colosales, despertando en la concu- rrencia emociones profundas y aclamaciones delirantes... ¡ Y qué bien sentaban allá esos gauchos idealizados a lo Santos (1905-1906), Los Luceros (1904), Luis Galván (1914; según un conocido payador). La Llanura Pampeana (1906), Los Llegados del Pajonal (1907-1908), Los Lle- gados de la Pampa (1902 hasta 1904), Los Llegaos del Tuyú (1906). La Madrugada (1902), El Manantial de las Peñas (1904 y 1908), Los Matre- ritos (1899), Los Matreros (1899 hasta 1904), Los Matreros de la Crucecita (1902), Los Matreros del Desierto (1903), Los Matreros de la Frontera (1903 hasta 1907), Los Matreros Pampeanos (1903), Los Mellizos de La Flor (1902), Los Montone- ros del Llano (1901). Los Nietos de Cacasutas (1900), Nobles Forasteros (1903), Los Nobles Gau- chos del Tala (1908), Nobleza Criolla (1900-1901), Nuevos Gauchos Nobles (1904). El Ombú (1900 hasta 1902, 1906-1907, 1909, 1911 hasta 1914), El Ombú de la Pampa (1901 hasta 1904). Los Olvidados de la Pampa (1914), La Oración (1905- 1906), La Oración Pampeana (1914). El Pacará (1901), El Pajal (1901 hasta 1903), El Pajonal (1899, 1904, 1906), La Pampa (1900, 1902) La Pampa Florida (1902), Los Pampeanos (1904 hasta 1907), Los Parias del Desierto (1900 hasta 1902), Los Parias del Fanón (1908), Los Parias de la Llanura (1914), Los Parias de la Pampa (1900 hasta 1902), Los Parias de la Sierra (1903, 1906), Los Parias de la Tradición (1908), Los Pa- triotas (1914), El Peguá (1903 y 1906), Los Perdidos de la Pampa (1902 hasta 1905), El Perseguido y los Suyos (1906), Los Perseguidos de los Andes (1914), Los Perseguidos del Juez (1900), La Pialada (1901-1902), El Pialador y los Su- yos (1904), Los Pialadores (1902), Los Pialadores de la Pampa (1904 hasta 1907), Los Pialadores de la Sierra (1904 y 1908), Los Pialadores del Tuyú (1908), Pi- caflor y los Suyos (1903 hasta 1909, 1913), Picardía y los Suyos (1901-1902), La Pobreza (1914), La Porfía (1906). La Querencia (1901-1902 y 1905-1906). La Ramada 1900 hasta 1904), El Rastreador y los Suyos (1902), Los Rastrea- dores (1902-1903), Raza Criolla (1909), Raza Pampeana (1906 hasta 1908), Raza Vencida (1907), Los Recuerdos de la Pampa (1912), Los Recuerdos de Santos Vega (1914), Los Renombrados del Norte (1912), La Resaca (1901), El Rescoldo (1903), Los Reseros (1900-1901), Los Reseros de la Pampa (1914), Los Reservaos (1906), Los Rezagos del Desierto (1901-1902, 1904, 1906, 1909), Los Rezagos de la Nación Tehuelche (1900), Los Rezagos de la Pampa (1899 hasta 1908 y 1913), Los Reza- gos de Santos Lugares (1901-1902). Los Rezagos del Tacurú (1904), La Rodada (1902 y 1914), El Rodeo (1900), El Rumbo (1902-1903). El Sauce de la Pampa (1904), El Sauzal (1903 y 1906), El Señuelo (1901), Los 382 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Vega, hechos por algún joven argentino, ginete y decidor de buena ley, cuando recorrían, entre las miradas cariñosas del gentío, con la dignidad de su dominio sobre la Pampa, las agitadas muchedumbres, haciendo resonar las piedras del pavimento, y las rodajas de las naza- renas, y las chapeaduras de plata y oro legítimos, a la vez que, en frente de algún balcón desbordante de flores primaverales, o a la par de un carruaje muelle y majestuoso, recitaba o cantaba, en el tono auténtico de la pasión nativa, las décimas inmortales del poeta nacio- nal, que lloran y juran amor eterno, que no se conciben sino con la aspiración de una muerte común, como los amantes de Verona, y tantos otros inmortales... Y una flor prendida por mano temblorosa y blanca como un lirio, y como él perfumada, era el premio celestial del artista mal disimulado... Se nota que en esa época no había ningún « centro criollo ». Más tarde, alrededor de 15890, abundan en el carnaval las « com- parsas candomberas » que representan a los hijos de la raza afri- cana (1). En la mitad y al fin de los años 90, ellas desaparecen Serranos (1899 hasta 1902), La Sierra (1904), Siga la Huella (1906), La Sombra del Pajonal (1905-1906), La Sombra de la Pampa (1908), La Sombra de la Roda- da (1914). La Tablada (1903), El Tala (1901), La Tapera (1899); La Tapera de la Crúz (1914), El Temible y sus Gauchos (1902 hasta 1904), El Terrible y los Gauchos (1906), Los Terribles (1902), El Terror de la Pampa (1914), El Tigre Pampa y los Suyos (1903), El Tigrero y los Suyos (1903 hasta 1908), La Toldería (1904), Los Tolderos (1901-1903), El Totoral (1902-1904), La Tradición Argentina (1900), La Tradición Nacional (1903-1904), La Tradición de la Pampa (1902 y 1906), La Tra- dición de Santos Vega (1901 hasta 1907), La Tranquera (1900-1901 y 1906), La Travesía (1901), Los Traviesos de la Pampa (1914), El Trebolar (1905-1906), Tre- bolar y los Suyos (1913), el Trigal (1908), La Trilla (1909), El Triunfo de la Pam- pa (1904-1905), El triunfo de la Yerra (1907), Los Trovadores del Llano (1906), El Tuyú (1902 hasta 1904). Los Vaqueanos del Desierto (1902), Los Vencidos (1906 y 1913), El Vendaval (1902), Los Vencidos de la Pampa (1900), Los Viejos de la Alborada (1906). Los Viejos Forasteros (1904), El viejo Paria y sus Cachorros (1906), Vuelta abajo (1908), La Vuelta del Pago (1902), La Vuelta de la Pampa (1902-1903), La Vuelta de la Sierra (1904, 1906, 1908), La Vuelta de la Yerra (1906). La Yerra (1899-1900). El Zorzal (1905), El Zorzal y los Suyos (1906 hasta 1908). (2 de la pág. 380) ANÓN. Tipos y fantasías. La Prensa, Buenos Aires, fe- brero 28, marzo 10 y 2 de 1897. (1) Comparsas candomberas de 1891 y 1892: Argentinos Victoriosos, Defensores Africanos, Esclavos Caprichosos, Esclavos del Sur, Estrella Argentina, Flor de Cuba, Hijos de la Luna, Hijos de la Noche, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA Ss 00 2 y poco a poco para ser reemplazadas por centros sociales, humo- rísticos, musicales, etc., cuyos nombres muy poca cosa signifi- can (1); recién en 1898, más o menos, parece que se fundaban los primeros « centros criollos », sin que yo bien conozca el mó- vil inmediato. Como ya hemos demostrado, han alcanzado gran propagación. El personaje de Santos Vega es popularísimo entre ellos. Su nombre llevan dos centros, á saber : Tradición de San- tos Vega (1901 hasta 1907) y Recuerdos de Santos Vega (1914). El primero de los dos fué elogiado especialmente. Dice La Prensa del 11 de febrero de 1907 : Desde el año 1899 en que se fundó este centro, ha obtenido siem- pre los mejores premios donde quiera que se ha presentado. Anoche cosechó muchos aplausos con la zamba que algunos de sus miembros bailaron con toda propiedad, como asimismo en «los amo- res », otro baile característico. Después de estos bailes, cantaron a coro algunas canciones que pro- dujeron la mejor impresión en la concurrencia por el ajuste de las voces, lo que denota una buena dirección y mucho esmero en los en- sayos. Al retirarse del hall, la concurrencia prorrumpió en entusiastas y prolongados aplausos. Existe en Buenos Aires, además, un círculo Santos Vega, «centro social, filarmónico y dramático », fundado a mitad de enero de 1914 (2). En Las Flores, provincia de Buenos Aires, en el corso del Juventud Liberal, Nación Angola, Nación Banguela, Negros Argentinos Unidos, Negros Cautivos, Negros Congos, Negros Cubanos del Sur, Negros Orientales, Negros del Sur Primitivos, Negros Unidos del Sur, Negros Universales, Perla del Plata, etc. (1) Sociedades recreativas, ete., en 1897 : Centro Argentino, Centro Social Argentino, Centro San Bernardo, Centro Social Americano, Giuventú Italiana, Indios Charrúas, Juventud Portuguesa, Lago di Como, Orfeón del Plata, Progreso Argentino, 1l Trovatori, Los Turcos de Barracas, Unión de la Boca, Union e Fratellanza, Unión Obrera Española, Union Suisse, ete. £ (2) Santos Vega, revista semanal de actualidades, año 1, número 3. Buenos Aires, enero 17 de 1914. 384 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS carnaval de 1903, salió a caballo la « comparsa » Santos Vega (1). En La Plata existe un « cuadro de aficionados », que se llama Tradición de Santos Vega; fué fundado el 1? de marzo de 1912 y se dedica a representar piezas populares de autores naciona- les (2). Para volver a los « centros criollos », parece conveniente reproducir algunos artículos que pintan el carácter y las inten- ciones (e este interesante fenómeno social : Fogoniando (3) Numerosos centros criollos han preparado para el domingo sueu- lentos corderos para ser asados al asador y devorados entre alegres chascarrillos y alguno que otro triste cantado al compás del instru- mento que Santos Vega templara en otrora para dar expansión al espíritu y dejar tras de él una huella interminable de recuerdos gra- tos y cantares que se escuchan aún allá en la noche callada y bajo el alero del solitario ranchito. En estas fiestas en que descuella el elemento joven, cultor entu- siasta de las tradiciones pampeanas, es donde se rememora y revive el espíritu de nuestro gaucho ya casi olvidado, pero felizmente sacado a la superficie del recuerdo por los buenos, que no ven con buenos ojos desaparecer lo más noble, lo más altivo, lo más sufrido y lo más patriota que ha tenido la patria : el gaucho ! A todos, pues, los que alrededor del fogón pasen el día mateando e hincándole el diente a un asado jugoso, les deseamos pasen un día feliz, recordando que es deber de todos los argentinos trabajar por- que la pampa, cuna de nuestros más caros recuerdos y de nuestras eloriosas tradiciones, viva siempre en el espíritu de todos, verde como una esperanza, grande, infinita, hermosa como Dios ! (1) La Prensa, Buenos Aires, febrero 27 de 1903. (2) Vénse fijados en las paredes, de vez en cuando, los carteles anunciadores de una función. (3) La Tapeza, revista semanal de literatura criolla, año I, número 2. Bue- nos Aires, abril 30 de 1902. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 385 Fiesta criolla. ¡ Que cunda el ejemplo! (1) Para mañana 30 [de agosto de 1902], la academia criolla Tradición de Santos Vega anuncia una hermosa fiesta donde el espíritu nacio- nal, lleno de sus hermosos coloridos, fluctuará en el ambiente y será el oxígeno vivificante que aliente a los que en ella tomen parte, ya sea como actores principales ó como simples partícipes de los buenos instantes que se preparan. La comisión directiva de la simpática academia, cuyos nombres publicamos en otro lugar, ha resuelto celebrar esta fiesta en honor de los miembros reelegidos, y al efecto ha confeccionado un interesante programa, del cual se destacan las siguientes partes : Discurso de apertura por el presidente de la academia, el inspirado escritor señor Torcuato A. Martínez; un segundo ofreciendo la fiesta a la comisión por el vicepresidente de la misma, el joven Alberto G. de Tezanos; y un tercer discurso en nombre del lindo y animoso cen- tro El Entrevero, por el distinguido escritor uruguayo señor Julio Averastuty. En seguida de los discursos representaránse las obras nacionales, escritas en lindo estilo campero, Los cuatreros, original del señor Martínez, y Los pasteles de ña Goya, original del señor de Tezanos, siguiendo a estos números un acto interesante de bailes y payadas criollas ejecutadas por varios miembros de la academia. La comisión honoraria de señoritas que alienta y da brillos a esta asociación de buenos criollos y que está compuesta de las simpáticas niñas : Rosario Ramos, presidenta; Sara Siabar, vice; Ester Basil, Eulalia Arrieta y Rosa Pérez, vocales; y teniendo como secretaria a la distinguida señora Julia P. de Alvarado, ofrecerá esa noche a la academia un hermoso escudo argentino, bordado en oro sobre raso blanco, trabajo de delicado gusto y artístico mérito. Antes de dar comienzo al baile familiar, y como un hermoso coro- lario a la función, cerrará el acto leyendo una poesía original la dis- tinguida e inspirada poetisa uruguaya señorita Eulalia Arrieta, cuya fama de escritora galana y profunda llega hasta nosotros, rodeada de una aureola de admiración y de aplausos. Es así en fiestas y en certámenes como el que nos ocupa, cómo se (1) La Tapera, revista semanal de literatura criolla, año I, número 18. Bue- nos Aires, agosto 29 de 1902. TE 25 386 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS difunde y se propaga el buen gusto por nuestras cosas viejas, hijas de nuestra propia tierra que, encarnadas en esa raza de centauros que dominara nuestras llanuras infinitas con el poder potente de su brazo de Hércules y su mirada de águila, fueron desde el comienzo de nues- tra vida como nación, la raíz y tronco de la nacionalidad argentina. Auguramos y deseamos a la simpática Tradición de Santos Vega un éxito feliz y muchos imitadores en el propósito noble que ella, como nosotros, persigue. José P. Otatti anuncia que ha fundado un centro criollo con la siguiente décima (1), en la cual, al mismo tiempo, invita a un amigo, al parecer presidente de otro centro criollo, llamado Los Héroes de Caseros : Un centro criollo he formao Con muy gúenaza intención De ostentar la tradición De un Santos Vega nombrao ; Pues de usted yo m'he acordao Y ansí le invito, aparcero, A que montao en su overo Quiera a mi rancho llegar Y en la fila pueda estar Con « Los Héroes de Caseros ». Contrera, por su parte, se mofa de ño Robustiano : Al viejo ño Robustiano A usted, viejo cantor, Lo invito porque no veo Que su criollo tarateo Sea cosa de valor; Ansina hágame el favor De buscar donde mi don (1) Orarri, Dedicado a F. Todaro. La Juventud, semanario jocoso, literario, criollo y social, año I, número 35. Buenos Aires, julio 6 de 1905. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 38 Poder seguir la junción, Pues lo espera complaciente El mentado presidente De « Vega y su tradición ». Centro de humildes paisanos Donde no brotan ruindades, Gauchos que en todas edades Fueron baluartes pampeanos, Nobles siempre y campechanos Ande quiera que se allegan, Su altivez naides doblega Y a demostrar sus primores, Espera a los domadores La fiel « Tradición de Vega ». Contrera. (La Tapera, revista semanal de literatura criolla, año I, número $. Buenos Aires, junio 11 de 1902.) Alcides De-María, con su musa criolla, se hizo muy popular en ambas riberas del Plata, y en los centros criollos su nombre sonó entre los de primera fila. Es por eso que al fundarse una nueva sociedad de esta índole, El Rescoldo, don Calixto recibió la siguiente carta, muy original desde luego, y la que hizo inser- tar en su revista El Fogón. Dice la carta como sigue : Buenos Aires, 19 de junio de 1903. No Calisto el Ñato. Aparcero viejo : Acomisionao pa relincharle una noticia que dejuramente le hará uñita en los oídos, eruzo con el pensamiento el charco que, al sepa- rar las dos orillas, separa también las osamentas de argentinos y orientales, aunque no sus corazones, y le largo, no todos los rollos porque me gusta reservar algunos por si se ofrece dar lazo, pero sí los suficientes pa que nos vaya palpitando, y no confunda quiebras con balacas. 388 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En cuanto relinchó el mes de abril (día 2) del año actual, el qu'esta fierma, ayudas en la fáina por otros mocetones amantes de las fritan- guitas y la nieve *e la tierra (la mazamorra), paramos rodeo a una tropilla de camperos aquerenciaos a la vidorria del pueblo pa tratar de reformar en sociedá criolla (no confunda con suciedá), un centro hecho por un mozo de puntería en el mesmo mes de abril del año que rodó últimamente al pisar la viscachera de su diciembre. Al cencerro e la comisión deregidora (qu'en estos casos es algo así como yegua madrina), se reunió la manada risolviendo la reforma qu” he señalao, y adotando para la sociedá el nombre El Rescoldo con que jué bautizao el centro. Doy aquí los nombres de los que hacen las veces de señuelas ; crio- llos en cada uno de los cuales tiene usté un servidor lial sin gúelta de hoja : Presidente, Domingo Corbalán; vicepresidente, Juan Giovannassi; secretario, Enrique Faustín; prosecretario, Emilio Pierotti; tesorero, Arturo S. Rinaldi; protesorero, Julio Gaudini; vocales, Antonio L. Pardo, Ángel López, Emilio Bruggia, Juan Capellini y Juan Sirelo; suplentes, Juan Moreschi y Luis Béguérisse; revisadores de cuentas, Amílcar Márquez Miranda y Adrúbar Márquez Miranda. Siendo los fines de esta agrupación ricordar las viejas costumbres de nuestros gauchos, se propone dar, en los días tibios, excursiones a los pueblitos cercanos de la Capital y fiestas campestres, donde “se voraciará cimarrón y asado con cuero; y cuando comiencen a cáir las hojas, representaciones de puro jugo criollo, pa lo cual cuenta con un enadro que han dao por entitularlo filodramiático, y con un número rigularcito de obras de autores criollos d'este pago y del suyo: ya los tientos de esas representaciones, bailes familiares en los que tam- poco faltará la nota gaucha, pues entreveradas con las danzas pueble- ras, algunos gatitos, hinchando el lomo, dentrarán a arabar el cor- daje "e las vigielas. Si es cierto que d'el fuego *e la tradición sólo va quedando el res- coldo, que se diga, al menos, que hay quien ese rescoldo conserva como una santa reliquia. Nuestro rescoldo escondida Guarda un'ascua del pasado, Y al que patria nos ha dado, Ni un instante se le olvida ; , Aquí la canción sentida Del agreste payador R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 389 Recupera su color, De nuevo a la vida torna, Y con las flores se adorna De otro ignorado cantor. Aquí lloran pericones En las sonoras vihuelas, Y rechinan las espuelas Y circulan cimarrones; Como en dulces soñaciones, A surgir vuelve lo viejo... Es algo como un bosquejo De las escenas pasadas, Que reviven, reflejadas Del presente en el espejo. Si un día llega a esta orilla, Acérquese a nuestro nido, Donde no se da al olvido Nuestra tradición sencilla; Con leña de coronilla Se enciende nuestro fogón, Y tendrá, en toda ocasión, Nuestra amistad y un amargo, Cebado, como de encargo, Para el Ñato narigón. No esquive el Vega oriental Verse enredao en los rollos Del lazo con que estos criollos Sueltan su amistoso pial. Siga El Fogón sin rival Alegre chisporroteando, Y a su alrededor congregando Los más mentados cantores Que en sus décimas mejores Van nuestro ayer recordando. El tape Amaro Cruz. Alcides De-María contestó como sigue : Amigo don Miguel Suárez, Ya que me ha sacado a luz 390 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS A su tape Amaro Cruz Que da marca a sus cantares, Acépteme algunos pares De amargos bien espumosos, En cambio de los retozos En que me llama, ¡ gran perra ! El Vega de esta mi tierra Por mi cantos tan preciosos. El Vega... amigo, ¡me ha muerto ! O matado, que es lo mismo; Yo tendré mi patriotismo Y amor al pago, por cierto, Pero no había descubierto Que tuviera tanta espiga Como para que me diga Ningún otro payador Que me parezco al cantor Que templó más prima arriba. Bueno, amigo don Miguel, Agradéscale el cumplido A ese tape, que ha querido Darme quesito con miel ; Y dígale que el corcel No aplaste en esta carrera, Que la ordeñe a la lechera Para mandarme el apoyo, Y que ordene a este crioyo Como guste y cuando quiera. Y en cuanto a l'asociación El Rescoldo. ¡ ni qué hablar ! Desde ya puede contar Con mi franea estimación : Los criollos de corazón No se relinchan al ñudo, Y aunque con lenguaje rudo Se expresan que es lo primero [du] e) al R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA El cuartearlo al aparcero Cuando cae en un peludo. Junio 4 de 1903. El viejo Calixto. (El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año V, número 221. Montevideo, junio 7 de 1903.) Muy distinta de los centros criollos argentinos, por el rango social de sus miembros, es la «Sociedad Criolla» de Montevi- deo; pero sus tendencias son las mismas, igual su amor hacia el terruño. Veamos cómo se desarrolla una de sus fiestas anuales, celebradas en lo posible el mismo 25 de mayo, y presenciamos la fiesta de su segundo aniversario, habida el 31 de mayo de 1596; entre los tantos oradores, también Pisano, autor del dra- ma Nobleza criolla, leyó un discurso, del cual reproducimos los siguientes párrafos finales (1): La Sociedad criolla ha hecho también algo más que divertirse y rendir culto a las primitivas costumbres : su nombre está vinculado a más de una obra patriótica y noble... La elocuencia de los hechos está por arriba de las murmuraciones y las dudas, y ante el espectáculo de la selecta concurrencia que hoy acude a la fiesta de la Criolla, donde para mayor lucimiento se des- taca en primer término la siempre bella mujer uruguaya, pueden la digna comisión que preside sus destinos, y sus asociados, estar satis- fechos. Entre tanto, arañe el suelo la ruda nazarena, aquella que en más de una acción de guerra, hincada a los hijares de los redomones, los pre- cipitó al fragor de las luchas donde sus dueños, a golpe de sable, con- quistaban glorias; lucía el poncho americano su linda sencillez crio- lla, caído con abandono, como aquel que Obligado arroja a las espal- das de su Santos Vega cuando altanero cruza el llano; échese el sombrero sobre la nuca, no como resabio de compadres, sino como rasgo de altivez congénita, herencia de nuestros progenitores que así (1) Anón., La fiesta del domingo. El Ombú, semanario criollo, año Í, nú- mero 23. Montevideo, junio 7 de 1896. 392 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS los llevaban para mirar de frente y cara a cara; suene la lastimera guitarra, vibrando en sus cuerdas el quejoso estilo o el alegre pericón, y que la tricolor bandera, atada al mástil de la entrada, diga a todos los vientos que aquí no se retrocede, sino que se avanza. Veamos al fin cómo José Cibils, en un pequeño trozo litera- rio (1) describe un baile popular; dice entre otras cosas : En lo mejor del zapateo, un gaucho que acaba de bolearse de su pingo — un verdadero gaucho por su traje y por su porte — se entre- vera con los danzantes y les grita más bien que les dice: « Cancha, caballeros, que aquí está el gaucho del pago », y, agregando : « Vení, mi prenda», agarra para compañera a la más linda de las bailarinas que era una correntina salada como queso de Goya y con unos ojos lanceadores como soldados de Berón de Astrada o de Plácido Mar- tínez. Volvieron a resonar las guitarras que habían callado un momento como pájaros asustados por el bramido de un tigre, y el armonioso aire popular dejó sentir de nuevo sus primeras notas : < Vuela la per- diz madre, vuela la infeliz... »> Los demás bailarines dieron cancha al eriollo montao, uno de los raros ejemplares que todavía por casualidad quedan en nuestra cam- paña, de esos gauchos que se cubrieron de gloria con Giúiemes y Ra- mírez en nuestras luchas homéricas y de cuya sangre está regada toda esta tierra que hoy, bajo el influjo de una falsa civilización, pretende desconocerlos o despreciarlos; de esos gauchos nobles, valientes y sen- timentales que inmortalizaron Estanislao del Campo en su Fausto y Rafael Obligado en su Santos Vega. Cultores literarios de la tradición se consideran las «re- vistas criollas», parte especial e interesante de la prensa del país. En el curso del presente trabajo, ya hemos conocido los títulos de casi todos los periódicos que se dedican a las cos- tumbres del país, a la antigua tradición, etc. Ya con el nombre, quieren marcar su tendencia, y así es que encontramos títulos (1) Cibirs, Baile criollo. El Fogón, periódico criollo ilustrado, 22 época, año IV, número 198. Montevideo, diciembre 15 de 1902. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 393 como La Aurora, de Buenos Aires; El Cimarrón, de Montevi- deo; El Criollo, de Minas, Uruguay; La Enramada, de Buenos Aires; La Estancia, de Montevideo; La Flor Pampeana, de La Plata y Ensenada; El Fogón, la célebre revista de Montevideo, órgano de «Calixto el Ñato»; El Fogón, de Buenos Aires; El Fo- gón Argentino, de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Ai- res; El Fogón Criollo, de Montevideo; El Fogón Pampeano, de Rosario de Santa Fe; El Gaucho Argentino, El Gaucho Relám- pago, ambos de Buenos, Aires; Hormiga Negra, de Bartolomé Mitre, Arrecifes y San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires; El Magangá, de Montevideo; El Ombú, de Buenos Aires; El Ombú, de Montevideo; El Palenque, uno de Buenos Aires y otro de Rocha, República Oriental del Uruguay; La Pampa y La Pampa Argentina, de Buenos Aires; Pampa Florida, una de Lomas de Zamora y otra de Las Flores, provincia de Buenos Aires; El Payador, de Buenos Aires; La Picana, de Montevi- deo; Raza Pampeana, de La Plata, más tarde de Buenos Aires ; Raza Pampa, Revista Criolla, Santos Vega, La Tapera, La Tra- dición, revistas y periódicos de la capital federal. Agrésganse revistas de índole jocoso, literario, humorístico, como La Ju- ventud, Mate Amargo, El Picaflor Nacional, El Picaflor Porteño, El Prado, Pulguita, T V O, etc., todas de Buenos Aires. El Trovador, de Junín, que de vez en cuando, también se dedi- can a las materias que son únicamente tratadas por los perió- dicos recién enumerados. La vida de todos estos periodicuchos suele ser efímera; algunos han alcanzado un sólo número; La Pampa Argentina, con sus ocho años de vida, es bastante esta- ble; El Fogón, de Montevideo, después de 14 años de existencia, tuvo que cambiar su nombre en Estancia que pronto dejó de publicarse. El carácter. de todas esas «revistas criollas» resulta de la arenga con la cual El Palenque, «periódico criollo de costum- bres nacionales, crítico, literario, jocoso y de actualidades », lanza su primer número al mundo (Buenos Aires, junio 23 de 394 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS 1911): es encabezada A título de presentación, y algunos de sus párrafos son los siguientes : Desligados de toda ideología y de toda secta política, en El Palen- que reflejaremos en toda su pureza y verdad la tradición de Santos Vega, Martín Fierro y Luciano Santos (1); y en glosas amorosas y sentidas haremos revivir el espíritu que otrora animara las indómitas y pujantes rebeldías del alma gaucha... procuraremos a su vez hacer la psicología y el fiel retrato de esa compleja e interesante personali- dad que no se debe perder en la «noche de la historia », haciéndolo desfilar en sus rasgos gallardos y dominadores encarnados en aquellos bizarros gauchos que con Gúemes, Artigas y La Madrid, fueron cen- tauros armados de la libertad ; ora los presentaremos en las monto- neras, maltrechos, rotosos, pero siempre irrascibles ante las penurias y peligros; siempre conscientes, leales, impertérritos, sosteniendo la bandera de las autonomías provinciales; ora los representaremos atravesando los desiertos pampeanos en su vida azarosa de parias perseguidos ; ora los representaremos en su más reciente y triste con- dición ; la de prisioneros vejados y escarnecidos de una civilización atentatoria que les presentó esta disyuntiva: El sometimiento incon- dicional, la muerte, o la vía de la delincuencia. La Pampa Argentina, «revista criolla de costumbres nacio- nales, única en su género», al comenzar una segunda época des- pués de haber cesado algún tiempo se presenta con el primer rd número de la segunda serie (n” 55, julio 17 de 1910) con un at- tículo inicial, del cual sacamos lo siguiente : La Pampa Argentina fué y continuará siendo siempre, el árbol cor- pulento y hospitalario del gaucho trovador que a usanza del inmortal Santos Vega llegue a templar su guitarra para cantar las décimas más sentidas. Nuestros lectores juzgarán complacidos la promesa, para luego re- petirnos la dulcesita frase del querido y laureado vate Carlos Guido y Spano : «Nunca es triste el viaje cuando se oyen los arpegios de la guitarra criolla. » (1) El matrero Luciano Santos es héroe de una obra poética del escritor uru- guayo Antonio D. Lussich, escrita en 1873. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 395 En estas «revistas criollas» anda vagando el espíritu de Santos Vega. Bajo este punto de vista, se recomienda £l Fogón : Será el más alto exponente De nuestra vida de antaño, Que mostrará sin engaño El alma gaucha y valiente ; Ella le dirá que miente A quien tal virtud le niega, Tendrá siempre en la brega Por escenario, la pampa, Y por símbolo la estampa Del inmortal Santos Vega (1). Para revistas se necesita colaboración, y los directores «echan muchos piales » : Hago un sincero llamado A todo gaucho cantor Que se ponga a mi costado Para cantar con amor; Con amor al patrio suelo En pro de la tradición De Santos Vega que al cielo Voló con su inspiración (2). Continuemos en la brega De nuestra labor constante, Para llevar adelante Las tradiciones de Vega. Demostremos con fe ciega Al progresista de hoy día Todo el valor que tenía (1) CARMONA, Programa gaucho. El Fogón, revista nacional ilustrada, año I, número 1. Buenos Aires, octubre 28 de 1911. (2) DiLLÓN, Cantares. La Pampa, revista criolla, 22 época, año II, número 21. Buenos Aires, mayo $ de 1904; ídem en: DILLÓN [4lmagaucha|, Cantares, 1906.| página 3. Buenos Aires-Montevideo 396 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Nuestro gaucho, aquel varón Que legó emancipación Y rompió la tiranía (1). Y acuden los colaboradores : Como rudo principiante Al iniciarme en La Pampa, (Quiero hacerle fiel estampa De mi fe que es muy constante ; De la chispa relumbrante Que brota del corazón Por la hermosa tradición De Santos Vega el cantante (2). Permiso en esta ocasión Le pido a usted gacetero, Un criollo leal y sincero Y de franco corazón ; Un gaucho que a su fogón Hoy muy contento se allega Y que de golpe de pega Lo mesmo que juese cola, Largando por carambola Una canción a lo Vega (53). Uno de los colaboradores quiere remitir más contribuciones: Ansí pues al terminar Esto que yuyo yo llamo, (1) SAUCcHELLI, Contestando. T V O, revista popular, año I, número 9. Buenos Aires. septiembre 10 de 1915. literaria y social, (2) AL1iepr, Vengo « engrosar la fila. La Pampa, revista criolla, 22 época, año II, número 95. Buenos Aires, octubre 26 de 1904. (3) DAMONTE, Con permiso. Pampa Florida, revista defensora de los dere- chos del hombre, social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional [12 época!, año I, número 28. Las Flores [provincia de Buenos Aires], marzo 15 de 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 397 Como criollo le reclamo El deber de continuar, Haciendo siempre sonar De su revista el cencerro Y evitando todo yerro, Cantar como allá en la ciega Cantó el poeta Santos Vega Y el inmortal Martín Fierro (1). El éxito de estas revistas criollas es seguro cuando siguen el rumbo indicado, escribiendo en «jerga criolla »: De nuestra jerga criolla (2) Desde la tranquera de nuestro humilde rancho, con el alma ganosa de retribuir el gaucho recibimiento que se nos ha hecho, damos rien- da suelta al cimarrón con las tradicionales tortas fritas. Toda la peo- nada nuestra, pialada por el entusiasmo, zapatea con dulzura, mien- tras que sus criollas paisanas, de ojos negros y traviesos, luciendo sus delantales del color de nuestro querido suelo patrio, traen a la memoria recuerdos viejos del terruño. Las guitarras siguen esparcien- do sus notas campechanas que van a perderse al trasponer la cuchilla. Los ecos armoniosos de nuestras pobres trovas campeanas se ex- tienden más allá de lo deseado, haciendo estallar en todo corazón criollo el vago preludio que inspirara Santos Vega. Cantan las criollas las canciones de nuestra tierra americana y el corazón relincha de contento. El chiripá y la bota de potro con pun- tera degollada siguen viviendo la vida de la inmortalidad, y forman el búcaro de nuestra jerga criolla. Tata Dios. Loor, pues, a las revistas que mantienen la oriflama de la tra- dición: (1) SerisI, Preludios. La Pampa Argentina, revista eriolla de costumbres na- cionales [la época], año 1, número 6. Buenos Aires, mayo 12 de 1907. (2) Pampa Florida, revista quincenal ilustrada de arte y teatro y crónicas sociales, independiente e impersonal, año I, número 2. Lomas de Zamora [pro- vincia de Buenos Aires], abril 16 de 1912. 398 BOLETÍN DE La ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Ya la campaña no tiene Cantores cual Santos Vega, Solo su revista llega A ser la que nos mantiene. La tradición que nos viene De nuestro ser primitivo Cuando fué todo nativo, Gaucho neto poderoso, Dando patria valeroso, A nuestro pendón altivo (1). Allí la fibra se entona Y allí el alma se reanima Entre repiques de prima Y sollozos de bordona. En aquella santa zona Tanto la payada brega Que naide a El Palenque llega Sin presinarse asustao, Creyendo resucitao Al payador Santos Vega (2). Nuestra revista campera Debemos así llamarla Por ser la que fiel nos charla De nuestro gaucho cual era. Sostengamos su bandera Sin trepidar un instante Con la fe siempre constante Del gran cantor Santos Vega, Sin temores por la brega Serenos ir adelante (3). (1) DiLLÓN (Almagaucha), Carta abierta al señor director de Raza Pampa. Raza Pampa, revista literaria, de actualidades y de costumbres nacionales, año I, número 25. Buenos Aires, agosto 26 de 1908. (2) YamanDú, Reclamando el número 17 de El Palenque. El Palenque, perió- dico de costumbres nacionales y de ensayos literarios, año I, número 22. Rocha [Uruguay], octubre 14 de 1906. (3) DiLLóN, Con franqueza. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- 8 R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 399 No debe extrañar que personaje tan famoso como el héroe de nuestra monografía, diera también nombre a una revista. Lo que extraña es que esto no haya sucedido mucho antes, pero las listas de la prensa argentina, desde su principio hasta la fecha, no mencionan ningún diario, publicación periódica, etc., que se llamase «Santos Vega». Tal vacío fué llenado al comenzar el año de 1914, por la empresa Haynes de Buenos Aires, la que el 3 de enero lanzó a la venta Santos Vega, « revista semanal de actualidades, aparece los sábados », precio del ejemplar al públi- co, 10 centavos, etc. Es una revista de tamaño grande (39 */, X 28 */, centímetros) y de 24 páginas cada número. Su conte- nido es bastante variado; asuntos de vida social, de sport, cuen- tos, chistes, curiosidades, etc., todo profusamente ilustrado. De índole criollo-gauchesca, poca cosa; sólo el título y algunos ar- tículos, poesías, ete., están dedicados al célebre payador, padri- no de la publicación. Los fines de la nueva revista están explicados en el siguiente artículo publicado en el número primero : Alta el ala del sombrero No venimos por cierto a hacer nada nuevo; pero si venimos a ha- cer vivir sobre las cosas nuevas, el viejo espíritu de las viejas tradi- ciones, ¿Murió en verdad Santos Vega, «aquel de la larga fama », o cruza siempre la pampa, admirado de sus progresos asombrosos, y «alta el ala del sombrero — levantada del pampero, al impulso sobe- rano?...» ... ¡ Aquí está, pues, Santos Vega! Aquí está, en estas páginas, el primitivo gaucho abrazado a la civilización y la cultura, resuelto a ir siempre más lejos, a luchar por el bien, a cantar la belleza, sin re- nunciar para ésto ni al amor de su tierra, nia la ley del corazón. rio, artístico, de actualidades y costumbres nacionales, 22 época, año VII, nú- mero 280. Buenos Aires, noviembre 19 de 1914. — Reproducido ibidem, año VIII, número 321, agosto 15 de 1915. 400 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS ¿Quién dijo que el gaucho amaba la soledad y odiaba al extranjero? ¡ Ahora dirá Santos Vega lo que siente y lo que anhela ! Tiempo era ya de que el gaucho calumniado sacudiera el silencio que lo envuelve y se hiciera observar, tal como es, en médio de la ciudad. ¿No ha cambiado el aspecto de los campos? ¿No han sucedido al ceibo y al ombú otros reyes de la flora? ¿No es distinta la fauna? Pues entonces, ¿por qué no había de evolucionar el criollo viejo y ponerse al diapasón de los tiempos que corren ? Sólo vamos a decir que Santos Vega — el espíritu de la raza, la tradición y el alma de la patria — no ha muerto, ni morirá. Y esto lo vamos a decir en un discurso... algo largo... pero claro y convin- cente. Este número de hoy es la primera palabra. Y después, cada edición será una palabra... Al final del discurso, habremos muerto aleunos: mas otros lo seguirán escuchando. Santos Vega vivirá, se le sentirá vivir y hará comprender su alma, su alma inmensa, llena de todas las armonías de los bosques, de todos los aleteos del progreso, de toda la majestad de las pampas y los cielos argentinos... Año nuevo En la aurora del año nuevo viene al mundo Santos Vega. Con la de 1914, comienza la vida de la revista, cuyo programa no me toca a mí exponer y desarrollar, porque autoridad más alta y competente se encargará de esta misión. Yo me limito, modestamente, a hacer constar esa coincidencia, ya que la vida de un periódico siempre es reflejo de la vida de la humanidad, o por lo menos, de uno de sus as- pectos, según sea la índole de la publicación. Así, pues, siendo el hecho más saliente de estos momentos, la iniciación del año, lo rela- ciono con la aparición de Santos Vega, enlazando los dos aconteci- mientos con el deseo ferviente y sincero de que el año sea próspero y feliz para el pueblo grande y noble, que ensalzó en sus cantos el héroe de la leyenda, y para la nueva revista que lleva el nombre del cantor popular. Juan de la Cruz Ferrer. suena obra de arte es la carátula que adorna la primera pá- gina del número; es del pintor español Mario Zavattaro. Pero R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 401 es demasiado artística para ser documental; las musas que vo- lando echan, al héroe de la pampa, el laurel de la inmortalidad, son modelos de las academias de pintura; el caballo, es el cor- cel de los poetas románticos y no el pingo del gaucho. Pero «Santos Vega cruza el llano...». Dibujo de Mario Zavattaro, frontis- picio del primer número de Santos Vega, revista semanal de actua- lidades, Buenos Aires, 1914. oigamos lo que la misma revista, en su primer número, dice al respecto de la carátula : El lector sentirá una gratísima sensación de verdad al contemplar la magistral evolución de Santos Vega, hecha por nuestro gran artista Zavattaro. El dibujante, para realizar esta bella obra, completó sus impresio- A 26 402 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS nes con las del querido poeta don Rafael Obligado, quien ha tenido la gentileza de estampar así el sello de su estro en esta publicación, acogiéndola de buen grado como la nueva encarnación del prototipo de la gentileza y del sentimiento argentinos, que él cantara en estro- fas inolvidables. El Santos Vega de Zavattaro hace resurgir en toda su poética y bizarra belleza, la figura del viejo trovador legendario, el alma de la pampa, que no puede morir, que no debe jamás borrarse de nuestra vista, por grandiosa que sea la evolución nacional. Ahí está Santos Vega la raza; ahí está el padre del arte genuinamente argentino: ahí está en fiel evocación ; ahí está el genio de el noble viejo que fué el primero que rimó y suavizó los vientos de la pampas, y el primero que tradujo las alegrías y las penas del corazón gaucho — el corazón heroico, hospitalario, bondadoso, fiero ante el peligro; dulce para la mujer y para el niño — y que debe latir siem- pre en nuestro pecho! La revista Santos Vega no alcanzó larga vida; salieron sólo 32 números, el último el S de agosto de 1914. Despidióse la em- presa del público con un artículo en que explicó los motivos que habían para suspender la publicación : la crisis económica del país, agravada por la guerra mundial. INVESTIGACIONES SOBRE LA PERSONALIDAD DE SANTOS VEGA ¿Quién habrá sido este Santos Vega que nos viene ocupando tanto tiempo? ¿ Habrá sido personaje real o ficticio? He aquí el tema de este capítulo que lógicamente termina la presente mo- nografía. Según la opinión vulgar, Santos Vega ha sido uno de los gauchos cantores de los tiempos de Maricastaña. Según opinión corriente en Buenos Aires antiguo — relato del señor Aníbal Cardoso — ha existido en el cuarto decenio del siglo pasado un payador Santos Vega quien una vez se midió con un cantor de raza africana en un torneo que duró dos o tres noches. Tuvo lu- R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 103 gar esta célebre payada en el «barrio del pino» de Buenos Aires, hoy calle de Montevideo entre Sarmiento y Corrientes, nombre tomado de un pino gigantesco. Según el concepto de nuestros poetas populares, Santos Ve- ga ha vivido realmente y su genialidad, según esa misma opi- nión, sólo admite comparación con los genios más selectos de la humanidad : Como Grecia guarda a Homero, Sud América albergó En su seno a Santos Vega que en la pampa, en el océano, En el rancho, en el palacio, su leyenda resonó, Transmitiéndose en Ezeiza, luego en Vásquez, ruiseñores Que ambos cantan a la patria sus proezas, sus mejores Episodios nacionales en honor a la virtud (1). Santos Vega, como personaje real, ha creado, pues, según la opinión de nuestra gente, composiciones poéticas como José Hernández y Estanislao del Campo, conocidos poetas argenti- nos, representantes clásicos de la musa gauchesca ; o como Ga- bino Ezeiza, « payador nacional» que vive todavía : De Hernández y Santos Vega Se oyen los tristes acentos Como perdidos lamentos Que a nuestros oídos se allega, Y «esa musa no despliega De su cáliz flor lozana Cual pléyade americana Que va en busca de otros días, Buscando en sus melodías La gloria no muy lejana (2). (1) Berisotr1, Los payadores. En : BErINotrI, Ultimas composiciones, pági- na 15; ídem en : El payador, revista semanal de carácter criollo, año [, núme- ro 8. Buenos Aires, junio 22 de 1913; ídem en : La Pampa Argentina, sema- nario festivo, literario, artístico, de actualidades y costumbres nacionales. Bue- nos Aires, 22 época, año VIII, número 327, septiembre 26 de 1915. (2) IMoNTrI, Bordoneos. La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales, 22 época, año II, número 55. Buenos Aires, julio 17 de 1910. 404 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Amo la nota infinita De la musa y del clarín, Flores del mismo jardín Que un sólo fulgor anega, ¡ De Belgrano y Santos Vega, De del Campo y San Martín ! (1) De los criollos no me aparto Porque yo también lo soy En el presente de hoy Como en el pasado ayer; Son los hijos de este suelo, En donde Vega y Gabino Al verdadero argentino Lo hicieron enaltecer (2). En lo que hace a la categoría de los cantos de Santos Vega, los poetas populares le atribuyen todo lo posible, versos en ge- neral, estilos, décimas, tristes; éstos últimos son su especialidad como resulta de las citaciones que se han hecho en los capítulos anteriores de este trabajo. Como comprobantes, van todavía las muestras siguientes, ex- tractadas de la musa popular. Anastasio el Tuerto encarga a su « vieja » : A Josefa la gallega Le decís que yo veré De copiarle si podré Los versos de Santos Vega (1). El pericón va acompañado con décimas al estilo de Santos: (1) ANÓN., La mujer argentina. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 2a épo- ca, año XII, número 505. Montevideo, enero 30 de 1910. (2) MALDONADO, Contestando. En : ANÓN., El payador argentino, página $. [Buenos Aires, 1910.| (3) ANASTASIO EL TUERTO, Unos encargos. La Pampa Argentina, revista criolla de costumbres nacionales (12 época], año I, número 3. Buenos Aires, abril 21 de 1907. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 405 A la voz de : « Aura señores », El guitarrero se entrega A cantar cual Santos Vega Las décimas más mejores (1). Al galopito de su tordillo « Zorzal », va el gaucho, ... Tarareando Un estilo del gran Vega Y un alma triste se apega A las décimas, llorando... (2) Sentimos la desgracia del pobre Silverio Manco cuando esta- ba encarcelado : Triste es la vida del preso, Maldecido por su suerte... Ningún rayo de alegría En estas regiones llega Y sólo recordaremos Los tristes de Santos Vega (3). En el parnaso popular no falta sin embargo una que otra voz que duda respecto a la existencia verdadera de nuestro héroe. Así, por ejemplo, un poeta anónimo, al narrar, según la novela de Eduardo Gutiérrez, en un largo epos las hazañas del célebre bandido Juan Soldao, lo representa también como payador y dice (4) : Una noche se midió Con un tal Selva afuera (1) Anóxn., Bajo la ramada. La Pampa Argentina, semanario festivo, litera- rio, artístico, de actulidad y costumbres nacionales, 22 época, año III, núme- ro 26. Buenos Aires, noviembre 19 de 1911. (2) De La FUENTE, Silueta gaucha. La Pampa Argentina, revista criolla ilustrada [la época], año 11, número 48, Buenos Aires, marzo 10 de 1908. (3) Manco, Recuerdos de la cárcel. En : Manco, Ayes del corazón, página 9. Buenos Aires [1907]. (4) ANÓN., Vida del famoso gaucho oriental Juan Soldao, páginas 24-25. Buenos Aires, 1901; otra edición. 1905. 406 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Que era discípulo de Vega Como el mozo se nombró, Mas Soldao lo chichoneó Hasta su madre y su abuela. Después cantó con Mosquito, Un inspirado cantor, Que luego versificó El tema de Santos Vega Que la tradición recuerda Aunque el mundo lo olvidó. Dijo Soldao de que Vega Era una idea ilusoria Del autor de aquella gloria Que el paisanaje aplaudió Y que hoy se inmortalizó Según lo demuestra la historia. Otro anónimo es mucho más detallado; se ocupa casi única- mente de nuestro problema, llegando a la conclusión que San- tos Vega no ha existido en realidad : Santos Vega Santos Vega fué el tema Que un payador eligió, Siendo el rey que cantó En otro tiempo lejano Cuando aquellos paisanos Pocos eran sobresalientes Pero como valientes Había que dejarlos a un lado; Ahí tienen de Juan Moreira Un ejemplo fecundado. Muchos dicen que ha existido Aquel cantor tan profundo, Otros dicen que en el mundo No existió tal Santos Vega, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 407 Y es mi opinión verdadera Que hasta parece imposible No dando por admisible La payada con Lucifer, Esa es historia no novela Ante Dios en el poder. Que haiga existido un paisano Con el don de Santos Vega, No es pena que en mi alma queda Ni me causa admiración ; Pero no que un payador Haiga sido tan profundo, Siendo terror de este mundo Y que con el diablo ha discutido ; Yo diré que no ha existido (1). Santos Vega el payador, El de grande y larga fama, Murió cantando su amor Como pájaro en la rama ; Ardió en intensa llama Su grandiosa inspiración, La gran pampa recorrió Sembrando con su canto Las notas que yo levanto Pintando su tradición (2). El ya citado Policarpo Albarracín cuya narración épica, a base de la novela de Gutiérrez, ya fué analizada, también ha pensado sobre el problema que nos ocupa; mezclando los rumo- res vagos que ha oído sobre Ascasubi, con episodios de la no- vela citada, compone la siguiente visión : (1) Esta estrofa es incompleta también en el original. (2) ANÓN., Décimas variadas para cantar con guitarra, páginas 7-8. Buenos Aires, 1906. 408 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS La visión de Santos Vega ¿Cuál es aquel argentino Que en más o menos escala, No oyó hablar de la luz mala Que se alzaba en el camino? ¿Y cuál aque! que en otrora No oyó hablar de este cantor Que fué el grande payador, Como ninguno hasta ahora? Hoy, según tengo entendido Nadie hubo que le igualara, Su poesía era rara Y su lenguaje florido, Criollo esbelto y advertido Y muy buen mozo de cara. Ascasubi, aquel poeta Que la pampa describió, En sus versos nos contó Que era cantor y era atleta Y que con ningún sotreta Nunca insultar se dejó. Las tradiciones pasadas ' Nos hablan de este paisano, Que fué el cantor de los llanos Y de las criollas mimadas, Tan simpáticas versadas Cautivaban a tiranos. Yo sé que hay gente que duda De que Vega ha existido Y hoy lo dejan al olvido Pretestando que es un cuento, Que lo de Vega es invento De algún paisano advertido, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 409 Añaden que no es posible Que pueda ser tan suertudo, Que a éste lo alaban al ñudo Por el hecho de alabar, ¡Que cómo podía payar Tan bien, un gaucho tan tudo! Pero si vamos al caso Y escarbamos la cuestión, Han de darme la razón Si no se ponen de punta, Al ver que a cierta pregunta Contestó así La Nación (1) : «Un curioso ». Nos ha enviado Una pregunta, y al grano Vamos, señor ciudadano, A contestar porque pega, Quiere saber de si Vega, Existió y era un paisano. Muchas personas, diremos, Quieren negar su existencia Y atribuyen su elocuencia A quimera fantasía, Porque nadie conocía Los misterios de su ciencia. En nuestra pampa grandiosa Sobrevivió Santos Vega, Hoy al recuerdo se entrega Porque vale recordar Nadie se podrá olvidar Del que al mal no se doblega (2). Cuando tratábamos la «evocación poética» de Luis Bayón (1) No hemos hallado la vota del diario La Nación, a que se refiere el autor. (2) ALBARRACÍN, Santos Vega, obra citada, pátbinas 8-10. 410 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Herrera, fué reproducido el prólogo y vemos que el autor toma el asunto bajo el punto de vista poético (ver pág. 237). ¿ntre los autores argentinos hay uno que otro que ha pen- sado sobre la materia de este capítulo. Ya en 1883, Ventura R. Lynch (1), en su interesante libro sobre costumbres populares, dice como sigue: El gaucho de la época antigua desaparece de la escena en 1831. Sin embargo, nos legó una tradición. Los payadores, esos improvisadores que empiezan a figurar en 1778 (2), ya recorrían de un extremo a otro este virreinato. Luchando unas veces en el rancho, otras bajo el ombú (Pircunia dioica) y las más en la pulpería, muchos de ellos llegaron a adquirir una fama tan sorprendente que hubo época de abandonar el gauchaje sus obligaciones para entregarse por completo al arte de payar. En estas circunstancias fué cuando apareció Santos Vega. De triunfo en triunfo, marchando siempre de un punto a otro, pasó un día al sur de esta provincia. Era la única parte donde no era conocido. Llegó a una casa de negocio y después de pedir una mañanita, se retiró a un rincón con ánimo de descansar las fatigas de su viaje. Un grupo de gauchos que allí copaba de lo lindo, miró con despre- cio la humildad del forastero. Entre ellos un negro altanero, mentao de malo y reconocido el primer payador de la comarca, viendo la acti- tud que guardaba aquel intruso. se propuso divertirse, divirtiendo a sus amigos. Tomó la guitarra, preludió un cantar por cifra y le preguntó «quién era, de a'ónde venía y pa dónde iba ». Dicen que Vega salió, tomó su guitarra que jamás faltaba en los tientos de su recao y volviendo a la enramada comenzó a cantar : Yo soy Santos Vega, Aquel de la larga fama... Tres días y tres noches siguieron trovando aquellos dos payadores. (1) Lyxcm, La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión capital de la república, páginas 6-7. Buenos Aires, 1883. (2) Ignoro en qué se funda este dato. (R. L.-N.) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 411 hasta que al fin, habiendo entrado en un tema religioso, viéndose cercado el negro, en sus últimos baluartes, estalló o reventó ; porque el negro aquel había sido el mesmo diablo en persona. Esta tradición se conserva intacta en nuestros días; pero al reco- rrer los pueblos del norte, se eclipsa la fama de Santos Vega para ceder su puesto a Trillería. Cuentan que Vega después de vencer al diablo, pasó a esa región buscando con quien cantar. Llegó una noche a un baile donde estaba Trillería. Era éste un paisanito sencillo que nadie se ocupaba de él. Al hacer Santos Vega el reto que era de práctica, Trillería sintió arder la sangre en sus venas y arrancando una guitarra a los que estaban tocando, le contestó aceptando : Venga esa maula Que yo me le he” afirmar. La lucha fué viril y encarnizada. Dos días con sus noches sonó la cifra y en cada nota, cada armo- nía, iba una estrofa, un idilio, donde brillaba el talento y la inteli- gencia de los payadores. Por fin, Santos Vega rompió su guitarra declarándose vencido. Esta contra-tradición que ha invadido los pueblos del norte, ha sido inventada por los cordobeses, con ánimo de desvirtuar la tradi- ción del gaucho porteño. Se considera a Santos Vega como un personaje ideal, aun cuando el general Mitre lo da como enterrado en el Tuyú. Juan Álvarez, en la introducción de su interesante obra sobre música argentina (1), se basa en los párrafos anteriores cuando escribe como sigue : Pocas delicadezas tuvieron que expresar los paisanos. Sanguinarios y alegres como héroes griegos, vivieron, mataron y murieron, sin más afecciones estables que el caballo y el cuchillo, y sin otras necesida- des estéticas que el truco y la limeta. La guitarra fué un lujo... Pocas delicadezas tuvo que cantar el esclavo africano. Pocas el (1) ALVAREZ, Orígenes de la música argentina, páginas 18-19 [Buenos Aires], 1908. 412 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS antepasado español que, arrojado de su patria por el hambre, se vió rechazado hacia la toldería, por la ciudad donde el negro trabajaba más barato. Pocas podían engendrar la bota de potro y la melena enmarañada por falta de higiene y de tijeras. El amplio cielo azul quedó oculto con frecuencia tras las mugrientas viseras de los cham- bergos, y Santos Vega, el poetizado payador errante (derrotado por el mismísimo diablo según la tradición y por un cordobés según los cordobeses) — si es que en efecto cantó bien — fué excepción, como fué excepción el gaucho limpio y rico. Las siguientes explicaciones son mucho más detalladas res- pecto al personaje de Santos Vega. La poesía de Obligado ha hecho recordar al señor P. Rodrí- guez Ocón el cuento de un anciano, quien cuando joven decía haber presenciado la muerte y el entierro del célebre payador. Sin entrar por ahora en críticas, reproducimos el artículo alu- dido (1): Santos Vega. Su muerte ¿ Qué argentino no conoce el nombre de Santos Vega ? Muy pocos lo ignoran, pues está en la conciencia del pueblo, que Santos Vega fué el primero de los primeros payadores que hayan recorrido los lla- nos de la pampa solitaria, cantando al compás de la melancólica gui- tarra los más sentidos tristes, los más armoniosos cielos. Santos Vega no es un mito, y aunque parezca atrevimiento el afir- marlo, las pruebas que poseo, irrefutables en este caso, salvan mi responsabilidad si la hubiere. Santos Vega nació a mediados del siglo pasado. Después de esta fundada aseveración, sólo debo hacer algunas ligeras apreciaciones respecto de su genio y hablar de su muerte, porque no quiero desme- recer los datos históricos que poseo, extendiéndome en consideracio- nes que puedan interpretarse de diversos modos. Vega, dotado de una imaginación grande como la inmensidad del desierto, sintió en las dormidas cuerdas de su guitarra la voz sublime (1) La Prensa, Buenos Aires, julio 28 de 1885; reproducido en : Santos Vega, revista semanal de actualidades, año I, número 2. Buenos Aires, enero 10 de 1914. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 4153 de los genios, que anuneiándole sus glorias lo invitaban a cantar. Y Vega cantó con la dulzura de la tórtola el himno grandioso de la naturaleza, y tradujo en armoniosas notas que arrancó de su guitarra las grandes y varias impresiones que recibiera su alma de poeta: al recorrer los desiertos llanos de la pampa argentina. Santos Vega era uno de esos gauchos que aman la libertad porque nacieron como el león en el desierto, que reconocen un Dios porque creen que sin él no es posible la existencia, y miran su imagen y la mano de la Providencia en el más insignificante acto de su vida. Pero, sobre todo, Vega fué un genio superior, y la fama de su justo renombre era altamente apreciada en la tierra argentina, donde sus moradores le rindieron el tributo de su admiración. Vencedor en todos los torneos, no sintió jamás el orgullo de los triunfos, porque él nació para cantar los encantos de su suelo. Los años no apagaron el fuego de su grande inspiración, y en los últimos días de su vida, Vega cantaba con el apasionamiento del joven que lleva en sí la virilidad de las fuerzas físicas e intelectuales : por esto nuestros paisanos dicen « que murió cantando su amor como el pájaro en la rama ». Voy a narrar el cuadro de su muerte, fundado en el testimonio de un testigo ocular (1). Era el año de 1825 y una fría tarde de su invierno (2). El sol dirigía a la tierra sus últimos rayos. El cierzo frío de la tarde traía el perfume de las campesinas flores y reproducía en las cóncavas « quebradas » el eco de los cantos de las aves, el bramar de las haciendas, de los tigres, leones y demás ani- males que habitaban la campiña, unido a las dulces melodías que nuestro gaucho sabe arrancar a la guitarra. Era aquello la voz de lo infinito, a cuyo sin igual arrullo parece que se adurmiese la naturaleza. En las escasas poblaciones que se levantaban como opuestos centi- nelas en las inmediaciones de la Boca del Tuyú, se habían encendido los fogones, procurando sus moradores el calor de la lumbre. En la población principal, que lo era la estancia de Sáenz Valiente, (1) El testigo es un anciano que cuenta en la actualidad 72 años. Tenía 12 años cuando ocurrió la muerte de Vega, por él presenciada, y está dispuesto « confirmar bajo su honrada palabra lo que yo afirmo. (2) La muerte ocurrió entre los últimos días de junio y primeros de julio. Es imposible fijar el día. 414 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS sus peones, bajo la dirección de su mayordomo don Francisco N. (1). y del capataz don Pedro Castro, se ocupaban en asegurar sus hacien- das para durante la noche, mientras en la cocina se preparaba el asado al asador y el cimarrón verde. De pronto ladraron los fieles y celosos perros llamando la atención del peón que estaba en la cocina, quien no tardó en sentir las pisadas de caballos que cada vez se adelantaban más hacia la casa. Esperó en la puerta y vió descender de su brioso corcel un anciano de venerable aspecto que llegaba al palenque, acompañado de un niño que a la sazón tendría 10 años. Grande fué su sorpresa al reconocer en su inesperado huésped, al gran payador argentino, el invencible triunfador de esos verdaderos torneos que nuestros gauchos forman en sus payadas. Con la más profunda admiración y respeto se adelantó a recibir al ilustre viajero, ofreciéndole posada con indecible cariño. Vega la aceptó, porque venía a pedir hospitalidad a sus antiguos amigos. Desensillaron los caballos, atándolos a soga para que pudiesen comer durante la noche. Santos Vega venía triste. Algún sentimiento oculto torturaba su alma, que él en vano trataba de disimular. Pero el dolor le agobiaba y su espíritu poderoso, por momentos, parecía ceder al enorme peso de una silenciosa agonía. Sentía frío, pero no el frío que sienten los cuerpos sanos y robus- tos, sino el frío glacial de la muerte que ningún calor puede alejar. Nuestro gaucho lleva su cama en el recado. Vega mandó tender su cama junto al fogón, en la cocina. En ella se sentó en actitud meditabunda, fijando tristemente la mi- rada en la lumbre que prestaba algún calor a su aterido cuerpo. A la sazón llegaban a las casas el mayordomo, el capataz y los peo- nes que fueron alegremente sorprendidos con la inesperada presencia del glorioso payador. El mayordomo don Francisco se adelantó a saludarlo, y pocos momentos después estaba a su lado estrechando afectuosamente su mano. ¿Cómo? ¿ Usted por acá, después de tanto tiempo ? — le dijo. (1) El testigo no recuerda el apellido del mayordomo. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 415 — Sí, aparcero; mi vieja costumbre de andar rodando siempre, me da el gusto de ver a los amigos. — Pues, celebro su llegada; tiempo ha que deseaba verlo. Desde sus últimas payadas en la esquina « La Real » no volví a verlo ni saber nada de usted. Espero que esta noche me haga oír algunas décimas. — Con mucho gusto; si Dios quiere, cantaremos. — ¡ Y por qué ha hecho poner su cama aquí ? — le preguntó don Francisco. — Porque siento mucho frío — repuso — y pensaba dormir, pero no tengo sueño, cantaré más tarde para distraernos un rato. Vega había traído una mulita o peludo a los tientos, y mandó que su peoncito la asara, pues no quería comer otra cosa. Como ya he dicho que éste era un niño de 10 años, en vano estuvo forcejeando con el asador para colocar el peludo, hasta que otro mu- chacho algo mayor (1) tomó en sus manos el asador, y arreglando convenientemente el animalito, lo arrimó al fuego. Ya era la noche. La gente de la estancia estaba cenando, parte en la cocina y los otros en el comedor de la casa, cuando los primeros, llenos de pavor, vieron a Vega que presa de un temblor horrible, su cuerpo sufría fuertes convulsiones. La infausta noticia se propagó en la casa con la rapidez del rayo y todos acudieron en auxilio del payador. Santos Vega moría. La muerte vino a sorprenderlo en el momento que tal vez su espíri- tu buscaba en la desierta pampa los incomparables encantos que siem- pre había encontrado en ella, para cantarle a sus amigos. Santos Vega murió y el más profundo dolor se apoderó de los ha- bitantes de la estancia. Nadie durmió esa noche. Hubo gaucho que lloró desconsolada- mente. Aquel cuerpo vigoroso que recorriera bajo un arco triunfal los lla- nos de su patria, yacía inerte, tendido sobre pobres caronas ; aquella frente que erguida ostentara los laureles de la gloria, sombría se ha- bía inclinado ante la mano traicionera del destino. Vega era un hombre de baja estatura ; delgado de cuerpo, su ros- tro de un blanco mate, estaba en relación con su espesa barba blanca y cabello también blanco. (1) El muchacho mayor a que hago referencia, es el mismo testigo que sobre- vive a aquel suceso. 416 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Sus facciones, en general, eran finas. Vestía chaqueta corta de pa- ño azul marino, adornada con cordones y trencilla negra de seda; chiripá negro, calzoncillo cribado y bota de potro. El poncho lo llevaba generalmente en el hombro y levantada en la frente el ala del chambergo. Cuando murió representaba de sesenta y cinco a setenta años. Pero volvamos a su muerte. Sus viejos amigos querían hacer nna demostración de duelo digna de su nombre, dándole sepultura de la mejor manera. En el citado establecimiento habitaba un hermano del mayordomo llamado Mariano, hombre como de cuarenta años de edad y que tenía sus facultades intelectuales algo perturbadas. Este hombre fué vivamente impresionado por la muerte del paya- dor y tomó sobre sí la honrosa tarea de construir por sus propias ma- nos un féretro de tosca madera. Trabajó sin descanso durante toda la noche, mientras innumera- bles candiles esparcían cárdenas luces en derredor del cadáver. Santos Vega, muerto en el desierto, tenía un féretro. En esos años, en la campaña, a nadie se sepultaba en cajón ; y sin embargo, el cuerpo del glorioso payador mereció ese póstumo honor. A la izquierda de la estancia ya referida, que estaba situada en la Boca del Tuyú, había una pequeña isla rodeada de talas, que servía de cementerio. Con esa dirección, partió a las 12 del día el fúnebre cortejo, acom- pañando los restos de Santos Vega a la última morada, y llevando en una carretilla de manos el ataúd. En medio de un dolor indescriptible, los viejos amigos dieron se- pultura al cantor de la pampa argentina. Colocaron sobre su fosa una tosca eruz de tala para distinguir su sepultura. Los restos del payador reposan en esa isla. A la sazón Buenos Aires luchaba con el Brasil, encontrándose sitiada por dos escuadras del Imperio. Con este motivo los buques mercantes hacían sus desembarcos por la costa. Hasta esa fecha, 17 buques habían naufragado en el Tuyú, y el salvataje lo hacían los moradores de sus costas. En la estancia de Sáenz Valiente, teatro del suceso narrado, habían reunido una inmensa cantidad de maderas de los buques náufragos, R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 417 y de estas maderas se emplearon en la contrucción del féretro de San- tos Vega. Esta es, pues, la histórica muerte de ese genio que tanto ha preocu- pado a nuestros pueblos. Ella está fundada en los datos suministra- dos por un testigo ocular. Debido a las inmensas distancias que separaban los pueblos, a las diversas evoluciones políticas y acontecimientos que se han desarro- llado en el país desde esos años a la fecha, y al corto número de per- sonas que presenciaron la muerte de Santos Vega, tal vez, ella ha si- do ignorada. Los moradores de la campaña lo vieron desaparecer, y no acertando a explicarse las causas de su desaparición, forjáronse mil utopías y entre ellas, «la payada con el diablo ». Es muy probable que Santos Vega hallase algún competidor, y al verse vencido desapareciera del pago que frecuentara ; pues no podría vivir como antes donde se eclipsara su gloria. A esto llamarían los criollos « la payada con el diablo », y tiene su justificación, si tomamos en cuenta el fanatismo y la superstición del gaucho, y mucho más cuando tenían la firme convicción de que San- tos Vega era invencible. Los mismos que presenciaron su muerte real, dudaban de que ella fuera producida por una causa natural. En ella veían la existencia de una causa sobrenatural, porque pen- saban que, siendo Santos Vega inmortal, como alguien le dijo duran- te su vida, sólo el « diablo » podía vencerlo y hacerlo desaparecer del mundo de los vivos. Las poesías del inspirado vate don Rafael Obligado, que ha reuni- do las tradiciones de Santos Vega tal cual la revelan los labios popu- lares, son verdaderas joyas literarias que todo criollo debe conocer. « El alma del pavador », « La prenda del payador» y « La muerte del payador», son preciosas décimas de estilo fluído, dulce y llano que representan el nacimiento de la literatura criolla de que fué San- tos Vega su primer cantor. i P. Rodríguez Ocón. Santos Vega es personaje verdadero, un gaucho con talento poético, según Adolfo P. Carranza (1): (1) CARRANZA, Leyendas nacionales, página 59. Buenos Aires, 1894. T. XXI 418 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Calivar, Alico, Santos Vega, Chano, los unos con cualidades espe- ciales, con talento poético los otros, cuyos rasgos y cuya fama dura- rá en la tradición y la leyenda : los compañeros de Giiemes ; los eter- nos batalladores que han ensangrentado todas las zonas de esta rica tierra, humedeciendo sus campos con riego de abnegación y de he- roísmo ; y por último Juan Moreira y Juan Cuello y demás hombres valerosos, pero criminales, completan en parte los diversos prismas bajo los cuales puede conocerse y estudiarse el gaucho, hijo de la so- ledad y hermano de la desgracia. Martiniano Leguizamón opina como Adolfo P. Carranza: La vidalita no es cantar de la pampa; han engañado al señor Ca- vestany los que le contaron tal cosa. La pampa tuvo los tristes de Santos Vega vertidos en la sonora décima castellana, y los cielitos con que Bartolomé Hidalgo enardecía a las masas criollas contra el godo, allá en la lucha de la independencia empleando el metro del roman- cero español (1). Se ve que el autor del párrafo transeripto, considera a Santos Vega personaje real y verdadero, y colega en los altos del par- naso popular que ocupara con Hidalgo. Más en adelante, M. Leguizamón ha cambiado de opinión ; dice (2): ¡ Qué hombres y qué tiempos! . El arquetipo del extraordinario rumbeador [el autor habla del gan- cho baquiano] ya no vive sino en la leyenda. Su sombra y sus men- tadas hazañas suelen avivar aún los lentos relatos en las veladas de los fogones campestres, confundidas con el mito del payador Santos Vega. Así la oí evocar bajo la lumbre del constelado cielo entre tré- mulos gemidores de guitarra, con esta décima de Regules, que ha es- culpido su efigie como en un medallón de bronce... El artículo que sigue ahora, es el más amplio y detallado; parecido en algunos detalles al de Rodríguez Ocón, no deja de (1) LecuizaMóN, Páginas argentinas, página 318. Buenos Aires, 1911. (2) Leguizamón, La cinta colorada. Notas y perfiles, página 166. Buenos Aires, 1916. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 419 ser interesante por el conjunto de los puntos de vista que se desarrollan, y por contener detalles sobre la existencia real de un antiguo gaucho payador (1): Santos Vega. Su existencia y su muerte real El instinto poético, que no envejece ni cambia fundamentalmente de sistema, tiene la tendencia del misterio, de lo extraordinario, de lo mitológico. Desde los tiempos primitivos del mundo, de los cuales se tienen apenas vaguísimas noticias legendarias, hasta nuestros días, persiste de una manera tenaz la influencia del mito, y en cuanto un ser hu- mano, por lo excepcional de sus costumbres, o la genialidad de sus ideas, se aparta un tanto del común de los humanos, ya la poesía se adueña de él, lo envuelve en la niebla caótica de sus fantasías, y, despojándolo del materialismo de su encarnación corpórea, lo esfuma, lo diluye, lo eteoriza, convirtiéndolo en un ser de leyenda, alrede- dor del cual borda el maravilloso e inacabable poema de lo extraordi- nario. Sucede muchas veces, como en el caso de Homero, por ejemplo, cuyos poemas aparecen, se divulgan, transmiten y se inmortalizan, negándose luego la existencia del ser divino que los escribiera, pre- guntándose los mismos pontífices de la historia contemporánea, con verdadera decepción de los que esperamos su palabra para ilustrar nuestro espíritu: ¿En qué tiempo vivió? ¿Dónde nació ? ¿Era griego, asiático o italiano? ¿Era verdaderamente ciego? ¿ Mendigaba realmen- te? ¿Viajó por las Islas, la Italia, el Egipto? ¿Fué uno solo el autor de la líada y de la Odisea? ¿Existió realmente un poeta llamado Ho- mero, ono es más que un símbolo, siendo sus poemas, tan sólo can- ciones tradicionales, «epoea» compuestas por diversos autores, en re- motas épocas y ordenadas luego por los gramáticos? Traemos a colación el nombre de Homero, por ser a nuestro enten- der el más típico de los autores «sombras», pues cosas análogas po- drían citarse tratándose del Poema y la Crónica del Cid, en España, en Germania de los Nibelungos, en la India del Ramayana y el Maha- barata, y por fin de las epopeyas en Servia. (1) Santos Vega, revista semanal de actualidades, año I, números 4-5. Bue- nos Aires, enero 24 y 31 de 1914. 420 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Con respecto a nuestro poeta legendario popular, pasa todo lo con- trario. La personificación de Santos Vega, su figura humana, actuando más como un héroe de leyenda que como narrador de hechos contem- poráneos a su existencia real y tangible, es superior en el sentido biográfico a la del poeta griego, o a la de Viasa, el supuesto autor de los sagrados poemas hindúes. La leyenda de nuestro gaucho poeta, ha sido transmitida de gene- ración en generación por la fantasía de nuestro pueblo. Su obra, no obstante, es casi nula, de manera que ningún Pisistrato, ningún So- lón, y posterior y relativamente, ningún moderno y extranjero Cice- rón, han podido hacer una compilación de una obra que no ha existido sino en la inspiración fugaz y rápida de su improvisación, general- mente erótica, de vez en cuando descriptiva y a veces patriótica. Ninguno de nuestros poetas modernos nacionales, ha hecho otra cosa, tratándose de Santos Vega, que explotar su figura extrañamen- te fantástica, para hacerla alma de sus románticos poemas. La obra del poeta es casi totalmente ignorada. Una o dos décimas ; tres o cuatro redondillas que acusan la inex- periencia técnica del improvisador, aun cuando en ellas se trasluzca la inspiración de una excepcional fantasía agreste, es lo único que nos ha conservado la tradición, del trovador nómade y errabundo, cuyo nombre aun llena e ilumina la conseja tradicional del desierto. Y aun alguna de esas mismas estrofas ha sido observada como de procedencia extraña y tal vez anterior a nuestro héroe, por literatos extranjeros, como sucede con la que dice: El día que yo me muera, No me entierren en sagrado. Entiérrenme en campo verde, Donde me pise el ganado. que según don Marcelino Menéndez y Pelayo, es de origen portu- gués (1). Por otra parte, muy difícil sería establecer con exactitud cuál de las poesías atribuídas a Santos Vega le pertenece verdaderamente, habiéndose efectuado con respecto a este bardo popular, lo que ha sucedido en el caso de otros poetas más o menos famosos, pero igual- (1) Véase páginas 58 y siguiente del trabajo. (Vota de R. L.-N.) R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 421 mente tradicionales en el génesis de las diversas literaturas, bajo cuyo nombre prestigioso en el concepto popular, se han lanzado al viento de la fama, versos a veces no muy dignos de la gloriosa procedencia que se les atribnía. Se dirá, que, naciendo las improvisaciones de un ser fundamen tal- mente-iletrado y hasta analfabeto, éstas han debido gozar de la fugaz y efímera existencia del momento en que eran oralmente emitidas. Que siendo el medio popular en que actuaba el poeta gaucho, la inci- piente, difusa y casi salvaje masa de nuestros errantes campesinos, éstos no han podido retener y conservar, sino en muy raros casos, aquellas endechas que más directamente llegaban a su alma, en los quejumbrosos acentos del «triste», gemidos sobre las temblorosas cuerdas de la guitarra. Pero igual cosa puede aludirse con respecto a los poetas milena- rios, que, sin los elementos imprescindibles de una escritura cualquie- ra, han debido transmitir a la posteridad obras de gran aliento, no tan sólo por el pensamiento que encierran, sine por la materialidad de su técnica y de su extensión. Federico Wolf, uno de los críticos que con más competencia y pa- sión, se ha ocupado de los poemas homéricos, se detuvo minuciosa- mente en el problema de su origen, elevando a hipótesis científicas las conjeturas de sus predecesores. Según él, no se trataba ya, como entre los críticos de Alejandría, de excluir algún verso interpolado ; de probar que una costumbre era demasiado moderna, o que un episodio era de época posterior. La consecuencia sacada por este sabio escritor, es que de esos poemas resultaba clara y evidente la no existencia de Homero. Wolf decía: «En la época en que se presnme vivió el presunto au- tor de Ilíada, no se había inventado aún la escritura, y, siendo esto así, ¿cómo es posible que un hombre imaginase una tela tan larga, la urdiese y la tejiese de memoria ? » Por otra parte, las incoherencias de que están llenos estos dos poe- mas, que no tienen más lazo entre sí que la comunidad de lugar, su diversidad de estilos, ete., prueba que tan sólo pueden ser obra de diversos ingenios, y que del mismo modo que Carlo Magno redujo los antos alemanes, los españoles, los romances del Cid, y los árabes los Divanes, fueron los diversos cantos populares que forman el con- junto de la Ilíada y la Eneida, reducidos a un todo más o menos ho- mogéneo. 422 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS En cuanto a nuestro Santos Vega, no puede decirse lo mismo. Ca- balmente es la obra la que falta. Es su personalidad, ya humana, ya fantástica, la que existe en la memoria de nuestra primitiva leyenda nacional. Se sabe la historia de este mago del desierto, y se le evoca atrave- sando sus vírgenes soledades, ora pensativo y confiado a las veleida- des de su corcel, ora amorosamente apasionado, llevando a la grupa una joven eriolla conquistada por la dulzura de su voz y el fogoso concepto de sus trovas, ora fugitivo como una sombra en alas del ver- tiginoso correr de su parejero, ora glorioso y como aureolado por una luz sobrenatural, al pie de un ombú, dando a los ecos de la pampa el aleteo de sus trovas, gemebundas, apasionadas o altivas, ya se trata- ra de sus dolores morales, de sus poéticos amores o de las soñadas y deslumbrantes visiones de libertad y engrandecimiento de la patria. Hay escritores que, como Wolf, han pretendido también poner en duda la existencia de Santos Vega. Sin duda amaban más la fantás- tica y hasta emblemática personificación del mito, que la existencia real del trovador campesino. A falta de la obra evidente e irrecusable de su tradicional inspira- ción, preferían conservar en la imaginación del pueblo, bajo los pode- rosos auspicios del misterio, esa gran figura que discurría como en un sueño hipnótico por un plano astral superior al que habitamos los humildes mortales. , Pero no ha podido ser. La misma tradición, como un mar que arroja a la playa los restos del naufragio, nos ha devuelto a través de los años los aristas de esa vida de leyenda, nacida en la majestad hoy abolida del viejo desierto, y terminada faz a faz de esa otra grande y eterna inmensidad : el océano. Santos Vega ha existido, y aun cuando debamos con nuestras pala- bras aminorar un tanto el sentimiento de admiración que la imagina- ción popular guarda hacia el divino precursor de la poesía argentina, nuestra honradez de cronistas nos obliga a salvar aquí del olvido, lo que el testimonio personal ha conservado del viejo payador de nues- tras pampas. Santos Vega ha existido, y aun viven entre nosotros descendientes de sus contemporáneos que lo conocieron, fueron testigos de la ava- salladora influencia que ejercía sobre las muchedumbres y de la que tal vez ellos mismos sufrieron sus efectos; que oyeron su voz, que conservaron un eco de sus cantos, y por último, que alcanzaron los R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 423 días de su decadencia, de su vejez, de su muerte y hasta tal vez reza- ron piadosamente sobre el montículo de arena y piedra que cubrieron sus restos. José Santos Vega, así se llamaba (1), y él mismo se encargó de trasmitirnos su nombre, en aquella redondilla que empieza : Yo soy José Santos Vega, Aquel de la larga fama... José Santos Vega no era el tipo elegante y gallardo del gaucho campeador, aventurero y audaz con que han querido revestirlo sus biógrafos y comentadores. Según la tradición que en documentos importantísimos se conserva, figurando en primera línea los que guarda el señor Eduardo Hostochy, nieto de un testigo presencial de la muerte real de nuestro bardo pri- mitivo, éste era un hombre de regular estatura, del color acaobado de nuestros hombres de campo, de cabellos renegridos y luenga barba, nariz fuertemente acentuada, boca graciosa y expresiva y ojos de mi- rada viva y perspicaz en la que brillaba la chispa de la inteligencia. Era sobrio en el vestir, prefiriendo los colores obscuros y sin llama- tivas zarandajas. Su apero, sus prendas de plata, eran de buena ley y delicado buen gusto. Toda su vanidad, que asumía casi caracteres de coquetería, estaba en su guitarra de origen andaluz, que, además de estar siempre fla- mantemente encordada, lucía una verdadera gala de cintas en las que primaban los colores de nuestra bandera. La presencia de Santos Vega en cualquier sitio de nuestra campaña, era, por no se sabe qué arte, inmediatamente anunciada, y momentos después de su llegada, una como a modo de peregrinación del paisa- naje se veía avanzar en grupos presurosos y anhelantes, hacia el lugar que el Orfeo pampeano había elegido para lugar de sus payadas y contrapuntos. Hacía tiempo que el popular cantor se había eclipsado. Mil consejas, a cual más fantástica y extraordinaria, corrían a pro- pósito de esta misteriosa e impenetrable desaparición. (1) Este detalle es tal vez relacionado con un dato de Hilario Ascasubi que también habla de José Santos Vega, véase página 21 de esta monografía. (Vota de R. L.-N.) 424 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Una tarde — dice el testigo presencial — estando tomando mate en la cocina de la estancia del Tuyú, de don Bernardino Sáenz Valien- te (hoy de Leloir), vimos llegar a un viejo flaco y achacoso, al que acompañaba un peonceito, un niño, el cual traía un peludo muerto, cogido por el rabo. — ¡ Buenas tardes ! — dijo el viejo con acento opaco, y en entre- cortadas palabras; pidió permiso para arrimar al rescoldo el silvestre animalejo, única carne, según él, que, con algunas aves del campo, tan solamente comía. Acordado con el mayor respeto el permiso, pues ya, quién sabe por qué secretos indicios, se habían dado cuenta el capataz y los peones de que el huésped aquel era el famoso Santos Vega, se sentó éste en el rincón más obscuro de la cocina, sintiéndosele gemir bajo el rebozo de su poncho (1). La noticia de la presencia del bardo popular, empezó a cundir por los alrededores, y muy pronto una muchedumbre silenciosa, a la vez que admirada, empezó a rodear el rancho, introduciéndose los más audaces en su interior negro y ahumado. Allí cerca el mar batía su imponente diástole y sístole, trayendo lejanos murmullos y de amenazadoras tempestades, sobre el que domi- naba el grito agudo de las gaviotas. Un pobre loco, hermano del capataz, que se albergaba en la hospi- talaria casa de los señores Sáenz Valiente, vagaba por los alrededores del rancho, escuchando como indiferente los comentarios que se hacían sobre la rara aparición del poeta nómade y de su estado, al parecer agónico. En la playa vecina a la estancia, en la que forma una abra, la afluencia del río Tuyú que se precipita en el océano, cerrando su barra, algunos islotes poblados de viejos talas, las olas del mar aglo- meran aun hoy mismo, mil despojos de sus terribles siniestros, que los vecinos aprovechan para levantar o fortalecer sus pobres viviendas. Consignamos este detalle como muy importante en la escena final a que nos conduce rápidamente la terminación de este incorrecto artículo. Ésta puede reconstruirse de este modo : En el medio del rancho, el fogón en el que se dora a fuego lento un asado y rezongan su hervor algunas calderas de agua. (1) La tradición no dice que Santos Vega muriera sobre su recado tendido a la vera del fogón. Por el contrario, afirma que cayó como fulminado en un rin- cón obscuro de la rural cocina. o SA R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 425 Unos viejos peones de barbas hirsutas y teces curtidas por la intem- perie, cuidan de mantener en actividad el fuego. El niño, acompañante de Santos Vega, da vueltas sobre las brasas cubiertas de ceniza, al armadillo. En la puerta, siluetas de paisanos en actitud contemplativa y res- petuosa. En el rincón más apartado del rancho, un bulto que cada vez se contrae más y más sobre sí mismo, en medio a rápidos estremeci- mientos y como a modo de quejidos. Nadie se anima a acercarse al misterio aquel. Nadie a interrogarle, nadie a ofrecerle una ayuda que les parece irrisoria, tratándose de aquella entidad superhumana. Derrepente aquel bulto vacila y se desploma en silencio. ¡ Santos Vega acaba de morir ! Todos aquellos hombres del desierto se descubren como en un tem- plo, y de aquellos pechos rudos surge el murmullo de la oración. A lo lejos se oye una canturria monótona y los golpes de un mar- tillo que extiende sus ecos por la desierta playa. Es el loco, que, con los despojos de las naves náufragas, fabrica un cajón para sepultar los restos del cantor de la Pampa. Encerrado en él, se le entierra luego bajo un frondoso tala, en la isla mayor de las que cierran la barra del Tuyú sobre el Atlántico. Allí, en aquella inmensa escena en donde muere la pampa, besada por las amargas caricias del océano, duerme el sueño eterno el cantor de nuestra alborada nacional, el espíritu de nuestra naciente libertad, el representante más genuino de la nueva raza, el trovador de nues- tras juveniles energías, el dulce y apasionado menestral de los amo- rosos estilos, el paisajista oral de nuestras majestuosas e imponentes bellezas naturales. Nicolás Granada. Al discutir nosotros la personalidad de Santos Vega, llamamos la atención sobre los versos considerados por Rafael Obligado co- mo « cantar popular », y que representan el lema de su poema : Santos Vega el payador, aquel de la larga fama, murió cantando su amor — como el pájaro en la rama. Aunque no hubiéramos puesto estos versos en la forma que 426 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS antecede, las personas que se ocupan de poesía española, reco- nocerán en el acto que se trata del fragmento de un antiguo ro- mance trovadoresco. Es verdaderamente extraño, que nadie has- ta la fecha haya dado con este diagnóstico. Bien corto, por cierto, es el fragmento; Rafael Obligado lo oyó del anciano entrerriano quien le cantó la historia de Santos Vega, y en otra parte oyó la variante siguiente, tal vez corrup- ción de la anterior : Santos Vega el payador, aquel de la larga fama, que se sube por el tronco — y se baja por la rama. Pero, como me dijo, ésto es lo único que ha oído en verso. Todo lo demás, era narración prosaica, la que utilizó para su poema. Es de lamentar que no se hayan conservado restos más am- plios del romance; pero América, no es suelo opimo para esta clase de poesía tradicional como ya lo hice notar en carta dirigida al señor don Ramón Menéndez Pidal, cuando éste re- colectaba material para un estudio; efectivamente pude facili- tarle uno solo que tenía en mis apuntes (1). El mismo estudio del sabio español comprueba lo que le escribí. Mis esfuerzos para encontrar en los romanceros que se han publicado, el nombre de Santos Vega o de un personaje pare- cido, han sido completamerte inútiles; pero puede ser que el día menos pensado aparezca en un manuscrito inédito. Para reconstruir el argumento del romance tal cual se con- servó en la Argentina, tenemos, pues, la tradición prosaica, he- cha excepción de los dos o tres versos recién citados; y bien es- caso es el tema : un trovador de fama durmiendo bajo un árbol, es desafiado por un forastero a una payada de contrapunto y es vencido; el forastero, que ya era sospechoso para la gente por inflamarse un gajo verde del árbol cuando lo tocara, se troca en (1) MexÉnDezZ PibaL, Los romances tradicionales de América. Cultura Espa- ñola, 1, páginas 103-104. Madrid, 1906. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 427 serpiente y Santos Vega desaparece en las llamas que ceundie- ron del gajo ardiente; ni sus cenizas quedaron. Pero su alma anda errando en la vasta pampa y los paisanos bien saben que era el diablo quien lo venció. Esta versión, extractada del poe- ma de Obligado, es mucha más amplia que la de la elegía de Mitre donde principalmente falta el fin místico de nuestro hé- roe (véase pág. 13 del presente trabajo). Tengámonos, pues, a la versión recién esbozada. Vemos que se trata de una leyenda y especialmente una de aquellas donde el Diablo desempeña su papel. Los podemos, pues, intercalar en aquel gran cielo que en el Fausto, tiene su representante clásico. Y recordamos al mismo tiempo que en todas esas leyendas, siempre hay dos factores : culpa y expia- ción. Consiste la culpa en que una persona, ambiciosa por sí sola o seducida por el Diablo, hace un pacto con éste y consigue todos los bienes de esta tierra por entregarle, al término de cierto tiempo, el alma. El buen hombre goza toda clase de bien- estar, secundado por el Malo; terminado el tiempo acordado, viene éste y se lo lleva, siempre que por intervención ajena, el hombre no haya sido salvado. Comparando con este desarrollo típico de las innumerables leyendas diabólicas la tradición de Santos Vega, notamos que sólo relata el fin del célebre trovador : ¡ex abrupto viene el dia- blo y se lo lleva! ¡No sabemos por qué! Falta evidentemente toda aquella parte anterior de la leyenda donde es cuestión de la culpa del héroe. Por esto, todas las producciones literarias que hemos conocido en nuestro trabajo, carecen de un motivo real para explicar la intervención del diablo. Sólo Spíndola, en su « drama criollo », busca en el «orgullo maldito» del payador la causa de verse atacado por el Malo. "Tomando por base las explicaciones que anteceden, el argu- mento de la leyenda de Santos Vega, que debe proceder de la época de los trovadores, será el siguiente : 128 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Había una vez un joven maestro del canto y de la guitarra que se distinguía de los otros trovadores y adquirió renombre; pero era ambicioso : pretendía ser maestro invencible y triun- far sobre todos los trovadores sin excepción. Acercósele el dia- blo, siempre alerta para conseguir sus fines, y le prometió que su afán se cumpliría y que nunca sería vencido en los encuen- tros poéticos, si el joven al terminar su tiempo, le entregaba el alma. Acepta Santos y es trovador de « larga fama ». Hasta aquí, la reconstrucción no ofrece dificultades. Éstas se levantan cuando raciocinamos sobre las diligencias que habrá hecho la víctima del diablo al darse cuenta de su situación y al buscar una salida para escapatle. ¡ Tal vez, Santos sólo se habrá olvidado de su pacto y del vencimiento de éste! ¡No habrá ido al lugar convenido para entregarse a su dueño, y entonces este mismo viene a llevárselo! Orgulloso de sus triunfos que debía a otro poder y enceguecido por sus victorias, empezó a desa- fiar a los poderes del otro mundo, ya que en éste no había nadie quien le podía igualar. Y al jactarse de su don místico y bur- larse de su amo una vez que « cantaba a su amor », aquél apa- reció, comprobó por medio de sus mismos compañeros mortales su superioridad y se llevó su alma como estaba convenido. Creo que es imposible entrar en más suposiciones. Para el caso de que un poeta, tal vez el mismo Rafael Obligado, tentara crear un quinto poema que inaugurara las cuatro partes ya exis- tentes, dando a éstas y especialmente a la «muerte del paya- dor », base y motivo, su imaginación poética, ayudada y guiada por antiguas leyendas diabólicas, hallará un bello campo de ma- nifestación. En tal caso, el poema total se compondría de un ci- clo de cinco secciones, a saber : «La ambición del payador », 0 un título parecido, siguiéndole : la novia, el himno, la muerte y como final, el alma del payador. Además de la leyenda germánica del Fausto, aquella del cer- tamen poético de los maestros cantores en Wartburgo, es rela- cionada si aceptamos lo antedicho con nuestro Santos Vega. Es R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 429 bien sabido que el texto del Súngerkrieg, se ha compuesto de dos partes separadas cuyo tema, a todo parecer, llegó desde las comarcas provenzales al corazón de Alemania, condensándose allí para la hermosa leyenda que fué inmortalizada por el genio de Wagner. Creemos haber indicado que Bunge no tiene razón cuando re- laciona el mito de Santos Vega, con la génesis bíblica (pág. 55) del presente trabajo). Pertenece tan perfectamente a la larga serie de leyendas promovidas por la creencia en el diablo, que es extraño que Bunge no haya acertado desde el primer momen- to. Es, sin embargo, la primera vez que se ha buscado correla- cionar la leyenda argentina, con una tradición clásica del viejo mundo. Puede suponerse también que en el romance español, se ha substituído el nombre del protagonista por otro de un personaje real argentino, José Santos Vega. Efectivamente, Ascasubi ha- bla de un payador entrerriano de este nombre (ver pag. 27) y hay otros comprobantes que mencionan a un José Santos Vega (pág. 21 y 423. Así que no es imposible que el nombre de éste se haya ligado con el mito de un antiguo romance trovadoresco, en tal grado que formen un nudo imposible de desenredar. De todo modo, hoy en día, la leyenda de Santos Vega es genuina- mente nacional, verdaderamente argentina. Réstanos, al fin, la tarea de comprobar la popularidad del fragmento romantesco, que nos ha revelado el origen de la le- yenda de Santos Vega. El verso del romance: «aquel de la larga fama», es sumamen- te popular en los países del Plata y representa un gefliigeltes Wort en su verdadero sentido. Se lo aplica en más de una oportunidad; citaré algunos ejemplos : Muerto Mitre, Alcides De-María, entre muchos otros, le de- dicó una poesía «Para cantar con guitarra », compuesta de cuatro décimas cuya primera es la siguiente : 430 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Murió Mitre el general, Aquel de la larga fama Y el triste gaucho derrama De lágrimas un raudal; Lágrimas que el oriental Mezcla a las del argentino Porque Mitre peregrino Cruzó por la humanidad Con rayos de libertad Alumbrando su camino (1). Rosendo Palacios y Sosa se da cuenta de quees poeta sin alcanzar la talla de Vega : Yo soy la sombra de Vega, . Aquel de la larga fama (2). « El Matrero Cimarrón » lanza sus versos al mundo para ins- tigar a los payadores que vengan a cantar : Cuando tuita esa llama Del saber se esté luciendo, Entonces irán cayendo Aquellos de larga fama (3). Un anónimo ha intercalado toda la estrofa entre sus décimas : Santos Vega el payador, El de grande y larga fama, Murió cantando su amor Como pájaro en la rama; (1) £l Fogón, periódico criollo, ilustrado, 22 época, año VIII, número 312. Montevideo, enero 30 de 1906. Reproducido en £l Criollo, semanario gauchesco y de cosas puebleras, satírico, noticioso y otras hierbas, año IX, número 433. Minas [Uruguay], febrero 10 de 1906. (2) PaLacios Y Sosa, obra citada. (3) EL MaTrERO CIMARRÓN, Bordoneos. Pampa Florida, revista defensora de los derechos del hombre, social, humorística, dedicada al bello sexo y a la tradición nacional (la época], año 1, número 24. Las Flores [provincia de Bue- nos Aires], febrero 16 de 1908. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 431 Ardió en intensa llama Su grandiosa inspiración, La gran pampa recorrió, Sembrando con su canto Las notas que yo levanto Pintando su tradición (1). No menos frecuente es la aplicación del tercero de los cuatro versos : murió cantando. E El «Santos Vega» de Ascasubi termina su larga relación con estas dos palabras ; el motivo de su aplicación es algo burlesco, pues en obsequio de su estadía y de sus narraciones, la patrona de la casa le había cribado los más lindos calzoncillos que se puso el gaucho Santos, desde que nació cantor hasta que murió cantando (2). El payador García, con su guitarra, - ... derramó un preludio Que Vásquez forjó de Vega Siendo yo imitación lega Del que cantando murió (3). Doroteo, en su poesía ya tratada (4), dice que Santos Vega Murió cual saviá cantando. Inspirado del bello verso es Francisco Soto y Calvo; una de las décimas de su poesía « Nastasio » es la siguiente (5): (1) Véase página 176 del presente trabajo. (2) AscasuBr, Santos Vega, ete., último verso. (3) Véase página 310 del presente trabajo. (4) Véase página 180 del presente trabajo. (5) Soro Y CaLvo, Vastasio, página 109. Chartres, 1899. 432 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS Quisiera morir cantando Como murió Santos Vega, Y que me fuese llorando La noche que al pasto riega Con su rebatido blando... Mas por aumentar mi duelo Acaso iracundo el cielo Me destine ¡ oh, vil quebranto ! A engordar de un campo santo De puebto el odiado suelo. Es una de las mejores décimas del canto XIII de la citada poesía, en que el viejo Anastasio, sintiéndose morir, se despide de su patrón, pidiéndole que lo entierren en las barrancas del arroyo, cara al viento, en el campo en que nació. El asunto del poema es simpático. ... €l romance de la vida de un pobre gaucho que ve de pronto derrumbado su rancho feliz a los golpes violentos del pampero, y con el rancho todas las alegrías de su existencia. Un rayo incendía las pajas del techo durante la tormenta, y entre los tizones del incendio quedan sepultados su mujer y sus tiernos hi- jitos, y Anastasio, el protagonista, se queda ciego sin tener el triste consuelo de juntar aquellas cenizas queridas que se llevan los vientos de la pampa. Corren los años, el enfermo curado de su enfermedad física pero no de la moral que le muerde las entrañas, viejo ya, vuelve a la que- rencia para pasar los últimos días en el puesto en donde transcurrrie- ron las dulces horas de otro tiempo, junto al callado arroyito en que sus tiernos hijos se bañaron. Allí se muere, y allí lo entierran cerca de la tapera para siempre silenciosa... (1). Así termina la dura peregrinación del payador. Alrededor de su tumba, donde se alzan plantas y flores silvestres, suele el viento de- tenerse a murmurar sus himnos plañideros... (2). (1) Lecuizamón [= Lázaro MontikL], Vastasio. El Fogón, primer periódico criollo, 22 época, año 1, número 37. Montevideo, agosto 7 de 1899. (2) Romo, Vastasio, de F. Soro Y CaLvo. Córdoba Literario, año 11I, núme- ro 25. Córdoba, julio 9 de 1902. R. LEHMANN-NITSCHE : SANTOS VEGA 433 Para terminar nuestra monografía parece como escrito a pro- pósito un artículo de José Enrique Rodó (1) que reproducimos íntegro; y aunque la figura de Santos Vega ya es bastante tra- tada en las poesías rioplatenses, « encierra acaso la virtualidad ignorada de un futuro poema americano... que sobrevive a las generaciones y a los siglos ». La superioridad de la imaginación popular para descubrir las fuen- tes secretas de donde brota el sentido poético profundo e inmortal, velado en las formas de la leyenda y de la tradición, se manifiesta por el hecho de que las más grandes creaciones de la poesía culta, en lo épico como en lo dramático, se inspiran en un asunto recogido de los labios del pueblo, y son el desenvolvimiento magnífico del ger- men de poesía, humilde y menudo, pero prodigiosamente eficaz, que entraña alguna de esas sencillas invenciones con que las madres man- tuvieron la atención ingénua de los niños o con que el trovador ple- beyo embelesó a su rústico auditorio. La inspiración personal y culta encuentra la forma definitiva, per- fecta, hecha para que dure y se propague de siglo en siglo y de na- ción en nación ; pero sólo la inspiración del pueblo, « crea »; sólo ella es capaz de dar de sí el germen de vida ideal que no se obtiene por meditación ni por ciencia, como no se obtiene el germen de la vida orgánica en los alambiques de los laboratorios. El poeta americano que aspire a fundir, en bronce resistente y so- norc, el poema de América, la leyenda del Nuevo Mundo, necesitará buscar su argumento en alguna de esas narraciones populares, de esas tradiciones, sin padre conocido, ni forma concreta, flotantes en la imaginación popular, que las ha engendrado a la manera como el campo inculto y bravío sonríe en la flor silvestre llena de inefable encanto. Una décima de Santos Vega encierra acaso la virtualidad ignorada de un futuro poema americano, que realizará el poeta capaz de perci- bir, en el fondo del verso tosco y jugoso, la gota de exquisita esen- cia, bastante para infundir aroma inmortal en la obra de arte que so- brevive a las generaciones y a los siglos. (1) Robó, Para El Fogón. El Fogón, periódico criollo, ilustrado, 32 época, año XII, número 504. Montevideo, julio 7 de 1910. DARA 28 434 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS El autor de la larga monografía sobre el héroe pampeano, se despide con ella por algún tiempo de las personas que han dedicado su atención a los cinco estudios de Folklore argentino. Su trabajo, tal vez ha sido demasiado extenso, dema- siado meticuloso: pero sólo en la presente época es posible ave- riguar la expansión paulatina de una leyenda que ya ahora es típicamente nacional y cuya fama aumentará con el andar de los tiempos. Por otra parte, con la preparación del material, el autor iba bebiendo del hermoso manantial de la poesía popular rioplatense, y deseaba que otros se dieran cuenta de su aroma rejuvenecente; después de cuatro lustros en suelo pampeano, bien puedo despedirme con los versos de una décima de Leopol- do Rodríguez (1): ¡ En mi sér se ha conmovido El alma de Santos Vega ! (1) RODRÍGUEZ, Bosquejos gauchos (Canciones al ocaso de una raza...), pági- na 12. Buenos Aires, 1916. ÍNDICE INIRODUCCIÓNI Ta o RN a sie ido El poema A Santos Vega, de Mitre (1838). [El texto. Análisis. Influencia ena ito ratura Santos Vega en la literatura argentina (1838-1877). [Cané 1856. Ric. Gu- tiérrez 1866. Guido y Spano 1866. Del Valle 1870. Ascasubi 1853, 1872. cardo AG uubrrez 187 Nola: El poema Santos Vega de Obligado (1877, etc.). [El texto. Análisis (Nos- otros, Bunge). Interview con el poeta (Nosotros, Sáenz Hayes, Sullivan). Críticas (Anuario Bibliográfico, 1885. Argerich 1885. Oyuela 1885, 1906. Bourel 1887, González 1888, 1896. Quesada 1902. Leguizamón 1909). Composición musical. Influencia en la literatura rioplatense (versos y frases del poema, directamente trasladados. Episodios del poema, utili- zados. Detalles del poema, ídem : el ombú, la pampa, la mujer. Men- ción general del poema). Mención en la literatura española, canaria y mexicana (?). Versión de la primera, segunda y cuarta partes y al idio- maralemán, por el autor de esta obra]. oa relaja oa La novela Santos Vega de Gutiérrez (1880-1881). [Las novelas de Gutié- rrez en general. Críticas (Anuario Bibliográfico 1883. Quesada 1902. Martínez 1905. Machali Cazón 1889). La novela Santos Vega. El texto. Análisis. Influencia en la literatura rioplatense : en la prosaica; en la poética, especialmente la popular (ocho versificaciones de la novela entera; catorce de episodios especiales ; rastros aislados)]........... Los dramas Santos Vega. [Génesis del teatro criollo. Críticas. Dos dra- matizaciones de la novela de Eduardo Gutiérrez: Santos Vega, dra- ma criollo de Juan Carlos Nosiglia (1894); ¿dem, de Domingo Spín- dola (1903/04). Tentativas de contrarrestar las influencias del drama criollo. Dramatización de la leyenda del payador: Santos Vega, evo- cación poética de Luis Bayón Herrera (1913). Crítica. Santos Vega, drama cinematográfico de Carlos Di Paoli (1917).)..................-. Santos Vega en la literatura argentina (época contemporánea). [Santos Vega es el tema único para composiciones poéticas (19 casos). Santos Vega sirve de modelo de belleza física; o de detalle en las poesías que se ocupan de la pampa, del ombú, de la amada, de la guitarra, de los tiempos antiguos que ya pasaron, del payador en general. El payador Santos Vega especialmente, símbolo del canto. Con él son comparados algunos de los modernos cantores: con él se comparan 15 216 436 BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS muchos de los poetas mismos ; algunos declinan tal comparación y sólo anhelan poder alcanzar el gran modelo. Santos Vega, seudónimo de varios eseritores: nombre de caballos finos; nombre de varios «cen- tros criollos» ; símbolo de las «revistas [criollas »: nombre de una revista semanal de actualidades 262 Investigaciones sobre la personalidad de Santos Vega. [Opiniones de los poetas populares; la mayoría lo toma por un antiguo cantor. Opinio- nes de autores argentinos, idénticas a las anteriores. Opinión nuestra : Santos Vega es el héroe de un antiguo romance español trovado- reseo del cual existen todavía fragmentos aislados. Rastros de ellos enfla hiteratura rioplatense 402 KAREN py, MAPA GEOLÓGICO DEL NEVADO DE FAMATINA Estudio geológico por el Dr Guillermo Bodenbender, Catedrático de Mineralogía y Geología de la Univer- sidad de Córdoba Levantamiento topográfico por W. Anz y N- Hunecken Escala 1:150.000 Escidtanca 109 stros 1913 REFERENCIAS: Los Distritos son mineros | Camiso carretero importante Camino menos importante | === M0 Herradura 6 senda su Cosas y Estancias DS —— Ferro Carr? Aa — Cable Carril 2 Molino de Agua -— Talgrafo y Uifono Cementerio su Punlos de altara en metros = Horno (Fandiclon) Carvas (100 metros) Minas —— Curvas (500 mutros) —— royo Puntas del Salado Mcerro ) Dé suaaira ROCAS ERUPTIVAS: ES Uento bloc 4 angiilico, an Diario (0), Ap (o E Apllta porfirica hasta Pórfido cuarcifero (03. 1), Pórfido cuarifero (n). Mallo” PPorfivida, =). Lamprofro (raya negro, +), Oranito sleniilco 6 diertico. Lamprofiro (mpa negra). — Cristalogranito con des micas, con bancos de Pf6blschlojar E (Mylonlta) y con esquistos palevableos resorbldos, Lam. profiro (mya negra). Diorita (9). Aplla (0. MD Pe 1, Anccuo (01— Negro, de la Caldera, del Ti enatlenen: filones argenilferos con Pata nativa, Argentlta 7 Tor y de aangoras pe 4 da la Meca Ji opt feros (on Plata y Oro) con Enangs, Plrita de cobre y de Mero, y A MA o Y... de ( í ROCAS ERUPTIVAS > ) EEE] Granito Biotilico 6 anfibólico, con Diorita (Y), Apliza ( Achumbit Y - Aplita porfírico hasta Párfido cuarcifero (a). a), Párfido cuarifero (9). ,,Malsilo” (Porfirvida, a). Lamprofir (raya negra, ?) | FE Granito sienitico á dioríico. Lamprofiro fraya negro) — [EE] Cristalogranito con dos micas, con bancos de PfaMischlefer 12 7 mplonita) y con esquistos paleozdlcos resordídos.. Lam profiro (raya negra). Diorita (0) Aplita (03). MD Deo 6) Andes (9) = A LOS DISTRITOS MINEROS: Cerro Negro, de la Caldera, del Tigre contienen: filones argentferos con = Plata nativa, Argentita, Pirurgirito, Carbonato de lerro y de manganeso ete — él de la Mejicana: flonez caprí == Jeros (con Plata y Oro) con Enarpila, Famatinits, Pirita de cobre y dl yo, Baritina exc. Los filones A de Ampallado son parecidos. — él de Los Bayos: fllones copriferos los minerales de la Mejicana, pero S pea son Kaolina, Purfido cuarefero y Dacia son melamorfosudos por ucion femal 41 de Santa Rosa z flones con Pira de cubre y de hierro, Cuarao en flitos y en rocns corseas de la zona de contacto. del TEME Rio Blanco: flanes con plrins auriferas; Oro nalio eN Doria proplllido Ademas hay en todos los dls 0 2 y Specaimene en e dlimo placa, sarro | > > 5 - J Siluriano y Cambriano. — Carboniano, Permiano y Triásico (excepo [E35] Conglomerados y are MO Ora Eno tercio (plicanicaS A e = í colin Nela el Est de P: eiii 5 lea UEnaR pl é Je Esquistos, areniscas y caliza casi en 5u lo! el rétio). .Estratos de Paganzo".— niscas porfiriticos á ó terciario viejo, — »Estratos calchaqueños" (en ó reciente verticales metamorfoseados 1 (inferior)... Conglomerados, arkosa, areniscas andesíticos; en sa base AÑO ECTS UA Acurreo [Seholter) estro A ES] Suuriano inferior fosilero esquistos carboniferos con Rhacopterls ln esquistos, margas, caliza andesticas, tobas andesll- A a io naciente acquilatera, etc metamorfoscado O) ; Inferior), Sedimento , ledreas con , conglomerados, estrato de daellios v. nticlinal, Arcs els con Fm E a E cis pa ZZA Moxaina | ama Esquistos con Dictyonema Nabelliformis silicificatada, Cyrena, Hidrobia. For: 1 Rodados, arenas, arellas sín Los numeros colorado en el plano 12 Fella con sa probable Etch. Staurograptus dichotomus Em. ete. MI Otras areniscas (Rio de la Hoyada). macion de facies. ceniza dacllica (0 escusamente) reflerea 4 los plsos de low lerrenoa Oranita Brechifo Aimpresion de Juslos Peres, Gotha Boletin de la Academia Nacional de as Cordoba, tomo JU IS A OS l yn Wi tit rd 1 ¡INT s y PUE e wn 7 AA / .+ nm « 1 Ad | | Q Academia Nacional de Ciencias, 33 Córdoba, Argentine Republic Cc7 Boletín t.21-22 Physical 2 Applied Sci. Serials PLEASE DO NOT REMOVE CARDS OR SLIPS FROM THIS POCKET UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY STORAGE ME > My : A der AE Ir TY rd eb. A is e ET