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CLEPSIDRA ROJA

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CLEPSIDRA

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POR

VARGAS VILA

1916

BARCELONA CASA EDITORIAL MAUCCI

Gran medalla de oro en las Exposi. ¡oiies de Viena de 1903, Madrid 1907, Budapest 1907 y gran premio en la de Bueno» .\ire$ 1910

Calle de Mallorca, 166

Buenos Aires, Maucci Hermanos, Sarmiento, 1057 al 1065

as pnOflEDU) &t KSTA CASA 8I>lTOfliAL

Si Dios HO se conoce uno por el Dolor, según el decir del P»alnri»(a, es la hora de que el Mundo conozca a Dios, porque nunca como en c«(a hora, el Dolor imperó como Sobe- rano, en el corazón sin consuelo de los hombres...

VARGAS VI LA

PRÓLOGO

Me llegcni, para ser corregidas, estas pá- ginas, que parecen guardar aún, el estreme- cimiento de angustia, que agitaba el Mundo, 'en las horas trágicas, en que ellas ¡dieron escritas ;

son, como un eco del clamor sin esperan- za, que se alzaba del corazón de los hom- bres, ante las alas abiertas de la Muerte, que empezaba a aparecer victoriosa, sur- giendo Vlel corazón de las tinieblas, vio- ladas por la mano del Destino;

abyssus abyssum invocat ;

el abismo llamaba al abismo, y los bár- baros despertados a esa voz, aparecían en el horizonte, en masas compactas, dispues-

8 VARGAS VILA

tos a exterminar la Civilización, que se ha bía alzado hasta entonces, como un muro, entre ellos y, sus sueíios imposibles ;

el suplicio del mundo civilizado, comen- zaba, con las tristezas de una lenta agonía, y, las imprecaciones del Dolor, tenían la magnificencia de gritos divinos, escapados al corazón de los dioses vencidos;

la hora era de la Barbarie, que extermi- nando la Piedad, ordenaba al corazón de los hombres, la renunciación absoluta a toda fiOrma del Amor humano ;

ella, aparecía, armipotente y solitaria, con su aureola de Brutalidad Vencedora, sobre el cúmulo de cenizas que sembraba, y entre el rebaño aterrorizado, de pueblos que mu- til aba o que vencía;

las entrañas del Tetragammanton, que desde los tiempos de Moisés, parecía se- pultado bajo las ruinas del Templo, se ha- bían abierto, y, de ellas habían saltado, los siete tigres de la Visión, famélicos y caracoleantes, dispuestos a lanzarse sobre el 'Mundo y, devorarlo ;

la hora de la Abominación había llegado, 2 y, los pueblos se preparaban a apurarla, "^ desgarrando los pezones mismos, que U brindaban esa leche de sacrificio y Je la- mentaciones;

CLEPSIDRA ROJA 9

el Sinaí, no humeaba ya, en los horizontes remotos de la Tradición, porque toda Ley, divina o humana, había dejado de existir ;

no había sino la Fuerza;

la Fuerza, que subía, v, subía en una marea devastadora, ante la Soledad, que parecía apartarse para decirle:

adveniat regnum tuum...

tu Reino ha llegado...

la cima de la Esperanza, había desapa- recido, en la tempestad, con sus celajes, puros y tiernos, tan queridos a los ojos soñadores de los contemplativos ;

la Tierra, había bebido sangre, y, pa- recía que temblaba, ebria de ella ;

la caricia de esa Tierra ya no era ma- ternal, era una caricia de brutalidad salvaje, como de leona hambrienta, que devora sus cachorros ;

las fauces de los valles y de las monta- ñas, se abrían esplinéticas y, desmesura- das, para devorar su cosecha de cadá- veres ;

la tristeza, cuasi paradojal de los paisajes, era un reflejo de la consternación trágica de las almas, en esa hora, en que la dulce y bella Francia, alma parens, de la Civiliza- ción, se sentía profanada, por las hordas de Arminíus, que venían enloquecidas sobre

10 VARGAS VILA

ella, 'no habiendo perdido de sn antigua barbarie, sino sus cabelleras Injuriantes, prendidas en las selvas de la Historia;

yo, sentía, el rumor de la ola infecta, llegar hasta mi soledad, y, escuchaba el relincho de los caballos de Atila, impacien- tes de apagar su sed, en las linfas del Sena, que empezaban a hacerse rojas, como las mejillas de una virgen abofeteada ;

fue en esas horas, de angustia y, de de- solación, privadas de toda serenidad, que escribí las primeras de estas páginas, cuan- do la sombra de los bárbaros, se alzaba, tan poderosa, que hacía casi la Noche, so- bre los pueblos que cubría, y, es natural que ellas tengan la palpitación de cólera y de horror, que agitó la hora incierta y, trágica, en que fueron escritas;

lejos está de ellas, toda serenidad clásica, que habría sido una complicidad traidora con las fuerzas devastatrices, que asolaban y, deshonraban la Tierra;

continuadas fueron luego, casi día, a 'día, como un Memorándum, febricitante, bajo la avalancha de hechos luctuosos o triun- fales, que lia cían temblar el Mundo;

los 'millones de almas, habituadas a leer- me más allá del Mar, me pedían orienta- ciones en esa liora definitiva:'

CLEPSIDRA ROJA 11

sií VOZ, llegaba hasta mí, como un re- clamo imperativo ;

\\ yo, sentía, que tenía el deber 'de orien- tar muchas almas, y, de que mis palabras fueran, como las Abejas nómades de The- salia, que vuelan de cara al sol, felices de colear sus colmenas a la sombra de un laurel ;

V, entonces, como siempre, en las horas significativas de mi vida, embracé es- cudo, '«Némesis», mi Revista Personal, aquella, desde la cual digo al Mundo, mis acres decires de Justicia y de Verdad;

la hora era caliginosa, y, el calor de la borrasca fundió el escudo ;

la atmósfera apagó el meteoro; l«N emesis», lio pudo vivir; yo, 'no escribir a la sombra de una espada ;

entonces, me refugié en el Silencio, y, escribí en sus lentas horas de angustia, las otras páginas de este libro ;

en ellas, está mi alma entera, crucificada, como el alma del Mundo, bajo el pálido cielo de la angustia;

los hechos de la Política y, los He la Diplomacia, ocupan todo este libro;

los hechos y, las narraciones de la guerra, están ausentes de él;

12 VARGAS VILA

escritor político, pensador solitario, dado al estudio asiduo de los problemas de la Diplomacia, v, de la Historia, yo, no po- día escribir y, no he escrito, sino sobre las cosas que conozco;

yo, 'no soy un cronista militar ;

en la epopeya portentosa del momento, solo a. Francia, le ha sido dado ostentar ante el mundo, el orgullo de tener una .«Legión de Voluntarios extranjeros y> ;

solo Francia, tiene voluntarios, que vienen a combatir por ella, y, a morir por ella;

ningún otro país tiene;

¡realidad turbadora y, desconcertante ! ...

Inglaterra, tiene mercenarios ;

Rusia, tiene siervos;

Alemania, tiene esclavos;

solo Francia, tiene voluntarios ;

porque Francia, es: la Libertad;

por eso soy yo, un Voluntario de la Fran- cia; un Voluntario que combate armado con su pluma;

¿qué otra cosa podría yo, ofrecerle, si es la sola cosa que poseo?

el acero de una pluma, vale tanto como el acero de una espada ;

pero, sus victorias, son más sonoras, van más lejos, ellas rompen el silencio espec- iante, y, degüellan la Mentira, en prc-

CLEPSIDRA ROJA 13

senda de sus cari ba ates vencidos, que as- ^piraban a hacer de esas alas membranosas, abiertas sobre el Mundo, un palio de ti- nieblas caóticas, que impidieran para siem- pre al Sol de la Verdad, llegar hasta él;

vo, soy el Voluntario Idealista, que com- bate libre y so/o, sin gajes v sin consigna;

soy el Voluntario de la Libertad, que puede decir a la Francia, mostrándole las manos que la defienden: cestas manos que combaten por ti, paras están de tus dá- divas; esas manos no solo, no han soU ci- tado tus mercedes, sino que las habrían

rechazado » ;

a las causas que defiendo, yo, puedo sa- crificarles hasta mi Vida, no les sacrifico nunca 'mi Honor ;

'mí pluma no es sobornable por nada, ni siquiera por la Gloria;

he envejecido en los limbos 'de una aus- teridad sin compensaciones y, sin manci- llas ;

desciendo (a colina crepuscular que lleva hacia la tumba, no llevando en soledad, sino el orgullo de tnis manos, incontamina- das, vírgenes de toda venalidad, unas manos tan puras, que cuando las extiendo fxira sostener mi cabeza envejecida y solitaria, siento que hacen sobre ella, un halo de

14 VARGAS VILA

pureza, semejante a un resplandor de au- rora ;

esas manos, que treinta años de com- bates no han manchado, con el oro del soborno, defienden hoy la Francia, con el mismo desinterés, con que durante treinta años, han defendido la Libertad;

contra todos, y, contra todo ;

sin pedirle nada;

sin aceptarle nada;

mi libro, es el óbolo que yo doy a la gloria de la Francia ; es decir, a la Gloria del Mundo;

la Francia, no puede darme nada, ni si- quiera el Óbolo de la Gloria...;

llegaría tarde para eso ;

otros mundos y, otros pueblos, me lo han dado. %

CLEPSIDRA ROJA 15

*

Cuanto en este libro dije, cumplido fué ;

yo y anuncié en aProf ética)) , la venida de la Guerra, y, la Guerra, vino ;

yo, hablé de «Las Frágiles Victorias » , cuando la Francia temblaba bajo los cas- cos de los caballos teutones que venían vencedores sobre París, y, frágiles fueron esas victorias y las hordas de bárbaros empenachados, se rompieron en lus riberas del Mame ;

yo, escribí s<Las Águilas de Dios)), y, las águilas retroceden aún, con las alas exangües, sin que un soplo de Victoria, les permita remontar el vuelo;

yo, dije en a Rule Britaniay>, el per i pie o que el Egoísmo británico, había recorrido en el Mundo, y, las últimas etapas de ese peripleo cruel, han sido, la retirada de los Dar dáñelos, y, la aventura de Macedo-

16 VARGAS Vil A

¡lia, que ha removido en su tumba los hue- sos de Xenophoiite, v, ha puesto otra vez en pie, el fantasma de los Diez Mil, fugi- tivos hacia el Mar;

yo, predije en nAlma Aíater», la actitud equívoca y falaz de Bulgaria y, de Grecia, y, estos sultanatos semibárbaros, me han dado la razón;

en üBor gia- ¡Altero y>\ denuncié al Mundo la Duplicidad papal, innoblemente enmas- carada d-e Piedad, y, esta abyecta Duplicidad, encarnada en la paloma pérfida de la Paz, que iio es sino un milano disfrazado, se escapa todos los di as del Vaticano hacia Berlín, en un vuelo de aleve complicidad, sin volver a mirar siquiera hacia las tierras de Armenia, en donde mueren los cristianos bajo el alfange musulmán, sobre el cual, la equívoca sonrisa pontifical, se extiende como un Arco Iris de Perfidia ;

en «V e nci d os - Humilla dos y>, 'dije lo que nadie dudar podía: que los mercaderes de Washington, venderían al peso, y cobrarían en oro, los muertos del Lusitania ;

r, los descendientes de Sylock, me dieron la razón ;

y, hoy, con la voladura del Ancona, ¿ no presenciamos, el mismo repugnante espec- táculo ?

CLEPSIDRA ROJA 17

ios ^nercaderes de cadáveres venden sus muertos en pública subasta, ¿ntlniidando a Austria, para hacer subir el precio de su lúgubre mercancía ;

canté y (.(.Libera Italia Gloriosa y> , y, las águilas sabaudas, han revolcado las águilas austríacas, maculando con su sangre, las nieves vírgenes del Isonzo ;

cuando dije el «Surge et Ambula», sobre el lecho del Rey de Grecia, restablecido, anuncié el golpe de Estado, que el Preto- rianismo Real, iba a ensayar, sobre las ruinas del Gran Candiólo, momentáneamen- te vuelto al Poder ;

y, el golpe de Estado, fué dado; y, los genízaros pirólas, en sus trajes de baila- rinas, saludaron la disolución de la Cámara, besaron la espada real, que hacía pedazos la Constitución, y, celebraron las victorias búlgaras, sobre un pueblo hermano, al cual los ligaba un Tratado de Honor ; refugia- dos en los sofismas de la Cobardía, ya no supieron sino temblar, felices de ser de nuevo una Satrapía Bizantina, bajo el azote de un amo absoluto, feudatario a su vez, de otro amo, que lo hace palidecer de miedo, al solo fruncir de sus cejas impe- riales ;

Clepsidra Roja. 2

18 VARGAS \ILA

las predicciones de mi «Panlatitiismoyy , fueron todas cumplidas y superadas, en el bochornoso ^espectáculo de la Conferencia Financiera Panamericana, de Washington, donde un coro de financistas, de rodillas, fatigaron la elocuencia del coheclw, hacien- do la apología de la Doctrina de Monroe, agitando aquel harapo de piratas, como una bandera de pacificas conquistas, sobre el Continente Meridional, que al oirlos, vaciló entre la cólera y, el desdén, no sabiendo qué hacer, si sonreír o indignarse, ante el entusiasmo estipendiado, de aquellos áulicos del Despojo ;

uno, por ano, todos los capítulos de mi libro, han recibido su confirmación de las manos equitativas del tiempo, v, de los la- bios incorruptibles de los acontecimientos ;

CLEPSIDRA ROJA 19

*

Me he limitado, en este volumen, a pu- blicar, el Itinerario de mi Pensamiento^ en ese primer año de la Guerra, muy triste de que mi pluma, haya tenido que escribir después de ese año, muchas páginas más;

la Barbarie Teutona, continúa en trazar su vergonzosa Odisea, en caracteres inena- rrables, sobre los muros de las ciudades que reduce a cenizas, y, sobre los campos yermos, que el brazo de sus asesinos con- vierte en un cementerio ilimitado ;

y, es necesario escribir esta Odisea de la Devastación ;

el éxodo de los bárbaros hacia el Oriente, abre nuevos horizontes a sus depredaciones, y, las hordas de los hunos, reviven sus victorias, sobre los mismos campos, donde la espada de Actius las cortó en pe- dazos ;

20 VAROAS VILA

la Civilización v, la Libertad, vencidas en la península trágica, de donde partió Alejandro a la Conquista del Mundo, tar- darán en reponerse, de la herida, que la espada del siniestro Apóstata de Bulgaria, hizo en el cráneo de la Di plomada Occiden- tal, vetusta y, testaruda;

la talla de este Juliano sin ge ni o y es tan baja, que cualquiera que sea la postura que ensaye, quedará siempre, por debajo de su Crimen;

la Civilización tiene que enrojecer de ha- ber encontrado en su camino, hacia el Orien- te, hombres como Fernando de Bulgaria y, Constantino de Grecia;

el 'mundo occidental que los hizo reyes, no los envileció bastante coronándolos, es necesario, que un día, él, se envilezca a su turno, castigándolos ; cortándoles de un solo tajo, la cabeza y, la corona ;

no se alcanzan a divisar aún, los horizon- tes de la Victoria, tras de los altos cerros, formados de cadáveres ;

pero, ella vendrá ; ella vendrá para coro- nar la Libertad, y, fundar de nuevo, la Civilización, destruida por los bárbaros ;

envuelto en el Silencio, yo, escribo, día, a día, las etapas de esa aurora ;

mi alma ardiente de solitario, que ningu-

CLEPSIDRA ROJA 21

na otra visión perturba, ve ya, los linea- 'mienios del Gran Día, diseñarse sobre el esplendor de los horizontes lejanos;

todo el mundo civilizado y libre, se siente iluminado por los rayos de esa Fe, como por los rayos de un mismo sol;

como Juan, el solitario de la Thebaida, a quien mensajeros desconocidos anunciaron la victoria de Teodosio, yo, envuelto en mi soledad, que ha llegado a hacerse desmesu- rada, espero el día glorioso en que los ecos de los clarines enloquecidos, vengan a anun- ciarme la Victoria de la Libertacl, que hoy me complazco en prever, y, en anunciar la un mando, en donde solo los cobardes, tienen el aire de dudar de ella; yo, veo llegar ya las claridades de aquel día, en que, sobre las ruinas de su Imperio, des- truido por el rayo, el Emperador Teutón, con la espada del Mundo Vencedor, sobre la garganta cancerosa, escupa con su alma su coraje, para decir, parodiando a un gran vencido: ¡VENCISTE .Galo!...

¡Salve al Galo Vencedor!

VARGAS VI LA

Paris-Enerü-1016.

Profética (*)

París junio i.o 1914-

Uno corno soplo de pa\or, pasa so- bre la tierra estremecida, y bajo los altos cielos, que parecen palidecer en una mortal angustia; : :

(*) La Paz... una paz que se creía inalterable, reinaba sobre el mundo, cuando yo escribí, en mi Revista «Né- mesis», estas líneas, que sesenta días después, habían de tener tan trágica confirmación;

¿fui yo, un Profeta?... no;

los profetas han muerto; pero, los pensadores viven; los adivinos han pasado, pero los hombres de estudio quedan; ya no hay Profecía, no hay sino Ciencia; ya nadie cree en los libros de Magia, sino en los libree de Historia; en sus páginas se aprende, no a predecir, sino a deducir, la marcha de los acontecimientos; las entrañas abiertas de la Historia, nos dan todas sus revelaciones, que son terribles lecciones; mediante ellas, los pensadores pueden anunciar la venida de ciertos acontecimientos como los astrónomos anuncian el re- greso de ciertos astros; la órbita de los hechos historíeos,

24 VARGAS VILA

de los cuatro puntos del horizonte, el sim- bolismo profético de todas las anunciaciones, avanza, cargado de presagios siniestros...

murmullos confusos, prontos a convertirse en grandes alaridos, llegan, como si se oyesen en la noche gritos de una mar muy lejana, donde lloraran todos los naufragios...

la hora es del Pavor...

hora obsesionante, llena de presentimien- tos obscuros, que dicen cosas muy tristes al corazón azorado de los hombres...

hay en la atmósfera asfixiante una opre- sión malsana que viene de la adivinación confusa de las catástrofes, de su inevitable presencia, a cada Jwra más cercana, y más terrible ;

se diría, que se siente caminar en las ti- nieblas, agitadas ellas también, de un in-

es fija, como la de los planetas; la niunoionía de la Histo- ria es desesperante a causa de eso ; del estudio atento de las ciencias sociológicas, pudría extraerse, este postulado : dr- ducir, es, predecir ;

dos meses antes de estallar la guerra, yo deduje, qur la guerra iba a venir, y, la guerra vino ; no merezco la lapi- dación de los profetas, a la cual algunos me condenan ; apenas si merezco el desdén debido a los hombres de esmdio, que amando dialogar con la Historia, extraen de esos diá- logos el conocimiento lúcido de las leyes de la Dinámica Social, que se cumplen como el veredicto inapelable de todos los dictados de la Ciencia, tánica Potencia Superior, que abru- ma con su divina brutalidad, la debilidad orguUosa de los hombres y los aplasta bajo ella.

CLEPSIDRA ROJA 25

sondable espanto el dios del Exterminio, que avanza sobre la Tierra...

hay una quietud espectante, símil a lai que envuehe la selva, antes de estallar la tempestad...

esa hora en que parece, que el corazón de la Mo(ntaña deja de palpitar;

que los arroyos moderan su ruido, como tcmeroisos de provocar las cóleras del gran cielo irascible, que hace visajes huraños, sobre el cristal de sus aguas vírgenes;

que los torrentes, parecen como detenidos sobre las peñas, por manos invisibles;

y, lois grandes ríos, ocultan en la niebla, el caudal de sus aguas, como temerosos de denunciarse a las alas de la Tormenta, que empieza ya a azotar la sagrada desnudez de las cimas pensativas...

hora, en que el ruido leve de una hoja, basta para hacar alzar al tigre la cabeza somnolienta, y hacer al pájaro, plegar las alas medrosas dentro del nido...

hora en que las grandes serpientes, se ocultan miedosas entre el follaje, como si temiesen ser vistas y fulminadas, por el ojo invisible de la Tewpestady que i^i a asolar la selva ;

y, los insectos inmovilizan sus antenas, como temerosos de atraer con ellas, el furor

26 VARGAS \'ILA

del rayo, que caracolea ya, sobre las cres- tas lejanas, cabalgando en los lomos del Huracán ;

un silencio, un pavor, una inquietud se- mejantes, hay en la atmósfera de la é]x>ca actual;...

los pueblos tiemblan, agobiados por la omnipresencia de algo desconocido, que se aproxima...

se siente la mano de la Fatalidad, que empuja los acontecimientos;

se siente el choque rudo, de los hechos, que se precipitan bajo el soplo colérico de lo Inexorable;...

el presentimiento de lo Inevitable, trabaja el corazón del Mundo;

bajo ese impulso de Terror, todo toma un aspecto salvaje y agresivo;...

las águilas, ensayan las alas bélicas, an- siosas de un vuelo enonne;

los buitres, afilan el pico, contra las al- tas rocas, como enloquecidos por una visión roja, de próximas carnicerías ;

ráfagas de un viento extraño, trayendo el perfume guerrero de campos históricos, sa- cude las viejas banderas, que yacían inmó- viles caídas a lo largo de las astas;

CLEPSIDRA ROJA

27

un relente de angustia, hace pesada la atmósfera, bajo un horizonte cárdeno, corno si las alas de Azraél, lo hiciesen rojo con su vuelo, y su brazo extendido para marcar ¡as puertas, que mañana ha de empujar ¡a Muerte, hiciese una curvatura negra, tan ne- gra como el Arco de las puertas de la Eter- nidad, abiertas sobre el Mundo;

los perros de Jetzabel, aullan atraillados en la sombra, comiOt si el olor de la sangre dilatase ya los cartílagos de sus narices fe- roces;...

ellos, también sienten que la ola de sangre

llega ;

presa de esos augurios, tiembla el Mimdo...

tiembla de miedo...

EL ESPECTRO DE LA GUERRA lo, hace

temblar...

¡lo: Inevitable!

I que el Emperador de Alemania va a Ko-

nospicht ?

la Europa tiembla...

¿que los Balkanes se incendian de nuevo?

la Europa tiembla;

¿que la Grecia y la Turquía, reviven las viejas querellas, sobre las playas del Asia

Menor?

la Europa tiembla;

28 VARGAS \ILA

¿que hay huelga general en Italia, y la República, es proclamada en Ravenna?

la Europa tiembla;

¿ que los epirotas llegan vencedores hasta los muros de Durazzo?

la Europa tiembla;

¿ que renuncia Doumerge ?

¿que Ribot cae?

la Europa tiembla...

se teme la chispa que ha de poner fuego a la pólvora descubierta;

todos los elementos que el Odio de los pueblos ha acumulado, parecen prontos a entrar en combustión expontánea, a la sola aproximación de la hora trágica ij fatal;

los hoberaiix germanos aprestan sus ar- mas, en el fondo de sus castillos feudales, y miran hacia la Selva Negra, como esperan- do ver aparecer en ella, el fantasma de Bar- barroja, seguido de su nube de aguiluchos hambreados ;

un hidalgo tudesco, hecho Rey de Alba- nia, no sabe cuál defender, entre su cabeza y su corona, y prisionero del Tumulto, se prepara a desaparecer, acaso como el último Obrenovich, habiendo hecho un Reinado de Tragedia, allí donde la imaginación poética de Carmen Syha, creía haber hecho, un Rei-

CLEPSIDRA ROJA 29

nado d€ Leyenda, para un Lonhengrin afor- tunado; (*)

los ustlers y las sufragistas, ponen más niebla de la que es habitual, sobre los is- lotes del Reino Unido, que tiembla ante la idea de armarse para las luchas del Conti- nenie, o ver disminuir el fantasma de su do- minación sobre los mares lejanos;

¿y Francia?

¿no veis con que incertidumbre, marcha el Cerebro del MuTido, hacia sus destinos fu- turos ?

se diría que una embriaguez de absoluto,

la hace vacilar;

la crisis que acaba de atravesar, noi ha sido ima crisis de Partido, ha sido una crisis

del Sistema;

las últimas elecciones, que marcaron la violenta orientación de la República, hacia la izquierda, indica claramente, que la hora de la República Social, ha sonado en Fran-

(*) Esta sospecha de tragedia no se realizó: el Príncipe defendió su vida antes que su reino; incapaz de resistir como héroe, se escapó como un lacayo infiel, llevándose su corona real entre su equipaje de coracero prusiano; hoy forma parte de la servidumbre imperial en uno de esos Es- tados Mayores trashumantes, que hacen cortejo al miedo del Emperador, fugitivo de campamento en campamento.

50 VARGAS VILA

cia; y nada, ni nadie, estorbará el paso del Socialismo hacia el Poder;

los sistemas políticos, cumplen su evalu- ción, como los astros;

no hay manera de interrumpir la trayec- toria de un Sistema^ ni la de un Cometa;

oponerse al desarrollo lógico, de un Siste- ma Político, no es sino optar entre dos for- mas de caída;

de rodillas ante él, que es : la Abdicación ; o a 2)lat venfre, bajo él, que es: la Desapa- rición ;

capitular con el, o verse aplastado por él ; tal, es el dilema ; imperativo, y cate- górico ;

el ciclo de la República Parlamentaria, cumple su evolución;

de la República militar de Mac-Mahon, a la República conservadora de Carnot;

de la República conservadora de Carnot, a la República liberal de Waldeck Rous- seau ;

de la República liberal de Waldeck Rous- seau; a la República radical de Combes, y Clemenceau;

de la República radical, exasperada por las tentativas de reacción, la Francia ha llegado a la República, radico-social, con Viviani;

CLEPSIDRA ROJA 31

un paso más, otra crisis, y la República social, habrá llegado con Jaurés... (*)

inevitable desarrollo del Sistema; lógica implacable ;

nada hay más despótico que un Sis- tema ;

la Ley de las mayorías, es soberana; y ella rompe la República bajo su peso...

si la mayoría parlamentaria, es socialista, el Gobierno tiene que ser sociahsta;

y, el Socialismo, es enemigo de la Guerra; de la guerra que avanza...

(*) No fué el Poder, fué la Muerte, la que sorprendió al Tribuno Máximo, cuando levantaba sus manos, como es- tandartes de Paz, sobre el mundo, enloquecido de espanto;

no fueron las puertas del Capitolio, sino las puertas desme- suradas de la Eternidad, las que se abrieron ante él, con sus dinteles ilimitados, únicos bastante altog para dejar pasar bajo ellos, su gloria sin mancilla;

la Muerte, no turba a aquellos que alberga en su seno, y, el Gran Púgil del Verbo, entró sereno en sus dominios, apretando contra sus labios, el escudo de su Palabra, vio- lada por el Crimen ;

la Reacción, implacable y, tenebrosa, que lo hizo matar, tuvo el sentido de las proporciones, y, sabía todo el al- cance de ese acto, que reducía al Silencio la trompeta de la Democracia, sobre las murallas del Pueblo;

no puede decirse hoy, cual habría sido en definitiva, la actitud de Jaurés, frente a la guerra; no se puede absolver, ni condenar, lo que no ha vivido; eso de calumniar el por- venir, puede ser útil, pero, es, falaz;

lo que si puede asegurarse, con las garantías de un preteri- tismo histórico, insospechable, es, que la actitud de Jaurés, en la Epopeya actual, habría igualado y sobrepasado en belleza ética de voces y de hechos a todos los gestos, de

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\AROAS Vil, A

cia; y nada, ni nadie, estorbará el paso del Socialismo hacia el Poder;

los sistemas políticos, cumplen su evolu- ción, como los astros;

no hay manera de interrumpir la trayec- toria de un Sistema, ni la de un Cometa;

oponerse al desarrollo lógico, de un Siste- ma Político, no es sino optar entre dos for- mas de caída;

de rodillas ante él, que es: la Abdicación; o a 2)lat venlrej bajo él, que es: la Desapa- rición ;

capitular con él, o verse aplastado por él ; tal, es el dilema ; imperativo, y cate- górico ;

el ciclo de la República Parlamentaria, cumple su evolución;

de la República militar de Mac-Mahon, a la República conservadora de Carnot;

de la República conservadora de Carnot, a la República liberal de Waldeck Rous- seau ;

de la República liberal de Waldeck Rous- seau; a la República radical de Combes, y Clemenceau ;

de la República radical, exasperada por las tentativas de reacción, la Francia ha llegado a la República, radico-social, con Viviani ;

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un paso más, otra crisis, y la República social, habrá llegado con Jaurés... (*)

inevitable desaiToUo del Sistema; lógica implacable ;

nada hay más despótico que un Sis- tema ;

la Ley de las mayorías, es soberana; y ella rompe la República bajo su peso- si la mayoría parlamentaria, es socialista, el Gobierno tiene que ser socialista;

y, el Socialismo, es enemig;o de la Guerra; de Ja guerra que avanza...

(*) No fué el Poder, fué la Muerte, la que sorprendió al Tribuno Máximo, cuando levantaba sus manos, como es- tandartes de Paz, sobre el mundo, enloquecido de espanto;

no fueron las puertas del Capitolio, sino las puertas desme- suradas de la Eternidad, las que se abrieron ante él, con sus dinteles ilimitados, únicos bastante alto^ para dejar pasar bajo ellos, su gloria sin mancilla;

la Muerte, no turba a aquellos que alberga en su seno, y, el Gran Púgil del Verbo, entró sereno en sus dominios, apretando contra sus labios, el escudo de su Palabra, vio- lada por el Crimen;

la Reacción, implacable y, tenebrosa, que lo hizo matar, tuvo el sentido de las proporciones, y* sabía todo el al- cance de ese acto, que reducía al Silencio la trompeta de la Democracia, sobre las murallas del Pueblo;

no puede decirse hoy, cual habría sido en definitiva, la actitud de Jaurés, frente a la guerra; no se puede absolver, ni condenar, lo que no ha vivido; eso de calumniar el por- venir, puede ser útil, pero, es, falaz;

lo que si puede asegurarse, con las garantías de un preteri- tismo histórico, insospechable, es, que la actitud de Jaurés, en la Epopeya actual, habría igualado y sobrepasado en belleza ética de voces y de hechos a todos los gestos, de

32 VARGAS \'ILA

¿qué será de la Francia desarmada, pri- sionera de los sofismas pacifistas?

¿ quién meterá su mano, en la boca abierta del Enigma, para sacar de ella, la respues- ta reveladora, hecha una hola de sangre?

he ahí por donde la suerte del mundo, está ligada a esta crisis de Francia;

si esta crisis, debilita el sistema... dejad- me temblar por la Libertad;

si esta crisis, debilita la Francia... dejadme temblar por la Civilización;

eso que se ha llamado el patriotismo, en aquellos que lo hi- cieron asesinar;

esa actitud ¿habría sido estéril?

hoy, no hay más elocuencia posible, que la elocuencia brutal de morir y, de matar;

la hora, no es de la Palabra ; la hora, es, del Acto ;

todo el prestigio de la Elocuencia, está en el Acto;

en el acto heroico y violento de morir;

morir la muerte anónima y colectiva de las muchedum- bres hechas guerreras ;

morir: es la consigna del momento;

morir, para que otros viran;

degollar el Hoy, sobre la cuna del Mañana, para que esta sangre permita al mundo vivir;

un mundo engendrado por los muertos, que ya no lo verán ;

¿ no era este espectáculo lamentable, estos gritos lamenia- bles, los que turbaban el corazón y, el alma de Jaurés, cuando entró en el Inexorable Misterio, marchando hacia las cata- raras del Eterno Silencio, suspendidas sobre el mundo, pron- tas a caer sobre él, y, a amortajarlo, cuando esta marea de sangre que hoy sube y sube y sube... haya acabado de ahogarlo, y, al pie de un sol sin rayos aparezca escrita, la queja de todo holocausto estéril: Lamna Sabatchani?

CLEPSIDRA ROJA 33

¿ qué sería del Mundo, con la Francia de^ bilitada o desaparecida?

¿no escucháis el ruido de los cañones, en marcha cautelosa?

ES LA Guerra que llega...

y, ¿más allá?

el tropel de los bárbaros en marcha.,.

¿hacia dónde?

¿ quién los detendrá ?

si Varus cae vencido,...

¿a dónde irán las legiones de Arminius?

la Tierra toda, parecerá una conquista, pe- queña al orgullo de los bárbaros;

y, el hacha de Othon, habrá decapitado el Mundo;.

Clepsidra Roja, 3

Q4HM4aH4a-i4««4am44«H4aM4-M4M*4*»4|3

Jabalí Imperial

i París junio 2§-i9i4.

(al crepiUculo)

Muriente un sol de fuego sobre los cielos fúlgidos ;

verano adolescente;

en el zafiro triste de las dispersas nubeSj much a melan col í a ;

la tarde supliciada, tiene la pompa triste de una suave agonía;

que se sabe precaria...

la caricia del aire es perfumada, como be- sos de labios de mujer;

la Primavera muerta y apenas sepultada, deja errar en el aire sus últimos perfumes;

36 VARGAS VILA

sobre París: quietud...

calma dominical...

el alma de París, está hoy en los campos, en las verduras tiernas de las praderas;

en las verduras azulosas de los cercanos bosques ;

sobre las olas del Sena, donde una gran dulzura pasa, y, las golondrinas, raudas, lle- van poemas de amor;

distraigo mis hastíos, vagando taciturno en esa gran molicie;

escucho la voz triste de la hora vesperal;

me siento en la ferrasse de un Café;

pasan en filas lentas, sobre ese río de asfalto, nostálgicas hetairas: los cisnes del trottoir ;

burgueses domingueros, pasean sus proles pálidas, que linfas ancestrales consumen;

un macró...

se mira las sortijas: sonríe;

en la acuarela páHda de los divinos cielos, estrellas anónimas comienzan a brillar;

un vendedor de diarios;

su voz llena el espacio, alcohólica y tur- bada;

¡la Presse!...

evoco como siempre a Emilio Girardin;

la Fresse! asesinato del Archiduque de Aus- tria»...

CLEPSIDRA ROJA 37

me tiembla el corazón;

compro el diario; : ;

lo leo;

la llama que se escapa del homo de los cielos, con sus reflejos de oro^ me deja leer;

I verdad !

susulto de alegría...

¡verdad, verdad, verdad!...

el jabalí austriaco, cayó con la hembra cálida que iba tras de sus huellas;

un niño los mató...

¡salve al arquero adolescente!

¡Salve!

sagitario de las legiones cuasi extintas de la Justicia, ¿en qué bosque, poblado de Eu- menides, hallaste el venablo sagrado, que puesto en tu arco y, tocado por tu mano, había de ser como la cuerda armónica, de una divina cítara, en las manos die unO' de esos arcángeles míticos que la mentalidad de los hombres, colocó al pie del trono de dioses inexorables?

¿en cuál fragua de titanes forjaste el dar- do estinfalita, que había de atravesar el co- razón de la Hidra, abatiéndola sobre el co- razón de su conquista?

el ruido de ese dardo que pasa silbando a través de las selvas de la Historia, hace poner de pies los Héroes en sus tumbas, tris-

38 VARGAS VILA

tes de verse emulados, y, hace alzarse de las suyas, los mártires ya vengados;

vengados por tu mano...

Hércules de las montañas de Bosnia, también abatiste el jabalí sah'ajc, escapado a la selva...

¡gloria a ti!...

i deja que la Historia bese tas manos en- sangrentadas, que tienen todavía las hue- llas del fuego divino, que dejó, el Rayo de Dios, al pasar por ellas;

niño prodigioso, cuyas manos cegaron con las tinieblas de la Eternidad, el feto de Saúl, ebrio de orgullo;

la bestia, engrasada para asolar la Tie- rra, fué ultimada por tu gesto redentor, que dio al mundo el espectáculo prodigioso de un castigo sin miedo y sin piedad;

las manos del Cristo, se desprenden de su ciHz, para aplaudirte;

y, sus brazos te abrazan;

¿no sientes como te besa desde la Eterni- dad, con sus labios sin formas, que guar- dan las acritudes de la hiél, y, la sed inex- tinguible, de esa fuente de la Justicia, que acabas de hacer correr sobre el mundo^ en ondas necesarias de sangre?

en el cristal enigmático de tus ojos, se reflejó por un momento, toda la Divinidad

CLEPSIDRA ROJA 39

dispersa por los ámbitos del ciclo, tristes de poseerla sin tener un corazón de Héroe, en el cual depositarla;

y, la depositaron en el tuyo;

tal vez, tu gesto, no liberte; pero tu gesto

castiga ; tal vez no serás un Libertador; pero, has

sido, un Vengador;

tal vez, no habrás sido la Libertad, pero, has sido, la Justicia;

de todas maneras has sido: la Gloria;

el Mundo tiembla al aplaudirte;

y, baja sus ojos al mirarte;

el rayo de Dios, duerme en tus manos;»

así dije;

y, me puse en pie, y, anduve gozoso, en la magia infiltrante de la Noche, bajo el cielo que tenía el encanto seductor de un manto¡ imperial despedazado...

tinto en sangre, como debe ser todo manto imperial, mientras en las fraguas de la Tie- rra pueda fabricarse un puñal para desga- rrarlo;

40 VARQAS \ ILA

29 de Junio de 1914 (al alba)

Noche de Insomnio;

me alzo...

la tierra aun en tinieblas...

¿por qué tarda en despuntar la aurora glo- riosa?

pienso en el drama de ayer...

en el drama de Sarajevo...

y, me parece que el sol va a asomar con una trompeta de Gloria sobre sus labios de fuego;

tal vez el cielo va a volcar sus estrellas, como una canastilla de rosas, sobre la tum- ba de Marco-Bruto...

y, la noche de Filipo, tiene a mis ojos res- plandores de Alba;

aquel abyecto adorador de la Divinidad, que fué David, no hallaba todo el resplan- dor de Jehová, sino en el seno implacable de la Justicia Divina;

yo, no tengo el alma religiosa, y, no creo en la Justicia de los dioses;

yo, soy un Hombre Libre, y, para tener derecho de admirarla, no creo sino en la Justicia de los hombres;

CLEPSIDRA ROJA 41

y, cuando ella,, cae sobre las cumbres del Crimen, yo tiendo mis manos para aplau- dirla ;

y, yo, que no me arrodillo ante nada, ni ante nadie, siento ímpetus de arrodillarme, ante el lejano lugar en que cayó ayer el ra) o y redujo a cenizas la púrpura de un César en fennento;

ninguna gloria se ha abatido, es verdad sobre el lugar de a^uel desastre, y, solo el sueño de una Soberbia Nula, cayó allí, para no levantarse jamás...

las águilas de Hapsburgo, vuelan en ban- dada, lanzando gritos feroces, sobre el agui- lucho muerto, que no tuvo el tiempo de abrir sus alas bajo el solio, para clavar sus ga- rras y, su pico en el corazón sagrado de la Libertad;

con la muerte de aquella larva de César, el mundo se ha visto libre de presenciar el reinado de un nuevo Caracalla...

el tiro que dio en tierra con aquel alu- sinado semi idiota, no arrebató nada a la Humanidad;

ni siquiera un Hombre; *

al levantar el manto con abejas de oro, que ahora lo cubre, no se hallará bajo ese manto, sino el cadáver de un cerdo;

bastaba ver aquel cráneo estrecho, aque-

42 VARG.^S VILA

líos ojos dementes, aquella frente obstinada, aquel rictus cruel en los labios insolentes, para saber que pasaba ante vosotros, uno de esos locos trágicos, a quienes solo la muerte, puede poner en la impotencia de fatigar el Crimen;

tenía una alma de genízaro, escapado a las legiones de un Emperador de Oriente;

acerebrado ) brutal, como un hcmbre pri- mitivo, el olio de la civilización había he- cho muy poco efecto en el cerebro de aquel bárbaro regresivo, rebelde a salir del obs- curo corazón de la barbarie;

una sola vez, lo vi pasar ante mí, en una estación balnearia;

el fantasma de Othon de Baviera, evadi- do a sus guardianes...

la sombra de Heliogabalo, con el hacha en la mano, pronto a decapitar el Mundo...

la decadencia de una raza y de un Impe- rio, no pudo dar de sí, un producto más efectivo de su derrumbamiento, que este idio- ta espectacular, con sus dos manos tendidas al esplendor de una diadema; * la podredumbre die Austria, revivía toda, en ese Príncipe, que el Destino había mar- cado con todos los estigmas de la degene- ración, síntesis viva de una raza y de un Pueblo, que vuelta la faz hacia el Pasado,

CLEPSIDRA ROJA 43

esperan el rayo que los despierte en el fondo de la tumba;

el hálito de podredumbre que se exhala de ese cadáver, delata la podredumbre del Imperio que él iba a regentar;

la muerte, que le arrebató la púrpura antes de deshonrarla, no se sabe aún por quién tuvo piedad, si por él, o por su pueblo;

los esclavos perdieron su amo antes de coronarlo, y, lo lloran, no sabemos si del placer de haberlo perdido, o de la tristeza de no haberlo soportado;

éste, fué coronado como Sapor, en el vien- tre de su madre, pero, no por el Destino^ con una corona imperial, sino por la Fata- lidad, con la enfermedad hereditaria, que ha hecho de su raza, una raza, para la cual, solo el Crimen ha sido indulgente y, no ha logrado despertar otro amor, qu'e el amor de sus esclavos;

nada de lo que hace augusto a un hombre, tenía aquel que iba a ser declarado Au- gusto, por un decreto absurdo del Destino, empeñado en hacer gemir un pueblo de sier- vos, bajo las botas espoladas de un loco ta- ^

citunio;

los pueblos que han declarado hereditaria; la púrpura, han declarado hereditaria la es- clavitud ;

44 VARGAS VILA

y, en Austria, con la púrpura de los Haps- burgos, se ha jurado la sumisión al Crimen^ a la. Locura, y a la Tragedia, que siguen a esa raza maldita, a través de los laberintos de la Historia...

habituada a buscar el reposo en el Cri- men, esa raza fatal, no ha dejado de apo- yarse en la lanz^a de un Sicario, sino para apoyarse, en el hacha de un Verdugo;

y, este Principe testarudo, ensimismado y, cruel, era la flor bituminosa y enferma del árbol moribundo de esa raza, la gran flor de cenizas, que anunciaba, no ya la deca- dencia, sino la inevitable desaparición de la encina milenaria, cuyas raíces se han podrido, de hundirse tan hondamente, en el cieno y en la sangre;

el Emperador octogenario, no deja hijo varón, que recoja el cetro que va a caer de sus manos seniles, fatigadas de sembrar la Muerte ;

el puñal vengador, le asesinó el único hijo que tuvo;

se lo asesinó sobre el vientre desnudo del Adulterio, teniendo por única púrpura, las sábanas de un lecho, maculadas de sangre;

ese drama, hizo heredero de la duple co- rosa imperial, a este lobatón, obtuso y dis- plicente, que era su primo;

CLEPSIDRA ROJA 45

y, con él, todo, hasta la gracia un poco mórbida, de lejana herencia latina, que era la fuerza y el encanto del Archiduque muer- to, huyó de las gradas del tronoi, a donde no quedó, sino la brutalidad imperativa, de un epiléptico enchamarrado, que tenía el alma cautelosa y vivaz de un legionario de Ma- xencio ;

nacido en un lecho principesco, tenía sin embargo, un espíritu de centurión, que re- cordaba vagamente, los Emperadores pre- toiianos de la Decadencia romana, que sal- taban del Cueipo de Guardia al Trono, para ser precipitados del Trono en el Sepulcro;

para hacerlo digno de la corona, el Des- tino había retirado de su cerebro toda for- ma de Inteligencia, dejándole así, una ca- beza digna de ser ungida y, de reinar;

era, a ese respecto, un HapsburgO' de pura raza : acerebrado y, feroz ;

teniendo el alma primitiva de un bárbaro, tenía el culto de la espada, y, vivía de ro^ dillas ante la suya virgen, ansioiso de de- capitar con ella la Libertad, y, hundirla en el corazón del Mundo;

antes de hacer de ella una hacha, había hecho un cayado rojo, para llevar a través de los campos de su idiotismo', un rebaño de sueños inverosímiles, sueños que atizaba

4^ VARGAS VILA

la mano de la hembra astuta y dominado- ra, que le servía de guía, y, de la cual ha- bía hecho su esposa morganática;

fué, yendo un día a casa de sus primas, para pedir la mano de una de ellas, que se halló con la Institutriz que las acompañaba, y, quedó prisionero de sus encantos ya mar- chitos, como de un hechizo...

fué su Ninfa Egeria...

ya no pensó sino con el cerebro arrebatado de ella, no vio sino con los ojos ambiciosos de ella, y, no sintió sino con el corazón cruel de ella...

ambiciosa como Catalina, y fatal como Fausta, la astuta pedagoga, dominó el re- toño real, y, ya no pensó sino en reinar con él;

la captación fué absoluta y, completa;

el Príncipe, desapareció en la hembra vo- raz, que lo devoraba;

y, ya no hubo sino ella, reinando sobre su corazón, y, pronta a reinar sobre su Im- perio ;

este temperamento agreste, de bruto so- ñador, no tuvo sino otro culto, unido al culto de esa hembra: el del Emperador de Ale- mania ;

el ídolo revela al Adorador;

CLEPSIDRA ROJA 47

vivir de rodillas ante el Ridículo, es una forma de serlo;

el culto de lo grotesco, revela una alma de mono;

y, el jabalí de Viena, vivía en muda adora- ción ante el mono de Berlín...

el Mimo coronado, lo fascinaba de tal manera, que vivía ensayando la vil imitación de los gestos imperiales;

y, el paquidermo, aun sin corona, de Viená, era como una mueca del antropoide coro- nado de Postdam;

plasmaba sus gestos, y, soñaba plasmar su política futura, en el molde arcaico de su modelo plastronante, abacadabrante y so- noro;

fuera de esta obsesión imitativa, el ma- mífero selvático, no pensaba sino con el sexo;

su hembra, era el otro polo de su adora- ción ;

legitimar su hembra;

hacer coronar su hembra;

reinar al lado de su hembra;

esa era toda su política del presente y, todo su sueño del futuro...

para realizarlos, vivía de rodillas ante el Papa y ante el Emperador;

48 VARüAS VILA

la vieja Institutriz^ a medias coronada, lo orientaba violentamente, hacia esos dos ab- solutismos...

apoyado en ambos, marchaba hacia el tro- no, el obtuso soñador, rodeado de sus bas- tardos, acariciando el sueño de colocar sobre la cabeza del mayor, la corona con el águila bitestacea, el águila ciega, que con los ojos llenos de sangre, no veía venir la Muerte...

y, él, soñaba, con:

atacar a Italia, por la espalda, degollar el ág:uila sabauda en las gradas del Capitolio, y, aventar su cadáver, sobre los arrecifes de Cerdeña;

coronar al Papa, como Rey de Roma, en pago de haber legitimado su unión, ofre- ciéndole como recuerdo de sus bodas, el cadáver de la loba capitolina, ultimada por su mano;

desmenmbrar la Italia gloriosa, para res- taurar sobre tronos minúsculos, príncipes de su raza, más minúsculos todavía;

hacer de Venecia, la Cayena adriática, pre- cipitando desde el Puente de los Suspiros, lo que quedara de Libertad, en el corazón de los descendientes de Marini;

poner el águila vencida de Sadowa, sobre los lomos del león alado de San Marcos,

CLEPSIDRA ROJA 49

para reventarle con el pico, las pupilas llenas del fulgor de las victorias, obtenidas bajo los cielos de Oriente;

afinnar por la sangre y, el terror, ese reino de Albania, donde bajo la batuta de Offen- bach, actúa como Soí^erano, un feto de Car- men Sylva;

dominar los Balkanes, para abrirse un car- mino hacia el Oriente, coronándose César en Constant inopia...

«tú reiyiarás aquí»; había dicho a su heni- bra^ mostrándole desde las torres de Santa Sofía, el panorama de Constantinopla, como un mar de mosaicos a sus pies;

y, la vieja pedagoga, en la cual vivió por un momento el alma ambiciosa de Teodora, sonrió a los sueños de aquel Justiniano del Danubio, de cuya miseria mental, ella dis- ponía a su antojo;

Guillermo II, era el eje de estos sue- ños ;

el Arlequín imperial, se gozaba, en alen- tarlos, en exasi>erarlos hasta la hiperestesia, en el cerebro brumoso, de ese pobre alu- sinado, no tan loco, pero tan ambicioso como él;

el siieiio de estos dos dementes, amenazaba destruir el mundo;

Clépiidra Roja, 4

50 VARGAS \ILA

Calígula y su fantasma, soñaban en re- partírselo;

el drama de ayer en Sarajevo, ha venido a despertar brutalmente los soñadores;

el uno ha sido precipitado en la Muerte...

el otro, ha sabido en el mar, la trágica noticia...

«todo está por comenzar de nuevo», dijo, e hizo enderezar el rumbo de su nave, hacia su Imperio... »

la Muerte, ha decapitado su sueño...

ese Agamenón del Crimen, que queda aún sobre el trono de Austria, es un fantasma vencido, que se arrastra lúgubremente por la Vida y, por la Historia;

un Faraón, petrificado;

la osatura de un tigre;

¿qué hacer con esa Momia?

ante la tumba de Francisco Fernando, Gui- llermo II, queda pensativo...

el Abismo que ha devorado su cómplice, puede devorarlo a él...

tiende la mano en la sombra, huscando el blandón imperial con que ha de incendiar la Tierra;

él, solo, prenderá fuego al mundo, aun- que haya de perecer entre sus llamas y, quedar sepultado bajo sus cenizas...

CLEPSIDRA ROJA 51

y, el mundo tiembla, porgue se siente a punto de morir, entre las manos de un loco. (*)

Alejandro, no sabiendo qué sacrificar a los manes de su amigo, arrojó sobre la ho- guera que lo consumía, el último de sus ca- bellos ;

Guillermo de Prusia, menos grande, pero más suntuoso, que el hijo de Filipo, pre- tende quemar el mundo sobre la tumba de su amigo asesinado;

el amo vivo, se apresta a ofrecer al amo muerto, una hecatombe de esclavos.

(*) Pocos días después, este loco nefasto prendía fuego al Mundo, y las llamas de ese incendio alumbran aún la Tierra, que parece temblar, desorbiiada de angustia.

Q^ H-s^aB ♦»■#»■ 4 ■9*44

La Voz del Rayo

París Agfjsto 4- rol 4

[Perdida serenidad de los cielos del Estío!

he ahí que las nubes se hacen rojas y, se siente el rodar del carro del Espanta, pronto a desplomarse sobre la superficie de la Tiena;

las selvas se extreniecen bajo el soplo del Horror, que parece anunciar la carrera ver- tiginosa de los caballeros del Apocalipsis, tal cual los vieron surgir de las tinieblas los ojos adivinos del viejo \^isionario;

sobre las cordilleras del Misterio, surge el rayo, y, el Mundo tiembla al verlo serpen- tear enloquecido, coino si marcase el rumbo a las legiones del Exterminio, prontas a aso-

54 \AROAS VILA

lar las cinco partes del planeta, clavando con sus lanzas sobre el cielo, el Sol de las matanzas de Josué;

extremecida por las confidencias del Pre- sagio, parece oirse la lamentación sollozante de los presentimientos, como la voz de una selva que ha tomado fuego, y, en el riñon de la cual, todas las selvas aullasen y mu- giesen prontas a morir...

la faz de la Noche parece herida de he- betud, cual si sus constelaciones ebrias de sombra, se negasen a alumbrar la marcha de los pueblos, al enorme Sacrificio, al cual los lleva la demencia colérica de sus amos;

siniestro y solo, el Enigma se inclina so- bre la Eternidad y, la interroga...

y, las notas del Silencio, caen lentamente, como las rosas de un rosal, sacudido sobre un sudario...

inmóvil la respiración de los siglos, pa- rece haberse detenido sobre la boca del Tiempo, en la cual la mano gigante de una Noche Impenetrable, pone una mordaza de tinieblas ;

el feto del Desastre, se mueve en las en- trañas de la Devastación, de donde va a partir como la flecha de un arco, tenebrosa, pronta a atravesar el corazón del Sol;

en el festín de las concupiscencias, en que

CLEPSIDRA ROJA 55

el mundo se hartaba de placeres, de críme- nes V de lascivias, el dedo del Destino ha aparecido trazando las trágicas, palabras : Mane, Thecel, Phares;

oparerum digíL.. y, el grito de la Orgía, se apagó en todos los labios;

el sudor del Abismo, moja las sienes del Mundo, y, la angustia de lo desconocido llena sus ojos de tinieblas...

las puertas de bronce y, de oro, tras de las cuales se ocultaba la Cobardía volup- tuosa y reinante, se han abierto con estré- pito, y, el mundo ha aparecido en su lecho de sibaritismos, desnudo y con la punta una espada sobre la garganta;

y, se pone en pie;

se rebela a morir sin defenderse;

quiere luchar;

quiere vencer...

morir, para vivir...

he ahí el Veredicto de la Historia...

por la escala de Jacob, baja la Muerte; coronada de rayos...

la voz del trueno llena el espacio, y, el lívido rebaño humano, tiembla ante el brillo de la cuchilla, que aparece en el espacio, pronta a decapitarlo;

la Esf ing-'e, ha hablado, y, su palabra, como una columna de fuego, ha incendiado los

56 \ ARQAS VILA

horizontes, del Nadir al Cenith,, y dt\ Sep- tentrión al Mediodía....

he ahí la Guerra...

la Guerra, que la ceguedad colérica de los reyes, ha desatado sobre la miseria es- túpida de los pueblos...

la ola de la Demencia ahoga las más al- tas cimas, antes de que el diluvio de la san- gre, la sepulte por completo, haciendo de ella, un enonne coágulo rojo perdido en la Noche Eterna, que no debió abandonar ja- más ;

ha bastado que un aguilucho austríaco, cayese muerto sobre la tierra pillada por sus gaiTas, la cual había ido a ultrajar con su presencia, para que el rayo de la Guerra, prisionero hasta hoy, en las manos del Mi- lagro, se escapara de ellas, prendiendo fuego al Mundo, y, haciendo temblar hasta las cenizas de los muertos, en la soledad de sus sepulcros;

ha bastado que ese fantasma coronado, que reina entre los muros de Viena, haya sentido temblar de miedo su corazón co- barde, para que sus manos trémulas, que todas las olas de todos los mares, no alcan- zarían a lavar de la sangre que las mancha, soltaran sobre el mundo este haz de rayos, que va a destruirlo y del cual se ve y2i el

CLEPSIDRA ROJA 57

rojo serpenteo hacer siniestro el espléndido azul ;

Edipo, no podía morir, sin deshonrar su senectud con un nuevo Crimen;

Francisco José de Austria, no podía bajar al sepulcro, sin envoher al mundo en ese sudario de tragedias, que ha sido su manto imperial, brutalmente desgarrado por el Cri- men, y, sacudido perpetuamente por tm hu- racán de horrores, que habrían fatigado la fantasía de los bardos homéridas;

no hay sombras bajo los cielos, ni aguas en los mares, ni nie\'e sobre las cimas de los más altos montes, qCle la Fatalidad no haya obligado a profanar con sus crímenes a este Agamenón del Delito, fuente obscura \, tenebrosa de todas las devastiiciones ;

en él, \'i\e el Crimen, como la ferocidad en el vientre de una fiera en cinta ;

y, este tigre en deo'epitud, vaieltos Jos ojos hacia la Noche Inmutable, en que vi- vt su espíritu, palpando con manos ávidas el cuerpo desnudo de la Muerte, ha re- suelto, para vengar la sangre del cachorro imperial, ultiniado en Saraje\o, eaitregar la Tierra al ^^eredicto de la espada, en la bru- talidad de un juicio primitivo;

y, enojado en su Sjoledad, envía más allá del Danubio, sus leg^ione-s de escla^'os a cas-

58 VARGAS \ ILA

tigar un pueblo heroico, culpable de la glo- ría de haber dado vida al Hércules adole- cente, que abatió con su tiro el jabalí sal- vaje, pi-onto, a devorar los pueblos, en la selva fangosa, que le servía de guarida, escoltado por coraceros más feroces, que la bestia in- munda, coronada de lises imperiales;

Servia, con una rodilla en tierra, no puede obtener perdón;

se le obliga a doblarlas ambas, para de- caj^itarla de hinojos;

yo, no tengo ninguna simpatía por esa raza de pastores asesinos que reina en Servia, raza de locos que decapitaron un cerdo, para robarle la corona y, ceñírsela ellos^;

pero amo la actitud de ese pueblo semi- bárbaro y viril, desafiando la insolencia de las legiones austriacas, que arrastrarán tras de sí, las hordas empenachadas de Berlín;

hay de un épico homérida, en este gesto insensato ;

pero, de ahí que el pueblo de pastores bé- licos, no está solo;

del Septentrión cercano, el oso polar baja para defenderlo;

el caballo de Vercengitorix, relincha, im- paciente en las llanuras de Galia;

se oye el ruido de los escudos célticos, lim- pios para el combate y, siéntese sobre las

CLEPSIDRA ROJA

59

piedras druídicas, el afliar de las espadas que han de cortar €l cuello a las legiones

de Anninius;

el leopardo británico, enarca el cuello en- tre sus rocas marinas, y, los cartílagos de su nariz se hinchan de voluptuosidad al le- jano olor de las conquistas posibles; la ra- piña lo seduce con sus mirajes de sangre...

nadie ni nada ha podido detener el choque de los grandes pueblos, que volviendo la espalda a la Civilización, entran violentamen- te en la selva ancestral de la Barbarie;^

el Hombre Primitivo, hace su reaparición, bajo el Hombre Decrépito, enchamarrado de libreas de oro, larva espléndida de una Ci- vilización, que fué fugaz, y, fué mentira;

el Silex, hace eco al alarido de las bes- tias;

y, Cam aparece en las fronteras del mun- do... i Salve Caín!... en nombre de Abel: mil veces: ¡salve!...

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Belona Dea Urbis

París Ago?to 5- 19 14.

De todas las cosas inmortales, deshonra- das por los hombres, nada hay más augusto que la GueiTa, es, el alnia de la Libotad, y, el corazón sangriento de la Gloria;

la Paz, es, la fosa pútrida de la Gran-- deza Humana; el alma de Babilonia y de Bizancio; un pei-fume de rosas de Serrallo;

la Paz, es el dios de todos los amos, y, el culto de todos los esclavos;

la Guerra, nació un día. en el corazón del cielo, y, cayó sobre la Tierra como un rayo, despi-endido de la cabeza de Júpiter radioso;

la Pa:?, nació de la simiente de Onan, ai pie del Tabernáculo;

62 VARGAS VII. A

las almas y, los pueblos soberbios, aman la Guerra, como, las águilas aman las ci- mas, y, los leones aman la sangre;

si los leones tmieran el don de la Pala- bra, que los hombres débiles en\ilecen, can- tando himnos a la Paz, no la envilecerían sin duda, cantando églogas pacifistas, en el corazón salvaje de las selvas;

las palomas, son las himnólogas aéreas, de los encantos enfermizos de la Paz: son su Símbolo;

¿qué tiene que ver la fuerza cruel de la garra, con la caricia tierna de las alas?

dejad crecer el árbol de la Guerra, él, es la encina de Hisdrail, a cuya sombra no tiene eco, el despotismo escolástico de los sofistas de la Paz;

la Paz, es la voz del vientre, y, ella esteri- liza con las deyecciones del Miedo, todo germen de grandeza sobre una tierra de li- bres;

la Guen-a, es el estado natural del Hom- bre; y, la Paz, es un estado de violencia, hecho a la Naturaleza;

la aparición de la Guerra, en una sociedad enervada y, corrompida por los sofismas de la Paz, es la aparición del Silogismo de granito, que el Destino, pone en la ruta de ese Pueblo, para que la rompa, o se

CI.ÍPSIDRA ROJA 63

rompa contra él, para que lo venza, o caiga vencido al pie de la Fuerza inquebran- table ;

fué el crimen sin proporciones y sin nom- bre de todos los pacifistas de la Tierra, pre- dicar la Paz, que había de entregar, la Li- bertad maniatada al Despotismo, y, la Tie- rra desarmada al poder de la Barbarie;

¿qué larga esclavitud se prepara al Mundo, como la Expiación merecida de esa Paz oriental, esa Paz ninivita, que se predicó y se adoró por tanto tiempo, como una dei- dad ungida de perfumes, tendida sohre los cojines de la molicie, aspirando el olor ener- vante de los jardines de Sibaris?

los héroes, y, los mártires, y los apóstoles de todas las patrias, de todos los dioses y de todas las causas, amaron el combate y murieron combatiendo, felices de oir interior- mente, subir el rumor de las olas de la san- gre, la trágica marea, desatada por su gesto, y pronta a inundar la Tierra, para purifi- carla;

la Paz, es el sueño de las razas vencidas, que amaron la cadena, y, de los pueblos mutilados, que como Orígenes, amaron su mutilación ;

el deber de los hombres y, de los pueblos, es vivir armados y en vela para conquistar

64 \ ARGAS VlLA

la Vida; y, solo aquellos que la xcncen tienen derecho a poseerla ;

la Espada brilla, suspendida, sobre el Edén de la Libertad, como sobre el de la Fábula bíblica ;

el día que esa espada desaparece, la Li- bertad de los pueblos muere, devorada por las fieras que asaltan el Edén;

hablo de la espac^ de los pueblos, no de la espada de los hombres;

es justamente para degollar a los hom- bres que abusan de la Espada, que los pue- blos deben tener la su va afilada v, desnuda ;

\ ay 1 del Pueblo que se duerme sobre su 'Espada, ese despertará un día, prisionero a la sombra de otra;

el mundo \ive en las tinieblas, y, es justa- mente la Espada, la que hundiéndose en el corazón de esas tinieblas, hace brotar de ellas, el milagro de un Sol;

el Sol de la Libertad ;

la Espada, es una aurora de himnos vic- toriosos, y, no tiene que ver nada con el crepúsculo de las lamentaciones, en que des- aparecen los pueblos, que rompieron servil- mente su espada en las rodillas o la entre- garon a un Amo victorioso, en vez de atra- vesarle con ella el corazón, o degollarlo abra^ zado a su V^ictoria ;

CLEPSIDRA ROJA 65

la Espada, corta los senos a la Degra- dación, y, le impide lactar hijos para la Derrota;

el brillo de la Espada, no ciega sino a aquellos que degüella; su brillo es familiar a los ojos de los héroes, como el sol es fa- miliar a los ojos de las águilas;

romped la Espada de la Tiranía en la mano del Hombre, pero, mantened la Es- pada de la Libertad, desnuda y tenaz en las manos del Pueblo: ella, salvará el Mundo;

la Libertad muere, si se acoje al filo de una Espada, pero, no puede vivir sin una Espada en la mano;

la Libertad como Palas, nació armada y de pie;

[ay! de la Libertad desarmada, o de la Libertad que se arrodilla;

ella, no es ya la Libertad;

la Espada es la columna de fuego de la GueiTa ;

ella guía los pueblos armados, a los gran- des destinos del Futuro;

¿quién dijo que la guerra era funesta?

la Guerra es salvadora;

la Guerra, es purificadora ;

la Guerra, es redentora;

la Guerra, es el Sol del Mundo;

Clepsidra Soja, 5

66 VARGAS VILA

y, el corazón de la Eternidad;

la Guerra, es el alma de la Historia;

suprimid de ella la Guerra, y, las más bellas páginas que haya escrito el Hom- bre en su marcha miserable sobre la Tie- rra, habrán dejado de existir;

la Guerra, ha sido el Alpha y, el Omega, de toda Civilización;

la Humanidad no ha dado un paso deci- sivo en esa ruta de acechanzas y de precipi- cios que se llama, la Gloria, sino llevada por el huracán de la Guerra, con la punta de una espada aguzada en los ríñones ;

la Guerra, es lo único que dignifica al Hombre, en su ruta por este estercolero mi- serable que se llama la V'ida, y, en el cual, los pueblos sin valor, se sientan, desnudos como Job, a exasperar la lepra de su Co- bardía, bajo el infame sol de la Resignación ;

la Guerra, es Rebeldía, y, todo gesto bello en la Historia, ha sido un gesto de Rebelde; desde aquel que quemó las alas de Luzbel, en los limbos de la Fábula, hasta aquel que hizo crecer alas en los hombros de Bo- lívar, para ascender al cielo de la Gloria;

todo lo que hay grande en la Vida, es una guerra;

todo: hasta el Amor;

¿hay herida igual a la ferocidad d€ un

CLEPSIDRA ROJA 67

beso dado cu las tinieblas, en un encuentro de Amor?

la Guerra, es la madre de todas las gran- dezas, y, el antídoto de todas las decadencias;

el hierro cura por igual la anemia de los pueblos y de los hombres; ella aumenta los glóbuols rojos de la sangre que derrama;

la Paz, es un estado de vileza de ánimo, propio para los hombres en decrepitud y, los pueblos en hartazgo;

la Paz, es el pienso de los asnos, la bellota de los cerdos, y, la escudilla de los esclavos;

todos los bajos apetitos viven y, se ali- mentan en el seno de la Paz, como en el fango tornasol de una piara;

las palabras mismas, degeneran en la deli- cuescencia, de esas épocas de Oprobio; en ellas, el Despotismo, se llama: Orden;

la Caridad, se llama: Filantropía;

el Miedo, se llama: Previsión;

es en la Paz, que florecen el despotismo de los débiles y, el reinado de los mediocres ;

entre los retóricos de la Palabra, que can- tan himnos a la Paz, y, los retóricos de la Espada, que escriben con ella el Poema de la Guerra, yo, prefiero estos que cortan la garganta del Vencido, a aquellos que con sus gargantas cancerosas, no saben sino can- tar, la gloria del Vencedor;

68 VARGAS VILA

Entre César y Cicerón, yo., prefiero a Cé- sar, CUYO crimen mavor, fué no haber de- caj^itado a Cicerón;

desde luego, si prefiero a César, es a con- dición de que exista Bruto;

Bruto, es, ]a última y, la más alta expresión de la Libertad; es el gesto del Hombre que se convierte en Dios;

todo Pueblo tiene el Amo que merece;

todo Amo, tiene la talla de su pueblo;

todo Amo, Hombre o Partido es un Pre- dicador de Paz, en el Pueblo que domina;

y, eso, porque toda Paz, es Servidumbre;

la hora de la Paz, es la hora decadente;

y, los sofistas son los Amos de esta hora prosternada;

el Sofisma, es el nenúfar envenenado, de esa palude infecciosa, que se llama: la Paz;

de todas las esclavitudes, la Esclavitud de la Paz, es la más degradante;

la Paz, fué el alma de Roma en decaden- cia, y, de Bizancio en disolución;

la Paz, es el regalo, que hace el Con- quistador al Pueblo conquistado;

y, es el homenaje, que el esclavo hace a su Señor;

la Paz, afemina, como una mutilación se- xual;

un Pueblo, en la Paz, es, como un eunuco

CLEPSIDRA ROJA 69

en fiesta: muere del hartazgo de mendru- gos y, de la atrofia de su Virilidad;

la Paz, es el vino que embriaga a los ilotas, para hacerlos olvidar su esclavitud; un Pueblo que ama la Paz, no ama la Liber- tad, y, se apresura a sacrificar ésta, en ma- nos de aquel que le prometa aquella;

de ahí, que la Paz, sea la cuna del Des- }X)tismo, y, la madre de todo César;

un Pueblo, que envaina su espada, se des- pierta un día, con la espada de un Amo en la garganta;

la Mda, es un combate, y, Pueblo que renuncia a vivir, renuncia a combatir;

mostrando horror a manejar el hacha que salva, no sabrá sino morir bajo el hacha que mata;

y, perderá su cabeza, por no haber sabido cortar la de aquellos, que se alzaron por en- cima de la suya;

renunciar a la Espada, es aceptar un yugo;

toda coyunda es hecha, de la vaina de una Espada, que un Pueblo, no supo o no quiso manejar;

y, he ahí, como el Sofisma Pacifista, ha traído al corazón de la Francia, la Espada de la Conquista;

70 VARGAS VILA

la Alemania, no amó nunca la Paz, no pre- dicó la Paz, no divinizo la Paz, y, por eso sus ejércitos violan la Paz, y, vienen sobre París, para acampar acaso bajo sus toldas, en plena Bue de la Paix...

socialistas ilusos y mediocres, predicaron la Paz;

anarquistas candidos o imbéciles, predica- ron la Paz;

y, la Paz, llamó a las hordas de Genserico, pronto a coronarse Emperador de Occidente en Notre Dame de París;

he ahí la Obra de la Paz;

apóstoles de la Paz;

misioneros de la Paz, recojed vuestras ban- deras, salid al camino del conquistador, y, como el viejo monje histórico, tomad las bridas del caballo de Atila, y, hacedlo cam- biar de rumbo ;

o, caed bajo él, y, que sus cascos vence- dores os pongan en los labios el sello de la Paz;

sofistas de la Decadencia, he ahí vuestra Obra;

vosotros desarmasteis la República, y, los bárbaros han llegado, traídos por vosotros;

y, como en horas retrospectivas y iguales de la Historia, ellos os traen la Paz, en la punta de sus lanzras;

CLFPSIDRA ROJA 71

la Paz de la Conquista;

felizmente, aun hay algo más que retóricos en Francia;

aun hay hombres;

y, ellos marchan ya vuehos de espaldas a la Paz...

con el rostro radioso;

hacia la Guerra;

y, de esa Guerra traerá vencedora la Liber- tad, que surge de la urna de la Paz, hecha pedazos;

el Pu«eblo verdaderamente libre, no| es ¡aquel que se duerme sobre su Escudo, sino aquel que se apoya en él, después de haber aplas- tado con su peso, el último de sus opresores;

la Libertad, no la da Dios;

es la muerte de los dioses la que da la Libertad...

y el Mundo, no será verdaderamente libre, sino cuando haya matado el último de sus amos, sobre el altar del último de sus dioses...

con la Espada de la Guerra.

Q4n4.B4Bn4-ntn^^»i^H^iM4-K4^i»^Q

Rule Britania

París Agosto 15-1914.

Seamos sinceros;

tengamos el valor de ser sinceros...

ahora que la ola de la Mentira sube hasta tocar todos los labios; tengamos el valor de la Verdad, que es el más raro de todos

los valores;

en esta hora tan triste, en que todo ame- naza hacer naufragio, todo, hasta la His- toria, tengamos el valor de recordarla;

no añadamos nuestra complicidad a las otras complicidades, para colmar de mentiras el abismo sin fondo, en que va a precipitarse el Mundo...

confesemos altamente, que sin la Verdad, nada se puede, y, que ella nos dice a grito herido: sine me nihil potestis...

74 VARGAS VIL A

nada se puede sin la \'erdad, nada contra la Verdad, ni siquiera asesinarla, porque es inmortal;

démonos el placer de saborear el licor de la verdad;

la Verdad, purifica;

la Verdad, salva;

la Verdad, hace augustos los labios que la dicen, y, los corazones en silencio, que la escuchan ;

es remontando el río de la Historia, hacia sus cataratas primitivas, que podemos coger en sus riberas las rosas del rosal de la \^er- dad;

no, no es cierto que la Historia sea «una conspiración contra la Verdad»;

no;

la Historia, es la Apoteosis de la Verdad;

la Voz de la Verdad; contra todos y contra todo ;

la Verdad y, el Valor deben ir unidos; sobre todo en estos momentos en que en nombre de virtudes ocasionales, se impone a los hoinbres el culto de la Mentira, que es infame, o el culto del Silencio, que es cobarde;

no, no hagamos de la Historia y de la Verdad, los gemelos de la Escritura, reñidos desde el vientre de su madre;

CLEPSIDRA ROJA 75

declaremos que son indisolubles;

y, no permitamos que la Fuerza, nos haga asumir otra actitud que no sea la del Honor ;

he ahí que a la Rusia lanzada en la con- tienda para defender los eslavos de Servia, sigue la Gran Bretaña, entrada en liza, para defender...

¿ qué ?

la Independencia y, la Soberanía de Bél- gica, brutal y, cobardemente violadas por Alemania ;

bello gesto, hecho para desarmar todos los excepticismos ;

menos el mío;

para mí, la Gran Bretaña, continúa en representar, la rapiña en todas sus forína's, el Imperialismo en lo que tiene de más repug- tante v más violento;

y, por eso el Mundo, tiene derecho a pre- guntarse, no, qué Ideal, sino, qué Interés, tiene la Gran Bretaña^ en el gesto que hoy esboza...

ese gesto, no es habitual en un pueblo, al cual la generosidad ha negado sus secretos;

en 1.772

en 1. 79 1

en 1.793, la Prusia, la Rusia y, el Austria, se repartieron la Polonia despedazada;

N'ARGAS \1LA

¿qué hizo la Gran Bretaña, defensora hoy de las débiles nacionalidades?

tradujo su Indignación en Silencio, y., puso su mano amiga, en las manos del Despojo;

sin hablar del Tratado de 1836, finnado por las mismas Potencias, basta recordar que en 1852, la Inglaterra, firmó con Fran- cia, Austria, Prusia y Rusia, el Tratado que aseguraba: «la Integridad de ¡a Dinamar- ca..,

cuando el Austria y la Prusia violando ese Tratado chiffon de papier que diría la Diplomacia novísima del Canciller Belh- man-Hollweg, atacaron y desmembraron, la Monarquía danesa, cuya Integridad, habían jurado respetar, arrancándole los ducados de Sleswig-Holstein...

¿ qué hizo Inglaterra ?

se envolvió en el Silencio negándose a hacer honor a su firn^a, a pe^sar de las ins- tancias de Francia, y, volviendo las espaldas al Honor, se puso del lado de los despoja- dores; (*)

(*) En esta guerra, ha habido neutralidades cobardes;

casi todas;

la de Grecia, a la cabeza de los pueblos que tiemblan;

ha habido neutralidades interesadas :

todas ;

pero, solo ha habido una Neutralidad Infame:

la de Dinamarca;

CLEPSIDRA ROJA 77

cuando el Rey de Prusia, para castigar al Rey de Hanóver, su tibia amistad por Na- poleón, no halló nada mejor, que arrebatarle el trono y, la corona, condenando a la Eu-

la Dinamarca, desmembrada por la Pru.sia, en 1864, había permanecido irreductible, hasta la muerte del Rey Cristian;

Guillermo II, apesar de su manía ambulatoria y, su desen- fado teatral, no había osado poner sus pies, en aquella tierra, ultrajada y, desmembrada por sus antecesores ; la sombra de la vieja reina Luisa, indignada e irreductible, en los aus- teros salones del Palacio de Copenhague, lo hacía retro- ceder ;

a la muerte de los viejos reyes, sus descendientes dege- nerados, hicieron la paz con Prusia;

el Rey de Prusia, fué su huésped;

y, ellos pasearon su abyección coronada por los salones reales de Postdam ;

uno de ellos, fué a morir, con su augusta insignificancia, en un hospital de Hamburgo;

el pueblo capituló, como sus reyes ;

el yugo le hizo perder la memoria;

los instintos bobinos, triunfaron sobre los instintos heroicos ;

y, hoy, aquel país, dá, algo más que vacas gordas, seme- jantes a las del sueno de José, da generaciones expontáneas de germanófilos, en su mayoría, mamantones con librea, pren- didos a la ubre nacional, que manos reales, saben hacer próvida ;

Dinamarca, es el granero de Alemania;

su Rey, es, el Intendente general del Rey de Prusia;

y, la sombra del general Mesa, el noble defensor de la Integridad Nacional, no se alza de su tumba, para cruzar a cintarazos, el rostro del Rey feudatizado, y las espalda^ del Pueblo sometido, que han renunciado, a toda ,idea de Re- vancha, y, besan las manos mutiladoras que ayer Iob azo- taron...

la Neutralidad, de Dinamarca, no es una neutralidad, es un vasallaje;

merced a ese vasallaje, la Libertad cuenta con un Pueblo de menos, y, la Alemania, con un esclavo más.

i

78 VARGAS VILA

ropa, a la triste visión de ese Rey viejo y, ciego, recorriendo las playas del mundo, co- mo la sombra de Lear, lejos de los lugares en que había reinado;

¿ qué hizo Inglaterra, novísimo campeón de las debilidades vencidas y de las nacio- nalidades ultrajadas?

aplaudió hasta enrojecerse las manos, y, se puso del lado del Despojador, porque aquel despojo era hecho contra un amigo de Francia ; (*)

cuando en 1867, la Prusia invadió como hoy, el Gran Ducado de Luxemburgo, per- teneciente entonces al Rey de Holanda, como feudo de la casa de Nassau;

¿ qué hizo Inglaterra, cuya firma garan- tizaba, la integridad del minúsculo ducado?

dejó en descubierto las protestas de Fran-

(*) Si ]a Historia tuviera que sufrir de las concupis- cencias de aquellos que la deshonran, no se podría eticribir la Historia, por miedo de avergonzarla;

tal sucedería, hablando, no del Hanover, sino de los pre- tendientes titiritescos a su trono, caídas ahora en servidum- bre, figurando entre los artefactos domésticos, en la Corte Palatina de sus antiguos expoliadores;

hasta hace pocos años la actitud intransigente y agresiva del duque de Cumberland, aspirante al trono de Hanover, frente a Guillermo II, era histórica;

cuando la Corle de Dinamarca, abdicó toda idea de altivez y de revanclia, y, el Rey de Prusia, fué a Copenhague, lel duque de Cumberland, y, su mujer, que es una princesa da- nesa, abandonaron el país, como para no oír el ruido de las

CLEPSIDRA ROJA 79

cia, Y, se puso tácitamente del lado del vio- lador de la déhü nacionalidad;

cuando en 1866, la Prusia, obligó a Badén, Baviera y .Wurthenberg, a aliarse a ella, amenazando la independencia de los peque- ños Estados limítrofes, prontos a ser atraídos y absorbidos, por la naciente confederación germana;

¿ qué hizo Inglaterra ?

abendonó la causa de las déhiles nacionali- dades y, de la cual fué alma Lord Stanley, para sancionar, esa unión genitora del pró- ximo despojo... y, eso, por odio a Francia, contra la cual, esa Confederación iba a ser hecha ;

al día siguiente de la victoria de Sadowa, toda Inglaterra repetía entusiasmada, las pa- labras de Goldwin Smith: tlie cause of Ger-

espuelas del Conquistador, sobre el territorio despedazado por sus conquistas ; i

ese fantasma de Rey, volviendo la espalda a aquel Em- perador locuaz y divertido, tuvo en su conmovedora comici- dad, algo de grandeza; la belleza de su gesto, lo libraba del ridículo;

una desgracia de automóvil, mató al príncipe heredero de aquel sueño y, de aquel odio ;

el secundón estólido, que heredó aquel halo de corona, se apresuró a pactar con el Emperador, casándose con su hija, y, aceptando, el ducado infinitesimal de Brunswich, en cambio de sus derechos al trono de Hanover, y, hoy, es, como el Rey de Grecia, un apéndice imperial, atado por el sexo a las columnas del trono de los Hohenzolern;

80 VARGAS \1LA

7nnny is ours: la causa de Alemania es nues- tra causa; y, fiel a ese entusiasmo, adoró a Bismark, declarando que la salvación del mundo, estaba en la Unidad Alemana, hecha contra la Francia ;

cuando en 1867, la Francia, estuvo a pun- to de declarar la guerra a la Prusia, por el principio del respeto a las pequeñas nacio- nalidades, y, la independencia de los pe- queños Estados, al ver como se anexaba violentamente, el Saxe, el Hanóver, el Nas- sau^ y, el Hesse...

¿ qué hizo Inglaterra, por esas débiles na- cionalidades, así brutalmente agredidas y ane- xadas?

abandonarlas a las violencias del fuerte, po- niéndose abiertamente del lado del Usur- pador;

¿la Causa de Alemania no era causa suya?

entonces ;

¿ de dónde ese amor súbito, surgido aho- ra, por las débiles nacionalidades, y, el res- peto de su neutralidad?

la psiquis de un leopardo, no es difícil de definir: lleva el alma en las garras;

si los coraceros de Guillermo II, en vez de inarchar hacia Amberes, hubiesen mar- chado en dirección opuesta...

¿qué habría hecho Inglaterra?

CLEPSIDRA ROJA 81

¿qué pretexto habría tomado para inter- venir?

intervención y salvación, eran sinónimos para ella...

interv'-enir o dimitir;

ese era su dilema;

dimitir del Imperio Marítimo del Mundo; que la Alemania iba a disputarle, y, tal vc2 a arrebatarle ;

para evitar eso, Inglaterra, había prepa- rado esta guerra;

mi guerra, puede llamarla, como el orgullo de Chateaubriand, llamó la guerra de inter- vención en España, y, como la vanidad de la Emperatriz Eugenia, llamó la guerra fran- co-prusiana del 70;

sí;

porque a nadie en el mundo, tanto como a Inglaterra, le conviene esta guerra;

diez años más, y, el Imperio del Mar, no sería su)^ ; Alemania se lo habría arrebatado;

he aquí las razones de su sentimentalismo agresivo del momento;

he ahí el móvil de su intemperante Amor, por la Integridad de los pueblos débiles, y, la Inviolabilidad de Bélgica;

el mismo amor que la llevó a auxiliar la Independencia de la América Latina, para

Clepsidra Roja , G

82 VARGAS VILA

quebrantar el poder de España, dueña en- tonces de los mares de Occidente;

el mismo amor que la llevó a ayudar a España, en su guerra contra Napoleón, y, empujó sus legiones hasta Waterloo, para vencer al Corso fatal, traicionado de un solo golpe, por las veleidades de la suerte y, las lentitudes de Grouchy;

ese Amor, que la Psicología de la His- toria, llama por su verdadero nombre : el Interés ;

el Interés de su Imperio Marítimo, que ella quiere conservar absoluto e intangible a todo trance;

La política llamada de Pitt, no ha muerto : ella vivía antes de Pitt, y, vive después de Pitt; es la Política de Inglaterra;

esa política, que destruyó la flota espa- ñola en San Vicente y la flota holandesa en Capedumy, es la misma que salió al en- cuentro de Napoleón cuando la Expedición de Egipto pareció librar el Mediterráneo del despotismo de las águilas sajonas, la misma que el cañón de Marengo, obstruyendo los planes de Pitt, inmovilizó sin destmir, y, que el Tratado de Luneville no logró cortar las alas que le había dado el de Campo-Formio;

esa política de presa, que era ayer, como es hoy, el alma de Inglaterra;

CLEPSIDRA ROJA 83

¿ dónde estaba el amor de la Gran Bretaña, por las pequeñas nacionolidades, cuando obli- gaba por sus injusticias, a la Suecia, la Di- namarca y la Holanda, a aliarse a Napoleón para proteger su independencia?

fueron sin duda esas manifestaciones de- masiado efusivas, de amor a la integridad, a la inviolabilidad de las débiles nacionali- dades, lo que hacía escribir al Czar Pablo I, al Primer Cónsul : «quiero unirme a Vos, para poner un término a la 1)2 justicia del Gobierno inglés, que VIOLA EL derecho de las na- ciones DÉBILES 1/ no es nunca guiado sino por su Egohmo y su Interés

el Tratado de Versalles (1783) fué la malla urdida para aprisionar el tiburón británico, absoluto en su dominio de los mares;

toda la política de Pitt, fué contra ese Tratado ;

«si fuésemos justos un solo día, no alcan- zaríamos a vivir un año», dijo lord Chatam;

el Evangelio de la Injusticia, no ha tenido mejor expositor;

la Injusticia erigida en Dogma, ha sido la Religión de Inglaterra;

una Religión sin heresiarcas;

¿cuántos siglos de Injusticia Vencedora, han sido necesarios, para que la Inglaterra sea invencible sobre los mares?

84 VARGAS \'ILA

responda el alma, un momento sincera de lord Chatam;

para destruir la Coalición hecha en Ver- salles, para proteger los débiles y, los neu- tros, los torys ingleses hicieron asesinar al Czar Pablo I, por manos de sus nobles;

Paske y Nelson, cayeron sobre Copenha- gue, más débil y más desprevenido que la Bélgica actual;

y, el derecho de los neutros, fué roto y, atro- pellado por Inglaterra, con esta coalición y por este ataque;

el Tratado de Amiens, acordado con pena contó forma de pruehff, según lord Hankes- burg, colmó la alegría del pueblo inglés, que llenó de ovaciones al coronel Lamiston, como si aquel triunfo diplomático, hubiese destruido sobre todos los mares, todas las flotas del mundo, que pudieran amenazar el poderío naval de la Gran Bretaña;

con las mismas armas, con que había vio- lado la Coalición de los Neutros, en Co- penhague, Pitt. defendió el Tratado de Lu- neville, «poniendo en Europa quinientos mil hombres, pagos a razón de un millón qui- nientas mil libras por millar, con derecho exclusivo de control antes del pago, a cambio del reconocimiento de sus pretensiones ab- solutas sobre el mar»;

CLEPSIDRA ROJA 85

la horda de mercenarios no se detendría ya, hasta atar al César vencido, sobre una roca desnuda ;

N el son, apareció entonces, para vencer en Trafalgar, las últimas naves defensoras del derecho del mundo sobre el Mar;

con la victoria de Trafalgar, Pitt, halló manera de extender su control, al Imperio Indio, y, sujetar a su coyunda, ochenta mi- llones de hombres; y, un núcleo de pueblos hasta entonces soberanos, naciones débiles, de éstas, cuya violación, despierta hoy tan nobles iras en el corazón generoso de la Gran Bretaña :

Piít, murió un año después de Trafalgar, pero su política de Violencia y de Expolia- ción, queda en pie, como la exponente y la esencia, del alma de su Raza y de su Pueblo ;

los discípulos de Piít, continuaron esa Política, desconcertados a veces por el vuelo de las águilas del Corso, e interrumpidos, por el ruido de los cañones de Jcna, de Auerstad, de Evlan, v de Friedland ;

pero, ese desconcierto, no les impidió ata- car de nuevo a la Dinamarca desprevenida, y bombardear de nue^ o a Copenhague, sin declaración de guerra, violando brutalmen- te su debilidad y su neutralidad, mil veces

86 VARGAS VILA

más efectivas .que las de la Bélgica actual^ cuyo ultraje, subleva el noble corazón de los subditos del Rey Jorge;

en la quinta Coalición, Inglaterra, entregó al Czar, la Finlandia, la Moldavia y, la Va- laquia, principados que pedían y, podían ser libres, y que fueron miserablemente unidos al carro del czarismo, por las nobles manos de la Gran Bretaña, no dadas todavía, a esta misión que ensaya hoy, de campeón libertador de las nacionalidades violadas;

entonces arrebató a la Turquía, Ismail y Brahislow, y, robó brutalmente a Suecia las islas de Aland, como una prueba de su res- peto por las pequeñas nacionalidades, pi- lladas por los excesos de la Fuerza;

en la Convención de Breslau, Inglaterra hizo enrojecer al mundo con los planes de su dominación y los subsidios vergonzosos de Rinchembachem ;

en 1837, Inglaterra ayudó al Caid de He- rat, a sacudir la dominación, del Sha de Persia, que lo feudizaba;

¿por qué ?

porque aquel oasis estratégico, codiciado por todos los conquistadores desde Roam, a Gengis Kham y, Ta-tzis, era la llave de la India;

de ahí el entusiasmo filibustero del Conde

CLEPSIDRA ROJA 87

Neselrode y de lord Palnierston, Jefes en- tonces del Gabinete Británico, por la causa del Caid Harat;

por eso hicieron lewintar a los sucesores de Tch-Ali Sha, el sitio de Herat, y, lo ro- baron luego al Caid protegido y, lo hicieron suyo, para dominar el golfo pérsico y el corazón de Afghanistan;

así tomaron la isla de Karak, y, el puerto de Bustin, tan necesarios, como Malta, Suez, Gibraltar y Aden, a su dominio absoluto so- bre el imperio de los mares;

así, para defender despojándolas, la inte- gridad de las naciones débiles;

me fatigo siguiendo esa Vía Appia, de despojos y de atropellos; de Abkasin a Sha- myzem y de Afghan a Kerach, arrebatado a Persia;

esquivo hablar de Egipto;

vuelvo la cara al sacrificio del Transwaal; no quiero recordarlo;

y, me detengo atónito ante estos inespera- dos defensores de la Integridad de Bélgica;

y, pienso :

soldados de su Egoísmo, los ingleses, son capaces de todo, hasta de un acto de hon- radez, para pillar al Mundo.

^^mm^mm^mm^mm^^i^^wm^mmftms'^mm^ms^Q

Ante las frágiles victorias

París Septiembre i. 6.1^14.

No creáis en la. grandeza efímera de estos vencedores de hoy, que parecen dominar con el peso de sus legiones, la tierra casi desor- bitada por la carrera \'ertiginosa de estos últimos descendientes de las hordas primi- tivas...

esos triunfos son efímeros, como los de las arenas sohviantadas por el simoun en el de- sierto, y, los de las olas agitadas por el huracán sobre los* mares ;

pronto la voz de la Justicia vencedora^ los hará aplacarse, humildes y, vencidos, en una qviietud hermana de la Muerte...

ellos perecerán por el hierro y por el fuego, de los cuales hicieron la Suprema Ley, dego-

96 VARGAS VILA

liando los pueblos inemies, que aplastaron bajo su escudo sin cuarteles;

la Justicia se lexantará del fondo de la Tierra humillada por tantos crímenes y, la Victoria aparecerá sobre las alas del Aqui- lón, para castigar estas generaciones de es- clavos, que pelean al pie de los caballos de sus amos, hipnotizados por el relincho de las bestias y las miradas del César loco, que los trae a la matanza;

un gran pueblo se ha levantado en los valles y en los cerros de la vieja Galia y, el gallo de todas las victorias ha cantado con los clarines de la aurora;

y de las orillas del Tiber, del Arno y, del Adije, vendrán las legiones de César^ para castigar de nuevo los bárbaros insu- misos ;

el paso de los soldados de la Libertad, hace un ruido de olas, y, semeja la voz del huracán, salido del corazón obscuro de las selvas;

fatigadas de herir sin destruir, las manos de los bárbaros, comienzan a hacerse ya co- bardes, y, sus ojos miran con angustia, ha- cia los caminos recorridos, por donde les pa- rece ver su propio espectro batirse en reti- rada, cabalgando en el corcel de la De- rrota ;

CLEPSIDRA ROJA

91

ellos sienten que el Vencedor Inexorable a\ anza, aquel que no perdona y, se sienten ya revlocados en las cenizas de sus incendios V enterrados bajo las piedras de aquello mis- mo que destruyeron;

si Dios existiera, no habría sino un pue- blo digno de ser llamado el Pueblo de Dios, y, ese sería el Pueblo de Francia, porque es el Pueblo de la Libertad, y, la Libertad es lo único que hace a los pueblos creer en Dios, y, lo único digno de ser adorado como

tal;

y, Francia, se ha alzado rompiendo en mil pedazos la víbora de la Discordia y, arrojando sus anillos dispersos, más allá de sus fronteras, al campo amurallado de sus

enemgios ;

los profetas de la Decadencia, rompie- ron sus trompetas contra las murallas en fuego, y, fueron a combatir ciñendo las ar- maduras del guerrero, en vez de rasgar sus túnicas en gestos desesperados;

y, el milagro de este pueblo redi\i\-o puso su sable por límite a las carreras de los hu- nos, y, el furor teutónico inmovilizado, pe- trificóse en sus trincheras cual si hubiese mirado atrás, viendo llover el fuego del cielo devorando los esplendores de Berlín;

es verdad, que las olas de esta marea de

93 VARGAS VILA

bárbaros, golpean con furor las playas del mundo civilizado, pero, sin quererlo, en esos aullidos formidables, cantan ya el Miserere de su propio vencimiento;

la noche de sus abominaciones los envuelve y, el humo de los incendios que prendieron asfixia sus gargantas;

del Oriente al Occidente y del Septentrión al Mediodía, los pueblos se han alzado con- tra ellos, y, los bastardos de Pirrus, pvere- cerán bajo el peso del mundo que espera- ban conquistar;

la hora va a llegar para ellos, la hora inexorable en que la Civilización, herida por sus flechas, va a aplastarlos con su escudo victorioso ;

en medio de sus tiuiebla-, abrirán los ojos y, no verán, pondrán oído atento y nada oirán, porque la ceg'uera del Orgullo los C6gó para siempre, y, la sordera de la Codicia, hizo sordos sus oídos para toda voz de Mise- ricordia y, de Justicia;

arrollados serán por el huracán, atrope- " liados por los corceles de la Victoria, revol- cados en la propia arena de sus crímenes, arrastrados por los carros de los \'encedores, y, uncidos a ellos como una tropa de es- clavos ;

ellos, los pretendidos dominadores de la

CLEPSIDRA ROJA 93

Tierra, no podrán dominar su propio es- panto y, enloquecidos de pavor, buscarán escapar de la Muerte, seguidos por el fan- tasma de su Crimen;

el alarido de sus delitos acompañará su huida, y, el cielo vomitará sobre ellos el estrépito de su cólera sagrada;

el abismo de la tumba, que devoró los unos, será menos cruel que el abismo da la Infamia, que ha de devorar los otros;

las legiones de Atila, fugitivas por los cam- pos de sus devastaciones, no tendrán reposo, y, sentirán la tierra misma huir bajo sus pasos, como avergonzada del contacto con aquellos centauros del Asesinato, fugitivos en llanos de Exterminio;

lívidas nubes, semejantes a los sudarios que han debido envolver a aquellos muertos que no tuvieron ninguno, acompañarán su marcha, y, los pájaros de presa, harán man- chas rojo-negras, sobre el cobre amellado de esos cascos de vencidos, empenachados de horror;

el rayo afoeteará la grupa de los corceles pávidos, que aun creerán sentir tras ellos la punta de las bayonetas enemigas;

la espuela del terror, más terrible que la de los ginetes dementizados por él, acele- rará la marcha de esos brutos sujDerpuestos,

91 VARGAS \'ILA

hacia las regiones del Desprecio Univer- sal, que la Historia les dará por campa- mento ;

númidas fugitivos, de vuelta a sus moradas, de donde salieron para conquistar el mun- do: y a las cuales vuelven vencidos y, diezma- dos, los crótalos del remordimiento les de- vorarán las entrañas, en esa soledad del Des- precio, en que el mundo va a encerrarlos como leprosos;

semejantes a aquel pájaro mitológico, que se devoraba sus propias patas sin saberlo, ellos devoraron el pedestal de su grandeza efímera y mutilados por su propio orgullo han de agonizar, sepultados bajo las ruinas que aglomeraron;

pueblo de sofistas y, de genízaros que des- honraron por igual las palabras y, las es- padas, nadie creerá ya en el poder de su retórica de esclavos, ni en el poder de su es- pada de vencidos;

ellos, que señalaron el camino a la tem- pestad, implorarán en vano al cielo un rayo que los destruya en su aislamiento ignomi- nioso, de pueblo enfermo, herido de todos los contagios;

solo el beber la sangre de sus amos podría curarlo ;

¿tendrá el valor de esc sacrificio?

CLEPSIDRA ROJA 90

el mundo no necesita de la sangre de los Hohenzollern, para salvarse;

Alemania, necesita de ella, para puri- ficarse y, para revivir;

el espectro de Cromwell, aparecido en Ber- lín, bastaría para salvar a ese pueblo de lacayos letrados, que tiemblan bajo el po- der de reyes enloquecidos y de nobles dege- nerados;

cortar con la espada del último de sus ge- nerales la cabeza del último de sus empe- rador es«,^^ifei 'lo único que podrá salvar a AleníM^ despires de su derrota;

Guillermo el Fatal, que soñó con ser la resurrección de Napoleón el Grande, no fué sino la parodia miserable de Napoleón el Pequeño;

él, no tendrá su Waterloo, pero tendrá

pronto su Sedán;

;le será dado entonces, sentarse sobre las ruinas de su pueblo vencido, y, verlo agoni- zar, con su gesto de Orgullo imperial exas- perado por la Demencia?

¿qué otro destino podría reservar la Jus- ticia, a esa cabeza insolente que ha hecho decapitar a un pueblo, sino caer, ella tam- bién, bajo el hacha de un verdugo?

la sangre de los reyes, es el mejor recons- tituyente para los pueblos;

% VARGAS VIL A

aquellos que la han bebido, han crecido súbitamente de talla, como los héroes de Homero ;

Germania, decapitando su dinastía de vi- sionarios, habría decapitado el alma misma de sus desastres;

ella no será libre, sino cuando el último de sus verdugos, haya cortado la cabeza del último de sus Kaiseres;

y, arrojar después la cabeza y el verdugo y el hacha, a las ondas del Spree;

y, alzar, frente al Palacio Imperial de Post- dam, la estatua de la República Rheniana;

ultima germanus Regina...

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Las águilas de Dios

París Septiembre 15-1914.

Ninguno como él, pudo ser llamado el Rey de los reyes, porque suyo era el poder de las demás coronas;

apacentaba un ganado de reyes, y, su cor- te, era una corte de vasallos coronados;

un pastoreo de soberanos, bajo su caya- do imperial, ese era su reinado;

del uno al otro extremo de su Imperio, las cabezas coronadas se inclinaban sumi- sas ante él;

y, marchaba sobre un tapiz de cabezas coronadas y de cetros rendidos a sus pies;

sus ejércitos hacían la proyección de una montaña sobre los valles sometidos;

Clepsidra Roja, 7

98 VARGAS VILA

antes de ponerse en marcha hacían ya temblar el mundo, con el gesto anticipado de su dominación;

los mares, sentían el peso de sus escuadras y, le hacían un cortejo de olas rendidas;

la cauda de su manto imperial, llevaba envuelto en su armiño el secreto de las tem- pestades; y, el decreto de la Paz o de la Guerra, dormía en él, más pavoroso que en los pliegues del manto de Scipión;

a la cola de su corcel de (guerra, iban atados los destinos del mundo;

él, lo sabía;

inferior a su grandeza, el gusano del Or- gullo devoraba su corazón ;

gérmenes de degeneración minaban su or- ganismo; y el microbio de la locura (en- grandecía en su cerebro;

se creía el corazón de Dios...

el brazo de Dios...

la sombra de Dios sobre la tierra;

y, sus águilas eran: las águilas de Dios...

y, he ahí, que un día, ebrio con el licor de su Demencia, de lo alto de la montaña de s.ii poderío, sacudió su manto sobre el mundo y, desencadenó la tempestad;

un resplandor ocre y bermejo circuyó los horizontes de la tierra;

y rojo se hizo el mar...

CLEPSIDRA ROJA 99

y rojo el cielo...

y, todas las gamas del horror llenaron el horizonte, como si el carro del Apocalip- sis hubiese volcado sobre el mundo, con su cuadriga enloquecida^ pronta a ponerse de pie, y marchar desbocada por los llanos siniestros del Espanto:

las alas del rayo se incendiaron, y, el rayo perdió toda su sonoridad, ante la tempes- tad desconocida que estallaba del corazón de la Tierra, hecho pedazos;

el relámpago, fué como un pestañeo de insecto ante el zig-zag, de olas de fuego, que hacía semejar el mundo a un océano de lava, incendiado por la cauda de un as- tro;

las águilas imperiales vuelan con implaca- ble desprecio, sobre las llamas del mons- truoso holocausto; van seguidas de una nu- be de aguiluchos feroces, escapados a los torreones feudales, de los viejos castillos, donde dueime el alma obtusa de los hobe- reau, bajo el peso rechinante de sus arma- duras enmohecidas;

y, siguen como las águilas del corso la trayectoria feérica, de campanario en cam- panario, hacia nuestra Señora de París;

pero, estas águilas queman las torres que tocan con sus alas, y, bajo la caricia de

100 VARGAS VILA

SUS garras, las ruinas desmoronadas se la- mentan...

una lluvia de cenizas se propaga en su trayecto, como caídas de sus alas, semejantes a grandes sudarios fatales, bajo cuya livi- dez tiembla el mundo, pronto a ser amor- tajado ;

el vuelo fantosmal parece un extraño sueño, pronto a volatilizarse en el cielo, melanco- lizado por aquel movible presagio de ex- terminio;

la bandada aquilina, rompiendo el corazón del huracán, llega a las riberas próvidas, donde arrastra el Sena sus olas de oro, he- chas escarlatas con el reflejo de las alas rojas de las águilas teutonas;

Isotre Dame está allí, a un tiro de flecha, en el deslumbramiento prodigioso de su Be- lleza, magnificada la Soberbia de su estruc- tura, por el horizonte de horror en que se envuelve ;

esfinge opalina, en cuyo corazón, el cáliz del sacrificio, está presto a derramarse en olas bermejas de dolor...

misal de piedra, sobre el cual están marca- dos, los versículos de las lamentaciones de Sion, bajo el filo de las cuchillas asesi- nas;

joyel de sueños místicos, de cada una de

CLEPSIDRA ROJA 101

cuyas piedras, se alza un gemido heroico, pronto a entonar el Miserere de las desola- ciones...

el corazón de ónix de la gran Basílica, per- manece sereno, entre la escolta de sus altares de oro y, de sus piedras adoratrices, de cada una de las cuales, parece emanar un perfume de incensario...

una página de Silencio se extiende entre el Cielo y, la Tierra, donde toda palabra parece haber enmudecido, falta del sublime estre- mecimiento de la Vida;

el Sol, vela sus rayos, avergonzado de su impotencia para proteger ese pájaro de ónix y de oro: la Basílica Sagrada;

sobre el órgano monumental, los himnarios languidecen, esperando el viento de la ca- tástrofe, que va a dispersar sus hojas;

las alas de piedra de los arcángeles, se pliegan y, las frentes de los apóstoles se doblan, esperando el rayo que va a pulveri- zarlos, sobre las losas de mármol...

sobre los cristos desnudos, llenos de vo- luptuosidades difuntas, se extiende la mis- ticidad floral de un nuevo sacrificio; y, sus labios sin sonrisas se aprestan a apurar el nuevo cáliz, lleno del vino mortal de los gran- des sacrilegios ;

los minutos caen, como gotas de desoía-

102 VARGAS VILA

ción, en aquel Silencio, lejano de toda Aurora de Esperanza...

I es que con el Sacrificio de la Catedral, el mundo va a morir?...

¿por qué revolotean las águilas como en- tontecidas por los efluvios del río?

¿por qué trazan enloquecidas grandes cír- culos de desastre, como si fuesen a caer, atra- vesado el corazón por flechas invisibles?

¿por qué rozan casi el suelo hostil, con las alas flácidas, que semejan harapos de es- tandartes vencidos?

recojen las garras, como temerosas de rom- pérselas al caer;

enmudecen...

¿a dónde sus gritos de victoria que pa- recían quebrantar la tierra?...

quedan inmóviles, como crucificadas sobre el cielo...

*

Ya remontan el vuelo las águilas, libres del vértigo, que hizo sus alas inmóviles... huyen azoradas...

CLEPSIDRA ROJA 103

¿ el ruido de qué olifante las dispersa ?

se alejan... se alejan... ya se pierde su vuelo expoliador;

las águilas ululantes son ahora una ban- dada de pájaros fugitivos en desorden;

¿ a dónde van las águilas cloróticas de espanto ?

posan el vuelo cerca a las fronteras, donde están sus ejércitos vencidos;

hacen un muro con sus alas, rotas en las riberas del Mame, y, clavan en tierra las garras conquistadoras;

salvaje y, lenta agonía;

aran la tierra con sus garras;

la aran, pero retroceden,;

las filas se aclaran...

las águilas ceden...

ya que no pueden volar...

se arrastran hacia su nido para morir en él...

sueñan con la mortaja de la Selva Negra...

¿y, su Amo?

aquel que las adiestraba como halcones sobre su puño imperial... ¿a dónde está?

muere de Orgullo vencido, nuevo Nabuco- donosor, pronto a convertirse en bestia...

el cáncer hereditario, corroe aquella gar- ganta criminal, que lanzó el grito de gue-

101 VARGAS VILA

rra, bajo el cual se desangra el mundo, cla- vado sobre la cruz del Exterminio; vencido por todas partes, espera que la De- rrota llegue al corazón de su Imperio, y, habla aun en nombre de Dios...

y, mañana al caer vencido, se creerá ven- cido con Dios, y, no por Dios...

¿no era él, el brazo de Dios?

¿el Verbo de Dios?

¿la espada de Dios?

i de Dios, que para castigar su Orgullo, estuvo a punto de destruir el Mundo!...

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Ilusión Étnica

París Octubre 1.0-1914.

Sería de una trivialidad inútil y descon- certante, dejar de confesar, que el espíritu esencial de esta guerra, no es el de una gue- rra entre dos civilizaciones, coino, se 5ia dicho,, sino el de una lucha entre dos imperialismos ;

el Imperialismo alemán con sus ejércitos, prontos a conquistar la tierra, y el Impe- rialismo inglés, con sus flotas, listas para dominar el mundo;

el mismo sueño obsesiona la mente de los dos colosos, y, el choque de esos dos sueños, es esta g;uerra;

ninguno de los dos oculta al mundo su ambición ;

ambos se creen el Pueblo Superior, el Pue-

106 VARGAS VILA

blo Rey, electo por Dios, para el dominio del mundo ;

ellos son : la Raza Privilegiada : he ahí su bandera ;

Klemm, les enseñó, que hay razas activas y razas pasivas, razas para ejercer domi- nación, y, razas para sufrirla;

que las razas superiores tienen el deber de la selección social, y, para obtenerla han de ejercer la lenta eliminación de las razas inferiores ;

Gobineau, vino luego, para declararlos, la raza superior, la raza por excelencia, los he- rederos de los Arios, el eje de toda la Civi- lización ;

el darwinismo histórico, apareció antes que Daruing;

Darwing, vino luego para confirmarlo;

la Eugenea, surgió entonces, como una rama frondosa y, elegante de la encina Dar- winiana ;

y, ellos, los ingleses y, alemanes, se agua- paron a su sombra, declarándose eugénicos y, eugenizantes, raza insolente; la flor pre- ciada de las razas de la tierra;

proclamaron ante el mundo, ese veredicto de su orgullo, y, el mundo aceptó sin dis- cutir, la inenarrable insolencia;

fieles a su histerismo destructor, acepta-

CLEPSIDRA ROJA 107

ron y aplicaron el principio de la eliminación de las razas inferiores;

la idea de la Dominación Universal, creció en ellos, como en el corazón del pueblo he- breo;

idealistas y, brutales a la vez, estos dos pueblos, olvidaron la selección, para ejercer la destrucción, que cuadraba mejor a su instinto de raza de rapiña;

la Inglaterra, lo practicó durante siglos...

la Alemania, principiaba a practicarlo...

la Inglaterra, salta en la arena para im- pedir la competencia y, la guerra estalla;...

no busquéis motivos románticos a esta gue- rra ;

buscádselos científicos y se los .encontra- réis ;

motivos étnicos;

motivos historíeos

motivos económicos

¿ éticos ?

eso es un sofisma llamado a hacer ilu- sión en el periodismo emofilio del momento, y a desaparecer; la Moral y, la Política, no se han hallado jamás unidas en el corazón de un hecho histórcio;

el Imperialismo de Pitt, no difiere del Im- perialismo de Bismarck, sino en los medios de su desenvolvimiento;

108 VARGAS VILA

el Imperialismo de Pitt, es un Imperialis- mo económico, que va hacia la absorción política ;

el Imperialismo de Bismarck, es un Im- perialismo político, que va hacia la absor- ción económica;

ambos tienden a un mismo fin: el Imperia- lismo Antroposociológico ;

la Ilusión Étnica, es la base del Imperia- lismo de esos dos pueblos;

¿no son ellos los dodicocéfalos, la raza su- perior, llamada a dominar los braquicé falos, la raza inferior, que puebla las tres cuar- tas partes del planeta y, está llamada a ha- cerles en la Historia un cortejo de pueblos esclavos y, vencidos?

después de Tácito, que sin hablar en an- tropólogo, los había declarado herederos de los arios, ;no vinieron Kant y, Hackel, y, Klemm y Sherman y Stewart y, Otto Am- mon, para declararlos los señores del mundo, porque eran los dodicocéfalos blondos, lla- mados por veredicto de la Ciencia, a dominar el mundo?

ambos pueblos son místicos, y, se alimen- tan del pan cotidiano de la Biblia, y, este contacto con la literatura altielocuente de aquel que se ha llamado el Pueblo Escogido,

CLEPSIDRA ROJA 109

tenía que alimentar y, desarrollar su mons- truoso sueño de dominación;

éste, creció dominante y, tenaz en ambos pueblos, hasta llegar al paroxismo;...

y, la resultante de la hiperestesia de este sueño, es esta guerra;

¿cuál de ellos, de esos dos pueblos de dodicocéfalos blondos, habrá de ser el domi- nador, el exterminador, de las razas inferio- res que pueblan el resto del planeta?...

¿cuál los pondría bajo su yugo?

¿cuál debía ser el x\mo del Mundo?

y, para dirimir ese litigio, bajaron a la arena, y, han confiado su causa al Juicio de Dios, abrumando al mundo con el peso de sus escudos de combate;

a las guerras religiosas, de un primitivis- mo bárbaro, han sucedido estas guerras cien- tíficas, llenas de un refinamiento más bár- baro todavía;

es un retroceso pavoroso de la Historia hacia la selva;

los romanos, que aunque dieron a Tácito, ignoraban eso de la superioridad étnica de los arios y, no preveían, esto de los dodi- cocéfalos de hoy, se creyeron el pueblo su- perior, el pueblo escogido, y, sometieron al mundo y, conquistaron entre otras razas, las de los arios-griegos, y, la de los germanos,

lio VARGAS VILA

y, la de los sajones, y las uncieron esclavas a su carro vencedor de Pueblo-Rey...

y, los dodicocéfalos semidivinos de hoy, los superhombres de Nietzsche, sufrieron el yugo de los latinos braquicéfalos, declara- dos ahora raza inferior, por un motín de pedagogos en orgasmo, ebrios de una cien- cia incompleta y, falaz, puesta por completo al servicio de la victoria;

va de sí, que Atila, no había leído a Klemm, e ignoraba a Gobineau, pero, es de suponerse que creía que esa raza de hunos feroces, de la cual era jefe, era la raza supe- rior, y, que su pueblo, era el pueblo esco- gido y, por eso aspiró a someter la tierra y, a imponerle el horror de su coyunda ;

aun antes de tener un nombre, ya la Ilu- sión Étnica, era el alma de todos los con- quistadores;

ningún hombre, ni ningún pueblo conquis- tador, ha dejado de enarbolar esa teoría de la superioridad de su raza^ como una co- carda de devastación;

cualquiera que sea el resultado de la gue- rra de hoy, y cualquiera que sea el pueblo dominador, de mañana, nada podrá evitar el Destino de la Europa...

la Europa será degollada por esa cuchi- lla de la Ilusión Étnica...

CLEPSIDRA ROJA 111

esa es el alma del Peligro Amarillo...

esas razas milenarias, que duermen en Oriente el sueño del opio, se creen también razas superiores, y alimentan como las otras, su sueño de dominación;

y, esos millares de millones de hombres amarillos, que duermen en una quietud de larvas del porvenir, el sueño del fatalismo, romperán mañana su marasmo, y, oyendo el grito de la fatalidad histórica, se lan- zarán a la conquista de Europa;...

y, la conquistarán;

la Ilusión Étnica, será su bandera;

ellos también se dirán el Pueblo de Dios;...

y, hablarán de su civilización...

y, la traerán en las puntas de sus lan- zas;

y, el mundo, que cualesquiera que sean las ilusiones de su orgullo, ,no ha .salido jamás de la barbarie, caerá bajo otra nueva ;

y, sufrirá la embriaguez de sangre de los chinos, de los tártaros y de los malgachos, como sufre hoy la de los dodicocéfalos blon- dos de Erin y de Gemíanla, que han he- cho por sus crímenes retroceder el mundo más allá de las selvas preadámicas;

cada siglo tiene su paradoja, y, se sacri- fica a ella;

esto de la superioridad de los dodicocéfa-

112 VARGAS VIL A

los blondos, es la paradoja universitaria de hoy...

y, ella, ensangrienta el mundo;

ella, nCs da esta guerra antroposociológica, que vemos: la Ilusión Étnica florece...

dejemos que el mundo se corone con sus rosas...

esperando saber el nombre de aquel a quien la \''ictoria coronará Amo del Mundo.

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Pro Alma Mater

París Noviembres i.° 1914.

Cuando el ruido del cañón atruena el mun- do, ¿ qué valen las palabras con su misteriosa sinfonicidad solitaria, su sonoridad precaria, todo su simbolismo augusto, su fuerza a la vez, física y espiritual, que ,antes domina- ba las almas?...

nada, nada;

son las primeras prisioneras de la fuerza bruta, que extienden su imperio, sobre el dorso estremecido de la Tierra, y en vano se rebelan contra ella;...

triste esfuerzo de aves azoradas, ,en ese Imperio de Tinieblas, que no pueden con sus alas, ni vencer, ni abandonar;

¿qué valen ellas?

Clepsidra Roja, 8

114 VARGAS VIL A

¿qué pueden ellas?

las palabras, traducidas por el cañón, o haciendo dúo con él, no ^olo pierden su ruta luminosa hacia la Idea, sino que pierden todo su sentido;

no significan ya lo mismo;

no dicen ya lo mismo;

el mundo se hace tartamudo por el espanto, y por la cólera, y la palabra tiene en su gar- ganta, el sonido ininteligible, del grito de Caín, rompiendo la virginidad de las sel- vas primitivas;

con sus labios ensangrentados, con su al- ma turbada y loca, el .mundo es incapaz de traducir la música viva de la palabra ;

en esta hora de estrépito guerrero, en que las nubes se descuajan, cayendo en lluvia de sangre, y, la tierra tiembla bajo la ca- rrera vertiginosa de los cañones en marcha, el alma y los labios de los hombres, son incapaces de ver la Verdad, y de decir la Verdad;

carecen de pureza de corazón, y de capa- cidad espiritual bastante, para traducir está taumaturgia del Verbo, que no tiene todo su valor y todo su esplendor, sino cuando ex- presa, ese algo divino y hosco, tan difícil de revelarse, y a veces, ;:an costoso de de- cirse, que es: la \^erdad;

CI.hPSIDRA ROJA 115

hombres y pueblos, atacados de delirio, presas de insania guerrera, enloquecidos de coraje y de espanto, no pueden decir, ese algo sereno y transparente, digno de inmu- table prestigio: la Verdad;

la Verdad, aún la Verdad trágica, es pura, es simple, como la voz del manantial recien surgido de las entrañas de la roca;

pero, la Verdad por ser sencilla, y por ser simple, no carece de esplendor; lo tiene, como la aurora, que es virgen y es ra- diosa :

la Verdad, es llama, y es torrente; ilumi- na y atruena ;

¿no la veis como desciende, hecha fuego, por las vertientes del Sinaí, y baja canta- dora de salmos simples, por las asperidades del Gólgota?

la Verdad, la dicen los profetas, los pen- sadores, los soñadores, aquellos seres de ex- cepción, sobre los cuales sopló el viento del Prodigio, y ante cuyos ojos el viento des- garrado de la Visión, se abrió con todos sus horrores ;

esas almas de ardiente serenidad, esas di- cen la Verdad;

no la dicen los pueblos, no la dicen los hombres, que van envueltos en el torbellino de la guerra, enronquecidos por la cólera de

lio VARGAS VILA

la guerra, y ciegos por el espanta de la guerra...

la guerra, devora todas las verdades, y no deja en pie, sino una enorme y trágica Ver- dad: el Heroísmo;

esa sublime Verdad, que marcha a su tur- no a ser devorada por la madre de todas las verdades : la Muerte...

la Muerte, que es la única cosa en el mun- do, que merece el nombre de Verdad;...

os decía, que las palabras pierden su sen- tido, cuando el clarín de la guerra, les hace compañía ;

¿no veis en esta hora definitiva, en que una disminución, por no decir, una extinción completa de la luz moral, sume al mundo en la más espesa tiniebla que registran los siglos;

ahora : que la Civilización ha hecho quie- bra fraudulenta, ante la candidez infantil, de los hombres que creían en ella;

ahora : que una invasión de barbarie sin ejemplo asóla la Europa, como si los ven- cidos de los campos Cataulónicos, se alza- ran del poh o, centuplicados e invencibles...

ahora : ¿ no oís como se habla de la Civi- lización, de la Justicia, y de la Libertad?

ellas son las diosas invocadas por todos los combatientes, y sus efigies, están gra-

CLEPSIDRA ROJA 117

badas sobre el escudo de todos los gue- rreros;

los alemanes, esos chacales amarillos, sa- lidos del corazón de la Selva Negra, esos desventradores de niños, esos mutiladores de ancianos, esos verdugos de mujeres, os hablan de su Kidtura, mientras limpian sus bayonetas empapadas de sangre, en las ho- jas de la Crítica de la Razón Fura, de Ema- nuel Kant, acompañando sus cantos de gue- rra, con aforismos del solitario de Koenis- berg;

¿veis aquellas manos enrojecidas de san- gre, que vuelven las hojas de un libro, a la luz del vivac?

son las de un oficial tudesco, que distrae sus ocios, leyendo estrofas del viejo corte- sano, engordado en las caballerizas de Wei- mar: ¡ Eulemburgo que lee a Goethe! vi- sión de guerra actual;

¿no oís como los ingleses nos hablan de la Independencia de los pueblos, de la in- violabilidad de las naciones, del 4erecho sa- grado de los débiles?

y, ellos salen del corazón de la Irlanda, del pie de las horcas de los últimos feni- cios, vienen del seno de los pueblos con- quistados por ellos; traídos a la matanza por ellos...

118 VARGAS VIL A

¿no OÍS cómo los rusos, nos hablan de la Civilización?

vienen a defender la Civilización... ellos traen la Civilización;...

oyendo esto las gargantas del Cáucaso se abren... ¿para reir? ¿para llorar? ¿para pro- testar?... y la voz de la estepa, lanza un enoiTne alarido;

millares y millares de muertos, parecen estremecerse bajo su sudario de nieve; son los deportados, los vencidos, los que mu- rieron camino de Siberia;

una selva de horcas, ennegrece el hori- zonte, bajo un aleteo de buitres, haciendo oscilar su peso de cadáveres;

son los nihilistas, los re\ olucionarios, los rebeldes; generaciones de ajusticiados, muer- tos por la Libertad, sobre los cadáveres de otros mártires, aun insepultos...

¿ cómo queréis que esos muertos no pro- testen desde sus horcas sagradas?

¡oh! cobarde olvido de los hombres...

la única que no miente en esta lucha, es Francia;

porque ella, es la única que dice la \>rdad., cuando habla de Libertad;

porque con ella, está la Libertad del mun- do; ella es el alma, y el corazón de la Hu- manidad;

ia0

CLEPSIDRA ROJA 119

he ahí por qué yo soy francófilo;

pero, yo no soy aliatófilo ;

en esta lucha, inusitada y monstruosa, a que Alemania ha arrastrado a Francia, con la intención de devorarla, mi alma, mi co- razón, todas las palpitaciones y las aspira- ciones de mi ser, están con Francia, al lado de Francia, pendiente de la muerte de Fran- cia;

as'sto a esta lucha, sobre territorio fran- cés, con la ansiedad dolorosa de un hijo, que al pie del lecho de su madre enferma, ve la sombra de la Muerte, crecer, o desapare- cer del rostro amado...

mi corazón y mi cerebro, me dicen a una \oz, que esta lucha entre Almeania y Francia, es una lucha entre una Kultura atrofiada y desvirtuada, y una Civilización la más per- fecta que haya hasta hoy florecido sobre el mundo, entre una Emporocracia enfatua- da y brutal, y una Democracia conciente de su misión universal; entre la esclavitud militar, y la libertad ciudadana; entre el Despojo y la Justicia;

pero eso, por Francia y solo por Fran- cia ;

mientras hava un alemán sobre territorio francés, o permanezca indecisa la victoria entre los dos, yo soy germanófobo a outran-

120 VARGAS VILA

cCy gemianófobo cnragc, gcrmanófobo des- esperado ;

y eso, en nombre de la Civilización, de la Libertad, y de la Justicia;

mientras los alemanes permanezcan en Bél- gica, como un tigre sentado sobre su presa, a medio devorar, yo soy germanófobo, en nombre de la Humanidad...

pero al llegar a la orilla del mar, frente a las islas británicas, mi conciencia de hom- bre y de escritor cambia;

yo no soy anglofilo;

yo, no estoy con los corsarios de John Bull;

el viaje en esos buques filibusteros, hacia las islas del Despojo, no me seduce;

mi alma de ciudadano ateniense, no salu- dará nunca las carabelas de Cartago, par- tiendo a la Conquista del Mundo;

yo, no coronaré nunca, con las rosas de la elocuencia, la frente astuta del leopardo, que afila sus uñas sobre las rocas del mar, dispuesto a saltar sobre el mundo y devo- rarlo ;

si pudiera, yo, cortaría esas garras;

pero, no puedo, y me conformo con no besarlas, como hacen otros;

en una lucha aislada, entre el Militarismo Alemán, y el Imperialismo Inglés, yo sería

CLEPSIDRA ROJA 121

apasionado contra los dos, deseoso de que se devoraran el uno al otro, hasta que no quedara de ellos, ni la sombra de un casco prusiano sobre la superficie de la Tierra, ni la proyección de un mástil inglés, sobre la superficie del Mar...

si con la desaparición de esos dos Impe- rios, se hundiera una Civilización, sería la de Alemania; porque la Inglaterra, no ha dado al mundo una Civilización, ni tiene en sí, átomos genitores de ella;

en cambio, todos los escritores, todos los pensadores, aún los más tocados de anglo- filismo, tenemos en nuestra cultura, algo del pensamiento alemán ;

todo se lo debemos en Filosofía, desde el agnoticismo de Kant, al ateísmo de Heckel, y del pesimismo de Shopenhauer, a la lo- cura de Nietzsche;

y, a Inglaterra, ¿qué le debemos?

nada, a no ser las utopías alucinadas de Ruskin, o las doctrinas enrevesadas de ese filósofo para maquinistas, que fué Herbert Spencer;

en una lucha entre Rusia y Alemania, ¿ de qué lado estaría la Civilización?

¿del lado de los rusos?

¿en qué aguas lústrales se han bañado

122 VARGAS VIL A

esos bárbaros, para aparecer así vestidos de catecúmenos heroicos de la Civilización?

todas las cataratas del Olvido, cayendo sobre su Historia, no son bastantes a puri- ficarlos...

yo no osaría deshonrar mi pluma, ni mi palabra, sosteniendo que en una lucha en- tre la Alemania y la Rusia, esta última sig- nificara, la Civilización ni la Libertad de un mundo...

estas, están hoy del lado de los aliados, porque del lado de los aliados, está Francia;

y Francia, significa hoy, como ha signifi- cado siempre, toda la Civilización, toda la Libertad, y toda la Justicia del Mundo;

el triunfo de Francia, es el triunfo del Derecho;

por eso lo amo tanto, por eso lo deseo;

pero el triunfo de Ii^^laterra, me preo- cupa ;

y el triunfo de Rusia me entristece...

el Imperialismo inglés, vencedor sobre los mares, será tan terrible, como el Militarismo alemán, vencedor sobre la tierra...

con el triunfo inglés, el mundo, no habrá hecho sino cambiar de Amo;

el triunfo de Rusia, es el triunfo de la bar- barie; y en los fragmentos de tierra que ella arranque al reino medioeval de los Habs-

CLEPSIDRA ROJA 123

burgos, lio hará sino implantar un despotis- mo polar, más cruel y más primitivo; el reinado de la estepa, se engrandecerá des- mesuradamente, en un miraje de desolación;

¿ qué importa a la raza latina el triunfo de los sajones?

¿ qué le importa, el triunfo de los eslavos ?

en todo esto no nos importa sino el triunfo de Francia;

que triunfe Francia;

que sea libre Francia;

que viva Francia;

he ahí lo único que importa al mundo;

que ella no sufra la opresión, para que pueda oponerse, acaso muy pronto a los nuevos opresores de la tierra;

que ella se vea libre de la conquista, para que pueda oponerse con su fuerza, al carro de los nuevos conquistadores...

una vez definitivamente vencidos, dejad subsistir ciertos pueblos que hoy son terri- bles ;

acaso mañana, de esos pueblos rotos, pue- da hacerse un escudo para la Libertad;

tengo por seguro, que os parecería un soñador ridículo, aquel que os dijese, que acaso un día Francia y Alemania, se unirían en nombre de la Civilización, para contener la barbarie moscovita, vencedora en Orlen-

124 VARGAS VILA

te, y el Imperialismo inglés, vencedor en todos los puntos de la Rosa Náutica;

dejad a los soñadores que extiendan sus brazos al espacio, de lo alto de la montaña de sus visiones;

ellos, lo hacen siempre en forma de cruz;

tienen la sed de exaltar el mundo, hasta su ensueño...

Si exalfatus fuero, omyíia ad me traham.

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Fuga de Vándalos...

París Diciembre i.o 1914.

El águila austríaca, sangra por todas par- tes...

su vuelo siembra de flores rojas, los pra- dos de la Hungría;

melancólicamente vuela, sobre los rfos que gimen, y, los grandes saucedales que llo- ran su derrota

por encima del mundo, sus plumas ul- trajadas van cayendo ;

como nubes...

sobre las selvas verdes; llenas de clari- dad;...

en su encanto, pacíficamente el cielo apa- cible la mira huir; magnánimamente;

['2(j VARfiAS ViLA

los hombres la han herido...

¿ qué va a hacer él, contra el ave asesina que huye llevando la derrota entre las alas flasias, privada de toda consolación?

en el dulce bienestar del Silencio, ella sabe orientarse en la catástrofe...

los cielos del desastre le son familiares ;

conoce los caminos de la Derrota, que le son habituales ;

es la vieja águila vencida, de Sadowa, de Solferino y, de Magenta;

los pantanos herbosos y, los estanques dor- midos, reflejan las alas en cruz, del ave carnicera, hermana del Espanto y, de la Muerte...

es el ave heráldica de la horca, la centi- nela de los patíbulos, donde agoniza la Li- bertad, eternamente solitaria...

la sombra de sus alas hace estéril la tie- rra que cubre, y, las flores se secan bajo su vuelo, viendo sus cálices hacerse súbitamen- te rojos...

se diría que de sus plumas cae una llu- via de sangre, sobre los valles obscuros, en silenciosa contemplación de las estrellas le- janas...

bajo su sombra fatal, se secan los to- rrentes, misteriosamente, tragados por la tie- rra que huye el contacto del pájaro malé-

CLEPSIDRA ROJA 127

fico, a la sombra de cuyas alas duerme la Devastación;

la gran bestia imperial, va buscando su nido en el corazón de las tinieblas, para morir en él, llenando el espacio con su ale- teo salvaje, que el viento engrandece des- mesuradamente, tétricamente hasta el Ho- rror ;

fantásticamente;

en el cielo libre lleno de lúgubres lamen- taciones ;

la sigue un coro de alaridos escapados al corazón de las más hoscas tragedias de la Historia;

es el águila de los Hapsburgos, la, estirpe cobarde que tiembla prisionera en su púr- pura ensangrentada ;

ha agotado el Crimen esta ave heráldica de todas las concupiscencias, y, hoy cris- pa sus garras crueles, sobre un mundo ven- cedor, rebelde a dejarse despedazar, por esas uñas ávidas;

y, se pierde, vencida, en las profundidades de un cielo crepuscular;

las águilas demoniales de Prusia, le ha- cen compañía, en esta huida vergonzosa a través de los cielos del Desastre;

y, allá van... allá van... fugitivas y, ven- cidas, ante el vuelo del águila polar;

128 VARGAS VILA

bajo sus alas atravesadas de flechas, los vándalos se dispersan, como si vencidos por la luz, marchasen al asalto de la Noche;

el Gensérico funambulesco, que no pudo hundir su espada virgen sino en el corazón de sus propias derrotas, y, no ha conocido el rostro sino las espaldas de la \'ictoria, ve con espanto surgir la Muerte, bajo los cascos de sus caballos;

no solo la muerte de sus esclavos, sino la muerte de su Imperio, donde se entrecruzan todos los caminos de la Derrota, y, las ti- nieblas suben al horizonte, con un halo de sangre ;

la Alemania castigada se debate, hacien- do el gesto de organizar la Victoria, cuando no organiza sino la fuga, bajo el foete tre- mante del fracaso, y ráfagas de llamas y, de hierro, que le muestran los senderos, en la revelación de un trágico horror;

el César fracasante y, fracasado, arregla los pliegues de su manto, para caer en la actitud de un Héroe del Walhala, y, piensa en divertir al Mundo por su puerilidad, entre el horizonte de incendios, que ciñe la tie- rra, dementizada de espanto...

el cómico, no muere nunca en él, ni aun en el fondo de este abismo en llamas, donde todo sufre y, todo, llora, en el corazón de

CLEPSIDRA ROJA 129

esta hora sin entrañas, donde todos los ecos aullan con una fuerza divina;

la desbandada de sus ejércitos, se rea- liza ante sus ojos ebrios de Orgullo, y, en los llanos de Galitzia, no le es dado contem- plar, sino el tropel de sus banderas fugi- tivas, bajo los cielos de ocre, que tienen la palpitación de una ala en furia;

este Constantino, náufrago, siente el es- trépito que hacen al romperse, sus sueños desmesurados, y, mira con ojos repletos de pavor, cómo se escapa el Mundo, de entre las garras de sus águilas entontecidas en la borrasca, voloteando ebrias de sombra, en el corazón desierto de la Eternidad, bajo la lluvia de sangre de los soles, que vuel- ven la que han bebido en los campos de la Muerte, invencida, insatisfecha, llena del hambre cruel de devorar la Vida;

allá van los huíanos fugitivos, ante la ma- sa informe de los cosacos, que más parece un desbordamiento de aguas, que un tropel de hombres;

se diría que todos los lagos de Mandchu- ria, se han vaciado sobre las cuencas del Niemen, para ahogar en sus aguas malsa- nas aquellas hordas fugitivas, gimiendoi en la Noche inmensa, arreadas las banderas.

Clepsidra Roja, 9

130 VARGAS VlLA

que son como harapos de un muerto, de los cuales, apenas puede hacerse un sudario a la Derrota;

de los Cárpatos, baja un aluvión de vic- torias, para azotar las espaldas, de aquellos vencidos miserables, que partidos a la con- quista de las tierras maravillosas, vuelven de ellas, deslumhrados y, cegados, por el brillo de las lanzas, que los han herido, llevando sobre sus escudos vencidos, el ca- dáver de su Crimen;

la hora de la liberación definitiva, se anun- cia ya con caracteres irrevocables; esperad a que la Media Luna, acabe de hundirse, tras de las aguas del Bosforo;

¿no veis como la Media Luna, tiene la forma de un alfange?

ese alfange decapitará el Imperio putre- facto, en la inmovilidad malsana, de sus pantanos en calma;

y, con la ruina de aquel Imperio Oriental, se consumará la ruina de estos imperios cen- trales, que desaparecerán, rotos por el Mun- do, en pleno esplendor miasmático de su Nada, fatídica y triunfal...

Q4BM4aH4-M4K>4aH44HB4>H4«H^-»4H>4Q

Cesarión

París Enero 1.Q-1915.

Todas las bestias son la Bestia, al decir de Esquilo;

y, es necesario acabar con el culto de la Bestia, que se quiere hacer pasar por dio;S;

todo corazón de pueblo esclavo, es taber- náculo propicio, para la adoración de la Bes- tialidad, hecha divina por la bajeza del ado- rador;

pero llega un día en el cuadrante inflexi- ble del Tiempo, ;en queila Historia se encarga de desatar sus rayos, para reducir a ceni- zas, el Tabernáculo profanado, y, el ídolo miserable que se albergaba en su seno;

ese misterioso y divino desdén, que se llama, el Silencio, se hace imposible ante dos

132 VARGAS VILA

cosas igualmente trascendentales en los des- tinos del Mundo : la Gloria y^ el Crimen ;

y, cuando el Crimen, quiere hacerse ad- mirar como la Gloria, el Silencio, se rompe con estrépito, y, azota con las mil lenguas de fuego de la Palabra, la extraña Bes- tialidad epiléptica, coronada de Orgullo;

hay terribles bifurcaciones y, grandes es- carpaduras en el río de la Historia y, lle- gando a ellas, la Serenidad histórica se en- turbia, se hace violenta, y, la nube sagra- da de la Cólera, apareciendo sobre el cielo Jiace obscura la corriente y, hace negro el horizonte;

así hay, hombres-escollos, que hacen rom- per y rugir la mansedumbre profesional de las corrientes históricas;

llegando a ellos, las olas de la Equidad, chocan, se represan, se enturbian, ya no re- flejan la fidelidad estática de los paisajes evocados por el historiador y, puestas en violencia, rugen amenazantes, privadas de toda cordialidad ;

es el privilegio de estos seres : desconcer- tar la Historia, escapando de ella para en- trar brutalmente en la Tragedia;

Guillermo II es uno de ellos j

en esta hora en que se diría que se oye subir el Mar de la Muerte, con su tétrico

CLEPSIDRA ROJA 133

oleaje, esta figura, trágica y grotesca, apa- rece sobre esas olas, pidiendo ser ameda- 11a da sobre el yunque mismo de la fragua universal, cuyos resplandores ciegan el mun- do, y que él, prendió con sus manos de Tu- balcain, ambiguo y fatal;

hombre pretérito, revenant de siglos bar- ba ix)s, bastardo de Atila y de Alarico, so- ñador bajo el águila enigmática de su co- rona, este hombre hace retroceder la Histo- ria a los períodos bárbaros, poniendo entre él y, el historiador una ¡perspectiva de si- glos;

su comicidad arcaica y, contagiosa, era lo único, hasta hoy, que había revestido en él, una forma de grandeza; lo demás, todo en su figura, era de una aplastante mediocri- dad ;

codeando lo grotesco por todos lados, no bordeaba el ridículo, sino que se precipitaba en él, con la pasión incontenible, de un hi- popótamo en los fangales del Nilo; se veía que ese era su elemento natural;

sus vociferaciones extemporáneas, no al- canzaban a salvarlo, sino a hundirlo más, bajo aquel oleaje hilarizante, que formaba en tomo suyo, un rumor de carcajada;

fué acaso para desgarrar esa túnica de Nessus, que se lanzó brutalmente en la tra-

134 VARGAS VILA

gedia, deseoso de inmavilizar la Risa, cam- biándola en un gesto de Horror...

y, no lo ha logrado sino a medias, porque aquellos que caen bajo sus golpes, ríen de su gesto epiléptico;

los muertos, caen ante él, con un rictus de hilaridad en los labios burlones;

sienten que han sido extrangulados por un mono; y, ríen de su verdugo;

las garras del tigre están ausentes de aquel antropoide enfurecido, que hace el gesto de devorar el mundo ;

la barbarie tentacular de Alemania, no lo- gra levantar en sus tenazas de pulpo, esta baja figura, de relieve bizantino, tan misera- blemente incrustada en la antigüedad;

el Dios germánico, que los teólogos uni- versitarios, han arrancado de las páginas de la Biblia, para hacerlo suyo, no fué miseri- cordioso con este pobre estropeado, muti- lándolo desde la cuna y, añadiendo el cán- cer a la demencia; castigo que no inventó para Saúl, a pesar de sus ingratitudes, y, sólo usó a medias, con Nabucodonosor, a pesar de sus torpezas;

espectacular y, multicolor, este Empera- dor de film, debía su mayor notoriedad, a las posturas plásticas que ensayaba;

CLEPSIDRA ROJA 135

plastronante y, cascante, todo en él, era cascabelero como en un clown, hasta este momento trágico, en que Arlequín enfurecido, quiso convertirse en Aquiles, para caer bajo el peso de su armadura, en un campo des- nudo de toda Gloria;

el babilonismo estipendiado de sus historia- dores, no logra dar ningún relieve a su figura ninivita, atropellada y, volcada, por los cor- celes del espanto, que él mismo soltó y, afoeteó contra los campamentos enemigos;

por mucho que ellos se rebajen, no logra- rán levantarlo^ sino hasta la altura de sus epitetos sin valor;

su idealismo de cuartel, no logrará alzarlo más alto que el último de sus aduladores;

y, estos, tienen, la talla mínima de Jos otros que relinchan en las caballerizas ofi- ciales ;

todos los ídolos, son representativos de la mentalidad del pueblo que los adora;

Guillermo II, es a ese respecto, la repre- sentación del pretorianismo tumultuoso que lo alza sobre sus escudos de guerra;

un genízaro coronado;

deforme como un Moloch, enchamarrado de oro, evocando todas las formas de la barbarie, es hecho para eso: para reinar so- bre un pueblo de almas primitivas y crueles.

136 VARGAS VILA

y, de esclavitud refinada y sapiente; llevado en andas, como los ídolos de los otros bár- baros, para presenciar el exterminio de un mundo, que se ha vuelto contra él, y, se apresta a vencerlo y, a encadenarlo con sus legiones de esclavos;

hay quien haya osado comparar, a este histrión, coronado de ridículo, con el Corso audaz, que hace un siglo llenaba el mundo con el ruido de sus batallas, al cual hacía eco el ruido de sus crímenes;

paralelo inaceptable, como todos los pa- ralelos de la Adulación;

los Plutarcos de la Bajeza, estipendiados por las águilas de oro que aprisionan entre sus manos, faltos de un casco prusiano en que llevarlas, no levantarán nunca, esta fi- gura de tan sonora mediocridad, a la al- tura de la de aquel aguilucho de estirpe flo- rentina, pérfido y rapaz, que con las uñas de las águilas del Sena, adiestradas por él, extrajo del tesoro de Saint Denis, la corona de Clovis, para ponerla en su frente de aven- turero falaz, coronada por la Victoria;

nada es más triste que estas degradacio- nes de la grandeza histórica, ensayadas por el paralelismo cortesano, a gajes de la mu- nificencia de un Amo;

el fantasma ensangrentado de este Hohen-

CLEPSIDRA ROJA 137

zollern enloquecido, al cual hacen cortejo las esperanzas muertas de su pueblo, no tiene nada de común, con el fantasma des- esperado del vencido en Waterloo, al cual hacían cortejo la nube de sus águilas rapa- ces, prontas a atravesar el mar, para morir con él, en la inclemencia de la roca solitaria ;

Cesarión, no hará nunca palidecer la gloria de César; aunque envilezca su nombre;

y, Angústulo, en su pequenez, es el fantas- ma, pero no el émulo de Augusto;...

la Adulación, puede deshonrar la Histo- ria, pero, no puede destruirla;

solo una cosa iguala a este Honorio ger- mánico, con el condotfíere insular acorrala- do en Santa Elena: el cáncer que devoró las entrañas del uno y devora la garganta del otro; éste, heredó el cáncer con la corona; aquél recibió el cáncer y la corona de las manos del Destino;

¿ dónde están las victorias de este Fauno coronado con los pámpanos de Sorrento, y, el cual no puede aparecer fabuloso, sinoi a aque- llos que creen en la fábula, y, nO' puede aparecer como grande, sino a aquellos que ignoran las proporciones de la grandeza hu- mana?

los triunfos precarios de sus ejércitos, no han sido de él, sino de la ciencia ruda de sus

138 VARGAS VILA

mariscales, todos, desde los obtenidos con- tra la Fe jurada, en los campos de Bélgica, hasta la caza al oso blanco, en las estepas üe Rusia, emprendida por Hindenburg, el más hábil bull-dog g, de las perreras imperia- les, que ha dejado escapar la presa, confor- mándose con morder los talones de una som- bra;

no es la Gloria, la que vuelve la espalda a Guillermo II, porque no la tuvo nunca;

es la Fortuna, la que se la vuelve, dejando de sonreir al Mimo coronado;

esa Fortuna, que abandonando sus hordas, lo obligará mañana a regresar a Berlín, en- tre el silencio de la Derrota, arrastrando a la cola de su caballo, la Cruz de Hierro, esa enseña de la piratería, con la cual ha adornado el pecho de los más miserables asesinos^ que hayan asombrado jamás con sus crímenes la soledad inerme del océano;

las llamas de Lovaina, resurrectas por un veredicto del Destino, se mezclarán acaso a otros incendios, para alumbrar la mar- cha de este Atila fracasado, hacia un de- sierto mayor que las llanuras pantanosas de la Scythia : el desierto de la Execración Uni- versal;

él, destruyó con su espada, el altar de la Victoria, que sus antecesores habían levan-

CLEPSIDRA ROJA 139

tado en el corazón de la Conquista^ estre- mecida de tanta Audacia;

él, degolló en las riberas del Marne, las águilas vencedoras en los llanos de Sedán;

su causa está ya perdida a los ojos del mundo, y, empieza a perderse, a los ojos de su Pueblo, abiertos ante el Abismo;

el fantasma de la Victoria no existe ya, sino en el corazón de aquel Alarico vencido, y, en los ojos cegados de orgullo, de los nobles degenerados, sobrevivientes de los banquetes de Eulemburgo, y, de las org^ías de sangre de Saverne;

la vieja gloria de Alemania, sepultada bajo las cúpulas de las catedrales destruidas, se negará a acompañar mañana, a aquel fan- tasma vencido, hacia un Santa Elena de Desolación, del cual las olas del mar se apar- tarán con desprecio, humilladas de ser obli- gadas por el viento a tocar aquella Caprea del Desierto, donde agonizará en Silencio, la Soberbia encadenada, temblando en los gi- rones de su manto imperial, descoronada de un solo golpe, por Dios y, por los hombres;

este soñador mediocre, cuya cabeza ha en- loquecido al peso de la diadema, no tuvo grande sino el Orgullo, y, cayó bajo él, se- pultado por su peso, como por una montaña: de Demencia...

140 VARGAS VILA

de bajo esos escombros, no salen sino sus espuelas, rotas en la huida, y, su casco im- perial, aplastado por el fracaso;

lo arbitrario residía en él, como en una fortaleza, y, el rayo que ha derrumbado las murallas, no ha encontrado bajo ellas, para castigar, sino el fantasma de un loco, al cual la llaga de Tiberio, devora la garganta;

él, ensaya capitular ahora, con el mundo, que no pudo vencer, pero, el mundo victorio- so, le vuelve las espaldas, no queriendo dia- logar siquiera, con aquél, que deshonró la Tierra, no habiendo podido dominarla;

la demagogia letrada de sus retóricos, no alcanza a levantar del polvo, la espada de aquel Sofista Imperial, que como muchos de ellos, fué también un hacedor de come- dias, que declamó como histrión, antes de representar ante el mundo, la más pavorosa tragedia que registran los siglos; tragedia que terminará por humillar la sombra de Bonaparte, ya que el mundo, no es bastante puro, ni bastante fuerte, para traer sobre la escena, el fantasma de Cromwell, con el hacha ensangrentada entre las manos;

los genízaros de un Kedive fugitivo, y, los últimos mercenarios de Mohamet, hacen es- colta a su litera imperial;

únicas legiones dignas de escoltar el viaje

CLEPSIDRA ROJA 141

de este último bárbaro, que quiso romper el mundo bajo el peso de su espada;

la de Brenus, arrojada en la balanza, le hará oir la sentencia definitiva de la Victo- ria, que esta vez, es, la de la Libertad: Vje VlCTIS...

la agonía del militarismo alemán, que ha de ser la muerte de todo el militarismo de la tierra, se anuncia ya en las perspectivas asimétricas, de un Waterloo, sin proporcio- nes y, sin medidas;

el Monstruo, ensangrentará aún rudamente la Tierra, antes de desaparecer bajo una catástrofe tan violenta, que se diría, que el ciek) mismo, va a desplomarse, para sepul- tarlo ;

los pueblos perderán entonces el culto de la espada;

roto el escudo de Atila, ¿ quién osará re- coger sus pedazos, en los campos desiertos, donde vaga aún el alma de las legiones ven- cidas ?

el Caudillaje coronado, habrá lidiado su última batalla, con este César sin Farsa- lia, incapaz de conquistar la Galia;... Cé- sar ahogado en el Rubicón, al repasarlo ven- cido, fugitivo en el corcel de la Derrota;

más que el último César, último fantasma del cesarismo, sobre la Tierra, que habrá

142 VARGAS VILA

vencido en él, todos los sueños del Pasado, decapitados por la espada fulgente del Fu- turo;

las águilas imperiales de ningún Imperio del Mundo, volarán ya como dominadoras, sobre la superficie del Globo, ni sobre el dorso del Mar, donde arqueros expertos las esperarán para derribarlas de un solo tiro, arrojando sus cuerpos desangrados al pu- dridero enorme del Olvido;

sí:

águilas marinas, y, águilas montañesas, aquellas que han dominado los mares, y, aquellas que han aspirado a dominar la Tie- rra, abatidas serán sin Misericodia, o, el Mundo, por ^u indignidad, no tiene derecho a existir y, está llamadoi a desaparecer entre el desprecio; salvaje de las fieras del desier- to, que superiores al Hombre, supieron con- servar su Libertad, y, vivieron, sin Amo y sin cadena ;

si la Soberanía de un Pueblo cualcjuiera, se alzara dominadora sobre el Mundo des- pués de esta guerra sin paralelo histórico, hecha para abatir el militarismo prusiano, y, con él, todos los militarismos bochornosos y armipotentes, los cielos mismos llorarían de humillación, y, tal v^ez, en las soledades de esos cielos, el vapor de esas lágrimas crea-

CLEPSIDRA ROJA 143

ría un Dios, llamado a castigar con el rayo de su justicia, el perjurio enorme de los hom- bres, arrasándolos de sobre la faz de la Tien-a, matando el último de los esclavos, al pie del trono del último de los Amos.

*

Hay hombres, hechos a obrar sobre el epigastro de aquellos que los contemplan;

Guillermo II, es uno de éstos, por su co- micidad empenachada, y, el jocundo gro- tesco, que se escapa como un perfume, de su persona imperial;

es, en el Ridículo, como en su Imperio, el Soberano Absoluto;

nadie comparte con él, su gozosa domi- nación;

desde los tiempos de Nerón, parecía per- dido el espécimen perfecto del Rey-Clown;

Guillermo II, lo resucitó, con todos los caracteres de degeneración patológica, que marcaron el alma y, el cuerpo, del hijo de Agripina ;

la misma aspiración a la Belleza, al Arte y, a la Tiranía;

la misma comicidad feroz, con tendencias a la gravedad hierática, según el papel ju-

144 VARGAS VI LA

gado en la farsa imperial^ llena siempre de pomposa puerilidad;

el 'mismo batir de falsas alas en la piara;

el mismo sueño idiota-audaz, del cerdo que se cree dios;

la misma agresiva candidez de niño cruel, que distingue la mentalidad retardataria del Mimo Imperial;

Nerón, era músico;

Guillermo, es musicógrafo;

Nerón, presidía los coros de su Teatro;

Guillermo, ordena y, regimenta los coros del suyo;

Nerón, amaba recitar;

Tjuillermo hace ostentación, de que nadie declama como él, los monólogos de Hamlet;

Nerón, tocaba el arpa;

Guillermo instrumenta la música para su ópera de Cámara ;

Nerón, representaba farsas de Libanius;

Guillermo, representa aquellas que el mis- mo escribe ;

Nerón, decretaba el aplauso;

Guillermo lo impone;

el silencio ante el Actor Imperial, era un desacato en Roma, como en Berlín;

Nerón, amaba las carreras de carros, que él, mismo guiaba, sobre las arenas del Circo;

Guillermo ama las carreras de caballos.

CLEPSIDRA ROJA 145

que él mismo adiestra en las pistas impe- riales ;

Nerón cantaba;

Guillermo, predica ;

Nerón, era el Sumo Sacerdote de Roma;

Guillenno, es, el Pontífice luterano de su Imperio;

Nerón, tenía la pasión de Homero, cuyos versos recitaba ;

Guillermo, tiene la pasión de la Biblia, cuyos versículos salmodia ;

Nerón, era' Poeta, y, Petronio murió por haberle superado;

Guillermo corrige a Goethe, y, mutila los himnos de sus poetas cortesanos;

Nerón, amaba los banquetes, en los cua- les gustaba de sentarse, entre efebos corona- dos de rosas;

Guillermo ha presidido los banquetes, ínti- mos, en que Alfredo Krupp, y Felipe de Eulemburgo, caballeros de esa Tahle Ronde, revivían la ambigua cordialidad de los con- vidados de Nerón, ebrios del vino bebido, en las mismas copas, que Krupp había apu- rado, en su serrallo, bajo las vides de Cá- prea;

Nerón, asesinó su madre por celos del Poder;

Clepsidra Roja, 10

146 VARGAS VILA

Guillermo, torturó la suya, para impedirle reinar, e hizo morir de tristeza a su padre, disputándole un cetro, que ya la Muerte arrancaba de sus manos generosas;

Nerón, no quemaba las ciudades que ven- cía, y, declaró sagradas para el pillaje, las estatuas de los templos;

Guillermo, prendió el incendio de Lovai- na, y, sus cañones han decapitado, las esta- tuas, que no ha podido volcar;

Nerón, prendió fuego a Roma, y, presen- ció impasible la obra devastadora del incen- dio;

Guillermo, ha prendido fuego al mundo, y, contempla impasible, la obra de las lla- mas, que han de devorar su Imperio;

Guillermo, como Nerón, ha puesto el Ver- dugo a la puerta de su Crimen, para impedir que sea delatado;

reduciendo su pueblo a la Servidumbre, lo ha reducido al Silencio;

poniendo el hacha por centinela de sus delitos ha cortado las lenguas que pudieran delatarlos ;

ha comprado todas las complicidades, me- nos la de la Historia;

y, ella lo denuncia;

sus manos de carnicero, han plasmado su pueblo para todas las vilezas de la Servi-

CLEPSIDRA ROJA 147

dumbre y, todas las crueldades del Exter- minio ;

él representa en la Historia el sueño del bárbaro, hecho carne;

el absolutismo medioeval, florece en él, como en la más bella rosa arcaica, que aque- lla flora muerta, pudo dar, en una repro- ducción inexplicable y extemporánea a tra- vés de las edades;

el alma de Cartago reside en él, como en su pueblo, y, la Púnica, es el escudo de su sello imperial, puesto al margen de los tratados que celebra ;

Aníbal sin genio, él ha llevado sus legiones al pillaje, incapaz de llevarlas al Triunfo; demasiado pequeño para ofrecerles un Ideal, no ha sabido ofrecerles sino un botín, y, se han hartado de él, a la luz de los campos ardidos por sus manos, testigos mudos del paso de aquellas hordas de la Devastación, que habrían espantado el corazón sin miedo de los soldados de Al a rico;

con el estandarte de Lutero en la mano, esta resurrección de Saladino, sin grandeza, no ha detenido su caballo, sino para ordenar el incendio de templos que no eran los tem- plos de su Fe;

con un gesto bestial, de Conquistador ma- layo, ha quemado los altares de dioses que

148 VARGAS VILA

no eran suyos, y, ha visto el humo, alzarse de los tabernáculos ardidos, como un ho- menaje a su dios, ofrecido por la fe de sus soldados, ebrios de un trágico furor;

hugonote empedernido, con una alma de tan ruda ferocidad, que parece, escapado a un versículo de la Biblia, en ese Código del Asesinato, que es el Libro de los Reyes, no reconoce otro dios, que el dios de su secta militante y, feroz, que parece, como su Amo, tocada de la epilepsia de Saül;

su demencia, es toda la razón de su inso- lencia, y, presa de ella, ha aspirado a la divinidad, proclamando la encarnación en sí, del Dios Germano, que hoy asuela el mundo, y, pide como holocausto, las llamas de la hoguera, en que arden por igual, los dioses extranjeros, y, aquellos que los adoran;

esa autoidolatría de su divinidad, ha sido el secreto de su comicidad; una comicidad_, que hizo reir el mundo, antes de hacerlo tem- blar;

aislando su pueblo del resto de la Huma- nidad, él, lo ha declarado fuera de toda ley, que no sea la de servirlo y adorarlo;

Yo, y, el Mundo;...

ese es su lema...

aquel que lleva escrito sobre su escudo, de asirio resucitado en las playas del Spree;

CLEPSIDRA ROJA 149

SU mentalidad espesa y brumosa, no va más allá, de ese sectarismo ninivita, que es un antropomorfismo grotesco, colindante con las selvas del mundo primitivo;

parece herido del horror de las auroras, del odio de los soles que despuntan, del te- mor al mañana, que avanza sobre el mundo, como una caricia de Esperanza...

es un hombre pretérito;

todo en él, es retrospectivo;

y, no sabe mirar sino hacia el pasado, hacia los focos extintos de soles que ya no son;

incapaz de un Ideal, vivo y, luminoso, vive de rodillas ante ideales osificados en el ca- tafalco de tiempos irrecordados, envueltos en el sudario de siglos, esfumados en el horizonte de la Fábula;

en vano, la retórica cesarista de sus filó- sofos eunuquizados, erige un pedestal a su enfatuación;

elevado sobre las espaldas de sus esclavos, llevado en hombros sobre el escudo de sus legionarios, es siempre lo que el mundo ha visto: un ídolo bárbaro, llevado por bárba- ros, más allá de los campos de la Barbarie y, de la Desolación;

los poetas atrofiados de su Corte, llaman romántico a este pivot de la encina feudal,

150 VARGAS VILA

enclavada en el corazón de la Selva Ne-

absolutista, de un absolutismo oriental, no ha tenido trabajo para imponérselo! a su Pue- blo, que ha ofrecido el cuello a la coyunda^ con una mansedumbre de buey, hecho al trabajo del surco en la labranza;

envuelto en los harapos de la decrepitud, ^ más que en las pompas de la antigüedad, este soñador estrafalario, está encargado de pro- bar al mundo, como un Sofista coronado, puede serle fatal;

la Antigüedad, no muere; la Decrepitud, sí; y, Guilleniio, no es un antiguo, es un decrépito, un sueño arcaico, pronto a con- vertirse en polvo, como el dios del Sera- peum ;

todo en él, es precario, y, tiene el aspecto de un cadáver;

su sistema^ sus gestos, sus ideas, todo en él, exhala el olor malsano de la tumba;

es el último representante de algo que va a perecer con él: el Absolutismo;

empeñado en hacer triunfar el Pasado so- bre el Presente, para hacerlo su esclavo, este tébano resurrecto, no ha logrado hacer ha- blar la Esfinge, y, la Esfinge, lo aplastará bajo sus garras;

CLEPSIDRA ROJA 151

la pasión del Pasado es estéril, y, petrifica a.quellos que la poseen;

y, Guillenno II, ha amado el Pasado, con una Pasión feroz, de lobo taciturno;

ese contacto con los vestigios, petrificó su corazón, y, lo petrificó a él;

el Pasado, que evocaba, lo devoró;

y, después de haber permanecido en su *scno, como Jonás en el vientre de la ba- llena, el Pasado lo ha vomitado, sobre su siglo, y, es en las playas del Presente, algo así como la deyección de un fantasma;

de tanto mirar hacia el sol muerto del Pasado, sus ojos quedaron ciegos para el sol del Porvenir;

el deber del Hombre, es mirar al Porvenir, marchar hacia el Porvenir, llevar los otros hacia el Porvenir, entrar en él o morir a vista de él, con los brazos en cruz, como Moisés, a la vista de los llanos moabitas;

GuilleiTno II, no ha sabido mirar sino ha- cia el Pasado, no ha orientado su Pueblo sino hacia el Pasado, y, por eso, no ha guia- do sus hordas sino hacia el Pasado, resu- citando los incendios del Pasado, los asesi- natos del Pasado, las abominaciones del Pa- sado, escribiendo con sangre la bárbara epo- peya del Pasado, para caer, en un gesto de

152 \'AROAS yiLA

hombre del Pasado, vencido, como el Pasa- do, en un nuevo Campo Cataulónico, oyen- do los relinchos de los caballos de Atila, fugitivos hacia el Pasado;

esa idolatría del Pasado, ese empeño en revivir el Pasado, hasta en las regiones del Arte, que debieran ser sagradas para estas regresiones de la barbarie, y, que ha hecho de la Sicgesalhe de Berlín, la Gran Avenida del Ridículo, y, la Vía Triunfal de lo Gro- tesco, es como la savia circulante por el cerebro de este soñador pretérito, que no ha buscado para adorar, entre sus anteceso- res, y, para hacerlos adorar de sus contem- poráneos, sino aquellos caracteres de bar- barie, limítrofes con el mundo tártaro y con el corazón salvaje de los guerreros de Ta- merlan;

todo el sedimento bárbaro que hay en la Historia, es el único que aspira con delicia, y, éste acaba de envenenar su cerebro en- feíTno, sobre el cual el buitre de la locura abre sus alas enormes ;

las águilas del casco cesáreo, no alcan- zan a ocultar ni a vencer el ave carnicera que devora el cerebro imperial, y, ellas cuen- tan al mundo, el naufragio de una razón que nació incompleta, y, que la violencia de la vida hizo estallar en la locura;

CLEPSIDRA ROJA 153

guardémonos de reir, con una risa inno- ble, ante esta demencia trágica, que ha con- ducido al mundo a la catástrofe y, ha vol- cado por tierra todo el edificio de la Civi- lización;

a la Historia, le es permitido, sin perdonar, guardar una actitud noble, ante¡este ¡demente, perverso y cruel, que ha hecho verter tantas lágrimas, y, cuyo infortunio, no hará brotar una sola, en los ojos de los hombres, fati- gados de llorar, por causa suya;

este Emperador de podredumbre, tan le- jos de todo radio de lo sublime, este re- tórico alambicado y locuaz, este sofista fatal, que ha estado' a punto de degollar el mundo, inspirará siempre el Horror, y, no inspirará nunca el Respeto, al cual lo monstruoso, no ha tenido, ni tendrá jamás derecho;

el alma vacua y sin grandeza de este dés- pota oriental, vuelve sin cesar los ojos, ha- cia los pantanos de la Scythia, como ena- morado de su putrefacción, y, aspira a eva- porarse allí, no como el canto de un cisne bn la melancolía de una tarde, sino como el graznido de un buho, en el corazón de las tinieblas;

el mundo germano, era un mundo maduro para la adoración de la Bestialidad, como todo pueblo enarnorado de la Fuerza Bruta,

154 VARGAS VILA

y, dado al culto bochornoso de la espada, y, por eso adoró la abyecta personalidad de este Momo Imperial, que representa tan bien, la barbarie delicuescente, de una soldadesca que suda sangre;

dominado por los miasmas de ese sueño no le será dado despertar sino para desapa- recer ;

¿vuelto a la razón, no le quedará ya, sino morir?...

¿despertado a la orilla de la tumba, en- trará en ella, tras las últimas abejas del man- to imperial, que fué el sudario de su gran- deza y de su gloria?

cuando un Pueblo renuncia a la Libertad, renuncia a la Vida;

y, la tumba, lo devora, sin dejar de des- preciarlo ;

¡guay! del Mundo, si devorando el cadá- ver de ese Imperio, se siente intoxicado por su putrefacción ;

él, moriría también;

y, razas vírgenes aparecerán sobre la su- perficie de la Tierra, para marcar nuevas orientaciones, a un mundo nuevo, surgido del naufragio, y, al cual servirá de abono la corrupción de los siglos desaparecidos, en- trados inexorablemente en descomposición;

CLEPSIDRA ROJA 155

siglos de tal manera envilecidos y, tan abyectamente putrefactos, que pudieron dar al mundo y adorar, hombres de tal manera intoxciados de Ridículo y de Horror, como este último Emperador Bizantino, que ha reinado sobre Germania.

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La Palabra de la Esfinge

París Febrero 1.2 191 5.

-e

Toda la atención del mundo se vueh fanatizada hacia el Oriente;

es de allí, que viene con el estremecimiento de las olas, el estremecimiento de todos los presagios;

el fantasma de Bizancio obsesiona los es- píritus;

el hacha de Mahomet, que decapitó el fantasma de Alarico, aparece yá, como una arma vencida y oxidada, incapaz de hacer temblar a nadie, y, pronta a romperse en manos de aquel que venció en Crisópolis;

la Europa se apresta a aventarla por so- bre el mar de Mármara a las playas asiá- ticas, en donde fué forjada ;

no es la suerte del Imperio turco, inexora-

l58 VARGAS VILA

blemente condenado a su desaparición lo que preocupa al mundo;

es la suerte futura del lugar que él, va a dejar vacío, del área de terreno que ocu- paba su barbarie, lo que preocupa a aquellos que se preparan a destruirlo;

ese mundo siente que va a jugar la más bella parte de su destino, en el recinto for- tificado que la espada de Constantino, trazó sobre los muros derruidos de Bizancio;

no es el resultado de la batalla, lo que lo preocupa, sino el resultado de la victoria;

la parcelación de ese lote gigantesco, des- pierta tantos apetitos, que la Diplomacia ve- tusta, no teniendo la Fuerza, ni el Orgullo del Senado Romano, no sabe a quien vender el campo en que acampó el bárbaro, durante cinco siglos ;

las naves aliadas, que avanzan hacia el Bosforo, van en una marcha, creadora de peligros tan grandes, que a su lado, las minas flotantes que las amenazan y, las rom- pen, son un juego de niños, de inocente inocuidad ;

esas naves, abriendo el camino a la Vic- toria, lo abren a la Paz futura?

o, ¿lo abrirán a nuevas catástrofes que han de aumentar y, perdurar el pavor trágico de esta hora?

CLEPSIDRA ROJA 159

en esta lucha de ambiciones bastardas que agita el mundo y, sobre la cual, en vano, las manos ilusionistas de los soñadores, en- sayan prender el sol de un Ideal, la pose- sión de Constantinopla, despertando todos los apetitos, llenará el mundo con el ru- gido de las fieras;

¿de quién será Bizancio? ¿quién poseerá esa nueva Elena, espléndida y, esclava, des- tinada acaso a ser tan fatal como la otra?

¿campos de Troya, y, manes de Aquilei, no se alzarán en una trágica evocación, re- divivos bajo cielos orientales, no muy lejanos de aquellos en que vagó el fantasma de Héc- tor sobre los muros de Ilion?

en ese horizonte, obscurecido por graves augurios, avanzan los grandes combatien- tes;

el oso, tiende su garra;

el leopardo, enarca el cuello...

y, el gallo canta;

I de quién será la pieza codiciada ?

¿Constantinopla, será rusa?

¿ el viejo sueño británico, brutalmente ven- cido por sus propios cañones, se abatirá de un golpe, cayendo como un buitre he- rido, sobre las torres de Santa Sofía, ce- rradas las garras rapaces, que aprisionan medio mundo ?

160 \ARQAS \'ILA

¿ Constantinopla, será inglesa ?

las hordas tártaras, \'enidas de tan lejos al olor del botín, los cosacos del Vístula, que soñaban en hacer abrevar sus caballos en los pozos llenos de un azul intenso, que re- fleja en las aguas el miraje del desierto; los scytas, salidos de la estepa tras el fan- tasma de Atila, creyendo llegada la hora de pillar el mimdo, ; se resignarán a regresar tranquilos a sus hogares, después de haber visto decapitado su sueño milenario, y, no ensayarán antes atravesar con sus lanzas, el corazón del leopardo felón y vencedor?

¿ de qué lado estaría entonces Francia, en- tre sus dos aliados?

la Germania, a medias volcada, ¿no se in- corporaría sobre su escudo, y, las águilas de su casco, no sentirían un viento de vic- torias pasar por bajo sus alas vencidas?

el sueño heroico de Grecia, de la Grecia noble y, letrada, ese sueño anutebo y tenaz, que acaba de ser vencido con Venizelos por la obstinación teutónica de su rey, y, por el prusianismo militante de los generales de antecámara, que no quieren combatir, no pu- diendo hacerlo contra la Libertad; ¿se resig- nará a su derrota? ¿permanecerá inerme y, vencido, sin ensayar reaccionar contra la in- fluencia enervante y, fatal, de aquellos que

CLEPSIDRA ROJA 161

tienen el nombre y no la talla de los fun- dadores de imperios ?

Bulgaria^ que claramente que no puede tender hacia el Bosforo su mano conquista- dora, porcj[ue nadie en el mundo permitiría que un Hapsburgo fuera coronado Empera- dor de Oriente, proyectando sobre las cla- ridades del golfo, la sombra trágica de los castillos de Shoembriui ; ¿ se resignará a ese yeto histórico y, los viejos guerreros de Adrianópolis excitados por el ruido del cañón no querrán salir del sueño hipnótico, en que los tiene sumidos, el canto de la Sirena de Postdam ?

los rumanos, esos latinos de Oriente, de tanta fuerza guerrera y, tanta ensoñación heroica, que se sienten hoy detenidos en el camino de la Conquista, por la complicidad pasiva de su rey, un Hohenzolern lleno del férreo querer de los aguiluchos prusianos, ¿se resignarán a la decapitación de su Des- tino, hecha por la espada de Prusia, conver- tida en cetro?

I ay ! ¡ cómo es verdad que la Imprevisión en política, es el pecado inexpiable!

gobernar, es preveer, y, aquel que no pre- vio, volvió con el mismo gesto, la espalda al triunfo, y, el rostro al destengaño...

Clépsidr* Soja^ 11

1G2 VAROAS VILA

¿no veis cómo hoy, toda la diplomacia de los aliados se rompe ante el muro de testas coronadas, que forma ese grupo de reyes austro-alemanes poderosos en los Balkanes?

¿divorciados de sus pueblos?

sea;

pero hasta hoy más poderosos que estos; imprevisión de Europa fué permitir esa lenta infiltración de germanismo en las montañas balkánicas ;

esa filtración ha formado ese pantano tu- desco, donde batraccios con corona, hacen naufragar las naves de su Diplomacia y, hasta la Diplomacia de sus naves;

aquella mañana, en que un oficial de hú- sares prusianos salió de su patria, solo y sin escolta y, fué a Rumania y, se coronó rey en Bucarest, esa mañana Alemania clavó su bandera en los Balkanes, porque aquel oficial de húsares, era un Hohenzolern;

y, cuando años después, ese rey estéril, qui- so adoptar un heredero, no lo buscó por cierto entre pueblos y razas latinos, para dárselo como soberano a ese pueblo latino que le había dado la corona, sino que lo buscó entre su pueblo y, entre su raza, y, un Hohenzolern, fué declarado heredero y, ocupó el trono hace poco, cuando el viejo rey, murió del despecho de no poder poner

CLEPSIDRA ROJA 163

SU sable de húsLir, al servicio de Alemania, su patria verdadera;

por eso Rumania fué neutral;

por eso es neutral; por eso será neutral, mientras el brazo de un Hohenzolem, la ate al poste de la Neu- tralidad;

y, es lógico que eso sea;

no hay, no puede haber razón humana, ni ley en el Código del Honor, que pueda exigir a un Hohenzolern, que traicione su raza, que corte las alas a las águilas impe- riales a cuya sombra se meció su cuna, y, vuelva la espalda a su estirpe y, a su patria en horas de Agonía ;

el día en que Fernando de Coburgo, Ar- chiduque austríaco fué hecho Príncipe de Bulgaria, para substituir a un Hohenzolern dimisionario, la Europa perdió la ocasión de desgemianizar ese girón de tierra levantina, y, cuando años después, ayudóla ese Príncipe a sacudir su vasallaje del Sultán y, hacerse soberano, acabó con su ineptitud de asegu- rar el predominio alemán en los Balka- nes;

por eso, Bulgaria, fué neutral;

por eso es neutral;

y, es lógico que sea neutral;

¿cómo pedir a un Hapsburgo, que se haga

164 VARGAS VILA

sagitario contra las águilas austríacas, las águilas de su patria y, preste sus arqueros para flecharlas, cuando van ya desbandadas y, moribundas, llevando clavados en el co- razón los dardos de los arqueros del Nie- men ? (*j

cuando hace pocos años, la impopularidad abrumadora del actual rev de Grecia, en- tonces Diadoco lo obligó a huir de Atenas, escapando a la ola amenazante de su des- prestigio, la Europa liberal, que con solo cerrar los ojos habría hecho surgir la Re- pública Helénica del pie mismo del trono

(*) La Bulgaria, ha salido de la Neutralidad brutalmente empujada por las manos de su rey;

la horda, ha sido vendida al mejor postor;

y, los mercenarios de Fernando han entrado en liza contra la Civilización, que han logrado deshonrar, con su contacto, sin alcanzar a destruir con su esfuerzo;

el Rey de Bulgaria., salió de Sofía, llevando atado a la cola de su caballo, el cadáver de la Diplomacia franco-in- glesa; I

Sir Edward Grey, y, Delcassé, fueron sus primeros vencidos;

la batalla de la Imprevisión, la perdieron ellos;

pero, esa Imprevisión, venía de lejos, era una herencia de siglos, y, ellos no hicieron sino continuarla, y, perecer bajo su táctica arcaica y, sus errores polvorientos ;

¿ no fué esa imprevisión la que dejó sembrar de tronos teutónicos, la península tumultuosa y, bárbara?

¿por qué quejarse hoy si de las gradas de cada uno de aquellos tronos, baja un enemigo hereditario, armado hasta los dientes?...

el candor de las ideas constitucionalista^, que creían ha- ber conquistado el Mundo, también ha sufrido allí ruda de- rrota... I

CLEPSIDRA ROJA 165

amenazado, olvidó toi-pemente, que aquel Diadoco fugitivo, era en el fondo un oficial tudesco, educado en los cuarteles de Berlín, casado con una hermana del Emperador de Alemania, dominado por ella y, alemán has- ta la última fibra de su corazón, y, arrojando tierra sobre la llanta apagó la hoguera y, permitió que el Diadoco volviera a Atenas, vencedor de su propio desprestigio;

y, cuando hecho Rey,aquel Soberano que parece herido de la atrofia absoluta de todo tacto, pronunció en Berlín, aquel brindis his-

las dinastías ya no pueden nada, se decía—, los pueblos lo pueden todo;

y. al volver a mirar hacia el Oriente, la Europa, ha visto con asombro, que allí, no había pueblos, sino reyes ; que los reyes, son todo, y, los pueblo? no son nada; que aque- llos hatos de esclavos en tumulto, no piden, sino pillar por odren de su Amo, como los búlgaros, o temblar por orden del suyo, como los griegos; que morir por la Libertad, les parece inútil, y, morir, vendidos por su Atno, les parece el único sacrificio digno de ellos ; dar su sangre de siervos, por la sangre de un Príncifje extranjero, les parece la más alta gloria de un esclavo ; por eso, van a morir, los búlga- ros, alquilados a Alemania por Fernando de Coburgo, Prín- cipe austríaco, y, por eso huyen los griegos, alquilados para huir, por Constantino de Glücksburgo, Príncipe danés; de ori- gen prusiano; los unos alquilan su valor, los otros su co- bardía; Alemania, paga, la horda que muere y la horda que huye; el mercado de esclavos se extiende de Atenas a Cons- tantinopla. de la cual, no debió salir jamás ; el mundo se habría ahorrado el repugnante espectáculo de ver ese tumulto de siervos libertados, volverse para herir con los pedazos de su yugo, la cabeza de aquellos que lo rompieron para hacerlos libres.

166 VARGAS VILA

tórico, oloroso a cerveza de cuerpo de guar- dia, proclamando su alemanismo abyecto, con un olvido ultrajante y voluntario de lo que a Francia debía su ejército, la Europa, ener- \ada o inhábil, fingió no oir y, no hizo nada para minar el trono a mitad tudesco, de aquel falso heleno, enemigo encarnizado de los ideales y de los pueblos latinos

y, como si no fuera bastante todo eso para la alemanización brutal de los Balkanes, ¿no accedió la Europa, a las baladas sentimenta- les de Canil en Sylva, poetisa alemana y, Reina de Rumania, para coronar como Rey de Albania, a un sobrino suyo, a un prín- cipe de Wied, aquel Lohengrín del Ridículo, que después de fatigar lo grotesco, fatigó el miedo huyendo despavorido de su trono?

con la creación de aquel reino de opereta, completó la Europa la abdicación del lati- nismo, del eslavismo y del helenismo en los BaJkanes, proclamando, la legitimidad del pretorianismo tudesco, coronado y vencedor;

¿ de qué puede quejarse Europa, si hoy encuentra ante ella y contra ella, a aquellos reyes alemanes que no c^uieren traicionar su raza ?

ellos no están inmóviles sino por temor a los pueblos que los coronaron, pueblos que no aman la Alemania y tascan mal el freno

CLEPSIDRA ROJA 167

forjado en las fraguas prusianizantes de a orillas del Spree ;

pero, no hay que olvidar que una gran victoria alemana les podría dar el valor que ahora les falta^ y, entonces arrastrarían sus pueblos, tras la estela de esa victoria...

o tal vez, la toma de Constantinopla, les hará volver antes la cara hacia el sol que se levanta sobre los mares de Oriente, y, se pondrán del lado de la Fortuna;

¿no será entonces demasiado tarde para ellos ?

esos pueblos contrariados por sus reyes en sus más grandes designios, detenidos por ellos en el camino triunfal de sus destinos ¿les pedirán entonces cuenta de sus sueños fracasados y, de sus ambiciones vencidas sin lidiar?

¿no sería también entonces, demasiado tarde?

la República Helénica, con Venizelos por Presidente surgiendo después del reparto ¿qué podría exigir? ¿que obtendría? lo que quisiera darse a su ilustre Jefe, vencido hoy por los manejos alemanes...

si Femando de Bulgaria, que hace pocos meses recogió su corona a dos centímetros del suelo, fuese derrocado o abdicase ante los aliados vencedores, los búlgaros llegarían

1G8 VARGAS VILA

tarde al reparto; los muros de Adrianópolis, se alzarían inaccesibles ante ellos, y, llora- rían, como hebreos vencidos, al pie de esos muros, que no supieron escalar a tiempo;

Rumania, no tendría la Bukovina, la Tran- silvania, ni la Besarabia;

esos pueblos habrían abandonado el ca- mino de la Victoria y, perdido la meta de sus grandes destinos;

serían los tristes vencidos sin gloria y, sin esfuerzo ;

lo serían porque ignoraron la hora deci- siva, aquella que suena una vez sola en el reloj inexorable que regula la vida de los pueblos ;

lo serían porque ignoraron que toda su fortuna, que todos sus destinos, que toda su golria del presente y del futuro están sobre las naves, que violan en este momento la peligrosa belleza de los Dardanelos;

unirse a los aliados, triunfar con los aha- dos y, sembrar partículas de helenismo y, de latinismo en el sueño brumoso de los eslavos y, en el sueño cruel de los sajones;

hacer que el César que ha de coronarse en las riberas del Bosforo sea un César de Humanidad y, de Libertad, un César latino, ya que no es posible un César heleno;

ese César latino, que sería posible, si Ita-

CLEPSIDRA ROJA 169

lia abandonase a tiempo su inexplicable ac- titud;

si Italia comprendiese que el problema de Constantinopla encierra en sí, todos los problemas;

que ese problema, no puede y, no debe resolverse sino por la latinización del Bos- foro, que completa la latinización absoluta del Mediterráneo;

y, por la neutralización de los estrechos;

de todos los estrechos;

del de los Dardanelos como del de Gibral- tar, del de Heligoland, como del de Suez; que todos los estrechos sean neutralizados y^ todos los mares sean neutros;

que todas las aguas navegables sean libres y, no haya un espacio de mar, dominado por el tiro de un cañón;

la libertad de los mares, es decir la liber- tad del comercio y^ como corolario de ella, la libertad de las ideas;

si el cañón, que hoy destruye con estré- pito el viejo mundo, no sirve para crear otro nuevo... ¡maldito sea el cañón!...

si él no sirve para neutralizar todos los estrechos, y, para conquistar la libertad de todos los mares, aquellos que lo manejan han hecho traición a la Humanidad;

la toma de Constantinopla, debe anunciar,

170 VARGAS VILA

no solo la desaparición de los otomanos, sino la desfeudalización de los mares;

que no haya mares sometidos, ni tierras esclavas;

sería de un cinismo irritante ensangrentar el mundo para acabar con el militarismo en tierra y, dejarlo subsistir o acrecerlo en el Océano ;

el Imperialismo terrestre y, el Imperialis- mo marítimo, debe perecer de un solo golpe;

no se trata de que la espada de la Con- quista cambie de mano, cambiando de ele- mento; se trata de romperla sobre las ro- dillas del mundo y, arrojar sus fragmentos al fondo del océano;

dar Constantinopla a los rusos, sería cam- biar una barbarie por otra barbarie; eso sería hacer traición a la Civilización;

dar Constantinopla a los ingleses, sería cambiar un feudalismo por otro feudalismo : eso sería hacer traición a la Libertad;

es necesario que la eterna Cuestión de Oriente, al solucionarse, no sea en favor de un Imperio, sino en favor de la Huma- nidad;

que no haya más canales feudales;

ni más mares cautivos:

ni más carceleros de océanos;

ni más llaves de estrechos;

CLEPSIDRA ROJA 171

hechar esas llaves al fondo de los mares que cerraban y cerrar las fraguas de la Am- bición, en que pudieran forjarse otras;

libres los Dardanelos; libres y, sin de- fensas ;

libre Gibraltar; libre y desmantelado; libre Aden; libre y sin cañones;

libre Heligoland; libre y, sin fortalezas;

es decir;

libre el Mar Negro y, libre el Mediterrá- neo; libr« el Mar Rojo y, libre el Mar del Norte ;

libres... completamente libres;

sin un cañón inglés, cerca a las costa.s

latinas ;

sin un centinela ruso sobre las costas

egeas ;

sin una garita alemana cerca a los mares

del Septentrión;

ni ejércitos para la guerra; ni marinas de guerra;

sobre las ruinas de la última fortaleza^ quemar el último dreagnouth;

que no haya un amo del mundo sobre la Tierra, ni sobre el Mar;

que acaben en el mismo día, por obra del mismo Congreso de la Paz, el poderío de Alemania sobre la Tierra y, el poderío de Inglaterra sobre el Mar;

172 VARGAS VILA

desannarlos a los dos;

y, que entren en la Paz;

¿será eso posible?

el tiempo lo dirá;...

la Esfinge, está en Oriente;

y, Edipo, está en marcha;

esperemos la palabra de la Esfing-e;

ella se llama : Bizancio. (*)

(*) Los acontecimientos, han hecho traición a mis es- peranzas;

la ruta del Oriente, no parece ser el camino de la Victo- ria para los ejércitos aliados ;

parece que ese sol, los cegara, y, anduviesen a tientas, no acertando con sus pasos, sino a despertar todas las ca- tástrofes, dormidas a la orilla de los abismos ;

así has ido con la aventura de los Dardanelos, donde ochenta mil hombres han muerto para servir de antemural, a una retirada que se parece extrañamente a una derrota;

así fué con esa marcha precipitada y, heroica, para auxi- liar a Servia, epopeya sentimental, que no podía nacer sino en el corazón heroico de Francia, inagotable de pasiones nobles, pronto a los sacrificios sin medida, marcha asombro- sa, donde las columnas de Sarrail. perdidas entre los bárbaros, prisioneras de la nic\'e y de los huracanes, aprendieron el secreto de los ventisqueros, y, se salvaron porque la Ciencia y, el Heroísmo, hicieron crecer alas en sus talones, como en los del Mensajero délos dioses;

las hordas de los bárbaros, como un torrente, acrecido por aguas impuras de los pantanos desabordados, los han seguido amenazando llegar hasta el campo atrincherado de Salónica, donde piensan jugar, si no la suerte de los impe- rios centrales, al menos la suerte del Imperio Turco, cuyos despojos codician, amagando acariciarlo:

las tribus germanas, como en otro tiempo los godo^ y los scytas, se preparan a partir de las ribera> del Danubio hacia el Ponte Euxino, franquear el Bosforo, y, llegar a asia, como si a través de los siglos, la sombra de Crisogo-

CLEPSIDRA ROJA 17

o

ñas, los llamara de¿.de la oi'illa, y, vieran ya el botín, a la luz de las llamas de Nicomedia;

sobre la ribera opuesta, los aduares en guerra los esperan, y, los bárbaros medio desnudos, se aprestan a ofrecer a Guillermo lí. la púrpura harapienta de un jefe de beduinos, acreciendo con sus despojos, el bolín del conquistador, que no se atreve a visitar, los campamentos de los tártaros feroces que la Codicia ha hecho sus amigos, temeroso de ser tragado por el pantano que devoró a Decio. con sus hijos y su ejército; éste, presunto Emperador del Soudan, hombre in- ferior a su fortuna, se pliega bajo la púrpura faraónica, que tiene el aire de ahogarlo, y, amaga perecer bajo ella, al grito de las hordas, empeñadas en proclamarlo Amo del Mundo.

Q4*H4BH4aM4M«>>»44«M4«H4aM4aH^>M4Q

Borgia-Lutero

París Marzo i.o 1915.

La actitud del Papa;

la domesticidad irritante del Papa;

el vasallaje prusiano del Papa;

he ahí lo que preocupa a los amigos del Papa ;

¿el Papa hace traición a la Libertad?

mentira...

el Papa no traiciona la Libertad, porque el Papa no la ha servido nunca;

el Papa y la Libertad son antípodas...

cuando el Papa, se une, hoy, como ayer, y como siempre, a los enemigos de la Li- bertad, no hace sino ayudar a romper el hacha que ha de decapitar ese espectro ab- surdo y trágico del Papa-Rey;

176 VARGAS VIL A

¿el Papa, hace traición a la Civilización?

mentira, también ;

el Papa, está fuera de la Civilización;

el Papa y la Civilizacóin se excluyen;

el Papa, ha vi\ido y vive de espaldas \uel- tas a la Civilización, con los ojos taciturnos fijos en el océano hirNiente de todas las barbaries...

si hoy, que éstas han liecho irrupción so- bre el mundo civilizado, el Papa, las saluda como el resplandor de una vieja alba es- perada, si el Papa, las acaricia, como a bes- tias feroces, hechas al halago de las manos pontificales, bestias familiares, dormidas al pie del trono de todos los pontífices; si el Papa, las alienta y las bendice cuando par- ten a la Obra carnicera, de Exterminio y de Desolación; ¿por qué extrañar eso del Papa?

el Papa, inmóvil en la Tradición, cumple un gesto ritual, el Papa cumple su misión histórica, de enemigo jurado de la Liber- tad y de la Civilización;

la extrañeza de los creyentes es candida;

no aciertan a explicarse, como el Papa católico, de Roma, se une estrechamente, al Papa Anglicano de Berlín, que mira con horror a los católicos de su Imperio, y, al Papa mahometano de Constantinopla, que

CLEPSIDRA ROJA 177

asesina por millares, los armenios y, los cris- tianos, residentes en el suyo;

Guillermo 11, Benedicto XV, Maliomed I\', unidos en un solo designio, marchando a ini solo fin, eso extraña y eso entristece a aquellos que creen en el Papado;

el Papa, haciendo causa común, con todos los infieles del mundo, contra la Cristiandad que lucha en Oriente y en Occidente, para librar la tierra, del fantasma oprobioso de todos los despotismos...

el Papa, vasallo de Alemania...

el Papa, cómplice de Alemania...

el Papa, sosteniendo la causa de Turquía ; sirviendo los intereses de Turquía;

el Papa, extendiendo su cayado para pro- teger a Alemania y, a Turquía, anonada- das bajo la maldición del mundo;

en este momento trágico, en que un vien- to de demencia, sopla del uno al otro extre- mo de la tierra, este espectáculo miserable, de un Papa latino, unido a un Emperador tudesco y, a un déspota musulmán, para ayudarlos a encadeníir y a destruir el mundo cristiano y la Civilización latina, haciéndoles compañía a través de las llanuras áridas del Crimen, asombra y entristece aun los corazones menos religiosos de la Humanidad;

C'lépsiJta Roja, 12

178 VARGAS VII.A

en cuanto a mí, ese fantasma de Papa, siguiendo los caballeros de Lutero y, los genízaros de Mahoma, sirviéndoles de es- colta, de paje y de escudero a sus delitos, me regocija enormemente, porque preveo, con la aparición de este Papa de Decaden- cia y de Cisma, el fracaso estrepitoso y no niuy lejano, de esta Iglesia moribunda, que no ha querido morir, sin acabar de des- honrarse, dándonos antes de perecer, el es- pectáculo repugnante de su miserable ve- nalidad;

este Papa mercenario, siguiendo las le- giones ensangrentadas del Rey de Prusia, y, las hordas feroces del Sultán, mudo ante el atropello de los pueblos débiles y el des- precio de la fe jurada, cerrando los ojos ante el incendio de las catedrales y el martirio de los sacerdotes, indiferente ante la des- trucción de las obras de arte y el robo sa- crilego de los tesoros, volviendo el rostro a las violaciones de las vírgenes y a la angustia de las madres, negando los hechos de la barbarie y, escupiendo con desdén so- bre las tumbas de los mártires que llevaron como él, una sotana ;

este Papa, dominado por la Ambición, des- aprobando tácitamente la actitud heroica del Cardenal Mercier, acusando de rebeldía al

CLEPSIDRA ROJA 179

clero belga, sobornando frailes y monjas, para que declaren ilusorios los crímenes de Alemania en Bélgica, es bien un Papa de Decadencia, digno de hacer escolta en la Historia, a Juan XXII. a Bonifacio VIIJ y, a Alejandro V^I, el Papa Borgia;

en este festín canibalesco que el mundo nos ofrece, no es un espectáculo banal, ver al Pontífice Romano, beber sangre en la misma copa del Emperador Teutón y, del César Sarraceno, hecho su aliado para des- truir la Civilización Occidental y darles el dominio del mundo;

ante esta escena, en la cual solo faltan los convidados de Baltasar, los visionarios del futuro, ven ya aparecer el dedo misterioso trazando la sentencia formidable...

y, se ve avanzar la nube de donde va a partir el rayo, que ha de romper la espada en las manos asesinas, y, ha de fundir la tiara en la cabeza culpable;

entretanto, los pensadores y, los políticos, no se engañan sobre los móviles y los fines de esa política papal;

lo que el Papa persigue, es la restauración del Poder Temporal;

el Cardenal della Chiesa, no se confor- ma con ser Papa, y, quiere ser Rey...

180 VARGAS ViLA

el báculo, es j)oca cosa para su Orgullo, y, quiere el cetro;

la tiara, es poca cosa a su Ambición; quie- re la corona ;

muerto en Sarajevo, aquel cretino alusi- nado que debía reinar en Austria, y. el cual le había prometido restaurarlo sobre el trono, si legitimaba su imión morganática y, empleaba su influencia, para hacer reinar con él, la hembra astuta y cruel que lo do- minaba, el Emperador de Alemania, ocurrió a hacerle la misma oferta, en cambio de su apoyo moral, para este gran asesinato de los pueblos

y, Benedicto XV, aceptó el Pacto, y, puso su báculo al lado de la espada ensangren- tada, en la balanza trágica, donde oscilan los destinos del mundo ;

ni astuto como León XI II, ni candido como Pío X, tan lejos del talento diplomá- tico del uno, como de la simplicidad apos- tólica del otro, este Papa adocenado y falaz, hecho vasallo del Emperador de Alemania, antes de serlo del Sultán del Turquía, ya no tuvo más misión que disculpar ante el mundo los crímenes de sus aliados, y, a cada derrota, a cada síntoma de desfalleci- miento de los imperios centrales, levantar el oriflama de la Paz, para proteger con

CLEPSIDRA ROJA 181

él. a los vencidos, e impedir que l¿i Civiliza- ción dicte contra ellos, sus terribles vere- dictos ;

la perfidia que se ve en las facciones asi- métricas, de este Papa, deforme y jorobado, se revela en su política como en un espejo;

el peso de su joroba, parece hacerle más enorme el peso del Papado, y, se doblega bajo él ;

el viaje de este Cuasimodo mitrado, en busca de una corona de Rey, tiene algo de grotesco, que no quita sin embargo, nada de lo trágico a su siniestra actitud;

los jesuítas, lo siguen, con la esperanza de conquistar el mundo^ detrás de los ejér- citos austro-alemanes victoriosos;

y, ellos conducen en todas partes la Reac- ción ;

en Francia, para asesinar la República;

en Italia, para matar la Unidad Italiana;

en Irlanda, para fomentar la Sedición, ape- nas adormentada;

en Bélgica, para obstruir todo camino fu- turo a la Libertad;

tal es el papel del Papa, en el conflicto actual;

este italiano traidor, pronto a asesinar su patria por la espalda, es el Jefe espiritual de la cruzada reaccionaria, de la cual Guiller-

182 VARGAS VILA

mo II, es la espada amenazante y, el Sultán de Turquía, la cimitarra ensangrentada;

ni genio religioso, ni genio político, tiene este Papa aleve, cuyo único instinto pre- dominante, es, la Ambición:

la visión del Poder Temporal, obsesiona su mente, con la magia de su lema fulgu- rante de dominación universal : orbe regere viemenio ;

la tenacidad de ese sueño, lo ha llevado al vasallaje político, que ha hecho del Jefe de la Cristiandad, un Príncipe palatino de la Corte de Berlín

buscando el fantasma de su Soberanía Po- lítica, abdicó de su Soberanía Espiritual, que era verdadera, y, queriendo hacerse rey, se hizo lacavo ;

justo castigo a la ambición de aquél que por querer ceñirse una corona, puso su tiara a los pies de los monstruos coronados ;

prisionero en su túnica blanca, sobre la cual ha soñado poner un manto real, ha en- trado en domesticidad, y, hoy, es un ala- bardero más, montando guardia en el Pa- lacio de Püstdam, o un genízaro más, ha- ciendo guardia a las puertas del Serrallo de Siambul ;

Guillermo 1 1, que aspira al dominio del mundo, tanto religioso como político, y, ofi-

CLEPSIDRA ROJA 183

cia tronitantemcnte en su papel de Jefe de la Iglesia Anglicana, tiene ya en este Papa, débil y ambicioso, la vanguardia de su do- minación espiritual en el mundo;

siguiendo fielmente las líneas de su estra- tegia, aspira a hacer en Roma, su irrup- ción definitiva, como Emperador Universal, lograda como está ya, la mitad de su tarea, poniendo, como ha puesto, la tiara pontifi- cia!, bajo su corona imperial, haciéndola pri- sionera de las garras de sus águilas...

la traición de Benedicto XV, a su Patria, a su Raza y, a su Iglesia, lo ha hecho el zapador de esta invasión;

él, ha traicionado su Patria, aliándose a los enemigos de ella;

él, ha traicionado su Raza, aliándose a los que quieren destruirla ;

él, ha traicionado su Iglesia, aliándose a un Heresiarca soberbio, al heredero de Lu- tero, que aspira a la dominación espiritual del mundo, fuera del catolicismo, y, con- tra el catolicismo, que el Papa representa;

felizmente, esos dos sueños de ambición demente; el del Papa, que aspira a hacerse Rey, y, el del Rey, que aspira a ser Papa, fracasarán ante la evidencia de la victoria de la Libertad, cuya aurora despunta ya en cielos muy cercanos;

154 \ ARüAS VILA

vencedora la Libertad, ella sabrá enca- denar las dos hidras malhechoras: la Au- tocracia y, la Teocracia, a los postes que merecen ;

el Emperador visionario, hallará su Santa Elena, después de pasar por Waterloo, si antes su pueblo, no lo decapita, dándole el patíbulo, por último peldaño de su trono;

el Pontífice vencido, verá con dolor a Ita- lia, volver vencedora y engrandecida, y, en- trará por la generosidad de sus contrarios, en el papel único que le corresponde : Jefe de una Secta Religiosa;

y, eso, mientras llega el huracán de la gran Revolución, que barrera hasta en sus cimientos la seha ancestral de la Teocracia, y, aventará en el misterio de los siglos, con las coronas de todos los reyes, los muros vencidos del X'aticano, y, el árbol desarrai- gado de la cruz...

y, el mundo será libre, bajo los cielos sin dioses y, sobre la tierra sin amos.

Q4-K4npt«-B^HB4Bi«^4ini4im^«K^iBi«mi#p

Diplomacia arcaica...

París Abril i.-^ 1915.

Tal vez el mal de la Europa^ de donde ha salido esta cauda de desastres que hoy desequilibra el mundo, ha sido la carencia de Hombres de Estado Universales;

si se exceptúan dos grandes monarcas que merecieron aquel nombre Enrique IV de Francia^ y Elisabeth de Inglaterra, los demás no han sabido tender su vista, más allá de las fronteras inseguras de sus patrias respectivas ;

Richelieu y iMazarino, con sus expedientes de política eclesiástica y tortuosa, no fueron sino Bismarkes retrospectivos, apóstoles de un imperialismo nacional, que basaba la grandeza del mundo, en la grandeza de su propia patria;

186 \ARQAS VILA

SU política, se arraigaba, no en el prin- cipio de las nacionalidades, sino en el de la debilitación, o la absorción de éstas ; po- lítica inmoral, de predominio, y no de equi- librio, privada de toda justicia, y genera- dora de todas las catástrofes que han aso- lado el mundo;

los Tratados de Westphalia, llamados en- fáticamente, el Código de las Sacíonc>i, no merecieron tal título, ni lo justificaron ja- más;

la política del Imperio romano-germánico, que se decía, continuadora del romanismo, del cual solo conservó el aspecto arqueo- lógico, no supo con sus Pontífices voraces, y sus Emperadores testarudos, sino conser- var el vasallaje de las naciones, y el espec- táculo repugnante, de pueblos de rodillas, ante una espada desnuda ;

esa fué la política de Carlos V, y de Fe- lipe II, esa la de todos los Papas, desde Adriano V, hasta Clemente VIII;

política sin entrañas, y sin corazón, que lo mismo decapitaban la Libertad, con la es- pada de un César, subido sobre las gradas de un trono, que le atravesaba el pecho con el puñal de un monje, salido de bajo las gradas de un altar;

esa política eminentemente anti-cristiana.

CLEPSIDRA ROJA 187

ejercida en nombre del Cristianismo, no pro- dujo nada, no creo nada, y nada estable salió del seno de sus convulsiones peligrosas ;

solo dos conglomerados de pueblos, se han visto alzarse en este médano solitario, que la sangre de tantas generaciones, no ha po- dido abonar para la Libertad: el imperio Alemán, y el Reino de Italia;

obra de Fuerza, el uno; obra de Heroísmo el otro;

el uno, tuvo por factor a Bismark, que fundándolo sobre la fuerza, lo condenó a des- aparecer por ella;

el otro, fué fundado por la espada de Garibaldi, y por el genio de ]\Iazzini; con- solidado por el cerebro fuerte de Cavour, y miserablemente extraviado por aquel carbo- nario arrepentido, padre de todas las co- rrupciones, que fué : Francisco Crispi ;

el Imperio Alemán, se aboca vertiginosa- mente a su ruina, pronto a perecer por el hierro que lo fundó; sus reyezuelos \asallos, y sus príncipes escuderos, se agrupan para desaparecer, al pie de la estatua de Bis- mark, reproduciendo el espectáculo, de un sacrificio de esclavos, degollados sobre la tumba de un Faraón;

obra de injusticia, y de violencia, no po- día subsistir, sino como un desafío al mun-

188 VARGAS \1LA

do, )• el miindü se venga decapitando aquel anacronismo sangriento ;

la Italia^ obra de Libertad y de Justicia, vive ;

vive... apesar de haber marchado uncida al carro de los Césares germanos, embo- zalada allí, por la mano de aquel Clodio sin tumultos, que no tu\o por fonun de su arro- gancia, sino el campo estrecha de un por- tafolio de Ministro;

vivcy y vivirá, porque ha abierto a tiem- po los ojos, y ha roto las cuerdas que la uncían al Carro de Huno, que salidos a busca de victorias, regresó desvencijado, de las riberas del Marne :

el puñal de Ravaillac, atravesando el co- razón de Enrique I\^, apagó en él, la última palpitación de una diplomacia generosa; la única capaz de salvar al mundo;

porque ella era, la Diplomacia del De- recho, contra la Fuerza; del cerebro, contra la espada; de la lealtad^ contra la astucia; de la grandeza solitaria de una alma, con- tra la pequenez inconcebible de los espíri- tus reinantes ;

por eso murió el Gran Rey;

¿de qué sirvió ese triunfo al Papado?

con ese puñal ensangrentado bajo los há-

CLEPSIDRA ROJA 189

bitos, fué a moiir siglos después, atrave^ sacio el corazón, por las bayonetas de los bersaglieres victoriosos, que derrumbaban las murallas de Porta Fia;

pero, la vieja diplomacia, subsiste aún;

diplomacia de astucia y de fuerza, de in- justicia y de mentira, cuyos frutos palpa- mos hoy, en este desquiciamiento universal, que amenaza sepultar el mundo ;

diplomacia de egoísmo nacional, más cruel y más funesta, que toda acción de egoísmo individual, cuya fatalidad, es siempre más restringida por su menor campo de acción;

nada; ni la fuerza destructora de la Re- volución Francesa, pudo fundar una Diplo- macia nueva, llamada a regenerar los des- tinos del mundo;

Bonaparte, el corso funambulesco y fatal, hecho la caricatura plebeya de Carlos V, no supo sino continuar la diplomacia de aquel, y morir bajo los errores de su for- tuna, estéril y precaria ;

la Santa Alianza acabo la obra;

y bajo esa Diplomacia de violencia, de fraude y de mentira, ha marchado el mun- do, hasta prender con los crímenes de ella, esta hogiiera ^oraz, que amenaza consumir la tierra que la sustenta, y lanza sus llamas, hacia el cielo, como queriendo abrasar las

190 VARGAS VILA

melenas del Sol, que parece desorbitado de espanto ;

¿no saldrá una nueva Diplomacia de las cenizas de esa hoguera, una vez extinta?;

el Código de W'Cstphalia, no es sino un Có- digo de Guerra, dictado por naciones ven- cedoras, empeñadas en declarar como su- prema Ley, la voz de la victoria inapelable;

es un Código contra los vencidos, de los cuales, los huesos dejados por los leones de la Guerra, son arrojados a los chacales de la Diplomacia, para que los devoren;

¡ ciencia de escribas, que no ha sabido sino proclamar las sentencias de la fuerza, y es- cribir los comentarios de la espada!

j ciencia funesta !

i ciencia vil!...

;en virtud de la supervivencia infamante de esa ciencia mercenaria, de Talleyrandes y Metemiches, Crispis y ¡Bismarkes, las coali- ciones militares que han oprimido y humi- llado el mundo, van a subsistir?

;los girones de territorios, dominados por la anarquía de arriba, han de quedar así, con el pretexto cobarde del miedo a la anar- quía de abajo?...

¿otra vez, el fatal antagonismo entre los reyes y los pueblos, va a hacer imposible todo triunfo definitivo de la Libertad, afir-

CLEPSIDRA ROJA 191

mando la esclavitud permanente que los des- honra a ambos?

¿se va a declarar la intangibilidad de la Victoria, cualquiera que ella sea, como único Código, dictado al mundo, por los pueblos vencedores, sobre las ruinas humeantes de los pueblos vencidos?

¿ el Dereclio del más fuerte^ continuará en ser el Derecho legitimo ?

he ahí lo que importa a todos saber, y especialmente a los débiles...

los doctoras angélicos del Optimismo, nos hacen creer, que vamos a salir regenerados de esta guerra sangrienta...

¿será así?

tal vez...

si los partidos avanzados, que han en- trado en el torbellino de la guerra, con el acervo de sus ideas, hechas inútiles ante la Fuerza, no dejan esas ideas prisioneras de la Victoria, y no se retiran como San- sones vencidos, mutilados por la terrible Dei- dad, que no quiero nombrar...

será así, si las legiones sagradas de la Libertad, ocupadas hoy en defender la Pa- tria, conservan vivas sus energías, y los jar- dines del patriotismo, no se hacen para ellas las llanuras enervantes de Campania;

así será, si los portadores de llamas, no

192 VARGAS VILA

apagan las suyas, y continúan en alimen- tarlas, con su propio aliento, agitándolas so- bre los escollos lejanos...

así será, si los escritores, los pensadores, los apóstoles de pueblos, que pueden hacerlo, se encariñan va de trazar derroteros a la V'ic- toria futura, no preparándose a seguir cie- gamente, los que aquella quieran marcar- les;

el deber de los pensadores, es guiar la Victoria, no seguirla...

el faro, marca la ruta de las naves, no va tras ellas; la estela prestigiosa, no seduce la inmutable serenidad del foco salvador...

así será, si con el derecho de las naciona- lidades, se saha el derecho de los pueblos; si de esta avalancha confusa, salen, no solo pueblos victoriosos, sino pueblos libres; y si al lado de la Humanidad, se salva inflexi- ble, engrandecida, y soberana, la Libertad ;

así será, si la aurora enrojecida, que ha de nacer de las entrañas de la guerra, ha de alumbrar un grupo de imperios menos, y un grupo de pueblos más;

si el triunfo ha de ser de la Equidad, y de la Libertad;

porque, si no es así, si en vez de todos los despotismos de menos, surj^iera un des- potismo de más...

CLEPSIDRA ROJA 193

si algunos pueblos, o si el mundo todo, llegara a tener un nuevo Amo...

si lo que va a salir de esta guerra, no es una Federación de estados libres, sino un anfictionado de pueblos esclavos...

entonces... que continúe la guerra, hasta que el último combatiente, caiga sobre la última trinchera, falto de enemigo a quien herir ;

que llamee la hoguera inapagable, en la siniestra noche, hasta que se extinga, falta de combustible humano que la alimente...

que la espada de Azrrael, acabe de aso- lar la Tierra,... y mostrando al cielo la ca- beza del mundo decapitado, la abofetee, por indigno de existir;

si la. Humanidad, se ha de salvar sin la Libertad... que perezca la Humanidad...

la Vida, sin la Libertad, no es la Vida, es, el oprobia;

los hombres y I05 pueblos deshonrados, no tienen el derecho de vi\4r.

SléfHdra Bofa, 1

9

«

(♦Hi4BH^>i"4Ba4Ma44"H4-B4"M4">-4>H^Q

¡Vencidos! ¡Humillados!...

París Mayo 7 191 5.

A las reclamaciones de los Estados Uni- dos por el hundimiento del Lusitania, res- ponde x\lemania con el hundimiento del Ne-

braslan---

hoch ! hoch ! liocli !

¡hurrah! por los piratas insolentes, con su corazón desnudo de toda Piedad!...

por segunda vez, el guantelete de hierro de los antiguos electores de Brandeburgo, cae sobre el rostro amedrentado de los elegi- dos de la Casa Blanca...

¡bravo, por este reto formidable, que tie- ne todo el aspecto de la flagelación de un cuerpo desnudo!...

¡bravo!...

el hundimiento del Lusitania^ no ha sido solo una catástrofe lamentable, ha sido una

1% VARGAS VfLA

batalla meinoi-able, ganada por Alemania, sobre los Estados Unidos;

aquel fué el Trafalgar de la Diplomacia americana ;

el hundimiento del ^'ehra^l'oN^ lia sido ape- nas, un Navarino suplementario, que ha ve- nido a aumentar el horror, sin aumentar la afrenta, que había pasado ya los límites de toda proporción;

nunca, en ningún día de la Historia, un pueblo que se dice fuerte, había sido insul- tado por otro, que realmente lo es, con tanta pren^editación, y tal desprecio, de una fuer- za que él sabe mentirosa;

el brutal desafío de Alemania a los Es- tados Unidos, sobrepasa a todas las pro- porciones de la afrenta;

ese guante, arrojado a la faz de ese pue- blo trasatlántico, no será recogido por él; le quedará adherido al rostro, como un es- puto sanguinolento; el sol de todos los si- glos, no sabrá secarlo;

y, íese pueblo ¡ofendido, incapaz de refugiar- se en la guerra, se refugia en la retórica; no ccaiibate, ergotea; y no sabiendo con- fiar su suerte a las armas, la confía al azar de las palabras;

no sabiendo hacer de su \alor una forta- leza para combatir en ella, hace del sofisma

CLEPSIDRA ROJA 197

un reducto, y tiembla en él, balbuceando fórmulas del Derecho Internacional; ese De-, recho que hoy implora, y que hasta ayer no ha sabido sino \ñolar;

el Profesor Woodrow Wilson, Presidente de yankis en xVmérica, me parece una es- pecie de zorra, con apariencias de lobo;

fuerte, si la astucia, es una fuerza; y gran- de si la insinceridad, es una grandeza ;

alma de Abogado y Pedagogo, adora el sofisma, como a una Deidad, y ama la dia- léctica, como a una cátedra universitaria;

el Papa de Roma, apesar de su infalihüi' dad, no ha logrado definir aún. si Alema- nia, ha ^•iolado la neutralidad de Bélgica;

y, el Pontífice Democrático de Washing- ton, no ha logrado comprender aún, si con la \"oladura del Limtaniu se han violado los derechos de los neutros, y los fueros de la Humanidad;

y socratiza sobre el tema de la Neutra- lidad, con una ductilidad, que haría la en- vidia si viviesen, de los últimos retóricos de los carrefures de Bizancio...

y sobre la Casa Blanca, sopia un viento de pérfida mediocridad, que se parece ex- rrañamente aJ de una incapacidad amedren- tada;

yo pido perdón a los muertos, y a los

198 N'ARGAS VILA

sobrevivientes del Lusüania y del ychraskan, si digo que su enorme desventura, después de conmoverme hondamente, me ha dado una ocasión de contentarme...

sí; yo he mezclado un placer enorme, a esta gran tristeza;...

¿por qué?

porque los torpederos que hundieron esos buques, hundieron con ellos, el honor de los Estados Unidos, en las aguas del océano, y en el concepto del mundo;

y, eso me regocija enormemente, más allá de toda ponderación...

la espada de Barba Roja, ha herido la mejilla del Tío Sam ;

y, eso me hace susultar de alegría; ver los bárbaros de allá, vencidos por los bár- baros de acá, me da una gran complacencia, que no hago esfuerzo alguno por ocultar;

¡ah! corsarios del Hudson y del Missisipí, que habéis ido con vuestros buques a des- pojar mi patria débil; ya estáis humillados, ya estáis vencidos...

yo sé, que no vengaréis esa afrenta...

no tenéis el alma bastante alta para ello...

aquel que os ha herido, es un fuerte... y los fuertes, os hacen palidecer...

icapaces de vencer vuestra propia debili- dad, no sabéis sino ultrajar la de los otros;

CLEPSIDRA ROJA 199

violar los pueblos débiles; he ahí vuestra oprobiosa Epopeya;

la Epopeya de aquel Comodoro del ri- dículo, que se llama entre vosotros : Teodoro Roosevelt; ese Heráclida del despojo, que ahora gesticula en flebotómano, desde las columnas de un diario neoyorkino, pro- testando contra las violaciones del Dere- cho...

yo sé, que vosotros no vengaréis el ul- traje...

el miedo inmovilizará las velas de vuestras naves, y helará el vapor en las máquinas de vuestros buques... y cuando la desconge- lación del terror, haya pasado, vuestros na- vios se moverán, no en dirección de Europa, sino en dirección a la América inerme, cam- po abierto a vuestras devastaciones...

vuestros argonautas del Imperialismo, lle- vando consigo el Vellosino de Oro, irán a hacerlo adorar, de pueblos sobornados o ven- cidos...

vuestras naves, irán a imponer el respeto de vuestra voluntad, en las elecciones de Cuba; y la perla atlántida, que el sueño de Martí, soñó poner en las melenas del Sol, sufrirá por la centésima vez, vuestra cobarde violación ;

irán a los mares de Venezuela, si algún

20() VARGAS VILA

día resurge la dignidad en aquel país, y los hombres se amotinan contra el obscuro Pre- tor, que el oleo de Mr. Nox, ungió como soberano, sobre el testuz asimétrico de acé- falo...

iréis a Santo Domingo, a insultar la in- dependencia de aquel pueblo, humillando la historia heroica de aquella gema maravillo- sa, la primera que engarzó Colón, en la diadema de pueblos, con que coronó las sienes caducas del Viejo Mundo;

iréis a Panamá, con la intención de robar a la República adolecente, la ciudad de Co- lón, pagándole con un nuevo despojo, la candidez culpable de haber confiado en vues- tra fuerza, durmiéndose a la sombra de vues- tro escudo;

iréis a Nicaragua, a fusilar los liberaJes vencidos, que con Mena a la cabeza, que- maron un día vuestras banderas, e hicieron morder el polvo a los herederos perfeccio- nados de Walker...

iréis a Honduras a saludar la tumba de Manuel Bonilla, que os vendió una pattia, que no tuvo otra culpa, que soportar su des- potismo de negro enfurecido y traidor...

iréis al Salvador, a ver si es posible, ma- tar otra vez a Leónidas, sobre los muros de Esparta...

CLEPSIDRA ROJA 201

la sola sombra de Manuel Araujo, hace zozobrar vuestros bajeles en la noche...

iréis a México, donde los asesinados de Veracruz, os darán la bienvenida, sobre bu- ques fantasmas...

lo que puedo asegurar, es que no ven- dréis a Europa;

los muertos del Lnsifania y del NebraskaHf serán vendidos por vosotros, pero no serán vengados por v osotro s . . .

' Alemania, torpedeará vuestra Diplomacia, con torpedos de oro... y os dará una in- demnización; no una satisfacción;

los muertos serán pagados, no serán ven- gados...

no habréis hecho un heroísmo; habréis hecho un negocio; habréis vendido cadá- veres ;

^<ist great business of América...

; qué más puede pedir Cartago sin Aníbal ?

oro, oro, oro,

hasta el día, en que Mario vencido, llegue a Ilorai' sobre las ruinas humilladas;

tengo derecho a creer, que ese día, el inefable Mr. Wilson, y el inagotable Míster Bryají, habrán desaparecido de sobre la faz del planeta; el uno con su mediocridaid si- lenciosa, y el otro, con su torrentosa ver- bología ;

202 VARGAS VILA

y, eso me consuela;

sabido es, que el que no se consuela, es un tonto;

y, yOí que no peco de Wilson, me consuelo fácilmente. (*)

(*) Míster Bryan, no hace ya compañía a Místcr Wilson, en las labores de la Casa Blanca;

germanizado y, germanizante, este pacifista profesional, se retiró de la tienda wilsoniana, indignado como Aquiles, pero, no silencioso como él, sino llena la boca, de líricas impreca- ciones alemanas, que se dirían arrancadas a los cantos mesiá- nicos de Klopstock ;

la rivalidad atrevida de M/. Ford, el tardío Colón del Pacifismo, que ha venido a Europa, timoneando las carabelas del Ridículo, lo ha entristecido un poco, pero, como aquel inagotable padre de los lugares comunes, no se desanima nunca, y, no enmudece jamás, arrastra ahora, el Missigipí, de sus lamentaciones, por mítines y asarableas, pastoreando la causa de Alemania, ante auditorios bobinos, que los subdi- tos de los kaiseres, residentes en Yankilandia, hacen y, des- hacen a su paso, con la encantadora fastasmagoría, de un coro de opereta;

el Emperador tudesco, no ha concedido aún la cruz de hie- rro, a su Mesías, desesperado y locuaz;

espera que cometa algún gran crimen, que lo haga digno de ella;

pero, por ese camino, Mr. Bryan, no merecerá nunca la cruz, porque cualquiera que sean, las actitudes que ensaye, el, se conserva siempre un hombre inofensivo y honrado, tal vez un buen hombre, al cual todas las virtudes le han sido concedidas, menos la del Silencio ;

si este antípoda de San Bruno, mereciera algún castigo, por su inocente y verbosa germanofilia, sería, el de ence- rrarlo por tres días, en el Monasterio de la Trappa;

al tercer día, se le hallaría muerto sobre su lecho;

el Silencio, lo habría matado.

Q4HH4m4aHi4m4BBi^4Hn4H4>iiin4Mi^aB4Q

Libera Italia gloriosa!...

París Mayo 2»- 191 5.

Un Tratado, entre vencedores y venci- ctos, no es un Tratado, es una tregua;

cuando Italia, vencedora de Austria, le ten- dió su mano, roja aún por la sangre austría- ca, vertida en Solferino y en Mayenta, no se ligó a aquel pueblo de vencidos, sino que se rindió a él;

cuando los seudo-políticos italianos, de en- tonces, volviendo la espalda en un solo gesto a la Gloria y al Honor, pusieron la mano de Italia, en la de su verdugo secular, compro- metieron la dignidad del país, pero no com- prometieron el corazón del país; él perma- neció lejano y hostil, a ese mercado mons- truoso ;

204 VARGAS MLA

esos hombres comprometieron la política nacional, pero no pudieron comprometer el alma nacional ;

se empeñaron en beber el Ohido, hasta embriagarse de él;

pero, no pudieron lograr, que el pueblo lo bebiera y se embriagara ;

el pueblo, quedó solitario, al pié de .la estatua del Odio, que los políticos venales abandonaban, para ir a postrarse de rodi- llas, ante el altar abominable, de la trai- ción a la Raza y a la Historia;

el divorcio entre el pueblo y la política, fué deñnitivo, largo, y tenaz;

él, incubó esta revancha de patriotismo, que vemos surgir ahora, con caracteres de Epopeya ;

en Política, los intereses privan sobre los sentimientos, pero no los matan;

llega un día, en que el sentimiento impone su victoria inapelable; cuando ese sentimien- to, es el del Honor;

tal ha sucedido en Italia, con el Tratado de la Triple Ahanza;

denunciándolo Itaha, no ha denunciado un Tratado, sino un Error, por no decir un Crimen ;

no ha roto un compromiso, sino una ca- dena;

CLEPSIDRA ROJA 205

no se ha libertado de una alianza, sino de un yugo;

no deja una amistad, deja un vasallaje;

unión contra natura, unión monstruosa, era la del Reino libre y floreciente, con el Im- perio despótico y decadente, del cual, cor- dilleras de crímenes, y mares de sangre, lo separan ;

para Italia, desunirse, era redimirse;

libertarse, era salvarse... y así lo hizo;

¿qué importa el largo gemido, que los imperios abandonados, y los bárbaros he- teróclitos de toda la tierra, lancen, al ver el vuelo de las águilas latinas, bajo el sereno cielo del Tirol?...

los gennanófiíos aullan de despecho;

¿qué importa eso?

las barbaries se atraen;

hay en los bajos fondos de todos los pue- blos de la tierra, aun los más cultos,, un sedimento de barbarie, que permanece virgen de todo contacto mental con la civilización; en estado de salvajismo piimitivo;

ese sedimento de bmtalidad florante, se siente hoy atraído por la barbarie tudesca; la adora, siente un fanatismo turco por el Moloch blondo y feroz, que acarició el sueño inocente de devorar el mundo;

esa germanofilia, hecha de servilismo y de

206 VARGAS VILA

bestialidad, obscura fermentación de instin- tos de esclavos, y de acéfalos, ha gritado contra Italia...

¿ qué importa a la nación heroica, el re- lincho de los caballos de Alarico, fanatizados por la caricia de la espuela, tremantes de miedo al lejano olor de la sangre derramada?

en cambio, el mundo civilizado, aplaude... y los legionarios de la Libertad, lanzan un I kurra ! estrepitoso y sonoro;

Italia, no es la heniiana, es la Madre de los pueblos latinos;

alma parens...

ella, no viene a seguirlos, ella viene a pre- sidirlos, en esta marcha azarosa, pero triun- fal, hacia un estado de civilización perfecta, del cual ella tuvo el secreto y el dominio;

Italia, viene a salvar el mundo, y lo sal- vará; con ella, la última Gran Potencia, entra en la lid;

no quedan fuera de ella, sino las grandes impotencias, atadas al poste inseguro de la neutralidad;

los Estados sin fuerza, y sin valor, desti- nados a sufrir mañana, todo el valor de la fuerza;

ellos, llaman habilidad su debilidad; pa- triotismo, su egoísmo, y a caballo sobre un

CLEPSIDRA ROJA 207

sofisma, hacen ejercicios de retórica, en las arenas del miedo;

ellos fingen ignorar, que frente al Crimen, no hay Neutralidad, sino Complicidad;

que abstenerse es envilecerse;

que el cómplice, no es sino un asesino sin valo r ;

que la Neutralidad, frente al asesinato de la Libertad, no es una doctrina, es un delito.;

que la política enervante y ruinosa de ía espectación, no es sino la política degra- dante y miedosa de claudicación;

que combatir por la Libertad, es la única manera de vivir con dignidad;

que el refinamiento de la cobardía, no lleva siempre, sino al refinamiento de la esclavitud;

tal vez esos pueblos, antes de morir tengan tiempo de reflexionar;

a muchos de esos pueblos, no les falta hombres: les falta un Hombre;

Italia, lo halló en Salandra;

¿sabrán hallarlo los otros?

nada de eso importa ya a la Europa, que tiene asegurada la victoria de la Civiliza- ción»;

dejemos a esos pueblos en decadencia, bus- car un pretexto a su actitud;

el ruido del cañón, que los barrerá ma-

208 VARGAS \1LA

ñaña de sobre la faz de la Tierra, los des- pertará...

el veredicto de la Victoria, será inexorable, para aquellos que no ayudaron a obtenerla, aún mucho más que pai-a aquellos que su- pieron combatirla;

ellos, sucumbirán sin gloria, porque en la hora del peligro, le volvieron la espvalda...

no será la espada de Brenus, la que ha de decaptiarlos, será otra más cortante to- davía;

el grito de la \^ictoria, no será el del bárbaro vencedor;

¡ay! de los vencidos...

la Europa vencedora, no gritará desde las murallas del despojo, sino este grito arra- sado r...

layl de los neutrales...

ellos serán los rehenes de la Victoria...

¡ay de los neutrales!...

Q^Mi4MM4-«4»->4«-ii^4«»4-<«4>— 4w>i>M*4Q

Bajo los cielos oro de Venecia

París Junio i.i 1915.

La rosa de oro inerte en el crepúsculo;

la estela de oro espléndida en el niar;

la playa de oro limitando el beso del Adriático verde ;

y, el laurel de los cielos ^coronando la frente te de oro del paisaje acuático;

¡oh! gloria de Venecia;

sobre tus lomos de oro, \'uela el Mal;

sus alas de aluminium se proyectan sobre tu casta desnudez de mármol, auroleada de vaga idolatría ;

y, no turba la gravedad rítmica de tu rostro, que mira reflejarse en las aguas si- lenciosas el oro virginal de tu diadema;

¿a dónde están las águilas antiguas, que

Clepsidra Roja . 1 4

210 VARGAS VILA

no vienen a proteger con su sombra, pesada, tu cuei-po de andrógino adolecente, coronado de rosas siderales?

como un desnudo lis, como un pétalo ¡muer- to, tu belleza, coronada de corimbos fúne- bres, sufre la violación de las alas, que quie- ren ajar la flor de tu Inmortalidad;

¿ cuántos siglos de Historia se han borrado de tu divino cielo de amaranto, para que veas de nuevo resurgir aquellas horas pali- decientes de tu gloria, en que el fantasma del Huno, reflejó su sombra odiosa, sobre el azul ultrajado de tus aguas?

díganlo los ibis pensativos, que en el aca- nalado de sus torres, han visto la marcha efímera de los siglos, desvanecerse ante sus ojos de piedra: díganlo;

gritan tus piedras doloridas : gritan ;

i pictóricas de Gloria y, de Misterio!...

piafa la cuadriga de San Marcos : piafa violenta ;

las crinejas de bronce; erízanse;

tiemblan los belfos de bronce;

los cascos de bronce tiemblan;

tiemblan en el aire;

el espacio desmantelado falta a su caiTera;

sobre ella, como un pájaro de basalto, con las alas de púrpura, el Duomo, decora la limpidez del horizonte;

CLEPSIDRA ROJA 211

bajo el despotismo de la Noche, brilla la gema solitaria, brilla;

¿ qué vuelo siniestro, viola el aire, y vibra sobre tí?

¿es un buitre de argento en el azul purí- simo, en la calma durmiente de luz pleni- lunar?

calla la Mar, fanatizada de un siniestro Presagio...

coiTe la sangre de tus venas, corre por los canales túrbidos, que duermen sueños de un lejano Amor;

en la selva inánime de tus mármoles, pasa un claror de luna: disolviéndose;

y, el Honor esplende en el siniestro azul : siniestramente ;

siniestramente el pájaro de metal vuela ahora, lleno de una embriaguez amarga de Desastre;

traza espirales: vibra;

¿una serpiente alada?

no;

es un Aeroplano;

señorea en el Espacio;

numen feroz; último hijo de Marte;

estrofa alada, estrofa palpitante de la Muerte, sobre los labios \-engativos de la Ménade;

en espirales volubles canta su canto;

212 VARGAS VILA

y, se extremece el Mar bajo cielos difusos;

se abren los senos negros del extraño Cor- morán, hecho un globo de fuego;

de sus extrañas flameantes, parte \m rayo;

se queja el aire en disonancia horrible;

tiembla la selva quiméiica de mármoles;

aullan las olas humilladas: aullan;

y, el meteoro apuñalea el mar;

se hunde en el corazón de las lagunas...

y, la Noche, lo devora, en su designio brutal ;

un grito, semejante al rugido de una sel- va de leones, en la agonía de la tarde : suena ;

surge tu pueblo colérico de estatuas;

de la \iolada sombra emerge;

hasta el Gohho del Rialfo, se hace erecto ante el cobarde ultraje: vengativo;

cada pedestal se hace una cima, envuel- ta por una tempestad;

surge Henri Da^idolo : atrahillados los gal- gos de la Co]iquista, síguenlo;

Marco Falieri entre una selva de mástiles de las viejas galeras, álzase;

soplo de triunfos pretéritos hinchan las velas inennes; surge detrás la flota de Le- pan to ;

Francisco Morosini, desnuda su espada, tinta en sangre hasta la empuñadura; san- gre de Morea ;

CLEPSIDRA ROJA 213

sxx corona rota, en las manos, surge Luigi Marin, tu último Dogg;

el soplo de lo.s siglos caducados, pasa so- bre tus bronces integérrimos ;

soplo de vida insúflales;

surgen de la Tierra, lacerada por su es- fuerzo ;

surgen con su gesto habitual;

las manos extendidas para asir en su vuelo las alas de la \^ictoria;

sobre la mar, tremante y solitaria, ellos reflejan tu grandeza impoluta en los leja- nos mares de la Historia;...

callado han los pulmones de metal del Monstruo aéreo;

vacila sobre el abismo verdáseo, con sus hélices cuasi inertes, como alas rompidas por el viento;

inmantado hacia el Mar, trepida;

los cañones de tus fuertes, hiriéndolo en el corazón, dieron cuenta de él;

los hipocentauros de Saboya lo persiguen;

se va en un vuelo loco de vértigo;

lo devora la mar rugiente y sibilante; ¡Salvada (^tás Venecia!

Anadiomena Vencedora ! j Salve !

^^wmm^mm^mmm^mm^mm^^mm'^mm^mm^mm^^mm^^

Surge et ambula

París Julio I. o 191 5.

¥A Rey de Grecia, como un Lázaro rcsu- rrecto, se incorpora en su lecho, azorado y confuso, como si escapara a las caricias de un sudario ; lleno del espanto, del que ha visto frente a frente, el rostro de la Muerte;

este enemigo de la civilización, abre los ojos sobre un campo de desastres, y no escapa de la tumba, sino para despertar en la derrota;

¿vencido por quién?

vencido por su pueblo;

las alas volíveras de la Victoria, no se desplegaron contra él, en los campos de batalla; se abrieron ruidosas y triunfadoras en los campos electorales;

216 VARGAS VfLA

la Victoria salió armada de la Urna, como Minerva de la cabeza de Júpiter;

y, voló vengadora, sobre el lecho del Rey, enfermo y testarudo, rodeado de una corte de asclépidas tudescos;

pero jay! la Victoria llega tarde, para restaurar la pompa del Sueño Heleno, he- cho pedazos, por la mano torpe de un Mo- narca, inferior a toda inferioridad;

La herida que ese Rey, hizo al corazón de su pueblo, no sanará jamás;

él, detuvo el carro victorioso de los des- tinos de Grecia, y lo vendió miserablemente al enemigo ;

su pueblo, \enció tarde a ese Rey falaz, nutrido de odio a la latinidad, alimentado con la hiél extraída a los hígados de las águilas sajonas;

ese rey, que no es sino una espuela del Emperador de Alemania, reinando en Ate- nas, y que recuerda la bota de Carlos X, enviada al Senado de Estocolmo, no ha sa- bido clavarse sino en los hijares de la De- rrota, único campo de acción a su tcutonismo \^rgonzante ;

el esplendor del sueño de \'enizelos, fué definitivamente vencido, por la voluntad fe- menil que domina al Rey, empeñada en ha- cer detener un momento, la fuga de las

CLEPSIDRA ROJA 217

águilas de Bran deburgo, sobre la roca do- minatriz, del .Acrópolis, teñida de un azul purísimo ;

por ese gesto, la Victoria Áptera, perma- nece con las alas cerradas, entre sus arqui- trabes cincelados, bajo los cuales, todo soplo de Heroísmo parece extinto; esas alas re- cogidas parecen negarse a proteger la gloria de Hélade...

como en las leyendas homéricas, esta lu- cha se ha lidiado, entre dos ciudades: entre Berlín y Atenas;

entre el Emperador de Alemania, y el Pueblo Heleno;

entre ellos, el Rey Constantino, no ha sido sino un juguete miserable, del capricho de su mujer, encarnación vi\'a de la voluntad de su hermano, el huno formidable que rei- na a orillas del Rhin;

fué Guillermo II, quien venció en Marzo a Venizelos;

y, es ahora Venizelos, quien vence a Gui- llermo II;

es el cadáver de la dominación tudesca, el que ha sido arrastrado, por eJ pueblo he- leno, bajo los pórticos blancos, y las colum- natas dóricas de las Propileas;

aguiluchos desplumados y vencidos, hacen cortejo al cadáver de este último pisistrátidaj

218 VARGAS VILA

la sombra de Pericles, parece alzarse en lo alto del Hccatomperon, para expulsar al invasor germano, con gesto imperativo, ex- tendido el brazo victorioso, desde los bas- tiones deiTuidos del Erechthé;

¡ay!, pero todo eso es tardío...

el hacha de Anninius, cortó bien la ca- beza de Apolo soñador...

el sueño heleno, no se realizará ya;

el Rey Constantino, decapitó ese ensuv-ño ; inmovilizando la marcha de su Pueblo, ha- cia sus destinos glonosos;

fué una hora...

una hora, no más...

una hora, en que el Imperio de Oriente, fué ofrecido a Grecia;

y, esa hora pasó...

no se repetirá ya en el cuadrante de la Historia...

Venizelos lo dijo, al caer: LA FALTA ES

IRREPARABLE...

la palabra del vencido, fué como el tiro del partho;

aún volviendo al Poder, Venizelos no po- drá remediar ya el mal hecho a Grecia, por la fidelidad del Rey, a los ideales tudescos, > en contra de los ideales helenos;

hoy, todo ha cambiado...

Grecia, llegará tarde;

CLEPSIDRA ROJA 219

Servia, ocupa a Durazzo...

Montenegra, está en Scutari...

Bulgaria, ensancha sus fronteras;

Italia, extiende su dominio, sobre islas y mares codiciados;

¡ay! es tarde para todo... tarde, hasta para llorar;

nada hay igual, a la esterilidad de las lágrimas...

¿qué podrían remediar las de este Boabdil danés, que ha visto desplomarse tras de sus espaldas, toda una Alhambra de sueños cjue no eran suyos?

; este Rey, decapitando el Destino de su Pueblo, no habrá sentido en sus noches de fiebre, las alas coléricas de Minerva, abier- tas sobre su cabeza?

estamos lejos de las turbulencias de Clyon, y de las discordias del Anfictionado, para evocarlas ahora...

Eliménides, es arcaico, y Solón, resulta bárbaro;

la salud, no está en el Pasado;

la salud, está en el Porvenir; y en la actitud del Presente;

¿ cuál será ahora la actitud del pueblo heleno, vencedor de su Rey?

¿qué hará de su Victoria?

¿no la empleará, para romperle la corona,

220 VARGAS VILA

sobre la dura cerviz, doblada bajo el yugo marital?

en la actualidad, Grecia se llama : Ve- nizelos...

pero, no culpéis a ese Grande Hombre de Estado, si llegado de nuevo al Poder, no puede, de las ruinas de su sueño, fabricar un sueño nuevo; (*)

Constantino el Grande, estrando en Cons- tantinopla, fundó un Imperio;

(*) El gran Cretense, volvió al Poder;

y, el gran Cretino, volvió a volcarlo :..-

esta vez con la Constitución, atravesada de parte a parte, pur la espada dictatorial, de aquel Rey, hecho absoluto, en nombre de su absoluta incapacidad ;

Venizelos, no estuvo en el Poder sino el tiempo suficiente, para hacer señas a la Libertad, llamándola en auxilio de la Civiliza<:ión amenazada en Oriente y, del heroísmo sa- crificado en Servia, vilmente traicionada por el Rey Constan- tino, que hacía señas a los bárbaros, llamándolos al Acrópolis;

y. los bárbaros han llegado, y, se preparan a vomitar sué hordas sobre la Grecia, que temblorosa y, fugitiva, no en- cuentra ya, traiciones que inventar, cansada de practicarlas todas ;

su rey, prisionero de las mallas que ha urdido su per- fidia sin talento, se ve amenazado por todos lados, y, declara su reino, un campo abierto a las incursiones de los bárbaros, de los cuales hace tiempo, es el zapador estipendiado ;

inferior aún a su propia ineptitud todo, hasta su violen- cia, tiene en él, la talla de su mediocridad ;

hecho palafrenero del Emperador de Alemania, servirá aca- so, como Valeriano encadenado, para poner su cuello, como estribo a -u nuevo Amo, cuyo corcel enjaezado, se pregun- tará tal vez, lómo aquel hombre pudo alzarse hasta una corona, sinu, ( ónio una corona, pudo bajar haíta aquel hom- bre.

CLEPSIDRA ROJA 221

Constantino el Pequeño, apartando sus ojos, de Constantinopla, desti*uyó otro; un Imperio en perspectiva...

apartemos los ojos de este Emperador, y de este Imperio fracasados... y miremos lo que les rodea, en esa península turbulenta, madre de todas las convulsiones;

el Hohenzollern de Rumania, ergotiza so- bre la neutralidad, y espera una gran vic- toria tudesca, para lanzarse con Alemania, en contra de la Rusia;

el de Bulgaria, sofista coronado, calcu- lador frío, tartarizado al contacto con su pueblo, hace una política de duplicidad orien- tal, sin olvidar que es un austriaco, recuerda que tiene en sus venas, sangre de Orleans, y sin descontentar a \'iena, sonríe plácida- mente a París, mientras tiende su mano ha- cia Turquía;

¿viéndolo, no pensáis en la águila bites- tácea que adorna el escudo de la duple Mo- narquía? (*)

(*) Feraando de Bulgaria, salió de su Duplicidad, para entrar francamente' en el Crimen;

el Rev Ff.lox, parece ser el título, con el cual pasará a la Historia, ese hábil pastor de todas las traiciones ;

el disgusto del mundo civilizado, bajando hasta él, ha hecho de su nombre, un grito de desprecio, un gonfalón de Infamia;

yo, encuentro, que hay mucho de romanticismo, en esa sentencia contra Judas coronado;

222 VARfiAS VILA

la vacilación de esos reinos, que es una traición a la Civilización que los fundó, a más de ser una lección dolorosa, añade un deber ineludible, para aquellos que lo crea- ron : el deber de desgermanizar esos reinos ;

los aliados, no deben olvidarlo;

hay que decapitar el teutonismo en los balkanes ;

la ola de la victoria al retirarse, debe de-

o, al menos, hay una falta de preparación histórica, para juzgar al nauseabundo Príncipe, del cual, el nombre se ha hecho un ultraje, un poste de Oprobio, puesto lejos, muy lejos, de las fronteras del Honor;

en la soledad a que se condena este Lázaro miserando, no hay exceso de crueldad, pero, hay falta de serenidad, al estudiar los móviles de su Crimen;

ha faltado criterio cientíifco-históric o, para ju/garlo;

en aquellos que han juzgado como historiadores esa trai- ción, ultrajándola sin explicarla, hay un candor histórico, digno de Hesiodo ;

¿por que no buscar las causas etno-palológicas del De- lito, que en el Tribunal de la Historia, como en cualquier otro Tribunal, han de ser decisivas para la Sentencia?

si se buscaran, se vería que ese hombre, no ha sido traidor con voluntad; no ha sido traidor con libertad;

era el prisionero de lo Inevitable;

ese hombre ha sido traidor por temperamento, por cons- titución f ísica, por una ley fisiológica inviolable ;

ha sido traidor por temperamento ;

porque llevaba la Traición en la sangre ;

porque la fatalidad de la ley de herencia ha sido inexo- rable en él;

porque el atavismo, tenía, que dominarlo y, lo dominó;

porque no podía librarse de la herencia de su raza, y, nació traidor, por la misma ley física, que un zorro, nace astuto, o un tigre, nace cruel ;

¿no es Fernando de Bulgaria, el biznieto de Felipe Igual-

CÍ.ÉrSIDRA ROJA 223

jar: el anfictionado griego, con V>nizelos por Jefe;

Rumania, con un Príncipe latino;

Bulgaria, con un Príncipe ruso;

Constantinopla, con un Emperador lati- no, alimentado con leche de la loba romana;

todo; menos un teutón, sobre un trono en Oriente;

mi sueño, y el gran sueño de los hombres

dad, aquel Orleans, que en la Convención Francesa, traicionó su Raza y la Monarquía, condenando a muerce a Luis XVI, su primo y, su rey, para halagar con ese fratricidio a la Re- volución que cortejaba ?

no acierto a ver, en qué, la traición de este jefe de bár- baros orientales de hoy, pueda ser superior, a la de aquel Príncipe desleal, en cuya cabeza, el gorro frigio, tuvo siem- pre el aspecto del capuchón de un ahorcado, al cual, el verdugo, tarda mucho en ejecutar;

I no es Fernando de Bulgaria, el nieto de Luis Felipe de Orleans, Rey de los franceses ?

y, ¿no fué Luis Felipe, aquel tutor infiel, a quien el ob- tuso y, caduco Carlos X, dejó el trono para que lo cuidara, y, al rey niño para que lo protegiera, y, traicionando su Raza, y su Rey, se apropió el trono y la corona, mandando a morir en el destierro al niño infonunado ?

me esfuerzo en ver, y, no veo, en qué, la traición del hijo de CJementina de Orleans, pueda superar, a las de aquellos dos dignos antecesores suyos, de los cuales, el uno, entregó al verdugo la cabeza de su Rey, y, el otro despo- jando a su Rey, lo envió al destierro;

el atavismo, se ha cumplido inexorable en Fernando de Bulgaria ;

nieto y biznieto de traidores, no ha podido resistir a la voz de la Raza, y, ha traicionado, para mostrarse digno de ella ;

él, será capaz, tal vez, un día, de permanecer fiel al Ho- nor, para hacer así traición, a su Raza y a la Historia.

224 VARGAS VII. A

libres, serLi, la República Balkánica, bajo el protectorado de la Italia;

pero, ¿ sería eso posible ?

la hora, no es de soñar, sino de obrar;

la voz, es del cañón ;

la V^ictoria, avanza;

que ella humille, decapite, y entierre, todo lo que se oponga a la marcha triunfal de la Civilización ;

sobre esas ruinas, ella alzará mañana el Templo de la Libertad.

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Panlatinismo

París Agosto i.a 1915.

En verdad, os digo, que todo lo que se sobre la Tierra, no es sino la primavera del Desastre...

su follaje purpúreo hecho para sudario de héroes, empieza apenas a caer bajo el soplo asolador del Simún desconocido...

todo el horror^ aglomerado bajo los altos cielos, y en la tiniebla inconmensurable de los horizontes cárdenos, no es sino el pesta- ñeo de esta aurora de espanto que ha de asolar la tierra;

el prólogo de esta gran Tragedia, que pre- senciamos, no es aun finido...

CUpsidrá. Roja, 13

22G VARGAS VILA

el clamor de los coros épicos, que lidian sobre la escena, tiene un rumor de lamenta- ción, que pasa como la caricia de la ^Muerte, por sobre las cenizas de las Urbes ardidas, haciendo estremecerse de angustia, el cora- zón de las ruinas calcinadas;

el polílogo a golpes de hacha, que los actores trágicos, sostienen, sobre la arena enrojecida por los torrentes de sangre, que bajan de las cimas altísimas de la Humana Demencia, no ha llegado aún al grado de intensidad bastante, para arrasar el último árbol de las selvas, que vieron caer como abono de su fecundidad, cinco millones de hombres ;

las trompetas de Jericó, aún no han sona- do, frente al estrépito de la última muralla venida a tierra...

el grito de Hecuba, permanece inarticu- Lado, en las entrañas desgarradas de horror, mudas del próximo espanto...

el grito de esos millones de madres, que llaman sus hijos muertos, y al cual podría aplicársele el epíteto homérico, porque es como un aullido en la Noche Impenetrable, no ha llegado al paroxismo convulsivo en que romperá el corazón mismo de la obscura fuerza que creó el mundo, y que temblará acaso, an'cpentida de haberlo creado;

CLEPSIDRA ROJA - 227

. he ahí que un año de guerra ha tras- currido ;

y, después de un año de exterminio, la gueiTa continúa;

¿ continúa ?

tal vez, he dicho mal; la guerra empieza...

el pulpo tudesco, tiene aún clavados sus tentáculos en el flanco generoso de Francia, y por ahí aplica, sus mil bocas neumáticas, al corazón de la Humanidad...

Bélgica, está aún llena del espanto que siembran en su corazón, las hordas redivivas de Atila;

la muralla rusa, se mueve como una mon- taña en marcha, se diría atacada de la in- quietante movilidad de las arenas del de- sierto, que a cada aurora presentan un nuevo anfiteatro de colinas movedizas;

las hordas austro-teutonas, se fatigan ante aquella inquietud de olas que los acechan, y a (veces avanzan sobre ellas y las devoran...

el botón de oro de un Sol naciente, des- punta ya en cielos muy remotos;

la hora transparente de las auroras futu- ras, se precipita sobre los cielos de ayer, catalépticos de espanto...

y la hora llega, la hora imprevista y tur- badora, en que el signo zodiacal, anuncia un amanecer de Vida Ideal, al mundo, lar-

228 VARGAS VILA

go tiempo prisionero de la brutalidad, y pron- to a caer de nuevo bajo sus garras vence- doras ;

la aurora profética, irradia, y por la mi- lésima vez en los cielos de la Historia, el alba de la A^ictoria, despunta, sobre los cielos de Roma...

esos canipos del Lasio, que vieron huir a Pirro, que era como el fantasma de Ale- jandro; escapar en desbandada, los auda- ces sueños de Aníbal Barca, y estrellarse contra sus rocas, los caballeros númidas; ha; visto de nuevo, las alas de sus feroces águi- las, romper la serenidad del cielo, con aquel vuelo augural, que fué el predecesor de to- dos los prodigios;

y Roma, viene trayendo la Victoria al mundo; la Victoria, alada y fecunda, esca^ pada al corazón de la Ciudad Eterna...

y cuando dije Roma, dije Italia;

las legiones pretéritas de César, han in- vadido al Austria, caduca y feroz, han con- quistado la Italia Irredenta, y han puesto la espada de Garibaldi, sobre el cuello octo- genario, del último Habsburgo, que reinó en tierras de Italia;

urrah! por esas victorias de la Raza...

la entrada decisiva de Italia, en la acción guerrera, sus triunfos diarios sobre los ger-

CLEPSIDRA ROJA 229

manos, tienen para nosotros, los latinos, o latinizados, un doble valor, porque ellos afir- man el predominio de la raza, en los consejos de la paz futura, y en los destinos venide- ros de la Tierra;

hasta hoy, todo el latinismo de la guerra, estaba radicado en el ejército francés...

los belgas, son walones;

sajones, los británicos;

eslavos, los rusos...

eslavos, los servios ;

eslavo, el Montenegro;

nipones, los del Japón:

limitados estaban a Francia, y radicados en ella, los derechos del latinismo, el día, de la Victoria;

I qué suerte habrían corrido, esos derechos, representados únicamente por la Francia he- roica, rodeada de rivalidades, y de voracida- des?

la entrada de Italia en la guerra, amplía enormemente, el campo de acción de la raza, en lo? destinos del mundo...

ya el mar Mediterráneo, será mare nos- ir um ; mar latino;

Oriente, sentirá el influjo de la Raza, y la civilización latina, penetrará en Bizancio, pisando los talones de los turcos fugi- tivos ;

230 VARGAS VÍLA

ella, imperará en Marruecos; imperará en Libia ;

el Asia menor, será un campo abierto a sus conquistas ;

ella, será Arbitro Supremo, en los des- tinos de Albania...

el dominio del Mediterráneo y del Adriá- tico, suyos serán...

y, ¿por qué no esperar que Constantino- pla sea un día latinizada, y Roma absorva a Bizancio, sirviendo de dique, al pansla- vismo ruso, y al imperialismo británico, que hoy cierran momentáneamente los ojos, so- bre este campo de sus querellas futuras ?

¿cuál el deber de nuestra América latina, frente al esfuerzo heroico de la latinidad en Europa ?

ayudar por todos los medios a la victoria üe la Raza, que es la victoria de la Libertad, que no hemos podido establecer, y de la Civilización, que aún no hemos acabado de fundar;

entrar en el concierto de la raza latina, y de los pueblos latinos, unimos a ellos, y formar un solo grupo latino;

¿para qué?

para ser protegidos mañana, por los gran- des pueblos latinos...

CLEPSIDRA ROJA 231

¿ contra quién ?

contra la raza enemiga^ que nos acecha: Contra el Yanki...

la América latina, no tiene otro enemigo, que el Yanki...

unimos a los países latinos de Europa, para escapar a ese yugo amenazante, que es la Doctrina Monroe...

la Doctrina Monroe, no es sino una En- mienda Platt, continental ;

no creáis que el Imperialismo Étnico, exis- te solo, en el cerebro enfermo de Guiller- mo II, y de su coite de genízaros, empeñados en imponer al mundo, el determinismo de la Fuerza, y el predominio de la ideología fis- scheana, que es algo así, como la dogmática de un cafre ;

esa teoría de penetración telúrica, predi- cada por Lamprecht, ,para los germanos, -exis- te en los yankis, como aspiración, y como designio, sobre nosotros, y contra nosotros;

los dictados de la etnología conquistadora, son violentos;

el choque del panslavismo, con el pan- germanismo, en Servia, produjo esta guerra atroz...

no olvidéis, que una teoría semejante, exis- te en América: el j)an americanismo^ es decir:

232 VARGAS VILA

el panyanlisiíio, que es el vocablo verdadero, de esa doctrina enmascarada;

¿ que esa doctrina tiene apóstoles entre nos- otros?

el Oro del Rhin, el oro efectivo, no las brutales sinfonías de Wagner cayendo en lluvia benéfica, sobre las prensas, conquista diariamente adeptos para Germania...

;por qué el oro de Washington, no habría de tener igual virtud?

indígenas colonizables y colonizados por el cohecho, pueden poner sus lenguas y sus plumas al servicio de esta causa...

pero, las legiones del saborno, no triun- farán...

nada podrá ese bizantinismo indígena, sin portada y sin grandeza, hecho de bajas on- dulaciones, y de adulaciones más rastreras todavía...

nada podrán esas gentes, que cuando se fatigan de adular con los labios, adulan con la espina dorsal, y no pudiendo deshonrar la elocuencia de la palabra, apelan a la elocuencia vil de las rodillas, que es la úl- tima elocuencia del esclavo;

entretanto debemos unirnos y combatir, aunque sea espiritualmente, al lado de la Francia, y de la Italia, que son toda la

CLEPSIDRA ROJA 233

latinidad de Europa, en armas contra la barbarie;

asistimos a la crisis definitiva de una ci- vilización, a la transformación completa de un mundo, que creía haber lleg^ido al apogeo de la Historia, y fué sorprendido por una catástrofe, que ha volcado des- de sus cimientos, todo el trabajo de los siglos ;

nada efectivo podemos dar en nuestra de- bilidad, y en nuestra lejanía, a esta cruza- da del Derecho; nada, sino nuestro corazón; démoslo a la Libertad;

y, preparémonos para defender mañana, la herencia latina en América, contra la raza de presa, la raza yanki, que tiene del teutón, el místico salvajie, el místico de la Violencia, que hace de la brutalidad, una religión, y del despojo una dogma;

no olvidemos que esa raza, tiene el dog- matismo de la dominación, como único impe- rativo categórico, en sus relaciones con nos- otros ;

hay que vivir alerta, prevenidos contra el darwinismo social de aquellos usufructuarios traidores de la idea democrática;

es necesario alzar la bandera del Fanlati- nísmoy frente a la del Panyankismo;

234 \ARGAS VILA

entremos en el concierto del mundo latino; en la Confederación Latina;

no hagamos de nuestro aislamiento, un dogma, porque habremos hecho de él, una cuchilla ;

para los pueblos, más que para los indi- viduos, fué hecha la terrible sentencia :

T'« Solis...

FIN

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índice

Pági.

Prólogo 7

Profética 1.» de Junio de 1914. ...... 23

Jabalí Imperial 28 de Junio de 1914 ... 35

La Voz del Rayo 4 de Agosto de 1914. . . . . 53

Beiona Dea Urbis 5 de Agosto de 1914. ... 61

Rule Britania 15 de Agosto de 1914 73

Ante las ft'ágües victorias l.e de Septiembre de

1914. . 89

Las Águilas de Dios 15 de Se.ptiembre de 1914. . 97

Ilusión Étnica l.« de Octubre de 1914. ... 105

Pro Alma Mater 1.° de Noviembre de 1914. . . 113

Fuga de Vándalos 1.a de Diciembre de 1914. . 125

Cesarión l.o de Enero de 1915 131

La palabra de la Esfinge l.o de Febrero de 191f). 157

Boi'gia Lulero I.2 de Marzo de 1915. ..... 175

Diplomacia Arcaica l.s de Abril de 1915. . . 185

¡Vencidos! ¡Humillados! 7 de Mayo de 1915. . 195

Libera Italia Gloriosa 20 de Mayo de 1915. . 203 Bajo los CiiClos oro de V^enecia l.o de Junio de

1915. . . ............. 209

Surge et Ambula l.o de Julio de 1915. . . , 215

Pa.fllatiJiisino I.2 de Agosto de 1915. .... 225

Obras de venta en esta Casa Editorial

La Voz de las Horas

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VARGAS VILA

Coji el presente libro, como se dice muy Lien en f?l prólogo, se publica por primera vez en España una ota-a de este raro y exquisito pensador que goza en América, de la más alta nombradía, y disfruta en Francia, Italia y Alemania, de justo renombre.

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LA MUERTE DEL CÓNDOR

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VARGAS VILA

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