LIBRARY OF PRINCETON

DEC I I 2003

JHEOLOGICAl SEMINaRY

PER BX1427.A1 .C75 Cristo Rey en México.

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* Mayo do 1957

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PORQUE EN ELLA SE ANUNCIAN SOLO CASAS SERIAS Y DE RECONOCIDO PRESTIGIO.

1 X 5 7

n de mayo

1 í) 5 7

AL EGREGIO

PONTIFICE DE CRISTO REY,

P I O X I .

DE GLORIOSA RECORDACION

QUE EN SU SUBLIME ENCICLICA QUAS PRIMAS ' INSTITUYERA LA SOLEMNIDAD DE LA REGALIA DIVINA,

“CR/STO REY EN MEXICO "

LE DEDICA ESTE HOMENAJE DE VENERACION Y GRATI- TUD POSTUMO Y BIEN MERECIDO, EN EL PRIMER

CENTENARIO DE SU NATALICIO.

“CRISTO REY EN MEXICO”

Indicador:

PAg.

AL EGREGIO PONTIFICE DE CRISTO REY. PIO XI 49

EL PONTIFICE DE CRISTO REY.— losé de Jesús Ojeda

Sánchez 51

Nuestra Portada:

Dibujo de S. S. Pío XI, por Arturo Joel.

NATURALEZA DEL REINADO DE CRISTO EN LA SOCIE- DAD.— Sr. Cura Antonio Funes 54

LA MONTAÑA DE CRISTO REY.— Epoca Antigua.— Re- copilador: José A. Betancourt, Pbro. 64

CRISTO PRESENTE Y FUTURO.— Dr Raúl Vivar 70

EL POEMA DEL AMOR DIVINO.— Capítulo XXV.— Triun- fos del Amor. Dr. Valverde Téllez 73

SOLDADOS DEL REY. Continúa. José de Jesús Ojeda Sánchez . . . 77

UNA MONTAÑA.— David N. Arce 35

LA MONTAÑA DE CRISTO REY.— Epoca Actual.— Pbro

Mónico Villegas 88

CRISTO REY EN MEXICO". Revista mensual. Organo del Centro General de Propaganda del Monumento Votivo Nacional a Cristo Rey de la Paz. León, Gto.. México. Mayo de

1957.— Año V. Vo!. V.— Núm. 2.

N siglo se nos cumple del natali- cio de Aquiles Ratti, el Once- no Pío de la Sede romana y en la evocación jubilosa de aque- lla silueta de santo, se nos ba- ñan las pupilas con aquella albura pontificia que le mereció y gustó ser llamado el Hombre Blanco.

Nuestro corazón filial al contemplar sus fo- tografías encuentra en Pío Undécimo rasgos pa- ternales de un dulce anciano, que después de tres lustros de encumbramiento al solio más regio de la tierra, sucumbió el 9 de febrero de 1939.

Como la de Cervantes, tenía la frente “lisa y desembarazada”, re- flejando un alma extrordinaria, varonil y serena, semejando a la vez un libro abierto. Monseñor Fontenelle, preclaro biógrafo de Pío Once alude a esa “frente de pensador, de vigoroso relieve, suavemente inclinada hacia las arcadas cejas”.

Pero no hay que prescindir de los ojos grises del Papa, “encogidos

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por largas y minuciosas lecturas; ojos de hombre de ciencia; ojos aleccio- nados, disciplinados, perseguidores de un pensamiento interior y a los que apenas distraen las cosas de afuera. La nariz vigorosa, de abiertas venta- nas, las mejillas llenas.., los labios al mismo tiempo finos y anchos, la bar- ba redonda... Cuando está en pie, aparece de talla mediana y erguida; el busto es fuerte y corpulento; los hombros redondeados”.

Sin embargo, el peso del Pontificado lo doblegó en sus últimos años, por los zarpazos de la enfermedad, que había que atribuir a milagro el que hubiese vida en aquel 01161130 consumido, pues de él llegó a decir Henry Bordeaux: “parecía flotar entre las blancas vestiduras”.

Durante sus últimos tres años, desde que se instaló a la vera de su camino la implacable parca, no cubría su cabeza con la tiara, como cuando bendecía a la Ciudad y al Mundo desde el balcón central de San Pedro; no usaba tampoco el sombrero de alas redondas con el que le admiraron tan- tas veces los peregrinos ; sino un solideo bajo el cual asomaban unos po- cos cabellos, resto del mechón triangular que coronaba su frente en los primeros años fie su pontificado.

Pero todavía entonces sobresalen los ojos, un tanto deformados a través de los cristales de sus anteojos “pequeños” y de doble foco. En ellos se advierte penetración, firmeza, a la vez que lejanía de horizontes infi- nitos, admirados por Mons. Ratti desde las cumbres de los Alpes y desde la de los libros. Sus ojos tienen dulzura de abuelito y pocas veces se han visto ojos ele mayor dulcedumbre...

Sorpresa fue para el mundo el que Monseñor Ratti, a los siete me- ses de vestir la púrpura cardenalicia, resultara electo sucesor de Benedic- to XV. Y desde entonces comenzó su vía de amargura: las persecuciones de Rusia, de México, de España, de Alemania, son clavos para sus manos y sus pies.

Pío Undécimo amó sobremanera a México y llegó hasta derramar lágrimas de dolor cuando supo nuestras epopeyas cristeras. México le ins- piró con su himno gigante de Mártires: “¡Viva Cristo Rey!”, aquella fra- se o lema suvo que ha pasado a ser inmortal: “LA PAZ DE CRISTO EN EL REINO DE CRISTO.

Fue el Pontífice de la Paz en Cristo y el Pontífice del Rey de la P'az, porque con su documento pontificio, su Encíclica “QUAS PRIMAS” dió a toda la Iglesia la festividad universal de CRISTO REY, en el año de 1925. Siempre tremoló el pendón del Príncipe de la Paz, Cristo Jesús.

Pero un rasgo muy propio de Mons. Ratti, fue el haber sido alpinis- ta que paseó sus ojos por los grandes lagos, por los niveos picachos, pol- ios macizos de pinos: “¡Oh pinos de Italia!, bañados de gracia, de gloria, de azul !”...

Pío Undécimo amó las montañas y sin duda amó también nuestro

CRISTO REY EN MEXICO

Qubilete”, al cual hubiera ascendido para gozar de su grandeza y de su sublimidad. Para él la ascensión a una montaña era poesía y acercamiento a Dios. Y llegó a escribir esta frase poética:

“Del mondo consacró Jeova le cime”

(Dios consagró las cimas del mundo).

Y él quiso consagrar nuestra cima santa, llevando en el alma el de- seo de postrarse reverente ante nuestra estatua, derribada por dinamita sacrilega, como se arrodilló ante la Virgen negra de Vilno durante dos ho- es la nieve.

México le debe amor perpetuo por las demostraciones de afecto de parte de este Pontífice, cuya figura se proyecta sobre nuestra cima san- ta, porque la frase que se escucha cuando muere un monarca: “¡El Rey aa muerto! ¡Viva el Rey!, en el caso de la muerte de un Vicario de Cris- to, se trueca tradicionalmente así: “¡Pedro vive! !Viva el Papa!

José de Jesús Ojeda Sánchez.

CHISTO REY EN

MEXICO"

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A fe y el heroísmo perseverante, tan- to del venerado Pastor como tam- bién de los fieles de esta Diócesis de León, juntaron sus llamas para caldear e iluminar la devoción a la divina Realeza de Jesucristo. Y a fe mía que ha cristalizado su es- fuerzo, como nos lo patentiza aho- ra el artístico y regio Monumento que se acaba de bendecir y consa- grar al Rey Inmortal de los Siglos... y que se me antoja como una auro- ra dulcísima que presagia la erec- ción de ese otro Monumento que mañana, en días mejores, erigirá en el Cubilete la Patria entera...

Parece como un sueño. Señores, pues las aguas de todas las tribu- laciones pasadas, como que han con- vergido a un solo punto para aquie- tarse : el de esta hora solemne ; y, por un contraste providencial, han formado como un remanso de glo- ria de Cristo el único Soberano- convidándonos a mirar en sus ondas la insignificancia de nuestra peque- ñez, para despreciarla, y la majes- tad celeste de la Realeza Universal de Cristo para ensalzarla.

Tema desarrollado por el Sr. Cura y Vicario Foráneo de Silao, Gto., Pbro. D. Antonio Funes, en la Tercera Sesión Solemne del Congreso, la mañana del día 14 de Enero de 1938.

No parece sino que la frase ins- pirada de San Juan: ‘da vida eterna

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"CRISTO REY EN MEXICO"

EL R. P. JORGE HOPE, REC- TOR DEL SEMINARIO CONCILIAR TRIDENTINO DE AGU ASC ALIENTES Y PRESIDENTE DE LA SO CIEDAD DE EX-ALUMNOS SACERDOTES DE MONTE- ZUMA SEMINARY, OFICIA EN LA ROMERIA SACER- DOTAL DE TODOS LOS MONTEZUMENSES MEXI- CANOS.

consiste en conocerte a tí, solo Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste”, fue hecha para estas horas de cielo... ¿Qué, aun cuando este instante sea fugaz y pasajero, como todo lo de este mundo, al brindarnos ia incomparable oportunidad de reunirnos para estudiar y conocer más y mejor a Jesucristo el Unigénito de Dios no nos hace vivir en semejanza a ios que se asientan en las ráfagas de luz de la perpetua eternidad... ?

Con razón bendecimos con toda el alma a la Providencia de Dios por esta dádiva...!

Mas... ¡cómo me apena, Señores, ser yo el escogido para hablaros de la Divina Realeza de Cristo, hoy por hoy particularmente vilipendiada, perseguida y odiada con vesanía satánica... ! ¡ Y cómo me anonada el ver- me obligado a desarrollar la ponencia de: “COMO HACER EFECTIVO EL REINADO DE CRISTO EN LA SOCIEDAD CIVIL”, ante esta magna e ilustrada asamblea....!

Pero es verdad que también es lenitivo a mi indigencia, la inmensa dicha que me causa el venir a proclamar públicamente ,1a. Soberana Rea- leza del Hijo de Dios, considerándola en sus relaciones con la sociedad civil, precisamente en estos días, para ésta de negación y de tragedia.

Entremos pues, en materia contando con el divino auxilio.

¿Qué debe entenderse por sociedad civil en relación con el Reinado de Cristo?

Notad que digo sociedad civil en relación con el Reinado de Cristo, norque, si bien es cierto que, sociedad civil es el conjunto o congregación de hombres que, por medios extemos y mediante el vínculo de la ley se proponen conseguir un bien común, temporal y completo; también lo es,

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según la doctrina católica, que dicho fin, no teniendo sino el simple ea- lácter de próximo e inmediato, aun cuando sea un bien temporal, común a todos los hombres y de suyo externo, debe estar subordinado al fin su- premo del hombre y con él relacionarse siempre, como enseña Santo To- más de Aquino. (Cf. 1. q. 95. a: 1 . 2 y 4) .

Por lo que la nación, o sea esa sociedad civil o comunidad final, co- mo la llama el mismo Doctor Angélico, no puede concebirse perfecta, si no dice relación, en la consecución de su fin temporal, al fin último, su- premo y eterno.

Es tan íntima, fundamental y esencial la relación que hay entre la sociedad civil y lo supremo y divino que, dada la actual economía provi- dencial, no puede ni siquiera existir la idea de sociedad civil, sin la de fin supremo o último.

Precisado este primer concepto permitidme aclarar este otro, mis- terioso, al que llamamos Reino de Cristo; y para esto entrad conmigo por la reflexión y el discurso, al Sancta Sanctorum, o sea, dentro del mismo ser divino, hasta donde a la razón guiada por la fe le sea dado penetrar.

El Reino de Jesucristo sobre la tierra, consiste: en que todos los hombres reconociendo y reverenciando su Soberana Majestad, cumplan su santísima voluntad.

“¡Dios solamente! Pero no como una cosa difundida por espacios in- mensos ; ni come una cosa concentrada en un punto inextenso ; ni como al- go que tiene que estar aquí o allí,; puesto que todas estas son ideítas hu- manas, en nuestro caso, vacías de realidad”,

“Sabemos que Dios es una sustancia misteriosísima, sobrenatural, la única sustancia sobrenatural posible; sabemos que en él nada es acci- dental ni accidente; que allí no hay soledad ni monotonía, ni juventud, ni vejez, ni pasado, ni futuro, ni presente temporal ; sabemos que su natu- raleza es su cielo, y que su vida íntima es estupendamente misteriosa por la realidad de tres personas distintas que son subsistencias ni quebran- tan en lo más mínimo la unidad absoluta del Ser divino”.

"Mas con saber y creer todo esto, no sentimos aún la potencia de la voluntad de ese Dios, que ahora contemplamos en su eternidad sin se- res”.

“Para sentirla acerquémonos más; fijémonos bien cómo en ese Ser no hay manos, ni pies, ni ojos; ni hay en El cosa que pueda salir de El".

“No comienza a moverse buscando en la nada puntos de orientación ; no saca fuera de unos brazos que comuniquen, al quiero de su volun- tad, un ademán, un gesto de omnipotencia".

"Pero allí, en lo más recóndito de ese Ser (en que todo es recóndi-

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'CRISTO REY EN MEXICO'

to), de ese Ser que es purísimo acto necesario, brota un acto necesaria- mente libre, que no es distinto del anterior; un quiero secretísimo, ocultí- simo, que es el mismo Ser de Dios, sin que por ello coexistan desde Ha eternidad ese quiero y la cosa querida”.

“Y por la fuerza y eficacia de ese quiero ocultísimo, que no pertur- ba para nada la tranquilidad y silencio de la vida divina; de ese quiero, que en comparación de las procesiones personales es, por decirlo así, un episodio insignificante; por la fuerza y eficacia de ese quiero eterno que es y pudo no haber sido, comienzan a existir piedras, plantas, animales, almas, ángeles, relaciones, fundamentos de las ideas de espacio, de tiem- po, de movimiento, en fin todo el Universo”.

“Esto pronto se dice y difícilmente se siente. En un hombre de gran cultura el estudio y contemplación del ETniverso, en lo grande y en lo pe- queño, en lo material y en lo inmaterial, en lo natural y en lo sobrenatu- ral, causa de hondos sentimientos de admiración, por las armonías que oye el alma en esta obra divina”...

Y sin embargo, “conviene persuadirse bien, aun cuando ya lo sepa- mos, de que la creación no constituye el tesoro de Dios”.

EL EXCMO. Y REVMO. SR. DR. DN. LUIS CABRERA CRUZ. OBISPO DE PA PANTLA VOLVIO AL MO NUMENTO VOTIVO NA CIONAL, QUE EL AYUDA RA Y AYUDA A CONS- TRUIR, A SACIAR SUS PUPILAS CON LA MIRA DA DE LA MONI- IEN TAL ESTATUA DEL SO BERANO INMORTAL Y A OFRENDAR EN LAS ARAS SACRIFICIALES DEL SAN TUARIO DE LA REINA, SU PROPIO CORAZON.

CRISTO REY EN MEXICO"

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“Dios no es rico por lo que ha creado, ni por lo que puede crear '.

“La riqueza de Dios consiste exclusivamente en su Ser. Su esencia es rica”.

“La potencia de crear es sencillamente una potencia de dar no de recibir”.

“Por consiguiente. Dios no crea para servirse de las cosas creadas”.

“Es verdad que somos esencialmente siervos de Dios: somos crea- dos para servirle, mas no para prestarle servicios”.

“Dios no ha menester siervos que le barran la casa, o admiren su oelleza, o acrecienten su alegría, o completen su gloria”.

“Servir a Dios no consiste, pues, en prestarle servicios, sino en no hacerse uno señor de y dueño de : consiste en poner la voluntad crea- da debajo de la voluntad creadora”,..

Todo esto nos hace ver “que la voluntad de Dios, no sólo es pode- rosa y seria; es, sobre todo, pasmosamente elevada y profunda”.

“Para sentir esta elevación y profundidad de la volutad divina, no basta ir recorriendo una por una las maravillas todas del mundo crea- do, natural y sobrenatural; es preciso oír bien el acorde completo y la sucesión armoniosa de los acordes ; es preciso oír la estructura musical de toda la Obra”.

“Para esto es también necesario conocer y sentir la idea capital que preside a todo el plan de la creación; pues a esta idea capital correspon- derá el quiero principalísimo de la voluntad divina”, quiero, soberano, que nos revelará lo que es el Reino de Cristo.

“Lo que Dios quiere crear es, en definitiva, una IMAGEN acabada del ser divino ; a eso va encaminada toda la creación”.

“Ahora bien; la IMAGEN más perfecta de Dios en cuanto a Ima- gen, será aquella que represente de la manera más perfecta lo más hondo de la naturaleza y vida divinas. Y como la naturaleza y vida de Dios con- sisten, primeramente en ser y luego en el acto de entenderse y amarse, la IMAGEN deberá ser una naturaleza viva, dotada de entendimiento y voluntad”.

“Y como lo más hondo de la vida divina consiste en la producción de dos personas divinas y en la existencia de tres fundada en la necesi- dad de aquel entendimiento divino, único, y de aquella voluntad divina única, la IMAGEN viva que Dios quiere crear deberá ser una imagen viva de la Santísima Trinidad, semejante a Ella en todo; en la representación

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"CRISTO REY EN MEXICO"

de las tres personas, en la participación de la naturaleza divina, en el deleite interior, en la felicidad suma, en la perpetuidad de la gloiia .

“El Artista divino acaba su IMAGEN tan pronto como le abre los ojos para que le vea; en la visión clara de Dios, el hombre es IMAGEN genialmente bella de la Trinidad”.

“Porque así como la persona del Padre, entendiendo con un conoci- miento períectísimo, intuitivo, comprensivo, toda la esencia y atributos y perfecciones divinas, absolutas y relativas, produce el Verbo, que es rea- lísimamente Hijo engendrado por el Padre, así el alma, sobrenaturalizada v elevada, al ver claramente la esencia divina produce un. verbo, . un acto vivo, inmanente, y sin el cual sería imposible nuestra visión divina ; este acto vivo, vitalísimo, del entendimiento humano elevado, es a IMAGEN viva del Verbo eterno; y con ser accidente es, sin embargo, la IMAGEN más perfecta del Verbo substancial, a causa de la permanencia y continui- dad de la visión beatífica”.

“Y así como el Padre y el Hijo, amándose con amor infinito, aman- do con la única voluntad divina tocio cuanto en Dios es perfección divina, r,on fuente única del Espíritu Santo, así de un modo análogo tan pronto como el hombre ve a Dios, brota de la voluntad un acto accidental y per- manente de amor; un acto vivo, el más vital, el más necesario y el mas voluntario de cuantos es capaz la voluntad humana; este acto vivo, vita- lísimo de la voluntad humana elevada, es la IMAGEN viva del Espíritu Santo”.

“Así que en la gloria, el alma del hombre es IMAGEN viva lo más semejante posible a la Trinidad. La fuente de esos actos vivos de enten- der v de amar, es el alma elevada, que así viene a ser IMAGEN del Padie. El acto vivo de la visión es IMAGEN del Verbo. El acto del amor es^ IMA- GEN del Espíritu Santo. Y así lo más íntimo y vital de la vida elevada del hombre es acabada IMAGEN de lo más profundo de la vicia de Dios. Y no IMAGEN viva, preciosa, como un bellísimo Dios en miniatura, en la que se representa activamente toda la vida ele Dios, y en la. que se sa- borea con deleite inmenso toda la felicidad de Dios” (\ . Ciar-Mar, S. I.

Pen de Fil Ase.). Que no es otra cosa que la realización perfecta de aque- ja conclusión ele San Agustín: “Si filii Dei Facti sumus, et dn facti su- mus”. (Serm. XIII de Verbis Domin.).

Aquí tenéis, Señores, expuesto sintéticamente lo que es el Reino de Cristo en relación con la humana sociedad, o sea, aquello a que ha venido el Verbo Divino a este mundo.

El Verbo del Padre bajó del cielo y vino a la tierra para salvar lo que había perecido, y para hacer de todos los redimidos, “un solo íeci. bajo un solo pastor”, mediante la fundación de su Iglesia; sociedad pei- fectísima que recibió de su Divino Fundador, todo cuanto sus miembros necesitan para conseguir su fin ora en la tierra, ora en el cielo, en el cua se complementa el Reino de Cristo. Y con sabiduría inefable ha simplifi- ca

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cado su obra, a fin de que los hombres puedan con toda precisión y segu- ridad realizar a un mismo tiempo sus fines temporal y eterno. Mas plugo a esa misma Sabiduría inescrutable, coordinar de tal manera, las cosas, que la sociedad civil no alcanza ni puede alcanzar su fin temporal en to- nos su amplitud y perfección, sino en aquella misma proporción en que se entrega de lleno a la consecuencia de su fin supremo.

Ya lo habéis escuchado ayer de labios autorizados: Cristo ha fun- dado su Reino en unas verdades que los hombres constituidos en sociedad <.eben creer y en unos preceptos que deben cumplir; y en unos sacramen- tos que deben recibir.

Precisados pues, los dos conceptos de sociedad civil y de Reino die Pristo, pasemos ahora a contestar directa y expresamente a la pregunta: ;. COMO HACER EFECTIVO EL REINADO DE CRISTO EN LA SOCIE DAD CIVIL?

Conviene ante todo hacer una prenotación: hay que tocar, por des- gracia y porque es necesario, una llaga que punza: La Iglesia, ese Reino de Cristo, esa Sociedad completa, esa Religión, o mejor dicho, la única verdadera Religión, no goza entre nosotros de la absoluta libertad a que tiene pleno derecho.

No obstante ser “la más vasta unidad religiosa, moral y jurídica que se ha conocido en el mundo, concretada en una sociedad perfecta que tiene por su naturaleza carácter internacional y que subsiste perpetua- mente con la integridad de sus derechos augustos, aunque muchas veces el vicio y la impiedad, que son las dos formas del mal entre los hombres, levanten barreras a su ejercicio y nieguen algunos, cuando no pueden ne- garlos todos”. La Iglesia, lo repetimos, no tiene en México, libertad com- pleta. Hace más de un siglo que se le viene obligando a vivir a medias... a pausas... y no tal como Cristo la hermoseara porque le falta el primero y más esencial de sus derechos: la libertad.

Debía tocar este punto, Señores, para dejar bien grabadas en vues- tras conciencias estas verdades: Mientras no haya completa libertad para la Iglesia de Jesucristo, no se podrá hacer efectivo en todo su desarrollo el Remado de Cristo ni en los individuos, ni en las familias, ni mucho me- nos en la sociedad.

Además : Si como individuos, ya aislados o formando familias, y aun cuando por ello fuéramos perseguidos cruel, injusta e inhumanamen- te. no dejamos de estar obligados a vivir dentro del Reino de Cristo; más y mucho más lo estamos como sociedad, como pueblo, como nación.

He aquí una verdad en la que no se piensa bastante; una verdad que muchos no comprenden o no quieren comprender; una verdad que mu- chísimos no viven ; una verdad que se ha tratado de obscurecer con las tinieblas de un espantoso error infiltrado en la sociedad humana por el protestantismo putrefacto del Siglo XVI, error que supo aprovechar el

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CRISTO REY EN MEXICO''

liberalismo del pasado siglo y que intenta elevar a la falsa categoría de verdad demostrada, el socialismo de nuestros días, a saber: QUE LA RE- LIGION ES UN NEGOCIO EXCLUSIVAMENTE PRIVADO, o lo que es lo mismo que el Reinado de Cristo es sólo para los individuos, o, cuan- tió más, para el secreto de la familia, mas no para la sociedad.

Este error. Señores, ha minado en gran parte la conciencia de los que se llaman intelectuales, sigue minando la de la clase media y amenaza dejar para siempre su gangrena en la conciencia misma de nuestros pue- blos. Es el error dominante de los tiempos modernos, el error capital del rigió, causa de que no sea. efectivo el Reinado de Cristo en la sociedad civil.

Nada más falso que este error, pues, “si la naturaleza, dice S. S. León XIII, y la razón imponen a cada uno de nosotros el deber de honrar a Dios con un culto religioso, porque estamos bajo su poder y porque sa- lidos de El volvemos a El, la misma ley obliga a la sociedad política. Por- que los hombres reunidos en sociedad no están menos bajo la dependen- cia de Dios de lo que lo estarían si viviesen aislados ; y la sociedad no es menos deudora que los individuos a Dios, cuyo designio la ha formado, cuyo querer la ha conservado y cuya munificencia la ha asegurado todos los bienes de que goza”. (Inmortale Dei).

Viene a confirmar esta doctrina la observación desapasionada de un fenómeno siempre constante en la vida y desarrollo de los pueblos.

¡Cosa notable! En la medida en que las sociedades se van alejando de las verdades, de los preceptos, y de los sacramentos que Cristo les tra- jera, en la misma medida vienen a caer irremediablemente no sólo en los más groseros errores, sino en el retroceso más completo. ¿Qué mejor prueba que les es esencial vivir dentro del Reinado de Cristo?

Dígalo, si no, la actual y moderna sociedad que, por no prestar su inteligencia a la iluminación de la fe católica por el asentimiento a las verdades dichas ; que, por no doblegar su voluntad con la obediencia y íiel observancia de los preceptos; y que, por no abrir su corazón al amor ae los sacramentos, nos está dando la más tremenda lección de barbarie que hayan contemplado los siglos.

No Señores, la Religión o Reinado de Cristo no es un negocio de in- terés exclusivamente privado, no; es negocio de interés público, de sumo interés social, debe ser el primero de los negocios en todos los pueblos que quieren ir a la vanguardia de la verdadera civilización; es el primero ue los negocios en todos aquellos pueblos que no quieren retrogradar vein- te siglos, ni prefieren permanecer irredentos.

“Decir que Jesucristo es el Dios de los individuos pero no es el Dios de los pueblos y de las sociedades, es decir que no es Dios. Decir que el cristianismo es la ley del hombre individual, pero que no es la ley del hombre colectivo, es decir que el cristianismo no es divino. Decir que la

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n

Iglesia es juez de la moral privada, pero que nada tiene que ver con la moral pública y política, es afirmar que la Iglesia católica no es divina”. (Mons. Pie.) .

Como todo esto no podría afirmarse sin incurrir en una contradic- ción palmaria y flagrante, síguese que Ja verdad está en afirmar que la Religión o el Reinado de Cristo, no es negocio propio y exclusivo de sólo los individuos, sino que lo es principalmente de los pueblos como tales.

Si Dios ha sujetado a Cristo todas las cosas y no ha dejado ninguna ^ue no haya sometido a El, como enseña San Pablo (Hebr. II, 8.) ; luego Jesucristo, como Hijo natural de Dios Padre y engendrado de su propia sustancia en los esplendores de la eternidad (Salm. II, 7.), es el Soberano no sólo de los individuos sino también de las sociedades. Si Jesucristo es Rey, como Pll mismo lo ha dicho (S. Juan, XVIII, 37.) y Rey a quien se han dado en herencia todos los pueblos de la tierra (Sal. II, 8.) ; luego ninguno de ellos puede sustraerse a su Soberanía. Si es Rey que tiene todo poder en los cielos y en la tierra (Mat. XXXVIII, 18.) ; luego tiene no sólo la Soberanía o Realeza espiritual, sino toda Soberanía y Realeza espiritual, sino toda Soberanía y Realeza temporal.

Sin embargo de esto, no teman los Herodes modernos a esta Ma- jestad Soberana; “Non eripit mortalia qui regna dat coelestia”. (Of. de Epifan.). Eso sí, “et nunc reges intelligite” (Salm. II. 10).), tengan bien entendido que si Jesucristo posee de derecho, a la vez, el poder espiritual y el poder temporal sobre las naciones lo mismo que sobre los individuos; de hecho, ha sido voluntad suya el delegar a los jefes de los Estados el ejercicio del poder temporal, y reservar a su Iglesia el poder espiritual. Distinción admirable de las dos potestades, establecida por el mismo Cris- to, y prueba palmaria de su esencial independencia o, como dijera el in- mortal León XIII (Immortale Dei.) : que “en su propio dominio cada una es soberana". Por más que esto no deba entenderse en el sentido de que el Estado, en cuanto tal, no tenga ningún deber con Jesucristo, ya que esto sería caer en la neutralidad oficial reinante en muchas palies, y en el liberalismo legal condenado por la Iglesia.

El Estado, pues, reduplic-ativamente como Estado, queda bajo el omnímodo poder de Cristo, cuya potestad abarca los cielos, la tierra y los abismos, como queda bien demostrado.

Habiendo refutado con abundancia de pruebas esa gratuita afirma- ción que está causando tantos males contra el Reinado de Cristo en la sociedad civil ; tiempo es ya de averiguar cómo podremos hacer efectivo t se Reinado en dicha sociedad.

Ante la mirada atónita de todos los creyentes conscientes de mismos y dotados del buen sentido común delante de toda la aristocra- cia de la inteligencia humana de más de diez y nueve siglos, preséntese radiante de luz, majestad y amor, la gloriosa figura de Nuestro Señor Jesucristo, ostentando en su persona, en sus palabras y en sus obras, to-

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CRISTO REY EN MEXICO"

das las pruebas inequívocas de un Dios-Humanado, que viene expresamen- te a fundar para todos los hombres su reino que es luz en sus verdades, autoridad en sus preceptos y amor en sus sacramentos.

En efecto, el cumplimiento clel plan divino, o coronamiento esplén- dido de la Realeza de Jesucristo aquí en¡ la tierra, está y consiste, en que no sólo el individuo, no sólo la familia, sino la sociedad humana toda cons- tituya ese su Reinado.

Haremos, por tanto, efectivo el Reinado de Cristo, cuando la socie- dad toda, moralmente hablando, tome parte en él por esta triple plenitud : PLENITUD DE FE EN TODAS LAS VERDADES DE CRISTO, PLENI- TU DE ACATAMIENTO A TODOS SUS DIVINOS PRECEPTOS Y PLE- NITUD DE CARIDAD Y AMOR A JESUCRISTO POR MEDIO DE SUS SACRAMENTOS. Viviendo así. Señores, iniciamos en nosotros el Reinado de Cristo, reinaremos aquí en la tierra e iremos a encontrar el comple- mento de su Reinado en la vida del cielo.

¡ Oh Cristo, Divino Rey ! El universo sirve de fondo grandioso al imponente esplendor de tu augusta Realeza. Los cielos y las virtudes de los cielos a una con los dichosos serafines, en sublime armonioso consor- cio aclaman tu Regia Soberanía. Así lo entendió el vidente Apocalíptico, que escribió por eso: “Digno eres ¡Oh Señor Dios nuestro! de recibir gloria y el honor, y el poderío, porque creaste todas las cosas, y por tu querer subsisten. (Apocalip. IV, 11).

Por esto, al celebrar este Congreso, después de la solemnísima de- dicación, del grandioso y magnífico Monumento que te ha sido consagrado, proclamamos pública y solemnemente tu Soberana, Divina, Universal Rea- leza y te ofrecemos el más rendido homenaje de nuestra fe y nuestro amor.

Haz ¡ Oh amadísimo Rey ! que esta regia ofrenda de nuestro Prelado sea como una fúlgida aurora que anuncie el gran día dichosísimo en que este tu México, nación predilecta tuya, reconozca y proclame públicamen- te como a su único Rey a Tí, Señor, Verdad absoluta, suprema Autoridad, ■\mor excelso e infinito, Rey de reyes y Señor de ios que imperan...

E N

CRISTO

REY

MEXICO

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EL EPISCOPADO MEXICANO CONTESTA A LA CARTA DEL GENERAL O BREGON

Y UNA VEZ MAS EXPONE ANTE EL ORBE ENTERO SUS ALTAS TENDENCIAS, FINES Y SANTAS ASPIRACIONES.

Hacen notar los limos. Prelados cómo el Gobierno ha reconocido !a impor- tancia de la labor de la Iglesia en la solución de los problemas actuales.

Tomado de "El Amigo de la Ver- dad”. — México, D. F., 7 de Febre- ro de 1923.

A la contestación que el Presi- dente de la República dio a los limos. Prelados de la Nación acerca de la carta que éstos le dirigieron con motivo de la expulsión del Excmo. Señor Delegado Apostólico, ha recaído la que a continuación

chada con los lazos suaves de las luminosas doctrinas del evangelio que tan sabiamente aplicó a los tiempos modernos el inmortal León XIII.

La lectura de esta carta, indefec- tiblemente, que traerá a los hom- bres del poder la tranquilidad, por- que sus puestos no están amenaza- dos, la tranquilidad pública no se-

Recopilador: José A. Betancourt, Pbro.

transcribimos, en la que a todas lu- ces se palpa el móvil de la acción del Episcopado no tanto por las fac- ciones rebeldes encabezadas por es- te o aquel caudillo descontento si- no por la hidra amamantada por el mismo Gobierno y que al saborear los frutos amarguísimos de ella, no ha podido menos que usar con ella la mano de hierro para sujetarla al orden y a la tranquilidad.

Los limos. Prelados, como se ve por el texto de la carta, exponen una vez más los móviles de su ac- ción, que no es otra que unir a to- dos los hijos de esta patria desdi-

rá alterada en un ápice y las luchas que se registren, sólo se realizarán entre el bien y el mal ; pero nunca se derramará la sangre de los com- batientes.

El texto de la referida carta ec el siguiente:

México, febrero 5 de 1923. Señor General don Alvaro Obregón, Pre- sidente de la República Mexicana. Ciudad.

Señor de nuestro repecto:

No podemos menos de sentirnos

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"CRISTO REY EN MEXICO"

gratamente impresionados al en- contrar en el tenor general de la respuesta de Ud., señor Presidente, y tener que agradecerlo, como lo hacemos por esta carta, un ánimo de misericordia entre la Primera Autoridad de l'a República y Ir igle- sia Católica que representamos en nuestra patria común.

Igualmente nos congratulamos al ver cómo se desprende de todo el sentido de la carta de Ud. el reco- nocimiento de la personalidad de la Iglesia, con un programa perfecta- mente definido por Ud. como ele- mento importante en la solución uel problema social que agita al mun- do hace años y que se ha presenta- do en nuestra patria reclamando urgente remedio.

Permítanos Ud. Señor Presiden- te, recordar que las dos soluciones que se han querido dar a ese nro- b’ema, la socialista y la católica por más que van de acuerdo en re- conocer muchos de los males graví- simos de la época, están con todo en gran desacuerdo cuando se tra- ta de señalar el origen de ese ma- lestar. y en verdadero antagonismo cuando se trata de los principios de que hay que partir para aplicar los debidos remedios; porque mientras los socialistas quieren encontrar el origen de! mal en la propiedad in- dividual. en el capital, en las rela- ciones de familia y en los vínculos mismos de la religión, los católicos lo encontramos en el abuso de la propiedad, en el capitalismo, en fa relajación de los vínculos familia- res, en la ignorancia religiosa y en la relaiación de las costumbres; causas todas que directamente pro- vienen de la disgregación social qu2 trajeron consigo los principios libé- lales. que abolieron en vez de re- formar los antiguos gremios y de

EL P. BETANCOURT EXPLICA A MONS. CABRERA CRUZ. OBISPO DE PAPAN TLA. LOS PLANOS ULTIMOS DE LAS OBRAS DE CONTINUACION DEL MO NUMENTO DE LA SANTA MONTAÑA DE CRISTO REY.

las. trabas puestas a la Iglesia para desenvolver su programa de justi- cia y caridad, desde el absolutismo de les Reyes hasta la tiranía de los gobiernos individualistas.

Si del origen de esos males pa- samos a los principios a que hay que acudir en busca del remedio, el: antagonismo entre socialistas y ca- tólicos es patente, porque los pri- meros en nada tienen en cuenta a Dios, ni la conciencia ni la moral' cristiana, ni la vida futura, y los segundos se basan precisamente en estos fundamentos de la vida social que aquellos minan.

Tiene el programa católico entre

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'CRISTO REY

EN MEXICO

<*r

MONS. ERNESTO E. FILLIPI, DELEGADO APOSTOLICO EN MEXICO, EL AÑO DE 1923, BENDICE LA PRIME- RA PIEDRA DEL PRIMI'T- VO MONUMENTO A CRIS- TO REY, EN LA MONTA- ÑA DE EL CUBILETE.

#

otras la ventaja de alcanzar con la equidad y caridad a donde no alcan- zan las leyes, ni la misma justicia, estrechando así con verdadero lazo de fraternidad a todas las clases sociales que Dios dispuso que hu- biera no para ser antogónieas, sino para coordinarse y cooperar al bien común, ventaja de que carece el so- cialismo que no sabe sino sembrar entre las clases sociales odios y di- visiones hasta hace poco desconoci- dos en México. Y tiene además el programa católico la ventaja de ser

emir ert emente práctico, porque to- ma al hombre como es, armoniza maravillosamente los intereses es- pirituales y materiales, temporales y eternos, y cuenta con la autoridad de su Divino Fundador, que sacia la sed de sobrenaturalismo que siente la humanidad entera.

Tan es así que cuanto de bueno se halla en los sistemas sociales que se apartan de Jesucristo, de El los han temado, pero no se puede asegurar sin incurrir en gravísimo

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CRISTO REY EN MEXICO

equívoco, que tengan sólo por eso tales sistemas la sanción de la Di- vinidad.

No somos los católicos rémora, —antes bien auxiliares,— para que se busquen y pongan en práctica cuantos medios contribuyan al me joramiento de los proletarios y obre- ros, pues convenimos con Ud. en considerar como condición indispen- sable que se respeten las normas eternas de la justicia y de la moral cristiana.

En este sentido hemos visto co- laborar a los católicos con los mis- mos socialistas en Bélgica, Alema- nia y otros países donde se ha ade- lantado mucho en favor del prole- tariado, pero más que por la legis- lación, por la iniciativa de las mis- mas clases sociales bajo el amparo prudente y discreto de la ley.

No es tampoco la Iglesia enemiga de los Sindicatos, aconsejados ya por el Sumo Pontífice León XIII como el remedio más eficaz contra la disgregación social que resultó de los principios individualistas ; pero les enseña que han de propo- nerse por fin principal el mejora- miento técnico, moral, intelectual y económico de sus miembros, y lle- gado el caso, la defensa de sus in- tereses contra los abusos del capi- talismo en la cual pueden dentro de ciertas condiciones que define la moral católica llegar hasta la huelga, si fallan la conciliación y el arbitraje.

Sobre esas bases se han fundado sindicatos católicos de muchas cla- ses en México a la sombra cíe la Iglesia, pero ésta no se cansa de in- culcarles como condición indispen- sable para su progreso el que como sindicatos no se mezclen en políti-

ca, ni mucho menos en movimientos sediciosos de cualquiera clase con- tra las autoridades constituidas, sin ponerse a discutir su origen. La prueba de que tales condiciones son sinceras y eficaces está en que nin- guna de esas agrupaciones ha le- vantado la bandera de rebelión.

Estos principios, que Ud. recono- ce en su carta, nos estrechan a pre- venir a los fieles contra el socialis- mo comunista que se ha propaga- do en nuestra patria, porque todos condenamos los principios antirre- ligiosos e inmorales que a cada pa- so se encuentran en sus periódicos, folletos y conferencias.

DE LA COMARCA LAGUNERA, EJIDO DEL COYOTE, VINO EL CR. CURA D. JESUS HERNANDEZ CORTINAS. TRAYENDO POR ACOMPAÑANTES SEISCIENTOS FE- LIGRESES. ANTE EL REY DEL AMOR.

CRISTO REY EN

MEXICO1'

Nosotros desearíamos con ansia que al evolucionar el liberalismo en cualquier sentido, el Gobierno que nos íige perdiera aquella preven- ción que siempre tuvieron los libe- rales contra los católicos, creyendo que éstos trataban de apoderarse de las riendas del gobierno para ma- tar toda libertad. Ahora parece continuar esa prevención en el sen- tido de que los católicos traten de impedir y obstruccionar el mejora- miento social ; y para borrar tal prevención declaramos que no es la mente de la Iglesia sino la que ya queda expuesta: aprobar, bendecir y

aprobar con todo su influjo y auto- ridad cuanto se haga en favor de todas las clases sociales, pero sin lesionar la justicia, ni la moral.

Y precisamente para contribuir a ese mejoramiento en México, fun- damento del bien social, los católi- cos fueron los primeros en preocu- parse de procurarlo por medio de asociaciones como las de los Opera- rios Guadalupanos y la Confedera- ción de los Círculos Obreros católi- cos, y por medio de conferencias y congresos obreros y agrícolas, como los de Puebla, Guadalajara, Moreda,

EL PRIMER MONUMENTO. EN LA SEGUNDA EPOCA QUE HIZO EL P. JOSE A. BETANCOURT. EL AÑO DE 1942. ESTA ESTAMPA RE- CUERDA LA FESTIVIDAD DEL CORAZON DIVINO DEL REY CELESTIAL, QUE FUE TOMADA EN EL MIS MO AÑO ANTES DICHO. POR MONS. AMADO VI LLANUEVA. q. d. D. g.. A QUIEN ATIENDE EL P. BETANCOURT Y DOS JO VENES ACEJOTAEMEHOS DE AQUELLOS DIAS.

Tulancingo y Zamora, antes de la Revolución, y después de ella por medio de las beneméritas agrupa- ciones del Secretario Social Mexica- no, de los Caballeros de Colón, de la Unión de Damas Católicas Mexica- nas, de la Asociación de la Juven- tud Católica Mexicana y de las agrupaciones obreras y agrícolas, unidas en la gran Confederación Nacional Católica del Trabajo; ha- biéndose logrado en la época del se- ñor Presidente Madero, única en que los católicos tuvieron acceso a los puestos públicos, algunas leyes muy benéficas como las del Bien de Familia y Uniones Profesionales, en Jalisco; e iniciativas como las del Seguro contra el riesgo profesio- nal, la del descanso dominical y las Uniones Profesionales, que queda- ron pendientes ante el Congreso Na- cional

Desearíamos sinceramente que el Gobierno se convenciera y persua- diera de que aun cuando como me xicanos tenemos derecho legítimo de interesarnos en la cosa pública, nos hemos abstenido deliberada- mente de toda ignorancia en la po- lítica militante, para procurar que desaparezca esa prevención, con- ducta que aprobó Monseñor Filippi a su llegada al país y que sancionó constantemente mientras residió en él.

Con lo expuesto creemos haber sincerado a la Iglesia y a los cató- licos de las prevenciones y descon- fianzas de que han sido objeto has- ta hoy de parte de los Gobiernos pasados, prevenciones y desconfian- zas de que quedan aún huellas en la carta de Ud. Señor Presidente,

pero que sin duda desaparecerán si se reflexiona que mientras persis- tan en contra de los católicos; tantas leyes que coartan sus derechos, quedará en pie una cuestión reli- giosa en nuestra política, cuestión que desaparecerá, con todas sus fu- nestas consecuencias, en el momen- to en que los ciudadanos católicos disfrutáramos de la libertad since- ra en todo lo que mira a los intere- ses de la instrucción, del culto y de la beneficencia, como la que tienen en las naciones protestantes de Ale- mania, Inglaterra y los Estados Unidos.

Con todo estamos los Prelados en la mejor disposición de ayudar en nuestra esfera a conseguir que el principio de autoridad tan minado recobre su firmeza, que las clases sociales tan amenazadas de disolu- ción se armonicen, que las clases laborantes disfruten del bienestar a que tienen derecho y, finalmente, que reine entre todos los mexica- nos la paz verdadera, aprendiendo a vivir juntos y tolerarse en sus di- ferencias de opiniones, pues tal es nuestra misión por lo que se refie- re al bienestar social.

Con todo respeto somos de Ud. a.a. s.s s.s.

En nombre propio y con expresa autorización de los limos. Sres. Ar- zobispos don Francisco Orozco y Ji- ménez, don Enrique Sánchez Pare- des y don José Othón Núñez.

Leopoldo Ruiz, Arzobispo de Mi- choacán. José Mora y del Río, Ar- zobispo de México.

"CRISTO REY EN MEXICO"

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Cristo Presente y Futuro

Dr. Raúl Vivar.

El Reino de Jesús en este mundo después de veinte siglos de cris- tianismo, de divinas intimidades con almas escogidas, de algarabías tur- bulentas de martirio, de audacias memorables y hazañas intrépidas sin cuento, el Reino de Jesús es aún incipiente, inacabado, “sinfonía incompte- ta”, y así lo será siempre en toda la sucesión de los tiempos.

Está presente Jesús con cetro de Rey en la mano. Presente en el Sagrario por el milagro de la conversión del pan en su Cuerpo, presente en el pináculo de las almas por don inefable de la gracia, posee el man- do y el dominio de todas nuestras energías. Es de verdad Rey, pero con un reinado descabalado y trunco, con un reinado, por ende, que sin dejar de ser presente, está surcado de insinuaciones de conquista, es decir, tie- ne un carácter permanente de futuro.

Nunca en la tierra concluirá la pacificación de los enemigos. Ni de los de fuera que en huestes cerradas hostilizan y bombardean las mura- das, ni de los de dentro que turban el silencio e introducen cizaña y poli- lla que corrompen el alma que es su reino y su heredad.

Su Reino sigue siendo futuro siempre está por venir...

Con todo y estar presente. Jesús tiene un nombre propio en la tie- rra, el nombre con que lo señala nuestra sed cotidiana y la ansiedad de nuestras miradas. El es el Esperado, el Deseado...

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CRISTO REY EN MEXICO"

EL TABERNACULO FUE CONFIADO A MOISES; LA VIRGEN, AL EVANGELISTA, Y EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO AL NUEVO SACERDOCIO.

El Esperado todos los días, a tiempo que los vislumbres matinales anuncian que amanece, el Esperado, como se espera el placer de una jor- nada agradable, perfumada ele sosiego y de amistad.

El Esperado, como se espera cuando la tarde se indina hacia el oca- so, con presentimiento de dulcísimo gozo, a uno de la familia que viene de lejos.

El Buscado en todos los caminos reales que cruzan los caseríos, el Buscado con ojos de sorpresa impoluta y trémula que parece van a en- contrarlo de repente en cada recodo de la carretera.

El Ansiado entre los relámpagos que esclarecen bruscamente la lla- nura ennegrecida por las sombras, tendida como inconsútil tiniebla hecha de pedazos de noche y amalgama de nubes.

El Soñado en la estrecha cuna de madera, cuando el niño sueña y sonríe y la madre, perforando las capas del tiempo, vela desgranando su rosario o tarareando canciones humedecidas con el rocío arcano de las lá- grimas.

El Entrevisto en los ahincos de perfección que las almas justas ex-

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perimentan, cuando penen las miradas en las cumbres de nieve y sende- íos de cristal.

El Expresado en el murmullo de los vientos que gimen y ululan, que filtran sagazmente su dulcísima nostalgia de las cosas celestiales por entre los pinos de i'a sierra.

El Nombrado, a hurtadillas y en sigilo, a cada temblor de labios beatíficos y ai dientes, a cada mirada de pupilas embobadas que atravie- san el puente de la carne tangible y ciñen las realidades ultraterrenas, a v,ada gesto de manos que se tienen con trazas de súplica y ademán de plegaria, a cada palpitación de sangre que siente y que ama, a toda lágri- ma, a todo suspiro, amargura, decepción, ausencia, a todo presentimiento de amanecer y de esperanza.

El único Esperado con la esperanza que es mezcla de playa firme y agua movediza, de aridez de yermo y amenidad de prado, de honda pe- na y gozo perdurable, de oquedad siniestra y cintilar de estrella, ccvn lía esperanza que remata en la dicha y en la paz.

Presente Jesús en nosotros por su gracia y su Eucaristía, continúa siendo su Reino venidero y futuro. Ha de proseguir, así crezca el hacina- miento de siglos y más siglos, llamándose El Esperado, el Deseado, el So- ñado cíe nuestros más bellos sueñes...

Presente Jesús en nosotros, sigue siendo esperado. Cada partícula ile tiempo y cada átomo del espacio, lo sentimos, están ungidos con la es- peranza de una inacabable venida de Cristo...

SUBIR POR UNOS MOMEN- TOS A LA MONTAÑA SANTA ES SUBIR A LAS EMINENCIAS DONDE EL SOPLO DEL VIENTO AI E JA LOS PENSAMIENTOS DEL MUNDO. PERO DON- DE ADEMAS SE SIENTE EL SOPLO DE LA GRA- CIA DIVINA. CUANDO SE TIENE EL CORAZON A3IERTO A LOS MENSA JES DEL REY DE AMORES. QUE ALLA NOS ESPERA.

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"cniCTO ruy e:í ex ico"

El Poema del Amor Divino

CAPITULO XXV TRIUNFOS DEL AMOR

Quia foríis est ut mors dilectio. Cent. VIII. 6. Porque el amor es fuerte como la muerte.

I, todo se rinde al despótico imperio de la implacable muerte. Muere el árbol gigante y secular, que orgu- lloso se irguiera en las elevadas selvas del Líbano, y que se burlara un sinnúmero de veces de los bra- madores ímpetus del huracán. Mue- re el musculoso león, terror de las montaraces alimañas. Muere el hombre, siquiera sea un Creso en las riquezas, un Alejandro en las artes de la guerra, un Salomón en la sabiduría.

Del propio modo, el amor todo lo avasalla, todo lo sacrifica y todo lo vence. Esto acaece habida cuenta de las aspiraciones del amor, el cual con toda su energía propende a traspasar las barreras que se opu- sieren acaso a. consecución del

bien que se ama. En la práctica só- lo el amor eminentemente verdade- ro, que es el amor divino, ya sea de Dios hacia el hombre, ya sea del hombre hacia Dios, es el que goza de ese dominante e incontrastable poder.

El amor infinito de Jesucristo, mediante la institución del augustí- simo Sacramento de la Eucaristía, obtiene el triunfo más completo y glorioso sobre la naturaleza, sobre mismo y sobre la ingratitud de los hombres.

Tres clases de milagros obló Je- sucristo para demostrar que El era el verdadero Mesías prometido a los Patriarcas, anunciado a los Profe- tas, esperado y deseado en todos los tiempos y por todos los pueblos de la tierra; el Unigénito del Padre, el Omnipotente, el Dueño absoluto

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de todo lo creado. De tales milagros, unos se realizaban en la naturaleza inanimada, como la conversión del agua en delicado vino en las bodas de Cana de Galilea, o la multiplica- ción de los panes en el desierto, o la completa calma del desencadena- do furor de las aguas en el lago de Tiberíades. Efectuó igualmente mu- chos milagros en los enfermos, dan- do vista a los ciegos, oído a los sor- dos, habla a los mundos y libre mo- vimiento a los paralíticos. Otros portentos eran, en fin, tan de pri- mer orden, que convencían y entu- siasmaban a la muchedumbre, co- mo la expulsión del demonio en los prosesos, la resurrección del hijo de la viuda de Naím cuando el cadáver era conducido al sepulcro, y la aun más estupenda resurrección de Lá- zaro, que llevaba ya cuatro días de muerto y cuyo cadáver había en- trado en franca putrefacción.

Hay que advertir una vez más con los sagrados expositores, que estas maravillas visibles eran figuras de otras más admirables que en mayor número operaba Jesús en las almas de los pobres pecadores. En efecto, cuántos enfermos y muertos del es- píritu recobraban la salud de la gra- cia, o volvían a la vida sobrenatu- ral. cuando caían como rocío celes- tial. o como báLamo suavísimo las incomparable? b P a ventu ranzas y las demás doctrinas del Divino Maestro, o cuando eran testigos de sus ejemplos de mansedumbre, pa- ciencia, humildad y caridad.

Mas no se acortó la mano del Se- ñor ni se agotó su munificencia, si- no que plugo a su soberana Majes- tad vincular su presencia a la Eu- caristía, y con ella su omnímodo po- der. su ilimitada bondad, su amor infinito.

Debemos entender que para la realización de este prodigio sin se- gundo, suma y compendio de todos los demás milagros del Salvador, se necesitó que antes se desarrollase toda la serie de misterios en orden a la economía de la elevación y re- dención del hombre, todas las pro- mesas, anuncios y figuras del pri- mer Testamento, y se requirió tam- bién que se efectuasen los princi- pales hechos de la nueva Alianza.

Además, en todos los milagros obra la divina Omnipotencia, a pe- sar de la naturaleza, sobre o con- tra la naturaleza; pero en el caso de la Eucaristía se ha de diferente manera, como la substancia del pan y del vino se convierten, respecti- vamente, en el cuerpo y sangre de Jesucristo, en virtud de las pala- bras de la consagración, quedando por concomitancia inmediata con el cuerpo la sangre y con la sangre el cuerpo, per unión natural el alma de Cristo, y por unión hipostáti'ca la Divinidad.

Veamos ahora cómo triunfó de mismo; Jesús es verdadero Hijo de Dios, y en consecuencia, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, v es también verdadero hombre como nosotros. El con potente mano “can- celó la cédula del decreto firmado contra nosotros, que nos era con- trario, quitándola de en medio, en- clavándola en la cruz”. (1) El pac- tó con el Padre la alianza de recon- ciliación de la estirpe humana, y la selló con su sangre; por todo lo cual, consumada su obra y cumplidos exactamente los eternos decretos, resucitaría victorioso y subiría al cielo a recibir “el poder, y la divi- nidad, y la sabiduría, y la fortaleza.

(1) Coios. II. 14.

CRISTO REY EN MEXICO

y el honor, y la gloria, y la hendí- ción” (1).

Todo, pues, debía rer honra, aplauso y alabanza para Jesús, y sin embargo por amor a su Eterno Padre, por caridad hacia nosotros sus hermanos según la carne, ex- trema, si se permite decirlo, su hu- millación y ceultamiento, y perpetúa místicamente su pasión y muerte, como complaciéndose en ser de con- tinuo víctima de culto y de acción de gracias para Dios, v de expia- ción de perdón para el mundo.

Triunfa igualmente de la ingra- titud de los hombres. El hombre siempre ha sido ingrato con el Se- ñor, cuya omnipotere bondad le do- tó de inteligencia, le hizo libre, le concedió la realeza sobre todo lo vi- sible, lo sublimó a una categoría muy cercana a la del Angel, le re- vistió con la estola de la inocencia y de la gracia, y aun quiso que fue- se inmune a las enfermedades y exento de la muerte. Maravillado el Rey David! de dignación tanta y de tanta munificencia de Dios pan con su hechura predilecta, exclama, diciendo; “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿O qué es el hilo del hombre para que ven gas a visitarle? Hicístele un poco inferior a los ángeles, coronástele de gloria y de honor, v le has dado el mando sobre las obras de tus ma- nos. Tocias ellas las pusiste a sus pies”. (2) Mas ¡ay! que ingrato menospreció tantos carismas de na- turaleza y de gracia, y se rebeló con- tra su divino Benefactor: “Y el

hombre, constituido en honor, no ha tenido discernimiento; se ha igualado con los insensatos jumen-

tos, se ha hecho como uno de ellos'’.

O).

A raíz de tan lastimosa defec- ción, le fue prometido un Mediador que le rehabilitara llegada la ple- nitud de los tiempos. La exacta ob- servancia de la ley natural, prime- ro, y después, de la ley divino-posi- tiva siempre informada en la fe en los méritos del entonces futuro Re- dentor, podía justificar al hombre y hacerle grato a Dios. ¿Cuál fue la correspondencia? El primero de esos períodos terminó con el dilu- vio. Recordemos lo que dice la San- ta Escritura; “Entretanto la tierra estaba corrompida a vista de Dios y colmada de iniquidad". (2).

“Y viendo pues. Dios, ser mucha la malicia de los hombres en la tie- rra, y que todos los pensamientos de su corazón se dirigían al mal continuamente, pesóle de haber criado al hombre en la tierra. Y pe- netrado su corazón de un íntimo do- lor. Yo raeré, dijo, de sobre la faz de la tierra al hombre, a quien crié, desde el hombre hasta los anima- les, desde el reptil hasta las aves del cielo ; pues siento ya el haberlos hecho” (3).

Muchas centurias después del di- luvio, la idolatría con sus horrores y vicios tornó a generalizarse ; mas para conservar con especial provi- dencia la verdadera Religión, Jeho- eligió un pueblo al que protegie- ra con ilimitada predilección ; pue- blo ingrato se mostró ser “de dura cerviz, y de corazón y oído incir- cuncisos” (4) ; es decir, general-

(!) Sal. XLVIII. 13.

(2) Gen. VI. 11.

(3) Gen. VI. 5-7.

(4) Act. VII. 51.

a) A-'CC. V. 12. (2) Ge!. VIII. 5-G.

'CRISTO REY EN MEXICO"

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mente des predador de la gracia y propenso a las concupiscencias y costumbres paganas.

En la oportunidad señalada en los consejos eternos, presentóse el prometido Redentor; el Verbo hu- manado vive en el mundo, pasa practicando todas las virtudes y de- rramando el bien a manos llenas. ¿Y qué hace el hombre? ¡Ah!, re- crudeciendo a la postre su avilantez y malicia, le aprehende, le carga de cadenas, le aherroja en inmundo calabozo; le arrastra de tribunal en tribunal, le calumnia vilmente, le azota, le corona de espinas, le abo- fetea, le escupe el rostro, le confun- de y aun le pospone a vulgares mal- hechores, le despoja de sus vestidu- ras, le extiende y le enclava en el patíbulo de la cruz, le expone a las burlas de curiosa y suelta muche- dumbre, y se sitúa ante la víctima para blasfemar contra ella, dicien- do: ‘ Hola, que derribas el tem- plo de Dios, y en tres días le reedi- ficas, sálvate a ti mismo: si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz”. De la misma manera también los príncipes de los sacerdotes, a una con los escribas y los ancianos, in- sultándole, decían : “A otros ha sal- vado, y no puede salvarse a mis- mo: si es el rey de Israel, baje aho- ra de la cruz, v creeremos en él’. (1).

Jesucristo, empero, se abrazó vo- luntariamente a los padecimientos y a la muerte de cruz, para ofre- cerse en holocausto que satisficie- se a la justicia de su Padre y sal- vase al mundo delincuente. No se dejó, pues, vencer de la ingratitud de los hombres, antes supo aprove-

(1) S. Mat. XXVII. 40-42.

charse de ella, para que resultase más costoso y más meritorio su sa- crificio. Vencidos tales obstáculos, todavía su infinito amor le sugie- re la gallarda idea de instituir el gran misterio de la Eucaristía, pa- ra convivir con sus redimidos, pa- ra hospedarse en sus almas, y pa- la renovar místicamente la glorio- sa cuanto trágica escena del' Tai- vario.

Ni le detuvo en la obra de ins- tituir el augusto Sacramento, la ciertísima previsión de la a veces poca, a veces ninguna correspon- dencia que las almas libertadas de la esclavitud del demonio, harían al inmenso beneficio. Por el contrario, se sobrepone a tocio, triunfa, y se sienta en su trono Eucarístico so- bre todas las traiciones, las. defec- ciones, les sacrilegios, el desvío y el olvido, con tal de recrear a unas al- mas, de amonestar dulcemente a otras, v de ver si las atrae a todas, a fin de conducirlas a la eterna bienandanza.

Cuando con la más recta y pura intención hacemos algún beneficio, y se nos paga con negra ingratitud, cuán hondamente herida y lastima- da queda nuestra sensibilidad. ¿ Por qué, entonces, no correspondemos dignamente a la fineza de Jesús, que generoso ha ofrecido sus méri- tos, su sangre y su vida para resca- te nuestro? ¿Por qué no estimamos en lo a ue vale el inestimable favor de la Eucaristía? Si nos preciamos de tener un corazón noble, ¡ah! no olvidemos que el sentimiento que más puede realzarlo a los ojos de Dios y de los hombres, es la grati- tud : todo se puede esperar del co- razón agradecido: todo se puede te- mer del corazón ingrato.

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CRISTO REY

EN MEXICO

El día 25 de mayo del corriente año de 1957 se cumplieron treinta años de uno de los asesinatos come tidos alevosamente por el Gral. de Brigada Daniel Sánchez, “hombre de mal corazón, clerófobo recalci- trante, amante de lo ajeno y por añadidura morfinómano”, que fue enviado a esta plaza de León pri- mas de un año, allá por el año de 1927, en venganza de que la socie- dad católica leonesa no quiso asis-

n ido el descarrilamiento - confun- dieron al P. J Trinidad Rangel, al R. P. Andrés Sola, C. M. F. y al se- glar Leonardo Pérez Laiics, como los autores de este atentado y el Gral. Sánchez tomó pretexto de ello para fusilarlos.

La aprehensión del P. Rangel se efectuó en la vecina ciudad de San Francisco del Rincón, Gto., a donde había ido por órdenes expresas de Mons. Oláez, a celebrar los Oficios

3-

olóaóos óel Rey

•g

(Continúa)

tir a un baile que se ofreció al Ge- neral Joaquín Amaro, a mediados de 1927, por su visita a ésta.

Por esos días los alzados de Ja- lisco, comandados por el P. Vega, habían asaltado el tren de Guadala- jara y más recientemente habían descarrilado el convoy gobiernista del Gral Amarillas, que era nada menos que el jefe de las operaciones en el Estado de Guana juato, y como no supieron, sino hasta después quién había sido por unas piezas de pan de Acámbaro que encontra- ron junto a la vía donde había ocu-

de la Semana Mayor en la Gasa de las Religiosas Mínimas, que lo ha- bían solicitado. El P. Rangel era Vicario de la Parroquia de Santia- go Apóstol en Silao, Gto., donde ac- tualmente reposan sus restos mor- tales; pero había venido a refugiar- se a León, en casa de las' Sritas. Pepita y Jovita Alba, hermana y so- brina del Sr. J. Trinidad Alba. Rec- tor que fue del Seminario de León, donde también se ocultaba el P. An- drés Solá. quien debía haber salido del país por extranjero y por la ley dada contra, los sacerdotes no mexi- canos.

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Como al mediodía del 22 de abril de 1927, se presentaron a catear la casa donde se ocultaba en San Fran- cisco del Rincón el P. Rangel, pues habían sido denunciadas como se- diciosas las personas de la familia, por el Agente de! Ministerio Públi- co de aquella ciudad sombrerera. Los soldados cuando entraron no se enteraron de que el P. Rangel esta- ba sentado frente a su escritorio y así le pidieron les abriese los arma- rios, donde suponían que iban a en- contrar municiones y armas que eran enviadas a los Cristeros.

'-VA

Mientras los atendía el P. Rangel el jefe de la escolta al ver la modes- tia y la actitud humilde de este sa- cerdote, de cuna pobre, llamó a la dueña de la casa y le dijo: “Ese es un cura”, cosa que le fue negada pero él insistió diciendo : “si tiene el letrero en la frente”. Exigió que se le demostrara que no era sacer- dote, pero no se le pudo probar y fue hecho prisionero el P. Rangel y conducido a la cárcel francorrinco- nense para ser trasladado ese mis- mo día por la noche, a las siete, en un automóvil a esta ciudad de León. En otro coche, que les venía siguien- do, fueron conducidos también co- mo prisioneros los Sres. Lie. Dioni- sio Valdivia, Julio Orozco y José Quesada, que fueron llevados ante el Gral Sánchez, en su cuartel del An- tiguo Seminario, contiguo a la Pa- rroquia del Sagrario, hoy derribado totalmente por la picota. Cada uno tuvo su celda para su incomunica- ción.

A todas las injurias que el des- bosalado milite dirigió al P. Rangel, como era su costumpre cuartelera, él no dirigió palabra alguna, repi- tiéndose la escena del Divino Maes- tro frente a Herodes..

R. P. Andrés Solá, C. M. F.

Pronto corrió la noticia de la aprehensión del P. Rangel por todo León y no faltaron personas piado- sas que fueron a interceder por él ante el nefasto Gral. Sánchez, en- tre ellas unas mujeres que pidieron su libertad, desatando la ira del ti- rano, y así ese domingo por la ma- ñana, cuando se retiraron las peti- cionarias, ordenó el Gral. Sánchez que las siguieran, cosa que ejecutó una escolta, sin que ellas se entera- ran, por lo que los condujeron di- rectamente al escondite del P. So- lá, o sea a la casa de las Sritas Al- ba. Al llegar a este sitio, uno de los sodados tocó la puerta, haciendo a un lado a una cíe las mujeres, y cuando abrieron, dió orden de que entrasen primero ellas y luego las siguieron.

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Encontraron al P. Solá arreglado para una invitación a comer a una casa leonesa y en el oratorio de la casa al Sr. Leonardo Pérez, arrodi- llado ante el Santísimo, ya que aca- baba de celebrarse una Hora Santa de las diez a las once horas.

Llegaron los soldados ante el Sr. Pérez y le tomaron preso, pues lo creyeron sacerdote cosa que él tra- tó de demostrar en contrario, di- ciendo: “No soy sacerdote; pero católico, apostólico y romano”. El P. Sola fué aprehendido, sin darse cuenta, cuando ya salía de su habi- tación hacia la calle.

¿Quién es usted, y qué hace aquí?, le preguntó el oficial al ver- le.

¡Soy un agente viajero!

¿ Dónde tiene su habitación ?

Allí está.

Cuando entraron a su pieza la re- gistraron hasta el último rincón, su petaca y sus papeles, entre los cua- les encontraron una foto, donde se encontraba el P. Solá dando la Co- munión a una niña y otros objetos sacerdotales, que lo delataron, te- niendo que confesar su identidad. Ya se había pedido un coche de an- temano y en él fueron conducidos al cuartel el P. Solá y don Leonar- do, así como las señoras causantes de este descubrimiento. El entonces seminarista, Pbro. Vicente Negrete quiso entrar a sacar el Santísimo, pero no dejaron los esbirros. (Testi- monio del último) .

El P. Solá pidió que avisaran a su casa. Varios soldados se queda- ron haciendo guardia en la casa de las Sritas. Alba, para apresar a to- dos los que acudiesen allí, captu-

rando así a los jóvenes: Leovigildo Marín. J. Santiago Romo y Salvador Oñate y al Sr. J. Jesús Alba, quien no temió a las bravatas del Gral. Sánchez, sino que exclamó : “Si eso ha de ser, lo que siento es la tar- danza", refiriéndose a la pena de fusilamiento.

El día 25, como a las siete de la tarde, fueron juzgados y sentencia- dos a muerte el P. Rangel, don Leo- nardo y el P. Solá, acusados de ha- ber asaltado el tren de Guadalajara y Salas... Sánchez envió al Gral. Amaro un despacho oficial: “Acabo aprehender tres cabecillas asalto tren Gral. Amarillas, y tres curiosos más, “a lo que aquel respondió: “Lléveseles lugar descarrilamiento, fusílese a los tres, y a los curiosos escarmiénteseles, y déseles libres”.

R. P. J. Trinidad Rangel.

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Se cree que alguien, al saber es- ta decisión trató de salvar al Sr. Pérez afirmando que no era sacer- dote, pero inútilmente. En cambio el P. Solá al saber su sentencia, pi- dió al Juez: “Señor, séame lícito manifestar que no tengo más cri- men, ni que haya cometido otro, que el de haber cumplido con mi de- ber de misionero... Sepan, pues, us- tedes. que tanto por eso como por ser extrnajero no me pueden fusi- lar', a lo que se le conteste : “Tam- bién a los extranjeros les entran las balas". Con esto el P. Sola aceptó su destino no obstante que había decla- rado antes: “Lo más que podrán ha- cerme. será aplicarme el artículo 33".

A las ocho de la noche fueron lle- vados en un tren de pasajeros, cus- todiados por cinco soldados. Ya pa- ra entonces podían comunicarse unos con otros y los jóvenes hasta se confesaron creyendo que se les acercaba el fin. Se detuvieron en Lagos de Moreno, Jal., y durmieron hasta las cuatro de la mañana del lunes 25, para reanudar su viaje hasta Encarnación de Díaz donde abandonaron el tren primero para subir al explorador del Gral. Ama- rillas. quien aprobó la setencia de muerte. Ls seis prisioneros fueron sentados tres a un lado y tres al otro, con ametralladoras en medio de ellos, que se habían aconsejado: “Si nos fusilan, gritaremos: ¡Viva Cristo Rey !"

Entre Mira y Salas, a la altura del kilómetro 491, se detuvo el con- voy donde había sido el descarrila- miento, en desploblado, en terrenos del Rancho de San Joaquín, por lo que ahora se les denomina Mártires de San Joaquín. Bajaron solamente al Sr. Pérez y a los PP. Solá y Rail

gel, mientras los otros tres prisio- neros quedaban en el tren.

“Rueguen por nosotros”, les di- jo a los que se quedaban el P. Solá.

“Roguemos por ellos”, dijo uno y se pusieron a rezar.

Don Leonardo se despidió con una mirada y una sonrisa y el P. Solá agregó: “Ahora nos van a fusilar". Llegaron a un lugar don- de estaba todavía un charco de pe- tróleo de la máquina descarrilada y dando las espaldas a él los colocaron a los tres. Se pusieron en cruz y después de haberse absuelto disi- muladamente esperaron el momento fatal de la descarga. Todavía don Leonardo declaró que no es sacer- dote, el P. Solá quiso tal vez volver a declarar que era extranjero, pero sonó la descarga y cayeron los tres por tierra. Les dieron todavía los tiros de gracia.

El P. Solá quedó agonizante, mientras los otros dos murieron ca- si instantáneamente, y se arrastra- ba por el charco de petróleo. Los soldados despojaron de sus objetos personales a las víctimas, tal vez para impedir su identificación o por robarlos y regresaron al oficial: El Gral. Amarillas ordenó a una cua- drilla de rieleros: “quemen esos

cuerpos”, cosa que no ejecutaron por piedad y temor. Eran las ocho y cincuenta y dos minutos de la ma- ñana, según el testimonio de uno de aquellos tres jóvenes.

El P. Antonio María Arranz, C. M. F., tiene ahora la palabra en esta narración:

“Estaba al frente de la referida brigada de ferroviarios D. Vidal

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CRISTO REY

EN MEXICO

Barrera, buen cristiano y cumplido •caballero. No es, pues, extraño que, marchada la tropa, rehusara cumplir la orden militar.

"Púsose luego a revisar la vía y oyó que alguien hablaba en el lu- gar del suceso. No tuvo valor para ■descender al barranco y ver lo que pasaba, y en su lugar ordenó que bajaran los Sres. Petronilo Flores, Miguel Rodríguez y varios más. Acercóse uno de ellos, el Sr. Flores, y oyó que el P. Solá le decía: “Oye tú, ¿qué vas a hacer conmigo?” "Nacía, señor le dije”. Y añadió: “¿ves esos dos muertos que están a mi lado? Uno es sacerdote de Silao, de la iglesia del Perdón; soy soy sacerdote español, de León. Somos dos sacerdotes y morimos por Je-

Sr. Leonardo Pérez.

sus.., morimos por Dios. . . Estoy muy herido... muero por Jesús”. Di- jo también que el otro no era sa- cerdote, y pidió por caridad que los enterraran. Dió señas para distin- guir a sus compañeros. Que al P. Trinidad le sepultasen aparte, por- que tal vez alguien buscaría sus restos: que al joven y a él les en- terrasen juntos, para que no hubie- ran de hacer tantas fosas.

"Lo mismo íué diciendo a varios que se acercaron. “No se olvide, añadió a uno de ellos, de hacer lle- gar a mi madre por el medio que pueda que he muerto; pero dígale también que tiene un hijo mártir”.

"El P. Solá sobrevivió aún dos horas largas: la agonía fue terrible. Empapada en petróleo la ropa y cho- rreando sangre por las heridas, le era imposible moverse y salir de aquel inmundo charco en que yacía. Por caridad pedía que le sacaran ; pero el miedo al castigo se lo impe- día a los circunstantes. Por fin hizo un esfuerzo y asiéndose de unas ra- mitas de huisache logró salir del charco. Ayudado entonces por el peón, recostó sus miembros sobre la hierba y su cabeza sobre un tron- co. Dícese que hasta trataron de llevarlo en parihuelas al pueblo más cercano; pero no les dió tiempo pa- ra ello.

"Mientras tanto le consumía la calentura. Varias veces pidió por ca- ridad agua con que refrescar sus re- secas fauces. Se la sirvieron, a fal- ta de vasija en un plato de barro. La gratitud del moribundo a estos pequeños servicios no conocía lími tes. Durante su larga agonía, y en- tre acerbísimos dolores le oyeron que repetía con fervor: “¡Jesús mi- sericordia! ¡Jesús, perdóname! !.Je-

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sus, muero por tu causa!... Dios mío, muero por tí!”

"Eran las doce de la mañana cuando su alma purificada con su propia sangre, voló al regazo del Señor”. Hasta aquí el P. Arranz.

No quemados los cadáveres se les dió sepultura en tres hoyos cavados al efecto. Días después colocaron montones de piedras sobre los se- pulcros, pues las fieras, según lo ha- bían notado los campesinos, habían querido escarbar para sacar los cuerpos y comérselos.

El hermano del Sr. Pérez, Don Manuel, logró el permiso de traer el cadáver de don Leonardo y de los dos sacerdotes al panteón de Lagos y el lo. de mayo fueron exhumados.

Narra el Sr. Pérez: “Tomadas las debidas precauciones descubrimos las fosas y encontramos los cuerpos bastante inmutados y algo descom- puestos. Ventilados un poco y rocia- dos con desinfectante los envolvi- mos en sendas sábanas y los depo- sitamos luego en sus respectivas ca- jas: éstas habían sido regaladas ge- nerosamente por la Sra. Candelaria Vda. de Cuéllar y natural de Silao. Pusimos luego los cadáveres sobre un armón de la vía férrea: hacia la una de la tarde llegábamos feliz- mente a la estación de Lagos”.

De la estación al panteón laguen- se fueron llevados los cadáveres en un carro de muías, mientras multi- tud de gentes al grito: “va vienen los mártires”, salían a su encuentro para formar el cortejo mortuorio. Se descubrieron los cadáveres en el panteón para que todos los viesen y no faltaron las personas que to- caron rosarios y otros objetos pia- dosos en sus cuerpos, así como al-

gunos les cortaron partecitas de su ropa, como reliquia. Los callistas habían amenazado inútilmente a to- dos los asistentes, que no temieron nada y desbordaron su entusiasmo hasta la hora del sepelio.

EL P. ANDRES SOLA, C. M. F.

Nació humildemente en Villarra- sa, municipio de Taradell, provincia de Barcelona, España el 7 de octu- bre de 1895, a su muerte tenía es- casos 32 años de edad. Sus padres fueron: Buenaventura Solá y Co- ma y Antonia Molist y Benet. Fue bautizado al día siguiente de su na- talicio y confirmado en la fe el 10 de mayo del año siguiente, 1896.

Desde jovencito fue muy piadoso y modelo en sus estudios, se confe- saba cada ocho o quince días, des- pués de su Primera Comunión re- cibida el 21 de abril de 1907, a los doce años.

Se entró religioso después de ha- ber oído la predicación de un Misio- nero en Sentforas y entró de postu- lante en la Congregación de los Mi- sioneros Hijos del Corazón Inmacu- lado de María, en la ciudad de Vich, a los catorce años. Fue un modelo de pureza sobre todo en sus ojos.

En 1913 se trasladó al Colegio- Noviciado de Cervera, a fines de ju- lio de 1913, después de terminar Humanidades y allí hizo su Novi- ciado. Terminó sus estudios ecle- siásticos, siendo ungido sacerdote el 23 de septiembre de 1922, en Se- govia, de manos del Excmo. y Revmo. Sr. Obispo de la Diócesis. Su profesión religiosa la realizó el 15 de agosto de 1914. Ansioso de ir a evangelizar a tierra extranjeras lle- gó a México el 20 de agosto de 1923,

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"CRISTO REY EN MEXICO"

después de 26 días de navegación, habiéndose embarcado en Barcelo- na. Estuvo en Tolucai también y lue- go en León.

Llegado que fue a nuestra capi- tal visitó a la Santísima Virgen de Guadalupe y llegó a esta ciudad, después de residir en Toluca un año, a mediados de diciembre de 1924.

En una de sus cartas a un discí- pulo suyo se lee : “No recuerdo si diría alguna vez a V. R. en el cole- gio que tenía gran deseo de ser már- tir. ¡Quién sabe si ahora el Señor me concederá esta gracia! Si así fuera, que acepte mi sangre por el triunfo de la Iglesia Católica en Mé- xico”. Cosa que se cumplió.

EL P. J. TRINIDAD RANGEL

Nativo de “El Durazno”, rancho perteneciente al distrito de Dolores Hidalgo, Gto., fueron sus padres D. J. Eduwigis Rangel y Doña Higi- nia Montana de Rangel. Su natali- cio se registró el 4 de junio de 1887, siendo bautizado el día 9 del mismo mes y año en la Iglesia Parroquial de Dolores.

Devotísimo ferviente de la. San- tísima Virgen desde pequeño, obe- diente, piadoso y ejemplar. Recibió el Pan de los Angeles a la edad de siete años y ya mayorcito de edad, no sin muchos sacrificios y dificul- tades llegó a cursar la carrera sa- cerdotal, a los catorce años, habien- do solicitado él personalmente su ingreso en el Seminario al Señor Obispo.

A pie desde su tierra natal llegó a León para hacerse sacerdote, ha- biéndole acompañado en este viaje su padre y algunos seminaristas.

Ingresó al Seminario del Divino- Salvador en San Francisco del Rin- cón, hasta que fue clausurado, te- niendo que regresar a su tierra na- tal. Al acercarse el nuevo año re gresó. Celebró su primera misa en Dolores Hidalgo, Gto., el 20 de abril de 1919. Después de regentear va- rias iglesias de la Diócesis con grande celo y edificación de sus fe- ligreses se le encargó de la Capella nía del Perdón, de Silao, Gto., de donde fue providencialmente a unir- se con el P. Solá a León.

Doña Mercedes Vda.. de R. dice: “Fue el P. Rangel una temperada Capellán de mi ranchito; y en ese tiempo no nos dió sino ejemplo de todas las virtudes. Tenía mucho ce- lo por su ministerio y por las al mas. Los sábados solía dormir de día, para confesar hasta muy entra- da la noche; y el domingo muy tem- prano hacía lo propio; predicaba a los rancheritos en la Misa explica- ciones del Evangelio y doctrinales.

‘Era muy modesto, humilde y en- tregado a su ministerio. Siempre al limo. Sr. Obispo y al Sr. Cura ha- cer grandes elogios de él: que no era tonto ; sino humilde y modesto ; que había hecho buena carrera. Cuando le hablar en el rancho, pude darme cuenta de que realmen- te era inteligente, pero sin presun- ción”.

El mismo P. Solá pudo decir de él a las Sritas. Alba, después de que el P. Rangel le aguantaba sus bro- mas: “Verdaderamente este hom- bre es un santo.”

No quiso denunciar al Sr. Oláez. que lo había enviado a San Fran- cisco del Rincón, cuando el Gral. Sánchez le preguntaba por qué ha- bía sido encontrado en San Francis-

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co del Rincón cuando su residencia era Silao.

Las palabras del P. Rangel en la época de la revolución carrancista cuando trataban de disuadirlo de que abandonase la carrera sacerdo- tal, fueron : “Si Dios quiere que

muera a manos de los perseguido- res, moriré aun cuando no fuera sa- cerdote ; de modo que eso no es obs- táculo”.

EL SR. LEONARDO PEREZ

La ciudad de Lagos de Mi reno. Jal., fue su cuna, al nacer el 28 de noviembre de 1889, del matrimonio formado por el Sr. Isaac Pérez y Dña. Tecla Larios de Pérez. Fue bautizado el 6 de diciembre del mis- ño año y en 1896 recibió la primera Comunión, tal vez en Encarnación de Díaz pues vivía de ordinario en el Saucillo, rancho de la propiedad de su familia.

En León se dedicó al comeixio y de su vida intachable, de su niñez, juventud y virilidad son testigos abonados y dignos de tocio crédito tanto sus progenitores como sus maestros y amos.

Fue devotísimo de la Virgen Ma-

ría, frecuentaba los Sacramentos y celebraba el Mes de María en el Saucillo, dedicándolo a una Inmacu- lada que le habían obsequiado sus padres.

Deseó ser religioso y estuvo in- corporado a una Congregación reli- giosa diez años, siendo distinguido en la devoción del Santísimo Sacra- mento. Era el más fervoroso, dice un testigo, el más sacrificado y obe- diente; y siempre que teníamos al Señor expuesto, le tocaba o se pro- curaba la hora más pesada, es de- cir: de doce a una; y algunas ve- ces que eramos pocos, gustoso se- guía una hora más, y eso después de trabajar recio todo el día, como empleado de “La Primavera", co- mercio de León.

Nunca se le vió enojado y cierta vez dijo a la Srita. Jovita Alba: “Anhelo muy deveras ser mártir de Cristo Rey”, cuando oyó hablar de los Mártires de la Acción Católica de León.

Su patrón dijo de él: “Si hay cie- lo. Leonardo lo tiene”.

(Continuará)

José de Jesús Ojeda Sánchez.

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Una Montana

Arisca y pina, la Montaña de Cristo Rey abre, para subirla, una trocha que se antoja increíble para cualquier vehículo.

Sin embargo, por esta trocha suben ligeros y confiados los autos de todas las ciudades ale- jadas. Los conductores conocen el camino y lo re corren con más seguridad que la más amplia y bien pavimentada carretera, ¡han ido dicen tantas veces a ver al Patrón 1

En el inicio, se engalana el camino con pro- Jrusión de casahuates cuyas flores blancas, más que flores, parecen mari- posas inquietas que se posaron un instante sobre ramazones pardas y des- nudas.

A los casahuates suceden herbazales informes, raros ; matorrales opacos y espinosos cada vez más pequeños, y de repente sin sentirlo, va- mos ya entre el cantil —que hacia arriba o hacia abajo es sucesión con- fusa y repetida de roquedales y terrenos.

Se sube y más se sube por un camino estrecho desolado ; una ceja que traza, más que curvas, ángulos audaces. Angulos cada vez más agu- dos conforme se va ganando altura.

En la cumbre, la estatua monumental de Cristo Rey, a cada paso se perfila más grande y más precisa como cordial invitación.

En un relleno luce la Ermita Expiatoria su línea y colorido que tanto tienen de admirar.

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Y seguimos subiendo. Nuevamente hay vegetación. Ahora es de un verde fresco, inusitado.

Es que llegamos a la fuente, y en la fuente, viajero, debemos dete- nernos. Debemos detenernos y meditar.

En esta altura ¿cuántos cientos de metros? naturalmente no había agua. La indispensable para las obras era subida en pipas y a lomo de muía. Era más caro un cubo de agua que una botella de buen vino, ¡pero se hizo el milagro! Entre las rocas —cósmicas alquitaras comen- zó a rezumar la humedad y brotó el agua mi gota busca entrañas de ro- ca y las perfora, había dictado la hermana agua al poeta en claro y abun- doso manantial.

Puedes verla, viajero. Es el agua más clara y más limpia que imagi- nar puedas. También puedes tocarla, y si quieres, bebería. Y si la tocas y la bebes sentirás en tus manos y en tu boca la huellá viva de las ma- nos de Dios.

Peones camineros saludan risueños. Suena una campana con ecos infinitos, y unos peregrinos, un hombre y dos mujeres con un niño que remudan de brazos, suben penosamente. El hombre va descalzo. Al ofre- cerles asiento en el coche lo rechazan corteses: Es promesa, señor. A la bajada, si no malhoreamos, le tomamos la palabra...

Pero ya hemos llegado.

Todo aquí es imponente. La obra de las basílicas; la de la cripta, de la Reina, y la alta, inmensa, de Cristo Rey. La estatua de bronce mide 20 metros de altura sobria de líneas y actitud, es ejemplar de varonil belleza y de expresión hasta donde es dable a un artista sugerida di- vina. Entre dos angelotes con sendas coronas, la del martirio y la del triun- fo, tiende sus manos protectoras sobre el paisaje mexicano que parece pos- trarse devoto ante sus plantas.

Reducidos a dimensión de miniatura se miran Guanajuato, Irapua- to, Silao... León se columbra apenas enneblinado en la distancia.

Cercanos en ilusión de perspectiva, los recuadros sembrados o en barbecho son porfía de colores. Verdes, rojizos, grises y amoratados. Al- guno casi negro, y sobre muchos el claro casi plata de las cercanías de piedra que los determinan.

Otero extraordinario, el Cerro de Cristo Rey, corazón geográfico ue México, parece atalayar toda la extensión de la patria.

Se ven las sierras con sus picachos y con sus recuestos, pueblos con factorías, tierras paniegas, promesas vivas de olivares, más pueblos con escuelas e industrias, rancherías, pergu jales con figuritas que se afanan

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trabajando: hombres y mujeres; bueyes ayuntados y muías solitarias que avientan o que trillan, burritos que transportan, hatos que pacen y retozan.

También se ven caminos, carreteras.

Al pie de la montaña, una casita clara tiene paredaño un horno os- curo y empenachado de humo. El humo, como el tiempo en esta mañana luminosa, se ha dormido.

Un jadeo casi imperceptible sobresalta su sueño. Es que hacia el otro lado, raudo, el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería...

Pero hay que regresar.

En el descenso, ya cumplida su manda, los peregrinos aceptan tími- dos nuestra hospitalidad. Todavía antes de abordar el carro se aseguran con insistencia deliciosa: Pero de veras... ¿No malhoreamos a sus bue- nas mercedes?

(Tomado de ‘TAMBOR DE PLATA”) DAVID N. ARCE.

'CRISTO

REY EN

MEXICO"

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M ARZO DE 19 5 7

DIA 1°— FUNERALES DE MONS. AMA- DO V'LLANUEVA. Ayer por la noche lle- garon los restos mortales del Ilustre Pre- lado, desde la ciudad de México, acompa- ñados per las Sritas. Valverde, sobrinas de-1 nunca bien llorado Obispo de Cristo Rey, Mcns, Dr. D. Emeterio Valverde Té- liez. Se velaron en el Santuario de la Reina. Acto continuo se cantó el primer nocturno del Oficio de Difuntos. Durante toda la no- che estuvieron en guardia las antiguas dis- cípulos de ¡a Casa Hogar”, fundada por

Mons. VUlanueva Esta pieza oratoria se publicó en los periódicos regionales y en nuestra publicación mensual en el número de Marzo.

En seguida se condujeron los restos mor- tales a los pies de Cristo Rey, para can- tar un nuevo responso. El P Betancourt con lágrimas en los ojos y con palabras entrecortadas habló breves momentos. Los obreros del Monumento se aprestaron pa-

trPOCA ACTUAL

Pbro. Mónico Villegas.

el desaparecido, para la educación y pre- servación de las obreras en León, Gto.

Hoy por la mañana, después de cantar el Segundo Nocturno en el que diaconaron el Sr Cura D. Miguel Saavedra y el Pbro. Mór.ico Villegas, el P. Capellán del Monu- mento, D. José A. Betancourt presidió la Misa solemne de Requiera siendo Ministros los Pbros. Odilón Aguirre y D. J. Jesús Gar- cía Escobar.

El Sr. Pbro. D. José Fidel Sandoval pro- nunció la oración fúnebre, en la que exal- tó la memoria de este gran Prelado,

ra trasladar el féretro hasta la Ermita Ex- piatoria acompañados de gran número de personas.

Ya en este lugar, el Sr. Cura y Vicario Foráneo de Guanajuato, Pbro. D. Manuel Rangel Camocho, cantó el último responso y dirigió palabras de recuerdo. Mientras era inhumado en la cripta de la Ermita, el que esto escribe, celebró una Misa por el eterno descanso del alma del desapa- recido.

DIA 2. Misas a las 7.30 y 9.32 de la mañana. Bendición Eucarística.

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■'CRISTO REY EN MEXICO"

CRISTO REY EUCARISTICO HA TOMADO POSESION DE TODA LA MON TAÑA Y POR TODOS SUS CAMINOS SE PASEA TRIUNFALMENTE, ACOMPAÑADO DE LOS SUYOS, EN ESTE CASO, LAS REVERENDAS MA DRES MISIONERAS GUADALUPANAS DE CRISTO REY, O. S. B., LO LLEVAN A QUE BENDIGA SU CASA.

DIA 3. ONOMASTICO DEL EXCMO. Y REVMO. SR. OBISPO DR D. EMETERIO VA.LVERDE TELLEZ, de santa memoria. Las misas de siete y media de la Ermita Expiatoria y de una de la tarde en el Santuario de la Reina, fueron celebrados en sufragio de su alma.

Misa de nueve en este mismo lugar, ce- lebrada por el Sr. Pbro. Amador Cárde- nas, acompañado de siete hermanas reli- giosas de la Casa Hogar de Uruapan, Mich Su intención: Pedir que mande a

este mundo lo que tanto necesita: Paz a las almas, paz a las familias, a los pue- blos, a nuestra Patria y a toda la huma- nidad".

Misa de diez y media, celebrada por el que dejó el siguiente autógrafo: "Ante el que es Luz del mundo, venimos de la Ciu- dad de la Medre Santísima de la Luz, (León, Gto.,) los estudiantes católicos del C.E.M. y de la U.FE.C., pidiendo un des- tello de esa luz que debe guiarnos en •este esfuerzo por conquistar para Cristo 3a Universidad ", P. Emigdio Gárate.

Misa de once. En ella se unieron en ma- trimonio cristiano la Srita. Esperanza B. López y el Sr, Joaquín Sánchez. Asistió el P. Capellán y celebró el que esto narra.

Con esta fecha se inauguró en la Er- mita Expiatoria el “Centro de Alfabetiza- ban y Dispensario Mons. Valverde Téllez Será atendido por tres Religiosos norma- listas tituladas y una más con el grado de enfermera.

> DIA 4. El Sr J Ascensión Mosque- da y la Sra. Ma. Fidelio González contra- jeron matrimonio en esta Montaña Santa, en el Santuario de la Reina y en la Misa de nueve y media. Padrinos: el Sr. Daniel Araujo y la Srita. Teresa del mismo ape- llido. Fueron bendecidos por el Sr. Pbro. 1. iónico Villegas Lugo.

4- DIA 5.— "Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te convertirás”, palabras ce MIERCOLES DE CENIZA— Peregrinos, obreros y visitantes, reciben en sus fren- tes el Sacramental.

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DON PEDRO RAYMUNDO Y OTRAS FAMILIAS CRIS TIANAS DE PUEBLA DE LOS ANGELES DEPOSI TANDO EN MANOS DEL PASTOR DE CRISTO REY, MONS. MANUEL MARTIN DEL CAMPO Y PADILLA, SUS OBOLOS GENEROSOS PARA EL MONUMENTO.

LOS REVERENDOS PADRES ROBERT RITZ, DE CAME- RON, TEXAS Y LEO JE- FERSON DE COURT ELI- ZABETH, MINESOTTA, U. S. A., POSAN PARA NUESTRA REVISTA CON EL R. P. CAPELLAN DEL MONUMENTO. PERO. JO SE A. BETANCOURT, DES- PUES DE SU VISITA A ESTE MONTE SANTO.

LA VOZ HUMÜNA SOLO SE POSEE PARA DARSE Y SOLO NACE PARA MORIR DESPUES DE HABER CAN TADO LAS GLORIAS DEL EXCELSO. ESTO MISMO HAN HECHO LOS NIÑOS DEL CORO DE PURISIMA DEL RINCON, GTO., QUE HAN DESGRANADO SU ARTE A LOS PIES DEL MISMO DADOR DE TODO ARTE.

LA MISION DEL AGUA E.' PURIFICAR HASTA LAS ALMAS, SOBRE LAS CUA- LES CAE COMO ROCIO EN EL BAUTIS- MO, CUANDO ELLAS TIENEN SED CO MO LA TIERRA. EXPANDI MANUS MEAS AD TE: ANIMA MEA SICUT TE- RRA SINE AQUA TIBI.

DIA G.— Moría Félix, hija de J. Isaías .'•¡ernández y María Rizo, nació en Conan- jilla, Gto., el día 1'' de noviembre de 105G. Fue bautizada en la Montaña de Cristo Rey el día 6 de marzo do 1957, Fueron pa- drinos D. Deniel Aceves y 1/la, Santos Cuéllcr.

Mario, Hijo legítimo d.e Ensebio Vala- dez y Teresa Rizo, nació en Comanjilla, Gto., el 5 de febrero de 1957 Fue bautiza- da en la Montaña de Cristo Rey, el día 6 de marzo de 1957 Padrinos: Sr. Salva- dor Morales y Ma. Santos Cuéllar. Admi- nistró el Pbrc Mór.ico Villegas L.

•f DIA 7. El P José, Duran S. S. J. acompañado do otro sacerdote, celebró Mi-

sa en el Monumento, pera implorar la for- mación de sus jóvenes estudiantes de fi- losofía.

Grupo do Sacerdotes y Coristas Fran- ciscanos de México, D. F., del Templo de San Fernando.

Un camión con feligreses del Campa- mento del Refugio, Ags.

Visitantes de Guadalajara, León, Mag- dalena de Contreras, Jal., y del Fistrito Federal.

DIA 8. Como un homenaje de amor

EN LA CIMA DEL MONTE SANTO DE CRISTO REY TODO EMPIEZA EN CADA HORA, PORQUE A CADA HORA LLEGA EL REINO DE JUSTICIA- Y EN ESTE CLAUSTRO ABIERTO1 A TODOS LAS PIE- DADES, LAS RELIGIOSAS MISIONERAS DE CRISTO REY AL SON DE LAS CAM PANAS QUE CANTAN LA MARCHA DEL TIEMPO SE ACERCAN AL "DIOS QUE ALEGRA SU JUVENTUD--.

'CRISTO REY F,

M E X I C O

91

EL AMPLIO COMEDOB PARA SACERDOTES BJ LA MONTAÑA SANTA. BL DIA DE SU INAUGURA CION, A LA CUAL CON CURRARON NUMEROSOS SACERDOTES DIOCESA NOS DE AMBOS CLEROS. A NOMBRE DE LOS OTA- LES HABLO EL R. P. VI- CENTE ECHARRI, SUPE RIOR DE LOS MISIONE ROS DE LA DIVINA IN FANTITA.

y devoción, el Sr. Cura Héctor G. Melén- dez H. y sus fieles de Tepetepec, Hgo. hemos llegado a las plantas de Cristo Rey y en su corazón hemos depositado nuestra gratitud y nuestro amor para que El nos perdone y nos haga ser verdade- ros soldados". Rúbrica.

DIA 9. Domingo Tres misas: a las 7.3Q y a las once con asistencia de pere- grinos de León, Gto. La de una de la tar- de fue muy concurrida Se impartió la Ben-

dición Eucarística y se cantó la Salve Por la tarde arribó una nutrida caravana de ejercitantes procedentes del Santuario de Atotonilco, Gto.

Vigilia de la Sección de Adoración Noc- turna de la Montaña, a la que se unió la Sección de la Parroquia de San Die- go de la Unión, Gto.. dirigida por el Sr. Cura D. Emiliano Coronel y el P. Ramón Lara, quien preside la Misa de media no- che y cc- comunión general.

ROMEROS FERVOROSOS ASISTEN AL SACRIFICIO BUCARISTICO Y OFRECEN S©6 LIMOSNAS, RESTA DAS A SUS TRABAJOS PARA LA OBRA, A LA CUAL AMAN COMO A LA MANIFESTACION MAS ©LARA DE SU PIEDAD.

92

CRISTO REY EN MEXICO"

DiA 11 A las nueve y media dj la mañana se recibía la peregrinación de la Parroquia antes citada. El Sr. Cura Care- ne! presidió la Misa de los romeros ayu- dándole el P. Lera y el P Villegas Ser- món ¿el P. Betcncourt.

DIA 12. Fr. Felipe de Jesús Lopes, O.F.M., de Ensenada, B. C., ofreció el San- to Sacrificio de la Misa al que asistieron sus familiares.

DÍA 13. El Sindicato de Aseadcrca ce Calzado ' Francisco I. Madero" de la ciudad de León, Gto., efectuó una vez más su anual peregrinación con asistencia de un centenar de miembros ccn sus íaml-

LAS BENDICIONES EUCARISTICAS A DIA RIO SE IMPARTEN A TODOS LOS PUN TOS CARDINALES DE LA PATRIA. DES DE LA ERMITA EXPIATORIA, DONDE ESTA DE NOCHE Y DE DIA EL SANTI SIMO SACRAMENTO. ATALAYANDO NUESTRAS VISITAS A SU SANTUARIO DE AMOR. EN LA CIMA DEL CUBILETE.

LA CRUZ DE CRISTO: DOS LINEAS REC- TAS ABRAZADAS EN UN PUNTO. PERO LLENAS DE PODER Y SALVACION, CUANDO SE TRAZAN CON LAS MANOS DEL SACERDOTE. CON LAS AGUAS LUS TOALES DEL BAUTISMO O CON LA CUSTODIA DE ORO.

lies. Cyeron le Miza ordinaria de nueve y medie, recibieron la Bendición con el San- tísimo y se unieron al sacerdote ofician- te para pedir la protección de la Guada- lupar.a en el ccrr.to de la Salve Regina.

DIA 14. La Farrcquia de S Pedro de los Pozos, Cito., que cuando estaba en su mejor época por sus grandes bonanzas mineras se llamaba Ciudad Porfirio Díaz, se dió cita en pleno ante las miradas in- dulgentes de Cristo Rey para pedir pro- tección y ayuda en esta época de ma- yor crisis per la pobreza que reina entre sus h jos. El Sr Cura D. Antonio Gu- tiérrez que ha \icto y sufrido ecte proce-

F. EY EU

CRISTO

MEXICO

93

LA LITURGIA CRISTIANA HA EMBELLE- CIDO CON SUS POMPAS LOS ACTOS DEL CULTO CATOLICO Y EN EL CASO DE LAS PROCESIONES EUCARISTICAS,

EL CRISTIANO VIDENTE CONTEMPLA LOS TRIUNFOS DEL REINADO DE CRIS TO, EN EL CUAL TOMAN PARTE MUL- TITUDES FERVOROSAS.

so de decadencia juntó como en un as de corazones guanajuatenoes a un millar de feligreses trasladados por veinticuatro ca- miones. Desde las tres de la mañana lle- garon los primeros ai mando del P. Evo- dio García procedente de la Vicaría de Palmillas enclavada entre sierras difíci- les de comunicación, después fueron arri- bando ios que venían de la cabecera y ranchos aledaños. Llegó el P. Miguel Ma- drigal, Vicario Cooperador y en seguida el Sr. Cura. La gran mayoría de estos va- sallos de Cristo Rey aprovechan estas oportunidades para lavar sus conciencias, que es el principal homenaje que más agrada a Cristo Rey.

Fueron recibidos solemnemente en ¡a

Basílica de Cristo Rey por el P. Capellán Pbro. D. J. A. Betancourt, Allí mismo el Sr. Cura, acompañado de sus Vicarios presidió Misa solemne. El P. Betancourt, les predicó a las cuatro de la tarde y des- pués de una Hora Santa, empezó la reti- rada a sus lugares de origen.

DIA 16. Peregrinación de damas ca tólicas de Pénjamo, Gto. Asistió a la Mi- sa de nueve y media recibiendo en se- guida la Bendición Eucarística.

DIA 17. Las Misas de regla. A la Misa de una de la tarde en el Santuario de la Reina asistieron peregrinos de León, Gtc., en número de treinta y cinco perso- nas, amén de muchas más que en grupos aislados acudieron de diversas partes. En la tarde se efectuó el Bautismo Solemne de "Rosa María, hija legítima de Fernan- do Domínguez y de Ma del Carmen Ve- lázquez, nació en la calle de Cerrillo Puer- to No 35 de Silao, Gto , el día 26 de ene- ro de corriente cño Fue bautizada por e,’

EN EL CUBILETE TODOS LOS ORADORES NOS PASEAN CON SU PENSAMIENTO Y SU PALABRA ELOCUENTE POR LAS AL TURAS Y NOS AISLAN DE LA TIERRA. DE TAL MODO QUE NO QUISIERAMOS BAJAR DE ESE NUEVO CIELO CON QUISTADO.

94

CRISTO REY EN MEXICO"

Pbro. D. J. A. Betancourt en esta Montaña Santa el día 17 de marzo del mismo co- rriente año. Padrinos Teodoro Romero y Elvira Mendoza de Romero.

DIA 19. Fiesta del Castísimo Patriar- ca Sr. San José ,en cuyo honor se cons- truyó y se consagró un Altar y se ben- dijo una hermosa y original imagen, pin- tada al óleo por el Maestro Tobías Villa- nueva en el Santuario de la Reina. Tres Misas. A la de siete y media en la Ermi-

ta acuden los obreros del Camino a la de nueve que es en el altar de San José, asisten los empleados, maestros y obre- ro que laboran a la sombra de Cristo Rey. Bendición.

A la de una de la tarde acude regular número de personas.

Del colegio Pacelli de la ciudad de La- gos de Moreno, Ja., vino una representa- ción de alumnos encabezadas por las RR Misioneras Eucarísticas y del P Chanón que ofreció el Santo Sarcificio.

DIA 21. El Sr Pbro D Francisco Es- cobar de Tepic, Nay., celebra hoy la San- ta Misa y pasa aquí este día para despe- dirse mañana.

DIA 22. El sacerdote dejó su recuer- do después de ofrecer la Misa de despedi- da. "Con todo gusto y placer visñé la cbra estupenda que se lleva a cabo en el an- tiguo Cerro del Cubilete. Confieso que fui muy atendido por el expresado P. Retan court y el caritativo P. Villegas y las Rev. Religiosas Guadalupanas de Cristo Rev.

DIA 24. Domingo. A la Misa de on- ce asisten cuarenta peregrinos de León

DIA 26.— A la misa ordinaria del Santuario de la Reina asisten 30 perso- nas de Aguascalientes

"CRISTO REY

CUANDO A DIARIO SE REPITEN EN LA SAN TA MONTAÑA ESTAS ESCENAS, EL POL- VO VIEJO SE SIENTE ADMIRADO, REMO- VIDO, TURBADO, INQUIETADO EN £U DORMIR Y DESDE LO ALTO LA ESTATUA MONUMENTAL DEL SOBERANO SIEMPRE SONRIE Y SIEMPRE ABRAZA, Y LOS POS- TIGOS DE LA PLAZA MONUMENTAL SIEM PRE ESTAN ABIERTOS PARA LAS MUCHE- DUMBRES Y PARA EL ESPECTACULO CRIS- TIANO.

EN MEXICO

93

DOGMA ARTI-: INFORMACION.

rijM'iic e! 11 de Abril de 1953 y autorizada como correspondencia de 2" clase en ta Administración de Correos en León, Gto., el 20 de enero de 1954.

Director: Exorno Sr Obispo DR D. MANUEL MARTIN DEL CAMPO. Administrador y Responsable: PBRO. JOSE. A. BETANCOURT.

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Diríjase a la Srita. Ma del Refugio González Apdo. 360. León, Gto.

L Excnio. y Revmo. Sr. Dr. U. JOSE DE JESUS C. ALBA

PALACIOS, Obispo Titular de Amiso y Auxiliar de San Luis Potosí, Miem- bro esclarecido que fuera de la clerecía leonesa y donde sus recuerdos de sabiduría y ejemplar con- ducta perduran imborrables,

CRISTO REY EX MEXICO”

le augura larga vida apostólica y lo felicita cordialmente, en ocasión de su

ARO ENTINO JUBILEO SACERDOTAL

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Princeton Theoloaical Seminary Library

012

01458

0577

Fas use in Libiory onh