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LÍTRARY

UNIs'ERSITY OF CALIFORNIA

EL NUEVO

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EN Ax^iERICA,

l^iótaria ííe uiajes al jícríi moííínia.

(^otiüeire entre otras cosas : La historia natural de las poscsioues que cou- (¡liistarou los Españoles en ia América Meridional y en particular del Perú. Noticia dil Ch!mbora/.ü t tlol Carguairazo. El clima del Perú. Sus lerreano- tos. La descripción j coslumbrcs de la ciudad de Lirna.

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Todos los ejemplares de esta obra vaa numerados y rubricados para los efectos del derecho de propiedad.

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EL NUEVO

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l5Í6toria ííf Diajfs al fJcrú maírcrna.

Contiene entre otras cosas : La historia natural de las posesiones que con- quistaron los F.spañoles cu la América Meridional y en particular del Perú. Noticia del Chiniborazo y del Carguairazo. El clima del Perú. Sus tcrreiug- tos. La descripción y costumbres de la ciudad de Lima.

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COPÍ DOS LAMI.NAS FINAS PERFECTAMENTE n,Ü.MI.\ADAS ,

qiic repreecntan el CLimborazo y,el Carguairazo y trajes del Perú moderno.

BARCELONA.

IMPRENTA DE A. RERGNES Y COMPAÑÍA. CON LICFNCIA. DICIEMBRE, 1832.

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VIAJERO UNIVEnSAI.

en América.

CAPITULO I.

Historia natural de los paises que conquistaron los Españoles en la América meridional en general, y en particular del Perú.

La. temperatura de un pais se deteriiiiiia tanto por su elevación sobie el nivel del mar, como por su distancia del ecuador. Así es, (jue aun en las regiones situadas entre los trópicos, conforme una comarca esté mas ó menos ele- vada sobre el Océano, su clima es mas frió ó mas caliente.

En el mas cálido es donde crecen las pal- meras y los bananos, el yuca , la caña de azú- car, el pimiento, el índigo, el aguacatero, el

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G EL TÍUEVO VIAJERO UNIVERSAL

ananas, el calo, el guayabo, el algodonero, el tamarindo y otros vegetales no menos dignos de atención , é igualmente muchos aricóles cuya madera sirve en la tintura. Este territorio se eleva hasta quinientas toesas sobre el nivel del Océano, y comprende todos los paises si- tuados a la orilla del mar en la zona tórrida.

A mas del coco ordinario se encuentra allí el maca ó coco del Brasil, que es común en el ist- mo de Darien ; está coronado de una especiede guirnaldas , defendidas por puntas largas y punzantes; el centro del árbol contiene una medula parecida á la del saúco; su fruto, del tamaño de una pera pequeña, crece en raci- mos, siendo su color amarillo al principio y rojizo cuando está maduro; cada fruto tiene un núcleo; la carne, aunque un poco agria, es grata y saludable. Los Negros sacan de esos frutos una especie de gordura con la cual sa- zonan sus alimentos.

El bibbi, otra especie de palmera que tiene este nombre del licor que destila, es árbol muy común en el Istmo y en el continente; sus usos lo hacen sumamente precioso paia los hidios; tiene el tronco recto, pero tan delgado, que á pesar de su altura que llega liasta setenta pies ,

T.^- AMÉRICA. 7

no es miiclio mas grueso que el muslo; está des- nudo y armado de aguijones como el maca; sus frutos son redondos, de color blanquecino, y del tamaño de las nueces. Los Indios obtienen de e'l un aceite, sin otra operación que macha- carlo en un gran mortero, hacerlo hervir, y prensarlo en seguida, despumando el líquido á medida que se enfria : la porción superficial que separan constituye un aceite muy claro, que mezclan con colores con los cuales se pintan el cuerpo. Cuando el árbol es joven , agujerean su tronco para recogei', por medio de una hoja arrollada en forma de embudo, el licor que lla- man bibbi : sale á gotas de bastante volumen , y su gusto es bastante agradable, aunque siem- gre un poco agrio : lo beben después de ha- berlo guardado uno ó dos dias.

El manioque presenta un tronco recto y sin ramas, hasta setenta pies de altura, y termina con un gran numero de ra mitos que forman una vasta copa piramidal; su fruto tiene la for- ma de una pera; algunos se ven tan gruesos como la cabeza de un niño; su sabor es dulce, aromático v muv í^rato. 1 j:'

La manzanilla es el fruto de un árbol muy venenoso, el cual por lo que toca á su frondo-

8 EL NUEVO VIAJERO TIVIVERSAL

sidad tiene la apariencia de un gran peiaJ. Es muy alto, y su madera tan bien vetada , que se la emplea en obras de embutido : no se la puede cortar sin peligro, pues la menor gola de su jugo produce una ampolla en la paite ([ue toca. Este árbol crece en las orillas del nuu'. El fruto tiene una forma esférica; su piel es lisa, de un verde amarillento y rojizo; se parece muclioá «na manzana de api. Esta enga- ñosa apariencia junto á un olor agradable con- vidan á comerla: su carne esponjosa y blanda contiene un jugo lechoso y pérfido, que desa- brido en un principio, luego se vuelve cáusti- co, y quema á la vez el paladar, los labios y la lengua.

El maho crece en los lugares húmedos; su corteza es tan clara como el cañamazo : si se quiere coger un pedazo, se desgarra en tiías hasta lo alto del tronco; estas liras son del- gadas, pero tan fuertes, que con ellas se hace toda especie de cables y cordaje.

Los calabacinos son unos arbolitos cuyos frutos carnosos, por su forma y grosor son bas- tante parecidos á nuestras calabazas silvestres. Varían desde dos pulgadas hasta un pie de diá- metro. Están cubiertos de una piel lisa y del-

EN AMI-niCA.

g.'ída, y son aninrillo-verdosos. De])ajo de dicha piel hay una cascara dura y leñosa, que con- tiene una carne blanda, amarillenta, de un gusto picante y de olor vinoso. Con esta car- ne ó pulpa se prepara un jarabe muy celebiado j)or su eficacia contra las afecciones de pecho. i.os Indios han sabido aprovecharse de la re- sistencia de la cascara del fruto para fabricar con ella diversos utensilios caseros, como va- sos, sellos, platos, botellas, cucharas, etc. Pulimentan la coiteza, la adornan con muchos colores vivos preparados con la goma del ana- cardo ó caoba, y trazan en ella figuras de soi'- prendente ejecución en gentes que no líenen idea alguna de los principios del dibujo. En- cuentranse también en estos paises calabazas de yerba, que son una especie de calabazas silvesties cuva cascara se destina áisjuales usos que la del calabacino.

La yerba de la seda es el yuca, que crece abundantemente en los lugares húmedos. Su raiz está llena de nudos; sus hojas, cu}a for- ma es parecida á la de una hoja de espada, tienen á veces una ana de laigo. Los Indios coitan esta yerba y la hacen secar al sol, ma- chacándola en un pedazo de corteza para redu-

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cirla íi filamentos ; y torciéndolos en seguida como los del maliot, forman con ellos cuerdas para las hamacas y para la pesca. Esla especie de seda es muy estimada en Jamaica, donde los Ingleses la tienen por mas fuerte que sus cáñamos : las Españolas hacen con dichos fila- mentos unas medias que venden muy caras, y cordones amarillos con los cuales se adornan las negras de las plantaciones.

El árbol palo ligero es llamado así por su mucha ligereza, aunque tenga el grosor del olmoj su tronco es recto, y la hoja se parece mucho á la del nogal. Los Indios tienen otro árbol, llamado blanco-negro en su idioma, cuya altura ordinaria es de diez y ocho á veinte pies, y cuya hoja se parece á la del sen : la ma- dera es muy dura, compacta, pesada y mas blanca que cualquiera otra de Europa. Tiene el grano tan hermoso, que no hay 0])ra de embu- tido en la cual no pueda ser empleada. Este árbol se encuentra en el istmo de Panamá.

Los mambiies espinosos crecen como las zarzas , y hacen impracticables los lugares que están cubiertos de ellos. Los mambues huecos se levantan hasta treinta ó cuarenta pies de al- tura, teniendo un grosor proporcionado. El tron-

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co presenta á distancias unos nudos quecontie- nen de doce á quince pintas de líquido. Este árbol se emplea para vaiios usos. Sus hojas se ])arecen á las del saúco. Las orillas del mar en aquellas regiones ecuatoriales están pobladas de manglares ; su corteza es roja, y puede servir para teñir los cueros.

Entre los mayores y mas gruesos árboles de aquella zona se cuentan el caobo ó anacardo, el cedro, el balsamero de Cartagena, y el árbol de María ó calaba. La madera de los primeros sirve para fabricar las canoas y los champanes, especie de embarcaciones que emplean los ha- bitantes para el comercio de la costa y rios. El balsamero y el árbol de María destilan un licor resinoso de diferente especie ; el guayaco y el abenuz ó ébano de monte tienen casi la dure- za del hierro.

Los bejucos, plantas sarmentosas y enreda- deras, son muy á propósito para formar atadu- ras : otra planta enredadera es Xafabilla cordi- J'olia, cuyo fiuto se llama liahilla ó haba de Cartagena. Es una baya gruesa, esférica, en- vuelta de una corteza dura, y que contiene tres celdillas, cada una de las cuales encierra muchas semillas. Se asegura que estas semillas

12 EL NLEVO VIAJERO UJVIVERSAL

son el mejor antídolo para la mordedura de toda especie de serpientes: basta, dicen los viajeros, comer algunas inmediatamente des- pués de la lieiida para contener al momento el curso del veneno, y desvanecer todos sus efec- tos.

La sensitiva es muy común debajo de los áiboles y en los bosques.

El clima de esta zona es demasiado húmedo y caliente para la cebada, el trigo y demás semillas de esta naturaleza ; pero se coge en abundancia maiz y arroz. El maiz sirve para confeccionar el bollo , especie de torta que sus- tituye al pan en todas las comarcas, y que es ])lanco, pero muy insípido. Las patatas , de las cuales el camote forma una variedad muy es- timada, y los ignamos, que sufragan también ¡)ara el alimento de los habitantes, las papas y los guanábanos, especie de corosol, los limo- nes y cidras de muchas variedades, se cuentan en el número de los frutos que produce aquel clima. Los hidios independientes cultivan mal el tabaco; se linntan á sembrarlo en sus plan- taciones, y abandonándolo i\ la naturaleza, es- peran que este seco para (juitarle las hojas, las cuales arioilan en cuerdas de dos ó ti es

EN AMÉRICA. 13

pies de largo, en medio de las cuales dejan un agujero. Cuando algunos quieren fumar jun- tos, uu chiquillo enciende un cabo del rollo y moja el otro para que no arda con demasia- da rapidez. El fumador introduce en su boca el cabo mojado, á manera de pipa, y soplando por el agujero, tira el humo á la cara de los que le rodean : cada cual tiene debajo de la nariz un pequeño embudo que sirve para reco- ger el humo y lo respiran por espacio de mas de media hora.

En aquellos paises se encuentra el queso ó caiba, de que se habla en las descripciones de los árboles de la costa occidental de África. En la parte de Guayaquil, para embriagar á los peces se valen del jugo de verbasco, que al parecer es una especie de gordolobo.

Describen los viajeros con el nombre de viahua una planta cuyas hojas son tan grandes que pudieran servir de sábanas para una cama. No tienen tallo; su longitud es de cinco pies sobre dos y medio de ancho. Las hojas son lisas , unidas con una cortilla ó nervio longi- tudinal de cuatro á cinco líneas de ancho, blancas por fuera y verdes por dentro, y están cubiertas de un polvo fino y viscoso. Sh^vense

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14 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

de ellas para construir una choza de repente, para cubrir las casas, y para trasportar el pes- cado, la sal y todas las mercancías que quie- ren preservar de la huniedad.

En esta región cálida inferior es también donde vegetan las liliáceas mas olorosas, el cacto y diversas plantas salinas.

Sobre la región de las palmeras empieza la de los heléchos arborescentes y de la quina. Los primeros cesan á ochocientas toesas, mien- tras que las otras no dejan de vegetar hasta mil cuatrocientas cincuenta. En esta región templada crecen los melastomos y las pasio- narias á modo de árboles tan altos como las encinas de Europa; el lirio de Santiago y otras liliáceas ; ciertas plasitas cuya flor violada y roja se lleva la admiración de todos; un sin número de otras bellas que han sido aclimata- das en Europa; y finalmente, la higuera y otros árboles frutales. La tierra está cubierta, en los parajes húmedos, de musgos siempre verdes, los cuales forman á veces alfombras tan brillantes como las praderías de Europa.

El palmero de la cera crece en las regiones templadas ; casi no se le encuentra en las lla- nuras; no empieza á manifestarse sino á las

EIS AMERICA. 15

novecientas loesas, y se le observa hasta mil cuatrocientas cincuenta sobre el nivel del mar. Su tronco, dividido por anillos, llega á la enorme altura de ciento sesenta á ciento ochenta- pies. Sus hojas son aladas, las hojue- las numerosas, hendidas en su punta, lampi- ñas, plateadas por encima, cubiertas por debajo de una sustancia pulverulenta que se levanta en escamas argentadas. Las támaras son muy ramosas , y de unos tres pies de lar- go. Del tronco de este árbol se recoge una ma- teria resinosa muy abundante, que se hace derretir con una tercera parte de sebo para formar cirios y bugías.

Las encinas no empiezan á aparecer, en las regiones ecuatoriales, hasta sobre ochocientas setenta y dos toesas. La caña de azúcar sale bien á veces á mil doscientas cincuenta de elevación. El cultivo del trigo empieza á quinientas toesas ; pero no está asegurado hasta doscientas cincuenta mas arriba, y hasta mil vegeta con lozanía.

Los otros cereales del antiguo Mundo se cul-^ tivan también en esta zona , en la cual se en- cuentran á mas los árboles ñ-utales que traje- ron allí los Españoles, como perales, albérchi-

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EL NUEVO VI/UERO UNIVERSAL

gos, naranjos y otros. INótanse además la vid y muchas otras plantas interesantes.

En toda la provincia de Quito se da el nombre de guabas á un fruto llamado pacaes en el Perú , y es la acacia de fruto azucarado. Su vaina, de unas catorce pulgadas de largo, es de un verde oscuro y esta toda cubierta de un vello suave pasando la mano de arriba abajo, y áspero pasándola en dirección contraria. Sus cavidades están llenas de una medula esponjo- sa y ligera, y blanca como el algodón. Esta medula contiene pepitas negras de desmedido grandor, y que dan un jugo fresco y dulce.

La fresa del Peni y de Chile es muy dife- rente de las fresas de Europa, no solo por su tamaño que es de una buena pulgada de largo sobre ocho líneas de diámetro, sino también por su gusto que es mas aguanoso, sin que por eso sea menos agradable. Así es que contiene mucho mas jugo: sin embargo, la planta no difiere de nuestros fresales sino por las hojas, que son un poco mayores.

El oca tiene de dos á tres pulgadas de largo y unas seis líneas de grueso en una parte de su longitud, pues forma diversos nudos que la hacen desigual y tortuosa. Está cubierta de una

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pie] delgada , amarilla en algunas, y roja en otras. Esta raiz es alible y tiene el gusto de la castaña, con la diferencia común á todas las frutas de América, que es el ser dulce. Se come cocida ó frita; se forman con ella conservas de azúcar que pasan por muy deliciosas en aquel pais.

La quinoa es una planta cuyas hojas se co- men como las espinacas ó la acedera , y la semi- lla como el mijo ó el arroz. Con su semilla se confecciona una cerveza muy agradable.

La famosa planta llamada coca, de que se ha hablado ya en el Viaje sobre el antiguo Perú, y que en otro tiempo era particular á algunos de sus cantones, es hoy dia común en todas aquellas provincias meridionales , por el cui- dado que se toman los Indios en cultivarla. Revolviéndola por la boca hasta que deja de dar jugo, les sirve de alimento todo el tiempo que la tienen en ella; y en cualquier trabajo que estén ocupados no desean otra refacción.

Efectivamente , la esperiencia ha compro- bado, según algunos viajeros, que esta yerba los vuelve vigorosos. Hácese de ella gran co- mercio, sobre todo en los lugares donde se be- nefician minas; pues los Americanos no pueden

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trabajar sin tal alimento, y los propietarios de ellas les suministran la cantidad que desean, descontándoles su valor del importe de su jornal.

En el Popayan se encuentran árboles de los cuales destila de continuo una especie de goma ó resina que los habitantes llaman rnaparnopa. Sirve para hacer toda especie de lacas ó bar- nices sobre madera, siendo este barniz muy hermoso y tan durable, que ni por medio del agua en estado de ebullición puede ser sepa- rado.

En los páramos es donde crece la contra- yerba, famosa pkuita por haber sido conside- rada como un remedio seguro para toda espe- cie de envenenamientos, y como una panacea universal. Se levanta poco sobre la tierra, pero á proporción se estiende mucho. Sus hojas tie- nen de tres á cuatro pulgadas de largo sobre poco mas de una pulgada de ancho, espesas, felposas por fuera, y de un verde pálido : por dentro son lisas y de un verde mas vivo. De cada yema nace una grande flor, compuesta de flores mas pequeñas que tiran un poco á violado: lo que se usa es su raiz.

En los lugares en donde no crece mas que el

EN AMÉRICA. 19

junco pequeño, y en donde la tierra no es ca- paz de semilla alguna, se encuentra un árbol que los habitantes del pais llaman quinoal^ y cuyo aspecto corresponde á la aspereza del cli- ma. Es de mediana altura, frondoso, de made- ra fuerte, y la hoja es también espesa en toda su longitud : su color es verde oscuro.

El mismo clima es favorable a una pequeña planta que los Americanos llaman en su idioma bastón de luz. Su altura es de unos dos pies. La planta consiste en varios tallecitos que sa- len de la misma raiz, rectos y unidos hasta su ápice, en donde echan pequeños ramos de los cuales parten hojas muy delgadas. Se corta esta planta casi á flor de tierra, donde su diá- metro es de cerca tres líneas ; la encienden , y aunque verde, da una luz igual á la de una antorcha, sin exigir otro cuidado que separar el carbón que va haciendo mientras arde.

La algarroba es el fruto de un árbol legumi- noso del mismo nombre; con el cual se ali- menta toda especie de ganados. Es blanqueci- na, y entreverada de pequeñas manchas amarillas. Sus vainas tienen cuatro ó cinco pulgadas de largo sobre unas cuatro líneas de ancho. Este alimento robustece los animales

20 EL IVUEVO VIAJERO UIN'IVERSAL

de carga, engorda los bueyes y carneros , y hasta se asegura que da á su carne un esce- lente gusto que es fácil distinguir.

Se ha hablado varias veces de la yerba del Paraguay, como de una de las principales ri- quezas de los Españoles y de los hidios perte- necientes á aquel territorio. Esta yerba, tan cé- lebre en la /Vniérica meridional, es la hoja de un árbol del grandor de un manzano regular; su gusto se parece al de la malva, y su forma es á corta diferencia igual á la de la hoja del naranjo. Tiene también alguna semejanza con la hoja del coca del Perú; pero es mas estima- da en el mismo Perú, donde se trasporta mu- cha cantidad á las montañas y á todos los lugares en que se esplotan minas. Se trasporta allí seca y casi reducida á polvo. Nunca se la deja mucho tiempo en infusión , pues volverla el agua negra como tinta. El caacuy es la pri- mera yema que apenas empieza á desplegar sus hojas; el caamini es la hoja que tiene todo su grandor, y de la cual se sacan los nervios an- tes de asarla: las hojas asadas se conservan en escavaciones hechas en la tierra y cubiertas con una piel de vaca. El caacuy no se puede conservar tanto tiempo como las otras dos es-

EN AMÉRICA. 21

pccies, cuyas hojas se Iraspoilan al Tiiciinian, al Peni y hasta á España: con dificultad sufre el ttasporte, y se dice que esta yerba, comida en su lugar natal, tiene cierto amargor que no conserva en otra parte, y que aumenta su vir- tud lo mismo que su precio. La gran fábrica de esta yer])a se halla en Villa ó nueva Villa Ri- ca , que está cerca de las montañas de Maracain, situadas al oriente del Paraguay, hacia los 25*^ 2í' de latitud austral. Muchos Españoles creye- ron encontraren esta yerba mi remedio ó un preservativo para todos sus males. Todos con- tienen en que es aperitiva y diurética; parece cierto que con frecuencia produce efectos muy opuestos entre sí, como procurar el sueño á los que eslán sujetos al insomnio, y desvelai* á los que están sumergidos en un letargo, y ser nutritiva y purgante. El hábito de usar de ella la hace necesaria, y muchas veces con dificul- tad puede uno limitaise á su uso moderado, aunque se asegura que el esceso de ella em- briaga y ocasiona la mayor j)arte de las inco- modidades que se atribuyen á los licores fuer- tes. La infusión de la yerba del Pai-aguay se llama mate en el Peni. Este licor se toma en ayunas; sin embargo, muchos lo beben después

22 EL IS'UEVO VIAJERO UNIVERSAL

(le la comida. Puede que su uso sea saludable; pero el modo de tomarlo es fastidioso. Por nu- merosa que sea una reunión, lodos beben por el mismo brocal y sucesivamente, baciendo pasar el mate ( 1 ) de uno á otro.

Encuéntrase en el Perú y en Cbile el moilé ó pimiento de América : cuando se desgarran sus liojas sale un jugo lácteo y viscoso, (|ue tiene un olor medio entre la pimienta y el bi- nojo, y que sale á saltos; de modo, que cuando se ponen sus pedazos en el agua, reciben á cada instante un impulso que los bace variar de lugar, lo que admira á los que no lo saben. Rezuma de su corteza un licor resinoso ó go- mo-resinoso, y muy odorífero, que se con- creta al contacto del aire. Se dice que la corte- za seca y pulverizada es buena para fortificar las encías y los dientes, y para deterger las úl- ceras. La pulpa de los frutos, que son gomosos y dulces, disuelta en agua forma una bebida muy delicada que se vuelve vinosa y luego acida.

Las vides del Perú y de Cbile son muy pro- ductivas: se pone el vino en vasijas de tieria ,

(i) Nombre que dan también al vaso que contiene el licor.

E3r A:>iÉmcA. 23

Y se las enibatlurna con una especie de resina , cuyo gusto con el de la piel de los machos ca- bríos de que se sirven luego para trasportarlo, le da un sal)or amargo, parecido al de la tria- ca, y un olor al que con dificultad puede uno acostumbrarse.

Los frutos de Chile se producen sin mucho cultivo : allí no se enjertan los árboles. Sin em- J)aigo , la cantidad de peras y manzanas que deben tan solo ala naturaleza, hace muy difí- cil el concebir como aquellos árboles, que no eran allí comunes antes de la conquista, han podido multiplicarse hasta tan escesiva abun- dancia. Se ven campiñas enteras de una especie de fresales que ya se han descrito. Los campos están llenos de toda especie de legumbres, al- gunas de las cuales , como los nabos , las patatas, la escarola, etc., crecen allí naturalmente.

Las yerbas aromáticas de nuestro clima, como el pequeño bálsamo, la melisa, el tana- celo, la manzanilla, la menta, la salvia, cubren todo el terreno : distingüese allí una pequeña especie de salvia que se eleva como un arbus- to, y cuya hoja se parece un poco á la del romero. Las colinas están vistosamente ador- nadas de rosales que no han sido plantados , y

24 FL NUEVO VIAJERO UNÍVERS \L

ia especie mas iiuilliplicada no tiene es])inas. Vese también por los campos una especie de Jirioá que los habitantes llaman Iiati: encuén- transe de diferentes colores, y de los seis pé- talos que componen la flor, siempre hay dos amazoicados. La i-aiz del bulbo de esta flor da una harina muy blanca, de la cual se hacen pastas de confitura. Cultívase en los jardines la dütíva en foi'ma arborescente, y el quincha- rnali, especie de cipresillo cuya pequeña flor es amarilla y roja. Hay asimismo una infmidad de plantas medicinales particulares del pais. Las yerbas de tinte no son menos abundantes: tal es el reilbon, especie de rubia que tiene la hoja mas pequeña que la nuestra, y cuya raiz hacen hervir para teñir de rojo. El poqueíl es una especie de caléndula que tiñe perfecta- mente de amarillo. El añil de Chile es una es- j)ecie de índigo que tiñe azul. La tintura negra se hace con el tallo y la raiz del panqué, cuva hoja es parecida á la áel acanto. Cuando el tallo es rojizo lo comen crudo para refrescaise : es muy astringente. Hervido con el maqui y el goulhiaz, arbusto del pais, da un hermoso tinte negro que no quema los tejidos como los de Europa. Esta planta no se encuentra mas

EN AMERICA.

9J^

que en los lugares pantanosos. Los bosques están líenos de árboles aiomálicos, tales eomo diferentes especies de mirtos; una calidad de laurel cuya corteza tiene un olor parecido ai del salsafras ; el boldu , cuya hoja despide un olor como de incienso, v cuya corteza tiene un gusto como de canela y es el canelo drímico.

El licti es un árbol muy común en Chile, cu va sombra hace abotarsfar todo el cu

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los que duermen en ella. Frezier se convenció de ello con el ejemplo de un oficial francés ; pero el remedio no es difícil. Consiste en una yerba llamada pelboqui^ especie de hiedra ter- restre que se machaca con sal , bastando fro- tarse con ella para hacer desaparecer la hin- chazón.

La corteza del peumo, en decocción, sirve de mucho alivio en la hidropesía. Este árbol da un fruto rojo de la forma de aceituna; su ma- dera puede servir para la construcción de em- barcaciones ; pero la mejor del pais, para este uso, es una especie de encina cuya corteza, lo mismo que la de la carrasca, es un corcho. En las cercanías de Valparaíso, las montañas , aunque muy secas por las pocas lluvias , producen mu- chas vei'bas cuvas virtudes son muv celebra-

2G EL :>rEVO viajero U?avi£RSAL

das. La mas famosa es la cachalingua, especie de pequeña centaurea mas amarga que la de Fiancia : pasa por escelente febrífugo. La vira- verde es una especie de siempreviva cuyo in- fuso, según asegura un cirujano francés, cura las tercianas. El unoperquen es un sen del lodo parecido al que nos viene de Levante. La alva- quilla, llamada cu/en por los Americanos, es un arbusto cuya hoja tiene el olor de la alba- baca, y contiene un bálsamo que se usa nui- cho para curar las llagas ; su flor es larga, dis- puesta en espigas de color blanco, que tira un poco á violado. Otro áibol pequeño llamado liahillo^ diíei'ente de la habilla del Tucuman, no es menos célebre por las mismas virtudes : tiene la flor de la retama, la hoja muy peque- ña, de olor fuerte algo parecido al de la miel , y tan llena de bálsamo, que es entetameníe viscosa. En las cercanías de Coquimbo se ^e una especie de ceteiaque, cuya hoja es niuy i'izada, y cuyo decocto es muy celebrado para purificar la sangre, y sobre todo para restable- cer al viajero de las fatigas de una larga jorna- da. Se cultiva taml>ien una especie de calabaza, que se hace emparrar por el techo de las casas, y que dura un año: de su pulpa se confecciona escelente confitura.

EN AMÉRICA. 27

Alií empieza á crecer un árbol que en Chile no se encuentra en parle alguna, y que Fre- zier cree ser particular del Perú, y le llaman lúcumo. Su hoja, dice, se parece un poco á la del naranjo, y su fruto es muy parecido á la pera que contiene la semilla del floripondio. Cuando maduro, la corteza es un poco amari- llenta y la pulpa ó carne muy amarilla, á poca diferencia del gusto y consistencia del queso íresco.

iNo se debe aquí pasar por alto la observa- ción de que si el antiguo Mundo ha dado á la zona templada de la América meridional el tri- go, la \id y diversos árboles frutales, aquella zona por su parte ha proporcionado á nuestro continente muchos vegetales preciosos, como la cotufa, el mastuerzo de hidias y la patata.

Mas arriba de la zona templada, es decir, de mil treinta á dos mil toesas sobre el mar, no se encuentran mas que plantas bajas parecidas á las de los Alpes en Europa , muchas de las cuales presentan flores muy hermosas. Mas allá y hasta dos mil quinientas toesas no se ven mas que gramíneas. Estas plantas desaparecen sucesivamente, y ceden el lugar á los musgos y iíípienes que cubren la tierra y las rocas has-

28 EL INTTEVO VI.UERO UNIVERSAL

la los límites de las nieves perpetuas. Algunas parece que se ocultan bajólos hielos, que jamás se deshacen.

Encuéntrase bajo la zona cálida, desde el nivel del mar hasta quinientas tocsas de alluia, el tapir, á que los Portugueses llaman anta ó dante, y que es uno de los mayores cuadrúpe- dos de la America meridional, aunque no tie- ne mas que tres pies y medio de alto y seis de largo. En su forma total se asemeja al cerdo ; pero se dii'^erencia por varios respectos esencia- les. El color de su piel y de su pelaje es bruno oscuro; tiene una crin de pelos negruzcos de pulgada y media de altura. Su cabeza es muy gruesa; sus orejas son casi redondas, y sus ojos pequeños. Su hocico termina en una especie de trompa de pulgada y media de diámetro, y puede alargarla para coger lo que se le presen- ta. Las piernas del tapir son cortas y fuertes. La cola apenas merece este nombre : no es n>as que una protuberancia gruesa y de la longitud del meñique, de color de carne por debajo. El tapir es animal solitario; vive en el espesor de los grandes bosques, y huye las cercanías de Jos lugares habitados. Frecuenta los sitios pan- lanosos , y es aficionado a bañarse en los rios

EN AMÉRICA. 29

y laicos, pero tiene constantemente su alber- gue en las colinas. No deja percibir otro grito que un silbido agudo. Se alimenta de frutos silvestres, de vastagos y brotes tiernos. Es de natural apacible y tímido: sin embargo, se de- fiende muy bien, y á veces mata a los otros animales que le acometen. Se dice que si el jaguar se tira sobre el tapir, este lo arrastra a lo mas espeso de los bosques, basta que lo ha hecho pedazos haciéndole pasar por los j)a ra- jes mas estrechos. El tapir se domestica fácil- mente, conoce á su amo y le sigue. Su carne es basta, seca y de mal gusto; su cuero es fuerte y sólido. Los Españoles han llamado al tapir la gran bestia.

Los bosques de las regiones cálidas sirven de madriguera á los aluates, a los coaitas, á los micos y á un gran número de monos. Estos forman la caza mas buscada de los pueblos sal- vajes. Cuando no son cazados ni perseguidos, no manifiestan temor alguno al acercarse el hombre; y por esta seña conocen los salvajes, cuando van á descubrir tierra, si el pais que visitan es nuevo ó ha sido frecuentado por hond)res. En el curso de la navegación por el Amazona^ La Condamine vio tan gran número

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30 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

de monos y oyó nombrar tantas especies, que renunció á hacer su enumeración. Los hay, dice, tan grandes como un lebrel, y tan peque- ños como un ratón, es decir, mas pequeños que los tilles, y difíciles de domesticar, cuyo pelo es largo y lustroso, ordinariamente casta- ño, y á veces mosqueteado de leonado. Tienen la cola tan larga como dos veces el cuerpo, la cabeza pequeña y cuadrada, las orejas pun- tiagudas y salientes como los perros y gatos, y no como los demás monos , con los cuales guar- dan poca semejanza, teniendo mas bien la traza y el aire de un león pequeño.

El jaguar, el gonguar, el chibicalu , el aira, el yaguarundí, el ocelote y otros animales fero- ces hacen la guerra á los cabieles, á los agu- tis, á los pacas y á los mirmecófagos. Vese también el pelarico, el tajasu, los tatos y los perezosos, los didelfos ó semivulpejas, los cua- tis y las zarillas. Muchos viajeros hablan de estos nltimos bajo el nombre de zorras ó vul- pejas hediondas.

El tato es llamado armadillo por los Espa- ñoles. Este jabalí , animal del tamaño de un conejo, está cubierto de un tejido escamoso y duro, formado en el espesor de la piel; y con-

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sisle en una placa sobre la frente, un grande escudo situado sobre las espaldas, y compuesto de pequeños repartimientos dispuestos por filas trasversales en bandas de placas parecidas , pero movibles, y cuyo número varía de tres á doce según las especies, en un escudo sobre la gru- pa, muy análogo al de las espaldas, y en ani- llos mas ó menos numerosos sobre la cola. La piel déla parte inferior del cuerpo está llena de verrugas escamosas, de las cuales salen bastante cantidad de pelos largos. Estas mismas verru- gas tapizan también las cuatro piernas, pero en estas se bailan mas aproximadas y mas escamo- sas, de modo que los cuatro pies están ente- ramente cubiertos de fuertes escamas. El tato tiene el bocico bastante puntiagudo , las orejas grandes, los ojos pequeños , las piernas cortas y gruesas. Se esconde en gazaperas que se for- ma él mismo. Algunas especies de tatos no sa- len mas que de nocbe; y cuando sienten ruido se refugian á sus madrigueras. Cuando se ven perseguidos y no conocen medio de salvación en la huida, recogen la cabeza y contraen todo su cuerpo formando una bola. Viven de raices y de insectos. Los Indios y los Negros encuen- tran su carne escelente.

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El perezoso, llamado también perico ligero por ironía, para indicar su estremada lentitud, es del tamaño de un gato. Su pelo es grosero y tieso, seco, marcado de manchas blancas y bru- nas. La escesiva lentitud de este animal llama la atención de todos los viajeros. Tiene, dicen estos, tanta aversión al movimiento, que no se mueve de\ puesto en que se encuentra, hasta que le acosa el hambre. Parece que no le asusta la j^iesencia del hombre ni la de las bestias fe- roces. Si se menea, cada movimiento va acom- pañado de un grito tan lastimoso, que no se puede oir sin esperimentar cierta sensación de piedad y de horror á un tiempo. Tampoco me- nea la cabeza sin dar las mismas señales de dolor, el cual proviene al parecer de una con- tracción natural de sus nervios y músculos. Toda su defensa consiste en estos lúgubres gri- tos. No deja, sin embargo, de huir cuando se ve atacado por otros animales; pero huyendo redobla los mismos gritos con tanta viveza, que espanta ó perturba á su enemigo lo sufi- ciente para que deje de perseguirle. Al pararse continua gimiendo, cual si el movimiento que lia hecho le hubiese causado crueles penas. An- tes de volverse á poner en marcha, permanece

EN A31 ERICA. 33

inmóvil largo tiempo. Se alimenta de fruías silvestres : cuando no las encuentra por tierra sube á duras penas al árbol que \e mas carga- do, derribando todas las que puede para evi- tarse la molestia de volver á subir. Después de haber hecho su provisión , se contrae en forma de bola, y se deja caer del árbol para no tener (|ue bajar; en seguida se queda al pie del árbol, no moviéndose hasta que ha consumido todos los víveres y la necesidad le obliga á buscar otros.

El manato, a que llaman también pece buej^ sube por el rio de las Amazonas. LaCondamine dibujó uno sobre el natural en San Pablo de Omaguas. Dice con razón que no se le ha de confundir con la foca; pero se equivoca lla- mándole pez, supuesto que tiene la sangre ca- liente. Encuentranse manatos, añade La Con- damine, á mas de mil leguas del mar en la Gualapa, Pastaca, etc.

Las aves de aquel ardiente clima son tantas y de especies tan varias, que no se encuen- tra viajero alguno que haya emprendido dar una exacta descripción de ellas. Allí hechizan la vista los tangaias, los cohbrís, los pájaros moscas , los manakims , los jacamares, los aias

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y Otros papagayos, y una iofinidad de habi- tantes del aire embellecidos con los mas ricos plumajes.

Entre los aras puede ser contado el chicali cuyas plumas están jaspeadas de rojo, azul y blanco, y tan hermosas, que en ellas cifran los Americanos su mas brillante adorno. Tiene el canto del cuclillo, con alguna especie de mayor tristeza en el sonido. Es una ave gruesa y larga que siempre lleva la cola tiesa, y que se está en los árboles, volando de uno á otro sin ba- jar casi nunca á tierra. Alimentase de frutas : su carne es negruzca, pero sabrosa.

Todas las singularidades de los volátiles pa- lece se hayan reunido en el tucán. Su tamaño es casi igual al de la paloma zorita; pero tiene las piernas mas largas. Su cola es corta, abi- garrada de azul turquí, de púrpura, de amari- llo y otros colores, que forman el mas soberbio contraste del nuindo sobre un bruno oscuro que es el que domina. Tiene la cabeza escesi- \amente voluminosa con respecto al cuerpo; pero de otro modo tampoco pudiera sostener el peso de su pico, que no bajaba de siete á ocho pulgadas desde su raiz hasta la punta. La parle superior tiene junto á la cabeza cerca de dos

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pulgadas de ])ase, y íbriiia en toda su longitud una figura triangular cuyas dos superficies late- rales están elevadas en forma de giba. La ter- cera, es decir, la de delante sirve para recibir la parte inferior del pico que se engarganta con la superior: y estas dos partes, que son per- fectamente iguales en su eslension como en su proeminencia, disminuyen insensiblemente hasta su estremidad, donde es tal la disminu- ción, que forma una punta tan aguda como la de un puñal. La lengua tiene la forma de un canon de pluma. Es roja como todas las parles interiores del pico, que reúne de otra parte en su eslcrior los colores mas vivos que se ven diseminados sobie las plmnas de las demás aves, siendo ordiiiariamente amarillo en la raiz lo mismo que en la elevación que se nota sobie las dos caras laterales de la parte superior, y formando en torno el mismo color una especie de cinta de media pulgada de ancho. Todo el resto es de un bello color de púrpura oscu- ro, escepto dos rayas de hermoso carmesí que se hallan á la distancia de una pulgada una de otra hacia la raiz. Los la])ios, que se tocan cuando el pico está cerrado, se hallan arma- dos de dientes que forman dos mandíbulas á

3G EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

modo de sierra. Los Españoles han llamado predicador á esta ave ; y la cansa de esto es otra singularidad. Consiste, según Ulloa, enque ha- llándose perchado en la cima de un árbol mien- tras que mas abajo están durmiendo otras aves, hace con su lengua un ruido que figura pala- bras mal articuladas, por temor, se dice, de que las aves de rapiña se aprovechen del sueño de las demás para devorarlas. Por lo demás, los tucanes ó predicadores se domestican tan fá- cilmente, que después de haber pasado algu- nos dias en una casa, corren á la voz del que los llama para recibir lo que se les presenta. Se alimentan frutas ; pero cuando domes- licados comen todo lo que se les da. Conócense varias especies.

El ave que los Españoles llaman gallinazo ó gallinaza , porque se parece á la gallina, es de la familia de los buitres. Su tamaño es casi igual al del frailecillo, escepto que tiene el cuello mas grueso, y la cabeza un poco mayor. Desde el buche hasta la raiz del pico no tiene plumas: este espacio se halla cercado de una piel negra, áspera, escabrosa y glandulosa, que forma mu- chas verrugas y otias desigualdades. Las plu- mas que lo cubren son negras como dicha piel.

EN AMÉRICA, 37

pero de un negro que tira un tanto á bruno. El })ico es bien propoicionado, fuerte y un poco encorvado. Estas aves son familiares en las po- blaciones y habitaciones. Los techos de las ca- sas están líenos de ellas; dejando á su cuidado el trabajo de limpiarlos. No hay animal que no les sirva de pasto, y cuando les falta este ali- mento, apelan á íoda clase de desperdicios; tienen el olfato tan fino, que se supone que sin otro auxilio buscan la carroña á tres ó cuatro leguas de distancia, y no la dejan hasta haberse comido toda la carne. Se ha notado que si no estuviesen pobladas aquellas comarcas de tan considerable número de gallinazos, la infección del aire causada por la continua corrupción, muy luego las hubiera vuelto inhabitables. Le^ Yantándose de tierra, vuelan con bastante pe- sadez; pero en seguida se elevan tanto, que se pierden de vista. En tierra caminan saltando con una especie de estupidez. Sus piernas son bastante proporcionadas : en los pies tienen tres dedos delante y uno detrás. Las uñas son cortas, débiles y romas. Para poder engullir bien se ven obligados á hacer ciertos movi- mientos con el cuerpo. Si los gallinazos se ven acosados por el hambre y no encuentran cosa

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que devorar, atacan al ganado que pace. Una vaca ó un cerdo que tengan la menor lierida , no pueden evitar el ser atacados por aquel mismo punto. De nada les sirve revolcarse por tierra y dar los mas fuertes gritos; pues aquellos insa- ciables animales no sueltan presa : á picotazos ensanchan de tal modo la lierida, que se hace mortal.

Otros gallinazos, un poco mayores, nunca salen de los campos. Su cabeza y una parte del cuello son blancas en algunos, rojas en otros, ó de ambos coloies. Encima del buche tienen un collar de plumas blancas. No son menos carnívoros que los anteriores. Se les da asimis- mo el nombre de rejes gallinazos , no solo por- que su numero es pequeño, sino también por- que se pretende haberse observado que si uno de ellos se arrima á una presa, los de la otra especie nunca se acercan hasta que aquel haya comido los ojos, primera parte que devora, y se ha va retirado voluntariamente.

Los murciélagos son infinitos en toda la re- gión cálida, y tan gruesos, que Waffer los compara á nuestros palomos. «Las alas, dice, son anchas y largas á proporción de este gro- sor, y tienen garfios agudos en su articulación.»

EN AMÉRICA. 39

En la provincia de Cartagena su número es tan iiHiienso al ponerse el sol, que se forman nu- bes que cubren las calles. Se representan por los viajeros como diestras sanguijuelas que no perdonan á los hombres ni á las bestias. Como el escesivo calor del pais obliga á tener abier- tas durante la noche las puertas y ventanas de los aposentos en que se duerme, entran en ellos los murciélagos, y si alguno duerme con los brazos ó los pies descubiertos, le pican la vena con tanta sutileza, cual pudiera el mas hábil cirujano, para chuparle la sangre que sale.

Waffer nos da una descripción bastante cu- riosa del carrosu, que sin duda es un boceo. Es una grande ave de tierra, negra, pesada, y del tamaño de una pava. La hembra no es tan negra como el macho; sobre la cabeza tiene un hermoso copete de plumas amarillas, que mueve á voluntad. Su garganta es igual á la de un pavo. Vive sobre los árboles, y se alimenta de frutas. Los Americanos encuentran tanto placer en su canto, que ponen un estudio par- ticular en remedarlo; y muchos lo logran con tanta perfección, ({ue el ave se engaña y les contesta. Esta astucia sirve para descubrirlas.

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Su carne, es alible aunque nn poco dura; pero después de haberla comido, los Americanos jamás se descuidan de enterrar los huesos ó tirarlos á los rios, para que no sean presa de sus perros, a los cuales creen que les comu- nica la rabia tal alimento. Se conocen varias especies de hocco, buenas todas para comer.

ÍNo seria de estrañar que los osos, los cuales no habitan casi sino en los paises frios , y que se encuentran en muchas montañas del Perú, no se hallasen en los bosques del Marañon, cuyo clima es tan diferente. Sin embargo, los habitantes del pais hablan de un animal lla- mado ucumari, que es precisamente el nombre del oso en idioma del Perú. La Condamine no pudo asegurarse de si es el mismo animal.

Los insectos y los reptiles son tan abundan- tes en toda aquella región, que los habitantes se hallan muy incomodados; y su vida se en- cuentra muchas veces en peligro por las mor- deduras de tales animales. De esta clase son los centípedos ó cientopies, los escorpiones y las arañas.

Las orillas de los rios y las costas están infec- tadas de cocodrilos ó caimanes, á que también llaman lagartos. Los gallinazos son los mas

EN AMÉRICA 41

crueles enemigos de los caimanes : buscan so- bre lodo sus liuevos, y se los llevan con las garras. Los caimanes se alimentan de pescado, cogiéndolo con tanto arte como los mas bábiies pescadores. Júntanse oclio ó diez, y se colocan en la embocadura de un estero, de donde no sale pez alguno que no puedan escoger; y mien- tras forman el cordón a la entrada del canal, otros se colocan en el otro estremo para dar caza á todos los que se hallan en el intermedio. El caimán no puede comer debajo del agua : cuando tiene su presa, se levanta por sobre, y pocoá poco la introduce en su boca, donde la mastica para luego tragársela. Cuando estos animales se ven acosados por el hambre, y el pescado no basta para saciarlos a todos, aban- donan la orilla del agua para diseminarse pol- las llanuras contiguas. Los becerros y los po- tros no están al abrigo de estas incursiones; y cuando han probado su carne, se aficionan tanto á ella que renuncian á la caza de los ríos, aprovechando el tiempo de la oscuridad para la de los hombres y bestias. Hay tristes ejem- plos de su voracidad, sobre todo respecto de los niños, que se apresuran á calar al fondo del agua, cual si temiesen que sus gritos les pro-

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porcionasen socorro ; y después de haberlos ahogado, se los comen en la superficie del agua. Los que han llegado á gustar la carne humana son los mas terribles. Entre los divei- sos lazos que se les tienden para cogerlos (') ma- tarlos, el llamado casonete es una especie de anzuelo compuesto de un pedazo de madera fuerte y puntiaguda por los dos estreñios", que se cubre con hígado de algún animal. Se ata al estremo de una gruesa cuerda atada en una gruesa estaca por el otro cabo, flotando por la superficie del agua. El primer caimán que lo ve se lo traga ; pero como las puntas de la mader'a le hieren las dos mandíbulas, se queda sin po- der abrir ni cerrar la boca. Lo tiran entonces hacia tierra; y si bien se lanza contra los que están cerca, se divierten estos en irritarlo, porque no puede ya causarles otro daño que derribarlos por tierra.

Entre las serpientes hay pocas tan veneno- sas como las corales, las serpientes de casca- bel y las sauces ó de bejuco.

Las primeras tienen de cuatro á cinco pies de largo sobre una pulgada de grueso. La piel de su cuerpo está manchada de cuadrados rojos , amarillos y verdes , con toda la regularidad de

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un lablero de damas. Tienen la cabeza cliala y larga, como las víboras de Europa. Sus mandí- bulas están guarnecidas de dientes ó gancbos , cuya mordedura introduce en la berida un ve- neno tan sutil, que ocasiona inmediatamente la bincbazon general de todo el cuerpo. Corróm- pese luego la sangre en todos los órganos , basta la estremidad de los dedos ; y saliendo con violencia basta por estos, no tarda en sobie- venir la mueite.

En el Viaje á nueva España se ba babla- do de la serpiente cascabel.

Las serpientes sauces ó de bejuco son de una especie muy numerosa. Tienen estos nom- bres porque se parecen á la madera del sauce en el color , y poi'que siempre se hallan pega- das á las ramas de aquel árbol , del cual pa- recen formar paite. Su picadura es siempre mortal , por poco que se dilaten los remedios; pero los bay de estos infalibles , y que son co- nocidos de ciertos Indios, á los cuales recurien ios Europeos. El mas seguro es la halnlla^ cu- yas virtudes se lian indicado antes.

Ulloa no repara en asegurar que los mas for- midables de estos reptiles jamás dañan si no son atacados; que lejos de ser ágiles, se nota

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en ellos una lentitud á la que llama pereza; que uno pasa delante de ellos veinte veces sin que hagan el menor movimiento ; que a no hacer á veces alguno para esconderse en las hojas , no se distinguiría si están muertos ó vivos; y fi- nalmente , que no hay peligro sino para los que los pisan ó tienen la imprudencia de irri- tarlos. En los paises que baña el Marauon , dice Ulloa , que se encuentra una serpiente tan es- pantosa por su longitud y corpulencia, como por las propiedades que se le atribuyen. Paia dar una idea de su grandoi", muchos dicen que tiene la garganta y boca tan anchas , que se engulle un animal y también un houibre ente- ro. Pero lo mas estraño que se cuenta es que en su aliento lleva una virtud tan atractiva , que sin moverse atrae hacia un animal cualquiera que se encuenlie en puesto donde pueda alcanzar este aliento. Se hace muy difícil el creer en tamaña particularidad. Este mons- truoso reptil se denomina en lengua del pais yacumama^ que significa madre del agua ^ por- que, buscando los lugares charcosos y húme- dos puede ser considerado como anfibio. Todo lo que puede asegurar Ulloa, después de muy bien informado, consiste en que es de estraor^

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dinaria magnitud. Algunas personas de crédito le dijeron haber visto también este animal en nueva España, y le hablaron de él por el mis- mo estilo. Todo lo que le contaron de su gro- sor concuerda con lo que se refiere de los del Marañon, escepto tan solo lo de la virtud atractiva.

Los habitantes de Panamá refieren dos sin- gularidades sobre la naturaleza de las serpien- tes. Es opinión general en la ciudad que los campos vecinos producen una especie de ellas que tiene dos cabezas, una en cada estremidad del cuerpo, y que su veneno es tan peligroso por una como por otra parte. Los matemáticos de las dos coronas, durante su permanencia en Panamá no pudieron ver ninguno de aquellos maravillosos animales; pero, según la descrip- ción que les hicieron , tienen unos dos pies de largo, el cuerpo redondo como un gusano, de seis á ocho líneas de diámetro , y las dos ca- bezas del mismo grosor del cuerpo, sin apa- riencia alguna de articulación. Ulloa se inclina á creer que no tienen mas que una cabeza, y que siendo todo el cuerpo de un grosor igual, lo que parece bastante singular, los habitantes habian inferido que tenian dos, porque no es

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fácil dislingiiir la parle que merece reahiienle el nombre de tal. Añaden que esta serpiente es muy lenta en sus movimientos, y que es de co- lor gris con manchas blanquinosas. Ceielíran mucho también una yerba a que llanian yerba del gallo ^ cuya aplicación pretenden que es ca- paz de curar instantáneamente á un pollo ó ga- llina á los cuales se haya cortado la cabeza, respetando una sola vértebra del cuello. Los matemáticos solicitaron en vano á los que ta- les contaban que les enseñasen la yerba, pues no pudieron conseguirlo, aun cuando decian cjue era muy ¡común : de donde infiere aquel autor que esto no seria mas que una farsa po- pular , de la cual habla tan solo para evitar se diga que ignora lo que se contaba en el pais. Los centipedos ó ciento pies, de los cuales está infestada por todas partes aquella región, son de monstruoso tamaño. Llloa da la descrip- ción de los que vio en Cartagena, donde pulu- lan en las casas mucho mas aun que en los campos. Su longitud es de dos tercios de ana; y los hay también que tienen cerca de una ana de largo sobre cinco á seis pulgadas de ancho. Su figura es casi oval; toda la supeiíicie supe- rior y lateral está cubierta de escamas duras ,

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color musco, que lira á rojo, con articulación que les facilita el movimiento. Esta especie de cubierta es bastante fuerte para defender al animal de todos los golpes. Para matarlo no hay mas que darle en la cabeza. Es sumamente ágil , y su picadura es mortal. Los remedios prontos sacan de peligro, pero no quitan el dolor , el cual dura basta que lian destruido la malignidad del veneno.

Los escorpiones no son menos comunes que los ciento pies. Se distinguen varias especies : ne- gros, rojos, brunos y amarillos. Los de la pri- mera especie se están en las maderas secas y podridas; y los otros en los rincones de las ca- sas y en los armarios. Su tamaño es diferente : los mayores tienen tres pulgadas de largo, sin collar la cola. Nótase también diferencia en la caHdad de su veneno. El del negro se tiene por el mas peligroso; pero si se subviene á tiempo, no es mortal. La malignidad del de los otros se reduce á causar calentura; a hacer compare- cer en la palma de las manos y planta de los pies una especie de entorpecimiento que se co- munica á la frente, á las orejas, nariz y labios ; á entumecer la lengua, y perturbarla vista. Este estado dura uno ó dos dias , después de los

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cuales se disipa el veneno insensiblemente, sin que haya que temer ninguna resulta peligrosa. Los habitantes del pais están persuadidos de que un escorpión purifica el agua, y no tienen escrúpulo en bebería aunque vean caer alguno en ella. Están de tal modo familiarizados con estos insectos, que los cogen con los dedos sin miedo alguno, cuidando de cogerlos por la úl- tima vértebra de la cola para evitar su picadu- ra. Algunas veces les cortan la cola y se entre- tienen en juguetear con ellos. Ulloa observa que el escorpión puesto en un vaso de cristal con un poco de humo de tabaco, se vuelve co- mo rabioso, y que con su aguijón se pica la cabeza hasta que se mata él mismo. Este espe- rimento varias veces repetido le hace inferir que el veneno de este animal produce en su cuerpo el mismo efecto que en el de los demás.

El caracol soldado, que se llama también bernardo el ermitaño , es un crustáceo que desde la parte media del cuerpo hasta la estre- ñí idad posterior tiene el tronco en espiral y de color blanquecino; pero por la otra mitad del cuerpo se parece al cangrejo , así en gtosor co- mo en la forma y disposición de sus palas. El

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color de esta parle, que es la principal, es blanco-gris, y su magnitud dos pulgadas y me- dia de ancho. No tiene cascara ni escamas , y todo su cuerpo es flexible; pero para ponerse á cubierto , tiene la industria de buscarse una concha. Algunas veces la deja para buscarse ali- mento, y cuando se \e amenazado de algún peli- gro corre hacia el lugar en donde la ha dejado, y entra en ella empezando por la parte posterior, á fin de que la anterior cierre la entrada, y para defenderse con las dos manos , de las cuales se sirve como los cangrejos. Se dice que su mor- dedura causa por espacio de veinte y cuatro ó cuarenta y ocho horas los mismos accidenten que la picadura del escorpión; pero puede du- darse de tal aserto. Waffer dice que la cola del bernardo es niuy buen alimento , y le atribuye el gusto de una medula azucarada. Añade que se nutre de lo que cae de los árboles, y que cuando ha comido manzanillo, su carne so vuelve venenosa. Según el mismo autor, el aceite de estos insectos es un específico admi- rable para las torceduras y contusiones.

Pero todas estas singularidades no pueden compararse á la que se va á leer. Los habilan- tes del pais habian contado á Ulloa que cuan-

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do el caracol soldado crece en grosor hasta que va no puede entrar en la concha que le servia de habitación, va á la orilla del mar en busca de otra mayor, y que mata al caracol cuya conclia le conviene mas para alojarse en ella. Tal rela- ción escitó en el matemático la curiosidad de asegurarse de ello por sus propios ojos , y com- probó todo lo que se ha referido insiguiendo á él mismo, escepto lo de la picadura, porque no tuvo por prudente hacer la prueba.

Los sapos se hallan en numero prodigioso en toda aquella zona. Los que aparecen después de haber llovido son tan gruesos, que los mas pequeños tienen seis pulgadas de largo. Se aga- zapan en las tierras blandas encima de las cua- les haya suficiente tierra seca para ocultarlos. Cuando llueve salen de sus gazaperas para ir en busca del agua, que es como su elemento. Así es que las calles y plazas de las poblaciones marítimas se llenan de estos reptiles, cuya súbi- ta aparición hace creeráalgunoshabitantes que cada gota de lluvia se ha trasformado en un sa- po. Si llueve de noche, su número es tan in- menso, que forman en algunas partes como un empedrado, no pudiendo dar un paso sin pi- sar sapos. Acontecen mordeduras tanto mas te-

EN AMÉllíCA. 51

niibles j en cuanto estos odiosos animales, a mas de su errosor son muv venenosos.

Hacen los viajeros una bellísima pintura de las mariposas ; pero se halla una pésima com- pensación de su belleza en la fealdad é imperti- nencia de diversas especies de moscas, las cuales forman como nubes en las savanas y manglares , y hacen intransitables los ca- minos.

Los zancudos son las mas gruesas; son pe- queñitas y muy parecidas á los gusanillos que roen el trigo. Siguen los mosquitos, que son como los de España; y después los gegenes de la hechura de una palomilla, no mayores de un grano de mostaza grueso, y algo cenicientos. Las mantas blancas son una especie de arador tan diminuto, que se siente el ardiente esco- zor de su picadura sin percibir lo que la causa. Únicamente por los muchos que se ven en el aire se conoce que son blancos , y de aquí les \ iene su nombre. Las dos primeras es- pecies causan una gruesa roncha , cuyo esco- zor no se disipa hasta al cabo de dos horas. Las otras dos especies no ocasionan roncha al- guna, pero su picadura deja una comezón in- soportable. Se puede decir que si el ardor del

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sol hace los dias de aquel pais largos y tedio- sos, esos crueles insectos no hacen las noches nías divertidas. En vano se recurre á las mos- quiteras contra los pequeños, si el tejido no es inuy denso para que no puedan atravesarlo; y en este caso se espone uno á sofocarse de ca- lor. Los ataques de estos insectos llegan al es- tremo de que una vela no puede mantenerse encendida tres ó cuatro minutos fuera de un fa- lol. Voltean en torno de la luz, y se precipitan sobre ella de modo que la apagan luego. : El nigua , llamado así en Cartagena', y cono- cido en el Peni con el nombre de pique. ^ es tan pequeño que casi no se percibe. Sus piernas no tienen los resortes de las de las pulgas , lo cual es un grande beneficio, pues según Ulloa, si tuviese la facultad de saltar, no habria cuer- po vivo que no estuviese lleno de ellos , y es- ta raza haiia perecer las tres cuartas partes de hombres consecuencia de los accidentes que podria ocasionarles. Siempre se halla en el pol- vo , sobre todo en los lugares poco limpios. Se pega á los pies, a la planta de los mismos, y hasta á los dedos. Taladra la piel con tanta su- tileza , que se introduce en ella sin sentirlo, de modo que no se conoce hasta que empieza á

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estenderse. Al principio no es difícil sacarle ; pero cuando ha llegado á introducir la cabeza, se agarra tan tenazmente que es preciso sacrifi- car un poco de piel para hacerle soltar la pre- sa. Si alguno no lo repara á tiempo, el insecto se aloja, chupa la sangre y se hace un nido de una túnica blanca y delgada, que tiene la for- ma de una perla plana , agazapándose en aquel espacio de modo que su cabeza y pies están vueltos hacia la parte esterior para comodidad de su alimentación , y la otra parte de su cuer- po corresponde al lado interior de la túnica para depositar allí sus huevos. A medida que los pone, se ensancha la pequeña bolsa , y en cuatro ó cinco dias tiene hasta dos líneas de diámetro. Entonces es muy interesante sacai- lo, ó sino revienta por y disemina una infi- nidad de gérmenes parecidos á liendres, es de- cir, otros tantos piques ó niguas que ocupando muy luego toda aquella parte, causan mucho dolor , prescindiendo aun de la dificultad de desalojarlos. Penetra a veces hasta los huesos; y cuando se consigue el librarse de semejantes bichos , dura el dolor hasta que se hallan en- teramente restablecidas la carne y la piel. Esta operación es larga y dolorosa, consistiendo en

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separar con una aguja la carne que loca á la Híeuibrana en que hay los huevos, lo cual no es íacil hacer sin reventar la túnica. Después de haber separado hasta los ligamentos mas j)e- (¡ucños, se saca la bolsa, que es mas ó menos gruesa a proporción del tiempo que ha perma- necido en aquella parte. Si revienta, se debe ledobíar el cuidado de arrancar todas las rai- ces, y sobre todo de no dejar ai insecto [)rinci- pal , pues volverla á poner anles de estar cer- rada la llaga, y profundizando en la carne seria mas difícil sacarlo. Se pone en el agujero un ])oco de ceniza caliente y ta])aco mascado. Aunque el insecto no se haga sentir al tieuipo de penetrar, al dia siguiente causa una come zon ardiente y doiorosa, sobre todo en algunas partes , como debajo de las uñas : el dolor es menos vivo en la planta de los pies y donde la piel es mas espesa. Se observa que el nigua ha- ce una guerra cruel á algunos animales , sobie todo al cerdo, al cual va devorando por grados, V cuyas manos y pies se encuentran llenas de huevos y agujeros después de su muerte.

No obstante la pequenez de estos insectos , se distinguen de ellos dos especies , la una ve- nenosa, V la otra no. Esta se parece á las pulgas

EjV AMÉRICA. 55

por el color, y vuelve blanca la membrana donde deposita sus liuevos. La otra especie es amarillenta, y su nido de color de ceniza. Otro de los efectos que produce cuando se aloja en la estremidad de los dedos de los pies es causar una inflamación muy ardiente en las glándu- las de las ingles acompañada de agudos dolo- res, cpie no terminan basta después de la estir- pacion de los liuevos.

Las abejas de aquellas regiones no bacen su miel sino en los troncos de los árboles , donde los hidios meten su brazo para cogerla y lo sa- can todo cubierto de aquellos animalitos, ([ue nunca les pican. Se cree que no tienen agui- jón, pero no ba podido comprobarse. Los Ame- ricanos mezclan la miel con el a^ua sin otra preparación, y forman un licor muy soso. No bacen uso de la cera , valiéndose en su lugar de una especie de madera ligera que les sirve de bugía.

Toda aquella zona se baila infestada de bor- migas, que son muy gruesas, tienen alas y pi- can con viveza , sobre todo cuando entran en las casas. Se evita el descansar al suelo en los parajes que abundan de tales insectos; y los ndios que viajan no se olvidan jamás de exa-

56 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

minar el terreno antes de colgar sus hamacas en los árboles.

Todas las mercancías tejidas , las telas de li- no, las ropas de seda, de oro y de plata tienen oíros insectos por enemigos. UUoa cita uno que hace en ellos los mas terribles destrozos. Es el comegen , especie de polilla , tan rápida y viva en sus operaciones, que en poco tiempo re- duce á polvo el fardo de mercadería donde se mete, sin desarreglar su forma. La taladra por to- das partes con tanta sutileza, que no se percibe liaya llegado hasta que se toca , encontrándose entonces retazos y polvo en vez de tela ó ropa. Este accidente es de temer sobre todo después de la llegada de embarcaciones de géneros, los cuales presentan larga presa al comegen. No se ha podido encontrar otro preservativo que po- ner los fardos sobre bancos altos cuyos pies estén embadurnados de brea y apartados de las paredes. Estos insectos , aunque pequeños, pues á duras penas se les divisa, no necesitan mas que una noche para echar á perder todos los géneros de un almacén. De aquí es que en el comercio de Cartagena es ya común especifi- car entre las pérdidas cuya indemnización se pide, la que puede temerse del comegen, sien-

EN AMERICA. 0/

do tan particular de aquella ciudad, que no se \e en Portobelo ni en Panamá.

El mar abunda en peces de diversas espe- cies : son dignos de atención los siguientes por su singularidad.

El paracod es redondo y del tamaño de un sollo grande, pero es mas largo. En ninguna parte se encuentra tan bueno como en la costa del Istmo. Sin embargo, se observa que hay al- gunos parajes donde no lo pescan que no esté envenenado. Waffer no sospecha otra causa que el alimento que toman , pero dice haber conocido muchas personas que murieron do haberlo comido , ó que llegaron malas en tér- minos de caerles el cabello y las uñas. Añade que el paracod lleva consigo su contraveneno, y es su espina del dorso que se hace secar al sol, y luego se reduce á polvo muy fino. Una pulga- rada de este tomada en un líquido cualquiera cura al momento. Waffer hizo de ello una prueba feliz. Le aseguraron también que para distinguir los paracodos envenenados de los que no lo son, basta examinar el hígado, y que cuando es dulce no hay que temer, y cuan- do amargo es peligroso.

Waffer llama ^«/á un pez quepodria equivo-

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carse con la becuna ó espadón si su longilud no se limitase á dos pies. Sobre el hocico , se- gún dice , tiene un hueso del tercio de la lon- gitud de su cuerpo. Nada á flor de agua casi con la misma velocidad que vuela una golon- drina , con saltos continuos, y su hueso es tan puntiagudo , que á veces atraviesa las canoas : su carne es excelente.

La del sulein es también muy buena : es un pescado armado de púas, y de la longitud de un pie.

Todos los sambalos están cercados de con- chas. El que Waffer llama con el nombre de concha es gmnde , torcido hacia dentro, plano por la parte de la abertura que es proporciona- da á su grosor , áspero en toda su superficie, pero interiormente mas unido que el nácar de perla cuyo color tiene. Contiene un pescado muy cenagoso , que no se puede freir hasta después de haberlo limpiado por mucho rato con arena. También se le golpea mucho , por- que tiene la carne dura, aunque de muy buen gusto.

No hay ostras ni cangrejos de mar en la cos- te del Istmo. Tan solo se ven entre las rocas al- gunos cangrejos gruesos, á los cuales les faltan

EN AMÉRICA. 59

las dos grandes garras que son comunes en los de mar.

Los Americanos de este pais pescan con gi'andes hilados de corteza de maliot ó de seda de yerba , los cuales se parecen á nuestras re- des. En las corrientes rápidas y atravesadas de rocas se echan á nado para seguir los peces , y los cogen con la mano en sus guaridas. De no- che tienen antorchas de la misma madera que usan para alumbrarse , y manifiestan suma destreza en cogerlos peces que se dirigen hacia la luz. Su modo de guisarlo, consiste en sacar- les los intestinos, y cocerlos en agua ó asarlos sobre las ascuas; comiéndolos sin otra salsa que sal del agua de mar, que ellos mismos hacen por su evaporación sobre el fuego, y mucha pimienta de la que les sirve de condimento universal.

Al pasar de Panamá al Perú por Guayaquil , el viajero curioso se detiene de buena gana en la costa de la punta de Santa Elena, para com- probar lo que se cuenta de un caracol entera- mente parecido á los de Europa. Este animali- to se da por cierto que contiene la antigua púrpura, la cual creian enteramente perdida ' algunos modernos. Esta especie de limaza es

60 i:l nuevo viajero universal

poco mas ó menos del tamaño ele una nuez. Contiene un licor en.el que consistiría según se supone, la verdadera púrpura de los antiguos, y que parece no ser otra cosa que su sangre. Una hebra de seda ó de algodón que se sumerja eii él , toma muy luego un color tan vivo y fuerte, que no se conoce lejía capaz de hacerlo desa- parecer. Al contrario, se vuelve mas brillante, y ni el poder del tiempo puede apagarlo. Lo usan para teñir los hilos de algodón y de seda, y pa- ra dar igual color a las ropas ya tejidas , como cintas , encajes y otros adornos. Síguense di- versos procedimientos para estraer aquel licor- Unos matan al animal , y el modo consiste en sacarlo de la concha ó cascara , ponerlo en se- guida sobre el dorso de la mano, apretarlo con un cuchillo desde la cabeza hasta la cola, y se- parar del resto del cuerpo la parte en donde está juntado el licor. Igual operación practican en otros muchos , hasta haber recogido una cantidad suficiente. Entonces reúnen todo el licor, y no hacen mas que pasar por él el hilo que quieren teñir. Pero el color no aparece de repente, y se le distingue á medida que se seca el hilo. Primeramente es un blanquecino que tira á color de leche, luego verde, y finalmente púr-

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pura. Otros sacan el licor sin matar la limaza ni sacarla de su concha; limitándose á compri- mirla para que saque el humor con el cual li- ñen el hilo. Después la vuelven á poner en la roca en donde la cogieron, y la dejan el tiempo necesario para restablecerse. Vuelven á coger- la y la comprimen de nuevo, pero no sacan tanto licor como la primera vez ; y desde la cuarta en adelante, da ya muy poco. Si se con- tinúan las compresiones, muere ; porque pier- de el principio vital que ya no puede renovar.

En las cercanías de Para se observa un pes- cado que se l\í\m[i puraque, cuyo cuerpo , co- mo el de la lamprea , tiene un gran número de agujeros , y á mas goza de la misma propiedad que la torpedo. El que la toca con la mano, y aun con un palo, resiente en el brazo una estu- por dolorosa, y algunas veces, según dicen, se cae.

Las tortugas del Amazona son muy buscadas en Cayena como las mas sabrosas. Este rio mantiene tortugas de diversas magnitudes y es- pecies, en tanta abundancia, que solas con sus huevos pudieran sufragar alimento para to- dos los habitantes de las orillas. Hay también loi'tugas de tierra que se llaman sabatis en

3.

62 EL iVUEVO VIAJERO UNIVERSAL

idioma del Brasil , y las cuales prefieren los habitantes de Para a las otras especies. Todas, y particularmente las últimas , se conservan muchos meses fuera del agua, sin alimentación sensible.

El orden de la naturaleza es allí muy favo- rable á los hidios previniendo sus necesidades. Los lagos y pantanos que se encuentran á cada paso en las orillas del Amazona, y algunas ve- ces muy adentro de las tierras , se llenan de to- da clase de peces en el tiempo de las avenidas del rio ; y cuando bajan las aguas, (juedan allí encerrados como en unos estanques y reserv^a- torios naturales, donde es muy fácil pescar- los.

Muchos de los animales que viven en la re- gión inferior y caliente se encuentran también en la región superior y templada , igualmente que en los paises fuera de la zona tórrida, cuyo clima es parecido. Se ven allí algunas alon- dras , el pecar ó tajasú , el ocelote , el ya- guarundí, las nutrias, y los pequeños ciervos mosqueteados. En esta zona y hasta 2.000 toe- sas de elevación , habita un gran número de ciervos, el pequeño oso de frente blanca, y los lamas. No sin sorpresa se han encontrado asi-

EN AMÉRICA. 63

mismo colibríes á cerca de 1.800 toesas de al- tura. Mas arriba aun se encuentran lamas, osos y el cóndor.

En las montañas del Perú lliimnáas páramos, es decir, las mas elevadas y estériles, el aire es tan brusco , que en general no hay animales que puedan morar allí de continuo. Sin em- bargo, hay algunos cuya constitución se acomo- da con aquel clima , y van allí á pacer las yer- bas que les convienen. Tales son los ciervos, de los cuales se encuentran á veces manadas en los puntos mas elevados de aquellos desiertos, y donde por consiguiente es mas insufrible el aire. La caza de estos animales es un ejercicio al cual son muy aficionados los habitantes del Pe- rú. La confianza que ponen en el buen éxito se funda en la bondad de sus caballos , los cuales corren con tanta velocidad y con paso tan seguro al través de las rocas y montañas , que la mas cacareada ligereza de los Europeos es lentitud en comparación de la de aquellos, himediata- mente que ven un ciervo corren tras de él, sin necesidad de incitarles á ello, y no paran la carrera hasta que se halla cogido el ciervo.

Las aves que se encuentran en los páramos pueden reducirse á perdices, y condores ó bui- tres.

EL ^UEVO VIAJERO UNIVERSAL

Las perdices del Perú no son del todo seme- jantes á las de Europa : mas bien pueden com- pararse á nuestras codornices, y no son muy abundantes.

El cóndor es una de las aves mas grandes de América; por el color y la forma se parecen á los gallinazos , cuya descripción se ba dado ya. Nunca se les ve en los lugares bajos; su mora- da habitual es en las montañas, á 800 toesas de altura. Se levantan cerniéndose basta la de 3.335 toesas ; luego descienden á veces de re- pente basta la orilla del mar, recorriendo de este modo en un instante todos los climas. En las poblaciones pequeñas los domestican. El cóndor es carnívoro ; y mucbas veces se lleva los corderinos de en medio de los lebaños cpie pacen al pie de las montañas. Esta ave es mas común en ciertos montes que en otros. Como los ganados están siempre amenazados de su rapiña, los naturales del pais le tienden lazos. Para esto matan algún animal inútil, cuya carne fiotan con el zumo de algunus yerbas fuertes, y entierran para disminuir el olor de las yerbas, pues se supone al cóndor tan suspicaz, que sin esta precaución no llegaria ala carne. La desentierran después, y acudiendo los condo-

EIV AMÉRICA. G5

res para devorarla, se emborrachan , según se dice , en términos de quedar inmóviles. En tal estado es ñtcil matarlos. También los cogen junto á la carroña con redes proporcionadas á su fuerza, la cual es tanta , que á veces con un golpe de ala derriban ó estropean al que les ataca.

El zumbador es un ave nocturna que no se encuentra mas que en los páramos; la cual ra- ras veces se ve, pero muchas se hace sentir por su canto ó por un zumbido estraordinario, del cual toma el nombre. Este ruido, que se de- ja percibir á la distancia de mas de cincuenta toesas , se atribuye a la violencia de su vuelo, siendo aquel mas fuerte á medida que uno se acerca. De rato en rato el zumbador da un sil- bido bastante parecido al de otras aves noctur- nas. Es del tamaño de la perdiz; sus plumas son mosqueteadas de dos colores grises, el uno oscuro y el otro claro ; el pico recto y propor- cionado ; las narices mucho mayores que las de las otras aves ; la cola pequeña, y las alas bas- tante grandes. Los Peruanos dicen que exhala su zumbido por la abertura de las narices; pe- ro, aun cuando sea muy considerable, no pare- ce bastante grande para ocasionar un ruido

66 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

tan fuerte , sobre todo en el momento en que silba, porque á la vez hace una cosa y otra.

En las cañadas ó valles de los montes altos donde las aguas forman grandes charcos, se ve un ave llamada canelón por los habitantes del país. Esta ave es el kamichi^ notable por cuan- to en la articulación de las alas tiene dos espo- lones que salen cosa de pulgada y media, y que sirven para su defensa. El macho y la hembra jamás van separados, ora vuelen, ora vayan por la tierra. Esta última es su morada mas común, puesto que no vuelan sino para pasar de un valle a otro , ó para huir de sus perseguidores. Se come la carne de esta ave, pasando por bue- na aunque empiece á estar algo mortificada. Se observan también en las partes menos frias de las montañas, pero su figura es algo diferente : tienen sobre la frente un cuernecito calloso y blando, y encima la cabeza un pequeño co- pete de plumas.

En la época del descubrimiento del Perú los lamas formaban el único ganado que habia en el pais. Este animal, llamado en varias relacio- nes oveja de Indias , se asemeja menos á las ovejas que al camello , pues tiene como este su cabeza , su pelo y toda la figura del cuerpo, á

EN AMÉRICA. 67

escepcion de la giba. Es mas pequeño : aunque tenga el pie hendido, su marcha es también la del camello. Los hay negros, brunos, de mez- cla y muchos blancos. Su altura es de unos cuatro pies. Son bastante resistentes para lle- var un peso de ochenta á cien libras; y así es (jue los Indios se han servido de ellos como de animales de carga. Comen su carne, que tiene el gusto de la del carnero , pei'o un poco mas desabrida. Estos animales son sumamente dó- ciles y poco dispendiosos. Toda su defensa con- siste en sus narices, de las cuales arrojan un humor viscoso, que dicen produce la sarna en los sujetos que toca; mas no parece cierta tal aserción.

La vicuña, llamada también según algunos paco, alpaca y alpaqiie. forma como se observó en el Viaje al antiguo Perú, una especie dife- rente del lama , al cual no obstante se parece mucho. Es la mitad mas pequeña, y tiene una lana fina y sedeña que cubre su cuerpo. La vi- cuña habita, en manadas mas ó menos numero- sas , las cimas m.as frias, mas desiertas é inac- cesibles de la cordillera de los Andes. Su pasto es el ichu ó pajón, planta que tapiza las locas en medio de los hielos y nieves. Corre y se en-

C8 EL JfUEVO VIAJERO ÜMVERSAL

carama por aquellas rocas con tanta y mas lige- reza que la gamuza. Sumamente tímida y astu- ta, no permite que se le acerquen; pero los In- dios logran sorprenderlas con cercas de cuer- das, en las cuales las obligan á entrar persi- guiéndolas , y hacen en ellas la mas terrible mortandad para quitarles la piel. Su carne es alible.

Los animales domésticos de Europa traspor- tados a la América meridional se han allí mul- tiplicado. Encüéntraseles desde la orilla del mar hasta las regiones donde cesa el cultivo por causa del rigor del clima, y donde solo pueden subsistir los lamas.

Los bueyes y los caballos se han vuelto sil- vestres. Las manadas de hueves se han licclio tan numerosas en los países situados al sur y al oeste de Buenos Aires, que muchas veces matan al animal tan solo para aprovechar la piel. Los perros, muchos de los cuales se han vuelto sil- vestres, los coguardos y los jaguares destruyen mas de los que se puede figurar. Se dice que los coguardos no necesitan que les inste elliambre para matar toros y vacas, que se divierten en cazarlos , y que á veces degüellan diez ó doce, comiendo solamente uno. Pero los mas ten i-

EN AMÉRICA. ()9

bles enemigos de estos animales son los perros. Si los toros llegan á desaparecer un dia de aquel pais , deberá sin duda atribuirse á los peños , los cuales devorarán hombres cuando no hallen bestias.

Los caballos se cogen con lazos ; son hermo- sos , y su ligereza no desmiente el origen espa- ñol. Los mulos no son menos comunes en el Paraguay que en el Tucuman, de donde se ha advertido ya que pasa cada año un gran número al Perú. Estos animales son de mucha utilidad en aquellos paises, en donde hay tanto que su- bir y bajar, y á veces pasos sumamente peli- grosos.

En el Paraguay se ven unas serpientes llama- das cazadoras, que suben á los árboles para descubrir su presa, y que tirándose sobre ella cuando está cerca , la aprietan con tanta fuerza que ni siquiera puede moverse y la devoran \iva; pero cuando se han engullido los anima- les enteros, se vuelven tan pesadas que no pue- den menearse. Se añade también que no te- niendo siempre bastante calor natural para digerir tan enormes bocados, perecerían infali- blemente si la naturaleza no les hubiese suge- rido un remedio muy singular. Vuelven su

70 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

\ ¡entre de cara al sol, cuyo ardor lo hace en- trar en putiefaccion; salen allí los gusanos, y compareciendo también algunas aves, se llevan todo lo que buenamente pueden. La serpiente no se olvida de impedir que pasen deniasiado adelante en la operación, y luego se restablece su piel. Pero a veces, según dicen, sucede que al restablecerse quedan inclusasalgunas ramas de árboles sobre las cuales estaba echado el ani- mal; pero no nos esplican el como se salva de este nuevo apuro. Muchos de estos monstiuo- sos reptiles viven de pescado; y el V. Mon- toya , de quien se han sacado estos pormeno- res, cuenta que cierto dia vio una culebra

cu va cabeza era del tamaño de la de un becer-

t/

ro , y que estaba pescando á la orilla de un rio. Empezaba arrojando de su boca mucha espu- ma en el agua; en seguida sumergia la cabeza permaneciendo un rato inmóvil, y luego abria de repenle la boca para engullir los muchos peces que atraia la espuma. Otra vez, cuenta el mismo misionero, que vio un americano de ta- lla muy regular que estando cubierto de agua hasta la cintura , ocupado en la pesca, fue en- gullido por una culebra, y que esta lo restitu- yó entero al dia siguiente. Tenia, dice, los hue-

sos tan machacados , cual si lo liiibiesen sido eiilie dos ruedas de molino. Las culebras de esta especie jamás salen del agua; y en los pa- rajes rápidos, que son bastante frecuentes en el rio de Paraná, se las \e nadar levantando la cabeza, que tienen muy gruesa con una cola muy anclia. Los Americanos pretenden que en- geiidran como los animales terrestres.

En aquel pais los caimanes son de un tama- ño prodigioso.

En algunos puntos de las mismas provincias se ven camaleones de una especie muy singu- lar ; pues se dice que tienen cinco ó seis pies de largo, prescindiendo de que llevan consigo sus pequeñuelos, y que siempre tienen la boca abierta hacia el lado de donde viene el viento. Añaden que es animal muy apacible, pero su- mamente estúpido.

Los monos de aquel pais son casi del gran- dor de un hombre. Tienen gran barba y la cola nuiy laiga. Dan gritos espantosos cuando son lieridos por alguna flecha; pero se la sacan y la arrojan contra los que se la tiraron.

Las zorrillas son muy comunes en la parte de Buenos Aires. Su pelo es agradablemente variado. Nada hay mas agraciado que esteani-

72 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

mal : es tan familiar, que se acerca á acariciar á los pasajeros; pero su orina, del mismo mo- do que en las de las demás partes de la Amé- rica meridional, es tan infecta que es preciso echar al fuego todo lo que llega á mojar.

Aquellas vastas llanuras están habitadas de agutis, pecares, aperas llamados sin razón co- nejos, tatos y cuatis.

EN AMERICA. I ^>

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CAPITULO II.

Noticia del Chimborazo j del Carguairazo.

Estos dos montes asombrosos, situado el primero á veinte y cinco leguas y tres cuartos al sur de Quito y á veinte y tres y un cuarto casi al noroeste de Guayaquil, y el segundo a veinte y dos leguas y media al sur del mismo Quito y al nordeste del Chimborazo, pertene- cian últimamente a nueva Granada. Pero con- viene tratar aqui de ellos, ya por ser general- mente conocidos como parte del antiguo Perú y como una porción de los Andes , ya también porque todas las montañas de la ximérica me- ridional forman otro de los objetos mas impor- tantes de la geografía , no solo á causa de las muchas cimas que pueden contarse entre las mas elevadas del globo, sino también por en- cubrir un gran número de volcanes que ofrecen las mas admirables y terribles escenas y ocul- tan en su seno minas de inagotable riqueza.

Antes de erilrar en la descripción del Cliim- borazo, conviene recordar que las cordilleras de los Andes se estienden á lo largo por toda la parte que tenian los Españoles en la Améri- ca meridional , formando la mas pequeña uii gran dique ó muralla , que dirigiéndose de norte á sur sigue las costas del Grande Océano, alejándose tan solo de estas regularmente de diez á doce leguas.

Está coronada de una serie de montañas , ora situadas en el sentido de la gsande cordi- llera, ora en dirección ti'asversal li oblicua, conteniendo valles, ó estendiéndose en mese- tas. Estrecha en su estremidad meridional , donde se puede decir que empieza en las pe- queñas islas situadas al sur de la tierra del Fuego ó cabo de Hornos, á los cincuenta y cinco grados cincuenta y ocho minutos latitud sur, se ensancha de golpe al noi te de Chile. Su ma- yor anchura, que es de sesenta leguas, se halla cerca del Potosí y del lago de Ti taca. Junto á Quito entre el ecuador y á un grado cuarenta y cinco minutos sur se halla su mayor altura.

En Popayan el gran dique se divide en ^mu- chas cordilleras. Dos son las mas notables : la una, sumamente baja, corre hacia el istmo "^

EN AMERICA. /J

Panamá; la otra se acerca ai mar de los Cari- bes, cuyas costas meridionales sigue y aun pa- rece que continua hasta la isla de la Trinidad por medio de una sierra submarina.

El Ghimborazo, lo mismo que el Mont-Blanc en los Alpes, forma la estremidad de un grupo colosal. Desde esta cima hasta ciento y \einte leguas al sur no hay otra que entre en la re- gión de las nieves perpetuas.

En la pendiente septentrional del Chimbo- razo, entre el mismo y el Carguairazo ó Carga- \irazo , pasa el camino que conduce de Quito á Guayaquil hacia las costas del océano Pacífico. Por aquella parte se elevan unas cúspides de fisfura roma cubiertas de nieves. En la llanura de Tapia, desde la cual cerca de Riobamba nuevo tomó Humboldt el diseño que está ad- junto, el grupo de aquellos dos montes tiene una altura absoluta de dos mil ochocientos no- veinta y "n metros. De consiguiente, la cús- pide del Chimborazo no escede la altura de aquel llano, mas que en ters mil seiscientos cuarenta metros ; lo que hace ochenta y cuatro metros de menos que la elevación de las cimas del Mont-Blanc sobre el priorato de Cha moni. La cumbre del pico de Tenerife comparada

76 EL NUEVO VIAJERO UNJVERSAL

con el nivel de la población de Orotava es toda- vía mas alta que el Chimborazo y el Mont- Blanc sobre la llanura de Riobamba y el prio- rato de Chamoní respectivamente.

Las montañas que pasmarian por su enorme altura si estuviesen colocadas á la orilla del mar, no parecen mas que colinas \istas desde la espalda de las coixlilleras. A pesar de los efec- tos de esta ilusión producida por la altura en que están las mesetas de Quito, de Muíalo y de Riobamba, se buscarla en \'ano cerca de las costas ó en la pendiente oriental del Cbinibo- razo paraje alguno que proporcionase una vista tan magnífica de la cordillera como la que se disfruta en el llano de Tapia. Hallándose uno situado entre la doble cresta que foinian las cimas colosales del Cbimborazo, del Tun- guragua y del Cotopaxi, se encuentra todavía en unos ángulos visuales de bastante altura, los cuales se van trasformando rápidamente en otros sumamente agudos á medida que uno se acerca á los bosques que están al pie de las cordilleras.

En el Cbimborazo y en el Carguairazo el lí- mite inferior que se observa de las nieves per- petuas está en una altura que escede un poco

EK AMÉRICA. 77

á la del Mont-Blanc, pues este colocado en el ecuador no se cubrirla de nieves sino acciden- talmente. La temperatura constante que reina en aquella zona hace que el límite délas nie- ves permanentes no presente las irregularida- des que se observan en los Alpes y en ios Piri- neos.

Por una pequeña y estrecha cresta que sale del medio de las nieves en la pendienle meri- dional, se esforzaron, no sin grandes riesgos, Humboídt y sus compañeros á subir á la cum- bre del Chimborazo, 23 de junio de 1802 , llevando con ellos los instrumentos cienííO- cos hasta una altura considerable, á pesar de hallarse rodeados de una densa niebla y suma- mente incomodados por la grande raridad dd aire. El punto en donde se detuvieron para esperimentar la inclinación de la aguja mag- nética les pareció que era el mas alto á que hubiesen llegado los hombres por la espalda de aquellos montes , pues escede de mil cien- to la cima del iVIont-Blanc, á donde solo pudo llegar el intrépido Saussure luchando con las mayores dificultades. Tan penosas incursiones escitan el interés general ; pero ofrecen casi siempre un número demasiado corto de lesul-

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78 EL NUEVO VIAJERO UINIVERSAL

tados útiles á las ciencias, á causa de que el; viajero, aislado en un terreno cubierto de nie- ves y respirando un aire muy poco favorable, se halla en una situación en que los esperimen- tos no pueden verificarse con toda la delicadeza y precisión que son necesarias.

Las altas cumbres de los Andes ofrecen á la vista tres formas principales diferentes.

Los volcanes que están todavía en activi- dad, ó sea aquellos que no tienen mas que un cráter de una anchura estraordinaria, presen- tan unas montañas cónicas, con sus cúspides truncadas mas ó menos distantes de súbase: de esta clase son los de Cotopaxi , de Popoca- tepec y del pico de Or izaba.

Los volcanes cuya cima está hundida por una laiga serie de erupciones acaban en cres- tas erizadas de puntas, agujas inclinadas, pe- ñascos quebrados y queamenazan ruina. De es- ta forma ha quedado el Altar ó Capac-Lrcu , montaña en otro tiempo mas elevada que el Chimborazo, y cuya destrucción pertenece á una época memorable en la historia física del nuevo continente.

En la misma forma existe el Carguairazo, destruido en gran parte en la noche del Í9 de

EN AMERICA. JJ

julio de 1G98 , en que su cumbre quedó aplo- mada. Entonces se derritieron improvisameníe las moles de nieve que lo cubrian, y despidió también por sus lados entreabiertos torrentes de aguas y otras materias cenagosas, que vol- vieron estériles las campiñas circunvecinas. Tan horrorosa catásírofe iba acompañada de un terremoto, que en las poblaciones inmediatas de Hambato y de Llactacunga sepultó millares de habitantes.

Otra forma de las alias cumiares de los An- des, la mas majestuosa de todas, es la del Cliiin- borazo , cuya cúspide eslá en forma de cono truncado y redondeada. El aspecto de las mon- tañas de granito no ofrece mas que una débil analogía comparadas con el Chimborazo, por demasiado aplanadas.

De aquí es que desde las orillas del mar del Suj-, después de las prolongadas lluvias del in- vierno , cuando la transparencia del aire au- menta súbitamente, se ve aparecer el Chimbo- razo como una nube en el horizonte, separado de las cumbres inmediatas y alzándose sobíc loda la cadena de los Andes como la magnífica cúpula de Roma moderna sobre los antiguos liioiunnenlos que circuyen al capitolio.

80 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

La Condamine fue el primer naturalista que visitó el Cliimborazo en 1745, acompañado de Bouguer, don Juan de Ulloa y otros europeos. Según élj tendria 22.540 pies sobre el nivel del mar; al paso que en la opinión de Humboldt llega a 23.450 pies sobre el mismo nivel y 13.097 sobre el llano de Quito. El punto de la vertiente oriental en que tuvo que detenerse Humboldt en su subida por haberse hallado con un precipicio de 580 pies de ancho, exce- dió de 4,067 pies al que había alcanzado La Condamine.

El nombre de Cliimborazo no significa niei'e de la otra orilla como este creia, sino nieve del Chimbos.

El Carguairazo eleva su parte superior mas allá del término de las nieves perpetuas, pero se cultiva en sus faldas grande cantidad de ce- bada.

La cima del Chimborazo está cubierta de perpetuas nieves, á pesar de hallarse á 1 grado 47 min., 18 seg. lathud sur.

EW AMERICA. 81

CAPITULO III.

Clima del Perú. Terremotos.

Aunque los valles del Pera ofrezcan en las orillas del mar arenales comparables á los de la Arabia, disfrutan de una temperatura benigna, á causa de los aires frios con que mitigan el ca- lor las cordilleras.

La sierra, separada de los \alles por una faja de eievadoscerros, presenta ya una estación mas permanente de invierno, que sigue en casi toda la serie de la costa de seis á veinte leguas de la misma , terminando en la gran cordillera de los Andes. Esta temperatura mas rígida y tempes- tuosa es mas sana. Son también mas fecundas las llanuras que abraza; las que mediante las abundantes lluvias y la buena calidad del ter- reno abastecen á las poblaciones de los líanos, que con los frutos de estos solos no podrian subsistir.

82 EL IVUEVO VIAIKRO UNIVERSAL

El país llamado Montaña Real, muy eslenso y poco conocido, forma el fondo principal de aquella parte de América ; pues el gobierno del Peni ocupa solo el corto espacio de la costa y sierra. Tiene la Montaña Keal por línea diviso- ria de esta última la misma cordillera de los An- des. Si bien penetraron en ella de mucho tiem- po los misioneros, yacen en un total abandono las raras é interesantes producciones de la na- turaleza que necesai'iamente ha de contener.

El clima es menos cálido en Eima de lo que deberia esperarse de los grados de latitud en (jue está situada sobre aquel hemisferio. Em- pieza la primavera á fines de noviembre ó principios de diciembre, en que se deja ver el sol después de los vapores que tienen cubierta la atmósfera en todo el invierno. Viene después el verano temperado con los vientos sures (lla- mados asi aunque tiran un tanto al sudeste), que corren siempre con poca fueiza en aquella estación. Por el mes de junio ó principios de julio entra el invierno y en seguida el otoño, en cuyas épocas del año suelen pasar los sures con mas fuerza, causando con su sutileza un frió que es muy inferior al de los parajes en (pie nieva ó hiela.

En AMÉRICA.. 83

Las dos causas a que dei>e atribuirse este frió son el llevar aquellos vientos la impresión del polo sur , y la neblina con que se cubre el pais mientras dura el invierno, mediante las cuales conservan los \ientos su temperatura fVia en el dilatado espacio que han de correr.

Esta neblina se estiende no solamente por el territorio de Lima, sino también por el de los \ alies hacia al norte y la atmósfera marítima. Mantiénese toda la mañana oscureciendo los objetos, ordinariamente hasta las diez ó las on- ce, en que sin disiparse enteramente empieza :i elevarse, dejando cubierto lo restante del día y de la noche. Se percibe solo algunas veces la imáí^en del sol, v otras confusamente las estre- lias.

A dos ó tres leguas de Lima se disipan mu- cho mas los vapores desde el mediodía en ade- lante , llegándose á descubrir el sol enteramen- te. Así es que en el mismo puerto del Callao, que dista tan poco de Lima, son mas benignos y alegres los inviernos.

En esta estación solamente se convierten las vapores en un rocío muy menudo, llamado 'a\\\ gama, que filtra con igualdad en toda la tierra; con cuyo beneficio se cul)ren de verbas

84 EL NUEVO VIATI'RO UIV1VERSA.L

y flores hasta los cerros y lomas, áridos en lo restante del año. Este rocío es muy menudo, y no incomoda tanto que impida el tránsito á los viajeros, á quienes solo humedece la ropa; pe- ro su continuación y la ausencia del sol cubre de lodo las calles de Lima.

Hay el fenómeno paiticular de no llover en los valles del Perií , ó por decirlo mejor, de no convertirse las nubes en aguaceros formales. Lo han atribuido unos á la agitación continua en (]ue tendi'ian hacia la misma dirección á los va- pores los vientos sures siempre constantes y úni- cos en todo el año , la que impediriala conden- sación. Se ha dicho únicos , por serlo general- mente en los valles; pues si bien algunas ve- ces reinan vientos del norte, son tan impercep- tibles que apenas mueven las veletas y las grímpolas de las embarcaciones.

Otros han supuesto las causas de aquel fe- nómeno en la fria temperatura de aquellos vientos, que mantendría en un grado casi igual la atmósfera en todo el año, en la abun- dancia de las partículas salitrosas evaporadas por aquellos mares y minerales, y en la falla de actividad de los rayos del sol.

Otros por fin han observado : 1.° que hay

EN AMÉRICA. 85

ocasiones en que los sures calman totalmente, y que entonces se siente un ambiente tenue de la parte del norte , con el cual se forma la ne- blina; 2." que en invierno corren los \ientos sures cerca de tierra con mas violencia que en verano; 3.° que aunque nunca se vea en el pais de valks lluvia formal, hay las lloviznas menu- das ó garúas , casi de continuo en invierno y nunca en verano; 4." que siempre que las hay, las nubes ó vapores, como sucede en todos los países algo fríos, están pegados contra la tier- ra, y la misma neblina es la que se convierte en garúa, empezando con un ambiente húme- do, hasta que condensándose mas y m,as se distinguen las gotas menudas ; 5^ que los rayos del sol producen en verano en todo el pais de Valles un calor muy sensible, mayormente en los terrenos arenosos , en que es vivo su refle- jo y muy flojos los vientos, y de consiguiente que si fuese fundada la primera opinión que se ha indicado, cesando la agitación de los vien- tos en su mayor parte en el verano, debería entonces llover, al paso que muy al contrario de esto ni las garúas son regulares en aquella estación ; G"" que en el pais de Valles hay en algunas ocasiones aguaceros formales, como

86 EL ]N'UEVO VIAJEPxO UNIVERSAL

en Cliocope, Trujiiío, Tiinibez y otros puntos, siendo los \ientos también del sur y mucho mas fuertes que ordinariamente; y 7"" que en ias cumbres de los cerros y montañas elevadas se siente correr el viento con mayor fuerza, que inmediato á la tierra baja; infiriéndose de aquí que las corrientes de aire tienen allí su mayor velocidad á cierta altura de la atmósfe- ra, pero no superior á aquella en que se for- man las lluvias.

Atendidas todas estas observaciones, espli- can el fenómeno los que sostienen la tercera opinión diciendo que en el verano cuando aquella atmósfera está mas enrarecida, levan- tando el sol los vapores con el mismo estado de raridad al llegar á las coirientes fuertes son ajrebatados antes que puedan convertirse en gotas, haciendo que el cielo este despejado y claro; que en invierno, estando mas conden- sada la atmósfera por la menor elevación per- })endicular de los rayos del sol y siendo los vientos mas frios, no pueden alzarse los va])o- res con la prontitud que en verano , y además no se lo permite tanto la coniente de la mayor velocidad del aiie por estar mas cerca de la tierra. Así pegados contra ella se convierten en

EN .v]Mi:rica. 87

la neblina , y juntándose mas fácilmente en un espacio menos dilatado forman después la ga- rúa, y luego la mayor actividad del sol propor- ciona hacia al mediodía su elevación y el disi- parse en las corrientes mas fuertes.

Prosiguen los de esta opinión que si algu- nos de los vapores menos condensados, conti- nuando su ascenso á pesar de las corrientes recias, llegan á sobrepujar la región de estas , forman entonces un celaje elevado que se nota en aquel pais cuando queda enteramente levan- tada la neblina.

El haberse esperimentado aguaceros fuertes y continuos en algunas ocasiones en Tumbez y en otras poblaciones de aquella parte, debe ati'ibuirse á circunstancias particulares. En Chocopeal esperi mentarse imo de ellos, todo el día estaba clara la atmósfera, y solo de las cin- co de la tarde en adelante empezaba la lluvia y la fuerza del viento. Las brisas tienen su ma- yor fuerza en los paises en donde son regula- res de la caida del sol hasta su salida, desde diciembre en adelante. Así de esto como de otros datos, es de creer que las lluvias de Cho- cope serian en aquel mes que corresponde allí al verano. Luego puede deducirse que las bri-

H8 EL INXEVO VIAJERO UNIVERSAL.

sas recaiarian contra los sures , dando ocasión á condensarse los vapores.

Chocope está mucho mas distante de los ])untos hasta donde suelen recalar las brisas ^ (|ue Tumbez , Piura , Sechura y otras pobla- ciones mas cercanas a la equinoccial. Así se es- plica por esta opinión el que en estas últinjas se vean lluvias con mas frecuencia.

Semejantes teorías no pueden estenderse mas en una obra como la piesente , para suje- tarlas á las reflexiones que ofrecen los conoci- mientos físicos actuales.

JNo lloviendo casi nunca en Lima , tampoco está sujeto aquel pais á tempestades. Por esto, cuando sus moradores no han estado en la Ser- cania, ó en otros parajes como Guayaquil ó enhile , les causan por primera vez grande no- vedad y terror los truenos y relámpagos. Es digno de notarse que á treinta leguas al oriente, ó menos, son al contrario muy comu- nei los aguaceros y las tempestades, como en Quito.

Hasta ios vientos son allí ordinariamente moderados en todos tiempos , no sintiéndose aun en lo mas riguroso del invierno con tanta fuerza que incomoden. Los tan insensibles de

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norte que se han indicado antes, se esperi- mentan regularmente en el invierno; y con ellos empieza la neblina inmediatamente. Esta ventolina se anuncia aun antes de condensar la niebla, con indisposiciones de cabeza ó jaque- cas que atacan á los moradores sin salir de sus dormitorios.

Pero la mayor calamidad que sufre aquel pais son los terremotos.

No siempre se suceden con la misma frecuen- cia, ni son semejantes en duración, ni causan igual trastorno; pero nunca se interrumpen por tan largo tiempo que dejen tranquilos á los habitantes. Muy al contrario de esto, cuando han cesado por muchos años se teme la mayor violencia y duración del que sobrevenga.

En 1742 hubo uno el 9 de mayo á las nueve y tres cuartos de la mañana, otro el 19 del mismo mes á las doce de la noche, otro el 27 á las cinco y treinta y cinco minutos de la lar- de, otro el 12 de junio á las cinco y cuarto de la mañana, y otro el 14 de octubre á las nueve de la noche. En todos estos el arrebato duró á lo menos un minuto, y casi dos en el de 27 de mayo, en que primero hubo un estreme- cimiento grande y después otros pequeños has-

?)0 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

ta que cesaron del todo. A mas de estos hubo aquel año otros temblores de tierra en los tiempos intermedios, que no fueron tan sen- sibles.

Desde que se establecieron allí los Españo- les , se tiene noticia de haber sido los mas de- sastrosos los siguientes :

En 1582, uno en que Lima no recibió el da- ño que en otros posteriores ; pero Arequipa quedó casi arruinada , por haber sido hacia aquella parte donde parece que fue el princi- pal movimiento.

En 1586, el 9 de julio, otro en Lima de los mas notables, y del cual se hace en ella conmemoración el dia de santa Isabel. En 1G09, otro semejante. En 1G30, el 27 de noviembre , otro que por sus grandes estragos en la ciudad hizo temer su entera ruina ; por cuyo motivo quedó en aquel dia una festividad a nuestra señora del Milagro.

En 1655, el 13 de noviembre, otro que ai- ruinó los mejores edificios y muchas casas de aquella ciudad. Los vecinos salieron á vivir por muchos dias en los campos.

En 1678, el 17 de julio, maltrató otro consi-

EJf AMÉRICA. 91

derabieiiiente las iglesias , y redujo á ruinas muchas casas.

En 1{>87, el 20 de octubre, uno de los ma- yores. Empezó á las cuatro de la mañana, der- ribando varias casas y edificios, en que sepul- tó un crecido numero de gente. Sirvió esto de aviso á ios demás moiadores para que pudie- sen salir á las calles, plazas y otros lugares, en donde á las seis de la mañana presenciaron un segundo estremecimiento que hizo sucumbir los edificios quehabian resistido al primero. El mar se retiró sensiblemente desús orillas al se- gundo estremecimiento ; y al volver á ocupar- las con montes de agua inundó al Callao y otras playas , ahogando á los que halló en ellas.

En 1697, el 29 de setiembre, hubo otro gran terremoto.

En 1699, el 14 de julio otro considerable.

En 1725, el 8 de enero , uno que maltrató muchos edificios.

En 1729, el 2 de diciembre, otro á la una de la mañana, semejante al antecedente.

En 1690, 1734 y 1743, otros tres de menor fuerza y duración.

En 1746, el 28 de octubre, á las diez y me- dia de la noche, cinco horas y tres cuartos an-

92 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

tes del plenilunio, uno de los mas horrorosos. Empezaron los vaivenes de la tierra en aquella hora, y fueron tan violentos, que en poco mas de tres minutos quedaron destrozados la ma- yor parte de los edificios grandes y pequeños de la ciudad, sepultando á los que no fueron prontos á huir de las inmediaciones. Paió en- tonces el movimiento, pero repitiéndose des- pués se contaron cerca de doscientas nuevas concusiones dentro de las primeras veinte y cuatro horas, y cuatrocientas cincuenta v una hasta el 24 de febrero de 1747, algunas sino de tanta duración, á lo menos de no inferior es- fuerzo al primer estremecimiento.

El presidio ó plaza del Callao sufrió igual rui- na á la misma hora; y retirándose el mar lar- ga distancia, como suele en semejantes ocasio- nes, volvió á convertir con sus espaciosas en un gran piélago la ciudad y tierras circunveci- nas. Retrocedió otra vez desproporcionada- mente; pero avanzando de nuevo, sobrepujó la inundación á las murallas y edificios altos de la plaza , dejando solo en pie un pedazo de mu- ro en el fuerte ó baluarte de Santa Cruz. De veinte y tres embarcaciones fondeadas en el puerto, fueron sumergidas diez y nueve, y vaia-

EN AMIíRICA.. 93

(las en parajes de tierra muy distantes de la playa las cuatro restantes, entre ellas la fraga- ta de guerra San Fermín.

Ca vallas, Guayape y otros puertos de la mis- ma costa sufrieron igual desgracia ala del Callao; y una suerte semejante á la de Lima tuvieron las villas de Chancay , Guarisa y los valles de la Barranca, Supe y Pativilca. Los cadáveres des- cubiertos en aquella ciudad el 31 del mismo oc- tubre llegaron á mil trescientos; pero otras per- sonas acabaron después sus dias faltadas debra- zos ó piernas, ó estropeadas de otro modo en medio délos mas vivos dolores. De mas de cua- tro mil que se contaban en el Callao salvaron la vida poco mas de doscientas , veinte y dos de ellas en el lienzo de muralla que quedó sin des- truir.

Al mismo tiempo reventaron tres \olcanes en una montaña que está sobre Patas, llamada Conversiones de Cajamarquilla y otro en Lua- canas, inundando todos sus territorios inme- diatos, como sucedió con el de Carguayrazo.

En 1764 hubo también otro terremoto.

En 1806 bubo igualmente otro de conside- ración.

Y por ultimo, el de 30 de marzo de 1828

94 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

acabó con la vida de mas de mil personas, y ar- ruinó la mayor parte de los edificios públicos y casas particulares, dejando los restantes muy tiastornados.

Además de estas desgracias lian formado los temblores de tierra en varias partes grandes hendeduras, sobre las cuales ha sido necesario colocar puentes para conservar las comunica- ciones. Una de las que dejó el de 174G tenia tres cuartos de les^uade lar^o sobre dos metros de ancho.

Estos terremotos van regularmente precedi* dosde algunas señales. La principal consiste en un estruendo que se siente correr por debajo de tierra cosa de un minuto antes délas concu- siones. Otra es el ladrido de los perros, que siendo los primeros que lo perciben, empiezan á dar estraordinarios aullidos, y el pararse las bestias que van por las calles y caminos, abriendo por instinto sus piernas para soste- nerse mejor.

Algunos dias antes que se verificase el de 174G, se oyeron en Lima ruidos subterráneos, unas veces como bramidos de toro, y otias co- mo tiros de artillería; y continuaron aun des- pués percibiéndose con el silencio de la noche,

EX AMIÍRICA. 95

como que todavía no liuÍ3Íese cesado la cansa que los produjo. Es de notar que el Peni en- cubre en abundancia salitre , azufre , sales , \ i- tííolo y otras materias combustibles; y ([ue el terreno, tanto en Quito como principalmente en Valles, es esponjoso y hueco, dejando entre muchos poros y concavidades, y corriendo sub- terráneamente muchas aguas de los hielos que se derriten de continuo en la Serranía. Asimis- mo se ha observado que acaecen los terremo- tos á la mitad del menguante ó del creciente de la marea indistintamente, contra los que opinaban que debían solo esperimentarse en las seis horas del reflujo ó bajamar.

X\ primer anuncio de terremoto dejan los habitantes sus casas con la mayor precipita- ción en el modo que se encuentran, abando- nándolo todo para salvarse en las calles y pla- zas. Estas presentan entonces la escena mas terrible y estraordinaria. El conjunto de perso- nas vestidas del modo mas estravaganteótal vez casi desnudas, la confusa gritería de niños, mu- chachos , hombres y mugeres , los penetrantes aullidos de los perros, el bamboleo y caída estrepitosa de los edificios, y los altos clamores de misericordia que se dirigen al Cielo, causan '

96 EL NUEVO VlAJEftO UNIVERSAL

un pavor tan grande que no es posible espli- carlo. A este siguen por largo tiempo la turba- ción , el espanto, el temor de que no se repita la catástrofe, y el aguardar cuanto es dable an^ les de recogerse de nuevo en las casas.

EN AMERICA.

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CAPITULO IV .

Descripción f costumbres de la ciudad de Lima.

La ciudad de Lima, por otro nombre ciudad de los Reyes, fundada el dia de la epifanía ó se- gún otros el 18 de enero de 1535, por Francis- co Pizarro, y desde entonces capital del Perú, está situada á 12", 2', 34'' de latitud sur y á mas de setecientos pies sobre el nivel del mar, en un clima salubre, aunque muy cálido, en el espacioso y ameno valle de Rimac, á una le- gua y media de la embocadura del rio de este noipbre, y á veinte y cuatro al sur de Quito. Ri- mac significa el que habla^ por razón de un ído- lo á quien los Indios ofrecían sacriñcios y por medio del cual se daban respuestas. Este nom- bre se supone corrompido por los Españoles en el de Lima. Varía allí la aguja magnética 9°, 2' y medio al nordeste.

Lima es también la sede de un arzobispado y la capital de la intendencia de su nombre y

98 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSM.

de la provincia ó distrito llamado Cercado de Lima.

A la parte del norte tiene la cordillera de los Andes á bastante distancia , de la cual se avan- zan hasta el llano algunas colinas y cerros de mediana altura. Los mas cercanos son el de San Cristóbal de ciento treinla y cuatro toesas de elevación sci^un Jorge Juan y La Condamine, ó de ciento cuarenta y seis y un pie según el P. Feuillée. Los Amancaes, aunque menos altos, están á cosa de un cuarto de legua de la ciu- dad. Al norte de ella corre inmediato el rio de su nombre, que se estiende lo bastante en an- chura y profundidad cuando recoge agua de la sierra ; y así por esto como por la violencia de su corriente, no se puede entonces vadear. Un puente de piedra muy hermoso y ancho, con un arco correspondiente á su arquitectuia en el estremo, obra del virey Marques de Montes Claros, sirve de entrada á la ciudad y de paso á la plaza principal que está á poca distancia.

Las cúpulas , los campanarios y los edificios públicos que se levantan á mucha altura y se descubren desde lejos , una alameda con dos hileras de árboles y \arios paseos inmediatos guarnecidos de flores y olorosos arbustos, y un

EN AMÉRICA. 99

arco triunfal, aunque un lanío arruinado, que forma la enlrada principal de la ciudad , pie- senlaa á Lima bajo un punió de vista impo- nente por la parle del Callao.

La plaza mayor , en medio de la ciudad, es cuadrada y muy espaciosa^ de ochenta toesas en cada uno de sus lados. Tiene en su centro una magnífica fuente, obra del virey Conde de Sal- vatierra, coronada con una estatua que repre- senta la Fama. Toda ella y cuatro pequeños re- cibidores que la rodean circularmenle son de bronce, arrojando el agua en abundancia, la fi- gura principal por su trompeta , y ocho leones de la misma materia por sus bocas.

Al oriente de la plaza esta la catedral y el pa- lacio del arzobispo, que dominan a toda la ciu- dad, y cuyos principales fundamentos , las ba- sas de sus colunas y pilastras, y la gran fa- chada que mira al occidente, son de piedra de cantería. En su interior imita la catedral á la de Sevilla, aunque no es de tanta capacidad. Se concluyó su reedificación el 8 de diciembre da 1758. Tiene un magnífico frontispicio, que ocu- pado en su centro por la portada principal, es- tá acompañado de dos torres. Una espaciosa grada circunvalada de barandillas de madera

100 EL INTIEVO VIAJERO UNIVERSAL

bronceada y diferentes pirámides medianas, que se levantan a pequeñas distancias, acaban de hermosear la obra por aquella parte. .

Al norte de la plaza hay el palacio del virey, hoy dia del gobierno ; y en él los tribunales ci- viles, criminales y de hacienda, y la cárcel de corte. Pero este edificio de gran magnificencia quedó reducido con el terretiioto de 1687 á las habitaciones bajas sobre un terraplén, que sir- vieron después de morada á los vireyes y á su familia.

Al occidente liacen frente á la catedral la ca- sa de ayuntamiento al estilo chinesco, y la cár- cel de la ciudad , (¡ne con otras casas de parti- culares en la fachada del sur, son de un solo al- to, y con su uniformidad, pórticos y desaiiogo aumentan la hermosura de la plaza.

La ciudad forma como un triángulo, cuyo lado mayor se prolonga por la orilla izquierda del rio mil novecientas veinte toesas, ó sea dos tercios de legua; y su altura, que es de norte á sur , desde el puente hasta el ángulo opuesto llega á mil ochenta toesas solamente. Está cir- cuida de murallas de adobes de bastante an- chura, obra del Duque de la Palata, bajo la di- rección del ingeniero Pedro Ranion Flamenco;

EN AMERICA.

101

liácia 1685, nada regular en sus proporciones, con treinta y cuatro baluartes sin terraplenes ni troneras para artillería, para el solo objeto de precaverse de cualquiera repentina invasión de Indios. Hay siete puertas y tres postigos.

A la otra parte del rio Rimac se baila el arra- bal de san Lázaro , muy capaz, el cual se babia aumentado en pocos años á últimos del siglo pasado.

Todas las calles de la ciudad y arrabal son anchas y están á cordel y paralelas entre sí, for- mando unas de norte á sur y otras de oriente á occidente cuadras ó sea manzanas cuadrada de casas de ciento cincuenta varas, que es el nu- mero de que se entienden las cuadras en toda aquella comarca. Las calles están empedradas con guijarros redondos, ladeadas de aceras, v atravesadas por acequias, cuya agua tomada del rio algo mas arriba de la ciudad, pasa en su mayor parte por conductos de bóveda y sirve para la limpieza. En los últimos anos del siglo pasado se suponía la ciudad de diez millas de estension, trescientas cincuenta y cinco calles, y tres mil seiscientas cuarenta y una casas.

Estas , aunque la mayor parte bajas y de un solo piso, tienen un aspecto agradable, con bal-

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102 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

cones al frente y son muy cómodas. Si bien es- tán fabricadas con bajareques y quincha , y á \eces de ladrillo, aparentan ser de otra materia mas sólida por el grueso de sus paredes y cor- nisas. Para resistir á los terremotos se fabrican de madera, que se liga con la de los techos y se Ibrra por dentro y fuera de cañas bravas ó de cliagllas , y así dispuestas se embarran ó blan- <]uean, pintando en forma de cantería lo que corresponde a la calle. Se añaden luego las cor- nisas y portadas de madera, á que se da un co- lor de piedra. Los techos ó azoteas son llanos , sin mas defensa que la necesaria contra el sol y el viento, puesto que nunca llueve con fuerza «i abundancia, poniéndose una capa de barro sobre el entablado que los forma de curiosas molduras y labores. De este modo sigue el edi- ficio el movimiento de los temblores de tierra, y aunque se resienta en parte, no se arruina con tanta facilidad.

Las cañas bravas son del grueso y largo de las regulares de Europa , diferenciándose en que son macizas, sin ningún vacío ó hueco en sus aparentes cañutos , y en que forman una especie de madera muy recia, flexible y poco sujeta á corrupción. Las chagUas son unas va-

EN AMERICA. 103

ras fuertes y flexibles á manera de mimbres, que del mismo modo que las cañas bravas , se crian silvestres en los montes y orillas de los rios. De unas y otras se componen las casas de todas las poblaciones de Valles.

En los barrios retirados de la ciudad, al oriente, sur y occidente y dentro de sus mu- rallas hay huertas de toda especie de verduras , y árboles frutales, con la proporción del agua de riego. Mucha parte de las casas principales tienen también en su espalda patios ó jar- dines.

La ciudad está dividida en cuatro cuarteles. A mas de la catedral tiene cinco parroquias, que son : el Sagrario , servida por tres curas ; santa Ana y san Sebastian, por dos cada una ; san Marcelo, por uno, y asimismo san Lázaro, que se estiende á cinco leguas hasta el valle de Caravaillo, y abraza las muchas y grandes ha- ciendas de aquel territorio, en algunas de las cuales sin embargo hay capillas. Existen además dos ayudas de parroquia, que son San Salva- dor, de la de Santa Ana y la capilla de los Huér- fanos , de la del Sagrario, y otra parroquia de hidios en el Cercado.

Kabia cuatro conventos de dominicos, que

í()\ EL NUEVO VIIJEIIO UXIVERSA.L

soHj la Casa grande, Recolección de la Magdale- na , Colegio de santo Tomas para estudios, y Santa Rosa; tres de franciscanos, esto es^la Ca- sa grande, Piecoletos de nuestra Señora de los Angeles ó Guadalupe, y Descalzos de san Diego en el arrabal de san Lázaro ; tres de agustinos, á saber, la Casa grande, San Ildefonso colegio para estudios, y nuestra Señora de Guía que servia de noviciado ; y tres de la Merced, esto es , la Casa principal , el Colegio de san Pedro Nolasco, y una Recolección con el nombre de Be- lén. Antiguamente hubo seis colegios ó casas de los jesuítas, que eran : San Pablo, colegio má- ximo , san Martin, colegio de estudios para se- culares; san Antonio, noviciado; la Casa profe- sa , con la invocación de nuestra señora de los Dolores ó los Desamparados; el Colegio dí^l Cercado, curato de doctrinas para los indios ; y el de la Chacarilia , para los ejercicios de san Jonacio. Se contaban además un oratorio de san Felipe Neri; un monasterio benedictino de nuestra Señoia de Monserrate, (jue aunque era de los mas antiguos, por la cortedad de sus rentas no tenia de ordinario mas que un abad que iba nombrado de España ; un convento de nuestra Señora de la Buena Muerte de la reii-

EN AMÉRICA. í^'^

gioii de este lílülo, conocida en España con el de Aííonizaiiles; otro de san Francisco de Pan- la en el arra])al de san Lázaro, con el nonil)ie de nuestra Señora del Socorro; otros tres (\c hospilaiidad, á saber : de san Juan de Dios de esta <)rden para convalecencia, dos de Betlenii- [as, el uno la casa Casa grande estramuros pa- ja servir de convalecencia a los Indios que se curaban en santa Ana , y el otro dentro la ciu- dad con el título de Incurables para los que })a- decen enfermedades de esta naturaleza ; y oíros nueve hospitales, cada uno con su parlicular destino. La mayor parte , empero, de eslí?s conventos, esceptuadas las casas grandes, eran de corto número de individuos y de poca ca- pacidad. En el dia parece que el numero de conventos en Lima eran quince de religiosos y catorce de religiosas, sin la Cbacarilla, en donde muchas señoras van á pasar algunas se- nianas de la cuaresma en ejercicios de leli- gion.

Todas las iglesias, así de parroquias como de conventos y capillas, son grandes, en parte de piedra, y enriquecidas con pinturas y ador- nos de mucho valor. Distinguíanse la de san Pedro, de bellísima arquitectura, y la cale-

lOG EL A LEVO VIAJERO UNIVERSAL

dral , las de santo Domingo, san Francisco, san Agustin , la Merced y la de los jesuilas.

Muchos aliares desde el pie hasta el remate estaban cubiertos de plata maciza, labrada en distintas especies de adornos. Las paredes de los templos se vestían con ricas colgaduras de terciopelo li otras telas de igual estimación , guarnecidas con franjas y flecos de oro y plata, y estaban matizadas á trechos con alhajas so- l)repuestas en vistosa simetría. Se veían en ellas blandones de plata de seis á siete pies de alto, ocupando todo el largo de la nave princi- pal de la iglesia, y mesas realzadas de lo mis- mo sustentando pebeteros , y haciendo juego con ellas otras en sus claros, para peanas de diferentes niños y figuras de ángeles. Los ador- i]os ordinarios de las iglesias esceden á los que en muchas ciudades de Europa se reservan j)ara las mayores solemnidades. I^as custodias y vasos sagrados brillan en oro, diamantes, per- las y otras piedras preciosas ; y los ornamentos son de telas de oro y plata las mas esquisitas y costosas que allí se encuentran, con las franjas y bordados correspondientes.

Los conventos principales son muy capaces en su interior y habitaciones, de buena arqui-

EN AMERICA.

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lecliii'a, con adobes en las paredes esteriores y (j Hinchas y bajareques como el resto de la ciu- dad. El de san Francisco solo ocupa una octava parte de ella. Las iglesias están unas emboveda- das de ladrillo y otras de quinchas y varios frontispicios y principales portadas : colunas , capiteles , estatuas y cornisas son de madera imitando perfectamente á la piedra. Se elevan de estos edificios medias naranjas también de madera muy hermosas , acompañadas de tor- res de cal y piedra hasta la altura de una y me- dia á dos toesas de ladrillo hasta el fin del pri- mer cuerpo, y lo restante de maderaje figuran- do cantería , rematando con una estatua ó figu- ra en la cúspide alusiva á la advocación del templo. Su altura, que en la de Santo Domin- go era de cincuenta á sesenta varas, no cor- respondía á su gran base, por motivo también de los temblores de tierra y del mucho peso de las campanas que en número y magnitud esce- den á las de España.

Los conventos reciben agua de la que va en- cañada á la ciudad para el abasto de sus mora- dores , con obligación así las comunidades de hombres como las de religiosas, de mantener una fuente á la calle para el público , cuyo be-

108 EL NUEVO VIAJERO UNIVERSAL

iieficio aprovecha particularmente á las faiiii- ilas poco acomodadas que no la tienen en sus casas.

Esta descripción pertenece á lo que es Lima en lo general; pues los terremotos hacen variar con frecuencia su aspecto.

La población á últimos del siglo pasado se calculaba de 52.627 habitantes, sin incluir los que vivian en los pueblos y haciendas de las cinco leguas de su jurisdicción , y otros que se- gún la matricula ultima llegaban entonces á 10.283 personas. La suma de las de la ciudad se formaba de 17.215 Españoles, 3.219 Indios, 8.960 Negros, y los demás mulatos, mestizos y otras castas. Los Indios y negros abundaban mas en el circuito de las cinco leguas.

En el año de 1828 se ha calculado su pobla- ción de 80.000 habitantes; la vigésima parle de Españoles y lo restante de criollos, esclavos negros, cuyo numero es tanto como el de los blancos, y gente de varios colores. En este nú- mero de población se consideran 292 eclesiás- ticos seculares y 1.700 regulares de ambos sexos.

Los edificios públicos nías notables después de los que se han mencionado, son la Casa de la

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moneda: la del anliguo tribunal de la Inquisi- ción ; el Colegio que fue de los jesuítas, hoy dia casa de espósitos; la Casa de ejercicios para los eclesiásticos seculares; siete hospitales; una plaza de toros de maderaje , pero espaciosa , y un teatro. Se visita igualmente como objeto digno de atención una iglesia pequeña edifica- da por Pizarro, que los terremotos no han po- dido destruir del iodo.

Entre las fannlias españolas habia como una tei'cera parte de nobleza la mas distinguida. Se contaban cuaienta títulos de Castilla, muchos caballeros de las órdenes militares, y veinte y cuatro ricos mayoiazgos. La casa de Ampuero, (jue fue uno de los capitanes españoles que se hallaron en la conquista, y casó con una coya {') sea hija de la familia de los Incas , habia re- cibido de los reyes de España \arios honores y privilegios, y estaban entroncadas con ella muchas otras de las mas ilustres de la ciudad: cada de estas formaba una especie de pobla- ción.

Habian \ivido en el siglo pasado con la ma- yor opulencia, ser^ idas por un crecido número de criados libres y esclavos , y ostentando un aparato esterior de grandeza con magníficos coches. 5.

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cen con mas generalidad que en Lima las me- jores ropas , á pesar de su escesivo coste.

Las mugeres se diferenciaban del traje de España en el calzado, en la ropa interior de ca- misa y fustán ó sea enaguas, en un faldellín abierto', y un jubón blanco en el verano ó de tela en el invierno. Algunas anadian un ajus- ladorcillo al cuerpo, para que aquel quedase mas suelto. Aunque compuesto este traje de las mismas piezas que el de Quito, era mucho mas costoso. El faldellín se ataba muy bajo , y solo llegaba á la mitad de la pantorrilla. Allí colgaba hasta poco mas arriba del tobillo la punta de encajes finísimos que hacia el ruedo del fustán , á cuya trasparencia se descubrían los cabos de las ligas bordados de oro ó plata , y á veces con algunas perlas. El faldellín era de terciopelo ó de otra ropa rica, con franjas en todo el rededor y varios sobrepuestos con los adornos mas esquisitos. Las mangas de las ca- misas, que tenían de largo vara y media y dos de vuelo, se guarnecían de un cabo a otro de encajes, dispuestos en varias formas y alter- nando las diferentes clases de labores. El ju- bón que se ponían sobre la camisa llevaba también una manga muy grande , que forma-

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Lh eii Jos hojas una figura circular. Todo él se componía de tiras de encajes y de cambray () clarin coirespondieníe á la finura de aquellas, alieinando entre cada dos de las primeras una de las últimas. De la misma manera usa- ])an las mangas de camisa, cuando no eran es- tas del mayor lucimiento. El cuerpo de ki ca- niisa se sujetaba á las espaldas con unas cintas que estaban al efecto en los costados de una especie de corsé. Después \ol\ian sobre los hombros las mangas circulares del jubón, y en- cima las de la camisa : quedando de este modo prendidas unas sobre otras, formaban en la es- palda un follaje, como cuatro alas, que llega- ban hasta la cintura. El jubón sin abrochar se aseguraba también en la espalda. Las que usa- ]}an apretadorcillo ó almilla se lo cefíian al cuerpo, poniéndose encima el jubón.

En el verano se cubren la cabeza con un ve- lo largo , cuya tela y hechura era semejante á la de la camisa y cuerpo del jubón, y una yoíra de cambray ó clarin muy finos, ó después de balista ó linón , guarnecidos de encajes. Los unos se llamaban puestos al aire, y eran los que prendían en todas las coíí turas por uno de los cantos solamente 5 y otros-se ponian ai-

í\í EL NIEVO VIAJERO UNIVERSAL

temados con los lienzos finos, como en las mangas. El rebozo de invierno era de bayeta , sencillo para denti'o de las casas ó muy guarne- cido de sobrepuestos correspondientes á los del faldellín.

Cuando sallan de gala con saya de montar, los usaban también de bayeta, muy guarneci- dos todo al rededor con tiras de terciopelo ne- gro de una tercia ó poco menos de ancho. So- bre el faldellin se ponian un delantal corres- pondiente en todo á las mangas del jubón. Este llegaba hasta el ruedo del faldellin.

Teniendo por objeto en estos vestidos las mejores ropas únicamente la vistosidad , y siendo tanta su profusión, nadie admirara que una camisa de novia hubiese llegado á costar mas de mil pesos.

La pequenez del pie es una de las circunstan- cias que aprecian mas las mugeres de Lima, y que echan de menos en las europeas. Era tal el cuidado que ponian en estrechar el calzado á sus hijas desde la niñez, que les llegaban á le- ducir el pie en estremo, particularmente á las de pequeña estatura. Los zapatos eran de he- chura plana y casi del todo sin suela , porque sehacian de un pedazo de cordobán, no mas an-

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olios ni menos redondos por un estremo que por otro; pareciendo un número ocho prolon- gado. Con el pie dentro quedaba empero una figura mas regular. Usaban hebillas de diaman- tes ú otras piedras , mas para adorno que para asegurar el zapato, que no lo necesitaba. No ponían perlas en ellos, aunque eran muy co- munes en todos sus atavíos; pero anadian los zapateros varios pespuntes y picados para dar al pie mayor lucimiento. Los zapatos ordinarios costaban peso y medio; pero siendo bordados de oro ó plata ascendía su precio hasta ocho ó diez, si bien se usaban poco de esta manera.

Era muy común el llevar medias finas de co- lor y bordadas, ó con preferencia de seda blanca sin adornos, para no disimular los de- fectos de la pierna, objeto de crítica particular en las conversaciones de aquellas mugeres.

Las Limeñas tienen ordinariamente el cabe- llo negro, muy poblado y largo hasta mas aba- jo de la cintura. Su peinado consistía en reco- jerlo y atárselo en la parte de detras de la ca- beza, dividido en cinco ó seis trenzas que ocu- pasen todo su ancho ; atravesando después una aguja de oro algo corta con dos botones de diamantes, del tamaño de unas nueces peque*

116 EL INXEVO VIAJERO UNIVERSAL

ñas en los estreiiios, á c¡ue llamaban polizón. De allí hacían que colgasen las trenzas. Los doble- ces caían á la altura dal hombro en figura de aros chatos, sin cinta ni otra cosa para oslen- lar mas su hermosura. La parle superior de la cabeza se adornaba con varios tembladores de diamantes y unos pequeños rizos del mismo ca- bello, que siguiendo las cejas encaracoladas les bajaban desde sobre las sienes hasta la milad de las orejas , como salicMilo naluíahiicnle del mismo pelo. En las sienes se ponían dos par- ches de terciopelo negro algo grandes cjue les caían bastante bien.

Unos pendientes de brillantes con borlítas negras ó polizones distintos de los de la aguja de donde colgaban las trenzas, ricos collares de perlas, rosarios para el cuello de cuentas formadas también de perlas de varios tamaños, sortijas y cintillos de diamantes, pulseras para los brazos de las mas sobresalientes en calidad y tamaño ; otras de diamantes engastados en oro ó en tumbaga de pulgada y media ó mas de ancho, cubierta de piedras, y por último una joya redonda muy grande, sujeta á un cinturon para ceñirse, y en la que no eran menos co- munes los diamantes que en las manillas y de-

EN AMÉRICA. 1 17

mas aderezos, acababan de completar el asom- broso lujo de las Limeñas. Una sola señora veslida de gala había llegado á llevar encima }for el valor de Ireinla á cnarenla mil pesos; suntuosidad que arranca iágrimasá los viajeios al compararla con la suerte de tantos pueblos, (jue pueden apenas acudir á las necesidades mas urgentes de la liumanidad.

Su necia profusión llegaba al estremo de tratar con el mayor descuido todas estas galas. Con la íVagilidad de las perlas y lo delicado de los encages y aderezos se aumentaban por este motivo increiblemente los gastos.

Para ir á la iglesia usaban del traje común de manto y basquina de cola, y para los paseos y diversiones de otro de basquina ó saya re- donda y mantilla; andoos de gran coste por la ropa, sobiepueslos y bordados de piala, oro (> seda. Usaban del vestido de cola paiticular- mente para las visitas del jueves santo; que se- guían sin cubrirse acompañadas de dos ó cua- tro negras ó mulatas esclavas, vestidas de uni- forme á manera de lacayos.

Trajes de tanta ostentación han debido ne- cesariamente moderarse con las épocas de me- nos riqueza que han sucedido. Así es que en el

118 EL NUEVO VIAJERO UiYIVERSiL

dia se supone ser por lo común el vestido de calle de las mugeres de Lima una saya de paso muy corto y un manto, con el cual se tapan el pecho y toda la cara menos el ojo izquierdo, llevan al cuello un rosario de cuentas de éba- no con una crucecita de oro, la cabeza adorna- da de flores y un pañuelo de seda que les ciñe el talle.

Las Limeñas tienen por lo general una me- diana estatura, el color muy blanco, la tez lus- trosa, ojos vivos, entendimiento claro y pers- picaz, un agrado amable y respetuoso, mucha discreción y aseo; y gracia é ingenio en la con- versación. Se les ha tachado de una especie de" altivez que no les permitiría poseer eii mucho grado la subordinación de esposas ; pero en tal caso saben acompañarla de una particular complacencia con que sin \iolencia alguna do- minan la voluntad de sus maridos.

Son muy amigas de las esencias olorosas. Se ponian ámbar detras de las orejas y en otras partes, en la ropa y alhajas y hasta en las mis- mas flores. Destinaban para la cabeza las de mejor vista y las mas esquisitas por su olor , para meterlas entre los dobleces de las mangas, dando á sentir de esta manera un oloroso am-

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bieiite á mucha distancia. La flor de la cliiri- iiioya, apreciable por su fragancia y nada vis- tosa es una de las mas preferidas. Cada mañana piesentaba la plaza principal de Lima un gran n limero de flores las mas bellas, y acudían allí las señoras con sus calesas á gastar en ellas muchas cantidades. Esta diversión atraia un gran concurso de personas desocupadas de dis- tinción.

Las demás clases de mugeres, hasta las mis- mas negras, seguían en cuanto se lo permitían sus haberes el ejemplo de las modas y lujo de las señoras. No se las veia descalzas como en Quito , antes bien procuraban imitar igual- mente la estrechez de los zapatos para lograr la pequenez del pie. Se presentaban también aseadas, almidonadas y con sus follajes de en- cajes. En la limpieza de sus casas se distingue asimismo una notable prolijidad y esmero.

Los Limeños son muy aficionados á las cor- ridas de toros , á la música y á los juegos de naipes. Entre las mugeres de la gente común no se oyen mas que canciones agudas y con frecuencia buenas voces. Inclinadas á todos los objetos de diversión lo son algún tanto al bai- le. Las señoras se visitan muy poco entre sí;

120 EL NUEVO V'IATERO UNIVERSAL

pero desde la mañana á la noche admiten visi- tas de hombres, á quienes reciben vestidas de hijo.

La viveza natural en los dos sexos, el conti- nuo trato con personas de calidades sobresa- lientes cjue el comercio y los objetos de go- bierno traian de Europa, y en particular la costumbre introducida de tocarse en las reu- niones puntos en que pudiese lucir la instruc- ción y el ingenio , habian hecho ascender á Li- ma á un grado de cultura bastante elevado.

Tienen aquellos naturales un genio brioso, pero d()cil. Se saca de ellos mejor partido con la dulz.ura que con la violencia. Los escar- mientos hacen muy poco efecto en sus ánimos. Son valerosos, pero no van en busca de lances, ni son propensos á insultar. Los mulatos son mas viciosos, altivos, inquietos y pendencieros entre , aunque de sils riñas resultan pocas desgracias. La nobleza era cortes, y obsequio- sa sin límites con los forasteros, quienes apre- ciaban el conjunto de circunstancias que la dis- tinojuia. Las musreres son todas chistosas v de- cidoras , de genio naturalmente alegre, risue- ñas y complacientes.

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