ft- HISTORIA física y política DE CHILE. AGRICULTURA. TOMO PRIMERO. PáñIS. — EN LA IMPRENTA DE E. THUNOT Y Ca calle Racine, U, cerca del Odeoa. HISTORIA física y política DE CHILE SEGÚN DOCUMENTOS ADQUIRIDOS EN ESTA REPÚBLICA DURANTE DOCE AÑOS DE RESIDENCIA EN ELLA Y PUBLICADA BAJO LOS AUSPICIOS DEL SUPREMO GOBIERNO POR CLAUDIO GAY CIUDADANO CHILENO INDIVIDUO DEL INSTITUTO IMPERIAL DE FRANCIA. (ACADEMIA DE LAS CIENCIAS) DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE , Y DE VARIAS SOCIEDADES CIENTÍFICAS NACIONALES Y ESTRANJERAS, CABALLERO DE LA LEJION DE HONOR. AGRICULTURA. TOMO PRIMERO. PARÍS EN GASA DEL AUTOR. CHILE EN EL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE SANTIAGO. MDCCCLXII "*: I PRÓLOGO. fiWánte mis largos viajes por Chile, cuando visitaba sus in- Durante mis ja B ir verdaderas colonias conüenen miCs de amp sinTs y dañorígen á cultivos y productos poco millares de campes , minuciosamente la manera conocidos, PeXfnst* das para hacer de mi trabajo el objeto ?S fcad™ ?E raesultaPdode estos estudios es la presente otea que doy al núblioo persuadido de que las personas curiosas y IvWas de adquirir conocimientos, encontraran en ella matena ^rtiÓmfútraspiracion fué la de tratar este asunto de un" muv secundario y solamente como un smpe ca- ndido de una obra general sobre Chile; pero a med.da que se SLdianmTs investigaciones, mis notas se aumentaron de tal manera v llegaron á ser tan interesantes, que este capitu o no Srdó en e" ig í divisiones, luego subdivisiones y ha concluido ñor tomaX proporciones de un libro de abultado volumen P Tf "iricu tura de Chile merece con efecto fijar nuestra aten- ción po? un cierto carácter peculiar efecto de dos « p,n- c nales desde luego la naturaleza del clima y de los hábitos del Stav después el fatal aislamiento que la política española e Fnmuso con un bloqueo internacional. Así pues ha permanecido Sr espado de siglos en un estado completamente sedentarm, sunedHada ademas por el elemento araucano, úmco que poto en el trabajo, ese espíritu de incuria y de rutina innato en el carácter Mió y cuyas'consecuencias no pod.an menos de con- trariar las reformas y contener todo progreso. medio siglo. Gracias á la independencia y a el espíritu de orden y f justicia que el patriotismo chileno ha sabido conqu.star y I YI PftOLOGü. consolidar, y gracias también al contacto con los estranieros rl. das lt I V °, S l0S ram0S de la ¿dación. Las cien- a los métodos antiguos. Los hacendados por su parte emW aqsoc a á la Ln T" inmi?rac¡0" california™, han sabl S , ab,°reS el P°der '"menso de los capitales Han mávorcr eS,deSeCad° lagU"aS' J se han Plorado con e" ™?1 ?-,* " PreC,'0S mUy Subidos- esas maravillosas máquinas que se sustituyen a la fuerza brutal del hombre, y ™S tempe que economizan tanto la mano de obra* hace lo te- bajos mas espeditivos y mucho mas perfectos ante* f an Pr°8reso da'a sobre todo desde 1846. Cuatro años pe mitMoanas,0,a"'OSteSte Pa¡S y esta -constancia no nos ha Permitido asistir a esta gran transformación, pero en relaciones constantes con escelentes amigos, hemos podido esto Imnre a comente de todo lo que se ha hecho y escrito, habiendo te nido ademas la ventaja de poder consultar á un buen numero" á Paris* ir"','08 r i'' afld0n * ™J'ar atrae bodos losS ter Pat te " i' * haCendad0S á los ^Sorcs Juan de Do UJrrea, Patricio Larrain, Juan de la Cruz Gandarilla Manuel pe stas mS„teStÍll°H' ^'^ deár <™ bemoTrecuSol íriwT mtí'bgentes y de mucha esperiencia. Seame permitido ofrecerles aquí un testimonio público de mi viva tratZ v por'su buen Señ0V D°mÍng0 V"ga> Persooa "C Zéfo n'ota'b le sabido „„" ''m?°, qT,P°r el talent0 de observación que ha a Mor DÓn Ben,°n ; V- ""^ rec"noc¡™ento debo también empleado en ?/njan,lnQVlcl'n a; que tan inteligente actividad ha empleado en la nueva Sociedad de Agricultura y míe se ha rite MMtZZtTT mÍ,íaV°r< dd U"ÍC0 templar ,:,:"; 1 t^zr$LAz;::ta> periódico á cuya redaec¡°" ->- -*: PROLOGO. VII Mi alejamiento del pais que forma el asunto de mis publica- ciones hubiera debido acaso contener mi pluma, abandonando á personas mejor situadas un trabajo que exige tantas investi- gaciones y comprobaciones; pero con todo, á pesar de esta des- ventaja, mas aparente que real, no he temido abordarlo, por- que sin pretensión alguna, creo que nadie hubiera podido, por falta de documentos, espresar mis ideas y tratar este asunto de la manera que yo lo he concebido. Desde hace algún tiempo las ciencias históricas han tomado con efecto una tendencia particular en todos los trabajos de inteligencia. Se trata de reconstituir los hechos no solamente en los acontecimientos políticos, sino también en todos los que se fundan en la organización de la sociedad, con el fin de con- ducir al lector á través de todas las peripecias á que han dado lugar para que conozca mejor las acciones recíprocas que han contribuido á su desarrollo y á su transformación. Partiendo de este principio, un trabajo de esta naturaleza no podía ejecu- tarse en Santiago, careciendo en general de todos los docu- mentos necesarios para la composición, sino en algunas ciudades de Europa, v mas particularmente en los archivos de Indias reunidos en Sevilla, en donde se encuentran todas las corres- pondencias y memorias de los antiguos gobernadores de Chile. A este punto es á donde también nos hemos trasladado para buscar en él los primeros elementos del presente ensayo. Ademas, obligados para otras publicaciones á estudiar y co- mentar una gran cantidad de documentos de los que la mayor parte contribuye á formar nuestra rica biblioteca chilena, hemos tenido cuidado de anotar, á medida que los recomamos, todo lo que podia facilitarnos y hacernos interesante este trabajo, con el fin de realizar nuestro objeto que era el de darle algún matiz histórico. ■■"■• , ■ , Sin duda alguna que no abrigamos la pretensión de haber llenado bien nuestro propósito y tampoco la de publicar un libro al abrigo de toda crítica : en el mero hecho de publicarlo como un ensayo, confesamos tácitamente que su ejecución deja mucho que desear. Pero tal como es, creemos que será de alguna utilidad y que podrá, en definitiva, servir de base á otro mas perfecto, sobre todo hoy dia que Chile posee una administración de esta- dística dirigida por una persona, el Señor Lindsay, que acaba de dar tan escelentes pruebas de talento y de celo. Cuando en 1829 llegamos por la primera vez á Chile, iodos los trabajos de la inteligencia se resentían aun mucho, del sis- PKOLOGO. tema colonial que los habla hecho vivir tan abandonados Las «eneas las letras, las profesiones de alta industta no habntn llamado todavía con seriedad la atención de un pueblo que no haca mucho entregado á una vida pasiva y convirttóndo e de repente en administrador, legislador; etc., etc. se hallaba en la necesidad de consagrarse á estudios m s conforme con las necesidades del pais antes de aspirar á su perfección Reducido pues a mis solos recursos, me vi en el caso de bus ar cv ar todo lo preeso y nadie ignora cnan rudos, difíciles y alunas este ouSo^e fS ' °" '°S P™C¡PÍ°S e" todas las ™™&t* este punto de vista quiero creer que se tendrán en cuenta mis esfuerzos, y las penurias de mi aislamiento , Me hubiera sido fácil dar mayor estension á mis citas histó ncas, pero no he creído deber hacerlo por no aumentar déma siado el volumen de este libro v á nesar de úéTET precisado á añadirle un súpleme!? &l¿f he^úna «cepc.cn respecto del canal de San Carlos y df las bodegas Se Valparaíso, las dos creaciones agrícolas mas grandes delan feno conXvó «P^-P-ocó el espíritu de S contribuyo a fertilizar una inmensa llanura hasta entonces es- téril aunque á las puertas de la capital, y la segunda noroue representaba antiguamente el depósito general defproducto Te casi por s, solo constituía todo el comercio esterio, del Pa,s el ecte ™ Tí t0d° '° qUe d¡g° aCerCa de la agricultuí aacK; el lector no debe ver mas que la agricultura general del nais v de ^ ningún i modo la de las cercanías de Santlgo que por suI fanto?„t °^hVlegad0 á Ser completamente 'eu'rop a mw '» variedad de sus productos como en los proceda mientos perfeccionados de sus trabajos P prontoCábLdnla-deqUe-eStOS adelantos se este"derá" ">«y pronto a las provincias, si se tiene presente sobre todo el em- peno que toma el gobierno en hacer componer lo caminos v o hacendados en dividir sus grandes propiedades SS las mas poderosas para hacer frente á una crisis conque e, h n arrendamientos ilusorios, depreciación de los producto a¿ co É por haberse cerrado los mercados de California y M he™or;Sa¡rUnStanCÍaS entr¡SteCen ™™ntá„eaUteáeSte INTRODUCCIÓN HISTÓRICA, Estado de la agricultura chilena antes de la llegada de los Españoles. — Valdivia funda la colonia.— Guerras que tiene que sostener para conser- varse allí y para estender sus límites.— Distribución que hace á los con- quistadores de las tierras. — Primeros ensayos de cultivo. — Ordenanzas municipales para asegurar su porvenir. — Tendencia á la cria de animales como industria mas apropiada á la naturaleza y á la condición del pais.— Influencia del terremoto de Lima en el año de 1687 sobre el cultivo del trigo y sobre su esportacion. La agricultura es sin contradicción la fuente principal de la riqueza pública, la que crea nías grandes valores, y que inde- pendiente, en general, de los caprichos de la suerte, no se agota jamas contribuyendo mas que toda otra á la ventura de la hu- manidad. Asociada á todas las condiciones de nuestra existencia, vela por nuestras necesidades mas premiosas, nos procura todas esas materias primeras que la industria modifica, combina y transforma para nuestros usos, y ayudada por el comercio, del que es uno de los mas activos agentes, nos hace gozar de todos los productos estraííos, que el Creador ha negado á ciertos climas y llegados en el dia á ser casi de una necesidad absoluta para el bienestar de la sociedad. Apesar de todos estos títulos, la agricultura, abandonada durante largo tiempo al trabajo de los esclavos, era desdeñada por la generalidad délos propietarios que la consideraban como una industria simple, uniforme, del todo rutinaria, que ni si- quiera merecia el favor del aprendizaje, cuando al contrario exige, á mas del apoyo de los capitales, un gran fondo de juicio, de paciencia y de variados conocimientos hábilmente combi- Agricultura. 1 AGRICULTURA CHILENA. nados para bastar á una gran diversidad de trabajos mas ó menos complicados y en manera alguna susceptibles de divisibilidad como en las otras industrias. Esto ha sido perfectamente com- prendido por los hombres de Estado, los sabios y los capitalistas altamente empeñados en el dia en reunir sos esfuerzos para el adelantamiento de una industria que tantos intereses representa. Así, gracias á este glorioso concurso, la agricultura ha podido elevarse al rango de las ciencias exacias, recibir los honores académicos, y volver á tomar en la escala social esa alta dignidad que tenia en los grandes pueblos de la antigüedad. Los pueblos del nuevo mundo no se apresuraron menos á honrar esta industria con verdadero culto. Antes de la conquista, naciones enteras, y sobre todo los Peruanos habían instituido en su honor fiestas que en diversas épocas del año, se celebraban con gran pompa. Gomo ios reyes de Babilonia, de Siracusa y aun de la China, los Incas no desdeñaban en estos días tomar su especie de arado y arar alguna pequeña parte de sus tierras. Practicábase siempre esta ceremonia con un espíritu de gran- deza y de devoción en medio del pueblo vestido con lujo y ele- gancia y cantando en honor del sol y de sus monarcas himnos de alegría, que mas tarde, por causa de la pérdida de su libertad transformaron en canciones de dolor. Este fué el origen de esos tristes haylli ó hallaviry que hemos tenido muchas veces ocasión de escuchar durante sus faenas agrícolas, cantados á veces por niñas que acompañaban á sus padres en sus trabajos de siem- bras y de cosecha. Este vivo amor que los Peruanos tenían á la agricultura, era inmediatamente introducido en los pueblos que sus con- quistas, eminentemente civilizadoras, reunían á esta gran mo- narquía. Así es, que desde que el norte de Chile fué dominado por el Inca Yupanqui, se estableció en este territorio una cultura de cuyo progreso dan testimonio las numerosas ruinas de canales de riego que se encuentran en muchas partes de la localidad. Aquí también se cantaban himnos de alegría en medio de los trabajos, y si al presente el viajero no tiene ya ocasión de escucharlos como en el Perú, á no ser en algunos parajes reti- rados de la provincia de Chibe donde se les llama Pur-ru, puede aun presenciar ciertos regocijos que con el nombre de Minga jo ÍO.Ntf & INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. se ven en algunos lugares. Es sobre todo en el sur en donde se han conservado con masó menos pureza estos mingajos. Allí, mediante algunos platos y algunos cántaros de vino, todo pro- pietario reúne suficientes trabajadores para ayudarle en sus co- sechas, teniéndose por dichosos al concurrir gratuitamente á trabajos en que el goce y la alegría tienen tan grande parte. Sin duda antes de la llegada de los Peruanos á Chile, la agri- cultura era allí practicada por pueblos sedentarios que eran, con todo, pastores y agricultores. Gomo fundamento de toda civili- zación primitiva introduciéndose en todas las poblaciones se habia esparcido hasta en los parajes mas retirados, constituyendo las sociedades que existían ya en Chile antes de la llegada de los Españoles. Valdivia y su almirante Pastene la encontraron establecida en ¡as naciones independientes de los Promaucaes y de la Araucania y aun mas al sud en el gran archipiélago de Chiloe ; pero es probable que la práctica y el saber de los Pe- ruanos establecidos en el norte contribuyeron en mucho á hacerla progresar. Hay ademas razones para creer que ellos in- trodujeron, el ají, la quinoa, la especie de fréjol llamado pallar, objetos que con el madi, el maiz y las papas representaban los únicos productos agrícolas del pais. En ciertas localidades del sur de Chile se cultivaba ademas un cereal (Bromus mangó) que les servia para hacer un pan sin levadura llamado Covque. En mis escursiones por esías lejanas regiones he tenido ocasión de ver algunas raras sementeras de este cereal empleado únicamente en el dia para el uso de los animales y llamado mango. Las tierras estaban ocupadas por familias dispersadas en el fondo de los valles, y viviendo, como lo hacen aun los Arauca- nos, alejadas las unas de las otras. Estas tierras estaban repar- tidas con gran desigualdad y es de creer, según las mismas carias de Valdivia, que las de los jefes eran trabajadas por individuos sino á título de esclavos á lo menos como gentes de gabela y en número de ochenta á ciento para cada jefe, Las propiedades así convertidas en inmuebles habían cambiado la manera de vivir de esas poblaciones y habían desarrollado entre ellos un bien- estar que la movilidad de la vida puramente pastoral no podía permitirles. Fué este un verdadero estado de transición de la vida nómada á la vida agrícola que dio á la raza chilena un cierto IMtiÜ AGRICULTURA CHILENA. barniz de civilización muy lejos de encontrarse entre los indios de las Pampas. Sus medios de cultivo eran simples en estremo y casi en todo semejantes á los que se usaban en el Perú. Hacían uso de una especie de azada, ó á veces de im simple bastón puntiagudo de madera que empujaban en la tierra para levantar grandes ter- rones que las mujeres estaban encargadas de romper y desme- nuzar. La falta del hierro, de que los agricultores de Atacama en 1610 no tenian aun conocimiento, los obligaba á valerse de este espediente, que todavía vemos practicar en Chiloe con al- gunas lijeras modificaciones que provienen de que siendo la tierra mas húmeda y compacta ha menester mas fuerza de parte del labrador. Para conseguir ararla el chilote clava su bastón apoyando el otro estremo en su pecho, mientras que los habi- tantes del norte se servían únicamente de sus pies, pues á causa de la sequedad del pais la tierra podia con facilidad désmenu- zarse. Esta falta de lluvias en el norte de Chile, desarrolló entre sus habitantes una gran inteligencia en el trabajo de riegos y en este punto fueron admirablemente secundados por los Pe- ruanos, quienes elevaron este arte á un alto grado de perfec- ción. Gracias á estos escelentes guias, habían podido multi- plicar los canales en un gran número de valles y aun hacer llegar las aguas á grandes alturas, lo que manifiesta el cuidado estremo que ponían en aprovecharse de algunos terrenos llanos hasta entonces secos y estériles. Las colinas fueron mucho menos utilizadas. El cultivo en anfiteatro, conocido en el Perú bajo el nombre de Andenes, no fué puesto en uso probablemente á causa de la falta de brazos y de la escasa población que po- seían las provincias del norte ; pero apesar de esto algunas de las colinas fueron cultivadas según un método que se sigue to- davía en el norte para los fréjoles, y én Chiloe para las papas Este método, conocido con el nombre de Pitón y consiste en clavar en la tierra un bastón puntiagudo, como lo hacen todavía los Chinos, y echar, en el agujero así praticado, algunos fré- joles que se cubren de tierra, y nunca con abono á la manera peruana, y dejar en seguida reposar muchos años esta tierra á causa del estado de agotamiento en que se encuentra. Todos INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. ¿> estos cultivos como también las cosechas se hacían en común y casi de la misma manera que hemos visto practicarlo entre los indios de la Araucaria y aun entre algunos propietarios chilenos de la provincia de Concepción. Independientemente del pequeño número de productos que hemos enumerado y que necesitaban de la cooperación del hombre, los Chilenos poseían todavía un cuadrúpedo, el chih- hueque, que les servia de bestia de carga, de producto y de consumo. En los primeros años de la conquista, cuando las muías y caballos eran todavía escasos y de un valor muy elevado, se servían de esta bestia para el transporte de pequeñas cargas, para conducir el agua para las necesidades domésticas, y hasta se las ha visto uncidas á una especie de arado llamado quiñel- voque y servir así á la labranza de las tierras; pero en razón de la pequeña talla y de la debilidad de estos animales, no pudieron sostener por largo tiempo la concurrencia con los introducidos por los Españoles. A principios ya del siglo XVII, habían casi desaparecido apesar de que consagrados desde largo tiempo por las preocupaciones nacionales, habían servido como símbolo en las ceremonias religiosas y políticas de los Araucanos. Tal era la agricultura chilena cuando el pais fué invadido por los Españoles. Desde este momento esta industria cambió totalmente de faz; de americana que era pasó á ser casi entera- mente europea, y fueron los antiguos propietarios los que des- pués de vencidos, se vieron obligados á ceder sus tierras á los conquistadores y á cultivarlas para ellos. ¡Singular destino de las sociedades que, como en el alumbramiento, no pueden salir al día sino á través del desorden y la desolación ! Jamas nación alguna ha llevado el espíritu colonizador á un grado tan alto como los Españoles. Si muchos de entre ellos se espatriaban con el solo objeto de enriquecerse á cualquier pre- cio, el mayor número tenia la firme resolución de contribuir a civilizar y cristianizar las poblaciones semi-bárbaras. Con este objeto llevaban consigo no solamente los principales elementos de civilización, tales como animales domésticos, trigo, fréjoles, legumbres, etc., sino también una fuerza de voluntad y de per- severancia verdaderamente admirables que nada podia alterar. No es sin un gran sentimiento de veneración hacia esos intre- AGRICULTURA CHILENA, pidos batidores de Sa civilización americana que uno lee en los antiguos documentos los sufrimientos infinitos que padecían por cumplir con su noble misión. Nada les-detenia; ni las vastas florestas, ni los grandes ríos, ni aun esos inmensos desiertos de arena que no pueden atravesarse sino á condición de llevarlo iodo consigo, víveres, leña, agua, soportando así con una pa- ciencia infinita las privaciones de todo género, de toda especie, midiendo hasta su comida y su bebida en provecho de algunos animales que á gran pena llevaban y que cuidaban con parti- cular solicitud considerándolos, con razón, como elemento vital de su futura colonia. Y con todo, el espíritu de envidia, que ne- cesariamente debían producir estas conquistas tan prodigiosas y lan ricas, por lo demás, de inspiraciones agradecidas y elevadas, ha querido oscurecer su brillo tratando de hacer cómplices á todos esos nobles aventureros de algunos hechos parciales, de algunas injusticias, y hasta de algunos crímenes que allí se han cometido , Cuando se reflexiona un poco sobre las barbaries que en Europa engendraron las guerras de religión, ó para buscar ejemplos en la historia contemporánea, cuando se ve todo lo que se pasa hoy dia época de tan alta civilización y de tan alta filantropía, en los países á medias conquistados, se comprende sin esfuerzo de reflexión todo lo que habrían sido capaces de hacer las otras naciones á fines del siglo XV y en el siglo XVI cuando la sociedad, tan atrasada, era tan supersticiosa y tan fanáticamente corrompida (1). Honor, pues, á esos intrépidos Españoles que con tantos trabajos y pe- ligros conquistaron esas tierras incultas para desmontarlas y fecundarlas con todos los productos de la civilización europea, y en provecho de esas desgraciadas poblaciones continuamente entregadas á guerras de ruina y de carnicería, y asombradas algún tiempo después de gozar de un bienestar que no habrían podido nunca procurarse ; porque es mas que dudoso que su (1) Un gran defecto de muchos críticos, defecto voluntario en ocasiones por espíritu de partido, es no referirse jamas á la época en que ciertos hechos se pasaban y que eran entonces tan legales y tan naturales como los que se pasan en el dia y que nosotros aceptamos como consecuencia de nuestra civilización. Sin duda en todos los tiempos ha habido grandes pen- sadores que se han adelantado á su siglo; pero son solo escepciones que no pueden en manera alguna detener el curso de las cosas, poderosamente de- fendido por la ignorancia . las preocupaciones y los hábitos. r;\?mr& V INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. ¡ ingenio nacional hubiese podido desarrollarse lo suficiente para llegar al estado de civilización en que se encuentran los indios españolizados. Honor sobre todo á todas esas personas merito- rias que introdujeron los primeros animales domésticos, todas esas semillas tan necesarias á nuestra existencia, todos esos ins- trumentos de labranza que aunque sencillos en estremo facilita- ron poderosamente el cultivo. En el principio estos servicios prestados por los conquistadores se reconocían de tan gran im- portancia y eran tan apreciados que en una competencia sobre una encomienda hemos leido que uno de los descendientes de estos primeros habitantes habia tenido la preferencia por haber llevado 12 bueyes y vacas á la colonia, contra otro cuyo mé- • rito era haber traido diez hijas de familia. Por su parte el Rey habia instituido premios para los que introdujeran los primeros cereales y otros frutos en América y que alcanzaran á cosechar de ellos un cierto número de almudes. Almagro, como se sabe, fué el primer jefe español que pe- netró en Chile; pero su conquista, fundada solamente en la es- peranza de botin, no obtuvo ningún resultado satisfactorio, lo que le obligó á volverse casi inmediatamente al Perú. Su su- cesor Valdivia fué guiado por mas filantrópicas ideas. Miró esta conquista como principal medio de colonización, y á este fin llevó entre sus 150 hombres algunas mujeres y niños, verdaderos elementos colonizadores, los únicos capaces de crear los intereses de familia considerados con razón como los mas fuertes y du- rables. La ruta de las cordilleras, seguida por Almagro, habia sido harto mortífera á sus soldados para seguirla por segunda vez; prefirió tomar la do la costa apesaf de las 1 50 leguas de are- nales que tenia que atravesar. Era este el camino mas frecuen- tado por los Peruanos, pueblos sobrios, buenos andadores, que no temen ni la sequedad del aire ni el ardor del sol, y acostum- brados desde temprano á las mas rudas fatigas y á privaciones do todo género, cualidades que hablan éft gran parte perdido los Españoles, acostumbrados ya á vivir como señores en medio de esas poblaciones llegadas á ser sus esclavas. Así este viaje ^ les fué en estremo penoso teniendo que sufrir aparte de las fatigas de la marcha, los sofocantes ardores do un cielo siempre sin 1 AGRICULTURA CHILENA. nubes y los perniciosos efectos de una atmósfera estremada- mente seca. El hambre y la sed les ocasionaban sufrimientos no menores, y apesar de esto, aquellos hombres estraordinarios prefe- rían soportar tan rudas privaciones antes que sacrificar algunos de esos animales domésticos que conducían con tantas dificul- tades y molestias. El espíritu civilizador dominaba hasta tal punto el pensamiento y las acciones de estos célebres conquistadores que daban á sus animales una ración de agua comparativamente mas grande que la que tomaban para sus propias necesidades. No fueron tan solo estos trabajos los que tuvieron que sopor- tar. Reservados les estaban peligros harto mayores entre los Chilenos, quienes, lejos de recibirlos amistosamente, como les habían asegurado los Peruanos, salieron á su encuentro para cerrarles el paso, y esto con una bravura digna de su vivo amor por la independencia. Así después de haber luchado contra la naturaleza tuvieron que luchar con sus semejantes, y abrirse sable en mano un camino hasta la gran llanura de Maypú, en donde fundaron la primera ciudad que desde esa época ha que- dado como la capital del país. Esta vasta llanura estaba entonces habitada por indios culti- vadores, que vivían, siguiendo la costumbre indígena, en el mas grande aislamiento. Justamente irritados por la llegada de estos nuevos y peligrosos estranjeros, supieron como hombres as- tutos, cual por lo demás lo son todos los indios, ocultar su có- lera con el fin de tener tiempo y tranquilidad para hacer sus cosechas. Recibieron pues á Valdivia con cierta apariencia de amistad y de sumisión, y hasta se ofrecieron para ayudar á sus soldados en la construcción de las casas que se apresuraron á edificar al pié del cerro de Huelen hoy Santa Lucia. Valdivia hizo construir una ciudadela que fué el capitolio de esta primera colonia; pues inmediatamente después de las cosechas, los in- dios, dejando á un lado toda disimulación, vinieron á atacarle con un coraje perfectamente sostenido, hasta poner á los habi- tantes en el mayor peligro. En uno de estos ataques, siempre nocturnos, las casas fueron incendiadas, muertos algunos ca- ballos, y de todos los animales domésticos no les quedaron mas quedos porquecillos, un cochinillo, un pollo y una polla, y solamente dos almuerzos de trigo. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 9 Estos ataques que repetían con frecuencia pusieron á la co- lonia en los mayores embarazos viviendo sus habitantes en con- tinua alerta. En este momento las tierras se tenían en común y cada individuo, ayudado por algunos indios mitimaes, estaba encargado de sembrarlas teniendo cuidado de permanecer ar- mado teniendo á su lado siempre su caballo ensillado. Después era menester defender sus siembras contra el espíritu destructor de los indios, y para esto alternativamente pasaban la noche en los campos la mitad de los colonos. Apesar de tantas penas y peligros las cosechas distaban de bastar á las necesidades de los colonos obligados á ir en busca de algunas cebollas silvestres que les era menester todavía conquistar con la punta de su es- pada Tal fué la situación de estos primeros colonos durante los dos primeros años, situación precaria, horrible, que la vuelta de Monrroy con 60 hombres bien armados y montados vino feliz- mente á socorrer y á reanimar. Este arribo dio, en efecto, una nueva vida á la colonia. Los espíritus se calmaron, la energía, sostenida por la confianza, recobró su antiguo vigor, y los indios dominados por el temor y casi desanimados por la impotencia de sus armas no tardaron en venir á hacer acto de sumisión. Valdivia no dio gran crédito á sus promesas, pero como hombre político recibió con bene- volencia á los embajadores y escuchó con aire de satisfacción las palabras de paz que le traían. Seguro por lo demás y por alftuÉ tiempo de tener entera tranquilidad quiso aprovecharla para armonizar todos los elementos de esta nueva asociación, organizar el trabajo según las diferentes clases de individuos, formular en definitiva sus derechos y sus deberes, para poder sobre todo dar un fuerte impulso á esta colonia y al cultivo de las tierras. Los dos almuerzos de trigo repartidos á los colonos produjeron doce fanegas, las que reservadas para semilla con- cluyeron por producir tan grande cantidad que á fines del ano de 1544 la cosecha fué de muchos miles de fanegas. Se cosecho igualmente una cantidad considerable de maíz, y délas dos puercas y del cochino salvados del incendio, y del gallo y la gallina, la colonia poseyó tantos como yerbas los campos. Estas son á lo menos las propias palabras de Valdivia en una carta al emperador Carlos V, agregando que los animales procreaban f i 10 AGRICULTURA CHILEN A. todo el año, tanto en invierno como en verano, y que se obte- nían igualmente dos cosechas una de maiz en abril y la otra de trigo en diciembre. En 4548 estas cosechas de trigo eran ya su- ficientemente abundantes para permitirles la construcción de molinos y no estar por mas tiempo obligados á triturar el trigo entre dos piedras á la manera indiana : se establecieron también dos carnicerías, lo que prueba que los animales de consumo eran ya bastante numerosos. Pero hasta entonces el territorio que estaba en poder de los colonos era estimadamente reducido. Gomo el Ager romanus, no ocupaba mas que algunas leguas al rededor de la ciudad, con lo que no podían contentarse estos intrépidos conquista- dores. El derecho á estas tierras siendo ademas colectivo, el trabajo se había hecho en común y habían sido legalrnente repartidas las cosechas. Asi pues sus fuerzas fueron reunidas para formar un poder público, lo que convenia en los pri- meros años del coloniaje, pero cuyo principio no podia durar mas largo tiempo. Menester era pues abandonar este elemento fundamental de la sociedad que habia tenido por agente la co- munidad de bienes, y satisfacer todas esas ambiciones indivi- duales haciéndoles grandes concesiones de terreno. Esta era en definitiva la sola recompensa que esperaban por premio de tantos peligros y fatigas, y necesario es confesarlo, que esta am- bición era bien modesta si fijamos nuestra atención en el poco valor que en aquella época debian tener las tierras en España á causa de la espulsion de un número tan considerable de judíos y mahometanos que una política irreflexiva habia decretado. Antes que el capitán Pastene comenzara sus esplovaciones, Valdivia habia recorrido el interior de las tierras y habia llegado hasta el rio Maule. Entusiasmado con la belleza y fertilidad de estas tierras, dejóse gobernar por su corazón y en un arranque de generosidad distribuyó todos estos terrenos á 25 personas solamente, lo que constituía propiedades inmensas, verdaderos señoríos feudales, mirando sin duda como inútiles las cordilleras reales y las de la costa y no apreciando mas que el valle interior, y les dio ademas todos los indios afectos á estas tierras. No fué mas grande su generosidad en el norte. Todas las tierras, desiguales es cierto y de una notable aridez, fueron repartidas INTRODUCCIÓN HISTÓRICA» 11 á otros 13 individuos, y no bastando á darles valor los 3000 in- dividuos que las habitaban , se pensó en hacer venir oíros del lado opuesto de la cordillera. Triste iniciativa que tomaban estos imprudentes colonos pidiendo una mudanza tan injusta como poco provechosa en un pais entonces sin consumidores ni comercio. Para subvenir á todas estas generosidades, Valdivia se vio obligado á privar á la mitad de sus compañeros de las tierras que íes había dado, haciéndoles esperar como indemnización una parte mucho mayor en las que iba á descubrir. Era menester respetar este empeño respecto de estos aventureros ligados pol- la casualidad y unidos por poco sólidas convenciones, la mayor parle sin espíritu de sociabilidad, dispuestos siempre á deliberar por sí mismos como hombres libres y aun á sublevarse en fa- vor de un jefe que siguiera la movilidad de sus ideas muchas veces codiciosas ó aventureras. Valdivia partió, pues, á la con- quista de nuevas tierras, teniendo ademas que contentar á los recien llegados que se mostraban ya harto exigentes. Desgracia- damente su espedicion no obtuvo resultado alguno y fué por el contrario bastante fatal para que sus compañeros le obligaran á desandar lo andado. La posición era en estremo embarazosa para el gobernador, quien no pudo salir de ella sino anulando por una ordenanza retroactiva y de acuerdo con la municipa- lidad de Santiago, todo lo hecho sobre el repartimiento de las tierras, apesar de que las cédulas habían sido refrendadas por el escribano público don Juan de Cárdenas. En 4516 fué cuando esta recomposición tuvo lugar y en esta época la colonia con- taba algunas mujeres y niños y como 200 hombres capaces de llevar las armas. Por este acto de justicia distributiva, que había por otra parte hecho fácil la poca solidez de un derecho adquirido, cada indi- viduo , á mas del cuarto de cuadra de tierra que hacia parte de su casa en la ciudad , estaba en posesión de cierta estension de terreno en que el cultivo se practicaba en grande, pero con la condición de que tocio propietario seria soldado, verdadero sol- dado labrador, capaz de defender sus cosechas contra las innova- ciones de los enemigos. A estas tierras, conocidas primeramente con ios nombres de caballería, de peonía, y en seguida con los i k i 12 AGRICULTURA CHILENA. m I ¡i de hacienda, estancia , chacra según su estension y su destino, agregaron como hombres de la gleba, á los indígenas en número de 80 á 100 perteneciendo ya este título á los caciques, cuyo número llegaba á veces hasta 4,200 y aun 2,000 para una sola persona. La esclavitud, esta plaga de toda civilización naciente, tan antigua como el establecimento de las sociedades , era tan bien conocida en América como en la mayor parte de los países del antiguo mundo. Los reyes de Méjico, los Incas del Perú la practicaban como una cosa natural, y los caciques hacia el sud de Maypú poseían un número mas ó menos grande de esclavos ocupados en el trabajo de las tierras. Los Españoles se sir- vieron al principio de los indios mitimaes traídos del Perú; pero pronto no bastando estos se sirvieron de los indígenas como ya lo hemos dicho. Este era un uso perfectamente reco- nocido en aquella época, y necesario es también decir en favor de los Españoles que, fijándose en el suelo conquistado y entre sus habitantes despojados de sus propiedades supieron hacer casi olvidar, por su filantropía, sus acciones personales y su encarnación con los vencidos, toda huella de usurpación y todo recuerdo de nacionalidad (1). Gracias á las atenciones que Valdivia prestaba á los recien venidos, y gracias á las nuevas tierras conquistadas en la espe- dicion del capitán de marina don Juan Bautista Pasténe, la (1) No se puede acusar á los Españoles porque empleaban á los vencidos en sus trabajos ni porque los paralizaban en sus acciones, puesto que el primero de los derechos naturales es el de la conservación ; pero el derecho de la re- partición de las tierras era injusto como resultado no del trabajo, sino de la fuerza bruta llamada monopolio del valor. Sin embargo, el trabajo de des- monte que ha necesitado esa vasta esíension de tierra no ha legalizado en alguna manera la toma de posesión de estas tierras que no tenían valor hasta que el trabajo las fecundara y hasta la venida de nuevos emigrados capaces de crear grandes centros de población y de consumo. No es la acción coope- rativa de la naturaleza la que en el trabajo agrícola establece la renta de la tierra como lo creen algunos economistas, sino mas bien la remuneración de los adelantos y de los esfuerzos por medio de los cuales las sociedades humanas han conseguido hacer de las tierras un instrumento de producción. Esta opinión, que es la de Bastiat, de Carey, etc., es un argumento harto concluyente contra los que critican la conquista para la civilización de los países estranjeros. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 13 1 colonia hacia de dia en dia mas progresos y no necesitaba sino de «Tunos años de paz para llegar relativamente a un al o erado de prosperidad. Todos los productos de Europa le llega- S por »a via de Lima, y prosperaban admirablemente y se multiplicaban con tal abundancia y tan gran rapidez que ya Il55 e cultivaba la viña no solamente en los alrededores de Santiago sino también en la Serena, y los habitantes comenza- bn en 1553 á hacer un poco de vino para gran consuelo de e tos piadosos aventureros que antes de la vuelta del captan S habían pasado cinco meses sin oir misa, faltos como San de este precioso símbolo de la divina sangre. La hoiti- cul ura comenzaba también á desarrollarse; camb.os rec.p ocos e hacían entre Chile y el Perú , y con tal interés que^dm al tiempo de embarcarse para Lima en la Serena, hizo ariojar al roar derto número de plantas vivas temiendo exigiesen un gran consumo de agua durante la travesía. m1nifw6 esen. Así desde el principio la conquista chilena se manifestó esen entente agrícola, y esta tendencia se sostuvo apesar délas afm inas que la Providencia ha sembrado en este bello país Valdivia contribuyó poderosamente á impeler a su pueblo en esta dirección impidiendo el trabajo de las minas o limitando al ni nos el número de los trabajadores. En este sentido fue afer- radamente ayudado por el Cabildo empeñado siempre nn n- tras el iefe se ocupaba de nuevas conquistas, en favorecer a los hacendados y en animarles en sus trabajos. Este era un escó- tate med para hacerles amar sus propiedades, para hacer pacer también el cariño á la nueva patria, y para sustituir a los i 6 del de una vida incierta y aventurera, la vida de familia vde tranquilidad. El libro becerro de Santiago prueba en cada Líala solicitud de estos nobles fundadores de la sociedad chi- toa para asegurar la prosperidad de la nueva colonia. Mqor nue en el dia se ve el cuidado estremo que tomaban para con- sejar los bosques de los alrededores, no permitiendo cortar stoocon parsimonia para las necesidades domésticas (1), »om- SflU. Eso sasedló to años después de la eoaqmsta. S i -; ■. AGRICULTURA CHILENA. brando alarifes para la policía délas acequias, haciendo marcar todos los animales y obligando á los que tenían crias á hacer visitar los padrones para poder conservar esa bella raza anda- luza en toda su pureza. Las chacras fueron también objeto de su atención. Para favorecerlas fué prohibido cultivar en la tierra adjunta alas casas de habitación las hortalizas tales como fré- joles, maíz, papas, lino, permitiéndose solo las plantas de jardín. Gracias á todas estas disposiciones municipales, la industria agrícola, protegida por la tranquilidad del pais, hacia bastantes progresos. Las haciendas se organizaban, el cultivo tomaba mas estension conservando con todo su uniformidad; pero como todo poder lleva en sí propio el germen de su ruina, sucedió que un esceso en las cosechas llevó la turbación al mercado del pais poco poblado para consumirlas y muy alejado de un gran centro comercial para encontrar salidas y formar riquezas. Esta decep- ción ocasionó un desaliento que fué bastante fuerte para dismi- nuir estos cultivos tan laboriosos y que tanto exigían en brazos y cuidados. Se entregaron entonces á la cria de animales agri- cultura mucho mas fácil, que no necesita tanta inteligencia1, y sobre todo mas económica puesto que las fuerzas de la natura- leza obran casi solas, y que ademas convenia perfectamente á un país inmenso, despoblado y cubierto de pastos abundantes y sustanciosos. La agricultura se hizo pues casi enteramente pas- toral; la cria de ganado ocupó ante todo á los colonos y Chile se vio pronto poblado por una considerable cantidad de bueyes y otros animales domésticos que pacian en toda libertad y aun a veces en el estado del todo salvaje. Desgraciadamente el espíritu guerrero é independiente de ios indígenas no dejó por largo tiempo gozar á ios colonos de su se- ductora tranquilidad: siempre dispuestos á sublevarse, deseosos de arrojar á cualquier precio á sus enemigos y usurpadores, no cesaban de atacarlos dia y noche, hostigándoles en sus trabajos, sosteniendo así continuamente esta guerra conocida con el nombre de guerra galana que tenia por objeto incendiar las casas, destruir las cosechas, y tratar así por todos los medios posibles de disminuir las provisiones para causar el hambre. Esta fué el arma principal de ambos campeones, haciendo, como los anti- guos romanos, y como en las guerras civiles de la edad media, INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 15 la guerra casi mas á los campos que á los pueblos (1), lo que traia la desesperación al corazón de los Españoles siempre en condiciones mas desfavorables que los indios. Para alimentarnos, escribía el cabildo en 4567, teníamos en una mano la lanza y en la otra el arado, así labrábamos, así sembrábamos y hacíamos todo lo que era mas necesario, y hubo años de tal esterilidad y el hambre nos hacia sufrir tanto que eran nuestro alimento las cigarras del campo (2). Apesar de este estado de cosas la agricultura progresaba siempre sino como industria comercial á lo menos como ele- mento de primera necesidad. Obligados por otra parte y durante muchos años á sostener, armar y vestir á los soldados, trataban con gran interés de procurarse las plantas útiles á la industria. Desde los primeros tiempos de la conquista vemos en efecto cultivarse muchas legumbres , plantas industriales y poco des- pués el moral. Pusieron igualmente gran empeño en propagar los árboles frutales en sus chacras llegadas á ser verdaderas huertas. Estaban siempre á la mira de ios que de España venian dirigidos al Perú, los que gracias á la excelencia del clima se multiplicaban bien pronto al infinito. Así á fines del siglo XVI todos los frutos de la vieja Europa se encontraban ya en tal abundancia que toda persona podia entrar libremente á una huerta y comer á su satisfacción sin temer la mas hjera observación del propietario. En esta época se veían muchas clases de ciruelos, duraznos, albaricoques , higueras, nogales, almendros, naranjos, perales, olivos, y sobre todo manzanos de escelente calidad, árbol que debia pronto formar en el sud sel- vas inmensas. El guindo no llegó sino por 1605, pero algunos años bastaron para verlo esparcido en todas las comarcas. Entre las plantas y las legumbres se cultivaban todos los que se conocen hoy dias y aun el anis, el comino y mucho lino y cáñamo. Así, bajo el punto de vista de la abundancia alimenticia la colonia se hallaba muy favorecida, pero ¿podia esto bastar á (1) Cum agris magis quam cum horninibus, urendo populandoque gesse- runt bella. Tito Livio, X, (2) Probablemente las langostas tan fatalmente abundantes ciertos anos y de las que los Argelinos hacen uso como alimento. St I fe fflca AGRICULTURA. CHILENA. hombres á quienes la esperanza de hacer rápidamente una for- tuna atraía todos los dias á estos climas distantes? Poseían, es cierto, grandes estensiones de tierra de una fertilidad admirable, pero sin valor real por las circunstancias económicas, lo que era un vicio verdadero, en una época sobretodo , en la que todo el mundo, ansioso del presente y sin inquietud por el porvenir, no pensaba en el cultivo y menos aun en realizar el escedente siendo pequeño el número de consumidores y casi nulas las transac- ciones comerciales. Las que se hacían con el Perú no consistían sino en sebo, cordobanes, suelas, jarcia , hilo de acarreto, anis, algunas frutas secas todo en pequeña cantidad y como \ 2,000 fanegas de trigo. Eran estos los únicos recursos comerciales de Chile, lo que no podia satisfacer á la agricultura chilena aun después que el Rey , por demanda de don Luis Monte de Soto- mayor, suprimió el derecho de almojarifazgo para todos los productos del pais á su embarco en Valparaiso y á su desem- barco en el Perú. A todos estos elementos de prosperidad es necesario agregar también la reforma de la tasa denominada Santillana. La necesidad en que se encontraban de hacer conti- nuamente frente á las empresas belicosas de los Araucanos, siempre dispuestos á quemar y á devastar los campos, y privando á la agricultura del mayor número de personas inteligentes é interesadas en esta especie de industria y de un considerable número de indios de encomienda, únicas máquinas de que para estos trabajos podían disponer, y ocupados en gran parte en las minas después que Alonso de Rivera habia dado su nueva ordenanza de tasa sustituyéndolo á la conocida con el nombre de tasa de Santillana. Con todo, cuando á principios del siglo XVII la guerra defensiva fué publicada, los propietarios se entregaron á sus trabajos con mas seguridad. Hechos mas estables, prestaron mayor atención á sus grandes propiedades, las tierras fueron mas abundantemente sembradas y las cose- chas de trigo fueron tan productivas que su precio bajó en 1619 á 9 reales. Todos los otros productos estaban también á tan bajo precio, que nadie quería trabajar la tierra, y fué necesario que el Gobernador y el virey del Perú tomasen medidas para hacer cesar este estado de cosas. Este fué el gran motivo que tuvieron para reformar las ordenanzas de la tasa de indios cam- INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 17 biándolas por las del príncipe de Esquilache. Otro espediente que se siguió poco después en favor de la agricultura, fué im- pedir á los gobernadores hacerse postores en los remates de los trigos que necesitaba el ejército del sur impidiendo á los agri- cultores entrar en este asunto y vendiendo este producto á 5 p. la fanega cuando no importaba mas que 3 p. y aun menos. Fué lo que motivó las cédulas algo severas de los años 1669 y 4673. Hacia ya mas de un siglo que Chile vivia casi de lo suyo, cuando en 1687 por causa de un terremoto acaecido en Lima las tierras de sus alrededores se volvieron casi del todo estériles y las cosechas disminuyeron considerablemente. En este conflicto los habitantes se vieron de repente privados del trigo necesario para su consumo y los panaderos precisados á recurrir á Chile para procurárselo. Establecióse desde aquel tiempo entre los dos países un sistema de retornos, que resultó en favor de esta capitanía, y cambió un poco el carácter del colono acostumbrado hasta entonces á la vida monótona de Santiago. Seguro de la venta de sus productos , el hacendado frecuentó sus campos, pasó allí una parte del año y adquirió esa afición á la vida rural que dura todavía hasta nuestros dias. En efecto, todos los años y después de esta época, se esportaron de Valparaíso carga- mentos de trigo y de harina, y la cantidad, valuada mas tarde en 150,000 fanegas por año, fué mas que suficiente para alentar á los propietarios en sus tareas , tratando de hacer mejoras que el estado del pais y la falta de salidas no habían hasta entonces permitido. Este fué el principio del comercio chileno, principio sostenido sobre dos ejes pertenecientes ambos á la agricultura : y esta preponderancia que se ha mantenido hasta el dia, se estendió bien pronto á las provincias, y se vio desde esta época á la de la Concepción, que hasta entonces habia tomado para su consumo una parte del trigo de la provincia de Santiago y sobre todo de la Ligua en donde el gobierno lo hacia cul- tivar para las necesidades de las tropas de la frontera, entrar también en esta especulación aunque de un modo muy insigni- ficante. i k Estado de la industria agrícola á fines del siglo XY11I. — Protección que por orden del Rey recibía de los gobernadores. — O'Higgins y don Manuel Salas y sus falsas ideas en economía rural. — Declaración déla independencia.— Perjuicio temporal que sus guerras trajeron á la agricultura. — Empeño del gobierno en darle su atención después de la -victoria de Maypú. — Época de renovación y de transformación en las costumbres y las nuevas necesidades de la sociedad.— Apertura de la Sociedad de agricultura y publicación de su boletín. — Establecimiento de la Quinta normal. — Creación de las escuelas primarias en las provincias para el desarrollo de la inteligencia de los cultivadores.— Influencia de los descubrimientos de las minas de California sobre el comercio de Chile. — Introducción de los grandes instrumentos oratorios en las grandes propiedades. -— - Solicitud del gobierno en favor de la agricultura. Con todo afines del siglo XVÍÍ la agricultura se hallaba domi- nada por tres causas que impedían su desarrollo ; al norte la abun- dancia de las minas que comenzaban á llamar la atención de los habitantes y que ofrecían mejores salarios á los trabajadores; al sur el estado casi permanente de guerra con los Araucanos, lo que convertía á cada hombre en un soldado obligado en calidad de miliciano á tomar parte enlodas las luchas; y en el centro las haciendas arruinadas por las prorratas continuas que los ha- cendados se veian forzados á satisfacer en víveres, armas y ca- ballos. Si á estas tres causas de mal estar, añadimos la organi- zación social del país que hacia que todos los productos fuesen en cierto modo consumidos en las mismas localidades produc- toras ya por la falta de caminos ó ya por la situación estremada- mente precaria del comercio, no será difícil comprender el mo- tivo de la indiferencia y descuido con que hasta hace muy poco han mirado los Chilenos sus intereses agrícolas. El gobierno español por su parte apenas se prestaba á fomentar el progreso en un país que le ocasionaba grandes gastos sin espe- ranza de obtener ventajosos resultados ; y por lo mismo que la población era siempre poco numerosa, las haciendas conservaban su vasta estension, de suerte que los propietarios no necesita- ban mucha ciencia para obtener de su cultivo los resultados **■ J INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 19 que podían desear. Los instrumentos de que se servían eran de una estremada sencillez y tales como habían salido de la rutina de los antiguos Romanos. Empleaban principalmente la azada común, y para arar, un tronco del árbol que arreglaban de un modo muy grosero y al esíremo del cual ponían una punta de palo, pues el hierro se pagaba á veces á peso la libra cuando no podían conseguirlo de los militares que ocultamente les vendían sus armas. Eníln para rastrillo se contentaban, como en nuestros dias le hemos visto practicar en España y aun en el mediodía de la Francia, con un manojo de ramas espinosas sobre las que colocaban algunas piedras. No se tomaban tam- poco precauciones para obtener una buena cosecha. En un campo arado y rastrillado solamente en la superficie echaban el trigo al vuelo casi sin enterrarlo dejándolo á merced de esa pro- digiosa cantidad de aves que cria Chile y en seguida á la inva- sión de esas malas yerbas que el género de cultura permitía crecer allí con toda libertad quitando así al suelo una consi- derable cantidad del humus destinado á la nutrición de los granos sembrados. Era, como antes, una agricultura estrema- damente económica, en la que el propietario reducía en cuanto le era posible la suma de trabajo, no pidiendo mas que lo estric- tamente necesario para dirigir las fuerzas de la naturaleza en la obra de la producción, y menester es convenir que en la situa- ción económica en que se encontraba el país, casi sin consumi- dores, con una escasa salida, con necesidades muy modestas y sin anhelo de bienestar, este sistema económico de cultivo lla- mado hoy día estensivo, era el único que podía convenirles i á falta de brazos la tierra estaba obligada á bastarse á sí sola y á no necesitar el trabajo. _ La agricultura permanente ó de arbustos, agricultura apro- piada á los países secos y poco populosos y por consiguiente tan ventajosa para el norte de Chile, estaba igualmente muy descuidada por la prohibición espresa que la ley había impuesto á los americanos para lo que es relativo á este género de agri- cultura ó á lo menos á la viña y los olivos que no podían cul- tivarse en ningún país. Por otra parte, hasta estos últimos tiempos, el chileno ha tenido por costumbre adoptar el género de agricultura que le remunera desde luego su trabajo y sus AG filCU LT O R A OH1 L13N A . gastos, poco dispuesto como esíá á sacrificar el presente á un porvenir algo lejano. Considera esta tierra como un capital fijo que debe esplotarse sacando el mayor provecho posible y no como una empresa en la que deben emplearse capitales para acre- centarlos y multiplicarlos. Así pues en esta época la propiedad mueble constituía casi por sí sola la gran riqueza de los pro- pietarios, y las propiedades de una ostensión muy conside- rable no podían ser productivas para los hacendados que no tenían interés alguno en aumentar una fortuna superflua ya, aunoue por este tiempo, es decir en 1645, el capital empleado en tierras y animales producía del 7 i/2 al 40 p. 100, á lo menos en las cercanías de Santiago y en el valle de Aconcagua. ^ La agricultura animal era todavía mas sencilla y económica. Era la agricultura pastoral en toda la acepción de la palabra, no necesitando de corta de yerba, de almacenaje ni de establos. Echadas en las montañas las bestias pasaban toda su vida paciendo. en entera libertad, según su apetito y su capricho, la yerba que los campos producían espontáneamente y en gran abundancia, y todo esto sin otros gastos y cuidados de parte del propietario que la pequeña retribución pagada a los indi- viduos encargados de reunirías en tiempo oportuno, condu- cirlas á un engordadero cualquiera y malarias en seguida para beneficiarla?. Este género de vida unido á la bondad y a la cantidad de pastos dio uii vigor estraordiuario á todos estos animales y tal impulso á la procreación que en los primeros años del siglo XVÍIÍ no vallan mas que de 2 á 4 pesos y aun muchas veces los mataban para aprovecharse del sebo y del cuero • el resto era arrojado como cosa inútil, ó bien cortaban la carne desengrasada en delgadas tiras, y estas tiras secadas al sol se entregaban al comercio con el nombre de charqui. Este método de conservación enteramente indígena y propio de los climas ardientes y secos, se ha propagado después tomando un gran desarrollo y dando lugar á una de las mas fructuosas in- dustrias del pais. Tal ha sido el sistema agrícola de los Chilenos hasta estos úl- timos tiempos, sistema en estremo simple, patriarcal del todo, fijando con escasas cosechas un módico precio de ínteres, conveniente solo para un pais sin población, sin comercio y INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 21 sin capitales disponibles, y cruzado por caminos, ó mas bien por senderos fatigosos de recorrerse, difíciles y siempre dis- pendiosos. . . , Sin duda los gobernadores han tratado, en cuanto el país lo nermite, de remediar en algo estos vicios sea espontáneamente sea por orden directa del gobierno empeñado siempre en hacer nro-resar la agricultura del nuevo mundo apesar de ese sistema de prohibición que las ideas de la época, tanto en España como en Francia, en Inglaterra, etc., miraban como necesario al buen éxito de la industria nacional. Muchas reales cédulas demuestran esta viva solicitud, pidiendo á los gobernadores informe anual de las cosechas, de los tiempos malos que ha- bían tenido, haciéndolos muchas veces responsables asi como a los corregidores de la inercia de los indios en el cultivo y la producción de sus tierras, y facilitando pasaje á las familias agrícolas para poblar esos campos y fecundizarlos con su sudor. En aquella época, es decir hacia la mitad del siglo XVIII, el comercio consiguió alguna libertad. Los galeones perdieron algo de su monopolio y los buques mercantes tuvieron permiso para navegar libremente por la via del cabo de Hornos para llegar di- rectamente al Callao, único puerto habilitado del viremato del Perú para esta nueva navegación. _ Entre los gobernadores que mas particularmente se interesa- ron en el progreso de esta industria debe citarse a Ortiz de Rosas, manifestándose sobre todo este interés en la administra- ción de las bodegas de Valparaíso en las que cada propietario depositaba su trigo para el comercio del Perú. Abusos de todo .enero habíanse introducido en estos depósitos con gran desven- taja de estos propietarios y fué esto lo que quiso hacer desapa- recer Ortiz de Rosas, dándoles una organización mejor. >il y Gonzagua puso también en ello sus cuidados y durante su go- bierno ocurrió un acontecimiento que debía contribuir podero- samente á favorecer su progreso. En Chile, como en España y en otros muchos países de Europa, las grandes propiedades pertenecían muy comunmente á los conventos, monasterios y otras congregaciones religiosas con gran perjuicio de los habitantes que no podían comprar fácilmente. Era este un vicio que venían á complicar las tierras f-i I il AGRICULTURA CHILENA. del fisco y de las municipalidades que permanecían incultas aunque admirablemente colocadas para hacerse grandemente productivas. Entre estas grandes propiedades, las que poseían los padres jesuítas eran con mucho las mas importantes porque los miembros de esta institución esencialmente civilizadora lleva- ban consigo todos los elementos de progreso por sus conoci- mientos científicos é industriales y por su consagración al. tra- bajo manual Así todas estas propiedades estaban perfectamente mantenidas cuando no estaban arrendadas no porque ellos se hubiesen apoderado de las mejores tierras, como se dice general- mente, sino porque habían sabido desmontarlas y fecundarlas con el trabajo y la inteligencia. Este fué el oríjen de las magní- ficas haciendas de la Compañía, Bucalemo, Longavi, etc., que hoy se admiran por las rentas que producen, y que se pusieron en venta cuando por un decreto que tenia por único objeto la espropiacion de los considerables bienes que poseían se decidió la espulsion de estos padres. ¿Pero, al pasar á manos estrañas, fueron mejor cultivadas y mejoradas estas tierras? Esto es du~ doso; porque si se sigue un poco la marcha de la agricultura chilena se ve que cambiando de propietarios, no participaron del mejoramiento sino en la misma proporción que el resto de las tierras del reino y según el adelanto local de la'civilizacion. Fué también en esta época, es decir en 1778, cuando se declaró libre el comercio pudiéndolo hacer directamente con España por Jos puertos de Valparaíso y de Concepción, puertos los dos que se abrieron en Chile con este objeto. Este fué un acontecimiento que no podia menos de dar un gran empuje á la agricultura comercial é industrial del pais, en un momento sobre todo en el que la aduana acababa de establecerse. Los Chilenos hechos propietarios de estas grandes haciendas quisieron esplotarlas con un esmero igual al empleado por los jesuítas. Fueron, á este respecto, grandemente alentados por el presidente Benavides encargado por su gobierno de fomentar en cuanto fuese posible esta industria, y sobre todo el cultivo del lino y del cáñamo siempre tan vivamente recomendado por los reyes de España y para lo cual se ofreció mas tarde ter- reno realengo á los que á su cultivo quisieran entregarse. Benavides habíase igualmente ocupado en organizar mejor las INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 23 bodegas de Valparaíso sujetas siempre á numerosos abusos (1). Consiguió también del gobierno que los negros, de tan grande utilidad agrícola y valuados en Chile en 150 p. solamente no pagarían mas que el 6 p. 100 de introducción. Pero no fue tan feliz en la mejora de la industria de las lanas que el gobierno trataba de alentar por todos los medios haciendo demandas á precios satisfactorios no solo de la de los carneros sino también de la de los llamas. Desgraciadamente estos últimos animales habian del todo desaparecido de Chile y los otros no suministra- ban mas que la cantidad necesaria para el consumo de los cam- pesinos entonces enteramente vestidos de este género. Después de Benavides, don Ambrosio O'Higgins, su sucesor no se interesó menos en el porvenir de la industria agrícola del pais. Este ilustre irlandés de quien Chile recordará siempre con gratitud sus grandes servicios, había ya probado en su inten- dencia de la provincia de Concepción el empuje que debía dar á la administración entera. Dotado de mucho amor al trabajo, habia querido hacer desaparecer la gran ociosidad que en la sociedad notaba, y con este objeto habia nombrado ^comi- sión de la cual dos miembros, don Ramón Zanartu y don Luis de Prieto, desplegaron una gran actividad para el ogro de sus deseos : habia también fomentado el cultivo del tugo para aumentar la cantidad, ya considerable, que se enviaba a Lima igualmente la de las viñas para la fabricación de vmos. Pero cuando fué nombrado presidente- gobernador del país, dueño casi por completo de sus voluntades, trabajó sin descanso en todoío que su esclarecido patriotismo le dictaba, y aprove- chando su alta posición y sus numerosos viajes para alentar cuanto podia ser de provecho á el pais, provecho que después de un siglo habia notablemente disminuido. En esa época eran principalmente las chacras las que á proporción daban mas, ,t) Esta era una buena especulación porque no costaban mas _qué .MU ,6 000 P- y á veces mucbo menos, y en 1783 producían f^^^ iendo el término medio como de 3,000. Se empleaban todos los anos 30 bu núes eme sallan para el Perú cargados con 7 á 8,000 fan . que elevaban la cifra rScton M trigo solo á 180,000 fanegas, y con todo por este üempo, ZmTZUo el trigo de Concepción, iban también buques . cargarse á Talcatmano. i &¿m M AGRICULTURA CHILENA, porque los propietarios dirigían personalmente los trabajos y se calculaba que daban el 8 p. 100 mientras que las haciendas no daban sino el 4 sobre su valor real. Los predios urbanos daban aun menos, porque solo reportaban el 2 1/2 ó el 3 cuando el predio estaba situado en una calle principal, lo q„e habia hecho pensar a O Higglns que los propietarios que pagaban el 5 p 100 no debían pagar mas que el 2. Desgraciadamente en aquel tiempo existía en la agricultura, como generalmente existe to- davía, un error que consistía en querer forzar á la naturaleza hacendó rendir á la tierra productos que el clima no podia acor- darle smo con dificultad y grandes gastos. Por un segundo error de economía política, el comercio de esportacion era conside- rado como el umco provechoso, y con esta falsa idea se trataba por todos los medios posibles de libertarse de los productos que podían ser importados. Su objeto, ante todo, era bastarse a sí mismos sin reflexionar que la agricultura industrial, á mas de ser agotadora, no da muchas veces sino resultados negativos comparados con los que pueden obtenerse por medio de un cul- ooVd0idm„aenuC1°Da!' ASÍ~PU? POrqUed°n NÍC0'aS de ^erdahabia podido cultivar la cana de azúcar y obtener solamente miel y chancaca, OH.gg.ns hizo distribuir 6,800 plantas en el norte donde esperaba que creciese mejor, y en 1790 escribia al Rey los resultados que llamaba felices porque aquellas cañas hablan po- dido vegetar aunque conteniendo apenas un poco de azúcar c ris- tahzable. Qmso también propagar en el norte el cultivo del algo- dón, para cuyo cultivo y para trabajarlo estableció una sociedad comercial en Copiapó, y el obispo Audreu que residía en el Panoso debía ocuparse en esto por orden del consulado y de gobierno, s,„ pensar que la cosecha del algodón necesita mucha gente y que entonces el valle de Copiapó no contaba sino 8 000 almas y careca enteramente de máquinas de algún poder capaz de reduce su volumen para la esportacion. OtJpro- ductos del cultivo industrial, tales como el arroz, el tabaco m la yuca, causaron también su momento de entusiasmo, y en 1805 „,mÍ a ?Sg'"a SCaba ,U8 le PCTmit<«™ «aWvar el tabaco pora el con sumo del pa,s con el fin de equilibrar el comercio de Chile con de Esnaná por el cnal padecia todos los años una quiebra de 353 017 p P INTRO SUCCIÓN HISTÓRICA. 25 un llamado Cos encontrando que la vega de la Serenatera alguna semejanza con la de Guatemala creyó deber conjeturar que el añil podria allí cultivarse, y pidió algún dinero para hacer los ensayos bajo la inspección de un mayordomo y de algunos peones que se enviarían á buscar en aquella lejana y ardiente región. Hasta pensóse en establecer este cultivo en Chillan, lo que prueba que en estos buenos patriotas la inteligencia estaba mas cerca del corazón que de la cabeza (1). Pero una medida que tomó O'Higgins y que podia traer gran» des ventajas al porvenir de la agricultura fué la libertad definitiva dada á los indios de encomienda inmobilizados hasta entonces como bestias de trabajo. Allí los habia de dos clases los de ios campos que fecundaban con su sudor en provecho de la ocio- sidad de sus dueños, indignos á veces de serlo, y los de la ciudad que eran también bastante numerosos; porque en todos tiem- pos Chile como todos los países cálidos de la America y del Oriente ostentaba cierto lujo en poseer muchos esclavos domes- ticos lo que por lo demás podían hacer muy bien en esa época en que por la abundancia de los comestibles vegetales y ani- males que cosechaban en sus campos, su mantención quedaba en cierto modo libre de todo gasto. Gracias á esta medida, los indios, hasta entonces indolentes y apáticos, iban a hacerse activos, ambiciosos, enaltecidos por una personalidad social Ubre de toda arbitrariedad, y capaces por consiguiente de mul- tiplicar el poder productivo de la tierra, hallando en e trabajo un verdadero interés de familia. En Chile se vio desde aquel momento una población agrícola perfectamente clasificada y caracterizada. ^ Desgraciadamente esta útil transformación no podía efectuaise de un golpe ; las preocupaciones eran aun muy numerosas y los dogmas de libertad y de legalidad muy imperfectos para que pudiesen erigirse en derechos positivos. La esclavitud no hizo pues sino dar un paso; se transformó .en servidumbre de la gleba, estado en que se encuentra hasta ahora aunque conside- rablemente modificado. (1) En 1825 el ministro don Joaquín Campino renovó otra vez este pensa- miento de hacer cultivar el añil en las vegas de la Serena y con este motivo mandó »» saquito de semillas al intendente de aquella provincia. 1 >«r w VOTHE0A*' 26 AGBICULTüRA CHILENA. fcn este como en otros muchos trabajos, O'Hi^ins fué pode- rosamente ayudado par don Manuel de Salas, quien, de pues de muchos anos, empleaba su tiempo y su dinero en todo lo que podía hacer progresar al país. Por instigación suya se acunaron dos medallas que debían darse anualmente á T do mejores memorias, la una sobre agricultura y sobre industria L ^ V°n "^ i*' 6SÍaS FÍmeraS medalias fué Pre^do un llamado Gameto, el mismo que en 1791 había escrito sobre la cria de, ganado, sobre algunos proyectos agrícolas y sobre la abolición de las rentas provinciales sustituyendo un derecho de 3 reales vellón por cada fanega de trigo. Despertando así la emú- ación, este ilustre presidente esperaba hacer progresar una indus- tria tan esencialmente chilena, y el impulso que trataba de darle siempre que la ocasión se presentaba estuvo lejos de disminuirse cuando el Rey, por un sentimiento de justicia y gratitud, le nombró virey delPerú .Encontrándose mas favorablemente colocado para poder multiplicar los servicios que tanto había ya prestado al país se ocupó con particular esmero en darles noticia de todo lo que podía favorecer su progreso. Una de sus primeras preocu- paciones fué la administración de ¡as bodegas llena siempre de abusos apesar de los sacrificios que sin cesar hacían los intere- sados Trató de poner orden en ella organizándola de nuevo é incitando al gobierno español á que arreglase él mismo la administración, demanda que necesariamente debia ser tomada en consideración si atendemos al ínteres que entonces se pres- taba a la agricultura chilena como lo prueban las reales cédulas de la época y principalmente las del 30 de abril de J776 del 29 Z ^V^rf níey dd 18 de ag0SÍ0de 178°- G™ tinte,'* fm¡s de siglo XVÍIÍ, teniendo el gobierno necesidad de pagar ios vales espedidos por causa de la guerra que acababa de soste- ner, se vio coligado á gravar con el 15 p. 400 todos ¡os bienes raices y derechos reales que debían en adelante adquirir las ma- nos muertas en todos los estados. Este fué un impuesto que la necesidad exigía y que debía cesar tan luego como el país vol- viese a su estado normal y que por otra parte podía hacer el servicio de disminuir e! número de esas grandes propiedades siempre tan poco productivas. El sucesor de O'Higgins, el mar- ques de Aviles, no fué para la prosperidad de Chile ni menos INTRODUCCIÓN ¡HSl'ÓBIO 27 celoso, ni de menos ingenio. Secundado siempre por den Manuel de Salas, conservó la institución de los premios anuales, b*> volverá emprender los trabajos del canal de San Carlos, y para estinguir la mendicidad, entonces muy común en Santiago, en provecho de la agricultura, creó una sociedad patnoüca bajo las mismas bases que la que en España habia producado tan felmes "Litados y repartió varios tornos á mujeres pobres para que h asen lino. No era pues la mala voluntad de los gobernadores to qu impedí, progresar á esta industria, sino el estado econó- mico del «ais. El consumo hallábase, en efecto, en gran des- proporción con los productos; el comercio limitado cas! siempre S Perú aunque por las ordenanzas de franquía podía es tenderse hasta la madre patria, lo que se le quitó en ™l£™%£. siempre con muchos abusos y los capitales tan difíciles de obte- nerse que aunque el interés era entonces algo mas bajo que a p esenl montaba á causa de ciertos derechos, el de la a cabah, etc , allO p. 100 el primer año, precio que no podía convenir a una agricultura tan precaria y de poco producto. Leste tiempo el cultivo del lino y del cánamo, en el que tanto se empeñaba el gobierno español, habia reconquistado el favorgracias á la ayudaque le prestaban ¡as autoridades. 1 errenos realengos fueron nuevamente distribuidos á las personas que querían ocuparse de su cultivo, sus productos quedaron libres de todo derecho al enviarlos á España, y en estas circuns tan- da, el gran filántropo Salas, que como abdico del consulado tenia que atender no solamente al fomento del comercio sino también al de la agricultura, llegó hasta a hacer anticipos de di- nero, animales, útiles y terrenos, anticipos que no obtuvieron resultado alguno, tan poco desarrollado estaba en las clases in- feriores de la sociedad el espíritu interesado. Verdad es que un debermas apremiante, el de conquistar laindependencianaciona y por consiguiente una verdadera patria,, vino pronto a escita la pasión de todos los nobles corazones y á hacerles olvidar po. un momento sus filantrópicos proyectes. ■ Este acontecimiento de tan capital importancia arrojo al país en la mas grande perturbación. Al grito de la patria, de la justi- cna y de la razón se conmovieron todos, los hacendados abando- nando sus campos, sus útiles los cultivadores, y reunidos todos a ^r 28 AGRICDLTDKA CHILENA. la sombra de un nnsmo estandarte y bajo la influencia de un sen - m en e°Ta, T^ Y '" I»"™- frieron á tomar paite en esa lucha gloriosa. De este abandono resultó que los iZCZ r° ^f SÍ" CU1UV0 S en"'e«ados solam™te * 'as neomptóas fue , „ naturaleza. ,os ab¡ei 18! al comercio libre fueron luego después otra vez bloquea- dos J 'os productos estranjeros sumamente escasos no podían rataron es verdad de remediar este conflicto instituyendo en 181o a Sociedad Económica de amigos del pais, y el gobierno fomentando la mdustria con leyes protectoras" pc^cstono bas- taba y los productos, aun los del pais, hacíanse mas escasoscada a er, ;'si'r,'nCnqUemaS S"friófuéla de Concepción, porque la guerta siendo all, permanente, las tierras habían sido alternati- vamente devastadas por los dos partidos y sobre todo por la brutahdad de los indios que los realistas cometieron laimpru! dencia de asociar á su causa. Así pues, en ciertas ocasiones esta provincia que en todo tiempo había tenido sus depósitos de trigo se vio obligada i pedir este grano á las del norte para sus pro- pías necesidades. F Estas calamidades tan funestas para eí progreso del pais du- deTnaZ í ^ ^T* ^ ^UmS COrías -^nnitencias de 71 u f maS faCtÍCÍa qUe reaL Felizmeníe ]* victoria de Maipu obtenida en este intervalo vino á dar algún descanso a estos nobles patriotas y al gobierno, que aunque oblado ¿^ par todo su tiempo en la organización administrativa tan de- sarmada entonces y en asegurar y estender el derecho polí- tico de la sociedad, tuvo con todo la necesidad absoluta de fomentar la mdustria agrícola considerada con razón como el ramo mas importante de la riqueza nacional. La cosa sin duda era harto difícil, porque el pais se resentía de esa ley de con- fiscación que había sucesivamente herido á los dos partidos apesar déla notoria injusticia que había en que los hijos fuesen responsables de las opiniones á veces muy ' honorables y con- cienzudas de sus padres. Los que habían podido conservar sus propiedades no se encontraban menos arruinados á causa de todos los donativos, empréstitos voluntarios ó forzosos v de tantos otros sacrificios como habia exigido la guerra, sin contar INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 29 principales nqueza del _pais. loao _ verdadera fuerza de agricolas y — ^ ^ J „: fabandonada. , un aagrrcultura diñante largo p recisamente a causa Apesar de este tasto estado de ^'Restableció la «an- de él, el gobierno, tan lueg o como « industrias del qriüdad, quiso prestar una ^ ™ del programa pais. Tan considerado era es o corno P faab¡a de la revolución, que ya en su prmcip > d do de. "proclamado la libertad de comerc ,o a h ^ ^ .^ Uo sobre las ^^J^Xt/Isechado. El canal de de i pesos por cada quintal de algooo de San Carlos de tan gran rmportam >a P ^ «enaíns-consulto Maipú llamó sobretodo su ateneo ,n todo ietar¡0 de 18i9 sa decretó, con hjereza smdu , q .^^ del podria en adelante bacer .«-^ ^ ^ de sus fisco, sangrías a los nos para I rotectoras y por aguas. Mas larde por medro de ordena v ^ eves liberales se ha tratado de ,r mas 1 «^™ ^ vias de puertos para el comerc o de caboi e s ^ em. ^ ^ ^ comunicación hasta entone e» del tono d ^ ,a vida acción administrativa. organizaoion del trabajo del De todos estos actos, »a ft|tundos en resultados, no canal de Maypú fue une » de lo • S* r ^eflciando tanto por la inmensa riqueza que iD^ rf H esta vasta ^^JT<,. vino i de asociación que se despertó en ^ civiiizacio„ en el abriruna era en los drveisos ^ ^ ^ .^ momento en que acababa de o es empre. Etaestenn medio ^W-^ ^ ¿ gob¡ sas, y unido esto a dos >££™to , icultura del estado de debía necesariamente arrancar ^a g ¡entos Uucos, 30 AGBIfiUJLTtiiU COÍLEIN'A. *1 equiJi^io e™n1^ ^,~° ""^í^"™ en conÍFa '-'¡dad industrial. Así etClTf ™ T"1""*1'6 a SU ac~ esa imperiosa ley Je Uevn ™ f!f ''^ de laS COSas. y P« superior al poderío^ i!HZZ T^" de aCC¡0n hart° que se establecieron entre las rti™ g transacciones del pais eon el Brasiíse e Lwl BaC'0i,eS' Las ^¡ones del Perú, Ínter™! da?dS iT ™ "*" circ™sta»eias; las Pendencia, se renovaron fobr la ^^ gUemS *> Ia inde- de tratados partícula™ ,ue ¿1 TT* ^"^ * por medio h» dos naciones, y oío s'üat do," m'ereSeS redprOCOS d« Plomada chilena: IZe^ZJTr * '«^ la di- de dar salida á suspcodnct s? Znlrcr'8™8' SegUr°S Prtnnr al cultivo un carácter Pni! ! ™P°S para im- AtaSMrr ,; época d~- eultura iba á omTr 11 , MC,8dad- Tambie" en éi •» «8* iba á hacerse algo mas S^' y de "Utinaria ** « en todas las otras iT J pe™ 6U esla ¡«dustria, como sos, pues too e^r/eS1 "* SUmfa W,0S J «X eado detalles v sTr/fnei'aImente S°bre mimciosos 7 deli- sobre todoc ¿d os^l "'e \° " fácÜ decidirse /hacer esperanzas a¡gun ™ ^T" * ""^ * C°ntrariar ias vos, el cultivo no sa ia sif„ ■ f "°^ Por estos moti- P~ posibilidad demeiora» le™, ) !, ™to uo,camente en ¡a y en mane, ^£^>^£¿*~* diese la ventaja que resultaría ^ f , f q "° comPren- Pf «ca en un pal en Se a ari toe ali" ZlT ^ * ral y se complacía en ¡a vid-, h„i itocracia tol¡a el espíritu ru- profesores en nná épü a ód™v aDlp°'.Pero * dónde ir á buscar y lamentable, y en Tudc en o í ^ T*""***0 fan comPte,° Prender ¿rt^ST'-1' caPaees de com- iNt-nODUCUlQí* HISTÓRICA. 31 hacendados que habrían tenido en seguida ^. *^¿ Inmvppharse de los conocimientos rutinarios y de la espe apiovechaise , de lo imposibilidad, la ciencia, esa t . « Xláib sus ramificaciones por toda la República por m difdeXnos comisionados encargados de popo tazarla. ntll ue publicaba, llevaba alguna instrucción . los cam- pos á todos los ricos hacendados, y mas aun a los vieps o fl dales de la independencia á quienes la paz había hecho Xtar este género de vida. Su instrucción primera y todo su pasalono eran en manera alguna apropósito para es ta indus- tí pero ten a„ bue„ sentido, actividad y cierta mtehgencia S'S pe^itia comprender pronto y ««X cultura ñor otra parte, de tan gran sencillez. El Dolet.n iba, nüe a enseñarles algún nuevo sistema de cultivo, el uso rietr^umentl y sobre todo las ideas econom, cas nara hacerles abandonar en parte las mejoras temporales a las Pqnet , atetes eran los propietarios chilenos, siempre deseoso de prontos resultados, y á hacerles ~^*?££ permanentes que exigen muchos gastos y «*«""*£*£ Lrnnre tardíos. El gobierno asocióse mmediatamente a .os ce 'Ss cierzos de'estos dignos chilenos, W*~£ fué comprado, en las inmediaciones de la capital, un terreno SI* para formar un jardín de aclimatación que deb"rPmas tarde como establecimiento de instrucción pro- feÍ7pues, gracias á algunos celosos patriotas, la agricultura chntnaP iba I salir de. estado de infancia y de «£~£ que las circunstancias y el sistema colonial a |*u **£ La ciencia iba poco á poco no solamente a ?*^«£V~ nocimientos de las necesidades de la nutrición *>•«£?£» sobre la influencia del terreno, de los abonos, de las rotaciones °de barbecho, sino también sobre el poder ***g£¿ del crédito, e! único capaz de triplicar las entradas por medio de «3 32 AGR1CLJLTUM CHILENA » ■* ; ' ■ mirlt.SÍStemaS ^ regadí° y de "amar en s" ™*° I- ad- óu ell™!qUmaS lmr°PbÚt° Para SUplir la falía *> "-os que entonces ya se deploraba. Aunque en nuestra énoca la elltl Hqn 1^ Pred0mÍDar á la "e2a » f" ! la mZ T r C°nV,ene t0da™ al Pais> ó P" l0 ™¿nos á a mayor parte de las provincias, no puede dudarse cnn todo de la ventaja mmensa que Chile sacará bien pronto de la instruc- d be ZTH r'da,a !°S reCUrS°S de l0s »«**»» Vome ño debe p rf de Vis(a q,Je s¡endo chiJe F q larga estens,o„ posee terrenos de naturaleza diameíralmente opuesta y por consiguiente de una esplotacion muy diversa. En aL«? Ta S 1'5Ueda,d eStl'emada Capaz de 0™ las mieses antes de U mad de ,os ^^ ^ 2Z7T?ÍMeáá°''melSUr a' COntl'a™ d -conveniente h nvení. T qne' SÍe'ld° atlí muy abundantes, no contri- buyen menos a la eventualidad de las cosechas. Para remediar e uno y el otro de estos males menester será que tarde ó tem- prano la ciencia y los capitales, aparte de otros puntos de visi a multipliquen, en el norte, los canales de regadío, y en sur el sistema de dramage de que la vieja Europa ha sabido sacar tan 3 ;Me¡0tt eDtÓnCeS elemente, drán estos terrenos recibir una labranza mas profunda, y cultivos mas acopiados a su naturaleza, y darán con mas seguridad y abun- dancia ,„ cosecha6 en eI dia ^^ ^ J \ n as estaciones. Esto es á lo menos lo que la sociedad de agri- cu tura se proponía y con tanto mas empeño cuanto las ri- en reacid?naS T™'" descubiertas en el norte habían ha 'dados v 7 , PerS°naS d¡SpUeStaS P°r gUSl° á b™™ ni" h !, f emp,eal' U"a gran Parte cIe sus productos en provecho de la agricultura. Otra de las sendas que el gobierno, interesado en la civilización ZaÁ "Ia f gu,d0i hasid0 el fomento de la instrucción, este gran poder de desarrollo moral é intelectual de las naciones. Gran numero de escuelas de instrucción primaria han sido estableci- en /en °a|anaf lenSÍ°, * '" repÚWÍCa' y profesores> Procedentes tenfnTn escuela normal de Santiago, pueden hacer desde temprano germinar en el espíritu de los niños el gusto por la agricultura a la que están naturalmente llamados, inculcándoles -ai & k: INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 33 algunas de esas nociones elementales que han aprendido ellos mismos en las clases especiales que en esta escuela se profesan. Los educandos délas clases superiores no han sido tampoco olvi- dados. Obligados la mayor parte de ellos á esplotar sus propios campos, el gobierno ha fundado en algunos de los institutos provinciales una clase especial para dar á estos alumnos los co- nocimientos teóricos de su profesión. Hasta se me asegura que el virtuoso é inteligente Ovalle ha introducido esta enseñanza en el seminario, persuadido, como persona de buen juicio, de que los eclesiásticos algo iniciados en estas teorías pueden con sus consejos prestar grandes servicios en los lugares aislados á veces á que los llaman su ministerio. Este les permite ade- mas, por un contacto mas grande y amistoso, impelerlos á la economía y al trabajo, haciendo comprender toda la felicidad de una comodidad futura, porque es sobre todo á estos hombres de paz á los que incumbe la misión de transformar los seres apá- ticos, indolentes por su bienestar y su porvenir, en hombres activos, laboriosos, económicos, lo que, por otra parte, les pre- dispondría de una manera mucho mas racional al cumplimiento de sus deberes de virtud y de religión. De todas estas escuelas la mas digna de llamar nuestra aten- ción y por la que el gobierno no escasea sacrificio alguno, es la establecida en la Quinta normal. Las clases son allí especiales; la práctica está unida á la teoría, y con este sistema de instruc- ción, los alumnos no pueden hacerse sino verdaderos agricul- tores. Don Luis Sada, director durante largo tiempo de ese establecimiento, dio á esa institución una organización de las mas apropiadas. A mas de las clases agrícolas que allí se profesaban introdujo la enseñanza de la zoctecnia como per- teneciente á una de las mas ricas industrias del pais. Trató igualmente de multiplicar allí los árboles y plantas apropósito para aclimatarse en el pais , de multiplicar las variedades de los que se cultivan, y hasta de reunir una colección de los nuevos instrumentos con que la agricultura no cesa de enri- quecerse. Gracias á sus buenas intenciones y á su actividad se establecieron esposiciones anuales y se dieron primas no sola- mente á los que esponian sino también á los que cumplían con ciertos programas relativos á las innovaciones, ó á los cultivos Agricultura. " FK33 *Ai ?.AiS2 lü 34 AGRICULTURA CHILENA. mejor razonados. La nueva sociedad de agricultura fuertemente sostenida por la actividad é inteligencia de algunos chilenos instruidos y dedicados al progreso de su patria tales como ios Señores Astaburuaga, Miquel , etc., y sobre todo don Ben- jamín Vicuña Mackenna, redactor en jefe de su boletín, favore- cía con todo su poder las miras de este director, y después las de su sucesor, Sr. Barriga; ademas el gobierno, para no per- manecer estraño á tantos nobles esfuerzos, envió á Europa á buscar ciertos animales tipos para criarlos en dicha quinta y servir de base para nuevas razas. A medida que los espíritus entran en este movimiento y que las ideas de progreso se generalizan, los grandes propietarios tratan por su parte de introducir en sus haciendas reformas, que desgraciadamente no son siempre provechosas. Poco ini- ciados todavía en la elección que necesitan hacer para esas acli- mataciones que deben, ante iodo, estar en armonía con el clima y el terreno de la localidad, y con su consumo y sus salidas, pagan muchas veces de su peculio la ignorancia de este prin- cipio de economía agrícola acusando general é injustamente á la ciencia por su decepción. Otros por el contrario mucho mas advertidos, no emprenden sino aquello que es verdaderamente propio del estado en que se halla el país y que puede útil y fá- cilmente prosperar. Localizan en cierto modo el cultivo según los conocimientos prácticos que poseen, y no se sirven de las nuevas teorías sino cuando observaciones parciales y sanciona- das por la esperiencia les aseguran algún feliz resultado. Es á este género de esplotacion al que se entregan la mayor parte de los propietarios chilenos, y con ese buen sentido que hace no necesiten mas que de salidas para obtener de sus tierras los productos, sino mas variados, á lo menos de mas necesidad para la vida común. Chile no es como antes el granero del Perú únicamente; á medida que la Oceania se pueble forzoso será á sus habitantes ir á pedirle las primeras materias de con- sumo. Australia hace ya numerosos pedidos de sus productos, y los chilenos recuerdan con placer la inmensa cantidad que esportaron para California durante los siete primeros años del descubrimiento de sus ricas minas de oro. Aunque este comer- cio fué mas bien un movimiento de especulaciones aleatorias !ÜJOE£j INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 35 -n ) y ficticias que un conjunto de transacciones regulares, no puede dejarse de ver en él una gran lección que prueba la energía de que es capaz el chileno cuando se siente aguijoneado por el interés. En esta época hubo un entusiasmo general por la esplo- tacion de las haciendas; todos querían ser agricultores., y for- tunas considerables fueron el resultado de esta industria. Ahora que ese mismo pais hace una funesta concurrencia en sus mer- cados, es de creer que esto mismo se tornará en favor de la agronomía chilena escitando á los propietarios á hacer grandes mejoras, á cultivar mejor sus tierras, y á producir á mas bajo precio por medio de la adopción de esas máquinas maravillo- sas tan capaces de suplir la falta de brazos que frustra con tanta frecuencia las esperanzas de los hacendados (1). Con estas máquinas el Chileno podrá sostener la concurrencia estranjera, ahora que para darle ayuda el gobierno ha creado un establecimiento de ingenieros de puentes y calzadas para la apertura y conservación de las grandes vias de comunicación. No ha mucho estas vias estaban en miserable estado, y los rios siempre torrenciales, y careciendo en general de puentes, no se pasaban sino por vado, paso muchas veces peligroso, y siempre penoso y largo. Gracias á este útil concurso todo se mejora, todo se perfecciona ; los caminos se encuentran en buen estado, cen- tenares de coches recorren gran parte de la República y llegan hasta Concepción ; ios puentes se multiplican y en lugar de las embarazosas recuas de muías antes único medio de transporte de los productos, lo que doblaba su valor, el viajero en- cuentra una gran cantidad de carretas, no de esas carretas pesadas del pais, sino de esas grandes carretas europeas há- bilmente construidas. Estos caminos van á veces á enlazarse en los ferrocarriles que comienzan ya á cruzar muchos puntos de la República, realizando en el interior las ventajas que traen á la costa los buques de vapor. Siendo Chile en toda su , . i (1) En California el precio de esta época : productos y de su rápida baja eran en «84» 18SO 185* Harina» los 100 qq. .... 80P,Or Pan, el kilog 2i\0r Papas, el kilog 2p,2r 20P,0r 12p,0' ip,2r 0P,5r 0P,7r 0p,3' ■■*■■ AGRICULTURA CHILENA. estension bañado por el mar, y hallándose aun las tierras del interior muy próximas á él, debe el gobierno tratar de hacer llegar ios caminos á los puertos y aun hasta las caletas mejo- rándolas. Pero lo que sobre todo debe dar el último impulso al porvenir agrícola, es la emigración europea y china, siendo Chile emi- nentemente apropósito para asegurar el bienestar á esta clase de menesterosos. Los primeros ensayos hechos dan la esperanza de que muy pronto los capitalistas no dejarán de acudir á esplo- tar aquellas tierras bajo el punto de vista agrícola é industrial. Porque es imposible que con tan diversos elementos la agricul- tura chilena no tome este último carácter transformándose y mo- dificando la parte escedente de sus productos para utilizarla en las necesidades del pais ó para alimentar el comercio de esporta - cion. Hállase el pais á este respecto en un estado de fermenta- ción que hace emprender á sus habitantes ensayos de todo gé- nero. Numerosas fábricas están por establecerse, y la esposicion señala anualmente productos hasta entonces del todo descui- dados. El Sr. Lavigne cultiva la betarraga para la fabricación de el azúcar, el Sr. Laporte el sorgo azucarado, el Sr. Bertrand el lúpulo: se ha obtenido miel, seda, algodón; del yuyo, tan abundante en los campos, se saca un aceite para lámparas, etc., y el vino no consiste ya solamente en el cocido sino que se fa- brica como en Francia, y Lenourrichel y otros franceses lo trabajan con tanto esmero como buenos resultados. Los Chilenos y sobre todo los mineros dueños de grandes haciendas emprenden trabajos de mayor importancia. Los unos abren grandes canales de regadío, otros desecan vastos pantanos, y como complemento de la agricultura industrial, la mecánica unida al vapor, levanta grandes máquinas de aserrar maderas, y los magníficos moli- nos harineros que reemplazan tan ventajosamente á los tan im- perfectos y defectuosos molinos del pais. En todas estas innovaciones y progresos la acción del go- bierno no está jamas en suspenso. Tiene abolido los mayoraz- gos, lo que permite la división de las tierras. Fomenta con em- peño las grandes empresas dejando entrar libres de todo derecho las útiles máquinas que deben hacerlas marchar. Reforma el sis- tema de impuestos, disminuye las contribuciones rurales, tan INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. 87 perjudiciales siempre á un pais relativamente poco cultivado y que necesita atraer á los estranjeros. Ya en 1831 el ramo de ciertas alcabalas tan vejatorio por los embrollos de los puja- dores, habia sido reemplazado por el impuesto mas legal de el cadastro al que mas tarde agregaron el diezmo, ese derecho mas vejatorio todavía, y que al presente se paga, con gran satisfacción de la nación entera, por un derecho mas justo y mas legal. Es- tos son sacrificios considerables que arrancan al íisco las ven- tajas de un derecho siempre en marcha ascendente, pero ai que se apresura á someterse por el interés genera!. Se han hecho igualmente estos sacrificios en los derechos de esportacion, en el del trigo y el de la harina por ejemplo que se elevaba aun 6 1/4 p. 100, y que en 18-40 el ministerio Tocornal abolió enteramente. Cadadia, en fin, se hacen serios estudios para aliviar al público de la mayor parte de los impuestos, en provecho de la agricul- tura, del comercio y de la industria. La correlación que existe entre estos tres grandes elementos de la prosperidad chilena, ha dado igualmente lugar al establecimiento de una oficina de es- tadística, que podrá con el tiempo dar informes exactos y datos precisos capaces de arrojar una viva luz sobre una multitud de cuestiones de la mas alta importancia para los progresos de la agricultura y para la felicidad de los pueblos; porque no es mar- chando al acaso y sin guia como los diversos ramos de la civili- zación pueden dirigirse y progresar. ENSAYO AGRICULTURA DE CHILE. CAPITULO I. DEL CLIMA, De la temperatura de Chile. — Estado de su sequedad y de su humedad. Rocío y escarcha. — Vientos reinantes. — Género de cultivo según estaciones climatéricas. — Estrecho de Magallanes. I La temperatura y la humedad son los principales agentes de la vegetación; son los que caracterizan los climas, que de concierto con el poder de los productos y de las salidas, determinan el género de cultivo que conviene en tal ó cual lugar. La agricultura depende, pues, en gran parte de estos dos elementos, y un país estará tanto mas favorecido cuanto mas variados sean estos elementos. Bajo este punto de vista Chile nada tiene que envidiar á otros países. Muy largo en longitud, y cruzado por muy altas montañas, su territorio puede alimentar todos los ve- getales que necesitan un aire muy caliente ó muy frío, muy seco ó muy húmedo y por .consiguiente todos los que cul- tiva la vieja Europa desde la Noruega hasta !a Argelia in- g !■!: ¡* fci AGRICULTURA CHILENA. clusive. Y sin embargo este clima do posee en su temperatura variedades tan grandes como las que se ven en los Estados Unidos y en los diversos países de ia región que acabamos de citar. Esta temperatura es por el contrario bastante igual en razón á la gran estension de mar que baña el pais y que templa Sa temperatura estival en el norte y la invernal en el sur. En las tierras del interior las altas montañas, en parte cubiertas de nieve, contribuyen también á modificar los grandes calores y sobre todo en el norte en donde la acción directa del sol se manifiesta con tanta energía. En general la nieve no cae casi nunca en las llanuras y el ter- mómetro baja muy rara vez á 1 grado bajo cero, á lo menos en las provincias habitadas y comprendidas en los 23 y 44 grados de latitud y sube también raramente á 31 grados. La única escepcion de este caso, son ciertos valles del norte rodeados de altas montañas y espuestos por consiguiente á todo el ardor de un sol casi siempre sin nubes. Pero si la escala termométrica anual no ofrece violentas transiciones, no sucede lo mismo en la escala diurna , pues en ciertas provincias se ve variar el termómetro de 25 grados á causa del gran calor del sol y de esa fuerza de iradiacion nocturna producida por la gran pureza del cielo. A causa de esta variación el rocío, siempre muy abundante, se con- vierte fácilmente por la mañana en escarcha, y esta, por la rapidez con que se funde y se evapora por la acción de un sol desde temprano intenso, da lugar á un frió harto fuerte para turbar gravemente la organización de ciertas plantas y hasta para ocasionarlas la muerte. En octubre y noviembre es principalmente cuando estas heladas son mas perniciosas ; las que vienen por todos los Santos son afamadas por sus estragos; ellas queman un buen número de plantas y sobre todo ¡a alfalfa que está muy espuesta á esta plaga, lo que ha hecho que desde algún tiempo á esta parte los propietarios sustituyan á su cultivo el del ray-grass. Las heladas se hacen después menos perniciosas porque las DEL CLIMA. di plantas están mas robustas y porque los calores del dia detienen en algo la vegetación; disminuye igualmente en las quebradas en donde la iradiacion es mucho mas mode- rada. Lo que acabamos de decir sobre la temperatura de Chile relativamente á la longitud de su territorio manifiesta bien hasta el presente el conjunto de su carácter; pero debemos agregar que en el sentido de su anchura, que como se sabe no mide sino dos ó tres grados, la diferencia es bastante grande. Muy moderada primeramente en la costa por su proximidad al mar, esta temperatura se hace mas fuerte en el interior y aun en los valles de las cordilleras, y después á medida que se suben eslas cordilleras baja de mas á mas hasta la región de las nieves perpetuas en donde toda vegeta- ción hasta la de los liqúenes ha desaparecido. Así en dos dias el viajero que atraviesa toda la anchura de Chile pasa de las regiones mas ardientes á las regiones mas frias, y po~ dría ver casi todos los géneros de cultivo si una civiliza- ción mas avanzada hubiera tenido la necesidad de practi- carlos» La humedad de la atmósfera en Chile está lejos de hallarse repartida tan igualmente como la temperatura. Hallamos por el contrario las mas grandes diferencias, las que alcanzan los términos estrenaos, de suerte que en el norte poseemos un clima estimadamente seco en donde no se cuenta sino una ó dos lluvias por año (1), y hasta nin- guna si vamos mas adelante, en tanto que en el sur estas lluvias son casi continuas pudiendo contarse como 450 días de lluvia por año en Valdivia y mas aun en la isla y archi- piélago de Chiloe. Esto depende sobre todo de que en el norte las cordilleras enardecidas por falta de árboles dejan pasar gran parte del agua que se evapora constantemente (,) Diez años de observaciones en la Serena (29-,55, lat.) han dado el tér- mino medio úe 31 horas de lluvia por año. AGRICULTURA CHILENA, de eí mar para ir á condensarse en las grandes selvas de Tucuman, Corrientes, etc., en tanto que en el sur estos pores son detenidos por las que cobren sus cordilleras; así es que en el mismo paralelo , las pampas de Bueoos- Aires son áridas, desnudas de arbustos y sobre todo de grandes árboles. Esta falta de lluvias en el norte ha hecho del todo esté- riles los terrenos en donde el cultivo no se muestra sino parcialmente y en raras localidades bien situadas, á menos que una onda benéfica venga á reanimar esos países y á hacer revivir, en medio de una vegetación brillante pero poco durable, las plantas que parecen enteramente secas. Y sin embargo en estos parajes la naturaleza parece querer escitar al hombre á aprovecharse de su inteligencia para sacar partido de los terrenos. La humedad se manifiesta allí de muchos modos y sobre todo por los abundantes ro- cíos que resultan de la fuerte y radiosa temperatura de la noche, y los fuertes calores del dia sacan del mar una gran cantidad de agua, de la cual una parte sirve para formar ese rocío ó las neblinas tan frecuentes por las mañanas en toda la costa, y va la otra á condensarse en lluvia, en gra- nizo ó nieve, aun en e! verano, en las altas cordilleras, verdadera sustentadora de la agricultura chilena. El viajero que atraviesa estas cordilleras por desboscadas que sean en eí norte no puede en efecto dejar de notar la diferencia que hay entre ¡a vegetación dei oeste siempre bastante hermosa relativamente y la del este tan pobre, tan miserable, tan fatalmente desmembrada-, y esta gran diferencia, en ventaja de Chile3 es debida únicamente á las altas montañas que sirven de barrera y de refrigerante á los vapores del océano que condensan en nieve para que mas tarde convertida en agua pueda ir á remediar la gran sequedad de las llanuras. En la parte central de Chile estas lluvias, de las que en de- finitiva depende la prosperidad de los cultivos, son algo mas abundantes aunque todavía insuficientes para el col- i DEL CUMA. /sS tivo.Comienzan en marzo y acaban en agosto, pudiendotodas reunidas medir un medio metro de altura en ios anos ordi- narios En el sud en fin las lluvias son muy continuas y el aire cargado siempre de una humedad superabundante no está en relación con la temperatura harto baja y muy igual de esta región. A partir de Valdivia se encuentra un clima bien pronunciado de isla, poco apropósito para la madurez de los frutos y de ciertos productos, y en la capital de esta provincia, el termómetro no sube solo á la altura mediana del mes, á 16, y esto, en el mes mas ardiente que es enero ; v no bata, siempre por término medio, sino á 8,2 en el mes mas frió, es decir en julio. En la isla de Chiloe la tempera- tura es todavía mas igual. Una sola vez en el verano de 4836 he visto el termómetro subir á 20 grados, lo que nos hace conocer que la naturaleza de estos terrenos es poco apropiada para el cultivo de todas las plantas y árboles que necesitan un alto grado de calor para madurar sus " Entre estos estremos de temperatura de humedad y de sequedad, los climas, por medio de modificaciones insen- sibles, se mejoran de mas á mas, y no traspasan los limi- tes de un buen cultivo. En estas regiones intermedias es en donde principalmente la agricultura ha tomado derecho de residencia reinando allí sin temor y con toda segundad. Porque en Chile propiamente dicho, el cultivador ó el pro- pietario no tiene que temer ni los efectos desvastadores de las tempestades, y menos aun los mas dañosos del granizo, esas dos plagas generalmente tan perjudiciales a la agricul- tura europea, siendo allí casi del todo desconocidas. El único inconveniente que hay que temer es esa gran seque- dad que la culpable imprevisión de los hombres de estado Y el egoismo de los mineros tanto han favorecido, pero que las grandes plantaciones de álamos y otros árboles tiende en el dia á hacer en algo desaparecer. Gracias á los grandes culti- vos de la llanura de Maipu y sobretodos á sus muchos alamos y f. AGRICULTURA CHILENA. que detienen los vientos muy secantes del verano, se han apercibido ya que eí clima de Santiago liabia cambiado con jran ventaja de la salud de sus habitantes. Es de esperar que por la misma causa el cielo se hará con el tiempo mas nebuloso, que las lluvias mas bien repartidas no serán ya tan abundantes en noviembre y diciembre para cesar en seguida del todo, y que las heladas, fatales! veces á algunas cosechas, acabarán también por disminuirse y después por desaparecer. Es menester esperar igualmente que los vientos tomarán direcciones mas favorables á la agricultura. Los que parti- cularmente reinan en el día son los vientos del norte en abril, junio y julio, y á veces muy fuertes, en seguida los del sur mas ó menos secos y calorosos favoreciendo por consiguiente la sequedad del clima. Felizmente las brisas del mar mezclándose con ellos vienen á modificar esta di- rección, naciendo entonces una nueva fuerza cuya resultante es el S. O. Este es en efecto el viento quemas se hace sen- tir, sobre todo en la primavera y en el estío, trayendo cierta cantidad de humedad que han recogido en el mar, los que chocándose contra las cordilleras, se replegan sobre sí mismos después de haber perdido gran parte de su calor, y derraman entonces ese rocío bienhechor que suple la insuficiencia de las lluvias. Estas vienen en ciertas épocas del otoño y sobre todo en el invierno y son traídas por los vientos N. y N. E.; son lijeras, á veces bastante continuadas para ocasionar desbordamientos en los ríos, y en general aceptadas siempre como un nuncio de espe- ranza sobre todo en el norte, y la sola que asegurando algunas buenas cosechas, alienta las labores del agricultor. Por lo que hemos dicho sobre el clima de Chile puede ya juzgarse de la naturaleza de sus productos. En el norte, pais seco y ardiente, ¡os cultivos pueden variarse hasta lo infinito, y ofrecer así un elemento de compensación para los años de mala cosecha. El cultivo de arbustos es el que debe allí iV.'\: DEL CLIMA. 45 prevalecer, lo que por otra parte la esperiencia ha probado, hace largo tiempo, por la escelente calidad de sus frutos : los vinos son generosos, las pasas muy apreciadas, y las higueras dan abundantes cosechas que los propietarios de mhiasusan diariamente para la manutención de sus mineros. En el sur al contrario los cultivos serán siempre mas homo- géneas no pudiendo aspirar mas que á un clima medio, ni ardiente ni frió. Bajo este punto de vista el cultivo ingles, v por consiguiente el pastoral, debe prevalecer allí, como también el de raices que no es sino una dependencia del anterior de al^un tiempo á esta parte. Las que prosperaran con mayor ventaja tanto por su cantidad como por su cali- dad, son las papas, los nabos, las zanahorias, lascóles etc., y la reputación que á este respecto han obtenido las de Valdivia y Chiloe es conocida de todos los habitantes. A consecuencia del poco cuidado que se ha tenido hasta ahora en Chile con los cultivos no pueden indicarse con exactitud los límites sur que cada uno puede alcanzar ; pero observaremos que dichos límites quedan á una latitud algo mas baja que en el hemisferio norte del nuevo y del anti- cuo continente. Esto proviene no del rigor de los inv.ernos que son siempre muy templados, sino de la temperatura demasiado suave de los estíos, efecto de la vecindad del mar y de la estrechez del territorio chileno. Estas dos influencias sobrepuestas dan á estas localidades un grado de tempera- tura insuficiente para que los frutos de ciertos vegetales lleguen á madurar. ESTRECHO DE MAGALLANES. Como Apéndice de lo que acabamos de decir sobre el clima de Chile daremos algunas noticias de la colonia de Magallanes sacadas de una Memoria de su muy inteligente gobernador don Jorje C. Schythe y publicada en los Anales de la universidad de Chile en el año 1855. h& AGRICULTURA CHILENA. La temperatura de dicha colonia es bastante igual: rara vez en el invierno el termómetro se halla bajo cero y su mayor descenso alcanzó en una sola ocasión á 6,75 ; en verano se mantiene comunmente entre 11 y 14 y pocas veces sube hasta 18. El término medio para durante el año de 1854 ha sido de 7,46 repartidos así en las estaciones : Primavera 7,17 Verano 11,60 Otoño 6,05 Invierno 2,80 Hasta la fecha la agricultura ha hecho muy pocos pro- gresos, y el Sr. Schythe lo atribuye en gran parte á las hela- das que se suceden muy á menudo, aun en el verano. « En el año de 1853 se me ha dicho, añade el gobernador, que se perdieron completamente una bonita sementera de ce- bada y una pequeña cantidad de centeno de resultas de estas heladas acaecidas en la noche del 15 de marzo. En el ve- rano próximo pasado se ha observado este fenómeno cinco veces : la primera en cinco noches consecutivas de noviem- bre de 1853; la segunda el 12 de diciembre; la tercera en 3 noches seguidas de enero de 1854; la cuarta en febrero y la quinta en 21 y 22 de marzo. A consecuencia de la helada acaecida á mediados de noviembre, perdiéronse del todo los porotos, y sufrieron algo las dos variedades de arve- jas y algunas otras hortalizas que sin embargo se recobraron después. « De los frutos del campo , los que se han mostrado mas sensibles á los frios nocturnos, son las papas y las habas. De Jos cereales la cebada y la avena son los únicos cuyo cultivo se ha ensayado en el verano próximo pasado. La primera do se encontró bastante madura para ser cosechada antes del 11 de abril porque el rigor de la primavera no per- mitió sembrarla mas temprano. Por no haberla trillado por falta de los requisitos necesarios, no se ha podido deter- DEL CLIMA. 47 minar á cuanto asciende su producto, pero según peritos, los veinte y siete almudes y medio sembrados han producido 100 fanegas, lo que me parece muy exagerado. Las pequeñas cantidades de avena sembradas el 17 de octubre, dieron resultados muy satisfactorios, aventajando visiblemente la avena blanca á la negra. En cuanto al trigo las quince varie- dades sembradas hasta ahora prometen bien. « Se ha hecho ensayo también de otras hortalizas como zanahoria blanca y colorada, seis variedades de repollos, cinco variedades de lechugas, apio, cebolla colorada, y cebo- llines, ajos, coliflores, rábanos largos, endivia, betarragas, perejil, porrones y todas se han dado muy bien. Lo mismo con la linaza, mostaza y nabo. Con todo, la cuestión de la agricultura está todavía lejos de ser resuelta positivamente. Mucho queda siempre que variar y modificar en el cultivo de los cereales. No se puede disimular que se ha procedido hasta ahora rudamente, sin arte y sin diligencia. Todas las esperiencias adquiridas prueban la suma feracidad del suelo; faltan solamente agricultores espertes que sepan aprovecharla para superar los inconvenientes del clima. t De los animales domésticos el ganado vacuno será pro- bablemente el que mas contribuirá á la prosperidad de los pobladores. Este se ha visto progresar aquí conside- rablemente : y no podía ser de otra manera, atendiendo a ios ricos pastos que abundan en todas partes. Lo mismo se puede decir acerca de los anímales caballares. En cuanto al ganado lanar no dio resultados satisfactorios porque no se cuida con prolijidad. Los anímales cabrunos, mas sufridos que aquellos, se propagan bien; se han ido aumentando poco á poco, y llegarán algún dia á ser de importancia en la economía rural. Para la cria del ganado marrono, se ne- cesita también mas cuidado que el que se ha dispensado hasta ahora, reducido aquí á comer solo pasto. Para que engorde y no muera de frió, se requiere una pocilga seca y aseada en que se pueda abrigar en los tiempos de las nieves. AGRICULTURA CHILENA. « Las aves domésticas, como gansos, patos y gallinas, se multiplican mucho aquí. Con respecto á las gallinas se debe observar, sin embargo, que traídas de lejos estrañan el clima, se les van cayendo las plumas, y algunas se mueren ; pero la primera cria ya se puede considerar como aclima- tada. » Tales son las noticias con estremo interesantes que nos da el Sr. Schyte sobre la agricultura de la colonia del estrecho de Magallanes. A su parecer esta industria ha de prosperar con el tiempo, y no se puede poner en duda el valor de su inducción sobre todo si tenemos presente su clima que es enteramente parecido al de la Escocia, país en donde la agricultura está tan adelantada. ú':- CAPÍTULO II DE LOS TERRENOS Y DE SU SUPERFICIE. Situación y superficie de Chile. — Disposición de sus montañas y de su gran valle. — Naturaleza de sus terrenos. — Gran diluvion centro de todos los cultivos. — Sub-suelo. — Fecundidad de las aguas de riego. — Montañas esclusivameníe utilizadas para el pasto.— Diferentes especies de tierra vegetal. — Desiertos y dunas • su porvenir. — Arca y población aproximativas de cada provincia. Chile forma eo la estremidad sudoeste de la América meridional una larga franja de tierra que se estiende desde el 23° de latitud hasta el 56° es decir hasta el cabo de Hornos, confín sur del Nuevo Mundo. En vista de los últimos datos estadísticos podemos decir que su superficie ha sido valuada aproximativamente en 449, 172 kilómetros cuadrados, no comprendiéndose en esta medida las Tierras Magallánicas, situadas al sur de la gran isla de Chiloe. En una estension de 7,350 leguas, las que desde Co- quimbo hasta el Biobio representan la parte mas impor- tante de Chile, Mr, Pissis calcula que 4,900 son cultivables. En 1752, Joaquin de Villareal en su Informe sobre pobla- ciones, las hacia subir á 8.400 comprendiendo en ellas el valle de Huasco y de Copiapó. Por su naturaleza sumamente accidentada, es Chile uno de los paises mas pintorescos. Dos grandes cadenas de montañas le recorren en toda su longitud, tan pronto com- pletamente separadas la una de la otra, como reunidas por ramales secundarios, pero conservando siempre una marcha paralela. En el primer caso forman un inmenso valle con angosturas muy raras, que se estiende desde el 33° grado de latitud hasta cerca del 42° sobre un ancho algo variable, ü-.V. AGRICULTURA CHILENA. pero que apenas llega á medio grado. En el segundo caso no se ven mas que llanuras parciales en general de escasa estension y mas ó menos fértiles según el volumen de agua de que pueden disponer. Los datos topográficos de Chile que poseemos, no nos permiten en la actualidad se- ñalar la relación que existe entre las llanuras y las monta- ñas, pero la estension de estas debe ser por lo menos cuatro veces mayor. Estas dos grandes cadenas varían considerablemente entre sí, va en su altura respectiva ó ya en la naturaleza de sus rocas. La del este que no es mas que la continuación de la gran cordillera de los Andes, es escesivamente elevada; sus picos conservan todo el año grandes bancos de nieve que la Providencia reserva para las necesidades de la agri- cultura, y so estructura no se compone mas que de rocas volcánicas mezcladas con granitos, sienitos, y en algunos parajes, sobre todo en el norte, con calcáreos coquilleros de la mas antigua formación. La roca principal es el pór- fido de transición, roca poco deleznable y poco apropósito por consiguiente para la vegetación, pero que llega á serio, cuando pasando al estado de waco-argilofidro, etc., con- tiene los minerales de mesotipo, estilbito, analcimo, etc., conocidos antiguamente con el nombre general de zeoiito. Entonces parece que todos estos cuerpos roen la roca como lo haria un noli me tangen para reducirla al estado de des- moronamiento. En la cordillera del oeste ó de la costa, las rocas pertenecen casi esclusivamente á los terrenos primor- diales, á los sienitos, granitos, esquitos y en general a la época siluriana. Todas estas rocas se elevan a una altura mucho menor, aunque en algunos pocos parajes llegan casi hasta á la región de la nieve perpetua. Bajo el punto de vista geológico, Chile posee pues casi todas las clases de los terrenos que pertenecen principa -- mente á ios porfirices y á los silicatos; pero basta ahora la industria agrícola no ha tenido necesidad de aprovecharlos. DE LOS TERRENOS. 51 Para sembrar se ha contentado con el gran diluvion que constituye casi por sí solo, el inmenso valle enclavado entre las dos cordilleras, y que no es, en definitiva, mas que el producto de sus grandes convulsiones. Este diluvion varía de naturaleza según las localidades. En el norte es profundo, seco, blancuzco, arcillo-silicato mas ó menos calcáreo, poseyendo en el mas alto grado la facultad de absorver el calor, guardándole mas tiempo, lo que unido á la falta de lluvia, ocasiona grandes sequías. En el sur por el contrario es poco espeso, húmedo, arenoso, con mezcla de greda y de arcilla y por consiguiente mas fresco, mas tenaz, poco cargado de sales, y necesitando por este motivo mayor reposo. Entre estos dos estreñios se encuentran todos los puntos que constituyen los terrenos capaces de producir las semillas mas delicadas y mas va- riadas. El espesor de la capa vegetal se presenta también con grandes variaciones. Frecuentemente no es mas que de algunos centímetros, como así mismo sucede en los terrenos de la costa; otras veces por el contrario es muy profundo llegando á tener hasta quince varas de profundidad, y mas aun en la hacienda de la Compañía, etc. Seria muy difícil para nosotros va- luar el término medio de esta profundidad fijada de 40 á 60 centímetros en las provincias centrales por algunas per- sonas. También sucede que en ciertas localidades se halla reemplazada por conglomerados traquílicos ú otras mate- rias volcánicas; y entonces la vegetación es en ellas difícil y lánguida sobre todo cuando las aluviones de las aguas de riego no pueden cubrirlos y fecundizarlos. El sub-suelo de este diluvion apenas es mas regular en su espesor y en su composición como sucede por lo de- mas en todos los países estensos. En contraposición con la de la costa, es muy permeable, se halla compuesto de grandes capas de guijarros rodados, que algunas veces apa- ! ■■■■■ AGRICULTURA CHILENA. recen á través de las tierras vegetales, mostrándose de este modo en la superficie. En este caso forma un terreno muy pedregoso, que no produce mas que yerbas de pasto, pero que puede llegar á tener una fertilidad admirable por medio del riego. Esto es lo que acontece en la llanura de Maypú, cuya mayor parte, en otro tiempo estéril, ofrece en el dia una vegetación de las mas privilegiadas. Esta metamor- fosis, la debe al canal de San Carlos, cuyas aguas fecundas forman en ella todos los años una pequeña capa de limo, acarreada por el rio Maypú. Me han asegurado que desde hace veinte años, este limo ha producido una capa de mas de medio metro de espesor, dato que no debe admirarnos, si consideramos la rapidez torrencial de estos ríos capaces por consiguiente de conservar siempre en suspenso la gran cantidad de humus que recogen de las cordilleras, y que arrastran con sus aguas. Los demás sitios de esle gran valle gozan igualmente de este beneficio, y la estensa lla- nura de la Requínoa disfruta ademas de la ventaja de haber recibido una gran avenida del Cachapoal que la ha cubierto de pronto con un limo untuoso, blando, y con otras muchas materias orgánicas en diversos grados de descomposición, que la han hecho estreñidamente fértil y poblada, cuando algunos años antes, nosotros la atravesa- mos en medio de una melancólica soledad. En el Sur las aguas mucho mas claras, están lejos de producir el mismo efecto, pero en todas las provincias centrales, estos aluvio- nes son permanentes, y representan en cierto modo la misericordia con que el Nilo vierte sus aguas sobre las ingratas tierras de Egipto. Don Vicente Pérez queriendo saber al menos aproximativamente la cantidad de limo acarreada por estos rios, llenó un vaso con agua del rio, y vio después de dejarla posarse que el limo ocupaba la ter- cera parte del vaso, cantidad mucho mas considerable de lo que podia creerse, y probablemente algo exagerada. A causa de la gran estension de las tierras que posee Chile DE LOS TERRENOS. 5S y falta de población, solo algunos de sus valles ó parte de ellos sobretodo en el sur, fueron destinados al cultivo; pero mas tarde cuando el comercio y el consumo se aumenten creando necesidades é intereses, la inteligencia y la in- dustria sabrán sacar partido, no solamente de ios terrenos llanos todavía eriales, sino también délos que parecen estar condenados á quedar siempre estériles. Ei genio del hombre, ausiiiado por los capitales, logrará vencer todas las dificultades, bien abriendo en el Norte canales de riego, ó introduciendo vegetales apropósito para las tierras secas y áridas, ó bien preparando convenientemente los sitios pantanosos de! Sur ó destruyendo las inmensas selvas vírgenes que cubren la mayor parte de las tierras y que el hacha del colono comienza ya á destruir. Gracias á los dos poderosos agentes de la agricultura, los capitales y el trabajo, podrá llegar al alto puesto industrial que por su importancia la corresponde. De esto hay varios ejemplos en los progresos que la han proporcionado al principio los ricos mineros, convirtiéndose en hacendados, y después los beneficios considerables que los mercados de California han dispensado al país. No hay duda de que una parte de estos grandes beneficios se han empleado en casas de lujo, y bajo este punto de vista Santiago, Valparaíso, etc., lian ganado muchísimo , pero también se han consagrado á mejorar las haciendas, y á introducir en ellas industrias que hasta entonces se hallaban en un estado de imperfección tal, que no conseguían ningún provecho. Gomo en Chile la cria de ganado forma con el trigo el ramo mas importante de la industria agrícola, fácil es comprender que las numerosas montañas que posee, le proporcionan grandes beneficios con la inmensa cantidad de yerbas que producen •, ios propietarios las esplotan fre- cuentemente por su cuenta, pero también las arriendan á los ganaderos á un precio vano, que sin embargo no pasa según !a clase de cordilleras de un peso por toda la esta- 54 AGRICULTURA CHILENA. cion. Aunque estos terrenos son de poco espesor para haber sido formados naturalmente, sin embargo la yerba es en ellos abundante y sustanciosa, mucho mas todavía en las cordi- lleras reales, donde las rocas volcánicas y porfíricas domi- nan, mientras que las cordilleras de la costa no ofrecen mas que un pasto escaso y que se seca en breve tiempo. Las pri- meras sededican especialmente á los animales vacunos : en las otras se ven también animales de esta clase, pero así mismo ganados lanares, mucho mas apropósito para sacar partido de ellos y mas en armonía por su organización con la naturaleza de estas comarcas. Al terminarse el verano todos estos animales descienden al pié de las montañas y allí encuentran todavía una vegetación vigorosa, gracias á los restos de rocas que las lluvias arrastran y que entrega- das á reacciones químicas, no tardan en confundirse con las tierras impulsadas así mismo por las lluvias, y aumentan su fecundidad. Esta clase de tierra se halla con mas abundancia en las provincias del sur, cubiertas de inmensos bosques, frecuen- temente impenetrables , y se compone principalmente de residuos de estos bosques, que la falta de luz apenas deja descomponerse, haciéndola poco adecuada al sistema de cul- tivo que en ella se emplea. En los primeros años, las cosechas son abundantes, pero poco después la gran cantidad de humus de la que no saben aprovecharse removiendo la tierra, perjudica á la vegetación y no da masque cosechas insignificantes. Lo mismo sucede en las tierras obtenidas por el desterronamiento y la cre- mación de las yerbas, que tampoco aran profundamente, lo que en sentido contrario permite á la acción del aire y de la luz descomponerlas rápidamente y ponerlas en un es- tado poco adecuado para el cultivo. Esta es la esplicacion que yo me he dado al ver en la pro- vincia de Valdivia estos terrenos carbonizados que parecen ser el resultado de un incendio ahogado. El mismo origen DE LOS TERRENOS. 55 deben tener los troncos ennegrecidos de las Pourretias lla- madas por los habitantes del país cardón. No hay duda de que las hojas fuertemente amontonadas impiden á los agen- tes atmosféricos producir sus efectos sobre las partes que han perdido casi enteramente su principio vital y los reducen á un estado en todo conforme con el del carbón. Ademas de estos terrenos, Chile tiene también dunas de una estension considerable á veces, formando los inmensos desiertos que llenan toda la latitud de la República. Estos desiertos aparecen con toda su triste monotonía en el Norte. Empiezan en Coquimbo al principio parcialmente, dejando todavía algunos valles susceptibles de cultivo, pero al llegar áCopiapó entrañen la zona sin lluvia que se pro- longa por la parte oeste de la América meridional hasta Payta, y, salvo en algunos parajes, son, por efecto de la falta de agua, de una gran esterilidad. En el sur de Chile y so- bre la costa se hallan también algunas dunas de poca im- portancia y de arena menos movediza, pero que sin em- bargo en algunas localidades invaden el terreno. Esto su- cede sobre todo en la provincia de Chiloe y este fenómeno se manifiesta en ella de tal modo que la pequeña aldea de Carelmapú y la montaña vecina, atacados por dos lados, pa- recen deber convertirse con el tiempo en un simple oasis. Hasta ahora el gobierno no ha hecho nada para impedir esta invasión y muy en breve tendrá necesidad de pensar en ella, á causa de la progresión siempre creciente de la población y el valor venal que toman los terrenos. En este caso deberá pe- dirse esta mejora á los vegetales tales como el enebro, el alcornoque, y el pino marítimo, que por su rusticidad y sus pocas exigencias, pueden fácilmente prosperar en un suelo de tan mediana calidad, compuesto casi esclusivamente de arena, y privado de arcilla y de humus vegetal. Seria ver- daderamente una conquista para el pais la introducción de estos árboles, de una gran importancia no menos apropó- sito para mejorar los terrenos y su clima que los numerosos 56 AGRICULTURA CHILENA. m m ■ productos que pueden ofrecer á la industria. El reino vege- tal consta también de ciertas plantas que viven menos de las sustancias de la tierra que de los elementos atmosféricos que las proporcionan los rocíos. Bajo este punto de vista, ciertas leguminosas llenarían completamente este objeto, cambiando las llanuras de arena en plantíos de forraje. Cuando se reflexiona en los importantes resultados que estos árboles y estas plantas han ofrecido á los labradores europeos en los terrenos de igual índole, no puede dudarse que aquellos vastos desiertos entregados hoy á la sola esplo- tacion de sus ricas minas, lleguen á ser un dia grandes sembrados, animados por una población á un tiempo agrí- cola é industrial. Este tiempo se halla todavía lejos, pero todo prueba que llegará, y quizas mas pronto de lo que el estado actual del pais hace creer. En las provincias orientales dePrusia, pais completa- mente arenoso, se ven hoy sembrados de un gran producto. Esta metamorfosis se debe mas que á nada, á los altramuces, plantas de raices muy fuertes, que pueden por consiguiente sujetar las arenas, y de hojas que conservan su verdor hasta la época en que maduran los granos, lo que los favo- rece para sacar de la atmósfera una parle de su alimento. Las colufas pueden prestar servicios no menos notables á estos terrenos puramente arenosos, y estas plantas, enter- radas en la época de la florescencia, modifican con el tiempo la tierra predisponiéndola para el cultivo. En las provincias del Sur donde las tierras son poco pro- ductivas y donde por consiguiente es necesario el abono, el cultivo del haba igualmente enterrada después de la flo- rescencia, proporcionará á estas tierras como abono verde, una mejora mucho mas ventajosa todavía. La creación de una administración cadastral, hubiera podido hacer creer que la estadística chilena iba á enri- quecerse con datos bástanle exactos respecto de la distri- DE LOS TERRENOS. 57 bucion de las tierras cultivables y eriales, y de la natura- leza del cullivo del trigo, praderas, legumbres, etc. Des- graciadamente este trabajo no fué hecho mas que para organizar una contribución, calculada sobre la renta ín- tegra de cada hacendado, de tal manera que mas parece una talla que una repartición basada en planes particulariós susceptibles de presentar un mismo sistema de cultivo» Tampoco se conoce mejor el área de cada provincia. Sin embargo el sabio director de la administración de estadística Señor Lyndsay ha hecho una apreciación que puede hasta cierto punto bastar para dar una idea de la estension de cada provincia. Así pues, según un resumen últimamente publicado, Chile sin contar las Tierras Magallánicas al sur de la isla de Ghiloe, comprende 449,172 kilómetros cua- drados distribuidos en esta forma : Superficie ' Población Población Provincias. en kil. cnadr. absoluta. por kil. cuadr. Atacama..T iW»5 50,690 0,35 Coquimbo 62,518 110,589 1,76 Aconcagua 13,946 111,504 7,99 Valparaíso 3,694 116,043 31,46 Santiago 24,016 272,499 11,34 Colchagua W,310 192,704 13,46 Talca 11,274 79,439 7,04 Maule ' 11,490 156,245 13,59 Nuble' 13,128 100,792 7 67 Concepción 19,945 110,291 5,52 Arauco 56,037 43,466 0,77 Valdivia 39,226 29,293 0,74 Llanquihue, ........ 7,634 3,826 0,50 Chiloe 28,259 61,586 2,18 449,172 1,438967 t.med.7,46 ¡Ü Estos resultados son en la mayor parte de las citadas provincias aproximamos, y no se tardará en obtenerlos mu- cho mas exactos, coando los grandes trabajos topográficos AGRICULTURA CHILENA. dirigidos por ei distinguido sabio DA. Pissis estén termi- nados. Probablemente se ejecutarán las mediciones parti- cularias necesarias para la formación del cadasíro, y la esladístíca, mejor informada, podrá ofrecernos datos sobre la topografía del pais y sobre el área que ocupan los dife- rentes sembrados. Bajo este mismo punto de vista, seria de desear que e¡ citado sabio que se ocupa en trazar el mapa geológico, formase igualmente un mapa agrícola para que pudiesen ser bien apreciadas las tierras labora- bles en su naturaleza pedregosa, arenosa, arcillosa, etc., porque sabida es la influencia que ejercen sobre ciertos ve- getales y sobre la cantidad, la caüdad y el peso de las cose- chas. La unidad de superficie en Chile es la cuadra, igual á Í5,1CJ.5 metros cuadrados, siendo un poco mas pequeña que la de Buenos-Aires que contiene 16,929 metros Se necesita en vista de los cálculos que se han hecho, el jor- nal de 18 á 20 hombres para todos los trabajos del cultivo en una cuadra hasta el moojento de la recolección. CAPITULO !IÍ. REGIONES Y SUBREGIONES AGRÍCOLAS. q"e exi8rf- Otras dos zonas agrias en el sentid, de ¡alanzad. - Llanos y montanas. los zonas agríeos cu ^ =-» . Su influencia en la constitución de los ganados. Se*un lo que acabamos de decir sobre la naturaleza de la tierra y del clima de Chile podemos dividir su área agrí- cola en tres grandes regiones : una al norte caracterizada por su gran aridez y su gran sequedad: otra al sor, cubierta al contrario por una vegetación muy espesa, pero condenada á un estado salvaje é inhabitado ; la del centro enfin parti- cipando hasta cierto punto del carácter de estas dos regiones, y morada de la civilización chilena, de su comercio y de su industria. . , Región del norte. Esta región, que podría llamársela reeioD del desierto, une por su clima los países templados á los países intertropicales. Comprende el vasto desierto de Atacama cuyo suelo casi todo arenoso é inhabitado, pro- duce en el alma de los pocos viajeros que lo recorren una dolorosa melancolía que no hace sino agravar un cielo siempre puro y un sol ardiente. Las colinas y las llanuras están cubiertas por una arena fina, mas ó menos movible, sin consistencia, sin frescura ; las rocas presentan sus flancos en toda su desnudez y, salvo en los alrededores de la pequeña colonia del Paposo, la vegetación, durante 10 ú 14 meses de! año, es allí casi enteramente nula. Si á todos estos ele- mentos de gran esterilidad agregamos que las lluvias son en estos parajes del todo desconocidas y que sus terrenos „0 contienen ni humus ni esa proporción de arcilla tan ne- cesaria para los cultivos, veremos que esta parte de Chile ■ ma rjrzmn fcfÜI lll 60 AGRICULTURA CHILENA. .. no puede calificarse mejor que bajo el nombre de región del desierto. Con todo, este vasto desierto de arena, esplotadoen el dia solamente en ciertas localidades en donde se han descu- bierto ricas minas, quedará inaccesible aun á las artes agrí- colas? Esta cuestión, hoy de un interés anticipado, des- pertará necesariamente con el tiempo la atención de ios agricultores, y es probable que entonces esas vastas sole- dades se sembrarán de oasis que el tiempo se encargará mas tarde de agrandar y después de reunir. Por otra parte, por la naturaleza de su clima, algunas neblinas bastan aquí" para apagar la sed de las plantas cuando mas al sur se necesi- taría varios días de lluvia. Eo efecto gracias al estudio razonado que se ha hecho sobre la naturaleza orgánica de ciertas plantas, se ha visto que muchas de ellas son poco exigentes en la elección del terreno y á la prueba ademas de las grandes sequedades, pudiendo por lo tanto ser allí cultivadas para ser enterradas antes de su entera florescencia con el objeto de servir de abono y de humus á estas arenas. Entre estas plantas los agricultores europeos recomiendan el helianíhus tuberosas y sobre todo las diferentes especies de lupinos ó altramuces que por su rápido crecimiento, la fuerza de sus raices y la gran abundancia de sus hojas siempre verdes y prontas á sacar de la atmósfera los ele- mentos nutritivos de la planta, son muy aptas para desem- peñar esta útil misión. Los terrenos así mejorados pueden recibir entonces los árboles de producto, igualmente indife- rentes á su sequedad y su pobreza, y en este caso el pino marítimo se presenta como pudiendo producir allí los me- jores resultados. Porque este árbol no desdeña las arenas silíceas ni aun puras : su crecimiento es rápido, su cultivo poco costoso, sin necesidad de riego, y á mas de la ventaja de asentar la arena por medio de sus raices profundas ofrece en maderas y resinas productos de bastante im- REGIONES Y SUBREGIONES AGRÍCOLAS. 61 portancia para escitar mas tarde la industria de ios habi- tantes Otro árbol de mayor interés todavía para Chile es el alcornoque que crece también en esos terrenos arenosos un poco mejorados, y también «na multitud de árboles y de ar- bustos de una organización rústica y propia por consiguiente para poder aclimatarse en esta región. Región bel sur. Esta región se estiende desde los 43 grados, es decir desde la estremidad meridional de la isla'de Chiíoe hasta el cabo de Hornos, último limite del continente americano. Al contrario de la otra, esta región posee una vegetación admirable; la yerba cubre allí la tierra de césped que permanece siempre verde, y vastas e impenetrables selvas cubren toda la superficie de las islas y del continente, por lo que podría dársele el nombre de re- gión de las selvas. Apesar de estas ventajas su suelo no está habitado sino por raras familias de indios dispersos en la costa ó en algunas de las numerosas islas que forman uno de los mas grandes archipiélagos del globo. En algunos años mas esta región, en el dia del todo improductiva, sera ano de las mas ricos centros de pastos para la cria de ani- males, sobre todo de los que pertenecen á la raza bovina y porcina Le está asegurada esta ventaja por muchas causas determinadas, y sobre todo por su clima templado y hu- • medo, y muy apropiado por consiguiente para favorecer la vegetación de las praderas. Este clima conviene igualmente al cultivo de todas las raices que la Inglaterra ha sabido introducir tan bien en la economía rural con gran provecho para sus animales. Región del centro. Esta región encerrada entre las otras dos es sin disputa la mas importante y la que por too tiempo todavía guardará todos los elementos cíe la ci- vilización chilena. Su estension desde el pié de las cordi- lleras hasta el mar puede por término medio señalarse como de 38 leguas, de manera que su término estremo de ■ . AGRICULTURA CHILENA. norte á sur, es decir desde Copiapó hasta la estreroidad de la isla de Chiloe, siendo de 16 grados, contiene nna área de 15,200 leguas cuadradas, de las cuales 1,900 están habi- tadas por los Araucanos, nación independiente, pero que los progresos de la sociedad no pueden tardar en civilizar. Esta región, de la que debemos ocuparnos con preferencia puesto que es la única habitada, está lejos de ser uniforme en su plano é igualmente rica en sus productos. Muy desi- gual por el gran número de sus colinas y montañas de di- rección y estension muy variadas, resulta que su clima es á pequeñas distancias frió ó ardiente, seco ó húmedo. Es propio de ¡os países montañosos el multiplicar los climas locales, efectos que en Chile están en gran parte neutralizados por ¡as brisas del mar á veces perceptibles hasta ei pié de las cordilleras. Por lo demás, la influencia harto mayor de la latitud geográfica sobre todos los fenómenos meteorológi- cos, de los que depende todo género de cultivo, nos obliga á subdividir esta región en otros tres grandes centros agrícolas, los que conservando su carácter propio, no se ligan menos á los otros entre sí por numerosos puntos de contacto. Así tenemos todavía eo esta región tres centros agrícolas concordando perfectamente con la disposición geográfica del pais. Daremos- igualmente á las subdivisiones que preceden los nombres de subdivisión del norte, subdivisión del centro y subdivisión del sud. Zona del norte. Se estiende desde Copiapó hasta el cordón de las montañas de Chacabuco, encerrando así una superfi- cie de 6,300 leguas cuadradas aproximativamente. Vecina de la primera región, ó sea del gran océano de arena, participa hasta cierto punto de su fisonomía y de su clima. El terreno es casi todo erial; las llanuras, muy limitadas, están corla- das por numerosas coiinas que se cruzan en todas direccio- nes, dando lugar á pequeños valles muy caüentes que son ios únicos entregados á algún cultivo. Por escepcion, en las tierras interiores el termómetro sube á 35 grados, y las REGIONES Y SCBREGIONES AGRÍCOLAS. 65 únicas observaciones algo seguidas que poseemos han sido hechas en la Serena, ciudad situada á la orilla del mar, y cuyos resultados son para la temperatura : Máximum absoluto (enero). ........ 26sr,50 _ medio 18 '87 Minimun absoluto (junio) sobre cero. ... 3 ,00 _ medio 9 >10 Temperatura media del año. i6 ,02 __ _ del invierno 12 ,55 — de la primavera. . . 16 ,34 _ _ del verano 19 ,27 _ _ del otoño. ...... 15 ,92 Se ve que la temperatura es harto moderada hasta el punto de no permitir á las uvas madurar sino en algunos sitios bien abrigados. Esta ineptitud es debida á la influencia del mar, pero á medida que se penetra en el interior el calor aumenta, y permite por lo tanto el cultivo del algodón y aun el de la cana de azúcar que han tenido el buen sentido de abandonar, puesto que no daba sino miel y chancaca. En esta zona las lluvias son poco frecuentes , sobre todo en el norte en donde se pasan á veces muchos años sin que caiga una gota de agua. Pero el rocío es por el contrario muy abundante, de suerte que la vegetación, en la prima- vera, liega á cubrir algunas partes de estas llanuras de arena con un magnífico tapiz de verdura esmaltado de flores las mas vistosas : en general son las plantas bulbosas las que allí dominan, lo que debería hacer entender á sus habitantes que todas las plantas de cebolla que la economía doméstica emplea para sus necesidades prosperarían perfectamente y podrían llegar á ser un principio de cultivo comercial. Todas estas plantas de un crecimiento muy activo alcanzan pronto su último período de vegetación, y al cabo de uno ó dos meses los calores desecantes del verano, fuertemente escí- tados por el gran poder emisivo de las arenas blancas, queman todos estos vegetales y acaban pronto por dejar ¡as m sato. agricultura chilena» grandes llanuras en la mas desolante monotonía. Aquí, mas que en oirás partes, se necesita que la mano del hombre corrija el clima multiplicando las plantaciones de árboles, bien sea aprovechándose por todos los medios posibles de los escasos riachuelos que, descendiendo de las altas cordille- ras, no pueden llegar hasta la ribera del mar por ser absor- bidos, en parte por las necesidades de algunas pequeñas plan- taciones, y en parte por los grandes calores del estío ; ó bien utilizando, por medio de trabajos de arte, Sos grandes ríos con que la naturaleza ha dotado á las provincias mas meri- dionales y que parecen destinados á desempeñar un gran pa- pel en esos áridos parajes. Porque las cosechas serán siempre insignificantes y tan irregulares como inciertas mientras no se haya combatido la sequedad, poderoso enemigo de la agricultura del norte. En 1842 el número de cuadras culti- vadas se estimaba en 274,565, con el solo auxilio del riego, lo que debería estimular á los agricultores para emprender algunos nuevos cultivos. Por una gran previsión de la natu- raleza hay plantas útiles para todos los climas y toca al propietario saberlas apropiar á la naturaleza de su pro- piedad. En estos valles poco regables debería, por ejemplo, introducirse el Pipiragallo, una de Jas plantas mas sobrias, propia para Sos terrenos pobres y que convendría muy bien á los del norte dotados en general de tierras calcáreas. Por lo demás, como hemos dicho, el cultivo de árboles con- viene perfectamente á la estremidad norte de esta zona, porque es la única, capaz de preparar esos terrenos ingratos para un cultivo de pastoreo el que con el tiempo podrían ha- cerse de labor, ya enriqueciéndose con los despojos anuales de los árboles, ya conservando las plantas que ellos consi- guen abrigar y proteger. En el sur no es tan necesaria esta metamorfosis; la naturaleza ha hecho mucho en su favor, y si los propietarios deploran los malos efectos del des- monte, saben perfectamente que esta calamidad es áebida únicamente á la incuria de los habitantes y sobre todo de i REGIONES I SüDIiEGIONES AGiUGOLAS. 65 los mineros, como también al sistema de pastoreo seguido en el pais, dejando á los bueyes, ovejas y cabras pacer con entera liberiad en las colinas, los unos destruyendo fácil- mente los árboles nuevos por la costumbre que tienen de frotarse en ellos, y las otras royendo los vastagos destina- dos á formar los troncos. Por lo demás esta zona está desti- nada mas bien á favorecer el cultivo de arbustos que á man- tener numerosos rebaños. Su temperatura admite todos los árboles del mediodía de Europa y de Argelia ; ios olivos alcanzan proporciones gigantescas y no tienen absolutamente que temer los efectos de un deshielo ni aun mediano, no bañándoles la nieve sino raras veces y deshaciéndose inme- diatamente después. Los otros árboles de esta zona no son menos dignos de una industria particular: pueden alií mul- tiplicarse los almendros y las higueras , tan lucrativos los primeros para el comercio que se hace en toda la costa, y las segundas por la gran cantidad de higos que consumen los mineros ; las viñas forman igualmente una industria que desde algunos años ha tomado en el valle de Aconcagua un vuelo harto notable por la calidad de sus vinos y de el aguardiente que allí se fabrica; el moral enfin comienza á multiplicarse, y si este género de industria exige al pre- sente muchos brazos, exigencia poco favorable al estado del pais, es menester esperar que con e! tiempo desapare- cerá este inconveniente y entonces esta región convendrá perfectamente á esta especie de cultivo : otro tanto puede decirse respecto del algodón cuyo cultivo se ha ensayado en diversas ocasiones en las cercanías de Copiapó, pero que exige igualmente muchos brazos y máquinas sobrado costo- sas para poder equilibrar los gastos con los productos. Los cultivos particulares de esta región son, al norte ias higueras y al sur, en el valle de Aconcagua, las viñas y las legumbres y otras plantas de hortaliza que se esportan para el consumo de Santiago y sobre todo de Valparaíso. Para esta última ciudad, la de Quillota envia ademas todos los años grandes Agricultura. 5 4\. ' AGRICULTURA CHILENA. cantidades de frutas de muy superior calidad. Esas frutas son todas de origen europeo, pero también se cosechan allí algunas que pertenecen mas particularmente á las regiones tropicales, tales como la lúcuma, la chirimoya y aun el coco, fruía de una palmera silvestre cuya esportacion para el Perú es bastante considerable. Desgraciadamente estas palmeras acabarán pronto por desaparecer en razón de la gran cantidad que cortan lodos los años para preparar con su tronco esa especie de jarabe conocido en el país con el nombre de miel de palma. En el dia este producto es de pequeña importancia, pero antes, en un año solo, Nicolás de la Cerda había estraido muchos miles de arrobas. Aunque esta región sea mas bien mineral que agrícola en razón de las ricas minas de plata, de cobre, etc., que allí se esplolan, sus cosechas son con todo bastante abundan- tes, pero, si se esceptua en el sur, no bastan para el con- sumo de sus habitantes, lo que es causado por la' escasez de las lluvias. En toda la actual provincia de Coquimbo para que una cosecha sea buena es necesario 14 ó 15 horas.de lluvia una vez á lo menos en cada uno de los meses de invierno, es decir en junio, julio y agosto; las de este último mes son las mejores y las mas productivas, y io son aun mas las cosechas si las lluvias de los meses precitados han sido algo abundantes. En general la agricultura de esta región obten- drá mas ventajas haciéndose industrial á causa del través de montañas muy escabrosas cuando los valles no llegan directamente hasta un puerto. Estos son obstáculos que aumentarán siempre ios costos de transporte, y sobre todo el del trigo y de otros granos de naturaleza pesada y de poco valor. Pero no importa el sistema de cultivo que se siga, el primer deber del hacendado es el de establecer buenos sistemas de regadío, y todo e! mundo sabe la fuerza de vegetación con que se visten estos valles cuando la inte- ligencia les trae el agua que les falla. La alfalfa apenas cortada ó comida en pié, crece de nuevo con la mayor acti- REGIONES Y SÍJB.REGIONES ÍG.B1COLA.S. 67 vidad, casi por encanto. Se pueden ademas cultivar allí los vegetales mas variados, sin otros peligros que los de la seque- dad y hasta el de tener el monopolio de mochos de ellos, por todas partes seguros de una salida inmediata. Equilibrando la humedad con el calor siempre fuerte de esta región po- drán obtenerse los mejores resultados, y el doble y el triple de sus cosechas. Lo que lo prueba es que todas las plan- tas crecen y maduran allí en un tiempo muy corto con5 parado con el que han menester en las provincias del su* Los frutos son allí muy precoces, pues el 24 de diciembie en la fiesta de Andacollo he comido uvas, sandías, etc. Región central. En esta región es en donde la agricul- tura está «mas avanzada, ventaja que debe á la gran pobla- ción que encierra y de la que Santiago, Valparaíso, Talca y Concepción son los centros principales. Comprendida entre mas meo seco que Chacabuco y el rio Biobio su terreno húmedo tiene aun necesidad de riego apesar de que las lluvias mas abundantes y frecuentes permiten el cultivo en seco, de algunos cereales. La temperatura es también bas- tante fuerte para permitir el cultivo de los arbustos de ia región precedente-, los olivos se encuentran con alguna abundancia y se cultivan hasta en Curico y Talca $ también á esta latitud alcanzan los naranjos y las palmeras de que mas arriba hemos hablado. Al sur de estos límites el clima se hace mas húmedo y lluvioso, y las vides tienen necesi- dad de rodrigones para poder aprovechar un mayor número de rayos solares no siendo la temperatura de suficiente fuerza para producir sus efectos en las uvas demasiado escondidas por las hojas. Esta mediana temperatura no proviene de la posición geográfica de esta última comarca, sino mas bien de su proximidad á el mar que tiende á debilitarla en los meses de grandes calores. Por falta de observaciones meteoroló- gicas no podemos hacer una justa apreciación de esta tem- peratura; poseemos solo las de Santiago que por hallarsr en ía ■!:■ AGRICULTURA CHILENA. estremidad norte de esta región no puede darnos un resul- tado de conjunto : apesar de esto señalaremos aquí lo que por nuestras observaciones propias hemos alcanzado a saber. Temperatura. Maximun absoluto en Santiago (febrero). Minimun - (julio) bajo cero. _ Maximun medio — Minimun — Temperatura media. Invierno en Santiago. „ _ Primavera — — Verano — _ _ otoño — _ — Del año — 33s',3 1 ,1 23 ,8 6 ,2 9 ,7 15 ,0 20 ,9 15 ,0 15 ,2 En la otra estremidad sur, endonde se encuentra situada la ciudad de Concepción, tenemos algunas de estes observa- ciones que á pesar de su reducido número pueden hacernos considerar como aproximativas las cifras siguientes : Temperatura minimun absoluto. — media absoluto . . 12 ,7 Así se ve que en Concepción aunque á 3 grados 1/2 de latitud mas al sur que Santiago los frios son menores, lo que es debido es verdad á su proximidad á las aguas del mar, mientras que Santiago se halla en el interior de las tierras : por lo demás en toda la estension de estas regiones la nieve cae muy raras veces en los llanos y en este caso dura allí muy poco tiempo. A causa del mayor número de dias de lluvia los pastos son mas abundantes en esta región que en la precedente-, Sas montañas conservan mas largo tiempo sus yerbas verdes y frescas, y grandes llanuras fáciles de regarse podrían per- mitir la formación de numerosas praderas artificiales para el cebo de los animales criados en las praderas naturales ó en las cordilleras. Es también en este centro agrícola en donde se han acometido Sas mas grandes empresas para el mejoramiento de las propiedades ya por medio de grandes i! '• ' REGIONES Y SUMIKGIONES AGRÍCOLAS. 69 canales de riego ya por medio del desagüe de pantanos y aun de lagos. Debido es esto al valor considerable que de mas en mas toman ios terrenos gracias á su proximidad de las ciudades de Santiago y de Valparaíso, ciudades de gran consumo, de riqueza, de comercio y de lujo y que pueden permitir el cultivo en grande no solo de las plantas de huerta sino también de las de primera sazón destinadas á las per- sonas de gusto delicado. Esta región no tiene un cultivo particular, pero puede considerarse como la mas apropiada para el cultivo de los cereales de los cuales es muy estimado el trigo por su brillo y su peso. Es ella también la que entrega al comercio la mavor cantidad de sus productos. Los trigos, los vinos, la cebada, el maiz, los fréjoles, etc., forman la base de sus productos, y entre ios debidos á la industria deben citarse los aguardientes, las harinas, obtenidas hoy por medio de molinos de gran perfección movidos algunos por el vapor, y sobre todo la inmensa cantidad de charqui tan útil en el pais y de la que el comercio toma una buena parte. Región del sur. Esta es la mas templada y mas húmeda teniendo mas de la mitad de su superficie cubierta por es- pesas selvas y por plantas á manera de césped que perma- neciendo verdes todo el año forman praderas naturales que reemplazan á las artificiales de las regiones del norte y del centro. Las lluvias son allí frecuentes, los inviernos muy dulces, y los veranos nada calurosos, lo que constituye una temperatura débil, constante é incapaz de hacer llegar la mayor parte de sus frutos á una perfecta madurez. Nuestras observaciones en la ciudad de Valdivia á 3 leguas del mar nos han dado por resultado de un año Temperatura media 12Br,ft Maximun absoluto (enero) 33 >8 — medio 2Zi ,1 Minimun absoluto bajo cero (agosto). ... 3 .7 — , medio. 42 '5 ■mw ■ 70 AGRICULTURA CHILENA. ■ ■ En la isla de Chiíoe el maximun absoluto do alcanzó en San Carlos en 1836 mas que á 20 grados, lo que prueba la clemencia de este clima. Los cultivos de esta región son estimadamente uni- formes. La vid es allí desconocida ó á lo menos las uvas no maduran sino por escepcion y solamente en algunas raras localidades del norte en donde la situación les viene en ayuda; allí está reemplazada por grandes bosques de man- zanos que se han hecho silvestres y que producen sin em- bargo manzanas de superior calidad para la fabricación de la sidra. Los cereales son los que forman la base de la agri- cultura vegetal, aunque el trigo de calidad y peso harto in- feriores no da tan buenos resultados, los cuales son hasta menores que los de la cebada, la que se cultiva mucho igual- mente. Los pastos por el contrario son escelentes, siempre verdes, muy abundantes, sobre todo cuando se cambian en praderas naturales , y son tan elevados que un hombre se pierde enteramente de vista. Se comprende pues la lucha que debe trabarse entre las plantas espontáneas y las plan- tas cultivadas, lucha que hace el cultivo de las últimas siempre precario y muy dispendioso, cuando los productos de las primeras se obtienen con tanta facilidad y economía, bastando para engordar á los animales, los que por razón de la dulzura de los inviernos no tienen aquí , y lo mismo en todo Chile, necesidad del abrigo de los establos. Tam- bién á causa de esta gran fuerza de vegetación herbácea debida á la humedad y á la temperatura dulce y constante de su clima, esta región es con estremo preciosa para la cria de animales y sobre todo para los de las razas bovinas tan útiles en razón de todos los productos que pueden ofrecer á la economía doméstica. Las ovejas no pueden en ciertos parajes criarse bien á causa de la predisposición que tienen á sufrir la caquexia acuosa, pero los puercos por el con- trario prosperan admirablemente, como se ve en la isla de Chiloe en donde esta industria ha alcanzado un alto grado «Sí, «r?; REGIONES Y. SíJBUEGlONKS AGUIJÓLAS. 71 de prosperidad. Mas tarde cuando las circunstancias per- mitan á ia industria bovina tornar un gran vuelo comercial, no pudicndo bastar á su escesiva multiplicidad los prados naturales podrá suplirse esta necesidad primeramente por medio de praderas artificiales compuestas sobre todo de trébol y otras leguminosas, y en seguida por medio de todas las raices que la Europa emplea en su economía rural, y que son tan admirablemente apropiadas á Sa natu- raleza de este clima. El único vacío que se nota en esta re- gión, como en las otras, es la falta de brazos y de consu- midores, vacío que las colonias alemanas presentes y futuras parecen destinadas á hacer desaparecer pronto. Esceptuando la sidra, que puede hacerse un ramo im- portante de industria, esta parte de Chile no tiene ningún cultivo particular-, pero sus vastas selvas dan lugar á un im- portante comercio de madera, tanto en leña como envigas, bovedillas, tablas mas ó menos gruesas, y sobre todo tablas de alerce que se envian á toda la costa de Chile y del Perú, y cuyo número es muy considerable. La isla de Chiloe produce igualmente muchos jamones reputados como de escelente calidad y que se esportan para Valparaíso y el Perú. Antes se cultivaba en esta región mucho cáñamo que se elevaba á grandes alturas, en el dia ha sido reemplazado por el lino empleado menos como planta para tejidos, que como planta alimenticia : los indios preparan una especie de pan con la harina de sus granos mezclada con otras hari- nas, ó bien mezclan esta harina con la cebada para tomarla en pulpo añadiéndole á veces miel del abejón. Las divisiones agrícolas que acabamos de establecer pro- ceden naturalmente del estado atmosférico, siempre de una influencia tan capital sobre la vegetación de un pais estrecho y largo. Formando Chile una larga faja, que de las regio- nes sin lluvia pasa hasta las regiones mas húmedas, es na- tural suponer, puesto que el pasaje se hace insensiblemente . AGRICULTURA CHILENA. y sin bruscos cambios, que nuestras divisiones, como todas las que en la naturaleza se señalan, no tienen un carácter preciso y absoluto. Tal vez bajo un punto de vista mas ra- ciona!, habría valido mas dividir á Chile en dos solas regio- nes, estendiéndose la una desde el norte hasta el rio Biobio, y que comprendería el verdadero centro de la agricultura vegetal en el que predomina el cultivo de los cereales, y la de los árboles y arbustos tales como las higueras , viñas , y hasta cierto punto los olivos y los naranjos, y la de la agri- cultura animal que hasta el día es del todo selvática, pero donde la yerba siempre verde y abundante parece presagiar un gran porvenir para la cria de animales de la raza bovina : esta región estaría también perfectamente caracterizada por la falta de vides y por consiguiente de olivos, naranjos, etc.; pero apesar de la importancia de estos caracteres en el estado actual de las necesidades y de la población del pais, estas do^ divisiones no llenarían su objeto, y las que acabamos de señalar parecen hacer comprender mejor el género de cul- tivo que allí se practica, y el que debe prevalecer. Otra observación que debe tomarse en cuenta es también la dife- rencia del clima en sentido de su anchura ó de su lon- gitud j porque hallándose el pais dominado en toda su esten- sion por dos cadenas de montañas separadas la una de la otra por un valie algo ancho y muy largo, resulta que cada paralela posee en longitud dos zonas agrícolas, la de los llanos centro principal de todo cultivo, y la de las montañas formadas de dos cadenas, una de los Andes mucho mas elevada que la otra y muy apropiada á la cria de grandes animales, y la otra de la costa mucho mas apropósito por la naturaleza de su clima seco y templado y por el sabor aromático de sus plantas, siempre algo raras, para la cria de cabras y de ovejas. El terreno de la costa enteramente primordial ó siluriano no ofrece tampoco esa fertilidad que se encuentra en el ter- reno del valle interior siempre mas espeso y de mejor calidad REGIONES Y SÜBREGIONES AGRÍCOLAS. 73 por su naturaleza arcillosa mezclada á la tierra de aluvión que la cubre y por el abono que Se traen las aguas de riego de las rocas. Dichos terrenos a! contrario no tienen en general sino un tercio de vara de tierra vegetal y muy rara vez medía vara, carecen casi de carbonato de cal útil á las plantas y el subsuelo ordinariamente es de piedra dura ó de arena mez- clada con piedras. Esto esplica la inferioridad harto general de los trigos de la primera calidad que faltos de una labor profunda maduran muy temprano, y quedan con frecuencia pequeños y arrugados pudiendo ser alimentados lo sufi- ciente por una planta que se seca 4muy pronto. Por otra parle estos paises montañosos han contribuido de una manera admirable á dar á las razas domésticas esa cons- titución robusta produciendo animales de una fuerza y vi- vacidad que están lejos de manifestar las razas linfáticas que producen las llanuras húmedas y abundantes en pastos. ¡ Qué diferencia, si se quiere comparar las unas á las otras en su salud, sus cualidades, y en la manera con que pueden re- sistir al trabajo, á la fatiga y á todo género de privaciones! No debe esto atribuirse únicamente á la especie de gimnás- tica que están obligados á practicar diariamente bajando y subiendo las montañas, sino también á la pureza del aire y á la calidad de la yerba mas sustanciosa, mas vanada, mas nutritiva y mas tónica. . Así según lo que acabamos de decir la parte principal de Chile, h parte habitada en el dia, ofrece por la vanada na- turaleza de su clima, tres grandes regiones agrícolas, cada una representada en todas partes por dos zonas secundarias, la zona de las llanuras ó los valles cuyo cultivo tiende a hacerse de dia en dia mas estenso, y la zona de las montanas tan apropósito para la cria de animales y por consiguiente para la gran industria animal. Hasta ahora, como se ha .dicho, los trabajos topográficos no pueden, ni aun aproxi- mativamente, hacernos apreciar la relación numérica que .existe entre estas dos zonas, pero puede entre tanto conje- mi AGRICULTURA CHILENA. turarse que las llanuras no alcanzan á la cuarta parte de la estension de las montañas. Calculando el Sr. A. Pissis, encargado de este trabajo topográíico, el área aproximativa del terreno comprendido solo entre los rios de Coquimbo y Biobio, le da una estension de 7,350 leguas cuadradas, de las cuales -4,900 pueden ser cultivadas. Otras personas opinan que en Chile la quinta parte de las tierras no po- drán jamas, por falta de agua , recibir los beneficios de los cultivos y otros reducen esta apreciación á la tercera parte. Esta cuestión solo podrán resolverla los estudios topográ- ficos mas detallados que se lleven á cabo en lo sucesivo. 'mi capitulo- rv DE LAS PROPIEDADES. Estado de las propiedades. - Su constitución. - Indios empleados en las laborias. - Determinaciones viciosas de sus límites. - Tendencia a su desmembramiento. - Actividad del gobierno pava proteger la propiedad. _ Precio de las tierras por cuadras cuadradas.- Considerable abade estos precios desde hace algunos años. Antes de la llegada de los españoles á Chile las tierras de este pais se hallaban en cierto modo bajo el dominio de los caciques, que se consideraban como dueños absolutos de todas las partículas de terreno de que podían sacar provecho sus endebles y sencillos instrumentos. Estas tierras eran labradas por indios á los que se po- dría comparar con los hombres de la gleba, que recibían en pago de los trabajos que ejecutaban en los dominios de su jefe, una porción de terreno suficiente para subvenir á sus necesidades domésticas, y por lo tanto de muy es- casa estension; y aun los mismos indios en el archipiélago de los Chonos no podian labrar tierras sin el previo con- sentimiento de sus caciques (1). En vista de estos datos puede decirse, sin temor de incurrir en un error, que en la época á que nos referimos, casi todo el terreno era baldío. , Silos beneficios de la civilización se hallasen al alcance de todas las inteligencias y las costumbres no tuvieran un (!) Tierra baja sin monte é de casas grandes de á 4 y 6 puertas, de la obe- diencia que tienen á los caciques que no siembran sin su Ucencia los indios de sus cobies. , «.*#*> oo (Viaje del capitán Ladrillero en 1557, docum., t. II, p. »*■ 76 AGRICULTURA CHILENA. poder mágico en el espíritu nacional, todos los indios de que hacemos mención hubieran recibido con entusiasmo á los Españoles, que al penetrar en su inculto pais, al acer- carse á ellos aunque fuera como amos, debian serles tan útiles puesto que llevaban consigo los elementos necesa- rios para proporcionarles un bienestar desconocido y supe- rior con mucho al que hasta entonces habian disfrutado. Pero desgraciadamente nunca la humanidad ha podido ser regular en su marcha y en sus progresos. Como todas las cosas incomprensibles, ha tenido en todos los tiempos y en todos los paises sus momentos de detención, de duda y de reacción, y en medio de las perturbaciones que la fuerza de las circunstancias impone, ha probado una vez mas que no puede llevar á cabo su evolución sino á costa de los doiores de un penoso principio que sin embargo es por for- tuna pasajero. Las consecuencias de esta ignorancia, y de todas estas agitaciones mas ó menos violentas, fueron corno sucede siempre, favorables á los hombres civilizados. Los indios quedaron vencidos, y de propietarios que eran se vieron reducidos á la condición de labradores, de esclavos de sus vencedores, dándose por contentos de que su raza se conservara en la nueva familia y no desapareciese por completo como ha sucedido en los Estados Unidos de la América. Las tierras de este pais fueron pues adquiridas por de- recho de conquista y en virtud de la bula del papa Alejan- dro VI, convirtiéndose como tantas otras en propiedad esclusiva de ios Reyes de España. Los virreyes, goberna- dores y jefes de espedicion, pudieron desde entonces apro- piárselas en nombre de su soberano, y distribuirlas entre todos los audaces conquistadores que habian pisado aquel suelo desconocido, con arreglo á la categoría y al mérito de cada cual. Las dividieron en dos grandes clases, en peo- nías y en caballerías; las primeras destinadas á los infantes DE LAS PROPIEDADES. 77 y las segundas á los jinetes ó escuderos y la porción de estas era cinco veces mayor que la de aquellas (1) . Esta división de las tierras, puesta en práctica en algunas comarcas de la América, no fué casi adoptada en Chile á causa del estado un poco vago en que se hallaba su naciente sociedad. En este pais mas que en ningún otro, conservaba el hombre un espíritu de libertad comprimido solo por las necesidades de una defensa personal. Los pequeños cuer- pos de ejército estaban muy poco disciplinados, y cada uno de los individuos que entraba á formar parte de estos cuer- pos, conservaba en cierto modo su individualidad; así es que este ejército parecia mas bien una asociación de hombres que de moto propio iban á combatir movidos por un ínteres común , que verdaderos soldados sometidos a la obediencia de un jefe absoluto. Algunos preludios de insubordinación y la revolución que intentó contra Valdivia Pedro Sancho de Hoz hicieron comprender á este general su delicada posición, y sin duda por este motivo, y por dar mayor fuerza y prestigio á su autoridad, fué por lo que aceptó el título de gobernador civil y militar dei país, título que probablemente solicitó de sus tenientes y que por lo demás pagó del modo mas generoso; porque, como á los antiguos colonos romanos, concedió á todos sus compane- ros haciendas de una gran estension con cierto número de indios para su cultivo-, reservó en concepto de propios de ciudad terrenos no menos grandes, no menos espaciosos, puesto que una de estas propiedades que habia pertenecido al cacique Millacaza y que fué donada á la ciudad de San- tiago, ocupaba todo el valle de Maypú desde el mar hasta (i) Cada peonía constaba de 100 fanegas de tierra (algo mas de 200 cuadras) para el cultivo del trigo y de la cebada; 10 para el del maíz, 2 huebras (lo que puede labrar una junta de bueyes en un día), otras 8 para jardín con arboleda, ybastante terreno de pasto para la manutención de 10 vacas, cinco ve-uas diez cochinos, cien ovejas y veinte cabras. Una caballería contema cinco veces mas de tierra, es decir 1625 cuadras y ademas un espacio para el solar. :1'PH AGRICULTURA CHILENA. la cordillera; y destinó para sí ó por lo menos pidió al Rey á perpetuidad y con derecho de trasmisión á sus descen- dientes, la octava parte de las tierras que habia descubierto y que descubriera en adelante, petición bastante exagerada, y ademas la entrada libre de todo derecho de 2000 negros, con prohibición á ios demás colonos de mandar á buscar uno solo de estos sin su permiso, lo que hace suponer que en aquella época poseía ya algunos la nueva colonia. Para cumplir sus promesas se apresuró Valdivia á con- quistar nuevas provincias, y con el mismo fin dispuso que el capitán de marina Juan Bautista Pastene esplorase la costa por el lado del Sur. En el transcurso de este viaje, saltaba en tierra de cuando en cuando, y al apoderarse con maña ó fuerza de algunos indios hombres y mujeres, el tesorero de S. M. con la adarga en el brazo y blandiendo su espada como para batirse, ordenaba al notario que formaba parte de la espedicion que fuese testigo de que él se apoderaba y lomaba posesión en nombre de S. M. y del gobernador Valdivia de todos los indios y de todas las tierras de la provincia que conquistaba, añadiendo que si alguien se atre- vía á disputárselos podia presentarse porque estaba dis- puesto á defender sus conquistas hasta morir, en nombre de S. M. y de su gobernador, y después de esto pedía y exigía al notario un escrito firmado por todos los testigos allí presentes, para que sirviese como prueba legal ante el Consejo y cancillería de las Indias. Esta érala fórmula ordinaria de la toma de posesión que el notario pronunciaba tres veces en alta voz, y en presen- cia de algunos testigos y de los indios; pero no bastaba, era preciso algún símbolo, alguna demostración pal- pable que fijase la atención de los concurrentes á el acto, que materializase por decirlo así la toma de posesión como se hacia en la Edad medía y se practica aun en Chile algu- nas veces en las transacciones de propiedades rurales ; y con este fin el tesorero cortaba con su espada algunas ramas DE LAS PROPIEDADES. 79 de los árboles, cogía con sus propias manos algunas yerbas, cavaba un novo en el suelo, y bebía agua en el manantial ó arroyuelo ma¡ próximo. Terminada esta nueva ceremonia, combados ramas que, formadas en cruz, eran colocadas en la copa de un gran árbol, trazaba con la punta de la espada al pié del mismo árbol otras varias cruces pequeñas y des- pués prosternándose todos daban gracias á Dios por su nueva conquista. Mas tarde se limitaron á demostrar la toma de posesión de ima propiedad con solo pasear en ella ó coger algunas de sus plantas en presencia de testigos. De este modo fué como los indios de Chile se vieron des- pojados de sus tierras al mismo tiempo que de su libertad ; á pesar de que el rey encargó con instancia que no se die- ran mas que las que no pudieran, al pasar á otras manos, causar perjuicio á los indios ; y esta recomendación fue sin duda la que contuvo momentáneamente la generosidad del presidente Quiroga , que se abstuvo en 1573 de conceder terrenos que habian pertenecido á los indios antes de la conquista. Constituidos desde el principio estos terrenos en propie- dades particulares, no tenian carácter de alodio como á pri- mera vista podria suponerse. Aunque los poseedores reci- bían con toda independencia estas propiedades, exentas de todo derecho de adquisición y hasta completamente trasmi- sibles de padres á hijos, etc., sin embargo no se les daban mas que á condición de que construyeran en ellas sus casas, de que practicasen trabajos de desmonte, ó de que las po- blasen con algunos animales ; y si ai cabo de tres meses no habian comenzado á cumplir ninguna de estas clausu- las de la cesión, el gobernador podía despojarlos de las citadas propiedades y disponer de ellas en favor de otro colono exigiendo ademas al despojado una multa para cuya satisfacción presentaría probablemente fianza antes de en- trar en posesión de los terrenos que perdía por no cumplir ir AGRICULTURA CHILENA. las condiciones de la donación. Como se ve se ponía en uso el derecho romano conocido con el nombre de usucapión al obligar á los colonos á completar la propiedad que reci- bian con un trabajo efectivo suficiente para hacerla produc- tiva (1). Aparte de este efecto condicional, los primeros propie- tarios no podían vender las tierras, conquistadas con su sangre, hasta después de cuatro años de posesión , y las ventas no podian hacerse mas que por legos y nunca por religiosos regulares ó secularizados. El Rey se proponía obrando de este modo, evitar la reunión de grandes esten- siones de tierra en poder de manos muertas, lo que en aquella época preocupaba con estremo á la política de Es- paña, impedimento que la piedad chilena supo sin embargo eludir, como no tardó en verse sobre todo en la compañía de Jesuítas. Así pues la independencia de los primeros posee- dores estaba lejos de ser absoluta, y ademas íenian obli- gación de mantener algunos caballos y de proporcionarse toda clase de armas para armar y equipar á sus labradores en el caso de que ios indios atacasen á los conquistadores. Este servicio militar, que como en Roma hacia de los la- bradores los únicos defensores de la patria, fué al principio muy severo pero se disminuyó en cuanto los indios de las cercanías se mostraron menos audaces , y desde entonces mas bien permanecieron armados los colonos para su pro- pia defensa, que para obedecer una orden superior, y esto porque se hallaban constantemente rodeados de un enemigo que bajo la apariencia de una entera sumisión, abrigaba siempre en el fondo de su alma proyectos de hostilidad y de venganza. Las tierras se convirtieron entonces en alodiales, perteneciendo á propietarios absolutos, libres de toda con- (t) Los gobernadores estaban autorizados por real cédula para donar terrenos, pero antes de esta época y después de la muerte de Valdivia, no podia donarlos un gobernador sino á condición de que el Rey aprobase esta merced. DE LAS PROPIEDADES. 81 dicion, acuerdo justísimo, toda vez que habían pagado con su propia sangre el precio de sus adquisiciones. Este estado de cosas duró algunos años. Los poseedores gozaban pacíficamente de sus propiedades y podian dejarlas á sus herederos, los que alguna vez que otra reclamaban para mayor seguridad un segundo derecho de posesión. Mas tarde cuando nuevos colonos acudieron á establecerse en el pais, los gobernadores en virtud de reales cédulas, no po- dian conceder tierras gratuitamente ; en las demás comar- cas de la América se adjudicaban por medio de subasta pú- blica, pero Chile se hallaba tan poco poblado, carecía de tal modo de brazos, que estas ordenanzas fueron consideradas como sin efecto, y los nuevamente llegados, favorecidos del mismo modo que los conquistadores, obtuvieron terrenos gratis y de mayor ó menor estension según su distancia de los centros de población (1) : sin embargo en ciertas oca- siones no los obtenían mas que á censo, lo que según las leyes de Castilla se llamaba terrenos de composición. Pero aquellos hombres activos, aquellos arrogantes con- quistadores acostumbrados á una vida aventurera, no po- dian tan fácilmente someterse á la vida de inamobilidad que exigen las labores del campo. Desde el principio culti- varon las tierras valiéndose de los indios, los que contri- buyeron á darlas algún valor; pero estos no formaron parte individualmente de la propiedad personal del pro- pietario toda vez que no los recibía mas que por un tiempo determinado. Sin embargo como las tierras tenían poco valor por falta de brazos para labrarlas, el número de estos esclavos determinábala importancia de la propiedad, y esta fué una de las mas poderosas causas que contribuyeron al desarrollo de la propiedad inmueble. A partir de este mo- lí (1) En 1620 según una merced citada por don Benjamín Vicuña, el gober- nador don Lope de Ulloa y Lemus otorgó uno de estos terrenos de 500 cua- dras, pero que comprendía mas de 200,000, puesto que se estendia desde el rio de Choapa hasta el rio Limarí. Agricultura. 6 j. AGRICULTURA- CHILENA. mentó ei espíritu de independencia, y mas aun el de la fa- milia, se apoderó de iodos los colonos, se manifestó entre ellos cierta tendencia á Sa vida tranquila y se vio á los hombres perder sus hábitos vagabundos para entregarse con preferencia al mejoramiento y al cultivo de sus grandes propiedades. A ejemplo de los patricios del Imperio Ro- mano á mediados del siglo II, y aun posteriormente de las personas poderosas, cada cual procuró aumentar sus tierras en perjuicio de las de sus vecinos y con mas frecuencia aun en el de las tierras de realengo, lo que ocasionó nume- rosos é interminables pleitos entre los colonos (1). De- seando el gobierno contener estos abusos promulgó un crecido número de Reales cédulas, exigiendo al menos desde 1700 la exhibición de los títulos para legitimar su posesión, y á pesar de estas órdenes, era tan fácil la usur- pación, que todos estos títulos, desde luego mal definidos, fueron formalizados de la manera mas vaga y arbitraria que puede darse. No hace mucho tiempo todavía que se hallaban algunos, señalando por límites la estension de la vista, ó bien un tronco de árbol quemado ó un árbol muerto ó cualquier otro objeto no menos fácil de ser des- truido y que por consiguiente no existia desde hacia ya un gran número de años. No cabe duda, de que en el albor de esta civilización, las tierras entonces sin valor no podían dar lugar á ninguna clase de litigio, y semejantes límites no podían bastar, pero para las personas inteligentes no era difícil de pre- veer las consecuencias que resultarían de este vicio, y el (1) Es tanta la hambre y la codicia que hay de tierras que casi no hay otros pleitos en la Real audiencia sino sobre los derechos y posesiones de ellas, porque con tomarlas los antiguos de un rincón de un valle de que te- nían título les parecía que era todo suyo, y como los que llegaron después procuraron también acomodarse buscaron nuevos títulos y tomaron nuevas posesiones que han sido la causa de tantos pleitos. • ÍOvalle, Breve relación del reino de Chile, p. 162.) DE LAS PROPIEDADES. 83 gobierno español por su parte recordaba demasiado lo que habia pasado antiguamente en Roma en donde los patri- cios habían tan largamente disfrutado de esta usurpación, para no procurar evitarla ó por lo menos poner un pronto remedio á su repetición. Y con efecto vemos que desde casi el principio de la conquista, es decir eo 1578, 1589 y 1591, etc., se espidieron numerosas reales cédulas orde- nando espresamente las pesquisas mas minuciosas acerca de la validez de los títulos con poder de despojar á los pro- pietarios infieles de sus tierras y venderlas en subasta ó re- partirlas en interés de la sociedad. Para obtenerse resul- tados mas seguros, el denunciador debería participar de los beneficios. Desgraciadamente la cosa no era tan fácil de probar como parecía. El mal se había arraigado de íal modo, que no fué posible estirparle ni evitar los numerosos pleitos que se originaron después de la conquista ; porque ademas de la ignorancia de las personas encargadas del examen de los títulos ya muy embrollados, legalizados en cierto modo por el tiempo y que en interés del orden público y hasta de la justicia hubieran debido declarar prescriptibles, tenían to- davía los propietarios el recurso de los terremotos y de las inundaciones que habían con efecto en diferentes ocasiones destruido completamente los archivos fiscales y particulares; y en las provincias del sur las continuas guerras con los indios y recientemente las mas desastrosas de la indepen- dencia. Para remediar un poco estos inconvenientes que el valor siempre en aumento de las tierras debía multiplicar, el ingeniero geógrafo A. Lozier invitó al gobierno á que se aprovechase de la nueva organización del Instituto para proporcionar á los jóvenes que se dedicasen á la profesión de agrimensores conocimientos superiores á los demasiado incompletos que hasta entonces habían recibido, obligándo- los á asistir á un curso de topografía. Ademas le aconsejo que fundara una oficina para guardar no solo una copia de .3 i m AGRICULTURA CHILENA. las minutas de todas las operaciones de medición territorial ejecutadas en la república, sino también un plano de cada una de las mediciones que se llevasen á cabo. Cumpliéndose esta disposición los terrenos de cada hacienda podían llegar con el tiempo á estar perfectamente circunscritos, simpli- ficada la formación del cadastro, y el pais evitaría la suce- sión de pleitos que las leyes tan fatalmente complicadas de Castilla la Vieja bacian interminables. Hoy todavía a pesar de las vivas solicitudes del gobierno y de los trabajos que lia mandado ejecutar para determinar perfectamente las tierras eriales no ba cesado el desorden de que nos ocupa- mos. Siempre que se hace una demanda de estos terrenos al fisco ó á la municipalidad, el propietario vecino se opone á ello, y de aquí se origina un pleito costosísimo en perjuicio del demandante si no posee documentos que prueben con precisión su legitimidad-, y estos procesos son cada dia mas tenaces, mas deplorables á medida que crece la importancia y el valor de la propiedad territorial. Desde el principio fueron divididaslas tierras en realengos, haciendas, estancias, chacras y quintas. Las primeras perte- necen al fisco, las segundas á los grandes propietarios, a las corporaciones religiosas y de beneficencia ó algunas veces a las municipalidades, las terceras destinadas esclusivamen e á la cria de los animales domésticos, forman por decirlo así el complemento de las propiedades de las personas y de las corporaciones ya citadas-, las chacras por su escasa esten- sion relativamente con la de las haciendas del país repre- sentan la propiedad inferior ó de segundo orden y sirven para el cultivo de las hortalizas y hasta para el de la vina, del maiz, del trigo, etc.; por último la quinta es una chacra mas pequeña, mas próxima á las ciudades y provista mas que de otra cosa de árboles frutales y destinada á servir de jardin de recreo á las familias acomodadas. En una época no muy lejana, las haciendas pertenecían casi esclusivamente á las personas muy ricas , la clase ínter- DE LAS PROPIEDADES. 85 mediaría apenas era conocida, y sin embargo no habia ningun mayorazgo (1) . Estos últimos no fueron casi conocidos hasta después de 1744, época en la que el gobierno deseoso de formar pueblos con los campesinos y labradores dispersos en los campos, vendió algunos títulos de Castilla para sub- venir á los gastos que ocasionara la realización de su pro- yecto. Antes de este tiempo de que hacemos mención Chile no poseía ninguna tierra como perteneciente á un título de nobleza. La mas antigua de estas familias, la de Irarrazabal, cuyo marquesado habia sido concedido al ilustre capitán ge- neral Bravo de Sarabia en premio de sus grandes servicios, poseía las tierras adheridas á este título de nobleza en la villa de la Pica provincia de Castilla la Vieja. Pero si antes del año 1744 Chile no contaba mas que algunas tierras vincu- ladas, posteriormente se crearon algunos mayorazgos (2) y aumentaron el número bastante crecido de las tierras de mano-muerta que las diversas corporaciones habían here- dado de todas las almas piadosas inquietas por el porvenir de su vida futura. Muchas de ellas forman hoy como forma- ban entonces verdaderas colonias agrícolas, que sin contar los peones encierran algunas veces mas de 4000 personas, unas como inquilinos obligados á practicar ciertos tra- bajos de servidumbre y otras como arrendatarios me- diante el pago de una renta á parte de otras obligaciones que tienen que ejecutar valiéndose de peones pagados por su cuenta. Estas grandes haciendas que por el modo con que eran poseídas, parecían propiedades feudales que la ley inmo- (1) Como el pais ha sido siempre de guerra se han disminuido mucho las haciendas y los conquistadores, y hoy es tan pobre la tierra que en todo Chile no hay un solo mayorazgo ni vínculo fundado. {Carta de los oidores del 19 de julio de 1648 al rey de España.) (2) En 1830 no habia sin embargo mas que diez y siete y por la constitución de 1 833 y una ley especial que se promulgó mas tarde^ los poseedores de estos mayorazgos pudieron desvincularlos, de modo que en el dia no hay mas que tres ó cuatro, los que probablemente no tardarán en desaparecer, P i BRf Vv.^;/ AGRICULTURA CHILENA. bilizó en su mayor parte, eran pertenecientes á personas sino ricas al menos sin necesidades y sin ambición. A con- secuencia de la escasez 'de población, dei insignificante comercio y del mal estado de los caminos, solo algunos terre- nos, muy pocos en verdad, se hallaban cultivados, y los de- mas permanecían enteramente abandonados á los animales. Ya muchas veces se habiari quejado de este estado de cosas que hacia que todo se sacrificase á la cria de los animales como industria mas sencilla, mas fácil y mas eco- nómica , pero perjudicial al verdadero progreso de la agri- cultura. Ambrosio O'Higgins, don Manuel Salas, los autores de las Cartas familiares en 1824 y otros muchos filántropos pa- triotas habían escrito contra este sistema de inmobilizacion ; pero hasta el año 1834 no pensó el gobierno en buscar un remedio para este mal. La cosa no era muy fácil de hacerse porque apenas podía obligarse con medidas coactivas al re- partimiento de las tierras protegidas por las leyes, por las costumbres y por influencias de posición, lo que ademas hubiera sido contrario al libre uso de la propiedad. Para lograr su fin de una manera menos directa procuró el go- bierno favorecer á las pequeñas propiedades y decretó que en lo sucesivo quedasen exentos de todo derecho en sus contratos de venta mientras que las grandes pagarían siem- pre los derechos de alcabala. Este favor fué sostenido para con todas las propiedades que producían menos de 25 p. de renta, cuando el derecho de alcabala fué transformado en impuesto ó contribución cad astral. Gracias á esta ley de sucesión y gracias sobre todo al cambio económico y democrático que se operó en todas partes, las vastas posesiones feudales hasta entonces ina- mobilizadas han vuelto á la circulación ; los mayorazgos desaparecen, y los padres mejor inspirados y autorizados por el art. 162 de te Constitución de 1833 reparten de una manera mas justa sus propiedades entre sus hijos, aunque DE LAS PROPIEDADES. 87 quizas con perjuicio de la familia que, víctima de las nu- merosas peripecias sociales, no hallará ya probablemente un hermano rico á cuyo amparo y leal protección en- comendar el alivio que necesite. De todos modos el resul- tado de estas medidas ha sido que algunas de las pro- piedades en otro tiempo tan vastas y por lo general tan aristocráticas, pasen de día en dia al estado democrático en beneficio de un sistema agrícola mas razonable, mas pro- ductivo y mucho mas cambiable. Una prueba de esto es el ejemplo de las alcabalas de 1855 que produjeron 217,058 p. 05 evos. , lo que representa un valor de 5,426,451 p. cambiado en inmuebles durante el citado año. En 1857, este mismo ramo produjo 230,711 p. 59 evos., en 1858, 247,413 p. 47 evos., y en 1859, 236,730 p. 79 evos. Algunas de las propiedades que constaban, no hace mucho, mas de 100,000 cuadras, conservan todavía una estension muy considerable. En 1830, no se hallaban mas que al- gunas de 200 cuadras, las demás tenían muchos miles. La de las Canteras, que pertenecía al ilustre O Higgins y que hoy dia se halla en poder de un chileno no menos reco- mendable, el general Bulnés, cuenta 36,000 cuadras, aparte de los terrenos de las cordilleras que son inmensos ; la de Longaví, de los antiguos Jesuítas, hoy de ios se- ñores Mendiburu, cerca de 80,000; la de la Compañía, que pertenecía también á los Jesuítas, posee todavía mas, y entre ellas 9,000 son de llanura y de riego gracias á su digno é inteligente propietario actual don Juan de Dios Correa (i). Otras muchas, aunque de una estension mas limitada, no dejan por eso de ser considerables y forman verdaderas co- lonias agrícolas en las que los trabajadores en número de (1) Por grandes que sean estas posesiones son, escepto la de la Compañía, una mitad mas pequeñas que la del duque de Sulherland en Inglaterra que ocupa una superficie de cerca de 200,000 cuadras, la del marques de Brea- dalbune que mide sobre poco mas ó menos la misma superficie, y otras. i » V AGRICULTURA CHILENA. 3 á 4,000 viven de los productos de las tierras que el ha- cendado les distribuye. Cuando estas grandes propieda- des se ponen á la venta son inmediatamente compradas por los particulares que poseyendo crecidos capitales están siempre dispuestos á convertirse en hacendados cuando se retiran del comercio, de cualquier otra industria y especial- mente de la de las minas. Por fortuna se ven, entre estos nuevos propietarios siempre dispuestos á labrar tierras im- productivas, algunos cultivadores á los que una conducta laboriosa y económica ha proporcionado suficientes re- cursos para llegar á ser poseedores de modestas haciendas ó solamente de algunas cuadras, que cultivan entonces con el mayor cuidado y con beneficios como renta inmueble si logran sostener sus costumbres frugales y juiciosas-, porque del mismo modo que los hacendados acomodados, emplean un gran capital de explotación, representado en ellos por el trabajo de toda su familia siempre mas productivo y mas económico que el de los mercenarios. Estas pequeñas pro- piedades representando hasta cierto punto las de los yeomen de Inglaterra están situadas cerca de las grandes ciudades y son compradas por los labradores económicos. No teniendo como los de Francia ninguna confianza en la colocación del dinero con interés, prefieren emplear sus economías en pequeñas partículas de terrenos pagando su valor real, dos ó tres veces mas subido de precio. Por otra parte estos labradores no necesitan hacer grandes anticipos mientras que pasa lo contrario á los com- pradores de grandes fundos sin los animales : entonces se calcula que estos necesitan gastar á veces el doble y el triple para poner en producto la propiedad. Este espíritu de desmembramiento, de división de la propiedad no es en las provincias ni menos grande ni menos acogido por todo el mundo. Cuando en 1836 recorrí yo la isla de Chiloe poseida antiguamente por grandes feudata- rios como se les llamaba entonces, no pudieron señalarme S-2S1 DE LAS PROPIEDADES. 89 una sola de las haciendas de la isla que valiese mas de 5,000 p. Las de las provincias de Santiago, Colchagua, Concepción, etc., se hallan igualmente muy divididas y en poder de cultivadores de escasos recursos que no se des- deñan en permanecer como inquilinos en las haciendas vecinas. En estas provincias donde ven que todo se agita, que todo marcha en torno suyo, no pueden ya permanecer en el estado de inmobilidad en que por decirlo así han vivido sumidos durante tanto tiempo. Ademas prestan grandes ser- vicios á la agricultura, porque formando parte hasta cierto punto de la clase de los trabajadores que emplean, viven con ellos y contribuyen poderosamente á educar su inteli- gencia enseñándoles á practicar sus costumbres mas regu- larizadas y comunicándoles los conocimientos que la espe- riencia y el interés les han hecho adquirir. Esta tendencia del labrador chileno á convertirse en hacendado contribuye muchísimo á la tranquilidad política de que goza el pais y que no se halla en las demás repú- blicas de América. Así mismo influye en el aumento del bienestar del Estado, en su poder y en su población, mo- ralizando á los particulares, porque como dice Sismondi la hacienda pequeña es una caja de ahorros á la que su mo- desto poseedor destina sus economías, su tiempo y su fuerza ; y bajo este punto de vista le inspira el respeto del orden, el amor al trabajo y el, mucho mas precioso aun, de la familia que llena su alma de alegría y de esperanza. Así pues con motivo del escaso valor venal que tienen hoy to- davía las tierras en las provincias del sur, un labrador que conociera sus intereses debería aprovecharse de esta ba- ratura, comprar algunos terrenos para legar á sus hijos la posición de hidalgos campesinos, título que ha sido y que será siempre el mas apreciado en la sociedad, y que es muy superior al de los operarios de las ciudades que emplean su fuerza física, y dejan dormir á su inteligencia con de- trimento de su independencia y de su dignidad; viéndose AGRICULTURA CHILENA. frecuentemente en medio de la miseria á causa de la falta de trabajo. Todavía es tiempo ahora de poner en práctica nues- tra indicación, mas tarde no ío será quizas porque á medida que la agricultura progrese, que el comercio, su hermano gemelo, se desarrolle y que la población se au- mente, crecerá también el consumo y es de creer que estas tierras adquirirán precios considerables como se ha visto ya en las provincias populosas y con las haciendas sobre todo grabadas por un censo que son siempre muy bus- cadas porque se evitan los desembolsos de grandes canti- dades , y la mayor parte se encuendan en este caso ó grabadas con alguna capellanía, pero en proporciones muy diferentes. Por desgracia el cambio de país no tiene atractivos para el Chileno, que, en cuanío ha hecho una fortuna por pe- queña que sea en otra provincia que la de su nacimiento ó en el estranjero, desea volver á su primitivo hogar. En el caso contrario le cuesta mucho trabajo abandonar el suelo natal, alejarse de él, y esto mas todavía moral que física- mente. Con este sentimiento, que sea dicho de paso es in- nato en el hombre, el labrador de la provincia de Santiago quiere mejor ser propietario de algunas cuadras de tierra en las cercanías pagándolas á precios exorbitantes y con segu- ridad de no sacar mas que un escaso rédito de su capital, que ir á poblar los inmensos terrenos del sur donde desem- peñarla el papel de colono mejor que todos los europeos que. son llamados á poblarlos á costa de grandes gastos y sin ofrecer, la mayor parte de las veces, otra ventaja que el aumento de la población ; [jorque poco es lo que hacen en favor de los progresos teóricos de la agricultura : estando como están casi siempre obligados á subordinarse á las exi- gencias de la localidad, adoptan su sistema de cultivo como el mas sencillo, el mas económico y el mas apropósito para ■su aislamiento y sus necesidades. Algunos chilenos conven- d«jwa DE LAS PROPIEDADES, 91 cidos de esto desearían que los gastos que se hacen con los colonos redundaran en beneficio de sus compatriotas po- bres, obligándoles á aceptar la condición de colonizadores • ó. en el caso de que se negaran á ello, alistarlos como sim- ples soldados en el ejército, lo que seria atentar á la li- bertad individual. El ejemplo délas compañías inglesas de minas de Chile se halla todavía muy presente en su memoria para no comprender que frecuentemente los procedimientos chilenos tienen su razón de ser y no deben ser desechados cuando las causas locales los exigen. Otro de los inconvenientes de las pequeñas haciendas á corta distancia de la capital es el espíritu de vanidad que acaba por apoderarse de los labradores que al verse de pronto en la categoría de hacendados, título que les hace pasar por caballeros, no creen deber practicar ningún tra- bajo fuera de los que reclamen sus fincas. Educando en estos principios á sus hijos y en condiciones poco conformes con su educación primitiva, los alejan del campo y llegan á ser malos ciudadanos mientras que podian ser escelentes agri- cultores. Entre estas gentes no hay nada como la agricul- tura que pueda hacerles alcanzar una fortuna legal y se- gura ; y nada consiguen con los empleos que obtienen en las ciudades, donde el desarrollo de sus pasiones ios in- duce á cometer actos que rechaza la moral y á veces la justicia. En ningún tiempo se ha procurado saber ni siquiera aproximativamente de qué modo se hallan distribuidas las propiedades y el número de dueños que tienen, á pesar de las diferentes Reales cédulas que el Rey promulgó con este objeto. Solo en 1834 fué cuando el gobierno, movido por el deseo de reemplazar el derecho de alcabala con un im- puesto sobre inmuebles, dispuso que se hiciese una enume- ración de todas las propiedades que produjeran una renta de mas de 25 p. al año, y el número de ellas ascendió á 12,028. Veinte anos después se llevó á cabo una reforma í< * mi, AGRICULTURA CHILENA. semejante para sustituir el enfadoso impuesto del Diezmo con otro cadastral siempre mas justo y económico, y una nueva enumeración que se verificó, dio por resultado el número de 32,822 cuya diferencia de 20794 del primero prueba lo suficiente que anima á los Chilenos el deseo de repartir la propiedad. En la primera época la renta inmueble fué va- luada en 3,336,026 p. 74 evos.; en la segunda, se aumentó á 7,408,876 p. 90 evos., Jo que produjo una diferencia de 407,245 en favor de esta última. Sin embargo estos datos no pueden admitirse sino con gran reserva y hasta puede decirse con M. Courcelle-Seneuil que se han disminuido al menos en la mitad, tanto por fraude como por las dificul- tades del recuento, operación nueva y muy delicada ; así pues elevándolos á Í6 millones de p. no andaremos descami- nados de la verdad. En 1796, se valuaba la estraccion de los productos chilenos comprendiendo entre ellos los de las minas á 2 millones de piastras solamente; en 1798, don Manuel Salas hacia subir esta valuación á 3 millones y hoy (1859) sube á 17,612,076 p. sin contar lo que se pierde á causa de los fraudes que no deja de haber. Gomo se ve, en el espacio de medio siglo el aumento de las rentas de las minas y de la agricultura, se ha elevado á una potencia se- senta veces mayor gracias á su comercio, á una población mucho mas considerable y á los progresos de todas clases que los cambios políticos y sociales la han hecho esperi- mentar después de conquistada su independencia. Según el censo practicado en 1854 existen pues en Chile 32,822 propiedades que producen mas de 25 p., lo que da sobre poco mas ó menos un propietario verdadera- mente hacendado por cada 50 habitantes. A continuación publicamos por provincias el estado de estos fundos con sus rentas aproximativas tal como apareció en la memoria de hacienda, y tal como lo ha formado don Benjamín Vicuña. DE LAS PROPIEDADES. 93 Número Número Provincias. de de departamentos, fundos. At acama. Coquimbo. Aconcagua. Valparaíso. Santiago. . Colchagua. Talca. . . Maule. . . Nuble. . . Concepción Arauco.. . Valdivia. . Cliiloe. . . 5,591 1,521 2,074 1,362 2,788 4,377 1,146 4,387 3,174 2,863 956 724 6,259 Renta calculada. 380,7 13p,50 419,089 ,62 654,187 ,75 549,307 ,00 2,164,041 ,81 1,105,083 ,00 277,718 ,50 684,074 ,50 368,881 ,87 354,356 ,47 118,518 ,00 56,846 ,00 276,058 ,88 Tanto Diezm0oo por ciento pagado en 1852. decontribuc.on- 3,864p; 27,878 , 52,531 24,662 162,746 69,700 34,400 41,354 37,524 34,809 12,752 2,530 22,197 00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 ,00 .25 1,01 6,65 8,03 4,46 7,52 6,31 12,39 6,05 10,17 9,82 10,76 4,45 8,04 32,822 7, 408, 87 6^,90 526,947p,25 7,11 Ademas de estos fundos existen vastas tierras de rea- lengo que, como el ager publicus de los antiguos romanos, pertenecen al fisco. Como estas tierras no producen nada ó muy poco, una ley promulgada en 1856 autorizó al pre~ sidente de la República para que vendiera una cantidad de ellas. Las pertenecientes á los indígenas pueden también ser vendidas por sus propietarios, pero en este caso, los interesados deberán « entenderse con las mismas formali- dades que las escrituras de compra y venta de estos mis- mos terrenos según el supremo decreto de 1 4 de marzo de 1853. Estos poderes han de contener la designación precisa de la situación y límites de la propiedad reclamando el título en que se fundan los derechos y la fecha del con- trato ó acta que da origen á la reclamación. Ademas se debe cuidar de que no se otorguen poderes sino á persona competente, escluyendo á todo individuo reconocido como instigador ó promovedor de juicios entre Sos indígenas. » Con este fin ordenaba un decreto del 23 de marzo de 1857 que todo contrato de venta entre chilenos é indios no fuese AGRICULTURA CHILENA. válido hasta tanto que fuese inspeccionado por el inten- dente y este estuviese seguro de que el indio había obrado con entera libertad. Los numerosos abusos que basta los mismos funcionarios cometían, hicieron necesario este decreto en favor de los indios. La medida tomada por el gobierno de vender algunas de las posesiones del fisco ha sido aprobada por la generalidad de la nación, cansada ya de ver estos terrenos de escelente calidad sin producir resultados ni servir mas que para man- tener á algunos animales del ejército, ó arrendados por precios ínfimos y sin otro aumento venal que el que podía darle la riqueza pública, ó por último puestos á disposición de los vecinos poco afectos á mejorarlos. Estas causas fue- ron las que escitaron al ministro señor Irarrazaba! á desti- nar algunas tierras sobre todo ias del Potrero de Human cerca de los Angeles á colonos que esperaba ver llegar de la Australia. Otros patriotas hubieran deseado que los pre- lados dispusiesen la enagenacion de las que poseían las iglesias y los conventos, y el gobierno la de las que perte- necían á las casas de beneficencia y á las municipali- dades conocidas con los nombres de baldíos, propios, ele- gidos, etc. Estas tierras colocadas en las mejores condiciones contribuirían considerablemente, recibiendo cultivos, á em- bellecer y mejorar el estado sanitario de las pequeñas po- blaciones tan abandonadas y tan mezquinamente asistidas, y producirían á los interesados sumas que dejadas á censo ó colocadas sobre buenas hipotecas aumentarían tres ó cuatro veces mas su valor primitivo. La hacienda del Llano de Arquen situada entre Talcahuano y Concepción ofrece un buen ejemplo délo que decimos. Esta propiedad de cerca de 6000 cuadras, pertenecía al Hospital de mujeres de Concep- ción . Hasta hace poco no había servido mas que para el pas- toreo de un par de cientos de animales en la primavera. Puesta en venía en 1859 por hijuelas han producido '180,000 p. la tercera parte al contado, otra dos años después con £.33 DE LAS PROPIEDADES. el 8 p. 100, y la última á censo redimible al 4 p. 100 con la hipoteca de la misma hacienda» En vez de suce- der lo que algunos años antes en los que todas las pro- piedades vendidas en venta pública bajaban de precio llegando en ocasiones á una tercera parte de su tasa- ción, la venta de la hacienda del Llano de Arquen ganó 50 p. 100 sobre el precio de las demás ventas que se ha- cían entonces. Como una consecuencia de estos proyectos y de estos re- sultados, los mismos patriotas de que hablamos pedian que la legislación prohibiese espresameníe que las manos-muer- tas pudiesen en lo sucesivo adquirir, para no contener los efectos de las mejoras que se querían realizar. Las tierras de esta clase no producen mas que una escasa renta calcu- lada últimamente en un 4 p. 100, producto neto, y los bienes fundos alcanzan cada dia un valor tan considerable sobre todo cuando los esplotan sus mismos propietarios, que todas estas consideraciones merecen ocupar la aten- ción de los hombres de Estado en un pais en donde las tres quintas partes de buenas tierras se hallan todavía in- cultas. No hay duda de que Chile no tiene que temer esas escaseces que con tanta frecuencia han atormentado á la España, y que han provocado espediente de monopolio, de los pósitos, del máximum en las tasas, etc. 5 pero las propiedades usufructuarias son un obstáculo para la me- jora de las tierras que el propietario en interés de sus hijos se contenta la mayor parte de las veces con abandonar á las solas fuerzas económicas de la naturaleza. Como en todos los países, el precio de las tierras varía se- gún su proximidad ó su alejamiento de los grandes centros de población y según sus cualidades de buenas ó malas, de secano ó de regadío. En los alrededores de Santiago llega á valer la cuadra 500 p. mientras que en las provincias de Valdivia y Chiloe no cuesta mas que de 3 á 4 reales siendo sobre poco mas ó menos de igual calidad. En 1744,. Yi- AGRICULTURA CHILENA. llareal eslimaba en 4 reales la cuadra de tierra buena entre Copiapo y Biobío á escepcion de las de los contornos de Santiago y de los grandes pueblos. Un siglo después es decir en 1841 habiendo preguntado, por medio de una circular del gobierno, á los gobernadores de los departa- mentos el precio de las tierras, su valor general fué va- luado en 64 p. la cuadra y en 80 p. si no se hace refe- rencia mas que al terreno comprendido entre Copiapo y el Biobío. En el estado anexo al artículo que consagramos á los cultivos damos una idea aproximativa de este valor de las tierras laburables clasificadas por departamentos : aquí ha- cemos un resumen por provincias. Así pues una requisitoria practicada por los gobernadores dio los siguientes resultados : Coquimbo 192 p. Aconcagua . 154 Santiago 111 Colchagua 53 Talca 27 Maule 6 Concepción 20 Valdivia U Chiloe , 13 Esto, lo repetimos, son términos medios aproximativos y dependientes de los cuidados y de la inteligencia empleada por los gobernadores en sus indagaciones. Pero de todos modos prueban lo suficiente el alza verdaderamente conside- rable que se ha dejado sentir después de las guerras de la independencia, y sobre todo desde 1830, época en la que el pais se constituyó definitivamente dando á su administración una forma regular y una perfecta organización. En 1824 se podia comprar en la Laja la cuadra de tierra por 1 ó 2 p. y entre Concepción y Talcahuano por 2 p. En 1830 se vendían DE LAS PROPIEDADES, 97 ya á razón de 15 á 20 p. Para mayor ilustración publicamos aquí los precios de algunas de las principales haciendas en las diferentes épocas de su venta. La Compañía, conocida antiguamente con el nombre de hacienda de Rancagua. Esta fué la primera que poseyeron los Jesuítas, los que poco á poco la aumentaron considera- blemente por compra, legados ó donaciones hasta el punto de llegar a ser una de las mas importantes del pais. Ademas de una inmensa porción de terrenos de montañas que com- prenden los maytenes en los que pueden pastar 6000 va- cas, el Panga!, el Totoral, las quebradas de las vegas, de los piuquenes, los potreros de Torres, de la Polcara, de la Oya, etc. , cuenta con un terreno llano en el dia casi todo de riego en un espacio de 8,775 cuadras y media. En 1768 es- tuvo arrendada por 6,000p. , y después de la expulsión de los Jesuítas fué tasada en 72,875 p. i/2 y vendida en 90,000 p. En 1840 se estimó su valor en 700,000 p. sobre poco mas ó menos y hoy vale muy bien millón y medio. Cuando se es- tableció la contribución rural se valuó su rendimiento anual en 44 800 p. Hacienda de Bucalemu. Esta hacienda que es hoy motivo de un gran pleito suscitado por el legado que de ella hizo en 1808 su propietario don Pedro Fernandez Balmaseda á los Jesuítas después de haberla ocupado cierto tiempo sus pa- hm aL11^ d 4° grad°' ha Sid0 recieütemente tasada en 581 200 ps En 1712 no producía su arriendo mas que 500 pesos, en 1762, 5427 p. y en 1778, se vendió en 120 125 p. pagados en 9 años. Lliulliu. Fué vendida en 1723 por 4,700 p. y en 1847 produjo su venta de 80 á 90,000 p. Hacienda de Valenzuela. De 2,000 cuadras de plano y negó; comprada en 1808 por 28,000 p. y dividida después en cinco hijuelas que cada una valia en 1840 por término medio 50,000 p. Cocalan, vendida en 1780 por 8,000 p. Últimamente ha Agricultura. *j lM AGRICULTURA CHILENA. sido vendida, mía mediana parte de esta hacienda, en 330,000 p. ■ . Requinoa. Una hijuela vendida no hace mucho tiempo en 76 000 p. fué vendida diez años después en 300,000 por medio de subasta pública. Otra hijuela que se vendió en 55,000 p. ha sido estimada posteriormente en el mismo precio que la anterior. LongavL Arrendada después de la espulsion de losf Je- suítas en 4000 p. fué rematada en 85,000. A la muerte de Mendiburo ha sido dividida en hijuelas de mucho valor. Ibacachi. En 1840 era estimada en 100,000 p. : diez anos después valia 300,000. Palo colorado. Se remató en 1818 en 8,000 p. Pudagues. En 1771 se remató en 14,622 p. 4 rs Purutun y Pucalan.- Melón y Carretón. Estas dos ha- ciendas fueron valuadas en 1748 la primera en 14,000 p. Y la otra en 9,000. El Principal. Comprada en 1774 por 42,050 p.; en 1778 la añadieron por 21 ,367 p. 5 rs. otros terrenos lo que la hizo subirá 63,417 p. 5 r. Nuñoa. Yaluada en 1771 en 13,191 p. 5 rs. pedían por ella 100,000 p. en 1838. La Dehesa de Santiago. En 1670 costaba su alquiler 50 p.; en 1739 y en 1758, 300 p.; en 1796; 600 P.; en 1838, 16,150 p.,y últimamente como unos áá,uuu p. Cauquenes. Fué comprada en 1733 por 10,500 p. El Sauce cerca de Sao Fernando, de un área de 1 1 00 cua- dras de plano, fué dada en 1696 por 7,300 p. En M *» valuada la cuadra en 8 p. y en 1827 en algo mas de 20. La Calera. Perteneció á los mercenarios quienes la ven- dieron en 1685 á Sos Jesuítas por 2,100 p. para beneficiar la cal que necesitaban. Mas tarde la aumentaron con mil cua- dralde las haciendas E y Lonquen, y después de la espulsion de los Jesuítas fué tasada en 53,975 p. 2 rs. En el día esta DE LAS PROPIEDADES. arrendada por 40,000 p. , precio bastante moderado y que sin dificultad podría elevarse á 50,000. San Pedro y Limache. La primera, que perteneció al maestre de campo don Manuel Carbajal, fué comprada en 1748 en público remate por los padres de la compañía en 14,000 p. con descuento de 9,000 p. que tenia de censos, La segunda se compró en 8,000 p. y se vendió en 1774 por cuenta de las temporalidades en 80,000 p. Dallipulli. Cuando se fundó esta misión en las llanuras de Osorno, se compró cuatro leguas cuadradas á los indios por 100 pagas, lo que equivalía á 770 p. Después se han dividido estos terrenos y forman hoy grandes haciendas. Así pues en vista de estos ejemplos que nos satisfacen bastante porque están tomados de documentos oíiciales ó de personas competentes, resulta que el valor de las tierras en Chile se aumenta casi de una manera geométrica, aparte del que le proporcionan las mejoras de todas clases que obtienen de día en día. Desde 1850 estos valores han espe- rimentado un aumento mas notable aun, gracias á las ricas salidas que la agricultura se ha procurado en las comarcas de la California y de la Australia. Para probarle citaremos el ejemplo de Choapa. En 1837 cuando visitamos esta hacienda perteneciente á la casa de huérfanos de Santiago, su arrendamiento no producía mas que 8,000 p. y el arrendatario percibía ade- mas algunas sumas que le pagaban los inquilinos por las tierras que labraban. En 1850 el arrendamiento subió á 18,910 p. y habiendo sido dividida la hacienda en siete hi- juelas en 1858, el total del alquiler se elevó á 52,950 p. Una sola de estas hijuelas produce tanto como toda la ha- cienda en 1850 (1). Lo mismo sucede en las provincias, y (1) En 1840 don Francisco J. Lastarria hacia ver en una carta dirigida ala sociedad de agricultura y publicada en el tomo 2° del Mensajero, que esta hacienda debia ser dividida para los arrendatarios en nueve hijuelas, v según ií,;.-!; te vvv AGRICULTURA CHILENA, en Concepción, á la colonia alemana de Human, ningún co- lono vendería las 12 cuadras que recibió gratis del gobierno por 5,000 p. cuando algunos años antes no hubiera pagado mas que 8 ó 10 p. por cada cuadra. Algunas labores han bastado para convertir estos terrenos casi improductivos en propiedades de mucho valor. En la provincia de Nuble vale hoy la cuadra lo menos 60 p cuando en 1840 apenas se pagaba á 20. Esta alza de precios ha tenido lugar después del año 1851 en las provin- cias y ha motivado infinitos pleitos suscitados por hombres de mala fe y por los tintoreros que pretenden que la tierra había sido dada como gaje y no como venta. Pero lo que embrollaba mas los pleitos era la falta de formalidad con que se hacían las ventas, á veces sin escrituras por no pagar el derecho de mutación. Los arriendos han obedecido á la misma ley de progreso y se han elevado aprecios considerables á causa del crecido número de personas que quieren entrar en esta especula- ción. Es de temer sin embargo que esta alza no progrese mas y por el contrarío retroceda porque la California no «olo produce ya lo suficiente para sí, sino que también puede enviar sus productos á los mercados que en otro tiempo eran esclusivamente abastecidos por el comercio chileno. Por otra parte los gastos de cultivo son mucho mayores en el dia. Los labradores, y especialmente los que no poseen ni una partícula de tierra, abandonan fácilmente el campo para ir á trabajar á los ferrocarriles ó bien para avecindarse en las ciudades, con cuyo motivo faltan brazos y los pocos que quedan exigen precios subidos, lo que auméntalos sala- rios y disminuye al mismo tiempo los beneficios. La gran estension que ha tomado también la industria de su cálculo produciría de este modo 12,500 p., es decir 4,500 mas de los que producía. Veinte años después este arrendamiento daba la cantidad que acabamos de señalar. DE LAS PROPIEDADES. 101 las minas y los muchos productos que por lo general sacan de ellas los mineros, son otros tantos obstáculos para la agricultura siempre tan pobre de labradores. Esta es !a causa por la cual algunos hacendados mandan á buscar á Europa trabajadores, y muchas familias alemanas se hallan ya establecidas en las haciendas con gran satisfacción suya y alimentando la esperanza de llegar á ser un dia propieta- rias con ayuda de su inteligencia y desús ahorros. CAPÍTULO V. DE LOS HACENDADOS. Tendencia de los Chilenos á adquirir tierras.- Modo de vivir que tienen en el campo.- Sus ocupaciones. - Ventajas de los nuevos hacendados sobre los antiguos, - De los dueños de las pequeñas haciendas.— De los arren- datarios y de sus diferentes especies. m Las tierras de Chile como las de los demás países se hallan divididas en pequeñas y grandes propiedades-, las primeras pertenecen por lo general á la clase intermediaria de la sociedad, de individuos demasiado pobres para que puedan ser llamados hacendados, y las segundas á las personas que en todo tiempo han tenido su parte de in- fluencia en las distintas clases sociales. Un gran número de estos últimos componían antigua- mente la elevada nobleza que no creía rebajarse al ocupar su inteligencia y su trabajo en la industria de sus campos, y hoy, reunidos á los demás hacendados ricos, representan casi exclusivamente la aristocracia del dinero ya por derecho hereditario, ya por haber hallado en el comercio una for- tuna, ó ya también por haberla adquirido mayor aun en la esplotacion de las minas. El principal deseo de! Chileno en cuanto ha reunido un capital es el de convertirse en hacendado yendo á pasar en el campo una parte del año; porque en Chile nada hay que pueda molestar á los ojos del filántropo sobre todo en las haciendas, donde no hay negros, ni esclavos, ni ninguno de esos restos de esclavitud que se conservan todavía bajo los trópicos. Pero no hace mucho tiempo que este deseo de abandonar algunos meses la ciudad era desconocido del Chileno, al DE LOS HACENDADOS. que no aguijoneaba la imprescindible necesidad de descanso ó el ansia de disfrutar de las bellezas y las comodidades del campo como lo hacen los ricos hacendados de Europa y especialmente los ingleses. No teniendo esperiencia de la vida rural, no conociendo de ella mas que el trabajo y los productos, ignoraba casi completamente todos esos en- cantos que proporcionan los pintorescos jardines que el arte ha acertado á trazar con tanto gusto, y se contentaba con su hermoso cielo, con sus paisajes tan toscamente pin- torescos, tan imponentes y en algunos sitios tan sublimes-, y cuando las ocupaciones no le llamaban al campo, pasaba sus momentos de ocio en un salón silencioso, pobre- mente amueblado, cerrado herméticamente durante la mayor parte del día, y de este único modo conseguia librarse en el verano de los grandes calores que la falta de árboles y de fuentes bullidoras producen en torno de su morada. Como un contraste de esta vida, en cierta época del año demasiado monótona, el hacendado chileno recibía de vez en cuando en su casa algunas familias que correspondían con el mayor apresuramiento á su invitación, sin que por esto su presencia aumentase la animación en la sociedad, porque en estos dias de recepción se empleaba una parte del tiempo en jugar, á la malilla particularmente que era y es todavía el juego predilecto del pais, otra parte en dor- mir la siesta, y lo demás del dia en comer, período el mas alegre, el mas animado sobre todo cuando habia entre los convidados algunas de esas señoras de talento, de gracia, y de genio muy divert do como tanto abundan en Chile. Los placeres del paseo y de las visitas agradaban muy poco por regla general, y mucho menos aun los de la lec- tura, la pesca y la caza á caballo y á pié. Para la caza á pié era el Chileno demasiado mal andador y no podía entregarse á un ejercicio tan cansado y que exige á veces grandes carreras, que no podia soportar por falta de costumbre. Tal era no hace todavía quince años el hacendado chi- m m ■*&■<■■ v''v f¡ Vy"' V-ÜW '■ ^m || : M , f 1 Sj ■# u •*''' .f¿y!';:.; »'"■'■ ^¿L leño; pero afortunadamente se ha operado en su esencia un notable cambio. En los alrededores de las grandes ciu- dades y sobre todo en los de Santiago, el lujo de las casas urbanas se desarrolla mas y roas en los campos, y los mue- bles mas preciosos, y las bibliotecas ó estantes enriquecidos con libros de todas clases ocupan los salones y los gabinetes de los edificios que mandan construir los hacendados. Al- gunos años mas y los impetuosos torrentes que atraviesan las haciendas serán utilizados para formar cascadas y saltos de agua, lo que unido á una grande y activa vegetación ar- bustiva proporcionará á estos sitios una comodidad que lejos de escluir ios cuidados que cada hacendado debe ne- cesariamente consagrar á sus negocios, contribuirá mas de lo que se cree á la moralidad de los habitantes del campo acostumbrándolos á los esplendores y al bienestar de la vida campestre. En el dia se llevan á cabo los viajes á los principales Estados de Europa con gran facilidad y los jó- venes que los emprenden no podrán menos de introducir en su pais, el buen gusto, la magnificencia que tantas oca- siones tendrán de ver en las haciendas de las personas ri- cas. En 1829, á su regreso de Francia supo el sabio legista don Mariano Egaña sacar partido de un pequeño manantial de su hacienda de Peñalolen, haciéndole salir de su rústico cauce para conducirle por delante de la casa que habitaba donde á favor de numerosos tubos artísticamente dispues- tos, se ramificó formando una infinidad de saltos de agua y de cascadas. Este ejemplo que ha sido ineficaz ó estéril sobre poco mas ó menos durante mucho tiempo, no tardará en ser imitado por otros hacendados no menos aficionados á la comodidad, á la magnificencia, y ya en los alrededores de Santiago muchos ricos hacendados comienzan á intro- ducir, en sus haciendas, chacras ó quintas, estas mejoras tan agradables. El Señor Subercasaux, don José Vicente Sán- chez, don Pedro Lira, don Jorje Huneus, don Ramón Cha- varria, don Francisco Javier Ovalle, Errazuri y otros, se es- DE LOS HACENDADOS. 105 raerán en embellecer sus posesiones mandando hacer en ellas trabajos de gusto y plantaciones de árboles y de plan- tas estranjeras hasta que la vegetación del pais les pro- porcione su contingente; porque nada hay mas bello que el ulmo, el ciruerillo, el mayten, el canelo, el peumo, la patagua, el tilco, la tiaca, el tínel y tantos otros árboles tan á propósito por la variedad de sus formas y los matices de sus colores para formar contrastes en los pintorescos jardines, confundiendo los agradables efectos de las sombras y de las luces. Estas plantaciones no son incómodas ni difíciles en el dia, toda vez que con arreglo al antiguo sistema de Enrique Steuart se pueden transplanlar árboles muy grandes, lle- nando de este modo de arbolado en algunos meses un ter- reno desprovisto de árboles y seco, á fin de conciliar lo útil con lo agradable. A estos árboles formados en grupos y ro- deados á sus pies por una vegetación herbácea, podrían reunirse los sarmientos conocidos generalmente en Chile con el nombre de voqui y tan comunes en ciertas provin- cias. Entre estas plantas llamarian la atención la lapageria, la lardizabala, el quiliuiquejo, el esparto, etc.; y entre los arbustos, el aromo, los siete camisas, los arrayanes, el huayu, el pichinella, el puya, el nirrhe, y otros muchos, que juntos á las plantas de flor no esperan mas que el buen gusto de los ricos hacendados chilenos para írasformar sus propiedades en mansiones deliciosas y ocultar las tristes desnudeces de sus alrededores con cortinajes de verdura tan apropósito para agradar á la vista como para purificar el aire, y hasta mejorarlas en beneficio de la agricultura. Procurando todos estos atractivos al campo es como se logrará que inspire interés y que los hacendados empleen en él para hacerle agradable una parte de sus rentas, gastos reproductivos y mas provechosos para el adelanto de las comarcas que las magníficas casas y palacios que se cons- truyen actualmente en las ciudades. AGRICULTURA CHILENA. Según la tasación de las haciendas hecha en 1855 para la distribución territorial, el número de los hacendados, ó al menos de los que se ocupan de la agricultura fué fijado en 32,222. Todos estos hacendados pueden ser divididos en dos clases : los unos habiendo adquirido sus haciendas por herencia hacen de la agricultura la profesión de toda su vida y contribuyen poderosamente al progreso de la industria agrícola 5 los otros no se ocupan de ella mas que en ciertas circunstancias y de una manera brusca y espontánea. Estos comienzan á trabajar por decirlo así en una edad bas- tante avanzada y se ven obligados desde el primer mo- mento á adquirir la instrucción necesaria al mismo tiempo que desempeñan sus negocios, lo que es siempre sensible, oneroso y exige ademas un capital de esplotacion conside- rable. Por fortuna el estado de sencillez en que se encuen- tra la ciencia de la agricultura en Chile hace su aprendizaje breve y fácil. Entre las personas que se consagran tarde á la agricultura se hallan algunos negociantes y mineros, los que bastantemente acostumbrados al trabajo y al movimiento de la plata, y conociendo ademas los resultados de un anticipo en una especulación, saben gastar sus capitales conveniente- mente para poner á sus haciendas en un estado de gran pros- peridad. Tienen mas esperiencia que los antiguos hacendados del poder de estos capitales, y se apresuran á disponer de una parte de los productos de su primitivo trabajo para crearse con ella nuevas riquezas. La esperiencia ha probado que bajo la dirección de las personas ricas y especialmente délos mi- neros, es como las haciendas de escaso valor se han conver- tido al cabo de algunos años en un manantial de riqueza y de grandes productos. Entre los individuos de la otra clase de hacendados se ven varios empleados, legistas y sobre todo militares re- tirados $ porque en Chile sucede con frecuencia que los campos son el refugio de los partidos vencidos ó por lo menos la residencia de todos los militares á los que la ne- DE LOS HACENDADOS. 107 cesidad de descanso aleja de las grandes ciudades. Cierta- mente no podia esperarse en otro tiempo de estos últimos, por honrados que fuesen, grandes mejoras, grandes progre- sos en el arte que las circunstancias ó quizas el capricho les hacían emprender. Sin ninguna idea teórica ni práctica, sin conocimiento de la marcha de una hacienda, ignorando las labores del campo, frecuentemente sin ninguna tradición en su familia de la vida rural, y con escasa aptitud y pocas dotes físicas, se ven en la necesidad de someterse, por lo menos durante cierto tiempo, al capricho y á la dirección de un mayordomo que no les enseña mas que los antiguos sistemas rutinarios, que son los que saben y los que mas arraigados están en sus costumbres. Los campesinos que tie- nen que dirigir no les ofrecen menores inconvenientes; porque incapaces de apreciar el valor de sus trabajos y el tiempo que necesitan para ejecutarlos como es debido, ca- recen de medios para guiarlos y no se establece la confianza que debe existir entre el que dirige una cosa y los que la ejecutan. Los campesinos por su parte, descuidados en sus trabajos, indiferentes á los intereses de sus amos cuando no son hostiles á ellos, no podian ser inclinados á cum- plir sus deberes hasta que se convertía en un verdadero agricultor su nuevo amo. Por lo demás la instrucción de los hacendados, aun de los mismos que durante toda su Yida han estado consagrados á la agricultura, no ha sido en mucho tiempo sino la que la esperiencia podía 4 la larga hacerles adquirir. Ajenos casi siempre á la ciencia y atona clase de método, guiados solo en sus difíciles y complicadas empresas por la virtud del pueblo que se puede llamar razón práctica; su principal mira era la de llevar á cabo con la mayor economía posible su esplotacion , sin manifestar otro deseo que el de cosechar lo mas preciso para las nece- sidades de la familia, y el de dejar á sus hijos una herencia que ningún interés encaminaba á mejorar. Este sistema d" esplotacion tan conforme con el estado de atraso y de assia í AGRICULTURA CHILENA. miento en que se hallaba el pais ha concluido por ceder á las multiplicadas exigencias del progreso de la época y á las numerosas salidas que el comercio abre todos los dias á la especulación. A partir de este momento gracias á este pode- roso estímulo y gracias también á las nuevas necesidades de la sociedad y al subido precio de la mano de obra, el hacendado, mas comerciante y mejor iniciado en la práctica de los negocios, procura sacar de sus tierras todo el par- tido posible ya por medio del uso que hace de sus capitales ó ya por sus conocimientos mas estensos y razonados; y cuando estos dos mobiles le faltan y su edad ó su tiempo'le impiden entregarse á estas ocupaciones, se apresura á ceder sus tierras á sus hijos, los que, á pesar de ser jóvenes aun, dotados de una inteligencia viva y cultivada, saben comprender mejor que sus padres las comodidades, las nuevas exigencias, y las nuevas necesidades materiales que la sociedad de hoy exige, y para satisfacerlas, em- plean en su profesión de agricultores una actividad y unas ideas de progreso enteramente distintas de las de sus mayores. Estos jóvenes desgraciadamente poco numerosos todavía ofrecen con efecto á Ja agricultura chilena un porvenir venturosísimo. Llenos de ambición y de buenos deseos, dotados con una sólida instrucción que les facilita infi- nitos recursos, iniciados algunas veces en las teorías agrí- colas que demuestran el porqué de las cosas, lo mismo que en el uso de las ingeniosas y útiles máquinas que se hallan en el dia espuestas en los museos de Santiago, pueden mejor que sus antepasados apreciar los descu- brimientos que se hacen , é intentar su aplicación en sus vastos dominios, y mas aun cuando ya conocen perfecta- mente la práctica rutinaria de su pais. Con efecto nunca debe olvidarse que la agricultura es una industria ente- ramente local que exige una capacidad especial para que las operaciones y fas cosechas puedan relacionarse con ■H DE LOS HACENDADOS. 109 la naturaleza y las necesidades de cada pais. Dotados con estos conocimientos de agricultura local los jóvenes de quienes hacemos mención, pueden practicar algunos en- sayos por costosos que sean con la seguridad casi siem- pre de obtener resultados satisfactorios. Por lo demás disponiendo de una crecida fortuna que no puede de ningún modo verse comprometida como se vería la de los hacendados pobres , pueden desempeñar la misión social que les impone su título de hacendados y realizar las mejoras que indicamos, aun cuando sus efectos sean la mayor parte de las veces tardíos y dispendiosos; debiendo Chile por su parte demostrar un profundo agradecimiento á estos honorables agricultores mejor inspirados que sus padres, los cuales, dominados por su gran impaciencia y no queriendo basar sus cálculos en un lejano porvenir, no aceptaban innovaciones hasta que se convencían de que con ellas podian acrecentar sus rentas inmediatamente. Los primeros, lo repetimos, continúan por la buena senda que han emprendido, y perseveran en sus deseos animados por la creencia de que, hablando á los ojos de los ignorantes y de los obcecados, les harán comprender todo el interés que ofrecen las maravillosas máquinas que se apresuran á adop- tar por sí propios. Entre estas dignas personas de quienes hablamos debemos citar en primer término al Señor Vives, que en su hacienda de Orosco ha llevado el orden y la economía hasta un punto del todo desconocido en Chile. Gracias á su celo y á sus buenas intenciones ha podido mejorarlo todo en su propiedad, trabajadores, cultivos, ani- males tan bárbaramente tratados en el pais, y contando con todos los preciosos instrumentos con que la agricultura mo- derna se ha enriquecido, se esmera en emplearlos ante las personas que lo desean y se ofrece á enseñar su manejo á los labradores que quieren aprenderlo para utilizarlos. Ansioso de estender mas aun los progresos, ha establecido en su hacienda certámenes sobre el manejo de los instru- •• AGRICULTURA CHILENA. mentos antiguos y modernos y sobre las diferentes labores agrícolas que pueden verificarse con el auxilio de las máqui- nas. No cabe duda en que con un escaso número de filántro- pos como el Señor Vives repartidos en Chile, se enriquecería la agricultura en breve tiempo, obteniendo ventajosos re- sultados con los infinitos instrumentos conocidos en el dia y tan útiles en un pais espuesto al capricho del azar por la falta de brazos. De esté modo realizarían importantes me- joras y aumentando sin cesar el valor inmueble, aumenta- rían sus productos y provocarían el aumento de la población con arreglo á las leyes naturales. Aparte de estos ricos hacendados, verdaderos represen- tantes de la aristocracia financiera del pais y guias activos é industriosos de todas las gentes rústicas que los rodean, hay ademas otros muchos en mas ó menos inferior es- cala, aunque sus posesiones sean frecuentemente bastante grandes, para que fueran consideradas en Europa como haciendas de mucha importancia. Pero necesitan grandes trabajos de labor y hasta de desmonte y no poseen bas- tantes tierras vagas para la cria de los ganados principal parte lucrativa de la agricultura chilena. Los mas favoreci- dos se limitan á mantener en ellas algunas cabezas de ga- nado que engordan en sus propios prados, lo que unido á las siembras de la cebada y del trigo produce beneficios no despreciables; otros solo se dedican al cultivo de sus tier- ras variando los productos que obtienen según las circuns- tancias, ó su ostensión cuando sus tierras forman chacras; y otros por último contenidos á causa de la falta de energía que los domina cuando por el contrario su calidad de pro- pietarios deberla animarlos al trabajo, á la economía y sobre todo á emprender las mejoras que harían eternos sus beneficios, no sacan de sus tierras mas que escasos produc- tos mientras que con actividad sus ganancias podrían ser regulares. Es verdad que entre los mas desgraciados de los que forman esta clase, hay muchos, sobre todo en las pro- Uhl DE LOS HACENDADOS. 111 vincias del sur, que se deciden á sembrar mas de lo necesa- rio ; pero casi siempre al obrar de este modo lo hacen bajo la condición de obtener anticipos de los que por medio de contratos privados se comprometen á comprarles las cose- chas á un precio mínimo en razón de los riesgos que corren ya sea por la inconstancia de las estaciones ó ya por la falta de buena fe en los labradores. Pero en general todos estos hacendados de orden inferior forman en Chile una es- pecie de sociedad distinta de la de los demás, viven en sus posesiones, y tienen bastante con sus productos, contentán- dose con cultivar los frutos mas indispensables á sus necesi- dades sin pensar en sobrantes para cambiarlos por objetos que serian para ellos de una absoluta necesidad. Demasiado pobres, demasiado negligentes para aspirar á alcanzar be- neficios, son un verdadero traslado de los yeomen de Ingla- terra con la diferencia de que dejan la mayor parte de sus tierras sin cultivo. Al recorrer las provincias no puede menos casi de sentirse que sean propietarios, título que ha podido aumentar el número de los ciudadanos, pero no el de los trabajadores activos y vigorosos como los que necesita el país. En 1831, en mis excursiones por la provincia de Colcha- gua, atravesé la hacienda de los Llantenes que constaba de 1,500 cuadras la mayor parte de llanuras y sin em- bargo carecía de animales y de cultivo, tal era la pobreza de su poseedor. Mas lejos eran estimadamente numerosos estos ejemplos por razón de que los puntos de esportacion,las salidas de los productos eran muy raros, y por este motivo, como decian los labradores, no querían trabajar para el diezmero. En el dia el gran consumo y el bienestar general han cambiado considerablemente este estado de cosas. Los terrenos se labran, las haciendas se reparten mas y mas, sobre todo en las cercanías de las ciudades, y en la llanura de Santiago y los valles de Aconcagua, Rancagua, etc. •, y el precio de los terrenos asciende hasta el punto de costar ■Ti AGRICULTURA CHILENA. 300 y 400 p. y á veces mas la cuadra. En estos parajes el la- brador hacendado, de costumbres frugales, de orden, y poseído de ese espíritu de los negocios que sabe aprove- charse de todas las ventajas que le ofrecen las circunstancias, está seguro de obtener en poco tiempo buenas ganancias, y si supiera emplearlas como capital podrían propor- cionarle una rápida fortuna (i)„ Desgraciadamente estos casos no son comunes, porque como siempre lo repetí- remos, el amor al trabajo y puede decirse la ambición no son dotes arraigadas en esta clase de la sociedad y especialmente en la que habita fuera de la provincia de Santiago : hijos mimados de la naturaleza los labradores, reciben de sus tierras y casi sin fatiga todo lo necesario á su modesta existencia, y no deseando nada mas prefieren á la actividad el reposo. Los campos de Chile no constituyen por lo general mas que simples haciendas sin que se pueda todavía conside- rarlas como fábricas en las que las primeras materias reci- ban todas las modificaciones relativas á la naturaleza de la esplotacion. La industria agrícola no ha hecho hasta ahora en ellas mas que progresos muy escasos. Aparte de la prepa- ración del charqui, de la del vino y algunas destilaciones de aguardientes, ó molinos de harina, los propietarios se con- tentan con vender sus cosechas en su primitivo y natural estado, sin cuidarse de los productos que podría obtener si supieran modificarla y trasformarla de acuerdo con las ne- cesidades de la vida ; y sin embargo sus casas están dis- puestas de un modo apropósito para facilitar la ejecución de estos trabajos. Gomo indica la lámina í 7 de nuestro Atlas, estas casas cons- (1) El Señor Correa me ha contado que en su hacienda de la Compañía había inquilinos ya propietarios de terrenos valuados en 40,000 pesos, á los que de cuando en cuando tenia necesidad de despedir, después que habían adquirido semejantes fortunas, para dar las tierras á otras personas mas ne- cesitadas. DE LOS HACENDADOS. tan de un cuerpo habitable con un solo patio, dividido en una antesala, un comedor, una sala y varias alcobas en comunicación las unas con la sala y las otras con el este- rior. En los dos estrenaos hay otros dos cuerpos formando ángulos rectos y están destinados á servir de graneros, de depósitos y de almacenes. Estos edificios cuya parte principa! tiene un gran patio interior al que dá la cocina, se hallan cubiertos con tejas, paja ó barro según el sitio en que se encuentran y la parte delantera de este tejado avanza lo bastante para ser sostenida por pilares de madera mas ó menos bien trabajados, formando un corredor abierto embaldosado con ladrillos ó con huesos astragalos de bueyes formando elegantes dibujos : por lo general en el estremo de estos corredores construyen las almas piadosas un oratorio ó una pequeña capilla en la que se puede decir misa, y que por lo menos sirve para los rezos de la noche y algunas veces para los de la mañana. Al lado de estas grandes casas se construyen graneros aislados para la con- servación del trigo y de otros granos. En la provincia de Santiago un granero de treinta varas de longitud por seis y media de latitud y seis de elevación, cubierto de tejas, con puertas, etc., cuesta 1,400 p. Este granero está construido con adobes, con buenas vigas de roble, con sus corredores y por lo general fabricado con mucha solidez. Tal es sobre poco mas ó menos la disposición y la sen- cillez de la mayor parte de las habitaciones rurales de Chile casi todas hechas con adobes. Las cercanías no son apenas mas apropósito para ofrecer comodidades á la vida porque casi siempre deja el Chileno á ía naturaleza obrar con plena libertad en los parajes cercanos á su mo- rada. Los jardines bastante abandonados son invadidos por las malas yerbas que una gran fuerza de vegetación, favore- cida por las aguas de riego, multiplica hasta lo infinito, y las huertas mal cuidadas y sin caminos bien trazados no son apreciadas mas que por los buenos y numerosos frutos que Agricultura. 8 AGRICULTURA CHILENA. dan. Y sin embargo estas casas de campo se hallan habi- tadas por hombres millonarios que pasan en ellas una parte de su vida, contentos por costumbre con lo que contentaba á sus antepasados, y ocupados mas bien en la dirección de los trabajos que movidos por las ideas de ias comodidades y del bienestar. Con todo las cercanías de Santiago co- mienzan á ser unaescepcion de esta regla; árboles siempre verdes rodean algunas casas de campo y las dan un aspecto de grandeza que aumentan la belleza de las altas y capri- chosas montañas de las cordilleras. En Francia y en otras muchas comarcas de la Europa, por regla general, muy pocas veces la vocación á la agricul- tura se halla favorecida con el privilegio de la riqueza; pero en Chile sucede lo contrario. Los grandes hacendados no se desdeñan de cuidar sus haciendas ni de emplear en ellas una vigilancia de las mas laboriosas. La ausencia, esta plaga de la agricultura peruana apenas la conocen los Chilenos, y casi todos administran sus bienes con un orden, una actividad y una perseverancia que dejan de parecerse en algo al amor propio. Muchos de ellos no tienen mas que un simple mayordomo, persona de una obediencia automá- tica, encargada de tjdos ios detalles de la hacienda, tanto respecto de los hombres como de las cosas. Así pues la verdadera acción del poseedor del suelo es la que obra en los cultivos, y este no debe admirar cuando progresan en al- gunas localidades porque se hallan sostenidos por hacenda- dos ricos, inteligentes y de mucha esperiencia. Hay cierta- mente algunas escepciones, pero estas escepciones son raras y en este caso las haciendas están abandonadas las mas de las veces á la especulación del arrendamiento. Estos arrendamientos se llevan á cabo con la mayor re- gularidad porque las tierras de Chile no exigen trabajos penosos ni complicados. Por lo general forman praderas y dehesas, lo que unido á la gran fertilidad y á la abundancia de los terrenos destinados al trigo hacen su esplotacion DE LOS HACENDADOS. 115 fácil y poco variada. Tampoco los arrendamientos ofrecen Jos inconvenientes que en Europa ocasionan estos contratos en los que se especifican de un modo minucioso los de- beres de cada una de ias partes, y especialmente del arren- datario con el fin de no abusar de las tierras verificando en ellas cultivos demasiado agotantes. En Chile el arrenda- tario disfruta de una acción menos supeditada. Del mismo modo que sucede en Europa, debe esplotar la tierra como un buen padre de familia, pero puede variar ¡os cultivos según su gusto, lo que no Isace sino raras veces, porque la cria de los animales bovinos y la cosecha del trigo es en definitiva su producto mas seguro y mas útil. De esto re- sulta que Ja agricultura en Chile permanece siempre en el círculo estrecho de la rutina. Sin embargo los progresos materiales son muy sensibles en este pais y esto se debe á la necesidad del bienestar que obliga á los jóvenes arrendata- rios á emplear mayor actividad á fia de que sus tierras den no solamente el producto y la renta que de ellas sacarían sus propietarios, sino también lo suficiente para llevar á cabo las aspiraciones que estos desean. Antiguamente se pagaba la renta en granos ó en especies, cuando Jas transacciones y ¡as salidas eran raras, difíciles y poco ventajosas. En el dia se estipula un precio fijo, paga- dero al fin de cada año si en el contrato que se hace no se pone alguna otra condición. Las personas que toman por lo general estos arrendamientos son jóvenes, las mas de ¡as veces acomodados, razón por ¡a cual emplean, en la em- presa que se proponen llevar á cabo, mucha inteligencia, mucha asiduidad y frecuentemente disponen de fondos que íes facilitan los medios de introducir en las haciendas grandes mejoras sin preocuparse demasiado del retraso que deben sufrir sus intereses con motivo del empleo del ca- pital anticipado. Desde el momento en que entran en el desempeño de sus funciones se apresuran á enterarse de todos los detalles de su nueva carrera, de su nueva profe- 116 AGRICULTURA CHILENA. sion. Utilizando sus propias fuerzas en los momentos difíciles y laboriosos, contraen á tiempo la costumbre del trabajo, de la fatiga, y de la vida activa del campo, y esta circunstancia desarrolla en ellos una energía que favorece en sumo grado á los resultados y beneficios que consiguen. Las personas que en los últimos tiempos se han enriquecido por medio de es- tas clases de arrendamientos, forman un número considerable y á causa de esto se ha subido el valor del arriendo. Sin em- bargo para los gastos de entrada y los de las primeras espu- taciones tienen necesidad de pedir dinero prestado por el que pagan el 12 y hasta el 15 pero nunca menos de el 10. Estos gastos de entrada son muy crecidos á causa déla mayor activi- dad que dedican á los cultivos, y se calculan generalmente en una cantidad igual a! precio de un año de arrendamiento. Con esia cantidad se aumentan los animales, sobre todo los de la raza bovina, se crean nuevos potreros, se compran ins- trumentos, carretas, etc., etc., y se pagan los trabajos de cerca siempre muy costosos. Los hacendados no costean mas mejoras que las que deben ser permanentes y resultar en provecho de la hacienda tales como las tapias ó cercas bien fabricadas, edificios, acequias, etc., y en este caso hacen que se estipule así en el contrato porque de lo con- trario pueden negarse á llevarlas á cabo. Los gastos de des- monte no son de su cuenta : el hacendado se opone por lo general á que se verifique esta operación y cuando se hace sin su permiso exige ai arrendatario que le abone el valor de la madera cortada. Esto constituye la formalidad del contrato; porque, en razón de la fecundidad natural de la tierra, no teme el propietario recibirla cansada, y respecto de este particular la garantía moral se ve libre de todo apremio, de toda sospecha. Los arrendamientos se hacen en dos épocas, en marzo y en abril para la siembra, y en octubre que es cuando tie- nen lugar los rodeos para la clasificación y la separación del -uñado. El nuevo código civil no ha fijado su duración, la ^ DE LOS HACENDADOS. 117 que depende enteramente de la voluntad de los contra- tantes; pero la costumbre mas antigua es que dure nueve años y algunas veces diez. Este plazo es demasiado corto porque dedicado el arrendatario á esplotar la tierra mas bien que á mejorarla, el valor de la hacienda no se aumenta mas que en razón del aumento que alcanza la riqueza pública. Este defecto es palpable, sobre iodo en el norte en donde los cultivos de los arbustos deben predominar un día, y cuando esto suceda corresponde á la legislación y á los in- tereses recíprocos del arrendador y del arrendatario, aten- der las razones que liemos espuesto y someterse á la ne- cesidad de un plazo mas largo. Hoy que el estado natural de las amelgas descansa con frecuencia sobre el sistema bienal ó trienal y que el principal producto es debido á la cria del ganado vacuno y lanar, este plazo es muy suficiente, y hasta parece demasiado largo á los hacendados deseosos de aprovecharse de los aumentos de valor siempre cre- cientes que toman las propiedades en medio de su desar- rollo y de su prosperidad. Por lo demás, los arrendamientos se presentan en Chile bajo diferentes formas, que las leyes no han creido deber especificar porque entran en la categoría de la ley general. Así pues se hacen algunas veces de modo que el arrenda- tario pueda disfrutar de ellos después del primer plazo me- diante un lijero aumento de precio-, ó bien con derecho á realquilar algunas partes de hacienda, lo que no se hace sin embargo mas que con las pertenecientes á corpora- ciones á no ser que una cláusula del contrato lo establezca así respecto de las de los particulares. En general estas pe- queñas partículas de tierra de secano se alquilan á inqui- íinos ó á labradores pobres á razón de una fanega por cada una de simiente : nada tienen que ver con los dere- chos de contribución ; pero cuando estas tierras cedidas á inquilinos son empleadas en chacras en los alrededores de Santiago abonan por ellas 40 p. y á veces mas. En otras I 1 m • AGRICULTURA CHILENA. ocasiones se contenía el arrendatario con dar una cierta cantidad de dinero cuyo producto equivale á la del precio del arrendamiento de la hacienda, y estos dos valores se armonizan de modo que a! fin del plazo recibe el arren- dador su hacienda y devuelve la cantidad completa tal como se la entregaron sin abonar sus intereses. Todos estos con- tratos se hacen casi siempre con presencia de escribanos, se pagan con arreglo á la cuota local valuada sobre el valor de la hacienda y particularmente sobre el número de animales que contiene. La forma irregular con que se llevaban á cabo no hace mucho tiempo estos contratos, ocasionaba frecuentemente pleitos largos y desagradables porque faltaban documentos auténticos, redactados por hombres tan ajenos á la jurispru- dencia como á la agricultura y que rara vez comprendían la economía de estos contratos adoptando antiguas fórmulas en completo desacuerdo con los nuevos sistemas de cultivo. En el día, gracias á una instrucción mas generalizada y gracias también al código civil, estos pleitos son menos co- munes, aun cuando el propietario deje en su hacienda animales, útiles, etc., ío que sucede la mayor parte de las veces. En este caso un inventario detallado obliga al tenedor á devolver después de concluido el arriendo, la misma can- tidad y calidad de animales previa su estimación, y de los útiles y demás objetos correspondientes á la hacienda. Pero por lo regular cuestan tan poco todos estos útiles que el ar- rendatario los compra. Si en la valuación del precio de los animales se encuentra alguno de estos de edad dudosa se llama á un capataz ó á un vaquero de una hacienda vecina y su práctica en estas apreciaciones es tanta y se halla tan re- conocida, que todos se someten á su decisión. Nada mas natural que creer cuando faltaron brazos á causa de la manumisión de los esclavos, en que el principio de asociación del trabajo y de la propiedad produciría buenos resultados como sucedió en Roma después de promulgada DE LOS HACENDADOS, 119 la ley Liciniaria. Esta especie de arrendamiento que con- siste en la distribución de las cosechas entre el propietario y el labrador mediante ciertas obligaciones contraidas por uno y otro, era tanto mas natural cuanto que las cosechas en algunas provincias son siempre inciertas ya con motivo de las grandes sequías que en ocasiones dadas, secan en los sembrados, y antes de que maduren, los trigos y demás cereales, y producen la muerte de un número considerable de bueyes, carneros y otros animales; ó ya por falla de ca- pitales, del alto tipo del interés del dinero y la escasez de salidas que tienen los productos. A pesar de todas estas causas suficientes para hacer el plazo del arrendamiento mas prudente y mas favorable al arrendatario, los hacendados chilenos no han aceptado nunca esta clase de contratos, porque habiendo sido la agricultura entre los unos siempre estensiva, poco costosa y rica con motivo de la elevación de la renta neta, hubiera sido difícil encontrar en vista de la importancia misma de las propiedades, personas que pudie- ran ofrecerles todas las garantías apetecidas y bajo condi- ciones en relación con las ventajas de la localidad y las no menos grandes de una esplotacion económica siendo como son los pastos uno de los mayores productos del país. Ar- rendándolas por el contrario á un precio fijo, tratan desde luego con personas responsables que les aseguran el pago regular del arrendamiento y no tienen que cuidarse para nada de Sas malas estaciones, de las crisis de los mercados, ni sobre todo de la gran vigilancia que deberían desplegar- en la época de las cosechas para no ser engañados por las personas de mala fe. A estas ventajas y á la constitución rural del pais es sin duda alguna á lo que debe atribuirse la gran preponderancia del arrendamiento á precio fijo, por mas que me aseguran que en atención al á división de la propiedad, el mélayage se geueraliza cada dia mas y mas con gran provecho moral del labrador; porque aun cuando este sistema esencialmente rutinario y hasta vicioso AGRICULTURA CHILENA. sea contrario á los progresos de la agricultura puesto que el métayage practica sobre todo cultivos económicos, no puede menos de verse claramente que á la larga llegará á ser mas común gracias al espíritu filantrópico de los ha- cendados ; porque puede mejorar considerablemente la con- dición del labrador pobre aumentando su condición moral y despertando en su alma el sentimiento de la dignidad de su profesión y el deseo de hacerse propietario, lo que solo puede llegar á conseguir por medio del trabajo y de la eco- nomía. Actualmente no sucede esto mas que de un modo incompleto respecto del cultivo de cereales en los sitios se- cos y en las pequeñas porciones de terrenos. En este caso el arrendatario paga al propietario dándole tantas fanegas de trigo ó de cebada como ha sembrado ó una décima parte de la cosecha. En 1840, en el sur se calculaba en una piastra la cuadra dedicada al cultivo del trigo, y, como pasaba en el norte, el propietario no daba absolutamente nada mas que la tierra. Ademas de estas clases de arrendamientos que algunas veces se hacen verbal mente, existe todavía otro en los alre- dedores de las pequeñas y de las grandes ciudades, pero tan limitado que no comprende mas que un escaso número de cuadras y con bastante frecuencia una sola por la que se paga á razón de 40 á 50 p. en las cercanías de Santiago, de 20 á 30 en Rancagua, etc. El arrendamiento se hace solo por ocho meses, es decir hasta la época de la cosecha de las le- gumbres á las que se hallan destinadas estas tierras-, y el hacendado que encuentra los terrenos mejor trabajados y mas profundamente labrados los dedica en seguida al cul- tivo del trigo y de la cebada. En vista de este plazo escesi- vamente corto y de la escasa porción de tierra arrendada, se comprende que estos arrendatarios no saquen mucho pro- vecho de sus trabajos, lo que necesariamente debe tenerlos siempre en una desgraciada inferioridad. Sin embargo este sistema de arrendamiento y hasta el de los inquilinos, que LOS HACENDADOS. 121' por sudase de contrato es casi un arrendamiento enfitéutico, podría ser un poderoso motivo de moralización si al aumentar sus intereses se les pudiera hacer abdicar su derecho á la pereza y aficionarlos al trabajo y á la economía. Los resul- tados serian mucho mas satisfactorios todavía, si el hacen- dado esplotase al lado de las pequeñas porciones de tierra de sus inquiíinos otra porción con inteligencia y buen éxito. Nada se imita mejor que el trabajo, y la imitación del tra- bajo es la emulación, la esperanza de llegar á ser propieta- rios y no la envidia que abriga siempre injustos proyectos. Todo esto es lo que deben desear los ricos hacendados que se hallan al frente de una colonia agrícola, que así pueden llamarse sus propiedades por el crecido número de inquiíi- nos que habitan en ellas. Su misión es tanto mas fácil de llenar cuanto que, como los lores ingleses, pasan la mayor parte de su vida en sus haciendas y pueden por consiguiente hacer que redunden, en beneficio de todos, las cualidades de moralidad, inteligencia y fortuna que les ha repartido la Providencia. Pero cuando desempeñan las funciones de jueces de paz, subdelegados, etc., que les impone por turno la constitución del pais, cuando desempeñan estas funciones repetimos, es cuando pueden mas y mas aun moralizar á los labradores aumentando, á su espíritu de conciliación y de justicia, saludables consejos que su posición hará sobrada- mente autorizados. s i CAPITULO VI, INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. Indiferencia con que ha mirado en todo tiempo el gobierno español en Chile las ciencias rurales. — Influencia que ha tenido la revolución en su es- tudio. — Formación de la Sociedad de Agricultura. — Disposición del gobierno en su favor.— Creación de un jardin de aclimatación.— Sus diferentes vicisitudes. — Instrucción profesional y proyectos que se han formulado para generalizar los conocimientos agrícolas. En un pais en el que las tierras vírgenes eran estima- damente abundantes, en eí que los géneros se hallaban á bajo precio, y el comercio interior y esterior nulo ó de poca importancia, el agricultor no necesitaba consagrarse á hacer un estudio formal de una industria que le propor- cionaba escasos beneficios. Satisfecho con sus productos, no pudiendo sino muy rara vez deshacerse de lo que le so- braba, el hacendado chileno practicaba casi siempre los mismos cultivos; guiado por la costumbre, imitaba los er- rores de sos padres, y si por acaso emprendía algunas me- joras lo hacia mas bien inclinado por la fuerza de las circunstancias que por la autoridad de una observación ra- cional. Este estado de cosas que venia subsistiendo desde hace cerca de tres siglos sumió al Chileno en una vida de pe- reza y de monotonía que solo la conquista de su nacio- nalidad debia interrumpir y cambiar. Desde entonces se reconstituyó la sociedad bajo una base enteramente dis- tinta. Las nuevas necesidades crearon nuevas costumbres, y para satisfacer las primeras fué preciso emplear en el tra- bajo mas constancia, mayor actividad, mayor inteligencia, INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. 123 y esto es lo que se consiguió con el restablecimiento de la paz. La agricultura fué la industria á la que se dedicaron los Chilenos con preferencia, porque, siendo la mas conocida y la que mas al alcance estaba de la generalidad de los habitantes, era la que mayores probabilidades de buen éxito parecia ofrecerles. Por desgracia la única mejora que introdujeron fué la de dar mayor ostensión á los cultivos, porque la tradi- ción continuó siempre siendo la norma de sus trabajos. Los instrumentos fueron los mismos durante mucho tiempo to- davía, es decir, sencillos, incompletos, de escaso poder-, las labores eran poco profundas y los retoños, invadidos por la prodigiosa cantidad de plantas adventicias que brotan en aquel suelo, no sacaban de la tierra mas que una insignifi- cante porción del jugo nutritivo que les estaba destinado. El estado de inercia en que se hallaba aun el pais y el incon- veniente de su aislamiento, exigían mas que nada cultivos sencillos, poco costosos, y el Chileno continuaba confor- mándose con esto, porque convenia á sus intereses y á su espíritu económico, descuidado y nada emprendedor. Pero con la independencia y el desarrollo que tomó el comercio, avanzó la sociedad, y la agricultura, esta madre pródiga de tantas prosperidades, no podia continuar en una situación sedentaria : avanzó pues también, yá decir la verdad con gran provecho de los hacendados y de la nación. La agricultura no es una industria de pura rutina en la que algunos años de aprendizaje práctico bastan para sacar de ella todo el fruto. Participando á la vez del oficio, de la ciencia y del arte liberal, exige que acompañen, al capital, numerosos conocimientos, tales como la mecánica, la quí- mica, las ciencias naturales y económicas, para utilizar de las unas los maravillosos instrumentos que con su incomen- surable potencia suplen de una manera tan ventajosa á la falta de brazos, y de las otras el arte de conocer las tierras y los cultivos que las convienen y el no menos impor- I i ¿Vi'-'' ' 'í;i AGRICULTURA CHILENA. tante de administrar una hacienda, inculcando por decirlo así en el hacendado ese espíritu de orden, de economía y ese conocimiento de los negocios que tanto necesita. Avan- zando por esta senda tan fecunda en buenos resultados, es como Chile podrá llegar á la prosperidad que su situa- ción geográfica le asegura como verdadero granero del mar del Sur. Pero para colocarse en este estado, era de absoluta nece- sidad que las personas influyentes por su posición y sus conocimientos procurasen á toda costa generalizar la verdad de estos principios. Ya en 1813 algunos ilustres patriotas procuraron hacerlo en parte fundando la Sociedad econó- mica de Amigos del Pais, sociedad que tenia por objeto es- timular á los Chilenos, pero que no vivió mucho porque las vicisitudes de la guerra de la independencia, no tardaron en relegarla al olvido. Bajo el mando de O'Higgins se preparaba de nuevo á funcionar, cuando una revolución contuvo sus esfuerzos, y desde entonces las vicisitudes políticas por un lado y la necesidad de una buena organización administra- tiva por el otro, absorbieron todos los ánimos hasta el punto de impedir que esta benéfica y útil institución volviera á su primitivo esplendor sino después de muchos años, es decir en 1837 bajo la inspiración de don Miguel de la Barra. Este digno y virtuoso chileno que habia habitado mucho tiempo en Europa como encargado de negocios, pensó al regresar á su patria que la creación de una sociedad esclu- sivamente de agricultura seria un progreso, un adelanto para su pais, y partiendo de este principio redactó un proyecto de reglamento al que muchos de sus amigos, no menos entusiastas que él, quisieron asociarse. Seguros de alcanzar la protección del gobierno, discutie- ron las bases de este reglamento en una sesión publica ce- lebrada el 20 de mayo de 1838 presidida por el ilustre don Mariano Egaña, ministro de Instrucción pública, y en aquel mismo dia quedó constituida la Sociedad. INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. Su primer presidente fué don Domingo Eizaguirre, ve- nerable chileno que tanto había contribuido á su creación y del que todos los actos de su larga carrera no fueron como los de la de don Manuel Salas impulsados mas que por el deseo del bien general. Para ios cargos de vicepre- sidentes eligieron á don Pedro Mena y á don Francisco García Huidobro, personajes no menos recomendables, el primero por su elevada inteligencia y espíritu observador y práctico, y el segundo por su mucha ilustración que lia sido por desgracia estéril en muchas ocasiones á causa de su escesiva timidez y modestia. Don Diego Barros fué nom- brado tesorero déla sociedad, y el cargo de secretario ge- neral, título que reasumía las funciones mas arduas y peno- sas, fué conferido al joven y estimabilísimo señor García Reyes, cuya prematura muerte privó bien pronto al país de sus importantes servicios. Tal fué la constitución de esta Sociedad encargada de una misión tan difícil como delicada-, porque desde luego tenia que defender su espíritu de novedad en un país en el que la asociación apenas era conocida, y combatir después contra infinitas preocupaciones que el tiempo y el aisla- miento habían tan profundamente arraigado en la práctica. Estos eran grandes obstáculos, y sin embargo todos los dias acudían nuevos miembros á inscribirse en la lista de los que componían la sociedad. El gobierno no tardó en demos- trarla las simpatías que le inspiraba por medio de las sub- venciones y de las facilidades de todas clases que la otorgó ■ y el presidente de la República por su parte nombrado su protector inmediato, quiso hacer algo en su favor y con actividad á fin de que su título no fuese una vana fórmula. Presidió la primera sesión que se celebró el 27 de mayo de 1838, en compañía de todos los ministros, de la municipalidad, de un gran número de personas de la mas elevada distinción, y en su discurso manifestó el vivo deseo que tenia de volver á la clase de particular para ocuparse en AGRICULTURA CHILENA. los trabajos de ía sociedad, insistiendo mucho en que sin pérdida de tiempo se publicase un periódico que fuese su órgano: y con efecto este periódico comenzó á ver la luz pú- blica en octubre del mismo año . Pero una sociedad agrícola llamada por su constitución á difundir mas bien la enseñanza teórica que la práctica, no podia convenir por sí solo á los ricos propietarios que por la misma naturaleza de su instrucción apenas podían en su mayor parte comprender la enseñanza con que la sociedad les brindaba. Fué preciso pues destruir este inconveniente, procurar hablar á la vista antes que á la inteligencia, y con este fin adquirir una pequeña porción de tierra para hacer ver á cada cual las operaciones y sus resultados, y para aclimatar los vegetales estranjeros que exigiesen las necesidades de un pais con un clima y una temperatura tan variados. La Sociedad no podia hacer por sí sola semejante adquisición, pero sabia que pidiendo al gobierno que la ayudase no seria desoída, y con efecto obtuvo un terreno en las inmediaciones, casi á las puertas de la ciudad, com- prado de exprofeso para ella. Se mandó á buscar á Eu- ropa asignándole el sueldo demasiado escaso de 1,200 p. á un profesor agrónomo, y le asociaron un mayordomo administrador encargado del material y de todos los gas- tos de salarios y compras. Dos inspectores elegidos entre los miembros de la sociedad debian vigilar los traba- jos, tomar toda la iniciativa en los que creyesen conve- nientes, y examinar los libros de cuentas una vez cada mes á lo menos. Por desgracia las grandes y generosas ideas que en Chile son acogidas con inmenso entusiasmo se olvidan frecuentemente casi con la misma actividad. El jardin hizo algunos progresos, Sos principios como sucede siempre le favorecieron y el gobierno continuó protegiéndole y dándole pruebas de su moniflciencia; pero no tardó el interesen debilitarse; solo algunos miembros continuaron trabajando i INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. 127 con celo, los demás indiferentes dejaron de asistir á las sesiones, y el jardín abandonado á sus propias fuerzas, se resintió de este abandono obligando al gobierno á que lo tomara á su cargo. Desde entonces se creó un estableci- miento de superior instrucción profesional en el que se abrieron cursos públicos, para acostumbrar á los futuros agricultores á meditar acerca del encadenamiento de los efectos y de sus causas. En la imposibilidad de enseñar á los hijos de las fami- lias acomodadas, á los que estaban dedicados estos cur- sos , de que nos ocupamos , se pensó en educar á los hijos de los pobres artesanos ó labradores, con el fin de hacerlos buenos administradores y escelentes directores de cultivos. Estos alumnos en número de treinta no debian te- ner menos de doce años, ni pasar de veinte. Doce de ellos, uno por cada provincia, deberían ser educados á espensas del Estado que pagaría por cada uno i 00 p., entrando en esta suma el coste del uniforme, debiendo los alumnos des- pués de terminados sus estudios, quedar á disposición del gobierno el que podría nombrarlos para los empleos que tuviese por conveniente. Reorganizado del modo que indicamos este estableci- miento debia ofrecer tres clases de interés, la enseñanza, ei cultivo de las flores para las que se construyó un elegante conservador, y el de los árboles destinados á ser propagados en las diferentes provincias de la República. Al frente de é! se puso un director científico mejor retribuido que al prin- cipio, un vice-director jefe de la escuela con 400 p. de sueldo, muchos profesores de agronomía y de horticultura, un economista y el número de trabajadores necesario para secundar á los profesores en las labores del campo; estos trabajadores eran fijos y tenían 12 ¡>. al mes y la comida, los demás que se necesitaban no eran mas que temporeros. En vista de la poca importancia de iodos estos empleos podían en rigor confiarlos á algunos chilenos, pero para la ' '. ' mm AGRICULTURA CHILENA. dirección era preciso una persona competente, un profesor, y se apresuraron á nombrar á don Luis Sada, distinguido agrónomo que hacia muy poco tiempo que habia llegado á Chjle. El Sr. Sada podia efectivamente dar una buena dirección á este establecimiento. Con el mayor celo y la mejor voluntad, procuró desde luego mejorar los cultivos, multiplicar las plantaciones de los árboles poniéndose en contacto con al- gunos horticultores eslranjeros, mandó construir algunas caballerizas por el estilo de las de Europa, y después se ocupó en redactar un programa de los cursos que debían abrirse bajo su dirección. Según este programa aprobado por el gobierno, la enseñanza agrícola debía comprender la agro- nomía, la agricultura práctica, la economía rural y domés- tica y algunas nociones de aritmética, de geometría prác- tica, de gramática castellana, de geografía y de dibujo. Los cursos se verificarían de manera que los alumnos pudieran estudiar teórica y prácticamente las lecciones que recibiesen, y según la clase á que pertenecieran. Al fin del año habría exámenes públicos para dar á conocer los adelantos de los alumnos, y los mas aplicados serian recompensados con un premio consistente en libros de agricultura ó en instru- mentos lo menos del valor de treinta piastras para los agra- ciados con el primer premio y de veinte para los que obtu- viesen el segundo. Un año después de la nueva organización ó poco antes, es decir el 27 de setiembre de 1851, se celebró la primera sesión general y pública. El Señor Sada procuró delante del presidente de la República hacer ver los progresos del establecimiento, dio cuenta de! número de árboles y de ar- bustos que habían sido cultivados, de los que se habian dis- tribuido gratuitamente ó vendido para ser propagados en las diferentes provincias, habló también de la introduc- ción de una multitud de variedades de trigo, de maiz, etc. , y del cultivo del arroz que se hacia ya en grande escala. Pero INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. al reseñar estos progresos bien escasos comparativamente, e! Señor Sada procuró igualmente poner en relieve los defectos de que adolecía el establecimiento. La economía rural no se hallaba representada en todas sus especialidades y la es- cuela de zootecnia no habia sido abierta todavía, vacío sensible que el gobierno remedió en parte enviando á Eu- ropa 5,000 p. para la adquisición de algunas buenas razas. Por último el jardín que no tenia mas que algunas cuadras cuadradas fué aumentado en un doble con la compra de un fundo vecino, y se comenzaron á hacer construccio- nes de todas clases, tanto para el embellecimiento de un jardín que debía contener animales vivos, como para las diversas necesidades de la administración. La intención que abrigaba también el Señor Sada era la de formar en el jardín un museo á la vez agrícola y de historia natural. En vista del ínteres con que el gobierno protegía á un establecimiento que en definitiva podía prestar tan impor- tantes servicios a! pais; y en vista del celo, de la actividad y de la inteligencia de su director, nada mas natural que su- poner que este jardín adquiriría un gran desarrollo y llega- ría á ser digno de tantos esfuerzos y sacrificios. Sin em- bargo pasó todo lo contrario, como por lo demás era fácil de preveer solo al tener en cuenta el vasto plan de estudios que se habían trazado desde el principio. En sus primeros tiempos este jardín se hallaba simple- mente destinado á recibir plantas, árboles y arbustos sus- ceptibles de ser aclimatados en él para las necesidades de la sociedad, y en este caso no era preciso para desempeñar el cargo de su director mas que un hombre práctico que pudiera llenar las exigencias de una gran variedad de culti- vos. Al convertirse el establecimiento en institución profe- sional, complicaba estraordinariamente su organización y le hacia perder en parte su primitivo carácter sin esperanzas de buenos resultados; porque aun cuando los conoci- mientos prácticos fuesen estimadamente necesarios á un Agricultura. Q v m 130 AGRICULTURA CHILENA. '•V ■ hacendado puesto que hallaría en ellos escelentes elementos de economía rural, no podría contarse apenas con que sus hijos adoptasen con gusto el traje de los campesinos y manejasen la azada y el arado como sucede en Europa. Chile no ha llegado todavía á este estado de exigencia y de deducción. La única cosa que se puede pedir á los hijos de familia es que asistan á las clases puramente teóricas y económicas; y ahora bien, como la escuela se hallaba dema- siado lejos del centro de la ciudad para atraerlos, en el ins- tituto es en donde deberían profesarse estos cursos, dejando al celo y á la emulación de los alumnos la voluntad de presentarse en el jardín en ciertos dias para ver a! me- nos en él la práctica de los buenos métodos de cultivo, y aprender el manejo de los preciosos instrumentos con que la agricultura se enriquece de dia en dia-, porque siendo la agricultura una ciencia de hechos, lo mas útil que puede apreiKlerseessupráctica,yestoesloquehaceordinariamente el joven Chileno dedicándose á esplotar sus haciendas. Pero si á esta práctica que debe ser enteramente chilena al prin- cipio, reuniese algunos conocimientos teóricos, las inno- vaciones que podría hacer serian tan seguras como posi- tivas, y de ningún modo debidas á la casualidad que lleva siempre consigo la duda y el temor. El jardín por su parte hubiera debido en todo caso recibir una organización com- pletamente uniforme y no admitir en su seno mas que jó- venes pertenecientes en general á las clases inferiores, las mas robustas y las que mejor soportan el trabajo, para hacer de ellos agentes secundarios que no se desdeñasen en tra- bajar por 'sí mismos para instruir y dirigir á los labra- dores v á los peones. Esto se hallaba tan de acuerdo con las ideas del país que entre los primeros jóvenes que fue- ron admitidos á la enseñanza, había algunos que ni si- quiera sabían leer y tan incapaces para seguir los cursos, que al cabo de algún tiempo se vio el gobierno en la necesi- dad de despedirlos haciéndolos volver al seno de su familia. INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. Es verdad que esta clase de instrucción exigiría un ter- reno mucho mas estenso, una verdadera hacienda que lle- gase por este medio á convertirse en una hacienda modelo semejante á las que de esta clase se encuentran en Europa En una hacienda así, podrían practicarse todos ¡os géneros de cultivos adecuados á la naturaleza del pais ; y en ella se formarían buenos agricultores que acostumbrados á la disciplina de una escuela bien administrada, imprimirían por decirlo así á las labores dei campo ese sello de inteli- gencia, y esa puntualidad que tanto necesitan, y al mismo tiempo darían ejemplo á los ricos hacendados envejecidos en las tareas de la agricultura del país. Don Benjamín Vi- cuna , uno de los chilenos mas ilustrados y mas aptos para conocer las necesidades de los puntos en donde deben practicarse grandes cultivos, se ha mostrado siempre suma- mente lavorable á una institución como la que hemos bos- quejado. Con su actividad acostumbrada calculó ios gastos que podría ocasionar, y valuando en el precio mas alto los instrumentos, los animales y la adquisición de 150 cuadras de terreno, ascendió su presupuesto á 40,000 p.5 suma in- significante, tratándose de un establecimiento de tanto por- venir, y causa admiración que ei gobierno ó cuando menos una sociedad de hacendados no se hayan apresurado á poner en ejecución el proyecto del Señor Vicuña, sobre todo en una época en Ja que la emigración europea lleva tantas personas instruidas á Chile. La grande hacienda modelo de Grignon convertida en el dia en una de las primeras instituciones agronómicas de Francia, fué formada por algunos buenos patricios, y al cabo de muy pocos anos hubiera dado esca- lentes resultados á sus propietarios si su filantrópico interés no los hubiera movido á aplicar en provecho de la escuela que querían fundar lodos ios beneficios que conseguían. En Chile las cosechas compensarían los intereses del capital invertido, los gastos de esplotacion, y la manutención y asistencia de ios alumnos; y hasta podrían ser retribuidos .»: . 132 AGRICULTURA. CHILENA, estos últimos con arreglo á sus conocimientos y á los servi- cios que prestasen, con lo cual se escilaria en ellos el celo, la emulación que tanto partido sacan de la juventud. Por lo demás lodos estos trabajos materiales no escluinan los es- tudios teóricos, al contrario seria preciso organizados con- venientemente, pero á condición de que estos estudios, que exigirían mucho tacto por su novedad, fuesen esencial- mente elementales, de una aplicación diaria y susceptible sobre todo de poner en guardia á las jóvenes inteligencias contra la rutina inquieta y perseverante de sus padres y mayores. Querer hacer agrónomos de los alumnos, sena faltar al objeto del establecimiento : semejante grado de instrucción no puede convenir mas que á los hijos de fa- milia destinados á tomar una parte muy activa en la admi- nistración económica de sus vastas propiedades, ó por lo menos á los jóvenes que precedentemente hayan recibido una esmerada educación-, y aun en este caso no deben ser esteusos los conocimientos que se les den, porque una ins- trucción superficial da lugar á las falsas analogías y escita a emprender trabajos la mayor parte de las veces improduc- tivos y onerosos. . Así pues la enseñanza profesional en el instituto, debería estar basada sobre consideraciones locales, y es de sentir, respecto de la que se practica en la Quinta, que los profesores estranjeros, si consideramos el plan de estudio que publican, se dejen dominar demasiado en sus lecciones por las pri- meras nociones que han aprendido, en vez de penetrarse antes con el detenimiento necesario del estado de la agri- cultura en el pais para no introducir en ella al principio mas que mejoras sencillas, racionales que no cambien brusca- mente sino poco á poco las costumbres arraigadas en los naturales. No cabe duda en que la agronomía reconoce como base de su enseñanza ciertas leyes generales aplicables á todas las regiones, pero á estas leyes hay que añadir otras muchas dependientes de la situación del país, de su INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. 183 clima, de su comercio, de su población, de ios medios de que puede disponer para ejecutar los trabajos ordinarios, y es preciso conocer con exactitud el coste y el producto de las cosechas para que los ingresos estén en armonía con los gastos. Todo esto constituye una enseñanza variada, que el profesor debe particularmente tomar en considera- ción si quiere dar á la enseñanza que dirige un verdadero ínteres de localidad. Hasta que Chile llegue á ser mas in- dustrial, mas comercial, y sobre todo hasta que se aumente su población, no podrán ejecutarse en su suelo ciertos cul- tivos : hasta entonces deben ser ejecutados con discerni- miento los que hasta el dia han dado buenos resultados sin ocasionar los afanes , los desvelos que causa el arte de trasformar los productos ; y esto porque tienen el doble mérito de ser efecto de una larga esperiencia y el de retener al labrador en el campo destinado á ias labores agrícolas, circunstancia que debe meditarse al tratar de una población que manifiesta alguna tendencia á abandonar estas labores. La rutina tiene frecuentemente su razón de ser, y la mayor parte de las veces es mas útil perfeccionar esta ru- tina que intentar innovaciones siempre llenas de escollos, y que tantos descontentos ocasionan, siendo entonces suma- mente fatales á la acción moral y al empleo de los capitales. Del mismo modo deberían introducirse mejoras, y en nuestro concepto con premura, en el ramo de los animales, ramo tan importante y al par tan descuidado por la agri- cultura chilena. Respecto de este punto, debe Chile felici- tarse de que el actual director de la Quinta Normal don Manuel Arana y Bórica se haya anticipado á satisfacer los vivos deseos de la Sociedad de Agricultura, pidiendo ai go- bierno el establecimiento de una escuela zootécnica para proveer al ejército de veterinarios y de mariscales-herradores instruidos y hábiles. El estudio de la zootecnia, tomada en toda su acepción, es sobre todo de una inmensa uti- lidad para los ricos hacendados poseedores de grandes m 134 AGRICULTURA CHILENA. rebaños, los que pueden perder en algunos días numerosas cabezas á causa de ciertas enfermedades, ocasionándoles pérdidas de intereses considerables. Chile ha tenido mas de una vez que deplorar esas especies de epizootias, tanto mas peligrosas en el pais cuanto que no se ha dictado, como en Europa, ninguna ordenanza que contenga ó por lo menos atempere el daño. En semejantes casos deja el Chileno obrar á la naturaleza; cuando mas, separa á una escasa dis- tancia los animales sanos de los enfermos y abandona en los campos á los animales muertos, los que no tardan en llegar á la putrefacción y por consiguiente en exhalar mias- mas fétidos capaces de influir en la salud de los habitantes. Cuando el ganado apenas tenia valor, se comprendia esta indiferencia, pero hoy este valor se ha triplicado, y aparte del cuidado que en este caso exigen los animales, se debe ademas procurar el mejoramiento de las razas, la adquisi- ción de crias mas fáciles de engordar, mas útiles como fuerza viva-, y por último tratar de desarrollar en el pais los conocimientos que exige la economía rural en todas sus partes. Por lo demás las reflexiones que apuntamos han sido y son perfectamente apreciadas por el gobierno que parece querer dar un gran impulso á ia enseñanza agrícola en el mero hecho de querer generalizarla entre las clases secun- darias. Quizas cuando esto suceda no se favorecerá tanto como hasta ahora se ha favorecido á los cursos superiores de teología y de legislación que todo esludiante tenia que seguir como complemento de sus estudios, y que olvidaba por completo cuando al salir del colegio abrazaba cualquiera profesión. Generalmente es la agricultura la profesión que adoptan • y siendo así ¿ no valdría mas que aprendiesen algu- nas nociones agrícolas, que les serian de suma utilidad para aplicarlas desde el momento en que terminara su apren- dizaje? La escuela normal deberia especialmente señalarse, realizando este gran pensamiento, como lo desean muchos INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. 135 miembros de la Sociedad de Agricultura; los profesores que salen de ella, darían mas tarde á conocer á sus discípulos de ios campos algunas de estas nociones llamadas á propor- cionarles tantos beneficios. Lo mismo los jóvenes seminaris- tas que ai terminar sus estudios deben vivir lejos de los cen- tros de civilización, hartan muy bien en llevar á los puntos de su residencia algunos conocimientos agrícolas para pres- tar mayores ausilios á los numerosos campesinos á quienes el aislamiento tiene sumidos en una gran ignorancia, y ala- dos por decirlo así á la mas grosera rutina. Conociendo la verdad de lo que decimos, el seminario de Santiago lia amplificado los estudios de sus alumnos, y es muy proba- ble que los de las Provincias no tarden en imitar tan lau- dable ejemplo. El porvenir de los jóvenes agricultores es hoy dia en Europa objeto de interés para los gobiernos, hasta tal punto que en Inglaterra se acostumbra por lo re- gular á dar á los profesores de los campos dos hectáreas de tierra : por la mañana reciben los alumnos tres horas de lecciones teóricas y otras tres prácticas por la tarde y con los trabajos que ejecutan retribuyen al maestro, costumbre puesta en uso asimismo en el Gran Ducado de Badén. En Francia las escuelas primarias se hallan casi todas obligadas á progresar en el mismo sentido-, de la misma manera y con doble razón debe seguir por esta senda Chile , pais esencialmente agrícola. Por nuestra parte hasta desea- ríamos que en los cursos superiores se buscasen los ejem- plos en las ciencias agrícolas •, que en la química se en- señasen con preferencia los análisis de las tierras y el de los minerales del pais, la teoría de la fermentación, etc., y que en la física se diese á comprender perfectamente la teoría del movimiento y de la tracción de los numerosos instrumentos agrícolas antiguos y modernos tales como el arado, el carretón de una sola rueda, la carreta, etc. Todo esto no impediría hacer un curso general , al contra- rio, pero los ejemplos serian tomados de una profesión que ■ fsu iS. ft % i S; 136 AGRICULTURA CHILENA. en definitiva debe ocupar á la mayor parte de los alumnos. Ademas seria conveniente que en los libros de-lectura de las escuelas hallasen los discípulos algunos elementos de agricultura espuestos con la mayor sencillez y claridad, y mas ahora que gracias al concurso ilustrado de dos jóvenes patriotas tan instruidos como celosos, don F. S. Astabu- ruaga y don B. Vicuña, posee Chile dos tratados elementales de agricultura, el primero una traducción del reputado de Skinner, y el segundo formado con las notas tomadas por el autor en sus cursos de la escuela de Cirencester acerca de la agricultura europea y sobre todo de la inglesa. Pero si á mano viene deberían publicarse aun otros mas sencillos, intercalando, en ellos, los primeros deberes del hombre, y los principios de moral que exige una buena educación (1). Estas nociones acostumbrarían á los jóvenes campesinos al lenguaje de su profesión, á comprender mejor las gran- diosas armonías de la naturaleza, y les inculcarían conoci- mientos de los que mas tarde podrían sacar un inmenso par- tido libertándose del influjo de las ideas rutinarias que constituyen toda la ciencia de sus padres, porque las im- presiones de la juventud son las mas profundas y las mas duraderas en el corazón del hombre. En medio de todas las vicisitudes por que ha pasado la Quinta normal de Santiago, actualmente (1858) parece querer levantar ei vuelo, y avanzar bajo la dirección de su inteligente director don Manuel Arana Bórica. Su objeto desde el primer momento ha sido reemplazar el cultivo dé- las flores por el de los cereales, y .dar un gran impulso á la crianza de los animales y á su mejoramiento. Gracias á su sistema de contabilidad y gracias también á las dispo- siciones del pais mucho mejores, los gastos se equilibran con los productos, y un inventario minucioso ha pro- (1) Cuando era director de la quinta normal don Luis Sada, este hábil agricultor tuvo el pensamiento de publicar una gran obra sobre la agricul- tura chilena, pero por desgracia este pensamiento no se ha realizado. INSTRUCCIÓN AGMCOLA. bado que el valor de la Quinta era de 283,053 p. 56 evos. cuando todos los gastos que habia ocasionado desde su instalación no ascendían mas que á 220,662 p. de los cuales 94,900 habían sido invertidos en el pago de los sueldos de los profesores. Resultó pues un beneficio de 62,358 p. 88, y esto • sin comprender la inmensa cantidad de plantas, árboles y arbustos que este jardín proporciona para el em- bellecimiento de las plazas y de los paseos públicos de las provincias. Los cursos se profesan en este establecimiento de un modo mas provechoso por maestros instruidos, y los resultados que se obtienen son tan satisfactorios que los padres de familia solicitan del gobierno el favor de que sus hijos sean recibidos en Sa Quinta mediante una retribución convenida de antemano. Seis de estos discípulos se han reunido á ios 30 sostenidos por el Estado. Su instrucción dura tres años, y son divididos en tres secciones diferentes : los de la primera no reciben mas que lecciones preparato- rias, aritmética, gramática, dibujo; los del segundo y tercer año se ocupan especialmente de los estudios mas relacionados con !a agricultura, del arle veterinario, del levantamiento de planos, de la contabilidad-, y esto alter- nando la teoría con la práctica, con cuyo fin se ha dividido la Quinta en dos partes : una destinada á la agronomía pro- piamente dicha, y otra á las labores de jardinería y de chacras. El único defecto que halló en este establecimiento la comisión encargada por el gobierno en 12 de agosto de 1858 de informarle acerca de sus progresos, fué la falta de un curso especial de economía rural que diese á conocer perfectamente las esplotaciones de los campos. Bajo el punto de vista del orden y de los sistemas que deberían adoptarse, acaso hubieran podido considerar también como un defecto la demasiada multiplicidad de cursos ; insuficientes por el poco tiempo que se consagra á estos estudios para sacar profesores, sobre todo á causa de que la mayor parte de los jóvenes que entran en la Quinta apenas saben leer, y dema- 138 AGRICULTURA CHILENA. m> siado variados para los que deben simplemente servir de mayordomos en una hacienda, los que mas que nada, lo re- petimos, necesitan la práctica haciendo de ella la principal base de su instrucción. Mientras que el gobierno como decimos se interesaba de una manera tan laudable por el porvenir de la Quinta, fuertemente ausiliado por su digno director, la Sociedad de Agricultura procuraba por su parte levantar la cabeza y reorganizarse sobre una nueva base. Satisfecha de su pasado, promovedora de la creación de la Quinta Normal, de la Escuela de Artes y Oficios, de muchas Asociaciones de be- neficencia, de Cajas de ahorros y de otros infinitos proyec- tos mas ó menos bien planteados, y sobre todo de su cons- tancia en formular ideas nuevas para organizar una gran administración de inmigración, esta Sociedad, repetímos, se reconstituyó en 1851 con el título de Sociedad promotora de la Agricultura. Anteriormente se habían negado sus miembros á crear una sección industrial, pero entonces no solamente la aceptaron, sino que reunieron ademas á todas sus secciones los actos de beneficencia, y las señoras encar- gadas de esta virtuosa misión formaron parte de la Sociedad. Por piadosa que fuese la idea que dictó este nuevo regla- mento, sin embargo, á consecuencia de la diversidad de miras de la Sociedad, debia perderla su heterogeneidad, y con efecto fué sucumbiendo poco á poco ; pero algunos años después pudo renacer con mayor esplendor bajo las inspi- raciones de algunos celosos y entusiastas patriotas, y sobre todo bajo las de don Jerónimo Ulmeneta. *■;'$& CAPÍTULO VII. CONTINUACIÓN DE LA INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. Influencia que han ejercido en la agricultura los viajes por Europa de algunos jóvenes ehi'enos. — Reorganización de la Sociedad de Agricultura.— Su nuevo boletín. — Trabajos encomendados á sus nuevos miembros.— Proyecto de un código rural. - Esposiciones agrícolas — Nueva desorga- nización de la Sociedad.— Perjuicio que esto ocasiona á los progresos del pais. Entre los numerosos jóvenes á quienes el espíritu de curiosidad y la necesidad de distracciones atraen todos los años á Europa, ha habido últimamente algunos que, á su inteligencia ya cultivada, han reunido el laudable deseo de instruirse, tales como el ilustrado chileno don Benjamin Vicuña que permaneció un año en Inglaterra asistiendo al colegio rural deCirencester para aprender las ciencias agrí- colas. Estas ciencias son las que mas particularmente han llamado su atención, y bau hecho de elias profundos estu- dios va teóricamente ó ya añadiendo la práctica ala teoría. Los jóvenes de quienes hablamos animados por un santo amor hacia su patria, reorganizaron en SN5 la Sociedad de Agricultura poniéndola sobre un pié mucho mas modesto é inteligente. Asociados con los ricos hacendados del pais, tenian sobre la antigua Sociedad la ventaja de su sólida instrucción y la no menos considerable de haber hecho estudios comparativos en las grandes haciendas de Europa que habian visitado con detenimiento y método, lo que los habia puesto en el caso de poder ver mucho, y observar con provecho. La sesión de instalación se celebró el 28 de se- tiembre de 1856. El Señor Astaburuaga, que habia desem- peñado el cargo de secretario de la antigua Sociedad, leyó i AGRICULTURA CHILENA. el discurso de apertura y después fué convocada la asamblea para el Io de octubre con el fin de nombrar un presidente y un vice presidente. La elección recayó casi por unanimidad en los señores don Jerónimo Ulmeneta y don Rafael Lar- rain, dos personas que por sus conocimientos, su elevada posición y su amor á la agricultura prometían hacer fecun- dos en todos sentidos los esfuerzos de la Sociedad. El Señor Mainvielle fué nombrado tesorero y don Ben- jamín Vicuña secretario general, dos empleos difíciles y laboriosos, muy bien retribuidos, pero que estos señores aceptaron y llenaron gratuitamente. Los estatuios de la nueva Sociedad fueron sobre poco mas ó menos calcados en los de la antigua, y los miem- bros fueron igualmente organizados en secciones: pero causó estrañeza que no se crease una destinada á entender en la publicación de un periódico en el que apareciesen las memorias que debían presentarse á la Sociedad. Y no fué esto porque dejase de ocupar la atención de los socios la idea de la publicación de un periódico : por el contrario todos le desearon desde el principio, pero tuvieron el buen acierto de confiar su redacción á una pluma hábil y fecunda, á la del joven y entusiasta secretario general quien supo diri- girle con una superior inteligencia y sin desentenderse de las necesidades locales siendo de esta manera no solo útil al pais sino á la ciencia en genera!. Con efecto Chile debia conocer antes que nada su propia agricultura y así lo comprendió perfectamente el autor de la Estadística del Maule, quien para este fin dio un modelo que cada provincia debería apresurarse á imitar, por mas que su exactitud, la que en definitiva no puede obtenerse sino á costa de ensayos, diese ocasión de criticar á los ánimos morosos y faltos de educación. Con el mismo objeto ha publicado el Señor Vicuña una memoria sobre la agricul- tura del distrito de la Ligua detallando en ella todas las cuestiones dignas de ser mencionadas en un trabajo de esta INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. i 41 especie: porque es preciso penetrarse del principio nunca bastantemente repetido, de que ciertas mejoras, ciertos cultivos no convienen á todas las localidades y están subor- dinados á la naturaleza del terreno, del clima, á los cambios, á las necesidades, elementos todos solidarios unos de otros. Partiendo de este principio un periódico que nos iniciase en todos los conocimientos locales debía prestar un gran servicio al pais, porque facilitaría á los propietarios ¡os me- dios de aprovecharse de las invenciones modernas, y á los agrónomos los de dirigirlos mejor en todas las clases de cultivos y en todo lo concerniente á la economía rural (1). Así lo ha comprendido el Señor Vicuña y en los dos tomos del Mensajero de la Agricultura, publicados bajo su direc- ción, se hallan algunos esceientes artículos relativos á la agricultura chilena debidos por lo general á su pluma, y á las no menos inteligentes de los Señores Miquel y otros. Por desgracia este periódico tan eminentemente chileno y por lo tanto tan precioso para la ciencia, suspendió su publica- ción al terminar su segundo tomo sin esperanza de continuar apareciendo mas tarde. ¿Podrá también la misma Sociedad de Agricultura sostenerse sin el concurso del joven é activo Señor Vicuña, que, al renunciar al cargo de secretario, la ha sumido en los mayores apuros? No lo sabemos •, pero si tal ocurriera, su muerte sería vivamente sentida por las perso- nas inteligentes, porque no se les ocultan los beneficios que alcanzaria el pais entero, sosteniendo una. sociedad como la de que hablamos, formada por jóvenes instruidos, entu- siastas, llenos de la mejor voluntad para el trabajo, y deci- didos á eslender altivamente á las provincias la triple acción de sus conocimientos, de su interés y abnegación, y de sus (1 ) Cuando se creóla primera Sociedad, formulamos un crecido numero de programas acerca de las diferentes variedades de cultivos, etc., que se eje- cutaban en el pais; pero desgraciadamente los hacendados á quienes se dirigía nuestro trabajo no llenaron como era debido estos programas, que les hubieran ayudado á conocer la agricultura de Chile. •& '■?■' AGRICULTURA CHILENA. convicciones. Con este fin habia ya establecido grandes espo- siciones en las que la agricultura vegetal y animal asociada con las artes y la industria, estimulaban todos los años la emulación de los agricultores enseñándoles á conocerse, á preguntarse, y á apreciar las mejores razas de los animales y las mejores variedades de ¡os granos. Así pues mas bien hablando á los ojos que á la inteligencia, es decir á los con- sejos y á los preceptos, era como se lograba impulsar á la mayor parte de los campesinos hasta entonces aislados en su egoísmo y en su inercia, y probar á los otros el poder de los hechos demostrados y la importante autoridad de los resultados conseguidos. El gobierno siguiendo su patriótica costumbre, se asoció á este noble pensamiento, puso á dis- posición de la Sociedad 1500 pesos para que se construyera en la Quinta normal un gualpon, y prometió nuevas sumas para las esposiciones que desde entonces se celebran un año sí y otro no ofreciendo una gran variedad de productos. Otra idea no menos fecunda en escelentes resultados, era la de descentralizar en todo lo posible la Sociedad de San- tiago á la que se acusaba de absorver demasiado los resul- tados de su trabajo en favor de la agricultura de las regiones del centro, con perjuicio de la del norte y la del sur. Para evitar este mal se pensó en la creación de sucursales en cada provincia, verdaderos comicios agrícolas que como cámaras consultivas debian dar á conocer al gobierno, y casi de oficio, todo cuanto fuese útil para el progreso de la indus- tria rural, indicarle las faltas y las causas del retraso, y vi- gilar la ejecución de los trabajos públicos, tales como el Cadastro, los caminos vecinales, las escuelas primarias, etc. Estas Sociedades debian estar en correspondencia con la Sociedad central de Santiago y el principal lazo que serviría para estrecharlas á todas, seria el periódico de agricultura que se publicaba en el pais. Este periódico alimentado por decirlo así de este modo con el concurso de todas las Sociedades, podia ser de una INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. US inmensa importancia para conocer con exactitud el país. Pero en tanto que estas medidas se realizaban, los miembros de la Sociedad de Santiago se distribuyeron el trabajo con- sagrándose cada cual á un ramo especial, por cuyo medio podian todos desempeñar perfectamente la noble misión que se habían impuesto. Arregladas las cosas de esta manera, el Señor Miquel se encargó de escribir une memoria estensa acerca del estado en que se hallaba la agricultura chilena ^ don Ruperto Ovalle otra sobre el modo de engordar á los animales en los establos y caballerizas, sistema enteramente desconocido hasta el dia ; y sobre los diferentes usos de la cal y del guano del Perú; don Luis Sada, originario déla Lom- bardía, debia redactar otras tres memorias sobre los mejores métodos de riegos, sobre los henos naturales de Chile para reemplazar Sos introducidos en el país por la Europa, y sobre la organización de las Escuelas agrícolas; don Juan de Dios GandariSla fué encargado del cultivo de la viña y del arte de fabricar los vinos y don Domingo Bezanilla del cultivo del sorgho, y del estudio de las diferentes sustancias apropósito para fabricar el aguardiente. La zootecnia, esta ciencia tan útil en un pais tan eminentemente pastoral, quedó á cargo del profesor de la Escuela de veterinaria de la Quinta Normal, M. Rilchie, quien debia estudiar con prefe- rencia las enfermedades á que se hallan espuestos los gana- dos é indicar los medios de curarlas y evitarlas. Por último don Benjamin Vicuña debia ocuparse de la introducion y del empleo de las máquinas agrícolas, y ademas formular un proyecto de código rural tantas veces pedido y con tanta paciencia esperado por la generalidad de los hacendados, sobre todo al hallarse en vísperas de poseer un código de minería y otro de comercio. Por lo demás ya don Luis Sadá se habia ocupado de la redacción de un proyecto de esta naturaleza y lo habia publicado en el Mensajero. Con efecto, Chile tiene una gran necesidad de poseer un código rural para sugetar la agricultura á leyes regulares m. AGRICULTURA CHILENA. que pongan fin en lo posible á las actos de arbitrariedad que comprometen con frecuencia la prosperidad pública y los intereses individuales. Gracias á la ilustrada administra- ción del Presidente Montt y gracias también al talento del Señor Bello, el público- posee un código civil en el que se halla todo lo necesario para garantizar el derecho de pro- piedad, pero esto no basta : hoy dia es preciso un código especial que pueda reglamentar los goces de estas propie- dades, y que esté basado no solamente en las leyes promul- gadas por las diversas legislaturas y aisladas hoy en muchas colecciones de decretos , sino también en las leyes y cos- tumbres antiguas y modernas, y en las necesidades de cada localidad, lo que exige un estudio especial. El sistema de las servidumbres por mas que sean necesarias entre vecinos y sobre todo en un pais en el que las haciendas son tan vastas y no se hallan cerradas, ha estado y está todavía lleno de abusos que ya no puede tolerar el valor considerable que toman las propiedades. Es preciso pues poner término á estos abusos por medio de leyes sabias y bien meditadas, para que los derechos de un particular cualquiera sean completamente respetados lo mismo que los del gobierno sobre los particulares. Solo de esta manera es como se lo- grará que cesen los millares de pleitos, algunas veces rui- dosos, que la corta de árboles, el derecho de las aguas, los caminos vecinales y los límites frecuentemente arbitrarios de las haciendas ocasionan, sin contar otros infinitos mo- tivos secundarios que no dejan de provocarlos á menudo. Estos pleitos no se suscitan solamente entre propietarios masó menos vecinos, sino entre las municipalidades pro- vinciales y mas que nunca cuando se trata de canales de riego, origen continuo de grandes discusiones y altercados, A causa de la frecuencia de estos pleitos y sobre todo en Chiloe donde la propiedad se halla muy repartida, conven- dría establecer en los principales cantones un jurado ar- bitral para conciliar y hasta para juzgar sin gastos ni de- wz; INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. manda todas las dudas derivadas de la propiedad y de la industria agrícolas de bien escasa importancia. El regla- mento de justicia de 1 824 los estableció en cierto modo, obli- gando á los litigantes á nombrar por sí mismos jueces competentes en la localidad, para que sobre el terreno y con los títulos en la mano decidiesen la cuestión, evitándose de este modo los grandes gastos y los largos pleitos. Las depredaciones de todas clases de que son con fre- cuencia víctimas los campos, merecen también ocupar la atención del gobierno. En todo tiempo han sido el azote de los hacendados y á pesar de los castigos estreñidamente severos que algunas veces atacaban á la vida de los indivi- duos por el simple robo de una vaca, han sido siempre im- potentes porque la protección fiscal era sobre poco mas ó menos nula, lo que alienta á los malhechores, siempre se- guros de evadirse por medio de la fuga del castigo que me- recen. Hasta los arrieros que pasan la noche en el campo no tienen escrúpulo en destruir las cercas de matorrales para encender fuego con ellos, ni en echar á los potreros sus recuas de muías. Así pues el proyecto de un código rural no podia ser mas oportuno ni mejor confiada su redacción á otra per- sona que á don Benjamín Vicuña, dotado con todos los ele- mentos necesarios para desempeñar este trabajo, añadiendo á la ciencia de la legislación que aprecia, la dei agrónomo que ilustra y ambas sostenidas por un verdadero talento labo- rioso, activo y decidido. Terminado el proyecto, cada uno de los artículos que le componían debia ser revisado, medi- tado y discutido por las personas competentes que desea- ban dar cima á un trabajo de tanto interés, sin que les acobardara la enorme tarea que se imponían; porque un código rural en el estado actual de ¡a legislación chilena, en el que todas las cuestiones se hadan todavía muy poco ela- boradas y en un país en el que son tan diversos el suelo, el clima y las costumbres, es una obra de suma dificultad. Agricultura. 10 mi- AGRICULTURA CHILENA, razón por la cual han fracasado todas las empresas forma- das con este objeto; pero esto no debe causar estrañeza, porque lo mismo ha pasado en casi todos los países de Eu- ropa privados en general de un código semejante con gran sentimiento de los hacendados y administradores. ¿ Obten- drá Chile mejores resultados al hacer este nuevo ensayo ? Permitido es dudar que los consiga si se reflexiona en la in- mensa dificultad de la obra. Esta duda es mayor todavía en nosotros, cuando sabemos que el descuido y la indiferencia , estas dos plagas de las instituciones mal comprendidas, han dejado una profunda cicatriz en la Sociedad de Agricultura, lo que unido á la di- misión de la secretaría del Señor Vicuña hace temer su pronta disolución. Por lo general esta es la suerte de todas las sociedades sabias, la de morir de inanición, cuando e! gobierno no las presta una vida de interés, y esto sucede rara vez. Con todo los diferentes ministros que se han su- cedido en el poder han tratado de sostenerla por medio de estímulos mas ó menos grandes. El primer tomo del Men- sajero de la Agricultura fué casi enteramente publicado á espensas del generoso é ilustrado Señor Ulmeneta, y el se- gundo fué costeado por el ministro del Interior, quien pro- metió ademas nuevas subvenciones que por desgracia que- daron sin resultado, á causa de las pasiones políticas que surgieron en 1859 y que arrastraron los ánimos por sendas enteramente opuestas. Este fué el último golpe de gracia que recibió la infor- tunada sociedad quedando paralizada en todas sus ac- ciones, en sus estudios, en sus progresos, y esto cuando sus trabajos, fundados en indagaciones sabiamente meditadas, parecían hallarse prontos á prestar ausiiio á sus nobles ins- piraciones-, porque no se puede desconocer !a ventaja de los programas que se habian distribuido ios jóvenes é inte- ligentes patriotas que hemos citado y la influencia que hu- bieran tenido sobre el conocimiento exacto é íntimo del INSTRUCCIÓN AGRÍCOLA. pais. Ejecutados con método y discernimiento los resul- tados de sus estudios, hubieran enriquecido la economía rural con una multitud de detalles suficientes para dar á conocer los sistemas de cultivos adoptados en cada pro- vincia y la clase de mejoras que necesitasen. El Señor Vi- cuña y Mackenna habia ido mas lejos aun. A imitación de! inteligente autor de la Estadística de la provincia del Maule, estudió casi á fondo, bajo el punto de vista agrícola, el de- partamento de la Ligua y publicó una descripción metód ca de él con el fin de que sirviera de modelo para el estudio de los demás deparlamentos. Esta idea fué felicísima y el gobierno la apreció y aceptó con gusto procurando que las provincias la aceptasen del mismo modo, á cuyo fin las dirigió una circular recomendándosela. Desgraciadamente este ejemplo no encontró émulos, quizás por ese espíritu de los Chilenos que tiende á desear en el acto la perfección, como si las ciencias de observación pudieran aspirar á al- canzarla. Con efecto nunca se han hecho del primer empuje las obras descriptivas de la Francia, de la Inglaterra, de Bélgica, etc., etc. Han tenido necesidad de someterse á un aprendizaje muy largo, muy penoso y á no avanzar .sino á través de dudas, de tropiezos para llegar á la altura en que se encuentran hoy, sin satisfacer todavía, á pesar de todo, la conciencia de los sabios y mucho menos la de los igno- rantes poco iniciados en las dificultades que se suscitan siempre. Y si esto sucede en Europa, los apuros serán mayores en un pais que como Chile se halla rodeado de ti- nieblas, y en el que las ruedas de la administración no fun- cionan con la regularidad que la esperiencia ha hecho ad- quirir á las viejas naciones que hemos citado. Pero esto precisamente es un motivo mas para comenzar estas espe- cies de indagaciones, estando nosotros persuadidos de que semejante trabajo podrá todavía en medio de sus imperfec- ciones y defectos, prestar un señalado servicio á las necesi- dades sociales y provocar nuevos ensayos mucho mas fáciles 148 AGRICULTURA CHILENA. en vista (le la concepción y ejecución del primitivo. ¿ Vol- verá á concebirse este pensamiento? Nosotros esperamos que sí, y mas hoy que la calma reina de nuevo y que las vi- vas solicitudes del gobierno le aseguran una protección es- pecial. CAPITULO VIII. DE LOS CAMPESINOS. Su educación. — Carácter y costumbres. — Instrucción. — Habitaciones, — Alimentos. — Ocupaciones. — Vestidos. Siendo Chile un pais esencialmente agrícola resulta que muchos de sus habitantes se han dedicado particularmente á este género de industria. No se conoce aun con exactitud la relación numérica que hay entre esta clase y las otras, pero puede provisionalmente estimarse como en una quinta parte de la población total que, según lo comprobado en 1854, es de 1,439,067 personas. Según este mismo censo los agricultores figuran en él en número de 253,078, cifra sin duda muy disminuida. Por su origen indio, esta clase tiene dos historias, la de la época de su esclavitud en que encorbada bajo el poder de su dueño á él esclusivamente pertenecía su trabajo, y la de en que libertada de esta esclavitud, ha podido conocer la propiedad y hacer tornar en provecho propio y de su fa- milia el fruto de sus trabajos y economías. Mientras el Chileno indígena ha estado sometido á la gleba, ningún sentimiento de emulación ha podido aguijo- near su actividad. Nacia para trabajar, no vivia sino para sufrir, y no impeliéndole nada a! trabajo se habia hecho in- diferente á todo, aun á su propio porvenir. A decir verdad solo las amenazas y á veces los castigos podían arrancarle de su apatía ordinaria para volver á caer en ella tan luego como el ojo del dueño le faltaba. Este estado de cosas duró en el norte hasta fines del siglo XVÍII, época en la que Ambrosio O'Higgins puso fin con su decreto de Illapel á los últimos vestigios de esta ser- í AGRICULTURA CHILENA. vidumbre. Pero por causa de su educación enteramente ma- terial, la posición de estos cultivadores no debía ser mas satisfactoria después de su independencia. Obligados á bas- tarse á sí mismos, á velar por sus necesidades, á preveer- las, á discutirlas cuando la inteligencia ies faltaba en todo y por todo, debieron al principio echar de menos su pasado, y tratar de volver á él sino como esclavos á lo menos como simples libertos, título que no podían entonces comprender ni utilizar, y que les hacia seres híbridas, simple compuesto de hombre y de esclavo. En efecto, las ventajas que sacaron de su independencia y de este sistema político del que no po- dían hacer uso, fueron casi nulas, y al presente su posición no ha cambiado sino muy poco, porque su indiferencia, la sencillez de sus costumbres, y mas todavía la fuerza pro- ductiva del suelo y del clima, hacen las primeras necesi- dades de la vida poco numerosas y fáciles de satisfacerse. Ahora bien esta doble situación debia necesariamente traer á esa clase la inclinación á la indolencia y al reposo tan co- mún en los paises ardientes, vicio que por desgracia persis- tirá todavía largo tiempo en Chile porque entra en la natu- raleza del hombre, y porque no puede ser vencido sino por las necesidades, ese escitante de la fuerza productiva. En efecto, en tanto que los campos permanezcan despoblados, los terrenos de poco valor y en el interior los víveres ba- ratos, es probable que el cultivador chileno, esceptuando á los de las cercanías de las grandes ciudades, conservará ese carácter propio que le hace vivir al dia sin cuidarse del mañana, y menos aun del porvenir. Conservará también en toda su pureza su sello de hombre conquistado ó de hombre de servidumbre porque no piensa absolutamente en llegar á esa situación del individuo que cuenta para su existencia con la energía de su personal actividad. Por lo demás se ha criado en este principio y en el mayor abandono. Se le coloca en la infancia sobre tablas mas ó menos dispuestas en forma de cuna, las que, á la manera de los indios, se sus- *» s DE LOS CAMPESINOS. 151 penden á veces del techo para ser movidas con mas facilidad. Desde temprano es comunmente destetado con el ají, y en esta época se le ve ya arrastrarse enteramente desnudo al- rededor del rancho, pasando el dia á merced de todas las intemperies de una atmósfera alternativamente ardiente y fria. Cuando comienza á andar, siempre en una completa desnudez ó cubierto únicamente con. una camisa sucia y rasgada, vaga por entre los matorrales, ensayándose en tirar piedras ó en trepar á los árboles. Su alimento es abundante y compuesto en general de una especie de papilla de harina de trigo tostado con leche de cabra. En tiempo de frutas come de ellas considerablemente y con avidez, aun antes que estén maduras, lo que les ocasiona enferme- dades muy graves que hacen morir un gran número de ellos. Su constitución, cuando tienen la dicha de llegar á la edad adulta, es bastante fuerte, mas en el norte que en sud en donde se resienten de las enfermedades venéreas tan fa- talmente comunes en las familias de estos paises. En- tonces se les ve continuamente correr tras de los perros ó las ovejas tratando de cojerlos con una cuerda de nudo corredizo. Es este su ejercicio predilecto, y que debe ser- virle para hacerse dueño de los animales mas ágiles é in- domables. A los diez años sobre poco mas ó menos es cuando el culti- vador chileno hace trabajar á su hijo, habituándole á las labo- res campestres ó asociándole á un ovejero para contribuir con sus cuidados á la guarda de los rebaños. Gracias á su in- teligencia imitativa puede muchas veces á los doce años con- ducir un arado y desempeñar este trabajo con maestría (1). Poco después está perfectamente constituido para todos estos penosos trabajos. De una talla mediana, de poca barba i (t) Últimamente el Señor don A. Vives reunió urs concurso de labradores; nueve cultivadores tomaron parte y fué un joven de diez y siete años quien alcanzó el premio. AGRICULTURA CHILENA, y dejando crecer algunos pelos del bigote y sobre Ja barba, es de una complexión fuerte muscular y muy sobrio en sus necesidades; pasa dias enteros espuesto á los ardores abra- sadores de un sol siempre puro, soportando con admirable paciencia ei hambre, el sudor y todas las intemperies de las estaciones. En ningún pais el trabajo de los campos es mas penoso, mas duro, mas fatigante y mas mal pagado. Sin duda esto es la causa que el cultivador chileno tiene tan poca energía para el trabajo, y si no fuera por la nece- sidad de ganar su pan, es probable que abandonase pronto toda tarea para entregarse á una dulce tranquilidad , y es lo que sucede cuando la paga los pone en estado de pasar algunas dias de ociosidad ; si entonces se les pregunta si no están contentos del trabajo, si no se les paga bastante para que no quieran trabajar, dan una respuesta afirmativa agregando flemáticamente que no Jes acomoda trabajar y nada puede hacerles salir de su primera idea. En 1835, en Valdivia y en Ciiiloe en donde el cultivo de las papas dobla la cantidad de la subsistencia, veia á las peones ocupados dos ó tres dias á la semana, y las ganancias les bastaban para comprar sidra y papas para cuatro ó cinco dias de re- poso. En las cercanías de Santiago, etc., el trabajo es mas continuo, pero el sábado, que es el dia de pago, pasan su tiempo en las chinganas ó en el juego y todo lo que han ganado en la semana desaparece á veces en algunas horas. En general están tan seguros de encontrar trabajo que son hasta cierto punto dueños del mercado, siendo inferior la oferta á la demanda y tendiendo por consiguiente á hacerse mas caro. Su carácter moral es generalmente ventajoso para ellos, sobre todo lejos de las grandes ciudades y de los ferrocar- riles tan perniciosos á los recien llegados por la heterogenei- dad de las costumbres y caracteres de tantos trabajadores. Es bueno, honrado, inteligente, muy hospitalario, dotado de alguna malicia, respetuoso delante de su señor, no DE LOS CAMPESINOS. 153 osando jamas entrar en su casa con sus espuelas y mantenién- dose á cierta distancia para hablarle. A pesar de ser muy amigo del cigarrito no se atrevería nunca á fumar en su presencia aunque bastante alejado y obligado á esperar, á menos que no obtenga el permiso que viene á pedir. Pero á todas estas cualidades es menester agregar los que provie- nen en parte de esa raza india que saca las tres cuartas parles de su origen. Muy desconfiado, hasta hipócrita, pierde bien pronto esa timidez que manifiesta á su llegada á la ciudad. Su inclinación al juego y á la bebida es muy grande y gasta en esto todas sus ganancias. Es en estremo reservado con su patrón ó su superior apesar de serle adicto, no mirando jamas por sus intereses ni tomando su defensa y permaneciendo mudo ante las fechorías de un compañero aunque este sea á veces su enemigo. Es este, necesario es confesarlo, un sentimiento de buena inteli- gencia muy común en esta clase, y que la naturaleza parece haberles inspirado para compensar su inferioridad respecto de sus señores á veces injustos para con ellos. Es menester esperar, para el bien del pais, que este carácter de descon- fianza y á veces hasta de hostilidad, desaparecerá cuando se vean reunidas por lazos de recíproco interés la clase de los ricos y la de los pobres, imponiendo á los primeros la justicia y la benevolencia que les falta harto frecuente- mente y á los otros el cumplimiento físico y moral de sus deberes. Otro de sus hábitos que lleva igualmente en sí el carácter de su origen indio, es la repugnancia que en todo tiempo han manifestado los colonos por la vida social. Durante largo tiempo las instituciones municipales no habian po- dido ejercer sobre ellos ese espíritu de cohesión que du- plica la fuerza física, moral é intelectual de los habitantes de las ciudades. Era esta una costumbre del todo contraria á- lo que pasaba en los siglos XV y XVI en los que to- dos los cultivadores se apresuraban por la tarde á vol- AGRICULTURA CHILENA. verse á sus villas ó caseríos para dormir allí con toda seguridad. Los campesinos de España sobre todo eran esencialmente urbanos, y en sus campos raras veces se veian granjas ó grandes establecimientos de babitacion, asi como en los de toda la raza latina, bajo este punto de vista tan diametralmente opuesta á la raza eslava. En los prime- ros tiempos de la conquista de Chile forzoso fué á los Es- pañoles seguir sus antiguos hábitos por la necesidad en que se encontraban de defenderse mutuamente • pero mas tarde, cuando el elemento araucano se inoculó en la sangre española, y cuando por el establecimiento de las encomien- das las haciendas comenzaron á poblarse, se vio entonces desaparecer poco á poco estos habitantes y pronto el pueblo á retirarse á los mismos campos para no salir mas de ellos. La agricultura debia sin duda ganar con esto, pero la civili- zación retrogradaba tanto como se ve por la carta que en 1700 escribía al Rey de España el obispo de Concepción don Francisco de la Puebla González , en la que le manifestaba todo su dolor por el estado de barbarie en que habia encon- trado todo el pais comprendido entre esta ciudad y San- tiago, no habiendo visto una sola aldea y sí solamente muy malos ranchos habitados por familias sin costumbres ni religión. Por lo que se decia en esta curiosa carta el Rey ordenó eí5 una real cédula de abril de 1703 que todos los campesinos habitaran en aldeas que debían formarse, so pena, en caso de denegación, de ser desterrados ó en- viados á los presidios. Otras muchas reales cédulas habían ya prescrito á los encomenderos que impidiesen el trato de ios Chilenos con los indios de encomienda, y que reu- niesen á aquellos en una especie de confraternidad con la esperanza sin duda de ver á todos los cultivadores poner en común sus buenas cualidades y llegar así á un grado de civilización al que no puede pretenderse sino por el espíritu de emulación y de amor propio que suscita la sociedad. DE LOS CAMPESINOS. Apesar de estas severas ordenanzas, el cultivador chileno no ha podido ¡¡unca conformarse. Fué con gran dificultad que la comisión de población establecida en 1740 llegó á poblar algunas aldeas que acababan de fundarse, apesar de todas las ventajas materiales que ofrecieron á los primeros habitantes. Esta vida solitaria, tan semejante á la de los araucanos, está todavía en todo su vigor en esa clase de la sociedad chilena. Los ranchos se encuentran algo dispersos, y por una larga costumbre y á causa también del aleja- miento á que sus deberes les obligan, no quieren acer- carlos lo que ocasiona un gran perjuicio á u civilización. La moral, la instrucción, y aun el bienestar no penetran allí en nada ó muy difícilmente; y esto junto á la ausencia de todo testigo hace que las venganzas y resentimientos -se satisfagan con facilidad y que las personas perseguidas por ¡ajusticia encuentren allí un seguro refugio. Muchas veces los hacendados, cuando la gran eslension de la hacienda no contrariaba sus miras, han tratado de reunir á todos ios in- quilinos y sirvientes en un solo punto para dar lugar á la formación de esas pequeñas aldeas agrícolas como sé ven tantas en Rusia. Por medio de este género de reuniones fá moral y la instrucción ganan mucho; el mas pequeño robo es conocido, pero aunque lodo esto tienda al bienestar de estos agricultores, ellos con todo no pueden resolverse á realizarlas y los hacendados se ven casi siempre obligados á abandonar sus filantrópicos proyectos. Como los Germanos del tiempo de Tácito conservan siempre muy vivo el amor á el aislamiento, lo que como hemos dicho, es muy opuesto al espíritu de la raza latina pronta á agrupar sus inoradas en pequeñas aldeas. Esta gran diferencia de los campesinos chilenos con los de España prueba, mas que toda otra cosa, que la sangre europea se ha mezclado ñiuy poco en esta clase de la sociedad Otro no menos grave inconveniente de este aislamiento, es la dificultad en q¡¡e se encuentran los buenos padres de AGRICULTURA CHILENA. familia de dar alguna instrucción á sus hijos apesarde las vivas solicitudes de los hacendados. Hay todavía es cierto algunos pocos hacendados bastante egoístas para felicitarse de esta ignorancia con la esperanza de que, inmovilizando el estado de peón en cierta clase de habitantes, llegaran mas fácilmente á someterlos á su dependencia; pero el mayor número al contrario trata de establecer escuelas á su costa, y hasta obligan á sus inquilinos á enviar sus hijos á eüas animándolos con promesas y atenciones. Esto es lo que hace el filántropo don Rafael Larrain queriendo cambiar ante todo la actividad de sus campesinos, en el dia pura- mente física, en actividad inteligente y mas provechosa. En otras ocasiones son estos mismos padres los que en sus mo- mentos de ocio se hacen los institutores de sus hijos é hi- jas, recibiendo también los niños de sus amigos, sea oficio- samente, sea mediante una retribución. Es este, esceptuando algunos pocos profesores particulares, el solo medio de ins- trucción que poseen estos campesinos, instrucción bien dé- bil, bien incompleta, que los niños no pueden todavía adquirir algunas veces sino haciendo una diaria jornada de una ó dos leguas. La sabia administración del presi- dente Montt tiende felizmente á hacer desaparecer este vicio fundando pequeños centros de población y estable- ciendo escuelas fiscales. Esas escuelas se han multiplicado tanto desde hace algunos años y sus progresos han sido tan reales, que en el dia, no incluyendo los niños de uno á siete años, Chile cuenta un hombre por 4,55 que sepa leer, una mujer por 8,28. y de los que saben escribir la relación es de uno por 5,61 los hombres y de una por 10,95 las mujeres. En ciertas provincias los profesores dan de vez en cuando algunas lecciones de agricultura, lo que no puede dejar de ser muy ventajoso para jóvenes llamados en su mayor parte á los trabajos del campo. Las habitaciones de los campesinos tienen el sello primi- tivo de la edad media. Son muv sencillas, bastante sucias, R*r» • ^ DE LOS CAMPESINOS. 157 sin ninguna comodidad cuando seria tan fácil procurárselas. Los mismos campesinos son Jos que las conslruyen, ya con zarzos cubiertos de tierra en el norte, ya con troncos de árboles ó tablas en el sud, ya con tierra pisoneada que es la materia que mas se usa porque encontrándose en todas partes se hace la habitación con mucha economía. Son ade- mas templadas en invierno y frescas en verano, y duran largo tiempo, á causa de la sequedad del pais, si se ha te- nido cuidado de pisar bien el suelo empleando poca agua para impedir la humedad. Las primeras formadas por muros de ramas llamadas quincha, son todavía mas económicas porque algunas estacas ligadas las unas con las otras por medio de travesanos mas ó menos fuertes armados con vo- quis ó tallos flexibles de plantas sarmentosas, componen la armazón. Esto soporta ramas de árboles, ya con sus hojas lo que forma simples cabanas, ó ya con los palos solamente cubiertos de colihues que cortan en los cerros ó que com- pran á veinte reales el millar, y entonces se los cubre con tierra amasada que se estiende por fuera y por denlro con la mayor regularidad posible como lo hacían antes los in- dios de América en Nicaragua, etc. Estas rústicas moradas tienen techos de madera, de tejas, ó de barro; en todos los casos avanzan lo bastante para que sostenidos por pilares de madera que se colocan de distancia en distancia, puedan formar esa especie de pasillo abierto que hemos visto ya en las casas de los propietarios. Eo 1830, en la provincia de Concepción, un carpintero del campo se comprometía á fa- bricar una de estas casas para una familia á razón de 25 pe- sos suministrando todo lo necesario. Según la posición del individuo, estas viviendas siempre desprovistas de chimeneas, se componen de muchos com- partimentos, ó á veces de uno solo que sirve para toda la familia formada en ocasiones por veinte personas entre niños, yernos, primos, etc. La cocina es casi generalmente una cabana aparte, y no posee por lo regular otros tras- ■ i AGRICULTURA CHILENA. tos ó utensilios que algunos toscos platos de barro hechos en los alrededores, y algunas piedras, de las que las unas sirven de asiento y las otras colocadas en medio del hogar se emplean para sostener ía marmita. Allí es donde pasan una parte del dia los ociosos y los malos trabajadores, á veces sin decir una palabra ó solo pronunciando alguna que otra de tarde en tarde, y en medio de una cantidad de perros enflaquecidos por un continuo ayuno : en Chiloe son los puercos los que bajo un nombre de bautismo cristiano acuden á visitar la sociedad. Los ranchos de las familias mas acomodadas están mucho mejor dispuestos. Se compo- nen entonces de varios cuartos destinados los unos á las niñas, y los otros para ciertos trastos y las provisiones •, el del jefe de la familia, siempre algo mejor amueblado, sirve casi siempre de comedor y de sala de trabajo. Las ventanas son raras, siempre sin vidrios, y á veces no las hay, lo que unido al ancho techo del pasillo, hace las piezas muy oscuras. La lámina 12 del atlas titulada bodegón representa uno de estos mejores ranchos provisto al frente de un techo de ramas sobre el que se secan legumbres, carne y otros objetos de consumo. A! lado de la puerta se encuentra un trípode soportando un cántaro para el agua, y algo mas lejos una mujer ocupada en moler entre dos piedras el trigo tostado que debe servir para hacer el hulpo. Los alrede- dores de estas moradas corresponden perfectamente á su estado de sencillez y de abandono. No se ve por lo general ni jardines ni árboles para refrescar la atmósfera, nada en fin que pueda alegrar la vista y procurarles esos goces campestres que tanto contribuyen á la felicidad del hombre. Es este un vicio que ahoga entre ellos todo senti- miento de bienestar físico y moral, notándose sobre todo en el interior de las tierras, en los parajes alejados de las ciudades y poblaciones : allí la choza del campesino no con- siste á veces mas que en una sola cabana aunque en el sur la humedad hace estremadamente insalubres esta clase de DE LOS CAMPESINOS. habitaciones. Por todos estos motivos y por otros muchos aun mas desventajosos el Señor don Benjamín Vicuña queria que en la esposicion de 1857 se votase un premio de 200 pesos « para el que presente el mejor modelo de habitación para estos campesinos, con los materiales mas baratos, los muebles mas cómodos y los precios mas con- venientes. » El campesino chüeno retirado en su campo y alejado de toda sociedad, se ve en la necesidad de ser á la vez su teje- dor, su sastre, su carpintero, su aibañil, etc. Sin duda entre algunos la falta de estos artesanos despierta el razonamiento y estimula al mismo tiempo su destreza, su espíritu de invención y de recursos, pero el mayor número sin gusto y careciendo de esperiencia queda siempre inhábil para estos trabajos , y por consiguiente no debe estrañarse si sus muebles son poco numerosos, muy sencilios y hechos muy groseramente. La pieza principal, la única verdaderamente amueblada y que sirve generalmente á la vez de cocina, de comedor, de cuarto de trabajo y de dormitorio, no contiene de ordinario sino una mesa pequeña, pero muy sólida, algu- nos bancos ó sillas de madera cubiertos á veces con una aí- fombrita ó con pellones, algunas malas imágenes de santos en las paredes, ó alguna estaíuitade la Virgen bajo un fanal de vidrio; y en eí fondo un catre de madera blanca llamado cuja, con uno ó dos colchones, y cortinas, ó bien un simple marco de madera con tablas atravesadas sobre el cual se estiende un cuero de buey mas ó menos bien cosido para sostener el colchón. Aunque á veces esta pieza sirve también de cocina, esta por lo general ocupa una cabana aparte, y allí es donde con mas frecuencia están las personas ha- blando con las niñas ocupadas en hacer de comer y en medio de los perros y gallinas de que no pueden librarse apesar de los golpes que les dan con un bastón largo que para este objeto tienen siempre á la mano. Por la noche la pieza está alumbrada por una vela, y en •I;*, ' AGRICULTURA CHILENA. muchas partes por un candil que es un platillo lleno de grasa en medio del cual nada la mecha. Los jóvenes duer- men generalmente en verano debajo del corredor, tendidos en sus pellones, y en invierno en sotechado lleno de paja. Todas las jóvenes y los niños duermen en el mismo cuarto, de frecuentemente al lado sus padres y aun al lado de re- cien casados sin que la moral se ofenda. Cuando se piensa por otra parte, que esta pieza no tiene sino algunos metros cuadrados de superficie y que eslá por lo regular privada de ventanas, no puede menos de lamentarse la imprevisión de esta acumulación de personas propia para viciar el aire aunque, á causa de la humedad del piso siempre irregular, están obligados á veces á tener la puerta entreabierta. En el sur la pieza principal tiene un estrado, especie de tarima fijada á lo largo de la pared del lado de la ventana siempre sin vidrios. En este estrado, por lo general cubierto con una alfombra del pais, pasan el dia la mujer y las niñas sentadas en cojines á la manera oriental y ocupadas en trabajos de aguja cuando los de la casa no las retiene. En la noche se ponen generalmente allí colchones para servir de lecho á estas niñas, ó á los estranjeros., y por la mañana vuelven á quitarse para reemplazarlos por los cojines que han servido de almohadas. La comida de las gentes del campo es muy sencilla, pero necesita esté sea preparada con una pimienta capaz de dar vigor á las fibras relajadas por el calor y las bebidas de agua de que hacen uso, y esta pimienta es el ají cuyo consumo es muy grande. En general su pereza é indolencia son causa de que vivan muy mal, comiendo las mas de las veces legum- bres y sobre todo papas, fréjoles, alverjas, trigo y maíz sea á manera de arroz sea en harina tostada, y en raros casos carne, prefiriendo vender algunos animales que ellos crian y que nunca les faltan. Cuando es el hacendado quien los alimenta, parece estarse todavía en la edad media por la gran uniformidad de sus comidas, porque no se componen »E LOS CAMPESINOS. 161 mas que de un solo plato de fréjoles en el norte y de alver- jas en el sur, cocidos simplemente en agua ó aliñados con un poco de grasa ó de chicharones (i). Este es el alimento de todo el año, el que ellos por otra parte prefieren y piden pretendiendo que los hace mas fuertes y sufridos para el tra- bajo, lo que los resultados parecen confirmar. En otro tiempo comían pan raras veces, lo que tenían de casi común con sus amos como lo demuestra un documento que dice, que aun en el siglo XVIÍÍ las personas ricas de Talca preparaban el suyo en el momento de ponerse á la mesa haciéndolo cocer en las cenizas, Era este un pan sin levadura llamado torlilla que aun se usa en los ranchos, pero que se hace cada día mas escaso desde que Ja introducción de buenos molinos permite obtener la harina á bajo precio y de muy buena calidad. Por lo demás, las personas que creen en la gran necesidad de la carne son sobrado esclusivas en su opinión, no reflexionando que en los países cálidos en donae un alimento no se gasta en reparar las pérdidas de calor, los habitantes son naturalmente inclinados á la sobrie- dad y prefieren el uso refrescante de las legumbres y frutas como se observa en esos países. A este respecto las frutas son muy apreciadas, las personas de toda edad y sobre todo (0 En 1860 el Mercurio hablando de los peones que no reciben mas que 2 centavos y su comida que deben partir con su familia, Z " cuotidianos, dice, son los fréjoles, las papas, el trigo y la harina A su íam « Ip . T' °ír° dG trÍg0' * Y eS eSe bastante alimento para una \Z ? ¿ .C7ld;ra.comPuesta ^ siete personas 2 libras de pan, 2 de tuao y 2 de fréjoles diarios cuando el ordinario comer es una libra de pan media de nueces ó trigos una de fréjoles y otra de trigo machacad Segl el al n en t TT T dG ^k P1'°VÍnCÍa dGt MaUl8 Cada individu0 "ra en alimentos vegetales, a saber -. trigo, 30 alm , 2 p. 2 r.; - maiz, 6 alm 4 r • nejóles, 2 alm 3r,- ají, 1/ie alm., i r.; - cebollas, 45 cabezas, 1 r. - knar ínTí V V*' 7 ^ aUment°S anÍmaIes Carne de vaca 5 ^raa XLs «i mn \e\Gn' *í 1Íbl'aS ^^ t0d°- C°men tambie" *V¿ de caíra P abundantes en los ranchos y no les falta la leche de vaca ó .1: Agricultura. 11 AGRICULTURA CHILENA. los niños no temen comer una gran cantidad de ellas aun cuando no estén enteramente maduras, lo que ocasiona a veces graves enfermedades. En cuanto á la bebida si se con- tentan con el agua en sus comidas ordinarias, no sucede lo mismo en el tiempo de las vendimias y en las grandes fiestas sobre todo en la de un matrimonio. Entonces la cincha, el chacolí el vino mismo vienen á remojar los pasteles tan generalmente gustados y compuestos de picadillo ó pino de cordero mezclado á veces con carne de pollo y cu- bierto con una capa de maiz molido con azúcar, grasa, salpi- mentado, como siempre, con mucho ají y otros condimentos. Estos pasteles hechos también con fréjoles verdes, cebollas, aceitunas, etc., se hacen cocer en el dia para comerlos ca- lientes, v faltan muy rara vez en la mesa en un día de ga a. Otro plato que también aprecian mucho es el cochinillo cocido en agua después de quitarle la grasa y haberlo sa - pimentado interiormente con ají, pimienta, etc. Cuando al- ien ¡nquiiino prepara uno de estos cochinillos al que dan el nombre de chancho arrollado, peones é inqmhnos acuden a su ca*a, y en estas reuniones en que la chicha se consume en abundancia, gastan todas las ganancias de la semana Sus noches se pasan de una manera harto monótona; las mujeres ocupadas en preparar la cena y los hombres sen- tados en la parte esterior de Sa casa en el verano, y en in- vierno en la cocina tratando de cosas insignificantes ya veces sin decir una palabra. Al caer la noche, es decir a la oración, toman su mate, al que son muy aficionados, o bien cuando no lo hay la reemplazan por una bebida de agua caliente preparada con azúcar y limón y muchas veces con un poco de aguardiente, y después todos arrodillados rezan el rosario haciendo coro á una persona respetable que re- pite la oración. Terminada esta, cenan y van inmediata- mente después á acostarse para levantarse temprano, los unos montan entonces á caballo y van á dar sus primeras vueltas de inspección, los otros se dirigen a su trabajo, y DE LOS CAMPESINOS, los jóvenes van á cuidar la huerta en donde se cultivan las legumbres y sobre todo las papas y ías cebollas, etc., tan útiles á sus necesidades. Las mujeres, siempre sedentarias, se ocupan, esperando la hora de preparar la comida, en hilar lana que ellas mismas han teñido perfectamente de amarillo, azul, rojo, verde, con sustancias todas del país, esceptuando el añil ; con ellos tejen ponchos, frazadas, al- fombras, etc., y por esto se ve generalmente al lado de la casa un telar compuesto de cuatro maderos y dispuesto en un cuadrado largo y á veces de dos varas lo que permite que trabajen dos. El Señor Gandarillas querría ver multi- plicarse estos telares con el concurso de la Sociedad de Agricultura, en provecho de 3a moralidad de estas mujeres con frecuencia privadas de trabajo, pero sin duda por indo- lencia, porque en Chile las mujeres son fuertes, diestras, y las de la costa generalmente acostumbradas á la fatiga no temen emprender los trabajos mas rudos tales como las cosechas, la labor de la tierra, etc. , como se ve en el interior del pais. Sus vestidos, confeccionados por las mujeres, consistían antes en una especie de género muy flojo de lana cordada, hilada y tejida por estas mismas mujeres y teñido casi siem- pre de azul con el añil que el comercio recibe de Centro- América, etc. En ei día prefieren, por especulación, vender esta lana, y cubrirse con las cotonías que los estranjeros y sobre todo los ingleses importan á bajo precio. Á mas del vestido ordinario los hombres, cuando montan á caballo, cubren sus piernas con una especie de manga de lana que sube hasta los muslos y que se dobla después para su- jetarlas con unas ligas puestas bajo las rodillas; esto es lo que llaman botas de campo en el pais y se parece en efecto á uno de esos calzados que no tuviera mas que la caña. Los zapatos son ya de forma ordinaria, pero de suela muy gruesa y adornados con algo de rojo, ó ya compuestos sola- mente de un pedazo de cuero un poco levantado por detras UTO iííSii'. ! 1 1 k ; ] i.;* >' K:'^i 464 AGRICULTURA CHILENA. y doblado por delante para formar el empeine : este calzado llamado ojota es muy usado por su baratura. Los sombreros varían según las provincias, y podrían caracterizarlas en rigor : en el norte son de paja de pita y de forma natural, en el centro son por lo general de copa redonda con alas corlas y dobladas hacia abajo, y en el sur son de fieltro de color blanco, negro ó azul con ó sin alas y en forma de pilón de azúcar puntiagudos ó sin punta 5 los de los baqueros son siempre muy grandes, de alas muy anchas é igualmente de fieltro. En fin, para completar su vestido, el Chileno, fuera de sus ocupaciones, se cubre con una especie de frazada en general de lana con un agujero en medio para dejar pasar la cabeza, de manera que esta frazada se detiene sobre los hombros y desciende hasta el vientre; en esíe caso se le llama poncho, y si llega hasta las rodillas ó mas abajo se le da el nombre de manía. En uno y otro caso sirve de capa ala clase inferior que no sale casi nunca sin cubrirse con ella, y pone en ella una especie de coquetería queriendo tenerla fina, á veces rica y de colores vivos á pesar de que las mujeres del campo que las tejen traían, por la mavor facilidad, de teñirlas siempre de azul. Su uso es tan apreciado contra los ardores del sol y sobre todo contra el polvo de los campos, que las gentes ricas y aun los estranjeros se apresuran á ponérselas tan luego como montan á caballo. De algún tiempo á esta parte los agricul- tores han puesto en uso las blusas en el sur (1) . Pero la mas grande ambición del Chileno, la que mas realza el sentimiento de su dignidad, es tener un esceleute caballo y una buena montura ó avío. Esta montura com- (t) Según el Señor Gandarillas, el campesino gastará todos los años en subcos cuatro camisas de 4 á 5 ,, dos pares de calzones a 2 r cada uno- dos chaquetas, 4 p. las dos; dos chalecos de 3 r. cada uno , nn calzon- ee , L sombrero de paja de Guayaquil*) ™^J™¡¡£ patos á 9 r, un poncho de 3 p, dos pañuelos á real No ha en use d me- dias ó muy raramente y en tal caso son las mujeres las que las trabajan. DE LOS CAMPESINOS. 165 puesta de muchas piezas es bastante voluminosa para obligar ai ginete á tener las piernas muy abieiias, de allí nace la necesidad de usar esas grandes espuelas con sus largas ro- dajas que causan siempre tanta sorpresa al estranjero. Esta montura llamada avio se compone de tres ó cuatro pequeñas pieles de carnero llamadas sudaderos que se ponen sobre el lomo del caballo y sirven de cojin á la tan tosca silla del pais llamada enjalma. Encima se ponen aun otras tres ó cua- tro pieles nombradas pellones, estas provienen del producto de cabrones con ovejas. Estos pellones de lana larga en es- tado de naturaleza ó forrados á veces con grandes mangas de un tejido ordinario, están cubiertos con una piel mas ó menos bien trabajada y sujeto todo por una cincha que pasa bajo el vientre del caballo. Es bastante curioso ver el amor propio que pone el Chileno en colocar estas numerosas pieles y en arreglarlas de manera que la una no sobrepase á las otras perdiendo en esto un tiempo harto largo obligado como está á pasar diez ó doce veces de un lado á otro del caballo para ver si todo está bien puesto. El peso ya consi- derable de esa silla singular se aumenta todavía con dos enormes estribos de madera simplemente hueca, y con las alforjas para las provisiones que el ginete coloca siempre en la parte trasera de la silla. A todo esto es menester agregar unas riendas redondas de cuero torcido con un freno particular como de doce libras de peso y cuyo bocado, de un grosor muy incómodo, lastima con frecuencia la boca del caballo sobre todo en los momentos de grandes cabal- gatas, y finalmente el lazo, ese compañero fiel de todo ginete obligado á pillar por ia mañana su montura en los prados y campos en donde pacen en libertad todos los ani- males. Este lazo se hace cortando un cuero siguiendo una línea paralela á la circunferencia y llegando así hasta el centro. Cuando está fresco todavía se amarra á una pared ó á un árbol para poder torcerlo y después de dejarlo secar se le da grasa frotándolo con un instrumento de madera 1 AGRICULTURA. CHILENA. llamado mordaza, lo que lo hace mas flexible y manejable, cualidades que por otra parle adquiere mayormente con el trabajo Tal es la montura del habitante de Chile, del rico como del pobre, sirviendo de cama á estos últimos, y á veces á los primeros cuando sus ocupaciones les obligan á hacer cortos viajes. El precio varia mucho : las hay que cuestan una veintena de pesos comprendida la brida que tiene siempre algo de plata", y el lazo de un valor de 10 á 20 reales. Las de los ricos son mucho mas hermosas, algunas cuestan hasta 500 pesos comprendiendo las espuelas, que son siempre de plata y que pesan de 7 á 8 marcos, es decir un valor como de 100 pesos. El vestido de las mujeres es todavía mas sencillo. Consiste en una enagua y un vestido de lana azul, que generalmente trabajan ellas mismas, y que ciñen á su cintura ; tienen el pe- cho cubierto con la camisa y á veces con un rebozo formado de una banda de grueso género de lana mas larga que ancha con la cual se envuelven de una manera graciosa echando hacia afras una de las puntas. En otro tiempo no se veian en los campos, y aun en la ciudad cuando las señoras esta- ban en su casa, mas que esta clase de rebozos, de los que los rojos de Castilla llevaban la palma, pero en el dia comienzan á usarse con frecuencia los chales de seda que el comercio les lleva á buen precio, y también los vestidos de algodón como mas elegantes que los de lana. En las ceremonias y fiestas las jóvenes se adornan la ca- beza con flores y cintas. Ellas saben arreglar con arte las hojas y las flores en su cabellera que reunida en dos trenzas cae sobre las espaldas en largas colas terminadas por un lazo de cintas. Este peinado de las jóvenes de las ciudades es también adoptado á veces en los campos. CAPITULO IX. CONTINUACIÓN DE LOS CAMPESINOS. Relaciones de los campesinos entre sí. — Moralidad. — Matrimonios. — En- fermedades y medicamentos. — Ganancias.— Sistema de tareas.— Gastos de una familia. La unión es bastante grande entre las gentes del campo, sobre todo cuando se trata de sostenerse en contra del patrón . Como en general tienen muchos hijos casi todos son com- padres, y con este título es con el que se saludan de ordina- rio, á veces también con el de tocayo cuando es uno mismo su nombré de bautismo, y anteponen el ño que corresponde al don, cuando no hay entre ellos gran amistad. Les gusta por lo general abreviar y aun desnaturalizar los nom- bres de bautismo cuando se encuentran en la necesidad de usarlos , así para ellos Agustín es Cucho , Bernardo Beño, José Coche, Francisco Pancho, Gregorio Goyo, Hi- pólito Polito, etc. Algunas veces se reúnen para entregarse á regocijos-, los mas grandes para ellos son las carreras de caballos, las peleas de gallos, su juego de bolas y las fies- tas religiosas, á las cuales son muy adictos. En otro tiempo cada semana á lo menos tenia casi la suya, y si hoy dia una civilización mejor entendida ha hecho desaparecer muchos de aquellos dias de holgazanería y de embriaguez sus ranchos ofrecen todavía muchos santos e imágenes de devoción á los cuales se pone con frecuencia velilas encen- didas Son también grandes jugadores y jugarían en oca- siones todos sus vestidos. El domingo van con gusto á la iglesia aunque esté á veces á dos ó tres leguas de distancia, y es tal á veces lo pequeño de la iglesia que sin bajarse del AGRICULTURA CHILENA. caballo oyen la misa desde la puerta; después se van al bodegón vecino á beber y á ver bailar sin tomar parte al- guna en esta danza. En esta especie de reuniones se susci- tan con frecuencia serias disputas provocadas sobre todo por la bebida; antes el Chileno se armaba inmediatamente con su cuchillo y envolviendo el brazo izquierdo con su poncho á guisa de escudo, se avanzaban el uno contra el otro para herirse. En el dia, gracias á un decreto dado en tiempo de Portales, está prohibido llevar esos cuchillos puñales, y por esta causa esos combates, muchas veces de funestos resul- tados, se han hecho muy raros. A causa de esa vasta soledad en la que viven la mayor parte de los campesinos chilenos podría creerse que, como en las pampas de Buenos-Aires, el guaso no tiene otras leyes que su capricho y su resentimiento ; pero no sucede así de ningún modo : la justicia, aunque con frecuencia algo descuidada, se ejerce allí de una manera regular y felizmente su tarea no es ruda ni grave, porque en el fondo de estas montañas el guaso chileno es siempre sociable, de buena fé, religioso en el fondo aunque supersticioso, fatalista y reci- biendo todos los acontecimientos con la frase sacramental , asi me convendría, palabras de resignación y de supremo consuelo. En este punto la diferencia es muy grande entre las gentes del campo y las de ciudad en donde hay sin comparación menos probidad , sobre todo después de las guerras de la independencia, las que pueden considerarse como el punto de transición del estado patriarcal al estado de alta civilización. Por desgracia, se diría que este último estado no puede marchar sino con los vicios; que las ciu- dades mas populosas y mas ricas de América como de Eu- ropa no viven sino á espensas de todas las virtudes para sa- tisfacer todas esas facticias necesidades que la sociedad no cesa de crearse, y es en efecto allí donde se notan los gustos mas depravados. En los campos de Chile, es cierto, ha ha- bido siempre robos de animales que la impotencia de ia DE LOS CAMPESINOS. justicia no ha podido nunca estorbar, hay aun verdaderos salteadores, sobre todo en la frontera en donde la sangre araucana domina todavía en esos ranchos aislados en medio de esos hombres acostumbrados á oir el relato de los he- chos de los Pincheiras, y dispuestos siempre á la vida aven- turera; pero en general los ladrones de otras provincias atacan con preferencia las frutas y las legumbres no consti- tuyendo sino rateros, y la facilidad de procurárselas y de sustraerse á la acción de la justicia ha hecho que se au- menten en todo tiempo apesar de las escesivamente severas ordenanzas que, bajo el gobierno colonial, la real audiencia habia formulado contra ellos. En las ciudades, al contrario, hombres de mala fé, verdaderos ladrones que atacan Sas personas ó las cosas, se encuentran comunmente, y ocupan con frecuencia á los tribunales con sus delitos. En este caso la justicia se hace por la justicia ordinaria , pero en los campos es un propietario quien como subdelegado hace prender ai culpable y le castiga con uno ó dos dias de cepo según la gravedad del delito. El cepo, especie de cangue china, varia tanto en su forma como en sus efectos. Cuando el tiempo del castigo ha de ser largo, el paciente está con alguna soltura, el dolor es mas soportable y puede cambiar de posición ; pero cuando debe ser á la vez corto y rudo, para mortificarle mas, se le coloca en el cepo por el cuello. Otro cepo llamado de campaña es peor todavía, por- que el paciente queda sentado en tierra con las manos ata- das entre las piernas y con un palo que pasa bajo las corbas y sobre los brazos. Es esta una posición de las mas penosas y crueles y no puede soportarse mas de una hora. Por lo demás estos castigos se imponen solo por los delitos pe- queños y al arbitrio del hacendado ó de su representante; pero cuando un robo está calificado, ó cuando se ha dado una puñalada, el culpable es detenido en el cepo, única prisión del hacendado, hasta que el juez de la localidad en- vía celadores para conducirle á la prisión departamental. AGRICULTURA CHILENA. fa% Estas plazas de celadores, como cargos concejiles, son tem- porales y sus viajes son pagados por los prisioneros 5 en caso de imposibilidad por falta de bienes se hacen gratis como trabajo de servidumbre-, lo mismo sucede respecto de los jueces de distrito obligados por la constitución á de- sempeñar este cargo por cierto tiempo (1). Por otra parte, la justicia, las mas veces, no tiene efecto alguno sobre el culpable : el ofendido se queja en muy raras ocasiones, prefiriendo hacérsela por sí mismo sea en secreto sea abier- tamente^ en este respecto el rencor es tan tenaz como por- fiado. En 1833, me citaban el de un individuo de San- tiago que siguió al que le habia insultado hasta la Serena y desde allí á Valparaíso en donde llegó á alcanzarle y á ase- sinarle. Felizmente estos casos, aun harto comunes en Chiloe donde los campesinos tienen todavía el sello de su carácter indio, lo son mucho menos en las otras provincias de la República. Los Chilenos de los campos se casan temprano de ordi- nario, de diez y seis á veinte años los hombres, y las mu- jeres de catorce á diez y siete. No es raro ver jóvenes casarse con mujeres de mucha mas edad que ellos, ya porque posea alguna cosa, ya porque saben manejarse con mas maña. El día del matrimonio es de gran regocijo para todos los pa- rientes. Los novios son acompañados á la iglesia, por lo regular lejana, al son de la guitarra, del rabel, pequeño vio- lincito, y déla tutuca, especie de flauta, entrando en la igle- sia, con grandes demostraciones de gozo. A la vuelta se de- tienen en todas las casas de amigos y conocidos, donde beben y cantan hasta no poder mas. Así recorren un gran número de ranchos, pasando á veces por bajo de arcos de triunfo, hasta su llegada al hogar en donde encuentran una gran comida compuesta de corderos, gallinas y sobre todo (1) En Chile los robos de animales domésticos son los mas numerosos : en 1844 sobre 701 sentencias interíocuíorias y definitivas de la corte suprema se contaban 87, es decir 1/8 parte. 3EE DE LOS CAMPESINOS. 171 pasteles. El vino y otras bebidas principalmente el aguar- diente anisado no faltan jamas, porque el chileno que de ordinario no bebe sino agua, no podría en tales momentos abstenerse de esta especie de bebidas. Los lazos de familia son harto estrechos, y á este res- pecto el jefe difiere en mucho del gaucho de las pampas, donde en medio de una vasía soledad y como entre los pueblos semicivilizados, obra como tiranuelo exigiendo una ciega obediencia de parte de su mujer y de sus hijos. Estos por lo general son numerosos, ocho ó diez y aun mas, y apesar de esto la violencia moral inventada por Malthus está lejos de ser invocada en favor de este exceso de población. La debilidad de esta es al contrario el vicio dominante de la prosperidad chilena, y este vicio reside en el poco cuidado que se da á los niños enteramente abando- nados á su suerte y á sus instintos. Por la transición ope- rada en la fortuna pública á causa de la independencia hu- biera podido creerse que la población rural marcharía casi á la par, pero los datos estadísticos prueban una gran diferen- cia en sus relaciones. Esta negligencia de parte de los padres respecto de sus hijos, unida á su constitución con frecuencia escrofulosa sea por herencia, sea por las enfermedades venéreas de sus ascendientes, por la falta de cuidados en su infancia, y por su avidez en comer las frutas aun antes de su sazón, da lugar á numerosas enfermedades y por resultado una gran mortalidad. Se observa con todo que en los campos mueren muchos menos que en las grandes ciudades, sobre todo que en Santiago, probablemente á causa de ese calor concen- trado tan fatal siempre á la disentería , una de las enfer- medades mas comunes y peligrosas. Todos Sos años el nú- mero de niños que allí mueren alcanza casi á la cuarta parte de los nacidos y á veces pasa mas allá : así en 1858 hubo nacidos 6,183 y muertos de uno á siete años 3,315, la mitad de estos recién nacidos. En los campos no tienen fr! AGRICULTURA CHILENA. médicos sino curanderos, y algunos de entre ellos se han hecho una grao reputación aun entre las personas de 3a alta sociedad. Puede citarse como ejemplo á Pablo Cuevas co- nocido bajo el nombre de médico de Chuapa, y en Santiago al nombrado Flores tan afamado por su destreza quirúrgica para componer las fracturas y dislocaciones de los huesos, lo que hacen igualmente bien los otros curanderos con motivo de la práctica que adquieren pronto en esta clase de operaciones siempre tan comunes de hacerse entre gentes que andan constantemente á caballo y en medio de tantos riesgos y peligros que ellos por otra parle buscan en tiempo de rodeos, trillas, etc., que son para ellos trabajos de placer y lucha. « Casi ninguno de los vaqueros de Polpaico, dice Benjamín Vicuña, deja de tenerlos huesos quebrados, prin- cipalmente la islilla. » Sus ideas en medicina son muy atra- sadas. Se resienten todavía de estas preocupaciones arauca- nas de las cuales emanan y de las supersticiones de la edad media. Para el campesino chileno toda enfermedad proviene de frió, de calor, de una mirada, de un susto, etc., y para curarla hacen uso de remedios tradicionales como lavativas de jabón, quillay, aceite, sal, que se echa de la mano izquierda, empleando ia otra en hacer el signo de la cruz, y que se toman después en el nombre de la Sania Tri- nidad. Por las bebidas se hacen con parquí, borraja, ro- mero, palo santo, cachanlagua, yerba-buena, en las cuales agregan á veces los objetos mas repugnantes como son las orinas humanas , los escrementos de caballos, los piojos de los niños y otras cosas que no hace mucho los campesinos de la Europa usaban también. Estas bebidas se tornan frías ó calientes y en el intervalo las personas pre- sentes rezan oraciones que son por lo ordinario algún ave ó algún paler cuando la enfermedad es de calor y un credo cuando proviene de frío. Todo se hace con mucho énfasis por médicos hombres ó mujeres mirados á veces como verdaderos adivinos. Si un médico de fama vive lejos de la MB DE LOS CAMPESINOS. casa del enfermo, los parientes le llevan de su orina y el médico la examina de un modo misterioso como si tuviera el poder de ver en ella figuras cabalísticas y después les transcribe, si sabe escribir, la receta la mas singular. Todos los campesinos, por supuesto, no son de una simpleza tal, pero se puede decir que generalmente entre ellos nunca faltan los rezos, las misas y las ofrendas de velas en honor de la Yírgen ó de algún santo que inspira gran confianza. Por lo que hemos dicho se ve que si el campesino es á veces desgraciado lo debe principalmente á su incuria, á su pereza, á su imprevisión. Por fortuna estos defectos co- mienzan á desaparecer gracias á las numerosas necesidades que no cesa de crear la nueva sociedad. Desde luego los campesinos de las cercanías de las grandes ciudades, esti- mulados por ese bienestar de que son testigos con frecuencia, se hacen de mas en mas económicos é industriosos. Los in- quilinos, en la hacienda en que viven, tratan de aumentar el número de sus animales, y este cuando este número no puede ya ser tolerado por el propietario, emplean sus econo- mías en la compra de carretas para transportar á las ciudades sus propios frutos ó los de otras personas. Mas tarde, cuando esas economías le permiten comprar algunas cuadras de tierra se hace propietario, aunque el terreno, sobre todo en ¡as cercanías de las grandes ciudades, cuesta precios exor- bitantes. Felizmente entre esas juiciosas gentes el valor del tiempo y del trabajo, esas dos bases que unidas á la inteli- gencia y á la actividad forman el gran poder de los capitales, lo es perfectamente conocido y saben apreciarlo. Este título de propietario es muchas veces para ellos un estímulo que les obliga á hacer nuevas economías. Se les ve entonces reunir poco á poco fortunas considerables, porque muy sobrios en sus necesidades las satisfacen con los pro- ductos de sus propiedades, y resulta de esto que todo es ganancia para la familia. No es raro encontrar, en los al- rededores de Santiago, algunos de esos propietarios impro- i7a AGRICULTURA CHILENA. m visados con una riqueza de 100,200,000 pesos y aun mas y que continúan con todo en su estado de cultivadores y hasta de inqui linos, como también sus hijos ocupados los unos como vaqueros, otros como capataces, otros como car- reteros acumulando así en la familia las principales ocupa- ciones de la hacienda ó de sus propiedades. A menudo se ha visto igualmente á simples mayordomos hacerse propie- tarios de las haciendas que administraban, haciéndose ricos allí mismo donde sus patrones, por incuria ó negligencia, no obtuvieron sino pobres entradas. En el (lia estos ejemplos se multiplican, bien que este título de propietarios se toma á veces en su perjuicio llenándoles de orgullo y de vanidad hasta hacerlos, de buenos trabajadores que eran, haraganes y desgraciados. En este caso, sus hijos mucho mas orgullo- sos todavía , siguen esta tendencia y abandonando sus campos y esa vida de dulzura y bienestar que inspiran, van á llevar una existencia precaria en las ciudades con gran detrimento de la agricultura y con frecuencia del orden. El propietario del sur, en donde un terreno de mediana es- tension es fácil de adquirirse, es sobre todo inclinado á esta vida de ociosidad y holgazanería. A la edad de treinta años y aun antes abandona ya todo trabajo, y permanece sin ha- cer nada, ó bien se entrega á una vida de agitación y de azar. Así, ¡ cuánta diferencia no hay entro el cultivador del sur y el del norte ! El uno ocioso é indolente no busca sino aventuras, ios acasos de la guerra, no pensando de ningún modo en crearse, por medio de la continuación del trabajo, riquezas tan fáciles de procurarse en tan fecundas regiones, y prefiriendo con mucho, como sucede también entre los campesinos de las provincias centrales, los traba- jos que hacen á caballo, lo que esplica su pasión por los rodeos, trillas, matanzas, etc.; diligente y laborioso el otro trabaja con una sostenida constancia y no abandona su tarea hasta el fin de su larga carrera. Esta diferencia es bien co- nocida por los hacendados, que prefieren como peones á los DE LOS CAMPESINOS. del norte, sin lamentaren nada el suplemento de sueldo que á veces les dan, seguros de tener trabajadores mas asiduos y mucho mas hábiles en el manejo de los instrumentos de los campos. Estos peones, por otra parte, tienen muchas mas comodidades, están mas bien vestidos usando en ge- neral trajes llevados de Europa, los que se han hecho mas económicos después del impulso dado al comercio de lanas. Como hemos dicho, solo cuando nuevas exigencias ven- gan á dominar la indolencia de las gentes del campo su posición se transformará ; pero esta transformación supone una inteligencia mas desarrollada, una existencia moral mas extensa, deberes de familia mejor desempeñados, y esto lo ha comprendido perfectamente el gobierno que lleno de solicitud, multiplica las escuelas fiscales, las propaga en todas los localidades antes abandonadas, y funda iglesias en donde quiera que la acción combinada del institutor y del sacerdote pueden producir algún resultado. Solo en- señándoles esa virtud de previsión y de economía que crea el capital es como se podrá hacerles salir del estado apático y miserable en que han permanecido hasta el pre- sente. Desgraciadamente una nueva causa lia venido á per- turbar la conducta de ciertos campesinos A causa de la creación de ferrocarriles los cultivadores en la compañía de los peones se han apresurado en abandonar sus tierras para ir á ocuparse en trabajos mas lucrativos y menos vigilados. Esta considerable reunión de hombres de todas las provin- cias, de lodos los paises, de cosluaibres diversas y muchas veces viciosos no podia sino traer perjuicios al bienestar moral de ía masa, y con tanta mas facilidad cuanto que las tabernas que se establecen en las cercanías de estas labores llegan pronto á ser la morada habitual de todos estos tra- bajadores. ¿Esta nueva existencia desarrollará entre ellos nuevas necesidades y por consiguiente mayores disposicio- nes para el trabajo? El tiempo lo decidirá. En todo caso es de creerse que por esta mezcla del bien y del mal se revé- , AGRICULTURA CHILENA. lará una nueva condición á esta clase de la sociedad, á la que pertenece á las provincias centrales por lo menos. Otro de Sos inconvenientes de estos ferrocarriles es el de haber arrancado á la agricultura una infinidad de brazos que, en trabajos ejecutados en épocas fatalmente fijas, son de imperiosa necesidad. Hasta ahora el número de cultiva- dores puede bastar en ciertas épocas, pero en otras muchas está lejos de ser suficiente; los propietarios se los arrebatan entonces haciendo grandes sacrificios y se ven obligados á pagarles á veces hasta dos y mas pesos. En estos momentos de conflicto debe comprenderse cuantas ventajas promete á los propietarios la agricultura norte-americana, la que se practica por medio de máquinas; porque el salario no arre- glándose en el dia por el valor de la subsistencia, sino en relación de la demanda, es natural que el cultivador au- mente el precio de su trabajo en razón de la escasez de ios que van á ofrecerlo, y todo esto determina un recargo de gastos, que han podido momentáneamente aceptarse por la gran esporlacion que se hacia para California, pero que el espíritu de concurrencia, de algunos años á esta parte muy activo, no podrá pronto soportar por mas tiempo. Forzoso será también, á causa de todas estas necesidades, que la costumbre que ios Chilenos tienen de servirse de muchos criados, ceda á las exigencias de todos estos trabajos, y que muchos de esos brazos casi inútiles vuelvan á los campos en donde serán empleados mas lucrativamente. Se comprende muy bien que antes de la independencia, en la época en que los víveres valían muy poco y eran en general cosechados por estos propietarios, fuese un lujo tener uña numerosa servidumbre tanto de hombres como de mujeres, lujo que el hábito habia consagrado después ; pero en el dia en que su manutención se hace cada vez mas costosa será necesario re- signarse á abandonar esía costumbre siempre tan funesta á la industria y á la agricultura en países que carecen de brazos. Difícil seria valuar de una manera exacta la ganancia del DE LOS CAMPESINOS. cultivador en Chile dependiendo este valor de una multitud de circunstancias muy variables según las estaciones las provincias y la mayor ó menor cantidad de obreros, lo'que constituye la relación de la oferta y el pedido. Depende sobre todo del género de servicio que pueden prestar se*un sus profesiones y habilidad, y por estos motivos hemos creído no deber hablar de ello sino á continuación de cada una de estas profesiones. La época en que son mejor pandos es como en todos los países, la de las cosechas, la del tri'd sobre todo, que exige se le guarde pronto por el temor de a lluvia contra la que no se toma precaución alguna en las provincias centrales, á causa de su rareza. Este es el momento en que el hacendado necesita desplegar mas ac- tividad para vigilar á todos sus trabajadores que pertenecen a una clase de hombres ordinariamente inhábiles y perezosos y tomados á veces de entre los obreros afectos á alguna in- dustria de las ciudades atraídos no solo por el incentivo de una ganancia superior, sino también por las diversiones que un resto de m.ngajo les procura. Su salario se eleva enton- ces al doble y aun al triple, y apesar de esto sus trabajos no son en nada superiores ni en calidad ni en cantidad á los de ¡as otras estaciones. Para evitar apuros se recurre mas que nunca al sistema de tareas aplicado en el dia á casi iodos los trabajos mas ó menos grandes según su naturaleza En un país en donde los contratos entre amos y peones son casi desconocidos, este género de esplotacion es muy venta- joso para entrambos; para el primero porque los trabajos sin necesitar de una penosa vigilancia son mas pronto acabados y para los segundos porque están con mas independencia, son menos molestados, y reciben honorarios proporcionados a su actividad y su constancia. En general, fuera de estos momentos de apuro, puede decirse que su ganancia es de ¿ reales por día comprendida su manutención, y de 2 i/2 á i 7 esf a,n?° no la reciben' y son pa§ados p°r semanas en la tarde del sábado. Estos precios varían algo según las Agricultura. « c» ¡ Wbr AGRICULTURA CHILENA. provincias. Así en Copiapóla manutención se valúa en g reales y en Chiloe en 3/4 ; pero para el hacendado que todo lo cose- cha en su propiedad no viene á costarle sino 1/2 real mas ó menos. . Los gastos de un campesino de mediana condición son relativamente reducidos. Para sus vestidos, hechos en el día con las cetonias de Europa, le basta con 20 pesos al ano, á saber, cuatro camisas de 4 á 5 reales cada una, dos pares de pantalones de 12 reales, dos chaquetas á 2 pesos, un sombrero de Guayaquil 20 reales, tres pares de zapatos de 8 á 10 reales, un poncho de 3 pesos. Raras veces usa medias y en este caso son las mujeres quienes las tejen. En cuanto á los víveres, una famiüa compuesta de seis personas hace provisión para todo el año de cuatro cosas principales, trigo, fréjoles, papas y maíz, cada uno de estos artículos a razón de ocho fanegas, lo que al precio de 2 pesos uno con otro forma una suma de U pesos. A. mas de esto compran la grasa y las velas. Pero independientemente de estos víveres el inquilino posee ademas algunas vacas ó cabras para sacar leche, un cierto número de ovejas que le pertenecen ó que el hacen- dado le da á medias para su uso pudiendo aprovecharse de la lana de los corderos, muchas gallinas y por consiguiente huevos, y una pequeña chacra donde cultiva legumbres y á veces árboles frutales para sus necesidades. Los peones estables reciben en ocasiones estos favores, pero por lo re- cular mucho mas movibles viven como hombres de paso y sus gastos son algo mayores que los del inquilino aunque no tienen que pagar ni habitación, ni lena, ni ninguna especie de muebles. En 1830 don Beltran Mathieu me decía que una familia compuesta de cuatro individuos podia vivir perfec- tamente con 100 pesos al año y aun con menos porque en verano los peones de esta provincia como los de todo el país no se alimentan sino coo frutas, y en invierno con harina tostada y orejones de manzana, etc. wm CAPITULO X. DE LOS INQUILINOS. Su origen. - Sus servidumbres. - Deberes y relaciones con sus amos. - Tendencia que tienen á abandonar los campos por la ciudad. — Utilidad de una reforma respecto de ellos. Esta palabra de inquilino, por abaso de calificación si- nónima de arrendatario, viene de la latina inquilinus, nombre que los Romanos daban á los colonos de su propia nación afectos á un terreno que cultivaban mediante un canon y según determinadas convenciones. Aunque su li- bertad, por lo que toca á ellos mismos, fuese hasta cierto punto definida, era con todo casi nuía respecto de las tierras que se les daban en arriendo, puesto que allí convertidos en inmuebles no podían salir de ellas. Es pues errónea- mente que se ha querido asimilar los inquilinos de Chile á los del antiguo Imperio Romano dándoles un titulo que los somete á condiciones harto diferentes. Los inquilinos de Chile no están, en efecto, sometidos á esta especie de esclavitud. Enteramente libres de su per- sona, no contraen sino una obligación voluntaria y revoca- ble al cabo de algunos días, obligación que les somete á simples servidumbres semejantes á las que se veían en otro tiempo en las grandes propiedades territoriales y á las que se ven todavía en algunos países del norte de la Europa. En Chile, el origen de esta institución no remonta mas que á fines del último siglo. Tiene su principio, en paite á lo menos, en la jurisprudencia romana y se le encuentra en seguida en la de la edad media poco tiempo después de la manumisión de los siervos. La diferencia que hay entre una y otra es sin duda harto evidente, pero, con todo, no : ■ \fjt -■ • ■■ , ' s WS1# 1 í '$&& ! AGRICULTURA- CHILENA. puede desconocerse que hay entre ellas un alto grado de parentesco. Cuando los Españoles se establecieron por derecho de conquista en las vastas tierras que deseaban colonizar, ne- cesitaron brazos para cultivarlas y sacar provecho de ellas. Fabos de trabajadores de su pais, se valieron de los indios Mitimayes que habían llevado consigo, y en seguida de los Yanaconas cuya amistad habian sabido ganarse y que habían sido criados en sus casas. Estos fueron los primeros auxi- liares de que se valieron, aguardando el momento en que, por el prestigio de sus armas, pudieran reunirles los venci- dos á título de esclavos. Este espediente, aunque vicioso en principio, fué aceptado por los revés de España, como, por lo demás, lo había sido por los conquistadores de todas las naciones de Roma, de la Grecia, etc. No fué, con todo, sino en los primeros mo- mentos de la conquista que se dieron á estos colonos, pues lueoo que el sistema territorial, sistema que fué únicamente seguido en un principio, estuvo bien establecido, el gobierno se los apropió no para venderlos á mayor postura como lo hacian los Romanos, pero para darlos á los mas meritorios á titulo de beneficio. Era esta una enfiteusis simplemente temporal que cesaba á la muerte del favorecido, á menos que no hubiesen sido dados por dos vidas, en cuyo caso pasaban al hijo; entonces el Rey, á quien mas tarde volvían de derecho, no podia disponer de ellos hasta la muerte de este, y aun á veces hasta la tercera generación, lo que se llamaba una encomienda por tres vidas. Antes de recibirlos, el beneficiado juraba velar por la salud espiritual y el bienestar de sus indios y protegerlos é instruirlos en los santos principios del Evangelio-, es por esto que esta insti- tución fué llamada Encomienda y ios beneficiados enco- menderos. Como la lev no los consideraba mas que como menores, se estableció en su favor el cargo de protector destinado á prestarles amparo contra toda injusticia de DE LOS IISQUILINOS. parte de sus dueños, los que, en este caso, eran inmedia- tamente privados de su beneficio. Esla manera de disponer de los indios no duró largo tiempo en la provincia de Concepción, porque á causa de su vecindad con la Araucania trataban siempre de evadirse para ganar esa tierra de libertad, lo que obligó al gobierno á mediados del siglo XVÍÍ á abolir esta servidumbre, para atraerse por medio de un buen tratamiento á estos ausiiiares reconocidos como indispensables para sus cultivos. Pero al norte del rio Maule esta institución duró hasta fines del siglo XVIÍÍ, época en la que don Ambrosio O'Higgins la encontró en pleno ejercicio en algunas subdelegaciones, apesar de las reales ordenanzas que la habían aboiido del todo. Fué en su visita á las provincias del norte que este ilustre Presidente quiso levantar á estos indios del abati- miento civil y político que pesaba sobre ellos después de tanto tiempo. Por su decreto fechado en íllapel abolió para siempre esta institución á la vez agrícola y militar; pues, á ejemplo de los equiles de la antigua Piorna, el poseedor es- taba obligado á regimentar á casi todos estos indios, y al primer grito de guerra á llevarlos á combatir contra los de la frontera, tan á menudo dispuestos á rebelarse. Consti- tuían así y hasta cierto punto la especie de feudo que la edad media llamaba servitium militare (i). Los siervos de este modo emancipados necesitaban para mantener su papel dehombre civil y político, adoptarun nuevo género de vida para el cual no se hallaban en manera aiguna preparados. En ellos el progreso material no estaba en re- lación con el progreso civil y se encontraban en medio de mil dificultades de las cuales no podían salir, porque los propietarios á quienes ofrecían sus trabajos no sacaban de sus propiedades el beneücio suOcieote para pagarles salarios (1) Como los indios de las Encomiendas trabajaban iguatmente en las minas, cuando tratemos de estas encomiendas detallaremos la posición que han ocupado en las diferentes épocas de su historia. 182 AGRICULTURA. CHILENA, ¿ V.:K. :K>*-' que bastasen al mantenimiento de toda una familia. Poco previsores, por otra parte, á caosa de la vida patriarcal que habían hasta entonces llevado sin gestar con todo sus dul- zuras, la meoor economía de los medios de subsistencia les costaba un trabajo y una violencia moral que los fatigaba con estremo. Su posición se hizo bien pronto mas miserable, mas pobre y desde entonces indiferente á su título de ciudadanos y al sostenimiento de su libertad y de su digni- dad de hombres, pidieron permanecer en las haciendas, sustituyendo á una servidumbre absoluta una carga en todo semejante á la de los antiguos libertos, es decir una servi- dumbre de algunos dias en la semana para ocuparse de ciertos trabajos de la hacienda, mediante el uso de algunas cuadras de terreno. Este fué el origen de la institución de los inquilinos, último eslabón de la esclavitud, casi en todo semejante á la de las encomiendas menos la servidumbre perpetua, y que convenia perfectamente á un pais sin comer- cio, sin trabajadores, y á propietarios acostumbrados á no gastar un real para el cultivo de sus terrenos y para la manu- tención de sus labradores. Con poca diferencia representaba el franco-socage de! tiempo del feudalismo á servicios fijos y determinados. Ademas, por esta nueva organización rural ganó también el cultivador si no en posición, á lo menos en dignidad, pues la sujeción no tiene nada de abs- tracto, de absoluto, de deshonroso. El contrato que hace con su señor no es tampoco obligatorio 5 las dos partes quedan enteramente libres y pueden anclarlo de una se- mana á otra sin que la justicia tenga que intervenir, en tanto, á lo menos, que la separación no sea motivada por un hecho que ia equidad se encuentre en el deber de desa- probar. Es una relación desnuda de toda servidumbre y que resulta de una obligación bilateral voluntariamente contraída. El inquilino no es, pues, como á veces se ha dicho, se- mejante á esos siervos rusos cuya inteligencia sufre tan DE LOS INQUI LINOS. notable detrimento por Ja falta de libertad, áníes bien es un hombre del todo libre, enteramente arbitro de su suerte y únicamente sujeto á una servidumbre á condición de recibir gratis y á título revocable algunas cuadras de tierras para las necesidades de la familia. Constituye también una ver- dadera clase de la nación y puede por su trabajo y su con- ducta obtener todos los derechos de hombre independiente, tanto los de la fortuna como los de los honores. Hasta el día el inquilinato no ha sido sometido á ningún reglamento administrativo; el gobierno lo ha dejado en un estado de arbitrariedad del todo en provecho de! propietario; porque por su misma naturaleza, necesario es decirlo, esta institución es un abuso que absorbe la mayor parte de los medios del campesino, sobre todo entre los propietarios de poca conciencia, y bajo este punto de vista debería existir un reglamento orgánico que ligase recíprocamente á las dos partes por medio de obligaciones equitativas, exigencia tanto mas necesaria cuanto que hay haciendas en las que llega á mas de mil el número de inquilinos. Esto no fué hecho en un principio porque siendo las tierras de poco valor y habiendo poco pedido de sos productos, resultaba que los inquilinos no eran inquietados, ni recargados de trabajo. Contentos con su suerte, se enfeudaban en las haciendas; allí vivían de padre á hijo y concluían por creerse como ios propieta- rios del suelo por ellos cultivado, considerando sus trabajos como un simple censo feudal que les garantizaba una pose- sión inenageaable. Así no espuestos en manera alguna á sufrir las injustas exacciones que en los tiempos feudales obligaron á los li- bertos á tomar de nuevo sus cadenas y á solicitar la esclavi- tud, ellos se han asociado siempre á sus señores y jamas se han entregado al menor acto revolucionario como ha suce- dido con frecuencia á los campesinos de la Europa. El inquilino no es al presente tan favorecido, aunque en general las condiciones que le impone el propietario nada 184 AGRICULTURA CHILENA. tengan de tiránico. Como las costumbres varian casi de una hacienda á otra, al entrar definen amigablemente con el nuevo propietario los deberes que tienen que Henar, á saber : ayudar á los vaqueros en la época de los rodeos, á marcar los animales, á separarlos, á ponerlos en engorda hasta dejarlos finalmente en estado de charqui; limpiar las ace- quias, trillar el trigo, acompañar á veces al propietario en sus escursiones, hacer algunos de sus mandados y algunos otros pequeños trabajos que le son pagados ordinariamente. En algunas haciendas Sos unos no se emplean mas que en estos trabajos, y no tienen entonces sino muy poco terreno, algunas ovejas, los caballos de servicio y á veces dos ó tres vacas. Otros están por e! contrario obligados á dar durante todo el año un hombre á quien solo se da su manutención. Estos inquilinos poseen en este caso muchas ovejas, vacas, muías, caballos y un terreno bastante grande para tener ellos mismos inquilinos, y estos inquilinos son los que toman el hombre que deben dar al propietario. Es este el grado mas alto del inquilinato y se encuentran entre ellos personas bastante ricas teniendo una fortuna de 100 ó 200,000 pesos y aun mas y poseyendo fuera de la hacienda propiedades que cul- tivan con esmero y provecho, cuando el título de caballero no viene á detenerlos en sus trabajos. Por lo demás, por la falta de toda organización fiscal, estas obligaciones varian según las provincias, la naturaleza del terreno y las exi- gencias del hacendado ; los provechos varian igualmente según el valor personal, la actividad é inteligencia que des- pliegan en ei cumplimiento de sus deberes y también según su posición social. Hay inquilinos tan pobres que no pueden comprar los instrumentos necesarios para el cultivo y que reciben muy poco terreno. Sus tareas no son con todo infe- riores á las de los otros, lo que origina continuas quejas : otros, y son los mas numerosos, reciben una gran cantidad; otros, en fin, pagan un canon mas ó menos fuerte conser- vando su título de inquilinos. Tiene esto lugar en muchas HE DE LOS INQUILISOS. partes y sobre todo en el norte en donde las tierras cultiva- bles son escasas y de gran valor. Allí todo inqtiiüno, aun los que poseen únicamente algunas cuadras de terreno, está obligado á pagar un censo que monta de 12 pesos, hasta 500 y á veces mas según la estension de la tierra que se le da. Como los otros inquilinos, se ocupan en ¡os trabajos convenidos, pero por los de otra especie y por los viajes ó mandados se les daba en 1838 tres paneciíos, una libra de charqui por día, algunos centavos y un poco de papel para cigarritos. Sin duda el estado de inquilinonadatendria de desagradable ni de oneroso si estuviera exento de todo abuso. Pagar en trabajo lo que se paga en otras partes en dinero, nada tiene de contrario á la justicia, ¿ y en cuántos paises europeos no se usa esta especie de convención á la cual suscribirían con placer muchas familias de laFrancia ? Pero desgraciadamente esta cuestión es del todo desventajosa cuando cae en manos de un pequeño hacendado y sobre todo entre las de esos hacendados avaros que no temen abusar de su posición para esplolarlos y en ocasiones aun para oprimirlos. Como ya hemos dicho, es propio del campesino chileno ser indolente, permanecer pobre no sabiendo guardar ni economizar nada; de suerte que cuando Siega la época de la siembra se en- cuentra en la necesidad de ir á pedir prestado, no solo la semilla, sino también los instrumentosy animales necesarios para !a labranza de la tierra que tiene á su disposición. Estos préstamos se hacen á veces con conciencia por parte del prestamista, pero generalmente escucha solo ásu codicia y el pobre inquilino se ve obligado á pagar dos ó tres veces mas el valor de las semillas, lo que unido a! alquiler de los instrumentos y de la yunía de bueyes que paga á razón de 7 ú 8 fanegas de trigo al año reduce considerablemente sus cosechas y el interés de lo que ha recibido le sale alo menos al 25 y con frecuencia al 50 y hasta al 75 por ciento. También ie obliga á venderlo el restante de sus ! AGRICULTURA CHILENA. granos según sus convenios, lo que fija su valor al mas mí- nimo precio. Otro uso no menos oneroso para el inquilino y para el pequeño cultivador y que existe desde largo tiempo en el pais sobre todo en la provincia de Concepción, es la costum- bre que hay, por falta de dinero, de vender las cosechas en yerba, es decir antes de la madurez del grano, lo que oca- siona pérdidas considerables. En la época de las cosechas se ve, pues, acudir á todos estos compradores, de ordinario sin fé ni delicadeza, apoderarse de los productos hasta la cantidad á que monta el valor del dinero avanzado, dejando las mas de las veces á esta gente tan poco previsora sin grano alguno ni aun el destinado para la tierra. Este abuso del que la provincia de Santiago ha podido ponerse al abrigo gracias á un decreto que anula este género de venta, es causa de que en el sur exista esa gran cantidad de ladrón- cilios que devastan las haciendas de sus señores ó las de sus vecinos. Los intendentes han murmurado muchas veces contra esta suerte de usura, pero nada han podido alcanzar, ni las amenazas hechas á los unos, ni los consejos dados á los otros, tan general es, y tan arraigada está esta costumbre entre esas gentes siempre necesitadas. En otra época y mucho tiempo antes de la independencia, ningún pequeño propietario habría sembrado de trigo sus tierras sin recibir adelantos de los comerciantes en este grano (1). Así3 esceptuando algunas haciendas respetables y cuyo número, para la dicha de la moralidad y de la civilización chilena, va aumentando cada dia, el inquilino es siempre esplotado, ya por estos adelantos, ya por el subido precio de los arriendos. Algunos trabajos que le son pagados aunque muy mal dan igualmente lugar á abusos siempre (1) Eii Europa haexistido también esta fatal costumbre y en Franciano ha desaparecido hasta después cíela ley del 8 messidor año III de la República á pesar de otras leyes dictadas en años anteriores. DE LOS INQMLINOS. onerosos para él como también para muchos sirvientes (1). El propietario, sea por costumbre, sea por estipulación, les paga muy raras veces en dinero, cuando mucho la mitad, dándoles la otra en mercancías ó víveres valuados por lo general á muy subidos precios. Por este motivo muchos hacendados tienen en sus haciendas almacenes en donde se encuentran al lado de víveres y de algunas bebidas del pais toda especie de mercancías nacionales y estranjeras para el uso de sus gentes. Esta costumbre no es sino un resto de ese derecho de poya ó banalidad que ejercían en otro tiempo los señores feudales sobre sus vasallos, y que debería cesar para dejar á los campesinos libres de hacer sus compras á menos que este género de cambio fuese practicado no en contra del inquilino sino en favor suyo y en provecho de la sociedad y de la moral. El inquilino, confiando entonces mas en su dueño, perdería sus hábitos de licencia y de im- previsión, emplearla sus economías en objetos de necesidad y de higiene, y aspiraría á un bienestar en el que está lejos de pensar en eS día. Por este medio y por el de primas de aseo, de buen cultivo, etc., es como lord Georges Hill ha conseguido hacer mas felices á los habitantes de su propie- dad de Gewedore en irlanda y en sus alrededores, ejemplo que ha sido seguido después por muchos otros filántropos. Ademas un decreto del parlamento ingles ha prohibido hace como veinticinco años estas mismas ventas en las haciendas, lo que se llama en Inglaterra un Truck-systeme, porque se apercibieron que reducía demasiado el salario de las clases agrícolas. Un decreto semejante debería estorbarlas entre los hacendados del pais, á lo menos entre los que abusan de ellas apésar de la concurrencia que les hacen todos esos (1) Hacendados hay que obligan á sus'inquilmos á trabajar personalmente de enero á enero por el miserable estipendio de dos reales semanales, y otros que á mas de obligarlos á estos trabajos diarios, les obligan á dar otro traba- jador por la mitad menos del jornal que comunmente se les paga. (José Ssac Qrtiz, Observaciones sobre el departamento de la Ligua. . íi¿l:fc AGKICULTUKA CHILENA. pequeños mercaderes ambulantes que se introducen furtiva- mente en las haciendas burlando la vigilancia de los mayor- domos encargados de prohibirles ¡a entrada. Todos estos abusos han motivado con frecuencia quejas de parle de hombres de justicia. El sacerdote no ha titu- beado en pronunciarlas desde su pulpito y varias veces la Sociedad de Agricultura ha buscado medios para reformar dichas costumbres, convencida de que el gobierno debería tratar casi como á menor de edad al inquilino, y tomarle bajo su protección en razón de su abandono y de los consi- derables servicios que presta á la principal industria del pais. Esta protección la merece en alto grado, porque fuera de ese resto de hipocresía que le ha dejado su antigua escla- vitud, puede decirse que su carácter es en general bueno, muy sumiso, ejecutando casi sin murmurar trabajos que sabe no están en sus obligaciones, y en los cuales sus dueños son harto injustos para emplearlos con frecuencia. Estos abusos se cometen harto comunmente, sobretodo en el dia en que el arriendo de las haciendas ha subido en algunos puntos á cuatro veces y en ocasiones á mas que esto, de lo que era ahora doce años, aunque no se ha hecho sino doble el valor de los productos; y el inquilino se ve obligado á con- formarse por ser considerable la ventaja que tiene el dueño sobre él. Desde luego tiene e! de un propietario sobre un in- quilino sin contrata, muchas veces el del acreedor sobre el deudor, y el no menos influyente de un jefe en la milicia y el de magistrado sobre una persona á su servicio. El ha- cendado es por estos motivos juez y parte en algunos asun- tos litigiosos, poseyendo todas las influencias posibles, las del dinero y las de la autoridad y se deja arrastrar á veces á odiosas parcialidades que el inquilino no puede soportar. Sale entonces de la hacienda llevando las puertas y ventanas de la cabana que se había construido y va á buscar otro dueño mas justo y mas digno de él. Esta es desgraciadamente la posición de muchos de estos cultivadores, lo que les prohibe wm DE LOS INQUILISOS. hacer mejora alguna en sus pequeñas tierras y les obliga á vivir en el mayor abandono. ¿ Cuál es el viajero cuyo corazón no se ha indignado á la vista de esas miserables cabanas espuestas á un sol casi tropical sin e! nías pobre arbolsllo para temperar en algo sus ardores? Y con todo el propie- tario deberia pensar que poner á su inquilino en aptitud para cultivar los alrededores de su morada es inspirarle un gusto altamente civilizador y que dándole comodidades sacaría de él mayores provechos. El cultivo de las flores, de los árboles de ornato hace al alma mas sincera, mas expan- siva, liga al hombre á su casa y es capaz de hacerle perder su aflcion á las chiganas y bodegones. El Chileno que en Europa, y sobre todo en Inglaterra, ve esas viviendas de campesinos tan elegantes, tan limpias, que respiran tanto bienestar y esto solo por el gusto del cultivo de algunas flores y de algunos árboles, al volver á su pais debiera tratar de generalizar este gusto tan fácil y poco costoso. Así al- canzaría á vencer la indolencia chilena que se manifiesta, aunque sean tan sabrosos, hasta en los árboles y frutas. Algunos inquilinos, los que pueden disponer de agua, son escepcion de esta regla, pero en general la mayor parte se abstiene de hacer plantaciones por el temor de abandonar la hacienda antes que ellas produzcan, y de dejar á los pro- pietarios el provecho. Este temor, perfectamente fundado, hace que el inqui- lino mire la propiedad que habita como un lugar de tránsito en su vida vagabunda, un momento de pasaje, lo que le quita toda actividad, toda iniciativa en sus trabajos de me- joramiento. El contrato nada tiene en efecto de obligatorio, es el de un criado con su amo, puede por lo tanto romperse de un momento á otro, y estar el inquilino obligado á salir de la hacienda ocho días después. En este caso él solo puede disponer de sus cosechas, pero en manera alguna de los árboles y arbustos que haya plantado ; y nada sin embargo seria mas justo y ventajoso para los hacendados que pagarles i AGRICULTURA CHILENA. todas las mejoras que hubieren podido hacer, ya según un convenio mutuo, ya según una justa tasación. Es esta una de las cuestiones que deben los Chilenos mas detenidamente examinar, porque de su solución depende el porvenir de la institución de los inquilinos, una de las mas útiles al pais y que mas que toda otra se resiente en el dia de ese estado de incertidumbre en que se encuentra la sociedad chilena (1). Otro asunto no menos digno de interés seria el propagar los contratos por mitad, el propielario dando la tierra el labrador sus trabajos, para infiltrar algunas gotas de ambi- ción en la sangre de esos cultivadores y hacerles salir de esa indiferencia apática que constituye el mal del pais. Este contrato llamado métayage en Francia por sí mismo puede en algo contribuir á este bien, porque nada hay que realce mas la dignidad del hombre comola propiedad, y un contrato de esta naturaleza es uno de sus principios; entonces el cultivador, para obtener mejores cosechas, se empeña en poner mas esmero en sus cultivos y en hacerlos mas racio- nales, sobre todo si un arriendo por largo tiempo le asegura los beneficios de sus trabajos. Por esa continuidad de acción (1) He visto en Noruega el sistema de inquilinato establecido como en Chile; pero el inquilino paga la tierra á un precio convenido y en dias de trabajo valuados igualmente de antemmo. De este modo las obligaciones del propietario están perfectamente definidas y en manera alguna sujetas á dis- cusiones. En Polonia he visto igualmente en pleno ejercicio estas servidum- bres; cada individuo, pagando con dos ó tres días de trabajo por semana, tiene el derecho de esplotar por su cuenta la pequeña parte de terreno que ocupa; pero en algunos puntos se reemplaza esta servidumbre por un canon anual fijado amistosamente, de manera que el propietario se hace hacendado enfitéutico. En Escocia, donde he visto también establecido este sistema, el propietario da á una familia una vivienda con una pequeña porción de tierra, y el hombre está obligado á darle todo su tiempo mediante un sa- lario que consiste casi únicamente en frutos vendidos al precio medio del pais y sobre un cálculo de 300 dias de trabajo; y la mujer y los niños son pagados al dia cuando trabajan para la hacienda. Este contrato, enteramente libre por una y otra parte, dura á veces veinte, veinticinco años y aun mas, y ha hecho contraer á los cultivadores pobres hábitos de escelente conducta, de orden y hasta de economía. « DE LOS INQUILINOS. tan necesaria á toda empresa y por el cultivo de! suelo tiecho por esos labradores se mantienen felizmente la industria, la inteligencia, ¡os hábitos frugales, la prudencia y las otras cualidades morales de la clase rural como también su bien- estar. En este caso las transacciones se le hacen fáciles, y seguro de un porvenir mas dichoso tratará de mejorar las tierras coi: fiadas á sus intereses. Resultados siempre cre- cientes le inspiraran mas tarde la idea de hacerse propie- tario, título que no debe mirarse únicamente como un instrumento de producción sino también como una palanca de civilización. Algunos grandes y filántropos propietarios trabajan ya ea este sentido tratando por los medios mas generosos de encaminar á esta clase en la via del progreso. Entre estas personas no puedo menos de citar á los Se- ñores Correa, Patricio y Rafael Lamín y al joven J. M. de Irarrazabal, animado de los mas nobles sentimientos para introducir en la administración de sus vastas propiedades las bellas reformas que lord Ilili introdujera en algunas partes de irlanda. Esto es de absoluta necesidad para destruir ese espíritu de -antagonismo que en el dia existe entre el amo y el sirviente, lo que á la larga no puede sino redundar en perjuicio de la autoridad de aquel, destruyendo al mismo tiempo toda especie de recíproco apego. Porque es un conflicto de interés el que ha suscitado esta hostilidad permanente, y esto es lo que es difícil desarraigar si los propietarios no tratan, por medio de justas compensaciones, de poner en comunidad esos intereses, si no les inspiran el amor á ia tierra, y si la confianza no reina entre ellos como el único elemento de mutua prosperidad. No estamos ya en aquella época en la que el hacendado no gastaba un óbolo para labrar la pequeña porción de tierra que cultivaba. Sus productos eran entonces muy limitados, y el cultivador, bien que trabajando á muy bajo precio, podia satisfacer sus primeras necesidades porque se le daban casi por nada todos los artículos de consumo, porque él mismo fabricaba i AGRICULTURA CHILENA. su casa, sos muebles y sus útiles, y porque su mujer tejia y confeccionaba su traje con la lana obtenida de su pequeño rebaño. En el día el estado de la civilización no permite este cúmulo industrial. Los trabajos son mas largos, mas penosos, mas variados, y sacando el propietario mayo- res ventajas de sus propiedades, es justo que el que las crea participe en algo de sus beneficios. Seria urgente sobre todo que el inquilino recibiera algún dinero, lo que por otra parte se tornaria en bien del hacendado que podría contar con mas seguridad con su trabajo, Porque por lo mismo que no reciben ningún salario aparente, estos inquilinos trabajan con disgusto, con indiferencia, no haciendo sino la mitad de lo que podrían hacer, lo que seria muy diverso si ese tra- bajo, que es en definitiva el que mas felicidad material trae á la sociedad, fuese mas bien apreciado y mejor retribuido. En Inglaterra, donde este precepto de economía política es mas bien conocido, se hacen á estos productores largos arriendos que duran quince, veinte y mas años pagándoles después el valor adquirido por las mejoras , tales como plantaciones, estanques, etc., ó bien interesándoles en una parle de los beneficios proporcionada al número de personas que la familia puede emplear en el cultivo. Esto debería hacerse también en Chile, en donde, mas que en toda otra parte, la agricultura ha menester que un conjunto de ideas y de intereses una los propietarios con los cultivatores, y que la esperanza de un porvenir mejor esiim ule á estos en el cultivo de los arbustos, loque les baria cobrar afición á los campos salvándoles á la vez de esa desgraciada tendencia que los aleja de ellos para ir á vegetar en las grandes ciudades. Este cultivo de arbustos, sobre todo el que tiene por objeto la madera, es siempre muy costoso, puesto que no produce sino en un porvenir lejano, y no puede ser practicado sino por aquellos que están ligados al suelo por los poderosos lazos de la semi-propiedad y del derecho hereditario. Estas condiciones de moralidad son las que deberían alta- DE LOS INQUILINOS. 193 mente interesar á los ricos propietarios, y que serian fá- ciles de obtenerse como se tienen ejemplos en los alrede- dores de las grandes capitales. Allí inquilinos sobrios, eco- nómicos, laboriosos adquieren, como ya hemos dicho, al cabo de algunos años fortunas considerables. Poseedores al principio de pequeñas porciones de terreno, siendo siempre inquilinos, llegarían con el tiempo á hacerse ricos propieta- rios, y servirían de ejemplo á los otros cultivadores deseosos como ellos de salir de su triste condición. Solo con el in- centivo de una justa ganancia es como el trabajo llega ver- daderamente á ser lo que debe, y como el que le ejecuta llena con lealtad su deber y sus promesas. Los inquilinos son bastante escasos en el norte y desapa- recen del todo en el sur. En 1836 no encontré uno solo en la provincia de Valdivia, lo que se concibe muy bien por la facilidad de adquirir terrenos avaluados entonces en el in- terior de las tierras á nada mas que á dos reales la cuadra. Sin embargo antes de la proclamación de la independencia existía allí esta clase de cultivadores, puesto que vemos en un manuscrito que en 1787 se contaban cincuenta y nueve en las cercanías de Quinchilco en donde servian Jos unos como inquilinos, y como comensales ios otros. Es probable que esta institución desaparezca con el tiempo, estando poco dispuestos á seguir esta carrera los habitantes de la ciudad, y deseosos los de los campos de libertarse de ella para ocu- parse de otras cosas, tratando de dar á sus hijos una profe- sión industrial. A esto es. lo repetimos, á lo que la tendencia del espíritu rural parece fatalmente arrastrada, si los pro- pietarios no tratan de darle moralidad inspirándole el amor del trabajo, y creándole una condición que le asegure un porvenir mas conforme á sus necesidades y á los progresos de la civilización. Agricultura . 13 CAPÍTULO XI. DE LOS SIRVIENTES Y DE SUS DIFERENTES CLASES. Los pastores y sus rebaños. — Los peones ó jornaleros. — Dos clases de entre ellos. — Sus costumbres y caracteres. — Sus ocupaciones. — Mayordomo. — Contabilidad. : Ademas de los inquilinos Chile ofrece tres clases distintas de campesinos llamados generalmente sirvientes; son los pastores, Sos arrieros y los peones. Cada una de estas clases está dividida, según la importancia de la hacienda, en di- ferentes secciones bajo la dirección de un jefe llamado ca- pataz. Estos, por su parte, están bajo la dependencia de un intendente ó mayordomo encargado generalmente de la vi- gilancia de todos los trabajos. Pastores. Estos son los sirvientes mas importantes, mas activos, y esclusivamente encargados de los anima- les productivos de la hacienda. Aunque estos animales sean por lo general muy numerosos, el hábito ha desarro- llado entre estos sirvientes una inteligencia tal que los re- conocen á todos ellos hasta en la huella que dejan sus pies en el polvo de Sos lugares cenagosos. Los unos destinados á la guarda de ¡os animales vacunos se llaman vaqueros, los «tros á la de las ovejas orejeros. Aunque no son responsables de los animales que pueden, perderse, deben con todo ad- vertir á sos amos y justificar esta pérdida. Vaqueros. Estos son con mucho los mas numerosos y •sobre los que reposa generalmente el mayor interés de la hacienda. Su sueldo es algo mas elevado y lo mismo su dignidad. Así su traje tiene un carácter especia!. Su som- brero de fieltro y de un gris blanco es de alas muy anchas DE LOS SIRVIENTES, 195 algo levantadas, sus pantalones están cubiertos por delante y hasta las ingles con un cuero llamado bolas, terminado por lo bajo en forma de polainas y lleno á los lados de una infinidad de cordoncitos igualmente de cuero que sirven á la vez de amarras y de adorno. Su utilidad es harto visible en medio de los matorrales que en el curso del dia están obligados á atravesar constantemente. La tarea de ios vaqueros es á veces penosa, y fatigosa siempre. Desde que despunía el diamontan á caballo senta- dos sobre su avío cubierto de numerosos pellones, lo que les obliga á tener siempre las piernas muy abiertas, y van á recorrer los bosques y las montanas para cuidar los ani- males que se les confian, para traer á los que se pasan á ías haciendas vecinas, evitar los robos, los incendios, velar para que los recien nacidos no sean atacados por animales de rapiña, curar á los que están enfermos, ó hacer bajar á los llanos á los que enflaquecen, sacar el cuero á los que mueren, llenar en fin todos los deberes que corresponden á esta parte de la economía rural. Así pasan el dia entero en ca- minatas, no volviendo á veces á su casa sino dos ó tres dias después y aun mas en ocasiones, y no desmontándose sino para hacer sus comidas siempre muy modestas y compues- tas las mas de las veces de un panecillo y un pedazo de queso, en otras de harioa tostada solamente y muy rara vez de un poco de charqui. La cantidad de estos víveres es por lo general harto reducida para obligarle á dejar en ayunas á ios tres, cuatro y hasta diez perros compañeros in- separables de sus escursiones y que apesar de su vida de pri- vación y de miseria le tienen siempre tan sincero apego. Es verdaderamente curioso y digno de toda compasión verá es- tos fieles animales de una flacura estrema no alimentándose a veces smo con las inmundicias de los animales muertos que encuentran en el cáramo ó con escámenlos humanos, y con todo siempre atentos á las órdenes de su amo, bus- cando en sus gestos, en sus miradas una señal cualquiera fe :í:#^: 196 AGRICULTURA CHILEÑA. para adelantarse á so mandato. Su utilidad, sin embargo, es digna de mejor suerte, señalándose sobre todo en los lugares cubiertos de espesos matorrales, que recorren en todos sentidos para detener á los bueyes y obligarles á salir. Su valor y arrojo no son menores cuando necesita velar por los rebaños, ahuyentar el zorro, y aun el león del pais á los que llegan á vencer apesar délas heridas, muy peli- grosas á veces, que reciben en el combate. Para estos últi- mos servicios los Chilenos han desarrollado entre ellos diversos instintos que se conservan perfectamente en la raza y que forman los perros leoneros, zorreros, etc. Este género de ocupaciones renovadas todos los días hace que esta profesión sea dura, fatigosa, y en ciertas épocas peligrosa, sobre iodo cuando están encargados de reunir esa gran cantidad de ganado esparcida en las mon- tañas para darles una nueva distribución, someterlos á la marca de la hacienda y finalmente echarlos en engorda para entregarlos en seguida al cuchillo del carnicero. Du- rante mas de una semana se ve entonces á todos estos pas- tores acampar en lo alto de las montañas á corla distancia los unos de los otros, y en la mañana, ayudados por sus perros, arriar de delante ellos el ganado para dirigirlo a través de mil luchas y dificultades al lugar señalado. Esto es lo que en el pais se llama un rodeo, verdadero torneo chileno en el que toman parte todos los habitantes de la hacienda, los inquilinos, los arrieros, los peones y aun los vecinos que vienen como aficionados, dichosos de hallar una ocasión para entregarse á la inclinación, á la vida aven- turera que tan bien caracteriza á estos campesinos. Difícil sena en efecto encontrar mas animación, mas entusiasmo y mas habilidad que la que emplean estos vigorosos atletas en su peligroso ejercicio. Al verlos se convence uno pronto de que asisten, como á una fiesta, á estos trabajos que consideran como muy superiores á los de la labranza de la tierra, v de que son felices con su satisfacción personal 3EZ3 DE LOS SIRVIENTES. 197 y de amor propio en mostrar su destreza en el manejo de sus caballos, en probar su audacia sea atravesando tor- rentes impetuosos, sea descendiendo á todo escape y en medio de arbustos y matorrales y á veces de precipicios, la rápida pendiente de las montañas, consiguiendo así tomar la delantera á un toro ó detenerlo por medio de su temible lazo. Los peligros de estas escursiones no provienen sola- mente de las desigualdades del terreno de que están sem- bradas estas montañas, sino también del carácter áspero muchas veces de estos animales acostumbrados á vivir desde su nacimiento en toda libertad y en el aislamiento mas salvaje. A veces un ternero perseguido se para de repente y e! vaquero no pudiendo asujetar su caballo, este pasa encima del ternero y voltea á su jinete que corre en- tonces los mas grandes peligros. Así ¡ cuánta diferencia no hay entre los pastores de la vieja Europa de un aire tran- quilo, pensativo, melancólico, y estos pastores chilenos siempre listos, activos y tan llenos de inteligencia ! Por desgracia este es el único mérito del pastor chileno. A parte de ese espíritu aventurero, y de los escasos cono- cimientos que da la práctica, su inteligencia profesional no alcanza mas allá. Verdad es que en Chile el oficio de pastól- es mucho menos complicado que en Europa. Viviendo con- tinuamente los animales al aire libre, no necesitan ocuparse de sus establos, de su comida, de su bebida, cosas todas de tan gran importancia en los otros países. Pero esta manera de vivir tan natural y fortificante no los exime de las enfer- medades, y hasta el presente estos pastores no tienen no- ción alguna ni de los mas simples elementos del arte veteri- nario. Los animales enfermos se abandonan á los esfuerzos solos de la naturaleza, o bien se entregan al empirismo mas grosero. Por una vida tan llena de agitación, de fatigas y peli- gros, y por todos esos trabajos que tan bien hacen apreciar el poder del hombre sobre el bruto, el vaquero no puede ., AGRICULTURA CHILENA. pretender á un futuro bienestar. Su ganancia es siempre harto pequeña y variable según las localidades. En las pro- vincias centrales, tiene de 30 á 4*0 pesos, á veces algo me- nos, á mas seis almudes de sal, otros laníos de ají y cien ovejas á medias, hallándose obligado á volverlas, ó sus equivalentes en edad, cuando salga de la hacienda, no te- niendo por consiguiente sino el usufructo, es decir, los cor- deros y la lana. También se le da en ciertas haciendas algunas cuadras de tierra al lado de la cabana que habita, siempre alejada de ¡a casa principal de dicha hacienda, y que ía mujer y ios niños trabajan para su uso. El capataz recibe Sos mismos favores y solo diez ó quince pesos mas que los pastores. Uno y otro llenan sus deberes con una constancia y fidelidad ejemplares; puede decirse que estas dos clases de sirvientes son en general de una moralidad digna de mejor suerte. Por lo demás como en todos los paises, el salario varia según la provincia, y según el valor de los frutos y la importancia del trabajo. Peones ó jornaleros. Los peones forman en Chile una clase no menos numerosa de la sociedad. Son los obreros al dia, los verdaderos proletarios, harto escasamente alimen- tados con los productos que hacen nacer, empleados mas particularmente como ausiliares en los trabajos de fuerza y de fatiga. La mayor parte de entre ellos lleva una vida enteramente nómada, quedándose rara vez en el mismo lugar, y pasando, sin inquietud alguna, de una en otra pro- vincia como si el movimiento y el cambio fuesen su única necesidad. Con esta vida aventurera el peón se queda siempre en la necesidad y vive con frecuencia de privaciones cuando el trabajo llega á faltarle. Es un estado de permanente miseria que, en definitiva, debe ser compatible con su carácter puesto que la causa debe atribuírsela á sí propio. No tiene noción alguna de orden ni economía social, incapaz de apreciar el valor del tiempo, su pereza y su indolencia son DE LOS SIRVIENTES. 199 harto mayores todavía que las del i r¡ quilín o. Jugador hasta el estremo, se le ve con frecuencia pasar dias enteros ju- gando al naipe, ó ir á esconderse para satisfacer esta pasión cuando puede esquivarse del lugar en donde trabaja. Todos los vicios de la holgazanería forman el fondo de su educa- ción, y los recien llegados no tardan en contraerlos en su sociedad, de manera que el amo necesita tenerlos bajo una continua vigilancia. Porque tomados ordinariamente de la clase menos ilustrada y menos moral de la sociedad no debe contarse, sino raras veces, con su celo, su conciencia y su actividad, estando como están siempre dispuestos á ahorrar su trabajo y su habilidad : por lo qne se ve los peones de Chile sobre todo los de los campos, representan de algún modo los gitanos de España, ó los Bourlagues de Rusia, que, como ellos, no tienen morada fija, viven al dia, duermen en la tierra y siempre vestidos, no curándose de su porvenir ni tratando de deshacerse de la realidad presente. Sin duda hay muchos que son honrados ; pero otros también arrojados de la casa paterna por su mala conducta, ó aban- donándola ellos mismos en su temprana edad puramente por espíritu de holgazanería, conservan una fuerte dosis de su primitivo carácter y aparte del poco interés que toman en favor del especulador, a! que ningún lazo los liga, se hacen todavía hombres, sino peligrosos, perniciosos, á lo menos á los pastores. Hay dos clases de peones, los que no se ocupan mas que de los trabajos de la ciudad y de las chacras, y los que se ocupan de los trabajos de las haciendas. Aunque con fre- cuencia pasen de las unas á las otras sobre todo cuando llega la época de las cosechas, sin embargo su carácter no es del todo el mismo. Los peones de la ciudad son mas sedentarios, mas diso- lutos y mucho mejor caracterizados. Su lenguaje es parti- cular, una especie de jerga; tienen mas necesidades que satisfacer y sin embargo viven muy mal, no comiendo, ■m fu"? ■ AGRICULTURA CHILENA, en verano, mas que fruías, sobre todo sandías. Frecuentan mucho los bodegones en donde comen á veces, dando á todo lo que consumen el nombre de cosa. Han con- servado entre ellos ese sentimiento de generosidad que el cristianismo inspiró á los primeros neófitos; un individuo de su clase, aunque no le conozca, no pasa jamas delante del bodegón cuando él come sin que le llame para partir con él su comida ó para hacerle beber un vaso de chicha. En un momento de gran espansion le hará beber el vaso de á 8 pesos que consiste en vaciar en un vaso toda una cántara de chicha derramándose en la tierra todo el líquido que él no puede contener. Esto es lo que en Chile se llama hacer una fineza, vanidad no menos ridicula que estrava- gante y de la que los mineros se dejan llevar tan-fácilmente. Esla comida, siempre muy modesta, se toma generalmente de pié delante del mostrador del bodegonero. Su traje es siempre el mismo; un calzoncillo blanco muy ancho sujeto á la cintura con una faja roja; una camisa muy larga; los pies desnudos ó calzados con ojotas; un sombrero de paja de ala pequeña y vuelta hacia abajo, á veces de copa re- donda, cuhre una cabeza desgreñada que acaso ignora lo que es un peine. Cuando trabaja, está sin camisa no lle- vando sobre sí otra cosa que el calzoncillo ; pero cuando no trabaja y vaga por las calles envuelve su cuerpo con un poncho ó una frazada, único objeto que posee para taparse por la noche. Si las personas para quienes trabaja no le permiten pasar la noche en el pajar se acuesta en el suelo en cualquier parte sin desnudarse jamas; lo que esplicala suciedad y permanente mal estado de su vestido que les ha valido muy generalmente el dictado de rolos. Con todo, cuando lo hace lavar, lo que sucede de tarde en tarde, se le ve entonces los domingos recorrer las calles, la camisa flo- tando sobre los calzoncillos Se diría en estos momentos que el peón sale de su cama, y es sin embargo el dia en que está mas adornado, el dia de su lujo. DE LOS SIRVIENTES, Esta clase de obreros se toman, como hemos dicho, al dia para todos los trabajos materiales que escluyen toda inteligencia profesional. Sirven de ausiliares á los alhamíes, á los carpinteros, á los fabricantes de tapias, á Jos cultiva- dores, etc., y desempeñan sus obligaciones siempre con una desesperante lentitud : es dicha aun si en la construc- ción de casas, no logran algunos esconderse para jugar el salario del dia. Cuando la policía quiere hacer una reco- gida, no tiene mas que ir á la cumbre del cerro de Santa- Lucia donde los oeiosos van generalmente á entregarse á su pasión por el juego, y allí se les encuentra, en número considerable, los unos jugando al naipe, otros á las cha- pitas, otros á la rayuela , y otros en fio disputando ó riñendo, lo que sucede con frecuencia. La lámina 32! de nuestro Atlas titulada valle del Mapocho representa la cumbre de ese cerro con varios grupos de estos vaga- bundos. El peón rural, llamado generalmente forastero, es mas ratero que el peón de la ciudad, pero es menos trivial, me- nos cínico en sus palabras y en sus costumbres y se sirve de un lenguaje mas natural y reservado. Corre de campo en campo pidiendo trabajo, y se hace con frecuencia la plaga de las huertas desnudando los árboles para satisfacer su hambre ó para contentar su afición á las frutas. Su salario varia según las provincias, y va disminuyendo de norte á sor. En 1838, en la provincia de Coquimbo se les daba 8 pesos al mes ó 4 reales diarios cuando se contrataban solamente por algunos dias; á este sueldo se agregaba la comida compuesta de un puñado de veinticuatro higos secos y de un pan de algo mas de una libra. En las provincias del centro esta ganancia era en 1838 de 1* i/2 y la manu- tención valuada en tres cuartillos. Esto se continuó durante algunos años, pero en el dia se ha elevado á 4 reales sin la manutención, y son algunas mujeres de inquiíino las que ahora la preparan. Los hacendados los mantienen á veces ■ AGRICULTURA CHILENA. lili mediante una reducción de la paga y la comida consiste en cuatro panes que contienen la cuarta parte de un almud de harina, y á mediodía un plato de fréjoles, legumbre casi invariable para esta clase de trabajadores; antes los co- mían simplemente cocidos con sal y rara vez con chichar- rones, pero al presente solo bien guisados con buena grasa, en ocasiones en corta cantidad no alcanzando sino á una onza por persona en Copiapó. Aquí, como en todo el pais, el mejoramiento en todo y por todo no es solo respecto á la cantidad sino también á la calidad. En general puede esti- marse la paga del peón en el día en 4 reales diarios com- prendido el alimento valuado en ir i/4 ó 1r í/2 por día. En Copiapó esta paga es mas crecida y el alimento cuesta 2 reales por persona. Consiste en tres almudes de harina, antes ordinaria, pero en el día de flor, dos de fréjoles, cuatro de trigo, dos libras de grasa, dos de sal y treinta vainas de ají, todo esto por mes. Estos peones no permanecen largo tiempo en un lugar. Sienten una constante necesidad de mudanza, y los pro- pietarios para obligarles á quedarse les permiten hasta cierto punto los juegos de naipes, etc., les hacen con fre- cuencia adelantos, lo que en efecto los retiene mocho mas tiempo y hasta que se libran de sus deudas; pues aunque entre estos obreros errantes se encuentran muchos bri- bones, con todo el mayor número de estos no puede clasi- ficarse sino como merodeadores, y componiéndose la gran mayoría de la masa de hombres honrados. Por otra parte, los hacendados, por propio interés, tra- tan de mejorar esta clase, y con el objeto de ligar estos peones á sus tierras les dan algunos pedazos ya mediante un arriendo módico, ya á título de préstamo gratuito. Acep- tando estas condiciones muchos de estos obreros se enfeu- dan en la propiedad y se establecen definitivamente con su mujer y sus hijos. Su posición tiene entonces alguna seme- janza con la de los inquilinos, pero al contrario de lo que -jrx IV DE LOS SIRVIENTES. 203 con estos sucede, ellos no reconocen servidumbre y reciben estas tierras como una compensación del sacrificio que hacen abandonando sos hábitos vagabundos. Es de esperar que, por medio de la dirección mas racional que dan estos pro- pietarios á esta clase de trabajador imprimirán pronto en sus hábitos privados y públicos ese movimiento de hechos y de ideas que se llama progreso social. Chile ganaría harto mas todavía, si un día el trabajo, la tierra y el capita! pu- dieran asociarse bastante íntimamente y de manera que todos estos instrumentos de producción fueran recompen- sados según las leyes de la justicia distributiva. Es tal vez en este nuevo orden de cosas en el que debe buscarse el pro- blema del mejoramiento de la clase rural de Chile, pro- blema que desde largo tiempo atrás preocupa el espíritu filantrópico de algunos propietarios; porque, como dice M. de Gasparin, trabajar en la mejora del cultivador, ilus- trarle, instruirle y retribuir mejor su trabajo es mejorar la tierra y derramar la fertilidad : tal vez la acción adminis- trativa de los gobernadores de las provincias debería prestar á esta obra su cooperación. Mayordomo. Los propietarios chilenos no tienen verda- deros intendentes ó administradores en sus haciendas, á lo menos el caso es bastante raro y no se encuentra sino entre algunos que no teniendo tiempo para ocuparse por sí mis- mos de esta dirección, entregan su cuidado á personas mas ó menos entendidas. En general son los mismos propieta- rios los que se ocupan de esta administración y se conten- tan entonces con tomar un ausiiiar, hombre inteligente que se hace su hombre de confianza, su representante cuando está ausente, y su intermediario entre él y los sirvientes. Este es el que se llama mayordomo. Las obligaciones de este mayordomo son, ciar las órdenes á los capataces ó jefes de los trabajadores, y vigilar para que estas órdenes, dis- cutidas ya con el amo, sean bien ejecutadas; en la tarde vienen todos á darle cuenta de los trabajos del dia, á mé- ,: . AG1UCULTURA. CMiLElNA. nos que el propietario se encuentre en la hacienda, en cuyo caso es á él á quien se dirigen y siempre en presencia del mayordomo. En Chile, pais de grandes propiedades y donde por con- siguiente la importancia de una vigilancia inteligente y de todos ¡os momentos es tan necesaria, el mayordomo no comprende todavía bastante bien la importancia de su cargo. Su ciencia es del todo práctica y rara vez trata de estudiar, como lo exigiría su empleo, la propiedad que administra en lo que toca á sus mejoras y á sus entradas. Algunos sin duda por una especie de intuición llegan á ser buenos ad- ministradores ó mayordomos, pero el caso es harto raro, y á este respecto como bajo tantos otros puntos de vista Chile, debe desear que esta clase tan útil de agricultores salga organizada y perfectamente instruida en sus deberes de la escuela agrícola fundada en la Quinta normal de Santiago, porque la profesión de mayordomo es en efecto mucho mas complicada é importante de lo que se piensa. Su tarea no consiste únicamente en dirigir, bajo las órdenes de! dueño, los trabajos del campo, en vigilar para que sean bien eje- cutados y en preparar otros cuando estos están para ter- minarse; debe ademas saber combinarlos y apreciar con método y claridad todos los detalles de ordinario tan com- plicados. Deben igualmente serle familiares todos los re- cursos, tanto en hombres como en cosas, de los alrededores de la hacienda, y conociendo bien las salidas debe estar al cabo del sistema de cultivo mas conforme á la situación económica del lugar que habita, y si se le confian fondos debe comprobar los gastos por medio de una contabilidad sencilla, pero clara y bien arreglada. Como se ve, los de- beres del mayordomo exigen una disposición de espíritu que Sa práctica puede, es cierto, desarrollar un poco, pero en manera alguna regularizar : solo una instrucción metódica puede pues producir este resultado, y es á la escuela agrícola á la que incumbe esta misión. H23 DE LOS SIRVIENTES. La contabilidad es en Chile sumamente sencilla. Todavía se resiente de ese sistema colonial en el que llevando todos una vida casi patriarcal no aspiraban sino á la satisfacción de las mas apremiantes necesidades de familia sin cuidarse del coste y líquido de sus cultivos y de sus cosechas. El propietario da, al principio de la semana, cierta suma de dinero al mayordomo para que este haga los gastos debiendo darle una cuenta detallada de su inversión el sábado ó el domingo. Con frecuencia el mismo propietario no se toma el trabajo de apuntar estas cuentas en un registro, de manera que al íin del año le es casi imposible darse razón de sus desembolsos y á veces hasta del valor de ios diferentes pro- ductos para formar un balance que es la verdadera base de una buena administración. He oido decir á uno de estos propietarios, cuya entrada neta se elevaba sin embargo á un millón de francos, que no había llevado jamas una cuenta escrita. ¿Y sin embargo cómo podia ignorarla utilidad de una buena contabilidad para poder remediar las faltas, apreciar la fidelidad de sus agentes, conocer en lo que se hace mayores desembolsos y el género de cultivo que le proporciona con menos trabajo y mayor ganancia? Feliz- mente estos conocimientos comienzan á ser mas bien apre- ciados ahora que, en vista de ¡os grandes gastos y el amor de la riqueza y por consiguiente de las especulaciones, las grandes entradas no dan ya lo superfluo, y que traerán, es de esperarlo, las cuentas por partida doble únicas dignas de una buena administración. La Sociedad de Agricultura apre- ciaba en tan alto grado el interés de una buena contabilidad que en el n° 19 del lomo II del Agricultor creyó deber dar ejemplos de modelo para poder iniciar á los hacendados en este género de economía. :v CAPITULO XII CONTINUACIÓN DE LOS SIRVIENTES. De los arrieros. — Aparejo de las muías. — Formación de una recua de muías.— La Madrina y el Madrinero. — Campamento de los arrieros. — Su ganancia. — Sus costumbres. — Carga de una muía. — Manera de domar las muías. — Accidentes á que se hallan espuestos. — Oíros me- dios de transporte. Las muías han sido siempre de gran utilidad para el hacendado. Durante mucho tiempo han estado esclusiva- mente destinadas á los trabajos de transportes, y si hoy se multiplican las carretas en los alrededores délas principales ciudades donde los caminos reales están perfectamente cui- dados, no ha disminuido por eso su utilidad en los paises del interior, por lo general muy escabrosos á causa de las montañas pendientes y de mucha elevación. Así, pues, es muy probable que en mucho tiempo todavía el comercio trasandino carezca de otros medios de transporte, del mismo modo que todos los asientos de minas situados én terrenos sumamente áridos, provistos solo de algunas sustancias muy ásperas que ei caballo no podría digerir sin gran dificultad, y á las que ia muía con su gran sobriedad y la fuerza di- gestiva de su estómago, puede acostumbrarse. Es muy co- mún ver recuas enteras obligadas á pasar dos ó tres días sin recibir el mas insignificante alimento á pesar de ios tra- bajos tan duros como penosos que tienen que ejecutar. Por estas causas el oficio de arriero ha sido en todo tiempo en Chile uno de los mas comunes pero también uno de los mas sencillos y de los mas independientes. Antiguamente se encontraban muy pocos que lo desempeñasen por su propia cuenta : cada hacendado se cuidaba de transportar sus pro- DE LOS SIRVIENTES. 207 ductos al sitio de la venta, y esto es lo que se hace todavía por lo general, cuando la naturaleza de los caminos no per- miten el tránsito de las carretas. Para este transporte em- pleaban entonces algunos sirvientes de la hacienda, los que abandonaban momentáneamente sus ocupaciones á no ser que la hacienda fuese bastante grande para necesitar de su trabajo todo el año, en cuyo caso hacian de él una verdadera profesión. Eí arriero comienza las mas de las veces por ser madri- nero, y solo cuando tiene veinticinco años es cuando acaso puede comenzará practicar un oficio que exige mucha tuerza y mucha actividad. Sus deberes son cuidar las muías, y con- feccionar los aparejos que Sas ponen, siempre monstruosos y rústicos. Para dar una idea de ellos vamos á describir uno con todos sus detalles. Sudadero : Gran pedazo de jerga que colocan sobre el lomo del animal para que absorva el sudor, lo que llega á darle con el tiempo un brillo de acero. Muchos hacendados no ha- cen uso de él, porque creen que contribuye en gran manera á las mataduras de las bestias. Cueros de carneros recortados : En número de cuatro forman las coronas y todos son de la misma medida escepto el de encima ordinariamente un poco mas grande. Lomillos : Son de totora y se pone uno á cada lado reu- nidos los dos por medio de cuerdas. Enei norte, para impe- dir á las muías que los masquen, los forran de lona algunas veces de diferentes colores por espíritu de coquetería. Cuñas : Suelen ser seis, ocho, diez, y á veces mas. Todas están hechas con pequeños retales de cuero y lana para llenar los huecos ó para colocarlos sóbrelas mataduras á fin deque la carga no ocasione daño en ellas á las mutas. Estera : Gran ramal formado también con totora que se suele cortar haciéndole serpentear sobre sí mismo y que se cose después para conservarle en este estado. Capote : Pedazo de cuero cortado en cuadro y de las mismas AGRICULTURA CHILENA. dimensiones que los lomillos. Al principio se le coloca mo- jado sobre el aparejo de modo que al secarse conserve en ¡o sucesivo la forma combada que toma En él se emplea un cuero de escaso valor y frecuentemente un pellejo de ca- ballo, de muía, ó de becerro. Lazillo : Es una correa de cuero de tres á cuatro brazadas que sirve para sugetar al aparejo los dos fardos de la carga. Eslas son pues las piezas del aparejo del que en todo tiempo se ha hecho uso en Chile y del que á pesar de sus defectos (puesto que pesa veinte libras sobre poco mas ó menos, exige mucho tiempo para ponerle y calienta muchí- simo los lomos del animal) se sigue haciendo uso. Con él los arrieros poco diestros en aparejar ó poco cui- dadosos en hacerlo bien, ocasionan á las bestias numerosas mataduras que algunas veces cubren lodos sus lomos. El precio de estos aparejos es de 4ó5 duros en los alrededores de Santiago y el de ocho sobre poco mas ó menos en Copiapó. Si entran en él los costales es preciso añadir á las cantidades citadas tres duros mas, coste del cuero y dos reales por con- feccionarlos : cuidándolos algo pueden durar tres años. En Chile, una recua de muías consta de muchas piaras cada una de doce ó catorce, y están dirigidas por un arriero y un madrinero. De estas muías, diez van cargadas, los sir- vientes montan dos y las otras dos van de repuesto. Cuando muchas piaras pertenecen á un mismo dueño, lo que sucede muy á menudo, se añade á los otros sirvientes un capataz que es el jefe de la espedicion. En el caso contrario se reúnen dos arrieros para poder prestarse mutua ayuda en el mo- mento de cargar, porque aunque un arriero pueda cargar por sí solo á una muía cubriéndola los ojos con su poncho, lo que la hace permanecer inmóvil, sin embargo no puede conseguir esto mas que con una ó dos, y cuando el número de muías que tiene que cargar es crecido se ve en la absoluta necesidad de pedir ayuda. En las provincias centrales donde todos los terrenos se DE LOS SIRVIENTES. hallan sobre poco mas ó menos cercados, los hacendados han hecho construir grandes gualpones que sirven de a! bergue mediante el pago de 1/4Uo por cabeza, compren- diendo en este precio el alimento de las bestias casi siempre insignificante. En el norte no se encuentra ya casi ningún gualpon, y se deja á las muías mezcladas unas con otras pastar en los campos en la mas completa libertad ; y á pesar de esto es muy notable ver el instinto que tienen los arrie- ros para reconocer entre tantas, las muías que les pertenecen, las que en su mayor parte no están señaladas con los cortes especiales que algunos amos precavidos les hacen en el rabo ó en las crines. Para que anden las muías es de absoluta necesidad una yegua provista de un pequeño cencerro, que va siempre con el nombre de madrina á la cabeza de la recua, y las mas de las veces llevada del ramal por un muchacho llamado madrinero. Es verdaderamente estraordinario el cariño, si así puede decirse, que le profesan las muías, no separándose de ella y siguiéndola con un amor que tiene mucho de sen- timiento filial. Gracias á esto, los arrieros apenas tienen que cuidarse de las muías durante su marcha, ni temer que se separen de los parajes en que acampan. Para que no suceda esto último algunas veces traban las dos patas de la Madrina con una correa llamada manea, en la seguridad de encontrar al dia siguiente todas las muías á su alrededor. Se procura ordinariamente que sean blancas para distinguirlas mejor en la oscuridad y se las escoge entre las mejores puntaderas, es decir las que tienen la costumbre de ir siempre á la cabeza de la espedicion. Por lo demás el sonido del cencerro basta para conseguir el mismo resultado, porque la muía es tan sensible al sonido de este cencerro como al animal que le lleva y conoce perfectamente su vibración aunque se encuen- tren en una misma recua ocho ó diez madrinas. Nosotros hemos visto puesio en práctica este sistema con los rebaños de vacas en Suiza, donde todos estos animales se apresuran Agricultura. 14 m $w. AGRICULTURA CHILENA. á seguir el sonido del cencerro •, pero en este pais es una vaca la que desempeña el oficio de madrina. Los arrieros están casi siempre ocupados. Al volver de un viaje dejan, dos ó ires días á lo mas, á sus muías en un mal potrero, y durante este tiempo se ocupan en recompo- nerles sus aparejos, en esquilarlas y en aplicar remedios á las mataduras de que estas desgraciadas bestias están siempre cubiertas. El remedio que emplean mas generalmente, es la grasa derretida : lavan con ella la herida después de haberle qui- tado un poco de la costra. También las sangran en el cor- bejon cuando lo tienen lastimado. Durante la marcha se contentan con echar en las llagas vivas en el momento en que descargan á las muías, puñados de tierra que recogen del suelo, lo que indudablemente debe empeorarlas. En el norte trabajan las muías casi todo el año, y esto es generalmente lo que hacen también los arrieros de las pro- vincias centrales. Sin embargo en estas últimas, muchos de los hacendados las envían por tres ó cuatro meses, es decir desde octubre hasta fines de enero, á las cordilleras, donde mediante una retribución de 2 á I reales por cada muía durante toda la temporada, pueden darles un alimento sumamente sano y muy nutritivo, que las engorda mas y para mas tiempo que la alfalfa que comen en los buenos potreros. Los arrieros encargados de su custodia cuidan con el mayor esmero sus mataduras, y les limpian los cascos, de modo que cuando vuelven á la hacienda se encuentran en un perfecto estado de salud y con las patas endure- cidas por la naturaleza pedregosa de los terrenos que han recorrido. una recua anda de ocho á diez leguas por día con un peso de 3 1/2 á 4 quintales cuando el camino es llano, y la mitad cuando es montañoso. Se ponen en marcha al ama- necer y andan basta las dos ó ias tres, pasando la noche en el camino. Cuando les coee la noche en pleno campo, el DE LOS SIRVIENTES. 211 capataz busca un buen sitio para acampar, un sitio conocido por lo regular, y cada jefe de piara coloca sus tercios de modo que formen todos un gran circuito en medio del cual pasan la noche. Mientras que se arreglan, el madrinero hace la cena que en el norte consiste las mas de las veces en una caraca, especie de charquican con pedazos de pan : también cenan charqui asado ó harina en hulpo, sobretodo cuando el hacendado les da el dinero equivalente al coste de su alimento. El madrinero, muchacho que mas tarde llega á ser arriero, es el único encargado de la cocina y de la despensa. Cuando el viaje es corto distribuye sus utensilios y víveres entre las diferentes muías de sus piaras, pero en los puntos donde hay minas tiene una muía destinada á conducirlos del mismo modo que el agua para beber. Este es su único tra- bajo, y no tiene que cuidarse ni de las cargas ni de las muías, ni siquiera de la madrina, que queda á cargo' del arriero á quien corresponde hacer la ronda de noche, por- que á pesar de la sumisión que tienen las muías para con su madrina, hay algunas demasiado salvajes á las que el hambre podria llevar á grandes distancias, y es necesario por tanto vigilar á toda la recua. Las atenciones que se prodigan á las madrinas, no son á pesar de los servicios que prestan, mayores que las que se dispensan á las otras muías : hasta podria decirse que son menores, puesto que ligando las mas de las veces sus patas con manea no las consienten apenas ir á buscar las escasas yerbas que se encuentran en aquellos desiertos ó en aquellos caminos tan frecuentados por las recuas. La única ventaja de que disfrutan es la de no ir cargadas ; y para eso algunas veces, aunque son muy contadas, las niegan este privilegio. Antes de amanecer todos los arrieros reúnen sus muías y se apresuran á cargarlas. Esta operación es siempre muy larga á causa de las numerosas piezas de que se compone el aparejo, y puede calcularse que necesitan lo menos dos 212 AGRICULTURA CHILENA. ..':;©;;'■ !■ horas para cargar cuatro piaras, ó lo que es igual unas cua- renta muías. Mientras que dura esta operación, el madri- nero cuida de las muías cargadas, y ofrece á cada uno de los arrieros un pocito de mate, preparado por él, ó un poco de agua caliente con azúcar y una raja de limón y algunas veces un poco de aguardiente. Esto es todo lo que toman por la mañana, contentándose con comer en el camino un pedazo de tortilla, ó de pan con queso, tomando de vez en cuando algunos vasos de hulpo con harina que llevan en sus alforjas. Puede decirse que no hacen mas que una verdadera comida, la de por la noche, porque nunca se detienen, ni aun en la época de los grandes calores, siguiendo paso á paso á sus muías, las que á su vez siguen á la Madrina atraídas acaso mas por el sonido del cencerro que por una verdadera querencia. Sin embargo nunca se ha tratado de dar á otros animales, ni siquiera al caballo, el empleo de madrina. El flete que se paga por cada muía varía según las pro- vincias y hasta según las estaciones. Podríamos publicar un estado de los precios establecidos en cada departamento, trazado en 4840; pero nos limitaremos á decir que según este estado, el precio es de medio real sobre poco mas ó me- nos por legua, variando entre un real en Copiapó, 3/4 cuar- tillos en la Serena y no mas de un cuartillo en ciertos can- tones del sur. Los arrieros de Santiago consiguen en los viajes ordina- rios una ganancia de 25 centavos por muía ; sin embargo los hacendados cuando las alquilan apenas sacan un producto neto de real y medio . El precio de cada muía es hoy de 20 pe- sos mientras que antes de la independencia no valian apenas mas que de 6 á 8 y de 10 á 14 en 1840. Con el aparejo y los costales cuestan unos 28 pesos. Una piara de 14 consti- tuye pues un capital de 420 pesos, capital que necesita un arriero para trabajar por cuenta propia, y se hallan muchos que trabajan así, sobre todo entre los inquilinos de las cer- canías de las grandes ciudades. DE LOS SIRVIENTES. 213 El oficio del arriero es estimadamente duro, penoso y exige mucha actividad de la parte del que lo profesa. Esta vida ruda y trabajosa imprime en su alma un sello del que carecen los otros campesinos. Acostumbrado á ir casi siempre á caballo, su paso es lento y un poco vacilante por mas que no use espuelas como las que llevan los vaqueros y los demás ginetes. Endurecido por las fatigas sin poder re- posar durante su viaje, puede mejor que ningún otro resistir el frió, el calor, la sed y el hambre, cualidades todas que le hacen sumamente paciente y resignado. Su carácter es por esto mas sumiso y bien lo necesita para contentar á su clientela, de una educación diferente y variada. El contacto con esta clientela ha aumentado su inteligencia, pero al mismo tiempo le ha hecho mas astuto, mas ladino. Con su aire tímido, encogido, consigue fácilmente su objeto, sobre todo cuando se halla interesado en la venta, y la realiza en beneficio propio : en el caso contrario conserva las mas de las veces la indiferencia que caracteriza á los de su raza. Su salario es ordinariamente el doble del de los otros sirvientes y frecuentemente seles da un tanto por cada viaje; ademas seles costea su manutención, su alimento, que consiste en un cuarto de almud de trigo y harina y en una libra de char- qui cuyo importe asciende á dos reales. Algunas veces en lu- gar de darles los víveres les entregan su importeen metálico, sobre todo cuando se dirigen á Valparaíso que encuentran en el camino numerosos bodegones provistos de todo lo ne- cesario En Copiapó tienen de sueldo de 12 á 15 pesos al mes, y su alimento valuado en 2 rs. se compone general- mente de una libra de charqui, una onza de grasa, otra de sal, veinticuatro higos y una telera ó lo que es lo mismo una libra de pan, hecho antiguamente con una harina or- dinaria, pero amasado en el dia con una de las harinas mas superiores. ,..„.'■, En la provincia de Atacama donde el oficio de arriero es muy común, los que se dedican á él comienzan á ejercerle c h'> ;• AGRICULTURA. CHILENA. desde una edad muy temprana. Sin embargo no son bas- tantes para satisfacer las necesidades de la localidad y acuden á ella muchos de la otra banda, los que se ven obligados á hacer una especie de aprendizaje para colocar bien un apa- rejo algo diferente del que usan para sus caballerías. Tam- bién reciben de las mismas provincias de la Rioja las molas que destinan al transporte de los minerales, io mismo que los burros padres, por los que se pagan de 30 á 40 duros. Pero en general se hacen muy pocas crianzas en aquellas áridas comarcas, las mas comunes son en las pro- vincias de Santiago y de Colchagua y en menor número en la de Aconcagua, aunque las crias adquieran en ellas esce- lentes cualidades, sobre iodo bajo el punto de vista de los cascos, que con los terrenos pedregosos y montañosos se endurecen muchísimo. Las muías comienzan á trabajar álos cinco años y mas co- munmente á los seis; época en la que ya han adquirido toda su fuerza y su vigor. Los arrieros son los que se encargan de amansarlas. Para esto se las deja en los parajes donde hay recuas de muías con la madrina, lo que las acostumbra á seguirla. Cuando tienen mas edad siguen en la mas completa libertad á las muías que van de viaje, pero para poderlas utilizar es preciso domarlas á la edad de cinco años. Para conseguirlo los arrieros les dan golpes con su poncho en la cabeza y en los ojos hasta que logran aturdirías y cuando las ven un poco tranquilas les cubren la cabeza con el mismo poncho para impedirlas que vean. En este estado la muía permanece completamente inmóvil y se le puede poner un aparejo; pero en seguida que le quitan el poncho, comienza á correr y á saltar para reunirse ai fia con las demás en el momento en que el sonido de! cencerro de la madrina da la señal de marcha. Después de esta operación , eje- cutada siempre del mismo modo en muchos viajes, puede empezarse á cargarla, al principio con poco peso au- mentándole gradualmente hasta llegar á cuatro quintales ■ar DE LOS SIRVIENTES. 215 que como ya hemos dicho es e! peso de una carga ordi- naria. Las muías están espuestas á pocas enfermedades, pero no es raro verlas, cuando están confiadas á un arriero descui- dado y poco práctico, deslomarse, por la costumbre muy común en algunas de echarse de cuando en cuando en el suelo. En esta posición se ven obligadas para levantarse á estirar sus patas de delante con el lomo estendido, lo que hace que todo el esfuerzo parta de atrás, y llegarían á rom- perse la columna vertebral si una persona no acudiese a prestarles ausilio, El medio que se emplea es doblarles las patas delanteras y ayudarles en seguida á levantarse lo mismo que si estuviesen de rodillas. Este es uno de los principa- les cuidados del arriero durante el trascurso de la marcha, y aunque estas especies de pausas sean bastante frecuentes es muy raro que les suceda algún fracaso. Muchas veces se ha pensado introducir camellos en el norte para reemplazar á las muías-, pero nunca ha podido realizarse este proyecto á pesar de los inmensos servicios que podrían prestar en aquel pais arenoso donde no crecen yerbas Mejor que las muías y los asnos podrían soportar con mas fuerza todas las miserias y privaciones á que se hallan sujetos estos animales, prestando al mismo tiempo grandes servicios á la industria minera. En Bolivia, bajo la presidencia de Balivian, el gobierno se hizo con cierto nu- mero de camellos y los sostuvo á sus espensas durante al- gunos años-, pero no pudiendo hacerlos vigilar bien, con- cluyó por distribuirlos entre varias personas á quienes era mas fácil practicar esta vigilancia. Desgraciadamente no se consiguieron los resultados apetecidos ; y esto sera probable- mente causa de que ninguna otra persona emprenda esta especulación. Ademas los ferrocarriles que se multiplican en aquellos parajes no tardarán en sustituir ventajosamente á las bestias de carga siempre costosas de mantener. Copiapo posee ya uno que va desde la Caldera hasta la mina de Cha- W§: v 3 AGñlGULTlJilA CHILENA. ñarcillo. La Serena prepara los suyos y dentro de poco Talca se reunirá á Santiago, y desde allí á Valparaíso, porque las obras se hallan muy adelantadas. Por otra parte los caminos reales están perfectamente cuidados, y las carretas pueden multiplicarse en ellos hasta lo infinito. Estas carretas no están modeladas sobre las que existían no hace todavía mu- chos años tan pesadas y toscas : son como las que se usan en Europa y en eS Norte de América, sólidamente construi- das con ejes de hierro y pudiendo trasportar de 50 á 60 quin- taos y á veces mas. Aunque cuestan de 150 á 200 pesos y 250 con toldo, etc., hacen los transportes á menos precio quejas muías, porque no necesitan mas queun hombre para conducirlas. Nunca van tiradas por caballos sino por seis ú ocho bueyes, siempre bastante activos para poder andar al día siete leguas sobre poco mas órnenos. En otro tiempo, cuando los caminos eran de muy mala condición esta es- pecie de carretas y Ja naturaleza de sus animales eran las solas que convenían al pais. CAPITULO XIII. INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS. Gran sencillez de los instrumentos que se usan en Chile. - Descripción del arado. - Solicitud de los chilenos en procurarse los modernos. — Depó- sitos nacionales y estranjeros. — Fábricas establecidas en el país. La elección de los instrumentos es de gran importancia en agricultura, porque se ha demostrado hasta la evidencia que en las mismas circunstancias conseguirá un cultivador mejores resultados ó economía, facilidad y rapidez, según la inteligencia que haya empleado en la elección de uno ú otro, ó en las mejoras que les haya proporcionado en vista de sus cultivos y de la localidad. Hasta hace pocos años no ha conocido Chile los instru- mentos que la mecánica ha inventado tan maravillosa- mente, y con los que animando las fuerzas de la naturaleza los ha sabido emplear en provecho de sus trabajos. Este retraso en emplearlos no ha sido culpa de los propietarios : algunos de ellos se han apresurado á sacrificar considera- bles sumas en adquirirlos, pero no hallando cultivadores bastante hábiles para manejarlos, y mucho menos opera- rios para componerlos en el caso de que se estropearan, se han visto obligados á abandonarlos y á recurrir de nuevo á los instrumentos primitivos que la edad media les habia legado. Entre estos instrumentos el mas importante y el mas útil es el arado ó dental que los Chilenos emplean desde el tiempo de la conquista y que aun hoy todavía usan , casi en todas partes en vez de el arado moderno, para los grandes trabajos de los campos y hasta para remover las tierras. Su AGRICULTURA CHILENA. construcción es estremad amenté sencilla y a! alcance de todo el mundo. El cultivador que quiere" ahorrarse esta compra, corta de un espino, ó si no abunda este árbol, de un litre, un tronco fuerte provisto de una rama ¡ijeramente oblicua, y gradas á su. esperiencia y á su habilidad, el tronco recibe aunque toscamente la forma de un ángulo mas ó menos pronunciado. Este es el principal elemento del arado chileno ó cabecera que sirve á ia vez de cabecera, de oreja y de reja. Esta por lo menos consiste en una simple plancha de hierro algunas veces acerado colocada en la punta de la cabecera, y con frecuencia en un simple pedazo de madera dura (espino, luma, etc.), reemplazado por otro inmediatamente que el primero se deteriora. Algunos curio- sos hacen la reja á modo de lanza y cubren la cabeza de planchas de hierro para darle mas duración. El grueso de esta cabecera varia un poco según las pro- vincias y la naturaleza de los terrenos, pero por lo general tiene sobre poco mas ó menos tres pies de largo por medio de ancho. La superficie inferior es plana como la superior, y detras, en el sitio llamado el íalon, se encuentra formando cuerpo con el tronco la espiga algo compuesta para que sirva de manija. La flecha ordinariamente muy endeble es mucho mas larga, y se la fija en el cuerpo del arado en una cisura practicada un poco delante de la manija. Para mayor solidez esta flecha tiene á poca distancia un agujero por el que se pasa un corto y fuerte pitón que se fija sólidamente en el tronco de la cabecera por medio de dos fuertes clavi- jas. Estas clavijas deben colocarse de modo que puedan ser quitadas para subir ó bajar la flecha según la resistencia del terreno y la tracción de los bueyes, lo quedes da el em- pleo de regulador. Como los arados ordinarios que se usan en el Mediodía de la Europa, y siendo todavía mas imper- fectos, no poseen ningún avantrén y la flecha va á fijarse por correas de cuero á un yugo bastante endeble colocado no sobre la testa del buey ni sobre sus brazuelos sino sobre INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS. 219 la nuca y detras de los coeraos, sistema muy Incómodo y que debe necesariamente hacer perder á los animales una parte de sus fuerzas. Tal es la construcción de este precioso instrumento, alma del labrador y que tanto ha ocupado á los mecánicos y á los agrónomos de todos los países. En casi todo Chile se le halla todavía en este estado primitivo entre las manos de los cultivadores á pesar de todas las dificultades que ofrece, teniendo siempre, á causa de su forma, una tendencia á sa- lirse del surco, lo que obliga al labrador á apoyarse frecuen- temente sobre la manija como palanca de reparación. De esto resulta que su instrumento, el menos incómodo para el hombre y para las bestias, lo es con estremo cuando se ne- cesita restablecer el equilibrio, y hasta ofrece dificultades para que los surcos sean iguales. Afortunadamente la habi- lidad del cultivador chileno, habilidad adquirida con una larga práctica, logra las mas de las veces vencer todos estos trabajos y dificultades. Con efecto el labrador chileno está acostumbrado desde muy niño al manejo del arado. Su aprendizaje empieza fre- cuentemente cuando tiene la edad de once ó doce años, y al cabo de algún tiempo consigue evitar con la mayor des- treza que el arado tropiece con las numerosas piedras y los troncos de árboles de que están llenos los campos, y trazar líneas bastante regulares pero estrechas, ovaladas en su parte inferior y siempre de poca profundidad que no llega apenas á 8 ó 10 centímetros, cuando una construcción me- jor, podría hacer penetrar el arado hasta la profundidad de 15 centímetros, ventaja muy grande en un pais secano con bastante frecuencia, y en el que no se emplea el arado mo- derno para remover la tierra. Por lo demás esto es lo que se procura conseguir hoy, cubriendo las cabezas con planchas de hierro y haciendo las puntas á manera de lanzas aceradas mas agudas que las que comunmente se usaban. Otro de los inconvenientes que ofrece el arado ehi- . ■'■f.'^Av,;.:..': AGRICULTURA CHILENA. leño, es el de dejar, mucho mas que en otras partes, por- ciones de terreno sin labrar y cubiertos solamente de tierra. Para remediar en lo posible este inconveniente que evitaría un buen arado moderno, hay necesidad de arar una se- gunda vez y á veces una tercera en sentido contrario, lo que se llama cruzar y recruzar y ocasiona una pérdida de tiempo, que los propietarios deben sentir hoy que la mano de obra ha llegado á ser tan escasa y tan cara (1). Sin em- bargo todas las veces que se han querido introducir arados estranjeros, se han visto durante varios años en la necesidad de renunciar á ellos, porque con la gran cantidad de piedras que se hallan diseminadas en los campos las planchas de hierro que forman la reja, no tardan por su mala disposición en deteriorarse. Algunas veces, y esto es lo que hacen todavía bastantes hacendados, se los aprovecha suprimiéndoles una manija con el fin de tener una mano libre para guiar los bueyes, sobre todo al terminar el surco, que es cuando menos habi- lidad emplean para volverse. Por lo demás los arados de Chile no son de despreciar en los parajes pedregosos y en los que el terreno es duro como sucede en los distritos del sur ^ al mismo tiempo son de fácil construcción y tan bara- tos, que los de punta de madera solo cuestan 2 ó 3 reales y 5 cuando la punta es de hierro : los de mejor calidad no llegan á costar mas que peso y medio ó dos pesos y el yugo de 4 á 5 reales. Su solidez es la suficiente para que duren de ocho á doce meses y hasta dos años si se tiene al- gún cuidado con ellos. No cabe duda que seria conveniente introducir en este instrumento algunas modificaciones, por (1) Don Wenceslao Vial, uno de los pocos chilenos, que han sabido apro- vecharse de sus viajes á Europa, al visitar la escuela de Grignon, observó que en Chile para arar, cruzar y recruzar una cuadra en un dia se necesitan de 1G á 20 peones con otras tantas yuntas de bueyes, es decir que un hombre no hace mas que 1500 varas al dia, y en Francia 4500 metros ó 3762 varas (r=0m,83G), lo que equivale á cuatro veces lo mismo aun arando ios terrenos dos veces roas profundo. PKF ? INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS. 221 ejemplo la de encoger la flecha y no dejarla penetrar en el yugo, lo que es un gran defecto, porque es necesario emplear mucha fuerza y á pesar de esto se descompone con facili- dad También seria necesario que la longitud de la manija fuese mas proporcionada para que el que la dirige pudiera hacerlo sin esfuerzo. Quizas valdria mas emplear el arado tan bien perfeccionado por Dombasle con un pequeño avan- trén provisto de ruedecitas, con el que á causa de su fuerza, de su sencillez, de su construcción fácil de reparar y de su solidez podrían oblenerse mejores trabajos, y surcos mas profundos-, pero como la de todos los buenos instrumentos, su construcción se halla sometida á reglas precisas y mate- máticas con las que es necesario conformarse y ademas re- quiere cierto tino y un gran cuidado para guiarle, cuali- dades que por otra parte exigen todos los arados sin ruedas. En algunos puntos se usa el arado moderno, con o sin avantrén. Este instrumento mas fácil de manejar, de una marcha mas pausada, mas regular, es el mas conveniente para un suelo tan rústico como el de Chile en el que no se hacen mas que labores superficiales ; pero á pesar de esto no se halla muy generalizado probablemente á causa de su crecido precio. Los demás instrumentos agrícolas de Chile son también de una sencillez patriarcal 5 á saber el rastrillo formado úni- camente por la reunión de algunas ramas espinosas sobre las que se colocan algunas piedras para darles peso; y que como se ve no sirve mas que para igualar el terreno, y cu- brir un poco las semillas sin completar su obra el acarreo que aplasta las matas levantadas por el rastrilleo. La echona que es la hoz de los españoles compuesta de un semicírculo de hierro afilado en su parte interior y un mango de ma- dera Hasta hace poco tiempo ha reemplazado á la guadaña en la siega por mas que esta apresurase cinco veces mas el trabajo que la primera, la cual no permite á cada cultivador segar mas que 1,500 varas cuadradas al dia ó lo que es ¿: AGRICULTURA CHILENA. igual 1,300 metros. Apesar del cuidado que ponen los pro- métanos en hacer adoptar este precioso instrumento mucho menos fatigante que el primitivo, no pueden conseguirlo no por falta de acierto de los cultivadores, sino por su falta de voluntad y por esa fatalidad que hace que el hombre de poca iDstrnccioo no pueda abandonar sin gran dibcultadsus primeras costumbres. Talos son aparte de algunos otros como el azadón, la pala la barreta, etc., los instrumentos empleados en Chile desde los primeros años de la conquista y que han bastado a la sencillez de una industria siempre desprovista de ver- dadero mteres comercial. En el dia gracias al nuevo orden de cosas, estos instrumentos tienden de mas en mas á dis- minuirse y son reemplazados por las preciosas máquinas que la mecánica moderna mventa y perfecciona para el Men- ee ar de la humanidad y que entre las manos de los mismos cultivadores doblan y triplican el trabajo haciéndole mejor y mas barato. Están particularmente destinadas, mas que á ningunos otros, á los paises poco poblados, y bajo este punto de vista todo el porvenir agrícola de Chile depende de ellas pues han de ser unode los mas preciosos elementos de su pros- pendad. Así al menos lo comprenden les ricos propietarios que se apresuran á adquirirlas á pesar de los precios al- gunas veces muy subidos de su primera compra. Ya en 1839 la Sociedad de Agricultura mandó construir en el país á sus espensas una máquina de Herrarte para trillar el trino- y desde entonces todos los jóvenes chilenos entusiasmados con los resultados que han podido ver en los Estados Unidos y en las diversas comarcas de la Europa que han visitado se han apresurado á dotar á su pais con otras muchas má- quinas mas perfeccionadas y destinadas á diversos trabajo,. As. pues don Manuel Beauchef ha introducido una costosa maquina de trillar á vapor de forma portátil; don Agustín tizagmrre ha planteado otra máquina lija para el mismo uso movida por una rueda hidráulica; y don José Vargas INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS, 223 ha hecto un viaje á los listados Unidos con el solo objeto de mandar construir arados modernos y ha llevado á Chile cuatro máquinas de trillar movidas por caballos con las que se promete trillar hasta 100 fanegas diarias. Los Señores Larrain y Gandarillas han hecho su última cosecha con ma- quinas de segar obteniendo los mas brillantes resultados-, los Señores presidente y vice-presidente de la Sociedad de Aoricultura han practicado en el mismo sentido no menos lisonjeros ensayos, y la siega por medio del sistema de las máquinas ha llegado ya hasta las llanuras centrales del Maule donde el joven agricultor don Juan de la Cruz "Vargas ha empleado dos de estas máquinas de la acreditada fábrica deMacCormick (1). También posee Chile máquinas de sacar troncos, lo que corresponde á una de las mayores necesida- des de la agricultura chilena. Otros chilenos no menos dignos de elogio se han apre- surado igualmente á entrar par la misma senda de progreso. En los últimos tiempos el general Ruines ha comprado una máquina de trillar por la que ha pagado 15,000 francos. El Señor Pérez Rosales, cónsul en Hamburgo, ha enviado otras muy importantes, y una porción de chilenos entre los que se hallan los Señores Correa y Toro, donRafael Larrain, don José Miguel írarrazabal, don Ramón Chavarna, Ra- mírez, etc., etc., se asocian con la mayor solicitud á todos estos generosos esfuerzos, contentos de poder dotar á su pais con estas admirables máquinas, que forman el lazo que reúne la agricultura á la ciencia y que en definitiva deben librar al hombre del trabajo de las bestias. Algunos anos mas, y Chile verá todos estos preciosos instrumentos mo- verse por las pequeñas máquinas de vapor que algunos propietarios poseen ya, y que servirán á un mismo tiempo paralas labores de los campos, para las apremiantes necesi- (1) Don Benjamín Vicuña y Mackenna , Mensajero de la agricultura , 1. 1, p. 210. i AGRICULTURA CHILENA. dades de los riegos y para todas las esputaciones industriales que la industria creará y ha creado en las vastas propiedades Las maquinas de vapor desempeñan hoy efectivamente un gran papel en los trabajos agrícolas : según dice el sabio Halkelt e vapor puede ser empleado como fuerza motriz en todas las grandes y pequeñas labores, con esclusion de odo caballo y esto con tal regularidad que podrá trabajarse tanto de noche como de dia. J No hay duda de que al principio estas máquinas tan com- plicadas ofrecerán algunos apuros en su empleo, y será ne- cesario> un aprendizaje mas ó menos largo. Por esta causa solo debería fijarse la atención en las mas sencillas, mas solidas, mas fáciles de manejar y de componer, por último en las que pueden confiarse á las manos de todos los culti- vadores chilenos, rústicos, poco iniciados todavía en la ma- nera de darles dirección, y con frecuencia poco benévolos para con las máquinas nuevas, obstinándose en no usarlas porque no las comprenden y no procuran estudiarlas por pura repulsión sistemática. Es verdad que Chile comienza a salir del estado de aislamiento en que se hallaba no hace mucho todavía respecto de ingenieros y de mecánicos capa- ces de componer los instrumentos deteriorados. Estos útiles e inteligentes operarios se multiplican allí cada dia se re- parten en las provincias; y cesando con este motivólos in- convenientes que impedían á los propietarios hacer estas adquisiciones, las máquinas pueden alejarse de las capitales y penetrar en todas las provincias de la República. Una de las provincias que se ha distinguido adoptando esta clase de progreso es la de Concepción. Hoy se cuentan en ella por centenares los arados estranjeros que ha adqui- rido, cuando hace cerca de doce años ni tan siquiera los conocía; y se hallan también otros instrumentos, aun los mas complicados, tales como los de trillar, aventar y limpiar que pueden beneficiar al dia una cantidad considerable de tngo. Según manifiesta el intendente de la provincia, los INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS. propietarios se muestran muy deseosos de poseer máquinas y esto ha sido causa de que los dos subdirectores de la Escuela de artes y oficios de Santiago, M. Perron y M. Mau- rin, se hayan ido á establecer en ella para fundar talleres, no tardando en ser tan numerosos los pedidos que de todas partes les han hecho, que á pesar de su gran taller movido por el vapor no les ha sido posibie satisfacer á todos. Por su parte los grandes fabricantes estranjeros tales como Clayton, Shuttleworth y compañía de Inglaterra, y I. A. Pites de los Estados Unidos, etc., se han apresurado á crear depósitos en las grandes ciudades de la República y á abrir en ellas algunos talleres. La casa André Brown hasta ha hecho ir á Santiago operarios inteligentes para montar las máquinas por sí mismos, componerlas cuando se estropeen, hacer todas las piezas que se rompan ó se deterioren, y por último enseñar la manera de utilizarlas, lo que los cultivadores pueden aprender mucho mejor todavía en la hacienda de Orosco, donde el propietario Señor Vives ó sus agentes, están encargados de hacerlas funcionar á su presencia, ha- biéndose establecido concursos en interés de estos agricul- tores. La Sociedad de Agricultura por su lado procura propa- garlas enunciando en sus boletines su poderosa influencia. En 1858 pidió al ministerio que la Escuela de Artes y Oficios produjese bastantes instrumentos con el fin de hacer una agricultura mas económica y mas capaz de sostener la con- currencia que tienden á presentarle ia de ia California y la de Australia; el Señor Jariez, su inteligente director, probó que estos instrumentos llegarían á ser muy caros á causa del gran valor del carbón y del coke, pero á pesar de esto debería preferentemente acostumbrar á los jóvenes discípulos á confeccionarlos , puesto que la mayor parte de ellos podrían formarse con su uso uoa especialidad cuando volviesen á sus aldeas. En el estado actual de la agricultura chilena y con los deseos que tienen los habi- tantes del campo de ir á vivir á las ciudades, no pueden Agricultura. 1g 226 AGRICULTURA CHILENA. ponerse en duda los beneficios pecuniarios que conseguiría un mecánico poseedor de una buena máquina, yendo con ella de hacienda en hacienda para emplearla en servicio de sus propietarios. Que se tenga presente que Chile necesita un cultivo barato, porque si el trigo sube á 2 pesos para el cultivador, no le será posible sostener competencia sin las maravillosas máquinas que por fortuna se propagan cada dia mas. Aunque la mejora fuese muy escasa no por eso dejaría de tener una gran importancia, porque se produciría sobre una gran porción de mano de obra y de valores. Pero antes que nada seria preciso separar las piedras y sobre todo los troncos de árboles y las fuertes raices de que se hallan infectados todavía la mayor parte de los campos de Chile (I). Así pues en Chile como en los paises mas civilizados las máquinas tienden á transformar las condiciones agrónomas de cada provincia y á sustituir las fuerzas humanas con las fuerzas mecánicas. Esto es un problema completamente re- suelto en favor de un pais de gran porvenir y en el que la mano de obra es cada dia mas escasa y por consiguiente mas costosa. Las máquinas apropósito para la industria agrícola se propagan también en la República con la misma rapidez, y bajo este punto de vista los molinos de harina y las máquinas de aserrar movidos por el vapor ofrecen uno de los mas agradables ejemplos del impulso que ha colocado á los Estados Unidos á una altura tan grande. Durante mucho tiempo los gastos ocasionados por la compra de los instrumentos ordinarios han sido muy insig- nificantes : hoy todavía son de escasa importancia, á no (1) El Señor don Benjamín Vicuña en sus interesantes Estudios sobre la agricultura, publica preciosísimos datos acerca de las máquinas é instru- mentos que se emplean hoy en Inglaterra, y hasta dice los precios que cos- tarían si se enviasen á buscar para una hacienda-modelo de 300 cuadras cultivables, los que no subirían entre todos con los precios de trasporte mas que de 3680 á 5000 pesos. INSTRUMENTOS AGRÍCOLAS. ser los que motivan las carretas perfeccionadas, y que reem- plazan tan ventajosamente á las antiguas. Por lo demás cada gran propietario posee en su hacienda todo lo que necesita para construirlas : las maderas que hace cortar en sus mon- tanas, y hombres capaces de trabajarlas y de darles la forma deseada. Una carreta hecha de este modo en el campo, todo lo mas que cuesta es 200 pesos y puede conducir de SO á 60 quintales. En las localidades escabrosas y llenas de pan- tanos, muy comunes en Chile, no pueden emplearse con facilidad las carretas de peso y se da la preferencia á las de ruedas de media vara de diámetro con ias que se pueden subir y bajar mucho mejor las cuestas, servicio que no po- drían prestar las otras á causa del mal estado de los caminos. Este es, tratándose de instrumentos, el verdadero capital fijo de una gran propiedad que no posee ninguna de las má- quinas nuevamente introducidas en la labranza, y la mayor parte se encuentran en este caso 5 los otros son de poco valor y no preocupan en modo alguno al propietario ó al arrendatario. CAPITULO XIV, DE LOS RIEGOS. De su absoluta necesidad en el norte de Chile. - Efectos de la falta de ar- bolado y proyectos para remediarla.- Necesidad de un código rural y ingenieros para dirigir las operaciones de los riegos.- Diferentes sistemas empleados y ventajosos resultados que producen. La humedad no se halla repartida con igualdad en la su- perficie del globo. Hay países en los que las frecuentes lluvias inundan los terrenos hasta el punto de convertirlos en pan- tanos : en otros son por el contrario las lluvias estremada- mente raras ó faltan por completo, y los terrenos son áridos y estériles. En uno y otro caso la agricultura se ve en la ne- cesidad de corregir á la naturaleza y de aprovechar en el pri- mero el principio del drainage y en el segundo el de los riegos. . , El drainage, aunque conocido desde hace muchos siglos, no ha sido puesto en uso hasta hace algunos años solamente, pero con un éxito de los mas notables. En Chile no ha habido todavía necesidad de aplicarle á las tierras á causa de la can- tidad de baldío de que puede todavía disponerse, sobre todo en las provincias del Sur donde este procedimiento podra mas tarde ser ventajosamente practicado, pero tiempo vendrá en el que aumentándose la población y siendo necesarios estos terrenos tendrán que ser sometidos á la citada operación con gran ventaja de aquellas húmedas comarcas. Ya en algunas localidades de las cercanías de Santiago se nota esta nece- sidad á consecuencia de la mala dirección que se da a las aguas coladas, lo que inutiliza una porción de aquel precioso terreno (1). en Desde hace algunos años los marjales ó revouicior.es han cundido con DE LOS RIEGOS. 229 El principio de los riegos es en cambio mucho mas cono- cido. De nna utilidad mas general y de un resultado mas visible, los riegos han preocupado en todo tiempo á las na- ciones, y sabemos que los Egipcios, los Griegos y los Roma- nos, etc. , los practicaban con una inteligencia completamente á la altura de sus necesidades. Este arte no ha sido menos conocido y practicado en el Nuevo Mundo. Los indígenas medio civilizados, le elevaron á un alto grado de prosperidad, y todavía encuentra el viajero en el Perú ruinas considerables de acueductos que atesti- guan el cuidado y el talento consagrado por aquellos pueblos á vencer la estremada sequía que reina en sus comarcas. No se sabe de cierto si los antiguos Chilenos harían uso de los riegos, pero se debe suponer que los emplea- rían los habitantes del norte enteramente dedicados á la agricultura, en un pais muy seco y árido, continuación de la zona sin lluvias que se estiende por toda la costa del Perú. Sin embargo después de la conquista tan eminente- mente civilizadora del Inca Yupanquí, esta provechosa in- dustria se propagó con el mayor esmero, y hoy todavía se hallan numerosos vestigios de los canales de que frecuente- mente y con el mayor interés se aprovechan los propietarios. Las tierras de la región agrícola del norte y las de la mayor parte de la del centro, no pueden con efecto producir algunascosechassin ser regadas previamente. Muy secas, fuer- temente recalentadas por un sol siempre puro y esplendo- roso, jamas humedecidas por las lluvias del verano, y solo por los rocíos de la costa y algunas escasas lluvias en el invierno, las cosechas que produzcan serán siempre irregulares, poco variadas y nunca seguras si no se dirige á las tierras, pormedio espantosa rapidez en la provincia de Santiago inutilizando terrenos preciosos para el cultivo y amenazando invadir la misma capital. Seria preciso ave- riguar su causa, porque la que universalmente se reconoce por tal (el riego del llano de Maypu) es á nuestro juicio inadecuada. ( El Siglo del año 1846, n° 1279.) AGRICULTURA CHILENA. de canales, el agua suficiente para sostener ia vegetación. Esta es una ley de existencia social para los habitantes de las citadas regiones, que ha ocasionado muchas veces tras- tornos y hasta conflictos. Todavía se recuerda en Copiapó uno de ellos que ocurrió en noviembre de 1801. Mas de dos- cientas personas se dirigieron en masa hacia el fondo del valle ó Potrero grande, en donde se decia que habia sido detenida el agua ; y durante el camino irritadas con la no- ticia, ocasionaron los mayores destrozos. Destruyeron los sembrados, robaron los granos que habia en las granjas y mataron una porción de animales. En todo tiempo estos desórdenes aunque mas moderados han producido malos efectos hasta la llegada del general Gana, quien como in- tendente de la provincia, dio á la administración una orga- nización perfectamente regulada. Para poner fin á esta clase de desastres y á los pleitos continuos que se suscitaban, este digno intendente obligó desde luego á todos los interesados á que le presentasen sus títulos de beneficio, y después mandó colocar en cada regador una puerta con un candado que no debia estar abierta mas que el tiempo fijado en cada título. Se nombraron empleados para que vigilasen el cumplimiento de ia anterior prescripción, y cada individuo acusado de haber aprovechado, sin derecho para hacerlo, la mas insi- gnificante cantidad de agua, era condenado á pagar una multa de cincuenta pesos. En la provincia de Coquimbo son todavía mas comunes esta clase de peripecias. Desde hace mucho tiempo una porción de ribereños- se hallan en litigio, pretendiendo los superiores tener derecho á su agua conce- dida desde hace ya muchos años á los inferiores, y otros se hallan perjudicados por los derrames que entran en sus fun- dos. En medio de estos conflictos el gobierno se ve todavía en la imposibilidad de dominarlos, por no haberse previsto á tiempo los resultados de algunas malas leyes. Muchas veces se ha dicho que Chile posee lo menos una quinta parte de terreno sin valor á causa de la falta de agua. DE LOS RIEGOS. Esta proporción seria considerablemente mayor si no se la apreciase mas que visitando sus provincias del norte, pero con todo, algunas de estas provincias tienen condiciones hidrográficas muy suficientes para remediar en cierto modo el daño que les causa la sequía. Una gran previsión del Creador ha hecho que una cadena de elevadas montañas rodee en toda su longitud al pais y le sirva de barrera para detener en su beneficio la humedad que se escapa del Océano. Entonces se establece una armonía con la sequedad de estas localidades, que hace que ¡as lluvias que no caen mas que en invierno se condensen sobre sus picos ordina- riamente muy elevados acumulándose en grandes masas de nieve, verdadero pecho, que en los primeros dias de calor comienza á esparcir la fecundidad en las llanuras y los valles. La Providencia ha colocado como se ve el remedio al lado del mal, y al Chileno es á quien corresponde saber armonizar estos dos escesos, tratando por medios racionales de mejorar la situación hidrográfica de aquellas áridas co- marcas. Estos medios solo pueden pedirse ai arte, pero el arte es dispendioso por naturaleza y la agricultura chilena ha que- rido en todo tiempo disfrutar de los beneficios sin sacrifi- carse para obtenerlos. Estas miras demasiado mezquinas y bastante egoístas, han sido frecuentemente deplorables para la agricultura, pero el espíritu comercial que cada dia adquiere mayor desarrollo en ei pais tiende por fortuna á hacerlas desaparecer. A consecuencia de estos beneficios y de los de las minas, se han abierto canales, y estos canales multiplicándose llevan la vida y la fecundidad á los terrenos considerados antes como de ningún valor. Pero esto no basta. El mal necesita ser combatido en su principio y no se logrará evitarle hasta que no se im- pongan algunas restricciones á la corta irregular que se hace de los árboles para atender á las necesidades de las minas. A causa de esta funesta é irreflexiva costumbre m-- ' ■ r» w AGRICULTURA CHILENA. la vegetación ha desaparecido casi por completo, las rocas aparecen en toda su desnudez, y las lluvias siendo cada vez mas raras dejan que las grandes sequías produzcan sus perniciosos efectos. El interés del pais exige de todo punto leyes protectoras que pongan coto á estos lamentables abu- sos; exige lo mas pronto posible que se dicten las órdenes oportunas para que se hagan algunas plantaciones de ár- boles parciales, ó al menos para que se dejen tranquilos, para que no se impida el desarrollo del escaso número de troncos que ha respetado hasta ahora el hacha de los leña dores; troncos que han llegado á ser tan raros que, en Pu- rutun, donde la madera era muy abundante y no valia la carretada hace poco tiempo mas que uno ó dos pesos á lo sumo, se paga en el dia seis. Esta diferencia es mayor todavía en Coquimbo : ha desaparecido casi por completo la leña y como es consiguiente el carbón, lo que suscita una grave cuestión de economía civil y doméstica. En mu- chos parajes se ven ios pobres en la necesidad de ir á buscar á los potreros las boñigas para utilizarlas como combustibles. No seria ciertamente violar el sagrado derecho de la pro- piedad poner un término á estas violentas destrucciones. Esta es una necesidad con la que las mas grandes naciones se lian conformado, al menos mientras que las circunstan- cias locales lo han exigido así, y el norte de Chile, con mas motivo que cualquiera otra comarca, debe sujetarse á ella, si no quiere ver caer sus campos en el mayor descrédito. Cuando se recorren sus regiones no puede uno menos de entristecerse ai divisar las ásperas y descarnadas montañas que tanto ha maltratado la impróvida licencia de que vamos hablando. En ellas se ve á los Senadores arrancar por su base sin discernimiento ni cuidado, los árboles de todas edades, de todas dimensiones, sin conservar ni raices, ni vastagos, preparando de este modo á aquellas regiones un porvenir de los mas deplorables. En 1838 hice notar en una memoria publicada en el número 399 del Araucano lo 5E23 DE LOS RIEGOS. 233 que perdían el fisco, el pais y sobre todo la agricultura con este exagerado y mal comprendido privilegio y propuse como un remedio el establecimiento de un gran sistema de cabotaje entre las provincias del norte y las del sur. Este proyecto que según nuestra opinión hubiera sido lucrativo, tenia la ventaja de facilitar el arbolado natural ó artificial de las montañas, y la de poner en constante comunicación á dos ricas provincias, una proporcionando sus maderas y sus productos agrícolas, la otra su abundancia de minerales que podian fundirse y beneficiarse con tanta facilidad en medio de las inmensas selvas de la Araucania. Muchos pro- pietarios á quienes estas observaciones interesaban de cerca, se ocuparon seriamente de la cuestión y resolvieron trabajar para poner en ejecución la reforma propuesta. La Sociedad de Agricultura como cuerpo competente tomó la iniciativa y se apresuró á nombrar una comisión para redactar un proyecto y someterle al gobierno. El Sr. don J. M. de Irar- razabal fué encargado de la redacción y ningún otro era mas apto para desempeñar esta tarea, porque siendo uno de los mas ricos propietarios del pais tenia mucho ínteres en regularizar la legislación de esta industria; y siendo ademas uno de los mejores legistas podia apreciar con mas autoridad que cualquier otro las cosas que eran justas ó arbitrarias, é ilustrar en todo la conciencia de ios manda- tarios. Este informe publicado en uno de los números del Agri- cullor, probaba la gran utilidad de una vegetación arbores- cente, sobre todo en las montañas donde la tierra vegetal era tan fácilmente arrastrada por las lluvias impetuosas. Pedia por consiguiente la protección de estas plantaciones y en caso de necesidad que se obligase á los municipios y aun á los propietarios á tener en sus demarcaciones ó en sus propiedades un bosque de ordenanza mas ó menos es- tenso según las exigencias de la comarca. Pero para no hacer contraria á la cria de] ganado, una industria tan importante i AGRICULTURA CHILENA. en e! país, era preciso combinar estas plantaciones de morlo que no perjudicasen á unos ni á oíros : en cuanto á los mi- neros debían beneficiar sos minerales con la leña llevada á sus provincias en gran parte de las provincias bien pobladas de árboles ó con eí carbón de piedra estranjero libre de todo derecho de entrada. Este feliz pensamiento, que hubiera sido sumamente pro- vechoso para las provincias del norte y del sur, quedó\ como otros muchos anteriores y posteriores, olvidado en la car- tera del ministro del ramo. Los mineros continuaron des- vastando las montañas, pero de tal manera que hasta la leña concluirá por ser escasa, ó quizas por faltar completa- mente. Los propietarios por su parte se hallan poco dis- puestos á hacer plantaciones á causa de los animales, que no lardarían en destruirlas ; y los inquilinos mucho menos aun que los propietarios, porque saben que no trabajarían mas que para sus amos, cuando debía asegurárseles en caso de dejar las haciendas, el producto de las plantaciones que hicieran, en dinero ó en madera, como se practica en otros muchos países. Con el fin de mejorar estos males el Senado votó en d856 un proyecto de ley contra los abusos de los mineros, proyecto que sometido á la Cámara de los diputados debía alcanzar una solución favorable para los intereses de todos. La misma fuerza de las circunstancias ha hecho adoptar nuestra idea de transportar una parte de los hornos de fun- dición á las provincias del sor, proporcionando á las ricas minas de carbón de piedra que en ellas se esplotan los medios ele aumentar su influencia. Pero á pesar de esto la legislatura no debe descuidar el cumplimiento de sus de- beres. Un país tan esencialmente agrícola debe con efecto po- seer lo mas pronto posible una legislación particular, que regularice por medio de leyes racionales y maduramente meditadas el derecho de propiedad y de beneficio, y que DE LOS RIEGOS. 235 aminore en todo lo que pueda el espirito de individualismo que ocasiona tantos daños al interés general. Es preciso que en lo sucesivo la policía de los campos y de los bosques, parcialmente modificada según las localidades y las cir- cunstancias, no esté mas tiempo en lucha con las costum- bres, mas bien arbitrarias que legales, que imponen hoy ciertas servidumbres rurales, y que funcione conservando una especie de solidaridad con la policía relativa al régimen de las aguas. No es menos apremiante la urgencia de tomar medidas respecto de eslas últimas, para evitar los onerosos pleitos que diariamente se suscitan entre los propietarios y entre los diferentes miembros de las municipalidades veci- nas. Estos debates tanto mas animados y numerosos cuanto mayor es la escasez de las aguas, podrán ser con el tiempo estimadamente graves á causa déla multiplicidad de canales que comienzan á surcar los áridos campos de estas comarcas. La agricultura chilena mas cierta hoy de la venta de sus productos no teme emplear en sus campos un capital consi- derable (300 y aun 400,000 pesos), que hace años hubiera creido perder por completo, y bajo este punto de vista tiene el acierto de procurar á toda costa el mejoramiento de sus riegos prodigando á este fin crecidos gastos con la esperanza de conseguir muy buenos resultados. Merece pues toda la protección de la ley civil y administrativa, y hasta debería dársele la propiedad individual de toda el agua con obliga- ción de venderla á sus vecinos, mientras que esto no oca- sionase perjuicio á los intereses presentes y futuros de las comarcas adyacentes •, porque si hoy no son las aguas de una absoluta necesidad para la industria, y á veces para la agricultura, no por esto debe creerse que mas tarde no lle- guen á ser de una gran importancia, y al legislador es á quien toca prevenir las consecuencias no constituyendo un dere- cho sin un profundo examen de sus- efectos. La construcción de los grandes canales de riego es una de las cuestiones mas difíciles del arte del ingeniero, y el AGRICULTURA. CHILENA. gobierno comprendió tan bien esta dificultad, que, cuando en 1825 envió á Londres con una misión diplomática á don Mariano Egaña, encargó á este digno patriota que enviase á Chile algunos ingenieros hidráulicos. Estos trabajos exigen gastos considerables, que no se arriesga á hacer el propie- tario chileno hasta no hallarse seguro de que han de pro- porcionarle ventajosos resultados; y esto es lo que se ne- cesita garantizar á los propietarios, para proteger el espíritu emprendedor de esta clase de mejoras que se observa en el dia. Con efecto en todas partes se abren nuevos canales y no cabe duda de que los grandes beneficios que sus pro- pietarios sacan de ellos despertarán la ambición de otros muchos, que se apresurarán á seguir su ejemplo. No nos cansamos de repetirlo ; el porvenir agrícola de muchas pro- vincias de Chile depende de un buen sistema de riego, que es lo único que puede producir su prosperidad, doblar y hasta centuplicar algunas veces el valor de sus campos. Respecto de este particular el gobierno ha procurado satisfacer esta necesidad por medio del art. i 18 de la ley de Organización y atribución municipales que otorga á los jefes de departa- mento la facultad de conceder mercedes de agua y á los municipales la de determinar la forma y segundad con que deben construirse las tomas ó los marcos de los canales. Pero esto no es bastante : !a acción administrativa debe tomar mas parte en las citadas operaciones, no solo pro- porcionando recursos pecuniarios, sino favoreciendo el es- píritu de asociación que tanto puede servirle y abriendo para las altas clases cursos teóricos y prácticos del arte de los riegos, de las nivelaciones y de la formación de las praderas artificiales. Los ingenieros que produzca esta enseñanza prestarán eminentes servicios al pais. Sacarán todo el par- tido posible de las mas escasas corrientes de agua, que tienen con frecuencia un valor incalculable, estudiarán el volumen medio de estas corrientes de agua en las diferentes esta- ciones del año y la cantidad de ella que necesita cada cuadra DE LOS RIEGOS. 237 de terreno, y enseñarán el modo de practicar diques que hagan subir las aguas, dirigiendo al mismo tiempo todos los trabajos con la superioridad de acción y de economía que enseña la ciencia, siempre dispuesta á designar los medios que deben emplearse para el aprovechamiento de todos los accidentes ventajosos del terreno (1) . Grandes han sido las pérdidas que ha esperimentado la agricultura aun en las cercanías de la capital por haberse dejado guiar por hom- bres, incapaces á causa de su ignorancia, de dirigir trabajos que en general exigen mas conocimiento y mas inteligencia de lo que se supone. Los diques sobre todo, necesitan un gran acierto para ser convenientemente colocados y para que las aguas puedan ser distribuidas con medida y regu- laridad y no dejen pasar mas que la estricta cantidad de agua concedida. Para lograr esto, es preciso que los módulos estén perfectamente trabajados y hasta seria muy útil, hoy que todavía es tiempo, establecer una limitación rigorosa de esta agua concedida y uniformar su distribución en toda la estension de la República para evitar los conflictos que de otro modo pudiera producir esta materia tan litigiosa por su naturaleza. Este asunto es de una importancia tal, que cada provincia se ha visto casi en la necesidad de for- mular un reglamento particular para impedir ó disminuir un tanto estos pleitos, Se ha dicho muchas veces que la agricultura no debería nunca dejar llegar al mar ni siquiera una gota de agua sin haber sacado de ella todo el partido posible-, y en las provincias de Santiago, Colchagua, Coquimbo y Atacama la observación de este precepto se hace mas necesaria que en cualquiera otra parte, toda vez que la disposición de los rios ofrece medios fáciles de dirigirlos á los diversos puntos de estas provincias. Teniendo su origen en alturas muy eleva- ra En noviembre de 1858 don Antonio Henot , don Alejandro Bernard, don Román Aubordieu y don Francisco Campos han pedido un privilegio para emplear el agua de los rios en beneficio de los riegos. m ■ AGRICULTURA CHILENA. das desde las que se precipitan con una singular impetuo- sidad, proporcionan á los fabricantes y á los industriales ana fuerza motriz de las mas poderosas, y á los agricultores un elemento fecundizador de superior calidad. Ahora bien, no se debe olvidar que cuanto mas golpeadas están las aguas son mas apropósito para los sembrados, arrastrando en- tonces un mantillo, muy fértil, cargado de una gran canti- dad de sales alcalinas suficientes para multiplicar conside- rablemente el valor de las tierras. En caso contrario esta inmensa cantidad de abono se desperdicia en las profundi- dades del Océano, ó se aglomera en las embocaduras de los grandes rios cuyo pasaje impide totalmente. Creemos pues, y todos los agricultores chilenos lo creen igualmente, de absoluta necesidad para Ja prosperidad de las provincias septentrionales y las del centro, un buen sis- tema de riegos basado en los medios que ofrece la ciencia. Entre estos medios hay uno puesto en uso en las diversas comarcas de la Europa y de las indias, que convendría me- jor que ningún otro á Chile. Consiste en buscar en las montañas del norte los puntos estrechos donde dos ra- mificaciones opuestas se aproximan la una á la otra encajo- nando el riachuelo que pasa por entre ellas. En los paises muy secos donde el agua es sumamente preciosa se ha te- nido el feliz pensamiento de reunir estas dos ramificaciones por medio de un dique bastante fuerte y un poco combado hacia dentro para resistir á la fuerte presión del agua que se quiere detener hasta lograr convertir el valle superior en un pequeño lago ó vasto cauce artificial capaz de ofrecer en tiempo oportuno el agua necesaria para el riego de las lla- nuras ó colinas vecinas (1). Este sistema como todos los (i) Los Españoles hacen uso con frecuencia de estas especies de cauces uniendo dos colinas con un fuerte dique. En esto han imitado á los Romanos y a los Moros que practicaban esta operación desde los tiempos mas remotos; y clan a los citados cauces ó receptáculos de agua el nombre de Pantanos. M de la huerta de Alicante construido en el reinado de Felipe II es uno de DE LOS RIEGOS, 239 demás fundados en el empleo de máquinas hidráulicas me- rece ser tomado en consideración, nunca lo repetiremos bastante,* en un país donde el agua es la parte vital de su porvenir agrícola. Un escelente ejemplo de lo que decimos acerca de las iri- gaciones, se ha tenido en la llanura de Maypu, de cinco á seis mil cuadras, y que en 1825 faltaba casi de agua desde la Aguada hasta Tango. En aquel tiempo cada cuadra fué ven- dida á 8 pesos á censo al 4 por 100 : en 1840 se vendían á i 00 y hoy cuestan de 3 á 400 pesos gracias á los benefi- cios que le ofrecen las aguas de riego. Por lo demás los agricultores lo comprenden también como nosotros y aun en el tiempo de la conquista fué esta necesidad tan patente á los ojos de los valientes aventureros, que desde el prin- cipio dictaron órdenes para establecer el régimen de las aguas y de los bosques, nombrando para que vigilaran su los mas notables. Los indios del oriente usan desde hace mucho tiempo este método y construyen pantanos, cuyo dique tiene una legua de longitud con bastante agua para regar de 50 á 60 aldeas : ¡ qué ventajas no podría sacar Chile de uno de estos pantanos ! Recientemente hemos leido con mucho in- terés en la descripción del departamento de la Ligua hecha con tanto dis- cernimiento como esmero por el celoso secretario de la Sociedad de Agri- cultura don Benjamín Vicuña, que el rico propietario de Catapilco don Francisco Javier Ovalle Errazuris, ha empleado este sistema de riego en su hacienda. La muralla mide de largo cerca de cuatro cuadras ; su altura es de 52 pies teniendo 136 pies de ancho en la base y remata gradualmente en 7 en la cumbre. La pequeña laguna que forma llegará á medir 110 cuadras y podrá contener 350 millones de pies cúbicos de agua recogida de un terri- torio de 10 millas cuadradas. Un tubo de hierro de 142 pies de largo, 15 de diá- metro y una pulgada de grueso sirve de acueducto en la base de la represa i en 1856 solo se habían regado 300 cuadras, pero cuando el lecho de la la- guna contenga toda el agua de que es susceptible se podrán regar con ella de 1500 á 2000 cuadras. El importe de esta obra gigantesca no será menos de 40 ó 50,000 pesos. Mucho tiempo antes, es decir eu 1838, don Domingo Espifieira dio también noticia á la Sociedad de Agricultura de otras dos de estas balsas ó represas, una en Retama hijuela de Tapigüe y otra en la misma hacienda ; así es que muy pronto este método de riego se propa- gara con mucha ventaja de las haciendas, por la gran facilidad que dan para construirlas los terrenos muy quebrados de la parte septentrional de Chile. AGRICULTURA CHILENA, ejecución algunos alarifes á los que pagaban los propieta- rios con 150 fanegas de pan. Los libros becerros de San- tiago prueban el interés que se tenia en no dejar cortar un solo árbol sin el permiso del alarife ni aun en los terrenos pertenecientes á los bienes comunales que comprendían todo el valle regado por el Maypu desde el mar hasta la cordi- llera ; pero no se crea que este permiso se concedia á todo el mundo, no: solo podian obtenerle los conquistadores, los curas y los conventos, ejecutándose la ley con estremado rigor como hemos tenido ocasión de demostrar al referir la condena de dos carpinteros que en 1552 la desobede- cieron. Los mismos castigos se daban igualmente á las personas que aprovechaban arbitrariamente las corrientes de agua, de modo que en aquella remota época en la que la acción del gobierno era toda militar, las tierras de escaso valor y la agricultura casi desconocida, se hacia por la conservación de los bosques y por la buena distribución de las aguas mucho mas que lo que se hace en la época pre- sente de paz, de tranquilidad, de grandes necesidades y de superior civilización. Por otra parte, preciso es confesar que las ordenanzas dictadas por los conquistadores no eran probablemente mas que el reflejo vivaz del asiduo cuidado que habían te- nido ocasión de observar y apreciar en la agricultura de los árabes del Mediodía de la España tan prácticos en el arte de los riegos. Los bosques se hallan en Chile trazados con mucha irre- gularidad. Sumamente abundantes en el sur donde for- man selvas vírgenes impenetrables , se van dismini- nuyendo al avanzar hacia el norte y acaban por desa- parecer para dejar espacio á las montañas secas, áridas y que ni tan siquiera producen la yerba que los animales encuentran tan ventajosamente en las provincias centrales. Sin embargo, si miramos con alguna atención los lechos de los riachuelos, hasta los de los que ya no llegan al mar, DE LOS RIEGOS. observaremos que en otras épocas estos riachuelos formaban verdaderos rios cuyas aguas cayendo acaso como las de los torrentes unian sin interrupción el mar con las grandes cordilleras. Este estado de cosas ha sido pues motivado por algún efecto físico, y este efecto, según todas las personas ilustradas, no puede ser atribuido mas que á Ja desapari- ción de todos los árboles que en otro tiempo cubrían en parte las montañas incapaces hoy de contener los vapores que exhala el Océano. A causa de la falta de equilibrio entre los calores y la humedad, estos inmensos terrenos han lle- gado á ser áridos, estériles, cuando con un poco de agua podrían verse cubiertos de una vegetación maravillosa y producir cosechas continuas y abundantes. Los agricultores chilenos hacen sus riegos por inmer- sión, es decir, anegando la superficie de la tierra, y á veces por medio de pequeñas acequias de modo que el agua pe- netra solo por infiltración. Los de las localidades templa- das, tienen la costumbre de hacerlo por la noche, sobre todo con los trigos, lo que es muy conveniente en los períodos de gran calor, porque, proporcionando mas frescura á las raices, esta dura mas tiempo é impide á la yerba marchi- tarse. Pero en los períodos de frió deberia hacerse el riego de dia porque el calor del sol recalienta la tierra y el agua se conserva en parte durante la noche refrescando mucho mejor las plantas : esto es al menos lo que hacen algunas personas inteligentes á quienes la observación ha servido de guia. Un hacendado de Montepatria en el valle de Elqui que. contra lo ordinario, llevaba un registro de ciertos fenómenos atmosféricos, se felicitaba mucho de emplear este método, y lo hemos visto practicar igualmente en otras localidades cuando el turno de agua de riego que podían usar lo permitía. Las aguas fluviales son por naturaleza estremadamente fértiles á causa de la considerable cantidad de humus ve- getal y de tierras alcalinas que arrastran en su marcha. Agricultura. 46 i i ; AGRICULTURA CHILENA. Ellas han cambiado de aspecto las llanuras en otro tiempo áridas de Coquimbo, Santiago, Maypu, Rancagua, la Re- quinua, San Fernando, etc., cubiertas hoy con una espesa capa de limo que según dicen muchas personas se au- menta mas de una pulgada de diez en diez años. Este limo es allí lo que el del Nilo para Egipto que asegura á sus pro- pietarios cosechas tan ricas como constantes. Si se reflexiona cuan considerable es el provecho que de ellas sacan las contribuciones del fisco y de los municipios, no puede me- nos de causar admiración que el gobierno y las municipali- dades no Ses den importancia protegiendo con toda su in- fluencia las represas que se traten de llevar á cabo para esplotar las aguas. De este modo se proporcionarían nuevos y grandes intereses, facilitando el aumento de los propie- tarios que quisiesen aprovecharse de su protección. Estas empresas son siempre muy costosas, y hoy mas que nunca, porque se hacen con mayor solidez para que no adolezcan de los defectos de la de San Carlos que necesita á cada instante grandes reparaciones ; y bajo estos diversos puntos de vista no pueden pasar sin el apoyo del gobierno y sin que se dicten en su favor leyes tutelares. También seria de desear que el espíritu de asociación, que tan felices resultados ha producido en los alrededores de Santiago, se estendiese á las provincias donde apenas hay capitalistas que puedan por sí solos llevar á cabo la cons- trucción de estos útilísimos canales •, porque cuando la for- tuna está muy repartida es necesario reunirse en comandita para realizar las grandes y productivas empresas. El ejem- plo que ofrecen, tanto en la agricultura como en la indus- tria, los Estados Unidos, es una prueba palpable de toda la ventaja que el agua puede sacar de este principio-, y hemos sabido con satisfacción que el Sr. presidente Montt y don Diego Matte lo han puesto en práctica para regar sus grandes haciendas de la Merced y de Ibacache. CAPITULO XV, CONTINUACIÓN DE LOS RIEGOS. De los canales de Chile. - Historia del de San Carlos en la llanura de Maypu.- Beneficios que ha proporcionado á la agricultura, á la higiene y al bienestar de los habitantes de Santiago. Los canales de Chile están construidos de la manera mas sencilla y mas económica. La albañilería no se emplea en ellos sino muy raras veces, cuando un dique constante ó tem- poral les es absolutamente necesario, y aun entonces este dique se hace casi siempre toscamente^ sin ninguna soli- dez. La pendiente de los regadores que debería ser de una pulgada exacta por metro, no ha sido bien regularizada presentándose tan pronto demasiado empinada como mas plana de lo conveniente, irregularidad que perjudica á los terrenos haciéndolos húmedos y menos fecundos. Estos defectos los hará desaparecer mas tarde la ciencia, pero no por eso son en el dia menos perjudiciales para los propie- tarios, inutilizándoles los terrenos y ocasionándoles crecidos gastos de reparación. Estos canales se encuentran distribuidos desde el 29 gra- dos de latitud hasta el 37°. Mas hacia el sur se ha creído á causa de las abundantes lluvias no ser tan necesaria su construcción, y con este motivo hay inmensas llanuras de baldío que con un poco de agua de riego podrian ser estre- lladamente productivas. Sin embargo en los alrededores de Chillan comienzan á construirlos gracias á los beneficios que han proporcionado las cosechas de los últimos años Los principales son el de la Serena, el de Coquimbo que fue concedido en 1838 á la compañía Cordovés á condición de que sus aguas serian conducidas hasta el puerto de Co- ■ AGRICULTURA CHILENA. quimbo. Las ventajas de esta compañía, eran la de obtener el terreno gratis, la de poder exigir durante diez años á cada propietario de casas un peón por espacio de ocho dias ó su equivalente en jornales, para ser empleado en la limpia del canal, exención de contribuciones durante diez años tam- bién por los productos regados con estas aguas, y la venta del agua á las embarcaciones á razón de 4 reales la pipa ó un real la carga ; los de Aconcagua, de San José cerca de Melipilla en el que el Señor Ortuzar empleó considerables su- mas habiéndose visto obligado á taladrar el cerro de Pirque después de haber tenido un pleito con el Señor Ag. Alcalde que no quería permitir su pasaje en su hacienda de Chi- ñigue-, los no menos importantes de la Compañía, de la Requinoa, de Talca y el de Longavi, uno de los que mas beneficios ofrecen á los sembrados de las tierras del depar- tamento del Parral, pero que no tiene mas que de 10 á 42 regadores á pesar de los grandes gastos que se han hecho en Boca-toma, Socavón, etc. Chile posee ademas otros muchos canales de mas ó menos importancia en los que se han invertido sumas que pasan de 100,000 pesos •, todos los dias se construyen nuevos, y es de esperar que en vista de los prodigiosos resultados que ofrecen á sus propietarios escitarán el instinto especulativo de los demás estimulándoles á realizar esta clase de em- presas. El principal de todos estos canales es el de Maypu ó de San Carlos que en los últimos años ha prestado tan grandes ser- vicios á la ciudad de Santiago, metamorfoseando sus cam- piñas anteriormente secas, áridas y hasta peligrosas á causa de su soledad , en un paraje de los mas agradables, de los mas ricos, de los mas fecundos. Por todas estas razones creemos deber hablar de este canal mas detenidamente, y. hasta referir algunos detalles históricos acerca de las vici- situdes por donde ha pasado antes de llegar al estado en que hoy se halla. DE LOS RIEGOS. 245 El primer pensamiento que se tuvo presente para la cons- trucción de este canal, fué el de regar la dilatada llanura de Santiago completamente estéril por entonces. Este fué al menos el motivo que el presidente don Juao Andrés de Uslariz comunicó al Rey de España en una carta que le escribió en 1710. Mas tarde, es decir en 1726, después de una espantosa sequedad que dejó casi sin agua al rio Ma- pocho, el presidente Cano de Aponte creyó deber poner en práctica el pensamiento de Ustariz , pero con el único objeto de hacer llegar el agua del rio Maypu al Mapocho, tan susceptible de carecer de ella. Aprobada esta idea por un cabildo abierto , se encargó al padre jesuita Guillermo Millet que trazase el plano, y aun cuando el presupuesto de los gastos de construcción solo subió á 31 ,000 pesos no pudo reunirse mas que la tercera parte de esta cantidad sobre poco mas ó menos, es decir 13,000 pesos, lo que pa- ralizó el proyecto no volviendo á ocuparse de él hasta el año 1742. f En esta época una sequía mucho mas grande que la anterior, escitó la mas viva inquietud en el seno de la po- blación. Se dirigían continuas quejas á la autoridad, y el presidente Manso, de acuerdo con el cabildo, quiso poner remedio al mal y recurrir por la tercera vez á la idea enun- ciada. Uno después de otro, el capitán Francisco Navarro y el padre Petrí fueron encargados de trazar un nuevo plano y se nombró una comisión en el seno de la municipalidad, la que, con asistencia del general don Francisco de Barros, que en calidad de regidor había acompañado anteriormente á los comisionados elegidos por Cano, debia examinarlos y discutirlos para emitir su dictamen respecto de la posibili- dad que ofrecieran de ser puestos en ejecución. El resultado de este examen hecho sobre los mismos terrenos desde el 7 hasta el 11 de octubre de 1742, fué que no se podia acep- tar ninguno de los dos, debiéndose dar la preferencia para la construcción del dique ai sitio 'llamado el Morro de las AGRICULTURA CHILENA. I i ! tomas de Tango, donde se hallaban todavía los restos de una antigua acequia formada hacia el lado del Portezuelo. En este tiempo habia tomado el pensamiento mayores di- mensiones : el canal no debia ser esclusivamente consagrado á satisfacer las necesidades de la ciudad, sino también las de la agricultura y construido por consiguiente en una escala mucho mayor, lo que hacia subir el presupuesto formado por Espejo á 184,261 pesos. Este gasto era seguramente de muy poca importancia con relación á los beneficios que podia producir. Manso lo comprendió así porque se apresuró á sacar el presupuesto á pública subasta después de haberse cerciorado de su validez sobre los mismos terrenos adonde se dirigió acompañado de un piloto de la escuadra de Pi- zarro fondeada entonces en Valparaíso. Solo im subastador se presentó el 11 de setiembre de 1743, Joaquín de Ureta y la Carrera, prometiendo encargarse de las obras á condición de llevar la acequia algunas cuadras mas abajo, condición que se rechazó. El plan del piloto fué juzgado como el mas conveniente y querian seguirle con la mayor exactitud: la ciudad era también del mismo parecer y no presentán- dose nuevos contratistas, se encargó de las obras, em- pleando para llevarlas á cabo con algunos fondos públicos. Desgraciadamente la boca-ioma en el sitio del cerro de las Tomas fué considerada como demasiado baja y juzgaron mas oportuno abrir el canal tres leguas mas arriba, á pesar de los 30,000 pesos que allí habían empleado, decisión que apenas favoreció al progreso úe la empresa. Á causa de la falta de dinero los trabajos marchaban lentamente, se in- terrumpían á veces y cesaron por completo después de una gran inundación que bajo la presidencia de Oríiz de Rosas puso á la ciudad en gran peligro. Fué preciso reparar á toda prisa el Tajamar y la municipalidad no encontró otros re- cursos que el de añadir á los 20,000 pesos que poseía el ramo, los 3,000 destinados á el del cana!. Por lo demás las escelentes cosechas que se recogieron en los años sucesivos, DE LOS RIEGOS. 247 hicieron que se olvidase la comenzada empresa de tal modo, que Guill y Gonzague contestando en enero de 1766 á una carta que sobre este particular le había escrito el Rey, decía que la empresa le parecía completamente inútil á causa de la grande abundancia de vino que no podría venderse en aquel año mas que á 7 ú 8 reales la arroba, y de trigo del que solo podrian sacarse 6 reales por fanega llevado á Val- paraíso. Ademas añadía que después de haber inspeccionado los trabajos hechos con Garlan, se habia convencido de que el agua debía ser tomada en un punto mucho mas alto; que no podría llegar nunca á la ciudad porque antes tenia que atravesar el valle llamado de la Aguada; y que en vista de todo esto, se habia decidido, por mas que el ag«a del Ma- pocho le pareciese suficiente, á hacer traer el agua del ma- nantial de Ramón. Guill y Gonzague no tenia presente al escribir las ante- riores líneas mas que el ínteres de la ciudad sin cuidarse para nada del de los campos, en lo que hacia mal. Por fortuna, bajo el gobierno provisional de Morales triunfó el interés razonable, y la construcción del canal continuó siempre á espensas de la ciudad, la que empleó en los tra- bajos á una porción de presidarios, pero por falta de fondos estos trabajos se hacían siempre con indolencia, con inercia •, los presidarios se hallaban poco dispuestos á trabajar, era preciso escitarlos, arrearlos, lo que dio lugar á o o alboroto que costó la vida á muchos de ellos, siendo arrastrado por la tumultuosa corriente del rio que tuvieron la imprudencia de atravesar para evadirse. Este suceso produjo una vez mas nuevas perturbaciones en los trabajos, y los paralizó. Sin embargo los ensayos habían sido demasiado costosos para no aprovechar su enseñanza. Los hacendados mas intere- sados se ocuparon del asunto y en 1796 uno de los mas ricos, don Nicolás José Gandarillas, propietario de Macul, pidió permiso para aprovecharse de la parte del canal aca- bada con el fin de hacer pasar al agua por ella y dirigirla 1 AGRICULTURA CHILENA. hasta su hacienda por otro canal que mandaría abrir en sus posesiones. Esta petición fué negada por la municipalidad, pero sin embargo O'Higgins, que se hallaba de paso para ir á ocupar el vireinato del Perú, permitió al Señor Ganda- rillas que abriese otra boca-toma independiente de la de San Carlos, lo que aumentaba inútilmente y en mucho sus gastos. Si la presidencia en Chile de O'Higgins no hubiera sido tan poco duradera, es muy probable que este gran adminis- trador hubiera empleado en esta empresa la bienhechora actividad que desplegó en la realización de otras muchas. Apesar de los multiplicadísimos é importantes asuntos que llamaron su atención durante su corta estancia en la capital, tuvo tiempo para ocuparse del relativo al canal y para encar- gar al teniente de artillería don José Yicente que continuase los trabajos, dejando al partir á su sucesor una memoria con el fin de hacerle comprender perfectamente su impor- tancia. Aviles participó con efecto de las miras de O'Higgins, asoció al ingeniero Yicente el alarife de la ciudad don Juan Toesca y el ingeniero don Agustín Caballero á quien envió á buscar á Coquimbo. Para que no quedase nada por hacer mandó poner en todos los sitios públicos avisos invitando á toda clase de personas á emitir su opinión y á asociarse á esta gran empresa. O'Higgins hubiera querido que la municipalidad sola se hubiese encargado de los gastos, para no tenérselas que haber con empresarios cuyos infinitos abusos habia tenido ocasión de esperimentar. Su sucesor, en vista del plano de la comisión nombrada y del presupuesto de los gastos, se- cundó sus ideas y decidió emplear el ramo de balanza ó el de propios, cuando después de pasado algún tiempo muchas personas hicieron ofrecimientos mas ó menos aceptables : detras de la del cuyano don J. María de Nieves, se presen- taron la de dos Señores, don Antonio y don Mariano Prado, y la del agrimensor general don Juan José Goycoolea, quien DE LOS JUEGOS. pedia por terminar ei canal 160,000 pesos, suma conside- rable que otras personas redujeron mucho sin que á pesar de esto quedase nada decidido. Y sin embargo esta empresa inspiraba cada día un interés mas general, era el objeto de la conversación de las personas mas influyentes, y el 27 de mayo de 1799 en una reunión celebrada en la casa de don Joaquín del Pino, sucesor de Aviles, hubo de parte del cabildo y del consulado discusiones muy animadas sobre los per- juicios que había causado la culpable indecisión relativa al asunto del cana!, manifestando todos la opinión de que de- bía terminarse inmediatamente, y decidiendo que los fondos para esta obra se tomasen desde luego, 2,000 pesos del residuo del ramo de balanza, 50 pesos cada año sobre cada toma durante cinco, y un real sobre cada piel de vaca que se vendiese para el consumo de Santiago y un cuartillo por las de carnero. Este producto calculado en 4,000 pesos, y otro tanto que se reuniría con los 2 reales que se im- pondrían á todo cuero que sirviese para conservar la grasa ó para liar el charqui producirían un total de 42,500 pesos al año, cantidad que se consideraba muy suficiente para volver á emprender los trabajos, coya intendencia fué con- fiada á Escalada. En vista de este sistema tomado seriamente y aprobado por la Real Audiencia, con un presupuesto de gastos for- mado por Caballero y que ascendía á 90,737 pesos 17 c% parecía ya que el pico iba á poner fin de una vez á esta gran vacilación de proyectos ; pero ei negocio se resintió de nuevo del defecto de los cambios de presidentes tan perju- dial á los intereses del pais. El sucesor de don Joaquín del Pino consideró el anterior plan como demasiado costoso y de mucha duración, y mandó formar otro á Goycoolea y Jerónimo Pizana. Terminado este nuevo plan á fines de setiembre de 1802 fué presentado el 2 de octubre al Cabildo, y esta corporación después de algunos debates acabó por aceptarle contra la voluntad del intendente Escalada, que se i •ir AGRICULTURA CHILENA. opuso á él formalmente. Esta decisión le impulsó á presentar su dimisión, y fué reemplazado por Pizana, uno de los au- tores del plan adoptado. Desde entonces esta empresa tomó un carácter mas con- forme con los deseos de los habitantes. Fueron empleados en las obras numerosos operarios que ganaban real y medio ademas de la comida valuada en tres cuartillos y colocaban cada uno por término medio lo menos dos varas cúbicas al dia, de modo que cada vara de canal costaba á la adminis- tración un real sobre poco mas ó menos, lo que era suma- mente barato. Los trabajos continuaron con tanto tesón que en el espacio de cinco años, es decir desde 1799 hasta fines de 1804 se empleó en ellos la cantidad de 91,868 pesos 4 reales, de los cuales 46,154 pesos 5 reales habían sido tomados de la Tesorería. Este empréstito preocupaba mucho á los ministros del tesoro responsables de los fondos que custodiaban, y ha- bían pedido muchas veces su reembolso y que se suspen- dieran los trabajos hasta nueva orden, lo que Muñoz no podía permitir, porque ya estaba hecho el trabajo principal, toda la boca-toma terminada, una parte del canal de 7 varas de ancho en el fondo y de 8 y media en la superficie dis- puesta para recibir el agua, y por último completamente taladrado el cerro de piedra conocido con el nombre de Puente de Ugarreta, que habia sido la operación mas difícil. El ingeniero Atero sostenía con todo su talento la necesidad de la continuación, y Pizana proponía que se recorriese al proyecto de contraer un nuevo empréstito al 5 por 100, ó bien á la venta de una cantidad mayor de agua á espensas de la mitad de la que el procurador de la ciudad exigía para el Mapocho. Como pueden imaginarse nuestros lectores todas estas contrariedades entorpecían los trabajos, apenas habia vigilancia y Sos operarios se aprovechaban de este, para cometer mil desórdenes en los alrededores del canal. En este estado de cosas el propietario del Chequen, don DE LOS RIEGOS. 251 Manuel Mena, quiso encargarse de la empresa por cuenta del gobierno ó por la suya propia mediante una cantidad de 92,000 pesos. Esta última proposición combatida por el director Ramón Sesé de BervedeL hubiera sido aceptada por el presidente interino Ballestero, si los ministros de la Tesorería no se hubiesen apresurado á presentarle un escrito pidiéndole formalmente la suspensión de los trabajos hasta que estuviesen abonados sus anticipos. A consecuencia de esta petición el canal permaneció du- rante dos años sin operario alguno, siendo depositados los útiles en la hacienda de Mena (i). Sin embargo esta cues- tión no se olvidaba nunca en los consejos, y la prueba es que á pesar de los cuidados y de las turbulencias de la época, el presidente Carrasco procuró que se continuasen los tra- bajos. Contando con el beneplácito del cabildo, aceptó las proposiciones qoe le había hecho Mena de encargarse de ellos por la cantidad de 90,000 pesos, pero este se volvió atrás y el gobierno se vio precisado á sacar otra vez los tra- bajos á pública subasta, lo que no dio el menor resultado. Este fué otro golpe que recibió la desventurada empresa, dejándola nuevamente en suspenso á pesar de las proposi- ciones que hicieron uno después de otro Francisco Antonio de la Carrera y Augusto Bengifo, que fueron rechazadas. Hasta 1811 no pudieron volverse á continuar los trabajos. Por este tiempo el ramo del canal poseía 17,709 pesos de ahorros, aparte de lo que se había pagado á la Tesorería á la que se adeudaban todavía 58,664 pesos. Este dinero con los 9,100 pesos que según un quinquenio producía el ramo de cueros y de balanza, permitieron la continuación délos trabajos, la que bajo la dirección délos grandes filán- tropos don Joaquin de Gandarülas y don Domingo de Eiza- (1) A pesar de esta paralización la contribución de cuerambre aplicada á la exportación de los frutos y del sebo á razón de un cuartillo por quintal las primeras y 2 reales el zurrón del segundo se pagaba siempre en beneficio del canal. ÁGiUCüLTOIU CHILENA. W % guirre marchó con mucha regularidad á pesar de la agita- ción en que se hallaba el país ocasionada por las guerras de la independencia y sus escesos. Teniendo necesidad el go- bierno de contraer un empréstito de 400,000 pesos en 1813, hipotecó los 200 regadores que poseía valuados cada uno en 200 pesos, lo que era un nuevo inconveniente, pero sin embargo los trabajos prosiguieron perfectamente hasta 1844, época en la que la llegada del general enemigo Ossorio obligó á Carrera á echar mano de los 200 peones que tra- bajaban en el canal para atrincherarse en la Angostura con el fin de oponerse á esta invasión. Este paso no ofreció ningún resultado á la patria, los realistas volvieron á apo- derarse de Santiago y el Canal permaneció de nuevo aban- donado. Con todo Ossorio y mas tarde Marco del Pont tra- taron de continuarle : este último sobre todos fué varias veces á visitarle, y es probable que hubiese realizado su de- seo si la victoria de Chacabuco no hubiese echado por tierra su gobierno. Convertida otra vez Chile en nación libre é indepen- diente, los jefes debían ocuparse preferentemente de los asuntos mas urgentes é introducir en todas las administra- ciones las reformas que exigía el nuevo sistema de gobierno. Durante muchos años no cesaron los cuidados de la guerra; el Sur emprendía siempre todo género de escaramuzas y al- gunas veces verdaderas guerras, y la influencia del Perú en los destinos de la independencia americana llamaba es- pecialmente su atención. Los trabajos del canal estuvieron pues algo descuidados, pero en 1818 cuando la batalla de Maypú consolidó la independencia, O'Higgins volvió á ocu- parse de la continuación del canal, y con este objeto envió á él 200 prisioneros de guerra alas órdenes del capitán Romo. Poco tiempo después fijó por medio de un decreto la esten- sion de cada regador que debería ser de una sesma de alto y de una cuarta de ancho con el declive de 15 pulgadas á causa de la disposición de! terreno. El precio de cada uno se DE LOS RIEGOS. 253 elevó á 750 pesos debiendo el comprador abonar los gastos de la construcción del marco. Gracias á la solicitud de O'Higgins las obras del canal continuaron con bastante rapidez para que en 1820 el día de San Bernardo su patrón, pudiesen los directores abrir la boca toma y hacer llegar el agua hasta al Mapocho. Los tra- bajos continuaron sin interrupción hasta 1825, pero en esta época los paralizaron nuevamente algunas dificultades ad- ministrativas que se suscitaron. Después de muchas instan- cias de los interesados se agregó una comisión á los dos superintendentes encargados de la dirección de las obras. Por una y otra parte se formularon varios proyectos y se concluyó por pedir al gobierno que desistiese de sus dere- chos y de toda acción administrativa, lo que aceptó el ge- neral Freiré, entonces presidente de la República. Por un decreto firmado el 2 de mayo de 1827 traspasó en toda pro- piedad el canal á los que poseian ya algunos regadores, y estos á su vez nombraron también una comisión para que formulase un plan de operaciones. Esta comisión fué compuesta de cinco personas todas in- teresadas en la empresa y de reconocido mérito. Aunque sabian perfectamente todos los detalles de la construcción del canal, no queriendo hacer nada sin pleno conocimiento de causa, se dirigieron á los mismos parajes para discutir sobre ellos los trabajos que debian emprenderse, y comuni- caron después á todos los propietarios reunidos en junta un informe bastante circunstanciado de su opinión, que era la de hacer subir el canal por las faldas de los cerros de Pe- ñalolen, Hermita, etc., para poder regar con él algunas zo- nas, y conducir el resto de las aguas al Mapocho y un poco mas arriba de la antigua Junta, lo que permitiria llevarlas á los llanos de la Punta, Colina y Lampa haciéndolas pasar por la toma del Salto y de Conchali. Todo esto representaba gran- des gastos, y proponían para costearlos la formación de una sociedad con un capital de 750,000 pesos, representados i AGRICULTURA CHILENA. por 1500 acciones ó regadores á razón de 500 pesos cada uno. Estos regadores deberían tener una cuarta de vara cuadrada y estar recargados con una cantidad de 4 pesos al año para los gastos de administración, reparaciones, etc. Esta idea fué de Ja mayor importancia no tanto en interés del canal como en el del pais, que veia por la primera vez germinar el espíritu de asociación, ideal de todo progreso, de la mas amplia civilización. La asamblea la aceptó con en- tusiasmo y se obligó á pagar su parte, para que esta em- presa guiada por unas mismas miras y dirigida por un solo pensamiento, pudiese recibir por fin el poderoso impulso que necesitaba. Los trabajos iban á comenzar cuando un desgraciado suceso vino de nuevo á retardarlos. El 24 de ju- nio de 1827 una avenida considerable ocasionada por las lluvias de muchos dias aumentó prodigiosamente las aguas deiMaypú y produjo una inundación que causólos mayores destrozos en los campos vecinos. El canal y sobre todo el dique de la boca-toma que era la obra principal quedaron destruidos en gran parte, y sobre poco mas ó menos otro tanto pasó á los demás trabajos. Durante quince meses ce- saron las aguas de pasar por el canal, y los propietarios de las cercanías se vieron obligados á abandonar sus chacras llevándose sus animales porque en lo sucesivo no podrían vivir allí. En este conflicto dos honorables chilenos á quienes se bailaba siempre reunidos para realizar las grandes ideas agrícolas, don Diego Errazuris y don Pedro Nolasco Mena pidieron que se les permitiese llevar por la hacienda de Hermida agua para sos haciendas, y gracias á esta petición que inmediatamente les fué otorgada, todos los vecinos á quienes se concedía agua gratis, pudieron volver á sus pro- piedades. Gomo vemos, la sociedad se encontraba á su principio bajo el peso de un desastre que podía comprometerla para siempre. Por fortuna el patriotismo acudió en su socorro, y mas que nunca quisieron los interesados realizar su aso- DE LOS RIEGOS. 255 dación para enlazar sos intereses con una solidaridad recí- proca. Se apresuraron desde luego á formar un reglamento que fué sometido á la aprobación del gobierno para que pro- tegido por un acto legal todos los accionistas fuesen juzga- dos, apremiados y amparados con arreglo al espíritu de las leyes. Todos los años en junta general, se nombraba una junta de cinco miembros propietarios, lo menos de cuatro acciones, para que vigilase la administración de las obras, y se entendiese con el director que debia dirigirlas, con el interventor encargado de los gastos y con el tesorero res- ponsable de los fondos que debia dar ó recibir. Cada seis meses eran convocados los socios á junta general para oir la reseña que hacia el secretario de todos los trabajos que se habían ejecutado, y algunas veces á juntas estraordinarias cuando las circunstancias lo exigían. Uno de los primeros cuidados de la sociedad fué ei de- mandar que se reparase la boca-toma, que se hiciese un marco de cal y ladrillo, medidor de toda el agua en la boca de los tres canales San Francisco, San Bernardo y San Car- los, para ratear la cantidad de agua de sobra ó de escasez, y ocupándose por fin de los trabajos mas urgentes. Para proporcionarse las grandes cantidades de que tenían nece- sidad, don Pedro NoSasco Mena propuso que se obligase á cada uno de los propietarios á comprar medio regador mas, recurso que fué insuficiente. Entonces se pidió al gobierno un empréstito de 20,000 pesos, negado al principio pero concedido después. Este empréstito fué hecho generosa- mente, sin ínteres, pero no pasólo mismo con el que hubo necesidad de contratar con particulares los que llevaron por la suma de 4000 pesos el enorme interés del 2 por ciento al mes, tal escasez habia de dinero por entonces ; y la sociedad tuvo que someterse á pagarlo para empezar cuanto antes las reparaciones necesarias, mucho mas onerosas. Con los nuevos trabajos se dio al canal hasta la distancia de quince cuadras de la boca-toma una profundidad mucho mas con- 11 AGRICULTURA CHILENA. siderable, lo que hacia ganar cien regadores mas. Pero como los intereses del dinero del empréstito absorvian una gran parte de los productos, se decidió que cada acción pagase 5 pesos al mes durante dos, prolongándose después hasta cinco : este era un simple anticipo que la sociedad se com- prometía á restituir sino en dinero al menos en regadores, títulos vendibles y que con este motivo exigieron que se abriese en la Tesorería de la Compañía un libro de tras- pasos. En medio de todos estos trabajos la junta pensó que para subvenir á cualquier nuevo desastre convendría abrir un nuevo canal un poco mas arriba del primitivo, y esta idea, comunicada á una reunión , fué aceptada por todos los miembros de la sociedad. Al principio hubo algún desa- cuerdo respecto del punto de donde debería partir, pero al cabo se fijaron en el del Audarivel con el fin de hacerle subir por las barrancas, de allí pasar al Corral de las burras para llegar á la segunda barranca, y finalmente ir á parar al canal de San Carlos por !a puntilla del cerro y el por- tezuelo. Este proyecto debia costar mas que lo que produ- jese la venta de los regadores, pero con todo creyeron poder ponerle en ejecución. Por entonces ó al menos en 1839 el capital de la Sociedad consistía en 1106 regadores representando cada uno el valor de 500 pesos. De todas estas acciones habia algunas que no habían sido vendidas todavía, y para facilitar su compra se pensó en darlas á censo con amortización, es decir que los compradores pa- garían un 5 por 100 de interés, mas un 5 por 100 á fin de capitalizar los 500 pesos, hasta la conclusión del nuevo canal. Cuando estuviese terminado, el resto del capital que- daría bajo las mismas condiciones en beneficio de la com- pañía. Cada propietario no podia tener derecho mas que á un 50 por 100 de la totalidad á menos de que por falta de pedido hubiese agua disponible, y en este caso hasta los ostraños podiao disponer de ella. Solo así, á fuerza de me- DE LOS RIEGOS. dilación* y de combinaciones, es como estos generosos pa- triotas cons.gmeron su objeto. El nuevo canal, cuyo cauce debía tener ocho varas de ancho en su parte inferior, fué con efecto abierto, y los gastos ascendieron á 30,000 pesos lo que añadido á los 96,000 que habian costado las repara- ciones del primero, ocasionó desde luego á la sociedad un dispendio de 126,000 pesos. Es verdad que la boca-toma como la obra mas importante, fué construida con la mavor solidez, y parece desafiar todos los sacudimientos que las avenidas bastante frecuentes del Maypu puedan hacerle espenmentar. Tal es la historia de este canal, por lo menos hasta el ano -¡841, época de nuestra salida de Chile. Las grandes vicisitudes que se ha visto en la precisión de soportar han prolongado su conclusión cerca de un siglo y han motivado «n gasto de 900,000 pesos sobre poco mas o" menos suma verdaderamente considerable y mucho mas con relación á sus trabajos; porque no se puede negar que su aforamiento es demasiado débil para las necesidades sobre todo de la ciudad, obligada frecuentemente á recurrir á su agua en los anos de gran sequía, como sucedió en enero de 1832 en el que mas de treinta regadores fueron agregados á los de la municipa idad para aumentar un poco al Mapocho, y en jumo de 1836, época en la que también se vio precisada á hacer la unsma petición. Seria muy importante en benelicio de la vasta llanura de Santiago donde todavía tantos terrenos hay baldíos, que el agua abundase mas, y el único medio de lograrlo es el de ensanchar un poco el canal hacia su parte superior en los trabajos de limpia, lo que de todos modos, no llenaría sino muy escasamente las miras y los deseos de a administración. Del mismo modo podrían utilizárselas aguas ya empleadas que fueran de una buena calidad. De esta manera se impediría que se estancasen, vicio que puede tralestT,61! " al«una TCntaia en '»* P«ntos cen- trales de Chile haciendo subir á la superficie por la capilari- Agricultura. . _ 17 AGRICULTURA CHILENA. dad el agua necesaria á la planta y refrescando un poco la tierra muy caliente, pero que en invierno concluye por descomponer las raices y destruirlas. El medio de evitar esto seria el de descubrir el terreno, y mejor todavía el drainage cuando lo anterior no es bastante, y en caso de necesidad unos simples regueros pero con una pro- fundidad y un declive suficientes para llenar bien su ob- jeto. El canal de San Carlos en la época en que nosotros le visitamos tenia siete leguas de largo. Pasa por el Por- tezuelo de las Cabras, el Peral, los Estayes, Macul, Pe- ñalolen. Cerda, y va á unirse al Mapocho' en la chacra de Cobarrubia. Se calcula que entran en él en verano 14 varas de agua por 4 de profundidad. En invierno no habria apenas mas que la mitad, si no se construyese en los períodos de las bajas aguas un dique cerca de la boca-toma que por estar formado de piedras y ramas, es desgraciadamente de muy poca solidez. Existen mas de cien tomas originarias de tres principales, la de San Bernardo que se separa á legua y cuarto de la boca-toma y riega todos los alrede- dores de la floreciente población , la de San Francisco á la distancia de tres cuadras de la anterior, y por último la de San Carlos, que es la principal y que llega hasta el Mapocho después de haber regado una inmensa porción de terreno. Estos tres grandes brazos abastecían cuando nosotros los examinamos á mil ciento treinta regadores de cincuenta y cuatro pulgadas cúbicas; á saber doce de alto y cuatro y media de ancho regando cada uno diez cuadras de terreno, por mas que muchas personas crean poder regar con ellos hasta diez y seis, lo que equivale á emplear seis regadores para cien cuadras, número muy escaso. Pagándose cada uno á razón de 500 pesos costaría regar la cuadra 50, ó algo mas de 32 pesos por hectárea, cantidad mucho mas grande DE LOS RIEGOS. que la que cuesta por término medio en Francia la misma operación no incluyendo el mediodía (1). En un pais donde las lluvias son tan raras y solamente invernales, debería hallarse siempre el aguaá disposición de los propietarios, y precisamente en la época de estas escasas lluvias es cuando se las detiene para practicar la limpia del canal. Esta operación dura un mes sobre poco mas ó menos, y en este intervalo el agua no corre mas que cada ocho dias para satisfacer las necesidades y abastecer á los habitantes de los campos ó de las aldeas. Esta limpieza debería hacerse en la época en que el agua no es tan necesaria, por ejemplo después de las primeras lluvias del invierno, en la que los trabajos del campo pueden pasar sin ella. La vigilancia del canal está á cargo de los jueces de agua y de los aguaderos pagados por la Sociedad • los unos de- biendo permanecer cerca de la gran boca-toma para obser- var dia y noche la acción del poderoso rio torrencial Maypú y los otros recorrer los canales y sus brazos, para examinar al menos una vez por semana las tomas y cuidar de que las aguas no sean llevadas mas que por su cauce legal. Todo individuo que practica un cauce para robar agua paga por la primera vez una multa de 100 pesos que se dobla cada vez que reincide, y un peso cuando solo ha sido hecha á un regador, multa insignificante y que produce frecuentemente ventajas al mullado. En la provincia de Coquimbo, en Po- trero grande ó en las Amolanas, donde las aguas constituyen toda la riqueza agrícola del pais, habia en 1840, época en la que yo las visité, cuatro celadores y un juez de agua, y toda persona que desobedecía las órdenes del reglamento pa- gaba 200 pesos que se aplicaban á los trabajos públicos. Los celadores los pagaba la población que contribuia con una (1) En mi pais, la Provenza, donde el clima es sobre poco mas ó menos igual al de las provincias centrales de Chile, el riego cuesta por término medio 45 francos de agua la hectárea, á saber 85 francos en las praderas 45 para regar los fréjoles, 35 para las papas y 8 para los trigos. 5 AGRICULTURA CHILENA. cantidad de 3,400 pesos, estimada suficiente para este gasto. La vigilancia se ejercía con la mayor escrupulosidad y á causa de la arbitrariedad y de la poca exactitud se ori- ginaban numerosos pleitos, que como hemos dicho hizo desaparecer en cierto modo la inteligencia y el acierto del general Gana. A pesar de las ordenanzas de los administradores del canal de San Carlos y á pesar de la vigilancia de sus guar- das, los robos de agua son bastante frecuentes y rara vez castigados, porque las acequias atraviesan frecuentemente las chacras cerradas por tapias donde los guardas no tienen derecho á entrar. Con el fin de remediar estos abusos ha provocado muchas veces la asociación, la formación de un reglamento para ejercer ampliamente la vigilancia en favor del interés genera!. La Sociedad de Agricultura como cor- poración competente se ocupó también de este asunto y nombró á este efecto una comisión que dio por resultado el nombramiento de una persona capaz de formular el proyecto del reglamento deseado : esta persona fué don Vi- cente Larrain. Nadie mejor que el Señor Larrain podia encargarse de esta tarea porque conocía á fondo los numerosos pleitos que el citado defecto de organización habia suscitado entre los vecinos. Su proyecto no se limitó solamente á satisfacer las necesidades del canal de San Carlos como era de razón, sino que quiso que fuese general en toda la República, por- que hasta entonces ninguna ley, ningún reglamento legal determinaba el modo de hacer las sangrías á los rios y el de conducirlos á los campos del interesado. Estas operaciones se hacian por el contrario sin inteligencia, de la manera mas arbitraria y con ventaja de uno y perjuicio de todos. Lo que hería mas que nada la delicadeza de este chileno era la abundancia de agua que tomaba con frecuencia un hacen- dado para dejarla perderse después con perjuicio de las acequias vecinas, ó de un vecino obligado á recibir estas DE LOS RIEGOS. 261 aguas inútiles y nocivas por haber estado estancadas algún tiempo. No cabe duda de que el Señor Larrain no queria impedir estas sangrías, pero juzgaba que en el eslado en que se hallaban entonces las propiedades, el decreto de 1819 era demasiado lato, puesto que permitía hacerlas en todos los puntos en donde se quisiera consintiendo así mismo la travesía de las aguas por los terrenos ajenos sin pagar un solo óbolo de indemnización á no ser por los terrenos culti- vados. Esta era á todas luces una injusticia, que destruía el equilibrio de los intereses individuales, y que necesitaba ser remediada concediendo al propietario perjudicado el de- recho de hacerse abonar los perjuicios que se le causasen. Queria ademas que cada boca-toma construida en los lin- deros de los caminos fuese general para todos los propieta- rios vecinos, lo que debia necesariamente llamar la atención del gobierno; y que el sobrante del agua siguiese un curso natural para impedir su estanque en los barrancos. Apesar de las numerosas torpezas cometidas en esta em- presa, ya por inesperiencia, ignorancia y mala dirección que se le ha dado, ó ya por falta de fondos y otras mil contrariedades que han ocasionado gastos tres veces mas considerables que los que hubiera hecho un buen ingeniero hidráulico si se le hubiera encargado la dirección de los trabajos, á pesar de todo esto decimos, el canal ha prestado inmensos servicios que no hacen lamentar su dispendioso coste. Una llanura que hasta su construcción habia sido árida y sobre poco mas ó menos estéril, se cubrió inmedia- tamente y como por encanto de las mas ricas cosechas, de escelentes pastos, y de una gran cantidad de árboles frutales y de otras clases que al mismo tiempo que hacen de esta vasta llanura un verdadero vergel son mas apropósito que las selvas para atraer la humedad á sus alrededores. Las casas de campo tan elegantes como agradables, se multi- plican en estos parajes, y los habitantes de Santiago obliga- dos en otro tiempo á buscar lejos legumbres y animales i; AGRICULTURA CHILENA. para el consumo, los hallan hoy en sus cercanías mejores y á un precio relativamente mas moderado. Aparte de estas ventajas la higiene y la seguridad de los viajeros han ganado con esto considerablemente. El aire es menos seco, la tem- peratura menos caliente y al poblarse los campos han desa- parecido los innumerables asesinos á los que la soledad, el aislamiento hacian antiguamente tan audaces (1). Ademas estos terrenos casi abandonados no se vendieron en 1825 mas que á 8 pesos á censo al 4 por 100 y en 1840 valian mas de cien pesos. Hoy según nos han referido al- gunos chilenos el precio se ha elevado á 400 lo menos y apenas se halla quien quiera vender. En 1840 el canal re- gaba sobre poco mas ó menos diez mil cuadras y aun que- daban otras tantas regables, lo que se han apresurado á hacer conociendo lo ventajoso de aquellos sitios (2). Tales son los servicios que ha prestado el cana!, servicios inmensos que honran á los que han emprendido su cons- trucción y sobre todo á don Pedro Nolasco Mena, uno de sus mas fervientes apóstoles, y aun hoy uno de sus mas ce- losos é inteligentes administradores. (1) Informe manuscrito del procurador de ciudad don Juan María Ugarte, sobre la necesidad de la continuación del canal, escrito en 1798. En este informe el autor demuestra el peligro que habia de atravesar esta llanura á causa del gran número de saltadores que se guarecian en ella, peligro que ha durado todavía mucho tiempo después de la conclusión de las guerras de la independencia. (2) Según el Agricultor, n° 1, pág. 19, los accionistas esperaban un divi- dendo que no habia de bajar del 50 por 100 del capital entregado. •^•m ¥32 CAPITULO XVI. DE LOS CULTIVOS. Cultivo de las tierras antes y después de la conquista. — Sistema estensivo esclusivamente empleado. — Falta de abonos. — Fecundidad de las tierras y sistema de los barbechos. — Cultivos intensos en las cercanías de las grandes ciudades. — Cultivos industriales, m No se puede saber con exactitud si la agricultura pastoral ha precedido en Chile á la agricultura alterna ó si estas dos industrias se han establecido en el pais sobre poco mas ó menos en la misma época; porque los chilihueques, los únicos cuadrúpedos que los Chilenos han poseido en el estado doméstico, fueron probablemente importados quizas cuando las tierras habían ya recibido algunas Sabores, á no ser que se quiera ver en estos animales que ya lian desapa- recido por completo un representante mejorado del guanaco y no de la llama, lo que es poco probable. En ambos casos la influencia peruana ha sido siempre muy grande en la marcha de la agricultura chilena, y mayor aun cuando el norte se hallaba sometido á su dominación. Desde entonces se mejoró esta industria de dia en dia, se estableció un escelente sistema de riegos y acaso data de esta época el arado chileno conocido antiguamente con e! nombre de quiñelvoqui y que según refieren algunos autores de los pasados siglos, funcionaba tirado por los chilihueques de que hemos hablado mas arriba. Los vegetales que poseían los indios eran poco numerosos y por lo tanto su agricultura era sencilla, fácil y uniforme. No cultivaban ningún árbol frutal y no conocían mas frutas que las silvestres que producía por sí misma la naturaleza. El número de sus legumbres era estimadamente escaso : w AGRICULTURA CHILENA. no tenian mas que maiz , papas, la quínoa, el fréjol pallar, el madi y el ají. De esto se componían sus cosechas y de algunos otros tubérculos y frutas silvestres entre las que se hallaba el piñón que la araucana ó pehuen del pais les proporcionaba y aun hoy les proporciona con abundancia. La llegada de los Españoles aumentó estos productos con todas las clases de legumbres y cereales conocidos en la vieja Europa; y sucesivamente fueron introducidos en el pais el trigo, la cebada, que siempre han preferido, los fréjoles, las habas y otra multitud de productos que continuaron culti- vando á su modo los indígenas. Por lo menos en 1610 los indios de Atacama no conocían todavía los instrumentos de hierro y se servían de palos, pero como dice un antiguo manuscrito, « sustentando las sementeras y acequias con grandes trabajos como grandes trabajadores. » Estos palos duros y puntiagudos les servían para hacer hoyos en los que echaban los granos confiándolos á la po- derosa fecundidad de la tierra. Esta labor empleada en los tiempos antiguos por los Peruanos y hasta por los Chinos en nuestros dias, se practica aun en las provincias del norte sobre las ásperas colinas en las que no puede funcionar bien el arado. La denominan labor de pitón y se hace uso de ella para cultivarlos fréjoles. Exige mucha agua y fatiga con estremo á la tierra, tanto mas, cuanto que por el contrario de lo que hacian los Peruanos, no la abonan ó por lo menos raras veces; difieren, en su largo, de los pitones de España. En las provincias del Sur y sobre todo en la isla de Chiloe en la que los terrenos arcillosos y tenaces no podían ceder á la endeble fuerza del quiñelvoqui y á la del animal de labor que le movia, empleaban y aun en e! dia emplean unos palos para cultivar la tierra, pero frecuentemente de un modo distinto. Usan para verificar esta clase de cultivo dos palos de una á tres varas de largo, puntiagudos en su parte inferior y terminados en la superior por una bola plana. Estos palos se llaman lumas y toman su nombre de DE LOS CULTIVOS. 265 una especie de mirto que es de donde los cortan. Los labra- dores del pais los utilizan todavía teniendo uno en cada mano y hundiéndolos oblicuamente en la tierra por medio de sacudimientos y haciendo fuerza con el pecho, que tienen cubierto con una pelleja de carnero. De este modo separan la tierra tenaz y llena de raices arbustivas de los grandes terrones que á veces tienen dos pies de largo por uño y medio de ancho y dos pulgadas de espesor; y las mujeres ó los chicos ios reducen á pequeños fragmentos con la hualata , instrumento terminado por una parte ancha, plana, en forma de media luna, que se saca también de la luma ó de otro mirto llamado meli. Multiplicando de la manera que decimos esia operación trazan surcos bastante bien limitados y forman por ¡a su- perposición de las matas camellones sobre los que siem- bran. Algunas veces no se sirven mas que de un solo palo ó de la hualata, pero de lodos modos es inmensa la fuerza que necesitan emplear para esta operación porque las lumas puntiagudas en su parte inferior no pueden ser con mucho una palanca, por mas que en muchas ocasiones las mujeres colocan su hualata entre la luma principal y la tierra para que les sirva de punto de apoyo al levantar los terrones (1). Esta manera de labrar la tierra que recuerda la mas re- mota época de nuestra civilización , es estrictamente em- pleada y sea dicho de paso con mucha habilidad en las islas del gran archipiélago de Chiloe, á pesar de que es con es- tremo fatigosa y de que á veces causa enfermedades de mucha gravedad. El gobierno ha procurado sin lograrlo (1) Este sistema de labor tiene alguna analogía con el que he visto prac- ticar al norte de la España. La luma está representada por la laya, instru- mento formado de dos largas puntas de hierro reunidas en su parte superior para que el labrador pueda hundirlas bien en la tierra ya sea por la fuerza de su cuerpo ó con la de su pié. Moviéndolas después atrás y alante separa los terrones y las mujeres se encargan de romperlos con el ausilio de un azadón. También los pobres de la provincia de Almería usan ios palos de luma de Chiloe que llaman pitones para labrar la tierra. 8 AGRICULTURA CHILENA. apenas, sustituir la luma con el arado y los demás instru- mentos nuevamente introducidos, y con el mismo fin la Sociedad de Agricultura de Santiago ha instituido premios en su favor. Pero tan solo algunos pocos hacendados, y estos mas que por convicción por demostrar sus buenos deseos, han entrado por la nueva via 5 y se debe esperar que envista de los resultados obtenidos imitarán el buen ejemplo los demás habitantes de Chiloe tan tenazmente sometidos á la influencia de sus viejas costumbres. Es imposible que un sistema de cultivo tan estraño tenga razón de ser para re- sistir mas tiempo aun á los progresos de la civilización. A causa de la gran estension de las tierras y de su esce- lente calidad, lo que equivalia al arte, apenas tenian nece- sidad de modificarlas para conservar su fertilidad. Después de obtener una cosecha en los terrenos escogidos, los de- jaban reposar durante algún tiempo y en seguida los dedi- caban á nuevos cultivos. Como se ve este era un sistema de largo barbecho que la razón y esperiencia no tardaron en sugerir, dejando á la naturaleza el cuidado de fecundizarlo todo, de hacer las veces hasta del guano, sustancia de la que no hacian uso por mas que sus maestros en agricultura, los Peruanos, la empleaban constantemente. Las únicas me- joras que introdujeron en sus tierras los agricultores del Norte y del Centro fueron los riegos; y en esta industria llegaron á un grado de progreso digno de aplauso y que aun puede apreciarse, por las numerosas ruinas que atestiguan los trabajos practicados. También parece cierto que sabían preservar los campos de las grandes heladas tan comunes en el pais, para lo cual en las noches en que el cielo estaba puro y no corría el viento, se apresuraban á quemar paja húmeda con el fin de producir una nube artificial capaz de detener y de enviar á la tierra los rayos caloríficos que la habia arrebatado una fuerte irradiación. Singular método y no menos notables por bailarse enteramente de acuerdo con una de las mas elevadas teorías científicas, que por haber DE LOS CULTIVOS. 267 sido puesto en práctica por dos pueblos que la historia con- sidera aun como completamente estraños el uno del otro, por los Peruanos y por los antiguos Romanos. Cuando los Españoles llegaron á Chile encontraron pues la agricultura bastante adelantada, y grandes estensiones de tierra desmontadas á propósito para recibir sus urgentes labores. En razón del escaso número de colonos este fué el cultivo que se empleó en las chacras y en gran parte según el método establecido por Jos indios aborígenas y sobre todo por los Janaconas. Bloqueados por los indios no podian cultivar mas que los terrenos próximos á su campamento, lo que les obligaba á procurarse dos cosechas al año. Así pues en abril y mayo después de la cosecha del maiz sem- braban trigo, lo cosechaban en diciembre y sin perder un momento volvían á sembrar maiz. Por regla general las la- bores de que vamos hablando se practicaban con gran cui- dado porque la mayor parte de las veces vigilaban los amos su ejecución 5 pero al formarse las grandes haciendas fueron los esclavos los únicos ó casi los únicos encargados de su esplotacion, y desde entonces la falta de celo, de inteligencia, de capitales y sobre todo de salidas, hizo que dominaran en los cultivos una gran sencillez y la mas estricta economía. Para cultivar el trigo se contentaban con sembrarlo en escasos terrenos, después de haberlos removido ligera- mente y de haber pasado por ellos un rastrillo formado con ramas espinosas , y terminada esta breve operación dejaban obrar á la naturaleza sin cuidarse para nada de sus sembrados. Como comprenderán nuestros lectores este fué el origen de la agricultura, llamada en el dia estensiva, que Chile adoptó desde el principio y que ha conservado porque convenia en estremo á su posición y á sus intereses. Efectivamente durante mucho tiempo, los Chilenos no han pedido á su tierra mas que la escasa cantidad de pro- ductos necesaria para el sostenimiento de una población poco numerosa, diseminada y nada exigente. Sin comercio í AGRICULTURA CHILENA» ;n los primeros años de su colonización, con un comercio limitado después, solo las pocas localidades favorecidas por la proximidad de ios principales depósitos ó por la natura- leza con un terreno bueno y transitable, podían ser destinadas á una agricultura capaz de llevarse al estado de especula- ción comercial, rara vez industrial; y las demás perjudicadas con sus caminos defectuosos y en muchos puntos sin trazar, no podían aspirar á un sobrante de cosecha que era para ellos inútil y gravoso. Su trabajo no abrigaba la esperanza de conseguir productos metálicos : su objeto era pues sim- plemente el de recoger lo necesario para cubrir las necesi- dades de ¡a familia y de los criados, siempre muy numerosos porque apenas ocasionaban gastos ni en salario ni en ma- nutención. Este crecido número de criados se ha perpetuado y existe todavía bastante generalizado. Desde el principio dominó un espirita eminentemente ci- vilizador ai genio de la conquista. Al abandonar el Perú llevaron consigo los Españoles todos los elementos que cons- tituyen la prosperidad de un pais. Ademas de contar con los principales animales domésticos, tenian trigo, fréjoles y otras muchas simientes de la vieja Europa y tampoco care- cían de plantas arbustivas. Todos estos productos reunidos con los de Chile crearon desde luego por decirlo así una agricultura mista que no lardó en convertirse en europea, carácter que ha conservado hasta nuestros días; puesto que salvo el maiz y las papas, que como plantas indígenas son objeto de los grandes cul- tivos, los demás vegetales chilenos se cultivan de un modo secundarioy solamente en algunas localidades de la Repú- blica. Lo mismo sucede con sus árboles frutales tales como el lúcuma y la chirimoya, árboles exóticos, por lo menos el último, y que probablemente no han sido cultivados en el pais, y esto en pequeña cantidad siempre, sino después de la llegada de los Español* Y no se crea por lo que decimos que Chile no puede ad- ir^ DE LOS CULTIVOS. 269 mitir otras clases de cultivos; por el contrarío su clima y la gran fertilidad de sus tierras le favorecen para todo. Anti- guamente cultivaron los Europeos en algunas localidades del Norte el algodón y hasta la caña dulce, pero estos cul- tivos, que necesitan un clima sumamente cálido, son dema- siado costosos y caprichosos para poder ofrecer beneficio, y han cedido momentáneamente y acaso continuarán, durante mucho tiempo todavía , paralizados á causa de la incerti- dumbre de sus cosechas. En una época en la que apenas habia comercio, en la que los esclavos eran numerosos y las tierras de poco valor, se comprende muy bien que los propietarios acomodados hiciesen insignificantes sacrificios para forzar á la naturaleza, pero hoy dia que las tierras y los brazos representan un valor considerable y que los productos usuales son tan pe- didos, seria un error incalificable emplear los cultivos de que hemos dado cuenta por mas que esto pudiese lisonjear el amor propio nacional. La agricultura ordinaria, adoptada por la civilización como productora de los objetos de primera necesidad, se halla todavía tan atrasada en Chile y puede lle- gar en este pais á un grado tan alto de progreso, que conse- guir este adelanto es lo que deben desear y buscar los hom- bres amantes de la verdadera civilización. Los dos sistemas de cultivo extensivo é intensivo como los llaman los alemanes se practican generalmente en Chile, el primero en las grandes haciendas en las que hay terreros de rulo con abundancia, y el segundo en las chacras, pe- queños fundos que se concedían siempre á los primeros po- bladores, y que después se han multiplicado mucho, aun á bastante distancia de las ciudades. En el uno, basado sobre el ahorro de los gastos y del trabajo, los barbechos son el fun- damento de toda esplotacion : en el otro lo son los cultivos continuos, los que exigen mas ciencia, mayores capitales y cuyo producto neto es siempre sumamente ventajoso. No hace mucho tiempo todavía que para emplear el sis- ! I : f i^'1 AGRICULTURA CHILENA. tema estensivo se encargaba cada hacendado de la dirección de su hacienda y la esplotaba con el concurso de su espe- riencia y de su tacto administrativo. Escogía los mejores terrenos, los sometía como hemos dicho á un cultivo muy sencillo, muy económico, y dejaba obrar á las fuerzas pode- rosas y constantes de la naturaleza, como motora de una actividad mas que suficiente para las necesidades de la tierra. La cebada, el maiz, los fréjoles, las papas y sobre todo el trigo formaban la base de esta agricultura que permane- ció durante mucho tiempo en una fatal inamovilidad á causa del abandono y del aislamiento á que una política de des- confianza condenó á estas colonias. Esta época fué la délos ahorros, la de la parsimonia en los gastos esperándolo todo del cielo, porque faltaban los dos mayores elementos de la producción, el trabajo y los capitales, y hasta puede decirse la inteligencia. Así es que todas las haciendas de una es- tension que llegaba á veces á cerca de 200,000 cuadras se hallaban muy poco cultivadas y frecuentadas 5 y sus habita- ciones en el mas deplorable abandono. Eran sucias, incó- modas, no se veia en ellas mas que malos cobertizos en vez de almacenes, los instrumentos agrícolas eran pésimos, y no tenían ninguno de esos objetos ó máquinas que constituyen el capital fijo de una gran hacienda representado en Chile solo por las bestias de renta. Los únicos útiles de que se servían eran de una sencillez y de una incapacidad desespe- rantes. En vez de azadón usaban en algunos puntos los pi- tones de que hemos hablado y en vez de arado un tronco de árbol que cualquier labrador arreglaba en un instante para utilizarlo poniendo en su parte inferior un pedazo de hierro, ó, con mas frecuencia aun, una púa de madera. Este es el arado completamente patriarcal con que muchos chilenos labran todavía sus tierras formando en ellas surcos de dos á cuatro pulgadas de profundidad y rara vez mas. La base de estos surcos es redonda, y se hallan separados unos de otros por franjas que quedan intactas y rara vez paralelas entre sí SES DE LOS CULTIVOS. 271 á causa de las piedras y troncos de árboles que cubren los terrenos y que el labrador se ve obligado á rodear para evi- tarlos. Los granos los echan con la mano, por cuya razón necesitan una tercera parte mas de los que necesitarian si los echaran con una sembradera ; y para cubrirlos practican un tercer surco, ó emplean el rastrillo, instrumento no menos primitivo y formado por lo general con ramas de árboles espinosos sobre los que colocan piedras para que sean mas pesadas. Esta especie de rastrillo por defectuosa que sea con- viene á los terrenos en que se emplea, porque el usual, con sus fuertes puntas, entraría demasiado profundamente en ellos. Por lo demás el instrumento de que hablamos es el que con mas frecuencia se emplea en el mediodía de la Europa, pero en estas comarcas las labores son mas profundas y las plan- tas adventicias son arrancadas con la mayor escrupulosidad, mientras que en Chile no las arrancan sino muy rara vez y se las ve invadir con profusión los sembrados de trigo. Solo la alfalfa sembrada en las praderas logra hacerse dueña del terreno que ocupa y hasta en Copiapó ha hecho desaparecer la brea, una de las plantas mas fuertes y rústicas que se conocen. El rodillo se emplea pocas veces á pesar de su grande utilidad en los terrenos secos, en los que los terro- nes son muy gruesos y numerosos. Por último las siembras se hacen tan pronto al vuelo cu- briéndolas con una segunda labor por medio del rastrillo, como en los surcos, y entonces el sembrador los cubre echándoles encima con el pié la tierra que el arado ha amon- tonado cerca del surco. Por regla general puede decirse que se ejecutan los cultivos mejor en el norte que en ninguna otra parte, porque la necesidad de riego ha desarrollado en los labradores de esta comarca ideas que no son precisas á los habitantes del Sur (4). (1) Como el principal producto agrícola de Chile es el trigo, al ocuparnos de este cereal describiremos el sencillísimo método con que generalmente es cultivado en el país. AGRICULTURA CHILENA. Los Chilenos no hacen uso de Sos estiércoles mas que para el cultivo de las huertas y aun esto no siempre. En todo Chile es arrojado á los rios este agente principal de la agri- cultura, y no hace todavía mucho tiempo que se quemaba en Chiloe la paja no en rastrojo, lo que hubiera sido un es- celente abono, pero en aquellos parajes aislados no se consi- deraba de utilidad alguna. Sin embargo la correspondencia del presidente Rivera manifiesta que á principios del si- glo XVII los sembrados de trigo de los alrededores de Chillan necesitaban una majada, porque en su concepto la tierra era demasiado mala, y esto mismo se practicó en Quillota, etc., para el cultivo del cáñamo. En algunos puntos y sobre lodo en Chiioe se emplea también esta majada, haciendo dormir durante muchas noches seguidas á un rebaño de carneros en el sitio que se quiere estercolar sin cuidarse de cercarle, lo que debe producir necesariamente un abono muy desi- gual. Pero en general tanto en Chile como en Rusia, en Po- lonia, etc., las tierras parecen siempre demasiado fértiles para necesitar estiércol, á no ser en los terrenos graníticos del vertiente oeste de la cordillera de la costa, donde la poca profundidad no solamente lo reclaman sino que lo exigen. Según dicen los agricultores, este abono de las tierras tiende á activar la vegetación favoreciendo á las plantas de yerba con detrimento de las semillas. Esto es verdad en cierto modo, pero no puede aplicarse semejante principio á las tierras algo azoadas, ni sostenerse en vista de las necesi- dades del comercio y de la carestía de la mano de obra, tres motivos poderosos para tratar de utilizar la cualidad pro- ductiva de las tierras prodigándoles las materias que pueden reparar sos pérdidas, vigorizar las plantas nuevas y poner a! suelo en disposición de recibir con mas facilidad la lluvia y el rocío, condiciones sumamente importantes en el norte en donde la sequía es tan grande y poderosa. La operación que consiste en descortezar la superficie de la tierra y quemar sobre ella las matas arrancadas con el DE LOS CULTIVOS. objeto de fertilizarla seguidamente, es mucho mas común La he visto practicar con frecuencia en el Sur sobre las montanas para obtener mayor cantidad de yerba de pasto y en los campos con los restos de las cosechas. Es el único abono que se emplea en algunas localidades, y es sumamente económico si se compara su costo con el de Europa que exi- giría mas de 30 p. de estiércol por cuadra. Con todo si los agentes atmosféricos pueden ofrecer á los terrenos secanos los elementos de ázoe que estos mismos terrenos han perdido á causa de una vigorosa vegetación de cereales (1), no sucede otro tanto con los fosfatos, elemen- tos fertihzadores no menos indispensables que los primeros para las necesidades de una buena fructificación y casi nulos en las regiones atmosféricas. Siendo esto así, ¿cuánto partido no podrían sacar de ¡as grandes cantidades de huesos que la industria del Charqui, etc., deja todos los años á los ricos hacendados y que se miran hasta hoy en dia casi con una culpable indiferencia? Los granos de trigos contienen fos- fatos y se ha calculado que un kilogramo de estos huesos encierra bastante ácido fosfórico para la producción de 60 kilogramos de trigo, etc., y diez litros de estos mismos huesos, pero pulverizados para que tengan mas aptitud á recibir la acción del aire, reemplazan á 80 carros de estiércol necesarios para las dos terceras partes de una cuadra ¡Cuánta riqueza podría hallar el agricultor chileno en esta inmensa cantidad de huesos que resultan de todas las ma- tanzas! Por grande que sea el desden con que miren hoy las amelgas, tiempo vendrá en el que el cansancio déla tierra a causa de la supresión de los largos barbechos, los hará necesarios, y Chile encontrará entonces en ios huesos de que hablamos un abono de la mejor calidad Las tierras de los Estados Unidos eran también muy fér- (1) Se calcula que una hectárea recibe al año 27 kilogramos y medio de ázoe combinado y bajo la forma de amoniaco, y de ácido azoico ó denótalos ¡8 Agricultura. 274 AGRICULTURA CHILENA. tiles, y sin embargo el repetido y continuo cultivo de los cereales, plantas agotadoras, no ha tardado en desvirtuar estas preciosas cualidades obligando á lo s hacendadoá re- currir á los medios que la ciencia enseña y por lo tanto á emplear el estiércol. La provincia de Concepción se en- cuentra ya sobre poco mas ó menos en este cosa según la memoria redactada por su intendente; los trigos no dan mas que el 6 y medio por término medio, y se empieza á aumentar la cantidad de simientes como se hace por lo ge- neral con las malas tierras ó con las de inferior calidad. En algunas localidades hasta han tenido que llegar á hacer uso del guano del Perú, y los que tal han hecho han obtenido buenos resultados. Faltando ioda ciase de abono, no seria de gran necesidad sin duda alguna, hacer en las labores los surcos mas pro- fundos si el pais no fuese como es en algunas provincias estremadamente seco. En este caso los surcos profundos permitirían á las aguas de lluvia infiltrarse mucho mas, y las raices de las plantas buscarian esta humedad libre de la acción continua de los grandes calores. Es pues sen- sible que las labores no tengan en Chile por lo general mas que de 4 á 5 pulgadas de profundidad y que no sean bastante anchas, bastante abiertas. También es lamentable que la escardadura que se usa frecuentemente en las chacras y que se llama apolcar sea tan poco practicada en los campos cuando la sequía del terreno la exige tan imperiosamente, y por cuya falta las plantas adventicias invaden los barbechos y chupan sin obstáculo los jugos destinados á las plantas cultivadas. Este defecto ocasiona las grandes evaporaciones de las materias fertilizadoras cuya pérdida continua contri- buye á su deterioro. Y sin embargo á pesar de todos estos escesos y del cultivo esencialmente agotador que se emplea, las cosechas son casi siempre muy satisfactorias, lo que es debido á la temperatura cálida del pais, á la gran cantidad de escremento que los animales llevados á ios campos des- DE LOS CULTIVOS. pues de recogidas las cosechas dejan en ellos, y sobre todo, en los terrenos de 'regadío, á el humus que en el estado de limo desciende de las altas cordilleras después de haber tomado todas las sales que encuentra en las rocas volcánicas y porfíricas. Así pues ¡ qué diferencia entre la calidad de las aguas del Norte y las del Sur ! estas arrastradas casi sin mo- vimiento por rios muy tranquilos tienen un escaso valor fecundante que á veces es perjudicial á causa del ácido que sacan de los humus de las selvas por donde pasan, y aquellas, las del norte, siempre torrenciales, toman todas las clases de sales que obrando de acuerdo con un calor bastante grande, conservan en las tierras su fertilidad pri- mitiva, favorecida ademas por el sistema de barbechos mas ó menos prolongados. Estos barbechos de larga duración empiezan á disminuir : en el dia se hacen trienales ó bienales, lo que establece una especie de equilibrio entre las fuerzas del suelo y los pro- ductos que da. Por lo demás la amelga trienal es la que en la presente época puede considerarse como la mas conve- niente por su sencillez y su regularidad, exigiendo menos trabajo y ofreciendo productos mas uniformes aunque me- nos ventajosos que los que tiene una rotación mas estensa. A medida que los progresos del comercio y de la población obliguen á la agricultura á ser mas productiva, será también mas racional, y es probable que entonces desaparezcan de dia en dia los barbechos para ceder su puesto á un cultivo conti- nuo. Los hacendados han podido apreciar en todo tiempo y con justa razón, el interés que ofrece esta clase de cultivo en ciertos terrenos sobre todo en los de riego y en los alrede- dores de las grandes poblaciones; pero también saben que en otros parajes es necesario algo mas que los trabajos de la naturaleza ; y conociendo esta insuficiencia algunos de ellos han empezado á comprender el poder de la ciencia y el de los capitales. Gracias á estos dos poderosos impulsos, no hace mucho completamente desconocidos de Ja industria chilena, AGRICULTURA CHILENA. puede llamar en su ausilio ¡as máquinas, las relaciones comerciales y todo lo que puede fortalecer y dar crédito á sus intereses, simplificando los trabajos y disminuyendo los gastos de vigilancia y de dirección. Por desgracia estos hombres son relativamente poco numerosos y no avanzan por regla general mas que á tientas ó movidos por un gran im- pulso de entusiasmo que los desengaños no tardan en apagar, de modo que puede decirse que la agricultura de Chile se encuentra sobre poco mas ó menos todavía bajo la dependen- cia del espíritu de ignorancia y de la rutina que le ha domi- nado tanto tiempo y que es siempre tan difícil de desarraigar. Por lo demás, podemos decir que para llegar á la si- tuación lisonjera en que merece estar, emplea hoy el go- bierno toda su solicitud en establecer escuelas profesionales, tanto mas necesarias cuanto que desde hace algunos años se ve operarse un cambio considerable en todas las clases de la sociedad. Gracias á las ricas minas del Norte de la República y á el gran comercio agrícolo que se ha desar- rollado sobre todo después del feliz acontecimiento de la California y de la Australia, se han formado inmensas for- tunas con beneficio de Sa agricultura, y Santiago y Valpa- raíso son hoy dos centros donde se goza de un bienestar general. Con este motivo los productos necesarios para la vida han tenido que ser no solamente mas numerosos, sino también mas variados y de mejor calidad, lo que natural- mente ha exigido en las cercanías de estas dos ciudades una clase de cultivo desconocida hasta entonces. Las plantas de huerta sazonadas, las nuevas legumbres que la ciencia de la aclimatación puede tomar en lejanos países, por último todo lo que exige un cultivo hábil y complicado para satis- facer las exigencias de las grandes fortunas, comienza á in- troducirse en los puntos de Chile que hemos indicado, y á ocupar la inteligencia de los agricultores estranjeros y na- cionales. Este impulso hacia el progreso no se limitará cier- tamente á los alrededores de los grandes centros de pobla- DE LOS CULTIVOS. cion. Las demás capitales llegarán á conocer las dulzuras de ia vida frugal, querrán proporcionárselas y lo conseguirán á despecho de la bondad de sus legumbres ordinarias y de la amenidad de un clima que contribuye tanto á su precoci- dad. Este es pues uno de los motivos que favorecen tan poderosamente la propagación de la agricultura intensiva, la cual basada así mismo en las necesidades de una pobla- ción mas numerosa y delicada no puede menos de llamar tarde ó temprano la atención de los ricos hacendados chile- nos interesándolos, como lo ha hecho ya con los de las provincias de Santiago y Valparaíso, donde la renta neta que produce la tierra es siempre mas crecida. El cultivo intensivo mas inteligente y mas lucrativo sobre todo cuando la influencia del comercio se reúne á la de una población mayor, se estenderá mucho mas todavía á medida que la división de los terrenos aumente su valor, y que los ferrocarriles faciliten los trasportes disminuyendo los gas- tos que ocasionan. Pero no podrá ser fecundizado mas que por el trabajo, por los capitales, por la inteligencia, y en una palabra, por todas las fuerzas vivas y artificiales de que el hombre dispone, siendo probable que en mucho tiempo todavía no puedan la mayor parte de las provincias de Chile aspirar á esta poderosa intervención por carecer de estos indispensables instrumentos. En el dia se contenta con rei- nar en las pequeñas haciendas y sobre todo en las chacras, sostenidas la mayor parte de las veces por arrendatarios pobres que no poseen mas que algunas cuadras y esto du- rante un período de tiempo que en muchas ocasiones no dura mas que cinco ó seis meses. En estos pequeños terrenos, las tierras mucho mejor pre- paradas, porque su fertilidad no exige grandes trabajos, son destinadas el primer año á los fréjoles, papas, y otras le- gumbres. Estos productos constituyen el único beneficio de un crecido número de estos arrendatarios pobres de las cercanías de ¡as ciudades. Después de la cosecha comen los i AGRICULTURA CHILENA. animales las plantas adventicias, y en seguida se siembra trigo ó cebada. Terminada esta segunda cosecha vuelven los animales á pastar en las tierras, y al mismo tiempo que aprovechan los restos de las plantas recogidas y mas tarde los trigos germinados, abonan con su estiércol durante su permanencia en ellos, los terrenos consagrados á estas clases de siembras. Así pues una rotación de dos grados da lugar á un cultivo continuo y por consiguiente siempre productivo, sobre todo si alternan las plantas menos agotadoras con las que lo son mas. Pero como hemos dicho, este sistema se halla limitado á las chacras y á los terrenos de riego de los alrededores de las ciudades. En los demás parajes, menos favorecidos por la falta de agua y por su alejamiento de los centros de población, el cultivo de los cereales alterna tam- bién con el de las chacras, pero en general necesita llamar en su ausilio á la naturaleza y en este caso el cultivo exten- sivo domina al intensivo. Desgraciadamente este cultivo se resiente de su aislamiento y no corresponde ademas á la acción de los principios económicos que quieren que nada se pierda en una hacienda, cuando en Chile no hace mucho tiempo todavía que hasta las hastas y las pezuñas de los millares de bueyes que se sacrifican todos los años á la in- dustria del charqui, se desperdiciaban siendo consideradas como inútiles. En el dia empiezan á ser esportadas y dentro de poco se esportarán también la sangre, Sos pelos, y con mas abundancia los huesos que la agricultura inglesa be- neficia con tanto provecho. Ya en 1859 su esportacion ha sido de 12,420 quintales y su valor 24,240 pesos. Por lo demás es cierto que la falta de brazos no consiente todavía que los labradores se aparten de los trabajos agrí- colas para ocuparse en los industriales que son los que re- quieren mayores y mas continuos cuidados. La agricultura chilena, por mas que digan algunos patriotas entusiastas, no ha llegado todavía, al menos en la mayor parte de las provincias, áeste período industrial, porque, á causa de los DE LOS CULTIVOS. 279 gastos de producción y de transportes y el valor del interés de los capitales, los productos no pueden sostener compe- tencia con los estranjeros. Pero, en ciertas épocas del año, la agricultura reposa, y entonces es cuando podrian intro- ducirse algunas industrias para evitar esta falta de ocupa- ción. Podrian consagrarse por ejemplo al comercio de los numerosos productos que ofrece el lacticinio, y á todos los que no exigen ni máquinas, ni capitales. Estas industrias convendrían principalmente á las mujeres y serian mucho mas lucrativas que el tejido de ponchos, de mantas y demás telas, objetos que emplean en su confección demasiado tiempo para ofrecer una verdadera ganancia. Las plantas cultivadas se hallan espuestas en Chile á nu- merosas enfermedades, ó se ven invadidas por las plantas adventicias y atacadas por animales de distintas especies. Entre las primeras debe citarse principalmente el polvillo que ocasiona con frecuencia grandes pérdidas, las heladas, el derrame y la sequía : entre las segundas se encuentran el vallico, los rábanos, y otras malas plantas; por último entre los animales podemos indicar la langosta, las ratas, los pá- jaros de todas clases y sobre iodo la rara, la diuca, los pa- pagayos, las tórtolas, diversas clases de cuncunas, algunos insectos, los caracoles, etc. Hasta ahora no ha hecho la in- dustria ningún esfuerzo para poner remedio á estos males, ó al menos no lo ha hecho mas que de una manera harto insignificante para llegar á obtener resultados, pero és de creer que los agricultores, en vista del valor de las cosechas perjudicadas, no tardarán en aprovechar los recursos que la ciencia y la esperiencia pueden enseñarles. Lo que mas importa es escoger con inteligencia las variedades menos susceptibles de ser atacadas y las que convienen mejor á la naturaleza del clima y del terreno ya sea por su constitución ó ya por su cualidad precoz ó tardía. El estudio de las varie- dades es sin disputa una de las causas que deben contribuir mas poderosamente al adelanto de la agricultura chilena. CAPITULO XVII. CONTINUACIÓN DE LOS CULTIVOS. De los desmontes. — Diferentes grados de su importancia.— De los roces.— Sistema de cultivo que debe emplearse en cada provincia. — De las cose- chas y del Mingajo. — Producto que dan las tierras. — Gastos que oca- sionan los cultivos. — Manera que hay en Chile de cerrar las haciendas.— Diversas especies de cercas. — Estado aproximativo de los fundos rústicos y de sus rentas. í A causa del desarrollo que de día en dia esperimenta la agricultura chilena son cada vez mas indispensables los des- montes y en muchas provincias han comenzado á hacerse en grande escala. En las del Norte y en algunas de las del Centro en las que los terrenos se cultivan desde hace largo tiempo, acaso seria mas conveniente mejorarlos por medio de traba- jos de riego cuando por su situación fuesen susceptibles de obtener este beneficio. En estas regiones acarrea siempre el desmonte crecidos gastos por las piedras y las numerosas raices que hay que arrancar, siendo escasos á pesar de esto los buenos terrenos, mientras que mejorándolos con los riegos aumentada sobre manera su capital inmueble y se ase- gurarían las cosechas, demasiado caprichosas en estas co- marcas, á consecuencia de las grandes sequías. En el Sur por el contrario en donde los barbechos prolongados ó trienales son todavía los cultivos mas económicos y conve- nientes, es mas ventajoso el desmonte y se practica esta operación, derribando los árboles y quemando las ramas y los troncos después de haberlos dejado secar durante algún tiempo. Las cenizas mezcladas con la tierra se aprovechan después para el cultivo de los cereales y esto ofrece un producto considerable, de sesenta, á ochenta y á veces mas de ciento por mso. Sin embargo los troncos DE LOS CULTIVOS. y las raices que resisten á la acción del fuego ocasio- nan el gran inconveniente de impedir funcionar al arado con toda libertad. Cuando esto sucede seria preciso emplear el tridente de hierro, instrumento que al hundirse bajo la raíz descansa sobre un tajo formando una palanca, ó algún otro de los demás instrumentos nuevamente inventados para estos usos. Esto es por lo demás lo que procuran prac- ticar los hacendados de las provincias centrales, y la casa de Vives de Vaiparaiso ha introducido en el pais algunos de esos instrumentos con los que en seis ú ocho minutos se consigue arrancar troncos de espinos de las mayores dimen- siones. Frecuentemente sucede también que las lluvias pro- longadas del invierno arrastran ó destruyen esta tierra mez- clada, dejando descubiertas las rocas ó el subsuelo que es de una calidad inferior ó enteramente pésimo. En las hondo- nadas la tierra de mantillo procedente de la caida de las hojas es también de una gran fecundidad; pero al cabo de algu- nos años, los gases que exhalan y los ácidos que forman, que no pueden neutralizarse por la falta de calcáreo, perjudican muchísimo á las cosechas y los labradores se ven entonces obligados, con motivo de su escaso rendimiento, á abando- narlas para dirigirse á otra parte y practicar nuevos des- montes. En estas comarcas repiten los agricultores con fre- cuencia los cultivos de que hablamos, y que por lo demás no tardan en ser invadidos por la inmensa cantidad de plantas adventicias que el descuido deja crecer y multiplicarse y que no tardan en agotar los indicados terrenos en su mayor parte de buena calidad, puesto que son las hayas las que por So general constituyen la base de las selvas. Gracias á todos estos desmontes, estimulados desde hace algún tiempo por el alza de la renta inmueble debida al au- mento de valor que han adquirido los productos, la agricul- tura chilena consigue progresos reales, independientes de los que la fuerza de las circunstancias reclaman. Estos pro- gresos son también debidos á los numerosos canales de riego -, :.. m\ t AGRICULTURA CHILENA. abiertos desde Copiapó hasta la provincia de Chillan, que han permitido multiplicar ios cultivos librándolos de la ar- bitrariedad del lujo y del capricho y fundándolos por el con- trario en la adquisición de los productos que la civilización ha preconizado desde las primitivas épocas del mundo, que constituyen nuestro acostumbrado alimento, y cuya salida es por lo tanto y en todo tiempo mayor y mas segura. Así pues todas las legumbres de la vieja Europa se encuentran aso- ciadas con los cereales y la crianza de los animales. Estos últimos sumamente ventajosos por la sencillez y la economía de la industria que forman, convienen en sumo grado al ca- rácter de los habitantes de Chile y á su escasa población. El cultivo de los cereales exige por el contrario mas trabajo, ma- yores desvelos, y á pesar de esto se empieza á desplegar con ellos una gran actividad, inteligencia, capitales y máquinas,, loque hace presumir que llegarán en breve á cultivarse en gran cantidad y con poco costo. Necesario es que se realice nuestro augurio; porque si el descubrimiento de las minas de California ha proporcionado durante un momento una salida estremadamente productiva para Chile, en el dia este mismo pais procura, practicando mejores cultivos, hacerle una gran competencia en los antiguos mercados, y á este reto debe hacer frente el cultivador chileno imprimiendo á su profesión no un carácter enteramente estranjero, sino sometiéndola á trabajos mas nacionales, sin confiarse en el acaso ó buscar lo imprevisto como acostumbra á hacer, impulsado por el espíritu nacional. En agricultura se debe estudiar bien, antes que nada, la naturaleza del clima y de las tierras que se quieren esplotar, y al mismo tiempo las necesidades y las exigencias del pais y de los que le avecinan, para introducir en el plan de los cultivos todos las modifi- caciones que reclamen las circunstancias. Los pueblos que se encuentran en un período de transición son los mas ca- prichosos y sucede muy comunmente que el producto que hoy parece ser el mas ventajoso apenas ofrece mañana uti- DE LOS CULTIVOS. 283 lidad por la falta de consumo. El hacendado debe pues con- servar una gran libertad de acción para obrar en beneficio de sus intereses La especialidad no ofrece en el dia ventaja mas que en el cultivo del trigo y en la cria del ganado lanar y vacuno. Es- tos son los únicos puntos sobre los que descansa la agricul- tura chilena, pero al lado de estas especialidades, se encuen- tra una mezcla de cultivo que aunque todavía se halla admitida disminuirá con el tiempo en provecho de cada pro- vincia, creándose en las unas el cultivo de los arbustos, en las otras el de los cereales y las plantas industriales, y en el Sur el de las plantas destinadas al pasto ; y aun cuando esto suceda, como las regiones de que hablamos no tienen en su esencia un principio de esclusion, cada una de ellas poseerá siempre productos variados y hasta en gran cantidad, pero estos productos no podrán presentarse mas que en un grado secundario porque en general serán reemplazados por otros especiales y de mejores condiciones. El rendimiento de las tierras es en Europa tanto mayor cuanto mas grande es la cantidad de abono que en ellas se emplea. En Chuela diferencia depende, principalmente en las provincias centrales y del Norte, de la cantidad de agua de que sus propietarios pueden disponer. Los autores que han hablado de este rendimiento no han economizado sus elogios en favor de la inagotable fecundidad de las tierras de Chile, y aun hoy elevan los Chilenos el rendimiento de que nos ocupamos á sumas fabulosas. Así pues no causa estrañeza ver citar como ejemplos cultivos de trigo y de fré- joles que han producido ciento por uno y á veces mas, suce- diendo estos casos del mismo modo en el Norte que en el Sur de la República. Sin embargo por grandes que sean los progresos que ha hecho el Chileno en sus trabajos y en su comercio, esta fer- tilidad es muy escepcional y ha desaparecido del todo desde que la elección de las tierras de siembra ha dejado de estar AGRICULTURA CHILENA. en relación con las necesidades y los intereses de la sociedad . Con los continuos cultivos las tierras han debido perder su fecundidad sobre todo cuando no han recibido el fertilizador abono de las aguas de las montañas ; y de esto han resultado disminuciones relativas de cosechas sin dejar de aumentarse los productos por ser mucho mas numerosos los terreros mejor ó peor cultivados. Adjunto publicamos un estado de esta valuación por departamentos y tal como lo hemos ob- tenido en 1841 por medio de un programa que el ministro del interior tuvo la bondad de dirigir, á ruegos nuestros, á todos los gobernadores. QBfiv«. DE LOS CULTIVOS. 285 Estado aproximativo del valor de la cuadra de tierra y del rendimiento proporcional de las semillas en 1841. VALOR I DEPARTAMENTOS. déla cuadra de tierra. TRIGO. FRÉJOLES CEBADA. maíz. PAPAS. Copiapo 200 13 20 16 » >, Ballenar 300 18 14 22 18 30 Freirina 150 25 20 40 40 20 Serena 250 12 18 18 20 12 Ovalle 200 » 20 25 60 86 Combarbala 80 20 20 25 30 » lllapel 300 18 20 25 40 30 Elqui 150 16 20 25 25 18 Petorca 200 12 10 16 50 11 Putaendo 150 18 9 21 30 9 Ligua. 125 9 12 10 50 8 San Felipe 200 13 10 18 19 11 Los Andes 150 21 18 25 30 20 Quillota 200 11 20 15 50 18 Santiago 140 20 15 25 50 20 Casablanca 136 10 16 13 40 12 Melipilla 90 12 15 15 50 11 Victoria 100 15 12 18 70 20 Rancagua 100 16 25 20 60 25 Valparaíso » )> » » » • Rengo. . 70 15 12 25, 50 20 San Fernando. . . . 50 10 50 20 50 25 Curico 70 20 20 25 40 25 Lontue 25 20 60 25 60 18 Talca 20 20 20 35 40 20 Cauquenes 5 10 12 25 80 20 Quirihue 3 20 15 16 20 10 Linares 8 15 15 20 25 25 Parral 12 20 14 25 30 » 1 San Carlos 12 30 12 40 50 16 Constitución. . . . » 10 » 20 » 20 Concepción 60 12 18 18 27 18 150 22 10 19 70 13 Puchacai 4 12 10 20 40 30 4 6 10 22 12 15 15 30 18 40 10 25 Laja Lautaro 9 10 12 8 14 12 Coelemu 7 25 9 11 9 14 Chillan 3 20 12 25 60 8 Valdivia. .....'. 4 10 20 15 25 10 5 20 8 25 12 10 Osorno 1 30 20 30 24 20 » 6 » 7 » 9 Carelmapu 5 9 » 9 » 10 Chacao a 5 » 8 » 12 Quenac » 3 » 8 » 10 » 6 * 5 » 7 Dalcahue » 5 » 10 » 10 Quinchao. ..... » 6 » 10 » 10 9 Castro » 5 » 9 ■ Lemuy » 5 » 8 » 9 Chonchi " 7 1 » 9 13 ■ñ l% 286 AGRICULTURA CHILENA. Como al trazar el estado del valor de las tierras, no pre- tendemos que nuestros datos sean de una exactitud rigorosa, sino simplemente una aproximación para dar una idea sobre el particular, en la creencia de que nuestro ejemplo provo- cará nuevas y rigorosas investigaciones, mucho mas hoy que se halla establecida en Santiago una administración de Esta- dística dirigida por personas de inteligencia y animadas por los mejores deseos. En vista del estado de que vamos ocu- pándonos, el rendimiento de las tierras es en todo Chile como sigue : Trigo 16 Fréjoles 17 Cebada 21 Maíz 40 Papas 14 1/2 Estos datos son probablemente términos medios, dema- siado elevados para ciertas provincias y bajos para otras, pero reasumen hasta cierto punto y de una manera general y aproximativa los rendimientos de los cultivos chilenos, ha- ciendo al mismo tiempo apreciar la fertilidad de las tierras. De todos modos, la costumbre que se tiene de exagerar esta fertilidad nos induciría á creer en las cifras demasiado ele- vadas deque hemos hecho mérito, si por otra parte no tu- viéramos en cuenta las pérdidas considerables que obligan á esperimentar á los agricultores los malos sistemas emplea- dos para recoger la cosecha y el poco cuidado con que se hace el almacenamiento. No hay mas que ver los rastrojos después de las primeras lluvias y las cercanías de una trilla para apreciar estas ciases de pérdidas ocasionadas por la gran cantidad de trigo y de cebada que germinan en ellos. A esto debemos añadir las dificultades que hay de reunir datos seguros y un registro fácil para conocer todos los tropiezos que hemos debido sufrir al tratar de obtener algunos resul- tados dignos de confianza. Si en los países en donde existen «ES ^ DE LOS CULTIVOS. 287 oficinas bien organizadas y administradas sucede que estas funcionan con notable irregularidad y hasta cometen con frecuencia errores graves ocasionados por varios accidentes y por las diferencias de estación á que se hallan subordinados, l con cuánto mayor motivo no ocurrirá lo que decimos en Chile donde eran desconocidas estas clases de oficinas y donde la vida política no data verdaderamente mas que de algunos años á esta parte? Nuestros aprietos no han sido menores al querer conocer la relación que existe entre los gastos que ocasiona el cul- tivo y el producto que da. Los datos que liemos conseguido acerca de este particular indican resultados muy variables á causa de la negligencia que han tenido en hacer entrar como elementos de cálculo, los unos el interés de la tierra, los otros el trabajo de los animales y hasta el de los inquilinos de un valor real y sumamente importante, y otros por úl- timo no han contado mas que los gastos pagados en dinero. Todo esto nos llenaba de confusión y no nos era posible hacer uso de los datos que habíamos logrado reunir. Apesar de esto puede decirse que en Chile las labores solas sin contar el ínteres de la tierra ni el importe de las simientes cuestan de 7 á 8 p. por cuadra y únicamente en Chillan á 4 y 1/2 : en Francia la misma porción de terreno cuesta casi mas del doble, es decir de 15 á 18 p., y eso que los jor- nales son menos costosos y que las mujeres desempeñan ciertos trabajos. Esto consiste en la perfección de los cultivos que exigen las tierras harto agotadas para contentarse con las sencillas labores que se dan á las de Chile, y en los gastos que ocasionan los abonos. En el capítulo relativo al cultivo del trigo publicaremos algunas nociones acerca de esta in- teresante cuestión. Hubo un tiempo en el que las cosechas se hacían casi esclusivamente con arreglo al método indio, método que se emplea también con poca diferencia en algunas comarcas de la Italia, etc. A esto es á lo que llaman en Chile una Minga, i i AGRICULTURA CHILENA. palabra que probablemente procede del verbo araucano minear que quiere decir alquilar personas; y se practica todavía por lo general en el Sur dando lugar á una diversión que se llama mingajo. Cuando un hacendado está dispuesto á recoger sus cosechas no tiene mas que hacer que avisarlo á sus vecinos, y estos se apresuran á corresponder á su invi- tación tomando parle en el trabajo de la recolección que se ejecuta en un período de tiempo bastante breve. De esta manera logra el hacendado recoger lodos sus frutos y al- macenarlos, sin haber gastado mas que lo que le cuestan dos ó tres comilonas y algunos cántaros de chicha accesorio obligado de esta diversión. Las fiestas duran aun por la noche y los asistentes bailan al son de sus guitarras, de sus ralis, especie de violin pequeño, y de sus cantos, en medio de una alegría que aumenta las copiosas libaciones que le acompañan . Algunos dias después vuelven á reunirse en la propiedad de otro hacendado y de este modo se renuevan sus trabajos y sus diversiones hasta que se halla terminada en todas partes la recolección. Este sistema mas ó menos económico de ejecutar una gran parte de los trabajos campestres ha existido en todo Chile con mayor ó menor regularidad, ofreciendo á los tra- bajadores una inmensa alegría, pero á veces demasiado ruidosa y hasta peligrosa ; razón por la cual los hacendados y sobre todos los de las provincias del Norte y del Centro han abolido este sistema y no emplean en las tierras de la recolección mas que á sus inquiiinos y á peones pagados, siempre dispuestos por costumbre á considerar esta clase de ocupaciones como una gran diversión. Los mismos hacen- dados se ven con frecuencia en la necesidad, y también por la fuerza de la costumbre, de regalarles algunos cántaros de v¡no ó de chicha y algunos víveres por mas que este acto de generosidad sea siempre perjudicial á sus propios intereses. En Chile todas las tierras cultivadas se hallan en las lia- r«v DE LOS CULTIVOS. 289 nuras formadas por grandes valles y rara vez sobre las co- linas. Estos terrenos se estienden desde Copiapo hasta Chiloe, pero con rentas inmuebles muy desiguales, según su calidad de fértiles, secos, áridos ó si están cubiertos de bosques espesos y primitivos Bajo el punto de vista de la elevación, los cultivos podrían llegar á las regiones mas elevadas, pero nosotros no los hemos visto pasar de la al- tura de 1400 metros. Las regiones mas altas como las de todos los paises de montañas están pobladas por infinitos bueyes que pacen en ellas libremente. Lo mismo sucede en las montañas de la cordillera de la Costa aprovechadas mas particularmente por ios rebaños de carneros, aunque tam- poco no deja de haber en ellas numerosos bueyes. Como estas montañas están abiertas por todas partes los animales pasan de unas haciendas á otras á pesar de los esfuerzos que hacen los pastores para impedirlo. El número de las reses que se alimentan en las haciendas ajenas es muy considerable : ele- vándose algunas veces á 1500,2000 y aun mas, ocasionando una pérdida importante en yerba sin contar los pleitos que con este motivo se suscitan en las pequeñas poblaciones cuando algunos de estos animales entran en las chacras. También son muy frecuentes estas mezclas de reses en Jas llanuras á causa de la vasta estension de ¡as haciendas, y sobre todo en el Sur, donde las llanuras son mas estensas que en ninguna otra parte. Por este motivo desde hace mucho tiempo se procuran cercar estos bienes fundos, em- pleándose los medios mas oportunos que proporciona la localidad. Ademas la ley de caminos del 17 de diciembre de \m% dispone que en cada 22 kilómetros y medio, se establezcan plazas de alojamientos para los animales de carga cuyos dueños tenian á veces la funesta costumbre de echarlos á los sembrados vecinos á pesar de las cercas que algunas veces se atrevían á forzar. Estas cercas son de una utilidad muy grande, y si no pue- den servir para cerrar por completo las haciendas á causa Agricultura, 19 ¡ i 290 AGRICULTURA CHILENA. I i de ía vasta estension que estas tienen, lo que ocasionaría considerables gastos, al menos cierran los potreros, los ter- renos de engorda, etc. , y son tan necesariasy tan numerosas, que constituyen por regla general uno de los mas crecidos gastos de las haciendas. También se ponen en las chacras, en las quintas, en los jardines contiguos á las casas, etc., y su construcción varia según el uso á que se las destina. Las unas se hallan formadas solo con vegetales y las otras con piedra ó tierra. Algunas veces se practican en las montañas fosos mas ó menos profundos para detener á los animales en sus cor- rerías ó para que sirvan de límite de separación entre ha- ciendas vecinas. Esta clase de cercas deberían multiplicarse en un país donde cada hacendado se halla en el caso de ver pasar parte de su ganado á campo ajeno, y en el que no se pueden tener cercas vivas, siendo ademas muy económicas porque no ocasionan mas gastos que los de limpia. Las cercas vegetales son de dos clases : unas formadas con árboles ó arbustos llamadas cercas vivas, y otras cons- truidas con estacas ó ramas secas, llamadas cercas niñerías. Las cercas vivas se forman con ciruelos, espinos, sauces, y desde hace algún tiempo con álamos que se han multi- plicado considerablemente. Las de espinos pasan por ser las mejores y con este motivo se procura propagarlos, esco- giendo los granos siempre difíciles de brotar por la dureza de su cascarilla entre los que se hallan en el escremento de los animales ó mojándolos un poco en agua casi hir viendo. También se hacen para el mismo fin grandes plan- taciones de ellos en el jardín de aclimatación así como de Gleditschia triacanthos, de Mespüus oxyacanthos, de Robinia acacia, etc. Quizas deberían emplearse con prefe- rencia, sobretodo en ios sitios poco ó nada regables, las diferentes especies de Colletia del país , algunos de sus Quiscos, y propagar así mismo la Tuna ú Opuntia vulgaris, que sirve para el mismo uso en la Sicilia, en Malta, etc., y cuvos frutos ofrecen srandes recursos de alimentos á las DE LOS CULTIVOS. clases pobres. La naturaleza de estos arbustos conviene á los terrenos secos y áridos, en los que los demás apenas po- drían crecer, por ejemplo en las provincias al norte de San- tiago; con todo, algunos de entre ellos tales como el quisco, el cardón (Puya coarctata), etc., son empleados á veces para cercar las propiedades. Estas cercas tienen un gran incon- veniente : los arbustos nuevos son con frecuencia pasto de la voracidad de los animales, que recorren los campos con toda libertad, gracias al derecho que tienen sus dueños de echarlos á pastar en las tierras ajenas. Las cercas muertas varian mucho según su importancia y su duración. Se dividen en Cercas de ramas que se forman hacinando simplemente ramas de espinos y haciendo que la parte inferior sea mas ancha que la superior. Son las mas sencillas, las menos duraderas, y cuestan sobre poco mas ó menos 8 p. la cuadra. Cercas con estacas, que duran mucho mas liento. Se plantan estacas separadas de .una á tres varas las unas de las otras y se entrelazan con ellas ramas de Trevo y de otros arbustos espinosos. Su coste sobe de 10 á 12 p. la cuadra. Cerca de cajoncillos : formada por dos hileras de estacas en medio de las cuales ponen ramas de todas clases. Cada cuadra cuesta 15 p. y dura muchos años. Cerca de palos. Estas cercas son las que se empleaban antiguamente plantando gruesos trowcos á pequeña dis- tancia, y colocando en ellos otros troncos atravesados. En el día no.se usan en los puntos centrales á causa del subido precio de la madera, pero sí en el Sur. donde esta primera materia es muy abundante, y en esta parte de la República se contentan con plantar simplemente los troneos en su estado natural y unos al lado de los otros. Oirás veces por el contrario les dan una forma menos rústica igualando 'los cuatro lados de los troncos y atravesándolos de parte á parte para pasar vigas por los cuatro agujeros que se hacen en AGRICULTURA CHILENA. cada uno. Estas gruesas estacas llamadas tronqueros son de la altura de un hombre sobre poco mas ó menos, y se plantan á la distancia de tres varas unas de otras. Las sacan del corazón del roble (Fagus) que se denomina Pellín, pala- bra araucana que designa todo corazón de árbol. En 1840 costaba un real cada uno y eran escelentes para el uso á que estaban destinados por su cualidad de permanecer siempre verdes, de no secarse y de poder durar por lo tanto mucho tiempo. Las vigas se hacen con toda clase de árboles, duran menos y en la misma época se pagaban á medio real. Las cercas construidas con materiales ó de fábrica son de dos clases : unas hechas con piedra y otras con tierra. Las cercas de piedra llamadas pirras se encuentran prin- cipalmente en las provincias centrales y sobre todo en las del Norte en donde apenas hay árboles. Se construyen con guijarros ó con piedras que se buscan en los rios ó que existen en los terrenos de aluvión de las llanuras. Son co- locadas unas encima de otras sosteniéndolas con un barro hecho de tierra amasada con un poco de paja. La forma de estas cercas es algo piramidal, porque su base tiene siempre doble espesor que su cúspide, y su elevación es de una vara y media á dos varas por un ancho en su mitad de una vara sobre poco masó menos. A doce leguas de Santiago se pa- gaba la cuadra de estas cercas á razón de 25 p. ; pero este precio varía según la distancia á que se hallan las piedras, distancia que ocasiona el principal gasio, elevando mas ó menos el precio de las cercas. Por regla general se calculaba en i 84® que cuando los materiales eran llevados al sitio donde debían utilizarse costaba cada cuadra en las cercanías de Santiago diez pesos. La lámina 5a de nuestro Atlas, que representa ¡a pequeña aldea de Huanta, da una idea de estas cercas. Las tapias que se construyen con tierra son las que en Francia se conocen con el nombre de pisé. Se emplean mas particularmente para cercar las chacras, quintas y jardines y DiS LOS CULTIVOS. 293 son de mucha duración. Se construyen con tierra per recia- mente amasada por los animales y mezclada con un poco de paja desmenuzada para darle mas trabazón No ¡odas las tier- ras son buenas para la construcción de esta clase de tapias, y se escogen las de pan llevar, ias arcillosas, rechazando las areniscas por su poca consistencia. Cuando las tierras están bien amasadas las colocan en una especie de moble de tablas y el operario procura apilarlas con un pilón para que formen una masa compacta. En esto consiste principalmente la du- ración de estas tapias y es necesaria toda ¡a vigilancia de los interesados, porque Sos operarios conociendo todas las triquiñuelas de su oficio apisonan bien los bordes, pero muy poco la parte interior. Terminada esta operación se separan las tablas que constituyen el molde para formar otro, colo- cándolo encima del primitivo, y de este modo continúan su operación hasta llegar á la altura que debe tenerla tapia, la que á su vez cubren en su parte superior con ramas es- pinosas. Estas clases de tapias bastante económicas, son las únicas que se hallan en las cercanías de las ciudades y á lo largo de los caminos que se cree conveniente cercar. Como las lluvias son escasas duran mucho tiempo, mas de 30 y 40 años sobre todo si están bien construidas, y por desgracia esta es una industria que ocasiona frecuentemente mala fé en los operarios. Su precio varía según su construcción y su impor- tancia. Por lo general una tapia de dos varas de alto por una de ancho cuesta actualmente de 40 á 4o p. cuando apenas costaba 30 en 1842. Las tapias de Sos potreros son ordina- riamente menos elevadas y menos gruesas que las de las chacras y quintas, y duran también menos tiempo poique las deterioran los animales y sobre todo los bueyes que se rozan con ellas, razón por la cual se tiene cuidado en dejar crecer arbustos que los impidan llegar á ellas. Los adobes que se emplean para la construcción de las paredes de las casas son verdaderos ladrillos dos ó tres veces mayores que los ór- 294 AGaiGULTURA CHILENA. dinarios. Los forman con los pies en moldes, los cortan para igualarlos y después los dejan secarse un poco colocándolos de plano primero y en seguida de canto. Tres ó cuatro días e sol bastan para secarlos enteramente, pudiendo ser utili- zados al final de este tiempo. En 1840 costaba el millar 10p., y poniendo la tierra, la paja y los instrumentos para fabri- carlos la mitad menos. Las puertas que cierran todas las cercas varían según la importancia de estas. Las tapias las tienen ordinariamente, pero en las cercas vivas ó muertas se contentan con una puerta formada por un cuadro de madera atravesado por dos barrotes de la misma formando cruz. Esta puerta se halla sostenida por un poste y un poco inclinada, de manera que volviéndose sobre sus goznes puede cerrarse sola. Esta dis- posición es esencial en los terrenos por donde pasan cami- nos vecinales. En los demás parajes no se toman el trabajo de dar forma á las puertas : plantan dos vigas agujereadas para sostener travesanos que se separan cuando se quiere pasar volviéndolos después á su estado normal. Estas espe- cies de barreras no son ventajosas porque frecuentemente los pasajeros no se molestan en poner los travesanos en su sitio, lo que permite á los animales salir del punto de su residen- cia particular. Ademas de las cercas de piedras y de vegetales existen en algunas haciendas desde 1853 cercas formadas con alambre á imitación de las que desde hace mucho tiempo tenemos en Europa. Don Benjamín Vicuña, que las recomienda, ha cal- culado que cuestan mas baratas que las de adobes, es decir de 20 á 25 p. la coadra, suponiendo que no entren en cada una mas que dos quintales al precio de 5 p. el quintal. De todos modos este precio seria muy crecido para Sas grandes haciendas y tendría ademas el inconveniente de dejarlas á merced de hombres de dudosa probidad ; pero en todo caso es de desear que estas grandes haciendas sean cercadas lo mas pronto posible para impedir el merodeo de los animales pro- DE LOS CULTIVOS. 295 pios ó ajenos y evitar al mismo tiempo y de una manera legal las disputas y los pleitos que se suscitan entre vecinos acerca de ios límites respectivos. Estos pleitos son muy comunes y en el dia ocasionan gastos considerables que con fre- cuencia no bajan de 500 pesos. Terminamos este capítulo con un Estado de las tierras cultivadas en 1841, del número de pies de viña repartidos en cada provincia, de el del ganado vacuno y lanar con sus precios medios, y con un cálculo aproximativo de las ren- tas que la agricultura produce. Aunque estos datos han sido todos tomados de documentos oficiales, sin embargo, se ha- ría mal en aceptarlos como la expresión verdadera del es- tado agrícola del pais en la época señalada y mucho menos todavía en la época actual, porque, desde hace algunos años todo ha cambiado considerablemente en favor de esta indus- tria y se puede decir que, á escepcion de los precios, todo ha subido á un número tres veces mayor. Estado general y aproximativo de la estension de los fundos rústicos, con sus viñas, ganados y renta anual en 1841. Sü PRECIO EN 1841. CUADRAS PLANTAS GANADO GANADO RENTA PROVINCIAS. '"' de tierras. de viñas. mayor. menor. anual. S » S i £ i I s. i S 3 é Coquimbo. . 65,776,82 1,070,242 33,511 31,998 215,814,4 34 19 24 10 3,1 2,2 Aconcagua. 208,788,49 1,314,298 67,38S 51,797 355,646,0 28 16 21 8 1,6 1,2 Santiago . . 421,102,58 3,311,985 278,914 149,062 1,002,144,4 30 20 24 8 1,3 l,2 Colchagua. . 262,324,31 776,992 131,415 131,837 307,517,4 18 11 14 5 1,5 1,0 Talca. . . . 141,577,00 461,070 31,723 64,579 104,299,0 15 10 14 5 1,0 0,6 Concepción. 358,165,00 9,814,127 29,051 144,570 156,269,4 13 11 11 b 1,0 0,6 Maule. . . . 270,526,75 2,916,191 42,188 155,306 133,218,0 14 9 11 5 1,0 0,6 Valdivia . . 94,945,75 » 14,566 11,740 22,252,6 9 7 8 3 1,0 0,6 Chiloe.. . . 27,515,12 » 4,900 97,989 17,616,1 10 7 8 4 1,0 0,5 1,850,720,82 19,664,905 633,656 838,878 2,314,777,7 19 12 15 6 1,2 1,0 CAPITULO XVII!. DE LAS PRADERAS NATURALES Y ARTIFICÍALES. Los pastos son el primer escalón de la agricultura. — Su importancia en Chile. — Su insuficiencia para la engorda de los numerosos animales que hay en el pais. — Formación de praderas artificiales. — De la alfalfa. — De su generalidad y su cultivo. — Inconvenientes á que se halla es- puesta. — Introducción del raiz-gras. — Sistema del pastura esclusiva- mente adoptado. — Sus beneficios. — Henaje ó desecación del heno que se ha empezado á practicar desde hace poco tiempo para la esportacion. — Desengaños que han recibido algunos agricultores franceses respecto de sus granos. En la infancia de todas las sociedades el pasto sirve de primer escalón á la agricultura. Esto se comprende fácil- mente, si se piensa en el poco valor que tienen al principio las tierras, en la escasez de brazos para trabajarlas, en la falta de población que consuma sus productos, y finalmente en la gran abundancia de yerbas que cubren las solitarias llanuras y montañas y que no pueden ser aprovechadas mas que por los animales. Los Chilenos no han sido, respecto de este particular, una escepcion de la regla común. Su primer cuidado fué pro- veerse abundantemente de los objetos de mayor necesidad, y después cuando el agricultor tomó cierto carácter comer- cial se consagró con preferencia á la cria de los animales como industria que exigia menos gastos y menos trabajo, puesto que la Providencia se encargaba de suministrar unos y otro. Con este motivo los inmensos pastos que hasta en- tonces hanian'sido improductivos fueron en adelante un manantial de riqueza que el estado progresivo del pais no ha agotado todavía ni agolará acaso en mucho tiempo. Efectivamente los pastos son en Chile de una importancia DE LAS PRADERAS, 297 tanto mayor, cuanto que todos los terrenos que permanecen algún tiempo en reposo se cubren en seguida de plantas que fecundizadas por sus propios despojos, podridos poco á poco en el mismo sitio donde han brotado desde hace muchos siglos, producen una vegetación asombrosa suficiente para alimentar cantidades considerables de animales y que ali- mentarían cantidades cuatro veces mayores sobre todo en el Sur, si el arte y ios capitales secundasen sus esfuerzos. En estas últimas comarcas una temperatura suave y húmeda fa- vorece con estremo el desarrollo de las plantas ; y algunas estimadamente sustanciosas como el trébol, ¡a hualputa, el altiíenllo, etc., y mas al Sur las gramíneas siempre tan preferibles para el cebo de los animales y susceptibles de ser segadas por su abundancia y elevación, cubren los campos haciéndolos aparecer como un verdadero mar de verdura, y en algunas localidades forman praderas naturales sino del género de las de Europa que necesitan recibir algunas labo- res al menos como puntos de elección y de reserva especial y únicamente destinados, en calidad de potreros de engorda, al cebo de los animales que hasta entonces se han alimentado en praderas de inferior calidad. En las provincias centrales, solo en algunos valles de las altas cordilleras es donde se encuentra esta vegetación permanente, pero en la primavera todos los campos se hallan cubiertos del mismo modo con una gran variedad de las indicadas plantas que se desarro- llan con fuerza y rapidez y logran hasta cierto punto prote- ger en muchas localidades el suelo contra todas las causas que tienden á desecarle. Esta vegetación puramente prima- veral aparece con mayor esplendor todavía en las estériles provincias del Norte. Se lave engalanar con sus mas beilos colores los vastos desiertos de arena, pero no dura mas que hasta la llegada de los calores del verano que las queman y ia destruyen. Entonces todo vuelve á tomar el primitivo aspecto de esterilidad y de tristeza ; las llanuras y las montañas se presentan á la vista en toda su desnudez AGRICULTURA CHILENA. y los animales do encuentran alimento mas que en algunas plantas de raices bastante largas para poder dirigirse á bus- car en las profundidades de la tierra la humedad que necesi- tan. En este concepto la Cíiepicá, especie áePaspalus, presta algunos servicios álos hacendados conservándose para estos momentos de miseria. Las de los terrenos mas secos sirven para ios burros y las muías, verdaderos proletarios de la eco- nomía animal, y se reservan para los bueyes y las vacas, las que crecen al borde de los arroyuelos como mas tiernas, mas frescas y mas delicadas. En las provincias centrales el cardo presta el mismo servicio en invierno ofreciendo sus granos y hasta sus tallos á las apremiantes necesidades de los bueyes y de las vacas. Estos pastos y estas praderas naturales han podido llenar durante mucho tiempo las exigencias de la industria ani- mal, y todavía las llenan de este modo en las provincias del Sur; pero á medida que el consumo directo ó indirecto de los animales ha tomado mayor desarrollo, ha sido necesario suplir ía insuficiencia de los pastos y se ha recurrido á la formación de praderas artificiales Jas únicas que pueden per- mitir la engorda de los animales en los parajes endonde que un escesivo calor y la falta de lluvia contienen los efectos de la vegetación é impiden el crecimiento de las yerbas de pasio blanco como las denominan en el país. Por la variedad del clima las praderas artificiales podrían tener como base tres especies de plantas, las tres sumamente apropósíto para estos diferentes climas. En el Sur, donde ¡as abundantes lluvias conservan una humedad mas ó menos continua, no puede ser cultivada la alfalfa y debería introdu- cirse en su lugar el trébol y el raiz-gras que brotarían y se desarrollarían en este punió de una manera admirable, lo mismo que la ¡loma (phleum pratense), tan cultivada en Sos Estados Unidos. También podría ensayarse en el Sur el cultivo en grande escala de una especie de alberjillo que gusta mucho á ios animales, que hemos visto brotar con DE LAS PRADERAS, 299 abundancia en la provincia de Chiloe, y que habiéndose in- troducido con granos eslranjeros se ha reproducido hasta el punto de invadir é inutilizar sembrados enteros de trigo. Estas tres plantas y las raices forrajeras que los progresos agrícolas no tardarán en introducir, prometen muy en breve recursos considerables ala cria de los animales. En el norte la estremada sequía impide alas plantas que duren después de terminada la primavera y la falta de agua no consiente que se multipliquen las praderas artificiales en este paraje que tanto las necesita. Así pues es indispensable recurrir a las plantas que no temen ni los grandes calores ni las gran- des sequías, y entre ellas el pipirigallo prosperaría mas que ninguna otra. Como planta eminentemente sobria y rustica constituye el pasto providencial de los paises pobres; y ¿que pais agrícola hay mas pobre, mas estéril, que la mayor parle de las provincias del norte, privadas frecuentemente de agua durante muchos años? Por otra parte la naturaleza, en su mayor parte calcárea de sus terrenos y tan útil a la vege- tación del pipirigallo, se presta mejor á este cultivo que las demás provincias que carecen casi por completo de la indi- cada planta. En cuanto á la región centra!, sabido es que posee desde hace mucho tiempo la (danta por escelencia, la alfalfa, que se ha multiplicado con una fuerza y una belleza admirables, singularmente favorecida por la naturaleza are- nosa de los terrenos y la bondad del clima. Hasta el d¡a puede decirse que es la significación directa del progreso de la industria animal del pais, y una de las causas mas poderosas del acrecentamiento de su riqueza. La alfalfa es efectivamente la mejor planta forrajera de Chile. Como entre los agricultores de la antigüedad consti- tuye la base de todas las praderas artificiales, y con tanta ventaja que se calcula que en un espacio igual ofrece pro- ductos cuatro veces mayores que los que dan las praderas naturales. Ademas su cultivo es de los mas productivos y económicos. Las fases de su vegetación se renuevan a cada i í ■ - ■ : {m AGRICULTURA. CHILENA. momento con el mismo vigor y casi siempre sin trabajo, de lo que resulta que los gastos que ocasiona se reducen á'los que constituyen el riego y la conservación de los canales. Así pues, gracias á su introducción la agricultura pastoral reducida á la pastura se ha transformado en semi-forrajera. No se conoce con exactitud la época en que se verificó esta introducción. OvalJe no hace mención de ella en su obra publicada en 1646, por mas que cita todas las plantas que se cultivaban en su tiempo, y eso que hoy forma por sí sola todas las praderas artificiales que existen en Chile (1). Se cultivaba en grande escala, desde Copiapo hasta Maule, y en los últimos tiempos ha avanzado hasta cerca del Biobio. Yo mismo la he visto cultivaren 1836 en una chacra de Osorno, pero era tan ruin que no dejaba de comprenderse que aquel terreno no convenia en modo alguno á sus condiciones de existencia. Quizas en localidades masapropósito, en terrenos menos compactos y sobre todo menos húmedos, porque este es el principal motivo de su esclusion, llegue á obtener mejo- res resultados. La provincia deValdivia,de la queformaparte Osorno, está enclavada en el 40°grado de latitud, y en Europa su cultura llega mas allá del 5(K En todo caso la alfalfa es una planta que requiere climas secos y templados, un terreno profundo-, y en Chileno medrará mas que en las localidades que se hallan al norte del Maule ó cuando mas del Biobio, por mas que la tierra vegetal sea en estos parajes demasiado compacta y de escaso grosor. La gran potencia de absorción que le facilita los medios de sacar de la atmósfera una gran cantidad de ázoe, y la longitud prodigiosa de sus raices, las únicas que pueden aspirar en las profundidades de la tierra, (1) Sin embargo esta introducción es anterior al año 1700, puesto que el convento de Santo Domingo poseia una cuadra sembrada de alfalfa en la Chimba y que se valuaba su coste, en esta época, en 400 p. á censo, es decir el doble de cualquiera de las demás cuadras de tierra que tenia el convento. Este es el único dato que hemos podido hallar en nuestros numerosos docu- mentos manuscritos. DE LAS PRADERAS. la humedad necesaria para su vegetación, la hacen suma- mente preciosa en los terrenos secos y áridos de las provin- cias septentrionales. Los agricultores chilenos siembran alguna vez la alfalfa con el trigo para obtener una segunda cosecha. Este es un método defectuoso al que se ha renunciado en Europa, porque molestado en sus principios con una asociación que soporta difícilmente, el potrero queda claro, medio sem- brado, y no tardan en invadirle las malas yerbas protegidas por la vegetación mas activa de su asociado. Pero en Chile esto no ofrece inconvenientes mas que en los malos terre- nos, porque al cabo de algún tiempo y sobre todo al cabo de tres ó cuatro años broia la alfalfa con un vigor verdadera- mente estraordinario sofocando con sus poderosos tallos las plantas adventicias, y aunlas que mas robustas aparecen. Este vigor lo debe desde luego á los abonos que recibe primero con el riego y después con la gran cantidad de escrementos que los animales que pastan depositan en las tierras y que di- sueltos por las aguas penetran en el estado de purin hasta mas abajo de las raices. Así pues no es nada estraño ver potreros con 30, 40 y hasta 50 años de existencia sin que sus pro- pietarios piensen en renovar ni por lo menos rejuvenecer la alfalfa que siempre brota con abundancia. Y sin embargo estos potreros están constantemente destinados al pasto, con cuyo motivo es sabido que los terrenos se endurecen y las plantas se inutilizan tres veces mas pronto de lo regular. Por regla general para preparar un alfalfa se verifica an- tes una rotación de trigo y de hortalizas, y esto se repite durante tres ó cuatro años. La cantidad de simiente que se da á cada cuadra es de cuatro ó seis almudes según la buena ó mala calidad del terreno. Sobre poco mas ó menos esto es lo mismo que se hace en Francia, donde se emplean por término medio cuarenta kilogramos por hectárea. El número de riegos con que se benefician los potreros, varía según el clima, la naturaleza del terreno y la abundan- gLWJP ■! rr5* AGRICULTURA CHILENA. cia de las aguas. Estos riegos son en el Norte mas frecuentes á cansa de Ja rareza de las lluvias : en Ramadilla se repiten dos veces, tres en Nantoco, cuatro y mas en Gopiapo donde el agua es mas abundante ; pero se deben tener en cuenta las grandes nieblas que casi todos los dias desde por la mañana hasta !as 11 y las 12, se estienden desde el mar hasta una cierta distancia en el interior de las tierras y concurren acti- vamente á alimentar con su humedad los pocos potreros que existen en esta comarca. En las provincias centrales este número puede elevarse á veinte durante los ocho meses de sequía, y á una tercera parte menos si el terreno es pedre- goso : en la provincia de Santiago llega con frecuencia á ser algo mayor este número. En este caso, se agota mucho la planta y es necesario renovarla mas á menudo, al cabo de cinco ó seis años, lo que no es en definitiva una pérdida para el propietario, puesto que puede dedicar á cultivos de chacra un terreno muy abonado y mejorado por el guano de los animales, por las raices profundas de la alfalfa y fre- cuentemente por la desaparición de todas las malas yerbas sofocadas por la gran fuerza de su vegetación ; en Copiapo la brea, de raices superficiales, no resiste ni siquiera á esta influencia destructora 5 pero la mayor parte de las veces esta pureza no tiene lugar mas que el primer año del potrero, por- que los riegos llevan alas tierras muy en breve una gran can- tidad de granos de plantas estrañas, que por su naturaleza rústica y el buen estado del terreno brotan con abundancia y vigor y logran fijarse. Entre estas plantas hay la mayor parte de las veces algunas que pertenecen á árboles ó á ar- bustos, y respecto de este particular el espino se presenta con tal frecuencia que invade el potrero en muchas oca- siones. Los riegos se hacen generalmente por la noche. Esto es bueno en verano para dar mas frescura á las raices, pero en otoño y en primavera deben practicarse de dia, como lo hacen muchos hacendados preparando de este modo las DE LAS PRADERAS. plantas para que puedan resistir mejor el fresco de las noches. De ordinario tienen lugar los riegos cuando la planta está en flor, porque sino se agotarían con esíremo las tierras en donde se hace entrar á los animales. En el Norte ios bueyes son los que obtienen las primicias, después toca su vez á los caballos y finalmente los carneros, que por su modo de comerlas, pueden aprovechar la planta hasta al principio de su raiz. Este sistema de pasto varía según las intenciones del hacendado, y se renueva cada dos meses en verano y en primavera, época en la que la alfalfa es muy abundante si sobre todo los animales que pasian son poco numerosos, pero también entonces es mas susceptible de helarse. En invierno se prolonga mucho mas esta rotación, á causa del poco vigor que adquiere la planta. En este tiempo es cuando las yerbas adventicias siempre mas rústicas, crecen con mayor abundancia, y los animales las aprovechan con gusto sobre todo cuando son el trébol, la hualputa, el allilerillo, etc., plantas muy nutritivas y escelentes para engordar á los animales. En las provincias centrales los potreros de alfalfa están destinados generalmente en las haciendas para alimentar y cebar á los animales vacunos. En el primer caso cada uno de estos potreros recíbelos animales á razón de diez por cua- dra, pero en el segundo, es decir cuando se quiere que en- gorden, solo entran tres en cada cuadra cuando son bueyes y cuatro y algunas veces cinco cuando son vacas. Se les re- nueva de tres en tres meses, ó lo que se hace con mas fre- cuencia, se les deja allí reemplazando los que se llevan con otros destinados á la engorda. En invierno este número es mucho menor, dos y medio por cuadra lo mas cuando se quiere engordarlos, lo que equivale á la mitad menos. Muchas veces sucede que los hacendados y sobre todo los ganaderos no tienen bastantes potreros para satisfacer las necesidades de sus numerosos rebaños. En este caso envian «i AGRICULTURA CHILENA. el restante de sus ganarlos á potreros ajenos y pagan 4 reales al mes por una vaca, 5 por un novillo y 6 por un buey. Este precio varía algo según la posición de los haciendas, pero puede considerársele como el precio medio en las provincias centrales. En cnanto á los caballos, como agotan mucho mas los potreros y en una proporción seis veces mayor, se cal- cula en general que una cuadra basta para seis cuando solo se quiere alimentarlos. En los alrededores de las grandes ciudades y sobre todo en la de Santiago, hay numerosos po- treros especialmente destinados á esta industria, y en 1840 cada caballo costaba un peso mensual por su manutención. Como hemos dicho ya la alfalfa teme toda clase de mez- clas con plantas estrañas, y gracias á su gran vigor lo^ra con facilidad hasta desembarazarse del nabo, aunque por su abundancia sea esta planta una de las que mas resisten. Sin embargo, en algunos parajes, se ve obligado el agricultor á sembrar cáñamo para conseguir librarse de todos estas plantas, y cuando el cabello de ángel (cuscuta) se introduce en los sembrados hasta el punto de invadir enteramente el potrero, se pone remedio á este mal con el fuego. No siendo siempre bueno este recurso deberían emplear" el sulfato de hierro disuelto en una cantidad de agua siete ú ocho veces mayor que su peso, y el tanate de hierro que se forma con el ácido tánico de la planta, consigue destruirla hasta el es- tremo de su raiz. Uno de los inconvenientes mayores y mas graves para la alfalfa son las lluvias del invierno que en aígunas pro- vincias estorban el desarrollo de la planta; y mas aun las heladas que la queman con suma facilidad principalmente cuando, sembrada de nuevo, la raiz no ha podido todavía adquirir bastante desarrollo. Estos inconvenientes se sus- citan en invierno y en primavera, y las heladas de Todos los Santos son muy renombradas en Chile por los perjuicios que ocasionan á la alfalfa. Algunas veces también el rocío de la mañana es suficientemente frió para producir ei mismo DE LAS PRADERAS. efecto cuando el sol viene después á calentar las plantas. Esto no sucede por lo general mas que á las que han pisado los anímales volviendo con este motivo la parte inferior de sus hojas hacia arriba. En este caso la planta muere, pero la raiz no tarda en sacar á flor de tierra nuevos retoños. Por todos estos motivos los agricultores han creído con- veniente no consagrarse solo al cultivo de la alfalfa con destino á los potreros, y han buscado á esta planta un su- plente menos sugeto á las contrariedades que hemos enu- merado. La Raiz-gras de ios ingleses, planta tan preciosa para engordar cuando está en flor y en grauo, y tan apro- pósito para los terrenos húmedos, ha llamado su atención como era natural Con este motivo han pedido crecidas can- tidades de simiente á Europa, y en el dia algunos hacen- dados entre ios que podemos citar á don Patricio Larrain, Ja cultivan con resultado. Apesar de esto la alfalfa durará todavía mucho tiempo porque ofrece un producto mucho mayor, y porque conviene mas á la naturaleza de los terrenos del país. La raiz-gras necesita mas que nada humedad, y bajo este punto de vista las provincias del Sur son las que deben adoptarla con preferencia. • Los potreros naturales y artificiales de Chile no han ser- vido mas que en calidad de dehesas para el pasto : la siega no se ha verificado en ellos dorante mucho tiempo mas que en pequeña escala, y solamente para las necesidades de los animales de las ciudades, siendo los peones de los chaca- reros los que espenden la alfalfa para satisfacer estas ne- cesidades. La lámina número 41 de nuestro Atlas presenta entre los vendedores de las calles un tipo de estos peones sentado sobre un gran montón ele alfalfa ó de cebada en yerba, cuyo uso es también muy común, y conducidos por caballos y rara vez por muías. En 18-40 una carga valia 2 reales y medio, y al pormenor se daban de 12 á 18 haces por medio real según el volumen de los haces, ó bien por dos pesos al mes se comprometían estos vendedores á pro- Agricülttoa, 20 .1 Í ■UM*y L'»*^ i AGRICULTURA CHILENA. porcionar á un caballo mas de So necesario para su alimento renovando una ó dos veces cada dia su pienso Estos pre- cios variaban en invierno, pero por regla general estas va- riaciones eran de poca importancia. La manutención del animal costaba mucho menos cuando el dueño del caballo le enviaba al potrero : entonces no pagaba mas que un peso al mes aunque el animal pastase noche y dia. Estos potreros reciben animales durante todo el año y duran casi siempre de ocho á diez años. Lo que acabamos de referir sucedía en los alrededores de Santiago en 1840. El precio del alimento de los animales era mucho mas barato en el Sur, pero en el Norte era por el contrario mucho mas elevado, llegando con frecuencia á costar mas de! doble (i) . En el dia este aumento es general en todo el país en atención á su desarrollo y progresos. En Coquimbo se pagan por los bueyes que, en razón de su gran número son recibidos en los potreros á precios mas baratos, se pagan, repetimos, de dos y medio á tres- pesos al mes, en Huasco tres ó cuatro y en Copiapo algunas veces un peso al día, pero por regla general de 4 á 5 reales en los alrededores de la ciudad y cinco pesos al mes en verano ea los parajes algo alejados y ocho ó diez en invierno. Por Jo demás estos precios varían según los años y según el ganado que se halla en los potreros. En ios últimos tiempos el Señor Vega se ha visto en la necesidad de pagar al mes hasta 1000 p. por doscientos bueyes que no debían con- sumir mas que una sola cosecha, cuando en una estación or- dinaria no hubiera pagado mas que la mitad de esta suma. El consumo de la alfalfa hace sin duda perder mucho forraje, y los agricultores elevan esta pérdida á un 6/10-, pero en cambio los animales ganan y dan una leche mejor (1) En aquella época la cuadra de alfalfa cerca de la ciudad de San Francisco de la Selva, capital de Copiapo, valía según el Señor Vega, 100 p. y 50 á seis leguas de la ciudad} Sin embargo según mis notas, en 1840 se estimaba la cuadra en 80 p. en la provincia de Santiago. DE LAS PRADERAS. 307 y mas abundante, !o que sin embargo no consideran todavía como una ventaja ¡a generalidad de los ganaderos por mirar con indiferencia la industria que produce la leche. Por otra parte durante la siega del heno se desperdician una porción de hojas, y como forman la parte mas sustancial de la planta, ocasionan también una pérdida digna de llamar la atención! Apesar de esto nos parece que ya es tiempo de que los agri- cultores piensen en conservar una parte de sus forrajes en el estado de heno para hacer frente á las terribles escaseces del invierno, que de cuando en cuando difunden la desola- ción en sus haciendas y diezman sus ganados. No cabe duda de que seria imposible hacer una provisión para todos los animales de una hacienda, puesto que se calculan necesarios cinco kilogramos de pienso para cada quintal métrico del peso viviente del animal, y se concibe la prodigiosa canti- dad que seria preciso reunir en las haciendas en que hay cuatro mil vacas y á veces mas. Pero siempre se podría cosechar una cantidad que bastase para alimentar una parte de estos animales, y los restantes encontrarían de este modo con mas facilidad lo necesario para su mantenimiento. Otro de los intereses que ofrece la alfalfa en el estado de heno es el de poder ser transportada como planta comercia!, por toda la costa para alimentar los animales de estas áridas co- marcas. Ya el Señor Aveíy emprendió en 1840 esta especie de industria y recogía hasta 250 quintales de heno de cada cuadra. Después este comercio se ha hecho mas en grande, y todo inclina á creer que aumentará sus proporciones con el tiempo, sobre todo si los hacendados se procuran buenas máquinas de presión para disminuir los gastos de transporte. Las que se usan en Europa pueden disminuir los forrajes á un 5/6 de su volumen dándoles de este modo una densidad comparable con la de la madera y haciendo que 400 kilo- gramos no formen mas que un metro cúbico de espesor, conservando en este estado todas sus buenas cualidades y siendo blando al corte cuando se quiere dar á ios animales. rrrr^m AGRICULTURA CHILENA. El trabajo de la siega del heno no causa embarazo alguno en Chile ni ocasiona mas que insignificantes gastos. Al dia siguiente de ser segado, puede guardársele ó reunirle en haces sin temor de las lluvias que con tanta frecuencia con- trarían las esperanzas de los europeos. El calor y la seque- dad del clima se encargan prontamente de secarle, aunque no debe ser por completo para que conserve la flexibilidad y el aroma que constituyen sus buenas cualidades. La escelente calidad de la alfalfa chilena y quizas también su nombre árabe, han hecho creer á algunos negociantes eu- ropeos que este forraje ó por lo menos la planta formaba una especie desconocida en Francia; y de aquí la premura con que trajeron en 1838 granos que fueron sembrados en los alrededores de Burdeos ; la ignorancia de algunos agricul- tores la adoptó como especie nueva en Francia, y esta opi- nión fué combatida por personas mas instruidas. Con este motivo se suscitó entonces una polémica entre diversos agri- cultores y no se terminó hasta que la botánica acudió á en- señarles que la alfalfa no era realmente mas que el medicago- sativa cultivada desde el tiempo de los Romanos en la mayor parte de la Europa meridional. En el dia la esportacion de los granos ha cesado, y solo se envian á lospaises de la costa y á algunas provincias del norte de Chile. Las del valle de Aconcagua han disfrutado durante mucho tiempo de este privilegio y le conservan todavía, ai menos en gran parte. De esta localidad es la que con mas frecuencia toman los agricultores del norte, del Huasco, de Copiapo, etc., la al- falfa que emplean para formar sus potreros. CAPÍTULO XIX, DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. Capital agrícola empleado en la industria rural. — Restricciones á que se hallan sugetos los propietarios. — Medios de transporte. — Contribuciones territoriales.— Apuros pecuniarios en los trabajos de mejoras.— Tipo del interés. — Fundación de una caja hipotecaria. — Acción del gobierno en su favor. — Su organización y sus deberes. — Resultado de sus opera- ciones desde su instalación. — Nuevo banco agrícola (1). El capital agrícola que en todos los países es de la mayor importancia, y sobre todo en aquellos en los que la agricul- tura está muy adelantada, se halla frecuentemente muy re- ducido en Chile á causa de la falta de uso de toda clase de abono, y de la manera de alimentar á las bestias que no exi- gen la formación de establos y economizan por consiguiente los gastos de cosecha de pasto, de raices y todos los demás trabajos de almacenaje y de conservación. El comprador al adquirir la hacienda, las mas de las veces una buena parte á censo, lo que le ofrece la ventaja de no hacer mas que un corto desembolso, adquiere al mismo tiempo los instrumen- tos, que, con escepcion de los que existen en algunas pose- siones de las cercanías de Santiago, son de escaso valor, y los animales en general muy numerosos y representando una gran porción del capital empleado. Con el aumento por accesión de estos animales, no hay necesidad de comprar nuevos á menos de que las praderas artificiales sean mucho mas importantes que las naturales, en cuyo caso tiene que hacer crecidos anticipos, y conserva de las cosechas vegetales (1) Nos contentaremos con apuntar algunas ideas generales acerca de estos diferentes asuntos que merecen ser mas detallados. Esto es por lo demás lo que nos proponemos hacer después en capítulos particulares, y especialmente en los relativos á las contribuciones, etc. T*^ ■ ■ AGRICULTURA CHILENA. una cantidad suficiente á título de semilla. Así pues el agri- cultor chileno no tiene que pagar mas que el salario de sus sir- vientes, y aun entre estos hay gran número de ellos que como inquiíinosno reciben casi ningún salario. Los únicos gastos que se ven obligados á hacer son los relativos á los desmon- tes, á la creación de algunos canales, cercas y á otros trabajos de mejoras, y aun en este caso emplean un capital inmobi- lizado que queda en la hacienda y no puede ser considerado como capital activo. Los arrendatarios no se hallan menos favorecidos respeto de este particular, porque los arriendos se hacen generalmente con todos los animales inventariados según su edad y su condición, y como la raza es en todas partes sobre poco mas ó menos la misma, el inventario no ofrece ninguna dificultad. Ai íin del arriendo tienen obliga- ción de devolver el mismo número de bestias, con la misma edad y en el buen estado en que las han recibido. El inven- tario de los demás objetos tales como los montes y árboles frutales, se hace de un modo indiferente ano ser que consti- tuyan rentas en cuyo caso son tasados según su localidad. Sin embargo el nuevo propietario se encuentra en la necesi- dad de hacer al principio grandes gastos para dar mayor im- pulso á los trabajos, y esto mismo sucede al arrendatario que con mayor motivo que el propietario, necesita que la tierra le produzca un aumento de renta. Respecto de los arrenda- tarios se calcula que en general sus gastos ascienden á no año del precio del arrendamiento-, mas tarde subirán pro- bablemente porque la tierra produce tanto mas cuanto mayól- es la cantidad de dinero que en ella se siembra. Pero, en general, y á distancia délas grandes poblaciones, los capi- tales deespiotacion se dirigen mas bien á la compra de los ganados, produciendo veinte veces mas en aquellos terrenos incultos, escasos de brazos queen la agricultura permanente. Las restricciones que pesan sobre las propiedades son en general muy insignificantes en Chile. Las principales son ciertos derechos de pasaje, la obligación que tienen de dejar DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. 311 abrir en ellas canales para conducir el agua á los campos vecinos mediante una indemnización, y sobre todo la de no poner ningún impedimento á los mineros para la esplora- cion de las minas. En este último caso las leyes favorecen á los mineros concediéndoles bastante amplios y hasta dema- siados límites. Pueden ir á catear donde quieran, conseguir un pequeño espacio de terreno, conducir á él la cantidad de agua necesaria para sus necesidades y disponer de 3a leña mediante una retribución convenida, y de ningún modo proporcionada á ios perjuicios que ocasionan á las propie- dades. En otro tiempo los hacendados, los inquilinos y los peones, estaban obligados á contribuir con sus trabajos ó con un equivalente, á la recomposición de los caminos y á la de los conocidos con el nombre de vecinales. Nosotros hemos visto todavía en 1835 esta costumbre establecida en la gran isla de Chiloe, y en algunas de las islas de su archi- piélago. En cierta época del año la milicia nacional acompa- ñada por uno ó dos de sus oficiales, se dirigia á los parajes en donde los caminos se hallaban en mal estado, y perma- necía allí todo ei tiempo necesario para mejorarlos y re- componerlos. Hoy este trabajo no es obligatorio y ha quedado á disposición del hacendado, quien por su propio ínteres se encarga de las reparaciones cuando los caminos atraviesan sus propiedades, ó cuando es un camino vecinal, á cargo de la municipalidad, que se halla autorizada con frecuencia á ordenar lo necesario para llevar á cabo estos útiles y pre- cisos trabajos. Sabida es la influencia que ejercen los caminos sobre la pro- piedad agrícola de una localidad, pues disminuyen ó aumen- tan considerablemente los producios según que son buenos ó malos. Esta alternativa se encuentra en Chile masque en ninguna otra parte por la naturaleza de su terreno tan pronto plano como erizado de monlañas altas y escarpadas, ó sur- cado por ríos torrenciales que hacen su travesía difícil, oe- T7T*** H AGRICULTURA CHILENA. ligrosa y en ciertas estaciones hasta completamente imprac- ticable. Eí gobierno ha comprendido lo bastante esta influencia para dejar de fijar en ella toda su atención. En muchas oca- siones se habían emitido y hasta ejecutado diferentes proyec- tos con este objeto, pero hasta 1842 no llegó á ser su acción verdaderamente poderosa, regular, y porlotanto productiva. En este tiempo fué promulgada una ordenanza de cami- nos, puentes y calzadas, y perfectamente organizado un cuerpo de ingenieros de este ramo. Una administración ilus- trada y sabiamente dirigida no tardó en ofrecer ingenieros instruidos, y capaces de remediar todos los inconvenientes de que esta clase de trabajos no había podido libertarse hasta entonces. A esta administración se añadieron juntas provin- ciales para ilustrar al gobierno respecto de las necesidades del pais, y mas tarde cantoneros que bajo la dirección de agentes y ía influencia délas comisiones locales, debían con- servar, reparar y cuidar los trabajos ya ejecutados. Se ocu- paron igualmente en construir sóbrelos rios puentes sólidos con todas las reglas del arte, sustituyendo ventajosamente á los puentes de cuerda que hasta hace poco tiempo eran casi los únicos que se conocían en Chile, y que por su sencillez y su poca consistencia no podían dar acceso mas que á las muías y álos birlochos, y aun para esto tomándose siempre antes las mayores precauciones, Sin embargo estos grandes adelantos en las vias de co- municación no han satisfecho enteramente el espíritu patrió- tico de los Chilenos. Deseosos siempre de avanzar por la senda del progreso, los ferrocarriles han llegado á ser para ellos una necesidad, que por lo demás reclamaba con insis- tencia la situación avanzada del pais. Ya en muchas provin- cias se lian empezado á practicar, y es muy probable que dentro de poco se multipliquen lo suficiente para contribuir poderosamente á la prosperidad agrícola de las provincias atrasadas á causa únicamente de sus malos caminos. DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. La república de Chile está admirablemente dispuesta para hacer los transportes fáciles y poco dispendiosos. Con una latitud de una estension mediana, bañada casi toda su longi- tud por un mar profundo y casi siempre en calma, y provista de numerosos puertos ó caletas apropósito para recibir los barcos de comercio y de cabotaje, los géneros pueden llegar ai mar después de un cortísimo trayecto y desde allí distri- buirse en todos los mercados del Océano pacífico. La proxi- midad al mar de las altas cordilleras hace que los ríos que desaguan en él no puedan constituirse y sean mas bien torrentes, pero en el Sur á partir desde el Maule son bastante profundos para permitir la entrada en ellos de las grandes embarcaciones y la navegación de los pequeños navios, ventaja que la ciencia y el arte podrán mas tarde hacer mas provechosa. Muchas veces se han presentado proyectos ba- sados en planos y presupuestos para reunir algunos de estos rios por medio de canales facilitando de este modo una buena navegación. Con todo á pesar de estas ventajas hasta hace poco los transportes no han podido hacerse mas que á lomos de muía, inconveniente muy grande, que solo el bajo precio de estos animales y su estremada sobriedad han podido soportar. Fuera délos alrededores de las grandes ciudades, las carretas eran sobre poco mas ó menos desconocidas; y estas carretas pesadas, toscamente trabajadas, singularmente chillonas, con ruedas compactas y ejes de madera, no po- dían ser arrastradas mas que por bueyes á causa del mal estado de los caminos, llenos de barrancos, de profundos baches y de arroyuelos con orillas mas ó menos escarpadas. Pero gracias á los nuevos caminos estas carretas lian desapa- recido casi por completo y en el día se ven reemplazadas por otras mas sólidas, mas elegantes y mucho mas ligeras, aunque todavía van tiradas por bueyes, costumbre que con- tinuará hasta que se mejore la raza de los caballos del país destinados á este uso, y la procreación de la de porcberon mmjm m TTr*"* AGRICULTURA CHILENA, I I T : ■ ' importada de Francia pueda hacer desaparecer entera- mente este resto de coloniaje. De todos modos ei precio de los transportes ha llegado á ser mas favorable para la agricultura. En i 840 hemos podido ver que el flete de una mulaconduciendo dos quintales sobre poco mas ó me- nos era de medio real por legua en todo el pais, y de San- tiago á Valparaíso que la distancia es de treinta leguas el quintal no costaba mas que de dos y medio á cinco reales : lo que demuestra claramente la ventaja de las carretas sobre las muías, ventaja que será mucho mayor, bajo el punto de vista económico, cuando estén terminadas todas las líneas de caminos de hierro que hoy se hallan en cons- trucción. Otro de los cuidados del gobierno en favor de la agricul- tura ha sido el de combinar mejor las contribuciones siem- pre tan desfavorables al aumento de población y délos ca- pitales, regularizándolas al menos en su mayor parte por medio de tasas menos fastidiosas para ser percibidas. Ha disminuido muchas de las de las tarifas ; y desde 1840 ha suprimido el de esportacion de los trigos y harinas fijado en seis reales y un cuartillo. Las contribuciones son poco considerables en Chile, pero están complicadas con algunos derechos indirectos. Se hallan basadas en un rescate del diezmo y otros impues- tos por una renta de repartición y no de cuota, que grava á las tierras y no á las propiedades construidas como su- cede en Francia, etc. No son constantes, pues la ley ordena que cada cuatro años se hagan nuevos repartos para apro- vecharse de los aumentos que adquieren á causa de un acrecentamiento de producto ocasionado por una pobla- ción siempre mas numerosa, y al mismo tiempo de acuerdo con las nuevas necesidades de ciertas administraciones- porque de todos los impuestos, el que se halla represen- tado por la renta campestre, es sin disputa el mas variable viéndose sometido á mil modificaciones dependientes de la ws. ^ DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. o 15 clase del cultivo, del precio de los producios, modifica- ciones debidas al tipo del ínteres que obligan á hacer esti- maciones frecuentemente renovadas, y por desgracia muy costosas. Los derechos principales en Chile son en el dia la alcabala, el cadastro y la contribución territorial todos fun- dados en la propiedad inmueble, mas bien que en la in- dustria agrícola. Muchos de ellos no son pagados mas que por las propiedades cuya renta pasa de 25 pesos. La alcabala que se cobra en los contratos de venta de un predio rural es un derecho bastante mínimo y ademas libre de todas las formalidades que se le prescriben en otros paises. Era de 6 por 100 sobre la renta, pagado por el vendedor, pero en 1831 se le redujo á 4 pesos en las ventas de las propiedades y de las casas, y á 3 en las de los sitios eriales cerca de las poblaciones. Se paga ademas el derecho de escribano que consiste en el papel sellado y el escrito, lo que es muy poca cosa, y según el nuevo código un derecho de registro para legalizar el acío y cuyos gastos son también muy pequeños. A este impuesto se añade el de composición y de capellanía que es el mismo con poca di- ferencia. Derecho de cadastro. Este derecho fué establecido en 1831, para sustituirlo al impuesto sobre licores, y sobre las alcabalas y el derecho de cabezón. Debia producir 100,000 pesos repartidos en razón proporcional á los productos de cada predio. En 183.4 fué reducido al 3 por ciento de la renta anual de dichos predios y últimamente solo á el uno y óchenla y nueve centavos. Contribución territorial. Este impuesto fué establecido por una ley de 25 de octubre de 1853, fundándole en el producío del diezmo de este año que ascendió á 526,9-47 pesos 25 centavos. Su objeto fué reemplazar á este diezmo que hasta entonces habían pagado los productos agrícolas, y cuya percepción había llegado á ser en aquel tiempo de progreso, onerosa para el fisco y vejatoria para los pro- . TT9'* I AGRICULTURA CHILENA. pietarios. No difiere del precedente mas que en la cuota y en la época de la percepción, hallándose como él basado en te apreciación del valor territorial o mas bien sobre la renta. Así es que se piensa reunirlos añadiéndoles así mismo el estanco para evitar las anomalías á que dan lugar estos di- ferentes impuestos. Su tasa, que era de un 5 por ciento sobre el valor intrínseco del terreno, es ahora de un 7 , once cen- tavos, y cuando este terreno se divide, cada interesado debe pagar una cuota proporcionada para formar la suma con que la hacienda estaba cargada primitivamente. Estas tasaciones, como dice don Benjamín Yicuña citando muchos ejemplos, han sido hechas de un modo tan moderado, que el impuesto no abona al fisco mas que el 3 y medio ó el 4 por ciento. Las contribuciones secundarias que afectan á la agricul- tura ya sea en favor del fisco ó en el de las municipalidades son ; Los peajes : Derecho que hay necesidad de pagar en ciertos caminos y por la travesía de algunos ríos. Al norte del rio Maule esta travesía se hace por medio de puentes, y al sur casi siempre en barcos que el gobierno olas munici- palidades tienen á disposición de los pasajeros y de los pro- ductos agrícolas. Las primicias : Contribución antiguamente obligatoria y recogida por el clero, pero que las leyes actuales no re- conocen. Apesar de esto e! fervor chileno no ha querido abandonar esta santa costumbre. Puede valuarse en un i por 100 sobre las cosechas. Para dar una idea de las dos principales cargas, la con- tribución territorial y el cadastro, que afectan á la agricul- tura chilena, vamos á consignar el producto de ambas en los años de 1857 y 1858. 726,9á7P,25d 99,830 ,08 Contribución territorial. Cadastro . . , DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. 317 Así pues estas dos contribuciones han representado una suma anual de 626,777 pesos 34 centavos, y habiendo pro- ducido las rentas nacionales en el último de estos dos años 6,074,926 pesos 69 centavos, representan la décima parte de este producto. Sin embargo como Chile en 1859 se vio vivamente atormentado por las conmociones políticas, el co- mercio y la industria se resintieron hasta el punto de que en el año 1858 hubo una disminución de renta de 340,467 pesos 04 centavos. Si tenemos en cuenta la influencia de esta si- tuación algo anormal, y si añadimos los demás impuestos por escasos que sean, podemos fijar en un 42 por 100 las cargas fiscales de la agricultura chilena. En Francia ascien- den á un 15 por 100 (1), Aparte de estos derechos, existen todavía algunos otros mas enteramente locales, que las municipalidades sacan para satisfacer sus propias necesidades, tales como las de los ca- minos vecinales, los de la entrada de cargas y carretas en los pueblos, los de las escuelas públicas, etc., etc. En general estas contribuciones son muy mínimas y afectarian muy poco á la agricultura, si los rematadores no abusasen con frecuencia de sus derechos. Ademas algunas veces solo son temporales y espontáneas según la urgencia de las necesi- dades. En todo caso el gobierno se reserva la facultad de aprobarlas y de fijar su cifra y su empleo. Pero uno de los mas grandes obstáculos que encuentra la agricultura chilena sobre todo en el Sur, es la falta de capi- tales y la diOcultad de proporcionárselos á no ser abonando unos intereses estremad amenté elevados, y mucho mas en la actualidad, porquetas grandes empresas de los ferrocarri- les han absorbido sumas considerables. Hubo un tiempo en el que los propietarios no podian tomar dinero mas que al 15 y al 18 por 400 y hasta el 24 : hoy no pueden conse- (1) En 1839, el Agricultor hacia subir el derecho del trigo á un 20 por 100 mas que menos. Su cuenta era de un 10 por 100 por el diezmo, el 3 á lo menos por derecho de camino, el 1 por la estraccion, el 1 decadastro, etc. T8*» AGRICULTURA CHILENA. guirlo sino muy rara vez á menos del 10 (1), y mucho mas (casi una tercera parte) en las provincias, sin contar los gastos que ocasiona frecuentemente un intermediario que no es un escribano sino un corredor, y los de las hipotecas que se hacen con disgusto porque esto disminuye el crédito, y no porque sean onerosos, puesto que en Chile las hipotecas son de poca importancia y en general no se hallan sometidas á todas las formalidades incómodas y las mas délas veces costosas que pesan sobre los propietarios de Francia y de otros paises. Esto era un perjuicio para esta industria obligada á sacar rentas netas de sumas considerables, ademas del reem- bolso del capital que debia hacerse en una época fija y de poca doracioo. Para poner remedio á estos graves inconvenientes la so- ciedad de agricultura proyectó en diferentes ocasiones crear un banco que pudiese proporcionar á los propietarios los fondos que necesitasen con un interés módico (2). La cosa no era fácil á causa de la tendencia que tienen los capitales en Chile, de utilizarse en las empresas comerciales, como las mas susceptibles de producir beneficios mucho mayores aunque frecuentemente con mas riesgo. Apesar de esto al- gunos honorables chilenos persistieron en sus ideas cre- yendo con razón que los intereses agrícolas no tardarían en mejorarse y en ofrecer mas seguridad á los capitalistas redun- (1) Es imposible en un país de progreso en el que la industria no ha salido de su infancia que el dinero sea abundante, y en vista de esta escasez, el interés aunque bastante elevado no puede ser calificado de usura, porque en este caso el dinero sigue la ley de las demás cosas, caras cuando escasean, baratas cuando abundan. (2) Ya en 1828, época en la que el interés de la plata, por su gran escasez, ha- bía subido al 25 y aun al 30 por 100, algunos patriotas tuvieron el pensamiento de establecer un banco con un empréstito de 500,000 p. que se pensaba nego- ciar en Londres. Las acciones, en número de ciento, eran de 5000 p. garanti- dos con la hipoteca especial de bienes raices, cuyo valor era doble al precio de la acción. A pesar de todas las diligencias de la comisión, de los privilegios que le ofrecía el fisco y de las 37 que desde luego se firmaron, este útil pen- samiento no tuvo lugar, así como otros varios que se presentaron después. vi- DE LOS INTERESES BE LA AGRICULTURA. dando en beneficio de la masa común, y de todos los bancos medicados se eligió el de crédito hipotecario basado en la circulación por medio de la hipoteca de una parte del valor de una propiedad independiente del de sus rentas. Este era sin disputa el mejor sistema que podian seguir á causa de las grandes propiedades que abundan en Chile, lo que ba- ria las operaciones del banco fáciles y poco aventuradas para los que prestasen el dinero. Es verdad que estas pro- piedades en su mayor parte vinculadas ó cargadas con cen- sos al menos por una buena porción de su valor, no pueden obtener mas que un crédito relativo. Este proyecto concebido en semejantes términos era pues el mas apropósito para un país tan esencialmente agrícola, dueño todavía de una gran cantidad de terrenos baldíos y cuya deuda nacional casi toda estranjera, no ofrecía ningún título en circulación. De este modo se creaba una especie de papel moneda ó de pagarés negociables sin ofrecer nada de aleatorio al poseedor por razón de los privilegios espe- ciales de que disfrutaba la caja, sino por el contrario, un re- curso real del que podia lo mismo que con una letra de co- mercio, hacer uso en un momento de apuro. En cuanto á los propietarios, íes facilitaba empréstitos con un interés mas módico, sin gastos y sin intervención de terceras per- sonas, pudiendo abonarlos por medio de pagos anuales y á largo plazo, lo que les permitía introducir en sus propiedades esas mejoras que no llegan á ser productivas sino después de un espacio de tiempo mas ó menos breve. El gobierno siempre dispuesto á asociarse á los grandes pensamientos aceptó con solicitud un sistema de banco que debia ser tan favorable á la agricultura del país, al mismo tiempo que creaba un centro bastante acreditado para reunir los elementos financieros hasta entonces aislados. Para no verle abandonado como con otros proyectos habia sucedido tantas veces, tomó enélinmediatamente una parte activa y las Cámaras discutieron el proyecto de ley que les fué prcsen- L'„Tffi wim AGRICULTURA CHILENA. tado, aprobándole el 29 de agosto de 1855. Dos meses des- pees nombró el gobierno los empleados superiores, y el 27 de diciembre del mismo año la sociedad quedó instalada bajo la vigilancia de un consejo administrativo formado por miembros del senado y de la cámara de diputados. Con este acto de la autoridad gubernamental se anadia la garantía moral á la garantía real y efectiva de la hipoteca. Las principales condiciones de esta sociedad basada so- bre las que existen desde hace mucho tiempo en los dife- rentes paises del norte de la Europa, son las de constituirse acreedora inmediata del que recibe el préstamo y del que lo facilita, entregando al primero una simple letra de crédito representativa de la cantidad abonada y dando al se- gundóla seguridad de pagarle anticipados cada seis meses los intereses del dinero, representado por la carta crédito que tiene en su poder. Como se ve no es un verdadero banco, sino una agencia que no da mas que su firma bajo la forma de billetes negociables, que el que desea el dinero necesita negociarlos para obtener la cantidad apetecida. Estas obli- gaciones se dividen en cuatro especies de cupones, de 1000 pesos, de 500, de 200 y de 100, y el valor de los que se dan á cada individuo no puede ser mayor de la mitad del de la propiedad hipotecada. La valuación de esta tiene por base la renta calculada para la imposición rural y computada en un 5 por 100 de ¡a renta del capital que representa el fundo, ó bien las tasaciones judiciales que de ellos se hubieren hecho en los cinco años que preceden al contrato. En caso de disidencia en esta valuación se nombran peritos los que á causa de la larga duración del préstamo deben hacerla permanente y sin tener en cuenta las altas y bajas que pue- den ocurrirle, y si tal vez la tasación parece exagerada el con- sejo no está obligado á acordar el préstamo. Todos los pagos é ingresos deben hacerse en especies metálicas, bien sea en la administración de la sociedad ó bien en las cajas fiscales de la República. vrv DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. 321 En vista del espíritu de prudencia y délos privilegios que desde el principio debían presidir en la sociedad, se espe- raba que el agiolaje no podría afectarla y que la cotización de los billetes dotaría siempre en un precio aproximado al del par. Así pues el gobierno que la habia lomado bajo su alta protección autorizó á las casas de beneficencia y de caridad, á los defensores de los menores, á los tutores, etc., á colocar en ella sus capitales ó sus ahorros. Tal fué la base de esta institución que no tardó en alcanzar un gran prestigio y que en los dos primeros años cambió en billetes la cantidad de 3,028,400 pesos. Desgraciadamente, como toda nueva empresa, no lardó en sufrir cierto malestar complicado todavía mas por la inexperiencia. Por otra parte el número de los propietarios atrasados en el pago de sus intereses se aumentaba cada día mas, y los administradores por indulgencia no se atrevían á ejecutar las leyes severas, sobre todo con las personas honradas á quienes las malas cosechas ponían en apuro colocándolas en mayor imposibi- lidad de cump'ir sus compromisos. Sin embargo la socie- dad no podia tolerar á sus espensas una debilidad que ponía en aprieto su acción y podia comprometer su crédito y su porvenir. El director don Diego Eenaveníe se quejó de ello al senado, é hizo comprenderá sus miembros la urgencia con que debía remediarse el mal, aumentando la administra- ción con un fiscal que desempeñase la doble misión de obrar contra los morosos y de disminuir en lo posible la lentitud de los procedimientos. Esto dio lugar á nue\ as ordenanzas que el presidente de la República de acuerdo con el consejo de Estado decretó mucho tiempo después; es decir el 14 de mayo de 1860. De resultas de estas nuevas ordenanzas la sociedad quedó constituida de este modo : Un consejo compuesto de dos senadores, dos diputados con dos suplentes para los casos de ausencia, del director de la administración, y de dos propietarios elegidos entre ios Agbictltura. 21 AGRICULTURA CHILENA. que pagaban las mayores anualidades y nombrados por las Cámaras. Este consejo quedó encargado de intervenir gra- tuitamenle en iodos los actos que necesitasen su responsa- bilidad, tales como la calificación de los títulos, la emisión de las letras, su presencia en el sorteo de las obligaciones á reembolsar, la determinación de los gastos, el examen de las cuentas, etc. Corno todos estos documentos ó actas lle- van sus firmas la garantía moral de ellos queda completa- mente asegurada. Al principio del año este consejo dirige un informe al gobierno, sin perjuicio del que presenta cada seis meses relativo á las operaciones que en ellos se han efec- tuado. Un director para presidir todas las operaciones, interve- nir en los actos de la sociedad al firmar los contratos, etc., y hacer cada tres meses en presencia de un miembro del consejo un arqueo en la caja cuyo resultado debe ser pu- blicado en el periódico oficial. Este director nombrado por el gobierno disfruta un sueldo de 4,000 pesos. Un fiscal igualmente nombrado por ei gobierno, pero á propuesta del consejo» Como abogado ilustra al director en todas las cuestiones de derecho, examina los títulos de las propiedades que se dejan hipotecar, defiende las causas liti- giosas, fiscaliza las cuentas del cajero, etc. Su sueldo es de 3,000 pesos. Un secretario para llevar los libros y la correspondencia, conservar los archivos y dirigir los empleados subordinados suyos en el departamento de la dirección. Su sueldo es tam- bién de 3,000 pesos. Un cajero encargado de los fondos de la sociedad, lo que le obliga á presentar una fianza de 4,000 pesos lo menos. Tiene muchos empleados y entre oíros un tenedor de libros con 2,000 pesos de sueldos y sometido también á presentar una fianza que no puede ser menor que su haber. El cajero como el fiscal es nombrado por el gobierno á propuesta del consejo y su sueldo es de 3,000 pesos. L w DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. &2'ó Tal es el personal de la sociedad : los deberes que tiene que llenar para con los interesados son (1) : Préstamos : Cuando un propietario solicita una hipoteca para percibir una suma cualquiera, está obligado á presen- tar documentos que precisen la situación, la estension del inmueble rural ú urbano que quiere hipotecar, la clase de cultivo empleado ó que se puede emplear en él, la cuota de contribuciones que paga acompañada de sus títulos, los derechos de censo ó capellanía con que está grabado, y si lo cultiva por sí ó lo tiene arrendado. En vista de estos do- cumentos examinados y legalizados en todos sus detalles para que siempre quede á cubierto la sociedad, y conserván- dolos en su poder, entrega el consejo las letras de crédito pedidas después que el que recibe el préstamo se ha con- formado con la obligación de pagar un censo anual en la época fijada por la ley bajo pena de la multa de un 2 por 100 a! mes. A saber : El interés del valor de la letra recibida á razón de 8 por 100 al año pagado por semestre adelantado. Dos por ciento para el fondo de amortización. Medio por ciento á título de reserva. Esta reserva se destina á hacer frente á los gastos de la sociedad y á parar las consecuencias de cualquier eventua- lidad, componiéndose del residuo de sus propios fondos cuando los tiene, de la parte de anualidad que queda libre después de haber pagado el interés y la amortización decre- tados por la ley, délos intereses de las cantidades pagadas á consecuencia de retraso y del valor de las letras de cré- dito sorteadas ó calificadas de prescripción por falta de re- clamación. (1) En 1861 el presupuesto de los gastos señala menos empleados y dis- minución de sueldos. A saber un director con 4000 p,; - un fiscal con 2000 p ■ --un cajero con 3000 p.; - un secretario del consejo, 600 p.; - el tenedor de libros, !200 p.j - un oficial de número, 480 p'.j - el procurador, 207 p.; - el portero, 96 p. En todo ocho empleados y un gasto de 12,083 p. in- cluyendo 500 p. para gastos de escritorio, de oficina, etc. r** 324 AGRICULTURA CHILENA. Aparte de la pena pecuniaria que sufre el deudor moroso, la sociedad después de tres meses de espera puede obligarle á abonarla judicialmente y un mes mas tarde á vender la pro- piedad en pública subasta. El consejo no puede por ningún concepto prolongar estos plazos. El reembolso de las obligaciones no puede ser exigido por los que hacen el préstamo, se verifica por medio de un sorteo á presencia del consejo y desde el dia 20 al 25 del último mes del semestre corriente. El primer dia del mes entrante la caja paga las letras designadas por la suerte en proporción del capital que representa el número de letras emitidas de cada clase. En todo caso para no dejar nada de abstracto á las obligaciones de la sociedad la caja por el ar- tículo 31 de la ley se obliga á reembolsar á mediados del segundo año de su existencia el veinte por ciento de las letras emitidas en el primero; á mediados del tercer año el quince por ciento de las emitidas en el segundo; á mediados del cuarto el diez por ciento de las emitidas en el tercero, y á mediados /leí quinto el cinco por ciento de las emitidas en el cuarto. Para cumplir con esta obligación el gobierno, tomará dice la ley á la par las letras que hubieren de reem- bolsarse anticipando á la caja la entrega del dinero, veri- ficado que fuere el sorteo que debe designar las letras que hayan de reembolsarse. En caso de reembolso de algunos deudores se hacen amortizaciones estraordinarias y se aña- den á ellas los fondos de reserva cuando estos suben al diez por ciento del valor que representan las letras de crédito emitidas y vigentes. Esta sociedad constituida del modo que decimos ha prestado los mayores servicios á la agricultura de Chile y al pais, poniendo en circulación sumas considerables. No hay duda de que la facilidad en contraer deudas ha ocasio- nado algunos abusos en los que el lujo ha influido mas que nada, y en Santiago se ha visto con un profundo sentimiento de amargura hacer hipotecas con el solo objeto de mandar VI' DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA. construir espléndidas casas. Esto tuvo lugar mas que ahora en los primeros años y de ello resultó que el pedido de ca- pitales fué mucho mayor que la oferta de los capitalistas, encongándose de este modo la plaza sobrecargada de obli- gaciones, lo que las hizo bajar á 7o y hasta á 70 ocasionán- dose un 30 por 100 de pérdida, pero gracias á una organi- zación mejor y á los considerables fondos que facilitó la caja del Porvenir délas familias, la confianza se restableció, los valores volvieron á su anterior estado, y es muy probable que la administración pueda pasarse sin los recursos que algunas personas querrían que le ofreciese el gobierno. En enero de 1861 su tasa estaba á 91 y á pesar de la crisis monetaria y comercial que se deja sentir en el país su ten- dencia es á la alza por el crecido número de personas que procuran colocar en ella los capitales que tienen disponi- bles. Y con efecto es la colocación mas segura, y mas libre de todo incidente, de toda contrariedad, no teniendo el prestamista jamas relaciones directas con el que recibe el préstamo, sino con un crédito colectivo que la prudencia, las leyes de protección, y los registros que se hacen á cada momento no pueden en modo alguno alterar ni suspen- der. Por otra parte los que reciben el préstamo obligados por compromisos formales emplean en sus negocios un espíritu de eoonomía al que no estaban acostumbrados. Esta clase de moralidad será mas ventajosa que á ningún otro á los propietarios de escala inferior, pero por des- gracia se bailan en una gran minoría, á causa de la difi- cultad que esperimentan los propietarios de las provincias en ir por sí propios á la administración de Santiago á presentar los títulos de las propiedades que desean hipo- tecar. El gobierno ha procurado remediar este inconve- niente con los artículos 33 y 34 de la ley; pero esto no es bastante y seria necesario que se estableciesen sucursales como las pide don M. Miquel. El número de obligaciones emitidas en los dos primeros ! rm* ¡ í 326 AGRICULTURA CHILENA. años ha sido distribuido en cada provincia del modo si- guiente por los dos primeros años. LOS DOS PRIMEROS AÜOS. LOS DOS ÚLTIMOS AñOS. Rústicos. Urbanos. Rústicos. Urbanos. Atacama !x 0 3 0 Coquimbo k 0 1 0 Aconcagua 10 i 11 0 Valparaíso 3 1 15 5 Santiago M 33 31 6 Colchagua Zi5 0 21 0 Talca 17 0 24 0 Maule 9 0 28 0 Nuble 0 0 10 0 Concepción k 0 h 0 136 35 1¿8 11 Así pues estas hipotecas en los dos primeros años fueron 175 y representaron un valor de 3,028, 100 p., de los cuales 78,600 p. se emplearon en la amortización. La circulación contaba con un valor de 2,949,000 p., siendo el número de todas las emitidas 3,459. Hé aquí el estado de las letras emitidas y de sus valores en estos dos años. Letras de 1000 p. — de 500 p. — de 200 p. — de 100 p. El cuadro da una idea de las provincias que han entrado con mas empeño en el asunto. Hasta la fecha las de Arauco, Valdivia y Chiloe, no han empleado esta clase de préstamo (1) El 13 de marzo de 1857 se hizo un sorteo por cuenta del gobierno y salieron 299 cédulas, á saber : 249 de 1000 p., 20 de 500, 20 de 200 y 10 de 100 p. Número. Su valor. 2861 2,861,000 208 10Zi,000 2M 68,800 146 14,600 3¿|59 3,028,Zj00 DE LOS INTERESES DE LA AGRICULTURA, sin duda por el poco valor de sus tierras. En general los precios de los fundos han sido valuados mitad por peritos y mitad por las contribuciones rurales. Lo que habla mucho en favor de la empresa y le asegura un porvenir feliz es la regularidad de su giro. Los divi- dendos están pagados con la mayor exactitud y los deu- dores atrasados se hallan en muy pequeña cantidad. La deuda de estos sube solo á 14,742 p., á saber 3¡5 p. del primer año, 630 p. del segundo y 13,797 p. del tercero. Los remates que la administración se ha visto en la necesidad de hacer desde su instalación hasta fin de 1860 no pasan de nueve, y con escepcion de una quinta eriaza, cuyo precio no alcanzó á cubrir á la caja de 600 p. del capital de 32,600 p. y de tres anualidades, todos han correspondido á la valuación que les fijó el consejo. Para dar mas garantía á los capitalistas estranjeros que quisieren entraren esta empresa se ha ventilado varias veces la idea de una garantía fiscal. Sin duda este sistema tiene el inconveniente, como lo dice el Señor Ministro en su me- moria de 1858, de quitar á la institución su vida privada, independiente de las oscilaciones de los gobiernos, pero luego añade que á su turno contribuiría mucho para su cré- dito. El principal fin de este banco es procurar á la agri- cultura y á la industria capitales á un interés mas bajo que lo que se ha pagado siempre en Chile y hoy día los estran- jeros no conocen todavía lo suficiente el valor crecido de las tierras y la buena armonía que existe en todas las administraciones chilenas para mandar á un pais algo re- moto una parte de sus haberes á pesar de las grandes ven- tajas que puede ofrecerles semejante colocación. Como resumen de lo que acabamos de decir del crédito hipotecario de Chile daremos un quinquenio del balance ge- neral de todas sus operaciones desde su instalación, en enero de 1856, hasta fin de 1 860. AGRICULTURA CHILENA. ! I i W s Si: ■ i ■■*'':V-'. , : i : ■■' CUENTAS. DEBE. HABER. SALDOS en deuda. en crédito. Capital en hipoteca Emisión al 8 por 100 Caja Dividendo al 8 por 100. . . . Intereses anticipados Letras amortizadas para pagar. Intereses rezagados Fondo de reserva Intereses penales Gastos de administración. . . Préstamos á ínteres Intereses por préstamos. . . . Dividendo diferido 5,389,100,00 386,500,00 2,524,258,57 943,855,50 1,283,766,83 23.500,00 32.936,00 52 686,21 39,013.99 39,586,04 643,000,00 23,761 29 177,791,25 385,472.69 5,389,100,00 2,332,156,13 1,134,966 00 1,283,766.83 28,300,00 42,264 00 152,926.46 39,013.99 39,586,04 59,300,00 23,761,29 115,442,25 5,003,627,31 192, 102,44 50,000,00 62,349,00 5,002,600 00 191,110,50 4.800,80 9,328,00 100,240,25 11,559,755,68 11,559,755,68 5.308,078,75 5,308,078,73 En 4860 se han celebrado solo 70 préstamos en fundos rústicos y 3 en urbanos, cuyo valor asciende á 848,200 p., es decir 176,g> **^ 1 AGRICULTURA CHILENA. seguros de encontrar un bienestar escepcional El gobierno por su parte procuraba rodearlos de una protección mas eficaz todavía, porque del primer ensayo dependia el por- venir de esta colonia, y era preciso hacer olvidar todo lo que tiene de desfavorable un país poco conocido y en una con- dición menos feliz que la mayor parte de las demás repú- blicas de América por su gran alejamiento del centro de la emigración. Apesar de esto, la misión del Señor Macnamara no obtuvo ningún éxito, y la del Señor Philippi encontró siempre dificultades. Los 15 pesos que por cada cuadra se exigian, eran un motivo para contener á las familias pobres, y á esto habia que añadir !a diferente religión que profesaban la mayor parte de ellas. Estos dos motivos eran, con efecto, muy poderosos y el gobierno se apresuró á hacerlos desa- parecer aboliendo el depósito de los 15 p. y mostrándose mas tolerante con las creencias religiosas de los colonos. Para esto último esperaba trabajar en favor del catolicismo recibiendo en el redil á algunos disidentes, persuadido de que no tardarían en abrigar la creencia común como habia sucedido ya á algunos individuos. Cuando se suscitó esta cuestión en el Senado, el argumento que hemos citado fué uno de los que alegó en la discusión el Señor don Diego Benavente. Don Pedro Mena creia por el contrario que la hipocresía podia desnaturalizar el corazón de los colonos, y que perdiendo toda religión incurrirían en el ateismo, el peor de todos los males ; pero á pesar de sus temores y de los de algunos otros miembros del Senado, los protestantes fueron tan bien admitidos como los católicos, cuando el número de estos no era suficiente para que pudiese ponerse en marcha un navio, y el Señor Philippi recibió acerca de este particular instrucciones, lo mismo que para allanar las dificultades que sus primeros pasos habian encontrado. Desde entonces la emigración se estableció en una escala ciertamente algo pequeña, pero con esperanza de aumentar V2 COLONIAS ESTRANJEBAS. sus proporciones mas tarde. Los Señores Olavarrieta yFrick ejecutaron algunos trabajos de delineaeion, y para alejar todo temor respecto de los terrenos cobrados en subasta pub hca, se les puso un precio fijo, de í á 6 reales por cada coadra lo que los hizo comprar, por término medio, á 3 reales la hectárea. Los primeros colonos que se trasladaron a Chile por su cuenta ó que fueron enviados por compañías, se quedaron en los alrededores de Valdivia. Desgraciada- mente muchos de entre ellos no lardaron en abandonar estos parajes para dirigirse á otras provincias, desde lue*o porque sus profesiones de comerciantes, médicos, militares pintores, etc., no convenían de ningún modo á la localidad' y después porque el espíritu de avidez apoderándose dé los habitantes, no querían ceder sus terrenos sino á precios muy elevados. El gobierno, por su parte, se vio engañado en sus previsiones acerca de la gran cantidad de terrenos que cre.a poseer y poder disponer de ellos á su antojo , pero al tomar posesión de estos terrenos se encontró con que todos los propietarios vecinos los defendían como de su per- tenencia, y los colonos se hallaron en un apuro que hubiera sido funesto a la colonia, si no se hubiera enviado inmedia- tamente un agente especial para evitarlo. Esta importante misión fué confiada al Señor don Vicente Pérez Rosales, persona sumamente apropósito para llenarla con toda la mteligencia y actividad que ya había probado en diferentes ocasiones. Hasta puede decirse que si la colonia disfruta hoy de un estado bastante floreciente, lo debe mas a su acción que á la del gobierno ocupado entonces en tra- bajos mucho mas importantes. Desde su llegada, verificada en noviembre de 1880, se le vio aprovechar la buena in- tención que le animaba. La fragata Sermann arribó algunos días después con 83 pasajeros que habian hecho el viaje por su cuenta. Los terrenos que podían dárseles eran, como acabamos de decir, sobre poco mas ó menos nulos y sin embargo había precisión de poner á cubierto la responsabi- AGRICULTURA CHILENA. lidad moral del gobierno y proporcionar á estos nuevos colonos, ya liarlo descontentos, los terrenos que se les ha- bían ofrecido y al precio señalado por el Señor Philippi. En la imposibilidad de poderlos satisfacer, un francés, pero completamente chileno de corazón, el general B. Viel, acudió oeneroso en su ausilio rescindiendo en favor de los emigra- dos la compra que habia hecho á la municipalidad de la arande isla de Valenzuela. " Esta isla situada en frente de Valdivia contiene sobre poco mas ó menos 350 cuadras de terreno de las cuales son unas ciento de medaños y de colinas. Al volver a adqui- rirla la municipalidad la cedió á los colonos por el mismo precio, es decir á censo á razón de 250 p. al año, pero solo durante cinco, debiéndose aumentar después cada ano 50 p. hasta llegar á 500 que seria el precio definitivo que en adelante tendrían que pagar. Este era un magnifico negocio para los colonos, quienes encontraban un terreno fácil de desmontar, situado á las puertas de la capital de la pro- vincia y rodeado por un rio navegable hasta el puerto, que solo (listaba cuatro leguas. Estos terrenos, ocupados como decimos por hombres activos y emprendedores, no tardaron en ser desmontados y contribuyeron en cierto modo a ino- cular ciertas aspiraciones entre los habitantes de Valdivia, negligentes y hasta entonces incapaces de abrigar el espíritu necesario para llevar á cabo cualquier empresa. Poco des- pués el San Pauli, etc., condujeron nuevos colonos, los cuales fueron enviados, unos á Santa María cerca de Cruces, otros á Codico y á la pampa de Negron en el departamento de la Union, y los demás á la costa de Niebla, locahdac cubierta por selvas vírgenes que debían desaparecer en be- neficio de la agricultura. Pero, aparte de estos terrenos qu< el gobierno y la municipalidad cedían sobre poco mas menos á razón de 6 reales la cuadra, otros emigrados com praron tierras á los particulares, chacras mas o meno grandes, de modo que por cualquier parte que uno se di COLONIAS ESTRAN JERAS. rigiera y en mas de seis leguas á ía redonda, se veía ya la actividad europea en todo, siendo poseedores los alemanes de mas de 20,000 cuadras. Hasta en la ciudad misma se notaba esta vecindad. El comercio tomaba mayor estension, el valor de las propiedades urbanas se aumentaba por ins- tantes, algunos hábiles artesanos de la emigración se esta- blecieron en ella, y en 1852 habia 43 de ellos ocupados en fabricar los objetos necesarios para el uso doméstico, de una perfección mucho mejor y á precios baratos. De este modo, gracias á la prodigiosa actividad del Se- ñor Pérez, la colonia, no poco desalentada, comenzó á re- cobrar nuevas fuerzas y á caminar hacia un porvenir mejor asegurado : pero esto no bastaba. La casa Godefroy y Com- pañía de Hamburgo, habia establecido una línea de paque- tes desde esta capital á Valdivia, y todo hacia creer que no tardarían en llegar nuevos colonos. Para poder satisfacer su justa petición, el Señor Pérez no encontró mas recurso que el de preparar el territorio de Llanquihue, desembara- zado de la mayor parte de sus selvas por un incendio que habia durado mas de tres meses. Por difícil que fuese re- correr un terreno todavía lleno de troncos y de ramas, su actividad le aguijoneó, y logró internar en este paraje á 50 familias dándoles tierras, y conservando, entre las que daba, algunas para el fisco, á fin de que pudiesen ser ven- didas mas larde con un beneficio que pudiese compensar los gastos; porque ademas de los terrenos, el gobierno pro- porcionaba á cada una de estas familias ios instrumentos, y cuanto necesitaba para el primer año de su estancia en Chile. La gran Colonia fué pues constituida de la manera que hemos dicho. Tenia su centro en la estremidad sud-oeste de la gran laguna de Llanquihue á doce leguas de Osorno, en donde se encontraban ya muchos colonos artesanos, y á me- nos de cinco del escelente puerto de Melipulli sobre el golfo de Reloncavi. Esta última localidad estaba llamada á ser un • , Y desde el principio mas de MtWm pesos fueron el resultado de su caritativa iniciativa sin contar la promesa que le hizo don José Manuel Valdi- vieso de darle de su hacienda de la Requinua cuantos umbra- lados de Patagua, vigas y tijerales de canelo pudiese nece- sitar. Si este proyecto logra como parece realizarse, Chile no tardará en poseer un establecimiento de gran moralidad uqa colonia agrícola que alejará de las ciudades á los jóve- nes ociosos siempre tan perjudiciales para la sociedad y los dispersara después por ios campos, para que propaguen en ellos los conocimientos agrícolas mejor razonados, y para que consigan por su parte un bienestar apetecible sin detri- mento de nadie. Habituados desde su infancia á una vida pacifica, regularizada, social, inocularán en el seno de ios campesinos con los que han de vivir, todos los elementos de orden y moralidad, y ademas la afición al trabajo que 356 AGRICULTURA CHILENA. % tanto se desea ver propagada en las clases inferiores. La fundación de las colonias agrícolas en Europa, ha sido uno de los problemas mas difíciles y mas complicados. La Fran- cia se ha ocupado de él con una solicitud digna del gran in- terés que ha demostrado por estas colonias, y los estableci- mientos de Mettray, Petit-bourg, etc., atestiguan con sus inmensos resultados, la parte activa que en ellos ha tomado la aristocracia, esos hombres de corazón, tan distintos bajo todos los puntos de vista de la mayor parte de los capitalis- tas, cuyo único pensamiento es la fatuidad, la arrogancia y el deseo egoísta de una vida de opulencia y de placeres ma- teriales, caprichos que pueden satisfacer gracias á sus fortu- nas tan considerables como frecuentemente mal adquiridas. Por fortuna Chile no ha llegado todavía áeste esceso de de- sorden. La clase rica está dolada de sentimientos más nobles ; la caridad, origen de tantos beneficios, existe todavía muy arraigada en sus corazones, se manifiesta bajo todas las for- mas sobretodo en las grandes y en las útiles concepciones; y todo hace esperar que el proyecto del Señor Puerta Vera alcanzará un éxito favorable, adquiriéndose en el pais toda clase de simpatías (1). Se formarán nuevas colonias agríco- las, cada provincia querrá tener Sa suya, y gracias á la ac- ción tutelar del gobierno que se apresurará á asociarse á todos estos generosos esfuerzos, la clase desgraciada podrá enviar á estas colonias á sus hijos con gran provecho de su porvenir, de la moralidad y de la humanidad. No sé si me equivoco, pero creo que en ellas es en donde debe buscarse la solución del problema de la regeneración de los jóvenes proletarios de las ciudades, los que por su abandono se ha- llan en la imposibilidad de procurarse una profesión, y lle- gan á ser con frecuencia, á causa de las malas costumbres que contraen, una délas mayores plagas de la sociedad. (1) En noviembre deíSGi la suscripción señalaba ya la cantidad de 27 ,300 p. j y el benemérito protector tenia comprado un terreno con abundancia de agua, y del valor de 30,000 p. V? CAPÍTULO XXI DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. Dispersión de todos los animales domésticos sobre el globo. — Su distribución geográfica en Chile. — Solicitud dejos Españoles en introducirlos y mul- tiplicarlos.—Manera de alimentarlos. — De las razas estranjeras y de su utilidad y desventajas. — Necesidad que hay de mejorar la raza indígena. — Modo de conseguirlo. — Engorda de los animales. — Sus enfermedades. De los Abigeatores. — Consumo.— Matadero. — Carnicería. — Entrada libre de los animales domésticos. Los animales mas útiles al hombre, los que mas han con- tribuido á su civilización, han estado en todo tiempo some- tidos al imperio de su voluntad. El Génesis nos demuestra ya el considerable uso que de ellos hacian los primeros ha- bitantes del Globo, y cosa sorprendente, desde esta época la inteligencia humana no ha aumentado casi nada á loque poseían entonces estos pueblos pastorales. Eran los mis- mos cuadrúpedos, las mismas aves, como si su disposición á adherirse al hombre hubiera sido una condición esencial de su naturaleza. Por otra gracia no menos providencial, estos animales se hallan dotados de una organización bastante flexible para poder vencer todas las vicisitudes de los climas y la no menos influyente de acomodarse á una gran variedad de alimentos. Así pues, gracias á estas preciosas cualidades y á su instinto para ser domesticados, los vemos acompañar al hombre en todas sus peregrinaciones, desafiar con él, tanto las inclemencias de las regiones mas Mas como las de las mas cálidas, y aclimatarse sobre toda la superficie del globo, para servir primero de elemento civilizador á sus habitan- tes, y contribuir después á su bienestar y á sus progresos. ■*E* 358 AGIilCULTüUA CHILENA. 1 Antes de! descubrimiento de ia América, solo el Perú y Chile poseian animales domésticos, pero tan escasos que estaban reducidos á una sola especie: así es que la Lama de los Peruanos ó Chilihueque de los Araucanos contribuía sola á esta clase de riqueza. El primero de estos pueblos ha sabido conservarlo hasta la época actual, pero no han hecho lo mismo los Chilenos, que le han sacrificado á la superio- ridad de los animales introducidos por los Españoles, de suerte que Chile no posee ya en el dia mas que razas exó- ticas, las que se encuentran repartidas sobre toda la super- ficie de este pais, sin que las influencias locales hayan po- dido hacerles esperimentar el menor cambio orgánico, habiendo cuando mas determinado preferencias específicas bien marcadas según las provincias. Con efecto estos animales conserva?! en Chile una distri- bución geográfica bastante bien caracterizada. Podría de- cirse que cada región posee los suyos propios, por mas que todas las especies se hallen en definitiva repartidas en el pais, aunque en número variable y de tal manera que las que forman la principa! riqueza de una localidad, no se pre- sentan en las otras mas que como accesorias. Así pues en las provincias del Norte dominan las cabras, en las del cen- tro las vacas, en las del Sur desde el Maule hasta el Biobío los carneros, y por último mas hacia el Sur y sobre todo en Chiloe y en su gran archipiélago, los puercos. Todas las per- sonas que hayan visitado la república de Chile de Norte á Sur, encontrarán esta distribución muy conforme con la na- turaleza del pais, y se debe principalmente á su topografía, á su cuma, y á su mas ó menos fertilidad, lo que ha dado á sus productos una variedad mas que suficiente para satis- facer todos los gustos y todas las necesidades de estos ani- males. En contraposición del espíritu ingles que por regla gene- ral no conoce como elemento colonizador mas que el co- mercio y una factoría marítima. los conquistadores de la W2 DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. América han procurado desde el principio penetrar en el interior de las tierras para substituir con la civilización eu- ropea, la barbarie de los indígenas. Por este deseo fué en gran parte por lo que llevaran consigo todos los animales domésticos, que con razón consideraban como la base fun- damental de las colonias que se proponían establecer, y no lograron su objeto sino á costa de las mas rudas penalida- des y de toda clase de privaciones. Las correspondencias de su tiempo demuestran sus vivas solicitudes á fin de llenar esta difícil misión, el placer que esperimentaban al ver crecer los animales, al alimentarlos en las casas ó en los establos, y el gran cuidado que tenían no solo para multi- plicarlos sino también para que conservaran el vigor y las hermosas formas de las razas andaluzas de las que procedían. Gracias á todas estas precauciones, Chile no tardó en ver sus campos hasta entonces desiertos, poblados por una in- mensa cantidad de animales, que el alimento de plantas al- pinas y un ejercicio continuo, debían con el tiempo fortificar y mejorar. Desde 1550 ya no faltaba casi ninguna de las es- pecies que alimentaba la civilización europea, y á fines del siglo XVI muchos de estos animales habían llegado á con- vertirsepor completo en salvajes. Los españoles que acudían á Chile, poseían ciertamente algunos conocimientos agrícolas, pero el cultivo de las tierras exige brazos, gastos ; y en un pais pobre y despoblado, los productos son invendibles por falta de salidas y en consecuencia carecen de valor. No debe pues causar admiración en vista de esto, que una vez satis- fechas las primeras necesidades, no encaminasen sus miras los dueños de las grandes haciendas ala industria pastoral, que en esta condición con pocos gastos y un escaso trabajo ofrece siempre los resultados mas seguros y productivos Igualmente encontraban una gran ventaja en la naturaleza de un clima templado que les ahorraba toda clase de gastos de estabulación, de siega y otras provisiones, puesto que los animales podían pacer con toda libertad, con lo cual í AGRICULTURA CHILENA. los hacendados aprovechaban sin trabajo y sin coste la in- mensa cantidad de pastos que producen las montañas, creándose de este modo gratuitamente una renta que ninguna otra industria podia proporcionarlos. De esta fuerza de las cosas, se originó que todos estos animales tan maravillosa- mente apropósito para este género de vida, se aclimataran con la mayor facilidad, se multiplicaran hasta lo infinito y no tardaran en pasar á un estado semi-salvaje. Esto fué una causa de transformación de raza. Perdieron en general mu- cho de su hermosa forma, de su tamaño, de su talla, pero en cambio ganaron una naturaleza rústica y una salud ro- busta, dos cualidades sumamente ventajosas parael modoque se tenia de criarlos y para un pais espuesto en ciertos para- jes á grandes variaciones climatéricas, y frecuentemente á escaseces mas ó menos prolongadas. Los animales domésticos se hallan con efecto en Chile enteramente abandonados á los caprichos de los climas y de las estaciones. Enviados á las montañas y entregados á su instinto y á una gimnástica continua, las razas se han for- mado por sí mismas, y no se presentan en cierto modo mas que como el resultante Áe las fuerzas locales. También con ei tiempo, han podido acostumbrarse á las temperatu- ras de las llanuras ó de las montañas, comer con esceso en los años de abundancia ó soportar con resignación y algu- nas veces sin grave peligro las largas privaciones que oca- sionan las estremadas sequías. En este último caso, y en contra del provecho de sus alimentos, los infortunados ani- males recorren con ansiedad las áridas montañas para bus- car en ellas algunos restos de vegetales, teniendo necesidad después de andar tres ó cuatro leguas para llegar á los cié- nagos que contienen todavía un poco de agua, afortunada- mente de una temperatura bastante elevada, para evitarles esas especies de cólicos y de repercusión que el violento ejercicio les ocasiona con tanta frecuencia. Esta serie de contrariedades sufrida por la raza primi- DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. tiva, y cuya acción ha debido ser precoz en vista de la gran multiplicación délos animales desde el principio de la con- quista, les ha dado, como hemos dicho mas arriba, cua- lidades particulares y en armonía con su condición. En lu- gar de esas razas corpulentas, de tejido celular y de sistema linfático muy desarrollado, han obtenido razas pequeñas, y llenas de vigor y de energía, lo que relaciona admirable- mente su fuerza vital con su vida salvaje y vagabunda y pro- duce animales musculosos y robustos, sin dejar por esto de ser sobrios, sufridos, y de escelen te constitución. Por lo de- mas como las privaciones y los grandes calores de! verano y las lluvias del invierno matan á un crecido número, fácil- mente se comprende que los que resisten están bien cons- tituidos. No puede ocultarse que todas las cualidades que acaba- mos de reconocer en la raza chilena, convienen perfecta- mente al estado de la agricultura de este pais, al menos en las provincias un poco alejadas de los grandes centros de población, y al de su comercio de exportación que exige antes que nada la baratura para poder sostener la compe- tencia que se ha creado en sus antiguos mercados. Así pues lo que debería hacerse es mejorar estas razas y no introdu- cir las razas estranjeras que en la actualidad preocupan tanto el ánimo de los agricultores de Chile. El gobierno mismo favorece esta tendencia, siempre muy laudable, pero que acaso no producirá los resultados que se promete. A instancia de! intendente de Talca, decretó en 1852 una exención durante diez años de todo derecho de diezmo á los carneros merinos, favor que fué igualmente concedido á todas las nuevas razasintroducidas y á todos los productos de un cruzamiento de razaestranjera. Ademas, gastó mucho dinero para mandar á buscar á Europa razas particulares y propagarlas en el país. No cabe duda en que es muy cómodo procurarse razas formadas, sobre todo si se escogen entre las que poseen ■ 77?m I I 362 AGRICULTURA CHILENA. todas las cualidades exigidas por la naturaleza de un con- tinuo servicio y apropósitO' para satisfacer las necesidades de la localidad! No se tiene el trabajo de crearlas, ni mu- cho menos se cometen las equivocaciones tan fáciles de co- meter durante la dificultosa y larga tarea de su transforma- ción ; pero estas equivocaciones ¿ no hacen con frecuencia que no se puedan conservar las razas en toda su pureza? No se debe olvidar que una raza se conserva tanto mas cuanto mas numerosos son sus vastagos, y cuanto mas antiguo es el origen de los reproductores, cuanto mas se encuentra en la misma condición de alimento, de cuidado y de clima á que ha estado sometida desde su principio-, yá pesar de esto degeneran casi siempre en los países alejados de los que les han visto nacer, como si el sitio en donde se han criado fuera la condición esclusiva de su existencia. Esta degeneración se hace también sentir basta en las localidades vecinas, y esto es lo que esplica la multiplicidad de razas tan distintas que existen en Inglaterra, cuna de una industria tan importante como la de que vamos ocupándonos. Por otra parte es esencial introducir en esta empresa el ele- mento económico siempre de tan alta influencia al tratarse de una especulación toda comercial ; porque si las necesi- dades sociales no le protegiesen armonizando el ofreci- miento con el pedido, seria absurdo hacer alarde de patrio- tismo por pura vanidad y con dispendios! Ahora bien ¿ se encuentra Chile en el caso de especializar las razas como lo practican los países ricos y populosos? ¿podrán así mismo obtenerse fácilmente en el dia, desús negligentes y testaru- dos campesinos los asiduos y variados cuidados que exigen las razas nuevamente importadas y tan eminentemente ca- racterizadas por su gusto regalón, hasia difícil, y por su constitución delicada y enervada?-, y aun obteniéndolos, ¿en- contrarán los medios de vender los nuevos animales con be- neficio, lo que constituye el cosie y el precio neto, verdadera base del especulador? Estas preguntas son del mayor inferes wa DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. y es necesario examinarlas ron detenimiento y responder á eilas antes de aventurarse á llevará cabo estes empresas cos- tosas ^ por mi parte dudo que las respuestas sean satisfacto- rias ai ver que los errores son tan fáciles y frecuentes aun en los paises mas favorecidos. Esto es tan cierto, como que no son las naciones las que caracterizan las razas, sino las provincias, los de-parlamentos, notándose frecuentemente, como hemos dicho ya, que las localidades vecinas no pue- den conservarlas en toda su pureza. Entre todas las ciudades de Chile no hay apenas mas que Santiago y Valparaíso que puedan aspirar con alguna proba- bilidad de éxito y de ventaja á la introducción de las razas europeas. Pero aun en estas provincias las praderas artifi- ciales se multiplican con tanta abundancia, ofrecen recur- sos tan económicos y tan buenos para alimentar los anima- les necesarios al consumo, los que por otra parte llegan con mucha regularidad y baratura por el ferrocarril en caso de precisión, que durante mucho tiempo todavía podrán muy bien satisfacer esta necesidad. Todo loque decimos nos in- clina á creer que las razas, sobrias, robustas y rústicas tales como las que ofrece Chile, son las que mas convienen al pais, y que á menos de cambiar enteramente la manera de criar los animales domésticos, lo que no es posible, las razas estranjeras, y sobre todo las inglesas criadas con tanto cui- dado y tantas precauciones, no pueden ser en modo alguno preferidas en la República. Sobre este mismo particular hasta diré que las razas del pais cruzadas con las estranjeras, con- servarán difícilmente sus primitivas cualidades, porque nece- sitarán confundirlas de tiempo en tiempo con el reproduc- tor, cosa bastante difícil en un pais donde estos reproduc- tores son tan raros y cuesta tanto trabajo procurárselos. Los cruzamientos entre animales hijos de un mismo padre, á los que llaman los ingleses in and m, podrán dar crias durante dos ó tres generaciones á lo mas con cualidades casi seme- jantes á las de sus padres, pero no tardará la naturaleza en l Tm 3C4 AGRICULTURA CHILENA. recuperar sos derechos y llevará las crias á ia raza que me- nos sangre ha dado. Todo el mundo sabe el talento y la habilidad con que los ingleses han creado estas razas, las han formado según su manera de ver, y les han dado todas las condiciones desea- das para que presten el servicio que han querido imponer- les. En unas han desarrollado la grasa, en otras ios múscu- los, en otras han suprimido estas cualidades para aumentar el peso y la solidez del armazón huesoso; por último en todas se descubre el genio de sus sabias y admirables com- binaciones para moderar ó escitar la acción vital de sus crias, aumentar ó disminuir sus fuerzas, y dirigir con cierta medida todas las operaciones orgánicas que deseaban obte- ner, todo esto con el solo recurso de la higiene, del régimen y de la elección de los reproductores : así es que hoy los nombres deBakewell, Collins, Ellman, etc.. son venerados por todo el mundo al lado de los de Arkwright, de Watt y de todos los grandes bienhechores de la humanidad. Pero si estas razas perfeccionadas dei modo que decimos, son de una utilidad considerable para Inglaterra, desprovista de montañas y de praderas naturales y en la que la agricul- cultura intensiva, es decir la de chacra, se halla en todo su poder, empleándose el abono como un importantísimo re- curso para bastar aun consumo siempre creciente 5 ¿ podrá creerse que Chile, donde el cultivo por el contrario es tan eminentemente estensivo. se encuentra en las mismas con- diciones, y deberán los Chilenos aspirar á obtener los mis- mos resultados? No cabe duda de que los progresos de este pais son numerosos, considerables, pero por satisfactorios que sean, en mi concepto no han llegado á exigir que una industria sencilla, fácil, segura, desaparezca ante otra mu- cho mas complicada, y de dudoso éxito. El interés del pais está en seguir el ejemplo de los Ingleses, y mejorar su pro- pia raza, que posee en el mas alto grado las cualidades que le convienen, la costumbre del clima, del suelo, del ali- ws DE LOS ANÍMALES DOMÉSTICOS. mentó, ventajas de una influencia incontestable que harían mallos Chilenos en desconocer, puesto que es el mejor ele- mento para obtener buenos resultados. Tratar por el con- trario de introducir razas perfeccionadas, es ponerse en el caso de cambiar casi enteramente el sistema agrícola se- guido hasta el presente, en todo lo que tiene relación con la industria animal, y el pais no se encuentra todavía en este caso. Pero si consideramos un poco prematura la época de la introducción de ciertas razas en Chile, no pensamos lo mismo respecto de otras- muchas de una importancia posi- tiva, para fomentar en el pais nuevos productos comerciales é industriales. Entre ¡os carneros, los de lanas largas de- berían multiplicarse á espensas de la raza común. Entre los caballos hay algunos que serian de grande utilidad para Chile, debiendo ponerse en primera línea los Porcherones, los Clevelands, etc., que representan en tan alto grado el desarrollo de la materia, es decir el de los tejidos sólidos, musculosos y huesudos. Actualmente el servicio de las car- retas, el de las diligencias, etc., y las grandes mejoras que han esperimentado los caminos, exigen que se sostituya con esta raza la que se ha empleado hasta ahora, por lo menos hasta que la raza chilena pueda ofrecer caballos mas fuertes y mas aptos para estos rudos trabajos. Por esto es por lo que algunos patriotas se han procurado caballos padres, á pesar de! considerable gasto que su compra y su transporte les ha ocasionado. ¿Conseguirán conservarlos en toda su pureza y multiplicar su raza? Esto es lo que debe desearse en interés del pais. Hasta el dia los hacendados chilenos han confiado á la casualidad la importante obra de la reproducción. Si algu- nos mas inteligentes, se apresuran á castrar á los toros de mala constitución, las vacas en general no inspiran la misma vigilancia, de suerte que viviendo todas libremente en los campos reciben todas el ataque de los machos, y de esto ti 366 AGRICULTURA. CHILENA. ¿i resulta que las que tienen una organización débil, defec- tuosa, dan productos que deben necesariamente resentirse di? estos defectos. Lejos de imitar á los lores ingleses que cifran toda su dicha y hasta su orgullo, en procrear nuevas razas haciendo buenas elecciones, se contentan con seguir la misma sencillez, los mismos errores y ¡a misma incuria que sus padres ; razón por la cual las razas han permanecido sin obtener mas mejora que la que el clima y los esceleníes pastos del país han podido proporcionarles. Para evitar este descuido siempre funesto á el valor venal de un rebaño y obtener cualidades especiales y conformes con las exigencias económicas é industriales de la hacienda tiempo es ya de que los hacendados escojan para este gran acto de la reproducción los animales machos y hembras que posean en el mas alto grado las cualidades apetecidas Se sabe perfectamente que la herencia y las causas locales con- servan estas cualidades en las crias, y con el tiempo y la perseverancia por parte del productor concluyen por fijarse tanto física como moralmente, según se ha visto con tan multiplicados ejemplos en los perros. Así pues si se quiere el desarrollo del conjunto del cuerpo, en el clima y en un buen alimento deben buscarse los medios de conseguirlo, sobre todo en los primeros meses, época en la que decreci- miento es mas rápido y en la que las formas y las cualidades se dibujan y se conservan con mas facilidad. Las crias de pecho amplio y ancho deben ser preferidas para la engorda, porque este sistema de organización denota gran vigor en las principales visceras, sumamente aptas entonces para to- mar una grasa abundante y de buena calidad. Por último eligiendo entre ios reproductores úei pais los que mas se asemejen á la raza deseada y cuidando de separar los que no ofrezcan esta semejanza sino escasamente, se concluirá por conseguir los resultados que se desean. Desgraciadamente estos resultados no pueden obtenerse mas que á fuerza de cuidados, de paciencia y de perseve- DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. rancia, y el Chileno no se halla muy acostumbrado á ob- servar estas virtudes. Salvo aigunas honrosas escepciones, conserva aun algo de sus padres que querian disfrutar in- mediatamente de los trabajos que emprendían, y en el caso de que hablamos deben estar convencidos de que estas espe- cies de transformaciones son escesivamente lentas y de poca duración si no se evitan los retrocesos. Este trabajo no es natural, puesto que obra contra las leyes establecidas por el Creador, y con este motivo se establece una lucha incesante entre el reformador y la naturaleza, y esta última como ver- dadera soberana procura conservar su derecho hasta que la nueva raza se halla perfectamente constituida, fijada, y á veces hasta mucho después, si las condiciones de exis- tencia no son absolutamente las mismas que cuando tuvo lugar la formación ; esto es lo que esplica la dificultad que hay para transporiar estas razas á los paises lejanos, y en las razas artificiales la imposibilidad de que el producto se ase- meje al productor primitivo. Los fisiólogos han dado á este incidente el nombre de atavismo, que espresa la semejanza de estos productos con sus ascendientes lejanos, y este incidente está de tal modo en la naturaleza de la especie, que hasta las plantas se hallan sometidas á él. Así pues la ciencia de la transformación de las razas y la de aclimatarlas y fijarlas, reside en la elección de los ani- males reproductores y en los cuidados pacientes y diarios que se les prodigan. El hacendado logrará completamente este resultado cuando se tome el trabajo de poner en prác- tica nuestras indicaciones, seguro de obtener por este medio vastagos en armonía con la economía todavía rústica de sus haciendas, demasiado grandes por otra parte y demasiado pobladas de animales para aspirar en general á la estabu- lación y por lo tanto á reuniones aunque sean parciales. Por la fuerza de las cosas, todos estos animales y princi- palmente las vacas se hallan destinadas durante mucho tiempo todavía, á tener que soportar todas las intemperies r**i : ' .-Ra 368 AGRICULTURA CHILENA. í W- \ de las estaciones. Pueden bien pasar tres con toda seguridad, pero la del invierno les es muy perjudicial á causa, la mayor parte de las veces, de la abundancia de la lluvia que hace que el aire sea húmedo, y á causa también de la temperatura un poco demasiado baja durante las mañanas. En esta época los animales no encuentran para comer mas que retoños siempre muy acuosos, lo que unido á los tallos podridos que los rodean, ocasionan numerosas y frecuentemente mortales enfermedades. Y sin embargo hay propietarios que alimen- tan de este modo á mas de 7000 de todas clases, y entre estos propietarios podemos citar al Señor Correa, que tiene mas de 20,000 cabezas entre vacas y bueyes repartidas en varias haciendas. No hace mucho tiempo todavía que un propietario que poseía mil cuadras de terreno á poca dis- tancia de las capitales, 200 vacas, 1000 carneros y algunos bueyes, caballos y yeguas, se hallaba en la categoría de los hacendados medianos ó de segundo orden en Chile. En estas haciendas poco pobladas, la estabulación podría ser puesta en práctica con provecho del escaso número de ani- males que contienen, porque como se aumenta la población todos los años, el consumo crece también y el valor de los animales debe seguir necesariamente la misma marcha pro- gresiva. Partiendo de este principio, la higiene doméstica, esta parte vital de la zootecnia y todavía tan descuidada en el pais, tiene precisión de atender á las necesidades de que hablamos, y poner fin á el descuido que en otro tiempo podia justificar la falta de comercio, pero que ya en el dia no tiene ninguna razón de ser. En Chile no hay mas que algunas bestias de labor que reciban alimentos secos, las demás comen forraje verde ya en las montañas en donde encuentran una yerba tónica rica en principios nutritivos, ya en los sembrados después de las cosechas, ó ya en las praderas artificiales cuando se quiere engordarlas para el matadero. Para las bestias de labor, este alimento que en muchos países debilitaría á los DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. 369 animales, sobre todo cuando consiste en alfalfa que es la planta dominante, no tiene en Chile el mismo inconveniente. Cuando desean engordarlos un poco, se contentan sus due- nos con enviarlos á los potreros, y después de los primeros efectos laxativos que este nuevo alimento les ocasiona, en- gordan con rapidez y no hay temor de que vuelvan á ponerse flacos después de las primeras labores ; y esto consiste en que la vida de la montaña proporciona un gran desarrollo á su pecho, centro de salud y de energía, y verdadero ca- rácter de buenas condiciones de todos los órganos que pre- siden á las funciones de la vida animal Sin embargo desde hace algunos años se consume mucho heno seco, y es probable que en breve todos los vendedores de yerbas que recorrían antiguamente las calles de las ciu- dades vendiendo lo necesario para el alimento de los ca- ballos, etc., desaparezcan aun cuando esté reconocido que ios animales engordan mucho mas pronto cuando se ali- mentan con yerba verde, pero de un modo menos duradero porque en partes iguales no contiene apenas mas que un cuarto o un tercio de la sustancia nutritiva. En el Norte v en Copiapó sobre lodo, donde las montañas poseen muv pocas plantas y solo en primavera, son de suma necesi- dad las praderas artificiales para las demás estaciones del ano. Estas praderas se componen únicamente de alfalfa Se ha procurado sí, introducir en ellas algunas otras plantas tales como la ra.z gras, el trébol y hasta raices, pero en general ha prevaleció siempre la alfalfa, que es la planta que se cultiva con preferencia. En los parajes donde el terreno tiene valor, esta yerba está sumamente cuidada, pero en otros muchos dejan crecer plantas mal sanas, el parqui sobre todo; y aun- que por gnsto y por instinto los animales las rechazan se ven frecuentemente obligados en los momentos de sequía á comerlas, resultando de esio enfermedades la mayo, parte de lasveces peligrosas. También sufren graves indigestio- Aguicültüba. q¿ AGRICULTURA CHILENA. lies llamadas cmpastamientos, hinchazones y otras enferme- dades inflamatorias cuando comen la alfalfa en cierlas cir- cunstancias, por ejemplo cuando está cubierta de rocío ó cuando el dia es á un mismo tiempo caluroso y húmedo, lo que no sucedería si la planta estuviese segada desde el dia anterior y la mezclasen con sustancias que pudieran mode- rar su demasiada actividad. Cuando los animales padecen de hinchazón emplean para curarlos medicamentos empíri- cos, porque en Chile se desconoce el arte veterinario tanto como el de la higiene. La insuficiencia de estos medicamen- tos, prueba que las pocas curas que se hacen, se deben mas que á nada, á los esfuerzos de la naturaleza. Los animales y especialmente los caballos, se hallan sugetos también á una especie de temblor que se atribuye ala yerba Joca, cierta as- tragala qui se encuentra bastante frecuentemente en los campos. Esta singular enfermedad se presenta así mismo en algunas localidades de la República Argentina próximas álos Andes. Los vegetales no tienen ninguna influencia so- bre esta enfermedad llamada tembladera, y los habitantes delpais la atribuyen á las exhalaciones del suelo, á los anti- moniales como ellos dicen, opinión que adopta en parte el Señor don Martin de Moussy en su interesante descripción de la Confederación Argentina. Estas enfermedades son mas comunes y funestas en verano que en las demás estaciones á causa de las grandes sequías, de los fuertes calores, de lo flacos que se ponen los animales en esta época por la falta de pasto, y de el estado de exaspe- ración á que los esponen los innumerables tábanos siempre dispuestos á atacarlos. El número de estos bichos es en ocasiones tan grande que un dia al borde de la laguna Raneo, maté con una rama de arbusto 132 de la especie llamada potoquin (Tabanus potoquinus) que acudian á posarse sobre mi poncho de un color oscuro tomándole por la piel de una vaca. Esta especie no llega hasta las provincias centrales, pero en ellas se encuentran otras muchas que no dejan de CE IOS AMMALBS DOMÉSTICOS. 371 1171? I1"'™ mUy PerJudici^s á los animales, ha- ciéndolos enflaquecer considerablemente. Si la ciencia y las artes son impotentes para librar á los ammales doméshcos de semejantes enemigos, no sucede lo mismo al tratarse de ciertas enfermedades sobre todo de las ep.zootias que cansan con frecuencia tan terrií e es- togos en los rebaños viniendo de cuando en cando 4 d dez- marlos y a reducirios á la nada. Tienen es cierto la ven a a de desembarazar la raza de todos sus vastagos enfermtzt y ™ ™^f dos, pero este bien está lejos de eompen a eí ™al y es de esperar que los cursos que hoy se sigue" e„ la SS. zi en á ios jóvenes a,umnos nocion- ££S exactas para que puedan introducir algunas mejoras en este desorden sobre todo cuando se declare una epízootia fA enteramente administrativo consiste en la r «lallC,:irUral-I!afah0'a "'"^ ^enanza h SS, rescmoiV» sin duda conlaglosa los carneros nna enfermedad 2 1 EJÍ T ~Z ? * N°"e s»<™ se fe da el Idéntico nombre "" ""e hablamos- aun9ue no BT T^ AGRICULTURA. CHILENA. charqui. La institución de los artistas veterinarios que el gobierno se propone crear, disminuirá estos imprudentes abusos y proporcionará algún alivio á estos animales tanto mas fáciles de curar, cuanto que su crianza enteramente rústica permite á los que han podido sobrevivir á las causas destructivas de que tan fatalmente se halla dotado Chile, resistir con mas facilidad á estas influencias malignas. Acaso también incumba á esta institución el cuidado de aclimatar y de producir, hoy que el gobierno ha depositado en ella los reproductores que ha hecho llevar de Europa a costa de tan crecidos desembolsos. En este establecimiento puede dárseles un tratamiento hábil, inteligente y continuo, lo mismo que á sus productos ó á los mestizos de origen chileno. Mejor que la mayor parte de los hacendados, el profesor, antes de llevar á cabo los cruzamientos, sabrá que frecuentemente una raza antigua pierde algunas de sus huenas cualidades, y procurará conservarlas, lo que no es una cosa fácil. Querer por ejemplo inocular sangre linfática en las vacas para que engorden mas precozmente, sera cometer un error grosero en un pais que necesita aprove- char los ricos pastos que la Providencia ha diseminado con tanta profusión en las inmensas cordilleras privadas todavía por mucho tiempo de todo cultivo, y en las montañas que corren en toda la longitud de la costa chilena no menos ahundantes de pastos. Las haciendas de Chile ofrecen ademas un grave incon- veniente por la facilidad que la falla de cercas deja á todos los animales de pasar de unas á otras y de volver frecuen- temente á su querencia después de haber sido comprados. El inconveniente es mayor todavía á causa de los numerosos ladrones de animales conocidos con el nombre de abigeo- tores. En todo tiempo han sido frecuentes y multiplicados estos robos á pesar de los castigos sumamente severos que se imponían á sus autores, consistentes casi siempre en dos- cientos azotes por el robo de una simple vaca, el destierro ^..._ DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS, 373 temporal en caso de reincidencia y la pérdida de la vida cuando incurrían en el mismo delito por la tercera vez. Es- tos castigos han sido aminorados por mas que siempre sean bastante severos, toda vez que por el decreto de 22 de julio de i 837 los azotes á parte de la prisión han sido mantenidos, y aun después de una tercera reincidencia los azotes suben á 200 y ademas se condena á los culpables á trabajo perpe- tuo en un presidio. Sin embargo á pesar de este rigor, los robos continúan con una audacia que solo explica la facilidad con que pue- den cometerse. Existe entre los abigeatores una inteligencia tan perfectamente organizada, que hace que los del Sur se hallen de acuerdo con los del Norte y han elegido para punto central la ciudad de Talca donde acuden para verificar sus cambios burlando de este modo la vigilancia déla justicia, ó bien llevan los animales al otro lado de las cordilleras y allí los venden ó los cambian con los habitantes de las Pam- pas. Esta es una plaga que según la memoria del inten- dente de Concepción, arrebata á los dueños en muchos pun- tos un 3 por 100 de susanimales, y ante la que el gobierno nopodia permanecer indiferente. Justamente alarmado, en- cargó á los intendentes que buscasen los medios de reme- diarla y proponía para este fin un registro de marca, lo que en atención al gran número de cabezas que habría que regis- trar seria poco adoptable. El Señor Sotomayor, intendente de Concepción, y otros intendentes, pidieron la organización de guardas rurales como ¡a de los guardas urbanos que ya existía. Por costosa que fuese esta policía seria siempre de grande utilidad en favor de una industria tan capital como es la agricultura animal de Chile: su utilidad no seria me- nor para la agricultura ordinaria y sobre todo para la custo- dia de las aguas de riego, motivo siempre de tantos robos y de tantas disputas. Ei número de animales domésticos ha sido siempre muy considerable en Chile relativamente á su población. No <■'■**■■ ???* 374 AGRICULTURA CHILENA. poseemos ningún dato estadístico que pueda hacernos apre- ciar esta cantidad, á no ser concernientes á los de algunas localidades departamentales ó provinciales 5 pero en 1842 cuando se hizo una nueva indagación, para regularizar me- jor la contribución cadastral se encontró que este número subía á 633,656 de ganados mayores y á 838,878 de gana- dos menores ^ resultado sin duda demasiado bajo y como las indagaciones fiscales los obtienen frecuentemente en los países nuevos, poco acostumbrados á estas clases de indagaciones y siempre temerosos de una nueva contri- bución. El consumo no puede ser mucho mejor apreciado. En general los campesinos y hasta las familias de mediana for- tuna de las pequeñas ciudades no comen mas que fréjoles, alberjas, etc., etc., y rara vez carne, cuando mas un dia á la semana. El autor de la estadística del Maule calcula que cada individuo come 51 libras de carne al año, en esta forma : Vaca 5 libras. Carnero 30 l//i Puerco. 15 3/4 Si el estado que damos en seguida del consumo por or- den de provincias en 1840 tal como lo hemos obtenido de una investigación hecha por los gobernadores de cada de- partamento es exacto, y si consideramos así mismo exacto el censo practicado en esta época que elevaba la población de la República á 1,083,801 habitantes, hallaremos que, siendo la cantidad de carne consumida de 14,300.800 kil. (1), (1) Fijamos, como término medio del peso del buey y de la vaca, la cantidad de 135 k. y 10 el del carnero, siguiendo en esto al autor de la Estadística del Maule y no al Mercurio, n° 9407, que da á los primeros 350 libras y 25 al segundo. Para asegurarnos mejor la exactitud de este elemento de cálculo nos hemos dirigido al Sr. don Domingo EspiQeira, y este escelente amigo nos ha escrito que según el Sr.ldon J. R. Silva Montt DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. 375 cada habitante, entre los grandes y los pequeños, consu- miría sobre poco mas ó menos 13 kil. 4/4 que es algo mas de lo que señala la estadística de Francia puesto que fija esta cantidad en i 1 kil. y 29 g. al año, por cada habitante (1) . Ademas en Chile es necesario añadir el charqui, del que se hace tanto consumo lo mismo en las ciudades que en los campos, y después una gran cantidad de carneros consu- midos en estas últimas localidades y no indicados en el estado , porque este no hace mención absolutamente mas que de los animales destinados á la población de las ciuda- des y de las principales aldeas, y aun varias de ellas no señalan consumo alguno, sin duda por olvido. De cualquier modo este consumo en Chile es algo mayor que en Francia y se le puede estimar en una tercera parte en lo concer- niente al menos á la carne de vaca y de carnero. de acuerdo con varios abasteros , un carnero de dos años en pie y gordo pesa en general. 100 lib. Solo la carne llevada al mercado 65 El cuero con lana J5 Id. sin lana 4 Un buey en pie, gordo 925 Id. como van al mercado 700 Vaca común gorda 534 Id. como va al mercado 4001ib., lomasaprotfmativo. lernera de un año, en pie 300 Id. como va al mercado 180 Puerco común 200 Id. como va al mercado 175 Como se ve esto es mucho mas de lo que hemos admitido, probablemente por haberse fijado en los de mayor tamaño. ( 1 ) Suponiendo el censo inexacto y que la población fuese de 120,000 almas el consumo seria sobre poco mas ó menos de 12 kil. "1 % ■ULE— JT 376 AGRICULTURA CHILENA. G-í Cfi-fOOSOT-OOSCOOOOi- C5« / «o-^iO'OíO-ímfO'üCJOi- O N i o co m x o j: — o: ro •.' ci m wo.íi-'-ajmr-racooo co ^ >c; -g co O ís_Q a a CO a a U5 "3 £.« 3^3^2.2 gS3 'soaanieg CS CS cr> -3" a O ■saÁ3tiq i sbob\ I WS' •S0J9UJE[) o 3 ai . Jg ¿3 ^ 3 PS H -¡ ü OJ cu c¿0 O O H a c «o ©< - I 0>fli0«0' M «O CO s»> II o a. . T3 ~ CS « • C3 2 C O J « D c j« te.™ = ccr; xi .2 fe '£, E5. E& Si|¡'3SSa|Sg'§ j (73 000 en > S3 ce m a •soaatuTjg saÁouq i s*i o i m B- -"O — O — 3 ¡ )g © g '¡3 ; SO P» "9^ 1- 3 _< oí) a) ft •• ^ § ffl ~ || § I Ü^ > t ■§ 10 co g ■* oT P* lll III' o -*> © PhO tí. ^'O ¡o lll I- Si na o co eo ,ra - lStí fl M ü 3 t£ -1 m » ^ O -CB O S5 t/5 3 §.§ « *¿ ai a ■£ o o c — u rt o — ü "O «,,•0 2.S3 5 I DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. 377 La cantidad, como se comprende fácilmente, es en San- tiago mucho mas grande, se eleva á 49 kil. por persona y sin embargo es menor que en Paris que era en la misma época, es decir en 1858, de 65 kil. 5 pero observamos de nuevo que en la primera de estas capitales el charqui entra por mucho en el alimento de todas las clases de la sociedad, lo que daria un resultado poco inferior á la de la segunda, sobre todo si tenemos en cuenta ¡a población flotante que es siempre tan considerable en la capital de Francia. En Santiago se hace también un gran consumo de carne de puerco y en el mismo año ascendió á 680, 000 kil., lo que da 4 kil. y medio por persona : en Paris esta cantidad es un poco mas de 11 kil. (1). Chile ha carecido de matadero durante mucho tiempo. En las provincias cada individuo que tenia un animal y quería venderle al por menor le mataba delante de la puerta de su casa clavándole un cuchillo en el corazón, sin preo- cuparse por los peligros que de esto podían resultar; y nosotros hemos visto practicar todavía esta costumbre en Valdivia y en otras pequeñas ciudades. En las grandes y sobre todo en Santiago, Yaiparaiso, etc., esta operación se ejecutaba en patios en medio del lodo procedente del agua y de la sangre de los animales. Las personas encargadas de matarlo.' \ recibían real y medio por cada buey, y estos des- (1) El M rcurio de Valparaíso n° 9407, ha tratado de apreciar comparati- vamente q] consumo que se hace de carnes en Santiago y en Londres, pero ha partido del principio en nuestro concepto inadmisible, de que los bueyes y las vacas de Chile son tan fuertes y tan pesados como los de Inglaterra, y ha valuado que tienen 350 libras de carne limpia, lo que es demasiado poco como término de comparación y probablemente mucho respecto de la raza bovina de Chile. También ha dicho que el habitante de Santiago comia el doble de carne que el de Londres, lo que no puede ser. Nosotros creemos aproximarnos mas á la verdad adoptando el peso de 270 libras para los bueyes y el de 25 para los carneros, aunque no admitamos en las provincias mas que 20 para los carneros y 260 para la raza bovina; pero es sabido que los animales domésticos siempre mas cuidados pesan algo mas en los alre- dedores de Santiago. 378 AGRICULTURA CHILENA. pues de estar lavados los llevaban á lomos de caballo á la plaza de abasto ó á las carnicerías llamadas pósitos; y en estos pósitos es donde se cortaba la carne con una destreza notable, dando á cada trozo su nombre particular y un pre- cio diferente. Este sistema bastante sucio de preparar la carne, ha sido muy mejorado desde hace algunos años, sobre todo desde que se abrieron carnicerías inglesas en Valparaíso y en Santiago. Apesar de esto, las municipalidades han creído deber fijar su atención en esta industria y hoy dia funcionan mataderos perfectamente organizados en estas dos grandes ciudades; el matadero de Santiago que don Benjamín Vi- cuña ha visitado después de haber recorrido como buen observador algunos de los que existen en Europa, y especial- mente el de Grenelle de Paris, le ha parecido inmejorable por la buena distribución de sus diversos compartimentos y por el orden que reina en el trabajo. En 1850 aprobó el gobierno el reglamento que le fué presentado por la munici- palidad relativo á las obligaciones de sus empleados, todos nombrados por la misma ó por el subastador de los dere- chos. Estos empleados son : Administrador residente en el establecimiento, encargado de la dirección y de todo el material al mismo tiempo que de recibir diariamente los derechos de matanza, carne muerta y peletería con arreglo al boletín del portero que indica la cantidad y calidad de los animales entrados. Teniente de abastos. Habita también en el estabk'cimiento y está encargado de la parte económica de los matanceros, de vigilar la ejecución del reglamento interior, de hacer pagar las multas á los contraventores, y por último de mantener la servidumbre necesaria en el establecimiento, y su limpieza. Albéitar. Su misión es la de examinar á los animales antes del degüello para ver el estado de salud en que se hallan, y después que están muertos, la carne antes de que vaya al abasto. En caso de una enfermedad interior la carne DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS es enterrada, y si el introductor ha ocultado la enfermedad es condenado á pagar una multa de 50 p. ó á dos años de presidio. Portero. Custodia las puertas de entrada, anota con cui- dado la calidad y la clase de animales que recibe dando un recibo detallado al introductor, y vigila á los sirvientes del establecimiento dándoles cuenta de los trabajos ordenados por el administrador é impidiendo que los animales sean maltratados : por último hay cierto número de sirvientes encargados de la matanza y de la limpieza del estableci- miento. Los animales entran por la mañana y son muertos con el Combo durante el dia, pero después de haber permanecido veinticuatro horas en el corral : y conducidos inmediata- mente en una carretilla al plano inclinado para su limpieza y llevados después suspendidos y no unos encima de otros á los mercados ó á las carnicerías. Ninguna carne puede ser vendida si no proviene de un animal degollado en el ma- tadero público. Así pues vemos por la primera vez un re- glamento formal sobre las atribuciones de un administrador, sobre la vigilancia personal, la salubridad y la limpieza de estos establecimientos, sobre la seguridad respecto del der- retimiento del sebo , y las disposiciones restrictivas y las penas severas contra los empleados y los introductores de animales reconocidos como enfermos. Las carnicerías no han estado menos regularizados que los mataderos. Los primeros conquistadores que empleaban para todo ese espíritu de orden personificado en la muni- cipalidad, establecieron una bajo la salvaguardia del Alarife, pero bien pronto la abundancia de animales fué causa de que cada propietarios vendiese los suyos, los carneros ente- ros, lo que era un mal para los pobres que no estaban en posición de hacer esta compra. Para evitarlo muchos presidentes y sobre todo en 16M Antonio de Acuña y Cabrera estimularon á diferentes hacen- : §5¡ EjD. . ':.■ 380 AGRICULTURA CHILENA. 1 dados para que abriesen carnicerías y vendiesen en ellas la carne al por menor. Esta idea no obtuvo iodos los resulta- dos apetecidos. En 1684 fué nuevamente adoptada por el presidente Meneses y por Novamerquende en 16Ü8, los que daban tanta importancia á estas creaciones que las alegaban como un mérito á los ojos del Rey de España. Mas tarde se construyeron para este uso puestos de madera en la gran- plaza que servia entonces de recova á todos ios objetos de! uso doméstico. Pero aunque existia este gran mercado, algu- noshacendados continuaban vendiendo sus productosen sus casas. A fines del siglo XVIII no era todavía raro ver en la puerta principal de las casas de la alta nobleza, cantidades de carne que un criado ó cualquiera otra persona vendia á los consumidores regateando su precio. La independencia modificó sensiblemente este uso como tantos otros, el cual sin embargo ofrecía una verdadera ventaja, dando la carne mas barata, puesto que por un lado habia competencia entre los productores, y por el otro no necesitaban estos de inter- mediarios para conseguir su objeto. Este era uno de los motivos que alegaba Infante como vocal de la Junta en 1825 para no firmar el decreto que impedia á todo parti- cular la venta en su casa de la carne y de otros objetos ali- menticios. Habiendo sido destruidos los baratillos de la plaza grande i'uó ¡levada la recova á un sitio que se destinó para estas ventas al pié del gran puente, y la carne tuvo su puesto al lado de las legumbres, etc. Esto no impidió sin embargo que continuasen abiertas carnicerías en los diferentes barrios á voluntad de los interesados. En 1841 babia 53 y sobre poco mas ó menos 00 vendedores en la recova. Como no se lía formado nunca ninguna corporación para esplotav esta in- dustria, ningún monopolio ha contrariado la venta, y esta no >e ha visto tampoco sometida á un precio íijado por la administración poco dispuesta á limitar sus beneficios, no se hace al peso sino casi siempre á la simple vista y á DE LOS ANIMALES DOMÉSTICOS. 'V'V 381 precio variable según las partes que se desean (1). Todo lo que queda á las 11 de la mañana se vende á precios redu- cidos, y los pobres y las personas poco acomodadas se apre- suran a ir á la plaza para aprovecharse de la baratura. A esto esa lo que llaman en Santiago el farteo. Se calcula que cada animal vacuno deja un peso de ganancia á su ven- dedor. Las carnicerías pagan un derecho municipal de 4 reales por cada buey, 5 por el cuero, medio por cada carnero y un cuartillo por la piel. Los que tienen puesto en la plaza de abasto pagan ademas un real al dia por derecho de asiento. Los subastaderos de carne muerta y peletería son los que perciben esta contribución. Para cobrarla tienen cuatro per- sonas pagadas á razón de 18 á 20 pesos al mes, dos encar- gadas de las carnicerías de la ciudad y las otras dos están en la puerta de la recova para anotar los nombres de los que llevan carne. Los animales domésticos entran en Chile libres de lodo derecho fiscal. Este privilegio no data mas que desde el reglamento de comercio de 1813, época en la que el espíritu innovador de los grandes patriotas en los que la revolución se habia encarnado, abrigaba miras estensas sobre todo lo que podia activar el progreso del pais. Sin embargo encon- trándose los hacendados lastimados en sus intereses, el go- bierno de Prieto restableció por un decreto fechado en se- tiembre de 1832 este sistema prohibitivo renovando por lo menos los antiguos derechos en favor del fisco y de la agri- cultura. Desde entonces hubo que pagar por cada animal que entraba, una cuota con arreglo á su calidad-, á saber (1) Así en 1840 el hueso del medio se pagaba 1 real , el hueso del charcon, entero real y medio; la tira arqueada, real y medio; la id. de la derecha, 1 real ; el guachalomo, real y medio-, el lomo, 2 rs.; el lomo de barriga entera, real y medio; la picana, t real. Este era el precio de la carnicería de la calle de Santo-Domingo que era la mas barata de todas las de Santiago é igual al de las ramadas de los campos en donde se beneficia el charqui. Hoy dia el precio en estas ramadas es, á lo méuus, una vez mas caro. 382 AGRICULTURA CHILENA. ! I .';'.:. 4pesos por un buey, 2 pesos por un caballo ó una muía, i peso por un burro y 4 reales por un carnero. Este derecho ha continuado satisfaciéndose hasta 1853, época en la que el gran comercio que empezó á hacerse con la California dis- minuyó considerablemente el ganado en Chile, y el go- bierno interesado por este comercio y por el de los hacen- dados que habían multiplicado y ensanchado sus potreros artificiales le derrogó de nuevo á pesar de sufrir una pér- dida anual, la que valuada sobre el producto de 1852 ascen- día a 16,724 pesos. Desde la publicación de este decreto, los animales pueden entrar en Chile con toda libertad. Las ventas se hacen amistosamente sin que haya leyes especia- les, a no ser las del código civil, que protejan á los compra- dores cuando estos sufren los efectos de una superchería. Los animales que entran en los mataderos de Santiago son ciertamente examinados por un albéitar, pero esto no es mas que una medida municipal, y exclusivamente afectada á este establecimiento. Solo un código rural podrá reglamentar y regularizar estas clases de ventas sujetas á numerosos abu- sos, por la habilidad que tienen los vendedores para desha- cerse de animales defectuosos ó amagados por algunas de esas enfermedades que no se manifiestan sino ai cabo de algún tiempo. El comercio de los caballos, por ejemplo, da lugar a muchos de estos abusos que seria conveniente im- pedir; y lo mismo los establecimientos de los mataderos públicos que sirven de punto de reunión á los cortadores y abasteros favoreciéndoles para dar curso á sus instintos de ínteres y de monopolio. 1 VZ1 CAPITULO XXII DEL CABALLO. Existencia del caballo, en Chile, en la época anti-diluviana. — Raza del pais. — Su origen.— Facilidad con que se han multiplicado.— Cualidades que le distinguen. — Su economía. — Introducción de razas estranjeras.— Utilidad que se puede esperar de ellas. — Del asno. — De la muía. El nuevo mundo ha poseído un caballo especial (equus americanus) que antiguamente pacia en las vastas llanuras nunca pisadas por los pies del hombre, al menos del que pertenece á nuestra época geológica. Viviendo en uno de los períodos en los que la tierra no había recibido todavía su forma actual, ha debido sufrir las consecuencias á que la Providencia le destinaba, y, como tantos otros seres de la creación anti-diluviana, desaparecer completamente en medio de sus grandes cataclismos. Los caballos eran pues desconocidos de los habitantes de América antes de la llegada de los Españoles, pero después de esta época se han multiplicado de tal manera que en algu- nas localidades vivían enteramente libres é independientes, errantes en manadas numerosas por las estensas llanuras siempre cubiertas de un abundante y nutritivo pasto. Gracias á este nuevo género de vida y gracias también á la mortandad de los endebles y enfermizos que no pueden resistir á los bruscos cambios de la temperatura, la raza se ha regenerado en vigor y en actividad , aunque ha perdido una parte de la í vileza de sus formas (1). (1) No he tenido ocasión de ver los caballos salvajes llamados casta por los Araucanos, pero los indios de la frontera de Chile á quienes he podido consultar, me ban dicho que eran mas grandes, de color overo, pocas veces negro, pudiéndose muy bien reconocerlos por su gran cabeza. Permanecen T8^ 38A AGRICULTURA CHILENA. ■ Habiendo salido de Cádiz ó de sus cercanías los primeros navios que llevaron á América á ios conquistadores, nada mas natural que creer que los caballos embarcados perte- necían á la hermosa raza andaluza tan estimada en otro tiempo y aun en el dia no solo en España, sino también en toda Europa. Debían su reputación menos á su forma que, aunque bella, no estaba exenta de defectos, que á su carácter inteligente, vivo, dócil y fogoso, cualidades que les hacían estimadamente preciosos en las primeras guerras de lacon- quista. Con efecto los vemos asociarse bravamente á ¡as espediciones de sus jinetes, tomar parte activa en los com- bates que provocaban ó sostenían, y llegar á ser, como se decia entonces, el verdadero nervio de la guerra. Los caballos chilenos partenecen evidentemente á esta raza. Los primeros llegaron con Almagro, pero Valdivia fué quien los introdujo en eantidad para poder enriquecer con ellos el pais. Las guerras que se vio en la necesidad de sos- tener le hicieron perder un crecido número de ellos y desde luego escasearon de tal modo que se vendían hasta á mil cas- tellanos, es decir 1,375 pesos cada uno. La municipalidad, en aquella época, autoridad todo poderosa, para poner remedio á este apuro, ordenó en 1550 que todos los habitantes ad- quiriesen yeguas destinándolas á la procreación, previsión ocultos durante el dia y salen por la noche para comer. En sus carreras una manada no se compone mas que de hembras guiadas por un solo macho cue va a su cabeza en calidad de esplorador, para atacar á cualquier otro macho que quiera disputárselas ó para advertirlas al mas leve peliero Para apo- derarse de ellos forman los indios un vasto círculo que estrechan mas y mas dando grandes gritos á fin de encerrarlos y echarles el lazo ó las bolas -"otras veces se esconden cerca de los senderos que estas manadas tienen ía cosí lumbre de seguir y logran cuando pasan apoderarse de ellos con el mismo sistema Lo que dice de Azara acerca de su destreza para llevarse tras sí los cabaiios domésticos y las muías, es verdad , sinembargo esto no lo hacen mas que cuando van solos, pero cuando los acompañan algunos hombres huyen le .mismo que al asaltarles el mas leve temor con una rapidez estremada \ con la rap.dez de una bala de fusil, me decían los indios que me comunicaron DEL CABALLO. afortunadamente no de absoluta necesidad porque el año si- guiente llegaron 400 del Perú conducidos por Francisco Villega y Diego Maldonado con los 200 hombres que fueron á alistar. Desde entonces se halló Chile en posesión de un animal que debia contribuir con mucho á su civilización, y se ge- neralizó en poco tiempo con tal abundancia que, según Olavarria, en 1594 y en los alrededores de Santiago habia considerables cantidades de cimarrones que se vendían á un precio muy módico. Sin embargo las guerras continuas de los conquistadores con los Araucanos ocasionaban un con- sumo muy grande. En sus espediciones, llevaba algunas veces cada soldado hasta quince para su solo servicio, y si á este número añadimos el interés que tenían los indios en robárselos, no admirara á nadie que en ciertas circunstancias escasearan hasta el punto de obligar á los hacendados á ocuparse de su crianza. A causa de esta escasez y de semejante consumo, el presi- dente don Alonso García Ramón pidió en 1608 una real cédula al Rey para poder obtener de Tucuman 500 cada año, comprometiéndose á pagarlos á un precio razonable. En- tonces se vendían en Santiago á lo patacones (17 pesos) y á pesar de este precio subido se temía que al cabo de algún tiempo llegasen á faltar completamente, porque los hacen- dados se consagraban con especialidad á la crianza de las muías. Hubo un tiempo en Europa en el que todos los eclesiás- ticos, jurisconsultos y miembros del parlamento, debían servirse de estos animales para montar ó para engancharlos en sus carruajes. Esta costumbre adoptada igualmente en América por los magistrados y ]p clase media, fué causa de que con preferencia se dedicasen muchos á la crianza de las muías, industria importantísima en un país donde el mal estado de los caminos y la impetuosidad de los ríos no per- mitía el tránsito de las carretas mas que por e! camino de AGRICULTURA, 25 L'JfPl ; m 388 AGRICULTURA CHILENA. Santiago á Valparaíso. Para poner fin á esta penuria, tanto mas amenazadora, cuanto que por la falta de personas, diez- madas por las guerras, la mayor parte de los caballos eran cimarrones, el presidente Jaraquemada, imitando la deter- minación que habia tomado Felipe líí respecto de los coches particulares en España, prohibió en 1611 á todos los sa- cerdotes, frailes y particulares andar por las calles en muía á no ser en traje de camino consintiéndoles solo pasear á ca- ballo (1). Mas tarde el presidente Garro y otros renovaron esta ordenanza y publicaron otras contra los raptores de caballos que eran bastante numerosos. Con arreglo á estas ordenanzas cualquier paisano convicto de uno de estos robos por la tercera vez era condenado á muerte y la misma pena sofrian los militares y los indios en caso de reincidencia. No cabe duda de que por estas causas la raza chilena no ha adquirido todas las variaciones de forma que se hallan en los demás países tan admirablemente adaptadas á los di- versos usos á que son destinadas. Empleados esclusivamente como caballos de silla y nunca de tiro, han perdido por falta de cuidado la elegancia andaluza que antiguamente hacia de ellos animales de lujo, pero en cambio han conser- vado y mejorado las cualidades de fuerza moral que hacen del caballo árabe, del que son originarios, una de las con- quistas mas preciosas. El caballo chileno es en efecto estre- madameníe activo, sobrio y muy apropósito para soportar el hambre y las fatigas, pasando dias enteros sin comer y pudiendo andar de 25 á 30 leguas sin detenerse. Es muy común verlos ir desde Santiago á Valparaíso en un dia á pesar de su escaso alimento, y sin embargo su aspecto no indica estas cualidades. Son pequeños, como iodos los ani- males acostumbrados á los cerros, rechonchos cuando están (1) Los Araucanos, que no necesitaban muías por carecer de comercio, se consagraban mas particularmente á la crianza de ios caballos, resultando de esto que entre ellos se multiplicaron mucho estos animales cuando compara- tivamente escaseaban en Chile. DEL CABALLO. bien nutridos, de cabeza grande, y cuello corto, grueso, mas bien triangular que largo como le representa la lámina 8 de nuestro Atlas. Sus lomos son un poco hundidos, estrecha el anca, pero en general la constitución de su pecho ver- dadero carácter de un buen caballo de carrera, es vigoroso y esto es lo que desea el Chileno, que busca siempre en el caballo pecho ancho y angosto lujar. Sus piernas son bas- tantes musculosas, sus corvejones estrechos, pero de tanta solidez que, como á los caballos árabes, cuando van á todo escape se los puede detener, ó hacerlos bajar al mismo paso desde lo alto de las colinas sin ningún accidente. Sus cascos son muy duros, razón por la cual no los hierran á veces en el eampo sobre todo cuando se han criado en las montañas y especialmente en las de Chuapa, Hlapel , Petorca, etc. Estos gozan de una grande y justa reputación no solo por la dureza de sus cascos sino por la seguridad de sus pies, lo que es muy necesario en aquellos terrenos ásperos y mon- tañosos. En el Sur carecen estos cascos de las citadas cuali- dades y son al contrario anchos y poco duros por motivo de sus terrenos llanos y húmedos, pero su talla es algo mas grande, según lo que me decían algunos militares los caballos no se hallan mas cuidados en Chile que los otros animales. Si algunos permanecen en la caballeriza, la mayor parte de ellos pacen libremente en los potreros ó en las montañas. Las yeguas, casi sin escepciones, son rele- gadas en malas estancias como animales de una utilidad pasajera, porque los Chilenos, y aun los mas pobres, tienen una invencible repugnancia en montarlas. Todas las preo- cupaciones de la edad media se hallan entre ellos tan vivas y tan austeras como hace tres ó cuatro siglos en la alta aris- tocracia europea, y para no ponerse en ridículo, los estran- jeros establecidos en el país se veo obligados á conformarse con esta singular costumbre, usada no ha mucho todavía entre ios Españoles. Y sin embargo en Portugal, nación tan vecina de España, no ha dominado nunca esta manía i»€»? T** 388 AGRICULTURA. CHILENA. i 1 Lejos de rechazarlas los portugueses las buscan par su gran rapidez, y los guardianes de las recuas las prefieren á los caballos mucho mas difíciles de manejar. Las yeguas sirven solo para la trilla y la procreación. Con este último fin se conservan un cierto de ellas, y según la abundancia de pastos que hay en la estancia, dos, tres, ó cuatro caballos que, como los salvajes, guian sus manadas tan bien como podria hacerlo un arriero, conduciéndolas á los parajes mas provistos de yerba. En el invierno perma- necen por regla general los caballos en la caballeriza y allí los alimentan con paja y cebada, pero las yeguas quedan durante todo el año espuestas á las intemperies de la atmós- fera, lo que indudablemente debe influir en la salud y en la constitución de los potros. Hay hacendados, sin embargo, que procuran reunir algunas yeguas en sitios abrigados y de este modo evitan los enunciados inconvenientes y obtie- nen crias mucho mejores. Hubo un tiempo en el que muchos de estos hacendados hacian cuestión de amor propio la posesión de hermosos caballos de lujo. Cuando la monarquía española dominaba en el pais, en la época de la fiesta de Santiago y en la pro- cesión del estandarte real, asistía á estas ceremonias la no- bleza y la clase media mas distinguida, ó enviaban sus ca- ballos soberbiamente enjaezados y conducidos del diestro por sus criados vestidos con elegantes libreas. Para este objeto sostenían con gran cuidado algunos magníficos re- productores , procurando conservar sus crias en toda su pureza y negándose á propagarlas entre sus amigos. Entre estos antiguos aficionados se distinguían Estanislao Portales, Diego Larrain, Francisco Tagies, el marques de la Pica, Juslo Salinas y otros. Pero desde la abolición de estas fiestas pocas personas han conservado esta emulación fundada mas bien en un egoísmo que en un verdadero amor á la raza. Y no es que el Chileno deje de tener afición á los caballos, por el contrario se enorgullece en poseer los mas fogosos, DEL CABALLO. 389 ios mejores; pero su indolencia ie inclina rara vez á cui- darlos y ¡e hace confiar en la bondad do su raza siempre apta para producir buenos potros por poco que los cuiden y los alimenten. Es verdad que nunca se ha mirado en Chile la industria caballar con seriedad ni bajo un punto de vista comercial; y esto no puede menos de ser así en un pais que no tiene medios de esplotarlos y donde abundan tanto y cuestan tan poco, razón por la cual apenas los emplean como animales de lujo. Cada hacendado ó inquiüno cria los que necesita para su servicio, sin reglas, sin objeto determinado, dejando casi al azar el arte de las combinaciones y no obteniendo ninguna fijeza en Jos productos á pesar de los elementos que ofrece el pais para conseguir los mejores resultados. Esta negligencia para con los caballos de montar aumen- tará á medida que se vayan multiplicando los coches de lujo y de viaje. Hace cuarenta años que todo el mundo via- jaba á caballo, lo mismo los hombres que las mujeres para las cuales había sillas poltronas ó jamúas, de modo que los caballos de montar aparecían como la expresión pura y simple de la época. En el dia se han establecido diligencias en todas partes y numerosos ferrocarriles comienzan á surcar al- gunas localidades, lo que deba necesariamente introducir una gran reforma en la educación de estos animales. En el campo habrá siempre necesidad de caballos especiales apropósito para los diversos servicios á que se los destina. Los unos son sumamente aptos para el lazo, rudo ejercicio á causa de las fuertes sacudidas que esperimentan en el momento en que el toro en medio de su precipitada car- rera es súbitamente, detenido ; otros para apartar el ganado ó para perseguirlos en los escabrosos terrenos de las cor- dilleras j otros enfln para los campesinos aficionados á las carreras, á los juegos de cabeza, de gallo, á Jas luchas cuerpo á cuerpo que llaman péchear, y á los ejercicios que hacen ejecutar á sus monturas cuando las han lanzado á , * 1 AGRICULTURA CHILENA. todo escape. Los Chilenos poseen para todo esto caballos particulares, domados desde sus primeros años con interés é inteligencia; pero para los coches de lujo, para las dili- gencias y hasta para las carretas tienen necesidad de ca- ballos especiales; y criarlos con este objeto es en el dia una de las preocupaciones de los que poseen grandes ye- guadas. Pero para conseguir este fin, necesita el caballo chileno ser muy trabajado. Generalmente pequeño y habiendo hasta ahora conservado sus cualidades esclusivas de caballo de montar como lo pruébala forma recta de sus piernas delanteras, no se conseguirá que sirva para el tiro sino cuando después de una elección inteligente se halla logrado obtener una casta de mayores proporciones, y esto no será difícil si los nutren bien en sos primeros años, porque como dicen los ingleses la talla está en la avena. Para evitarse este trabajo algunos buenos patriotas entre los que se hallan don Rafael Lar- rain, don Luis Coutiño, don Ricardo Price , la familia Gallo, etc., han introducido en el país nuevas razas, que pueden en cierto modo llenar las condiciones que exigen las nuevas necesidades. E! gobierno también se ha asociado á esta obra de regeneración mandando á buscar á Inglaterra un caballo padre y ocho yeguas de vientre escogidas entre las razas de tiro mas estimadas en Europa. Tres de estos animales y entre ellos el caballo padre, procedían de las ca- ballerizas agrícolas del príncipe Alberto y pertenecen á la raza clydesdale , otras cuatro yeguas eran de la raza pura claveland y las dos restantes de la yeguada de lord Berners y de la raza de Suffolk. El pais posee igualmente porclierons, raza muy provechosa por su rusticidad, por su entereza para resistir la fatiga y soportar una larga abstinencia. Siendo escelentes trotones, ninguno mas precioso que ellos para el servicio de las diligencias establecidas hoy en la mayor parte de las provincias de la República con gran ventaja de los viajeros. DEL CABALLO. Sin embargo es de creer que la falta de celo y la influen- cia del clima los hagan degenerar. Frecuentemente las razas son puramente locales y una prueba de esto es que en Eu- ropa cada pais y, puede decirse, cada provincia, posee la suya, y de estas provincias es de donde se sacan los caballos que se necesitan. Esta circunstancia deberia hacer reflexio- nar á los Chilenos antes de desprenderse de las cuantiosas sumas que exige la introducción de una raza en un pais, sobre todo si se contentan con caballos padres que no ofre- cerán mas que crias anómalas, porque la reunión de dos razas reclama antes que nada que el padre y la madre sean de una constitución sobre poco mas ó menos semejante. ¿No valdría mas para evitar estas dificultades conseguir la reforma deseada con los caballos del pais, ios que en su mayor parte ofrecen las condiciones necesarias? su cuello grueso, su pecho ancho, la rotundidad de su cuerpo son otras tantos cualidades y con un poco mas de fuerza y de solidez en los corvejones y con brazuelos mas cubiertos se obtendrían escelentes resultados. Pero lo primero que debe- rían hacer es no utilizar para la procreación las yeguas que han servido para trillar. Con este ejercicio estimadamente rudo los caballos de Chile han adquirido gran libertad de brazos, mucha desenvoltura y una agilidad muy preciosas para los jinetes, pero en cambio han perdido sus cualidades de caballos de tiro, y este mal es el que necesita remedio, hoy mas que nunca que el tiempo es considerado como instru- mento de valor y que un comercio activo exige mayor cele- ridad en el trasporte de las mercancías y á un precio que no podría disminuir el empleo de los bueyes ó de las muías, únicos animales ocupados hasta hace poco en este género de industria. Un pais tan adelantado como Chileno puede limitarse á poseer una sola raza, destinándola al servicio de todas las necesidades de la sociedad. La agricultura, el comercio, el lujo, el ejército son mucho mas. exigentes y reclaman instantáneamente la mejora de la raza si la ín- ^B* 392 AGRICULTURA CHILENA. troduccion de las razas adaptadas á estas especies de ejerci- cios es demasiado difícil y demasiado costosa. Los caballos ganarían muchísimo si se cambiase la ma- nera de domarlos. Actualmente domina una violencia brutal en esta importante y delicada operación. A la edad de uno ó dos años se castra al potro y se le doma á la de cuatro ó cinco. Sin embargo desde bace algún tiempo muchas per- sonas los doman á los tres años con sobrada razón, porque á esta edad pueden mejor vencerse sus inclinaciones y per- feccionarse su educación. Para domar los caballos no emplean los picadores la suavidad y el tacto con que se los trata en Europa á fin de no hacerlos viciosos y desconfiados. Allí por el contrario se pone en práctica la fuerza bruta!, y como esto ofrece un es- pectáculo divertido, los Chilenos no temen llevar este ejer- cicio al esceso para manifestar su grande habilidad d@ gineles. Desde luego empiezan por hacerlos correr en ios campos lo que ocasiona luchas violentas, cuya impresión, siempre profunda en la infancia de todos los seres sensibles, no deja de influir en su moral. Una vez cogido el potro le echan por tierra y le tapan la cabeza para introducirle por la quijada inferior una correa que pueda apretarla y comprimiría; des» pues le ponen un avío para el uso del jinete encargado de domarle. Cuando está el animal así dispuesto y el jinete montado en él, le descubren la cabeza y le hacen dar car- reras á todo escape, escitado las mas de las veces por otros ginetes que le siguen de cerca. Es un espectáculo muy cu- rioso el ver la habilidad de los domadores que parecen clavados sobre estos jóvenes caballos no acostumbrados al hombre ni mucho menos á sus cariños, y que jamas son volados á pesar de los sobresaltos peligrosos á que se hallan espuestos. Esta operación, que deja ensangrentada la boca del caballo, concluye cuando está completamente ren- dido y estropeado, para repetirse oíros varios días, unas mi DEL CABALLO. veces por medio de carreras longitudinales, ó haciéndoles dar vueltas á derecha y á izquierda, y hasta después de pa- sado algún tiempo, no les ponen el enorme y terrible bo- cado, reemplazado antes por un pedazo de madera, y cuyo hierro llena una parte de la boca. También este, al que son escesivamente sensibles, permite al jinete ejecutar todas las maniobras que son tan de su agrado y en las que se ejercita desde la infancia. Esta gran sensibilidad de los caballos es muy útil á los campesinos que, obligados á perseguir á los bueyes y otros animales por en medio de grandes barrancos, tienen necesidad de detenerse á cada instante para no pre- cipitarse por ellos, ó bien para no estrellarse en las tapias de los potreros cuando quieren coger animales caprichudos ó recalcitrantes. Es por tanto de precisión, tener cabalios de buena boca y muy dóciles, lo que no consiguen desgracia- damente mas que por medio de la fuerza, método que per- judica á la raza, fatalmente dominada por esta mala edu- cación. Las yeguas, ocupadas esclusivamenle en los duros trabajos déla trilla, han contribuido también á deteriorarla haciéndole perder algunas de sus bellas cualidades físicas. Los jinetes usan en la ciudad sillas europeas, pero apenas salen de ella no emplean otros arreos que los de los cam- pesinos. Estos arreos se llaman avío y cuestan á los inqui- linos y á los sirvientes de 25 á 30 p. porque el freno tiene siempre algo de plata, y á los particulares 60 p., habiendo algunos que cuestan hasta 500 por tener espuelas todas de plata, muchas veces del peso de ocho y diez marcos. Este avío se compone de una enjalma de cuero y madera debajo de la cual se ponen tres ó cuatro peliones y otros tantos encima, pero mejores, y cuyo precio sube algunas veces á una, dos y tres onzas cada una (1). Por ser muy pesado y (1) La palabra pellón es completamente americana y es probable que su procedencia sea de la palabra piel, porque los pellones están hechos con piel. Pero es de advertir que las sillas en forma de sillón con respaldo que usan ías señoras y que antiguamente servían para el mismo objeto en Eu- ropa se llamaban Pilions, ■ AGRICULTURA CHILENA. de mucho bulto, molesta á los caballos, y el jinete, que en- cuentra en él mas solidez que en las otras sillas, se ve obli- gado á tener constantemente muy separadas las piernas Por eso usan grandes espuelas con una rodaja de 12 á 15 cerní metros de diámetro y puntas muy agudas para poder agui- jonear á su gusto á los pobres caballos. No pudiendo avi- varlos con sus piernas, se sirven sin piedad de las dichas espuelas y para detenerlos de pronto recogen la brida em pleada también para obligarlos á andar al paso ó al galope Esta brida es de correas trenzadas y se halla provista de un bocado del peso de 8 á 12 libras que martiriza sin piedad la boca de los pobres animales. A todos estos objetos de mucho peso es necesario ademas añadir el de los grandes estribos de madera, de una forma casi triangular, y el de las alforjas, complemento del avío destinado á contener los víveres para el día, porque el jinete no se detiene casi nunca mientras viaja, pues come á caballo y entre tanto el ani- mal permanece en la mas completa abstinencia. Pero aun en este caso, pueden darse por contentos los que no esíán leños de mataduras en el lomo : de todos modos sus dueños ios consideran por so poco valor, indignos de ocupar su atención, reproche que se ha de hacer á los campesinos chilenos siempre dispuestos á maltratar á ese fie! compa- nero de sus trabajos y de sus viajes, y del que muchas veces no se apean, durante el año, mas que para comer v dormir. El uso de los abultados avíos que obligan al jinete á llevar muy separadas las piernas hace que los Chilenos al revés de lo que se practica en Europa, no saquen los pies hacia fuera y pongan las piernas hacia delante, lo que quita mucha gracia á su postura. Para ellos la principal cualidad del jinete es la solidez y esta cualidad ¡a poseen en grado superlativo. Acostumbrados desde la infancia á los mas va- nados ejercicios, no tardan en adquirir una firmeza que los impulsa á ejecutar juegos algunas veces muy peligrosos. DEL CABALLO. 395 Puede decirse que casi todas sus diversiones son á caballo, sobre todo antes que la independencia introdujese en el pais la multitud de esíranjeros mucho menos aficionados que ellos á esta clase de ejercicios ecuestres. Luchan caballo contra caballo y por el cuello y el pescuezo, lo que se llama pechear, hasta que uno de los dos cede á impulsos del otro : cogidos dos jinetes á una sola correa corren juntos hasta que uno queda vencido, y algunas veces recogen del suelo á la carrera objetos de poco volumen (1). Muy aficionados á las carreras por las cuales hacen apues- tas de mucho valor tienen por jokeis muchachos que saben sacar todo el partido posible de los caballos. No hay duda de que los caballos de Chile no valen lo que Sos ingleses, que á veces recorren us kilómetro, 609 metros en un minuto y hasta algo mas, como lo han hecho Eclipse, Quibbler, ele, pero si durase mucho tiempo una carrera, los caballos in- gleses serian sobrepujados por los caballos chilenos. Esías carreras no se parecen en nada á las que se verifican en Europa. No corren nunca á un tiempo mas que dos caballos y la distancia que andan es muy corta, solamente algunas cuadras, sistema vicioso que impide al anima! adquirirla rapidez que adquirirla si esta distancia fuese mucho mas larga. Los Araucanos llenan, respecto de esle particular, todas las exigencias. Sus carreras son muy largas y frecuen- temente á través de obstáculos y de colinas mas ó menos escarpadas. Por lo demás estos indios han llegado á ser jinetes de una habilidad tal que dejan muy atrás á los Chi- lenos. Su caballería lucha ventajosamente contra la de estos y lograrían dispersarla con facilidad si la infantería que les arredra mucho no acudiese á prestarle su poderoso ausiüo. Los arreos de sus caballos son también mucho mas senci- llos, dos tablas cubiertas por arriba y por abajo con un pelion (1) Las diferentes láminas de nuestro Atlas dan una idea del modo que se tiene de ensillar los caballos y de los diversos ejercicios que con ellos se hacen sobre todo las láminas noí 9, 19, 33, etc. AGK1CDLTUIU CHILENA. sirven de silla, sus estribos son aros de madera suficiente- mente anchos para q„e pneda entrar por ellos ei dedo ,ordo de pie y la b„ a se reduce á «na simple correa (,„e rodean a la quijada inferior del caballo. Como se ve, emplean a pnm, iva brida de los Árabes, de los Egipcios, de losEtn,'- ía ¿ontera " "" '^ *"" " *"** mnchos llenos de ios caballos son alimentados casi siempre con pas.o verde. Solo los que se hallan en las ciudades comen en pe- sebres, cebada mezclada con paja para que sea la primera mas d.gcst.vay puedan mascarla mejor; ademas la Bucen alternar con yerba fresca y en las buenas estaciones los en- vían a los potreros donde engordan en muy pocas semanas. Los alrededores de las ciudades están llenos de estos na- ceros que reciben los caballos por un precio variable según a .mpor,ailc¡ad ,„ c¡U(Ja(| e[¡ CQy;¡ ^.^ ^^ tn 84) se pagaba en Santiago nn peso al mes, pero este pre- c.o h subido. En Valparaíso, en donde todo es muy caro paga la municipalidad por los caballos de la policía un me- ció max.mo de 30 centavos ó dos reales y medio cada L\ el alimento que les dan consiste en JO libras de afrecho la misma cantidad de paja blanca y 4 libras de alfalfa seca. Cuando se quiere en los potreros, en los campos ó en los viajes que no se aleje ningún caballo, le traban las piernas delanteras con una correa ó manea que le detiene sin ■mped.rle buscar s» yerba. Esto es lo que se hacia en los tiempos primitivos y lo que todavía se practica en algunos parajes del Asia. ° Esta vida de libertad á la que los caballos están acostum- brados desde los primeros tiempos les ha dado esa robustez V esa constitución que hace que no se hallan espuestos á sufrir la mayor parte de las enfermedades á que eslán su- ge. os los caballos europeos. Si» embargo la utilidad de un veterinario es muy grande sobro todo boy en las grandes capitales, como Valparaíso, Santiago y otras que á causa de DEL CABALLO, los coches de lujo necesitan muchos cabaüos de valor. Tara- bien seria muy útil un buen herrador. Aunque en los campos no haya siempre la costumbre de herrar á los caballos, sin embargo empieza á hacerse esto aun en las mas pequeñas aldeas. Este uso existe desde los primeros años de la con- quista, época en la que las cuatro herraduras costábanla rea- les, y se sabe que algunas veces volvían los conquistadores al Perú llevando sus caballos con herraduras de plata y aun de oro, no por lujo como lo hacían el pródigo Nerón ó la emperatriz Poppea, sino con la esperanza de hacer llegar á su destino estos preciosos metales, á pesar de la pérdida que debian esperimentar atravesando terrenos duros y pe- dregosos. El precio de los caballos ha variado también según las épocas y las localidades. Al principio de la conquista, como hemos dicho, costaban hasía 1,300 p., pero no tardaron en bajar de precio, y en 1608, época en la que la procreación de muías llamaba mas la atención, costaban todavía 45 pa- tacones (algo mas de 17 p.), pero cincuenta años después y aun antes e! ejército no los pagaba mas que á 2 ó 3. Pos- teriormente no se elevó su precio mas que de 4 á 5 p. y en 1747 se compraban los chucarrones á 4 reales solamente. Las guerras de la independencia que inutilizaron muchos los subieron á 10 p., precio en el que por lo general se han mantenido al menos en las provincias centrales de la Repú- blica, porque en el Norte son mas caros y en el Sur mas baratos, hasta tal punto que yo he alcanzado á ver algunos pobres mendigar á caballo por las calles. Los precios que acabamos de consignar son los que se pa- gan , sobre poco mas ó menos, por los caballos ordinarios, por- que los caballos que montan los amos valen á veces muchos centenares de pesos-, son relativos también á las ventas en particular y no á las venías en masa cuando pertenecen á una hacienda, porque entonces son tasados á precios mas ínfimos según la situación de la hacienda. En cuanto á las yeguas no 398 AGRICULTURA CHILENA. cuestan apenas mas que la mitad ó la tercera parte que Jos caballos. Como hemos espuesto, Chile no posee mas que una raza de caballos y seria difícil señalar la provincia á que per- tenecen viéndolos por la primera vez, como lo hacen en * rancia todos los peritos. Lo único en que se diferencian es en ios cascos mas estrechos, mas redondos y mas duros en los deí Norte y mas anchos y mas blandos en los del Sur. En cuanto á lo demás las variaciones son un puro capricho de la naturaleza. Sin embargo la isla de Ch'iloe ofrece el singular fenómeno, que se encuentra en Córcega, en Shet- land, en Irlanda y en otras muchas islas, de producir esos pequeños caballos que se domestican para el uso de los unios. Aunque pequeños son fuertes, muy sólidos, y no es raro hallarlos en las provincias procedentes de la citada isla, ó de las islas vecinas. ASNO. Este animal no ha sido nunca común en los puntos cen- trales de Chile ni en los del Sur á causa de la gran mul- tiplicación de los caballos y de fas muías, ñero en el Norte donde d agua y el pasto escasean tanto, ha sido necesario recurrir á él y por este motivo su servicio se ha sostenido hasta el día. Ningún animal es efectivamente mas útil que el asno en los países pobres y que carecen de todo. Sumamente sobrio y sufrido y muy duro para el trabajo, vive de todo lo que encuentra, soportando el hambre y la sed con la mas humilde resignación, y recibiendo sin sufrir mucho, todos esos malos é injustos tratamientos que ei hombre no deja de aplicarle. I sin embargo á no existir el caballo seria un animal de un grandísimo precio, no solamente por los inmensos servicios que nos prestarla, sino también por su forma y su modo de andar, lo que se puede fácilmente apreciar en los países en DEL CABALLO. donde están bien alimentados y bien cuidados. ¿Cuáles el viajero que al recorrer el Oriente no lia admirado con suma satisfacción la soberbia raza que allí se cria, y que los altos personajes no se desdeñan en montar en sus correrías cam- pestres á pesar de la superioridad de sus caballos? Los asnos en Chile se hallan pues relegados en gran parte á los desiertos del Norte en donde prestan servicios consi- derables. Ellos son los encargados de llevar el agua y la leña á las minas y algunas veces hasta conducen los minerales á los ingenios. Para este trabajo tienen una gran ventaja sobre las muías, desde luego porque se íes puede alimentar con mas facilidad y después porque sus cascos menos aplastados pueden soportar los terrenos mas duros, los mas pedregosos sin necesidad de ser herrados; y por sus lomos de piel fuerte casi incapaz de ser estropeada por su mala albarda, ¡o que no sucede á la muía, cuyos lomos, mas delicados, se hallan cubiertos frecuentemente de horrorosas mataduras. En Copiapó eran antiguamente estos animales mucho mas numerosos que hoy en día, porque los ferrocarriles y las car- retas desempeñan una parte de su trabajo. En 1838 se con- taban todavía mas de 2000 en la sola hacienda de Ramadilla, y en las demás habia también un crecido número de ellos. Su talla es bastante grande y cargan ordinariamente dos quintales, algunas veces tres y llegan á cargar hasta cuatro. En las minas los mantienen con cebada y paja, pero en los campos viven algún tiempo en libertad comiendo las chepicas (paspalus) rústicas y los tallos de la brea (Tessaria ahsinlhióides) cuando son tiernos : en la travesía que con- duce desde Copiapó áHuasco encuentran la jarilla ó el cardo, que comen comunmente á pesar de las espinas bastante fuertes con que se halla armada esta última planta. Es dudoso que las muías pueden contentarse y soportar un alimento seme- jante, y frecuentemente hasta tienen necesidad de privarse de comer y de beber, no encontrando entonces mas que al- gunos troncos de árboles para aplacar su hambre. or T*^ éoo AGRICULTURA CHILENA. Sobre poco mas ó menos á la edad de dos años es cuando se dedican los asnos al trabajo y se logra fácilmente do- mesticarlos gracias al estado social en que han vivido siem- pre en medio de ios peones y de los arrieros; los que se hallaban en el estado salvaje y que se veían antiguamente siendo en el dia muy raros, eran los únicos que tenían ne- cesidad de algunas atenciones. Cuando los asnos van en recua necesitan como las muías de una madrina para que los guie y para desempeñar esfe oficio se escoge una burra vieja y puntera de cuyo cuello cuelgan también una sonsonera por mas que, por e! contra- rio de lo que sucede á la muía, sean insensibles á su sonido. Esta madrina no es en modo alguno mejor cuidada: algunas veces hasta le ponen carga y en todo caso va casi siempre llevada del ramal por el madrinero. La procreación de los asnos tiene logar en los campos con el vigor que se reconoce a los machos. Ni este, ni la hembra, ni mucho menos el pollino que debe nacer dan el menor cuidado, ni se loma con ellos la menor precaución. La fuerza de su constitución dura y rústica suple á todo. Los machos son castrados muy rara vez y viven constante- mente en medio de las hembras. No están sugetos á nin- guna enfermedad endémica y solo rara vez á una especie de enfermedad que les hace perder los pelos de los lomos. Esta enfermedad se llama en el pais el Aristin, especie de sarna á la cual se hallan espuestos también los caballos mas ó menos albinos. También se han visto algunos á los que ha sido preciso matar por estar atacados de hidrofobia pro- bablemente por haber sido mordidos por un perro rabioso. Habiendo estado muy descuidada desde hace algún tiempo la cria de los asnos, á pesar de los servicios considerables que prestan estos animales indispensables en los grandes desiertos, fácilmente se comprende que los arrieros de Co- piapó,de ¡quique, etc., tengan necesidad de comprar los que llegan de la provincia de Córdova por el intermedio de los «¡2 DEL CABALLO. criadores de la Rioja y de Córdova. Antiguamente casi no tenían valor. En tiempo del gobierno español se pagaban por ellos 8 ó 10 reales en Coquimbo, y algunas veces 3 reales en las provincias centrales. En 1837 este precio era en las provincias del Norte 5, 6 y hasta 8 pesos, y hoy se pagan en Copiapó á razón de iO ó 12 pesos, á veces una onza y hasta dos, cuando el animal es un buen asno de montar. La albarda de los de carga es lo mismo que la de las muías, pero mas pequeña y cuesta por consiguiente menos 5 en Copiapó era su coste últimamente de 3 á 3 pesos y medio sobre poco mas ó menos. Los restos de un asno muerto no son de alguna utili- dad. Solamente su cuero podría ser empleado, pero se halla tan sumamente estropeado por el trabajo que sus cualidades son casi nulas. Sin embargo los burreros los usan algunas veces de capote para cubrir su aparejo ó albarda. Por lo demás, como todos los cueros de los ani- males muertos, son duros, malos y de poco valor, lo que sucede con los que los arrieros llaman cueros mortecinos. MUIAS.- 1 Como hemos dicho ya, el caballo no se ha empleado casi nunca en Chile como animal de tiro porque el país es demasiado escabroso y el comercio bastante reducido para este género de transporte. Ademas, independiente- mente de las altas montañas que le recorren en todos senti- dos y en cuyas pendientes los caminos están mas bien traza- dos que abiertos, existen dos causas que impiden su aplicación á los transportes. En el Sur las lluvias que llenan los ca- minos de fango haciéndolos intransitables, y en el Norte una sequía de las mas intensas que ha trocado las campiñas en vastos desiertos, ricos es verdad en minas de todas clases, pero escesivamente pobres en cultivos y pastos. No Agricultura. 26 L'J!»W AGRICULTURA CHILENA. podiendo el caballo vencer con facilidad todas estas dificul- tades se ha tenido que recurrir á la muía, único animal que podia reemplazarle. Con efecto la muía es la providencia de los países áridos, cenagosos y desiguales. Dotada de una sobriedad que solo puede compararse con la del asno, soporta con una resigna- ción admirable toda clase de privaciones, el hambre, la sed, etc., y á pesar de esto y gracias también á su corazón de hierro y á su salud tan dura como robusta lleva á cabo penosos trabajos sin desfallecer nunca. La seguridad de su paso, la fuerza de sus corbejones y su tacto para evitar el peligro, no son ni menos preciosos, ni menos dignos de nuestra confianza, y bajo este punto de vista es sin disputa la bestia de carga mas conveniente en los paises de montaña y de malos caminos. Antes de la llegada de los Españoles, los Chilenos se ser- vían de los chilihueques para trasportar los fardos. El Padre Ovalle, que vivía á principios del siglo xvii, alcanzó á verlos en Santiago ocupados en la conducción del agua á las casas, pero esto no era mas que una escepcion, porque desde los primeros años de la conquista, la crianza de las muías ha sido considerada como un objeto de primera necesidad, llegando á ser tan numerosas algunos años después, es decir á principio del siglo xvii, que los caballos, sumamente escasos, se pagaban á mas de i 50 p. cada uno y se proyec- taba mandar á buscarlos á la otra banda. Este fué el motivo de las ordenanzas de Jaraquemada, ordenanzas que no fueron muy obedecidas, puesto que la crianza de las muías continuó siempre con el mismo interés, en atención á su grande utilidad. En los últimos tiempos su procreación no ha sido menos abundante, y si en la época del gran mercado de la California los hacendados la descuidaron un poco para entregarse mas particularmente al cultivo del trigo y de las legumbres, en el dia ha vuelto á ser mirada con el mismo interés, á pesar de las considerables mejoras que han reci- mz DEL CABALLO. bido los caminos provinciales; lo que permite á las grandes carretas recorrerlos con toda seguridad. Esta procreación se obtiene ya sea por la unión del ca- ballo y de la burra, lo que es mas raro, sobre todo en las provincias centrales y ofrece dificultades en su realización, ó ya, como sucede mas comunmente, por la del burro con la yegua. En uno y otro caso los animales encargados de la procreación y sus productos tienen nombres particulares que la Academia no ha sancionado todavía en su Diccionario, y que sin embargo caracterizan perfectamente el servicio á que se les destina. Así pues en el primer caso se llama al macho caballo padrón y en el segundo burro garañón ó algunas veces burro mamón. Los caballos destinados á es- citar á las yeguas, sin poder, á pesar de esto, hacer uso de su miembro cortado á lo largo y dirigido hacia atrás, son conocidos con el nombre de padrones retacados. Los pro- ductos de estos ayuntamientos son las muías propiamente dichas cuando proceden del burro y de la yegua, ó bien los romos cuando proceden del caballo y de la muía. Estos últimos en general un poco mas pequeños, tienen formas algo mas parecidas á las del caballo, la cola mas desarro- llada, y su paso mas vivo, mas rápido, hace que sean pre- feridos para montar. El precio de las muías ha variado con el tiempo y nece- sariamente con relación á su escasez ó á su abundancia. A mediados del último siglo no valían apenas 2 p. y á princi- pios del actual subieron á 8 p. Este precio se ha conservado hasta estos últimos tiempos, ó por lo menos desde 1835 á 1840 las he pagado de 10 á 12 p. cuando mas y por término medio. En el dia cuestan de 15 á 20 p., y á veces mas. Cuando se alquilan para un viaje de 20 leguas se paga 12 reales por cada una en verano y 2 p. en invierno. Con todo este precio es variable según que la comarca está próxima á un gran centro de población ó relegada en parajes poco comerciales. '■u»y L'J!ffl V* segun se dice< los 2w¡- Vdofrirnl 7^°" m wntai* Y por diez corderos y dos carneros padres, un gran solar al obispo San Mi