:^^ Qíi}t i. 1. Itll SübrarQ Nortli (íarDltna ^tnU This book was presentad by THE FRIENDS OF THE LIBRARY Í'^tS ^'^^ ^- ^ ^7^ //&- & i ^<^ ^^^ w ^ ^^» PSjP "3 f¡i ?Sx ^^!Sk i^^Üri 'fí «fi 1 >" ^^ ^^ ^H é^ >i^ ■a-I ( I* mTié TjíSi ^Té IS ^3 S© ^ ^ THIS BOOK IS DUE ON THE DATE INDICATED BELOW AND IS SUB- JECT TO AN OVERDUE FINE AS POSTED AT THE CIRCULATION DESK. EL TABACO EL TABACO DESCRIPCIÓN BOTÁNICA ÁREA GEOGRÁFICA- COMPOSICIÓN QUÍIVIICA- DATOS AGRONÓMICOS ARTE AGRÍCOLA (a) Del cultivo — (b) De la preparación de las hojas PARTE ECONÓMICA-APLICACIONES HISTORIA - LEGISLACIÓN - BIBLIOGRAFÍA EMILIO GÓMEZ FLORES ■JGENIERO AGRÓNOMO MADRID TIPOGRAFÍA DE MANUEL G. HERNÁNDEZ IMPRESOR DE LA REAL CASA Libertad, i6 duplicado i88q ÍNDICE Páginas DESCRIPCIÓN BOTÁNICA Sinonimia.^GénerO Nicotiaua: Clasificación botánica.— Flora- ción.— Cáliz. — Corola.— Estambres. — Anteras. — Ovario. — Estilo. — Estig- ma.— Cápsula. — Dehiscencia. — Placentas. — Semillas. — Examen microscó- pico.— Fórmula floral. — Raíces. — Trabajos de MM. Yesque y Sachs. — Tallo. — Vellosidades. — Hojas. — Trabajos de Deherain et Moissan, Prantl y Van Tieghem.— Examen • microscópico.=:^£spedes y variedades: (A). Es- pecies de tallo arborescente. — Nicot. Urens.— N. Glauca.— N. Chinensis. — N. Fructicosa.=(B). Especies de tallo herbáceo; plantas anuales: Nicotina Ta- bacum. — I. N. T. macrophylla: I. Tabaco de Amersfort amarillo. — 2. ídem negro.— 3. ídem de Nykerkt.=II. N. T. vulgaris: i. Nicot. Angustifolia. —2. N. Lancifolia. — 3. N. Bonariensis. — 4. N. Viscosa. — 5. N. Pusilla. — 6. N. Undulata. — 7. N. Glutinosa. — 8. N., Rustica: d) de Asia- ¿) del Bra- sil, c) Enana, d) de tallo corto.— 9. N. Paniculata. — 10. N. Cerinthoi- des. — II. N. Repanda. — 12. N. Plumbaginfolia. — 13. N. Suaveolens. — 14. N. Pérsica. — 15. N. Quadrivalvis. — -16. N. Crispa.— 17. N. Longiflora. — 18. N. Tenella.— 19. N. Langsdorffü ', I ÁREA GEOGRÁFICA Consideraciones generales. — Unificación de todas las variedades con el tipo (Nic. Tabacum). — Trabajos de Sageret. — Origen étnico del tabaco. — Países donde crecen espontáneamente las distintas variedades conocidas hasta hoy. — Variedades que en la actualidad se cultivan como principales, en las diversas partes del mundo. — Lugares de producción: Isla de Cuba, Estados Unidos, Méjico, América Central, América del Sur, Asia, África, Europa ' ' 20 .COMPOSICIÓN QUÍMICA Materias fijas contenidas en el tabaco: Análisis de Mrs. Pelou- ze, Fremy y Beauchet. — ídem de Posselt y Reimann. — ídem de Will y Fre- senius. — ídem de Merz. — ídem de Breindenbaugh. — ídem de Hetwig.^— Páginas ídem de Bunsen. — ídem de Grandeau. — ídem del Laboratorio de la Ma- nufactura de París.— Elementos principales que forman el tabaco: Acido tabacico. — Nicocianina. — Aicolina. — Cantidades que exis- ten en distintos tabacos, según Schloesing. Propiedades y caracteres.= Combustibilidad del tabaco. — Trabajos de Schloesing. Elementos que forman el humo del tabaco. — Análisis de Mr. Zeize. — ídem de Sanders. — Aná- lisis completo de lin tabaco: Principios inmediatos determinados cuantitativamente. — Orden del análisis. — Determinación de la nicotina. — Ácidos málico y cítrico. — Acido acético. — Ácido péctico. — Azúcar. — Al- midón.— Celulosa. — Materias nitrogenadas 25 DATOS AGRONÓMICOS Clima y terrenos propios para el cultivo: Condiciones clima- tológicas.— Grados de calor que necesita el tabaco .=:7>;rí«oj en que se desarolla mejor esta planta: Composición de 16 tierras de Vuelta-Abajo. — Experiencias de Mr. Petit Lafitte. — Situación y exposición. — Abrigos ar- tificiales. Abonos: Influencia de los abonos nitrogenados. — Experiencias de Schloe- sing.— ídem de Wagner. — Influencia de la cantidad de ^oiz.%z..=^Abonos empleados: Abonos compuestos. — Tortas de colza. — Barreduras de calles. — Materias fecales. — Guano. — Restos de pescados. — Estiércoles. — Canti- dades que deben emplearse según Gasparín y Heuzé. — Experiencias de Boussingault. — Rendimiento por hectárea proporcionado por el empleo del estiércol, tortas de colza y guano.- Rotación.=Distancia que deben guardar las plantas en- tre si: Experiencias de Schloesing 40 ARTE AGRÍCOLA (A) DEL CULTIVO DEL TABACO Semillero: Formacióa. — Siembra. — Cuidados que exigen las plantas du- rante su crecimiento. — Tabacal: Preparación del terreno. — Abono. — Trasplante de las posturas. — Labores durante el curso de la vegetación. — Desbotonamiento ó &.&%'^\xn\.&.^Recokcción: (a) por corte de hojas; (b) por corte de tallos. — Plantas destinadas á obtener semilla. — Segunda y tercera cosecha. — Plantas parásitas, animales perjudiciales, enfermedades y acci- dentes 55 (B) DE LA PREPARACIÓN DE LAS HOJAS Secaderos para el tabaco: Distintos sistemas. — Colocación y forma- ción de los cujes y guirnaldas. — Condiciones que debe reunir un secade- ro.— Proyecto de secadero: Descripción de los tres modelos adop- Páginas tados, A, B, y C. — Estudio de la temperatura interior del secadero y de la influencia que ejerce la exterior. — Curación: Oreo y primera fermenta- ción de las hojas. — Apilonamiento. — Clasificación y apartado. — Engavi- llado y blandura. — Manojeo, embalaje y prensado. — Almacenado.. . 72 PARTE ECONÓMICA Rendimiento del tabaco por hectárea. — Cuenta de gastos y productos del cultivo. — Producción y consumo del tabaco. — Precios medios. — Mercados y especies comerciales. — Mermas que sufren los tabacos. — Alteración y fal- sificaciones.— Sucedánea del tabaco 96 HISTORIA DEL TABACO Descubrimiento del tabaco. — Opiniones diversas de varios autores. — Su im- portación en Europa. — Generalización de su empleo y causas á que se atribuye. — Adversarios y castigos que se aplicaban á los consumidores de tabaco. — Extensión y propagación del cultivo 117 EMPLEO Y APLICACIONES DEL TABACO Distintas maneras de usarlo. — Cantidad de nicotina que absorbe un fuma- dor.— Acción del tabaco en el organismo. — Empleo como agente tera- péutico.— Manera de aplicación propuesta por los Sres. Santos y Cam- poy. — Aplicación como insecticida y antifiloxérico. — Experiencias de la Escuela de Zootecnia de Reggio 1 24 APÉNDICE España: Origen del estanco. — Arrendatarios de la Renta hasta 170 1. — Leyes dictadas hasta hoy. — Productos obtenidos por la Renta des- de 1740. — Contrato de arrendamiento del 22 de Abril de 1887. — Proyec- to de bases para el establecimiento del cultivo del tabaco. =FrancÍa: Organización del cultivo. — Beneficios obtenidos del monopolio. =BéIgÍ- ca: Impuestos sobre el cultivo del tabaco. =PaÍses-BajOS. — Ita- lia.— Portugal. — Alemania: Rendimientos de la contribución impuesta al cultivo. — ídem de las Aduanas durante el mismo período. = Suecia.— Hungría. — SuÍza.=Fábricas de tabacos existentes en Eu- ropa en 1885. — Cálculo de los rendimientos fiscales de la Renta de taba- cos en Europa el año 1887 129 BIBLIOGRAFÍA 151 EL TABACO DESCRIPCIÓN BOTÁNICA Sinoniínia. = Género Nicotiana: Clasificación botánica. — Floración. — Cáliz. — Corola. — Estambres.— Anteras. — Ovario. — Estilo. — Estigma. — Cápsula. — Dehiscencia . — Placentas. — Semillas . — Examen microscópico. — Fórmula flo- ral — Raíces. — Trabajos de MM. Yesque y Sachs. — Tallo. — Vellosidades. — Hojas. — Trabajos de Deherain et Moissan, Prantl y Van Tieghem. — Examen microscó- ^\co.-^=-Especies y variedades: (A). "Especies de tallo arborescente. — Nicot. Urens. — N. Glauca. — N. Chinensis. — N. Fructicosa.=(B). Especies de tallo herbáceo: plan- tas anuales: Nicotiana Tabacum. — I. N. T. macrophylla: i. Tabaco deAmersfort amarillo. — 2. ídem negro. — 3. ídem de Nykerkt.=II. N. T. vulgaris: i. Nicot. An- gustifolia. — 2. N. Lancifolia. — 3. N. Bonariensis. — 4. N. Viscosa. — 5. N. Pusilla. — 6. N. Undulata. — 7. N. Glutinosa. — 8. N. Rustica: d) de Asia, b) del Brasil, c) Ena- na, d) de tallo corto. — 9. N. Paniculata. — 10. N. Cerinthoídes. — 11. N. Repanda. — 12. N. Plumbaginfolia. — 13. N. Suaveolens. — 14. N. Pérsica. — 15. N. Quadrival- vis. — 16. N. Crispa. — 17. N. Longiflora. — 18. N. Tenella. — 19. N. Langsdorffü. Sinonimia. — Hierba de Angulema = del Embajador=dela Rei- na=Catalinaria=Medicea=Nicotiana = Petun = Planta del Gran Prior = Cohiba = Satri = Hierba para todos los males = Hierba 8anta=sana sacra =Oiuluch = Hierba de Tornabona. Género Nicotiana. —El género Nicotiana, que comprende las plantas dicotiledóneas de la familia de las Solanáceas, llamadas usualmente Tabacos, forma el 28.° orden del método natural de Linneo, correspondiendo á la pentandria monogyna en el sistema sexual. Lo constituyen plantas pubescentes glutinosas, de tallo gene- ralmente herbáceo, derecho, cilindrico y ramoso en el ápice, siendo las hojas oblongas, lanceoladas ó puntiagudas, y las infe- riores sentadas, escurridas y medio abrazadoras. Sus flores (figura i."), dispuestas en racimo ó panoja terminal. Fig. I,- Fig. 2.^ Fig. 3. Fig. 4-' Fig- 5.^ Fig. 6.« %l Fig. 7.^ Fig. 8. Fig. lo. 4 son bracteadas, presentando los segmentos del cáliz lanceolados, desiguales y agudos. El cáliz es tubuloso, campanulado ó urceola- do y medio quinquefido, con lóbulos desiguales y persistentes. La corola es infundibuliforme (figura i.^) ó tubulosa, hypocrate- riforme con la garganta algo hinchada y con cinco lóbulos, que presentan cada uno un pliegue longitudinal. Cinco estambres (figura 2.^) no salientes con filetes tubulosos ascendentes y arqueados. Anteras oblongas. Ovario bilocular ceñido en su base por un nectario grueso anu- lar y ligeramente biiobo. Estilo filiforme de la longitud de la corola. Estigma de cabezuela deprimida con dos glándulas en su parte interna (figuras.*) Cápsula sub-oval estrechamente circundada por el cáliz (figu- ra 4.*), membranosa, delgada, bilocular. La dehiscencia septifraga ó septicida, abriéndose en dos valvas longitudinales que se hienden más tarde, según la nervadura me- dia (figura S'^) Placentas axiles tan juntas que casi se confunden en una central que ocupa toda la cabidad de los alveolos (figura 6.^) Semilla formada por granos muy pequeños (figura 7 *), unifor- mes y tan numerosos que i cent. cub. contiene 11. 105 que pesan 55 gramos. Observados al microscopio (figura 8, '^), se observan rugosos, encogidos y ligeramente punteados. ha. fórmula floral está representada por F = [5S]-f-[5P + 5E] + [2C] (I) (i) fórmula floral. (/%. Fan Thiegen, <^Traitéde Botanique,» Pág. 4JJ). — Para establecer la fórmula floral se supone que la flor está formada por hojuelas simples ó ramificadas, considerando al pedúnculo como el origen y soporte común de estas hojas. Esto admitido, la flor se comprende en términos generales, de la suma de todas estas hojas h y se tendrá F = ^ '^i- Desarrollando en seguida esta suma 2 h. en tantos términos separados por el signo -f- como verticilos contenga la flor, tendremos establecida la fórmula, fácil de leer, si se escribe, cada verticilo ó forma- ción en función de las hojas que lo componen, para lo cual bastará afectar cada letra inicial S un sépalo, P pétalo, E estambre, C carpelo de un coeficiente numérico ó indeterminado m, n, p, q, si se trata de obtener una fórmula general. Si una formación contiene más de un verticilo se repite la expresión del verticil© 5 Las raíces, cuya profundidad no excede de o™,i6 á o"^,i8 (figu- ra 9.**), presentan dos zonas ó sistemas concéntricos constituidos por hacecillos fibro-vasculares. A trabajos importantes y minuciosos practicados por Mr. Yesque y Sachs, débese el conocimiento de la influencia de la temperatura y la humedad sobre la planta que nos ocupa. Colocadas tres plantas para su estudio en tierras distintas, una silícea, otra arcillosa y otra humifera, se observa que el tabaco se marchita y pierde por la proporción de agua en que la raíz tiene que ejercer sus funciones de absorción en la relación siguiente: Tierra humifera 12 por 100 de agua. » arcillosa 8 » » I) silícea 1,5 ») t) En cuanto á la temperatura, se ha comprobado que si baja á + 3° la de la tierra en que vive la planta, las raíces del tabaco no absorben la cantidad de agua necesaria para compensar las ne- cesidades de la planta, y ésta muere, á menos que no se eleve su temperatura rápidamente hasta 12° para devolverle toda su acti- vidad (i). tantas veces como sea necesario^ marcando con un acento los elementos del 2.° ver- ticilo, con dos los del 3.° y así sucesivamente. En el caso de hallarse unidas entre sí muchas hojas, ya sea lateralmente en el mismo verticilo, ya radialmente de uno á otro, á consecuencia de intercalarse en la base común durante el crecimiento, se las encierra bajo un paréntesis, encerrando toda la fórmula bajo el mismo signo en el caso que el ovario sea infero. Si los verticilos florales sucesivos alternan, como es regla general, no se hace indi- cación alguna en la fórmula; pero sí cuando dos verticilos sucesivos tienen sixs ele- mentos superpuestos, en cuyo caso se pone la inicial del primer verticilo como sub índice del segundo. Así,, por ejemplo, Ep designa un estambre superpuesto á un pétalo. Esto explicado, no habrá duda alguna en admitir como fórmula floral de la familia que nos ocupa la arriba expresada. 2 h = F = [5 S] + [5 P + 5 E] + [2 C] en la cual S = sépalos. P = pétalos. E = estambres. C = carpelos. (i) y. Fes(¡ue.— Del' inñuence de la temp. du sol sur l'absorption de l'eau par les racines. 6 El tallo, generalmente herbáceo, alcanza en algunas especies una altura de 2™,io, siendo su longitud media i™,20. Se halla recubierto por vellosidades ó pelos formados por deri- vaciones de la epidermis, que se originan por el crecimiento hacia el exterior de una célula de esta envoltura inferior ó básica engas- tada en ella, y de otra célula libre que constituye el pelo, propia- mente dicho. En una sola especie de este género (Nicot. urens) presentan por excepción estos pelos la particularidad de ser irritantes, producien- do una sensación de quemadura cuando se toca. El diámetro medio del tallo es de o'°,oi52. Las hojas son siempre pubescentes y glutinosas, repartiendo un olor muy fuerte, acre y desagradable. Su forma es ordinariamente oblongo-lanceolada (fig. lo), otras veces ovaladas, siempre sésiles y enteras en sus bordes y acumi- nadas en el vértice. La nerviación está muy pronunciada, partiendo los nervios la- terales del eje longitudinal bajo un ángulo que varia de 40 á 75°, y encorvándose después hacia los bordes de la hoja. La variedad de tabaco que presenta las hojas muy anchas, tie- ne como carácter distintivo, aparte de ser su base auriculada, el que la nerviación secundaria es casi perpendicular al nervio principal ó eje longitudinal de la hoja. Las dimensiones de las hojas varían entre 0^,25 ó 0^,63, por o"i,05 ó o™, 16, midiendo las de la base de la planta, o™,6o por 0^,15. Como término medio, pueden calcularse o ",152 X o™, 066. Cien gramos de hojas de tabaco, en diez horas, producen de ácido carbónico (i): á -h 7" o ?"■'" 031 + 18 o 193 + 41 ^ I 132 Sometidas las hojas á una temperatura constante y medidos los crecimientos de tres en tres horas, Mr. Prantl (2) ha construido (i) Deherain et Mois san. —Comx^t. Rend. 1874. T. LXXVIIT, (2) Van Tieghem. — Traite de Botanique, pág. 3 '3. 7 la curva que rige esta ley, observando que asciende regularmente desde la caída de la tarde hasta por la mañana, en que alcanza su máximum después de salir el sol para seguir descendiendo regu- larmente hasta la puesta, en que tiene lugar el mínimo. La estructura de las hojas examinadas al microscopio, ofrecen caracteres convenientes de conocer. Está formada la superficie por células constituidas por paredes onduladas, interrumpidas por es- tomas recubiertos de pequeñas glándulas, llenas de un líquido amarillento. Estas glándulas están unas veces sentadas, otras sostenidas por un pelo más ó menos largo que las rodea. Abundan los estomas más en la cara inferior ó envés, mientras que son mayor en número los pelos en la superior ó cara de la hoja. El corte trasversal permite apreciar los nervios pubescentes hendidos por un lado y salientes por el otro, carácter casi exclusivo de esta planta y que no permite adulteración bajo el punto de vista industrial con otra alguna. En las células del perenquima más cercanas al núcleo ó centro íibro -vascular no es raro el hallar pequeños granos de almidón; mientras que las células fibrosas vistas en el sentido de su longi- tud son cortas con sus extremidades truncadas y las paredes que las constituyen estriadas en toda su extensión. Especies y variedades. — Comprende el género Nicotiana unas treinta especies conocidas hoy día, agrupadas del modo que expre- sa el cuadro sinóptico siguiente: . . , ü j /Nicot. Ureus. (A) Especie del ^. tallo arbo-^ ^u . ) » Chmensis. rescente. I -c ,• I » í ruticosa. NicotianaN /(I) Nicot. Ta-^Tabaco de Amersfort amarillo, bac. Macroaco criollo^^de la Habana =ondulado=fesioneado. — Tallo redondeado y no excediendo de o™,go de altura. Hojas cordiformes, amplexicaulas, redondeadas ' y onduladas. Flores alternas en racimos terminales. Cáliz estriado y con las cinco divisiones lineales, iguales y separadas. Corola hipocrateriforme, el tubo cuatro ó cinco veces mayor que el cáliz con el limbo de color blanco y de divisiones ovaladas y obtusas. Cápsula ovoidea, más corta que el cáliz y las valvas hendidas en el vértice. 12. {Nicotiana plumhaginif alia Viv.)=:Tabaco de hojas denta- das.— Tallo redondeado de 0^,5 á o™, 65 de altura, con ramas rec- tas y abiertas. iío/Vis inferiores sésiles, espatulares casi obtusas, las superiores casi amplexicaulas onduladas y agudas. Flores en racimo, pediciladas y opuestas. Cáliz tubuloso con 10 estrías y cinco divisiones desiguales y lanceoladas. Corola hipocrateriforme, con el tubo tres veces más largo que el cáliz; el limbo muy abier- to, plegado y de un color blanco sucio al exterior, blanco azulado en su parte interna. Cápsula de la misma altura del cáliz. 13. {Nicotiana suaveolens. L,Qhm.)^= Tabaco de Nueva-Holanda. — Tallo redondo de 011,60 á 0*^,70, velludo y hendido hacia el vér- tice. Hojas ovales (fig. 20), oblongas, decurrentes sobre el pecio- lo, onduladas y con la nerviación principal cubierta de vello muy tenue. Flores espaciadas, en racimo terminal y con un fuerte olor á jazmín que despiden durante la noche. Cáliz profundamente quin- quefido, tubuloso, pubescente y con las divisiones lineales, pun- tiagudas y estrechas. Corola hipocrateriforme, con el tubo tres veces más largo que el cáliz: color blanco de leche y con las divi- siones redondeadas y desiguales. Cápsula sin vello y del mismo alto que el cáliz. i8 14. {Nicotian a pérsica. Lind.) — Tabaco de Persia=de Chiraz. — Tallo pubescente y viscoso, de 0^,6 á ini,io de altura. Hojas oblongas, espatulares, agudas, onduladas y decurrentes sobre el peciolo. Las flores, que esparcen olor agradable á la caída de la tarde, están dispuestas en racimo. Cáliz tubuloso, pubescente y de divisiones lineales, puntiagudas y muy simétricas. Corola de color blanco de leche, con el limbo de divisiones ovales y agudas. Cáp- sula ovoidea sobresaliendo del cáliz. Fig. 20. 15. (Nicotiana quadrivalvis. Purst.) — Planta vellosa y glutino- sa que esparce un olor muy pronunciado á piel curtida. Tallo re- dondeado de o™, 45 á o™, 60. Hojas superiores y medias oblongas y agudas muy enteras, relucientes y algo enrolladas en los bordes: las inferiores sésiles. Flores axilares, efímeras. Cáliz profundamen- te quinquefido, con las divisiones desiguales y agudas. Corola in- findibuliforme, blanca al interior y de un blanco azulado al exte- rior; el tubo pubescente y dos veces más largo que el cáliz. Cápsu- la de cuatro valvas globulosas. 1 6. (Nicotiana crispa. Cavan . ) = Tabaco de San Blas = de Tehuan- iepec. — Planta de tallo cilindrico muy velludo, con ramas alternas ■ 19 y dicotomas en el vértice. Hojas pecioladas, lanceoladas y un poco más cortas que las de la variedad (N. Angiistifolia), con las que tiene gran semejanza. Flores en racimos dicotomos. Cáliz velludo y con divisiones lanceoladas lineales y agudas. Corola con el tubo tres veces más largo que el cáliz, el limbo corto y con divisiones ovales y acuminadas. Cápsula cónica. 17. {Nicotiana longiflora. Ca.y. ) = Tabaco de Chile. — Planta ve- llosa, pubescente, de tallo redondeado. Hojas inferiores, peciola- das, cuneiformes y oblongas, terminadas en punta; las superiores lineales y sésiles. Flores solitarias y axilares. Corola infundibulifor- me, con el tubo cinco veces más largo que el cáliz y las divisiones del limbo acuminadas. 18. {Nicotiana tenella. Cav.) — Tabaco de Acapulco=tierno. — Planta pubescente de tallo muy tierno, cuya longitud no excede de o™, 45. Hojas sexiles y agudas: las radicales y las inferiores ovales y de 0^,05 á 0^,07 X o"i,02 á 0^,03: las superiores lan- ceoladas más pequeñas y muy estrechas. Flores solitarias, axilares y espaciadas. Corola con tubo muy largo, que no cuenta menos de 3 ó 4 centímetros: las divisiones del limbo agudas. iq. {Nicotiana Langsdorffii. \Veinm.)=: Tabaco del Brasil=^cima' rrón del Brasil. — Planta vellosa y muy viscosa, con tallo redondea- do de 1^,40 á I™, 65 de altura. Hojas inferiores ovales, obtusas y pecioladas; las superiores lanceoladas, agudas, sésiles y decurren- tes sobre el peciolo. Flores dispuestas en panículos casi unilatera- les. Cáliz con divisiones desiguales; los dos dientes superiores mu- cho más largos que los tres restantes. Corola infundibuliforme con el tubo dispuesto en masa y de tres á cuatro veces más largo que el cáliz; limbo obtuso con divisiones ovales. Cápsida oval y obtusa que no excede en altura al cáliz. ÁREA GEOGRÁFICA Consideraciones generales, — Unificación de todas las variedades con el tipo (Nic. Ta- bacum). — Trabajos de Sageret. — Origen étnico del tabaco. — Países donde crecen espontáneamente las distintas variedades conocidas hasta hoy. — Variedades que en la actualidad se cultivan como principales, en las diversas partes del mundo. — Lugares de producción: Isla de Cuba, Estados Unidos, Méjico, América Central, América del Sur, Asia, África, Europa. Quizás planta alguna pueda demostrar tan palpablemente como el tabacO;, cuánto puede hacer el cultivo esmerado y racional, su- pliendo deficiencias de suelo y clima para que viva y se reproduzca allí, donde en otras circunstancias nunca hubiera podido esperarse que vegetara una planta arrancada de la zona ecuatorial. El tabaco ha sufrido las distancias y las condiciones de medio;- pero variando también su forma y dimensiones y ofreciendo carac- teres tan heterogéneos, que sólo el estudio botánico detenido de los caracteres específicos, puede subsanar el error de formar con cada variedad una especie, siendo así que todas ellas deben referir- se al tipo único Nicot. tahacum. Ningún género de duda ofrece esta aseveración, en cuanto se refiere á las variedades de tallo herbáceo. Más difícil hasta aquí de sostener para las de tallo arborescente, va abriéndose nuevo campo á las investigaciones en este sentido, gracias á los trabajos mo- dernos acerca de la fecundación entre las diferentes variedades que comprende el género nicotiana. La variedad n. angiLstifolia y la n. lancifolia; la n. panicidata y la 11. cerintho'ides; la n. plumbaginifolia y la n. undtdata exaimina.ásLS detenidamente, ¿no presentan caracteres similares y persistentes que confirman nuestro aserto? Los trabajos sobre hibridación prac- ticados en la n. ímdulata, fecundada por la n. paniculata, ¿no han demostrado que á la larga el experimento de Sageret, puede dar por resultado el obtener una planta vivaz, semejante en este carác- ter importantísimo á las que forman el grupo de tallo arborescente? En resumen: la persistencia de caracteres, la afinidad y seme janza que se observa cuando se examina una serie de individuos que proceden de distintas semillas; y tal sucede, por ejemplo, entre la 11. chinensisy la n. frtdicosa, no dejan duda para asegurar la re- ferencia de todas las variedades á un tipo específico común: la Ni- cotiana tabacum. Muy difícil es el estudio del origen étnico de esta planta; unos aseguran se halló por vez primera entre los ig°,48' y 23°, 23" de lat. N., y entre los 76°,3o' y 87°, 18' de long. O. en Cuba; otros en el Yucatán, entre los i6°,3o' y 21^30' de lat. N., y gi° y 94° de long. O.; otros en la Isla Tabasco, en la bahía de Campeche, situada á los 18°, 34' de lat. N. y 94°, 36' de long. O.; otros, en fin, en la Isla de Tabago, situada en las pequeñas Antillas, á los 10° 20' de lat. N. y 62°,47'de long. O. Esta diversidad de opiniones y la falta de datos precisos, no pu- diendo referirse los estudios botánicos á épocas anteriores al si- glo XVIII, nos reduce á manifestar lo expuesto, consignando á continuación los puntos en donde las distintas variedades crecen hoy espontáneamente. [Nicot. urens). — Originaria de la América Meridional; vegeta entre 3° 20' y 21° 30' de lat. N. y 64^40' y 83° 45' de long. O. {Nicot. glauca). — Oviginaria. de Buenos Aires; vegeta entre 1 1'» 54' 46" y 39° de lat. S. y 55° y 74" de long. O. {Nicot. chinensis). — Originaria de la China; vegeta espontánea entre 20° y 41° de lat. N. y 140 y 95" de long. O. {Nicot. fructicosa). — Procede del Cabo de Buena Esperanza; si- tuado entre 29° 50' y 34° 50' de lat. S. y 15° 15' y 26" 5' de long. {Nicot. angustifolia) . — Procede de Chile, donde aún se la ve es- pontánea en los alrededores de la Concepción. Cabanilles la encontró cerca de Talcaguana, entre 36^42' 28' de lat. S. y 75° 30' 41" de long. O. {Nicot. lancifolia). — Humboldt y Boupland, aseguran haberla visto en la América Meridional, como planta espontánea. {Nicot. bonariensis . — Nicot. viscosa). — Originarias de Buenos Aires. {Nicot. ptisilla). — Procede de Vera Cruz: 19° 11' 52" de lat. N. y 19° 29' de long. O. {Nicot. undídata). — Indígena del Perú, donde aún se ve en el departamento, del Terma, situado entre 8° 40' y 12° 10' de lat. S. y 70° 52' y 80"^ de long. S. 22 {Nicot. glutinosa). — Indígena en el Perú y Chile. {Nicot. rustica). — Se encuentra espontánea en Europa, Asia, África y América. {Nicot. paniculata=N. cenntho'ídes=N. phmihaginfolia) . — Indí- genas en la América Meridional, Perú, Venezuela y Colombia. {Nicot. repanda). — Indígena en la Isla de Cuba. {Nicot. suaveolens). — Espontánea en la parte meridional de la Nueva Holanda, situada entre el paralelo austral de lo" 42' (Cabo de York) y el de 49° i' (Promontorio de Wilson) y cerca del puerto de Jackson (33°5o' de lat. S. y 148*^ 55' de long.) {Nicot. pérsica). — Indígena en Persia, entre 25° y 40" lat. N. y 42° y 62° de long. E. {Nicot. crispa). — Espontánea en San Blas (México), 21" 32' lat. N. y 190° 50' long. O. {Nicot. tenella). — En Acapulco (México), 16° 50' 29" lat. N. y 102° 6' long. O. {Nicot. langsdorffii). — En el Brasil, entre 4° 10' N. y 33° 53' S. de lat. y 37° y 75° de long. O. Las variedades cultivadas como principales en las diferentes partes del mundo no son muy numerosas, y su agrupación clara y definida presenta un interés fuera de duda para el estudio que nos ocupa. En Europa se cultivan: La Nicot. Tab. macrophilla . Nicot . A ngustifolia . Nicot. Rustica. Nicot. Paniculata. Nicot. Fruticosa. Nicot. Chinensis. En la América Septentrional, Asia y África Occidental: La Nicot. Undíüata. Nicot. Rustica. Nicot. Pérsica. Nicot. Crispa. Nicot . Quadriv a Ivis . Nicot. Panicidata. En la América Meridional y en la Nueva Holanda: La Nicot. Lancifolia, 23 Nicot. Bonariensis. Nicot. Suaveolens, Nicot. Repanda. Nicot. Glutinosa. Nicot. Tenella. Nicot. Longiflora. Localizado en América hasta el siglo XVI el cultivo del tabaco y no obstante haberse introducido en grande y de una manera se- guida en Europa, conserva siempre aquélla el primer lugar como centro de producción. Por ella vamos á empezar nuestro estudio, poniendo á la cabeza la Isla de Cuba, cuyos tabacos gozan de justo renombre universal. Produce la Isla diferentes clases, según las vegas, ríos ó parti- dos en que se cosecha. La Vuelta de Abajo, ó parte occidental de la Habana, presenta un plano ligeramente inclinado al S. E., limitado al N. por la cor- dillera llamada de los Órganos, al E, por el río Mantua, al O. por el San Diego y al S. por el mar de las Antillas, y produce en sus terrenos y vegas las hojas calificadas en primer lugar procedentes de La Leña, Hato de la Cruz, Rio Hondo, Paso Viejo, Pinar del Río, Rio-feo, Río-seco, Río-sequito, San Sebastián, San Juan y Martínez, Ajiconal, Santa Clara, etc. Ocupan el segundo lugar en estima los productos de las vegas llamadas: Galafe, Guanes, Mantua, Manicaragua, San Diego de Niguas, Tanchuelo, Girado, San Luis, Colonia, Punta de Castas y otros. Producen la tercera clase de tabaco, ó sean los llamados de partido en la Vuelta de Abajo, las vegas y ríos comprendidos de N. á S., desde Guanes hasta San Diego de los Baños, siendo entre ellos los mas importantes Santa Clara, La Herradura, San Diego, Los Palacios, Santa Cruz de los Pinos, San Cristóbal, El Bayate, Las Mangas, Guanafori, San Antonio de los Baños y Güines. La Vuelta de Arriba, ó parte Levante de la Habana, comprende entre sus numerosos partidos y vegas más afamadas en la produc- ción los de Yara, Gibara, Nuevitas, Cuba, Bayamo, Las Juncas, Puerto Príncipe y Mayarí. 24 Las colonias francesas de la Martinica y Guadalupe, que pro- ducían tabacos muy afamados como los de Macouba, Sainte-Ma- rie y Saint-Pierre, que cada día van perdiéndose más por la sustitu- ción que en ellas se viene efectuando de este cultivo por el de la caña de azúcar. El tabaco que se produce en los Estados Unidos forma un cul- tivo importante en los Estados de Kentuky, Virginia, Mar3-land, Ohio y Louisiana. Méjico cuenta entre sus centros productores Vera-Cruz, El Car- men, Tehuantepec, Mérida, Acapulco, San Blas y Mazatlan. En la América Central distínguense, sobre todo por la bondad de sus productos, las Repúblicas de Guatemala y San Salvador. En la primera son dignos de mención los tabacos de Coban, Ve- rapaz y Zacapa. Colombia, Venezuela, La Guayana francesa, Brasil, Perú, Chi- le, la República Argentina y el Paraguay producen tabacos de mediana calidad, y en tan corta escala, que apenas basta á cubrir las necesidades del consumo local. La Turquía y el Asia Menor producen los llamados tabacos de Levante, siendo dignos de mención los procedentes de Salónica, Yanina, Yenidje-Karason, Trebizonda, Alep, Djebel, Siria, Me- halie-Beni-Ali, conocidos por Latakieh, y los de Semer-Kile, que se designan en el comercio con el nombre de Abou-reha. Persia, India, Java, Conchinchina y la China producen tabacos buenos, pero que son objeto de poco comercio. Las Islas Filipinas producen muchas y variadas clases, de las cuales son las más inportantes, por el orden de preferencia, las pro- cedentes de Cagayan, Isabela, Ilo-Ilo, Cebú, Bohol, Capiz-Leyte,^ Romblon y el cosechado en Nueva Écija. En África, los lugares de producción más nombrados son: Ma- dagascar. La Reunión, Madera, Canarias, Azores, Angola (Gui- nea inferior) y Argel, en cuyos terrenos se desarrolla cada día más este cultivo. En Europa se cultiva el tabaco en Rusia, dando la variedad conocida por Ukraine; en Alemania, Austria Hungría, que produce las dos variedades {Debretzin y SzegJiedin); en Italia, Suiza, Bélgica, Holanda, principalmente la provincia de Utrecht, y en Francia, cuvos principales departamentos productores son: Lot, Lot-et-Ga- 25 ronne, Ñord, Pas-de-Calais, Ille-et-Vilaine, Meurthe-et-Mosélle, Haute-Saone, Dordogne, Bouches-du-Rhóne, Var y la Gironde. En España se cultivó en 1837, y tanto entonces como los ensa- yos practicados todos los dias confirman el buen producto que sacaría nuestra agricultura. El privilegio que poseían las Provincias Vascongadas y Nava- rra, dio por resultado la obtención de la variedad llamada Be- larra, tabaco fuerte y aromático, semejante á los de Virginia y Kentuky, que exigía el consumidor. COMPOSICIÓN química Materias íi,jas contenidas en el tabaco: Análisis de Mrs. Pelouze, Fremy y Beauchet. — ídem de Posselt y Reimann. — ídem de Will y Fresenius. — ídem de Merz. — ídem de Breidenbaugh. — ídem de Hetwig. — ídem de Bunsen.— ídem de Grandeau.— ídem del Laboratorio de la Manufactura de París. — Ele- mentos principales que forman el tabaco: Acido tabadco.—Nicoda- nina. — Nicotina. — Cantidades que existen en distintos tabacos, según Schloesing. Propiedades y caracteres. — Combustibilidad del tabaco. — Trabajos de Schloesing. Elementos que forman el humo del tabaco. — Análisis de Mr. Zeize. — ídem de Sanders. — Análisis completo de un tabaco: Principios inmediatos de- terminados cuantitativamente. — Orden del análisis. — Determinación de la nicotina. Ácidos málico y cítrico. — Acido acético. — Acido péctico. — Azúcar. — Almidón. Celulosa. — Materias nitroíjenadas. La importancia que desde su introducción en Europa se atribu- yó al tabaco como eficaz remedio en la curación de muchas enfer- medades, han motivado gran número de ensayos químicos de esta planta. El tabaco contiene una gran cantidad de materias fijas, hallan dose, por término medio, en la siguiente proporción: Raíces 7 Tallos 10 T.T . > por 100 del peso seco. Nervios 22 ' ^ ^ Hojas 23 Los ensayos practicados por MM. Pelouze, Fremy y Beauchet 26 sobre tabacos de Virginia, Maryland , Kentuky, Flandes y Lot, han dado los resultados que consignamos en el cuadro adjunto: PROCEDENCIA PARTES déla planta TANTO por loo de cenizas MATERIAS POR Solubles 100 DE CENIZAS Insolubles Virginia Maryland Kentuky Flandes Lot Tallos Nervios Hojas Tallos Nervios Hojas Nervios Hojas Tallos Nervios Hojas Tallos Nervios Hojas II. 7 17. 1 18.3 10.3 18.3 17.2 20.9 18.7 II .2 20.2 24.1 16.5 23-3 19.8 48.5 48.0 34.9 35-4 70.8 41.5 47.5 52.5 37-3 39.3 32.1 55-1 34.0 23.0 31-5 52.1 65.1 66.6 29.2 58.2 45.8 54.2 62.7 60.7 67.9 44-9 66.0 76.8 Analizadas estas cenizas encontraron en ellas la siguiente com- posición: VIRGINIA WARYLAND FLANDES LOT KENTUKI 1 ? ? p y. X V s: ^ H ? ? ? K 5- 1 s f !_ ° < í s" Y- < " Sulfato de potasa. . . . 3-7 9.1 5-3 5-7 6.8 II.6 11.8 17-5 84 2.8 6,3 4-7 II. 2 Carbonato de potasa. 37 2 21.8 71.4 64.1 32-5 7.1 3.8 9-7 25-3 0.4 S-4 42.2 35-9 Cloruro de potasa. . . . 7-1 ,. 6.7 09 2.1 24.0 23-7 4.8 21.4 315 II-5 0.7 0.7 Sílice 5-2 s.. . 5 2 69 19.5 4.1 7.8 10.3 4,3 6.2 2.6 4.6 Oxido de hierro . » de magnesio . . . ' » de manganeso . '30-7 19-3 * 10 5 20.7 20.8 25-7 S8 26 I 22.0 32.9 23.1 8-3 y Fosfato de cal Carbonato de cal .... 16. 1 43.6 • 19 3 31-3 21.4 30.9 54-2 8.5 39-8 37-7 22.3 41. 1 n / 1 /• 1 • • j TV rt ir 1 ~» r> : 1 „ J. . 4.» Según el análisis de MM. Posselt et Reimann, las hojas de ta- baco al estado normal contienen: 27 Agua 88.080 Fibra leñosa 4*969 Materia extractiva 2 . 840 Goma 1 . 140 Sustancia análoga al gluten i . 048 Resina verde o . 261 Albúmina o . 260 Nicotina o . 060 Materia grasa volátil (nicocianina) . . o. 010 Acido málico o . 510 Malato de amoniaco o . 120 Sulfato de potasa. . . 0.048 Cloruro de potasio 0,063 Nitrato y malato de potasa o . 095 Fosfato de cal o . 166 Malato de cal ■. , . o . 242 Sílice 0.088 100.000 MM. Will y Fresenius han ensayado diez muestras de tabaco de Hungría y han encontrado como media: En las hojas 22.6 por 100 de cenizas. En los tallos 22.2 » » Las cenizas ofrecían la composición siguiente: Potasa 17-52 Sosa 0.25 Cal 38.40 Magnesia 12.08 Cloruro de sodio 5.16 » de potasio S-ii Fosfato de hierro 6.42 » de cal 0.59 Sulfato de cal 6.96 Sílice 9,51 100.00 28 Mr. Merz, en un tabaco procedente del país situado entre Nu- remberg y Erlagen, encontró 23 por 100 de cenizas, de las cuales ICO partes tenían la composición siguiente: Potasa 26,96 Sosa 2,76 Cal 37.53 Magnesia 9,61 Cloruro de sodio 9,65 Acido sulfúrico 2,78 Sílice 4,51 Fosfato de peróxido de hierro 4,20 100,00 Mr. E. S. Breidenbaugh, en varios tabacos de América y so- bre ICO partes de cenizas, halló la siguiente composición: Sílice 1,26 Cloro 7,54 Ácido sulfúrico 7,45 » fosfórico 3,71 Oxido de calcio 39^96 Magnesia 8,48 Potasa 33>90 Sosa 3,70 100,00 El análisis de M. Hertewig fué practicado sobre dos tabacos, uno de la Habana y otro de Hannover, dando los siguientes re- sultados: 29 Carbonato de potasa 6,i8 »> » de sosa 1,94 1,61 Sulfato de potasa » 11, 11 » de sosa 7,39 1,09 Cloruro de sodio 8,64 9,24 Carbonato de cal 51*38 40,00 » de magnesia 7,09 4,27 Fosfatos de cal, magnesia, hierro, manganeso y alúmina 9,04 I7>95 Sílice 8,26 15,29 De todos los ensayos que anteceden se desprende que el tabaco es una planta muy rica en potasa, cal, magnesia y sales solubles; habiendo comprobado Mr. Bunsen, por análisis espectral, la exis- tencia del Litio, y M. Grandeau (i) trazas de Rubidio en las ce- nizas. De los análisis repetidos y completos practicados en el labo- ratorio de la Manufactura de París, resulta la composición siguien te para las hojas del tabaco: Bases orgánicas Nicotina. Ácido málico (¿ácido tabácico?). » cítrico. ; -j ' • j » acético. Ácidos oréameos ( ») oxálico. I) péctico. » húlmico. Resina amarilla. » verde. ^ , . , Cera ó materia grasa. Cuerpos neutros oréameos < ,,. . . ^ * ' Nicocianma. Materias nitrogenadas. Celulosa. (i) Afzn. de Chim. y /%;'.-.— 1863. T. LXVII. Bases minerales. 30 Potasa. Cal. Magnesia. Óxido de hierro. » de manganeso. Amoniaco. Acido nítrico. » sulfúrico. Ácidos minerales ( „ clorhídrico. t) fosfórico. » silícico (sílice^ arena). Hállanse, pues, entre los elementos que entran en la composi- ción del tabaco, tres característicos: el ácido tabácico, la nicocia- nina y la nicotina, en cuyo estudio hemos de fijar algo la atención. El ácido tabácico (C^ H^ O3) tiene una gran analogía con el áci- do málico, y sus propiedades no son aún bien conocidas. La nicocianina, sustancia análoga con la coumarina (Cg H^ O2) (i), aún no está bien definida; se la atribuye el olor agradable del humo del tabaco y posee un sabor amargo y aromático especial. La nicotina {C^^ H,^ N^) es el alcaloide volátil natural que se en- cuentra en el tabaco, bajo la forma de malato, citrato ó tanato en proporciones variables. M. Schlcesing ha determinado la canti- dad de nicotina que existe en gran número de tabacos proceden- tes de América y Francia, y ha encontrado las siguientes propor- ciones: (i) La coumarina se encuentra en el Iía¿>a tonka (Dipterix odorata), en \di Aspe- rula odorata^ en el Melilotus officinalis^ en el Anthoxanthum odoratum y en las hojas del Liastris odoratissima. De aquí quizás tiene su origen el uso que instintivamente se hace del Haba tonka para aromatizar el tabaco, así como el empleo del Meliloto, tan en boga en la actua- lidad en Hungría para el mismo objeto. Desde hace algún tiempo á estaparte,/ no obstante ti secreto de las fábricas, se usa el ácido benzoico, extraído de la orina, en la fabricación del tabaco, y aunque no lo aseguramos puede que esta adición tenga por objeto el suplir la exigua riqueza de nicocianina que tienen las clases inferiores de las hojas. 31 Alsacia 3.21 de nicotina por 100. Virginia 6.87 » Kentuky 6.09 » Maryland 2.29 » Habana 2.00 » Lot 7.96 » Lot - et - Garonne 7.34 » Nord 6.58 ») Ule - et - Vilaine 6.29 » Pas - de - Calais 4.94 » La nicotina fué aislada en 1820 por Mr. Reimann y Poselt y estudiada más tarde por Buchner, Boutron, Henry, Barral y Schloesing. Es un líquido oleaginoso incoloro, que se ennegrece por la ac- ción de la luz, solidificándose á — 9° centígrado. La densidad es 1,02 y la de su vapor 5.60. Hierve á -1-250°. Es levógira y su ángulo de rotación es aD= — 161.55. Muy higrométrica y soluble en el agua, alcohol y éter, lo es muy poco en la esencia de trementina y en las soluciones salinas. Tratada la nicotina por el permanganato de potasa y el ácido crómico se oxida transformándose en ácido nicótico (Cg H^ NOJ. Oxidándola por medio del ferricianuro de potasio, se obtiene la Isopiridina. (Cj^H,, Nj)y calentada con azufre á -f- 170°, se obtie- ne la Thiotetrapiridina, cuya fórmula corresponde á (C^^, H^^N^ S^). La comhustihüidad del tabaco ha sido estudiada por M. Schloe- sing y de sus trabajos resulta que nada tiene que ver con la rique- za de la hoja en ácido nítrico, el cual se encuentra bajo el estado de nitratos alcalinos y férreos en las cantidades siguientes, por 100 partes: Hojas TABACOS DE desvenadas Venas Alsacia Lot Pas - de - Calais Argel. Holanda 0.23 0.46 0.60 2.08 1.74 5-99 0.74 6.10 2.00 5.12 32 Hojas TABACOS DE desvenadas Venas Hungría (Szeghedin) 0.39 3. 11 Macedonia - 0,02 0.25 Maryland 0.09 0.74 Kentuky 0.97 5.67 Habana 0.14 0.72 Brasil 0.08 1,80 Paraguay 1.80 4.70 Java 0.02 0.15 Mientras el Kentuky, que contiene mucho nitrógeno, arde mal, los tabacos de Brasil, Hungría, Java y Maryland, que apenas con- tienen, arden muy bien. La buena combustión del tabaco se debe á la mayor cantidad de carbonato de potasa que contiene, habiéndose comprobado que la ceniza del tabaco, cuya combustión es dificultosa, no contiene apenas carbonato y sí en cambio sulfato y cloruro. En esto está fundado el tratamiento á que se someten los tabacos no combusti- bles, humedeciéndolos con una disolución de una sal de potasa de ácido orgánico (ácidos málico, cítrico, oxálico ó tártrico). Estas sales forman un carbón voluminoso, muy poroso y poco coherente que arde con facilidad. Si á un tabaco que efectúe bien su combustión se le trata por una disolución de sulfato ó cloruro de calcio, magnesia ó amonia- co, la combustión se llevará á cabo de un modo dificultoso é im- perfecto, porque el carbón de las sales de cal, magnesia y amo- niaco con los ácidos orgánicos formados en las mismas circuns- tancias que anteriormente, es poco voluminoso, muy denso y ar- derá por tanto difícilmente. Elementos que forman el humo del tabaco. — Mr. Zeize ha practi- cado repetidos análisis del humo de esta planta, encontrando como elementos constituyentes: un aceite pirogenado particular, ácido butírico, ácido carbónico, amoniaco, parafina, ácido acéti- co, una resina pirogenada, óxido de carbono y varios hidrógenos carbonados. Nada nos indica este análisis respecto á cual sea la causa del 33 olor aromático que goza el humo y que nosotros atribuimos á la Nicocianina; pero desde luego puede asegurarse que la ausencia del ácido fénico y de la creosota, explica satisfactoriamente el por qué el humo del cigarro no nos produce, al llegar á los ojos, la sensación de picazón que ocasiona el que se desprende de la combustión de la madera. Mr. N. Sanders aplicó el análisis espectral al humo del tabaco, encontrando siempre en sus observaciones las rayas característi- cas del potasio, sin que faltase nunca este cuerpo en las nume- rosas experiencias practicadas. A la presencia de la potasa en el humo atribuye Sanders la sen- sación que se experimenta en la boca después de fumar durante algún tiempo, y que puede comprobarse si se retiene durante algu- nos minutos en la boca una disolución de esta base al i por lOO. Análisis completo de un tabaco (0. — Principios inmediatos de- terminados cuantitativamente en el tabaco. — Conocidos los princi- pios inmediatos que forman el tabaco según quedan consignados en el análisis del Laboratorio de la Manufactura de París, citamos á continuación los límites entre los que oscilan las cantidades encontradas en un sinnúmero de ensayos practicados por mon- sieur Schloesing. La nicotina varía de 1,5 á 9 por 100. Los ácido málico y cítrico, suponiéndolos anhidros, oscilan en- tre 10 y 14 por 100. El ácido oxálico anhidro, de i á 2 por 100. El ácido péctico en proporción de 5 por 100. El ácido acético en muy pequeñas cantidades. Los cuerpos resinosos entran en proporción de 4 á 6 por 100. La celulosa, de 7 á 8 por 100. Y el nitrógeno, en la proporción de 4 por 100. Orden del análisis. — Reducidas las hojas, del tabaco que se ha de analizar, á polvo fino después de haberlas desecado en la es- tufa á una temperatura que no exceda de 40°, se toman 100 gra- mos que constituyen la muestra objeto de la investigación. De ella 10 gramos se destinan al análisis cuantitativo de la nicotina, los cuales después de haberlos tratado por el alcohol. (i) L. Grandeau. — Traite d'analyse des maiieres agricoles. 34 dan el peso de los cuerpos solubles en el éter. El residuo des- pués de seco se divide en dos partes iguales, de las cuales una sirve para la determinrción cuantitativa del ácido péctico y el almidón, y la otra para la de la celusosa. Otros 10 gramos, después de tratados por el alcohol, sirven para la determinación del azúcar y del ácido nítrico. 10 gramos para la determinación de los ácidos oxálico, málico y cítrico; lo para el acético, y otros lo para el amoniaco, deter- minándolo bien en frío por el procedimiento de Th. Schloesing, bien por destilación en el aparato de Bousingault. El nitrógeno se determina en un gramo del tabaco pulverizado de la muestra, por medio de la cal sodada ó más exactamente por la combustión con el óxido de cobre. Determinación de la Nicotina. — Caracterizando esta sustancia, la calidad del tabaco y el empleo de las diferentes clases, ó las hojas en la fabricación industrial, ha sido siempre objeto de pre- ferente estudio la determinación de la cantidad de este alcaloide. El procedimiento más exacto es debido á Mr. Schloesing, haciendo uso del aparato representado en la figura 2i. 35 Reducido el tabaco, como ya queda dicho, á polvo fino, y des- pués de pesar lo gramos, se trata por el amoniaco, colocándolo en seguida en c sobre un tapón de algodón cardado representado eng'. Un matraz A, de ico á 150 centímetros cúbicos de capacidad, provisto de un tapón con dos tubos, contiene el éter destinado á disolver la nicotina y el amoniaco. Uno de los tubos, d a, encor- vado dos veces, comunica el matraz con el recipiente donde está el tabaco. El otro tubo, h b, que hace de refrigerante, se repliega en la forma que indica la figura dentro de una caja RR, llena de agua fría. Durante la operación, que tarda de cuatro á seis horas, el éter, según ya hemos dicho, disuelve la nicotina y el amoniaco; pero como el gas amoniaco sufre la destilación y se condensa con el éter, resulta que el tabaco se halla bañado durante toda la ope ración por un líquido alcalino, asegurándose de este modo la ex- tracción de toda la nicotina; concluida la operación se quita la alargadera y se procede á la destilación del éter, el cual se recoge en un pequeño matraz, suspendido de la caja RR por un tubo de cobre; el amoniaco es eliminado con el éter, deteniendo la opera- ción cuando sólo quedan unos 10 centímetros cúbicos, asegurán- dose antes que el éter destilado últimamente no presenta la me ñor reacción alcalina, con lo cual estaremos ciertos de la salida de todo el amoniaco. Ahora bien: siendo muy débil la tensión del va- por de la nicotina á la temperatura de ebullición del éter, no hay riesgo de que se pierda una cantidad notable durante esta ope- ración. Se trasvasa á una cápsula de porcelana el residuo, recogiendo las últimas porciones por medio de lavados sucesivos con éter puro, que se adicionan en la cápsula; queda entonces una mezcla espesa casi seca de nicotina, de resinas verdes ó amarillas, y de cuerpos grasos, en la que se determina el alcaloide por medio del ácido sulfúrico. Siendo el equivalente C ^° H '+ N ^ de la nicotina , neutralizado por el equivalente del ácido sulfúrico, el peso del equivalente del 162 ácido empleado, multiplicado por la relación , dará el de la ni- cotina contenida. Si bien en los ensayos alcalimétricos es costumbre guiarse por 36 las indicaciones que manifiestan la tintura de tornasol vertida an- teriormente sobre el liquido, aquí es preciso proceder de otro modo, por razón de la coloración del líquido y la presencia de cuerpos resinosos. Para ello se vierte el ácido sulfúrico por go- tas, comprimiendo la sustancia hasta que la resina, intimamente mezclada con la nicotina, comienza á separarse; los ensayos de la reacción del liquido con el papel de tornasol alternan entonces con las adiciones del ácido. Mientras el volumen del líquido es muy pequeño, el ensayo se limita á introducir un hilo de platino, con el que se toca después el papel rojo humedecido y bien la- vado; la cantidad de nicotina perdida para producir la reac- ción acida es despreciable. Más tarde, cuando el líquido se ha diluido y ha perdido en gran parte su carácter alcalino, las indi- caciones de este género son insuficientes, y entonces se puede, sin inconveniente para la precisión del análisis, mojar en el líquido tiras de papel azul y rojo. Las indicaciones del papel no son exac- tas sino después de haberlo desecado al aire libre; pero no es ne- cesario aguardar el efecto de esta desecación después de cada adi- ción del ácido: cuando se aproxima la neutralización se ordenan los papeles empleados en los ensayos sucesivos sobre una placa de cristal , anotando las lecturas de la bureta que le correspondan, y una vez secos es fácil distinguir sin gran trabajo los papeles, y por tanto la lectura correspondiente á la neutralización exacta. La cantidad de tabaco que se ha empleado en esta determina- ción es de 10 gramos, según queda dicho. El ácido titulado con- tiene cinco gramos de ácido sulfúrico puro por litro. Suponiendo efectuada la determinación en una división de la probeta equiva- lente á o"'s,5 de ácido sulfúrico, ó á dos miligramos de nicotina, resultará que cuando un tabaco contiene solamente i por loo de álcali, los 10 gramos contendrán lOO miligramos, que serán de- terminados cuantitativamente á dos miHgramos próximamente, es decir á V^^. La aproximación, según se ve, será tanto mayor cuanto más grande sea la riqueza del tabaco en nicotina. Ácidos málico y cítrico. — La circunstancia de presentarse siem- pre asociados estos dos ácidos que entran á formar la composición del tabaco en proporción que oscila entre lo y 14 por 100, sin que las sales que forman con la misma base ofrezcan caracteres 37 fijos y determinados que los diferencie fácilmente, ha dado lugar á M. Schloesing á idear un procedimiento de separación, recu- rriendo á la precipitación fraccionada por las sales de plomo que consigna M. Grandeau en su obra ya citada anteriormente, y que recomendamos á los que tengan necesidad de efectuar estos análisis. Acido acético. — Reducido el tabaco á polvo fino, se humedece ligeramente, se mezcla con ácido tártrico molido y se coloca en A (figura 22), tubo cerrado por dos tapones de amianto, y uno de cuyos extremos comunica después de atravesar el serpentín E, recipiente G, que contiene algunas gotas de tintura de tornasol. D es un matraz lleno de agua hasta la mitad y que comunica con Figura 22. el tubo B, al que se le cierra y hace comunicar por medio del tubo F, con un recipiente de agua fría tan luego como el vapof ha puesto el tubo A, que contiene el tabaco, á la temperatura del vapor de agua, lo que sucede á los quince ó veinte minutos. Al cabo de este tiempo y dispuesto el aparato del modo que presenta la figura, el ácido acético volátil será arrastrado por el vapor de agua hacia el serpentín E, en donde se condensa, mani- festándose en el recipiente G, por el cambio de color del tornasol. Al cabo de veinte minutos el ácido acético habrá pasado todo el recipiente y allí se neutraliza por una disolución titulada de barita. Acido péctico. — Reducido á polvo, la muestra de tabaco se echa 38 en un embudo, en donde sufre un lavado lento por medio del al- cohol á 36° adicionado con «/^ de su volumen de ácido clorhídrico concentrado. En cuanto el líquido filtrado no acusa ninguna traza de cal se sustituye este alcohol acidificado por el ordinario, si- guiendo la lexivigación hasta que desaparezca todo el ácido clorhí- drico. Se vierte entonces el líquido en un matraz de un litro de capacidad y se completan las tres cuartas partes del volumen por medio del agua destilada y el total por medio de una solución templada de oxalato neutro de amoniaco, haciendo digerir toda la mezcla durante tres ó cuatro horas. Pasado este tiempo se filtra y se trata por el acetato de cal, que dará un precipitado volumi- noso de oxalo pectato de cal, en el cual se determinará fácilmente el ácido péctico, volviendo á tratar el precipitado por el alcohol acidificado por el ácido clorhídrico. Aziícar. — Para determinar el azúcar después de tratar el tabaco convenientemente pulverizado por el alcohol á 36°, se somete el líquido filtrado á la evaporación, obteniéndose un residuo en el que se determinará el azúcar por el licor cupro-potásico de Neu- bauer. Almidón. — Se determina trasformándolo en azúcar por medio del calor y una disolución acida muy débil. Post (i) aconseja el empleo del aparato representado en la figu- ra 23, en el cual se echa el tabaco con agua acidificada por el áci- do sulfúrico en la proporción de V^^ y se introduce, después de ce- rrado por medio del tornillo de presión, en un baño de agua sala- da en donde se calienta á -f- 108°; al cabo de dos horas la tras- formación del almidón en azúcar se ha reahzado por completo y se determina como anteriormente el azúcar por medio del licor de Neubauer para deducir indirectamente el almidón. Celulosa. — Después de eliminadas en la muestra de tabaco ob • jeto del ensayo la mayor cantidad de materias, operando con los disolventes neutros, ácidos y alcalinos, obteniendo la celulosa bru- ta {Rohfaser de los alemanes), se hace digerir el residuo con el reactivo de Schweizer y se precipita la celulosa por medio del áci- do acético. (i) Handbuch der analytischen Untersuchungen zur Beaufsichtigung des chemis- chen Grossbetriebes. — Doctor J. Post.— Braunschweig. 1881. 39 Materias nitrogenadas. — El método aconsejado por Schlcesing consiste en determinar el nitrógeno total que contenga el tabaco, bien por la cal sodada, bien por la combustión con el óxido de co- bre, y descontar la cantidad que corresponde á los nitratros, amo- niaco y bases orgánicas, para determinar el nitrógeno correspon- diente á las materias nitrogenadas propiamente dichas. Figura 23. Por término medio estas materias comprenden 16 por 100 de nitrógeno, de suerte que para obtener su peso es preciso multipli- 100 , c-ar por — = 0,25. 40 DATOS AGRONÓMICOS Clima y terrenos propios para el cultivo: Condiciones climatológi- cas.— Grados de calor que necesita el ta.ha.co.=^ Terrenos en que se desarrolla mejor esia planta: Composición de i6 tierras de Vuelta- Abajo.— Experiencias de Mr. Petit Lafitte. — Situación y exposición. — Abrigos artificiales. Abonos: Influencia de los abonos nitrogenados. — Experiencias de Schloesing. — ídem de Wagner. — Influencia de la cantidad de ^oi^%2L.=^Abonos empleados: Abo- nos compuestos. — Tortas de colza. — Barreduras de calles. — Materias fecales. — Guano. — Restos de pescados. — Estiércoles. — Cantidades que deben emplearse se- gún Gasparín y Heuzé. — Experiencias de Boussingault. — Rendimiento por hectárea proporcionado por el empleo del estiércol; tortas de colza y guano. Rotación. =Distancia que deben guardar las plantas entre si: Experiencias de Schloesing. Condiciones climatológicas. — Dejamos consignadas, al ocuparnos del área geográfica, cuáles eran las variedades cultivadas en Euro- pa. Analogías de temperaturas máximas, mínimas y medias con las localidades en que las distintas variedades se producen y el gusto del mercado, indicarán al agricultor, en cada caso, la elec- ción de la variedad. Cultivado el tabaco en países comprendidos en paralelos más elevados que los de España, no insistimos en augurar al tabaco un éxito favorable al cultivo el día en que el agricultor pueda hacerlo libremente y compita con los productos de los Estados de la Amé- rica del Norte, que se hallan á la misma latitud, Mr. Petit-Lafitte, que ha estudiado el cultivo del tabaco en la Gironda, hace constar son necesarios 1857° de calor total para el completo desarrollo de la planta. Por su parte, el C. de Gasparín atribuye al número de grados de calor total, una influencia deci- siva sobre el número de hojas que la planta produce, y consigna el resultado de sus observaciones en el siguiente cuadro (i): (i) Cours dAgriculture, par le C.te de Gasparin.— T. IV, pág. 312. 41 Niímero de hojas En Flandes 2266° 11 En Languedoc. . . 2931° 14 En Argel . 3986° 19 La falta de datos precisos en España sobre esta materia y la poca luz que podría arrojar el resultado de los experimentos he- chos sin la validez científica necesaria para llevar las consecuen- cias de ellos deducidas, al cultivo en gran escala, que es lo que en último término interesa al agricultor, nos obliga á no insistir sobre este punto, limitándonos á aconsejar sea objeto de preferente es- tudio, por parte del encargado de plantear este cultivo; la altitud, la luz, los vientos, cuya violencia pierde las cosechas; la cantidad de lluvias, la escasez ó pertinencia de los rocíos, muy favorables á las hojas hasta el momento de su corta; el estado del cielo, etc., etc. Antes de t^minar, transcribimos el resultado de las observacio- nes practicadas por Schloesing sobre un mismo lote de tierra cul- tivada de tabaco, de las cuales se deduce que el mes de Agosto ejerce una influencia decisiva sobre el rendimiento. Durante ese mes, la planta adquiere el máximun de actividad de sus funciones, por tener que duplicar su peso y alcanzar el que próximamente guardará en definitiva, exigiendo más que nunca el concurso si- multáneo de la humedad y el calor. Si estas dos condiciones no se hallan asociadas con regularidad, todavía se puede asegurar que es más indispensable la primera que la segunda. Durante el trans- curso de un Agosto lluvioso, hasta frío, el desarrollo continúa, y proseguirá, si es preciso, en Septiembre; mientras que si, por el contrario, es detenido por la sequía, la madurez se produce antes del tiempo oportuno, siendo necesario, en ese caso, proceder á la recolección de la cosecha. 42 Cubiertos... Semicubier-I s I O X « . ^1. 3 .5 «) 5 w) cj \0 1-^ O r^ "^ Días despe- jados tJ- vo ^vO C^ t^ U-) ro t^OO Días de llu- via O 00 O -^ vr> PO N C) •* ■^t>.i-< t^O u-lMOO " Lluvia en mi límetros. .. I " r-» rh " 00 t^ ro '^ cot^vo QC "t^ t^ rf rovo Temperatu- ra media... 00 ON a^ o í^ vo ■* onoo o t~» t^ Ille-et Vilaine 1.200 » 48.000 » Bas-Rhin 2 . 000 ■» 80 . 000 » Pas-de-Calais 2.500 » 100.000 » 49 Boussingault hizo varias experiencias en Bechelbrone (Bas-Rhin) con objeto de determinar la cantidad de abono que exige y consa- me el tabaco, y encontró: i.° Que 2.986 kilogramos de hojas producidas por una hectá- rea quitan al suelo: Nitrógeno I37>i3 kilogs. Ácido fosfórico 22,59 * Potasa 85,13 > 2.° Que los tallos y raices contienen: Nitrógeno 292,29 kilogs. Ácido fosfórico ii3j74 > Potasa 349,41 > Es decir, que si se emplearan para abonar una hectárea de tie- rra 106.000 kilogramos de estiércol normal, sería preciso añadir: Nitrógeno 53i:.22 kilogs. Ácido fosfórico 762,83 » Potasa 434,54 » En resumen, podemos deducir que los estiércoles no descom- puestos no son convenientes al tabaco, y que los muy frescos de- ben aplicarse con anterioridad, al terreno que se haya de dedicar á tabacal. DelExtrait duLandw. centralb, correspondiente alano 1854, copiamos el siguiente cuadro, del cual pueden sacarse datos muy importantes y dignos de tener en cuenta al decidir la cantidad y calidad de abono que ha de emplearse: 51 c ~~^~ V j s ÍC ■3 \o -o Tf 'fe »0 » E >- II ^ -d II o «i 1 O oo vr>j- N ü a O c ^ o ü o jí ai {/] ^ }- c/: v¿ 2 o o VO o ro o 00 VO VO "d- f \o z •23 ro 00 ro 1 H S_ lA t^ M vó x;> II '-' '-' ^ N 00 Th 00 O O o Q o o O O O 8 O O 8 O ^1 VO Ti- N 'í- \o 'j- 00 00 ^ 00 vo N 1 ro <2 ir> l-J «». •-; ■^ C> N t M a\ ■-" -r *^ «í' 1 O N lÓ vó Tf 00 o \n VO hÍ 4 lÓ lO TÍ- 4- vo 11 N ro N M VO ' - 00 « -^ rh « « « « « « " « ^ « « « " » « « ^ « « « « • ^ - « « « « « 8 Y 8 V 8 8 K N M N 2 ^N-. '^""^ v-.»-^— VO r^ 00 52 Rotación. — Cuando se introdujo el cultivo del tabaco en Euro- pa, se siguió con esta planta el mismo sistema de rotación que con otra cualquiera, cultivándola sobre barbecho. Más adelante se hacía preceder ó seguir de otras que se suponían dotadas de condiciones de aprovechamiento de los elementos que dejaba en el terreno, y esto dio lugar á las distintas rotaciones que se usa- ron en la Alsacia, Wissembourg, Vendenheim, etc., y que fueron combatidos por Schwerz (i). El estado actual de la agricultura no permite siquiera insistir en la conveniencia de la sucesión de esta planta. Dotado el taba- co de una gran fuerza de vegetación, siempre que á las condicio- nes de clima se reúnan una elección afortunada de la variedad y un cultivo racional, restituyendo al suelo los elementos que se lle- van las cosechas, el tabaco debe recogerse anualmente. En Cle- ves (Alsacia) se viene sucediendo el tabaco hace sesenta años sin interrupción, y las cosechas son más abundantes y mejores en calidad que las producidas en los primeros años. Y sobre este particular hemos de mencionar la opinión unáni- me de todos los agricultores: que la tierra que se dedica por pri- mera vez al tabaco produce hojas dotadas de un picante que pasa á menudo á ser agrio, mejorando en cosechas ulteriores el sabor y aroma de las hojas. Distancia que deben guardar entre sí las plantas. —En las expe- riencias practicadas por Schloesing sobre el cultivo del tabaco, ha deducido que la proporción de nicotina y el peso de las hojas crecen á medida que las plantas se encuentran más separadas unas de otras. Comparando entre sí por una parte los pesos y por otra las proporciones de nicotina, encontró las siguientes pro- gresiones: (i) Schwerz.r=rCí se recubre con una caja de madera provista de una tapa ó cierre, re- cubierto con papel impregnado de aceite. Á mediados de Febrero, cuando más temprano, en nuestro cli- ma, se dispondrá el semillero, no debiendo nunca hacerse uno solo, sino dos, y aun mejor tres, sembrándolos con intervalo de ocho días, pues de este modo se puede conseguir el disponer de gran número de posturas, practicando el trasplante en menor nú- mero de veces, obteniéndose con esto una notable economía en jornales y tiempo. La extensión superficial del semillero, sujeto ya, según indica- mos, al ancho de un metro, dependerá del número de plantas que se vayan á obtener por hectárea, debiéndose basar el cálculo sobre el dato de que un metro cuadrado de semillero produce, por tér- mino medio, de i.ooo á 1.500 plantas en buenas condiciciones para sufrir el trasplante. Bajo la base máxima de tres gramos de semilla por metro cua- drado de semillero, se hace una mezcla de ésta con ceniza en par- tes iguales, y valiéndose de una criba se la distribuye con la mayor igualdad posible, habiendo tenido cuidado, el día antes de efectuar esta operación, de regar ligeramente la faja de tierra que consti- tuya la cama caliente. La distinta densidad de la semilla y la ceniza hace comprender desde luego la poca uniformidad de distribución que se obtiene con este sistema, importado de la isla de Cuba y en boga actualmente en Francia, Bélgica y Holanda. El sistema propuesto por Joubert presenta más ventajas, y su ejecución no ofrece dificultad alguna. Consiste en extender sobre el semillero, previamente regado el día anterior á la siembra, va- liéndose de una regadera fina, una capa de ceniza por medio de una criba. Hecho esto, se distribuye la semilla, mezclada con 7io de arena fina, por fajas transversales de 0^,30 de anchura, recu- briendo esta siembra con una capa de tierra negra, cuya altura 58 no debe exceder de 0^,07, pues siendo el tallo ó brote de la semi- lla del tabaco muy delicado, no puede romper cuando se entierra mucho la semilla. Acabada la siembra, se riega el almacigo por medio de una regadera de agujeros muy finos, operación que debe- rá practicarse cada dos días hasta el octavo ó décimo, al cabo de cuyo período aparecen los tallos áflor de tierra. Entonces, y como no es conveniente acelerar la germinación, por temor de que la planta no desarrolle bien la raíz, deben escasearse cada vez más los riegos, y sólo darlos cuando se observe la tierra muy seca, y esto siempre después de la puesta del sol, y valiéndose de regade- ra que produzca una lluvia muy fina. Tan luego como las posturas tienen dos ó cuatro hojas, se acla- ran en los sitios donde hayan resultado más espesas, arrancando las plantas menos lozanas, hasta conseguir guarden entre sí una distancia de 0^,02. En cuanto las posturas han adquirido suficien- te desarrollo, se procede á practicar todas las escardas necesarias para extirpar las malas hierbas, valiéndose del almocafre, y te- niendo cuidado de ejecutar esta operación después de un riego ó lluvia efectuados en las condiciones explicadas anteriormente. Al cabo de cuarenta ó cincuenta días, cuando el tallo haya ad- quirido la suficiente resistencia para sufrir el arranque, se procede á trasplantar las posturas al terreno que se haya destinado á taba- cal, y en el cual habrán de vegetar definitivamente. Preparación del terreno destinado á tabacal. — El terreno escogido para tabacal debe prepararse por medio de labores multiplicadas y efectuadas en buenas condiciones; añadiendo la cantidad de abono necesaria, que variará en cada caso según la composición de la tierra, variedad de tabaco que se haya de cultivar, etc., etc. Hacia fines de Octubre se labra la tierra por medio del arado, dándole una labor profunda de 0^,27 ó C^.so, á la cual se la de- nomina romper el terreno. Veinte días después se abona la tierra, teniendo en cuenta la influencia de todos los elementos de los abo- nos sobre las cosechas, según dejamos indicado en el lugar respec- tivo, y advirtiendo que el exceso de abono, y sobre todo del forma- do por estiércol que no esté muy descompuesto, antes ocasiona perjuicios al tabaco, pues aparte de inundar el terreno de toda clase de gérmenes animales y vegetales que se desarrollan en la época de vegetación de la cosecha principal, predisponen al taba- 59 co á ser atacado en el secadero por la humedad, impidiendo que la fermentación de las hojas se efectúe después en buenas condi- ciones. Á nuestro juicio, y tomando como tipo la tierra suelta que más conviene al tabaco, debe abonarse anualmente con 20.000 kilo- gramos de estiércol descompuesto, iio kilos de cal y 98 kilos de potasa por hectárea. Estas cifras están basadas en el supues- to de que la producción media por hectárea sean 1.160 kilogra- mos de hojas, ó sean 507 kilogramos al estado seco. Deduciendo ahora el 23 por 100 de cenizas, obtendremos 116 kilogramos que contendrán 26'^ ,87 de cal y ló*^ ,24 de potasa. Por otra parte, el nitrógeno contenido en las hojas es 30^^ ,42, y efectuando la misma investigación para los tallos, raíces, etc., llegaremos á la conclu- sión de que es necesario proporcionar en los abonos la cantidad determinada anteriormente, bajo el supuesto de que los 20.000 kilogramos de estiércol contengan 82'^, 00 de nitrógeno. Repartido el abono con la mayor igualdad posible, se da una segunda labor cruzada, con objeto de revolverlo bien. Á esta labor, cuya profundidad oscilará entre o"", 15 ó 0^,17, se la designa con el nombre de cruzar. Antes de pasar más adelante, recomendamos muy eficazmente que todas las basuras, raíces, etc. que arrastra el arado sean alejadas del terreno ó quemadas sobre el mismo; pues la práctica de formar con ellas montones en las lindes, da ocasión á proporcionar abrigo á toda clase de animales perjudiciales al tabaco. En el mes de Febrero se da la tercera labor, muy ligera para no remover el abono de la superficie, completándola con un pase de rastrillo, con lo cual se desmorona y se revuelve el terreno de un modo uniforme, sin profundizar más de lo necesario Esta última labor debe ir armonizada con el estado de des- arrollo de las posturas. Si la tierra no estuviese en sazón, por falta de humedad, no se procede á efectuarla en tanto que los semille- ros puedan esperar; pero si las posturas se hallan de buen tama- ño, pasados ocho días, ó antes, es preciso plantarlas, pues de otra suerte podría comprometerse la cosecha. Trasplante de las posturas. — Preparado el terreno como queda dicho, y tan luego como la planta está en disposición de sufrir el trasplante, se procede á efectuar esta operación, que en España 6o variará desde fines de Abril hasta los últimos días de Junio, según los climas, empezando por la preliminar del arranque de las posturas, operación muy fácil y sencilla, pero importante y deli- cada, como todas las que se practican en el cultivo del tabaco. En las primeras horas de la mañana se riega copiosamente el semille- ro, y cuando la tierra se ha enjugado, se procede al arranque valiéndose de un plantador: el obrero coge este sencillo instru- mento, \o clava en el suelo y arranca la planta con cepellón mediante un ligero esfuerzo, evitando todo lo posible las bruscas sacudidas, pues la postura lastimada, ó se seca en el trasplante, ó se cría raquítica y enfermiza, no produciendo buen fruto. Á medida que se van arrancando las plantas del semillero, se depositan en un cesto rodeado de una tela humedecida, de suerte que no se compriman y destruyan: cuando está lleno, se cubre con otro lienzo humedecido también, y así se transportan al terreno en donde ha de hacerse la plantación. Debe desecharse en todo caso el transporte efectuado por medio de obreros y sin seguir el método anterior: el roce de los tallos y hojas con el cuerpo del trabajador y el calor que de él reciben las posturas, originan nu- merosas pérdidas ó marras, ocasionando con esto mayor número de jornales como resultado de una economía mal entendida. Señalado el terreno con el rayador, en sentido de su longitud y latitud, á la distancia de i™,oo, determinan las intersecciones de estas líneas el sitio que han de ocupar las posturas. La operación que nos ocupa se ha de hacer aprovechando un tiempo cubierto y algo lluvioso, y si no es posible, debe hacerse en las primeras horas de la mañana ó á la caída de la tarde. Al efecto, se disponen cuatro obreros, si se desea efectuarla pronto y bien. El primero horada con un plantador los agujeros, atacando el terreno á 01^,12 ó o"',i5 de profundidad. El segundo coge las plantas y las coloca en el hoyo correspondiente, recubrién- dolas con alguna tierra. El tercero riega copiosamente las postu- ras, cuidando mucho que el agua no caiga sobre las hojas; y el cuarto las recalza con la mano y con mucha precaución, sin com- primir mucho la tierra contra las raíces, pues la excesiva presión se opondría al desarrollo normal de la planta. Hecho el trasplante en los términos explicados, permanecen las posturas ocho ó diez días en un estado de paralización aparente. 6i marchitándose cuando el sol es muy fuerte, en tanto que empiezan á echar nuevas raíces. Desde el cuarto día se conocen bien las plantas que no han agarrado, y es preciso reponer las marras con nuevas posturas, teniendo mucho cuidado en no retrasar esta operación, porque en tal caso quedarían muy atrasadas y raquíticas, ahogadas por el mayor crecimiento de las primeramente plantadas. Labores durante el ñirso de la vegetación. — A los veinte ó veinti- cinco días de efectuado el trasplante, ostentan las posturas sus hojas nuevas, y entonces se da la primera labor por medio de la azada de caballo. Al cabo de quince días, y cuando la planta al- canza una altura de o™, 15 ó o™, 20, según las condiciones del te- rreno y el estado de humedad de la atmósfera, se le dará la segun- da labor, valiéndose de un arado sin vertedera. Ambas labores de- berán ir precedidas de una escarda, procurando sacar siempre fue- ra del tabacal las plantas arrancadas. A mediados de Agosto las plantas habrán alcanzado 0^,30 de altura, y entonces se procede á efectuar el recalce ó aporcado, de- biendo cuidar los obreros, al ejecutar esta operación, no sacudir las plantas ni lastimar las hojas, y sobre todo no profundizar mu- cho la tierra para no herir las raíces. Deshotonamiento ó despunte. —C\ia.náo se inicíala floración, aso- mando el botón en el cogollo de la planta, presenta el tabacal un hermoso color verde característico, produciendo la luz reflejada en las vellosidades del envés de las hojas, agitadas por el viento, un efecto de tornasol especial que en América se designa por platear. En este estado se procede á quitar el capullo ó botón floral, va- liéndose de los dos dedos índice y pulgar, lo que constituye el des- hotonamiento, verdadera poda que hace crecer y ensanchar las hojas á expensas de los órganos florales, y cuya oportunidad de practicarla se verifica entre los cuarenta y cincuenta días después de plantadas las posturas, pudiendo servir de guía al agricultor el que eche la plantados hojas alternas más puntiagudas y estrechas que las restantes y con marcada tendencia á cruzarse. Al practicar el despunte debe tenerse presente que, si se desea obtener un tabaco de buena calidad, sólo deben conservarse doce hojas, las de mejores condiciones, en la planta, y de ocho á diez si se quiere un producto fuerte. En cuanto al tabaco flojo y muy sua- ve, puede obtenerse dejando á la planta catorce ó diez y seis ho- 62 jas. Á primera vista se ocurre que cuanto mayor número de hojas se dejen mayor será el rendimiento de la plantación; este error quedará desde luego desvanecido si se considera que ocho hojas de buen tamaño valdrán en el mercado más que catorce pequeñas, pues las primeras serán mejor pagadas para formar la capa de los cigarros. En Vuelta Abajo, donde tanto se ha perfeccionado el cultivo, se deja á la planta regularmente de diez á doce hojas, cantidad que se aumenta ó disminuye, según la fertilidad natural del suelo, la cantidad de abono, etc., no incluyendo en este número de hojas designado las dos ó tres pequeñas que nacen de la planta próxi- mas á la tierra, y que efectúan difícilmente su crecimiento por efec- to de las labores. Desbotonadas las plantas, empiezan á nacer en las axilas de las hojas retoños ó hijos, de que es preciso privarlas, practicando la operación llamada deshijar, extirpándolos por medio de los dedos índice y pulgar, y teniendo cuidado de no lastimar las hojas. Los pies de las plantas deben ser también objeto de mucha vi- gilancia por parte del agricultor entendido, á fin de extirpar en cuanto asoman los mamones, retoños ó vastagos que nacen de la raíz de la madre, y que de no ser eliminados absorberían los jugos necesarios á su crecimiento, á expensas del menor desarrollo de las hojas que nacen de la planta próximas á la tierra, y que efectuando difícilmente su crecimiento por efecto de las labores, son destina- das para preparar la blandura ó betún, de que más tarde hablare- mos, al ocuparnos de la preparación de las hojas. En Filipinas el desbotonamiento se practica por medio de la podadera. Para efectuar la operación, cogen el tallo de la planta con la mano izquierda, asegurándolo hacia abajo para que no se resientan las raíces al despuntar con la derecha, dando un corte hacia arriba por la axila de la hoja superior á la última de las que se dejan á la planta. Recolección. — El tiempo que necesita la planta de tabaco para que las hojas lleguen á su madurez varía mucho según los climas, variedad de la planta cultivada, estado de humedad de la tierra durante el curso de la vegetación, etc. En general, para nuestro clima, presentarán las hojas su madurez á los tres meses después de sembradas las posturas, conociéndose en que las hojas pierden 63 el color verde y se cubren de manchas amarillentas, ofreciendo al mismo tiempo una suavidad al tacto muy marcada, y una especie de brillo que no puede confundirse con la reverberación que pro- ducía el sol en sus tejidos cuando estaban verdes. El tallo cambia su color y ofrece un tono amarillento especial, exhalando toda la planta un olor muy fuerte y penetrante á nicotina, y produciendo las hojas un ruido especial que no engaña nunca al agricultor práctico. La recolección bien entendida nunca debe ser general, pues es casi imposible el que todo el tabacal se halle en el mismo grado de madurez. Este medio es el que más ventajas rendirá al agricultor, por- que si anticipa el corte de las hojas, obtendrá un tabaco de co- lor verdoso, sin aroma y muy flojo, y si lo retarda, las hojas presentarán un color amarillento pajizo, -no ofreciendo elasticidad ninguna. Dos sistemas se siguen en la recolección del tabaco: ó cortar las hojas separadamente, ó el tallo con todas las á él adheridas. Como en cada caso el modo de proceder es distinto, según los países, vamos á describir la manera de efectuar la operación, que siempre deberá practicarse en días secos y durante las horas de más calor, para que el tabaco, al llegar al secadero, contenga la menor humedad posible, y las operaciones de la curación se efec- túen en buenas condiciones. La recolección cortando las hojas se efectúa cogiendo con la mano izquierda las dos primeras hojas de la planta, y con la de- recha, y valiéndose de una podadera ó cuchilla corva y bien afila- da, se corta diagonalmente y de abajo arriba la parte de tallo á que están adheridas. Se sigue cortando del mismo modo el par de hojas inmediato inferior, y sucesivamente hasta la conclusión de la planta. Al trozo de tallo al que están adheridas las dos hojas, algunas veces tres por la disposición del nacimiento de las mis- mas, se le designa con el nombre de mancuerna, recibiendo el nom- bre de mancuerna de libra depieXa.^ que estañen inmediato contacto con el terreno; mancuerna de corona las de la terminación de la plan ta, y mancuerna de libra las intermedias. El obrero que ejecuta la corta va dejando las mancuernas sobre el suelo, teniendo cuidado de colocar el envés hacia arriba, á fin de que no se marchiten de- 64 masiado por su exposición al sol, en tanto que las recoge el en- cargado de efectuar la operación. Para ello coloca las mancuernas en el brazo izquierdo, de tal modo que una hoja caiga á un lado y otra al otro, y cuando esté suficientemente lleno hasta el codo, las coloca, cogiéndolas por el centro, sobre unas varas de tres ó tres metros y medio de largo por cinco centímetros de diámetro, denominadas cujes, ó bien so- bre sogas ó cuerdas tendidas de antemano entre dos estacas ú horquetas clavadas provisionalmente, y cuya altura no debe ex- ceder de I '",00. Colocadas las mancuernas sobre las varas ó cuerdas, se acer- can todo lo posible, evitando el lastimar las hojas, á fin de que el tabaco no deseque rápidamente, y se conduce al secadero. En Filipinas y en algunas naciones de Europa se efectúa la re- colección cortando hoja por hoja, conduciéndolas al secadero en cestos, parihuelas ó carretillas. Este método tiene el inconvenien- te, además del mayor tiempo que exige, de exponer las hojas á más deterioros por el intimo contacto y rozamiento consiguiente que sufren en su transporte. La recolección del tabaco en rama ó tallo se practica en Bél- gica valiéndose de una hachuela ó podadera bien cortante, suje- tando con la mano izquierda la planta con mucho cuidado, á fin de no dañar las hojas, y separando el tallo por su base de un solo golpe. Las plantas cortadas se dejan algunas horas tendidas en el sue- lo, y se transportan al secadero. Plantas destinadas á obtener semilla. — Deberán elegirse antes de efectuar el desbotonamiento las plantas más lozanas y robustas entre todas las cultivadas, á fin de no someterlas á esta opera- ción, y dejarlas vegetar con todo su vigor para obtener las se- millas. Las plantas se las apoya en tutores que las defiendan de ser derribadas ó desgarradas por los vientos, cuidando al mismo tiempo de recalzarlas y regar el pie cuando sea necesario. En Holanda arrancan las plantas destinadas á semilla y las transportan á lugares abrigados, abonando el terreno donde vege- tan con capas de estiércol de carnero y materias fecales. En los primeros días de Octubre, ó antes, las cápsulas ó gorgo- 65 las donde está contenida la semilla empiezan á tomar un tinte ro- jizo oscuro, y entonces, aprovechando un día seco, se cortan las cápsulas con unos o™, 20 del tallo de la planta, y formando mano- jos, sin sacudirlos para que no se desgranen, se cuelgan en sitios secos y resguardados del viento. Bajo la base de que 25 plantas producen un kilogramo de semi- lla, puede basarse el cálculo de las que han de dejarse sin despun- tar en el tabacal al efectuarse esta operación. Cuando están bien secas las cápsulas, se deshacen las gorgolas restregándolas con las palmas de las manos, y después de secar perfectamente los granos de semilla exponiéndolos al sol un par de días, se avientan y se guardan en una caja de madera donde no pe- netre la humedad, ó, siguiendo el procedimiento generalizado en América, en un canuto de caña, ó bien de hoja de lata, provisto de su tapa, teniendo siempre cuidado de tomar las juntas por me- dio de pez, resina ó lacre, á fin de aislarla de la humedad del aire exterior, que perjudica sus propiedades germinativas. Las semillas así preparadas se conservan hasta tres años, pero es conveniente el no usarlas sino de un año para otro; y, según nuestra opinión, no separar los granos de la cápsula hasta el mo- mento de la siembra. Como complemento de este estudio damos á continuación, re- sumidas en un cuadro, las observaciones efectuadas por Mr. I. Blot (i), cuyos resultados son de gran interés práctico: (i) i. Blot. Recherche des meilleures conditions d¿ culture pour les porte-grqines, Memorial des manuf. de l'Etat. París, 1884. 66 67 Del examen de estos resultados se deduce que la precocidad de maduración está en razón directa del espaciamiento de las plantas é inversa del número de cápsulas y de hojas que se dejen. El rendimiento de cápsulas está sujeto á un minimun, cuyo nú- mero se halla comprendido entre 6o y 70, contribuyendo á asegu- rar este dato el resultado que arroja el peso específico de la semi- lla, que aumenta ó disminuye con el peso medio de la semilla con- tenida en cada cápsula. Con respecto á los datos que ofrecen los granos recogidos antes de la maduración completa, claramente se ve que, siendo su número y su peso especifico inferior á los que se han recogido en completa madurez, debe optarse por este último periodo para efectuar la recolección de las semillas. Segunda y tercera cosecha. — A título de curiosidad, y dudando mucho que en nuestro país, excepción hecha de algunas comarcas de Andalucía, pudiera obtenerse más que la primera cosecha en buenas condiciones, vamos á consignar á la ligera el modo de proceder en América, y especialmente en Cuba, para obtener la segunda y tercera cosechas. Verificada la recolección de las hojas, salen á los pocos días de los troncos cortados varios retoños ó mamones, de los cuales no deben dejarse sino dos, facilitando su desarrollo por medio de una ligera cava removiendo la tierra de alrededor, Á los quince días ya están los tallos provistos de hojas y en disposición las plantas de efectuar en ellas el desbotonamiento como queda ex- plicado anteriormente, si bien en esta segunda cosecha debe dejárseles solamente dos ó tres pares de hojas, según el des- arrollo. Hecho el desbotonamiento, y á los veinte ó treinta días des- pués de efectuada la corta de la primera cosecha, se da el segun- do corte, como queda indicado anteriormente, debiendo observar- se que en esta cosecha las hojas nunca deben estar tan maduras como en la cosecha principal. Las hojas producidas por esta segunda cosecha son más pe- queñas, pero producen un tabaco muy apreciado para formar la capa de los cigarros, por ser la nerviación de la hoja muy delgada. De aquí el nombre de capaduras con que se designa el producto de la segunda cosecha. En cuanto á la tercera, se procede del mismo modo que queda 68 indicado para la segunda, pero sólo se consigue en terrenos de buena calidad y con un tiempo favorable. En los nuevos retoños, al efectuar el desbotonamiento, se les deja tres ó á lo más cuatro hojas, que una vez maduras producen el tabaco llamado mamones, y que por lo suave se emplea en for- mar la tripa de los cigarros. Fig. 31 Fig. 32 Plantas parásitas. — Algunas criptógamas del género Uredo pro- ducen en el tabaco la enfermedad denominada moho, que se ma- nifiesta por pequeñas manchas de color amarillento, que originan el desecamiento y caída de las hojas. La Orohanche ramosa (L.) ó PJielipcea ramosa {Meyev), vulgarmen- te conocida por Yerba Tora, es una planta parásita sin clorofila 69 que se implanta en la raíz del tabaco y allí vive á expensas de ella. Esta orobanquia, cuya raíz, tallo, flor y fruto se representan en las figuras 31, 32, 33 y 34 respectivamente, florece en Julio ó Agosto y ocasiona grandes perjuicios á las cosechas del tabaco en todos los países de Europa en donde se halla extendido el cultivo. A fin de evitar los efectos perjudiciales que produce esta planta, debe arrancarse con cuidadoso esmero en cuanto aparezca, para impedir que las semillas puedan esparcirse y atacar con grave daño las cosechas sucesivas. Animales perjudiciales, — Los topos, ratas, babosas y caracoles producen grandes daños á las plantaciones de tabaco, así como la Fig. 33 Fig- 34 langosta y pulgones, que muestran sobrada predilección por las hojas. Todos ellos se combatirán con una excesiva vigilancia, reco- rriendo el tabacal á la caída de la tarde y por la noche alumbrán- dose con teas ó faroles, y exterminándolos por completo. Las lar- vas del Melolontha vulgaris L., ó gusano blanco (figura 35), produce efectos funestos, pues es sabido que atacan las raíces del tabaco en Francia y Bélgica. La Locusta veridissima. 01., especie de langosta conocida en Francia con el nombre de Sauterelle verte ó Criquets, ataca el pa- rénquima de las hojas, destruyéndolas de tal suerte que no pueden servir para capa de los cigarros. La Pentatoma griseus ó Cimex griseus de Linn. y la P. cceruleus 7» Fig. 35 ó C. cceuruleus de L. son los Hemípteros, cuyas larvas viven en el tallo de la planta, que destruyen poco tiempo después de invadida. Entre los Lepidópteros, la Noctua Segetun (Hubn), la. Pkisia gamma (Dup.) la Hadena Brassicce (Lin. et Dup.) y el Sphinx atropus, cuyos tres estados están representados en las figuras 36» Fig. 36 71 o7 y 3^» producen graves perjuicios en los tabacales. Este último procede de países tropicales, y fué importado en Francia, Bélgica y Holanda, en donde ataca las solanáceas, y especialmente la que nos ocupa. Como no es fácil predecir si en nuestro país el tabaco se verá atacado por los mismos insectos, hemos dado á conocer aquellos que en los países de Europa forman la plaga del cultivo, y terminamos exponiendo cuáles son los que en la Isla de Cuba atacan á esta planta. 37 Tres son los principales, conocidos por los nombres de Cachazu- do, Primavera y Cogollero. El primero se desarrolla y crece bajo tierra, atacando la planta por el pie. El segundo, denominado también Veguero, es de color verde y devora el parénquima de las hojas. El tercero, de color verde azulado, se desenvuelve y crece en el cogollo de las plantas. Enfermedades y accidentes. — La constante humedad del suelo predispone el tabaco á la enfermedad conocida por el moho, que Fig. 38 más tarde, en el secadero, imposibilita la curación y fermentación de las hojas. Si la humedad es por demás excesiva, entonces se produce una verdadera hidropesía, que concluye por hacer languidecer las plantas. El tabaco llamado pajizo se origina, según la opinión de muchos 72 agricultores, cuando el abono no está muy descompuesto, atribu- yéndolo Mr. Demoor á la falta de nitrógeno. El rocío ó las lluvias seguidas de un sol muy fuerte producen sobre las hojas quemaduras, que se manifiestan por pequeñas man- chas blanquecinas, y que entre los cosecheros se dice estar ataca- do el tabacal de viruelas. Los vientos violentos originan desgarraduras y heridas, así como las nieblas, que alteran el aroma de las hojas, modificando la soli- dez de la estructura del tejido. Las lluvias continuas quitan el barniz que forma la viscosidad propia de la hoja, y que en América se conoce por el nombre de nte/azo, y expone al tabaco á picarse y ser de difícil conservación después de elaborado, siendo designado con el nombre de tabaco llovido. El granizo, las heladas, así como la prolongada sequía, ocasio- nan también defectos y accidentes en el tabaco, debiendo el agri- cultor poner el remedio más adecuado en cada caso para preve- nirlos, puesto que en la enumeración que venimos haciendo, indi- car la causa probable del mal, es decir los medios que deben em- plearse para combatirlo. ARTE agrícola (b) de la preparación de las hojas Secaderos para el tabaco: Distintos sistemas. — Colocación y formación de los cujes y guirnaldas. — Condiciones que debe reunir un secadero. — Proyecto de secadero: Descripción de los tres modelos adoptados, A, By C. — Estudio de la temperatura interior del secadero y de la influencia que ejerce la exterior. — Curación: Oreo y primera fermentación de las hojas. — Apilonamiento. — Clasi- ficación y apartado. — Engavillado y blandura. — Manojeo, embalaje y prensado. — Almacenado. Secaderos para el tabaco. — Distintos nombres toman los locales destinados á desecar y preparar las hojas: casas de tabaco en Amé- rica, casas de ctcracion en Cuba y camarines de beneficio en Filipi- nas. Como en todos ellos la construcción distinta que en cada 73 caso se emplea, determina forzosamente la manera especial de preparación y colocación de los cujes, vamos á hacer un ligero estudio de los más importantes. Fig. 39 El más elemental consiste, según indica la figura 39, en dispo- ner cuatro rollizos ú horcones formando los pilares en que se apoya un tejadillo de madera ó de hojas de palma cmia, que sirve para resguardar las hojas de tabaco, colocándolas en los cujes en Fig. 40 la forma indicada por la figura, y apoyadas en unos travesanos horizontales denominados barrederas. Como se comprende fácil- mente, este abrigo no es usado sino en el pequeño cultivo, y los 74 resultados son poco favorables para la preparación de la hoja del tabaco, pues éstas sufren los efectos de la intemperie; el agua de las lluvias las azotan por todos lados, y casi todo el tabaco ofrece más tarde los caracteres de estar atacado por el moho, presentan- do unas manchas negruzcas que los cosecheros filipinos designan con el nombre de boog. Fiy;. 4 1 Generalmente la casa de tabaco en la isla de Cuba la constituye una construcción de madera toscamente hecha, obedeciendo á una disposición rectangular, calculada bajo la base de 20 varas por 15 y 5 de altura, para dar cabida á unas 50.000 plantas próxi- mamente. Toda la construcción se apoya sobre pilares ú horcones dispuestos en tres filas, formando sobre ellos una cubierta á dos aguas por medio de hojas de caña ó de palmera. Formando líneas transversales con estos pilares, y en la forma que representa la figura 40, se colocan las barrederas ó andamios, que no son más que travesanos en los cuales se colocan más tarde los cujes. 75 Dijimos, al hablar de la recolección del tabaco, que se forma- ban los cujes colocando las mancuernas en unas varas de tres y medio metros. Ahora bien, como la distancia que guardan entre sí las barrederas es de cinco metros, queda un sobrante de medio metro para la conveniente colocación de éstos. Se completa la construcción revistiendo de tablas todo el exte- rior del secadero, menos el espacio destinado á formar huecos ó ventanas, que se disponen de suerte que puedan abrirse ó cerrarse á voluntad, para la conveniente ventilación del local, y el destina- do á la puerta de entrada. Estas construcciones se encuentran más perfeccionadas en los Estados Unidos. La figura 41 da idea de la casa de tabaco em- pleada en Onondaga County, N. Y., y que se halla muy extendida en todo el país. Toda la construcción es de madera, y tiene unos l"''g- 43 bastidores portátiles que dejan al descubierto el interior, á fin de que, según se representa en la figura, circule el aire conforme á las exigencias y necesidades de la marcha de la desecación. El plan interior á que obedece la construcción queda represen- tado en la figura 40, colocándose el tabaco, cuya recolección se hace por corte de tallos, en la forma que representa la figura 41, sujetándolos por medio de cuerdas de tal suerte que quedan en disposición alterna. Colocación y formación de los cujes y guirnaldas. — Distintos siste- mas se emplean para colocar las hojas de tabaco y formar los cujes. El primitivo consiste en colocar las mancuernas formadas por cada dos hojas en la forma que quedó indicado al hablar de la recolección. En Bélgica, en vez de estos cujes, se procede á formar unas guirnaldas, atravesando por medio de una aguja bastante gruesa enhebrada en un bramante (figura 43) las hojas, y en Holanda se 76 reemplaza el bramante por una vara delgada, con la cual se hora- da el tejido de las mismas. Cuando la recolección se ha hecho por corte de tallos, la dis- posición de éstos varía mucho. Unas veces se atan unos braman- tes pequeños en la base del tallo, anudándolos después á la cuerda ó percha en que ha de efectuarse la desecación. Otras se introduce una cuña en la base del tallo del modo que indica la figura 44, con la cual se logra formar una especie de garfio, que sujeta las plan- Fig. 44 Fig. 45 tas en las cuerdas ó en las varas ó perchas. Otra disposición muy en boga actualmente en Bélgica y Alemania consiste en colocar los tallos en la forma indicada por la figura 45, arrollando á la percha una cuerda y cogiendo en cada espira un tallo del tabaco. Condiciones que debe reunir un secadero. — Como se ve por la rá- pida descripción que hemos hecho, al secadero construido hasta hoy para el tabaco no se le da importancia alguna, cuando á nuestro juicio, de las buenas condiciones que éste reúna, depende el éxito de la preparación del tabaco. Mr. Schwerz aconseja que el edificio que á esta operación se 77 destine esté provisto de grandes ventanas que puedan abrirse y cerrarse á voluntad, á fin de que la desecación pueda efectuarse del modo más uniforme posible. Mr. Pouillet, por su parte, ha hecho observaciones importantes acerca de la situación y exposi- ción del edificio que se destine á secadero, aconsejando huir de 78 todo emplazamiento húmedo ó próximo á lugares pantanosos, y procurar siempre que el viento NE. tenga fácil acceso, por ser el que mejor efectúa la desecación de las hojas verdes. Proyecto de secadero. — Las condiciones que anteriormente hemos visto debe reunir un secadero, unidas á la necesidad de que el secadero sea para el agricultor una obra puramente provisional, pues no siempre se cultiva el tabaco en la misma parcela, sobre todo en América, nos ha movido á proyectar el secadero portátil y de construcción metáhca, cuyo estudio vamos á hacer en breves palabras. Fig- 47 Sobre un entramado horizontal (fig. 46) A B C D, formado por vigas de I, descansan unos pilares A E, B F, que soportan á su vez las armaduras sencillas, representadas por E G F. Esta armazón metálica se halla recubierta, interior y exteriormente, por chapas onduladas de hierro galvanizado que dejan entre sí un hueco, el cual se rellena con asserrín de madera, borras de lana, algodón ú otra sustancia poco conductora del calor . Según repre- senta la sección A B (fig. 49), el techo B C está formado por tablas machihembradas, asi como el suelo, con lo cual se consigue ais- larlo todo lo posible de la acción de los cambios exteriores de tem- peratura. Debajo de cada forma, que distan entre si cuatro metros, se en- 79 cuentran unas barras verticales, G E y F H, sobre las que se apo yan otras horizontales colocadas á o'"S50) y en las cuales se dis- ponen los cujes, ó bien unas cuerdas ó alambres sobre los que se coloca el tabaco. En el centro, y á todo lo largo del secadero, queda formado un pasillo de 2 metros por 2 "^,50 de altura, nece- sario para la vigilancia y cuidados sucesivos que requiere el ta- baco. Bajo estas bases, presentamos tres tipos de modelos, señalados Fig. 48 con las letras A B y C, y cuya disposición describiremos por se- parado. Modelo A. — Ocupa su planta (fig. 48) una extensión superficial de 1 60 metros cuadrados, siendo sus dimensiones 20 metros X 8 m. Las formas, en número de 6, se hallan espaciadas de 4 metros. Las proyecciones A A' A'' A'" y B B' B'' B'' de las barras verticales en que se apoyan las barrederas forman el pasillo central de 2 metros de ancho, del que anteriormente nos hemos ocupado. Diez ventanas provistas de persianas del sistema adoptado por mon- sieur Pouillet, y cuyos detalles pueden verse en las figuras 50, 51 8o Fia. 49. y 52, permiten el acceso del aire ó mantener el secadero cerrado y asegurado2]su cierre por medio del pasador e f (fig. 52). La puerta es de corredera y se halla embutida en el muro. El alzado de este modelo, representado en la figura 47, da una idea completa de él y nos evita entrar en más detalles. Fig. 50. Modelo B. — Su construcción (figuras 53 y 54) obedece al mismo plan que ha servido para la del modelo anterior; sólo difiere en las dimensiones, cuya planta, de 40™ X 8, se halla, además, au- =y Fig. 51 mentada por la entrada, en la que se encuentra colocada una prensa hidráulica G, y una báscula de fuerza de 500 kilogramos H. Cincuenta y dos metros de vía de o " ,40 de ancho, colocada á lo largo del pasillo central E D, y en la entrada C F, facilitan A J EO Fig. 52 las manipulaciones de colocación y arrastre de las hojas, con la ayuda de una plataforma giratoria representada en C. Modelo C. — Aplicable á las grandes explotaciones (fig. 55), pre- senta cinco naves de 8 metros de anchura, que concurren á un 6 82 espacio central en donde pueden ejecutarse cómodamente y con desahogo el apilonamiento, clasificación y demás operaciones que exige la preparación del tabaco. Cinco vías de 0,40, AD, AF, AE, AC, AB y AJ, que en junto representan un desarrollo de 250 me- tros, provistas de una placa giratoria A, facilitan la distribución y tjg- 5: manipulación del tabaco por medio de vagonetas, del mismo modo descrito para el caso anterior. Una prensa G y una báscula H completan el modelo, que en cuanto á su construcción en nada difiere] de los anteriores (i). Estudio de la temperatura interior del secadero y de la injitiencia Fig. 54 (i) Por contrato especial con una importante casa constructora de Bélgica, pue- den ponerse estos secaderos franco á bordo en Ambares á razón de 68,58 pesetas el metro cuadrado útil. Parainformes y pedidos dirigirse al autor, Serrano, 60, principal derecha, Madrid, 83 que ejerce la exterior. — No debiendo exceder la temperatura inte- rior del secadero de 25°, lo que en realidad supone 23 ó 23° cerca del suelo y de 27 á 28° en las capas superiores en contacto con el techo, hemos construido la gráfica horaria de la temperatura 25**, valiéndonos para ello de los datos suministrados por el termóme- tro registrador de Richard, existente en el observatorio meteoro lógico del Instituto Agrícola de Alfonso XII. El conocimiento de esta gráfica, construida según expresa la figura 56, tomando por eje de ordenadas las horas, y por eje de abcisas los días, podrá al cabo de un repetido número de obser- vaciones llegar á establecer una ley, y mientras tanto á motivar una vigilancia en el secadero, cuya influencia sentirá necesaria- mente el propietario por conseguirse en último término una dese- cación gradual y lenta de las hojas, que haciéndolas más aptas para las fermentaciones sucesivas, las dotará de un color más uni" forme, y por tanto, de mayor aceptación en el mercado. jVdemás, calculando las áreas de la superficie comprendida entre la gráfica de cada mes, se llega fácilmente al conocimiento de los excedentes de la temperatura sobre 25°, resultado que también se puede obtener si en la figura 57, que representa la marcha de la temperatura máxima, calculamos el excedente horario medio so- bre la antedicha temperatura de 25°. Este excedente puede calcu- larse en los 7i del excedente absoluto de la máxima, y en este caso lleg-aremos á los resultados sisfuientes: = o°,2 en Mayo, = o°,8 en Junio, = 4°,g en Julio, = 6°, 2 en Agosto = i°,8 en Septiembre. 0,3 X 2 3 1,2 X2 3 7,4 X 2 3 9,3 X 2 3 2,8 X2 3 ó sean teóricamente los grados por hora de que sería preciso des- pojar el secadero desde que la temperatura exterior marque 25*^. 84 Fig. 55 El secadero sufrirá la influencia de la temperatura exterior por la radiación y conductibilidad de las paredes que lo forman y por la exposición al sol de una parte de sus muros exteriores. En cuan- to á la primera causa, la conductibilidad es proporcional á la ex- tensión superficial, y la cantidad de calor que atraviesa el muro es inversamente proporcional al espesor de éste. Aunque en el caso actual el hierro galvanizado presenta un poder conductor que Pe- clet fija en C = 28,50, las paredes, formadas por materias poco conductoras, atenúan el efecto, según se deduce de los datos si- guientes: Materias filamentosas Borras de lana , ^ , , j, >C oscila entre 0,024 y 0,05 Lana de escorias, amianto, etc. . . 85 86 Arena C = 0,27 Cenizas C = 0,066 Ladrillo en polvo C = 0^139 El cálculo puede hacerse por medio de la fórmula de Peclet: CQ[T—T'] . , ' 2 C -\- Qe M^ = Calor en calorías por w" y hora. C = Conductibilidad de las materias que forman el muro. Q= R-{- A. R = Coeficiente cuyo valor en el caso actual, por tratarse de hierro galvanizado, es 2,92. T = Temperatura exterior. T' = Temperatura interior. e = Espesor del muro. A = Coeficiente -que oscila entre los límites A^ = ^ y A, = 6, y que representa la cantidad de calor debida al contacto dei aire, dependiendo ésta de la diferencia de temperatura de las paredes y del aire exterior; de la velocidad del viento y de la forma y di- mensión de los muros de fachada. Á nuestro entender, en el caso actual deberá siempre tomarse el límite superior A¡ = 6, por tratarse de superficies metálicas muy conductoras. En cuanto al aumento de temperatura debido á la insolación de los muros, se obtendrá multiplicando el valor de T correspon- diente (i) por el coeficiente 0,50; pero como la radiación solar aumenta su temperatura, cuando es normal á las superficies, to- maremos, según indican las figuras 58 y 59, la proyección de la su- perficie expuesta al sol sobre un plano perpendicular á la línea NS. del lugar, teniendo en cuenta que ha de formar con el horizonte un ángulo igual á la latitud menos el ángulo de declmación del sol, que puede calcularse 20*^ hacia el 24 de Julio, puesto que entonces los rayos solares son casi perpendiculares al plano de proyec- ción X Y Z. (1) Ed. Deny. — Eíiaü sur le refraicMssement des salles d'ateliers, d' habita- /hns, etc. — París, 1885. 87 88 Siguiendo el mismo razonamiento para averiguar la insolación del tejado, multiplicaremos el valor de T, correspondiente á la parte expuesta al sol, por el coeficiente 0,50, tomando por exten- sión de la superficie expuesta (fig. 59) su proyección sobre el plano radiante X Y Z, determinado anteriormente, como queda in- dicado. Fig. 58 Ahora bien: como es evidente que el calor debido á esta causa varia de hora en hora y no se transmite inmediatamente al interior, el máximun deberá tener lugar hacia el mediodía, creciendo el retardo de la transmisión en razón directa del espesor de la pared. Encontraremos, por tanto, el efecto máximun producido hacia las dos ó las tres de la tarde, hora en que la temperatura exterior 89 se halla á la vez en su mayor intensidad, para decrecer luego rápi- damente. Curación; Oreo y primera fermentación delashojas. — Colocadoel tabaco de la manera que queda indicada, formando cujes ó guirnal- das, se colocan en las barrederas inferiores, estrechándolas en cuanto sea posible, á fin de iniciar la primera fermentación, que se manifiesta por una elevación grande de la temperatura de las hojas, evaporando su agua de vegetación bajo la forma de peque- ñas gotas. Estimulado de esta suerte el sudor del tabaco, permane- cen las hojas en la disposición indicada hasta pasados dos ó tres 90 días, en que se separan los cujes, espaciando á la vez las mancuer- nas de hojas para impedir que siga la fermentación indicada, cuyo único objeto ha sido el hacer perder á las hojas gran parte de su humedad, pues ésta debe quedar reducida á un 38 ó 40 por 100. Entonces, y gradualmente, se van colocando los cujes en las barrederas superiores, á fin de que lentamente, y á virtud de la mayor temperatura de las capas superiores, acabe el tabaco su desecación. Tanto de la operación que queda indicada como de las siguien- tes, depende el conseguir en el tabaco un color uniforme y un as- pecto más aceptado por el consumidor: importa, por tanto al agricultor llevar todas estas operaciones con el más exquisito celo, valiéndose de conocedores prácticos de reconocida compe- tencia, que seguramente ni dejarán pasar de setenta y dos ú ochenta horas la duración de la primera fermentación explicada, ni admitirán, por concepto alguno, se encienda fuego para tratar de aminorar la humedad de las hojas. Si á los quince ó veinte días de hallarse el tabaco en el secade- ro, bien por deficiencia de cuidado en el corte, habiendo efectuado éste en tiempo muy húmedo, bien por defectos del terreno, ó bien, como amenudo ocurre, por prolongar demasiado la fermentación, se inicia otra en las hojas, que se percibe desde luego por el olor característico que exhalan, se abren todas las ventanas, expo- niendo al sol las mancuernas que se hallen en peor estado. De este modo se consigue una evaporación rápida de la humedad, que puede cortar el mal; pero siempre queda el tabaco manchado y con aspecto poco aceptable. Transcurridos veintiocho ó treinta días, empiezan las hojas á tomar el color propio del tabaco, y entonces es más importante que nunca el procurar que las hojas no se toquen por pretexto alguno, debiendo reiterarse la vigilancia hasta tanto que las venas presenten el mismo color que el resto de la hoja, en cuyo caso, y aguardando á que el estado higrométrico de la atmósfera facihte el manejo de las hojas por tener la elasticidad necesaria para no romperse, se procede á formar el pilón. Api Ion amiento. — En el mismo secadero y sobre un entarimado de madera seca é inodora que levante sobre el suelo o,"'i5 ó o, '"20, se coloca una capa de paja ó esteras, para sobre ella formar el pi- 91 lón. Previamente se bajan los cujes, manejándolos por sus extre- mos libres para no tocar las hojas, y sirviendo las barrederas y andamies de escaleras para alcanzarlos. Bajados los cujes, se re- unen con las dos manos seis ú ocho mancuernas, y después de im- primirles un movimiento oscilatario, se sacan perpendicularmente con un tirón suave, colocándolas enseguida encima del entarima- do preparado como que^a dicho, de tal suerte que formen un círculo de unos o,'^8o de diámetro, en el cual el radio lo forman las mancuernas y el centro siempre las puntas de las hojas. De esta suerte se sigue formando el pilón hasta que contenga unos cuatrocientos ó quinientos kilogramos, cubriéndolo por completo con esteras y encima unas tablas, sobre las que se coloca un peso de 200 kilogramos. Por medio de esta operación, llamada en Fili- pinas mándala, y bajo la influencia de la elevación de temperatu- ra, se produce una combustión parcial de algunos principios solu- bles, como el ácido málico, la nicotina, el ácido cítrico, etc., en tanto que los insolubles, como la celulosa, oxalato y petacto de calcio, etc., no son sensiblemente modificados. Al mismo tiempo las sustancias nitrogenadas se descomponen en amoníaco y ácidos negros que colorean el tabaco, formándose además ácido acético, pequeñas porciones de alcohol metílico y una esencia muy aromática, á la que debe el tabaco su olor parti- cular, y que nosotros creemos no es otra que la nicocianina. Mientras que el tabaco está apilonado, cuyo período durará de diez á doce días en las condiciones ordinarias, debe procurarse que tenga una humedad de 32 por 100, y que la temperatura inte- rior del montón no pase de 60° por ningún motivo, á cuyo fin de ben introducirse termómetros que continuamente indiquen la tem- peratura de la masa. Según la opinión deTh. Schloesing, la com- bustión lenta que se realiza en el tabaco empieza á la temperatu- ra ordinaria bajo la influencia de los fermentos orgánicos. A par- tir de una temperatura superior á 40'' é inferior á 60°, las reaccio- nes que se producen son puramente químicas, sin que intervenga para nada la fermentación. Hemos dicho anteriormente que el tabaco debe estar apilonado diez ó doce días; pero si desde el séptimo se nota que el termo ■ metro señala temperatura superior al límite- que hemos fijado, se deberá descargar algo el pilón y quitarle abrigo, á fin de conseguir 92 que la fermentación no vaya muy rápidamente, pues aunque el exceso de calor proporcione más flexibilidad á la hoja, siempre que no llegue á perjudicar su color, en cuyo caso se designa con el nombre de ardido; tiene en cambio el gran inconveniente de hacer perder bastante peso á las hojas y mermar por tanto, la cosecha. Es práctica sancionada por la experiencia, y que no debemos omitir en este lugar, el apilonar separadamente las hojas que ha- yan sido asoleadas para quitarles su humedad. Aparte de los per- juicios que podía traer el transmitirse los fermentos, creemos que estas hojas no deben sufrir el apilonamiento más de siete días, en cuyo caso se encuentra también el tabaco que por haber estado en los cujes muy apretado, haya sufrido un exceso de fermentación. Clasificación y apartado. — Durante las primeras horas de la ma- ñana, y en general cuando el estado higrométrico de la atmósfera permita manejar las hojas sin que éstas sufran deterioros, debidos á no tener la suficiente elasticidad, se procede á deshacer el pilón, efectuando la clasificación y apartado de las hojas. Esta operación, si bien en su parte manual es sumamente sen- cilla, requiere en cambio en la selección y distribución de las ho- jas un conocimiento práctico, tanto más importante cuanto que de él depende armonizar los mayores rendimientos para el agricultor, con su crédito en el mercado. Así, por ejemplo, si en el apartado el encargado de efectuarlo clasifica como tripa unas cuantas hojas de tabaco que debieran in- cluirse en clase de capa, el propietario sufriría una pérdida de más de 6o por loo, y en el caso contrario, sufriéndola el compra- dor, la pérdida redunda en perjuicio del crédito que la marca ob- tenga en el mercado. La operación que nos ocupa se practica extrayendo del pilón una cierta cantidad de mancuernas, que el obrero, sentado en un asiento bajo, coloca al alcance de su mano y separa las hojas del tallo al que están adheridas, en tanto que otro las deslía y distri- buye en montones con arreglo á la clasificación adoptada, y que varía para cada plantador. En Vuelta de Abajo, lo. más corriente es clasificar la cosecha en doce clases, del modo siguiente: 93 Clase I .^ Mancuernas de corona. ■^Z ídem de todas clases que no tengan ( quebrado de i a \ roturas é imperfecciones, presen- , Formado por los desperdicios de ^1 tando uniformidad de color, con- las cinco primeras clases. ^ V sistencia y elasticidad. ' a / Las forman las hojas que por no te- \ quebrado de 2 .^ a i ner roturas é imperfecciones muy ( a \ grandes no deben comprenderse en (Se agrupan bajo este nombre los ( el quebrado de i.-'^ / desperdicios de estas clases. Se denomina al tabaco comprendido en ella de írí/>a capera. Tripa de /." ídem de 2.°- ídem dej,'^, destinando algunas hojas de esta clase para formar las^a- villas que componen los manojos. Como se ve en el ejemplo que hemos citado sólo para dar una idea, pues la clasificación es distinta en cada localidad, la cuali- dad mayor ó menor de la hoja, exceptuando las mancuernas de corona, que produce siempre las clases más estimadas, no la pro- duce el exceso de tamaño, sino su color uniforme y el estar en- tera. Forma la picadura las hojas pequeñas y de poco valor. La se- gunda y tercera cosecha, que denominamos al hablar de ella ca- padura y mamones respectivamente, se clasifican de modo análogo, si bien es de advertir que, mientras la primera es muy apreciada para formar capa, por ser la nerviación de la hoja muy delgada, la segunda es suave y de poca fuerza, sirviendo para formar la tapa de los cigarros. Engavillado y blandura. — La operación de engavillar, que se co- noce en Cuba con el nombre de cabecear, se reduce á formar ma- nojos de veinte hojas de la misma clase, denominados gavillas (figura 60) amarrando las cabezas después de igualadas en lo po- sible con una hoja de la última clase, que designamos con este nombre de gavillas, y procurando que el extremo de la atadura quede dentro de las hojas. Sigue inmediatamente á esta operación la del embetunado, la que se practica empapando una esponja en un líquido llamado betún ó blandura, cuya preparación diremos más adelante, y ro- ciando las gavillas con la igualdad y el esmero posible, á fin de que todo el tabaco reciba uniformemente el beneficio. Hemos visto en explotaciones de pequeña importancia practicar esta operación pasando la esponja por cada hoja; pero este mé- 94 todo, si desde luego ofrece ventaja por la igualdad con que se rea- liza, presenta en cambio el inconveniente del mucho tiempo que en él se invierte. El betún ó blandura se prepara dejando en infusión en una vasi- ja con agua, durante cuatro ó cinco días, hojas de tabaco de clase inferior. Generalmente sirven para este objeto las mancuernas que se denominan de pie; es decir, aquellas hojas que por estar en con- tacto con el suelo, sufren roturas y desperfectos considerables al dar las labores del cultivo. Fig. 6o Este procedimiento, expuesto, por los mismos gérmenes que la blandura lleva en sí, á ocasionar en el tabaco una fermentación pú- trida, se corrige en parte preparando el betún por medio de un cocimiento de las mismas hojas en la cantidad suficiente para con- seguir en el liquido un color de oro transparente, y después de frío emplearlo en la forma que queda indicada, usándolo siempre al día siguiente de preparado y renovándolo diariamente. Á medida que se va dando el betún á las gavillas, se va forman- do con éstas un pilón del modo que dijimos, y se deja el montón 95 durante veinticuatro horas bien abrigado, para que se inicie la fer- mentación ó calentura, que ha de dar al tabaco las buenas condi- ciones de flexibilidad y combustión que lo hacen tan estimado en el mercado. Manojeo, embalaje y prensado.— Deshecho el montón á las veinti- cuatro horas, se procede á hacer el manojeo. Forman cada manojo cuatro gavillas, las cuales se amarran por sus dos extremos y por enmedio, utilizándose para hacer estas ataduras una tira de pal- ma real, que en nuestro pais pudiera sustituirse por el esparto. Hechos los manojos, se embalan de distinta manera, según los Fig. 6 1 países. En Cuba se enfardan por medio de la corteza de la yagua, formando un tercio con ochenta manojos de la misma calidad de tabaco. En. América del Norte se embala el tabaco en barriles, dispo- niendo las gavillas en el interior en capas ó tongadas. En la primera colocan las puntas hacia el centro, según repre- senta la figura 6i; en la segunda la disposición es inversa, colocan- do las cabezas en el centro, y asi sucesivamente por capas alter- nas hasta llenar el barril. Entonces colocan encima unos tableros de forma circular, y diámetro más pequeño que el de la barrica, y 96 someten el tabaco á un prensado por medio de piedras de gran peso i Á nuestro juicio, en España podían formarse los tercios por me- dio de esteras de esparto, sometiéndolos enseguida de formados á la acción de una prensa poderosa y amarrándolos con sogas. Almacenado.— Una. vez hechos los tercios, se rotulan y nupieran, conservándolos en la misma casa de tabaco, que en el proyecto que hemos descrito sirve perfectamente para almacén, y en otros casos en sitios abrigados y secos, disponiéndolos sobre tableros para que nunca toquen al suelo. Cuando el olor indique en alguno de ellos que se ha iniciado una fermentación considerable, es indispensable deshacer el tercio, y exponer al aire los manojos para que la ventilación deseque el ta- baco, volviendo á enterciarlos de nuevo. PARTE ECONÓMICA Rendimiento del tabaco por hectárea. — Cuentas de gastos y productos del cultivo. — Producción y consumo del tabaco. — Precios medios. — Mercados y especies comer- ciales.—Mermas que sufren los tabacos. — Alterac¡ Faltan datos desgraciadamente en España del rendimiento que produjo el tabaco cuando se permitió su cultivo; pero no sería muy aventurado el fijar la producción entre los límites 1.150 kilogra- mos y 1.500, correspondiendo esta última cifra al rendimiento del tabaco que se cultive en la provincia de Málaga. En Bélgica se cosechan en las buenas tierras de 3.000 á 5.000 kilogramos, y por término medio 3.700 repartidos en tres clases, del modo siguiente: I ,'^ clase 2 . 220 kilogramos. 2.'^ id 986 » 3-'' id 494 » 3.700 En Holanda la producción varía entre 3.210 y 3.414 kilogra- mos por hectárea, clasificados de la manera siguiente: Best goed de i .700 á i .776 kilogramos. Aard goed de 750 á 824 » Y Zand goed de 760 á 824 » Cuentas de cultivo. — De las publicadas en Francia y Bélgica en- tresacamos las que siguen, juzgando son útiles de conocer los da- tos que en ellas se consignan : EN EL NORTE DE FRANCIA Gastos por hectárea. . I labor ordinaria en el otoño 22 I pase de grada 2,60 I labor ordinaria 22 I pase de grada 2,60 I pase de rodillo 2 I pase de grada 2,60 I labor superficial 14 7 98 1 pase de grada 2,60 Rayado del terreno para la plantación 2,60 40.000 plantas, á 2,50 las i.ooo 100 Trasplante y riego 60 2 binas á mano, á 20 7,, 40 Desbotonamiento 16 Aporcado 25 Desyerbos y supresión de las hojas alteradas. . . 20 Corta de las hojas y transporte al secadero .... 40 Preparación de la hoja 100 Embalaje 20 65.000 kilogramos de abono, á 10 francos los i.ooo ki- logramos, comprendiendo los gastos de trans- porte y repartición = 650 francos; '/^„ de esta cantidad 90 Interés durante un año al 5 por 100 del precio del abono no absorbido 28 Alquiler de la tierra 70 Gastos generales de explotación 20 Interés durante un año al 5 por 100 de los gas- tos anteriores 35 Total francos 736,45 Producto. 1.200 kilogramos de hojas secas á 70 francos los 100 kilos Francos . 840 Balance. Productos 840 Gastos 736,45 Beneficio francos 403555 Según Mr. Joubert, la cuenta del cultivo del tabaco en Francia no difiere mucho de la siguiente: 99 Gastos por hectárea. Arrendamiento 65 70 carretadas de estiércol, á 3 francos 210 4 labores que exigen ocho jornales y dos ca- ballos 40 Extender el estiércol , 6 Conducción del mismo al terreno 35 12 jornales para la plantación, á 1,50 18 2 obreros empleados desde el 16 de Junio al 15 de Septiembre, á 0,80 por día 144 120 jornales para recolección y conducción al seca- dero, formación de cujes, etc., á 0,80 7u . . 96 10 jornales para amanojar el tabaco á 1,50 15 3 .800 varas para los cujes, á 30 francos ei millar, 144 • francos. Durando 10 años 7io de esta can- tidad 11,40 Gastos de formación de semillero 50 Alquiler de la parte necesaria de secaderos . . 80 Total francos 770,40 • Producto. 1 .200 kilogramos de i.^ á 120 francos los 100 i .440 500 » de 2.'\ á go » 450 200 » de 3.'\ á 70 » 140 ICO » no clasificados, á 40 los 100 40 2.000 2.070 Balance. Importan los productos 2 .070 Id. los gastos 770,40 Beneficio francos i .299,60 100 En el cantón de Grammont se ejecutan las labores por medio de la pala y del azadón, y la cuenta del cultivo del tabaco es como sigue: Gastos por hectárea. Arrendamiento 150 Contribución 15 I labor superficial 25 I pase de grada (16 jornales) 16 450 carretillas de estiércol; V7 de su valor y trans- porte á 0,45 225 Reparto del abono por medio de la pala (58 jornales) 58 I labor de grada (6 jornales) 6 I ídem de azada (24 jornales) 24 Formación de camellones y surcos (27 jor- nales) 27 600 toneladas de orines, á 0,35 210 3.800 plantas, á 0,25 el 100. . ; 95 Plantación y replante de las marras (18 jor- nales) 18 Transporte del abono líquido y su distribución. 48 Recalces y supresión de las hojas inferiores (52 jornales) , 52 Desbotonamiento (40 jornales) 40 Recolección y conducción al secadero (40 jor- nales). 40 Formación de guirnaldas, colocación y vigi- ' lancia en el secadero (54 jornales) . 54 Separación de las hojas del tallo y formación de manojos (76 jornales) 76 Apilonamiento (6 jornales) 6 Total francos i • 185 Froáucto. 3 . 700 kilogramos de hojas, á 70 francos los 100 kilos. 2 . 590 Balance. Productos 2 . 590 Gastos I • 185 Beneficio francos .... i • 405 Según Demoor, la cuenta de gastos y productos de una hectá- rea de tierra dedicada al cultivo del tabaco en Wervick (Bélgica) puede formarse del modo siguiente: Gastos. Arrendamiento 180 i.^ labor superficial en el otoño 36 2.^ ídem de o,"' 15 á o,"" 18 18 3.^ ídem de primavera id. id 18 4.^ ídem de id. de o,"" 08 á o,'" i 6 5.^ ídem de id. id 6 6.*^ ídem de id. id 6 Cuatro pases de grada 8 Dos ídem de rodillo 4 Abono de estiércol (por la parte consumida) 180 Tortas de colza 785 Abonos líquidos 75 Plantas 36 Plantación y riego 40 Dos labores de azadón 50 Aporcado 24 Despunte 36 Recolección, transporte al secadero y material nece- sario para la desecación 40 Desecación y escogido 60 Formación de manojos y embalaje 34 Total francos i . 642 Producto. 3 .700 kilogramos, á 80 francos los 100 kilos 2 .960 Balance. Productos 2 . 960 Gastos 1.642 Beneficio francos .... 1.31^ En Granada, según los ensayos hechos en 1837, la cuenta de cultivo, que debemos á la amabilidad de un propietario de aquella provincia, no difiere mucho de la que sigue: Qastos por hectárea. 3 rejas, ó sea levantar, segundar y terciar 57 475 cargas de estiércol, equivalentes á 190 m.3 al precio medio de 5 pesetas '^/^ incluyendo la repartición 950 2 rejas para enterrar el estiércol y remover el terreno, disponiéndolo en eras 38 Atajado ó formación de las eras 83,50 Coste calculado á las plantas en el semillero. . 19 Riego para la plantación y posturas. 38 Recorrido ó primera escarda 28,50 Replante de marras 15 Labra de azada ó aporcado 42,75 Segunda escarda 28,50 Riegos 9 Despunte 4,75 Tres cortes de hojas 76 Guardería y gastos de acequiaje 19 Envases y transporte 10 Intereses ^1^,^^^ pesetas, suma de todos los gas- tos anteriores al 6 por 100 anual. Seis meses que dura el cultivo 42,57 103 Intereses V,^,g pesetas al 5 por 100 como pre- mio ó remuneración de los servicios, ya co- mo propietario, ó ya como colono 70>95 Interés del capital que representa el valor de la tierra al 4 por 100 190 Contribución territorial 76 Interés de este anticipo como adelanto al 3 por 100 2,28 Total pesetas i .800,80 Productos. 20.000 matas de tabacos por hectárea, suponiéndolas plantadas á 0^,70, 2 onzas de hoja en buenas condiciones en cada planta hacen 100 arro- bas, que al precio medio de 20 pesetas. . . . 2 .000 Balance. Importan los productos 2 .000 ídem " id. gastos i . 800,80 Beneficio pesetas 199,20 Como en las cuentas que preceden se anotan partidas que no deben figurar en los gastos anuales, damos á continuación unos es- tados en blanco, con arreglo á cuyos modelos podrán los agri- cultores llenarlos y saber exactamente al ñnal de la explotación el beneficio obtenido. Gastos de creación. . . . .hectáreas, á pesetas. . . . cada una » Edificios > Moviliario vivo > )) mecánico »> Mejoras permanentes »> Capital circulante »> » de reserva » Total C 104 Qastos anuales. Constantes . Interés del capital C al tipo corriente de la lo- calidad * Contribución > Seguros •> Edificios Amortización »> Conservación »> Moviliario vivo Amortización »> Riesgos . » Moviliario mecánico Amortización »> Conservación »> Variables. Semillero Labores •> Abono » Plantación » Escardas » Riegos » Semilla » Tabacal Labores preparatorias > Abonos: distribución y transporte > Trasplante > Escardas » Recalces » Desbotonamiento > Cortes » Preparación de las hojas Cujes y colocación » Apilonamiento »> Clasificación » Prensado » Embalaje » Total G 105 Froductos. kilogramos de hoja, según su clasificación, á ^pesetas los ico kilos P Balance. Importan los productos P ídem los gastos G Beneficio B Producción y consumo del tabaco. — Los datos estadísticos arrojan las cifras siguientes como producción del tabaco en el mundo el año 1873: Asia 432 . 000 . 000 kilogramos. Europa 154 . 000 . 000 » América 141 . 000 . 000 » África 124.000.000 » Oceanía 500 . 000 » Total 851.500.000 )) La correspondiente á 1880 es como sigue: América del Norte 3 .400 .000 quintales. Isla de Cuba 610 . 000 Brasil 300 . 000 India Oriental 150 .000 Austria 100 .000 Países Bajos 85 . 000 Italia 93 . 000 Rusia 180 . 000 Alemania i . 230 . 000 Badén 242 . 000 Baviera 156 . 000 Alsacia y Lorena 160.000 Asia 31 .000 Total 6.737.000 io6 La producción en Europa correspondiente al año 1875 es de 217.800.000 kilogramos, distribuidos del siguiente modo; Turquía 50 . ooo . 000 kilogramos. Austria-Hungría 47.500.000 » Alemania 45.000.000 » Rusia 40 . 000 . 000 )) Francia "..... 20 . 000 . 000 » Holanda 5 . 000 . 000 » Italia 3 . 300 . 000 )) Bélgica 2 . 500 . 000 )) Grecia 2 . 000 . 000 » Rumania 2 . 000 . 000 » Suecia 500 . 000 » Total 217.800.000 •> La producción de tabacos de la Isla de Cuba se puede fijar por cálculos aproximados en 10.000.000 de kilogramos anuales, co- rrespondiendo á la Vuelta de Abajo 6 y medio millones, repartidos del modo siguiente: Libra 70 . 000 Injuriado de i. ídem 2. ídem 3. 330.000 600.000 1.300.000 ídem 4." 2.000.000 Capaduras 2 . 200 . 000 6.500.000 Tabacos de partido y otros 3 .500.000 Total kilogramos 10 .000 .000 Esta cantidad puede suponerse distribuida al consumo en esta forma; 107 Tabaco en rama exportado, según datos oficiales 2 . 00.0 . ooo ídem id. sin datos oficiales i .ooo .ooo ídem id. destinado al laboreo de cigarros. 7.000.000 Total kilocryamos 10.000.000 La de Francia en 1885, según datos oficiales: 18.877.120 kilo- gramos, de los cuales corresponden respectivamente: CANXroADES DEPARTAMENTOS. en kilogramos. Lot 2 . 028 . 790 Nord I -363 -597 Ille-et-Vilaine 840.916 Lot-et-Garonne 3 .292 .614 Pas-de-Calais i. 641. 913 Vaucluse 390.306 Alpes-Maritimes 37-975 Puy-de Dome '. 35 . 168 Var 17-603 Bouches-du-Rhóne 9-306 Dordogne 3 -801 .443 Isere i .908 .642 Gironde i . 596 . 097 Savoie 561 .300 Meurthe-et-Moselle 483 .838 Haute Savoie 330 . 254 Haute-Saóne 241 .322 Corréze. 91 . 191 Landes 83 . 177 •Hautes-Pyrinées 77 .946 Vosges 35 . 908 Meuse 7. 811 Total 18.877.120 io8 Según Mr. Foville, el consumo anual de tabaco en Europa es de: 250 kilogramos por cada 100 habitantes en Bélgica. 200 '> >* Holanda. 150 Alemania. 124 I) » Austria. 102 •» » Noruega. 100 ') » Dinamarca. 74 » » Hungría. 83 )> » Rusia. 81 » ») Francia. En Inglaterra el consumo de tabaco el año 1884, según datos que tenemos á la vista, llegó á 56.695.743 libras inglesas, corres- pondiendo según indica el siguiente cuadro: CANTIDAD VALOR PROCEDENCIA. ^^ ^^^^^_ ^^ ,i^^^^ ^^^^^,¡^^^_ Alemania 1.625.993 106.867 Holanda 5.827.872 270.199 Bélgica 416 . 991 45-399 Francia 900.505 50-854 España 1.265.347 24.370 Malta 88.002 3-142 Turquía 1. 119. 587 48.219 Argelia 91.990 4.661 India inglesa 936.711 15.044 Islas Filipinas 247 . 641 59 . 993 China y Hon-Kong . . . 1.838.870 69.808 Japón 1.876.787 46.081 América inglesa 214.966 8.432 Estados Unidos 38.673.912 i. 261. 431 Colombia 123.574 4-275 Ecuador 76.642 2.085 Cuba y Puerto Rico. . 834.669 472.447 República Argentina. . 131. 013 2.970 Dinamarca 4-797 2.762 Grecia 1.750 600 109 PROCEDENCIA. Australia .• Méjico. Brasil Egipto Posesiones inglesas . . . Otros países CANTIDAD VALOR en libras. en libras esterlinas. 3-740 883 59-727 37-249 8.618 2.919 31.662 13.306 192.417 47.424 121.801 8.102 56.695.743 2.715.806 La extensión de terreno destinado al cultivo del tabaco en los Estados Unidos se calcula en 60.000 hectáreas, repartidas en esta forma: Virginia 26 . 000 Maryland 14 . 000 Estados del Oeste, principalmente Kentucky 20 . 000 Total hectáreas. 60.000 La cosecha se aproxima á 65.000.000 de kilogramos distribuidos del modo siguiente: Virginia. Maryland. Kentucky. Totales. Kilogramos. Kilogramos. Kilogramos. Kilogramos. Inglaterra 1 5 . 600 . 000 226.667 2 . 992 . 000 16.818 667 3 . 400 . 000 2 . 720 000 226,667 7 253 333 272 000 I 904 000 3.898.667 11.877.333 Holanda Bremen I . 720 000 7 480. 000 I . 904 000 12.104,000 España é Italia I .360.000 » 2 . 720 000 4 . 080 . 000 Países diversos 2 221.333 ^ » 3.221.333 27-021.333 15.186 667 9.792 000 52.000.000 1 3 . 000 000 Total 65 000.000 Precios medios. Los precios de los tabacos en Vuelta de Abajo pueden calcularse por término medio: Clases I," á 7.'' De 200 á 600 pesos por tercio de 45 kilogs. » 8.''' 50 á 100 » )) » » g.'^ 60 á 70 » » » » 10." y capa- duras .... 25 á 35 » » » En el ejercicio de i872'73 la Administración de España consignó en el presupuesto los siguientes precios de adquisición de tabaco: Vuelta de Abajo 4,98 pesetas el kilogramo. Vuelta de Arriba 4,14 » » Boliche 1,78 » >) Estados Unidos 1,14 » » Los precios á que la Administración francesa paga el tabaco á los agricultores se hallan comprendidos entre los siguientes limites: Máximun. "Mínimun. i,^ clase Los 100 kilos. 145 130 2.* ') » 112 lio 3-^ » » 90 80 4.*^ |> » 10 á 70 10 á 60 En cuanto á los tabacos adquiridos por las manufacturas del Es- tado para la fabricación el año 1884, se hallan clasificados del modo siguiente: Tabacos de América. Los loo kilogs Virginia iiQ^gS Kentucky ii5j52 Maryland 127,70 Mexique 833,70 Ohío 140,00 Esmeralda 460,00 Bresil 151,81 Rio Grande 110,18 Palmira 300,00 Colombie 226,00 Santo Domingo 238,49 Habana 811,74 Tabacos de otras proccfdencias. Los ICO kilogs. Alsacia Lorena 89,72 Manila 278,64 Samsoun 106,23 India 46,88 Levante superior 466,43 Hungría 97>ii Ukraine 45,43 Crimea. ,. . . 182,34 Sumatra 897,40 Java 473.95 Especies comerciales. — Figuran en primer término los tabacos procedentes de Cuba, y de ella los de Vuelta de Ahajo., distinguién- dose en primer lugar los productos de las vegas La Leña, Río- Hondo, Pavo- Viejo, Pinar del Río, Río-Feo, Río-Seco, Río-Se- quito, San Sebastián y San Juan de Martínez, al que siguen en segundo los productos de las vegas denominadas: Galafe, Güanes, Mantua, Manicaragüa, San Diego de Niguas, Tanchuelo, Girado, 112 San Luis, Colonia y Punta de Costas. La tercera clase, ó sean los llamados de partido, en la Vuelta de Abajo, proceden de Santa Clara, La Herradura, San Diego, Los Palacios, Santa Cruz de los Pinos, San Cristóbal, El Bayate, Las Mangas, Guanafori, San Antonio de los Baños y Güines. Este tabaco es delgado y de color; muy flexible, y no tiene tan pronunciado el aroma como las clases, anteriores, siendo muy estimado por los fumadores que no gustan del ta^iaco- fuerte. Entre los tabacos de la Vuelta de Arriba, el superior es de la Mandinga, presentando sus hojas un amargo agradable, que es muy apreciado en los Estados Unidos y Alemania. Siguen á éste los de Yara, Gibara, Nuevitas, Cuba, Bayamo, Los Juncos, Puerto-Prín- cipe y Mayarí, distinguiéndose las clases que de ellas proceden con marcas ó letras con arreglo á las distintas clases. Todas ellas se embalan formando tercios con yaguas amarradas con tiras de la corteza de majagua los cuales están compuestos de 8o manojos. Entre los tabacos de filipinas figuran en primer término los de Cagayán, Isabela, de los cuales las clases primera y segunda son de gran longitud, tienen la contravena muy fina, de color canela, transparencia diáfana y aroma muy agradable. La tersura y elasticidad de las hojas los hacen muy apreciados para capas. Siguen en importancia los procedentes de las Visayas é Igorro- tes, siendo la mejor variedad la de Ilo-Ilo, porque, debido al modo especial de enmanojar el tabaco, se utilizan sus hojas con facilidad para las capas de los cigarros. Las especies comerciales conocidas con los nombres de Cebú, Bohol, Capiz-Leyte, Romblon, etc., son tabacos muy bastos, de co- lor desigual y muy fuertes, cualidad que los asemeja un poco al tabaco de Virginia, del cual enseguida se distingue por su gusto menos pastoso y un sabor amargo muy fuerte y pronunciado. El tabaco cosechado en Nueva-Ecija, con cuyo nombre se le de- signa, se clasifica de primera á séptima y desecho; es tabaco muy fino y quebradizo. El tabaco superior de Puerto Rico se conoce con el nombre de Boliche, y es inferior al producido en las Islas Canarias, el cual, se- gún las conclusiones formuladas por la Comisión pericial nombra- da por el Gobierno en 1874 para el examen de las muestras, afir- 113 mó «que podía clasificarse como departido, y que, dada la buena ca- lidad, gusto, aroma y jugo; por la perfección del cultivo y prepa- ración, podría llegar á constituir una clase, bastante asimilada al Vuelta de Abajo.» El tabaco de los Estados Unidos se clasifica en muchas clases, pudiendo todas reducirse á tres generales, atendido el color y el es- tado de la hoja. Dark (oscuro); Bright (claro), Wrappers (capas); formándose dentro de estas tres clases las subdivisiones siguien- tes: Inferior and Frosted (helado), Common (ordinario), Good (bueno). Ver^-good (muy bueno), Selectión (escogido) y Extra, que es la clase superior, las cuales se subdividen y toman diversos nombres según los estados. El tabaco de Virginia es fuerte y muy aromático, y se expide al comercio en bocoyes de 500 á 900 kilos. El Kentucky se conoce por la finura de sus hojas, color igual y aroma agradable, expidiéndose en bocoyes de 500 á i.ooo kilos. El Maryland y Oliío es claro y ligero, de hoja ovalada y aroma muy subido. Lo embalan en bocoyes de 300 ó 350 kilos. El tabaco llamado SeedLeaf procede de semilla habana, culti- vada en los Estados de Massachussets, Connecticut, New-York, Pensylvania y Wiscossin, y se prepara en cajas de 220 kilos. El Perico se cultiva en Nueva Orleans y es muy apreciado en- tre la gente de mar por su fortaleza en aroma y color, destinando • se casi en absoluto á mascar. El de Santo Domingo viene envuelto en hojas de palmera y amarrado con cuerdas, formando balas de unos 50 kilos. El tabaco procedente de Méjico, que cada día es más apreciado en los mercados europeos, viene embalado del mismo modo que el anterior, sin más diferencia que el mayor peso de las balas, que suelen ser de unos 80 kilos. El tabaco de Nueva Granada es idéntico en gusto y color al an- terior, pero no tan expuesto á picarse, presentándose embalado en pieles acordeladas y formando balas de 50 kilos. El del Brasil, poco estimado, á excepción del de Tapajos, viene envuelto en telas poco sólidas, formando balas de 70 kilos. El tabaco de la India del que se hace mucho consumo en In- glaterra y Rusia, viene bien acondicionado en balas prensadas de 114 i6o kilos, sujetas por una cuerda que las rodea dando 20 ó 25 vueltas. El de la China, poco exportado aún, es muy fino y ligero, y se halla impregnado generalmente de opio, pues asi lo exige el mer- cado de San Francisco de California. El tabaco de Levante, que comprende el Latakieh y el de Smyrna, tiene un olor de miel pronunciado, 'ofreciendo á la par el ser muy suave, razón por la que es muy apreciado. El tabaco de Ukrania (Rusia) tiene poco sabor y aroma, pre- sentándose embalado en bocoyes mal acondicionados,«de 95 á 100 kilos de peso. El tabaco de Hungría, en sus dos variedades comerciales, De- bretzin y Szeghedin, circula en bocoyes de 200 kilos. Es tabaco poco apreciado, por ofrecer un olor de pescado desagradable. El tabaco de Argel, que cada día va siendo más estimado, vie- ne en balas bien acondicionadas, de 500 kilos, envueltas en una tela alrededor de la cual se anudan fuertemente unas cuerdas, siendo la clase más estimada la denominada Chebli. En cuanto á los tabacos procedentes de Francia, figura en pri- mer término el Lot, por su cuerpo y flexibilidad, unido á un olor especial parecido al cacao. El de Lot-et-Garonne es menos estimado, así como el de Nord, que es muy amoniacal y de hojas largas y estrechas. El de Pas- de-Calais es parecido al anterior, pero menos fuerte y más aro- mático, y el de Ille-et-Vilaine es, por el contrario, de mucho cuerpo y poco estimado por el comercio. Afghanistan produce tres clases, denominadas Kandahari, Balkli y Mansurabadi. Holanda produce las tres clases ya mencionadas, Bestgoed, Aard-goed y Zand goed, aumentando cada vez su exportación para Hamburgo. El año 1879 se elevó ésta á 3.900.000 kilogramos. Austria-Hungría produce cada vez mejores tabacos, si bien poco conocidos en el mercado. El Puerto de Fiume exportó en 1883, sólo para Gibraltar, 189.300 kilos. En Italia el cultivo se extiende cada día más en las provincias de Ancona, Benevento, Umbría y Vicenza. En 1879 la exporta- ción se limitó á 2.006 kilos embarcados en Ñapóles. Mermas que sufren les tabacos. — Desde que se cosecha el tabaco 115 hasta el tercer año de su embalado va perdiendo peso y mejorando notablemente en calidad, y como quiera que la venta de este ar- tículo en los mercados se hace descontando del peso bruto la tara del envase, no creemos fuera de lugar el dar á conocer, siquiera sea á la ligera, las mermas que sufren en la fabricación los tabacos de Filipinas, Habana y Estados Unidos. Entre los primeros, el denominado Igorroíes, pierden las clases i.^ y 2.^ 20 por 100 de vena y i por 100 de tierra y polvo, y las 3.^ y 4.^ 16 por 100 de vena y 4 por 100 de tierra y polvo. El de Visayas pierde 20 por 100 de vena y 5 por 100 de polvo ó tierra. Los tabacos de Nueva Écija se gradúa su pérdida en 17 por 100 en vena y 8 por 100 la de polvo y tierra; en cambio el Cagayán é Isabela en sus dos clases superiores sólo pierden 17 por loo en vena, siendo insignificante la merma por tierra y polvo, y en las demás clases 20 por 100 en vena y 4 por 100 en tierra y polvo. En los Tabacos Habanos las clases procedentes de la Vuelta de Abajo, de i.^ ó libra á la ^.^ pierden 17 por 100 en vena y 2 por 100 en polvo y tierra, dominando ésta última, al contrario de lo que sucede con los tabacos filipinos, que por resecarse fácilmente; á cada movimiento del envase se pulverizan las hojas y producen mayor merma en polvo. Las demás clases, á medida que descienden en tamaño de hojas y finura, pierden por vena 18 á 20 por 100, y eh polvo ó tierra de 4 á 5 por 100. Los tabacos de la Vuelta de Arriba, enmanojados en andullos de hoja grande, q,ue constituyen las primeras clases con marca L, tienen la vena muy gruesa, y su pérdida se calcula en un 20 por 100, atribuyéndose valor insignificante á la tierra y polvo, en gra- cia de la buena condición de las hojas. La clase segunda mar- ca B, que es tabaco de hojas más cortas, si bien de iguales condi- ciones que las anteriores, se calcula su pérdida en vena en 18 por 100, y I por 100 la correspondiente al polvo y tierra. En cuanto á la clase más inferior, que se marca y señala con la letra D, se aprecia en 16 por 100 la pérdida de vena y en un 5 por 100 la debida al polvo y tierra. En los tabacos de los Estados Unidos de hoja grande, la pérdida se calcula en 35 por 100 de vena y i por 100 de tierra. Los de ii6 hoja más pequeña, 30 por 100 de vena y 2 por 100 de tierra, can- tidad que se eleva á 6 por 100 para las clases inferiores, que com- prenden hojas rotas, desperdicios, etc. Alteraciones y falsificaciones. — La costumbre seguida hasta aquí de envolver el tabaco picado, el rapé y los cigarros en papel metálico, que aunque se diga de estaño siempre contiene plomo, va desapareciendo afortunadamente. El tabaco húmedo oxida el plomo, y las hojas metálicas que envuelven el tabaco se recubren de una mezcla de acetato, sulfato, carbonato y cloruro en canti- dades que varían de o,?!" 30 á i,'^'' ^opor cada 250 gramos de taba- co. Esto explica fácilmente los casos de parálisis saturninas obser- vados en personas que han hecho uso del tabaco en estas condicio- nes, y sobre cuyo origen no puede quedar duda después de los tra- bajos de Chevallier, Buchner y Meyer. En los países en que el tabaco es objeto de libre comercio se encuentra expuesto á más /alsificaciones. Unas veces excesiva- mente mojado para aumentar su peso, otras adicionándole hojas de ruibarbo, achicoria, col y varechs, que no sólo entran en la picadura, sino también en la confección de muchos cigarros, cuya capa, fabricada con hoja de excelente calidad, oculta perfecta- mente en su interior papel secante humedecido con jugo de taba- co y mondaduras secas de patatas. Para reconocer estos fraudes debe recurrirse á la incineración del tabaco sospechoso, analizando las cenizas; á la determinación de la nicotina, como queda indicado en el lugar respectivo, y al examen microscópico, el que hará descubrir fácilmente, al lado de los elementos anatómicos propios del tabaco, la rpayor parte de las sustancias que hayan podido ser mezcladas con él, si se recuer- da lo que expusimos al ocuparnos del estudio microscópico de la hoja de la planta que nos ocupa. Sucedánea del tabaco. — Con este nombre circula en los Estados Unidos un artículo registrado con la Patente oficial núm. 210.538 del año 1878, el cual seguramente no llegará á obtener el resul- tado que se propuso el inventor al darlo al comercio. Compónese de. diferentes hojas preparadas convenientemente para imitar el aroma del tabaco, las cuales se hallan impregnadas de una pre- paración opiada muy ligera, para producir efecto semejante al que el uso de la hoja produce en nuestro organismo. 117 Más se acerca á suceder al tabaco una planta que vegeta en la Australia Meridional, entre los 23° y 24° de latitud, y cuyo estudio botánico aun no conocemos. Posee propiedades narcóticas análo- gas al tabaco, y los indígenas de Queensland hace mucho tiempo la vienen usando, humedeciendo y mezclando ccn cenizas las hojas, que después retuercen en forma de cigarro. Esta planta, que los indígenas llaman PitcJiotíry ó Bidgery, ve- geta sobre montículos arenosos, en donde suele alcanzar de 10 á 12 pulgadas inglesas de altura, siendo sus hojas de una longitud de 5 pulgadas. Las flores, que abren en Agosto, son campanuladas y ofrecen un color de cera con líneas rosáceas alternas. Esta planta es muy análoga como estimulante al Cocoerithoxillon de la América del Sur, y produce, cuando se masca en gran can- tidad, profundo letargo, reemplazando, si se toma con modera- ción durante los largos y penosos viajes, Ja falta de una alimen- tación suculenta. HISTORIA DEL TABACO Descubrimiento del tabaco. — Opiniones diversas de varios autores. — Su importación en Europa. — Generalización de su empleo y causas á que se atribuye. — Adversarios y castigos que se aplicaban á los consumidores de tabaco. — Extensión y propaga- ción del cultivo. A la expedición que mandó Colón reconociese la isla de San Salvador se debe, sin duda alguna, el descubrimiento de la planta que hoy designamos con el nombre de tabaco (i). Observaron los que la componían que los indígenas de ambos sexos, según refiere el Arzobispo Bartolomé de las Casas (2), aspiraban con fruición un manojo de hierbas secas que arrollaban ó torcían en forma de pequeño rodillo ó tizón, el cual encendían por un extremo. (i) Respecto á la etimología de la palabra tabaco, dice Roque Barcia en su Dic- cionario que los indígenas de la isla de Guahaní (San Salvador) designaban con este nombre el tizón de que se valían para encender unas hierbas llamadas cohiba, cuyo humo aspiraban, y, por consiguiente, tabaco quiere decir tizón, pues lo que llamamos tabaco es la cohiba. (2) Historia genc'-al de Indias , 1527. ii8 Á esta opinión úñense las más modernas de Schwenk y Hum- boldt, según las cuales los indios principales, cuando querían ador- mecer sus sentidos, hacían uso del aparato representado en la figura 62, llamado Tabago ó Tabaco (i). Colocaban un manojo de hojas secas y retorcidas de una planta llamada Cohiba ó Picielt en el extremo superior, y una vez encendido el tizón, aplicaban las dos ramas inferiores á las ventanas de la nariz, aspirando el humo hasta lograr adormecer sus sentidos. Fig. 62. La gente baja usaba un instrumento ó pipa más sencilla, que consistía en un solo canuto de caña, con el que aspiraban el humo aplicando un extremo á la nariz. El Dr. Monardes, médico de Sevilla, escribía, apropósito del empleo del tabaco (2): «Una de las maravillas de esta hierba, y que más admiración pone, es el modo como usaban de ella los sacerdotes de los indios, que hacían en esta forma: (i) IJistoria de Indias Occidentales, por el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo Valdés. — Salamanca, 1535. (2) Historia medicinal de las cosas que se traen de miestras Indias. — Sevilla, 1574. 119 «Cuando había entre los indios algún negocio de mucha impor- tancia, en que los caciques ó principales del pueblo tenían nece- sidad de consultar con sus sacerdotes sobre tal negocio, iban al sacerdote y se lo proponían: el sacerdote luego, en presencia de ellos, tomaba unas hojas de tabaco y echábalas en la lumbre y re- cibía el humo de ellas en la 1)oca y por las narices, por un canu- to, y en tomándolo caía al suelo como muerto, y estaba así con- forme á la cantidad del humo que había tomado; y cuando había hecho la hierba su obra, recordaba y dábales las respuestas con- forme á las fantasmas é ilusiones que mientras estaba de aquella manera veía, y él los interpretaba como le parecía ó como el de- monio le aconsejaba, etc. «Asimismo los demás indios por un pasatiempo tomaban el hu- mo del tabaco para emborracharse con él, y para ver aquellas fantasmas y cosas que se les representaban, de lo cual recibían contento. «Lo mismo tomaban el opio que el tabaco los indios y los negros para apagar la sed y el hambre cuando pasan algún desierto ó des poblado. «En este caso toman los indios unas pelotillas como gar- banzos de hojas de tabaco que mascan. «Cuando han de caminar por partes donde no piensan hallar agua ni comida, toman una pelotilla de aquéllas y pónenla entre el labio bajo y los dientes, y vanla chupando todo el tiempo que van caminando, y lo que chupan tragan, y de esta manera pasan y caminan tres y cuatro días sin necesidad de comer ni beber; porque ni sienten hambre ni sed ni flaqueza que les estorbe el ca- minar.» Felip dice en su obra (i) que el tabaco «fué descubierto en 1492 en la parte oriental de la isla de Cuba, á las márgenes del río Cau- nao, por varios hombres de Colón, entre los cuales se hallaba Ro- drigo de Jerez, vecino de Ayamonte, y Luis de Torres, judío bau- tizado, quienes, después de posesionados de la isla, se internaron algunas leguas en busca de oro, objeto especial de su codicia.» Aseguran algunos que en 1498, cuando el capitán Grijalva efec tuó su expedición á la isla Tabasco ó Tabago, tuvo ocasión de estudiar por vez primera los usos y propiedades de ésta planta. (i) El tabaco. — Madrid, 1854. Cae por su peso afirmación tan errónea recordando que la isla en cuestión fué descubierta y ocupada por holandeses en 1632, á la cual llamaron Nieuwe Walchern, denominando á su capital Scarborough. En lo que más unanimidad de parecer se nota es en admitir que la importación del tabaco en Europa es debida á un misionero español llamado Fray Romano Pane, que fué con Cristóbal Colón á América, en donde se quedó para convertir infieles. Este religioso observó que los sacerdotes del Gran Dios Kiwasa experimentaban efectos de exaltación fanática, debidos al vapor ó humo embriagador de las hojas del tabaco, puestas en fermen- tación ó en combustión, y en 15 18 envió la simiente al Emperador Carlos V. Sir Walter Raleigh importó en 1535 esta planta en Inglaterra, aunque otros lo atribuyen al Almirante Drake. Juan Nicot, Embajador de Francia en Lisboa, en 1560, según unos, y según otros, Andrés Thevet, fueron los que primero exten- dieron en Francia esta planta; lo cierto es que de Nicot procede á esta planta el nombre botánico con que se la designa (i), debido al presente que hizo á la Reina Catalina de Médicis, de una planta que compró en Lisboa á un comerciante flamenco que venía de la Florida. Dispuso la Reina que se sembraran las semillas, y bien pronto se hizo de moda entre los cortesanos, más por sus usos terapéu- ticos que para fumar, adquiriendo el nombre de Hierba Regia, Hierba Sana Sacra, Cati linaria, etc. Extendióse rápidamente por Bélgica y Holanda, consignando las memorias de aquella época que el Gran Prior de Francia de la casa de Lorena se declaró acérrimo partidario y defensor del ta- baco, de donde procede el nombre de Planta del Gran Prior. Refiérese que el hijo primogénito de Catalina, Francisco II, pa- decía úlceras cancerosas que los médicos desesperaban de curar, y que la Reina, recprdando el buen éxito que obtuvo con la apli- cación de las hojas un paje suyo, se las aplicó á su hijo, con éxito tan funesto que el Príncipe murió á las pocas horas. (i) De la Champ, en su obra Historia plantarum^ díó al tabaco el nombre de ni cotina en honor de Nicot. No desesperó, sin embargo, Catalina de la confianza que tenía en su remedio adoptivo, y á esta fe se debe, según el Dr. Depie- rris, el uso del tabaco en polvo. El hijo segundo de la Reina, Carlos IX, padecía una fluxión humoral en las narices, y le obligó á tomar el polvo de la Hierba Santa, con lo cual se mejoró, hacien- do á la par la fortuna del medicamento, que bien pronto se gene- ralizó como eficaz remedio para curar las jaquecas. Por aquella época el Cardenal Tornabona y, según otros, el Car denal Santa Cruce, Nuncio del Papa en Lisboa, llevaron esta planta á Roma, en donde la cultivaron por bastante tiempo, y de aquí el nombre con que se la conoce de Hierba de Santa Cruce. Pro- pagó el Rey de las Dos Sicilias su cultivo en Calabria, haciendo lo mismo en su país el de Cerdeña. Los ingleses, por su parte, no sólo aceptaron la moda, sino que la llevaron á Constantinopla en 1601, vendiendo el tabaco como remedio contra la humedad. En tanto que el tabaco se generalizaba, no faltaron poderosos adversarios. Jacobo I de Inglaterra publicaba en 1609 su extrava- gante Misocapnos en contra de esta planta, describiendo con lúgu- bres frases las funestas consecuencias de los que de ella hacían uso, y Jaime I y Carlos 11 prohibieron el empleo del tabaco seve- ramente. No dejó el Papado de esforzarse en introducir el pánico mirando como sacrilegos á los que usaran el tabaco: Urbano VIII, en 1624, publicó solemne excomunión contra los que entraban con tabaco en las iglesias, y Alejandro XIII, en 1624, lanzó terrible anatema contra todos los que tomasen tabaco molido en la basílica de San Pedro. Los Obispos imitaban al Sumo Pontífice, pronosticando al pue- blo las iras del cielo que sobre ellos caerían si no se abstenían de tomar tabaco en polvo ó fumarlo, llegando el de la Gran Canaria, Bartolomé de las Casas, á dirigir una bula á sus diocesanos, en 1629, prohibiendo á los sacerdotes el uso del tabaco ni antes de decir la misa ni hasta dos horas después; requiriendo á la par al clero y feligreses que, si infringían su mandato respecto á la prohibición ordenada de no fumar ni tomar tabaco dentro de los templos, serían castigados con la pena de excomunión y multa de mil maravedises. Isabel la Católica se puso del lado de los detractores de esta planta y prohibió de igual suerte el tomarlo ni usarlo en las igle- sias, ordenando á los bedeles que confiscasen en su provecho las cajas de tabaco del que lo usase. En cambio, los jesuítas, cuya autoridad era tan temida y respe- tada, combatieron con toda energía la bula de Urbano XIII y sos- tuvieron que, si bien el tabaco podía perjudicar la salud y seguridad pública, no era menos ridículo para todo buen criterio el querer hacer de esta planta una cuestión religiosa, tanto más cuanto que el uso de esta planta era de época muy reciente y no podía ser condenada por la Iglesia, sino por los espíritus vulgares, fanáticos y supersticiosos (i). En el Imperio otomano, el año 1045 de la Egira, ó sea el 1635 de nuestra era, el Sultán Ibrain prohibió el uso del tabaco; y Ma- homet IV odiaba tanto á los fumadores, que él mismo se convertía en vigilante y prendía á los contraventores de las ordenanzas, im- poniéndoles como castigo el agujerearles la nariz y atravesarles en ella la pipa. Shah-Abbas, en Persia, impuso pena de muerte á los consumi- dores de tabaco, bajo cualquier forma que fuese, y en Transilva- nia, según disposiciones del año 1629, se ordenó la confiscación de los bienes de los que plantasen tabaco, imponiendo á los consu- midores una multa de tres á doscientos florines. El Czar de Moscovia, Miguel Federowitz, en 1634, condenaba á muerte á los fumadores, y Pedro el Grande, Emperador de Ru- sia, no sólo confirmó la sentencia, sino que mandó que se cortaran las narices al que tomara polvo de tabaco. Durante el reinado de Nicolás se instituyeron los Butoshniks, vigilantes cuya única misión se reducía á recorrer las calles y co- brar un rublo de multa al que veían fumando ó tomando rapé. En cambio, en tiempos de Luis XII y Luis XIV era casi de eti- queta, según Moliere, el presentarse en la corte con la caja de ta- baco en la mano, y las narices, carrillos, labios y hasta la camisa llenas de polvo de tabaco (2). (1) Se atribuye á los jesuítas la publicación del Antimisocapnos, que era una res- puesta y refutación del Misocapnos del Rey de Inglaterra Jacobo I. (2) De tal suerte imperaba la moda, que era indispensable en la corte, para usar las tabaqueras, formular los doce tiempos siguientes: 123 De época más reciente es sabido que Federico de Rusia llevaba siempre en la mano su tabaquera, y Napoleón los bolsillos forra- dos de cuero para llenarlos de rapé. Generalizado de la suerte que queda indicada anteriormente el uso del tabaco y avivada la producción con el precio que obtenía, pues se pagaba por su peso en plata, no tardó en extenderse el cultivo, si bien lentamente en razón á las mismas prohibiciones y multas que sufrían los cultivadores. Según L'Ecluse, sólo en Flan- des ascendía la importación á principios del siglo XVI á más de loo.ooo florines. Á los portugueses que fueron al Brasil se debe la introducción de esta planta en el cultivo de la India y de la China, de donde se extendió por toda el Asia. En la isla de Cuba y en virtud de auto del Gobernador D. Juan Salamanca, publicado en 15 de Octubre de 1659 á petición del síndico procurador de la Trinidad, se permitió el cultivo del ta- baco en las llanuras que avecinan los ríos llamados Agabama, Ca- racusey y Arimao, si bien hasta el año 1827 no se permitió el libre cultivo en toda la isla, de igual suerte que Filipinas y Puerto Rico no han gozado de ese beneficio hasta 1881. Según Abr. van Bemmel, el tabaco se cultiva en Amersfoort desde 1636; extendiéndose bien pronto á Nykerk y produciendo cantidades tan considerables que mantenían gran comercio de ex- portación con Francia, Suecia y Noruega. Generahzado por completo el uso del tabaco y extendida su po- derosa influencia en todo el mundo, pudo el agricultor cultivarlo I .° Preñez la tabatiére de la main droite; 2.° Passez la tabatiére dans la main gauche; 3.° Frappez sur la tabatiére; 4.° Ouvrez la tabatiére; 5.° Présentez la tabatiére á la compagnie; 6.° Retirez a vous la tabatiére; 7.° Rasemblez le tabacdans la tabatiére, en frappant la tabatiére de cote; 8.° Pincez le tabac de la main droite; 9.° Tenez quelque temps le tabac dans les doigts avant que de le porter au nez; io.° Portez le tabac au nez; ii.° Reniflez avec justesse des deux narines et sans grimace; 12.° Fermezla tabatiére: éternuez, crachez, mouchez. 124 libremente y perfeccionar la producción hasta el extremo en que hoy se encuentra en aquellos países, en que el estanco no sujeta esta planta á una limitación ruinosa para el labrador y para el Erario. EMPLEO Y APLICACIONES DEL TABACO Distintas maneras de usarlo. — Cantidad de nicotina que absorbe un fumador. — Acción del tabaco en el organismo. — Empleo como agente terapéutico. — Manera de apli- cación propuesta por los Sres. Santos y Campoy. — Aplicación como insecticida y antifiloxérico. — Experiencias de la Escuela de Zootecnia de Reggio. Conocidas de todo el mundo las aplicaciones del tabaco em- pleándose para fumar, mascar ó en polvo, no hemos de insistir aquí sobre ellas; y en cuanto á la introducción y origen de estas costumbres, explicadas quedaron al hablar de la historia de esta planta. Más importante de conocer es el trabajo del Sr. Lomba y Urrio la (i) respecto á la cantidad de nicotina que absorbe un fumador diariamente. Supone que fumando diez cigarros diarios de un peso total de 6 gramos, la cantidad de nicotina es os'^,005765, según se desprende claramente de los datos siguientes: Cantidad de tabaco consumido al día 6 gramos. Cuarta parte desperdiciada i, 500000 Diferencia 4,500000 Ahora bien: si en i.ooo gramos hay 3,86 de nicotina, en 4,5 habrá 0,017570 Restando la cuarta parte que se supone volatilizada por la combustión 0,004390 Queda en el humo 1,013180 Fijando en */g la cantidad de humo que se pierde, la octava parte de nicotina será 0,001650 Diferencia 0,011530 (i) Un defensor del tabaco. — Madrid, 125 , De cuya cantidad aun hay que restar la mitad, si se tiene en cuenta que la acción producida por la nicotina puede considerarse indirecta, en razón de hallarse disminuida con otras muchas sus- tancias inactivas y con el agua de vegetación. Admitiendo que la cantidad real de nicotina sea 02^005765, la correspondiente á cada cigarro sería la décima parte, ó qs'', 0005765 El tabaco, por la nicotina que contiene, acelera la respiración en un principio, siguiendo más tarde la tetanización de los múscu- los respiratorios; en cuanto á la circulación, la influencia excitante se produce sobre el pneumo-gástrico y como consecuencia produce un aumento en los latidos del corazón, elevándose la temperatura de la sangre. Según Guinier, sobre el sistema nervioso obra el ta- baco produciendo una excitación en los nervios motores, la que se traduce en sacudidas convulsivas que á la larga terminan en pa- rálisis. Sobre los capilares arteriales la acción de la nicotina los hace experimentar una contracción que los vacia por completo. Impugnado por muchos el empleo del tabaco como agente te- rapéutico, otros, en cambio, lo preconizan como eficacísimo en muchas enfermedades. Zvinger, en i6g6, cita casos de parálisis curadas por el tabaco, uniéndose á esta opinión las experiencias confirmatorias de Fis- her y Pavesi, Thomas, Amagat y recientemente el célebre médico Martín-Da- mourette aconsejan el empleo del tabaco para combatir el teta - nos; Riviere y Page, la epilepsia; y Trousseau, Basch, Diemer- breck y otros muchos, para la epilepsia, pneumonías y neuralgias. La Farmacopea adopta las preparaciones de tabaco en sus for- mularios, empleándose hoy mucho en la curación de las dermato- sis crónicas, tina anular y favosa, sarna, etc., bajo la forma de tintura preparada según la fórmula de Gowe: Nicotina i Alcohol 50 receta que consignamos aquí por ser su aplicación muy conve- niente para aliviar las enfermedades cutáneas de los animales de labor. 126 LosSres. Santos y Campoy (i) proponen mezclar el tabaco con distintas plantas medicinales, á fin de que la costumbre arrai- gada de fumar pudiera servir de provechoso remedio á las dolen- cias del fumador. Como quiera que esta idea no ha sido aún llevada á la práctica, damos á continuación una relación de las plantas que dichos seño- res proponen como susceptibles de mezclarse con el tabaco para hacerlo medicinal: Solanáceas. Atropa belladona, L. — A. mandragora, L.— Solanum tubero- sum, L. — S. dulcamara, L. — S. nigrum, L. — Hyosciamus ni- ger, L. — H. albus, L.— H. aureus, L. — Datura stramonium, L. Globularias. Globularia alypum, L. — G. vulgaris, L. Escrofularias. Verónica off., L. — V. becabunga, L. — V. chamaedrys, L. — V. tenerium, L. — V. spicata, L. — Gratiola officinalis, L. — Di- gitalis purpurea, L. — Euphrasia offic, L. — Verboscum thap- sus, L. Acantáceas. Acanthus mollis, L. jfazmÍ7teas. Olea europea, L.— O. fragans, Zhumberg. — Syringa vulg., L. — Fraxinus excelsior, L. — F. ornus, L. — F. rotundifolia, Lam. (i) Santos y Campoy.— ^E/ Tabaco. — Santander, 187 1, pág. 172. 127 Labiadas. Rosmarinus offic , L. — Salvia offic, L. — S. pratensis, L. — S. sclarea, L. — Teucrium marum, L, — T. chamasdrys, L. — T. scordium, L, — T. chamaepytis, L. — T. iva, L. — Mentha pi- peritas, L. — M. gentilis, L. — M. crispa, L. — M. viridis, L. — M. pulegium, L. — Hissopus off., L. — Satureia hortensis, L.^ — Nepeta cataría, L. — Lavandula vera, D, Cand. — L. spica, L. — L. staechas, L. — Glechomahederacea, L. — Lamium álbum, L. — Betónica off., L. — Marrubium vulgare, L. — Bollota nigra, L. — Leonurus cardiaca, L. — Thymus vulg., L. — T. calamintha, L. — T. Serpyllum,L, — Origanum vulg., L. — O. majorana, L. — Meli- sa off., L. — Ocymuna basilicum, L. — Prunella vulgaris, L. — P. symphitum, L. Borragíneas. Cinoglosum off., L. — Borrago off., L. — Symphytum off., L. — Anchusa itálica. De Cand. — Pulmonaria off., L. — Cordia mixa, L. Convolvuláceas. Canvolvulus jalapa, L. — C. scammonia, L. — C. turphetum, L. — C. mechoacauna, L. — C. sepium, L. — C. arvensis, L. — C. soldanella, L. Genciáneas. Gentiana lútea, L. — G. purpurea, L. — G. puntata, L. — G. acau- lis, L. — G. chirayta, Roxburgh. — Chironia centaurium, Lam. — Ch. angularis, L. — Menyanthes trifoliata, L. Apocíneas. Cynanchum arguel, Delile, — C. ipecacuanha, Rich. — C. vince- toxicum, Roch. — Vinca major, L. — Nerium antidysentericum, L. — Strychnos nux vómica, L.—S. ignatia, L. — Asclepias tube- rosa, L. — Periploca secamone, L. 128 En algunas Estaciones agronómicas de Italia se vienen practi- cando ensayos desde 1882 á fin de comprobar la eficacia del pol- vo *de tabaco como insecticida, y tan buenos resultados se han ob- tenido, que hoy día la Administración, copartícipe en la manufac- tura de tabacos de Palermo, prepara con el residuo del tabaco mezclado con azufre, un polvo que encuentra gran acogida entre ' los cultivadores sicilianos. Mr. Hertz, director del laboratorio anexo á la Fábrica de Ta- bacos de Turín, aconseja como insecticida y antifiloxérico el pol- vo obtenido con los residuos de las venas del tabaco, asegurando que dura su eficacia tres años. La mayor ventaja que ofrece es la de ser fertilizante, y su precio tan económico que en el mercado de Turín se cotizan á 2 pesetas los 100 kilos. El periódico The Farmer, que se publica en Londres, aconseja el empleo de la fumigación con tabaco para destruir el pulgón que ataca las plantas de los invernaderos; teniendo cuidado de que, al efectuar la operación, el follaje esté bien seco, pues de lo contrario el humo perjudicaría mucho á los tejidos de las hojas, sobre todo á las más tiernas. En algunas plantas, tales como los pelargonios, se observa que las flores dejan caer sus pétalos después de ahumadas, y por tan- to, conviene no efectuar esta operación durante la florescencia, de- biendo excluirse por completo de este tratamiento todas las plan- tas que como el heliotropo, salvia, etc., tienen hojas suaves y ve- llosas, que no sufrirían de modo alguno la fumigación. En la Escuela de Zootecnia de Reggio (Emilia) se ha confir- mado que las aguas que resultan en las fábricas, de las lavaduras que sufre el tabaco, son eficaces en sumo grado para la curación de las enfermedades cutáneas del ganado bovino, lanar y de cerda. Del mismo modo se ha obtenido con ellas la extirpación de los parásitos Hcematopinus eurystenms; H. suis ó piojo del cerdo, y el Trichodoctes scolaris que ataca al ganado vacuno. De las experiencias practicadas resulta que no siendo la acción del agua de tabaco, mortal páralos huevecillos de estos parásitos, es necesario qué su aplicación sea repetida tres ó cuatro veces en el período de veinticinco días, con el objeto de ir destruyéndolos á medida que se vayan avivando. 129 APÉNDICE £iSpaña: Origen del estanco. — Arrendatarios de la Renta hasta 1701. — Leyes dic- tadas hasta hoy. — Productos obtenidos por la Renta desde 1740. — Contrato de arrendamiento del 22 de Abril de 1887. — Proyecto de bases para el establecimien- to del cultivo del tabaco.=PrancÍa: Organización del cultivo. — Beneficios ob- tenidos del monopolio.=Bélgica: Impuestos sobre el cultivo del tabaco.=PaÍ- seS-BajOS.— Italia.— Portugal.— Alemania: Rendimientos de la con- tribución impuesta al cultivo. — ídem de las Aduanas durante el mismo período.= Suecia. — Hungría.— Suiza.=Fábricas de tabacos existentes en Europa en 1885. — Cálculo de los rendimientos fiscales de la Renta de tabacos en Europa el año 1887. Nació la idea del estanco del tabaco bajo el reinado de Feli- pe IV, y forzoso es que empecemos por España la historia de las leyes dictadas en contra ó favor del tabaco. La primera noticia que se tiene sobre legislación especial del tabaco data de la Real cédula de i.° de Marzo de 1616, la que disponía se cobrase real y medio de derechos por cada libra de tabaco que se extrajese del reino. Por aquel tiempo se exigía en Sevilla 5 por 100 de almojarifaz- go y 10 por 100 de alcabala, conforme al valor que arrojaba el aforo. La primera idea del estanco del tabaco fué emitida en 1618 por D. Duarte Eustacio, el que presentó una proposición en este sen- tido, que fué desechada por el Consejo de Hacienda. Payo Rodríguez de Paz obtuvo el arrendamiento de la renta de tabaco desde i.° de Enero de 1630 mediante el pago anual de 11.875.000 maravedises. En 9 de Marzo de 1634 ^^ decretó el estanco de la Renta, im- poniendo al tabaco un aumento de tres reales por libra; haciéndo- se cargo de ella D. Antonio Soria, mediante el pago de 23 cuen- tos de maravedises, 678.529 reales cada año; no sin haber fijado antes la Hacienda la cantidad que debía consumirse en España^ Canarias, América Central, Chile y Perú. 9 130 El año 1638 obtuvo el arriendo D. Luis Méndez Enriquez en 1. 6 1 7. 647 reales anuales, rebajándose el valor convenido á 1. 176. 470 reales en 1640, en vista de solicitud presentada por el arrendatario, en la que justificaba las pérdidas que había sufrido. En i.° de Abril de 1650 Juan Rosales obtuvo el arriendo en 1. 676. 170 reales, hasta el año 1656, en que D. Diego Gómez de Salazar ofreció al Estado 1.823.529 reales, y fué traspasado á su favor. No escasas serían las utilidades proporcionadas á los arrenda- tarios cuando Carrafa en 1670 obtuvo la administración de la Ren- ta por un aumento del precio que ascendió á 2.701.470 reales á favor de la Hacienda, y un adelanto de 200.000 escudos de oro. Por no alargar demasiado estos apuntes, citaremos los arren- datarios hasta el año 1701 y las utilidades que dejaron á la Ha- cienda: 1671 D. Gregorio Cabrera en 3-376.838 1673 » Simón Ruiz de Pesoa 9.000.000 1677 » Francisco López Percira 11.250.000 1679 I) Luis Márquez Cerdoso 11.985.294 1687 » Simón Ruiz de Pesoa ; 9 . 000 . 000 1691 » Pedro Parada 5-328.352 Por Real cédula de 9 de Abril de 1701 se ordena que el estan- co se administre por la Hacienda, en vista de los detrimentos que safre la Renta, debido á los fraudes de los arrendatarios. Así, convertido el estanco en monopolio, se extendió bien pronto á Cataluña, Canarias y Mallorca en 1707, y á Navarra en 1709. Creciendo cada vez más el comercio del tabaco, las Cortes de Cádiz, en 1813, declararon libre el cultivo de esta planta, si bien quedó en suspenso este acuerdo por Real decreto de 17 de Mayo de 1814. Puesta de nuevo en vigor la ley del año 13 por las Cortes del año 1820, el cultivo se extendió bastante por las provincias meri- dionales, especialmente Granada y Jaén, hasta el año 1823, en que volvió á decretarse el estanco completo. En 1852, y por Real decreto de 18 de Agosto, se creó una Co- misión para el estudio del desestanco, sin que ésta llegara á nin- gún acuerdo. 131 ElJReal decreto de 20 de Abril de 1866 dispuso que fuesen ob- jeto de libre introducción los tabacos de Cuba y Puerto Rico, pre- vio el pago de los derechos establecidos, y este decreto, que se creyó base de una nueva reforma en pro del desestanco, quedó bien pronto derrogado por el del 27 de Julio de 1868, en cuanto se refería á la introducción de cigarrillos de papel y picaduras de todas clases. Un decreto posterior, que lleva fecha 26 Junio 187 1, derogan- do el de 26 de Junio de 1866, se d^jó sin efecto, por orden de 14 de Junio, en tanto que las Cortes no resolvían. El decreto de 26 de Junio de 1874 puso término á esta legislación desdichada, or- denando el estanco absoluto y derogando el decreto fecha 20 de Abril de 1866. Por él se disponía se cerrasen para el 31 de Octu- bre del mismo año todas las expendedurías particulares. A continuación damos un estado de los productos obtenidos por la Renta de tabacos desde el año 1740, según los datos publica- dos por la Dirección de Rentas estancadas: Beneficio Ifquldo Reales de vellón 1740. I74I. 1742 . 1743. 1744. 1745- 1746. 1747- 1748 1749. 1750- 1751- 1752- 1753- 1754" 1755' 1756. 1757' 57-865. 56. 507' 60.823. 63 . 163 . 61.728. 62 234, 61.609 62.850 61.697. 69,094, 68.955. 71.388, 75-971' 76 494 74.018 75.353 78.904, 78.310 001 814 451 236 138 771 781 776 788 622 243 882 108 219 899 057 993 587 1758. 1759" 1760. 1761. 1762. 1763. 1764. 1765- 1766. 1767. 1768. 1769, 1770. 1771. 1772. 1773. 1774' 1775. Beneficio líquido Reales de vellón 77.254.519 79.791.506 80.892 441 80.734.185 84-025.372 82.452.922 79-674-254 80.306.787 77.952.003 84.340.168 80.897.652 83.360.675 89.418.146 90.939.113 94.054.314 94.146.354 93.149.881 93.508.749 132 1776.... I777---- 1778.... 1779. ••• lySo. . . . 1781 1782.... 1783.... 1784.... 1785.- . 1786 1787.... 1788 1789.... 1790.... 1791.... 1792.... 1793 .... 1794.... Beneficio Ifquldo Pesetas 95.538.507 98.013.548 95.354-964 106.499.408 97.296.617 99.186.555 98.598.842 104.017.884 107.917. 193 100 799-493 103.921.006 106.451.444 109.373.605 100.615.306 100.182.473 97.002.992 90.344.272 80.420.580 84.648.408 1795- 1796. 1797. 1798. 1799. 1800. 1801. 1802. 1803. 1804. 1805. 1806, 1807, 1815, 1816, 1817. 1818, 1819. 1824. Beneficio líquido Pesetas 108 496.050 109.708.916 120.781. 139 116. 524. 019 105.292. 956 100.251.968 83.307.789 76.393-546 88.737-873 5.972.625 91.214.670 93.387.299 83.790.280 47. 137 '393 42.177.192 45.002.676 48.518.829 60.093.846 31.491.020 A.ÑOS Beneficio líquido Escudos 1846 1847 1848 1849.... 1850.... 185I 1852.... 1853.... 1854.... 1855.... 6.829.346 1856, De 1832 á 1846 los beneficios ascendieron á 1.453. 120. 404 rea- les y 22 maravedises, sin que se especifiquen los gastos. Beneficio líquido Escudos 13.288.762 13.275.175 II. 412. 440 15.404.295 17.446.250 19.890.846 31.350.822 23.532.738 21.376.327 23.723.518 5.525.817 9.825.301 II. 108. 899 12.386.407 13.417.693 13.585.714 II. 658. 081 1857... 1858... 1859... 1860. .. 186I... 1862... 1863 64. 11.707.559 1864-65 13.075.168 1865-66 133 Beneficio líquido Beneficio líquido Aisros Reales de vellón A3sros Reales de vellón 1866-67 22.084.639 1876-77 .... 56.344.340 1867-68..... 23.789.504 1877-78 .... 61.855.563 1868-69 40 317.269 1878 79 ... . 65 523.855 1869-70 » 1879-80 .... 72.636.470 1870 71 37.113.095 1880-81 . . . 77.942.340 -i^J^-T^ 45.389-591 1881-82.... 83.292.93i 1872-73 42 . 646 , 086 1882-83 83.841.902 1873-74 35.276.119 1883 84 ... . 81.353.875 1874-75 24.513.601 1884-85 82.468.722 1875-76 41.272.956 1885-86 .... 79.921.062 Arrendado el monopolio por ley de 22 de Abril de 1887, la copiamos á continuación por lo que su conocimiento pueda impor- tar á los agricultores que confian en la base 12.^ para ensayar el cultivo del tabaco en España. Bases para el contrato de arrendamiento del monopolio de la fabricación y venta del tabaco. Primera. La personalidad 6 Sociedad contratista habrá de ser española, con domicilio en Madrid y sin dependencia de Corpora- ciones 6 Comités extranjeros. Segunda. El arriendo será por término de doce años. Tercera. Para fijar la cantidad que el contratista garantice al Estado como producto liquido de la renta en cada año, se enten- derá dividido el plazo total: del contrato en cuatro periodos iguales de tres años cada uno. Durante el primer período abonará el con- tratista 90.000.000 de pesetas anuales; durante el segundo, el tér- mino medio del producto líquido obtenido en los años segundo y tercero, y durante el tercero y cuarto período, el término medio del producto líquido obtenido en el período inmediato anterior. Además de la cantidad que represente en cada año el tipo fijo garantizado, el contratista abonará el 50 por 100 del exceso del producto líquido total obtenido en el mismo año sobre aquella cantidad. 134 Cuarta. Para fijar el producto líquido de la renta se deducirá del total ingreso: i.° El importe de adquisición de la primera materia y gastos generales de administración y elaboración correspondientes á las manufacturas vendidas durante el año. 2.° El interés de 5 por 100 sobre el capital realmente emplea- do por el contratista en el negocio, sin contar la fianza. Quinta. El importe de los derechos de regalía, que según la legislación actual, ó la que se establezca, perciba el Estado por los tabacos importados por particulares, se apreciará como pro- ducto de la renta en las liquidaciones con el contratista. Sexta. El contratista se hará cargo, por inventario valorado, de los edificios, máquinas y enseres de la propiedad del Estado, que constituyen las fábricas y almacenes actuales, y los devolverá con abono de desperfectos, salvo los de uso natural, al terminar el contrato. En dicha valoración no se incluirá el importe de los solares de las edificaciones. Recibirá igualmente, pagándolos al precio de coste y costas, el tabaco en rama y elaborado, envases y demás útiles para la fabri- cación existentes en las dependencias del Estado al empezar el contrato. Para practicar el inventario valorado, determinar las existencias y el precio de las mismas y justificar el importe de adquisición de la primera materia y gastos generales de administración, se nom- brará una Comisión compuesta de los Delegados del Gobierno, dos de la Compañía concesonaria y el Director general de la Renta, que la presidirá. Séptima. El contratista quedará subrogado en los derechos y obligaciones de la Hacienda en todos los contratos pendientes so- bre adquisición de primeras materias, útiles y efectos de la fabri- cación, arriendo de almacenes, transportes y demás, excepto en lo relativo á incidencias de servicios ya realizados. Octava. El contratista quedará obligado á sostener las actuales fábricas en las mismas localidades en que se encuentran y á con- servar en cada una constantemente un número de operarios que no sea inferior al 73 por 100 de la mayor dotación habida durante el último año de la administración del Estado. Necesitará autori- 135 zación del Gobierno para disminuirlo en mayor proporción ó para cerrar cualquiera de las fábricas. Además habrá de establecer en los puntos que designe el Go- bierno, oído el contratista, durante los tres primeros años del contrato, tres almacenes destinados á recepción y depósito de ta- bacos, y durante los seis años siguientes, ó antes, tres nuevas fá- bricas con todos los adelantos modernos. Los planos y presupues- tos serán aprobados por el Gobierno, y su coste será de abono al contratista en la liquidación final del contrato. Novena. El Gobierno seguirá realizando á su costa la persecu- ción del contrabando, y el contratista no tendrá intervención algu- na en el régimen que el Gobierno siga en la represión, tanto te- rrestre como marítima, pero podrá ejercer vigilancia con el fin de proponer á la Administración las variaciones en el servicio que es- time útiles al interés de la renta y para reclamar del Gobierno el auxilio que en casos determinados sea conveniente á la represión del contrabando. Podrá igualmente proponer el aumento del res- guardo existente, siendo de su cuenta los gastos que este aumento origine. El contratista no podrá reclamar al Estado indemnización de perjuicios causados en la renta por defraudación ó contrabando, pero se computarán como producto de la renta en las liquidacio- nes todos los ingresos que legalmente correspondan al Estado, realizados en la represión administrativa ó judicial del contraban- do y la defraudación de la renta misma. Décima. Podrá tener el contratista todas las expendedurías que considere convenientes, pero no podrá, sin autorización del Gobierno, dejar de tener alguna en los puntos ó localidades en que existan al celebrarse el contrato. Undécima. El contratista conservará en las fábricas el núme- ro, clases y precios de las labores existentes, no pudiendo alterar- lo sin previa autorización del Ministro de Hacienda. Además, po- drá establecer las que considere convenientes, poniendo en cono- cimiento de la Dirección del Ramo las condiciones especiales de las mismas. El contratista deberá admitir y expender, en comi- sión, los tabacos elaborados en las provincias y posesiones de Ul- tramar y en Canarias, con arreglo á las condiciones que, de acuer- do con él, señale el Gobierno. 136 Los productos líquidos de estas comisiones se computarán como parte de la renta. Las cantidades de tabaco de Filipinas, de Cuba, de Puerto Rico y de Canarias, en sus diversas clases, que adquiera el contratista, con respecto á la totalidad de sus adquisiciones, cuando menos la proporción de 6 millones de kilogramos del de Filipinas, 3 millones de kilogramos del de Cuba, 1.500.000 kilo- gramos del de Puerto Rico y 400.000 kilogramos del de Canarias, que ha sido la señalada entre unas y otras cantidades durante el último año en que ha tenido á su cargo este servicio la Adminis- tración del Estado; entendiéndose que, si aumentasen las necesi- dades del consumo, y fuera éste mayor de los 21 millones de kilo- gramos á que corresponden las cantidades mencionadas, se aumen- tarán también las mismas en idéntica proporción. Si durante el tiempo del arriendo se producen tabacos en nuestras posesiones del golfo de Guinea é islas de Occeania, el contratista, de acuerdo con el Gobierno, podrá admitirlos para fomentar el cultivo en aquellas regiones, pero sin disminuirse las cantidades que, con arreglo al párrafo anterior, se han de tomar de Cuba, Puerto Rico, Filipi- nas y Canarias, rebajándose, por lo tanto, de la adquisición ex- tranjera. Podrá el Gobierno obligar al contratista á aumentar la cantidad proporcionada del producto nacional siempre que su ad- quisición no sea más onerosa que la del tabaco extranjero de aná- loga cantidad. Duodécima. Transcurridos los dos primeros años del arriendo, el Gobierno podrá conceder autorizaciones para cultivar en la Pe nínsula é islas adyacentes tabaco destinado á la exportación al ex- tranjero ó á la fabricación oficial, con sujeción á las reglas que previamente dictará la Administración, de acuerdo con el contra- tista, respetando las franquicias regionales que en la actualidad existan respecto al cultivo y consumo de la planta. La cantidad de tabaco de esta procedencia que adquiera el contratista para las fábricas se bajará de la que pueda introducir del extrajero, según la base anterior. Antes de conceder las autorizaciones para el cul- tivo, el Gobierno dará cuenta á las Cortes de las condiciones en que hayan de ser aquéllas otorgadas. Décimatercera. El contratista estará relevado, por el hecho de su contrato, del pago de la contibución industrial. No se exigi- rán derechos de ninguna clase á la importación de los tabacos en rama, bien se designen á la elaboración ó bien se declaren inútiles para ella, como tampoco á la exportación de los tabacos elabora- dos por el contratista que se destinen al extranjero. De igual suerte no se exigirán derechos de importación á las máquinas y útiles para la fabricación, entendiendo por tales los instrumentos, herramientas ó aparatos que sirvan para facilitar dicha ope- ración. Décimacuarta. El contratista deberá tener un repuesto de ta- baco de las calidades y en la cantidad cuyo minimun se fijará por el Gobierno, oído el contratista, antes de empezar el contrato, y no será menor que las existencias que el mismo contratista reciba de la Hacienda. La falta de repuesto dará motivo á la imposición de una multa equivalente al lo por lOO del valor de la cantidad de tabaco que represente la falta con relación al minimun fijado. Décimaquinta. Tres años antes de terminar el contrato, el Gobierno fijará el repuesto del tabaco en rama y elaborado que el contratista habrá de entregar al Estado al cesar el arriendo. Este repuesto será evaluado según el coste y costas, y será po- testativo en el Estado aceptar ó no el exceso sobre la cantidad señalada. El valor del repuesto y el de las fábricas y edificios á que se refiere el párrafo segundo de la base 8,^ se abonará al contratista por sextas partes en los tres años últimos del arriendo, y los tres inmediatos siguientes á la conclusión del mismo. El im- porte de las seis anualidades se fijará provisionalmente, y la dife- rencia que resulte en la definitiva liquidación de las mismas será satisfecha por quien corresponda, con abono recíproco del interés anual de 5 por 100. Décimasexta. Al terminar el contrato se hará otra liquidación general, en la que será de abono al contratista: I.® El importe del repuesto de tabacos que reciba el Estado. 2.° El valor de las nuevas fábricas, maquinarias de las mismas y almacenes á que se refiere la base 8.^ Dicho valor se apreciará por las sumas realmente invertidas dentro de los presupuestos aprobados por el Gobierno, y descon- tando en los edificios el 2 por 100 anual y en las máquinas el 4 por 100 por amortización. Este descuento no se hará en la parte relativa al valor del solar. 3.° Las mejoras extraordinarias y adquisición de máquinas 138 que, previo presupuesto aprobado por el Gobierno y declaración expresa en cada caso de que serán de abono en la liquidación, se hiciesen en las actuales fábricas durante el contrato, y en las cua- les se hará la deducción de 2 y 4 por 100 por amortización. No serán de abono los gastos de conservación y reparación, ni las me- jpras ordinarias, ni las extraordinarias realizadas sin las condicio- nes antes dichas, 4." Cualquiera otra cantidad que con arreglo á las bases del contrato se hubiese declarado corresponder al contratista. Serán cargo del contratista; i.° Las cantidades que durante los tres últi- mos, y con arreglo á la base 15.% hubiese reservado en su poder el contratista para pago del repuesto, fábricas y almacenes, 2.° Las multas é indemnizaciones declaradas contra el contratista y no satisfechas. 3.° El valor de los edificios, máquinas y enseres que hubiese recibido el contratista, según la base 6.^, y no de- vuelva, y los desperfectos de los que devuelva, salvo los de uso na- tural. Para fijar los desperfectos se apreciarán las valoraciones he- chas al incautarse el contratista y al devolverlos, autorizándose en los últimos una disminución por uso natural de 2 por 100 anual en los edificios y 4 por 100 en la maquinaria, 4.° Cualquiera otra res- ponsabilidad que según el contrato tenga el contratista, Décimaséptima. El contratista nombrará libremente los em- pleados que necesite para sus oficinas y dirección de labores, pero este personal no tendrá derecho ninguno á que el Estado le reco- nozca ó declare pensión, abono de tiempo de servicios ni catego- rías por los servicios prestados al contratista. Éste queda obligado á poner en conocimiento del Gobierno las plantillas de sus empleados con los sueldos que se les asigne, y únicamente los que de éstos sean aprobados por el Ministerio de Hacienda serán considerados como gastos de fabricación. También quedará obligado el contratista á admitir en las fábricas, sin retri- bución por su parte, los individuos del Cuerpo pericial, determi- nado en el art, 13 de la ley, que designe el Gobierno. Décimaoctava. Los pagos al Estado se realizarán por el con- tratista en la Tesorería central. No obstante, podrá entregar en las Tesorerías de las Delegaciones la moneda de cobre que, según la legislación general, sea admisible en cada uno de los pagos. Éstos se verificarán en los plazos siguientes: el importe de la anualidad 139 fija por dozavas partes, el día último de cada uno de los meses de duración del contrato, y el importe de la participación en el bene- ficio ó aumento durante el trimestre siguiente al término de cada año económico, en cuyo trimestre se hará la liquidación del año, con intervención del Delegado del Gobierno, Décimanovena. El Estado podrá exigir al contratista, seis meses después de requerido ai efecto, un anticipo que no exceda de 8.000.000 de pesetas por cada año restante del plazo del arriendo. El reintegro del capital é intereses del anticipo se veri- ficará por partes iguales en los años que resten, si el Estado no prefiere adelantar la devolución. El interés de anticipo en cada año no podrá exceder del tipo medio que para el descuento esta- blezca el Banco de España, mas el i por loo. Vigésima. Para asegurar el valor de la propiedad del Estado que ha de usufructuar el contratista, y como garantía del contra- to, prestará aquél una fianza de 20.000.000 de pesetas en metáli- co ó en valores públicos á los tipos establecidos, fianza que el Gobierno, en el transcurso del arriendo y teniendo en cuenta la marcha de la renta y las cantidades invertidas en nuevas fábricas y almacenes, podrá reducir si lo estima conveniente, pero en nin- gún caso podrá ser menor de 12.000.000 de pesetas. Vigésimaprimera. Todos los edificios, enseres de elaboración y materia para fabricar ó manufacturada, serán asegurados de incendio por cuenta del contratista, á no ser que éste tome ex- presamente sobre sí el riesgo. En el caso de aseguramiento, se preferirá, en igualdad de con- diciones, á las Empresas nacionales. Vigésimasegunda. En la dependencia central de la Adminis- tración de la renta, á cargo del contratista, habrá un Delegado del Gobierno, interventor de todas las operaciones de la Empresa. El Delegado tendrá derecho á visitar en todo tiempo las fábgr icas, es- tablecimientos, almacenes y expendedurías, á examinar las pri- meras materias y las labores, á inspeccionar la contabilidad, libros registros, y á comprobar la cuenta de caja. Para el despacho de este servicio tendrá á sus órdenes el personal de confianza que de- signe el Gobierno. Además, cuando éste lo considere conveniente, delegará sus facultades en otros empleados ó agentes, para comprobar y exa- 140 minar la contabilidad general de la Empresa ó especial de cual- quiera de sus establecimientos ó dependencias y labores ó manu- facturas, así como también para asegurarse de la regularidad de la administración. Vigésimatercera. Los administradores ó representantes del contratista estarán obligados á facilitar al Delegado y demás agen- tes nombrados por el Gobierno, con arreglo y para los fines de la base anterior, todos los datos, noticias y explicaciones que les pi- dan, debiendo exhibir los libros, facturas y documentos justificati- vos de las operaciones de la empresa. Vigésimacuarta. Cada falta de cumplimiento de lo estipulado en las bases anteriores dará derecho al Gobierno para imponer al contratista una multa, cuyo máximun se fija en 20.000 pesetas, sin perjuicio de la reparación ó indemnización que corresponda. La multa podrá elevarse de 20 á 1 00.000 pesetas en los siguien- tes casos: i.° Si el contratista incurre dos veces en la multa señalada en la base 14. 2.° Si no lleva bien y al día la contabilidad. 3.» Si su administración rehusa la exhibición de sus libros 6 documentos, ó no justifica la regularidad de sus operaciones. El contratista podrá alzarse por la vía contencioso-administrativa de la resolución del Gobierno respecto á la imposición de multas. Vigésimaquinta. En todo tiempo el Gobierno se reserva el derecho de rescindir el contrato sin expresar causa y con arreglo á las siguientes condiciones: i.^ El Gobierno se incautará de la renta y se practicará una liquidación general en los términos expresados en la base 16 para la terminación del contrato. 2,*- Si de la liquidación practicada resultase que el contratista no recobraba su capital íntegro y un 6 por 100 anual por intere- ses del mismo, el Gobierno abonará la diferencia y además el im- porte de una anualidad de intereses. 3.^ Si resultase que el contratista, no sólo retirara su capital é intereses, sino que había obtenido beneficio, el Gobierno abo- nará la equivalencia de los beneficios probables durante un año, estimados con relación al promedio de los obtenidos en los dos últimos años, y si en éstos no los hubiese habido, con relación 141 á los obtenidos en todo el tiempo transcurrido del arriendo. Vigésimasexta. Si transcurridos los dos primeros años se ob- servase en la renta una baja que excediese del 15 por loo de la cantidad fija de 90 millones de pesetas, ó del canon señalado si éste supera á dicha cantidad, el Estado podrá rescindir el contrato. En este caso sólo abonará al contratista las pérdidas que hubiere sufrido hasta la fecha en su capital, pero no intereses de aquél ni beneficios probables. Si la baja tuviera por causa una guerra na- cional ó extranjera, ó calamidades de carácter público y general, no habrá lugar á la rescisión, y el contratista tendrá derecho á exigir que los gastos y los ingresos de la renta sean en su totali- dad por cuenta del Estado mientras que subsistan las circunstan- cias anormales, sin que en este caso se compute como gasto el importe del interés de la Compañía concesionaria. Los resultados del monopolio, mientras los gastos y los ingresos hayan sido por cuenta del Estado, no se computarán en la liquidación del canon fijo del trienio siguiente. Para señalarlo se completarán las tres anualidades, retrotra- yendo el cómputo á un período de tiempo igual á la duración de la anormalidad prevista en el párrafo anterior. Vigésimaséptima. Procederá la rescisión del contrato á cargo y riesgo del contratista: i.° Cuando no realice con puntualidad el pago del importe del arrendamiento fijo, el de la participación en los beneficios que co- rrespondan al Estado, con arreglo á la base 3.% ó el valor de los tabacos y útiles para la fabricación á que se refiere la base 6.* 2.° Si se llegan á imponer y quedan firmes, por no entablar la vía contenciosa ó confirmarse por ésta el acuerdo gubernativo, tres multas de las que se establecen, por valor de 20 á 100.000 pesetas. Las consecuencias de la rescisión en estos casos serán que la Hacienda se incautará de la renta en los términos expresados en la base 16.* para la conclusión del contrato, y responderá ad- ministrativamente con la fianza y cualquiera clase de bienes á que tenga derecho el contratista del reintegro al Estado del débito de aquél é indemnización de los perjuicios que pueda inferirle la res- cisión. Además de los desperfectos en edificios, máquinas y demás, los perjuicios abonables al Estado consistirán en lo que falte para cu- 142 brir, con el producto líquido que éste obtenga en el tiempo restante del contrato^ el canon que correspondería en cada año, partiendo del que se hubiese fijado últimamente según la base 3.^, y calcu- lando 5 por ICO de aumento anual por la participación del Estado en las utilidades líquidas. Vigésimaoctava . La rescisión á que se refiere la base 25." tendrá que ser acordada como medida de gobierno por el Conse- jo de Ministros, y contra su acuerdo no procederá reclamación alguna, Vigésimanovena. La rescisión en los casos á que se refieren las bases 26.^ y 28.* se acordará previa audiencia del Consejo de Estado en pleno, y contra la solución del Ministro de Hacienda precederá la vía contenciosa. Trigésima. Si el Gobierno lo estimare oportuno, encomenda- rá al contratista la venta de los efectos timbrados en las expende- durías de la renta de tabacos, abonando el precio que se conven- ga por este servicio, y que no podrá nunca exceder de la que en la actualidad se satisface. Trigésimaprimera. El contratista no podrá hacer reclama- ción alguna fundada en falta de exactitud ó error de los datos in- cluidos en los estados formados por la Intervención general del Es- tado, y que para facilitar el estudio de este asunto se acompañan, toda vez que están sujetos á la rectificación que pueda producir el examen de las cuentas de que se han tomado. Por tanto: mandamos á todos los Tribunales, Justicias, Gober- nadores, Jefes y demás Autoridades, así civiles como militares y eclesiásticos de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente ley en todas sus partes. Dado en Palacio á veintidós de Abril de mil ochocientos ochen- ta y siete. — Yo la Reina Regente. — El Ministro de Hacienda, Joaquín López Puigcerver. Últimamente, la Asociación de Ingenieros agrónomos ha en- tregado al Ministro de Hacienda un proyecto de bases para el establecimiento del cultivo del tabaco en España, las cuales se ajustan á la ley de 22 de Abril de 1887, en cuanto dispone la base duodécima del contrato de arrendamiento del monopolio de la fabricación y venta del tabaco. 143 Estas bases, que transcribimos á continuación, tienden, por lo que revela su espíritu, á que transcurridos los doce años del arrendamiento, si el buen éxito del ensayo y la cordura de los agricultores lo motivan^ decrete el Gobierno el libre cultivo, como el remedio quizás de más valía entre todos los que se pregonan para resolver la crisis agrícola, que hoy por desgracia agobia la agricultura patria. «Todos los propietarios rurales tienen derecho á solicitar autori- zación para establecer en sus fincas el cultivo del tabaco. Para obtener el consiguiente permiso, deberá el propietario di- rigir, por conducto del Alcalde del pueblo donde radique la finca objeto de la concesión, una solicitud al Delegado de la provincia, en la cual especificará detalladamente los límites y situación de la finca que ha de cultivar, dando antecedentes sobre la clase de tierra, cultivos á que se había dedicado anteriormente, abonos em- pleados, y todas cuantas noticias puedan servir para obtener un conocimiento completo de la finca de que se trata. A esta instancia se acompañará un plano detallado de la par- cela ó parcelas donde se haya de establecer el nuevo cultivo, y el último recibo de la contribución territorial correspondiente á la finca donde aquéllas se hallen enclavadas. De estas solicitudes, informadas por el Delegado y por un In- geniero agrónomo, se dará cuenta al Ministro de Hacienda, para que, en su vista, éste fije el número de hectáreas que deben con- cederse en cada provincia, prorrateándose este número si la ex- tensión pedida se creyera excesiva. Acordada la concesión, se autorizará el cultivo, mediante la adquisición de una licencia especial, por la que abonará el intere- sado, á razón de 20 pesetas por hectárea, la cantidad que como contribución extraordinaria debe satisfacer, sujetándose en los procedimientos de cultivo á las siguientes reglas: Se formarán los semilleros en fajas de un metro de anchura, y computándose que cada metro cuadrado puede contener 500 plan- tas en buenas condiciones para el trasplante, se permitirá una ex- tensión de semillero de 22 metros por hectárea, no debiendo en ningún caso exceder de 3 gramos de semilla la que se emplee por metro cuadrado. Se consentirán tres distintos semilleros á cada propietario, de- 144 hiendo sembrarse éstos con un intervalo de ocho días unos de otros. La siembra se efectuará desde el 15 de Febrero en adelante, debiendo estar concluida la plantación antes del i." de Junio en todas las provincias de España. Las plantas se colocarán en las parcelas designadas en línea recta, dejando calles de un metro de anchura entre ellas, y cui- dando de que formen ángulos rectos las líneas de plantas, con ob- jeto de que el recuento pueda hacerse con facilidad. Cuando la forma del terreno no permita que la plantación afecte una figura regular, las líneas incompletas que resulten se com- pensarán con las que se ganen en las lindes. No se tolerará la existencia de pies dobles en la plantación con pretexto de reponer faltas, consintiéndose para este objeto un ex- cedente de 1,000 plantas por hectárea, las cuales han de colocarse precisamente en los linderos de la parcela. En 10 de Junio deberán estar repuestas todas las marras ó fal- tas en la plantación, y, por lo tanto, desde la fecha citada que- darán destruidas las plantas destinadas á la reposición, imponién- dose á los contraventores una multa de 60 pesetas por cada 100 plantas de tabaco que se encuentren fuera de las condiciones se • ñaladas anteriormente. Queda terminantemente prohibido el asociar este cultivo con otro alguno. El número máximo de hojas que debe dejarse á cada mata será, en todos casos, el de 12, bastando el hallar en una plantación una hoja más para proceder contra el propietario contraventor, el cual sufrirá los perjuicios consiguientes, con pérdida de la cosecha y multa de 80 pesetas por hectárea de terreno plantado. El i.° de Septiembre deberá quedar terminado el desbotona- miento de las plantas, y el 15 de Octubre la recolección. En 30 de Junio de cada año debe quedar todo el tabaco alma- cenado en las Aduanas ó vendido al Estado, Compañía Tabaca- lera ó al extranjero, cuya operación justificarán los cultivadores presentando el documento que así lo acredite en la Delegación de Hacienda de la provincia donde solicitaron la concesión, reco- giendo un resguardo que les sirva de garantía. Los que para la época fijada no hubieran cumplido los requisi- 145 tos expresados en el articulo anterior, serán considerados como contrabandistas, y se procederá contra ellos en la forma que las leyes determinan. Cuando el tabaco sea conducido á los depósitos de las Aduanas, pagarán los dueños una cantidad por reconocimiento y precinto, y además 50 céntimos por cada 100 kilogramosy por almacenaje. Los cultivadores de tabaco están obligados á permitir la ins- pección por los empleados que el Gobierno designe de sus tierras y domicilios, secaderos y demás dependencias anejas á la explo- tación, para que comprueben si el cultivo se realiza en las condi- ciones á que la concesión les obliga.» La organización del cultivo del tabaco en Francia se estableció por decreto de Napoleón I, expedido en 29 de Diciembre de 1810. Existen en los 22 departamentos autorizados para la produc- ción del tabaco 30 almacenes de recepción y fermentación, distri- buidos en los centros productores y servidos por personal agro- nómico competente, á las órdenes de un Director de cultivos. Con un año de prioridad y en el curso de Enero, fija la Admi- nistración el número de hectáreas que se han de cultivar el año siguiente, estableciendo para cada departamento los tipos de ta- baco que se exigen, y los precios á que se pagarán al agricultor las cuatro clases en que el Centro técnico clasifica las hojas. Existe un reglamento general de cultivo publicado en cada de- partamento por la Prefectura, á la que debe solicitar la correspon- diente autorización todo particular que quiera cultivar el tabaco . Las plantaciones deben hacerse en lineas regulares, dejando sobre cada pie el número reglamentario de hojas, de tal suerte que los empleados puedan á cada momento hacer la cuenta exac- ta de las que toda la plantación comprende. La recolección se realiza en otoño, y después de quemadas las hojas inútiles, tallos, etc., se procede á practicar la desecación y clasificación del tabaco en los cuatro tipos antedichos. En el mes de Eneró se transportan las hojas á los almacenes, en donde se hace la recepción y se confirma la clasificación por una Comisión compuesta de los representantes nombrados por los plantadores, el personal agronómico encargado del cultivo en el departamento, y el personal industrial, á cuyo cargo corre la cla- sificación por cuenta de la Administración pública. 146 Hecha la entrega, el pago se hace al contado, variando los pre- cios entre los limites que dijimos al ocuparnos de los precios medios. Según datos oficiales de la Dirección general de Manufacturas del Estado que tenemos á la vista, el monopolio de tabacos ha producido al Gobierno francés los beneficios siguientes: Cantidades vendidas Beneficio líquido AlsrOS Kilogramos Francos 1811-14 55-897-975 93.355-842 1815 9-753-537 32.123.303 1816 10.355.219 33-355.321 1817 II. 598. 561 39.182.994 1818 II. 670. 173 41.705.861 1819 II. 104. 628 41.412.893 1820 .. 12.645.277 42.219.604 1821 12.395.750 42.279.004 1822 12. 261. 761 41.950.997 1823 12.419.435 41.584.489 1824 12248.034 43.129.723 1825 12.822.859 44.030.453 1826 11.707.962 44.933.057 1827 II. 198. 505 45.728.983 1828 II. 327. 091 46-385.633 1829 11.070.722 45.632.490 1830 II. 169.554 46.782.408 1831 11.084.370 45.920.930 1832 10.977.829 47751.597 1833 II. 301. 940 49.230.280 1834 12.395.539 50.843.714 1835 12.774.635 51. 700. 181 1836 13.592.197 55.629.540 1837 14. 143.791 59.028.912 1838 14.826.206 61.682.425 1839 15.671.594 66.001.841 1840 16.018.495 70. III. 157 1841 16.507.033 71.989.095 147 Cantidades vendidas Beneficio líquido Kilogramos Francos 1842 16.853.580 73.804.142 1843 17.069.263 77-368.735 1844 17.448.202 79 -499 -379 1845 18.458.816 82.534.494 1846 18.824.933 85. 961.080 1847 18.928.397 86.391.198 1848 18.358.252 85.271.053 1849 18.338.573 85.136.106 1850 19.218.406 88.915.001 1851 19.994.771 94.689.813 1852 40.492.527 98.746.319 1853 21.509.730 105.168.428 1854 29.909.581 lio. 315. 287 1855 24.530.093 113. 816. 271 1856 25.778.071 120.975.140 1857 27.574.919 125.996.477 1858 28.303.174 129. 119. 804 1859 28.601.789 129.660.348 1860 29.580.668 143.762.793 1861 28.240.765 163.345.094 1862 28,547.464 167.773.492 1863 29.444.965 170.873.914 1864 29.937.617 177-732 -435 1865 30.122.030 177.920.728 1866 30.582.776 183. 579. 311 1867 31.245.396 190.245.158 1868 31.380.057 190.096.827 1869 32,574.407 197.210.865 1870 31. 349. 131 169.285.302 1871 26.969.564 168.108.535 1872 27.031.625 218.720.336 1873 28 . 342 . 582 238 . 116 . 744 1874 29.127.094 243.782.555 1875 30-373-6I3 254.547.464 1876... 31.498.008 262.328.550 148 Cantidades vendidas. Beneficio líquic Kilogramos. Fraíleos. 1877 32.175.864 268.653.124 1878 32.240.864 262.661.812 1879 32.618.996 276.247.400 1880 33-513.000 284.130.000 En Bélgica el cultivo del tabaco es libre, lo mismo que la intro- ducción y venta del procedente del extranjero, sujetándose uno y otro al pago del impuesto ó derechos establecidos. La tasa relativa al primero se basaba, según ley de 28 de Julio de 1879, en la superficie destinada á su cultivo, señalando un tanto fijo por área; pero por ley posterior, fecha 31 de Julio de 1883, se cambió el sistema de tributación sujetándolo al número de plantas á razón de 0,03 francos '^^u en general; 0,25 francos cuando cada 100 hojas no lleguen á dar, por término medio, 6 kilogramos de producto, y 0,02 francos si el rendimiento no alcanza á 5 kilos. Tolera la Administración 125 plantas sin gravamen alguno en. las dos primeras clases y 150 en la última; concediéndose la exen- ción del pago del impuesto á los agricultores que dediquen el ta- baco para la exportación. El cultivo del tabaco en los Países Bajos es libre, sin que se halle sujeto á distinta legislación que los demás productos agrí- colas. Esta libertad hace que la fabricación de tabacos sea uno de los ramos más florecientes de la industria holandesa, aumentando cada día más su comercio de exportación con Alemania, Suiza, Inglaterra, Bélgica y la India, adonde solamente el año 1885 se exportaron 102.000 kilogramos. En Italia el decreto de 19 de Octubre de i885 permite el cul- tivo del tabaco bajo bases semejantes á las impuestas por el Go- bierno francés, debiendo el agricultor, al solicitar el permiso del cultivo, expresar si el tabaco lo destina á la exportación ó á las fábricas del Estado. En Portugal, por decretos de 13 de Marzo de 1884 y 3 de Mayo de 1886, se autorizó el cultivo del tabaco por vía de ensayo en la 149 región vitícola del Duero, devastada por la filoxera; hasta el 31 de Diciembre del año i8go. En Alemania, donde se permite también el cultivo del tabaco, la contribución que sobre él gravita, produjo: 1876-77 1 .474 . 125 marcos. 1881-82 II. 655. 615 » 188586 10.577.638 » El recargo que sufrieron los derechos de importación de los tabacos extranjeros con el espíritu proteccionista mal entendido de estimular la producción nacional dio como siempre resultado contrario, produciendo las Aduanas en 1876-77 13 . 149 . 597 marcos. 1881-82 25.043.491 » 1885-86 34.333.211 » Últimamente, y en vista de que la superficie ocupada por las plantaciones disminuye, se ha sustituido el impuesto en la forma en que se recaudaba, imponiéndole sobre el peso de la cosecha embalada. En Suecia, Hungría y Suiza el cultivo es asimismo libre, y no están sometidas las tierras dedicadas á tabacales á impuesto dis- tinto á los demás cultivos. Según los datos publicados en 1885, el número de fábricas de tabacos en Europa era el siguiente: Alemania 4 . 000 Holanda 300 Suecia 95 Dinamarca ' 69 Austria- Hungría 37 Italia 15 España 7 Rumania 2 Se pueden calcular los rendimientos fiscales de la renta de ta- bacos en «1887 del modo siguiente: 150 Alemania 10.673.300 marcos. Estados Unidos 26 .062 .400 duros. Inglaterra 9-376.093 libras esterlinas. Italia 102 . 000 . 000 liras. Rusia 20 . 204 . 500 rublos. Austria-Hungría 57 . 500 . 000 francos. Francia 292.000.000 ídem. España 90 . 000 . 000 pesetas. bibliografía Ed. Garfiñes The Triall of Tobacco. — Londres, 1609. y. Neander Tabacologia. — Lugduni. — Batavorum, 1622. B. Stella II Tabacco. — Roma, 1669. 5. Paulli Treatise on Tobacco. — London, 1746. P. Winther Tobaks-plantning, — Kjoebenhavn, 1773. jf. 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