K^^, GEinr or JoCCIEIBIRILíSi^ WÍ^Íií^t'-^n- p®s "í.rtx:.>€^./<í '«..rv. ''.. .SC^^ ■'<;^<:^< «•,/%_ t. >V^>> ,(^\^xr^ ^ ESTUDIOS ESPAÑOLES Xo^ irakjos Okügrá^coB 33 E X^A. m DE mum V o V Pnnuel de la !§m\\t g (©lea !^ í ü i 1 1 a « « ** « Gift of J. C. Cebrian Es propiedad. Queda hecho el depósito que marca la ley. CENSURA ECLESIÁSTICA ' Excmo. é limo. Sr. Habiendo examinado, en cumplimiento de la honrosa comisión que V. E. I. se dignó confiarme, la obra titulada Trabajos Geográficos sobre la Casa de Contra- tación DE Sevilla, escrita por el Sr. D. Manuel de la Puente y Olea, no tan sólo nada hallé en la misma con- trario al dogma y á la moral, sino que juzgo su lectura muy útil, pues ha de contribuir eficazmente á poner de relieve la pureza de los sentimientos cri.stianos y la grandeza de ánimo de aquellos verdaderos héroes que con su cooperación, ya intelectual, ya personal ó material, realizaron aquellas tan altas empresas, que hoy todavía son el asombro del mundo entero. Pláceme consignar además que la obra tiene un sabor eminentemente sevillano, lo cual sirve para enal- tecer grandemente á esta hermosa Perla del Betis, que conserva con justo orgullo en su seno ese inapreciable tesoro de la Casa de Contratación, de cuyos archivos ha sabido con tan ilustrado acierto, sacar el autor esa riqueza de citas y documentos que nos manifiestan bien á las claras cual fuese el móvil y las generosas aspira- ciones de los que realizaron aquellas tan atrevidas ex- pediciones. Este es mi humilde parecer, que someto al ilustrado criterio de V. E. I. — Sevilla tres de Noviembre del año mil novecientos. Con el más profundo respeto besa el pastoral anillo de V. E, I. su atento servidor y humilde Capellán, Pedro "íH cal done &x>cmo. u. &ivnio. Si. flLz-í.O'^io'po de. Sañíta. 747G59 PRÓLOGO E¿ deseo de estudiar ¿a Minería de ¿os Españoles en América, cuya his- toria es durante trescientos años la historia de la Minería española, condujo al autor al Archivo de Indias de Sevilla. El examen de algunos documentos le llevó á estudiar los trabajos geográficos de la Casa de Contratación, y re- cientes hechos históricos han determ.inado la coordinación de los datos que constituyen el presente trabajo. La Patria Española sedienta de justicia, reclama en efecto la cooperación de los suyos, nos hejnos creído obligados á contribuir con nuestro óbolo, y esta es la causa muy principal para la pu- blicación de nuestra bien intencionada tarea. Verdad es también que á parte de las referidas razones, dentro de la historia humana, tiene la historia del Saber ttna importancia creciettte, que corresponde por cierto á la creciente importancia de la Ciencia, y que es justificada razón para que con verdadero empeño recaben en su favor los Pueblos cultos, los servicios qtu prestaron á la Ciencia, y su respectiva participación en las conquistas del Saber hutnano. No existe, que sepamos, un estudio especial y de conjunto de los trabajos científicos de la Casa de Contratación, Institución oficial y creada por el Estado Español, á la que pertenecieron y en la que prestaron sus servicios algunos de los más ilustres navegantes, en. la época memorable que inmedia- tamente siguió al descubrimiento de América. Y por cierto, lo merecía sin duda la empresa entonces realizada, mediante las sucesivas expediciones á descubrir, aprestadas y organizadas por la Casa de Sevilla ó por sus Pilo- tos y N^avegantes, coronada en i§22, por el regreso á Sevilla de Sebcístián Elcano tnandando la famosa nao Victoria, después de haber dado la pri- mera la vuelta á la Tierra, y de cotnprobar así su forma esferoidal, y cuyo primer recotiocimiento fué acompañado y seguido del primer estudio geo- gráfico de las nuevas tierras y mares entonces revelados á la Ciencia, y á la Humanidad consciente. No se limitó en efecto á la exploración y navegaciótt primeras, la obra entonces realizada. Desde un principio fué encomendada y correspondió tam- bién á la Casa de Sevilla la formación de las primeras Cartas de las nuevas tierras, cuya considerable labor geográfica, y de conquista por cierto para los conocimientos humanos, fué iniciada por los ttavegantes,y continuada des- Jmés por los Cosmógrafos de la Casa. Y juntamente con estos trabajos, debiéronse á los hombres ilustres que á la VI PRÓLOGO Casa de Contratación pertenecieron, otros variados y muy importantes Estu- dios y observaciones científicas que trataremos de exponer y que manifestados en parte con ¿os suyos por Gonzalo Fernández de Oviedo en su famosa obra, ó bien en la del P. José de Acosta (i^^o), hicieron decir á Alejandro Hum- boldt: tEl fundamento de lo que hoy llamamos física del globo, prescindiendo tde las consideraciones matemáticas, se halla en la Historia Natural y Moral de cías Indias, y asimismo en la obra que publicó Gonzalo Fernández de Oviedo^ «veinte años no más después de la muerte de Colón.» t Desde la fundación de las sociedades, agrega el sabio alemán, en época t ninguna se había ensanchado tan repentinamente y de modo tan maravi- «Uoso, el círculo de las ideas, en lo que toca al movimiento exterior y á las re- «laciones del espacio» (1). Y sin embargo, como el abandono de los españoles ha sido tal, he- mos de consignar que no obstante su importancia, los trabajos científicos realizados por los de la Casa de Contratación, eran en los tiempos de Ale- jandro Humboldt, poco menos que desconocidos. Consta el presente trabajo de tres partes: las Expediciones á descu- brir, y los Estudios geográficos, á los cuales y por las razottes que á su tiempo decimos, hemos querido agregar un examen del prim,er enrique- cimiento de la Fauna y de la Flora americanas, llevado á cabo por los españoles, pero con la cooperación muy considerable del Estado^ y por lo tanto de su representante ó agente en Sevilla, la Casa de Contratación, y acerca de la respectiva exposición de estas tres materias queremos cotí- signar aquí algunas observaciones. Exajninainos tan sólo entre las Expediciones á descubrir, las dirigidas ó intervenidas por los Pilotos y navegantes de la Casa, por cuya razón no damos aquí cuenta de las expediciones no organizadas por la Casa ó por sus navegantes. Y termina esta primera parte con la expedición, que mandada por Magallanes, y con la cooperación de varios de los más atitiguos pilo- tos geógrafos de la Casa, fué organizada en Sevilla en JJip, para continuar las exploraciones detenidas en Jjió por la muerte de Solís. Así entendem,os procede, porque aparte de la expedición de Loaysa, que no fué organizada en Sevilla sino en la Coruña, la ulterior exploración del Pacífico no fué hecha desde Sevilla, ni por el Canal de Magallanes, sino desde los puertos españoles del Pacífico, aiMique ciertamente con la intervención de los pilotos de hidias. No obstante la importancia que para la historia de la Ciencia geo- (l) C'osmos — París 1846-1849, tomo II, pág. 315. PRÓLOGO vn .gráfica tienen ¿as expediciones á descubrir organizadas ett ¿a Casa, ó por sus Navegantes y sus Pilotos geógrafos, preciso es reconocer que no existe una versión generalmente aceptada acerca de las misjnas, reinaiido por el contrario entre los autores el más completo desacuerdo acerca de este im- portante asunto. Por esta causa, y no existiendo tampoco las Relaciones de los viajes anteriores al de Hernando Magallanes, se hace preciso, si hemos de llegar á una versión en lo posible documentada^ y que pudiera ser gene- ralmente aceptada y aceptable^ examinar un número considerable de docu- mentos que sin ser las Relaciones de dichos viajes, se refieren á ellos, á su or- ganización, ó á los navegantes que en ellos tomaron parte, y cuyo preciso examen podrá acaso sin esta explicación parecer demasiado prolijo á los lectores. Constan los Estudios que forman la segunda parte del examen de los trabajos cartográficos de la Casa y más especialmente de los que fueron el resultado de las expediciones á descubrir antes examinadas, y por los cuales se obtuvo la primera representación de la costa atlántica del IVuevo Mundo hasta el Canal de Magallanes. Aunque menos circunstanciadamente exami- namos también las disposiciones dictadas para hacer en las Cartas de la Casa la primera representación del litoral del Pacifico, como se realizó hasta el Cabo Mendocino, en el hemisferio boreal. A continuación tratamos de examinar otros Estudies y trabajos debidos á los Pilotos y a los Cosmógrafos que d la Casa de Contratación pertenecie- ron, y que dada la época en la que fueron hechos, tuvieron no poca importancia para el primer conocimiento físico y geográfico de la Tierra. Limitamos este examen á la época primera, ó sea hasta la terminación del siglo X VI en el qtie tuvieron dichos Estudios un marcado carácter de prioridad, y una inne- gable importancia científica, y porque fueron hechos antes de que en el siguiente siglo X Vil se hiciese más general para otros Países el estudio de aquellas regiones. Compréndeitse entre ellos: Las Cartas esféricas, y el primer Islario general del Mundo por el Cosmógrafo Alonso de Santa Cruz. Las observaciones astronómicas del Piloto Andrés de San Martin. Las corrientes del Atlántico y su primer estudio por el Piloto Andrés Morales. Los prifneros estudios del Magnetismo terrestre. El libro de las longitúdines por Alonso de Santa Cruz, Los esfuerzos y estudios hechos para obtener la determinación de la longitud por Andrés de San Martín, Hernando Colón, las f untas hispano- portuguesas de Yepcs y las convocadas por el Consejo de Indias. VIH PRÓLOGO Y ¿os trabajos y estudios para determinar ¿a Longitud por varios pro- cedimientos, y entre ellos por la observación de los eclipses lunares, por los relojes precisos y concordados y el método de las distancias lunares. Terminada antes que esta la parte relativa al enriquecimiento de la Fauna y de la Flora americanas, reconocemos haber coordinado y conclui- do con cierta precipitación esta parte relativa á los Estudios de la Casa, y en la que más especialmente necesitamos de la benevolencia de nuestros lectores, debido esto á nuestro deseo, que no sabemos aun si se verá lo- grado, de terminar la publicación del presente trabajo, antes que ter- mine el Congreso Hispano-americano que se celebra en Madrid. Finalmente, porque completa la historia de las más interesantes tareas de la Casa, hemos querido agregar en la parte tercera de nuestro traba- jo el examen del primer enriquecimieiito hecho de la Fauna y de la Flora americanas, con la cooperación muy principal de su agetite la Casa de Se- villa, á cuyo Archivo pertenecen, aunque no sean cotnpletos, los más inte- resantes y bellos documentos, que d esta honrosísima y gloriosa obra de Es- paña, se rejieren. Por poco necesario, y atm injustificado que á primera vista parezca, creemos por desgracia que dada la mania política que há largo tiempo aqueja á los Españoles, nos es indispensable consignar aquí, que el respeto, la conside- ración, y á veces la justificada admiración, sentida y manifestada hacia los Hombres ó las Instituciones que esto hicieron, no obedecen en •modo alguno al deseo de hacer una supuesta propaganda ó defensa de idea política deter- minada, á cuyo asunto deseamos permanecer en un todo ágenos. Cuales- quiera que las nuestras fueran, ni ha de exigirse que las tnanifestemos aquí, ni son del caso para ntcestros fines.. Pero no se pretenda tampoco, que por seguir d la vulgar corriente, prescindamos de hacer justicia á los que la merecieron, ni que para marchitar la merecida gloria de los Hombres, las Leyes y las Instituciones de la antigua y grande España hay atnos de juz- garlos aquí, tío con arreglo á los criterios de ayer, en los que vivieron y des- arrollarott su actividad., sino con los criterios, ideas y doctrinas de hoy, mu- chas de ¿as cuales no conocieron, y que tampoco hubieran podido practicar. Si asi lo hiciératnos, creeríamos haber realizado una obra injusta y falsa, é incompatible de un todo con nuestra conciencia y mtesíra razón. Menos se espere, que por servir á apasionados criterios, tíos separemos de lo que los hechos ó los documentos ttianiftesían, para seguir el tnuy hollado camitio, que á rutitiarios escritores se tía lar a, la difamación secular hecha de España. Retablo de la Casa, Belliiíma Tabla atribuida á tlejo Fernández LA CASA DE CONTRATACIÓN Ó CASA DP] INDIAS DE SP] VILLA ; I su CBEACIÓN I 503 Factoría, á juzgar por su nombre, pero Tribunal según su organiza- ción y atribuciones, fué creada esta Casa y Audiencia de la Con- tratación, por Cédula de Isabel la Católica dada en 14 de Enero de LA CASA DE CONTRATACIÓN 1503, (1) apenas los sueesivps viajes de Cristóbal Colón, Juan de la Cosa y Vicente Yáñez Pinzón revelaron la importancia de las nuevas tierras occidentales, antes tan ignoradas, y que no sin razón, fueron llamadas entonces, el Nuevo Mundo. Fueron los primeros Jefes de este organismo de variadas funciones y, al propio tiempo, los primeros Jueces (2) de su Tribunal ó Audien- cia, el Doctor Sancho de Matienzo, perteneciente al Cabildo Catedral de Sevilla; el jurado de dicha Ciudad Francisco Pinelo, fiel ejecutor de los Reyes en Sevilla; y el contador, que era de la Armada de Indias, Ji- meno de Briviesca., designados respectivamente para los cargos de Tesorero, Factor, y Contador ó Secretario del nuevo Centro creado, *'pev00naer IjáMU* »j i>e buena fatna" según la frase empleada por los Reyes en las primeras Ordenanzas dadas á la Casa (3), seis días después, en 20 de Enero del mismo año. Tanto Pinelo como Briviesca venían trabajando, hacía tiempo, en la organización de las armadas para el Nuevo Mundo. En cuanto al Doctor Matienzo, parece debe atribuirse su designación á sus condicio- nes personales y á la completa confianza que en él depositaban los Reyes. Murió á poco Jimeno de Briviesca, y sustituyóle en el cargo de Contador Juan López de Recalde que lo desempeñó durante largo tiempo. En cuanto al genovés Francisco Pinelo, paisano y grande amigo de Cristóbal Colón, que lo menciona en sus cartas (4), desempeñó su cargo hasta su muerte, ocurrida en 1507, (5) y fué reemplazado en su cargo por el Comendador de Rodas D. Pedro Ochoa Isasaga. ElégidJDr jpara el cargo de Tesorero, al tiempo de establecerse la Ca- sa, presidió como- Jefe de la misma sus trabajos el Doctor Sancho de Ma- tienzo, hasta su ñauerte, ocurrida en 1521, prestando, por tanto, su coo- peración á las más importantes empresas geográficas organizadas en Sevilla, desde las que, al crearse la Casa de la Contratación, fueron dirigidas por Juan de la Cosa, hasta la organización y despacho de la famosa armada de Hernando Magallanes al que, en 1518, defendió animosamente en un tlía de motín, con peligro de su propia vida. (1) Archivo de la Casa en el de Indias. De su libro «Libro de Títulos, Reales Cédula» y Orde- namos tocantes á esta Real Audiencia y Casa de la Contratación de las Indian.» Estante 16, cajón 4, legajo i/in tomo 1." En lo sucesivo, expresaremos sólo los respectivos números del estante, ■cajón y legajo. (2) Hasta que se agregaron después Jueces Letrados. (3) Colección de documentos del Sr. Navarrete, tomo 2." página 'SSS y siguientes. (4) Carta de Cristóbal Colóu á su hijo Diego. De Sevilla á 1." de Diciembre de 1504. (6) En 21 de Mayo, según consta en su lápida sepulcral de la capilla del Pilar de la Catedral da Sevilla en la que este ilustre genovés está enterrado. LA CASA DE CONTRATACIÓN Hasta el establecimiento posterior de las nuevas audiencias de América, tuvo esta Audiencia la jurisdicción de aquellos países y enten- dió también en muchos asuntos administrativos que correspondieron más adelante al Consejo Supremo de Indias que, como el de Castilla, el •de Italia y el de Irlandés, residían en la Corte. Creció naturalmente muy luego la importancia del Consejo de Indias, pero conservó la Casa •de Sevilla, no sólo la jurisdicción marítima, sino también el conocimien- to de cuanto se refería á la navegación oceánica, objeto muy principal de la creación de la Casa que, según Anglería, (1) fué ^levantada úni- camente para los negocios del Océano. » Reemplazaba la nueva Audiencia de la Contratación, en algunas de sus funciones, á los antiguos Almirantes de Castilla y á su Tribu- nal de Almirantazgo que, establecido en Sevilla desde el siglo trece, había tenido, hasta entonces, la jurisdicción de los asuntos marítimos ó -de allende el mar, que ahora decimos de Ultramar, y en su local, precisa- mente en el cuarto, ó sea departamento, de los Almirantes, fué estable- cida la Casa de Indias, al tiempo de su creación (2), como consta «n los documentos de su archivo, y consigna también el docto histo- riador de Sevilla D. Diego Ortiz de Zúñiga, según el cual, era Sevilla *la residencia de la Almirantia y de su Tribunal de Almirantazgo, esta- ■blecido en un cuarto del Alcázar, que se dio después para la Casa de Contra- tación.* (3). La historia de los importantes trabajos geográficos de la Casa de Sevilla, verdadero Almirantazgo de los mares, durante la época memo- rable de su primera exploración, trabajos que principalmente fueron encomendados á los Pilotos de dicha Casa, y llevados á cabo en las naves aprestadas por la misma, presta al examen de los documentos, que, de dicha Institución nos restan, un interés tanto mayor, cuanto que, sin dicho estudio, la historia de los descubrimientos marítimos es incompleta ó falsa, y su exposición carece, por completo, de la singular -claridad que, con el examen de los referidos documentos, manifiesta. (1) DécAdas tomo 2.°, página 146. El milanés Pedro Martin de Angler(a, autor de dichas Décadas, pertenecía al Consejo que entendía en los asuntos de Indias. (2) Aunque, por la Cédula de su creación, disponía la Reina que se hiciera la Casa en las Atarazanas, &, virtud de nuevos informes, dispuso, en Junio del mismo año, que se instalas* en el Alcázar Real cuya construcción dirigían los arquitectos de la Catedral Alonso Rodrí- ,gaez y Diego de Rozas. (3; Anales civiles y Eclesiásticos de la ciudad de Sevilla, por D. Diego Ortiz de Zúñiga, 'Oaballero de Santiago y veinticuatro de dicha Ciudad. Año de 1677, página 376. LOS DESCUBRIMIENTOS ESPAÑOLES II CARÁCTER DE LOS DESCUBRIMIENTOS ESPAÑOLES ' I ■ uvieron los descubrimientos hechos desde España, tanto en el 1 Atlántico, como en el Pacífico, un carácter absoluto de inven- ción (1) ó sea de revelación de lo desconocido, esto es, de conquista y ad- quisición para los conocimientos humanos, que no ostentan todas las exploraciones líiarítimas de aquel tiempo. Nada, en efecto, más dife- rente, bajo todos sus aspectos, que los resultados obtenidos por ambas naciones peninsulares, tan luego como, á seguida del descubrimiento del Nuevo Mundo, llegaron sabiamente á un acuerdo los Reyes Católicos y el monarca D. Juan II de Portugal, mediante el tratado de Tor- desillas (2), celebrado en 1494, entre unos y otros gobernantes. Merced á este sabio convenio, en vez de destruirse ambos países con perniciosas rencillas, emprenden con noble emulación á Oriente y á Occidente la investigación de sus respectivas demarcaciones, obtenien- do en ellas, como liemos dicho, muy diferentes resultados. ■ Rebasadas las salvajes costas africanas, antiguas civilizaciones y culturas ostenta- ban los países orientales, á los que habían arribado las naves de Portu- gal. De ello, darían elocuente prueba, ricas'sederias, preciados bronces y cerámica maravillosa para los europeos. Grandes ciudades, asom- brosos monumentos, tapices y tejidos, puertos con comercio, navega- ción y navegantes expertos, y por último filosofías y literaturas desco- nocidas casi, para los europeos, serían los ricos y cultísimos frutos obte- nidos de la gloriosa navegación de Vasco de Gama. Nada de esto podía, en cainbio, esperarse encontrar en las inmen- sas tierras del Nuevo Mundo exploradas por España, en las que, aparte de las interesantes, pero rudimentarias culturas de México y del Perú, no descubiertos sino más tarde, podían admirarse sólo las maravillas de la naturaleza. Como de las riquezas metálicas de estos dos Países no hubo noticias en los primeros años, y las Antillas tardaron algo en corresponder con su producción agrícola, que fué la positiva fuente de (1) De invenire, tallar, encontrar. (2) En 7 de .Junio de 1494, por el que se trasladaba á más de trescientas leguas al Oeste de las Azores el meridiano 'límite del Pontífice Alejandro VI. — Colección Navarrete, tomo 1.",, página 430. '.. ■ ^ : ■ ,. - • <;< LOS DESCUBRIMIENTOS ESPAÑOLES SU riqueza, de aquí que el Nuevo Mundo no bastó en los primeros años, para los gastos que ocasionaba, no pudo enriquecer á Colón y mermó, como verdadera calamidad, el Erario de Castilla. El éxito obtenido por Portugal en sus exploraciones fué sin duda de mucho más inmediatos resultados, no sólo para su comercio y riqueza, sino para las artes, la industria y la cultura humanas. Pero, si es justo reconocerlo asi, no lo es menos que, bajo el punto de vista científico, los descubrimientos orientales no tuvieron el carác- ter absoluto de revelación y de invención que caracteriza al descubri- miento y exploración del Nuevo Mundo, por las naves españolas. Los países del extremo Oriente habían sido visitados, entre otros viajeros, por Marco Polo (1). La India era ya conocida en Europa, desde la pu- blicación de la obra geográfica y los mapas de Tolomeo, y durante la Edad Media, existían navegaciones y corrientes comerciales, más ó me- nos difíciles con los pueblos del extremo Oriente, á los que parece haber debido Europa, entre otros descubrimientos, la aguja imantada, el papel de hilo y la pólvora, por medio de los navegantes y los mer- caderes árabes que hacían también llegar hasta Europa las especierías de las Molucas. Estas corrientes comerciales eran recíprocas, como lo consigna el sabio geógrafo arábigo-español El-Edrisi (2), manifestando en su obra geográfica (1150) que, así como las especierías de las Molu- cas llegaban á Málaga, del mismo modo las frutas, pasas é higos de raya de esta región eran llevadas hasta la India Oriental (3). El aislamiento del hombre en el Nuevo Mundo era en cambio tal, que, como consigna el anglo-americano Prescott, los peruanos, que no tenían otro medio de consignar las ideas que los quipus, ó sean flecos de distintos colores <5on muchos nudos, no tuvieron ocasión de conocer la escritura geroglífica que, al menos, poseían los mexicanos. Por último, la separación é incomunicación con el Mundo antiguo había sido tan completa, que manifiesta bien claramente el carácter de revelación que tuvo su descubrimiento. El Nuevo Mundo carecía de los vegetales más preciosos, y eran en él desconocidos el trigo, la cebada, el olivo, el na- ranjo y los más ricos árboles frutales, como también la mayor parte de las hortalizas. Tan infranqueable barrera había sido el Océano, que el (1) Los viajes de Marco Polo fueron impresos en casi todos los países de Europa y eran, por tanto, conocidisimos. (2) Discípulo de las Escuelas de Córdoba, y de la familia reinante en Málaga, y destronada en una de las muchas revueltas que destrozaban y dividían á los árabes españoles. (8) Ensayo bio-bibliógrafo de los geógrafos é historiadores españoles, por el Sr. Pons y Boigues. Madrid 1898, página 238.— Obra premiada por la Biblioteca nacional.— Datos de la traducción de Edrisi por los Sres. Dozy y Goege. — Leyden 1866. 2 LOS PILOTOS GEÓGRAFOS Y LOS COSMÓGRAFOS hombre carecía allí de los animales más iitiles y, por esto el caballo, la vaca, la oveja, la cabra y otros de los animales más necesarios al hombre habrían de ser, lo mismo que los antes citados y otros mil útiles vegetales, dones riquísimos, manantiales perennes de riqueza con los que España habría de enriquecer y transformar muchas de las re- giones del Nuevo Mundo. III LOS PILOTOS GEÓGRAFOS Y LOS COSMÓGRAFOS DE LA CASA DE SEVILLA 1J staba inmediato á la Casa el antiguo arsenal de las Ataraza- ^ ñas (1), fundado por Alonso el Sabio, en el que se debían aprestar, ó por lo menos organizarse, muchas de las más importantes expedicio- nes á descubrir, y en el que se almacenaba y disponía todo lo necesario para las navegaciones á Indias. Pero además, estuvo encomendada á los navegantes de la Casa de Sevilla, la dirección de las expediciones á descubrir, que este era su nombre, para llevar á cabo la exploración primera del Atlántico y del Pacífico, en la época que inmediatamente siguió al descubrimiento de América y á la muerte de Colón. Para tan importantes fines, pertenecieron á la Casa de Sevilla di- versos técnicos y navegantes, que recibieron el nombre, hasta cierto punto impropio de pilotos, nombre debido á su cargo de dirigir, más bien que las naves, la navegación á aquellos países, ó bien por su proce- dencia y elección entre los más acreditados pilotos de la navegación oceánica. En aquellos tiempos, en los que comenzaba la navegación al Nuevo Continente, no había aún cartas marítimas de los nuevos países, y los instrumentos de observación eran aún tan imperfectos, requería sin duda conocimientos muy especiales el cargo de piloto, sobre todo en astronomía y cosmografía, y así vemos al Sr. Rico y Sinobas, en su estudio de los Libros Alfonsies, calificar de astrónomo práctico al piloto de la Casa de Indias Andrés de San Martín, y astrónomo sevilla- no le denomina también el italiano Pigafetta en la curiosa relación de (1) Y próximo también, creemos que inmediato á la histórica Torre del Oro, el antiguo muelle de que hacen mención Bernal Díaz del Castillo, Antonio Pigafetta y otros escritores de aquel tiempo. LOS PILOTOS GEÓGRAFOS Y LOS COSMÓGRAFOS aquel famoso viaje. En realidad, estos Pilotos de la Casa de Sevilla, Algunos de ios cuales uo navegaron más, después de su nombramien- Pilolos £eó£riiloii de la l'asa. -ToDiados di* sn KelabU to, y que en Sevilla como en el mar hicieron la Geografía, deben principalmente ser calificados de geógrafos, y como tales los considera- remos aquí. Correspondió taiubión á esta Institución la misión de consignar en mapas y cartas, que fueron los piimeros y, durante cierto tiempo loa únicos en Europa, los resultados de los grandes descubrimientos geo- gráficos que en el siglo XVI aportaban sin cesar á dicha ciudad, ya las expediciones oficiales organizadas y costeadas por el Estado, ya los demás navegantes y exploradores españoles á su regreso á Sevilla, pun- to obligado para ello por las disposiciones vigentes, habiendo sido for- madas por esto en dicha casa las primeras cartas algo completas de la Tierra. Lo mismo que los descubrimientos marítimos, tuvo este primer ■estudio geográfico de los Países y Mares revelados un carácter tan ab- 8 LOS PILOTOS GEÓGRAFOS Y LOS COSMÓGRAFOS soluto de adquisición para los conocimientos humanos y para la forma- ción de la Ciencia geogrática, que hace innecesario poner de manifíesto su importancia. Fueron encomendados estos trabajos científicos á los Pilotos Ma- yores de la Casa (l), auxiliados por otros Pilotos de nombramiento real (Pilotos reales que dice Herrera) (2), y más tarde por los Cosmó- grafos de la Casa de Sevilla, y en sus Mapas y en sus Cartas marítimas, que fueron corregidas repetidas veces, se ordenó por diferentes Cédu- las reales consignar todos los cabos, islas, puertos y bajos que se des- cubrieran y pudieran situar. Para el estudio de los grandes mar-es nuevamente conocidos ó explo- rados hicieron más aún los olvidados sabios, que á la Casa de Sevilla pertenecieron, y de ello nos dan testimonio aún el conocimiento de las corrientes del Atlántico por el Piloto Andrés Morales (3), los estudios del Cosmógrafo Alonso Santa Cruz para la determinación de las longitudes, su Islario general del Mundo, sus estudios acerca de las variaciones de la aguja imantada, reuniendo en una carta las variaciones observadas por los portugueses en las Indias orientales (4) y los relativos al Nuevo Mundo consignados en sus obras por los Catedráticos de Cosmografía de la Casa, Jerónimo de Chaves y Rodrigo Zamorano, que por pertene- cer al siglo XVI, tuvieron indudable carácter de prioridad respecto de los hechos en otros países. Observaremos, sin embargo, que ninguna de las más importantes funciones jurídica ni científica de la Casa de Sevilla se expresan, ni es- tán comprendidas dentro de su denominación oficial de Casa de Contra- tación, nombre que correspondía, principalmente al objeto de contratar y de reunir las provisiones y suministros necesai-ios para la colonización emprendida entonces por el Estado en las Antillas y dirigida por Colón en los primeros tiempos, sistema que fué pronto abandonado, dándose (1) Ya, antes de la creación de este cargo en 1598, habían sido encomendadas estas investiga- ciones y las expediciones á descubrir á Juan de la Cosa y Vicente Yáñez Pinzón, pilotos de la Casa. (2) Piloto del Rey, se titula Ledesma, en su declaración de 1513 — Pleitos de Colón, tomo 1.°, p&gina 260. —Piloto de S. M. son denominados Andrés de S. Martín y Rodríguez Serrano, en los documentos de la expedición de Magallanes, de que formaron parte. (3) Décadas de Angleria tomo 2." página 294. — La opinión de este piloto acerca del torrente del mar, que llaman los ingleses corriense del golfo, es notablemente completa en lo que al Atlántico y al hemisferio boreal se refiere. Las Décadas fueron publicadas en 1530 en Alcalá de Henares, con un prólogo de Nebrija . (4) Para lo cual hizo este cosmógrafo un viaje á Lisboa en 1545. Los trabajos de Santa Cruz acerca de las variaciones de la aguja preceden siglo y medio á los que con respecto á este mismo asunto hizo el astrónomo inglés Hallay en 1698. LOS PILOTOS GEÓGRAFOS Y LOS COSNÓGRAFOS ' 9 en adelante mayor amplitud á la iniciativa y á la acción de los particu- lares. "|ftlan^t»tnítft, biccn lo&llctjc» en [tx& pvitnevñ» cviienan- |rt» ^a^a0 á Irt ffioen, c\ixc ttx la Cin^(t^ ite Sevilla »e lia^a'xtna caeit itc ©otttrrttttcióu, v^va qttc f« ella &e ^Jitcban veco^ev to- bttft Irte ntevcttbf rtao c «tantctttntiento» é toboe i£r« ttftarejjOtf» ífttc fttf trrn ntcnc^tcx*, ^titrnt pvowcfv tí»i*a lo txece^avio é la ®j<»n- tvtttrtción í»c ln0 IJubirt»." 1 1) Abandonados luego los procedimientos que en 1603 eran seguidos, y creados el comercio y la contratación de los particulares, que hicieron también hasta la conquista, conservó sin embargo, la Casa de Sevilla, 8u nombre primitivo de Casa de Contratación, nombre que, sobre no ser apropiado ó al menos deficiente, es causa de indudable confusión res- pecto de los más importantes fines de esta Institución, calificada como hemos dicho por Anglería, de Casa del Océano y que precisamente no expresa los trabajos científicos por ella realizados, objeto principal de nuestro examen. No debe extrañar por lo tanto que no empleemos siem- pre esta denominación usando frecuentemente la de Casa de Indias (2), ó simplemente Casa de Sevilla, como alguna vez hace el cronista He- rrera, (3) ó se lee en importantes documentos (4), denominaciones en las que pueden comprenderse mejor los estudios y los trabajos geográficos que nos proponemos examinar. (1) Colección de documentos de D. Martín Fernández Navarrete — tomo 2.° página 285. — Or- denanzas de 20 de Enero de 1503. — Adoptamos para los documentos, en los que principalmente fandamos nuestro trabajo, este carácter de letra que los distingue mejor del texto. En bellos caracteres de esta clase están escritos, por ejemplo, los Libros de Tesorería de la Casa, en )& época del Doctor Matienzo ^ 1502- 1521), que tantas veces citaremos aquí. (2) Domu» indica, del sabio autor do la Bibliotheoa hispana, Señor Don Nicolás Ajitonio. (3) En su Década primera, págiua 218. (4) Casa de Sevilla, se dice en el escrito citado por el Señor Picatoate, dirigido á dicha Ins- titución y á la Universidad de Mareantes de Sevilla en 1579, del que á su tiempo nos ocupare- mos, pidiendo la adopción de un Meridiano único. 8 10 SUCESOS EN CASTILLA litkel la Citlili», InMm de la fas» U f»Dtrataeiéi. IV LOS SUCESOS DE CASTILLA.-MUERTE DE LA REINA ISABEL— FERNANDO EL CATÓLICO SE EMBARCA PARA ITALIA. 1504— 1506 Fueron de tanta importancia los graves acontecimientos que apenas fundada La Casa se sucedieron en Castilla, y afectaban de tal modo á los que realizaban los descubrimientos, y á los que dirigían los asuntos públicos, que se hace necesario examinarlos aquí. Poco sobrevivió Isabel de Castilla á la creación de la Casa. Que- brantada, desde la muerte del Príncipe D. Juan, único varón entre su8 hijos, murió en el otoño de 1504 aquella ilustre mujer, sostenedora eficaz de los proyectos de Colón, y fundadora con Fernando V de la Unidad nacional de España. El respetable milanos Pedro Mártir de Anglería, á cuyo testimonio hemos de acudir tantas veces que de largo SUCESOS EN CASTILLA * 11 tiempo conocía á la Reina, y que. asistió á su muerte, escribe de este suceso: (1) ♦'grt pluma ftc tne cae í>c Itte tnauír» »j tnia ftterjn» iis&fa- Uccen á itnpwlcuj» tie ^eniUnienta; el xnitnito Ijn íjerbibo «tt or- ntttnctttí» nxáü pveci^&o, »j &u pévttiittx nú «oler i»cbftt Uof rtirltt l00 fflija«<»Uft, á tíwicnce trtíttc tiempo ijabíit cí»nbitcibíJ pov el cttíuint» he la alovia, ftinc» tobas la» nacionee ite la tS^vi^tian- tfaii, povíine eva empelo beti>í>rte Uta ttltrtitlíce, el amparo he lo» inacentí» tj el freno í»e loe ntaltíaboft; no fté (\xte ijaija IjaUiho Ijeroina en el mttnbo, en lo» antíjíitoa, ni e»t loa tnoí>erno«r ttentpo», que nterefea ponerle en eotef o cott eeta incotnpara- ble mnfer." Reciente aun la muerte de la Reina, á fines de 1504, llegaba á Sevilla Cristóbal Colón de vuelta de su último viaje al Nuevo Mundo. Ya desde que en 1502 lo emprendía el Almirante, la enfermedad de gota que padecía, postraba ó inutilizaba cada vez más al ilustre Des- -cubridor, cuya última expedición había sido un continuo sufrimiento, habiéndole acompañado por ello en dicha navegación, además de su hermano Bartolomé, su hijo Don Fernando, adolescente aún de unos trece años, y que compartió entonces con el Almirante los peligros y las fatigas de aquella navegación á lo largo de costas desconocidas y hostiles. La muerte de la Reina de Castilla, ocurrida después de la de su hijo el Príncipe heredero, cambiaba por completo la gestión de los asuntos públicos. La Coiona de Castilla recaía en la Infanta Doña Juana (2) casada con Felipe de Boigoña, madre ya de Carlos V, y perturbada ya también. Femando de Aragón no reinaría ya en Castilla, y dejan- do también antes de mucho á España se embarcaría en Barcelona (3) para atender á los asuntos de Italia, en la que las armas victoriosas del Gran Capitán castellano Gonzalo de Córdoba ofrecían tan ancho cam- po á su experta diplomacia. Fué la princesa proclamada Reina, el mismo día en que murió su Madre. Convocáronse las Cortes de Castilla y, el 11 de Enero de 1606, fué jurada la nueva Soberana, incapacitada también por su locura, y (l) En su carta á Fr. Hernando de Talayera. C2) La hija mayor de los Reyes Católicos, casada con Don Manuel de Portugal, tuvo un hijo llamado á gobernar en toda la PeníiiHula, p«ro por desgracia murieron la madre y «1 niño, por lo que pasaron los derechos & D.* JaftiM y al da Borgoña. (3) En Septiembre de 1606. 12 SUCESOS EN CASTILLA designado el Monarca de Aragón, su Padre, (1) para Gobernador y Regente. Pero en vano, Fernando V, que había gobernado en Castilla du- rante treinta años, cooperando al descubrimiento de América y á la conquista de Granada ,luchó por conservar la gobernación y por evitar también que recayese en un Príncipe joven y extranjero, pues que la verdadera Reina, su hija D.^ Juana, estaba loca. Su Regencia no fué aceptada por su yerno el de Borgoña, ni tampoco por los más poderosos magnates de Castilla, y desde un principio aparece acaudillando y diri- giendo á los descontentos el inquieto é intrigante D. Juan Manuel, que tenía á la sazón el cargo de embajador de Castilla en la Corte de Borgo- ña; la situación de Fernando V en Castilla fué bien pronto insostenible,^ y cuando en Abril de 160(j desembarcaban en la Coruñalos nuevos soberanos salió á su encuentro brillante tropel de cortesanos y de ambi- ciosos magnates, que podían espei'ar mucho más del que llegaba, que no del experto y rígido Monarca de Aragón. Tan olvidado y relativamente solo aparecía en Castilla en aquellos momentos el conquistador de Granada, como Cristóbal Colón, terminando en aquellos días en Valla- dolid su gloriosa existencia. Ante tan crítico estado de cosas, se acordó la celebración de una entrevista ó conferencia entre ambos Príncipes, la cual tuvo lugar en lá Puebla de Sanabriael 20 de Junio de 1506, esto es treinta días no más después de la muerte de Colón, y esta entrevista fué una última manifes- 'tacióñ, bien clara y terinínante de cual era, desde hacía tiempo; la situa- ción de Fernando Vén Castilla. '' ' ' Teinieron los descontentos, que su jefe el de Borgoña; fuese arrolla- Üo {Joi" lá superioridad y el prestigio de Fernando V y formaron en tor'- no suyo poderosa hueste que le acompañase al lugar de la entrevista, acorüpañamiento qué, según el historiador Lafuente, formaba singular contraste con la sencillez y actitud de D. Fernando, acompañado sólo del íhiqu'e' dé Alba j y unos doscientos caballeros y oficiales, montado* todos en mulos y sin armas de combate. Es, sin embargo, tan expresiva la escenaj qué temernos parezca preconcebidamente relatada para el fin que nos proponemos y preferimos por ello transcribir aquí los término» kiismos eii qué el Sr. Lafuente, en su Historia General de España y sin relacionarlo con la vida de Colón, refiere gráficamente este suceso (2). ''i'fi) ''DteponfiBulá Réiná eii »ü testamento que si á su muerte no estaba en Castilla su Hija, •qüeSáSe"'pór útiíoo Administtador y por Regente Don Femando. , ü (2) Lafuente. — Historia general de España; — ^Madrid 185S— tomo 10.— página 278.-^El autof señala las autoridades según las cuales traza esta escena. SUCESOS EN CASTILLA ' 18 * Saludáronse, dice, ambos Reyes con mucha cortesía. Observóse, no obs- tante, que mientras Fernando mostraba cierta alegría y jovialidad en su rostro, el semblante del archiduque revelaba cierta mezcla de timidez, de se- riedad, y de recelosa esquivez, que parecía descubrir el convencimiento de su inferioridad. Los nobles de su séquito no pudieron resistir al natural impul- so de acercarse á rendir «n homenaje á Fernando, el cual á todos los recibía y hablaba con mucho donaire y gracejo. Al tiempo de besarle la mano el Conde de Benavente, le abrazó el Rey, y como sintiera la armadura y cota que lleva- ba debajo del vestido, le dijo, sonriéndose: Mucho has engordado Conde — y como observase lo mismo en Garcilaso de la Vega, su antiguo embajador en Roma; Y tú, también, Garcilaso. — Señor, le contestó el de la Vega, doy fé á Vuestra Alteza de que todos venimos así. — Cuando llegó el Duque de Nájera, seguido de sus dependientes armados; Tú, Duque, le dijo en tono festivo, nun- ca te olvidas de lo que debe hacer un buen capitán. — Así procuraba disimular el político Fernando, la pena de ver trocados en enemigos, los que poco antes, le habían acatado tanto, y muchos de los cuales le debían no pocas mercedes. » Pero es sabido que de estas enseñanzas, tiene no pocas la Historia. Ocultó el Monarca su amargura, y sin que se le permitiese ver á su Hija, pasó á Tordesillas, donde muy luego, el 1.° de Julio, renunció todos sus derechos y facultades en favor de su yerno el de Borgoña^ sin que intentase, ni por un momento la resistencia, que era la guerra civil (1). Siguieron unidos á la Corona de Castilla el Nuevo Mundo y el Reino de Granada, aunque en no poco á él se le debieran y la más exquisita prudencia y circunspección caracterizaron entonces los actos todos de Fernando V, glorioso Fundador con Isabel de Castilla de la Unidad Nacional. Más solo, dijo Fernando, menos conocido y con mayor contradicción venía yo por esta tierra, cuando vine á ser Príncipe della, y Nuestro Señor quiso que reináremos sobre estos Reinos para algún provecho suyo. De vuelta en Aragón, el 4 de Septiembre de 1506, se embarca en Barcelona Fernando el Católico á fin de atender á los asuntos de Italia, pareciendo con su elevada conducta, haber aspirado el Monarca á conseguir que no se destruyese la obra principal de su vida, la Unidad Nacional de E.spaña y así lo consiguió. Hombres como Fer- nando de Aragón no dividen los Pueblos, ni fundan Patrias de cam- panario, sino del tenor de la que había do regir más tarde su nieto Carlos V. (1) Tomaron á grande ag^-avio los pueblos de Castilla el pronto enlace de D. Fernando con la bellísima y joven Germana de Foix, de sólo diez y nueve años. 4 14 MUERE CRISTÓBAL COLÓN Tal y no otra era la situación de Fernando V en Castilla en este año de 1506, en el que se extinguía la vida de Cristóbal Colón, y á no ser Don Fernando Monarca de Aragón y poderoso en Italia, no cabe duda que su suerte hubiera sido harto precaria. ¿Se tiene en cuenta de algún modo esta situación por los novelistas, digo por los historiadores de Colón, cuando tan severamente juzgan la conducta de este gran gober- nante? En general absolutamente para nada, y aun es lo más frecuente, no hacer siquiera mención de lo que en Castilla ocurría. eristdkal mi. M Retaklt ü la Casa. MUERTE DE CRISTÓBAL COLÓN. 1506 Todas las amarguras parecían en efecto haberse acumulado sobre el Almirante en los últimos días de su vida. Su postrero y penosísi- mo viaje á las regiones del Nuevo Mundo en las que su genio siempre soñador trataba de situar el Paraíso, había sido sólo un fracaso. Colón MUERE CRISTÓBAL COLÓN 16 y los suyos fueron rechazados por aquellos naturales, habiendo salvado la vida su hermano Bartolomé y los que le acompañaban, merced al animoso sevillano Pedro de Ledesma, que fué después Piloto de la Casa de Indias. Las Antillas no correspondían aún á los esfuerzos hechos, y la vida de Colón, como con frecuencia ocurre á los humanos, terminaba tristemente antes de disfrutar y aun de conocer siquiera toda la impor- tancia de los descubrimientos realizados. Para mayor desventura, á su llegada á Sevilla había fallecido la Reina Isabel y vacilaba, y termina- ría pronto la gobernación de Fernando V en Castilla, debiendo reem- plazarle un Príncipe completamente extraño para Cristóbal Colón. Pero, si todas estas desdichas son ciertas, no lo es en cambio que Colón, ni sus hijos estuviesen olvidados ni abandonados en el corto tiempo que sobrevivió el Almirante al regreso de su último viaje, no obstante las criticas y azarosas circunstancias que sobrevenían en Castilla. Así es que, á pesar del tiempo transcurrido, quedan aún pruebas de que en aquellos años, precisamente entonces, eran solicitados el favor y las recomendaciones de Cristóbal Colón en la Corte, como consta que lo hacía el florentino Américo Vespucio que, en Febrero de 1505, obtenía del Almirante una carta con tal objeto (1). Consta igualmente que en 6 de ese mismo mes de Febrero escribía Colón á su hijo D. Diego, que residía en la Corte, gestionase que en el indulto Real de la Semana Santa que se aproximaba fuesen incluidos dos reos que recomendaba á Colón el Licenciado Cea, indultos estos que, por su corto número y muchos solicitantes, fueron siempre difíciles de obtener sin poderosas intercesiones (2). En este mismo mes de Febrero, expide Fernando el Católico una Cédula, ordenando se permita á Colón viajar en muía ensillada, cosa en aquel tiempo rigurosamente prohibida por una pragmática (3) que tenía por objeto la protección de la cria caballar. Esta Cédula que por su forma manifiesta las consideraciones que á Cristóbal Colón se guar- daban, dice así: (1) C*rta de Colón en 25 de Febrero de 1505. (2) Según antígaa costumbre, que se corserva en España am el aoto de hacerse la «doraeida de la Cruz el día de Viernes Santo, concede el Rey como jefe de Estado el indulto de un corte número de reos sentenciados. Para ello, según la ceremonia usada, sobre los procesos de log favorecidos, extiende el Monarca su mano, y dice en alta voz: < Yo lo» perdono, para que Dio» me perdone. Ha sido siempre difícil la obtención de estos indultos solicitados á veces para muy g^raves penas. Colón dice á, su hijo que encargue el asunto á Diego Méndez, pero est« no «ra lutdie en la Corte sino por aer amigo y servidor de Colón. (3) Navarre te, tomo 2.', página 304 — Dada en 1494 y recordada en 1601. 16 MUERE CRISTÓBAL COLÓN " ^0v cuanta t)0 &0t) infar nt(tí»a pixte t»o*, el ^Imivante ^, ®i?i<ítot>íil ®<»l¿tt e&tai& ini>i»t»tt«on gíictío Cíolon, J^i- tobo el 0V0 é otras coette í?cv*tc»tccicutf e al Mcljo ^^Itnintntc »u paitve fitetrt aqui á cí»n lo irc ttttuí abclrmti* le pcftcnecic^e, pava qite él ííxte&(t frtccv ó iti'&potxev t>e tobo ello lo c\xxe c^xiaieve^ épovbiexx txxvie&e, é xxoxx fitiiabco cube ál»~-$ccl)tt en la ttUla he litiUrtfrrtnctt ti bo» Mrto be 3^unic« be 150(3.— ||á, el |lctj." Tal fué el último é importante acto de Fernando de Aragón res- pecto de la familia del Descubridor, poco antes de abandonar la gober- (1) Navarrete tomo 2.° página ')51. — Esta Cédula fué presentada y causó efecto en los anti- gaos pleitos de la casa de Veragua. (2) En el testamento de (/olón, hecho catorce dias antes, no se hace referencia alguna k esos planes ó proyectos matrimoniales. 6 18 MUERE CRISTÓBAL COLÓN nación de Castilla. No parece sin embargo, que estas órdenes fuesen acatadas, ni atendidos los buenos deseos de Don Fernando por su yerno el de Borgoña^ porque consta que bien pronto escribió D. Diego á Fer- nando el Católico, que se encontraba en Ñapóles, quejándose de ello y hablándole de pasar á Italia en busca sin duda de su protección. Así se deduce de la contestación dada por D. Fernando, que original se con- serva en el archivo de los Duques de Veragua y que dice: (1) vne&tva cctvta, tj Ijáxne peaaita itelú qxxe í»ecte, crnc allá no &e Ija fecijci bien ccm tt^ft* ^ne&tva veniba acá á nxe ^erviVi voa tenao ntttctjí» en «cruicia, íj no ce tnene&tevy pttc» mi iba allá &evá pV0nt0f placienbo á ^ioe |lttc«tra ^eñov^ ^e ^ápoleüjá 26 be ^ovientbve be 1506— ^á, el |letj/' No podía aún saber en Ñapóles Fernando V la enfermedad del de Borgoña y se refería á su próximo regreso al Reino de Aragón por él regido y adonde podría más fácilmente ir desde Castilla el hijo de Colón después del acto, bien significativo, de acudir á él DonDiego en busca de protección y de justicia. En cuanto al poco acatamiento de las órdenes dadas por Fernando V en favor de la familia de Colón, no debe extrañar ni causar tampoco sorpresa alguna, porque según consigna el historia- dor Lafuente, uno de los actos del de Borgoña en su carta gobernación fué dar orden á uno de los tesoreros para arrendar parte de las rentas pertenecientes al de Aragón. Pero, habiendo llegado noticia de estos propósitos hasta el insigne castellano Jiménez de Cisneros: tel digno Prelado, dice el citado historiador, se apoderó de la orden, la hizo pedazos y presentándose al monarca, le expuso en términos severos, la injusticia que cometía y el descrédito en que, con tales medidas, iba á caer en el pueblo. Fe- lipe, agrega Lafuente, cedió al ascendiente del Prelado» (2). La dislocada gobernación del de Borgoña explica bien que, como en su carta al hijo de Colón manifestaba D. Fernando, pensase el Mo- narca de Aragón en disponer su pronto regreso á la Península. Mueito enaquellos días Felipe de Borgoña, retrasó su regreso el de Aragón, que no llegó á Castilla hasta 1507, y hecho cargo de nuevo de la gobernación, es uno de sus primeros actos la separación de Ovando, y en el año siguien- te de 1508 hace que se inicie una Información para deslindar los derechos de D. Diego de los de la Corona Real ó sea el Estado. Pero como la marcha y tramitación de este proceso, con su necesaria infor- (1) Colección Navarrete, tomo -2.°, página 355. Original en el Archivo del Duque de Veragua. (2) Lafuente, Historia general de España, tomo 10.°, página 299. MUERE CRISTÓBAL COLÓN 19 mación, habría de ser larga y difícil y no de un resultado inmediato, dispuso Fernando V que, sin esperar á su terminación, se embarcara desde luego Don Diego para la Española y se hiciese de nuevo cargo de su gobierno, en sustitución de Ovando. La Cédula, que está dada en Arévalo á 9 de Agosto de 1508, entre otras cosas, dice secamente: (1) ,,© pov e»ta tniCttvta, nta«i»x> á ^on^vetj lUciJlafir he íDtran- i>o, ®u»ne»tbtt&i?v «tatjor iie ^Icántava nti £HJbertttti>or be la» ificljae |)»tí«trt&, (]ue, iaxx lus^o cúnic fitcrc r«ii«etril>o, ein tne tná» trcquevir ni confiultav, i>¿ xj entve^xxe al bicljo Jllwitrttnt* (^, gitciií?) Irt0 vttvrt» tte txlccxlhia» é al0Uttcilct?0O» te iota» la* Mcl}aSA Sin Pedre imúki lelmo (Sao Teioiol Falraio do Iiií« navtgantei. Del Retablo de la tm. LA8 EXPEDICIONES A ÜESCUBRIK JUAN DE LA COSA LAS CAPITULACIONES 1504 — 1506 Aparece Juan de la Cosa en los Libros de la Casa, en el año mismo de su creación, antes que ningún otro navegante de importancia, y debe por tanto ser considerado como su primer piloto geógrafo, el que fué también autor en 1500 de la primera Carta geográfica relati- va á las costas del nuevo Continente. Ya en Marzo de 1503, se ordena por una Real Cédula, fueran pa- gados á Cosa ciertos maravedises por su haber de pilotaje y mareaje en unión de Gonzalo de Lorca ya difunto (1), y en el siguiente mes de Abril es nombrado por la Reina Isabel Alguacil mayor del Golfo de (1) Archivo de la Casa en el de Indias— 1H9— 1—4— Eu 3 de Marzo 1503. JUAN DE LA COSA 21 Uraba, por él descubierto, en unión de Rodrigo de Bastidas, y cuyo cargo ejercería como lugarteniente de la persona designada para ejercer el de Gobernador ma3'or. En la Cédula en que se nombra á Juan de la Cosa indícala Reina algunos de los servicios prestados por este nave- gante y dice: (1) ».»..";p».tx- Ititccx* bien é inevcet» á uo», ^mtu be Ici ffiofirtt, vecino ttel^nevtoifeBctxxta^XavKX, itcrttattín» ttltiituo» st^t^tiictt»» qxtí %ne lírtbtift fccljn, ee^i^ciitintente i?0vi|ite pov nxi txxciixitaiio é á vxxe^Xva costa, é tx-abrtfo, é tititcljo pcltiix*o, é x'xe^^o í»ettu?atvtt :pevoc»urt, rttnií*rt»t* á bcacitUvU* exx lae ^íavtest ite lae |)ní»irt» el Maífo te ^trttbtt, iexxQO pov b'xexx^ é e& xxxi xnevceii «te." En el mismo año, es designado este navegante para una delicada comisión geográfica. Tz'atábase de expediciones enviadas desde Portu- gal al Nuevo Continente por aquel Monarca, yerno de los Reyes Católi- cos, y desearon estos conocer discretamente, si había ó nó razón para hacer las correspondientes reclamaciones, y fué por esto Juan de la Cosa á Portugal, como se consigna en el asiento correspondiente hecho en el libro de Tesoiería de la Casa, que dice: (2) .....^,rt ^uttti iiela ®<ífta, ext 22 be ^eoetoi»© 1503, Mej iritcctínj« ite ovo pava saber necx^etaxxxetxte iiel viaie citte lo» povtxx0xte«ie& l)icxei:otx á la& %}xxt>xa& con cttatra xiavioa ite boniíe tvix\evoxx tse tíxtelta ÍU&ÍCH9 poi: e&clavoii é bx*ct«il, é xtolxyievon otva xxei á Ijacer: otvo xtiafc á la xniüxxxa txevva,^' cuyos dos viajes acaso puedan preferirse á los dos en que tomó parte Américo Vespucio. Marchó Cosa á Portugal, y parece que fué allí dete- nido y preso, pero muy luego puesto en libertad, y desde Sevilla pasó á la Corte á dar cuenta á la Reina, como consta también por el asiento correspondiente hecho en el mismo libro y que dice (3): ^^3^1 i>tcl)0 SíMrtu ite la (Ho&a en 33 be !^eptienxbi:e be biclfo año, ocljo bncabo» be ovo pava xv á la ©urtc á infovxnav á la ^eixxa xxxxe&tva i^exxova be lo qxxe sxtpo en ^ovtxx^al, cevca bel t»Í£tf* SttSiJbicijO." Hizo entonces y llevó Cosa á la Reina dos cartas de marear, acerca del desempeño de su comisión, como consta por el asiento relativo al pago hecho de: •*...».ba& cavtrt* be xnaveav qxxe bió á la ^«itta nueatva §^e- ñova é pava eit sratiofticcián be loa caxnixxoa qne Ijiio á ^ov- il) Archivo de la Casa ea el de Indias 139-1-4. — Dada en Alcalá de Henares á 3 de Abril de 1603. (2) id. de la Ca«a en el de Indias— 3!t-:5— '/«. Afio de 1503. (3) Id. id. id. S 22 JUAN DE LA COSA ttt0ai é á la ®<»v*tc, ^obve el avi&o í»cl bva&il é inMo» que lo» p0vttt0ue»c» Jjabtan trttií»o«" Estos asientos, hechos en Septiembre de 1503 y las Capitulaciones siguientes hechas con Cosa, manifiestan que no hizo este, como se ha creído, ninguna navegación al Nuevo Mundo en 1503. Ultimadas sin embargo las negociaciones antes entabladas firmáronse, en Febrero de 1504, las Capitulaciones con este navegante (1) para una expedición á la costa de Cartagena, y en ellas se le autorizaba para que pudiera ir: "♦««con i»*»* 0 Xve& navix0&, ó I0& (\xxe tnáa cjwtftictríírcBr U«- vaVi á vxxs^ixa co^ia é tnittción, á laa tUvva» é i»la& íre lct& pevla» é al Qclfo im |tv*(tbct é á otva-» cxxale»qxxxeva Ueictsr é ^ie- vva ftvtne bel ttiav ®céa%x0, qxxe estátt ínjfircitbictrtcte 0 p0v i>e&- cxxbvxvt c0n tal Cfue 1x0 aeatx la& C[ne be^cxxbvió ^on ©trietobctl ffialítn, ^Unit*ttnt« bel íticljo nxav ®ccéatx0, xxi la» i&la^ tj tievva fivxne cixxe pevtetxe^can al ■íeve%xx&ixn0 |letj be ^0vtxx0al nne»- tv0 tnxxxj cav0 é ««ttj atnaho ijift»» entexxbie&e aqxxellaa cixxe e&- txxvieven betxtv0 be I0» Ittnite» Cfue^ exxtve |la& xj @l e&táxx &e- ñalab00 ^." Esta prevención hecha á Juan de la Cosa, que acababa de entender precisamente en un asunto análogo, la veremos constantemente repro- ducida en toda Capitulación relativa á regiones que pudieran aproxi- marse á la demarcación de Portugal, y de conformidad con los docu- mentos están los hechos, según los cuales, fueron los gobernantes españoles honrados y celosos guardadores del tratado de Tordesillas celebrado con Portugal en 1494. Encargábase también á Cosa, en es- tas Capitulaciones, que pagase religiosamente cuanto en las tierras ex- ploradas tomase, se le autorizaba para rescatar ó sea para cambiar mercaderías por oro ó plata y debía además reconocer las riquezas na- turales de aquellos territorios, así animales y vejetales, como metáli- cas, y con este fin se le decía en las Capitulaciones que procurase obtener: **.„«<»t?a é piala, é ^vaxx^evxa», é 01x0» xxxeXale», é aliófav é pevla» é pxebvaü preciaba», é tnonatritoa, é pe&caba», é axxe», é e&ipecxevxaei é bv0Qxxevxa é 0tva& c0&a» be cualquier 0éxxev0 é exxalibab Cfxxe aeaxt ctc," Correspondían las anteriores líneas á las escasas indicaciones y noticias, que acerca de las nuevas tierras continentales había sido posi- (1) Archivo de la Casa en el de ladias 139^1 — i — En 14 de Febrero de 1504. Esta Cédula está titulada en el Libro, Asiento y Capitulación que se tomó con Juan de la Cosa para ir á. descubrir. JUAN DE LA COSA 23 ble obtener hasta entonces, ya de la expedición del mismo Cosa con Bastidas, que en el año 1501-1502 había podido traer además de algún oro, perlas menudas ó sean aljófar, ya con las noticias que acerca del mismo Continente se habían podido obtener en la expedición hecha por Vicente Yáñez en su viaje de 1499-1500, refiriéndose al cual dice Anglería (1): * Encontraban á cada paso árboles muy grandes que producen natural- mente la caña canela. Cuentan que ésta no es superior á la que, los calentu- rientos piden á los farmacéuticos, pero no estaba aun madura cuando iban de viage.y *Se halló, dice también, un animal monstruoso (algún marsupial) con cara de sorra, cola de mono, orejas de murciélago, manos como de hombre, pies de mona, que á donde quiera que va, lleva sus hijos en un vientre ex- terior amado de bolsa grande.* De este animal trajeron vivo (2) un ejemplar y tenía uno disecado el diligente y estudioso Anglería, que temeroso quizás de no ser creído á causa de su pintoresca desciipción. « Aquel animal aunque muerto, agrega al Cardenal de Aragón á quien dedica el libro, le viste conmigo, tú mismo le diste vueltas y admiraste aque- lla bolsa.* A falta de los productos del arte, que no se encontraban aún, lla- maban poderosamente la atención las producciones de la naturaleza y existía un verdadero deseo de conocer cuanto encerraban aquellas tie- rras que engrandeciéndose sin cesar ante las naves, demostrarían la po- sitiva existencia de un nuevo Continente y decíase por esto áCosa en las ya citadas Capitulaciones. ,,item, qtte be&pixéer be Uciiaho á lue biclja» lelrt» &e&cttbifr- ttt0 ó pov írcscitbxñr, é ottlíiíK» lí» c\xte lyaxj sn ellcta, Ixtcti»? noe cit- tfiexj0 una Relación pctvct que tteantt»» lo tjtte á nxte^tvd «crwi- ci0 cxxttxplc,^* Esta Relación no se ha conservado, como tampoco ninguna otra de las relativas á las expediciones á descubrir, que organizadas en la Casa, ó dirigidas por sus Pilotos geógrafos, precedieron á la famosa de 1519 emprendida por Magallanes y terminada por Elcano. Y su falta obliga á limitarse, en cuanto á los documentos, al examen de los que subsisten relativos á la organización de las respectivas armadas, ó al (1) Décadas de Anglería, tomo primero, página 329 y siguientes. (2) Trajeron también una hembra viva, según consigna el 8r. Navarrete, con sus crías, que murieron pronto. 24 JUAN DE LA COSA de los que resultaron de su regreso en los libros de Contabilidad de la Casa, los cuales tan sólo de un modo indirecto, suelen suministrar algunos antecedentes. II EL VIAJE 1504— 1506 Emprendió su viaje Cosa en unión de su socio Juan de Ledesma, llevando cuatro navios y fué con ellos también el navegante An- drés de Morales, tan celebrado por Anglería y que fué también más ade- lante Piloto geógrafo de la Casa de Contratación. Según el cronista Oviedo, que parece haber dispuesto alguna Relación contemporánea, se dirigieron primero á las islas Canarias, navegaron luego con rumbo al mar de las Antillas y desde las primeras islas fueron en demanda del nuevo Continente y de la Región de Cumaná que reconocieron después de haber tocado en la isla Margarita próxima al Continente y descubier- ta ya por Cristóbal Colón. Costeando hacia el Oeste llegaron al Puerto de Cartagena, en el que se encontraba ya con sus naves el Cristóbal Guerra que, provisto de una Capitulación análoga á la de Cosa había salido poco antes para es- te litoral. Este encuentro de la Cosa con Cristóbal Guerra y sus naves en Cartagena, habla en favor de los esfuerzos realizados por los de la Ca- sa para conseguir una cierta avenencia entre ambos navegantes como les había recomendado Isabel la Católica en su Carta de Julio de 1503 (1) en que les dice: "Jlcrui ijtt frtMrtíío xtn ©vtstcrbrtl ©itfvvrt, c\ne ijit iho oiva t»e? á la caetrt be ia» pevlaít, iiicientfo cixxe qxxxevett iv á avttxav tj fxmtttrsc con el l>icljo ^mtu ^c la (Coeit pava iv al Mcljí» via\e é iiice qixe pobvatx atttbt>4s funtav* í>icf ó boce navioa tj cjucl ic\xxe él) con la& 0ite ttattic*-* if á í>c catniíto pav la ca&ta i>c la» pev- la& trefircrttáttí»í»lrt, t) hcapitee, allá &e funtará cí>tt Jínan tfe la (1) Archivo de Simancas, legajo de la Cámara n.° 42. De Alcalá á 5 de Julio de 1503. JUAN DE LA COSA 25 Hicióronse, como hemos dicho, las Capitulacioues con este nave- gante, y á cierto acuerdo entre ambos, parece que pueda atribuirse este encuentro en Cartagena de ambas expediciones que tanto podrían nece- sitar de un mutuo auxiUo. Como no era fácil que trabajasen unos y otros sin que se suscitasen peligrosas rivalidades, quedó en Cartage- na Guerra y continuó Juan de la Cosa su navegación al Oeste á lo lar- go de aquella costa llegando asi hasta el golfo de Darien, en cuyo río Grande hizo Cosa una excursión y obtuvo en los rescates algunas inte- resantes piezas de oi'o labrado. Hallábase aún Juan de la Cosa en Darien cuando llegó en busca suya desde Cartagena un batel con varios tripulantes de la Capitana de Gue- rra que se había abierto, según decían, por haber tocado en una laja ahogándose muchos de sus tripulantes. Enviaron los de Guerra en busca de Juan de la Cosa otra nao á la que pertenecía el batel que trajo el aviso, pero dicho buque hacía tanta agua que, no pudiendo mantenerle á flote, embistieron con él en tierra donde quedó encallado y desdo el que su capitán, que parece se llamaba Monroy y era nacido en Triana, enviaba este batel que tuvo la suerte de encontrar á Cosa y de pedirle auxilio. Acudió á dárselo el navegante montañés pero, según refiere Oviedo, era tal el estado de sus propias naves que le fué también pre- ciso encallarlas, y tuvieron que guarecerse en tierra bajo toldos más de doscientos expedicionarios de los cuales, según el mismo escritor, vol- vieron los menos á Castilla. De un modo análogo se ven desaparecer destruidas casi á un tiem- po las naves de Nicuesa y las de Hojeda y salvarse ó pedir socorro los que sobrevivían por medio de buques construidos en aquellas playas con los herrajes de las perdidas naos. Debíase esta destrucción á pequeños organismos, desconocidos antes para los españoles que los llamaron broma, los que á favor de la elevada temperatura se multiplicaban al infinito y destruían con increíble rapidez la madera de las naves. Hiciéronse por esto diversos ensayos en la Casa -y empezó entonces á emplearse el proteger los buques con láminas metálicas, que fueron en un principio de plomo (1), y algo más tarde de cobre. Acampados cerca del mar los expedicionarios y sin los alimentos de Europa, fueron bien pronto atacados de fiebres y otras enfermedades siéndoles difícil el acceso de los bosques por el uso que aquellos natura- les hacían de las flechas envenenadas, á cuyas heridas no se conoció en (1; Las primeras naves que se emplomaron en la Casa fueron dos de la expedición de Pedro- Aria» en 1514, como á su tiempo veremos. 7 26 JUAN DE LA COSA un principio curación alguna, y que eran por esto casi siempre mortales. En tal situación, hubieran perecido todos ano haber determinado Cosa la construcción de dos bergantines, en ios que pudieron hacerse de nuevo á la mar. En tan flamantes naves, y después de penosa travesía, llegaron á la isla de Jamaica reducidos sólo á cincuenta los que sobrevivían, y per- dido uno de los bergantines, envió Cosa el otro con los más enfermos á la isla Española para pedir que los socorrieran. Pero en tanto que estos socorros llegaban, faltaban aún graves riesgos que arrastrar á los que con Cosa quedaron, pues viéndolos los indios en tal estado, trama- ron atacarlos y apoderarse también de sus armas. El gran número de naturales que acudía reveló á los de Cosa sus intentos, por lo que determinaron, como en otro tiempo hiciera Colón en Veragua, apresar cuatro de los más importantes caciques para tenerlos como rehenes y garantía de sus vidas en tanto que desde la Española llegaba el espe- rado socorro. Hiciéronlo así y pudieron por esto regresar vivos á la Española los que sobrevivían á tantas penalidades, que no eran muchos. En el asiento del Libro de Tesorería (1) relativo á la fundición del oro que trajeron se encuentran consignados algunos escasos pero precisos datos de este viaje y se hace mención de: »*t»itrict«i líiejtt» »j i>0ü Ijrtcijtts ite evo xj xxxt citcibal x) aliófav tftt? gíttan iic la ffio»ct cavxtñxx xj otvoü avxxtattovea c0xxt\fañev0& &xtxjoa tvxtxevoxx &el triafc c\xxe fué á la co»ta xy ©alfa be |(ra;ljrt can cuatvo xxaxñc»,^* Este interesante asiento se encuentra extendido en el Libro del Doctor (2) del día dos y otro del once Mayo de 1506, en cuya fecha se conoce estaban ya de regreso Juan de la Cosa y los que con él volvieron á Sevilla. No fueron, sin embargo, fundidas todas las piezas de oro, pues vemos que en el mes de Septiembre pagó el Doctor (3): **el pcix:te bí xtxxa cavia ext la qxte el |letj nttc«tt?í» ^eñatr piite jextviexx el atabal, la cavátula xj la lyaclja qxxe ^xtaxt í»e la ^ú&a Ija tvaii>0 í»el trictf c qne fué á lie»cxxbviv al galftx ite ^JLva- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2 — i/^. Año de 1506. (3) Con este titulo se designaba en la Casa al Señor Matienzo y así lo manifiesta el antiguo Libro original de Cédulas de la Casa (41-6->/g4), en el que el documento se lee continuamen- te anotado al margen de cada Cédula la persona que llevó original. Esta persona era gene- ralmente el interesado en la misma, pero la mayoría de estas, que no tenía carácter personal conservaba el Jefe de la Casa y la nota del margen dice generalmente: «Llevó el original el Doctor». Con este título lo designaremos también aquí. (3) Del mismo Libro de Tesorería En tres de Septiembr» de 1506. JUAN DE LA COSA 27 Y cuyas piezas se habían conservado sin duda, por su mayor méri- to y trabajo. Estas hachitas de oro eran como dijes ó jugxietes y venían á tener algo más de un marco de peso. Además,, y según en el mismo Libro consta, entregaron Cosa y sus socios en la Casa unos 491,000 maravedises como quinta parte que pertenecía á la Corona en el pro- ducto de los cambios y rescates obtenidos á tanta costa y trabajo. De mayor importancia eran sin duda las exploraciones realizadas puesto que, desde el Golfo de Darien y á continuación del litoral qu« Vísjefi de (rislóbitl foléD. minuciosamente había sido reconocido por Cristóbal Colón, en la Amé- rica central, había sido costeado también con detenimiento su conti- nuación desde el golfo de Darien hasta la isla Margarita próxima á las bocas del Orinoco. Las noticias llevadas á Sevilla por Juan de la Cosa, en la primavera de 1606, podían afectar á la expedición pro- yectada para la Especiería, el año anterior de 1505, expedición desti- nada á intentar un paso para Occidente á través de las tierras con- tinentales y probablemente al Sur ó al Norte de los detenidos recono- cimientos practicados por Cristóbal Colón, en la América central. Las exploraciones y navegaciones repetidas de Cosa, desde el extremo Sur de los reconocimientos de Colón, hasta la desembocadura del Orinoco, 28 JUAN DE LA COSA demostraban que la existencia del deseado paso era ya improbable antes de la latitud del Cabo Frío, próximo al trópico del Sur. Acaso á estas noticias pueda en parte atribuirse el aplazamiento de la ex- pedición de Américo y como veremos después, cuando á continua- ción de las Juntas de Burgos, se reanudan en 1508 las exploraciones marítimas de los navegantes de la Casa se encomienda á Yáñez Pinzón y á Solís la búsqueda del paso ó canal navegable, nó á la parte del Sur donde á la sazón parecía estar más lejano, sino como los términos mis- mos de aquellas Capitulaciones dicen: *«á la pavte bel |lcrtrte facia ®tciírítttc" Como á su tiempo veremos, y tuvo entonces lugar la expedición de los referidos navegantes dirigida al Norte hasta llegar á la latitud del trópico de Cáncer. ^M VICENTE YÁNEZ pinzón Y AMÉRICO VESPUCIO JUNTAS EN TORO 1505 En el año de 1506, y en tanto que Juan de la Cosa realizaba el viaje que le había sido encomendado, marcharon á la Corte, que se encontraba en Toro, otros dos navegantes de importancia y que serían después Pilotos de la Casa, Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespu- cio, con los cuales conciertan muy luego Fernando V y Fonseca una nueva, expedición á descubrir. Así lo manifiesta la Cédula, que en 13 de Marzo envía el Rey á los de la Casa, en la que les dice (1): "OBI llctj.—JIcíítotr ^Irttienjo é ^runciftía ^lítelo, ||ó é acor- Xfobc ixxviax li bcftcitbrlr pcv ei ®ccm»ta cierta» ^avtee títte o» l>iratt 3lin¿vic0 tj ^icenie Uañei, é qxxs eilcr» entienban en ei\0, ttc-" De los términos de esta Carta se deduce que, tanto Américo como Pinzón, pasarían á Sevilla, desde la Corte donde debían encontrarse, y que dirían á los de la Casa (os dirán) el fin y objeto de la navegación acordada. Escribía esto el Monarca en 13 de Marzo y vemos en efecto que, por Cédula de 28 de Febrero (2), ordena D. Fernando entregue en (1) Archivo de la Casa en el de Indias, 139 — 1 — 4. Dada en Toro en la fecha citada. (2) Archivo de Simancas. — Libro General de Cédulas, núm. 10. — Orden al Tesorero Mora* les pague 10.009 maravedices i, Vicente Táñez Pinzón, vecino de Palos. Dada en Toro en la fecha citada. 8 30 YÁÑEZ PINZÓN Y AMÉRICO VESPUCIO Toro el Tesorero Morales, cierta cantidad á Pinzón, sin duda para los gastos de su viaje. Del viaje de Américo tenemos algunas más noticias; por este tiem- po había regresado el florentino á Sevilla desde Portugal, después de haber conducido sucesivamente dos expediciones al Nuevo Continente y reconocido la costa del Brasil, descubierta antes por Pinzón, y de ha- ber explorado allí á continuación de los reconocimientos de Vicente Yá- ñez (1), desde el cabo de San Agustín en los ocho grados de latitud Sur hasta llegar al Cabo Frío en los 23 y pico grados de la misma latitud. Consta en efecto que en Febrero de 1505 pasó Vespucioá la Corte des- de Sevilla, llevando una carta de recomendación del Almirante para su hijo D. Diego, Contino de la Casa Real y que, por consideración á su Padre, era atendido en la Corte. En esta carta, que precisa el viaje de Américo, dice Colón á su hijo con fecha del cinco de Febrero (1506): (2). *^^tnévicíi ^e&vuci0i povicthcv be e&ta cavia, va allá Uct- ntaí>0 &0bve coaasi be xtave^acion^* Pasó pues Américo á la Corte, que como hemos dicho se encontra- ba en Toro, donde para tratar de la sucesión á la Corona se habían reunido las Cortes de Castilla, y fué atendido por Fernando V, que olvidando, ó mejor dicho, pareciendo olvidar el mal servicio prestado por Véspucio durante su estancia en Portugal, trató de retenerle para evitar quizá que una vez fuera de España, condujese al Nuevo Mundo expediciones de otros países. Acaso la misma previsora, política acon- sejó naás tarde á Fernando V llamar á Castilla á Sebastián Caboto, que en unión de su padre el veneciano Juan, había conducido á Terranova una expedición inglesa en los finales años del siglo XV. , . . Del propio modo que á Pinzón, aunque por Cédula un poco poste- rior, ordenóse al Tesorero Morales que pagase al florentino cierta suma de maravedises (doce mil) sin duda también para los gastos del viaje (3). Con fecha del 14 de Marzo (1506) ó sea al día siguiente de la Carta enviada al Doctor y á Pinelo acerca de la futura expedición de los dos navegantes citados, es nombrado Pinzón Corregidor de la isla de San Juan (Puerto Rico) en la cual debía labrar una fortaleza (4). Respecto de Américo, acaso hicieron los de la Casa alguna obser- (1) En su viaje de 1499-1600 — En cuyo viaje, y en unión de varios de sus deudos, había re- conocido Pinzón las costas de la América del Sur desde el cabo de San Agustín en los ocho de la Sur, hasta el Orinoco, descubriendo entonces el rio que se llamó después de las Amazonas. (2) Carta de Colón á, su hijo en 5 de Febrero de 1609, publicada con las demás del Almirante (3) Archivo de Simancas, Libro antes citado. Dada en Toro á 11 de Abril de 1606. — Colec- ción Navarrete, tomo 3.°, página 264. (4) Archivo de la Casa en el de Indias, 139 — 1 — 4. Dada ea Toro en dicha fecha. YÁÑEZ PINZÓN Y AMÉRICO VESPÜCIO 31 vación, pues por Cédula de 24 de Abril (1) se le concede Carta de natu- ralización en Castilla con objeto según el documento que: "poí»t»i» ijtttíer é ljct0rtie qnaltutier oficio público, ^ea- Ice é ffiottccjilce que 00 fueren cttcotncnintí»o« ctc" Algo después, por Cédula del mes de Agosto (2), ordena el Monar- ca á los de la Casa que paguen, tanto á Américo como á Pinzón, cier- ta cantidad de maravedises al año: "en tanto cute ©c ocni?cn en lo i»e la 3^rmtxl»tt" palabras que indican que todavía en la referida fecha se pensaba toma- sen parte en la expedición ambos navegantes. A partir de esta época puede decirse que pertenecieron ambos á la Casa de la que algo más adelante, en 1508, serían nombrados Pilotos por Cédula Real. Nada se dice en cambio con respecto á Solís, que parece se hallaba aun ausente de Andalucía, y que debía en- contrarse á la sazón prestando servicios en la Casa de la India de Portu- gal, de que se quejaba más tarde á Vasconcellos por la falta de abono de ciertas cantidades que en uno ú otro concepto no se le pagaban en dicha Casa. II EXPEDICIÓN PROYECTADA Á LA ESPECIERÍA La primera comunicación á los de la Casa acerca de la expedición á descubrir, acordada en las Juntas de Toro, dice sólo con la ma- yor vaguedad como hemos visto: "á l»eecnbx*lx* líor el ©ccéano ciex*trte izarte»" que les dirían Américo y Vicente Yáñez, quedando por tanto estos con el encargo de explicar á los de la Casa de palabra, lo que al papel no quería confiarse y agrega la Cédula refiriéndose á los dichos nave- gantes: "I)icen iine ecvá tneneeter pava ello cnatvo cttrobeltte xtna i>eci»tcuentrt to»telee, é otra be ciento, é bo» be «ementa, i bo» bttx'coe qite wrttjtt»t ntetlbo* ett elUt^ &" Ocupáronse el Doctor y los de la Casa de examinar cuanto para la expedición que se proyectaba hacía falta proveer, y consultaron acerca de ello con Yáñez Pinzón y Vespucio, como áfe les ordenaba en la Carta (1) Colee de doc. de Nav. tomo tercero pág.d296. — Dada en Toro dicho dia:1605. (2) Colee, de Torres Mendoza tomo XXI pág. 386.— En 11 de Agosto 1506. 32 YÁÑEZ PINZÓN Y AMÉRICO VESPUCIO ^^ , , — — — ~ ■ — • • • — — — — ' I ■ I I I ■ « I — .^— ir antes citada en la que decía el Rey al Doctor y á Pinelo ''plctticctít la ntttjcijí» ton eUoft" y consta por el asiento correspondiente hecho en el Libro de Tesorería de La Casa (1) que en 17 de Mayo de 1506 enviaron 4 Pinzón ala Villa de Palos, en la que á la sazón se encontraba, una carta sobre lo que se había de consultar con el mismo Pinzón y con Américo „«„"«n la [tacante á la g^rtnaíra <\txe ^e Ija hs Ijaccr pov ntatthafea tis ^. ^♦" Con vista de las consultas hechas, redactaron los de la Casa la lista memorial de lo que, para la expedición se necesitaba, pues en 1.° de Ju- nio de 1506, les dice D. Fernando que había recibido dicho memorial y ordena además, que estuviera todo dispuesto para salir antes del inviei'- no. En este memorial, que parece se modificaba el primitivo proyecto de los navegantes,pues consta que fueron sólo tres los buques que para esta expedición se prepararon, y aprobado por el Rey con fecha 1." de Agosto, le propusieron los de la Casa fuesen adquiridos en Vizcaya los buques, que para esta expedición se necesitaban, á juzgar por la contes- tación de Don Fernando el Católico que en 11 de Agosto, les dice: (2) ♦'^tj vnt&ivix U\xa te fccija ^e 1«° be giganta ítcatc año, jcttanta á la qucíteci», que en ^ijcatja e» tnenester ttna perdona que tenga tav^o í»e Konxpvav la» navio» é atva» ca^asr awe »evÁn necesravia pvovter: alltj pava e»ta itegaciaeian, paxs&te- me une e© Itien é Uá eetctrilía á piartln ^ancijej he gatnttMa tteeina tu ^tlbaa, pava ane tenga carga l»e taha la qne alltj fne- tre ntenefirter, canta nereye pov tni lettra, qite aa e»tnia, Iririgl&a di; taha la une alltj fnere nteneatetr canttJvatr é negaciatr, é en- t»iai», nti carta qne e» |íetr»ana qne la aalttrá l»ien Ijacer»*' En cuyo final se manifiesta la confianza y buen concepto que á Don Fernando, merecía Zamudio. Los sucesos en tanto se precipitaban en Castilla, y en vista de ello, en Julio de 1606, renunciaba Fernando el Católico los poderes que de las Cortes de Toro recibiera y se hacía cargo de la gobernación de Castilla su yerno el de Boi-goña. En 23 de Agosto del mismo año envía este príncipe á nombre de su esposa D.'' Juana una Cédula en la que dice á los de la Casa (3): "Ifa *abei0» i>s \jacsv é ^on pavWíto» pava e&a jfibitñb Sf,'' y agrega la Cédula del de Borgoña: ♦'»i tencxj» vecctbitc bel bi^cocljo isapecic be gailíta) que pava sU0 ea nxetxe&tev^ é &i cHo eatá apaveiabo^ \jablexí& á ^Ícente ^añe^ é á ^xnévico, pava qne bi(iaxx ai aevá txexxxpo bs pavtiv axxUe- bel xxxvxevxxc, é xxxe etxviab Ixxe^o »u pavecev, íS;,'* Como se ve, los términos de esta Cédula no dejan lugar á duda de que la expedición de que se trata es la misma que había sido proyec- tada en las Juntas de Toro y que eran también Américo y Pinzón los encargados de organizaría ó de llevarla á cabo por más que Femando V, atento siempre á evitar toda escisión entre los Peninsulares y conocedor de las suspicacias y sospechas que el proyecto pudiera suscitar, dice tan sólo en su Cédula: "tt íícícxtbrit^ cievtaei pavte»^* (!)♦ Nos es preciso señalar muy claramente esta línea de conducta de Fernando el Católico, porque constituye su constante política en las pos- teriores expediciones á descubrir y da la explicación de muchos hechos, tanto más inexplicables, cuanto que en esta como en las demás expedi- ciones á Occidente, se trataba en primer término de explorar la demar- cación de Castilla, que según el tratado de Tordesillas, entre dicho Rei- no y el de Portugal, comenzaba precisamente el Continente Colombino. Pero además, existe otro documento que aclara por completo este asun- to, y es la carta dirigida por los de la Casa al Secretario Gricio en Septiembre de 1506, en la que manifiestan, que habiendo preguntado D. Felipe (el de Borgoña sin duda en su referida Cédula), en qué térmi- nos se hallaba el despacho de la Armada que: (2) «ci ^eñov llctj ^0xx $evxxaxtbv xxxaxxbó l)acev pava iv á bea- Cttbt'if el ttctcimicnttt (&<»n&e ae cviaba} be la (Bapecievxa, é xxo kfabiexxbct be pavtiv biclja ^vxtxaba atxtea be $ebvev0 &.♦' Como se ve, no cabe duda acerca del fin y objeto de la expedición á descubrir concertada en las Juntas de Toro. Era este de 1605 el primer viaje que, desde España se proyectaba expresamente pftra las islas del Océano conocidas después por el Maluco y las cuales por proceder de ellas las más preciadas especierías, fueron también conocidas por este nombre. Faltaban aun más de seis años pa- ra que, en 1512, una de las naves enviadas con tal objeto desde la India (1) En la Cédula ya citada de Felipe de Borgoña se hacen indicaciones de dificultades, pues dice & los de la Cosa que convenia partiesen pronto las naves por las dificultades que podrían turgir. (2) Colee, de doc. de Nave., tomo 2.°, pág. 362.— En 16 de Septiembre. » 34 YÁÑEZ PINZÓN Y AMÉRICO VESPUCIO por Alonso de Alburquerque reconociese por fin dichas islas, cuyo descubrimiento quería intentarse ya en 1606 desde Sevilla, suponiendo como antes lo creyeron Colón en España y Behaim en Portugal que el Nuevo Continente, cuya existencia no se había sospechado, era sólo un conjunto de islas. En 1505, sin embargo las ideas habían cambiado, el famoso mapa de Juan de la Cosa (1), aunque se quisiera considerar tan sólo como un croquis, representaba ya la casi continuidad de las costas Continentales y, correspondiendo á estas ideas, en el proyecto de 1606 pedíanse dos buques pequeños, que irían á bordo de las naves mayores y permitieran asi continuar la exploración, en el caso de presentarse en la costa un paso ó canal estrecho para llegar á mares más Occidentales. No conocemos las Capitulaciones hechas por este viaje, las cuales quizá no fueran muy explícitas, pero en la ya citada Carta, en la que el Monarca comunica á Matienzo y á Pinelo lo acordado en Toro, se con- signan algunos interesantes detalles acerca de la armada, para este proyectado viaje, para el cual según el parecer de Yáñez Pinzón y de Amórico hacían falta: "cuatro cavabela^ v¡ iroa hcttrco» cfue tJdtjcttt ntetiiía» en ella»:'* y con referencia á los mismos navegantes agrega la Cédula: <*íricen aetntifintto, (rwe »erá ntetteftlcv tjr provitíina^ \>0v Iboíi añí>a, \j la gente i?a0aí>a pov cxxcdvo meee»." Con menos seriedad que Pinzón, pero apropiadamente á la fácil imaginación del florentino, conocía este las circunstancias de la futura navegación á la Especiería, pues dice el mismo documento: "»e0ttnir jttnevicíJ &ice, la ttawegacián e» bxxena é írentuc^íx pV0\ÍÍX\)0 &♦" Con respecto al derrotero proyectado para esta armada, parece poco probable que tratase pasar á Occidente en las lejanas latitudes en que lo intentarían más tarde, Solís en el hemisferio austral y Esteban Gó- mez en el boreal. Según el estado de los conocimientos, que á la sazón se tenían de las nuevas Tierras, sólo se habían reconocido de un modo mi- nucioso las costas Atlánticas de América Central en la parte navegada por Colón (2) en su último viaje (1504). De aquí, que sea lo más lógico pensar, que la expedición concertada en Toro, tratase de pasar á Occi- dente, por el Norte ó por el Sur, de lo descubierto y explorado por Colón en la costa Continental. (1) Pechado en 1500 y que consta, por Anglería, qae estaba en poder de Fonseca. (2) Había tocado Cristóbal Colón en la isla de la Margarita, pero dirigiéndose desde allí 4 las Antillas, y sin costear entre dicha isla y el golfo de Darien, como puede verse en la car- ta de las navegaciones de Colón que hemos incluido. VICENTE YÁÑEZ PINZÓN 1505— 1507 EXPEDICIÓN A YUCATÁN AUSENCIA DE VICENTE YÁÑEZ EN 1506 Fué sin duda el plan primero para la proyectada expedición á la Especiería, que tomase en ella parte, tanto Pinzón como Amórico, y así lo manifiesta de un modo terminante y claro, la Carta ya referida de Fernando V para el Doctor y para Francisco Pinelo, en Marzo de IBOB, en que les dice: (1) "platicaitlo tntxcljo con sUoa, é iJac«^ ti aeitnXo que tic» pavtcisxSi pava <\yxs ttaija por nuc»ttr<* ntanbaho xxna pevaona pov xtiíh0v C0n «Ho*»" Ordenóse, como hemos dicho, la compra ó construcción en Vizcaya de las naves para la futura expedición, y por Cédula que hemos citado, encargó Fernando V á los de la Casa, en Agosto de 1B06, que se va- liesen para ello del vecino de Bilbao Martin Sánchez de Zamudio: **t»«tr»antt, t>Ue ia ffi¿bttla, tt«e lo «abrá bUn Ijacer (2). (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1—4—. Dada en Toro á 13 de Abril de 1606. (2) id, id. 139— 1—4— Dada en Segoviaá 11 de Agosto de 1505, 36 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN A poco de hacerse cargo de la Goberiíacióii de Castilla Felipe de Borgoña, debió comunicársele desde Vizcaya la salida para Sevilla de los buques destinados al referido viaje, y asi lo participa el Principe á los de la Casa, diciéndoles en Carta del mes de Agosto de 1506, que construidas ya las naves habían salido para Sevilla: «i a^CíVíX, le» Me?, ijó kje erabibú que lo» navtf0» son ctca- babo» be Ijacev, é qne aon pavtiba» pava e&a cibbab^' (1) y les encarga en la misma Carta le avisen si está todo dispuesto para el viaje: "i fiti teneiet vecabbo bel Uijcaclja cfue pava cUtx e& tnene»tev é que 0i e&tc e&tá apaveiabo ijabl«i« á Vicente ^añe^ tj á ^tné- ricí» é me enviab «u pavecev ítc»" Invócase precisamente este documento como prueba de que, en 1506 se hallaba Pinzón en España, sin duda por el hecho de reclamar también su parecer, el nuevo Soberano que, llegado hacia poco de Plan- des, se había hecho cargo de la Q-obernación de Castilla, en el mes de Julio que acababa de transcurrir. Esta circunstancia, y la de no estar visada la dicha Cédula por Don Juan Fonseca, explican perfecta- mente la pregunta hecha acerca de Yáñez Pinzón, por ignorancia de acuerdos tomados posteriormente al de la expedición de la Especiería, en Marzo de 1506. De todas maneras es lo cierto que, á pesar de la pre- gunta hecha acerca de Pinzón, en la carta de los de la Casa, dirigida al Secretario Q-ricio, en 15 de Septiembre (2), y en la cual hacen refe- rencia á la Carta ya citada de Felipe de Borgoña, contestan sólo acerca de Américo y no hacen mención alguna de Vicente Yáñez. **é pav enbe, Meen á ©vicitr, U Ijacetno» -sahev^ catno ijtt- bieníroncra tnaníralnj á »abev el ^exj xxite&tvo ^eñav igelipe) qne le Ijttjíitínae eaUer en i^xxe tévinino» e&tá el be&pacljo bel avnxaba qxxel ^r. Ketj ^otx ievxxatxbo xxxaxxbó Ijacev*'* y después de manifestar los de la Casa que la dicha armada no podría partir aún: • **ac0vbaxtx0»t eerCtriUen, Cfxte txaxja ^xxxévicc á «u altera, el cxxal xxa itxfovxxxaba be toba» la» civcxxxt»taxxcxa» be la bicl)a av- tnaba etc." Nada dicen en cambio, los de la Casa acerca de Pinzón, cuyo pa- recer se reclamaba también en la Carta del de Borgoña. Es de notar además, que este mismo silencio acercado dicho navegante, se observa (1) Coleo. Nav. tomo 3.° pág."* 29— Dada en Tíldela del Duero á 23 de Agosto de 1506. (2) id. id. tomo 2.° página 352. Desde Sevilla en la fecha citada. VICENTE YÁÑEZ PINZÓN 87 «n los asientos hechos en el Libro de armada para la Especiería (1) en el cual se consignan los gastos hechos para abastecer las naves llegadas de Vizcaya y destinadas al referido viaje (2) encontrándose diversos asientos relativos á Amórico que con Pinzón debería entender en lo de este viaje. El silencio de los Libros de la Casa acerca de Pinzón, desde el otoño de 1505 hasta el de 1507, es tanto más de notar cuanto que, como tendremos ocasión de consignar, desde esta última fecha se encuentra á Vicente Yáñez constantemente ocupado por los de la Casa en diferen- tes comisiones de dicho Centro. De lo dicho, resulta lógico pensar, que durante ese tiempo estuviera Yáñez Pinzón ausente y navegando, y esto con tanto mayor motivo, cuanto que el silencio de los Libros de la Casa corresponde precisamente al viaje de Pinzón á la costa de Yucatán, citado por algunos autores antiguos y no aceptado hoy por algunos autores no españoles, entre ellos por el anglo-americano Harrisse, por lo cual trataremos de ampliar nuestra información acerca de este asunto. II EXPEDICIÓN DE ALONSO HOJEDA.— CARABELAS PARA LAS ISLAS. INSTRUCCIONES DADAS Á OVANDO En el año de 1606, siguiente al de la partida de Juan déla Cosa, salió Hojeda desde Sevilla para el Gfolfo de Uraba y costa de las perlas en la que, según las Capitulaciones hechas para este viaje, debía dicho acreditado explorador construir una Torre ó fortaleza. Habiendo aplazado su salida Hojeda, vemos que por Cédula do diez de Marzo, fué confirmada su Capitulación (3). Ordenóse por este tiempo á los de la Casa preparar algunas cara- belas que pudieran servir en la Española para la navegación, entre las unas y las otras islas, y según los asientos correspondientes del Libro de Tesorería del Doctor (4), compraron para este objeto los de la Casa una (1) Archivo de la Casa en el do Indias. ü2—'i—*/.¿f (2) El Sr. Navarrele en su tomo 3." páginas 297 y .siguientes publica en certificaciones .saca- das de este Libro de Armada quince asientos relativos todos á Américo, pero ninguno á Pinzón. Kn el mismo tomo páginas 306 y siguientes incluye el porte de dos cartas á Palos para Pinzón, una en Mayo de 1505, y otra en 5 de Junio del mismo año. Los demás asientos del Libro de Tesorería son relativos á Américo. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Dada en dicha fecha. ''4) Archivo de la Casa en: el de ludias 39Vi — '/s' 10 38 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN carabela portuguesa llamada Santa Cruz, y construyeron en Sevilla dos, que se llamaron San Juan y Santiago, todas las cuales fueron enviadas á la Española, en el año de 1506. Los maestres que las conducían iban pagados tan sólo hasta la Española, pudiendo luego seguir sirviendo á las órdenes de Ovando, ó regresar á Sevilla. De dichos maestres encon- tramos citado á Sancho de Salazar. En Septiembre de 1506, se envía al Q-obernador de la Española una Cédula con ciertas instrucciones acerca de estas carabelas: ♦♦Itt» tve» cavabslaa latina» V0& «nttio, bicst tnutj bne~ na&étnutj bien apaveiáiía» cotna t»etretj», con eUaetpoitetjík tnu- c\jc pv0vec\jaV) a^tj en la» cesta» be Ijacienba contó en ^eqneviv (»ic) e»a cú«ta be la» pevla» (á la qne lyaUía aibc enviabo ^o- jeba ttlgnna» nte&e& ante») i bestcnbviv, é calar la» i»la» qne e«tan pav alfi alrebebov^ pava »al>cr lo» ^ecvetúst bella» é la ntaneva be la gentes Ija^eb en toba canta vievebe», é canto pav mi» ©arta» na» tcn0a c»crita etc." En otro párrafo del mismo documento, se encarga á Ovando que envíe una de las carabelas que se le remitían á la costa, en la que Alonso de Hojeda debía encontrarse: •♦tía anrc»j» »abil»a, (l)í>íicc el ífocnntcnta, canta ^ojeba e» iba al ©alfa ^vaba pava Ijacev, allty nna fnct^ja, i »e0nn nte Ijan Mc^a, llena biten apaveia be 0ente catna be la» otra» ca»a» nece»aria», peva pav qne le pnebe acaecer algnna ca»a qne le bé tnti?el»l»nenta, iíare»cente qne pne» e» cerca be»a i»la be la» latina» pabatj» enniar nna á »al»er la cítte ijace, (gafe- bá) pava qne »e le p^ranea en al0a »i e» tnene»ter etc.'* Como vemos, no sólo se autorizaba, sino que se ordenaba además á Ovando, tratase de hacer á su vez exploraciones y de: "calar é l»e»citl>rir la» i»la» qne e»ten pav alji alrehei»ar.** Era una de las más próximas á la isla Española, la de Cuba que no había sido aún circumvalada, y cuya primera circunnavegación, que corresponde á la época de que nos ocupamos, atribuye Herrera á Se- bastián de Ocampo, en tanto que un autor de aquel tiempo y tan fide- digno como lo es Anglería, afirma que esta investigación fué debida al célebre Vicente Yáñez cuyo viaje á Yucatán corresponde también á esta época y que, como hemos hecho notar, parece que por este tiempo se encontraba ausente de Sevilla y probablemente navegando. (1) ArchÍTO de la Casa en el de Indias 39 — 2 — Vs- ^^° ^e 1506. (2) Por las cartas que se le escribieran, pues Hojeda iría como estaba mandado directamente y sin tocar á la Española lo cual estaba terminantemente prohibido á la ida á los que iban á descubrir. , VICENTE YÁÑEZ PINZÓN 39 III CAPITULACIÓN CON VICENTE YÁÑEZ PARA DESCUBRIR 1505 Algo después de la Cédula enviada á los de la Casa en el mes de Marzo de 1605, acerca de la concei-tada expedición de que se ocu- parían Vicente Yáñez y Américo (1), en el siguiente mes de Abril (2) se expide una Cédula, registrada también en los Libros de la Casa, y por la -cual es autorizado Pinzón, al que recientemente (3) se había concedido el título de Corregidor de la isla de San Juan, para reconocer y explorar desde dicha isla, aunque cumpliendo algunas condiciones queen el docu- mento se expresan. Esta Cédula ó Capitulación explica que en adelante se mencione sólo á Vespucio, en los documentos que á la expedición destinada á la Especiería se refieren, ó indican un cambio de plan con respecto á dicha última expedición, que se encomendaría sólo á Améri- co ó á que la intervención de Vicente Yáñez en la expedición para la Especiería, fuese en adelante tan sólo consultiva. Debía, Yáñez Pinzón, con el carácter de Corregidor de la isla de San Juan, ir á poblar en la misma y construir en ella una torre ó forta- leza. Pero además, según en el citado documento se expresa, se auto- torizaba á dicho navegante, y álos que con él fueren, para navegar y dirigirse también: •'áotrtte cttttl^fttítticf ielad 0 tierra firinc, en ia cíxxs no iju- biere gabertittlror" ósea en las que no estuvieren bajo la gobernación de Ovando, como se le vedaba también ir á la costa de las perlas explorada sucesivamen- te por Juan de la Cosa y Hojeda. Preveíase, en la referida autorización, el caso de que descubriese Vicente Yáñez nuevas islas ó tierra firme (continental). *«qwc nintíittto fa«rttt Ijotj conoce ó \;ííxx)a bcftcwbiertt»»" pero se le advertían, en tal caso que no podía, sin previa y especial autorización, regresar á los descubrimientos realizados: (1) Archivo dfl la Casa en el de Indias 189—1—4. En Toro á 13 de Marzo de 1505. (2) id. id. en el de Indias. En Toro á 34 de Abril 1505. (3) id. id. En 14 de Marzo del mismo año. 40 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN «i non p0iiax0 tovnav á «lie»*, itice \el tfocnntentO) &xn nti eskpecial licencia é ntttní»aí»i>" Y se especifica también en dicho documento, el quinto ó diezmo' del oro, perlas ó piedras preciosas obtenidas en los cambios ó rescates, y que debería Pinzón entregar, como correspondientes á la Corona ó sea á la Hacienda, Autorizábase á Vicente Yáñez por la Capitulación, á que este documento hace referencia, para explorar y descubrir, cum- pliendo en cambio ciertas condiciones. Además, se autorizaba expre- samente á dicho navegante, para llevar consigo y tener en la isla de San Juan, que intentaría poblar, sus provisiones y mantenimientos, consis- tentes sin duda en arroz, cereales ó ganados y los cuales se le autorizaba para llevar desde Puerto Rico á otras islas ó comarcas, circunstancia que interesa mucho consignar aquí, porque corrobora y explica un documento que habremos de examinar, en el que se hace referencia al hecho de haberse desembarcado, por orden de Pinzón en Puerto Rico, los primeros ganados que en dicha isla se criaron; y tratarse como vere- mos, de hechos realizados en esta época que corresponde á la ausencia que se observa de Pinzón. Consta también que, lejos de renunciar Vicente Yáñez á hacer uso de las referidas concesiones, gestionaba con todo empeño en 1505, poder emprender su viaje y que para ello se le auxiliaba desde la Corte, pues en Cédula dirigida en Septiembre de 1505 al Corregidor de Palos (1) se excita el celo de dicha autoridad para la pronta resolución de cierto pleito entre Vicente Yáñez y un Alonso Rascón, vecino de Palos; **&cbve ¡nna cavabela (\ne &tj cine le ovo fletaino líttra iv en nti &ev:vxcio, é cfuc á eab&íx he no e&iax &enXentiáiíO el pieWo, bif i\ne no pohxa pavXxv''^ "tjíT* tnaníK», iiice pava ievxninav ei iiocxxvetenXOi c{xxe 9i ei pieiXo e^Xá canclnaa pava sentencia inXevXotnXoviai írei» en éi Ict iticijtt &enXencia benXvo te »ei& í»itte, é «i c«tá concin&o pava &e ¡jabev be sentenciar ítcftnitinantcntc, bex& en él la &en- tcncia l»cftnitit»a írcnttrt» be ttcintc íria», é qne &i non e&Xá con- cln&Oi lo concintjai», ein larga, ni Mlación ctc»" En cuyo documento, como vemos, se discuten y preveen todos los casos, para de todas maneras lograr con más eficacia la pronta sentencia del pleito que en el otoño de 1505 impedía la inmediata partida de Vi-' cente Yáñez Pinzón. Resta saber si el viaje de dicho navegante, á que el (1) Colee, de doc. de Nav. tomo 3.° pág. IH. — Procedente del Archivo de Simancas. Dada en. Segovia & 28 de Septiembre de 1506. VICENTE YÁÑEZ PINZÓN 41 documento hace referencia, y por el qne se reclamaba la resolución del Corregidor de Palos con precisos y perentorios plazos, era su marcha á la isla de San Juan, ó bien su salida con Américo en la expedición desti- nada á la Especiería. Recordaremos acerca de ello, que este documen- to está fechado en Septiembre de 1505, y que muy recientemente, en el anterior mes de Agosto, (1) había ordenado el Monarca á los de la Casa se valiesen del vecino de Bilbao Martín Sánchez de Zamudio, para obte- ner las naves destinadas á la Especiería como se hizo siendo construi- das en Vizcaya las naves que sólo un año después, en Septiembre de 1506, navegaban hacia Sevilla como consta, por la Cédula tantas veces citada del de Borgoña que, en Agosto de 1506, dice á los de la Casa de los navios destinados á la Especiería: ceVf é C[\xt 9cn pat*ti&0» í?ttva cea íibítaít." en cuyo río se atendería á su llegada, á hacer su habilitación y abaste- cimiento para el proyectado viaje. No era esta, por tanto la causa de la presión, que tan perentoriamente se ejercía en 1505, sobre el Corregidor de Palos para remover con brevedad todo obstáculo, que en aquellos momentos pudiera oponerse á la pronta partida de Pinzón, circunstan- cia que está corrobada por el silencio que, acerca de este navegante se observa en lo sucesivo en los documentos que á la expedición para la Especiería, se refiei'en. IV DESEMBARCO DE GANADOS EN PUERTO RICO POR VICENTE YÁÑEZ PINZÓN Y SU CONSOCIO E ra, como hemos visto, una de las autorizaciones concedidas á. [Pinzón, por la expresada Cédula de Abril de 1505, la de tener y depositar en la isla de San Juan aquello que necesitare llevar en sus ex- pediciones para su alimentación y la de los que con él fuesen, preven- ción que manifiesta la experiencia adquirida por este navegante en sus anteriores expediciones. No parece que fuese preciso expresar esta au- torización, consecuencia tan natural de las otras que se otorgaban á Vicente Yáñez, pero como solicitaba también dicho navegante poder ir (1) Archivo de la Casa en el de Indias. —189 — 14. — Dada en Segovia en 11 de Agosto de 150.'). 11 42 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN y desembarcar en la Española donde se lavaban entonces placeres de oro, y en la que residía y gobernaba Ovando, de aquí que fuese expresa- mente autorizado para ello Pinzón en dicha Cédula, que dice: **^otr ctttttttt» V0&f ^UenU iJctñci ^ixt^on tfecino í>e ^ttla* qne tratj* por mi nxaniíaiio á í?<»l>irtv Ict ialct í»« ^ctn ^uctn que c» en el nxav ®ccéan0, con ciertas pev90na&, «ciutni» tna» lavjjct- tnente en Ict (Hapitnlcicion cfxxe í>eUo t»<»» tnatt&é ítctr, »c mantie- ne, é ttUíJVrt pov vxxeatva pavte xne e» fccijct trelactott i]xxe ve» é 10» tficlyc» neiixx0» é xxxúvatfúveü (Jxxtxxv0&) i]xxe en la Mcljct xala vinieven, enteniiexj& ir ctlttwnttír vece& á ln ierict ífBe^tañaiit á »a- cav 0V0 é atrtt* cocute qne 0» cittni?lievett, é <\xxe pava xuxe^ivo xnaxxienxxnienX0 é íreUoft l}abex}& be llet:>av la» círscts qxxe xto* fueren necesaria* i>e»l>e la Itieijit i&la ite ^an 3^xxan, á la biclja iüla ^i»pañ0la é xne &nplxcaekte» e pei>i&te& ít.*' y se le concede, por la parte dispositiva lo que deseaba, eximiéndolo del pago de derechos de almorifazgo. Si se considera que, como á su tiempo veremos, á fines de 1607 apa- rece ocupado Pinzón en diferentes comisiones de la Gasa (í), que en Marzo de 1508 asiste á la Junta de Pilotos en Burgos, y que es entonces designado con Solís para una expedición destinada á buscar á través de las tierras continentales un paso navegable para la India á la parte del Norte hacia Occidente, resultará que á estos pro^^ectos de Pinzón en 1505, debe referirse el hecho de haber sido desembarcado por di- cho navegante ó al menos de su orden, ciertos ganados, que huidos al campo sin duda por algún accidente, se habían propagado en la isla de San Juan como en documentos posteriores se consigna. Ha de tenerse presente que fracasado, según parece el proyecto de Pinzón, que no se sabe lograra construir en dicha isla la torre ó fortaleza, que por la Capi- tulación se le ordenaba, ó desistido por él de sus proyectos, ya en 1508 fué concedida áPonce de León y á Sotomayor poblar en dicha isla, cir- cunstancias que refieren el desembarco de los ganados por Pinzón, pre- cisamente á esta época de que nos acupamos (1505-1506), y en laque corresponden tales hechos á los proyectos y propósitos que como hemos visto, abrigaba dicho navegante. En Cédula enviada por Carlos V desde Bruselas (2) en 1516, rela- tiva á las reclamaciones presentadas ante el Consejo y, pendientes de su resolución por el húrgales Diego Martín de Salazar, antiguo socio y (1) De las que á su tiempo daremos cuenta. (2) Colee, de doo. de Nav. tomo 3." página 145. Dada en Bruselas á 26 de Diciembre de 1616. VICENTE YÁÑEZ PINZÓN 43 cesionario después de los derechos de Vicente Yáñez Pinzón, manifiesta el dicho Martín de Salazar haber presentado ante el Consejo: "cutttft» cttrtrtft be «tírceín?» (\xxe fuevoxx fetlja» á ^icent* ^ixxtcxx, »it íotnprtttcvo, p<*rcittc Mcljí» Vicente |l|rtñf? í>eecxtbrii5r Itt íiicljrt ieltt é qxxel iqxxe el} xj el Mcljo |,%tavtt»t ©arcta Ijxcievon Ijpcljatr exx illa ciertoe jírtnnboa, tte cfxxe ctnúvct iri| c\xxe está po- t>itt&tt, xj c\xxel &iclje& ^Z' y termina el Principe encargando se oiga á los interesados, para que muy luego pudiera resolverse este asunto en justicia. No se manifiesta en este documento á que fecha se refiere, el haber dejado en Puerto Rico los referidos ganados, trabajo que corresponde ciertamente á las concesiones hechas á Pinzón en 1506. Desde luego no corresponde al primer viaje de este navegante en 1491 en que acompa- ñara á Colón en su primer descubrimiento, ni tampoco al segundo viaje de Vicente Yáñez á las costas del Brasil en 1499, pero el hecho de dejar ganados en Puerto Rico en 1505 corresponde en cambio perfectamen- te, con las autorizaciones de que hemos dado cuenta solicitados por Pinzón, para tener en la citada isla los mantenimientos que para sus expediciones necesitasen, y para las cuales podrían ser base principal, los expresados ganados. Por último, el hecho de que se trata, y que no tendría razón de ser después de hecha en 1508 la concesión de la isla á otras personas, es en cambio compatible con el tercer viaje de Pinzón de que hace relación Anglería, viaje que comenzaba en las Antillas, que corresponde á este tiempo, y de que vamos á ocuparnos. V LA RELACIÓN DE ANGLERÍA Consigna dicho autor en sus Décadas esta que llama tercera nave- gación de Vicente Yáñez por aquellos mares y cuya circunstancia- da relación dice: (1) € Este Vicente Yáñez recorrió toda la costa meridional (sic) de Cuba y di6 la vuelta á esta que hasta entonces por su largura muchos reputaban (1) Décadas de Aoglerla— Madrid 1892 — tomo 2.° pig.* 155. 44 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN continente. Vicente Yáñez habiendo conocido ya con prueba manifiesta que Cuba era isla, (1) siguió adelante y dio con otras tierras en las que había tocado el Almirante. Y así, empeñado en encontrar tierra nueva, volviendo á la izquierda (esto es al Sur) costeando aquellas playas por Oriente (costa oriental de Yucatán) y pasando después los canales de las bahías de Veragua, Uraba y Goquibacoa (ya conocidas) asomó su nave en que iba á la región que según dijimos en la Decada se llamaba Paria y Boca del Dragón (próxima á las bocas de Orinoco) y penetró en una amplia ensenada, en la que había tocado ya Cristóbal Colon.* En la prosecución de su viaje refiere Angleria, que continuando Vicente Yáñez el camino que se le había propuesto: f itoniíc ®ri»tahrtl (f^nevva é '^evo ^lotxüo %Xiñ0 truaíeron la* pevlct», ni á la ct»»ta be (fXni- qttittacoa, «i atrae «i attclattte." y consigna por su parte Angleria, que después de dirigirse Pinzón desde la isla de Cuba á otras tierras situadas á Occidente de la misma (Yucatán), y cambiar su rumbo á la izquierda ó sea para el Sur, y costear por Oriente aquel litoral agrega: ty pasando, esto es, sin detenerse, los canales de las bahías de Veragua, Uraha, y Cuchihacoa, etc.* Cuya navegación corresponde tan señalada y claramente á las cláusulas de la capitulación con Vicente Yáñez en 1505. En resumen, debió partir Pinzón luego de ultimado el pleito con su convecino Rascón, como tan perentoriamente se había ordenado al Corregidor de Palos en Septiembre de 1506, y dirigirse á Puerto Rico donde procedió á establecerse allí con los suyos, desembarcando las pro- visiones, bestias y ganados, que según parece llevaba, para emprender desde dicha Isla otras expediciones. Todo hace creer que, merced á un accidente allí ocurrido, quedaron destruidos estos planes y que á ellos se debiera no haber prosperado el establecimiento de Pinzón en aquella isla y el espanto de los ganados al monte, donde según Salazar se habían propagado. Es cierto que en la Cédula de Cai'los V con referen- cia á Salazar no se especifica este escape de los ganados al monte diciéndosele sólo, que él y Pinzón los habían hecho desembarcar en la isla, pareciéndose deducir do aquí un acto voluntario más que un accidente que pudiera acaso debilitar los derechos que se reclamaban; pero debemos observar que esta simple interpretación manifiesta un negocio tan inverosímil como disparatado y que creemos no hicieron en ninguna otra parte los españoles, siendo lo más aceptable que merced al accidente que destruyó los intentos de Pinzón en dicha isla, se alzaron al monte los ganados y en él pudieron propagarse algunas especies como, con más ó menos razón, afirmaba Salazar. Desde Pueito Rico, debió navegar Pinzón á la Española, y puesto de acuerdo ó no con Ovando, circumvaló la isla de Cuba, como afirma Angleria, costeó luego hacia el Sur del litoral oriental de Yucatán y la América central y continuó, siempre hacia al Sur, hasta llegar al cabo de San Agustín en ocho grados de latitud Sur, no siendo en cambio aceptable, aunque lo diga Angleria, que después de tan larga navega- 12 46 VICENTE YÁÑBZ PINZÓN ción sin puerto alguno para repostarse, retrocediera Vicente Yáñez á la Española, sino más bien á la Península. í- r^^ -^^. Viaje de Vicente Yáñez Pinzón. VI DISCUSIÓN Caracteriza á la anterior Relación de Anglería, el hecho de no citar para nada á Solís (1), y además dar cuenta de una navega- ción hecha de Norte á Sur á lo largo de la costa oriental, y central del Nuevo Continente, ó sea en sentido contiario precisamente á la nave- gación de Sur á Norte i-ealizada en 1508 por Yáñez Pinzón y Solís (2), según estaba capitulado, y tal como dicha navegMción tuvo lugar, si se acepta el testimonio de uno de los Pilotos que en ella tomaron parte, el sevillano Pedro de Ledesma, ó la autorizada referencia á dicho viaje (1) El caal debió hacer el viaje con Pinzón y que constn llevaron dos naves. Anglería no hace mención sino de una. (2) Como al tratar de este viaje de Solís y de Pinzón procuráronlos examinar. VICENTK YAÑRZ PINZÓN 47 hecha por un autor tan contemporáneo de los sucesos, como el hiJQ del Almirante, Don Fernando Colón. Según el escjitor niilanés, el antei-ior viaje de Pinzón tuvo lugar: tanno priore adiccessu ducum Fogedcn et Nicuesscn» de su texto latino el cual, como hace notar el distinguido bibliógrafo de Chile Señor Toribio y Medina (1), han traducido unos, el año antes, y otros el año después. Pero conviene observar que se ha interpretado con alguna precipitación por un autor no español que estas palabras de Angleria determinan con seguridad la época del viaje relatado en las Décadas 3^ que, si efectiva- mente se quiso referir su autor, á las expediciones capituladas para Ho- jeda y Nicuesa en 1608, sufrió un error lamentable, al leferir el viaje de Pinzón á la supuesta partida de Hojeda y Nicuesa, porque esa partida de ambos capitanes no tuvo lugar entonces, como comprobaremos muy luego, circunstancia que debihta mucho una ú otra versión que se atri- buya al texto referido de Angleria. No tino, sino varios documentos afirman y corroboran que, en rea- lidad Alonso de Hojeda no vino á España en 1508, ni concurrió á la Corte para hacer las Capitulaciones de este viaje, en cuyo acto repre- sentó á Hojeda el ya referido Diego de Nicuesa, y así lo manifiesta el texto de dichas Capitulaciones cuyo encabezamiento comienza: (2) "®l rtftietito, iTccij»? V"-''^ i«t turtulmbo, con voe ^ie^o be Jli- cue^a, pov xto» é exx nombra í»e ^KmetJ be ^ofcinx ^tctra ir á la ticvva be Vivaba ee- iv." y siguen luego las Capitulaciones. De conformidad con lo dicho se expresa el docto Don Martin Fernández de Navarrete en su relación de este, viaje que forma parte de su conocida Colección de documentos (3) en la cual refiriéndose á la marcha de Hojeda á las Antillas, de la que consta debió ser en la primavera de 1606, dice: « Yffnoramos el resultado de esta expedición de Hojeda en 1505, pero cualquiera que fuese, hallamos que Hojeda estableció después su residencia en la Española, donde estaba cuando Juan de la Cosa fué nombrado su lugar- teniente y Alguacil mayor de Uraba (9 de Junio de 1508) y le llevó los des- pachos de su gobernación » . Y comprobando lo dicho en las Capitulaciones, y la afirmación del Señor Navarrete, se observa que en los diversos asientos hechos en los Libros de Tesorería y de Cédulas de la Casa, y relativas al despacho de las carabelas que llevó Juan de la Cosa y á la gente por él reclutada para (1) En su Estudio histórico titalado Juan Díaz de Solís, Santiago de Chile 1897. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4 en 4 de Junio de 1508. (3) Tomo 3° p&gina 176. 48 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN la expedición, sólo se nombra á Cosa y para nada á Hojeda que perma- necía en la Española, y como última prueba citaremos dos Cédulas de 6 de Julio de 1609 (1) dirigida una á los Jefes de la Casa de Sevilla por la que se autoriza á Nicuesa para llevar desde Sevilla ciertas yeguas, y otra del mismo día á las autoridades de la Española, para que permita embarcar otro número de yeguas no sólo á Nicuesa, sino también á Hojeda. Tampoco se puede admitir que se refiera Anglería á la partida de Nicuesa y Hojeda desde la Española, suponiendo así que desde dicha isla salieron reunidos, porque después de ocurrir allí graves desave- nencias entre uno y otro Capitán, es sabido y á su tiempo referire- mos que habiendo partido Hojeda y desembarcado en Cartagena fué sorprendido allí por aquellos naturales, y perdió con Cosa gran parte de su gente, habiendo llegado allí á tiempo de socorrerle después de ocurrir el desastre la expedición organizada por Nicuesa. Terminaremos consignando aquí un hecho, que concretamente indi- ca la incompatibilidad que existe entre la relación citada de Anglería, y el viaje de Pinzón con Solís en 1608, al cual se quiere erradamente re- ferir. Recordaremos, que comienza el escritor milanos por consignar la circumvalación de Cuba, ci'eída hasta entonces Continente, y llevada á cabo por Pinzón en el referido viaje. Según Anglería, navegó después Vicente Yáñez recorriendo hacia el Sur la costa Atlántica del Nuevo Continente, no poblada aún por Españoles, hasta llegar al cabo de San Agustín, que coloca en siete grados de latitud Sur. Aunque supusiéra- mos, como refiere Anglería, que después de tan larga navegación á lo lar- go de las costas, sin recurso alguno, retrocediese de nuevo Pinzón hacia Occidente para dirigirse á la isla Española, como en efecto lo hicieron él y Solís en su viaje de 1608, tendríamos que señalar la circunstancia de que, no habiendo llegado dichos navegantes á la Española hasta Julio de 1609 (2), se observa sin embargo que, ya en el mes de Mayo, era co- nocido en la Casa el hecho de ser una isla la de Cuba; y así lo manifiesta una Cédula de principios de Mayo (3), registrada en los libros de la Casa, se encarga á D. Diego Colón averigüe si hay oro en la Isla (sic) de Cuba, y que informe; de lo que se deduce que, antes de llegar Solís y Pinzón á la Española, se sabía ya la forma aislada de Cuba, que corresponde en (1 ) Archivo de la Casa en el de ladias 148 — 2^2 Dada en Burgos. (2) Según asientos del libro de Tesorería que de la Casa, al page Diego de Utrera: que quedó en la Española, se liquidó en haber hasta Julio de 150Í), y por último, Pinzón regresó, como veremos, á la Península el 27 de Agosto. (8) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Cédula dada en Valladolid á 3 de Mayo de 1609. AMÉRICO VESPUCIO 49 efecto á época algo anterior. Por lo demás, si el regreso de Pinzón á la Española, desde el cabo de San Agustín en 1606 ó 1607 resulta tan di- fícil de aceptar, como lo sería en 1609, en cambio, el hecho que consta, de haber estado Solísy Pinzón en Julio de 1609 en la Española, donde les retuvo Ovando los indios lenguas que del Continente llevaban (1), como muestras de la nuevas tierras, se explica perfectamente, si llega- ban de la costa de Panuco, como en 1613 declaró el Piloto Pedro de Ledesma. AMÉRICO VESPUCIO SU VIAJE Á LA CORTE.— MUERTE DE FELIPE DE BORGOÑA. APLAZAMIENTO DEL VIAJE Á ESPECIERÍA.— ANTECEDENTES DE LAS JUNTAS DE BURGOS En Septiembre de 1606, fué enviado á la Corte por los de la Casa, Américo Vespucio, encargado de informar al nuevo Soberano acer- ca de la Armada que se destinaba á la Española y llevando además con^ sigo cartas é instrucciones que manifiestan también el estado de des- organización á que habían llegado los Reinos de Castilla, tan celosa- mente administrados y regidos por la ordenada gestión de Isabel y de Fernando, fundadores gloriosos de la unidad nacional. Había de- clinado Don Fernando en el mes de Julio en su yerno el de Borgoña los poderes que de las Cortes de Toro recibiera para la gobernación de Castilla y por lo visto, todavía en Septiembre, no sabían los de la Casa la manera de llevar su administración. (2) (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1—4. Desde Valladolid en 14 de Noviembre de 1609 y con objeto de saber lo ocurrido en el viaje deSoHs y Pinzón (1608- 1609), encarga el Mo- narca al tesorero de la Española, le diga: «cual fuélacausa porque el dicho Comendador Mayor «(Ovando que había cesado en Julio; non dejó traer las dichas lenguas, (indios intérpretes) é «qué fueron las cosas que los dichos Vicente Yañez Pinzón é Juan Diaz de Solis truxeron del «dicho viaje.* (2) Colee, de doc. de Nav., tomo 2.**, página 864. 13 50 AMÉRICO VESPUGIO "$let»ttf«, &iccn la» inatvnccicne» iiaiía» á Jlntétrico pov el ^0ctor, tve» carta» pava el ^etj, Íttottfti<»r i»c ^ila, tj ^l ^<- cvetavi0 a^vicici* §i eatá en la ©ovtc ®riclí>, *; «itrue ia i»e ^nítia», ííalhí la cavta »j él ae ijuiavá cotna ci ^etj xio» oiga »j alcancíi» bien iie^pné». ponto» infovnxaiio» une el |le»j Ija enconteniíaiio lo» ne^íocio» í»e Hn&ia» á pir, he ^ila »n canta- retro tnatjaf ♦ ^i e» a»í, tira» írivectatitettte á éL go qne ^trittci- ipalntettte í»c»eatttí»» e» elavxtfati ítel concteirta ettttre el ^et) pne»tva peñov tj el peñov |letj ^on ^ernattírír, povcfne »epa- mo» batr lo »tttjo á caita nno." En la carta de los de la Casa para G-ricio llevada por Aniérico, le dicen en 15 de Septiembre que hacían falta aún ocho mil ducados para, el despacho de la Armada destinada á la Especiería, los cuales se deta- llaban en el Memorial, que ahora decimos Presupuesto, llevado también por Américo, lo que manifiesta que por entonces no se renunciaba á la referida expedición. Era esto á mediados de Septiembre y, llegado No- viembre en ocasión de hallarse el de Borgoña asistiendo en Burgos á un banquete con el que celebraba la toma de posesión de aquel Castillo que, en recompensa de sus servicios contra Fernando V había conce- dido el de Borgoña al intrigante D. Juan Manuel, vióse dicho Príncipe acometido por unas fiebres, de las que á la sazón había epidemia en Castilla, sucumbiendo de ellas, al cabo de breves días. Hízose entonces cargo de la gobernación de Castilla, un Consejo de Regencia presidido por el Arzobispo Jiménez de Cisneros, y fué llamado presurosamente de Italia Don Fernando, puesto que su Hija, la verdadera Soberana, esta- ba loca. Cuando en Septiembre de 1506 enviaban los de la Casa al de Bor- goña á Américo Vespucio: **cl cttal, decían, t»a»t infcrtrtttaíK» be toba» la» civcnn»- tattcta» he la Mclja ^vnta&a (he la (^»pecierriay' y que además llevaba consigo el: "tnctnírrial he la» ctr»a» qne »e Ijatt he pvoveev he %na» he lo qne tja e»tá pi^íítteiiríJ" (1). No es de creer, que tratasen aun los de la Casa, de suspender la organización y el envío de esta expedición, para lo cual tampoco es pro- bable que hubiesen enviado al de Borgoña á Vespucio, que había sido sin duda uno de los autores del proyecto y parece que siguieron ha- ciéndose los preparativos á juzgar por el asiento del Libro de Tesorería (1) Colee, de doc. de Navarrete, tomo 2.°. página 352. Desde Sevilla á 15 de Septiem- bre de 1606. AMÉRICO VESPUCIO 61 de la Casa relativo á haber empezado también Américo á preparar el bizcocho ó galleta (1) para esta Armada, de la cual decían los de la Casa en su carta á Gricio: "é no ijttbicttbo í*c í^artitr la í»icijrt arntaíta antea be $ebvg- V0 iite 1507). &." Y sin embargo, llegado el mes de Febrero tampoco partieron la Armada ni Vespucio y fueron, como veremos, destinadas á otros fines las naves que para esta expedición habían venido de Vizcaya. Verdad es, que por este tiempo había regresado á Sevilla Juan de la Cosa, lle- vando como resultado de sus exploraciones la comprobación de la indu- dable continuidad de las tierras continentales, al Sur de los descubri- mientos de Colón en la América Central, hasta la isla de la Margarita próxima á las bocas del Orinoco. Algo después, debió regresar Pinzón aportando á su vez noticias de su navegación á las Antillas y costa oriental de Yucatán, en la cual y al Norte de lo descubierto y reconocido por Colón, había comprobado costeando, como dice Anglería, aquellas costas orientales, la continuidad de las nuevas tierras más al Norte de la isla de los Guanajos en el Golfo de Honduras descubierta por Colón. Estos nuevos antecedentes de que á la respectiva llegada de uno y otro navegante, tuvieron inmediata noticia el Doctor Matienzo y sus compañeros, pudieron con razón modificar sus ideas acerca de la pro- yectada expedición. Fernando el Católico, retenido aun en Italia, tarda- ría algo en regresar (2) y, parece posible que, á propuesta de los de la Casa, y de acuerdo ó nó con Jiménez de Cisneros, determinóse acaso por D.Juan Fonseca suspender el proyectado viaje, aunque no conozcamos la orden en que así se dispuso. Consérvase en el Archivo de Indias de Sevilla, procedente del de su Casa de Contratación, el Libro destinado á llevar las cuentas de los gastos hechos para esta Armada, en el cual se consignaron algo des- pués, por respectivas notas y á modo de partidas de descargo, el uso y aplicaciones en que, por no haberse realizado esta expedición, fueron empleadas las naves y las provisiones que para la misma fueron acopia- das. Sobre su cubierta de pergamino y en bellos caracteres monacales aunque de tinta alterada por el tiempo, se lee: "gibro be cav00 tj í»ata be lo& nantjo», é ntevcabeviaa é tnaniettintiento», qne »e eoxn^^vavon pava ei t»itti* á \a (B^pe- eievxa,*' (1) Colee, de doc. da Navaret«, tomo 8.**, página 307. (2) Hasta que en Junio de 1507 desembarcó en Barcelona, procedente de Ñipóles. 52 AMÉRICO VESPÜCIO Lo9 buques cuyo aproviaionamiento se especifica son tres, venidos de Vizcaya, á saber: "ga nao matrur U(intaí»tt iie la ^a&iiaUna" , que dice vino de Vizcaya, y en nota contemporánea: fu¿ á la QB&V'^tiola t) *e bió á ^iego ^a>»rt0wcí ©víife- ^a♦' (1) y en otra nota relativa á este mismo buque dice: ''enviavúnee á loe oficiáis» iie ^» Jl* C{xte e&ian en Irtft^n- Maft «tt la nao ntatiov el año pa^abo be 1507 tteiwtinwett* cnevpo» be corafa*" "grt; nao nxebiana niño be ^ortugaletc" y en nota agrega: "ga ttttcr ntíbiantt Kte afieló pava cav^o be vopa pava la« ^nbia» el año paaabo be 1507." De la tercera nao que llamada Carabela y que era la menor, dice en nota que fué á Canarias, y agrega: **»e tonto pava el viaie á be»cnbviv en truc van ^injott Estos asientos ó notas del libro de la Especiería, si bien no declaran la fecha precisa de la suspensión de esta Armada, consignan sin embar- go el hecho de haberse dispuesto de las naves para otros fines, y permi- ten además determinar la fecha en que las dos naos mayores, venidas de Vizcaya, regresaron á Sevilla, pues según consta por otros asientos: "git nao be *«« JUtcm* en C(ne vino pov (/[.apilan ^ie^o ^obvi^ne^ ^vaieba, lU'iíó (2) en 1 1 be ^ctnbve be 1507/' " ga xtao be ette- ^Ittjito en (fuc ttttteatrc ^itan be QB^eviba- noen 11 be ^ctnbve be 1507" (llegó be la (B^pañola). (8) Estos asientos que determinan por completo el viaje de las naos viz- (1) Este distinguido cómitre Sevillano figura mucho en los trabajos marítimos de la Casa en aquella época, y entre ellos en el despacho de la expedición de Pedro Arias en 1514 y de la úl- tima de Solís en 1515. Parece probable sea este, el mismo Diego Rodríguez, maestro de la nao en que regresó á Sevilla Colón en su último viaje á juzgar por su carta de 7 de Septiembre de 1504 en la que dice á Francisco Morilla «diese á dicho Diego Rodríguez ochenta pesos de oro que abré de dar por el pasaje de a(juí á Castilla con veinticinco personas que han de ir con- migo.» Carta autógrafa de Colón— De los autógrafos de Colón y Papeles de América por la Duquesa de All)a — Madrid 1852 — página 52. — Fué también Diego Rodríguez el primer Visitador de naos de la Casa. ,^ (2) Que es el capitán que marchó á la Española llevando la mayor de las naos vizcaínas- Ademas, á diferencia de las otras naos llegadas en el mismo año. de ésta y de la siguiente que no son fletadas, .sino de la Casa, dice naos de sus Altezas, esto es de los Reyes, porque no se usaba *un el tratamiento de Majestad. (3) Archivo de la Casa en el de ludias 32 — 3 */-j3- AMÉKICO VESPÜCIO 53 «aínas, evitan también cierta justificada confusión, que en estudios no «spañoles produce el hecho de consignar que en 1506, diga Felipe de Bor- goña que las naves para ia Especiería estaban para llegar á Sevilla, y en Octubre de 1507, haga referencia D.Fernando á la reciente llegada de las mismas naves, lo cual queda explicado por su viaje á la Española. En cuanto á la más pequeña, ó sea la carabela que llevaron luego Solís y Pinzón, noTiabiendo ido más que á Canarias, debió regresar y encon- trarse antes en Sevilla. A mediados de este año de 1507, armaron los de la Casa dos buques destinados á la persecución de un pira.ta, que según parece, acechaba las naves que venían del Nuevo Mundo, y cuyos gastos se consignan en el <;orrespondiente libro de Armada (1), que comienza: "llclttción i>p io* ntttrrtwebi* que »* Ijan lutbc» ^ava loe (iitdtoe í»f Ittft í»oflr jcrtvctbeiaft t>e (\xte ^itan i>e la ©oett ita p0v ffiaí?itán ;íavrt mtatríírt é atnvtxvo i»c laa xtitoe i^uf ttiencn í»e la» ||ni»ia», é fxxé nixeva qxxe Ijcibxa ciítrto» (trtnttl>o« (eic) qxxe i»i| cfue Ijttty «no qxxe 9e llanta Jtuan he t^vñxxatm ^ijcaino ^." Hízose esta campaña en carabelas fletadas para este objeto, sin duda por la premura en acudir á la vigilancia de las costas, y según el citado Libro: "®ontemó he»l»e el xxxee tfe |íunio bel ^fclro íxxxú, Mjio (»ic) iixxe 0e conie»t|ó á etxUtxbev exx la Mcl)a armaba bc«bc 22 i>e $uxxi0 ife 1507." Pistas carabelas debieron hacerse ala mar en 15 de Julio en cuyo día caminan á devengar sus haberes los tripulantes, los cuales según el referido libro fueron pagados hasta 22 de Septiembre los de una carabe- la y hasta 2 de Octubre los de la Capitana en que iba Cosa. Para su ar- mamento que se conoce fué hecho con toda urgencia en tanto que Cosa disponía las naves, en el mes de Junio, maichó Pinzón á Málaga donde compró pólvora y otros aprestos, como por el respectivo asiento consta. Terminados estos sei-vicios aparece Pinzón encargado por los de la Casa de despachar en Sanlúcar varias naves que llevaban yeguas para su propagación en la isla Española, y constan en el Libro de Tesorería de la Casa los pagos hechos por el porte de varias cartas para Pinzón á Sanlúcar y viceveisa. Dio lugar á esta correspondencia el haberse re- cordado por medio de pregón la prohibición de sacar yeguas según (1) Archivo de la Casa en el de [adiaü. Los fondos llegados en los anteriores buques fue- ron destinados al armamento y gastos d« las naves mandadas por Juan de la üoén, para la per- secución del referido corsario. 14 &4 AMÉBICO VESPÜCIO la pragmática dada en Castilla en 1494. Solicitaron entonces los due- ños de las yeguas que no se habían embarcado aún, se les permitiese hacer el embarque en evitación de los perjuicios que se les seguirían, otorgóla Fernando el Católico por Cédula de Diciembre de 1507, (1) y fué este laborioso ó ilustre Descubridor encargado por los de la Casa des- pachar la expedición completa de las yeguas para aumentar con ellas la riqueza de la Española y desde esta después, la de tantas otras tierras del Nuevo Continente. Vicente Yáñez Pinzón apesar de su larga y labo- riosa existencia no fundó sin embargo, Mayorazgos ni Señoríos y acaso no ha merecido, que sepamos, una detenida biografía. II AMÉRICO Y SUS CARTAS 1J n ninguno de los trabajos anteriores de la Casa se encuentra citado _J Américo, acaso por su calidad de extranjero pues consta que no fué naturalizado en Castilla hasta 1508. Menos plausible explicación tiene el hecho del prolongado retraso de su partida en tanto que Cosa y Pinzón terminaban y llevaban á cabo sus respectivas investigaciones á las que puede atribuirse en macha parte el aplazamiento de la expedi- ción que se confiaba al navegante florentino para ir ala Especiería (2). Celebradas, al regreso de Fernando el Católico, las Juntas tenidas en Burgos con los navegantes de la Casa de Contratación, renuncióse como veremos, al viaje directo para la Especiería, que no parecía ya tan hacedero, y acordóse en cambio enviar una expedición que debía buscar á través de las tierras continentales, y en la tparte del Norte ha- cia Occidente* un paso ó canal navegable que condujese á las naves de (2) Colee, doc. Nav., tomo 2°, página 636. Dada en Burgos á 23 de Diciembre. Según en la Cédula se expresa, la yeguas enviadas fueron 106. (.3) En la carta tantas veces citada de losdela Casa para elsecretario Gricio en 1506, en que 86 pide consignación de más dinero para la armada de Américo se da para ello entre otras ra- zones lo gastado en «el proveimiento de las tres carabelas que están en la Española» y con las cuales se encargaba á Ovando requerir la costa de las perlas y hacer reconocimientos en las otras antillas. AMÉRICO VESPUCIO 55 Castilla hasta los deseados raaies de Occidente no conocidos aún, pero para la realización de este viaje se acudiría á otros navegantes, en tanto que Américo al que, acaso perjudicaron sus aficiones de corresponsal como diríamos hoy, quedaba retenido en Sevilla para el desempeño de^ un cargo importante, sin duda, pero sedentario. Acerca de esto recordaremos aquí que, precisamente á este año de 1507, corresponde la proposición hecha por un escritor residente en la Corte de Lorena y llamado HylacomylHs(l), para dar á las nuevas tie- rras el nombre de América, proposición que no obstante ser injustifica- da encontró fácil acogida en la Europa central. DebLóse este hecho, en cierto modo inesperado, á la facilidad con que el ya citado escritor, no obstante la justa fama y resonancia obtenida por los primeros descubri- mientos de Cristóbal Colón, admitió las afií'maciones hechas por Amé- rico en sus famosas cartas dirigidas á diferentes personajes no españoles y en cuyas cartas, relatando el florentino sus viajes, se calificaba á sí propio de devscubridor del Nuevo Continente, hecho que por cierto no ha podido ser comprobado. Partiendo Hylacomylus de las afirmaciones de Américo, y haciendo con injusticia caso omiso de la iniciativa que á Cristóbal Colón con los Pinzones correspondía en la realización de los primeros descubrimientos, hizo entonces su conocida proposición de dar el nombre de América alas nuevas tierras continentales en su Cosmo- graphiee Introductio: cuyo texto latino que despojado de abreviaturas para que esté más claro dice así: , I non video cur quis jure, vetet ab Américo inven- Americam ¡ tore sagacls ingenii, Amerigen quasi Americi te- I rram, sive Americam dicendam. Publicó Hylacomylus su tS^^ú&tno^vcivliice^pttvoituctio, en el año de 1507, y según el alemán Cronau (2), fué editada en una imprenta dependiente de un colegio sostenido por Renato II, Duque de Lorena y émulo y rival en Italia de los derechos de la Casa de Aragón (3). Estos hechos y la circunstancia de residir Hylacomylus en la Corte del de Lo- rena relacionan de un modo directo su proposición con la carta, que á fines de 1504 y encontrándose Américo en Portugal, dirigió al dicho Duque de Lorena con la relación más ó menos verídica de sus cuatro viajes. Interpreta un docto escritor (4), el título de Rey de Castilla (omi- (1/ Nombre latinizado de Martin Waltzemuller, (2) En 3u obra titulada de América Leipzig 1891. — Versióa española tomo 2.°, página 26. (3) Y aliado contra Fernando V con el .Monarca francés. Carlos VIII.— Renato II murió enl608. i , (4> Cplec. doc. Nav. tomo 8.°, págin« 20 fa nota. 66 AMÉRICO VESPUCIO tiendo el de Aragón), con el que Américo designa á Fernando el Cató- lico, creyendo que era su objeto lisonjear de todas maneras en esta carta al Monarca de Aragón, y ciertamente que no haríamos alto en ello, pensando entre otras razones que bien puede dispensarse este error en el que tantos errores destruyó, pero son tales las conse- cuencias que á este escrito pueden atribuirse, que impiden dejar sin examen esta afirmación. Como hemos dicho, la carta al de Lorena está escrita en Portugal y antes de abandonar Américo el servicio de eiquel Monarca, pues que termina diciendo: **^\j0va pgvtnansiCú en eata ©inirtti» i»* g^i^búa, &in «abev tcitavxa qué pen»avá he ntt eette ^eveni»itn0 ^*»j." Y por cierto que este documento comprende los cuatro viajes de Américo, manifestando así que todas sus Relaciones fueron escritas an- tes de su vuelta á Castilla. Agregaremos que la carta parece que fué pedida, ó por lo menos escrita para el Duque de Lorena porque según en la misma se lee: "|fttot>l¿mc principalmente á ««ítribir el pavtahov be e«ta ^enxtenntn, Ijnntilbe cviabo be ^, ^» tj atnijia tnío be toba nti Y observemos, por último, que era el de Lorena rival en Italia de la Casa de Aragón, que sus partidarios habían sido arrojados de la Ita- lia meridional por los de Fernando el Católico, y que por esto Américo, que era italiano, evitaba por no desagradar al de Lorena, nombrar 4 Fernando V como Rey de Aragón. Pero que era su objeto natural y cla- ro halagar de todas maneras en su carta á Renato de Lorena á quien su escrito estaba dirigido, lo muestra también su encabezamiento que dice: **^Htx&tvx&6int0 ^cnixt0 ^ievn&aletn et ^icHxce |le0i„ En el cual precisamente da el florentino al de Lorena los títulos á que aspiraba por derechos disputados á la casa de Aragón. Tan lejos se hallaba Américo de halagar con esta carta al que gustaría titularse. ^«^evurtnlía |letr be ^ta^ón, be ^fcUia, be ^evn&alén etc,„ Como por tantos documentos consta, y al que sin duda no esperaba tener que pedir en breve favores y protección no obstante el mal servicio que le hiciera pasando á Portugal y conduciendo desde aquel país dos expedi- ciones sucesivas á las Costas de Brasil y por esto en algunas de sus edi- ciones aparece en su portada la figura armada del Monarca de Portugal. No es probable que estas publicaciones permaneciesen ignoradas en España y menos aun de Fernando el Católico, que á la sazón regresa- AMÉBICO VESPUCIO 67 ba de Italia, En cuanto al agrado, con que pudo verlas este Monarca, lo manifiesta el hecho de que ni Amórico escribiese en adelante más car- tas, ni estas fuesen, que se sepa publicadas en España, y si es cierto, que desempeñaría en Sevilla un cargo honi'oso y de importancia, no se le conñarian en adelante expediciones á descubrir, ni llegaría á navegar en los buques de la Casa de Contratación. 16. 68 JUNTA DE. ¡HAVEGAfíTES EN BURGOS Fernando el Católico. Del Retablo de la Casa. REGRESA Á ESPAÑA FERNANDO EL CATÓLICO M JUNTA DE LOS NAVEGANTES EN BURGOS I 508 uerto Felipe de Borgoña, y perturbada siempre la razón de Doí'ia Juana, hízose cargo de la gobernación de Castilla un Consejo de Regencia presidido, por fortuna, por un hombre prestigioso y eleva- do, grande amigo de la Reina Isabel y consecuente y leal para Fernan- do de Aragón. Fué este, el gran Arzobispo de Toledo Don Francisco Jiménez de Cisneros, cuyos inteligentes esfuerzos se dirigieron desde luego á contener la actitud de algunos líiagnates descontentos y ambi- ciosos (1) en tanto que regresaba á Castilla Fernando V. El de Aragón en tanto, confiado por completo en la lealtad y altas (1) Por otra parte, los adictos y contrarios al Rey Don Fernando traían al Reino en con- tinua agitación porque, como de estos decía el Duque de Alba, si pudieran sacar el demonio del infierno para juntarse contra su Alteza lo harían. — Lafuente tomo 10." página soy — Pero contra todos pudo Cisneros.— Podría aplicarse hoy el expresivo dicho del Duque de Alba á los escritores fanáticos contra el Estado Español. JUNTA DE NAVEGANTES EN BURGOS 59 dotes de Jiménez de Oisneros, detúvose aún en Italia para atender á los asuntos de aquellos Estados, comprendiendo como experto gobernan- te, que no le sería ya tan fácil abandonar de nuevo la Peninsula y por finen Junio de 1607, dióseá la vela en Ñapóles y desembarcó en Bar- celona Fernando V, que regresaba á España rodeado de los mayores prestigios. Pasó muy luego el Monarca á Castilla, en la que urgía su presencia y donde, después de la desordenada gobernación del de Borgoña, los mismos pueblos que le vieron partir con desdén, le reci- bieron con júbilo. Seguía rigiendo la Casa de Sevilla el Doctor Sancho de Matienzo y, apenas llegado á Castilla, entabla el Monarca con los de la Casa una activa correspondencia de la que no quedan sino una parte de las Cartas ó Cédulas Reales registradas en los Libros de la Casa. Como era natural que ocurriese, debió referirse en un principio esta correspondencia á la proyectada expedición á la Especiería, no realizada aún, y acerca de lo cual debieron mediar explicaciones. De todas maneras, es lo cierto que á la llegada de las naos vizcaínas, que en 11 de Octubre regresaban de la Española, contesta diligentemente Don Fernando á los de la Casa en 21 del mismo mes (1): "á l0 Cfue ifscia, «i xxú tne ije be »evviv be las boa cávabela» que aQOva ijan tj^nibo pava lo be la ^^pecievia, coma cataba ajc0rl»ai»a, tneiov &evia biap0ner: bellas Sc*^ Tratando de reconstruir, como se hace preciso, esta corresponden- cia, de la que no quedan sino restos incompletos de una de las partes, parece lo probable, á juzgar por los resultados, que no pretendiesen loa de la Casa se renunciase en absoluto á la proyectada expedición, como daba á entender el Monarca, y sí sólo á modificar el plan ó proyecto anterior para la misma, pues en siete de Noviembre y contestando sin duda á nueva carta de los de la Casa, les ordena Don Fernando envíen á la Corte á Américo Vespucio y á Juan de la Cosa. (2) Observaremos que eran precisamente los dos navegantes llamados por el Rey, los Jefes respectivos de la expedición suspendida para la Especiería y de la que hacia poco había regresado á Sevilla, después de reconocer por mi- nuciosas navegaciones el litoral del Nuevo Continente en una extensión considerable, al Sur de lo antes descubierto y reconocido por Colón. A pesar de esta orden, no fueron todavía los Pilotos, los cuales no salieron de Sevilla hasta Febrero de 1508, en cuya fecha marcharon á Burgos, donde á la sazón estaba Fernando el Católico, no solo Cosa y (1) Archivo de la Casa en el de Indias 14íj — 2 — '¿ Dada en 21 de Octubre de 1507. (2) Colee, doc. Nav. tomo 3.° página 304. 60 JUNTA DE NAVBftANTES EN BURGOS Américo, aino también Yáñez Pinzón y Díaz de Solís, (1) no nombrado este último hasta entonces, en los Libros de la Casa, y cuyas variacio- nes parecen corresponder á las cartas y comunicaciones, que durante ese tiempo mediaron, entre Sevilla y la Corte. Por este tiempo, no había aún en la Casa Pilotos de nombramiento Real, aunque sí consta que, entre otros prestaba en ella sus servicios Juan de la Cosa, y como hemos dicho, desde 1505 tenían en la Casa sus asignaciones Yáñez Pinzón y Vespucio ** cntattto qtte »e úcnpavan en le tu? Iñ ^vtntxtta,** según la orden dada por Fernando V. Durante su ausencia, aunque no realizado el viaje, parece que abonaron los de la Casa á Vespucio sus asignaciones, y admitieron para cooperar en los trabajos geográficos de esta Institución, á un nuevo Piloto desconocido aun para Don Fernando, que así lo manifiestan los términos de su Carta de 3 de Marzo de 1608, en la que contestando á otra anterior de los de la Casa les diqe (2): • "en l0 bel &íxlavi0 C(ne ijiciiSrtci» á |íucnt ^ittf í»c ^oli» t} á lo« 0tv0»pU0t0&,fné tnntj bien fecit** tj ct&inti0xn0 ac00ev en biclja eicfntpañia alMcijt» ^uttn ^ict? p0v nev ^eann í»eci&, (B^vevü0na he tnttclja eaeiícriencitt é he une »jc» i?í>í>i^é «kewivme pava la» jca0a« he heíic0bviv*'* Este nuevo Piloto, poco nombrado hasta entonces y colocado, sin embargo por los Jefes de la Casa de Sevilla, aliado de navegantes tales como Juan de la Cosa, Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespucio, era nacido en la villa de Lebrija no lejos de los márgenes del Gruadalquivir según los antiguos historiadores que conocieron á Solís, y entre ellos, el italiano Angluría que lo conoció también y que tenía cargo en el Consejo, Su mucha experiencia, que podía ser tan útil á Fernando V para las cosas del descohrir, se explica por el hecho de haber servido Solís en la casa de la India de Portugal en la que reclamaba (4) ciertas canti- dades que aseguiaba se le debían y de regreso á España fué, como vemos, perfectamente acogido por el Doctor Matienzo y por sus compañeros que comprendieron toda la importancia que para la Casa tenía adquirir los servicios de un piloto español, que hubiera servido en la Casa de la India, de Portugal, y tuviese conocimiento de aquellos mares á los que había (1; Archivo do la Casa en el de Indias 148 — 2 — 2. Dada en Burgos á 21 de Marzo de 1508. — Otden de pago: gastos de viaje. (2) Archivo de la casa de Indias 148 — 2 — 2. Desde Burgos en la fecha referida (3) Esta frase manitiesta á Fernando V no conocía aún á Solís. (4) Según refiere el embajador portugués en su carta á aquel Monarca habérselo manifesta- do el mismo Solís — Carta de Vasconcellos desde Logroño en 30 de Agosto de 1512 — Colec.de doc. de Navarrete tomo 3.° página 127. JUNTA DE NAVEGANTES EN BURGOS 6.1 llegado en 1498 el navegante portugués Vasco de Gama después de haber doblado, el año anterior de 1497, el Cabo de Buena Esperanza. Había navegado Solís al Nuevo Mundo antes de pasar á Portugal, si hemos de creer el testimonio de un autor contemporáneo y de tanta autoridad como Angleria que, al terminar su primera Década y corres- pondiendo por tanto al año de 1602 próximamente, escribe: « También se dice, que han recorrido aquellas costas occidentales del nue- vo Continente, Vicente Yañez, de quien arriba hablamos, y un Juan Díaz de Salís de Lehrijay otros muchos, cuyas cosas no conozco aun bien (1). Acerca de esta afirmación de Anglería consignaremos aquí el he- cho menos conocido de que según el testamento (2) hecho en Lebrija por el albañi (maestro de obras ó arquitecto) Fernand Q-arcía hermano de un Juan Díaz, que en el año 1499 ó sea en la época en que salieron de Sevilla las expediciones de Yáñez Pinzón y de Hojeda, hallábase en el Q-uadalquivir, hecho cargo de un carabelón, un marino de Lebrija llamado precisamente Juan, hijo ó sobrino de Juan Díaz y á quien su tío el albañi Fernand García lega una parte del buque y la propiedad total del carabelón mediante la entrega, á varios de sus parientes, de cierto número de maravedís. Si de regreso del Nuevo Mundo, pasó Solís á Portugal y navegó en los guares de la India, como parece probable, se explican perfectamente los propósitos expresados por Don Fernando de utilizar su mucha expe- riencia, y el hecho de haberle colocado los de la Casa como Piloto geó- grafo al lado de Juan de la Cosa y de Pinzón. Debemos manifestar sin embargo que algunos autores no españoles, rechazando la creencia que tuvieron sus contemporáneos acerca del nacimiento de Solís en la villa de Lebrija, pretenden se admita la identidad de este navegante con un piloto portugués Juan Díaz (3) que, por haber robado en compañía de ciertos corsarios franceses una carabela del Re}' de Portugal que pro- cedente de Guinea traía veinte mil doblas de oro, se había fugado de Portugal y estaba perseguido, no sólo en su País, sino también en Cas- tilla, á petición de los gobernantes portugueses, desde el año de 1496. Era sin duda muy conveniente, para que prosperase este errado su- puesto, que el descubrimiento de la India hubiera tenido lugar algunos años antes de 1496, siendo de ese modo fácil y hacedero que, antes de (1) Décadas, tomo 1." página ;}80. (2) Que examiníiremos al tratar de la personalidad de Solís. La imlabra albavi lia cambiado de significación. (3) Colección de documentos del Señor Navarrete, tomo ü.*, página 505. Cédula de los Reyes Católicos dada en Alfaro á 29 de Octubre de 1496. 16 &2 JUNTA DE NAVEGANTES EN BURGOS cometer su delito el portugués Juan Díaz, hubiese prestado en aquella Casa de la India los mencionados servicios, cosa que es imposible acep- tar después de hallarse el Díaz con tal empeño perseguido y buscado. Los hechos, sin embargo, ocurrieron de otro modo, la Indiano ha- bía sido descubierta aún en 1495 y por esto, ni el perseguido portugués Juan Díaz, fugitivo d«sde entonces, pudo servir como Solís en la Casa de la India, ni eí honrado navegante y el descubridor del Río de la Pla- ta Juan Díaz de Solís distinguido por Fernando el Católico, llamado por los de la Casa de Sevilla, y solicitado en 1512 por el mismo Rey de Portugal, puede convertirse fácilmente como pretenden algunos, en un piloto delincuente y desconocido que, perseguido desde 1495, no había podido ir á la India en naves de Portugal, ni doblar siquiera el cabo de Buena Esperanza y que, perseguido así mismo en Castilla, es difícil también que hubiese navegado al Nuevo Mundo. Todo ello es inverosí- mil y absurdo, y como más adelante diremos, fué en los tiempos de Solís una calumnia. Con los nuevos Pilotos enviados á la Corte, debían adquirir tam- bién mayor importancia los resultados de las Juntas reunidas en Bur- gos por Fernando el Católico y en las que tomaron, por tanto, parte Vicente Yáñez Pinzón, compañero de Colón en su primer viaje, explo- rador primero de la América del Sur y descubridor de varios de sus más grandes ríos; Américo Vespucio, descubridor con Juan de la Cosa y Hojeda de las costas de la América Meridional; Juan Díaz de Solís, descubridor más adelante del Río de la Plata, y por último, el ya citado Juan de la Cosa, gran navegante y descubridor, y autor además de la primera Carta de marear relativa á las costas del Nuevo Continente. Llegados á Burgos los navegantes, en los principios del mes de Marzo de 1508, debieron comenzar muy luego las conferencias con Don Fernando y con Don Juan Fonseca (1) para "Icte coíta»^ bel be»- Empleóse en estas Juntas una gran parte del mes de Marzo, y una vez terminados dichos trabajos, en los últimos días del mismo mes salie- ron de vuelta para Sevilla dichos cuatro navegantes que concurrie- ron á ellas. Los acuerdos tomados debían corresponder, y coriespon- dieron en efecto, á la calidad de los congregados y si bien faltan en ab- soluto documentos directos de estas Juntas ó conferencias, los cuales aca- so no existieron, subsiste en cambio, prueba documentada de sus resul- tados, en los diversos trabajos y empresas geográficas que, á seguida de (1) Consta que se hallaba en Burgos en dichos días por su firma en varias Cédulas de la» que entonces se expidieron. JUNTA DE NAVEGANTES EN BURGOS 68 SU terminación, fueron encomendados por Fernando el Católico á los cuatro navegantes, que en ellas tomaron parte, á saber: Creación del cargo de Piloto Mayor en la Casa de Sevilla, á cuyo funcionario se le encomendaba la enseñanza de los pilotos para la nave- gación á las Indias Occidentales, y al cual se encargaba además la for- mación de las nuevas Cartas geográficas de los descubrimientos hechos y que en adelante se hicieran. Para este cargo fué designado Américo Vespucio por Cédula de 22 de Marzo de 1608. El envío de una expedición á descubrir en la costa del nuevo Conti- nente ó Tierra firme, como entonces se decía, al Norte de Veragua donde, según los términos de las Capitulaciones debían buscar *'ttqttcl Cfxxxcti ó uxctv abierto cjite vvincipaUnente i* á buacar." Esta expedi- ción, que reemplazaba al pioyectado viaje á la Especiería, encomendado antes á Américo y el cual quedaba indefinidamente aplazado tenía pues, por principal objeto, buscar, á través del nuevo Continente, un paso que permitiera á las naves españolas llegar á mares más occiden- tales. De su dirección y mando se encargaban Yáñez Pinzón y Solís, por Cédula del día siguiente 23 de Marzo de 1608. Y por último, el envío á Veragua y á Darien de dos expediciones que deberían procurar establecerse, de un modo permanente, en aque- llas regiones. Estas dos expediciones debían ser mandadas respectiva- mente por Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda, alcalde mayor á la sazón de la Española. De la expedición de Hojeda debía formar parte, como hombre entendido en aquella navegación, el cuarto de los asis- tentes á las Juntas de Burgos, y así consta en las correspondientes Capitulaciones, las cuales no se firmaron hasta el 9 de Junio, dilación que parece corresponder al tiempo necesario para que Alonso de Hoje- da enviase desde la Española poder ó autorización á Nicuesa, el cual, como hemos referido ya, firmó dicho documento por si y á nombre de Alonso Hojeda. A consecuencia de estas últimas expediciones fué fundada la ciudad de la Antigua de Darien, primera de la América española en el Nue- vo Continente, y en la que se establecería la primera representación de la Casa de Sevilla. De ellas se derivarían también el descubrimiento del Pacifico y la fundación de Panamá en sus orillas; la repoblación de Nombre de Dios sobre la costa atlántica, y finalmente la apertura de un camino practicable entre ambas poblaciones y desde el uno al otro mar. M EL PILOTO MAYOR DE LA CASA II CREACIÓN DEL CARGO DE PILOTO MAYOR.— ENSEÑANZA Y EXAMEN DE LOS PILOTOS DE INDIAS.— LA FORMACIÓN DE LAS NUEVAS CARTAS GEOGRÁFICAS. 1508 . Fué la primera disposición tomada á consecuencia de las Juntas de Burgos, la creación en Sevilla del cargo de Piloto Mayor, para cuyo puesto fué designado Américo Vespucio por Cédula de 22 de Marzo de 1508,(1) y aunque en opinión de Herrera fuese debida la de- signación de dicho navegante á su especial aptitud parala formación de las Cartas marítimas, recordaremos que era más conocido en la Corte como castógrafo, Juan de la Cosa concurrente también á las Juntas de Burgos, y de quien hasta entonces se habían servido los Reyes y Fon- seca, para esta clase de trabajos (2). Parece, por esto más verosímil que fuese el objeto de Fernando V, no confiar las expediciones á descubrir á un navegante extranjero y que, habiendo dejado ya anteriormente á Castilla, había prestado después sus servicios en Portugal. De todas maneras, es un hecho que la expedición proyectada para la Especiería, á la que en absoluto no se renunciaba, no se confiaba ya á Américo, y que á consecuencia de estas Juntas en Burgos fueron, como veremos, Solís y Pinzón los encargados de buscar el paso ó canal navegable para Occidente. El cargo de piloto mayor que se creaba, aunque muy importante,, era sin embargo un puesto sedentario; los Pilotos Mayores no debían,, sino por excepción, viajar, como ocurrió en los tiempos de Solís que era español (3), la designación de un Piloto extranjero, podía tener tanto cuando se nombró á Vespucio, como cuando fué designado Caboto, re- tener en España á navegantes de otros países y disminuir así, las con- tigencias de exploraciones no españolas. La misión confiada á Américo en Sevilla tenía dos fines principales á saber: la enseñanza náutica de los pilotos que iban á las Indias, y la ( 1^ Archivo de la Casa en el de Indias 16 — 4 1/30 (2) Como más detalladamente se examina al tratar de la formación de liEkS Cartas geográficas (3) Sólo á Caboto después de larga residencia en España, le fué confiada en 1625 la expedi- ción fracasada al extremo Oriente. EL PILOTO MAYOR DE LA CASA 66 formación de las Cartas marítimas de los nuevos Países (1), y para ambos fines fué enviado á Vespucio, algo después de su nombramiento, una Instrucción dada por Fernando el Católico, á nombre de su Hija D.* Juana en Valladolid á 6 de Agosto de 1508(2), y en la que se lee: "l^ov ítirtuto tt »iM*«tvtt noticia t* tt^nib*», é \fov experien- cia Ijrtbíntoo wt0tci qxte, pov tto aev lo& ^íilottre tan expevto» C0UX0 0ex*iit lucnt fttev, i tan eatt^itctoi&en lo C{ixe bfbtn snxbev, c\ue lc0 Intatí pava veuiv é ^obevnav io-» navios c[ite uave^ixten en l0& ttiajee, f\ne &e Ijacen pov el nxav (ficcéaxxa á la» txxxe^tva» |}0la0 é QLxevva fxvxxxe, i-\xxe texxexxxoe: exx la pavte t>e ia« ||ní»ia», é pov beffvtoo bello» é be xxo »abev coxno »e Ijaxx tte ve^iv é (lobev- nav,éíiexxo iexxev fxtnbantento (c<»»tocinti«ntí») para «abírto- ntav, pov el citabt*ant£ é afttvolabia, el altttva, ni saber la cnen- ta bello, lee Ijatt acaecibo inncljo» tjerroe, é la» uettte» qtte, í>e- baio be »xx ^obernaetott nape^ati Ijan :pa0abo nntcljo :tíeliíiro, be qtte ntte»tro ^eñor Ija sketjito be»ertiibo, é en nne«tra Ija- cienba é be IO0 tnercaberea, qne allá contratan, ee i)a rectbibo ntitcljo baño c v«?x*biba,é para retnebiar lo enaobicljo, é pov c\xxe ea necesario para la biclja jtattej^aciotí, contó para otra» naveitacioites, i]xxe con aijnba be llneatro ^eftor e»peratno» nianbar facer para beecobrir otra» tierra», e» nece»ario qne ljat)a pex*»ona» ina» expex'ta» é inefor fnttbaba», é qne üepaxx la» co»a» tiece»aria» para la» tale» ttanettacio»te»,«,,» e» nne»- tra inerceb, é xtolnntab, é tnanbatno», nxxe tobo» lo» piloto» be nite»tro» reino» é »eítorio», iiite ajiora »on ó »eran, be aqni en abelaíite, c\xxc qni»ieran ir por piloto» en la biclja tiat»enacion, »eattin»trnibo» é »epan lo qite e» nece»axño »aber e»i el cna- brante é a»tvolabÍo..... é qne, »in lo »aber no pneban ir ett lo» bicljo» nanio» pox* piloto», nin na»tar »olbaba» por pilotaje, ni lo» niercabere» »e pneban concertar con ello» para qnc »eaxx piloto», ni lo» tnae»tre»lo» pnebati recibir e»t lo» ttanio», »in qne pritnero »ea»i exatninabo» por yo», |ítlcri0o J»e»p»tclji |jUte»tx*o l^iloto niaijor é le» »ea baba por^ %^o& carta be exatni- nacion é apt*obacio»t, be como »aben caba nno bello» lo »n»o- bicijo, con la cnal carta nianbanio» c\xxe »eatt te»tibo» pox* pilo- to», boiinier qnela nio»trareti.„ Tal fué la creación de la enseñanza náutica en la Casa de Sevilla, determinación por demás práctica y oportuna, dada la importancia (1) De cuyos extremos nos ocuparemos más adelante. (3) Del Archivo General de Simancas, Registro del sello de Castilla en la fecha citada. 17 66 EL PILOTO MAYOR DE LA CASA creciente de los descubrimientos marítimos y los anunciados propósi- tos, que fueron en efecto realizados, de "*nattí>tttr facev txtvatk na- A partir de esta época, estuvo encomendada dicha enseñanza á los Pilotos Mayores, pero juzgóse después insuficiente y antes de me- diar el siglo XVI, fué encomendada á los catedráticos de Cosmografía y quedó á cargo de los Pilotos Mayores la misión de examinar á los que habían terminado sus estudios. Creado más tarde, por la Univer- sidad de Mareantes de Sevilla, el magnífico Colegio de Pilotos de San Telmo, á orillas del Gruadalquivir, pasó á él la enseñanza de la Náutica, hasta llegar el siglo XIX. Por la misma Cédula se encomendaba á los Pilotos Mayores, con la cooperación de los demás Pilotos de Indias, la formación de las nuevas Cartas marítimas de las nuevas tierras, y fueron también debi- das á los Pilotos de la Casa ó á sus Cosmógrafos, otros importantes trabajos científicos que trataremos de examinar separadamente de las expediciones á descubrir. En cuanto á la formación de las nuevas Car- tas, observaremos que era por sí sola una enorme tarea la formación de las relativas á las dilatadas costas del Continente Colombino, esta que fué encomendada y realizada por los navegantes y los Cosmó- grafos de la Casa de Sevilla, y á cuyos importantes trabajos habían de cooperar con los Pilotos de nombramiento Real, todos los demás pi- lotos examinados, ó sean pilotos de Indias, á los que por la Instruc- ción enviada á Araérico, poco después de su nombramiento, se les orde- naba que, á su regreso á Sevilla, diesen cuenta á los Jefes de la Casa y á su Piloto Mayor, de cuantas observaciones dignas de ser consigna- das en el Padrón ó Mapa Real de la Casa, hubiesen notado en su nave- gación á las Indias. Tomaron, más tarde, parte en estos trabajos los Cosmógrafos de la Casa y sus Catedráticos de .Cosmografía, pero es lo cierto que la historia de estudios no ha sido hecha, y que, á pesar de su indudable prioridad y de su carácter de adquisición para conocimientos huma- nos, han permanecido bien desconocidos y olvidados, habiendo apare- cido en cambio no pocos trabajos de esta índole, hechos por autores no españoles y que no pertenecieron á la Casa de Sevilla, algunos de los cuales, dada la fecha que se les ati'ibuye, sería bien difícil determinar cómo fueron hechos, ni merced á que trabajos se debió su ejecución. e^^^¿) Cc>i^^ fr-vsg) <,5> ;a)ü^¿ e^s® @0>3 VICENTE YÁÑEZ PINZÓN Y JUAN DÍAZ SOLÍS EXPEDICIÓN EN BUSCA DE UN PASO Ó CANAL NAVEGABLE PARA LA ESPECIERÍA LAS CAPITULACIONES 1508 Dedicado Américo á su nuevo cargo, importante sin duda, pero que le retenia en Sevilla para la enseñanza de los pilotos, no pro- cedía en realidad encomendarle la expedición para las islas llamadas de la Especiería, no descubiertas aún por los portugueses, pero á las que, con noble emulación, se deseaba llegar desde ambos países pe- ninsulares, con la esperanza de que estas renombradas islas, de las que los navegantes del extremo Oriente traían hasta Europa la Especiería, quedasen situadas dentro de sus respectivas demarcaciones. La circunstancia de haber servido Solís en la Casa de la India de Portugal y su natural conocimiento de aquellos mares, tan desconoci- dos en general para los navegantes de la Casa de Contratación, y á los cuales se pretendía llegar lo antes posible, explica y aun puede decir- se que es necesaria para motivar satisfactoriamente la designación he- cha de este Piloto, relativamente desconocido, para ser el Jefe maríti- mo de la expedición, cuyas Capitulaciones (1) fueron firmadas en (1) Archivo de la Casa en el de Indias 148—2—2. En Burgos 4 23 de Marzo de 1608. 68 YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS Burgos á la terminacióu de las j untas el 23 de Marzo, ó sea al día si- guiente del nombramiento de Américo. En efecto, en estas Oapitulacionea, se decía á Yáñez Pinzón y á Solís: "tTtt£tn^<» en bnemx Ijava pcivUeveifee-, Ijabeisr ite seextiv le» ^crv^?ta é «tareafc que xx0&, el iiieijc ^itan ^ia; be ^oUe írixer- í»íflr, lo i;wctl Uá tros i»taní»íí ffite ctxmutticfitcisr cmt tro* el bicljtt '^Ícente Uáñcf tj con lo» ntteettro© piloto» é ntae^treü, é Ijoin- lítre» iie consrefo {iba nn veeii^v), povciue &e Ijaita cott ntcte (tcwetriro, tj titcf ox* sre^taie lo c\xxe Ijalreia be Ijacer." 5Coí»o» los bírtsr, continua cate inteveeritnte bocttntcnto, nncí t>e| potr Itt ntciñona é otx*rt ú Itt tax*í»e, Ijoble el itn ncttíto con el otro, tj <\ne en cato no Ijcttjrt pnnbonox-, ni Mfevencio, aitto el que ae ljrtllttx*e á barlouento, venga en &e»nani>a itel crue eatu- tttetre á aotawento, iifiaxa aaUtbavlo cotno ea itao tj coatitinbve, ó al ntenoa utta nej pov la tavire, é tontcia el acncrbo te lo crue ae Ija tie Ijacex- i?ox*la noclje," '*iTuattlto, lílacienbo ó ^ioa é con att Iteníricion, Mee nxaa aí»elante, aeala avxrtbaíroa en tiexrx*a, beai-tnéa l»e Ijabexrecljabo el ancla, Ijabeia be oliebecev al i>icljo fícente Uáñej contó á mi ©aiíitáu »totnbraíio pov pii, etc." Pero, en realidad, este mando de Pinzón resultaba algo ilusorio, pues que en las mismas Capitulaciones se ordenaba que se detuviesen poco en los puertos, creándose además un dualismo, de ningim modo conveniente para los resultados de este viaje. Del propio modo que, respecto de la anterioi- expedición proyec- tada para la Especiería, decía vagamente Don Fernando en su Cédula ya citada de Marzo de 1506: '*á bcacttbxñx* \ioe el ©ccéano cievtaa í^tartea." Tampoco en estas Capitulaciones de 1608 designa el de Aragón, ni nombra la Especiería, diciendo: ^^$;a& coaaa, itue ^ó tnanhé aaentav con xtoa ííicentc %]\xñe% tíecixto tte piojtncx* é uoa finan ^uxy^ be ^olia xrecitto be ^epe (1) ntia í-iilotoa, é lo iTue Ijabeia be l)acex- en eate xtiafe, quecott la atjttba be |[lncatx'o § cñov, ia á la ^tavte bel llox'te fácia CiDcciben- te, pov |ftli ntatibabo ea lo aignietite etc." El gran número de personas que, necesariamente, había de tener conocimiento de las Capitulaciones, de las que por su forma de contrato (1) Donde se había casado con una hermana del piloto Francisco de Torres. YÁÑEZ PINZÓN Y S0LÍ8 69 se daiian seguraiuente copias á los navegantes, explica á nuestro enten- der la reserva constantemente observada en semejantes documentos por Fernando el Católico, al que veremos siempre cuidadoso de no despertar suspicacias que promoviesen quejas de su familia de Portu- gal (1), circunstancias que han de tenerse muy en cuenta, porque tuvie- ron indudablemente grande y constante influencia, en cuanto á las ex- pediciones á descubrir se refiere. Y sin embargo, el verdadero fin de esta expedición está expresado en las mismas Capitulaciones, aunque para nada se nombra en ellas á la Especiería, pues que en este docu- mento, después de encargar á Pinzón y á Solis que no se detengan en los puertos de la tierra que descubrieran, sino lo más preciso, se les dice: "«Twc bx'fitftnentc vo^ iie^vacljei^, é aittrtí* lit natjf- aación pava bcacnUrir ttintpl crtttitl ó %nav abievia, c\ne í.it*ln- civttlinítttc ie á bit-ncav, é qwf tj*» iiititvc» que ee Intequc, Se.'' Cuyas palabras manifiestan claramente que era objeto muy prin- cipal de esta expedición la búsqueda de un paso navegable para los mares de Occidente, paso vedado hasta entonces á las naves de Casti- lla, por la continuidad de nuevas tierras continentales. En cuanto á la región ó latitud en qne los expedicionarios debían practicar su inves- tigación, hemos visto ya que, según las Capitulaciones, debían ir "it Ut vaviK h«l |Ilí»vte fúcirt ©ccifeettie,'* ó sea al Norte de lo an- tes reconocido, esto es, á continuación de la América central, cuyo literal Atlántico poco conocido aún, pero con su dirección general de S. O. á N. O., corresponde por cierto muy bien con la gi'áfica frase "á Irt Vrt^t^ i»«^l |l£»vte frtcirt ®cci^ente." Esta, determinación, tomada á consecuencia de las Juntas de los na- vegantes en Burgos, era tan natural y estaba tanto más justificada, cuanto <]ue al Norte de los descubrimientos de Colón, no se había aún reconocido más que el trozo de la costa oriental de Yucatán navegado por Pinzón, en tanto que, al Sur de los descubrimientos del Almirante, había reconocido la costa minuciosamente Juan de la Cosa, hasta la isla Margarita y desde ella y las bocas del Orinoco, habían navegado por aquel litoral repetidas veces, hasta el Cabo de San Agustín y hasta el Cabo Frío, cerca del Trópico, Vicente Yáñez Pinzón y Amé- rico Vespucio, cuyos tres navegantes, Cosa, Pinzón y Vespucio habían asistido, como hemos visto á las Juntas de Burgos, á consecuencia (1) Dou Manuel de Portugal casó piiinero con la hija mayor délos Keyes Católicos de la que tuvo un hijo ((ue k la muerte del Príncipe Don Juan, fué jurado por heredero de las Coro- nas de Castill£ y Aragón á las que hubiera agregado la de Portugal, pero murieron este Prin- cipe y su madre, casándose entonces Don Manuel con otra hija de los Reyes Católicos, pero me- nor que Doña Juana la madre de Carlos V. 18 70 YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS de las cuales, fué acordada esta expedición de Vicente Yáñez y dé Solís. Conviene consignar aquí que se prohibía terminantemente á los Pilotos tocar en las Islas Atlánticas del Rey de Portugal situadas: "tt la pavU be ®viexxU be Ict linca ^<»t?tc al ^uv" (meridiano ó línea de pai-tición), en cuyas islas se le decía: "no tocavei-í, »á acfxxella& i?i?naft é canoa etx C(xxe caetx é incn- vvetx l0» qxte pa&axt ó Cíxtebvatxtatx xttaxxbaxniexxt0& &extxeiaxxU& i\ne e»i pevbitnexxio be bxexxe&i é pexaoxxa^i é nueniva xxxevceb,^* Autorizándoles á tocar tan sólo: " qite tjatj exx la& h0& caxntltciaa iii»*^» vi*vit cate xHitfc, ljtt»t tte ijctcev Vicente Eia una de estas carabelas, la menor de las naos que de Vizcaya vinieron en 1606 para ir á la Especiería, la cual, según el correspon- diente Libro de la Armada., tenía sólo unos setenta toneles (4) de cabi- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 148 — 2 — 2. Dada en Burgos á 23 de Marzo de 1508. (2) ídem id id. En la misma fecha y Libro. (8) Archivo de la casa en el de Indias 148 — 2 — 2. Cédula ya citada. (4) O sean ochenta y cuatro toneladas. «Los vizcaínos se dan á entender por toneles, y los sevillanos por toneladas, pero no son una misma cosa, pues doce de estas toneladas hacen diez toneles de Vizcaya.» -Itinerario de la navegación por el Veinte y cuatro (Regidor hereditario) de Sevilla. Don Juan de Escalante y Mendoza. Sevilla mil quinientos setenta y cinco. — Inédi- to eu la Biblioteca Nacional. 72 YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS da y su elección con otra carabela parece corresponder á la justificada limitación hecha de este viaje para buscar un paso ó canal navegable? si existia, á través de las nuevas tierras, á fin de poder llegar, con las naves de Castilla, á mares situados más á Occidente, dejando quizás para más adelante su ulterior exploración, de la que, al menos, nada se decía en las Capitulaciones. El total de los gastos hechos ascendió á 1.700,863 maravedises según el asiento (1) correspondiente hecho en el libro de Tesorería de la Casa. Una parte de los bastimentos fué tomada de los preparativos hechos para la expedición no realizada de Améi'ico, y otros compró Pinzón, el cual se sabe que, embarcó en la carabela llamada San Benito, circunstancia que consta, por otro asiento hecho en el Libro de Tesorería y relativo á reparación de este buque á su regreso (2). En cuanto á Solís, que debía embarcar en otra carabela llamada la Isabelita, por dificultades ocurridas, partió en la nao nombrada La Magdalena de la que iba por Maestre Gronzalo Ruíz (3), embarcó tam- bién en esta armada como Piloto de respeto, y según parece en la nave de Pinzón, (4) el Sevillano Pedro de Ledesraa, Piloto más adelante de la Casa de Contratación, conocedor de la Costa de Paria y de Vei-agua, dpsde los tiempos de Cristóbal Colón, cuya designación parece corres- ponder á este conocimiento del litoral y mares en los que la exploración debía verificarse, y á cuyo piloto debemos algunos de los datos más precisos que de este viaje nos quedan. Así mismo, fué nombrado para ir como veedor en esta Arjjiada, Alonso Paez que llevaría además un oficial á sus órdenes, que le representase é hiciera sus veces en el otro buque. Llevaba Paez cuarenta mil maravedises de asignación annual y á él como á los Pilotos, adelantarían los de la Casa ocho mensualidades á su salida para dejar abastecidas á sus familias. Hechos todos los preparativos, partieron las naves del Guadalquivir» y no consta con precisión el día de su salida para la ruar. Queda tan sólo, (1) Archivo de la Uasa en el de Indias ;59~-2 — Vg. En 150S. (2) ídem. id. id. En 1507 — (Justo de reparación de la carabela de su alceza nombrada San Benito en que fué y vino de descubrir Vicente Yáñez, cuya reparación dice importó tres mil maravedices y agrega que terminó dicha reparación en finesde Noviem- bre de 1507. (3) ídem. idem. — 3íl — ^j^. A dicho maestre , se abonaron en 1511 los haberes devengados por un paje ó grumete Diego de Utrera que habiendo quedado en la Kspañola no cobró á su tiem- po «pagados, dice al dicho Ruíz, maestre que fué de la nao de su alteza nombrada de la Magdalena en qiie fué á descubrir con Juan Díaz de Solís el ario ya pasado de 1508.» Esta nao ei-a la de las venidas de Vizcaya para el viaje de Américo. (4) Archivo de la Casa en el de ludias 148 — 2—2. En cédula de 12 de Noviembre de 1609 dice Fernando V á los de la Casa «en lo de haber hecho venir á Pedro de Ledesma, piloto que fué con Vicente Yáñez (no dice Solís'l fué muy bien fecho etc.» YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS 73 que sepamos el antecedente de hallarse ya en Marzo dispuestos los buques, y que en su Cédula ya citada de 22 de Marzo (1) encarga el Monarca álos de la Casa la mayor diligencia para el pronto despacho de esta ariuada y que procurasen estuviese todo dispuesto para el ya próximo mes de Mayo, época también citada por Don Juan Fonseca en su Memorial de los necesarios aprestos, á fin, dice, de que sin falta alguna: "pfxva el Mcljo tie»ni?o partan, con la UetiMcióJt í»c fíioe." ni SUPUESTA NAVEGACIÓN HACIA EL SUR CONTRA LO CAPITULADO Antes de emitir versión alguna, acerca de esta expedición, mani- festaiemos que, más que de otras, existe acerca de esta, gran des- acuerdo entrt! los autores, circunstancia que nos obliga por excepción, á exponerlas razones que existen, para no aceptar algunas de las relacio- nes que de este viaje se emiten, suponiendo que los navegantes, sin tener para nada en cuenta lo capitulado, en vez de dirigir sus explora- ciones sobre el Continente á la parte del Norte y hacia Occidente, de lo ya reconocido, como por las Capitulaciones para este viaje se les or- denaba, recorrieron sus costas de Norte á Sur y en otras latitudes. No puede invocarse, como prueba de este deliberado quebran- tamiento de las Capitulaciones, el proceso incoado contra los na- vegantes á su regreso pues que, como veremos, á su resolución fueron repuestos en sus respectivos cargos, abonadas las cantidades que se les debían, y aún concedida, cierta indemnización pecuniaria áSolís, Jefe marítimo de la expedición, y que estuvo duiunte algún tiempo preso: ^*p0v el tiempo que ija cetoba en cut bcfenea e i?Uito." Pero además, contra el supuesto viaje hacia el Sur, que no tenia objeto, existen numerosos documentos y testimonios que manifiestan haberse realizado esta expedición hacia el Norte, como estaba ordenado, de conformidad con la terminante declaración de Pedro Ledesma y de otros navegantes, y según refieren este viaje de Pinzón y de Solís, (1) Archivo de la CasH en el de Indias 148 — 2—2. De Burgos ¿ 22 de Marzo de 1608. 19 74 YÁÑBZ PINZÓN Y SOLÍS autores tan contemporáneos de los sucesos, como Fray Bartolomé de las Casas y Don Fernando Colón. El cronista Herrera, que como es sabido escribía á principios del siglo XVII, empieza por suponer que, despreciándola, quebrantaron desde luego los navegantes la amenazadora prohibición, que en las Ca- pitulaciones se hacía de que, á menos de fuerza mayor y precisión abso- luta, tocaran á su ida en las islas Atlánticas del Rey de Portugal (1). „!0rá tx(íXteUa& pena& é cttaae, Mee el bocntncnto, en que caen é incitvven la» cfwe va&an ó qnebvantan inctninatniento» eetneiante» qite e&, i?etrl>ttuic«t<» ite bienes, é veveona, é nnea- tva nxevceb, &♦*' En efecto, según este cronista: (2) Partieron de Sevilla el año pasado (de 1508) Juan Diaz de Solis, natu- ral de Lehrija y Vicente Yañez Pinzón con las dos carabelas armadas por él Rey y desde las islas de Cabo Verde fueron á dar en la tierra firme, al ca- ho de San Agustin, é*. Contra esta gratuita afirmación de Herrera, de haberse dirigido los navegantes desde las islas de Cabo Verde, al cabo de San Agustín en el Brasil, existe la declaración que uuos cuatro afios después de este viaje, prestó en Santo Domingo el Piloto Andrés de Morales (3) el cual en Di- ciembre de 1512 dijo: "cfttc t*iá nna cavia c\xte e^cvibievan loa crusoMcljíXft yin- %0n )j ^alift rtl ffio»ttettl»ctí>ov «tatjov, (®^ratt^<») @í*bexnttt&ot* en e^ta ialrt, Ijaciéniíole &abev ext pa&o pov aUt/' Esta declaración de Morales, no sólo es incompatible con el viaje desde Cabo Vei-de al Cabo de San Agustín, supuesto por Herrera, sino también nos proporciona noticias deque como se cumplía loque estaba ordenado, aun en materia menos grave que hacer una navegación tan distinta de lo capitulado, como algunos autores quieren suponei-. En efecto, esta forma de dar aviso de su paso á Ovando, por una carta, y sin detenerse en la isla Española, obedece á que, por una Cédula de Marzo de 1503, (4) se había prohibido á los que iban á descubrir, que se detuvieran en la dicha isla para evitar sin duda deserciones de la gente de mar ó venta lucrativa de víveres, que escaseaban aun en (1) No era osta una prohibíoiÓQ caprichosa y sin objeto pues que trataban cuidadosamente de ocultarse unos á otros los gobernantes, las respectivas exploraciones emprendidas. (2) Década 1." libro VIL capítulo !»." (8) Pleitos do Colón, tomo 1°, página 203. (4) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1—4. Dada en Zaragoza en 20 de Marzo de 1503. yáSez pinzón y solís 76 la Española, con perjuicio evidente para el éxito de las expediciones (1). Tan lejos parecía estar del ánimo de los navegantes apartarse deliberada y sistemáticamente de lo mandado, como se pretende. Desde el Cabo de San Agustín, sapone.Herrera que, alejándose aún más de la latitud de las Antillas y haciendo cada vez más inverosímil su sabido regreso á la Española: tpasando adelante, dice, llevando la vía del Sur, costeando la tierra firme, fueron á ponerse casi en cuarenta grados de la otra parte de la linea equinoccial y pareciéndole bien dar la vuelta, se tornaron á Castilla, ha- biendo tenido poca conformidad en este viaje.* Era, en efecto, bien absurdo que, desde tales latitudes y después de navegación tan larga, deshicieran los navegantes su largo camino y se alejasen de España para regresar á la isla Española, pero es el caso que, contradiciendo lo referido por Herrera, una vez hecha su exploración en el Continente, regresaron Pinzón y Solís á la Española y se detu- vieron esta vez en ella, como por las Capitulaciones se les autorizaba. Así consta, porque noticioso el Monarca del proceso contra ios navegantes, y de las dudas surgidas acerca de los resultados de su viaje, determinó examinar detenidamente los guanines y demás prue- bas acerca de ello, pidiendo muestras á Sevilla por medio de unaCédula, y á la Española por medio de otra, dirigida en Noviembre de 1609 á aquel tesorero Miguel de Pasamente, en la que le pregunta: (2) "qitc fué la cabida, ^ffor (\xxc el Mcijíx ®í>«tf «ha&or ^atj0t%(3> notx ítcfó tra^tr Irte &icljrt& lenuurtfir, (ittMoe int^v^vf tea) é nxté fxxsvoxx Irtfir coüct^ qucl ^iclJ<» |iHtc»tte IJrtñc? ^in?írit; ¿¿íttrtít ^irtf be ^0lx& \vxxxev0%x í»ei í»icij<» wirtfí." Este paso de los navegantes por la Española, tanto á su ida como á su vuelta del Continente arguye fuertemente, y demuestra casi que la exploración fué realizada, como se había ordenado, á la parte del Norte hacia Occidente de lo antes reconocido, ó sea, en la latitud de las Anti- llas. Sin embargo, en época moderna vemos de nuevo sostener la hipó- tesis de una navegación de Norte á Sur contra lo capitulado. Fúndase (1) De conformidad con lo dispuesto en estas Capitulaciones, no se autoriza á Pinzón y á SoHs para detenerse en la Española á su ida, y en cambio sí 4 su regreso, ofreciéndoseles escri- bir á Ovando para que les facilitara entonces lo que pudiesen necesitar. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Dada en Valladolid á 9 de Noviembre de 1609. Debieron llegar á la Española en .lulio, pocos dias antes de entregar Ovando la goberna- ción de (jue se kizo cargo D. Diego. En el mas de .Julio despidieron al paje Diego de Utrera que quedó en la Española, y hasta 29 de Agosto se abonó á Pinzón su gratiücación de em- barque. (8) Ovando que había sido reemplazado por D. Diego Colón. 76 yáStez pinzón y solís principalmente (1) para ello su autor, en la Relación dada por Anglería del viaje de Pinzón á Yucatán en 1506, al que nos hemos referido ya. Pero esta relación de Anglería no hace referencia ni nombra para na- da á Juan Díaz de Solís, Jefe verdadero de la expedición de 1608. Ade- más, consigna Anglería, como realizada en este viaje, por Vicente Yáñez, la comprobación de ser una isla la de Cuba, circunstancia cono- cida ya en los Libros de la Casa de Indias, antes del regreso de Pinzón y de Solís, como á su tiempo hicimos constar. Con este hecho coincide, que la interpretación dada á las palabras de Anglería para expresar la fecha de su relación, no tiene seguridad al- guna, porque no habiendo venido á España en 1608 Alonso Hojeda bien inseguramente puede referirse áeste tiempo el viaje de Pinzón re- latado por Anglería y que tuvo lugar según su autor. "^ttittt pritrre h hiccaatt Mtctttn ^ofisttcc et Jlictteetif." En cuanto á Nicuesa, que fué entonces el apoderado de Hojeda, maichó por primera vez á la Española en 1601 con Ovando y no nos consta, si fué ó no á la Española cuando en 1505 pasó realmente Alonso de Hojeda, y no como se pretende en 1609. Finalmente, si se quiere admitir que, en su navegación hacia el Sur, continuaron Pinzón y Solís hasta llegar al cabo de San Agustín en los 8° de latitud Sur encontramos que con sus pequeñas naves habían sa- lido desde Canarias y, sin detenerse ni proveerse á su paso por la Española, se dirigieron los navegantes á las tierras continentales que costearon hacia el Sur, recorriendo, después de la navegación jí^a hecha, el litoral navegado sucesivamente por Colón, por Cristóbal G-uerra y Juan de la Cosa y fínalmente, toda la larga navegación de los descubri- mientos hechos por Pinzón en el año de mil y quinientos, hasta el cabo de San Agustín (2). En cambio, resulta bien difícil que, después de navegar desde Canarias al Nuevo Continente, sin tocar en las Antillas, y de hacer una tan lai'ga navegación como la ya referida, aceptemos que, desde el cabo de San Agustín y, sin precisión alguna que sepamos, emprendiesen de nuevo Solís y Pinzón en las pequeñas naves de vela de que disponían, en vez de su regreso á España, una navegación de más de quinientas (1 ) Juan Díaz de Solís. — Estudio histórico por D. .Tose Toribio Medina. — Santiago de Chile 1897, página 1.50. «Pero donde está el argumento capital de Harrisse para convencernos de que en este viaje de 1508 Yáñez Pinzón y Solís no estuvieron en Yucatán, es en lo que refiere Már- tir de Anglería en su capítulo 3.° del Libro VII de la Década 2."", etc. (2) .Juan Díaz dé Solís por el Sr. Toribio y Medina, página 165. Bl autor parece hablar en hipótesis. YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS 77 leguas para la isla Española, navegación que no les había sido ordenada y, si se tiene en cuenta además, que tampoco dependían de aquellas auto- ridades. Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solis. IV NAVEGACIÓN DE SUR Á NORTE CONFORME Á LAS CAPITULACIONES. LAS CASAS.— FERNANDO COLÓN.— OTROS TESTIMONIOS I i rente á las erradas suposiciones de que hemos dado cuenta, existe la opinión contraria de dos autores, tan contemporáneos de los su- cesos como Las Casas y Don Fernando Colón, de cuyas versiones con- signaremos aquí la parte más esencial. * Acordaron (1) luego, dice Fray Bartolomé (2) un Juan Diaz de Solis y Vicente Yañez Pinzón de ir á descubrir é proseguir el camino que en el cuarto viage y descubrimiento postrero, dejaba hecho el Almirante, los cua- <^L) Kl vehemente doiuinico prescinda por lo visto de las Juntas de Burgos y desde luego de la acción directiva del Rey con el Obispo Fonseca de cuya voluntad y órdenes debían ser eje- •ciitores lo.s navegantes, y el Doctor. (2) En su historia de las Indias libra 2." capítulo H9. 20 78 YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS les fueron á tomar el hilo de la isla ó islas de los Guanajos, qiie dijimos había descubierto el Almirante y, della-s tornarse (el Almirante) hacia el Orien- te. Estos dos descubridores (Solisy Pinzón) navegaron, según puede colegirse en el pleito que trató con el Almirante segundo (Don Diego) hacia el Ponien- te (1) desde los Guanajos (esto es, hacia Yucatán).* En efecto, en su último viaje, llegó Colón á. esta isla desde el Norte, ó sea de las Antillas y navegó luego hacia el Oriente á lo largo de la costa de Honduras hasta el cabo de Gracias á Dios, doblado el cual, continuó costeando hacia el Sur. Pinzón y Solís llegaron en cam- bio á la misma isla desde Oriente y continuando, según las Casas, su navegación á Poniente, fueron á tocar en la costa oriental de Yucatán y empezaron á costear hacia el Norte. < Y por todo esto, concluye las Gasas, parece que sin duda descubrieron entonces mucha parte del reino de Yucatán. » Lo cual supone una navegación de Sur á Norte, y no de Norte á Sur como la que Herrera, el anglo americano Harrisse y los que le siguen, pretenden establecer. Otro escritor de excepcional autoridad en la materia es D. Fernan- do Colón, historiador de su padre y conocedor de aquella costa, á cuyo descubrimiento asistió, por haber acompañado al Almirante en su cuar- to y último viaje á descubrir. *Juan Diaz de Solis, dice Fernando Colón, y Vicente Yañez, que fué de Capitán de un navio en el primer viaje del Almirante, cuando descubrió las Indias, fueron ambos juntos á descubrir el año de 1508, con intención de se- guir la tierra que había descubierto el Almirante en el viaje de Veragua hacia Occidente (2) y, siguiendo estos (Solis y Pinzón) el mismo camino, llega- ron á la costa de Caria, y pasaron cerca del cabo de Gracias á Dios, hasta la punta de Gasinas, que ellos llamaron Honduras, y á las dichas islas de los Guanajos, dando, como hemos dicho, el nombre de la principal á todas; de aquí pasaron más adelante etc.* En cuyas líneas traza Don Fernando (3) una navegación hacia el (1) o sea hacia el Norte también, pues que la dirección general de la costa es de NO. á SE. (2) Y, por tanto, también hacia el Norte dada la dirección general de aquella costa que ex- plica los términos usados en las Capitulaciones hechas en 1.508 para este viaje de Solís con Pinzón «á la parte del Norte í'aoia Occidente.» (3) Conviene observar, por que ha podido contribuir al error del citado Señor Harrisse, que este escritor tuvo la pretensión no pirobada, de atribuir á UUoa la historia de Cristóbal Colón escrita por su hijo, creencia que fue impugnada luminosauíente por el Señor Avezac Presiden- te que fué de la Sociedad geográfica de París, y que la publicación de la Historia de las Indias de Fray Bartolomé de las Casas ha permitido destruir por completo el Señor Don Antonio Fa- bié, que señala capítulos enteros tomados por las Casas de la obra de su amigo Don Fernando y especialmente su capítulo II en que retrata el Almirante evidentemente transcrito, de la obra de su hijo. — Vida y escritos de Fray Bartolomé de las Casas por Don Antonio Fabié. Ma- drid 1879 — tomo 1." página 361 y siguientes. YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS 79 Norte, hecha conforme á las Capitulaciones, é inversa de la de Cristóbal Colón hacia el Sur y que, continuada desde la isla de los Q-uanajos ade- lante, es la misma que consigna las Casas. No son estas las únicas pruebas que existen, acerca de la realización del referido viaje, con rumbo al Norte hacia Occidente, como en las Ca- pitulaciones estaba ordenado. En las informaciones hechas en Sevilla y en Santo Domingo, tres ó cuatro años después de realizado el viaje, para los llamados Pleitos de Colón y que han sido publicadas, se encuentran en las declaraciones más claras y terminantes de los principales testigos, nuevas razones en favor de nuestro aserto las cuales dada nuestra aspi- ración de llegar á una versión que sea aceptada, debemos agregar aquí á nuestra anterior información. Asi, la misma declaración de Vicente Yáñez, aunque confusa, nos la explica las Casas diciendo: «y por eso, el Vicente Yañez en la deposición que conjuramento hizo en el dicho proceso, presentado por testigo por el Fiscal, dijo: que navegando desde la isla de los Guanajos, yendo la costa de luengo, descubrieron una gran bahía á la cual pusieron por nombre la bahía de la Natividad (1) y que de allí descubrieron las sierras de Caria y otras tierras más adelante y, según los otros testigos dicen, volvieron más al Norte etc. » Claro está que si comenzaban á descubrir por la isla de los Guana- jos, extremo Norte de los últimos descubrimientos de Colón que se citan, no navegarían hacia el Sur sin recorrer antes lo que había explorado Colón. De la misma manera, ha de entenderse la declaración prestada en Santo Domingo, en Diciembre de 1512, (2) por el Maestre Nicolás Pérez al manifestar que desde el cabo de Gracias á Dios: cente%](xúei é ^ixctn í>irt? íre^ollft., Poi-que estando dicho Cabo en el extremo Norte de lo descubierto, por Colón, sobre el Continente, claro es, que se contará lo descubierto, desde el Cabo dicho, hacia el Norte pues hacia el Sur, está lo des- cubierto por Colón. Poro, más clara y terminante que ninguna otra declaración, es la prestada en Sevilla en 1613 por el Piloto Pedro de Ledesma, que fué uno de los expedicionarios, y manifestó (3): (1' Observa umy discretamente el escritor de Chile Señor Toribio y Medina que existieron dos bahías de este nombre k muy diferente latitud. — Estudio histórico acerca de Juan Díaz de Solís.— Santiago de Chile 1897. (2) Pleitos de Colón tomo 1.° página 209. (3;, Pleitos de Colón, tomo 1.", página 260. 80 "VÁÑEZ PINZÓN V SOTÍ'; ''qtxe fué en compañía be Vicente ^ñcj é ^xxan be ^ali» p0v ntattbaho i»e ^w JUteja é vibo une lo» bicljoa beacnbvie- von, abelanie be la tievva be ^eva^na, á ttna pavte, á la vía bel ^0vU, tobo l0 que fasta Ijatj eMá ganaba beabe la iala ®«a- naxa fácia el ^ovte é alle^avan pov la vxa bel ^OKie fasta tilinte é ive^ 0f aí»as, é i|«e exx e^ia na anbxxx^a el bielda ^an (£,vi»i0bal ffiolon, ni la beüenbvxá xxxn la xt'xba,^^ No creemos necesario insistir, y lo dicho nos afirma y nos confirma en nuestra creencia, acerca del viaje de Pinzón á Yucatán en 1506, pues que este de 1508, hacia el Norte es también tan incompatible con su na- vegación hacia el Sur en 1506. V ■ • EL REGEESO DE LOS NAVEGANTES.— SU PROCESO. Sü JUSTIFICACIÓN.— REPARACIÓN Á SOLÍS QUE HABÍA ESTADO PRESO 1509— 15 I I \ o consta, que sepamos, el día en que á su i-egreso de la Española, J^ 1 llegaron las naves á Sevilla. Erradamente se ha creído que fuese en Noviembre de 1509, pero á juzgar por la liquidación de haberes he- cha á Vicente Yáñez que como es sabido, disfrutaba de una gratificación de embarque, se sabe que debió desembarcar á fines de Agosto por el correspondiente asiento hecho en el Libro de Tesorería de la Casa (1) yie dice: ♦♦(fuc él fxxé pagaba bel ^nelba c\xxe atta be ijabcf, fasta tas 29 be 3l0asta bel pve'aexxte aña (be 1509) <\ne sirttió *tt la mar/* Corrobora lo dicho en este asiento, del anterior arribo de Pinzón, que ya en 13 de Septiembre contesta Fernando el Católico á los de la Casa, haciendo referencia á su llegada. Esta interesante Cédula, ó mejor dicho, párrafo de Carta oficial que no conocíamos anteriormente, da algún detalle y señala el ori^iMí de los procesos incoados, pues dice: (2) *»^t la as <\ne escribía Vicente ^añe% tj la qne venpanbi»- tasteis que Ine^a "i>es (1) Archivo de la Casa en el da la.ii.is :}9— 2—1/8 En 1509. (2) Archiro de la Casa en el de Id'Ii ).-! II — 6 — 1/34. Fecha referida. YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS 81 peitiito, i]nc lítelo (Txtc rtiiov*rt &e ^copil»rt, ^tí»t*que tto Ija^an ma» cjoeto í>c lo qitc Ijatt fccljo &ht :vtv*í»ttfcijo, xj a«»itni0«ti? Ijitbftj* i»e ftcctretnr (ctnbuvtsatr ó secitf fttvrtr) lo qtte el Mctjo y tc«nt« Hoftcj tj ^urttt ^trtj be ^olietrnxieften, é infortnavoe bel tteeboír q»te con ello* fué, tj be Irt* otra» pev00na& que lo pobtriau ett- ber, v^i^ nttlen quebó be cuíuííIív el aftieuto que con elloe «e tonto (1) p0v nxi ttntubttbo, ttl tietnv»? que fueron á beacitbfir, tj frtceb IO0 pvoceeoa eobve ello» tj, eabiba Irt uerbob, rtuieob- nte bello í?rtv*a qite lo» euli?aute« «eou eofttitjabo», contó Ijttbie- ve fttjón é f usttlettt." No dice la Cédula desde donde escribía Vicente Yáñez, pero se deduce que ambas carabelas, con lo que trajeron él y Solis, estaban en el Guadalquivir. Se deduce también que no había llegado hasta Sevi- lla, ni visto personalmente á los de la Casa Vicente Yáñez, que creemos posible se quedase en su casa á su paso ante Moguer, enviando la cara- bela y la carta por conducto de Ledesma. El dualismo que en las Capitulaciones se creaba, y la indudable preterición, algo velada pero efectiva, hecha bien injustamente de Vi- cente Yáñez, hacen muy verosímil la afirmación del cronista Herrera, según el cual liubo en este viaje poca conformidad (2) entre ambos na- vegantes. Esta tan verosímil discrepancia, es posible que diera lugar á hechos perjudiciales para la exploración que se emprendía, ó al menos que dé ello se quejase Pinzón, que sin regresar á Sevilla acaso se había retirado á Palos ó á Moguer. A algo de esto parece referirse otra Cé- dula posterior de Fernando V, que en Noviembre del mismo año dice á los de la Casa (3): "OBn lo be |iice»tte ^añe? »j gíttan ©io| be ^olie, ||ó tie»s0 aabev la t»erbctb be tobo lo qtte, entre ello», en aquel ttiafe »ubcebió." A virtud de la primera carta del mes de Septiembre, debieron los de la Casa incoar, como se les ordenaba, los procesos "f^^^í* l<** 1?i^<*- ce»o» »obre ello tj »abiba la t»erbab at)i»abtne bella," (1) No estA, claro si la falta de cumplimiento se refiere á no haber encontrado los navegan- tes aquel canal ó mar abierto que principalmente is á buscar é que Yó quiero que le busque, según las Capitulaciones, ó bien á suponer que en vez de navegar hacia el Norte, lo hicieron en rum- bo opuesto, como algunos autores pretenden. En este último caso, el resultado nulo de los pro- cesos y la indemnización concediila á Solis, que era el que señalaba los derroteros, demuestran que tal suposición si existió, cosa que no consta, resaltó falsa. (2) Década 1.» libro 7." capítulo 9.° (3) Archivo de la Casa en el de Indias 41 — 6 — ^m- D<^a en Valladolid á 12 de Noviembre d«1609. ai 82 . YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS Pero, entre tanto, tuvieron los de la Casa el buen acuerdo de en- viar á la Corte al Piloto Pedro de Ledesma, que menos apasionado que los otros dos navegantes, pudiese dar más imparciales noticias acer- ca de esta expedición. En 12 de Noviembre estaba ya en la Corte dicho Piloto, que luego lo fué de la Casa, y acerca de ello dice el Monarca al Doctor y á sus compañeros (1): *'©« lo iie la ttcttiha Cfvte Ijici^teio, he tr^ttlr á tuteftttra ^av- ie á ^cttvit í»c gchcdiurt pilcdo qxte fué con ^Ícente ^añei ^in|<*tt, ello ftti xnntj bien f«clj<í, é ||ó heUa ijc fin?ij&í» ««vtri- ín?, povqite Ije fir«»jíra iie él infarntaha be al^xtrnt» caect© jcomi?lií»«vcte á nne^tvo &evvici0^*^ El atinado envío de Ledesma á la Corte, hecho por los de la Casa y elogiado por el Rey, parece reflejarse en las disposiciones tomadas por el Monarca en 14 de Noviembre, ó sea dos días después de la Car- ta anterior, en que dice á los de la Casa (2). *'@n l0 be l0» ^nanine» (^pie^a» be ovo be ba\a letj) cfue tvuxevon be e»te via\e Vicente ^añej ^iuf ott tj $xxan ^ia^ be ^oli0, ([xxe e»tá bien ¿{xxe lo» Ijabetj^ Ijecljo fxxxtblv (3), xj por- que quiero vev la txxaxtev^a qxxé »<»«, l<*& qxxe I0& bicljcie ^i- «etttí Uttftej xj ^xxaxt ^Ictj be ^<»li& truíecrtm, ^ótroe tjtctn- bú (\xxe, be l0ñ qxxe ijabexj» pav fxxxtbiv, xxte exxxnexj& lue^o al- Qxxttaa xxxxxe&tva»*^* y en Cédula del mismo día, y con el propio fin de obtener datos para juzgar con acierto, dice el Monarca al tesorero de la Española, Miguel de Pasamonte (4): ♦'Uá Ijc 0ttl»t&a qxxe ^icentí Sítiñcf ^ixxiaxx é ^xxaxt ^ia^ be ^olifit, tvu3cevt>n cievttna lexxixxxaa (ixxbio» xtxtévpvete»} be la fiexva qxxe fxxev^axx á be&cxxbviv^ la& cxtale» hij (\xxel (ííoxxxetxba' írotr ^axjav (©ttattho), xxxxe&tvú (f^abevxxabúx' qxxe fué, ítmt la» beió tvaer, |íá t*o» tncittí>í> qxxe Ixxeao xxxe pntrifi® Ictrgut é ext- ieva velacioxx^ be qxxé fxxé la cabsta pov qxxe el Mcija (Hoxxxext- babav ^axj0v xxoxx beiá tvaev la& bicljae lexxaxxa», é cfxté fttfvíttt lae C0»a& qxxet loe biclío» Vicente Hañe? ^injón é |luckn ^íaj be ^<*lie, ttntarctrcttt bel bicljo tttctfe, povqxxe con- (1) En la misma carta antes citada. (2) Archivo de la Casa en el de Indias — ál — 6 — 1/24. Dada también en Valladolid á 14 de No- viembre de 1509. (3) Lo fueron por el platero Juan de Oñate y por su baja ley de oro se califican en el Li- bro de Tesorería como de cobre dorado (ó con oro) ' (4) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — i. Dada en Valladolid á 14 de Noviembre de 1609. YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS 83 tíiene á nxtvotvo ectrt»ici<* cfue, pavticulñvniettis be cttba cosa. Un justificado deseo de conocer la verdad, para determinar lo que fuere justo, resplandece en estas Cédulas de Fernando V. Los de la Casa, en tanto, habían reducido á prisión á Solís, acaso porque como jefe marítimo de aquella expedición era el más responsable, y dieron cuenta de ello al Monarca, que en su ya citada carta de 14 de No- viembre les dice: "í'Wf Uien fecljo lo he ijaber ^?vctt^t^í> á |ittrt»t ^iaj be ^0- iia í.tovqxif» ci?»tí» pov la otva xni fficttrta que vá con la pve- 0Ctttí (1) vevei^i x^0» enviábatnoü á nxanbav q«e I0 ficxé»ebe0* ^cababc el proce^Of qxxe contva ello» &e face, exxvxab al bicljo ^naxx 5>irtí, pve&c á bxxexx vecabba, á e&ta xxxi (g^oxte con el ^i- cij0 pvf>ce»0, é C0XX vne»tv0 pavecev be I0 qxxe exx ello tte bebe La carta para los de la Casa, enviada con esta de que habla el Monarca, creemos sea la 5'a citada, de dos días antes 12 de Noviem- bre, en la que efectivamente, se ocupa el Monarca de este asunto, y les dice: "®»t lo be ^ictntc llañe? xj ^xxaxx ^ittf be ^olift, IJó be^eo 9abev la vevbab be tobo lo qxxe cutre elloü »xxcebxói pov e^o ||ó VO0 exxcavgo et xxxaxxbo c\xxe vexxxbo aljx (2) el bicljo ^xxaxx ^ictf, lianax)-» la xxxfovxxxacxoxx be lobo ello, xxtxxxj pavticxxlavxxxexxle xj be xxxaxxeva (\xxe »« pueíia aaber pov exxtei:o la vex:bab, et eabi- i»a, rt^tt*etnittb á IO0 bicljOB ^xeexxte Uafte? ^Injótt (3) et ^xxan ^ittf be ^olxa c\xxe bexx ftanja» llaxxa», et abotxaba» be qxxe *« pt:e0etttavttn exx e&ta xxue»tva dlovte bexxtvo be cierta tctrtnintf «tcétetrtt.'* En la que, por cierto, no se especifica que se prendiese á ninguno de los navegantes, aunque de ella pudiera deducirse así por el hecho de no haber querido, ó no haber podido prestar Solís la necesaria fianza. De todas maneras es lo cierto que, como el Monarca ordenaba, fué con- ducido á la Corte (4). (1) En cuya carta les habla el Monarca délos procesos contra los navegantes, pero nada de su prisión, lo cual parece decirles en forma deferente. (2) De estas palabras se deduce que Solís, como Pinzón, no se habian presentado en un prin- cipio en Sevilla y la grave ausencia de Pinzón pudo crear mayores dudas acerca de este viaje. (3) Parece que ya en esta fecha, (12 de Noviembre) se habian presentado ambos nave- gantes. . (4) En toda esta cuestión parece notarse que tenia Solis protectores influyentes cerca del Rey que procuraron también su encumbramiento. De este navegante dice Augleria, (tomo 2.°, pági- 84 YÁÑEZ PINZÓN Y SOLÍS Ocurría esto á mediados de Noviembre de 1509, y evidentemente se esperó para formar juicio, no sólo los datos ylos guanines pedidos á Sevilla, sino también los que se habían reclamado de Pasamente en la Española, pues que á ese tiempo parece corresponder que en Marzo de 1610, se tomen ya algunas disposiciones que manifiestan la justifi- cación hecha de los navegantes y por Cédula de veinte de dicho mes se ordena sean pagados sus haberes en dicho viaje (1) tanto á Solís como á Pinzón y Ledesma. En Abril de 1510 además de conceder por una Real Cédula ciertas caballerías (2) de tierra, en la isla de Puerto Rico, (3), á Vicente Yáñez Pinzón, se recomienda á este navegante á los de la Casa, diciéndoles el Rey que procurasen ocuparle en Sevi- lla donde se había casado y deseaba vivir. La Cédula dice así: (4) "Jli«ftttro« oftcittlí» í>f la ©ctftct ^e ©ontvittactón bt Uta |íní»itt0 írtt? i:e«ií>ie ext la ffiib^ttí» i>e ^ctítUa, IJá cveo que etabetj» une Ijá tnitcl}0 tUnxp^ crue Vicente Uañcj ^xnioxt xxo» ija &ert»i- Ik», é rt£it»rrt vtá á ve&xj'biv exx e&a ffiiU&ttí> ínjttbe *e Ija caactifo, é p0v^ Cfxxe ^0 qxxx^xevíx fxxe»e pvoveclfatfOt pov exxbe ^o vaa encar- go tj ntttn&í> (Tuc afvecléttbro'are aliiitnt>a xxeaccica exx loa qxxs ctiji pvoveexy^t é qite él ííite&a entenítetr, ee ío& cxxcotxxexxtie'x» tj ttai exx eeto coxxxc exx la &enta* que le tocctre, le Ijcttjei» é treconof- cttift contó á fircrxtiíror nneatvo qne, en ello recibitré aernicio." Y en efecto, Yáñez Pinzón continuó hasta su muerte prestando sus servicios en la Casa de Contratación (5). A Pedro de Ledesma, ade- más de pagársele sus haberes, se le nombró en el año siguiente de 1611 Piloto de la Casa (6). na 200), «Cierto astur ovetense de antiguo linaje llamado Juan Diaz de Solis.» Y queremos agregar á título de información que precisamente en 1507 regresó de Ñapóles con Fernan- do V, D. Gómez de Solís, caballero de Santiago y muy apreciado del Rey, el cual se estableció en Sevilla, donde había nacido, aunque hijo de padre extremeño y tuvo un hijo que se llamó D. Diego de Solís, nombre que dio también el navegante á uno de los suyos. Aunque procedían dichos Solís de Extremadura, acaso fuesen deudos lejanos del navegante y origina- rios todos de Santa María de Solís, en Asturias, á lo que parece referirse Anglería. La protección prestada á Solís y su prosperidad coinciden con el regreso de Italia de este Solís Sevillano que había prestado allí buenos servicios á las órdenes del Gran Capitán y al cual trajo consigo el Rey á su regreso de Italia. Del Comendador Solís habla el Cura de los Palacios y refiere algu- nas de sus hazañas en Italia. (1) Archivo de la Casa en el de Indias 41—6 — V24- Dada en Madrid á 20de Marzo de 1510. (2) Medida superficial. (3) Archivo de la Casa en el de Indias, En 10 de Abril de 1510. (4) ídem. ídem En 9 de Abril de 1510. (5) Apesar de estos propósitos, quiso el Monarca en 1514 encargar á Pinzón de conducir al Nuevo Mundo la considerable armada que en dicho año se envió á Darién, dirigiéndole con tal objeto un honroso documento, como veremos. (6) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1 — 4. Dada en Burgos á 7 de Diciembre de 1511, cargo que desempeñó hasta su muerte ocurrida en Enero de 1516 39 — 2— '•^/g. YÁÑEZ PINZÓN Y S0LÍ8 85 Por último, á Juan Díaz de Solís, que como hemos dicho, había es- tado preso, concedióle el Monarca, por medio de otra Cédula, cierta can- tidad á manera de indemnización, como en el mismo documento se decía: (1) **p0V el ticntpo ttití ijtt c»trt&í> en «u l>efctt»a é pleito/' No cabe, por tanto duda de que hubo hasta reparación, circuns- tancia que arguye fuertemente á favor de una navegación de conformi- dad con lo capitulado y con la declaración de Ledesnia. Esta fué también verdad oficial y que causó estado en las informaciones hechas para los pleitos de Colón. Del propio modo, al tiempo de continuarse por Fran- cisco de Garay la exploración de aquellas costas, comienza sus recono- cimientos precisamente en Panuco, ó sea próximamente en los 23 gra- dos de latitud Norte. Quedaba pues, á la terminación de este proceso, reconocida la costa atlántica del Continente Colombino, hasta los 23 y medio grados de latitud Norte y hasta una latitud próximamente igual por el Sur. en las inmediaciones del Cabo Frío, punto hasta el cual había llegado segu- ramente Vespucio desde Portugal en 1504, á continuación de los descu- brimientos antes efectuados por Yáñez Pinzón en la costa del Brasil, (1499-1500) ó sea un total de 46 grados de Nortea Sur, pero con un desarrollo efectivo mucho más considerable, á causa de las grandes in- flexiones, que presenta el litoral del Continente Colombino, desde uno á otro de los Trópicos. Además, las islas del mar de las Antillas y del golfo mejicano quedaban, en su mayor parte, descubiertas y recono- cidas. {l) Aaxhivo e %U- cueücii por voa é e»t noinbrt he ^loxx»o be ^jafeínt, pava iv á la tievva ttc %lvaba ¿ ite -^evainia «e ^»t«," Fueron consecuencia natural de estas expediciones otros trabajos y exploraciones, y derivóse también de ellas el descubrimiento del Pa- cífico, base y objeto de nuevos trabajos geográficos, y por esta circuns- tancia, por la cooperación de Cosa y por la participación de la Casa en los aprestos hechos, corresponde hacer aquí su estudio. Era el principal objeto que con ellas se perseguía, la creación de Establecimientos españoles de carácter permanente, en la costa de Veragua y en Darién, pues limitada hasta entonces la acción de Espa- ña á las Antillas, nada se había logrado ci'ear en el Continente Colombi- no. Recordaremos que, hostilizado el Almirante por aquellos naturales «n su último viaje, fugáronsele de las naves los rehenes que en ellas retenía, para garantizai" de algún modo las vidas de su hermano Bartolomé y de los que con él habían empezado á construir un fuerte sobre la costa para resguardarse de las acometidas de aquellos moradores; cosa tanto más precisa, cuanto que no se conocía aun la manera de curar las heridas de sus flechas, emponzoñadas con yerbas y (1) Arcbivo de la Casa en el de Indias 148 — 2 — 2. Por Cédula dada en Burgos en 22 de Marzo de 1508, en el mismo día que á Américo, Pinzón y Solís. Como hornos dicho prestaba Cosa sus servicios en la Casa, desde su creación en 15(Jct, aunque sin nombramiento Real. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 148 — 2 — 2. En 9 de .lunio de 1.508. 88 EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL que por esto eran casi siempre mortales. Salvóles entonces con su heroísmo el sevillano Pedro de Ledesma, Piloto más adelante de la Casa de Contratación, hombre de grandes ánimos y fuerza que, á pesar de la actitud de aquellos naturales, y no obstante la fuerte resaca, que á su empresa se oponía, consiguió llegar á nado hasta la orilla, y dar luego aviso á los de tierra, que pudieron abandonar el comenzado fuerte, y buscar refugio en las naves. Para llevar á cabo lo intentado entonces por Cristóbal Colón, fiíe- , ron designados en 1508 los ya citados Capitanes Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda, debiendo ir con este último en calidad de lugarte- niente, el ya citado Juan de la Cosa, al que en estas Capitulaciones se daba el título de Capitán del Rey y de lugarteniente de Hojeda, y su designación para estos cargos se encuentra justificada por el hecho de haber sido descubridor en aquel litoral, y ser también el más cono- cedor de la región de Uraba, en la que debía establecerse Hojeda, de la cual había regresado en 1606 Juan de la Cosa, y de la que llevaba también dicho navegante el título de Alguacil Mayor. Por las dichas Capitulaciones se autorizaba á uno y otro Capitán para llevar al Continente ochocientos hombres de guerra, de los cuales podrían reclutar en Castilla hasta doscientos, y deberían con- tratar los restantes en la Española, para cuyo fin se les concedía la necesaria autorización. Una vez llegados á la costa, debían Nicuesa y Hojeda, para realizar los intentos no logrados hasta entonces, cons- truir cada uno dos torres ó fuertes: ♦Uci« cnaie» fovtals^aü Mee el betentneniOt <íe ptteiían iiefen- bev ite la aente betievva**^ y se determinaban además las condiciones de dichos fuertes y el tiempo que había de invertirse en su construcción. Dichas fortalezas debían ser dos en la demarcación de cada uno de estos Capitanes, á saber: ♦♦íro» en la tievva i>e ^vaba, ijui&ta el ©olfo, ty ottrct* í»o» iieikiie el (f^úlfú al ttn be la tievva Ciue Uatnan be ^evaana.** El emplazamiento de estos fuertes se dejaba á la elección de Ho- jeda y de Nicuesa, á los que se concedían grandes ventajas y no cortas atribuciones, así en lo civil como en lo criminal, aunque con apelación al Gobernador de la Española. Los de la Casa debían mantener, duran- te quince días los expedicionarios reclutados por Cosa y Nicuesa, y suministrar también el armamento que para los mismos se necesitaba: "á trttfón be nn co«ciete é tabla tj be un caaquete é una W- beva pava eaba uno*** Según los términos de dichas Capitulaciones. EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL 89 II LOS APRESTOS.— HURACANES EN LA ESPAÑOLA.— JUAN DE LA COSA Á LISBOA CARABELAS Y BASTIMENTOS.— PARTIDA DE AMBAS ARMADAS 1508— 1509 Desde la Corte, debieron pasar á Sevilla Juan de la Cosa y Nicuesa para el apresto de sus respectivas armadas que, por lo visto á mediados de 1509, no estaban aún dispuestas para partir. En seis de Julio vemos que se autoriza á Nicuesa para embarcar en Sevilla y llevar á la Española seis yeguas y, por Cédula del mismo día (1), se autoriza al mismo Nicuesa y Alonso de Hojeda que á la sazón se hallaba en dicha isla para llevar desde la Española á Tierra firme hasta cuarenta ye- guas, número algo considerable para aquellos tiempos y que se expli- ca por haber sido la propagación de los animales de trabajo mucho más rápida que la de los productores de carne, cuyo uso implicaba su destrucción, y en efecto, no se autoriza á los expedicionarios para sacar ganados de dicha isla, en la que no serían aún tan abundantes. Estas especies, para las cuales no existía prohibición alguna, como ocurría con los caballos y yeguas, no sólo no exigían para su embar- que autorización alguna, sino que por Cédula reciente se había reco- mendado fuesen llevadas en las naves que para la Española partie- ran (2), y es por tanto, probable que las llevaran Nicuesa y Cosa desde Sevilla ó Canarias. Precisamente á piincipios de 1609, llegaron de la Española gra- ves noticias, que exigieron la ida de Cosa á Lisboa, y fueron causa probable de su retra.so en partir. Fuertes huracanes de violencia des- conocida en nuestras latitudes, habían cruzado por las Antillas, ó al menos por la Española; su acción fué tan desastrosa, que aquellos po- bladoi-es creyeron perecer; las sementeras debieron perderse, murieron muchos de los ganados que en aquellas islas empezaban á propagar los españoles, y aun las casas y edificios, en su mayor parte de tapial y con los techos de paja, por falta de teja y de ladrillo, debieron sufrir (1) Archivo de la Casa en el cié Indias US — 2 -2. Araba-< Cédulas como_ decimos son del mitmo día y están dadas en Burgas. (2) Archivo de la Casa en el de Indi.as íiñ~2 -'¿. Dada en !» de Abril de 1608. '¿a 90 EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL también muchos desperfectos. Apresuradamente enviaron los de la isla un buque á Sevilla pidiendo auxilio, y en 21 de Febrero de 1509, seguramente el mismo día en que llegó la nave, escribieron los de la Casa al Monarca, enviándole las comunicaciones de aquel Groberna- dor. En su Carta de 29 del mismo uies, dice el Monarca á los de la Casa (1): »ntttclj<» nte ija hcaplrtfiín? lo uca^cií»*» en la» í»icljttft ||tt- ^iafi, en e&pecial be lae pev«íina& une en elle» Ijctn peli^ivctito, pnee en laí> nú tne parece (\ne ftitftr* Mlacian, tj pava qne be ^anaviaek llenen loe baatintcnta», qne ee pn- bieven, eectribd ttna ©atrta ^at*a el (f^úbevnabov (be (fíana- riaft), iTtte C0n la presente xtae envió, Se." Esta carta á dicho Gobernador, que lo era Don Lope de Sosa, enviado más tarde á Tierra firme, está tímbién registrada en los Li- bros de la Casa, y en ella se dice á dicho funcionario que en la Espa- ñola ,(3): "i)a Ijabibú xj Ijaxi xxece&ibab be ba&tixxxent0& xj, povqxxe be nin^xxna parte «e pxxebe proveer tan presto coxno beaa» iftlaa be ffianariaft, »e Uetten ala Mclja iela dB^pañolataboa Ivü ba&tixnentoíi (\xxe ©e ^^itcbatt, para c{xxe e«U*c tanto t^ne llegan, la© c\xxe be acá Ijaxx be if , í%,*' y en la Carta á los de la Casa se agrega: ♦♦tj por la nece^ibab, c^ne Ija Ijawiira en eeto» ^eino», veb (1) Archivo de la Casa en el de Indias— 184 — 2—2. Dada en Valde-Castilla. A este y otro huracán hace referencia el diligente naturalista Oviedo. (2) Precisamente en 1508 y en el siguiente huho esta plaga sobre todo en Andalucía y Ex- tremadura, alcanzando el trigo por su escasez precios fabulosos según menudamente relata en su Historia de los Reyes Católicos el famoso Cura de los Palacios en su capítulo 212, que titula «De lag langostas é cigarras que ovo.» (3) Archivo de la Casa en el de Indias 148—2—2. En la misma fecha que la Cédula anterior. EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL 91 XI flin inconveniente pv0veatí0s qne be gvancia, tj ann he Ya antes de ocurrir el huracán, y con motivo de haber pasado á la Corte en la primavera de 1608 los Procuradores de la Española, habia dictado el Monarca diversas disposiciones para aumentar los recursos alimenticios, que se conoce eran aún bien escasos en aquellas islas, or- denando el continuo envió de ganados en los buques que fuesen á la Española, y para ello, en Carta de Abril de 1508, se decía á los de la Casa (1): "a0i«ii)a»no me üitplicavon, tnaxxita&e i\ne caba navio (\ne fneee á bielda i»la Uevaete cierto núntevo be vacaa» oveia» tj crtlivtt*, povqxxe loa vecino» bello» estaban en ntitclja nece- »ibcib be cavne&i ¿ir." y pedían también los de la Española se les enviasen tejas y ladrillos: ''pava Ijacev ca^aft, pov(\ne la» i\ixe en la biclja i»la \jat) aotx be paja tj iittvan poco xj e»taxx á xnncljo peligro be fne^Ot ¿i/' Que tanta era aun la escasez de todo en aquella isla, y ordenaba^ en vista de ello, la Cédula: "tj pov c\xxe e»to e» vanón, í\xxe »e pxovea^ ^ó vo» tnanbo Cfne en lo» navxjo», cfxxe be ac(xxx abelatxte fxxevexx Ija^axx llevav la» nxá» vaca» é oveja» é cabva» (2) c\xxe bxxenaxnexxte pneban x)v tj aftiintjatna i^avexy» llevav en lo» bxcliio» xxavx)o»i la cantibab q«e vo» pavecieve be Xe\a é labvillo la cnal pxxebe iv pov lo;«tvc |trtx*tt ijíttttlttir lo» navtjo».^ Aunque no tan urgentemente como las provisiones, pedían tam- bién los Oficiales de la Española, que de la Casa de Sevilla dependían (3), nuevas carabelas que sustituyesen á las latinas, enviadas en 1606 des- truidas probablemente, por los referidos huracanes y contestando el Monarca á los de la Casa de Sevilla, les escribe: (4). "en lu i]xxe beci»f i\xxe o» e»cvibievoxx lo» tíficirtleft be la (B»pa- ñola, (\xxe »eván xxxexxe»tev otva» cavabela» va»a»> en Infxav be (1) Archivo de la Casa en el de Indias 148—2—2. Dada en 30 de Abril de 1608. , (2) En otro párrafo de la misma Cédula se dice á los de la Casa, que intervenían en los em- barques: « Vos mando que en ninguna manera ieyn lugar que agora, ni de aquí adelante pasen á vivir á lan dichas islas, ni contratar en ellas, hijos ni nietos de tornadizos de judíos, ni de moros, ni hijos de quemados (reos).t> (3) Cómo después se hizo en Tierra ñrme, hablase formado en la isla Española, una depen- dencia de la Casa, más directamente encargada de lo relativo á la navegación, y como la de Sevilla constituida por un Tesorero, un Factor y un Contador. (4) Archivo de la Casa en el de Indias. Cédula ya citada de 29 de Enero de 1509. 92 EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL Itt» Itttinrtft, tnutj hien tne pavece I0 que l»i«n, tj a«tj «te bebe c0tt tiüi^encia, pvoveev &» Termina diciendo: "l» la» cavabela» que üeatt pava eett> xne- neetev, tj tjctjíila* ctmtiítrcttr, é ijaccí* cntíicttr c<*tt xttuxy bnen ve- cabita be apavei^a, tj pava La» Cfixe beci, contó vevetja, poneb ctt ello la biliQencia é bnen ^ecabba qne eoUtj», áfc." Optaron los de la Casa por comprar en Portugal las carabelas de que habían dado noticia, y fué enviado á Lisboa como persona entendi- da, y apta para su adquisición, Juan de la Cosa llevando probablemen- te consigo la Carta de Fernando el Católico para su yerno, que vemos también registrada en los Libros de la Casa, precaución harto justifica- da, por las sospechas á que en aquellos tiempos daba ocasión, cualquier viaje de un navegante de la importancia de Cosa. Partió este para Portugal, adquirió allí las dos carabelas que se le encargaban, y con ellas llegó á Sevilla, el 19 de Abril de 1509, según se deduce del correspondiente asiento, hecho por el Doctor en su Libro de Tesorería: (1). *'ciue paaó, pov la» boa cavabela» que ^nan be la ^o&a tvn- xo á eeta ^xbbab, exx quince be Jllrril be e»te pveaente año, pa- va »« ^Ite^a coxnpvaba» exx ^ov^u^al etc." Como consta por otros asientos del mismo Libro de Tesorería, desde Lisboa donde adquirió Cosa las dos carabelas, fueron traídas por sus tripulantes portugueses hasta el Puerto de Santa Maria, cerca de la desembocadura del Guadalquivir, circunstancia que nos hace creer que en dicha población, en la que firmó Cosa su famosa Car- ta del año de 1500, conservaba quizá su casa y tenía su familia. Desde el Puerto de Santa María trajeron á Sevilla las carabelas sus nuevas tripulaciones, en ella se terminaron sus aprestos, y se hizo su cai'gamen- to de provisiones para la isla Española, habiendo ascendido el total de los gastos hechos, según el ya citado asiento, á un millón trescientos diez mil cuatrocientos ochenta y cinco maravedises. De las dos cara- belas, llámase la mayor La Concepción de Nuestra Señora y la menor Santa Ana (2). (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2 — 2 — '/s °° *^' ""'^ ^^ ^^^ (2)' Archivo de la Casa en el de Indias 3Í>— 2— i/g- Diversos asientos relativos al año de 1609. Según otros asientos las bombas para achicar (jue eran de madera fueron compradas hechas en «1 Puerto de Santa María, lo que demuestra que ya las usaban nuestros marinos. EXPEDICIÓN Á LA AMÉRICA CENTRAL SS De mayor número de buques se componía la expedición de Nicuesa, que disponiendo, sin duda, de mayores medios, armó hasta cinco naves las cuales, según parece, se hicieron ala mar juntamente con las cara- belas que mandaba Cosa, y estando ya todo dispuesto para partir, fué nombrado en 1.° de Septiembre Veedor de esta expedición Alonso de Quiroga (1). De su salida, en el antes citado asiento del Libro de Te- sorería, se agrega: "Irte cttrtlc» tricljrtfii it0Sk cavabela», con toba Ict i>icljrt cav- 0rtfon, ee etttííttvou ti la» Uníriae rtl ©abcvnrtbor é ©ftcirtlc* he en ^Itffrt nixt x*ceií>cn en la (B^pañola, la» cnalea IjUievon vela en ^anlncav, en eie^ítxinxiento be «tt buctt niaae, en cont- pañxa be la» cavabela» be ^t)cxte»a e»t..,.«... (el bia en blan- co) be §^e\ftietnbve be tnil qttinicttta» é nneve.*' Observaremos, sin embargo, que todavía en 9 de Octubre, fué abo- nado al veedor Quiroga el importe de dos anclas para las carabelas de Cosa y que, en 4 de Noviembre, se abonaron ciertas cantidades á Fray Pedro de Córdoba (2): **pava el xnantenintiento, qxxe »xx Jlltefrt le tnanbó bavt pava »i tj pava otvo» tve» frrttjle» pava la» ^nMtt«." Lo que hace creer que se detuvieron algo, probablemente en San- lúcaí", antes de hacerse á la mar, y que, acaso por esto, transcurrido ya el mes de Septiembre, quedó en blanco la fecha antes citada. En otro asiento, de fecha algo posterior, se lee (3) el pago de cierta cantidad hecho 'V« 24 he Blrttrnj be 1511 á ^xxan gavfan, ^ae»tve be la nao be ^ie(io be |lic«c0rt, tj en »n nonxbve á ^acorné @ri- ntrtlbo, pov el pa»a{%e cinco (4) fvaile» be la ovben be pvebi- tabove» (fxxe llenó á ^nbia»,** Cuyos datos son de interés, por lo mucho que se ha escrito acerca de estos primeros Dominicos, que á la Española pasaron. (1) Archivo de Ih Casa en el de lodias 139 — I — 4. Dada en Valladolid á 1.° de Septiembre de 1609. Fué práctica oonstaatoiuente seguida el envío de estos veedoi-es, ((iie en las expediciones k doscubvii- reprtíieutabau á la Adininisti-ación. Ya en el año de 1501 fué como veedor con Ho- jeda Hernaado de Gruevara en el carabelón llamado también Santa Ana. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 89— 2— Vg. Año de 1609. (3) ídem id año de 1511 — Lo.s fletes y los pasajes no .se abonaban sino despué.s de realizados los viajes y contra un recibo ó justificauto traído ó enviado allá. (4) Rsta diferencia de una persona más parece explicada, porque .según dice Herrera, (Dé- cada 1.*, página 194) se le.s agregó un lego 24 94 • HOJEDA Y JUAN DE LA COSA III EXPEDICIÓN DE COSA AL CONTINENTE.— SU MUERTE EXPEDICIÓN PROYECTADA Á ÁFRICA 1509— I510 Desde la barra del Guadalquivir y después de hacer como es pro- bable, la acostumbrada escala en Canarias, para proveerse y acaso también para embarcar algunos ganados, navegaron ambas armadillas hacia la isla Española, en la que, según las Capitulaciones debían terminar sus aprestos 5' reclutar también el resto de la gente. En la Española, debía Juan de la Cosa hacer la entrega del cargamento, que para dicha isla llevaba, y en ella quedarían la mujer y las hijas de de Cosa, en tanto que él pasaba al Continente, pues en Cédula dirigida á aquel Gobernador se le ordena les • facilite una casa para vivir y varios indios para su servicio (1) y allí desembarcaría también Fray Pedro de Córdolja con los otros tres Dominicos. Esperaba á Cosa en la Española, el famoso Alonso de Hojeda, hombre á propósito, para la ardua empresa que se le confiaba y en él encontró dicho navegante el concurso que podía esperar de caudillo* tan animoso y experimentado. Además, en la Española obtuvo Hojeda la cooperación de otro hombre de valer y que, en un momento dado,, ejercería decisiva influencia en el éxito de esta empresa. Era este, el ba- chiller Martín Fernández de Enciso, allí establecido, y que por el mo- mento quedó en la Española, pero encargado previsoramente de salir al cabo de cierto tiempo para el Continente, llevando á los de Hojeda algunos refuerzos y con mantenimientos que allí no era hacedero encontrar. Terminados los preparativos, partieron de la Española Hojeda y Cosa con su expedición. A diferencia de las rudas gentes de mar que acompañaban á los navegantes de la Casa de Sevilla en sus expedicio- nes á descubrir, ilustres nombres que conservaría la Historia figuraban en las tripulaciones de aquellas pequeñas naves en las que, además de Hojeda y Cosa, pasaban al Continente Andrés Niño, Piloto de la Casa (1) Archivo de la Cas» en el de Indias 41 — 6 — i/m- Dada en 8 de Junio de 1606. HOJEDA Y JUAN DE LA COSA 95 de Contratación y su primer explorador en el Pacífico Francisco Pi- zarro, famoso conquistador en el Perú, y tras ellos Vasco Núñez de Balboa descubridor del Pacifico, Martín Fernández de Enciso, primer escritor del Arte de navegar, y otros memorables Varones. En la Península, en tanto, aguardábanse con el mayor interés noticias de unos y otros expedicionarios, y en los Libros de la Casa, vemos ya en Junio de 1510, en ocasión sin duda de salir alguna nave para la Española, dos Cédulas dirigidas respectivamente á Hojeda y á Nicuesa para que "btcran ttwieo ite «u ilctsaba tj i>e lo (\ne allt «fectttttbtttt" (1). Llegaron los expedicionarios á las incultas regiones, en las que se levantaría más tarde la rica y opulenta ciudad de Cartagena de Indias en la América Española y cometieron la imprudencia de alejarse algo de la playa sin precauciones, ni fuerza suficiente, por lo que fueron muy luego atacados por los indios, en número considerable, y murieron en- tonces muchos de los españoles y con ellos Juan de la Cosa, pereciendo así uno de los más ilustres y activos navegantes y geógrafos de su tiem- po, y el más antiguo Piloto de la Casa de Contratación. No sería Juan de la Cosa el único de los Pilotos de la Casa que su- cumbiría en estas empresas geográficas, Juan Díaz de Solís en el río de la Plata, Andrés Niño en el Pacífico, Andrés de San Martín y Juan Ro- dríguez Serrano, sacrificados con Magallanes én Oceanía, señalan las sucesivas etapas, mei'ced á las cuales por las naves de la Casa de Sevilla, llegó á realizarse gloriosamente el primer reconocimiento hecho de la Tierra que habitamos, sintetizado por el regreso á Sevilla de la famosa Nao Victoria que, el 8 de Septiembre de 1522, entraba en su puerto, al mando de Juan Sebastián Elcano, después de haber dado la primera la vuelta al Mundo. Debió ocurrir este desastre el 28 de Febrero de 1610 á juzgar por «1 asiento hecho en el Libro de tesorería de la Casa según el cual (2) .se pagaron los haberes de este Piloto "ftt«tct el ^Oütrcvo i>trt írc £ebve- vd be e«te bicijo rtfto (be 1510)" los cuales fueron entregados á su viuda en Febrero de 1511, en cuya fecha estaba ya en Sevilla, de vuel- ta de la Española. En este año vino y hallábase en Sevilla Fernando el Católico, que en Cédula de 2 de Abril dice al Doctor (3): >'Iloct<»r $rt«clj<» iie ^atienjo nuestra tesorera be la t£,a»a Xte ©ontratttciótt i>e la» HttMa» cjwe reeibe en la ©iwbal» be (1) Archivo de la Casa en el de Indias — 189—1 — 4. Dada en Monzón á 16 de Junio de 1510. (2) Archivo de la Casa en el de Indias.— 39— 2 — i/g. En 28 de Febrero de 1611. (3) Archivo de la Casa en el de Indias. — 139 — 1 — 4. Dada en Sevilla en dicha fecha. 96 EXPEDICIÓN DESTINADA Á ÁFRICA ^eviUñi acatant>0 lo» tnnclj0& «crttici*»» qxts |iuttn iis la ffio^tt, »ja bifunto, l|if0 á id ^sve%ti»itna ^«tjnn tni nttttj catra é tnutf antaim ^ifa en el iieacubvintientú iiela» ^niiia» e»cntn ^abibo nxxevaabe |íticuf0a¿^ofe^a,f»i«0ttf dnu««- tro §:sñ0v qxte no ijatjan píliíjf abí» «u* psv&oixñ-», élo^cfxxecotx ello» fixevotx^ tj tetx^oo» stx 0evvicio la hili^encia que Ijabstf» pue»to en le» etxviav «iocovvo cottxo iiecxa qxxe lo ave%j& fecljo &'* Y encarga á continuación el Monarca, que se provea tanto á Ho- jeda como á Nicuesa, de lo que pidieran. En el mes de Julio debieron llegar noticias de- los expediciona- rios (3) y sin duda también de la muerte del Piloto, pues en Carta del día 26 dice Fernando V á los de la Casa (4): (1) Décadas, tomo '2.° página IS. (2) Archivo de la Casa en el do ludias 139 — 1 — 4. Dada en Sevilla á seis de Mayo de 1511 (3) No se expresa, si fueron llevadas á la Españolapor ana nave de Nicuesa, ó como nos pare- ce más probable, por la (jue llevó á Hojeda. (4) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Dada en dicho día en Tordesillas. 26 98 NICÜESA Y HOJEDA "@n lo Cfxte toca á hierva g^irtrit niníruno otvo ventebio pa- vees qxte Ijrttj al pve&entCf atuo fittrorecet* á Jlicxtcect xj á^oieita pava qxte xxoxt «c acabe be caev Icf poca cfxxe ello» tiriten feciyo.;... »j pov Cfue ello» •ae qxxexaxx xnxxcljo ífcl Jllntit?rtttte,(Ttt« ttancunt- ple lo qxxe coxx ello» e&tá a&exxtaiio, xxxaxxbo á pii0WPÍ t>e ^a&a- ntcrnte, nueetva teüovevo ^exteval etx actxtcllct» pavte&, text^a cxxi- ifaiio &e lo» Ijacev pvox:teev^ be la» co»a» qxxe tttwieren neceai- ifai> ífc" Hojeda, en tanto, había comenzado á construir un fuerte sobre la costa oriental del Golfo de Uraba, pero vióse bien pronto hostilizado por los indios de aquella región; hacían estos mucho uso de las flechas envenenadas, circunstancia que hacía generalmente mortales las heridas, hasta que más adelante se supo su curación y por esto y • á causa de las enfermedades, la expedición se debilitaba rápidamente; el mismo ani- moso Hojeda fué herido por una de las flechas, y no obstante la enér- gica cura á que, según algunos autores, se sometió, se vio obligado á regresar á la Española, dejando por su lugarteniente en Uraba, al que fué más tarde famoso conquistador en el Perú, el extremeño Francisco Pizarro. Las provisiones llevadas de la Española empezaron á escasear, el refuerzo de Encisono llegaba, y la situación llegó á ser tan crítica, que decidió Pizarro embarcarse con los que le quedaban y volver á las Antillas. Tal era la situación de los expedicionarios cuando llegó y encon- trólos ya embarcados la nave de Enciso que, con los deseados refuerzos, llegaba de la Española. Costó, sin embargo, no poco trabajo al Bachi- ller persuadir á los de Pizarro que volvieran al Continente, pero lo- grándolo por fin, regresaron todos á Uraba. Tuvo Enciso, la habilidad de entablar con aquellos naturales, algunas relaciones pacíficas que du- raron poco, y viéronse de nuevo hostilizados, por lo cual y en busca de país algo más sano, determinaron pasar al otro lado del golfo, y tuvieron entonces el grave contratiempo de perder la nave (pie trajo Enciso de la Española. Sin medios ya para regrosar, y hostilizados también por los indígenas, viéronse entonces obligados á vivir en pleno bosque, por lo que se decidió animosamente el Bachiller á juramentar los cien espa- ñoles, que aún le quedaban, entabló recia pelea en la que quedó victo- rioso y debió asi á esta victoria una salvación que sin ella, parecía 3'a imposible. Sobre el poblado, inmediato al lugar de este combate, fundó en- tonces Enciso la ciudad que llamó la Antigua de Darién, y en ella, cumpliendo el voto antes empeñado, construyó un templo que dio su MUERTE DE NICÜESA 99 nombre á la nueva Ciudad y dedicado á nuestra Señora de la Antigua de la Catedral de Sevilla, considerada entonces como Patrona de las nuevas Iglesias de América. Tal fué la fundación de la primera (1) ciudad continental de la América Española, por obra del sabio Enci- so cuyos trabajos geográficos nos ocuparemos después. En torno suyo hicieron también los españoles las primeras plan- taciones que subsistieron de las semillas de Europa, pues las que hicie- ron los de Nicuesa quedaron abandonadas. En la Antigua, tuvo lugar también la primera reproducción hecha por los españoles en el nuevo Continente de los animales útiles de los cuales, como hemos dicho, iban Hojeda y Nicuesa autorizados para llevar desde la Española yeguas, y según refiere Anglería, llevó además Enciso en su nave de refuerzo: «doce yeguas y muchas cerdas con los machos de su género.* (2). 1511 — 1512 PÉRDIDA DE LA EXPEDICIÓN DE NICUESA.— SU MUERTE. LA GEOGRAFÍA DE ENCISO. M ás dura suerte aun que á la expedición de Hojeda, cupo á la man- dada por Diego de Nicuesa que tuvo la desgracia de que se sepa- raran algunos de sus buques, en aquellas costas poco conocidas aún para nuestros navegantes. A esta primera desventura agregóse la de haber perdido algunas sementeras hechas, por haber cambiado de residencia; y elegido para levantar su fuerte el sitio llamado por Colón promontorio del Mármol, comenzaron á construir allí el que llamaron Nombre de Dios, del que tomó el suyo la ciudad que más tarde, fué fundada en aquellos lugares. Perdidas ó consumidas la mayor parte de las provisiones que, de España ó de la Española habían llevado, hallábanse los de Nicuesa en (1) Tanto el fuerte de San Sebastián, comenzado á construir por Hojeda, como el de Nombre de Dios por Nicuesa, que fué repoblado más adelante, quedaron por entonces abandonados. (2) Decadas, tomo 2.° página 36. 100 EXPULSIÓN DE ENCISO la mayor necesidad, cuando llegaron á aquellos parajes dos naves que, al mando de Rodrigo Colmenares, llegaban de la Española con víveres y hasta sesenta hombres de refuerzos. Estas naves de Colmenares diri- giéronse primero á Darién, á donde llegaron á fines de 1510, y puestos de acuerdo con el inquieto Balboa, que se encontraba en la Antigua, convinieron ambos en llevar á dicha población á Nicuesa y oponer su autoridad á la del Bachiller Enciso. La miseria de los expedicionarios eia tan extremada, que al llegar allí Colmenares con un bergantín quitado á Enciso, encontró á Nicue- sa con los suyos levantando el fuerte, y segiin refiere Anglería, ha- llóle (1): " • «en mayor desdicha que la de hombre alguno, extremadamente maci- lento y escuálido con sesenta compañeros que le quedaban de setecientos.* Escuchó para su mal Nicuesa las proposiciones de Colmenares, y abandonando á los suyos, que perecieron todos en aquellos lugares, marchó con él á la Antigua, pero los descontentos que acaudillaba Balboa y que rechazaban la autoridad de Enciso, se deshicieron de Nicuesa y le embarcaron en una vieja carabela con otros veinte y cinco españoles, de los que no hubo más noticias. Enciso acusado y preso también, fué expulsado de la Antigua por él fundada y conducido á la isla Española. Mientras tanto Fernando el Católico, poco satisfecho de los auxi- lios que de la Española se enviaban á los del Continente, no obstante sus repetidas órdenes (2), determinó fuese desde Sevilla un navio con bastimentos, por Cédula dirigida á los de la Casa en 2 de Noviembre de 1611 (3), y en Marzo de 1512, hallándose sin duda dispuesta la nave, ordenó por Cédula coiTespondiente fuese á su mando el Piloto de la Casa Pedro de Ledesma, conocedor de aquellas costas desde los tiem- pos de Ci'istóbal Colón: Ximnxa xxxxmiv0 piloto tiene ntitcljct ttaticia i>e lae citatít^ Xte ^isvva ftrtttc, ^civqxxe i)a iinx ttttrct* vece» (tUá, inebéiele exxviav p0v ^xiífXc en ei nattio <\\xe í»or xxxxeaXvo ntanhcti»*» allá etx- t»itti», $c,'' (4) Las noticias recibidas acerca de la expulsión de aquellas autorida- (1) Décadas, tomo 2.°, pág. 69. — Nada revelaba entonces ta existencia del Paraíso que en estas regiones deseaba situar el espíritu siempre soñador de Cristóbal Colón. (2) Registradas en 139 — 1 — 4. Archivo de la Casa en el de Indias. (3) Registradas en 139 — 1 — 4. Dada en Burgos. Disponen envíen los de la Casa 4 Tierra fir- me un navio cargado de bastimentos. (4) Id. id. Sin fecha, pero dada en Marzo según las Cédulas inmediatas. LA GEOGRAFÍA DE ENCISO 101 des, fueron sin embargo causa de que la nave no partiese y en Diciem- bre del mismo año dispone Don Fernando que no enviasen á Tierra fir- me cosa alguna y que no fuera tampoco el navio que estaba prepa- rado (1). En efecto, el expulsado Enciso trataba en la Española de jus- tificar su conducta y ponía de manifiesto los desmanes de Balboa, aunque en ello obtuvo poco resultado, pues protegido este por su descu- brimiento del Pacífico, quedó por entonces sin castigo. . - . , De regreso en España publicó, más tarde Enciso en Sc-villa. su Suma de Greografía dedicada en 1519 (2) al joven Príncipe, que se llaniQ más tarde, Carlos V. Este trabajo geográfico de indudable mteréa histórico, ofrece además la circunstancia de ser la primera obra en la que se trata de navegación, y no habiendo llegado á nuestros tiempos al Ars navegandi de Raimundo Lulio, califica á Enciso el sabio D. Martín Fernández de Navarrete * de primer escritor del arte de navegar* (3). Ocúpase además Enciso en su obra geográfica de todas las tierras hasta entonces conocidas, incluye una tabla de las declinaciones del sol y estima el grado terrestre en 17 j-^ media leguas castellanas. Por último, adelantándose á sus tiempos y ai uso de las cartas esféricas examina la inexactitud de las Cartas planas y trata de compensar sus errores por el estudio de su variación en las diferentes latitudes. *La parte geográfica, dice el Señor Navarrete, está tratada con exactitud y curiosidad y la correspondiente á las tierras que se iban descubriendo, es acaso la primera descripción que de las mismas se hacía, y muy impor- tante para conocer el resultado de las expediciones españolas hasta aquella fecha» (4). Hizo además Enciso, y así lo consigna en la Dedicatoria de su -obra, una Carta plana la que dice: 'Vttftf tolítt» lct« tierra» v; pv0Vitxc\ix9 i»cl |ínitrcr«í» he ltt« <\nt faetct ajiotro V\a Ijabifet» ttaticitt" y la cual no sabemos que se haya conservado. Tal es en resumen, el notable trabajo geográfico debido al sabio fundador de la Antigua de Darién, del que nos ha parecido, correspondía dar aquí algunas noticias y que no obstante sus varias reimpresiones, no es hoy de fácil adquisición. (1) Registradas en 139 — 1 — 4. Dada ea Logroño á 10 de Diciembre de 1512. (2) Titulada «Suma de geografía y trata de todas las partidas y provincias del Mundo en «a- pecial de las Indias y trata largamente del arte de marear etc.» Sevilla 1519^.Reimpi-eso en 1630 y 1546.— Nicolás .\ntonio Bibliotheca Hispana.- Madrid 1787.— Tomo 4." página 101. (3) En su Disertación pava la historia de la Náutica — Madrid 184K — página 147. — Fué Mar- tín Fernández Enciso nacido en Sevilla y en ella hizo sus estudios, según el Sr. Picatoste en sos «Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI.» — Madrid 1891. (4) Navarrete. Disertación para la Historia de la Náutica— página 14.S. 26 PROYECTADA NAVEGACIÓN Y DETERMINACIÓN DE LIMITES ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL EN EL EXTREMO ORIENTE LAS CAPITULACIONES I512 En 22 de Febrero de 1612 murió en Sevilla Américo Vespucio y dos días después (1) entregó el Doctor al Canónigo Manuel Cataño, albacea ó testamentario del difunto Piloto Mayor, las cantidades que hasta la referida fecha en tal concepto se le debían, presteza que está explicada por las probables relaciones de amistad entre el Doctor y el Señor Cataño pertenecientes ambos al cabildo Catedral de Sevilla. Juan Díaz de Solís, que se encontraba en la Corte ó que marchó á ella diligentemente, firmó en 27 de Marzo las Capitulaciones (2) necesa- rias para una larga navegación dirigida á los mares de la India, é im- porta notar que dos días antes de ser firmadas estas Capitulaciones, el 25 del mismo mes (3) fué nombrado dicho navegante Piloto Mayor de la Casa para reemplazar á Américo Vespucio. De aquí, que la desig- (1) Archivo iiela Casa en el de Indias — 39 — 2 — Vs- -'^3° ¿e 1512. (2) De lasque nos ocuparemos más adelante. (3) Archivo de la Casa en el de Indias — 16 — 4 — i/so- Dada en Burgos en dicho día. SOLÍS PILOTO MAYOR 103 nación hecha de este Piloto deba fundadamente atribuirse al deseo de tenerle satisfecho al utilizar, como se pensaba muy luego en la proyec- tada expedición, su conocimiento de los mares de la India, circunstan- cia que corrobora los recientes servicios prestados por este navegante en la Casa de la India de Portugal, servicios posteriores por cierto á sus supuestos crímenes (1). En realidad, estas determinaciones venían á corresponder á los propósitos manifestados por Fernando V á los Jefes de la Casa al tiem- po de conocer á Solis y de saber por ellos en 1508 los antecedentes de este Piloto: ";íox* 0ev fire0it«& bcci* (á) ^n?trft£»ua í»* ntitcljct experiencia é í>e qttictt %)ó «abrí eerttitrtnc para lae co&aa i>el tte&cobviv*** Según los términos de estas Capitulaciones debía el Piloto Mayor llevar á cabo: "Irt lícnutvcrtctón é Ittttitc» he Iñ pavte ite txtxt* elación qxxe pevteixeica á la ^ovotxa |ícttl t>e loa Kcittcre iie ©««tiUit, éálcttte ^ovUx^al, é á iieücxxbviv é tútixav la pc&e&iotx iie cievicx» ieritt&" las cuales parece que eran las tan debatidas después y que se denomi- naron el Maluco. Este proyectado viaje, que fué suspendido y no se realizó, ha sido una causa de confusión y de discusión también, acerca de las expedi- ciones de Solís. La publicación de dichas Capitulaciones hecha por Don José Toribio y Medina en su rica colección de documentos (3), ilustra y llena un hueco de la vida de Solís, y contribuye á disipar también algunas dudas en la historia de este Piloto Mayor. El documento pro- cede del archivo de Simancas (4) y es probable que por haber su- frido desde luego objeciones de los de la Casa, no se encuentre regis- trado también en los libros de la Casa. Según las referidas Capitulaciones, debía el Piloto Mayor llevar á cabo la demarcación de límites con arreglo al tratado de Tordesillas, la cual demarcación decíase no había podido llevarse á efecto, "v«'^ irte mitclrasr ocn^trtcitrnp» be io« llcije*" frase puramente conven- cional porque en realidad faltaba el acuei'do de los gobernantes por- tugueses, para los cuales la continuidad de las tierras del Nuevo Conti- (1) El piloto üriiuiual llamado Juan Díaz estaba perseguido en Castilla 4 petición del Mo- -narca portugués desdo 1495 por Cédula ya citada de 29 de Octubre de 1496. (2) Cédula ya citada de 3 de Marzo de 1508. (3) Documento-s y Bibliografía relativo.s á su estudio histórico de Juan Díaz de Solís. San- tiago de Chile 1897. — El Señor Toribio y Medina es conocido por sus importantes trabajos bibliográficos. — Documento, número XXII. (4) Arch. Sim. — Begistro del sello de Castilla. Mes de Marzo ¿e 1612. 104 EXPEDICIÓN PROYECTADA AL EXTREMO ORIENTE nente que cerraba el paso á los Españoles para los países del extremo Oriente, y para explorar después su demarcación, constituía una situa- ción favorable y privilegiada, que les convenía prolongar ó quizás tam- bién, por la eventualidad de sufrir por ello, ulteriores perjuicios. Sin noticias aun de México y del Perú, el Continente no presentaba hasta entonces sino pobreza y atraso y, como colosal barrera, impedía llegar á los españoles á aquellos países del extremo Oriente, de los que las naves de Portugal llevaban á la asombrada Europa, las extrañas especierías, las sedas, las porcelanas y los bronces de aquellos lejanos países que hasta entonces, habían sido casi legendarios para los habi- tantes de Europa. La falta de conformidad de Portugal en dar paso á las naves de Castilla, constituía, no sólo un obstáculo rnaterial, sino también un 'desacuerdo de familia, entre los gobernantes, por haberse casado suce- sivamente el de Portugal con dos hijas de Fernando el Católico herma- nas de la Reina de Castilla. Acaso estos estrechos lazos, y las ventajas concedidas á Portugal por este tratado de Tordesillas, del que se deri- vaban considerables derechos de Portugal en el Nuevo Continente (1) hicieron creer á Fernando V que obtendría una cierta tolerancia para la realización de este viaje. Estas esperanzas, que explicarían el aventu- rado plan que las Capitulaciones se contenia, no se realizaron sin em- bargo, y como veremos la expedición proyectada, no fué por esto llevada á cabo. Por estas Capitulaciones, como más adelante se hizo por las de 1514, proporcionábanse al supuesto corsario y empedernido criminal, hombres, pertrechos y buques artillados que, fácilmente, hubiera podido volver contra los mismos que de ellos le proveían. Debían, en efecto, entregarse á Solís, hasta ocho mil ducados de oro, para la compra y ha- bilitación de las naves. **(rue pava cate uiafc wo» tti?t^íi>e» Cfixe convienen** Las naves, habían de ser por lo menos dos, y las cuales podría construir ó habilitar Solís en la villa de Lepe, donde se había casado (2), y tenía casa. En estos ocho mil ducados no se hallaba comprendida la artillería, que habría de proporcionar el Monarca, compuesta dicen las Capitulaciones de: (1) Por este tratado que vino á ser como iiua transacción entre los Reyes Católicos y Don Juan II (le Portugal se estipuló correr 370 millas á Occidente de las Azores la línea meri- diana de partición entre ambos países Peninsulares. Archivo de Indias 1 — 1 — 1. Celebrado en Tordesillas á 7 de Junio de 1494. (2) Donde se había casado con una hermana del piloto Francisco de Torres. EXPEDICIÓN PROYECTADA AL EXTREMO ORIENTE 105 ♦*ln>ft líítnbrtrlmft gruesao be Ijierrt», c(xte eatán en la (fía»a be ^eviUñ é boa lottibarbcta «tcbtrttta», é cnatvc fctUone» he earreton (cureita) é weinte tj cttotro xtetreoe i>e ijierr*», é cinco quitttalee be |íicr»no." La contíanza que de este navegante se hacía era tan completa que corría de su cuenta la compra de los bastimentos y de todo lo necesario para la expedición, como también el pago de sueldo á las tripulaciones. Las naves deberían estar dispuestas para partir á los diez meses de la fecha de la Capitulación, que era en suma, una contrata hecha con Solís para el suministro de la armada, sistema muy conforme sin duda, con el mejor régimen económico, aunque no sin inconvenientes tratán- dose de un asunto tan arriesgado y complejo. Para mejor interesar á Solis, ofrecíasele en las Capitulaciones el título de Adelantado mayor del nuevo marque se descubriera para si y para sus sucesores, y ade- más, que por su mucha devoción al apóstol Santiago, se le concedería el hábito de dicha Orden. Como en las Capitulaciones se contiene, debían las naves dirigirse en primer término á la isla' de la Gomera en las Canarias para tomar en ella agua, leña y otras provisiones, y navegar después al cabo do Buena Esperanza donde, en tierras del Rey de Portugal, habían de proveerse de nuevo, lo que parece corroborar las esperanzas abri- gadas por Don Fernando de obtener la conformidad de su yerno. Reco- mendábase sin embargo á íSolís la mayor corrección y prudencia al tocar en el cabo de Buena Esperanza: "bó p<»brrt, bice el bocttíneiito,to»nai: nftxta é leña é alditrtí»» crtvtie» ftaiíánbolad bie»t, ntitroubo tuwcljo en rjtte ví»» é «tin i^en- te^ que con vo» fneve, no fa^ttít eti la blclja tierx*a bel cabo be ^nena (»B»peran?a, ninunttb alboroto ni otra coaa be qne la jiente be aqitella tierra »e :^tneba iitiescar» QB ai toparebee, bice tatnbien, aliinna» i»la» antee be lie- par al cabo be ^nena ®»|jeranfa, en ntebio be la ntar, qite no fxteren beecnbierta» i:tor el ^erenteitno |le»j be ^ortun^l» V^- brei0 :^trotteer be la» co»a0 qne Ijobierebee be nteneeter, é v^^**- netjénboo» bellaa, eaber lo» »ecreto» qtte bella» ^jnbierebe» »aber é avt^owecljaro» bella», »in ofen»a be la tierra ® be all»), añabe, pobrei» ir ó bn»car la tierra be ®elán ((Deilán) pava t»er »i e»tá en la t>arte qne á e»to» reino» :^ter- teneece, o ná,^^ Desde Ceilán debía dirigirse Solis: "á la i»la be pialnqne, que cae á lo» limite» be nnc»tra 27 106 ' OPOSICIÓN DE LA CASA Observaremos antes de proseguir, que en Marzo de 1612, á cuya épo- ca pertenece este documento, no se sabía aún en Castilla el reconocimien- to, y exploración de las Molucaa, llevado á cabo en dicho año por una de las naves enviadas con tal objeto desde Malaca por Alonso de Al- burquerque, y que, con iguales títulos de presunción, podía creerse en- tonces, en uno y otro país, que las mencionadas islas quedaban en su respectiva demarcación. Desde Ceilán y el Maluque, debía la expedición, según las ideas y la terminolgía usadas respecto de los países del extremo Oriente, dirigirse á: Para la determinación de los límites hispano-portugueses, encare- cidamente se decía á Solís se mirase mucho en ello: ^^pava que sxx ^i»j« é en xtnsüiva canciettcirt, Ijauai» la Icts- xnñvcacion io ntct» f u^tatncnte cfue |»ttí*i?v*ire«, í»« ntan^t^a <\\xt ninguna í>c la* pavise tr^íe-ciha ctttrctwio, dtevftticií»)»" En cuanto al regreso á Sevilla, nada se indicaba, ni se hacía tam- poco referencia alguna al Nuevo Continente, pareciendo, por tanto que debía regresar Solís por el Cabo de Buena Esperanza, ó por lo menos na- da se le decía esta vez acerca de la investigación de un paso navegable á través del Nuevo Continente, cuya anchura de Este á Oeste era aún desconocida. Muy luego, realizado en el año siguiente de 1613 el descu- brimiento del Pacífico, veremos estudiar un nuevo plan más completo y más realizable, aunque no realizado del todo por la nmerte de Solís. II PARECER CONTRARIO DE LA CASA I 5 I 2 IÁ ra este por tanto, un plan completamente nuevo y no intentado jj hasta entonces, para llegar á la demarcación de Castilla por los mares de Portugal ó sea por Oriente, ya que por Occidente no se logra- ba salvar con las naves la inmensa barrera que de Norte á Sur parecían formar las continuadas costas del Continente Colombino. OPOSICIÓN DE LA CASA 107 Acaso, por tratarse de mares no estudiados por la Casa de Contra- tación, ó bien por su intima relación con otras cuestiones de Estado ó por temor á las dificultades que en los gobernantes portugueses pudie- ra encontrar este plan nuevo, no parece que conío en otras expedicio- nes á descubrir había ocurrido, mediase correspondencia alguna con los de la Casa antes de hacerse las Capitulaciones ya refeiñdas. Lejos de eso, parece que tan luego como tuvieron noticias del proyectado viaje, informaron los de Sevilla desfavorablemente acerca del atrevido plan que en las Capitulaciones se contenía, y si bien no se conserva este documento, como casi ninguna de las comunicaciones emanadas de la Casa, lo expresa así claramente la Cédula de 29 de Mayo de 1612 (1). en la que D. Fernando contesta al Doctor Matienzo y á sus colegas: "^t ttitcfttf tt cttt*ta b« ^^>cc be pitttjí», en qxte ntc ijaccift «a- bev lo» IncontJf ntf»tte& itit* e §^e l)acev pava la benxavcaciotx be lítnitcst cntt^* «»tO0 Iteinoe é ^0vUx(ial, xj ts%x(\oo^ exx íkívxxicid axixüavxxxe bello, xy bisix xxxe pe»a alaxxxxo» incottttenieittea <\xxc becie que í^»itbtevrtn euceber en Itt navejíci- eiojí, 6i el bicljo ^uatt be ^oli», xxo Uextaee lítejox* vecabbo bel qxxe bebirt llewctr". y agrega el Monarca que tenía pensado enviar con él, persona de mucha confianza y cuidado, con suficientes poderes para que en un caso dado le pudiese contradecir, precaución por cierto bastante frecuente en esta clase de expediciones. En cuanto al propósito del Monarca al enviar con Solis una persona de confianza que le pudiese contradecir, proba- blemente con el carácter de Veedor, como en otras expediciones suce- diera, se expresa: "fué P0V tenerle, contó noeoti'O» beci», pov pev&oxxa be xxo ntncljttconetrtnciaC^), tjtobo» lo» incojtnettiente» qneen lana- t»epttcio»t beci» qxxe le í?obt*án eitcebetr, xj tantbién pov aer tnutj fiocoft loe iiosk nanio0 qne Ija be llenrttr pax:a «etr el niot^e tan larpo." La oposición de los de la Casa parecía fundarse principalmente en el carácter ligero é inconstante de Solís y en lo débil de esta armada para tan aventurado viaje. En cuanto á la probable actitud del Go- (1) Archivo de la Casa en el «le ludias.— 139— 1—4. Fecha referida. — La Cédula no está completa. (2) Es imposible, sin grave injusticia, ampliar el .sentido de estas palabras hasta la crimina- lidad de Solís. Por lo demás, «1 plan de viaje era bien poco práctico, á menos de obtenerse antes la conformidad de los gobernantes portugueses. OPOSICIÓN DE PORTUGAL 108 bierno de Portugal, observaremos que podian tener los de la Casa muy especiales informes, por la fiecuente comunicación entre Sevilla y Lis- boa, pues por la suspicacia que entre ambos países existía, como desde Sevilla se enviaban á Lisboa avisos de lo que en la Casa de Indias ocurría, la Casa en cambio solía tener en Portugal agentes encargados de análoga misión. Reconoce, como vemos, el Monarca en su Cédula que eran muy pocos los dos navios que había de llevar Solís, por ser el viaje tan largo y los demás inconvenientes que le podían suceder, y agregaba: "©anttttticttl» t) platicaii con él, V0nicnb0tiel0& (loo incon- venienU&) tai*ittx*nte Ijeio la rc- lacióxx vevifabeva tte tobú lí» nxxe exx ello pa^ave.'' A fin sin duda de resolver lo más conveniente: y admite ya D. Fer- nando la posibilidad de que la expedición no se realizara, y dice á los de la Casa en el mismo documento, con respecto á las compras que se fuesen haciendo para la expedición: »'««tttt ite caliiíab qxxe, ctttncrue xxc *e Ijcitjtt be Ijacev el tíittf e, «c pxxebatx tcvxxav á vtexxbev &xtx(\xxe exx ello ee íJier&tt." Pero como veremos, esta suspensión, no se determinaría sin in- tentar antes D. Fernando de varias maneras, de obtener la aquiescen- cia ó la conformidad de su yerno el de Portugal. III DIFICULTADES.— PROPOSICIONES HECHAS A SOLÍS. SUSPENSIÓN DEL VIAJE 1512 En Junio de 1612, y á consecuencia de la Cédula ya citada de 29 de Mayo, debió Solís hablar con el Doctor Matienzo y sus compa- ñeros, y escuchar las objecciones que por los mismos se hicieran á la pro5'ectada expedición. Después de estas conferencias, pasó el Piloto á la Corte, que se encontraba en Logroño, y á la que seguía el Embajador de Portugal Méndez Vasconcellos. Fernando el Católico, que en el año anterior de 1511 preparaba, como hemos dicho, en Sevilla una fuerte armada para pasar al África, recibió en dicha ciudad la noticia de OPOSICIÓN DE PORTUGAL 109 haberse de nuevo roto las hostilidades con los franceses en Italia, y renunciando en el acto á la referida expedición, suspendió todos los preparativos y se trasladó al Norte de España, plegándose así de un modo admirable á lo que los sucesos pedían y reclamaban en cada momento. Avisado Vasconcellos de la llegada de Solís, viole muy luego, por orden del Rey de Portugal al que, con fecha 30 de Agosto (1) escribe el embajador, que había hablado en efecto con Solís, y que, según este le había manifestado, iría en el mes de Abril (2) con tres navios: lo que hace creer que, á consecuencia de los reparos hechos á Solís por los de la Casa, llevaría el Piloto Mayor tres buques en vez de dos, como •en un principio se había pensado. Agrega Vasconcellos que estaba también en Logroño un piloto por- tugués llamado Anriquez y: ''vax'é&cetne qxtf »l ^. Jl. Meae á Jlntri- tjttf I l»ocf ó nxxime ntU vei9 al año «e ivttt á «crtíirlc á ^ut^tw- jittl. e Ict» ^ntillct*, nxts ce piloto Pli»tjí*tr xj otrcrfii ttiento». ffi«tí xxá üéai Upobviñ txvvancatr por i)u«Mc« (^tte no «f leljttn {tnarbaho tja potr bo* vece» nnc«- tvosi (3) ttlbrtiac» (ovbenee bc'pitgo). ^ero el ^^nvitinci, pavée- cetxxe qxte Incjio «e iría, pov que él xj »n ttxxxgiev, »an pov- txx(xue«e»,*' Por lo visto, tenía ya Vasconcellos orden de hacer proposiciones á Solís, mas no hallándole propicio, determinó esperar nuevas instruccio- nes, y termina esta carta á su Monarca manifestándose poco favoi'able á una inteligencia entre unos y otros gobernantes: "xxxe parece coxxvetxhvxa tnxtcljo, i?ov lo qxxe cxxxxxple á vxxe&tvo eeriticio, qxte ^. Jl» ntttnb(t0C vcntcMar cato be xxxaxxe- va qxxe no ee le Ijana tal pev^xxicio, por qxxe tobrt» la» cooa» tienett contic»t?o." Con la mayor diligencia y por correos en posta, llegaron á Logroño las nuevas instrucciones para el embajador que, en 7 de Septiembre (1) Coloc.de Navari-ete, tomo H." pigina 127. Dooumenlo núm. XXXIIf Del archivo de la Tone do Tou de Lisboa. (2) Esta ligereza de Solí.s, siendo criminal, parece temeridad tal que manifiesta más bien su inocencia de loque se le quiere achacar. (3) Según Solís, las órdenes de pago eran de Don Manuel que no empezó 6. reinar hasta des- pués de 1498 y sirvió como era preciso Solís en la Casa de la India después de cometidos los delito-, por los que se lo perseguía en Castilla á petición d« Don Juan 11 do Portugal. Más ab- surdo-,. 28 lio OPOSICIÓN DE PORTUGAL recibía carta para Fernando V, y otras para gobierno suyo, en virtud de las cuales procedió francamente Vasconcellos á proponer á Solis que, abandonando á Castilla, entrara de nuevo al servicio de Portugal (1). Observaremos que es inadmisible, sin que hubiera alguna razón para ello, la, falta de pago á Solis y á su hermano en la Casa de la India y que existía seguramente un motivo pai'a que no se le hubieran abonado tales cantidades, motivo que produciría probablemente el regreso de ambos pilotos á España, pero que esto no significa en modo alguno el robo de la carabela Real con unos corsarios franceses, robo hecho antes de 1496, y de índole tal, que parece absurdo que á criminal de este jaez se solicitase por medio del embajador y aunque de lo relativo á la personalidad de Solis hemos de ocuparnos especialmente, queremos, al examinar estas cartas de Vasconcellos, dejar analizado este punto. Es lo cierto que, en virtud de las órdenes recibidas, manifestó á Solis el em- bajador cuan incierto era lo que (en Castilla) se asentaba, y que nunca se cumplía, y preparado así el ánimo del piloto, que él ti-abajaría para que el Monarca le perdonase, escitándole de todas maneras para que, abandonando á Castilla, volviese á prestar sus servicios en Portugal. Pero, según refiere el mismo Vasconcellos, esta proposición fué dig- namente rechazada por el Piloto español, que dio muy luego cuenta de lo ocurrido al Obispo (2), el Obispo sin duda al Secretario, y el Secreta- rio al Rey, quedando entonces á la vista la intriga y contrariado el embajador, que concluye su carta llamando ruin á Solis, y formulando las más graves acusaciones contra el Obispo de Palencia y el Secretario del Rey, cual si desahogara así su cólera por el escándalo cortesano, y el ningún éxito de sus gestiones. De mayor interés qxie los referidos incidentes, de los que sólo nos ocupamos por su relación con estos sucesos, son los actos mismos de Fernando V y los términos de su contestación, según el ya referido embajador, que manifiesta en su carta haber entregado en el mismo día, las que para Don Fernando recibiera de su yerno, á las que este había contestado, que la armada (de Solis) no iba dirigida á la India, (Malaca) sino para descubrir, y para saber lo que á cada cual perte- necía 5': ♦'(jtte eettnvieva ^* 3l« mttty cietrto, qtt* \xúv «nt ttoiuntcti» no »e tocavitt en «w iietnavcacion tj mne, en la ®i»»tt í>c ^cntva- (1) Navarrete tomo III, página 128, documento n." 34. Carta del embajador Vasconcellos eii< 7 de Septiembre de 1612 desde Logroño. (2) «Y fué tan ruin, dice, que todo lo que pasó conmigo lo fué 4 decir al Obispo de Palencia.i SUSPENSIÓN DEL VIAJE Á ORIENTE 111 trtcion i>e $ft»illtt, el pvixxci\fal c(t\fxtitl0, que ee pcttia pava lítft qitf ibatx á i»í«rcttbvir, eva c\txe xxo toctteen en ninguna C0&a he jr. ^." (i). Y con efecto, como en nuestro trabajo hemos tenido ocasión de ha- «er notar, no había expedición alguna que se proyectara, para regiones próximas á la Demarcación de Portugal, en que no se encargara expre- sa y encarecidamente á los navegantes, respetaran la dicha Demar- cación. Consigna también en su carta Vasconcellos, haberle manifestado el Monarca: "qite él, por e>ev xja vieio, t>ebxa vivivpúcoe' itxaa, x) etx ello» e»pevabtt exx ^íoíí xxo luxbxetkenxxxxca^^xxtx voxxxpxxxxiexxto'* pevo qxxe xxxovxvia tnxtclja txxáa be^caxxüaho, et ^efa»e túbc taxx clara <\xxe XXX 0XX& nictuft, tii loe iie ello» winte«cn, tituierctti ttxtttctt C(tu0a |;*itx*tt rcnttijtcr." Un recto y honrado propósito, y un constante deseo de conservar la paz entre los países peninsulares, parece haber sido durante largos años la norma de la política de este ilustre gobernante español, con- ducta que es por otra parte perfectamente natural, pues nietos de Fernando Verán los hijos del Rey de Portugal, lo mismo que los de Felipe de Borgoña, y porque, más lejos y más separado que sus nie- tos de Portugal, se criaba en G^ante el futuro Carlos V. De parte de un Monarca tan experto como Don Manuel de Portu- gal, s;^ resistencia á que llegasen las naves de Castilla hasta los mares de Oriente, es de un todo lógica )' está perfectamente explicada, por- que en la práctica, este hecho debería ser perjudicial para aquel comer- cio hasta entonces exclusivo de Portugal, y esto explica que todo intento para que de uno ú otro modo pasaran á dichos mares las naves de Castilla, fuese inevitable motivo de disidencia entre unos y otros gobernantes. Los deseos de Fernando V de navegar hacia Oriente á través de la demarcación portuguesa, parecían sin embargo, justificados por el hecho constante de atravesar las naves de Castilla, otra extensión considerable de la demarcación lusitana, para poder llegar al Nuevo Mundo, y de- seoso sin duda Fernando el Católico de remover estos obstáculos, propu- so entonces á su yerno por medio de Vasconcellos, llevar á cabo de co- mían acuerdo, la deseada determinación de límites: "(íue cwatttcr xxte Ijabxa bicljo bel beeeo qxxe tenía be bentar- cavlo iobo be xnaxxeva qxte nnnca ^avtngal tj ®a»tiUa tnvle»en (1 ) Carta de VasconceUos ya citada. Coleccióa Navarrete, tomo III, págiua LW. SUSPENSIÓN DEL VIAJE Á ORIENTE 112 (|ue^. ^. tnirrtee ei ijabia rtlgttn tn«í>ií» be Uevcivlc á tabú, pov- qne él en tal ca&o lo aceptavia tj »e ai^errtric»; «twclja i>e íUo," Escribía esto Vasconcellos en 7 de Septiembre, y consta que esperó largos días Don Fernando la llegada de la contestación, y que esta no llegó, ó en tal caso no fué satisfactoria. De todas maneras, es lo cierto que, hasta el 30 del mismo, no dispuso el Monarca la definitiva suspen- sión del proyectado viaje. En dicho día (1) escribe el Rey á los de la Casa: "Hit »abei& el (t&iento C(ne estaba totnabo con ^xtan^iai be ^oli» pava el via\e que ijctbici be Ifaeev en iv á beacúbviv, tj pov- qne al pve&ente ^ó l)e ntanbabo fMfeipenbev el biclio niaie ijct»- ta qne cctnnniqne con el ^c»j be ^ovixtaal ntt ^ifa en lo Cfne toca á acinella navegación** y haciendo luego referencia á la expedición que proyectaba enton- ces á la América central agrega Don Fernando á los de la Casa, que lo gastado para la expedición á Oriente: **pobrá &evniv pava lo be ^ievva ftvnxe^ en lo que a^ova con la axjnba be ^xo», xnanbo entenbev»** La proyectada demarcación de limites, que no había obtenido la conformidad de los gobernantes portugueses, entonces y sólo entonces quedó definitivamente suspendida y aplazada. Fernando el Católico, por que le repugnara tener una guerra con la familia de su hija, ó bien para no tvirbar la paz entre los Pueblos peninsulares, como en su larga gobernación demostró repetidas veces, sacrificó de un todo sus justas aspiraciones y deseos antes de llegar á un rompimiento. Así procedía el Monarca de Aragón que terminaba entonces, con la agregación de Na- varra, su gloriosa empresa de agregación de los Pueblos Españoles, ver- dadera antítesis de decadentes separatismos, 5^ que se hallaba mate- rialmente en el apogeo de su poder. Consignaremos, por último, que termina Fernando V su Cédnla citada, por la que suspende el viaje (en 30 de Septiembre), manifestan- do en ella la mayor estimación hacia Solís para corresponder así á la digna actitud del navegante de Lebrija, al rechazar las proposiciones que se le hicieran por conducto del embajador Vasconcellos, para que, dejando á Castilla, volviese á prestar de nuevo sus servicios en aquel País. (1) Archivo de la Casa en el de Indias— 139— 1 — 5. Por otra Cédula del mismo día ordena el Rey entreguen á Solislos de la Casa 37 mil maravedises por los gastos que para la expedi- ción tenia adelantados. NUEVaS PROYECTOS 113 i»« Itt C>Sa0a, v*»*^ »n«») buen ^9frt»i^0tr, tj ct»t»to tal (Tttftrtrío Cfus fM^ee tuirabo tj ttratabo, recibiré iie xfoüotvc» «ertticio, e>t que i0tt00 le tratei» é fotJorfjcrti» ¿i:.'*. IV NUEVOS PROYECTOS.— SOSPECHAS ó DENUNCIA SIN CONSECUENCIA' CONTRA EL PILOTO MAYOR. 1.513 . Apoco de quedar suspendida la expedición para el extremo Orien- te, proyectóse en Castilla reanudar las exploraciones marítimas prosiguiéndose, las déla costa atlántica del Nuevo Continente, aunque aspirando siempre á pasar con las naves de la Casa á mares más occi- dentales, que se suponía eran, también los de las Indias Orientales. Así lo manifiestan los términos de la Cédula que, antes de terminar el año de 1512, y hallándose aun .la Corte en Logroño, dirige el Monarca á los de la Casa (1), y en la que, entre otras cosas, les autoriza y da licencia para: "ttcttbrtr be be^cttbrir^ el (f^olfo be la ®0i?rtftoltt('2), xj »i Ijotj estrecljí» en él, canto al^nno* Ijatx creibo/' Proyectáronse además en aquel tiempo otra ú otras expediciones, y explícitamente se ve citada una dirigida al Norte (3), pero sea por los temores de una expedición portuguesa para la América central, de que luego daremos cuenta, sea por que, al inesperado arribo de los Procuradores de Darién determinaron los Gobernantes posponerlo to- do á la organización y envío de una armada, que fué efectivamente realizado, y que de conformidad con las gestiones de los Procura- dores Caisedo y Colmenares, fuese provista de los variados recursos (1) Archivo de la Ca.sa en el ñp. Indias 139 — 1 — 5. Dada en Logroño A 10 de Diciembre de 1612. {2) Evidentemente al Golfo de México. (8) En la que, según parece, debían tomar parte loB Pilotof: Vasco Oallego y Sebastián Ca- boto, llegado no hacía mucho de Inglaterra. 29 114 OTROS PROYECTOS que eran tan necesarios para el fomento y desarrollo de la naciente población española en la región de Darién, en la cual después de tan- tos sacrificios, parecía arraigarse la vida europea. A algunos de los referidos planes y propósitos, parece referirse el viaje de Caboto á la Corte, en la primavera del siguiente de 1514, y á ellos se hace también referencia en Cédula de fines del mismo año, en la cual se dice á los de la Casa, habían hecho bien en no enviar al piloto Vasco Gallego á Castilla del Oro para cuya expedición, compuesta de numerosos buques, habían escaseado pilotos que conocieran aquellas costas y les dice el Monarca: (1) **ptte&,^annc[itsv0v a\j0van£> »e tja he Ijacctr el triafe á la pavte bel Jlírtrte, ty no textienito ^ebaetian ®ctUí»to tanta ex^e- viencia canta »evia meneatev ífc" y agrega la Cédula, con respecto á Caboto, que procurasen los de la Casa emplearle en otros viajes para que adquiriese experiencia y estu- viese dispuesto: **pava el ntafe á la pavte itel pavte, ó á otva ptxvte^** La forma vaga en que á estos proyectos se hace referencia, mani- fiesta la mucha reserva que en esta época se guardaba acerca de las ex- pediciones á descubrir, aunque no estuviesen encomendadas á Solís Esta constante reserva del Monarca, al hacer exploraciones para las que le asistía un tan perfecto derecho, según los Tratados vigentes, no tienen otra explicación plausible que su decidido propósito de no llegar á un rompimiento entre los Pueblos Peninsulares, de conformidad con su constante y elevada política, y con lo que á fines de 1512 mani- festara Fernando V en Logroño al embajador portugués Vasconce- Uos (2) para que lo comunicase á su yerno Don Manuel de Portugal. Pero además, proyectábase en 1513 una expedición encomenda- da á Solís para la cual tenían ya los de la Casa dispuesto un navio, como se deduce de las palabras que en su Cédula de fines de Mayo (3), les dirige el Monarca: "^ en la bel natria, Cftte beci» e«tá alji, cinc teniaí»cft vvepfx- vabovava el ulafc bel Mclja J[naní*e ^alie etc." y cuyas palabras no se refieren al viaje por Oriente antes (4) sus- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 1B9. — 1 — 5. Dada en Guara á 12 de Diciembre de 1514- (2) Carta de Vasconcellos. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 6 Dada eu Valladolid á 27 de Mayo d» 1613. (4) Como hemos dicho, por Cédula de Septiembre de 1512 se había ordenado suspender dicha «xpedición y aplicar á otros fines las naves, y los aprestos hechos. INFORME ACERCA DE SOLÍS 116 pendido, sino á otra expedición á la que tampoco se renunciaba aún, pues que como agrega la Cédula: • ^^pdv cine, ttttnt|UP Ijtttjrt be ijacev el viaje (^uli»), no sievá tan gn bf ene." Pero, cuando por lo visto se hallaba ya dispuesta la nave prepara- da por los de la Casa, surgió un inesperado incidente que aplazaría este viaje y que, apesar de no haber tenido consecuencias para Solís, que- remos examinar porque, acaso dé explicación de la denuncia presentada explícitamente contra este navegante, algún tiempo después de su muerte. Llegaron en 1513 hasta los Jefes de la Casa ciertos anteceden- tes ó noticias acerca del Piloto Mayor, de los cuales dieron muy luego cuenta al Monarca, el Doctor y sus colegas. Así lo manifiesta la Cédula en que, á fines de Mayo (1) de dicho año, les contesta el Monarca dicién- doles: "CIBn lo (íne toca á ^xxñtt Süa? be ^oli», tengooft en enentn el anifto que me e»cril»tj0, i»e lo i|xte í*e él Ijabei» *rtbli»o; itebexj» *ectretrt»nente Ijctcer txna IJnfortnaeión i>ello xj, ijttUánbole en ello cnlpaUle, ptr enl>eí> tj teneMe ^jveso, xj ennittbnte etj» lo pe»- ctni»a ó culpa, (tneeontra él ljallatreí>e», pava qxxe ^ó le ntaní»e ca^Ugav, contó connenjia ífc." Ocurre con este, como otros análogos documentos, que no ha- biendo sido escritos para exponer ó referir los hechos, resultan confu- sos ó incompletos para los fines históricos en Iqs que se les quiere hoy utilizar. Observaremos sin embargo, que aunque no de un modo indu- ■ bitable, parece hacer referencia la Cédula que examinamos, más bien que á faltas directamente observadas en Solís, á noticias ó informes adquiridos por los de la Casa, acerca de dicho navegante "lo qne bel Ijabei* 0al»lí»o." Y que pudieran muy bien referirse á la supuesta identidad de So- lís con el perseguido Juan Díaz, denunciada quizá entonces á los de la Casa, y á cuya denuncia ó sospecha daban entonces como hoy algún fundamento, la identidad del nombre y apellido de Juan Díaz, por más que, tanto uno como otro fuesen harto comunes tanto en España, como en Portugal (2), y cuya escandalosa historieta, encontraría sin duda, otros vulgares alicientes en el favor y la prosperidad de Solís que, de tal modo, le señalaban, al diligente celo de los envidiosos. Pero, aun en el caso de no tratarse de la supuesta identidad de Solís con el de- (1) Cédula ya citada de 27 de Mayo de 1613. (2) Y de ello tendremos buena prueba al tener que hacer mención de cuatro Juan Díaz con- temporáneos, al ocuparnos de la personalidad de Solís. 116 INFORMES ACERCA DE SOLÍS lincuente Díaz, conviene y procede examinar aquí este incidente de la vida del Piloto, por lo mismo que no habiendo tenido para dicho nave- gante consecuencia alguna, deja subsistente la limpia y conocida historia del Descubridor del Río de la Plata, y porque su examen nos manifiesta también, cual era la actitud de los Gobernantes de Cas- tilla, ante una supuesta falta de Solís, ya que hasta se admite ó se in- sinúa una posible tolerancia ó'protección para el Piloto, aun sabidos y conocidos los crímenes que de su identidad con el portugués Díaz, se de- rivaban. El hecho de haber sido los Jefes de la Casa los mismos que denun- ciaban al Monarca lo que acerca del Piloto habían sabido^ es bien con- tradictorio de ocultación alguna por su parte. En cuanto al Monarca (1) vemos que, según los términos de su Cédula, debían los de la Casa y Atidiencia de la Contratación que eran los mismos que habían denun- ciado las faltas ó sospechas contra el Piloto, hacer la pesquisa ó averi- guación acerca del asunto, y si resultaba culpable, deberían muy lue- go ''pvenimvis tj UnsvU iíve»a" sin necesidad de nueva orden, ni consulta, aunque pai'a su sentencia y castigo ordena Fernando V, le participen el resultado de su averiguación. Con la natural contrariedad, que del suceso se derivaba, encarga el Monarca á los de la Casa hagan su averiguación con todo secreto y manifiesta en su Cédula el deseo de saber pronto la verdad, circunstancia que arguye también á favor de su ignorancia anterio/ acerca de lo que se le había noticiado, si es que era cierto, pues encarga á los de la Casa procuren hac^r la pesqui- sa con la mayor presteza: "iír tttct0 í^sivsXaxntnii qns pxxstia «sx^ \) con ntct» hvettet>aii tj buettct limita." Pero, no es esta la única manifestación de los criterios respecto del Piloto, supuesto el caso de que en una ó en otra forma hubiese delin- quido Solís, porque en otro pári'afo de esta misma Cédula, se ordena á los de la Casa detengan los preparativos para una expedición que de- bía emprender en breve; "^ f n la tfsi navio i\ne írecie c«tá aijí v^vct ti xtia\s b*l ^iclJebvij» u^rouecijavue í>«l «tt lo (\xxs nisxtina tjttc «trt» tj tntf ov ^rui*if ve firívulr, pov que rtwttcjtte Ijcttja í>e ija- cet* el uictie, no &svá tctn en bvcwc." No subsiste, como tampoco se ha conservado, sino por excepción (1) Aunque el ¡lustre Fundador, con Isabel la Católica, del Estado Español gobernaba sólo á nombre de su Hija, gustamos designarle aquí como tal Monarca, cargo que en realidad ejercía. INFORMES ACERCA DE SOLÍS 117 ninguna otra de las comunicaciones de la Casa, la contestación dada A esta Cédula, ni el resultado de la averiguación ó pesquisa hecha, pero no consta de modo alguno que fuese entonces preso Solís, como se había ordenado para el caso de ser culpable, ni se conserva tampoco la orden de ponerle en libertad, si suponemos que reducido á prisión el Piloto y comunicado el caso á la Corte, se hubiere ordenado á los de la Casa su liberación y cuyo documento es seguro que hubieran registrado los de la Casa, en sus Libros, para su propio descargo. En cuanto al supuesto de que resultando Solís culpable, no hubieran sin embargo los de la -Casa prendido desde luego al Piloto, aunque fuera sólo pai'a impedir su fuga, debe tenerse en cuenta que en el caso de ser Solís el persegui- do pirata, el no cumplir los de la Casa la inmediata prisión podría muy bien acarrearles una bien grave lesponsabilidad, si fugándose el Pilo- to de Sevilla, por no haber sido preso con tiempo como se había orde- nado, se lanzara de nuevo á las mares para causar en ellos grandes males tan peligroso criminal. Pero lejos de eso, consta que continuó Solís desempeñando su car- go de Piloto Mayor, como lo manifiesta, por ejemplo el Libro de los gastos hechos para la armada de Pedro Arias que en el año siguiente de 1514 salió de Sevilla para Castilla del Oro y que se titula Libro de "ffirtfino xj ttcecctvfKO tj^cljtt rtl piloto Vílai)CfV ^uan ^iaf bf ^tjli»" (1), Antes de terminar el año de 1513, en el mes de Diciembre, disfruta Solís de todo el aprecio del Monarca, y le concede este ciei-tas merce- des (2), que manifiestan la poca eficacia y realidad de las sospechas sur- gidas, y en el siguiente mes de Enero (1514), por Cédula del día 24, le hace una merced análoga. Pero más que estas concesiones que contra- dicen por cierto, el supuesto de que, á virtud de la pesquisa hecha por los dó la Casa hubiese sido preso para proceder á su castigo, hablan contra la delincuencia que pudiéramos suponer en Solís, las Capitula- ciones que en dicho año de 1614 se hacen con dicho navegante (3) para la expedición en que realizó su descubrimiento del Río de la Plata. Según las Capitulaciones referidas, debían entregarse á Solís suce- sivamente cuatro plazos de mil ducados de oro cada uno, con los que habilitaría su armada para esta expedición, y se le daba además la (1) Archivo de la Casa en el de Indias 32-3-'/a5. (2) Por Cédula dada en Madrid á °2Bde Diciembre 1513, se le conceden los bienes de un suici- da que pertenecían al fisco según las leyes. Archivo de Simancas, Libro de Cédulas de la Cama-, ra, N." 31, folio 70. Documentos y Bibliografía de Solís, por D. .José Toribio y Medina. (3) Hechas en Mansillaá °24 de Noviembre de 1514 de las que á. su tiempo nos ocuparemo»., 30 118 INFORMES ACERCA DE SOLÍS artillería para las naves. Nada, en efecto, más inadmisible que estas Capitulaciones hechas con Solís á seguida de un resultado desfavora- ble obtenido por la averiguación hecha acerca del Piloto, porque si Fer- nando V ha sido calificado por sus detractores, de ser en extremo sus- picaz y desconfiado, ningún historiador le ha calificado hasta ahora de confiado, ni candido. V DIFERENCIAS CON PORTUGAL 1513— 1515 No debemos, por fortuna, ocuparnos aquí de rompimientos ni de graves luchas entre ambos Pueblos peninsulares. No obstante la continua ocasión que para ello ofrecían tan contrarios y tan considera- bles intereses, bi^n difíciles de deslindar en aquellos tiempos, preciso es reconocer que en su defensa y aventajamiento, aunque existiera en- tre los Gobernantes indudable lucha y rivalidad, no se llegó por ellos nunca hasta un rompimiento efectivo, al menos en la Península, entre los dos pueblos hermanos que con noble emulación, se disputaban glo- riosos fines. Conviene consignar que el paso dado por Vasconcellos en Logro- ño, tenía sus precedentes y que ya en 1510, el factor ó agente del Rey de Portugal en Sevilla, llamado Alonso Alvarez (1), trató de conseguir pasara á Lisboa, para prestar allí sus servicios, el piloto de Moguer, Juan Rodríguez Mafra (2), para cuyo fin hubo de entregarle Alva- rez ciertos ducados de oro. Pero como pasara el tiempo sin que cumpliese Mafra lo ofrecido, y reclamase Alvarez contra el piloto, en- teráronse de ello los de la Casa de Contratación, y por que no creyeran conveniente lo que el factor deseaba, ó temerosos de que un choque agravase lo ocurrido, detuvieron al Alvarez y le pusieron á buen re- (1) Dendo ó padre quizás de Sebastián Alvarez que más tarde ejerció en Sevilla el mismo cargo. (2) Han sido publicados varios documentos acerca de este incidente, pero conviene obser- Tar que sin duda por un error de copia han sido referidos á 1516. INFORMES ACERCA DE SOLÍS 119 ■cabdo, como entonces se decía, en casa de Lorenzo Pinelo (1) algua- cil que era de la Casa, j dieron cuenta á la Corte del referido suce- so (2). Por otra parte, cuando en Septiembre de 1512 hacía Vasconcellos á Solís las ya referidas proposiciones, se aprestaban en Lisboa cier- tos buques que. según las noticias llegadas hasta Fernando V, estaban destinados al mar de las Antillas. Acerca de estas noticias, hizo el Monarca alguna indicación á Vasconcellos, porque en la carta que hemos citado, en la que el embajador da cuenta del poco resultado de sus ofertas á Solís, manifiesta también haber dado á Fernando el Ca- tólico la contestación de su yerno, acerca de dicha armada y refiere que le había contestado el de Aragón: "lí «tantí» á la ctvntaita cfvte me Ijabia ^iclJ<í ec pvepavaba en gf firUoa pava la» ^utilla», (\ne él tne Ijabia bicljo lo qxte le comunicaban, pex'ocfite cveia I0 une^, ^, ii^cía.*' Fué suspendida como hemos visto, la expedición para Oriente á fines de 1512 y en la primavera de 1613, volvió á recibir el Monarca nuevo aviso de los de la Casa acerca de las naves que en Portugal se preparaban, pues en Carta de 21 Abril les escribe (3): "íSn la be ©icvro £ivme, ien^oo» en servicio la qne va» el ^actav, é el (flometxbabav (fícbaa be H^aect^a (4) nxe avi»ai»lbe la (\ne l)acen la» pavlix^neae» tj, jcucttt&£r e»cvibievebe», x^enga mxxx) beclavaba-qxxé xxax^ia» »an la» qxxe apve»tan, é i}xxe jiíttte tj taba la betná» cixxe a» pavecieve, pava »ev ||á xxxá» xxxfav- maba be taba, é pava c\xxe ||á ^tneha íjrc»t»^fr la <\xxe canxten- t?it, axx»i pava apve»tav el viafe, corno pava enviav á Portugal «oUreUo ífe." "®n e»te be»pacl)a {cavvea^ a^ve^^a el Wlottrtvcn, entrio xxna iS^ébxxla pava el %lxxxivante x)\^nece», ^ava<\xxe »e envié nna avxnaba ijacict ^ievva £ivxne, pava <\ne »i la» ^avtn^xxe»e» alli fneven, le» ve»i»tan la enttrabct." y agrega el Rey á los de la Casa, que envíen á Don Diego y á los de la Española, cuantas noticias tuvieren acerca de dicho asunto: (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2— Vg- Año de 1510. Pago hecho á Lorenzo Pi- nelo de los gastos ocasionados por Alvarez. (2) Id. id 139—1—4. Dada en Madrid en Diciembre de 1510. Fué enviado con iustrucciones á Lisboa Alonso de la Puente, couti no de la Casa Real, y que ci- taremos despué.s, ooino primer Tesorero en la Antigua de Darién. (8) Archivo de la Casa en el de Indias— 139— 1—5. Abril 1613. (4) Don Pedro Ochoa Isasaga Comendador de Rodas que había sustituido á Pinelo ¿ sa .muerte en el cargo de Factor de la Casa. 120 DIFERENCIAS CON PORTUGAL m- < — — -— — ■ ■ - - ■ ■ . ■- __ »0na al p«»j í»e ^ovtngal ncbve Icr 6«0O^iciJ be qxxe xxxe Ijc nntcljo xxxa- rauiUaí>o, pox: «er xxxxa co&a tan contra lo i^ne entre |íloo cata adentatro tj &e Ija be jjuarlrar, xj axxxx »e Ija qncrií»o ítccir qxxe púv xtxteetro tnan&aí>o, lo c^xte ||ó xxú creo» dXxxe le rnepo, qne «i ííor ncntnra loa &icljo& nantjoe entjo» no fncrcn ihoe, pvo- xtea luc0o cotno xxo vaxjaxx exx ninjinna ntanera xj &i onicrcn iho, no« tnattííc entrefiar lo qxxe trnatcron, tj loa ntanbe «tnij bictt caatigar, contó ca rajón cjnc ac ijaga exx xxxx caao be tanto atrctíitniento cotno cate, C0xxxi:t Uó lo icaria Ijaccr en nn caao aetncfantc ífc«" Esto no obstante, en Septiembre de 1614, recibió aviso el Monarca de haber salido de Portugal dos ó tres naves que, con razón ó sin ella, le aseguraban iban dirigidas á la América Central. Había partido en el (1) Credencial. (2) Tratado de Tordesillas ya citado de 1494. DIFERENCIAS CON PORTUGAL X21 mes de Marzo, para Darién Pedro Arias Dávila con una fuerte armada, de que ásu tiempo nos ocuparemos, y en 17 de Septiembre se le comu- nica esta noticia diciéndole: (1) "por iTvtc |)ó tffttfío ittíifto, iie qxte tjan iífo i>o& ó ttrc» navio» P0vtnnixe0ea, ú beecitbvir rtljiítttct liarte bi' ffiaetiUa í»i?l oro bonb? ttrtie li ^.toblar, »i loo to:^tttreí>V0 exx lo nuestro, ra«ti|írt&- lo» be nirtttcra qxxe á ello© oirtta be ca*ttjio xj á otro* be eíetn- plo, tj otros xxo teui^itn atretíltniento be ir á bc&eobrir (2) por all»)." No los encontró Pedro Arias, pero sí las naves enviadas desde la Española, por Don Diego Colón y los Oficiales que allí residían, á los que como hemos visto se les había encargado que: "et lo» ^ortitjjxte&e» allí fueren, lee realatait la etttrabt»,'* Así lo hace creer el hecho de que á ñnes de 1514, fuese apresada en Puerto Rico una carabela portuguesa y con ella once de sus tripu- lantes. Por cierto, que tan luego como recibió aviso de ello, intervino Fernando el Católico, á petición de su yerno el Monarca de Portugal para que dichos portugueses fuesen traídos á Sevilla, se les tratase allí bien, y entendieran en su proceso los de la Casa, forma práctica para encontrar una solución favorable en este asunto. Con tal objeto fueron expedidas dos Cédulas dirigidas por Fernando V, una para Don Diego y los Oficiales de la Española y otra para los de la Casa de Sevilla, fechadas ambas en diez de Febrero, y que respectivamente dicen: ''^oxx ^ie0o ffiolon, é niteotro» ^tteeea be apelaetott é íOfiela- le© inte reftibi© en la tela ©opañolct, porrine etttnvle á nne«tro «ermcio, lUte la beterniinaeiott bel negocio be loa port«pne«e« c\xxe fnerotí toinabo» exx la carabela en la ifila be ^axx ,gnan, *e Ijaga por nuestro© 0)ficiale© qne reciben en la ®i«bab be g»e- ttilla, Hó no© inanbo qite luego (fue©ta tni ©arta neai©, ennietj© tobo© lo© bicUjo© portu0ne©e©, cotx tobo lo qtte ©e le© totnó á lo© bicljo© nne©tro© ©ftciale©, pre©o© é á buen recabbo, con to- bo© lo© proce©o© c inforntacione© i\xxe contra ello© ©e Ijubieren fecljo, ©in que en ello Ijatja niugitna falta, tj Itctit orben, contó 0eaxx bietttratabo©," y así se nizo. La Cédula del mismo día para los de Sevilla les dice: "©I §ere»tí©i»no ^etj be ^otrtttjtal tni Ijif o tne Ijci enniabo á (1) Archivo de ludias 109 — 1 — 5. Dada en Madrid en dicho día, año de 1514. (2) Aunque no conste, parece más probable que fuera el objeto de esta expedición portuguexa más bien que establecerse en el Continente, investigar en la latitud de las Antillas la ex Í8- tiencia de un paso ó canal navegable que aún se creia posible. 31 122 DIFERENCIAS CON PORTUGAL vc&txv cute tncinbaení, que loe i.»orvttt0ttCftc& qite &e tontavon en la cavabelfx povtix^ne&ct ext Ict x&la í»e ^att ^urttt, que cm»to «a- b«iTft cfttrttt pve^09 en la (B^pañcla i) &e ptoceite conXva ella*, »c iva\e»en á cea ©«©tt i^^ara truc wasatv*?» conaciévcí»*» lr«l n*0í>cio.«.*» ® ©<>, V0V veapeio iteí l»icijo ^crc ttieitwo |lctj tni tjifo, loi|í ijrtMí*o |íov trien, é «tanba íJe&^mctrav la ©arta que Si atentamente se lee la Cédula anterior, parece que no se podía comprometer, ni obligar inás estrechamente á los de la Casa para una decisión favorable, con respecto á los procesados que lo eran después de todo, no por delitos ó faltas comunes, sino contra el Estado, cuyo Je- fe tan apremiantemente los recomendaba, como cosa pedida por el de Portugal. Acaso no fueron puestos en libertad, tan hiego como llegados á Sevilla se vieron sus procesos, por temor de que este acto no fuese invocado más tarde por los gobernantes de Portugal como reconoci- miento de sus derechos á la región continental en que tocaron los apre- sados (1), y ocurrida bien pronto la muerte de Fernando V, fueron sin duda estos portugueses los mismos once cuyo cange propuso el Cardenal Cisneros en 1B17, por los marineros del último viaje de Solis apresado» en la costa del Brasil, después de muerto este Piloto. Pero como quiera que es nuestro principal objeto, examinar la dis- cutida conducta de Fernando de Aragón consignaremos aquí otro hecho de la misma época, y que manifiesta también la elevada política de este ilustre Gobernante Peninsular. Fué el caso, que á fines de 1514 y cojmo manifestación natural de la tirante situación creada entre uno y otro País, fué apresada y conducida á Cádiz una carabela portuguesa. Sabi- do el suceso por los de la Casa, que entendían en los asuntos marítimos, lo participaron al Monarca que se apresuró á ordenar fueran puestos en libertad los tripulantes con su nave. (2) "gtt cavttbeltt i-tiJtrtttuiteftc», ttice cetct ®éí»itlrt, bebcie Itteiio en trccibiettbo éetit bcftctnliarjallrt, pne^ pixveee eiíXvtxnxenXe qne no tacó en lo <\ne peviexxeee á e»i09 llcino©, é fctccb eoxx ee>\a tobo el cnnti?lintiento é covte»ttt qne línbiétrebc», \>íxviéveite&, pxte» «o »e ijan Dada esta Cédula en 12 de Diciembre de 1514, corresponde ánn mes escaso de haber estipulado Fernando V las Capitulaciones de Mansilla por las cuales oculta cuidadosamente su participación en dicha armada, encargada á Solís y le facilita lo necesario para la expedición que dio lugar al descubrimiento del Río de la Plata. Pero como hemos dicho, no es en este caso el Piloto el que se oculta, sino el Monarca que no obstante hallarse en el apogeo de su poder desde la feliz terminación de las campañas de 1612, aun para emprender una exploración para la que le asiste perfecto derecho, lo disimula y se oculta llegando hasta la debilidad. (1) Nuestros lectores juzgarán si la serie de actos y documentos, á que hemos hecho referencia, corresponden tan sólo á sostener provocativa- mente al Piloto corsario y delincuente, ó son una manifestación más de los criterios de Fernando el Católico, mantenedor constante de la paz entre los Pueblos Peninsulares, desde los finales años del siglo XV. El hecho es que, más poderoso que nunca Fernando de Aragón, fundador ilustre con la Reina Isabel del Estado Español, agrega á las razones de siempre sus motivos personales de Jefe de su familia que sin- ceramente practica lo que al embajador portugués había dicho: "fliue él, P0V 9SV »írt tíiefa b^Uirt ttlttitr ijaco» rtña« tj qtxe en elloe, esperaba en fiio» qne no ijubieva nnnca vontpintiento,** Y asi se cumplió, y no sin hacer por su parte el anciano Monarca verdaderos sacrificios. (1) Debemos recordar aquí que este Monarca perteneció á su época y fué por tanto guerrero, que no sólo combatió con lo» mahometanos como m^s vulgarmente se sabe, sino también oon otros Países. Consta, por ejemplo, que Fernando de Aragón sostuvo repetidas campañas ton los franceses á los que combatió en el Rosellón, en Navarra y en Italia. «laaMgaaMajaaaa rrTTT^ iaxüi>iü);ía>,(j>(j>iy)>:i:í^iiyiia>4^ W LA EMPRESA DEL CONTINENTE LOS PROCURADORES DE DARIEN I512 1^ rradaiuente han supuesto algunos autores, que era la expedición ^ enviada en 1614 de carácter puramente militar, y tenía por único objeto reducir á la obediencia á Balboa, por la expulsión hecha de Enei- so y de Nicuesa, y acaso fué este el primitivo proyecto cuando en 1512, después que llegaron las primeras noticias acerca de aquellos sucesos, pensó Fernando el Católico organizar una expedición á la que hace re- ferencia en su Cédula ya citada de Septiembre del mismo año, en la que ordena á los de la Casa, que las cosas adquiridas y los gastos hechos para la suspendida expedición de Solís por el extremo Oriente fueran aplicados: *Ví»t^f* io íff ^ievva $ivtnt en le ifite a^ovat con la atjuíta be i>ioe, ntctnbí" tntcttírctr." Las primeras noticias recibidas de aquellos sucesos habían causa- do en efecto mucha impresión en la Corte y así lo consigna uno de los del Consejo (1) escribiendo: **^enent0& noticia* bel ^neva ^nniío, ^a&co Jluñc? ^c ^alb0a, con nn ^olpe iie iicntue, qne con favove» tenia á aw í»«- (1) El mllanés Anglería, en sus Decadas, tomo 2", página 35. LOS PROCURADORES DE DARIÉN 126 uociott, coittvttrirtubo li IO0 ntrtiitotx*rt&c«e bi'«i{íntt&o» por el ^tj, itQuvv»J VrtVtt «i el tnctxiitoine la» ^&pañoU-i beílrtx*ien, tttrroíanbc» itl líobPtMtctbor íltciteert tj vntcrttuclrtttbo al bctclji- Uer ®»tcift<í une eva ^x'ctox* í»c lo» ííDriltitnrtle»." La proyectada expedición no partió sin embargo en aquel año, ni tampoco en el siguiente de 1513 y limitóse Fernando V á suspender la salida del navio, que al mando del Piloto Pedro de Ledesma estaba dispuesto en el Guadalquivir para llevar desde Sevilla recursos y man- tenimientos, ya que los expedicionarios se lamentaban de los escasos recursos que no obstante las repetidas órdenes se les enviaban desde la Española, y ordenó además Fernando V que: "á ©rtetillrt i>el avo no »c llena&e coaa aUtitua (1)*" dejando asi á los de la Antigua atenidos á los recursos que, á la sazón, manifestaban aquellos territorios. Esta negación de todo auxilio se dejó sentir duramente en los re- vueltos españoles de Darién; Rodrigo Colmenares, su Procurador enviado á Castilla en 1612, dice refiriéndose á dicha época (2): "t| ctfirí ae linceó ciUt, el Mcljo |lal»t:i0u díolntenave» tvee año», cntrattba tnucljtt» wcce» ti«rva abcnlvo pava «kabev lo* i^ecveiosi t>ella,t)á bn^cav ite conxev cfite tenían ntnclja Ijtttn- bve, »j en toíro» e»ta» año» nunca niño «itto nnct carabela ntntj pecineña á oocovrcllo»." En el mismo sentido se expresa algo después Vasco Núñez, que en su carta de Enero de 1513, dice al Monarca (3): **a»t tniatno cacvibt, cott nn bcrnatttiit, qnc bccfttauilla í?artió pava la i»la (B^pañcla, á Ijaccv eaber al ^^hnivattte canto catábanlo» en ninx) c»ttrcclja ncccsibab, t) aljora Ijáno» Jlío» ví'OW'^íí*** í^e í*a» nanio» cariiatro» &c ba»tiincnto» (4) Ijorqnc c»tábatito» tan al cabo, i^ttc »i ntncljo tacbatra el vente- Mo, cnattbo wittiera no fuera »nene»ter»" De la cantidad de oro, que en estos primeros tiempos se obtenía en la Antigua por los cambios ó rescates, tenemos un dato oficial en esta carta de Núñez de Balboa, en laque dice también á Fernando el Ca- tólico: '♦con nn beriíatttin (ytte he atrni enttiatno», en el ítne fni (1*1 Archivo de la Casa en el de Indias Vid — 1 — 4. Dada en Logroño á 10 de Diciembre de 1512. (2) Memorial de Colmenares — Colee, doc. Navarrete, tomo .'5.° página 393. (8) Colección Navarrete, tomo 3.° página 3Ht y siguientes. Carta de Ballioa á Fernando al Católico desde la Antigua en 20 de Enero de 1.513. (4) Comprados quizá en la Española por los Procuradores á su paso para la Península. 32 126 liOS PROCURADORES DE DARIÉN |(uan be ifLaicebo tj f^uirtrijia moUnenave», snxiié («e-cvihe contó (f^obevnciiiúv} á ^» Jl, cfuiniento» pe&0» í*c ava iie ntina« en Qvano^ tnnxj ljetrnto»<*« tj í,t<»vcittc la nave(iacion c© rtijío ):teli0vo0a pava nauio© |jetí«cñO)er, tovtta a entJirtf tte^J^t» á ^« Ji, v*ott ¡^ebatttian í>*l ffiatnpo, ttr^eecictttxjft setenta pe&úsí i>e ova i»e jnina*/' Cuyas cantidades, que cori-espondían al quinto que se reservaba á la Corona ó sea al Estado, y referente á un espacio de tiempo bastante largo, acusan una bien modesta obtención del preciado metal. Desde la Española, á la cual llegaron en el bergantín que á fines de 1512 par- tió déla Antigua, y al que hace referencia en esta carta Vasco Núñez de Balboa, vinieron á la Península en calidad de Procuradores, á estilo de Castilla, los dos vecinos de la nueva ciudad ya citados, Juan de Cai- cedo, hombre anciano y de respeto 3' Rodrigo Colmenares, subordinado que había sido de Nicuesa, y que antes había servido en las armadas de Italia (1). Una vez llegados á Sevilla, marcharon los dichos Procurado- res á la Corte que se encontraba en Valíadolid, y fueron perfectamente recibidos por Fernando el Católico. De aquellas ignoradas regiones traían extraños productos y curiosidades, y según refiere Anglería (2): *Las cosas que truxeron les agradó mucho el oírlas el Rey y á todos los de Palacio, por su novedad. Frecuentemente estuvieron en mi casa. Sus ca- ra^ atestiguan lo malo que es el aire de Darien, pues están amarillos como los que tienen ictiricia é hinchados, si bien ellos lo atribuyen á la necesidad que han sufrido.* A la venida de estos Procuradores, depuesta toda actitud rebelde, concedieron el D. Fernando y los del Consejo la mayor importancia, y abrióse desde luego un Libro para el registro de todas las disposicio- nes que se tomaran para Tierra Firme. De la impresión causada en los Gobernantes por la llegada de los Procuradores á las Cortes, nos dá testimonio un importante documento, inscrito el primero en dicho Li- bro, que es la Carta dirigida por Fernando el Católico á los de la Casa de Contratación, en la que les manifiesta el Monarca su decidido propó- sito de acometer la empresa del Continente, diciéndoles así: **^ne»tv0» ®ficiale& be la ffS^^a^a be ^ettiUa, vi la vne^tva be 19 be ptatjo en cine nte Ijacei» «abev la& nneva» be hierva $ivnxei t) Ife Ijabibo ntneljo placev con la veniba be e»to» ^vo- (1) Según dice en su ya citado memorial; «él ansímismo há 24 años que le sirve (á la Coro- na) por la mar y por la tierra, por la mar con cargo de navios en el reino de Ñapóles en toda la guerra que allá se hizo. 2 (2) Décadas, tomo 2." página 143. AUXILIOS PARA DARIÉN 127 «utrafeorcft» ^avéceme títtc, ec0i»»t el ^eñov allá heeicnbve, que ««fia 0van cxxl\ya tnici no í>f f «r tte tnaniKXv pvovecijav ext ello, C0tx Irt Mli0encitt tj vecabiio Cfxxe contiiene, xy aei c»to»y hctfvtni- xxaito be lo tjaccr , coxx ñxjxxita he ^ia», xj pava e»to xxxe Ija pax:e- ciiio bien lo qxxe xxxe eftCfibi» ^obve ello xj povqxxe xto ee piex*ba uxx 0olo í*i(i, i-\xxe 9evia utran perbiín» í^etrírerio, e« Wen qxxe «kt \ja be coixxexxiav á pvoveev toba» la» coaa» pava el avxxxaba qvte »e tja be Ijacev (I)»" En virtud de esta orden, dada en Vallad olid á fines de Mayo de 1613, procedieron los de la Casa á preparar y á reunir los variados re- cursos que á la Antigua debían enviarse, y que por si mismos mani- fiestan la decisión tomada de fomentar el desarrollo de aquellas débiles manifestaciones de la vida europea. II EXPEDICIÓN Á TIERRA FIRME (América central.) I514 Decíase en las instrucciones dadas á Pedro Arias, Gobernador de Castilla del oro y Jefe de aquella expedición, con respecto á la gente reclutada para pasar á Darién: "Ítem. ^abei& be pvocxtvav llevav labvabove» pava que allá pruebcti á »einlíf atr la tierra é lUt»ett *« abeve^o be la» co0aft ttece«ariao ^tara ella, é Ijabeie be bav atrben cama lle- t»ei» ttrina é eebaba «ttewa», é trina tfenteeiita, é otra» cimien- te», aparte be lo qxxe llettai» pava »entUrar qne »ea e»ca0iba fiara ella, é watjan be xxtaxxeva qne en la ntar txo »e ba- ñen &.** (2) Era á la sazón, bien difícil allí ía vida y la manutención de los europeos; todavía al llegar la armada á Darién en 1514 se renova- ron las hambres y escasez por lo numeroso de la expedición y por ha- (1) Archivo de Indias 109—1—5. 2) Instrucciones dadas á Pedro Arias en Valladolid A 9 de Agosto de 1613 articulo 20 Colee. Nav. tomo 3.° p&gina 359. 128 AUXILIOS Á DARIÉN berse dañado en la larga navegación gran parte de las provisiones que llevaban. Tan luego como se reanudaron las relaciones con Castilla procuraron los gobernantes españoles remediar tan graves males y aumentar los recursos de aquellos territorios. Además de esto, los intento» y proyectos que á Portugal se atribuían, justificaban también el previsor envío de esta expedición, que colocase á los españoles de Darién en situación de poder rechazar una ingerencia extraña, y explican lo relativamente fuerte de esta armada. Con respecto al castigo de los pasados desmanes nada se decía á Pedro Arias en las Instrucciones ya citadas, y vemos que por el contrario: **a0i ntifttno, &s le ^ecia, e>s ijan tfc vepavtiv l0» Ijevaiía- ntUntúí- (pv0pieiiñi>e&} &e0uni> Ict cñlibciii é xxxansxíx he Irt» pev&cxxa» é ^e^xxnh io (\txe Btitrtrievctt, é pov c\xxe la» pv'xxneva» qxxe ctilá ptt&ttv*í»n cí»tt^í>f«tra,¿ Jlií«c0tt,« ffirtctflo(í»tti:f lo» <\xxe e»XíXbaxx naiboa tj ^n» partilíttvia*) ijan íjct^airo ntwcijo* tva- ba\09i é faxnbvei é ncceeibaí», á ^of^íta, é á elloe «« ija i>c ^eev meforirt enei vepaviitnienio etc." cuya cláusula mejoraba evidentemente los derechos de los que allí estaban, respecto de los que nuevamente iban en aquella expedición. Consérvase en el archivo de Indias, procedente del de la Casa de Contratación, el Libro de los gastos para esta armada (1) cuyas detalladas cuentas forman un grueso volumen, y su examen, aunque no sea prolijo, manifiesta de que manera correspondieron nuestros gobernantes á la venida de los Procuradores Caicedo y Colmenares y con cuanto esmero se atendió á mejorar la situación de la nueva ciudad y los recursos de aquellas comarcas. A las malas noticias é impresiones que se tenían, acerca de la salubridad de aquellos territorios, corresponde el hecho de que en el referido Libro de armada, ocupe hartas páginas el catálogo ó inventario de las drogas preparadas, las sustancias medicinales, ó los artefactos comprados por los de la Casa de Contratación para formar en la Antigua una bien surtida botica, como también un hospital para el que se envia- ban las camas. Entre los asientos hechos en el Libro de Tesorería (2) á fines de 1513, encuón transe los relativos ala compra hecha por los de la Ca- sa, para sembrar allí: (i) Archivo de la Casa en el de Indias — 32 — 3 — •/j^. (2) Archivo de la Casa en el de Indias — 37— 2— V». AUXILIOS Á DARIÉN 129 cufxivú be linaia (einticnte be lino) tj í»ip| frtncgtts &e tvtiio tvetnf 0i«í»«" Como según hemos visto, se recomendaba en las Instrucciones da- das á Pedro Arias, en las cuales se decía también á este: "feclja la vela en Sevilla con la bn«nat»entnva, Ijabel» be ioeav en ©anatria» á totnax* alli la& cc&aa que ae K^vovex^evún quf eetotíicven ^ava e&ie nncetro niatK." y en cuyas islas, para no sacar ganados que aun no eran abundantes en las Antillas, creemos probable los tomaran, haciendo así menor la tra- vesía. Pero además, compraron los de la Casa y llevaban las naves á manera de muy preciado tesoro, hasta doce y pico de celemines de: "siniientí be Xobu Ijovtallfa" (1) Las cuales, según en las referidas cuentas se consigna, fueron lle- vadas á la Casa de Contratación para ser desde allí, trasportadas á las naves. Además, en Julio de 1613 esto es, con anterioridad al viaje de la araaada, ordena el Monarca por una Cédula al tesorero de la Espa- ñola Pasamonte (2). "cotnptratriift boee x)e^na9 cn*iUaí>a0 é enfrenaba» x) xxn caballo, lo qxxe toí»o envxavei» ai í>icljo nucfttvo t«»ov«ro (pion- ero be la ^nenXe c\ne iba á gavien) en loe »tat>io» en c\xxe fneve la 0ent<." Cuyo número recuerda el de las yeguas, que según Anglería, había llevado Enciso anteriormente desde la Española. La extrema necesidad que allí se experimentó después, según los informes que hemos aducido de Colmenares y de Núñez de Balboa, nos hace creer con fundamen- to que la referida disposición para enviar á la Antigua en 1514 doce yeguas y un caballo, era probablemente debida á haber sido sacri- ficados (3) los llevados antes por Enciso, y que fueron los primeros ca- ballos que se criaron en Tierra Firme, los procedentes de esta Cédula de Fernando V con Don Juan Fonseca. Fueron llevadas entonces al Nuevo Continente la getarquía ecle- siástica y la organización administrativa. Creada por el Sumo Pontífice en la Antigua una silla episcopal, que fué la primera del Continente, organizóse también allí una dependencia de la Casa de Sevilla y for- fl) Archivo de la Casa en el do ludias 32 — 3 — ^/j^. (2) Archivo de Indias 109 — 1 — 5. (8) Al tiempo de la expedición de Nicuesa fueron comidos, según Anglería, hasta loe perros también hambrientos: y poco menos parece que ocurrió en la Antigua según refiere Colmenares en su Memorial citado. 38 130 AUXILIOS Á DARIÉN maban por esto parte de la expedición el nuevo Obispo Quevedo y además Alonso de la Puente, Diego Márquez y Juan de Tavira, Tesorero, Factor y Contador del nuevo Centro creado. Con ellos pasaba también al Nuevo Mundo, llevando el cargo de Veedor (no se usaba aun la palabra ingeniero) de las fundiciones de Castilla del Oro, Gonzalo Fernández de Oviedo, el primer naturalista del Nuevo Continente cuyo admirable estudio (1) de sus tres reinos animal, vegetal y mineral, tan nuevo y tan completo para la época en que se hizo, aunque involucrado con noticias históricas, tuvo tanto interés científico y que fué traducido y publicado repetidas veces (2). Además de Oviedo, y como especial conocedor de las piedras pi'eciosas fué enviado al Continente en esta armada Ruy Díaz, tallador ó lapidario como entonces se decía, y el cual llevaba el carácter de: "veeitúviie i0iici»lci<» pevlaei, piebvciei, biantante» é vnbie», y cuyo lapidario debía ser el tallador del mismo nombre y apellido residente en Sevilla en 1495 (4) ó acaso un hijo suyo. • Teníase muy pobre idea de los recursos alimenticios de aquellas comarcas por lo que los anteriores expedicionarios habían sufrido. El milanés Anglería refiere con dolorosos detalles la muerte por hambre de los compañeros de Nicuesa y dice refiriéndose á estos sufrimientos: (5) "^0i rtlrvicvun á lo» vusnümv^» si cantina &« nuevas tic- vva» qnc sVic& bsbian «of njíittr á cierta bs «n nilia.*' Y con más rectitud que muchos otros que le siguieron, escribe (6): "«ri i?ncft, na» ijaceino* cavQO bs lo qn* «atoa ijainlívc* pa^dvon, bs ai^uva en uít^lrtnt?, ivdn otx'oe d boba*, pav (1) Que publicó en 1526 su natural historia de las Indias — «El fundamento de lo que hoy decimos física del globo prescindiendo de las consideraciones matemáticas, dice el sabio Ale- jandro Humboldt, se encuentra en la Historia natural y moral de las Indias del Jesuíta José de Acosta y en la obra que escribió Gonzalo Fernández de Oviedo, veinte años después de la muerte de Colón. y — Cosmos París, tomo 2.", página 316. (2) Laprimepa parte de la Obra de Oviedo á laque hace referencia Humboldt fué publi- cada en Toledo en 1526 y reimpresa^Sevilla 1535. — Salamanca 1545. — Valladolid 1557. — En París 1556.— En Venecia 1556.— 1565 — 1606. — Varias veces en trozos ó extractos en inglés de 1370 á á 1610— En latín (compendio) por Chauveton y, según el mismo Oviedo fué, en su tiempo vertido al griego y al arábigo. (3) Archivo de Indias 109—1-5. (4) Ruy Díaz tallador, tomó en 1435 unas casas de Sama María la Blanca en dicha ciudad, según el Libro de Juan de Segura del Archivo general de protocolos de Sevilla citado por Don José Gestoso, que en su Diccionario de los artífice» sevillanos, da noticias de diver.sos Lapi- darios de dicha ciudad en el siglo XVI. (5) Décadas, tomo 2.°, página 26. (6) Existe toda una literatura injusta ó difamatoria para España, acerca de la cual nos pro. ponemos guardar aquí justiflcado silencio. AUXILIOS Á DARIÉN 131 «tg^ixvo» t) ixnev0» caminí»», á ftegutra» tj nneva» tievva» en la» que cttcttcttlvcn ijabitantee (íit»Uifc»in>») tj aietnbvaí» Ijí?ttc0 ttitttcitte P0V ctljova no »e Jjct iré Ijitcetr el viaie á la pavte í»i;l Iflovte, tj no Uttiexxifíi ^tbtt«tiaw ®aboto tanta expevxetxcict canto »«vta xxxetxe^tev, «cvia títejar la exnplea&en en al0»tn niafc pavct tencvla a»i txxa» bx^pxxe&tOi pava el viaie á la pavie bel glatrte á á attra liarte." En cuanto á Solís, desvanecida muy luego una sospecha que contra él se levantara, aparece en su puesto y á él, como Piloto Mayor se le hace cargo de los buques de esta armada (2). De los proyectados viajes acaso no se realizara ninguno, porque antes de ser emprendidos llegaron á la Península las noticias del descubrimiento del Pacifico, y se proce- dió entonces al estudio de la expedición que al mando de Díaz de Solís, debía tratar de encontrar un paso para el nuevo mar hallado por Balboa. La falta de algunos de los antiguos y más prestigiosos navegantes que iban desapareciendo, y la importancia de la armada que se prepara- ba, explican que se quisiera prescindir entonces de la anterior concesión hecha á Vicente Yáñez para no navegar, pero para ello dirigióse direc- tamente á Pinzón Fernando el Católico, por una bien honrosa Cédula registrada en los Libros de la Casa, y que dice (3): "^tcentiana ^infóit: "^ovcixxe be tal pev&otxa canta la vxxe»- tva Ijatj ncccfti^a^ pava iv etx e&ta avitxaifai Cfxxe a^cva ntan- ítatna» á ©artilla bel ovo can ^ebvo ^via» xxxxe&tvo traiíitan penetral í»clla pov cnbc, Ijá na* ntani>a »r encarga qitc pov tni »cf niela, 0& iix^poxx^aiü á txxe mevviv en la i>iclja atinaba xj va- tjai» en ella can el Mclja ^i^ia», tj en taba Ijagai» la nxxe be ntl ^xarte x>0& ntaní*ttf e, can la bvxetxa Mligencia t) nalnntaí» Cfxxe (1) Archivo de la Casa en el de Indias — 137 — 1 — 5. Dada en Guara en 12 de Diciembre de 1514. (2) Archivo de la Casa en el de Indias. — 32 — 3 — */g,. (3) Archivo de la Casa en el de Indias. 139—1 — 5. Dada en Madrid á 6 de Diciembre de 1613. Para los demás Pilotos no existen Cédulas reales, ni era tal la costumbre, pues aunque proce- diere de la Corte la orden, se las comunicaban las de la Casa de Contratación. LA ARMADA PARA EL CONTINENTE 137 Prestaba á la sazón este navegante sus servicios en la Casa de Con- tratación y vemos que fuQ comisionado para hacerse cargo de la carabela de Nuestra Señora de la Merced (1) que habla sido comprada por Solis para la suspendida expedición por Oriente y que fué aplicada á esta armada dirigida á Darión, y por lo visto se dispuso animosamente el buen Pinzón para pasar una vez más al Nuevo Mundo, pues según el Libro de Tesorería de la Casa (2): "«tt 15 be ^íbr«r0 t>e 1614 »e pa(KíXV0tx á f^ic^ntc Uañí! weinte mil &sUciento& veinie nitttntxtc&iste» pov la ntitaí» i>e quitación (^itelbo a»iiinaviótt) tícete ctfto t»c 1514, loe cxtalcd 0C le %HXflixv0xi rtbcttttttrtboe, pava &e fovnesccv i>e le xiece^avic pava el vxaie que Ija be tleuctv exx eet^uicií» be §t» ^* etx la avxxxaba be ©aetüla bel 0x0, k0xx ^ebv0 ^vxa& ca^jitau xj gaber- Pero todo hace creer que sus trabajos para el apresto de esta im- portante expedición al Nuevo Continente fueron las últimas tareas del glorioso descubridor, que á poco cayó gravemente enfermo de lo que dio directamente cuenta al Monarca, como parece deducirse de su Carta de Marzo de 1514. en la que dice á los de la Casa (B): '♦^Ícente Hafte? ^ittjóu e»ctñbe qxxe e&tá tuitt) i»ibieí.tueftt*j l^avrt vobev ir ceta fc»ruit&a x) xxxe ftuvlictt U bé licencia vai*a que ee qitebe á cvtx*av; ei no vitebe bucttantente ix% ^a^ ittixax* d qite eeqnebe t) ví-*«'<-*w^*rtí» t'^i'irtx'otx'o en exx Ixxixav, p0x-c\xxe el avxxxaba va, algo falta be pilotas." No murió sin embargo entonces este navegante, porque todavía en 25 de Agosto se encuentra en Ips Libros de Tesorería de la Casa un asiento, según el cual (4): '*ee vallaron á ^icettte ^añe} ^in|on 0907 inax*axtebi»e», contvleíuetito be loe b0& tex*cio« (cxxatritnefttree) be qxxitacioxt qxxeljoxto e»i e«te axto be 1514." Tratóse en esta expedición de evitar una de las mayores dificulta- des que las navegaciones á la América central venían ofreciendo por la (1; Archivo de la Casa en el de Indias. 32 — 3 — '/gs- (2) ídem idein :}9_2— i/g. (3) Ídem idein 1.S9— 1— 5. En 14 de Marzo de 1514. (4) ídem idem 39—2 — '/g. Importe de la diferencia entre los seis meses qne se le habian abonado y los ocho que representaban los dos tercios 6 cuatrimestrM del año. 35 188 LA AKMADA PAEA EL CONTINENTE destrucción de las naves, á veces tan rápida, que hacía desaparecer á un tiempo todos los buques de que una expedición podía disponer, y se ensayó entonces por primera vez en la Casa, proteger los fondos de las naves por medio de una cubierta metálica, que fué por entonces de plomo, y para ello con fecha de 7 de Agosto de 1613, se decía á Pedro Arias (1): faveií' enfovvav &* Ux ntrttinn abrtfí», i>e planto,** con lo cual tratábase de remediar los inconvenientes observados, y las dificultades que en aquellas riberas ofrecía á la sazón el simple calafa- teo por medio de estopa y pez que hasta entonces se había empleado. El mismo Rodrigo Colmenares, que era uno de ios Procuradores lle- gados de Darién y que á la sazón estaba en la Corte, podía dar noti- cias de las dificultades experimentadas, pues en su Memorial (2), en que relata lo que en la Antigua habían sufrido, dice: "tj tticnbx» qne Ijabia xxn año vf tna», (t«e txo U« ibaxx á ^acovvtv, XI ccttx Ux jivatt wcce«tíial» etx iiue estctbitn, acovíta- trott t»icní»<» C(\xe ee^tc eva el po^tvev retttcííio cfxxe texxiaxx, cjttc i»e b0& bev^attiitxe», ntxe lyabia tnct» be «éter xrxe9e& que tettitttt aUi petrM&c»« Cfxxe txc pobiatx txave^ctv, Ijacev xxtto be eUoe C0tn0 ntcfct' i?iti>ieee«, xj axx&x lo pxx»iex:0tx pav obva qxxe le cibevei^avcxx coxx calafciiecii:le «itt pex^, tj be cúvtex^a» be árltolc», le ljicicrt»n cnfitvíirtv»" Y así como se ordenaba se hizo, viéndose en el Libro de la arma- da las partidas de plomo compradas para el forrado de las carabelas y fué también emplomada una délas que algo después Uevó^Solís para el descubrimiento del río de la Plata (3). (1) Archivo de Indias 109—1 — 5. Dada en Valladolid en diciía fecha. (2) Colee, de doc. de D. Martin Fernández Navarrete, tomoH.°, página .^93. (3) Fueron emplomadas la carabela Santa María de la Consolación y de la que iba por Piloto Andrés Niño, y la San Clemente que era latina y más pequeña su Piloto Bartolomé Mafra, se emplearon en ellas respectivamente 40 y 27 quintales de plomo y fué nombrado en el mes de Julio (1514) Antonio Hernández emplomadorde la Casa al que quiso llevar Solís en su viaje al Río de la Plata (1515) y no se le concedió «porque cada día había necesidad de él en la Casa de Contratación.» No tenemos noticias, dice el Sr. \n varrete de que antes de ese tiempo se forrasen las naves con planchas de metal para preservar sus fondos de la broma. Co- lección Nav. tomo 1.°, página 130. Las láminas de plomo fueron sustituidas bien pronto por delgadas planchas de metal. LAS BANDERAS 139 LAS BANDERAS.— LA ENTRADA EN LA ANTIGUA 1514 Regía desde su fundación la Casa de Sevilla el Doctor Sancho Matienzo miembro conspicuo de aquel Cabildo Catedral. Nume- rosos artistas españoles y extranjeros daban al magnifico edificio, que á, la sazón se terminaba, (1) y que cobija hoy los restos de Cristóbal Colón, el aspecto de suntuoso museo y esto explica, qvie en más de una ocasión i'ealizaran varios de dichos artistas trabajos ordenados por la Casa y que por esto se encuentren en los Libros y en los documentos de la Casa los nombres de Pedro Fernández Guadalupe (2) Alonso Rodríguez, Diego de Rozas (3) Ñuño García (4) Alejo Fernández (5) y otros distinguidos artistas de aquel tiempo. Quiso sin duda el Doctor revestir de la mayor solemnidad el esta- blecimiento de la Casa en el Nuevo Continente, y fueron quizá por eso, más suntuosas y artísticas las enseñas y las banderas que, para los días de ceremonia llevaba esta expedición, como lo fueron también las de algunas otras armadas y singularmente las de la expedición -de Ma- gallanes en 1519. Sin embargo, los datos acerca de esta de 1514 son tan completos y minuciosos que permitirían reconstituir el aspecto especial y propio de estas naves de la Casa de Contratación, asunto que juzgamos también de interés para los artistas. Compraron los de la Ca- sa según los asientos correspondientes de este Libro de Armada (6) ri- (1; CoBstiuido í'i virtud do auto capitular de H de Marzo de 1401 y empezadas las obras muy luego, fué solemnemente cerrada su bóveda central el H de Oct^ubre de 1.506, siendo Arzobispo Fr. Diego de Deza. (B) De quien se conserva eu la Catedral el bello retablo de la Piedad, que hace juego con el no menos notable de Luís de Vargas llamado \''ulgarmente el de la Gamba. (3) Arquitectos de la Catedral en la época de su terminación, autor el primero del notable informe dado acerca de esta construcción y arquitectos los dos de loa nuevos edificios que for- maron la Casa de Contratación. (4; Iluminador de sus ricos Libros de coro y rezo en pergamino. (5) Al que atribuyen algunos el magnífico retablo que publicamos al principio y que presidía la sala de Audiencia y de exámenes de los Pilotos. Pintó además Alejo Fernández las esculturas que llevó en 1613 Fray Pedro de Córdoba y que de orden de Fernando el Ca- tólico, fueron compradas por el Doctor Matienzo (6; Archivo de la Casa en el de Indias — S'¿ — 3 — '/j^. 140 LAS BANDERAS cas telas damasco y tafetán de seda blanco, rojo y verde y cierta cantidad de paño escarlatín (1) que suponemos seria grana y, según asiento del referido libro: "íTíl ^rttn(t»c<», tafetán tj «ecctvlatin ^ií ft^ievún itn ^ettban ^eal ^c íírtntctBrct» cí>i*>tr(tt>í> tte veinte tj cwtitví» vavaa »j »ncí»l(i, uw ®ttit>n írel hicijo iratnciftct» tte siete vavcta »j ntei>itt, tj nn ©rtfrtntav i>ei l»icije ntaraweMa) en e»ta tttanex*a, pov la ^titttitva í^el átiuila tj leínte» nxU xxxavave- iii& tj pt^v 540 paneít be ovo que Uet»a d tve& ntavaveiti& caba txno ett. xj vúv la ííintitva Irel ^enbóxx |leal al Mclja ®vi!stí>ljal i*e piovalea (cttatf *> tnil xj vic** ^e ntavat»ebíí&) en e&ta xixtxnex^a, P0V la í?intttt*a tnil xnavaxfebi», tj el ve^to pov 460 paxxe» be ovo, el pvecio tja Mclja" y se pagaron al mismo artista la pintura y el dorado del Guión Real y la de seis paños para las trompetas, los cuales eran de damasco encarnado. Las banderas de carácter religioso que eran tres, como de tres va- (1) Archivo de la Casa en el de Indias. Y de este paño escarlatín se hizo también un toldo para la gavia (sic) de la Capitana. (2) Archivo de la Casa en el de Indias — 32—3 — 8/25. (3) Que pintó también la Sala de Audiencia déla Casa de Contratación. LLEGADA Á LA ANTIGUA 141 ras de largo cada una y hechas de tafetán fueron pintadas por Pero (Pedro) Ramírez. *'$tt Uanbsvtt ifs nusütvct ^eñovci fec la antigua" (Patrona de la nueva Ciudad de Darién) iba dorada por ambas caras y llevaba la Imagen de su titular. "£it UaníífVrt ^el ^ettav ^cttttictito" (sic) representaba sobre fon- do de oro al Patrono de España y, por último y también sobre fondo de oro, y en tela de seda, pintó el mismo Ramírez "itt ltmtí»«trtt iie Irt: C^mj" (1), que creemos fuese la Cruz de Jerusalén de donde gustaba titularse Rey, Fernando el Católico. Para la tasación de estos trabajos artísticos fué llamado el eximio Pedro Fernández de Guadalupe, asistido de otro artista de menos Hombradía llamado Alonso López, los que diz, "tjlte fttetro»t tíctvli?» í>{a« á Itt ffirtsa" para el aprecio de todas las banderas (2) y á los cuales se dio un ducado de oro por su trabajo. La farola de la nao capitana fué debida al hábil forjador de hierro llamado Antón de Cuenca, conocido por otros artísticos trabajos. (3) Hechos todos los preparativos, á fines de Abril de 1514 salió del puerto de Sevilla la lucida armada compuesta de 17 buques bien pe- queños, pues no llevaban entre todos mil hombres del desembarco. Hizo la armada diferentes escalas, se detuvo en una pequeña antilla (4) y después de sufrir fuertes temporales, en 21 de Julio entraron los bu- ques en el golfo de Darién. Balboa en tanto había comunicado á Espa- ña el grato suceso que le hacía esperar no sin razón el olvido y perdón de sus anteriores desmanes 5' violencias: y este descubrimiento daba también mayor importancia á la misión que á Pedro Arias había sido encomendada. Al tiempo de llegar la armada á Darién, el descubrimien- to hecho del nuevo mar era en la Antigua la preocupación de todos los españoles: un mismo y noble pensamiento, un solo y elevado pro- (1) Para los buques queen 1511 se prepararon por la Casa para la Armada de África fueron pintadas diversas banderas y algunas de ellas que figuran en las cuentas llevaban la Cruz de Jerusalén. (2) Añadiremos, por lo que tocaá la ornamentación y aspecto de las naves, que se decoraban también las velas con asuntos heráldicos ó religiosos y con inscripciones alusivas ó caprichosas^ como la que consigna Pigafetta de las velas de la Victoria al emprender su regreso á España decoradas con una Cruz de Santiago y la leyenda, «Esta es la figura de nuestra buena ventura.» Con análogos adornos se representan las naves de la Casa de Contratación en la carta Salviati que se conserva en Italia correspondiente al año de 1526 en que este Prelado es- tuvb en Sevilla (3) Entre ellos un templete de hierro forjado para Ntra. Sra. de la Antigua, en la Catedral de Sevilla según los datos que debemos al Sr. Don José Gestoso. (4) Denominada Dominica que descubrió Colón en su segundo viaje. — Geografía de las Indias por el Cosmógrafo Don .luán López de Velasco 1570 — página 134. 36 142 EL ISTMO DE PANAMÁ pósito animaba todas las voluntades. La vista y la comunicación con aquel mar desconocido, el deseo de verle pronto surcado por las naves españolas y una nueva página de gloria añadida á tantas otras. De tal manera, es lo cierto, que las circunstancias hacen á los hombres. Al aviso de su llegada, salió de la Antigua Balboa con aquellos españoles para recibir al nuevo Obispo, al Gobernador y á los Jefes de la Casa. Desplegáronse al frente de la brillante comitiva las artísticas banderas de los pintores sevillanos, y juntos entraron los más, para asistir al Te Deum de gracias en el Santuario allí levantado á Nuestra Señora de la Antigua de Sevilla por el sabio y piadoso Enciso. La jus- ticia humana debía detener y detuvo también sus rigores ante el glo- rioso y deseado descubrimiento de Balboa, que recibiría pronto desde España el título de Adelantado mayor del nuevo Mar y la misión de construir las primeras naves españolas que deberían cruzar sus aguas, en tanto que Arias Dávila aseguraba la comunicación de una á otra costa, y abría un camino entre ambos mares. FUNDACIÓN DE NOMBRE DE DIOS SOBRE EL ATLÁNTICO Y DE PANAMÁ SOBRE EL PACÍFICO VI INSTRUCCIONES AL GOBERNADOR PEDRO ARIAS.— VASCO NÚÑEZ ADELANTADO MAYOR DEL MAR DEL SU R 1514— 1520 Llegaron con gran retraso á la Península las nuevas del descubri- miento realizado por Balboa, porque este falto de naves no lo pudo comunicar antes á la isla Española, y había partido ya la armada cuando llegaron á la Corte estas noticias que tanto interesaban á la marcha de Pedro Arias, pero luego que estas nuevas llegaron fué en- viada en seguimiento de Arias Dávila, una Cédula que venía á contener nuevas instrucciones, y en ella que se manifiesta también la impresión causada en la Corte por el reciente descubrimiento del nuevo mar, di- ciéndosele en 17 de Agosto (1). (1) Publicó el señor Navarrete esta Cédula tomada de un testimonio en su tomo 3.° página 361, pero sin fecha que lo es de 19 de Agosto de 1514 y dada en Walladolid.— Archivo de Indias 109—1—5. EL ISTMO DE PANAMÁ 143 ♦'^ttflrco llitttej ^e ^rtlboa, i^ue i?í>r |l»>« Unia (1) carní» he la (fltxp'ttixnux tj ©obcx'nrttian ^e eea provincia i>e lliteatra gtemifrt bel ^avictx, ttoe e&cx'ibf é »to& ijttc* sabcv lo qxte tjtt íicecubievto e»t tievvrt nitíua á la pavte í»f la %%iav í>cl $ttr, í>e (|xtc íírttno» ntncljitfl iix*ttctrt0 á Jlxtestft* ^tñor, ií«í ^rtvecc que ntUatirít0itntc»tte cfiti^x-e Ijacer ntcvcfb tte $lo* tn»v, en nwíettrcr tiput^o ct>«rt0 iTwe trt»t cttcubicrtu» tj pet:^i^a0 eatabati, xj be0- ta& c&pevo que Ijit &e aex* ntxttj ftex*x>ií«o, tj la ^ittxttt $¿ ctttólica: exxealjaba xj axnttctxtabrt ('2)." "^rtltx*ei0 llc^xrt^o «I iíxefox* HexxxpOy Mee trtxxxbiexx lu ®é&xx- Irt, vov que coxt Ijitbex* eo«teu|tt^^.'» ^rt»ea |luxxe? á ireeeubrir lo qxte l|itlló XJ Ut itxfortxxcieioxx qxxe rtlUi ^íolrtrel» rtuer beettx» ;^trtrtea, pc«bx*ei0 i.irt>xteex* iiixxxj bien l*x qxte conxrexxixtt." Y á seguida se ordena á Pedro Arias que "l^or líi txiite covttt pavte XJ nxe»toe fertuuoaa, se ljiciet*axt cxttttx*a aeiexttoo, (pa- blaciouee) pava atxntxteftaxr tj Ijrtllttx* tiexrva/' Con la mayor diligencia se plantea ya en esta Cédula el proyecto, bien difícil de realizar aun, de empezar las navegaciones y la explora- ción del nuevo mar, diciéndosele á Pedro Arias ordenase construir en aquellas aguas algunos buques para comenzar su exploración. *>3ll bueu v^*«'i*«ttwi^»tto be aqxtellu xj pava qxte eatoe uit- ttií»0 ctí-tríníecljeu, Mee el bocxtuxextto, i?tte« e» xnenefttex* qxte ae Ijaaaxx allá, IJó txor* xttcttthc», qxte ai eon txr* Uextrtate* tuiteatrc»» qwe lo 0ei^»rtu frtfex*, hebel* bar la ori»en eouto e« el aateuto (^toblaciótt) qite «e Ijictera en el Mel)o itolfo (be ^atx Itliititel ett el IJacíftco) ae Ijaixatt Ixtcuo tre* ó euatx*o cavabelaa, al niobo be Jlttbalxxcxa boo, xj la* otx'aa boa í.»eqxteña6 latitta» eotno lae be yorlxtual" y termina diciendo que encarga orden á la Casa de Contratación le • envíen; "tnaeetx*oa ^tara faier loa biel|oa nattioa v«-'*^iT"p ?« la l>x*ot»iaiotx beato tut tniteljo*' "pat*a qite, bice máa abelattte, pav aqxtella izarte ext brc- t»e tienivo ae beacxtbra tobo lo qxte ae í:»xtbteve beacxtbtrit*, xf «ato bel beacubtrir bebeija encotnenbará ^teraoxxaa biacretao tj i^uc ae^tatt bello, talea qite ae lea ^.tueba cottftaxr xj exttíettban ext ello con toba bllinextcla ¿fe.*' (1) Estas palabras lei^aiizaban la situación de Balboa. (2) Por d&sgracia, ocurría A veces (jue los hombres que deben realhsar tan honrónos propó- sitos, no estaban á la altur.i de su misión. 144 EL ISTMO DE BANAMÁ No obstante las precauciones tomadas, perecieron muchos de los que en esta expedición tomaron parte. Según el adelantado Andagoya que fué uno de los expedicionarios, "«I líit^itlo evct peqmcño ij Unian P0K00 ntantenitnientoü i>e la tievvct c\nc ce tnotttnoflt» íj ittt*- gaíiijct, xj poblaifa be tmttj poco^ Uxitia^^ (1)" Refiriéndose á la llegada de Pedro Arias dice Anglería: (2) « Se alimentan (los de la Antigua) de los frutos del pais, y comen pan tierno de maiz y de raices (boniatos, batatas.) De lo demás llevaba el arma- da como carnes saladas, (3) pescado salado también , y harina en cubas.» Pero muchos de los víveres se inutilizaron en tan larga nave- gación y antes que pudieran venir auxilios de la Española, de hambre y modorra, según Andegoya, murieron en un mes más de setecientos, lo que nos hace creer que se desarrollaron allí fiebres mortíferas. No hemos encontrado documentos relativos al envío de ganados desde la isla Española, de la que acaso no se atrevieron los gobernantes, á sa- car tan necesarias especies, que eran aún poco abundantes en aquellas islas ,en las que había sido tan laboriosa su propagación y parece más bien que se llevaran en aquel viaje desde las islas Canarias, pero ocurrió entonces aún como antes había sucedido en las Antillas, que las exigen- cias de la alimentación impedían se multiplicasen las especies producto- ras de carne de las que los pequeños buques y la mucha distancia no per- mitían conducir gran cantidad. Por otra parte, el trigo que en Méjico y en el Perú se propagó tan rápidamente de un pequeño número de gra- nos llegados allí fortuitamente, en Castilla del Oro como en las Antillas no encontró clima favorable para su producción y faltaron bases tan principales para una fuerte alimentación. De aquí, que según las rela- ciones de aquel tiempo, se experimentasen.de nuevo escasez y miseria en la Antigua para atender al sustento de su brusco aumento de po- blación y no obstante la mucha mortalidad pasaron en un principio grande escasez y aun hubieran sucumbido sin los auxilios que las in- ' sistentes órdenes enviadas desde España (4), á Don Diego y á Pasamon- te, para que desde la isla Española les enviaran mantenimientos. Con ellos se llevaron también, desde la dicha isla al Continente la mayor parte de los vegetales en ella aclimatados que la analogía de clima hizo prosperar rápidamente, en aquellas regiones de la América Central, como lo consigna Anglería diciendo (5): (1) Colecc. doc. Nav. tomo 3.° página H98. (2) Decadas tomo 2." página 300. (3) Según el libro de armada ya citado; unas catorce mil libras de carne; seis mil y pico de vaca y siete mil y pico de pescado. (4) De las que hemos citado ya las Cédulas de Fernando el Católico. (5) Década, tomo 2.° página 174. NÚÑEZ DE BALBOA Y PEDRO ARIAS 146 « Los sembrados y todas las hortalizas (1) crecen admirablemente en Tira- ba. No es esto maravilloso Santísimo Padre? (2) Llévanse á aquellas tierras semillas de todas las cosas, ramas de plantas, retoños, varetas y mugrones de algunos árboles, y como hemos dicho también los cuadrúpedos y las aves. ¡Oh que admirable fertilidad! á unos veinte días, cogen el fruto de los cohombros y verduras semejantes; las coles, acelgas, lechugas, borrajas y otras hortalizas á los diez días, las calabazas y melones los cogen á los veinte y ocho días de sem- brar la semilla. De los tallos y renuevos de nuestros árboles plantados en vi- veros y en hoyos, y de las varetas ingertas en las ramas de los árboles del país que tengan afinidad, refieren que fructifican con igual rapidez que hemos dicho en la Española* . Y con igual rapidez, en efecto, se transformaron para el hombre aquellos antes miseros territorios. Llevaríanse ciertamente allí el vino, el aceite, la harina y otros necesarios alimentos de vida, pero la falta ca- si absoluta y completa de los mismos, el hambre despiadada de los pri- meros tiempos, no volvería á sentirse después de haber cobijado aque- llos territorios la bandera gloriosa y enriquecedora de España (3). Esta primera propagación de las plantas y los animales útiles de España en la región de Panamá, tiene una excepcional importancia por- que como la isla Española para todo el litoral del seno mejicano, fué á su vez Panamá la estación y el punto de partida para enriquecer con los mismos animales y vegetales útiles mucha parte del extenso litoral americano sobre la costa del Pacifico. VII BALBOA Y PEDRO ARIAS 1515— 1517 Fué uno de los primeros cuidados de los gobernantes de Castilla tan luego como se tuvo noticia del descubrimiento del Pacifico, deslindar los campos y las atribuciones del nuevo Gobernador y las (1) De estas como hemos visto ibau desde Sevilla en la armada hasta doce celemines de va- riadas semillas. (2) Esta Década está dedicada al Sumo Pontífice. (8) Trataremos después, en una sección aparte, de estos trabajos. ■ 37 146 NÚÑEZ DE BALBOA Y PEDRO ARIAS de Vasco Núñez de Balboa, al que olvidadas sus anteriores íaltas, le era concedido un puesto honroso, expidiéndosele muy equitativa- mente el de Adelantado mayor del nuevo Mar por él descubierto, y encomendándosele la importante misión de construir en sus orillas las primeras naves españolas que debían surcarle y comenzar también su interesante exploración. Consérvase en el Archivo de ludias el testimonio de la Instruc- ción, que para construir estas primeras naves en las riberas del Pa- cífico, fué dada á Núñez de Balboa por Arias Dávila y por los Oficia- les de la Casa de Contratación establecidos recientemente en la An- tigua y en el que se dice: (1) "^íTft, el hicl)0 ^a0C0 |lttñ«í be balboa ^belaxttabo, con id 0entir cttt* 0^ pavecieve, ir«ie ctl vio bel cctciqíte ^onea, qne e-eitá en la& nevtiente» bel xnav bel Snv qne «alen al ©oiftx be ^an pii^ttel, é alli en la meiov biapo^icicn qne oa pavecieve, con lo» tnaeatvo» cavpintevo» qne llettcti», i.iví»c«tratr«itt be xfite<»tva pev^oxxa, Unafc, tj experiencia ij be ia Cftxe ijctbei» «rfvuiííí» á lo& ©cttálicoe ^etjee tni& Renové» é ttbttílae.w..., v£t» Ije tnanbabo xtotnbvctv pava ix á entenbev en la gobernación xj población be la ®icvva $ivtne é á facer cttntiílir nneaivañ ine'ivnccione» é ovbexxan^an**,,**^** tj ann- <\ne xne ijan infovntrt&ír, (\xxe lo iiite ^ó xxo» xxxaxxbaxe a&x) ^evxtix: lo acepiarei&i pox &ex- el caxnixxo ian lav^o x) i-\xxe tettcie ne- ceiixbab be pxoxíeex la& co&aKSi (\xxe ue cxxnxplen^ acoxbé be o^ io Ijrtcex* íiabeXi pox exxbe Uó x^o& encav^o cixxe Ine^o xxxe e&- cxibax)& xnxeatx'a volxxntab, *tc»" Como hemos dicho, el hecho de buscarse en Septiembre de 1518 quien reemplazara á Pedrarias, arguye á favor de que como era natural se supiera ya entonces en la Corte la ejecución de Vasco Núñez á principios del año anterior de 1517. Y sin embargo, todavía en Junio del año siguiente de 1519 parece que no había comunicado Pedrarias á la Coi'te este tan grave suceso, y así se explica que en Cédula de tal fecha, se diga al mismo Pedrarias; (2) (1) Archivo de la Casa en el de Indias — 189 — 1 — 6. Dado en Zaragoza 2 de Septiembre de 1518. Esta fecha debe corresponder á noticias confidenciales de lo ocurrido en Tierra Firme én fin de 1517. (2) Archivo de la Casa en el de Indias -Cédula ya citada de Barcelona á 18 de Juu io de 1518. PEDRO AEIAS 149 "^ó Ije &eiii0 infíírntrti»t» t)xtc ^a&cú Huñe? be naiboa, fitt licettcici ee^fcial ttucfttva fité á la pctvte bel mar bel ^nv, ú ijacfr ctertí» í»c»cubri«tientí» con ciírtoer nattioe é aexxte, é (\ixe etx él tanta é ovo cxevtaü coaa-a, é qxxe al pve- ^exxte el bicljo ^asca Ituñe? e&tá pve&o, etc." Existe al margen de esta Cédula una curiosa nota de letra antigua, quizá de alguno de los primeros cronistas, que dice y hace constar con razón: "(t«e exx 18 be ^xxxtio be 1519, no ae üabia la xxxxxexie be 5* (»ií) P»t«ie(l), xj 0xxcebxó á px:ixxcipio& be 1517»" Tan escasa esperanza tenía Pedrarias de que fuese en España aprobada su conducta que trató sólo de ganar tiempo, pero constituyén- dose con tan extraordinario silencio en un estado de mansa rebeldía del que sólo salió con bien á fuerza de astucia y de no pequeña fortuna. Favorecióle esta no poco por de pronto, porque no obstante haber aceptado Lope de Sosa el puesto difícil que se le ofrecía, murió en el puerto al tiempo de su llegada á Castilla del Oro (2) y de esta circunstan- cia aprovechóse bien Pedro Arias, logrando que la información que se ordenaba liacer á Lope de Sosa, la hicieran parciales suyos con menoscabo evidente de la verdad y de la justicia. Acúsase á Pedro Arias no sólo por la ejecución de Balboa, sino por las correrías y daños que sus subordinados causaron en los indígenas con la salvaguardia de que se consideraban como esclavos aquellos que eran caribes, y ciertamente que la necesidad de tener paniaguados y gentes á su devoción, abría peligroso camino á todos los desórdenes, y á los mayores abusos. Con Lope de Sosa marchó además en la armada de Gil González Dávila, el Piloto de la Casa de Contratación Andrés Niño de la familia de los Pilotos Niño de Moguer y al que erradamente califica Herrera de portugués, porque de este Piloto y de otros varios de su familia quedan numerosos antecedentes en el archivo de In- dias (3). Debía Andrés Niño comenzar la exploración y navegaciones en el mar Pacífico y para ello decíase á Pedro Arias en la Cédula citada de Junio de 1519: "IJó xtoft »nanbo, c\xxe exx recibiexxbo etita proveáis contó ee (1) Asi se dice también en la Cédula. (2) Herrera, Década 2." página 85. (3) Archivo de Indias — 1 — 2 — '/i7- Informaciones de Pero Alonso Niño de Moguer. — Hay dos, una en Moguer y otra en Tunja, Nuevo Reino de Granada. 88 160 BERGANTINES AL PACÍFICO entveiittcn al ^iclJ^? ffiíil ®»>nfctlc? toí»as 10^ navio» é fitftttt* qne el bicij*» peteco Jlttñcf ilcttttbtt é qneifavotx íiesatrntttíx»»» l?tttrtt que con ellos, é lo» í»í»nci» une be acá »« llct»tt»t, pne- han Ijacev el í^icljo &f BtcuUtrimlettto é viaie *tc," Acaso extrañe como habían de reunirse las pequeñas carabelas ó naves construidas por Vasco Núñez en las aguas del Pacífico con las que según esta Cédula se enviaban desde España; pero hemos de adver- tir que estas naves no eran otra cosa que bergantines hechos en pe- dazos en Sanlúcar, los cuales fueron allí embarcados por los de la Casa de Contratación para ser llevados á Castilla del Oro, y una vez desem- barcados, debían ser conducidos allá á lomo á través del Istmo de Pa- namá, y armados y reunidos para ser botados al agua en las riberas del Pacifico, Fueron hechos estos bergantines por Cristóbal Vizcaíno y en el Libro de Tesorería de la Casa se encuentra así consignado en los asien- tos relativos al año 1519 (1), y con la cooperación de estos buques sevi- llanos fué por tanto comenzada la exploración del Pacífico. El factor de Portugal en Sevilla Sebastián Alvarez, quedaba aviso á aquel Monarca de cuanto en la Casa se hacía en materia de expediciones geográficas, escribe en su carta de 18 de Julio de 1519 (2): "®tra rttrntttiítt »e Ijace he tve» nttttio», be cine vá pov capi- tán ^niive» $liña (1), tj lleva otvoa bo» pecfneñet» en pie^a»* ^á á (Bierva fivnxe al pnevto l»el gavien: he allí, pov tievva veinte le^tta» til xnav hel ^nv pa^anitv loa ho» navio» en pieta») tj con ello» íreftcttbviv «til le^ua» tj no tnas, contva el loe»tet la» coarta» be la tievva c\ne »e llcitnct (fíataxjo. ®n e»to» ijtt he iv pov capitán nxaxjov ®il ©oitfalcj ^át>ila, contador he la (!B»pañola*** Pero como á su tiempo diremos, la exploración del Pacífico, aunque intervenida por los de la Casa, á la que se enviaban las observaciones hechas para la formación de las Cartas marítimas, no fué llevada á cabo por las naves de la misma. (1) Archivo de la Casa en el de Indias— 39— 2 — ^/g. Asientos del año 1619. No sabemos si este Cristóbal Vizcaíno es el llamado Cristóbal Márquez, que hizo los bei-gantines en piezas que desde Sevilla se llevaron á la Antigua de Darión en 1614. (2) Colee, de doc. de Nav. — tomo 4." pagina 166. Iba^aiJxtjiíaaaflaa^aaagdtfMaaatfaagaasJBMaflgaaaMaBaMHaHqiHggqg EXPEDICIÓN DESTINADA AL PACÍFICO Y A LA ESPECIP]RIA DESCUBHIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA MUERTE DE SOLÍS LAS CAPITULACIONES 1515 — 1516 Ti 1 deHCubiimiento del Pacífico, al otro lado del Nuevo Continente, J debía determinar y determinó muy luego en España, donde tan atentamente se estudiaba cuanto podía referirse á las exploraciones y á los descubrimientos marítimos, nuevos intentos pai'a encontrar un paso navegable que condujese los buques de Castilla hasta aquel deseado Océano descubiei'to ya por los españoles y que, en el lugar mismo de su descubrimiento, en Castilla del Oro (1) precisamente, se encontraba á no muchas jornadas del Atlántico. Con la exploración de este Nuevo Océa- no hasta entonces ignorado podrían realizarse también más fácilmente, los constantes y justificados esfuerzos hechos hasta entonces por los go- bernantes españoles valiéndose de la Casa de Sevilla, para reconocer has- ta el opuesto meridiano la demarcación correspondiente á Castilla. Tales ei'an los principales fines de la importantísima expedición, que tan luego como se supo en Castilla el descubrimiento del Pacífi- co, (2) era encomendada en 1614 al Piloto Mayor de la Casa, y cuj'O plan (1) En la América Central. (2) No consta que se supiera hasta Agosto de 1514, en cuya fecha escribe el Monarca su carta ya citada para Pedrarias en 19 de dicho mes. Debió entonces ser llamado Solís á la Corte, es- tudiar con Fonseca la expedición y fueron firmadas las Capitolaciones de Mansilla en No- viembre de 1614. 162 DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA mtiy estudiado según los conocimientos que á la sazón se tenían de la Tierra, partía en todos sus extremos de los descubrimientos hasta entonces realizados. El proyecto para esta expedición constituía en efecto uno de los más importantes éntrelos organizados en la Casa de Sevilla, y según de los documentos se desprende, de realizarse por completo, hubiera consti- tuido con las exploraciones portuguesas contemporáneas un primer re- conocimiento de la Tierra; y aunque fracasada en su primera etapa, dio sin embargo lugar á un descubrimiento geográfico de tanta importancia como el del gran Río de la Plata, uno de los más caudalosos de la América del Sur. Fueron firmadas la Capitulaciones para este viaje, el 24 de Noviem- bre de 1514, (1) y era su principal objeto según la frase empleada en dicho documento "ir á be&cvtbviv á lci& e&paltta& be ©««tiUcí bsi 0ViX*' (2) (América Central) esto es, en el mar descvibierto el año ante- rior por Vasco Núñez de Balboa, y para ello debía Solís buscar en pri- mer término, un paso navegable á través del Nuevo Continente. No se consignaba en las referidas Capitulaciones el sitio, ni la latitud en que este paso debería encontrarse, y comenzaba ya aquí la parte hipotética de este viaje, que no en balde era para descubrir. Tenemqs sin embargo acerca de ello el derrotero emprendido por Solís en su via,ie, el cual demuestra claramente que su investigación debía tener lugar más al Sur de lo reconocido hasta entonces por Yáñez Pinzón y por Américo, en sus anteriores y respectivos viajes á la América Meridional. Nada se dice en las Capitulaciones, acerca del Río de la Plata, ni se dan tampoco instrucciones para reconocer su curso, cre5^éndolo ya descubierto en 1513. El silencio que acerca de esto guardan las Capitulaciones de 1514, que examinamos ahora, es una razón más para creer que el viaje ya citado de 1513 no llegó á realizarse. Una vez encontrado este paso, vaticinado y esperado aun por dife- rentes cosmógrafos y navegantes, á semejanza del que existía al Sur de África y navegando ya los buques españoles en las aguas del Pacífico, debía Solís recobrar la altura de Castilla del Oro, para lo cual, como liemos dicho ya, había salido Arias Dávila algunos meses antes, (en Mayo) con una numerosa armada y mil quinientos españoles de desem- barco. Según los términos de las Capitulaciones debía navegar Solís (1) Archivo de Indias de Sevilla 1 — 1 — Vae- í^n Mansilla en dicha fecha. (2) En términos no técnicos, pero sí gráficos y expresivos, llamando cara á la costa oriental de Castilla del Oro que mira Hacia España, se decían las espaldas de dicha Castilla á la costa opuesta ú occidental. DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA 153 hasta llegar "ó Irt» eepíxHia» be la ticvrct bonfeír «tiof a eetá ^s- ti0v be Crtottllrt itel 0V0*' "i ittciio quf llciitttreí»«0, «e itice en la& iuetvttccionc» ^rt^a0 á ^0li» en la tni&tnct fcdrct (1)» á la» «e^tctlbafi í»* ©aettlla ci?tt cttvtrte witi:0tvrt0, ljrtci¿ttbt»»«e enber lo nití Ijalíetjs xñetu Ijitdta rtUtj, tj etiwirtbtne itt fivittfrt Ide itqttcUrt coetit ífc" y decíase taiubién á Solís que se daba aviso de su viaje á Pedro Arias, al cual se le ordenaba que se estableciese sobre la costa del Pacifico, en el terri- torio del cacique de Ponea, é hiciese un camino practicable al otro mar. Estas instrucciones que se daban á Solís, aclaran lo expresado en las Capitulaciones acerca del plan de viaje y manifiestan también, que dicho plan era muy completo y que tenía por base, como hemos dicho, un detenido estudio de los descubrimientos y exploraciones realizados hasta entonces en el Nuevo Continente. No constaba á la sazón con plena certeza, que las tierras continentales se extendiesen sin interrup- ción hasta más allá de los 23° 30' de latitud Norte, hecho que había quedado establecido á consecuencia de la expedición dirigida en 1608 por los Pilotos de la Casa Yáñez Pinzón y Solís con Pedro de Ledesma, y decíase por esto áSolís en las instrucciones para este viaje de 1514 después de llegar á las espaldas de Castilla del Oro **¿ cottiinuavei» t»itc0tvo crttttitto, é «i Ijctij prttto como be iala, ó ai \jnbie0e ñbev- Uxvix ví*v boitbf i^tobai0 fttxtioi* otxnto cavia» á la i»la i>e ©u- ba, (^i^x'áx'xxxxaxxxcxxte en la \:efevxita lalxUxb} etxviabtne otvo l)0xnbve pov^ allá cotx noticia»." No era este, sin emhurgo, el término del proyectado viaje, pues que por ese paso supuesto en el hemisferio boreal para la isla de Cuba, no ordenaba aún el regreso de Solís, sino que escribiese "lrtt*tíí>, í.irtx*ticxt- lttr«tentf be I0 (\xxe pexx^ávebe» Ijacex: be allxj abelaxxie it." Este final deja sin determinar la última parte de la exploración que es probable estuviese muy especialmente convenida, y que emplease el Monarca la misma reserva que en otras ocasiones (2) no obstante su indiscutible y claro derecho, deseoso de evitar nuevos recelos y diferen- cias con los gobernantes portugueses. Faltaba, sin embargo, una parte (1) Archivo de Indias de Sevilla 1 — 1 — i/gg. Dadas también en Mansilla. (2) Como constantemente se obseí- va desde 1» primera expedición destinada á la Especiería en 1505. — Arch. Indias de Sev." 139 — 1 — 4. Cédula de 6 de Junio de 1506 decía Fernando V «á des- cubrir por el Océano ciertas partes» y en 28 de Agosto de 1506, estando ya listas las naves dice del mismo viaje Felipe de Borgoña «para descubrir la Especiería. /> Arch. Simancas. Cédu- las de Cámara. Libro 17, folios 90 y 91.^ 164 DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA muy considerable del proyectado viaje, pues que testualmente se dice en las Capitulaciones, que una vez en las espaldas de Castilla del Oro, esto es en la región de Panamá, debía la armada de Solís "ctJtttittuax* (tí>elcinte, é iv iieticxtbvieniío pcv Itte iiiclja» sikpcilbtxü be ©ctetttlltt í»rl ctvo, mil é üetecienta» Uflttct» ó tnct», »i í?itííterílfc«, contrtnl»c cietrta» ticvtra», iiice la ®él>wia, en lo& tnonie^ he e»(t ttilitt." (3) Partió muy luego Solís para Andalucía, á fin de preparar su arma- da y se encontraba en Sevilla desde principios del año 1516, y según consta en los respectivos asientos de los libros de Tesorería de la Casa de Indias, en los meses de Enero , Abril y Mayo fueron entregados por el Doctor Matienzo á Recalde y por este á Solís los plazos sucesivos de los cuatro mil ducados de oro que para el apresto de su armada (4) debía percibir el Piloto Mayor, y en el mes de Julio recomendaba el Rey á Solís la mayor diligencia para ultimar los preparativos á fin de que todo estuviese dispuesto en la fecha convenida de antemano "tí t>o» 0» íííjhaia ííctvtir, con ««« (tvntaiía con la benMción be ^ttea- tV0 ^Cft£rt%" (5) Hechos todos los aprestos y comprada también la artillería, (6) pues sin duda por la reciente salida de la armada de Arias Dávila no la había en la Casa, fué comisionado en el mes de Agosto el cómitre Diego Rodríguez (7) para ultimar el despacho de las naves, é hiciéronse luego á la vela los pequeños buques, que sin duda para tomar la artillería ó el (1) Archivo de Indias de Sevilla 1—1 — i/gS' En Mansilla 24 de Noviembre de 1514. (2) Id. id. En la misma fecha. (3) Id. ^ id. En Cédula del mismo día. (4) Archivo de la Casa en el de Indias — 39 — 2 — Yj. En las respectivas fechas. (5) Navarrece, tomo 3.° página 141. En 27 de Julio de 1516, Carta del Rey k Solís contes- tando á la suya de 7 del mismo mes y año. (6) A .Juan García de Uribarri guipuzcoano, al cual se le compraron seis pasavolantes y dos lombardas gruesas pagándosele su importe según el respectivo asiento en el Libro de Te- sorería de la Casa. Archivo de la Casa en el de Indias — .39 — 2 — ^/g. En 8 de Septiembre 1&15. (7) Según asiento del mismo día en el referido Libro de Tesorería de la Casa en el que se pagaron á Rodríguez sus honorarios por este servicio. DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA 157 bizcocho de Lebrija y otras provisiones irían al Q-uadalquivir des- pués de ser construidas en Lepe, dirigiéndose de nuevo á este puerto déla provincia de Huelva, que estaba en su camino y donde acaso ten- dría que recoger algunos tripulantes ó bastimentos. Ya en Lepe ocu- rrió un grave accidente no muy extraño, dado el procedimiento de contrato empleado para formar esta expedición. La nave mayor y que hacía de Capitana zozobró en aquel puerto el 15 de Septiembre, per- diéndose también muchos de los bastimentos, suceso que presurosamen- te comunicó el Piloto Mayor á los de la Casa, y estos al Rey enviando además á Lepe á los cómitres Sevillanos Diego y Lope Rodríguez (1). A la noticia de este accidente, contestó diligentemente el Monarca ordenando á los de la Casa con fecha de 24 de Septiembre (2), que re- mediasen lo ocurrido y se llevara á efecto el pronto despacho de la ex- pedición como en efecto se realizó, siendo sustituida por otra la nave perdida, y merced á esto el 8 de Octubre de 1515 partía Solís desde la barra de Sanlúcar, como consta por consignarlo así los de la Casa en su carta de 30 de Octubre, en la que dicen al Rey que suspenderían el cobro de cien ducados k la mujer de Solís, "Ijitftttt CfXte él mtcltítt, partió, agregan, en «ejjitttnicttto he «nx viaie ite^be ^atxlucctv á 0clj0 i>e ©ct«t>t*e (3)'* palabras que no dejan lugar áduda acerca de la salida de esta armada desde Sevilla y no de Lepe, como han creído algunos autores, quizá por el hecho de haberse armado los buques en dicho puerto ó porque á su paso por él se detuvieron efectivamente para tomar algunos tripulantes, ó bien con objeto de recoger algunos efectos utilizables que quedaran allí al ocurrir el naufragio de la Capi- tana. Debió pues Solís volver de Lepe á Sevilla, ó por lo menos á Sanlú- car con las dos carabelas pequeñas á fin de recoger la nave con la que los de la Casa reemplazaban la zozobrada en Lepe y unidos los tres buques salir la expedición para la mar el ocho de Octubre de 1515 deteniéndose ó no á su paso delante de Lepe, y se conserva además una Carta de Fernando el Católico dirigida al Doctor Matienzo y á sus com- pañeros en la que se manifiesta muy complacido por el definitivo despa- cho de esta armada (4). (1) Según la Carta del Rey á los de la Casa en 24 de Septiembre de 1615. Archivo de la Casa en el de Indias de Sevilla 139 — 1 — 5. Dada en Al mazan. (2) Archivo de la Ca^a en el de Indias 13í)— 1 — 5. Dada en Ahuazán en dicha fecha. (3) Carta de los de la Casa al Rey. Archivo de Indias de Sevilla 2 — 6 — Vs^d '* expresada fecha. (4) Archivo de la Casa en el de Indias de Sevilla. — 139 — ^1 — 6, año de 1515 pero sin máa detalle de fecha. Acaso en conte-stación á la ya citada de 30 de Octubre de 1515 dirigida al Rey por los de la Casa. 40 158 DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA III EL" VIAJE NO obstante haber muerto con Solis los Jefes principales de esta expe- dición, menciónase la existencia de dos relaciones de este viaje, debidas la una al Piloto de Lepe Francisco de Torres cuñado de Solis, y enviada la segunda por uno de los tripulantes á deudo suyo que habi- taba en Cádiz. De una de estas relaciones pudo haber dispuesto el cro- nista Herrera, á juzgar por los detalles con que en sus Décadas (1) ex- pone este viaje, y ciertamente es de sentir no hiibiera conservado en sus mismos términos esta relación, que por más de un concepto parece pro- ceder de un estudioso y observador navegante. *encmmnóse, dice (Solis) al puerto de Santa Cruz de Tenerife en las islas Canarias, salió de allí en demanda del cabo Frío que está en 22 grados y medio de la Equinoccial: vio la costa de San Roque en seis grados, navegando al Sícr cuarto del Sudoeste y los Pilotos decían que iban a barlovento del Cabo de San 'Agustín á noventa leguas. » Observaremos que según esta relación, aunque costease Solis la América del Sur desde el cabo de San Agustín, es lo cierto que iba en demanda del cabo Frío á los 22 y pico de grados de latitud Sur, punto hasta el cual habían llegado con toda seguridad las exploraciones de Américo en 1504. Del mismo modo consta que al reanudar Francisco de Garay la exploración en el hemisferio boreal para enlazar en la Florida con los trabajos de Ponce de León partió desde Panuco á los 23 y medio grados de latitud Norte, en la que precisamente terminaron co- mo hemos visto á su tiempo los descubrimientos hechos en 1509 por Yáñez Pinzón y por Solis, cuyos datos interesa señalar porque mani- tiestan que realmente fué metódico y científico el reconocimiento hecho en el litoral del Nuevo Continente. Desde su llegada á aquella costa, y desde la latitud Sur de cuatro ó seis grados, dice Herrera: t Vio la costa de San Roque en seis grados navegand'o al Sur, cuarto Su- doeste y los Pilotos decían que iban á barlovento del Cabo de San Agustín, á (1) Decada 2* página 11. DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA 169 noventa leguas, y eran tantas las corrientes que iban al Oeste que los echaron á sotavento del cabo de San Agustín dos grados, el cual está en ocho grados y un cuarto. > Prosiguiendo el examen de este viaje dice Herrera: « I^ cuatro grados antes de llegar á la línea equinoccial de la banda {del hemisferio) del Norte perdieron las guardas y pasados otros tantos de la banda del Sur les pareció que descubrían las Guardas del Sur, diciendo que eran dos nubecillas blancas, pero en esto se engañaron, pues estas nubes aparecen y desaparecen en un mismo lugar según el aire que corre. » Poco conforme con la rjelación de Herrera se manifiesta Pigafetta que el afao 1519, dice: € vi, (en el hemisferio austral) si vedono due gruppi di stelle a foggia di due nebbiette epoco fraloro distanti. In mezzo a queste nebbiette, vi sonó due stelle molto grandi é rilucenti, che hanno poco moto. Queste due stelle sonó il polo antartico* (sic)(l) Las estrellas del hemisferio austral habían sido ya vistas por nuestros navegantes en el viaje de Yáñez Pinzón de 1499-1500, y aunque no haya quedado relación a,lguna del mismo consígnalo Angiería diciendo que habían visto figuras de estrellas (constelaciones) muy diferentes de las de nuestro hemisferio. De estas mismas estrellas y manchas de nebu- losas dice en época posterior (1653) nuestro Bernabé Cobo en su Historia del Nuevo Mundo (2). € Vense en torno de esta constelación (del crucero) algunas manchas de la Vio, láctea, mucho mas claras que las restantes deltas, y entre ellas parti- cularmente jtmto (i la estrella del pie del Crucero, dos ó tres manchas de cielo mucho más oscuras que el resto del mismo cielo, y gran número de estrellas pe- queñas, de las cuales algunas están más cercanas al Polo, y principalmente acompañan al Crucero dos muy grandes estrellas que van un poco detrás del, casi en la misma altura á las cuales llamamos las Guardas del Crucero. •> € Cae esta constelación del Crucero, dice poéticamente el mismo escritor, en el signo de Escorpión y fenece en ella la Via láctea; y asi viene á estarcí Cruce- ro como rico joyel de finos y crecidos diamantes, que pende de un collar de piedras preciosas » (2) . (1) Primo \ iaw-íio iniorno al globo terráqueo por el caballero Antonio Pigatelta 151!)-15'J"J. Miláu, año (le 1800, página 47. (2) En su tomo 1." capítulo 8." página 60 titulado cAspocto del cielo austral y las estrellas que percibimos on él.» La Historia del Nuevo Mundo fue terminada por su autor hacia 1653 según refiere en su prólogo en cuya fecha regresó á Españ». después de residir desde 1596 esto 67 años en la América Española. Esta obra notable del siglo 17 fué on gran parte escrita en el Perú español. (3) El naturalista Oviedo, con el interés que aquella época despertaban todas nuevas obsei- vaciones y couocimieutos, solicitó y obtuvo de Carlos V poner en su escudo de armas esta Cons- telación del Crucero. 160 DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA Descubrimiento del Rio de la Plata Prosiguiendo en el examen de esta relación, dice Herrera: t Llegaron al rio de Genero (Rio Ja,neiro) en la costa del Brasil, que ha- llaron en veinte y dos grados y un tercio de la equinoccial al Sur; y desde este rio hasta el cabo de Navidad es costa nordeste sudoeste y la hallaron tierra haxa (playa) que salea la mar; no pararon hasta el rio de los Inocentes que está en 23 grados y un cuarto; fueron luego en demanda del cabo de la Cana- nea que está en 26 grados escasos, y de aqui tomaron la derrota para la isla que dixeron de la Plata, haciendo el camino del sudoeste y surgieron en una Tierra que está en 27 grados de la Linea, á la cual llamó Juan Diaz de So- lis, la bahía de los Perdidos. Pasaron el cabo de las Corrientes y fueron á sur- gir en una Tierra en 29 grados, y corrieron dando vista á la isla de San Sebastian de Cádiz, á donde están otras tres islas que dixeron de los Lobos, y dentro el puerto de Nuestra Señora de la Candelaria que hallaron en 36 gra- dos; y aquí tomaron posesión por la Corona de Castilla; fueron á surgir al rio de los Patos en 34 grados y un tercio; entraron luego en un agita que por ser tan espaciosa y no salada llamaron Mar dulce, que pareció después ser el rio que hoy llaman de la Plata y entonces dixeron de Solis. De aquí fué el capi- DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA 161 tan con él un navio que era una carabela latina reconociendo la entrada por la una costa del rio; surgió en la fuerza de él cabe una isla mediana, en 34 grados y dos tercios. » * Siempre fueron costeando la tierra hasta ponerse en el altura aobre dicha, descubrían algunas veces montañas y otras grandes riscos, viendo gen- te en las riberas; y en este del rio de la Plata, descubrian muchas casas de in- dios y gente, que con mucha atención estaba mirando pasar el navio y con se- ñas ofrecían lo que llevaban, poniéndolo en el suelo. Juan Diaz de Solis quiso en todo caso, ver que gente era esta y tomar algún hombre para traer á Casti- lla. Salió á tierra con los que podían caber en la barca, los indios que tenían emboscados muchos flecheros, cuando vieron á los castellanos algo desviados de la mar, dieron en ellos y rodeándolos los mataron, sin que aprovechase él socorro de la artillería de la carabela, y tomando á cuestas los muertos, y apartándolos de la ribera hasta donde los del navio los podían ver, cortando las cabezas, manos, y pies, asaban los cuerpos enteros y se los comían.* < Con esta espantosa vista, la carabela fué á buscar el otro navio, y ambas se volvieron al cabo de San Agustín, donde cargaron de brasil y se tornaron á Castilla. Este fin tuvo Juan Díaz de Solís, más famoso Piloto que Capitán. > Discrepan los autores en cuanto á la fecha precisa del descubri- miento del Río de la Plata, pensando algunos que tuvo lugar en los úl- timos días del mes de Enero, y creyendo con bastante fundamento el escritor de Chile Señor Toribio y Medina (1), que fuese este el día dos de Febrero de 1616, corroborado por el nombre dado al puerto de la Candelaria, costumbre en efecto muy seguida desde los tiempos de Colón, esta de conmemorar en los nombres de las nuevas tierras el día en que su descubrimiento fué realizado. A la vista de tan caudaloso río, cuya desembocadura en el mar es mucho más grande que la del Mediterráneo en el Océano, emprendió Solís su reconocimiento y le remontó con este fin unas treinta leguas, según la inscripción que Caboto sucesor suyo en el cargo de Piloto Mayor y que visitó despa- cio aquellos lugares, puso en su mapa. La ligereza é imprevisión de Solís, á quien no sin razón se recomen- daba en las Capitulaciones que procurase no caer "«tt ntaña alguna «n«nti0(i" costóle entonces la vida, juntamente con la de cuantos en la barca le acompañaban. Debido esto, según el escritor contemporáneo Oviedo (2), que conoció á Solís (3). (1) En su Estudio histórico titulado Juan DiazdeSolís. Santiago de Chile 1867, página 26S. (2) Historia -general y natural de las Indias parte 2.* (3) Pues, como el mismo Oviedo dioe, «Buen piloto era Juan Diaz de Solis é yo le comuniqué, y en las cosas de la mar, por diestro era tenido para gobernar un timón, é mudar las velas, ¿ derroteros.» 41 162 DESCUBRIMIENTO DEL RÍO DE LA PLATA «á tan señalada ignorancia y mal gobierno del Capitán^ como hombres gobernados por caudillo sin experiencia en las cosas de la guerra. Porque, como dice Salu^tio, Oft i>e ^eptietnbve »e pa^ó al covvea aue en cuatro bel tnietit*» ine», Hevó á la. dLcvte la noticia be la lifga^a be la» boo cavabela» inte gttan ^iai be ^oli» llevó á be&cnbviv^^ (1), Pero muy luego (2) de llegadas las naves y antes de procederse á su descarga, presentóse á nombre del Rey de Portugal un Requerimiento ó protesta acerca del brasil que las carabelas traían,, y cuya entrega se re- clamaba por haber sido cortado en su demarcación. Las tripulaciones de las carabelas hicieron por su parte análoga reclamación para que se les entregase la cantidad de brasil que por las Capitulaciones de este viaje les correspondían, pues ha de tenerse presente que por no estar he- cha la determinación de los límites, pretendían unos y otros haber sido cortado el brasil en la respectiva demarcación. Los de la Casa entonces suspendieron la descarga de las naves, operación que no se llevó á cabo hasta el mes de Diciembre (3), y dieron muy luego parte de lo ocuj-rido á la Corte acompañando además los respectivos testimonios. A fines de Octubre (4) constesta á los de la Casa el Cardenal y les dice acerca de este asunto: "^n»ttttiftnt0 »c vio la '^nfúvtnación nwc enviaaiea aobve lo snxcebibo en el viaie be ^nan be gíoli» »j lo& cine con él iban tj qnanto á la tercia bel bva&il qne tvnxevon la» bo» cavabe- lask i\ne beci» *>» ít^natibaUan icr» qite ttinictrott en ella».*» en eato bevetjü avevi^nav lo c\ne le» \yevtenece pov la» ©apitula- jcionc».,. é tc«cllí> c»j» á Mncft» tj bavaelo cxj» á caba nno lo que ovieve be avev xj nó en líra»il, poc qne a»i conviene á nne»tvo skevvicio,^* Y agrega esta Cédula: *'Jl en citanto al |leiixtcrinticnto qtte í>eci» qne »c o» Ija fe- cljo be pavte bel ^exj be ^ovtxt^alt 9obve lo» ctwlnicnta» cruin- talc» be lív*a»il qne tvixxevoxx «»ta» í»iclja» boa cavabelaa, bien no» Ija i?at?ecií»o la ve&pxxe&ta qne al bicljo vcqnfrimicnto Ma- te» ífc." Mediante la solución dada por el Cardenal á este asunto, se reserva- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2 — ^/g año de 1516. (2) Ya en 14 de Octubre de 1616, según un asiento del Libro de Tesorería, pagaron los de la Casa el importe de varias diligencias y testimonios, y entre ellos los relativos á ciertos «aptos é requerimiento, que ante ellos pasaron é hicieron de parte del Rey de Portugal para que se le entregase todo el brasil que truxi'ron las carabelas, que Juan Diaz de Solis llevó & descu- brir, y los testimonios signados para los enviar k la Corte.» (3) Al menos según el asiento del Libro de Tesorería no aparece pagado el costo de la des- carga de las carabelas coa inclusión del Brasil, hasta el 26 de Diciembre de 1516 — .39 — 2 — %. f4) Archivo de la Casa en el de Indias. 1491—5 — Dada en Madrid á 24 d« Octubre de 1516. 164 MUERE FERNANDO EL CATÓLICO b» en la Casa el brasil para ver si procedía ó no su entrega á Portugal, pero se entregaba desde luego en metálico el importe de sus derechos á los tripulantes de las carabelas, gente por lo general pobre, que dada la indeterminación de los limites hispano-portugueses, no había cometido delito alguno y los cuales hasta con exposición de sus vidas habían coo- perado al descubrimiento del Río de la Plata. En todos los documentos que á este incidente se refieren, no se habla de otra reclamación que la relativa al brasil, y por todos conceptos parece que estos requerimientos hechos directamente á los de la Casa, cuando tan reciente estaba aun la llegada de las dos carabelas, fueron presentados por el factor de Portugal en Sevilla. Habían transcurrido muy pocos meses de lo referido, cuando envían los gobernantes de Portugal á los de Castilla nuevas y más graves recla- maciones. Pero en ellas como veremos, se suponía entre otras cosas que hubiese regresado Solis vivo á Sevilla revelando así claramente no proceder estas noticias del factor portugués en Sevilla Sebastián Alvarez. hombre celoso y diligente y al que, por su residencia en dicha ciudad no se puede suponer tan mal informado. Y, como quiera que en estas reclamaciones se tratara también de la personalidad del Piloto Mayor, nos ocuparemos de ella en lugar aparte con los demás antecedentes acerca de este último asunto. V MUERE FERNANDO EL CATÓLICO— EXIGENCIAS DEL PRÍNCIPE HEREDERO RECLAMACIONES DE PORTUGAL 1516—1519 En el mismo mes de Enero de 1516, y casi en los mismos días en que reconociendo Solís el litoi'al sud americano llegaba hasta el Río de la Plata, hacía Fernando el Católico uno de sus frecuentes viajes poi- Castilla, y á su llegada á Madrigalejos lugar próximo á Trujillo, vióse acometido de gravísima dolencia. Fué avisado muy luego el Deán de Lovay na, enviado ó embajador de su nieto el Príncipe heredero, acudieron los del Consejo y otros muchos personajes, y tras brevísima enfermedad falleció el Monarca de Aragón, que tanto y con tanto fruto había trabajado por la unión de los Pueblos españoles, el 23 de Enero de 1516 MÜEEE FERNANDO EL CATÓLICO 165 ■casi eu los mismos días en que el Piloto Mayor realizaba su descubri- miento del Río de la Plata. (1) Dispuso el Monarca, que ausente su nieto el principe Don Carlos, que sólo tenia diez y seis años, gobernase en Castilla á nombre de la Reina Doña Juana elCardenalJiménez deCisneros, cuya experiencia y grandes dotes como gobernante eran bien conocidas. Observaremos sin embargo, que esta última gobernación de Oisneros en representación de un Prín- cipe para él casi desconocido, no podría contar ya con la antigua y merecida confianza, que en este esclarecido varón depositaron los Reyes Católicos. Desde los primeros días en que Magnates y Consejeros se tras- ladaron al magnífico Monasterio de Guadalupe no lejano, pudieron observarse esenciales diferencias que consigna el historiador Sandoval según el cual, el embajador (el de Lo vaina): * decía qice él había de gobernar solo, por el poder que del Principe tenia untes que el Rey Católico muriese. » Cisneros en tanto rechazaba esta ingerencia extranjera en los más altos puestos, ingerencia que había de ocasionar tantos males y, según el mismo Sandoval: t alegaba que por el testamento del Rey Católico debía gobernar él solo hasta ser informado el Principe de la muerte de sus abuelos* (2) y opina- ba además el ilustre Cardenal, según el mismo historiador, que el de Lovaina, en su calidad de extranjero, no podía gobernar en Castilla según cláusula del testamento de la Reina Isabel, la cual disponía ade- más que gobernase en Castilla Don Fernando, hasta que el Príncipe tuviese veinte años. El criterio y los deseos del Príncipe Carlos fueron dados á conocer á Cisneros, en su carta de 14 de Febrero de 1616 desde Bruselas, que termina diciéndole (3): "ClBn le itentct», el vevtevenbo ^eatx be fowcttíttrt, nucetr*» einlntfrtbox*, c»« littblitrá lavití», bable entera fé tj creencia. " Palabras que, dadas la representación que ostentaba el embajador señalan claramente como lo comprobaron los hechos, el deseo del Príncipe de intervenir en la Gobernación de Castilla, por medio de su representante Juan Sauvage, que fué n(jmbrado más tarde Gran Can- ciller. Más de cinco meses habían transcurrido, desde que regresaron á Sevilla las dos carabelas restantes de la expedición de Solís, cuando (1) Como hemos diclio, á fines también de Enero ó qui;iá el 2 de Febrero de 1510. (3) Historui del Emperador Carlos V por Sandoval, tomo 1.°, folio 37. (i3) Idejii idoin ídem ídem tomo 1.", folio S8 42 166 RECLAMACIONES CONTRA SOLÍS con fecha de 22 de Febrero de 1617 envía el CardenalJiménez de Cis- neros á los de la Casa una importante Cédula, en la que les participa las reclamaciones hechas por el Rey de Portugal, á propósito de la úl- tima expedición realizada por el Piloto Mayor (1). Según estas recla- maciones, el ilustre descubridor del Rio de la Plata, el navegante pre- ferido por Fernando de Aragón, el Piloto solicitado por el mismo Rey de Portugal, valiéndose de su embajador, era sólo un portugués de- lincuente y fugitivo que habría cometido en Portugal no uno, *ittír mucijo» cvimette» tf exceao&i que tales son los términos empleados- en el documento, y que parecen referirse á la supuesta identidad de Solís con el portugués Juan Díaz, identidad que exige también aceptar un gran mejoramiento en la condición moral de Solís, porque desde su regreso á Castilla, no se saben de este navegante nuevos crímenes ni ex- cesos. Después de cometidos, habiendo pasado Solís á Castilla y armado allí ciertas naves, se dirigió al Brasil, hizo una corta de la madera así nombrada y regresó con su cargamento á Sevilla, (2) que á esto que- daba reducido el descubrimiento del Río de la Plata, según los falsos informes con los que había sido sin duda, sorprendida la buena fe de aquellos Gobernantes: '♦«ni>ucihct«r trtlefir ^fev&ona&t Mee si iiúcxxtncntOf pov el M- clj0 ^wcttt ^irtf l>c ^oli», Ijicievoxt «w rtvtnctíítt tj él »c lyttbia ii»*» can ella á la txevva bel gtrtt!&il, írunbe trij que ccti?0rtv<»n bel, tj (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 5. Dada en Madrid en dicha fecha. «Por parte del Serino. Rey de Portugal, nos ha sido fecha i-elación que Juan Diaz de Solis portugués, vino huyendo á estos Reinos de Castilla desde Portugal, por muchos crímenes y excesos que allí había hecho, y que estando en el Andalucía procuró que algunas personas armasen ciertos navios y se fuesen á la tierra del Brasil con él: la cual tierra del Brasil diz que es de dicho Serenísimo Rey de Portugal, y que en ella no entran otras personas ningunas sino las de sus reinos, y que, enducidas las tales personas por el dicho Juan Diaz de Solis, hicieron su armada y él se había ido con ella á la dicha tierra del Brasil, donde diz que cargaron del y de otras cosas de la dicha tierra, y se vinieron á esa ciudad nos pidió (el Rey) que mandásemos castigar al dicho Juan Diaz de Solis y á las otras personas que con él habían ido, etc.» (2) Los términos de estas reclamaciones ofrecen singular conformidad con el testo del historiador portugués Damián de Goes, que en su Crónica del Rey Don Manuel escribe «Por erros que hum piloto portugués por nome Joan Días de Golis (sic) cometen, fugio destos regnos é se foi á Castilla onde persuadió ¿ alguns mercaderes que armasem duas naos á qae elle as guiaría á tierra de Santa Cruz do Brasil é tornó neste año de 1617» (que no es el año de su regreso, pero sí precisamente, el de las reclamaciones portuguesas) y agrega Goes que habiendo pedido el Rey de Portugal se castigase á los culpables, así se hizo «con gran rigor y diligencia.» El escritor de Chile Sr. Toribio y Medina entiende con mucho acierto que los datos de Goes, que á mediados del siglo XVI fué archivero en Portugal, tienen su origen en estas reclamaciones. Así lo corrobora en efecto la fecha de 1617, y otros errores que figuran á un tiempo, en este párrafo de Goes y en las reclamaciones, como por ejemplo la participación de Solís en la corta del Brasil, y su regreso vivo á Sevilla. RECLAMACIONES CONTRA ' SOLÍS 167 >c otrrt» C00ÍX», t) 0S finieron con ellcta á la Mcijt» ciM&rt;l».'* .(§et»ÍUrt,)(l) y ordena á seguida el Cardenal Gobernador á los de la Casa, hagan muy luego una Información, en cuya diligencia habrían de oirse también las declaraciones que prestaran los testigos presentados por el Monarca de Portugal á fin de averiguar: (2) "^»i pav loe te«tt0Oi& tjtt* yov pavU bel biclja ^evntú^ ^ctj he^oviu^al, V00 fueren pve^entaito», coyno pov lo» que VO00- tvú» vieveiiea c{ixe *e beben recibir, cómo é be qne «tañera pa»ó la ftit»<*í>ictj0, é c\né brasil, é qué coea» el bielja gxtatt ^iaj íre gtoliír, él00 qixe con él fnevontvuxevon*" Es muy de notar y sin embargo se explica, que en esta su Cédula, trascriba el Cardenal á los de la Casa todos los hechos que en las recla- maciones se hacían, aún aquellos que como el supuesto regreso de Solís vivo á Sevilla, afirmado á los cinco meses de haber regresado su cuñado Torres con las dos restantes carabelas, eran errores tan notorios que no se podía suponer su ignorancia en el Cardenal Cisneros, que entre otros asuntos, tendría que escuchar las pretensiones de los que al cargo aspiraban (3). (1) La parto errónea de estos informes ))udo provenir también de las primeras noticias en- viadas desde el Brasil por los que allí apresaron k siete tripulantes de la armada de Solí", lue- go que este navegante y con él Marquina y Alarcón factor y contador de dicha armada fueron muertos en el Río de la Plata, pues no parece probable que desde Sevilla comunicara á Lisboa «1 factor portugués Alvarez, el falso regreso de Solís vivo á dicha Ciudad. Para la llegada de tales nuevas había tiempo sobrado pues que en Febrero de 1517, había transcurrido más de un año desde la muerte de Solís y cinco meses desde la llegada de las naves á Sevilla. (2) En un estudio no español acerca de este asunto .se dice: «De los términos de lareclama- ^5ión portuguesa plenamente acogida por el Monarca español, como que mandó levantar á su te- nor una información » Y debemos consignar que la acogida plena de esta reclamación no pue- de referirse á la certeza de los hechos que en la misma se afirmaban, porque en tal caso no ten- dría objeto alguno hacer la Información. En cuanto al Monarca á que se hace referencia, pues que ol Príncipe heredero de Castilla se encontraba aún en Flandes, parece que era Felipe de Borgoña porque según leemos algo aníes: «Los términos ea que estaba hecha esa reclamación constan en la Cédula que .Juana la Loca y su marido dirigían á los Oficiales reales de Sevilla con fecha 22 de Febrero de 1517 » Y no es posible dejar que prosperen tales asertos, porque el marido de Doña Juana había muerto como hemos referido, en mil quinientos seis. De lo contrario, tendríamos vivos en mil quinientos diess y siete no aólo á Solís, sino también á Feli- pe de Borgoña. (3) .\uuque no parece necesario, citaremos por ejemplo la Cédula que en 11 de Octubre de 1516, (cuatro me.ses antes de la Carta de Cisneros de que nos ocupamos) le dirige el Príncipe Carlos desde Bruselas preguntando acerca de la aptitud y disposición de Andrés de San Martín para el cargo de Piloto Mayor vacante por la muerte de SoUs «é porque agora, le diceel Prínci- pe, es fallecido el dicho Juan Diaz de Solis, é por su fin quedó vaco el oficio de Piloto Ma- yor etc.» No es pues ignorancia de lo ocurrido, ni aceptación de lo reclamado sino previsora pru- dencia del (robernador de Castilla. — Además, en Cédula que hemos citado de 24 Octubre 1516, 168 RECLAMACIONES CONTRA SOLÍS '- Corresponde en efecto esta actitud á la grave y desagradable situación que por las Reclamaciones se creaba, y así puede fácil- mente observarse que ignorando acaso, (como parece natural) fuese ó no verdad lo que acerca del difunto Piloto Mayor se aseguraba, con la ma- yor cautela se abstiene el Cardenal de darle tal título de Piloto Mayor, ninguna de las tres veces que en el documento le menciona, y lo pro- pio ocurre con respecto al carácter oficial de la expedición en la que So- lís había sucumbido, y que no era probable, ignorase tampoco el Go- bernador de Castilla. Tratábase en efecto, de graves acusaciones contra el Piloto Mayor de la Casa, y de la carga de brasil traída á Sevilla y entregada en dicho Centro por los tripulantes que de la expedición regresaron, y nada por tanto más natural, que trasmitir el Cardenal Grobernador estas tan gra- ves reclamaciones en los propios términos en que hasta él llegaban á los Jefes de la Casa, que eran como tales los llamados en primer término á informar acerca de lo que se debatía, y así lo expresó también el Carde- nal diciendo en su Cédula: *»é can0ttlta^<» con lo» nueatvo» ©ftciaU», fué ttci?tri*rti»<» que bebxatn0& tnaniíav e^ttx nue^tvñ ^étmla pava voaoiva» &0bve la ííicija vatcn (lo veclatnabú} é |laft Xúvxtxxú^io pov bisn $t.'' La lectura del anterior documento, tal como se enviaba á Sevilla debió causar grande asombro al Doctor Matienzo y á sus compañeros. El Piloto Mayor no había muerto al hacer su descubrimiento, pues que había regresado vivo á Sevilla, y Solís no era Solís ó mejor dicho, no era el Solís que ellos, el Rey Católico y sus contemporáneos creyeron natu- ral de Lebrija, sino un portugués delincuente (probablemente el llama- do Juan Díaz) que según parece había cometido muchos crímenes y excesos en su País. Esta última afirmación no debió sin embargo causar tanta extiuñeza, si como es posible las noticias que, acerca de este Pi- loto habían llegado entonces hasta los gobernantes portugueses, eran las mismas que á los Jefes de la Casa habían sido comunicadas en 1613, y de las que había resultado Solís libre y continuando en su puesto. Muy luego de recibir esta Cédula y, en tanto que se hacía la Infor- mación ordenada, lo que no sería cosa tan bi-eve (1) es de creer que con dice el Cardenal á los de la Casa «ansi mismo, se vio la Información que enviastes sobre lo sucedido en el viaje de Juan Diaz de Solís y los que con él iban etc.? que demuestra fué el Cardenal ofícialmenbe enterado muy luego de cuanto en el viaje había ocurrido, y natural- mente de la muerte de Solís. (1) Entre otras razones porque debería oirse á los testigos que presentara el Monarca de Portugal. RECLAMACIONES CONTRA S0LÍ8 169 la mayor presteza comunicaaen ó recordaran los de la Casa al Cardenal que el Piloto había sido muerto en el último viaje, y que la corta de ma- dera del brasil había sido hecha después de muerto Solís y con él sus ad- juntos Marquina y Alarcón, circunstancias que atenuaban también la gravedad de lo ocurrido. También es seguro, que si el Doctor y sus com- pañeros tenían pruebas y documentos que bastaran para rechazar la identidad del Piloto Mayor con el delincuente Díaz, como por ejemplo los datos adquiridos en 1513, ó el nacimiento de Solís en la cercana villa de Lebrija, no dejaian pasar un solo día sin hacerlo llegar hasta el Cardenal Grobernador de Castilla. Poco más de un mes (38 días) había trascurrido desde la fecha del anterior documento, cuando el Cardenal Jiménez de Cisneros dirige al Monarca de Portugal una Carta, relativa precisamente á la expedición de Solís. Consérvase esta Carta registrada (1) en los Libros déla Casa, y así mismo la Cédula que juntamente con ella les enviaba el Carde- nal (2) y en la que le manifiesta haber recibido su informe ó parecer acerca de los once portugueses que, procedentes de la isla de San Juan estaban presos en la Casa, como también de la prisión hecha en el Brasil, de los siete españoles: "que fitcron, bicí, á ííe&cxtbfir á la pavte &el ^uv con §nan ^iit? t>e ^<*lie, nwcetvo piloto ^latjov (8) xjá íiifwntí»" y agrega el Cardenal, revelando así la importancia de los acuei- dos tomados: ♦*t»i»t<» vxtesttvo pavecsv, pcv el ^cbevncibov t>e nne»tv0 ^0n&e\0, é conanltabc ccn lo^ &itijt»& tuteartvos m?bexntrti»ox*f&, eskcvibitno» al |le»j i»e ^ovUt^al etc." Es en realidad, esta tan consultada Caita, una simple propuesta hecha al Monarca de Portugal para el cange ó liberación de los respec- tivos prisioneros á que hemos hecho ya referencia. Pero si se tienen en cuenta las reclamaciones de Febrero, es fácil observar que en esta Carta de Marzo, el mismo Cardenal Cisneros que con tanta precaución escribía antes á los de la Casa acerca del desagra- dable asunto del Piloto, luego de recibidos los datos que los dichos le re- mitieran, (4) al dirigirse al Monarca reclamante, rectifica sin parecerlo (1) Archivo de la Casa en el de Indias. Dada en Madrid á 30 de Marzo de 1617. (2) Ídem idem idem. En la misma fecha. (3) Como en 1513 había ocurrido, al recibirse los datos adquiridos acerca de SoHs vemosi este designado como Piloto Mayor, cosa que no hizo el Cardenal en su anterior comunicación ¿ los de la Casa. (4) La estimación personal de Jiménez de Cisneros por el Doctor Matienzo en este tiempo tal que alguna de sus Cédulas de esta época (1.89 — 1 — 6, tomo G.") está encab«zada « VenerabU Doctor etc.« 48 170 RECLAMACIONES CONTRA SOLÍS en su Carta varios de los asertos que en las Reclamaciones se hacían, y con exquisito tacto, sin refutar ni contradecir las Reclamaciones, mani- fiesta incidental mente en ella el Cardenal, que Solís había muerto, que era Piloto Mayor, y que la expedición por él mandada, era oficial, del Estado y á descubrir como entonces se decía, circunstancias que explican las consultas hechas y la importancia que á este documento se daba, y que dice así: ''^evtnc* é tntxtj excelente ll^tj é principe nne&tvo tnntj cavo é nuttj antai*<* Vfevnxana é txox (1) Íto« Ijetno» ai&a tnf<»tr- ntttínJe, qne v^^ t>u«firtvo títttu^ttt^íí C0ttt« :f>ve»0^ eix gi&bocx «{et« l}0tnbve0r qne púv vxxe»tv0 xixaxxbatto fxxevotx á iieacxxbvxv á la pcix:ie bel ^«tr, cotx ^uñxt ^trtj be ^alt» nuf^tt^o |?iiota picttjor tja bxfxxxxtú,** y dice luego el Cadernal: **ljetxx0& (tfectuoeantente tnanbairí» á I0& xxxxentvca ©ftciit- if fir be la día&a be ^oxxtvataciaxx C{ue con tcba bvevebab »e vea la ftteticitt be la» axxce pveeoa p0vtxx^xxe&e& qxxe allx eetaxx, pov extbe afectxx(i0axxtexxte va» vaaaxno» xxxaxxbei» poxxet: etx liUer- tab la& bxclya» «ietí ijaxxxbv^eü ca&tellaxxo-» qxxe axxai pav vne&iva xxxatxbaba e&taxx pve^a&t tj »e tvxxxevaxt be la íticlja Uttljirt »j í?uevt*> be lo» ^nacextte» á $x&baa ¿fe.*' En cuyos términos y disposiciones, se manifiesta como era natural la mayor deferencia hacia el digno Jefe del Estado lusitano, y que era además una personalidad de tanta importancia dentro de la familia reinante en el Estado español. Interesa sin embai-go consignar, que en cuanto á la ejecución de lo que se le ordenaba, encargábase al Doctor la mayor firmeza en la ya citada Cédula, que con la Carta se le remitía. "í?ov c\xxe e& xxxxe^tva xxalxxxxtab, bxee bxclja bacxxxxxexxia, (\xxe cuaxxba la» atxo» »eaxx stteltt»» xj pxxe&ta» exx »xx Ixbevtab xj fxxe- va bel biclja^eixxa be ^avtxxaal, »t pav «tt ^t^ll««trt^ t0^O6 clloe xxa qxxx&xex'exx c^xxebar ctlUj »eaxx »xxelta& eao» olva» qxxe aijtj ««rtan tj ijttsta tituto, x*cpite la M^ébxxla^ i]xxe »epaiü pav cievta %1 vex:babex:a xxxfavxxxacxáxx^ qxxe el biclja %lex) be ^avtxxixal xxa ijrt flrc»ltrtí>£> á la& »xxüabielja&, texxixaxü va&atyoü e&ta& atva0 exx la xxxx^xxxa pvx&xaxx xj axxxx al tnatjav r^ccntho qxxe caxxxrexx^a, pax: qxxe caxx bvevebab lo© atva& ^eaxx &xxelta& exx ^avtxxfiaV^ (9)» (1) Habla el Cardenal á nombi-e de la Reina y de su Hijo. ;'. (2) Y según Herrera, Década 2." página ,55. Así se verificó «y por entonces quedaron acabadas «stas diferencias y no (juedando en realidad re -tos de nuevas negociaciones acerca de este asunto. RECLAMACIONES CONTRA S0LÍ8 171 La actitud resuelta del Cardenal y su manifestación del carác- ter oficial, no declarado hasta entonces de la expedición de Solís, hecha según loa términos de la Carta son á nuestro entender, la consecuencia de haberse demostrado al Cardenal, antes tan precavido y cauto, la inocencia de Solís ó sea lo imposible de su identidad con el perseguido portugués Juan Díaz, favorecida ciertamente por el nombre y apellido tan comunes. Tam- bién nos parece muy posible que si de esta manera ocurrió, y los correspondientes datos fueron enviados á Lisboa, pudo ocurrir el caso de que las proyectadas informaciones con los testigos aducidos por el Rey de Portugal no fueían llevadas á cabo (1). Lo dicho explicaría también la falta de todo antecedente, no sólo en nuestros archivos sino también en los lusitanos, y la de toda noticia en los antiguos autores, pues como hemos hecho notar, la referencia de Goes procede evidentemente de las Reclamaciones que examinamos, no de la Información. Pero como quiera que hasta se insinúa que el hecho de no conservarse tampoco en nuestros archivos la Infoimación citada, pueda ser cosa intencional, queremos suponer por un momento que la información fuese efectivamente hecha, que escuchados los testigos ve- nidos de Portugal resultó cierto lo afirmado, y que fué naturalmente entregado al representante ó factor de aquel Monarca en Sevilla que lo era Sebastián Alvarez, el testimonio de las diligencias entonces levan- tadas, derivándose de aquí escándalo inevitable. No habiéndose conservado ningún antecedente acerca de esta In- formación, subsistiría sin embargo por ser cosa más difícil de destruir, la resonancia y el escándalo por la referida historia ocasionados. Recor- daremos que en este mismo año de 1617 llegaba á Sevilla Hernando Magallanes, y con él ó algo después otros pilotos de aquel país, y que en 1619 partió de Sevilla la famosa expedición de que nos ocupare- mos luego y que debía continuar las exploraciones de Solís que, por (1) En uu estadio no español se lee que la referida Información fué efectivamente hecha, y que así consta por un asiento del Libro de Tesorería que hemos citado, y que publica el Señor Toribio y Medina, según el cual en 4 de Octubre de 1516 fueron pagados por el Doctor «los abtos é requerimientos que ante ellos (los de la Casa) pasaron é se hicieron de parte del Señor Rey de Portugal, para que se entregase todo el brasil que truxeron las carabelas que Joan Díaz llevó á descubrir.» — Debe observarse que este asiento es relativo á Octubre de mil quinientos diez y seis, y que faltaban aun varios meses para que en Febrero de mil quinientos diez y siete, se presentaran las Reclamaciones portuguesas y se ordenase como hemos visto hacer la referida Información. — Los actos y requirimientos 4 que este asiento del Libro de Tesorería se refiere, son evidentemente si los ocasionados por la protesta hecha en Sevilla ¿ la llegada de las dos naves, y acerca de la madera de brasil que traían, como á su tiempo hemos consignado. 172 JUAN DÍAZ DE SOLÍS SU muerte quedaron interrumpidas. Poco antes de partir dicha arma- da, llegaba á Sevilla desde Barcelona con recomendaciones eficaces pa- ra los de la Casa de Contratación, el lombardo Antonio Pigafetta que embarcó por esto en la armada, y que fué uno de los diez y ocho que regresaron en la nao Victoria á Sevilla después de haber dado la vuelta al Mundo. Era natural que al llegar esta armada al gran río descubierto por Solís y al que se dio entonces su nombie, se recordara al Descubridor allí sacrificado y que en aquellas tripulaciones algo cos- mopolitas, pero compuestas principalmente de portugueses y de caste- llanos, entre los que se desarrollarían por desgi'acia lamentables luchas, se desmenuzara entonces la vida del Piloto Mayor, al que muchos de los tripulantes habrían conocido personalmente. Para averiguar las im- presiones recogidas entonces por Pigafetta consultamos el códice de su viaje conservado en su país natal (Lombardía) y publicado cuidado- samente en Milán por el Señor Amoretti (1), pero Pigafetta califica terminantemente á Solís de español. ♦♦|)ttl, bUe, fit aítre valU ntanfíiatc ba cctitttiltctii d^i^vanni Tan efímera acción y tan escaso eco habían dejado tras sí los su- puestos crímenes de este Piloto, pero la insistencia con que de este asun- to se trata, nos obliga sin embargo á examinar en capítulo aparte la personalidad de Solís. LA PERSONALIDAD DE SOLIS No tiene en nuestro concepto ninguna esencial importancia el hecho de que fuese ó no nacido en España Juan Díaz de Solís, porque desde que en 1512 rechazaba este navegante las proposiciones que por conducto del Embajador portugués se le hacían para que abandonando á Castilla volviese á prestar sus servicios en Portugal, había expresado Solís bien claramente su deseo de ser como lo era entonces, español y al servicio de España. Pero es el caso que, del nacimiento de Solís en (1) Primo viaggio intorno al Globo Terráqueo Ac* por el Sr. Carlos Amoretti. — MilAn 1800, página 23. — Correspondiente en su Diario á Diciembre de 1519. — En algunas versiones al castellano, está incompleto el texto. JUAN DÍAZ 173 Portugal admitido por el anglo americano Harrisse y otros autores no españoles, se deiiva también convertir al descubridor del Río de la Plata en un criminal vulgar, y aceptar su identidad, no demostrada, con un piloto portugués, según se dice, llamado también Juan Díaz, nombre y apellido harto comunes, tanto en España como en Portugal. Levántanse y arguyen contra esta identidad absurda, la vida hon- rada de Solís, que fué para sus contemporáneos (1) español y nacido en la villa de Lebrija, el hecho de ser solicitado por el Rey de Portugal por medio de su embajador para que volviese de nuevo á su servicio, y la confianza depositada por Fernando V en este Piloto, al que se sumi- nistraron cantidades de importancia y lo que es más extraño aun, tratándose de un gobernante tan experimentado y tan cauto, el hecho de que se le entregaran por las Capitulaciones de 1515, armas, buques artillados y pi'ovisiones, corriendo así el grave riesgo de que el antiguo y criminal pirata volviese luego contra Castilla los mismos buques que se le confiaban. No faltan pues fuertes razones para rechazar sin terminantes pruebas lo que por algunos autores no españoles se pretende, y por esto nuestro examen algo minucioso de este asunto. Y como quiera que dichas pruebas no existen y que, la identidad que con el piloto delincuente se pretende, es por el contrario incompatible con la vida que conocemos de Solís, examinaremos una tras otra, ambas personalidades que resultan en efecto bien distintas, manifestando así que se trata sólo de un error antiguo y fácil de explicar por la igualdad de nombres comunes y el largo tiempo pasado. II EL DELINCUENTE PORTUGUÉS JUAN DÍAZ 1495 La acusación hecha contra Solís, poco después de su muerte y con- tenida en las reclamaciones portuguesas de 1617, (2) acusación según la cual, había cometido Solís en Portugal en tiempos anteriores (1) Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo Fernández de Oviedo, Antonio Pigafetta y algo más tarde López de (roinara en su Historia de las Indias en la que manifiesta haberse asesorado de Sebastián Gaboto, sucesor de Solís en el cargo de Piloto Mayor. (2) Archivo de la Casa en el de Indias. — Cédula del Cardenal Cisneros trasladando en 22 de Febrero de 1517 las reclamaciones de Portugal Vád — 1 — 5. 44 174 JUAN DÍAZ muchos crímenes y excesos, se considera por los autores confirmada y corroborada por una Cédula dada por los Reyes Católicos á petición del de Portugal el año de 1495, Cédula en la que dicen á las autoridades(l): "(Twc el ^evtno* ^etj he ^ovtn^al nxteertvú [jevtnano tne envió facev aalrctr que gínatt ©ici| ^^iioto, Uttntctho ^ofea i>e J3tt0aí<», ncttuvcil he &xt ^cino he ^ovUx(i(xl,aniKxnt>0 ccn cierta» fvanceeíeüt vobavon nnct cavabela hel íricljí» |letj qxxe venia he la ^ixxñ (dañinea) en la qxxe vvbav^oxx veinte xnil hobla^, al cnal hicijv pil0t0 i»ií qixe cxxpo una parte he e&te hinevot é c\xxe ijtt eabibo qne e&tá en e^tdü ^cint»», 9obve lú cnal tne envió nna ft«0qui0(t ro0ttní»atio0 qne le xnanhá»etnv& pvenhev xj «nttr«- y se ordena á seguida en dicha Cédula: "íív*cttí»rti>ree elcnevpo al hiclja ^nan ^iaí ^íUata, é le &eci:e- tci» (^&ecne&tvei&^ taí»¿r& un» biene& xxxxxeble» xj vaicea é I0 en- tvéQnehel- nctro, é <\ne Ija actbifet» (el ^ex) he ^ovln^al) qxxe e»tá en eatoi» peinen (he ©aatilltt) etc." Y de lo expuesto resulta que el robo de ;la cai-abela portuguesa debió ser anterior, quizás algunos años al de 1495 (2). Encesta Cédula (1) Colección Navarrefce tomo 3." página 505. Dada en Alfaro á 29 de Octubre de 1495. (2) Lo dicho aleja el robo de la cai-abela Real de la fecha de las Reclamaciones portugue- sas de 1517 y lo aproxima en cambio al año de 1477 en que, como veremos, aparece en Lepe ha- ciendo desavíos un piloto .Tuan Díaz, díscolo y manilargo y que resulta muy viejo para el Solís que consta que en 6 de Marzo de 1513 tuvo un hijo de Ana Torres. JUAN DÍAZ 175 no se hace sin embargo mención más que de este delito, pero posterior- mente sin duda á 1495 cometió Juan Díaz nuevos crímenes, puesto que en las lieclamaciones portuguesas de 1517, se asegura que el perseguido piloto había cometido en Portugal no uno sino: "tnttcijoe ctrintettc» »j exceso»,*' palabras que explican y justifican el empeño puesto en 1495 para con- seguir la captura de un tan peligi'oso criminal cuya identidad con Diaz de Solis es tan absurda. En efecto ¿hasta qué punto caben y son com- patibles con la vida que conocemos de Solís los hechos ya referidos y que constituyen la personalidad de Juan Díaz según los documentos? La primera dificultad que para ello se presenta, es la fecha del descubrimiento de la India, por que no habiendo doblado Vasco de Gama el cabo de Buena Esperanza hasta 1497, y no habiendo llegado •á la India hasta 1498, no resulta ya verosímil que siendo Solís el perse- guido Díaz hubiera seivido ni tenido cuentas en la Casa de la India de Portugal. Por esto mismo, los albalaes de pago á favor de Solís eran, según las cartas de Vasconcellos, dados por Don Manuel de Portugal (1) (os vosos alberaes) y no por Don Juan II, que muerto en 1495 no conoció el descubrimiento déla India. Y sin embargo, la estancia de Solís en Portugal en los primeros años que siguieron al descubrimiento de la India, parece corroborada por su ausencia de España en los primeros años del siglo XVI. En efec- to, el navegante español á quien afirma el piloto sevillano Ledesma(2) haber conocido hacia 1498, no aparece para nada en los libros de hi, Casa hasta el año de 1508, en el que fué enviado por los de Sevilla á la Junta de los Pilotos en Bui-gos y en cuya fecha, no era tampoco conoci- do de Feínando V, que en Cédula de dicho año manifiesta á los de la Casa que api'ueba la acogida que habían hecho á Solís, colocándole •entre los Pilotos (3): **Vov &ev, flíci^úit irecie, i^tex-ecuttt iic tnucljrt cv^eviettciit é be ctuten U¿ «rtbvé »ert»lrute pava la» coeito bel ínjecobrir." Tampoco conocía á Solís en 1512 el piloto Andrés Morales que des- de antes de 1608 había pasado á la Española, y el cual preguntado por el Fiscal en la Información hecha en Santo Domingo afines de 1512 para los pleitos de Colón, si conocía á Juan de la Cosa, Alonso de Hojeda, Pedro Alonso Niño, á Cristóbal Guerra, á Rodrigo Bastidas, á (1) Que empezó á reinar á fines Je 1485. (2) Según declaración 11 de Abril 1513 Pleitos de Colón tomo 1.° página 260. (3 Archivo de la Casa 148—2—2. En tres de Marzo de 1508. 176 JUAN DÍAZ DE SOLÍS Vicente Yáñez Pinzón, é Diego de Lepe, é Juan Díaz de Solís, contestó que conocía á todos menos á Solís (1). ¿Dónde, pues, se encontraba Solís en los primeros años del si- glo XVI? En nuestro entender la respuesta es muy sencilla; prestando sus servicios ó haciendo negocios con la Casa de la India de Portugal, allí donde no podía estar el portugués Juan Díaz perseguido por sus crímenes, é incompatible de un todo navegante de Lebrija. Todo hace creer en efecto, que al calor de los recientes y gloriosos descubrimientos de Vasco de Gama, acudiese Solís á Portugal, en la misma época en la que Américo Vespucio y otros navegantes pasaron á Lisboa desde Sevilla en ocasión de este nuevo triunfo de las explora- ciones marítimas. Y como no interesa á, nuestro propósito el citado Juan Díaz, sino por su incompatibilidad con Díaz de Solís, pasaremos muy luego á ocuparnos del descubridor del Río de la Plata que fué por ello llamado Río de Solís. m. JUAN DÍAZ DE SOLÍS Como hemos dicho, fué Solís para sus contemporáneos y para los que lo conocieron como el milanos Pedro Mártir de Anglería y el ma- drileño Gonzalo Fernández de Oviedo, español y nacido en la villa de Lebrija, cercana á las márgenes del Guadalquivir. La misma naturale- za atribuye á Solís en su Historia de las Indias Francisco López de Go- mara, escri.tor ingenuo y sincero, y capellán de Hernán Cortés que según él mismo refiere, debió muchos datos á Sebastián Caboto sucesor de So- lís en el cargo de Piloto Mayor, y al caballero húrgales Pedro Ruíz Ville- gas que vivió en Sevilla y fué uno de los Cosmógrafos en la Junta de Badajoz y de Yepes presididas por Don Fernando Colón. Pero acerca del nacimiento de Solís, tiene singular autoridad el parecer de Anglería que por razones que explicaremos tenía especiales motivos para saber si este navegante había nacido ó no en Lebrija. Fueron las Décadas de Anglería escritas cronológicamente, á medida que los sucesos se desarrollaban, y aun publicadas separadamente como ocurrió con la Década primera que fué impresa ya en 1611, casi veinte (l^ Pleitos de Colón, tomo 1°, página 200. JUAN DÍAZ DE SOLÍS 177 años antes que las siguientes. En estas sus Décadas manifiesta Angle- ría un convencimiento ó seguridad creciente acerca del nacimiento de Solis en dicha población; así es que, en su Década primera publicada en 1511 y terminada sin duda poco antes, dice Anglería: * También han reconocido aquellas costas occidentales Vicente Yañez Pinzón de quien antes hablamos, y un Juan Díaz de Solis de Nebrija, y otros muchos cuyas cosas no conozco aun bien*{l). Cuyas palabras por lo que á Solis respecta, corresponden cierta- mente con el hecho de que apenas había estado Solis en la Corte en loa días de las Juntas de Burgos. En su segunda Década, y haciendo refe- rencia al viaje de Solis con Pinzón, dice Anglería: t cierto astur ovetense de antiguo linaje llamado Juan Diaz de Solis, que dice haber nacido en Lebrija, patria de varones doctos* (2). pero más adelante, refiriéndose al último viaje de Solis en 1516, dice el mismo autor: *aquel Juan Diaz de Solis de Nebrija, de quien alguna vez hemos hecho mención, ha sido enviado por la frente aquella de San Agustín para que recorra con naves nuestras el lado austral* (3). Afirmando ya sin salvedad ninguna el nacimiento de Solis en Lebri- ja. Este testimonio definitivo de Anglería, tiene tanta mayor autoridad cuanto que su &,utor pertenecía al Consejo que se ocupaba de los asuntos de Indias, y tanto que fué Anglería uno de los que entendieron en el proceso contra el factor Juan de Aranda en 1518, con motivo de su escritura con Magallanes (4). Pero existe aun otra razón para que constase á Anglería si era Solis nacido efectivamente en Lebrija, y es esta el hecho de haber sido publicadas las Décadas según refiere su mismo autor, por las gestiones de un contemporáneo de Solis é hijo tam- bién de la villa de Lebrija, el famoso Antonio de Nebrija grande amigo de Anglería, y (jue escribió el Prólogo publicado al frente de la edición hecha de las Décadas el año de 1535. Esta población de Lebrija separada hoy del Guadalquivir por las marismas (terreno bajo ó inundable) de su nombre, hallábase en el si- glo XVI unida al río por dos caños en aquel tiempo navegables, mer- ced á los cuales llegaban las naves hasta cerca de la villa, no lejos del lugar en que se encuentra hoy la estación del ferrocarril. De aquí que (1) Anglería tomo 1." p&gina 380. (2) ídem id. 2.° id. 200. Alude Angleria á su amigo Antonio de Nebrija. (3) id. id. id. id. 376. (4) Archivo de Indias 1—2 — '/j. En Noviembre de 1618. 46 178 JUAN DÍAZ DE LEBRIJA fuese por entonces Lebrija una población no sólo agrícola, sino también marítima, y que se hallasen sus marinos en inmediato y continuo con- tacto con los navegantes de Sevilla, que era desde el siglo XIV uno de los más importantes puertos de la navegación oceánica. Debemos á la diligencia del segundo Jefe del archivo de Indias Don Francisco Javier Delgado, el conocimiento de un importante y curioso documento, procedente del archivo municipal de Lebrija (1), y que evidentemente hace referencia al descubridor del Río de la Plata. Es este, un testimonio del testamento otorgado en Lebrija el 16 de Ene- ro de 1499 por el arquitecto Fernand Q-arcía (2). En dicho documento, del que por su extensión insertamos sólo lo más interesante, dispone el Fernand Q-arcía que hereden sus bienes el hijo ó hijos que nacieren de su mujer Inés de Mírabal en el caso de que se encontrase en cinta, lo que hace presumir que el testador se había casado hacía poco. De no suceder así, dispone el testador que herede sus bienes una hija natural (una su fija) la que dice se llama Juana Díaz, sin duda por haber sido bautizada con tal nombre y apellido. Pero además manifiesta el testador ser dueño de un carabelón, y de este buque sin que se toque á sus demás bienes, hace cuatro par- tes iguales de cuatro mil maravedises, de las que deja tres respectiva- mente, á su padre Antón Q-arcía y á sus hermanaslsabel "y Beatriz del mismo apellido. Manifiesta asimismo el otorgante, que tiene un herma- no llamado Juan Díaz (3), al cual deja un jubón de raso negro, pero no como pudiera creerse la otra cuarta parte en el valor de la nave, la cual lega á un su sobrino llamado Juan, hijo probablemente del Juan Díaz, y al que por dársela á su hijo, se explicaría no deje partici- pación en: **el cavabeíon qne él tiene, Cfite envió con «rtt «obvino ^nan pov nxatjúval, ipHoto) é ^nicn pi^níícj, vecino (4) iie ®ljii?ia- (1) Tomado de aquel Archivo municipal por el Sr. Don Luís Lópeü Quiroga. (2) Este arquitecto, albañi como en estilo morisco se decía aún, parece que debe ser el Fernando García citado por el P. Ricardo Cappa entre los arquitectos de siglo XV. — Estu- dios críticos tomo 18 página 178. — Por desgracia, no agrega de él ninguna otra noticia. Creemos sin embargo que trabajaba en Málaga donde, según el referido documento, dejaba su hija de corta edad llamada ./Marta -Díaz y un arca con ropa que ordena García vaya á buscarla su sobrino .Juan. Además, deja el testador tres pequeñas memorias para otrd^ tantos edificios en obra ó en construcción en Málaga, San Telmo, San Roque y Santo Domingo á la puerta del Mar. (3) No se expresa en el documento si este Juan Díaz era sólo hermano de madre, ó si .se tra- taba de un cambio de apellido. Entre los varios parientes que se mencionan no aparece ningún otro Díaz, aparte de la niña Juana Díaz hija natural de García. (4) En lo que se ve una vez más cuan usual era en el siglo XV espresar en los documentos la vecindad j no la naturaleza. OTRO Ú OTROS JUAN DÍAZ 179 En SU deseo de auxiliar al joven piloto Juan, que estaba hecho cargo del barco y que acaso manifestaba ya sus aptitudes, dispone su tío que no le tiren (le quiten) el carabelón (1), si da tanto por él como otro comprador, y que si quieren los partícipes le dejen el buque, si da lo necesario para pagarles sus participaciones. Este piloto llamado Juan, hijo según parece de Jxxan Diaz, natural de Lebrija, como el conocido y tratado por Anglería, y por Oviedo, y que en los años de 1498 y 99 estaba hecho cargo de un carabelón en el Guadalquivir y puertos de Andalucía, corresponde también con el Juan Díaz de Solís, á quien quince años antes de 1613, esto es, en 1498 (2), conoció el piloto sevillano Pedro de Ledesma (3). Sin antecedentes pe- nales, pudiendo haber pasado á Portugal en 1500 ó algo después, como hizo Américo desde Sevilla, y haber servido en la Casa de la India de Portugal, cerrada para el criminal portugués Díaz, pudo también el hon- rado navegante de Lebrija ser solicitado por el embajador de Portugal para que volviese á prestar sus servicios en aquel País, y aún recibir la oferta de perdón por alguna falta de no mucha importancia, pues que alguna causa había para que no le pagasen su haber en la Casa de la India de Portugal, y no es lo mismo una falta ó delito leve que el he- cho de ser corsario y traidor á su País, por el cual se veía encarnizada- mente perseguido en Portugal el referido Díaz, que lanzado quizás en criminal carrera, acumuló nuevos delitos al robo de la carabela real, se- gún délas Reclamaciones de 1617 se deduce. IV OTRO Ú OTROS JUAN DÍAZ Terminaremos nuestra información dando alguna noticia de otro ú otros dos Juan Díaz, contemporáneos del que en 1495 era buscado, y que pudieran muy bien relacionarse con los sucesos á que hacemos referencia. Es uno: el vecino de Lepe Juan Díaz que en el año de 1476 (1) Esta clase de naves, que al parecer eran dedicadas más frecuentemente al cabotaje, fueron sin embargo llevadas á veces al Nuevo Mundo. Y en la expedición de Hojeda se menciona re- petidamente en 1602 un carabelón Santa Ana que llevaba el veedor Hernando de Guevara. - Colee, de doc. de Nav. tomo 3.° página 102. (2) El testamento es de 1499 pero del mes de Enero, y en este documento dispone Fernando Oarcia ser enterrado en la Iglesia de Santa María del Arrabal en la que fué bautizado el famoso Nebrija (1444) y donde tenia su enterramiento Antón Oarcia Dalcalá, abuelo del Arquitecto. (8) Pleitos de Colón tomo 1.° página 260. — Declaración de Pedro de Ledeema en Sevilla el 11 de Abril de 1613. 180 OTRO Ú OTROS JUAN DÍAZ venía como tripulante á bordo de un balliner (1) del vecino de Palos Antón Martín, y que por haber á la sazón guerra con Portugal (2), re- gresaba con su buque á Palos. "íic fctfetr 0ttcvt:-a á lí>» pitvUx^ite&e^ é á Icre tn<»ro*" según reza el documento, que es una provisión de los Reyes Católi- cos dada en el año siguiente de 1477 (3). Traían consigo los del balliner cierta presa, pero por lo visto, en estas fuerzas sutiles de Palos venían cooperando también varios vecinos del» puerto de Lepe, y según la re- ferida Cédula ocurrió que: ♦♦á Uatxa xj meiiici be la Mclja xtüla i>e ^alaa, bexxivci en la ntaVi tra» loe íJidjcr» ^ebttsrtiatt |l£»iítrt0xtef é ^ixaxx ^ict?, é olvaa vecittú» iie ^epe qxxe xteniaxx sxx »xx c0xxtvañia> (i»el veclatnattts ^ntan ptctvtin) eetattín? xxxx iiia coxxxxetxito «ntlt»a é ae^nvO) x*ú» lextanta&tei» caxxtva el, é le iteeiapotfeva^te» be la capitatxia, é le tatnaate» el íricija ballexxev ^Z' : Y ordenan á seguida los Reyes, paguen el Rodríguez y el Díaz el importe de lo sustraído (unos 25,000 maravedises) al reclamante Pe- dro Antón Martín, que se quejaba amargamente de no poder conseguir que se le hiciera justicia en Lepe, donde tanto el Díaz como el Rodríguez ♦'í^olííirtn ntuclji?, tj e>»tabaxx ntittj empaventaba»*** Acaso se pretenda que estos sucesos de 1476, en los que aparece un Juan Díaz díscolo y de armas tomar capitaneando á los de Lepe contra los de Palos, son muy anteriores á la requisitoria de Alfaro contra el portugués Juan Díaz, pero conviene observar que mayor espacio de tiempo (21 años), había trascurrido entre dicha requisitoria de 1495 y las reclamaciones portuguesas contra Solís en 1517. Y ha detenerse en cuenta que el robo de la carabela á que la requisitoria se refiere, no sólo es anterior á 1496 sino que puede serlo varios años, pues que dicho documento no es una consecuencia precisa y directa del robo de dicha carabela sino debido como en la misma requisitoria se expresa, á que el Rey de Portugal **l)a eabibú qxxe e&tá etx e»to& nxxe^tva^ ^cittoa" y es de notar también que cuanto se aleja al suceso de la carabela de las Reclamaciones de 1617, otro tanto se aproxima á lo ocurrido en el balliner. De lo dicho se infiere que en Lepe como en Lebrija, existieron dos (1) Embarcación de este nombre, probablemente ballenero. (2) En este año invadió á Castilla Don Alonso de Portugal, y se dio la batalla de Toro en la que fué rechazado y reg;resó y preparó la frontera. (3) Colee, de doc. de Navarrete, tomo 3° página 472. Dada en Jerez de la Frontera en 19 da Octubre de 1477. El documento procede del Archivo de Simancas. OTRO Ú OTROS JUAN DÍAZ 181 Juan Díaz, porque resulta difícil de aceptar que el Díaz que capitanea, en 1476 á los de Lepe contra los de Palos en el episodio del balliner no siendo probablemente un jovenzuelo, fuese el Juan Díaz de Solís que ha- cia 1611 se casaba en dicha villa con Ana de Torres, de la que en 1513 tuvo uno de sus hijos (1). Parece relacionar sin embargo, el Díaz de Lepe con los de Lebrija, el hecho de haberse casado más tarde en Lepe el Piloto de Lebrija. ¿Marchó acaso á Portugal el Juan Díaz del balliner, por haberse complicado este asunto y cometió allí nuevas estorsiones? Por otra parte ¿sería causa para que el arquitecto Q-arcía no dejase parte alguna en el carabelón á su hermano Juan Díaz, (con el que estaba en buenas relaciones pues que le deja el jubón de raso negro) la circuns- tancia de ser este el Díaz de la requisitoria, cuyos bienes debían ser embargados y entregados á la persona que el Monarca de Portugal designase? ¿Se debería en tal caso á esta circunstancia el legado hecho por el arquitecto á su sobrino Juan, el piloto de Lebrija libre de tales respon- sabilidades, y que por la misma razón pudo en los primeros años del siglo XVI. prestar sus servicios en la Casa de la India de Portugal? No seguiremos, porque en realidad basta á nuestro propósito señalar la incompatibilidad de Solís con el Juan Díaz de la Requisitoria, aunque sí hayamos querido agregar á nuestra Información los anteriores datos cuyo examen parece más propio de una Monografía, que no de un tra- bajo de índole algo general como él presente. (1) En 7 de Marzo be 1513 según el libro parroquial de Lepe. 4/6 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO HERNANDO DE MAGALLANES.— LAS NEaOCIACIONES 1517.— 1518 Estaba aun reciente el sacrificio de Solís, cuando el 20 de Octubre de 1517 (1) llegó á Sevilla el hidalgo portugués Hernando Ma- gallanes, que después de haberse distinguido en los mares de la India y asistido á la toma de Malaca, había dejado hacía poco el ser- vicio de su país. Como hemos visto, comprobada por las sucesivas ex- pediciones de los navegantes de la Casa de Sevilla, la continuidad de las tierras continentales desde uno á otro de los trópicos, fué enviado el Piloto Mayor en 1616, para buscar más al Sur el deseado paso al Paci- fico, que había sido descubierto hacía poco por Vasco Núñez de Balboa. En este su último viaje había descubierto Solís el gran rio de la Plata y prolongado además el conocimiento de la costa oriental de la América del Sur en más de doscientas leguas, pero es lo cierto que el resto de la proyectada expedición tal como se consignaba en las Capitulaciones de Mansilla, según las cuales debía el Piloto Mayor intentar el paso de sus naves al Pacífico, y una vez en él navegar y explorar desde la costa occidental de Castilla del oro (región de Panamá) "ntil é ^etecienta» le^uasi ó tttá«'* dentro de la demarcación de Castilla, había quedado sin realizar. (1) Según la declaración prestada por el mismo Magallanes en la Información hecha en Sevilla contra el factor Aranda en Noviembre de 1518. Archivo de Indias 1 — 2— '/j. 184 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO Estos hechos y los minuciosos documentos que á los mismos se re- fieren, no permiten admitir que pudiese Magallanes proponer en España como cosa nueva, continuar por el Sur la exploración del nuevo Con- tinente hasta encontrar el paso para mares más occidentales, paso bus- cado en vano desde los tiempos de Cristóbal Colón, intentado luego por los navegantes de la Casa de Sevilla, fin y objeto de las más importan- tes expediciones organizadas en dicha Casa y en la última de las cuales acababa de perecer el Piloto Mayor, buscándolo precisamente en la región meridional del Nuevo Continente, en la que había de investigar y de encontrarlo el mismo Magallanes. Consta también qup, tenía este navegante en Sevilla amigos y relaciones, y era á la sazón Alcalde de los Alcázares y Atarazanas, (de cuyos edificios formaron parte la Casa de Contratación y el arsenal) el portugués Duarte Barbosa con cuya hija se había casado Magallanes (1), no siendo por ningún concepto admisible que ignorase dicho navegante el reciente intento hecho por Solís para pasar con sus naves al Pacífico, por el supuesto extremo meridional del Nuevo Continente. Pero si no puede concederse á Magallanes la originalidad de la idea, le pertenece en cambio por completo la gloria de su realización, y acer- ca de esto antes de continuar en la exposición de los hechos, manifes- taremos que en más de una obra moderna acerca de los descubrimientos geográficos, se incluye un globo terrestre atribuido en 1515 á Juan de Sehooner, globo que hacía innecesarios la expedición y el sacrificio de Solís y también esta expedición de Magallanes que costó así mismo no poca sangre, de la misma manera que en un tiempo se atribuyó á Martín de Behaim la representación del Nuevo Mundo un año antes de su descubrimiento por Cristóbal Colón, pretendiendo hacer también inútil é innecesario su glorioso viaje. En este globo de Sehooner se consigna en efecto, no sólo el litoral atlántico de la América del Sur, sino también el paso para el Pacífico por su extremo meridional, y lo que es más curioso todavía en un tra- bajo que se dice hecho en 1615, se representa también en él la costa de la Araéi-ica del Sur sobre el Pacífico hasta llegar á la América Central. Hemos buscado con verdadero interés peio sin éxito, cuales son los documentos ó los hechos positivos que existen acerca de la for- mación de este trabajo, que figura por lo menos en dos obras modernas sobre los descubrimientos geográficos, que han sido traducidas al cas- (1) Era Barbosa Teniente de Alcaide del Alcázar y Atarazanas de Sevilla por Don Jorge de Portugal y casóse con su hija Magallanes en la Capilla del Alcázar, el año de 1617. Archiva de Indias 1— 2— »/»• PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 185 tellano. Se habla de dos naves que no se sabe cuando hicieron su viaje, ni por quien iban mandadas, como no se dice de qué manera se obtuvo de las tripulaciones guardasen secretos tan importantes como el descu- brimiento del Canal, y del nuevo y antes ignorado Océano. El Señor Soplius Rugge del Instituto de Dresde (1) dice con referencia á Piga- fetta en Ramusio que acaso este trabajo se funde en cierto mapa de Bfihaim en el que este cosmógrafo muerto en 1507, * hubiera (condicio- nal) consignado aunque muy oculto, un estrecho marítimo » y agrega el mismo escritor, que acaso fuera esta una de las muchas ficciones de algún cartógrafo^ como hemos visto en muchos mapas antiguos (2). Importa mucho observar que en el referido globo geográfico se lee una inscripción latina colocada á lo largo de la costa sud-americana del Pacífico, evidentemente relativa á consignación en el globo de la referida costa, y la cual dice: SK xxxaxibai be ^wvjjoe" y agrega: "é »taní>a ai íricljo ®bi&p0 be ^nv^oa, (\ne 00 e^cviba lav^ametxte lo ctne en íU<» pa&a tj la» cab»ae, (cattaas) qne l)a IjaUiíto pava lo Ijacev, pava qne vo&otvo^ lo xteaia tj bei» pavte bello á ^eba&tian ©abatí», xj á ^ixan pe&pxxclje, xj ^n- iivé& iltfia, tj ^wtívée be ^axx ^ctvtin, tj á lo» otvo» xxxte&tvo& pilotos í^" (1), En la misma Carta, y para satisfacer también á los que con tanta razón se querellaban, dice el Principe al Doctor Matienzo y á sus compañeros, vayan pensando en las personas que deberían ir con otros cargos y **pov tevcevo be lo» povtn0xxe»e»'' y con efecto, á causa quizás de esta reclamación, marcharon con Magallanes, pues Talero enloquecido no pudo embarcar, tres de los más antiguos y entendidos Pilotos de la Casa de Sevilla, Andrés de San Martín, Juan Rodríguez Serrano y Juan Rodríguez Mafi'a. La historia de este memorable viaje, del que á diferencia de los anteriores se conservan circunstanciadas relaciones, manifiesta en efec- to que en tanto que el portugués Esteban Gómez abandonaba á Ma- gallanes en el Estrecho y regresaba á España en la nao de San An- tonio que era una de las más grandes, los Pilotos de la Casa, fueron sus más animosos é inteligentes auxiliares. El sevillano Andrés de San Martín, cosmógrafo de la expedición, le aconseja siga aun más de un mesen aquellos canales si se prolongaban, y tanto San Martín como Serrano, llegan con Magallanes á las grandes islas de Oceania, y pe- recen con él en la gloriosa empresa. Nada sería más injusto que inter- pretar la digna y justificada actitud del Doctor Matienzo Jefe y perso- nalidad la más importante de la Casa de Sevilla, como sistemática oposición hecha á los proyectos de Magallanes. Los hechos y los docu- mentos manifiestan por el contrario, la protección prestada por el Doc- tor á Magallanes al que en un día de motín defiende hasta con peligro de su vida, y lo comprueba también el hecho de nombrarle Magallanes BU albacea, en el testamento que hizo en Sevilla, muy pocos días antes de partir para la mar (2). En el mes de Julio se encontraba de nuevo Magallanes en la Corte, y su viaje parece haber tenido por objeto conseguir la necesaria (1) Entre los Pilotos de nombramiento real figuraban también en la Casa Juan Rodrigues Serrano y Juan Rodríguez Mafra, que tomaron parte en este viaje. (2) Hecho en Sevilla en 24 de Agosto de 1519, estando ya los buques en Sanlúcar. — Archivo áe Indias 1—2—»/,. PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 191 autorización ú orden para determinar los fondos que debían aplicarse al ai'mamento de esta escuadra, y áfin de obtener la aprobación de la lista ó memorial que para la armada hacia falta, como para otras expedi- ciones se había hecho. Ya en esta época se observa existía conformidad «ntre el Doctor y Magallanes á juzgar por los términos de la Carta que Matienzo y sus compañeros dirigen al Príncipe en Agosto del mismo año (1) y en la que le dicen se felicitan por el favorable despacho obte- nido por Magallanes, que como veremos había llevado á Sevilla con la oontestación de Don Carlos, la lista ó Memorial para la armada y la consignación de algunos fondos para los primeros gastos. Esta Carta en la que los de la Casa contestan á la antes citada dice así: "Pltttj alta tj pchevoítú ^cttín?»'* ♦'^ccibinto* la cavia he ^. Jl. feclja á 20 be ^ixlio, con el ^0%neniiaii0v ^aaaUatte» capitán ite ^. ^« é obinto» nxucljú placev ccn an t>«nit»ct, tj con la betevxnitt ación (\ne ec ira tc- ntaito en lo be la ^vntabat etc. Acompañaban á la Carta de Don Carlos dos Cédulas del mismo día (20 de Agosto de 1517), una (2) con la lista ó Memorial aprobado de las cosas necesarias para la expedición y que debían suministrar los de la Casa, y la segunda en la que se aplican para los gastos de dicha armada cinco mil pesos que habían ingresado recientemente (3). A esta segunda Cédula contestaron los de la Casa manifestando como era justo, que no bastaba lo consignado y preguntando si destina- ban al mismo fin diez y siete mil pesos que habían ingresado después: **P0V qne tío el ^octaVi (4) Mee la catrta, na qnevvia ga&tav 9in manbantiento expve00 be ^* ^. auncrtt» canojco (\ne Ijatj ncceftií>a& ntncljú be lo iya^ev» etc." Estas indicaciones del Doctor Matienzo fueron atendidas, aunque no desde luego, por haberse quizá aplicado tal suma á otros fines, pero por Cédula dada en Zaragoza en 12 de Octubre, se le ordenó que de una cantidad últimamente percibida, se aplicasen mil ducados,para el avío de la armada de Magallanes (5). Consta, que no obstante ese retraso, se (1) Que por excepción se ha conservado. — Archivo de Indias — 2~-5 — i/g. En 16 de Agosto de 1B18. (2) Archivo de la Casa en el de Indias — 41 — 6 — ^/g,. (3) Archivo de la Casa en el de Indias — 41 — 6 — 8/35 — fecha expresada. (4) El Doctor, como Tesorero tenía también mayor responsabilidad. Además desde la muerte de Don Fernando y de Cisneros, no encontraba la omnímoda confianza anterior, y aun había, tratado de dejar su cargo. (6) Archivo de la Casa en el de Indias — 41 — 6 — */^ fecha referida. Catálogo del Sr. Llorena, página 30. 192 PKIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO había comenzado desde luego y la habilitación de las naves con toda dili- gencia, pues ya en Octubre se trataba de varar uno de los cascos, sin duda para proceder á calafatearlo, y en 21 de Octubre convinieron los de la Casa con Magallanes en que: "al otvo tfia vt«vntc0, se ttat-rtCH? en tiertrct itnct be lae^ txctc» Cfue Ijtxn i>e iv ext la íridjit ctvntrt^rt, ij í]xxe el factov ^e Icx ^i^:iJa nne&tvci ©ctem llexrcx&e el ^exxbóxx t>e ntteetvaa Jlrttta& véale» á la iixcliaxxao i pava I0 panev exxe'xxxxa hella, ij íl Mcijt» caí?itán (|ítta0rtUcm«e) la& •íxxxjas, pava la» poxxev fxxeva> coxxxo í»ij qxxe e» U&0 xy co0ttttttijve" que tales son los términos, en que expresa la Cédula dirigida por el Principe al Asistente de Sevilla Sancho Martínez de Ley va, en 11 de Noviembre de 1618 (1). Ocurrió sin embargo aquel día, según la misma Cédula refiere, que: "Cíxtttít, el bxcljo capitáxx tttattvxxgá, cretjenírj? cíxte el í»iclj<» factot* ijabia Ueuo^^? ttite&tvo |íett^^Jn coxxxo Ijabxa c{xxetiaií0 a»exxtatfO, pxx&o la» batxiieva& i>e »xx& avxxxa» exx el cabve&tattte, Cfue e&taba exx tievva> pava vavav la biclya xxao, xy irij tyxxe xxxx ^eba&txáxx ^o&evo, alcalhe hel teniente he ^Ixnivaxxte (el ^Inti- mante í»e ©asrtillrt,) iixxci i^xxe xxo pavéela Uieit qne »e efttnnieoen ttlii la» avxxxa» bel ^exy be ^ovtxx^al^ xy que el í»ici;a ea^itiin |itct0aUcttte», le ve»p0xxiiió cyue xxo lyabia avxtxa» bel |letj í^e ^ovtxx^ali »in0 la» »xxtya»iceixtx0 xxxxe»tv0 vaaallo \y »evvlxbc¡v$c.^^ Participó ta.mbién el Tiosero estos falsos rumores al Cabildo de la Ciudad y al teniente del Almirante su superior, acudió gran golpe de gente al varadero y quiso el del Almirante prender á Magallanes, que fué entonces animosamente defendido por el Doctoi-, el cual se personó también en la ribera del Río para proteger á los navegantes. Así lo refiere el mismo Magallanes en su carta á Carlos V, fechada en 24 de Octubre (2) ó sea dos días después de estos sucesos: "tj nieniííJ el ^oeiov Jtlatienfo, &iee pict0ctUatte*, la »in tra- ían, qne a mi xy á lo» ntios^ »e qxtevxa ijacer, eeljó ntan*? bel teniettte bel JUtnirante, retrnitriénbole be izarte be ^. '^* irne no Ijieiei&e co»a tan contra xtxte»ivo eevniciíJ,*' Pero ocurría esto en tiempos de sorda irritación contra los codicio- sos extranjeros que rodeaban al Principe, y estas circunstancias dieron la mayor gravedad al inesperado conflicto, en tales términos ' (1) Archivo (le la Casa en el de Indias — 139 — 1—5. En Zaragoza en dicha fecha. '2) Colección de documentos de D. Martín 7erná.ndez, Navarrete, tomo 4.° página 124. PBIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 193 que ni el prestigio del Doctor en la Ciudad, sus años ni su respetable carácter, bastaron para contener á aquella gente maleante, viéndose el animoso anciano en grave riesgo de ser víctima de la turba, de tal ma- nera que, según la referida carta de Magallanes al Príncipe, los amo- tinados: **gcljav0n tnano í>«l doctor ty alguno» con Ict» s»pai>a«k ^«ftntt^a« &0bve &ix cabera, le quevian ¡jeviv, etc«" A tal extremo llevó aquel día el primer Abad de la Jamaica en su defensa de los navegantes para la famosa expedición. Con este mo- tivo, dirigióle Carlos V una honrosísima Carta, que se conserva en el Archivo de Indias, y que dice asi (1): '*®l ^etj,—^0ct0v ^ancljú be piati^ttfo ^bab be la jamai- ca, nne0tvo ^eaovevc be la ®(i»a be ^ontvatacicn be la» l^n- bia&, que ve&ibe en la ffiinhuí» be Sevilla »j ©anónima i»cUtt, t»i vueotva letva be 24 be ®ct«tíjrc pa&abo en qwe nte tjaf^tj* 0a- bev I0 qne paaó con el teniente be almirante xj e&e álcali»* con ^evnanbct i^a^allan*» nne&Xva ®aí?ltan, »j txo» a^vabe%- C0 tj tengo en «etríjicio I0 (\ne no» en ello ljici»tel», *j el cn\babo i\ne ioni»iei» be nxe lo ijaj«tr &abeVi qne e& tobo bicljo con aquella t»olunta^, xj aftcian, tj 1tí»cll&al», une ^ientpve anei» tenibo tj tenei» á la& co^a» be nxi fterttlíla. ^ó ije ntanírabo pvoveer: aobve el ca&o lo qxxe vevei»^ pava quel ^&i»tente be la ^xnbab ca^ii^ne la* pev&onaa c\ne en ello ovieven »e»jÍ»o cnlpaboü con tobo vi^ov be fw&ticia xj bexnásí beoto^ ^ó le esicvibo xnanbáxxbole qne en ello entienba con xnnclja bili- ^encia, bable nxi ©atrta xj notificable la biclja ©iímla xj fa^eb- xxte skabev coxno lo faje, xj el ca&ti^o une en ello oxtieve feclja»'* "ga cjttc becx&t qxxe toca al bicljo ^evnanbo be ptagalla- nesi, tenga ||á pov nxnxj jciert0 xj bebiba canftanfa que e» ra- ían, X) a»í &e lo pobei0 certificar »j qne en tobo lo tenga be ntirari fanarecer canta á »ert>ii>ar nuestra.— ^e ¿garagaf a á anee be Haniembre be 1518»— |}á el ^exj (2>— $lefren^a^a í»«l Secretaria ffiaba»— í>el ©Ijanciller xj bel (f>bi»po be ^nrga*." (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 5. De Zaragoza 4 11 de NoTiembre de 1618. (2) Esta frecuente preterición de la Beina Madre, que era la verdadera Soberana d« Casti- lla, fué censurada en las Cortes de Valladolid. 49 194 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO III LAS CORTES DE VALLADOLID.— CABOTO, PILOTO MAYOR. LA JURA DE LAS BANDERAS 1518— 1519 La concesión de todo cargo importante á los flamencos que venían con el Príncipe, la desenfrenada codicia de algunos de ellos, la designación de Guillermo de Croy sobrino de Geures, para suceder á Cisneros en el Arzobispado de Toledo y más aún la presencia en las Cortes de Valladolid del flamenco Sauvage, que con el título de Grran Canciller había reemplazado al sabio Cardenal en la Gobernación, fue- ron causas á producir entre los representantes de Castilla sorda cólera, de que se hizo intérprete el Doctor Zumel, Procurador de Burgos, que en vano fué amonestado por el famoso Geures, privado y tutor del Príncipe. Zumel, por el contrario se hizo oir de este, ante quien con toda entereza mantuvo la razón y la justicia de sus reclamaciones, y según el cronista Sandoval (1): < Zumel volvió á decir ante su alteza, lo mismo que había dicho á Geures y con buenas razones le apretó de tal manera, que dio señal y prometió de guardar al Reino lo que había jurado. » Ofrecía dificultades la adhesión y reconocimiento de Carlos por todos los representantes castellanos, el Príncipe no había sido jurado aún en Aragón, y fuéle preciso transigir; pero aprobaron las Cortes una Representación en la que se comprendían diferentes proposiciones á las cuales debía Don Carlos prometer cumplimiento, y era una de ellas que no se pudiese conceder á ningún extranjero: "oftcii?», ni beneficia©, Jtl ^i^}^ti^c^;í>^s, ni 0<»W«rttírst" (2), según disponía el testamento de la Reina Isabel, que como sabio códi- go invocaban los representantes castellanos. La desconfianza después de tanto abuso era, sin embargo tan grande, que á fin de evitar se eludiera el cumplimiento de lo ofrecido por la concesión oportuna de cartas de naturaleza, se agregaba en la dicha Representación: "cíttc no írlíflre el ^vincipe^ ni con&iniieíte hav ffiavtftft be na- invale^a vj c\ne »i la* ijahia ^al>x>, lct« vevoca&e*^* Prometió Carlos V cumplir lo expresado en esta proposición, aunque sin efecto retroactivo y contestó: "eHwe rtfirf I0 etnavitavici be ctUí etírclante, tj c{ne le pvo- ntetiaJ* (1) Historia de Carlos V por Fray Prudencio Sandoval, Obispo de Pamplona tomo 1." folio 72. (2) ídem id. tomo 1.° folio 74, cláusula quinta de las 74 de que consta el documento. PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 196 Ocurría esto á seguida de la ceremonia de la jura de Carlos V la cual tuvo lugar el 7 de Febrero de 1618, y dos días antes (1) precisa- mente el día cinco del mismo mes, era nombrado Piloto Mayor de la Casa *'«n lu0Civ é pav vacación t>e ^Mift" Sebastián Caboto (2), que no era español y que como navegante hizo bien poco. La importancia de la misión confiada á Magallanes, al que corres- pondía explorar en gran parte la concesión hecha á Castilla, y la impo- sibilidad de concederle en aquellas circunstancias Carta de naturaleza como se había hecho con Américo, explican y dan razón de la curiosa ceremonia que una vez dispuestas las naves tuvo lugar en Sevilla, para la entrega solemne hecha á Magallanes de la Bandera de Castilla, y el acto público de prestar el mismo navegante el juramento de fideli- dad á la enseña que se confiaba. De recibir este juramento, y de entre- gar á Magallanes la Bandera, fué encargado como el más legítimo re- presentante de los Reyes, Sancho Martínez de Leiva (3) Asistente de Sevilla. Tuvo lugar esta ceremonia en la Iglesia de Santa María de la Vic- toria, sita en el barrio de Triana frontero á Sevilla al otro lado del Gua- dalquivir, y de cuyo templo ligado por varias razones con la historia de este memorable viaje, queremos consignar aquí algunas breves noti- cias. Antigua capilla de una hermandad ó Cofradía de San Sebastián formada quizá por los calafates sevillanos, había sido cedida en 1516 á los religiosos Mínimos (4) ó de San Francisco de Paula, que habían lle- gado hacía poco para establecerse en Sevilla. Hechas las obras más ne- cesarias, para la nueva aplicación del edificio, y reparada también ó am- pliada la iglesia, en Noviembre de 1517 fué consagrado el nuevo templo por el Obispo de Velandia, auxiliar de Fray Diego de Deza (6) y dedica- do á la Natividad de Nuestra Señora bajo la advocación de Santa María de la Victoria y vulgarmente de la Victoria, como se decía á la Casa de los mismos Religiosos fundada por los Reyes Católicos en Málaga, al tiem- po de su conquista. El templo de Santa María de la Victoria estaba, co- mo hemos dicho, cercano al Guadalquivir (6), y á la orilla de Triana opuesta á Sevilla, casi enfrente de los edificios de la Contratación sitio (1) Archivo de la Casa en el de Indias. — 46 — 4— '/jo Pecha citada. (2) En qne se ve el deseo de eludir lo que en la citada Representación se pedía. (3) Superior autoridad por delegación de los Reyes y cuya jurisdicción comprendía no sólo la Ciudad, sino también una gran parte de Andalucía. (4) Por Don Diego Ortiz de Züñiga, Veinte y cuatro de dicha Ciudad. — Sevilla 1687. — Año de 1616. (5) El constante amigo y protector de Cristóbal Colón y de sus proyectos, y sabio fundador del Colegio de Santo Tomás de Sevilla y cuyo sepulcro se conserva en la Catedral. (6) Próximo á la Iglesia de los Remedios que se conserva. 196 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO de donde partieron las naves (1), que probablemente estaban ancladas ya en dicho lugar. Las banderas destinadas á las cinco naves, que según el respectivo LA. J-CTUA. TD:B las BA.1MI5EIIA.S Libro de armada (2) eran muy numerosas, estaban muchas de ellas pintadas sobre telas de Uenzo ó de seda y tenían carácter artístico, habiendo sido pintadas varias de ellas por el pintor sevillano Francisco (1) En el llamado Paerto de las Muías, como consigna Pigafetta. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 32— 3— '/as- PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 197 Villegas (1). Llevadas aquel día al templo de la Victoria, situado como hemos dicho en un barrio poblado principalmente de gentes de mar, y con la obligada asistencia de los Jefes de la Casa, de los Pilotos y navegantes de la misma y de los capitanes y pilotos que con Magallanes debían partir, llegó desde Sevilla á la hora prefijada el Asistente de la Ciudad Sancho Martínez de Leiva, seguido de numeroso acompaña- miento y enti'egó en el templo á Magallanes aquella gloriosa Enseña que debía dar la primera la vuelta á la Tierra, recibiendo después del ilustre navegante el público y solemne juramento de guardarle la de- bida fidelidad. Terminado este primer acto y entregada la bandera á Magallanes, fué este recibiendo á su vez el juramento de obediencia que, como á su Jefe debían prestarle los demás Capitanes y Pilotos, y saliendo después fuera del templo la brillante comitiva, atravesó la abigarrada multitud que estaba fuera, para llevar hasta las próximas naves las banderas déla expedición. Activáronse los últimos aprestos, y el 9 de Agosto (1619) quedaron listas para partir las cinco naves, que al disparo de mucha arti- llería (2) salieron del puerto, y dando al viento algunas de sus velas, co- menzaron á descender las veinte leguas del río hasta llegar á Sanlúcar de Barrameda, y en cuyo puerto de Bonanza anclaron; allí había una dependencia de la Casa de Contratación, y en él se detuvieron las na- ves hasta el 20 de Septiembre, á causa, según parece, de nuevas y vehe- mentes gestiones del Gobierno de Portugal. En este intervalo, hizo Magallanes una ó más excursiones á Sevilla en la que quedaba su familia (3), y de sus idas á la capital andaluza dan testimonio dos documentos públicos otorgados por dicho navegante en 24 de Agosto de 1519, ó sea después de su salida de Sevilla y antes que en 20 de Septiembre, se hiciera definitivamente á la mar desde Sanlúcar. Fué uno de ellos su testamento (4), en él que como Colón fundaba Magallanes un mayorazgo, cuyos poseedores habían de llevar su apellido, y que deberían casarse en España. Destinaba á mandas piadosas la décima parte de sus bienes, que según la voluntad de este ilustre varón peninsular debían distribuirse entre los Monasterios de Santa María de la Victoria (1) Entre ellas, las de la nao San Antonio y de la nao Santiago, segán el referido Libro de Armada. Este pintor, deudo quizá pero anterior á Pedro Villegas Marmolejo, pintó también en 1502 un retablo destinado i, la Española. (2) Primo viaggio in torno al Globo terráqueo. — Del Caballero Antonio Pigafetta. — Publi- cado del códice de aquella Bibliot«ca Ambrosiana, por el Sr. Amoretti. — Mil4n 1800, péigina KX (3) Donde dejaba su mujer y su niño de corta edad que murió muy luego. (4) Archivo de ludias — 1 — 2 — '/j. Acaso corresponda i, alguno de sus viajes por el Guadal* qaivir, el nombre de Magallanes dado á uno de los caños del rio, i, la altura de Lebrija. 50 198 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO de Sevilla, Santo Domingo de Oporto, Monserrate de Cataluña, y el de A randa en Castilla. En este documento manifestaba asimismo Magallanes el deseo, que por su muerte en Oceanía no pudo llevarse á cabo, de ser enterrado en el ya citado Monasterio de Santa María de la Victoria (1) sito como hemos dicho en Triana. Para el cumplimiento de esta su última voluntad, designaba Magallanes como albaceas á su suegro Barbosa al- calde que era de las Atarazanas, y al anciano Doctor Matienzo que como Jefe de la Casa le asistiera para la preparación de la armada, que tan animosamente le defendiera en el motín, y al que menguados informes suponen contrariando sus planes. Por el segundo de los documentos á que hemos hecho referencia, hacía Magallanes con la misma fecha, donación de la suma de doce mil quinientos maravedises de que le había hecho merced Carlos V, en favor del mismo Convento de la Victoria, elegido para su enterramiento, y en el que había tenido lugar la jura solemne de las banderas. (2) IV LA ARMADA— LOS PILOTOS— LA PARTIDA I519 Ultimados los preparativos, hallábanse á principios de Agosto ancla- das las naves y dispuestas á partir, en el llamado puerto de las Muías sobre .la orilla de Triana. En el Libro de Armada de esta expedición (3) consérvanse minuciosos datos y noticias de los gastos ocasionados para la habilitación y armamento por la Casa de los cinco buques que constituirían la armada según lo estipulado en las Capitu- laciones y que fueron. La Trinidad con 132 toneladas. la San Antonio 144 » la Concepción 108 » la Victoria 102 y Santiago de solo 90 >' (1) El Convento de la Victoria sufrió un grande incendio á fines del siglo XVII y ffté reparado muy luego siendo después destruido al tiempo de la invasión de 1808. ' (2) Colee, de doc. de Nav. tomo IV prólogo página LXXX documento n.° XIU, (3) Archivo de la Casa en el de las Indias 32—3 — */ja PRIMííR VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 199 Entre todas ellas merece especial mención una de las más pequeñas, la Victoria, ó mejor dicho, Santa María de la Victoria, que tal era su verdadero nombre como consta en diversos documentos (1), y única de las cinco que habiendo regresado á Sevilla al mando de Sebastián Elcano (Deloano) llevó á cabo la empresa de dar la primera la vuelta al Mundo. Iban en estas naves hasta 237 tripulantes con provisiones calculadas para 750 días. El personal técnico de esta expedición era numeroso, y dados los tiempos escogidísimo, cual correspondía á la importancia y dificultad de la empresa acometida. Atendidas en parte las reclamaciones hechas por el Doctor, acompañaban á Magallanes algunos de los más entendidos Pilotos de la Casa, Juan Rodríguez Serrano y Andrés de San Martín afecto hacía tiempo á los trabajos geográficos de esta Institución. En uno y oti'o Piloto encontraría dos de sus más inteligentes y eficaces cooperadores hasta su sacrificio en Oceanía. En la nao San Antonio, además de su Rodríguez Mafra, que iba por su Piloto, embarcó Andrés de San Martín, llamado en las listas de embarque Piloto de S. M. y mandando la nao Santiago iba Rodríguez Serrano, pilotos antiguos los tres, de la Casa de Contratación. En cuanto á Andrés de San Martín, especialmente encargado de hacer las observaciones astro- nómicas, y á quien su compañero de viaje el italiano Antonio Pi- gafetta, califica repetidamente de astrónomo sevillano, aunque an- tiguo Piloto geógrafo de la Casa y afecto al servicio de las Cartas marítimas, no se tiene noticia de ninguna navegación suya ante- rior, lo que comprueba que más que navegante era hombre de estudio, y cosmógrafo más bien que Piloto, explicándose así su elección con preferencia á los demás Pilotos geógrafos de la Casa para sustituir al Bachiller Ruy Falero que había enloquecido y hacer en su lugar, como lo realizó, las observaciones astronómicas para tratar de obtener por su medio la determinación de la longitud, problema del que dependía situar en el extremo oriente la prolongación de la famosa Línea meridiana. Como maestre de la nao Concepción, embarcó el vizcaíno Juan Se- bastián Elcano (Delcano) que se había distinguido en la campaña de Oran, y como contramaestre de la nao Trinidad Francisco Albo, que (1) Por la información hecha en Sevilla en 1523 á. instancia de Simón de Burgos acercado su conducta en la isla de Santiago al tiempo de ser apresados allí los 13 tripulantes de la nao Victoria en su viaje de regreso. Archivo de Indias 144 — 1 — 9. «al tiempo que la nao Santa María de la Victoria» dice: Catálogo del Sr. Llorens página 68 — También fué llamada por esto Sant* María de la Victoria la nao Capitana de la expedición de Loaisa á bordo de la cual falleoid Elcano á ñnes de 1626 después de haber pasado por sagonda vez el estrecho de Magallanes. 200 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO regresaría como piloto de la nao Victoria mandada por Elcano en su viaje de regreso al puerto de Sevilla, y á quien se debe su notable Dia- rio de navegación, verdadero documento oficial de este famoso viaie (1). De los portugueses que con Magallanes embarcaron debemos citar á su cuñado Duarte Barbosa, su sobrino Alvaro Mezquita Ca- pitán y Esteban Gómez, piloto de la nao San Antonio. Por último, á bordo de la capitana Trinidad iba el lombardo An- tonio Pigafetta, que llegado recientemente de Italia vino desde Bar- celona á Sevilla, provisto sin duda de muy eficaces cartas de reco- mendación, consiguió formar parte de la expedición, y al que se califica de criado de Magallanes en las listas de embarque, y de Sobresaliente en la de los diez y ocho que con Elcano regresaron (2)r habiendo figurado por tanto como voluntario viajero, pero sin carác- ter alguno oficial en el famoso viaje. Hombre observador, curioso ó ilustrado para su tiempo, fiíé Pigafetta el autor de la más circunstan- ciada relación que de este viaje se conserva y que citamos aquí re- petidas veces; su trabajo tiene aún mayor interés, porque á conse- cuencia de los desastres que á la expedición ocurrieron ó por otros accidentes, no subsisten los escritos de Magallanes, ni tampoco los de Andrés de San Martín, conservándose sólo el excelente pero conciso Diario del piloto de la Victoria Francisco Albo. Menguó sin embargo Pigafetta su trabajo, por el silencio que en su Relación guarda acerca de Elcano y de Albo, pudiéndose deducir de su lectura que fuese acaso su autor el jefe de aquella expedición en la que no ejercía en realidad cargo alguno, como en otro tiempo hiciera Américo no nombrando tampoco en las Relaciones de sus viajes á Juan de la Cosa, ni á los pi- lotos portugueses que en sus expediciones al Brasil le acompañaron. Vencidas por fin las últimas dificultades, el 20 de Septiembre de 1619 salió de Sanlúcar para la mar la armada, dirigiéndose primero á las islas Canarias estación primera y obligada de las naves que desde España se dirigían al Nuevo Continente, á los seis días de su partida lle- garon á la isla de Tenerife, y el tres de Octubre á media noche según consigna Pigafetta, se hicieron de nuevo á la mar los cinco buques. (l'l Al-chivo de Indias 1— 2— i/i- (2) No es cierto que hiciere este viaje el llamado Maximiliano y Franselvano autor de naa- Relación hecha del mismo. LA PRIMERA NAVE DE VERACRUZ I519 Dada la duración de este viaje, procede si hemos de conservar al- gún orden cronológico, consignar aquí aunque sólo sea en breve paréntesis, algunos de los más importantes servicios y sucesos á que durante ese tiempo, se hace referencia en los Libros y en los documentos de la Casa de Contratación. Apenas había trascurrido el mes de Octubre, cuando el 7 de No- viembre de 1519 llegaba á Sevilla procedente de Indias, una solitaria carabela portadora de importantes novedades. Procedía este buque de una nueva y aún desconocida ciudad española recién fundada en el Nuevo Continente, la Villa Rica de la Vera-Cruz y venían á Castilla en esta nave dos de sus primeros Regidores Francisco Montejo y Gonzalo Hernández de Puerto-Carrero, que elegidos al constituirse el nuevo Mu- nicipio, llegaban en este buque para participar al Monarca la creación de la nueva ciudad española, y la designación hecha de Hernando Cortés pava tener el mando de aquellas fuerzas hasta tanto que otra cosa no se ordenase. En efecto, apenas constituido el nuevo Municipio y solicitado por Cortés ser escuchado, hicióronle entrar los recientemente elegidos, y una vez ante ellos manifestóles el caudillo su situación y pensamientos y, según las palabras del historiador Solís (1). « Bien sabéis, les dijo entre otras razones, que yó gobierno el ejército sin otro título que un nombramiento dado yor Diego Velazquez (2), que fué con (1) Solis, Historia de Méjico, página 86. C2) Que gobernaba en la Isla de Cuba ¿ nombre del hijo de Colón. 01 202 LA PRIMERA NAVE DE VERACRUZ corta remisión escrito y revocado No ignoran esto los soldados, agregó, ni yó tengo tan humilde el espíritu que quiera mandarlos con autoridad escru- pulosa, ni es el empeño en que nos hallamos para entrar en él con un ejército que se mantiene más en costumbre de obedecer, que en la razón de la obedien- cia. A vosotros señores toca el remedio de este inconveniente, y el Ayuntamien- to en quien reside hoy la representación de nuestro Rey, puede en su nombre proveer al gobierno desús armas, eligiendo personas en que no incurran es- tas nulidades. > Terminado su razonamiento, según el mismo historiador: t Arrojó Cortés sobre la mesa el título dado por Velazquez, besó el bas- tón demando, y dejándole entregado á los alcaldes se retiró á su barraca. De tal y no de otra manera rompió Cortés con Velázquez, á segui- da de haber manifestado osadamente á los embajadores que le enviara Motezuma, que no se iría de Méjico sin verle, y hablar con él en persona. Con larga carta y con presentes de Cortés para Carlos V, traían Montejo y Puerto-Carrero dos cartas para el Monarca (1). tuna en razón de lo que hasta entonces habían hecho en su servicio aquellos pocos hidalgos españoles, en aquella tierra nuevamente descubier- ta, y en ella no firmaron sino los Alcaldes y Regidores. La otra fué acorda- da y firmada, del Cabildo y de todos los más principales que habia en el ejército, la cual en sustancia contenía, como todos ellos tenian y guardarían aquella villa y tierra en su real nombre ganada, y morirían por ello y sobre ello, si otra cosa Su Magestad no mandase.* Tales eran las nuevas que traía esta carabela, la primera que de Méjico llegaba á Sevilla, y de cuya llegada se envió aviso á Barcelo- na, donde á la sazón se encontraba el Monarca, seguramente en el mis- mo día de su llegada á dicha Ciudad. El asiento del Libro de Tesore- ría dice así: (2) "®« 27 &f ^icUtnbve lr« 1519, pa^o Ijcí^Jjí» á ^¡opt ^iírrtlga eovvic (45 &itcttín>«í >« cxo) pov si viix\s <\vls iUtró á ^axcsio- txa en 7 í>c ^cvxexnbve hs&Xe pveíienis año, ccn ia nneva he ia ile0rttrrt ite Ict eavíxbeia que vino i>e ^ttctttcttt, en qne vinievon i&on^íxlo ^evnantte^ ^nevio (S^avvevo tj ^vanci^ca piontefo, en- v\0Lt3í0& pov ^evnaniKi Gavien xy lo» qne con él i\netnxvon en ia ^iiltt vita tte ia ^ctrctctruf»" (1) Historia de Méjico por Don Francisco López de Gomara, Capellán que fué de Hernán Cortés, página 323. — De los documentos traídos entonces por Montejo y Puerto-Carrero, consér- vase la carta dirigida por el Municipio de Veracruz á D.* Juana y á su hijo Carlos V, que ha si- do publicada en la Colección de autores españoles al frente de las Cartas de Relación de Her- nán Cortés fechada en 10 de Julio de 1519. Detuviéronse los emisarios en las Antillas y por es- to el retraso que se observa en su viaje. (2) Archivo de la Casa de Indias. 39 — 2 — ^/g, fecha citada. LA PRIMERA NAVE DE VERACRUZ 203 El 'historiador Gomara, capellán que fué de Hernán Cortés, con- signa los presentes (1) enviados por este caudillo á Carlos V con Montejo y Puerto-Carrero, y hace también mención de cuatro indios y dos indias, que son sin duda los que en la carabela vinieron, y dice: < Tenían á la sazón (2) los de Cempoallan muchos hombres para sacri- ficar ^pidióselos Cortés para enviar al Emperador con el presente, porque no los sacrificasen. Mas ellos no quisieron, diciendo que se enojarían sus dioses y les quitarían el maíz, los hijos, y la vida, sise los daban. Todavia les tomó cuatro de ellos y dos mujeres los cuales eran mancebos y dispuestos. Anda- ban muy emplumajados y bailando por la ciudad, pidiendo limosna para su sacrificio y muerte. Era cosa grande cuanto les o f redan y miraban. Traían á las orejas arracadas de oro con turquesas, y unos gordos sortijo- nes de lo mesmo á los bezos (labios) bajeros, que les descubrían los dientes. » Pasó por entonces Don Carlos de Barcelona á Tordesillas donde vivía su Madre y ordenó fuesen enviados allá los dichos indios é in- dias á los cuales se habilitaron de ropa de abrigo, unas comunes y otras de lujo y ceremonia, según consta en varios asientos del mismo Libro de Tesorería, de los cuales consignamos los dos siguientes: "llelacion (B) í>e lí»e ntrtvattcí»i» cinc ae ijttJt uctetaí»»? en lu* veatuavioa, é cctbal0aifxxv(x&, tj otva» coskaa iixtc »e Ijan com- pvaiio pava lo* &ei& inbiue é ixxitia», que ^vaticxüco ^oxxUio é ^xxevto (Havvevo, tvuxevoxx í»e ict JíiHa trica i>e la ^eracvxxii, é exx el cilcfxxxlev í»c la& bestia» cjuc Hetmv<»»t t»?í*ttfir la& coaa» c\ne 100 «<»Uvei»icijoe tritjecvttn be la biclja villa (4), xj aae-to» qxxe &e Ijicicron coxx lo» bidjtr© iuMoe é cabal(iaiixxvae, be»l>c c\xxe par:tiev0xx tfeata cibitab l)a&ta cfxxe lle^avoxx á ^rtUttí><»Ul*, x) iiexxiie (pealli) á ®ov&«0iUa», á eu ^agcstciir tj e&txxvxevoxx exxíte tj vúlvievotx á ««trt cibírctlr, ecgutt lo Má pov qxxexxta (f^cljaxxhia- n0, con (Tttien exxxfiaxxxo» á «u ^a^eatatt I00 iiic\;}0& inM*>» é ixxiiia», é la0 otra* ec^aa, pcv vivtub be xxtxa ®éí>ttla c\ue aobve ellíT ^, |ftl. no» xnaniíó fecijav en ittolln bel ^ex) á b be ^icietn- bve be 1519." El segundo asiento dice: **coxnpxávon&e á (Bon^alo ^eg^nva vecino be eata cibbab (1) Gomara. Historia de la conquista de Méjico, pág. 322. (2) Id. [id. id id. pág. 323. Venía según Gomara por Piloto de la carabela Anttef tj »ictc pex00%ta&i laXtrabove» be ^nie- tjttetrtt, cntjo flete tj tnantenlntientasí fixevcn pa^abo» á bicljc tnae&tve «e^wn el a^iexxtá C0vve»p otxbxexxte bel gibrír be ©e^o- vevxa be la ®a»tt (4) eonto tcitnlíiett Me? xj o cijo tottelabaa en íjxte fttevíín afavaíK»» t<»&ttft la& sretnillct», tj Ije^rantientct*, tj 0vnaxxxextt0&) xj 0iv:a& coaita txece»avxa0 pava loa Melj*** labva- bave» cfwe can el í>ielí0 xxxae&tve, etxxHaxxxo» á loa aftcittle» be »xt» ^a\e&tabe& qxxe ve&ibext en bielja tala»" (en la Española.) En el folio 116 del mismo Libro se consignan algunos detalles acer- ca de las herramientas, y semillas que en las diez 5'^ ocho toneladas de la nao de Martín Aguirre se comprendían, expresándose la: "Itelaeioníire la» Ijertrantientcta, platxta», xj &exxxilla& qxxe &e Ijaxx exxviabú pava I0& labvabave» be ^Intecrneva, cjne pa&aban á Irtft ^xtbia» eate año be 1520'* La partida de herramientas es muy variada, expresándose en-" (1) Archivo de la Casa en el de Indias 32— 2— 2/g. En 17 de Septiembre de 1517. Los fletes y pasajes se pagaban después de llevados á cabo, al regreso de la nave ó bien al apoderado de su maestre. (2) Acaso el que fué más adelante Piloto Mayor del Mar del Sur. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139— 1—5. Dada en Zaragoza á 12 de Octubre de 1518. (4) Archivo de la Casa 39— 2— */,. ENVÍO DE PLANTAS VIVAS Y SEMILLAS 207 tre otras, (t^ñiioneü, ai^atfa», ijacijn», piebvaa be ntolev xj be ixtnclctv, bavvena»t cxtña&t valanctx&t aintabanaet, jantavti- Xlt>«, tnartillo», tettctfa*, ttíJrttreft»*, molinete» xj tímclce, pica- beva» pñvct piebra», rifa», ielevaa^ ajucla», escoplo», etc. Enti'e las semillas compradas por los de la Casa figuran varias fa- negas de tf Í0í>, 0ttrbctttjOft, Ijabaa, etc* Estas semillas iban en cos- tales, pero para su trasporte en xnejores condiciones se compraron diez y ocho pipas ó toneles. Además compró el Doctor al especiero Rodrigo Alvarez: "metria faxte^a be cctxrilino»; boü alxxxxxbe» be ftintient* be cavbo»; boa be ntofttttftt'* y también diversas cantidades de ^etttillctft be peve0,il, colina, aioxt- ]olit cttltttttro, váUano, watít»» xj cañantone», las cuales fueron embarcadas en pipas ó toneles. Los asientos de pago, como también los de acarreo de las semillas y de los toneles, manifiestan que las compras fueron hechas por los de la Casa y conducidas allí para su preparación, y que ocuriió lo mismo con la preparación de las plantas vivas que se enviaron. Aunque es probable que ya en esta época se hubiesen llevado, por lo menos á la Isla Española, muchas de estas plantas y semillas, la im- portancia de esta expedición, la de haberse expresado las partidas más circunstanciadamente que en ninguna otra ocasión, y el tratarse del último importante trabajo realizado por la Casa antes del fallecimiento del ilustre Doctor Matienzo, motiva que queramos consignarlos aquí ■con algún detalle. Para el envío de plantas vivas, compraron los de la Casa hasta cincuenta tinas ó medias pipas que fueron conducidas, lo mismo que las plantas á la Contratación, donde se prepararían, según se deduce de las partidas de trasporte de una y otras. Igualmente se encuentra consignado el flete de las tinas en diferentes naves, habiendo llevado dieciseis tinas la nao citada de Aguirre, pero estas se perdieron, por lo que al abonársele el flete, se descontó su importe del total de las demás mercaderías. Pagáronse en cambio: **á gvaxtci&co ^avñ» txtaeatve be la xxao guanta ^tctria, el flete be ocljo titt(t« be platttaa witra*:" "á gvctnciaco gope^ tnae^tre be la llttntaírcí ^axxta (Haia- Utttt, el be cxxatvo tinti»:" "á ^ntott ^avxxta& tnae«tre be »« carabela ^axtta |tlrt- via be la antiguo;, otvo& cxxatvo tina» be ^ílanta»:" 208 ENVÍO DE PLANTAS VIVAS Y SEMILLAS "á ^l0n90 iis la ^l0atict mae^ivs i»* la nao notnbvaba ^tttttirtga, el flít« be cinco tinct»,*' y á López Sánchez maestre de su nao nombrada la Victoria, el fle- te de "«eift tina» be planta» qne en »n nac eniHantoe á I0& ®ft- ciale» be »« nxa^e&tab qne ve^iben en la Qlinbab be ^antjd ^0- mitt0cr, cruíCBr en Id Í!&la(!Bftí?añMa," cláusula que en cada uno de los asientos referidos se repite. Está consignada también en el referido Libro de Tesorería, la com- pra de los plantones adquiridos por los de la Casa para ser colocados en estas tinas ó medias pipas llevadas á la Isla Española, los cuales fueron adquiridos en Marzo del año anterior de 1619, sin duda para tenerlos más arraigados y asegurados al tiempo de su navegación (1). Entre los asientos del referido año de 1519, se lee en el Libro del Doctor (2): "(fne pa^ó en 21 piar jo 1520 á ^nan be ^aljena aleal- be be la ^illa be ®lit>ave&, tctnto* xnavavebia qne Ijnijo be Ifabev pav cinctt«ntct ««taca» be acetjtuna» (olitrocr) cacaba» be cnaf o en collera tj bel acavveta fa»ta ©trlana" »>tí ntil boacienta» estaca» beldaba» be ac«tjtwno» tj bel acarreto fasta Suriana" ''íroscienta» estacas í»e ntentbrillos »j 0r anacos" (3) "ciento noventa estacas be cirnelos é líi0tteras** "trnlnce alnteni>tros,'* Compráronse además: "ciertas ntatas iré rontero, rosales, ij lirios«" El año siguiente ósea en 1520, luego que estuvieron prendidos en sus tinas, fueron enviados á los Oficiales de la Casa que residían en la Is- la Española y repartidos según parece entre esta isla y Tierra Firme (4). Por lo que toca á los rosales, que como otras muchas plantas y flo- res fueron propagados en el Nuevo Mundo desde la Isla Española, refie- re un autor contemporáneo, que arraigaron muy bien en las Antillas y adquirieron gran desarrollo; sus hojas eran allí perennes por la falta de verdadero invierno, pero florecían muy escasamente en los primeros años como si extrañaran la ausencia de su alegre patria andaluza, pero en rea- (1; Lo que significa que antes de esa fecha en que se hizo el pago, probablemente en Enero ó Febrero, se habían traído los plantones á la Casa. (2) Parece por su orientación lo probable que durante ese tiempo estuviesen delante de la misma Casa ó bien ante las Atarazanas cerca del muelle. (3) Sin duda para injertar otros frutales. (4) Lo enviado á Cumaná, que era donde se debía fundar la colonia, fué destruido por ub ataqixe de aquellos naturales. ENVÍO DE PLANTAS VIVAS Y SEMILLAS 209 lidad por la falta de oportuna poda. Quemáronse un año con una casa muchas de las ramas de un rosal inmediato, que cubriéndose luego do lucidas rosas, recordó la conveniencia de cuidados oportunos. Fué esta como hemos dicho, la última importante expedición orga- nizada por el primer Abad de la Jamaica y aunque no se trata de trabajo de índole geográfica, hemos querido consignarlos aquí como bella corona de la vida laboriosa y de los eminentes servicios de este hombre ilustre, que tampoco ejercería ya el cargo de albacea de Magallanes sacrificado en Oceanía, pues muerto también el Doctor, vemos que en Enero de 1622 se ordena que por su fallecimiento recientemente ocurrido, se encargue interinamente de la Tesorería su sobrino Domingo Ochandiano, que más adelante fué también segundo tesorero de la Casa. En aquellos días, y después de muertos en una asechanza Barbosa, Rodríguez Serrano y San Martin, separábanse la Trinidad y la Victoria vínicas naves que de la armada restaban, debiendo intentar la primera llegar hasta Panamá en tanto que la Victoria, mandada á la sazón por el ilustre vizcaíno Juan Sebastián Elcano, continuaría su consumado viaje á Occidente hasta regresar á Sevilla, renovando en aquellos días su velamen, en el que, según consigna Pigafetta, se ostentaba la cruz del Apóstol Santiago Patrono de España, con la leyenda: (Bata e» la fig^nva, be nneatva buena xtentuva* Pero antes de proseguir, es de merecida justicia y de conveniente oportunidad para el mejor ordende nuestraexposición, consignar algunos de los más interesantes datos y documentos, para informar la laboriosa y útil existencia de este primer ilustre Jefe de la Casa de Contratación. 6S 210 EL LOCTOR MATIENZO EL DOCTOR SANCHO DE MATIENZO PRIMER ABAD DE LA JAMAICA 1503 — 1522 Antes de proseguir, corresponde para guardar así algún orden cronológico, dedicar aquí algunos renglones al primer Juez y Tesorero de la Casa y Audiencia de la Contratación el Doctor Sancho de Matienzo, cuyo nombre encabeza estas líneas y que durante los primeros veinte años, presidió las interesantes tareas de esta gloriosa Institución. La Carta de Isabel la Católica (1), al crear en 1503 la Casa y Audiencia de la Contratación de las Indias en Sevilla, está dirigida al Doctor Sancho de Matienzo, Canónigo de su Iglesia Catedral, á Francisco Pinelo, grande amigo y paisano de Colón, Jurado y fiel ejecutor de los Reyes en Sevilla, y por último á Jimeno de Briviesca, Contador que era de las Armadas de Indias. **pev&í/na9 ljábUe& tj he buena fama" (1) Archivo de la Casa en el de Indias. 46 — i — i/so- En Enero de I5(B. EL DOCTOR MATIENZO 211 según los términos expresos de las primeras Ordenanzas dadas á la Casa (1). "^tt^>e^, lea itice la |leij na, i|ttí el %lexj xj Uó ijcnto* ttc<»trí»ahoí esktablecev en bicija ©tübaí», tj ett Ict» ^tara^attaa (2) be ellat en la pctvte ntá» cantteittblí, (eic) nna ®rt»a potra la Contra- tación iie la» l^ttMa*." Murieron bien pronto Pinelo y Briviesca, que fueron reemplazados por Ochoa Isasaga (Don Pedro) (3) y por Don Juan López de Recalde; pero el Doctor continuó dirigiendo los trabajos de la Casa de Sevilla hasta su muerte ocurrida á fines de 1621, después de haber cooperado al apresto de las principales expediciones á descubrir, y últimamente como hemos visto, á la organización de aquella famosa expedición que, mandada por Hernando Magallanes, cerraba tan brillantemente los esfuerzos realizados hasta entonces para llevar á cabo desde Sevilla el primer reconocimiento de los mares, y cuyo glorioso conjunto quedó sintetizado por el regreso á Sevilla en Septiembre de 1622, de la pequeña nave la Victoria mandada por Juan Sebastián Elcano, después de haber dado la vuelta á la Tierra y comprobado así su forma esferoidal. Pertenecía, como hemos dicho, el Doctor al Cabildo Catedral de Sevilla, corporación de las más prestigiosas de su tiempo, presidida en- tonces por el famoso Fray Diego de Deza, el constante amigo y protector de Colón y de sus proyectos, fundador del magnifico Colegio de Santo Tomás, y otro de cuyos ilustres miembros era el Maestro Rodrigo Fernán- dez de Santaella, Fundador de la Universidad de Sevilla, en cuyo patio se levanta la estatua que lo representa, y que fué también uno de los primeros que de la historia natural de las nuevas tierras se ocupara, á juzgar por el escrito que entre las obras de Maese Rodrigo, muerto en 1509 cita León Pinelo, que dice haberlo visto con el título: **^e Í0«<»ti0 arbatrttnt atqtte anintalium, apnii inb<»e &pe- ciebn»t et be ntovibn» inbovnnt** (4) En el año mismo de 1603, en que fué establecida la Casa, comenzó la construcción de los edificios destinados áesta Institución, y en los nu- il) Dadas en 20 de Enero de 1503 y publicadas por el Sr. Navarrete en su Colección de docu- mentos, torno 2.° página 28t). — Ya en estas primeras Ordenanzas se encomendaba i la Casa €saber que tierra es la que se descubriere» y también todos los relativos á la costa septentrional de África. (2) El arsenal fundado por Alonso el Sabio en el siglo trece. Por Cédula de 6 de Junio del mismo año (139 — 1 — 4) se dispu.so establecerla Casa en el Alcázar, y en el antiguo Cuarto (departamento) de los Almirantes de Castilla. (3) Comendador de la Orden de Kodas. (4) Apuntes para una Biblioteca científica española del siglo XVI por Don Felipe Picatoste, Madrid 1891, pág. 101. 212 EL DOCTOR MATIENZO merosos datos acerca desús obras que concluyeron hacia 1614, se ob- serva como en los otros trabajos déla Casa hemos hecho notar, la fre- cuente relación del Doctor con los artistas que en la terminación de la Catedral se ocupaban, y la continua protección que este hombre ilustre, verdadero Mecenas de los artistas sevillanos, les prestara. Foresto, en el interesante legajo relativo á las obras de la Casa (1) y en otros que con el mismo asunto se relacionan, se encuentran los nom- bres de Alonso Rodríguez y Diego de Rozas, maestros ó arquitectos ma- yores de la Catedral y que hicieron también la fachada y especialmente la portada de sillería de la Casa. Sobre su arco de entrada se colocó un escudo de las armas reales hecho de alabastro por el escultor Pedro de Trillo (2) que hizo también la columna que partía el balcón situado so- bre el arco de entrada (3). La Sala de Audiencia y de exámenes de pilo- tos fué pintada por Cristóbal Morales, y en su testero fué colocado (4) el magnífico retablo atribuido á Alejo Fernández (5), en el que bajo el manto de la bellísima y delicada imagen de la Virgen se distinguen dos grupos en los que el eximio autor de esta obra de arte, representó á los altos dignatarios del Estado (6), y á los ilustres navegantes de la Casa presididos por Colón (7), hallándose también representadas, entre el uno y el otro grupo, las naves de la Casa de Contratación. No ha merecido que sepamos los honores de un monumento, ni la memoria de una biografía el hombre ilustre á quien correspondió tomar tanta parte en organización de las más importantes expediciones á descu- brir, y en otros importantes trabajos de la Casa. No pretendemos sin em- bargo, ni cabe tampoco hacer aquí ese trabajo especial, y queremos tan sólo consignar algunos de los datos y de los documentos, que acerca del Doctor se conservan en el Archivo de la Casa, y que mejor puedan servirnos para reconstituir de algún modo la olvidada figura de este tan esclarecido Varón. La más completa confianza, una confianza sin suspicacias, ni som- bras, se observa en esa correspondencia continua que durante varios años (1) Archivo de la Casa en el de Indias. 41 — 6 — Vas- (2) Traoajó en algunas de las estatuas del crucero de la Catedral. (3) Cuyo conjunto de datos se han tenido en cuenta para la representación que hacemos de la Casa en aquel tiempo, la cual consta también que tenia dos huecos á cada lado del arco da entrada, y delante de este sus columnas y cadena. (4) ¿En 151.5 ó en 1516? V. folleto sobre dicho asunto. (5) Cuyo eximio artista pintó en 1513 por encargo del Doctor, las esculturas para un reta- blo de Santo Domingo que llevó entonces á las antillas Fr. Pedro de Córdoba. (6) ¿Fernando el Católico, el Obispo Fonseca, el Doctor Matienzo, primer abad de la .Ja- maica? (7) ¿Cristóbal Colón y tres de los cuatro pilotos que concurrieron á las Juntas de Burgo» con Fernando el Católico? ¿Amórico, Yáñeü Pinzón, Juan de la Cosa ó Solís? EL DOCTOR MATIENZO 213 y acerca de los más variados é importantes asuntos, media entre el ilustre gobernante de Castilla asistido de D. Juan Fonseca ó de su Consejo, con el Doctor Matienzo, Jefe de la Casa de Contratación. En los mismos asuntos técnicos de la mayor importancia, en las expediciones á descubrir cuyas Capitulaciones y principales disposiciones se decidían en la Cor- te por Fonseca con el Rey, escuchábanse las observaciones hechas por el Doctor desde Sevilla, y más de una vez se suspendió por ello la salida de una expedición, ó hubo de modificarse un proyecto. Como manifestación de lo mismo podemos recordar aquí el hecho de que sabiendo Fernando V en 1513 que se preparaba en Portugal una armada para Darien (1), determina dirigir á su yerno el Monarca do aquel País para tratar de evitarlo, una Reclamación llevada por cier- to embajador ó emisario. Debía este llevar también una Instrucción es- crita para gobierno suyo, y en Cédula dirigida por Don Fernando el Católico á los de la Casa y registrada en sus Libros, dice: "Uó ije ac0vbab0 entxiav nna pev^ona al |lc»j be ^cvtn^al «0bve lo &n0i0ificl)0 con nxxa ^natrnccion aobve I0 que bebe beciv 0 Ijrtcer, al cnal tnanbo qwe trcttja pov esta ©ttfttt, ^^otrtíne abenia» be I0 que pov la biclfa ^n^ivuccion le ntanho, &e in- forme be 00&0tv0& be I0 que tna& 0» pavecieve» ^cretj» la IJttfttirncctíxn (titc lleva^ tj írcciüje etj» vne&tvo pavecev be I0 qxte bebe beciv 0 ljacev> bentaa be biclja ^tt«ttntcci, Ijabetno» tenihc é tenentc», á la ^axxta ^^le- «iabe la cibbati be ^evilla> C0tn0 púv e&tav entevvabo» en ella el ^etj ^tt, $«trnatti»í> que ^anó Ict Mcijtt clMlirtti», tj el |letf ^on ^lan«0 »u ijift» (Don Alonso el Sabio) be alovio^a nte- tnotritt etc.** Los términos de la contestación al Doctor al remitirle esta Cédula, manifiestan de parte de Fernando el Católico la mayor consideración y afecto para con el ilustre funcionario castellano (2). >'tj ije l)abib0 placer^ lebice, crwctto* »eatj& ele^iba pava ve- niv á mi lo &nplicavbe pavte be la ^0le*iit, é nietibo xto» el ^va- cnvabovt U*» la l)e be Ijacev ntáe cumpli&ctJttcntc qne be atva ntaneva," A principios de 1616 quiso Fernando V recompensar los servicios prestados por el Doctor en los asuntos de Indias, y para ello determinó solicitar del Sumo Pontífice la creación de una Abadía titular de la isla de Jamaica, que á la sazón comenzaba á poblarse y á la que en el año anterior de 1614 se habían enviado remesas de ornamentos y demás ob- jetos del culto, como consta en los asientos correspondientes del Libro de Tesorería de la Casa (3). Dirigió para ello Don Fernando una Carta á su embajador en Roma Don Jerónimo de Vich, al que encargaba soli- citase del Papa la creación de dicha Abadía y que fuese designado para ella el Doctor, y cuya carta se encuentra registrada en los Libros de la Casa: **¿ ttjctttaniro» bicc(4), la infidencia tj letva») ij veda concien- cia, tj ntnctja tJirtuír, bel ^adov §^andjo be leíatienfo, nne^tv^ capellani canóniga be la ^gle»ia be ^et>illa, tj *tt» ntévita», tf (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139— 1—4. En 33 de Febrero de 1512. (2) Id. id. id. id. (3) Archivo de Indias 39—2 Ve- (4) Id. 139—1—6— Dada en Vall&dolid á 29 de Diciembre de 1515, EL DOCTOR MATIENZO 216 boctrinttft, tj cutctt&ienl>c» Uá que cttntpic ct0t al &evvici0Íts^iosk nxtsütvo ^eñov, tj bien be la biclja üffltt, pov la presente en nctnbve be la ^evenx&inta ^eina nti ^if ct &♦" Y á fin de obtener las necesarias bulas, envía Don Fernando una Carta impetrándolas del Romano Pontífice. Esta Carta, registrada en los Libros de la Casa, manifiesta también que quiso entonces Fernando el Católico dar muestra personal de su consideración á los servicios del Doc- tor, y así se ve que este documento está dado por el Monarca, no como G-obernador de Castilla, sino como Rey de Aragón y comienza: "^ujj ^ant0 ^abve, xtixe&tva Ijnnxilbe é benatct Ijlfo el |lc*y be ^trctjjon, be la& bo» ^tcilicnar, be ^evn&alen etc" (!)♦ Era aun esta abadía como titular y honorífica, aunque en los tiem- pos del Doctor, comenzara la cristianización y la población por los es- pañoles de dicha isla, en la que fué entonces fundada por encargo suyo la ciudad que fué llamada, Venilla be jamaica. Como documento emanado del Doctor, citaremos la orden ó man- damiento publicado en Sevilla en Noviembre de 1507, y por el cual á virtud sin duda de atribuciones que para este fin se concedieran á la Casa de Contratación, anunciaban los Jefes de la misma que se harían préstamos á los Maestres de las naos que fueren á Indias, con el fin de librarles de los males de la usura, y cuyo documento dice (2): "gí>0 oftcialf » be la ^ina nne&tva ^eñova (^oña ^nana} be la ®rt0rt be ^otttvatacián be la& ^nbia» bel xnav océano qxxe veeibxnxoü exx eata ^ixxbab be ^evillat acatanbo la cx:eciba mctr- ceb qxxe I>i<»e nxxeatvo ^eñov Ija fecljo á cftto» ^eino» en beacn- brif ltt« Unlíirt» é abviv catnina pava la (g,antvaiacióxx bellae^ tj qxxe el bia no ofvece oivo trata be tanta pvaveckjo, pcv lo cxxal bebexno» ntitcija trabafar pov conaewav é axxxnentav el Jjricija trata, etc." Señala á seguida el documento los variados daños y perjuicios, que de los préstamos usurarios hechos álos Maestres se seguían, y tales dice que: '*&i en eftta non ae pn&ieva vexnebio crecerían lao tale» ntanera» be cabtela», baña«>, tj franí»eer, ty el l»iclj0 trata «e íjer&eria** (1) Archivo de Indias 139 — ^1 — 5. Dada en Valladolid á 29 de Diciembre de 1516. (2) Publicada por el Sr. Navarrete en su Colee, tomo 2.°, pág. 366. Dada en Sevilla á 29 de Noviembre de 1607 y fírmada por el Doctor y Pinelo y el Contador de la Casa D. Juan López, de Recalde. Ko insertamos sino su parte esencial, como venimos haciendo con la mayoría de los documentos y lo reclama en cierto modo el gran número de ellos. 216 EL DOCTOR MATIENZO y agrega: qne iie ijotj *tt obelante tai»*»» I0& ^ñe»tve& t»e IO0 nñxti09 Cfue quisieran tantar Mnctra á cambio (á pvé&tanxo» ó bs»- cuento), ixnte& qttc lu» toxnaven vett^an tj parezcan ante |lo»- 0tv0Sí l0& bicljo» ®ficialesí be ia ®aBr, xj exx el Mcijí» &ab0 Ijaxj xxxxeve iMa& xj Irt* íícf aifií p0v be fxxeva, (Bxxtvaxxbíi exx el tixcljo ©nirtf ijatf xtxxa bttljia xxtxxx) gvatxiie, cotx ntwcljtre pwcvta»»», tj Uáxxxaae baljxa he ^axxta gwcia." Cuyo nombre dio entonces Magallanes á Río Janeiro por haber lle- gado á él en 13 de Diciembre, fiesta de Santa Lucía. Fondearon y se de- tuvieron allí varios días, y desembarcando los instrumentos que para este objeto llevaban, hizo Andrés de San Martín algunas de sus obser- vaciones. Durante esos días se proveyeron también de víveres frescos de que habrían de carecer en mucho tiempo, y debemos al lombardo Antonio Pigafetta, hombre ilustrado y curioso, algunas noticias acerca del estado de aquellas costas en dicha época (3): *'gtt ti«wtt bel ^trrt«ril, bice, e& abxxxxhaxtte i>e toí**», xj tan Qvatxbe, qxxe nxxveva pov ©u extexx^xáxx á ^«paña, ^talia xj gvctxxcia xxxxii>ct&* ^evtexxece al ^exj be ^artwgal; «u» Jjctbitan- te0: xt0 fi0xt cvi^tirtuaft, na ab^traw cana txl^xtxxa, xj tttttett &e- 0Wtt el e&tabo nutnral..,.»'* y añade Pigafetta de aquellos habitantes, que iban desnudos y que co- mían carne humana, aunque sólo dice, la de sus enemigos: '*ínrt «íjI ífuellrt í»c ttiinici," Sus barcas llamadas canoas, estaban hechas de un solo tronco rebajado ó ahuecado en su interior con herramientas de pie- dra. Debemos también á Pigafetta algunas noticias de los recursos ali- menticios que allí encontraron: "3llli, ifice> t0xxxcxxxx0& abxxxxbaxxte trcftrcecíJ be px^ovi&ioxxe» be gaUittrtflí, líattttctfií, cierta» piixaa qxxe »on fvutaít irulct»i- (1) Archivo de ludias 1 — 2 — i/j. No creemos necesario documentar este viaje de uu modo tan ipreciso como los anteriores por tratarse de una navegación conocida, aceptada por los autores, y en la que no se ofrecen dudas «senoiales que aclarar. Seguimos principalmente en nuestra información la Relación documen- tada del Sr. Navarrete, que forma parte de su estimada colección de documentos, el Diario de Albo, y la Relación de Pigafetta publicada por Amoretti en Milán 1800. ?! (2) Se refiere por lo visto, no concretamente al Cabo, sino á la porción de tierra saliente en «1 mar- es) Pigafetta por Amoretti. Milán 1800, págs. 17 y 18. PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 219 tna» tj nifx» \-nxtfiio&a» ctxxs otea nittjjitnct, ij catrnc be anta C{ite ftítnefrt á [a í»c wctítt;, tj otra» tnucijtt» coaa^ qtxe pov bve- veitab íítnito." En estas líneas de Pigafetta, para quien serian más sensibles que para las gentes de mar que con él iban, las privaciones consiguientes á aquella tan extraordinaria navegación, no se citan cereales, ni tampoco ningún animal comestible de Europa, aparte de las gallinas llevadas sin duda desde Portugal. La adquisición hecha de carne de anta (1), nos hace creer que se carecía aun allí de los cuadrúpedos europeos. Pasada aquella Navidad, el 27 de Diciembre (según Albo), partieron de Río Janeiro y navegaron al S. O. En su camino encontraron un grupo de siete islas y frente á ellas sobre la costa, una entrada que era la de una bahía que llamaron bahía de los Reyes, y en la cual, se- gún Albo, terminaron aquel año de 1519. Emprendida de nuevo la na- vegación en demanda del Río de Solís que llevaban seguramente señala- do en las numerosas cartas que para esta expedición hizo Ñuño Grarcía y que constan en el Libro de gastos de esta armada, navegaron los diez primeros días con rumbos próximos al S. O. y el día nueve hallaron fondo á quince brazas, en vez de las cincuenta que les diera la sonda el día anterior, y fondearon con doce brazas de fondo. Al día siguiente pu- dieron comprobar que la costa se retiraba al Oeste, formando un cabo. "ga tievvae» avexxo&at i>icf ccxxci&attxexxts J^iW, xjetxbe- vecljo iisl í»e crtiít^;*»?* etn rtx*b»?lca, tj ntittj llana tiet*ra." Comenzaba entonces la parte más dura y difícil de aquella trabajosa navegación; la costa desconocida y en latitud que se alegaba de la zona ti opical, hacía que cada vez fuese más penosa esta marcha á lo largo de im litoral sin derroteros ni puertos conocidos, y sin posibilidad de encon- trar en tierra auxilio alguno, pi'ecisaba á aquellos navegantes estar pen- •dientes siempre del estado del mar y del cielo, del aspecto de la costa, y de los datos si cesar pedidos á la sonda (1). A medida que adelantaba en su marcha hacia las regiones austra- les, se presentaban más malos tiempos, y como la prolongación de las costas sin ofrecer el deseado paso para el mar de Vasco Núñez de Bal- boa, exigiría continuar también la navegación hacia el Sur, decidió Ma- gallanes con muy buen acuerdo, invernar en algún puerto hasta tanto que pasados los rigores del invierno austral que se api'oximaba, pudie- ran continuar de nuevo su navegación hacia el Sur. Fué elegido para este fin el Puerto al parecer desierto que llamaron de San Julián, si- tuado según Albo en 49° y dos tercios de latitud Sur, y en él entra- ron las naves el último día de Marzo de 1520. II LA INVERNADA EN SAN JULIÁN. SUCESOS SANGRIENTOS.— EXPLORACIÓN HACIA EL SUR.— EL RIO DE SANTA CRUZ 1520 Fondeados los cinco buques en la bahía de San Julián, pasaron allí cinco meses de aquel largo invierno. Los contados pobladores que vieron, se resguardaban del frío con pieles de guanaco y se pintaban (1) Lo qne hace creer que fueron muchos los datos aportadosá Sevilla para la primera re- presentación de aquel litoral. 66 222 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO el cuerpo con variados y toscos dibujos. La vista de los europeos pro- dujo en ellos el mayor asombro y según refiere Pigafetta (1), del prime- ro que á aquellas playas acudió: 'Uítíantabct «n tfsifo en alto, inirii:(«tí>a qne i a» cveia ba- A estos naturales, según afirma también Pigafetta, llamó Maga- llanes patagones (patagoni). Durante la estancia de la armada en San Julián, se desarrollaron en aquella bahía lamentables sucesos. Como hemos dicho, la designación hecha de un Veedor según se había practicado en las anteriores expe- diciones, que representase á la Administración é interviniese también en la gobernación de aquella armada que pertenecía al Estado, fué mal recibida por Magallanes y dio margen á graves disensiones entre dicho navegante, y el personal administrativo de aquella armada. Mas propio de una monografía que no del presente trabajo, el examen deta- llado de estos sucesos, nos limitaremos á consignarlos en su esencia. Al día siguiente de fondear las naves que era Domingo de Ramos, se manifestaron claramente las graves disensiones que entre los Jefes de aquella armada existían, pues habiendo citado Magallanes á los Jefes, Capitanes y Pilotos para asistir á la Misa que se celebraría en tierra y á comer luego en su nave, no lo verificaron sin embargo Mendoza ni Cartagena, como tampoco el Capitán de la nao Concepción Gaspar Quesada, concurriendo sólo el Contador Coca. Llegada la noche Quesada con treinta de las suyos atacó á la nao San Antonio, cuyo maestre Juan de Elorriaga salió á defender al sobresaliente Alvaro Mezquita que buscaban para prender, y resultaron heridos los dos y preso el sobrino Magallanes Mezquita, quedando la armada dividida en dos bandos, la Trinidad y Santiago por Magallanes, y las tres restantes la Concepción, San Antonio y la Victoria por sus contrarios. Como en tales casos ocurre, pretendían los de uno y otro bando, •tener la razón y ejercer la autoridad, por lo que Cartagena y los suyos llamaron á, Magallanes excitándole al cumplimiento de las Provisiones Reales, y ofreciéndole en tal caso estar á lo que les mandase. No acudió sin embargo Magallanes á este llamamiento temiendo, quizá que era una celada y en cambio envió á la Victoria, en un esquife al alguacil de la Trinidad Gronzalo Q-ómez de Espinosa con seis marineros al parecer desarmados. Llevaba este Espinosa una carta para el capitán de la Victoria (1) Pigafetta por Amoretti, Milán 1800 página 24. PRIMEE VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 223 Luís de Mendoza, la cual le entregó dicho alguacil y en tanto que Mendoza la leía, asestóle el Espinosa una puñalada en la garganta que le derribó moribundo. En pos del esquife llegó á la nave un batel con quince hombres que mandaba el cuñado de Magallanes Duarte Barbosa, el cual quedó por dueño de la Victoria, y recuperada así por Magallanes la ventaja de disponer de tres naves contra dos. En vista de ello pensaron los de Cartagena hacerse á la mar, pero esto se hacía difícil porque la Trinidad, mandada por Magallanes y á la que se incorporaron muy luego las otras dos naves Santiago y la Victoria, estaba más á la boca del puerto y les impedía salir. Al caer la noche levaron dos anclas los de la nao San Antonio quedando sólo sobre una tercera, para facilitar sin duda su salida, diligencia que concurrió á su pérdida porque garrando esta, única ancla, se echó dicho buque sobre la Trinidad cuyos hombres 4e guerra la abordaron casi por sorpresa, quedando presos allí Quesada y Coca, y rendida muy luego la nao Concepción que estaba ya sola, fué pi'eso también Jxian de Cartagena. Al día siguiente fué sacado á tierra y descuartizado el cadáver de Mendoza, y pocos días después (el 7) fué descuartizado también Gaspar de Quesada. En cuanto á Juan de Cartagena le fué reservada, si cabe, una suerte peor, pues fué algo después abandonado en aquellas soledades juntamente con el clérigo Sánchez de Reyna, sin otro recurso que unas espuertas de bizcocho y algunas botellas de vino. Estos datos que toma- mos de la relación documentada del Sr. Navarrete, vienen á coincidir en sus resultados con los que sucintamente consigna Pigafetta según el cual: "fité ireecurtrti?rtb*> el wc?&c»v, xy tnnevto á píxüalaba» el te- »0vev0, íixé veviiotxabo exxtoxxce& (Ba&pav &e CCiuc«rt&ct, pei:0 al- ^utxci& Mttft ítfsv^ttc* por: ittteíttatr xxtxa traición, fxxé expnlaa- ii0 tte la0XXñxxe& xj abctxxifútxaiio exxlct tievva &c loe ^ataaotteer fitntittttctttc con nn sitccvhotc," Aunque por lo visto, confundió Pigafetta á Quesada en Cartagena. Impaciente Magallanes por abandonar aquellos lugares y continuar de nuevo la navegación, ordenó con harta premura á mediados de Mayo que saliera de San Julián (1) la más pequeña de las naves, ósea la San- tiago que como hemos dicho no llegaba á cien toneladas, para reconocer hacia el Sur la costa del Continente. Mandábala aun el Piloto de la casa Juan Rodríguez marino viejo y de experiencia, pero esto no obstante un recio temporal arrojó sobre la costa á la Santiago á unas (1) Los más notables lugares de este litoral se encuentran señalados con su nombre en las Cartas que acompañan. El viaje al Magallanes, publicado en Madrid, Imprenta Real 1788 con motivo del viaje hecho al Estrecho en 1785-86 por la fragata Santa María de la Cabeza. 224 PRIMEE VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO • veinte y cinco leguas del puerto de San Julián el día 22 de Mayo, te- niendo la fortuna de que se salvase en la costa toda la tripulación menos un negro que Rodríguez Serrano llevaba. Salvaron del naufragio cuan- tos efectos les fué posible, y dieron por tierra aviso á los que en San Ju- lián habían quedado, permaneciendo allí Serrano con los suyos para cus- todiar los restos del naufragio. Según Pigafetta, el camino entre ambos lugares era áspero y lleno de malezas (1) y fuéles preciso ir llevando hasta San Julián lo que salvaron, enviándoles Magallanes durante dos meses bizcocho y otras provisiones para su mantenimiento. En el lugar del naufragio carecían "también de agua dulce, la cual se procuraban fun- diendo hielo. Por fin el 24 de Agosto partió la armada de San Julián, y después de abandonar cruelmente á Juan de Cartagena y al clérigo Pedro Sánchez de Reyna (2), emprendió de nuevo Magallanes su navegación y reconocimiento á lo largo de aquel litoral. A los dos días, el 26 de Agosto, llegaron á un rio descubierto por Serrano en su exploración anterior (3) al cual llamaron Río de Sauta Cruz, y allí los fuertes vientos y mar gruesa pusieron á la armada en grave peligro de naufragar. Fondeó la armada en Santa Cruz donde permaneció hasta el 18 de Octubre ha- ciendo allí fructuosa pesca y buena provisión de agua y de leña. En este río según Juan de Barros, dio Magallanes á los Capitanes de las naos, una Instrucción que manifestaba el firme propósito de este nave- gante de extremar en lo posible su exploración hacia el Sur, diciendo en ella que habría de proseguirse buscando hacia el Sur un estrecho ó el término de Continente, hasta llegar á los 76° (4). Pero como veremos el canal que en efecto encontrarían, estaba mucho más próximo. (1) Y plantas espinosas, según Pigafetta, probablemente el Berberís arbusto que representa el botánico español (Andrés Laguna 1494-1560). (2) No es cierto como han creído algunos autores, que Cartagena y su compañero fuesen recogidos por la nao San Antonio cuando regresó á España. Lejos de eso, en la comunicación en- viada á la Corte al llegar á Sevilla la dicha nave (Colee. Nav. tomo 4 página 206), se dice que el sacerdote y Cartagena «fueron dejados en tierra con sendas taleguitas de bizcocho, é sendas botellas de vino que lo juzgan por más mal librados, según la tierra en que quedaron, que los otros que hizo descuartizar». De ellos no hubo más noticias. Historia Q-ral. de Filipinas por el Sr. Llorens, página 39. (3) Navarrete, tomo 4." página LVII. El rio de Santa Cruz está como una jornada más al Sur del lugar al en que la Santiago fué arrojada por un temporal sobre la costa, y pudo antes des- cubrirlo ó bien explorando hacia el Sur desde tierra, durante los dos meses que allí estuvieron. (4) Barros, Década III, libro 5.°, capítulo 9.°. Este dato de Barros, que dispuso entre otros documentos de los Libros y papeles de Andrés de San Martín, manifiesta que el supuesto estre- cho que en el Mapa de Behaim llevaba Magallanes, do estaba situado antes de los 75° Sur por- que si así no fuera, se hubiera expresado de otro modo para animar y fortalecer á aquellaé sufridas tripulaciones. PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 226 III DESCUBRIMIENTO Y NAVEGACIÓN DEL CANAL DE MAGALLANES 1520 Partió la armada del río de Santa Cruz el 18 de Octubre, prosi- guiendo desde allí el reconocimiento minucioso del litoral, como por sucesivas etapas se había ido haciendo desde la latitud de las An- tillas. Los tiempos eran muy duros y la navegación en extremo traba- josa para aquellas pequeñas naves, y así lo deja entender el Diario del Piloto Albo, no obstante su severa concisión: "can viexxto» conivavio^, í>icc, attítuttitnosr boe bia* vol- teanin? ite un boviio xj úivo, tj í»esríí«éfit ijxxbitnoa bw*n vistt- to xj axxt>xxvxxxx00 al ^xxifCfeaU bú» í»ttte, xj en cate tisxtxpo t0txxaxxx00 el &0l á 50 graírae xj íto» tercio», xj fxxé á loa 20 bel bicljo (®ctMhr«)/' A los 52 grados avistaron el cabo que llamaron de las Vírgenes, que tiene una larga punta de arena y descubre un abra ó bahía como de cinco leguas de ancho. Era el 21 de Octubre según el Diario de Albo, y Magallanes ordenó que marchasen el Piloto de la Casa Rodríguez Serrano, y su sobrino Mezquita con las naos la Concepción y San An- tonio que respectivamente mandaban, para reconocer si la bahía pre- sentaba en su fondo algún golfo ó canal por el que deberían navegar y reconocer, regresando á los cinco días á la entrada en la que, con la Trinidad y la Victoria les esperaba. Esta vez, la exploración tuvo el mayor interés y significó una es- peranza; las naves enviadas regresaron y después de descubrir una entrada que en su fondo presentaba la bahía, habían enconti'ado un golfo ó pi-olongado seno de muy altas riberas, por el que habían nave- gado tres días sin encontrarle término. Aunque de aspecto extraño, existía la posibilidad de que aquel fuese un paso ó canal para Occidente. Algunos días después á principios de Noviembre, envió de nuevo Ma- gallanes la San Antonio que navegó cincuenta leguas entre rocas y playas por aquel Canal, sin encontrarle término ni fin. Emprendió entonces Magallanes con los cuatro buques, la navega- ción de aquel tan prolongado desfiladero con el parecer favorable de los pilotos, salvo el de Esteban Gómez que propuso el regreso á- Castilla, 57 226 PBIMEB VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO parecer que está en armonía con su conducta ulterior. Del reconoci- miento hecho entonces en las naos, resultó haber provisiones para tres meses. La tierra era áspera y fría, y en la costa del Sur obser- varon varios fuegos, por lo que según Oviedo y más tarde Herrera, le dieron el nombre de Tierra del Fuego. El canal explorado comenzaba por un estrecho como de una legua: ^»t0Orfttwtrct tus la (fBsipevcin%a* Esta angostura estrecha desembocaba al Oeste, en otra gran bahía ó ensanchamiento en cuyo centro había varias islas, y entre ellas una más grande que las demás, la cual daba lugar á un nuevo canal contra el Continente y un caño menos navegable al Sudoeste contra la Tierra del Fuego. Llegado á este lugar, envió Magallanes la nao San Antonio que mandaba su sobrino Alvaro Mezquita, para que reconociese el canal del Sudoeste, entre sierras cubiertas de nieves, y con orden de regre- sar á los tres días. Magallanes en tanto, con los demás buques navegó un día por el gran canal que se dirigía casi al Sudoeste, y volvió para aguardar á la nao San Antonio. En aquel país que parecía desierto, hicieron aco- pio de agua dulce y de leña, y tuvieron la suerte de hallar durante seis días abundante pesca de sardinas y de sábalos, pero esperaron en vano el regreso de la San Antonio, y tampoco pudo encontrarla la Victoria que fué enviada en su busca. De las informaciones que poste- riormente se hicieron, resultó que habiendo llegado al fondeadero en que dejaron á Magallanes no le vieron, ni tampoco á sus naves aunque aseguraban haber hecho algunos disparos de cañón, y encencido fogatas sin que acudiesen las otras naves, ocupadas quizá en el surgidero de las sardinas, y alegando este pretexto en vez de esperar más el regreso de las otras naves, el piloto de la San Antonio que lo era el portugués Esteban Gómez, determinó regresar á España no obstante la oposi- ción de Mezquita, que resultó herido y preso. Esteban Gómez, desani- mado por la continuación del canal sin desembocar aun en el mar libre, ó porque quisiera desligarse mejor de toda solidaridad en los gra- ves sucesos ocurridos en San Julián, amotinó á aquella tripulación y tomando la vuelta de Guinea, regresó á Sevilla en cuyo puerto entró el 6 de Mayo de 152 L Llevaban consigo un indio patagón, á quien sin duda fué fatal un cambio tan brusco de clima pues falleció poco antes de cruzar la línea. En vano buscó también por sí mismo Magallanes á la San Anto- nio, y navegando luego por el canal que se dirigía al S. O., observó una latitud de 58° 40' Sur, dirigiéndose luego al O. La defección de la San Antonio que era una de las naves mayores, ocurrida después de la per- PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 227 dida de la Santiago, y más que esto la prolongación de aquel estrecho ó canal que no semejaba ya á los estrechos conocidos entre el Mediterrá- neo, el Mar Rojo y el Pérsico, con el Océano, y menos á la extremidad Sur del África como habían esperado algunos cosmógrafos, pareció ha- ber producido algún justificado desaliento en Magallanes. Debemos al historiador portugués Juan de Barros, que, según él mismo consigna en sus Décadas (1), dispuso de los Libros de Andrés de San Martin relativos á este viaje, la conservación de la consulta hecha entonces por Magallanes al Capitán, Piloto, y Maestres de la nao Vic- toria, acerca de la ulterior continuación de aquel viaje, en la que les dice: "conta tj4? tengo ettteni>i&tr que á tctfoti o» pavsce cc^a dvave satav tj*> t>etcrtttintt&í> ir «helante, pctv pavjecevú& qns el tietnpo s& vaco pava ijacer e&te nidfe en qxxs nanto». ^ pov enantí» )jó 00x1 ¡jotnbve cfwe no íre»eeijé el pavecev xj ct»n»efír be ningnno, antee tol»ae tni* co-eta» &0xx pv(xciicaiia& xj cantn- nicaí>a« jjenetraltnente ccxx toí»*»», «tn (jne psvooxxa alQxxxta »ea afrentaba be nti, íj pov cauea be lo qxxe aconteció en el ^jnetrto be ^an gínlian eobtre la ntnevte í»e gnie be ^ení»ofa, &a9pav be ®,xxe0ab(Xi xj íie«rtievt^o be |inan be ®arta0ena xj ^ero ^axt- cljef Jletjna devino, no&otro» con tentor &efái« be becxvxxxe xj aconftefar, etc," Los términos de esta comunicación del ilustre navegante, si bien reconocen el temor que á causa de su conducta pudieran tenerle los consultados, manifiestan en cambio gran sensatez como si hubiera pa- sado ya la nube de sangre que le ofuscara, y aun parece que transpa- rentan cierto pesar de lo ocurrido, que lejos de perjudicar al navegan- te, habla en su favor (2). Y termina á seguida diciendo: "o« ntanbo i»e pavte be Mclro ^eñotr (ffiavlo» V), tj be la inia rnego xj encotnieníto, i^ite i>e toí>o airitello trite eenti* ctne coxtviexte á xtxxe^iva f ornaí»a, aei í>e it* aí»elattte eoxxxo be nolner- xt0», xxte í>ei0 xtiteftttro» ^arecetre» pov escrito cabct xxxxo pov et» ííeclatranbo la» coeae tj trajone» povqxxe ítebento» iv aí>elante (1) Déc. 3.*, libro 6.° Colee, dedoc. de Nav., tomo IV, página 46. (2) Coa respecto á la autenticidad de este documento trascrito por .Tuan de Barros de los libros de Andrés de San Martíi^ haremos notar q\ie esta orden está dirigida en primer término al cuñado de Magallanes Capitán de la Victoria, el cual tendría la orden original ó una de sus copiad, y que por tanto la alteración hecha por San Martín de est« documento hubiera sido, no sólo inútil sino peligrosa para su autor. Como Barbo.sa murió en Cebú con San Martín y este no le sobrevió, no cabe que á la muerte de dicho Barbosa hubiera hecho tal falsedad. El docu- mento trascrito por Barros, es por lo tanto auténtico. 228 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO Ó volvevno», xxú tenieniío veíkpstí? á co&a alguna pov que í>c- ]e%& tie tieciv Ict vívírctí»; con la& cuales x*ctjatií& tj paveceve» bivé el tnic xj iietevtninacion, pava tcftnav conclix^ion ext lo nxxe ije- tno& iie Ijacev^ ^ecljo exx el ^axxal tte totfO& lo& ^axxto&i exxfvexxte iiel vio bel ^e ane fixevt^a^; tj ctitnqttc al pve&snte tienen matt- t*nti»tieittoa qxte Itaetcn pava ©netentavoe, nc aon tantos ni tttlcft iTite &eatx pava cobvavxtixevaetfxxev^a&^nipavacotnpov- tav iiexixa^iatio tvaba^o &«" Contestaba así Sa.n Martín á la comunicación de Magallanes de 22 de Noviembre, y tenemos un especial testimonio del estado de las provisio- nes relativo precisamente á esos días, en Pigafetta que refiriéndose al 28 del mismo mes consigna que las provisiones estaban de un todo altera- das y no consistían más que en otra especie de vizcocho ó galleta redu- cido á polvo, y lleno de gusanos: "planiíicturttitíí, e^cvibCt biectíttt» cije vevaxnente txon eva pixx bx&cotio, txxa xxxxa polveva x^evtxxxncüa p0iclje i vevxxxx txe aveatx0 txxatx^xata Uxtta la Bríretanfa»" Tan justificado estaba el sabio parecer de Andrés de San Martín, que acaso no fué seguido por el inmediato encuentro ocurrido en aquellos días, del deseado mar libre cuya tan pronta solución confirmó acaso á Magallanes en la realización do su ardua empresa de seguir y de llegar, si leerá posible á las Molucas. En efecto, cinco días después de la consulta de Magallanes el 27 de Noviembre, separándose bruscamente aquellas costas en dirección Sur y Norte, dejaron ver ante las naves de la Casa de Contratación, un ancho y dilatado Océano el mismo que en otro hemis- ferio, y en lejanas latitudes había descubierto en 1513 en Panamá, Vasco Núñez de Balboa, el Pacífico. IV LA TRAVESÍA DEL PACÍFICO 1520 — 1521 Al día siguiente, oi'denó Magallaties abandonar el Canal cuyos Cabos extremos del Norte y del Sur, llamó respectivamente Cabo Victo- ria y Cabo Deseado, y navegaron en pleno Océano las tres naves que aun restaban de aquella armada. La estancia en tan extremas latitudes australes no obligaba ya, por lo que dirigió Magallanes su derrota al N. O. camino el más derecho para las Molucas y que le permitía también aproximarse á climas más suaves. Hacia el 21" de Diciembre, debieron 68 t 230 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO pasar airi distinguirlas entre las islas de San Félix, y de Juan Fernán- dez (1), y trascurrido un mes el 24 de Enero de 1521, tocaron en la isla de San Pablo, á la que según Albo dio Magallanes este nombre por haberla descubierto el día de la conversión de este Apóstol. Esta isla estaba poblada de árboles, pero como las anteriores desierta de gentes y sin recurso alguno, y lo mismo otra á la que llegaron algunos días después (1.° de Febrero) y que llamaron de los Taburones ó Tiburones por los muchos que en ella vieron. Perdidas en las soledades de aquel inmenso Océano, avanzaban por el Oeste hacia el extremo Oriente las pequeñas naves de la Casa de Contratación, adelantando en su interesante marcha de adquisición y de conquista para los conocimientos humanos, hollando en su solemne marcha las hasta entonces virginales ondas de aquellos extensos mares, y y prosiguiendo en su gloriosa navegación el doce de Febrero cruzaron la linea, y pasaron de nuevo al hemisferio boreal (2). Recordaremos también que no eran estas las únicas naves españolas destinadas á explorar y reconocer en aquellos momentos las costas del Pacífico, pues que como en otro lugar decimos, por el mismo tiempo había sido enviado á Panamá por el Istmo, el Piloto de la Casa de Sevilla Andi'és Niño, que debería tomar el mando de las carabelas construidas por Vasco Núñez de Balboa con los carpinteros, herrajes y herramientas que con tal objeto se le enviaron desde Sevilla, y á cuyas naves debe- ría agregar Andrés Niño dos bergantines construidos en piezas y enviados por la Casa al puerto de Nombre de Dios sobre el Atlántico. Desembarca- dos allí, serían conducidos á lomo hasta Panamá en las opuestas costas del Pacífico, para iniciar su exploración por dicho Piloto de la Casa de Sevilla, que sucumbió por cierto en su empresa. La necesidad y la escasez de víveres llegaba en tanto al mayor (i) Que acaso debió su nombre á Juan Fernández, Piloto Mayor que fué del Mar del Sur en el siglo XVI, 3' muerto en el Callao de Lima. (2) Transcurrirían aún cerca de sesenta años para que en 1578 pasaran el estrecho de Magalla- nes las primeras naves no españolas que fueron las mandadas por el corsario Francisco Drake. Trasformado ya por entonces el dilatado litoral de la América Española, merced á la incansa- ble laboriosidad de los nuestros, nacientes ciudades, campos enriquecidos por la fauna y la flora europeas, naves cargadas de grandes riquezas metálicas procedentes de las inteligentes y activas exploraciones mineras del Perú Español, sirvieron de fructuosa cosecha á la rapacidad de Francisco Drake que regresó dueño de considerables riquezas y el cual, según el alemán Cronau en su obra América (Leipzick 1891) fué armado caballero el 4 de Abril de 1581 (Cronau tomo 3.° página 204 de la versión española). La adquisividad de Drake tenía por lo visto un notable carácter de generalidad, pues según leemos en el Diccionario enciclopédico hispano-americano, tomo 4.° «Drake tomó por armas un globo terrestre con esta divisa que encierra una falsedad: «Tu primus «ircumdedisti me» y cuya leyenda fué concedida para sus armas al honrado viz- caíno Juan Sebastián Elcano, por Carlos V Rey de España y Emperador de Alemania. PRTMKR VTA.TK ALRRDEDOR DEL MUNDO 231" extremo en la armada de Magallanes, cuando el doce de Febrero de 1521 atravesaban la línea aquellos buques. Comprueba en este punto el diario del Piloto Albo los datos de Pigafetta, según el cual á fines de 1520 estaba alterado é inservible el bizcocho ó galleta que como principal alimento llevaban en las naves, y con referencia al siguiente mes de Enero de 1521 dice: ♦*co»ttian pcv onfct», bebían a^xxa tjebionha tj ^ni0fxban el avv0i con a&na í&ttictba." Estos datos, y los escasos recursos que las desiertas islas encontradas por las naves á su paso les pudieron ofrecer, son una prueba elocuente del ánimo de Magallanes y de la abnegación de sus compañeros. Navegaban ya en el hemisferio boreal, cuando el seis de Marzo (1521) encontraron por fin tierra poblada, y que manifestaba por tanto ofrecer ciertos recursos á aquellos desfallecidos navegantes. Eran estas, las islas Marianas. El Diario de Francisco Albo da cuenta de ello diciendo que en dicho día, y navegando hacia Poniente: "tíitttoe tievva v; fuitno* á cUct, tj evan bo» ialcte, ia& cxxaie^ na evan tnxxx) ^vaxibe^ x) tcxno fuintoe en xneitic taeHa^t tivanxo» ai ^itíruc^tt t) iie\axn0& la nna al ^ovoe^Xe^ tj witnoít ntucijtta xiela» pecineñaei qne nenian á no» x) anbaban tanto ífit« pavéela vola^en^ \) tenían vela» he e»ieva tjeclja* en triitn- 0nlc>, tj ttnhrtUttn pov axnba» pavie» t^nc Vfacian írc la popa pvoa cnan'ifo tinerian, t; nlttteví»n á xxo«¡oivo«t x) no» bxx»caban pava ijnv'tttt'noa cnantí» i?»>&ittn, tj a»x no» l^xxviavon el e»(\xxife tte la ffirt^iitanct, tj otro Ma lo recobvanto», »j allx) ioxné el »ol, X) la xxxxatfeüXa» i»la» e»Xá en 12 grabo» íj bo» tvrcioe etc." Aunque las barcas en que los indígenas acudían, eran pequeñas y llevaban la que más diez hombres, fueron tantos los que en las naves embarcaban que estorbaban por su número, y por esto ó porque pudieran llegar á ser un peligro, ordenó prudentemente Magallanes que los fueran echando sin hacerles daño como se hizo, pero ofendidos arrojaron á los nuestros muchas piedras y varas chamuscadas en su punta, hasta tanto que se les dispararon algunos tiros de arcabuz y de cañón que les hicie- ron huir. Volvieron sin embargo los indígenas codiciosos de hacer sus cambios, pero hurtaban cuanto podían y con astuta agilidad se llevaron, como refiere Albo, el esquife de la nave Capitana, por lo que llamaron entonces á estas islas las de los Ladrones y también las de las velas lati- nas por las naves triangulares de sus barcas, que aunque de estera, semejaban á las dichas velas usadas en el Mediterráneo. En dichas islas, á las que llegaron con mucha gente enferma y gran 232 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO necesidad de víveres, hicieron provisión de ellos y de agua, adquiridos unos en cambios con los naturales, y tomados otros de orden de Maga- llanes al atacar unpueblecito al que se llevaron el esquife hurtado. IV LAS ISLAS FILIPINAS CEBÚ— MAGTAN.— MUERTE DE MAGALLANES 1521 Partieron las naves de las Marianas el nueve de Marzo, y siete días después, el 16, avistaron de nuevo tierra, y dirigiéndose á ella, encontraron varias islas pequeñas que formaban parte de un considerable archipiélago, al que llamó Magallanes de San Lázaro, y que era el de las Islas Filipinas. En su navegación desde el Canal, habían fallecido once tripulantes, cifra que se explica por la escasez sufrida. Las primeras islas encontradas se llamaban Suluan y lunagan, según Albo, por datos que adquirieron después, por que no vieron en ellas gente, sino á lo lejos en canoas que se apresuraron á huir. Continuó Magallanes con rumbo á Oeste y llegaron á otra isla pró- xima y también pequeña, litni?irt ite ba^oa, como dice Albo, que la denomina isla Gada. En esta isla, que estaba desierta, desembarcai'on con facilidad, y tomaron agua y también alguna leña. Más al Oeste, hallaron otra isla habitada que se llamaba Seilani, y ante la cual les sorprendió una tempestad de laque escaparon con fortuna, y fueron á dar en otra isla no grande y en cuyos pobladores, que eran numerosos, encontraron muy favorable acogida. Llamábase esta isla Masana ó Masagua, y á la llegada de las naves acudieron los naturales en dos barcas, obsequiáron- los que llegaban, y correspondieron ellos llevando á los buques peces, vinos de palma, arroz y cocos. En los siguientes días llevaron á las naves cocos, naranjas dulces, y también algo que no veían desde el Brasil y que debió regocijar á los expedicionaiios. Este algo era un gallo con el que anunciaban, según dedujo Pigafetta, que tenían tam- bién gallinas '^vevinificavcicije axteana bells naUine^* En esta isla había también perros y gatos, cabras y ganado de cerda, y en ella em- 233 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO pezai'on á reponerse los nuestros de las fatigas sufridas en tan larga y penosa navegación. Sus habitantes que iban en general desnudos y pin- tados, manifestaban tener poca comunicación con el Continente y á ella habían llegado también los musulmanes, cuya dominación en otras islas de aquellas regiones, parece que era reciente. El Rey de Masagua era hombre viejo, según Pigafetta estaba todo él decorado con pinturas (tutto dispinto) y llevaba anillos de oro en las orejas. Entendíanse fácil- mente con él, por medio de un esclavo que llevaba Magallanes y que era nacido en Malaca. El último día de Marzo que era Pascua de Resurrección, ordenó Magallanes que bajase la gente á tierra para oir la misa en un al- tar dispuesto para ello, y en un alto cerro que desde el mar se divisaba, se colocó una cruz grande por si llegaban hasta allí embarcaciones europeas. Era el de Masagua pariente cercano del Rey de una isla más gran- de y de mayores recursos, que llamaban isla de Cebú y á la cual deseaba llegar Magallanes, que con este objeto pidió algunos pilotos que pudie-* ran llevarle allá, pero el de Masagua se ofreció á ir él en las naves como lo hizo, guiándolas hasta un canal que separaba dicha isla de Cebú de otra llamada Mactan, y fondearon en un puerto de aquella en la cual se detendrían bastante. Esta isla de Cebú era grande y bien poblada, y al fondear en su puer- to salieron de la villa más de dos mil hombres armados de largas lanzas. Magallanes por su parte, ordenó izar cuantas banderas lleVa- ban y disparar también la artillería, con lo que produjo grande espanto en aquellos habitantes. Desembarcó luego el de Masagua en Cebú, y manifestó á su deudo que los que en aquellas naves llegaban iban de paz, que cambiarían todas clases de mercaderías, y que deseaban sobre todo tomar los víveres y provisiones que mucho necesitaban. Al sano temor producido por la artillería de las naves, agregóse la admiración que en aquellos naturales causaran los cascabeles, cuentas y objetos de vidrios, espejos y otras mil baratijas que eran por lo visto allí de la mayor novedad, y á truñtjue de las cuales obtuvieron los de las naos buena cantidad de cabras, puercos, arroz, gallinas y asimismo frutas variadas, y pasados en esta negociación algunos días durante los cuales mejoró rápidamente la salud de aquellos tripulantes, ordenó Ma- gallanes construir en tierra una pequeña casa de material que sirviera de Capilla. El Rey de Cebv'i manifestaba deseos de hacerse cristiano, por lo que fué solemnemente bautizado con muchos de los suyos, y tomó por nombre el de Carlos, })or deferencia á Carlos V cuya soberanía reco- noció. Terminado este acto fué bautizada á su vez la Reina y con ella muchas de sus damas."$rt |ieina, Mee ^ifiíttetttt, «va ixxnt fotteit »j 6» 234 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO tfHla, tj tcníct itt bocñ tj la» «ña* íre nn C0Í0V e-^nvo&txifo*** "glettalítt, cttjvegft, nn lav^xo manto qne la cuUríct, tj »0bve »tt cabera nn ^van üontbvevo tjccijo be ijofa* I** ^rctltnevtt." Tuvo lugar esta ceremonia en Abril de 1621 y según consigna el mismo escritor, en tanto que el sacerdote que se revestía, enseñó él á la Reina y á las damas de su compañía (1): "itna pecfneña estatua be mabeva (nna ©tatitcta M le^- m?) aine vevveaentaba al í^iño ^e»u».*' Cuando más de cuarenta años después, en Abril de 1566 llegaba á Filipinas enviado desde los puertos del Reino español de Méjico Mi- guel López de Legazpi, un soldado vizcaíno llamado Juan de Carnuz, encontró en la capital de Cebú este Niño, según lo consigna Don Pedro Velarde en su Geografía histórica universal y agrega (2): «es dé talla (madera tallada) y como de una tercia de alto.* Esta escultura, probablemente sevillana es uno de los contados objetos que de aquella memorable expedición subsisten. Por esta razón, y por que en una prestigiosa Sociedad Q-eográfica de la Europa central se ha emitido en época moderna, la idea de que este Niño de Cebú en cuya Catedral se ha conservado durante la unión de aquel País con la bienhechora España, pudiese ser una prueba del descubrimiento de aquellas islas, hecho con anterioridad á Magallanes, por haber llegado hasta Cebú el misionero Oderico de Porddone que en el siglo XIV, evangelizó en Asia, y aun tuvo noticias de un archipiélago de algunos milla,res de islas, queremos hacer notar que no en una de esta multitud de innominadas islas, sino en la misma de Cebú, en la que fué encontrado, quedó en 1521 esta pequeña imagen de madera, que fué entonces regalada á la Reina de dicha isla, como de un modo expreso y circuns- tanciado refiere Antonio Pigafetta (3). '*|H rtotxóloiio (rt0tv*.nnj»no) cijiutuuto §ott lilitx*ti»tc» brt ^itiiiUia," Tenía lugar el banquete muy cerca de la playa y á poco de haber empezado, oyeron desde las naves grandes lamentos y Voces que pe- dían auxilio, y que hicieron patente la vil traición y, según refiere Piga- fetta, salió á la playa preso por ellos el desgraciado Sen-ano pidiendo le socorrieran, pero encontrándose los de las naves impotentes para poder 236 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO combatir al de Cebú, con el que se habían unido los otros régulos y sospechando que sólo trataban de apresarlos, levaron anclas, apartán- dose presurosos aquel mismo día primero de Mayo, de esta isla de Cebú que les fuera tan funesta. REDUCCIÓN DE LA ARMADA.— OTRAS ISLAS.— BORNEO 1521 Desde Cebú, navegaron al S. O. y llegaron á una isla llamada Bohol que estaba algo más de diez leguas, y llegados á ella eligieron para Jefe á Juan López de Caraballo, que mandaba la Concepción. Las pérdidas sufridas en Mactan, y en el convite de Cebú del que no se salvó ninguno de los que á él concurrieron, les dejaba con gente escasa para la maniobra de las tres naves, por lo cual quemaron allí la Concep- ción y pasaron las jarcias, el armamento y los pertrechos á la Trinidad y á la Victoria, que compondrían en adelante aquella armada. Desde la isla de Bohol llegaron sucesivamente á las de Quipit, y de Cuagayán, en las que por no encontrar facilidad para adquirir provisiones se detuvie- ron muy poco. Necesitaban principalmente los expedicionarios proveei'se abun- dantemente de víveres que pudieran conservarse en buen estado para su regreso á España qvie, por Oriente ó por Occidente, exigía una tan larga navegación. Para ello, como á su venida habían visto, ninguna sustan- cia era mejor que el arroz, que por fortuna se producía en el archipiélago últimamente descubierto. Desde la isla antes citada, en la que no pudieron proveerse llegaron á otra llamada Poluan ó Paragua, en la que el arroz se cosechaba abundantemente y se embarcaba para otras islas; era ya el mes de Junio cuando llegaron á ella, y después de hacer las paces con un pueblo de moros que llamaban Saocao, pasaron á tratar con los naturales, que se conoce eran los que cultivaban los campos y allí, dice Albo: **tnevcatn0& tnncljo avva^ tj noa vituallamoo nxntj bien*" PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 237 Esta isla era en efecto rica, y compraron también en ella gallinas cerdos y cabras. Allí llegaba más la influencia del continente y se hacía, como hemos dicho, alguna navegación sobre todo por los moros, de los que tomaron á uno para piloto el cual debía conducirles á otra isla más grande y rica, que decían no estaba lejos, y que se llamaba Borneo. Era ya el 8 de Julio cuando después de pasar la barra, entraron en su gran bahía y apenas fondearon, sobrevino gran oscuridad y fuerte tormenta, según consigna. Pigafetta. Pasada la tempestad al día si- guiente de su llegada fué á las naves uno de los Secretarios del Rey de Borneo. Iba este enviado en una especie de galera ó fusta que llamaban prao, cuya proa terminaba ostentosamente en una dorada cabeza de serpiente ó de dragón, y la escoltaban además otras dos embarcaciones llevando músicas de trompetas y tambores. "^oritetj, Mcí SClbo, f» mxa i&la 0t*ttní»«, xy en íUa Ijatj ca- nela tj nxiv ab ulano» fXj canfova (alcanfor) la cital vale xxxxx cijo en ceta» tietrtra», tj Meen qne cxxaniío tnneven ae etnbal&atnan ecn ella." ♦♦^otntctj, Mee tantMcn, e« ixvan cixxbatí tf ttcttc la Ualjia ntn»j 0f aní>c, tj be iientvo Ijatj xnxxcijoü bailo» (Uafc»a) xj í»c fnera, xy pov e&o e» xnexxe&tev lyabev líiloto be la Uevva ^Z' El Rey de Borneo era musulmán y tenía, según Pigafetta, diez escribientes que consignaban lo que ocurría en muy delgadas cortezas de un árbol que llamaban chiritoles. Gustáronle mucho los presentes que los nuestros le enviaron por medio de su emisario y manifestó deseos de ver á algunos de los que llegaban, por lo cual pasaron á la ciudad Gómez de Espinosa, capitán que era de la Victoria y otros ocho á los que hizo el de Borneo una fastuosa acogida, saliendo á recibirle más de mil de los suyos armados con lanzas, largos alfanges y paveses, y lle- vando también extrañas corazas formadas por conchas de tortuga. Los trajes de muchos de ellos eran de seda y para conducirlos hasta el Mo- narca, iba en la comitiva un elefante amaestrado con su litera en forma de castillo. Era el quince de Julio, y al día siguiente volviéronlos nues- tros á las naves, con buenas piezas de damasco de la China y muy agasa- jados por el de Borneo pero inquietos en cambio, por lo considerable de aquella población que les infundió justificada desconfianza, dada la debi- lidad á la que su armada había quedado reducida, por lo cual se alejaron desde luego de la ciudad, acercándose á la entrada de aquella gran bahía. Necesitaban sin embargo pez para calafatear las naves y habiendo enviado á cinco tripulantes, fueron estos presos y detenidos, y atacadas las naves por muchas embarcaciones menores y tres grandes juncos de 60 , 238 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO los cuales los nuestros apresaron dos. Ocurría esto en 27 de Julio y dos días después, como tampoco soltaran en la ciudad á los cinco que habían detenido, apresaron los nuestros otro junco grande con más de cien tri- pulantes. Iba en este junco y fué también hecho prisionero, el hijo del Rey moro de una isla grande llamada de Luzón, que era General del Rey de Borneo. Ofreció este que serían puestos en libertad los cinco prisioneros, y, confiando demasiado de su palabra soltóle Caraballo, pero sólo devolvieron á dos de los que retenían, y desesperando ya de rescatar los restantes se hicieron de nuevo á la mar, después de haber avisado al de Borneo que combatirían á cuantos juncos de moros encontrasen, y así lo realizaron. Apenas salieron de Borneo, y junto á unaisla que, según Pigafetta llamaban Cimbombon, tocó en tierra y quedó varada la Trinidad, y aunque tuvieron la fortuna de que saliera de nuevo á flote, detuviéronse allí y carenaron también los buques que lo necesitaban. Era á princi- pios de Agosto, y antes de salir de aquel puerto quitaron el cargo á Ca- raballo al que procesaron, y nombraron una Junta ó Consejo de tres Go- bernadores los cuales fueron Elcano, Espinosa y un Ponce Vera, actuando de Secretario Martín Méndez, Contador que era de la Victoria. Navegaban á la sazón en demanda de las Molucas, y reconocieron en su camino varias islas, encontrando también diversos jiancos de moros, que dominaban por completo en aquellos mares, y eran los dueños del comercio de aquellas islas, de muchas de las cuales se iban apoderando también, sometiendo á sus naturales á una dura esclavitud. Encimes de Septiembre apresaron un junco que procedía de Borneo, y en el que iba el Gobernador moro de la isla de Paragua ó Puluan en la que anteriormente se habían surtido de víveres. Aseguróles el de Paragua que desaprobaba la conducta seguida por el de Borneo, y ofrecióles más provisiones que aceptaron, haciéndole en cambio diversos obse- quios, y le devolvieron los nuestros al hacerlas paces en 1." de Octu- bre, dos juncos y cinco lombardetas que le habían tomado en el canal de Borneo. * En el siguiente mes de Octubre y después de haber salido de Po- luan, encontraron otro junco de moros que chocando los paveses con los alfanges, los llamaban á combatir porque había calma y no se podían moverlas naves, pero los expedicionarios fueron á ellos en dos bateles con treinta hombres, y se apoderaron de los juncos, mataron á uno de los moros, é hicieron prisioneros á los restantes. Negaba el piloto del junco conocer el camino de las Molucas, pero los moros prisioneros que sin duda deseaban llegar á ellas, dijeron lo contrario, por loque man- PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 239 teniéndole preso, le obligaron á ir diciendo el camino que para llegar á dichas islas debían seguir. En su navegación, arribaron á una isla lla- mada de Saranganí, en la latitud de 3.° 40 Norte á la que arribaron y en la que contrataron los servicios de otro piloto, que resultó hermano ó deudo del que llevaban, y que por cierto trató de escapárseles sin con- seguirlo. Desde Saranganí, guiados por los dos pilotos y después de avistar muchas pequeñas islas, llegaron en 8 de Noviembre, á las llamadas de Mare 5' de Tidore que son dos de las mayores del ar- chipiélago que buscaban, á quince y á treinta minutos del Norte de la Línea. Con la llegada de las naves sevillanas á la isla Tidore en la que fondearon, quedaban enlazadas las navegaciones dirigidas desde Portu- gal al extremo Oriente, con las que desde Castilla habían sido enviadas hacia el extremo Occidente, y reconocido así el ámbito de la Tierra. VI LAS MOLUCAS 152 I Al día siguiente de la llegada de las naves, pasó diligentemente á visitarles el Rey de Tidore, que era también musulmán y llevaba el nombre clásico de Almanzor, y que llegó á los nuestros vestido de fi- nísima camisa blanca bordada en oro, y cubierto todo él por amplio y blanquísimo manto que caía hasta el suelo. Encima de su cabeza, veíase también un hermoso velo de seda en forma de mitra persa, y después de dar en su lancha una vuelta en torno de la Trinidad, subió á esta nave y saludó á su llegada en estilo oriental, deseando la bienvenida á los que llegaban. Recibiéronle los nuestros con la mayor cortesía, y le obsequia- ron con varios presentes entre los que vemos citados, una silla forrada de terciopelo carmesí, una ropa de terciopelo amarillo, y un paño fina- mente bordado de sedas, con otras telas y variada quincalla ó fruslerías. Todo lo agradeció amablemente Almanzor, que les dio también licencia para negociar en la isla, cosa que él también negociante, acaso deseaba. El musulmán que parecía discreto, examinó el estandarte Real y quiso después ver la moneda para observar su valor, aseguró á los expedicionarios que sabía por sus astrólogos su próxima llegada, y luego 240 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO de terminada su visita, y de haber juzgado por sí mismo á los que á la isla llegaban, quitóse la alta mitra, abrazó á los Jefes, y bajó á su barca que le condujo á tierra. En realidad, esta afectuosa acogida de Almanzor acaso se debía en parte á que recientemente habían matado en aquellas islas á varios portugueses, y entre ellos al amigo de Magallanes Francisco Serrano, por cuyos sucesos estaban allí temerosos de castigo, y quizá buscaba as- tutamente el de Tidore la amistad ó protección de un poderoso Monarca cristiano, que entendió era rival en las Molucas, del Rey de Portugal. De todas maneras es lo cierto que en el mes de Dicie;nbre, y estando aun las naves en Tidore, llegó allí el Rey moro de otra de las islas, la de Tei-renate el cual era sobrino de Almanzor, para reconocer la sobera- nía de Castilla, y que otro tanto hicieron losReyes de Maquian y deBo- chian, en cuya última isla habían matado recientemente á varios portu- gueses. Las astutas gestiones de Almanzor favorecieron sin duda las ne- gociaciones de los expedicionarios, los cuales, después de algunas dudas acerca del precio, cargaron ventajosamente sus naves de valiosa espe- ciería, y así conseguido preparáronse para partir, llevando de Almanzor y de sus amigos cartas de sumisión, y con ellas curiosos presentes para Carlos V. Consistían estos presentes en vistosos papagayos rojos y blan- cos, y en otras aves de curioso y bello plumaje, en miel de pequeñas abe- jas y otras extrañas producciones de aquellos lejanos países; pero en el mo- mento de hacerse las dos naves á la mar, ocuitíó un accidente que acaso aplazaría su regreso, y que detuvo desde luego su partida: la nave Tri- nidad que era ,1a Capitana, descubrió una importante vía de agua que no fué posible contener de otra manera, por lo que se vieron precisados á descargar el barco y sacarlo á la pla3'a, exigiendo una detención de tres meses su reparación. Decidieron en vista de ello los expedicionarios, que siguiese la Victo- ria su camino á España por el Oeste, y que luego de reparada la Trini- dad retrocediese hacia el Este y atravesando de nuevo el Pacífico, na- vegase en demanda del nuevo Continente con objeto de desembarcar en el recién fundado Panamá, y pasar por el istmo su valiosa carga de especiería, en la que aquellos tripulantes tenían una participación tan duramente ganada, llevándola luego por mar, desde el puerto de Nom- bre de Dios sobre el Atlántico al de Sevilla. No pudo realizar la nao Trinidad su proyectada navegación por el mal estado de su casco, y cayó por esto en poder de la expedición portuguesa que por Oriente navegaba ya páralas Molucas, en tanto que la Victoria mandada por Juan Sebastián Elcano, y llevando á bordo PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 241 sesenta tripulantes, de ellos trece naturales de aquellas islas partió de Tidore el 21 de Diciembre, después de haber puesto á dicho buque nuevas velas en las que se distinguía, según consigna Pigafetta, la Cruz de San" tiago Patrono de España con una leyenda alusiva. Esta pequeña nave, La nao Victoria emprende su viaje á España. destrozada por los temporales y casi sin haber tocado en tierra desde entonces, entró gloriosamente en Sevilla el 8 de Septiembre de 1622, con sólo dieciocho hombres los más de ellos enfermos, impulsada por la voluntad de hierro de su Capitán Elcano, y después de haber sido la primera en dar la vuelta á la Tierra. VII LA VUELTA Á ESPAÑA p.,._.. .:::„,.....,,,_„. JL S^ ^^ clavo y otras especierías era preciso esquivar las naves y los puertos de Portugal, únicos en los que hubiera podido entonces proveerse este pequeño buque en una tan larga navegación. Sola ya la Victoria, 61 242 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL >füNDO no podría tampoco imponerse allí donde hubiera alguna cultura, y hubiera sólo corrido peligros sin provecho, deteniéndose sin fruto en las salvajes costas africanas. Desde que en 21 de Diciembre abandonaron á Tidore, navegó la Victoria por un mar sembrado de numerosas islas, muchas de las cuales habían sido ya descubiertas por las naves de Portugal. En su navega- ción hacia el Sur, ó hacia el Oeste, terminaron aquel año de 1521 á la vista de una isla llamada Ambón; el 8 de Enero siguiente divisaron la importante isla de Timor, y según Albo: ' * "C06te(xtn0& Irt co^ta leste oe-ate, be la pavte novte be Mcljct i*lct" En ella, preparándose para tan larga travesía, adquirió Elcano previsoramente, además de otras provisiones, seis búfalos ó carabaos, diez cabras y otros tantos cerdos que hubieran sido para los expedicio- narios de más valioso auxilio, si hubieran dispuesto también de sal abundante para conservar la carne. La isla estaba bien poblada y era rica en producciones; en ella vieron gallinas, y también papagayos de muy variados colores, frutas exquisitas, naranjas y limones, y se pro- ducía también en ella preciada madera de sándalo, la gente iba desnu- da, y usaba alhajas de oro. Para guiar la navegación á través de todas estas islas, llevaban en la Victoria un viejo piloto que tomaron en las Molucas, y por él tu- vieron referencias de la isla de Java, hasta la cual no llegaron. El 11 de Febrero perdieron de vista la isla de Timor, y emprendió Elcano la navegación por un mar despejado Laut Chidol, que decían aquellos isle- ños, y dos días después el 13. según consigna Albo en su Dia,i'io: "tonttttttae ttueattrct ^ew^Jtct pava el ©ctbo be ^nena ©»- pevania, ly fvttntaa al ®e»-^tt&xteate&te tj fttintj?» l»e Ixxen^^ la C0&ta, púv Ijallav al^xxxx pxxevto pava &xxvfixv xj tontav vefve&co pava la 0ente, crue e^tabatx I0& tnáft ii0liexxte&, el cxxal txa Ija- PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 248 llrtntí»» tj tt>ntttmí»e lattttclta i>e latnav, pov e^tav en nits&tva libeviaif.'* *'la vaetrt, &tcf también, eva pelosici, »in at^bolrtho ttl0»t- no, tj fetct co^ta ccvve ite p. (B* á ^. ®. ti Ma fui «óbaíní ^e hiclíí» mee" (platjo). Aunque vieron en tierra humo de hogueras y señales de haber gente, el aspecto de aquella costa brava y salvaje, en la que más bien que el descanso y las provisiones de que tanto necesitaban, sería fácil encontrar peligros que comprometieran la llegada hasta Sevilla, hizo sin duda desistir á Elcano de desembarcar, y apartándose de la Costa, si- guió la Victoria su navegación hasta que á mediados de Mayo (el 16), estaban al Sur del famoso Cabo de Buena Esperanza, qiífe no desmintid en esta ocasión su primitivo nombre de Cabo de las Tormentas, porque allí perdió la Victoria su mastelero y su verga de trinquete, permane- ciendo largas horas con un fuerte viento del Oeste que no les permitía avanzar.(l) "CíBete írict, hice Jtlbt» (2), qnebvatno» el tna&til ij vev^a i>«l tvin(\nete, xj eütnxxitnc» tí»i»o el hia al vepavo, tj el ttiento fné oe»t*, »j el bitt fné vievne»^** Los vientos duros y contrarios del N. O. continuaron, según dicho Diario, varios días y hasta el 22 de Mayo no pudo emprender Elcano decididamente su ruta del Norte y Noroeste, sin haberse detenido en parte alguna no obstante que ya por este tiempo hacía agua la Victo- ria, y que la falta de víveres frescos se hacía sentir duramente en los expedicionarios. Por falta de la sal necesaria para la conservación de las carnes tomadas en Ti mor, estas se habían perdido y quedaban re- ducidos al arroz guisado con agua, según consigna Pigafetta que es- cribe (3): "non avevanto clj« vi^o eii ñcqua pev nocivo cilfo é bs- Lo que hace creer que se había concluido también la provisión de vino. Esta situación explica que al llegar á la costa oriental de África, propusieran algunos que en vez de dobla)- el Cabo, arribase la Victoria á los establecimientos portugueses de Mozambique, en los que probable- mente hubiera quedado detenida, pero la mayoría de los tripulantes alentados por la entereza de su Capitán, fué del parecer contrario de (1) Originaudo siududa la panuiíi á que alude Pigafetta. Milán 1800, página 181. (2) El 'l6 de Mayo de 1622. (3) Pigafetta, Milán 1800, página 181. Pigafetta no nombra una sola vez á Elcano por lo qne hasta pudiera creer.se que él ir.i»mo dirigía la nave á hu regreso. 244 PEIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO continuar la navegación y de lograr el intento, que cada vez parecía más difícil de realizar, dados los medios de que disponían, de llegar con la Victoria hasta Sevilla, después de haber dado la primera vuelta al Mundo. A principios de Junio después de encontrar tiempos favorables, estaban frente á Sierra Leona y el día piimero de Julio, se hallaban á la altura de Cabo Verde, según Albo, que refiriéndose á dicho día escri- be su Diario: ♦♦catiJtj hel ííicijíT ©abo hoce legttttft, tj Icmtrt* cevcana tierra* me e^tá «tete ieguct»." No íiabían desembarcado desde su salida de la isla de Timor en el mes de Febrero, y la escasez y los trabajos fueron tales que hasta su llegada á Sanlúcar fallecieron veintitantos de los sesenta tripulantes, ó sea el 30 por % de los que abordo de la Victoria salieron de las Molucas. Hallábanse próximas al Cabo Verde sobre la costa de África, las islas portuguesas del mismo nombre, y como la escasez é insuficiencia de los alimentos debilitaba cada vez más la tripulación que enferma en su mayor parte, no servía para el duro 5^ apremiante servicio de achi- car con las bombas el agua que hacía la Victoria, se decidió por fin El- cano á arribar en tierra y consultó con tal objeto á la gente, si lo reali- zaban en la costa africana ó en las islas portuguesas de Cabo Verde, también p}-óximas,pero ocultar allí su procedencia de las Molucas. Optaron por esto último los tripulantes, y el 8 de Julio estaban á la vista de la isla de Santiago, en la que fondearon al día siguiente, según Albo, que agrega: ♦♦srttr0tttta0 ext el ^íitcrtct &el |lto ©rctítirc, xj no» reciMeríttt txxxxxy bi^tt XX0& í»iev*att jnatttettitttientt»» cxtunto» ttxtiBritnc»», xj esite Ma fité xnxévKoleí' xj letiaxxett elloíí púv fitcxtca, xj ctei cvea Cfvte ibaxxx09 evvabo» utt Ma, tj e&ixtvixno» i)a&tci el ^antittíjo»'* No habían tocado desde el Brasil en tierra alguna que estuviese en comunicación con Europa, y como no tuvieron en las Molucas comuni- cación alguna con los portugueses, notaron entonces los de la Victoria este error que observarían de nuevo á su llegada á Sevilla, y que según explicaron sus Cosmógrafos, era debido á la vuelta dada á la Tierra por la Victoria desde Occidente á Oriente en su larga navegación, y que habría de descontarse del número de días, ó sea del de rotaciones reali- zadas en tanto por la Tierra, en su continua rovolución inversa de Oriente á Occidente. Declararon en Cabo Verde los de la Victoria, que llegaban del Nuevo Continente con otras dos naves que habían seguido para Es- PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 24^' paña, y detenídose ellos para tomar provisiones, explicación verosí- mil y que fué en un principio creída, pero como el secreto entre tantos era difícil de guardar, transparentóse bien pronto la verdad, y habiendo enviado de nuevo á tierra un batel por más provisiones, esperaron en vano su regreso y recibieron en cambio, la visita de una barca con la que aquellas autoridades les intimábanla rendición. Habían sabido en efecto, por la charla de un marinero (1) que el buque llegaba de Oriente y no de América, y que traía cargamento de clavo y otras especies to- rnadas en las Molucas. A la intimación hecha por los de la barca, con- testaron, según Albo, los de la Victoria, reclamando que les enviaran: "niteetirtt dente tj nttc»tt*t> bateU v¡ «Ho© Mfctrttn (\ne tvae- trtrttt la ve&pxtestat tj no» iii\itno& iiixe tontavianto» oivo lí<ír&íJ Pero á seguida, como manifiesta el Piloto en su Diario: "»j a»i Ijicinxci» ctvo bovito, xj Ijicimo» nela con tí^^rt«r Ict* ttelaft, tj fuimottofir con ncintc Ijontbve» boliente» tj aano», c\ne fué el tnttvtce ti qnincc bel tne» be §nlio." • Pigafetta por su parte manifiesta, que habiendo observado los nuestros: ♦♦el ntonitnicnto be cierta* cavabela&t tJ ac^vecijanbci une trcttaUan be ñpve^av á la Jíictoria, «itbitantcnte («nUito) no« Mtno0 á la vela," Con el batel detenido, quedaban en tierra doce hombres y entre ellos el carpintero, del cual, por el estado de la Victoria y el uso con- tinuo de las bombas de achicar que eran en aquel tiempo de madera, tenían mucha necesidad. Nada bastó sin embargo á detener á Elcano y á sus compañeros para los cuales, á medida que se aproximaban al Ouadalíjuivir, parecía tener mayor atracción y presentar un interés más alto , poder llegar con la Victoria hasta Sevilla. Con veinte hombres enfermos en su mayor parte y de los cuales morirían algunos antes de llegar á Sanlúcar, apenas si podrían aten- der aquellos tripulantes al turno ó revezo necesario para el achique de las bombas, quedando en cambio sin gente el manejo de las velas, y pu- diendo sólo aprovechar vientos favorables. Desde su salida de las islas de Cabo Verde, no obstante ser mares y navegación ya conocida de los nuestros, avanzó tan sólo durante largos días la Victoria hacia la latitud tropical, alejándose en cambio al Oeste de Canarias y de la Península, hasta pasar el 15 de Agosto entre la isla de Payal y la de las Flores. (1) Segiin otra versión, vióse obligado Elcano, por la falta de numerario, á procurar la venta de algún clavo del que traían de las Molucas, y fué este el origen del conflicto. 63 246 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO Ei 23 pudo por ñn fílcano variar el rumbo, coa vieatos favorables, como consigna el Sr. Navarrete (1); el día 1.° de Septiembre juzgaban estar á ochenta y una leguas del Cabo San Vicente que divisaron el día cuatro, y pocos días después atravesaba la Victoria la barra del Guadal- quivir, y pasaba ante Sanlúcar de Barrameda. De la brillante expedi- ción compuesta de cinco naves y 239 hombres, llegaba sólo mal- trecha la Victoria y á su bordo diez y ocho tripulantes más ó menos dolientes y enfermos. Era el seis de Septiembre de 1622. VII ^ LA LLEGADA A SEVILLA 1522 Ganoso Elcano de llegar con la Victoria hasta Sevilla, apenas se detuvo en Sanlúcar y aquel mismo día, luego de tomar las más precsias provisiones y de dar aviso de su paso á la Dependencia que en dicho puerto tenia la Casa de Contratación (2), tomó á su servicio un barco y con su auxilio tan necesario dada la situación de sus tripulan- tes, comenzó la Victoria á remontar el curso del Guadalquivir. Los de Sanlúcar en tanto, pidieron con urgencia á Sevilla los auxilios que el estado de aquellos tripulantes reclamaba, y en el día siete adquirieron una lancha de doce remos que con provisiones frescas enviaron diligen- temente por el río, como se especifica en la cuenta de gastos de la Victo- ria, según la cual (3): "«n eee Mct («riete), »e catnpvavctn cú&a» pava enviav á Ict 0«nte; t»ino, pan, cavne, tnelcne&* ^allavon la ^ictxjf ia c\ne t»*- niaen tan ^ovcaita^i íjlae qttittce Ij0tnbve0 enviatuo» atjntua- V0n á tvaevla Ijctata el pitevio í»i? la» piueia» (4), p0vc\ne la (1) ReiaciÓD en su Coleo, de doo. tomo 4.°, página 98. (2) En Sanlúcar y con fecha an0t á qniene» venia axjnbanbo nn barco tte ^anlttcatr»" Con este nuevo auxilio, continuó la Victoria remontando el río y •entró en Sevilla al día siguiente, según en otro lugar hemos referido (1). «Comenzaba el mes de Septiembre de 1622, la mañana del día ocho había sido calurosa como ocurre en ese tiempo en Sevilla, pero á la tarde una fresca brisa del S. O. no rara en dicha época, vino á refres- car el ambiente. En la mencionada Iglesia y Convento de la Victoria, ■«Idía había sido de mucha actividad y movimiento, pues se celebraba la fiesta de su Titular (2) , Por la mañana un celebrado orador había sin ■duda ensalzado las glorias de su Patrona, cuya venerada Imagen, ante Ja cual fueron un día juradas las banderas de la expedición, en alto y suntuoso retablo presidía la fiesta. Los íntimos de los del Convento ha- bían visitado aquel día dicha Casa, y seguramente personas caracteriza- •das de Sevilla habían atravesado el río para asistir á la fiesta, no fal- tando en el refectorio va,riados dulces, ni el agua clara y fresca en anchurosas vasijas. » «Era la tarde y declinaba con rapidez el día; los concurrentes sa- lían del templo y en numerosos grupos aspiraban la fresca brisa del próximo río. Había además en aquellos momentos un gran motivo de •espectación, que era el asunto de todas las conversaciones, y todas las miradas se dirigían con frecuencia á la próxima vuelta del río. Sabíase en efecto por referencias de la gente de la Casa (3), que remontando sus aguas venía maltrecha (4) y penosamente una nave procedente de In- ■dias. Prestábanle auxilio, desde Bonanza un buque de Sanlúcar, y desde la Horcada una lancha con doce remeros que enviados por los Jefes de la Casa, llevaran abundantes y frescas provisiones á los de Indias, los cuales venían enfermos y con extrema necesidad de todo.» Al fin por la vuelta del río, vieron llegar el curioso convoy que favorecido también por la brisa, entraba con ligereza en el puerto. Sobre la nave de Indias, veíanse contados tripulantes enfermos los más, y de- macrados todos. El buque pasó ante los grupos, echó casi enfrente las an- clas y disparando su artillería, vino en cierto modo á tomar también parteen la fiesta de la titular de la Victoria. Los viejos calafates de (1) De anterior titulado folleto Santa María, de la Victoria, Sevilla. 1897. (2) Como ocurre en muchaij iglesias de los Mínimos, dedicadas á la Natividad de la Virgen, ■que se celebra el 8 de Septiembre. (3) En el siglo XVI no había prensa periódica que diaria y circunstanciadamente divulgase las noticias. (4) No consta que hubiese sido repuesto el mastelero quebradojjni los demás destrozos sufri- .dos en el Cabo de Buena Esperanza, además de llegar haciendo agua el buque. 248 PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO Triana discutían obstinadamente en la orilla, acerca de aquella nave que era sin duda sevillana, había quizá salido de sus manos, y disputa- ban con calor sobre cual sería su nombre. Bien pronto, los barqueros puestos al habla ó ellos mismos desde la cercana orilla, pudieron pregun- tarlo á los del buque, y terminaron así las dudas y las discusiones.» Era en efecto la destrozada nave, la Victoria, que después de dar la vuelta al Mundo, llegaba de singular manera al deseado puerto, y ante su Titular en el día de su fiesta: Vfxtxcova pveü&o U tnola bi g:it»i0Uct, e «pavaitxtnú tntta Vavti- 0li«rict" (1 ). Esta fecha, corroborada por el hecho de encontrarse la Victoria en la Horcada el anterior día siete, es también la que se cita en la Historia de Sebastián Elcano escrita por Don Eustaquio Fernández Navarrete, con vista de los documentos reunidos por su ilustre abuelo Don Martín del mismo apellido que tan repetidas veces hemos citado, según la cual el seis de Septiembre llegó á Sanlúcar la Victoria (2): idos dias después, auxiliada por otro barco y gente que tomaron en San- lúcar, atracaba la Victoria al muelle de Sevilla.* De los sesenta que de las Molucas salieron abordo de dicho buque, habían muerto más de veinte por las fatigas y penalidades pasadas, y habiendo quedado doce presos en Cabo Verde, entraron en Sevilla tan solo diez y ocho, cuyos nombres tan dignos de figurar en la historia de la ciencia geográfica y que se han conservado, fueron (3): "^ttitn ^cba&tian ffilcatií», Capitán. gvaxxcx^cú 3llb*>, ^iiut»?, ptctvtin be IJttMcibtttte tnet*in<», (fujtciD«avii.i bel ovbexx ]xt- bicicil}. ^iv«», ^0txbe&table^ gtutttt be ^cxxvxo, ffio»ttrrt«ttt«0tre» ^ntottio ^»jntttav&x> (Jlntatticr ^x^afetta) (4); ^obve&alietxte* (1) Pigafetta Milán 1800, página 183. (2) Historia de Elcano ya citada, página 105. (3) Historia de Sebastián Elcano por D. Eustaquio Fernández Navarrete página 271 — docu- mento n.'' 8. No es cierto que Maximiliano Transilvano, autor de una Relación acerca de este viaje, tomara parte en el mismo, ni aparece tampoco ese nombre en documento alguno. (4)' Antonio Pigafetta era natural de Vicenzo en Lombardía y paisano, por tanto, del respe- table milanés Pedro Martin de Anglería. PRIMER VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO 249 ^evxxatxit0 ^xx&tantante bavbevo, xj el vt»0* |íucin i»c guiai- Al siguiente día nueve, según el lombardo Antonio Pigafetta, que era uno de los que volvían: "anbttítttno it viüHave H Utatja tte ^cixxta piaría iiella ^n- tXfíXXCt'' (1). Un numeroso y entusiasta gentío, seguía á los navegantes á don- de quiera que iban, para ver y escuchar á aquellos nuevos argonautas dignos como con razón dice Oviedo, de más eterna memoria que los que con Jason navegaron á la isla de Colchos, para la conquista del ve- llocino de oro. Era esta primera circunvalación dada á la Tierra, digna corona y complemento de la obra empezada por Colón en las naves de Castilla,^ y fruto también de la sucesiva exploración de las costas del nuevo Con- tinente por las naves de la Casa de Contratación, tal y tan minuciosa como lo manifiestan hoy las Cartas de la costa Atlántica, llevadas á Italia y que pertenecieron á los prelados Salviati y Castiglioni (2), que en el año de 1626 asistieron en Sevilla á las bodas de Carlos V allí cele- bradas, y por las Cartas más conocidas y algo posteriores hechas tam- bién en Sevilla en el año de 1529, por el Cosmógrafo y Maestro de ha- cer Cartas de navegar de la Casa Diego de Rivero, de las cuales nos ocuparemos más adelante. Debian ante todo, los que llegaban, dar cuenta en la Casa de Contratación de los resultados de su viaje, y de los descubrimientos en su navegación realizados. Dada la magnitud de la empresa acometida y realizada, y la duración de aquel viaje acaso aquella misma noche recibieron los de la Casa de Contratación á Elca- no y á su piloto Albo, escucharon de los mismos la relación de los he- chos principales, y examinaron también los más interesantes docu- mentos de tan memorable viaje. En aquellos rollos de papel, que habían costado tanta sangre y tanto esfuerzo, iban consignados el Descubri- miento del Canal de Magallanes, la Primera travesía del Pacífico, el Descubrimiento de las islas Filipinas, la Navegación por Occidente é. (1) En la Catedral de Se\'llla. (2) De las que nos ocuparemos 4 su tiempo. ñ8 250 LA EXPLORACIÓN DEL PACÍFICO las Molucas y por último, la Circunvalación primera de la Tierra. Por esto, al llegar Elcano y Albo á dar cuenta de su viaje, pudie- ron anunciar á, los Jefes de la Casa de Contratación, que la Tierra habla sido rodeada y estaba hecho su primer reconocimiento, la Geografía podría llamarse una Ciencia. VII LA EXPLORACIÓN DEL PACIFICO (CONCLUSIÓN) Al regreso de Sebastián Elcano en 1522 fueron preparadas varias expediciones que, pasando á Occidente por aquel Canal tan buscado y deseado, emprendieran la exploración de las costas del Mar Pací- fico. De una de estas armadas que desde la Península debía di- rigirse á las Molucas por el dicho canal de Magallanes, formaba parte Sebastián Elcano en calidad de su Piloto Mayor, yendo por su Capitán General el Comendador Loaysa. Partió esta armada el 24 de Julio de 1526, del puerto de la Coruña en el que fué organizada y en cuya ciudad fué entonces establecida una Casa de Contratación, destinada especialmente á la navegación para las Molucas, no debiendo por tanto contarse esta expedición entre las organizadas por la Casa de Sevilla. Otra armada al mando de Sebastián Caboto debía dirigirse por el referido Canal á las costas de la China, pero este Piloto se detuvo con sus naves en el entonces llamado río de Solís, y desde allí regresó á Se- villa sin haber realizado descubrimiento alguno. En cuanto á la armada de Loaysa pasó por el Canal al Pacífico, pero una vez en él sus naves fueron dispersadas por una violenta tempestad y sin puerto alguno co- nocido y cercano en que acogerse, quedaron separadas para no volver á reunirse. No fué sin embargo estéril para los descubrimientos ma- rítimos esta expedición de Loaysa, habiendo realizado uno de sus más pequeños buques el patache Santiago, la primera navegación de Sur á Norte en el Pacífico ante las costas del Nuevo Continente, desde la boca del Canal de Magallanes hasta el puerto de Tehuantepec, en Nueva España. La nave Capitana, que en memoria de la anterior expedición se llamaba también Santa María de la Victoria, llegó hasta la isla de Tidore en las Molucas, y en dicha nave poco antes de llegar á las Mo- lucas, murió'el famoso Sebastián Elcano que por muerte de Loaysa la mandaba. LA EXPLORACIÓN DEL PACÍFICO 251 Era el 4 de Agosto de 1525 cuando terminó la existencia del glo- rioso navegante, en la latitud casi del Ecuador, como expresa la cubierta • de su testamento otorgado algunos días antes, que autorizan las fir- mas de varios testigos y entre ellas la de otro navegante ilustre, su amigo y deudo el célebre Andrés de Urdaneta, y cuya cubierta dice:(l) "@n la xxao ^ictatria, en el xnav ^ctciftco á nn ^vaiic tte la linea ^(fitiítoccittl, á veinte tj &ei» ite ^nlic iie tnil qninientú» veinte xj eei*, en pveüencia i>e xxxx ^ñiac ®vti? i/e ^evea, canta- iiav be la íticlja xxaa Capitana pav &n» ^a(ieataiie& ctc," y siguen luego las firmas que autorizan la cubierta. Pero en la práctica, vióse muy luego que el descubierto Canal ofre- cía una navegación posible sólo en ciertas épocas del año, y peligrosa siempre para los medios y las naves de que en aquel entonces se dispo- nía, y por esto también la exploración del Pacífico que hemos visto iniciada á un tiempo por las naves de la Casa que partieron de Sevilla, ó enviadas en piezas en 1519 para ser pasadas á través del istmo de Panamá, no continuaron sin embargo. La exploración de dicho mar no fué hecha por las naves de la Casa, que no intervino tampoco en la or- ganización y apresto de las expediciones españolas que en el Pacífico explorarían no sólo la costa Occidental del Nuevo Continente, sino tam- bién muchos de los Archipiélagos y grupos de islas, de los mares de Oceanía. Este considerable trabajo geográfico que debe ser objeto de un es- tudio especial (2), fué llevado á cabo desde los puertos de la América Española, impulsado y promovido por sus autoridades, su historia se halla ligada con la creación y desarrollo de algunos de sus principales puertos sobre el Pacífico como Acapuleo, Panamá, el Callao de Lima ó Santiago de Chile, y á su historia han de ir unidos los nombres de algunos délos más ilustres varones que concurrieron á la formación de la América Española como Hernán Cortés y Mendoza, Velasco y don Francisco de Toledo, y otros no menos dignos" de memorable recuerdo. No corresponde por tanto hacer aquí el examen de otras expedi- ciones á descubrir organizadas en Sevilla y por la Casa de Indias, y pa- saremos ahora á examinar' el primer estudio geográfico hecho de las (1) Historia de Sebastián Elcano porD. Eustaquio Navarrete, página 321, doc. n.° XX. (2) Y acerca de este asunto existe el estudio por elSr. D.Justo Zaragoza con la colaboración de los no menos distinguidos escritores Sres. D. Martín Ferreiro y D. Francisco Coello, Descu- brimiento de los españoles en el Mar del Sur y en l&s costem ie Nueva Guinea. Agotad» su edi- ción, confe.sanios no conocer este trabajo. 252 LA EXPLORACIÓN DEL PACÍFICO nuevas tierras y mares explorados, en las referidas y en otras expedicio- nes, estudio que fué realizado por los mismos navegantes, por los cartó- grafos y los cosmógrafos de la Casa merced á una labor continua, cual correspondía á la importancia de los trabajos realizados, y que tratare- mos de exponer en la siguiente y segunda parte del presente estudio. PARTE SEGUNDA LOS ESTUDIOS GEOGRÁFICOS LAS PRIMERAS CARTAS DEL NUEVO MUNDO su FOKMACION Como hemos dicho, correspondió también á la Casa la misión de con- signar en Cartas y Mapas, que fueron los primeros y durante cierto tiempo los únicos, los resultados de los grandes descubrimientos geográ- ficos que, en el siglo XVI aportaban sin cesar á Sevilla, ya las expe- diciones oficiales organizadas por el Estado, ya los demás navegantes y exploradores españoles á su regreso á dicha ciudad, punto obligado para ello por las disposiciones vigentes. En efecto, no fortuitamente sino á virtud de las órdenes y disposi- ciones dictadas con tal objeto, debían los pilotos á su regreso á Sevilla dar cuenta á los Jefes de la Casa, y á sus Pilotos-geógrafos, de todo des- cubrimiento hecho, ó dato recogido digno de ser consignado en los Ma- pas ó Padrones de la Casa de Contratación. El necesario conocimiento geográfico de las nuevas costas, y la precisión de .situar las tierras antes ignoradas á las que debían dirigirse las nuevas navegaciones, explica que desde su fundación eu 1503, aparezca perteneciendo ala Casa de Contratación el Cartógrafo y navegante español, Juan de la Cosa, autor reciente (en 1500) de la primera Carta geográfica del Nuevo Mundo, y 64 254 LA FORMACIÓN DE LAS PRIMERAS CARTAS que ya en 1494 es calificado por Cristóbal Colón, de Maestro de hacer Cartas de navegar. Fué por esto Cosa el primer cartógrafo de la Casa, y se sabe por el testimonio de Pedro Mártir de Anglería, que la Carta del navegante montañés no era curiosidad ignorada, sino que estaba en poder de don Juan Fonseca que á la sazón presidía todos estos trabajos,, como consta por los correspondientes asientos del Ijibro de Tesorería de la Casa, que ya en 1503 fueron pagadas á Cosa de varias ©rtftrtCr ít« tnavear* Destinado este navegante probablemente á petición suya, para lle- var á cabo con Hojeda una exploración á Darién, fué entonces desig- nado para el cargo de Piloto Mayor que en la Casa se creaba, el florenti- no Américo Vespucio, que había ido con Cosa y con Hojeda al Continente Colombino en 1498, y conocido también como entendido Cosmógrafo. Con motivo del nombramiento de Américo, fué enviada algo después (1) á este Piloto Maj'or una verdadera Instrucción, en la que no sólo se especifican las principales atribuciones de su nuevo cargo, sino se determina tam- bién el procedimiento para llevar á cabo la formación de las primeras Cartas marítimas del Nuevo Mundo, para las cuales es probable sirviera de base y punto de partida la Carta anterior de Juan de la Cosa. Este documento, tan ijnportante como notabilísimo para la época á que pertenece, está dado por Fernando el Católico y acordado por otros dos Consejeros con el famoso y discutido D. Juan Fonseca (2), al que algu- gunos de sus biógrafos atribuyen especiales conocimientos adquiridos de uno de los entendidos cosmógrafos de su tiempo, el famoso Antonio de Nebrija (3). El documento, que es sobre todo eminentemente práctico, dice así (4): "|,^rttt&rttnc»a intc sítjrttia un ^aiivoxt (juavit, m».t&i?lo) i?cti«- vali é \^0V(\xte &e ija^a ntcta «ict'to, tnatiíMttito» á ««ca-tv**»» ®ft- ciale0 be Ux ffictaa í*« (gioxxtvatacxáxx ite ^cvUla i]xxe Ija^aw f«tttav tírluj» xxxxe&tvcü ^.Ttlotííft, loíí xxxa& ijábilc© qxxc »« ijitUavctt en [a ti^rvrt li Irt «aján, é exx pve&cxxcxa i>e xto» ^^xxxév'xcú |;ttfiri?ncci ttxxe^tvo I^Uotít picttjot*, su? írvhenc é lyct^a xxxx ^aitvoxx be t(fba& (1) En Valladolid á fi de Agosto de 1508, su nombramiento fné en 22 de Marzo. Este docu- mento fué reproducido en sus principales extremos en 1512, al ser nombrado Piloto Mayor So- lis para reemplazar á Américo. (2) Algunos detractores de Fonseca hicieron bastante menos que él. (3) Al que enseñó durante tres años, según la obra ya citada del señor Picatoste, página 211. La introducción á la Cosmografía de Nebrija, publicada en España á fines del siglo XV, fué impresa en París en 14'J5— 1498— 1518— 1533— 1537 y 1543. (4) Colee, de doo. de Navarrete. tomo 3." página 301 y siguiente. LA FORMACIÓN DE LAS PRIMERAS CARTAS 255 cttUitvto, ^tevtcitcciítttce a lo» ítxteetr-oe |ieiuí»0 é j^eñovio», é «oltví Irto rct|o»iea é cv«neitltrt b^lloa, »j al ni;xt«rí»0 í»c V"?» el Mcijo «tteetx'o ^ilíJif» ^rttjox*, &e ijana ixxx ^aitvoxx ©cttívttl *i cxxfxl ae llanta yrt&vott Jietii, pox: el citttl tt*&*>a lí»a yilottr* &c Jtrti|rtn t>e vcjtir é ttttltcvnav, é que caté en v*'^**^ í'* ¿"^ Mcijt»» ttucatvo» (•)ftcirtlce, ¿ i>e vo» el bicijo ntteatra l^ltlotc» JtUttjotr*». ^ttaij«ia»u»j »nttii&ttnt«.i0 áttíbit^ loa |ítlc«tí»e ^e ttiicatx-oa Kei- ttoa »j §efti*»vioa, que í>í itqnt rt^l?lttt^tí fxtercu á Uta tivvx^aa be laa ||»ibitta í>cacitlri£x*ttta á pox"^ í»eacxtt>vñv, qite ijallrtitííc» xxue- ttita tievvita, 0 taina, á baxoü, ó xxxxex^o» pxxevto^^ ó cualqittctr otva xoait que acct í>ina (&iuntt) í*e ^.toueila exx xxota exx el itxcljct |Ja^^*c«u %leal, exx xñxxxexxito á (Cctatillit xtrttjuu á inxv au Relación á el tfxclyo uiteatx*c» yilott» |Wrttjov, é á loa (Oftciulca be la ©nait i>e ®otttrrttttcióu&e§exttUtt, v<*^iTit*?tt*í"^^ sí^rtaiettte exx el biciji? yaí>rí*u llírti, áfitt be qxxe loa :^tiioti>a aean tuaa crtlttua (cttut<»a) xj etteettttí>oa exx la xxave(iacióxx^\ Tal es, en lo relativo á la foi'mación de las Cartas marítimas, este tan notabilísimo documento de 1608, que fué en gran parte reproducido al ser nombrado en 1512 Solís. para reemplazar á Vespucio en el cargo de Piloto Mayor. En él se señala y determina de un modo eminente- mente práctico la manera de allegar lo más pronto posible el mayor número de datos de interés, relativos al litoral de las nuevas tierras por los Pilotos Mayores de la Casa, asociando á este tan considerable trabajo geográfico á los demás pilotos de Indias, á los cuales se ordena de un modo expreso que á la vuelta de sus navegaciones: "lírtHtttii>u uuextaa tiervcta, ó talcta, ó tntxaa, ó ttxtcxn?a ^tuevttta, ó cxtrtlqxtiev t>tx*rte»3aa queaea bxxxa bev^xxella exx xxcta exx el bicljc ^abvcxx lleal" debían, á su regreso á Sevilla ponerlo en conocimiento de los Jefes de la Casa, y del Piloto Mayor, para su consignación en las nuevas Cartas marítimas. Hízose entonces más para el mejor éxito de estos trabajos, tratán- dose de dotar de algunos conocimientos náuticos á los pilotos de Indias que debían cooperar también á la formación de las Cartas marítimas, y para ello se estableció en Sevilla la enseñanza de dichos pilotos, la cual se encomendaba á los Pilotos Mayores de la Casa, diciéndose también en la misma Instrucción ó nombramiento. "®a uiteatva xnevceí» é xtolxttttrtb, C{xte tob^ü loa vil«ítoa be ttueatx*oa ^eittoa é ^eñcvioe qxxe a^ova «on ó acrtxxt, que qui- 266 .LA FORMACIÓN DE LAS PRIMERAS CARTAS nieven xv pov pUotoíi: ett la&icijtt «attcttctciatt, «catt tnetvitií»»?» é&epcín, lo Cfixe e& xtece&avio ectU^r ett el cxxattvaxxie é ttSrtt*olttbto, pava qitc funtrts la ^váttcct coxx la tcátricit, «e p«e&tttt apvovie- c\¡)av ^e^lí^ en I0& hidj<»e trtctfee, é iTue Stitt I0 •aabtv xxa pxxsiian iv en io0 &iclj<»a natria© pov p'xlolc&f xx'xn \%axxav sKílí»aí>rta pov- piloXa\Si nin I00 ntercctíreve* ae ^?ne&ctn concertar con ello», nin loe ntae&tree loa í^nteitan recibir, «in que ^íritnero »sa\x e^cantinaítoe i?or ttoa etc*" Desde esta época, estuvo siempre provisto el cargo de Piloto Mayor de la Casa, \ fueron designadas en los casos de ausencia las personas que habrían de ejercer sus funciones. Así sucedió que al tiempo de ser nom- brado Piloto Mayor Juan Díaz de Solís, al que desde luego se encomen- daban expediciones á descubrir, fué aceptado para Mapa de la Casa el del piloto Andrés Morales, y afectos para sacar las necesai-ias copias de las Cartas, Andrés de San Martín y Juan Vespucio. Algo más tarde, durante la expedicción de Caboto al río de la Plata en 1525, son encargados de reemplazarle en su ausencia el citado Fespucio, jun- tamente con Ñuño Grarcía Maestro de hacer Cartas de la Casa, los cuales debían también examinar aquel año á los Pilotos de Indias. Muerto Ñuño en aquellos días, fueron designados para examinar á los Pi- lotos de Indias Diego Rivero Cosmógrafo de la Casa, juntamente con Alonso de Chaves Piloto también de la Casa, y que explicaba Cosmo- grafía en la de D. Fernando Colón. De presidir los exámenes fué en- cargado aquel año este sabio hijo del Almirante en cuya morada, y por deferencia á tan ilustre Presidente, tuvieron lugar aquel año los exámenes de los pilotos. Verificábanse estos actos con cierta solemnidad en la Sala, de Au- diencia de la Casa, cuyos muros fueron pintados por Ci'istóbal de Mora- les, y en cuyo testero, separado de la Sala por artística verja de una ma- dera blanca, probablemente americana, se admiraban las bellas pinturas que, atribuidas al pincel de Alejo Fernández, constituían el Retablo de la Capilla de la Casa, con cuya parte central hemos encabezado el pre- sente trabajo, y según consigna el Sr. Navarrete (1): • « Celebrábanse los exámenes con asistencia del Piloto Mayor, de los Cos- mógrafos, y de seis pilotos, los que juraban proceder en sus juicios y votos con fidelidad y rectitud. Presidia un Juez (uno de los de la Gasa), los dos dipu- tados de la Universidad de Mareantes de Sevilla (2), y los demás pilotos se sentaban en los bancos laterales, dándose á esto la mayor solemnidad. » (1) Disertación para la historia de la Náutica, página 133. (2) Interesante Corporación Marítima sevillana, deque á su tiempo nos ocuparemos. LAS CARTAS DE LA CASA DE CONTRATACIÓN 257 Tales fueron los eficaces procedimientos puestos en práctica para la formación de las Cartas marítimas del Nuevo Mundo. Preciso es re- conocer sin embargo que apesar de la importancia de estos trabajos geográficos, su estudio pei'maneció de tal modo desconocido ú olvidado que para llegar á su conocimiento se hace necesaria hoy una reconstruc- ción de los hechos que queremos intentar, al menos en lo relativo al trazado del litoral atlántico del Nuevo Mundo, casi totalmente descu- bierto y explorado por las naves y los navegantes de la Casa. II LAS CARTAS DE LA CASA DE CONTRATACIÓN Fueron las primeras, las debidas á los navegantes de la Casa, cada una de las cuales representaba á su manera más ó menos inco- rrecta 5' tosca, las antes ignoradas costas que con su trabajo y sus esfuerzos entregaban á los conocimientos humanos. De algunos de estos interesantes documentos nos ha conservado noticias el diligente Angle- ría, que consigna en su segunda Década haberlos visto en casa de Don Juan R. Fonseca Superintendente de Indias, y Jefe nato también de la Casa, en la que seguramente había copia de los mismos (1): € Fui á verme, dice, con el Prelado de Burgos, patrono de estas navega- ciones. Encerrándonos en una habitación tuvimos en las manos muchos Indi- cadores, f Cartas- Mapas) de estas cosas; una esfera sólida del Mundo con estos descubrimientos (2) y muchos pergaminos que los marinos llaman cartas de marear, » De su rápido examen de las Cartas que tenía Fonseca, refiere Anglería haber visto además de los derroteros de Colón, otras Cartas hechas por los navegantes de la Casa de Contratación, y entre ellas cita: iuna, en la cual dicen que puso mano América Vespv/^io florentino, hombre perito en este arte.* « (.1 1 Anglería, Décadas. Tomo 2.°, ¡¡agina 196 y siguientes. (2) Esto globo visto por Anglería en el despacho de Don Juan Fonseca antes de terminar su segunda Década (Diciembre de 1514) es casi contemporáneo, del llamado (ílobo de Shooner, que se quiere suponer hecho en 1515, y que consigna no ya sólo el Canal de Magallanes, sino la costa Colombina sobre el mar Pacífico. 65 258 LAS CARTAS DE LA CASA DE CONTRATACIÓN «en este Indicador, agrega, encontramos que el primer frente de aquella tierra, es más ancho de lo que los caciques de üraba dijeron á los nuestros. > Lo que se explica pei-fectamente por las navegaciones de Américo en 1502-1604 á lo largo de las costas del Brasil, y agrega Angieria ha- ber visto otras (1) Cartas de los Pilotos castellanos y dice: *De entre todas se conservan como más recomendables, las que compuso aquel Juan de la Cosa, compañero de Hojeda que mataron como dijimos en el puerto de Cartagena, y las de otro piloto llamado Andrés Morales, ya por su mayor experiencia de aquellas costas, ya porque estaban reputados más entendidos que los demás, en Cosmografia naval. » Aparte de la Carta de Cosa rescatada á principios del siglo XIX, no se ha conservado ninguna otra debida á los primeros Pilotos geógra- fos de la Casa. Acaso sus muchos errores y defectuoso dibvijo, que difi- cultó su aprecio y conservación, las haría también hoy poco estimables para las personas superficialmente ilustradas. A los trabajos cartográficos de los navegantes, sucedió luego el de los hombres de estudio, representados primeramente en la Casa por- su Maestro de hacer Cartas (Ñuño García, 1519), y su Cosmógrafo (Diego Rivero, 1523), y conseguida la representación del litoral atlántico, hízo- se luego el trazado de la costa occidental del Nuevo Continente, hasta el llamado Cabo Mendocino en el hemisferio boreal, y quedó muy luego terminada la Carta del Nuevo Mundo, habiéndose encargado esta misión al hijo del Almirante, Don Fernando que directamente ó por medio del Piloto Mayor Alonso de Chaves llevado por él á la Casa, debió in- tervenir también en la terminación de dicha Carta, como parece de- ducirse de varios documentos de que daremos cuenta. Apenas termina- das en la Casa estas primeras Cartas, fueron publicadas en la Europa central varias Cartas con ambos litorales oriental y occidental del Nuevo Mundo, treinta ó cuarenta años antes que ninguna nave no es- pañola, (Drake, 1579) surcara las aguas del Mar Pacífico y en cambio, la formación de las Cartas del Nuevo Mundo por los Pilotos Geógrafos y los Cosmógrafos de la Casa, ha quedado de tal modo desconocida que * ni las Cartas que subsisten de la Casa han sido clasificadas, ni algunas de ellas de autor conocido, como las hechas por Diego Rivero, no se mencionan generalmente, sino como un trabajo personal del referido Cosmógrafo. En realidad, y no puede ser de otro modo tratándose de todo un Con- (1) Por las declaraciones dadas en 1512-1513 en los pleitos de Colón y por otros documentos á. que hacemos aqui referencia, consta que hacían también cartas Juan Díaz de Solís y Pinzón,, Andrés de San Martin, y Juan Vespucio. LA DESAPATírCTÓN T>F. LAS PRIMERAS CARTAS 259 tinente antes desconocido, las Cartas de la Casa de Sevilla no pueden considerarse como la obra de un solo hombre, y menos si este pertene- cía á dicha Institución. Estos documentos geográficos son el fruto de una labor sucesiva y continua, en la que tomaron parte principalmente desde Cristóbal Colón, Juan de la Cosa, Américo, Andrés Morales, Ñuño García, Caboto, Rivero, Chaves y D. Fernando Colón. Pero, apesar del interés de estos estudios geográficos, que á su im- portancia natural por la grandeza misma de las Nuevas Tierras, agrega- ban la calidad de ser nuevos para la Ciencia geográfica; y no obstante su indudable prioridad respecto de los hechos en otros países, á los cua- les sirvieron de base; es lo cierto que se concedió á estos trabajos de la Casa una importancia sólo secundaria, por los autores que en los prime- ros tiempos se ocuparon do los descubrimientos españoles, los cuales fueron más atentos generalmente, según los gustos de aquel tiempo, á la exposición de las proezas y de las aventuras heroicas de los más audaces exploradoies y conquistadores, que no al estudio de las interesantes ta- reas de los Pilotos geógrafos y de los Cosmógrafos de la Casa de Contra- tación. En realidad, y por razones de que daremos cuenta, estos trabajos científicos han permanecido bien desconocidos y olvidados, hasta que en época moderna los trabajos de Alejandro Humboldt, Jomard, Muñoz y Navarrete, partiendo estos de los documentos de la Casa de Contrata- ción, y aquellos de algunas de las interesantes Cartas y Mapas que de la misma subsisten, han venido á conceder á este asunto toda la importan- cia que en la Historia de los conocimientos humanos tiene y representa. III LA DESAPARICIÓN DE LAS PRIMERAS CARTAS Y MAPAS •DE LA CASA DE CONTRATACIÓN 1570—1596 Ha sido causa muy priacipal para el desconocimiento de los refe- ridos trabajos geográficos, la pronta desaparición de Sevilla de la mayor parte de la riqueza geográfica de la Casa, desaparición que tuvo lugar antes que terminase el siglo XVI, y que fué tan absoluta y completa, que no se encuentra una sola de las primitivas Cartas de la 260 LA DESAPARICIÓN DE LAS PRIMERAS CARTAS Casa, ni entre los papeles que formaron el archivo de Indias, sabiamente establecido en los tiempos de Carlos III, ni tampoco en el rico archivo de la Casa de Contratación que le sirvió de base, y en el que se encuen- tra gran parte de los documentos relativos á sus Pilotos, y á sus Car- tógrafos. Desconocidas y sin publicar las primeras Cartas de la Casa, á ex- cepción de la de Diego Rivero (1) y separados dichos trabajos geográficos de la documentación que á los mismos y á sus autores se refería, que- daron en Sevilla dichos documentos, sin objeto y sin interés algunos. Así se explica también el hecho singular de que el cronista Herí-era, que manifiesta en su trabajo haber examinado muchos de los documentos de la Casa, haga en sus Décadas tan escasa mención de estos trabajos geográficos, y de los que á ellos concurrieron. Y dióse entonces el caso extraordinario, de que ilustrase su obra con mapas algunos délos cuale»^ no tenían sus leyendas escritas en castellano. ¡Que á tanto habían lle- gado el olvido y la ignorancia de lo propio! Posteriormente, y como restos de antiguo naufragio han ido encon- trándose en diferentes museos y bibliotecas de Europa, varias de las antiguas Cartas y Mapas de la Casa, ya originales, ya copiados de los mismos, los cuales han sido estudiados cuidadosamente por diversos escritores, aunque con un desconocimiento casi completo de sus autores, y de la Institución á que pertenecieron. Preciso es reconocer en efecto, que separada como hemos dicho, la documentación de la Casa, de los trabajos geográficos que fueron su fruto, la historia de los mismos no ha ha sido hecha, y los autores no han podido tener esos datos tan precisos para el estudio y la clasificación de las primitivas Cartas del Nuevo Mundo. La serie de las primitivas Cartas españolas del Nuevo Mundo hechas en la Casa de Contratación, relacionadas directamente con el descubrimiento y exploración de las nuevas Tierras, existentes en diver- sos Museos y Biblioteca de Europa y que los sucesivos estudios de Hum- boldt, Jomard, Avezac, Harrisse, y otros escritores han dado á conocer, viene en efecto á señalar la sucesiva exploración y el estudio subsiguiente del litoral Colombino, hecho por los Pilotos, y por los Cosmógrafos de la Casa de Contratación. Separadas las Cartas de la Casa de la Institución á que pertenecie- ron, ignorado su valor histórico, y siendo escudo muchas de ellas incom- (1) La famosa y conocida Carta de Diego Ribeío está hecha en 1529, siendo su autor hacía seis años Cosmógrafo y Maestro de hacer Cartas de la Casa. Dicho documento, á diferencia d« los demás de la Casa fué conocido desde el mismo siglo XVI. EL ASGA DE SANTA CBÜZ 261 pletas, y todas pobrísimas aún de nombres de las nuevas ciudades que allí eran fundadas ó pobladas, su destrucción ó extravío se explican bien, como también que sólo se hayan conservado algunos ejemplares en Museos ó Bibliotecas manejados por personas, que excepcionalmente po- drían apreciar el valor de tales documentos geográficos (1). Antes de intentar la exposición de los datos y de los documentos relativos á otros -trabajos de la Casa de Contratación, queremos dar algunas noti- cias de la desaparición de la Casa, de la mayor de su riqueza geográfica, causa original de la actual ignorancia y que no huelga tampoco aquí, porque tales antecedentes pueden contribuir también al hallazgo de nuevos documentos, y á la clasificación de los que ya se conocen. IV EL ARCA DE SANTA CRUZ 1572 Cuando por el año de 1571, murió en Sevilla el antiguo Cosmógrafo de la Casa Alonso de Santa Cruz, hacía ya tiempo que sin dejar de per- tenecer á esta Institución, desempeñaba Santa Cruz sus servicios cerca del Monarca y del Consejo con el título de Cosmógrafo mayor de Indias, y esta circunstancia explica que á su muerte no quedaran en la Casa de Contratación, sino en la del Cosmógrafo Mayor, tanto sus papeles como . sus trabajos científicos. Noticiado el caso á la Corte, ordenó el Monarca á los de la Casa recogieran muy luego y enviaran á Madrid, todos los papeles de Cosmografía, las Relacionefí y los escritos de Santa Cruz,* pagando á su heredera el valor que se les pudiese atribuir, no obstante que en realidad la mayor parte, sino la totalidad de aquellos documentos pertenecía al Estado. Así consta por la Carta dirigida á Felipe II por los Jefes de la Casa en Enero de 1572, en la que entre otras cosas le dicen (2): (1) En España, por amargo que uos sea confesarlo, existió además como poderosa concausa para que no se conservaran estos interesantes documentos, nuestro poco aprecio de todo lo propio y español, en los tiempos que se siguiei-on. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 42 — (! — ^/j. En 24 de Febrero. 66 262 EL ARCA DE SANTA CRUZ **^ov ttna ©éhwlct be ^« ^. »c no» tnaxtiía qxte ija^amcfa vecú&ev tj ftttttitx* toba® Icte- iie&cv:x:^txone'a xi pavele& be ©<*<&- mo^vafia, qxxe pov fciHfci»niettta be 3Hott»x> be ^axxia ©m? ®x>!smó0trafo be ^. ^. ovievet xj «e tjaUcti^cn en ^?<^^ef be «u» Ijercírcrítfir, ó exx el be útva» pevaúxxa», xj coxxcev^tá&exxxoe^ el pve- ci0 qxxe &evá fitatc» qxxe pcv ello eelea i»é, etc" (!)♦ En esta carta manifiestan los de la Casa haber dado cumplimiento á las órdenes recibidas: "tj ljabxéxtb0»e Ijecljo, Meen, bicljct Mligettcict, laa pápele» (fue &e IjaUatron entíianter» á |í. ^U con e«te eorreei»" Consérvase también en el Archivo de Indias, el inventario de los escritos y documentos que de esta procedencia estaban depositados en poder del Consejero de Indias D. Francisco Hernández Liébana, y que en Octubre del mismo año fueron entregados á D. Juan López de Ve- lasco, sucesor de Santa Cruz en el cargo de Cosmógrafo Mayor de In- dias. Consta este Inventario de 94 artículos, y si de ellos descartamos los relativos al Mundo antiguo, y consignamos sólo los relativos al Nue- vo Mundo relacionados con esta Institución, podemos citar según los términos de este documento, en el que es de sentir, se haya atendido más á la ornamentación ó datos de detalle, que á la esencia de lo representad®: (2) *'5/ itn trolla be pet^0ctntino 0rant>e, qxte pavece sretr la bea- cvxptiotx (xxtapa) be la iala be ©ulta, con la» avxxxa» véale»* 7*° ©tro i?etr0ttntino, en cfne eatá la ire»etri|ttion íre Ici x»la ^»pañ0lai catt nn eacxxbo ixtxpeviaL 8." Otvo i.tev0antitto, en qne e»tá ptteeta la be»cvxptx0tx be la cixxbab bel ®it jco (3), 11» línct heacx'Uttiott ^ninersal (piai?rt-ÍtlnnM) en &o«r Ije- ntiafevioeen ftjutrct be cavaiiotxe», con xxtx e^cxxbo be la» ctvntct* realce, coxx xxxx tctfetátt cttnctrillo qxxe cnlrtre Ict irc&crtption (el piaíírt) (1) En esta ocasión salieron también de Sevilla á virtud de las apremiantes órdenes de Felipe II, los libros astronómicos de Alonso el Sabio y algunas de sus composiciones poéticas que hubieron de entregar los canónigos para ser llevados á la Biblioteca del Escorial donde se han conservado. Coa ellos, fueron enviados al Monarca los contados documentos de Cristóbal Colón que de la Biblioteca de su hijo D. Fernando, se conservaban en la Catedral de Sevilla. (2) Archivo de Indias 2 — 1 — 2/19. (3) De algunos de estos documentos debió llevarCarlosV algún ejemplar á su retiro de Yuste, pues en el Inventario de los papeles quedados á su muerte se dice: «Itera, dos envoltorios de Cartas de pergamino de descriptiones de Santa Cruz de Indias.»— Simancas. — Contaduría. — 1.* época, legajo núm. 146. EL ARCA DE SANTA CRUZ 263 13. Htt rollo hf peraatninOi con xtna hífircviption %ínxvev- dai en (\natvo obabo» ó iiuavtcx*i"»«cet i>e la «rupcrftcic tfe nn (ilobo coxt nn f0cwbt> be la» rtrntas reaU», cubiertí? con nn ta- fetán cavine&u" Siguen luego varios Mapa-Mundis ó Descripciones Universales, y á seguida: "21. ®tr<» pevgiaxnino, en $1 qne e&tá la bemcviption bel ^evn. 22. ®trí» pev^antinot be la be&cvxptxon be la cxnbab be léxico, 41. |tn follt» uvrtttbe be papel be xná» be 9ei& ó axete xtava&, en (\xxe eatá pintaba tobo el viaje i|ne ijijo ^* ili^ijo g^iwtcttivír á ®ijiU, fttjurabí? en colove», 42. ©trí» vallo be Ict tni&nttt ntctnex'tt, en qtte ae continúa la ntifttna ijiatovia, xj niafe. 47. ®tvo leaaio ixranbe ennnelto exx xxxx pevQaxnino^ exx el íjne l)tttj ciento »e&exita pie^aa be papel be la xixavca xxxaxjov, exx qne e»tttnft0nt:abrt* be coloree ntttcija» ^vonincicte, %)&la&, ©ierra ^irnte, ^xterto», a&i be IJnbitto, contó be otra» izarte»." 50. ODtro lilrro be pliego etttero con la encjvtabernacion be la ntanera bel paaabo (enero neiíro con aeñalee borabae), con e»cnbo be la» arntao reale© al princii?io, intitnlabo ||«rlario 0cneral, birigibo al |letj nxteetro ^eñor, 51. ®tro libro be ^íliego entero ntae íjeitneño, enqnaberna- bo como loe bo^ be arriba be ntano, intitnlabo ^ibro be loe lonnitúbine» xj bel arte bel nanegar, birigibo al |le»j nne»tro ^eñor. 86. |(n leiiaf o be ecriptnrae tocante» á lo qxxe ee Ija be »er- tíir en la gobernación be ^attatná xj Ilicaragna, ®tnito xj ^ern, en cxxavextta »j otljo i^xtaberno», tj pliego» »neltoe." De cuyos documentos dio recibo D. Juan López de Velasco, y un mes después en el de Noviembre, le fueron entregados otros quizá de la misma procedencia, entre los cuales se citan: '*89 |(na be»cription (tnapa} granbe eti pergamino be la» pronittcia» bel |?eri't, xj tierra bel ^ra»il, x) ®o»ta ^irnte, be pxtnto (e»cala) granbe(roto) priítcipio be®ljile. 90. iteni, otra beacr^iptiott bel ^ra»il, ffio»ta ^irme, ^evn tf ®ljile' lja»ta el @»trecljo be pnnto grattbe, menor c\ne el be la precebente. 91 ®tra bcacription en pergamino be la» ^rowincia», be^ibe 264 EL LEGADO DE JERÓNIMO DE CHAVES iie pitxxto tnnxj ^vanbe* 93 Jln voll0 hepevciCdtxinú ^vctníre, en que e&tá &C'9cviiíttt la 94 ®tr io \sn^0 pumXo pov bnen ovtetx^ í»c tnauertt c\xxt \0is0 eetd aítotrnaíro, pcx tanto tjá i»<«eo é ^natt^t> Xoifo Itr (\xxs caté í»entt^o Ife &tctj0 ietxivXcvio^ i»c la ínaitcx*a qm* está sxx éi (2), tctXo e\ binevo, ai pionaatetria é (gyOXXxisxxXo t>e ia ffiatrtitxa extvatnnva» be eeta ©inírab (§etti- l\.ix)i pava <\xxe Xoto lo ^.loutjan en ntt ai^toeento t»el Mcljo ^o- na&tevio, i^ava cfue í?ueí»an enaeñaf lo á enalcíttief que tratja, psv0 í»e tal ntaneva lo sxxaeñexx^ crxte no «te »aqne ninjtwtta eoea, í^ox'trite e« nti x^olnntai» cjxte xto ae pxxeba xrenbetr, ni iiav á xxxnaxxna ^.tetreona, «ino qwe eient^re entejen el í*icijo piona»- terio," Cuya cláusula parece obedecer al deseo del Cosmógrafo sevillano de que se conservaran sus libros, instrumentos, y vidrios, como dice, en la misma forma en que se encontrabany en una habitación destinada para ello, en forma de pequeño museo. Pero hay en el citado testamento de Chaves una cláusula que más directamente interesa á nuestro actual propósito, y que debemos consig- nar aquí no sólo por lo que interesa á nuestra inforuiación, acei'ca de la Cartografía primera del Nuevo Mundo, sino por lo que pueda contribuir (1) ProbablemeDte objetos de Historia Natural conservados en frascos de vidrio. (2) Los datos que consigna Jerónimo de Chaves acerca de su despacho, que tanto le semejan ú un pequeño museo científico del Nuevo Mundo, traen muy luego á las mientes el museo que por este tiempo reunió en Sevilla Argote de Molina, y q\ie mereció .ser visitado ))or Felipe II durante su estancia en esta ciudad. En dicho museo se hallaba también el retrato de .Jerónimo (le Chaves, amigo de Argote con una esfera en la mano. El sabio Nicolás Monardes en su obra .sobre las plantas y drogas del Nuevo Mundo (Sevilla 1574), incluye una lámina del ar- iiiadillo de México, que en el mu.seo de Argote se conservaba. (57 ■ 266 VIGLIARUOLÁ á la clasificación de las Cartas ó documentos geográficos, que proceden- tes de la destruida Biblioteca de la Cartuja de Sevilla pudieran encon- trarse. Esta cláusula dice así: "itent, ntctníícr al iiicljo ^oxxñ&tevio ^e la ^avttxxa ttna caxa 0vani>e que e&tá fneva bel Mcij** eacviptdvi^t la cual eatá llena tte ntxxnclj0& mapa», t) tnantto que a»i canto ceta, &e í>c al Mcljt* ^onaüteviOf xy cfxxe exx él texx^axx leus bicljtift xxxapa& en pavte ttonbe lo» pxxeiían xnoatvaVi xj toxnav trclaciou c*>tt ello», tj qne no ec p^ucíra ucní»ctr, ni bax: nin^xxna C0<»a í»c lo qxxe tjó ntanín? al ííicljcr pionaetcrio, ni &e pneban «acar >cl, cfuc nti uoUtntttír c», qxxe aiexnpve c»tcn exx el Mcljo plonaetcrio*" El cargo de Jerónimo de Chaves en la Casa, el ser hijo del Piloto Mayor Alonso de Chaves, encargado por cierto de cumplir esta su última voluntad, y la muerte de dicho testador ocurrida en 1574 refieren esta caja de Mapas á una época en extremo interesante, y los relaciona tam- bién de modo muy directo, con los trabajos que en la Casa de Contrata- ción se realizaban. VI VIGLIARUOLÁ De u}i modo más directo y acaso más funesto también, pudo afectar á la riqueza geográfica de la Casa de Sevilla, la desaparición del cosmógrafo de este nombre, que después de prestar durante varios años sus servicios en la Casa, abandonó inesperadamente su cargo y se mar- chó al extranjero, llevándose según parece los Padrones y los papeles re- lativos á la navegación que tuviera en su poder, á juzgar por la acusa- ción presentada entonces por el Piloto Mayor Rodrigo Zamorano, que ejercía á la sazón el cargo de Piloto Mayor. Consérvanse en el Archivo de Indias muy curiosos documentos acerca de este desagradable asunto, al cual no encontramos hecha refe- rencia alguna, y por cierto que de los referidos antecedentes no vemos tampoco noticia en los índices de su legajo (1), manifestándose así de to- das maneras la gran reserva, que acerca de este asunto guardó. (1) Archivo de Indias 2—5 — i/j,. VIGLIARUOLA 267 Ejercía en 1596 el cargo de Piloto Mayor desde la jubilación hecha de Alonso de Chaves que lo desempeñó hasta la avanzada edad de no- venta años, Rodrigo Zamorano antiguo catedrático de Cosmografía en la Casa, y sucesor de Jerónimo de Chaves en este último cargo. Para suceder á Zamorano en la plaza de Cosmógrafo fué designado Domingo Vigliaruola que, titulándose Cosmógrafo del Reino de Ñapóles y autor de ciertos instrumentos, solicitaba en 1581 la plaza y al que no obs- tante el parecer contrario de D. Diego de Zúñiga, le fué concedida la deseada plaza de Cosmógrafo. Ocurrió, sin embargo, que en el verano 1596 y por causas que des- <;onocemos (1), ausentóse el Cosmógrafo de Sevilla diciendo que mar- chaba á la Corte, razón por la que acaso no infundió en un principio recelo alguno su viaje. Llegado el mes de Septiembre, y á consecuencia, según parece, de cartas suyas recibidas en Sevilla y procedentes de Bur- deos, presentó el Piloto Mayor Zamorano un escrito dirigido á los Jue- ces de la Audiencia de la Contratación, en el que les denunciaba los hechos ocurridos manifestándoles: "©I licencirthí» |lt>trrtiJ0 grtttttnrcttttr ^o-etmó^vafc be §♦ pi. en eotct ©«&« lixao: O^uc firirttictt^^J tjó el cav^o í»c ^ilotú ^atjotr etc*, el »wín?Mcij«> coattxóavafo ^itíliavu^la, con I09 ^apele^ ty patronee i^ttetcttirt é secveto* (2) be la natfeaaciútt be la» ^n- bia&, 9e Ija ibo á ^vancia, á aevviv á ^ente» enetni^a» be^to» ^etjnoft, ^^xatt^0 tíc*tcrta el bicljo 0ftcio, etc." Y pide á seguida Zamorano se abra acerca de ello la oportuna In- formación, y fuera llamado á declarar un relojero francés llamado Pe- dro, amigo del cosmógrafo ausente, y del cual se aseguraba había reci- bido una carta desde Francia. Era esto en doce de Septiembre, y el día siguiente compareció en efecto el relojero y exhibió la carta recibida, cuya letra manifestó ser en efecto de Vigliaruola y de conformidad con él, así lo declararon otros tres testigos peritos llamados con tal objeto. No hemos tenido la fortuna de encontrar la sentencia recaída en este asunto que pudiera comprobar la certeza y la importancia de la sustracción, pero en cambio subsisten y consignaremos aquí las dos cartas de Vigliaruola que figuran en los autos, y que son curiosísima manifestación de la acogida hecha en Burdeos al fugitivo Cosmógrafo, (1) Por Cédula dada en Toledo en 13 de. íiinio de 15% (Archivo de Indias '2—5— i/i,) fué encargado de ejercer el puesto de Piloto Mayor quo ejercía Zamorano y de corregir juntamente con él y con Simón Tovar la.s Cartas de navegar, Andrés García Céspedes. (2) Quizá los relativos al Canal de Magalhines. 268 VIGLIARUOLA que en SU carta al relojero su amigo, dice entre otras cosas en su chapu- rrado lenguaje: "gtt pvc&ettte &evá:f>ava í»rtx'le avi&o cotno eetinj á ^rancict, álctciit&ttí« íte^itrírea», cottsctlnlrij con la atuxlta &e «««ettro ^eñov, e»t (titince ttia& ijáUe^axj í*e|ítlrtíírlt», t) vepo&cttj (vepcsíé} tr«0 itia& ál^axtto ^ebaatian, tj tve* otvocr bxa& á baxjoxxa, xj He- 0tttj sola C0XX tve& e&cxxtfo&t p ovvi&p etta {caxx&a ?} bel gaeto qxxe tne Ijaxx Ijecljí» Ijaccr á ^trtí»vií*, xj pov tris^íctta á la caja be xxxiít De su estancia en Burdeos manifiesta el Cosmógrafo: "ftti xxxxxxjbxext vecibibo be ticncntc ntcttjotr (?) ofvecxexxbo^e be favove&cevxxxe tobe I0 qxxe pxxebe^ é qxxe xtaxja á bxxjxav al^xx- na» vece» coxx ett ^eñox-ia, xj I0 xxxx&xxxa con xxxx oibov bel ®on»c- fo f cal, tj el ntatcnttttico (1) e» ttcniho á wcvtnc xj Uic (vio ?) xxxi úbva con c»to» caballcroa írott&c qttcírct xxxto e&paxxtabo (?) xy ext bevibab qxxel (en) trce bia& qxxe Uc0nc á cetct ciní»rtí», toi»O0 lo« noltlcft 0cntc«r lo i&rtlícn mi ttcniba, c »nntj conticntoe e»tan lOBr f nvttlioft be la cixtbab*** Manifiesta, á seguida el Cosmógrafo napolitano que le ofrecían allí dos escudos, y que le llamaban también para que fuese allá, ciertos mercaderes de la Rochela, pero que no aceptaba oferta alguna porque deseaba estar libre é ir donde le placiera y que vivía á la sazonen la casa del hombre hacia "Ict» ctgttUae be ntcttrcrttr," como también que era vecino de un Señor Antonio: . "ntcrcalretr florentino, añctlíc, (\nal nteljace ntttcljct ntefceí» XJ xxxe pve&ta írinetro* xj xxxxxcljaií veccm v cf nctv {coxxxev, ccnatr?) á »Xt CttfirCt»" "^l ^ívcecntc, hice taíítbicít, xxo Ijcttj naxno oca iTitctoí»oe es- tán ó ®icwtt nolta, p0v la pvxxxxei:a be ©ctnlix'c se e&pei:a la flota, ^of la ttitttíintia tjolraijo caba í>ia xxxx iinavtaroite xj tna* totto vefovntaíro la i?acte í>el Horte i»es|íaña x} be ©ievra xxoba^ cietrto »j tiet*&aí»evo" Como esta carta llegó á Sevilla otra del Cosmógrafo dirigida á un cirujano y barbero italiano llamado Rómolo Folla establecido en Sevilla, la cual obra también en el mismo testimonio, y en la que le dice: ♦'^eñotr ^óntolo, tja estotj á í^rancia, á la cinhah he bov- bext» C0XX «alní», trnal ciní»al» e& gvaxxbe cjnanto ^entila, tj nta» (1) Nodioe el relojero el nombre de este matemático, y tanto esta como otras de las frases, pa- recen indicar que estaba en antecedentes el relojero de los proyectos del Cosmógrafo. Este relo- jero vendía también en Sevilla instrumentos marítimos á los mai'inos. VIGLIARUOLA 269 rtctt, tj inftnitc»& inercrtbtf e». 31 »j«? traxtabc» itn tnerca'íiev fl<»- veuttncr qtic mt l)rt Ijccljo tj Ijacc jmtcljit jncx*ceí», »j ttíwc» al i:>t:e- «ente f ttíttc» á fttt cit0rt, tni í^rrcatit &ittcvc»'9, »j la» fií^stcta tnc Ijttcc jcoíncv co»t ello», xj asi c*>u utvoo cttltitlUrae tvctttceerea qtte eun nttttj nobles »j aintiios &c xiix'tití» (?) ij tícttiio caíia Ma ttisiba tj Irts fteetrts tixc lUttnatt á sit easit, tratauiJC t>e este uvte í>e ©<>»- inojítrafítt" Algo dice en esta Carta el cosmógrafo para explicar su ausencia: **xj Itt crtvisrt v»>v*t-rite pavtx &es|í(tittt (siempre escribe mal el nombre) fú pov tnitcljae ocitsiottee, xxo la Ijice á txlaxxxx be»pe- c\j0 etc." y encarga por fin á Rómolo que acaso era su apoderado, que diera las cantidades que en la Casa se le debían, y que dudamos le fue- ran abonadas, á un establecimiento de beneficencia, yá dos criadas que dejó en su casa, la que no deshizo sin duda para ocultar mejor su marcha. Tales son los antecedentes de este curioso suceso, que fué acaso ocasión para la salida de la Casa de algunas de las antiguas Cartas del Nuevo Mundo pertenecientes al interesante periodo de su formación, y cuya falta de Sevilla es evidentemente muy antigua. Acaso, como en otro lugar indicamos, algunas de las numerosas Cartas sevillanas exis- tentes en Italia, ó Alemania, y la procedencia de varias de las cuales no es conocida, se deba al regreso á Italia de Vigliaruola ó de su amigo de Burdeos el mercarder florentino que le prestaba dinero, aunque acerca de este suceso no conozcamos más precisos documentos. Para terminar nuestra información acerca de este asunto, consig- naremos el grande incendio que pocos años después, en el de 1604 sufrió el edificio de la Contratación, y tal ({ue lo refiere también el docto histo- riador de Sevilla Don Diego Ortiz do Zúñiga (1): € Quemóse este año, dice, mucha parte de la Casa de Contratación de las Indias siendo su Presidente, que era también Asistente y vivía en ella, Don Bernardino de Avellaneda, en su reedificación que se hizo el año siguiente se ■pusieron sus quartos y fachada principal en el estado en que hoy la vemos.* Y por cuya reforma, se labró una nave ó crujía delante de la anti- gua fachada, que quedó convertida en un muro interior. Por su destruc- ción en este incendio se explicaría por ejemplo el hecho de no conservarse que sepamos las Cartas debidas al Cosmógrafo Andrés García Céspedes enviado desde la Corte con eslje objeto y de cuyas Cartas existen las cuen- tas de gastos, las órdenes de pago y la de hacer tres copias para el Mo- narca, el Consejo de Indias y una tei'cera que se debía guardar en la Casa. (1) Anales civiles y eclesiásticos de la ciudad de Sevilla 1G77.— Año de 1604. 68 UTjiSAljitljiilyiíJji.i'l jlSg^SiK^kgtygTfgTtia^imgy:] __ l'Ú:^}<)Cl. Enrique de Leguina, Barón de la Vega. — Madrid, 1877. ('2) Golee, de doc. de Nav. tomo 'ó", pág. (iOO. — Información hecha en la Española en 1513. (3) En su segando viaje. JUAN DE LA COSA 271 ^Intixntiitt d ©itbrt tj á Jtaiurttcct, tntanlxr fitf ti &fscitUrir con Esta declaración de Cataño, se encuentra explicada y confirmada por un documento emanado del mismo Cristóbal Colón. Es-este, la Infor- mación que ante escribano hizo el Almirante, á bordo de la carabela Niña en Junio de 1494, que original se conserva en el Archivo de In- dias, y que ha sido publicada por el Sr. Navarrete en su importante Co- lección de documentos. Llegado Colón á la Española al frente de numerosa armada en su segundo viaje, dejó las más de las naves en la Isla Española y tomando consigo tres carabelas, marchó pai-a emprender con ellas nuevos descu- brimientos. La prolongada continuidad de las costas de Cuba hizo caer al Almirante y á los que le acompañaban, en el disculpable error de que aquellas costas que de Levante á Poniente se dilataban, eran continen- tales y no de una isla más grande que las anteriormente descubiertas, y por esto tomando declaración á los maestres, pilotos, y algunos marine- ros, hizo hacer la referida Información: "pava qxie toitue lita píreuitaa (1) que visxten en e«toe na- vio», etxtve la& jcttíjle» \jctxj 3Xlae&tvo» i>e ijctccx* (S^avtci& i>c nxct- veav, é tnutj bnsno» yilotofi, etc." Leyendo atentamente este documento, se encuentra en efecto con- signada en él la presencia de un Maestro de hacer Cartas de marear y es este Juan de la Cosa, el cual declara á continuación del Maestre y del piloto de la Niña, y de conformidad con la citada declaración de Cataño en 1513, dice el documento de 1494: "itcwt, ^itan i»« \a ffioett vccittobel ^ntv\o tts ^anXa pia- via piai?»tví» Xn \yixcsv ©artct», etc." Todo lo cual demuestra, que discípulo ó no de Colón, auxiliaba ya Juan de la Cosa al Almirante con sus trabajos cartográficos. Tales son las primeras noticias, que como cartógrafo subsisten acei'ca del autor de la primera Carta, relativa á las costas del Nuevo Continente. En el año de 1500 y en el el puerto de Santa María, está firmado el notabilísimo Mapa mundi de este navegante, hecho sin duda ó comen- zado al regreso de su viaje en 1499 — 1500, en calidad de Piloto de la expedición de Hojeda, en la que, según parece, tomó también parte Américo Vespucio. Este interesante documento geográfico es una Car- ta naturalmente plana, y hecha en pergamino, en la que se representan las costas del antiguo y del nuevo Mundo. Sustraído de España como (1) Colee, de doc. de Nav., tomo 2.", p4g. IfiS. 272 JUAN DE LA COSA tantos otros, permaneció el Mapa-Mundi de Cosa, ignorado quizá durante mucho tiempo, íué adquirido hacia 1832 por el barón de Valkenauer, de cuya testamentaría fué á su vez rescatado por el gobierno español en Mapa-Mundi de Juan de la Cosa, parte relativa al Nuevo Mundo cuatro mil y pico de pesetas, conservándose hoy en el Museo naval de Madrid. Al sabio barón de Huraboldt debióse uno de los primeros estu- dios de este importante documento geográfico, que supo apreciar en todo su valor histórico y al que dio á conocer en Europa, en su Cosmos y en su Examen crítico. Como las posteriores Cartas de la Casa de Contratación está la de Cosa dibujada en pergamino de l'^ZS de ancho por 3™86 de alto (Norte á Sur) y ha sido publicada diferentes veces, entre ellas por el gobierno JUAN DE LA COSA 273 español, y también por el Sr. Joraard Conservador de la Biblioteca Na- cional de París, en su obra Los Monumentos de la Greografía. El Sr. Viz- conde de Santarem ha publicado en Portugal, la parte de este Mapa- Mundi que se refiere al África. De la costa oriental americana, que interesa más directamente á nuestro propósito y cuya i'epresentación reproducimos aquí, encuén- transe consignadas en la Carta de Juan de la Cosa, desde lo explorado en la América del Norte por el veneciano Juan Caboto, como lo indi- ca la inscripción que dice: hasta el Cabo de S&,n Agustín en el Brasil (8.° lat. Sur), consignado tam- bién por su correspondiente leyenda: ♦♦©etf ®abo ae tfet>cixbx'ió en el aña be 1499, tjfué &n he&cxx- Las costas del Nuevo Continente se extienden desde una á otra inscripción manifestando la forma de un gran golfo muy abierto, sin otra interrupción, que la que coi'responde á la latitud de las Antillas, ó sea América Central, allí donde Cristóbal Colón primero, y más tarde otros navegantes, quisieron encontrar un paso navegable para los mares de la India. En dicha latitud, el litoral aparece en efecto cortado y lo cubre en grande espacio una lámina que representa á San Cristóbal, aludiendo sin duda á Cristóbal Colón, de quien acaso fué un retrato, y que por des- gracia está muy desvanecido. Al pie de esta lámina lleva una inscripción, poco inteligible^ en el fotograbado y que dice: ♦'|[ititn be irt ©oea I0 ftjo en el ^nevto be §^anta piavitt, el anno be 1500". Y es muy de notar, dada la fecha de esta Carta, que en ella no se haga mención alguna del supuesto via,je de Américo al Continente en 1497, ó sea antes del descubi'imiento de las tierras continentales hecho por Ciistóbal Colón. La Carta de Cosa era evidentemente conocida de los Re^'es, se encontraba en poder de D. Juan Fonseca, y existía tam- bién en la Casa de Contratación en la que Juan de la Cosa prestaba sus servicios, y de la que Fonseca, como Presidente ó Superintendente de Indias, era natural Jefe gerárgico. Consta en efecto por el testimonio de Anglería, que afines de 1614 vio en casa del Obispo de Burgos, entre otras Cartas de marear: , iTue ioeCOftcirtle» tí>tncnfutnxtiieut»>á ^Vtnérico, cfitehe atíwi ctítclittttc na tié n\ Kon^xsnia íkxv ©aHa», it ninj^iturt pcveottrt <\xxs xxo fue- re v<*v tnititbabí*» be «it 3lUeíci, tj í>e lí>» i.-íftcialea be la ®rt«rt" (3). No se ha conservado que sepamos, ninguno de los trabajos de Américo Vespucio durante su residencia en Sevilla, y que le pertenezca de un modo auténtico y seguro. Entre las numerosas Cartas españolas (1) Décadas, tomo 2.", página 196. , (2) Esta segunda Década fué terminada en 4 de Diciembre de 1514. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 1H9 — 1 — í. Dada en Monzón á 10 de Junio de 1510 Ignoramos si esta disposición se relaciona con el hecho ya referido de haber sido detenido en Sevilla en dicho año de 1510, el agente de Portugal Alonso Alvarez por haber hecho proposicio- nes y dado algunos ducados al piloto de Moguer Juan Rodríguez Mafra para (jue pasara á ser- viren Portugal. Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Libro 2.", folio 155 y siguiente. 276 AMEEICO VESPUCIO ■ Mapa del tiempo de Américo (1508-1512) que se conservan en los archivos de Italia, se cita sin embargo como atribuíble á Américo, la Carta conservada en la Biblioteca Oliveriana de Pessaro, cuyo fotograbado reproducimos y que corresponde en efecto, al estado de los conocimientos geográficos que del Nuevo Mundo se te- nían, antes de la última expedición de Solís en 1515. En el estudio que de esta Carta se hace en la Raccolta Colombina, riquísimo archivo de valiosos datos publicados por el gobierno italiano, se dice de esta Carta de Pessaro (1): ttanto en la forma, como en la colocación de las islas, la Carta de Pe- ssaro recuerda muchísimo (moltissimo) á la de Juan de la Cosa. Lo cual no debe extrañar, porque es probable que le sirviera de base (1) Raccolta Colombina 189, Parte 4.*, tomo 2.*, página 113. AMÉRICO VESPUCIO 277 Y agrega también la misma publicación, á cuyo imparcial juicio que- remos acudir: « La distancia de Cádiz á Canarias, y desde estas islas á la Guiana (Guayana), es uno de los puntos de aproximación á Vespucio, y corresponde á la distancia consignada en la carta al Soderini » Y observa finalmente la Raccolta, que en la referida Carta: € la gran ensenada, último punto señalado con precisión, correspondería muy bien con la Laguna de los Patos » En el año de 1611 y siendo Piloto Mayor Américo, vino á Sevilla Fernando el Católico con el objeto principal de organizar una fuerte armada contra los musulmanes africanos, cuya organización competía también á la Casa de Sevilla pues, á virtud de las Ordenanzas dadas á dicha Institución, le correspondía también lo relativo (1): "rtltvtttttitttf :pí>^*^tuíetv£>ntlt^tí^tt^í fctcetr «n la» pavte& tte la J^Xav peqxxeña, tj feel QLabo ^axtev, é í>e ctva cttttl- quicv pavte i»« Ict ^svbsvxa^' Esto es, á la costa septentrional de África. Parece probable que por este tiempo empezara á formarse la rique- za geográfica de la Casa de Sevilla, sustraída quizá á fines del siglo XVI y hoy destruida ó dispersa, y vemos que durante la estancia en Sevilla de Fernando el Católico, dispuso este Monarca por una Cédula del mes de Mayo (2), que hubiese en la Casa un arca de tres llaves destinada á guardar las Cartas, los despachos, y otros papeles, como habría otra para guardar los caudales. Deseosos de consignar aquí cuanto pueda ser útil para restablecer ó completar la historia de las antiguas Cartas españolas, recordaremos la inscripción que en su reverso tiene la antigua Carta de Gabriel Valse- ca fechada en Mallorca en el año de 1438, y en cuya inscripción en len- gua italiana se consigna el hecho de haber sido en un tiempo adquirida dicha Carta por Américo Vespucio, en la crecida cantidad de ciento treinta ducados de oro. Lo elevado de esta suma, hace creer muy posible que si la inscripción es verdadera, el Mapa de Valseca no fuera adquiri- do por Américo para sí, sino más bien como Piloto Mayor, y para la Casa de Contratación. Es este Mapa de Valseca uno de los más bellos de la Edad Media, ha . sido publicado varias veces en el extranjero y también (1) Colee, de doc. de Nav., tomo 2", pág. 322. Ordenanzas dadac ala Casa en 20 de Enero d» 15b3. De.sde Alcalá de Henares. Y existen por ello en el Archivo de la Casa, no pocos documen- tos relativos á Melilla, y á otros puntos de la costa africana. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4.— Dada en Sevilla á 10 de Mayo 1511. 70 278 AMÉRTCO VESPÜCIO por el Estado español (1), y procede de Florencia en cuya ciudad fué adquirido á fines del siglo XVIII por el Sr. Despuig Obispo que era de Orihuela, que lo restituyó á España (2). Fechado como hemos dicho en Mallorca en 1438, ofrece este Mapa la circunstancia de consignar la ex- ploración hecha de algunas islas atlánticas en el año anterior de 1437, por un "^i«0i? (B0tneipú0t0 í»el |lctj be ^avtn^aL" Consignación que dada la poca frecuencia de las comunicaciones en aquel tiempo, hace pen- sar que acaso se hiciera esta Carta por encargo de Portugal, cosa no ex- traña y que tiene sus precedentes, porque, según el historiador portugués Barros, el Infante D. Enrique de Portugal (3) que tanto promovió en su país las exploraciones marítimas (4): * Mandó venir de la isla de Mallorca un Maestre Jacome, hombre muy docto en el arte de navegar, que hacia Cartas é instrumentos.* La importancia de esta bellísima Carta hecha en pergamino, como todas las de su época, ostentando numerosos é interesantes dibujos, en la que se consignan las primeras exploraciones portuguesas en el At- lántico, y también la parte entonces conocida del litoral africano, motiva que consignemos en esta nuestra información, cpanto puede contribuir para restablecer la historia de tan interesante documento geográfico. A la compra que se supone hecha por Américo en una elevada su- ma, agregaremos la organización hecha en .Sevilla en 1511 de una fuer- te expedición destinada á la costa septentrional de África y para la cual, según el historiador Bernáldez, se acopiaron en Sevilla grandes re- cursos; circunstancia que hace todavía más verosímil que en dicha época en la que era Piloto Mayor Américo, tuviese verdadero interés pa- ra la Casa la adquisición de esta Carta de Gabriel Valseca, en la que circunstanciadamente se representa la costa septentrional africana á la que se dii'igía la expedición, que en aquel entonces (1511) y siendo Américo Piloto Mayor se preparaba en Sevilla, y cuj^a organización correspondía á la Casa de Contratación (5). Tales son, sino las pruebas, los datos que hacen verosímil, y que explicarían la inscripción que en la Carta de Valseca consigna la adquisición en elevado precio por Américo Vespucio de dicha Carta, que acaso formó en un tiempo parte de la riqueza geográfica de la Casa de Contratación. En cuanto á su hallazgo en Florencia, y al hecho de (1) Por los cuidados de D. José Gómez Iinaz, siendo Jete de la Comisión Hidrográfica de la Península. (2) Navarrete. Disertación para la historia de la Náutica, pág. 90. (3) Muerto en 1460. » (4) Barros. Década 1.*, Libro 1°, pág. 16. (5) De esta armada era proveedor Francisco de Santa Cruz, padre de Alonso, cosmógrafo que fué de la Casa. AMÉKICO VESPUCIO 279 encontrarse en Italia otras antiguas Cartas españolas, algunas de ellas sin procedencia conocida, ocurre muy luego preguntar si tiene tal cir- cunstancia alguna relación con lo expresado en la Carta del Cosmó- grafo napolitano, que forma parte de los autos ya citados de 1596, en la que desde Burdeos escribe (1): "Ijá tjó tr<»»írthí» tttt tncrcithcr flovcntiníx, que nxe ija ijecljc xj Ijace «iitclja ntcvceí», tj vivo al pve&etxte innto á &xx caeít, nti í.n*c0trt bineví», tj lae fxeeiaa nxe ijace coxxxev cotx íHíío tj con otvoa cabtxHcvpü fvance&ea (\xxe 0on nwtty noble», ftc." ¿Tiene este mercarder florentino alguna relación con el hallazgo hecho en tiempos posteriores en Florencia, de la Carta de Calseca adquirida en un tiempo por Américo, y que pudo ser sustraída con otras de la Casa por el mencionado Cosmógrafo? No lo sabemos, y sin asegu- rarlo queremos sin embargo consignarlo aquí, porque á ser cierto com- pletaría en tal caso de un modo verosímil, la novelesca historia de esta interesante Carta geográfica. Desempeñó Américo, como hemos dicho, hasta su muerte ocurrrida en 1612 el cargo de Piloto Mayor, pero más conocido que como tallo ha sido por la circunstancia en cierto modo fortuita, de haber dado su nom- bre á las nuevas tierras. Debióse indirectamente este resultado á sus famosas cartas, en las que recababa para si la prioridad en habei- des- cubierto las costas del Nuevo Continente. El nombre de América tuvo grande aceptación fuera de España, en cuyo país tardó mucho en ser aceptado. Este error primordial de la historia del Nuevo Mundo que pre- cedía á tantos otros tan vulgarizados también, encontró su refutación en los archivos españoles, llamados á depurar la verdad histórica tan fal- seada en parte por nuestro abandono, y que son los llamados á ser las verdaderas faentes de conocimiento, en lo que á la historia de los espa- ñoles se refiere. El éxito obtenido por este nombre de América, ofrece otra curiosa enseñanza, porque cuando en mal hora aprendieron los españoles á estudiar su propia historia en autores e:^tranieros, vióse en época posterior lo que en el siglo XVI hubiera sido difícil, y aun hubo autor español que tomándolo de los extraños, aceptó de ellos también el supuesto descubrimiento del florentino. Por fortuna, las Informaciones de 1612 y 13 en Sevilla y en Santo Domingo para deslindar, como Fer- nando V deseaba los derechos de Colón, restablecieron la verdad histórica, y la gloria del Descubridor. (1) Archivo de la Casa en el de Indias. Autos ya citados de 1696. — Carta dirigida por el Cos- mógrafo desde Burdeos en (¡de Agosto de 1696. Dicha Carta fué reconocida porperitos y cali- ficada como obra de Vigliaruola. 280 ANDRÉS DE MORALES En cuanto á Américo, si no logró convencer á la posteridad de la certeza de su supuesto descubrimiento, que hubiera sido en todo caso con- secuencia de la primera navegación del Almirante, en cambio merced á sus Cartas, y á los errores por ellas propalados, dio inesperadamente á la nuevas Tierras un nombre, de que también carecían. 111 ANDRÉS DE MORALES 1508-1517 Este navegante, uno de los más entendidos en Cosmografía naval entre los pilotos castellanos, según la frase de Anglería (1), y que fué más adelante Piloto de la Casa de Contratación, residió largo tiempo en las Antillas y singularmente en la Española, en la que se encontraba desde los tiempos de Ovando (2), y en cuya Isla residía tambiéa al tiem- po de hacerse en 1513, las Informaciones para los Pleitos de Colón. Laborioso é inteligente marino y pi'ofundo observador, fundó An- drés Morales la teoría acerca de las corrientes del Atlántico, de cuyo es- tudio en el mar de las Antillas nos ocuparemos en otro lugar, y á este mismo mar de las Antillas, teatro principal de las navegaciones de Mo- rales, se refirieron también sus más detenidos trabajos cartográficos. t Cierto Andrés Morales, dice Angleria, piloto de las naves que recorren aquellas costas, investigó con diligente solicitud ya las costas del Nuevo Con- tinente, ya los derroteros de las islas adyacentes, ya todo el interior de la Es- pañola. Le dio el encargo de explorar Fray Nicolás de Ovando, Comendador Mayor de Alcántara y Gobernador de la Española (3), porque era de distin- guido ingenio, y más apto que los demás para hacer esta exploración. Sobre es- tas.cosas, el citado Andrés formó indicadores (mapas) y tablas excelentes, á que dan fe los demos que conocen en la materia. Este se me presentó, como suelen hacer los que vuelven del Occeano (4).> (1) Década, tomo 2.°, página 198. (2) Y consta que estaba también en la Española al pasar por ella en 1508 Solis y Pinzón, para su expedición á descubrir. (3) Que como hemos dicho, cesó en Julio de 1509. (4) Décadas de Anglería, tomo 2.°, página 379. ANDRÉS DE MORALES 281 Y este mismo escritor agrega más adelante: « Los primeros que recorrieron la Española me la pintaron semejante á una castaña, con su seno á Occidente mirando á la isla de Cuba. Pero este pilo- to Andrés Morales me la ha traido dibujada de otro modo^ aunque un poco di- ferente, pues por sus extremos oriental y occidental la pone comida de grandes senos y que extiende d lo largo los cabos (1), y dentro del seno oriental coloca puertos anchos y seguros. Procuraré que algún dia se le envié á vuestra Santi- dad (2) este indicador (3) de la Española, pues trae sus indicadores del mismo modo que Vuestra Santidad ha visto, según pienso, muchas veces España é Ita- lia, cada una con sus altas montañas, rios, ciudades y colonias.» No sabemos si á este mapa de Morales ó á otro anterior del mismo, se refiere el párrafo siguiente de una Cédula dirigida á Ovando en Abril de 1509, en la que se le dice (4): *'05n Icr que fecciisr &c lo» í>iltu3eoe tte la bitíision he l0& tév- ntittO0 con la pinUtva be Ict iJala, cfue pava lo Ijacev ^evia tn«- ne^tev alQitnc» í>ia», ctc," y dice además la Cédula que: "ctt el pvitnev navxjo c^ne vinievCi le extviab ó tvaeit (5) tj p0v «rcrtticit» ntit»,ct>n mucljo cniiíaiio tvaba^et)» en que aelja^a la pintixva iie la ialu, í^otrqit* ite Ijacev&e é i>e ttellai ijatj tnnclja n«cc0t&rtí>/' Continuó Morales residiendo en las Antillas, y cuando al tiempo de haber sido nombrado Solís Piloto Mayor de la Casa, fueron convocados los Pilotos para la formación del Padrón ó Mapa Real, fué adoptada la Carta hecha entonces en la isla Española y enviada desde allí por An- drés de Morales, como su autor declaró en Santo Domingo en el año si- guiente de 1613 en las Informaciones para los pleitos de Colón, di- ciendo (6): **i]itc i)if«? ttnctfttjitrct iTitc ee Mee ®ctx*tci be nxaveav, pava el Obispe» í-oitoccit ext 0^cx»iUit (Ici ffictsa be Sevilla}, pov la vela- clon qne le Ijlcieron I00 «obve i«icljo«»" (1) Las modificaciones introducidas por Morales en la Carta de la isla Española, parecen consignadas en el Mapa de Juan de la Cosa, cuya fecha de 1500 creemos que indica sólo la de su comienzo, pero en la que su autor continuó consignando las exploraciones y descubrimientos de que iba teniendo conocimiento hasta su última salida de Sevilla. Este explica también que esté Cuua representada como isla. ' (2) Esta Década estA. dedicada al Sumo Pontífice. (3) No .se usaba aún la palabra Mapa. (4) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — i. — Dada en Valladolid. (5) Pues que había terminado su mando. (6) Pleitos de Colón, tomo 1-°, página 203. Declaración prestada por Morales en Santo Do- mingo en 1.511). 71 282 ANDRÉS DE MORALES Reñéiüse aquí Morales á, Vicente Yáñez, Ojeda y Diego de Lepe con los que dice antes haber hablado, aunque manifiesta también haber ido después por aquella costa y: "calibo el ctgtttt bwlcc, en la ^av i>el ^io tf^vanbe*** Lia. Carta enviada por Morales fué aceptada por los Pilotos y tam- bién por Solís, y así se consigna en Cédula de Diciembre de 1515 (1), en que se dice: *'tf pue& ^ntxn he ^Cfli& t) ottrí»*, cipvobavún la ©ctrtrt quel M- cljc ^tti>ve& be ^0vale& ijiío po»tvev(xmentei cveev&e bebe que e& la tneiúv etc." Obstinóse más tarde Morales en sostener para la situación del Cabo de San Agustín, la dada por Diego de Lepe contra la opinión de los Pilotos de la Casa, y fué entonces llamado para dar también su parecer el cartógrafo sevillano Ñuño García, que fué más adelante Maestro de hacei' Cartas de laCasa,y de cuyos trabajos cartográficos nos ocuparemos después. En cuanto á Morales, sus principales trabajos y más especiales conocimientos parecen haberse referido al mar de las Antillas, en el que navegó largo tiempo, y además de su rectificación del Mapa de la Espa- ñola, no sabemos si tomaría también parte en el de la Isla de Cuba que fué enviado á España por Diego Velázquez, en el mismo año en que re- gresó también Morales á la Península á saber el: *Mapa de la Isla de Cuba con sus rios, montes, puertos etc.* (2) que cita Herrera, según el cual fué enviado desde Cuba á Fernando el Católico por Velázquez, y que trajo á la Península Miguel de Pasamon- te tesorero que había sido en la Española. Nacido Morales en 1477 (3), se le tiene generalmente por anduluz y residió como vemos largo tiempo en las Antillas en las que, sin título de tal, ejerció el cargo de Piloto Mayor como lo fueron más tarde Lama- drid en Méjico y Juan Fernández en el Perú. Aunque contribuyó largo tiempo á los trabajos cartográficos de la Casa de Contratación, no per- teneció á ella directamente hasta el año de 1516 en el que fué nombrado Piloto de la Casa por el Cardenal Jiménez de Cisneros y falleció en el año de 1517, cuando acaso estaba indicado por sus importantes y dilata- dos servicios para ejercer el cargo de Piloto Mayor, vacante á la sazón por muerte de Solis. (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1—5. Dada en Plasencia á 13 de Diciembre de 1516. (2) Y á esta época parece corresponder la corrección hecha en los mapas de esta Isla del error que en su parte occidental se manifiesta, en las Cartas del tiempo de Cosa y de Vespucio. (B) Según su propia declaración dada en los Pleitos de Colón. JUAN DÍAZ DE SOIJS 283 IV JUAN DÍAZ DE SOLÍS 1512-1516 Apoco del nombramiento de Solís, fué enviada á este Piloto una Instrucción relativa á la formación de las Cartas marítimas del Nuevo Mundo, que era en parte reproducción de la que anteriormente 3'' con el propio objeto había sido enviada á, Amórico Vespucio, dicién- dose al Piloto Mayor en dicho documento (1): "é ntrtuíKttttosr á ttiteatroe \rH0toa (\xxe i*e aititi aítelctnt* fneven á Ici© btdjit» IJsrlae, é ^ievva $ivnteiiel tnav ®ccetxnú írcecitlitex'tit» tj pov íreacitUxñrj qxxc Ijailaxxiio xxxxevae tictrva», 0 idlcte^, ó baxoüi ó xxxxev0& ^tufvtoa, 0 cxxcil(\xxxev otva C0aa qxxe &e(X bijina tte voxxevlcí sxx Mciji? ^aiiv0tx ^eal, c\ue cxx ííittiíttbo á ©aetiUtt xtatjan á bav en trcloclon, á ttíre el btcljt» |íttctn tte §tr- iiflt, é nticív ^itan ^e&pxxuljx, é á ííj« xxxxe^Xv09 ©ftctale» i»* la ®tt- »a im ® unttratttílon, paxa <\xxs luc00 t»í»&£»tvaft lo aecnteíre» sxx ei Mcijo ^at>v0XXi taita coeu sxx «it Ittjjctr, írcwtattcva <\xxe loe xxaxie- 0ante<» stectn cctMoe tj ctteettabofit en Ict ncttjcgrtcion." Poco antes de esta Cédula del mes de Julio, en el anterior mes de Mayo, fué nombrado Piloto de la Casa este Juan Vespucci (2) sobrino de Américo, y por otras Cédulas del mismo día y con la misma asigna- ción, fueron nombrados también Pilotos de la Casa Andrés de San Martín y Juan Rodríguez Mafra, y por nueva Cédula del mes de Julio fueron autorizados para sacar las copias que fueren necesarias del Pa- drón ó Mapa de la Casa, Andrés de San Martín y Juan Vespucci, dis- posición que paren.e dictada en previsión de las futuras ausencias de So- lís, al que Fernando el Católico y D. Juan Fonseca pensaban utilizar en las exploraciones marítimas. (1) Archivo de la Casa en el de Indias, IC — 4 — i/aoy Rsg'*'''"**^* ''"•'"^^^n en el 139 — 1 — 4. Dada en Julio de 1512. Solís habia sido nombrado Pilo^ Mayor en el anterior mes de Marzo. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 16 — 4^^Vío- Dada en Burgos á 22 de Mayo de 1512. A causa de una errata de copia, ha sido calificado este Juan Vespuchi de Piloto Mayor, pero fué solo Piloto de la Casa, y así lo manifie.sta también su asignación igual á la de los demás Pilotos. Hemos tenido ocasión de comprobar este error contraído al copiar para D. .luán B. Muñoz el Libro de Provistos de laCa.sa, pero en el Libro original que en el mismo legajo .se conserva, la Cidula dice tan sólo Piloto. 284 • JUAN DÍAZ DE SOLTS Para continuar la formación de las Cartas del Nuevo Mundo, orde- nábase en la ya citada Instrucción del mes de Julio, que se reunieran en la Casa de Indias y ante los Jefes déla misma. ♦'toínrst la» nxct& piloto» qxte &fv píxbievs^ »j (\xxe nxtx& axxpxs- ven stx ltt0 navej^txcxoxxsa, é a&tvolabio&t é altxxva&> é cotttpa- »e» etc." Y para?*este fin, figuraba como adjunto ó auxiliar de Solís el refe- rido sobrino de Amórico, aunque en esta Junta de 1512, fué aceptada con aprobación de Solís (1) la Carta hecha y enviada desde las Antillas por Andrés Morales, á la que hemos hecho referencia al ti-atar de dicho cartógrafo, y que, según parece y corrobora Anglería, tenía importantes correcciones sobre todo en lo relativo á las Antillas. Teníase á Solís en la Corte por muy entendido Piloto, y así se es- pecifica en Cédula de Diciembre de 1516 (2), apoco de su partida para el descubrimiento del Río de la Plata con motivo de la discrepancia de los Pilotos geógrafos de la Casa, acerca de la latitud del Cabo de San ■ Agustín en el Brasil, región poco frecuentada aún por nuestros nave- gantes. Obstinábase en efecto Andrés Morales, en sostener el error en que con respecto á dicho Cabo había incurrido Diego de Lepe (3) contra el parecer de los demás pilotos, y vemos que es lamentada en dicha Cédula la ausencia de Solís en tal ocasión, diciéndose entonces á los de la Casa (4): '•á lo qxxe apvovscljaxa nxxtcljo qxxe e-itxxvxeva acá ^xxan ite ^oli» pava la petevtxxinacion iiello, pov lo xtxxxcljo que &abe í»«l avts be nxaveav*'" Se sabe además que hacía Cartas Solís, y señalaba en ellas como Pinzón las costas exploradas, y así lo manifiestan en sus declaraciones de varios délos testigos que en 1512 y 1613 las prestaron, en las Infor- maciones hechas para los Pleitos de Colón (5). Consta además que por la Instrucción dada á Solís en 1614 para su último viaje, se le ordenaba trazase la figura de las costas exploradas, y esto contal eficacia y premura, que una vez llegado en su navegación al Pacífico y á la latitud de Panamá, debería procurar el envío de estos (1) Navarrete. Disertación para la historia de la Náutica, pág. 138 y consta por varios docu- mentos. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 5. Dada en Plasencia á 13 de Diciembre de 1515. (3) Archivode laCasaenel de Indias. Lo dice expresamente Andrés Morales on su parecer ó informe en Diciembre de 1515, j'a citado. (4) Id. id. 139 — 1 — 5. Dada en Plasencia á 13 de Diciembre de 1515. (5) Entre ellos Alonso de Hojeda, el piloto de Triana Antón García, el maestre Nicolás Pé- rez y otros. Pleitos de Colón, tomo 1.°, págs. 208, 209 y otras. GARCÍA TORREÑO 285 datos á Castilla, por conducto de un mensajero que desdo la costa los lle- vase á Pedro Arias (1): "e lítelo iTxte llcijávctliea, &icen, ala» eeijalbct» tte ffitt*tiUa ^el ®rt» ^on^e eattttttefí ^eiivavian, extvxtxvleij» xxn »nfnect0cra íott cartrt» títteetrcn», ijttci¿»tí>0tne ücibev lo qxxe Ijabetj© vx&to Ijaata allxy, xj exxvxaiixxxe laft^utrct be aciueUa costa," Debió pues Solís y así lo cumplió seguramente, tomar los datos para la representación del litoial sud-americauo, desde el Cabo Frío hasta el Río de la Plata en el que ocurrió su muerte, y al regreso de su cuñado Francisco Torres Piloto también de la Casa, debió este entregarlos á sus Jefes. Con estos datos, únicos que á la sazón se tenían de dicho litoral, debió hacer su representación, que tan especialmente interesaba á la expedición de Magallanes, en las numerosas Cartas que hizo para dicha armada Ñuño García Torreño piimer Maestro de hacer Cartas de la Ca- sa, y del que á seguida nos vamos á ocupar. ÑUÑO GARCÍA TORREÑO MAESTRO DE HACER CARTAS DE NAVEGAR DE LA CASA 1512— 1526 I¡ n Septiembre de 1519, y apenas había partido de Sevilla la arma- ^ da de Magallanes (2), fué nombrado por Carlos V Piloto de la Casa con el título de Maestro de hacer Cartas de navegar Ñuño García To- rreño, el cual, según los Libros .de la armada y las cuentas de la famosa expedición, hizo gran número de Cartas para la misma, y también algu- nos de los instrumentos de navegación que aquella armada llevaba, por lo que no es gratuito pensar que era este nuevo cargo, merecida re- compensa otorgada á Ñuño García por sus recientes trabajos técnicos para dicha expedición: La Cédula, que está dada en Barcelona, dice así (3): *'|Iltte0traft ©ficlale* i-\xxe veaiblü exx ^evUlcx exx la &a&a be ©antvataciott, «abci» i^xxe xxxi txtevceti é volnxxtab ea, be toxxxciv é (1) Archivode Indias dp Sevilla 1 — 1 — '/je- Dadas en Mansilla á24 de Noviembre de 1614. (2) En el anterior mes de Agosto. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — G. — Dada á 3 de Septiembre de 1619. 72 286 GARCÍA TORREÑO á Jlxtño ©rtvcia, « cixtc ijatjct c ten^a he Jla» cciíni »tn año c<»»t el ííictjo oficio (cat*£H?) en la ©ctea, tveixttci tnil «trttrcttrcMee*, pnv eixbe %)ó VCI& tttctnín» C{ne IO0 íío»t0ciíresr en nite&tva© Era Ñuño García el primer titulado Maestro de hacer Cartas de navegar de la Casa, precedió al primer Cosmógrafo de la Casa Diego Ri- vero nombrado cuatro años más tarde, (1523) y tanto por la interesante época en que prestó sus servicios, como por sus dilatados trabajos para la formación de las Cartas del Nuevo Mundo, debemos esclarecer en lo posible la historia bien olvidada de este Cartógrafo sevillano, según los documentos y los datos, que acerca del mismo subsistan. Fueron evidentemente dos los hábiles iluminadores en pergamino que por aquel tiempo se dieron á conocer en Sevilla. Ya en el año de 1473 vivía frente al Alcázar y en una Casa del Cabildo Catedral, el ilumina- dor Ñuño Grarcía(l), según la práctica muy seguida en aquellos tiempos de proporcionar estas Corporaciones casa á los artistas, en parte de pago por sus trabajos. Dibujaban en oro y colores estos iluminadores en los ri- cos Libros de pergamino, y la cesión de una casa hecha á este Ñuño García, indica que dicho iluminador no era en 1 473 un principiante novel, circunstancia q ue interesa á nuestro propósito señalar, porque casi trein- ta años después en 1512, aparece otro iluminador ó dibujante en perga- mino llamado también Ñuño García (2), deudo probablemente del ante- rior y que por su época, por dibujar sobre pergamino, y por otras razo- nes, corresponde con el Ñuño García Torreño de que vamos á ocuparnos. Hasta el año do 1519 no se encuentra á García Torreño en las nó- minas del personal de la Casa, en las que consta que por cuatrimestres ó tercios de año, le fué pagada desde entonces su asignación al mismo tiempo que á los demás Pilotos geógrafos que á dicha Institución perte- necían. Pero en realidad, los documentos manifiestan que desde mucho tiempo antes, venía Ñuño cooperando en los trabajos cartográficos de la Casa de Contratación. En efecto, en 1515 y para determinar la ver- dadera situación del Cabo de San Agustín, acerca de la cual no había conformidad entre los Pilotos geógrafos de la Casa, llamaron el Doctor y sus compañeros á Ñuño García, que en su parecer ó informe que se (1) Diccionario do los artífices de la Ciudad de Sevilla por Don José Gescoso y Pérez. — Se- villa 1899, tomo 3.", i)ágina 318. (2) Pudieran serdosy deudos entre sí, los Ñuño García iluminadores sevillanos ambos, pero á, juzgar por los datos que examinamos, nos inclinamos á creer fuese uno solo, y descendiente probablemente del iluminador Ñuño de 1473. GARCÍA TORREÑO 287 encuentra registrado en los libros de la Casa (1), manifestó debía acep- tarse en este asunto la opinión de Américo que había esta.do en dicho Cabo, y el cual agrega Ñuño: "tnc ííccttt trixtcijit» vece» qxxe ^ftotiia ponev el itxcljoQJ^abc en ítcijo jíx*a&£>e, l;actc«&o xjó ffiarta» en &n ©ciect." De lo que se deduce, que ya en los tiempos de Américo (muerto en 1512), trabajaba á sus órdenes Ñuño García en las Cartas del Nuevo Mundo, Si no se encuentra en esa época pago alguno hecho á Ñuño en los Libros de la Casa, preciso será creer que era el suyo un trabajo retribuí- do personalmente por el Piloto Mayor, en cuya morada era probable que trabajase por hallarse entonces en construcción los edificios destinados á la Contratación. Consta también que después de muerto Américo, con- tinuó Ñuño García haciendo Cartas del Nuevo Mundo, y así lo manifiesta él mismo en su referido informe acerca de la manera de situar el Cabo de San Agustín, pues dice: '*tj ^efit^?ltcft tfe firtt tnitítrtc, (la iie ^ntévica} lo ntiantú ijé Acaso en un principio, estos trabajos cartográficos, que vendería probablemente Ñuño á los particulares, no le daban bastantes recursos y dedicóse á las artísticas tareas de sus mayores al verse privado de la retribución de Américo, pues en el año mismo de 1512 se encuentra en los Libros de la Casa, el pago hecho por el Doctor (2): "á Jltttto ©rttrcitt, p0v ín?a ptílc» en pev&cinxxno eeicvitaa é ilxxnxincxbaü con laa <»rí»««ttnjafir ine la ffia»tt, bo» i>xxcaifO& ite ovo*'* En el mismo año, y en el siguiente de 1513, aparece Ñuño García ejecutando artísticos trabajos de iluminación para la Catedral de Sevi- lla (3), y en el año de 1514 le fueron pagadas entre otras cantidades, las ocasionadas: ''pov irt ihttninrtcion mne fx^o en el $ibvo he la ftcett» i>el Y en el año anterior de 1512 le fué pagada también la iluminación del Libro misal de la Catedral de Sevilla. (1) Archivo de la Casa en el de Indias 41—6 — V24- üado en 13 de Noviembre de 1515. Obsti- nóse Andrés Morales contra el parecer de los demás Pilotos geógrafos en sostener que la latitud del Cabo de San .Vgustín era de 16". Sin embargo, como el mismo Morales consigna en su infor- me, este error procedía de la observación hecha por Diego de Lepe que había estado en dicho Cabo, y de quien Morales tenía este ilato. (2) Archivo de la Casa ou el de Indias 39 — 2— i/g- ^"^ 26 de Febrero de 1512. (3) Diccionario de artífices sevillanos por D.José ü-estoso y Pérez.— Sevilla 1899, tomo 1.°, página .318. — Datos tomados del Libro de Fábrica de la Catedral de Sevilla. 288 GARCÍA TORREÑO Ni en los Libros de la Casa, ni en los del archivo de la Catedral de Sevilla, se encuentran después de 1514 asientos relativos á trabajos artísticos de Ñuño García, dedicado por lo visto en lo sucesivo á sus ta- i'eas cartográficas. Es de creei* que estos trabajos de Ñuño alcanzaron en Sevilla algún crédito, pues que en el año siguiente sin pertenecer á la Casa, fué llamado por los Jefes de la misma para emitir su parecer é in- forme ya citado, juntamente con los Pilotos geógrafos Andrés Morales, Sebastián Caboto, Juan Vespucio, Rodríguez Sen-ano, y otros que tenían la mayor autoridad en la materia: "^wetnf ntcittí*rtírí3r pov xtxxe^tva& tnevcetie&, cotniem^a |l«. ft0, qtxe ltiefl« mi pavecev en lo be ciertasr portuaxteae» C[xxe efirttttt pi:e&0^ tj exx lo itel cctbí» be i^axx ^guetin, tnt pavecev en ^eñcve^ qxxe «e bebe bciv cvébiici á ^tnfvi0a, <\xxe ^ctnta plutrid ^atjct, el cxxal fxxé al cabo be §ctn ^0itetttt etc*** Los trabajos de Grarcía Torreño concluyeron por abrir las puertas de la Casa de Contratación á este Cartógrafo sevillano. Firmadas en 1518 las Capitulaciones hechas con Fernando Magallanes y el bachiller Ruy Falero, para proseguirlas exploraciones que quedaran interrumpi- das por la muerte de Solís, fué llamado de nuevo á la Casa Ñuño Q-arcía que consta hizo para esta expedición numerosas Cartas, y algunos ins- trumentos de navegación. Las cuentas detalladas que acerca de los gastos hechos para la or- ganización de esta armada se han conservado (1), manifiestan que acudieron los de la Casa con la mayor diligencia y amplitud para pro- veer, como se les ordenaba á Magallanes y á Falero, de cuanto necesita- ban para el proyectado viaje, y en lo que toca á las Cartas geográficas parece que acumuláronlos de la Casa con la cooperación prestada por Falero y Magallanes, cuanto se había obtenido hasta entonces, tanto en España como en Portugal, como resultado de las respectivas investiga- ciones marítimas, ya en las Indias Orientales, ya en las Occidentales, ó Nuevo Mundo, como entonces se decía. Figuran por esto en las referidas cuentas de esta expedición, los asientos relativos á numerosas Cartas, y entre ellas siete hechas por Ruy Falero (2), un globo ó esfera debido al portugués Reynel y terminado por su padre (3), y otras Cartas hechas por Ñuño García (4), al cual fueron pagadas diversas cantidades por el (1) Archivo de la Casa en el de Indias. — Libro de Armada 32 — 3 — "^¡^^ y en el Archivo de Indias Papeles del Moluco. (2) Coleo, de doc. de Nav. tomo IV, página 179 Docura." n.° XVIt. (3) ídem. id. Libro de Armada 32— i— '/.¿g. (4) Once Cartas de marear hechas por Ñuño García de orden de Magallanes, y siete que hizo Buy Falero, que son un total de 18 Cartas. Nav. tomo IV pág. 179. GARCÍA TORREÑO 289 importe de las pieles (1) para las mismas, y los colores para pintarlas (2). Pero antes de proseguir, queremos hacernos cargo de la carta que en Julio de 1519 dirigió al Rey de Portugal desde Sevilla, su factor ó agente en dicha ciudad Sebastián Alvarez, el cual refiere á dicho Mo- narca haber estado en Casa de Magallanes con el que había hablado, y le dice (3): *Ua hívrottt qixe &if qtte lUtJtttt, e^ be ^anlncav iievecljú á ®(>ba $vio (4), ítefciníro el ^va&il á Itt &cre natxeg^civ be 0Xt |íttitite»ttt&. ^ño tte 1522»" No especifica la leyenda en que mes del año 22 se hizo esta Carta, á la que por desgracia falta el trozo en que se representaba el Nuevo Mundo, pues que como las demás similares suyas, era esta un planisferio completo de la Tierra, siendo por tanto difícil asegurar á primera vista, si está hecha antes ó después de la llegada de Elcano á "Sevilla en Septiembre de 1522: El escritor anglo-americano Sr. Harrisse, afirma ser esta Carta de García Torreño anterior al regreso de Sebastián Elcano con la noti- cia de los descubrimientos entonces realizados, y refiriéndose al trozo de Carta que representaba al Nuevo Mundo y que por desgracia no se ha conservado dice: t La pérdida de la sección trasatlántica (americana), es tanto más de sentir, cuanto sin duda representaba la configuración del Nuevo Mundo, tal como los cartógrafos oficiales de Sevilla (esto es los de la Casa de Contratación), lo concebían, antes (before) de la evolución producida por los mapas de Sebas- tian Elcano. » Y sin embargo esta Carta de Ñuño García, lleva en su leyenda el dato muy significativo de hallarse fechada en: "Itt xnxxvf poWc grilla be ^aiiñboXib en 1522" (2) Cuyos términos hacen recordar muy luego, que en escaño de 1522 y á Valladolid precisamente, marchó Sebastián Elcano llamado por Carlos V, tan luego como supo su llegada á Sevilla (3). Pasó en efecto á Valladolid Elcano y con él los que en la Victoria llegaron, y por Cé- dula del siguiente mes de Octubie, ordenó Carlos V á los de la Casa que enviasen á Valladolid donde se encontraba ya Elcano, no sólo cuantos antecedentes y documentos tuvieran acerca de la expedición de Maga- llanes sino también (4): "3lftitni0tna, lee hice, me enwittb tolraft la* ^eiaeioneü tj (1) The discovery of t,he North América, página 518. (2) El 16 de Julio de este afio de 1522, desembarcó en Santander procedente de Flandes Carlos V y no entró en Valladolid hasta el 26 de Agosto, pocos días antes de llegar Elcano á á la vista de Sanliicar. — Según los datos del cronista Sandoval. (3) Dada en Valladolid k 13 de Septiembre de 1522 — Historia de Elcano por Don E. Fer- nández NavarreteVon los documentos de su abuelo Don Martín, Documento n.° XI, página 217. (4) Archivo de la Casa en el de Indias 41 — 6 — ^¡^r,. Dada en Valladolid á 10 de Octubre de 1622. 292 GARCÍA TORREÑO g&cviptnKa0 C{ne *>f I ^aittctr, xxo ijaty niujjunttñ titwtt» aseutttíía»." Apenas llegó á Sevilla en Septiembre de 1522 la famosa nao Vic- toria, fué acordado el envío de una nueva armada á las Molucas, y por Cédula de fines del mismo año (1) se ordenó establecer en la ciudad de la Coruña, una Casa especial para la navegación y el comercio de la Especiería (2). La febril actividad con que en aquellos momentos se atendía en España á las exploraciones geográficas, correspondía ciertamente á lo» nuevos horizontes revelados por las últimas expediciones á descubrir (3), y muji luego fué instalada en la Coruña la nueva Casa proyectada, y se procedió allí al apresto de la expedición, que al mando del Comenda- dor Loaysa debía partir para las Molucas, en tanto que por la Casa de Sevilla se organizaba otra armada, que dirigida por el Piloto Ma5^C)r Sebastián Caboto, debía atravesar también el nuevo Canal,' y navegar á los mares del extremo Oriente. Y debía también organizar la Casa otra expedición, que en pos de la primera habría de mandar Diego García, aunque como la anterior esta no pasó del Río de la Plata, por la inespli- cable resistencia de Caboto. Tales eran las circunstancias, cuando en Julio de 1523 (4) fué desig- nado el portugués (5) Diego Rivero para el cargo de: "®0»tttónt*ttf<», Itlacfttf a be Ijacev ©utrta», ttettx*t>Utliie ^ievvct ^.eotxa 52 le^xxxa^ pov la ©avta i>e ^xe^o ^iticva, tj púv la ®rtf tct i»c |ltttt*> tf^avcia 56 leg^uaa, novbe&te &uit0e&te De lo que se deduce, que en esta época (1526) existían en la Casa dos Cartas, debidas á los dos Maestros de hacer Cartas de navegar, en las que partiendo de los trabajos de Ñuño García como base, habrían consignado respectivamente la representación el extremo meridional del Nuevo Continente, y el Canal de Magallanes, que tan principalmente interesaban á estas naves, de Loaysa, que, como hemos dicho, debía por el nuevo Canal dirigirse á las Molucas. Y que en Sevilla existía en aquel entonces (en 1626) la represen- tación de dicha costa y Canal, lo manifiestan la Carta de Castellón fechada en dicho año y su contemporánea la de Salviati, procedentes ambas de Sevilla, y de la Casa seguramente por su origen oficial, y de cuyos documentos geográficos nos ocuparemos después. (1) Para no involucrar con esta materia los trabajos cartográficos de que nos ocupamos, consignaremos aquí que lo relativo, á las bombas de metal ha sido tratado con alguna deten- ción por el Sr Fernández Navarrete en su Disertación para la historia de la Náutica. En No- viembre de 152') se concedió á Rivero un aumento de 60 mil maravedises sobre su sueldo siem- pre que, como su autor ofrecía, las bombas de metal produjeran un rendimiento equivalente á tres, seis, ó diez de las bombas de madera que por entonces se usaban. Las experiencias fue- ron hechas en buques que navegaron á Nueva España y con muy buen resultado, pero no en la proporción ofrecida, y por esto y por su mucho coste, pero creemos que también por la muerte entonces ocurrida de Rivero, no fueron aún definitivamente adoptadas. (2) Colee, de doc. de Nav., tomo V, página 245. Doo. n.° XIV. DIEGO BIVERO 297 Muerto García Torreño que en 1526 había sido designado con Vespucio para examinar á los pilotos de Indias, y como se prolongara la ausencia de Sebastián Caboto, fueron designados en el año siguiente de 1527 para examinar á los pilotos, Diego Rivero juntamente con Alon- so de Chaves que era ya Piloto y Cosmógrafo de la Casa, presididos poi- Don Fernando Colón y en su morada, como lo expresa la Cédula con tal objeto expedida (1) y que dice: "»j ííon^ne el l*icljt» ^cbrtatian ffiabott» f«td ablente inepto» |lci»to0 en ttweetf tr scvutcic», tnciu&rttnt«>& qne etx «u abaencia U0etx iifl í»tcljcr cctriitJ i) examinen loe pilcft0&, ^ie^o ^ivevc nne&tvú |tilott», xj Silcn^o be ©Ijauea (2) tti«»tt^í* pilota, pev- «omtd IjiiUile» en la iiiclja avU, con tanto c\ne la exantxnaeion tj bteiítttrt0 (í.ttre(íitntctft tj obiecxonea}, &e ijuMeven be Ijacev en pve&encla be ^oxx £evnaxxbo d^olon, tj en *n crtat», etc»*' Cuyo documento como otros varios, manifiesta que por este tiempo aunque sin cargo determinado en la Casa, ejercía el ilustre cordobés Don Fernando Colón una verdadera dirección de los trabajos geográfi- cos de dicho Centro. Continuó Rivero perteneciendo á la Casa hasta su muerte ocurrida en 1532, y de sus últimos trabajos cartográficos subsisten sus Cartas de la costa atlántica del Nuevo Continente que se conservan en las Biblio- tecas de Propaganda de Fide de Roma, y otra en la Librería de Duque de Weimar, fechadas ambas en 1529, y todo hace creer que estos fueron los últimos trabajos cartográficos de Diego Rivero, dedicado des- pués de un modo especial á la construcción y experimentos de sus bom- bas de metal que fueron costeados por el Estado, más bien que á la continuación de los trabajos cartográficos de la Casa que estuvieron en- comendados entonces á D. Fernando Colón y á sus órdenes, ó por delega- ción suya á Alonso de Chaves. (1) Archivo de la Gasa en el de Indias 139 — 1 — 7. Dada en Madrid á 2 de Agosto de 1527. (2) Desde un principio se encuentra escrito en los docuraentos Chaves y no Chavez, como se lee en algún autor no español. Del propio modo está impreso dicho apellido en la obra cos- mográfica de su hijo .Jerónimo (le Chaves, Cosmógrafo de la Casa, nacido en Sovilla en 1623, y algunas de cuyas ediciones están hechas por el mismo Alonso de Chaves, que sobrevivió bastan- tes años á su hijo. 75 LAS CARTAS COMPLETAS DE LA COSTA ATLÁNTICA CARTAS DE CASTELLÓN Y DE SALVIATI 1525 — 1526 M DATOS HISTÓRIC9S utilada, como hemos dicho, la Carta de García Torreño en 1522 (que se conserva en Turín), y no existiendo tampoco las Cartas que de este Cartógrafo y de Rivero, llevaban las naves de Loaysa que en 1526 partieron de la Coruña, podría quizá dudarse de la representa- ción hecha entonces en las Cartas de la Casa de todo el litoral atlán- tico del Nuevo Mundo y del Canal de Magallanes, sino subsistieran y se conservasen en Italia dos hermosas Cartas españolas y evidentemente sevillanas, que ostentan dicha representación, fechada una de ellas en 1525, y que pertenecieron respectivamente á los dos ilustrados italianos Juan de Salviati y Baltasar de Castiglione, que con los respectivos car- gos de Legado y de Embajador de Clemente VII (Julio de Médicis), asistieron el año de 1526, á las bodas de Carlos V que en dicha ciudad de Sevilla se celebraron. Estas circunstancias, la de ser dos á la sazón los Maestros de hacer' Cartas en la Casa de Sevilla, y la de constar también que en 1525 exis- tían dos Cartas debidas respectivamente á cada uno de estos dos maes- SALVIATI Y CASTIGLIONE 299 tros Ñuños García y Diego Rivero(l), son suficientes y justificados mo- tivo para que examinemos aquí los datos que puedan servir para la cla- sificación de dichos interesantes documentos que son anónimos. Pertenece la Carta de Castellón, que se ha conservado en Mantua, á la familia de los Marqueses de este título (Castiglione), está fechada en 1525, y fué, según tradición muy verosímil, regalada por Carlos V á Baltasar de Castellón, enviado como Embajador á su Corte por el Papa Clemente VII. á poco de su advenimiento al solio pontificio. Fué cono- cido y apreciado Castellón por sus trabajos literarios, pero cultivó tam- bién otra clase de estudios y según el famoso Pedro Ciruelo sostuvo Castellón en Toledo ruidosas polémicas, acerca del flujo y reflujo del mar. En cuanto á la segunda do estas Cartas, que existe en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, su historia es contemporánea y está ligada con la de la Carta de Castellón, por lo que pueden estudiarse ambas á un tiempo. Lleva en efecto dicho documento, una inscripción que ma- nifiesta haber pertenecido á un cardenal Salviati, y dice (2): "©ctbitict nitxtttctt, clitn ccit^í» ^ctlviati." y corroborando la anterior leyenda la referida Carta, presenta, se- gún los términos de la Raccolta Colombina: *nel Pacifico una nave eolio stemma imperiale (de Carlos V); nelle vele, e nella la handiera di Castiglia e di Aragone^ sonó dipinti gli stemmi di un cardinale della Casa di Medid. * Y ocurre que precisamente en'el año de 1526, al que esta carta per- tenece aproximadamente, según la clasificación hecha en la misma Ra- ccolta Colombina, vino no sólo á España sino también á Sevilla al mis- mo tiempo que Castellón, el Cardenal Juan de Salviati, de la Casa de Médicis, como nieto que era de Lorenzo el Magnífico (3). En el año de 1615 había Cortes en Toledo, y á dicha ciudad pasa- ron los embajadores acreditados cerca de Carlos V. El enviado por Ve- necia, Micei; Andrés Navaggero en la relación de su viaje dice haber lle- gado á Toledo el once de Junio, y añade (4): * Mandó el Cesar para recibirnos al Almirante de las Indias, hijo de Co- lón y al Chispo de Arona, ademas de los cuales salieron la mayor parte de los emha,jadores de Italia. > Y sin duda con ellos, dice el Sr. Fabié, Baltasar de Castellón embaja- dor de Clemente VII que estaba en Toledo desde el mes de Marzo. » (1) Según el ya citado Diario del Capitán Hernando Torre, de la armada de Loaysa. (2) Raccolta Colombina. Parte IV, torao 2.°, página 126. (3) Biographie Universelle. Paris 1833. — Tomo 1.°, pág. .512. (4) Viaje de Andrés Navaggero, publicado por el Sr. Fabié. Madrid 18í)í), pág. 252. 800 SÁLVIATI T CASTILLIONE Hallábase aun la Corte en dicha ciudad, en la que había convocado Carlos V Cortes Generales, cuando á mediados de Junio de 1525 des- embarcaba en Barcelona Francisco I, hecho prisionero en la batalla de Pavía, cuyo suceso fué causa del inmediato envío de otro representante pontificio con el carácter de Legado, cargo para el cual fué designado- el Cardenal Juan de Salviati. Baltasar de Castellón, que continuó en tanto desempeñando sus- funciones de Embajador, debió por ello acompañar también á la Corte en su viaje á Sevilla y asistir en dicha ciudad, á las bodas de Carlos V en el año siguiente de 1 526 . Comenzaron muy luego las negociaciones para conseguir la paz. entre ambos Países, y para la libertad del prisionero que eran los princi- pales motivos de la venida á España de Salviati, y en 14 de Enero de 1626 firmado con tal objeto el tratado que se llamó la concordia de Madrid, Carlos V acudió en persona para despedir caballerosamente al ya libre prisionero, y después de hacerle corta compañía al principio de su viaje^ emprendió él por su parte el suyo para Sevilla, á cuya ciudad había llegado ocho días antes la Princesa de Portugal, y en la que tuvieron lugar las regias bodas: *por querer Garlos V, dice galantemente Ortiz de Zuñiga (1), ponerse él en prisión, al mismo tiempo que daba libertad al Cristianísimo Bey de Francia » Tuvieron lugar estas bodas el mismo día diez de Marzo de 1526, en el que entró en Sevilla Carlos V y seguido de numeroso y lucido acompa- ñamiento del que formaba parte el Cardenal Salviati, al que citan San- doval (2) y el docto Zúñiga, según el cual, *el Reverendísimo Cardenal Salviati legado á los Reinos de España por nuestro muy amado Padre Clemente VII. » Después de jurar Carlos V guardar los privilegios de Sevilla, pasó á la Catedral, y desde allí al Alcázar en cuya capilla, la misma en que pocos años antes se casara Magallanes, tuvo lugar el casamiento por el Arzobispo de Toledo, ante el Legado Salviati que por su parte veló á los desposados. Pasadas las fiestas que duraron varios días, permaneció en Sevilla la Corte hasta el 18 de Mayo (3), en cuyo día salió con su séquito el Emperador para Granada, y por entonces también el Le- gado Salviati, que terminada su misión debió regresar pronto á Italia. En cuanto á Baltasar de Castellón permaneció en España, y asistió (1) En sus Anales civiles y eclesiásticos de la ciudad de Sevilla. — Sevilla 1677. — Año de 1626. (2) En su Historia del Emperador Carlos V. — Tomo 1." Libro XIV, año de 1526. (3) Y el 22 de Junio murió García Torreño. CARTAS DE CASTELLÓN 301 según Sandoval (1), á la Junta de embajadores que en 1B27 convocó en su Corte Carlos V. Dos años después, murió en Toledo Castellón, y fueron entonces llevados sus papeles á su familia de Italia, que desde entonces ha poseído su Carta de 1525. II LAS CARTAS DE LA COSTA ATLÁNTICA-^CARTAS DE CASTELLÓN. DE SALVIATL— DE RIVERO La Carta de Castellón que se conserva en Mantua, es un planisfe- rio ó Mapa-Mundi naturalmente plano, hecho en gran pergamino, de 2,08°" de largo, por 0'82", de ancho, y que según los términos de la Raccolta Colombina (2), está: tdisegnato con molta abilitá e conservato per fettamente.* Sin la riqueza de dibujos y de ornamentación que otras Cartas de su tiempo, lleva esta tan sólo unas naves que parecen recordar el viaje de Magallanes aun reciente, pues aunque sin nombre de autor, esta Carta, reconocidamente Española, está fechada por una inscripción que ante la costa de los E.E. U.U. dice: "®tcvva qite IreacxtUvió dBatebatt ©otwe? s&\s aña he 1635, Cuyas palabras , refieren á fines de dicho año dicho documento, dado que como observa oon razón el Sr. Harrisse, el regreso de Esteban Gó- mez tuvo lugar en el mes de Noviembre (3), y creemos muy posible que dicha Carta tuviei'a por objeto la consignación en ella de la costa Atlán- tica de los E. E. U. U. explorada entonces por dicho piloto con la misma premura que en 1522 debió consignar Ñuño Grarcía en la suya, los da- tos aportados á Sevilla en el mes de Septiembre, por Sebastián Elcano. • (1) Historia del Emperador Carlos V. — Tomo 1.°, Libro XVI, año de 1527. (2) Raccolta Colombina. — Parte IV. como 2.°. página 124. (3) La consignación hecha en e.sta Carta del extremo meridional de la costa atlántica ame- ricana no puede atribuirse al regreso de Esteban Gómez de su exploración en la costa de la América del Norte, y se refiere por lo tanto á datos anteriores. 76 302 CARTA ANÓNIMA DE TURÍN Del detenido estudio comparativo que en la Raccolta Colombina se hace entre esta Carta y la de Salviati, con la debida á Diego Rivero en 1629, se deduce que esta Carta de Castellón se aproxima más á la de Rivero, que no la Carta de Salviati de que nos ocuparemos después, y que parece puede atribuirse con más razón al antiguo Maestro de ha- «er Cartas que á la sazón prestaba sus servicios en la Casa, Ñuño Gar- cía Torreño. II LA CARTA ANÓNIMA DE TURÍN 1520— 1525 * l--^articipa de la importancia de sus contemporáneas Cartas españo- 1 las, la que se conserva en la Biblioteca Real de Turín, y que re- presenta también las cuatro partes del mundo. Clasifícase como española esta Carta en la Raccolta Colombina, 3^ como perteneciente también á la época de las que nos ocupamos ó algo anterior, entre los años de 1620 y 1526. Lleva, como la otras de su tiem- po, la representación de todo el litoral sud-americano hasta el Canal de Magallanes. La desembocadura del Rio de la Plata en el mar, está jus- tamente representada en latitud, pero según la Raccolta (1), errada en diez grados, á Poniente del estrecho de Magallanes. tEn cuanto al autor, agrega la Raccolta, debe también provenir de algunos de los cartógrafos que trabajaban en tiempo de Rivero, ó con él. » En cuyas palabras, aunque sin nombrar á la Casa, se hace cargo la Raccolta de la común procedencia de estos documentos geográficos. Esta Carta y el original de donde se tomó la de Salviati, parecen ser anteriores al regreso de Esteban Grómez en Noviembre de 1525, y pu- dieran corresponder respectivamente, á las dos que fueron hechas á principios de 1525, para la expedición de Loaysa (2). (1) Raccolta, Parte IV, tomo 2.°.— Pág. 112. (2) Aunque existe un dato de comprobación para clasificar estas Cartas de 1525, en la dife- rencia de cuatro leguas que consigna Hernando de la Torre, en la representación de Sierra Leo- na entre las Cartas de Ñuño y de Rivero en 1525, observaremos que en aquel período de for- mación de las Cartas marítimas, las variaciones introducidas en ellas por sus autores á causa ■de la obtención de nuevos datos, eran tau frecuentes como lo manifiestan las dos Cartas de Ri- vero en 1529 (Roma y Weiraar), que no son sin embargo idénticas. CARTA SALVIATI 303 IV LA CARTA DE SALVIATI 1525 (?)— 1526 (?) Se conserva como hemos dicho en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, y aunque clasificada allí en un tiempo como italiana, tal afirmación es rechazada por la Raccolta Colombina, que la califica de española diciendo: ttutto pero fe credere che si tratta di un anónimo spagnuolo* Y agrega: f la forma delle voci é assolutamenie spagnuola, e le poche frasi che. vi si trovano sonó puré spagnuole* (1). Y así lo comprueba también, el hecho de proceder del Cardenal Salviati, que en el año de 1626 á que dicho documento pertenece, y veló y asistió en Sevilla á la boda de Carlos V, circunstancias que hacen creer que deba atribuirse á esta un origen también oficial, como el que tradicionalmente se atribuye á la Carta de Castellón. Dibujada en gran pergamino, como las demás Cartas sevillanas sus similares y contemporáneas, tiene esta 2™66 de largo, por 0™97 de ancho, es un Mapa Mundi ó planisferio completo de la Tierra, según los conocimientos que en 1525 ó 26 se tenían, y se encuentra según la Raccolta en buen estado de conservación. < Se encuentran consignados en dicha Carta, según la misma publicación, los trópicos y la linea de partición que nombra < Linea de repartimiento entre Castilla y Portugah , colocada á 29" de Longitud occidental de la isla de Hie- rro. Tanto el ecuador como esta linea de partición que hace de primer meri- diano, están gradíiados con los grados de uno en uno, y numerados de cinco en cinco. La linea de división, está colocada del Este de la isla de la Trinidad y en la punta del Cabo Raso. Todo el dibujo manifiesta una Carta plana que comprende el espacio en- tre los 77" de latitud boreal, y los 77" de latitud austral, y en ella como en la- Garta de Castellón existe una pequeña parte del Asia oriental repetida al lado izquierdo del que mira la Carta.» (1) Raccolta Colombina. Parte IV, tomo 2.°, pág. 126. ■ 304 CARTA SALVIATI «De América esta señalada toda la costa oriental, desde la tierra del La- brador hasta la Tierra del Fuego sin interrupción alguna, y de la costa occidental tan solo elistmo, g poca parte de la América central. Las islas son las mismas que las de la Carta de Castellón. El Yucatán es también una isla, pero unida al Continente con líneas de puntos que indican la existencia de un banco, sin embargo en la Tierra firme hay interrupción en la costa. > El contorno del Continente está trazado de color verde, y las islas de otros colores, el carácter de las letras es cursivo y redondo, y la tinta está alterada por el tiempo. El Canal de Magallanes está representado hasta su desembocadura en el Pacífico. Aunque clasificada en la Raccolta como pareciendo pertenecer al año de 1526?(sic), el hecho de no consignarse en ella la' expedición ofi- cial hecha por el Piloto de la Casa Esteban Gómez, nos inclina á creer que más bien pueda ser algo anterior, y pertenecer al año de 1525 algo antes del mes de Noviembre en el que i-egresó Esteban Gómez, y ser por ejemplo copia de una de las dos, que debidas á Ñuño García y Diego Rivero, llevaban las naves de Loaysa. Tal es el interés de esta Carta, que á juzgar por la analogía mucho mayor que se observa entre la de Castellón y la de Rivero en 1529, pu- diera con algún fundamento atribuirse á Ñuño García. Existe también otra razón para pensarlo así, en el carácter artístico de la Carta de Sal- viati, que lleva en el interior del Nuevo Continente bellos dibujos ilu- minados, que parecen recordar al antiguo iluminador de la Catedral de Sevilla, de cuyos gustos (1) tenemos también una manifestación en la Carta de Ñuño en Turín (1622) ricamente iluminada y orna- mentada con bellas representaciones de los Pueblos y de los Príncipes asiáticos. Por esto, no nos extraña leer en la Raccolta que dicha Carta de Salviati (2): € Ha molte niniature per lo piu alberi, nelV interno delle terre, nella America meridionale molti alberi e ucelli strani, e belli nel Brasile; nella sttentrionale alberi ed orsi. NelV Océano indiano, i; una nave che porta lo stemma di Castiglia e di Aragona, nel Pacifico una nave eolio stemma impe- riale (La Victoria?) etc. » Tal es en suma esta interesante Carta sevillana, de la que sin co- nocer los datos que hemos examinado acerca de los dos Cartógrafos de la Casa en aquel tiempo, dice sin embargo la Raccolta con admirable sagacidad: * (1) No atribuimos esencial importancia para la clasificación de estas Cartas, á la diferente mano del autor de su ornamentación porque viejo ya Ñuño García, podría tomar auxiliares para este objeto. (2) Parte IV, tomo 2.°, página 127. CARTA DE DTEOO RIVERO 805 « tutto fa credere che si tratti di un anónimo spagnolo, della scuola alia quale appartenne Diego Rivero» Esto es, la escuela sevillana de la Casa de Contratación. CARTA DE DIEGO RIVERO 1529 Esta Carta de la costa atlántica, algo posterior á las anteriores repre- sentaciones del mismo litoral hechas en la Casa por elmismo Rivero, y por Ñuño García, tiener indudable analogía con las cartas de Salviati y de Castellón, perteneciendo ó procediendo las tres, de una misma fábri- ca según los términos usados en la Raccolta Colombina. € la Carta del Ribero anche qtieste due (Castellón y Salviati), mostrano evidentemente di essere uscite dalla stessa fabbrica, da cui uscirono le Carte de Weimar* (1). Debida probablemente una de estas últimas en 1627, al Cosmógrafo Alonso de Chaves, lo que manifiesta una vez más la continuidad de los trabajos cartográficos de la Casa de Contratación^ que se manifiesta también en esa analogía, que entre unas y otras Cartas españolas de ese tiempo se observa, como procediendo todas de un mismo origen y centro. Advei'tii'Binos sin embargo, que en estas Cartas en formación eran muy frecuentes las variaciones introducidas por sus autores, y de ello tenemos una prueba en las dos Cartas de Diego Rivero que del mismo año de 1527 se conservan (2), y que no son sin embargo idénticas. Es esta Carta da Rivero en 1529, fruto directo de los anteriores tra- bajos hechos en la Casa de Contratación por Ñuño García, y por el mis- mo Rivero, y ala que desde 1623 pertenecía este último. Ysin embargo, como la ignorancia en que los españoles hemos mantenido á los extraños acerca de este asunto ha sido tan absoluta, en una publicación extran- jera de grande importancia y de indiscutible valor, vemos hecha la indicación de que esta Carta de Rivero en 1629, pudiera ser debida (1) Raccolta Colombina. Parte IV, tomo 2." página 180. Nos referimos aquí á la Carta exis- tente en el Colegio de Propaganda Fide de Roma. (2) Esta de Roma y la de la Biblioteca del Duque de Weimar. 77 306 CAETA DE RIVERO (composta) á los trabajos de Jerónimo Verrazano, hermano del corsario Juan de este apellido. Debemos observar que los Verrazanos no tenían tiempo, ni posibili- dad material de levantar la Carta del Nuevo Mundo, la cual es probable que tomaran de la cámara de alguno de los buques sevillanos por ellos apresados, pues que ya en 1621, consta que robó Verrazano la nave del maestre sevillano Alonso de la Algaba, procedente de la isla de Cuba con uno de los primeros cargamentos de azúcar que en ella se produjeron (1). Sólo puede concederse á los Verrazanos la prioridad para la representa- ción de la bahía en que fué fundada Nueva-Yorck, y cuya exploración fué hecha por dicho corsario en 1524, ó sea un año antes de que en 1525, explorase el mismo litoral el Piloto de la Casa Esteban Gómez, Como este cargo de corsario era tan expuesto, Juan Verrazano fué capturado poco después en 1627, traído á Castilla, y ahorcado en Tin pueblo de la provincia de Salamanca (2), Este año de 1527 fué por lo visto fatal para los corsarios, porque según documentos existentes en el Archivo de Indias, fué también capturado otro corsario llamado Tomás Grrut, que declaró procedía de Rouen. Consérvase esta Carta de Rivero en el Colegio de Propaganda fide • de Roma, y es como las otras Cartas contemporáneas suyas de la Casa, un planisferio en gran pergamino de dos metros de largo, por O.^SO de ancho, muy bien dibujado, y del cual reproducimos en pequeña escala la parte relativa al Nuevo Mundo, cuya costa atlántica y Canal de Ma- gallanes representa, como las Cartas de Castellón y de Sálviati. De ella leemos en la Raccoíta (3). «^0 se notan incorrecciones considerables en la parte oriental (atlántica), solo existen dos defectos graves en el trazado, el Yucatán es isla, y el acostum- brado apartamiento á Levante en longitud.* *La posición del rio de la Plata, agrega la Raccolta, no está bien deter- minada, pues no se situó bien hasta los tiempos de Caboto* En cuya época conviene recordar que estuvieron también allí Alonso de Santa Cruz, y navegaron también en aquella costa, la expe- dición de Loaysa, y la de Diego García. tEl estrecho de Magallanes, según la re ferida publicación, se encuentra casi todo en sitio muy próximo en lo que toca á la latitud, y no tanto en cuanto á la longitud, que casi siempre está á Levante» (1) Como referiremos más adelante. (2) Cronau America, tomo 3 °, página 142. (3) Parte IV, tomo 2." página 127. CARTA DE RIVERO 307 De esta Carta de Ri vero (1629) juntamente con las de Salviati y Castellón (1626) de que antes nos hemos ocupado, leemos en la Raccolta Colombina, que representa gran progreso respecto de los anteriores tra- bajos cartográficos y en verdad que grande impulso habían representado las exploraciones realizadas en los últimos viajes de Magallanes y de Solís organizados en Sevilla. Oeí Mapa-mundi de Castellón (1525).— Parte relativa al Nuevo Mundo. De ellas representamos aquí la Carta de Castellón por ser entre las tres la de más antigua fecha (1626), aunque como hemos dicho ya, acaso sea de algunos meses antes el original del que se tomó la Carta de Salviati, que no consigna aun la expedición de Esteban Q-ómez, de la que regresó en Noviembre de 1626. *^^mmswms^íw&^^^^M>s^^^m3^^^^^^^s^mm^^^s^^^^ TERMINACIÓN DE LAS CAÍITAS (HASTA EL CABO MENDOCINO) HERNANDO COLÓN.— LA CARTA DE ALONSO CHAVES (1527) LA CARTA DE WEIMAR 1526- — 1528 Aunque no sea con el detalle que la representación de la costa atlántica, fruto directo de las expediciones á descubrir organiza- das en la Casa ó por sus Navegantes, quisiéramos exponer aquí, al menos en sus lineas genei-ales, de que manera se procedió para hacer en las Cartas de la Casa la primera representación de la costa del Pa- cífico, desde el Canal de Magallanes hasta el Cabo Mendocino, en el hemisferio boreal. Apenas terminadas las Cartas de la costa atlántica del Nuevo Mundo, en Octubre de 1526 se dictaron nuevas disposiciones para llevar adelante y proseguir, según las nuevas exploraciones lo permitieran^ los subsiguientes trabajos cartográficos de la Casa de Contratación. De dirigirlos fué encargado el sabio hijo de Cristóbal Colón, que había presidido recientemente las Juntas de astrólogos (astrónomos) y cos- mógrafos de Yepes y Badajoz, llamadas á llegar á un acuerdo entre España y Portugal, acerca de la debatida cuestión de las Molucas. La Cédula dirigida entonces á Don Hernando Colón, y registrada en los Libros de la Casa, dice así: HERNANDO COLÓN 309 ^etrttattbi? ©oloit, xj be lo f\ne en Süte ctrte ijttUeie eetttMaí»!?, tj ei í»c&«»> que tetteift í»e «te aerttit*, ^-toi? ia íjreeettte t»<** nta«&rttuo» que luei^o ijctoaí© uuct iufotrutitciou, a»i i?xjr e«- evi^ta, eotUíJ v^^ \HxlabvfX tj pixxUtvcit xj i>e Ict utctueva que UO0 ^aveeiex'C qite eo»tuíe«e, &e toínjs Irtfir í;tctrft£«urt& qite «e- í?ou ^e la íitcljrt rtt'te, tj teu^au eatveiñettcia i>e la uaxtenaciou, d iao euale» utau&anta& ae fuutett coxt UO0, eU%" Muerto recientemente García Torreño, quedaba aún en la Casa, Diego Rivero que era allí Cosmógrafo y Maestro de hacer Cartas de marear, según los términos de su nombramiento, y por la dicha Cédula aunque aparece Hernando Colón como encargado de la dirección de estos trabajos, por lo que toca á su ejecución, se le ordenaba llamase cerca de sí á Diego Rivero: "ijecljt* lo &xxe0t>iclj0t &ice la ®éi»ula, é Ijabiba iufov- juaeiott é l»eclax*acií»tt (í»e los coitaultaí>oft), toutax'etft con vo» á giiertí» lliueví» «ueatx*o |íil0to xj tuaefttx'o &e Ijacet^ ©artas i»e uaxtetiaxr, etc," Aunque á seguida se le autorizaba, para valerse de cualquiera otra persona á quien él creyese entendida, "otra cualquier psv- auxta apta,'* Con su auxilio debía hacer el hijo de Colón, según en la Cédula se le ordenaba: **nxxa ©arta íre «axiefíar, ttu piapa-ittuuiri, xj xxna 0:pljera eula cual ee «itueu taí»a& la» JJela», x} ©ierra ^irnte, tj xtue- ua» ||»la* qxte xja e&tttxtierau í»e«reul»iertae, 0 c\xxe «e i>e«teu- brieren be aqui ahelaute, ete,'* A fines de este año de 1527 contestó Don Feí-nando acerca de este asunto, como se deduce de la respuesta que dan á la suya los del Con- sejo diciéndble (2): "xjí xtueetra letra be xteitttc be ^icientlrre (1527) exx qxte tue Ijaceie ftaber lo qtte IjaUeij» í.nt0aí>í» (acar^a^a, tratabo) cotx ^lo««rí» be ®ijat>e0 utteatro piloto, tj eotuo e» persona be qttiett ttos poííetttoe eeruir en la» co&a» be naxtejtaciott, tj tobo (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1 — T.^Dada en Granada á 6 de Octubre de 1626. (2) Archivo de laCasa en el du Indias 139— 1—7.— En Madrid á 4 de Abril de 1528. En los tiempos de Carlos V, por su manera de ser, sus viajes fuera de Castilla, y los varios Países gobernados, no entendió el Monarca tan directamente en la Gobernación, como en los tiempos anteriores. 78 310 HERNANDO COLÓN Este convenio hecho por Hernando Colón con Alonso de Chaves para la prosecución de los trabajos cartográficos que le estaban enco- mendados y para cuya ejecución se le había autorizado á '*tí>tnav coitei- 0a una cnctlcfuiev pev&útta apta,^ fué aprobado por los del Consejo, que en la Cédula que examinamos le dicen también, haber ordenado fue- se tomado Chaves por "i?il0to y cafttnáiivrtfcr" y agregan á Hernando Colón: >U« envió á tnanbav (á ©ijctttca), vo» bé la& Mcljaií ffiavta» é itt»tf itntcnta* pava qne nxe laa envxexj&i tj \jaieUo exja tt-si, tj tuavle exje el» bicljo a&xento, exxcar^aáxxiioU í»e la» c0&a& i>e nnee-tvc &evvxcxcf*** Y de conformidad con lo dicho á Hernando Colón en los Libros de la Casa se encuentra registrada otra Cédula del mismo día, en la que á propuesta suya es nombrado Alonso de Chaves (1): »^^ilírto, é ^o&nxóavafo, é ^acüivo be ijacev ^avta&, é a^- Xvoiabioíii é diva» ccf«a» pava la nave^acion*^* ^ Y en Cédula del mismo día y registrada con la anterior (2), se dice á Chaves: "^un ^evxxanbcf fficrlon, xne ijct infttt^ntctíx» be xtne&tva «ntft- ciencia) é \jabiixbab cfxxe teneiíf exx la» co»aa be naxt elación ^." Y se le comunica su nombramiento para Piloto y Cosmógrafo, con su asignación correspondiente, y le dicen que á seguida envíe por Her- nando Colón las Cartas é instrumentos de navegación que tenía hechos: "tj pavqxxe el bicljo pon g^vttctniíxx tne eítcribc, qxxe voa le nx0^tva&tex& cxevtaa ffiu^tas é i uetf úntente» be la nax^ei^acion, lue^io 0e laa bexj& pava ituc tne la& exxxHe,** Esta Carta de Alonso de Chaves en 1527, no debía diferir en cuan- to al litoral representado, de las otras Cartas de la Casa, sus contem- poráneas, y según lo ordenado á Hernando Colón en la Cédula ya ci- tada del año anterior, estaba destinada para representa!' en ella: "tíJ&rtíí Icte Jíelrt», xj ^xevva $ivnxe> xj nnexra» ^&la», be&cxx- bievia&i á (\xxe &e be^cxxbvieven be aqui abelante ít»" (1) Según el Sr. Picatoste en su obra ya citada, págiua 71, ei-a Chaves nacido en Sevilla, donde se sabe nació su hijo Jerónimo. ^En los libros de la Casa, vemos un Juan de Chaves con- temporáneo, y nombrado en 1522 para mandar la Torre de Santa Cruz en la costa africana. Este licenciado Chaves era hijo del Doctor Zapata, consejero en el tiempo de los Reyes Católi- cos. La fatal manía del cambio de apellidos dificulta también estas investigaciones. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 7. — Dadas en Madrid á 4 Abril de 1528. HERNANDO COLÓN 311 Y para ser el punto departida, que condujera á la terminación de- seada de la Carta geográfica universal ó Mapa-Mundi, encargado á Colón. A estos propósitos y á este año de 1627 en el que fué hecha la Carta de Chaves enviada por Don Hernando á la Corte en- 1628, corresponde la Carta española que se conserva en la Biblioteca ducal de Weimar con una inscripción que dice: "©ttvtit itttití«v*0ttl ext qx^e (fttc) «c contiene t<*í»o lo Cfne i>el ^nniío &e l)a ^^fir^:ubievt^> fix&Ux ctovu» ^tf ola nn co&tnóavafo &c »v ^aixe&tixii ctnno W^W^^^%)^ ^ettillct." Y queremos hacer notar, que el silencio que acerca del autor se guar- da en la leyenda, tiene á nuestro juicio una explicación que ponen de ma- nifiesto los documentos, porque siendo Alonso Chaves Cosmógrafo en el año de 1628 en que se envió la Carta (1), no lo era sin embargo en el de 1627 á que pertenece la leyenda, y en cuya falsedad oficial no quiso acaso incurrir. Es este, un Mapa Mundi ó Carta plana que comprende las cuatro partes del Mundo, hecha en pergamino, análoga á las otras grandes Certas sevillanas de su tiempo, y tiene 2' 160 m. de largo por O' 864 de ancho. Habiendo partido Chaves para su trabajo de las anteriores Cartas de Ñuño García y de Diego Rivero, no ha de extrañar su semejanza con ellas, y qvae por esto leamos en la Raccolta, que tanto la Carta de Rivero como las de Salviati y Castellón, manifiesten claramente su procedencia de la misma fábrica en que se hizo la Carta de Weimar. Esta sin em- bargo, según la citada publicación (2), manifiesta más especial analogía con la Carta de Salviati que se conserva en Florencia. Tal fué, segim parece, la Carta de que partió Alonso de Chaves para la prosecución de los trabajos cartográficos de la Casa, por delega- ción de Don Hernando pero bajo su dirección, ó con su intervención, y con objeto de allegar los datos necesarios fué dirigida una instrucción ó circu- lar á todos los maestres y pilotos que iban á Indias, á fin de que comuni- casen á Don Hernando Colón, las observaciones y datos que tomaran en sus navegaciones, tal como estaba ordenado antes, que lo hicieran al Pi- loto Mayor. Este documento, registrado en los Libros de la Casa, y del que por su extensión consignaremos sólo lo más importante, dice (3): "^rtf0tre» é ptlotoft qne nave&cii» pava laa ^&la» é hie- rva ^ivute í>cl lilitv 0)cceit»t»j c^rtbc^, qvtí ^t^v la %nnclja vaviebab (1) Fué nombrado como hemos dicho, Cosmógrafo por Cédula de 4 de Abril de 1528. (2) Raccolta Colombina, parte IV, tomo 2.", página 130. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 7. Dada en Valladolid á 16 de Marzo de 1627. 812 LA TERMINACIÓN DE LAS CARTAS que ijrtt) en la& cartas ite tnaveav> ^á pcv tni ©¿trttlct tnct«í»é á ^0n ^evnanii0 ©íjioít, qne \jabitta ite xioerolvo» inf<*t:ntacií»>t, sntetxi>ieee en el tévmixxo (tcf ntittitcian), é vefovntacicín ínc- Y se siguen expresando los medios que se daban á Hernando Colón, para allegar más prontamente el mayor número de datos posibles partí obtener la deseada terminación de las Cartas de aquel Mundo Nuevo, que revelara su Padre: "tnrtnírctritírfií, Mc« <;l &octtnt*ttto, truc tobo* lo» ^Uotoe á cnxjú crtvjttj fne&e el veaitniento ite cxtalc\niev jtaxtiít, cfu« exx tú- iiae á cxxcxle&qniev pavte& tte lae ^nttifx» «att^aatrcn, &ecin alrli- 0rtí»íí0 ác0cvnlriv el wtrtfe Cfxxe Ijtcieven Mct í.rírtr&itt, t>eei>eei pnev- t0 0 Ixx^av Cíxxe «cci, ijustct acv tte xtxxelXa exx ict cittbctl» ite ^ewiUa 0 iie ^rtttto ^0xnxní^0 en Itx IJftlct í$ai?añoltt, en la cwcti ^cvxpinva Jj(t te tr^ttitr pxxe^iú tj notaíní el eaxxxxno que tata hict ljicict?*n, tj tantíí corf ictriítt pcv «iltís, tj conta c^f vict la calata, tj «jt qné i»ifttttttcttt 0 ctltitra ístahatt etc»" Y cuyos datos debían ser entregados ó remitidos á Hernando Colón ó «á quien su poder hubiere,* previendo así las ausencias y viajes del sabio hijo del Almirante. Con estos elementos, debía su delegado Alonso de Chaves, procederá la prosecución de los trabajos cartográficos de la Ca- sa, para llegar al deseado término de las Cartas, que á D. Hernando había sido encomendado. II HERNANDO COLON.— ALONSO DE CHAVES.— CARTA DE .JERÓNIMO DE CHAVES CARTA DE PEDRO MEDINA Ed evidente, y de los documentos se desprende, que aun designado Alonso de Chaves á propuesta de D. Hernando, para la plaza de Cosmógrafo y Maestro de hacer Cartas de navegar, no terminó por eso la misión encomendada al hijo de Colón para que, como en la Cédala ya citada se le decía (1): • (1) Cédula citada de Marzo de 1627 LA TERMINACIÓN DE LAS CARTAS 313 "ftttPttMese en el iévtnino^ xj vcfovtnañon iie laa ©ctxrtct»»" Así lo manifiesta también la Cédula en que, pocos meses después del nombramiento de Alonso de Chaves, se dice á Diego Rivero (1): **^0n í)evxtanito ©olon no« Ijct uectrttí* cjite vo& con el tfe&eo »T«e tenexj^ ite &evviv á §. pi., frttcf t*ittíreft Cíttttittttav lo ín? la«k bonxbctü i]ne e« la ©ovuña conxen^a&teít á ijcicer, etc," Lo que hace creer que, con la conformidad de Rivero á quien /el asiento hecho en lo de las bombas concedía grandes ventajas, podía de- dicarse más exclusivamente á los demás trabajos de la Casa Alonso de Chaves, y así lo manifiesta también otra Cédula del mismo día, dirigida á dicho cosmógrafo, y en la que se le dice (2): "^ixjttfto tie ©iTttttee i^tiloto he ^. ^; ^on ^evnantio ©Mun Ija eecvttc» co«t<» wc*©, coxx el ^^;0eor qxxe tenetj» i>e ítexn»itr á ^, ^* )j pava el bien iteitex*rtl be la xtavenacion á las UnMrtít, qtteretja tontttv tx'ttbafc* t>c leetr caita í>trt en «xx poaaifa i&xx citeit), xxxxa li- ción í^itbltcrt á lí>& ^íilcftofií e neute &eínrtx* Cfxxe quisieren oxjv el xt0o bel uotx'olabit», xj qxxaifvaxxte^ xy cavia be jtatte0af , ccn el ttrataí>c» be la eefeca, be qxxe o& cevtiftcatno» liue gí* ^, »e tiene pcv &evnib0, i) be sn pavle xtír» antrahecentíns xj ettcax*iíamcní lo continxtetje etc/' Venía á ser esta misión que se encargaba á Chaves, otra de las que correspondían al Piloto Mayor Caboto, que inutilizado cada vez más para ejercer á su regreso dicho cargo (3), no podiia desempeñarle, y cuya -^efectividad, á propuesta de Hernando Colón ejercería en realidad desde entonces Alonso de Chaves (4), al menos durante largos períodos de tiempo. Mucho más tarde, en 1652, fué Alonso de Chaves nombrado Piloto Mayor en propiedad, ejerció dicho cargo hasta el año de 1686 en el que fué jubilado, contando más de noventa años, y correspondió por tanto al tiempo de Alonso Chaves, á quien como hemos visto se le había enco- mendado hacer las primeras Cartas terminales del Nuevo Mundo con su costa occidental, al menos hasta la latitud del Cabo Mendocino. Parece también, que debe considerarse como asociado á estos trabajos de Alonso (1) Archivo dfi la Casa en el de Indias 1I-Í9— 1— 7. Dada en Madrid A, 21 de Agostode 1528. (2) En el mismo legajo y libro ()ue la anterior. (3) Caboto quo no imitó á Magallanes en lo bueno, y no pasó con su armada más alia del Río de la Plata, lo copió en cambio en lo malo, y desembarcó á Martín Méndez y á otros en una costa desierta de laque, maravillosamente escaparon con vida. (4) Aunque hubo para Caboto mucha indulgencia de parte del Estado, los desterrados por él, le poisiguieron con graves procesos, y á duras penas sus eficaces protectores cerca de Carlos V lograron llevarle á la Corte, que se le dio por cárcel. Archivo de la Ca.sa 143 — 3 — 11. — Carta al Emperador en Mayo 1533. 79 314 LA TERMINACIÓN DE LAS CARTAS de Chaves, su sabio hijo Jerónimo designado en 1652 para desempeñar la cátedra de Cosmografía entonces cieada, y del que existe una Carta de dicha época. Poco pudo adelantar la prosecución de las Cartas en los primeros años que se siguieron, por el mal éxito de las primeras exploraciones intentadas en el mar Pacifico, en las que pereció Andrés Niño que partió de Panamá. Fracasada también la expedición de Caboto, y detenida en el Rio de la Plata la armada de Diego Grarcía que debía ir en su segui- miento, quedó sólo la armada de Loaysa que al menos atravesó toda ella el canal de Magallanes, y cuya nave Capitana llegó, como hemos dicho, á las Moluoas. Sin embargo, fué resultado de la expedición de Loaysa la navegación hecha por el patache Santiago, que ante la costa del Nuevo Continente, navegó desde el Canal de Magallanes hasta el puerto de Te- guantepec, en lacosta mejicana, navegación que dio sin duda una prime- ra noticia, acerca de la costa occidental del Nuevo Continente. Lo dicho explicaría, que durante los primeros años que siguieron al de 1528, en el que envió Hernando Colón á los del Consejo la Carta de Alonso de Chaves, pudiera adelantar poco la representación del Conti- nente Colombino en las Cartas de la Casa. Por lo que toca á la participación de Don Hernando en estos ti'a- bajos que en Alonso de Chaves delegara, es indudable que de un modo oficial seguía encargado de dirigir la formación de estas Cartas termi- nales, y acerca de esto consignaremos la Cédula que algunos años des- pués en el de 1535 fué enviada á Don Hernando á fin de llevar á cabo la terminación de la Carta, ó sea, según los términos de la Cédula, para "frtfetr é acabar lo «uteoMcijt»»" La Cédula dice así (1): "^un g)cvnctttl>0 ffiolon: ^ien »abexj& como el (Bnxveva- tfov nti ^íñov (2) pov iRéttixla fecijá en (^vanaba á &ei» iie ©ítitbvp iie 152(3 año0, o^ encachó iontaí>ei& coxt vo& á ^iego ^ivevo (3) n«*»tx* e&ta vecxbaxj^ Ijubié- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 148—2—2. Dada en Madrid á 20 de Mayo de 1635. (2) La Cédula está dada á nombre de la Emperatriz, Doña Isabel de Portugal. (3) Por Cédula qXie hemos citado ya, Diego Rivei-o había muerto en 1533. (4) En dijba Cédula no se hacía aun mención de Alonso de Chaves. LA TERMINACIÓN DE LAS CARTAS 316 t?e&efií contcn|a&ír á Itacev lo que yov la Mcljit ®¿^ltl(t &e vo» tnctixitó á ínttiotr, le» ijitrftje con toinx bveiMíbaif, tj ei nó ettUn- i»atja lui'iicr en qne e'e efectne, tj ijcclja lit hicljct ffictrtc», ettttia- r^ia tttttt al llitífttro ffiotteefo í»í Httítiae, tj otrct «ttrcittttríia á ttití6tx*0a ODftclaUft be la ©tteit, CB í?í»r e&ta nue&tva fficíntla, ntrtttíntnioe it niteetx*»)» ©ftcictlc© tute a^tffntten á tc»í*o« nuta- trí»e ^tiUitíía, é coünxói'wafo^ qne ijitUtex'í ett e&a ©ittbrti*, para »l«e af ftntten convo9^ áfa^evé acabav lo auaobid^o, ftc*'* Y en cuya Cédula, según manifiestan á Don Hernando los del Consejo: "cx*íetn00 ljabvex)& entenbiito en ello," lo que demuestra que seguía por entonces oficialmente encargado de la dirección de los trabajos cartográficos, aunque delegada ó encomendada por él, su eje- cución al ya citado Alonso de Chaves. Cori-espcndieudo á estas órdenes hizo Chaves en el año siguiente de 1536, la que Oviedo llama su Carta moderna de la que refiere te- ner una en su poder (1), y agrega: tLa carta moderna fecha por el Cosmógrafo Alonso de Chaves el año de 1536, después que por el Emperador nuestro Señor fueron mandados ver, y corre(/ir, y examinar los Padrones y Cartas de navegar, por personas dotas y experimentadas, que para ello fueron elegidas» (2). Por este tiempft comenzaban las navegaciones en el mar Paciñco, á partir de Panamá en dilección Norte y Sur, y ya en el año de 1535 quedaba fundada la Capital del Perú Español, siendo probable que en esta Carta de Alonso de Chaves en 1536, que no sabemos se haya con- servado, estuviese ya representada una parte algo considerable de la costa occidental del Nuevo Continente. Estuvo Hernando Colón muy dedicado sus últimos años á la formación de su magnifica Biblioteca, para lo que le auxilió también el Estado, y murió en 1539 sin que se- paraos en qué estado quedaron entonces dichos trabajos, pero no cabe duda que fueron ultimados por Alonso de Chaves, designado por él para este objeto, y del cual sabemos que desempeñó el cargo de Piloto Mayor hasta 1686. Pero por desgracia, no conocemos su priuiera Carta termi- nal de la costa del Pacífico. Mencionaremos en cambio una interesante Carta relacionada con estos trabajos de Alonso de Chaves, y es la debi- da á su hijo Jerónimo, déla que poseían un ejemplar los Marqueses de Valle Umbroso (3), y de la que existe también copia en el Depósito hi- (1) Oviedo, torao 2." página 116 (2) Id. id. página 149. (3) Mapa de las Indias occidentales Obra citada del Señor Picatosto, página 75. 316 LA TERMINACIÓN DE LAS CARTAS drográfico de Madrid, aunque no sabemos que haya sido publicada.. Para terminar este asunto, consignaremos aquí otra Carta termi- nal de las costas del Nuevo Mundo, conté mpoiánea casi de esta época, debida al Cosmógrafo honorario de la Casa de Contratación Pedro de Medina, que la incluye en su obra titulada « De las Gran- dezas y Cosas memorables de España.— Sevilla.— 1548.» t , ct&tx*¿lc«títre: (4), xy ^evú llitij ^ille^a» (o), xj (1) En su carta de 7 de Julio de 1503. Sin embargo. Colón además de la diferencia que con la creación de los mayorazgos estableció entre loados hermanos, no consta tampoco que se casa- ra con la madre de Don Hernando. (2) Colee, de doc. de Nav. — Tomo IV, página 328. — Dada en Burgos á 22 de Marzo. (3) Sancho de Salaya, Catedrático de Astronomía en la Universidad de Salamanca. — Publi- có su Repertorio de los tiempos, en el (jue describe entre otros instrumentos el báculo de .Ja- cob.— Impreso. — Zaragoza 1536. — Granada 1512. — Zaragoza 1540. (4) Esto es, astrónomos. (6) Burgalés, al que donosamente retrata Gomara diciendo que ora «de noble sangre y con- dición, curioso, llano, devoto, aijiigo de andar á lo viejo, con barba y cabellos largos, gentil ma- temático y cosmógrafo, y muy platico en las cosas de España y de su tiempo.» HERNANDO COLÓN 319 fratj ®omttft be Jlitvatt (1), xj crt^itan Jíitnn ^cbaetian (Elcano), it0tvólOi1O0 é pilt»to0, btvntitboft iitntrt«tc«teco»t loe&tí?xttrtbo» bel §evs%xx&ini0 é txxxxx) eattelente ^exj iie ^ovUxaial, jtttsettro «tttíj taro é xxxut} atxxatfo pvixxxo ^" Consérvase y ha sido publicado, el parfecer ó informe dado por Hernando Colón, acerca de la pertenencia del Maluco en estas Juntas de Badajoz, el cual no reproduciremos íntegro porque dada su época no tiene valor alguno científico, y sólo consignaremos su juicio acerca del valor ó equivalencia del grado terrestre en leguas castellanas ó marineras de á cuatro millas por legua, y acerca de lo cual (2): **^0xx^evxxcitxtt0 ®<»latt btce: iT«e itt ccrtibuntltrc be ^abev cxxania& Uittttt» ctt«tcHitttcie ó tnitritíctrae be á cxxcxtvo nxUla& pov Icflxxa, covvc^poxxttexx á xxxx uvaba, tiene &xx fxxxxiicxxxxcxxtú ett ei experiencia, tj et»t»t«? el ejeeeutit v el tal expevintettto «ett bificil» Ijrt brtbi? canea á qtte pov xxxxxixxxxxo be la» qne nincn &c ijatja ne- triftcabo, tj aaiá nin0it»tiUa Se,'* Murió en 12 de Junio de 1639, Hernando Colón, sin haber llegado á realizar sus otros importantes pro3'^ectos, y quedó por esto sin llevar á cabo la fundación en Sevilla de la escuela de Náutica, cuyo pensa- (1) Cédula ya citada de 21 de Agosto de 1528. (2) Archivo de Indias 79—4—1. Dada en Valladolid á 20 de Noviembre de 1586. Esta Cédula ha sido publicada por el Sr. Gestoso en su Sevilla monumental, tomo 2.°, página 115. 81 322 HERNANDO COLÓN miento fué suntuosamente realizado más adelante en el siguiente si- glo XVII por la Univeisidad de Mareantes de dicha ciudad. * En cuanto á su rica Biblioteca, lególa Don Hernando á su sobrino Luís hijo de Don Diego, pero con la obligación de gastar cien mil ma- ravedises anuales en su aumento y conservación. En el caso de no ser aceptada esta cláusula onerosa, sería la Biblioteca para el Cabildo déla Catedral de Sevilla, ó para el convento de Dominicos de San Pablo de dicha ciudad. Era curadora de Don Luís Colón su Madre Doña María de Toledo que no hizo por aceptar ó rechazó el legado y quedó por esto la Biblioteca en las manos de un ejecutor testamentario hasta el año de 1544, en cuya fecha fueron depositados los Libros en poder del tercer legatario, con cuya corporación sostuvo el Cabildo Catedral un pleito á cuya terminación le fué entregada la Biblioteca, pero no sin que de estas aventuras y traslados, sufriera sensibles pérdidas. Fué sepultado y yace Hernando Colón en el centro del gran espacio que queda tras el coro de la Catedral de Sevilla, bajo gran lápida con ins- cripción laudatoria, y á los cuatro lados por disposición suya, los nombres de las clasificaciones hechas de sus Libros por el sabio bibliófilo cordobés según: Y no* ha mucho, en fiía mañana de invierno, vimos llegar entre las- nieblas del río jadeante buque de vapor, que con las banderas á media asta, atracó al muelle de San Telmo ante una multitud conmovida y silenciosa. Eran los restos de Cristóbal Colón que encontraban un asilo junto á la. tumba de su sabio hijo! \^v OTROS ESTUDIOS ALONSO DE SANTA CRUZ 1536— 1570 Al frente de estos Estudios consignaremos algunos datos acer- ca de este Cosmógrafo de la Casa de Contratación, á cuyo servi- cio entró con posterioridad á la muerte de Diego Rivero, y también al nombramiento de Alonso de Chaves, encargado en 1528 de llevar ade- lante la formación de las Cartas marítimas bap las órdenes ó dirección del ilustre hijo de Cristóbal Colón D. Fernando. De aquí que no haya- mos consignado al tratar de los Cartógrafos de la Casa de Contratación, noticia alguna acerca de Santa Cruz que ostenta sin duda la más alta lepresentación científica de la Casa, y ciertamente que dichos datos co- rresponden mejor á este lugar, puesto que á dicho Cosmógrafo se deben muy principalmente, varios de los estudios ó de las investigaciones cien- tíficas, que en esta parte de nuestro trabajo nos proponemos examinar. Debemos á una verdadera casualidad el conocimiento de algunos datos ó noticias acerca de los primeros estudios de Alonso de Santa Cruz, que aunque se cree era nacido en Sevilla donde residía su padre, parece que fueron hechos en Salamanca: Encuóntranse dichos datos consignados en la última hoja en blanco de un curiosísimo ejemplar de las Tablas as- 324 ALONSO DE SANTA CRUZ tronómicas publicadas en 1496 por el Cosmógrafo de D. Juan II de Portu- gal y antiguo profesor de la Universidad de Salamanca Abraham Zacuto. De estas Tablas ó Almanak Perpetuo como lo denomina su autor^ hizo uso Cristóbal Colón, y aun se conserva en Sevilla el ejemplar de su pertenencia, con varias anotaciones del mismo Almirante. Como Cristó- bal Colón y en época posterior, empleó estas Tablas juntamente con las- de Monterreggio, Andrés de San Martín Piloto de la Casa y Cosmó- grafo de la expedición de Magallanes, habiendo quedado, según parece, este Libro en poder de Sebastián Elcano, al tiempo de haber sido asesi- nado en Cebú, Andrés de San Martín. El ejemplar de que nos ocupamos, pertenece á la edición de la obra de Zacuto hecha en Venecia en 1502 por el cordobés Joseph Ve- cino, amigo y discípulo del antiguo profesor de Cosmografía en Sala- manca, y en su última hoja se leen varias anotaciones manuscritas, en lasque una persona encargada de Alonso de Santa Cruz ó que le facili- taba fondos, consigna haberle suplido algunas pequeñas cantidades, di- ciendo entre otras cosas: *'cn el (two í»c 1512 enttró cottwtijjo ^lon&o ite ^anta ®rttf á §rttt^i0wel (29 de Septiembre época en que empezaban los cursos) é pvs&té cttntiá ifs 1,800 tnavavebiíte'i,** En otras líneas se consigna haberle suplido otras cantidades para prendas de ropa, y entre ellas "írí»0 canti&one» trof*»»", cuyos suple- mentos son de los años 1511yl2,y en algunos de ellos se expresa haber sido hechos en Salamanca. La corta edad de Santa Cruz en dicha época, el tratarse de una obra debida al antiguo catedrático de Salamanca, y dedicada por cierto á aquel Obispo, y ser este un tratado de materia especialmente estudiada por Santa Cruz, nos hacen creer muy probable que perteneciera á Santa Cruz estudiante en Salamanca, este ejemplar de Zacuto. Precisamente, á dicho año de 1511 pertenecen las primeras noticias que tenemos de este Cosmógrafo, cuyo padre Francisco de Santa Cruz era provee- dor (1) de la armada que aquel año se disponía en Sevilla por orden de Fernando el Católico, para la suspendida expedición al África, según Cédula que en otro lugar hemos hecho referencia. Se sabe también que formó parte Santa Cruz de la expedición que en 1525 salió de Sevilla para China y el Japón al mando de Caboto, y que no pasó del Río de la Plata, regresando probablemente á Sevilla con dicha armada hacia el año de 1630. (1) Según la cédula ya citada. ALONSO DE SANTA CRUZ • 325 Procesado Cabete por el hecho de haber abandonado en una costa desierta á varios de los que reclamaban el cumplimiento de los fines de esta expedición, uno de ellos Martín Méndez contador que fué de la nao Victoria en la expedición de Magallanes, pudo tan sólo con la protección del Emperador marchar á la Corte que se le dio por cárcel, pero inutili- zado para desempeñar el cargo de Piloto Mayor, puesto que en realidad desempeñaba Alonso de Chaves hechura de Fernando Colón, que de una manera más ó menos directa debía intervenir en sus trabajos car- tográficos. Al regreso de Santa Cruz desde el Río de la Plata, donde parece que hizo algunos estudios y observaciones, prosiguió en Sevilla sus ta- reas científicas, y hacia 1535 había ideado un ingenioso instrumento destinado á la determinación de la Longitud. Pero por este tiempo, lle- gaba á Sevilla desde Alemania de paso para Méjico, su ilustre primer Virrey Don Antonio de Mendoza, perteneciente á una familia de hom- bres de saber, amigo de Santa Cruz, y eficaz auxiliar suyo en el Méjico Español, para sus investigaciones científicas. Con Don Antonio Men- doza consultó Santa Cruz el instrumento por él imaginado, sabiendo entonces que había sido recientemente inventado en Alemania un ins- trumento idéntico, ó al menos muy semejante por Pedro Apiano (Pedro Bienewitz), como noblemente reconoce y consigna el mismo Santa Cruz, en su Libro de las Longitúdines. En el año siguiente de 1536, asistió Santa Cruz á las Juntas de pilotos convocadas en Sevilla para la determinación de la Longitud y á ese año corresponde también su nombramiento para Cosmógrafo de la Casa de Sevilla, hecho en Julio de 1636 (1), Es de creer que uno de sus primeros trabajos con tal carácter fue- se la formación en la Casa de las primeras Cartas esféricas de que á su tiempo nos ocuparemos, pues consta que á fines de 1536, trabajaba en las Cartas del Nuevo Mundo (2) y ya en 1539 da noticias de dichas Cartas esféricas el Maestro Alejo de Vanegas, como á su tiempo expon- dremos. El prestigio obtenido por los estudios y las investigaciones científi- cas de Alonso de Santa Cruz en las que personalmente se interesaba Carlos V, fueron muy grandes y en 1540 por Cédula dada por cierto en París (3), nombróle el Emperador Contino de la Casa Real, con otro sueldo y cargo que exigía idas y viajes á la Corte, en la que sus leccio- (1) Archivo (le la Casa en el de Indias. — 46—4 — '/so- — En 7 de Julio. (2) Probanzas para los Pleitos de Luís Colón existentes en el Archivo de Indias. Cita del Sr. Harrise en su obra citada, página 681. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 8. En 7 de Julio. 82 326 LAS CARTAS ESFÉRICAS nes de Astronomía y Cosmografía eran escuchadas con interés en el Al- cázar Real por el mismo Emperador, y también por el famoso Marqués -de Lombay, más conocido hoy por San Francisco de Borja (1). Los pos- teriores trabajos é investigaciones científicas de Alonso de Santa Cruz, que á la introducción de las Cartas esféricas, y á su Islario general del Mundo, agregó sus estudios acerca de las variaciones de la aguja, y su Libro de las Longitúdines fueron tan varios y de tal importancia que habremos de examinarlos separadamente. Y á su creciente prestigio co- rrespondió también el Estado. El hijo de Carlos V aumentó también la asignación de Santa Cruz que por Cédula de 1563 (2) fué aumentada á cien mil maravedises. De sus restantes trabajos cartográficos apenas nos quedan otros datos que los consignados en su Islario, y en el Inventario de los papeles quedados á su muerte, del que en otro lugar incluímos los relativos al Nuevo Mundo, aunque con los trabajos del sabio Cosmógrafo sevillano, se expresen evidentemente en dicho Inventario, algunos que son debidos á otros Cartógrafos de la Casa de Contraiación. 11 LAS CARTAS ESFÉRICAS i536-(?) Tanto las Cartas de García Torreño, y las de Diego Rivero, como sus similares y contemporáneas de que hasta ahora nos hemos ocupado, como procedentes de la Casa de Sevilla, fueron ó son Cartas planas, no obstante que los hombres de estudio señalaban en Sevilla, como lo había hecho Enciso en su G-eografía, los errores que llevaba consigo este procedimiento. Para evitar en parte estos errores se había acudido también al medio de dar á las Cartas una forma trapecial que corres- pondiese así de algún modo al variable desarrollo de los paralelos según su diferente latitud. Por este medio se obtenían en realidad resultados más prácticos que por el expedito procedimiento de proyección sobre el plano del Ecuador, (1) Navavrete. Disertación para la Historia de la Náutica. Madrid 1846, pág. 193. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 111. LAS CARTAS ESFÉRICAS 327 como lo hicieron también los Pilotos de la Casa Juan Vespucio, (1) y Sebastián Caboto (2). Era sin duda muy fácil para los Cartógrafos hacer la representación de los sucesivos paralelos, como otros tantos círculos concéntricos, y la de los meridianos reducida á diámetros del mayor de estos círculos, pero esta proyección podía representar sólo con alguna cla- i'idad las poco interesantes regiones polares deshabitadas y desconocidas, manifestando en cambio con un error creciente hacia el Ecuador las ricas, pobladas, é interesantes regiones de las zonas tórrida y tropicales, objeto principal precisamente de las exploraciones españolas, y de la Casa de Contratación. Parece que correspondieron estos trabajos cartográficos de Santa Cruz al tiempo en que comenzó sus servicios en la Casa en Julio de 1536, pues consta que en Diciembre de 1636 hacía Santa Cruz con el Cosmó- grafo Diego Gutiérrez (3) una Carta ó Padrón, diferente por lo visto del de Alonso de Chaves. A esta Carta de 1536 ó á otra muy poco posterior corresponde la innovación hecha por Santa Cruz de sus Cartas esféricas, proyectadas sobre el plano de una línea meridiana, y así lo hace creer el hecho de que se dé cuenta de estos trabajos de Santa Cruz en la obra de Alejo Vane- gas titulada «De las diferencias de los Libros» cuya primera edición fué hecha en Toledo el año de 1540 (4) pero escrita ya en 1539 (5). En su obra consigna Vanegas los errores de las Cartas planas, y agrega (6): « La disminución de este espacio (entre dos meridianos á diferente lati- tud) enseña Ptolomeo por números. Mas como esto sea dificultoso de saber ^ agora nuevamente Alonso de Santa Cruz de quien ya dijimos, á petición del Emperador N. 8. ha hecho una Carta abierta por los meridianos, desde la linea equinoccial á los Polos, en la cual sacando por compás la distancia de (1) Existente en Viena en la Biblioteca del Príncipe de Licchenstein. Posterior al regreso de Elcano en 1522 y fechada en Sevilla antes de 1526. {'2) En 1554 en la Carta enviada entonces por él á Cjirlos V desde Londres y que corres- ponde á los datos de su carta posterior en que le dice: «Así mismo lleva Francisco üristia para, que V. M. las vea, dos figuras que son un Mapa-Mundi cortado por el equinoccio, por donde V. M. verá las causas de la variación de la aguja etc.» Colee, de doc. ined. para la Hist. de Es- paña, tomo 111, página 512. (3) Archivo de Indias.— Declaraciones prestadas en los pleitos de Luís Colón. — Cita del Sr. Harrisse, página 631. (4) Primera parte de las Diferencias de Libros que hay en el Universo. — Toledo 1540. — Id. 1646. — Madrid 1.569. — Salamanca 1672. — Valladolid 1683. Esta interesante obra de Vane- gas, que, como vemos, fué reimpresa varias veces, trae diversas noticias acerca de los trabajos de Santa Cruz. (6) Según el Prólogo y las licencias. (6) Capítulo 29 del libro II. ' 328 EL I8LARI0 GENERAL DEL MUNDO los blancos que hay de meridiano á meridiano, queda la distancia verdadera de cada grado, reduciendo la distancia que queda á las leguas de la línea mayor* (1) III EL ISLARIO GENERAL DEL MUNDO ."Dué en cierto .nodo este co„side..b>e trabajo geogriflco el co„p,e- 1 mentó de las nuevas Cartas del Continente Colombino hechas en la Casa de Contratación, y juntamente con ellas vino á constituir el estudio geográfico de carácter general, que correspondía al primer- reconoci- miento que de la Tierra se había llevado á cabo, merced á las sucesivas navegaciones hechas por el Estado español, con la cooperación principal de los navegantes de la Casa de Indias de Sevilla. Fué debido este tra- bajo al sabio y laborioso Cosmógrafo de la Casa Alonso de Santa Cruz, y forzoso nos es reconocer que no obstante su importancia, el Islario general del Mundo que aunque no fuera completo, era el primero que con juata razón podía aspirar este título, ha permanecido sin publicar, y se conserva con sus numerosos mapas, inédito en la Biblioteca Nacional de Madrid. Quedó el Islario de Santa Cruz al tiempo de su muerte, con los de- más escritos y documentos de este Cosmógrafo, que como hemos referi- do fueron entregados enlB72 á D. Juan López de Velasco, que le suce- dió en el cargo de Cosmógrafo Mayor, y figura también en el Inventario de sus papeles, quedados en la famosa arca y cuyo artículo n.° 50 dice (2): '>®tt*o giUrcr iie ^?ite0O entevo, con Ict encnahevnacxcn be la tnanevabel pñ&aiiú (cucvu ne^uvo con >¡ícñale& ttovcttfa&}, cscvi^í- i0 be la tnanOi con e&cnbo be la» avma» véale» al principio^ ^ntitnlabo ^olavio ^enevaU bivi^ibo al ^exy nne&tvo ^íeñor»" Y cuyas detalladas señas no huelgan aquí porque corresponden al (1) Como hace notar el señor Picatoste, estos trabajos de Siula Cruz fueron anteriores á los de Eduardo Wrigb muerto en 1620 y alas Tablas geográficas de Gerardo Mercator. — Colo- nia.—1578. (2) Arch. Indias 2 — 1 — */io. Y cuya encuademación ha sido variada en época moderna. EL TRLARFO GENERAL DEL MUNDO 329 ejemplar manuscrito del Islario, que como otros escritos de Santa Cruz, se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Comienza también este notable manuscrito por una portada en colo- res con las armas reales de España, y como dice el Inventario en dicha portada, esta dirigido ó dedicado por su autor al Monarca reinante, aun- que sea fácil advertir que al nombre de Felipe II ha sustituido al de Fe- lipe III, y al de Alonso de Santa Cruz el del Cosmógrafo posterior, An- drés García de Céspedes. Pero ocurre, que de un modo más terminante que lo burdo de las enmiendas, y la repetición de las raspaduras, delatan la superchería realizada, el formar parte de este Islario el Prólogo ó Introducción que para el mismo escribió Santa Cruz, y cuyo original con numerosas no- tas y correcciones de su autor se ha conservado en el Archivo de Indias (1). Por no conocer este documento, se explica el disculpable error de algún autor no español, que en época moderna ha considerado como de- bido á Céspedes el Islario de Santa Cruz que con las mencionadas ta- chas se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid. Pero debemos observar, que la suplantación hecha en dicho Islario no fué aceptada por el docto D. Martin Fernández Navarrete, que en su Diser- tación para la Historia de la Náutica (2) (Madrid 1846) califica el Islario de la Biblioteca Nacional, como debido á Santa Cruz. Y no cabe dudar que se refiere el Sr. Navarrete á dicho Islario y no á otro alguno, por el hecho de que al ocuparse en su trabajo de los estudios de Céspedes, no le atribuye en cambio Islario alguno, sin caer en semejante error, como había ocurrido á autores más antiguos. En nuestro concepto, aunque no se exprese así en la Disertación, sirvió al Sr. Navarrete para conocer la suplantación referida, el hecho de tener conocimiento del Prólogo ya citado del Archivo de Indias, que menciona en su Disertación, y que ofi'ecía en parte publicar (3) y cuyo boi'rador comienza diciendo: "^rólojií» »*>Ut*c el ^atavio aeneval betohaü ias |Jela» &«l ^Utn^^>, &iruít&o á la §. ffi» ®. |l. pi. i*íl llítj Pon ^cUpc II p0v gHonao he ^ctttta ffivui, an ®i?0nt¿0trafi> |llatjotr" (4) (1) Archivo de Indias de Sevilla. 2—5 — ^^j^. (2) Página 195. Esta obra postuma del Sr. Navarrete fué publicada en Madrid en 1846 por los cuidados de la Real Academia de la Historia de Madrid; (3) Di.sertacióu citada. — En nota de la página 195. (4) El borrador citado de este Prólogo que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, y del que tomamos los datos que siguen, manifiesta haber sido empezado en tiempos de Car- los V, y corregida luego por su autor la dedicatoria, y hecha á Felipe II. — Archivo de in- di»s 2-1-2/15. 83 330 EL ISLARIO GENERAL DEL MUNDO Establece en su Prólogo Santa Cruz el plan de su trabajo, y dice: "^(ttríiue en el MacuvíK» he e^te^&laviú&e Ijabla fec tí>í»(t« ia«i0lite Ciue iju^ta el tiempo pve&ente &e ijan í»e»cttlnevtí» ext el pitt»tírt>, tj mttcijrt» í»cHtt0 no &e l}an pne&to pov «t en titirlrt» pavUenlave^i á cata can&a »to« conttlnc» ponev al principio ite Ict «acritxtvct Irt coettt ^^l tnarr be taba la ©ecr^vafta bel piitnbt», a«i í-tíjvqtt* ni» pneba qnettav tela que b* ella tto ae Ijablc, Cíintí» pavci qne «c «i?i?a á la pavte be ^ievvtx fivnxe (Continente) ]nnto á boniíe e&tá^ tj el aítartaniienta (\ne lao «nae be la& otvaei tic- nett, tí Ijacia qné niento&t xj povc\né vnxnbo» covvexi^** La generalidad del estudio de Santa Cruz, y el período de forma- ción á que perteneció, dan idea de lo considerable de su trabajo. La Tabla ó grupo primero de las ocho en que divide el Islario, com- prende las del mar de las Antillas entre las cuales se citan: *'gaa gncatja», la» be lo& dlaxxibale», la isla dB&pctñola^ xj la« be ©ulra tj Hantaica, con la pexxeixx&nlct be IJitcatan, tj atraa nxucljaíi talas, qxxe e&taxx ixxxxto á «ataa" La Tabla segunda comprende: "$aa íalaa f«ntt> á la caata bel ^traatl, laa qxxe eatatt en el vio plax'añott, xj en el be la ^lata, xj casta bel |Jcvw, ij la c\xxe e&tá al tncbiobia bel (Be^tvecljo be piagallattca, con attraa qne ac ve- van pov la Calila." \ Constituyen la tercera Tabla: **ga» Halaa ©anatriaa, xj laa be loa ^jai^^ea, xy laa truc catan f unta á laa caataa bel gaUtrabatr, xj ^acallaaa, xy laa qxte catan funta á laa caataa bel ntav* crnc bcacwlrtriá el i?tlata ©atelian ©amcf/* La cuarta, las que: "catan en el xnav ^ebttcvránccr, xj la» Cfxxe e&ian ext el xxxav ^e|ítc»ttria»tal (ma^r del Norte) con la ^rencinattla be gteanbia (Suecia), ©ngalaterra, Jírlanba, IJalanbia, tj atvaa fnttta á ca- taa, XJ laa ialaa be laa ^jarca tj ®a»taviaa, xj &abo ^evbe, xy attraa fnnta á laa caataa be&to& ntatrea»" En la quinta se comprenden: "la iala be ^an goven^o, con atraa ntucljaa ialaa fnnta á ella, xy la iala be i^an ©atnc, con atvaa ialaa fnitta á la caata be áfrica/' (1) Para la iuterpretación de algún nombre dudoso se puede consultar la Tabla universal que forma parte de la descripción de las Indias de D. Juan López de Velasco sucesor de Santa Cruz.— (1571 — 1574)— Madrid 1894. EL ISLARIO GENERAL DEL MUNDO 331 En la sexta: 'Ucr» nirt vf e tíerntef o (Rojo).») ^év&ic0,tjla& ialae quf ca- tan cu cat(.^9 hicljc»e ntave&, tj rtat nteattti? contiene la coata ite la ^nl>ia oriental, tj Icta ietae qxxe eatnn íxtnto á elict, con la ialrt be ©ctjirtn, i) otva& conteni^lt« en ceta taWa." En la tabla séptima: "Icte ^.Tvoninciaa ^e iSenvíitla, %j ^tcttacca, tj ^iaxn, ij la ffiijiítrt, tj iae i&la& fnnto á ellae, xj la& x&la& ^c ffiamatrct (^n- ntatrrt), IJatia, é ialrta í>e loe ^Ictíneo», co»t otvrtft níncija© fnn- to á ellne." y de la Tabla octava dice: "cfttrt ©rtblrt Ijcntoft ittTne&i&o irttvrt qne ae entiett&an tj '^'>- xxoicaxx lite ielaa hel 3lx*cljtí^tícla0o (griego), tj la& Matrtttctae iiite Ijaxj tfela& nnaa it lita otrite, í^otriíite cotno caba xxxxa í»e eotct© xa- la& ee ^íonett exx el libro pov si, ninieníro á estct tabla, ee i?nei»e conocer xj ner la l>errota cotno ee corre con cnaltritiera í»e la» otraa; ^tone asi ntiatno la costa be J|talia, tj las islas be Sici- lia XJ ©anbia, xj |lei"íroi?onte, xj la :|íeneíttsttla be la piorea, can otras mxtcljas islas cfne están fitnto á estas." Tal es en suma el plan para el Islario hecho por Santa Cruz y con- «gnado en su Prólogo, plan y tablas coinciden con las del Islario de la Bi- blioteca Nacional. Forman parte del mismo hasta noventa y siete mapas para la representación de otras tantas islas ó grupos, y en su texto de- dica á cada isla ó grupo de las entonces conocidas, un articulo con datos acerca de su situación, magnitud, historia, costumbres, y produc- ciones. De estos noventa y siete mapas que forman parte del Islario, se re- fieren muchos de ellos al mundo antiguo ya conocido; pero otra parte de ellos correspondeálasnavegacionesy descubrimientos de Portugal, ó á los realizados por España. De estos últimos citaremos los de las islas: *'íilií,*inas XJ coxt ellas el ^apaxx^* "las i»e los labrones, (Marianas) > "Jncaijas ga ígsi^añola— ®nba— gtatnaica— la be los ®a- nibales xj ^axx 2íxxaxt (Puei to Rico) ij ab»|acentes— la be la ®;ri- nlirab xy costa be ^aria las bel gabr^abortj ^acallaos— el Un- cataít é islas abijacentes— las islas bel ttolfo be|íananttt— las be la costa bel iSrasil— las bel |lio be la lílata— las bel estrecljo beltlaitallattes— tj abentas »tn vl^no be ^léíelco., interesante p0v sxt estoca." Si es de sentir que haya permanecido y permanezca sin publicarse 332 ANDRÉS DE SAN MARTÍN el Islario de Santa Cruz, ha de lamentarse más especialmente que no haya sido publicada esta parte relativa á las nuevas islas y costas, con sus respectivos Mapas presentando la nomenclatura dada por sus descu- bridores, ó la que tenían al tiempo de su descubrimiento, con tanto ma- yor motivo cuanto que esta en muchos casos no ha sido conservada y fi- guran hoy en ella nombres tan extraños á sus primeros pobladores, como distintos de los que les dieran sus descubridores para la ciencia y la humanidad conscientes, y que han sido en muchos casos sustituidos por otras denominaciones de carácter más ó menos postizo que preva- lecen. IV LAS OBSERVACIONES ASTRONÓMICAS DE ANDRÉS DE SAN MARTÍN Aunque hechos en un tiempo de grande atraso aun para la ciencia geográfica, fueron por lo mismo dignos de encomio y de mención^ los esfuerzos realizados por este Piloto de la Casa en su viaje con Ma- gallanes, para llegar á obtener la deseada determinación déla longitud, por medio de observaciones astronómicas. No consta que sepamos ninguna navegación de Andrés de San Martin, anterior á su viaje como Cosmógrafo de la expedición de Ma- gallanes, y sin embargo parece que ya en 1512 aspiró San Martín á la plaza de piloto Mayor, vacante por la muerte de Américo, pues en Car- ta que desde Bruselas dirige Carlos V al Cardenal Cisneros, le dice (1): ♦'^nín?é« he ^ctn ^avtin no» ijiji? velación^ que al tUtnpa que ^tnévico ^eapnclji nne^tvc piloto ^atjov faUeciá, él »r opuac (írírlicitá) al bicija cav^o ¿fe»" Acaso este aspirante para el cargo de Piloto Mayor en 1512, fué el entonces recomendado por los de la Casa, y á cuya propuesta parece referirse la Cédula del mes de Mayo de dicho año en que se les dice: ®n lú cfue túca al oficio be ^mévi^o, tja cuantío vue»tva carta lUjjá, ^ó Ijabia xnanhabo pvoveev be aquel oficio al iíicijo (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 5. Dada en Bruselas á 11 de Octubre de 1516 — No debe confandirse á este Piloto con el llamado Andrés Martín, que varias veces se cita en la vida de Colón. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Mayo de 1512. ANDRÉS DE SAN MARTÍN 333 Hwan be §í»lis, contó xja ljd:tír?tj0 viato, ^íorciuc Uó fui infovtna- t>0 nxteevñ pevüona ijábUe, é inficiente pava Mcijoxav^jo, &." Si como parece no era navegante San Martín, acaso se explique lo ocurrido considerando que en esa primera época, las exploraciones délos navegantes ocuparon muy preferente lugar en las tareas de la Casa, y que estuvieron reducidos á un segundo término, los estudios y trabajos de gabinete de sus primeros Cosmógrafos ó Cartógrafos, que fueron tam- bién calificados de Pilotos, como Andrés de San Martin, Ñuño García o Andrés Morales. Y en efecto, lo que Fernando V y con él Don Juan Fonseca, deseaban para sus empresas, eran hombres de mar y osados navegantes que conti- nuasen las exploraciones marítimas, y, como hemos visto, dos días des- pués del nombramiento de Solís, se hicieron con el nuevo Piloto Mayor, las Capitulaciones para una laiga navegación por el extremo Oriente. En el mismo año de 1512, y en previsión de las probables ausencias de Solís, es autorizado Juan Vespuchi para sacar las copias que fuera preciso del Padrón ó Carta de la Casa, y añade la Cédula (1): "íjxte uitMe pwebct ijctcctrlo nta& i^ixe ^ntivea iie ^an ^atr- tin nuffttvo piloto, it«« tiene licencia í>c Slo» pava ciio»'* Tales son las escasas noticias, que de este mal llamado Piloto se con- servan con anterioridad al viaje de Magallanes (2), en el cual y por haber enloquecido Ruy Palero, embarcó en su lugar San Martín que debía in- tentar la determinación de la Longitud, tan necesaria para fijar la línea de demarcación entre Castilla y Portugal en el extremo Oriente. Con este objeto llevó consigo San Martín los instrumentos de observación que por aquel entonces se empleaban, y para sus cálculos las tablas astronó- micas del alemán Monterreggio y las españolas de Zacuto, Cosmógrafo que fué del' Rey de Portugal, y antiguo profesor déla Universidad de Salamanca. Muerto San Martín con otros de los expedicionarios en el traicionero banquete de Cebú (1521), quedaron sus escritos á bordo de la nao Tri- nidad que cayó después en poder de los portugueses, y de cuya proce- dencia llegaron varios al historiador portugués Juan de Barros, que lo consigna en sus Décadas, diciendo (3): « Y por que una de estas órdenes (4), se tuvo en la nave de Barbosa, . (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. En 24 do Julio de 15V2. (2) En 1614, al tiempo de la e.xptHÜción de Pedrarias, para la que hubo falta de Pilotos, y eu la que marchó Juan Ve.spuchi, no embarcó sin embargo Andrés de San Martin. (3) Década 3.", libro 5.°, cap. 9.", página ()39. (4) Se refiere Óarros k la consulta hecha por Magallanes navegando en el Canal en 21 de Noviembre de 1620, acerca de ¡a posibilidad ó conveniencia de proseguir más ó menos la navega- ción el parecer de San Martín nié como hemos visto, prolongar la navegación lo más posible. 84 334 ANDRÉS DE SAN MARTÍN dónde estaba el astrólogo (hoy astróyiomo) Andrés de San Martin, el cual la registró en su Libro y al pie puso su respuesta, y este libro con algunos papeles suyos, nosotros le hubimos y tenemos en nuestro poder.* Con grande empeño procuró el Cronista de Indias Don Juan B. Mu- ñoz obtener en Lisboa alguna noticia de estos escritos de Andrés de San Martín, pero sin resultado alguno práctico, como es frecuento que ocurra con los manuscritos, y más si se encuentran en un país en el que sea difícil su inteligencia y lectura. A estos escritos del Piloto sevillano, que acaso eran más de los que llegaron á poder de Barros (1), se i-efiere la declaración prestada enVa- lladolid por Ginés de Maña tripulante de la nao Trinidad, según la cual, no le quisieron poner en libertad los portugueses en Lisboa, teniéndole por piloto: *^p0vc\nt le ijrtllaroít, &if£r, tttto» Ubvíra sn \xn avta tj I0& cuales libvírft iie rtített, tj ottroa ira» (2) trite cacriUtá 3lttírtr«* &e ^(tn ^ttrtin ^ilotíJ ^e 0. ^l., U totnavon en ^.i&boa.'' Y cuyos dos libros de San Martín serían, según parece, los que tuvo en su poder y á los que hace referencia el historiador portugués Juan de Barros. Menos conformes nos encontramos con su afirmación acerca de las observaciones astronómicas hechas por San Martín en este viaje, y que supone realizadas algunas de ellas, siguiendo las instrucciones que para este fin le diera Ruy Falero. Nada tendríamos que objetar, si al adjudicar á Falero estos trabajos corno pretende Barros, que pudo ser mal informado, no se privase de su iniciativa para ellos á Andrés de San Mar- tín, pero, como así sucede, son necesarias pruebas que agregar á esta afirmación, con tanto mayor motivo cuanto que la demencia de que era víctima Ruy Falero, no hacía tan fácil que explicase á San Martín los tales procedimientos. Acaso se pretenda que no era cierta la locura del bachiller, pero consta por el contrario que esta locura existía, y que Falero vivió efecti- vamente loco, y por cierto mucho tiempo, pues existen las piezas de un largo litigio (3) seguido entre su mujer Eva Alfonso, y su hermano (1) Además de estos Libros, quedaron en la Victoria en poder de Blcano, que los menciona en su testamento, unas Tablas y un Aliiianak, pertenecientes á Andrés de San Martín. (2) Uno de los cuales sería quizá la relación del viaje (jue mencionan otros autores. De todas. maneras, parece que en las .1 untas de Badajoz invocaron los cosmógrafos portugueses el poco ¿xito de las obser.vaciones hechas, atribuyéndolo á que en realidad creía San Martín que las islas estaban en su demarcación. (3) Archivo de Indias 49 — 6 — -"/sg. Autos entre Eva Alfonso, mujer de Ruy l^alero y el her- mano de este, Francisco, 1630. ANDRÉS DE SAN MARTÍN 336 Francisco, sobre la percepción de la pensión del bachiller, al que debían pasar alimentos. Tampoco Se debe creer que Falero enloqueciera más tarde, pues ve- mos que ya en 1618, y en un documento oficial portugués como es la Carta que en 18 de Septiembre escribió al Rey de Portugal su embaja- dor cerca de Carlos V, Alvaro Costa, le dice (1): "&f i brtcljillef no »« ijaott vaeo, bu^vnt* poco, jj attí>a fw«ra Tan loco y fuera de seso andaba en efecto Falero, y tan poco dis- puesto á enseñar ársu sustituto San Martín los métodos que debería seguir^ que se marchó de Castilla y regresó á Portugal, donde fué muy luego preso y tuvo que pedir su libertad Carlos V, siendo entonces (2) traído á España donde vivió loco hasta su muerte. Tales son las razones por las que, en tanto que otra cosa no se demuestre de un modo terminante, consideraremos aquí las observaciones buenas ó malas, hechas por An- drés de San Martín, como pertenecientes á aquel que las realizó. Don Martín Fernández Navarrete en su ya citada Disertación, re- constituye sobre la base délos datos de Barros las observaciones astro- nómicas hechas por Andrés de San Martin en 1619 y 1620, diciendo: « Eran pasados (3) los meses de invierno en aquel hemisferio, cuando Ma- gallanes se preparaba á continuar su navegación El 24 de Agosto (hallán- dose aun en el rio de San Julián), tomó la altura del sol y calculó la latitud en que se hallaba, y en el rio de Santa Cruz, d 11 de Octubre observó un eclipse de Sol á las 10 * 8' de la mañana, cuando estaba á la altura de 42" SO' y duró hasta que llegó á la de 44° 30'* < Anteriormente, dice el mismo escritor, había observado la longitud en Rio Janeiro el sábado 17 de Octubre de 1519. por un método que es digno de darse á conocer para comprobar el atraso de la astronomía náutica, y los esfuerzos que hadan nuestros españoles para adelantarla. A las 4'' 30' de la mañana, estoes, 7 '' 30' antes de mediodía, se vio la luna sobre el horizonte oriental en altura de 28° 30' y Júpiter elevado sobre ella en altura de 33° 15'. Deduciendo la altura de la luna de la de Júpiter, se halló la dife- rencia de 4° 45' y que, según el movimiento de la luna la conjunción con Jú- piter habia sido él 16 de Diciembre á las 7 *" 15' después de mediodia. Por las tablas de Zacuto debía acontecer dicha conjunción, este dia sábado ala 1^ 20' (1) Colee, de doc. de Nav. Tomo IV, página 124, doc. n.° VI en 28 de Septiembre, 1618. (2) Archivo de Indias de Sevilla 1 — 2 — Vi- Carta de Falero al Cardenal Gobernador de Cas- tilla diciéndole que había sido preso en Portugal. La Carta es de 1520 sin obra fecha, y en 31 de Julio de 1520 escriben los de la Casa al Cardenal avisándole también la prisión de Palero en Portugal. — Arch. Ind. Sev. 2 — .5 — '/é- Catálogo del Sr. Llorens, documentos números 21 y 22. (3) Disertación para la historia de la Náutica, página 149. 336 ANDRÉS DE SAN MARTÍN en el meridiano de Salamanca (1) y en la de Sevilla á la 1 '' 12' aunque el almanak de Juan de Monterregio señalaba dos minutos menos. Resultaba, pues, haber de diferencia del meridiano del Rio Janeiro al de Sevilla 17 '' 55', error enorme que atribuía juiciosamente á la ecuación de los movimientos en las tablas, porque era imposible ser tanta la longitud. > < Ya el mismo San Martin, agrega el Sr. Navarrete, habia observado otra vez en Sevilla la conjunción de la Luna con Júpiter, encontrando un error de 10'' 33' de mas y 1 * 50' de diferencia, entre el meridiano de Sevilla y el de ülma (2). Cuyas palabras consignan claramente observaciones astronómicas y estudios hechos por Andrés de San Martín acerca de la Longitud con anterioridad á su viaje con Magallanes, y también su observación an- terior de la imperfección de las Tablas. t Además de estas, añade el mismo docto escritor, hizo {San Martin) en diferentes tiempos y siempre para deducir la longitud, otras observaciones y Barros (3) cita una de oposición á la Luna y Venus, otro de la Luna y el Sol, un eclipse de este y otra oposición con la Luna y añade (Barros) que, siendo muy repugnante á San Martin atribuir los malos resultados ni á las tablas de Regiomontano, ni á sus observaciones decia en su diario: "U tne tnñtttengo en que, quoir tttMntusr loquinuti?, qnotf a«í>itíintitflr teatatttwtr, tj qtxc, toque á quicu tocare, stx el al- ntttuttJt e-ettan ervaincei loa tnovinxxentoíi cele^te^*** t Deducción cierta, agrega el Sr. Navarrete, y que prueba su discerni- miento y penetración; habiendo sido la corrección de las tablas de los movi- mientos celestes y especialmente los de la Luna, ocupación asidua y laborio- sa de los primeros astrónomos de los siglos posteriores, hasta nuestros dios.* Pero además de estas noticias acerca de las observaciones de San Martín, tenemos una breve y menos conocida referencia hecha á algu- nas de sus investigaciones, por uno de sus compañeros de viaje, testigo sin duda de sus esfuerzos. Es este el famoso Pigafetta que entre los me- dios para determinar la longitud, dice así (4): < La Luna suministra otro método para conocer la longitud, si se sabe la hora precisa en la. que ¡a Luna observada en Sevilla (sic) hace su conjun- ción con una estrella ó planeta ó en cierta oposición con el Sol, cuyos grados (1) Las tablas de Zacuto estáu calculadas para el meridiano de Salamanca en cuya ciudad fueron probablemente escritas, y los movimientos celestes arrancan del año 1473. (2) Diferencia no extraña por la imperfección de las tablas. (3) Décadas 3." libro 5, capítulo 10. (4) En el pequeña tratado que titula de navegación, compuesto sólo de cinco ó seis hojas, y publicado por el Sr. Amoretti, juntamente con la Relación de su viaje. — Milán 1800. ANDRÉS DE SAN MARTÍN 337 estén determinados; y esto podré saberlo por un Almanak, Y porque esto su- cede en Oriente antes que en Occidente, cuantas sean las horas y minutos que pasen desde el tiempo en que la conjunción debia verificarse en Sevilla, al en que se verifique el punto de observación, otra tanta será la longitud del lu- gar.y> Cu3'as palabras parecen explicar el objeto de San Martín de obtener Ja longitud, del mismo modo que por la observación de los eclipses, pero utilizando fenómenos que no fuesen tan raros y poco frecuentes como aquellos. Pigafetta que en su citado viaje, hace varias referencias al astrónomo sevillano Andrés de San Martin, no le nombra sin embargo al exponer este método que corresponde á varias de las observaciones hechas entonces por Andrés de San Martín, según los datos de Barros, del mismo modo que en su relación del viaje no nombra á Elcano ni á Albo, dando así margen á que se pueda creer, que era él el jefe de aquella navegación. A lo que parece, el tratadito de Pigafetta corresponde principal- mente á lo visto y observado por él en su viaje, y tiene por esto grandísi- ma importancia porque manifiesta el estado de los conocimientos maríti- mos en una época del mayor interés, de la que quedan muy pocas noticias, y por haber sido expuestas con notable claridad por el referido escritor. Débese á una verdadera casualidad el conocimiento preciso del na- cimiento de Andrés de San Martín en Sevilla, por la circunstancia de ha- ber dejado á su muerte dos hijas naturales llamadas Juana 3'^ María de San Martín. Cuidó, según parece, de estas huérfanas Cristóbal de San Martín hermano del Piloto, el cual bastantes años después en 1534, in- vocándolos servicios de su hermano, solicitó se concediese á estas huér- fanas alguna cantidad para atender el casamiento de María, doncella de vida honesta y dotar á su hermana que deseaba profesar en el Con- vento del Socorro de Sevilla. Hízose con este motivo una Inforii^ción (1), y consta por ella que tanto Andrés como Cristóbal eran hijos de Juan de Logroño y de Ma- ría Hernández, vecinos de Sevilla, casados y velados en la iglesia de San- ta María (la Catedi-al), y terminada esta información fué concedida á las huérfanas la merced que para ellas se pedía. Ligó estrecha amistad á San Martín con el famoso Elcano su com- pañero en el referido viaje y esperaba acaso encontrarle vivo cuando en (1) Archivo de Indias 52— "5— 1/4 eu 1534. Six verdalero nombre era por tanto Andrés de Lo- groño y Hernández. 86 338 ' LAS CORRIENTES DEL ATLÁNTrCO la expedición de Loaysa se dirigía á Oceania, y esto explica que habien- do enfermado gravemente Elcano, se ocupe en su testamento (1) del Piloto sevillano su amigo, y disponga que si le encontraban vivo, le en- tregasen ciertas varas de paño rojo para una chamarra que le legaba, y también t un Libro almanaque en latín y otro Libro de astrología (as- tronomía)» que nos parecen corresponder á las Tablas de Zacuto, y á las de Reggiomontano que llevaba consigo San Martin, y de las que se ser- vía para sus trabajos. Tales son las noticias que nos quedan de este Piloto Geógrafo de la Casa de Contratación, iniciador de los procedimientos para deducir la longitud de las situaciones relativas de los astros, y cuyas observaciones para este fin, han sido causa para que varios auto- res, y entre ellos el Sr. Navari-ete (2), lo consideren como el primero que observó las distancias del Sol á la Luna y á los planetas, para deducii; de ellas la Longitud. EL TORRENTE DEL MAR (LAS CORRIENTES DEL ATLÁNTICO) 1515 Debemos al milanos Pedro Mártir de Anglería, la conservación de los notables conocimientos y observaciones de Andrés de Morales, Piloto y Cartógrafo de prestigio en la Casa de Contratación, acerca de las corrientes del Atlántico. -^ Estas corrientes del Océano, que llevando hasta las islas Azores grandes y desconocidos juncos, troncos de árboles, como cedros ó grandes pinos, y otros despojos que conducidos hasta el mar por los ríos del Nuevo Mundo, habían delatado á Cristóbal Colón la existencia de no lejanas- tierras occidentales, fueron estudiadas por Andrés de Morales en el Golfo de Méjico y en el Mar de las Antillas, ó sea allí donde esta gran corrien- (1) Publicado en la Historia de Elcano por D. Eustaquio Fernández Navarrete, publicado por el Sr. Soraluce pag". 322. Del archivo de Indias. (2) Introduc. á la Coleo, de doc. de Navarrete, tomo I, página 56. LAS CORRIENTES DEL ATLÁNTICO 389 te por su energía, por la velocidad, y la elevada temperatura de sus aguas, ofrece particular interés, y ha merecido ser llamada el corazón del Océano. El anglo-americano Maury, que al mediar del siglo XIX, ha estu- diado estas corrientes del mar, las describe con elocuencia (1) en los si- guientes términos: t Existe en el mar un caudaloso rio, que en las mayores sequias no se corta, ni en las más grandes crecidas se desborda; sus tibias y azules aguas corren en apretadas olas entre dos riberas de agua fría ¡Es la corriente del golfo! ¡En lugar alguno del Mundo existe corriente alguna tan magestuosa!^ Esta gran corriente ó gran rio de agua, que á mayor temperatura que sus líquidas riberas, surca en diversas regiones el Occéano, parece iniciarse en el Atlántico en la costa del Senegal. Admítese que sea su causa primera el movimiento de rotación de la Tierra, y partiendo en efecto de África dirígese hacia el Oeste, en sentido contrario del movi- miento del Globo, hasta chocar con su creciente energía en el Cabo de San Agustíu, que la divide en dos ramas, que respectivamente ceñidas al li- toral del Nuevo Continente, corren ante él hacia el Norte, y hacia el Sur. Penetra la primera de estas corrientes en el Mar de las Antillas, atraviesa el canal que existo entre Yucatán y Cuba, como lo muestra la lámina, y circunvalando después la costa septentrional del Grolfo de Méjico, sale al Océano por el Canal de Bahama. «■A la salida del Golfo de México, dice el citado escritor moderno, el an- cho de la corriente del Golfo es de catorce leguas, su profundidad casi de un kilómetro (930 metros), y la rapidez de stt carrera que llega á ser hasta de ocho kilómetros por hora, disminuye poco á peco, pero conservando una velocidad relativa, todavia considerable en toda la extensión de su carrera.* e la ttoclje la» a((nia& ncvne»- teabaxt, xj ala tnañatxa xxovxxeüUabaxt al^xxxx titntír/' Nada más natural que la atenta observación prestada por el ilustre Descubridor á la aguja y á los astros, únicos callados guías de su incierta navegación hacia lo desconocido, y no debe extrañar que esta inespera- da variación de la aguja causase no poca sorpresa en Colón y en los que le acompañaban, singularmente en la gente de las tripulaciones. (1) Ilustración Española y Americana. — 22 de Agosto de 1893. (2) Código de las Siete Partidas. Siglo XIII, Partida 2.*, título 9, cap. II. «Et bien como los marineros se guían en la noche oscura por el aguja, que les es medianera entre la estrella y la piedra, &.» (3) Navarrete, Colee, de documentos, tomo 1.°, página 160. — Estracto del Diario de este viaje de Colón hecho por Bartolomé de las Casas. EL MAGNETISMO TERRESTRE 343 El hecho fué desde luego conocido de los pilotos que con Colón na- vegaban (1), pues cuatro días después, según consigna el Diario: "totitaxrott l00 ^U0te«tealjatt, novue»tean una cxtav- ta be viexxto toba entera." Observóse muy luego en las sucesivas navegaciones de los peninsu- lares íberos, que estas variaciones de la aguja imantada parecían ser constantes para cada lugar, y surgió entonces la idea de obtener la Longitud por la variación de la aguja que á cada lugar ó meridiano co- rrespondiese. Estos intentos que, como veremos, no fueron practicables para su objeto, condujeron en cambio á observaciones minuciosas acerca de las variaciones de la aguja, hechas en los más distantes lugares, y que íueron sin duda causa de un primero y considerable estudio de estos fe- nómenos magnéticos. El lombardo Pigafetta que, como hemos visto, formó parte de la expedición de Magallanes (1519-1522), consigna (3) este procedimiento (1) Iba en la nave de Colón como Maesti-ede la misma, el célebre Juan de la Cosa. Í2) Colección de dop. de Nav., tomo 1.°, página 403. (3) Publicado por el Sr. Amoreti en Milán 18IX), á continuación del viaje de Pigafetta. No consigna éste en su tratadito de navegación, como no nombra tampoco áElcano, de quien tomó estos conocimientos, adquiridos evidentemente durante su viaje. Concuerda por esto el procedi- miento que indica, con el .seguido entonces en Castilla y en Portugal, y lo delata también el método expuesto por Pigafetta para determinar la Longitud por las conjunciones lunares, que corresponde con alguna-s de las observaciones que, .según el historiador portugués Barros, hizo con el propio objeto Andrés de San .Martín. Pigafetta, pág. 2'22. 344 EL MAGNETISMO TERRESTRE tal como se empleaba por los Peninsulares en la época precisamente en que el boticario sevillano Felipe de Gruillén, imaginó su ingenioso instrumento (1) para apreciar con él estas variaciones de la aguja. Para ello recomienda Pigafetta, que se empiece por determinar el Norte verdadero y luego se aprecie con la brújula, la variación de la aguja en cada lugar (2): >'¿ trtfttctrai ca»í M qwauti eva&i V a^o bella bw»»ola é iiifittxtxU italla linea meviitiana, cioé írctl vevc pelo (3)» Jllttre- tttttti aavannc i ^vaiá &i laittjituMnc, cl}c awai incctnincian- i>o bal Ino^o ove la bn^aola tncctnttnlna" V Es decir, donde la brújula comienza á variar, y á apartarse del meridiano verdadero. Las palabras de Pigafetta manifiestan la oportunidad del instru- mento inventado entonces por el boticario sevillano Q-uillén, para de- terminar por él directamente la variación de la aguja en cada lugar; y cuyo hecho consigna Santa Cruz en su Libro de las Longitudes di- ciendo: "^vincipiá el bxcljo (f^itxllen, Ijacieniío una invención be cierto in&tvnntento cfite l}o\j bia anba wtittj canttttt en ^ov- tn^al entve Ijotnbvea bocto&, pava qne lo» piloto» lo lleva- ren en la» naon^ el cnal e» nna tabla &." No describiremos aquí el dicho instrumento, que no tiene hoy im- portancia alguna, y del que dice el mismo Santa Cruz: '*^ov nxanexa, qne »abiba nna ve^ la í>ifcv«ttcict be la a0ufa (con el meridiano verdadero), tjrtcitt el Jl. ®. ó el |l. ©.♦ •»e pobia •nabei:, ljallánbo»e eix la» nti»nta» pctvte*, ó pava^e», lo i\ne pobian eatav apavtabo» be gi^boa^ ó bel nxevibiano vevbabevo ó be ^oloxtxeo, botxbe lo» anti^no» cotnen^avon á tontav la longtitxxb be la ^ierva^ exx xxxx tiempo »abiba (cono- cida), » "irt ctxal tnaneva, a^tve^a ^anta ffirttj, paveció tnxxx) bien á tobo» en aqnel tietnpo, tj la tnvievon exx ntxtcljo, ij no tne- no» al inventor bella**- (1) En 1525, según consigna Santa Cruz, pasó Guillen á Portugal y celebró con aquel Monar- ca un concierto para el uso de su instrumento. (2) Los términos de Pigafetta que salió de Sevilla en 1522, manifiestan que no conocía aún el invento de Guillen, que en efecto, según Santa Cruz, debió ser algo posterior. En cambio, explican la oportunidad de su invención, corroborando lo cjue acerca de esto dice también Santa Cruz. (3) En lo que se manifiesta lo imperfecto del medio imaginado, cuya aceptación se explica por la absoluta falta de otro. EL MAGNETISMO TERRESTRE 345 Este ingenioso invento del Iboticario sevillano fué, cou)0 consig- nan Humboldt y Navarrete, el primer aparato destinado á medir las variaciones de la aguja imantada, y si es cierto que dichas variaciones no pudieron ser aplicadas para obtener, como se deseaba, la determina- ción de la Longitud, no cabe en cambio duda que la brújula de Guillen sirvió para hacer los primeros estudios y observaciones acerca de las variaciones tnagnéticas, pues no sólo fué conocida en Castilla sino que, como consigna Santa Cruz, habiendo marchado Guillen á Portugal ofre- ció en 1625 su invento á aquel Monarca, y obtuvo por este servicio un sueldo anual, y otras recompensas. Posteriormente á Guillen, vemos que en 1533 admitía Sebastián Caboto dicho procedimiento para obtener la determinación de la Longi- tud y así lo consigna en la carta que dirigía á Carlos V desde Sevilla, que se conserva original en el Archivo de la Casa, y en la que en 24 de Junio le dice (1): . *'§cttov% la ®ttx*tct que ^. ^. nxe envió á ntanirat* crtte tjcic- «e, xja Ict t«tt0o ttCttbitha tj t^a^a al ^ontctbov iie Iñ ®ct»ct para c\ue Ict envié á ^. |^U, tj en x^evbaii «i no fneve pov la nxnevte he «ti ijifa, tj la cnfjevtttcbaít bf mi tmtfev (a), iiia» Ijá qne ^. ^» le Ijnktieva vecibiha con otvaa t>a» qne ten&o feclja pa- va c\xxe ^. pi. tj lí>e itt ^)tt&ia ovUntal, iietevtniné iv á Portugal ti añ0 í»e 1545.*' En Lisboa, además de otras investigaciones hechas por Santa Cruz, encontró este el auxilio del insigne lusitano D. Juan de Castro, que en el año siguiente de 1646 fué nombrado Virrey de la India. Había acom- pañado Castro á Carlos V en su expedición á Túnez, y parece probable que le habría conocido Santa Cruz durante su estancia en España. Por este tiempo, como en España había ocurrido, el procedimiento que exa- minamos se desacreditaba también en Portugal, la brújula de Guillen caía en desuso, y sería necesario acudir á otros medios para ver de lograr la determinación de la Longitud. Pero si para dichos fines, los estudios y las observaciones hechas por los navegantes peninsulares, y por los Cosmógrafos de la Casa, acer- ca de la variación de la aguja habían sido perdidos, no lo fueron en cambio para el conocimiento de estas manifestaciones magnéticas, de las que hasta entonces se habían tenido tan escasos conocimientos, y asi lo manifiesta el * Breve compendio de la Sphera» publicado en 1551, en Sevi- lla por Martín Cortés (1). En su tratado examina Cortés las variaciones de la aguja y consigna la existencia de un centro atractivo que decimos ahora polo magnéti- co (2). **un pxtnio bctxo ^cl pula írel ^Klnnlro, fuera he tolra» lo« cieio» contcttiííoe Uafu el pvUnev wtírbUe. @l cual punta ó pavte bel cielo Hene xtua viviub tttractltJtt, qxte atvae el ftevvo tocaba, con la piettva imatt»" Y explica las variaciones diciendo: "OBetii el punto atvactivo (el polo tnct^néticí»), al^o apavta- i/o bel polo bel ^lunbo xj bel oule tttt Ijilo etc»'* sigue explicando una figura del texto, y agrega: "eetrtn&o el aiittfrt ext el xxxevibiaxxo bel pxxnto atvactxxío c\ue paüa pov el polo, señalará al polo, xj fttetra be él xxovbeateavá, ó novoe&teavá, apaxrtáxxbo^e bel incrtíriano." Es cierto que incurre aun Cortés en el error de colocar el punto atractivo fuera de la Tierra, pero no lo es menos que establece ya la teoría de este punto que se llamó polo magnético y que poco tiempo después fué emitida fuera de España. (1) Aragonés y nacido en Bujaraloz, residía Cortés en Cádiz ó en Sevilla. (2) Compendio de la Sphera, folio 71. 348 EL MAGNETISMO TERRESTRE Tanto había progresado en cortos años el conocimiento de estas manifestaciones magméticas, cuya primera observación habla sido debida á Cristóbal Colón en 1492, y de cuyos fenómenos había tan escasas ideas en la época romana, como lo manifiesta el sabio Martín Cortés, dicien- do (1). "^an ^0tt«tln (siglo IV) «* tnarttwilló, stfgittt ««cribe en lo«r giirx*<»0 be la ®i«lrat» be ^íu», poviine aobve un va&o vio un fictrtríí nteneav&e, nxovienbo la piebva intan bebaxú bel va-nc,** Manifiestan no menos el estudio y saber de este escritor, las noticias mineralógicas, que en aquel tiempo consigna acerca del hierro magné- tico: ♦♦^tt ctílor n0 bifieve be la bel fievvct^ ante-» pcv e&ta cau»a fué llantabc fievvo t»it»a," Y señala Cortés cinco yacimientos distintos en Oriente, de donde se conoce fué introducida la brújula y agrega: **tnaü agova, »e Ijalla enbinev»a0 ^íttvte*, atjlú en ^&paña en ntttcijjcn& In^ave», ljáUa«-e en ^ievva novena fttjttt» á la villa be la Maleva» qne e& be la cvben be ^antia^v. (Bn nna §^ievva be ^town^ en tierra* írei ^onbe be ^veña (3) Ijat} Qvan cantibab, »j en oivaü parte»»" '*$ct nta& contnn ^jie^rct tj be la que mete n&antv&> e» la be la i&lct í>e a tan «enciila ij brene, explique tattta» tj tan rarae secreta» be ^ilaaafta, ^»trana»nia, xj ®a«nta0ra- fta, tj en general, taba cuanta í;rertenece á una buetta tj &e&xtva nave^acion*^* Entre los asuntos estudiados por Cortés en su admirable estudio, (1) Cortés. Compendio de lasphera, folio 68 vuelto (2) Sin duda, alguna de las que son actualmente exploradas ó investigadas en dicha sierra. (3) Apuntes para una Biblioteca científica Española del siglo XVI por el Señor Pioatoste, Madrid 1891. (4) Asi lo titula en efecto y con razón el traductor. LA DETERMINACIÓN DE LA LONGITUD 349 que en verdad debe considerarse como un tratado de navegación, figu- ran las Cartas esféricas debidas á Aloaso de Santa Cruz, y descritas, como hemos visto, por Alejo Vanegas, en su obra publicada en 1640. Ciertamente, que sin injusticia ni demérito para el sabio Martín Cortés, puede afirmarse que casi ninguno de los asuntos por él tratados, lo hubieran sido de tal modo antes de los estudios, los trabajos y las in- vestigaciones de los hombres ilustres que á la Casa de Contratación per- tenecieron. VII LA DETERMINACIÓN DE LA LONGITUD .JUNTAS DE COSMÓGRAFOS EN EL CONSEJO DE INDIAS La circunstancia de haber designado el Sumo Pontífice para límite éntrelas Demarcaciones de Castilla, y de Portugal una determi- nada línea meridiana, fué causa que la fijación de límites entre uno y otro país en el extremo Oriente, viniera á depender de la resolución de este problema científico, que, según el estado de las ciencias y de las artes, que debían suministrar también los necesarios instrumentos de precisión, estaba aún muy lejana. Ninguna dificultad se ofreció á los Cosmógrafos y navegantes de uno y otro país peninsular, para la determinación del meridiano límite ó línea de partición situado en el Atlántico á una distancia dada de las Azores, pero cuando las naves de Portugal, no detenidas en sus explo- raciones por la inmensa barrera que á las de Castilla presentaban las costas del Nuevo Continente, llegaron á las Indias Orientales, y nave- gando aun más á Levante, exploraron las famosas islas de la Especiería, surgió la necesidad de determinar, en los mares del extremo Oriente la prolongación de la famosa línea meridiana, ó línea de Partición. Fué por esto la determinación de la Longitud uno de los asuntos más estudiados por los Pilotos geógrafos y los Cosmógrafos de la Casa de Sevilla, y si se ha de juzgar con acierto de los trabajos y estudios que con este fin se realizaron, conviene ante todo recordar cual era en el siglo XVI el estado de los conocimientos, y que la resolución de este 88 350 LA DETERMINACIÓN DE LA LONGITUD problema estaba aun tan remota como lo manifiesta el heeho de que á principios del siglo XVIII ofreciese el Estado francés un premio de cien mil libras al que descubriese el deseado procedimiento, y que algo des- pués ofreciese el gobierno británico veinte mil libras esterlinas: *al que descubriese el medio de calcular la longitud con medio grado de uproximación. » Como hace constar el Sr. Picatosto, en su ya mencionado trabajo (1). Ni los intentos de Andrés de San Martín en 1 620, ni las Juntas de Cosmógrafos de 1524 presididas por Hernando Colón, habían conducido á resultado alguno práctico, y sí por la cesión de las Molucas hecha por Carlos V 4 Portugal, existía entonces un acuerdo entre ambos países peninsulares, la necesidad de conocer la Longitud subsistía sin embargo para otros importantes fines, y de aquí que al mediar el siglo XVI se hi- cieran en España nuevos esfuerzos para poder conseguirlo. Con este objeto, se celebraron en la Corte diversas Juntas con- vocadas por el Consejo de Indias, á las cuales fueron llamados dife- rentes matemáticos ó Cosmógrafos, juntamente con varios de los de la Casa de Sevilla, de los que merecen singular mención el antiguo Cosmó- grafo de dicho centro Alonso de Santa Cruz, conocido ya por sus an- teriores trabajos científicos. De estas Juntas, podemos citar las que tuvieron lugar en el año de 1564, á las cuales fueron llamadas por respectivas Cédulas (2), Pedro Ruíz Villegas, Pedro de Esquivel llamado también por su saber el Maestro Esquivel (3), el abad de San Zoilo en Carrión, y el tesorero Aguilera. De la Casa de Sevilla concurrieron á estas Juntas (4), con Alonso de Santa Cruz, Q-erónimo de Chaves escritor y Catedrático de Cosmografía, y el Cosmógrafo honorario de la Casa Pedro de Medina, escritor también de materia geográfica, y más conocido por el Maestro Medina (5). (1) Apuntes para una Biblioteca española del siglo XVI, página 297. (2) Archivo de la Casa en ol de Indias 139—1—11. (Libro 23, folio 96). (3) Sabio catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, conocido también por el Maestro Esquivel, emprendió por encargo de Felipe II la formación de un mapa de la Península que no pudo terminar y para el cual, según diversos autores, partía de una red de triángulos. (4) Archivo de la Casa 139 —1^11. Fueron llamados los Cosmógrafos para el 10 de Septiem- bre y en 13 de Octubre probablemente á su terminación, se ordena el pago de 60 ducados á cada concurrente. (5) Nacido en Sevilla y Cosmógrafo honorario de la Casa desempeñó sin embargo varias comisiones oficiales como la que citamos. — Publicó su Arte de navegar. — Valladolid 1545. — Sevilla 1561.— 1562.— En francés por Nicolás Nicolai 1554— 1561— 1676— 1615— 1628.— En ita- liano por Corzuta 1555 — 1609. — En inglés por Frampton 1581 y otras. — En alemán por Coig- net 1676 y reimpreso en 1577 1580—1581—1628 y 416 según los datos del Sr. Picatoste. Publicó además su Regimiento de navegación. Sevilla 1552 y 1563. — Sus Grandezas de España 1648 y es- cribió otros tratados. DETERMINACIÓN DE LA LONGITUD 351 La gloriosa expedición de Legazpi, desde el Méjico Español á las islas Filipinas, dio lugar á nuevas juntas de Cosmógrafos y navegantes, relacionadas también con la determinación de la longitud, y convo- cadas en cumplimiento de una Cédula enviada al Marqués de Mondéjar por el Monarca, en Julio de 1666 en la que le dice (1): "ffil ^atri^xteft be ^úni>e\av (2) ntteetro pvimo: (Bl tHapiiatt pligttíl ío^i^j be geaaípi pov nneaivo nxatxtfabo fué á beacn- brtf ciertrt» tola» be ^oniexxte, xj pavece qxxe ija ííC'ecitbifvtx» xj pobltxbo exx la» i&lae ^Ijelipixxa&t x) povqxxe vo& pov xxxxeatvc xxxaxxbabo \xxxxta&texa tnitcljoa abev exx cxxxja bexxxavcacioxx catan e&ta& iala»».*».,. 0» extcav^o xj »ttttní»í*, i^tt* coxx bvevebab exxvxexjsi al xxxxe^tx:o (Bcxt- 9e\0 be^xxbiaeí la n«?ticirt ctc»" Y cuyo interesante documento lo es más por ser probablemente uno de los primeros en que se daba su nombre actual á dichas Islas. Además de Santa Cruz que desde 1663 tenía su residencia en la Corte (3), fueron desde Sevilla para asistir á estas Juntas, Gerónimo de Chaves, Francisco Falero (4) Piloto de la Casa, y hermano del célebre bachiller, Pedro de Medina, y Sancho Gutiérrez Cosmógrafo también de la Casa de Contratación, á los que en el mes de Octubre se mandó pa- gar por sus gastos y honorarios (5). Otra Junta tuvo lugar en el año siguiente de 1567, sin duda para análogos fines y presidida como la an- terior por el Marqués de Mondéjar, habiendo dado en ella sus pareceres los Cosmógrafos congregados, y con ellos, según el Sr, Navarrete (6), el célebre Capitán llamado después fray Andrés de Urdaneta. Como fruto principal de las Juntas presididas por Mondéjar, y que más di- rectamente interesa á nuestro propósito, quedó el Libro llamado de las Longitudes, escrito por Alonso de Santa Cruz á virtud del encargo ex- presamente hecho por Mondéjar, y del que por la importancia de sus datos, nos ocuparemos separadamente. Y si el incompleto éxito de los esfuerzos entonces realizados por el Consejo de Indias y por los hombres de estudio que á la Casa pertene- cieron (en su mayor parte), hiciera que estos trabajos fuesen tenidos en (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1 — 11. Dada á 9de Julio de 15B6. (2) Era el Marqaés de Mondéjar, Presidente del Consejo de Indias hermano de Don Antonio Mendoza, primer Virrey de Méjico. (3) Desde 1563.— Archivo de l.i Casa en el de Indias. 139—1—11. (4) Que publicó en Sevilla en lólSJ su Tratado de la Esfera y del Arte de marear, con alguna» reglas nuevamente escritas muy necesarias. (5) Archivo de la Casa en el de Indias. 139 — 1 — 11. Por Cédala dada en 17 de Octubre de 1566. (6) Disertación para la historia de la Náutica, página 197. 362 EL LIBRO DE LAS LONGITÚDINES poco, por personas de escasa ó superficial ilustración, recuérdese que fueron hechos en el siglo XVI, que pasarían aun largos años y progre- sarían no poco las ciencias y las artes, antes de llegar á obtenerse una solución práctica y satisfactoria. Además de estos esfuerzos, el Grobierno español ofreció en aquel tiempo seis mil ducados de oro en renta per- petua para el inventor de un procedimiento que fuera científico y seguro, y aun pasaría más de un siglo para que Holanda primero, y más tarde Francia é Inglaterra ofreciesen á principios del siglo XVIII, considerables recompensas pecuniarias para aquel que resolviese este problema. Y así lo manifiesta también el hecho que vemos citado en la bio- grafía del sabio matemático inglés Sir Isaac Newton (1), de que en 1713 fué discutida en el parlamento inglés la proposición para recompensar la invención de un medio que permitiese en cada momento á los nave- gantes la determinación de la longitud, con asistencia por cierto del mismo Newton. VIII EL LIBRO DE LAS LONGITÚDINES Este libro de Alonso Santa Cruz se encuentra también consignado en el Inventario hecho de los papeles que á la muerte de este Cosmógrafo quedaron, y que fueron entregados en 1572 al Cosmógrafo D. Juan López de Velasco (2) su sucesor, en el que se lee: *^®tv0 libro iie pliego enUva nta» pecfueñú, encixaiievna- inj contú lútt í>« avtritrit (en cueva neavo con atf0vn0& hora- íro») íte titano, intitnlatrt» gibfcr iie las gxJttgitñbltt*», xj bel avie be nave^av, birijjiinx al ^etj nite^tvci ^eñov^** El libro de las Longitudes ó Longitúdines, como más ajustadamen- te á su etimología latina, escribe Santa Cruz, se conserva como su Isla- rio en la Biblioteca Nacional de Madrid y empieza por una carta dirigi- da al Monarca, en la que hace referencia á las Juntas anteriores, presidi- das por Mondéjar, causas determinantes de su estudio. (1) Biographie Universalle par une Societe de gens de lettres. París 1833, tomo IV, pág. 2155. (2) Archivo de Indias de Sevilla.— 2—1— a/i,. En 1572. EL LIBRO DE LAS LONGITÚDINES 363 '*5)e la |fttnta qixe lo* l»trt& ^^taertín?» ae tuvo por tnctn- iiato &e y, ItU con ttinuno» co0ntó0%*ttfO0, astróioiioe (aft- ttrónotnoír), tj ottrus persottae íioctae en la» ec»ttcfantff« ciencirt», \far:a el examen be lo» inatrutncntoft he metal tj Ubrofl, c\ne ^ci>ro ^^i-ñatto ctiíntcín lji|0 pava ijallar í?oi: eilo» la gottiiititfcr, ttitto á cotnpreuírex* «I ^aviixte» he ^oxxiie\av que alli &e IjaUó cotno ^veaiiiente, alíitttta» ittanevaa iiitc, ijaata aiTttei tiempa &e Ijabiatt poí»iífO alcanjar á eaUcr i:tara í>axr la go«0ttttir,.»». »j le \yave^ció (al ^avcixte^) qxxe tjó le iiiítra nti paveeev^ a&i acética í»e la tttancra qxxe ^e Ij^abla tenido eix la ixxvexxcxaxx í»ellae, coitto he otra* cooae qxxe xjó Ifubieve alcattfa&o á &abev, l?onictt^ola0 vcx: otr&en,..,. xj iine allexxhe he^to, hxieve toi>o lo que xnaa pxxhxeae &abev, acerca írcl rnttcljo ó poco pvowccljo c\xxe á la« nat»C0acionce poí»iatt acawcav, tobo lo cual xjá acepté ^Z* Comprende por esto el Libro de las Longitúdines, no sólo una noticia de los métodos hasta entonces intentados, que venía á constituir un ver- dadero informe acerca de los esfuerzos realizados parala determinación práctica de la Longitud, sino también un examen de los procedimientos más adecuados para conseguir el fin que se perseguía, y que no conside- raba Santa Cruz como resuelto, ofreciendo tan sólo exponer, según se le había ordenado: "otra» co»a» cine xjó outeae alcattjabo á eaber, pottién- Ittola» pav ot*i*ett.,... xj qxxe allettíte í»e»to bifere, toi»o lo cfue nta» pnhieae saber acerca bel xnxxcljo ó poco prot»ecljo, que pava el bien be la» nattegacione» pobria acarrear, &.'* Divide Santa Cruz su obra en dos partes, de lasque sólo la primera interesa á nuestro propósito, por referirse la segunda á la obra geográfica deTolomeo. En dicha primera parte que consta de doce capítulos, ex- pone Santa Cruz ocho distintos métodos inventados ó propuestos para la determinación de la Longitud, é informa también acerca de la práctica y de la eficacia de cada uno de ellos, circunstancia que da mucho interés á su trabajo, porque si bien algunos de estos procedimientos quedaron sin aplicación y relegados al olvido, en cambio otros, como ocurre con el procedimiento de las distancias lunares, fueron en tiempos posteriores perfeccionados y llevados á la práctica por gran parte de los marinos de casi todos los países. Es el primero, el llamado de las singladuras, sistema de un todo inaceptable para las largas navegaciones y distancias, empleado de anti- guo por los navegantes del Mediterráneo, y que juntamente concluso 8» 354 LA OBSERVACIÓN DE LOS ECLIPSES del astrolabio terrestre, había servido para levantar las antiguas Cartas planas usadas en la Edad media, con cuyo motivo el sabio introductor del uso de las Cartas esféricas consigna en su Libro de las Longitúdinea los inevitables errores de las Cartas planas, usadas hasta entonces. El segundo método, llamado de los ángulos de oposición, fundada en el conocimiento de los ángulos formados por el meridiano con el paralelo, no era aceptado por Santa Cruz por el inconveniente de tomar como lado del triángulo, la cuerda por el arco de la misma, y rechazaba igualmente Santa Cruz como impracticables, el método de hallar Longi- tud por medio de la declinación del Sol, y otro procedimiento propuesto por Pedro Ruiz Villegas, que partía de observar el movimiento de la Luna, respecto de dos estrellas conocidas, y que Santa Cruz juzgaba con razón inútil, en especial para los navegantes. Otro de los procedimientos propuestos desde hacía tiempo para la determinación de la Longitud era el fundado en las variaciones de la aguja imantada, sobre el cual había hecho Santa Cruz no pocas investi- gaciones, de que hemos dado cuenta y cuyos resultados fueron llegar al conocimiento de que estas variaciones no eran un fenómeno regular, y que no eran tampoco constantes, siendo por tanto inaplicables á su obser- vación para el conocimiento de la Longitud. Los otros tres procedimientos que expone y discute el autor del libro de las Longitúdines, son el método fundado en la observación de los eclipses, el de los relojes precisos y concordados, y al de las distancias lu- nares, y como quiera que estos procedimientos dieron lugar á nuevo& trabajos realizados después de la muerte de Santa Cruz, ó que fueron generalmente adoptados en el siglo XVIII, examinaremos separada- mente cada uno de ellos. . IX EL MÉTODO POR OBSERT ACIÓN DE LOS ECLIPSES Este antiguo procedimiento, del que según Hernando Colón (1) se ha- cía mención en Tolomeo, presentaba en primer término el inconve- niente de la poca frecuencia de estos fenómenos, circunstancia que uni- (1) En su informe dado en 1626 en las Juntas de Astrónomos y Cosmógrafos de Badajoz. Colee, de doc. de Navarrete, tomo IV, pág. 337. LA OBSERVACIÓN DE LOS ECLIPSES 355 -da á la incorrección de las tablas astronómicas de aquella época, y á exi- gir de los navegantes ciertos conocimientos, era causa de que fuese Madrid » 2 > 16 « . Valladolid » 2 . 8 > Sevilla » 2 > 4 » El mismo eclipse fué observado en varias ciudades de la América Española según los mismos datos que se conservan, terminó: en Los Angeles (Nueva España) 7 horas 36 minutos • » San Juan de Ulua (id. Veracruz) 7 » 60 » y de cuyas localidades no se expresan los observadores. En el año siguiente de 1678 y también en el de 1684, fueron envia- das de nuevo ala América Española otras instrucciones para la observa- ción de los eclipses de Luna, con objeto de obtener la determinación de la Longitud en diferentes poblaciones, y según en la primera de dichas instrucciones se decía: '*pnesk annqixe la aaivoloaia (^a&tvonotnxa) tj la co^tna- 0rafítt tienen pvopue&toü ttiudío» tj itifevente» ntebioa tnate- tnáticoe, tenienif0 vsopeto á la falta qne en la» ^nbia& \ja i>f l)abev í>e peveona» qxte eepan tx&av otro» (&c aapivaba á obte- ner ntttclja* ctb»evvacx0txe&}, ae Ijan elejjlitír pov tná» fácile» tj vt»xxalea lo» que di0ue»t:*' y á seguida venía la Instrucción. Y de esta época vemos que se conservan en el Archivo de Indias, los datos de un eclipse observado en Panamá el año de 1581 por un cosmógrafo llamado Alonso Palo- mares de Vargas (1). Estos eclipses eran generalmente observados en Sevilla por Zamo- rano, que lo manifiesta así diciendo en la información hecha acerca de sus servicios en 1682, que había hecho como constaba, la observación de varios eclipses (2): "^e^xxix le tjalíirt 0ií»tn?rbenrtba i?ov lo» Renové» &cl®<»tt- »efo, vttJ-*ci lít rtttcriíjttctcion tte I0& vevbaitevo» eitto» be la» g(tn0ititb«0 be tí>l>»?e loo luiiat*e« be (f^^paña xj i>e laa J)»tbitt&, exxxja ííe«cvlpción e*tá á cav^-io iie ^on Jíwan $<**»«! be ^ela»»- JC0, ffií»Bntónv*í»f<* jnatjíjv bel |letj." En el año de 1684 fueron, como hemos dicho expedidas nuevas instrucciones para la observación de los eclipses, y de ellas se conservan aún en el Archivo de Indias de Sevilla los datos relativos á la obser- (1) Archivo de Indias 2—6— ü/ig. En 1581. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 2—5 — i/j,. En 14 de Mayo de 1684. 90 358 . LA OBSERVACIÓN DE LOS ECLIPSES vación hecha en la ciudad de Méjico del eclipse de 10 de Noviembre de dicho año (1). Una de estas observaciones fué realizada en las que llaman las Casas Reales (acaso el Palacio del Virrey), y la segunda por el Doctor Pedro Farfán, magistrado de aquella Audiencia, y en su casa. Para hacer estas observaciones se construyeron previamente unos poyetes ó zócalos de mampostería cuya cara superior perfectamente horizontal y plana, de bia de recoger con precisión la sombra arrojada durante el eclipse, y registrar también los datos horarios. Estos se obtenían de relojes es- cogidos, y quizá enviados para este objeto. Del reloj empleado en las Casas Reales, dice uno de los observadores llamado Cristóbal Gudiel, que era: "tttt vcitíx iie pe&tx^ nttttj pveci&o que «c :^t«0í>" y consigna á su vez otro de los observadores, que lo era el Cos- mógrafo Domínguez, que fué: *'ct»n xtn velox tte vneita& mxtxy concevtai>o xj í^recis»?." Con los dichos observó el Cosmógrafo Jaymes Juan, llegado recien- temente á Méjico después de haber observado con un instrumento in- ventado por él, las variaciones de la aguja imantada en la isla Mar- garita, en Cartagena, en Acapulco y en \a Habana (2). Los tres observa- dores estuvieron conformes en la hora de 7^ 27' de la noche. No así el Doctor Farfán que dispuso sin duda de diferente reloj, y los cuales no sabemos que fueran concertados, y que consigna la hora de 7^, 30' (3). Todo hace creer que la comisión oficial fuese la encargada de observar en las Casas Reales, y que Don Pedro Farfán (4) que lo ob- servó en su casa, lo hiciese sólo por su amor á la ciencia. No hemos encontrado, pero esto no significa que no existan, otros datos acerca de la determinación de la Longitud por este medio, pero sin aseguj'arlo, creemos muy posible que en los últimos tiempos de Santa Cruz se hicieran ya en el Nuevo Mundo algunas observacio- nes con tal objeto. Nos inclina á creerlo así la opinión excepcional- (1) Archivo de Indias 2 — 2 — 4. En 19 de Noviembre de 1584. (2) Apuntes para una Biblioteca científica española, por el Sr. Picatoste. (3) Todo según los datos expresados del Archivo de Indias de Sevilla 2 — 2 — 4. (4) Este Don Pedro Farfán, según Matute, era nacido en Sevilla, y estudió en Salaman- ca. Desde Méjico pasó como Presidente á la Audiencia de Santa Marta, y desde allí al Perú con ciertas preeminencias. No debe confundirse con otro Farfán (Agustín) quizá también sevi- llano y contemporáneo, que publicó en Méjico en 157i( su Tratado de Medicina, cuya obra fué acaso la primera de alguna importancia publicada en el Nuevo Continente acerca de materia médica. La obra de este doctor Farfán, pertenecerá sin duda á su época, pero debió tener allí alguna aceptación, puesto que fué impresa de nuevo en Méjico en 1692 y IfilO. — Según el Señor Toribio y Medina, en su Epítome la Imprenta en Méjico. — Sevilla 1893. LA OBSERVACIÓN DE LOS ECLIPSES 359 mente favorable de Santa Cruz acerca de este procedimiento, expresada en el libro de las Longitudes. En efecto, dado el estado de los conocimientos científicos, Santa Cruz desecha casi de un todo los métodos que examina, y cree preferible el de los eclipses de Sol, y de Sol y de Luna, aunque su observación fuera en general poco práctica para los conocimientos corrientes de los que ma- nejaban los buques. Además de esto, la poca frecuencia de tales fenóme- nos sería siempre causa de su inutilidad para las navegaciones. Estos inconvenientes no ei-an en cambio tan insuperables, ni tan graves para la determinación de la longitud en las ciudades, y es evidente que los acuerdos del Consejo de Indias para la determinación de la Longitud por los eclipses, en los tiempos de Velasco, sucesor de Santa Cruz, deben en realidad atribuirse á los criterios de este sabio cosmógrafo, expresados en su Libro de las Longitudes. No creemos sin embargo que fuese esta empresa de un todo expe- dita por la imperfección de los instrumentos de observación, ni que en todos los casos, ni en todos los lugares, se llegara desde luego á resultados exactos y precisos, pero si que consta haberse empleado el único procedimiento que á la sazón existía y que alcanzó á muchas ciudades de la América Española. Aunque no conste, parece muy posible que antes de la muerte de Santa Cruz, y de la intervención del Consejo de Indias, fuese deter- minada por este medio la Longitud de algunas ciudades de la América Española por el Piloto Mayor Alonso de Chaves, 5' su sabio hijo Geróni- mo, Catedrático de Cosmografía en la Casa de Contratación, en cuya obra de Cosmo^afia (nos referimos aquí ásu edición de 1666) (1), se incluyen las Longitudes de varias poblaciones de la América Española, en la que titula « Canon y declaración de la tabla de lugares, » y dice á este propósito su autor: t Por que todas nuestras cuentas que aquí pusimos, están verificadas al meridiano de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Patria nuestra, par escionos ser cosa justa y de gran utilidad dar regla con la cual, otras re- giones y ciudades, asi orientales como occidentales á esta, pudieran ser apro- vechadas y participen del bien que de nuestro Repertorio se podrá seguir. Por tanto, si alguno quisiere observar la entrada del sol en alguno de los cuatro signos cardinales ó alguna conjunción de los Luminares Sol y Lu- na, ó el tiempo en que acontecerá algún eclipse, así de Sol como de Luna, y este tal se hallare fuera de la ciudad de Sevilla, note en nuestro Reperto- rio etc. » (1) Cliuographia ó Repertorio de los tiempos. — Sevilla 1666, folio 249. 360 LOS RELOJES DE PRECISIÓN Y á seguida incluye el autor, la que titula: < Tabla de las Longitudes de algunos de los mas insignes lugares de la Europa, Islas, é Indias occidentales del Mar Occéano, respectuadas al meri- diano de la muy noble y leal ciudad de Sevilla.* En la que se consignan las Longitudes de setenta y seis ciudades de la América Española (tres ó cuatro son del Brasil). Y es de notar que entre ellas se encuentran consignadas varias del interior, como son Méxi- co, Lima, Quito, el Cuzco, y otras. LA DETERMINACIÓN DE LA LONGITUD POR LOS RELOJES DE PRECISIÓN (HOY CRONÓMETROS) Era este, otro de los procedimientos examinados por Santa Cruz en su Libro. Los relojes propuestos para este fin eran de veinte y cua- tro horas, y examina Santa Crnz relojes de diferentes sistemas para lle- gar á obtener con ellos la deseada, pero no conseguida precisión. Lo imperfecto de estos instrumentos hacia desesperar á dichp Cosmógrafo de su eficaz aplicación para dicho fin, y termina por escribir: ^*pvecií^\0n crue ee v^quicve." Y éralo en efecto, y lo sería aun durante largos años, según el es- tado en que las artes relacionadas con este asunto se encontraban, pues como con razón observa el docto Sr. Na varrete, en su Disertación para la Historia de la Náutica. < estaba reservado ala ilustración del siglo XVIII, perfeccionar este método de un modo suficientemente útil, para el uso y acierto de la navega- ción. > Advertiremos sin embargo, que el uso de los relojes precisos y se- guros que seria más tarde una solución, era reconocido como posible en España antes de terminar el siglo XVI y como uno de los medios para llegar á obtener la deseada determinación de la Longitud. Acerca de esto queremos consignar aquí el curioso informe que se conserva en el LAS DISTANCIAS LTJNAEES 361 Archivo de Indias de Sevilla (1), y que fué dado en 1699 por el Cosmógra- fo Andrés García de Céspedes, encargado á la sazón de rehacer ó refor- mar las Cartas de la Casa, y por el Doctor Sobrino de Varillas, quizá el mismo que hemos citado por su observación en Valladolid del eclipse de 1677, y con ellos el licenciado Pedro de Carballido, que fundaron qui- zá en los progresos que las artes iban realizando, la esperanza de obtener la determinación de la Longitud, por medio de relojes concordados y precisos, que para este fin se construirían. Este curioso informe qvie se conserva original , y que es notable por su clara concisión, manifiesta que reunidos los citados informantes: *'pava bictrtíttittar qué &ea el nt^íti** tná» ccxxveniente pava la avevi0it(xcián í»«ltt» guttuttxtbee, írcepitce iie ijattetrlo confs- vib0 (eic) fitint<»ft tte pctvscev cjuc el titcMo «tct» ¡cievtí» fácil tj ttc^>tn<»l*tt^í^, »et*á pctv t»ta ite vclofe» ectninocxale» cxxtja núntc- V0 X) fabricación, &e bavá pov cecrit^," "^oft cualce Ijccijo» xj cipvobaiiú^, a^ve^a el iiccxxxtxexttOt »* lUtictrun tt ltt0 %tavte& que &c acitctlarcn pava xxxa» Cí>ntoi>ií»ttl» he la inue «c pii>e, tj funtttwtctttc coxt caba velax, vaxj vtxxa ina- ttrucciótt pava el aliento xj naa ttel ntianto/ ' XI MÉTODO LLAMADO DE LAS DISTANCIAS LUNARES Jj ste procedimiento, que en la segunda mitad del siglo XVIII, sumi- Ji nistrana por fin á los navegantes un medio práctico para la de- terminación de la Longitud, y aceptado de tal modo que fué empleado por la mayoría de las marinas mercantes del Mundo, es también uno de los métodos que examina Santa Cruz en su libro de las Longitúdines, en el que consigna este sabio Cosmógrafo sus trabajos y sus esfuerzos para lograr poieste medio la deseada determinación. No debe extrañar que no haga mención Santa Ciuz de las obser- vaciones hechas por Andrés de San Martín en su viaje de 1519, pues que de ellas sólo tenemos noticias por la obra de Juan de Barros, publicada después de la muerte de Santa Cruz, pero la consignación de este pro- cedimiento en su Libro, y el hecho que haremos notar de que á dicho (I) Archivo de Indias de Sevilla 2 — 5— '/n 91 362 LAS DISTANCIAS LUNARES método se refieran algunos trabajos del Cosmógrafo en 1535 ó antes, indican cuan posible era que fuesen estos los fines de San Martin, al ha- cer algunas de sus observaciones, cuya opinión parece seguir el docto Don Martin Fernández Navarrete, según el cual (1): «Andrés de San Martin aplicó las ohservaciones délas distancias, á la Luna y á otros planetas, ^í como la de sus eclipses y conjunciones, para decir la Longitud.-» Aun antes de ser nombrado Cosmógrafo da la Casa (1536), comenzó Santa Cruz sus estudios para la determinación de la Longitud por este medio, y refiere por ello en su expresado Libro haber imaginado un ins- trumento ó radio astronómico, destinado á medir las distancias de la Lima á otros astros, procedimientos estos muy ingeniosos y con los cuales se trataba en aquellos tiempos de evitar cálculos penosos, y el uso de tablas que no existían, ó que eran muy incorrectas. Pero ocurrió, que como en 1536 se hallase en Sevilla de paso para Méjico su ilustre primer Virrey Don Antonio de Mendoza amigo suyo, quiso consultarle Santa Cruz acerca de dicho instrumento, y supo en- tonces por él, la anterior construcción de un instrumento igual, ó muy semejante, hecho en Alemania por Pedro de Bienewitz, más conocido por Pedro Apiano, docto escritor de materia astronómica, profesor en Ingoldstadt, y muy protegido también por Carlos V. Don Antonio de Mendoza, que era amante de estos estudios, había traído también de Alemania el libro de Apiano, en que describía este su invención con anterioridad á Santa Cruz, como lo reconoce este noblemente en su libro de las Longitúdines, diciendo: "i>« lá cnai ^i0& i&abe (jue tne p«eá, pcv pavsKevxns <\xKe txxi ijctbict (ittitaínj la gloria í>« Ijabev í^iín? el pvixnsvc qxxs Ijabia itttefirto tn pvácixta si írtcljí» inetrwtncntx» ó Irallcatilla, v¡ \x&0 í>eUa, axxxxqxxe pov oXvfX pavXs nte pixxQO aai, ttev <\xxt «ti in0Ctti<» ec Ijabia «ncontraínx, caxx si hs xxn tan STíssisnXs i^oxxxbvs C0xn0 era T^sifvo J^i^iano," Apiano como Santa Cruz se esforzaban en aquel entonces, para suplir por medios ingeniosos y procedimientos gráficos, los cálculos cuya eficacia resultaba también deficiente por la falta de rectificación de los movimientos celestes consignados en las Tablas. Pero los esfuerzos de uno y otro fueron perdidos para la determinación de la Longitud por este medio de las distancias Lunares, que quedó sin embargo consig- nado por Santa Cruz en su Libro, entre los medios entonces conocidos y propuestos, para llegar á la deseada determinación. (1) Colee, de doc. deNav. tomo 1." página 56. LAS DISTANCIAS LUNARES 363 Pasarían casi dos siglos, para que merced á nuevos estudios y tra- bajos, fuese esto posible de una manera práctica }' satisfactoria, y que por el progreso de las Ciencias y de las Artes, además de la rectificación de los movimientos de los astros, pudieran disponer los navegantes de instrumentos de observación exactos y precisos, que en los tiempos de Santa Cruz y de Apiano no tenían. Abundando en estas ideas, dice con razón el Sr. Navarrete (1): *Ni la mecánica, ni la óptica, habian dado aun á los instrumentos la delicadeza y exactitud que era necesaria, ni las observaciones y teorias astro- nómicas tenían suficiente certidumbre ó seguridad, para perfeccionar las tablas de los movimientos celestes, especialmente de la Luna, que al cabo de tres siglos ha sido el fruto de la constante aplicación, y de los conocimientos científicos de los sabios más eminentes. Más concretamente, luego que á principios del siglo XVIII ideara Newton el sextante, y se conocieran mejor los movimientos de los astros, se haría práctico y general este procedimiento para la determinación de la Longitud, y aun así exigiría para ello la formación de Tablas es- peciales que como las de Borda y Mendoza Ríos, generalizasen su uso entre los navegantes. La historia de este método de las distancias Lunares, de cuyos primeros estudios por los Cosmógrafos sevillanos Andrés de San Martín, y Alonso de Santa Cruz hemos dado cuenta, continuaría entonces curiosamente ligada á Sevilla por los trabajos del sabio astrónomo y matemático sevillano D. José Mendoza Rios (2), autor de sus célebres Tablas para la aplicación de este método, que juntamente con las no me- nos famosas del sabio francés Juan Borda, compartieron el uso de casi todas las marinas mercantes del mundo culto. (1) Disertación para la Historia de la Náutica, página 187. i (2) Nacido en Sevilla el 19 de Septiembre de 17SÍ5, publicó entre otros trabajos su t.ratado de Navejíación astronómica. — Madrid 1787. — Su Memoria de algunos métodos nuevos de calcular la Longitud para las distancias Lunares. — Madrid 1795. — Investigaciones sobre las soluciones de los principales problemas de la Astronomía náutica. Leídas en la Sociedad Real de Londre-s. — Londres 1797. — Colección de Tablas para varios usos de navegación. — Madrid 1800. — Edición inglesa de sus Tablas. — Londres 1805. Estas fueron reimpresas. — Londres 1809. — En 1842 edi- ción francesa debida al Sr. Richard y otra española en Madrid en 1860. Hizo Mendoza Ríos el proyecto para el Faro de Veracruz que desoribe Alejandro Humboldt en su Estudio del Méjico Español. 364 LA UNIVERSIDAD DE LOS MAREANTES XI LA UNIVERSIDAD DE MAREANTES DE SEVILLA. NUESTRA SEÑORA DEL BUEN AYRE (QUE DIO SU NOMBRE Á BUENOS AIRES) Esta Universidad de los Mareantes (navegantes) de Sevilla, á la que, como hemos dicho, se dirigía en 1 559 el escrito pidiendo la adopción de un meridiano único, (1) era una Corporación ó Q-remio marítimo de carácter general, creado en Sevilla en el siglo XVI, y en el que se com- prendían, cuantos de la navegación se ocupaban en dicha ciudad, como lo indicaba por sí su título de Universidad de Mareantes, y lo especifica también el docto autor del Norte de la Contratación, según el cual (2), pertenecían á dicha Corporación tíos Dueños y Señores de naos (navie- ros), los Pilotos, Maestres, Contramaestres, Guardianes, Marineros y Gru- metes. » Procedía esta Corporación de otra más antigua, y de carácter más restringido, establecida en Sevilla quizá desde el siglo XIII, y llamada de los Cómitres, que comprendía solo á los Dueños de naos. Maestres y Pilotos. Esta Corporación de los Cómitres se hallaba desde tiempo in- memorial establecida en un edificio de su propiedad en la pequeña plaza á la que daba su nombre, y cuya Corporación, de la que dan escasas noticias, tuvo en su tiempo interesantes atribuciones, como por ejemplo consta el antiguo Privilegio exhibido en 1619 por la Universidad de Mareantes (3), según el cual correspondía á la Corporación de los Có- mitres el nombramiento de un Alcalde de río y de mar para que: "cuibctae i»cl ^cbUvno vi cancievio he la© navios <\x\e en si rio fiturgett, tj 0* antarrrttt, asñaiáxtiiois^ pxxtíiiofi, Kxxituatx- tt0 na ac cncictthttn lumbre© tts xxotijc í?ar si ricaga heUa0,ij nwe e»tttt»i«re liwiíict tj ^^?©etn^»rtra^tt^rt la canal i>si t*ia," Cuyas palabras, dan alguna idea de las atribuciones de esta tan antigua Corporación marítima de Sevilla. A diferencia de la de los Cómitres, que se hallaba establecida á la izquierda del rio, establecióse entonces la dalos Mareantes sobre la ori- lla opuesta en el barrio llamado de Triana, poblado generalmente de (1) Discurso y razonamiento sobre la conveniencia de usar un solo meridiano los cosmógra- fos y pilotos así como también los astrónomos. A la Casa de Sevilla y Universidad de Marean- te's.— Sevilla 1559.— Pícatoste— Apuntes para una Biblioteca científica española del siglo XVI. (2) Norte de la Contratación de Indias por don José Veitia Linaje, Consejero de Indias. — Sevilla 1672.— Libro 2.°, pág. 112. (3) Norte de la Contratación de Indias Libro 2.", página 116. LA UNIVERSIDAD DE LOS MAREANTES 366 pilotos y gentes do mar, y cuya grandiosa basílica de Santa Ana, á juzgar por las lápidas sepulcrales que en ella se ven, parece hoy un pan- teón de los pilotos y navegantes de Indias, á los que el historiador de Triana D. Justino de Matute (1), tomándolo sin duda de un antiguo documento da el título de "ttattc^antíft i»* la (ivan camí?añct," Esta corporación de los Mareantes de Sevilla, tenía también sus atribuciones oficiales en materia de navegación, ó en la de construcción de buques, (2) y así lo manifiestan por ejemplo, los documentos rela- tivos al litigio sostenido ante la Audiencia de la Contratación entre dicha Universidad, y las corporaciones ó gremios de los calafates, y de los carpinteros de ribera establecidos también en Triana (3). Para la reso- lución de este asunto fué ordenado á los expresados gremios, que ningún oficial del uno, ni del otro, pudiera tomar aprendiz sin manifestar antes el salario que pensaba darle, obligándose á ello por medio de un docu- mento, que presentaría á la dicha Universidad de los Mareantes. Cuya decisión manifiesta el carácter oficial, y las atribuciones de la Universi- dad en estas y otras análogas materias marítimas. Formaba parte del edificio de los Mareantes, á orillas del Guadal- quivir, y frente casi de la histórica y bella Tone del Oro, una capilla á la que daba nombre la antigua imagen de Nuesti-a Señora, titulada del Buen Ayre, procedente según se cree de la primitiva corporación de los Cómitres, y de tal tradición y tal prestigio para los navegantes sevi- llanos, como lo manifiesta el hecho de haber dado este nombre de Buen Ayre, no sólo á una pequeña Antilla, sino también á una de las más bellas ciudades de la América Española, que hoy se llama Buenos Aires, y por cuya prosperidad y grandeza hacemos fervientes votos Así consta por los primeros documentos de la naciente ciudad, íe- chados en "ilweatra §eñ<»ra ^cl í^u^n ^Itjrc", y se encuentra tam- bién publicado en Chronographia (4) del sabio profesor de Cosmografía de la Casa Gerónimo de Chaves, en la cual entre las Longitudes de las entonces contadas poblaciones del Brasil, y del Río de la Plata, especifica la Longitud de la que titula del Buen Ayre. Estas circunstancias, y las manifestaciones de cariño y considera- ción para España llegadas recientemente desde aquella hermosa Ciudad (1) En su «Aparato para escribir la historia de Triana.» — Sevilla 1818. (2) Acerca de esta materia, citaremos el «Arte de fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra y merchantes con las reglas de arquearlas», por Tomé Cano, Piloto examinador de 1& Casa de Contratación.— Sevilla 1611. (3) Archivo de la Casa en el de Indias. Ifi — 3 — "'/u- — En 1610. — Según Cédula dada en Ma- drid i. lí» de Marzo de 1609. (4) Chronographia ó Repertorio de los tiempos. — Sevilla 1566. — Folio 263 vuelto. 92 366 LA UNIVERSIDAD DE LOS MAREANTES y desde su hidalga tierra, nos mueven á consignar aquí algunas sumarias noticias acerca de la Universidad de los Mareantes de Sevilla, y singular- mente de su histórico solar, y de su Capilla presidida por su Titular Nuestra Señora del Buen Ayre.y esto con tanto mayor motivo cuanto que puede esclarecer algo de las primeras enseñanzas náuticas en Sevi- lla, acerca de las cuales quedan tan pocas noticias. Parece sin embargo, que antes de ser creados en Sevilla en 1608 la enseñanza y los exámenes de los Pilotos de Indias, existían en dicha ciudad exámenes de Pilotos, y la enseñanza correspondiente. Exigíase en efecto, desde muy antiguo, por las ordenanzas de la ciudad, el preciso examen para el ingreso en los distintos gremios aun de las artes pura- mente mecánicas, á las cuales no se podía pertenecer sin aprendizaje ó en- señanza, y examen correspondiente. Pero en lo que toca á los navegan- tes, estaba ordenada dicha enseñanza desde el siglo XIII, por el Código de las Siete Partidas (1) y según consigna el Sr. Veitia y Linage (2): tLos Maestres de los navios debían por lo antiguo ser examinados y saber, no solamente la navegación por lo tocante al pilotaje, sino entender todo lo demás de la arte de la marinería, apresto y tripulación de un bajel.* Y agrega el antiguo escritor que: tpor esta razón fueron llamados Maestres de navios, según la glosa de una ley de las Partidas, asi como se llaman Maestros de Teología, Artes, y otras ciencias.* Corroborando lo dicho, hace referencia el docto Matute, á esta en- señanza dada por los Mareantes en su antiguo edificio de Triana, y an- teriormente en el de los Cómitres, hasta la creación posterior del gran- dioso Colegio de Pilotos de San Telmo; y dice del antiguo local de los Mareantes, titulado también del Buen Ayre que e Jlitcatra ^eítortt bel ^itcn ^»jx*e" (4) según consigna el docto autor el Norte de la Contratación. Al trasladarse al nuevo y magnífico edificio, la Corporación de los ■ (1) Página 123. ('2) A fines del siglo XVI, y con el deseo ó el protexto de mejorar su administración, fueron suprimidos machos do los hospitales gromiales da Sevilla, verdaderas casas solariegas de cada gremio. Formaha parte de cada uno su capilla, en la que dados los gustos artísticos de este pue- blo, se conservaban las imágenes que tradioionalmente pertenecían al gremio, siempre muy apreciadas y á veces muy apreciables, también bajo el punto de vista artístico. Las elecciones de los cargos eran á veces agitadas y reñidas constituían la vida civil de estas corporaciones y de las instituciones que de ollas dependían, y que en vez de ser destruidas debieron ser modi- ficadas ó corregidas, si así lo requet íaii En estos domicilios de las respectivas artes, solían tener lugar los exámenes que para entrar en cualquier gremio eran precisos aunque se tratase de un oficio puramente mecánico. (8) Norte de la Contratación, libro II, pág. 113. (4) id. id. id. 368 LA UNIVERSIDAD DE LOS MAREANTES Mareantes, pasaron á su antigua Capilla sus Imágenes, y hasta algunas de sus lápidas, y por eso en la actual Capilla de San Telmo, y presidién- dola en su Retablo mayor, se admira la suntuosa y rica titular de Nuestra Señora del Buen Ayre, patrona de los antiguos navegantes sevillanos, y también de la herniosa ciudad de la América española á la que dio su nombre, aunque este haya sido algo modificado. Fué sin embargo de sentir que en dicha época desapareciese, lo que según algunos escritores, caracterizaba al antiguo local de Nuestra Se- ñora del Buen Ayre (1), en cuya fachada, y en alto balcón que daba al río, se distinguía un altar que fácilmente se divisaba desde todo el puer- to, y en él á las primeras horas del día, é iluminado por los tendidos y dorados rayos del sol de Oriente, se celebraba por un sacerdote el Sa- crificio de la Misa, al que desde las naves surtas en el puerto, pudieran asistir sus tripulantes, ofreciendo sin duda original aspecto, y que con su solemnidad y su grandeza correspondía ciertamente á la grande y cristiana fe de aquellas generaciones. (1) El antiguo local de Nuestra Señora del Buen Ayre, ha sido destinado recientemente 4 unas escuelas de fundación particular. La Casa de Contratación ( I ) PARTE TERCERA OTK.OS TK. JÍLB^JOS EL ENRIQUECIMIENTO DE LA FAUNA Y DE LA FLORA POBREZA DE ANIMALES Y DE VEGETALES ÚTILES Mas claramente que con el título anterior, y sin embargo, con toda verdad y con justa razón, podríamos llamar á esta parte de nues- tro trabajo, el enriquecimiento de América por los Españoles (2). Aquel Nuevo Mundo, antes tan ignorado, carecía en efecto de los más valiosos y más precisos vegetales, y casi por completo también de los animales más útiles y necesarios para el hombre. (1) Reconstituida teniendo endienta los datos de su construcción. (2) Nos referimos á los extensos territorios que formáronla América Española, porqae en •1 Brasil y con el mismo carácter de prioridad, ejercieron una acción semejante los Portugueses, 93 370 EL ENRIQUECIMIENTO BE LAS NUEVAS TIEREAS El trigo, la cebada, el olivo, la caña dulce, el naranjo y el limone- ro, los más preciosos y delicados frutales, legumbres y hortalizas, fueron llevados, á las Antillas primero, y después al Continente, en las naves , españolas y esas mismas naves llevaron también desde Sevilla, ó de al- gunos de los puertos próximos, el caballo, la vaca, la cabra, el carnero, y otros animales útiles al hombro, como cascada de dones y de bienes, como inagotables y perennes fuentes que habían de transformar, de un modo maravilloso, aquellos inmensos territorios revelados hacía po- co á la Ciencia y ala Humanidad consciente. ¿Cuáles eran, en efecto, al tiempo de esta su revelación, el estado de las nuevas tierras, y los recursos que podían presentar al Ser. humano? Tenemos, acerca de las Antillas, en las que primero se ejerció esta acción, datos y noticias bastante precisos, consignados en sus Dé- cadas y en sus Cartas por el insigne milanés Pedro Mártir de Angle- ría, hombre de singular ilustración para su época, que residía en la Corte, y que escuchaba atenta y diligentemente á cuantos de las nuevas tierras volvían. Desde Barcelona, en cuyo puerto habían recibido hacía poco los Reyes Católicos á Cristóbal Colón que regresaba de su primer viaje, es- cribe Anglería al Cardenal Sforzia en Septiembre de 1493 (1): '*tiette (ctcfttclla attttiltt) ttavií»* vexje& (3) pevú &**««&<»#, »j c*>nt0 «llííSr tíx&aít la» pev&0txa& be ambca qcxú&í axxnc{ue aquella ^entc &e ecxttenta ecrn lo watutral, como cfixe xra ite&nu- irtt, tj &olo &e alitnetxtan tte fvxxto» tte ávboleí» tj cxevto patx tue vaice&, pex:o &otx atxxbicio&o& be ttxatxbOi t) pov e&a atxxbxeiotx^ en mxxtxxa» g^xxevva» &e ttxatan xxtxoa á otvo& cotx avcoe x} aaxx- bani &aeta& djaxnn^eaiía», xj el vexjeiuelo xxetxcxbo tia&, xj paxx be vaxce& be ciev- t06 xnatox:^vale& be palxxxitoíi llexxo& be nubo&, que ello& á »« txexnpo cubven con tier^ct, xj exxtve xxubo xj nxxbo &e fovxxxqn tubérculo» á xnobo be pex^a'H ó be calabacilla»^ ^xxaxxbo e&tan (1) Cartas publicadas con sus Décadas, tomo 1.°, pág. 22.— En 12 de Septiembre de 1498. (2) En realidad, esta clase de Jefes (?) de Estado no llegaba á la categoría de cacique. (3) Década.s, tomo 1.", pág. 18. EL ENRIQUECIMIENTO DE LAS NUEVAS TIERRAS 371 ntttíntx*oe, lo« efccttt al »í>l, loe pctvten, trititrcttt xj ijttcen Ijavi- na, lo9 itíuttftott, cttwett xj conxen» ^ e&to^ glóbulo» iictn el ttont- conxev (ftnttae), 0í>»t ^titeveoe be loa nucetn?*." Bajo el punto de vista de la fauna, la pobreza y desolación de las Antillas, no podían ser mayores, y concisamente la manifiesta Angle- ría diciendo de la Española (1). "lie» cvia eíitci tela citaí»rití?eí»i? alintuír, fuerct be lajíat^tofit ettor«it0, pevo in0fe»t0itn>0 tj cievtrt cla&e be pe(\ixeñci& coneioa qixe 0C ;.trtx*fcen á ttitcatraa rctta*." "(Betit f rtjtt, «lítreija el tnlanta cftcritor, tiene retjee tj «tto» ntrttjox*e0 c]\xe otvo», ^xxevvean entre ai ccn IjotxbíX&t cí>n ntntj a^itítae cttñrt» eljatnnacttíta», tjcon ctvco»* ^xxtxque van ireanu- ^c^e, Ijrttj entre eUo» antUicion &entttttí»ír, tj &e ctx&cxtx^*^ Otro escritor de los primeros tiempos y contemporáneo de Anglería, el P. Bernáldez historiador de los Reyes Católicos, escribe de las Anti- llas (2): tEs maravilla de como las gentes de todas aquellas islas no tienen, ni ponen fierro en las ferramientas que tienen, que son de piedra muy agudas é fechas á maravilla, asi como las hachas é aquellas otras ferramientas de que se sirven é fazen sus cosas. Sus mantenimientos son de pan de raices, que Dios echó en aquellas tierras, en lugar de trigo, que ni trigo, ni centeno, ni cebada, ni avena ni escaña, ni panizo ni mijo, no hay en ella, ni cosa que le parezca. » y en otro lugar (3): *no hahia res de cuatro pies, dice, ni alimaña de los de acá, pudieron ver en cuantas islas fueron desta vez descubiertas, salvo unos gozquillos chi- quitos (perrillos), éenlos campos unos ratones grandísimos, que comen é sen muy sabrosos, é comentos, como acá los conejos, é en tal precio los tienen. Hay muchas aves diferentes de todas las de acá, especialmente muchos papagayos. > Si de las Antillas, pasamos á examinar los recursos del Continente, no podremos dar muchas mejores noticias de la América Central, que fué la región primeramente reconocida y poblada por los españoles. La Flo- ra tenia allí para el hombre casi las mismas deficiencias que en las Antillas. En sus espesos y lozanos bosques se criaban, sin embargo, el cerdo salvaje y el venado, y también un pavo salvaje y comestible, lla- mado guanajo ó guajalote que se criaba también en algunas islas cerca- (1) En la misma caria. (2) Hisr.oriade Ioh Reye-i Católicos, capítulo 120. /8) ídem ídem capitulo 118. 372 EL ENRIQUECIMIENTO BE LAS NUEVAS TIERRAS ñas al Continente, y que los nuestros llevaron pronto á la isla Española en la que tanta falta hacían toda clase de recursos alimenticios. El milanés Anglería, de quien por las razones que hemos dicho nos place informarnos, consigna la muerte por inanición y miseria de la ma- yor parte délos compañeros de Nicuesa, debida principalmente á ha- berse separado de las sementeras hechas, ó á su pérdida j en él leemos las afirmaciones hechas por Caicedo y Colmenares, Procuradores en- viados á la Corte en 1513 por la nueva ciudad de la Antigua de Darién, que achacaban su poca salud más que á lo mal sano de aquellas comar- cas, ala escasez de alimentos (1). En el mismo sentido escribe Vasso Núñez de Balboa á Fernando el Católico al participarle en el año siguiente (2), su descubrimiento del Pacifico en una larga carta, en que le refiere también las privaciones que sufriera en los tres años trascurridos desde la fundación de la An- tigua: '>^0v C0O, Mee ^tt0l«rtrt, &e factct featxvan^ente be que \ja 0ttcn?í»tttro tj «ttt0 IrtX'íírt X) tutts vitítttTííert citttx^eenta qxxe la (\xte "^xxe&tva ^tttttt^ltí^ (3) tnoníxt i^bouintcix* pcv^ untitíwrt Uttatittt- cion; ctítno qitc ijct :mteaín> citatvi.'» añoe pevexxxxes coxx la& \jxsx- ba» i»« Itt ttcrva, ó fvuta» t>e lita dx*Uolce, eicnbo ^.t^caa la» ve- ce» C{xxe él xj l0& &xxxj0é lleacxbaxx á aacictv&e, que ^.t^acaho conti*- V0XX vcxva» veee» (4), crtxnie ravteitnaa, xy ae lixxxxexxtabaxx be que Ijtxbiaxx lle^it&t* al extvexxxo be vev&e \fi^ecx En vista de la desolación de aquellas regiones, que de tal manera habían de transformar y enriquecer los españoles, envió Mendoza parte de su gente por el río a,rriba para buscar alimentos, pero después de cinco meses volvieron sin ellos, porque los indígenas habían huido y aquellas desoladas tierras, que bien pronto serían ricas, no les ofrecían recurso alguno. No era ciertamente, bajo el punto de vista que la consideramos, una misma la escasez de recursos de las nuevas tierras. Había regiones del nuevo Continente, como Méjico y el Perú con cultivos de importancia, y en este último País existían algunos animales mansos como eran las llamas del Perú, pero reducidos estos recursos á una bien modesta rique- za, que como tal consideraríamos hoy la de dichos Países, si por un mo- mento, los supusiéramos desprovistos de las especies animales y vege- tales, llevadas allí por los españoles. Habiendo prestado su poderosa cooperación el Estado español á esta obra gloriosa, cupo por esto ala Casa de Sevilla, que era como su agento ó fiel ejecutoi', tomar una parte muy principal en estos tra,bajos que aunque no sean de índole geográfica, corresponden sin embargo á la misma época que hemos estudiado aquí, y completa por eso de honrosí- sima manera, la historia de las más importantes tareas de esta Institu- ción en la primera época de su existencia, objeto de nuestro trabajo. Por esta razón, y porque tratándose de un Instituto perfecta- mente organizado y dirigido, consérvanse en el Archivo de la Ca- sa muchos de los más interesantes y bellos documentos relativos á esta hermosa obra de España, que completan y corroboran lo consignado por los más verídicos escritores, pi-estándoles singular autoridad, quere- mos aunque sea en breve resumen, examinar aquí en su conjunto los referidos trabajos. (1) América por el Sr. Cronau. — Leipsick 1892. — Edición española, tomo III, pág. 46. Lo» hambrientos, según Schmidel, se comieron los restos de tres reos. ' 94 Semillas y plantas vivas, dispuestas en Sevilla para su embarque M ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA enos pobres que bajo el punto de vista de su Fauna, pudieron las nuevas tierras enviar á Europa vegetales de tanta importancia como el maíz (1) y la patata (2), que trajeron muy luego del Nuevo Mundo los españoles, los cuales dieron también á conocer las propieda- des del cacao, la coca, la quina, y otras importantes especies vegetales, desconocidas hasta entonces para los europeos. En cuanto á las especies vegetales llevadas al Nuevo Mundo desde España, fueron tantas y de una importancia tal, que basta enumerar- las para tener desde luego una idea, de la transformación producida en aquellos territorios, transformación no menor que la ocasionada por el enriquecimiento que en aquella Fauna determinaron los españoles, lle- (1) Oviedo.— Historia nacural de las Indias, tomo I, página 268, En el año 1530, consig- na este escritor haber visto en Avila una lozana sementera de maíz. (2) En la segunda mitad del siglo XVI, fueron enviadas á Italia desde Sevilla algunas pa- tatas procedentes del Perú. Diéronse allí perfectamente, empleáronse en un principio para los animales, v de Italia recibió algunos ejemplares el botánico Clusio. — Del uso y condimentación de la patata dice el P. Acosta en su Historia Natural y Moral de las Indias. «Comíanse allí frescas, asadas ó cocidas, y de un género dellas más apacibles, liacen un guiso que llaman locro» Tomo I, libro IV, cap. XVII. Sevilla 1590. De esta obra se hicieron en castellano repetidas ediciones. En francés fué impresa en 1598—1600—1606—1616. En inglés en 1604 y 1684. En klemáa en 1598 y 1624. Además fué traducida al latín, al italiano y al flamenco. ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA 375 vando á las Antillas primero, y después al Continente, el caballo y las otras bestias de carga, y entre los ganados, las más importantes especies productivas de carne y de leche, la vaca, la cabra y la oveja. Entre las más importantes especies vegetales llevadas á América desde España y de las que hemos de ocuparnos se encuentran (1): El trigo, la cebada, el arroz y el centeno, las habas (2), los garbanzos, lentejas y fríjoles, los almendros, los morales, y los guindos, los nogales, los castaños, los nísperos, y azofaifos, el lino, cañamones, alfalfa, y alpiste, los membrillos, manzanos y albaricoques, y casi todos los frutales de hueso. los naranjos, las limas, limones, cidras, toronjas, perales y cirue- los (3), el romero, los mimbres, la retama, y oti'as plantas ai'omáticas. los rosales, los lirios, y multitud de flores. Del África, fueron llevados en los primeros tiempos por los españo- les diversos vegetales, de los que se cultivaban en las islas Canarias, ó en Andalucía, y entre ellos la caña dulce, algunas especies de plátanos, entre ellos los de Q-uinea, de aromático y suave fruto. Del Asia, la caña fistola ó Cassia, fistularis, los tamarindos, y ciertos naranjos de fruta grande, llevados desde Filipinas. Fueron sembradas las primeras plantas del Mundo antiguo en la isla Española desde los primeros tiempos de su descubrimiento, y ya en el segundo viaje de Cristóbal Colón en el que se facilitaron á este toda clase de recursos, llevando consigo 1 7 naves y cerca de dos mil hom- bres, consta que llevó diferentes semillas, y también animales útiles para propagar en aquella isla. Consta también que por mandato de la Reina Isabel embarcáronse en las naves cierto número de labrado- res, y según refiere Anglería variados artífices para edificar allí una nue- va ciudad (4). De las primeras sementeras hechas en la Española consigna el mismo escritor (5): ^1) Además de los documentos que mencionaremos, pueden consultarse además de otros, los autores viajeros que citamos. (2) Según Herrera, las había en Méjico, y también algunas contadas especies, no idénticas, pero similareíTde las europeas. (3) Según Oviedo. Parte 1.*. Había en él Perú eierta clase de ciruelas. (4) Carta dirigida al Vice-Canciller Ascanio en 1." de Noviembre de 1493. — Décadas tomo I página 24. (5) Décadas, tomo I.° pág. 1G4. i 376 ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA *A la orilla de ese rio (1) muchos han amojonado huertos para cultivar- los, de los cuales todo género de verduras, como rábanos, lechugas, coles, bo- rrajas, y otras semejantes, á los diez y seis dias de haberlas sembrado las han cogido en regular sazón; los melones, calabazas, cohombros y otras cosas asi, los cogieron á los treinta y seis dias, que jamas los habian comido mejores....... Además un campesino sembró un poco de trigo hacia primeros dias de Febrero. y ¡cosa admirable! d la vista de todos llevó consigo á la ciudad un manojo de espigas sazonadas el dia 30 de Marzo, que aquel año era la vigilia de la. Re- surrección del Señor. Las legumbres maduran todas dos veces al año.* tHe escrito, agrega, que todos los quede allá vuelven, han contado uná- nimes de la fecundidad de aquella tierra. Sin embargo algunos dicen que en general, no lleva bien el trigo.* Y era efectivamente muy cierto lo que tan discretamente señalaba Angleria, el trigo y otras semillas españolas que tan rápida y definiti- vamente se multiplicarían en ciertas regiones de Méjico, de Perú, ó del Río de la Plata, encontrarían en cambio desfavorables condiciones clima- tológicas, para producirse constante y favorablemente en las Antillas. Fué también enviado trigo, y otras semillas para sembrar, en el ter- cer viaje de Cristóbal Colón. En la Instrucción enviada al Almirante en 1497 registrada con otras Cédulas, procedentes sin duda de la anti- gua Contaduría dQ las armadas de Indias, se lee (2): "itetn, pava ixianienitnientc be vas el bicljo ^Itnivante, é he x*ne&tvo& Ijifí»©, é otvoe oftcirtlee, é pev&oxxasi pvincipale& Cftxe con va» \jan be ir á e&tav en la* Mcljctít ^itMita, ty pava labvav »j aenxbvav, é el \%abxevna be la» beeiia» (\ne allá llevta- vent &e Vfallan be llevav x) Uíuett qninienia» é cxxxenexxXa ea\í%e» be tvi0O (»ei& ntil »ei»x'xexxia» faxxe^a»), é eixxcxxexxXa eaxj^e» (600 frtn?t?rt») be cebaba ítc." "itetn, bxce el pávva\a »XiXxxxexxte, que »e l)ax)an be envfX)av á la» bxcl)a» IftiMas, la» \)evvanxx}exx\a» é apave\a», i\ne pavecxevexx á vta» el b'xc\)0 %lxxx'xvaxx\e, pava labvav la» bxcl)a» ^nbia», ^»x^xxxx»xxxa ai^abane», airaba», épica», é alxxia- bana», é palaxxca»,ü[xxe caxxvixxxeven pava la» bxclia» IJubiae." Dispone el párrafo cuarto, al que á su tiempo nos referiremos, el envío de bestias de carga y ganados, y en el párrafo sexto de la misma instrucción se lee: ' - ' (1) Angleria habla sin duda de la Isabela vieja, población fundada por Colón en su segundo viaje, y abandonada muy luego por su orden. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Dada en Medina del Campo en 1497, sin más fecha. ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA 377 "©troetj, b^hfn lletiar á lite Mcljrt* ||»tbirtfl, (c:rtntihrt& en blanco} citlii?^»(l) ^e Ijtxx'intt, é (tctrnUien en blattct»), intitttale» tte btíc<*«-*lje Ijttjer nnjli^itoe é atttijttnae, é pava loe l\aiev ^e beben Ucvav be acá aljjunae picírrae, é otrtra aparejo» (tnecani0- ntofi) be tnoltjttíj»" (2), Y enviáronse también en dicha expedición cincuenta labradores y diez hortelanos, según al folio nueve de este mismo Libi'o consta. Fué la Española el centro de donde se propagaron las siembras y plantaciones á las demás islas, y después al Continente, y le corresponde por tanto un memorable lugar en la historia de este primero y trascen- dental enriquecimiento del Nuevo Mundo, y á ella, como punto de par- tida de la, obra española, nos hemos de referir frecuentemente. Cuando en 1509 pasaron Hojeda y Nicuesa á fundar en el Continente sus respectivos establecimientos, llevaron consigo simientes para poder sembrai-, y según Angleria desde la Española llevó el Bachiller En- ciso, fundador de la Antigua de Darién, yeguas y puercas con sus machos para poder hacer crias en el Continente. Desde la América Central, y por el camino de Nombre de Dios á Panamá, fueron llevados hasta los buques, y en ellos distribuidos á lo largo de las costas del Pacifico, muchos de los animales, plantas, ó semi- llas procedentes de España. Refiriéndose al Perú escribe Gomara: *Ha multiplicado mucho la fruta de zumo y agro, como decir naranjas y cañas de azúcar; multiplican asi mesmo los ganados, cá una cabra pare cinco cabritos, y cuando menos dos, y si no- hubiese sido por las guerras civiles (las disensiones y rebeliones del tiempo de los Pizarros) habría ya infinitas yeguas, ovejas, cabras, vacas, y asnas, y también muías, que los relevasen de la carga.* Desde España ó la Española, fueron igualmente llevadas muchas plantas, semillas, ó ganados, á Méjico, país que aun teniendo mayores re- cursos, experimentaba sin embargo muy grandes deficiencias, cuyo co- nocimiento hacía decir á Hernán Cortés en una de sus famosas cartas de Relación dirigidas á Carlos V, ó sea al Consejo (3): "tobas lae plantaei be' &»paña »e ban tnntj bien en e^ta tierra, x} aei «nplico á ^, pi. íuaitbc li la <£^af»a be ©ontrataciótt (1) En su liistoria de las Indias página 298. (2) Eu los primeros años de existencia de la Casa (150.5) vemos consignada la compra y envió por el Doctor k la isla Española, de una t'ovja que debió ser de las primeras en el Nuevo Mundo. Según los correspondientes asientos del Libro de Tesorei-ía de la Casa, pagó el Doctor las pieles, el carpintero, y también su jornal al «follador que folló los fuelles» .\rohivo de la Casa 39-2-Ve- (3) Fechada en 15 de Octubre de 1.524 y como todas ellas publicada. 95 378 ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA . _ f &e ^cttilirt, Cíxxe no &e Ijatia á la vela nin0tttt buque pava «ate ^ctl0, 0xn que tvaiña plaxxta» tj «cittiUa*»" *'Plucljae co&a&i bxce (í^oxtxava con vefevencxa á léxi- co (1), fttUttbittt í»e la& que aeápvecxaxno^ c\xxe 9on ma& iteleito- »tt0 que xxeceñaviaa, coxno becxv aeita, aí^xxcav, xj Ijax) xja tanta abunfeaitíia cíJtncr exx ®e??afta." Y recordaremos que este autor por haber pertenecido á la Casa de Hernán Cortés tenía noticias muy directas é indudable autoridad, sobre todo en lo que á Méjico se refiere. Antes de terminar el siglo XVI, dice el sabio P. Acosta tan elo- giado por Humboldt en su capitulo 31 que titula. "^e las plantas y frutales que se han llevado de Espa- ña" (2). * Mejor han sido pagadas las Indias en lo que toca á plantas que en otras mercaderías, porque las que han venido á España son pocas y danse mal; las que han pasado de España son muchas, y danse hien. No sé si digamos que lo . hace la bondad de las plantas para dar gloria á lo de acá, ó si digamos que lo hace la tierra, para que sea la gloria de allá. En conclusión, cuasi cuanto bueno hay que se produce en España hay allá (ya) y en partes aventajado y en otra no tal, trigo, cebada, hortaliza, verdura y legumbres de todas suertes, como son lechugas, berzas, rábanos, cebollas, peregil, nabos, zanahorias, be- rengenas, escarolas, acelgas, espinacas, garbanzos, habas, lentejas y finalmen- te,cuanto por acá s» da de esto casero, (cultivado) y de provecho, porque han sido cuidadosos los que han ido en llevar semillas de todo, y á todo ha res- pondido bien la tierra, aunque en diversas partes de uno mas que de otros, y en algunas poco. De árboles, los que mas generalmente se han dado de allá y con mas abundancia, son los naranjos, limas, cidras, y frutas de este linage. Hay ya en algunas partes montañas y bosques de naranjales, lo cual hacién- dome maravilla, pregunté en una Isla (antilla). ¿quien habia llenado los cam- pos de tanto naranjo? Respondiéronme, que acaso se habia hecho porque ca- yendo algunas naranjas, y pudriéndose la fruta, y de la que de estos y de otros llevaban las aguas, se venian á hacer aquellos bosques espesos. Pare- cióme buena razón.* tLa granjeria del vino, agrega este autor (3), no es pequeña, pero (1) Historia de Méjico, página 457. (2) En su Historia Natuial y Moral de las Indias, tomo 1.", cap. XXVI.— Sevilla 1690. (3) Historia natural de las Indias, tomo 1.°, página 416. No creemos para nuestro objeto de- ban sustituirse por otros los términos en que los antiguos autores, y doctos viajeros que por si mismos estudiaron este asunto en sus respectivos tiempos, dan cuenta de sus observaciones y datos recogidoB. ENRIQUECIMIENTO DE LA FLORA 379 no sale de su provincia. La de la seda que se hace en Nueva España, sale para otros Reinos, como el Perú. No la habia en tiempo de los indios: de España se han llevado moreras y danse bien, mcoyormente en la provincia que llaman de Misteca, donde se cria gusano de seda y se lábray hacen tafetanes buenos... el azúcar es otra granjeria mas general, pues no solo se gasta en Indias, sino también se lleva á España harta cantidad, porque las cañas se dan escogida- mente en diversas partes de Indias, en Islas, en Méjico, en el Perú y en otras 2)artes se han hecho ingenios de gran contratación... Olivas y olivares se han dado en Indias, digo en Méjico y en el Perú, pero hasta ahora no hay molino de aceite, ni se hace porque para comer las quieren mas, y las sazonan bien. » Del Reino de Nueva Q-ianada citaremos la Relación estadística de 1610, curioso documento (1), en el que con respecto al distrito de Tunja se contesta al Consejo de Indias, que se daban ya allí el trigo, cebada, maíz, garbanzos, fríjoles, habas, etc., y de los frutales de Castilla dice: ♦Ujatj tvi0oe, 4itrattttí>í»», tnetnbvUl0&, itvaa, íntrttjno», na- ranja», Ittnaa, cihra», lintanc», ctc», tj pov ite0cnii>0 tte loe be la tievva no ijatj atraa ntttcljasí frntafl, qtte ee í>icf a>t tnxttj bien," El enriquecimiento déla Flora no desmereció del de la Fauna, y si no fué tan absoluto fué en cambio por el número de especies importadas, mucho más considerable. Los trabajos de aclimatación y de primera propagación fueron hechos antes de terminar el siglo XVI, y de que -otras naciones aparte de Portugal, se establecieran en el Nuevo Conti- nente. Su conjunto, que á grandes líneas hemos tratado de señalar, es realmente grandioso no sólo por la entidad del enriquecimiento, sino por la importante extensión de los tei'ritorios enriquecidos. La Obra españo- la fué en efecto bajo este punto de vista, tan grande como tra.scenden- tal. Para el objeto que nos proponemos, y per lo que respecta á la Flo- ra, trataremos ahora de examinar los datos y los documentos que acerca de la primera propagación y aclimatación de cada especie, ó grupo de especies vegetales, según sea su importancia, hayamos podido aducir para el presente estudio. (I) De Estudios críticos por Don Ricardo Cappa — tomo 6.°, p&gina 203. 380 EL TRIGO n EL TRIGO Este importantísimo vegetal, cuya falta debió llamar grandemente la atención de los primeros descubridores del Nuevo Mundo, y que se propagó después rápidamente en Méjico y en el Perú españoles, fué en cambio de difícil aclimatación práctica, á causa de sus condiciones climatológicas, en las Antillas y en las regiones de la América Central, pobladas por los españoles de los primeros tiempos. Fué enviado el trigo en el segundo viaje de Cristóbal Colón, y como hemos visto ya entonces señalaba Anglería las dificultades de su produc- ción en las Antillas, diciendo no obstante los incondicionales elogios que se hacían de aquellas tierras: *Sin embargo, algunos dicen que en general, no se lleva bien el trigo. * Esta circunstancia fué causa de una contrariedad más para el des- arrollo de aquellas nacientes poblaciones, y explica también los repetidos intentos hechos después pai'a obtener en la Isla Española, cosechas de tri- go que bastasen siquiera á su consumo, cosa que era tanto más de desear cuanto que, por la pequenez de las naves, y lo largo de la navegación ocurría con frecuencia que se dañaba el trigo enviado desde España, y llegaba de un todo inservible por la humedad. Hecho de nuevo cargo de la gobernación de Castilla Fernando el Católico, y enviado á la Espa- ñola para sustituir á Ovando D. Diego Colón, dice el Monarca en Carta dirigida á los déla Casa en Septiembre de 1509 (1): "^í»v i|ue 0* tne tjaijccljí" velitcitttt i^ite cxx ttcntpoft ^utaabo», »e &en\bvó ty cttitió ttñucr en laa tricljae JJtti>ia0, xj cute pcnién- tici&e vecabíf0 (vecciniío, cxxihaiio} exx ello Imvii fvnttc», extvxc á xxxatxinw al íricljo gtlutivante (^oxx ^xe^o), qxxe Ija^xa ssf pvxxebe la ex^ex^iextcxa, xy coxxxo aabetj© n*» Uet»cm ctUi ntnutttt tirl0t> (2), ^á ttite «ttt»tln> qxxe exx loa ^tvimevija «antjcra cjite ftt«v«u, «n- x>xyex)& bo»cxexxta& fane^aa ite tvx^o pava tyxxe exx la& itxclya» IJnMct» «re exxtve^xxe al í»icljo facttív (8) (í»e Ict ©ttaa exx la (Bapa- (1) Archivo de la Casa en el de Indias. 139 — 1 — 4. (2) Por sa más fácil conservación, ó por falta de molinos, se enviaba sólo harina. (3) La dependencia de la Casa de Contratación en la Española, y lo mismo después en Castilla del Oro, constaba como en Sevilla de un tesorero, un factor y un contador^ y constituían con el Gobernador, una especie de Consejo administrativo, hasta la creación posterior de las nue- vas Audiencias EL TRIGO 381 ñola), qwc ttlli trcftifee, »j ai í>icljo ^^Itttivttnte, é IjfX^a IbeHaa lo q«c ^ó le envic á n^ttit^clr, é pov qtte fl tvijií» ntarcaíx» i aÍ0<» i»ttñaí»o no tt^j^oxíccija ví*»^»* »cínUrar, ijabcia its pvoveev qut tírttjrt en pipa» á tnntj bien trecctltiio.*' Pero á pesar de estos cuidados perdióse una vez más el trigo, y se intentó entonces la aclimatación del trigo tremés ó tremesino, cuyo rápi- do desarrollo y granazón pudieran evitar mejor el perjuicio de grandes y persistentes lluvias. Acerca de esto, consta que en 1511 ordenó Fer" nando el Católico fuese enviado trigo de esta clase á la Isla Española, diciendo con tal objeto á los de la Casa de Sevilla en su Carta del mes de Julio que el trigo antes remitido (1): "firc l)á toifo iiñpxuxiio (itañaircf} é cotntbo be aov^oio^ tj cfxtel ti?i0í> qne ac ijrt be enviav líite nUá ví^wct'* bien, lj«* í"* »er tventeftino, IJó no* ntanbo que en lo» pvitnevú0 ttonlo* qvtcfneren, enuiei» d loe bicljoe ttiteetroa oftcialee be la bxclja iftla cien faneiiite be tri^o tventeatttc», i^avtt qite allá »e «ient- bven pov qne |)ó piteí»a eer infotrtnaíto, x) en esto poneí» bili- 0encitt." Creemos sin embargo, que el trigo tremés se perdió también, porque en la expedición de 1514 tan rica en herramientas, semillas, y otros recursos fué enviada también á Castilla del Oro (América Central), cierta cantidad de trigo para sembrar, y que igualmente fué enviada simiente de trigo en la expedición agrícola de 1520, en la que, según el correspondiente asiento del Libro de Tesorería de la Casa (2), iban con el (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139—1 — 4. Dada en Tordesillas 4 25 deJulio de 1611. (2) Id. id. id. 3!t— 2— 2/9. A.ño de 1520. 96 382' Bli TRIGK) trigo que se compró en la Albóndiga de fuera, simiente de habas, de garbanzos, y también de lino. En cambio de todas estas dificultades para llegar á obtener la pro- ducción del trigo en las Antillas y en la América Central, que manifiestan el interés con que se procuró el enriquecimiento de aquellos Países, un contado número de granos de trigo llevados allí por casualidad, basta- ron y sirvieron para dotar de este cereal, de un modo permanente á las dilatadas regiones de Méjico, del Perú, ó del Río de la Plata. € Un negro de Cortes, dice Gomara (1), que se llamaba según pienso Juan Garrido, sembró en un huerto tres granos de trigo que halló en un saco de urroz^ nacieron dos y uno de ellos, tuvo ciento y ochenta granos. Tornaron á sembrar aquellos granos, y á poco hubo infinito trigo. » y agrega el mismo escritor: < Guando en México hicieron molinos de agua, que antes no habia, tu- vieron gran fiesta los españoles, y aun los indios en especial las muyeres, que le era mucho descanso* (2). En el arroz, como antes había ocurrido en Méjico, fueron llevados al Perú los primeros granos de trigo (3), y el docto escritor Bernabé Cobo, que hemos citado ya, atribuye la primera siembra y multiplicación de este precioso cereal en el Perú Español, á Doña Inés Muñoz casada en segunda nupcias con Don Antonio de Rivera, caballero español (4) á quien el mismo autor que citamos, atribuye el haber llevado al Perú desde Sevilla, los primeros olivos que allí se plantaron. t>, ttitínfalí, i;fb<»Uittt»«, \nvft^ii, coiinít, cxxiaxxXvo, xá- Algunas verduras y hortalizas habia en Méjico, y las especifica Hernán Cortés (3) diciendo que en aquel mercado se encontraban ce- bollas, puerros, ajos, mastuerzo, borrajas, acederas, cardos y tagarninas, algunas de ellas quizá semilares pero no idénticas, como de unas ciruelas y cerezas que menciona como muy semejantes á las nuestras. No se pre- tenda por esto, que no hicieran gran falta en aquel País un gran número de especies vegetales, y el mismo Hernán Cortés lo manifiesta diciendo al Emperador en su Carta de Octubre de 1524 (4), que se daban allí bien todas las plantas de España, y pidiéndole diese orden á la Casa de Con- tratación de Sevilla: ♦*1?tttrtt <\VL6 taha nctttío tvaiiirt cxevia canixitain itsplanXa&i tj c\\xs xxo \ineifa &ailv ftitt cUct*" como en efecto se hizo. Algo más tarde, en la segunda mitad del siglo XVI y refiriéndose más especialmente al Perú en el que residió largo tiempo, dice el Padre A costa (5): «Algunas cosas de acá, parecen darse mejor en Indias, porque cebollas,. ajos, y zanahorias no se dan mejor en España que en el Perú Rábanos mas gruesos que el brazo de un hombre, y muy tiernos y de buen sabor, muchas ve- ces los vimos.» (1) Décadas, tomo 2.", pág. 174. — Estadéoada fué publicada eu Alcalá de Henaie.s en 151G. (2) Archivo de la Casa en el de Indias. — 39 — 2 — %. (3) Carta de relación á Carlos V desde Segura de la Frontera, en 30 de Octubre de 1620.- Publicada en Sevilla en 1522. (4) Cartas á Carlos V desde Temixtitlán (Méjico) en 16 de Octubre de 1524. (6) Historia Natural de las Indias, tomo I, pág. 364. LEGUMBRES Y HORTALIZAS 387 En su estudio más detenido de este asunto, consigna el autor de la Historia del Nuevo Mundo, haber sido llevadas allá: « las coles, lechugas, escarolas, borrajas, espárragos, espinacas, acelgas, peregil, orégano y otras especies, que nacen ya copiosamente en todas estas In- dias á donde se truxéron de España, luego al principio de su pacificación* (1) . Fueron también llevados, según el mismo escritor, los melones, ca- labazas, sandías, berengenas y el azafrán (2), todos con el mejor resultado salvo esta última planta, que fué llevada allá en 1604 por un limeño que regresaba de España. Sembrólas este cuidadosamente en una huerta de aquella capital ,y obtuvo varias plantas que vio allí el diligente autor de la Historia del Nuevo Mundo, pero le hurtaron las curiosas plantas de la huerta, y con tan mala fortuna que no se supo más de ellas. « Fué, dice dicho escritor, la pérdida muy grande por que no sólo de- fraudó al dueño de su frtito el que las hurtó, sino á este Reino de una tan preciosa planta.* «Admira, dice al empezar el sijlo XIX el sabio Alejandro Humholdt (3), de que modo los españoles del siglo XVI extendieron el cultivo de los vegeta- les europeos, desde un extremo del Continente á otro. Los eclesiásticos, dice, y principalmente los religiosos misioneros, contribuyeron á estos rápidos progre- sos de la industria agrícola. Las huertas de los conventos y de los párrocos eran otros tantos semilleros de donde salían los vegetales que acababan de conna- turalizarse en el país. Los mismos conquistadores se dedicaban en su vejez á la vida de campo, y aquellos hombres sencillos en medio de los indios, preferían en aquella especie de destierro, cultivar las plantas que les hacían recordar de Extremadura y fie las Castillas, que les servia de sumo consuelo. La primera vez que maduraba una fruta de Europa, venia á ser una fiesta, y no puede uno menos que enternecerse, al leer lo que dice el Inca Garcilaso refiriendo con admirable sencillez, como su padre el valeroso D. Andrés, convidaba á sus antiguos camaradas para comer con ellos tres espárragos, que eran los prime- ros que habían nacido en el Cusco. » (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág 431. (2) Id. id. pág. 435. (3) Estudios acerca de Nueva España, tomo 1,-pág. 362. 388 NARANJOS Y LIMONEROS NARANJOS Y LIMONEROS Estos bellos árboles, y sus variedades y similares, fueron de entre los llevados de España á las Antillas en los primeros tiempos, los que más fácilmente se aclimataron y propagaron en aquellas islas. Fué casi testigo ocular de su multiplicación el naturalista Oviedo, que pasó al Nuevo Mundo en 1614, y dice (1): *Hanse traído á esta isla Española naranjos desde Castilla, é hay acá tantos, que se han aumentado dellos innumerables, muy buenos, dulces é agros, ansí en esta ciudad de Santo Domingo como en todas las otras partes de la isla, donde hay poblaciones de chripstianos en sus heredamientos é jardines, á donde quieren ponerlos, y lo mismo hay en las otras islas, y en la Tierra firme donde hay poblaciones de españoles* t Hay, agrega, muchos limones é limas, é muchos cidros, é de todo esto, como es dicho, mucha cantidad, y muy bueno todo, y tal que no le hace ventaja el An- dalucia.* Se ha querido poner en duda, esta introducción del naranjo y del limonero por el hecho de encontrarse silvestre por ejemplo en las Anti- llas, y este hecho lo vemos consignado en los antiguos autores españo- les, que ya entonces explican la formación del naranjo agrio j silvestre. Antes de terminar el siglo XVI, escribe el sabio P, Acosta (2): *De árboles, los que mas generalmente se han dado, y con más abundan- cia son naranjos, limas, cidra, y fruta de este linage. Hay ya en algunas par- tes montañas y bosques de naranjales, lo cual haciéndome maravilla pregunté enuna isla (no se usaba aun la palabra antilla) ¿quien habia llenado los cam- pos de tanto naranjo? Respondiéronme que acaso se habia hecho, porque cayén- dose algunas naranjas y pudriéndose la fruta, habia brotado de su simiente. Hecho que ocurre lo mismo en Andalucía, aunque no se utilice por- que además de la lentitud, el naranjo resulta generalmente basto, agrio, ó agridulce, y en general exige el injerto. La reproducción en las condi- ciones naturales de que habla el P. Acosta conduce en efecto, y rápida- mente, á variedades silvestres. También se hacía ya en aquel tiempo conserva de naranjas, pues dice el P. Acosta de las Antillas: (1) Historia General y Natural de Indias, tomo I, libro VIII, capitulo I. (2) Historia Natural y Moral de Indias, tomo I, pág. 411. NARANJOS Y LIMONEROS 389 *La conserva de naranjas cerrada que hacen en las islas, es de la mejor que yo he visto allá, ni acá. » En el siguiente siglo XVII, escribe otro autor no menos docto, que la tierra caliente del Nuevo Mundo es tan apropósito para criar (1): *este linacje de frutas de zumo que Dios crió para regalo del hombre, que parecen haber estado todas estas plantas en las demás regiones del mundo como desterradas y fuera de su naturaleza, hasta que llegaron á esta tierra; la cual les es tan natural, que ninguna otra planta asi de las propias como de las ex- trangeras y peregrinas, abraza mejor y conserva mas tenazmente, Lo cual cuan- ta verdad tenga, testifican Icos grandes montañas y bosques que se han hecho en estas Indias de naranjos, limones y demás árboles deste género, naciendo en lugares desiertos é incultos, cual si fueran plantas silvestres, las que de suyo son tan domésticas y hortenses, que se plantan y cultivan en todo el mundo con gran diligencia y regalo. » *Sn la primera tierna poblada de españoles en que desembarqué, cuando vine á las Indias que fué un pueblo de la isla Española llamado Yaguana, me maravillé mucho y los demos que venian conmigo de España, que cami- nando de la mar al pueblo, que estaba como media legua de la mar adentro, entre los árboles silvestres que en el camino habia que era de montaña cerra- da, topásemos muchos limones ceuties que en grandes racimos, entre las ramas de otros árboles, pendían sobre el camino y casi nos daban en las cabezas, que esparcían por el bosque su suave fragancia. » Observaremos cuan incompatible es la existencia de estos bosque^ que no sin razón maravillaban al docto escritor citado, y á los que le acompañaban, con el silencio que acerca de ello guardan los primeros exploradores y descubridores, delatando así que estas bellezas admiradas en el siglo 17, no eran anteriores ala llegada de las naves de Colón. tllay ya en esta tierra, dice el mismo escritor del siglo XVII (2) refirién- dose al Perú, todas las diferencias de naranjas que en España, unas de cascara delgada y otras de gruesa, llamadas cageles; unas dulces y otras agrias; todas finalmente, grandes y pesadas, y muy llenas de zumos. € Las limas dulces y agrias, y los limones ceuties crecen de buen tamaño y tienen también mucho zumo. De los limones grandes llamados reales no hay tanta copia como de los pequeños. Las primeras naranjas que hubo en esta ciudad de Lima las plantó uno de los primeros vecinos della, llamado Baltasar Gago, en una huerta suya á media legua de la ciudad en donde viven todavia los primeros naranjos. Cuando yo entré en Lima (3) no había en ella ni en (1) Bernabé Cobo S. .1. — Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 396. (2) Historia del Nuevo Mundo, tomo 11, pág. 398. (3) Pa.só al Nuevo Mundo en 159G y poco despué-s al Perú Español. 98 • 390 LA. VID t todo este Reino limones dulces, pero ya los hay de veinte años á esta parte, aci de los grandes llamados reales, como limones ceuties, y cada dia van crecien- do en abundancia.* Y agrega el mismo autor que esta clase de fruta había sido llevada antes á Méjico. ty las limas que yo vi en México, dice también, llevadas del Marque- sado (Oaxaca) son por extremo buenas. » La rápida y fácil propagación de los árboles de este grupo en casi todas las regiones de la América Española, explica que no haya antece- dentes de ello en los Libros de la Casa, porque en efecto, en los casos de esa facilidad, la aclimatación se hizo por los particulares, y sin interven- ción de este organismo. De ello tenemos una prueba en el trigo, pues encontramos diversos intentos y remesas para la Española y para la América Central, y en cambio no queda antecedente alguno de los paí- ses en los que como Mélico y el Perú, algunos granos llevados allá por casualidad, bastaron para dotar de trigo para siempre aquellas ex- tensas comarcas. En las Antillas, la propagación de los naranjos y limoneros en los mismos bosques que hermosearon con su presencia y con sus flores, fué como hemos dicho, maravillosa y según leemos en la Historia del Nue- vo Mundo: (1) i. Y al tiempo de florecer los árboles, suelen las muyeres españolas de aquella isla enviar á sus criadas á cojer azahar para sacar agua de olor, y los jardines á donde las envían, no son otros que los montes y las selvas don- de son tan comunes los naranjos, como cualesquiera otros árboles salvajes y de montaña.* VII LA VID Fué enviada (2) á las Antillas con Cristóbal Colón en su segundo viaje de 1493, y en el Memorial que en el año siguiente de 1494 enviara el Almirante á los Reyes con Antonio de Torres, les dice haber prendido (1) Historia del líuevo Mundo, tomo II, pág 397. (2) Existían en el Nuevo Mundo varias clasesde vides silvestres, cuyo fruto no era utiliza- ble ni utilizado, y de ellases probable procedan lasque hoy se emplean en Europa para inger- tar y obtener así vides resistentes á la philoxera astatrix. LA VID 391 los sarmientos, y manifiesta abrigar la mayor esperanza en los resulta- dos acerca del fruto obtenido; "el cwttl le» hice, »i tttl íisvá, contó tnue^tva la pve0te%Oi inel tvino tj &^ tttto» ííotíxtitoe tfs fltavtniento» i]ixe &e ^Mt^ievon, e& cierto truc no Ijavá tncnguct el ^ltt^rtlucia, ni el ^icilio aquí/' Enviáronse más tarde repetidas veces sarmientos á las Antillas, y entre oti-as en tiempo de Ovando, y después ala América Central pero es lo cierto que ni la vid, ni el tiigo fructificaban bien en aquellas re- giones del Nuevo Mundo, que en un principio ocuparon los españoles. A Méjico fué enviada la vid por el gobierno de la Patria española, como consta por la Cédula enviada en 1631 á los Jefes de la Casa de Se- villa Cédula, en que se lee (1): "px-oncei> c\xxe be ctqiti rtl»cl(tnte to&o» lo» tnocetfc» (\ne fnevexx á lo» ttncfttfrt» IJnMrt», itnc llenctt caita xxxxo bello» en »tt natHo, la caxitiboít qne le» ^tarecleve i»e planto» ite viña é olino», i>e ntcittetra cfue ningnno iía»e»itt llewoxr ttl0ntttt con- ti^o^." Aunque en este párrafo de la Cédula no se dice á Méjico sino á In- dias, lo entendemos así porque en párrafo anterior del mismo documen- to que á su tiempo consignaremos, se ordena también á los de la Casa compren cien carneros moruecos (padres), diez ducados de simiente seda de lo mejor que pudiere haber y: "lo enniei» tobo obereíoíro ctl ntte»tvo ^tre»ií»ente é oibo- r<», ij á lo» nne»tro» ©ftcictle» t^ne re»iiren en lo ciltbol» be ^éaeico« La contestación de los de la Casa antes de finar el año, dice (2): "cjite be Irt» nnene Intvro» tj ttre» j^ovoñone» (ntocljo» pava pciiiveav} qxxe gí» |,íl. ntonbó cont^rot*, Ijo contí;trobo cinco líovrico» i^ne »e eitntrtt*an en el primer nonio; »j lo be io» plottto» be olino» tj wibe» tj ott*o» arbole», tt»t »e Ijo Ijecljo (jne lo» llextcjt tobo» lo» ttotttjo»." £»ne», i»o«cicnta» ajatna», »ci» pietiva» i>e tnalev, otvfxa ^« crntolav, cien barrena», í»<»«n;ienta» ref a» be arabo, baacienta» telera», í>t>»cienta» refaba». Unta», te- naja» etc," Además de las semillas, fueron entonces comprados por la Casa de Contratación al citado de plantas vivas: "qnince (:plantone») be alntenbro be eincu ftotftura», ciento nonenta e»taca» be Ijignera» xj clrnelo», bo»eienta« e«taca» be ^ranabo» tj ntentbriUo»»'* y con ellos, un número más considerable de estacas de olivo, de que á su tiempo hablaremos. Colocábanse estos plantones en grandes pipas ó toneles de los usa- dos para el vino, que eran serrados en dos por su parte más ancha. Las tinas asi obtenidas se rellenaban de tierra y plantadas en ellas iban so- bre la cubierta délos navios las plantas vivas que se remitían, y de Ifts cuales se compraron entonces más de cincuenta. Se han conservado también en el mismo libro de Tesorería de la Casa los nombres de las naos y de los maestres que condujeron á la América española muchas de estas tinas, y que antes hemos citado (3). De los primeros frutales llevados á las Antillas nos da noticias el naturalista Oviedo en la primera mitad del siglo XVI diciendo (4): « Hay (en la Española) muchas higueras y de muy buenos higos, los cuales se dan en la mayor parte del año los higos son los que en Castilla llaman godenes y en Aragón burgarotes. > Unos, dice también, son de simiente roja y otro de blanca, (hi- gos y brevas) y agrega este autor que las higueras degeneraban allí rápidamente y era necesaria su renovación. (1) Archivo de la Casa en el do 1 iidias. — Libro de Armada. (2) Id. id. id. Libro de Tesorería. 89—2—»/» (3) Id. id. id. .39—2—»/, (4) Tomo I, pAg. 288. —Historia General y Natural de la.s India.s. El primer tomo de la obra de Oviedo fué impreso en Toledo en 162(j. 99 394 LOS FRUTALES ESPAÑOLES tHay, dice, membrillos ó bembrillos asimismo traidos de Castilla pero no se hacen bien, é son pequeños, é ásperos, é nudosos. > Como era natural, las plantas fructificaban más ó menos bien, se- gún los climas y demás condiciones, más ó menos favorables para su ve- getación. Algo más tarde y refiriéndose al Continente, escribe el Padre Acosta (1): t También se han dado bien los duraznos y sus consortes los melocotones, y priscos, y albaricoques, aunque estos mas en Nueva España; en el Perú fue- ya de duraznos, desotro hay poco (lleváronse después), y menos en las islas (an- tillas) Manzanas y peras se dan, pero moderadamente, ciruelas muy corta- mente; higos en abundancia mayormente en el Perú, membrillos en todas 'par- tes, y en Nueva España de manera que por medio real se daban cincuenta á escoger, y granadas también bastantes, aunque todas dulces, agrias no se han dado bien. Melocotones en parte son muy buenos como en Tierra firme, y algu- nas partes del Perú. Guindas ni cerezas hasta ahora no han tenido dicha de hallar entrada en Indias; no creo que sea falta de temple (clima) porque lo hay de todas maneras, sino falta de cuidado ó de acierto,. Comprueba así Acosta que no eran las de Europa las frutas seme- jables á las cerezas y á las ciruelas que escribía Hernán Cortés haber visto en los mercados de Méjico, siendo, según el Señor Colmeiro, las Spondias purpúrea y Spondias lútea L., y las Cerasus Capollin D. C. (2). De frutas de regalo, agrega, apenas siento falta de por allá. De fruta hasta y grosera faltan bellotas y castañas que no se han dado hasta ahora, que yo sepa en Indias. Almendros se dan pero escasamente. Almendra, nuez, y avellana, van de España para gente regalada. En efecto, no sólo fueron enviadas semillas y plantas de árboles á las Antillas y á la América Central, pues consta que desde Sevilla fue- ron también llevados plantones de árboles á otros países de la América Española y vemos por ejemplo entre las más antiguas comunicaciones que de la Casa se conservan, en el año de 1531 dicen al Emperador, esto es, al Consejo de Indias ya regularmente organizado, que (3): ^a ij«íljír i|wc ia» llet»«« eete año toi»*»* Io« ttam<»fir»" Entendemos naturalmente, aunque no se especifique así, que eran frutales y no de sombra, los árboles que juntamente con las vides y los (1) Historia Natural de las Indias. — Sevilla 1690. — Libro IV, cap, 51, que titula: cDe las plantas y frutales que se han llevado de España á las Indias.» (2) Conferencia en el Ateneo de Madrid en 1892, pág. 26. (3) Citada por el P. Cappa en sus «Estudios críticos. — Archivo de la Casa en el de Indias 143—3—11. LOS FRUTALES ESPAÑOLES 395 olivos se mandaban á la sazón á América desde Sevilla, y acaso tam- bién moreras. Aunque no se determinara, era Méjico uno de los Países á que se llevaban estos áiboles, y á cuyo proveimiento se atendía en 1531, como lo manifiesta la Cédula de 31 de Agosto del mismo año mandan- do llevar carneros garañones, y simiente de seda: iifue treeií»cn en Ict cinttait iie JíHéaítco" (!)♦ En el Perú se aclimataron algo más tarde los frutales españoles, aunque en ello según el autor de la Histoiia del Nuevo Mundo, hubo mucha diferencia, pues en tanto que algunas especies, como por ejemplo las higueras y los'granados, fueron introducidas á poco de la llegada de los españoles, en cambio otros frutales fueron propagados casi en su tiempo ó conociendo él á testigos de su aclimatación, así de los meloco- tones «rjo los vi, dice (2), en los diez primeros años que estuve en esta ciudad (Lima) hasta qut el de 1609 fui á la del Cuzco, donde fué la primera vez que los vi en estos Reinos. » *Enla huerta de Gonzalo Guillen, dice mas adelante (3), me mostró un hijo suyo un albaricoquM grande y de muchos años, que quizá fué el primero que nació en esta ciudad, y me certificó que á los principios, cuando no habia la abundancia desta fruta que ahora, le valia cada año á su padre una ba- rra de plata.* De las pei-as, i-efiere este autor que en su tiempo, ó sea al mediar el siglo XVII, no había en el Perú sino unas de poco tamaño, y que en 1620 se llevaron á Nueva España, donde ya se habían llevado de otra clase, las exquisitas que llamamos de bergamota (4). « Y casi por el mismo tiempo, agrega, ó muy poco después se truxeron de España al puerto de Buenos Aires, y de alli al reino de Chile, donde ya se dan muchas y se traen algunas en conserva á esta ciudad de Lima, á donde no dudo que se darán muy en breve, porque hará cuatro ó cinco años que se trujeron posturas de Chile, que por ser todavia- pequeñas, no han comenzado á dar fruto. » El sabio Humboldt, que á principios del siglo XIX recorrió y estu- dió el Nuevo Continente, dice (6): «La cumbre central de Nuef^a España produce consuma ahmdancia ce- rezas, ciruelas, melocotones, albaricoques, higos, uvas, melones, manzanas y (1) Archivo de la Casa en de India». 148 — 2 — 2 (2) Historia del Nuevo Mundo, tomo 11, pág. 394. (8) Id. id. pág. 395. (4) Id. id. tomo II, pág. 399. (5) Estudios acerca de Nueva España, tomo I, pág. 361. 396 EL OLIVO peras. En las cercanías de México, las famosas huertas de los Carmelitas y la del Marqués de Fagoaga y otros dan en los meses de Junio, Julio y Agosto muchísima y muy exquisita fruta. Admira al viajero ver en México, en el Perú y en la Nueva Granada servirse á la mesa de las personas acomodadas con Zas frutas de Europa, las pinas de Indias, los zapotes, guayavas, mameys, chiri- moyas, y otras preciosas producciones de la zona tórrida. Esta variedad de frutas se encuentra en casi todos los países, desde Goatemala hasta la nueva California. «Estudiando la historia de la conquista, agrega este sabio extrangero, se admira uno de la extraordinaria actividad con que los españoles del siglo XVI, extendieron el cultivo de los vegetales europeos, desde un 'extremo del Conti- nente al otro.» IX EL OLIVO Fué este importante vegetal uno de los que se llevaron desde España á América, al estado de plantas vivas. Como otros mu- chos árboles, fué llevado el olivo primero á las Antillas y vegetó en aquella isla, pero sin fructificar, ó si acaso muy escasamente, como consigna haberlo observado el naturalista Oviedo. Lleváronse después desde Sevilla olivos, á la América central, y especialmente podemos consignar aquí los adquiridos y enviados por la Casa de Contratación en el año de 1620, como consta por el asiento co- rrespondiente de su Libro de Tesorería (1), según el cual se compraron por la Casa á Juan de Baena, alcalde de la villa de Olivares, próxima á Sevilla, sita en la comarca llamada de Aljarafe, y renombrada por eus grandes y excelentes haciendas de olivar: ♦»ir0fircienttt» cincuenta ««rtitca» í>c rtccijtitní»» (ttlinoe) #a- ca&a« ^c cxxa\0 é cailcva." >'»í mil tj ^^?í^cicnt(l» cetactt» &cl0aíia<& í»c aceituno»." De las cuales se hicieron los plantones, que sembrados en sus ti- nas, fueron llevados á las naves. (1) Archivo de la Casa en el de Indias. S9 — 2— */g EL ■ OLIVO 397 Algo más tarde, y por el mismo procedimiento, fueron llevados desde Sevilla á Veracruz, y de esta ciudad á Méjico, los plantones de olivo, en cumplimiento de.la Cédula de 31 de Agosto de 1631 en que se ordena á los de la Casa, entre otras cosas (1): "i^ne be ctciiti atielante toiioet loü ntae&ive& c|«c fnevan á xxtxeütvaü %)niiiix&> Uexte cñtta nito ^£^lí»ft eti an navio Ict catt- ttí»rt^ que le» ^ctvecieve (á la* be la ®a«tt) be planta» be vi- ñcte, é olitt<»0, be manera qne nin^nno pavtie&e «itt Uevav al^ntia ta«tii»aí>." A estas órdenes se refieren sin duda los de la Casa, contestando en el mismo año (2): "ij lo be la» í?lauta» be olitjae, é vibea, é otv0& ávbole», ael &e Ija becljci c\ne la» lleven e»ie año tobe» lo» navio»,** » Olivas y olivares, escribe el P. Acosta en la segunda mitad del siglo XVI, también se han dado en Indias, digo en México y en el Perú, pero hasta hoy no hay molino de aceite, ni se hace, porque para comer las quieren más, y las sazonan bien» (3). Cuando algo más tarde, en el siglo XVII y también en el Perú español, escribía su Historia del Nuevo Mundo el no menos docto Ber- nabé Cobo, refiere que con la abundancia bajó en extremo el precio de la aceituna, á medida que los olivos se multiplicaron, pues en 1696 se vendía *el almud de aceituna en dos pesos; mas al presente se suelen vender las aceitunas á dos pesos la hanega. » i Muchos años pasaron, escribe el mismo autor, sin que se cojiese aceite, aunque se cogia buena cantidad de aceituna, porque toda se conservaba en salmuera y se vendiapara muchas partes, asi deste reino como fuera de él, la cual como fruta nueva tenia salida, y los dueños de olivares ganaban más vendiéndola desta manera que haciendo aceite delta, hasta que de pocos años á esta parte, habiendo venido en muy grande aumento los olivares, y recogién- dose gran copio de aceituna, se comenzó á hacerlo aceite, como se hace ya en muchas partes deste Reino, y muy bueno, y en gran cantidad t (4). En Méjico, no obstante los esfuerzos hechos no se hacía aceite, y tampoco se generalizaron los olivares, y refiere Humboldt no haber visto sino un hermoso olivar, que era del Arzobispo, á dos leguas de la ca- pital (6): (1) Archivo de la Casa en el de Indias. 148 — 2 — '2. En otros párrafos de la misma Cédula se expeoifica que análogos envíos fuesen entregados al Presidente é Oidores de la Audiencia de Méjico. (2) Archivo de la Casa en el do Indias 143 — 8 — 11 (3) Historia Natural y Moral de las Indias, tomo I, pág. 416. (4) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 384. (5) Estudios aceren de Méjico, tomo I, pág. 3G6. 100 398 EL OLIVO t Este olivar, agrega, viene á dar todos los años unas doscientas arrobas de aceite muy rico. » En tiempos de este escritor, y según él mismo refiere, habían lleva- do los españoles el olivo á las misiones de Nueva California, principal- mente cerca de San Diego: < Los provechos que ha acarreado el olivo á esta tierra, dice el sabio autor 4e la Historia del Nuevo Mundo refiriéndose al Perú (1), son muchos y de <;onsider ación, porque ultra del mucho aceite que ya se hace, pues ya hay oli- var de este valle de Lima en que se cogen de dos á tres mil arrobas y de la aceituna que se gasta, y que es en muy gran cantidad, la] provee también de leña, especialmente á estos Llanos donde es grande la falta della, respecto de no llover, y para suplir esta necesidad se han ¡plantado muchos olivares y ma- yormente en este valle de Lima, por crecer aquí el olivo muy en breve con el riego, y tenerse por no menos utilidad su leña que su fruto. » Esta aplicación del olivo para leña en el Perú, que consigna el Padre Acosta antes de 1590, es de importancia por ser una producción que ha durado hasta estos tiempos, debida muy principalmente á la pobreza ó, mejor dicho, ausencia de árboles en muchas de aquellas regiones según ios autores de los primeros tiempos, y entre ellos el naturalista Oviedo. Al terminar el siglo XVIII, según los datos de Mercurio Peruano del año de 1 792, sólo en la provincia de Arica perteneciente al Perú espa- ñol, se produjeron cuatrocientas mil arrobas de aceite. Fué sin duda una interesante odisea el viaje de los primeros olivos, que al estado de planta viva y con los medios de trasporte del siglo XVI, fueron llevados á Lima desde Sevilla por Don Antonio de Rivera, uno de los primeros pobladores del Perú español, que en el año de 1 560 re- gresaba al dicho país, según los datos que consigna en su obra el diligen- te Bernabé Cobo (2). Compró también Rivera los plantones en la comarca del Aljarafe próxima á Sevilla, y preparados con su tierra en unos ti- najones ó macetones, lleváronlos las naves desde Sevilla al puerto de Nombre de Dios en la América Central; desde aquí fueron llevados por tierra á Panamá, y embarcados de nuevo en este puerto del Pacífico, los condujeron las naves hasta el Callao de Lima. Este admirable viaje de los olivos sevillanos, con los medios de que ala sazón se disponía, hace acreedor de merecida fama al celoso D. An- tonio de Rivera. Llegado que fué áLima con sus interesantes compañe- ros de viaje, de los que parece llegaron vivos sólo tres plantones, hospe- (1) Bernabé Cobo S. J., tomo II, pág. .385. (2) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 282. EL OLIVO 399 dolos Rivera en una huerta de su propiedad inmediata á Lima, y que fué después Convento de Monjas Concepcionistas. Es de creer que los tres olivos andaluces llegados vivos al Perú merced á los solícitos cui- dados de su dueño, escitaron el mayor interés en la nueva ciudad espa- ñola y esto explica que, temeroso por ello Rivera, hiciese custodiar su tesoro por varios indígenas. Pudieron sin embargo más que su celo, la codicia y el ingenio aje- nos, y es lo cierto que una de las custodiadas plantas, desapareció de la huerta de modo misterioso, sin que pudiera averiguar Rivera quien fuese el raptor de esta nueva Elena, que navegando por el Pacífico á impulsos de una voluntad sin duda poderosa, no se detuvo, según pa- rece, sino algunos centenai'es de leguas más al Sur, en tierra de Chile, en la que desarrollándose con presteza, dio pronto retoños y varetas que permitieran su reproducción. ten tres años, dice otro grave escritor (1), crió retoños con tan próspero suceso, que no se ponia en Chile renuevo alguno por delgado que fuese, que no se hiciese en poco, hermoso olivo. > Pero parece que no había terminado aún la odisea del joven olivo andaluz, y es lo cierto, que después de pasados tres años y de obtenida en Chile su deseada reproducción, reapareció el olivo de nuevo en la finca de Rivera, más lozano y vigoroso que antes, con grande asombro de su dueño y de cuantos supieron su ausencia. Tanto era el celo y el empeño puesto por los españoles para enriquecer aquellas tierras, con los árboles y las riquezas vegetales de España. ¡No ha de extrañarnos por tanto, que, merced á sus trabajos, así los consiguieran! La tradición de los referidos hechos explica que, como en el año de 1 709 hubiera sido electo para regir cierto Convento de Lima un Pa- dre llamado Alejandro Paz que era nacido en Sevilla, fuese festejado por sus partidarios con la siguiente cuarteta que inserta on su obra el ya ci- tado P. Cappa. De Sevilla fué el olivo primero que vino acá. Vítor por Sevilla, vítor Vítor por el Padre Paz. (1) D. Bicardo Cappa en sus «Estudios críticos,» tomo III, p4g. 289. 400 LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR Desde las islas Canarias, en lasque muy recientemente habían intro- ducido los españoles su cultivo y elaboración, fué llevado 4 las Antillas este valioso vegetal que había de enriquecer para siempre algu- nas de las regiones, que hasta entonces habían podido ser consideradas, como de las más pobres del Nuevo Mundo. Las primeras plantas de caña dulce fueron llevadas por el mismo Cristóbal Colón en aquella memorable expedición de 1493 en la que asis- tido de todos los medios por su protectora la inspirada Soberana de Cas- tilla, pasó al Nuevo Mundo con numerosa armada (17 buques), llevando en las naves castellanas labradores y hortelanos, plantas y semillas, y animales útiles de varias clases, y de los que tan pobres mostraban ha- llarse las nuevas tierras: "eiue tttttjan, Mcf n loe ^etje& en piatjo be 1493 (1), en la avntaba cfite ntaniíanto» Ijaccr, pava la» i^la» que «e lyctn ite^- cnbiexiCi vieinte Ijombre» ite cantví'i Vi nno Cine tiepa Ijacctr ace- <\nia»i que no ^ea xnovoJ*^ Debieron ser estos labradores castellanos, de las primeras víctimas del paludismo y fiebres de aquellas tierras, pues en la Carta enviada á los reyes por Colón desde la Isabela (2), pide nuevamente provisión de trigo y de cebada: "iíc la cual, Mee ei ^Imitrctnte, pava eeie año »e Ijtt Ijecljo peco, p0v<\ne aitoieí^cievon actucUtr» pociniia iabvabave»*'^ y agregaba con respecto á las cañas de azúcar que: ♦♦ttnae p0(\n\ia& c\xxe &e pn&ievon, Ijan :ítvettMl»ír." Consta, sin embargo, que como ocurrió con otras plantas, no pros- peró en un principio ó no se supo llevar adelante el cultivo de la caña en los primeros años, y ya lo indica el diligente Anglería diciendo pre- cisamente de estas primeras plantaciones (3): (1) Carta de los Reyes á su Secretario Zafra en 23 de Mayo de 1493. (2) En 30 de Enero de 1494. (3) Década 1.*, tomo I^ pág. 164. Esta primera Década de Anglería fué publicada en Alcalá de Henares en 1511. LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR 401 '. . , í . . . « Raices de las cañas de cuyo jugo se saca el azúcar, aunque sin jugo que coa^le, criaron hasta en quince dias cañas de á codo. » Por esta dificultad, ó por haberse perdido las primeras plantacio- nes en las luchas que con los naturales sobrevinieron, acaso se perdie- ron las primeras cañas sembradas, porque, según varios autores, fueron lle- vadas de nuevo desde Canarias. De todas maneras, es lo cierto que du- rante los últimos años del siglo XV y primeros del XVI no se hizo cultivo de la caña, ni se obtuvo tampoco azúcar en la Española. Consta «n efecto, que todavía en 1511 no se producía en dicha isla, ni el azúcar necesario para el consumo de su corta población europea, y que eran aun bien escasos sus recursos en determinadas materias, como lo manifiesta la Cédula de Julio de dicho año, en la que dice Fernando el Católico álos de la Casa (1): ftoltt totttttiíttn C(*r0ct en ©ttiturttie í»e lo:» i^oact» c\nt svtxn ns- ce&avxaíi pava Irt* ÍJnMcte, é tt^ora si ^IxnivaxxXe (^, ^iepo ®<»- lon), xxxK \)fx cftcripto (ixxe ni» íicjcan ni crnteienten á ioü tale» capitanea cctvfícti? coact nin^itttct, é c\xxs sxx la Mclja tola tienen ntttclja neceoi^ai> tue algitno* i?ana&<*0 é ttttcet», é a?ncai;, é ton- ftcrtja©, é otva© coaa» iie qxxe la Mclja tela no c&tá pvaft, é toíra» la» otra» co- «a» qtte aeatt ttteneetex- en la Mcija i&la C[B»í»anola." Cuyo documento manifiesta claramente que no había aun pro- ducción de azúcar en la isla, y que era aun bien pobre en ganadería, y en otras materias alimenticias, pues reclamaba todavía el auxilio de la comida en conservas, las cuales debían en aquellos tiempos ser más caras, y más imperfectas que hoy. De la primera producción de azúcar en la Española, encontramos un precioso dato en los Libros de Tesorería de la Casa, tan cuidadosa- mente llevados en aquella época, por su primer Tesorero el Doctor Ma- tienzo. Es este el asiento hecho de haberse pagado por el Doctor (2): (1) Archivo de la Casa en el de Indias U?9— 1— 4. — Dada en Tordesillas á 25 de Julio de 1511. (2) Id. id. id 39— 2— 3/j. Asiento de la fecha referida. Aunque re- fiere Oviedo que él mismo trajo en el año anterior las primeras muestras de a/úcar, su parti- cipación personal debilita algo el aserto, y nos atenemos k los documentos; por lo demás, la afirmación de Oviedo, al referir á un año antes, la elaboración de unas primeras muestras de mzúcar, lejos de desmentir, comprueba en su esencia lo que los documentos roanifíestan. ■ 101 402 LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR **(Bncnatv0 be |titlio i»e 1517, «ei» bucixifc» be ovo al jcortrctt ^0bvi0neh Cfue el Unte* 29 be ^nnio be 1517 llevó^be e»ta ®rt«rt á ^abvib en cnatvo bia» natnvale&i cavta& pava . ^. ^■^^^qáiutiítol^)^ , ■■"Skaa»*!,-- §:^« 3^31» C0n l0» env0ltovi0» é caviar é una caxeta pequeña 0clíavaba que i»ií xtcttia cañafx&tcla, é ajucatr, é alo.ob0n qu* la* ^^» (f^evónitno» que ve^iben en la (B&pañcla nú» en- viav0n pava ^^» Jt Jl», en icta nctí»* be 3ínan (f^inovea é @crá- nittto ^úbvi^neh Cíne llegaron al vio be e&ta ^inbab el 29 be Rutila be biclja año be 1517,'* Regía eu Castilla á nombre de Doña Juana, el Cardenal Jiménez de Cisneros, que había enviado á las Antillas á los referidos PP. Gerónimos y á él fué enviada por el Doctor á Madrid, juntamente con las cartas "liara ^g:, Jl^t»" esto es con la correspondencia oficial, la ^^peqneña caxeta, ocijavaira/' que contenía las muestras de "ajucar, al0^?^t>n é caitrtfífttoia," y esto con tal premura que la caja referida, junta- mente con el correo de América, salió de Sevilla el mismo día "39 be ^ttnit»," de en que llegaron las naos, lo que manifiesta cuan recomen- dada y cuanta importancia se atribuía por los Jerónimos y por el Doctor^ á la pequeña caja remitida. Evidentemente, la pequeña muestra de azú- car enviada de la Española, lo era como cosa notable y nueva, y el algo- dón no era simplemente del recogido en el campo por los indios, sino fruto de uno de los varios cultivos que se sabe emprendieron en la Espa- ñola los Jerónimos, enviados allá por Jiménez de Cisneros como personas de no vulgares conocimientos. En cuanto á la cañafístola de la India (1) (1) La cañafístola (cassia fistularis) se empleaba en medicina. Existia en las Antillas; pera era una variedad menos eficaz. La sembrada por los .Jerónimos, fué de la traída de la India y se propagó rápidamente en las Antillas. LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR 403 fué efectivamente sembrada y cultivada por los Jerónimos en la Espa- ñola, según consigna el naturalista Oviedo. La grande importancia de la industria azucarera con la que Espa- ña enriqueció para siglos á las Antillas, es justa causa y razón para que tratemos de hacer aquí una infoi'mación algo completa de este asunto que por fortuna puede seguirse paso á paso en los Libros y en los docu- mentos de la Casa de Contratación (1). Recibió el Cardenal Cisneros con el mayor aprecio las muestras que en la cajita se contenían, y sobre todo las del azúcar y el algodón, pues en su carta de 22 de Julio, concluye el ilustre gobernante su con- testación á los PP. Jerónimos (2) diciendo: "grt caxa con el ctíitcar, é con el al^oiton, é cañafx&\ola qxxe cmña«tci0 vecibitnoft, tj pavéceno» qne &e ijarirt ttlU bien el ajucar, tj el al(iot>on. ^e^tev ©avbinttU» ^isuíanice." Pero en aquellos días precisamente, caía postrado de su última en- fermedad este ilustre castellano, que después de algunos meses de sufri- mientos, espiraba por fin en Roa el ocho de Diciembre del mismo año, y con él cesarían también antes de mucho el poder y la confianza que en los Jerónimos se había depositado, dejando por fin la empresa aco- metida en las Antillas. El cultivo de la caña y la elaboración del azúcar no cesaron (3), sin embargo, y merecieron por cierto una cuidadosa protección al Gobierno de la Patria Española. Por este tiempo, en efec- to según nuestros antiguos autores, se establecieron en la Española pri- mero, y después en otras islas, fabricaciones de azúcar provistas de me- canismos necesarios para su objeto, ó sea de los ingenios, como entonces se decía, y que dieron su nombre alas fábricas creadas. La instalación de estos ingenios á la manera que habían sido esta- blecidos hacía poco por los españoles en las islas Canarias, fué como deci- mos, celosa y aún minuciosamente protegida por España, apenas se hu- bo iniciado la elaboración del azúcar. Acerca de esto son tan bellos y elocuentes los documentos registrados en los libi'os de la Casa, que no de- (1) Afirma un autor no español, que al establecerse los españoles en Santo Domingo, donde tuvieron que crearlo todo, absolutamente todo cuanto el hombre necesitaba, «no tuvieron otra cosa más perentoria que fabricar naipes con hojas de árboles» y en efecto así se ha escrito esta His- toria. Alude, según parece, dicho autora las hojas del copey (clussia rosea L.), que por cierto fue- ron examinadas á virtud de una Cédula, para saber si eran ó no aplicables á la escritura, por haber sido utilizadas por los nuestros en algún caso en que no tuvieron papel para escribir. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 5. Dada en Madrid en la citada fecha. (3) Según Herrera, se debió á los Jerónimos, la instalación en la Española de los primeros ingenios de hacer azúcar, y para cooseguirlo premiaron con 500 pesos la fundación de cada uno. Análogamente se procedió, como veremos, en la isla de Cuba. 404 LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR bemos añadir á ellos casi una palabra. En Julio de 1620, y con objeto de proteger y facilitar la instalación en la Española de los ingenios destina- dos á la elaboración entonces iniciada, fué expedida por el Principe á nombre de su Madre D.^ Juana, la siguiente Cédula (1): "Jltt?0ti;ro0 ofíciñle» Cfue ve&iM» en Ict ^^pañola (la he- penitencia ttUi ite la ®aea í>e ^cttitla) é loe- nneatvúa ^Inxoxa- vxfe& é vecabiiai>0ve& í»e iae ventas^ tte ^^Intoxavifa^^o i>e la Mclja H<t. üa aabeisí la volnntatt qne la (acatólica ^exfna nti ^eñova, (su Madre Doña Juana), é ^ó Ijabentca t^niba é te- nenxoa albien^ población^ é ntnltiplxcacion ite la Mcija Hfirlct, é l0» ventelii0& qwe pava «Ua »c lyan bn&caiio é pvocnvabo* i& »otj ittfotrntalnj cjwe nnc he lc& pxincxpale», e& la 0van\evia qne en ella^e Ija conteixiaita á Ijajer éae Ijajc he la-a ini^enio» he arencar, lo* cnale& á ^icm ^vaexae- van en nxnclja ctbuit- iirttttcirt, é el licenciaho Antonio ^ovxaxxo en nantbve he&a Mcljit ^•skla nte Ijijo velación qne á canaa he »ev taxx coeto^o el ehi- ficio he loa hxcljO0 ing^enio^i é lo& xnateviale» é Ijevvaxtxienia» pava ello& xxece&avia0t tj qne &e llevan he&toei veinoí> é lo» veino» vecinos he&Xa la hicVfa i&la xxo iexxev poeibilihah pa- va lo* í¡,o&XeneVi <&evia canica qne la Mclja erani^vict xxo pa^a^e nta* ahelaxxXet »nplicáxxh oxne xnaxxha>üe qne he la* l)evvaxnien- ta«r, xnaXeviale» é otva* coaa» qxxe he^Xoa ^eino» lleva^exxt pava el ehx^cio é labor he lo» Mcljo» inüettiíJaj no «c le& pi- hxe^e ni lleva&en hevecl)0^ he ^Intoxavifaigo, ni otvos- al0»t- no9^ ó íonto la nti xnevceh fne^e, @ |)ó, pov la* íticlja* cab- »a*, tóíjclo pov bien* ^ov enhe^ ^ó no* tnanbo, etc," (Sigue la parte dispositiva para que no se cobren los dichos derechos. "¿ ntattbo, concluye la Cédula, »e Xonxe la vaf^on he **ta pov lo* nne*tt:o* ©ftcialc* qxxe ve^ihen exx la cinbaí* i>e gt^ni- lla, en la (S^a^a he ©ontratacion he la* |ijtt&ia*« .g^eclja en ^allal*ollí> á nneve he ^nlio he 1520» — Señalaba bel ®l»i*iíO he ^nv^o» é he gai?ata." Además de esta protección material, acordóse otra de mayor im- portancia y eficacia, la de facilitar y estimular la ida á las Antillas de hombres técnicos y prácticos, conocedores de la construcción de los in- genios de azúcar y de su marcha para la elaboración. Para ello, como el comportamiento de Pedro Arias en Castilla del Oro, no hubiera sido satisfactorio y hubiese sido nombrado para sustituirle Don Lope de (1) Archivo de la Casa eu el de Indias 139 — 1-6. Dada en Valladolid á 9 de Julio de 1620. LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR 405 Sosa, Gobernador durante mucho tiempo en las islas Canarias, expi- dióse, en Agosto de 1519 (1) una Cédula encargándole que á, su paso por dichas islas procurase recoger y llevar consigo á la Española ^'^ttxc&tvd» é ©ftcittle» í>e tjocet; iueento» he ctfttcav." La Cédula dice asi: ntxiicv ^c ffirtfttiUrt bel ©vo: 6cibc& (\ue lo» nxtcetroft Oftcictlí» i»« Iñ ielrt (lBeí.trtrt£»lrt, nxe \jan estcvxpto cfxte en ict &icljct %)&la ijtttj ntucija faltrt í>c ^laefttxroa i ©ftcialce t>e ijaccr injj^nio© íre rt?itcar, é iie la tnaniftciav (tixfxnnfactitvav, fabvicav) é \tcivqxxe cátux Mct 9e v*axx Ijacicnlta é tbiftcaníríí ntitcljo» in0í«i0»> ¿ ijrtij nvitn í»iopitaicton é apctvcf t> Vf*va ello, é »í»ij ittfotrtnci- iri? cftte en eott» IJelrt* &c ©anavia* Itrttj Ijavtoa pitteatvo» i Oftcirtlee trite iriitn á írtcljct Hala, »ina que t»l|juttci» íícrflutnaat ponen exx ello intpeMtnento, é por qxte ttoa, «tienlt^ne o» í»i0- po»te»j& para iven Unen ijotra trne&tvo tíittfe á Slo» 0evt»itr en el Mcljo oftcio (cavjio), pobveist ntneljo ijttcer ett atinter á lo» írieljo0 Ifblrteetvoft é Oficíales, é poínreie íte cantino, pitea Ijcibei» ^e tocar en la Mclja Dala llenarlo* á ella, xtcei ennio e^vt la preaente laa ffiartaa <\xxe nereia, para qne loa (!5olrernat>o- rea &e eaaa ||alaa, no lea potttian intpeMtnento en an ií*a, antea para ello lea atjn&en é faxtoreíert«> V">''^ entre D^^ ***** ntaníto é encardo, lea Ijanaia notificar laa tricl;aa ffiartaa, é procitreia por tol»aa laa niaa <\xxe pni»iéreí»ea, qxte á la i»i- clja IJala naijan loa tnaa l^aeatroa é ©ficialea cjne ae pwe- í»a, etc* "|)e ^arcelotta 16 í»e ^jioato te 1519,— Uó el |le»j.— |le- fre^t^a^a bel Secretario ffioboa, é aeñalaha l»e loa atttea í»i- cl)oa." « ^o hemos terminado aún. Apenas parecia asegurado el éxito de la elaboración del azúcar en la Isla Española, pensaron nuestros gobernan- tes en dotar también de esta riqueza á la mayor de las Antillas, Fer- nandina (2), como entonces se decía. Poblábase por este tiempo dicha isla; habíanse llevado de la Española naranjos y limoneros, y otros ár- boles frutales, cultivábanse allí las hortalizas llevadas desde España, construíanse nuevas poblaciones, y cambiaba además el aspecto de (1; Archivo de la Casa en el do Indias 139 — 1 — 6. En Barcelona á 16 de Agosto de 1619. (2) En Cédula de 1612, manifestaba Fernando el Católico deseos de que la mayor de las Antillas fuese llamada Feraandina; pero este nombre no prosperó, como es sabido, quedándole el de Cuba. 102 406 LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR aquellos campos, con la presencia en ellos nueva, de los animales útiles y domésticos llevados allá desde España, ó desde la Española, y la vaca, la cabra, la oveja y el caballo, alegraban aquellas verdes campi- ñas en las que en adelante y para serle útil, habitarían con el hombre. El establecimiento de la industria azucarera en la isla de Cuba, siguió tan de cerca á su implantación en la Española, que ya en Febrero de 1523, procuraban con la mayor solicitud nuestros go- bernantes proteger y estimular en la isla de Cuba la creación de di- cha industria, y para ello ordenóse á los Oficiales que en dicha isla residían, auxiliaran con préstamos de dinero á los que construyesen ingenios de azúcar. La Cédula dice así (1): "CSl $lftj: nuf«tt*íT0 ®ftclttii?f5 he Ict i&la íevitcinbina (be Cttbct); pov i|x« pov expeviencia &e ija wiato, (\ixe itc^vue-n q«e pUxQ0 á ^ne&tvo ^eñov (\ixe la avatx^ieviix hel afucax* &c co- ntenjrt&«, la Mcijct IJ&Xrt va exx acvecentaxnxcxxto, é abxxixbatxcia, ite Cftxe fie e&per:a vebxxtxbavá á lú& xjecxxx0& é p0\íiaifcve& beila ntttcijrt «tiUím&, é exxxxobiec'xxxxxenXo^ é tnrt& ^j^n-tctuiíntí», é <\xxe ^itcttt JtlcíftiTuevct exx eu nontlrtre, xxxe lji|<» x^elactott qxxe en eíia ijalrt, xxxxxe\)o& trecint»» é xxxovabcve» teila ctxxevxaxx ijct- %ev ingenios ij írarse á ia hicljrt {jvctngcvia, ty cine á eab&a he &ev xxxxxxj cosrtoecf el eíriftci** be I0& bxcljoí- injienios, é lo qxxe se reiTttieve pai:a los a».t&tenev, Ict Mcljct ijvcinitevia xxo &e pobvxa contenjcti; ni pevxxxaxxeceXi «i |lt>e xxo xxxaxxbá^exxxo^ pve&iav á ctltjnnaa ^íevsujncts ctlmtnct cantihctíí í>e ntctt-aneM- «e»»»*,» «rnplicitnííatne xnaxxba^e ctaí pvoxteeVi é contó fia tni nteveeh fitefte» @ pov qxxe %)ó tengo ntneljct noUttttctlr cjne lo« tjecino» xy poblabove» be&a ^ala (be ®ttba), treeibcttt tnet?ceir en toho lo cftie on{et*e Utíratr, tj gne en esto pov aer eoao tan necesaria acatt fanovecihoa é atjn&aí»oa, tónelo pov bien, pov exxbe l)ó uoa tnaníro, itoa infovtneia iitté v*i*<*t*»aa Ijctijeneatt ^ala, cjtte tengan ntaneva, ó contienjo i.tax*a Ijacev ingenioa iré afncar, xj i\xxe xxo tettgan poaibilil»aí> í.tat*a pov ai aoloa Ijajer xxtx ingenio, é qxxe aean :^tcvaottaa Ijontrahaa, cxtal á ttoaottroa íjatrecietre, tj á loa cute be eata cnalihah Ijnltiere, etc,'* (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1—6. Dada en Valladolid, 18 de Febrero de 1523, Esde sentir que al registrarse por los copistas esta Cédula en los libros de la Casa, haya sufrido algunas mutilaciones, y presente su hermoso estilo algo deslucido con repeticiones. LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR 407 Sigue la parte dispositiva, mandando prestar cuatro mil pesos de oro (1) y termina el documento ordenando sea: "tontrtínt vttfCín &i?ettt nneetvct Cliítuia pov le»» íttt^^H'oa ©ftcialea i\ixc ve&iben en Sevilla en la ©asa be ©otttfttta- cicn ite la» ||ttí»ia«»— ^cclja en ^ailaholií» á 13 &ia«í>c ^ebvevo he 1523.— ©I lletj.— tlcfren&a&a be ©alroa ©eñalaba bel ©antcn- írahor |tlat|or be ©astilla é be ©avtiafal." Que no fueron estériles estos inteligentes esfuerzos y desvelos del gobierno de la Patria Española, cónstanos porque en esos años precisa- mente comienza la exportación de azúcar á España desde aquellas An- tillas que en 1611 no producían ni para su escaso consumo y de las que en 1617 se enviaba como cosa notable una tan pequeña muestra de azúcar á Jiménez de Cisaeros. La producción de azúcar continuó sin duda desde dicho año, y aumentó después tan rápidamente, que cinco años más tarde en el de 1522, venía cargada principalmente de azúcar para Sevilla una nave española. Así consta por la Carta que en 1522, dirige el Príncipe, al Rey de Portugal y que está también registrada en los Libros de la Casa y dice: '^^cveni&itnc é nxnij aniabo faetj é principe, ftc. |l<»s «nttiamos al §ecx*etat*icr ©viat0líal ^artr^sa :^tara quf be nneütva pavU xn?» ijable la qne bel &abex&, acerca be la nao be nn ^Imtsa be la ^IgaUa nucstva waíralla, que trintcní»a be las mtcatcas ||ubta6 par: c»tc me» be ^av^a pa&aba can cierta ava, xj per:la&, tj ajjtcav, xj atrae casa», fné taxxxaba pav xxn carearla f ranee» en la ca&ta be wte»tra« |íeina», xj í>e»i.tite» calrra&a can fatrar iré ttwc&tra armaba, qite axxba en ^txavba be la ca»ta be wtteotra |leina, etc.'* Sigue la Carta de creencia (o-edencial) para el enviado á fin de que fuera devuelta la nao, y termina: "en la itue recilíirentae einjinlar camiílaceucia. ©ocri^ta en pitarla á 23 íre lílatja í»e 1522 aita».— IJebra be la» ffia- ba» decretarla.— Señalaba bel QHxiñpo be^xxv(ia&xj gai-tata." De este maestre Alonso de Algaba y de su nao, hemos tenido oca- sión de hablar anteriormente, por habérsele pagado en la Casa á fines de 1620, el flete de cinco tinas con plantas vivas, que con mejor fortuna acababa de conducir á las Antillas. (1) Según Herrera, habíanlo hecho así en la Española los Jerónimos, subvencionando con q'uinientos pesos la instalación de cada nuevo ingenio. 408 LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR « El año anterior, dice Angleria en 1622, cierto Florín pirata francés (1), robó una nave que venia de la Española con sesenta mil dracmas de oro, seis- cientas libras octunciales de perlas, y dos mil arrobas de azúcar.* Tres años después de esta reclamación, Angleria, el mismo Angle- ria, que era uno de los ilustres miembros del Consejo, y que daba en 1493 las primeras noticias de las desoladas Antillas, dice, congratulándose por ello, en carta dirigida á su amigo el Arzobispo de Cosenza (2): "|lí>* ijan llí0rtíKr íre la ^ítpañolct tve& etnbavcaciotteet cavactiKXü tte peinen íie ctjwcciv 17 pieles tu? bnetj, lita cxtctU* tt^tu^t^ttn tctnto en la& |)ela* (tci» ^ntillcte), qnc no ínxben que Ijrtcet; can eUa&, ©reten tatnbien aiva» ntevcancitt»," La riqueza de las Antillas había quedado constituida por España sobre bases firmes y duraderas. Basta. Recogíanse en aquellos años de 1520 á 1625 los inmediatos frutos de los esfuerzos hasta entonces realizados, y del espíritu que á los Grober- nantes españoles animaba, consignaremos de entre varias, la Cédula que estando en Sevilla la Corte fué expedida en Febrero de 1511 (3) para hacer los primeros puentes y ca minos en la isla de San Juan de Puerto Rico, separada recientemente de España por una acción extranjera, y cuyo documento dice: "ÍIBI ilc»j (í^etrnaníro el fficttáUca) ^0v (\itant0 pov pavte be ^ae, el ®<»nc«ío, ^n&ticia tj ^e0iírore& ©ftcictU» é ^útne& bueno» be la U^lct be ^ctn Jíntttt, Cfne e& en la» ^nbia» bel nxav ©créctno, me ijct ^ibo feclfa ve- lación <\ne la Mcljct i»la e» nncnctntpntc i?crirlrt&tt é Ijatj ntn- jctjasí avvoxjo&i é vio» ^vanbe», é i»'xevva» nxnví a^vian^ pava lo enal ijcttj tnuclja ncce&iíníí» be Vfacev al^nnite pnenXe» é camino» é cal^aba»i pov bonbe lo» vecino» é inovabove» be- lla» pnbic»en anbav »in peli^vo, é (\xxe á cab^a be ax^ev txxxxxj poco tiexnpo qxxe la biclja ^»la »e pxxebla, é contó no tcntja ^vopxo» (be lo» ctxxe en la ^cninenlct »e vepavaban lo» ca- ntinoa) no Ijaxj con qxxe »e pxxeban Ija^ev la» biclja» pxxen- te» é caxnixxo»t é calj.aba»^ pov exxbe nxe »xxplicábabe» c\xxe, pov Ijacev xixevceb á la biclja i^lcí, é povqxxe xna» »e exxxxoble^cat »e le xnaxxba»e qxxe pov el tiexnpo que nxi volxxntab fxxe»e, »e (1) Por su nombre .luán Verrazano, nacido en Florencia;' pero al servicio de Francisco I de Francia. — Angleria, tomo f, página 75. Carta al Arzobispo de Corensa, 19 de Noviembre de 1522. (2) Carta al mismo desde Madrid, 22 de Febx-ero de 1525. — Década, tomo I. pág. 89. (3) Archivo de la Casa en el de Indias. 139-1-4. Cédula dada en Sevilla á 26 de Febrero de 1151* LA CAÑA DULCE Y EL AZÚCAR • 409 le ijicierr nievccí» tte Icta psxxa& be cátnava para (\ne be lo» nxavtxvebi» c\xxe cvieve ijttcev lúe bicijae ^.utentee é ctxl^ñbix& é cottx0 IJó pov la tnttcija in>i»ttttaír í\xxe textao qxxe la bxclja ^-sla be §ttu ^itcitt 0C v"ílíle é ennoblezca, é ií»« tjpjina» é xxxovaba- ven bella pxxeban anbav nxa^ «pjjwr*»* pov leu eaxninoü, lávelo {Xxwelo) povbxen, etc.— J)ó«l|íctj.— |Jar ntrtttbabo be *tt ^l\e\ay $:Ope ffioucljiU»?»." Y sigue la parte dispositiva. Esta Cédula registrada en los Libros de la Casa, fué dada como decimos por Fernando el Católico durante su estancia en Sevilla en 1511. Volviendo á ocuparnos del azúcar, consignaremos aquí que después de establecida en las Antillas su elaboración, llevaron los españoles al Continente la caña dulce y establecieron allí también su tratamiento, y antes de terminar el siglo XVI escribía el P. José de Acosta en su cele- brada Historia de las Indias (1). *El azúcar es otra grangeria tnas general, pues no solo se gasta en Indias, sino se trae á España harta cantidad, porque las cañas se dan escojidamente en diversas partes de Indias (América) en Islas (en las Antillas); en México, en Perú,, y en otras partes han hecho ingenios de grande contratación. Del de la Nasca me afirmaron que solia rentar de treinta mil pesos para arriba cada año. El de Chicama junto á Trujillo también era hacienda gruesa, y no- menos lo son de ta Nueva España, porque es cosa loca lo que se consume de azúcar, y conserva (dulce) en Indias. *De la isla de Santo Domingo, agrega el mismo autor, se trajeron en la flota que vino ochocientas noventa y ocho cajas y cajones de azúcar, que siendo de las que yó vi cargar en Puerto Rico, serán á mi parecer de ocho arrobas. Es esta del azúcar la principal grangeria de aquellas islas; tanto se han dad& los hombres al apetito de lo dulce. » Desde las Antillas llevaron los españoles á Méjico la caña dulce y la industria azucarera y por Veracruz y el Pacifico se exportaba á España y al Perú. Consígnalo así Gomara diciendo (2): t Ademas del oro y la plata, México dá también mucho azúcar y cochini- lla, dos mercancías muy preciosas, plumas y algodón. Pocos buques de Es- paña vuelven sin cargamento, lo que no sucede en el Perú,. Es excelente tierra y muy poblada, y nada le faltaría si lloviese mas. La nueva España envia al Perú, caballos, carne de vaca, y azulear. » (1) Historia ile las Indias.— Sevilla 1590, tomo I, capítulo XXXII. (2) Oomara, Conquista de Méjico. En su edición de Medina del Campo 1553, folio 139, que cita Alejandro Humboldten su «Estudio de Nueva España». — Madrid 1818, tomo I, pá,g. 378. 103 410 OTROS VEGETALES A fines del siglo XVIII estimaba Alejandro Humholdt el consumo de azúcar de México en más delibras 34.775.000 su exportación 13.584.000 importan libras 48.359.000 « *diez años há, agregaba el sabio alemán en vísperas de la separación del México Español, el azúcar de Bengala y el de Nueva España eran muy poco conocidos en Europa y ya rivalizan ambos con el azúcar de las Antillas (1). Pero ¿qué son estas cifras para la enorme riqueza producida por la gran Antilla al tiempo de iniciarse su separación de España, que cons- tituían á Cuba en uno de los países más ricos y prósperos del Mundo? XI OTROS VEGETALES EXÓTICOS Además de la caña dulce, que por ser de reciente importación^ po- día considerarse aún como tal por ser moderna en España, lle- varon los españoles desde el Asia los tamarindos, y una naranja de gran tamaño, venciendo para ello las dificultades de una travesía tan larga como lo era la del Pacífico, cuando no existía aún el vapor. De la India, recién descubierta entonces, llevaron los nuestros la Cassia fistularis ó sea Cañafístola, empleada á la sazón en medicina, y distinta de la cañafístola común que se prondacía en las Antillas. Fué sembrada primero en la Española, según refiere Oviedo, en los primeros tiempos, y vemos comprobado en los documentos de la Casa, en los que consta el envío hecho en 1517 por los Jerónimos de las muestras de la cañafístola, obtenidas juntamente con las del azúcar y algodón, y fué después también sembrada en el Continente. Describe este árbol el autor de la Historia del Nuevo Mundo elo- giando con razón su belleza, y dice: Recordaremos que el nombre antiguo de la remolacha era en Es- paña betabel, procedente sin duda de betterabe. Existía en las Antillas el plátano silvestre, cuyas hojas servían para cubrir los techos de las casas, y desde las islas Canarias fueron llevados á la isla Española primero, y después al Continente, los plátanos culti- vados (Musa paradisiaca L. y Musa sapientum L. y otras) (2). Estos pláta- nos, fueron llevados según parece en 1616 por Pr. Tomás de Berlanga, Obispo que fué de Panamá, y según el naturalista Oviedo (3): « Truxéronse los primeros, según he dicho, de Gran Canaria, é yo los vi allí en la misma ciudad, en el monasterio de San Francisco el año de 1620, é asi lo hay en otras islas Fortunadas, é de Canaria.* Algunos de estos plátanos llevados por los españoles al Nuevo Mundo desde Canarias, habían sido aclimatados v llevados reciente- mente á estas islas desde África, y conservaron por su procedencia el nombre de plátanos de Guinea. De conformidad con Oviedo escribe el autor de la Historia del Nuevo Mundo, y sea cierto ó no cierto, desde la Española fueron lleva- dos al Continente dichos plátanos, que fueron importados primero en la América Central, y más adelante en el Perú, y según el referido Berna- bé Cobo (4): *A este Reino del Perú, se trajeron luego que se comenzó á poblar, y se plantaron los primeros en una huerta, á media legua de esta ciudad de Lima. » Por cierto, que en la época antes citada, se hizo sentir en la Espa- ñola una terrible plaga de hormigas que creyeron algunos llevadas de Aírica ó de Canarias, y que allí tomaron mayor desarrolloj ó que acaso fueron de las mismas del país, que en el enriquecimiento anómalo y ex- traordinario ocurrido entonces de aquella Flora, encontrayin condicio- nes excepcionalmente favorables para su multiplicación. (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 434. (2) Primeras noticias de la vegetación americana. — Conferencias ante el Ateneo de Madrid, por D. Miguel Colmeyro, Rector de aquella Universidad Madrid 1892, pág. 33. (3) Historia íxeneral y Natural de las Indias, tomo 1.°, pág. 292. Í4) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 444. 412 FLORES Esta plaga se presentó en 1519, y alcanzó su mayor desarrollo en los dos años siguientes, habiendo sido tal: tía destrucción fecha, sobre todo en los cañafístolos, naranjos, y otros ar- boledas provechosas, que amenazó causar la despoblación de la isla.* Con razón ó sin ella, atribuyóse entonces á los plátanos la multipli- cación extraordinaria de las hormigas, y asegura Oviedo que se arran- caron muchos en Santo Domingo en el tiempo que duró la plaga extra- ordinaria de las mismas. Es verdaderamente curioso, y queremos consignarlo aquí, el hecho de que en 1543, y hallándose, bajo el punto de vista que consideramos, la recién fundada ciudad de Lima, en condiciones bastante análogas á las de Santo Domingo en 1519, se presentase también una extraordi- naria plaga de hormigas. Como en Santo Domingo ocurriera, achacóse á los plátanos importados gran parte ¿e culpa por el extraordinario incremento de las hormigas y según consigna el ilustre autor de la His- toria del Nuevo Mundo, en el cabildo del 15 de Enero de 1643, y á pe- tición de Juan Fernández, Procurador que era de la ciudad, ordenó el Ayuntamiento de Lima fuesen arrancados todos los plátanos que había dentro de la ciudad. XII PLORES Si no se han conservado sino por casualidad, datos completos acer- ca de la aclimatación y propagación de importantes vegetales, menos ha de extrañarnos queden pocos antecedentes acerca del modo y la ocasión, de haberse llevado desde España las flores que juntamente con las allí existentes, habían de alegrar y embellecer en adelante los campos, y lo9 jardines de la América española. El orden seguido fué en general el mismo que para los vegetales úti- les, habiéndose llevado las semillas y en algunos casos las plantas vivas, primero á las Antillas y ala América Central, más tarde á Méjico, y á Chile y el Perú, y algo después al Río de la Plata. Como muestra, consignaremos aquí la introducción de algunas de las ñores llevadas desde España al Perú, siguiendo para ello los datos FLOHESI 413 Cuidadosamente reunidos en el siglo XVII, por el ilustre autor de la His- toria del Nuevo Mundo (1). En la referida época, los claveles rojos y las clavellinas manchadas de blanco y rojo, ó sean marisaladas, eran en el Perú tan comunes como las rosas, planta que como veremos fué difícil en un principio llevar viva hasta el Perú, y aun fué preciso contentarse, por entonces, en obtenerla ■de simiente según refiere el mismo autor. El aroma de los claveles, dice sin embargo, que no es tan intenso como en la Península. Las azucenas, según el mismo, no eran en aquel tiempo tan abun- dantes como las rosas, y se daban en más cantidad en la provincia de Quito, que no en la de Lima. De los lirios y rosales consta que en 1620 fueron enviados por el Doctor á la Española y al Nuevo Continente en estado de plantas vivas, como consta en el asiento correspondiente del Libro de Tesorería de la Casa, según el cual compró el Doctor para su embarque (2): "cierta© tnatct» be votnevo, v0&(xls& ty iit^io»," El lirio cárdeno morado, (tan frecuente en España) dice el ya citado autor, se ha extendido por todo este Reino del Perú, y nace así en la Sie- rra como en los Llanos, y es el lirio una de las plantas que nacen en pá- ramos y temples muy fríos y más resisten los hielos. Los alelíes, agrega, se dan en el Perú copiosamente, y de todos los colores que en España, blancos, amarillos, morados, rojos y encarna- dos. La malva grande, dice, llamada vulgarmente malva loca, la llevó un Padre de la Compañía en tiempo del Virrey D. Francisco de Toledo. Diéronse primero en Lima, y ci-ece más de dos metros de alto. Otras malvas de mayor tamaño y que alcanzan más de tres metros, fueron lle- vadas á Quito, y de allí á Lima en el año de 1601 ty dieron flores, agrega el autor, en este presente de 1632. > Consigna el mismo escritor la propagación de la salutífera y humilde manzanilla que gusta de ocultarse entre la nieve. La aromática Santa María, los narcisos, las amapolas, mosquetas y otras, y reclama para sí el sabio autor, la satisfacción de haberle correspondido sembrar el pri- mero en el Perú la flor llamada espuela de galán, cuya semilla le ha- bían enviado desde España, y que tuvo el gusto de ver germinar. Pero entre las flores llevadas desde España, debe hacerse aquí espe- -cial mención de la rosa por su belleza, y porque juntamente con los lirios aparece en los libros de la Casa, como enviada en 1520 á la Isla Española (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 2Í)1. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 39— 2— 2/,. — Año de 15'20. 104 414 FLORES y América Central al estado de planta viva (1). Desde la citada isla pudó ser llevada á los demás países que baña el seno mejicano. No tuvo esa- suerte en el Perú, al cual hasta el año de 1652, no fueron llevadas se- millas de rosal por las dificultades que ofrecía sin duda su paso á través del istmo y las necesarias navegaciones. La importación de la rosa en el Perú Español revistió no sólo el mayor interés, sino también carácter de verdadera solemnidad 'para las gentes cultas de aquel País, y debemos al autor de la Historia del Nuevo Mundo haber recogido y consignado cuidadosamente en la primera mitad del siglo XVII, todas las noticias y tradiciones acerca de este curioso asunto. Fué, según dicho escritor, hacia el año de 1562 cuando llegaron á la ciudad de Lama para ser allí sembradas las primeras semillas de rosal. Aun no había realizado D. Antonio de Rivera su famoso viaje de 1560 llevando desde Sevilla y á través del istmo de Panamá los olivos, sembra- dos en macetas ó tinas, y por entonces llegaron á Lima tan sólo las simientes de los rosales de España. No era este sin duda el procedimiento más práctico, ni tampoco el más expedito para la reproducción del bello arbusto, y refiere la Historia del Nuevo Mundo que (2): tcomo cosa tan deseada se ptiso gran cuidado y diligencia en sembrarla, para que se lograse y perpetuase en esta tierra y con este intento se dijo una misa conla semilla puesta sobre el altar, para que con la bendición del sacer- dote tuviese feliz suceso como lo ha tenido, porque al presente es una de las plantas que mas se han extendido en estas índicos, y de las que mas copiosa- mente nacen en todas partes. Diéronse las primeras rosas en esta ciudad en el sitio donde ahora está fundado el hospital del Espíritu Santo, siendo Virrey del Perú el Marqués de Cañete. » , Según el mismo escritor, una vez nacidos los rosales y llegado el momento de dar las primeras rosas que debieron ser sencillas, quisieron las piadosas personas que de ello se habían ocupado, ofrecer á la Madre de Dios la primera rosa abierta en el Perú, y así se hizo en una curiosa y bella ceremonia, solemnemente celebrada en aquella Iglesia Mayor y en la cual el Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaisa, á vista de la gran concurrencia, colocó la primera rosa en la mano de una escultura de la Virgen, que en aquel templo se veneraba. Más tarde, siguiendo sin duda el ejemplo dado por Rivera, fueron llevados al Perú y á Chile, toda clase de rosales al estado de plantas vivas. (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2—3 — %. Año de 1520. Relación de las herra- mientas, plantas y semillas. (2) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág, 421. PLANTAS AROMÁTICAS Ó MEDICINALES 416 XIII PLANTAS ARO]^ÁTICAS Ó MEDICINALES Con las flores unas, y con las plantas útiles otras, fueron llevados al Nuevo Mundo muchos otro vegetales apreciados por su aroma, ó por sus aplicaciones en medicina. Como con las flores ocurre, se han con- servado pocos antecedentes acerca de su siembra, y no en todos los Países hubo un escritor tan entendido y diligente como el autor de la Historia del Nuevo Mundo,que recogiese datos, noticias ó tradiciones acerca de este asunto. « La hierba buena dice (1) se truxo de España á principio de la población (por los españoles) desta tierra; donde primero se dio en este Reino fué en esta ciudad de Lima en el hospital de Santa Ana, y de aquí se extendió por todo este Reino del Perú, donde ha cundido tanto que ninguna otra planta de las de Castilla es mas común, porque no solo nace en las huertas y tierras culti- vctdas, sino por las orillas de las acequias, de los rios y en tierras inhabitadas, en tanta cantidad, que ha dado nombre á algunos sitios, cómo á una jornada que está en el camino que vá de esta ciudad al Cuzco, á la que, por la mucha hierba buena que hay en ella, le han puesto la jornada de la hierba buena. *El torongil agrega, se cria copiosamente en esta ciudad de Lima, donde se sembró primero que en otra parte deste Reino. Trújase esta semilla de Es- paña en tiempo del Virrey D. Francisco de Toledo, y el mismo que la truxo y la sembró, que fué un religioso de nuestra Gompañia, me contó que habiéndose sembrado la primera vez en esta ciudad dicha semilla, nunca la habia dado, y asi todo cuanto torongil se planta, es de rama y prende luego, y es tan oloroso como en España.* La simiente de lino ó linaza fué enviada al Nuevo Continente erw 1514 al tiempo de la expedición de Pedro Arias, según el correspondien- te asiento del Libro de Tesorería (2), y fué enviada de nuevo en 1620, como consta también en el asiento relativo á la expedición de dicho año (3). El lino, dice en el siglo XVII Bernabé de los Cobos, nace muy bien (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 426. (V}) Archivo de la Casa en el de Indias. 39 — 2— '/s- A-ño de 1514, (3) ídem id. 39—2.-2/9. Año de 1520. 416 PLANTAS AROMÁTICAS Ó MEDICINALES así en las tienas teuipladas como en las íVias (leste E-eiuo (del Perú), aunque se siembra muy poco por no haberse aplicado las mujeres á, hilarlo. En el Reino de Chile y en las provincias de Quito y del Nuevo Reino de Granada, se labra ya algún lienzo el cual sale tan bueno como el casero de España. Siémbrase la linaza en otras partes, no para hacer lienzo, sino para sacar el aceite de esta semilla, que gastan los pintores y las boticas. Otra de las plantas llevadas desde España, fueron los mimbres cuyo útilísimo vegetal fué enviado ya en 1506 á la Isla Española, como consta por el asiento correspondiente del Libro de Tesorería de la Casa (1), que manifiesta haberse comprado: ^^^omcienta» xtavaa lav^aa iie iniínbve, Cfvte «e nombran qnintttieñtt© (í>« cinco año») c\ue ^e iicxicivon á ia ©«^íaño- ia en gcbvcv0 te 1505 pava pianXav bcUct* wlntbvírrte*" De la andaluza albahaca, refiere el autor de la Historia del Nue- vo M.undo, que aunque no tan general, por darse en los campos como la hierba, buena. € lo es en naeer en todas estas Indias con tan poco regalo y cultura que no es menester mas que sembrarla en cualquiera parte de semilla y regarla á tiempo para que nazca con gran vicio * y agrega el autor, que en algunas partes se había hecho silvestre, lo mismo que la hierba buena. ensar la falta de las citadas oepecies: Además el recurso de la caza, desaparece rápidamente, tan luego como 1»^ población humana tiene algún aumento. 420 TRANSFORMACIÓN este uso de comer carne humana, como fué en todo el imperio de los reyes Incas y en algunas otras provincias (1). Además de los grandes productoies de carne, de los que faltaba también el cerdo que sólo existía montes, carecía el Nuevo Mundo de los animales usados en Europa para montar y transportar. Estos tan necesarios auxiliares del hombre, y que lo eran también para las labo- res del campo, no existían en las nuevas tierras y serían llevados desde España, lo mismo el buey y el caballo, que el burro, para su propaga- ción, y también para la obtención del resistente mulo. De las conse- cuencias de la falta de estos animales se hace cargo el mismo Bernabé Cobo, y dice: tpor la falta tan universal que hubo en esta tierra, nunca supieron sus moradores que cosa fuera caminar en pies ágenos, todos así hombres como mugeres, grandes y chicos caminaban á pie excepto los caciques, señores de va- sallos, los cuales cuartdo hadan algún camino, eran llevados en hombros de su^ subditos.» En el Nuevo Mundo no había en efecto otros animales de carga ni para transporte, aparte de la Dama del Perú, que el mismo ser hu- mano 11 TRANSFORMACIÓN Siendo bases muy principales para la alimentación del hombre, ó pa- lancas necesarias para los trabajos agrícolas, sería tan inútil como innecesario que nos esforzáramos en demostrar aquí, hasta qué punto la aparición del caballo, la vaca, la cabra y la oveja debía transformar y transformó los campos de América. Su primera propagación tuvo lu- gar en las Antillas y singularmente en la Española, y además de contri- buir al sostenimiento de la naciente población europea, multiplicáronse en las islas las indicadas especies, hasta el punto de existir con verdade- ra abundancia en el mercado. En carta del mes de Febrero de 1625 que (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 348. TRANSFORMACIÓN 421 hemos tenido ocasión de citar, escribe el núlanés Anglería á su amigo el Arzobispo de Cosenza (1): ' "^0& Ijrttt Ueitrt&t> he la (fB^vañola tve& eixxbavcacioneit cavufxiictü be prtuco be ttfxtcrttr, tj pítele» be bxtetj, loe cttule», agvetttt, rtbitnbctn tjct tuntc* en Irte ielrte (Irte ^ntUlrte) qwe no 0aben que Ijacev con elloe/' Después de propagadas en las Antillas, fueron dichas especies lle- vadas al Continente, multiplicáronse allí con la misma rapidez los útiles animales, y aun huyeron algunos al monte donde se pi'opagaron tam- bién al estado montes ó bravio. De esta suerte, en los países poblados por los españoles, hubo bien pronto medios de subsistencia y de transpor- te. Es más, su beneficiosa influencia traspasó también las fronteras de los países todavía salvajes. Acerca de esto, son de mucho valer las obser- vaciones del sabio autor déla Historia del Nuevo Mundo, que pudo es- tudiar por sí mismo, ó escuchar á los testigos que presenciaron, de qué manera se hacían sentir los efectos de esta obra de España (2): *y después, dice, de poblada la tierra de españoles, por la abundancia que hay en la mayor parte della de carnes de nuestros ganados, las naciones mas bárbaras y carniceras, que aun todavía se están en su gentilidad, se han ido á la mano grandemente, porque matando su hambre con las vacas y otros ani- males, que de los españoles alcanzan ó roban, se abstienen de tal manera de su antiguo uso de comer carne humana que ya no se les nota este vicio, como ve- mos hoy en los indios chiriguanas que confinan con la diócesis de los Charcas; los cuales solían ser tan carniceros y voraces, que agotaron del todo algunas naciones de indios que sugetaron por las armas manteniéndose dellos, y agora, aunque no están pa'cificados, ni hechos cristianos, han dejado su cruel fiereza y no comen carne humana, y lo mismo ha pasado con otras naciones de ca- ribes. > ¡Tan activamente fecunda había sido la obiu de España! « Los animales y plantas que hasta este año de 1662 en que esto escribo (3) se han traido de España y de otras partes, dice el mismo escritor refiriéndose al Perú, se han multiplicado y extendido tanto por esta tierra que pone ad- miración. » *de que se han seguido, dice en otro lugar (4) grandes bienes, y esta tierra hase enriquecido y mejorado tanto que, si quisiéramos hacer comparación de (1) Cartas publicadas coii las Décadas, tomo 1, pág. 89. (2) Historia del Nuevo Mundo por Bernabé de los Cobos, S. J., tomo II, pág. 343. (3) Id. id. tomo II, pág. S42. , (4) Id. id. pág. ;M4. 106 422 TRANSFORMACIÓN la riqueza que ella ha dado á nuestra España en los metales ricos de oro y plata que desde su descubrimiento le ha enviado, con la que le ha comunicado España, no hay duda que es tanto mayor la que de ella ha recihido,que la que ha remitido en las flotas, cuanto va de riquezas naturales tan necesarias á la vida humana como los animales y las plantas de que los españoles la han proveído, á riquezas artificiales (convencionales) cuya diferencia es tan grande, que basta decir que las unas son riquezas en si mismas, y las otras por la sola estimación que los hombres han querido hacer dellas (1). Si del Perú pasamos á ocuparnos de Méjico, que era sin duda otro de los países más cultos y de mayores recursos, leemos en Gomara que perteneció á la Casa de Hernán Cortés, y trató tanto á este y otros caudillos y exploradores (2): « Carecian de bestias de carga y leche, cosas tan provechosas como necesa- rias á la vida; estimaron mucho el queso, maravillados de que la leche cuaja- se; de la lana no se maravillan tanto, pareciéndoles algodón. Espantáronse de los caballos y toros; quieren mucho los puercos por la carne, bendicen las bes. tias porque los relevan de la carga, y ciertamente viene dellas gran bien y des- canso, porque antes ellos eran las bestias. > Estas riquezas animadas y vivas que llevaron al Nuevo Mundo los Españoles, tenían otra cualidad de que carecían las minerales y metálicas,que con inteligencia supieron explotar, porque siendo espe- cies vivas, llevaban en sí mismas las condiciones de reproducción y de multiplicación, y por tanto un carácter de perpetuidad, de que las otras riquezas carecían. Con respecto á su multiplicación, un testigo tan docto como el au- tor de la Historia del Nuevo Mundo, dice (3): * Es tan extraordinaria la abundancia con que en este Nuevo Mundo se crian todos los animales, frutas, legumbres y toda suerte de plantas que los españoles han traido d el después que lo descubrieron y poblaron, que de todos los géneros asi de animales como de plantas, nacen en muchas partes sin la in. dustria y beneficio de los hombres. » Consignaremos para terminar, las reflexiones que encontramos en un docto escritor contemporáneo, que ha estudiado este asunto, y que ha residido también en algunos de aquellos países (4): (1) Y es prueba de ello que de poco sirven los metales más preciados para el sustento, all donde la sustancia alimenticia falta, y allí donde escasea valdrá también menos el munerario ó sea, que valdrán más los alimentos. (2) (jomara. Historia de Méjico, Madrid 1852, pág. 452. (3) Tomo n, pág. ;J41. (4) Estudios críticos por Don Ricardo Cappa, S. J., antiguo oficial de la Armada. — -Madrid 1890, tomo VI, pág. 296. LOS ANIMALES DE CARGA Y TRABAJO 423 « Cuadro mas desconsolador que el que ofrece la parte de América que poblaron los españoles, si la imaginamos desprovista de los cuadrújyedos que ellos llevaron, no puede darse. Quien conozca las orillas del Guayas, pobladas de hermosas haciendas, en cuyas praderas pastan millares de cabezas de ga- nado, conoce uno de los paisages mas bellos de la América del Sur. El toro es allí corpulento y bien hecho, preside con cierta arrogancia y magestad el hato de vacas puesto á su cuidado, y un sin número de yeguas y potros timidillos, tnezclados amigablemente con las retozonas terneras y adultos novillejos, son los primores que España dio á las márgenes del Guayas.» t Arrancad, dice, de ellas los hatos y las yeguadas; raed los miles de na- ranjos que sombrean las aguas del Daule, arrancad y eliminad todo lo que sea de primitiva importación española, incluso los plátanos de aromático fruto y de flexibles ramas, y el cuadro diametralmente varia. Veréis llanuras de se- pulcral silencio, enormes caimanes perezosamente tendidos á lo largo de la orilla, aprisionando al rio y como marcándole el curso que debe seguir; espesos manglares en que anidan enjambres de mosquitos; naturaleza lujuriante de las mil y mil isletos que forman los afluentes del Guayas, escoltados también ~de caimanes, árboles que mezclan y entrelazan confusamente sus ramas « Trepemos á la sierra dominada por los incas y el vacio nos rodea por todas partee. Ni el relincho del caballo, ni el mujido del toro, ni el balido de la oveja, ni la inquieta cabra que de repente salta al camino, ni el pa- ciente mulo que batiendo sin cesar el destemplado cencerro, alivia el camino á la recua y el cuidado al arriero, nada de esta animación y vida se cono- cia en los dominios de Atahualpa. Melancólicos indios cargados con sacos de maiz, fardos de ropas ó de armas, atravesaban las solitarias sendas, que de sus ayllos, iban al camino sobre que estaba el tambo almacén, y donde debian dejar su carga.* Y sin embargo, era el Perú uno de los pocos países que allí tenían cierta organización y alguna cultura. III LOS ANIMALES DE CARGA Y DE TRABAJO (CABALLOS, BURROS, BUEYES Y MULOS) Fueron llevadas á las Antillas las primeras parejas para crear en ellas estos y otros animales útiles, en el segundo y memorable viaje de Cristóbal Colón, y se enviaron de nuevo más cantidad de vacas, yeguas y burros en el siguiente, y tercer viaje del Almirante. En laa ins- 424 LOS ANIMALES DE CARGA Y TRABAJO tracciones enviadas á Colón por la Reina para el dicho tercer viaje se le dice en el párrafo cuarto (I); ^^^exjtni&tnOi que ^cbve la» bacaa é tjeintcte qns »e Ue- vctvon á la& Mciyci« ||nMtt», »e Ijctxjan ítc cutn^íliv (c<»nt- pletctv} el nntnev0 &«♦♦♦., (ett blanco} tjttnta» be baca», é xfe- Quci&t é a»»to», con cjitc »c 4?^uc&an lalívar la» liiclja» ^ní>ia», «tC0it« á ^00 el bieljíi -^Intivante ^^avccicrc." Posteriormente fueron enviadas nuevas remesas de los animales útiles, y consta que llevó vacas y bueyes Ovando cuando pasó á las Antillas al comenzar el siglo XVI. Mas datos que de las otras especies citadas, quedan de los caballos y yeguas, sobre todo de estas últimas que en mayor número se necesitaban para su reproducción, á causa de la Pragmática dada en 1495 para la protección de la cría caballar. Entre los envíos de yeguas citaremos los del año 1507 que fueron des- pachados en Sanlúcar por el honrado y laborioso Descubridor, Vicente Yáñez Pinzón, al servicio de la Casa de Sevilla. Acababa de entender este navegante, por encargo de los de la Casa en las compras hechas para el armamento y apresto de las carabelas que al mando de Juan de la Cosa debían perseguir á unos corsarios, y ter- minada esta comisión, fué encargado á fines de 1507 del despacho de ciento y pico de yeguas que debían ser embarcadas para la Española, á lo cual se opusieron en Sanlúcar aquellas autoridades por consecuencia de la referida Pragmática. Reclamaron á la Corte los interesados, y re- solvió el Monarca, que como solicitaban, se permitiera el embarque de las referidas yeguas (2), y así se hizo, bajo la inspección ó con interven- ción de Vicente Yáñez. Las yeguas y los caballos fueron también llevados desde luego al Nuevo Continente, y así cuando en 1508 se hicieron con Nicuesa las Ca- pitulaciones para su viaje y el de Hojeda al Continente, fué autorizado Nicuesa para que, no obstante las disposiciones vigentes, pudiera embar- car en Sevilla seis yeguas, diciéndose á los de la Casa (3): ♦>»ln ponev en ello nin^nn inxpebintentOi é non fa^ñbea enbe al Pero como el trasporte de las yeguas desde Sevilla era costoso y difícil, por Cédula del mismo día ordenóse á Ovando permitiese á los (1) Archivo de la Casa en el de Indias— 139-1— 4. Antiguos documentos registrados en el primer Libro de Cédulas de la Casa. Dadas por la Reina Isabel en Medina del Campo en 1497. (2) Colee, de doc. de Nav., tomo III, pág. 536. Dada en Burgos á 23 de Diciembre de 1507. (S) Archivo de la Casa en el de Indias 148— 2— 2.— Dada en Burgos á 6 de Julio de 1608. LOS ANIMALES DE CARGA Y DE TRABAJO 426 expedicionarios llevar hasta cuarenta yeguas desde la Isla Española. La Cédula (1) dice así: "í;titrrt qvte l»«»a tela (B^pciñola pitci^rtu pa&ctv xj lUvav á la Mcijrt ©ierra ^irtne cucivettta tjejjwas, pov snbe ^á tnaniío qttc U í»e3cei0 é c<»u»i«trttj& ctr." Debieron perderse la» yeguas que llevó Nicuesa cuando perecieron los suyos, y acaso también las de Hojeda; pues como consigna Anglería, llevó al año siguiente doce yeguas y doce puercas con sus machos el bachiller Enciso, lugar-teniente de Hojeda y fundador en el Continente de la primera ciudad española, la Antigua de Darién. No sabemos si pere- cerían también, porque en Julio de 1513, después de la venida de los Procuradores de Darién, Caicedo y Colmenares, ordenóse al tesorero de la Española (2), Miguel de Pasamonte: "comprareis íroce íjeviitae etiatllaba» tj ttn cattaU*», lo qvte toito cttxiiareie al Mclja nxtcetro (S^e^otevo (^lotteo í»e la fuente i\xxe iba á Jiariett), en loa ttawio» ext qne fxxeve la ^ettte" (la expedición de Pedro Arias que se preparaba). Desde la Española se propagaron los caballos* á las demás Antillas y Países del golfo mejica- no, y por el istmo de Panamá al litoral del Pacífico. Según el diligente autor de la Historia del Nuevo Mundo, tanto en Puerto Rico como en Jamaica y Cuba, se dedicaron en un principio los Españoles á producir caballos tviendo la buena salida que había dellos para las nuevas tierras que se iban descubriendo y pacificando* (3). Pero después, multiplicáronse los caballos de tal modo que tuvieron muy poco valor, y ya en la primera mitad 'del siglo XVII, según la ya citada Historia del Nuevo Mundo (4): *En muchas provincias de América hay gran suma de caballos alza- dos al monte ó montaraces, que llamamos cimarrones especialmente en la islor Española, donde caminando vie (veía) por los campos grandes manadas dellos, que en viendo gente se espantan y huyen como los animales monteses. Pero en mucho mayor número los hay, en las provincias del Paraguay y Tu- cuman » . Los caballos cimarrones dieron origen á una caza de nuevo género que se hacía persiguiéndolos hasta lugares cerrados, en los cuales se en- lazaban y derribaban para proceder á su doma, y tenían ya entonces estos animales por su abundancia, muy reducido valor. Tanto habían (1) Archivo de la Casa en el de ludias 148—2- 2. Dada en Burgos á 6 de Julio de 1508. (2) Archivo de Indias 109 — 1 — 5. (3) Historia del Nuevo Mundo por Bernabé Cobo, tomo II, pág. 367. (4) Id. id. id. tomo II, pág. 366. 107 426 LOS ANIMALES DE CARGA Y DE TRABAJO variado las circunstancias, desde los primeros tiempos en que tanto en Méjico, como en el Perú, tenía tan altos precios este útil ó interesante animal, verdaderamente necesario entonces para el hombre, y antes tan desconocido en el Nuevo Mundo. Es sabido en efecto, que los primeros ginetes causaron allí donde quiera, el mayor asombro entre aquellos naturales, aun en las regiones que manifestaban cierta cultura. Tuviéronlo en efecto, por un extraño é inteligente monstruo que para mayor sorpresa de los admirados indios, se descomponía á lo mejor en dos partes, que se separaban la una de la otra. Como el olivo ó más, el caballo fué propagado en las costas del Pa- cífico, desde Chile hasta el Nuevo Méjico, y según Humboldt, los de di- cho país eran muy apreciados, creyéndose originarios de casta árabe, co- sa hasta cierto punto cierta por su procedencia de los puertos andaluces. El borrico tuvo mayor importancia que por sí mismo, para la pro- ducción del sufrido y estéril mulo, animal de tan excelentes condiciones de resistencia para el trabajo, verdadera palanca del comercio, y medio principalísimo de transporte en una época en la que estaban tan lejos aún las máquinas de vapor (1), y su aplicación á los ferrocarriles (2). En los principios del siglo XIX, y según los datos que consigna Alejandro Humboldt, sólo el floreciente comercio de Veracruz ocupaba más de 100.000 muías, en la ciudad de Méjico había más de cinco mil empleadas en los carruajes, y en la Habana más de tres mil usadas en calesas de las cuales había dos mil quinientas. No hade extrañarse, por tanto, que dediquemos algunas líneas al origen y formación de esta ri- queza, oiigen del que durante largos años, fué tan poderoso medio de transporte en la América Española. Además de los enviados en los tiempos de Colón, consta que en 1605 llevó también, "besttrt© aettttl«&" la nao de Alonso Núñez (3) que lle- vaba también desde Sevilla yeguas á la Isla Española, lo que nos hace creer que era propósito muy principal de la remesa de unos y otros animales, establecer allí la cría de ganado mular. Con el propio objeto fueron principalmente llevados estos inteligentes y calumniados animales á todos los países de la América Española, y del Perú Español nos dice el (1) Aunq\ie sin aplicación en la práctica, recordaremos, sin embargo, que ya en el siglo XVÍ tuvo lugar la invención de Blasco de Garay. (2) Aun hoy en los albores del siglo XX, el ganado mular ha sido poderoso elemento de guerra en la campaña seguida en África contra el pueblo boer;y parte de dicho ganado fué Ue- yado por cierto, desde el país anglo-americano. (3) Archivo de la Casa en el de Indias 39—2 — i/s- — Año de 1505. LOS ANIMALES DE CARGA Y DE TRABAJO 427 autor de la Historia del Nuevo Mundo, que fueron llevados allí por uno délos primeros conquistadores llamado Diego de Maldonado (1). En Méjico hubo verdadero empeño para multiplicarlos, ya di- rectamente pordotar á los indios de los servicios de este económico y útil servidor, ya para crear en aquel extenso País de una considerable y po- derosa cría mular. Así vemos que en 1631, al ordenar á los de la Casa por una importantísima Cédula (2), que envíen á Méjico cien carneros moruecos y diez ducados de simiente de seda, cuidasen de comprar tam- bién, doce borricas con tres machos para padrear: "tj lo envieijíi to^o ci&erc?aín? al «itcMvo ^ve&iiientet é ©ibovcft, é á lo& nvteatt*£n& ©ftciaic» que veaitfexx exx la ciu- ttatt tie ^léxico, exx %lxxeva @firt»aña/' Y así se hizo. El Obispo Virrey de Méjico Sr. Ramírez de Fuenleal, pedía por entonces de estos y otros animales, pai'a distribuirlos entre los indios y favorecerlos así: "®onwc»t^vta juucljo, cectnbia, qxxe xtixtxe&exx iveaciexxta» b0vvica& pava Metribitivla» enttr^ lo» inMo». gaga que l«« iiexx úx^e\a0t ij cútanla» coxx ^vatxite axncv,'* Tales fueron los comienzos, para establecer en la América Española la cría de ganado mular, que había de ser tan principal palanca para el comercio y los trasportes. Del África fué llevado también y aclimatado en el Perú, como ani- mal de carga el camello africano. Llevólos en los primeros tiempos el Capitán Juan de Reinega (3), no sabemos si á virtud de una Cédula por la que en 1562 fué concedido este privilegio á D. Cebrián de Cari- tate, mercader conspicuo de Sevilla, y que ejerció cargos de importancia en su Universidad de Mareantes. Los camellos debieron ser pasados por el istmo y se aclimataron en el Perú, donde según el autor de la Historia del Nuevo Mundo (4): tse multiplicaron mucho, con todo eso no se extendieron por la tierra ni salieron de los términos de este arzobispado de Lima, algunos domaron sus dueños para servirse dellos, pero los mas se criaron cimarrones y montara- ces en las sierras que corren de esta ciudad (de Lima), hasta el valle de lea etc.t Refiere sin embargo el autor, que como cimarrones no prosperaron (1) Historia del Nuevo Mande» ¡loi- Beruabé Cobo, tomo II, pág. 862. Maldonado los Ilev6 desde la isla de Jamaica en la que va se habían criado y cuya isla contribuyó muy eficazmen- te á enriquecer la fauna del Nuevo Continente. (2) Archivo de la Casa en el de Indias (3) Bernabé Cobo, tomo II, pág. 442. (4) Id. id. id. 428 LOS PRODUCTORES DE CARNE Y DE LECHE tampoco estos animales, y que en 1615 murió el último individuo que era una hembra, habiendo durado allí la especie más de sesenta años. Otro de los animales empleados para ciertos trasportes, y como auxiliar de las labores agrícolas, era el buey, pero trataremos de él á seguida, como muy principal productor de carne. IV LAS ESPECIES PRODUCTORAS DE CARNE Y DE LECHE Fué muy diferente, y también éiucho más lenta, la primera propa- gación en la Española y después en las demás tierras, de estas pri- meras especies productoras de carne, que no la de los animales destinados al trabajo, debido esto á que el uso y aplicación de las caballerías, no implicaba su inmediata destrucción, como ocurría con las especies destinadas á la alimentación. Este problema se dificultaba en las Antillas, porque la falta de las especies productoras de carne era completa y general, pues no existía es- pecie alguna equivalente con que atender á la alimentación precisa y perentoria de los españoles, en tanto que se obtenía en aquellas Islas, separadas entonces de España por una navegación bastante larga, la multiplicación deseada de dichas especies, tan necesarias para la ali- mentación de los Europeos, siendo de creer que la escasez de carnes fuese en los primeros años una causa de la extraordinaria mortalidad de los españoles en las Antillas, á semejanza de lo que ocurrió después en la América Central. Esta falta de carnes para la alimentación, era en efecto tal en las Antillas, como lo consignan Anglería y los demás antiguos cronistas. El ya citado P. Bernáldez, en su Historia de los Reyes Católicos, escri- be, como en parte hemos dicho (1): t No habia res de cuatro pies, ni alimañas de las de acá salvo unos goz- eos (perros) pequeños, é aquellas otras que son como grandes ratones, ó como (1) Capitulo 120, relativo al año de 1493. Este autor residió mucho en la Corte, ó eu el citado pueblo que está inmediato á Sevilla. LOS PRODUCTORES DE CARNE Y DE LECHE 429 entre ratones é conejos, é son muy buenos é sabrosos de comer, é tienen pies y manos como de ratón, é los gozeos son blancos, é prietos, é de todos colores. Hay lagartos é culebras, é no muchos porque los comen los indios é fazen tanta fiesta dellos, como nosotros de las perdices. Son los lagartos de allí co- mo los de acá en el tamaño, salvo que en la hechura son muy diferentes, aun- que en una isleta pequeña que está junto con un puerto que se llama Mon- te Juan, donde la flota estuvo algunos días, se vido un lagarto mas gordo que un bezerro é tan complido como una lanza (sin duda un caimán) é mu- chas fueron por lo matar, é no podían por la espesura, é fuia, é metíase en la mar. Otrosí comen los indios, allende de comer lagartos, é culebras, quan- tas arañas é gusanos se hallan por el suelo, etc. > (1) Los primeros ganados se enviaron á la Isla Española con Cristóbal Colón en aquella segunda expedición de 1494, en la que el Almirante llevó consigo diez y siete naves y mil doscientos hombres de desembar- co, y con ellas, según el mismo escritor que acabamos de citar: * puer eos é puercas, berracos, é cabras, é vacas, é ovejas, de todo un po- co para enviar.* La alimentación do los ganados no tuvo dificultad, como tampoco la de los anttnales de trabajo. Pero las contadas expediciones que, durante los primeros años fueron á las Antillas, y de las que esta fué la más surtida, y más considerable, no permiten admitir que los gana- dos pudiesen multiplicarse, ni bastar para la alimentación tan sólo de los enfermos, ó de las primeras autoridades. Consta por esto, que se hicieron nuevos envíos de animales útiles, y entre ellos, al tiempo de ir allá el Comendador Ovando, al comenzar el siglo XVI. Este Gobernador hubo de escribir sobre el aumento de los ganados en la Española, y á ello se refiere una Cédula dada por la Reina Isabel y registrada en los Libros de la Casa, el año mismo de su creación, en 1503 (2): *'cn i"riirttttc» á {o (\\xe &c|i«, qxie Míecnttr» lij^ncia parcí (jttc tobc»«> loe ticctnae ^lr6rt0 |)0lrt0, ^^titbicftfu Ufwttr te acá libt'cntentc tohito lite bcetiit», é ^anixiioí^ <\vie cv\evsn nxz- ntetcx*, cott tanto ituc no io lleit^n í?ara nictrcitbttxHrte eino l»rtrrt ait eci^uiclo..,.. ntrtnbrtttto» qxxs ec fitina (tfttj contó no» Pero se conoce (]ue la creciente población que aquella Isla mantu- vo aun durante algún tiempo, la producción de carnes inferior á su con- (1) Son curiosísimos los términos en los que ingenuamente refiere este escritor de los primeros tiempos, las primeras impresiones causadas en los nuestros por la fauna de las An- tillas. (2) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1—4. Dada en Zaragoza 4 29 de Marzo de 1503. 108 430 LOS PRODUCTORES DE CARNE Y DE LECHE sumo, y limitó por esto la multiplicación de los ganados, los cuales tardaron aún en ser suficientes para bastar á las necesidades de su propia multiplicación. Todavía en 1509, con motivo de un fuerte hura- cán, en el que debieron perderse las sementeras de trigo ó de maíz en la Isla Española, los escasos ganados sufrieron mucho, y la necesidad fué tan grande qu.e enviaron á España un buque en demanda de pan y de otras provisiones, que fueron enviadas, unas de la Península, y otras de las islas Canarias, para lo cual se envió orden á su Gobernador D. Lo- pe de Sosa (1): Ya en el año anterior de 1508 llegaron en naves desde la Española el célebre Diego de Nicuesa y un Bachiller, Serrano, en calidad de Procuradores de dicha Isla, y en el mes de Abril de dicho año, expide el Monarca una interesante Cédula dirigida á los de la Casa, en la que para evitar los males que entonces se experimentaban, se adoptaban diversas disposiciones, y entre ellas la de fomentarla riqueza pecuaria de aquellas islas, en las que por las razones que hemos expresado fué difícil conseguir que, superando la producción de carne á las más urgen- tes necesidades de aquellos pobladores, se llegara á una definitiva abun- dancia de ganados (2): cnvaiii:ivs0 ^Ixcxxe&a tj ^evvano) (3) tttctvtbctere que ceiba na- trtj<» que fwefte á Ict íriclja |[í»lct, lUtraae ctcftc» niitneru be vaca», cabva» jj ove\(X^ povquc le»» trccitta» íreUctsí e&tabctn en tttitctjrt necesíií»ct& be cttmest, xj qne tuntlrmí llctraaín teitxe xj labx:Uloíí povqxte l(t& crtfttt» c\xxe exx la bielda H&la Ijaxy stíJtt be paia xj bxxvan poco xy e&taxt exx tnitclja peligvt* iré fxxe00, etc.»,,. xj povqxxe e& vctjow que eftto ae pvovea^ U¿ van xxxaxxbo c¡xxe exx lo» natrtjtJft qxxe be atrut aíjelante ftterett, Ijagaxx Uewctv la& tttctcr vaca», é cabva^i é attefct» buexxaxxxexxXe pxxebaxx iv, xy attaijntietnt» \yavexy» iiex^av en lt>» hicljí»* ttcitriír$, la ccttttilítttr que itoa pareciere í»e tefa é ia- bviVXOi la cxxal pxtebe iv por: laattre pava igualar la» xxa- utjcr», etc.*' A partir de esta importante Cédula, debió adelantar la formación de la riqueza pecuaria de la Española, que fué la base para crear muy luego en las demás Antillas, y que fué después comunicada al cercano (1) Archivo de la Casa en el de ludias 148 — 2—2. Dada en 21 de Febrero de 1509. (2) Id. id. id. Dada en Burgos á 30 de Abril de 1508. (8) Creemos que estos Procuradores fueron los primeros que vinieron de la América Española. . Otra de las disposiciones fué el envío de dos carabelas con bastimentos comprados en Lisboa y que llevó .luán de la Cos». LOS PRODUCTORES DE CARNE Y DE LECHE 431 Continente. No se logró, sin embargo, esto en un día por las perentorias exigencias del consumo, las que una vez superadas permitirían, como veremos, la formación de una riqueza pecuaria en las Antillas bastante á producir muy luego una considerable exportación de cueros á España. Algo después en 1511, dice el Monarca á los de la Casa (1): "|}¿ X10& «trtníro ctue tcnjjrttje ntanctrcí é pvoxieciti», co- tna tobo» lo& &icijíxa urtwítre ciite ftxeven á la IJela ^üpn- ñola, é tocaren en la &icljit Déla í>c ©anctviit, tomen é &e pvovean ext ella tte ganctboBr, é «íxtcrtre*, i coneerttttft, é Xo- iia& la& ott*rt0 caacte c\xxe allxj ovievexx, (]xxe &eaxx tncneater etx la tíicija IJalct.'* Antes de proseguir, queremos consignar aquí algunos datos, no solo porque interesan ala historia de la primera propagación de los animales útiles en el Nuevo Mundo, sino también porque su examen manifiesta de qué manera se comprueban los documentos entre sí, y con los datos de Anglería, muchos de los cuales, por pertenecer este escritor al Con- sejo, tienen evidentemente un origen oficial. Obsérvase que en la Cédula antes citada, de Abril de 1508, en la que se ordena á los de la Casa que "tc»í>O0 loe xxav>i)0& qxxe en a&cla»ite vrtt*ticvrtn vava la |)«rltt (Bapañola, llevaaexx cierto nittticx'o be xtitcrta é cabx'rtñ é onefae, (2)" por la necesidad que había allí de carne, aunque la especificacióii de estas especies va repe- tida en la Cédula, no se menciona para nada en dicho documento al ga- nado de cerda, que tan útiles servicios podía prestar también para la ali- mentación (3). Debíase esto, á que por casualidad ó por accidente, ha- biéndose fugado al monte en los primeros tiempos una pareja ó bien alguna cerda con sus crías se había reproducido allí al estado bravo ó montes, y á este hecho encontramos hecha referencia en los Libros de la Casa en 1505, en cuya época se pedían desde alli perros apropósito para cazar dichos cerdos. Con más detalles, se expecifica esto mismo en la Cé- dula que antes hemos citado de 1608, en la que se dice á Ovando: '*^ínjtni&nta, lo» btcljoe |?x*ocnx*aboree. nte entplicat'on le0 nxaxxiia»e qxxe la& ntojttexñitsr be loe pxiex'coe iitte nt) en la llottlieUt xtiefa (4), é exx otroe |íitvteck i>e lo bicljrt $|»ltt, fxte- vaxi eaxtixxxxea á toí>o» lo» xtecinoe bella, é c¡xxe xxa «e fmar- (1) Archivo de la Casa en el de Indias 139 — 1 — 4. Dada en Torda-tillas á 25 de Julio de 1511 (2) Cédula ya citada, dada en Burgos á 30 de Abril de 1508. (3) Tampoco se piden yeguas, que consta se habían propagado también. (4) Primera población fundada por el Almirante en 14.9:5 en la Española y que por su orden fué abandonada en 1496 para fundar la que él llamó Isabela nueva, y es hoy Santo Domingo. Herrera, tomo II, pág. 71. 432 LOS PRODUCTORES DE CARNE Y DE LECHE inx«e ntj xic&tt0«, povqne iieüo vsnxja Ute»t á Ict Mcljct U«lct^ ® IJá, púv ijafexr bien xj tnevceír á loe pablattovea tte&a bi- jcljtt ií»iit, é V0vc\itc tengan ?ír<»ttectjosr, é ctl0ttu lírtaattetnpo pava ett rccrectcicrn, ijelo ijaltiín? pov bien, ^or e»t&e, ||á VÚ& tnaxtifo (\xte tiexette» é i;*jn0ínttt&«0 á toínje lae tt«fitto« é xxt0va'íi0veüf é á lo» Cfxxe cxx ella veaiiixevexx, qxxe xxo &e Qxxav- t>sxt írc e&te abtíf (actí»?)." Lo que hace creer que la cacería de estos animales que parece, fue- ron de entre los ganados que desde España se enviaron, los primeros que se marcharon al monte, prohibida en su principio por aquellas autori- dades, con tal protección se propagó en el campo, hasta merecer que de su cacería se tratase. Y termina esta Cédula que se reservara, si así lo quisieren, un trozo de terreno acotado para su recreo 5^ cacerías: *'é ei ttofir qwlftiev'círcsr, &icí el ímcuntenta, ^ttavírat* al- gún pebaiei iie tietrxra, iió «In írapna tte xxabxje la pxtttiévelíie& ^uaviiavt Cfue ^ea pax:a xiixxeí'tva pa&atxexttpo é ine loe i|«e taxtiéveiiett nti» cavgia&," Lia, escasez de ganados en la Española, explica que al hacerse en este mismo año de 1508 con Nicuesa y Hojeda las Capitulaciones para sus respectivas empresas, fuesen autorizados para sacar de la Española hasta cuarenta yeguas, de cuyos animales no se piden en la Cédula ci- tada para la Española en la que se conoce se habían propagado ya. Del propio modo, por existir ya en 1508 en la Española ganado de cerda doméstico y montes, observamos que no se pide entonces para dicha Isla, y corroborando lo que los documentos dicen, escribe Anglería que al dirigirse al Continente Enciso llevando en 1610 el refuerzo para Ho- jeda, condujera también desde la Española á Darién, algunas yeguas y cerdas con machos de su especie. Y no dice en cambio Anglería que lle- vase Enciso vacas, cabras, ni ovejas, que como hemos visto escaseaban aun en la Española. De acuerdo con esto mismo los documentos de la Casa, manifies- tan que en 1508 no se autorizaba á Hojada y Nicuesa para sacar ga- nados de la Española, y sí en cambio para sacar y llevar al Continente, algunas yeguas, que por lo visto se habían propagado ya en las Antillas.^ LA VACA 433 LA VACA LO hemos dicho ya, este animal de tanta importancia para el hom- bre, fué celosamente enviado á las Antillas en el segundo viaje de Cristóbal Colon, como consta por la Instrucción de 1493, ya citada. Asimismo se enviaron vacas por el tercer viaje de Colón en 1497, diciendo con este objeto la Reina que sobre los enviados antes: "oe ijrttjan he cttntpllr(el itúntefo eatáUlattco) tjitnta» i»e tmcrtft é tjeijttttfl, Kon (\\xs »e pnsitan lcibvav]la& l>icija» |0«i>io», «r^gun á ^0& el í>iclj0 ^línivantc pavecieve** (1) Y fueron de nuevo enviadas vacas al marchar á la Española Ovan- do en los comienzos del siglo XVI (2). La multiplicación primera de estos animales, á causa de la falta que puede decirse era completa de los productores de carne, debió per- manecer aun durante algunos años, inferior á las perentorias necesida- des del consumo; lo que explica que no se multiplicasen suficientemente los ganados en los primeros años y por ósto vemos que por Cédula dada en 1508, al llegar entonces Nicuesa de la Española, se ordenase de nue- vo el envío de ganados y entre ellos el de las vacas (3). Todavía, para acabar de constituir la riqueza pecuaria de las Anti- llas, ordenóse por Cédula de 1511 que desde Canarias pudieran llevar **Qñnaii0&i, cuantos buques tocaran allí de paso para la Española (4). Al Continente debieron pasar las vacas y otros productores de car- ne en las primeras expediciones de Hojeda y Nicuesa, los cuales ganados es más probable que fuesen llevados desde España ó de Canarias, por ser aun pobres de ellos las Antillas. Sin embargo, es lo probable que estos primeros ganados y aun las caballerías fuesen sacrificados en las terribles hambres que allí pasaron las expediciones de Nicuesa, y Alonso de Hojeda. Descubierto ya el Pacífico, y fundada en sus orillas la nueva ciudad de Panamá, debieron contribuir las cercaHas y ya enriquecidas Antillas, á constituir la riqueza agrícola y pecuaiia de las comarcas de la Amé- (1) Archivo de la Casa en el de Lidias 189 — 1 — 1. Cédula ya citada de 1497. (2) Id. id. id. En el respectivo Libro de la Armada. (3) Cédula j'a citada de Burgos á 30 de Abril de 1608. (4) También citada ya y dada en Torde.sillas á 26 de .Julio de 1611. 109 434 LA VACA rica Central, y de ello consignaremos aquí, como interesante y expresivo documento, la hermosa Cédula expedida en 1521, con motivo de haber llegado á Burgos donde se encontraba la Corte (1), los Procuradores de la nueva ciudad de Panamá, y cuyo encabezamiento con arreglo á los antiguos formularios de Castilla, dice: vo&t ©ftciaU», é ^otnea tntctta& tte la ciubtxii &e panamá, cftte e»tá fituiíaiía en la co^ta írel pUctr &el §«v tfc OBctetillct ttel "Jíotr ltt0 nece0ii>ttí>f« qnc tne eeurvibiste*, (\ite tenetje ine bttfttintcnto» é 0anaifO,pava con que i?& poiiaxj& «iOfiteiter, cntt*c tattti? cute tjctce»j& labva«?ae é cvien loe ííicijosr jtanainj^, pne» en e&a tievva l}axí tan bnena í>i&t>o0iclott pava ello, tj pov t»í»» lyaeev rnevcein^ envxo á tnani>av á gvanciecú he ^avatj nne&tvo capitán be la ||»lct be ^antiaQO (^antatca), qne en- vianbo x>09útv0& á la bielja U&lit, noa pott^ian en el pnevto ó pneviae bella qne í:\nxetévebe& t) noe prúvea^ be cincuenta; tracttfi^, é cincuenta becevvoe, é íícracicntae curefa», é mil cabefaa be pnevcaskt é b0& ntil caftja» be caiabi (tnaij)» be lo& cuale* Mcljo» ganado» é cajabt n*»» Ijaga nterceh, x) pov la í^reeente ntanl>o á ^e&vai;ia0, nuestro ^ugavtettiente, 0eneval, é ©obcr- nabav be OBaettUa í»el ©vo, ó á en luftavteniente en í»iclja oftcií», que veeifeieven en la biclja cittí>a& be ^axtantá^ que Ifajta re|Javtix* é ve^íavta la» iticljaa iíattaí>O0, é cargas be eax¡a- l»i, paxa tio»crtv(»0 las necinas é polrlaírove» &ella, Ijabienho ve&peia á la calií>ab íre i-tevoona» í>e caba nnt», x) á la neee- 0ibab que ¿«niere»— 51e burgos á «etía be ^eptienilix-e be 1521," Esta Cédula, que manifiesta ya cierta abundancia de ganados en la isla de Jamaica, es como vemos del año de 1521 en el que murió su primer abad el Doctor Matienzo, Jefe además de la Casa de Contrata- ción y, á quien es justo atribuir no poca parte el enriquecimiento de la isla de Jamaica, llevado á cabo como vemos, durante el tiempo de su gestión como Jefe de la Casa. Fué el enriquecimiento déla región de Panamá, una etapa de im- portancia en esta grandiosa obra de España, y que con los medios de hoy hubiera sido más fácil de llevaí' á cabo, pues habiendo sido Panauíá el primer puerto de los españoles en el Pacifico, desde él fueron envia- dos}^ distribuidos en todo aquel extenso litoral americano, los animales y plantas útiles llevados desde España. (1) Archivo de la Casa en el de Indias 109 — 1 — 5. Dada en Burgos á 6 de Septiembre de 15'21- LA VACA 435 Es el Perú Español el país de que subsisten más circunstanciadas noticias, debidas al diligente autor de la Historia del Nuevo Mundo, que en la primera mitad del siglo XVII investigó aquellos archivos, y fué se- gún él, el ganado de cerda el primero que sin duda por su anterior pro- pagación y abundancia en las Antillas y en la región de Panamá, fué llevado al Perú al tiempo que allí pasó Francisco Pizarro en el año 1631 . Algo después, parece que llegaron allí las primeras vacas, á juzgar por la instancia que en 1537 hizo al ayuntamiento de Lima el Regidor Fernando Gutiérrez en la que solicitaba que (1): "atento á que Ijabia tvñiito vaca» pava que &e ptvps- txxctaen en la tievva, le itie&en xxn eitto pava ttna estancia en la ^ievva tts la ^vena (á «H» le^ua» í»c gintci)»" Y cuyo terreno, le fué en efecto concedido por el Teniente de Go- bernador Francisco de Chaves. Pidiéronse al Municipio de Lima des- pués de esta otras análogas concesiones de terreno para estancias de vacas, por lo cual se determinó que la superficie concedida para cada estancia fuese la de diez solares (medida superficial). Desde las cercanas y ya enriquecidas Antillas fueron llevadas á Méjico las primeras vacas, y allí como en las demás regiones de la Amé- rica Española, multiplicáronse estas reses prodigiosamente y se hicieron también ganado bravio ó cimarrón que se cazaba, y en la segunda mitad del siglo XVI, escribe el P. Acosta (2): «de ganado vacuno hay inmcmerabh multitud. Y esto de dos maneras, uno ganado manso que anda en sus hatos, como en la tierra de los Charcas, y en otras provincias del Perú y de Nueva España. En otra forma, hay de este ganado alzado al monte, que no se hierra, ni tiene dueño propio, sino que como caza de monte, el primero que lo montea y mata es el dueño. » Y según otro docto escritor, en la primera mitad del siglo XVII el ganado vacuno abundaba tanto en el Perú Español, que por el bajo precio de los cueros se empleaban estos no sólo en los mismos usos de España, sino en otros muchos (3): tpues hasta sogas hacen dellos, espuertas, serones, camas, petacas y otras mil cosas. » El precio de estas reses era, por su abundancia tan bajo que, según el mismo escritor, en las provincias del Callao (4): « un novillo vale solo cuatro pesos, que es lo mismo que si valiera por (1) Bernabé Cobo, tomo II, pág. ;{69.— En 20 de Junio 1639. (2) Historia Natural y Moral de las Indias, tomo I, pág. 418. (3) Historia del Nuevo Mnndo, tomo II, pág. 368. (4) Id. id. id. tomo II, pág. 360. 436 LA CABRA ^cho reales en Andalucía, y una ternera vale dos pesos, que corresponden á cuatro reales de España. > t Desde mediados del siglo XVI, dice otro sabio viagero (1), los animales mas útiles del antiguo Continente^ como el toro, el caballo, la oveja y el cerdo se multiplicaron de un modo admirable en todas las partes de Nueva Es- paña, y principalmente en las espaciosas llanuras de las provincias internas. Seria superfluo, agrega, refutar aqui las infundadas opiniones de Mr. Buffon sobre la degeneración de los animales domésticos en el Nuevo Continente.* *Hay, dice también Humboldt, muchísimas reses vacunas á lo largo de las costas orientales de México, principalmente en la desembocadura de los ríos de Alvarado, Guaxalcualco y Panuco, donde los ganados hallan siempre pastos verdes. Sin embargo, la capital de México y las grandes ciudades cercanas, sacan sus provisiones de carne de la Intendencia de Durango. — En la tabla estadística formada en 1802 por el intendente de Guadalajara. el valor de los cueros curtidos se calcula en 419.000 pesos, y el sebo y el jabón en 540.000. Sólo la ciudad de Puebla fabrica al año 200.000 arrobas de jabón, y 82.000 cueros de vaca. » VI LA CABRA Las cabras fueron probablemente enviadas á las Antillas con Colón en su segundo viaje, pero por la escasez tan general y absoluta de los productores de carne, tardó como la vaca en multiplicarse y existir allí con abundancia, por impedirlo las imperiosas necesidades del con- sumo. Esto explica, que por la ya citada Cédula de 1508, se ordenase á los de la Casa que juntamente con las vacas, enviasen á la Española este ganado menor. Con el propio fin de constituir la riqueza pecuaria de las Antillas, en el año de 1511 y por Cédula que hemos citado tam- bién, se ordenó á los de la Casa que por las autoridades de las Islas Cana- rias no se pusiera impedimento alguno para el embarque allí de azúca- (1) Alejandi-o Humboldt, Estudio acerca de Nueva España.— Madrid 1818, tomo I, pág. 407 y 408. LA CABRA 437 res, conservas, y también ganados que se destinaran á la Isla Española, base primera y punto de partida para el ulterior enriquecimiento y trans- formación de otras regiones de la América Española. Desde las Antillas fueron en efecto llevadas las cabras á varias re- giones del Nuevo Continente, al Perú leemos que lo fueron en 1536 (1) y algo antes creemos que seria enviado á Nueva España. tEl ganado cabrío, dice el P. Acosta (1690), también se da, y además de los otros provechos de cabritos, leche, etc. es uno principal el sebo con el cual comunmente se alumbraban ricos y pobres, (no había entonces otra cosa en los países de Europa que carecian de aceite, que eran los más) porque como hay abundancia les es más barato que aceite, aunque no es todo el sebo que en esto se gasta, de macho. También para el calzado aderezan los cordobanes, mas pien- so que no son tan buenos como los que se llevan en Castilla. * (2) Algo más tarde escribe el autor de la Historia del Nuevo Mundo (3). * Es el ganado cabrio tan general en toda la América (Española) como el que mas, porque se cría en tierras frias y calientes.... En todo este Reino del Perú ha tenido muy grande aumento en las Sierras y en los Llanos, y mas en las provincias de los Llanos por la gran cantidad que hay en ellas del alga- rrobo silvestre (4) que es pasto extremado para las cabras.* Si la propagación del ganado cabrío había aumentado desde los tiempos del P. Acosta (1590), había progresado también la industria de las pieles, diciendo hacia 1650 el autor de la Historia del Nuevo Mun- do (5): € Rácense muy buenos cordobanes en muchas partes, mas sobre todo son extremados los del Reino de Chile, de donde se traen y se vende en esta ciudad (Lima) desde doce hasta diez y seis reales, y el precio de cada cabra es sólo de cuatro á seis reales cada una.* A tanta depreciación por su abundancia habían llegado en el siglo XVn los ganados que desde España se llevaran á tanto costo, y que en cambio por sus altos precios y ganancias obtenidas por los que en los primeros tiempos los poseían, dieron lugar á un empeñado litigio entre los ganaderos del Perú, y los encargados de cobrar el diezmo (6). (1) Historia del Nuevo Mundo, tomo 2°, página 368. (2) Historia Natural de las Indias, tomo 1, páa;. 41!l. (3) Tomo II, pág. :}67. (4) Llamado allí guarango y utilizado también para alimentar el ganado de cerda. (b) Tomo II, Dág. a(i8. (6) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. MfiO. 110 438 EL CERDO Vil EL CERDO En cuanto al cerdo, que en el Continente existía en estado bravo, fué llevado, como hemos dicho, desde las Antillas en las primeras expe- diciones que al Continente se hicieron, y tanto por su mayor abundan- cia en aquellas islas, como por su más fácil transporte, debió ser este el primer productor de carnes en la América Central y en la región de Panamá, desde cuyo puerto fueron distribuidos y propagados los ganados españoles por el litoral del Pacífico. Para constituir esta riqueza, hemos ya tenido ocasión de citar las cerdas primeras llevadas por Enciso al Continente desde la Isla Españo- la y más tarde, para aumentar y asegurar su riqueza, la hermosa Cédula también citada y dirigida en 1521: "^l ©oncefí», gttftticia, |le0i&tn;e0, ©aUallcrt»», OBftcttire- v<»», ©ttcicilcít, i gome» bwcnoft l»e la ®iuha& írc panamá/* En la que, entre otros se ordena á Francisco de Garay que go- bernaba en la isla de Jamaica, enriquecida ya de ganados españoles, entregase á los de Panamá: "mil cctbcftt* íjrc líucrc*»»/' para lo cual enviarían á Jamaica los de Panamá las naves necesarias. Al Perú, de cuyo País nos quedan más noticias, por la diligencia del docto autor de la Historia del Nuevo Mundo, fué llevado el cerdo por Francisco Pizarro cuando pasó allí en 1531, y consta que propagado allí rápidamente surtió poco después de carnes á la entonces recién fun- dada ciudad de Lima, como lo manifiesta el acuerdo de aquel Municipio en el año de 1536, siguiente al de su fundación, para que se matara cada día un cerdo (1). Su propagación fué allí tan rápida y considerable que antes de ter- minar el siglo XVI, según los datos de la Relación del Huérfano que extracta Muñoz en su Colección, entraban anualmente en el puerto próximo á la villa de Saña: »ci«nta» xJwefaa" (1), • Algo después fueron enviadas á Méjico las ovejas, como consta por varios documentos, y entre ellos los muy completos que subsisten de 1631 en cuyo año escribía D. Sebastián Ramírez de Fuenleal, que como Presidente de aqviella nueva Audiencia, gobernaba allí á la sazón (2): "sr* e&tá fnniianii0 xxn pueblo be l(ibvñiicve& tj ^vcin^e- V0&, íj &ol0 fctltan úve\a& tnevinaít xj plaxtta» t>e olixta, ia» cxxale& piii0 ttett0tttt ext tcfírc» itte nattií»»»" Y cruzándose con esta carta, ó á virtud de lo que en ella se pedía, por Cédula que en Agosto de 1631, fué enviada á los de la Casa se les dice (3): "JtttcfttvxJ© ®ftcictle0 que tr^^iíxi* ext la cibitat» iie ^ewi- ila ext l(X ©ctect he (ííúxttvatacioxt iie las Httiritt»* ^á vú» ext- cav0t* Cfxxe ite cnaleííCfniev ntrtvatteííi» be xtxxe&tvo cav^o^ Ija- 0rttj0 que Ixxego ee coxnpvext cxexx cavxtev0& txtovxtecoe ftno* (pava paiiveav}, xy hoce bcivvica&, xj tve^ ^avciñoxte», tj ijaeta feiej &uctt&o& be &ixxticxxte be &eba be pliego, ó be la txteiov qixe I-e pxxbiete Ijabev xj lo exxviexj& tobo abeve^abo al xxxtea- tx:o ^ve&ibexttet é &iboy:e& xj xxxxe&tvo& ®ftcictlc* cfxxe veítibext ext la tixtbab be ^éxico be glitetrit (fB^paña^ á C(xtiette» ?»ctri- bixxtoü pav^a qxte lo reciban," Que las ovejas antes pedidas desde Méjico poi- el Sr. Ramírez de Fuen Leal fueron enviadas, no cabe la menor duda, por la Carta ofi- cial del mismo que dice: *'(!t^oxtvexxbvia ntwcijcr eme t»inie&eu ttrescientaíí bof ficrtst pava vepavtxx'^la& ewtve lo& ixxbxo&i Ija^o que lea bext oxte\a» jj cviaxxla& coxt gtranbe atnov" (4). (1) Archivo de Indias 109—1 — 5. Fecha citada también. (2) Carta oficial de este Presidente de aqaella Audiencia en 1531. — Citada por el Sr. Cappa. (3) Archivo de la Casa en el de Indias— Dada en Ávila á 31, de Agosto de 1531. (4) Carta oficial del mismo, citada por el Sr. Cappa en sus Estudios críticos, tomo 111^ pág. 33. LA OVEJA 441 Siendo probable que los carneros enviados después, lo fuesen para criar con estas ú otras ovejas. Consta en efecto que en ese tiempo se esforzaban nuestros gober- nantes para enriquecer á Méjico con las plantas y los ganados españo- les, pues que en la misma Cédula antes citada, en que se ordenó el envío desde Sevilla de los carneros, borricos y simientes de seda se dice además á los de la Casa: "^xrotíccl» (\ne be a^ni íxitelante toí*tn& lo» ^ae^tvea Cfut fueren á la& txixe^tva» HnMtt*, qne llewe cat>a nno IbeUoa «n eu nttwtjc», la crtntií»tt& qixe le pavecieve be plantan iie viña* é oUxroe, í»e ntattetra qite ningitito pa»e »in Het»ttr alguna cantii>aí»." Y en carta oficial de los de la Casa en el mismo año dicen (1): "une Ijan cotnpralnj cinco tjotrricae c\ne »e enttiatrán en el íírinter nania, »j la í*e la* ^jlantae í»e aliña» tj niíre» tj atvae átrlialeft, aei ae Ija Ijeeija que la© llenen e^te añc ta- ita» la» nania»»" Y consta también, que se llevaron del mismo modo á Méjico planto- nes de otros muchos árboles. De esta manera enriqueció para siempre Es- paña al Nuevo Mundo. Algo después que á Méjico, fué llevada al Perú la oveja, debiéndose este servicio, según el autor de la Historia del Nuevo Mundo (2), al Capitán Salamanca, que tomó parte en aquella conquista. Y por el mis- mo tiempo, ó en época muy poco posterior, debió ser enviada con los demás productores de carne y de leche, á las dilatadas regiones del Río de la Plata, á las cuales es lo probable que las enriquecedoras especies animales, que de tal manera habían de transformar aquellas comarcas, fuesen llevadas desde España ó de las islas Canarias. Útilísimo al hombre cual ninguno este ganado lanar, además de la carne y la leche, utilizada también para la fabricación de queso, sumi- nistraba además sus lanas tan convenientes para el abrigo del hombre, y que fueron allí también utilizadas. A fines del siglo XVI, escribe el P. Acosta (3). *Las lanas se dejaron en un tiempo perder del todo, hasta que se pusie- ron obrajes, en los cuales se hacen paños y frazadas &,. que ha sido gran »o- corro en aquella tierra para la gente pobre, porque la ropa de Castilla es muy (1) Archivo de la Casa en el de Indias 148 — 3 — 11. (2) Bernabé Cobo, tomo II, pág. 365. (3) Historia de las Indias.— Sevilla, 1590, tomo 1.° pág. 418. 111 442 CONCLUSIÓN costosa. Hay diversos obrages en el Perú; mucha mas copia de ellos en Nueva España, aunque, ahora sea la lana no ser tan fina, ahora los obrages no labrar- la tan bien, es mucha ventaja la de la ropa que va de España.» La multiplicacióa había sido tan considerable, que en los tiempos de este escritor, ó sea antes de terminar el siglo XVI, escribe: iHabia hombres de setenta y cien mil cabezas de ganado menor; y hoy día los hay poco menos, queá ser en Europa, fuera riqueza grande, y allá lo es moderada.* (1) En el siguiente siglo XVI í, escribe otro autor que fué testigo ocu- lar, y residió largo tiempo en la América Española, y singularmente en el Perú (2): € Así de este ganado (cabras) como del vacuno y ovejuno, es muy grande la abundancia y el regalo que donde quiera se goza, de leche y de cuanto de ella 'procede, como son requesones, natas, manteca y quesos; de las cuales cosas nunca tuvieron u^o ni conocimiento los naturales destas Indias, ni aun animales que los proveyesen de leche. Mas ya han entrado en el uso destas comidas, tan bien como en las demás nuestras, por las cuales son perdidos y cuando las alcanzan, las tienen por único regalo. » No insistiremos más: el enriquecimiento de la fauna americana, si no fué tan considerable por el número de las especies, lo fué más en cambio por su importancia, y por la falta tan general que de las mis- mas había. La obra entonces realizada al crearse la América Española, filé tan considerable como trascendental. IX CONCLUSIÓN Algo antes que al Perú, fué llevada á Méjico juntamente con las primeras ovejas y otros animales de carga, la simiente de seda que desde el siglo XV por lo menos, se cultivaba en los Reinos de An- dalucía y de Valencia. Existían allí varias clases de moreras, de las que cita Humboldtla (1) Historia de las ludias, tomo I, pág. 418. (2) Historia del Nuevo Mundo, tomo II, pág. 368. CONCLUSIÓN 443 Morus acuminata, que se criaba también silvestre en el Perú, y cuya hoja, dice, no era tan dura como la Morus rubra ó roja de los Estados Unidos. En estas moreras se criaron en el Méjico Español los primero» gusanos enviados desde España, hasta que después se llevó allá también de España la verdadera morera de China. Agregaremos también, el he- cho menos conocido de que ya en 1505 y en la época en que tan celosa- mente se procuraba enriquecer por todos los medios á las Antillas, se intentó por España criar el gusano de seda en la Española. Con este objeto fué enviada al Doctor Matienzo una Cédula (1) en que se le ordenaba enviase á dicha Isla simiente de gusano de seda, cuya compra se hizo en efecto, y consta fué adquirida de la que se pro- ducía en el Reino de Q-ranada. (1) Debía probarse su cria en árboles en- contrados allí muy análogos á la morera, y si su prueba no dio resultado, hemos querido consignarla aquí con otros intentos y esfuerzos hechos por España, unos sin éxito y otros con maravilloso resultado, para de todas maneras llegar á conseguir el enriquecimiento de las nuevas tierras. Mejor resultado que en las Antillas tuvo en Méjico la importación del gusano de seda, que allí fué aclimatado como también la morera, que desde Sevilla se envió, y para lo cual trabajó también otro español ilustre, Don Martín Cortés padre del famoso Conquistador. Según los documentos de la Casa, la primera simiente del gusano de seda fué en- viada á Méjico, á virtud de una Cédula dirigida á los de la Casa en 1631 (2) y según la cual, juntamente con cien carneros, doce borricas y tres garañones para padrear, debían comprar: ♦*fcicj hxtcrtí>oe be ^Uniente i>e &ets(X íre la i»c ^jUeno, ó ite lo tncfcrv iTwc 0c í?uM«f c Ijabevt xj lo snvietj» ttíl»t> ctírcvíjain» ttl nns»tv0 ^veeiitente é ®iíK>ree x) nne^Xvoe ©ftcialce, <\xxe ve»\tfsn stx Irt ciitt*rth ite flléaeico en Jlucua ©«lícifta, á <\nie- ne« ef^Kxibixxxo» <\ne la treclUttn." Aclimatóse como es sabido esta industria, y fué tejida la seda, y en 1590, según leemos en la Historia Natural y Moral de las Indias (2): *Lo de la seda, que se hace en Nueva España, sale para otros Reinos como el Perú. No la habla en tiempo de indios: de España se han llevado moreras y danse bien, mayormente en la provincia que llaman la Mixtecay donde se cria el gusano de seda y se labra, y se hacen tafetanes buenos, damascos, rasos y terciopelos, no se labran hasta ahora.* Tal fué el origen del primer establecimiento hecho en América» (1) Archivo de la Casa en el de Indias 39 — 2 — Ys- •'^"o de 1505. (2) Historia Natural y Moral de las Indias, tomo 1.°, pág. 415. 444 CONCLUSIÓN de la bella y delicada industria de la seda, industria que duró casi iiasta llegar el siglo XIX, en cuyo tiempo las grandes riquezas me- tálicas de Méjico hacían más difícil, como siempre ocurre, la com- petencia manufacturera con otros países más pobres ó más densamen- te poblados (1). Con el europeo aseguran que llegó el ratón, aunque tras él su cons- tante perseguidor el gato, que tampoco había en el Nuevo Mundo, y que debió pasar allá con las primeras mujeres que en él se establecieron. De este y de otros animales domésticos más útiles, como lo era sobre todo la gallina, no nos ocuparemos, porque su transporte debió ser tan natural como fácil, y hecho desde las primeras navegaciones. Ade- más, aunque no idénticas, existían también variedades de gallinas en «1 Paraguay y en Tucumán. (2) Volviendo á los gusanos de seda, observaremos que fueron llevados á Méjico en la época interesantísima de su activo enriquecimiento, gestio- nado ya por Hernán Cortés, que desde los primeros años de la conquista pedía á Carlos V ordenase á la Casa de Contratación, el envío de plantas y animales útiles (3). Así, la Cédula ordenando el envío de carneros, borricas y simiente de seda está dada en 1531, en cuya época gobernaba en Méjico como Presidente de aquella Audiencia, hasta que cinco años después, pasó allá su primer Virrey D. Antonio de Mendoza, D. Sebastián Ramírez de Fuen Leal, uno de los ilustres y ameritados Varones que más trabajaron para la formación de la América Española, y que durante su Groberna- ción en Méjico, parece haberse esforzado por el enriquecimiento agrícola y pecuario, y así lo manifiesta también su ya citada carta al Empera- dor, ó sea al Consejo en la misma época (1531), en la que dice: '•^otj gtractae á ^» pi. pov Ijabev íttttia^a lo» nitevci& ©iínjvco, lj0tnbve& efemíílarf 0, «c «*tá f^t^tír(^n^o xtn pueblo túbú be labvainore» tj ^vanaevoíi^ tj ^olo fctltcitt 0Xie\a& «te- trinan, tj plantct& tie jjlitrae, l(X& cwctle» pilfo vendan en te- 1^0» lo& ttttltt0fit/* Debió recibir Ramírez las ovejas, y otros envíos, pues en otra su carta también citada, dice: (1) Por esto, hubiera sido fatal negocio poner fábricas de tejidos por ejemplo en California, durante la explotación de sus minas de oro, porque la producción, dado el precio elevadísimo de todo, hubiera sido entonces allí excentricidad costosa. (2) También llevaron los españoles á América los primeros pe;-ros, aunque la palabra no sea -del todo exacta, porque el perro existía: pero los autores están contestes en que eran perros -que no valían nada, y que en algunas partes se comían. (3) En su carta, que hemos citado de Méjico en 15 de Octubre de 1524. CONCLUSIÓN 445 »w '©onttcnbrict «tucljt» cfxxe vinic&cn bovvica», pava ve- pavilvlaü entre lo» ini*io»« fjttgo (\uc le& &cn otjcfae, tj cvian- itte C0XX (ivatibe atnov'^ A este envío de las ovejas, ó bien á machos pedidos después, para padrear con ellas, se refiere en nuestro concepto un curioso documento auténtico que se conserva en él Archivo de la Casa, y con el cual quere- mos terminar el presente estudio. Es este la carta que los Maestres de las naos que en 1533 se diri- gían desde Sevilla á la América Española, llevando cierto número de carneros ú ovejas vivas, dirigen á los Jefes de la Casa, desde la isla de la Gomera en Canarias, dándoles cuenta de su paso por allí y de la salud de los recomendados carneros. Es de sentir que no consignen los Maes- tres, á qué puerto del Nuevo Continente se dirigían, pero creemos muy probable fuese á los de Méjico, por ser la carta de una época en la que, como hemos visto, se procuraba de todas maneras por nuestros gober- nantes constituir la riqueza agrícola y pecuaria de aquel País. Esta carta dice asi (1): "^«tj tuttiwtftco» ^eñoveüx "C!5»tct ea, pov Ijacev ^abev á vite^iva» xnevceiie» qxxe Ue- 0tttttOft rt cettt villa ite la (f^oxxxeva, exx «icte bicte, Icte xxaoa he ®ex:óxxxxxx0 %iobxriiXxxei (2)» ^oxxxé he la ^&la, ©olclj^ro xj xxct^a- tve», coxx xxxxxx) Ititctt itirtfe. goa cavxtevo& qxxe xxaxx exx la ttaa he §. ^t. vaxx, loahú &ea ^ioa, xxxxxxj buexxo» tj xxxxxxj (icv- h0&, XJ cveaxx vxxeütva» xxxevcehe» qxxe &e cxxx:axx (ee cuiban) C0XXX0 ccr»rt pvtrpii», xj íke entrarán he aqxxi ahelaxxte, GBtt Irt txac íte^lae QLolcljeva »e leo lya xxixxevto xxxxo, xj lo» otrt»» watt bxxe- ttoe* ^0 teniTí» otva co^a (]xxe eacvebiv á xxxxe»tva0 xxxevcehe*, «rtltrt», i^ite plrtctenbo á Jiiao, el hia he la JCacenaton no» Ija- vexxxúü tot»00 á la xxela, tj vaxxxa» exx ett cotnpañitt," "$lneotx*o ^eñov, (iixxavhe é acveeiexxie lo» ntittj noble» ni- iro» he xtneotrrt» ntevccbe», pcv xxxxxx) lav^o tiempo, ^e la OEo- xneva á 22 he lítotjo he 1533 eeritibore» he ttne»trtt» ntercehe»» Firman la carta, que es oi'iginal, los cuatro maestres de las cuatro naos. De sentir es, que no se conserven otras cartas de este género, de la (1) Archivo de la Casa en el de Indias 41 — 6— '/s». (2) Hemos tenido ocasión de citar antes á este Maestre sevillano, á propósito de otra hon- rosa cornisión, pues fué Jeróniíno Rotln'guez uno de los dos Maestres, que en 1517 trajeron 4 •Sevilla desde la Isla Española, la famosa cajita ochavada con las muestras del azúcar, algodón j cañafístola en aquella Isla producidos. 112 446 CONCLUSIÓN las que debieron existir no pocas, y que acaso por su escasa ó ninguna importancia oficial, no han sido conservadas. De esta que subsiste, ase- guramos haber leído con el mayor interés y con respeto, los renglones de los honrados Maestres sevillanos, y que su lectura nos fué tan grata, que volvimos con gusto á recorrer muy luego sus breves líneas. Como dijimos al comenzar, el enriquecimiento de aquella fauna y de aquella flora por los españoles fué tan considerable como perma- nente y definitivo, y si no obra exclusiva del Estado, pues que en ella tomaron parte también los particulares, correspondió sin embargo al Estado Español, y á la Casa de Sevilla como su agente ó ejecutor, una participación muy considerable en esta obra gloriosa, y de aquí que existan, como hemos visto en su archivo, algunos de los más interesantes y bellos documentos relativos á estos trabajos, que sirven para su histo- ria, y que hemos tratado de consignar aquí. Por lo demás si hubiera, que no lo creemos, descendientes de Espa- ña que lo desconocieran ó ignoraran, no importa, porque más sabia la Naturaleza, al ofrecer en aquellas dilatadas y enriquecidas Regiones el cuotidiano alimento, á la útilísima vaca tan necesaria para el hombre, á la humilde oveja, á la agilísima cabra, ó al bruto cordobés hijo de rayo, y á otros útiles animales; las vegas y las lomas presentando al hombre año tras año, las doradas mieses, llevadas allí desde España, los pinto- rescos valles, abrigando en su seno los más bellos frutales españoles, que periódicamente presenten á sus moradores vistosas flores, y sabro- sos frutos, entonarán, continuo, harmonioso, inimitable himno; ininte- ligible sin duda para el hombre ignorante y rudo, pero solemne, grandio- so, elocuentísimo, para todo varón docto é instruido, y que reclamará sin cesar, Gloria para los hombres y las Instituciones que esto hicieron, cariño y respeto para España. Y tú. Raza Española, la que transformaste así la Tierra en pro del hombre, piensa si debes ó no mirar por tus destinos. Sevilla xj mctnbve he pl®^. ÍNDICE P*8- F4s. Censura m PKÓL,oao . . . ; r LA CASA DE CONTRATACIÓN Ó CASA DE INDIAS DE SEVILLA Datos históricos I. — Su creación . 1 IV. — Los sucesos de Castilla. — Muerte II. — Carácter de los descubrimientos de la Reina Isabel.— Fernando españoles 4 el Católico se embarca para Ita- m. — Los Pilotos Geógrafos y los Cos- lia 10 mógrafos de la Casa de Sevilla. 6 V. — Muerte de Cristóbal Colón ... 14 LA EXPEDICIONES Á DESCUBRIR Jnan de la Cosa RECONOCIMIENTO EN LA COSTA DE VENEZUELA I.— Las capitulaciones 20 II. — El viaje 34 Vicante Táñez Pinzón y Américo Veapacio I.— Juntas en Toro 29 II. — Expedición proyectada i la Ex- pecieria 31 ▼isent* Tá&es Pinzón EXPEDICIÓN Á TUOATÁN I. — Ausencia de Vicente Táfiez en I V. — Desembarco de ganados en Puer- ISOfi 35 to Rico por Vicente Yáñez Pin- II. — Expedición de Alonso Hojeda — zón y su consocio 41 Carabelas para las islas. — Ins- V. — La relación EBE DBCIX 9 (1503-1522) 9 31 1579 1669 16 40 Desde 1508 Desde 1503 39 32 á 34 de Abril á 24 de Abril 47 4 adiccessu á dicessu 49 16 k la Español» ¿ la Especiería ES m 1852 1892 64 26 tener tanto tener por objeto, tiato 72 16 , embarcó . Embarcó T¿ 32 1507 1509 83 21 entre ellos sucedió entre ellos,eii mjiiel viaje sucedió H8 38 bibera babera 109 35 Torre do Ton Torre do Tombo 130 38 tomó en 1435 tomó en 1495 136 28 Vicentiano Pinzón Vicentiaus Pinzón 170 11 por vuestro mandado por nuestro mandado 172 18 capitanos ipagnnolo capitano spagnnolo 180 16 ballener balliner 184 1 minuciosos numerosos 198 21 Malas Muelas 214 20 á mi lo suplicar á me lo suplicar 234 22 Porddone Poderdone 260 30 Biblioteca Bibliotecas 300 13 y en 14 de Enero y fué en 14 de En^ro 300 24 (Jarlos V y seguido Carlos V seguido 307 2 Castellón (1526) Castellón (1525) ÍJ07 última Noviembre de 1526 Noviembre de 1525 324 20 presté cantiá presté contia 364 23 y iil de las distancias y el de las distancias 373 7 aplicar al hambre aplacar el hambre 396 18 aquella isla aquellas isla* \ } L^^^^é&k ^^J^^Jhp >fs:vi: RETURN TO the circulation desk of any University of California Librory or fo the NORTHERN REGIONAL LIBRARY FACIUTY Bldg.400, Richmond Field Station University of California Richmond, CA 94804-4698 ALL BOOKS MAY BE RECALLED AFTER 7 DAYS • 2-month loans may be renewed by calling (510)642-6753 • l-yeor loans may be recharged by bringing bool